Tema 4 (II)
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DEL EMPRESARIO
El Registro Mercantil (RM, en adelante) es una institución que trata de resolver esta
situación de información imperfecta o información asimétrica dando a conocer al público
determinada información esencial sobre sus circunstancias jurídicas y personales, la
actividad que realiza y determinadas características que el legislador considera que con
necesarias para construir esa seguridad y confianza entre las partes.
Para que esta información sea pública de forma efectiva, los asientos registrales se
publican en el Boletín Oficial del Registro Mercantil (BORME, en adelante).
Como hemos señalado, la principal función del RM es dar publicidad legal a las
circunstancias que el legislador estima más relevantes para crear seguridad y confianza
mutua en el tráfico económico y promover las relaciones entre los distintos operadores
del mercado.
Como consecuencia de esta función del RM, se crea una presunción iuris et de iure de
que los terceros tienen conocimiento de todos aquellos actos que estén inscritos en el
RM y publicados en el BORME. Esto permite establecer una presunción iuris tantum a
sensu contrario, todos aquellos actos que aun existiendo obligación, no fueron inscritos
en el RM no pueden ser conocidos por los terceros de buena fe. No obstante, si se
puede demostrar que el tercero tuvo conocimiento del acto por otras vías, esta
presunción decae.
Aunque esta es su función principal, no es la única, tiene otras importantes funciones
en el desarrollo de la actividad del empresario como son las siguientes:
(ii) Las sociedades que cotizan en bolsa o que emiten valores cotizables tienen que
dar una información adicional por su especial situación.
(iii) Los libros de contabilidad solamente son accesibles previa orden de un órgano
jurisdiccional para aquellas personas que demuestren un interés legítimo.
Obligación de redactar las Cuentas Anuales.
Las cuentas anuales son un documento único compuesto por distintos elementos
(que analizaremos a continuación) cuyo objetivo es mostrar una imagen fiel de la
marcha de la empresa durante un ejercicio.
Elementos de las Cuentas Anuales.
Las Cuentas Anuales tienen cinco elementos: el balance, la cuenta de pérdidas y
ganancias, el estado de cambios en el patrimonio neto, el estado de flujos de efectivo
y la memoria.
• El balance es un documento contable que muestra una imagen fija de la situación
patrimonial del empresario en un momento concreto. Debe reflejar con claridad las
cuantías a las que ascienden el Activo y el Pasivo, de cuya diferencia resulta el
Patrimonio Neto.
Para elaborar el balance se tienen que seguir las normas y modelos recogidos en el
Plan General de Contabilidad.
Si su volumen de actividad no supera determinados umbrales (la partida del activo no
supere los 4.000.000€, la cifra anual de negocios no supere los 8.000.000€ y el
número medio de trabajadores sea inferior o igual a 50) el empresario puede optar
por presentar el balance en su modalidad abreviada.
• La cuenta de pérdidas y ganancias recoge los ingresos ordinarios (derivados del
ejercicio de la actividad habitual del empresario) y extraordinarios (derivado de
operaciones que no constituyen la actividad habitual del empresario, como, por
ejemplo, la venta de bienes de su titularidad) junto con los gastos, de cuya diferencia
se obtiene el resultado del ejercicio.
Como ocurría con el balance, las empresas que cumplan ciertos requisitos sobre su
volumen de actividad (activo menor de 11.000.000€, cifra de negocios neta interior a
22.800.000€ y menos de 250 trabajadores de media) pueden elaborar la cuenta de
pérdidas y ganancias en su modalidad abreviada. Se puede apreciar que los
indicadores tienen una cifra mayor, de tal forma que toda empresa que haga la
cuenta de pérdidas y ganancias de forma abreviada hará balance abreviado, pero no
necesariamente ocurrirá lo mismo a la inversa.
• El estado de cambios en el patrimonio neto recoge dos elementos: la diferencia
entre ingresos ordinarios y gastos reconocidos y los cambios en el patrimonio neto
como consecuencia de las transacciones con los socios que componen al empresario
social y otras circunstancias como cambios en los criterios contables, correcciones
de errores, etc.
• El estado de flujos de efectivo recoge todos los pagos y cobros realizados en
efectivo por el empresario. Es una forma de ver los movimientos de efectivo que se
realizan a lo largo del ejercicio.
• La memoria es un documento complementario de los cuatro anteriores. En la
práctica no añade ninguna información nueva, sino que tiene una función explicativa
o aclaratoria de los datos y criterios utilizados, lo que facilita su interpretación. La
memoria podrá ser elaborada en su modalidad abreviada si se cumplen los mismos
requisitos de volumen de actividad recogidos en para el balance abreviado.
Redacción de las cuentas anuales.
Al abordar la redacción de las cuentas anuales debemos tener clara la diferencia
entre las cuentas anuales individuales y las cuentas anuales consolidadas en los
grupos de sociedades.
(i) Cuentas Anuales individuales.
Todo empresario tiene la obligación de elaborar sus cuentas anuales propias como
recoge la normativa. Dichas cuentas deberán presentarse firmadas por él
(empresario individual) o por el administrador o administradores u órgano que asuma
la administración de la empresa (empresarios sociales) y, en su caso, por los socios
ilimitadamente responsables por las deudas del empresario social.
En el caso de empresarios sociales sometidos a la normativa de sociedades de
capital, serán los administradores los que asuman dichas funciones (Artículo 253 de
la LSC), así como la de redactar, la memoria (Artículo 259 de la LSC), el informe de
gestión (Artículo 262 de la LSC) y la propuesta de aplicación del resultado (Artículo
273 de la LSC).
Una vez aprobadas, las cuentas anuales y la propuesta de aplicación del resultado
deben ser presentadas a la Junta General Ordinaria para su aprobación como indica
el Artículos 272 y 273 de la LSC.
(ii) Cuentas Anuales Consolidadas.
Cuando estamos ante un grupo de empresas, conforme al Artículo 42 del CCom las
sociedades que controlen a otras, esto es, las sociedades dominantes (el propio
precepto incluye normas que son permiten saber cuándo estamos ante una sociedad
dominante) tienen la obligación de presentar unas cuentas anuales que reflejen la
situación patrimonial de todo el grupo de empresas.
La auditoría de las cuentas anuales.
El proceso de auditoría consiste en una evaluación de toda la documentación
contable para ver si refleja o no la realidad patrimonial del empresario de forma fiel.
En otras palabras, ver si las cuentas anuales reflejan la verdad sobre la situación
patrimonial de la empresa.
La regulación de la auditoría de cuentas aparece en los textos que venimos
analizando durante este epígrafe y, además, en la Ley de Auditoría de Cuentas (LAC,
en adelante).
Empresarios obligados a someter sus cuentas a auditoría.
Conforme al Artículo 263 de la LSC las sociedades de capital tienen la obligación de
someter sus cuentas anuales y el informe de gestión deben ser revisados por un
auditor de cuentas.
No obstante, los empresarios que tengan un volumen de actividad reducido
(requisitos recogidos en el Artículo 263.2 de la LSC) están exentos de pasar por la
auditoría. Existen algunos empresarios que aunque se sitúen por debajo de los
umbrales recogidos en el precepto antes señalado siguen teniendo la obligación de
auditar sus cuentas como son: sociedades cotizadas en bolsa (DA 1ª de la LAC), las
que emiten obligaciones en régimen de oferta pública (DA 1ª de la LAC), las
entidades de crédito (DA 1ª de la LAC), las entidades de seguros (DA 1ª de la LAC),
las sociedades y agencias de valores (Artículo 86 de la Ley del Mercado de Valores),
las sociedades rectoras de las bolsas (Artículo 86 de la LMV) y las que reciban
subvenciones o ayudas públicas o presenten sus servicios al sector público (DA 1ª
de la LAC).
Nombramiento del auditor de cuentas.
La normativa prevé tres formas de nombramiento del auditor:
(i) Nombramiento por la Junta General (Artículo 264 de la LSC). Deberá ser
nombrada antes de que de finalice el ejercicio a auditar por un período de
entre tres y nueve años.