Resumen FInal Pensamiento Juridico
Resumen FInal Pensamiento Juridico
Resumen FInal Pensamiento Juridico
a.- PLATON:
Platón nació en Atenas alrededor del año 427 a.C. en una familia aristocrática y recibió una
educación esmerada. Su verdadero nombre era Aristocles, y "Platón" parece haber sido un
apodo que significa "el de anchas espaldas". Fue discípulo de Sócrates, cuya influencia lo
marcó profundamente. Tras la ejecución de Sócrates en el 399 a.C., Platón se decepcionó
de la democracia ateniense, y pasó algunos años viajando por el Mediterráneo, donde tuvo
contacto con diversas ideas y culturas.
Fundó la Academia en Atenas alrededor del 387 a.C., una institución que se considera la
primera universidad en sentido amplio y donde enseñó durante gran parte de su vida.
Escribió numerosas obras en forma de diálogos filosóficos, entre las que destacan *La
República*, *El Banquete*, y *Fedón*. Murió alrededor del año 347 a.C., dejando un legado
que ha influido profundamente en la filosofía occidental.
La crítica de Platón a los sofistas surge en gran medida de las enseñanzas de Sócrates y su
propia visión filosófica. Los sofistas eran maestros y pensadores itinerantes de la Grecia
clásica que enseñaban retórica, argumentación y habilidades prácticas que ayudaban a los
jóvenes a triunfar en la vida pública, especialmente en política. Sin embargo, Platón los
consideraba problemáticos por varias razones:
La crítica de Platón surge principalmente como respuesta a lo que él veía como una crisis
en la sociedad ateniense: la corrupción moral, el escepticismo creciente y una democracia
que, a su juicio, carecía de principios sólidos y podía ser manipulada. La condena y
ejecución de Sócrates también influyeron profundamente en Platón, quien vio en los sofistas
una amenaza para el verdadero conocimiento y la justicia. A través de sus diálogos, Platón
intenta mostrar la superioridad de la filosofía sobre la retórica y el relativismo de los sofistas,
abogando por una sociedad guiada por principios filosóficos y una búsqueda genuina de la
verdad.
Relación psicología-ética-política.
Platón veía una relación muy estrecha entre filosofía, ética y política, y su pensamiento en
estos campos está centralizado en la idea de que el conocimiento verdadero y el bien moral
son esenciales para construir una sociedad justa.
Platón sostenía que la filosofía debía guiar tanto la vida personal como la vida pública. En
*La República*Platón describe una sociedad ideal, esta sería aquella en la que los filósofos
gobiernan, pues estos gobernantes, al tener una visión clara del bien y la justicia, pueden
tomar decisiones que beneficien a toda la comunidad.
La ética, para Platón, consiste en que cada parte del alma cumpla su función de manera
armoniosa y equilibrada, bajo la guía de la razón. Este estado de armonía interna es lo que
él llama justicia en el alma, y es el camino hacia una vida buena. Así, la ética personal se
convierte en una cuestión de autogobierno racional, y quien logra esta armonía puede vivir
con plenitud y actuar de manera justa, tanto en su vida personal como en sus interacciones
con los demás.
3. Política: la justicia como el orden ideal de la ciudad
Platón creía que la política debería estar orientada hacia la creación de una sociedad justa.
En *La República*, describe su idea de la ciudad-estado ideal (la "Kallipolis"), en la que
cada clase de ciudadanos cumple con su rol específico, similar a las partes del alma
humana. La estructura ideal de la ciudad estaría dividida en tres clases: los productores
(artesanos, agricultores), los guardianes (soldados) y los gobernantes (filósofos).
Cada clase cumple una función esencial para la armonía y la justicia de la polis: los
productores se encargan de proveer bienes materiales, los guardianes protegen a la ciudad,
y los filósofos gobiernan. La justicia en la ciudad se logra cuando cada clase actúa en
función de su rol natural sin interferir en las funciones de las otras clases. Esta organización
refleja la armonía interna del alma, aplicándola al nivel social. Para Platón, una ciudad
gobernada por filósofos, que poseen conocimiento del bien, puede crear leyes y políticas
justas, y así garantizar una vida ordenada y virtuosa para todos sus habitantes.
Esta educación tiene el propósito de hacer que el alma de los gobernantes sea justa y esté
alineada con la verdad, de modo que, al llegar al poder, estén preparados para actuar
éticamente. La educación adecuada no solo forma ciudadanos justos, sino que también
asegura que los líderes de la ciudad-estado estén capacitados para tomar decisiones
informadas, racionales y benéficas para todos.
En resumen, Platón veía la filosofía como la herramienta que permite a las personas
conocer el bien, la ética como el esfuerzo por vivir según ese bien y mantener la armonía en
el alma, y la política como la organización de la sociedad de manera que refleje esta
armonía y justicia a nivel colectivo.
La problemática de la justicia.
Para Platón, la problemática de la justicia era central y multifacética, ya que abarcaba tanto
el nivel individual (el alma) como el colectivo (la ciudad). En *La República*, Platón explora
la naturaleza de la justicia y se pregunta qué significa realmente ser justo, tanto para un
individuo como para una sociedad.
Platón usa estas definiciones para mostrar que la justicia, en la comprensión común, no es
clara y suele estar sujeta a interpretaciones limitadas o interesadas. Él percibía que las
personas solían concebir la justicia de manera subjetiva, lo cual llevaba a conflictos y a una
sociedad injusta.
Platón responde a esta problemática afirmando que la justicia no es solo un medio para
obtener recompensas externas o evitar castigos, sino que tiene un valor intrínseco.
Argumenta que la justicia permite que el alma mantenga su armonía y, por ende, lleve a una
felicidad duradera. Una persona injusta, en cambio, está en conflicto interno y, aunque
pueda lograr beneficios externos, sufre internamente. Para Platón, la verdadera felicidad y
realización sólo son posibles en una vida justa.
En el plano colectivo, Platón considera que una ciudad es justa cuando cada clase social
(productores, guardianes y gobernantes) desempeña su rol adecuado sin interferir en las
funciones de las otras. Los productores proporcionan los bienes y servicios, los guardianes
protegen a la ciudad y los gobernantes filósofos toman decisiones justas basadas en el
conocimiento. Así, la justicia en la sociedad es la armonía entre sus partes, similar a la
armonía en el alma.
Platón creía que, incluso si una persona injusta obtiene éxito y poder, su alma estará en
desarmonía, lo que inevitablemente la llevará a la infelicidad. Para él, la justicia no es solo
una virtud social, sino también una cualidad esencial para el bienestar interno del individuo.
Este enfoque es una respuesta a quienes, como Trasímaco, piensan que la injusticia es
más ventajosa cuando se puede ejercer sin consecuencias.
Platón trataba de demostrar que la justicia no es simplemente una convención social, sino
una realidad universal, cuya comprensión y práctica pueden llevar a la verdadera paz
interior y a la prosperidad de la sociedad.
Formas de gobierno. La polis ideal.
Platón desarrolló sus ideas sobre las formas de gobierno en *La República* y en *Las
Leyes*, donde propuso una jerarquía de sistemas de gobierno y detalló su visión de la
*polis* ideal, es decir, la ciudad-estado justa y armoniosa.
- Tiranía: Para Platón, la tiranía es la peor forma de gobierno, ya que se basa en el poder
absoluto de un solo individuo que gobierna solo para su propio beneficio. El tirano actúa sin
restricciones morales ni respeto por la justicia, y su gobierno se caracteriza por la opresión y
el uso de la violencia. La tiranía es la degeneración última y, para Platón, representa el
mayor grado de injusticia y desorden en una polis.
La *polis* ideal según Platón
Platón desarrolla la idea de la *polis* ideal en *La República*, donde propone una
organización social y política basada en la armonía, la justicia y la virtud. Esta ciudad ideal,
llamada Kallipolis, se basa en una estructura tripartita que refleja la estructura del alma
humana.
- División en tres clases: Platón propone que la sociedad ideal debe estar dividida en tres
clases principales, cada una correspondiente a una parte del alma:
- Los Productores: son los agricultores, artesanos y comerciantes encargados de
proveer bienes materiales. Esta clase corresponde a la parte apetitiva del alma, que busca
satisfacer necesidades y deseos. Los Productores deben dedicarse a sus funciones y no
involucrarse en el gobierno.
- Los Guardianes: son los soldados y defensores de la ciudad. Representan la parte
irascible del alma, que se asocia con el valor y la disciplina. Los Guardianes protegen a la
ciudad y obedecen las leyes establecidas por los gobernantes. Deben estar entrenados en
la disciplina y la lealtad.
- Los Gobernantes Filósofos: son los líderes de la polis, quienes deben gobernar porque
poseen el conocimiento de las Ideas, especialmente la Idea del Bien. Esta clase representa
la parte racional del alma y debe guiar las demás partes para mantener la armonía y la
justicia en la ciudad. Platón argumenta que solo aquellos que conocen el Bien en sí mismo
son capaces de gobernar justamente y para el beneficio de todos.
- Propiedad y vida en común: Platón sugiere que los guardianes y los gobernantes no
deben poseer propiedades privadas ni riquezas. Su vida debe ser austera, compartiendo
bienes y viviendo en comunidad para evitar que los deseos materiales influyan en sus
decisiones. Esto también se aplica a la familia, ya que Platón propone que los guardianes y
gobernantes no tengan familias tradicionales y que los hijos sean educados colectivamente.
Esto, según él, evitaría conflictos de interés y garantizaría que actúen siempre en beneficio
de la polis, y no por intereses personales.
Críticas y limitaciones
Platón reconocía las dificultades de implementar una *polis* ideal en la realidad, lo cual se
refleja en su obra *Las Leyes*, donde adopta una visión más pragmática. En esta obra,
plantea una constitución más flexible y permite algunas propiedades privadas, aunque
todavía enfatiza la importancia de la educación y el orden moral. Sin embargo, la *polis*
ideal de *La República* sigue siendo su modelo filosófico de una sociedad justa.
Educación de los gobernantes: Para Platón, los gobernantes deben ser los más sabios y
justos de la sociedad. La educación de estos individuos es crucial, ya que debe permitirles
comprender la Idea del Bien, una noción abstracta y filosófica que representa el fin último
de la existencia. Sin entender lo que es verdaderamente bueno, los gobernantes no pueden
tomar decisiones sabias ni justas. La educación de los gobernantes debe ser rigurosa, e
incluye tanto la formación intelectual (como la filosofía, la matemática y la dialéctica) como
el desarrollo moral, permitiéndoles discernir entre lo que es realmente justo y lo que no lo
es. Esto les permite gobernar de manera que promuevan el bienestar general y eviten la
tiranía.
ARISTÓTELES:
Aristóteles (384 a.C. – 322 a.C.) fue un filósofo y científico griego, discípulo de Platón y tutor
de Alejandro Magno. Nació en Estagira, en la región de Macedonia, y es considerado una
de las figuras más influyentes en la historia de la filosofía y las ciencias.
Biografía breve:
● Educación: Aristóteles estudió en la Academia de Platón en Atenas durante 20
años. Tras la muerte de Platón, fundó su propia escuela en Atenas, el Liceo, donde
enseñó y realizó investigaciones en diversas áreas del conocimiento.
● Obras: Su obra abarca una gran variedad de temas, desde la lógica y la ética hasta
la biología y la política. Sus escritos más importantes incluyen la Ética a Nicómaco,
Política, Metafísica, Física y Poética.
● Legado: Es considerado el "padre" de la lógica formal y sus ideas sobre ética,
política y naturaleza influyeron profundamente en el pensamiento occidental durante
siglos.
1. La Grecia Clásica:
● Atenas y las polis: Aristóteles vivió en una época en la que las polis griegas
(ciudades-estado) eran el centro de la vida política, social y cultural. Atenas, en
particular, estaba en su apogeo durante el siglo V a.C., pero hacia el tiempo de
Aristóteles (cuando vivió entre 384 y 322 a.C.), la ciudad ya había comenzado a
declinar después de la Guerra del Peloponeso (431-404 a.C.) que enfrentó a Atenas
contra Esparta.
● Democracia ateniense: Atenas era famosa por su democracia, un sistema de
gobierno en el que los ciudadanos libres (excluyendo a mujeres, esclavos y
metecos) participaban directamente en las decisiones políticas. Sin embargo, la
democracia ateniense ya estaba perdiendo fuerza hacia el tiempo de Aristóteles
debido a las consecuencias de la guerra y la inestabilidad política interna.
2. El ascenso de Macedonia:
● Reinado de Filipo II: Aristóteles nació en 384 a.C., en un contexto donde la Grecia
estaba dividida políticamente. La hegemonía de Atenas y otras polis griegas estaba
siendo desafiada por Filipo II de Macedonia, quien, en un esfuerzo por unificar a
Grecia bajo su dominio, derrotó a las ciudades-estado griegas. Filipo II logró la
unificación mediante la diplomacia, la guerra y el establecimiento de un sistema de
alianzas.
● Alejandro Magno: Aristóteles fue tutor de Alejandro Magno, hijo de Filipo II, quien
llegaría a ser uno de los conquistadores más grandes de la historia, extendiendo su
imperio por Asia, Egipto y Persia. La relación entre Aristóteles y Alejandro es una de
las más conocidas, ya que Aristóteles influyó profundamente en la educación del
futuro rey, especialmente en el ámbito filosófico y científico.
El zon politikon.
El concepto de "Zoon Politikon" (ζῷον πολιτικόν) es una idea clave en la filosofía política
de Aristóteles, que se traduce comúnmente como "animal político". Aristóteles lo utiliza en
su obra "Política" para describir la naturaleza social y política del ser humano. Según él, los
seres humanos son naturalmente predispuestos a vivir en comunidad, lo que hace a la
política una parte esencial de lo que significa ser humano. La interacción con los demás es
fundamental para alcanzar el bienestar y la virtud.
El filósofo sostiene que el ser humano es diferente de otros animales no solo por su
capacidad de razonar, sino porque esa capacidad se manifiesta y se desarrolla plenamente
en el contexto de una comunidad organizada, como la polis (la ciudad-estado griega). Este
tipo de asociación, basada en la reflexión y la discusión, es lo que caracteriza a los
humanos como "animales políticos", capaces de formar estructuras políticas que promuevan
la justicia y la convivencia armoniosa.
Finalmente, Aristóteles vincula estrechamente la ética con la política. Considera que el ser
humano solo puede vivir de manera ética y virtuosa dentro de una comunidad organizada,
en la que la ley y la justicia guían la convivencia. De este modo, la política no es solo un
conjunto de normas o reglas externas, sino el espacio necesario para que los individuos
puedan desarrollarse moralmente, alcanzando su potencial como seres racionales y éticos.
La vida política, por tanto, es esencial para el florecimiento humano.
Política y felicidad.
Para Aristóteles, la felicidad (o eudaimonía) era el fin último de la vida humana, la meta a la
que todo ser humano debería aspirar. Esta no se reducía simplemente a un estado de
placer o satisfacción momentánea, sino que era un logro alcanzado a través de la virtud y el
cumplimiento pleno de la naturaleza humana. Aristóteles entendía la felicidad como una
actividad que se realiza en el ejercicio de las virtudes, y se logra al vivir de acuerdo con la
razón. De este modo, para él, la felicidad estaba directamente relacionada con el vivir una
vida virtuosa, equilibrada y orientada hacia el bien común.
En cuanto a la política, Aristóteles pensaba que la vida política y la organización del Estado
eran esenciales para alcanzar la felicidad. Creía que el ser humano es, por naturaleza, un
"animal político" (zoon politikon), lo que significa que no puede vivir plenamente fuera de
una comunidad. La política, entonces, tiene un papel crucial en la promoción del bienestar
general y en la creación de un entorno donde los ciudadanos puedan vivir virtuosamente.
Aristóteles sostenía que el Estado debía proveer las condiciones necesarias para que los
individuos pudieran desarrollar sus capacidades y alcanzar la felicidad a través de la
práctica de las virtudes cívicas.
La vida de los ciudadanos no solo estaba orientada a la supervivencia, sino al logro de una
vida buena y plena, facilitada por el orden social, las leyes justas y la participación activa en
la vida política.
Aristóteles también pensaba que la polis era el mejor lugar para la realización de la justicia,
ya que podía regular las relaciones entre los individuos y garantizar que las decisiones se
tomaran en beneficio del bien común.
El ideal de la polis aristotélica no era una simple administración del poder, sino una
comunidad de personas que, a través de la justicia y la cooperación, trabajaban juntas para
alcanzar el bien colectivo.
Formas de gobierno
Aristóteles reflexionó profundamente y clasificó los regímenes en tres tipos "buenos" y tres
tipos "corruptos", dependiendo de si servían al bien común o a los intereses particulares de
los gobernantes. Para él, las formas de gobierno eran medios a través de los cuales se
organizaba el poder y se alcanzaba la justicia.
1. Monarquía y Tiranía
Aristóteles veía la monarquía como una forma legítima de gobierno, en la que un solo
gobernante dirige en beneficio de todos los ciudadanos. Para él, la monarquía era un
gobierno de una sola persona que actuaba en aras del bien común y guiaba a la polis hacia
la virtud y la justicia. El monarca debía ser alguien con gran sabiduría y virtudes que,
mediante su liderazgo, ayudara a alcanzar la eudaimonía (felicidad o bienestar) de la
comunidad.
Sin embargo, Aristóteles también advertía que la monarquía podía degenerar en una
tiranía, un gobierno corrupto en el que un gobernante tomaba decisiones en beneficio
propio, no para el bien de la polis. La tiranía, para él, era una forma de abuso de poder en la
que el monarca buscaba su propio placer y poder, sin tener en cuenta los intereses del
pueblo. En una tiranía, el gobernante violaba las leyes y actuaba de manera arbitraria y
despótica.
2. Aristocracia y Oligarquía
La aristocracia era otro régimen "bueno" en la visión de Aristóteles. Este tipo de gobierno
era dirigido por un pequeño grupo de personas, generalmente las más sabias y virtuosas de
la sociedad, que gobernaban con el objetivo de promover el bien común. La aristocracia no
solo se basaba en el conocimiento y la virtud, sino en la capacidad de los gobernantes para
guiar a la comunidad hacia la justicia y la prosperidad.
3. Politeia y Democracia
La politeia o "gobierno constitucional" era, según Aristóteles, la forma más equilibrada y
estable de gobierno, y representaba la mejor opción para una sociedad amplia. En la
politeia, el poder lo ejercen los ciudadanos en un sistema que busca el bienestar de la
mayoría. Aristóteles veía este régimen como una mezcla de democracia y oligarquía, donde
se equilibraban los intereses de los pobres y los ricos, para crear una forma de gobierno
que se orientara al bien común.
Por otro lado, la democracia, que Aristóteles veía como una forma corrupta de la politeia,
ocurría cuando la mayoría (en este caso, las clases bajas) asumía el poder y gobernaba en
su propio beneficio, sin tener en cuenta los intereses de la totalidad de la comunidad. Para
Aristóteles, la democracia degeneraba cuando las decisiones políticas se basaban en la
voluntad de la mayoría sin una preocupación real por la justicia o el bien común. Los
demócratas, en su opinión, a menudo privilegiaban sus propios intereses y necesidades a
expensas de la estabilidad y la equidad de la polis.
CRISTIANISMO Y CRISTIANDAD
San Agustin:
1) Para San Agustín, la comunidad política es una realidad temporal y limitada, creada
por los seres humanos para organizar la vida común. No obstante, esta
organización, aun cuando cumple con fines legítimos como el orden y la paz, no es
perfecta, ya que está marcada por las imperfecciones del pecado original y la
naturaleza corrupta del hombre.
Sin embargo, San Agustín no veía en la política un fin en sí mismo. Para él, la
verdadera meta del hombre es alcanzar la paz y la salvación en la Ciudad de Dios.
2) San Agustín de Hipona, establece una relación profunda entre orden, justicia y paz
en sus escritos. Para él, el orden es fundamental para la estructura del universo y de
la sociedad. Sin orden, la justicia se ve comprometida, ya que esta última se basa en
la correcta disposición de las cosas y de las relaciones humanas.
En su obra "La Ciudad de Dios", argumenta que donde hay justicia, hay un orden
que permite la coexistencia armoniosa de los individuos.Así, estos tres conceptos
están interrelacionados y son esenciales para la vida en comunidad y el desarrollo
moral y espiritual de los individuos.
3)
● Cualquier ley válida debe estar de alguna manera en conformidad con la ley eterna.
● Ley natural es una manifestación de la ley eterna en la razón humana. San Agustín
sostiene que todos los seres humanos pueden acceder a los principios básicos de la
ley natural, aunque algunos pueden corromper su entendimiento debido al pecado.
● La ley temporal debe estar en armonía con la ley natural para ser justa. Su
legitimidad depende de su conformidad con los principios morales universales
revelados por la ley natural.
4) . Según San Agustín, las leyes humanas deben estar en conformidad con la ley divina
para ser consideradas justas, enfatiza que la justicia es un principio fundamental que debe
guiar tanto las leyes como la acción de los gobernantes.
1. Leyes injustas: Agustín sostenía que una ley que contradice la moral y la justicia
divina no tiene verdadera validez. Para él, una ley injusta no es más que una
"perversa disposición" que no debe ser obedecida, ya que va en contra del orden
natural establecido por Dios.
2. Tiranía: En el caso de las tiranías, Agustín afirmaba que un gobierno que actúa en
contra del bien común y oprime a su pueblo se aleja del verdadero propósito de la
autoridad. La tiranía se convierte en una forma de desorden que socava tanto la
justicia como la paz.
3. Resistencia: Aunque Agustín reconocía que la autoridad civil tiene su lugar dentro
del orden divino, también indicaba que los ciudadanos tienen el derecho, y en
ocasiones el deber, de resistir leyes y gobernantes injustos. Esta resistencia debe
hacerse con prudencia y siempre buscando el bien común.
5)
- Causa justa: La guerra es legítima sólo si busca corregir una injusticia grave.
- Autoridad legítima: Sólo un gobernante o Estado tiene derecho a declarar la
guerra para mantener el orden y el bien común.
- Intención recta: La guerra debe librarse con la intención de restaurar la paz
y la justicia, no por odio, venganza o ambición.
- Último recurso: La guerra sólo es aceptable cuando todas las alternativas
pacíficas han sido agotadas.
Prehistoria: Esta etapa abarca desde los primeros seres humanos hasta el desarrollo de la
escritura, alrededor del 3,300 a.C. Se divide en tres periodos: Paleolítico, Mesolítico y
Neolítico. Durante el Paleolítico, los humanos eran cazadores-recolectores y dependían del
entorno para su subsistencia. En el Neolítico, comenzó la agricultura y la domesticación de
animales, lo cual marcó el inicio de asentamientos más estables y el surgimiento de las
primeras aldeas.
Edad Antigua: Inicia con la invención de la escritura y comprende las primeras
civilizaciones de Mesopotamia, Egipto, la India y China. Estas culturas desarrollaron
sistemas de gobierno, escritura, religión y arquitectura. La Edad Antigua es conocida por el
esplendor de culturas como la griega y la romana, que influyeron enormemente en el
desarrollo de las ciencias, la filosofía y el arte.
Edad Media: Este periodo, que abarca aproximadamente del siglo V al XV, comenzó con la
caída del Imperio Romano de Occidente. Se caracterizó por la influencia de la Iglesia
Católica en Europa y el feudalismo como sistema social y económico. La Edad Media
también incluye el surgimiento del islam y las Cruzadas. En este tiempo, la sociedad era
mayoritariamente rural y los avances en ciencia y tecnología eran escasos.
Edad Moderna: Comprende del siglo XV al XVIII, con eventos fundamentales como el
Renacimiento, la Reforma Protestante y la colonización de América. Fue un periodo de
crecimiento científico, artístico y literario que marcó una ruptura con la Edad Media. La
invención de la imprenta, el desarrollo del comercio y el inicio de las monarquías absolutas
cambiaron la sociedad, sentando las bases del mundo moderno.
Edad Contemporánea: Inicia a fines del siglo XVIII con eventos revolucionarios, como la
Revolución Francesa y la Revolución Industrial, y se extiende hasta la actualidad. Es un
periodo de profundos cambios en todos los aspectos de la vida humana: la ciencia, la
política, la economía y la tecnología. La Era Contemporánea se caracteriza por el avance
industrial, la urbanización, las dos Guerras Mundiales y el surgimiento de grandes
organizaciones internacionales.
La escolástica fue la corriente filosófica predominante, con figuras como Tomás de Aquino,
quien defendía la armonía entre la fe y la razón. Los escolásticos desarrollaron un riguroso
método de debate para intentar demostrar las verdades religiosas mediante la lógica y la
filosofía, buscando conciliar los principios de la fe cristiana con el pensamiento racional de
filósofos antiguos, especialmente Aristóteles. Esta filosofía promovía una visión jerárquica
del universo y de la sociedad, donde todo tenía un lugar determinado en el "gran orden"
divino. La estructura social, por ejemplo, estaba organizada en un sistema estricto que
reflejaba esta visión: el rey, la nobleza, el clero y los campesinos ocupaban posiciones fijas
en una jerarquía que se consideraba natural y divinamente establecida.
La ley eterna es el plan racional de Dios para toda la creación, el orden universal al que
todas las cosas se someten. Para Santo Tomás, esta ley es inmutable y representa la
sabiduría divina en su plenitud. La ley natural es una participación de la ley eterna en la
razón humana y refleja los principios básicos de la moralidad que todo ser humano puede
entender mediante el uso de la razón. La ley natural proporciona los preceptos morales
fundamentales, como la búsqueda del bien, la preservación de la vida y la promoción de la
sociedad. Según Santo Tomás, todos los seres humanos tienen acceso a estos principios
morales básicos, que constituyen el fundamento de las leyes humanas y civiles.
La ley humana deriva de la ley natural y debe adaptarse a las circunstancias específicas de
una comunidad. Los gobernantes, quienes tienen la responsabilidad de guiar a la sociedad,
deben promulgar leyes que respeten los principios de la ley natural y que busquen el bien
común. La ley humana, entonces, debe ser justa y debe respetar la dignidad de las
personas, porque solo en esa medida es obligatoria y legítima. Santo Tomás argumenta que
si una ley humana contradice la ley natural o es injusta, no obliga en conciencia y, en
algunos casos, incluso se puede resistir, ya que no cumple con su propósito de guiar a la
sociedad hacia el bien.
En cuanto a la autoridad política, Santo Tomás sostiene que el poder legítimo proviene de
Dios, pero que la autoridad debe ser ejercida en conformidad con la razón y el bien común.
Para él, el gobernante es un "ministro de Dios" en la medida en que promueve la justicia y el
orden, y su poder no es absoluto, sino que está limitado por el deber de actuar conforme a
la ley natural y la ley divina. Santo Tomás propone una visión en la que la autoridad política
tiene una función de servicio y debe ser responsable ante el bienestar de la comunidad. El
gobernante debe actuar con prudencia, justicia, fortaleza y templanza, las virtudes
cardinales que guían el buen gobierno.
Por último, el derecho de resistencia ante la tiranía es un aspecto que Santo Tomás trata
con cautela. Aunque reconoce que los súbditos deben obedecer a la autoridad legítima,
también admite que en casos de injusticia extrema o de tiranía, cuando la ley humana
contradice la ley natural o el bien común, los ciudadanos pueden resistir. Sin embargo,
enfatiza que la resistencia debe ser prudente y debe evitar mayores daños a la comunidad,
valorando la estabilidad social y el bien común por encima de intereses individuales.
Santo Tomás de Aquino consideraba el bien común como la finalidad esencial del Estado y
de toda organización política. Para él, el bien común era el conjunto de condiciones que
permitían a cada persona y a la sociedad en su conjunto alcanzar su realización plena y
vivir en armonía. Según Santo Tomás, el Estado existe para crear y preservar estas
condiciones, facilitando así una vida ordenada y justa. Desde esta perspectiva, el Estado
debe fomentar la paz, la justicia y la seguridad, aspectos que permiten el desarrollo tanto
moral como material de los ciudadanos.
Finalmente, para Santo Tomás, la orientación del Estado hacia el bien común implicaba
también que los ciudadanos debían colaborar y participar en la vida política para promover
una sociedad justa y ordenada. En su visión, el bien común es la finalidad última de la
política, y cualquier ley o acción estatal que contradiga este ideal no solo es injusta, sino
que pierde su legitimidad. Así, el Estado y el derecho son instrumentos al servicio de la
comunidad, y deben ser siempre evaluados en función de su contribución a este bien
común.
Santo Tomás argumentaba que el poder político se justifica solo cuando se ejerce de
manera justa, es decir, respetando las leyes naturales y los derechos de los ciudadanos.
Para él, un gobernante que actúa en conformidad con la justicia y la razón está cumpliendo
con el propósito de su autoridad, que es servir y proteger a la comunidad. En este sentido,
el gobernante no es un dueño absoluto del poder, sino un “ministro de Dios” cuya misión es
guiar a la sociedad hacia la paz y el bienestar, actuando con prudencia y moderación.
Formas de gobierno.
Santo Tomás de Aquino analizó las formas de gobierno inspirándose en la teoría política
de Aristóteles, pero adaptándola a los principios cristianos y a su propia visión del bien
común. Para él, las formas de gobierno se clasifican en función de quién detenta el poder y
cómo lo ejerce. Distinguió entre formas justas e injustas de gobierno: las justas son aquellas
orientadas al bien común, mientras que las injustas persiguen intereses particulares en
detrimento de la comunidad.
Concepción antropológica.
Maquiavelo, quien, inspirado por autores clásicos como Tito Livio y Cicerón, desarrolló un
enfoque realista y secular de la política.
El Príncipe se convierte en una obra donde Maquiavelo propone una forma de gobernar
realista y pragmática, una guía para enfrentar los desafíos de un mundo en el que los
ideales no bastan para asegurar el poder y la supervivencia del Estado.
Una de las ideas centrales de su realismo político es que "el fin justifica los medios". En su
análisis, Maquiavelo defiende que un gobernante debe estar dispuesto a hacer lo que sea
necesario para conservar el poder, incluso si eso implica el uso de la astucia, la violencia o
la manipulación. La moralidad convencional, en su perspectiva, es secundaria en la política,
y lo importante es la capacidad del líder para proteger su posición y asegurar la continuidad
de su gobierno. No obstante, Maquiavelo no aboga por la crueldad indiscriminada; su
consejo es que el príncipe utilice los métodos necesarios con prudencia y moderación,
evitando a toda costa ganarse el odio de sus súbditos.
Maquiavelo también introduce el concepto de "virtù", una cualidad que abarca la habilidad,
el coraje y la capacidad de adaptarse a los cambios y aprovechar las oportunidades. La
"virtù" es lo que permite a un gobernante enfrentar los caprichos de la "fortuna" (la suerte) y
controlar, en la medida de lo posible, su propio destino. Para Maquiavelo, un líder exitoso
debe combinar el uso calculado de la fuerza y la astucia con la capacidad de leer las
circunstancias y de responder a los cambios con flexibilidad. Así, el enfoque realista de
Maquiavelo en la política se convierte en una guía para actuar de manera estratégica en un
mundo impredecible, donde los resultados y la preservación del poder son los principales
criterios para juzgar el éxito de un gobernante.
Relación moral-política.
Maquiavelo proponía una separación radical entre la moral y la política, rompiendo con la
tradición de pensar la política como una extensión de la ética. Para él, la política tiene sus
propias reglas y objetivos, que son diferentes y, en algunos casos, incompatibles con los
principios morales tradicionales.
El ideal de que un buen gobernante debe ser una persona moralmente intachable le parece
poco realista; para él, lo esencial es que el gobernante sepa cuándo actuar de acuerdo con
la moralidad y cuándo desviarse de ella para proteger el poder y el bien común de su
Estado. En este sentido, su pensamiento marca una ruptura decisiva con la filosofía política
anterior, ya que sostiene que el éxito político puede requerir métodos inmorales, y que un
buen líder es aquel que entiende cómo usarlos con prudencia y efectividad.
Es mejor ser temido que amado, pero sin ser odiado: El príncipe debe ser temido para
asegurar la obediencia de sus súbditos, ya que el temor es más fiable que el amor. Sin
embargo, debe evitar el odio, pues esto puede incitar a la rebelión. La clave es aplicar el
poder con firmeza, sin caer en la crueldad excesiva o la injusticia que genere resentimiento.
Cuidar la imagen y las alianzas: Un gobernante debe proyectar una imagen de fortaleza,
justicia y magnanimidad, incluso si no practica siempre estas virtudes. También debe
rodearse de personas leales y competentes y evitar depender de aliados poco confiables o
ejércitos mercenarios, que podrían abandonarlo en tiempos difíciles.
Maquiavelo es uno de los primeros pensadores en proponer la idea de que el Estado debe
ser exaltado y defendido como la entidad más importante en la vida política y social, incluso
por encima de la religión. Esta visión supone una secularización del Estado, es decir, la
separación de la política de las doctrinas religiosas y morales. Maquiavelo argumenta que el
poder y la estabilidad del Estado deben ser los objetivos principales de cualquier
gobernante, y que las decisiones políticas no deberían estar subordinadas a los principios
religiosos, sino orientadas a preservar y fortalecer el dominio político.
Maquiavelo exalta el poder y la autonomía del Estado como el centro de la vida social y
política, considerando que el éxito y la seguridad del Estado justifican los medios necesarios
para lograrlos. En su perspectiva, el Estado tiene su propia lógica y sus propios objetivos,
que deben ser alcanzados independientemente de las doctrinas religiosas o de los valores
morales tradicionales. Esta autonomía permite que el gobernante use cualquier recurso
disponible para mantener el orden, sin importar si esas acciones son consideradas
moralmente correctas por la Iglesia o por la sociedad.
Al final, para Maquiavelo, la política es un dominio separado y autónomo que exige
soluciones prácticas y estratégicas, no imposiciones morales o religiosas. Su visión exalta el
Estado como el fin último de la acción política y el centro de la vida colectiva, legitimando la
secularización del poder como una necesidad para la estabilidad y la prosperidad de una
sociedad.
HOBBES:
El absolutismo monárquico.
Otra causa fue el crecimiento del poder de los Estados nacionales. A medida que los
reinos europeos se unificaban y fortalecían sus estructuras políticas y económicas, los
monarcas intentaron centralizar el poder y debilitar las influencias de la nobleza y de la
Iglesia, que tradicionalmente habían sido fuentes de autoridad y poder en la sociedad. Al
consolidar el control sobre sus territorios y ejercer su autoridad sin interferencias, los
monarcas absolutos promovieron la unificación del poder como un símbolo de orden y
progreso.
Por último, el desarrollo de teorías políticas que justificaban el poder absoluto del
monarca ayudó a legitimar el absolutismo. Filósofos como Thomas Hobbes defendieron la
idea de que un Estado fuerte y centralizado era necesario para evitar el desorden y la
violencia inherentes a la naturaleza humana. En su obra Leviatán, Hobbes presenta la
necesidad de un soberano absoluto que controle los impulsos egoístas de los seres
humanos y garantice la paz social.
Para Hobbes, en este estado primitivo, los seres humanos son esencialmente iguales en
cuanto a sus habilidades físicas y mentales, lo que significa que todos tienen la capacidad
de hacerse daño mutuamente. Esta igualdad lleva a la competencia y a la desconfianza, ya
que, al no haber una autoridad que controle los recursos y regule el comportamiento, cada
individuo intenta asegurar su supervivencia y satisfacer sus propios deseos, muchas veces
a costa de los demás. Debido a esta competencia y a la falta de confianza, Hobbes define el
estado de naturaleza como una situación de "guerra de todos contra todos" (bellum omnium
contra omnes), donde la vida humana es "solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta".
En el estado de naturaleza, según Hobbes, los seres humanos viven dominados por sus
pasiones y temores, en especial por el miedo a la muerte violenta. Este miedo constante
genera la necesidad de buscar una solución que les permita escapar de este estado
caótico. Es aquí donde Hobbes introduce la idea del "contrato social": las personas, por
temor a vivir en un estado de inseguridad perpetua, acuerdan renunciar a su libertad natural
y transferir su poder individual a un soberano o autoridad absoluta. Este contrato es,
entonces, un pacto racional en el cual los individuos deciden someterse a una autoridad
suprema, el Leviatán, que garantice la paz y la seguridad de la comunidad.
Por lo tanto, el estado de naturaleza es para Hobbes un estado de anarquía total, que
revela la necesidad de un poder centralizado y absoluto para evitar el caos y garantizar la
convivencia pacífica. La creación de este soberano absoluto, mediante el contrato social, se
convierte en la única forma de salir de la violencia del estado de naturaleza y de establecer
un orden social que proteja a los individuos de su propio egoísmo y agresividad.
LOCKE Y EL LIBERALISMO:
La concepción antropológica.
John Locke fue un filósofo inglés nacido el 29 de agosto de 1632 en Wrington, Somerset, y
fallecido el 28 de octubre de 1704. Es considerado uno de los pensadores más influyentes
de la Ilustración y el padre del liberalismo clásico. Su obra se centró en temas de filosofía
política, teoría del conocimiento y educación, y tuvo un impacto fundamental en el desarrollo
de ideas democráticas, inspirando desde la Declaración de Independencia de los Estados
Unidos hasta el pensamiento político moderno. Locke estudió en la Universidad de Oxford,
donde se interesó inicialmente por la medicina y las ciencias, pero luego se volcó a la
filosofía y a la política, áreas en las que se destacó. Fue un defensor de los derechos
naturales, de la libertad individual y de la idea de que el poder legítimo de los gobiernos
proviene del consentimiento de los gobernados.
Su obra más destacada, Dos tratados sobre el gobierno civil, es un texto clave del
liberalismo político, en el cual establece los fundamentos de los derechos naturales y del
contrato social. A diferencia de otros filósofos como Hobbes, Locke planteó una teoría
política menos centrada en el poder absoluto y más orientada a la protección de los
derechos individuales y la limitación del poder estatal.
Para Locke, el gobierno debe ser limitado y estar basado en el consentimiento de los
gobernados, con el objetivo de proteger los derechos naturales de los individuos. Su
concepción antropológica, entonces, sostiene que los seres humanos son racionales, libres
y capaces de vivir en paz, aunque reconoce la necesidad de un gobierno que garantice la
protección de sus derechos y mantenga el orden en la sociedad.
Para John Locke, el estado de naturaleza es una condición hipotética en la que los seres
humanos viven antes de la formación de un gobierno formal. A diferencia de Thomas
Hobbes, quien describe el estado de naturaleza como un escenario de guerra constante,
Locke tiene una visión más optimista: en su estado de naturaleza, las personas viven en
relativa paz y armonía, guiadas por la ley natural. Esta ley, que puede ser comprendida por
la razón, dicta que todos los individuos deben respetar los derechos de los demás,
especialmente los derechos a la vida, la libertad y la propiedad. Para Locke, estos derechos
son fundamentales y no dependen de la existencia de un gobierno; más bien, son
inherentes a la condición humana y anteriores a cualquier institución política.
Sin embargo, Locke reconoce que el estado de naturaleza no es perfecto. Si bien la ley
natural ofrece una guía para la convivencia, su aplicación queda en manos de cada
individuo, lo cual puede llevar a abusos y conflictos. Por ejemplo, en el estado de
naturaleza, cada persona tiene el derecho de castigar a quien viole la ley natural, pero esta
justicia autodirigida puede conducir a venganzas y disputas sin fin. Además, en ausencia de
una autoridad formal, no existen mecanismos imparciales para resolver disputas o proteger
los derechos individuales.
Es aquí donde Locke introduce la idea del contrato social. A diferencia del contrato social
en Hobbes, que se basa en la necesidad de evitar la violencia, el contrato social de Locke
surge para resolver las limitaciones del estado de naturaleza en cuanto a la protección y
ejecución de los derechos naturales. Locke sostiene que los individuos deciden
voluntariamente formar una comunidad política y establecer un gobierno, no para ceder sus
derechos al soberano, sino para asegurar una protección más efectiva de sus derechos.
Mediante este acuerdo, los individuos aceptan someterse a un gobierno limitado que actúe
en beneficio de todos y que funcione con el consentimiento de los gobernados.
Este gobierno, según Locke, tiene como fin principal la protección de los derechos
naturales de los ciudadanos y debe operar bajo el principio de limitación y
representación. Para él, si el gobierno viola estos derechos o actúa sin el consentimiento
de la sociedad, pierde su legitimidad y el pueblo tiene el derecho de modificarlo o incluso
derrocarlo. En resumen, el contrato social de Locke establece una relación de reciprocidad
entre los individuos y el gobierno: el pueblo cede ciertos poderes al Estado para la
protección de sus derechos, y el gobierno debe respetar y proteger esos derechos como su
deber fundamental. Esta visión sería la base de muchas teorías democráticas modernas,
estableciendo la importancia de la soberanía popular y de un gobierno limitado y
responsable.
- El Estado existe para crear un entorno donde los individuos puedan ejercer sus derechos
de manera libre y segura, garantizando que no se vean amenazados por la violencia o la
injusticia.
- En el Estado liberal, el gobierno no debe interferir en la vida privada de las personas más
allá de lo necesario para proteger esos derechos y mantener el orden.
- Administrar justicia: El Estado debe crear mecanismos para resolver conflictos de manera
justa y garantizar que las disputas se resuelvan de acuerdo con la ley, asegurando la
equidad y el respeto por los derechos fundamentales.
- Separación de poderes: Locke defiende la idea de que el poder del Estado debe dividirse
entre diferentes ramas para evitar el abuso de poder. Esto incluye:
- Gobierno limitado: El poder estatal debe ser limitado y estar sujeto a controles. Si el
gobierno infringe los derechos naturales de los ciudadanos o actúa sin su consentimiento,
pierde su legitimidad y los ciudadanos tienen el derecho de cambiarlo o derrocarlo.
En resumen, para Locke, el Estado liberal tiene como fin esencial la protección de los
derechos individuales dentro de un marco de gobernanza limitada y responsable. Su
estructura debe ser tal que se evite la concentración excesiva de poder, garantizando un
gobierno que sirva al bien común y no actúe en contra de los derechos de las personas.
Contrato social: Rousseau sostiene que la única forma legítima de gobierno es aquella
basada en un contrato social que refleje la voluntad general del pueblo. Según
Rousseau, para salir del estado de naturaleza, los individuos deben ceder sus derechos a
una voluntad colectiva, que representa el bien común y no el interés particular de ningún
individuo. Este contrato no es un acuerdo entre gobernantes y gobernados, sino entre los
propios individuos, quienes se comprometen a seguir la voluntad general, que es la
expresión de la soberanía popular. Rousseau propone un modelo de democracia directa,
donde el pueblo es el soberano y la ley expresa la voluntad de todos. El objetivo del
contrato social es la creación de una sociedad donde las personas sean libres e iguales, y
donde el gobierno sirva al bien común, no a intereses particulares.
La soberanía popular.
La democracia moderna.
Formas de gobierno
1. Democracia:
○ Rousseau considera que la democracia es la forma de gobierno más pura y
legítima, ya que en ella el pueblo es soberano y tiene el poder directo de
hacer las leyes. En una democracia directa, todos los ciudadanos participan
activamente en la creación de las leyes y en la toma de decisiones políticas.
Sin embargo, Rousseau reconoce que este modelo es más aplicable a
sociedades pequeñas, donde la participación directa de todos es viable.
2. Aristocracia:
○En una aristocracia, el poder se concentra en manos de una élite, que es la
encargada de gobernar en nombre del pueblo. Aunque Rousseau no ve con
malos ojos una aristocracia en la que el poder se limite a una élite virtuosa y
sabia, también advierte que, en la práctica, esta élite tiende a buscar sus
propios intereses y no necesariamente los del pueblo. La aristocracia es más
adecuada para sociedades grandes, pero siempre implica el peligro de la
desigualdad y la corruptibilidad.
3. Monarquía:
○ En una monarquía, el poder es concentrado en manos de un solo
gobernante, un rey o monarca, que tiene la autoridad para hacer leyes y
gobernar. Rousseau es muy crítico con la monarquía, ya que la considera
una forma de gobierno que promueve la desigualdad y la tiranía. En una
monarquía, el monarca, aunque puede estar motivado por el interés general,
tiende a actuar de acuerdo con su propio poder y riqueza. Rousseau
argumenta que, bajo una monarquía, el pueblo pierde su libertad política y
la soberanía popular queda severamente limitada.
4. La mezcla de formas de gobierno:
○ Rousseau también reconoce que, en algunas situaciones, puede haber una
mezcla de estas formas de gobierno. Por ejemplo, una monarquía
constitucional podría incorporar elementos democráticos o aristocráticos
para balancear el poder. Sin embargo, Rousseau advierte que la voluntad
general no debe ser distorsionada ni subordinada a los intereses de ningún
grupo, y que la soberanía popular debe ser la base de cualquier sistema
político.
La “religión civil”.
Educación y virtudes.
Aunque no tuvo una educación académica formal, Rousseau fue un autodidacta, leyendo y
aprendiendo por sí mismo sobre filosofía, historia y literatura. A lo largo de su vida, mantuvo
un interés profundo por las ideas de los filósofos de la Ilustración y su obra reflejó la
influencia de pensadores como Locke, Hobbes y Montesquieu. También se interesó por la
música, la política y la sociología, y fue muy influenciado por su contexto histórico y las
tensiones sociales y políticas que vivió.
1. Honestidad intelectual:
○ Rousseau fue conocido por su honestidad intelectual. A lo largo de su vida,
mostró una gran sinceridad y valentía al exponer sus pensamientos, incluso
cuando esto le llevó a enfrentarse con la sociedad y la autoridad. Sus obras a
menudo se consideran provocativas y desafiantes, lo que refleja su
compromiso con la búsqueda de la verdad.
2. Compromiso con la libertad:
○ Una de las virtudes más destacadas de Rousseau fue su compromiso con
la libertad. Sus obras defendían la libertad individual y la autonomía frente
a las instituciones opresivas, como el Estado y la Iglesia. A través de sus
teorías, promovió una visión de la libertad política basada en la
participación activa de los ciudadanos en la vida pública.
3. Empatía y sentido de justicia:
○ Rousseau mostró una profunda empatía por los desposeídos y las clases
bajas, como se puede ver en su obra El contrato social, donde denuncia las
desigualdades sociales y propone la creación de una sociedad más justa.
Creía que el bien común debía prevalecer sobre los intereses privados, lo
que lo llevó a ser uno de los principales defensores de la igualdad y la
solidaridad en la sociedad.
4. Virtud moral y crítica de la corrupción:
○ Rousseau también fue un pensador que valoraba la virtud moral. Criticó
abiertamente la corrupción y la decadencia moral de la sociedad europea
de su tiempo, especialmente la sociedad aristocrática y los valores
impuestos por la civilización. En su obra Discurso sobre el origen y los
fundamentos de la desigualdad entre los hombres, Rousseau argumenta que
las instituciones humanas han corrompido la naturaleza humana, alejada de
su estado de pureza original.
5. Innovador y visionario:
○ Rousseau fue un pensador innovador que contribuyó con ideas claves para
el desarrollo de la democracia moderna y el concepto de derechos
humanos. Aunque sus ideas eran radicales y a veces controvertidas, su
visión sobre la educación (en su obra Emilio) y la política influyó
profundamente en el pensamiento posterior, particularmente en la Revolución
Francesa.
Ideas sociales.
MARXISMO:
Bases filosóficas.
Marx también adoptó una perspectiva dialéctica de la historia, influenciado por Hegel, pero
rechazó el idealismo hegeliano, proponiendo que la realidad material y las condiciones
económicas son los factores que impulsan el cambio social, y no las ideas o los ideales
abstractos. En este sentido, la lucha de clases es el motor de la historia, y las
contradicciones entre las clases sociales llevarán inevitablemente a un cambio
revolucionario.
Materialismo histórico.
El materialismo histórico es una teoría desarrollada por Karl Marx que sostiene que el
desarrollo de la sociedad humana está determinado principalmente por las condiciones
materiales y las relaciones de producción. Según Marx, la estructura económica de una
sociedad —es decir, cómo se producen y distribuyen los bienes y servicios— influye
directamente en su estructura social, política y cultural. Esta teoría se opone a las
explicaciones idealistas de la historia, como las de Hegel, que postulaban que las ideas y la
conciencia eran las fuerzas motoras del cambio social.
En lugar de considerar que las ideas y los valores son los principales motores del cambio
social, el materialismo histórico afirma que la base económica (es decir, la forma en que
se organiza la producción y la distribución de los recursos en una sociedad) determina
la superestructura (que incluye las instituciones políticas, el sistema legal, la religión, la
ideología, etc.). Según Marx, las relaciones de producción y las fuerzas productivas (como
la tecnología y el trabajo) son las que realmente impulsan los cambios en la historia.
Marx pensaba que esta lucha entre las clases explotadoras y explotadas era inevitable en el
sistema capitalista, ya que las contradicciones entre las dos clases, originadas en la
propiedad privada y la explotación, se agudizarían con el tiempo. La clase trabajadora,
consciente de su posición y unida por sus intereses comunes, se rebelaría contra el sistema
capitalista. Esta revolución proletaria destruiría las bases del capitalismo y llevaría a la
abolición de las clases sociales, dando paso a una sociedad sin clases y sin propiedad
privada: el comunismo.
Etapas de la revolución.