El Caso Del Profesor Culianu (T - Desconocido
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TED ANTON
#21922
0a. 288363)
Prólogo de
Umberto Eco
Traducción de
Anne-Hélene Suárez
IVaAZCAPOTZALCO
AUAA cos 818L10TECA
.• 2883631
Ediciones Slruela
BL
C8%
A3./6
Asesinato en Chicago
Umberto Eco 11
Agradecimientos 29
Nota sobre la metodología 33
Prólogo 37
8
La investigación 351
Juegos de la mente 357
9
Asesinato en Chicago
11
El último año, en Bucarest, después de haber dado una
conferencia sobre un asunto muy diferente, una de las prime-
ras preguntas planteadas por el público fue: «¿Es cie rto que us-
ted conocía a loan Culianu? ¿Cómo explica su muerte?». Res-
pondí que había intercambiado unas cuantas cartas con él,
que admiraba mucho su trabajo y que él había demostrado un
halagador interés por el mío, de manera que se desarrolló una
cordial amistad aunque, de hecho, sólo lo hubiera visto dos o
tres veces, siempre en acontecimientos públicos. La última vez
fue cuando se publicó en Nueva York mi novela El péndulo de
Foucault. En una mesa redonda sobre la novela, Culianu estaba
entre el público con Hillary Wiesner y se le invitó a que parti-
cipara. Cuando me enteré de su muerte, le eché otra ojeada a
la dedicatoria presente en el ejemplar del autor de Más allá de
este mundo [Paidós, Barcelona 1993], que había recibido hacía
poco tiempo. La fecha era 4 de abril de 1991. Y esto fue todo lo
que pude decir en Bucarest. Sobre su muerte sólo sabía lo que
sabían los demás, esto es, que nada se sabía.
Sentí la decepción del público. Querían que hablase sobre
Culianu, que les revelara algo más. Y me di cuenta de que, es-
pecialmente para la generación más joven de Rumanía, Culia-
nu se había convertido en un mito, o quizás en un símbolo po-
lítico. Me di cuenta de que se sabía muy poco de él más allá de
su labor académica. Ahora, habiendo leído el libro de Ted An-
ton, sé más. El caso del profesor Culianu es una detallada recons-
trucción de un crimen muy divulgado, pero la solución que su-
giere el autor posee ciertamente significado político. Al mismo
tiempo, éste es también un libro acerca de un mito que contri-
buye a la propagación de ese mito.
Ajuzgar por el número de personas con las que se puso en
contacto, Anton ha trabajado escrupulosamente. Cuando se
enteró de que había tenido relación con Culianu, me pidió fo-
tocopias de las cartas y cualquier otra información que pudiera
tener. Si hizo lo mismo, y aparentemente lo hizo, con otros
que conocieron a Culianu, sus esfuerzos para reconstruir al
hombre y su historia deben ser considerados concienzudos y
12
aun rigurosos. Aunque el libro esté dirigido a lectores no espe-
cializados, cuando Anton resume las posiciones teóricas de Cu-
lianu lo hace sin distorsionar el pensamiento del escritor.
Cabría señalar algunas afirmaciones incorrectas, corno la con-
fusión en la comparación del mecanismo del arte de la memo-
ria de Ramon Llull con el de Giodano Bruno. Sin embargo, en
una obra de esta naturaleza éstos son pecados veniales. Hasta
donde me es posible juzgar, la bibliografía -que enumera has
ta las obras menores de Culianu- parece impecable.
No obstante, en este libro se da una gran cantidad de diálo-
gos reconstruidos entre Culianu y sus amigos y conocidos. En
la teoría literaria, uno de los criterios para distinguir una obra
de ficción de una histórica es la presencia de diálogos. Ade-
más, hay libros con diálogos que no son ficción del todo, un
género que yo llamaría biografía novelada. Estoy pensando,
por ejemplo, en algunas obras de Robert Graves. Con el objeto
de proporcionamos una imagen vívida de un personaje, el au-
tor reconstruye diálogos que pueden no haber tenido lugar
exactamente corno están descritos. Podemos aceptar esto, pe-
ro exigirnos que la reconstrucción del escritor esté basada en
documentos que, si no confirman esas conversaciones, al me-
nos no las vuelven implausibles. El libro de Anton pertenece a
este género, haciendo fascinante su lectura para aquellos que
nunca han oído hablar de loan Culianu. Pero Graves escribió
biografías noveladas de personas muertas hace cientos de
años, acerca de las cuales pensarnos que ya sabíamos mucho
(en especial sobre las circunstancias de su muerte), y lo hizo
en un ensayo de explorar su psicología. El caso de Culianu (y
de Anton) es diferente: la forma novelada sirve para hacemos
comprender un personaje acerca del cual descubrirnos que sa-
bemos muy poco, así como para aventurar una hipótesis con-
cerniente a las razones de su muerte.
14
Pero ¿qué puede saber de la derecha y la izquierda este jo-
ven al que a lo largo de sus años de formación se le mantuvo ig-
norante de los desarrollos políticos que tenían lugar en el
mundo occidental? Al principio, según Anton, Culianu mismo
muestra interés por el ambiente cultural de la derecha, pero
más tarde sus libros y sus escritos dan testimonio de su visión
democrática. Con el tiempo insistirá en que la Guardia de Hie-
rro fue «la organización fascista más secreta, pretenciosa, mís-
tica y chapucera de la Europa de preguerra».
15
peligrosas que un ataque político directo, más aún teniendo
en cuenta que entonces aparecen publicadas en una nueva re
vista, Lumea Libera, de amplia difusió n en su patria natal.
Aunque no alberga ideas monárquicas, Culianu conoce al
antiguo rey Miguel de Rumanía y se convence de que el regre-
so de la monarquía tal vez pueda restaurar la estabilidad cons-
titucional de su país. Recibe muchas advertencias: llamadas te-
lefónicas, cartas, incidentes intimidatorios tales como una
irrupción en su casa. Algunos de ellos los desprecia, otros le
preocupan; quizá, llegado a un cierto punto, piense que no
puede eludir por más tiempo alguna clase de papel político. Es
asesinado de una manera característica de los métodos de los
servicios de seguridad de Europa Oriental. Anton escribe:
16
traré en algunos episodios curiosos que tuvieron lugar des-
pués del asesinato, describiendo las declaraciones de excén-
tuicos, médiums y quizá mitomaníacos a los que los investiga-
dores y el propio Anton dedicaron mucho tiempo sin llegar a
ninguna conclusión definitiva-. Sin embargo, el libro condu-
ce al lector razonable a concluir que Culianu fue asesinado
por razones políticas y que el asesino no era un fanático soli-
tario, sino alguien enviado por fuerzas aún poderosas en la
Rumanía del período posterior a Ceausescu. Como en todos
los acontecimientos que implican a los servicios secretos, éste
es en realidad un cuento muy simple, y parece claro quién de-
bió de ser el responsable del asesinato, aunque nada puede
probarse.
Si esto fuera así, la historia de Culianu no sería muy dife-
rente de la de muchos otros. En el penúltimo capítulo, Anton
recuerda que en 1992 «fueron asesinados al menos cincuenta
escritores en el mundo; en 1994 la cifra saltó a setenta y dos.
Sólo en Argelia, veintisiete periodistas fueron asesinados en los
primeros nueve meses de 1995». Para justificar la redacción de
este libro podrían bastar sus últimas líneas: «Quienes deben
hablar son los americanos a quienes importan la libertad de
pensamiento y los derechos que consideramos irrenunciables.
Ese crimen se produjo en territorio americano, en una univer-
sidad de renombre, en pleno día lectivo ( ...). Como expresión
de la vulnerabilidad americana frente a la historia, ese crimen
plantea una cuestión política esencial a quienes enseñan, es-
criben, piensan o defienden nuestras leyes».
Todo esto podría sugerir una excelente razón para escri-
bir un libro sobre el caso del profesor Culianu, pero no para
llamarlo Eros, Magic, and the Murder ofProfessor Culianu. loan
Culianu bien podría haber sido asesinado por razones políti-
cas, pero este título sugiere que la magia tiene algo que ver
en ello. ¿Es, simplemente, el ardid de un editor para aumen-
tar las ventas del libro? Creo que no, pues en este libro las
creencias políticas de Culianu están tan vigorosamente mez-
cladas con otros aspectos de su personalidad que el título es-
17
tá justificado. Y esto nos conduce al segundo aspecto del
asunto.
18
lo oculto. Cuando le pregunté si creía en lo que creía la mayo-
ría de su clientes, contestó que al principio se había visto im-
pulsado por una pura curiosidad cultural, pero entonces aña-
dió: «No puedes pasar tu vida entera en esta atmósfera sin
llegar a ser de alguna manera parte de ella». Diría lo mismo de
Culianu: no puedes pasar tu vida estudiando la magia del Re-
nacimiento y luego no imitar a tus héroes, al menos en broma.
y eljuego puede volverse peligroso de dos maneras: o te tomas
a ti mismo en serio y dejas de jugar o te toman en serio otros
con menos sentido de la diversión y la ironía que tú.
19
de volar por los aires y de embrujar a los hombres y a los animales
como las brujas tradicionales, lejos incluso de dedicarse, como Cor-
nelio Agrippa, a la pirotécnica o, como el abad Trithemius, a la crip-
tografia, el mago de Ficino es un personaje inofcnsivo, cuyos hábitos
no tienen nada de reprensible o de chocante a ojos de un buen cris-
tiano.
Se tiene la certeza de que si vas a visitarle -a menos que él no con-
sidere nuestra compañía poco recomendable, lo que es bastante po-
sible- nos propondrá salir para acompañarle en su paseo cotidiano.
Nos confundirá furtivamente, para evitar encuentros indeseables,
hasta unjardín encantado, lugar agradable donde la luz del sol, en el
aire fresco, sólo alcanza los perfumes de las flores y las ondas pneu-
máticas emanadas por el canto de los pájaros. Nuestro teúrgo, en-
vuelto en su vestido de lana blanca de una limpieza ejemplar, empe-
zará quizás a inspirar y a espirar el aire rítmicamente, luego, tras
descubrir una nube, volverá inquieto a su casa, por miedo a resfriar-
se. Se pondrá a tocar la lira para atraerse la influencia benéfica de
Apolo y de las otras Gracias celestes, y después se sentará.
20
El libro de Anton no niega estos aspectos de la personali-
dad y de la obra académica de Culianu, pero también se per-
mite a menudo distraerse con anécdotas que pudieran parecer
que conducen a una historia más misteriosa, pero que resultan
irrelevantes. Ver, por ejemplo, la página 311. «Al llegar a Cam-
bridge, Hillary llevó a revelar las fotos de loan. Algo raro debió
de pasar con la cámara. Todas salieron con la imagen doble».
El episodio indica tan sólo que Hillary Wiesner no era ningún
Avedon, mas puesto que es la última frase del capítulo, el lec-
tor puede sentirse incitado a extraer conclusiones mucho más
extrañas.
21
Jung estaba llena de «rarezas»), que están «almacenadas en la
"psique" humana como un misterioso código genético».
En su obra sobre la gnosis parte de la proposición de que
los diversos sistemas gnósticos tienen todos algo en común
aunque sigan siendo diferentes, construyendo una especie de
árbol binario que permite que diferentes tendencias del pen-
samiento gnóstico cambien de una trayectoria a otra (algo
muy parecido a los diagramas de flujo usados en informática).
Esta química de las ideas es, seguramente, más fuerte que las
voluntades individuales, siendo el elemento que conduce a
grupos y sociedades a evolucionar en diferentes direcciones.
He resumido muy brevemente el aspecto más provocador
del pensamiento de Culianu, omitiendo la manera (a veces
fantástica) como vincula su teoría de los objetos ideales con la
fisica de la relatividad y con otros aspectos de la ciencia con-
temporánea. Lo que quiero subrayar aquí es que la suya es
ciertamente una concepción metafisica, una forma de ciberné-
tica platónica, pero no es el ocultismo clásico y no es una vi-
sión mágica del universo. Si es algo, es un instrumento con el
cual el especialista trata de explicar tanto el nacimiento del
pensamiento mágico como la manera en que, combinando
ideas, se producen los hechos históricos. Parafraseando aj. L.
Austin, Culianu estaba interesado en el problema de «cómo
hacer cosas con las ideas». Anton cita una declaración pronun-
ciada por Culianu durante la conferencia de mi libro en Nue-
va York a propos de las intrigas que los ocultistas inventan y que
luego se hacen realidad. «Nada demuestra este principio me-
jorque el holocausto ... Cuando las mentes enloquecidas están
en sincronía, crean una realidad alternativa; matan por razones
inventadas».
¿Actuó Culianu en su comportamiento diario, con sus jue-
gos irónicos, incluso con sus historias seguramente inspiradas
por Borges, de una manera que pudiéramos asociar con al-
guien que ya está transitando por los peligrosos senderos de la
magia? Creo que actuó de esa manera, pero eso es un rasgo de
su psicología personal y no necesariamente de su trabajo como
22
especialista. ¿Influyeron estas tendencias psicológicas en la si-
tuación política en la que estaba involucrado? Anton no lo di-
ce con tantas palabras, pero permite que el lector lo infiera.
28
región de los mitos. Que un uso tan arbitrario del mito de Cu-
lianu sea posible sólo cinco años después de su muerte debe
hacemos reflexionar acerca de la historia post mortero sobre
Culianu que podría haber sido concebida (y estudiada) de una
manera convincente sólo por la propia víctima si hubiera per.
manecido
. ,
entre nosotros. Pero la hubiera contado, sin duda,
con 1ron1a.
Umberto Eco
24
EL CASO DEL PROFESOR CULIANU
Los universos imaginarios son infinitamente más bellos que
éste, estúpidamente construido y real.
29
tr los demás traductores se encuentran Marian Sta,
nu. En e C · . B 11 v· · '
Olga Stefan, Anne Francois-Nizou, ristuna Se!tu, 'iurica S
celeanu, Alexander Cepeda, Clement Mirza, mis alumnos n.
manos de cuando yo estaba en Bucarest con ladbeca . Fulbright
. ,
y el ya fallecido Virgil Stefanescu. Doy un agra ecimiento muy
especial a Jacqueline Renowden. _.
Por su apoyo financiero, quiero dar las gracias al Servicio de
Información de Estados Unidos y su programa Fulbright, y en
particular a Raluca Vasiliu, así como al Fondo para el Periodig
mo de Investigación y al Programa de Verano de Investigación
de la Universidad DePaul. Dirijo mi más profundo agradeci-
miento a mis amigos de DePaul, que me dieron su apoyo siem-
pre que lo necesité, especialmente a Gerald Mulderig, Richard
Jones, Eileen Seifert y Stan Damberger.
Del distinguido círculo de amigos de Culianu, quisiera ex-
presar mi reconocimiento a Miron Bogdan, ,Serban Angheles-
cu, Silviu Angelescu, Gustavo Casadio, Elémire Zolla, Grazia
Marchiano, Gianpaolo Romanato, David Brent, Jennifer Ste-
venson, Michel Meslin, y Stelian Plesoiu. También quiero dar
las gracias a David Funderburk,Jonathan Rickert, Matei Cali-
nescu, Cristina Ilioia, Leon Volovici, Victor lvanovici, Moshe
ldel, Horia Patapeivici, Anca Giurescu, Peter Gross, Willem
Noomen, Cicerone Poghirc, Nestor Ratesh, Vasilei Boiluanu,
Ion Coja, Petre Bacanu, Ion Pacepa, Liviu Cangeopol, Ale-
xander Ronnett, Mircea Marghescu, Jean Ancel, Gabriella
Adamesteanu y Cornel Dumitrescu. Entre otras personas que
me ayudaron se encuentran Petre Roman, Dan Petreanu, Da-
na Sismanian, Carmen Sabau, Dorothy Margraf y Sorin
Avram. ·
. Entre los historiadores de la religión, quisiera dar las gra
cias a Jerry Brauer, Michael Fishbane,John Collins, Lawrence
Sullivan, Carol Zaleski, Wendy Doniger, Franklin Gamwell,
Clark Gilpin, Alan Segal, Anthony Yu y David Tracy. Y en el ám-
bito de los alumnos de Culianu en la Universidad de Chicago
tengo una deuda inmensa hacia Nathaniel Deutsch, Joel
Sweek, Karen Anderson, Jim Egge, Karen de Leonjones, Mar-
30
garet Arndt-Caddigan, Alexander Arguelles, Stephanie
Stamm, Liz Wilson, Elise La Rose, entre otros.
Quiero expresar un agradecimiento especial a Cathy
O'Leary y Erika Schluntz por hablarme de sus recuerdos.
En las fuerzas del orden, doy las gracias al policía detective
Robert A. McGuire, al capitán de la policía retirado Frederick
Miller, al ya fallecido Robert Stein y a los agentes especiales del
FBI Paul Dimura y, especialmente,John L. Bertulis. A todos los
que compartieron su tiempo conmigo ofrezco mi gratitud. y
recuerdo al lector que todos los errores que encuentre son ex-
clusivamente míos.
Por su apoyo a este proyecto, doy las gracias a las revistas
Chicago y Lingua Franca, incluyendo a los directores Gretchen
Reynolds y Margaret Talbot. La mayor nota de aprecio va a mi
directora Susan Harris, con un agradecimiento muy especial a
Angela Ray. A mi editor, Nicholas Weir-Williams, le ofrezco mi
más sincero agradecimiento. Y expreso mi más profundo reco-
nocimiento a mi agente, Ellen Levine, a sus socios y a mimen-
tor de tanto tiempo, Sam Vaughan.
Quiero dar las gracias a mis alumnos licenciados de la Uni-
versidad DePaul, que leyeron partes del manuscrito.
Y ante todo, quiero expresar mi agradecimiento a la gente
que me ha aguantado a lo largo de los últimos cinco años. Mis
padres, Bertha y Gus Anton, vinieron a mi casa a ayudar cuan-
do me fui a Rumanía. Con sincero amor por su comprensión,
sus críticas y su apoyo, doy las gracias a mi esposa, Maja.
831
Nota sobre la metodología
88
2883631
ble del significado de un mismo acontecimiento. Asimismo, he
biado los nombres de dos figuras menores y algunos det4.
cam 1 •• 'd d L .
11es d1e sus vidas para proteger su mntum1.a
d f
. o que sigue es mi
hi ..:. u
intento de explicar la intersección e uerzas 1stoncas, inte-
lectuales y personales tan intrincadas que acaban por suscita,
la pregunta ¿cuál es la verdad? Este libro nopuede dar la res
puesta a esa pregunta. Sí puede, en cambio, invitar a los lect.
res a explorar una historia de religión, política y pasión, y a sa
car sus propias conclusiones.
Hubo una notable excepción en mi intento de hablar con
todos, la del propio Culianu. Pese a que dejó un relato detalla-
do de sus pensamientos y sentimientos desde su adolescencia
hasta su muerte, también advirtió a sus alumnos que entendie.
ran que, si el lenguaje construye un mundo, entonces cual-
quier historia es en parte un artificio y una seducción. Para es-
bozar su semblanza, me basé en sus cartas, diarios, escritos
académicos e historias autobiográficas, así como en el testimo-
nio de las personas que lo conocieron. Ese material tiene su
fuerza y sus límites, pero ayudó el hecho de que, hasta el final
de sus días, loan Culianu escribiera notas que no estaban des-
tinadas a que otros las leyeran. Lo hacía como un juego, para
poner a prueba su comprensión de la vida, tanto de la suya co
modelas nuestras. Esos textos explican su viaje interior casi
con tanta claridad como podría yo hablar de mí mismo.
Nunca conocí a loan Culianu. Lo vi en vídeo, lo oí en cinta
magnetofónica, escuché centenares de historias sobre él, leí
innumerables análisis críticos de su obra y su enseñanza, y re-
corrí una y otra vez su obra. Mi distancia respecto a un hombre
que producía impresiones tan diferentes en personas de dis-
tintas épocas implicaba que yo no lo viera desde una perspect
va particular, sino más bien desde tantas perspectivas como
encontré. Para componer este «retrato robot» lleno de ambi-
güedad y de contradicción recurrí a una teoría de la ciencia o
de la historia llamada complejidad por la que Culianu abogaba
para los nuevos estudiosos. Mientras que un tradicionalista tra
baja hacia atrás, conociendo el final y encajando cada pieza en
34
puzzle que lo explica, un estudioso de la complejidad sope-
undiferentes versiones desde los puntos de vista de muchos
sa rtidpantes distintos, trabajando hacia delante para ver cada
P;ción como producto del azar y cambiando de elecciones.
a Este libro trata dle cómo
' l las percepciones
· dan forma a la
Historia, cómo el tiempo revela la verdad y cómo las falsifica-
ciones pueden cumplirse por sí mismas. loan Culianu pasó to-
da la vida explorando hasta qué punto la verdad y la ficción
pueden ser opuestas a lo que creemos. Mi objetivo aquí es pre-
servar las dudas sobre él con la misma exactitud con que ex-
pongo mis respuestas.
95
Prólogo
87
dio, e11 arte en cuestión había sido descubierto
·id
en Occidente a
Ili d
finales de la Edad Media y había floreci to en ta 1a urante el
Renacimiento. Las cartas tenían cuatro pulgadas de longitud.
En el dorso, unas estrellas parpadeaban sobre un cielo azul os-
curo. En la parte anterior había o uno, o dos puntos negros.
Cuando la idea subyacente en la geomancia -de que el cosmos
estaba conectado por líneas invisibles y que los asuntos huma-
nos podían predecirse siguiendo unas sencillas y repetida
pautas matemáticas- fue absorbida por los filósofos del Rena.
cimi ento en Florencia, provocó un auge de la magia paralelo
al desarrollo de la ciencia.
Culianu era un hombre tímido, con un acento curioso al
hablar, que se mostraba inusitadamente discreto acerca de su
vida, pese a que era uno de los pocos profesores dispuestos a
charlar con los estudiantes acerca de sus vidas. Tenía hoyuelos
cuando sonreía y unos ojos oscuros que parecían mirar más
allá de uno cuando hablaba. Tenía la tez pálida, los pómulos
altos y un aire amable, entusiasta y abierto. En sus clases hacía,
al parecer, demasiadas digresiones; otros miembros de la facul-
tad preparaban mejor a los alumnos para los exámenes. Pero
para muchos estudiantes, Culianu, autor de trece libros y con
traducciones en cinco idiomas, era el único especialista que
conocían que estudiaba la religión como una entidad real, una
fuerza motriz en la vida de la gente.
Una vez dio una charla en el Club de Historia de las Reli-
giones de la facultad de Teología. «¿Qué es la religión?», pre-
guntó. «¿Por qué personas racionales siguen creyendo? ¿Por
qué todas las religiones de la humanidad, en todos los tiem-
pos, muestran notables similitudes unas con otras?» Muchos
estudiosos modernos evitaban esas cuestiones tan globalizado-
ras, buscando, al contrario, las diferencias culturales que influ-
yeron en creencias específicas. Él, sin embargo, afirmaba que
esas preguntas generales «prácticamente habían hecho existir
la disciplina de la historia de las religiones». Decía que la razón
de la similitud de muchas religiones radicaba en la «unidad de
las operaciones de la mente humana». Una de las implicacio
38
es de esa teoría era que cualquier «cambio en el sistema de la
~eligión afectaría inmediatamente a los demás sistemas que
crean historia». La mente daba forma a la acción, y la religión
programaba la mente.
Junto a él en el dormitorio del piso se encontraban Greg
Spinner, con el pelo largo hasta los hombros, y Michael Alloc-
ca, con barba y largos bucles negros. Habían pedido a Culianu
que les diera un curso sobre adivinación ese trimestre. Para su
sorpresa, había aceptado, poniendo sólo una condición: los
alumnos tendrían que predecir el futuro si querían aprobar la
asignatura. Así que ellos tenían particular interés en que dijera
algo acertado esa noche. Así, la fiesta sería un éxito.
Empezó por la anfitriona, que estaba intrigada. Culianu le
pidió que se concentrara en una pregunta que la preocupara y
que escogiera unas cartas. Lentamente, Culianu fue depositan-
do las cartas en el suelo. Hizo una pausa, estudiándolas. «Te in-
quieta el hecho de que alguien con cierto poder en tu vida te
haga daño», dij o. «No tienes que angustiarte por eso.»
La joven se estremeció. Tuvo la sensación de que sabía exac-
tamente a qué profesor se refería.
Culianu lo dijo.
-Necesito un cigarrillo -dijo ella.
Culianu leyó las cartas a unas cuantas personas más, unas
veces de un modo impactante, otras no tanto. Cuando desvela-
ba que un estudiante sentía pánico por los estudios de licen-
ciatura, por ejemplo, nadie se sorprendía. Cualquiera podría
haberlo dicho. Cuando la fiesta iba viento en popa, otra alum-
na que se había quedado atrás le pidió que lo intentara con
ella. Culianu volvió a pedirle que se concentrara en la pregun-
ta que más la preocupaba. Spinner y Allocca se sentaron detrás
de él, cada uno mirando por encima de un hombro cómo iba
depositando las cartas. Las estudió.
-¿Estás segura de que quieres que los demás oigan esto?
-preguntó.
Ella se encogió de hombros y se rió nerviosa.
-Creo que deberíamos pedirles que salgan -dijo él.
39
. vi·da es un libro abierto -dijo ella.
-No, no, ml
-Bueno, pues cierra la puerta. ¡.
40
1io de paradigma en el estudio de la historia y de las ideas. Al
os, especialmente en Europa, pensaban que ofrecía un
gunvo ' € importante en fioque. O'tros, incluso
· entre el profeso-
nuev 1d . . b; -
do de la faculta , cntucavan sus metodos y aconsejaban a los
,j,os que no siguieran sus cursos. «La tensión era tan evi-
d e! nte que nadie hacía
•
comentarios»,
•
observó un estudiante. y
los alumnos descubnan que, s1 uno quería estar bien situado,
no debía trabajar con Culianu.
Sin embargo, para un selecto grupo de estudiantes y espe-
cialistas, Ioan Culianu era la personificación de lo que tenía
que ser la enseñanza superior. Para entender verdaderamente
un campo, decía, había que practicarlo. El se interesaba por lo
oculto porque le funcionaba más a menudo de lo que se podía
explicar racionalmente. Quería entender por qué, pero eso
era sólo una parte de lo que quería. Quería entender los siste-
mas lógicos que subyacían detrás de la profecía y los movi-
mientos religiosos, y la razón de su dominio sobre los creyen-
tes y su influencia en los acontecimientos. Recordaba a los
estudiantes que la ciencia era, en sus inicios, considerada co-
mo un arte oculto. De hecho, fue la idea que tenían del uni-
verso los magos renacentistas, de que los sucesos podían ser
manipulados por los teoremas, lo que preparó el terreno para
Galileo.
«Estaba dedicado a una búsqueda», explica la alumna Ka-
ren Anderson. «No una búsqueda académica, sino una bús-
queda de verdad.»
Pero ¿creía realmente en eso? Ésa era la pregunta que se
planteaban. ¿O acaso todo eso no era más que un juego en rea-
lidad?
41
1
El crimen, 21 de mayo de 1991
La religión como sistema
45
Leon Lederman. Aislado en el South Side de la ciudad, los al-
rededores del campus tenían más seminarios por kilómetr
cuadrado que cualquier otro lugar del mundo.
La razón de esa concentración de seminarios era la facultad
de Teología de la universidad, de donde salieron estudioso
como Paul Tillich, que popularizó una visión de la fe cristiana
en la era atómica; Paul Riceur, el pensador francés, experto
en teología filosófica; y Mircea Eliade, el rumano «exiliado de
la eternidad», como lo apodó el New York Times. Ningún pensa-
dor había estudiado con tanta profundidad el poder perdido
de lo «sagrado», o del nivel más hondo de la vida en los tiem-
pos modernos, como el autor de libros tan leídos como Losa-
grado y lo profano y El mito del eterno retorno.
El 21 de mayo en la facultad de Teología se caracterizaba por
la agitación que producía la feria anual del libro y la anticipa-
ción del final del trimestre. Delante del gótico edificio del Swift
Hall, los estudiantes de tercer ciclo estaban charlando en grupos
o sentados en las escaleras de piedra. Unos frondosos robles ex-
tendían su sombra sobre un guía que hablaba de la seguridad
del campus con un grupo de alumnos de instituto y sus padres.
Dentro del aula 202 del Swift Hall, loan Culianu estaba aca-
bando su clase sobre «Fundamentos de las religiones compara-
das», en que el tema del día era el gnosticismo. Hablaba de los
textos de Nag Hammadi, redescubiertos en la era moderna en
1945. «Como en una historia clásica de detectives, estos rollos
han permanecido ocultos durante siglos porque ofrecían va-
riantes de la Biblia, poniendo en tela de juicio la idea de la ver-
dad que tenía la Iglesia cristiana», dijo. Los gnósticos veían la
vida como un sabotaje, una rebelión, una forma de escapar de
los dioses ignorantes que dominaban el mundo. «Lo esencial
en el pensamiento gnóstico», concluyó, «era usarlo. Se preten-
día que cambiara el mundo». Leyó en voz alta parte del prólo
go de un libro: «Estos son una ofrenda a un orden ideal que
trasciende por completo la vida tal como la conocemos...
Quien encuentre la interpretación de estos textos no experi
mentará la muerte».
46
Después de la clase, Culianu y algunos de sus estudiantes se
. •gi·eron la feria del hbro. Era todo un acontecimiento en
d1rt , di .·. 1b
de Park, y atraía a estudiantes, miembros del personal, pro-
fi yores jubilados, catedráticos, y otras personas que trabajaban
"¡a cerca de las oficinas y laboratorios de la gran universi-
a,a. La muchedumbre llenaba el Salón Swift, con su agobian-
te revestimiento de roble, donde libros de segunda mano co-
mo El desnudo de Kenneth Clark o El hombre unidimensiona l de
Herbert Marcuse yacían apilados en mesas y sillas, o en el sue-
lo. Los Ice-T vociferaban a través de los altavoces de estéreo, sa-
cudiendo con sus vibraciones el polvo de los retratos de los de-
canos anteriores.
En la feria, el doctorando Alexander Arguelles se acercó a
Culianu. Esa tarde, Arguelles debía dar la primera charla acer-
ca de su tesis ante unjurado, de modo que buscó el consejo de
su mejor amigo entre los profesores.
-Estoy nervioso -dijo.
-Es sólo un rito pasajero -Culianu sonrió y le dio unas pal-
maditas en la espalda-. No tienes nada que temer. Lo harás
muy bien. Nos veremos en un par de horas.
Arguelles miró cómo se alejaba hacia las escaleras, tratando
de sentirse más tranquilo.
Culianu se dirigió hacia arriba por la escalera principal. Du-
rante varias semanas había estado barajando una docena de pro-
yectos diferentes. En esa misma semana, había patrocinado un
congreso internacional sobre los «viajes al más allá», el primer
simposio sobre religión en el campus desde hacía años. Titulado
«Otras esferas: muerte, éxtasis y viajes al más allá en los estudios
recientes», incluía a participantes del Barnard College, de la
Universidad Hebrea, de Princcton, Notre Dame y otras escuelas.
Las ponencias llevaban títulos como «La ascensión del visiona-
rio» y "Trascendencia de la muerte». Sus alumnos Greg Spinner
y Michael Allocca se ocuparon de la cena final. Culianu «demos-
tró la similitud de los relatos de viajes al más allá y pidió una ex-
plicación», dijo un crítico de su último libro sobre el tema. Una
editorial universitaria quería publicar las ponencias del congreso.
47
Tenía tres libros en prensa al mismo tiempo: el libro sobre
los viajes al más allá, otro sobre gnosticismo, y un diccionani
sobre religiones. Tenía otros más a punto de ser contratados
incluyendo una enciclopedia de la magia en varios volúmenes
para Oxford University Press. Estaba impartiendo dos cursos,
«Viajes al más allá y experiencias extrasensoriales» y «Funda.
mentos de las religiones comparadas», supervisando a varios
doctorandos y planeando su primer viaje a su país, Rumanía,
en diecinueve años. También pensaba casarse.
Su novia era Hillary Wiesner, una estudiante de tercer ciclo
de la facultad de Teología de Harvard. Silenciosa y distante, la
joven había florecido con su relación. Coautora de dos de sus
siguientes libros y de numerosos relatos, tenía intención de
viajar con él a Europa ese verano para conocer a su familia.
«¡Nos lo pasaremos en grande!», exclamaba cuando se sentía
ilusionado con el viaje. Verían Transilvania y su ciudad natal
lasi, donde su abuelo y su bisabuelo habían dirigido la univer-
sidad más antigua del país. Desde la revolución rumana de
1989, loan y Hillary habían hablado a menudo de ese viaje.
Culianu ponía largas conferencias telefónicas a su hermana,
a altas horas de la noche. Ella insistía en que volviera. Él cam-
biaba constantemente de idea. Tres días antes, dijo a su herma-
na que había recibido amenazas de un grupo ultradercchista al
que estaba estrechamente vinculado uno de sus antiguos profe-
sores. Ella quitaba importancia al peligro: las amenazas eran
moneda corriente. Así que Culianu conservó los billetes de
avión. Pero estaba más preocupado de lo que demostraba.
«No se sabe dónde se producen esos viajes al más allá», había
dicho en sus conclusiones a la conferencia. «Aunque seguimos
confundiendo el espacio de la mente en esos relatos con el es-
pacio exterior, vemos que aquél no es menos importante que
éste. La identidad, el poder y la verdad histórica tienen su ori-
gen en esas esferas imaginarias. Cada individuo piensa parte
de una tradición y, por tanto, es pensado por ella, permitién-
donos percibir las oscuras raíces de la historia que nos remiten
a los albores del Homo sapiens. Y, sin embargo, la exploración
48
uestro espacio mental se encuentra sólo en sus inicios.»
de ulianu
n i6 se di:uverua.
también " E se mes hab;-
alía sido el profesor
-3
49
IIRIIIDIIIIIII
2883631
cuales están basadas en su vida real. El personaje principal d
la historia entra en posesión de una caja de música antigua
que, según cree, contiene la clave del lenguaje que habla Dio.
el Lenguaje de la Creación. Pero cada uno de los tres anterio
res dueños de la caja ha muerto asesinado.
Aunque el narrador trata de descifrar el código, no lo con.
sigue. Paulatinamente, sin embargo, empieza a sentirse ame-
nazado por incidentes extraños o «carismas» que él relaciona
con la caja, y se pregunta si indican algo que entrañe un signi-
ficado mayor que el que él percibe. Los «carismas» incluyen la
habilidad para adivinar acontecimientos, pero sólo asuntos de
poca importancia, como si el portero va o no a afeitarse el bi-
gote, y un «carisma de amor equivocado» que provoca que
ciertas alumnas desarrollen indeseadas pasiones por él. Culia-
nu leyó: «A partir de cierto momento, mi convicción de la exis-
tencia de una relación oculta entre los carismas y la caja había
cobrado tal solidez que sentí la tentación de probar sus pode-
res contra un régimen político ingrato ... La hipótesis de que
podría sufrir de forma inminente el destino de [los antiguos
dueños] empezó a obsesionarme». Tras muchas indecisiones,
el narrador abandona la caja de música en un mercadillo y hu-
ye hacia la libertad, lejos de lo que se había convertido en una
prisión intelectual impuesta por su secreto.
Al final del congreso, Hillary Wiesner advirtió que su novio
parecía muy distraído. Dejó las llaves dentro del Toyota rojo de
alquiler cuando todavía estaba bajo contrato. No recordaba
cuándo iban a verse de nuevo. Le pedía con insistencia que se
quedara, que no regresara a Cambridge. Cuando fue a despe-
dirse de ella en el aeropuerto de O'Hare, parecía más triste
que nunca, como si hubiera llevado el peso del mundo en sus
espaldas. Lo que necesitaba urgentemente, pensó Hillary, eran
unas buenas vacaciones.
50
también con un buen café Kona, falafel y un rumor de
pero . Allí :h ·16
animadas conversaciones. I Charlo un rato con sus alumnos,
51
asomarse al campus soleado. Antiguo decano y especialista e
puritanismo, tenía el esquema de su conferencia subraya4
con rotulador amarillo y lo estaba revisando, concentrado. Po.
co a poco fue cobrando consciencia de que iba a tener que i
al lavabo. Decidió acabar lo que estaba haciendo.
Era poco más de la una cuando oyó la detonación. Siguió
trabajando, pero una parte de su mente se fue por su cuenta,
Trató de decidir qué podía haber causado ese sonido: ¿Un pe
tardeo de coche? No, no puede ser. La carretera está demasia.
do lejos. ¿Un disparo? No, no puede ser. Estamos en el Swif
Hall, es la una.
No pasaron más de cinco minutos cuando decidió que ya no
podía esperar más. Tenía que ir al lavabo. Pasó por las puertas
batientes y tomó la empinada escalera de servicio. Los pasos re-
sonaban. Abajo, un rebosante cubo de basura se erguíajunto a
una puerta que daba al vestíbulo; arriba, había otro par de
puertas batientes. La escalera estaba desierta. Salió al tercer pi-
so,justo enfrente del lavabo de caballeros. Un joven alto y des-
garbado a quien Brauer no reconoció estaba delante. Brauer
empujó la puerta de los aseos. El estudiante le agarró el brazo.
-No entre, profesor Brauer.
Brauer ya había empujado lo suficiente la puerta para ver el
conocido cuarto de baño con sus cabinas azules, sus baldosas
amarillas y sus luces fluorescentes. Un alumno se asomaba al
segundo retrete contando desde la ventana. Reinaba un silen-
cio de muerte. Una mano pendía bajo la puerta de la cabina,
con los dedos blancos y agarrotados sobresaliendo del puño de
una camisa de color turquesa. La sangre formaba un pequeño
charco en el suelo.
-Ha ocurrido algo horrible dijo el estudiante.
-¡Ya lo veo! ¡Tenemos que hacer algo! -exclamó Brauer.
--Ya hemos avisado.
El alumno se volvió hacia Brauer. Era bajo, rubio y estaba
muy asustado. Era Jim Egge. Estaba pálido como un papel.
-Doctor Brauer -dijo-, está muerto.
-¿Quién? ¿Quién está muerto?
52
-No estoy seguro.
De repente, un grupo de bomberos, guardias de seguridad
el
del campus y paramédicos llegó corriendo por vestíbulo. Al
incipio había quizá cinco personas, seguidas rápidamente por
pr o grupo que mema:.4,- un sargento dl 5¡..
e a policía
<
de Chicago y
otr d di d . E
dos guardias. Todo suceio Ieprisa. n unos minutos, un para-
I
58
1riendo para pedirle que llamara a la policía de la universidaq
A ella le pareció que los guardias de seguridad tardaban un
eternidad en llegar. Volvió a llamar. Despues de colgar, vacil
y fue a mirar. En el lavabo de caballeros entraba un haz de hu,
por la ventana del patio, bañando las baldosas estilo años 5
del suelo. Salía sangre de la cuarta cabina, brillando bajo la hu
de los tubos fluorescentes. Durante unos instantes, la escena la
paralizó: las baldosas amarillas moteadas de negro, la mano, y
un curioso reloj de ópalo que le resultaba vagamente familiar.
Justo entonces, un fuerte ruido de agua la sobresaltó: el chorro
automático de los urinarios. Salió.
Más tarde, ella también vio el cuerpo tendido sobre la cami
lla. A pesar de los pantalones caqui, la camisa a rayas turquesa,
la corbata amarilla, los calcetines de ribete marrón y el reloj, no
supo quién era. Eran casi las 2 de la tarde cuando un policía de
Chicago pidió usar el teléfono. Mientras hablaba con otra se-
cretaria, Gwen oyó al hombre deletrear un apellido:
-C-u-l-i-a-no, a-n-u. ¡No, con una u!
Se levantó de un salto. Bajó corriendo la escalera principal,
con la cara bañada en lágrimas, sin oírse a sí misma gritar:
-¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Es el señor Culianu! ¡No, no, el se-
ñor Culianu no! ¡El señor Culianu no!
En el vestíbulo, las conversaciones se detuvieron. Gwen
irrumpió en el despacho del decano Gilpin. Sus gritos se con-
virtieron en llanto desconsolado.
-¡Es el señor Culianu! dijo.
-No, no, no es él.
-¡Sí es él! ¡Es él!
54
guía entrando y saliendo; los altavoces vociferaban el progra-
ma de conciertos del mes. Unos cuantos policías patrullaban
por el edificio mientras los detectives Ellen Weiss y AI McGuire
interrogaban a un estudiante que había cometido el error de
telefonear, con la respiración entrecortada, para averiguar si el
rumor era verdad.
En su sombrío despacho, Gilpin estaba sentado en silencio
en una silla giratoria. Pálido, se tomaba un respiro entre las lla-
madas telefónicas. Miró a Brauer.
-Era Ioan Culianu,Jerry-dijo-. Y ni siquiera lo reconocí...
-¿Qué ha pasado?
-Pues la policía cree que se ha suicidado.
-¿Han encontrado la pistola?
-No, la pistola no estaba.
-Y ¿dónde creen que está?
-Dicen que quizá tenía un amigo... que se la ha llevado.
-¿Y que se ha involucrado en una cosa así? ¿Un suicidio? Si
acababa de obtener la tarjeta de residencia, estaba a punto de
a ir a ver a su familia, iba a casarse... ¿No estaba sentado en el
váter?
-Sí.
-Vamos a ver, ¿qué ser humano va a ir, bajarse los pantalo-
nes, sacar una pistola y apuntársela a la nuca? ¿De dónde sale
esa gente?
-Bueno, podría tratarse de un asesinato.
-¿Podría?
Un primer informe acerca del suicidio salió en los periódi-
cos y por televisión. Sin embargo, veinticuatro horas después,
cuando llegó el informe del forense, no quedó lugar a dudas.
Era un asesinato.
55
.e de ABC Television Twin Peaks. Cuando acabaron, Pa4,
se1n ·difc" "Y
Mitchell se acercó a Greg delante del edificio.
-Greg, ¿te has enterado?
-¿De que:>
-loan se ha suicidado.
-·loan? No seas ridícula. Si lo he visto esta mañana. Es la úl-
tima persona en el mundo que se suicidaría.
Patty Mitchell le lanzó una mirada extraña.
Greg atravesó el frondosojardín hasta la biblioteca Regen.
stein, sin apenas hacer caso a la noticia de Patty. Se acordó de
apuntar en su agenda que tenía que llamar a loan; tenían que
quedar desde hacía tiempo, tan pronto como la agitada vida
de su profesor se calmara. Cuando se hubo instalado en su zo-
na de estudio, Greg vio que otro amigo de la facultad de Teo
logía, Jason Gerber, se dirigía hacia él.Jason tenía los ojos en-
rojecidos.
-¡Greg! -exclamó-. ¡loan se ha suicidado!
-¿Quién está difundiendo este rumor? Patty Mitchell acaba
de decirme lo mismo. Es ridículo. loan no se ha suicidado, ni
querría ni podría suicidarse nunca.
Pero Greg se levantó lentamente y volvió sobre sus pasos pa-
ra averiguar qué pasaba exactamente.
En eljardín, el aire primaveral traía algo sutil, como un háli-
to de recuerdo. Su mente empezó a funcionar muy deprisa. Sin
saberlo, Greg hizo una serie de deducciones, igual que sucedía,
según loan, con la historia de una idea o de una religión. Pri-
mero: loan no se suicidaría. Segundo: allí había una ambulan-
cia y, ahora, coches de policía. Tercero: dos personas le habían
repetido que loan estaba muerto. Si eso era verdad, si loan es-
taba muerto, tenía que tratarse de un asesinato. Si era un asesi-
nato... ¿Quién iba a asesinar a loan? Un año antes, éste había
contado a Greg que con uno de sus escritos estaba entrando en
«territorio peligroso»... Pero ¿qué escrito? Greg echó a correr.
Una ojeada a la expresión desconsolada de Gwen Bames y el hi-
lo de su pensamiento quedó bruscamente interrumpido.
56
Más tarde, ese mismo día, los alumnos de Culianu se reu-
ieron en la escalera del Swift Hall llorando, tratando de con-
solarse unos a otros. «Estábamos allí sentados, abrazándonos.
No podíamos hablar», dice Greg. Otros estudiantes fueron lle-
gando, cada uno pidiendo noticias a los demás. Había poco
que contar. Ni pistola, ni dinero robado, ni señales de lucha.
Al atardecer, el grupo fue aJimmy's, el bar favorito de los es-
tudiantes, adonde loan solía ir con ellos después de clase. Sen-
tado aparte, en la sala oscura y destartalada, entre las mesas
dispersas y unas sillas rotas, se encontraba Nathaniel Deutsch,
adjunto a redacción de lncognita. No se unió a ellos en su evo-
cación de recuerdos y sus preguntas. La madre de Nathaniel
era de Europa del Este y, en parte por eso, loan Culianu había
tenido una relación especial con él. En la penumbra, Natha-
niel escuchaba a los demás y mantenía su mirada vacía fija en
las polvorientas enciclopedias y los almanaques de béisbol que
descansaban en la estantería para resolver las típicas discusio-
nes de bar. Apoyó la cabeza en los brazos y se echó a llorar por
sus parientes muertos en el holocausto. No sabía exactamente
porqué.
57
-¿Hillary? Hillary, será mejor que te sientes. ¿Estás sentada>
-¿Qué?
Hubo un silencio.
-Me temo que tengo que decirte que... Ioan ha sido ases;
nado.
-¿Qué?
-Yo... Yo... Hillary, la policía pregunta si conoces a alguien
capaz de hacer algo así. Lo siento muchísimo ...
Durante un minuto, no pudo respirar. Quizá diez minutos.
¡Oh!, pensó al final. Las lágrimas no podían salir. Miró lapa-
red cubierta de fotos de él: en Milán, en Madrid, en EI Cairo ,
en el tren de Chicago, en Roma, en Courmayeur y en París.
loan le sonreía frente a la gran bandera americana que ella le
había llevado, «ondeando sobre el Capitolio», le gustaba decir
a los visitantes. Le hacía el signo de la victoria que tanto le gus
taba hacer. Era probablemente el mayor patriota de América...
Lenta, metódicamente, empezó a desenganchar las fotos.
Colgó y llamó a su madre al trabajo, a la junta de dirección
del Amherst College. Cuando volvió a colgar, mientras su ma-
dre decía que iba para allá, Hillary ya estaba pensando en pre-
parar su equipaje. Sacó su maleta, que conservaba la etiqueta
de O'Hare, de su última visita allí. Empezó a comprender muy
fácilmente, muy claramente, del mismo modo en que uno pue-
de resolver un dificil problema de matemáticas y saber instantá-
neamente que la solución es correcta, verdadera y, más aún,
predestinada. Ya lo había pensado antes, había tratado de estar
preparada, incluso había hablado de ello con sus amigos. «Tie-
nes que tener un mito en tu vida», le dij o un día loan, «descu-
brir alguna historia por la que vivir y hacia la cual volverte en
tus momentos más negros». Ahora, después de todo ese tiem
po, justo cuando todo parecía ser maravilloso para ellos, lo re-
cordó. Nunca se había tomado el tiempo de. encontrar una.
58
Las consecuencias
59
ron en su mesa tres nueces del jardín de su fami lia en Rum,
'a que no demostraban nada mas que un fuerte vinculo e
nia, ·h ·il kil. "mo
cional con asuntos que sucedían a oc om1 1 ometros de d'
tanda. Al piso de Culianu llegó un fax del despacho del r Is-
exiliado de Rumanía. Su caja ha llegado, decía, pero esa¡
: ·d? va
abierta y vacía. ¿Qué envió uste; •
El informe del juez de instrucción ofreció pocas pistas. la
autopsia reveló que no había «manchas» o quemaduras de p6
vora en el orificio de entrada de la bala, lo cual sugería que 1
pistola, inusitadamente pequeña (una Beretta del calibre 2S)~
fue disparada desde al menos 45 centímetros de la cabeza de
Culianu. «Matar de un tiro con un 25 a esa distancia no es fá
cil», dijo el forense Robert Stein. Lo llamó «un disparo de ex.
perto, como una ejecución del hampa».
Por televisión y en la prensa, desde el Chicago Tribune hasta
el New York Times, los amigos y parientes de Culianu afirmaron
que el crimen había sido el primer asesinato político de un
profesor en territorio americano. Según decían en artículos y
reportajes en Italia, América y en programas de la BBC, Culia.
nu había afirmado que la revolución de 1989 en su país había
sido un completo fracaso. Había atacado al gobierno rumano
con intuición casi profética. Había recibido amenazas de
muerte, como otros escritores, relacionadas con la antigua po
licía de seguridad del régimen comunista, o Securitate.
Pero los investigadores no encontraron ni rastro de las ame-
nazas. Culianu nunca las había denunciado al FBI ni a la poli-
cía. Nunca había enseñado cartas a nadie. Los detectives en-
contraron intactas sus reservas de billetes de avión y de
alquiler de coche para el viaje a Rumanía. Mientras el asesina·
to dejaba anonadado a todo el mundo en la escuela, horror
zados a los estudiantes y desconcertados a los policías, el FBI
envió una agente especial que hablaba rumano llamada Ga
briella Burger. El homicidio parecía un asesinato, pero como
nunca lo habían visto en el FBI. Un pistolero profesional ha
bna escogido un arma de mayor calibre y un lugar mucho me-
nos concurrido. Habría disparado más de una vez. Incluso po
60
: no tratarse de un hombre. Un 25 era lo suficientemente
dria
eño para poder camuflarlo en un bolso de mujer.
pequ 51¡·. 1
Si el asesinato era po 1Uco, a pregunta que se imponía era
. r qué? loan Culianu estaba cobrando notoriedad en deter-
¿po'inado círculo mternacmna
:..·. lde estu1di1osos, pero no era influ-
lJllnte en política. El crimen parecía plantear lo que Culianu
ye [A;1,, •
habría llamado un ludbrium, un enigma del Renacimiento que
evela al desentrañarlo un misterio del universo. ¿Por qué un
ioriador de religiones y aspirante a autor de narrativa fan-
tástica que había llegado a Estados Unidos con el sueño de en-
trar en la lista de best-sellers había parecido tan peligroso a al-
guien?
61
do la buena voluntad de su profesor al comprarle el desay
· no
Nathaniel Deutsch dijo: «Era un gran tupo».
Como profesor, era abierto, divertido y polémi co. Con,
amigo, en cambio, era reservado y cerrado. Parecía estar oc+L
tando algo. «Era muy comphcado, realmente, muy difícil de
conocer», dice un miembro de la facultad que lo ve como un
consumado arribista. Se sospechaba que seducía alumnas
que probaba los éxtasis inducidos con drogas sobre los que es.
cribía. «Había un par de personas de la facultad que lo odia-
ban de verdad», dice un estudiante que no quiere que semen-
cione su nombre. «Acababa de obtener la plaza. Cuando lo
mataron, lo primero que pensé fue "Bueno, ahora estarán con.
tentos".»
Criticado como «yuppie exilia do» y oportunista, dejó tras de
sí impresiones completamente contradictorias acerca de cómo
era exactamente. Era un carismático inmigrante de cuarenta y
un años que hablaba seis idiomas, que tenía tres doctorados en
filosofia, incluyendo un doctorat d'Etat de la Sorbona. Sus parti-
darios consideraban su obra brillante, original, «una contribu-
ción fundamental a la historia del pensamiento hermético
(mágico)», según su amigo Umberto Eco. Su vida era una bús-
queda espiritual que lo llevó de Rumanía a Italia, Francia, Ho
landa y Estados Unidos, en pos de unas pautas universales en
la vida diaria. Afirmó haber encontrado esa clave en la imagi
nación. El decano de la facultad de Teología Clark Gilpin dio
un discurso en la misa que celebró la universidad en memoria
de Culianu el 3 dejunio de 1991. Mientras los estudiantes, ami-
gos y directivos de la universidad se apiñaban en la Capilla
Rockefeller, Gilpin habló no de política ni de móviles, sino de
la relación de las ideas con el mundo: «La razón de ser de la
universidad se demuestra impotente frente a una fuerza vio-
lenta que las ideas no podían prever, no podían desviar, no po
dían comprender (...). La relación entre el pensamiento hu·
mano y el misterioso poder que se encuentra en el corazón de
la creación cobra nueva urgencia. ¿Hay alguna conexión entu°
las ideas humanas ante las que las universidades son responsa-
62
una sabiduría eterna presente en el primordio, cuando
bles y
Dios "colocó un compas • sob re I a f:az de 1a inmensidad"?».
.
63
decidía cuál iba a ser su siguiente acción echándolo a e
cruz. Llamó a ese proceso la «multiplicación de las teo a,ra 0
:. -. del
Afirmó que la fascinación 1el siglo
d arquetip'
·al XX por «tos ?as,
formalismo y el estructuralismo» (emostra a la convicció"os,e
: . d ba
•, n de
1
que en momentos de convu s1on, como una revolución r
ible l •
tan más claramente vis1 es os procesos que actuan en la h;
'resu!
toria. Escribió que dichas convulsiones revelan sistemas dl$-
. . e
pensamiento, y que cada uno fiunc1ona cas1 como «un objet
procedente de Juera, que atraviesa nuestro espacio de una m ~
nera aparentemente fortuita, en que hay una lógica oculta qua
podemos descubrir sólo si somos capaces de salir de nuestro espa~
cio».
Los demás estudiosos encontraban estas formulaciones
bien apasionantes y profundas, o bien infundadas y extrava-
gantes. En unos cuantos meses, los investigadores tendrían dos
sospechosos y, mucho más tarde, unjoven que cumplía años el
mismo día que loan Culianu ofrecería pruebas de una extraña
serie de vivencias. Nadie, sin embargo, pudo ver los antece
dentes de una vida que atravesó los límites del tiempo y de la
geografía, la experiencia de la cual brotó el pensamiento de
Culianu.
64
11
La juventud, 1950-1972
El arte de la memoria
67
maestros (...) del arte de la supervivencia», observa el historia-
dor Istvan Deak.
Dominados por las potencias extranjeras y sometidos a
• h • &o
biemos corruptos, primero extranJeros y uego autoctonos, 1
rumanos sobrevivieron como pueblo ante todo por la ex Os
. . N pe.
riencia compartida de contar h stonas. «! uestras armas de a.
botaje eran la ambigüedad, el humor, el misterio, la poesía, 1,
canción y la magia», escribe Andrei Codrescu. El rumano má
famoso en Occidente, Drácula, es un personaje de ficción b,
sado en un príncipe del siglo XV acertadamente llamado Vlad
Tepes, o Vlad el Empalador. El símbolo nacional más embl.
mático para muchos rumanos es una oveja encantada, Miorita,
que prevé el asesinato de su amado pastor a manos de sus her-
manos. En lugar de oponerse a su destino, el pastor pide a
Mioripa que transforme su tragedia en triunfo a través del m~
to. «Di a mi madre que el asesinato fue en realidad una boda
presidida por el sol y la luna.» El poeta rumano Lucian Blaga
adoptó al pastor como «espacio miorítico» nacional, un mun-
do de la imaginación que ningún conquistador puede violar.
Mircea Eliade vio en él una evasión nacional de la historia. Un
occidental lo vería como un loco.
La ciudad natal de Culianu, lasi, era una capital provincial
el centro de «la tierra santa del nacionalismo», con bulevares
adoquinados y tranvías, una sinagoga con cúpula, y estatuas de
héroes como Esteban el Grande (1457-1504). Dominada porla
imponente y blanca catedral Metropolitana, la iglesia Trei Ie-
rarhi, o de los TresJerarcas, y el fantástico y enorme Palacio de
la Cultura, Iasi poseía algunas de las grandes instituciones lite-
rarias del país y su universidad más antigua, presidida por d
abuelo de Culianu y por su bisabuelo.
La familia Culianu había escapado a Rumanía desde Grecia
en 1721, huyendo de la persecución otomana. En lasi, se intuo
dujeron en un mundo de boyardos y campesinos, de privile
gios eclesiásticos y profundas diferencias de clase, de calzadas
estrechas y llenas de baches, valles recónditos, montañas escaf
padas Y extensas llanuras melancólicas. Casi cuatro quinta.5
68
~tes de la población estaban formadas por campesinos, en su
P ,a iletrados. Procedentes de las montanas sus carros de-
mayor :. .''
ambulaban como lo habían hecho durante siglos, conducidos
hombres con gorros de piel y varias chaquetas de lana su-
s. o sus mujeres sentadas junto a ellos, sobre far-
~os de lana. Las llanuras circundantes, en mvierno, olían a
viento, a nieve y a humo de carbón.
En el siglo XIX, el bisabuelo de Culianu, Neculai Culianu,
ontribuyó a fundar la Sociedad Junimea, o de Jóvenes Con-
radores. Esos jóvenes privilegiados se sumaron al candente
debate sobre si su país debía seguir el modelo cultural occi-
dental o el oriental. Los junimeístas votaron por Occidente,
vestidos con camisas parisinas de cuelo rígido mientras mu-
chos de sus padres seguían llevando caftanes turcos. Propusie-
ron un programa democrático de fomento de las artes nacio-
nales, aunque preservando sus privilegios. Como rector de la
Universidad de lasi desde 1880 hasta 1898, Neculai («Papá»)
Culianu recorría ceremoniosamente en su coche de caballos
las cinco manzanas que separaban su casa de la universidad,
con gabán negro y sombrero de copa, demostrando a la primi-
tiva región las prebendas y el poder que proporcionaban los
estudios superiores.
Eran buenos tiempos para los boyardos. En Navidades, las
calles se llenaban de gitanos o roma que tocaban tambores,
acordeones y saxofones, exhibiendo osos que bailaban de ver-
dad. Una bonita gitanilla de seis años podía entrar en una po-
sada, plantar sus pies con firmeza y ponerse a tocar una cauti-
vadora melodía con un primoroso violín de miniatura. Con
frecuencia, los cantores de villancicos venían a la puerta con
canciones como «Mos Craciun» (Abuelo Navidad, o Santa
Claus) que sonaban como de otro mundo. Había grandes ba-
rriles de col, pimientos y pepinos en salmuera. En Nochebue-
na, podía caer una hermosa nieve mientras se elevaban hacia
las estrellas los aromas de asados de cordero o de cerdo, de
(suica o aguardiente de ciruelas, de incienso de las iglesias Y del
fuego en las chimeneas.
69
. •pios del siglo XX, los Culianu destacaban e .
A prncn1 . En b; .. -nfi,,
, . matemáucas y derecho. nviavan a sus hijos 4 1 ca,
quim1ca, .z v lasn
:jores
, ·versidades
unrv de Bonn y de París. Estaban
: a la ca1..
'Oca ¿,
"
iderables fortunas, explotando sus a.erras, vendiend \A(:
cOns1 · tfr o ca,
ballos y contribuyendo a construir un~ m raestructura IllOder
en ciencias y en derecho. Eran parientes o amigos de "
na table como el crítico hterano · P.aulZif an opol, la polé . 8ene
not » C1 Zi·L. "Tie
amante y primera esposa del rey ar os, ~121 ambnno, y eln
velista Mihail Sadoveanu. ComoJoven
., cnado en el mundo ~
munista, loan Culianu descubno pronto que pertenecía a u
larga tradición en un país donde los intelectuales servían:
mo dirigentes políticos.
70
Los años veinte trajeron unperíodo de libertad, inquietud y
ciente riqueza. Tras la desintegración del Imperio austro-
cre
húngaro, la Gran Rumania aumentó de tamaño en un tercio,
e.
71
En ese contexto, Elena Bogdan empezó a frecuentar al h¡
• .
c.
1 mas
de 1 la taml1a
' 1·mportante de Ia~1. Sergm Cuhanu teni·a
un
. frá .1 porte militar y gafas redondas. A causa de su saiuct,
fis1co g, 1di1a,ba c álcu1 o dtferen
.
, do de París donde estu .
hasía
b regresa ' • Ic1a]
o en la Sorbona. Padeció asma y mas tarde, bajo el g
avanzad . C d I . o.
b.1emno comunista tuberculosis. on . uc1a por ] as1
:. un vieio
y
Ci
troen-. que hizo de él todo un personaje en el vecindario.
, Cuan.
do se detenía, el motor chisporroteaba y mona, a _menos qu,
su hermano Henri bajara a arrancarlo con la manivela. Al lle-
gar a casa, Henri o Sergiu saltaban fuera del coche en marcha
espantando gallinas al abnr de golpe la verja.
Durante el verano de 1938, Sergiu y Elena se aficionaron ai
a nadarjuntos a un río cercano. Un día, se quedaron hasta tar.
de con la hermana de Elena y tuvieron que tomar un pequeño
coche de caballos para volver a casa de noche. El coche era pa
ra dos personas· y, después de muchos cambios, Elena acabó
sentada sobre las rodillas de Sergiu.
-¿No te hago daño? -preguntó, riendo.
-¡Aún no! -exclamó el.
Dos años después, estaban casados.
72
dero de ganado vacuno, y sus cuerpos pendían de los gan-
~::para carne. Enjunio de 1941, la Guardia de Hierro llevó a
bo un pogrom en su cuartel general de lasi'. Como fiscal del
ca bierno, Henri Culianu recibió amenazas de muerte de los
',_,as guardistas a quienes perseguía.
¡nlSEn medio de las turbulencias de Europa, la historia de ese
holocausto quedó desconocida para la mayor parte del mun-
do. Después de 1942, la política del gobierno oficial de Ion An-
tonescu trajo como consecuencia una pérdida aún mayor de
vidas, con la muerte de entre 250.000 y 300.000judíos y decenas
de miles de gitanos. La Guardia de Hierro siguió actuando por
su cuenta con el asesinato del historiador Nicolae Iorga, que
inicialmente había sido simpatizante.
Poco después, los avatares de la guerra se volvieron contra
Alemania, y el hijo del rey Carlos, Miguel, derrocó a Antones-
cu. En 1944, Miguel, tras cambiar de bando, declaró la guerra
del lado del Eje. Los soviéticos ya estaban avanzando hacia lasi
desde el este. Petru Bogdan, de setenta y dos años, director de
la Real Fundación Cultural de Iasi y de la biblioteca universita-
ria, tuvo que salvar a su familia y los valiosos manuscritos de la
universidad.
En casa, sus hijas seguían los partes radiofónicos acerca del
avance de las tropas soviéticas, mientras Bogdan entablaba los
vanos de la biblioteca universitaria. Los trenes que salían de
lasi iban atestados de mujeres y niños que huían. Cuando Bog-
dan hundió el último clavo en su casa, la familia se precipitó
hacia la estación de ferrocarril. En medio del caos se elevaban
polvaredas mezcladas con los olores de los cuerpos, la muerte
Y el miedo. Los ladrones robaban las pertenencias de la gente
que se metía como podía en los últimos vagones. Entre los gri-
tos Y las maldiciones se oía el zumbido de los aviones soviéti-
cos. Bogdan consiguió meterse con su mujer y sus tres hijas en
el último tren.
1
Aron Hirt-Manheimer, introducción a Jagendorf's Foundary, de Siegfried
Jgendorf, HarperCollins, Nueva York 1991, págs. xxii-xxiii.
78
Durante la segunda noche que pasaron en un pequeño A
tel en Transilvania, Petru Bogdan muno mientras donnfa,
siblemente con la sensación de haber salvado a su familia á{
última sacudida de un siglo agitado. Pero · , . en veinte meses el
1
Partido Comunista, apoyado por os sovtucos, tomó el Pa,
mento rumano. Antonescu fue interrogado y torturado en j
sia, y finalmente fusilado por un tribunal militar. La mejor e
peranza del país, el rey Miguel, tenía veinticinco años y, sin
respaldo de los aliados, abdico. Los soviéticos impusieron u
gobierno comunista, confiscando a familias como la de lon
Bogdan casi todo lo que poseían. El día en que la ley que 4
cionalizó» su casa entro en vigor en Iasi, el 5 de enero de 1950
Elena dio a luz a su segundo y último hijo: Alexandru Ioan P
tru Culianu.
74
;1;ta de pulmón formado en París. «Allí, durante las vaca-
p.ec1~1s conseguíamos
., dtetener 1la h.ustona.»
.
ciones, 1, E, ·¡15. l
La historia, para a ,ami 1a, era o que el Stephen Dedalus
Ulsses llamaba «una pesadilla de la que intento despertar».
de 'J
El gobierno fi ., en «cuatro h 1abitaciones
los confinó b' . cargadas de
a tapicena en descomposición», escribe Culianu. Vivían
l
olor . d I Siecuritate,
.
en la pobreza y el] miedo a la la policía secreta de
formación soviética. En esa época eran corrientes los golpes en
las puertas por las noches, las desapariciones, los simulacros de
juicios, la cárcel, los trabajos forz ados y la muerte. Al no per-
mitírsele tener un trabajo, Sergiu Culianu se retiró a una casa
aparte donde se dedicó a sus problemas matemáticos. Toda la
carga de la familia recayó en sujoven hijo.
El muchacho fue criado por tres mujeres: su madre, su tía
Ana Bogdan, profesora de medicina expulsada en 1950 por los
comunistas, y su aya, que llevaba treinta años en la familia. Los
niños la llamaban Manea. Impulsado por su ardiente deseo de
éxito, loan era un niño brillante y divertido. Al no poderjugar
con otros niños, se distraía con juegos solitarios en el jardín.
La vida era difícil sin un padre. Una vez, cuando tenía tres
años, el niño se apoyó en una mesita y se deslizó hasta un ex-
tremo, señalando una foto de su padre. «¡Nene!», dijo, llamán-
dolo con un nombre de su invención. «Nene» se convirtió en
el apodo de loan.
Admiraba a su hermana mayor, Tess, compartiendo su críti-
ca a las pretensiones aristocráticas de su madre y pasando con
ella de la pasión familiar por las ciencias a la literatura. Juga-
ban en las pocas habitaciones en que la familia había quedado
relegada: la cocina, el salón, un vestíbulo con una enorme es-
tufa y un dormitorio con el techo alto y abovedado. A pesar de
que la familia compartía la casa con unos trabajadores, seguía
siendo un lugar misterioso, con ventanas abriéndose de repen-
te con la brisa vespertina.
Pese a la poca calefacción, su madre procuraba evocar los
buenos tiempos de la familia en Navidades. Los niños canta-
ban villancicos alrededor del destartalado piano. Por las no-
75
h l·ban
chies,
de puerta en puerta cantando.
:. d Llevaban medall IOne,
de pasta de papel hechos con tamices le panadero, cada un
clavado en el extremo de un palo y decorado con espejos y
trellas. Eso estaba prohibido, pero se salían con la suya por:;
niños.
En el centro del medallón más grande había un icono d 1
Nacimiento que conservaban todo el año en el desván. Ir~
desván a buscar las decoraciones navidenas era en sí toda un
aventura. Encontraban ropa vieja de parientes ricos y la tua4
formaban en disfraces para representaciones de teatro. Encon.
traban fotografías de fastuosas bodas, con mujeres que lleva.
han los hombros desnudos y vestidos de tafetán, y hombres
con galones y monóculo en medio de esplendorosos salones de
baile.
Una vez, descubrieron en el desván un viejo libro de cocina
que había pertenecido a la familia durante generaciones. Era
enorme y negro, y olía a polvo y papel reseco. En su interior
descubrieron notas de sus abuelos metidas entre las páginas
amarillentas, en que daban instrucciones a los sirvientes acerca
de lo que había que ofrecer en los banquetes a finales de siglo:
exóticos pasteles, y asados como pavo a la miel o lechón. Las
notas daban incluso consejos sobre cómo matar y trinchar los
animales. Entre los pasteles estaba el scutece. Había pastas de li-
món con nueces y cuatro tipos de galletas con uvas pasas, mer-
meladas, coco rallado, semillas de amapola, miel o nueces del
jardín.
Manea era un auténtico chef, y se había formado en el mo
nasterio donde la familia veraneaba. Tenía unos hermosos ojos
verdes y llevaba un gorro de terciopelo negro en forma de pas
tillero, con su uniforme negro. En casa dirigía la educación re-
ligiosa de los niños, así como las comidas de fiesta. Por Navi-
dad, comían lengua de vaca con aceitunas y salsa dorada de
cebollas, míncare rece de iepure, o estofado frío de liebre, y el pla
to favorito de loan: pavo con uvas pasas, uvas y tomate. _
Nochebuena era el único momento del año en que los niño°
tenían permiso para entrar en la cocina a decorar sus propios
76
teles. La casa se llenaba de aromas de mermelada de grose-
:negras, nueces y manzanas al horno. Era todo un ritual pre-
la masa dándole cada cual una forma diferente con la
P",, Ae 1os moldes de barro familiares. Los niños glaseaban
ayu
1,
. b· d 1 1o que quisieran.
galletas escribiendo . . Nladie
. podía mirar
~entraS las obras iban al horno, cubiertas con paños de lino.
mi Pero la familia no tenía dinero. Lo habían perdido todo. La
adre y la hermana de loan pasaban horas cada noche re-
mi d ¿ ..
77
voz exaltada de Manea se elevaba en la oscuridad, tiñendo ,
sueños.
En una de las habitaciones había un tío suyo, un gran mat
mático que vivía postrado en un catre, munendo lentamente d
las inhalaciones de gas que había padecido durante la Segun4,
Guerra Mundial. Su único placer en esta vida era su fiel pen
labrador, Dag, que se pasaba el día tendido a sus pies. La fani,
escribió a especialistas acerca de su enfermedad: era un caso in.
curable. Completamente lúcido, iba consumiéndose delante de
loan, que le traía los problemas matemáticos que le enviaban
sus colegas y sostenía los libros a la altura de sus ojos para que
pudiera leer. loan cuidaba especialmente de Dag, lo llevaba a
pasear, le daba de comer, se levantaba temprano cada mañana
para cepillarle el pelo. Un día, uno de los inquilinos decidió
que Dag había atacado a uno de sus pollos. Sacó una escopeta y,
delante de loan, mató al perro de un tiro en la cabeza.
Tess y loan fueron testigos del asesinato de un mundo. Su
padre tuvo una crisis. A medida que envejecía, dependía cada
vez más de su hijo, que venía a visitarlo solo en su pequeña ca-
sa. Cuando murió, en 1964, legó a loan una colección de cua-
dernos que contenían las fórmulas matemáticas que había ga-
rabateado en su intento de comprender el universo.
Como los herejes gnósticos que más tarde interesarían a loan
Culianu, su familia parecía ser la perdedora de la historia, y sus
tradiciones se asemejaban a la Casa Usher. Pero convirtieron su
sufrimiento en voluntad de prevalecer. La estufa ventruda y los
suelos de madera, las polvorientas y estrechas habitaciones, la
larga y sinuosa balaustrada, y los inquilinos, a veces terroríficos,
hacían de la casa un ámbito adecuado para el estudio, la refle-
xión y la lectura en la tradición laberíntica de Borges y Poe. El
ambiente de amenaza convirtió la infancia de loan en una épo
ca de aislamiento que la mayor parte de los niños no han cono-
cido. «Aprendimos que hay pocos valores de verdad en la vida»
dice su primo y mejor amigo, Miron Bogdan. «Muy pocos.
78
Mientras Culianu devoraba las historias de Dumas y de Poe
MI .: < di »
ó a tener la sensac1on e que los acontecimientos fortuitos
Ueg 1 .
fi cían respuestas a as cuesuones mas fundamentales de la
o re . , l . d
¡d. «Era el chico más relacionado que he conocido nunca, y
vjla. . •
resultaba evidente, a partir de los doce o trece años, que estaba
volucionando de un modo muy diferente del de los demás ni-
:os», observa Miron. Su vínculo con otro nivel de existencia se
hizo más evidente desde los veranos que pasaron en un mo-
nasterio de las montañas, donde loan comenzó a llenar cua-
deros con elaboradas notas astrológicas y astronómicas.
Fundado en 1808, el monasterio de Varatic, exclusivamente
reservado a mujeres, era especial porque participaba en la vida
diaria del pueblo y aceptaba acoger a familias durante las vaca-
ciones. Situado cerca de los montes de Neamt entre otros mo-
nasterios que se remontaban al siglo XIII, las tres iglesias y las
cabañas de Váratic tenían un aspecto mediterráneo, con sus
paredes de un blanco deslumbrante. En verano flotaban olo-
res de agua de rosas e incienso. Las familias que pasaban allí
sus vacaciones se alojaban en las casas azul pálido de las mon-
jas, dispersas por la ladera, con galerías acristaladas que pare-
cían sostenidas por los montones de leña que había debajo.
La familia había ido a Varatic desde que Pctru Bogdan pasó
allí las vacaciones por primera vez en 1908. Para llegar hasta
allí, había que levantarse temprano en Ia$i, tomar un tren de
vapor hasta Tirgu Neamt, cuya calle mayor, llena de barro, se
llamaba Eternidad. Allí tomaban un autobús o cursa, y se baja-
ban en una curva de la carretera para terminar el viaje en ca-
rutsa, un tambaleante coche de caballos en que recorrían los
últimos y escasos kilómetros hacia las montañas.
Miron y Nene pasaban los días vagando por el monte, des-
cubriendo las cuevas de las santas de Manea, incluido el tran-
quilo lugar donde quinientos años atrás se ocultó su tocaya,
8:tnta, o santa Teodora, para escapar a las tropas turcas. Cono-
can el paisaje de memoria, así como los nombres de las flores,
Como la de la zanahoria, condurayi o «zapatos de princesa» y la
de flox, los de las piedras, rocas, arbistos, pinos y de los ciervos
79
que huían espantados cuando pasaban. En el fondo del 1
que, encontraron unos minúsculos monasterios y ennitas
guos. A veces intentaban, como los magos del Renacimien
a:;
comunicarse mutuamente los pensamientos por telepatía. j
80
Los años universitarios, 1967-1971
1967 fue un buen año para los Beatles, para Michel Fou-
cault, para mí, e incluso para Ceauescu.
l. P. Culianu, «Euforisme», Lumea Libera, 1990
81
Al principio, vivió en las residencias estudiantiles ¿
- t" a varias estaciones de tren ..:. del campus princ;pal
Grozáves[1, ] ¡,
82
o. Serban Anghelescu era más relajado y despreocupado; le
·. n el apodo de Bula por el payaso del folklore urbano
pusiero ...:..: 1 d
comunista. AJ pnnc1p10, os os encontraron al delgado y ten-
lianu clarividente y cerrado. Al final, su amistad fue fra-
so e u» did. di :
guándose con encen I as 1scus1ones acerca de los nuevos es-
critores europeos, cuyos textos llevaban clandestinamente a
clase. . e • d 1 ,
En ediciones piratas ,otocop1a as, eían las subversivas
obras del antropólogo Claude Lévi-Strauss, del historiador y
critico Michel Foucault y del psicólogo Carl GustavJung. Te-
nían la suerte de estudiar en una época de relativa libertad en
la que podían encontrarse esos libros. Animados por algunos
profesores, seguían las nuevas tendencias del pensamiento eu-
ropeo como la hermenéutica, o arte de la interpretación, las
nuevas teorías literarias y el psicoanálisis del mito, desafiando a
la yerma versión comunista de la realidad.
Lo que es más importante, descubrieron a la ignorada ge-
neración anterior de artistas y escritores rumanos como Mir-
cea Eliade, Eugene onesco y Constantin Brancusi. Con su
«tremendo deseo de crear», esos pensadores habían trabajado
en primera línea de las vanguardias europeas, durante los años
veinte y treinta. Se convirtieron en modelos a imitar, ofrecían
la estimulante sensación de que Rumanía tenía un importante
papel que desempeñar, compitiendo tanto con el misticismo
oriental como con el racionalismo occidental. Pero de todos
los radicales de esa generación, quien más los cautivaba era el
joven, apuesto, aventurero y barbudo Mircea Eliade.
Eliade pasó la vida explorando la moderna sensación de
pérdida de lugar de la humanidad y buscando los símbolos o
pautas inconscientes en que se basa el comportamiento huma-
no. Pero era la total aventura de su vida -sujuventud como es-
critor de narrativa fantástica, sus viajes a la India en busca de
los secretos del yoga y del erotismo, su trabajo como agregado
cultural en Lisboa su obra como escritor en París y, finalmen-
e, como especialista en religiones en Chicago- lo que más ins-
piraba a loan Culianu.
83
Culianu y sus amigos leyeron a Eliade en una época en
que
.b os se podían encontrar en e d.·
1c1oncs
f
rancesas, en
sus l1r di ibl pe-
q uen- as librerías. Entre los textos 1spon1 es estaba el dia .
:. b ·1.- Uo
que dirigía, Zalmoxis, y estudios sobre rengones como Aspeca,
del mito y la mitología y El mito del eterno retorno. Esos libros cau..
ron mucho efecto en Culianu, igual que El guardián entre el cen
teno de Salinger O En el camino de Kerouac arrasaron en unag
neración similar de jóvenes americanos. Eliade era no
unos de los intelectuales más completos y atrevidos de la di:
sór
pora rumana, sino que se dedicaba exactamente a las cuestio
nes que más fascinaban a su joven seguidor: ¿Qué es exacta.
mente la religión? ¿Hay alguna lógica profunda en los mitos
universales como la resurrección, o el alma eterna? Culianu
compartía otros intereses con Eliade: el pensamiento renacen-
tista, la literatura fantástica, las religiones indias, incluso las
pautas del comportamiento animal. Pero, por encima de todo,
eljoven estudiante lo veneraba como a un hombre que vivía sus
ideas; Eliade no se limitaba a estudiar a los místicos hindúes,
por ejemplo, sino que prácticamente se convertía en uno de
ellos. Culianu encontró en Eliade la única guía que podía ense-
ñarle lo que él quería y más: «Su imagen de lo que debía ser un
hombre venía de los libros de Eliade», diría más tarde su ex mu-
jer, Carmen Georgescu. «Un visionario, un héroe dotado de un
destino especial que ve los símbolos que no podemos ver. Mo-
deló su vida como la de un héroe de ficción de Eliade.»
Como estudiante universitario, obsesionado por el fracaso
de su padre y su grandioso concepto de sí mismo, vacilaba en-
tre las humanidades y las ciencias. Leer a Eliade lo ayudó a su-
perar su «crisis de identidad», como explicó más tarde a un en-
trevistador, describiendo su decisión de estudiar la historia de
las religiones a pesar de que esa disciplina estaba prohibida en
Rumanía. «Yo diría que estoy vinculado a Mircea Eliade por la
totalidad de mi existencia.»'
84
·anu era probablemente el mejor alumno de la universi-
Cull - d . d l
dad en cincuenta años, a 1ecr 1e los profesores, y por esa ra-
, su segundo curso, se le concedió el traslado de Litera-
zón, en Re; <. l .
mana a Italiano y e 1gion en e Renacimiento, el tema
+e..
tura uR d" . ..
de Eliade, tras pasar un ia entero exammandose. Encabezaba
uel entonces a un grupo de alumnos destacados que in-
por, ªqa Miron, ~rb an, s·1 1viu, . as1.. como a D 'umitru
· Radu Popa
1
clu1a ..:. 15. '
rimo segundo, bajito y 1sto, cuyo abuelo había sido deca-
su pde la Escuela de M.d 1
e 1c1na, y a atormentado Victor Ivanovi-
no Cali
ci, que rivalizaba con ulianu como mejor pensador del gru-
po. Por último, había un delgado y autodidactamístico del
rock and roll, Dorin Zahana. Aunque Donn Zahana nunca iba
a clase, los demás acudían a él, junto con Nene Culianu, para
que dirigiera sus discusiones socráticas sobre Dios, el más allá,
la filosofía india y el zen, que acababan en risas avanzada la no-
che.
El mundo era para ellos unjuego gnóstico dirigido por pro-
fesores incompetentes y chocarreros. A petición de Culianu,
todos se pusieron nombres falsos: el crítico Radu se llamó Rhe-
toricus Ethicus; Dorin Zaharia, Chubby, por Chubby Checker.
Para celebrar sus raíces griegas, Culianu se puso el nombre de
Hermano Ellis, por Hellas. Formaron un grupo literario Jlama-
do Atlántida y gastaban bromas a sus profesores inventando
elaboradas citas bibliográficas falsas en sus artículos, o desa-
fiándolos en clase a comentar nuevos textos sobre deconstruc-
ción o hermenéutica. Un día, un profesor aceptó el reto de
Culianu: «No conozco este libro de Lévi-Strauss», dijo. «¿Que-
rría explicarnos, a la clase y a mí, de qué tuata?» Se llamaba Ion
Coja. Su aparente candor le granjeó las simpatías del grupo,
igual que las mereció el apoyo de otrosjóvenes profesores. De
vez en cuando, los invitaban a las fiestas.
El grupo se reunía en el vestíbulo o en el bar de estudiantes,
85
charlando y bromeando, leyéndose unos a otros sus artícu]
sus poemas y sus relatos. Intercambiaban libros, algo exc
nal dado que resultaba tan dilíc fi il·¡ conseguir
. b1 -1o-
obras de autores
extranjeros. Aprendie ron que nngun regamen, por poderoso
que fuera, podía impedir a alguien pensar. Participaban en se-
minarios y mesas redondas, cuidando de no competir entre
ellos por los mismos premios. Cuando uno de ellos ganaba al-
gún galardón, tenía que costear una enorme celebración que
bien podía durar hasta la mañana siguiente. ,
De todos ellos, Culianu era el mas inestable. Podía pasarse
tres O cuatro días encerrado, alimentándose sólo de miel y le-
che como parte de su ascetismo hindú, trabajando en lo que
sería su tesis de trescientas páginas y que acabaría convirtién-
dose en su libro Eros y magia en el Renacimiento. Se mudó varias
veces. Después de su primer año, se instaló en una casa fami-
liar, en el número 23 del Bulevardul Dacia. Vivió al lado de su
primo Miron, y luego en la ornamentada casa de una tía suya
que había salvado de la nacionalización. Encontró por fin el
lugar perfecto en casa de la madre de su amigo Silviu, una
buhardilla con su propia entrada por la agradable y antigua ca-
lle trasera, Strada Turda. La mantenía tan fría en invierno que
exhalaba vaho al respirar. Tenía pocas posesiones aparte de
una cama plegable, con montones de libros encima, y su má-
quina de escribir. Dormía en el suelo y practicaba el yoga du-
rante varias horas cada día. Se negaba a matar animales, de
modo que su habitación se convirtió en un auténtico santuario
para los ratones y las hormigas.
Empezó a estudiar sánscrito con el profesor Prabadh Vidya-
sagar. loan encontraba en cada detalle de su vida un significa-
do oculto, y le pareció decisivo que Vidyasagar -el único profe-
sor hindú de toda Rumanía- hubiera estudiado en el mismo
monasterio del Himalaya que Eliade. «No puede ser una coin-
cidencia», dijo a su hermana.
86
loan Culianu estudiaba a los filósofos y magos del Re-
madera,
:. ·nto Marsilio·¡1; F"· 'icino (El mrabro
de la vida)
· y Giordano Bru-
nacimte -a) libi <
no (El arte de la memoria en 1ros aun no prohibidos por el go-
. . Llamarlos magos y filosofos era equívoco, ya que no
bierno. ··5mas y las de la moderna
cían límites entre di:h 1c. as di1sc1p
cono . . E , ,
logía o la c1enc1a pura. ncontró aquí la posibilidad de
psuco ·¡f d; . .. :
rebelión justificada, no exteror, sino interior. Ficino y
una R ..
Bruno eran famosos cn elI {enacimiento, solicitados por reyes
pero perseguidos por la Iglesia, y desde entonces casi olvida-
dos. Las ideas de Bruno sobre lo imaginario darían forma a la
magnificencia simbólica de la corte de la reina Isabel I, e in-
cluso a la arquitectura del teatro Globe de Shakespeare.
Escribieron acerca del poder del individuo para percibir las
leyes del mundo natural y plegarlas a su voluntad. Prepararon
el camino para el asalto de la ciencia al mundo de la fe. Era un
nuevo y revolucionario poder del individuo en la historia, co-
mo escribió otro filósofo, Pico della Mirandola: «Tú (...) que
no te ves restringido por límite alguno, de acuerdo con tu libre
albedrío, sustituirás por ti mismo los límites de la naturaleza».
Al acabar su trabajo, entrada la noche, loan caminaba por las
calles, con el pulso latiéndole aceleradamente, viendo siluetas
moverse en las sombras, tratando de entender la forma de do-
minar un mundo metafísico que la historia había olvidado des-
de hacía tiempo.
De vuelta a su minúscula habitación con su única lámpara,
su ventilador y su ventana, que daba a un imponente olmo, ha-
cía experimentos con los sistemas de memoria de Bruno, cons-
truyendo en su mente una compleja estructura de símbolos as-
trológicos y cargándolos de poderes eróticos. Hablaba de esas
tentativas con humor e ironía, pero se las tomaba muy en se-
no. Cuando pasaba por delante de su habitación a las tres o las
cuatro de la madrugada, su amigo Silviu veía con frecuencia la
luz encendida.
. _ El interés de Culianu por la magia no era sólo una subver-
s1on de la realidad comunista; también le proporcionaba una
vía de escape. Como James Joyce, que había sentido la misma
87
fascinación por Bruno y Pico della Mirandola, Culia nu encon-
tró en la magia una liberación potencial de todas las formas de
poder, incluso de los límites del tiempo Y de la identidad. En
su afán de obtener una beca para estudiar las tradiciones de la
Cábala en Israel, Culianu empezó a trabajar en Eros y magia en
el Renacimiento, gracias al cual acabaría consiguiendo una beca
del gobierno italiano.
Trató sin éxito de encontrar los artículos de la época estu-
diantil de Eliade, en los años veinte. Necesitaba llegar a Eliade
no sólo intelectualmente, sino también fisicamente. Armándo-
se de valor, Culianu envió a Eliade sus dos ensayos sobre el Re-
nacimiento. Uno de los ensayos, «Giordano Bruno y la coinci-
dencia de opuestos», se correspondía con una obra del veterano
estudioso sobre el dualismo y la idea de que el universo estaba
determinado por oposiciones binarias como el bien y el mal, la
luz y la oscuridad. Parecía un gesto condenado al fracaso, ya
que en la Rumanía comunista todo el correo estaba controlado.
88
resonaban canciones de amor de los años veinte, como «Ionel,
Ionelule», que hablaban de la ilusoria y demasiado breve feli-
cidad. Una noche de invierno en que volvían a casa tarde, Sil-
viu y él encontraron en la gélida nieve derretida un billete de
cien leí el de mas valor en la epoca. Era un milagro. Discutie-
ron sobre qué harían con la pequeña fortuna. Culianu sugirió
que se gastaran la mitad en lotería y la otra mitad en libros so-
bre religiones antiguas. Pero, para comprar los boletos de lote-
ría, insistió, tenían que seguir la ley de los laberintos: girar sólo
a la izquierda. Anduvieron por el Bucarest anochecido, dete-
niéndose en quioscos que despedían la única luz en las calle-
juelas oscuras.
Nunca ganaron a la lotería, pero sus verdaderos premios
fueron los libros, que entonces parecían valiosísimos: Lart ch-
rétien primitifde Marcel Laurent (París, 1911) y L'univers, histoi-
re et description: L'E.g;ypte ancienne (París, 1839). Veinte años más
tarde, esos textos ocuparon un lugar especial en la estantería
de Silviu Angelescu, en la Universidad de Bucarest, en su des-
pacho de decano de la facultad de Folklore.
89
Los estudiantes empezaron
. aAl
lanzar
. bolas de nieve a los Pro.
fesores, que se las devolvieron. Igu1en se puso a cantar un
llancico, y pronto los demas lo corearon a voz en gnto mien-
tras se alejaban, resbalando y patinando, por el centro d
!' :. f alMis. ±. 1el
desierto bulevar. Se detuvteron rente 1n1sten_o de Asunt0s
Exteriores, agarrados todos por los hombros cubiertos de ni
ve. Enrojecido y lagrimeante por el fno, su profesor Ion Co·
' l h. . ¡· !}a
se puso a cantar a todo pul mon e 1mno nac1ona 1sta de ant
de la guerra, «Desteapta-te, Romane» (Despierta, rumano) ucs
canto prohibido. Animó a los demás a imitarlo, gesticulan4,
hacia el guardia armado con una ametralladora, agazapado e
su garita. Era corno si la nieve hubiera unido a todo el mund:
estudiantes, profesores, trabajadores, madres, jefes de fábrica'
policías, disidentes e informadores, en un único y et11ico m~
mento de «hierofanía», o revelación. Se unieron a él con cau-
tela:
90
el bulevar Ana Ipatescu hacia el palacio de Ceau-
n
Tomarotando cada vez más alto. La avenida estaba comple-
$
escu, "
can . .
desierta, silenciosa .
y quieta. Las e1arol as lanzaban sus
amente obre Ja u·¡1r urna capa d e nieve,
· y Ia e ali e, normalmente
. 11d se abría, despejada,
destellos S : ante ellos. Fue, según recorda-
nimala,
..
aos después desde
nto de eutona.·
diferentes partes del mundo, un mo-
.
rney produjo otro milagro: Culianu encontró en su buzón
s:rta con sello de Estados Unidos. De la facultad de Teo
una e de la Universida
· · d d dle Ch.ucago. E so era mucno
h mas
, 1m-
·
log;:.nte que cualquier beca. Mircea Eliade le había contesta-
po ·
do, mostrándose entusiasta y amabl e.
91
«Gente morena, muy lista»
93
de buscar el apoyo de los intelectuales haciéndoles usar un
retórica pseudonacionalista. No fue una sorpresa que Cu¡· a
hubiera sido elegido: en aquella < .. secreta'anu
11 cpoca, 1 ta polucia :
tenta ba reclutar los mejores talentos de muchos campos ct· ~n-
:, :. 1b Ustin.
tos. Empezaba a ser conocido. Sin embargo, ser llamado por1,
Securitate le trajo a la memona los terrores vagamente intu;
dos en la infancia.
Se entrevistó con el agente en un aula vacía. El hombre
presentó como Capitán Ureche -«oreja» en rumano-,
Consejo de Seguridad del Estado. Era bajo, con el pelo ralo
d:
un traje azul, ni caro ni barato. Hablaron durante unos veinJ
minutos acerca de poca cosa. Ureche citó a Culianu unos días
más tardes delante de un edificio de apartamentos del centro
de la ciudad, cerca de la calle Lipscani.
Cuando se vieron ese día, Ureche lo llevó a dar una larga ca-
minata. «Dimos muchos rodeos para llegar al sitio», escribiría
más tarde Culianu, «pasamos por muchas callejuelas. Quería
impresionarme con todos esos rodeos, para hacerme creer que
nuestro encuentro clandestino era especialmente importante».
En otro apartamento, Ureche lo hizo sentarse y empezó a ha-
cerle preguntas más directas acerca de sus publicaciones y sus
amistades. Culianu le dio «respuestas extremadamente vagas».
El capitán lo animó a hablar más, a ser más abierto, sugiriendo
que, si cooperaba, conseguiría alcanzar sus metas profesiona-
les.
Unos días más tarde, el capitán Ureche llamó al amigo de
Culianu, Victor Ivanovici, el mejor alumno del departamento
de español. Aunque advirtió a ambos que no hablaran de esos
encuentros con nadie, los dos amigos se contaron todo en de-
talle, buscando una escapatoria al acoso. «No nos dejará», dijo
Victor. «Si nos negamos, sólo será peor.»
94
:, ·s gobernantes otomanos. La versión comunista de esa
anteriores :. habí
. . ión, la Secuntate, a 1a empezado a adiestrarse ya en
instituCI :< S
<.: .:. .:
ando la Unión iovetca, presintiendo la victoria re-
1944, cu
< policías entre 1 os prisioneros
· ·
de guerra rumanos Crea '
cluto a l fil d . . . -
fi ialmente en 1948, « as 1as e la Secuntate iban crecien-
da o e ., . id
n agentes soviéticos convertudos en generales rumanos»»'.
do co! licía secreta tam 1bi6 en recuta·h b; .:
a a miembros de la Guardia
Lapo
de Hierro exiliados en Austria, ·. miles
l dl le los cuales no desapro-
haron la oportumdad de coaccionar a la misma población a
vecI ¡15. .,
la que quisieron movi izar una generac1on antes.
«La represión en Rumanía puede haber sido más dura que
en cualquier otro país satélite de la Unión Soviética en Euro-
pa», escribió el historiador Vlad Georgescu, y la Securitate de-
mostró ser un instrumento particularmente violento y leal al
imperio soviético. En los primeros años, afianzó un comunis-
mo aún inestable a través del terror puro y duro, a menudo
contra los propios miembros del Partido. Decenas de miles de
prisioneros políticos murieron en los trabajos forzados para la
construcción del canal Danubio-Mar Negro. Desde 1956 hasta
1959 el terror reapareció en respuesta a los disturbios en Polo-
nia y Hungría, con el encarcelamiento de «varios cientos de
miles» por crímenes políticos; muchos de ellos murieron en
condiciones horribles.
Hacia finales de los sesenta, sin embargo, los métodos de la
Securitate se habían vuelto más sofisticados, centrándose en el
control psicológico de la población campesina, a la que Ceau-
escu trasladaba a las fábricas de las ciudades. Dado que el país
carecía de una clase media propiamente dicha, los escritores e
intelectuales representaban la mayor amenaza para el gobier-
no. Y esa amenaza requería nuevas tácticas.
. Las nuevas tácticas estaban enfocadas a la vigilancia y la ma-
nipulación. La pasión de Ceausescu por los micrófonos ocul-
tos Y los delatores tenía su origen en la eficacia de éstos a la ho-
95
ra de desacreditar a sus principales rivales. A principios de 1
t nta, la Securitate intervino la., mayor parte
sete1 l
de las con.,"
"TSa
ciones telefónicas dentro del país y...: todas as conferencias
l .In-
teracionales, abrió todo el correo internacional y empleó ;
deos y aparatos de escucha para controlar a los funcionan
del estado. La esposa de Ceausescu disfrutaba mirando ?'
cas cintas de vídeo en que agentes mascuhnos y femeninos
dudan a diplomáticos, a guardias de embajadas extranjera,
enemigos políticos. .
La contribución especial de la Secuntate a la represión mo.
derna transformaría la pasión nacional por los . mitos en pern·1-
d
ciosos e inacabables ciclos de rumores y es1nformación. Un
disidente no era tratado como un disidente, ya que, bajo el go
biero de Ceausescu, se suponía que todo el mundo tenía que
ser feliz. A los disidentes se les reservaban acusaciones falsas de
violación, homosexualidad o tenencia de drogas. A la policía
secreta «le gustaban esos medios de persuasión indirectos y
misteriosos», escribe Matei Calinescu, quien cita «casos en que
niños en edad escolar, hijos de disidentes, recibían severas pa-
lizas en la calle». Se dice que, en años posteriores, la Securitate
utilizó subrepticiamente radiaciones para intoxicar a los escri-
tores a quienes había detenido. Aunque uno no fuera vigilado,
temía estar siéndolo. Según el antiguojefe de la Securitate Ion
Pacepa, «controlar los pensamientos de la totalidad de lapo-
blación rumana se convirtió en el principal objetivo de Ceau-
sescu en política nacional». De este modo, el régimen se espe-
cializó en los vínculos psicológicos que exploraban los magos
del Renacimiento que tanto interesaban a Culianu.
96
Ja. Los llevó de viaje por todo el país con una bandera
. con e». Ita en el capo de un coc he dieal (quiler.
l1r · El asunto acabó
rqu1s
a"aespacho del decano. «Fue todo muy formal», dijo Vic-
en C ndo llegamos alh, el decano no estaba, y en su silla es-
tor.
«t ua
ba Vreche.»
"Blando con cada uno de los alumnos por separado, Ure-
che 1e s dio diferentes 1numeras de teléfono para que lo mantu-
. n informado de as actuv ades de sus amigos, sobre todo
. ºd
viera 1,:. ·: d :
de cualquiera que expresara la intención le salir de Rumanía o
d criticar su gobierno. «En su deseo de no contrariarlo ni pro-
4+o», escribiría más tarde Culianu, «en el espacio de unos
eses llamé una vez, para decirle que... no tema nada que de-
m ] .
cir». Cada vez que se reun1an, e nesgo aumentaba. Si hacían a
uno una propuesta y se negaba, podía ser expulsado de la es-
cuela. Por aquella época, un amigo dijo a Ivanovici que, si in-
gresaba en el Partido Comunista, Ureche tendría que dejarlo
en paz. Los estudiantes leyeron que, según una nueva ley, un
miembro del Partido no podía ser interrogado por la policía se-
creta sin autorización del secretario del Partido. Resultaba muy
tentador. Muchos de sus amigos se hicieron miembros del Parti-
do en aquella época. Convertirse en miembro era fácil. Ceauses-
cu había anunciado recientemente su independencia de la in-
fluencia soviética, y algunos profesores los animaban a tratar de
cambiar el sistema desde dentro. Pero otros muchos no entra-
ron en el Partido. Hacerlo hubiera sido firmar un pacto con el
diablo que habría destruido a la generación de sus padres.
Sopesando los pros y los contras, angustiados, sabiendo per-
fectamente cuáles eran las implicaciones de esa iniciativa, tan-
to Ivanovici como Culianu dieron el paso de afiliarse al Partido
Comunista en enero de 1970.
Asistían a las reuniones del Partido una vez al mes. En ellas,
Culianu pasaba el tiempo «estudiando sánscrito con un diccio-
naro muy grande». Sólo una vez habló, para defender a una
chica que se enfrentaba a una expulsión por no haber declara-
do que sus propios padres habían sido ricos terratenientes an-
tes de la Segunda Guerra Mundial. «Sólo me adherí fsicamen-
97
teal Partido Comunista», escribiría a las autoridades ame,:
S . . d I . 'nca
n su declaración jurada al Servicio le Inmigración y )y
nas e» • <] ¡bs h Da-
turalización en 1991, «y no hice en él absolutamente ninguna
ontribución substancial». Pero, como Fausto, sobre qui
C .. < di en
tanto escribiría más tarde, Culianu parecía lispuesto a sacnin.
car sus ideales para triunfar.
98
·r del otoño de 1970, la incipiente carrera de Culianu
A par'O . ·. : :
di6. Un diano un1vers1tano que había ido publicando
se h!""".,g, y críticas desde 1967 dejó de aceptar sus trabajos
s histo ·- J
su . io de 1971, tras aprobar su colección de relatos fantásti-
En jun1
nunciarla en su cata<1 ogo, 1 a e ·diltonal :. Emmescu
.. la recha-
cos
,
ya .. :. 51. .:. C'
entinamente sm mas explicaciones. ulianu solicitó una
z6 reP
financiada por e: ·1Mi<. " Ialiiano de Asuntos Exterio-
inisterio
becaSe puso eutonco,r ¿.:.
cuando, en Ju ··110 de 1971, se enteró de
res. id ·l •
había obtenido e pnmer puesto entre los candidatos se-
quedonados para estu di1ar en Si1ena. Fel; e1z, escn¡i6 10 a su herma-
1 ce
a su madre d"licién . , d lol es que no 1 as vena , ese verano en Va-
na Y 2, 1¡1. 4
ratic... ¡que estana en ta.1a.
Sin embargo, para disfrutar de la beca necesitaba un visado
de salida. Durante tres semanas visitó a diario el amable edificio
del Ministerio de Educación, en una calle tranquila de Buca-
rest, cerca de la casa de su tía. Cada vez que iba, le decían «no
hay respuesta ni novedad» respecto a su solicitud. Cada día se
levantaba con una angustia matizada de esperanza. Incluso in-
tentó usar algunos de los talismanes de Marsilio Ficino para su-
plicar a los hados. Mira, decía, ¡el mundo se ofrece a pagar por
que vaya! A Italia, origen de las artes del Renacimiento que tan-
tos años llevaba estudiando. Cada mañana se preguntaba si ése
sería su día. Las semanas pasaban. No había respuesta. No reci-
bía una negativa, sólo un «no hay respuesta». El programa de
Siena empezó en agosto sin él. Sólo a mediados de mes recibió
una respuesta en forma de carta: el ministerio «lamentaba» te-
ner que comunicarle que su solicitud le había sido denegada.
No sólo era negar un derecho que un ciudadano de cual-
quier país libre daría por supuesto, no sólo representaba per-
der una oportunidad única que había ganado contra todas las
expectativas probables entre aquellos profesores de tercera ca-
tegoría y esas condiciones tercermundistas, sino que era una
manera disimulada de socavar su triunfo de la voluntad. Culianu
había deseado incluso compartir su prestigio con el odioso ré-
men. Se había hecho comunista a pesar de todas las persecu-
ciones del Partido a su familia. «Es nada menos que una crisis
99
nerviosa», dijo Vladimir Tismaneanu, profesor asociad
ciencias políticas en la Universidad de Maryland, acerca''
...:...
experiencia ·d f
similar. «Uno no puede ·:
tunconar, por la purauna
a]
surdidad del rechazo, por esa s_ednsac•~n que uno tiene de que
todo se va a pique y de que 1a vi a te testruye.»
100
Un sueño del paraíso
101
gistros parroquiales las versiones reales de los personajes. P
de que tuviera la sensación de que en poco tiempo perde .
para siempre las posibilidades de llevar a cabo esa investi;:
ción.
De ambos relatos, «El secreto del doctor Honigberger», e
ro cn 1os8.es et 4s dsaa",2""3,a"cura de uj
ven que estudia en Bucarest filosofía india y es lamado a un
hermosa casa en un hamo elegante. La duena, la señora Ze,
lendi, le explica que el misticismo indio también era el tern:
de estudio favorito de su marido, cuya monumental obra con-
sistía en una biografía del doctor Honigberger, un célebre in-
vestigador sajón del siglo XIX inexplicablemente desaparecido
igual que su marido. La mujer pide al narrador que busque en
los cuadernos de trabajo de su marido a ver si da con una pista
de sus destinos y con sus descubrimientos secretos.
La señora da a entender que su marido murió veinticuatro
años atrás, pero el narrador descubre a través de la enigmática
hija que Zerlendi ha desaparecido recientemente. Tras largas
tardes en el estudio bien provisto, el narrador llega a los in-
trincados informes del doctor acerca de cambios de tiempo y
alteraciones perceptivas. Envuelta en humo de cigarrillo, la
hermosa hija del doctor le advierte de la inminencia de un pe-
ligro: las demás personas que habían intentado antes que él
esa búsqueda encontraron un final trágico.
La historia constituye un buen relato de ficción, pero tam-
bién es interesante como experimento, en que Eliade empleó
los clichés de la literatura fantástica para explorar misterios
reales de la religión india, como la levitación y la omnisciencia.
Culianu sospechaba que Eliade había utilizado personajes his
tóricos reales y experiencias personales para «sugerir más Y
con mayor precisión de la que habría sido posible en una des-
cripción estrictamente científica». Buscando en el Archivo Na-
cional Rumano de Brasov, descubrió para su sorpresa que exi
tía un doctor Honigberger de carne y hueso, y que había
vivido a mediados del siglo XIX en Brasov, así como un «desdi
chado ayudante moldavo» que desapareció hacia 1867.
102
como más tarde apuntaría el biógrafo de Eliade, Mac Lins
p;cketts, en la historia parece que Eliade escribía acerca
cott ~eriencias · personaltes. Por ejemplo,
· 1 el l narrador llega a un
de exp . . .
d de omn1sc1enc1a supuestamente producido por la in-
estado 1 ·<
m u: «Esa sensación era como
ráctica de a me 1tac1on hindi'
·di'
tensa P d
d un hombre contemp1 an o toda su casa desde la esquina
dla tena habitac1on.
• ... N
o ve a turaves d,e l as paredes, pero ve todo
e ;ue sabe que está en otra habitación, o en el resto de la ca-
..»
1
o cuando se coteja con los diarios personales de Eliade
"_u de sus exploraciones místicas, la historia parece oscilar
ficción y la realidad. Al igual que eljoven protagonista
de ficción sigue los diarios del doctor dirigiéndose hacia una
trampa que éste parece haber presentido, también el lector
cae en el laberinto de la historia siguiendo a un personaje que
lee el diario de otro hombre.
En Brasov e lasi, Culianu no encontró más pruebas de mo-
delos de personajes en la vida real. Llegó a la conclusión de
que su mentor había seguido la consagrada tradición de em-
bellecer los hechos para hacerlos más interesantes. Más aún,
Eliade parecía considerar la ficción, igual que el yoga, como
una disciplina que podía ayudar a conducir a uno a la ilumina-
ción. Se divertía imitando los misterios del cosmos que busca-
ba. Años más tarde, Culianu sospechó que los relatos y libros
eruditos de su mentor revelaban incluso ambigüedades más
profundas de la percepción. Al final de su vida, Eliade, según
Culianu, «parecía ver el mundo como una maquinaria mucho
más compleja y engañosa que antes. En efecto, a lo largo de su
vida se había enfrentado a diferentes grados de ilusión, y aho-
ra recordaba su propia obra monumental como una poderosa
operación hermenéutica que había creado su propia verdad».
Años más tarde, Culianu trataría de hacer lo mismo con su
propia narrativa.
Hacia 1972, Culianu también había aprendido de memoria
los versos en sánscrito de Samkhayarika mientras estudiaba a
los místicos judíos que habían inspirado a algunos de los filó-
sofos del Renacimiento. Esas investigaciones resultaban absor-
bentes y divertidas. Pero se encontraba ante un problema
. t Cuando se terminaron sus
c1ante. ª~-
. vacaciones, volvió al suc·'1o in
2
104
también obtuvo algo mucho más importante: otra be-
Pero obiemo 1itali:1ano, es sta vez en P'erugia.
. Al principio no
ca:-~ !
1
nadie. Mientras sus amigos bromeaban, divirtiéndose
lo""Y,, ¡egos que en otros tiempos había dirigido, buscaba la
con ara salir del país, el documento que le había impedido
claveunP año antes, ell vsaao
¡rse d d1e santa.
salid P'ero ¿cómo
, conseguirlo?
Al haberle sido denegado una vez, Culianu acudió a ta je-
uía universitaria. Se enfrentó de nuevo al angustioso pro-
rarq de solicitud. En esa ocasión
ceso . sejugaba más, no sólo porque
había fracasado una vez, ""79P?que tenía la sensación de
que ésa seria su u tima oportunila .
105
Se enfrentó a un último e importante obstáculo. La be
·6 d "cac
bría su vuelo, sus estudios y su manutencon turante cuatro'
mªnas , Pero para quedarse en Occidente necesitaría
q.:.2 . di·nero
El problema era que en aquel sistema era practucamente in,
sible ahorrar. No podía colocarse como camarero en un +,,"_
había gastado el. dinero que le había enviado su madre en .
cenas con amigos. Tema la b eca y e1 visa
- . d
o, pero habría Vino
s·d
Y :. ·id di "do
una triste gracia si no hubiera conseguulo Linero para quedan
se en Italia.
Hacia esa época, su amigo Radu recibió una llamada del
profesor Ion Coja:
-Conozco una alumna -dijo Coja- que tenía que entregar
su trabajo de investigación la semana pasada pero no pudo ha-
cerlo porque no lo había escrito. Su padre es supuestamente
un chófer del Comité Central del Partido, pero vive en una ca-
sa impresionante. No puedo ayudarla porque para mí es de-
masiado peligroso, pero he pensado que quizá podría intere-
sarte. Es mucho dinero.
-¿Cuál es el plazo?
-Cinco días.
-¿Estás loco? ¿Y cuál es el tema?
-«Liviu Rebreanu visto por los críticos.»
-¿Cómo pudo escoger un tema tan amplio? Esto es serio.
¿Te das cuenta de... ?
--Por eso te llamo.
--Mira, no puedo hacerlo yo solo. No se trata sólo de que es-
cribamos el tocho, también hay que trabajar con la chica y ha-
cérselo entender para que pueda pasar el oral. Quién es su di-
rector?
Coja se lo dijo.
-¡Dios! -era un famoso crítico literario especializado en
escritor Liviu Rebreanu--. Mira, esto es un asunto serio. Tengo
que... Tengo que encontrar un compañero.
Después de colgar, Radu llamó a su amigo y futuro cuñado,
Serban Anghelescu. Unos días antes, Serban le había dicho:
«¿Sabes? Tengo 26 años y nunca he visto el Mar Negro. Nunca
106
·do dinero suficiente». Así que Radu despertó a su ami-
+e te""' jo de la mañana.
O
go a las Bula, despiértate, que estaré allí en diez minutos.
_Oye, iso de su amigo, :. Radu conto<1a hi1stona. ·:
1
En e! Pré un par d e libn 1 ros, re a casa y trab2<<
:. z
aJare en 1 a estruc-
-Coge"
eneral, aunque no sepa ni.. que poner. T<'ú vas a 1.la biblio-
2 ••
cura gl es me lo traes todo hacia las 6 y empezamos.
teca, Ie» 5bi: < .:
si no sé escn ir a maquina.
-Perigual. Mezclaremos l as .1nrormacones
-Es
O
C'. • d.e que disponga-
hablaremos, ya saldrá algo. Yo lo escribiré a máquina, y
mos Y
mañana por la manana re :. a ver a l a c :hi1ca y tratare6de meter·1 e
das esas cosas en la cabeza.
to Pero al atardecer, Radu estaba exhausto. Hacia las 6:30, Ser-
ban entró sin prisas en su piso con Nene Culianu. Se habían
tomado dos botellas de vino y olían a licor.
-¿Qué pasa? -preguntó Radu.
-He ido corriendo a ver a Nene a la biblioteca y le he con-
tado lo que estábamos haciendo, ¡y me ha dicho que ya tiene
un trabajo sobre Rebreanu! Me ha dicho que nos lo va a dar,
así que nos fuimos a un restaurante, luego al cine, luego a re-
coger el trabajo, y aquí estamos.
-Pero ¿qué significa esto? -Radu se volvió hacia su amigo.
-No te enfades -dijo Culianu--. Fue idea mía. Lo mío está
hecho, y podría constituir la parte principal del trabajo de in-
vestigación. Sólo necesito quinientos lei para comprar las cosas
para Italia.
A pesar de las objeciones de Serban, Radu insistió en que
dividieran el dinero en tres partes iguales. Se pusieron a traba-
jar. Nene y Radu escribían deprisa; primero Nene mecanogra-
fiaba y Radu compilaba, y luego Radu mecanografiaba y Nene
compilaba. Hacían turnos de dos horas cada uno para cada co-
metido. Serban bebía, fumaba y, de vez en cuando, hacía algu-
na observación. «No me gusta esta palabra. Prefería la otra.»
Sorprendentemente, se divirtieron haciéndolo. Fue un buen
trabajo. Hacia las dos de la madrugada, se fueron a la cama.
Al día siguiente, Radu fue a ver a la chica. Ella se resistió.
107
-Es demasiado dificil -dij o. .
eua»ndo Radu se dio cuenta de que laJoven no entend·a,le
dijo: .2
108
a si la chica se olvidaba? ¡Todo ese trabajo, todos sus sue-
pan'no podía pensar que conseguiría vencer a ese sistema
n<os!. .. o ?
¿
adverso,
"",aa vez más encorvado, con las manos en los bolsillos y la
ta áspera del tabaco, Cuhanu oho un carro de estiércol
garga:zaba lentamente la plaza. Era unjoven delgado y tenso
que e años, con una cicatriz
. . . . .
22 en 1 a ceja izquierda; recientemen-
de en su intensa f;rustrac1on, habí
.:<.
a, ia atravesado la puerta de vi-
:;0 de su editorial en Bucarest. Su avión iba a salir a primera
hora del día siguiente, y no tenía ni maleta ni ropa decente.
Vio un par de soldados armados con rifles Kalashnikov. Te-
ía que hacer el servicio militar al año siguiente. De repente,
:yó que Serban gritaba. Allí estaba Radu, pasando entre los
soldados, cruzando cinco carriles de tráfico, con una gran ma-
leta. Radu llevaba gafas de sol, como un personaje de novela
sobre la Mafia. A pesar de su angustia, loan se echó a reír.
-¿Qué ha pasado? ¿Qué ha pasado? -preguntaron él y Ser-
ban cuando llegó Radu.
Radu abrió la maleta. Los tres se quedaron anonadados du-
rante un minuto. Seis mil lci. Una fortuna. Culianu contuvo la
respiración para decir que sólo tenía dos horas para comprar
ropa para su viaje. Llamaron a Miran para que los llevase a los
grandes almacenes más importantes de la ciudad.
-¿Estás seguro de que quieres dar dos mil lei a Nene? -pre-
guntó Serban a Radu mientras se apiñaban en el pequeño
Fiat-. ÉI sólo quería quinientos.
-Eres un hijo de puta. No me lo puedo creer.
-No, no -dijo loan-. Con quinientos ya tengo bastante.
-De ninguna manera. Dos mil.
Radu sacó el dinero y lo dividió de modo que cada uno pu-
diera Ir a las diferentes secciones de los grandes almacenes Y
Comprar a loan un traje, unos zapatos, calcetines, pantalones,
camisas Y una maleta. Sólo se gastaron mil lei. loan deJO los mil
restantes diciendo:
-Quizá los necesite cuando vuelva.
109
Esa noche, su hermana Tess tuvo una extraña corazonaq
• < habl ada.
Llamó a loan a casa de su primo. Quería al lar con su hen,,, MIla-.
no. Se puso su tío:
-Están de compras dij o. Llama más tarde.
Llamó más tarde y obtuvo la misma respuesta. Dijo que lla.
maría a la mañana siguiente.
Llamó a la mañana siguiente y no contestó nadie. Llams
por la tarde, y su tío le dijo:
-Se ha ido.
Eso fue todo. Su tío fue a Váratic para decírselo a su madre.
Irónicamente, un día antes de su partida, un amigo que se
había esforzado en interceder por él consiguió un buen pues-
to en una editorial, en las publicaciones de arte, que abarca-
ban música, literatura y pintura, Secolul 20 (Siglo XX). Pero era
demasiado tarde.
110
avión. El aeroplano pasó rodando ante los soldados
biera al ostados cada cincuenta metros, sobre el asfalto
aP'
ados .: ,. .
arrtl d Echándose hacia atras en su asiento, con 1os OJOS. ce-
agrieta ~- an sintió la vibración de los motores atravesarlo
f
¡-rado5, avión avanzó por la pista antes de elevarse en el aire.
cuan??'_ et 4 de junió de 1972.
La fecha e
111
111
Arribista, 1972-1986
El mito de Occidente:
Italia, 1972-1975
115
Conocía a loan Culianu de las clases, y cuando él la ame
ba a preguntas, ella intentaba contestar lo mejor que tral~
.: Podía
Durante los siguientes noventa minutos, estuvieron hab]
:. r, l l
sin parar, pasando del tratamiento ,orma a tuteo. A sus 1 .
and
:. li di: :. Uein-
ta y tres años, era una mujer culta y extraordinariamente atua
tiva, con el cabello corto y negro, y una figura que cautivab 1
•
miradas <li:
de los hombres italianos que j
vo'van en avión de7alas
ha-
,,
h
cer negocios dudosos. loan le acía preguntas acerca de la vi-
da en Occidente. Cuando ella contestaba con cautela, loan in,.
sistía.
-Oye -acabó diciendo, mientras observaba a los estudian-
tes, hombres de negocios y algunos viajeros sospechosamente
bien vestidos que había alrededor-, no hagas muchas pregun-
tas aquí. Tendremos mucho tiempo en ltaha.
116
iglesia resplandecientemente blanca. Sobre las es-
a
lan'' dequndos .
murallas se elevaban imponentes torreones cir-
quin? ·n una rica colección en la Galleria del Arte Umbria
colares: ta que dominaba las llanuras de Asís, donde nació san
una •vas Peruo-ia proporciona
Y rancisco, ·: b;
a una buena introducción a
0· .
F ¡¿ en Italia y en Occidente.
la~ ª de julio hasta agosto de 1972, Culianu vivió de su beca
··-" esa siguiendo los corsi di alta cultura (cursos de cultura an-
italiani
. ). Asistía a cursos supenores, de un di1a entero, de litera-
±
117
tista de Florencia. Llegó temprano, con un sobre doblad
el bolsillo,justo cuando el día irrumpía en la Piazza den""
noria, y contempló con veneración la fachada de los Ufiz ª. ig.
estatuaria de la Loggia de cIo a.d correo su ca yl
• Ech6
le1 Laanca.
Eliade, anunciándole que había llegado a Occidente y qu rta a
z .: l etua
taba de decidir si quedarse. Espero ansioso a respuesta.
118
Le contaron las patas. Sólo tenía siete, lo cual significa-
uert cepcional. Marghescu dijo:
uerte e d ,
ba S cuando lleguemos, ten ras una carta de Eliade.
_Ahora,ntraron la carta en casa. E ra pro1:.ua, IIena de explica-
yenco di: .:. D·
. ·on algunas lirecc1ones. Necia en esencia: Me alegro
ciones Y ~nsideres la deserción. Creo que habrás tomado la de-
de que c h
.. , certada. Trata de acerte un nombre, y nos manten-
cisión a
d mos en contacto.
repara Culianu, la respuesta era aniquiladora. Había decidido
da menos que cambiar toda su vida en gran parte por los
~ª·mosque le había dado ese hombre. Eliade conocía su situa-
~n sabía a qué dificultades tendría que enfrentarse en poco
tiempo. Eliade parecía h1aberlo
c1o1, < b 1 incitado
. . d con sus insinuaciones
de ayuda y sus palabras elogiosas. ¿Por qué respondía tan fría-
mente ahora que sujoven seguidor lo necesitaba más que nun-
ca? La beca de loan estaba a punto de llegar a su fin, y era el
peor momento posible para ese revés.
Después de unos días de profunda depresión, redactó una
solicitud para que le fuera prorrogada la beca italiana. Una se-
mana después, Marghescu se fue de Perugia rumbo a París.
Anca Giurescu preparó su vuelta a Rumanía con el grupo. Se
acercaba el momento en que tendría que decidir si iba o no a
quedarse.
Si se quedaba, estaría solo. Sin amigos, sin familia, y pron-
to sin dinero: nimic, nada. Una de las últimas noches, Giures-
cu y él fueron a sentarse en su muralla medieval favorita.
loan había traído salchicha, queso y uvas. Ella cortó una cru-
jiente hogaza de pan mientras él descorchaba una botella de
vino tinto. Brindaron por la prórroga de la beca: el gobierno
había renovado sus fondos por un mes suplementario, si bien
se le había advertido que eso era lo más que podía dar de sí la
ayuda.
loan habló a Anca de su padre, de los parientes aristócratas
que ya no eran sino extrañas reliquias de sus sueños.
-¿Qué pasará si me equivoco en mi decisión? -preguntó.
-Eres joven -dijo ella-. Si yo no tuviera a mi marido y mis
119
, T. s toda tu vida por delante. Si vuelves
hijos, 1o haría ""$";",ir de i. "et
mundo nunca otra a
I mn la miró fijamente.
ºª a encrucijada. No estoy seguro de qué está
-Estoy €"" ¡te. ¿Crees que me las puedo arreglar;
bien ni de qu es P lll
Eliade? f1 . , mirando cómo se espesaba la oscuridad e
Ella rellexiono, ¡e, d · :n
d ramas de los olivos disemina os ante ellos. El olor
las nu flosas cas del polvo y del vino flotaba en la brisa ve
de las ores se • .._..
pertina. d
-Si tu carrera depende tanto e otra persona, ya no es real
mente tu carre ra, ¿no? . , .
Se h. 0 un largo silencio mientras la ulttma luz se agotaba
1enanee y 1a luna los bañaba en su pálida claridad.
Durante sus dos frenéucos y últimos días juntos, él insistió
en acompañarla a comprarjuguetes para sus hijos, y fue con ella
a la estación a las cuatro de la mañana. Era su única amiga en
Occidente y sólo la segunda persona en su vida a quien había
revelado su más profunda ambición. Y se fue.
120
batalla, perdida de antemano, contra la enfermedad
Jargatal Se endureció para afrontar la prueba que le esperaba
m°"_,¡¿,do la teoría de Eliade de que nuestras vidas presentan
recor :. d, f ·id
dalías del desuno» e rorma repetu la y pautada. Escribió a
«O b acerca de ese reto en enero de 1973: «Ahora estoy en el
ser anabismo de Occidente. Llevo un revólver en el bolsillo
negro I :. H .
defenderme de tos amigos. (e cambiado mucho, Bombi-
para. desde la u1. urna vez que nos vimos ... . Soy cínico y duro
+. (. .)
neU1, .
orque aqui la vida val
e poco. e·aertamente, aunque la vida val-
P poco, las tentaciones son profundas. Consigo a duras penas
gabrevivir O ahorrar un dinero».
so Se mudó a Roma, donde la vida se volvió cada vez más dif-
cil. Se instaló durante diez días en el pequeño piso de Mario y
su mujer. Tenían problemas. Mario se había casado con una
extranjera de clase inferior, y su rica familia le había retirado el
trato. Su esposa rumana nunca había trabajado para ganarse la
vida. Con sólo un nivel de bachiller, luchando con el idioma
italiano, se debatía contra su propia depresión. En otros tiem-
pos se había sentido atraída por loan, y al principio le hizo ilu-
sión verlo en Italia. Ahora ella y Mario no tenían nada que
ofrecerle, y él no tenía nada que ofrecerles. De mala gana, Ma-
rio le pidió que se fuera.
Seguía sin estar seguro de desertar. Su hermana le suplicaba
que volviera. Por insistencia suya, el diario Secolul 20 mantenía
abierto su cargo editorial. Finalmente, loan le dijo que no po-
dría aceptarlo porque «sólo puedo volver como triunfador».
En su desesperación, trató de hacerse monje en un monas-
terio apiano. Después de tres semanas, abandonó su búsqueda
de la iluminación bajo falsos pretextos, puesto que sólo busca-
ba asilo político. Fue a una pequeña y sucia comisaría de poli-
c1a en Roma, donde entregó su pasaporte rumano. Un muy
poco conspicuo escenario para el acto más significativo de su
breve vida. Eljoven e introvertido muchacho criado en un am-
biente moldavo de amor, destino y estímulo intelectual pasó ª
estar, a todos los efectos prácticos, muerto.
121
. país sin papeles ni identidad, pidió ayua
Ciudadano sin ' M
cido suyo, Bruno lanzon.
· M
lanzoni lo 1
aa
rofesor y con O . L a o.
un P . d Roma durante un nempo. uego, Culia.nu
.ó en su piso e . , . . se
J < d njoven y dinámico arquitecto y su mujer
mudo a casa e u . , d .y en
. . algo misteriosas. Era un peno o muy dificil ,,
circunstanc1as hi6 '· la
d, •.-..mpear con los avatares como un ta ur que fuer
no poda U
d+I • ] p, · d,
. ,
como d liria mas , tarde su mujer, «capaz anzar un ,arol a Dios •
stantemente humillado. En una fotografia de ¡ 973
Es taba con · b •
.
es un yoven atormentado con gafas y un . traJe arato y mal cor•-
tado, con una chaqueta cruzada demasiado holgada para esa
percha. Su mirada es más asustadiza que penetrante.
En Italia, los refugiados eran encerrados en campos de in-
temnamiento o de concentración, donde tenían que informar
de todas sus actividades a la policía local y eran tratados con in-
diferente y burocrática brutalidad. Acabados sus períodos de
beca, agotado el dinero y sin que sus amigos pudieran hacer
nada para impedirlo, Culianu entró en el campo de refugiados
de Latina.
Cerca del Tirreno, el campo de internamiento de Latina
consistía en desoladoras filas de barracas atestadas y sucias en
medio de campos incultos. Culianu compartía su miseria con
todos los indeseados e inaseados -reclusos yugoslavos, gitanos
húngaros y refugiados argelinos-, personas sin relaciones y sin
organización. Sólo podía salir del campo durante el día, y sólo
para trabajar. Se ganaba la vida como podía, dando clases par-
ticulares de inglés y lavando platos, o «pescando perlas», como
se solía llamar. Se obligó a sí mismo a pasar hambre. Se com-
pró un jersey ancho en un mercadillo y se dedicó a robar co
mida metiéndose fiambres debajo del jersey. Por la noche, co
locaba sus pocas liras bajo la almohada militar mientras oía
cómo sus compañeros afilaban sus cuchillos y hacían bromas
groseras acerca de sus líos con las mujeres del campo.
i2ué lejos estaba de sus idílicos paseos vespertinos con An
ca Giurescu en Perugia! Escribió a Serban: «No tengo ni el fue-
go del demonio en la sangre, ni la paz ni la paciencia del hom-
bre que busca el bien ... Os echo de menos a todos, pero
122
ubby] es a quien más añoro. Me dio fuerza durante casi
[C _ 5 Desaparecera de forma normal y tranquila como
d 0 s ano . . , r-. 1
. , Nadie adverura su Ia.ta porque él no cantaba su pre-
•
arecio, b. , . (
ap . Quizá yo también». 0 'orin «Chubby») Zaharia murió
Senc1a.turamente unos anos - d
espues. ,
Prerna . . d d .
Las malas noticias procedentes le casa avivaban la depre-
:<. de Culianu. En Iasi, estaba condenado y sentencia do a sie-
sion5os de carcel
• por « den1grar
· e I Estado». A causa de su de-
te an'ón su hermana h,bi ·id
serCl . . a 1a S1 O expulsada · . del trabaio
) de
ofesora adjunta de literatura en la universidad que antaño
pr
había dirigido su c. ·¡· Su madre
famla. d se retirójusto
· ,· antes de que
1 echaran a ella también. Los amigos de la familia recibieron
:dvertencias de que no debían relacionarse con ellas. Algunos
se convirtieron en informadores. Cuando se enteró de la situa-
ción, Ioan escribió a Tess en febrero de 1973: «No puedo acon-
sejarte que te muestres sumisa. Sé que no lo harás. Pero piensa
en cu carrera. Soy trabajador y, al final, nuestra fe, nuestra in-
teligencia y nuestra bondad vencerán».
Con el hambre, el frío y la falta de dinero, perdió su ambi-
ción. Apenas le importaba que fuera de día o de noche. Yacía
en la cama con la «heroica locura» que Bruno y Platón habían
convertido en clave de su estética. Finalmente, una noche, sacó
el cuchillo oriental que había heredado de su padre. Deslizó el
frío filo por su muñeca, lo hizo retroceder y se lo clavó. Con la
sangre cayéndole por el brazo, cambió el cuchillo de mano y se
cortó en la muñeca derecha. Según cuenta Mircea Marghescu,
luego se hizo un corte longitudinal en cada antebrazo. «Fue te-
rrible. Me enseñó las cicatrices. Se había cortado las muñecas y
el interior de los brazos hasta los codos, con cortes largos Y
realmente profundos», dice Marghescu. «Cuando hacía algo,
lo hacía en serio.» Con los brazos cubiertos de sangre, Culianu
se quedó dormido en la cama. Soñó con una hermosa chica
rubia que le hacía señas en un exuberante bosquecillo de na-
ranjos. No había bañado las heridas en agua tibia, de modo
que la sangre fue secándose lentamente y detuvo la hemorra-
a. Se despertó con una sensación de mareo y de calma. Du-
123
d. años siguientes, en todas las fotografiasen
rante l?s iez nga corta, loan llevaba muñequeras para que
aparecía con ma1 g d l :hi
:..:<. Ocu]
.d Nunca olvido su vs1on e a cl aca rubia.
tar sus hen as.
. aso' ocho meses en el campo de Latina antes dte
Culianu pi •
. 1 ente reconocido como refugiado
ser o)fi1c1aim • : conforme la Co n-
. , de Ginebra de 1951. Se gasto el dinero
vencion . que le quedaba
en una turbia transacción para conseguir un pasaporte inter-
nacional Nansen, «rosado y fino como una rosa de mayo». En.
contró un puesto en el equipo de estudio 1;
de la legislación la-
.: 2
124
'a obtenido una puntuación perfecta en cinco de 1
b
Habí
. cialidades de hiistoria dl
Ie as religiones.
1as
eis esp€ di
_Sigo sin papeles )o.
p] hombre reflexiono. _
Tienes que contar tu historia al fm,fessore. Es el único que
ede ayudarte.
pu El proJessor:e _era Ugo Bianchi, un especialista de talla mun-
dial en gnosticismo.
_Estoy impresionado. El hecho de que hayas conseguido es-
resultado por tus propios medios es absolutamente increí-
te . l , 1
ble. No obstante, tenes que sacarte e: titu.o antes de poder
dar clase.
-No puedo sacarme el título sin dinero. Y tampoco puedo
ganar dinero sin dar clase.
Bianchi hizo lo necesario para que Culianu siguiera el pro-
grama de tercer ciclo, trabajando al mismo tiempo como miem-
bro docente del departamento de Religiones. Consiguió una
beca para cubrir los estudios de Culianu en teología bíblica y
no occidental, incluídas la griega y la hebrea. Durante muchos
años, Bianchi fue el mentor que Culianu había esperado en-
contrar en Eliade. Con él aprendió los métodos y técnicas de
un historiador de religiones profesional en Occidente. Su tute-
la fue a la vez una bendición y un inconveniente: la orienta-
ción de Bianchi se estaba quedando desfasada, ya que consistía
en acumular hechos esotéricos prestando poca atención a la
teoría. Pero Culianu siempre le quedaría agradecido, así como
al decano de estudios de la universidad, Giuseppe Lazzati, y al
jefe del departamento de Religiones, Raniero Cantalamessa,
por su buena voluntad a la hora de darle una oportunidad. Pa-
ra él resultó providencial. En el espacio de unos meses había
pasado de un intento de suicidio en un campo de refugiados a
una beca que le iba a proporcionar una plaza de profesor ayu-
dante en Occidente.
125
Chicago, París y Mircea Eliade
127
iali en el «arte de la memoria», la antigua técnica ,
especial1zo d l¿ 5 le
o as partes co
+:. ·'
1
. do mentalmente por las ha 1tac1ones recooie d
dor iba pasan . o· n o
los pasajes asociados a cada imagen. ,
No obstante, en lugar de una casa, Bruno decía haber m
mor1za . d Io mas' de un centenar
•
de s1mbolos• astronómicos , as-
1, • os y del antiguo Egipto para
rologcc
constrmr una compleja4 .
Qu' 1di, ar
itectura
qui e mística de la memona. ... d men apren iera esa maoia
o·
ara Bruno un «adepto», o mic1a o, a un mundo superior.
era p .. dí
Usando ese conocimiento, decía, un mago po 1a proyectar su
voluntad para conquistar a una amante, o inclu.so ª. toda una
población. La cuestión de romo se hacia era el misterio que ex-
ploraba Culianu. . . , .
Rechazado en Italia, Bruno mfluyo en la Vida cortesana in-
glesa y en la arquitectura del teatro Globe de Shakespeare. Cu-
lianu comparaba la magia de Bruno con la de los anunciantes,
las empresas de relaciones públicas, la de quienes controlan
los fenómenos políticos y la propaganda, y exploraba los fun-
damentos de la sociedad occidental con la que tenía contacto
por primera vez. Esos profesionales trataban de manipular el
inconsciente colectivo con métodos que Bruno había estudia-
do en profundidad. Las técnicas de Bruno funcionaban -o
gente creía que funcionaban- lo suficiente para que recibiera
invitaciones del rey de Francia... y para que fuera ejecutado
por razones que aún hoy no están del todo claras.
Los encuentros de Culianu con el mundo bruniano de los
signos le hicieron profundizar cada vez más en la relación en-
tre la religión y el poder, entre las pautas de la historia y las fe
chas críticas que vio registradas -aunque toscamente- en as·
trología, y en los modos inconscientes en que el pueblo es
manipulado. En una carta a Serban, en Bucarest, de octubre
de 1973 , hacía alusión a sus descubrimientos y a su nuevo «éxi
to social, por el que he pagado un precio enorme, mayor de
que ningún hombre podría soportar». y seguía: «La soledad
128
-"' ra me rodea, para siempre y de forma definitiva y en
ye anO' : : : "
q as artes, contiene en su mtenor un movimiento dialéctico
tod P abilidad y libertad... para darme poderes diabólicos
de cu1 P ue realizar m1· ex1stenc1a.
· · No me abandona el tormen-
on los 4o que parece mexp :. »li1cable... un :inmenso conocimien-
o de algun inmenso pouer d que no me pertenecen. Este conoci-
to. de to y este poder tienen
· un ongen · que en la Edad Media se
mien 1d di d . :
1abría considerado livino o 1emoniaco: demoniaco es el térmi-
00
más adecuado».
Pocos estudiosos antes que él habían visto un gran valor en
tratados de Bruno como De la composición de las imágenes, los sig-
ns y las ideas. Entre ellos, el profesor de la Universidad de Lon-
dres Frances Yates fue quien escribió con mas lucidez, tratando
de desentrañar las técnicas de Bruno. La contribución de Cu-
lianu consistió en aplicar las artes mágicas y los «vínculos» psi-
cológicos al siglo XX. Veía el Estado occidental como un Esta-
do Brujo basado en, e influido por, los mismos principios de
realización emocional practicados por Bruno. Estudiando la
magia en el Renacimiento, Culianu se rebelaba contra cual-
quier construcción única de la realidad, no sólo comunista, si-
no también occidental. Examinaba las técnicas de la publici-
dad occidental que penetraba en la vida imaginativa del
individuo. ¿Qué es un pensamiento?, se preguntaba. ¿Cómo
manipulamos nuestros pensamientos o los de los demás? Y en-
contró valiosas respuestas en los oscuros textos de un mago y
filósofo de quinientos años antes.
129
• . y de chaqueta de traje. «Cuando nos conoc·
go en inver 0 al · hz fr. -I-
mos, cul1anul. teni'a tos rasgos de Iguien que. a su ndo la pva-
"d 'd mala alimentación. No he conocido a nadie en mi
lidez 1e 1 1a Culi: ·id
id ue tenga la tenacidad de u/1anu y su capac1 ad de so-
vla q ·
orar el sufrimiento, de in€ro"ya""0Y
· · l
,38er él,
d h
cierto modo, una razón de vivir. r_a una ec1s1on como sus
d •
te en
130
e Romanato quien dijo: ccReía muy poco, a pesar de que
go• yu 23 años y que
famos
eramos poco más que niños. Al contra-
d ·il, • d b
te erdo horas e s1 enc10, e astracción, aun cuando es-
3,
rt '
recu ·F G
un bar o en un care. See encerraba en "sí mismo, cabiz-
aba. enligeramente inciunao
:. • di hac1a ·" un Iado. Era una tristeza
bajo»
repenúna y profund
n a, ta1n me ·l aneo6171ca... tan inesperada».
'
131
. Rad visitaba los lugares turísticos, su primo segu d
Mientras. lu .:.
biblioteca del Vaticano. I .nc ·h uso en plena l o.
tuabajaba en la 1 ., ·b
ha un traje negro con cor ata. Los bibliot
., can
cula, Nene 11 teva )' @ca.
.rios 'a Ie) Vaticano
'a
lo llamaban respetuosamente
.z
professore g;
in
embargo, re Sultaba evidente que se sentía , profundamente so.
.d., Radu que se quedara. «Quería que yo también d
lo. P ' l1o a , · d e-
sertara; decía que era fácil. Pero yo ve1a su m1e o, se volvia a
mirar atrás todo el rato.»
134
los tn·mestres de invierno : . :
y primavera de 1975. Era un airo
'
e by so en los acontec1m1entos para unjoven que hasta
4sombro • ·ad bn no
<. tanto era un 1cenc1a o po re y rechazado, procedent
hacía d <.:. ·< Ah e
equeño y lespotuco pa1s. 1ora no sólo era casi un pro-
e un P dante en Mil 1 an, que estu1di+b 1a a el Renacimiento en sus
fesorayurimnales, sino. h b' 'd . .
que a 1a S1.o invitado por su héroe pa-
textos O 'b •
:. Chicago como colaborador especial.
rara , ·h6 .,
Una vez mas, se marc o e~ avion rumbo al nuevo mundo
había soñado durante anos, con poco más que su raída
que
maleta, unas cuantas camisas . l"b
y unos I ros. Sin embargo, su lle-
da a O'Hare en febrero de 1975 fue notablemente distinta
fe su llegada a la soleada Roma en julio de 1972. EI avión bajó
rugiendo a través de un manto de espesas nubes, baqueteado
par el húmedo y frío viento aruco. En lugar de ir conversan-
do con una hermosa profesora durante el trayecto, fue recibido
por un austero Marghescu, decidido a dominar al joven a
quien había ayudado en un momento tan crítico. En vez de ir
en tren hasta una pintoresca ciudad italiana, fueron en el co-
che alquilado de Marghescu a un piso en la esquina de las ca-
lles Cincuenta y siete y Cornell. En lugar de disponer de una
beca del gobierno, ahorraba hasta el último penique en las
desconocidas calles del South Side de Chicago.
En Italia, había encontrado el carácter latino, abierto y aco-
gedor, que le resultaba familiar a pesar de que la gente sabía
muy poco de su tierra natal. En Chicago, encontró una univer-
sidad fría y cerrada, fundada por los puritanos Rockefeller y de-
cidida a establecerse como líder mundial en especialización y
en erudición. «Es muy aburrido», escribió a su amigo Romana-
to. «La Universidad de Chicago es ahora la mejor de Estados
Unidos. Matrículas muy elevadas, profesores que no aparecen,
pocos alumnos y todos ellos asustados. A decir verdad, me gusta
así.» Durante sus primeras semanas allí, Chicago sufrió una de
sus peores ventiscas en la historia, con capas de nieve de más de
metro y medio de espesor que lo aislaban del mundo exterior.
. Sin embargo, estaba donde había querido estar toda su vida:
Junto al despacho privado de Eliade en el seminario de Meadvi-
135
·ncuenta y siete. Eliade era un personaje ::i.,..
lle, en 1la callle Ci ·h di h anua-
• id llamado Maestro por mue os e os que lo co
ble y quen4o, . . 1 no-
• I pus Rechazaba la limusina que e proporcionaba
cían en el cam; ». d
. id.d Cenaba cada noche en el Qua ranglc Club de 1
la umversi a • . . . a
e Su ·er: Chnsunel, no cocinaba. Cuando ell
mu!J
faculta d porqu ' , a
. b mezclaba su whisky escoces con otro de centeno
no miraba, 5]. .:. "
A d b a casi todos los que acudían a e, especialmente a los
{]k cera. una vez. un chico barbudo, Pobre y sea
se presentó ante la puerta de Eliade con una guitarra. El futuro
autor y columnista de National Public . , Radio, Andrei Codresc-....,
también fue acogido bajo su proteccon.
Esa beneficencia parecía sagrada a los que la conocían, y ve-
nía de toda una vida de auténtica peregrinación espiritual. Des-
de su juventud en la India estudiando los misterios del yoga
hasta su exilio y su fama en Estados Umdos, Eliade había hecho
una carrera que constituía «un microcosmos de la peregrina-
ción de este siglo a través de extravagantes esperanzas, sueños y
terrores», como observa un crítico del New York Times Book Re
view. Obligado a huir de Rumanía como sospechoso de haber
pertenecido a la Guardia de Hierro, Eliade dejó todo lo que
amaba tras de sí y nunca tuvo la oportunidad de volver a ver a
sus padres. Esa experiencia formó su pensamiento, expresado
en unos cincuenta libros que cubren la historia de las religio-
nes, así como ensayos, obras autobiográficas y narrativas.
La otra cara de la buena suerte de Culianu era la escasez de
sus logros hasta aquel momento. En el diario publicado de
Eliade acerca de esos meses, Culianu sólo aparece tres veces en
descripciones de cenas con otras personas. Un apunte del 13
de febrero explica las dificultades que encontraba eljoven: «[a
Culianu] nada le gustaría más que asistir a mis clases, pero no
sé si eso será posible». En marzo y abril, Eliade sólo menciona
haber visto a Culianu dos veces: una en una cena en grupo,
otra cuando Culianu trataba de «poner algo de orden en mis
estanterías». El 10 de mayo de 1975, cerca ya del final de la es
tancia delJoven en Chicago, Eliade cuenta: «A la una, Culianu
ya está en el salón, en medio de un abanico de carpetas que ha
136
.do Ha decidido archivar parte de mi correspondencia.
,ctend1 • d
,3¡veré a ver dentro le tres o cuatro horas y espero que ten-
L,o 05 úempo para ch_arlar. Ha venido a Chicago con la inten-
~ de trabajar conmigo. Ya nos hemos visto varias veces, pero
' ?n
1
O
hemos tenido oportunidad de hablar en serio». Des-
aún de tres meses en Chie1cago, I oan Cuhanu seguía sin haber
<
137
. . los tirara y le prestó unos de su marido. En u
Insisti6 en. que lo Romanato, conc·l' u1a d esan1ma
· do: «He co ha
carta a Gianpaol no-
cido a oca gente hasta ahora, de modo que me alegraré de Vol-
P_., -on la "gloria" de haber estudiado con el profe
ver en junio, C "oor
Eliade». d . d;
. bargo a pesar de sus ecepc1ones, po 1a considera
S in em! id habf ·id "
que su primer viaje a Estados Unidos 1abia sido un éxito. V]
., Italia con suficiente material para su pnmera monor,
VIO a ·hi d · a
138
. lado «Exilio» y publicado en el destacado periódico de
Yo otu., pora rumana en P.ans, Liimite.
< . E n su sátira de la cobardía
d
1a 11as]Securitate, afin1nna bza que no podía
di haber regreso a Ruma-
de.. lain un cambio . ra.d;l1ca.I Es e y otros ensayos suyos fueron ci-
nía S! d :
en diversos ataques e un escritor de la Securitate que
addos id6 Arrtur Sil
firmaba con el pseudonmo ilvestri. En 1975, Culianu
6 el libro de un disidente que cntlcaba el régimen de Ceau-
reseu aun habiendo sido publicado en Rumanía. Su crítica po-
esC» d6 ·
1tica, como su obra académica, estaba expresada en un len-
guaje complejo y sugerente y dirigida a un público limitado.
En noviembre de 1975, Eliade le escribió felicitándolo calu-
rosamente por su doctorado y sus honores: «¡Mi más sincera
enhorabuena por el summa cum laude! Me resulta estimulante y
reconfortante asistir, aunque sea de lejos, a una actividad pro-
teica y frenética, como te corresponde (como debería ser cual-
quier taller de expatriado, especialmente uno rumano). Me re-
gocijo de todo lo que hagas y de lo que te propongas hacer el
año que viene». La «actividad proteica y frenética» incluía en-
tonces tres proyectos: la monografía de Culianu sobre Eliade,
un trabajo en curso acerca del especialista en gnosticismo
HansJonas, y el texto original de Eros y magia en elRenacimiento.
189
. . d ·studios rumanos en Groninga, Holanda, Y ou
versitario te e: itante en una umvers1 .:. ·idaad d e l a Idi:n 1a. Culia a
de profesor s1 tal id; nu
. dilema fundamen en su VI a: elegir entr
se enfrento a un idad d e
:. O·idente. Tenía la oportunila le hacer exacta.
Onente y cc1 . b 1 .
bía hecho su mentor - uscar a iluminaci5
mente 1 o que ha . d' n
. . al la tierra de los m1st1cos- o po1a caer en las tena
espirtua en ·id -di +
140
Holanda: un joven y prometedor
intelectual, 1976-1983
141
dad yl
d eor
del mundo.
:. l
apreciar la co!
la pas1on.
de la repres1on
teses y reservados, los holandeses paree-
.
. lcidad
d
<.
. , Para un estudioso (eno Ie am 1c1on, que hu-
:. -bi d
'lan
»herencia y la meticutos1a mas que la creati .
ll bi·:<.
. , de un país y de los d1stur 10s e otro, Gron;
. - un refuuio
. :
-ua
un-
ga conslltUia lo daría o· donde realizar tranquilamente la obra
a conocer al mundo.
que, espera! ba, . .
La con tra tación de Culianu era fruto de una combinación
estino · El hombre l h. bf
de sue: rt.e Y de d . . que o a,, 1a contratado era
Willem Noomen, un especialista en las fábulas medievale
francesas llamadas fabliaux. Pensador alto, imponente y enca-
neC1ido.s Noomen sentía un vivo interés por el folklore •
medie-
val, que los llevó, a él y a su esposa, a Rumania vanas veces en
los años sesenta y principios de los setenta. Se habían enamo-
rado de la tradición espiritual del país y de su cálida hospitali-
dad. En 1976, Noomen había creado una plaza de profesor de
literatura rumana en la universidad. Escribió al ministro de
Cultura del gobierno rumano mencionando a algunos desta-
cados expertos con quienes deseaba ponerse en con tacto para
contratarlos. No recibió respuesta. El 1 de mayo de 1976 infor-
mó del tema al embajador rumano en Holanda. Esa vez le su-
girieron el nombre de un burócrata comunista con poco histo-
rial académico. Rechazó la propuesta.
Las relaciones de Noomen en París y su amigo italiano Ugo
Bianchi le hablaron de loan Culianu. Culianu fue invitado pa-
ra una entrevista. «A todos los que lo conocimos nos dejó un
recuerdo muy positivo de su personalidad», observa Noomen.
«Era educado, incluso... uno poco demasiado educado para
los holandeses.» Culianu daba buena impresión, y mucha gen-
te consideraba su elaborada humildad como una representa-
ción humorística de las relaciones de poder académicas. Se le
ofreció una plaza de profesor ayudante de literatura rumana.
. Poco antes de que Culianu empezara a dar clases en Gro-
nmnga en otono de 1976, Noomen recibió a un visitante airado,
el embajador rumano, Traian Pop. «¡Ha contratado usted a un
enemigo del pueblo rumano!», dijo Pop. «Mi gobierno le rue-
ga que anule la oferta inmediatamente.»
142
Noomen respondió que había pedido ayuda al gobierno ru-
más de una vez, pero que lo había hecho por una simple
manoi6n de cortes1a. U: na un1vers1
:. ·idad
a holandesa no seguía los
cuesta bi: .:
. dos de un go 1erno extranJero para la contratación de
dicta
rsonal docente.
pe El embajador lo amenazó con llevar el asunto al Ministerio
Nacional de Educación. Noomen contestó que la Universidad
e Groninga era una institución de enseñanza superior que no
dependía de la intromisión de nmngun ministerio. Culianu fue
ntratado. Pero en septiembre Noomen llamó a su nuevo
¿egido a su despacho y le pidió en privado que abandonara
en la medida de los posible sus escritos políticos.
Culianu aceptó. En realidad, casi evitaba el creciente encla-
ve de disidentes rumanos en Europa. Al no saber en quién
confiar y no siempre recibir la confianza de los demás, se man-
tenía a distancia. En Italia sólo había hablado públicamente de
política una vez. En una entrevista de 1978 que le hizo su ami-
go Gianpaolo Romanato para el diario Il popolo, identificó dos
formas de rebelión contra el poder totalitarista: la disidencia
declarada y el retiro interior. Su respuesta era la segunda, dijo.
A posteriori, en una carta a Romanato, Culianu escribió: «No
hago buen papel como disidente, y no soy un modelo. Pero el
carácter que diste al material me resultó interesante, incluso
sorprendente».
Al pasar los años y empeorar las condiciones de su familia,
Culianu se puso en contacto con los opositores al régimen de
Ceauescu y empezó a escribir artículos críticos, si bien expre-
saba su crítica de una forma muy encubierta. Sus principales
intereses durante esos años no eran políticos sino profesiona-
les: encontrar un público, entender Occidente y avanzar en su
carrera. Escribió que Rumanía no producía grandes disidentes
pero sí grandes artistas, que seguían en Occidente más o me-
nos las mismas vías de innovación que en el Este, sólo que de
manera más abierta. Pero, casi inconscientemente, su trabajo
académico acerca de las ideas y del poder lo encaminaban ha-
cia resultados que producían malestar a un régimen totalita-
143
r 'a secreta establecida en diferentes capital
no. "?PP""_4
Quizá
1
del mundo eyera
nas agudeza
,
que la mayoría de s ¡,"
. ec.
. . . s fueran más prevsores acerca de su f
tores universitan1os, O , . Al l . Utu.
. . , de lo que lo era el
ra direccuon . mismo.
±
cxp orar libremenzle
± : •
145
ona que empezó a ayudar más a Culianu en
U na pe rs · El" de. El 24 de noviembr
· su
avance academ d, ico fue Mircea 1a·dn5·<. -ibi< Te de
plo, el veterano cate rauco escnó entusias
1977, por ejem]» . <1,b1 . ima.
do que qu erl'a llevar a Culianu al ce e re editor fran ces .
. J
Francois (can-1 -Luc Pidoux-Payot: «Apenas puedo esperar h lasta
que nos vo.vamos a ver,' pero ¿cuando? , No antes de mayo de
1978 ( ...) Entre otras cosas, me gustan~ presentarte a Payot of.
cialmente, porque estoy pensando en ti para encargarte que te
146
feliz» respecto a la Guardia de Hierro como descu-
¡aba muy " "
'ó culianu. . .. . . . ..
b" ¿,nu advirtió en su investigación que, después de 1937
Cuna .. 1M; ·l 6d '·
.ón del Arcange 1gue paso e ser un grupo dejóvenes
la l,..egt
.
. . ...
..,,.., a converurse en una organ1zac1on de asesinos '. In-
tisem1d>
an sobre el pogrom de 1941 demostraban que fueron
forme: 5s miles de JUdi10s en Bucarest y casi. otros tantos en I~c:.¡
muerto : b '·
El periodista americano Ro ert St. John recuerda las atrocida-
metidas en Bucarest en su libro Foreign Correspondent:
des eo .. ., ·
Contábamos los cadaveres, apuntabamos las mutilaciones,
. peccionábamos lo poco que quedaba en las antaño hermo-
ans 'b . .
sinagogas, toma amos m1nuc1osas notas ...». En un incómo-
: intercambio, Culianu preguntó directamente a su mentor
acerca de una «historia objetiva» del período. El 14 de enero
de 1978, Eliade con testó:
No creo que sea posible escribir una historia objetiva del Movi-
miento Legionario ni una semblanza de C. Z. C. [Corneliu Zelea Co-
dreanu]. Los documentos disponibles son insuficientes; más aún,
una actitud «objetiva» podría resultar fatal para el autor.
Hoy en día, sólo resulta aceptable (para la mayoría de los lectores
europeos o americanos) que se justifique a un ínfimo número de fa-
náticos (de todas las naciones) o ejecuciones. Después de Büchen-
wald y de Auschwitz, ni la gente honrada puede permitirse ser «obje-
tiva».
147
larga discusión». Del mismo modo que Cur
una futura Y ª guir el apoyo de Eliade, Eliade tambi,, "u
trataba de conseí ·id Si <. ore
. to modo a sujoven segm or. 1 mas no, el libro d
jaba en caer id le
Culianu ayudaría a difundir sus i eas.
148
:. ¡o", no cometes el pecado de la hagiografia (... ). Me alegro
di",, aomines ya todos los instrumentos que te permitirán
de q der e ilustrar nuestra desgraciada disciplina». Eliade
efen ía el ana1;<. isis estnlc :tuuralde Calu ianu, reconociéndose en
d
aplauáginas del hbro y animanido a su autor a desarrollar las he-
1 :.
149
idd n Europa occidental tuvo una sensación de d
P rospen a e1 ·id 1 . es¡
.• S ba de que en Occi tente «e espacio para 1 ·
lusión. 3e queja' 1d z. .e elde
espíritu se vuelve ca a vez mas exiguo». Ci
sarrollo11 d el1 ± : - Ierta .
1 mo delo cultural del Este era peor, escribió, «per.3
mente, e . . o e
ahí viene directamente el dilema: no veo cn ninguna parte 1,
, , fi a esperanza "· Me encuentro literalmente
más in;mm ·
descon Icer.
tado en un mundo que no me cuesta entender, ~ino apreciarlo
por lo que es». Su queja era contra la modernidad, tanto de
Este como de Occidente. . .
Se adaptó, sin embargo, aprendiendo a conducir y satis4
ciendo sus nuevas obsesiones:jugar a las máquinas tragape.
rras, ver programas de lucha profesional por televisión y com-
prar sin parar por catálogo. Contestaba a todas las ofertas que
recibía por correo, disfrutando con las adquisiciones a través
de tarjeta de crédito, las muestras gratuitas, las ofertas de lan-
zamiento y todo lo que constituía la magia del capitalismo.
También fue en 1978 cuando su madre consiguió un visado
de salida para Occidente. Estuvo en Groninga dos meses, com-
partiendo con él el gran piso que él solo nunca había sido ca-
paz de llenar. En su diario, describiría más tarde sus sentimien-
tos como de «éxtasis pueril».
El 19 dejulio de 1979, en casa de un amigo, conoció a una
atractiva mujer morena con los ojos del color del mar en la no-
che. Carmen Georgcscu era una estudiante de ruso de tercer
ciclo cuyo padre había muerto siendo ella una niña. Su mari-
do, un investigador en neurología, se encontraba tan absorto
en su trabajo que no prestaba atención ni a ella ni a su hijo de
siete años, Andrei. loan la saludó con la vieja frase:
-Nos conocemos...
-Sí, es verdad contestó riendo.
-Fuiste a la Olimpiada de Física de lasi en 1967. Llevabas un
vestido azul con el cuello bordado. Era muy bonito.
Carmen se quedó boquiabierta. Recordaba el vestido Y la
ocasión perfectamente porque era la primera vez que su ma-
dre le había comprado un vestido para su debut en sociedad, Y
la pnmera vez que le permitían salir sola de casa. Dado que la
150
""!"
Pº
etición académica estaba centrada en la física, asistieron
_yicas, y ella había disfrutado de la atención de variosj6-
Pero ¿quien era el? Cuando Culianu se echó a reír, lo re-
enes. , Sus carcaJadas agu d; as y estnidentes le trajeron a la me-
d
corto. b; ·]F
. un chico flaco que esta a en el tondo de la sala con lacio
mona : d p .. .. .
quillo y mirada apasionada. 'arecia tímido, callado, dulce y
f1 ql ncólico. Ella estaba interrumpiendo al líder del grupo, pi-
aiendo respuestas a l; las preguntas y di'
mela! d
diciendo que éstas eran de-
iado fáciles. Recordaba que, al final del día, eljoven Culia-
mas1i 1d . .. 1 - •
nu le había pregunta o s1 quena que e· enseñara Iasi. Ella le
dijo que no. . . .
Al mirarlo detenidamente, la experiencia de sujuventud le
a
volvió la memoria. Pero ¿cómo podía él recordar tan rápida-
mente su vestido, y con tanto detalle?
Estuvieron hablando hasta tarde. Una semana después, Cu-
lianu le envió diecinueve rosas para conmemorar la fecha de
su encuentro. En dos semanas empezaron a verse. A las cinco
semanas, ella dejó a su marido y se instaló con su hijo en el pi-
so de loan. El le explicó que poco antes de que se vieran por
primera vez su padre había muerto en la miseria. El 16 de sep-
tiembre, menos de dos meses después de conocerla, loan es-
cribió a Gianpaolo Romanato diciendo que había «dado la es-
palda a su provisional condición de soltero, sin el menor
arrepentimiento». (Tras dedicar una frase a su proyecto de ma-
trimonio, se apresuró a preguntar por el libro que él y Roma-
nato habían escrito con Mario Lombardo, Religione e pote-re, o
Religión y poder. «¿Ha salido ya?»)
Durante los siguientes años, Carmen y loan fueron compa-
ñeros espirituales además de amantes. El convertía cualquier
detalle de sus vidas en compleja ceremonia. La noche en que
se prometieron, por ejemplo, escribió sobre pergamino, en la-
tín, un pacto que unía sus almas para siempre. Hizo un corte
en el pulgar de Carmen, y los dos firmaron con sangre. «Si al-
guen quebranta este pacto», escribió en estilo medieval, en
broma, «que muera de muerte súbita y humillante».
Le enviaba diecinueve rosas cada 19 de julio. Llenó la casa
151
. máuicos y gatos de peluche. Cuando Carme
de talismanes
l 'b'' 'hes
a loan realizaba un elaborada representación
taba en fierm , ., d que
- su malestar en una acción le amor y de sacrif:
convert1a s . . 'Icio
comport tándose como
., . un persona :.je deq;<Ehade. Pero, en g {ene'
1 la trataba mas bien como P1gma. ton trataba a su Jov
ra, fi . . en
a «Quería formarme segun su imagen icticia de esp
amad . , h' . M o
sa», recuerda. «Pero me ayudó muchísimo. (e ayudó a des
brir quién era yo.» 2
152
uJtiplicar las publicaciones. En enero de 1980, cuando se ca-
m'6con Carmen en la catedral ortodoxaGi
rusa de Amsterdam
,no
s ·<a Willem Noomen ni a 1anpaolo Romanato como pa-
escogo
. ino a un d estacad o ediator a qmen
.: estaba tratando d
drino, S 1bli lib; 1e
n cer para que pu 1case su I ro, el intelectual holandés
conve!
¡. Vermaseren. (Al enterarse de que a Vermaseren y a su
rd·. ·r les gustaban los animales de peluche, les envió un mon
muye' . -
< de ositos, gautos y monos.) Vermaseren no publicó la tesis
:n toral de Culianu, Psychanodia: A Survey ofthe Evidence Con-
_e he Ascension of the Soul andits Relevance, y, cuando re-
hazó otro manuscnto años después, se quedó sorprendido y
~olido de ver que Culianu le retiraba su amistad. No obstante,
Joan expresó su gratitud a Vermaseren en su prólogo a Les
Gnoses dualistes.
Culianu no era un buen maquiavélico. Era demasiado in-
fantil, casi demasiado humano para manipular totalmente a al-
guien, explica su mujer. Carmen le enseñó a utilizar el sistema
holandés para conseguir su ansiada ciudadanía. «Ese embaja-
dor rumano te hizo un gran favor», dijo. «Ahora puedes solici-
tar la ciudadanía desde tu situación de refugiado político. Te la
conceder.in enseguida.» Así lo hizo, y así fue. Por fin después
de tanto tiempo, con la ayuda de su nuevo amor, había conse-
guido sus codiciados papeles, una nueva identidad legal y una
nueva familia.
158
. s si bien también enseñaba lingüística roma- .
dios rumanos, = hi · d Uica
1i eraria y, durante un año, istoria le las religi
z. :.
estética ute» ' +e. d, l :.. Iones"
artamento de H1stona e as Religiones co
Cuan do el dep . nvo-·
co< una p »laza importante, ' la que anteriormente . . había ocupa4
1 a sohc1tud a o
r,
el protesor Gerardus van der Leeuw, • de CuJa
· 1anu
hazada. La cultura holandesa le parecía pretencio
fu e rec1 ··b: lz 1 7ay
a bum"da·, sus colegas. desprecia
. an a 1teratura
. rumana
_ y no
ban sus invesugac1ones especu 1 allvas y filosoficas sob
acep ta . d" re
el ori en y la historia de las creencias_mun 1a1 es.
c!iianu respondió escribiendo artículos sobre religión a un
ritmo casi increíble: siete en 1983, nueve en 1984, además de
decenas de reseñas al año. A menudo se quedaba hasta las tres
0 las cuatro de la madrugada y dormía hasta las siete. Se sentía
cada vez más atraído por los gnósticos. Abordó el tema en con-
ferencias que dio en París, Roma y, en 1983, invitado por el
Werner Reimers-Stiftung, en Bad Homburg, Alemania occi-
dental. Su mentor era un destacado estudioso, Hans Jonas,
que relacionaba el surgimiento de los gnósticos con la apatía
social y política de Bizancio y una búsqueda de la salvación mi-
lagrosa. Culianu se carteaba con Jonas, lo invitó a dar confe-
rencias en Groninga y empezó a trabajar en un libro sobre él.
Lo que más atraía a Culianu era la idea gnóstica de un univer-
so dominado u organizado por dioses ignorantes, como un
combate universal de lucha libre que uno debe constantemen-
te subvertir.
Pero los artículos y las conferencias no eran suficientes, le
escribió Eliade. «Christinel y yo os mandamos un abrazo, e im-
ploramos a Carmen que te proteja de la tentación de los artícu-
los y reseñas y te fuerce (con hechizos) a acabar los libros.» Res-
pondió al consejo publicando primero el elegante Iter in silvis:
Saggi scelti sulla gnosi e altri studi, o The Road in Silver (Mesina,
1981). Trató el tema más profundo de la relación entre reli-
gión Y política en el libro escrito en colaboración con Roma-
nato y Mario Lombardo, Religione epotere (Turín, 1981). Más tar
de edito una miscelánea dedicada a Willem Noomen, Libra
(Dordrecht, 1983). Esas actividades, junto con sus clases Y sus
154
, -encias, demostraban un inmenso y prodiaioso esfuerzo
confer :. bli '6'
prender idiomas y pu acar en todo el mundo. Los libros
f,éianu dejaban entrever la nueva metodología que EIiade
abía incitado a elaborar.
le ~ero más allá de la lucha por el reconocimiento profesional
taba el dolor por la separación y el exilio. En 1982, su herma-
casó con un profesor de instituto a quien había conocido
na se .
ndo estudiaba en la
1 U 'niversidac
. "d d de Iasi. Dan Pctrescu se
cua» d 1 ..
nvertiría pronto en uno e os principales disidentes del
5,o de lasi», dirigiendo y colaborando con periódicos cu!-
rales a pesar del régimen. Culianu escribió a su hermana en
~83 acerca de su tensión y su aislamiento: «Cuida a nuestra
madre y sé paciente con ella. Haré lo que pueda por traerla
aquí, quizá para una temporada larga. Trato de hacer de la me-
moria un soporte para m1, no una causa de dolor». Hasta que
se casó, mantuvo cuidadosamente un ritual privado, que in-
cluía una ceremonia en memoria de su padre, en la fecha de
su muerte. Ese día, no salía de casa en absoluto.
155
1484 y 1984
157
• id cen los acontecimientos del mundo. En Eros
que se pro u . . , . Y nia.
. , que el cambio histórico acontece por mutación
gia sugera d fu , no
. . , .e , erzas
por evo 1 uci"ón , y a menudo a traves . docultas para 1os
propios:. aC ·tores.' Proponía una visión cuantuca
• e la histon aen
que las tensiones culturales se producían una y otra Vez sin
fi hasta que de repente una cultura entera estalla. Dura
etecto di. 51:.
p eríodos de crisis, los ingentes po iucos confund
te esos . . d fi . . en
los efectos con las causas, las viejas letiniciones como «den
cha» e «izquierda» se vuelven en sus contrarias, y las institucio
nes actúan de forma completamente at1p1ca.
Su principal objetivo, sin embargo, era proponer una nueva
manera de contemplar el Renacimiento, sugiriendo que los
orígenes de la tecnología moderna, de las instituciones políi
cas y de muchas neurosis se encontraban en la Reforma, cuan-
do la censura de lo imaginario y la separación de consciente e
inconsciente se convirtieron en doctrina eclesiástica. Entre sus
fuentes se encontraban el filósofo Paul Feyerabend ( Contra el
método, 1979), el antropólogo alemán Hans Peter Duerr (Dream-
time, 1979), y el historiador de las ideas Stephen Toulmin (Tire
Retum to Cosmology, 1982).
158
clf el profesor del Smith College Carol Zaleski de Eros y
,¡e•,. !J:ando fue traducido al inglés. «Una es sencillamente s
magia.. 'n Pero su
. . 1 .mnteres
princpa
, dº
radica en que entendió
u
có
erulic1OI·
d
mola mente inventa mundos y los hace tan reales que se vuel-
fectivamente, reales.»
,¡en, e fil , fi f,
Para Culianu, esos magos-t Iosotos tueron maestros precur-
del ciberespacio, el reino infinito de los pensamientos
sores . , f:
ue el Renacimiento 11 amo antasmas. En su libro empezaba
",$,
q asando los antiguos exploradores de los mundos mentales
a6n y el pensador musulmán medieval al-Kindi, quien
dijo que los humanos estaban unidos unos a otros y a su uni-
verso por rayos invisibles. Cuando Ficino y Pico redescubrie-
ron las obras de al-Kindi y las de la astrología egipcia, se pro-
dujo un florecimiento de la fantasía, del misticismo y de los
juegos mentales renacentistas. Para ellos, el mundo ideal de la
imaginación parecia tan real como el autentico, que era una
sombra de fuerzas espirituales más profundas. Su época repre-
sentó no el principio de la ciencia moderna, como muchos
consideran que fue el Renacimiento, sino el fin de una fonna
enriquecedora y mágica de ver el mundo en que, como escri-
bió Einstein, «el pensamiento puro podría captar la realidad,
como soñaban los antiguos».
Culianu tenía vínculos personales con su manuscrito y su te-
ma. Había escrito su primera versión del libro en rumano, en
1969. Más tarde la tradujo al francés, enriqueciéndolo gracias a
sugerencias de otros especialistas en París, y lo colocó en Flam-
marion al cuidado del célebre poeta y crítico Yves Bonnefoy.
Bonnefoy quería utilizarlo para una colección llamada «Idées
et Recherches», siempre y cuando Eliade escribiera el prefa-
cio. Eliade no solía escribir prólogos de este tipo, pero aceptó
enseguida hacerlos para los dos libros franceses de Culianu.
«Con Eros y magia...», afirma Eliade, «han empezado a salir a la
luz sus trabajos [de Culianu] más importantes».
Culianu tenía otros vínculos personales con su tema. Pico
della Mirandola era un discípulo temeroso, y en ocasiones re-
sentido, de Ficino, un erudito famoso y veterano, igual que su-
159
• Culianu respecto a Eliade. En el libro, Culian
celía
d con . : : . Tesa]
ompleia relac1on personal entre Paco y Ficino. Fi .
b la C
taba !' d ·ibi: l < Cmno
., ténnino eros para escn ir a razon de los et
escogió el1 ,: =di ecto,
,:.
mágicos en otras
U d>
personas. Pico anal1a: un nuevo énfasis Sugi
. d ue eros unía al hombre con Dios. Ambos pensad ·
nen o q . . ores,
observaba Culianu, censuraron libremente sus propios escritos
para evitar problemas con el Papa. __.
No así Bruno, el anuguo fraile dominico que constituía el
téntico núcleo del libro. Bruno pretendía elevar el arte gri
au d l . e-
go de la memoria al nivel le «control emocional global.,
creando un ordenador mental mediante circulas concéntricos
que él pudiera girar y recombinar. Culianu afirmaba que el
texto menos conocido de Bruno, De vinculis in genere, 0 De los
vínculos en general, predecía en detalle los medios por los cuales
una población moderna podría ser controlada por la imagine-
ría. Hoy en día, decía Culianu, llamamos a esa magia psicolo-
gía, propaganda, relaciones públicas corporativas y publicidad.
Afirmaba que los actuales presupuestos de miles de millones
de dólares dedicados a entender la psique del consumidor ha-
cen exactamente lo mismo que hizo Bruno con sus símbolos
cargados del poder del eros: inventar imágenes públicas para
crear «la ilusión total de la satisfacción total».
Examinando conceptos como el de un espíritu universal, o
neuma, que los filósofos pueden manipular, Culianu destaca-
ba las teorías por las cuales los antiguos pensadores imaginan
una relación mucho más estrecha de lo que podemos aceptar
hoy en día entre los pensamientos interiores y los aconteci-
mientos que se producen en el mundo. Como joven intelec-
tual que aprendió el poder del pensamiento para liberarse del
control de la mente por la cultura moderna, Culianu explicaba
que un historiador de las ideas sólo puede poner al descubier-
to una cultura prestando atención a los movimientos que mar-
gina. Un intelectual debe «mirar entre bastidores» para ver
«los hilos ocultos que unen las ideas a la voluntad invisible del
tiempo».
Sin embargo, al mirar entre los bastidores del Renacimien-
160
alianu aspiraba a hacer algo más que recobrar las ideas ol-
~• d de unos magos oscuros. Trataba de cambiar el
idadas hi d Oc·id gran
unto crítico en la 1stona e cc1 .ente en que la civilización
Pasó de la confianza en la fe a la duda científica, del Renaci-
P
mieni
to al período de la Reforma. Las reformas de Lutero so-
. :z ± .z
¡uzgaron la imaginación renacentista, según Culianu. La Iglesia
J 'lica respondió con una Contrarreforma en que el mundo
catoeciente y mágco
' · de 1 a alqmm1a
· · y de 1 pensamiento metaf-
f1or d L . .
¿ico fue aniquilado. a ciencia moderna alzó el vuelo como
nsecuencia accidental de esta profunda transformación de la
que colectiva. Culianu afirmaba que Galileo rob6 su idea de
un universo infinito a Bruno y al filósofo Nicolás de Cusa, que
llegó años antes que él. Aun así, el Renacimiento seguía siendo
una época dominada por la metafisica, la imaginación y la fe
religiosa, todavía no había nacido la ciencia moderna.
El libro de Culianu causó sensación en los círculos acadé-
micos franceses e italianos, llegando a ser de «lectura obliga-
da» para los alumnos de la época. La Hi.story of Science encontró
que era «un fascinante intento de demostrar que la revolución
científica más que expulsar la magia, la incorpora». La Bibliothé-
que d'Humanisme et R.enaissance sugirió que «todos los estudian-
tes del Renacimiento tienen que leer este libro». El Christian
Century predijo: «Se oirá hablar mucho del profesor Culianu
en los próximos años». Otros cuestionaron sus cambios en la
materia original: «En sus manos, la religión y la ciencia se han
convertido en fantasmas incorpóreos pero potentes», se la-
mentaría más tarde un crítico del Church History, «manipula-
dos a voluntad por Culianu el mago».
Su escritura era difícil, pero eso formaba parte del método
de Culianu. Inspirándose en la controvertida obra de Paul Fe-
yerabend, sugirió que uno debería trastocar sutilmente el dis-
curso académico, de modo que situó los puntos más impor-
tantes en pasajes oscuros y recónditos. Lleno de conocimiento
anticuado, su libro era, en ocasiones, casi una parodia del me-
todo académico que él, en muchos aspectos, detestaba. Como
Mary Winkler, de la Universidad de Texas, concluía en el Six-
161
teenth-Century Journal «Es deslumbrante y, a la vez, ofensivo.
des lumb ran
te porque el profesor Cuhanu ofrece a sus .,
. , . d b
s
"etore,
6·ica exhibición pirotécnica 1e saber y de creativa
una auten . , . , VI d
Es fensivo qu1za, por 1 a misma razon»
intelectu
l al . O ' . ·
Hacia el final del libro, Culianu se apartab_a por complet
d ell esttudio de la religión, ahondando
1,··6 d l id,
en la ciencia cogn·u·
uva
derna para examinar la re.acon c as 1 leas COn el pod
mo . b h" . er.
No era sólo un libro sobre magia, o sobre ustoria, sino tam.
bién sobre la relación del pensamiento con el cosmos que re
flejaba. En Rumanía, el estudioso Sonn Antohi denominó
Eros y magia «el triunfo de un pensador original sobre el ua+,
jo de un ambicioso especialista».
162
igo, antiguo alumno y biógrafo Mac Linscott Ricketts em-
su arn<
· 1 con « altus1ones a m1· " 'nazismo"
presionarlo · (antisemitis-
pez:»ªsegún anotó. «Trato de explicarlo.»
rnoLO'que no sabía Eliade era que Adriana Berger lanzaría más
d un ataque público contra él hablando de su pasado co-
: :iembro de la Guardia de Hierro. En abril, sólo escribió:
«Me encuentro mas cansado que nunca, melancólico y depri-
"do». Uno de los pocos buenos momentos consignados tuvo
m1 ··1j< :. 1<
lugar cuando recibió una muscelanea en tres volúmenes dedi-
da a él y editada en Alemania por el amigo de Culianu, Hans
ca
Peter Duerr, que 1nc . 1<u1a un texto ve hemente y complejo de
Culianu en que defendía a su mentor.
Enjunio, necesitado de descanso y preocupado por la Ency-
clopedia ofReligion en dieciséis volúmenes que tenía que editar
para Macmillan, Eliade y su mujer, Christinel, llegaron a París,
donde en julio se reunieron con ellos Carmen y loan Culianu.
Al día siguiente, los cuatro fueron a una fiesta. «Íbamos ha-
blando todo el rato, y nos perdimos varias veces en ese fasci-
nante barrio que es Le Marais», escribió Eliade. Unas semanas
más tarde, acabó su prólogo para el libro de Culianu Experien-
cias del éxtasis, que quería publicar_Jean-Luc Pidoux-Payot. «Es-
pero que algún día tenga tiempo de escribir todo lo que pien-
so de loan Culianu ( ...). Mi admiración por [él] es sincera e
ilimitada», observó el erudito en su diario.
Ese segundo libro era principalmente científico y en cierto
modo preparaba el terreno para su posterior estudio Más allá
de este mundo. Se centraba en la figura del chamán, el sabio o la
sabia tribal que viaja a reinos extraños -ya sea a través del tran-
ce, de las drogas, del éxtasis o de la magia- y vuelve para guiar
al grupo basándose en el nuevo conocimiento. Partiendo de su
anterior monografía Psychanodia, Culianu comparaba a los
chamanes de las diferentes religiones representando con dia-
gramas las creencias, así como los cambios que sufrían a lo lar-
go del tiempo, como un científico registraría el comporta-
miento de las partículas subatómicas, buscando una pauta 0
fórmula.
163
n viaje
'T\..,. .,
Iras u» %)'
a Italia, los Eliade fueron a Groninga
.:
en agos.
asar las vacaciones que tanto necesitaban. Con C .
to para p ., . ·id »] 1
ulia-
nu, Eliade empezó a sentirse reJuvenec1 o en e «puro deleite
d eno tener horario, de no hacer nada, de mantener conve
L ·idi6 d: :rsa
dones sobre todos los temas». e p1 10 ayu a para la Encyclop..
da. .r Reliui.on y le propuso que colaboraran en otro proye
O] '" . WnldReli' Al "cto
contratado, The Eliade Guide to orl gons. liviado al ace
=.
164
Errores de interpretación
165
, fi Estados Unidos y Canadá, algunos por orden d
yoria tue a . b . . el
:-·. de inteligencia americano, que esperaba utilizarlos
servc1o · Co-
anticomunistaS. Se concentraron en Chicago, D
.-T ".>..,
mo fu IeId> d ], .: ' 'e-
troit, Windsor y Toronto. Una sene e revelaciones hechas por
el Windsor Star demuestran que algunos de esos hombres eran
. influyentes en los años ochenta. En 1984, en Detroi
ricos e ·1THifa habi- ,
por ejemplo, el arzobispo Viorel "a9"_"a Pronunciad
1 a O ración del Senado durante la pres1
• ºd d
enc1a e Nixon- acabó
d salieron a la
expulsado del país cuando sus actuv.a es pasadas
luz gracias a un dentista de Nueva York, Charlie Kremer°.
La relación de Culianu con el movimiento había empezado
años atrás. En 1977 le pidieron una reseña sobre la obra de un
viejo poeta rumano para el Joumal o/Romanian Studies. El poe-
ta, Horia Stamatu, había sido admirado, entre otros, por Euge-
ne Ionesco. Culianu describió lo que ocurrió en dos versiones
de un relato de ficción -uno inédito y titulado «Romanian
Fears», y otro publicado en la revista Lumea Libera de Nueva
York en octubre de 1990 como «Una ocasión única». Ambos es-
taban basados en su experiencia en la vida real, pero cambió li-
geramente la narración en cada caso como para desentrañar
diferentes significados.
La versión publicada aludía a Stamatu sólo con las iniciales
«H. S.». En ella, H. S. contaba a Culianu que había estado en-
cerrado en el campo de concentración de Büchenwald, y Cu-
lianu pensó equivocadamente que el poeta era judío. Decidió
escribir una reseña positiva de los poemas si podía encontrar
algún verso bueno en las antologías, «como Diógenes cuando
buscaba a un hombre con su linterna». Pero no encontró nin-
guno de su gusto. «Afortunadamente», escribió aludiendo a
un nuevo interés que compartía con Eco, «la semiótica fue in-
ventada para permitir a uno sobrevivir con elegancia en oca-
siones como ésa». Culianu hizo una reseña muy abstracta «que
nadie leería o, de hacerlo, las probabilidades de entenderla se-
nan muy remotas». Orgulloso de su solución, y sin darse cuen-
166
en cada línea rezumaba lo que realmente pensaba de
ta
de que ¡as, Culianu envo · d (el1 artículo a la revista y al
· ' cop1as
1os P"<,~_ud6 su biografía de Eliade: «Cuando estaba encon-
oeta. I- lz bi
' ¡do algunos puntos oscuros en a iografia de este hombre
~ de] una primera carta de [Stamatu] llegó, la que iniciaría
{Eha. terminable
• . ( . •· ) . para m1. consternación, estaba fu-
sene
una
. inHabía interpreta do [ m1. resena - ] como un despliegue de
rioso. b .
.
iron1,'a cosa que no esta a enteramente alejada de mi inten-
'ón. Sólo que su lectura estaba en una clave de la que yo no te-
c•, conocimiento alguno: la historia política rumana de los
n1a 7
os treinta y cuarenta»'.
an En el relato, H. S. consideraba la reseña no como un ataque
a su poesía, sino como una hábil acusación de haber pertene-
cido a la Guardia de Hierro. Enviaba cartas «increíblemente
largas, como pesadillas, pero mucho más frecuentes», tratando
en parte de reclutar a Culianu. Durante un tiempo, loan man-
tuvo correspondencia con él para entender el movimiento na-
cionalista que se había iniciado en su ciudad natal. Cuando lo
consiguió, rechazó las insinuaciones de Stam atu. El poeta em-
pezó entonces a enviar diatribas a Eliade, al editor de la revista
y a otros destacados exiliados, atacando a Culianu. Irónica-
mente, Culianu no tenía intención de acusar a Stamatu de per-
tenecer a lo que llamaba «la organización fascista más secreta,
pretenciosa, mística y chapucera de la Europa de preguerra».
Hacia el final del relato, sin embargo, las detalladas diatribas
del poeta sugerían que había sido miembro de la organización
fascista".
El descubrimiento hizo que Culianu volviera a los libros de
historia para en tender cómo un fascista podía haber estado
prisionero en Büchenwald. «Entonces, yo no sabía nada del
pasado de Rumanía», escribió irónico, «puesto que había naci-
do Y me había criado en la Rumanía comunista». Descubrió
que Büchenwald había acogido a unos cuatrocientos impor-
167
tantes memi : bros de la Guardia de. Hierro en una cómoda Sec
ción aparte co1mo garantía para Hitler en caso de que el d;ucta-
:.
e.
168
¡ré las tumbas de mi padre, mi madre, mi hermano y Nae lo-
b con sus flores preferidas».
escu
Al final, la aventura die l~ resena
- :
d~ Cuhanu aludía a los pe-
1gros inherentes a sus escritos, especialmente cuando se inter-
aban en niveles que no eran del todo los que él pretendía
pre id 1ás
A partir de entonces, ~us i eas m personales quedarían ma-
"
¡fiestas en una narrativa que subrayaba en clave de humor los
~esgos mortales de la creación y la critica literarias.
169
Las e Ondiciones cada vez peores .
impulsaron a Culianu a
l . es-
bi :
en ir ar ·tículos con más frecuencia
, para 1as ,revstas de la 4;<
1as,.
pora rumana como Limite (París), Ethos (París) y Revista Scni
rilor Románi (Revista de los escritores rumanos, Munich). En
1985, inició una columna ftja en Contrapunct (Contrapunto, P,
, ) , y fue vicepresidente de la sección de
ns . religiones
· del Centro
Cultural Rumano de París, una organuzacon anticomunista
fundada en 1949. Fue criticado por sus escntos, según contó a
Carmen. En Italia, un agente puso objeciones a un artículo
que relacionaba el negarse a regresar a Rumanía bajo el go-
bierno comunista con la hombría de un heroe ehad1ano. «Lo
escribí en clave simbólica», dijo a su esposa, «pero lo interpre.
taron literalmente».
170
Joan y su madre se suavizaban era cuandoJ·ugaban 1
entre :. .: a 1a
.,ta y ella se pon1a a cantar antiguas canciones moldavas
canas
con su voz alta y clara que evocaba todo lo que loan había de-
¡ado atrás.
J Su madre le dijo que Ceau~escu había aprobado varias leyes
indignantes. Los bienes de consumo estaban desapareciendo
de los estantes de las tiendas. La Securitate se había converti-
do no sólo en un aparato represivo sino en un método de go-
ierno. Corrían rumores de que los disidentes estaban siendo
secretamente sometidos a radiaciones. El nuevo marido de su
hermana, Dan Petrescu, era un conocido activista. Cuando fue
llamado a la Securitate, un edificio verde y con aspecto de hos
pital en la cima de la famosa colina Copou de Iasi, le hicieron
esperar durante horas sin razón alguna. Lo interrogaron acer-
ca de actividades que ya conocían. Luego bromearon con él.
Sin embargo, los alumnos de Dan en el instituto querían por
encima de todo ser agentes de seguridad. Según decían, era
un trabajo bien remunerado, con los mismos cheques que el
KGB soviético.
Más que nada, loan y su madre hablaban de su carrera. Él le
enseñaba fotos de la visita de los Eliade. Eliade estaba hacien-
do lo necesario para que loan fuera a América, decía. Vería las
posibilidades de dar clases allí. «Los sueldos y la libertad de es-
cribir son mucho mayores.» Ella prefería que no se fuera tan
lejos.
No contó nada a su madre de la extraña experiencia que
había tenido durante la conferencia. El día de su ponencia en
el Centre de Recherche Imaginaire et Création, en mayo de
1985, tres pretendidas brujas pusieron objeciones a su trabajo.
El, otro conferenciante y varias personas del público se pusie-
ron gravemente enfermos. Esas conferencias, escribió en su
prólogo a Eros y magia, constituían «una empresa de la que de-
sistiré en el futuro».
Cuando se marchó su madre, se sintió inquieto. Se sentía
agobiado en su matrimonio con una mujer que, según parecía,
nunca estaba satisfecha. Con su éxito internacional, también
171
se sentía subestimado en Holanda. Su vida se había vu 1
téril e irreal. Una vez más, deseó la libertad. e to es.
Invitó a Carmen a acompañarlo a Chicago cuando fue
mo profesor visitante. Cuando ella rehusó, loan experi rae~
un gran alivio. Anhelaba llegar a Estados Unidos como~e~to
nus de Botticelli en el mar, solo, libre de los lastres que r ª e-
. · 1 tos amigos
sentaban la familia, · o lla h·istoria.
· epre-
Sin embargo, los acontecimientos de ese años reavivar
sensación de amenaza que no lo había abandonado desdeon 1a
.- en Ilas1.. Su amugo
era nino . e·nanpao1o l Romanato observa: «M que
decía, a veces, medio en broma medio en serio: "Moriré . e
ven" . Est ta premomc1on
:... expucaI bza su empeno - en trabajar paJo-
decir todo cuanto antes, escribir deprisa y hacerse famo::
porque sabía o temía que no tendría una vida muy larga».
172
Persecución, 1985
178
Oisteanu había ido a Holanda sin visado, y pensó que el
hombre llamaba por eso. ,
-¿Acerca de qué? -pregunto. _
El hombre no se lo explicó, sugiriendo en cambio que
encontraran para comer. Oisteanu se negó. Finalmente queda.
ron en verse en la calle. . ,
A la mañana siguiente, Oisteanu se despertó antes de las cin.
co, preocupado, cavilando sobre las razones de ese encuentro
Era un hombre de unos treinta y cmco o cuarenta años, con
un traje de chaqueta no de muy buena calidad. Tenía una de-
terminada corbata, un determinado aspecto. Era inconfundi-
blemente miembro de la Securitate. Volvió a insistir en que
fueran a un restaurante, pero Oisteanu se negó. Fueron en-
tonces a una cafetería. La puerta estaba cerrada con llave. El
agente llamó con los nudillos. Enseñó una tarjeta de identi-
dad. «Tengo que hablar con este hombre», dijo.
Entraron, se sentaron y pidieron sus consumiciones. Su in-
terogador le preguntó acerca de su trabajo en la historia de
las religiones. El sistema había pasado hacía tiempo de la retó-
rica comunista al nacionalismo místico que Culianu estudiaba,
promovido por figuras como Eminescu. La religión había sido
uno de los campos de estudio más prestigiosos antes de la lle-
gada del comunismo, en un país en que la ortodoxia y la idea
de «nación» habían estado unidas desde el siglo XIX. El hom-
bre empezó a hablar de Eliade. Oisteanu trató de averiguar
qué quería, pero su interrogador siguió desviándolo del tema.
-No somos tontos dijo-. Yo también soy licenciado univer-
sitario. Estudié filosofia. Sé sobre qué escribe usted. Conozco
los libros de Eliade. Son muy interesantes.
Se inclinó hacia delante.
-En 1983, usted quería ir a un congreso. Le dijimos que no.
En 1984, dijimos que sí, pero con una semana de retraso. Sé
que tuvo problemas para conseguir permiso para viajar. Sé có
mo ayudarle a hacerlo. Tanto como quiera. Más de lo que qui-
ra. Quiero decir que, incluso si no desea viajar, tendrá que ha-
cerlo.
174
-t -
Cómo es eso?
0
dejaremos viajar, y usted nos dará información sobre
anos residentes en el extranjero.
tos~:Or qué no lo hace usted? Es su trabajo, no el mío.
Yo tengo las puertas cerradas. No conozco a nadie. Usted
, Conoce intelectuales. Como loan Culianu.
S1. ·
_No, lo siento.
-Los conoce su hermano, el que está en Nueva York.
EI hermano de Oisteanu, Valery, era un poeta underground
e vivía en el East Village de Nueva York y escribía una co-
~mna mensual sobre arte titulada «Wall Patrol» para Valery
Gallery. Odiaba a los comunistas mas que a nada en el mundo.
La idea de que pudiera resultarles interesante era ridícula.
-No -dijo Oisteanu-. No, no podría.
El hombre se levantó para irse.
-Piénselo. Lo llamaré -dijo.
Oisteanu se dispuso a salir. Pero pensó: no, no puedo dejar
este asunto pendiente. Quiso dejar clara su negativa de una vez
por todas. Se precipitó hacia la puerta y vio a su interrogador,
que ya había cruzado la calle y estaba entrando en un edificio
de la Securitate.
El hombre telefoneó al cabo de una semana. Oisteanu re-
chazó la oferta. El hombre siguió llamando, unas cuantas veces
a lo largo de las siguientes semanas, y muchas veces a lo largo
de los siguientes meses. La mujer de Oisteanu empezó a asus-
tarse. Temía que nunca pudieran viajar. No se desharían nun-
ca de aquel hombre. Este dio a entender que si Oisteanu no
colaboraba, dejaría de publicar. Perdería su trabajo.
Finalmente, el acoso se interrumpió. Una publicación aca-
démica aceptó la entrevista de Culianu. En el último minuto,
los censores trataron de impedirlo, pero los directores de la
revista los burlaron.
El incidente con el agente no era excepcional, era uno de los
muchos encuentros extraños que cualquiera tenía en esos años.
Los de la Securitate, dijo una vez un amigo, son todos unos mís-
ticos. Oisteanu nunca lo había creído.
175
El juego esmeralda, 1986
177
·iete Aparentemente provocadas por la ascuas d
cuenta Y S · • ¡I; ela1
. d Eliade, las llamas danaron va1osos textos de Orien
pipa te • • Itey
d la India reunidos a lo largo de una vida y, lo que es más i
p:rtante, las ediciones privadas de Eliade de sus cincuenta~
bros, cada uno de ellos marcado.:. conElidi notas nuevas que aho
hb;- n-
daban en sus más famosas teonas. •~ e a1a tenido una
premonición del holocausto en un sueno, Y para un hombre
que había pasado la vida desentrañando los significados que
contenían los sueños, el fuego sugeria que «la inmortalidad
que había buscado en la página impresa estaba sujeta a la des
tuucción material», como escribió su colega Wendy Doniger,
«igual que la inmortalidad que antes, hacia tiempo, había bus-
cado en sus experimentos con el yoga».
Los libros estropeados por el humo y el agua seguían empa-
quetados en cajas cuando llegó Culianu de Holanda a media-
dos de marzo. Él y Eliade se enfrentaron a tres proyectos ur-
gentes, incluido el nuevo The Guide to World Religions que debía
escribir Culianu, que firmarían ambos, y publicaría HarperSan
Francisco. loan había traído también varios artículos para la
colosal Encclopedia ofReligion, en dieciséis volúmenes, que de-
bía publicar Macmillan en 1987. Elia de le confiaba los temas
en los que consideraba al joven profesor un destacado exper-
to, como «Ascensión», «Astrología», «Gnosticismo: desde la
Edad Media hasta hoy», «Magia en la Europa medieval y rena-
centista», «Ritos sexuales en Europa», «Cielo: los cielos como
hierofanía», y dos centrados en las sectas balcánicas, escritos
en colaboración con su antiguo profesor Cicerone Poghirc en
París.
Eliade tenía otra misión para Culianu. Estaba trabajando en
el cuarto y último volumen de su Historia de las creencias y de las
ideas religiosas, en que trataba de encontrar las pautas subya
centes e inconscientes de la mente en el pensamiento mítico,
los símbolos universales que veía engarzados en los conceptos
religiosos. En los dos últimos capítulos del volumen, Eliade
pensaba examinar «las creaciones religiosas [todas las que
hay] en el mundo entero desde la Iluminación hasta la teolo-
178
"Dios ha muerto". «Buena parte de este final podría es-
"%;", o», cscribi6 a Calianu, de reina y seis años. ¿Acep-
cr"r'
arías l
¡ responsabilidad de encargarte del resto?»
.:< d < :
Una colaborac1on ca a vez mas extraordinaria fue ahon-
¡dose entre el hombre que pasaba por haber revolucionado
dáll rnpo de la historia de las religiones y un nuevo y ambicio-
el ca! ·id b
sador que lo consi era a como un padre. Desde sus res-
sopen . . b h , . .
uvas épocas de instituto, amlos se 1abían inspirado en la
ped e renacenústa de coincidentia oppositorum, o la coincidencia
idea S lab :. ,
de los opuestos. u co a orac1on, que equiparaba la carrera
oniente de Eliade con la de loan Culianu, naciente, ofrecía la
~ncidentia oppositorum que tanto tiempo había esperado el jo-
ven.
para entonces, Culianu tenía la sensación de que su puesto
académico en Holanda no era sino un escalón «hasta que lle-
gue algo mejor», como Eliade le había escrito. En la Universi-
dad de Groninga, resultaba previsible que el pequeño departa-
mento de Estudios rumanos desapareciera con los recortes
presupuestarios. Iba a dejar esa especialidad menor para con-
vertirse en un innovador historiador de religiones, pero allí no
era aceptado. Desde Chicago escribía cada día a su mujer con-
tándole las oportunidades que veía en los Estados Unidos. Su
hijastro de catorce años, Andrei, previó el resultado: «Siempre
hablaba de América, tomaba coca-cola y me llevaba a ver pelí -
culas de Hollywood; quería ser americano».
Qué fuente de tensión y de ilusión constituiría, pues, la lle-
gada al aeropuerto de O'Hare sabiendo que la facultad de
Teología tendría que buscar pronto un sustituto para la plaza
de Eliade, y que éste había propuesto su nombre al decano Ch-
ris Gamwell. Culianu impartía dos clases, «Gnosticismo y mani-
queísmo» y «Magia del Renacimiento para principiantes». Nin-
gún profesor como él había entrado en las aulas del Swift Hall.
loan Culianu, que había contado tanto. con Eliade en su vida
profesional, había venido a distinguirse.
179
~ en el segundo trimestre, en el Comité de] M
°1,
Wiiesner e1 ntro '»
d Mediterráneo Antiguo de la Universidad de Chicago l:
cencia a on honores por el Radclitfe
. .
±. :
College,
-
vilización pagana. A sus vemudós anos, se encontraba
en c1 1 d . d
un
se espeéi<a,,'Izó
ex.
raña en el Medio Oeste, habiéntose cnaao en I a pequeña ciu-
dad del norte del estado de Nueva York, Slingerlands.
Rubia y con aspecto desvalido, Hillary sc parccía a la figura
de la «madonna» en La Primavera de Boticelli: distante, miste-
riosa, con la tez de color madreperla. Su padre erajudío y, co
mo el padre de Culianu, había muerto hacía tiempo, a los cin.
cuenta y cinco años, cuando ella tenía dieciocho. Es a muer-
temprana intensificó su carácter solitario. Sus amigos decían
que era brillante pero ingenua, algo temerosa de los hombres.
«Juzgaba a todos y a todo», dice Enka Schluntz, una amiga de
Radcliffe. «Creo que pensaba que yo era demasiadojuerguista.
Cuando le pedí prestados los apuntes de clase, me quedé de
piedra: vi que era más organizada que el profesor. Aunque, eso
sí, había llenado las páginas con dibujos de cómic.»
Según Wiesner, la facultad de Teología no daba la talla. El
invierno en Chicago parecía durar siempre, marcado por un
viento húmedo que se le metía por debajo de las uñas. Los pro-
fesores se interesaban poco por sus alumnos. El campus neo-
gótico, secuestrado en el South Side de la ciudad, le resultaba
agobiante. La cantidad de trabajo que tenían los alumnos era
enorme sin razón, pensaba. Con ganas de volver a Cambridge,
como algunos de sus antiguos profesores le habían aconsejado
que hiciera, Wiesner se preparó para participar en las excava-
ciones arqueológicas de Harvard en Sardis, Turquía, para su
segundo verano.
Se hizo algunos buenos amigos en el campus de Chicago.
Un destacado profesor, Hans Dieter Betz, le sugirió que habla-
ra de su trabajo con el profesor Culiam.i. Ella no podía asistir a
mnguna de sus clases, pero iba como oyente de vez en cuando
y poco a poco, fue sintiéndose intrigada.
Culianu era diferente de todos los demás de Chicago. Con
sus camisas de estilo europeo y su acento de inspector Clou-
180
f:
ecía unas perspectivas tan asombrosas sobre la magia
au, oIr f • '
se H,'llary
1
<
tomaba notas con mas :renesi que nadie en clase.
que •
hombre atractivo, con una expresión • ,
traviesa y unos
Era un e parecían mirar más allá de uno, pero ella recordaba
ojo°?"",, 'colianu dijo qued undi:pensador, como un gran cien&-
sus ilca ecesitaba ser capaz e iscreta Humildad ' para entender
fico, n . , . C d
ndo en sus propios term1nos. uan o uno estudiaba los
un¡1, mu»ros medievales, tenia que dtejar
. 1
a un lado su incredulidad
mila' l
buscar hasta en los sucesos masz •
extranos e inexplicables una
Y ta O lógica oculta, esta pas1on por internarse en los proce-
Pªto de la mente de un tema que él asimilaba al eros. Eros, el an-
término griego que significaba amor, o abrazo-del-mun-
do, nos dio palabras como erótzco y heroico. Culianu veía el eros
como una fuerza real capaz de desvelar los misterios del uni-
verso, ya fueran científicos o religiosos.
Se interesaba especialmente por losjuegos mentales del Re-
nacimiento, que llegaron a su esplendor con los filósofos Mar-
silio Ficino y Giordano Bruno. El poder de Bruno venía, según
sugería Culianu, de que cargaba sus imágenes mágicas con el
poder del amor, o eros. «Ese era su lado secreto, que nunca he-
mos llegado a entender realmente», dijo. Culianu comparaba
la magia de Bruno con la de los publicitarios, las empresas de
relaciones públicas y quienes controlan los fenómenos políti-
cos, y con el control que ejercen sobre la mente los regímenes
de finales del siglo XX.
El problema era, decía Culianu, que somos iletrados meta-
fsicos, tenemos las imaginaciones reprimidas por el triunfo de
la ciencia y de la tecnología. La Reforma y la persecución de la
magia por la Iglesia explicaban el triunfo de la razón y de mu-
chas de nuestras neurosis modernas. Culianu abordaba su te-
ma con «valor, dominio lingüístico y disciplina», como observa
un crítico, y con un conocimiento enciclopédico construido
durante sus años de exilio en Italia. También aportaba algo
más: una obsesión por utilizar el pasado para entender el pre-
sente y los muchos modos ocultos en que, según decía, nuestras
mentes podían ser manipuladas.
181
a, Hillary Wiesner fue a la biblioteca y buscó el 1
Intriga la» l • d Brill ro
. P("\)chanodia, pubhca o por n en 1983, en l-lot
de eulanu l y di 1al d lz 1;:. Van-
da. Atacaba las historias tra . 1c10n , es e as re 1gioncs qu e sos-
, las culturas se «influían» unas a otras a través d la
teman que . T: e
d evas rutas comerciales. ras demostrar qu .
apertura le n U ¡.. edi
n'as 00 podían explicar que fueran tan extendidos .
h
chas teo1 .: Culi ld; mi-
tos como el1 de la reencarnacon, unanu a u• 1a a su prOpia .
teona; , . los procesos o juegos subyacentes , . del binconsciente co-
1 1
lectivo, siguiendo las reglas de la lógica que subyacen en los
cesos cotidianos de la historia, conformaban los acontecimien.
tos humanos en un nivel . más profundo . de lo que conocemos,
Esta idea de que la historia era en cierto modo ordenada, re
ladora e incluso predecible impresionó a algunos estudios:
por extravagante, pese a que venía en parte de la teoría del
juego de Wittgenstein y la nueva ciencia de la complejidad. Tu-
vo a Hillary pensando hasta muy avanzada la noche.
Ella trabajaba sobre una antigua civilización mesopotámica,
los sabeos de Harran, un pueblo que ella creía responsable de
preservar las antiguas fuentes del pensamiento renacentista.
Los sabeos, con sus filósofos herméticos, habían sido engulli-
dos por la historia, habían desaparecido de la faz de la tierra, y
ella quería saber por qué. Decidió preguntarlo a Culianu.
182
equeñas que eran las casas que se podían permitir los pro-
Jo p
esores. ·idd f .:
arte por neces1 a 1nanc1era, y principalmente
En P H¡<. ·bi- Por
rofundo deseo, tam 1en escn 1a narrativa. Sus colecciones
¿ relatos fueron pronto aceptadas por una editorial italiana,
Book, la misma editorial de Ehade. Eco escribió una rese-
Jaca 1 . , . 1· d ,
a positiva sobre a vers1on 1ta 1ana e Eros y magia. El y Culia-
se escribían regularmente, en parte acerca de la narrativa
nu , , b .
de Culianu. Este empezo a grabar en cinta magnetofónica un
#rller basado en un mito medieval que tenía un gran significa-
do para él. Era la historia de un yoven que experimenta tres
muertes rituales, siendo cada vez salvado por una mujer, y al
hacerlo asciende a los tres estados del ser para encontrar su
verdadero yo. La trama era inmadura, llena de asesinatos y de
conspiraciones poco creíbles. Uno de los problemas era el de
todos los exiliados: todavía no tenía un lenguaje propio. Otro
problema era que tenía que aprender a escribir mejores relatos.
Como en tantas otras cosas, Eliade representaba para él el
modelo para su doble carrera. Para ellos, el vínculo entre la fic-
ción y la erudición iba más allá del simple requisito de escribir;
era la relación entre la fantasía y la vida. Como los místicos y
poetas del este, veían la vida como una historia cuyo significa-
do más profundo podía leerse en sus detalles y coincidencias
más nimios. Procedentes de un pueblo varias veces conquista-
do, que contaba historias para sobrevivir, Eliade y Culianu co-
nocían el poder de la historia de un individuo, ya fuera inven-
tada o «sentida», para dar esperanza, incluso para obrar
milagros. De la manipulación del público por parte de un
cuentista a las pretensiones de Bruno de manipular con magia
al pueblo apenas había un pequeño paso.
En su evaluación de la obra académica de Culianu, los críti-
cos han comentado su confusión entre la mirada distanciada
del estudioso y el modo en que se involucra el practicante de
Un arte en el tema. En su vida, sus amigos sabían por qué: no se
limitaba a estudiar a Bruno, quería ser Bruno. Si uno tenía ten-
dencia a creer en este tipo de cosas, loan Culianu era hábil en
183
la magia y la adivinación, lo cual podía servir para animar
fiesta. Si no, resultaba ridículo y aburrido. ¿Era esa oscilaci3
u,,
:.
en tre 1 a mves sigación y la practica
. una forma de · doble p erso.
nal .d d
1la, o s1
implemente un pasatiempo de aficionado me;
Elid di< Jora-
do por 11a •nvestigación? Una vez, 1a e respon 10 a la pregu
• 1U; ·id: n-
ta en una conferencia que dio en la Universidad de Chicag.
«Algunas de mis creaciones literarias contribuyeron a un en.
tendimiento más profundo de ciertas estructuras religiosas»
dijo. «En ocasiones (...) mi imaginación literaria utilizó mate
rias O significados que había estudiado como historiador de las
religiones.
184
uando fue leído el testamento, Culianu se enteró d
rro. C ··d ·1:. e que
:4 le había dejado un ultimo encargo. Había nombrad
Eliade d :. ... toa
colana albacea de 19"""9?adémicos inéditos. Este ho
nor acrecentó la con us1on : e u. 1anu acerca de su plaza en
Holanda, sus libros y su matrimonio, y tocó el secreto más pro-
fundo que ambos hombres compartían.
185
do como Alemania hasta finales del siglo XVIII. ¿Por qué desa.
parecio e!±sa manía?",Para encontrar la respuesta,
:<
• •
uno ten;'a que
r que hab1a empezado. ¿Por qué, en su hi·st .
preguntarse Po . , . :, ena,
había quien admztia ser bruja: .
Para contestar a estas preguntas, Culianu exploró el nu
't do de estudiar historia llamado complejidad por el te~~
me o . · 'On-
co francés Edgar Morin. Mientras que 1 la investigación tradicia
nal trabajaba hacia atrás, sopesando las diversas versiones de
un suceso y proponiendo luego una «verdad», la complejidad
funcionaba hacia delante en lo que el antropólogo Cliffora
Geertz llamó «descripción gruesa», examinando todos los par.
ticipantes e instituciones -la iglesia, el gobierno, el poderjudi.
cial, la medicina, el folklore y la literatura-, siguiendo todas las
versiones posibles de un mismo acontecimiento y considerán-
dolas todas, en cierto sentido, simultáneamente verdaderas.
Informado por su estudio de Bruno, Culianu dijo que tene-
mosque entender el poder de la mente y de la memoria, tanto
individual como colectiva, sobre la percepción. Mencionó
ejemplos de gente que confiesa crímenes que no ha cometido.
No encontraba la prueba que buscaba, en parte porque, en
1986, el tema de la «memoria recobrada» no se había puesto
de moda aún. Su visión de la fiebre de la brujería era ambigua:
sugería tanto Ja posibilidad de que la brujería funcionara co-
mo la idea tradicional de que esos fenómenos eran casos de in-
vención colectiva.
Al final del trimestre, loan Culianu organizó una fiesta para
sus alumnos en sus dos minúsculas habitaciones de] Seminario
Teológico de Chicago. Hillary Wiesner no iba prácticamente
nunca a fiestas, pero se presentó allí con una amiga. Culianu
les hizo spaghetti carbonara. Avanzada la velada, todos empe-
zaron a dar su fecha de nacimiento. Cuando Hillary dio la su-
ya, el 17 de agosto de 1963, él se volvió y la miró tanto tiempo
que ella se sintió realmente turbada.
Acabaron todos sentados alrededor de Culianu mientras és
te leía el Tarot a una alumna que no estaba segura de si quería
quedarse en la escuela de tercer ciclo. loan dio a Hillary un e~
186
·'n ara que se sentara. Otro alumno llevaba una camiseta y
J1 P azadora tejana bordada, ambas con una calavera loan 1
una :. ]r <. d ' te
'd' , que exphcara e renomeno .e los Grateful Dead.
-d·' '}
Pl _No yo e1.
JO ,
veo los craneos
_Mira su cazadora -sururró ella.
Esa noche, Hillary escribió en su diario: «¡Qué noche! Tarot
nversación. Pero yo estuve demasiado tímida y sentí tener
y co , d
que irme». Se acostó pero no pudo dormir. Volvió a coger su
diario: «2 de la madrugada. ¿Que me pasa? Me duo algo, pero
ería una profecía de las que se cumplen por sí solas? Es como
~: me explicara el laberinto de mi vida y, al mismo tiempo, la
plantara como se planta una semilla».
Ala mañana siguiente, Ioan la llamó preguntando si quería
• ir aJ centro a dar una vuelta. Sin saber por qué, ella dijo que sí.
Se dio la vuelta en la cama y miró el reloj: eran las 8 de lama-
ñana.
Durante el desayuno, Culianu le dijo que sus dos mejores
amigos, su primo rumano y un historiador italiano, cumplían
años el mismo día que ella. Pensara lo que pensara la gente acer-
ca de su estudio sobre la magia en el Renacimiento, él vivía se-
gún sus preceptos. Llevaba unos pantalones de algodón negro,
una camisa verde oscuro y una chaqueta de cuero de color ama-
rillento. Hacía muecas como si tuviera un tic nervioso. Fumaba
cigarrillos Marlboro. Hablaron de la visión de la religión que te-
nían Weber y Marx. Culianu dijo que los individuos carecían de
libre albedrío, que la gente estaba programada como los robots,
que a ella le habían lavado el cerebro. Hillary garabateó un mo-
nigote con una nube negra sobre su cabeza. La comida le había
revuelto el estómago, y el humo le daba dolor de cabeza.
Culianu sugirió que visitaran la Torre Sears. Ella sintió de-
seos de rechazar la propuesta, pero a pesar de su cinismo, él le
parecía tan amable y divertido, tan interesante, que aceptó. En
la plataforma de observación, contemplando los destellos de
los sombríos barrios de casas bajas, Hillary se sintió repentina y
Violentamente mal. Tenía las manos heladas, el estómago re-
vuelto. Culianu la ayudó a bajar, sosteniéndola, Y corrió a una
187
. d Walgreens a comprar una medicina. Ella n
farmacia Ie z. ·d d unca
había tenido vértigo antes, y mas tar e a verana que sólo le
e. •
188
son?
ya hab1a
"¡, ue Culianu fuera brillante, pero también era la per-
Pu";¿,rada y amargada que Hillary había conocido
tenía pocos buenos amigos. Era una gran viajera, y
nuncª•~ visitado Turquía y Grecia, donde se había extasiado
.
1Partenón y otras ruinas tamosas. Lef:ia el l sirio,
r. · · el copto,
ante _e y el latín. En Chicago estudiaba acadio babilónico
el grie O
. 1 de lista que cual quiera
. . .
en ese campus elitista, pero.
Era igua +b ·. .:. id
igos la encontra an 1num1 ante.
susSamamistad con Cli :.
u 1anu era interesante, ·.-]uso absorben-
me
:ro ella sabía que no podía llegar lejos. Pronto dejaría
¿¿o. sin embargo, poco a poco le fue resultando dificil sa-
ber exactamente qué era lo que sentía. Fueron juntos a ver la
elícula Brazil. La impresionó tanto que no podía dejar de
femblar. Él la abrazó. Ella se apartó. Luego pensó que quizá
eran imaginaciones suyas. El era... tan maternal. Pero estaba
casado. «Extranjeros», escribió en su diario. «Como decía mi
tía Mary Ann, evita siempre a los extranjeros que se vienen
aquí.» Su tía Mary Ann se había casado con un ucraniano que
la abandonó a las seis semanas de haber conseguido la ciuda-
danía.
-Estamos todos programados -dijo Culianu esa noche.
¿Por qué volvía a empezar con lo mismo?, pensó Hillary.
-Estás programada -insistió.
Esta vez, Hillary se enfadó, y discutieron. El tono fue su-
biendo hasta acabar en una pelea que demostraba, quizá más
que ninguna otra cosa, hasta qué punto estaban intimando. En
cierto modo, pensó ella mientras subía la escalera hacia su
apartamento, se sentía aliviada. Escribió en su diario: «18 de
mayo de 1986: Ya está, he hecho lo que debía. Lo intenté y fui
reprendida. Ahora estoy liberada. No tengo que volver a inten-
tar ayudar a esa persona nunca más».
Descolgó el teléfono.
189
mentos, que iban desde los años cincuenta hasta entonces. T
,
n1an q'ue ser catalogados y traducidos.
. . Muchos de ellos eran
valiosos como posibles publicaciones. Pero se planteaba
gran problema: los investigadores, sobre todo en Ialia, a$'
raban abiertamente que Eliade había mantenido un secreto
En los años treinta, Eliade escribió una sene de artículos f:
cistas de apoyo a la Guardia de Hierro. Y una vez más, en 19:
Culianu se enfrentaba a la posibilidad de que la figura de'
id su
padre adoptivo podía haber pertenecido a esa organización.
Escribió treinta cartas al día contestando a las solicitudes
dudas acerca de la herencia de Eliade. Vio a Mac Linscou R
ketts, el biógrafo y antiguo alumno de Eliade, que había explo-
rado en profundidad los artículos originales de Eliade. ¿Hasta
dónde llegaba el secreto de su mentor? Era un hombre tan re-
verenciado que se había propuesto una ceremonia en su me-
moria en Israel. Saul Bellow había leído en su funeral. Andrei
Codrescu, que erajudío, se había presentado sin avisar en casa
de Eliade y había sido recibido. Más tarde, Culianu escribiría a
Rickctts: «Por fin estoy en posesión del codiciado archivo que
contiene las simpatías políticas de Eliade entre 1938 y 1940. Es-
taba demasiado trastornado para recordar lo que hablamos so-
bre esto (...) de que [un artículo] no había sido escrito por él.
Mi postura es la misma: el señor Eliade nunca fue antisemita,
ni miembro de la Guardia de Hierro ni pronazi. Pero entiendo
en cualquier caso que estaba más próximo a la Guardia de Hie-
rro de lo que quisiera creer».
Culianu sugirió más tarde, en su reseña al Mircea Eliade: The
Romanian Roots, 1907-1945 (1987), que el caso de su mentor
ilustraba dos de las cuestiones más debatidas por la crítica lite-
raria: ¿hasta qué punto la escritura es producto de su tiempo?
y ¿hasta qué punto el acto de leer es resultado de una interpre-
tación errónea, a través de la lente de nuestro tiempo? Un re-
sumen tan preciso era imposible en 1986, cuando Culianu lu-
chab~ con documentos que suponían todo el terror que
entrana el buscar en la vida secreta de un padre. y podía no ser
verdad. Un estudioso especializado en las «implacables furias
190
le:,,iidad» de. ladhistoria
11
estaba siendo llevado a lo qu
e un
de cornP b
. tador de Eha e ama a unas «ordalías del laberint
z.
191
Deseaba de verdad que llamara. Me pregunto si su mujer sa±
lo desdichado que es. . -
S uc edieron cosas m1stenosas
., en sus
d suenos.
, Se volv ero}
mucho más intensos. Vanas veces se esperto en plena noche
con el corazón palpitante. De momento, no se lo contó a naa;
porque no tenía sentido. No era que creyera en la magia del R
nacimiento. Pero Culianu le había dicho que Eliade sien
, 1·d pre
había afirmado que nada suced 1a por casua 1 ad. Si la men
creaba su propia realidad, entonces lo oculto, o la ideología te 0
incluso la idea de «casualidad», era una poderosa metáf~
. ba su V1id a. .
con que la gente explicaba ra
En la última semana de mayo, Hillary se preparó para el
proyecto Sardis. Uno de los últimos días en la ciudad, ella y Cu-
lianu fueron a visitar el Field Museum de Chicago. En el mag-
nífico y espacioso vestíbulo, dominado por el esqueleto del fa-
moso Brontosaurus y un par de mamuts, él dijo que los objetos
cotidianos tenían significados que se extendían hacia otras ma-
neras de contemplar el mundo, abriendo nuevas interpreta-
ciones en una secuencia infinita. La arqueología apenas toca-
ba la superficie. En los dioramas, señalaba las curiosas formas y
los colores de los animales -gacelas, cebras, jirafas, loros-, de-
corados como si un excéntrico artista los hubiera pintado y les
hubiera dado extrañas configuraciones. Era como si todos re-
combinaran elementos similares. Le habló de una teoría, que
había leído del zoólogo escocés D'Arcy Wentworth Thompson,
que demostraba que, mediante transformaciones matemáticas,
uno podía metamorfosear un animal en otro -por ejemplo, un
cráneo de zorro en uno de rinoceronte- en pocos pasos.
-¿Por qué esos colores? -preguntó. ¿Por qué los animales
están diseñados de maneras tan extrañas y graciosas? Es como
si un artista hubiera estado gastando una broma.
Se detuvieron ante las esmeraldas , en la vitrina de las ge-
mas. Las cuatro piedras destellaban. Hillary dijo que la esme-
ralda era la imagen más importante en su vida. Desde niña ha-
bía tenido un sueño recurrente acerca de esmeraldas. El se
interesó mucho por el asunto, aunque no explicó por qué.
192
d ron en verse una última vez en un restaurante poli-
%?]. ao 1ouse or Tiki, un lugar conocido y usa a& Hy
oe k Colgados del techo, espmosos peces globo, iluminados
de par rnbillas
. encend"d . .
1 as en su mtenor, .
miraban fijamente al
b
Po. r o mientras com1a., La d .,
ecorac1on era toda de abalorios y
clienteú y las bebidas
: 1legaban en vasos con forma de hawaia-
bamb snudas.
"» ..
Cuhanu di10 a Hill; . y le pidió que no
1 ary una caya
d
nas e , d .
briera hasta despues e irse.
la a--Anoche sone- , que un mago me echaba algo en un cáliz di-
. Me lo daba, y yo lo bebía.
" _¡e pregunto qué querrá decir.
He tenido este sueño otras veces, sólo en momentos im-
portantes en mi vida. Lo que sea, será significativo.
Desde el aeropuerto de O'Hare, Hillary le envió por correo
la nota de la galleta de la suerte que le había tocado en la comi-
da: «Se está escribiendo un nuevo capítulo en tu vida». No ne-
cesitaba ser epigrafista para imaginar que algo estaba pasando.
19!
El libro de la vida
195
firay gmentos de urnas y vasijasdidel barro
hallaba la antigua acrópolis Ie 1a cautas. ·dad. E studiaba
buscaba en su Fodor's Guide los buenos restaurantes de
b u, 1 que estaba a una noche .
.
E,,
en la ladera dond
'1a en
estrellas, que parpadeaban como sombras de ideas, según
creían los filósofos del Renacimiento. Para experimentar 1
que los estudiosos llamaban
, h
lo «sagrado», había dicho loan 1
. 1 nocturn• o
único que uno tema que acer era mirar un c1e.o
La Vía Láctea se extendía como un sudario desgarrado por 1 º·
estrellas fugaces sobre las ruinas del templo de Artemisa.
templando el cielo, Hillary se sentía como una persona insig.
eo:
nificante con problemas insignificantes, en un país insignif-
cante de un planeta insignificante en los confines de una
insignificante galaxia entre millones. Las ideas de loan la ha-
bían afectado realmente, a pesar de tratarse de un personaje
sospechoso.
En las excavaciones conoció a otras personas, pero nadie le
interesó particularmente. Las instalaciones eran rústicas, las
tradiciones venidas directamente de la época del imperio bri-
tánico: el té a las cuatro, el cóctel a las ocho. En el complejo
había un salón umbrío y fresco que olía a eucalipto por los vie-
jos libros de la biblioteca. Tenían cocineros, criados y mujeres
del pueblo para lavarles la ropa. Ocasionalmente, algún escor-
pión acechaba en la ducha.
Cuando recibió la primera carta de Culianu, corrió a sen-
tarse en la galería para abrirla. «Querida Diosa Esmeralda»,
decía, «descubrí en el Field Museum que eras diferente a cual-
quier otra persona. Ahora sé que eres la aparición que espera-
ba que fueras».
Su pulso se aceleró. Se guardó la carta en un bolsillo, y lue-
gola metió en un cajón; hizo lo posible para evitar pensar en
ella. Estaba... loco. Durante un rato estuvo con los demás jóve-
nes en la excavación. Trató de participar en sus actividades. P:
ro en el trayecto hacia un bar de la ciudad recordó que aquel
era el día en que Culianu abandonaba Chicago para volver con
196
Para distraerse, cogió un InternationalHerald Tibune
esposa. . b 1 ....,
su :. ·ra plana se anuncia a a muerte de Borges.
prime entonces, su co1 eccion habí
en Basta ··<
a, 1a permanecido cerrada.
galo la había molestado, como en una película de Woody
El " naba a un profesor mayor que educa a unajoven alum
¡\llen: s . -
a. Sin embargo, en ese momento, tendida en la cama y con
uave, fue cayendo baJO el influjo de las mtnncadas histo-
luz S
. En ellas encontro caros
< 4 "di'
in icios dl
e as teorías académicas
{6nanu. En el relato, «TI6n, Uabar, Orbis Terius>, por
emplo, el narrador encuentra una entrada extraña en una
{resi6n de la edición de 1902 de la Encoclopedia Britannica
La enturada describía un planeta ficticio ideado en lo que debía
de haber sido una tremenda broma. «Los hombres de esc pla-
neta conciben el universo como una serie de procesos menta-
les», observa el narrador, «que no se desenvuelven en el espa-
cio sino de modo sucesivo en el tiempo». Esa era la idea que
tenía Culianu de la historia de las religiones. En otra historia,
«La muerte y la brújula», un detective de Buenos Aires sigue la
pista de una serie de asesinatos relacionados de un modo que
él trata desesperadamente de desentrañar. Cuando por fin des-
cubre la verdad, sólo lo hace a tiempo para comprender que él
es la última víctima.
Unos días más tarde, Hillary recibió una sortija de esmeral-
das por correo. La devolvió, adjuntando una airada respuesta:
Eres un hombre casado que odia el mundo y merece lo que
tiene. Una persona tiene que tener algún tipo de ideales.
Seguidamente se produjo una discusión por correo que du-
ró semanas. Poco a poco, un profundo presentimiento empe-
zó a gravitar sobre ella. Algunas noches, tenía una sensación
de desastre tan fuerte que se fue convirtiendo en una cons-
ciencia hostil que la rodeaba. Dejó las excavaciones cuando
acabaron, en agosto, y viajó con una amiga a Estambul. En la
iglesia de Santa Sofía, el centro de la cristiandad ortodoxa
oriental, más tarde convertido en mezquita, se dio cuenta de
que nunca se había sentido tan extraña en su vida, como ob-
nubilada. Vagaba por la ciudad medio llorando, visitando ape-
197
es turísticos o el bazar medieval. En cada siti
nas los 1u gar , 1b , o cas¡
d, hacer nada mas que. tum arse. Estás arruinandIomis
no poc1a
vacae1iones,, se queiaba
:., su. amiga. Pero. por. mucho que intenta,.
ra evitarlo, se sentía perdida, como si hubiera convertido a C,
lianu en enemigo, y éste se propusiera apoderarse de ella. Te-
la sensación de ser un completo fracaso como ser hum
m1a d El C 1ano
Recordó una frase de una canción te Ivs ostello: «En aau
:<
llos tiempos, fui una buena idea: pero ahora sólo soy un es.
pléndido error». .
Decidió ir a descansar a casa de unos amigos en Munich
Envió a Culianu el nombre de la pareja a quien pensaba visitar
198
tido un error. Pero en su alegato había más miedo
b'a come Ioan temía
,amor. .. a C armen, a pesar de que sospechaba que
qu b'a tenido una aventura. Ella le dio un día para abando-
ella hall
ar la casa. . .
ni ¡ue más la irritaba era que durante todos esos años loan
;' ajado sin descanso, planeando cada paso en su ca-
hubieraviajando fe
" para dar con.:erenc1as.: y clases, que creyera que
rrera, '
odía manipular el mun dio. « M.antenia
: cada parte de su vida
P n compartimento separado, como si tratara de llegar a ser
en uGiordano Bruno», diice. «N o era que careciese de amor 0
un hib; .2 •
199
En agoSto, se reunió. con Hillary en Múnich, afirmana
. E b . o qu
b , pe di"do el divorcio a su muJer. sta
al1a . a de pie en el Cuartoe
h
ta Con el codo apoyado en laEsrepisa de la chimene a, tura
de estu,
d de Parecer despreocupado. tuvo a punto
tan(o .
de volc :ar un·
1 . Y ella tendió la mano. Durante unos
re1o), . instantes' se smnti
.
más confusa que nunca por su presencia. No se dijeron much
ás, pero ella tenía claro que estaba, en fin, si no enamor4,,
m », ·id "aI-
dose, por lo menos algo parec1 o...
Durante el otoño, loan le escribió cartas cada día, a veces
dos O tres veces al día: «juntos podemos ser una fuerza tr _
menda, más poderosa de lo que puedas imaginarte». Añad~
que su carrera, tan ascendente un mes antes: se estaba desmo-
ronando rápidamente. Su plaza en Holanda iba a desaparecer.
«Pero contigo sé que todo es posible.»
Pasó el otoño en el prestigioso Instituto Holandés de Estu-
dios Superiores, en Waasenaar, en una excedencia planeada
desde hacía tiempo. Se sentía libre, asustado y más solo que
nunca desde que había sido refugiado y desertor en Italia. Con-
virió su desasosiego en producción académica, escribiendo en
ocho semanas el borrador francés de The Tee of Gnosis: Gnostic
Mythology from Early Christianity to Modern Nihilism. En él trata de
demostrar, con pruebas históricas, su idea de que los procesos
de la mente universal conformaban los acontecimientos huma-
nos. La prueba venía del desarrollo de las sectas gnósticas desde
los antiguos maniqueos hasta los nihilistas del siglo XIX. La
«gnosis» ofrecía un conjunto paralelo de creenciasjudeocristia-
nas: algunas de las historias eran las mismas que las de la Biblia,
narradas con interpretaciones distintas... como la historia de
Adán y Eva contada por la serpiente, o la idea de un Cristo que
nunca fue crucificado porque nunca había sido· corpóreo.
Muchos gnósticos creían en un universo dual en que el bien
Y el mal eran igualmente poderosos. Otros pensaban que las
fuerzas de las tinieblas equivalían a las de la luz sólo por igno-
rancia humana. Para un hombre que ha sido capaz de dividir
su propio yo, la idea de un universo fundamentalmente paru
do resultaba atractiva. Gnosis en sí significa «intuición», «cono-
200
¡niento». Conocerse a sí mismo, afirmaban los gnósticos era
c' r la naturaleza humana y el destino. "
conoce .:. Cali
Los gnósticos atraían a ulan u precisamente porque nun-
ca tuvieron el poder. La historia de sus ideas era, en conse-
euencia, «pura, no estaba adulterada por las rivalidades polí-
: s. , la guerra o cualquier otra
uca . distorsión. Ofrecían una
ortunidad perfecta para examinar una doctrina que se desa-
op lla a lo largo d le veinte
· . 1
siglos. Ramilicándose
ºfi , con el tiempo
rro , 'bl •
5 creencias parec1an un ar o cuando se esquematizaban
¡,raba Culianu. A cualquier religión o ciencia le sucederá
lo mismo. Más importante que el contenido de la religión era
el proceso binario de bifurcarse y ramificarse; esta pauta repre-
sentaba la fuerza más básica de la historia. Su hbro fue crucial
y un punto de transición para una carrera que se movía ya más
allá de la historia de las religiones. El manuscnto se inspiraba
mucho en sus propios seminarios, provocó un entusiasmo
exaltado en Umbcrto Eco y tenía mucho menos que ver con el
gnosticismo que con un nuevo enfoque de la historia.
Culianu escribió a su amigo Gianpaolo Romanato acerca de
los sucesos de su vida en los últimos meses. Había sido un «año
de duras pruebas y de muerte»: la muerte de Eliade, la de su
plaza, la de su antiguo yo. Estaba entrando en un periodo de re-
nacimiento y de rejuvenecimiento, escribió. Como parte de
esas pruebas, reconoció, había perdido de vista lo que los gnós-
ticos valoraban: «Desgraciadamente, uno olvida todo, y lo que
importa es cumplir con tu deber y... sobrevivir... En esta vida sin
interrupciones, sin pausas, uno acaba siendo un extraño inclu-
so respecto a sí mismo».
Vio amigos en París, que notaron que fumaba menos y lle-
vaba camisas de colores más vivos. Paseaban juntos por las Tui-
leries, de noche, alrededor del Louvre. Ioan mencionó su nue-
vo romance. «Por primera vez», dijo, «siento que la vida no me
ha hecho trampa». Seguía teniendo la costumbre de mirar ha-
c1a atrás cada pocos pasos, como si temiera que lo estuvieran si-
guiendo. Pero, por lo menos, bromeaba sobre ello.
201
De nuevo en Cambridge, Hillary1 Wiesner
., N
habló sólo u
po.
igos de su nueva re ac1on. o podían cr
co con su S am . , eerlo
E nka.k moría de curiosidad. ¿Estaba casado: Quién en '
se . . :. h; .. 'a ese
ho1 mbre ·» el único a qmen ...su meJor
...
amiga ab1a tomado en
,·Ei df 1 se-
: ,2 :Cuáles eran sus mouvac1ones. ~ nten ia o especial
no: ' di ll; que
era Hillary? Bueno, sí, eso creo, Jo e a. .
Recibía cartas de oan cada día: «Te quiero, quiero cad
. . .bl C ' a a
partícula de ti, lo visible y 1 lo invs! Ie... reeme, te contemplo
con temor y reverencia, con miedo de que pueda destruir est
aparición. Todo en el mundo vuelve a ser misterio». En el bu.
zón de Hillary había todos los dias cartas cubiertas de graciosas
pegatinas y escritas con el estilo de la poesía renacentista. Esta-
ba creando una religión basada en ella, pero tenía cierto senti-
miento extrañamente morboso: «Voy a preparar el lugar don-
de la muerte no pueda separarnos. Ese lugar existe, y lo
podemos crear. Es una isla y es muy hermosa. Pero no hay mu-
cho tiempo que perder». Rara vez ponía una despedida, por
ser demasiado final. Por lo general, acababa las conversaciones
con «¡Hola!». Le escribió acerca de su nueva investigación en
fisica moderna y la teoría de que el tiempo no existe, de que
vivimos en lo que Borges llamaba un «vago recuerdo o débil re-
flejo, sin duda falso y fragmentado, de un irrevocable proceso».
Se vieron en Cambridge en noviembre, y de nuevo en París
por Navidades, poco después, como había propuesto inicial-
mente loan en mayo, lo cual les parecía una eternidad. Llovía
cada tarde en París, pero ellos corrían de marquesina en mar-
quesina, refugiándose en algún caféjusto antes del aguacero, Y
allí se sentaban y contemplaban las luces brillar en los charcos
que se formaban sobre los adoquines. A Hillary le encantaban
las alfombras enrolladas que los parisinos usaban para dirigir
el desagüe, como llevaban haciendo desde la Edad Media. Cu-
lian u llenó el piso que ocupaban con talismanes de animales
de peluche. Hillary encontró una nota: «La diosa te invita al
juego esmeralda» y, con ella, otro anillo de esmeraldas.
Decidieron ir a Florencia a ver La Primavera de Botticelli, y los
muchos lugares que lo habían fascinado y salvado cuando era
202
. do en 1972. Descansaron en Nochevieja en un pequ
fugtª . . :., eno
re 1 de Zúrich. En plena cornada, Hillary alzó la mirada y lo vi
hotel .:. 1br. 1o
mplándola con un are tan som no que dejó de comer
onte < ·Qé ¡? r '
_ Qué? -pregunto-. ¿' ue pasa
¿
_J-Iay ·
cosas que tuenes que sab er d e m1.,
z3
-¿Que. . .
Culianu le habló de un hombre inteligente, casi destruido
dentro. Esa fue la única vez que le habló de su padre, que
por
urió cuando él'l tenia
, catorce anos.
- N lunca mencionó
. , siquiera
.
: nombre, ni los de su madre y su hermana. La conversación
:ontinuó hasta mucho después de que se pusieran de camino
por la escalera alfombrada hacia la habitación. Cuando su pa-
dre murió, dijo loan, le dejó una colección de cuadernos de
notas que contenían un inextricable legado de fórmulas mate-
máticas de la vida perdida de un hombre brillante. Durante un
año, esa herencia le había resultado agobiante. «Al final, acabé
con ella», dijo sonriente. «Pensé: "Ya está bien, quiero tener mi
propia vida", y los tiré.»
Acerca de su madre, contaba historias a veces divertidas, a ve-
ces tristes, de nobleza, de riqueza y de sensación de seguridad
incluso en las pocas habitaciones en que los comunistas los ha-
bían relegado. Le habló de los veranos en un monasterio donde
los misterios del universo se le revelaban, incluso cuando expe-
rimentó miedo la noche en que se llevaron a un pariente suyo a
la cárcel. Hillary no sabía qué pensar de todo eso. «loan había
padecido unos abusos y una alienación sistemáticos», dice, «co-
mo alguien que ha sido atropellado una y otra vez». Empezó a
sospechar que su interés por el gnosticismo y la magia en el Re-
nacimiento no eran simples vocaciones elegidas a los largo de
una ambiciosa carrera; los temas lo habían escogido a él.
Por su parte, Hillary cedía poco a poco a lo que les estaba
sucediendo, algo que los superaba, según le parecía. Estaba en
un viaje mágico, sin duda, un emocionante vértigo de ideas
distinto de cuanto había experimentado en su vida, como una
nmna columpiándose hasta el cielo. El eros, había escrito Bru-
no, el eros es todo. Y eso era sólo el principio.
203
"-•
k
'.";-_
~-,
i.
»
~ ',
Z a- "
• +,
....
.. .
De izquierda a derecha:
el padre de loan Culianu,
Sergiu Culianu; su madre,
Elena Bogdan (en la fotografía
de pasaporte); y su tía,
la doctora Ana Bogdan.
Ioan Culianu
y Hillary Wiesner, 1989.
211
vida anterior, y otras fuera de su control, como perder su pla,,
y su mentor'· Visitar Florencia
- le recordaba lo lejos que h1avía
z •
b·
llegado en los quince anos. •que hab1an - b:
transcurndo desd
< e su
deserción. La ciudad también entrana . .
a para he muchas para.
dojas. En ese gran centro del l R{enacimiento, 1abía escrito e}
Eros y magia, tomó forma nuestra imagen del artista como h
roe torturado en pos de la verdad. Sin embargo, los artistas fl
212
de ser herida por una flecha de Cupido. Mercurio 1 d 1
to ... d d h' eaa
espalda, dirigiendo su caduceo 1acia unjirón de nube o de hu-
mo en el cielo.
Aunque muchos lo han intentado, nadie ha conseguid da
., ·e: o r
na explicación enteramente sat1s,actoria del cuadro. :Pret -
u1 lb; M ·I F¡.:. &! ten
día ser una alabanza a 1ars1u1o '1cino y la Academia Neoplató-
nica de la época de Botticelli, como creyeron algunos, o una
advertencia al patron del artista, el joven Lorenzo, il Magnifi-
co, por no casarse con la joven de sus sueños, que murió un
año después de que terminara la obra? ¿Podía significar una
fórmula alquím ica, como sugerían algunos? El hecho de que
la respuesta no este clara es uno de los principales atractivos
del cuadro. Lo que resulta manifiesto es que ofrece una turba-
dora y mágica visión del poder del eros en el universo huma-
no.
Culianu compartía la obsesión de Botticelli por la diosa
porque sentía que esa figura disparaba su propia creatividad y
Jo había salvado en su intento de suicidio. Hillary se parecía a
la Venus de Botticelli, y Culianu estaba convencido de que ella
era la joven que había visto en sueños. También escribió en
Eros y magia que el uso que hace Botticelli de los temas míticos
permitía al artista realizar estudios increíblemente osados del
desnudo femenino.
Para todo el que admire sus cualidades eróticas, el cuadro
parece hecho para invitar a la especulación. Hillary y loan vie-
ron en él un ludibrium, o un enigma, que, al igual que el de los
rosacruz, ofrecía una clave para entender el mundo. Decidie-
ron que constituiría un excelente tema para una novela de
misterio renacentista al estilo de las de su amigo Umberto Eco.
Podría ser la llave de la fama para loan. La escribirían juntos
ese verano, alquilando una casa en un pueblo que habían ad-
mirado en su viaje desde París. Pero antes tenían que volver a
la acuciante y, para él, ingrata tarea de atar los cabos que ha-
bían quedado sueltos.
214
movimientos sísmicos y la forma de las ramas de I á _
de 1
los df di .:. 1os u
1oles. Si uno poda uscernir pautas en creaciones tan intrin-
das de la naturaleza, penso, parecía posible hacer lo mismo
:n creaciones humanas como las religiones o las revolucio-
.:. dle Elid
nes.A diferencia Cli
acle, ulianu no buscaba escapar de la
historia. Antes bien, trataba de incorporarla trazando su es-
quema, y de este modo dominarla. Corno Ficino y Bruno, defi-
nía un pensamiento como una forma o pauta en el tiempo, co-
mo Einstein, sugería que las mediciones científicas podían
representar las pautas cambiantes a través del tiempo. Todos
esos pensadores estaban de acuerdo en una cosa: el tiempo
histórico es maleable. Marsilio Ficino trato de demostrarlo con
sus pócimas mágicas y sus talismanes, Albert Einstein con sus
ecuaciones, que reflejaban que el tiempo se aceleraba y se ra-
lenizaba. Culianu relacionaba a ambos con la ciencia conecti-
va, que predecía el futuro, con la imaginación, que alteraba el
presente, con la memoria, que alteraba el pasado.
En su desangelado piso de Groningen, dispuso sus fotogra-
fías de familia por pares de «dobles», colocando juntas las fo-
tos de su madre y de su aya Manea como mujerjoven y anciana.
Las parejas de fotos le mostraban que la lógica del personaje
trascendía el tiempo. Montó un altar dedicado a Hillary sobre
su mesa de trabajo, poniendo su foto de licenciaturajunto a
un primer plano de la madona de La Primavera. Yuxtapuestas,
parecían realmente dobles.
Para la mayoría de la gente ese parecido era pura coinci-
dencia. Pero Culianu quería saber si la «coincidencia» misma
era un reflejo de estructuras más profundas que él localizaba
en la·mente. Exploró la ciencia cognitiva para entender el mo-
do en que la mente percibía y creaba el mundo. Teóricos como
el matemático Rudy Rucker estaban recuperando la idea pla-
tónica de que nuestro universo era tan sólo una sombra de
eternos procesos metales O matemáticos. Culianu empezó a
leer el libro de Rucker Mind Tools, que empieza así: «Las mate-
máticas son el estudio de la estructura pura, y todo en el cos-
215
n tipo de estructura». Rucker destacó la estrech
mos es u . , . a reta
ción entre la religión arcaica y 1las matemáticas, demostranq
,
como los a'rabes' por ejemplo,
u
expresaban
•
a Dios
•
con el S1mbo.
, o
1o de1 cero O del infinito. Hablo 'd de los arquetipos cultural
ung, constituidos de figuras cuas lrupl es. 11 amadas «tétuades de
J 1as»o
«cua. teml.dades» como las cuatro .estaciones,
. las cuatro d.trec-
iones, o las cuatro fases del conocimiento: ver, pensar, senti·
c1 » :.·], l, bj·:.. re
intuir.
1
Rucker sugería que
,
incluso
l a la subjetividad individua4]
,. u
se le podía asignar:. una fonnu
·.
a matemática. En id;
esos estudiuos,
loan Culianu relacionaba por pnmera vez su VI a personal e
su vida profesional, uniendo su infancia espiritual y la es,'
lidad de su padre en matem~~~as supenores con sus investiga-
ciones en el campo de la religión.
En primavera, encontró un público mucho mayor para su
pensamiento sobre el conocimiento que el que le ofrecían sus
lectores. A través de un locutor que conoció en una conferen-
cia, fue contratado por el BBC World Service de Londres para
dar charlas sobre historia, ciencia y religión en Europa del Es-
te. Si el mundo académico no estaba preparado para lo que
Lawrence Sullivan, de Harvard, llamaría más tarde las «asom-
brosas yuxtaposiciones» de Culianu, no era fácil imaginar có-
mo reaccionarían sus ex compatriotas, bajo la censura más
compleja del siglo.
216
:. +an fácilmente de la obra de Eliade». Forzado por el exi-
decir : :
. stablecer contactos 1nternac1onales y aprender nuevo
1io a e < h habil;-
6 s
. . as, Culianu ten1a a ora mas alilidades lingüísticas y
¡..
adaom , , . . . 1
ctos académicos internaconales que la mayoría de los es-
conta . d d d E un intelectual
.
d. sos amencanos edsu e a . « ra ..
tud1o
europeo
leno auge, encanta or y muy ambicioso», dice el director
en P
e · · P 'ress, D. 'aviid B rent, que añade
Chicago University - que el
todo de trabajo de Culianu provenía de una época anterior
me di d; 'v
de cuando un estu aoso po 1a entrar en una librería de segun-
da mano, leer todo sobre un tema determinado, y luego escri-
bir algo mejor. «Su conocimiento era tan prodigioso que resul-
taba algo intimidante.» Siguiendo una sugerencia de Elia de,
Brent iba a publicar a Culianu por primera vez en Estados Uni-
dos; Eros and Magic in the Renaissance iba a salir en noviembre
de 1987. Los dolorosos años de exilio voluntario de Culianu
empezaban a dar sus frutos.
Dio una conferencia en Hyde Park acerca de uno de sus te-
mas favoritos, la leyenda de Fausto. Revisando versiones del
mito desde la antigüedad hasta la actualidad, Culianu afirma-
ba que sólo tras la Reforma los narradores impusieron un cas-
tigo moral al hombre que pactaba con el diablo para satisfacer
sus deseos. En variantes anteriores de la historia, se aplaudía
esa osada búsqueda de la amada. La historia se parecía, podría
haber añadido Culianu, al mito de su propia vida.
En primavera trabajó en el proyecto del Diccionario de las re-
ligiones que había prometido a Eliade. Para corregir su texto,
Culianu pidió a varios colegas que examinaran algunas de las
entradas. Yu revisó la de taoísmo chino. «La destilación resultó
deliciosa», dice Yu. «No podía leer los textos originales en chi-
no, pero ofrecía un repaso muy competente de los estudios de
la sinología europea al respecto.»
Culianu también se ocupaba de los papeles de Eliade, salía
a pasear con su viuda, Christinel, y cocinaba para ella cuando
recibía amigos como Saul Bellow y su mujer. «Era encantador»,
recuerda Bellow. «Muy amable y divertido. Como Mircea, tra-
taba todo como si fuera un juego.» Por encima de todo, Culia-
217
caba salidas laborales en Estados Unidos. Instalad
nu bus . , Al o un
ás en McGiffert House, conoc1o a exander Argu a
vez m 1 · - e1 les
tudiante californiano en e pnmer ano del tercer . •
un es1 ·;1 ¡b ·] :. ciclo
Descubrieron que ambos utilizaban el mismo tratamiento A
textos obsoleto. Cuando la impresora de Arguelles se estrop .
Culianu le dejó usar la suya. «Llevaba una túnica de cach e~,
· · : : emir
roio» recuerda. «Al pnnc1p10, ere• que era un alumno. De .
J' '> 1d ·dí d :. ·c1a
que América era don e suce.ia to o en cuestion de investi
ción académica y arte.» 8a-
Ioan Culianu había completado el ciclo desde que fu
aquel joven soñador y ambicioso que se,hacía el interesan
delante de su prima segunda en el balcon de la casa de una
monja en un monasterio rumano. En mayo, la misma prima lo
invitó a hablar sobre Eliade en la Universidad de Indiana, don-
de era entonces profesora. A toda velocidad por las calles de
Bloomington, Culianu tenía exactamente el aspecto que die-
ciocho años atrás había asegurado que tendría: un prestigioso
profesor en Occidente con un coche deportivo de brillante co
lor rojo. Risueña, su prima comentó el éxito.
La conferencia, sin embargo, fue decepcionante. Culianu
no estaba preparado y resultó superficial. Leyó un artículo de
prensa y ofreció varias perspectivas sobre la obra y la impor-
tancia de su mentor. A posteriori explicaría que estaba «cansa-
do ya de todo el tema de Eliade». Se marchó de Bloomington
como una exhalación, de vuelta al prestigio de su plaza de pro-
fesor visitante en la facultad de Teología de la Universidad de
Chicago. Su deportivo rojo, podría haber añadido, era de al-
quiler.
219
. Como castigo, se quitó otra habitación de las po
pressalna. l d: )case
que la familia había quedado re ega a. 'n
El encuentro en París de Petrescu con Culianu no fue n
afortunado. Culianu abandonaba con frecuencia a su cuñad:
anulando en el álimo momento as Para cenar con él porí
de editorial en editorial. Parecía considerar a su pariente po]
tico como un parásto.
Con el sentido de lo absurdo aguzado como disidente p
trescu sintió el desaire sin mostrarlo. También sintió una ¡,
220
. pidiéndole los artículos incriminatorios que Eliade ha-
Jlicket';¡ to en los años treinta, y que Ricketts había rescatado
ía eshivo nacional . 1
rumano.
del arc Cli: :.:.1
En su primer programa, unanu cntucó la controversia por
enda que mostraba Ehade hacia su profesor de univer-
la reve r h. b; f .
idd Nae Jonescu, que a ia «uncionado con Eliade como
,..., fi tófeles, con d uc1en
sida ·'6dol 513 de graves
o o a una aventura política
Me1s ti
secuencias». Culianu aftirm ó< que Eld 1a e nunca había sido
co~semita, aunque admitió la posibilidad de que su mentor
{{4era sido simpatizante de la Guardia de Hierro. Con insin-
de novelista, Culianu concluyó su discurso en tono de sus-
pense: «¿Qué pasó d después, a medida
to 2. ·did que Nae Ionescu fue in-
troduciéndose cada vez mas en el movimiento legionario?
¿Qué sucedió, en particular, durante la campaña de 1937... ?
¿Es verdad que Eliade era pronazi? Pronto trataremos de res-
ponder detenidamente a estas preguntas».
221
icelli e incluso el cartógrafo Amerigo y;es
San dro Bott . • PUc ·
E xploran
1 do las creencias renacentistas . acerca del art(e d te]ct.
. . ci·ón la astrología y la memona, la novela lleva aA,,,
d
adrvna » di < F dngli
trave's de una oscura y contra ictona orencia dorn· ·
cusa . tnad
leio teiido de relaciones y redes secretas de a
por un Comp !' " • Pode
que s 'lo pueden comprenderse
. con la metáfora, ", cs de . su
'cr
º
manuscrito, 0 la magia. Observando los grupos antisemitas 1
. . b las
sectas masoquistas y los 1 luminosos miembros de la Academ,
de Ficino, Anglicus se conV1erte a la vez en sospechoso de ase-
sinato y en detective aficionado, ayudado por el amable doc
. G . 1 or
Altavilla y una hermosa amiga. iracas a los conocimientos +
222
< ico en un momento en que fingía ser un perfiecto .
1ismán» amigo
colega, .
Y . bien la novela menciona a un asesino, el tema esen ial l
S1 • J • • CI O
consttl·tuyen la magia y a c1enc1a en un nivel incluso m,as pro-
undo delo que alcanza a entender el asesino. La solución del
. en solo puede obtenerse- a .través de la magia,
crim '6'
de mOO d
qu e las habilidades . en las. prácticas
. arcanas adquiridas en el
nscurso de las investigaciones se convierten en la recom-
U:nsa final de la historia. No importa que el móvil de la histo-
~a resulte ininteligible, ni que La Primavera acabe siendo una
falsificación pensada para revelar a través de la colocación de
las figuras una fórmula alquímica mortal. «Los conceptos de
falsificación y de autenticidad eran relativamente nuevos en el
Renacimiento», observó más tarde Culianu, «y no enteramen-
te aplicables a nuestras necesidades».
Después de revisar el texto, Culianu y Wiesner entregaron
el libro a un agente literario. Querían dedicarle más tiempo,
pero la madre de Hillary estaba a punto de volver a casarse, y
tuvieron que volver a Amherst.
223
C1oI
naron mucho el hecho de que él• estuviera casado e'uand
conocieron.» Kurt Hertzfeld llego a querer a loan e o
se .. e-. b . orno a
un miembro de la familia que se estorzaba en unir a sus h¡
. IJos
con los de su mujer.
En otoño de 1987, Culianu volvió a dar dos cursos en Ch'
.
Es a vez sejugava b !Ca-
go como profesor visitante. mucho. La f
tad de Teología ofrec1a- o oficial
1c1 mente una plaza ola
de profesoracul.
. . l E l con
posibilidad de pasar a ser tutular. ra e puesto para el que se
había desvivido loan Cuhanu.
Ya había empezado a formar un séquito de estudiantes. Sus
colegas más creativos, como Lawrence Sullivan, recomenda.
ban con entusiasmo sus cursos y su libro Eros y magia. Dado que
su obra se dispersaba en tantos idiomas y temas distintos, el co-
mité de examen le pidió seis cartas de recomendación en lugar
de las cuatro habituales. Reunió un apoyo impresionante por
parte de Umberto Eco, Michel Meslin, Hans Jonas, y Joseph
Kitagawa y Lawrence Sullivan de la facultad de Teología. «Los
europeos lo pusieron por las nubes», recuerda Anthony Yu.
Presentó una carta de un profesor rumano de literatura com-
parada en la Universidad de Indiana, Matei Calinescu: «Hago
eco aquí de una opinión que Eliadc expresó en varias conver-
saciones que tuvimos en los últimos años de su vida: que el pro-
fesor Culianu se ha convertido en el mayor continuador y
emulador... del enfoque hermenéutico de la religión que ca-
racteriza a Eliade». EI currículum de dieciséis páginas de Cu-
lianu enumeraba once libros y traducciones en cuatro idio-
mas, publicados o contratados. La lista de artículos y reseñas
era igualmente asombrosa en lo que a cantidad se refiere para
un pensador de treinta y siete años.
Los miembros de la facultad se dividían aproximadamente
en una vieja guardia que veía en Culianu no sólo una reminis-
cencia de la gran tradición de Eliade, sino también una nueva
elección productiva y creativa; y otros más recientes que se pre
guntaban si la escuela necesitaba a otro eliadiano y si se podía
considerar realmente a Culianu como un historiador de las re-
l.igiones.
. su
«Las objeciones no tenían mucho que ver con
224
etencia específica», recuerda Anthony Yu, «sin 6. ¡;
comP' : ' Iomas ien
" cuestión de si realmente se trataba del tipo de persona
con ) ~
que Se buscaba. en ese momento».
. De los diez temas de ense-
-nanza aue Culianu mencionaba
, b ,
en su currículum para e1 ano =
225
Religión y ciencia:
la cuarta dimensión, 1988
227
«hiperespacio» en libros de divulgación y revistas cienuf
miticndo los nuevos descubrimientos
transr u .. •
acerca de la evasión8s,
interior a un público recepuvo, sus antuguos compatriotas.
En 1988, • las condiciones en: Rumania
4,
pasaron de la .
Priva.
ción a la miseria. Los pocos artucutos que quedaban en las tien, .
das desaparecieron. Todo, desde la leche, la carne y la m
d.1as de na1·ilon se había vuante
quilla hasta los tampones yr.Ias me., b; 1
Ieito
I
inaccesible. La luz y la calefacción se cortaban al anochecer. A
pesar de todo, un grupo de poetas oficiales alababa las virtud
del Gran Sabio de los Cárpatos, Nicolae Ceausescu, en ,
nos que habrían hecho sonrojarse al propio Stalin. Antaño or.
gulloso de su fama de independencia, el país se sumió en una
pesadilla de espionaje mutuo, escucha telefónica, y traición per.
sonal sin motivo.
A medida que fue volviéndose impopular, Ceausescu tuvo
que contar cada vez más con su policía de seguridad para
apuntalar su dictadura. A partir de 1986, Dan Petrescu había si-
do convocado y amenazado de forma rutinaria por la Securita-
te, pero en 1987 fue interrogado regularmente en la sede de
Iasi. A principios de 1988, Petrescu había concedido una entre-
vista al periódico Libération de París atacando al régimen co-
munista. Fue publicada en Francia el día del cumpleaños de
Ceausecu, el 28 de enero. Después de la entrevista, Petrescu
empezó a escribir artículos para periódicos franceses atacan-
do, por ejemplo, el intento por parte de la propaganda de Ceau-
$escu de adherirse al nacionalismo rumano. En sus últimos
años, el régimen recurrió a la retórica oscuramente lírica del
nacionalismo místico para reforzar su atractivo. Un movimien-
to llamado protocronismo, por ejemplo, reivindicó la primacía
rumana en ámbitos que iban desde las ciencias hasta la litera-
tura'. Antioccidental, antirracional, apelaba a los más primiti-
vos instintos de un inconsciente nacional.
11
Mircea Eliade había pedido a varios intelectuales que apoyaran el movi-
. · a......,IJiL.. 5 de
miento «protocronista». Norman Manea, «Happy Guilt», New le?"
agosto de 1991. pág. 35.
228
Si el amor y el éxito habían hecho de loan Culianu un hom-
bre nu evo , era el momento de, dar un paso adelante . La pro-
de autocensura que había hecho a Willcm Noomen h
mesa habf .:. "G
, aducado. Un ano atras a ia animado por teléfono a uno
bía C < d d, .
disidentes mas estaca os a huir a Estados Unidos el
de 1 o5 u . fAm . ,
oeta y locutor de Voice o! 1erica Dorin Tudoran. Tudoran
!3a Culianu a participar
inv . fl
en el consejo de redacción y escni-
bl' ., .
bir en su nueva e intuyente pul ucación internacional Agora,
fundada por el Instituto de Investigación en Política Exterior
de Washington. En 1987, Culianu escribió un artículo titulado
Pecado contra Espíritu» (Pacatul impotriva spiritului), que
enlazaba la imaginería religiosa con un ataque contra el go-
bierno de su país, una característica de sus escritos políticos
posteriores. «Atreverse a formar una idea conduce a la vida»,
escribió a sus compatnotas. «Tened el valor de decir no, y al
tercer día resucitaréis ... No hay más muerte que el espíritu de
muerte, ni más resurrección que el río de ideas.»
Pero en ninguno hablaba del dolor en su país.
229
a de tristeza? Yo no podía seguir en Holanda. N
me llen • · teces;
ba avanzar de un modo e
que no podna explicar ni _"la-
d . ·- a lllt lll
mo». No lo habría confesado, pero sintió cierto temIOr por Is-y
acto de sangre que habían hecho cuando se le de 1 • e
p . b . e aro en
1979 » uniendo sus almas para siempre 3:JO amenaza de muere
r:i:
sus amigos estaban llenas de refl ex1ones acerca de la libertad
veces cínicas, a veces líricas, a veces humorísticas. Antes de
terse en la cama. desplegaba las sábanas bromeando: «¡Tengo
que ser libre!».
Hillary y loan se reunieron en E} Cairo, donde pasaron cin-
co semanas en un pequeño hotel. El pasaba todas las mañanas
en la bilioteca de la Universidad Americana, llegando a leer
unas cinco estanterías de libros sobre la España musulmana.
Por las tardes se sentaba en el balcón, tratando de aprender
árabe hablado con un diccionario y un periódico mientras Hi-
llary trabajaba en su disertación sobre el místico medieval al-
Kindi, cl hombre responsable de preservar gran parte de la tra-
dición mágica que Ficino y Bruno renovaron. Hillary empezó a
sospechar que al-Kindi era un plagiario y que algunas de sus
fuentes más importantes eran falsificaciones. loan disfrutó con
ese descubrimiento. Lo único que importaba, dijo. era que los
magos del Renacimiento creyeran en los textos de al-Kindi.
Visitaron Alejandría, las pirámides y la esfinge. Donde iban
trataban de conversar en árabe, incluso de hacerjuegos de pa-
labras o chistes. A loan le encantaba el carácter matemátco
de la lengua, que funcionaba por permutaciones de grupos de
tres letras. En la biblioteca de la Universidad de El Calfo, in-
ventaron una historia basada en un incidente real: 1a falsifica-
ción llevada a cabo por un catedrático de la que Hillary habi~
01íd 0 h. abiar en sus clases de egiptología
» • Ella
en Chicago.
an convertirían el incidente en el relato «The Late Repen
Jo Horemheb», que exploraba su creciente convicció■
ance o .:..: ·. l ·
las falsificaciones no son simples imposturas, sino má
de 9",endentales intentos de alterar el pasado y, por anta
bien d 1 •
el futuro.
pasaron por la Universidad Hebrea de Jerusalén para ver
un nuevo amigo de loan, un exiliado rumano experto en cába-
1a mística judía, Moshe
d
Idel. Los dos hombres habían beche
.
buenas migas cuan o se conocieron e1 otono
- anterior en Ch
cago. «Era el primer rumano con quien hablaba en veintisiet
años de exilio», recuerda Idel. «Inttmamos muy rápidamente
pasábamos noches enteras hablando en rumano y poniénd~
nos nostálgicos.» Idel venía de Trgu Neamt, donde, de niño
Culianu tomaba el autobus de camino al monasterio de Varatic
•Al final, decidimos dejar de hablar de Rumanía, y en ruma
no», dice Idel. «Nos ponía demasiado tristes.» Por su parte, C~
lianu sintió una gran simpatía por un hombre en quien veía
su doble espiritual. No sólo venían de la misma región del mun
do, sino que Idel se había dedicado a los estudios que él habría
seguido de haber ido a Israel en lugar de a Italia. Ambos esta,
ban fascinados por los místicos judíos llamados cabalistas y s~
idea de que el universo podía percibirse a través de prácticas
místicas y matemáticas. En el Renacimiento, Pico della Miran,
dola había traducido a los cabalistas cuyas obras, como la de al
Kindi, inspiraban las teorías de los magos del Renacimiento-
En Nerja, España, loan marcó su calendario con un león el
día del cumpleaños de Hillary, trazando varias letras cabalísti-
cas en los días 1 y 14 de septiembre y añadiendo la palabra
•¡Ideal» para darle el peso del misticismo judío. Alquilaron
una casa en la playa de Nerja y visitaron los lugares de influen-
cia islámica en Granada, Córdoba, Valencia, Madrid y Sevilla,
donde estudiaron la Inquisición, llegando a la conclusión de
que era una cruzada menos destructiva que la persecución co-
munista en su país.
231
En septiembre regresaron a Estados Unidos, donde lo,
. , con Hillary en Lexington, Massachusetts, y su se
reunió
Erika y Cahy con motivo de una boda. Toan y Cahy
'
j!
Sami
daron a Hillary a mudarse a un piso mas grande en 1 ry
ayu Un d f l · . d. 1a calle
Harvard de Cambridge. n 1a , ue. a a tuen 4a de maoia o· 11 arna.
da Arsenic and Old Lace [Ar senuco por compasión]. La de
pe ndienta le cobró de menos
:..< ·ll
por unos polvos de sueño. C
fd6
a uan-
do loan se lo advirtió, e a se enia o y se puso a la defens·
loan salió y enseñó a Hillary la nueva nota. 5lva.
-Su magia era más débil que la mía, y ha vuelto a cobrarme
de menos.
Con las prisas, la mujer había quitado unas hierbas de la
cuenta por equivocación.
Ya en la calle, loan vaciló, dio media vuelta y volvió a la tien-
da.
-Si no pago -dijo a Hillary-, no funcionarán ni las hierbas
ni los polvos.
238
dO físico' observó Culianu, quizá uno pudiera encontrar
.. :.: .
2
en el
los orígenes de artes metatis1cas como 1 1a maga en el Re», ;
. . . C l : aci-
miento, la astrología y e)1 mstucrsmo. ua1quiera que sea la
'
táfora utilizada, ·
la del hiperespaco . o11 d iel ] «éter» cósmic o m
a <. me
dieval, ambas ofrecen pistas que uno puede seguir para
descubrir nuevos misterios del cosmos.
el
En la primera de las clases leyó en voz alta relato de Bo,
ges «Tlón, Uqbar, Orbis Tertius». La historia menciona un
país imaginario llamado Uqbar, inventado como juego por
unos estudiosos que incluían la entrada «Uqbar» en una edi-
ción limitada de la Encyclopedia Britannica. Todas las leyendas
y epopeyas de Uqbar remite~~ 1~ regiones imaginarias Tlon y
Mlejnas. En Tlón, mente es «sinónimo perfecto del cosmos», y el
cosmos era un gigantesco enigma que se resolvía por sí solo en
la mente de cada uno de los habitantes de Tlón. Aunque el na-
rrador sabe, en 1941, que Tlón es una ficción, en 1942 oye ha-
blar de un objeto real en Poiticrs, Francia, con inscripciones
de uno de los alfabetos de Tlón, encontrado en los aposentos
de una princesa. Unos meses después, en América del Sur, un
metal desconocido, también de Tlon, es descubierto en el bol-
sillo de un muchacho muerto; y en 1944, cuarenta volúmenes
de la Primera Enciclopedia de Twn aparecieron en Memphis,
Tennessee.
Culianu dijo que el relato contenía una acertijo intelectual
que ocultaba una verdad acerca del poder de la mente para
crear el mundo. En una tradición que practicó Poe, Borges
también ofrecía en su relato fantástico de 1941 una alegoría
política específica sobre el poder de la propaganda fascista de
crear doctrinas imaginarias de un odio lo bastante real para
motivar la acción de millones de personas.
Durante las siguientes diez semanas, los alumnos picaban
cualquier cosa para cenar, hacían informes y seguían despues
de clase con sus conversaciones. «Salíamos de allí con la cabe-
za dando vueltas», dice Spinner. «No queríamos parar». Si los
temas los inspiraban, la relación con su profesor hacía que esa
clase fuera única. Culianu hablaba con ellos más que cualquier
ro profesor, los apoyaba más, los escuchaba más, bromeaba
.. incluso recordaba sus cumpleaños. Ellos a camb· 1
más, b 1o, lo
. :. ban a sus fiestas, se urlaban de su acento y de su
¡nvita ·1. Le ropa,
ue seguía siendo muy ita iana. gustaba llevar una chaqueta
Je sport color pardo con motas doradas, a menudo con una
camisa en tonos pastel. «Los cuellos de sus camisas siempre le
venían grandes», recuerda Alexander Arguelles. Ocasional-
mente, llevaba un pañuelo de seda o una corbata con dibujos
de M. C. Escher que Greg le había regalado por Navidades. Sus
zapatos favoritos tenían suela de goma y un inenarrable color
marrón, pero le encantaba el nombre de la marca: Mephisto.
285
los admiten «inmediatamente en la clase privilegiada»
viéndolos así «perfectamente Regulares». Los Sumos s,,' "ol
. l fi l . cerdo.
tes toleran algún cambio, pero al anal marginan al héro 2
id bz ibi. ?»y és
te, abandonado por sus segm ores, aca a escntiendo e] libro
para la posteridad. .
El hecho de que el cunoso relato de Abbott tuviera d. .
:. d < .3. l ueci-
nueve reediciones y siga teniendo ex1to en la actualidad p
ce ser consecuencia :. de·l carv
·1, -idente examen que hace deare-
1
pautas dc las revoluciones a lo largo de la historia. Culian
so el énfasis en algo inhabitual en el hbro: el interés amoro
de la novela. ¿Podía el «amor», en su sentido griego de~
preguntó, ser una vía para entender la cuarta dimensión? Esta
manera tierna e intuitiva de ver el mundo caracterizó a los
grandes científicos de la historia, dijo. Y la imaginería románti-
ca del rapto y la lascivia ofrecía metáforas muy similares a las
de las experiencias de antes y después de la muerte. Durante la
segunda clase sobre Abbott, alguien bromeó acerca de la se-
gunda parte de Los cazafantasmas, que se había estrenado re-
cientemente en Chicago. El grupo decidió ir a verla.
236
dente ruso P. D. Ouspensky (1878-1947) sugirió que los fan-
tasmias
eran apariciones •
dc una.
cuarta dimensión . e u1anu
1· d le-
stró que esa teoria tuvo importantes consecuencias ,.
mo · b< ' 1 po 1i tI-
cas. Lenin li ró una· voenta campaña contra una rama
espiritualista . , del parudo
. bolchevique que admitía la ideade
a dimenson supenor.
un di :
La noche en que uscutieron sobre Ouspensky fueron j
. 'E . un-
tos al bar Jimmy's. ntre jarras de cerveza, Ioan Culianu les
contó cómo su madre ayudaba a su aya a preparar las cenas de
Navidad más increíbles a pesar de las privaciones que la familia
padecía. Su madre atendía a cada invitado, dijo, asegurándose
de que todo el mundo estuviera contento antes de empezar
ella a comer. Era la pnmera vez que decía a sus alumnos ame-
ricanos que era rumano.
El día de Acción de Gracias, Hillary fue a verlo a su piso en
el McGiffert Hall acompañada por su amiga Cathy O'Leary,
que estudiaba ciencias políticas en la escuela de tercer ciclo de
Chicago. Una noche, Culianu llevó a O'Leary a ver la película
Colors. Le gustaban las películas de acción porque le limpiaban
la mente de los densos arcanos de sus investigaciones; a ella le
apetecía escapar de la presión que suponían los estudios de
tercer ciclo. Al volver a casa por la noche, él iba girándose y di-
ciendo en broma: «Será mejor que tengamos cuidado. Creo
que nos están siguiendo».Jugaba con la paranoia de la pelícu-
la. Temblaba de frío, y como de costumbre no llevaba chaque-
ta. Asimismo, cuando estaba enfermo, no hacía caso a los sín-
tomas. «Vivía de las ideas», dice Allocca, «de modo que no era
la persona más práctica».
237
curso concluyó con The Return to Cosmology de Stephe .,.
. .
min (1982) que afirma que 1 a c1enc1a moderna es en .
n Iou]
modo un mito.• cier
Al final los alumnos quedaron entusiasmados con Cui·
, .
No obstante, por popular que fuera en los seminarios al
ianu·
miembros del profesorado aconsejaron . ' 'unos
a los estudiantes
no estudiaran con él. «El problema no era que desaproba:~
sus métodos», dice un alumno, «era el hecho de que lo h..
. . , lCie,.
ran a sus espaldas». E n invierno se preparo para dar la prim
parte de la asignatura troncal sobre las tradiciones religioera
en Occidente. Esperaba acabar sustres libros contratado{
dicarse entonces a su principal afición, la ficción. A través de
narrativa podría discernir las corrientes del mundo que lo
deaba.
r:
1
La adivinación, 1989
289
en Italia hasta el 3 de marzo, y él dio media docena de conf
encias sobre temas que abarcaban desde el feminism
r . . d d 1 h ., o y la
moda hasta la magia y la gnosis, tescde las 1ercjías dualistas q
período medieval hasta Mircea Elia de y la metodología
historia de las religiones.
a¡,
Hicieron frecuentes visitas al misterioso y alto piso de Mar-
chiano y Zolla en Roma, cuyo salón de color carmesí estaba
• d A -• Af . cu-
bierto de terroríficas mascaras e ~ia y nea. Durante el d
sayuno, Culianu y el encanecido Zolla leían los periódicos
otro nivel, tratando de descifrar las tendencias subyacentes
los fracasos asombrosamente rápidos del comunismo. ¿Qué:..
ria de Rumanía?, le preguntó Zolla.
Dio una respuesta en su primera colección de relatos, pu-
blicada porJaca Book de Milán y dedicada a Hillary. Titulada
The Emerald Collection, contenía una sátira de la caída del régi-
men de Ceausescu que había escrito en 1986.
240
vue! lven a surgir. Los dirigentes del partido gob
<by' ernante se
ian de las fa neas estatales a precio de saldo E
apro P . , • n respues-
1
la policía secreta controlada por los maculistas trata d
ta, . ., , l l e ocu-
r la teleV1s1on, segun o p aneado: «Su guión prede ,
pa di .... :c1a su
prOpio fracaso, pero na 1e :. se resistió. De modo que, ,Camban- bi
do de plan, tomaron posesión del centro para comunicar a la
p<>blación que ellos representaban a un grupo armado d e mn
<- ] g..:,
. _
JJlaculistaS que .tema Las e) propósito de liberar Jormania de la • _
:e- ID
Ouencia macu 1sta».l manu.estaciones se extienden cuando
algunos líderes del gobierno huyen del país con dinero negro
en cuentas bancarias suizas. Corre el rumor de que el ministro
de Energía se ha suicidado, pero en realidad ha sido asesinado.
A pesar de todo,Jormania realiza una auténtica reforma de li-
beralización del mercado, provocando «por primera vez {...)
sonrisas más o menos sinceras en los rostros de los vendedo-
res».
Al final, otra serie de campañas apoyadas por los maculistas,
camufladas como respuestas a las amenazas «antidemocráti-
cas», tiene como resultado un nuevo régimen dirigido por an-
tiguos miembros de la cúpula. El régimen permite cierta liber-
tad de prensa, incluyendo «la autorización para publicar
revistas pornográficas autóctonas, una novedad que parecía es-
timular enormemente los espíritus». Jormania acaba goberna-
da por grupos corruptos e intrigantes apoyados por escuadro-
nes de la muerte.
La sátira ofrecía varias pistas sobre acontecimientos que
más tarde se producirían. Pero lo más importante era que da-
ba la inquietante impresión de que su autor no hacía más que
dejar entrever apenas ideas más profundas que pensaba reve-
lar más adelante. Después de un pequeño viaje para la traduc-
ción italiana de su libro sobre la gnosis para el mismo editor,
Culianu decidió volver a Italia enjunio.
241
cIión del contexto histórico y una explicación. Culianu espera
ha que el texto acabaría de una vez con las persistentes d .
acerca de su mentor. Habló del.proyect<;> con ~o~n ludo~
que estaba impaciente por publicar
. . l
un libro así. Sin emb
El" d h" · argo
•
las fuertes objeciones dle Ch nstune! hade icieron que Cuj,'
nu desistiera finalmente del proyecto.
El trimestre de primavera empezó . a finales de marzo de
C l
1989. Los alumnos acosaron a ulianu para saber de qué iba4
hablar en su asignatura de «Religión y sistema: moda». Lo án.
co que les dijo era que se centrar1a en los tacones de aguja. S
trataba de examinar los estilos de ropa como símbolos de e:
tructuras de poder más profundas. En el plan de estudios ex-
plicó sus métodos, anunciando que abarcaría «conocimientos
históricos, "hechos", y teorías que no forman el objeto del cu-
rrículum corriente. Nos centraremos en... la religión desde
una perspectiva bastante peculiar». La asignatura abarcaba to-
do, desde los pies vendados de las chinas hasta los corpiños
vertiginosos de la moda renacentista. Habló a sus alumnos de
la teoría de su amigo Hans Peter Duerr acerca del palo de es-
coba de la bruja, que afirmaba que se aplicaban hierbas aluci-
nógenas en la vagina como medio para inducir el éxtasis entre
las tribus matriarcales europeas. Sólo más tarde la propaganda
de la Iglesia convirtió estas prácticas en la figura de la bruja vie-
ja, fea y loca.
Si había algún hilo conductor en sus clases, era el deseo de
echar una red lo más ancha posible en busca de las formas o
estructuras subyacentes en la religión. Suponía que los aconte-
cimientos siempre tenían un subtexto oculto. «Esa clase», dice
Liz Wilson, que se convertiría en una especialista en religión Y
estudios de género en la Universidad de Miami, en Ohio, «de-
terminó el desarrollo de mi carrera».
242
. en la historia, desde los rosacruz y los fran
torias : cmasones has-
ta e 1 S
ecuestro y asesinato de Aldo Moro
·
Culian .
u se mteresó
cialmente por el caso de Georgi Markov, el daºpl , .
espe . 8 • omauco
bu1garo asesinado en 19 6 con la punta envenenada d e un pa-
raguas mientras esperaba el autobús en Londres. Markov ha
bía recibido amenazas de muerte por sus escritos políticos, pe-
ro el caso nunca fue resuelto. . La primera edición amencana •
de su libro The Tuth That Killed se había publicado en 1984.
para celebrar el cumpleanos de Hillary, loan llevó a Zolla,
Marchiano y ella a una suntuosa fiesta en un patio que domi-
naba la llanura toscana. Entre los antipasti y la ensalada se to-
maron dos botellas de vino. loan dirigió el banquete de doce
platos, durante el cual logró con engaños que HilJary comiera
cerdo. Tras haberle pedido la mano, loan le prometió amor
eterno. Al día siguiente, loan y Hillary se prepararon para salir
hacia Roma, y luego hacia Estados Unidos.
243
las salas de lectura de la Biblioteca Regenstein, dedicand
horas libres a buscar libros oscuros, ~anuscritos y textosºo~
dados que trataran de esas artes perdidas o secretas. En su
mera lección, dijo Culianu, tendrían que aprender que eso
sistemas no tenían que ver con lo oculto o con el mal. Media;
te procesos fisicos comparables a los de un ordenador anal. .
, ·
co cada una de esas tecmcas b uscab a crear una 16 "Ogi-
. . lógica
. tranSpa-
rente -que uno dominara perfectamcntc y siguiera hasta ]
últimas consecuencias- que ofrecía permutaciones más q as
. d [ue
predicciones. Cada una era un sistema cerra o que funciona-
ba cuantificando los posibles resultados de cada situación y es-
cogiendo el más probable.
En octubre, Culianu asistió a la fiesta de inauguración del
curso y practicó geomancia para varios alumnos ante las mira-
das de Allocca y Spinner. Allocca ya conocía el tarot y encon-
traba los temas del curso especial más fáciles de lo que pare-
cían a Spinner. Este se esforzaba en eliminar su incredulidad.
Semana tras semana, fueron ahondando en las prácticas ocul-
tas, en textos cada vez más oscuros, haciendo peregrinaciones
cada vez más frecuentes a la Occult Bookstore de Chicago, cer-
ca del cruce entre la calle Clark y la avenida Belmont. Culianu
no diferenciaba entre magia superior e inferior, siempre y
cuando el sistema fuera fiel a su propia lógica. No obstante,
gran parte del material más importante sólo podía conseguirse
en las ediciones originales en latín de la Edad Media, en la Bi-
blioteca Newberry de Chicago o en la Sala de Colecciones Es-
peciales, con control de humedad y refrigeración, de la Biblio-
teca Regenstein.
Una noche, Allocca y Spinner propusieron a Culianu ir a
una fiesta estudiantil de Halloween. Culianu no aceptó la inv-
tación. Pero a la semana siguiente, después de la clase, Allocca
le tendió una capa de plástico negro y unos colmillos. «Irás de
Drácula», dijo.
Y Culianu fue, de mala gana, a la fiesta, que quedaría docU
mentada en decenas de fotografías. Bailó como un persona)°
de los Peanuts: «Los dos íbamos de vampiros», dice otra ami
244
alumna suya, Karen de Leon Jones. «Andaba por ahí dicien-
• todos con su acento rumano que les iba a ch
o h upar 1 a san-
gre. Leyó el tarot a mue os de los participantes ' red"·uo que
p
jones, hija de un general panameño, con el pelo rizado recogi-
do con un pañuelo . carmesí,. conocería ««dentro d e poco a un
hombre alto y rubio con quuen estarás a punto de casarte». La
I1amativa y morena Jones, deseada por muchos hombres pero
sin buenos resultados, se mostró escéptica.
«Bueno», recordaría más tarde, con perfecto acento de Ox-
ford, «eso fue exactamente lo que pasó».
245
Los guardias seguían a Tess cuando salía a trabajar 0
Compra las dos únicas actividadesd
que se le permitían ..,
casa. No podía ver a sus armsta es. Un n comand;ante de la Secu-
• .<. ·rade
ritate con uniforme de combate, pasaba horas golpeando
» .- - COn
una porra el nogal al que tanto carino tenía .loan de n¡=no.
Cuando algún amigo trataba de pasar un mensaje en el me
. ·ibí :rca-
do al aire libre de la ciudad,. reci vía amenazas y era expulsado
por los hombres de la Securitate.. .
Desde Hyde Park, loan Cuhanu hizo circular una petició
internacional para la liberación de su familia. Pidió a las fam~i
. • •
lias Wiesner y Hertzfeld que iniciaran una campaña enviando
tarjetas postales a la casa familiar. Llamaron a Dorin Tudoran,
que finalmente testificó en el Congreso acerca de la situación y
el creciente descontento general en Rumania.
Una noche, después de la clase semanal de adivinación, Mi-
chael advirtió la expresión preocupada de loan. Le preguntó si
algo iba mal. loan contó a sus dos alumnos lo que estaba suce-
diendo a su familia. «Ni siquiera estoy seguro de que Dan y
Tess sigan vivos», dijo. Pidió a Michael y Greg que firmaran
una carta abierta al New York Times o al New York Review ofBooks.
El 5 de noviembre de 1989, viajó a Nueva York para asistir a
la conferencia de Umberto Eco y Moshe ldel sobre El péndulo
de Foucault en la Academia Americana de la Ciencia. Al ente-
rarse de que Culianu estaba entre el público, Eco lo invitó a
hablar acerca de la novela. Culianu explicó la idea de su amigo
de que la mala interpretación se convierte en una realidad más
real que la verdad cuando un número suficiente de personas
cree en ella. «Nada demuestra este principio mejor que cl ho-
locausto», dijo. «Cuando las mentes enloquecidas están en sin-
cronía, crean una realidad alternativa; matan por razones inven-
tadas; encuentran razones para actuar haciendo de sí mismos
un punto fijo en el universo.»"?
Desde Nueva York, acudió con Hillary a la conferencia anual
"loan Culianu, •Umbcrto Eco and thc Library of Aicxandria, ••• Lu,nMJ
Liberó., 20 de octubre de 1990, pág. 6.
246
Academia Am ericana de Religión, en Los Ángele ..
de la di: ·lMr Gel :s, v1si-
ando Disneylandia y e useo tty, en Malibu. Cuando regre-
6 de sus ocho días de descanso, encontró la puerta de su piso
d Chicago arrancada de sus goznes. El mtenor estaba com l
{'l e revuelto. se haba mudado a ese piso de ta cae
séis y la avenida Woodlawn hacía sólo unas semanas. El informe
p,]
de la policía señalaba que_ le habían robado el televisor, el orde-
nador, la impresora, los discos, una cruz de plata y tres botellas
de vino. No era un edificio seguro, dijo la policía. Parecía un
delito común del centro urbano. Culianu se quejó amargamen-
te a Allocca y Spinner de que la universidad no le hubiera ad-
vertido de que había habido otros robos similares en el edificio.
Sin embargo, el incidente se produjo en pleno período de
arresto domiciliario de Dan Petrescu,justo cuando Culianu es-
taba intentando publicar su petición. Nunca mencionó sus sos-
pechas a la mayoría de sus amigos, pero recibió una extraña
carta enviada desde Rumanía: «No dejes que te manipulen...
que te involucren en asuntos políticos que roban tu valioso
tiempo. No actúes de un modo que te afecte personalmente»''.
La carta acusaba a su cuñado de seguir con sus actividades, vi-
viendo de los paquetes de comida que le enviaba loan y ne-
gándose a trabajar para mantener a su hermana. La carta im-
pulsó a Culianu a escribir su primer artículo para Lumea Libera
(Mundo libre), un periódico de la diáspora rumana publicado
en Nueva York. En él predecía la inminente caída del comu-
nismo en Rumanía, predicción no demasiado sorprendente
en la época. Pero dijo que sucedería en «unos cuantos meses
como máximo» y añadió que su cuñado y su antiguo compañe-
ro de universidad Andrci Plesu pronto serían ministros, lo cual
sí resultaba impensable en diciembre de 1989. .
También mencionó el robo en su piso al especialista de No-
tre DameJohn Collins. «No eran ladrones corrientes», recuer-
da Collins. «Culianu creía que alguien estaba tratando de asus-
248
""'o te creo. Tienes A.
-D
razón en todo menos en la conICIus1ón.
1 . #
249
«Revolución», Navidad de 1989
251
tió el error de su vida. Salió del
, país durante dos días en unv¡a- .
je que tenía previsto a Te heran. .
Cuando regresó, se encontró ante una creciente rebe];5
:. l bi .. en1ón
nacional, animada por el valor y por a am ivalencia del ejérci-
to que no sabía si derramar sangre o salvar a un dictador .
- . 1m-
popular. Demasiado tarde para poner en práctica sus habiua.
les tácticas de subversión, Ceausescu organizó una celebraciá
«espontánea» de apoyo el 21 de diciembre de 1989, frente ~
balcón de piedra de su despacho oficial en Bucarest. Hay difi
rentes versiones acerca de como empezo tod o. Unos dicen qure-
<.
252
E l 22 de •diciembre,
d 1
en la casa de Culianu en I~a.ri
. ·
d"
·, na lie es-
al comente e os acontecimientos de Bucarest, 1l
taba dº . • , sa vo 1 o
que llegaba por I ara 1o. Hacia las 1 o de la ma
poC O nana, Iess
trescu oyó unos golpes en la puerta principal. Dos gu,ar.1as
·di
Pe 1
. . .
con bolsas de pape, como s1 vinieran de la tienda de ultram a-
rinos, le ordenaron que se fuera. Ella se negó. Ellos metieron
las manos en las bolsas. Tess tuvo una sensación horrible, co-
0 de mareo, convencida de que iba a morir.
m -id ·id
Ella y su man o oyeron un ru1 to fuera que no se parecía a
nada de cuanto habían oído antes. Era como un tumulto sor-
do, como una pelea en un bar. Una multitud marchaba desor-
denadamente hacia la casa, coreando: «¡Cea~escu se ha ido,
libertad para Dan Petrescu!». Los Ceausescu, gritaban, habían
huido.
Sus asesinos frustrados desaparecieron en la muchedumbre
cuando Dan Petrescu salió con sus sandalias y sus pantalones
deformados antes de ser arrastrado hasta el despacho del al-
calde de la ciudad y, una semana después, colocado en el pues-
to de viceministro de Cultura del nuevo gobierno. Alrededor,
el país estalló en violenta alegria.
253
motivados por el temor de los participantes a las fuerzas fa
bles a Ccausescu que se estaban concentrando en toa"
No obstante, la brutalidad y la similitud con los juicio,{"
iares estalinianos fueron condenadas por los dirigent Jern-
P • • E es y lo,
medios de prensa de los dtemás paises. n todo el país 1
:.
te marchaba, se manifestaba, bz h :hab: .:.
uc a a o simplemente '»"agen.
dab
z. ¡l; ates
timonio de sucesos
.
cada vez mas surrealistas.
.
Muchas vi· tí.
c mas
inocentes muneron en batallas entre facciones de la Secu .
y 1as fuerzas armadas alrededor de la Televisión, de 1a á. {j
Comité Central comunista y en otros sitios, si bien los edificio;
en sí no sufrieron desperfecto alguno, como subraya el relato
de Culianu.
E1 22 de diciembre, en el interior de la sede del antiguo Par-
tido Comunista, otra extraña reunión quedó grabada en una
cinta de vídeo por un estudiante furioso al encontrar a altos
oficiales conspirando para formar un nuevo gobierno. En el
grupo, tal como predecía el relato de Culianu, había ex minis-
tros comunistas como Ion Iliescu y el recién nombrado minis-
tro de Defensa, el general Nicolae Militaru. Nadie los había
elegido como dirigentes ni les había dado derecho a escoger
un gabinete, pero el vídeo capta imágenes de después del mo-
mento en que se había decidido su liderazgo. (Se dice que una
facción de la Securitate se negó a participar en la rebelión a
menos que en el nuevo gobierno hubiera caras conocidas.) El
grupo buscaba un nombre: «¡El Frente Nacional de Salvación
lleva actuando seis meses!», revela Militaru en una frase ya fa-
mosa que los opositores utilizaron para demostrar que la revo-
lución era principalmente un golpe de estado.
Ningún otro derrocamiento en Europa del Este se produjo
con tanta rapidez, mató a tanta gente ni permaneció tan en-
vuelto en una confusión de rumores. Los nuevos dirigentes
culparon a unos terroristas de Oriente Medio por las matan·
zas, pero ninguna prueba confirmó sus afirmaciones. En cam
bio, los oficiales de la Securitate desarrollaron la idea macabra
de dispersar los cadáveres que había en la morgue por la pn
cipal plaza de Timisoara para que pareciera que había habido
254
is disturbios de los que realmente hubo. El número oficial
uertos -prueba de las feroces luchas entre «te .
de m. b2·< .:. :rronstas» y
revo lucionarios-.,. ªJº m1stenosamente de 60.000
±,
· a u not tal de
996.
Lo que babia<.id.
.g
empezado como una auténtica subte?vación ..
ular parec10 rap1 amente acaparado por una facción d 1
Pop d ·idi Ce e1a
Securitate, que teca o que :ausescu era el perdedor en esa
batalla.
255
En una parte de la grabación, alguien pregunta fuera d
e C\Ja..
dro:
-¿Sabe quién lo retiene?
-Sí -contesta Ceauscscu-. La Securitate.
La ejecución de los Ceausescu fue realizada no por ,,
.. . 1 d. ll1Sda-
miento, como se d jo, smno con un so o usparo en la n
. b d 1 ·b Huca. Se
gún entrevistas con otros mempros " Uunal militar, en#
los ejecutores
:J
parece que se encontra• an «Virgil Magu reanu
un profesor de filosofía de la Academia de la Securitate.
51 51 afie. »YUe-
lu Voican-Voiculescu, geo ogo y astro Ogo tcionado», esc 'be
Andrei Codrescu1◄• Finalmente, Voican-Voiculescu declarón
• • - F> id • en
el periódico Dimineala: «'ue 1 lea mia matar al matrimon'
.. b . bl n1o
Ceausescu. Iliescu dijo que era alominal le»". Independiente-
mente de quién fuera el autor de la idea o del acto de matar a
los Ceausescu, lo que está claro es que no hubo un verdadero
juicio. Al igual que los primeros comunistas arruinaron su cre-
dibilidad con la ejecución de Ion Antonescu, también los pri-
meros post-comunistas de 1989 consiguieron hacer descarrilar
una auténtica rebelión concluyendo precipitadamente lo que
Culianu llamó una falsificación dejuicio.
La biblioteca de la Universidad de Bucarest ardió misterio-
samente en lo que pareció una desviación de las batallas cam-
pales que se produjeron en la sede del Partido Comunista.
Después de que Iliescu se nombrara a sí mismo presidente, su
primer acto oficial consistió en llamar a la embajada soviética.
Prometió elecciones pero las pospuso, y prometió pero rescin-
dió leyes reformistas, como una que impedía a los miembros
del Partido Comunista entrar en política, garantizaba la resti-
tución de todas las propiedades confiscadas durante los regí-
menes comunistas y abría los archivos de la policía secreta. Esa
irresolución provocó más manifestaciones y disturbios a lo lar-
go de los dieciocho meses siguientes, como predecía el relato
"Andrei Codrescu: The Hole in he Flag, William Morrow, Nueva York 199l
pág. 47.
"Diminea4a, 4 de mayo de 1990.
256
·anu AJ final, observó Nestor Ratesh el antigu di
de eu ll · . . ' o 1rector
p,dio Frec Europe, 1 los acontecimientos dejaron «]
de 1'D • d 1 . , básicamente
brosa paradoja Ie una revoiuc1on
, . :J a asom-
anticomunista
que da lugar a un régimen dominado por ex comunistas.
257
Studies in the Humanities, tomando el título de una her
ela rumana. Pidió a Nathaniel Deutsch que fuera dire otsa no.
V G B
·unto y nombró a su secretana, wen arnes, redacto . -
·cor ad
J : 2. :. 1ral. di :. 2a jefe
En la recepción inaugu , luyo a sus amigos y alumnos: p '
, d · tsta
revista ofrece la suma . de Iod que. ,no se,
l .
e modo que ten d,<Irá
muchos números». La introducción al primer número expo];
. .• La h. . p aca-
bala filosofia de la publ1cac10n: « 1stona es una interaCcIón.,
secuencial de sistemas que muestran tres características: d .
van de un conjunto básico de leyes lógicas; existen en •
. . , d l hi: ro-
pia dimensión, que no es 1 la d limensión Ie la istoria; y los acd-
van las mentes humanas en una secuencia impredecible».
Umberto Eco y Lawrence Sullivan formaban parte del consejo
de redacción.
Tratando de unir «la revolución cognitiva en la ciencia» con
el estudio de las humanidades, la revista estaba «al margen de
la esfera académica», dice un colega, pero también era «algo
verdaderamente estimulante para la vida intelectual». No obs-
tante, constituía una actividad más para un estudioso con tres
libros contratados, lo que demostraba la ambición de Culianu
de elevarse por encima del ámbito académico e influir en el
mundo con libros, discípulos y una revista internacional dedi-
cada a sus nuevas teorías.
258
1a mayor parte de las medidas nunca fue d
bre. l , ¡bi6· bli.< :ron adoptadas
ulianu tam1en pu 1co una. ,carta abierta que hab'1a redac-·
un mes antes de la revoluc1on a petición de 1 BBC
taddo ba ·' An a o.En la
posdata , desafia a a su amigo · drei PI-u y a su c una
- do a que
dirniúeran si el nuevo gobierno no se dirigía rápidam h
. la verdadera l.b
1 erta
d (P
'etrescu dimitió
o·
dos meses
ente a-
d ,
c1a espués;
plesu fue expulsado tras un golpe de estado dieciocho m
rnás tarde).. Sugiriendo que el pueblo «no está tan libre coeses
. b mo
dice el gobierno», animaba a sus compatriotas a que determi-
naran su propio destino. Planteó turbadoras preguntas acerca
del carácter nacional, mezclando la imaginería religiosa con la
condena del pasado reciente: «¿Por qué hemos aceptado tanto
sufrimiento sin decir nada? ¿Por qué hemos permitido que un
dictador tan mediocre como demente nos robara más que a
los demás pueblos del mundo? ¿Por qué hemos merecido ser
la vergüenza del mundo...? Esta mancha es más dificil de lim-
piar que la del pecado original». Publicada el 27 de enero, la
carta colocaba a Culianu como uno de los primeros escritores
en acusar al nuevo gobierno de tramar un golpe de estado.
(Otros emitieron la misma acusación, pero en términos más
velados y confusos.) Era el único escritor en mezclar la imagi-
nería religiosa y la condena tajante con esa lucidez tan particu-
lar en sus ataques políticos.
Un día después, cl 28 de enero de 1990, miles de mineros
del valle Jiu llegaron en tren a Bucarcst para atacar a los parti-
darios de la oposición que protestaban por la lentitud y la re-
vocación de muchas leyes reformistas. El primero de varios
asaltos inspirados por la Securitate provocó una repentuna mn-
terrupción en las conversaciones acerca de reforma y demo-
erada en el país.
259
El mundo libre, 1990
261
loan Culianu y Hillary Wiesner viajaron de nuevo a Ial
febrero. Grazia Marcluanoh. • hbí:
aina conseguido id para Io aen
r,± : van un
contrato de tres meses como proresor vsntante en la fa ¡y
.
de Educación de la Universila idd d.e Si1ena, desde el l de cu tad
:..: e. r .:. b1 marzo
hasta el 1 dejunio. Dio conterenc1as sore temas que iban d
de el dualismo medieval hasta el análisis de los mitos en la3
universidades de Siena-Arezzo, Salerno y Roma. En Italia
conocido: La Repubblica dijo de él que era uno de los «na,,]
del pensiero contemporaneo».
En Italia, Culianu habló sobre Rumanía y la revolución en
los principales medios de prensa, redactando un artículo el 8
de febrero para Panorama, una revista de actualidad, titulado
«El rey ha muerto. Cuidado con un posible heredero». En él
observaba que «todos los acontecimientos que se producen en
nuestro pobre país son la repetición de algunos arquetipos in-
crustados en nuestra historia religiosa», y analizaba la famosa
cinta de vídeo en que los nuevos y autoproclamados dirigentes
trataban de proponer un nombre para su partido: «Umberto
Eco dice que todo depende del uso que uno haga de los símbo-
los. El caso de Rumanía demuestra que tiene razón. Tan pronto
como el pueblo forzó al sanguinario dictador a abandonar el
palacio presidencial, el gobierno que se formó tomó el nombre
de Frente de Salvación Nacional. No podían haber escogido
una designación más desafortunada: el nombre trae a la mente
una comparación con el fascista Frente Renacimiento Nacio-
nal, el único partido creado por el rey Carlos II en 1938, des-
pués de disolver el parlamento y autoproclamarse dictador».
Lamentando la afición de Rumanía por los dictadores, el
artículo examinaba los peligros que entraña la «confusión de
símbolos» representada por el resurgimiento de la simbología
de la Guardia de Hierro (varios partidos de extrema derecha
habían adoptado la retórica de la Guardia de Hierro). Culianu
planeaba desarrollar un estudio sobre el mal uso de los símbo-
los místicos en un libro que debía escribir en colaboración con
el especialista en ciencias políticas de la Universidad de Mary-
land Vladimir Tismaneanu.
262
ronóstico era desolador incluso en la épo
Su P . . d e l ca en que su
- d era vicemmistro e u tura. «Con algunas bl
cuñado ¡1i6 Ra .z. notal les ex-
·ones,. escn 10, « umanaa carece absolutament d
cepc• ' d . e e una
rte
I
intelectual que pue ~garantizarla transición hacia un fu-
e pluralista y normal. Sin la determinación de salir d .
turO - z Iesu ais-
lamiento, Ruman1a no sera capaz de evitar caer en un a1smo
'v •
bi
. luso mayor que aquel del que acaba de salir».
inc! • 6El
Culianu parecia tener razon. 2 de marzo de 1990, la cinta
•nédita de tres horas en que estaba grabado el enjuiciamiento
~el matrimonio Ceau~escu fue transmitida por las televisiones
francesa y _rumana. El ~i.smo día, Georgica Popa, el principal
juez del tribunal, se suicidó en Bucarest, sumándose a la cre-
ciente lista de «suicidios» de figuras clave de la revolución, que
empezaba con uno de los generales de Ceausescu y seguía con
el hermano del dictador, Marin, encontrado ahorcado en su
piso de Viena, con su caja de caudales vacía.
263
un mayor desarrollo de la educación en su lengua. Sin emb4,
go a mediados de marzo, el movimiento cultural se vio in 1
éádo en escabrosos distarbios étnicos en la ciudad a¡,,$
Mures, donde unos pistoleros provocaron que la considerab]
minoría húngara convocara una celebración nacional. El
·.¡1
bierno apoyó a los vigilantes, que Il egaron .
en camiones a go-
. re-
primir la «manifestación» con 1 os mismos palos: porras y ba-
rras de hierro que se «usaron contra los manifestantes en
Bucarest», observa Andrei Codrescu. Muchos de los atacantes
estaban borrachos. El incidente hizo que Dan Petrescu empe
zara a escribir artículos contra su propio gobierno. En cuanto
al Vatra Romaneascá, un antiguo general de la Securitate cita-
do por Norman Manea dijo que era, «desde todos los puntos
de vista, un arma de la Securitate».
En enero de 1990, el viceprimer ministro, Gelu Voican Voi
culescu, había recibido el mando de un servicio de inteligen-
cia provisional. Según afirmaba, quiso organizar la institución
en departamentos separados e independientes de la influencia
de la Securitate. Sin embargo, los incidentes de Trgu Mures
proporcionaron un pretexto para establecer un nuevo servicio
de seguridad, bajo la autoridad del Ministerio de Defensa, con
amplia utilización de escuchas telefónicas y acoso. La Securita-
te se reorganizó con el nombre de Servicio Rumano de Infor-
mación (SRI), bajo la dirección de Virgil Magureanu. Curiosa-
mente, según jane's Intelligence Review (enero de 1995), la
reestructuración se llevó a cabo en secreto, mediante un de-
creto presidencial que no apareció en el boletín oficial del go
bierno. De acuerdo con sus propios informes, volvió a reclutar
a unos 6.000 miembros de la antigua institución. Conservó su
servicio externo o DIE casi intacto, según Ion Mihai Pacepa,
bajo la dirección de un experto espía del régimen de Ceall!i~
cu, Mihai Caraman, que tenía relaciones estrechas con el ano-
guo KGB. Como observa el reportero de Nation Paul Hockenos
acerca de los disturbios provocados y de la respuesta del go
bierno, «la Securitate había vuelto su plan había sido un exito•.
. , a
En abril de 1990, después de que Dan Petrescu empezara
264
a su propio gobierno, Rumania Mare resucit, l .
atacar ndena por violación cuando era profi oda historia
de su co . Años atrás, Petrescu había sido Juzgad
esor e e 1
"cuela
en 1asi. :. vial d C 1Oy condenad0
or el1 sistema judici: ·. dle ea~escu:, por un crim 1en inexisten : .
'q;as una secuencia le sucesos dignos de la novela a'
,Fatand, Petrescu tuvo que dimiir. de Ab
c~e mismo mes, el 24 de abnl, una gran multitud d .
i;,;:,
re;tantes marco ac1a h .,. h . 1 d' e maru-
,es . .,. os estu lios de televisión de BucaresL
Atacados por la policía con barras de hierro, se retiraron a la
.,.,,:a de la Universidad, que declararon «zona libren
Pl- . . · eocomu-
nista». Las manifestaciones continuaron durante los treinta
días siguientes, mientras el país se preparaba para las eleccio-
nes nacionales. En mayo, el _Frente de Salvación Nacional ganó
esas primeras elecciones «libres» del país por un margen del
85%, entre acusaciones de acoso, violencia y fraude electoral.
la clara manipulación de los votos hizo que Estados Unidos re-
tirara a su embajador.
265
En junio de 1990, en la revista italiana Panorama, Cq
escribió acerca de la manipulación en la dimisión de •
do y criticó al gobierno, que estaba cada vez más cont I na-
< ·bi rolad
or los comunistas. Empezo a rec1 ir amenazas en Italia
P ' · t ocu l t as a sus an fi1tnones
• ' pero
las mantuvo prácticamene ,
.11 T: b. , Y solo
H
mencionó las llamad as a 1lary. am ién fue objeto d
·- e ata-
ques escritos y, poco a poco, vo lvio a ser presa de sus anti
:<. 3156. guos
temores de represión polituca.
Él y Hillary volvieron a la ficción para entender las m ,1 ._
. . d u ti
ples realidades de los acontecimientos lel pasado y sus rever
beraciones en el presente. El relato que escribieron, titulado
The Late Repentance of Horemheb», fue el primero que se
publicó en la revista de Massachusetts Harvard Revieuw. Basada
en un caso real de falsificación arqueológica, la historia entre-
lazaba sus vidas, sus investigaciones y los acontecimientos del
momento.
En el relato, un egiptólogo, el profesor Doctor Gr. encuen-
tra una reliquia que demuestra su nueva teoría sobre la anti-
gua cultura egipcia. Sus rivales afirman que la reliquia es falsa.
El narrador contesta: «Nuestro concepto común de falsifica-
ción no existía antes del Renacimiento, que fue época de falsi-
ficaciones espectaculares... Por primera vez, el Renacimiento
estableció una secuencia rigurosa de antes y después. Desde
entonces, hemos vivido en esa secuencia». En un giro similar al
de «Tlón, Uqbar, Orbis Tertius» de Borges, empiezan a apare
cer artefactos en varias partes del mundo que confirman que
la reliquia es «auténtica». Sin embargo, algunos especialistas
atribuyen esos artefactos a Gr., que finalmente escapa a las cre-
cientes sospechas y las indagaciones profesionales cuando «fal-
sifica su propio suicidio muriendo en un accidente de coche.
Siguiendo las investigaciones de Gr. y su misterioso destino
en oscuras publicaciones académicas, el narrador se pregunta
si el pasado sigue «pasando». Menciona engaños como el de
las pretendidas y sofisticadas interpretaciones de sueños de la
tribu malaya Senoy (Michael Allocca le enseñó un estudio que
demostraba que eran una mistificación de un antropólogo de
266
,,,n-os treinta). El narrador siente cada vez mas ' . .d
1 os a ] .e cunosidad
¡legando a pensar que e! propio Gr. podía, sin darse cuenta,
er sido «manipulado. por un, complot puesto en practuca
, . '
h ab .
por el pasado para cambiarse
. a .si mismo»
. · Al final el narrad or
:. +adina que hay universos
im@'' •
o dimensiones alternativosen que
las víctimas c;ie la h1stona so~ vencedoras y los poderosos son
víctimas. Siente cada vez mas temor, intuyendo en su pro •
· ·¡di :..... vpa
curiosidad una «ms1 1osa conspiración del pasado que me uti-
liza para sus oscuros propósitos, propósitos que seguirán evo-
lucionando eternamente, después de mi ilusoria desapari-
ción».
267
escribía: «El mito del exiliado quedó incrustado como arque;
examinaba la idea de Coa
po el n nuestra cultura». Culianu
• lres.
cu de q
ue los romanos se vieron forzados a desarrollar uIn«in.
.
terior» exquisitamente elaborado y oculto, como el «espacio
miorítico» de Blaga. Codrescu se explayaba en el placer de1
táctica y las consecuencias de su pérdida para Occidente, do,
de habían desaparecido el interior y el extenor. El problema
era, ahora que había llegado el momento de hacerse cargo de]
destino del país, que las tacocas de subversión se habían con-
vertido en un estorbo más que en una ayuda. Para Culian
Codrescu había acertado totalmente. «He vivido esta experien.
cia», escribió en Lumea Libera.
268
ª(IIJ} the WorldsDirty Projits Are Laundered, ob
anod I ·:. habi 1d serva acercad
manía: «Sigue 1abiendo escuchas telefónicas. r, Ie
Rum " (
i
l, ,intormado-
res, y amenazas y , enl a gunos
d
casos) palizas a los O .
bli : posuores al
gimen». Los a"CU'OS e Publicaciones como Lumea Libeao
flarper's hablaban le nuevas mt1m1daciones por parte de la Se-
cun.tate en Rumania. y en el extranjero.
. El peri6dico rumano
ublicado en Francia Lupta citaba a un antiguo general d
pSecuritate jactan
. dose de que «nadi1e averiguará nunca 1e 1ª
. d E h , . 1 o que
estamos hac1en o». n un umonstico ejemplo de la actividad
de la policía de segundad, el extrovertido intelectual Vlad· .
< habf .:. umr
Tismaneanu conto que a, ia asistido a una conferencia en
Cluj en 1992. A las tres de la mañana, él y su compañero de ha-
bitación se despertaron al oír sus propias conversaciones priva-
das reproducidas a todo volumen en la habitación de abajo.
Culianu consideraba que los acontecimientos seguían una
pauta, pero en un nivel más profundo de lo que creían sus pro-
agonistas. Dijo a Gwen Bames que la gente que estaba en el
poder estaba continuando lo que Ceausescu habría querido
hacer. Comentó a Hillary Wiesner que el país se estaba desli-
zando hacia una situación arquetípica, similar a la de un país
centroamericano gobernado por una oligarquía perniciosa y
corrupta. Dijo a sus alumnos que no se había producido nin-
guna revolución, sólo una flexible reacción a los cambios del
mundo. Veía muchas más cosas, pero no podía revelar esas 4I
tendencias sino escribiendo sobre ellas. ~
En la brumosa y gélida madrugada del 13 dejunio de 1990,
en Bucarest, los jóvenes manifestantes universitarios estaban a
punto de dispersarse hastiados cuando, de repente, males de
mineros y de agentes los atacaron, matando a muchos Y des-
truyendo las sedes de dos de los principales partidos a lo largo
de los dos días siguientes. El héroe de las protestas estudianti-
les, un joven barbudo y ascético llamado Marian Munteanu,
fue apalizado, azotado, insultado y arrestado en su cama de
hospital. Cuando el presidente dio las gracias «con todo mi co
razOn»• a los pretendidos mineros y castugo • , a los manifestantes
con el lenguaje del antiguo régimen comunista, llamando a los
269
estudiantes fascistas y golani, o «gamberros», estallaron la3
. l
testas internacionales. Pro-
Las protestas incluían artículos críticos y editoriales e Ni
roren, iescoce, Tire, Ne» York Times, Washington Posa, s,,
ns.-M:iuhy muchas otras publicaciones importantes de Eu' a-
..... ·. Topa,
Los disturbios de mineros parecían demostrar definitivamente
la extendida idea de un golpe de estado en Rumanía. ¿Por au
iba a importar a los romeros que los estudiantes se manife
:.
ran pacíficamente en una unrvers1a ·idad que estaba a cientos·sta-
d
kilómetros de donde. vivían ellos?,
, preguntaban
, los reponeroes.
Si un gobierno legínmo quena actuar, ¿como es que no utiliza.
ba la policía o el ejército? Si eran infundadas las acusaciones
de los manifestantes, ¿por qué atacarlos sin más? Esas dudas
conducían a otras preguntas sin respuesta acerca de la revolu-
ción: ¿por qué se había matado a tantos jóvenes? ¿Quién los
había matado? ¿Quién había elegido a Ion Iliescu como presi-
dente? Las protestas internacionales resultaron devastadoras
para un gobierno necesitado de inversión y reconocimiento
del extranjero.
Además de las protestas, los ataques de los mineros provo-
caron la «explosión latente» de Culianu, por usar la expresión
de Nonnan Manca para el tardío compromiso político de los
intelectuales en el exilio. El país tenía una, sólo una, posibili-
dad de unirse a las demás naciones civilizadas, observó Culia-
nu. Hasta entonces, la oposición en Rumanía se había visto
agotada y derrotada. Culianu necesitaba hablar directamente
con otros que entendieran el mundo fuera de Rumanía. Uni-
dos y con su habilidad, eran los únicos que podían servir de
ayuda y de soporte a una oposición verdaderamente efectiva.
270
n libro sobre la revolución y obtiene s .
ca u ormania, e1 autor d e lza reseña recordab
5u pnmera rese - 11
na •
En J l a e1 relato de C
l·anu de 1986; la mayor parte de los nombres acabab u-
1
igual que los d h d l
e mue os a an en -an,
e os personajes clave d
1 :.i e e 1a revolu-
ción. ·
El libro de Boba consideraba la revolución c
e estado, completado con exhumación de cadáomo un golpe
d veres para si-
rnular muertes en la batalla y pancartas
. . . .
preparad d
as urante el
dis curso de Ceausescu. Alguien dirigía los acont« ··..:
:< S ·.:. ecimientos
desde la Umon 0V1et1ca y el KGB. Boba también d b l
1 :di 1a a «e
nombre del corone que ur 10 el plan, así como una lista de
los participantes jormanos». De los nuevos líderes, cuyas iden-
tidades sólo se revelaban en la cmta de vídeo del enjuiciamien-
to del dictador, «Boba sugería que los once del gobierno ini-
cial sabían que estaban apoyados por Maculburg [Rusia], pero
desconocían los detalles del plan. Sin embargo, ahora, los que
no han muerto tragcamente en enfrentamientos con las ma-
sas -y sólo quedan tres- saben exactamente de quién y a través
de quién recibieron las órdenes». Criticando el resurgimiento
de la «Guardia de Madera» como tapadera para antiguos co
munistas, el autor de la reseña habla del cómodo retiro de Bo-
ba en Estados Unidos, con su parte de la fortuna de Ceausescu
(dinero ganado con las actividades ilegales de la Securitate y
depositado en cuentas bancarias en Suiza) y una suscripción vi-
talicia a Penthouse. Como en los relatos fantásticos de Borges, el
lector del cuento de Culianu se ve arrastrado por un remolino
de «historia» y de memoria que deja la impresión de que el au-
tor sabe más de lo que dice. «Si la hipótesis de Boba es correc-
ta», concluye el crítico, «significa que el pueblo fue movido
por una cuerda... Pero ¿acaso no es ésa la función esencial del
pueblo?».
Meses más tarde, en Rumanía, varios de los principales
271
nspiradores del Frente de Salvación Nacional fi,,.-,..
cor ,, Mili Di .:. ' Ton fon,,
doss a retirarse. Nicolae ¡bflilitaru d
y um1tru Mazilu afi
l ·b armar
" e.el•
••v:o1can-Voit
. " ·cu1(escu era el apellido completo del viceprimer minas
. tro tal
como aparecía en los documentos oficiales, pero socialmente usaba sólo ta
primera parte, Voican.
11
Entrevista personal, por teléfono, 5 de abril de 1996.
272
Scoptophilia
l
«complejo, sutil y no lineal», opina Mircea Sabau, un amigo d
la Universidad de Chicago. «Hay que irjuntando las piezas
entonces, resultan devastadoras.» Mac Linscott Ricketts o±' 'I-
va su similitud con los artículos de Eliade en los años treinta
encuentra el estilo «verdaderamente extraordinario... un~
mezcla de odio amargo y de humor negro». Uno no podía cap-
tar todo lo que quería decir Culianu en una sola lectura, ni le-
yendo sólo unos cuantos artículos.
La serie empezó irónicamente con «Filme de groazá» (Pel
culas de terror), en que comparaba a la policía de seguridad
con las gárgolas medievales y los monstruos cinematográficos.
En Hollywood las historias tienen un final feliz, escribió Culia-
nu: «Pero en Rumanía hay tan pocos seres humanos de ver-
dad, y éstos son tan vulnerables, que se ven fácilmente exter-
minados. La única solución posible es que se encuentren unos
a otros y se organicen. Pero lo más importante de todo es que
abandonen el miedo».
Durante las primeras trece semanas salieron sus ataques
más virulentos a la Securitate, incluyendo uno en dos partes
llamado «Diálogo de los muertos». En él utilizaba el diálogo, a
la manera de Platón y de Giordano Bruno, entre dos puntos de
vista opuestos para revelar una nueva perspectiva. Como Bru-
no, que escribió sus mordaces sátiras en su italiano vernáculo,
Culianu escribía en un rumano gráfico y feroz. En «Diálogo de
los muertos, I parte», el presidente Iliescu otorga al fantasma
de Ceausescu un «diploma de Héroe de la Revolución» por-
que su legado hizo posible el éxito del nuevo gobierno. Al se-
ñalar que el cadáver de Ceausescu tiene «una herida de bala
en un lugar donde no debería haber ningún agujero (en la
sien)», el artículo da a entender que el dictador fue asesinado
más que legalmente ejecutado. Cuando Iliescu anuncia que ha
ganado las elecciones, Ceausescu contesta:
-¡Espero que hayas hinchado todas las urnas!
-...¡No hizo falta! Como mucho un 30% o 35 %... pero aún
así, el resultado fue arrollador: ¡todo el mundo nos votó!
Iliescu explica que la verdadera tiranía se producía en las
274
del pueblo. Los ataques de los mi
"
entes , ,
ausescu tenía razón: el pueblo n,
tneros d
lemostraban
8'ue ¡ate
e b: allí
estala 11; 1 . o quena libe:rtad. «La
, no lo niego», dice [j¡.
secun 30% ·ibl, ' escu, «p
m_ quizá un "o, posil (emente inclus ' ero en un
38" ,u so% eran mineros» que tena '.%10%... Pero 4a
rnenos e! (esord
buenos ojos 1a promesa del gobierno d en y veían
conldo La verdadera «genialidad» del réoi e un aumento de
suel? < ·h l z, lmen de Cea
istía, no en pmncar os teléfonos y ene 1, u5escu
cons1 . , arce ar a los .
sino en los « 1 azos» psicológicos, o vi...,.,..,. . oposi-
ores, 1did :..., "l, que Giordan
sruno había estu 1a o qmmentos años antes. o
A lo largo de las semanas siguientes, Culianu tuat
b, l d d . to sobre te-
as me ha"
Universidad de
2;8%""%",""u vida. sg ss
icago lircea Sabau: «¿Cómo pu d
cote ae
d-;, C' d e eunoen-
contrar la verd a . ¿ orno pue e, uno separar el bien d e! l mal»
en un mun do en que ambos estan tan estrechamente r d,2
. l d C d · · iga os.
En una columna titula a «' uatro le Jubo», habló de un sueño
escalofriante que había tenido, y observaba que «los sueros
siempre han comunicado sentidos más profundos que los del
estado de vigilia».
En el sueño, volvía a Rumanía y encontraba a casi todo el
mundo en la más profunda miseria, y muchos vestidos de mi-
neros o de policías. Un amigo lo llevaba a la sede de la Iglesia ~
ortodoxa, un sótano oscuro, donde había tres «sacerdotes-mi-
neros» con túnica negra. El principal de los tres llevaba un cas-
co con tres linternas colocadas verticalmente; los demás tenían 1
dos linternas o una. El sacerdote principal le daba la bienveni-
da, observando que Culianu era discípulo de Eliade, a quien
tenían «en muy alta estima». Quería ofrecer a Culianu la di-
rección de un instituto pero había encontrado «objeciones».
Estaría dispuesto a expresar de forma simbólica su apoyo? Esa
noche vieron sólo mineros por la televisión, que hablaban de
los 41CXtranjeros que vienen a saquear el país• e invocaban a
Dios y la tierra ancestral». Su amigo le proponía que hiciera
unas dfeclaraciones
. en público sosteniendo . r
unalintern a de mi
ero en la mano como «símbolo de la lu:•· iosa, la his
Con su curiosa ambientación subterranea Y rehgi '
275
t ria sugería el laberinto del inconsciente. También ayua
o1 ¡¡ 1ibaa dan1dl ca daa vez que sulaba
expl·car por que Culianu o• argas he a
z
1 •
mana le decía que fuera a Rumanía: veía el regreso con'
apoyo simbólico al nuevo gobierno. Un
Hacia esa época, en Cambridge, una noche, después d h
ber estudiado montones de notas y artículos de EIiáde y 6f
nu para el Diccionario de las religiones, Hillary Wiesner so<
. b hac1a
Mircea Eliade. Camina\a . e 11a, segun
• contó• a loan oalcond;
·¡• . la
siguiente, alzando 1a mano en gesto conciliatorio. «Te estab
examinando», dijo Culianu, «y tú eras lo suficientemente,
. . d en-
sible para percibirlo. Te estab a d1c1en o que no era una mala
persona. No era miembro de la Guardia de Hierro».
Culianu escribió otro duro artículo en dos partes, «Cea mai
proasta inteligenta», o «La inteligencia más estúpida». En su
sátira del movimiento cultural llamado protocronismo, que en
los años ochenta trató de demostrar que varias importantes in-
novaciones intelectuales habían surgido en Rumanía, Culianu
reconocía un aspecto en que el pequeño país era el primero
del mundo: «Se puede afirmar sin temor a errar que Rumanía
ocupa el primer lugar en lo que respecta a la estupidez de su
servicio de inteligencia». Afirmaba que la Securitatc siguió ma-
nipulando los acontecimientos después de la revolución: «Está
claro que, con Iliescu, la Securitate encuentra justificado se-
guir dirigiendo el país, sabiendo que había desempeñado un
papel fundamental en el derrocamiento de Ceausescu».
Con expresiones como «idiotas con el cerebro lavado»,
«cretinos diabólicos» y «el servicio de inteligencia más imbé-
cil», el artículo declaraba que el resultado era el desvío de «mi-
les de millones de dólares [en ayudas], una miseria indescrip
tible, hambre, frío y SIDA... y una profunda vergüenza ante el
mundo entero». Era partidario de «quemar toda la herencia
de Ceausescu» y empezar la reconstrucción a partir de cero.
«Es evidente que lo que se está haciendo ahora es exactamen
te lo contrario», observa. Los mismos burócratas que dirigían
el terror bajo Ceausescu estaban llevando a Rumanía a un?
· ·
«mrnmente Y catastrófica bancarrota». Por encima de to do, la-
276
el hecho de que, a pesar de que la Sec .
ntal ba 'untate hubi
JJle do» los resultados de las elecciones lo iera
toca ' que pare -
re 1 ueblo deseaba ver caras conocidas. "ca era
qoeu,el Pel futuro d e 1orma
e ,
mas esperanzadora
Ve1a ., : Di¡l en 1la columna
semana s1gmente, « 1a ogo de los muertos 21
de 1 a • · d . , parte»
•bía la expenenc1a te unaJoven que a pu t d .·
n
DesC ber sido apaleada por los mineros, · In
es salvada ° e morir
iras ha ' por un mé-
lo que demostraba que mucha gente en el país e od
die ,O E 1 . . , de zra «tc la-
. normal y buena». n la visión le lajoven, '» Dios leIe diIce que
via ¡.
278
l
CulN
·anu "· «Cuantos •más seamos los que los denunciam. . z
erio nos tomaran.» os, mas
en s . "T' •
Culianu no quiso. «Tenía la lógica del ma .
• " · d . go», explica Hi-
«Penso: s1 rompo y lestruyo ritualmente
u ary· . estas cartas las
¡cunstancias
CE
que las producen se verán inerme
IeS .»
279
dado libertades fundamentales;. Culianu . daba a ente d
nder qu
sabía más acerca de los acontecmmuentos que lo que deci. "
cribía en un estilo desatado, hberando la rabia de toa, "s
.. . z dz una
da. Ésta venía con la iroma mas mor az y aguda. Nadi ·
..:<. di .. Ie usab,
un estilo con tanta prec1S1on; nas 1e tenia sus contactos
: : .z. •• Con lo
medios internacionales ni su categona en relación con la figu.
ra de Eliade.
En Rumanía, los escritos de Culianu no eran conocidos Para
la mayoría de la gente, pero sus relatos en Agora y sus artuc]
., Uos
en Lumea Libera llamaron mucho 1 atención «por dos razon
h la
:. 'efe de
según Mircea Raceanu, el antiguo jefe le asuntos estadouniden.
1es»
280
otoño de 1990, Culianu volvió a su PISO. b
En . so re el lag Mi
;a n, dando un curso especial sobre la fomm, ·:a. ¿o li-
ch"". . dela he : .,
a h1stona e as ereJ1as en el cnstJanismo I b . 1ación de las sec.
e
tas, l ligatona . asigna
· tura troncald e historia
. d Y el . udismo,
. . ' y
la Ob ., $h el1 cristianismo
n sus últimas OUT7nas Para Lumea Libera, Culianu ua6
mas generales y acauemcos, como la Inquisición, Claude Lé.
suauss, la cultura cajun de Nueva Orleans, y Umber E
1 ., d Tto.co. Ex-
a co nfus 10n e la ficción y la h. t .
ploró aspectos como . . d 1stona y el
esinato por motivos mventa os. Por Acción de Grae fu
as • • l cras, 1e a
Nueva Orleans para as1stur a a conferencia de la A d .
I Re]i<. W5. cademia
Americana de eligión, con Viesner y Moshe ldel. Allí se en-
contraron con Andrei Codrescu. El y Culianu decidieron ha-
lar inglés, por parecerles que el rumano estaba demasiado
lleno de tristes recuerdos. En un restaurante cajun, hablaron
hasta altas horas de la noche acerca de la amabilidad de Elia-
de, que los había ayudado a ambos cuando eran jóvenes, y so-
bre el extrano canz que habían tomado las cosas en su país.
La ciudad lo dejó profundamente impresionado. Llamó a
su hermana a Francia varias veces desde Nueva Orleans. «Es
nuestro lugar en el mundo», dijo, admirando e identificándo-
se con la sociedad cajun por preservar su cultura y su idioma a
pesar de-las persecuciones. Cuando volvió a casa, escribió sus
columnas más misteriosas, «El rumano más importante del
mundo» y «Una ocasión única», en las que detallaba su expe-
riencia de los ataques de la Guardia de Hierro a finales de los
setenta. Por aquel entonces recibía amenazas telefónicas ade-
más de cartas. Las amenazas telefónicas eran «increíblemente
repulsivas», dijo a Tudoran. Empezaban a asustarlo.
No había nada nuevo en lo relativo al acoso. Era víctima de
amenazas que seguían una pauta determinada. En Estados
Unidos, en miles de periódicos en lenguas extranjeras desco-
nocidos por la mayoría del público, algunos reporteros habían
escrito importantes artículos de investigación que los habían he-
cho merecedores de amenazas en sus comunidades. Entre los
pe ·oct· , osados estaban Triet . Le que escribía sobre la
n listas más Vi •
extrema derecha vietnamita para el Cultural Vangumd de 'irgr
281
. y Manuel de Dios Unanue, sobre el contraband
ma, o de d
ara El Diario/La Prensa de Nueva York. Le y Un ro.
gas P . lanue f,
"'"esinados en 1990
roIn a •
y 1992 respectivamente, • en Crimen• e-
que la policía trato de ignorar.
.
En total unos trece escrit
h id .. ores4
es
periódicos étnicos amencanos. an s1. .o .asesinados en 1os Ulti _ ~
mos años. Muchos de los asesinatos siguieron un modelo ,
1
lar al de Culianu.
La secuencia del acoso a Culianu también seguía un r
mula descrita por un antuguo . corone 1 de 1a Siecuritate al pa fór
.
. h Il
dista Petre Bacanu: pnmero cartas, uego amadas telefóni eno
luego un robo o una visita. . persona 1 . E ntonces, si· el escritorIcas,
paraba, era asesma· do. Cli u.1anu recurro a 1E
:<
a cción, en parte no
para entender las experiencias que estaba teniendo, en un re-
lato bien llamado «The Secret Sequence». Publicado primero
en Italia, en Leggere, y luego en Estados Unidos, en la New Yorii
Review ofScience Fiction, la historia narraba la carrera de un os-
curo profeta hereje,John of Cappadocia, que vio el mundo co-
mo un vasto proceso mental en que las mentes humanas eran
parte de la mente universal, capaz de pensar todo lo posible.
Cuando se agoten todas las permutaciones, el universo cesará.
Como muchos de los relatos escritos con Hillary Wiesner, la
historia acababa con la sensación de peligro para el narrador:
«De repente percibo toda la amenaza de la noche sonora mi-
rándome a través de la ventana e interrumpo estas líneas, su-
perfluas como todo lo demás, aunque parte de un todo del
que nada, ni siquiera el cese de mi existencia, puede revelarme
la secuencia secreta».
A finales de diciembre, llamó a Tess a Poitiers, donde Dan
estaba trabajando sobre su tesis acerca de Eliade. «Voy a dejar
los artículos», dijo. Argumentó que otros escritores estaban cri
ticando el régimen, y que tenía ganas de volver a dedicarse por
completo a los muchos proyectos de libros que quería llevar a
cabo. Ella aprobó al decisión.
282
Un desvío
284
• el verano de 1990, Adrian estaba tr b .
n .. .
. que tema su propia empresa de cami
a0ajando p
ara un
+m$;"; cayeco reglar desde o'Ha
Hac1a h F.Ke
ni""" "
elAerop
Tino..
rnacional Jo n . ennedy de Nueva York U,,, ?uerto
"";[la en el creek caté,• cerca de o'Ha'¡"",
sen cuarenta y tantos o cmcuenta · n
sata
1ombre d
años un e
unos ' poco calvo
. fas de sol de montura plateada, bien vestido 'con
i,...- • , 1 d , - con una camisa
d color pizarra oyo o que tecian él y sus amigo S
~Habláis rumano?», preguntó. s. e acercó:
'arian volvió ese día al almacén de mercancías d Ai A
tn·a dondeid; VIO otra vez alh om bre, sin la chaquetae rus-
.
d ,con 1 as
mangas subidas, reVIsan o. una remesa de caias. :.1
«·Adri
1 I d'r
an...,
·o el hombre. S.e presento como Nicolae Constantin. T
J , . «tengo
una idea para ti. Harás entregas en Nueva York, igual que lo
que haces ahora, solo que te pagaré mucho más.»
Constantin le dio la tarjeta de visita de una compañía espe-
cializada en «transportes y envíos». Tenía una dirección distin-
ta en cada esquina: Chicago, Nueva York, París y Viena. En el
centro había una pirámide con un ojo en el ápice que emitía
rayos, como el símbolo masónico que aparece en el billete de
dólar y que es descrito, irónicamente, en los textos de Giorda-
no Bruno. «Llámame», dijo Constantin. «Hablaremos.»
285
Diversos hombres fueron· varias veces a Estado U .
1990 con pasaportes diplomáticos rumanos o ,_"dos,
dos en algunos casos a través de las líneas aéreas ruos conccd¡.
Tarom. Lumea Liberó. recibió informes de que antigumanas, Air
de la Securitate estaban involucrados en asuntos de os agentes
do en el Medio Oeste. Uno de ellos ualiaba el
Constantin.
ata,k""a- lcolac
286
Recuerdos del futuro
288
1amen
taba Culianu.dMagia dsd
no era un término «cajón de wa»tr
·1: " " Ice
ubriera de to o, es e mercachifles de carnaval ha~•··
que C , Se fi , , b· .....
±amanes indígenas. Fiera más ien al mundo de la ima-
¡ación «que dominó a la ciencia occidental durante miles de
gi_ ,. cuando la cultura estaba basada en la fe. Culíanu quería
anos , , . tafí .
cribir las artes y pracucas met isicas del mundo entero que
des . 1 . 1.
aban de reumr e consciente y el inconsciente, dedicando
.a la precisión y la pasión que un físico dedicaría a la con-
ducta de los quarks y los neutnnos subatomicos.
El proyecto en varios volúmenes cobraría forma en cuatro
fases. La primera evaluaría a los especialistas activos en ese
campo para establecer un comité directivo internacional. Co-
mo director de Incognita, escribió Culianu, «empecé la pri-
mera fase en 1989, pidiendo a los mejores estudiosos de dife-
rentes áreas que enviaran artículos sobre magia para el
número de enero de 1991... Antes de cumplirse el plazo [l de
octubre de 1990], ya habíamos recibido más material del que
podíamos aceptar». Esa respuesta no sólo lo ayudó a seleccio-
nar a los especialistas, afirmó, sino también a comprender
que la «situación estaba absolutamente madura» para hacer
una enciclopedia de las artes ocultas verdaderamente cientí-
fica.
En la segunda fase, el equipo establecería una línea direc-
triz en un volumen, o «historia general de la magia», con unas
350 páginas de bibliografía, similar a The Eliade Guide to World
Religions. En la tercera fase, se reunirían «físicamente» unos
quince de los mejores investigadores de cada esfera en «una
conferencia en la que presentarían sus artículos». En la cuarta
fase se organizaría un congreso internacional, lo que «supo~-
dría la participación de no menos de 150 especialistas: en abril
0 mayo de 1992, teniendo como sede Harvard o la Universidad
290
b ·eJa Adame~teanu fue a ver a loan Culianu l di
Gabn
urú de la bo sa a ia predicho un terre el lía en
»l habf ¡.
ue un g . . moto en el
!',, Oeste. Se dieron cita en el restaurante favorito de M;
fv{e 10 • Ad o e 'ir-
pliade. Morena y atractuva, 1amesteanu iba tomando café
cea ndo mientraS grababa la conversación Se qued, . c e
Y. furllªda por lajuventu
. dd . · o 1mpre-
te Cuhanu. «Cuando vi la lista d
iona z z tesus
b licaciones, pense que tema que ser alguien muy ma
pu die :. ±] u3yor»,
4ice. Advirtió una Iiterenca entre él y otros rumanos en el ei.
lio: él parecía más americano, con sus mocasines, sus pantalo-
nes caqui y su camisa , de franela.
. . «Quizá porque pertenecía a
occidente y conocia, al1 mismo tiempo, Rumanía», dice, «pare-
cía entender cosas que sucedían allí y que yo no veía».
La entrevista abarcó muchos temas, incluyendo la cultura
americana, el movimiento Nueva Era y la controversia sobre
Eliade. Se explayaron sobre la política del momento. Culianu
decía no saber mucho de política, pero daba por seguro que la
revolución era un fraude, criticando Europa del Este por su
«trágica pérdida de tiempo, de vidas humanas y de talento».
Adamesteanu le preguntó por un pronóstico sugerido por el
periódico Rom@nia Mare, una publicación de la extrema dere-
cha fanática, dirigido por antiguos comunistas. «Si hubiera ha-
bido una revolución», contestó Culianu, «Románia Mare no
existiría».
Atacó a la Securitate, llamándola fuerza «de una estupidez
de las que hacen época y, sin embargo, de una profundidad ex-
traordinaria», y subrayó el papel del KGB en la revolución. La
policía secreta rusa había fracasado en su país, dijo; en cambio
había sido demasiado eficaz en Rumanía, a través de sus secua-
ces, los miembros de la Securitate. Gabriela Adamesteanu re-
plicó citando a un escritor de la oposición que había dicho
que la Securitate sólo controlaba una parte de la sociedad, no
su totalidad. «Tiene razón» contestó Culianu, sugiriendo "
conexión entre la ultraderecha ' y la extrema izquier.
• · dª• qued e
Veía • • ¡tancamiento Ie 1
como principal causa del desastroso es ,
País:· « Só lo que la Securitate crea acontecmmue1
· · ntos que desvian
la ateención,
: • domina la política local, dtommn · a a Vatra Roma
291
asca domina los medios de comunicación y u·
ene u
ne , . d . fl . .
turaordinaria capacidad le influencia. Siempre puede ,""ex-
hicimos [la revolución], de modo que no puedes r l c1r: la
eClaman
nada». 1e
Culianu llegó incluso a desconcertar a Gabriela Ad
nu con su virulencia: «He hablado con todos los dem~lllqte¡.
.
nos exiliados importantes», dieice l a penoodi1sta. «El eraasd:cruma·
. . .. ueren
te. En primer lugar, porque 1ns1st1a en el papel d 1 ·
< i n ·< <. e!KG,
segundo, porque ve1a 1a rcvo uc1on, no como una rev01 .• •
. uc1on
robada, sino como un meuo d para mantener el poder a
de la flexiibilidad.
ili a..»
ravé,
Cuando acabó la entrevista, loan Culianu vio cómo Gbr
la Adamesteanu comprobaba el funcionamiento de su m: ne-
tofón. «¿Has grabado?», preguntó, pálido. Había olvidado~;
la periodista estaba grabando.
Esa noche hubo una tormenta de nieve en Chicago, que la
obligó a permanecer varias horas más allí. Después de acom-
pañarla al aeropuerto de O'Hare, volvió a casa lentamente en
medio de la nieve y la ventisca. Al llegar llamó a su hermana,
aterrorizado, y le contó lo que había dicho.
-Yo no me preocuparía -dijo-. No es tan malo.
El 22 de diciembre de 1990, el día del primer aniversario de
la revolución, Culianu dejó de escribir para el Lumea Libera de
«mutuo acuerdo», dice su director, Cornel Dumitrescu. Había
cumplido «su deber patriótico». La situación en Rumanía em-
pezaba a parecer irremediable, y él quería proseguir sus inves
tigaciones. Los directores, que habían recibido varias quejas
escritas acerca de «ese filosemita, Culianu, que atacaba el pa-
pel de su país en el holocausto», querían cerrar Scoptophila al
mismo tiempo que él.
292
. Ese año, en cambio, jugó al ajedrez contra el ordenador
"",, a preparar los manjares de la fiesta. Hizo el 'Y
ayu o h . d l . payaso en
un V'deo casero, ac1en o e signo de la victoria» qu Iese h 1alía
b'
rtido en su costumbre desde la revolución y utili id
convel : : . ' izan to
un péndulo para hipnotizar a Hillary, diciéndole que era una
agente de la CIA. A la hora de abrir los regalos, abrazó a HR-
llary en el sofá mientras los sobnnos cubrían el suelo de pape-
les de colores.
En enero de 1991, Ioan llam6 a su hermana para sugerirle
ue se vieran, con Hillary y Dan, en Francia esa primavera. In-
!tarían a Grazia Marchiano y Elémire Zolla e irían todos jun-
tos a pasar la Semana Santa a Bucarest. Tess propuso una alter-
nativa: loan podría ir en verano a Rumanía para la conferencia
de la Academia Rumano-americana, la primera que esa enti-
dad celebraría allí. «También era un congreso crítico para la
oposición», dice Mircea Sabau. Culianu dijo que lo pensaría.
298
según las cuales los procesos del universo se pueden imi
una construcción física de esferas o de ruedas inscritastar con
l :..:. del era• •• cone]
alfabeto hebreo. «Así, e moVImtento e as ruedas • el1 mo.
vimiento de los cuerpos celestes, y el lenguaje era el u .
:< 1. ty.. .z ; In1ver
entero», escribió Culianu. Ve1a en esta práctica mística y
ma unitario en su VIida: « N'unca en la hi1stona:. se ha exp nte
. . . resado
con más claridad la idea de que estos dos sistemas -el del l,,
guaje y el del mundo- no solo _son analogos, smo consubstan.
dales; manipulando el lenguaje, uno puede, de forma rea]
concreta, manipular el mundo que lo rodea». Y
En 1274, el arte místico de la memoria pasó a abarcar al
más que la memona, diuo, cuando un mal orqum . de cuarenta '8o
años llamado Ramon Llull tuvo una revelación en las agrestes
montañas de Mallorca. Llull inventó una máquina compuesta
de ruedas sobre las que escribió el alfabeto hebreo. La máqui-
na se parecía físicamente al sistema mental de círculos con-
céntricos imaginado por Bruno (que Bruno combinaba con
signos astrológicos). Lo que ambos hombres habían encontra-
do, era el principio esencial del ordenador: la lógica funciona
repitiendo y variando los mismos cálculos digitales simples.
Si entendiéramos que nuestra mente y el mundo que la ro-
dea funcionan con los mismos principios que un ordenador
binario, observó, podríamos predecir acontecimientos basán-
donos en las pautas del pasado. La fecha de entrega que pro-
ponía para Memores oftheFutureera el 31 de diciembre de 1991.
294
Todos los temas de su obra y de su vida a .
ropuesta final, titulada The Birth 0,1 .~a~ecieronjuntos
en su P I'TJnty: The Nomi
r t RerJolutwn, 1250-1450. Centrándose en los pe . 4, Una-
~asas»
m1ni.
de ta Edad Media, como caen, """"?s·no-
1o le )ccam, Ni1
1ás de Autrecourt y Nicolás de Cusa C 1. • -
co ., . , uianu quería
aemostrar que 1 a r"O""""9 1 "cntífica no podra haber tenia
luga r sin una revolución
., d
losófica previa que alt r.
erara funda-
l l
mentalmente la relación lel hombre con el mundo. «La n3
I
dernidad y sus ideas acerca
· de la infinitud del unive:rso», escri-.
bió, son producto, pnmero de la especulación y sólo d ,
. . 'fi N" , , espues
del experimento cientitico. icolás de Cusa tuvo que propo-
ner que la tierra era solo un planeta en un universo infinito an-
tes de que Galileo pudiera apuntar su telescopio hacia la luna.
Uno no puede descubrir algo sin antes imaginar la posibilidad
de su existencia.
Utilizó los trabajos anteriores de estudiosos como Allen G.
Debus, quien dijo que los científicos como William Harvey,
que ideó la teoría de la circulación de la sangre centrada en el
corazón en 1628, se basaban sin saberlo en teorías de los meta-
fisicos del Renacimiento. Harvey, Copérnico y la revolución
científica fueron el resultado, no la causa, de una revolución fi-
losófica asentada en supuestos tácitamente compartidos acer-
ca del mundo muchos siglos atrás. Aún hoy no somos cons- ~
cientes de pertenecer al mundo nominalista, escribió Culianu.
En este argumento tenía predecesores, como Stephen Toul-
min, que sugerían que no éramos conscientes de los supuestos
subyacentes a nuestros modos de entender el mundo. Lo que
llamamos el mundo «real», por tanto, es una construcción arti-
ficial.
Al final de una visita a Chicago, Hillary volvió a recordar ª
loan que solicitara la tarjeta verde, y él le enseno la declara-
ción jurada que había firmado. Hillary estaba preocupada por
l
SUs Planes para el verano. Quena , que Ioan se convirtiera pron-
to en ciudadano americano.
-¿Cuándo tendrás la tarjeta? -preguntó.
-Pronto. Antes de que vayamos a ninguna parte.
295
«Dr. Fausto:
gran sodomita y nigromante»
298
pamánia Mare parecían promovidos por al n .
1? ¡gua Securitate. "gunos miembros
Ae la ant
En definitiva,.den 1990, los
'd
términos como d
erec
h . .
a e 1zquier
h abían perd1 o su sentuto, como Culianu
da b' l' . 1 . sugena en Eros y
m@"
ea. «No halía logica en el
31,·:<. ·di
antisemitismo», d - y
'lec1a el veterano
l'der
1 de la pob, ac1on • ju1a. , Rumanía, el ya r.-1
en 'd b'
dJ 1ec1 o ra íMo-
Rosen. «Mas bien parecía una estrateoia de gent .
ses : 6"° (e que quie-
oder o quiere mantenerlo.» Rosen llevaba un .
rte P • • ••• registro de
invecuvas derechistas en los periódicos financiados por la Se-
curitate, que,,
formaban
<. ·'
un
Id
grotesco subtexto para la di 1scus1on
.,
pública, mas aun temen o en cuenta que en Rumanía q da-
ba tan poca población judía (la mayoría había emigradou: Is-
rael, a través de arreglos en los que Ceausescu se embolsaba
miles de dólares por los visados de salida). He aquí una cita tí-
pica de Constantine Burlacu, que publicó alabanzas a la Guar-
dia de Hierro desde Queens, Nueva York: «Mientras losjudíos
no dejen de esclavizar, aterrorizar y asesinar a la humanidad,
no sólo serán expulsados de todos los países, sino que serán
eliminados de la faz de la tierra». Este tipo de retórica era po-
pular en la nueva prensa ultraderechista. En el mismo número
de Rom@nia Mare, por ejemplo, se lec que los judíos dirigían la
televisión estatal con propósitos viles, y que rabí Rosen era un
«astuto estafador... y toda una nación ha sido sometida con en-
gaños a su voluntad». Esa publicación tenía una tirada de me-
dio millón de ejemplares.
Esa actividad tenía que estar financiada. En primavera de
1991 estaba claro que las cuentas especiales que'. según se ru-
moreaba, Ceausescu había ocultado en el extranjero nunca se
recuperarían. Estimada en cientos de millones de dólares, qur
, • , gran parte de la
za miles de millones, la fortuna provema en
111>... _ di d Hierro, visité la «Biblioteca
obtener datos acerca de la Guar a e Ie! ,
,; .ar.t
de 1 , - ., . . b n una habitación de un pe-
a Legión» en Bucarest. La biblioteca esta a e
- d 1 estación central, y la lle-
queño edificio en una oscura callejuela cerca e ª . -
ba . . dre había servido antano
va a tuempo parcial un joven ingeniero cuyo pa
en la legión. No tenía usuarios nacionales, que yo vera.
299
venta de visados de salida ajudíos rumanos que deseaban e .
grar a Israel y a alemanes que regresaban a lo que enton, i
odava Alemania Occidental, de la vena de arma , "
, ·1· ra y a
otros países, y la venta de tecno1og1a m1 uar soviética al pobi
no estadoumdeense+".Los . s pririmeros díuas detespués • de la 8rev ier-
ción, la gente exigía que se enconttrarara el ·ldilinero de Cea3 olu.
,z.
¿,
g, < 1, 'CScu
El Ministerio de Justicia contrato a a empresa canadiens q ·
contabilidad de Peat, Marwick, Thorne para hacer una a,4
. s . A ·
ria de sus cuentas bancanas en mza y. ustna:La pista condUJO
lIto
.
M
hasta el hermano de Ceausescu, larn, que encontraron ahor-
eado en su suntuoso piso de Viena, con su caja de caudales
cía. Al cabo de.un año, el informe del gobierno seguía sin ;.
blicarse, y los investigadores extrañamente callados. «Es un
asunto mortal», explicó uno de los investigadores al Washing-
ton Post. «Saber demasiado es peligroso.» Nunca se encontró el
dinero.
En toda Europa del Este, millones de dólares de los fondos
de la policía secreta y del gobierno desaparecieron después de
sus respectivas revoluciones, aunque en ningún país de forma
más conspicua y silenciosa que en Rumanía. El veterano perio
dista Tad Szulc observa en Penthouse que en Rumanía y en otros
países esas cantidades parecían financiar los cambios de carrera
de los antiguos miembros de la policía secreta, por ejemplo a un
servicio de inteligencia internacional, robo de tecnología, venta
de armas, asesinatos por encargo, e incluso negocios legales.
Según parecía, la revolución seguía en 1991, y en la confu-
sión la retórica populista y fascista se convirtió en una especie
de moneda de cambio. En lugar de condenar a la extrema de-
recha, por ejemplo, «reformistas» como el primer ministro Pe-
tre Roman, que erajudío, nombraban a los fascistas más faná
ticos para puestos clave. Los principales beneficiarios del caos
eran los que se aferraban al poder.
300
Como el mes de marzo ofrecía largos días d e Viento
.
Culianu fi:ue a pasar a Semana Santa Am
l Y frío,
Joan Id S , a 1herst H;
1lary Y 1os Hertzfel 1. e preparó para el trimestre de . con Ii-
ando estaba previsto que impartiera su asign pnmavera,
cu d l 1· . atura troncal d
undamentos e as reiugones comparadas» , e
dF .:. ',as1 como el cur
o basado en su proxamo congreso, «Viajes al más all' ·
s ·encías excrasensona ales». Re·ib;<
ec ió una separata d lay expe-
r-
n b d 1esu nuevo en-
sayo sobre Fausto,1d asa o en la conferencia que dinuoen Chi1icago
en 1987 y publica o a finales de 1990 en la &vue de ¡•u· .
· 16 Dn F; ·Tistoire des
p¿linions. Lo tituló «! r. 'aust, Great Sodomite and N
Ir" h ¿, 1 :..
cer». En su umorstco estilo, smtetJzaba las investigaciones de
ecroman-
toda su vida sobre el mito de Fausto, llegando a conclusiones
más importantes que las que había alcanzado anteriormente.
Orgulloso de su lucidez, mostró el ensayo a sus colegas más
apreciados de la facultad de Teología.
El ensayo examinaba la historia de los mitos de Fausto des-
de la antigüedad hasta el presente. Basándose en la obra del
pensador francés André Dabezies, Culianu demostraba que,
en la Alemania del siglo XX, Fausto se convirtió en un héroe de
la propaganda nacionalista y en la «encamación del hombre
occidental», para Oswald Spengler. Amigo de Culianu en Chi-
cago, a Anthony Yu le gustaron las ideas del ensayo lo bastante
como para hablar de un curso en común. «Vi en su interpreta-
ción indicios del mito de Icaro del hombre derribado por vo-
lar demasiado cerca de dios- o del mito cristiano del que se ex-
tralimita, y sugerí que examináramos variantes de ese mito
desde la antigüedad hasta el presente.»
El ensayo concluía con un comentario sobre el papel del
mito en los tiempos modernos, cuando la humanidad haper
dido su primitivo sentido de relación con el cosmos. Culianu
estaba de acuerdo con Eliade en que la clave de los mitos no
era su contenido sino el procedimiento de narración. Los mitos
eran resultado de una universal . 1 tad de repetir»
«volun , . histo-
· un procedimiento que crea una paz cos
nas, - mica
. mistuca
. en e, 1
id d la historia no ten1a
narrador y en su público. El contento e ª b t
.
tanta importancia; . l' ser como «un ro e
de hecho, un mito sol1a
301
uyo significado nunca llega a eclosionar». La razó
c 4.6. .. ' por]
cual la historia de las re 1giones era tan importante a
. ., d en Una
época laica de desorientac1on y e nuevo fundamentai·
era porque «los cambios . en lz id ·id
l as ideas occidentales se produ
Hsmo
mucho más deprisa que los que tienen lugar en otras n
. ·l' El · "
del mundo». Cuhanu conc ma: « mito, ser un trans . al Parte,
·. ifd
rivilemado de s1gni ca o soc1ial, , es tam,bi6. ién el mejor inim1sor
P t,· l b' . , Stru-
mento para descifrar los objetuvos mas o menos ocultos de1,
el
sociedad... El mito está precisamente basado en olvido. Pero no ,
un remedio contra el olvido, sino un mecanismo de engaño par,
establecer una continuidad perfectamente arbitraria y, por tanto, ilu~
soria, en el mundo, que de otro modo es incierto y siempre cambiante,
En 1991, no se podía ofrecer una explicación más clara de l
confusión en Rumanía. Culianu encontró en Fausto no sólo
la clave del destino de su mago favorito, Giordano Bruno, sino
también resonancia para su viaje personal. Como la narrativa
de Culianu, el ensayo enlazaba las tendencias separadas de su
vida: su pasado, su investigación académica, su vida corriente y
los violentos acontecimientos del mundo.
302
-Ya lo sé.
_A la Securitate se le da bien manipularl :. 2
304
r
306
. ·on ciertas influencias en Occident C .
ias, :h; <..e.
trado esquemas c amamcos en el mit
e. ulianu hab;
. a 1a en-
co? allá en Occidente, incluso en La div¡° gnego,_ los viajes al
más <.1e:. ma comedia de Da
gaba incluso mas tejos, tratando de camb· nte.
1
fanales de magia
tras •
y brferta di«iena4,,2
• •
; neto»
0 as esas prác
¡cas tenían su ongen cogmuvo en la mentalidad cham- . -
1, idea de una persona que ve cosas que los d ,_ @ntca.
..,.. l . emas no per .
n y cuyo pape consiste en comunicar dich ci-
be , _ . as cosas al pue-
b lo motivo el pensamiento y la acción de Culianu d sd
d 1 - El' d e e que
en suJ·uventu , .eyo a '1a, .e y tomó como mode1 os a 1os hé-'
oes de su narrauva.
r -
Oi~teanu sugena .que, d oculto. en la versión inglesa, tamb" 1en
El
había un ataque a liade, cuyo libro de 1951 El chamanismo y las
técnicas arcaicas del
. _ éxtasis. expresaba
fl . su teoría de que el chama-
d
nismo se extend1o por mniluencias culturales desde la India y
Asia. «En nmguna parte se referia a la obra de Eliade. Era una
omisión manifiesta, y tenía que ser intencionada, dado que
Culianu sí había citado el libro de Eliade en su precedente
francés.» Junto con su introducción a The Eliade Guide to World
Religions, Más allá de este mundo representaba la ruptura defini-
tiva con su mentor. Sin embargo, la ruptura de Culianu con
Eliade era entonces menos importante que su nuevo enfoque
de la historia, basado en la teoría de la infonnación, que suge-
ría que la razón de que los mitos de todo el mundo fueran tan
similares era que la mente humana seguía unos procesos men-
. tales o binarios similares, o incluso universales.
907
Estados Unidos, el columnistajack_Anderson confinnan
conclusión de la CIA de que el antiguo KGB soviéic ¡%
iercido su control e influencia en los acontecimien. "a
e] os de
revolución rumana.)
Cuando su madre vio la entrevista en Bucarest, sintió un
sombra cernirse sobre ella. Lo que la atemorizaba no e a
...:. r :..: "Tan la
llamativas afirmaciones sino el etecto Irracional que pro4 -;
:. .: 2. fc 'Oducia
el conjunto de la compos1c1on, con una totografia de su h¡
que yar no parecía del todº. e l mismo, fanqueado por dos ic~
<. Jo
nos que representaban mujeres llorando y una figura de C .
to. Pese a su formación científica, sintió algo en su fuero
no cuando vio la destacada entrevista. El especialista
in :
.· Tismaneanu, dte la Universidad en
ciencias políticas Vladimir de
Maryland, fue más específico: «Combinaba el sentimentalismo
de un poeta con la profundidad de un experto en ciencias po-
líticas. Era la acusación más devastadora de unión de la ultra.
derecha y la extrema izquierda que se haya visto hasta la fe-
cha». Los ataques más mordaces de Culianu se encontraban
en las observaciones que hacía al desgaire, como la crítica a
Romana Mare, que parecía sugerir a los lectores que decía me-
nos de lo que sabía.
Culianu no tuvo tiempo de meditar sobre el asunto ya que
le encargaron que enseñara los lugares relacionados con Elia-
de en tomo a la Universidad de Chicago al antiguo rey de Ru-
manía, Miguel, que ambicionaba volver a su país con un cargo
de dirigente similar al del rey Juan Carlos de España. Miguel
había subido al trono de Rumanía por segunda vez en 1940,
después de que su padre abdicara. Viéndose obligado a huir
en 1947, había conservado una fama de independencia y de au·
toridad porque había evitado el período comunista. Conside-
rado como la amenaza más seria al régimen postcomunista,_no
se le permitía el regreso a Rumanía, y se encontraba en Chica-
go en una etapa de su viaje por Norteamérica para recaudar
fondos.
Culianu no era partidario de la monarquía, pero acept?
acompañar al rey por curiosidad. Fue a encontrarse con Mi·
308
1 la reina Ana y su hija, la princesa M .
guek, y los llevó a la facultad de Teología p arganta, en Hyde
par ' h b' . o· ara presenta 1
fesores que 1abían conocido a Eliade. pjp les a los
pro M . . is rutaron d 1
añía mutua. arganta, una mujer exuber " a
coill P . :, rante y atra ·
'di'ó a loan que 1 es enviara sus libros y los d El' ctJva,
pt e , e liade. Esa
culianu te1 e1oneo a su hermana en F . · no-
ch
,1e, di +:. 'rancia. «Desde lue-
0 es un rey», lijo, sorprendido de su propia re .,
g ' d acc1on, «pero
or lo menos, es un rey e verdad. Quizá sea lo . ,
P Y d: mejor que po-
demos esperar». acepto arle su apoyo.
John Crowley Riéd
estaba en Chicago y llamó a su a •
Culi le migo para co-
mer con el. en ose, u1anu . .e habló de la estratega 1,.
• política
del monarca rumano. «Quiere organizar una campa- .
:. ·ild6la di'. 1na nacio-
nal con diez mi, ó ares», lijo. Pero reconoció que había acep-
ado ayudar y que se estaba convirtiendo en partidario del rey.
Un sabado noche, el 13 de abnl de 1991, asistió a una recau-
dación de fondos para el monarca en el hotel Drake de Chica-
go. Fue un acontecimiento extraño, contó más tarde a Hillary,
lleno de personajes sospechosos vigilando en las esquinas. A la
mañana siguiente, Grcg Spinner lo vio desayunando en el res-
taurante Salonica, cerca del campus. «Tenía muy mal aspecto,
como si estuviera resacoso o asustado de verdad», dice Spin-
ner. «Llevaba gafas oscuras, y parecía nervioso y malhumora-
do. Me dijo: "He perdido mucho tiempo en los últimos días".»
Unos días después, su buen amigo Moshe Idel fue a Chica-
go a dar una conferencia. Vieron la película Niki ta, dura de ma-
tar, sobre unajoven que, manipulada por un gobierno, se con-
vierte en asesina a sueldo. Después de cenar en Trader Vic's,
Culianu enseñó a Idel su entrevista en 22.
Hablaron rumano por primera vez desde la noche en que
se conocieron. «Es muy subversiva», dijo ldel de la entrevsta.
«Hay más.» Culianu le contó que, en el vestíbulo del hotel
D rake,k un hombre se dirigió . . . , a é)'l empujan . , dolo contra la pared.,
•
Ba.Jo - istola meuda en
su abrigo abultaba algo que parec1a una P
el bollsillo
· superior de la chaqueta. Ll levaba corbata Y una mu-
gnenta camisa blanca. , =adi -
M tanan -ana o.
- e dijo que si ayudaba al rey me ma
309
-Mira, será mejor que no vuelvas a Rumanía -le aconse·.
. "J0s
am1go.
310
ó con Crowley y planeó una idea para 11 . .
%; como profesor invitado. evar al escritor4
chica8
Esa noche, Cali 1
u.1anu teyo ante el grupo «The La
ion». El relato ponía en escena los much 'uage of
crea . d I os aspectos de su
'd y empieza con tan o e pasado de una extra· .
vida
4a que el narrador
d
9"9Pa na caja de mí
enuna subasta de la extrema á
a rumana en Ho an a. En el, Culianu utiliza ~ .
reCIh , 1ali reterencías a
nmiscades, lecturas, casu lidades, a la historia y a p .
an" de libr asayes ente-
ross de su propuesta e 1 ro Memories of the Futre. ·7y aca1ba con
1a decisión por parte del narrador de huir de su pasado.
Al día siguiente, Hillary le hizo unas fotografías para 1 •
· · • de The Ti'ree o,r0n
xima pubhcac1on ª pro-
· prevista para diciembre.
y osis,
Iluminado por la rosada luz del sol reflejado en el lago, el piso
estaba muy hermoso. Los biombos chinos, lacados en negro y
oro, uno con lirios y otro con grullas, parecían resplandecer.
Echados sobre el cubrecama rosa y azul, loan y Hillary hicie-
ron planes para el verano: irían a Francia para asistir a un con-
greso internacional de la Academia de Religión. Se reunirían
con Tess y Dan, alquilarían un coche y viajarían hasta Ruma-
nía. loan estaba entusiasmado con el viaje.
Intentó convencer a Hillary de que se quedara para su con-
greso sobre «Otros mundos». Estaba nervioso por las prepara-
ciones de última hora. EI 13 de mayo, Hillary le dijo que no,
aduciendo las exigencias de su propio trabajo. Cuando se hu-
bo ido, loan habló por teléfono con su madre, en Amherst.
-Hillary me dice que ya tenéis planes para este verano -dijo.
-Todavía no es seguro. Quizá... quizá vaya yo solo a Ruma
nía a finales de verano a ver a mi madre, pero no me llevare ª ~
Hillary. Es demasiado peligroso. d
Al llegar a Cambridge Hillary llevó a revelar las fotos 1e
loan. Algo raro debió de pasar con la cámara. Todas salieron
con la imagen doble.
!Hl
Rosas en la puerta
En mayo de 1991 anunciaron para ese mismo mes las tan de-
seadas elecciones rumanas. Luego las atrasaron, por cuarta vez
en un año. Los periodistas pensaban que el gobierno esperaba
que llegara el momento en que estuvieran seguros de ganar.
Una semana antes del congreso sobre «Otros mundos», Do-
rin Tudoran habló desde Washington con Culianu por última
vez.
-Tengo que decírselo a mi madre, pero no puedo -dijo Cu-
lianu.
-¿Decirle qué?
-Que no voy a ir. ¿Podrías llamar a Tess y Dan y decírselo?
-Lo haría, pero no está bien que sea yo quien llame. Qué
pasa? -preguntó Tudoran.
-Pues... que me temo que esta vez tengo motivos para tener
miedo.
-No pienses en eso. ,
Tudoran ya había vuelto una vez a Rumanía, incluso había
conocido al presidente Iliescu. Hizo una pausa.
-¿Ha pasado algo nuevo?
-Es sólo una sensación. No sé si pasa algo distinto .
d 'osie
más grave, pero tengo la sensac1on e que esta vez va en . s
l. , Nlene.
-Habla con la policía,
seno
'
-Lo pensaré. ·
-Hazme caso, habla con la policía.
314
Vna de las charlas más interesantes, titulada «Muerte y ex e-
encias previas a la muerte, en la actualidad», fue la de Za1e¡,
fJ' ciendo un recomdo por las características comunes de
Ha- ., : :. ], 1 1os re-
1tos de expenenc1as prevas l aa muerte, interpretaba esas histo
. como intentos de construirse una «identidad personal y con-
oas
tinuidad frente a la muerte». Empezaba hablando de la
negación de la muerte en la cultura occidental, partiendo de la
idea de Freud de que la humanidad ha olvidado que «el recuer-
do permanente de los muertos se convierte en la base para su-
oner otras formas de existencia». Zaleski sugería, y luego cues
ionaba, la idea de que en Occidente vivimos en una cultura de
«prolongada adolescencia», primero negando la muerte y luego
obsesionándonos con ella. Llegaba a la conclusión de que la ac-
tual fascinación popular por los testimonios de experiencias pre-
vias a la muerte «expresa una intensa y extendida preocupación
en nuestra sociedad por los problemas de identidad personal».
Al final del congreso, varios de los participantes felicitaron
a Culianu. Había sido totalmente fascinante, dijo uno. Has res-
taurado la tradición de la facultad de Teología, dijo otro. «In-
dispensable para cualquiera que se interese por el misticismo
o por la experiencia religiosa», escribiría más tarde John Co-
Uins acerca del libro de Culianu que trataba del tema.
La última noche Culianu llevó a Carol Zaleski, Alan Segal,
Greg Spinner y Nathaniel Deutsch a cenar fuera. Había niebla,
y se perdieron varias veces en el bajo Wacker Drive, en el vano
esfuerzo de Culianu por mostrar la arquitectura de Chicago a
Zaleski. Durante la cena, recuerda Segal, Culianu habló de sus
artículos políticos. «Dijo que estaba en peligro. Dijo que se ha-
bía creado enemigos, y que algunos de los que pretendían lu-
char por la libertad trabajaban en realidad para el KGB.» Na-
die en la mesa le prestó atención. «Primero», dice Segal, «yo
estaba al corriente de la situación en Rumanía. Y pensaba, za
quién le interesa lo que tenga que decir un académico?».
315
rado», y se dirigió hacia casa, donde tenía intención de ¡;
las pruebas de The Tree of Gnoszs a lo largo del fin de s sar
. l ·'cdn
además de descansar y de jugar al ajedrez con su orden
eman, "
< l "nado,
Cuando Spinner le pregunto por sus pianes para el vera ·
dijo: «No iré a Rumanía de momento, pero quizá vaya e no, le
tiembre». Eso significaba no asistir al primer congreso
. R -
:sep-
eJa
Academia Rumano-amencana en umama, un simposio
...:.. ·id bz d
los dirigentes de la oposición consideraban le gran importan.
que
cia, pero Culia nu había abandonado mas o menos la políti
, - . 1 ca.
No sabía hasta que punto senan . . senas as amenazas que re
cibía, pero compró sprays de gas 1rntante y una alarma especia}
detectora de movimientos para colocarla encima de la puerta
de entrada de su piso.
El sábado por la mañana, llamó a su hermana a Poitiers. Le
anunció que Hillary y él irían sólo hasta Francia, y preguntó si
su madre tenía suficiente salud para viajar a París.
-Pero ¿por qué no ir a Rumanía? -preguntó Tess-. ¡Hay tan-
ta gente que tiene ganas de verte! Podrías hacer mucho bien
allí, y estás en un buen momento, un momento importante.
-He recibido llamadas telefónicas no del todo agradables.
-¿Ah sí? ¿De quién?
loan se echó a reír.
-De Vaca Romaneascá.
A Tess le hizo gracia el juego de palabras. Vatra era el nom-
bre del movimiento cultural derechista. Y Vaca significaba vaca.
Tess reflexionó unos instantes.
-Todo el mundo recibe amenazas -dijo.
Le parecía raro hablar con él sin oír el zumbido de la gra
badora en la línea. Estaba acostumbrada a oírlo cada vez que
alguien llamaba a Rumanía.
-Tienes que ir.
-Bueno, quizá.
-Si vas, estarás más a salvo que si te quedas allí.
Nunca lo había visto desde esa perspectiva, a pesar de que
había escrito en un artículo para Lumea Liberá que volver ª su
país equivaldría a mostrarse favorable al régimen.
316
Culianu no mencionó
.
en la conversación con
l fi' .
h
su 1ermana
e1 u'Jumo mensa
. Je l:te e omco • que había recibido ,mas
- cnpuco
- .
que cualquiera de as demás amenazas. Le dijeron que llamara
a un número determinado exactamente a las 13:00 el 21 de
rnaYo, el día del santo
. de su madre. ¿De... quién sen'a ese numero.r
, ...
pespués de decir a su hermana que la quería, colgó y llamó
un amigo que se ocupo de que pudiera alquilar un coch
a . . h R .<. 1e en
Francia y viajar asta umanía. «Reserva el coche», dijo. «De
roomento puedo conservar los billetes.»
318
tos capítulos centrales de las galeradas de su libro D ,
eenase llevo a Gwen B arnes una carta de recomend. •'espues
,
delt :. di56 1 1ac1on pa-
ar a limpio y se 1ngto a a feria anual del libro El
ra Pas . d' . . · am-
. te era mulutu mano y festivo, con la música a tod1o volu-
bien' 1
en y muchos de sus alumnos preguntándole acerca del
congreso sobre el mas. alla. Bromeó con un grupo que se reu-
ni.6 a su alrededor y vio a Alexander Arguelles dirigiéndose
±. 'o
ha-
. él. Alex parecía nervoso.
a-Toma _di':.Iº Alex-. P ara tu..
Era un libro llamado Guía de los lugares imaginarios de Alber-
o Manguel y Gianni Guadalupi. Arguelles expresó su preocu-
ación por la presentación que debía hacer ante los profesores
esa tarde, una redefinición de la ley espartana como salto es-
pectacular en la ética de la Grecia antigua y, más tarde, el mo-
delo del Estado ideal según Platón. El enfoque de Arguelles se
basaba en la metodología especulativa de Culianu, parafrasean-
do incluso su idea tantas veces repetida de que la mente huma-
na no había cambiado en muchos milenios, sólo sus operacio-
nes. Alex estaba comprensiblernente nervioso y se preguntaba
cómo recibirían los catedráticos su presentación.
-Es sólo un rito pasajero -le dijo loan, dándole unas palma-
ditas en la espalda-. No tienes nada que temer. Lo harás bien.
Nos veremos en un par de horas.
Se detuvo un momento en la cantina del Swift Hall y se diri-
gió al despacho de Gwen para dejarle el disquete con la reco-
mendación para su alumno. Recogió su correo y fue hacia su
despacho. Cerró la puerta (algo que odiaba hacer porque tenía
claustrofobia), descolgó el teléfono y marcó: 011.57.746.273.
Contestó una mujer. loan explicó que le habían dicho que
llamara a ese número.
-No, no dijo, con acento español--. ¿Quién es usted? ¿Quién?
Sonaba un fondo estridente de trompetas. loan oyo un
murmullo de conversación.
-Gracias -dijo. Y colgó. Se levantó y se dirigió hacia los lava-
bos.
319
Sentada a pocos metros de Gwen Barnes, la secretan d
facultad de TeologíaJudy Lawwrence sona -ba con un cucuªela
de helado de los que vendían d, d,Ietras dle l la 1·b
<
librería. Lavrucho
. ence
era una diminuta, atenta y competente secretana que co
tía despacho con Gwen y con otra secretaria, Pe'eggy Edwar4 ?mpar.
Hacia la una menos cuarto, Judy decidió hacer una pausa.
Fue hasta el ascensor y apretó el botón. Cuando el aseen
, sor
llegó, había un hombre dentro. E ra alto, tema quizá un metro
noventa de estatura, el pelo castaño oscuro,. la tez clara y 1os
ojos de un pardo claro. D urante unos instantes, la miró fii _
mente. Ella se estremec1o.·• Ja
Los ojos del hombre la aterrorizaron. Más tarde lo recorda-
ría con tanta precisión porque nadie la había mirado nunca
como él. «Tenía una barbilla puntiaguda y débil», diría más
tarde a la policía. Llevaba una camisa blanca de punto y de
manga corta. Tenía el pelo castaño oscuro y llevaba unas gafas
de vidrio grueso. Sostenía una bolsa de lona azul pálido o gris,
con asas azul marino. Tenía algo de barriga.
Debía de haber apretado el botón del cuarto, ya que Judy
vio que estaba encendido cuando ella entró.
El ascensor del Swift Hall era singularmente lento. Mientras
pasaban los segundos, Judy estaba tan atemorizada que saltó
fuera del ascensor en el último momento antes de que se ce-
rraran las puertas. Nunca había hecho eso en su vida. Pero ha-
bía algo tan terrorífico en el modo en que la miraba ese hom-
bre que sintió pánico. «Parecía casi un fanático religioso»,
diría más tarde.
Después de bajar por las escaleras y comprar su helado, vol-
vió a la tercera planta. Sobrecogida, vio al mismo hombre en el
pasillo, con su bolsa de lona, mirando una placa. Otro hombre
salió del ascensor detrás de ella, recordaría más tarde. Judy se
dirigió hacia su despacho, al final del pasillo. Gwen Barnes es
taba con los auriculares puestos, y Peggy Edwards estaba escn-
biendo a máquina. Judy acabó de tomar su helado. Habían pa
sado un par de minutos de la una cuando oyeron el disparo.
320
V
Juegos de la mente,
1991-1996
Viajes al más allá
828
pero en ellos solían usarse armas mucho mayores, más del es .
lo de un Magnum o una metralleta Uzi que del de un "
-
Beretta del calibre 25 era pequeno, como un revólver de .
·.Un
1 Las municiones· . mujer
que puede meterse en el1 b olso. eran ca
con esa arma era fácil errar el uro. ras, Y
Aparte de los problemas que planteaba la . investigació, 1los
1 h 1
detectives tuvieron que uc ar con os eqmpos de televis¡
:. b b :.:.
las emisoras de radio que uscaban noti cias. No tenían liten4j
Son y
mente nada que hacer publico: no había arma, ni móvil, ni t
· y cuatro anos
tigo, nada. «En los treinta - que 11 levo en esto, nun. es-
ca había visto una cosa así», dice su capitán Fred Miller, a
retrasó sus planes de vacaciones para supervisar la investiga.
ción.
Pero tampoco estaban completamente a oscuras. Al espol-
vorear el lugar del crimen en busca de huellas dactilares y con-
trastarlas con las huellas del calzado de la gente que había en-
trado antes de que llegaran ellos, consiguieron varias series
que no pertenecían a ninguna de las personas interrogadas. La
mayor parte, probablemente, no tenían importancia, pero una
de ellas, encontrada en la parte superior de una de las mam-
paras, venía de un lugar donde un asesino se habría apoyado
para disparar.
324
-'.nenes con detector de mentiras a profesores al
exa" robaron lzas ll ama1d as te ·lef.:.
e omcas y encontra Y 1 lumnos.
ComP . ron a confe-
·a a Colombia; consultaron los extractos d 1 .
enC . .z te la tarjeta de
ere4ito de Culianu, así ·como sus planes de viaje,
J
ye
ncontraron
e sus reservas para ir a Europa seguían intactas S .
qu B h b' . pmner,
A)Joeca y Gwen ares 1a 1an_declarado específicamente que,
Por sus temores, Culianu había cancelado su regreso a Ruma-
ía.
Culianu era un hombre obsesivamente metódico., s ·<
:z 31.< ibz ·, ,segun
descubno la policia, e 1 a a tomar cafe y al servicio casi a la mis-
ma hora todos los martes y los jueves, cuando tenía clase. Mc-
Guire y Weiss examinaron las listas de clase y vieron que no era
un profesor severo. Entrevistaron a estudiantes y colegas varias
veces. «Preguntaron si tenía amantes secretas, enemistades
con algún catedrático o algún alumno», dice Spinner, «pero
nunca acerca de las amenazas que recibía, su miedo ni sus es-
critos». Uno de los miembros de la facultad se burlaba de los
investigadores. «Wendy Doniger nos decía: "Nunca resolveréis
este caso"», explica McGuire. «Cuando íbamos allí, daba la im-
presión de que pocos profesores estaban dispuestos a hablar
con nosotros.»
A lo largo de los siguientes meses, la universidad denegó a
los equipos de dos cadenas de televisión el permiso para filmar
en el campus, uno a «Day One» de la ABC, y el otro a «Unsolved
mysteries» de la NBC. No se ofreció recompensa a cambio de
información ni se insistió al FBI para que resolviera el caso.
«La reacción de la universidad fue un clamoroso silencio», la-
menta una alumna, Elise La Rose. Mchos otros se unieron a
su indignación ante la muda respuesta de la universidad.
En las oscuras horas del miércoles por la mañana, los detec-
tives volvieron a llamar a Gwen Barnes para preguntarle si ha-
bía notado algo extraño en loan durante las semanas anterio-
Tes. A pesar de que Judy Lawrence dijo a la policía haber visto
a un hombre sospechoso en el pasillo, los investigadores no si-
guieron inmediatamente su información. «No parecía muy se-
gu Ta», observa McGuire, «y estaba como h.upnorizada Por toda
325
la policía que había allí». Lawrence adujo que estaba en
·
de shock el día dell asesinato, y que, al principio,
· · · no rel, estado :
:.:. ·1 ·1 :. lacion3
del todo su expenenc1a en e ascensor con e! crimen. P
. . d asaron
más de tres años antes de que l os mnvestuga lores enviara
brigada a escolarla hasta la sede del FBI en Chica¿ a
b d ara ela.
1
borar por ordenador un retrato ro ot e hombre. La d
·. Lz iemona
no había afectado a la memona de awrence. Recordaba el
idad como s·l lo hbi
tro con tanta clarila :.
ubuera visto el día ante: ros
enor
El 31 de mayo Hillary Wiesner fue a Chicago con su mad
su hermana y Kurt Hertzfeld para asistir al funeral. Viajaron re,
el mismo avión que el nuevo amigo de Culianu,John Crowl~
y la vieja amiga de Hillary, Carol Zaleski. Todavía conmocion;
da, Wiesner contó a Zaleski que un policía de Chicago la había
llamado para preguntarle quién podía querer asesinar a loan.
Cuando Hillary le habló de los artículos políticos de loan, el
policía preguntó: «¿Rumanía? ¿Dónde está eso?».
Hillary habló a Carol Zaleski de la película favorita de loan,
dirigida por Werner Fassbinder, basada en la novela Necroman-
cer. En ella, una figura de un juego de ordenador cobra vida
dice al niño que estájugando que ha encontrado un modo de
salir de su pantalla bidimensional. La figura consigue final-
mente salir al mundo tridimensional. Después de pasar un
tiempo con su nuevo amigo, la figura susurra: «He ideado un
modo de salir de aquí». Para Hillary, la película encerraba el
significado de la vida y la muerte de loan.
En su piso de la avenida Woodlawn, Christinel Eliade cele-
bró un velatorio tradicional rumano por el difunto. Una gran
fotografía de loan en blanco y negro colgada en la pared do-
minaba una multitud de velas encendidas. En el piso en pe·
numbra, Christinel sirvió pasteles y café mientras los invitados
hablaban de loan y lo recordaban. «Su presencia llenaba la ha·
hitación», dice Hillary Wiesner, que conoció a Tess Petrescu
esa noche. Christinel Eliade llevó a los demás a otra parte, de-
jando a las dos mujeres solas.
326
Al día siguiente,John Crowley acompañó a HiII
• · d lary, a su her-
1u
aa Nikki y asuma re cuando fueron al piso de I N
mi • d . 1. di C oan. « un-
ca Había visto nata
: 1gua1»,
• Ice rowley. «Tenía álbun mes dete to-
f
to s
dedicados a mstantaneas
-
de, sus lecturas personales d e tarot
aue se remontaban a anos atrás». Culianu había colocado un
aru cifuo dorado de=
metro
f y medio, procedente de As'1s, en 1 a
ared, y la pequena gura en esmeralda de una diosa en la al-
coba. «Pensé: Dios mío, nunca había visto a nadie así. Se toma-
ba esas cosas realmente en serio.»
Crowley describió su relación con Culianu como intensa
' .
menudo mágica, como
1 hi '
lo ucieron muchos otros. Eran casi co-
ya
mo hermanos de sangre. Pero la amistad había sido breve, sin
respuestas a las preguntas sobre el pasado que pueden com-
partir dos confidentes. Culianu producía «una sensación de
descubrimiento y de realización de uno mismo ligeramente
alucinante», dice Greg Spinner. Pero mucha gente se daba
cuenta a posteriori de que no lo conocían realmente.
Hillary y Nikki tuvieron que ir con Tess Petrescu a la policía
del distrito de Wentworth para que las interrogaran. Los detec-
tives Weiss y McGuire preguntaron por la llamada telefónica a
Colombia, por las finanzas de Culianu y por posibles enemi-
gos. «No conocía a nadie en Colombia», dijo Hillary. «Puede
que le dijeran que pusiera esa conferencia como táctica para
desviar la investigación.» Habló de los temores de Culianu y de
las amenazas que había recibido por asuntos políticos ruma-
nos. La escucharon pacientemente. Cuanto más hablaba, más
amenazaba la historia con disolverse en medio de las paredes
de ladrillo gris, los chirridos de las radios y los golpes de las
puertas del cuartel del distrito. Por su parte, Tess no hablaba lo
suficientemente bien inglés para intervenir en la conversa-
ción. «Me fui pensando que, bueno, lo estaban intentando, pe-
ro que de ahí no saldría nada», dice Nikki.
Ellen Weiss localizó a través del FBI en Colombia el número
de teléfono al que había llamado por última vez Culianu. Los
agentes de allí dijeron que el abonado no tema ' nmgun
· arela-
ción con Culianu. Los informes demostraban que la llamaba
327
había empezado a las 13:02 y había durado un minuto. los d
tectives concluyeron que se trataba de un numero equi e-.
• ·id 'id ·Hbi .:. "vocad
lo cual sólo habría tenido sentulo s1 ul1era sido una ll. '>
. , • cllllacfa
local, no un largo y comp1eJO numero 1ntemacionaI.
828
na cosa que ninguno de los investigadores sabía
d C r , .
º . era que 1a
pecha del asesinato 1e ulanu tenía un significado profunda-
ente religioso, hecho que el asesino puso de relieve.
LilliiiUL-11&14L%ill
una carta normalmente aunque loan la hubiera envi d
0
mismo día de su muerte. El sobre era exactamente igu\ el
los demás que había ido recibiendo de él a lo largo
-r l , d
d,' Que
nos. te-
1 d
nía la dirección de la Escuela le Ieologia le la Universidaq
:.
Chicago y sellos americanos. Si:mn em bargo, a diliferencia da de
. 51 1e los
demás, no llevaba mataSe 11 os amencano, so o rumano. La ra:
dez de la carta y la ausencia del matasellos americano pod _p1-
ser una coincidencia...:. di
o mnt1car al '
que alguien lzla había coi4uan
de la mesa de Culianu ese día, la había llevado a Rumaníagi ~
había enviado desde allí. Y
La fecha del crimen tenía un significado ritual: el 21 de ma
yo, para la Iglesia ortodoxa es santa Elena y san Constantino, el
día del santo de su madre. El día onomástico, en la religión or.
todoxa, conmemora la entrada de una persona en el reino sa-
grado. Durante los años de exilio de loan, su correo era siste-
máticamente retenido y abierto pero, en diecinueve años, la
tarjeta que enviaba a su madre el día de su santo siempre lle-
gaba sin demora y sin abrir.
En Ginebra, el rey recibió el 28 de mayo la caja de libros
que Culianu le había enviado, pero llegó abierta y vacía. Ga-
briela Adamesteanu recibió el ejemplar de Más allá de este mun-
do en el hospital de Bucarest, donde se estaba recuperando de
un accidente de tráfico casi fatal. Llegó con una nota de loan
con fecha del 21 de mayo de 1991.
Pese a la escasez de datos, uno podía tratar de construir el
perfil del asesino por sus métodos. El descubrimiento de una
huella dactilar diferente de todas las demás en una posición
extraña en la mampara del baño indicaba que no llevaba
guantes. Tampoco había usado silenciador. Ambos datos su-
gerían que el asesino quería actuar rápidamente y sin llamar
la atención pero, al mismo tiempo, había elegido un lugar
muy arriesgado. Al carecer de silenciador, parecía seguro de
poder matar con un solo disparo con el pequeño revólver,
cluso desde una posición precaria. La indiferencia hacia el
hecho de dejar huellas podría demostrar que el asesino sabia
que sus huellas dactilares no constaban en los archivos de Es-
880
os Unidos, según una fuente del FBI. La fech d 1 fi .
tad .b . . 1· b a e a ena
anU al del h ro· 1mp 1ca a que
. .una multitud de extraños- circu-
.
1aría por el Swift Hall. El significado religioso del día y la hu-
m. 1.IIación
. s1mbohca del lugar. eran• indicadoress de un acto
premed1tado
· y cruelmente vejatorio destinado a revelar l un
mensaye.
333
mm,rPA
t1"tud hasta que los manifestantes
:. di
exigieron también 5 •
u din;
s1on. Al final,' muchos mineros lij eron que habían sidIo en u-
:<.
334
i:,nvestigaciones». El estilo encerraba la alevosa retorica
z
t, .
ultrade-
ista que reaparec1a con un nuevo tono b
rec h ' o sceno en los
aros noventa.
885
ara.HA
Bajo el signo
de Capricornio: sospechosos
387
con una voz que decía llamarse Jessie siguieron produciénd
se, Y
tanto él como
.
Sandy empezaron a preguntarse que' 1Ieses o.
taba pasando. - ,.
La noche del doble cumpleaños de Ioan Culianu y de D
d , di 'ave
e l 5 de enero de 1992, espues te cenar . en un restaurante l.,
cal Davc y Sandy volvieron a casa y estuvieron mirando 1
ald ·< < H; . 1
a tele.
visión antes de retirarse onn1tono. ac1a las siete de l
.d H ama-
ñana siguiente, Dave tuvo una sacu d .1 a. « ay que encontua
niño que cumple años = 1
el mismo
diua que D: )ave», dijo éste co,
ral
voz atiplada e infantil.
-¿Te refieres a...?
Y Sandy nombró a un amigo.
-No.
-¿A quién?
Deletreó el nombre: I-o-a-n C-u-l-i-a-n-u. Sandy Jedlicka lo
escribió en su libreta roja de espiral. Para ella, no sonaba a un
nombre de verdad.
--Murió poco antes Jessie empezara a hablar. Sabía cosas.
Trató de enseñar. Era su trabajo. Vivía en un lugar grande de
estudio. No lejos -dijo su marido.
-¿Qué lugar grande de estudio?
-Su familia lugar lejano. Lugar malo. No bueno para ir. No
bueno para pensar. Por eso se fue.
Sandy escribió lo que decía su marido.
-Averigua qué sabía.
Su voz se desvaneció y dejó de oírse.
De principio a fin la experiencia duró un cuarto de hora,
quizá menos. Era la primera vez que Dave usaba un nombre
que no conocían ni él ni Sandy, pero no le dieron mucha im-
portancia hasta dos noches después, cuando volvió a hablar, en
esa ocasión con una voz más madura y educada. . .,
-Tenía formación de teólogo. Averiguad lo que escribió
(...). Es vuestra misión encontrar sus libros y aprender de ellos.
Venía de un país comunista. El nombre de su novia empieza
con H.
Pensando que un nombre aparentemente extranjero se en-
888
¡aría probablemente en Chicago, SandyJedli:ka 1B¡A
con .. : z IcI
' al»rió el
uso telefónico. Encontró
:.+¡
. un «Ioan Culianu» que viví;a en e. ·] nu-·<
Ill=
arcó el numero. ¿Que ,
le diría?, se preguntó.· Oyó un mensa-
:. ¡ue decía que el telefono había sido desconectado P f
je q d d ·idi< . rorun-
,.n,ente intriga
de
a, ec1
di:
10 que el «lugar grande de est itudi1O»,
da
si estaba cerca e esa lirección, tenía que ser la Universidad
de Chicago. Empezo a llamar a cada una de las facultades para
encontrar a esa persona.
339
tamentos de policía acerca de crímenes con un 25, un armar
lativamente inusual. Recordando la nota, uno de los detectives
locales advirtió que Johnny, tatuado, musculoso y de baia
.b 25 A . ' l esta-
l :J
tura, tenía una pistola del ca1 re . so a os detectives del
dis1tn.to de Wentworth del arresto.• Al McGuire
l .
se desplazó
_ para
interrogar al sospechoso, que tenía unlargo historial de robo
asaltos y acusaciones de embnaguez publica, y era buscado'
. hº por
violación en M icl agan.
Al principio,Johnny habló francamente, jactándose de que
Adrian «trabajaba para la Securitate». Cuando se le preguntó
por el asesinato de Culianu, dejó de hablar, acogiéndose a 1
leyes de Miranda y exigiendo un abogado. McGuire advirti~
que era zurdo. .
Con la esperanza de estar sobre una pista fiable, McGuire y
Weiss fueron a Adrian, que al principio no duo nada. Al ente-
rarse de que su fianza se había fijado en seis cifras elevadas,
Adrian encontró una abogado privado que había llevado otros
casos de inmigrantes rumanos. En primavera de 1992, sintién-
dose traicionado porJohnny y con la intención de usar su tes-
timonio a cambio de una sentencia más leve, Adrian se mani-
festó dispuesto a hablar «sobre el asesinato de Ioan Culianu».
840
e el democrático héroe estudiantil Marian Mu te M
qu . ,. "d M" n anu. un-
tea+ n u bautizo su paru o 1scarea Pentru RomA1ana
z. -
• (Mtovi- .
miento por Rumanía) y tomo como modelo la retórica de la
ardia de Hierro
. de
,. f:«un. hombre nuevo para una nueva era..,
Gu 1
po»hiendo especial énfasis en . las obras de Mircea Eliade. . Sus se-
uidores tenían que estudiarlas antes de poder ingresar en sus
filas.
En primavera de 1992, llevó varios meses a SandyJedlic ka
dar con la Escuela de Teología de la Universidad de Chicago.
Fue a llamar precisamente al día siguiente del primer aniversa-
rio del crimen. Sólo entonces se enteró por la secretariajudy
Lawrence de que loan Culianu había sido asesinado. El cora-
zón le dio un vuelco. Los Jedlicka consideraron la posibilidad
de ir a la policía y al FBI, pero temieron que David se convir-
tiera en sospechoso. No les interesaba el dinero ni la notorie-
dad. Dave incluso se resentía de la experiencia.
Sandy interrogó a su marido acerca del asesinato. Cuando
Dave volvió a hablar, el 25 de mayo de 1992, ella le preguntó di-
rectamente:
-Jessie, ¿quién mató al profesor Culianu?
-Cuatro llevaron a cabo el plan.
-¿Eran de su país de origen?
--No.
-¿Por qué lo mataron?
-Porque hablaba mal de su país de origen.
Dos noches después, «Jessie» volvió a hablar. Sandy le pre-
guntó de nuevo por el crimen y los asesinos. ,.
--Los cuatro niños no se conocían, no sabían por qué teman
que hacerlo. . ka d rtó
Tres noches después, un sábado, Davidjedhc se espe,.
,. . l h: bit al Cuando empezo a
bruscamente, mas agitado de o a. 1 u ·
hablar, Sandy cogió su libreta. Cul'anu?
.- ue mataron a 1oan l
-¿Qué edad tenían los «niños» q mayores que vosotros.
-Uno viejo. Otros tres sólo un poco
-¿Quiénes eran? -preguntó Sandy.
t
841
-Uno sabe.
-¿Qué? ·..
Su marido no dijo nada.
-¿Eran de aquí?
--Algunos. Uno del país de origen.
342
_3Me busca alguien? -preguntó supuestamenteJoh
--No, ¿por qué? o nny.
Adrian afirmó queJohnny le dijo que había cometido el cri-
men. «Un cartus dupa ureche» fueron, al parece al b
••· d, d . r, sus p a ras
Una bala tetrás te 1 la oreja.»
La historia
. parecía convincente
. ' aunque pare"< - a
c10 extrano
1os investigadores que alguien que no estuviera involucrado en
un asesinato supiera tanto acerca de él. Los detectives necesi-
taban algo, una bala, una huella dactilar, 0 alguien ante quien
[ohnny hubiera fanfarroneado. Descubrieron que las pistolas
del calibre 25 eran las prefendas por la mafia rumana de Chi-
cago. Con la ayuda del FBI, la policía se puso al trabajo.
843
inmigrantes rumanos y habían sido inculpados del asesinado
de u» n Periodista en 1986 cn Toronto. Ro
Experto en el holo
, Causo
rumano• Ancel se encontraba en uman1a·idpara investiga las 1
acusaciones de crímenes de guerra comeu os por ciertos ex¡_
liados en Canadá. Sus esfuerzos por acceder a los documento
necesarios almacenados en los archivos 1<,
gubernamentales fu
' e-
ron infructuosos. «Me llamaban por teléfono a horas extra;
.. Q .. d
me vigilaban, me segu1an. uenan conocer ca a uno de mis as,
movimientos.»
Observó consternado el legado de Mircea Eliade en 1
. 1 1 . os
años noventa. «Eliade era un inte. ectua Joven y brillante qu
en un momento dado, se había pasado a la Guardia de Hierre,
Muchos documentos lo colocan entre los ideólogos de la G,
dia de Hierro», dice Ancel. «Era peligroso porque era brillante
de un modo negativo. Exaltaba a Codreanu y al movimiento
sin llamarlo fascista. Tenía éxito entre los jóvenes.» Al fin y al
cabo, afirma Ancel, la retórica del comunismo y del post-co
munismo no diferían mucho de la del fascismo de preguerra.
«En el fondo, los regímenes rumanos se han legitimado a sí
mismos tomando cualquier ataque que les estuviera dirigido
como un ataque a la nación.»
344
4drian afirmaba que Johnny había comprad .
n ¡. d 1, to su otra pistola y
había dispara o a a pared para probarla. No h b' b 1
l . , d te ch·ucago b uscaba una conexi6: a la a.q as ,
La polca
di aon con el asesina-
to del periolasta .rumano 1
en Toronto en 1986. Es
, . '
.
· e cnmen fue
Similar al
d e l
e u.1anu: /a VICUma había recibiºdo
istola era de ca l.b
1 re
-
pequeno, y el caso seguía
amenazas, 1a
sin
P .. . .. rcso1verse.
La esposa d. e 1 a VIcUma oyo que el asesino hablaba en rumano
antes de disparar, pero el arma utilizada era del 22. Por otra
parte, dejando a un lado el hecho de que también fuera escri-
tor, la víctima era bastante diferente de Ioan Culianu. Cons-
antin Dima Dragan había dirigido un periódico pro Ceauses-
cu llamado Tricolorul (Tres colores, refiriéndose a la bandera
rumana). Calumniaba a la gente y era considerado un agente
del gobierno, «una rata, una comadreja», según una fuente.
El crimen de Toronto parecía un acto de la Guardia de Hie-
rro porque la víctima fue apuñalada después del disparo, algo,
al parecer, característico de la Guardia de Hierro. Los detecti-
ves de Toronto también descubrieron que la misma pistola ha-
bía sido utilizada para disparar contra la embajada rumana un
mes antes, el día del aniversario del levantamiento de la Guar-
dia de Hierro en Bucarest, en enero de 1941.
En el caso de Culianu, según conjeturas de algunos compa-
triotas exiliados, la Guardia de Hierro temía a Culianu porque
éste había sido nombrado albacea de los artículos inéditos de
Eliade. Tenían miedo de que utilizara su posición para socavar
la reputación de su mentor publicando documentos indesca-
bles. Pero en 1991 los artículos de Eliade ya se habían dispersa-
do desde hacía tiempo, y en su mayor parte habían ido a parar
a la Biblioteca Regenstein. Los libros inacabados de Eliade ha-
bían sido editados y publicados o catalogados. No babia pape-
les secretos sobre la Guardia de Hierro.
Acerca de los rumores, la disidente en París Monica Lovi-
nescu es la que mejor expresa la idea: «Cuando dicen que es la
Guardia de Hierro», observa, «puedes estar seguro de que se
trata de la Securitate».
345
En u»n punto crítico en casi todos ·ilos
d
relatos de ficci •
1 :. onde
Cul .1anu, el propio narrador se ve met1 o en a historia. E.
S 1dJ u. ·nma
e 1992 recibí una llamada de an y ledlicka. La seer .
yo d . ,a. .Jcdl.
d Lawrence le había dado m1 numero. edlicka y yo h b
retani4
Jmasy de sus experiencias. ue amos en que ina yo a hacerles
u Q d · - a l a -
una visita.
Nos reunimos en. el estudio de grabación de Dave, en S
Charles, Illinois, y fuimos a comer a un restaurante mejic
- . d d , 1 d
Nacida y criada en la pequeña cruda agricola te Chilton, W;
;J no.
consin, Sandy tenía el pelo rojizo y ensortij ado, y una gracia .
varacha. Había ido a Chicago a trabajar como niñera. Dave¡,
bía crecido en Deerfield, un suburbio dc Chicago. Era alto
desgarbado, con una sonrisa luminosa. Había estudiado en tá
Academia de Música de Chicago y había conocido a Sandy en
un bar donde él tocaba el bajo.
Sandy sacó la libreta roja en que anotaba cuanto decía Dave
en sueños. Cuando explicó que «Jessie» no permitía que s e l a
346
qUe u-abajaba desde d tncdiodia h••..-t·,
'
h
t 1 tas ocho, 1b
casa y fue a buscar su libreta. Desp ·6a, '· estaba todavía
en .-· 'ues te unos :
·o
8348
a casa estuvieran grabadas. No sól ,
das ,. · al o oía la grab d
. nar• dec1a, sino que
e10 ,
fondo oía a 1 os agente d a ora fun-
ralas cartas o reírse. En cuanto la e s .: controlju-
gal ·ial, l .:. :z. -conversación se ]6
co
fidenci t, la comunicación se cortaban
a .
se volvía
También cortaron 1 as llamadas a otro . .
d l; s periodistas R
4#a. El joven jefe le la agencia Associated Pre
:..f e
'n (uma-
an Petreanu, se quejaba de que sus con . en Bucarest,
D versac1ones t t fi' ·
~..e se cortaban ca da vez que trataba de habla e e:onr-
"'°"'nsible con los miembros
. a ar de algú
del gobierno• « p racticamente
, . n tema
Se • ,
do predecir en que momento va a ocurrir», dice. 'pue-
849
La investigación
851
expresados ante la policía, y por último un asesinato qu
concertaba tanto a la policía que al principio ésta pensabe des-
··idi- C on ltos rumores contradictor"a que
se trataba de un suicido.
. , . os, la
ausencia de testigos, y e l h ec h o d e que la poca
l tiene otr
. • d oscn.
menes que investigar, la mayona e estos casos perma
nece
abierta.
Diferentes razones subyacen al notable incremento de ]
, . I os
ataques a escritores en 1 a epoca postenor a a Guerra Fría .
. l , In-
cluyendo la fatwa a Salman Rus!hd lie o el atentado casi fatal 4]
premio Nobel egipcio Naguib Mahfouz. Entre las causas se en.
cuentran la política de poder, el fundamentalismo religioso
los conflictos étnicos, incluso, ocasionalmente, el dinero. Pen
hay un factor más profundo que rara vez se menciona en los
análisis de actualidad y que, sin embargo, es responsable de
gran parte del peligro en el mundo de hoy en día: el poder del
inconsciente. Con el hundimiento del antiguo orden del mun-
do, algunas de las fuerzas más primitivas de la historia fueron
apareciendo: el odio hacia el Otro, el antisemitismo, la fanta-
sía obsesiva. Esas fuerzas se convirtieron en las armas de los
nuevos demagogos y extremistas. Los escritores solían ser sus
víctimas porque trabajan en una frontera psicológica donde
las memorias nacional, tribal e individual se cruzan. El peligro
tenía poco que ver con la «verdad» y mucho que ver con el mo-
do en que la mente inventa sus mitos, un proceso que Culianu
explicó en detalle.
352
andan hacerlo. El niño con cosas parav - .
ha cer er mas 1es dice lo que
1ay que." .
-¿Qué tupo de ropa importante? -insistió S dy- .
an . ¿Un uni-
forme ?
-No.
-¿Ropa de cura?
-No. Corta, negra, cuero. Algo escrito detrás.
Con eso, se desvaneció. Sandy intrepretó que los «nmnos»
•-
nevaban cazadoras de cuero.
354
Da mala fama a su país. Quizá sea usted l
desaparición de su hijo», afinna Horiae u ª qu~. conspiró en la
E Rumanía, podría ·
añadir Roa.,]"" dieron.
rurk., los individ
lacionad os con 1 os pnmeros aconte . · 'uos re-
. . . . ctmtentos de la re l . -
el enjuiciamiento de Ceausescu han id "oIuc1ón
reciendo de modo misterioso. An. ,,"","riendo o desapa-
. « 1c1 to» del herm d
Ceausescu en su domicilio de Viena siguió el de ano 1e
a eljuez del proceso al dictador Más ta d ~l eorgica Po-
P, ' · h , 1 . · r e, e!1 p1loto del heli-
cóptero en que uyo e matnmonio Ceam:
. 1 ·, ---vescu, e1 coronel Va-
silei Malutan, murió al chocar el aparato con bl
.• A b b d unos ca es de
alta tens1on. cababa le revelar a la comisi -]
ion par amentaria
que Ceau~escu , llevaba una maleta con doc umentos secretos
cuando huyo. Otras figuras murieron en misteriosas condicio-
nes. Una cosa estaba . . clara: los participantes menos·importan-
tes en los acontecimientos de la «revolución» se sintieron en
peligro. El fiscal de los Ceausescu, Dan Voinea, dijo a los re-
porteros que estaba seguro de que él y otro asistente involun-
tario en el juicio iban a ser asesinados unavez que se fueran los
organizadores del «juicio».
A pesar de todas esas cuestiones, Estados Unidos aprobó
otorgar la categoría comercial de Nación Más Favorecida a Ru-
manía.
855
Juegos de la mente
La hábil mente
• que organizó todos esos crímenes ( .... ) que-
ría que entendiéramos su objetivo. En consecuencia, tenía que
darnos otra pista, una pasta para el asesinato de marzo. •No ves
que el juego sólo es divertido para nuestro rival en la ~edida
en que podemos seguirlo?
l. P. Culianu y H. S. Wiesner,
The Emerald Game
357
su último congreso, Death, Ecstasy, and Other Worldly jo
ediados por John Collins y Michael Fishbane; y en
del d Ili
¡,,""»
f6, ·.
Los esplendores y sufrimientos d"«go 1e
lanía
heana Miháila. s,
obras de narrativa tuvieron mue o ex1to en su país.
El peligro político para loan Culianu empezó con su n
., . D . -r. arra-
tiva, dijeron los tambien escritores orm 1udoran y And .
:. 31·.: h ·: rei
Codrescu. El asesinato político «siempre 1a sido una manen4
de apuntalar los regímenes», decía un panfleto rumano de l
años veinte acerca de los peligros que entrañaba el hecho ¡s
que artistas e intelectuales escribieran sobre política. Para loae
Culianu, contar historias era el mejor modo de entena
fuerzas que impulsan la vida cotidiana.
El texto del relato de Culianu «La intervención de los zora-
bi en Jormania» es impactante por sus alusiones a un conoci-
miento más profundo mucho antes de que mucha gente ima-
ginara la «revolución» rumana. En Jormania, según Culianu,
todos los personajes principales tenían «apellidos acabados en
-ar», igual que los de muchas de las figuras clave de la revolu-
ción, como Petre Roman, Silviu Brucan y Gelu Voican. Aunque
Culianu sólo jugaba a combinar ciertos hechos con aconteci-
mientos reales, un lector atento podía preguntarse qué más sa-
bía o qué parte ocultaba del conocimiento al que aludía con
frecuencia en sus escritos. Entre sus lectores más asiduos, sugi
rió Andrei Codrescu en una emisión de la Radio Pública Na-
cional, se encontraban los miembros del servicio de inteligen-
cia del país.
«Jormania libre», en cambio, era más específico en su des-
cripción de las intrigas entre bastidores del servicio de inteli-
gencia, del auge fomentado de una nueva extrema derecha Y
de las misteriosas desapariciones de figuras clave después de la
revolución. Cada personaje tiene un nombre quejuega con las
palabras y las personalidades, como Motan (Gato), Bulan (Po
rra), Bostan (Calabaza). La historia se centraba en el paulatino
proceso de descarrilamiento de una revolución, que siguióª la
apresurada ejecución de un dictador en un juicio falso.
Si la narrativa de Culianu llamaba la atención, sus artículos
358
n0líticos semanales, la entrevista en 22
r · d <Y su apoyo al rey p
aron crecientes y documentadas amena7 E} rovo-
- · · azas. n esos artícul05
u-anspoma mtenc1onadamente el límite d ; .
: 2. bs :. e! peligro. Gracias a
su percepc1on, , . sus o servac1ones siguen pareC1cn . dO hoy en
1
día claras y og1cas, . pero su. tono mordaz y despecuvo . contra
los hor:iibres a qmenes consideraba instrumentos del KGB esta-
ba dehberadamente calculado para enfurecer al 'bl" .
· l d l . pu Ico más
. 1 nve! e , pensamiento
allá de! . . consciente • Aprendi n 1z d.e artes
mágicas, no podía evitarjugar con ellas en sus textos. Como
Giordano Bruno, ibi: Cuhanu parecía querer hacer más queium±- li '
tarse a escn . 1r acerca , de las cosas que pasan , quería usar sus
teorías de psicología 1 de masas para influir en ellas. Como en el
caso de Bruno, resulta asombroso que alguien quisiera matar-
lo por sus escritos, pero su obra y el papel que desempeñó en
un período caótico conforman un conjunto mucho mayor que
cualquiera de sus elementos.
Es difícil distinguir hasta qué grado la suerte, la coinciden-
cia o la mala percepción aumentaron el peligro en los últimos
meses de Culianu. En abril de 1991, pidió apoyo para el rey, vio
publicarse una incendiaria entrevista hecha cinco meses atrás
para la revista 22, y decidió, después de tanto tiempo, su regre-
so a Rumanía. Se le había propuesto un puesto honorífico de
director en un nuevo Instituto Oriental del país, el mismo
puesto otorgado a Mircea Eliade medio siglo antes, justo antes
de que se viera forzado al exilio. Después de meses de silencio,
podía parecer a quienes, según Culianu, lo vigilaban que iba a
volver a la actividad. Dijo a Fran Gamwell que lo estaban si-
guiendo; dijo a sus colegas de congreso que recibía amenazas;
dijo al poeta Dorin Tudoran que estaba en peligro; y dijo a su
hermana que tenía miedo de volver a Rumanía. A todos ellos
dijo Culianu que los culpables pertenecían a las fuerzas que
hay detrás del gobierno rumano.
859
dativa de Dan y Tess Petrescu entre otros, Ziua ofrecía
· 11 d l . ( . una re.
compensa de sesenta mtones Ie e1 vemte mil dólares)
alguna información que llevara a arrestar al asesino. El P.~r
dico recibió:, fa
muchosfalsos avisos.Eldidirector adjunto
. dePeri6
z;
Gabriel Sánescu, también recibió una llamada telef6ni }
antiguo ami go de toan culanu Gelu Voican. EI exé,,'
ministro y ex jefe de la inteligencia criticó el intento de cali.
car de político el asesinato de loan Culianu, aduciendo que e]
g obierno no tendna mteres en . algo tan contraproducente co-
mo matar a un profesor amencano en un momento en que te-
nía tanto prestigio internacional.
Entre los avisos al Ziua llegó una carta anónima con sello
local y sin remitente. Afirmaba la siguiente historia: Voican di-
rigió el asesinato de loan Culianu a través de tres miembros
del servicio de inteligencia, uno de los cuales tenía un puesto
en las líneas aéreas rumanas. La carta nombraba a los hom-
bres en cuestión y afirmaba que el asesino tenía gran parecido
con el retrato robot del FBI.
La recepción de la carta fue confirmada por el director de
Ziua, Sorin Rosca Stanescu, Gabriel Stánescu y el redactor de
sucesos Sorin Ovidiu Balan. «No estamos seguros de hasta qué
punto es fiable», dice Gabriel Stán escu. «No está apoyada por
pruebas materiales.» La detallada carta, que indicaba incluso
el número de hijos del presunto asesino, sonaba en ciertos as
pectos tan ficticia como los relatos de Culianu. Informado
acerca de la carta, Voican, entonces embajador rumano en Tú-
nez, afirmó que se trataba de «un disparate, un ultraje». Negó
categóricamente cualquier relación con el crimen de un hom-
bre por quien sentía simpatía y un erudito a quien admiraba.
Ziua no publicó la carta, y no hay pruebas que impliquen a
Gelu Voican en el asesinato. Había dejado su puesto en el ser-
vicio de inteligencia más de un año antes de la muerte de Cu-
lianu. En definitiva, la carta anónima representa otro ejemplo
de desinformación para desviar la investigación sobre el caso.
Sin embargo, el FBI se puso sobre la pista del individuo que la
carta indicaba como autor del crimen, y averiguó que un hom
360
bre con los mismos datos -nombre d d
a trabajado en las líneas aéreas T: ' e ª Ey sta tus familiar- ha-
<. de arom. n 1981 habi- 3.:
do una prorroga e visado de 12 1a so 1c1ta-
meses para permane u_
ados Unidos.d Los informes demostu b cer en 1:,5-
. · d 1983 rasan que se le aprobó 1
solicitu en
· d· - · fi
y se le renovó en 1986. La fi .
· o cma del FBI en
ª
Chicago p1 io m ormación a los bancos de datos de la . ,
acerca de los cuatro hombres mencionados 1, Policía
s en a carta anóni-
ma Pe momento no ha conseguido ninguna prueba conside-
ras te.
Hasta la fecha, nadie ha sido acusado del ases1nato
• ±: •
· dte loan
1
Culianu..:.Revisando Chie las dispersas piezas del rom be d
pecal :zas iela 1
investugacon en 1cago, una fuente de la policía pensaba que
el resultado del test con detector de mentiras a Adrian s b0
sugera • que podi . 1a h ab er sido
· contactado en un primer za pl
que más arde fue desechado. En cuanto a los Jedlicla, +áá,
de lo que dueron o hicieron demostraba que hubieran inven-
tado su experiencia. Sus amigos confirmaron la integridad de
la pareja. David Jedlicka expresó el deseo de que nunca se hu-
biera producido esa experiencia. Ni él ni Sandy tenían el me-
nor interés en Rumanía ni en la publicidad".
Los hechos importantes de la historia, sin embargo, no vie-
nen de médiums, de informadores ni de sospechosas cartas
anónimas, sino de la propia víctima y de su método de análisis
aplicado a las pautas de los acontecimientos que rodearon su
muerte.
362
Ambicioso intelectual, hábil h
• < d en acer creer
que sabia mas e lo que realmente sabía . a sus colegas
erse burlado de sus asesinos qu 1 , Culianu parece ha-
, e lo considerar ·li
en un momento de peligro y confusi6· L,
• 'd . sion. o cons1gu -
FO peligroso
1
tono y 1 a c 1 anvi enc1a de sus artículos su r . . uo con e
al como heredero de Eliade y su re±,,"""&o interacio-
, . vo a1s amiento Ah
dando en las artes mágicas toda su vida tras , , . · on-
:. la lidad.s. 5pasó el lími te entre
elJuego y a rea. 1 a . ElJugaba, , . pero sus as esmos
• no. La muer-
e
te de loan ulianu .
l fue el
. últimojuego de la mente en que in-;
cluso sus asesinos parecieron ., perder de vista l; disr • ,
a itnción en-
d d yla
tre la verla 1 fiticción.
363
ocultas y a veces incluso las falsificaciones pueden alt
'. .
acontecimientos. erar los
En sus últimas obras, propuestas de libros, cartas e hist .
.
dejó un intento enigmático , . pero coherente de dar una eOrias.'
.
cación de las operaciones :.:
cogmuvas e a hi1storia. BUscó"Xpli.
dl
significados más profundos en las pequeñas coinciden . 1 os
:. cotidiana,
sueños de la vida ·idi y e ·1 m1steno de l a existencia
< " Ic1as
hy
mana en el espacio infinito de la mente. «Si loan Culianu U-
hubiera desaparecido inesperadamente», escribió Umbe no
Eco, «nos habna ' deJa
. do sus obras mas , esenciz'al(es», reveladoras
rto
de las pautas que subyacen tras el velo de la vida diaria y la re-
lación entre la casualidad y el destino, la verdad y la ficción, el
asesinato y la «desaparición ilusoria». En muchos aspectos, di-
jo Culianu, estos opuestos son iguales. La mayor tragedia es
que, en el único aspecto que conocemos, no lo son.
364
Nota final
365
Obras de loan Cul'1anu
868
1 Gnoele dualiste ale Occidentului, (tuad ·¡3
) Ed't N · ., ucci n der.-"""'-:--.
Estas)), atura lemira, Bucarest 19g5. Penences of
Jenseits dzeser Weü, (traducción de Out .
che Verlag, Múnich 1995. o/Thu World), Dideri-
Mircea Eliade,
.
Editura Nemira, Bu carest, 1995
Eros y magia en el Renacimiento.· 1484.'pretacio
E. . '
de Mi EI;
de, trad. de Neus Clavera y Hélene Rufa g, Mrc ea. Iia-
1999. urat, iiruela, Madrid
Volumen editado
Narrativa
8370
«Iatroi kai manteis: Sulle stni
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o- ·'» ,287-303.
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Reseña de M. Eliade, etc., Aevum 55 (1981), 611.
Reseña de Gannat Bussame de G. J. Reinink, Aevum 55
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Reseña de Luce e Gnosi de G.J. Filoramo, Aevum 55 (1981),
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Reseña de Mysteria Mithra de U. Bianchi, Aevum 55 (1981),
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Reseña de Soteriologia di Cibele e Attis de G. Sfameni Gaspa-
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Reseña de Textbuch zur Neutest: Zeigeschichte de H. G. Kippen-
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