FREUD_Y_LACAN_HABLADOS_1_de_MIGUEL_OSCAR
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FREUD_Y_LACAN_HABLADOS_1_de_MIGUEL_OSCAR
duciendo el estilo Menassa, un estilo que abre las puertas a nuevos estilos, donde
eso se muestra. Y ahí donde se aprende a aprender otros pueden aprender.
Siete conferencias de Psicoanálisis en La Habana, Las 2001 Noches y 393
Noches de Repuesto pertenecen al mismo discurso que el que determina el
movimiento del libro que hoy editamos una vez más, este más —uno que
inaugura en su repetición la diferencia.
Está claro que ya soy, como ambicionaba cuando niño, un escritor, ahora
tengo que poder ser algo más.
Como una manzana que, al caer, se rompe y es manzana y flor. Como las
águilas que se parten para poder ser águila y mar. Caer por una cuesta impo-
sible. Como la nieve, romperme en nieve y sal. Partir esta locura entre tus bra-
zos para alcanzar las más altas cumbres, hecho pedazos de amor y poesía.
Recuerdo cuando, apenas tenía 17 años, y les mostré a tres poetas consagra-
dos mis primeros poemas. Leyeron por encima del hombro, sin ninguna fe y me
enviaron a comprar empanadas. De camino a la pizzería que era, en mi pue-
blo, donde se compraban esas cosas, juré vengarme al estilo del Conde de
Montecristo, al estilo de Dios.
En los primeros pasos llegué a pensar que todo tendría que terminar esa
misma noche. Escribir el mejor poema de la historia de la poesía o envenenar
las empanadas, después, me fui tranquilizando y ya, esa noche, no pude nin-
guna de las dos cosas.
Cuando volví de la pizzería volví contento, al fin y al cabo, me dije: hoy
tendría que ser una fiesta para mí, nunca había estado con tres poetas consa-
grados, así que, por ahora, mi poesía podría, seguramente, esperar unos años.
Entré a la casa sonriente, con las empanadas calientes; le caí simpático a todo
el mundo. Con el tiempo yo olvidaría más rápido los versos que ellos leyeron
esa noche, que ellos mi simpatía.
Ya solo en mi cama, repasé mentalmente los temas del examen de ingreso
a la Facultad de Medicina que debía rendir al día siguiente. Las fórmulas
matemáticas, los compuestos químicos, el italiano precario y las células y todas
sus transformaciones estructurales, se me aparecían con más facilidad que los
versos, con más facilidad que los amores del día anterior, con más nitidez que
el nombre de los caballos que el sábado correrían en el hipódromo de Palermo.
12 MIGUEL OSCAR MENASSA
Esa noche antes de quedarme dormido, con facilidad, decidí ser médico
como mi padre y el padre de mi padre querían.
A la mañana siguiente llegué una hora antes a la Facultad de Medicina y
escribí el mejor poema de mi vida. El examen, que realicé rápidamente, me
resultó aburrido y estuve, todo ese día y el día siguiente enamorado del tiem-
po.
Hice peligrosos viajes en avión y comía manzanas, por consejo de mi padre,
para ser inteligente. Mi padre, me decía, siempre que podía: en mi familia, hijo
mío, hubo muchos poetas, hasta yo mismo, escribí versos, pero médico, hijo
mío, médico nunca nadie pudo eso en mi familia y mirándome a los ojos con
una firmeza que, aún hoy, después de su muerte, recuerdo nítidamente: tú
serás ese médico.
En principio le decía que sí, pero a mí, me gustaba volar, correr alegremen-
te por la vida dejándome llevar por delante, sin preocuparme mucho de quién
caía en el choque, igual había que levantarse y seguir. Desde entonces volaba
y estudiaba medicina. Un poco para mí, un poco para mi padre. Estaba todo
el día sentado, pero igual me la pasaba corriendo desde un poema a la canti-
dad de células que tenían los hígados podridos. Después con el tiempo llegué a
saber de memoria la fórmula química desarrollada de todos los medicamentos
y leía los versos de cualquier poeta, fuera lo grande que fuera, como si fueran
mis propios versos.
que de otra manera, si bien tengo entendido que la diversidad de estilos lo hace
a uno grande como la diversidad de amores y de eso yo ya tuve. Pero antes de
entregarme a ustedes totalmente quiero dejar escrito que cuando llegué a
Madrid, sin saber, todavía muy bien, por qué lo haría, a pesar de haber pasado
ya diez años de eso. A llegar a Madrid, escribo, los poetas no me pudieron leer del
todo y tal vez, por eso, he publicado en estos diez años mil páginas y otras mil
tengo escritas, tal vez, por eso, para ir publicando estos próximos diez años, que
todo el tiempo dedicaré para labrarme, como se dice, un futuro.
Con los médicos, cuando llegué a Madrid hace diez años, no con los psico-
analistas porque en esa época eran un cromo casi imposible, no pudieron
creerlo del todo hasta que no produje mi décimo milagro y todavía, aún, por-
que era absolutamente necesario, coordiné el grupo de profesionales y poetas,
que fueron capaces en esa tarea para transformarse materialmente en grupo,
de fundar la Primera Escuela de Psicoanálisis de Madrid.
Este libro se compone de clases y conferencias producidas en la Escuela de
Psicoanálisis Grupo Cero durante los últimos diez años (1976-1986). Tiene la
gracia de ser esa manifestación: estar fundando un discurso, o, para rendir
honor a la verdad, un auditorio. Publicar estas clases, estas conferencias, tiene,
simplemente, como destino, cerrar la época de la fundación.
A primera vista me llegó a parecer un libro hecho con trozos, con frases
sueltas, pero debo decir que en su última lectura he encontrado una lógica a
todo ese despliegue, he encontrado una unidad de estilo que hace posible no
sólo su publicación, sino que hace su publicación necesaria para todo aquél que
quiera iniciarse en el discurso que el Grupo Cero ha producido en Madrid estos
últimos diez años.
bueno para mí que quede a mis espaldas, precisamente, aquello que había
de sostener, en mi discurso, frente a ustedes.
Porque poesía y ciencia son, quiero deciros, un límite casi biológico,
frente a la dimensión de la pasión que quieren encubrir y que, hoy, ha traí-
do un poco de ella el título de la conferencia, ya que de la locura se trata
cuando queremos descubrir los límites de la creación, para que con este
límite y sin más, encontrarle un sentido a ella, la locura, invitada hoy, más
por sus honores que por los nuestros y, sin embargo, capaz de dejarse
arrastrar como una cualquiera entre nosotros, para que hagamos de ella y
precisamente contra ella, un modelo contable, que si no cura del todo al
paciente, por lo menos curará un poco al psicoanalista.
Cuando hablamos de poesía, no hablamos de una poesía que nos des-
cubra el centro del amor, sino de una poesía que produzca amor en los
hombres. Más que una ciencia para descubrir sentidos, una ciencia que no
deje tranquilo ningún sentido, ninguna verdad. Un método que más que
revolucionar, se revolucione.
Y hoy no he venido a preguntarme por mi ser porque yo, es cero.
Tampoco vine a preguntarme por vuestro ser, porque en vuestro ser anida
la sustancia de mi carencia, y ese deseo de plenitud es vuestro ser. Y tam-
poco vine a preguntarme por los astros celestes que surcan el espacio a
diario, porque no es de las posiciones que ocupamos en el espacio de lo
hemos venido a hablar, sino precisamente de lo que a todos sobrecoge y a
todos por igual, el tiempo de nuestra relación.
Y si del tiempo ha de tratarse, sabemos entonces que ha de tratarse, tam-
bién, de desprenderse de algunas trabas, para que tiempo pueda tratarse.
Y si del tiempo se trata, deberá saberse que habrá violencia en nuestras
mentes y en algunos de nosotros habrá violencia en el corazón (que como
se sabe no es una violencia aconsejada, porque produce daño en el propio
corazón), porque el tiempo será una irrupción brusca y desmedida en
nuestra manera de ser que, hoy, precisamente, se nos está dando por con-
fundirla con nuestra manera de pensar, que es por ahora, y hasta que no
se demuestre lo contrario, lo único que tanto ustedes y yo estamos en
condiciones de arriesgar. Y si esto tendrá que ser un entrechocar de sabe-
res, o bien, un entrechocar de retóricas, se irá sabiendo en la práctica de
esta contradicción. Ahí donde la práctica, por tal, nos hará propietarios de
un trozo de realidad y, ahora, por las palabras que ella ha pronunciado
impunemente por nosotros, dueños y señores, tendremos que ser ese
pedazo de realidad, y defenderla.
20 MIGUEL OSCAR MENASSA
cada vez que haya un obstáculo en el devenir del objeto teórico y cada vez
que haya un obstáculo frente al objeto real a conocer, mediante la técnica
que él mismo, el método, mediando entre la teoría y ella, determina.
Técnica que, más que cumplir los requisitos del objeto real, tendrá que
cumplir, para que sea técnica científica, los mandatos de la teoría. Si el psi-
coanálisis se tratara de una ciencia, su objeto teórico, el inconsciente, es
más inasible como concepto que como inconsciente, porque si bien como
inconsciente no sabríamos de él más que la condena de ser sus propios
efectos, por concepto sabríamos menos aún. Ya que el concepto designa
material a lo no corpóreo y por lo tanto suprasensible. Y no es por lo
tanto en mi propio cuerpo donde deberíamos buscar el inconsciente, sino
en la malla que si bien material, incorpórea, invisible, tejen las palabras
frente a un otro de mí, humano, que relativiza mi soledad y me da, como
naturaleza de lo humano, otro humano.
Campo de la palabra que no es otro que el campo de la función
humana.
Un síntoma anonadado por su propia presencia se hará palabra. Un
resto animal en el hombre, antes del psicoanálisis, inconmovible, podrá
ahora, después del nacimiento del psicoanálisis, acceder a humana presen-
cia. Toda ciencia es ciencia de una ideología. Toda palabra es muerte de
una cosa. Todo saber finalización de una ilusión. Y es en el campo de la
ilusión donde la ideología asienta su trono, y es en el límite de la certeza
sensible hasta donde llega su poder. Y serán sus instrumentos, entonces,
todo lo que en el hombre pueda captar sensiblemente lo real, es decir,
todo lo que el hombre pueda registrar como real cuando mira, cuando
toca, cuando piensa en soledad. La ideología es el tiempo donde el hom-
bre reconoce y desconoce a la vez las determinaciones de lo que le toca
padecer como reconocimiento. Conocer parece ser otra cosa que sentir,
parece ser otra cosa que ver, parece ser otra cosa que reconocer.
Conocer será interpretar lo reconocido, más que para alcanzar otro
nivel de comprensión, para transformar lo visto y tocado (lo reconocido)
en otra cosa. Porque la interpretación no está en los hechos, sino que los
hechos sólo existen después de ser interpretados. Y sólo existen para
transformarse en otros hechos, ya que la cadena significante no dejará de
fluir. Porque si esto aconteciera, no habría de ser la interpretación una
interpretación psicoanalítica. Si esto ocurre, podemos decir finalmente
que alguien teme por las palabras que tendremos que llegar a pronunciar.
Y que en todos los casos serán palabras que tendrán que ver con nosotros,
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 25
porque del hombre sólo temo las palabras que de él me otorgan una medi-
da de lo humano.
Y si ha quedado claro lo que debería ser una interpretación, no ha que-
dado clara la posibilidad de su fundamento o, para decirlo de otra mane-
ra, el fundamento de su verdad.
Y esto no es otra cosa que lo que brinda el trabajo teórico, el descentra-
miento acerca de la cuestión, para poder decir de ese vacío que reina en mí,
cuando estoy unido a la cosa por los lazos de la ideología, que no son otra
cosa que los lazos con los cuales, como científico, ato mi vida al mundo de
los hombres. Pasaje espectacular, que sólo podrá ser nombrado por fuera de
la cosa donde se produce la ruptura. Es decir, si lo que se rompe, se rompe
también en mí, no deberé estar en la cosa para nombrarla. Parecería ser
como si el hombre en estos últimos siglos tuviera que determinar un centro
del sistema que nunca es él. Como si haberse podido descentrar para sepa-
rarse de la cosa, para transformar el ábaco en la ley de los números natura-
les lo llevaran en todos estos descubrimientos a hablar de un sistema en el
cual el hombre, por hombre, está excéntrico de él.
No es él, el hombre, el que determina las mallas de sus relaciones
sociales, no es el hombre el que elige los modos de vida dentro de su ins-
cripción social, él es elegido por el sistema social. No es el hombre, no soy
yo el que decido las palabras que he escrito, ni las palabras que pronuncio
frente a ustedes, sino que es él, el Otro, el que a mí me falta, el inconscien-
te, donde se generan estos pensamientos.
Antes de 1900 el pasado existía como determinante y lo que antes era
un simple desplazamiento en el cuerpo de la paciente que Freud describía
fenomenológicamente con la palabra desplazamiento, después de 1900
tiene detrás de sí el concepto de transferencia, es decir, la movilización de
una carga de una representación a otra representación, por lo tanto un
desplazamiento que veía, y hasta podía tocar, desconocía cuáles eran sus
fundamentos estructurales de producción.
Es con La Interpretación de los Sueños que Freud pone no un límite
vivencial, no un límite ideológico, no un límite de los sentidos a la inter-
pretación onírica, sino un límite teórico y se llama ombligo del sueño.
Cuando se llega allí se detiene la interpretación psicoanalítica, no es que
el psicoanalista tenga ganas de seguir o que el paciente quiera recuperar lo
que no pudo. Lo real inconsciente es imposible.
Que la técnica sea la transferencia y la asociación libre querrá decir que
lo que se promoverá será la asociación libre y que la transferencia aconte-
26 MIGUEL OSCAR MENASSA
más que una pregunta, fue una observación, pero la observación me hizo
preguntar por la importancia que yo quería darle a esa palabra.
Descentramiento sería una posibilidad esencial del símbolo. Sería, por lo
tanto, una posibilidad de la producción científica —habíamos dicho— y
yo hice un paréntesis para agregar que el descentramiento era también una
posibilidad de cierta sustancia llamada droga, y hoy podríamos agregar,
posibilidad de la propia locura, de la propia poesía. La operación de des-
centramiento consistiría, entonces, en relación a lo que quiero producir, la
existencia de un desdoblamiento, en tanto, a mí, me tiene que pasar lo que
voy a leer, pero tengo que estar en un tiempo tal que, además de que me
pase, pueda leer.
Por ejemplo: La ideología no permite el descentramiento. El amor no
permite el descentramiento. Las relaciones transferenciales intensas tam-
poco permiten el descentramiento. Los sistemas sociales no permiten el
descentramiento. En cambio, la locura permite el descentramiento.
Hay una teoría, muy interesante, de la locura donde el loco sería la
pieza más sana de la estructura familiar. Por eso enloquece. Por ser capaz,
mediante el famoso mecanismo de descentramiento, de verse en la estruc-
tura familiar, en la verdad de la estructura, cosa que normalmente no
puede hacer la familia. Y estas palabras no deben ser vanas, en tanto hay
toda una corriente psiquiátrica muy importante de la cual diría yo que
provenimos, que no trata al paciente psicótico si no se verifica simultáne-
amente el tratamiento de la familia y, a veces, el tratamiento de algunos
amigos del paciente psicótico.
Se me ocurre una disgresión. Pensé en los niños. El psicoanálisis de
niños es una cosa que se hace a menudo, que tiene muchas teorías que lo
respaldan. Pero si nosotros dejamos correr las palabras, con las pocas
palabras que pronunciamos acerca del psicoanálisis, evidentemente el
niño no desea. Por lo tanto, no es el niño el que se enferma, aunque en su
cuerpo estén los efectos de lo que desea, que no es él. Por lo tanto tendrá
que haber psicoanálisis de padres y no de niños. Pero lo que cuesta con
una teoría es ser consecuente con ella. Hay una frase que a mí siempre me
impresionó por su violencia de verdad: “O pervertimos la vida del practi-
cante o pervertimos la teoría”, y que al psicoanálisis le cuadra, yo diría,
casi perfectamente. Es decir que toda ciencia da impulso, no sólo a su de-
sarrollo como tal, sino que da como posibilidad, también, su ideologiza-
ción. Que si bien un método científico, por ser método científico, tiene
que estar en constante modificación (en tanto, es el método el que recibe
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 33
LA LOCURA
Y todo fue bien y todo fue mal. Y fueron desfilando por mi casa, seres
de todos los tamaños, siempre con la misma misión oculta, eso sí, y aún
para ellos mismos, de no
dejar crecer lo que crecía o, por lo menos,
de no poder mirar lo que crecía o, como mínimo,
olvidarse de no haber dejado crecer lo que crecía,
de haber mirado o de no haber mirado,
en fin,
olvidarse de todo.
Y fueron desfilando por mi vida,
hombres y mujeres.
Ingenieros,
amantes de los mecanismos de relojería.
Enfermedades infecciosas de corta duración,
38 MIGUEL OSCAR MENASSA
Gente que había sido siempre estafada. Les correspondía ser los
/estafadores.
Y todo fue en mi casa:
dejaron el dolor y me estafaron,
y todo estuvo bien y todo estuvo mal,
y desfilaron por mi casa,
una mujer,
y otra,
y aún otra más,
y en todos los casos dejaron su pequeña cagadita en un rincón
de la casa y en todos los casos fueron felices.
El error,
haberse llevado cuando huían, mi ritmo.
Se volverán locas.
Y no quiero nombrar lo que se nombra solo y qué también desfiló
por mi casa.
Quisiera que cada uno sepa el horror que trajo a mi vida.
Que cada uno revise lo robado,
en mi casa también había horrores.
y fuimos diciendo a todo que sí,
fuimos,
una maravillosa estación de servicio.
Y nuestras palabras,
nuestro semen,
y el flujo ardiente de nuestras amadas,
eran el combustible ambicionado para fortalecer esas pequeñas y
desesperadas vidas,
para que pudieran ahora fortalecidas,
escalar, por la montaña hasta su cumbre.
Así decían ellos,
escalar la montaña.
Estaban todos locos.
Le llamaban montaña a conseguir un trabajo,
conversar con la gente
—otros humanos como ellos—
beberse una cerveza en una tasca,
escribir un poema.
Y por mi casa desfiló también, mi propia locura.
40 MIGUEL OSCAR MENASSA
ción, donde no queda otro remedio que esclavizarse, quiero decir que si
el niño no se esclaviza, muere.
¿Ustedes recuerdan un niño recién nacido? Es interesante recordar un
niño recién nacido, verlo en su impotencia, para saber que de esa situación
frente a la muerte, sólo es posible sobrevivir esclavizándose, poniendo su
vida en el otro, y eso es lo que hace el niño cuando nace: poner para nacer
como humano su vida en el otro.
Ese otro en el cual el niño pone su vida, al psicoanálisis se le ha dado
en llamar, función madre, que sería cualquier objeto, persona, cosa o ani-
mal, que cumpla con los requerimientos funcionales del recién nacido.
No sé por qué, directamente después de la “interpretación” donde amos
y esclavos, en el auditorio, adoraban en silencio la misma muerte, se me ocu-
rrió hablar del niño recién nacido, que su situación biológica natural —ani-
mal— lo lleva a esclavizarse en ese otro, y entregarle su vida. En estas con-
diciones no sólo el niño no va a morir, sino que en el aprendizaje con la fun-
ción se va dando cuenta que la función puede, de alguna manera, más que él.
Y el pasaje dramático de ese pequeño cachorro animal a cachorro
humano se va a verificar, en el tiempo en que él niño pueda simultánea-
mente (por una capacidad de su sistema nervioso central) sentirse (en eso
que a la medicina se le ha dado en llamar propioceptivo) no unido, sepa-
rado, macerado. Donde no tiene unidas, en ese sentimiento de él propio,
las partes de su cuerpo, como en realidad las tiene unidas.
Dije que tenía que sentir simultáneamente esta sensación interior, y
una visión, una percepción exterior, acerca de él mismo, unido, entero,
como él mismo está unido, entero. El niño de pocos días (meses) no puede
diferenciar entre sus piernas y el barrote de la cuna. Esto que le ocurre al
niño, le ocurre al paciente psicótico, porque el psicótico no puede diferen-
ciar su cuerpo de aquello que lo continúa, la cama, el piso, los barrotes de
la cama, el otro.
Decimos que el paciente (tenga la edad que tenga) está en ese momen-
to transcurriendo entre la naturaleza y la cultura.
Está transcurriendo entre la posibilidad que tienen todos los seres
humanos, de ser animales, hacia la posibilidad que no todos los seres
humanos tienen, de ser humano.
El niño, por semejante y diferente a sus padres (humanos) pasará, si
esclaviza su ser a ser humano, de pequeño animal a hombre. Y en este
pasaje saltará definitivamente del campo de la necesidad al campo del
deseo. Lugar al cual ya no podrá volver, sino en forma de locura.
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 45
LA RAZON *
Todo es universal.
La guerra también.
Y uno sin darse cuenta.
/comiendo y bebiendo,
caminando tranquilamente por la ciudad de la mano de alguno de
/sus hijos,
se va poniendo,
digo,
sin darse cuenta, todo de un color.
Termina,
insisto,
sin darse cuenta,
amando ciertas palabras,
odiando
/ciertas palabras,
en fin,
combatiendo alocadamente.
Y yo,
no quiero combatir.
Estoy en contra de la guerra.
Y sin embargo lo
/sé,
carezco de poder para “implantar la paz”.
La paz,
exactamente igual que la guerra,
algo que otorgan y quitan los
/poderosos.
Darse cuenta de la falta de poder para la paz,
de la falta de valentía para la guerra,
también es doloroso.
Si no puedes la paz,
si te asusta la guerra,
te dejan,
—siempre en todos los casos—
fuera de la vida.
Y tampoco,
quiero quedarme fuera de la vida.
De pequeño aprendí,
50 MIGUEL OSCAR MENASSA
LA GRAN GUERRA,
una guerra de las palabras contra la biología,
contra la física
/moderna.
Basta de llantos matinales.
Basta de amor,
porque el amor es todo
/nuestro.
Es hora de zarpar,
el mundo nos espera.
Psicoanálisis y poesía,
dos interesantes miradas sobre la vida de los
/hombres,
que como toda mirada,
única o doble,
(ya que el doble es consecuencia y máscara de la dialéctica de lo
/único)
son insuficientes.
En ellas,
todo cierre es tan sólo una nueva
/metáfora.
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 51
Quiero decir,
en ellas,
todo es infinito en los contornos de un inverso
/finito.
Dos miradas extraviadas en ser,
siempre una novedad
y sin embargo,
hablar solamente,
escribir solamente,
dos formas privilegiadas de lo
único.
Por ahora,
psicoanálisis-poesía,
dos grandes y corpulentos valles de
/lágrimas.
Por ahora,
todo es dolor,
todo,
crítica punzante.
Por ahora, debemos
decirlo,
nadie aprueba los exámenes.
Psicoanalistas y Poetas,
hay pocos.
He descubierto y aunque para mí tal vez ya sea demasiado tarde,
/lo digo:
El mundo acontece fuera de mí.
Y no es tan fácil como parece,
/se trata
de un descubrimiento: el mundo no sólo acontece fuera de mí,
sino
/también,
fuera de los otros.
Quiero decir,
que más allá de nuestros cuerpos,
que más allá de la longitud de la mirada
—campo perfecto de nuestro
/gran amor—
52 MIGUEL OSCAR MENASSA
el mundo no existe.
El mundo más allá de nosotros,
también es un
/deseo.
Y aunque mis intenciones son decir siempre la verdad,
me voy dando cuenta, con el correr de los siglos,
que el camino hacia
/lo cierto,
es sólo un desvío en el camino hacia la nada.
Como vemos,
una pérdida lamentable de energía.
Lo cierto y su camino,
padece de
/todo.
Ciencias arrobadoras,
incapaces de producir sentidos más allá de sus
/vientres.
Vale decir,
pequeñas ciencias que, más allá del amor,
se hacen
/relativas envejecen.
Todo método, por más feroz que sea su designio,
para no
/enmohecerse,
para que no se pudran en sus propias entrañas los hallazgos de su
/valentía,
deberá,
transformarse con lo que transforma.
Deberá sufrir en su
/ser método,
una transformación.
No en los alrededores de su vida,
sino en su
/propia vida.
No en los contornos de ninguna ilusión,
sino,
en el centro mismo de la máquina que produce todas las ilusiones.
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 53
Un grito.
Una caricia.
A veces un olor.
Y tengamos cuidado,
porque cuando ella no sabe qué decir,
inventa la muerte,
para reinar majestuosa también sobre el silencio.
Ella es una
/asesina y dice la verdad:
más allá de mi cuerpo,
o la reproducción de mi cuerpo,
o la muerte.
/En mi cuerpo todo.
IV
¿Qué hacer?
Construir un mundo sin imágenes,
un diccionario en colores, una vida humana.
Saber que escribir, siempre es más difícil que morir.
Dormir esta noche,
amar desesperadamente mi cuerpo muerto.
El tiempo no pasa,
pasan los perfumes.
Un viento huracanado,
la propia noche en mis ojos,
un frío intenso
solar,
hasta el amanecer.
Un amor profundo,
un silencio en medio de la orfandad,
un silencio,
tenue, delicado silencio entre las blasfemias.
Una desesperación casi sublime,
un mal funcionamiento,
una manera antigua,
de estar,
vivir
fuera del tiempo.
Si salgo a la calle y me saludan,
si voy a mi trabajo y me saludan,
si cuando vuelvo a mi casa me saludan,
dispongo,
de las condiciones mínimas para ser,
un gran hombre.
Y si la gente,
en general,
me saluda,
pienso,
que la gente,
comienza a tener conmigo,
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 59
un acuerdo mínimo.
Un pacto,
un peligroso pacto de sangre.
Un estúpido buenos días,
sella para siempre,
a dos hombres,
en un pequeño y
final, mínimo acuerdo.
El hombre sabe,
—buenos días,
aunque se sienta mal.
–Buenos días,
aunque
nos parezca cualquier otra cosa.
El pacto es eterno,
y no habrá a cierta hora del día,
más,
que un mínimo acuerdo:
buenos días.
El pacto,
aunque pequeño pacto,
será un pacto feroz.
En buenos días, estamos de cuerdo con la noche,
con los amores nocturnos,
con las promesas nocturnas de amor,
con la eterna conversación entre amigos,
tules y brillantes perlas para los maricones.
Culo ábrete,
culo ciérrate,
y así,
va cantando el universo
Querido,
quiero explicarte,
que el amor entre hombres,
es,
una exageración del término.
El culo,
entre grandes hombres
60 MIGUEL OSCAR MENASSA
puede ser,
si se quiere,
una reflexión,
nunca una manera de reflexionar,
nunca un obstáculo.
El culo mi querido,
es,
una herida sangrante,
una flor a punto de brotar,
dejemos que florezca,
cada milímetro de nuestro cuerpo,
debe alcanzar,
nuestra palabra.
El culo también,
en él anidan,
los famosos mecanismos del odio y del amor,
y las claves,
del pensamiento científico de occidente.
Lo digo una vez más:
habrá culo para todo el mundo.
Un culo inmemorial
—casi sagrado—
El gran culo.
El culo de tu madre y la mía,
ejerciendo el control,
de todo el universo.
El día y la noche,
decimos,
una dialéctica paranoica,
o
más simplemente,
vagar,
entre el rumiar de las palabras:
ahora soy pequeño,
ahora soy grande.
mato cuando me dejan,
muero cuando no puedo,
cuando no puedo,
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 61
la flora
y la fauna,
y llegar a lo humano,
y seguir,
seguir y desarrollarse
y seguir
y llegar por fin a ser,
un nuevo y gran espíritu,
que contiene en su mirada todo,
y sin embargo,
es más.
Un dios, un verdadero dios,
un absoluto.
La primera piedra en el camino de todos aunque no se note.
Nos terminarán diciendo:
un pasaje necesario para el hombre,
el famoso excluido
es,
una prueba de esas intenciones.
Estar juntos para morir,
separarnos para morir,
tibios ejemplos de quien no se anima a la verdad,
un hombre,
una mujer,
detenidos,
en vanos recuerdos encubridores:
la amenaza de castración,
la envidia al pene.
Todavía,
no han alcanzado el olor de lo humano.
Él,
tiene pene.
Ella,
no tiene pene,
son dos mentirosos.
Cuando rocen alguna vez la verdad,
la transformarán en poder,
y el poder,
64 MIGUEL OSCAR MENASSA
lo usarán,
para exterminar,
la mentira sobre la tierra.
Son dos fanáticos,
dos creyentes llenos de fe.
Tener hasta el final,
tener hasta el final,
única ilusión.
Él
un pedazo de carne
o bien,
un poco de dinero.
Ella
una esperanza,
aunque más no sea,
un anhelo.
El culo,
como vemos,
es,
un,
círculo,
perfecto.
Más allá de su control,
el mundo nos espera.
Más allá de su control,
una nueva manera,
de ver el mundo,
nos espera.
Más allá de su control
los límites forman parte del estallido.
y no, como en su reinado,
donde los límites,
están sujetos,
al capricho de una posibilidad biológica:
contraerse-relajarse,
amar-odiar,
retener-expulsar,
la oferta y la demanda,
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 65
por ahora,
con la historia del conocimiento,
tampoco disminuye el dolor,
y la idea, permanece absoluta.
El cuarto término,
—como ejemplo la muerte—
puede como única posibilidad,
ponerle límites a la acción,
describirla.
Hacer mención del excluido,
eternizar su lugar,
darle muerte.
Y en esa repetición infalible,
encuentra la idea,
su absoluto.
Y si todo esto,
lo asociamos al nombre del padre,
entonces,
es verdad,
Dios,
está,
en todas partes.
V
GRUPO CERO
PSICOANÁLISIS Y POESÍA
ESE IMPOSIBLE
Giros de viento,
ráfagas de pequeños corpúsculos acerados hacia la muerte, desviaron
nuestro destino.
Somos,
desde hace años,
extranjeros a todo.
Iremos perdiendo con el paso de los días la calidez de nuestra
mirada,
aquel calor,
ardiente en nuestros ojos, cuando vivíamos en una tierra,
cuyos olores en plena primavera,
olían el olor de nuestro cuerpo.
Éramos,
antes de la catástrofe,
antes del estallido en mil fragmentos,
personas normales.
Médicos, amantes de la libertad.
Escritores,
amantes de la libertad.
En fin,
en general éramos,
sórdidos amantes de la libertad.
Señoras y señores,
padres e hijos de familia
y teníamos,
un porvenir asegurado.
La mujer,
el hombre,
debaten su ser entre las pocas palabras que conocen.
Una especie de pequeña oración en medio del tumulto.
Un pequeño dios a punto de morir,
contra la inmensidad de las partículas atómicas,
creciendo por doquier.
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 73
En cuanto al psicoanálisis.
al marxismo,
74 MIGUEL OSCAR MENASSA
a la poesía,
decimos,
que son sólo instrumentos de conocimiento.
Entre nosotros no es preciso que se salve nadie.
Los fusiles,
las religiones,
la pobreza,
son patrimonio de una dialéctica asesina.
Donde lo que se legaliza es la esclavitud
y la pena de muerte.
Y un amor,
codificado en el terreno de la fidelidad y la seguridad,
hablan claramente,
de los efectos sobre el hombre de una dialéctica,
que no acepta,
ni aún en sus transformaciones,
la existencia de más de dos términos.
Donde uno tiene el don
y el otro,
el deseo.
Una teoría,
construida por indígenas frente al descubrimiento de la posibilidad
especular.
Una religión,
construida sobre el miedo a la muerte,
da como resultado, una sociedad esclavista,
donde el goce tiene que ver siempre con la muerte,
porque el deseo lo tiene el que no sabe,
el que no tiene,
el que no duda,
en fin,
el deseo lo tiene un perfecto idiota,
condenado a muerte.
Donde el saber,
tiene que ver con el poder,
ya que el que puede, por poder, no desea y sabe.
Como vemos,
una teoría del dolor,
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 75
en todas direcciones.
Nos oponemos a todo.
La nada,
también queda cuestionada.
De las drogas,
Hiroshima se olvida.
Rusia retrocede.
Y los famosos tigres de papel,
están a punto de comerse, parte del
/arroz.
La humanidad toma un rumbo desconcertante,
y eso,
me desborda.
Querer, quisiera,
llevarme bien con alguien
y, sin embargo,
escribo,
que el vaivén de la intersubjetividad,
es,
demasiado familiar para el gran mundo.
Eso me parece.
Prefiero confiar en mi fuerza de trabajo y sin embargo,
mi escritura es sanguínea,
vital,
difícil de vender.
La literatura no me interesa,
y la vida,
no sé bien lo que es.
A veces pienso:
La vida todavía no ha comenzado.
Ser una brisa
o bien,
ser una ráfaga,
son, por ahora,
las tan naturales ambiciones de cualquier pasión.
El hombre se debate,
quiere ser y no puede.
Puede y cuando puede, ya no le interesa.
Los ojos,
la boca,
el ano,
un alma abierta
78 MIGUEL OSCAR MENASSA
o bien,
un corazón cerrado,
son todavía los límites de dicha imposibilidad.
Agujeros demasiado pequeños,
para que el hombre, caiga por ellos en el ser.
Agujeros demasiado pequeños,
para que por ellos,
entre la humanidad en el hombre.
Sangre y vergüenzas,
leches marinas,
pechos turbulentos para las bocas más sedientas,
opulento semen ascendiendo por las nacaradas paredes de tu celda,
son todavía tan sólo,
onomatopeyas de lo humano.
Un intento,
vano como otros,
de capturar con el nombre lo nombrado.
Mi tiempo,
no responde a ninguna cronología.
Mi tiempo,
más que transcurrir,
estalla.
Más que transcurrir lentamente,
mostrándole al pequeño hombrecito, que la vida pasa,
el tiempo es
un invento de la crueldad del hombre,
contra sus propios sueños.
Un límite preciso:
la noche.
Un comienzo seguro:
la mañana.
hambre y cólera,
donde su existencia, es siempre lo que fui.
dos cenizas.
Cuando la sangre acontecía,
era contra la propia sangre.
Tan roja,
una como otra.
Turbulentas manos,
con un esfuerzo comparable a morir,
desarticulan el mecanismo:
el número dos no existe, es siempre,
un desdoblamiento de la imagen.
Hombres, mujeres
encaprichados, en las famosas y viejas relaciones,
entre libres y esclavos.
A mí, me gustaría comenzar todo de cero.
Frente a este vacío.
Frente a esta imposibilidad.
Humos y barbarie.
y una lenta tarde donde todo transcurra como si fuera poco,
como si fuera lejano su transcurrir.
Brisa marina, arcángel de la noche,
toco tu boca,
perfume y violencia entre las tinieblas.
Desencadeno en mi ser los ritos del amor.
Vendimia seca.
Florezco entre tus jugos.
Entretejo mi vida entre tus helechos.
Ancla y mar,
tus olores,
tus peces abiertos y desordenados.
Ojos de bestia.
Vaca.
Vaca de la soledad.
Rosas ambarinas
y, también,
rosas de colores comunes
y espinas,
de rosas sanguíneas y carnosas.
Y también espinas salvajes de una perfumada rosa blanca,
—como alguna vez ocurrió—
antiguas y delicadas, espinas del amor.
Corona de espinas enamoradas sobre la cabeza del pequeño niño
dicelotodo.
El poeta,
fiel y empecinado corruptor del sentido.
Soldado de lo inevitable.
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 83
Hombres de plástico.
Gobernantes perversos.
Niños asesinados a patadas antes de nacer.
Pequeños navíos de la alegría,
hundidos,
antes de zarpar.
pueden tocar nuestras manos, ver nuestros ojos, gustar nuestra boca y
después del psicoanálisis nuestro pensamiento consciente pasa a formar
parte de nuestro aparato perceptual; por lo tanto, pasa a ser ilusorio aque-
llo que pienso conscientemente de mi vida, tan ilusorio como cuando veo
girar el sol alrededor de la tierra. Es decir que la capacidad de los sentidos
sólo llega a la posibilidad del reconocimiento. Miro el sol, reconozco su
existencia como astro, desconozco su movimiento real y confundo por
real—digo que es real—, que el sol gira alrededor de la tierra, cuando ése
es su movimiento aparente.
Esta confusión no quiere decir que sea un infradotado, sino que perci-
bo el movimiento que mi posición en el sistema solar me permite ver.
Estoy en la tierra, la tierra tiene varios movimientos, entre ellos los de
rotación y traslación, su posición es excéntrica en el sistema solar. Esta
estructura es la que determina que vea al sol dando vueltas alrededor de la
tierra. La teoría copernicana nos dice que esto es una ilusión de nuestros
sentidos, que aquello que creo cierto, simplemente, es ilusorio, que eso
que yo veo, palpo, discierno, que hasta puedo calcular, es ilusorio, y que
el movimiento real es diferente a lo que yo estoy viendo. Si el campo de
los fenómenos psíquicos, habíamos dicho, es el campo de la vida cotidia-
na del sujeto del inconsciente, decimos entonces que todo aquello que
puede ser percibido, sentido o pensado por el sujeto en su aparato percep-
tivo consciente, es ilusorio. El no ama a quien dice amar, él no odia a quien
dice odiar, él no inhibe frente a lo que cree inhibir.
A partir de la teoría del Inconsciente las cosas vienen a ser otras cosas de
lo que son y, esto, a veces, nos resulta difícil comprenderlo cuando se trata
de nuestra propia vida. Por eso es interesante pensar en otra producción
científica más conocida por nosotros, más asentada en nuestra cultura, ense-
ñada en los colegios, como es la producción de los números naturales.
Antes de su producción, la ley de los números naturales no existía en
ningún lugar. Nada podía indicar su aparición.
Antes de los números naturales, se utilizaba para contar procedi-
mientos mecánicos que tenían como característica relacionar dos con-
juntos reales; por un lado aquello que se quería contar: personas, ani-
males, cosas; y, por otro, con lo que se contaba: piedritas, dedos, ába-
cos. La existencia de este intercambio, antes de la ley de los números
naturales, donde tres dedos o tres piedritas era igual a tres animales,
supone un reconocimiento de la cantidad, en que el más y el menos era
percibido como sentido de ese intercambio. Lo que regulaba el sentido
92 MIGUEL OSCAR MENASSA
de lo que se pedía y el objeto con el cual se pedía, tenía que ver con un
concepto imaginario de cantidad. Para que los sujetos de este intercambio
pudieran coordinarse tenían que darse cuenta, aunque no dispusieran del
número, que 3 era más que 2.
La producción del número natural permite que uno de los que intercam-
bian deje de utilizar uno de los conjuntos reales, donde sin necesidad de las
piedritas ni de los dedos puede decir 3, 5, nombrando lo que se quiere
numerar con cualquiera de los números de la serie. Con la producción del
número natural ya no necesito, para intercambiar, que haya en la realidad
dos conjuntos reales que nombren la cantidad. Esto es muy interesante por-
que es precisamente la matemática la que rompe el circuito imaginario en el
cual vivía el hombre, ya que todo símbolo antes de las matemáticas era
Dios. Quiero decir que cuando el hombre quería nombrar la realidad o
alguna parte de la realidad por medio del símbolo, recurría a la idea de Dios.
Después de las matemáticas el hombre puede, por primera vez en la
historia de nuestra humanidad, nombrar un símbolo sin necesidad de
nombrar a Dios, porque ahora el símbolo no sólo es Dios sino que puede
ser también un número natural.
La fundación de esta primera ciencia se presta como inconsciente en la
producción de otras ciencias, quiero decir que determina una manera de
producir conceptos científicos que será semejante a la producción de
aquel primer concepto: el número natural.
Tres mil años después, el psicoanálisis nos dice que lo primero que le
pasa al niño antes de la adquisición del lenguaje, es poder coordinarse en
lo real como un objeto real con otro objeto real. Esto que lo hace pareci-
do a la cosa, esto que lo hace parecido a lo animal, es lo que el niño ten-
drá que vencer para llegar a la humanidad.
De esa marcha entre ese niño que se coordina en lo real como un obje-
to real con otro objeto real, hasta aquel niño que habla, es de lo que se
ocupa el psicoanálisis. Es decir que no hay inconsciente en ningún lugar
que no sea en ese crecimiento. Ni antes ni después, sino en ese pasaje que
el niño tiene que hacer, como había hecho la cosa para transformarse en
símbolo, desde lo real, sin llegar a Dios sino al lenguaje.
El niño nace precoz para vivir, el niño nace prematuro, insuficiente, sin
coordinación en su sistema nervioso central, sin visión, sin regulación de su
aparato circulatorio, sin regulación de la temperatura. El niño nace al borde
de la muerte. Tan al borde de la muerte nace el niño, que la persona, cosa o
máquina que pueda hacer los movimientos que le permitan vivir, ya que él no
SEMINARIO SIGMUND FREUD 93
los puede realizar, será la función madre. (Célula narcisística que hablará de
una dependencia tal, que tendrá como recompensa para el niño, no morir.)
La dependencia del niño con esa función no está en la función, está en la
prematuración, en la precocidad del nacimiento del cachorro humano. La
función madre tendrá la característica de la totalidad, por ser realmente
como función, la que es capaz de subvenir al niño todo lo que necesita para
no morir. Más dramático aun, exageraría, que no solamente es Un pequeño
animal cuando nace, sino que es un pequeño animal enfermo en tanto cuan-
do va creciendo, a una edad similar con otras especies animales, el niño
todavía no puede lo que pueden otros animales, por ejemplo el chimpancé.
No solamente es un animalito cuando nace, en tanto todavía no habla, toda-
vía no es humano, sino que como animal está desvalido, es prematuro, no
puede caminar, no puede ir hacia los objetos que le estimulan, no puede
alcanzar las figuras que llega a ver. Hay algo en él que lo anticipa a sus posi-
bilidades, hay algo en él que siempre le sugiere su prematuración. Lo que ve
siempre es una anticipación de lo que siente. El ve algo que se mueve a su
alrededor pero no puede alcanzarlo con sus movimientos Exagerando más,
él ve· su imagen reflejada en el espejo y no puede acercarse hasta espejo a
ver en qué consiste la imagen. El chimpancé se ve reflejado en el espejo y
puede llegar al espejo a ver en qué consiste el fenómeno de la imagen y
puede estimular con sus movimientos al espejo.
El psicoanálisis se ocupa de este momento fundante para el hombre,
que es el pasaje que todo humano, para serlo, tiene que atravesar: el pasa-
je entre la naturaleza y la cultura, el recorrido de la animalidad a la huma-
nidad. De esto se ocupa el psicoanálisis. El famoso inconsciente del que
empezamos a hablar, se funda en el pasaje que el pequeño niño tiene que
realizar, para transformarse en niño humano. La relación tan íntima con1a
madre, que le permite no morir en el recorrido, dejará en él rastros inol-
vidables. Podríamos decir que cualquier angustia, cualquier ansiedad,
cualquier miedo, tendrá que ver con aquel abrazo. Esta relación con la
madre deja huellas tan imborrables, tan inmortales para el sujeto que las
padece, que lo acompañará hasta su muerte con el nombre de deseo
inconsciente. Esa relación que tuve con esa función que no me dejó morir,
fue ideal en un tiempo de mi vida.
No solamente que todo reclamo, que toda demanda, que toda necesidad
era satisfecha, sino que no había en el mundo ningún otro que la necesitara
más que yo, solamente yo, y que ella, la función que no dejaba que yo murie-
ra, no tenía en el mundo a nadie que necesitara de ella. Yo era el único nece-
94 MIGUEL OSCAR MENASSA
sitado y ella la única que podía dar al único que necesitaba. No éramos dos,
éramos uno. Solamente la presencia de un otro en ella, que el niño llega a
darse cuenta de cualquier manera que podamos imaginar, con la aparición
real de otra persona, la misma palabra de la madre recordando al niño que ella
tiene otras circunstancias de su vida además de él, un imperceptible desvío en
su mirada o esos brazos tan cariñosos hasta ayer que hoy están tensos y al
acostarme en mi camita me hacen despertar sobresaltado; esa presencia es la
que va a permitir darme cuenta que mi madre tenía para mí un prestigio que
ya no puedo otorgarle, en tanto ella necesita de un otro de mí para ser.
Hay un momento donde el niño, para ser humano, atraviesa un lugar
donde el cuerpo de él y el cuerpo de la madre son el mismo cuerpo; donde
su cuerpo y el otro son él mismo, donde él y el otro no son más que él y su
propia imagen. Habíamos dicho que con la aparición del tercero, el padre
para algunos, la ley, el orden simbólico, el lenguaje, el niño comienza a rela-
cionarse con una madre diferente a la que se relacionaba hasta ese momen-
to. Una madre que frente a él ha quedado desprestigiada por no tener todo
lo que a él le correspondía, en tanto ella ahora además de a él, desea a un otro.
Para poder darme cuenta que somos dos, tenemos que ser tres.
El niño no llega a discriminar su cuerpo del cuerpo de la madre hasta
que no aparece otro cuerpo. Este otro cuerpo le exige al niño una parti-
ción, le exige, para poder mantener ahora una relación con la madre que
tenía y con lo nuevo, que aquella relación con la madre permanezca
inconsciente y para que la relación con la ley sea su yo, su conciencia.
A este momento refieren los investigadores cuando hablan de una
disociación, de una partición del yo, la fase del espejo de Lacan y el Edipo
si estamos hablando de Freud. El Edipo, entonces —como bien dice
Althusser—, no es la relación que el niño tiene con la madre ni el padre,
ni la relación que el niño tiene con la estructura familiar, sino que es el
pasaje dramático por el cual todo hombre tiene que atravesar para mutar
de cachorro animal a niño humano. El Edipo, más que el encuentro con
el padre, más que la decepción con la madre, nos muestra el encuentro del
pequeño animal con el símbolo.
Parece ser, por lo que estamos viendo, que para el psicoanálisis el hom-
bre solo no existe, viniendo con ello a cuestionar los pensamientos filosó-
ficos vigentes. No solamente que solo no existe, sino que solo no puede
constituirse como humano. El psicoanálisis nos dice que la humanidad no
es algo que nace con el hombre, sino que a ella hay que acceder.
Quiero hacer mención ahora de otra ciencia, la lingüística estructural,
SEMINARIO SIGMUND FREUD 95
del sujeto, puede llegar a ser el instrumento teórico para producir una teo-
ría de las ideologías, pero ahí el psicoanálisis dejará de ser psicoanálisis.
Para mostrar la diferencia entre lo pre-científico, lo mejor es verlo en
el mismo psicoanálisis, en tanto desde su fundación como ciencia va a
padecer una mancha negra, como una mancha de aceite que no se puede
quitar: la práctica terapéutica.
El psicoanálisis siempre querrá curar, aunque sepa que eso no es exac-
tamente lo que le corresponde. Nace curando.
La materia prima son los discursos de los primeros pacientes de
Freud, La Interpretación de los Sueños es un intento de generalización
de lo descubierto con sus pacientes. Freud elige los sueños para produ-
cir el inconsciente, porque soñar soñamos todos. Elijo los sueños, nos
dice, porque esto que he descubierto en mis enfermos, no corresponde
solamente a los enfermos, sino que he descubierto el funcionamiento del
psiquismo humano. Entonces, continúa diciendo, en La Interpretación
de los Sueños voy a demostrar, en ese suceso que es el soñar, que les ocu-
rre a todas las personas, que el hombre piensa donde no es, que es pen-
sado, que él no piensa, que la verdad está en otro lugar de donde él cree
que está; que su síntoma no es un síntoma sino una realización de un
deseo inconsciente, sexual, infantil, reprimido. Que puede ser que su
angustia tenga que ver con lo que él menciona en lo real, pero la capaci-
dad de angustiarse, la posibilidad de sentir angustia frente a eso que a él
se le aparece como real, es la realización de un deseo inconsciente,
sexual, infantil, reprimido.
El psicoanálisis descentra al sujeto de la conciencia de la misma mane-
ra que la teoría copernicana descentró al sujeto de la geografía. Descentra
al sujeto de la conciencia como Darwin descentra al sujeto biológico
diciéndole que no era el centro de la creación sino un eslabón de la cade-
na de los seres vivos; como Marx descentra al sujeto social, en tanto su
posición en el sistema no dependerá de él sino de sus relaciones dentro del
sistema.
Estas son heridas narcisísticas para el hombre que se creía el centro del
universo, el centro de los seres vivos, el centro de las relaciones sociales,
el centro de su vida psíquica.
Tenemos hoy día, según estas ciencias, un sujeto descentrado que no
determina desde él, desde lo que él es, ni su posición en el sistema bioló-
gico, ni su posición en el sistema social, ni su posición en el sistema geo-
gráfico, ni su posición en el sistema del inconsciente. El está excéntrico.
SEMINARIO SIGMUND FREUD 97
—Primer intento—
Que ahora estamos un poco aburridos de él pero que fue una verdade-
ra revolución, en tanto permitió la socialización universal. El aconteci-
miento de la máquina herramienta provoca una revolución en la produc-
ción de objetos.
Recién ahora, con las modernas epistemologías, estamos en presencia
de los instrumentos apropiados para la construcción de una máquina
herramienta para la producción de conocimientos; que el hombre tres-
cientos años antes alcanza para la producción de objetos. Es decir que la
producción de pensamiento lleva trescientos años de retraso con respecto
a la construcción del objeto técnico. Máquina herramienta que permitirá
llevar a un estado de socialización universal el modo de producción del
conocimiento científico.
Proceso de creación que viene a abrir como posibilidad la producción
del inconsciente en 1900. A partir de este hecho y en sus extensiones,
podemos empezar a pensar la ideología como un sistema inconsciente de
ideas, imposible de transformarse por medio de la tan nombrada “con-
cientización”, en tanto nosotros sabemos que es absolutamente imposible
hacer consciente lo inconsciente, porque lo inconsciente —habíamos
dicho— no estaba en ningún lugar, por lo tanto no se podía trasladar de
un lugar a otro. El inconsciente había que producirlo.
Freud, cuando comienza a trabajar en La Interpretación de los
Sueños dice, la materia prima no ha de ser el sueño soñado, no ha de ser
el sueño real, el sueño vivido. Nuestro nivel de objetividad será el
sueño contado, es decir, será verdaderamente una materia prima, el
sueño contado ya necesitó un pequeño trabajo de elaboración para ser
contado.
Nuevo nivel de objetividad, porque con los elementos que me ofre-
cían las epistemologías empiristas, no podía determinarlo como objeto, en
tanto jamás podía saber si concordaba o no concordaba con la realidad.
Las características de estas ciencias actuales, ciencias conjeturales, permi-
ten esto que no permitía el empirismo, ese nuevo nivel de objetividad.
Un fragmento, un trozo discurso va a ser trabajado por Freud con tres
instrumentos: el famoso y tan cuestionado “principio de constancia”, que
no es de ninguna manera el principio físico de constancia sino que es la
filosofía que se desprende del principio físico de constancia. Otro instru-
mento de una cuantía incalculable porque hasta aún hoy permanece como
instrumento de lectura psicoanalítica, es una concepción filosófica que se
estaba gestando en la época de Freud y que tendía a mostrar que lo que
SEMINARIO SIGMUND FREUD 103
ferencia con Elizabeth porque era ella la que le dijo que lo que él había
pensado no servía.
Es tan revolucionario el descubrimiento freudiano que no consigue
nunca ponerse de moda. Mientras que nosotros sabemos —algunos de
nosotros—, por nuestra práctica personal, cómo desprendimientos de la
teoría freudiana se han puesto de moda. y así tuvimos de moda muchos
tipos de psicoanálisis que en ningún caso fueron freudianos.
Con Freud lo que se hace es no leerlo, criticar su ser burgués como si el
inconsciente fuera de alguien, como si la tierra girara alrededor del sol para
alguien, y esto nos hace preguntar hasta dónde se escamotea, hasta dónde se
saca de circulación el descubrimiento producido. Ni una sola de las institu-
ciones psicoanalíticas que yo conozco ha dejado entrar en su seno el concep-
to inconsciente, en tanto la distribución y el uso de la economía y de los afec-
tos, siguen siendo en las corporaciones psicoanalíticas, exactamente, igual
que en cualquier otro tipo de institución. Este parentesco se debe al cogito
cartesiano que, paradojalmente, es lo que el psicoanálisis viene a subvertir.
Que las instituciones y las corporaciones psicoanalíticas, más que
mantener el descubrimiento, más que modificar el método —condición de
todo método científico para serlo, su posibilidad de rectificación—, hicie-
ron del descubrimiento, un dogma, negando hasta estipular condiciones
de salud. Si usted tiene buenas relaciones sexuales, sociales y goza de una
buena economía, está psicoanalíticamente sano.
Se llegó a creer que el sujeto está asociando, podía llegar a su inconsciente,
podría llegar a enunciar contenidos inconscientes. Cuando Freud dice clara-
mente en su primera tesis en el capítulo de “Método de la Interpretación
Onírica” que el sueño tiene sentido, pero tiene sentido si se lo interpreta cien-
tíficamente con el método psicoanalítico que permite construir en la tesis
donde el sueño tiene sentido, que el sentido es una realización de deseos.
Razón que mantuvo durante mucho tiempo ciegas a muchas corpora-
ciones psicoanalíticas, en tanto buscaban en las profundidades del ser, el
inconsciente. Como si el inconsciente se pudiera pescar, como si se pudie-
ra atrapar, como si el inconsciente pudiera agotarse en su sentido. Como
si el inconsciente algo tuviera que ver con el ser.
El deseo inconsciente es inmortal, sueño porque cuando sueño deseo
y si no deseo estoy muerto, por eso sueño, sueño porque cuando estoy
dormido es la única manera que tengo de desear.
Deseo, para Freud, que en su constitución genera y determina lo que
estamos acostumbrados a sentir el centro de nuestro ser: la famosa y tan
SEMINARIO SIGMUND FREUD 105
vigilante conciencia, órgano perceptual que, como todos los órganos per-
ceptuales, quedan contrariados por los descubrimientos científicos.
Veo el sol con mis propios ojos girar alrededor de la tierra, he sido
engañado. Creo que amo a esa mujer, he sido otra vez engañado. Creo que
estoy tocando a este hombre. Quiero decir que la conciencia —en tanto
órgano perceptual— caería en la ilusión de la apariencia. Para Freud, en la
conciencia nunca podría acontecer la verdad, por eso que pone en cues-
tión precisamente a todo aquel que piensa donde es, porque el pensamien-
to inconsciente acontece donde el sujeto no es, en el inconsciente.
Acontece en aquel tiempo que al hombre le falta. Deseo que por haberse
constituido de tal manera estará condenado a no poder expresarse nunca
como tal.
Y así como la palabra nunca puede abarcar la cosa que nombra ni con-
fundirse con ella, los productos efectos del trabajo inconsciente (que
acontece cuando el sujeto no es, en el inconsciente) no son el inconscien-
te ni pueden confundirse con él.
Producción del inconsciente querrá decir que tuve un trabajo de cons-
trucción teórica de un objeto de conocimiento: el concepto Inconsciente
que, por su modalidad, produce un método de la interpretación, construc-
ción que, como en toda disciplina científica, sirve de materia para el de-
sarrollo de una técnica, y todavía estamos hablando de teoría.
Decimos entonces que los conceptos reguladores de la práctica técni-
ca son la asociación libre y la transferencia. Recién ahora con esta triple
articulación de objeto, método y técnica, donde todo es un complejo arti-
culado de nociones y conceptos, comienza la práctica técnica, es decir,
comienza la probabilidad de acceder al objeto real: el inconsciente de fula-
no de tal. Sin objeto de conocimiento, sin método que se desprende del
objeto y sin una técnica que se genera en la materialidad del método, acce-
der al objeto real es imposible. Trabajo real del sueño, por ejemplo, que
yo les podría decir, donde si la materia prima es el deseo inconsciente, los
instrumentos del trabajo del sueño son la condensación y desplazamien-
to y el producto es el sueño manifiesto.
Tratando de redondear, esa simpleza de decir que ése es el trabajo real
del sueño, yo diría que eso es una especulación teórica porque en realidad
es en la especulación teórica que esa teoría sabe cómo es el trabajo real del
sueño, ya que se enfrenta con los objetos últimos de este trabajo, el sueño
manifiesto contado por el soñante.
Trabaja con el método de interpretación y construye las causas que
106 MIGUEL OSCAR MENASSA
determinaron los efectos. Recién ahora puede decir: el proceso real debería
ser aquel que partiendo del deseo inconsciente que yo produje con la inter-
pretación y atravesando la censura, después de haber sido sometidos a los
procesos de condensación y desplazamiento, aparece en la conciencia como
sueño manifiesto. Trabajo real que, aunque me meta dentro de la cabeza del
soñante, no puedo saber cómo es. Deseo que aunque descifre no puedo
hallar. Discurso manifiesto que no es un simple proceso de un trabajo, sino
que es una deformación en tanto nosotros habíamos visto que al utilizar los
instrumentos que nos brindaban el método y la técnica, el sujeto asociando
libremente en el campo que ofrece la transferencia y mediante la interpreta-
ción, construimos el deseo inconsciente. Deseo inconsciente que no está en
ningún lugar, que hubo de ser construido teóricamente porque el incons-
ciente freudiano no es ni siquiera el inconsciente freudiano de antes de 1900
ni todos lo otros inconscientes que se mencionaron.
Este inconsciente es el concepto formal abstracto que sirve como inva-
riante a un conjunto de nociones que establecen con él, el cuerpo teórico
de la teoría del inconsciente, concepto de represión, concepto de aparato
psíquico, concepto de repetición, concepto de transferencia. Todos liga-
dos en una articulación con el descubrimiento, es decir el inconsciente.
Luego, una vez producido el objeto de conocimiento, tampoco tene-
mos el inconsciente, porque ahora cuando nos encontramos en la situa-
ción del diálogo, tendrá que volverse a producir y ¿qué será del incons-
ciente, el tan famoso inconsciente que se produce en las relaciones psico-
analíticas? Será el diálogo que sean capaces de establecer el paciente y el
psicoanalista. Ese será el inconsciente de fulano de tal, sujeto psíquico que
por serlo está condenado a no ser, a menos que hable. Como un discurso
siempre implica la presencia de un otro, será en la dimensión del diálogo
donde acontecerá el inconsciente.
Toda la instrumentación moderna acerca de la conceptualización psi-
coanalítica, muestra cómo ninguna teoría actual puede pasar de la teoría
del inconsciente.
Hay hasta hoy la imposibilidad de alterar el descubrimiento. Ni el
mismo corte teórico que Freud produce en su obra con su segunda tópi-
ca altera el descubrimiento. Porque es verdad que la formulación del año
1923 en El Yo y el Ello, propone un aparato psíquico que ahora tiene rela-
ciones más complejas que el de 1900, pero el inconsciente de 1900 no
piensa, no calcula, y sólo le interesa transformar, y el inconsciente de 1923
no piensa, no calcula y sólo le interesa transformar. El inconsciente de
SEMINARIO SIGMUND FREUD 107
Positivismo lógico. Freud, a partir del último objeto del sistema, el sueño
contado, es decir, deformado por el soñante, la palabra, el síntoma, no la
parálisis braquial, produce una ruptura en el lugar donde determina cuá-
les son los procesos del conocimiento científico.
Por lo tanto el psicoanálisis es una ruptura filosófica al determinar que
el proceso de investigación psicoanalítico es un proceso que parte de los
efectos, determina una ruptura filosófica en el lugar donde la filosofía
habla de la producción del conocimiento. Por lo tanto el psicoanálisis
puede ser una de las ciencias piloto para la redefinición de la filosofía.
Si parto del efecto y voy reconstruyendo operaciones, entonces inter-
preto la causa. Tengo el sueño manifiesto, la asociación libre determinada
técnicamente y ahí luego hago construcción de operadores y digo, despla-
zamiento y condensación, puesta en escena, simbolización. Con esto
construyo, interpreto la existencia de una fuerza capaz de actuar sin mos-
trarse. Una fuerza que proviene de un lugar diferente de donde acontece
el hecho, pero que tiene la capacidad de producirlo. Construyo, interpre-
to una fuerza a la que denomino: deseo inconsciente. Después de hacer
esta construcción teórica, debemos especular que el trabajo real del sueño
es el siguiente: la materia prima es el deseo inconsciente, los instrumentos
que actúan sobre el deseo inconsciente son la condensación y el desplaza-
miento y se produce el sueño manifiesto —trabajo real del sueño—. Si
pensamos que el psicoanálisis tendrá que inscribirse socialmente en lo que
normalmente se llama salud mental, pedagogía, familia, tendríamos que
pensar que sería mejor poder regular y prever las transformaciones, tanto
las pedagógicas como a nivel de la salud y la familia. Y si no disponemos
de una estructuración teórica, si sólo disponemos del bienestar que nos
brinda la ideología, nunca podremos regular ni prever las transformacio-
nes producidas. Esto quiere decir que comienzan a complicarse las cosas.
No es que el trabajo ideológico no produzca efectos, el trabajo ideológi-
co produce efectos. La psicología conductista también cura pacientes, el
psicoanálisis Kleinjano, la medicina general, el arte de bordar, los viajes
rápidos a Grecia, también curan pacientes. Pero estos métodos, aplicados
al campo psíquico, no pueden regular ni prever los efectos que producen.
Por lo tanto no pueden hacer ni diagnóstico, ni pronóstico, ni plan de tra-
tamiento.
Si algo vimos hasta aquí, nos permitimos pasar de los caldeos a 1895,
donde la conciencia era el centro de todos los fenómenos psíquicos,
donde la histeria era confundida con un capricho o, en la mayoría de los
116 MIGUEL OSCAR MENASSA
casos, como una producción orgánica que afectaba, no se sabía por qué,
los procesos psíquicos.
En ese campo precientífico (anterior a La Interpretación de los Sueños)
Freud comienza a trabajar sus primeros escritos. El es el más grande de los
conciencialistas, el último.
Quiero decir que una lectura productiva de la obra de Sigmund Freud
requeriría también una lectura epistemológica de su obra, en tanto Freud
no es todo el tiempo aquel que produce el concepto inconsciente. El tam-
bién es un racionalista que duda. También sueña si va a terminar creyen-
do que los procesos psicológicos se transforman psicológicamente, o si
cuando el proceso psicológico ha invadido el cuerpo debe aplicar la medi-
cina, la biología, para su tratamiento (análisis del sueño de Irma).
La producción teórica se moviliza y se cuestiona en contacto con el expe-
rimento. Es Anna O. la que le dice a Breuer, por favor déjeme hablar, es
Emmy la que le dice a Freud, no me hipnotice más, cambie de técnica, la hip-
nosis no sirve para el objeto que usted está investigando, el inconsciente.
Como Freud tenía intención que su tarea sea científica, no sólo modifica
la técnica, sino que va a revisar la teoría. Es Emmy quien le dice, por favor,
déjeme contar los sueños. Y es Elizabeth quien lleva a Freud en la relación
transferencial a que escriba el Proyecto de Psicología. Producción en la que
Freud intenta dar un fundamento científico a su descubrimiento. Y científi-
co para Freud en 1895 era con el modelo de las ciencias naturales.
Es también Elizabeth quien dice a Freud, por favor no me interrumpa.
Hablar y soñar sin interrupción son características fundamentales del
objeto inconsciente.
Palabras que nunca escuchamos o si escuchamos estaban articuladas de
otra manera. Todo eso ocurre en la página donde Freud escribe qué es el sis-
tema inconsciente por primera vez en la historia de la Psicología, cuando
Freud produce el objeto formal abstracto: Inconsciente. Se produce, si des-
pués no cristaliza social o ideológicamente no es un problema de la ciencia,
es el problema de la transformación de la sociedad en la cual la ciencia cola-
bora como cualquier disciplina, es decir, en la articulación de las prácticas. Es
un problema de la ciencia en el lugar donde le corresponde practicar con
otras disciplinas un conjunto armónico de transformación. La ciencia es
importante en el campo científico que se quiere producir; vamos a hablar del
hombre psicológico, del ser psíquico, y ahí es importante la ciencia.
La importancia de la ciencia, hemos visto, es relativa. En el gran
mundo, dentro de la metáfora de todo lo posible que es la realidad, la
CONCEPTO DE RUPTURA 117
NOTAS
3. Cuando vayamos a los textos de Freud, qué visión, qué manera, qué
modo de apropiación vamos a definir para apropiarnos de la materia
prima —en este caso Freud—, para transformarla con ese modo de apro-
piación en nuestra lectura de esta teoría. Es decir, no es la materia prima
la que define el modo de producción, sino que son los medios de produc-
ción los que definen el modo de producción.
10. Sin la apertura del campo físico hubiese sido absolutamente impo-
sible la producción del sistema capitalista, porque sin física no hubiese
sido posible ni la polea ni la máquina herramienta; y sin polea, es decir, sin
rueda sinfín, y sin máquina herramienta hubiese sido absolutamente
imposible la producción en serie; y si no había producción en serie, no era
absolutamente necesaria la creación del proletariado.
Quiero decirles no se entusiasmen tanto en contra del capitalismo, que
sin capitalismo y sin sociedad burguesa hubiese sido absolutamente impo-
sible el proceso de socialización universal; y sin el proceso de socializa-
ción universal hubiese sido absolutamente imposible el acontecimiento de
las ciencias conjeturales: teoría del valor, teoría del inconsciente y —si
ustedes quieren— teoría del signo lingüístico. Ciencias que se producen
paradojalmente como liberadoras y transformadoras de esta sociedad,
pero como productos y generadas por este tipo de sociedad.
No estoy diciendo nada raro cuando digo que vosotros mismos dais
más crédito a vuestra razón que a vuestros sueños, cuando escribís una
carta dais más importancia al contenido general de la carta que a los tres
errores que cometisteis en la carta. Se da más importancia a una enferme-
dad grave que a una leve.
que vencer una segunda resistencia: que este modo de razonar nuevo que
se me propone, es un razonar sobre las cuestiones de mi vida. Por eso se
dice que en la práctica psicoanalítica no hay práctica psicoanalítica si no
hay consecuentemente con ella una transformación, no sólo de los pacien-
tes, sino del psicoanalista.
Es decir que si no hay transformación del practicante no se está prac-
ticando el psicoanálisis, se está practicando otra cosa. Para que se esté
practicando el psicoanálisis el operador tiene que transformarse en la ope-
ración que realiza.
Llegados a este punto podríamos hacer un paréntesis para ver de
dónde proviene esto, que el investigador tiene que transformarse en el
proceso de la investigación.
En Crítica de la Razón Pura, Kant abre este camino a la posibilidad de
producir un campo teórico—filosófico que diera cuenta de cómo se pro-
ducía el pensamiento. Cuando Freud toma a Kant, lo toma en el lugar
donde Kant dice haber producido él mismo una revolución copernicana,
al colocar dentro del campo del conocimiento prekantiano, donde el
conocimiento estaba en el objeto, por lo tanto los objetos eran esenciales,
tenían una esencia y, de ahí, provenía el conocimiento. Kant pone un suje-
to cognoscente y dice que es el sujeto cognoscente el que trae o produce
el conocimiento.
Es Spinosa el que da un paso más en este sentido, cuando llega a con-
cluir que no hay conocimiento sin transformación de lo que se conoce en
la operación de conocimiento. Podemos decir que de aquí parten todos
los desarrollos materialistas, tanto los de la Escuela de París como los de
la Escuela de Frankfurt, a pesar de sus diferencias, y si hay una práctica
verdaderamente spinosiana sería la práctica psicoanalítica. Tanto es esto
así que no hay conocimiento si no se verifica transformación de lo que se
conoce, es decir, del sujeto sobre el cual se está aplicando el método y la
técnica psicoanalítica, y además y simultáneamente la transformación del
psicoanalista, del operador.
Digo que no hay práctica como la psicoanalítica para esa explicación,
en tanto ustedes saben que está programado dentro de las comunidades
psicoanalíticas no sólo el psicoanálisis del psicoanalista —eso se descar-
ta— sino la supervisión permanente con una persona con mayor expe-
riencia en el campo y en forma comunitaria. La supervisión permanente,
es decir, una tercera voz, una tercera oreja en esa relación tan compleja de
transformar al sujeto psíquico.
CONCEPTO DE RUPTURA 131
Para que esto sea posible, para que la mercancía pueda escenificarse en
su valor de cambio, es necesario que ella haga abstracción de su valor de
uso. Hablamos de esto antes de entrar en el trabajo del sueño o en el tra-
bajo teórico de producción del concepto inconsciente, para ver si encon-
tramos las relaciones lógicas entre lo que conocemos como trabajo y lo
que Freud llama trabajo del sueño.
En el capítulo anterior debería haber quedado claro que los sentidos,
la certeza que dan los sentidos, la certeza sensible, aquello catalogado
como cierto por nuestra percepción consciente, mostraba, después de un
trabajo de interpretación, que la certeza era ilusoria.
Todo sentimiento, toda certeza afectiva, toda reflexión consciente debe
ser considerada como apariencia.
El término ruptura, que nosotros exportamos del materialismo histó-
rico, es efecto producto de un trabajo. Le quitamos a la Teoría, a la
Filosofía, a la misma Poesía la inspiración, la genialidad, para pasar a defi-
nir este tipo de producciones mediando un trabajo.
El verbo trabajar mueve a recordar una vieja polémica acerca de si el hom-
bre, esa mutación que se produce en el animal, para que en esa transforma-
ción aparezca un hombre, está claro que es por el habla, pero no está tan claro
por qué no se produce el habla para producir esa mutación. Algunos maes-
tros dicen que ese tránsito no sólo es generado por el habla sino que es gene-
rado por la necesidad de agrupar un trabajo para la transformación de la natu-
raleza. Vieja polémica mal planteada y no solucionada, que como psicoana-
lista resuelvo fácilmente: el sujeto es un sujeto psíquico en cuanto que habla.
Hacerse una pregunta por el origen es mítico, es metafísica, pero no
sería bueno que nadie más se preguntara por los orígenes.
Cuando digo aparato psíquico, hablo de un aparato psíquico constitui-
do y cuando digo relaciones de producción hablo de unas relaciones de
producción en un determinado sistema de relaciones. y para comprender
y transformar ese sistema no necesito saber nada de los orígenes. Una vez
definido el aparato psíquico, ya no interesa si el aparato psíquico venía
con el niño antes de nacer, se forma en el pasaje edípico o es simplemen-
te, como dicen algunos autores, algún modelo ideológico del Estado.
En todas las traducciones al castellano, la palabra de los textos de
Freud está traducida como elaboración, con lo cual sutilmente se pierde la
dimensión de lo que Freud vendría a decirnos, que no había ahí nada creati-
vo como sugiere la palabra elaboración, que se trataba de un trabajo sobre
una materia prima, con instrumentos que producen transformación, efectos.
CONCEPTO DE TRABAJO 135
Trabajo que está condicionado por sus leyes. Trabajo teórico que produce
como efecto producto del trabajo el concepto de inconsciente. El concepto
de inconsciente va a intervenir ahora en la operación práctica psicoanalítica
como instrumento, no como objeto de conocimiento, no como producto.
Se produce una mercancía que es producto efecto de un trabajo, esa
mercancía, una vez producida, puede reingresar al circuito de trabajo,
como medio (materia prima) o como instrumento de trabajo.
Cuando explicábamos en la clase anterior cómo la Física había toma-
do prestado de las matemáticas el concepto de magnitudes geométricas
y sus leyes, teníamos otro ejemplo de cómo por ser producto de un tra-
bajo, las magnitudes geométricas podían ahora participar de un nuevo
proceso de producción, no ya como efecto producto de un trabajo sino
como instrumento para operar sobre una materia prima diferente: el
campo físico. El principio de constancia es producto efecto del trabajo
teórico de la física, pasa en el nuevo proceso de producción, el proceso
de producción del campo psicoanalítico, como instrumento, como
medio de producción.
Se dice que Freud toma de la física el concepto o el principio de cons-
tancia, esto es falso. Freud no toma el principio de constancia, toma la
concepción filosófica, ideológica que se desprende del principio de cons-
tancia físico. Es verdad que el concepto abarcativo de campo donde van a
acontecer los fenómenos psíquicos, es decir, aparato psíquico, es un con-
cepto que Freud toma de un texto donde ese aparato psíquico tiene base
biológica. Pero toma el vacío formal de ese aparato que tiene dos instan-
cias y la energía que transcurre en él es eterna, es decir, constante. Si no
está donde tiene que estar, está condensada o desplazada. No toma el apa-
rato psíquico que se funda en lo biológico, toma el producto formal últi-
mo del trabajo del Proyecto de Psicología para Neurólogos vacío, formal,
en tanto, lo que va a delimitar en él La Interpretación de los Sueños, es una
ruptura definitiva del aparato psíquico con lo biológico.
Con estos elementos vamos a tratar de acercarnos ahora al texto de La
Interpretación de los Sueños. Vamos a describir tres tipos de trabajos:
—Un primer trabajo es el trabajo teórico cuya materia prima es el dis-
curso onírico, trabajo que va a operar transformaciones en esta materia
prima (como todo trabajo), con instrumentos teóricos: principio de cons-
tancia, concepto de aparato psíquico y la noción filosófica de latente y
manifiesto. Trabajo teórico que con estos instrumentos va a operar sobre
la materia prima para producir el concepto de Inconsciente. Su resultado
136 MIGUEL OSCAR MENASSA
NOTAS
Ese sería el hombre sano, el hombre que sin necesidad de pensar que
el mundo se destruye lo vea crecer. Hoy día el que más, el que menos,
alguna fantasía escatológica tiene, de destrucción, de cambio ético.
Es muy probable que cambie la ética.
¿Es posible que haya una especie de fin de mundo?
Está planteado que es la naturaleza neurótica del ser humano actual; le
hace fantasear y por lo tanto concebir una destrucción, pero el hombre
está creciendo, es la aceleración lo que no puede capturar, somos peque-
ños si enfrentamos lo que somos capaces como humanos y la capacidad
de la humanidad que para cada pequeño hombre es inmortal. Tampoco la
especie humana es inmortal, pero para cada sujeto, para cada hombre,
para cada mujer, sigue siendo inmortal.
Siempre la especie humana esta antes que él naciera y continúa después
de su muerte. El instante de los celos, cuando se nace y cuando se muere.
Cuando el Edipo, porque uno se da cuenta que además de él y la mamá el
mundo está lleno de personas. Después no se olvida nunca más. Y cuan-
do se muere porque se da cuenta que el mundo sigue, si tienes ese grado
de inteligencia, para darte cuenta que tú te mueres y el mundo sigue, otra
vez se vuelve a sentir el sentimiento de celos. El resto de los celos que se
sienten durante toda la vida son ficticios, son para negar estas dos situa-
ciones.
¿Se puede decir que en la idea necesaria para producir el trabajo tam-
poco está la mesa?
Es posible la unión de la materia y el pensamiento, que es algo que en
filosofía no fue resuelto, fue resuelto por muy pocas disciplinas, Marx lo
soluciona en el sentido de que en la idea de la finalidad, la mesa, ahí está
CONCEPTO DE TRABAJO 145
conseguía, teniendo una relación invariante con los otros conceptos. Por esta
relación invariante articulada en él —en nuestro caso el inconsciente— daba
el nombre a la estructura que se llama entonces estructura del inconsciente.
Quiero decir que el concepto inconsciente no abarca la totalidad de la reali-
dad inconsciente, que dentro del cosmos de la realidad inconsciente, la cien-
cia psicoanalítica, proveyéndose de un concepto general de campo en el que
opera —el aparato psíquico—, recortaba toda la realidad inconsciente y decía
que del psiquismo del que iba a hablar era del que transcurría en los límites
del aparato psíquico, que el inconsciente generaba y sobredeterminaba.
Cuando hablamos del inconsciente, hablamos de aquella realidad
inconsciente determinada por la teoría del inconsciente que en ningún
caso abarca la totalidad de la realidad inconsciente.
¿Esto qué quiere decir?
Quiere decir que en la práctica técnica psicoanalítica, cuando me voy
a enfrentar con el objeto real a conocer, el inconsciente de fulano de tal,
jamás, aunque lo intente, podré determinar todos sus contenidos.
Hay versiones filosóficas que asocian el concepto de sobredetermina-
ción al de causa única y al de causa en última instancia, en las que todavía
la religión y la determinación mecánica son las concepciones de lectura, es
decir, donde aún no se ha ingresado al campo de la ruptura.
Lo que quiero mostrar es que la estructura sobredeterminante —el
concepto inconsciente— queda relativizada, en su sobredeterminación, a
lo que sobredetermina.
Toda interpretación psicoanalítica será de un contenido sexual, pero
no toda la sexualidad puede ser interpretada. ¿Por qué? Porque el incons-
ciente es una estructura sobredeterminante. ¿Sobre qué? Sobre lo que
sobredetermina, únicamente sobre eso.
No que en cualquier circunstancia, contexto o tiempo, puede haber
una interpretación psicoanalítica, sino solamente en el tiempo del incons-
ciente. No en cualquier espacio de la realidad inconsciente, sino en el
espacio de la realidad inconsciente que determina el contexto de aparato
psíquico, de sujeto psíquico.
¿Qué es el sujeto? ¿Es el hombre?
Nada que ver con el hombre, sino lo que del hombre pueda determinar-
se teóricamente como particularidad de una ciencia particular. Un punto de
relatividad en la inmensidad del cosmos. Esa es la relatividad de una ciencia.
Normalmente no nos llegan las ciencias sino su ideologización, por
eso es que toda ciencia transmitida en estos sistemas nos resulta una mara-
152 MIGUEL OSCAR MENASSA
NOTAS
Ejemplo: ella sufre porque hay alguien que la va a violar. Tiene deli-
rios. Va a la noche a la casa y cierra la puerta con llave y le pone un hilo a
la puerta, a la cerradura, baja las persianas, se levanta frente a cualquier
ruido, cuando un hombre se acerca para darle algo ella vuelve a pensar que
la quieren violar y huye, se tropieza, cae, está desesperada. Su vida se
transformará definitivamente cuando ella pueda enunciar en lugar de “me
quieren violar”, “quiero ser poseída” y ahí cambia toda su estructura
mental. Por lo tanto a mí no me interesa que puedan o no violarla o que
ella tenga o no relaciones después del cambio, a mí lo que me interesaba
como psicoanalista era poner en la frase transmutada la verdadera frase, es
decir la frase reprimida: “quiero que me posean”. Es probable que des-
pués de haber recorrido sus fracasos, cuando se vuelva a encontrar en
situaciones semejantes sentirá otros sentimientos.
Freud subvierte el cogito cartesiano y llega a decir que se piensa donde
no se es. En su trabajo sobre La negación (1925) dice que el ser sólo se
puede poner en contacto con lo social a través del mecanismo de la nega-
ción, es decir sin que el sujeto se dé cuenta que eso que enuncia acontece:
“No vaya a creer, doctor, que la mujer del sueño es mi madre”, que quie-
re decir “la mujer del sueño es mi madre, y a mí no me gustaría que fuera
así”. Hace pasar el deseo a la conciencia a condición de ser negado, no
como cuando hay represión que se reprime la representación y aparece el
afecto, es transmutado, es transferido a otras representaciones, sino que es
la representación inconsciente tal cual aparece en la conciencia a condi-
ción de que el sujeto no se dé cuenta que ha puesto en contacto su ser con
el mundo.
La teoría del inconsciente levanta la ceguera que el hombre tenía fren-
te a sus propios sentimientos, frente a sus propios deseos, frente a sus pro-
pias ambiciones.
La conciencia es ciega. El que ve es Tiresias que es ciego. Eso significa
que con los ojos no se puede ver el pensamiento, que para pensar no hacen
falta los ojos, sino ¿por qué voy a poner en el mito a un ciego pensando?
que superar el asco que me dan las personas, para conocer también
tengo que superar no solamente el asco que me dan las personas sino
los desarreglos que los nuevos conocimientos producen en mi pensa-
miento, inhibición que se interpreta como miedo al cambio general-
mente. Cualquier tipo de cambio. Freud llega a decir que para no cam-
biar, el paciente desea durante gran parte de su tratamiento, por eso son
tan largos los tratamientos, no curarse. Porque ha percibido, porque el
psicoanalista se lo ha dicho de alguna manera que curarse es transfor-
marse, por lo tanto, para evitar la transformación el paciente llega a
desear no curarse.
TIEMPO REAL Y TIEMPO HISTÓRICO
actual doy sentido a la experiencia pasada, rompo con la cronología del tiem-
po y transformo el tiempo real en historia, en tiempo histórico, y en psicoa-
nálisis, en tiempo del inconsciente, en tanto el tiempo histórico tiene las mis-
mas características que el tiempo del inconsciente, es decir, el futuro anterior.
Las bases de este tiempo son la interpretación y la recurrencia, el aprés-
coup para la escuela francesa, la acción diferida para la escuela inglesa,
recurrencia para el materialismo dialéctico —quiero mostrar que es el
mismo concepto— pero que se ha evitado en las escuelas psicoanalíticas
ese fenómeno para hacernos creer que no es el mismo concepto. Yo acon-
sejo que se llame recurrencia. Un tiempo tal que me viene dado desde el
futuro. Sin darnos cuenta y hablando de otras cosas hemos hablado del
tiempo del inconsciente: el tiempo futuro anterior.
Por ejemplo la aplicación de la cronológica concepción del tiempo
como instrumento de lectura de la historia del psicoanálisis diría que la
historia del psicoanálisis comienza con el inconsciente de Platón, o el
inconsciente de Descartes o el inconsciente de Schopenhauer. O que la
historia del psicoanálisis comienza con los trabajos de Freud y de Breuer
sobre un caso de histeria, o que comienza con los primeros trabajos de
Charcot en los famosos cortes anatómicos, o con el fenómeno de doble
conciencia de Janet, o cuando Freud nombra la palabra inconsciente tan
ideológica todavía en 1895 como la palabra inconsciente de Platón, el
inconsciente de Descartes y la filosofía del inconsciente que proviene de
ese filósofo tan poco leído que fue Schopenhauer.
El psicoanálisis comienza cuando es capaz de producir su objeto de cono-
cimiento. Objeto de conocimiento que le tiene que ser propio y que tiene que
mostrar —en el desarrollo de su producción, que en todos los casos tiene que
ser una obra escrita— los momentos del trabajo de su construcción.
Nosotros habíamos tenido como un acuerdo primitivo en decir que
esta obra en Freud es La Interpretación de los Sueños, cosa que intentare-
mos demostrar a lo largo de estos tres años. Pero una vez puestos de
acuerdo en que La Interpretación de los Sueños es el primer texto escrito
en que aparece el concepto de inconsciente, recién ahora podemos decir
que ha comenzado el tiempo histórico del psicoanálisis; si se me permite
la metáfora, el psicoanálisis nace en La Interpretación de los Sueños. Por
lo tanto aquello que el tiempo real nos mostraba como histórico en su
sucesión continua que venía de atrás para adelante, queda reducido ahora,
con el acontecimiento del concepto, en lo que podríamos llamar la prehis-
toria del psicoanálisis o de la ciencia psicoanalítica.
164 MIGUEL OSCAR MENASSA
quedan excluidos del tiempo, cuando el concepto del tiempo que usamos
es lo que ahora podríamos llamar —vuelvo a insistir— un concepto ideo-
lógico del tiempo. Les estoy tratando de recordar que a ustedes les ense-
ñaron en EGB, en BUP, en el COU, en la Universidad, cuando tuvieron
el primer novio, la primera novia, que todo estaba pautado por el tiempo
que venía del pasado, que se hacía presente y que no tenía otro remedio
que ir hacia el porvenir. De esta concepción del tiempo vienen todas las
teorías psicológicas y desviaciones psicoanalíticas, lo dicen por la radio y
la televisión, que la enfermedad mental es una repetición del pasado, que
la gente se enferma por la infancia que tuvo. Por lo tanto, esa concepción
dice que el trauma viene del pasado e influye en el presente y provoca la
enfermedad. Entonces, para resolver la enfermedad tenemos que volver al
pasado y cuando el paciente recuerda lo que le pasó, se cura. Esto es el
método catártico (Freud 1893,1894, 1895).
Cuando Freud todavía creía como los filósofos y las ciencias de su
época que el pasado caía sobre el presente dándole una forma y que este
presente daba la forma futura.
Por decirlo de alguna manera, lo que se había omitido en la filosofía
anterior a Freud era que había un límite en la existencia humana, lo que se
había omitido antes del descubrimiento del inconsciente era que el hom-
bre era un ser mortal. Por lo tanto lo que se iba a repetir no viene desde
ningún pasado, sino que venía desde el futuro. Que lo que se iba a repetir
en el síntoma no era una repetición que venía del pasado sino que el psi-
coanálisis produce un tiempo tal en donde la repetición se dispara desde
el futuro. Es decir, desde ese límite material a la existencia del hombre es
desde donde se dispara ese mecanismo de la compulsión a la repetición y
permite elaborar teóricamente el instinto de muerte. Un tiempo que, los
que se animan a darle un nombre, le llaman futuro anterior y que tiene la
característica de no cumplir con la esencia del tiempo aristotélico.
Este mismo proceso de un tiempo que tiene que respetar para su pro-
ducción una secuencia lógica se plantea como discusión teológica, aunque
nadie la haya discutido, sino que ahora nosotros planteamos la discusión
trayendo los textos respectivos.
Para el antiguo Dios hebreo era posible lo imposible, y es ésa una con-
cepción acerca del tiempo. En cambio para el Dios cristiano no es posible
lo imposible, y ésta es otra concepción del tiempo. Es decir, para el Dios
cristiano no puede ser que lo que haya pasado no haya pasado; no puede
pasar lo que no pasó. No quiero traer aquí ninguna verdad, sino una pro-
166 MIGUEL OSCAR MENASSA
blematización del campo. Para el Dios hebreo, en cambio, una cosa que
no haya pasado puede pasar, y una cosa que pasó puede no haber pasado.
Quiere decir que la forma tiempo no está absolutizada aún para la religión
hebrea, en tanto para este Dios es posible que lo que haya pasado no haya
pasado. No se trata —como muchas veces se piensa— que estos dioses
son tan diferentes como para que uno haga posible lo imposible, y para
que otro no lo pueda hacer, sino que el Dios hebreo no es el tiempo y por
lo tanto puede hacer con el tiempo que pase lo que no pasó o borrar lo
que pasó. Para el Dios cristiano el tiempo es Dios, por lo tanto el tiempo
tiene que tener las características de Dios: ser único, eterno y siempre
igual a sí mismo. No es que nos encontramos con un Dios menos pode-
roso que otro, sino que cada uno muestra, en su relación con el tiempo,
su poder. Digo el tiempo y estoy diciendo un tiempo que es siempre el
mismo tiempo, que es isomorfo, homogéneo, eterno, irreversible, y que
siempre va del pasado hacia el presente, para el futuro. Entendiendo por
pasado lo que ya pasó, por presente el estar siendo y por futuro lo que
todavía no ha sido. Pasado que contiene lo que se sabe, lo que se conoce
y lo que no se conoce. Un futuro que siempre se abre limpio hacia el uni-
verso y que en él se encuentran las posibilidades de que, lo que todavía no
ha sido, sea.
La característica fundamental de este tiempo —que es el que todos
manejamos—, el tiempo del reloj, es la de ser un tiempo continuo que va
de atrás para adelante. Si ésta es la concepción del tiempo que tengo
(Melanie Klein, escuela de Palo Alto y todo el conductismo que ha roza-
do el psicoanálisis) creeré que las cosas que me pasaron en la primera
infancia son las que producen mi presente.
Este ejemplo del tiempo es para mostrarles que todos estuvimos algu-
na vez preocupados por el tiempo. Por ejemplo, la burguesía está muy
preocupada por el tiempo, en el sentido de que ¿quién no conoce por estar
perfectamente escrita— la historia previa a la producción del sistema
social capitalista? Todos conocemos esa historia. La burguesía acepta el
tiempo histórico hasta su producción como sistema. Una vez que se pro-
duce como sistema, adquiere las características de eternidad, de naturale-
za. Es decir, la historia existe para la burguesía hasta la producción de la
burguesía, después las sociedades son naturales, no se transforman.
Transformación histórica hubo antes de la burguesía, ¿para qué?, para que
aconteciera la burguesía. Pero una vez que acontece la burguesía, deja de
existir para ésta el tiempo histórico, el tiempo de las transformaciones. Así
TIEMPO REAL Y TIEMPO HISTÓRICO 167
que los fenómenos no son exteriores e interiores, pero lo digo así para que
lo entiendan. Es decir, nuestro mundo real son los fenómenos determina-
dos por la malla invisible de nuestras relaciones sociales y nuestro mundo
interior aquel mundo determinado por la compleja malla de nuestras rela-
ciones intersubjetivas, es decir, nuestras relaciones inconscientes.
No es que estoy de acuerdo con una forma particular de pensar el
tiempo porque me haya encaprichado o porque sea un obcecado, sino
porque al modificar esa concepción del tiempo, tengo que modificar la
concepción que tengo acerca de mi vida anímica, acerca del pensamiento,
acerca de la vida misma.
Poder decir en esta verdadera subversión de la razón filosófica, que no
soy aquel que mi pasado ha determinado, sino que soy el que va a morir.
Y ése es el deseo inconsciente, no es el psicoanálisis, ni es cómo se tienen
que comportar los humanos unos con otros, ni es porque nos vamos a
morir que tengamos que vivir de cualquier manera. No dije nada de eso.
Dije que los hechos no son hasta después de ser interpretados. No es el
pasado, entonces, lo que determina, porque el pasado no existe como tal
sino después de haber sido interpretado. Es por eso que el psicoanálisis se
puede permitir decir que un proceso psicoanalítico es una nueva escritu-
ra que acontece sobre una escritura anterior —el pasado— que lo trans-
forma. Que es una historia que se escribe durante el proceso psicoanalíti-
co sobre otra historia que era la que suponíamos escrita y además inde-
seable, inmodificable, absolutamente imposible de ser transformada por-
que ya había pasado. El proceso psicoanalítico muestra precisamente un
pasado con tal dinamismo que sea capaz de transformarse por los hechos
futuros, es decir, los que todavía no acontecieron.
Freud se da cuenta de este problema cuando dice: El Inconsciente no
tiene tiempo. Quería decir: el tiempo del inconsciente no es como el tiem-
po único que conocemos. El tiempo del inconsciente no se puede medir
ni contar, no sucede sino que es discontinuo. El, por primera vez en sus
escritos comienza a tener una noción de este problema cuando le escribe
una carta a su amigo Fliess y le habla de un aparato psíquico formado por
capas, como estructurado por capas donde de vez en cuando una de las
capas es como que se va sedimentando en el contorno de las otras capas,
el esquema que emplea para tener la noción de lo que ocurre con el tiem-
po psíquico, no debe ser tenido en cuenta. La conclusión es que parecería
ser que las nuevas capas darían otro sentido y transformarían las estruc-
turas anteriores. No que las viejas capas producirían una nueva estructu-
TIEMPO REAL Y TIEMPO HISTÓRICO 169
cen aún más del setenta por ciento de los psicoanalistas del mundo, la
Escuela Kleiniana de Psicoanálisis, ha creído que la determinación venía del
pasado. y cuando digo que el setenta por ciento de los psicoanalistas del
mundo son kleinianos, no lo digo, o lo digo en broma, en el sentido de que
ya no son kleinianos pero siguen pensando que la determinación viene del
pasado, porque para pensar otro tipo de determinación, también Lacan lo
dice muy clarito, tenemos que cambiar la concepción del tiempo.
Y aquí la paradoja: el sujeto está determinado desde el futuro. Porque
no es la muerte que ya aconteció, ni es la gran indignación que le produ-
jo la decepción fálica, que también ocurrió, ni es el padre terrorífico lo que
determina la vida del sujeto sino que es algo que todavía no ocurrió: su
propia muerte. Y ésa es toda la falta del sujeto.
Ese que desde lo que todavía no fue, determina que el sistema psíqui-
co, sea como es, se llama: futuro anterior, que marca que es el presente el
que determina que el pasado sea un hecho o no lo sea, determina que la
transferencia sea la técnica, en tanto en esa transferencia, en esa actualidad,
se van a generar las frases, los símbolos, capaces de dar cuenta de aquel
pasado. No es que se modifique el pasado, se modifica la sobredetermina-
ción, no el pasado.
No habría necesidad de recordar nada. El hombre hablando con otros
hombres no tendría necesidad de recordar nada. Los psicoanalistas pensa-
mos que aquello que se recuerda está sobredeterminado a recordarse. “No
me hallarías si no me hubieses buscado”; es un dicho bíblico pero que
bien hace a lo que ocurre en inconsciente: lo que se busca ya fue hallado.
¿Dónde? En el proceso inconsciente. Si digo: Todos los hombres que me
miran a los ojos son impotentes, eso es algo que me viene de la realidad y
yo encuentro o yo buscaba hombres impotentes, por eso es que encontré
hombres impotentes. Es decir, yo había hallado en mi escritura psíquica la
figura de un hombre como impotente, por lo tanto no podía hacer ningu-
na otra cosa que generar en la realidad social, o realidad objetiva, ese hom-
bre impotente.
La regresión, mecanismo que tanto tiene que ver con el tiempo, en rea-
lidad sería cuando la demanda del sujeto, y demandar demandamos todos
cada vez que hablamos, cuando ese hablar se recarga con los significantes
de otra escena que ésa que está ocurriendo. A eso se le llama regresión.
El consejo de que el psicoanalista tiene que interpretar aprovechando
la transferencia, marca el sentido que el tiempo del inconsciente imprime
al método. Porque hay que interpretar en la transferencia, porque desde
176 MIGUEL OSCAR MENASSA
el inconsciente. Pero para que lo sea, además de averiguar todo lo que ave-
rigua la lingüística, tengo que averiguar la retórica del deseo.
No cómo transformo mi llanto en otra cosa, sino por qué lloro. Y ade-
más, ¿por qué para universalizar mi llanto utilicé el cielo? Eso no lo puede
el análisis lingüístico, eso necesita la asociación del poeta que escribió el
verso, la instalación de la transferencia y la lectura de los lazos transferen-
ciales que unen al poeta con la persona que lo está psicoanalizando.
No es tan sencillo como lo estoy haciendo. Cuando digo lectura
ingenua-lectura-epistemológica, por ejemplo, también el positivismo
tiene lecturas epistemológicas, también el positivismo lógico dice que la
teoría freudiana comienza en el año 23, tiene su teoría, su ideología, su
modo de ver. Para leer como queremos leer tenemos que transformar la
noción de tiempo como habíamos visto, fundamentalmente. Y tenemos
que subvertir el cogito cartesiano. Y aquí viene el dilema que yo creo
que muy pocos psicoanalistas superan, no solamente que muy pocos
alumnos de Freud superan, sino que muy pocos psicoanalistas superan
y que es permitirse pensar de una manera diferente al racionalismo, al
positivismo lógico.
Si el centro de mi vida es la conciencia, ustedes se dan cuenta que el
pensamiento se genera sobre ilusiones. Cualquier ejemplo, miro girar el
sol alrededor de la tierra y tengo un pensamiento. Usted me mira, tengo
un pensamiento, no le pregunto por qué me mira para que usted me diga
una frase, entonces no le contesto a la frase, sino que yo pienso desde la
certeza sensible, desde lo que siento, es decir no me importa ni la realidad
psíquica ni la realidad objetiva.
¿Y por qué el Estado me enseña a pensar de una manera que yo termi-
no desinteresado de la realidad psíquica y de la realidad social, objetiva?
Bueno señores, porque aquél que está interesado en la realidad social la
transforma y aquel que está interesado en la realidad psíquica la transfor-
ma. Y el Estado, el Estado psíquico y el Estado social no quieren que haya
transformaciones de esa situación que los sostiene como sistemas.
Porque habremos de pensar junto con Freud que a la madre no se la
puede matar de ninguna manera, pero también junto con él habremos
de pensar que hay situaciones analíticas donde un hombre comienza a
vivir fuera de la esfera de atracción de su madre. Es decir, cuando Freud
define cura analítica, en realidad lo que está definiendo es una vida
fuera de la esfera de la madre, es decir una vida fuera de los modelos
ideológicos del Estado, porque es la madre cuando le da cariñosamen-
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 187
te la teta a su hijo la que le transmite en ese acto los modelos ideológicos del
Estado, y después cuando lo educa, cuando le enseña a lavarse la cara y no
puede dejar de hacer eso, porque eso se podrá dejar de hacer mediante una
transformación de los modos de producción de hijos y de mercancía.
Toda escritura es producto-efecto de haber elaborado una lectura. Uno
lee y elabora la lectura y produce un escrito. Aquí también se nos vuelve
a plantear que, una vez transformado el tiempo en el cual observo los
fenómenos, no puedo abandonar el método propuesto. Es decir, no es que
leo, elaboro lectura y ahora tengo la escritura, sino que tengo la escritura
y en lo que la escritura no me dice por decir, porque ahí donde me dice
algo me oculta alguna otra cosa, reconstruyo en ese silencio los supuestos
y las ausencias y las preguntas. Es decir, reconstruyo en esos silencios el
modo de lectura con el cual se produjo esa escritura.
Habíamos conversado también acerca de la “imposibilidad”, de la difi-
cultad que el propio sujeto que elaboraba la ciencia o que trabajaba y pro-
ducía la ciencia, o la obra de arte, o el ensayo, o la novela, tenía para poder
hablar o poder llegar a hablar con exactitud del proceso de producción de
esa ciencia o del proceso de producción de la obra de arte.
En el caso de la ciencia, la epistemología, en el caso de las artes, su poéti-
ca. Si esto hubiese quedado separado así para siempre, estarían los artistas
estudiando acerca de la poética y los científicos acerca de la epistemología.
Podríamos decir que es junto con el psicoanálisis, en tanto es a partir de la
dimensión que cobra Freud en la historia del conocimiento contemporáneo,
que cobra dimensión la poesía como método de conocimiento.
Ahora se nos complican un poco las situaciones: Si cuando no encuen-
tro, porque ya he buscado durante treinta y cinco años aquello que de la
mujer he de decir de su sexualidad, usted, querido lector, pregúnteselo a
los poetas, dice Freud.
Cuando Freud está pensando esa segunda escena, a la cual él ya negó
por medio de su imaginación y sus representaciones imaginantes, sin las
cuales es absolutamente imposible la ciencia, a la concepción de un otro
espacio de la conciencia, es en los versos de los poetas que encontró la
posibilidad de pensar esa segunda escena, ese sistema otro de la concien-
cia —así lo hubiese pensado Freud—, en tanto hablaba de él.
Es decir, que si llevados por el desvío que produce toda institución del
psicoanálisis hubimos de hacer hincapié acerca de las lecturas que nos
posibilita el campo de la ciencia, he mentido. Porque he hablado de la lec-
tura ingenua, de la lectura epistemológica, de la lectura científica, de las
188 MIGUEL OSCAR MENASSA
sino su poesía narrativa —que es una cosa diferente— la que marca de una
manera definitiva, diría yo, la narrativa actual italiana.
¿Cómo poder —como decía Freud— o qué será para nosotros en aquel
decir, ser psicoanalistas cultos? Según este sesgo por el cual estamos tratan-
do de ir hoy, tan oscuro, a tientas, para Freud un psicoanalista culto sería
poder leer en la poesía contemporánea las futuras tesis que pongan en cues-
tión el psicoanálisis y su transformación. En tanto en ningún otro lugar —
diría Freud, yo no me animo a decirlo, lo estoy diciendo por él—, en nin-
gún otro lugar que en la poesía, aquella poesía producida por aquel supues-
to método que todavía no sabemos cuál es, pero es el método de la poesía
como instrumento de conocimiento, sería el único espacio, el único tiempo
donde el psicoanalista encontraría lo que ya en su práctica se produce. Pero
que los instrumentos teóricos de los cuales dispone no pueden leer el fenó-
meno que ya se ha producido seguramente en la consulta de todos los psi-
coanalistas del mundo acerca del objeto, de la técnica y del método psicoa-
nalítico. En estos ochenta años de práctica psicoanalítica, no solamente el
método se ha modificado en el año 1937, cuando Freud escribe
Construcciones en psicoanálisis, para que el método pase a ser ahora el méto-
do de interpretación-construcción, construcción no reconstrucción.
Construcción porque se va a construir algo nuevo, algo que no existía,
método de interpretación-construcción. El método se ha transformado
más aún porque después del año 1937 pasaron cuarenta y cuatro años de
práctica psicoanalítica. No solamente de práctica técnica psicoanalítica
sino de práctica teórica psicoanalítica. Si hubo una modificación del méto-
do, como nosotros sabemos que no podemos tener un método e ir a la
teoría, que no podemos tener un método y construir el objeto sino que,
antes de tener un método, teníamos que haber producido el objeto de
conocimiento y el objeto de conocimiento era el que daba la materialidad,
la posibilidad, el modo de aprehensión del método, tenemos que la prác-
tica científica era regulada a través del método desde la teoría, tenemos
que suponer transformaciones en la práctica técnica psicoanalítica. Es
decir que en las consultas de todos los psicoanalistas, de cualquier psico-
analista joven, viejo, mayor, con o sin experiencia, la técnica psicoanalíti-
ca que practican actualmente no está en ningún libro. Así como era pre-
científico el lugar aquel donde Freud navegaba entre palabras y situacio-
nes vivenciales con sus pacientes y sus colegas, podríamos decir, tomán-
donos una libertad epistemológica la epistemología no nos permitiría
decir esto—, es como si nosotros, los que nos ocupamos del psicoanálisis
190 MIGUEL OSCAR MENASSA
NOTAS
2. ¿Puede tener que ver con los mitos el hecho de que Freud haya
nombrado palabras de la Mitología como Edipo, narcisismo...?
Esa es una pregunta que yo me haría. Es un trabajo que hay que hacer,
hay que ver dónde está la denominación, eso es lo que tenemos que recons-
truir, cómo lo leía. Es la propuesta, es lo que vamos a hacer. Veo la
Mitología, veo lo que produce, entonces entre la diferencia, entre la materia
prima y el resultado, tengo que reconstruir los operadores. Es un trabajo
que tengo que hacer sobre el texto. Si no me animo a hacerlo, me confun-
do. La pregunta es para poder instrumentalizar todo lo que estuvimos vien-
do en las cinco clases anteriores y todo lo que aparezca acerca de la teoría
del conocimiento. No puedo saber de antemano, sino que tengo que ir a
reconstruir supuestos. Yo no les demuestro a ustedes por la cita literal que
Freud tenía razón. Habíamos dicho que encontrábamos la cita literal y para
saber lo que decía la cita recurríamos al método de reconstrucción de los
supuestos de las preguntas, de las ausencias, la enunciación, para completar
esa escritura con la lectura que él había producido. Puedo estar mirando un
mito pero mi mirada puede no ser mítica. Puedo estar mirando un fenóme-
no científico pero mi mirada puede no ser científica. Puedo estar mirando
un hecho poético y mi mirada puede no ser poética.
6. Yo creo que entre nosotros está pasando algo muy novedoso, que no
sé si nos puede recordar o no a otra cosa, porque, como el mismo Freud
dice, no tenemos con qué comparar lo que estamos hablando. Que esto
194 MIGUEL OSCAR MENASSA
Más adelante veremos que esto se define como la fase del espejo, y que
la posibilidad real la da el cortex. Hasta que el cortex no tenga la posibili-
dad de la reduplicación el niño no puede atravesar por la fase del espejo.
Pero una vez que el cortex esté lo suficientemente maduro como para dar
la posibilidad de duplicación, de los seis meses en adelante el niño va a
atravesar la fase del espejo.
Situación que atraviesa el niño y que le sirve para darse cuenta de que
además de él hay otro. Donde se funda la matriz de identificación, donde
el niño se siente despedazado, desunido y se ve unido en el espejo, que
aparece como un protodeseo en: “Quiero ser ese niño entero”. Sobre ese
“quiero ser ese niño entero” se funda la matriz de identificación; en ese
lugar, de mayor dirá: “Quiero ser novio de ella, quiero ser bombero, quie-
ro ser médico”. Sobre “quiero ser ese niño entero” se funda la agresividad
en el encuentro con el otro.
11. Lo que ocurre es que antes de eso existe la célula narcisística donde
el niño es parte del cuerpo de la madre. Esto tanto es así que la pediatría
moderna dice que el niño no enferma hasta muy avanzado en años, que
cualquier síntoma que padece el niño debe ser revisado en la relación del
niño con la madre, y de la madre, y el padre del niño. Antes de declarar
enfermo al niño hay que ir a revisar la situación de deseo entre el padre y
la madre.
Esta pediatría está en que el niño cuando nace no es el niño, sino que
es una parte del cuerpo de la madre. Hay una frase moderna, poética si
ustedes quieren, que dice: “Si somos dos en realidad somos uno, para que
haya dos tiene que haber tres”. Es decir, tiene que haber alguien que lea
que hay dos, porque cuando hay dos hay alguien que lee que hay uno.
Esto quiere decir que el niño no es un niño cuando nace, sino sólo cuan-
do puede percibir simultáneamente que su cuerpo es diferente del cuerpo
de la madre, y cuando percibe en ella un deseo por otro que no sea él.
Ahí se constituye el inconsciente, es decir el “famoso” Tercero, la ley
simbólica, el padre, el Nombre del Padre, la Spaltung de la Escuela
Alemana.
Cuando percibo simultáneamente esa situación podemos decir que
ingreso en el campo de lo humano. Previamente era la prehistoria de ese
humano, un animal.
Es decir que el niño cuando nace es un animal, pero para colmo enfer-
mo. El chimpancé a los seis meses puede con el espejo lo que el niño no
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 197
13. Quiero que todas estas generalizaciones nos sirvan para que nos
vayamos haciendo a una imaginería, que nos sirva para darle la importan-
cia que tiene la escritura en todo proceso de investigación.
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 199
14. El sujeto vive encadenado quiere decir: están los modelos ideológicos
del Estado que dependen de los modos de producción, nadie se puede salvar
de esa determinación, todo el mundo sufre, el que tiene que defender lo que
tiene, el que tiene que reivindicar lo que no tiene. La dialéctica que rige las
relaciones de producción es la dialéctica del amo y el esclavo, todavía no se
ha superado a Hegel. Por lo tanto el esclavo padece de querer liberarse, y el
amo padece de tener que hacer gozar al esclavo para que no se libere.
Por lo tanto el esclavo goza pero no sabe, y el amo no goza pero sabe.
15. Cuando uno lee los Diálogos de Platón, Platón vive en esos diálo-
gos como si fuera contemporáneo. Lo que verdaderamente se inmortali-
za es lo que produce la poesía, no sé si el poeta se inmortaliza. El hecho
poético, la frase se inmortaliza.
No sé si Pavese se inmortaliza, pero se inmortaliza su frase que dice
que llega un momento en la vida del hombre que cuando vuelve a atrave-
sar la calle como cuando era niño para escapar de casa, ya no es un niño y
ya no escapa de casa. No importa quién la dice, dentro de mil años esta
frase será todavía ideología y nadie recordará a Pavese.
Yo nombro a Hegel, pero ustedes lo padecen sin conocerlo; la dialéc-
tica del amo y el esclavo se vive actualmente porque hubo un hombre que
la escribió: Hegel. No hace falta conocer a Hegel para ser hegeliano. Se
inmortaliza el hecho escritural.
estos conocimientos. Es muy difícil de aceptar que eso surge del pensa-
miento inconsciente. Para Descartes pensar y ser eran la misma cosa porque
sólo pensaba aquél que era. Para el psicoanálisis cuando se dice que se sub-
vierte el cogito cartesiano, se dice que se subvierte: el hombre piensa donde
no es, por lo tanto no es en su consciencia donde el hombre piensa.
No solamente esto, sino que la consciencia psicoanalítica pasa a ser un
órgano perceptual, con la importancia de los órganos perceptuales. Como
capacidad perceptiva tiene la capacidad de mirar hacia “adentro” y hacia
“fuera”, es decir, está contactada con el otro de las relaciones sociales de
producción, con el prójimo y con el Otro inconsciente. Esa sería la inte-
ligencia de la consciencia. Está generada por la instancia inconsciente y lo
que se produce en la consciencia son producto efecto del trabajo incons-
ciente.
Se subvierte el cogito cartesiano, la lógica aristotélica en el sentido del
bien. Pero nosotros no somos ninguna otra cosa que cartesianos y aristo-
télicos. Vengo a hablar de nuestros prejuicios. Qué otra cosa soy.
Escribo poesía, entonces de la poesía un crítico puede decir: “Fulano
de tal se evade de la dialéctica aristotélica y yo lo acepto”. Pero yo no, las
frases escritas en el libro se evaden de la dialéctica aristotélica.
Habíamos dicho que hay una moral desmoronada en los libros, que el
hombre padece a gusto de padecer esa moral y de ser portador como
estandarte de esa moral que ya no sirve para nada. Ese hombre soy yo, no
es usted. No estoy criticando, estoy criticando a los sistemas que mantie-
nen en nosotros esta ceguera.
Padecemos la ilusión de nuestros sentidos, teniendo en cuenta que para
el psicoanálisis la consciencia es un sentido más, por lo tanto padezco la ilu-
sión de todos mis fenómenos de consciencia, desde mis amores más recón-
ditos hasta mis odios más severos o mi militancia política, hecho éste que me
sirve para decir que todavía no se consiguió transformar la vida de ningún
militante. Esto no se consiguió porque los militantes padecen los modelos
ideológicos, los cuales se padecen inconscientemente.
Por lo tanto, Luporini ya lo decía en 1935, que hasta que el psicoaná-
lisis no intervenga en el campo de la ideología no habrá una teoría de las
ideologías que permita la transformación de los militantes.
19. Nos pasamos la vida leyendo. Leer es ordenar, hacer inteligible. Voy
por la calle, y veo dos o tres fenómenos y los ubico: ése es el verdulero, ésa
es la esquina. Esto es una lectura, estamos viendo cómo es que nos pasamos
la vida leyendo, y después cómo es que no hay tantos tipos de lectura sino
muy pocos. Aparentemente cada persona tendría un modo de lectura, como
cada mirada humana sería una lectura diferente de las cosas.
Siguiendo con esto, hay unas pruebas que se hacen, debe ser en
Estados Unidos, en Minnesota, donde los abogados que se reciben, el día
de la graduación se les hace ver un hecho, y no se ha conseguido todavía
202 MIGUEL OSCAR MENASSA
21. Esto del pasado tiene una implicación psicoanalítica sin límites en
el sentido de que las comunidades psicoanalíticas se resisten de manera
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 203
22. Para que un cirujano atienda a su familia, tiene que ser un cirujano
lo suficientemente sano como para darse cuenta que con los seres amados
se tienen sentimientos ambivalentes, que a los seres amados se los ama y
se los odia, se tiene rivalidad y cariño, se tiene ternura pero se tienen celos,
envidias. Si un cirujano tiene en cuenta todo eso es probable que pueda
intervenir a algún miembro de su familia.
Digo que si mi madre fuera psicoanalista yo tendría un prurito de ir a
contarle mis cosas a mi mamá, y si yo la tuviera que psicoanalizar la que
204 MIGUEL OSCAR MENASSA
24. Hay fisuras, por ejemplo ese libro que tiene en la mano. ¿Qué libro
es? Lawrence, Mujeres Enamoradas: “Los días pasaban y no recibían signo
alguno. ¿Iba a olvidarla, iba a no tornar más en cuenta el secreto de ella? Un
fatigoso peso de ansiedad y ácida amargura se aposentaron en Ursula; sin
embargo, sabía que sólo se estaba engañando, que él acabaría actuando. No
dijo palabra alguna, entonces por supuesto, vino una nota suya preguntan-
do si vendría a tornar el té a su domicilio en la ciudad. ¿Por qué no se inclu-
ye también a Gudrun? se preguntó ella al punto. ¿Quiere protegerse a sí
mismo, o acaso piensa que yo no iría sola? Estaba atormentada por el pen-
samiento de que él deseaba protegerse, pero tras mucho considerar se limitó
a decirse: no quiero que Gudrun esté allí, porque deseo que me diga algo más
a mí, así es que no le diré nada a Gudrún e iré sola, entonces sabré”.
Espero que ustedes se hayan dado cuenta que esos renglones que leímos
son una fisura de ese sistema que nos tenía encadenados a una visión tempo-
ral e ideológica de las palabras. Existe la prensa, utiliza trescientas palabra
para darnos toda la información. Existen la radio y la televisión, que utilizan
entre doscientas y doscientas cincuenta palabras en total para informamos.
En el mismo sitio, España, existen los poetas que escriben con alrede-
dor de tres o cuatro mil palabras, y sin ir más lejos, Gila el cómico, se que-
jaba el otro día, de que había otros cómicos que utilizaban las mismas
palabras que los medios de difusión, y que él se manejaba para ser un
cómico con tres mil o cuatro mil palabras.
En el mismo lugar donde estamos sometidos a tener una vida restrin-
gida a trescientas palabras, en tanto todo lo que el hombre no pronuncia
no posee, en tanto todo lo que el hombre no combina en palabras no
puede poseer en la realidad. Primero tuvo que tener la idea material, el
pensamiento concreto acerca de la mesa para construirla, que para doble-
206 MIGUEL OSCAR MENASSA
gar la naturaleza tuvo que tener un pacto simbólico con otro hombre si
no, no hubiese podido doblegar la naturaleza.
Este hombre que nunca es solo, que está regulado por las palabras que
pronuncia, que los Estados actuales siguen esclavizando como a sus súb-
ditos hace muchos siglos atrás, pero de una manera más moderna y civili-
zada, restringiendo, como en la gran cultura árabe que llegó a dominar el
mundo, donde sólo escribían los cultos, y el idioma escrito era un idioma
diferente al idioma hablado, y hablar no era para nada saber leer y escri-
bir, y era una clase inferior. Una clase superior eran los escritores, y el
idioma no era el que se hablaba sino el que se escribía, por lo tanto el que
no sabía escribir no tenía acceso a ningún grado de poder. Actualmente,
lo que se trata de hacer con nosotros es exactamente lo mismo: reducimos
a un lenguaje no culto, estereotipado, que no nos permita combinaciones
del lenguaje que subviertan la realidad determinada, sea ésta la realidad del
amor, del deseo, del trabajo, de las transformaciones sociales.
28. En los grupos hay dos lecturas, la lectura del grupo y la lectura psi-
coanalítica que hacen los coordinadores del trabajo grupal. La clase debe-
ría ser trabajada por los alumnos y ahí se verían, al año, a los dos años ten-
dríamos que poder saber, con qué modelo de pensamiento hablaba cada
uno. Ahora no sabemos, pero entre nosotros habrá freudianos, marxistas,
kleinianos, cartesianos, aristotélicos. Vamos a ir aprendiendo que no se
habla libremente, o me someto a ideas predeterminadas que yo determi-
no, o me someto a ideas predeterminadas que yo determino, o me some-
to a lo inasible ideológico. No hay libertad para hablar. O me pongo de
acuerdo y pacto con otra persona que voy a respetar estas leyes, o tengo
que respetar las leyes impuestas por el código civil, la constitución.
No hay manera de evitar el pacto, el acuerdo, si se trata de lo humano.
El psicoanálisis, dice Freud, es un hecho exquisitamente comunitario,
para decir que cuando el psicoanalista está con el paciente en el diván a
solas en la consulta, no está a solas. El paciente está representando una
comunidad y el psicoanalista está en representación de otra comunidad.
Es un choque entre comunidades.
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 211
31. Hay varios modos de lectura. Unos son teóricos, otros son ideoló-
gicos, científicos, epistemológicos, religiosos, mágicos. Hay uno que es el
más común de todos que es el ingenuo y se basa en la buena fe. Es decir
que cuando me pongo frente a un fenómeno y quiero ser ingenuo en su
lectura en realidad estoy leyendo como los modos de los modelos ideoló-
gicos del Estado o bien, como leería el deseo de mi madre en mí. El error
cometido de buena fe es el peor error de todos porque la buena fe vetó,
impidió el conocimiento de la situación. Se actuó de buena fe quiere decir,
no se quiso conocer cuáles eran los procedimientos de la acción que se
lleva a cabo. Por ejemplo: un psicoanalista que interpreta de buena fe es
un psicoanalista que no interpreta como corresponde sino que interpreta
cuando siente, cuando cree que al paciente le va a hacer un bien, cuando
cree que es mejor comunicarles a los niños la vida sexual que todavía no
se produjo en ellos. Freud estaba en desacuerdo con comunicarles a los
niños la programación de su vida sexual porque decía que el niño emple-
aba el mecanismo de negación e intelectualmente comprendía lo que le
decían pero afectivamente seguía viviendo sus fases que nada tenían que
ver con la explicación.
En una conversación de una madre con un niño de 4-5 años acerca de
los Reyes Magos, la madre le comentó que los Reyes Magos eran los
padres, a lo que el niño respondió: “Porras. Papá y mamá no pueden bajar
del cielo”.
34. No hay lectura ingenua, si no leo soy leído por mi propia lectura,
que no me pertenece, es decir, estoy alienado.
38. ¿El grado de libertad tiene que ver con el grado de ignorancia?
Que sea un saber no sabido no quiere decir que sea ignorado. Saber no
sabido. La conciencia no tiene ningún reparo en llamarse ignorante, a reco-
nocer que hay algo en ella que se produce fuera de su campo de acción.
Saber no sabido, indica más que es algo que se produce sin la ley de la con-
ciencia. En cambio, ignorancia, otra vez la conciencia es su reflejo de tota-
lidad muestra al sujeto no queriendo saber, cuando lo que pasa es que el
sujeto sabe, sin saber que sabe. No ignora, sabe, pero no sabe que sabe.
40. Para entrar en el código tengo que darme cuenta que no es, que no
hay código, ésa es la premisa fundamental para entrar en el código, pero
además tengo que aceptar la existencia de un código que no es, no que no
tengo que aceptar la existencia porque no lo sea.
Cuando hablamos de causa es una carencia la causa, pero no podemos
denominarla como menos uno, por ejemplo, sino que es uno de carencia,
no había menos uno de carencia porque es una carencia, porque es una
ausencia, porque no hay que sea positivo, que produce un hecho positivo,
que era causa, que esa carencia era una causa, que el objeto a, que lo fal-
tante, lo no existente es causa, entonces es uno de carencia.
42. “Bueno, yo soy eso, soy esa insignificancia, soy ese deseo, soy es
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 217
perversidad, soy esa falta, ese vacío”, sin necesidad de ponerse a llorar, ni
de matarse, ni de matar a nadie, ni comerse doscientos kilos de carne y
engordar, ni entrar en anemia, ni toser, ni morirse, ni eyacular precozmen-
te, ni...
“No puedo escribir, no puedo escribir”. El sujeto plantea una impo-
tencia, plantea una conmiseración: “Pobrecita, no puede escribir”.
Detrás de eso hay que ver un egoísmo intenso de no querer hacer com-
partir a nadie más mis vivencias, mis pensamientos, mis elucubraciones.
Un sujeto que a la vista de la gente puede hasta producir conmiseración,
pena, “pobrecito”. También hay un intenso egoísmo en quien no lo hace,
en el sentido de que evita. Aquellos que escriben y no publican, es como
la mamá que se embaraza y al noveno mes dice: “No quiero parir”. No
quieren mostrar, y es como no querer mostrar que hablo. Lo mato para
no mostrárselo al otro genitor, es decir, lo entierro en el cajón del escrito-
rio el escrito, lo mato para no mostrárselo al otro genitor, que en realidad
era el mundo, el público, los lectores. Lo mato al escrito, como al hijo lo
mato dentro de mi vientre, para no mostrárselo al padre.
Como ven, son dos formas del silencio.
jando sobre la materia prima que era el discurso onírico, son los que pro-
ducen La Interpretación de los Sumos.
La Interpretación de los Sueños produce efectos de conocimiento :..—
concepto de inconsciente—; instrumentos y materia prima que nos con-
ducen a la categoría central de la obra: concepto de trabajo.
Esto fue bastante difícil de ser aceptado por los intelectuales, en tanto
dio mucho trabajo comprender que las experiencias científicas eran expe-
riencias de trabajo. Creo que aún son capaces de reconocer que la escritu-
ra adviene por inspiración, o que hay que tener musas inspiradoras, o que
de golpe invade un deseo inexplicable escribir. Lo que está raptado de esta
explicación es el trabajo.
La escritura es un trabajo. Tiene materia prima, instrumentos y pro-
ductos.
La práctica teórica fue ampliamente desvalorizada por varios siglos fren-
te a la experiencia práctica, frente a la experiencia cotidiana. En psicoanálisis,
el movimiento psicoanalítico tuvo dos experiencias teóricas, Freud y Lacan,
pero en el marxismo la última experiencia verdaderamente teórica fue Marx,
y después hubo un desprestigio de la actividad teórica, del trabajo teórico
con el consiguiente estereotipo de la práctica, ideologización de la práctica.
Las escuelas norteamericanas de psicoanálisis, en el intento de hacer más
maleable al psicoanálisis, más comercial si quieren, lo consiguen gracias al
ocultamiento, cuando no al desvío, de los conceptos psicoanalíticos.
Podemos decir que en nuestro país, España, la práctica teórica del psi-
coanálisis es reciente. No es que se haya dejado de practicar el psicoanáli-
sis durante cuarenta años; sino que lo que se dejó de hacer durante cua-
renta años fue una práctica teórica del psicoanálisis. Práctica teórica que
al no ser realizada llevó a las grandes confusiones que hoy llenan, podrí-
amos decir, todos los gabinetes de psicología, casi todos los gabinetes o
instituciones psicoanalíticas.
Ejemplos: “El inconsciente hay que buscarlo en las profundidades”.
“La transferencia es lo que el paciente dice que le pasa con el psicoanalis-
ta”. “La evaluación del tratamiento psicoanalítico, o la interpretación,
tomando en cuenta la realidad cotidiana del psicoanalizado”.
La ausencia de práctica teórica lleva en psicoanálisis al abandono del
psicoanálisis del psicoanalista. Esto es lo que se comprueba en esa reali-
dad que decimos tiene que ser modificable. Lo que se comprueba es que
la mayoría de los practicantes del psicoanálisis en España no tienen el psi-
coanálisis apropiado a la tarea que desarrollan, por lo tanto no cumplen
222 MIGUEL OSCAR MENASSA
años antes las magnitudes geométricas, sin contenido, donde la física des-
arrolla sus primeras fórmulas, sus primeras abstracciones.
Pero habíamos visto que la física en ese desarrollo llega a la producción
mecánica de la máquina herramienta, que la máquina herramienta abre
una posibilidad de la producción —antes imposible— que es la produc-
ción en serie.
Sin producción en serie, sin máquina herramienta, es decir sin física,
hubiese sido imposible la burguesía, es decir el desarrollo de la sociedad
capitalista, no hubiese aparecido ni la plusvalía, ni la capitalización. Pero
es esta producción social, la sociedad burguesa, la sociedad capitalista, la
que genera un hecho tan importante para el hombre corno fueron las
matemáticas o la escritura, porque no se trata de vanagloriarnos de ningu-
na revolución burguesa, pero quiero decirles que la revolución burguesa
produce un proceso de socialización universal.
Es decir, le permite al sujeto terráqueo tener una visión sobre sí, y no es
en ningún otro lugar que en la base material que ofrece la sociedad capitalis-
ta en el proceso de socialización universal y sus errores, donde surgen la
Teoría del Valor, la Teoría del Valor Lingüístico y la Teoría del Inconsciente.
Ciencias que requieren para su puesta en práctica la transformación del
practicante, en tanto el concepto de verdad que manejan estas ciencias es
un concepto de proceso de verdad, por lo tanto el hallazgo de una verdad
no interesa a estas ciencias, sino la transformación de su hallazgo. Están
destinadas a transformar la sociedad capitalista. Así como la física surgía
y crecía en las sociedades anteriores a la estructuración burguesa de la
sociedad, sirvió para revolucionar la sociedad que la creó, así estas cien-
cias producidas por el sistema capitalista son las encargadas de transfor-
mar el sistema que las produjo.
Esto no tiene nada que ver ni con el sujeto psicológico, ni con el suje-
to social, sino que tiene que ver con la historia de las sociedades y las
transformaciones consecutivas de una sociedad en otra.
Proceso que leemos en la escritura y que nada tiene que ver con los
hombres, en tanto nada de ello se encuentra en ella, ella es inmortal, él es
mortal. Ella es material, yo la veo, pero es incorpórea, él es material pero
corpóreo. El si no siente está muerto, ella cuando siente está perturbada,
vive sólo a mil kilómetros del corazón, él si no le late el corazón, si no
tiene sobresaltos... Es decir que en la escritura no hay nada del hombre.
Cuando nos animarnos a poner en el título, “Escritura base material de
las ciencias”, lo que querernos decir es que sin escritura no hay posibili-
226 MIGUEL OSCAR MENASSA
NOTAS
pide, se le exige por primera vez a ella que para ser tiene que hablar y
escribir. Antes del psicoanálisis eso estaba prohibido para la mujer.
Ella nunca había recibido esa orden; él había recibido millones de
órdenes, siempre había estado sometido. En la famosa Grecia eran todos
homosexuales y las mujeres tocaban la flauta. Los heterosexuales eran los
esclavos porque para los esclavos estaba prohibida la homosexualidad.
Los esclavos eran los heterosexuales, se juntaban con las mujeres que tení-
an hijos, y las otras tocaban la flauta.
La belleza femenina actual, tanto en la “cabeza” de la mujer como en
la del hombre es el efebo griego, es decir, es una belleza masculina.
Mientras somos eso somos todos un poco homosexuales, en tanto no
ingresa en nuestro pensamiento el concepto heterosexual de belleza que
no tiene nada que ver con la belleza, que no tiene nada que ver con la rea-
lidad de la belleza. Esa es la realidad de la belleza homosexual, es decir,
griega, la perfección de los rasgos, la armonía.
Son libros escritos, yo no llegué a ver ninguna chica tocando la flauta,
son libros escritos. Estaba Diótima que hablaba, pero para hablar era vieja
y prostituta; no tenía erotismo, no tenía la mitad de la mujer.
Hablábamos de movimientos, de modas. De que un concepto científi-
co era transformado con el tiempo en un concepto ideológico.
Ejemplo: con el progreso de las ciencias lo que hoy es científico maña-
na puede ser ideológico. La teoría ptolomeica hasta que apareció la teoría
copernicana era una teoría que explicaba el movimiento de los astros. Es
una teoría ideológica sólo después de la aparición de la teoría copernica-
na que muestra a la teoría ptolomeica como errónea.
La familia es decripta por el marxismo como una producción humana.
Pasan los años, el psicoanálisis vuelve a “caer” sobre la familia y ahora ya sabe-
mos que la familia es una estructura pre-simbólica, lo que quiere decir pre-
humana. A la luz de los conocimientos psicoanalíticos distorsionamos esta
noción teórica, pasa a ser ideológica, después de las investigaciones del psico-
análisis, donde la familia era una producción humana, y no es así. La familia
es una producción animal y es lo que verdaderamente hereda el hombre del
animal; la manera de organizarse en familias para reproducir la especie.
Lo que ejemplifico hoy puede ser ideológico mañana y frente a nuevas
investigaciones mágico, mentira. El proceso científico es un proceso en
constante transformación.
¿Cómo se transforma en proceso científico? Escribiendo. Lacan viene
a decir de la mujer que ella es loca; primero que no existe, lo que existe es
LA ESCRITURA, BASE MATERIAL DE LAS CIENCIAS 231
mucho de mi mamá o de una novia que tengo y además soy poeta, vivo
dos vidas, sufro el doble, porque cada vez que bajo, tengo esta realidad
mezquina y mediocre, que mis versos no modificará porque no están
escritos para modificar mi situación. Rubén Darío escribió los versos que
van a modificar mi situación, yo estoy escribiendo los versos para modi-
ficar la vida vaya a saber de quién, porque está sobre la base del amor que
escribo y no lo puedo evitar, no lo decido y si es amor es a alguien que no
conozco, el que va a recibir el don, alguien que no está, alguien que no soy
yo. Además hay personalidades y personalidades. Es interesante, yo
puedo gozar después de escribir un poema. Hay otros poetas que direc-
tamente, delante de un buen poema de ellos lloran todo el día. Hay
madres que hacen el perfecto embarazo y el día del parto no quieren tener
al chico porque al tenerlo lo matan. A los poetas a veces les pasa eso. “Un
bello hijo ha nacido en los brazos de la ambición”.
tecer nuestra libertad dentro del concepto que nos dice del aparato psíqui-
co, seguramente transformaríamos el mundo psíquico. Lo que digo es que
es bastante imposible en una estructura sobredeterminada conseguir ese
grado de libertad. Se puede conseguir pero gracias a perder en el intento
parte de la vida, entonces no sé si conseguí libertad o perdí libertad cuan-
do la escena está sobredeterminada.
Si yo consigo romper la sobredeterminación económica y sexual
puedo escribir. Cuando la escritura me atrapa en su devenir, salgo de esa
sobredeterminación, escribo y produzco. Si me mido desde el lugar donde
estaba sobredeterminado está claro que conseguí un gran grado de liber-
tad y no tuve que dar nada por eso. La libertad dentro de un sistema ter-
mina con el sistema. Por lo tanto en los sistemas sobredeterminados que
son los sistemas científicos terminan con la libertad.
Asociar es un modo de apropiarse del material, es un modo de apro-
piarse de ciertos conocimientos. Tener miedo a la asociación libre acerca
de los temas, también está relacionado con la libertad individual, con per-
der en el hablar desordenado la individualización, los límites del cuerpo,
en entrar en lugares del conocimiento que yo desconozco, en hablar de lo
que desconozco. Estoy diciendo de la relatividad de lo que digo cuando
soy profesor y de la relatividad de lo que el coordinador dice cuando
interpreta al grupo, de la relatividad que cada integrante se dice al otro.
Que la tendencia es a momificar una frase para adorarla o para repudiar-
la, cuando se trata de poder transformar todas las frases. Habíamos dicho
que el proceso de conocimiento científico a que queremos llegar para ter-
minar con el dogmatismo de las ciencias, es un proceso tal donde nunca
se pueden completar las causas determinantes, donde siempre hay un
plus. Donde la vida del hombre opone una resistencia material a su fun-
damentación teórica. No nos tenemos que asustar cuando en el texto de
Freud vemos una incompletud, un desvío de lo que es la teoría freudiana
porque es absolutamente necesario, por su modo de producirse como
ciencia, que sea incompleta, porque esa incompletud es el fundamento, de
su movimiento, de su desarrollo, de su transformación.
Cuando pasan los años, por ejemplo, vamos por la calle y escuchamos:
propiedad privada. Y creemos que la propiedad privada es una cosa natu-
ral. Nos olvidamos con el tiempo de que también esas palabras fueron
producciones históricas, que hombres como nosotros escribieron en
papeles, en libros, hicieron las leyes que fundamentaron después la pro-
piedad privada, la propiedad quitada a alguien, robada a alguien, privada
LA ESCRITURA, BASE MATERIAL DE LAS CIENCIAS 235
a alguien. Sin embargo, nosotros vamos por la calle y pensamos que eso
es un concepto natural como el sol.
El alma es un concepto y la gente va por la calle creyendo que tiene
alma, es una producción histórica. El espíritu, el inconsciente, una pro-
ducción científica, no se puede ir a pasear con el inconsciente. Sujeto psí-
quico que no es sujeto hasta que hable, si no habla no es sujeto psíquico,
por lo tanto no puede ir a pasear con el inconsciente por la calle cuando
se le ocurre.
EL METODO DE LA INTERPRETACION ONIRICA
Para comenzar sería bueno decir qué entendemos por método. Por
todo el recorrido espistemológico: el modo de apropiamos de una reali-
dad. No de cualquier realidad. El método es el modo de apropiarse de la
realidad que lo determina, es decir, el método psicoanalítico es el modo de
apropiarse de la realidad psíquica inconsciente.
Eso nos lleva a las reflexiones que hicimos en otro capítulo acerca de
que no entendemos la posibilidad de la existencia del método sin la cons-
trucción previa de un objeto, sin la producción previa del objeto de cono-
cimiento. Ya nos habíamos tomado la molestia de diferenciarlo. Para
recordar: objeto de conocimiento sería el producto-efecto de un trabajo
teórico sobre una materia prima teórica que ya ni siquiera ella, como
materia prima, es el objeto real.
Freud comienza este capítulo diciendo que el sueño es susceptible de
ser interpretado. Si nos detuviéramos unos instantes en esta frase podría-
mos decir que el objeto que ya fue investigado, y que ahora está tratando
de exponer, no preexiste como tal, en tanto su aparición sólo acontece
después de la interpretación.
Freud hace una pequeña aclaración para decirnos que muchos son los
caminos que nos vamos a encontrar a nuestro paso. Pero tenemos que tener
una voluntad, no racional, evidentemente, para imponernos seguir el cami-
no previsto y no los caminos que se nos van apareciendo en el recorrido, en
tanto “no estoy investigando” dice Freud en La Interpretación de los
Sueños; “estoy exponiendo investigaciones anteriores”. Es decir que cuan-
do Freud llega a La Interpretación de los Sueños no hay ninguna ingenui-
dad acerca de la existencia de los procesos inconscientes.
238 MIGUEL OSCAR MENASSA
jo que tiene que hacer el sujeto que se psicoanaliza y el trabajo que tiene
que hacer el sujeto que psicoanaliza.
La interpretación que se hace posible como método dijimos que tiene
que ver con el objeto teórico construido. Este, en sus procesos determina,
según el psicoanálisis, una función, en tanto la represión acontecerá sobre las
representaciones, pero no sobre la energía ligada a estas representaciones.
Por lo tanto, lo que permanece inconsciente son las representaciones. El
afecto, la energía ligada a estas representaciones se transfiere a nuevas repre-
sentaciones aceptadas por el pensamiento consciente. A este proceso se lo
denomina transferencia y es un concepto teórico que acontece intrapsíqui-
camente. Este concepto teórico es el que da cuenta de la relación particular
que se establece entre el sujeto psicoanalizado y el sujeto psicoanalista.
Freud dice de la transferencia que no hace falta que el psicoanalista
haga ni diga nada porque la transferencia se establece de manera espontá-
nea. Es decir que la construcción de un mundo psíquico para el sujeto psi-
coanalizado comienza en realidad por el psicoanálisis de la transferencia.
Lo que se interpreta acerca de la asociación libre son las ligazones fantas-
máticas de la libido. Es decir, el neurótico no goza porque su libido, por-
que su energía sexual no está ligada a ningún objeto real. Por lo tanto, si
la libido del neurótico no está ligada a ningún objeto real el psicoanálisis
tendrá que interpretar a qué objetos fantasmas, a qué objetos fantásticos,
a qué objetos imaginarios está ligada la libido del sujeto.
Freud, en el capítulo, desarrolla esta primera tesis: los sueños tienen
sentido, oponiéndose, claro está, a todas las disciplinas teóricas de su
época. Pero no se conforma solamente con que los sueños tengan sentido
sino que este sentido adviene en la interpretación. Es decir que por más
oscuro y confuso que el sueño sea, puede después de la interpretación psi-
coanalítica concatenarse a la vida psíquica normal del sujeto.
Es interesante ver cuáles eran las ambiciones de Freud en la escritura
de La Interpretación de los Sueños: generalizar como un efecto-producto
de la mente los sueños que todas las personas normales producen, algo
que él ya había averiguado, había investigado en los procesos neuróticos.
Es decir que La Interpretación de los Sueños no sólo es el desarrollo del
descubrimiento sino que también es, para la psiquis humana, la generali-
zación de lo descubierto. Es decir: no sólo tienen inconsciente los neuró-
ticos sino que tienen inconsciente todas las personas normales. Es decir
que si todas las personas tienen inconsciente, todas las personas tienen
deseos sexuales, infantiles, reprimidos: causa, dice Freud, de todas las
240 MIGUEL OSCAR MENASSA
a pensar, doctor, que la mujer del sueño es mi madre”, por lo cual ingresa
a mi conciencia que la mujer del sueño es mi madre, pero a condición de
haber sido primeramente negado. Por lo tanto la negación es un mecanis-
mo muy interesante porque levanta la represión, porque el contenido
llega a la conciencia, pero no levanta la represión. Tanto que Freud acá
utiliza una palabra muy querida por Hegel, que es “Aufhebung, en reali-
dad “conservar”, pero de algún modo “superar”.
Supero la represión en tanto el contenido aparece en la conciencia;
pero conservo la represión porque el sujeto sigue sin aceptar lo reprimi-
do. Niego, supero la represión porque el contenido aparece en la concien-
cia; pero mantengo la represión, conservo la represión porque el sujeto
sigue rechazando los contenidos inconscientes pero fuera de su concien-
cia, fuera de su yo. Son conscientes mediante el mecanismo de negación.
Este objeto, el inconsciente, que no está en la conciencia y que no tiene
ninguna forma de aparición, sino mediante los mecanismos de negación y
los disfraces que estamos estudiando en La Interpretación de los Sueños,
es decir, la condensación y el desplazamiento, es ese objeto el que exige
que el método sea de interpretación.
No es que Freud tenía el método de interpretación, y estudiando a los
pacientes descubre el inconsciente. Freud produce el concepto de incons-
ciente que tiene tales características, que requiere para su investigación un
método, el método de interpretación que, como ustedes saben, en 1939 se
va a transformar en el método de interpretación-construcción, dando
Freud a entender que la teoría psicoanalítica es una teoría científica y que,
a medida que se fueron modificando las articulaciones teóricas desde La
Interpretación de los Sueños de 1900 hasta 1939, también se modificó el
método, en tanto la característica de todo método científico es ser un dis-
curso de circunstancias, porque todo método científico tiene que trans-
formarse no sólo con las transformaciones de la teoría sino también junto
con lo que transforma.
Es decir que no es ningún desvío pensar la técnica desde el método de
la interpretación, en tanto la técnica psicoanalítica dependerá estrictamen-
te del método.
En la técnica es tan oportuno conservar ciertas reglas —nos dirá
Freud—como crear nuevas reglas, y si conservo siempre las mismas
reglas, el método se estereotipa. Si el método se estereotipa conozco los
resultados antes de su aplicación, quiere decir que el método se ha hecho
autónomo, o sea que el método no depende más de la teoría, por lo tanto
EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA 247
dad, Irma se va a parecer a dos, tres personajes del sueño, por haber recha-
zado una indicación de Freud y no por parecerse, y no por ser amiga de la
amiga, y no porque la mujer tenía los mismos síntomas que Irma sino que
tanto la mujer, como Irma, como la amiga de Irma, van a aparecer juntas,
“condensadas en el sueño —dice Freud—porque en ellas algo se resiste”.
Va a pasar lo mismo con el Doctor M. y su hermano, que quedan aso-
ciados también entre sí. El llega a decir: “se parecen en algo”. “Recuerdo
ahora a mi hermano mayor, residente en el extranjero, que lleva el rostro
afeitado y al que, si no me equivoco, se parecía extraordinariamente el
Doctor M. de mi sueño”. La barba no es parecida y después de su propio
dolor en el hombro donde llega a decir, “...cosa que yo siento como él”,
es decir, lo siento yo, son mis dolores, yo soy todos los personajes del
sueño. Entonces, el hermano y el Doctor M. también aparecen condensa-
dos, no por esta similitud real que ve Freud, sino también porque habían
rechazado una propuesta de Freud.
En el lugar donde dice “Está pálida y abotargada”. Mi paciente presenta
siempre, por el contrario, una rosada coloración. sospecho que se ha super-
puesto aquí a ella una tercera persona... (que después resulta ser la mujer).
Entonces, lo que sospecha aquí es la condensación. “Pálida y abotar-
gada” no es sólo la paciente. Hay un sueño donde Freud interpreta, más
adelante, en otros textos, y dice claramente “No soy yo el que yo repre-
sento en el sueño sino que el comandante que acaba de morir a mi lado,
ése soy yo”.
En otra glosa dice: “Pienso, con temor, que quizá me haya pasado
inadvertida una afección orgánica”. Es decir, él piensa con temor que se le
haya pasado una afección orgánica. Inmediatamente también habla de lo
que está al lado de eso. Eso también es indicial, porque está al lado.
Un psicoanalista, en aquel momento estaba todo el día pensando qué
era lo orgánico y qué era lo psíquico. “Como fácilmente puede compren-
derse, es éste un temor constante del especialista que apenas ve enfermos
distintos de los neuróticos y se halla habituado a atribuir a la histeria un
gran número de fenómenos que otros médicos tratan como de origen
orgánico. Por otro lado, se me insinúan —no sé por qué ciertas dudas
sobre la sinceridad de mi alarma. Si los dolores de Irma son de origen
orgánico, no me hallo obligado a curarlos. Mi tratamiento no suprime
sino los dolores histéricos. Parece realmente como si desease hubiera exis-
tido un error en el diagnóstico, pues entonces no se me podría reprochar
fracaso alguno”.
250 MIGUEL OSCAR MENASSA
parece ser un paciente más dócil. La amiga de Irma cedería antes, “abre
bien la boca”. El “abre bien la boca” del sueño, como un sintagma, “abrir
la boca”, “hablar”, por lo menos para nosotros. Tenemos que pensar ade-
más que cuando se le juntan las tres mujeres —que es donde él detiene la
asociación—, es donde fija el ombligo del sueño, que después vamos a ver
en el capítulo nueve, en el capítulo teórico de La Interpretación donde él
fija el nudo del sueño, del ombligo del sueño. Ahí, en la aparición de estas
tres mujeres, donde se le combina, podríamos decir que el ombligo del
sueño es la muerte; sin que se nos escape que la “Trimetilamina”, que es
la palabra que aparece luminosa en el sueño, como la más importante del
sueño, es la sustancia sexual que descubre su amigo y que da motivo al
sueño, y además, el número 3 que repite en la fórmula de una manera inte-
resante.
Después de buscar el sentido del sueño, Freud nos da el drama de la
interpretación. El sentido del sueño es esta palabra que no tiene sentido.
El sentido del sueño es esta palabra que además no pronuncio yo sino que
me viene dictada como un límite, como una roca. El sentido del sueño es
esa palabra que no puedo descifrar, que a nadie le interesa descifrar en
tanto eso no es el psicoanálisis. El psicoanálisis no tiene que dar como
resultado desciframiento, aunque ciertas interpretaciones lo produzcan.
Es decir, la interpretación no busca sentidos; en todo caso, la interpreta-
ción hace a la causa de lo psíquico y la causa es el deseo.
Cuando Freud habla de construcciones, no dice la construcción es
parte de la vida del paciente, sino, una construcción en un período pro-
longado de la historia de los deseos interpretados. No es la historia de los
sucesos reales, no es la historia de la vida del paciente, sino la historia de
los deseos interpretados, la construcción. Es decir, no se puede evaluar el
tratamiento psicoanalítico con un paciente mirando los “progresos”
sociales o sexuales que el paciente tenga en su realidad objetiva vivida. El
tratamiento psicoanalítico se evalúa en el contexto del diálogo psicoanalí-
tico. En última instancia, una muy buena evaluación del tratamiento psi-
coanalítico es... se puede decir que el tratamiento está en su apogeo, no en
su culminación sino en su apogeo cuando el paciente habla en primera
persona y se dirige al psicoanalista en primera persona. Dentro del diálo-
go, dentro de la situación. No hay evaluación posible. Además, quién
puede evaluar cuando yo le digo a ella “mi psicoanalista me dijo”.
Pero cuando mi psicoanalista me dijo, no era mi psicoanalista, era mi
“Tío José” que me decía; porque si me decía mi psicoanalista... yo a mi
252 MIGUEL OSCAR MENASSA
Les voy a leer una frase final. En realidad, si tenemos esta doble ver-
tiente del sueño, es Freud sujeto que sueña y es Freud el descubridor del
inconsciente, el descubridor del aparato psíquico, el que sueña. Por lo
tanto, hay una parte del sueño que está dirigida a nosotros, hay un soñar
en el sueño soñado para nosotros y hay en la interpretación que hace
Freud del sueño una interpretación para nosotros
La interpretación en realidad es el cuento del caldero. Freud dice: “Toda
mi defensa recuerda vivamente la de aquel individuo al que un vecino acusa-
ba de haberle devuelto inservible un caldero que le había prestado y que
rechazaba tal acusación con las siguientes razones. En primer lugar, le he
devuelto el caldero completamente intacto; además, el caldero estaba aguje-
reado cuando me lo prestó. Por último, jamás le he pedido prestado ningún
caldero”. Las razones son contradictorias, pero bastará con que se aprecie
una de ellas para declarar al individuo libre de toda culpa”.
Es decir, Irma tiene una enfermedad orgánica, por lo tanto yo no soy res-
ponsable. Irma es una paciente orgánica; yo soy psicoanalista. Y además,
Irma tiene una enfermedad orgánica que se la produjo Otto con la jeringui-
lla infectada. Son tres frases también contradictorias pero con atender a una
de ellas Freud es libre de culpa y cargo. Entonces nosotros podríamos decir
que esta culpa habla y dice “Por aquella Matilde, mi Matilde”.
Aquella Matilde, por la que él consulta al Doctor M., un médico
mayor que él, e igual la paciente se muere, y esta Matilde, su hija Matilde
que estuvo a punto de morir por una placa diftérica que tiene esta simil-
cadencia con histeria.
El ahí no rechaza la culpa, como en el caso de Otto, como en el caso de
M., al que ridiculiza poniendo en su boca que la disentería va a aliviar el pro-
blema, sino que aquí acepta el diente por diente y el ojo por ojo. Es decir,
por aquella Matilde, mi Matilde. Es decir, para aquella muerte, mis muertos.
Entonces la interpretación del sueño podría ser: Soy aquel que quiere
ser perdonado por haber osado empezar a curar a estos enfermos, a quie-
nes hasta hoy no se quería comprender y se desechaba curar. Soy aquel
que quiere ser perdonado por eso. Soy aquel que no quiere ser culpable
de ello porque siempre es ser culpable, transgredir un límite, hasta enton-
ces impuesto a la actividad humana. No quiero ser eso, en mi lugar están
todos los demás. No soy ahí sino el representante de este vasto, vago
movimiento que es la búsqueda de la verdad en la cual yo, por mi parte,
me borro. Ya no soy nada. Mi ambición fue superior a mí. La jeringa esta-
ba sucia, no cabe duda. Y precisamente en la medida que lo he deseado en
254 MIGUEL OSCAR MENASSA
NOTAS
Esto plantea toda una polémica actual acerca del deseo del psicoanalis-
ta, en tanto interpretar es como cuando nos preguntamos: ¿Quién puede
decir algo de un hijo muerto? Sólo puede decir algo de un hijo muerto un
padre, y esto no es una cosa consciente. Es decir, ¿quién podría decir algo
del inconsciente?, un psicoanalista. Pues bien, pero un psicoanalista no es
ninguna cosa consciente, y aquí es donde se plantean los problemas del
método y de la clínica psicoanalítica.
Con lo cual caemos en el límite de siempre; sin psicoanálisis del psico-
analista no hay psicoanálisis, porque el saber del psicoanalista no es lo que
estudió en los libros, no es lo que recuerda de la teoría sino que es un
saber inconsciente y la interpretación está jugada inconscientemente.
O sea, si usted conoce la interpretación antes de hacerla es psicotera-
pia, es terapia dirigida. Psicoanálisis es cuando usted no sabe ni siquiera el
momento en que interpretó durante la sesión sino por lo que aparece en
el registro del discurso del sujeto psicoanalizado, me doy cuenta cuándo
interpreté o cuándo no interpreté. Es decir, que quiero barrer con toda
suspicacia acerca de la inteligencia del psicoanalista; por lo tanto —vuel-
vo a insistir—éste es el drama de todas las comunidades psicoanalíticas
desde que se generó el psicoanálisis como posibilidad social. El psicoaná-
lisis del psicoanalista, su deseo.
6. Tanto es así, que el ser es ese ser en el Otro, en la rajadura, que cuan-
do un psicoanálisis termina, ¿qué tiene que ser el psicoanalista? El psico-
analista comienza en la teoría lacaniana siendo el sujeto supuesto saber,
casi un dios, el sujeto al cual se le supone saber; bueno, tiene que terminar
reducido al resto de lo conocido durante la secuencia analítica. El resto de
lo conocido es el objeto “a”, es decir, que como ustedes saben, objeto “a”
es cualquier objeto y si el psicoanalista no se transforma en un objeto “a”,
quiere decir que el paciente no ha ingresado aún al campo de lo Otro, es
decir, donde desee objetos “a”, objetos inexistentes.
Cualquier importancia que le atribuyo a mi psicoanalista tiene que ser
durante el tratamiento, al final del tratamiento, sólo puedo atribuir
importancia al resto que significa de lo conocido, ni siquiera tiene que
estar depositado en él lo conocido, un psicoanálisis termina cuando hablo
a tiempo. Pero, para hablar a tiempo, tengo que darles a mis palabras la
misma importancia que les daba a las palabras de mi psicoanalista. Ese es
el fin del psicoanálisis didáctico, hablar a tiempo. Cuando una persona
habla a tiempo se puede decir que ha concluido su psicoanálisis; que es
desde ese final que es el acto psicoanalítico, que como todo acto da
comienzo a algo, y a lo que da comienzo el acto psicoanalítico es a la posi-
bilidad de que el nuevo psicoanalista lo sea y que pueda abrir otro
comienzo desde ese final. El acto psicoanalítico, es decir, el fin del análi-
sis, es un acto porque tiene como función dar inicio a todos los otros
comienzos de psicoanálisis de ese nuevo psicoanalista.
11. Es un deseo lo que usted tiene que ser y usted quiere ser, y además
quiere ser partiendo de su ombligo. Fíjese cuántos inconvenientes opone
260 MIGUEL OSCAR MENASSA
usted a la cosa que quiere arrastrarle por el camino del significante, donde
si hay un cuerpo es el cuerpo del otro. Lo que permite la identificación es
ver que el otro tiene cuerpo, ahí yo recién tengo un cuerpo; en tanto no
puedo ingresar al campo del deseo si el otro no desea. Si mi madre me
desea sólo a mí yo no entro en el campo del deseo, porque entrar en el
campo del deseo es desear los deseos de mi madre, si mi madre me desea
sólo a mí, yo me deseo a mí, soy homosexual. No tengo alternativa. Para
entrar en el campo del otro sexo, mi madre tiene que desear otra cosa,
cualquier cosita que no sea yo, que alguna vez desvíe la mirada para que
yo en ese desvío pueda irrumpir con mi ser que es esa carencia, esa falta,
esa falta en ella. El complejo de castración es lo que se evita estudiar, es lo
que se separa de las asociaciones psicoanalíticas para no analizar las socie-
dades psicoanalíticas desde el complejo de castración. Es lo que tratamos
de evitar pensar.
Pero el complejo de castración es el comienzo del desear, de los deseos.
Alguien tuvo que haber deseado antes que yo. Si no, yo no puedo desear.
Por eso es que sin deseo del psicoanalista no hay psicoanálisis, porque
¿cómo va a desear el paciente que encima tiene trastornado todo el anda-
miaje del deseo si no se encuentra con alguien que desea?
Para desear, ¿qué? Para desear tengo que terminar mi psicoanálisis. Pero
entonces, ¿no puede desear una persona que no se psicoanaliza y no termi-
na su psicoanálisis? Si quiero ser psicoanalista tengo que transformar en sig-
nificante mi deseo, si no, no deseo. Un hombre puede ser padre, puede ser
hombre y puede morir sin saber que ha sido hombre, que ha sido padre y
que ha muerto, entonces no ha sido padre, ni hombre, ni ha muerto.
12. La interpretación no tiene que ser una verdad, una verdad se ahorra-
ría el circuito de asociaciones. La interpretación tiene que ser una verosimi-
litud, un puede ser, un tal vez podría ser, un si usted quisiera hacer un esfuer-
zo podría transformar esta frase en otra frase: Nunca es la verdad, siempre
es una verosimilitud. Pero y ¿qué es la verdad?, producción. ¿Pero qué es
producción? Sería construcción, pero deconstrucción también. Las dos, las
dos son instantes de verdad, cuando hago una construcción y cuando con la
siguiente construcción deconstruyo la construcción anterior.
Usted no podrá ingresar al mundo de la mujer hasta que no conciba
dentro de las relaciones que tiene con el mundo, además de las que tiene
con usted mismo, y su madre, la relación con su padre. Entonces el
mundo de las mujeres no sólo será el mundo de sí mismo sino que el
EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA 261
instante para transformarse en una inmanencia del ser que se tendrá que
ir a descubrir a las profundidades de no se sabe qué abismo. Es entre esos
mismos psicoanalistas donde aparece invadiéndolo todo la interpretación
del sentido oculto, es decir la interpretación religiosa, que por serlo, sus
supuestos serán teológicos aunque parezcan científicos.
El psicoanalista termina siendo el puente entre la verdad revelada y el
sujeto de la revelación; así terminará confundiendo, la verdad y la realidad
psíquica que la produce, con su ignorancia.
Lo que debería ocurrir entre el psicoanalista y el psicoanalizando, es
una construcción, algo nuevo, algo que no preexistía en los libros que
había leído el psicoanalista ni en las vidas que había vivido el paciente. No
interpretación reconstructiva porque eso es todavía epistemología que,
como sabemos, reconstruye los procesos de producción de los conoci-
mientos científicos. No interpretación por revelación del sentido oculto,
porque eso todavía es un trabajo religioso donde tanto la verdad que se
revela como el sujeto de la revelación pertenecen a Dios.
Una interpretación psicoanalítica es una interpretación tal, que
mediante la operación de interpretar transforma en otra cosa diferente,
que no existía previamente, la materia prima sobre la que ha operado. No
revela ningún sentido, no descubre ningún sentido, produce un nuevo
sentido. No es que la verdad estaba allí y el psicoanalista la descubre, la
interpretación es un trabajo que genera como producto algo que no pre-
existía como tal. Al psicoanálisis no le interesa entonces la permanencia de
ninguna verdad, ya que su hallazgo o producción, para que sea una pro-
ducción psicoanalítica, coincide con su transformación. La verdad es
como la locura. La persistencia de las sensaciones de verdad o de locura,
más allá de los instantes siempre relativos, en que ambas se muestran
como tales, es una ilusión de los sentidos.
Sabemos que toda interpretación psicoanalítica que no sea a su vez
texto interpretable, no es una interpretación psicoanalítica. Por lo tanto la
verdad, por lo menos aquella que se precia de serlo, queda cuestionada
con el psicoanálisis. El psicoanálisis importa a todos porque es una cues-
tión acerca de la verdad.
—¿Pero una verdad que nunca sabré? ¿Por qué decimos entonces “es
la verdad”?
—Parece que usted tiene unida la verdad a saber sin darse cuenta, tal
vez, que la verdad de la cual hablamos sólo se puede hablar. Cuando yo la
verdad hablo pude haber escuchado: yo hablo la verdad, o yo, el incons-
EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA 263
Si alguien nos dijera que todo esto no sirve para vivir, responderemos
que eso nunca lo habíamos imaginado. Es en la realidad psíquica donde
deberíamos ingresar. Y la realidad psíquica no son los deseos preconscien-
tes que me permiten decir: yo quiero a mi mamá, yo deseo a mi mujer. No
se trata de eso, ésos son deseos preconscientes, deseos para vivir o para
adaptarse a la sociedad, no para estudiar psicoanálisis. Cuando se trata de
estudiar psicoanálisis, se trata de los deseos inconscientes. No se trata del
cuerpo, sino del cuerpo psíquico. No se trata de un problema de múltiple
determinación como parece que me pasa en la vida. Es una visión del
mundo. Veo que varias.causas, varias personas, producen los efectos de mi
vida. Habría que provocar una ruptura: al entrar en la teoría psicoanalíti-
ca deberemos concebir los fenómenos como sobredeterminados.
EL SUEÑO ES UNA REALIZACIÓN DE DESEOS
mi cuerpo al sistema psíquico, sino sólo el diez por ciento de las veces que
me toca pensarlo.
Dios ha muerto, pero en los libros. Ustedes saben, como yo, que Dios
vive en nuestros corazones, que más de uno de nosotros, sino todos, tene-
mos grandes conversaciones con él, que las mujeres, según ciertos psico-
analistas modernos, sólo gozan con Dios, es decir que Dios no ha muer-
to. Dios ha muerto en los libros. Los libros, las escrituras, tienen la carac-
terística de producir transformaciones en la cadena humana mucho antes
que estas transformaciones se produzcan en la cadena humana. Por eso se
dice que la escritura tiene ese poder, no tanto de transformar el pasado en
tanto describe de alguna manera lo históricamente posible para el hombre
y forja el futuro. Produce hechos sociales que todavía no se produjeron,
es decir, que habrán de producirse. El psicoanálisis es una ciencia joven.
Para poder pensar en la física, con elementos de las matemáticas, pasaron
dos mil años. Es decir, para que podamos pensar con elementos del psico-
análisis la vida cotidiana, no sé si tendrán que pasar dos mil años pero sé
que ochenta y siete son pocos. Tenemos que tener en cuenta que no hay
solamente una ruptura conceptual, el psicoanálisis no rompe solamente
con al teoría de la función psíquica que daba como centro capacitado para
ordenar el psiquismo, la conciencia, sino que a nivel del campo, rompe
con una filosofía y a nivel de la vida, introduce el aspecto sexual como lo
más importante de la vida psíquica de los sujetos. Es decir, transforma
todos los status del hombre. El surrealismo hubiera sido otro sin psicoa-
nálisis. La arquitectura actual hubiera sido otra. Es decir, un concepto
científico cuando lo es, es decir, cuando devela algo que el sujeto terrá-
queo padecía sin comprender, transforma también toda la ideología del
hombre. Es decir, su manera de amar, su manera de pensar, su manera de
escribir.
Decía que el capítulo que estamos tratando es donde Freud produce
una otra alteridad para el sujeto, impone que se discrimine realidad obje-
tiva de realidad psíquica. Impide que se crea que “ayer soñé con usted” es
“ayer soñé con usted”. Muestra que eso es el modo de expresión del sueño
—capítulo anterior— y que los sueños no tienen ningún sentido. Sólo tie-
nen sentido después de haber pasado por la interpretación psicoanalítica;
es decir que el sentido que tienen los sueños está determinado teórica-
mente. Pueden tener otros sentidos de lo que el psicoanálisis interpreta, o
pueden producir situaciones sexuales, pero no interesantes para el psico-
análisis; la sexualidad que interesa, la única sexualidad que le interesa, por
EL SUEÑO ES UNA REALIZACIÓN DE DESEOS 273
NOTAS
tiempo, después de siete u ocho años, que para que se produjeran real-
mente efectos psicoanalíticos, había que desatender la persona, es decir,
no es el ser sufriente que se viene a psicoanalizar. Eso no quiere decir que
el sujeto psíquico que se analiza después se las arregle con el ser sufriente
de otra manera. Pero no lo sé. Hay unos que se las arreglan y hay otros
que no se las arreglan. Es muy interesante. Viene el sujeto sufriente. Yo,
hombre, voy. Pero una vez que estoy en el diván, como hay una teoría que
dice que si “yo hablo” se llama asociación libre y cuando me detengo,
resistencia. Ahí me someto a la ley de una teoría. No ya a la ley social o
arquetípica, o de belleza o de bondad. Entonces, cuando Lacan dice: la
cura es un beneficio extraordinario, no dice no hay beneficios.
Dice que es un beneficio extraordinario y extraordinario quiere decir,
una de vez en cuando pero también quiere decir extra. Quiere decir que
el psicoanálisis además de psicoanalizarte, de constituirte como sujeto psí-
quico, además te regala la curación. Eso no quiere decir que el psicoaná-
lisis no sirva para curar. Yo curo con el psicoanálisis pero no se trata de
eso. Se trata de que el psicoanálisis dice: seguramente habrá más benefi-
cios secundarios cuando menos nos ocupemos de los beneficios extraor-
dinarios. Yo una vez recibí una felicitación por un paciente asmático, en
el sentido de que el paciente me refiere en la primera entrevista, entre cien
cosas más, que padece ataques asmáticos. y después de cinco años, me vol-
vió a mencionar de nuevo el asma para decirme que no tenía más. No se
habló nunca si seguía teniendo sus ataques, ni mencionaba los ataques.
Hay que entender que es el sistema, porque si no, no entiendo lo del dolor
de cabeza del principio. Es un sistema. No es la cabeza. El dolor es lo
manifiesto. Interesa relativamente. La enfermedad, normalmente, es una
excusa, en el sentido que yo no trataba de hablar de la experiencia perso-
nal que tanto les interesa, pero en la experiencia personal el síntoma que
trae el paciente se va. Son pacientes muy especiales aquellos que mantie-
nen sus síntomas, es decir “muy algo”, quiero decir: muy envidiosos.
El paciente mismo se da cuenta que es un estorbo en la relación la
enfermedad. El paciente se da cuenta, en la relación con el psicoanalista,
que el psicoanalista también es un ser humano y que la enfermedad lo
equivoca, le produce equívocos, lo asusta a veces. Entonces, el paciente
solito se va curando, pero rápidamente. Es lo primero que pasa. A mí no
me gustan los pacientes enfermos, entonces yo les curo rápidamente para
que se puedan psicoanalizar.
LA DEFORMACION ONIRICA
sueños son una realización del deseo, se genera alrededor de él una serie
de pacientes y de amigos que sueñan que el sueño no es una realización de
deseo.
“Quiero dar una comida, pero no dispongo sino de un poco de salmón
ahumado. Pienso en salir para comprar lo necesario, pero recuerdo que es
domingo y que las tiendas están cerradas. Intento luego telefonear a algu-
nos proveedores, y resulta que el teléfono no funciona. De este modo,
tengo que renunciar al deseo de dar una comida”.
Entonces Freud dice: como es natural respondo a mi paciente que sin
el trabajo de interpretación no podemos saber lo que quiere decir el
sueño, pero que acepto que en su manifestación aparece como la no reali-
zación de un deseo. Este sueño se llama “el sueño de la bella carnicera”.
La señora es la mujer de un carnicero a quién, en una ocasión anterior un
pintor le quiso pintar el rostro por muy expresivo, a lo que dijo que un
trozo de trasero de cualquier muchacha joven era mucho mejor para el
pintor que pintar su cara. Además, la paciente alude a que ella ha pedido
a su marido que no le compre su pescado favorito, el caviar, que es algo
que cuesta caro, para poder bromearle, dice ella a Freud acerca de que no
le compra el caviar. Recuerda a una amiga que según ella, está en la mente
de su marido; es decir que gusta de su marido y ella supone a su marido
gustando de ella. Rechaza la idea del gusto del marido aludiendo que la
mujer está un poco flaca y que en realidad a él le gustan las mujeres un
poquito gordas. El marido, en la conversación anterior, le dice que para
adelgazar, no va a aceptar ninguna comida fuera, y la última vez que vio a
la amiga y que la vio flaca, la amiga le dijo: “Me gustaría que me invitaras
a cenar a tu casa que tan bien se come”. Por lo tanto la primera interpre-
tación que hace Freud de la cual no queda contento es que, en realidad, el
deseo que se realiza en este sueño cuando ella no consigue hacer las com-
pras es: “¡Ajá! te voy a dar de cenar para que engordes y le gustes a mi
marido”.
Pero no queda contento y plantea el problema de la identificación, en
el sentido de que la paciente, por ser histérica, lo que desea es un deseo no
realizado, un deseo insatisfecho. Que desea desear algo que no pueda
satisfacerse. Por lo tanto, dice Freud, en realidad la palabra salmón ahu-
mado sólo se puede explicar de la siguiente manera: el salmón, como el
caviar para la paciente, era la comida preferida de la amiga. Freud dice que
la paciente, identificándose con su amiga, hace, en la no realización de su
propio deseo, que la amiga no realice su deseo y Freud dice: lingüística-
284 MIGUEL OSCAR MENASSA
se realiza, no es angustia del deseo sino angustia del yo, angustia del suje-
to, es decir: un modo de evadirse de la verdad. Por eso que al principio de
la clase digo: “Llegué quince minutos tarde, doctor, porque se ha muerto
mi madre”. y el psicoanalista bien le podría interpretar: “Usted es capaz
de aprovecharse de cualquier excusa para interrumpir el flujo de los acon-
tecimientos”.
5. ¿Qué es lo reprimido?
En cuanto a estos cánones de realidad que son la civilización, Freud
explica, el psicoanálisis explica cómo a veces se le hace al sujeto imposible
cumplir con lo civilizado.
Entre un ser asesino y el goce de mi madre, me detengo, no hago nin-
guna de las dos cosas. Constituyo inconsciente. Amo a mi madre en el
inconsciente sin que se entere mi padre, por lo cual no tengo necesidad de
matarlo y luego obedezco en el sistema de mi conciencia; respeto la ley,
voy al colegio, me pongo los pantalones abajo y la camisa arriba. Ese es
mi padre; pero no dejo de darle el goce a mi madre. Se lo doy inconscien-
temente. Esto que constituye el sujeto psíquico, esto va a ser para siempre
reprimido, aunque lo diga. Que aunque yo lo diga queda reprimido, ¿qué
quiere decir?
Es como el sol Miro el sol Me doy cuenta que hay una teoría que expli-
ca que el sol está quieto y la tierra gira alrededor del sol, pero veo que el
sol sigue girando alrededor de la tierra. Sé que seguramente mi sistema
inconsciente también se forja en aquella situación donde decido seguir
amando a mi madre; para eso divido mi personalidad en dos... y acepto la
ley en el sistema de la conciencia.
Seguramente yo sé que eso es así, pero eso no impide que dentro de
cinco minutos cometa un lapsus, y cuando uno comete un lapsus, se está
expresando un deseo sexual, inconsciente, reprimido. ¿Referido a qué? A
dos cosas: o al asesinato de mi padre que cometí o no cometí, que estoy por
cometer, o al goce de mi madre, que se lo he dado inconvenientemente, o
no se lo he dado del todo inconsciente, o se lo he dado de una manera per-
versa, no aceptando la ley impuesta. No hay otro inconsciente. Pero a pesar
de saber eso, a pesar de haberlo estudiado durante 25 años, me vuelve a
pasar que el inconsciente sexual, infantil, reprimido, produce en mis accio-
nes cotidianas normales y de persona mayor, situaciones no elaboradas,
infantiles, respecto del asesinato de mi padre y al goce de mi madre.
MATERIAL Y FUENTES DE LOS SUEÑOS
más próximo (con exclusión del día anterior a la noche del sueño) no
muestran con el contenido onírico una relación diferente a la de otras
impresiones cualesquiera, pertenecientes a tiempos indefinidamente más
lejanos. El sueño puede elegir su material de cualquier época de nuestra
vida, por lejana que sea, a la que partiendo de los sucesos del día del sueño
(las impresiones recientes) puedan alcanzar nuestros pensamientos”.
Es decir que el único factor temporal determinante es el actual, el
sueño utiliza en todos los casos un material del día del sueño. Que haya
tenido luego o no un desplazamiento depende de que el material elegido
sea importante o no. Si no lo es, es porque representa otro material actual
importante. Interpretamos “la inclusión de restos de sucesos secundarios
en el contenido del sueño como un fenómeno de la deformación onírica
(por desplazamiento) y recordaremos que en este proceso deformador
vimos una consecuencia de la censura que vigila a la comunicación entre
dos instancias psíquicas”. Esperamos, por tanto, que el análisis onírico
nos descubra siempre la fuente verdadera y psíquicamente importante
situada en la vida diurna, cuyo recuerdo ha desplazado su acento sobre el
recuerdo indiferente.
Otro de los mecanismos que encontramos en la comparación entre el
material latente y el manifiesto es el de la condensación: “Sentaré aquí el
principio de que para la elaboración onírica existe también una especie de
fuerza mayor que la obliga a reunir en una unidad en el sueño todas las
fuentes de estímulo dado”.
Fuente de estímulo quiere decir valor psíquico. “Aquello que nos ha
impresionado durante el día domina también las ideas del sueño, y sólo
por aquellas materias que en la vigilia han estimulado nuestro pensamien-
to, nos tomamos el trabajo de soñar.”
Al terminar el análisis del sueño de la monografía botánica, Freud da
una representación del valor; escribe: “La segunda impresión posee un
alto valor psíquico: he dialogado con mi amigo el oculista cerca de una
hora, haciéndole determinadas indicaciones de gran interés para ambos, y
esta conversación ha provocado en mí la emergencia de recuerdos acom-
pañados de los más diversos sentimientos. Además, nuestro diálogo
quedó interrumpido, antes de terminar, por la llegada de unos amigos”.
Valor para un hombre, nos indica Freud, es lo que se produce cuando
habla, poniendo su vida en juego, sus sentimientos y sus recuerdos, en esa
conversación, en ese encuentro con otro hombre. Además, termina Freud,
valor es cuando está presente la dimensión humana de la muerte: la sepa-
MATERIAL Y FUENTES DE LOS SUEÑOS 293
fiesto (materia prima), las asociaciones del paciente y las intervenciones del
analista que va reconstruyendo las operaciones, se produce la interpretación.
Que no está en ningún lugar, ni en los libros, ni en la asociación libre del
paciente. Porque habíamos dicho que todos los contenidos posibles de ser
asociados conscientemente por el paciente eran contenidos preconscientes.
Volvemos a nuestra insistencia: el sueño manifiesto como tal no tiene
ningún sentido. Sólo tiene sentido después de haber aplicado sobre él, el
instrumento psicoanalítico que consta de dos elementos: el elemento que
aporta o padece el psicoanalizado, el soñante, y el instrumento que apor-
ta el psicoanalista, donde se conjugan los elementos teóricos de la técnica
psicoanalítica: asociación libre y transferencia y el modo teórico de apro-
piación de la realidad psíquica: el método de la interpretación, que a par-
tir del trabajo Construcciones en Psicoanálisis (1937) se transformará en el
método de interpretación-construcción.
Recuerdo que la asociación libre dependía de un concepto teórico que
habíamos denominado múltiple determinación y que reunía todas las carac-
terísticas del lenguaje, es decir, sus representaciones eran preconscientes.
Podríamos comenzar de otra manera, diciendo que el trabajo del
sueño se realiza utilizando cuatro instrumentos o cuatro herramientas de
trabajo que son propiedad del pensamiento inconsciente, y que la última
de ellas, la elaboración secundaria, podría atribuirse al pensamiento cons-
ciente porque reacciona frente al sueño como la conciencia reacciona
frente a cualquier representación de percepción. Es decir, así como nues-
tra conciencia elabora la percepción para asimilarla, la elaboración secun-
daria, como mecanismo catalizador del pensamiento inconsciente hace lo
mismo con el sueño, para que sea asimilado por la conciencia, pero no
corresponde al pensamiento despierto ni al pensamiento consciente. Es
un mecanismo tan inconsciente como el desplazamiento, la condensación
y la escenificación. Los cuatro instrumentos son la condensación, el des-
plazamiento, la escenificación o puesta en escena, que se nombra con el
término Vorstellung y que es el mismo término que utiliza Marx para
hablar de la puesta en escena de la mercancía. A esta escenificación, o
puesta en escena, vamos a tratar de darle su importancia en el desarrollo
teórico posterior del psicoanálisis, en tanto podríamos decir, para antici-
par, que los mecanismos de condensación y desplazamiento se diferencian
entre sí por su puesta en escena.
Años más tarde Lacan dirá que lo que diferencia a la metáfora de la
metonia es su imposición significante. Es decir, un Freud más moderno-
EL TRABAJO DEL SUEÑO 299
ra tesis, nos va a ser muy difícil penetrar en el nuevo mundo que genera el
psicoanálisis.
El sueño es para el psicoanálisis una realización de deseos, que no apa-
rece como tal sino después de su interpretación psicoanalítica.
Es fácil entender en esta frase lo que plantea Freud, sin tener que recu-
rrir a ninguna epistemología: el producto inconsciente es un producto
teórico y sólo tiene cabida en el campo en cuestión.
Los sueños tienen como sentido la realización de deseos, si ingresan en
un tiempo donde sea posible actuar sobre ellos con la interpretación psi-
coanalítica.
Queda configurado, entonces, que el método del objeto de conoci-
miento que estamos estudiando va a ser el método de la interpretación.
Habíamos dicho que para que la práctica técnica sea científica tenía
que surgir como materialidad en la materialidad que el método ofrecía
para que ella fuera posible. Es entonces en el capítulo de método donde
vamos a tener que buscar la técnica.
Cuando digo argucia de la exposición en La Interpretación de los
Sueños es porque Freud no va a hablar del objeto de conocimiento, pero
va a delimitar perfectamente un método y una técnica.
Ahora viene eso de emplear para el estudio de la obra de Freud lo que él
impone como lectura, porque si no empleamos para leer a Freud lo que él
impone como lectura no estamos leyendo su obra, estamos leyendo otras
cosas. Lo que Freud impone como lectura es que el texto, también sus escri-
tos, son el texto manifiesto. Por lo tanto, para saber cuál es el sentido verda-
dero de esa manifestación habrá —como en todos los casos hace el psicoaná-
lisis—que poder descifrar de esa manifestación su verdad, es decir, su latencia.
Ya leímos el capítulo tres e hicimos el pasaje de la tesis “los sueños tie-
nen sentido”, que después de la interpretación psicoanalítica se transfor-
ma en “el sentido de los sueños es una realización de deseos”. Quiere
decir, si nosotros desde este capítulo tres podemos leer el método y la téc-
nica y producir, por nuestra concepción acerca del método de investiga-
ción y producción, e imponer a la lectura aquello que Freud impone para
leer —la diferenciación entre manifiesto y latente—, estamos en presencia
de lo que se llama una ruptura epistemológica.
Si el psicoanálisis produce una lectura epistemológica, cosa que vamos
a tratar de demostrar, tiene que haber producido aunque no nos demos
cuenta (porque darse cuenta es del orden de la manifestación) un cambio
definitivo en el pensamiento contemporáneo.
EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS 307
de manera tal, que ahora sólo es posible generalizar aún más para que esto
tenga un sentido.
Es decir que “los sueños tienen sentido” alcanzaba. La complejidad
viene con el capítulo cuatro donde “el sueño es una realización de
deseos”, donde él muestra claramente que aun en los sueños más simples,
en los sueños de los niños o en los sueños de necesidad, también allí hay
una realización de deseos.
Si sueño que aparezco comiendo las fresas que me fueron prohibidas
en la vigilia o que estoy en la Antártida, no tengo para comer y sueño que
como, a pesar que estos sueños están producidos por la necesidad, son
una realización de deseos, en tanto el tiempo del verbo aparece transfor-
mado. Lo que durante el día fue “ojalá me pudiese comer todas la fresas”
se transforma a la noche en “me estoy comiendo las fresas”.
Como habíamos visto en una conversación entre nosotros, “ojalá me
pudiera comer las fresas” está relacionado con la ley “no puedes comer las
fresas” y en el sueño aparezco comiéndome las fresas, no sólo ha habido
una transformación en el tiempo del verbo, sino que ha habido una trans-
formación en la transgresión, se ha transgredido una ley en el sueño y si
pensamos ahora en un niño de cinco años, la ley que ha transgredido en
el sueño es la ley del incesto.
Entonces, lo que durante el día es en esta representación real “no te
comas las fresas” durante el sueño se transforma en “cometo el incesto”,
es decir, aparezco comiéndome las fresas, aparezco violando la ley del
incesto.
Si se toma el compromiso de trabajar estos sueños es porque tenía una
tendencia a trabajar con aquello que al interlocutor supuesto —el cientí-
fico de su época, él mismo en la dimensión de sus prejuicios—le iba a pre-
sentar problema.
En la clase siguiente, cuando analicemos el sueño con el que empieza
el capítulo de Psicología de los Procesos Oníricos, vamos a ver que elige
un sueño que seguramente un enemigo de él lo hubiese puesto para
demostrarle que los sueños no eran exactamente una realización de
deseos.
Freud en toda la obra tiene la modalidad de tomar el ejemplo que le
pondría no el que está investigando, sino que ahí, él asocia libremente, es
decir que frente a lo que tiene que demostrar, lo primero que se le ocurre
es el no que van a decir.
Como vemos, Freud nunca trabajó solo.
EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS 311
II
tífica y artística y el amor como las más altas sublimaciones del aparato
psíquico.
Tengo que saber antes de olvidar y ahí donde en la necesidad altero mi
ser para ponerlo en movimiento —como dice Hegel— estaré determina-
do por una carencia.
Cuando amo no carezco de nada, o por lo menos, tengo más preten-
siones que aquella que me adjudica la simple carencia. Porque no voy a
buscar en el otro satisfacer nada, sino que cuando amo lo que deseo es que
el otro me ame.
Si la necesidad, la carencia, se saciaba con un objeto la supuesta carencia
del amor se sacia cuando transformo al otro en un sujeto como yo. Si el
sujeto A cuando necesita, pide que B sea el objeto que calme su necesidad;
cuando A ama como sujeto, pide que B sea también un sujeto que lo ame.
Por lo tanto el deseo es un vectorintermedio entre lo que todavía no es
psíquico —tener sed y tener hambre— y los más altos alcances de lo psí-
quico: el amor. El deseo es esa fuga intermedia, donde lo que requiere el
sujeto no es ni otro sujeto, ni un objeto real, sino que es un fantasma.
Por lo tanto el deseo no ha de ser bajo ningún concepto —a pesar de
Menassa y la revista Apocalipsis Cero—el nivel humano. Sino que el nivel
humano sería el nivel del amor, el nivel de la producción, lo que acabamos
de ver. En otro momento podrá ser otra cosa.
Sin amor no hay conocimiento, habíamos dicho en una oportunidad,
quería decir que parecía ser que el conocimiento no acontece en la vertien-
te del deseo. Parecería ser que el conocimiento acontece en la vertiente de
la producción del amor.
No existe el sujeto que tiene inconsciente, que tiene preconsciente, que
tiene deseos inconscientes y entonces viene el psicoanalista y se encuentra
con tal sujeto, sino que es trabajo teórico que produce objeto de conoci-
miento. Objeto de conocimiento que produce modo de apropiación.
Modo de apropiación del cual deviene técnica psicoanalítica. Complejo
articulado de método y objeto de conocimiento que nos permite encon-
trarnos con el objeto aparente. En la práctica técnica sería el señor fulano
de tal que, recién a partir de su discurso, podemos determinar como un
sujeto del sistema inconsciente.
No decimos el deseo inconsciente atraviesa la barrera de la represión,
se deforma condensándose y desplazándose y llega al sueño manifiesto,
sino que decimos sueño manifiesto y reconstrucción de los operadores y
construcción de las estructuras que sobre determinan la aparición del
EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS 315
tos, que el mundo psíquico nada tiene que ver con el mundo real objetivo
y cuando algo tiene que ver con el mundo real objetivo, tiene que ver en
una trasmutación de todos los valores psíquicos correspondientes al
mundo real objetivo.
III
NOTAS
12. Usted llegó tarde. Lo conductista sería creer que porque usted me
haga una pregunta ahora va a recuperar los minutos que llegó tarde. Eso
sería conductista. Es irrecuperable, lo que se perdió es irrecuperable.
Además, a ningún psicoanalista le interesa que se recupere nada porque la
interpretación no recupera nada escondido. No descubre nada oculto sino
que produce una nueva situación. No estaba en la vida del paciente y no
estaba en los libros que había leído el psicoanalista. Más que preguntar,
pensar la llegada tarde como una parte del sueño que se olvida que siem-
pre tiene una suerte de agresión al profesor, al psicoanalista, y no intentar
recuperar los minutos perdidos.
entender es pasada en alto hasta por el mismo Lacan, como se puede ver
en una discusión que tiene con Valabrega acerca de la regresión. ¿Cuáles
eran las armas? Hemos dejado de lado a los objetores de conciencia y si
no hemos dejado de lado las objeciones por lo menos hemos hablado de
las armas con las cuales vamos a enfrentar estas objeciones.
Habiendo leído el capítulo anterior, El olvido de los sueños, yo voy a
tratar de señalarles las armas de las cuales Freud habla, y las armas con las
cuales él va a entrar a hablar del concepto que él produce para el psiquis-
mo humano: el concepto de Regresión. Las armas son las siguientes: el
trabajo de interpretación, en el cual seguimos un camino que va desde el
sueño manifiesto a las ideas latentes. La elaboración onírica, es decir el tra-
bajo real del sueño, ha seguido el camino contrario y no es nada verosímil
que estos caminos sean transitables en dirección inversa. Habíamos visto
que el psicoanálisis era una ciencia de efectos, no era una ciencia de cau-
sas. Ciencia de efectos quería decir que partía desde los efectos, produc-
tos últimos del trabajo del sistema que estaba investigando, reconstruía
operaciones e interpretaba las causas determinantes, sin conseguir nunca
interpretar totalmente la causa determinante. Eso quería decir que la causa
no se agotaba en ningún efecto, por lo tanto, cuando yo rastreaba desde
los efectos hasta la causa, encontraba de la causa sólo la parte que deter-
minaba ese efecto, no la causa.
¿Por qué él termina el capítulo anterior con esta aclaración? El dice: el
trabajo de interpretación parte del sueño manifiesto, elabora procesos de
transformación: condensación, desplazamiento, cuidado de la representa-
bilidad; elabora operaciones e interpreta la causa determinante, es decir, el
deseo inconsciente. Trabajo de interpretación. Entonces, dice él, tenemos
que suponer que el trabajo real del sueño, el deseo inconsciente, pugnan-
do para salir a la conciencia, se somete a la censura, se transforma, se des-
plaza, se condensa y aparece como sueño manifiesto. Tenemos que supo-
ner, eso no lo vemos, no nos metimos dentro de la cabeza de ninguna per-
sona para ver cómo era la dirección de los sueños, además, como vamos a
ver en el capítulo de regresión, en el ejemplo que da Freud de cómo es que
el aparato psíquico, se parece al lugar ideal de un sistema, es decir, al lugar
donde no hay ninguna pieza material del sistema, por eso que el ejemplo
que toma es el microscopio y el telescopio, no para que después pensemos
que el aparato psíquico es como un microscopio sino que toma el micros-
copio y el telescopio porque en este momento de la cultura actual de
Freud, ambos eran dos aparatejos que le proporcionaban una idea: ¿cuál?:
338 MIGUEL OSCAR MENASSA
que el lugar del aparato psíquico era un lugar ideal. En el lugar del apara-
to psíquico no había ninguna pieza del sistema.
No se cansa de decirlo pero lo dice entre líneas. Además, como voy a
entrar en el capítulo de Regresión, necesito terminar el capítulo anterior
diciendo que hay una corriente progresiva que va desde el deseo incons-
ciente a la conciencia, que va desde el deseo inconsciente a la motilidad, a
las representaciones conscientes. ¿Para qué necesito demostrar eso?
Porque ahora voy a hablar de un mecanismo típico del sueño y de otras
formaciones donde el impulso psíquico, en lugar de ir desde el incons-
ciente a la motilidad va desde la motilidad al inconsciente, y a eso le llamo
regresión.
Una de las armas, entonces, el sueño en su trabajo real, lo suponemos
recorriendo un camino inverso al trabajo de interpretación. Por lo tanto,
si el trabajo de interpretación era desde las formaciones del inconsciente
y llamábamos formaciones del inconsciente: actos fallidos, sueños, sínto-
mas, es decir, si el trabajo de interpretación va desde las formaciones del
inconsciente a la causa determinante: el deseo inconsciente, el trabajo real
debería ir desde el deseo inconsciente a las formaciones del inconsciente.
Primer principio: si interrumpo las representaciones finales conscien-
tes aparecen las representaciones finales inconscientes. Y segundo, que las
asociaciones superficiales, en lo que digo, representan asociaciones más
profundas, es decir, representan desplazamientos, eso que yo veo ligado
sutilmente es porque la energía se ha desplazado, no porque la ligazón sea
débil o endeble o sutil. Estos dos principios son fuertemente utilizados
por el psicoanálisis en el tratamiento de los pacientes psiconeuróticos.
“Cuando solicito de un paciente que suprima toda reflexión y me
comunique aquello que surja en su cerebro, presupongo que no puede
prescindir de las representaciones finales relativas al tratamiento y me
creo autorizado a concluir que todo lo que puede comunicarme, por ino-
cente o arbitrario que parezca, se halla en conexión con su estado patoló-
gico.” Y Freud aquí describe de una manera magistral que una de las
armas que vamos a oponer a las objeciones es la transferencia. Y para los
que no entendieron agrega los dos renglones siguientes: “Otra represen-
tación final de la cual el paciente no sospecha nada es la relativa a mi per-
sona. El estudio completo y la completa demostración de estas explicacio-
nes pertenece, por tanto, a la exposición de la técnica psicoanalítica como
método terapéutico”. Es decir, para quien no entendió cuando lo dice, lo
repite, y lo aclara: la transferencia es un elemento clave de la técnica psi-
CONCEPTO DE REGRESIÓN 339
treando las armas con las cuales nosotros vamos a combatir nuestras pro-
pias objeciones.
El ombligo del sueño es un instrumento teórico que nos va a servir
como arma a nuestras objeciones. Si la interpretación es un texto y lo que
interpreta es otro texto, y lo que se transforma en el texto interpretativo
es en otro texto, está claro que se puede interpretar hasta el infinito. Si
además a la interpretación le agrego, como ustedes cuando sean más gran-
des y más cultos dentro del campo psicoanalítico, la teoría del significan-
te, se van a encontrar con el mismo problema. Porque si un sujeto es sólo
aquello que se percibe entre significante y significante, si el único sentido
del significante es el desarrollo de la cadena, ya dije en la clase anterior,
termino inventando una teoría del fantasma personal para detener la
interpretación, en cuanto en algún lugar la interpretación se tiene que
detener. Freud dice que no es necesario inventar ninguna teoría acerca de
ningún fantasma particular para detener la interpretación, porque la inter-
pretación se detiene en los límites teóricos impuestos. No en las asocia-
ciones libres del paciente que se pierden en la malla reticular del tejido
intelectual.
El inconsciente reprimido del cual se ocupa el psicoanálisis no es ni
siquiera el inconsciente del hombre, menos que menos el hombre y menos
que menos la vida del hombre. Freud se encarga de mostrarlo paso a paso.
Es un sistema complejo y articulado. El deseo sólo es errancia en su pade-
cimiento porque, bien sabemos nosotros, en su delirio de expresarse tiene
que someterse a un disfraz.
El deseo inconsciente como tal nunca lo vimos, ni nunca lo vamos a
ver, porque el deseo inconsciente como tal, lo dije varias veces, es como el
número cuatro. Y ahora pregunto: ¿quién vio el número cuatro? Pero, ven
como el número cuatro tiene relación con el inconsciente, de Miguel
Menassa, que buscando una cifra para mostrarles que el número cuatro no
caminaba eligió el número cuatro cuando podría haber elegido el ocho o
el diez. Ven que no pueden elegir ya nunca más al azar sino sobredetermi-
nado. Ahí las matemáticas tienen que ver con el psicoanálisis. El resto del
tiempo el psicoanálisis tiene que ver con el estudio de su objeto incons-
ciente que está particularizado como reprimido y que sólo puede aconte-
cer en los límites del aparato psíquico. Límites que estamos tratando de
verificar cuáles son, porque cuando termina el trabajo de interpretación,
al principio del capítulo anterior, ¿qué nos dice?: hemos terminado la
interpretación definitiva del sueño pero nada sabemos de los procesos del
CONCEPTO DE REGRESIÓN 341
Estoy mostrando cuáles son las armas para combatir nuestra propias
objeciones, nuestra propia moral acerca del acontecimiento de esta teoría
tan subversiva que dice que el centro de nuestra vida psíquica son proce-
sos absolutamente desconocidos por nosotros. ¿De quién? ¿De la señori-
ta? ¡No! De su propia vida psíquica. Freud dice: “De no ser así hubiera
tenido que descubrir que la represión y correlativamente la resistencia por
ella creada es la causa tanto de una cosa como de la otra”.
La represión, concepto psicoanalítico fundamental que ya vamos a ver
de qué utilidad nos resulta para explicar la realización de deseos y de qué
utilidad nos resultó para explicar la deformación onírica. Entonces, la
represión, concepto, una de las categorías centrales del psicoanálisis, pro-
duce, determina, que en la realidad clínica haya resistencia. Concepto de
represión y concomitantemente la resistencia por el concepto de repre-
sión creado. La resistencia es lo que veo en la experiencia clínica. Llamo
resistencia a todo lo que impida el psicoanálisis.
Esa resistencia, es decir, todo lo que impida el psicoanálisis, tiene que
ver con el concepto de represión. Sin concepto de represión no habría
resistencia, no habría posibilidad de leer estos hechos reales como resis-
tencia. Eso es una aclaración que Freud hace antes de entrar al capítulo de
regresión.
Y por último, todo aquello que el olvido ha suprimido del contenido
manifiesto puede ser reconstruido con frecuencia en el análisis.
Eso es otro instrumento que Freud nos da para luchar. Es decir, todo
olvido, no del sueño, todo olvido puede ser reconstruido después del aná-
lisis. No sólo el olvido de los sueños. Está demostrando en los sueños,
pero acuérdense que él había empezado con los síntomas neuróticos y con
los síntomas neuróticos le había parecido que los académicos le iban a
objetar que este proceso se daba sólo en los neuróticos, soñar sueñan
todos: normales y neuróticos. Está generalizando la investigación sobre el
inconsciente que había hecho en los pacientes neuróticos, por lo tanto
cuando dice: todo olvido de los sueños puede ser recuperado mediante el
psicoanálisis. Desde los olvidos conscientes, preconscientes, inconscientes
hasta las amnesias... todo olvido puede ser recuperado en el tratamiento
psicoanalítico. Después dice Freud: me gustaría tener un paciente (y a mí
también) que dijera: “Esto, en efecto, no tiene en realidad nada de lógico.
No sé con seguridad si este elemento se hallaba contenido en el sueño;
pero de cualquier manera, dice el paciente imaginado por Freud, de cual-
quier manera, se me ocurre lo siguiente” y comienza a asociar. Pero como
CONCEPTO DE REGRESIÓN 343
este paciente no existe, dice Freud, más, el sujeto no dice nunca tal cosa,
y precisamente este efecto perturbador del análisis es lo que delata a la
duda como una derivación y un instrumento de la resistencia psíquica; el
psicoanálisis es justificadamente desconfiado. Una de sus reglas funda-
mentales dice: todo aquello que dificulta la continuación de la labor es
resistencia.
Con todo eso Freud comienza el capítulo de regresión diciendo que da
por terminadas las objeciones y pasa a reproducir la tesis, cosa que ya habí-
amos destacado, cómo en el inicio de cada capítulo Freud reproduce de una
u otra manera, a veces más sutilmente, a veces muy claramente, la tesis. En
este capítulo la reproduce de la siguiente manera: “el sueño es un acto psí-
quico importante y completo. Su fuerza impulsora es siempre un deseo por
realizar”. Dice que en el capítulo nos vamos a encontrar con momentos
donde podríamos llegar a dudar cuál es la fuerza impulsora; entonces, en la
tesis, al comienzo del capítulo, reproduciendo tesis de capítulos anteriores,
recorta la tesis porque antes era: el sueño es una realización disfrazada de
deseos sexuales reprimidos... aquí la reduce, la recorta, quiere mostrar algo.
¿Como la recorta? La recorta de esta manera: el sueño es un acto psíquico
importante y completo. Su fuerza impulsora es siempre un deseo por reali-
zar. Quiere decir que frente a las confusiones que vamos a tener durante el
capítulo hay una guía; la fuerza impulsora, ya lo hemos demostrado, es siem-
pre un deseo por realizar. Que ahora aparezcan los deseos insatisfechos
como reemplazando a los deseos reprimidos, Freud dice, todavía no hemos
arribado a la conclusión, no hemos arribado a la interpretación.
Habíamos visto en capítulos anteriores que había cuatro mecanismos:
desplazamiento, condensación, cuidado de la representabilidad y elabora-
ción secundaria. Él vuelve a hablar de eso, de esta manera tan condensa-
da, para que ustedes vean cómo él aquí en diez renglones reescribe de esta
manera las trescientas páginas anteriores. “Su aspecto (el sueño manifies-
to), en el que nos es imposible reconocer tal deseo, y sus muchas singula-
ridades y absurdidades proceden de la influencia de la censura psíquica
que ha actuado sobre él durante su formación. A más de la necesidad de
escapar a esta censura, han colaborado en su formación una necesidad de
condensar el material psíquico, un cuidado de que fuera posible su repre-
sentación por medio de imágenes sensoriales y, además —aunque no
regularmente—, el cuidado de que el producto onírico total presentase un
aspecto racional e inteligente.” Retomo el sueño —el sueño es del padre
que está durmiendo mientras velan en la habitación de al lado el cadáver
344 MIGUEL OSCAR MENASSA
so, porque en cuanto lo intenta ve caras verdes con ojos encarnados que le
causan espanto. La fuente de esta aparición es el recuerdo reprimido pero
primitivamente consciente de un muchacho al que vio varias veces, hacía
cuatro años, y que constituía un modelo de vicios infantiles, entre ellos el de
la masturbación. Vicio que también practicó el sujeto reprochándoselo ahora
amargamente. Su madre había observado por entonces que el vicioso niño
tenía un color verdoso y los ojos encarnados, los párpados ribeteados. De
este recuerdo procede pues el fantasma que le impide conciliar el reposo y
que está destinado después a recordarle la predicción que le hizo su madre
de que tales niños se vuelven idiotas, no consiguen aprender nada en la
escuela y mueren jóvenes. Nuestro pequeño paciente demuestra la realiza-
ción de una parte de esta profecía pues no avanza en sus estudios y teniendo
conciencia de ello le espanta que pueda también realizarse la segunda parte.
El tratamiento logró devolver en poco tiempo el reposo haciéndole
perder el miedo y terminar el año escolar con notas sobresalientes.
Esto es interesante cómo al revés de nosotros, actualmente, donde lo
que más se discute del psicoanálisis es su capacidad terapéutica, Freud no
tiene ninguna duda acerca de la capacidad terapéutica del psicoanálisis.
Todas las dudas son teóricas, es si va a poder o no explicar de una mane-
ra articulada y coherente los fenómenos que se producen.
Freud ahora va a la neurosis para mostrar tres tipos de regresión que
en realidad son una sola.
Una es tópica en el sentido del sistema (fi), en tanto se iría del precons-
ciente al inconsciente. Hay una regresión formal en el sentido que las for-
mas que toma el complejo son formas primitivas del sujeto y hay una
regresión temporal, en tanto, se trata de otro tiempo. No del tiempo
actual donde acontece la regresión sino que se trata de un tiempo anterior.
Freud dice que en realidad coinciden porque el proceso más primitivo
formalmente en realidad es el más antiguo en el tiempo y en realidad es el
más cercano al sistema del inconsciente.
A mi entender en todo el trabajo anterior, demostrando que los sueños
tenían un sentido, lo que Freud trabaja es el método. Para trabajar el
método tuvo que llenar esas páginas de un montón de elucubraciones que
a veces nos desviaban de la importancia que él venía dando a su interpre-
tación, en el sentido de que era un método productivo, en tanto el deseo
era producido por la interpretación.
El hecho no existía hasta después de ser interpretado. En el capítulo
del Olvido de los Sueños, a mi entender él habla de la materia prima, es
CONCEPTO DE REGRESIÓN 349
decir, del discurso onírico. Para hablar del discurso onírico nos tiene que
hablar del olvido de los sueños y de otras muchas cosas como vimos.
El capítulo de regresión, es en el hecho de la asociación libre donde
remarca que no solamente hay que tener en cuenta las asociaciones tempo-
rales, el modo propio de la asociación, sino que hay que tener en cuenta el
modo temporal en que la asociación regresa, el mecanismo de regresión, y
además tener en cuenta las analogías. Explicando uno de los aspectos de la
técnica: la asociación libre, tiene que demostrar cómo el sentido es regresivo
pero también para mostrar cómo es que uno tiene que buscar la asociación.
En el próximo capítulo, La Realización de Deseos, es donde habla del
otro concepto de la técnica: la transferencia.
Aprovecha la regresión para hablar en realidad de lo que está múltiple-
mente determinado, que es la asociación libre, y aprovecha el capítulo del
deseo inconsciente o la realización de deseos para hablar de la transferen-
cia. Y la transferencia no está múltiplemente determinada sino sobredeter-
minarla.
El paciente hablando puede llegar hasta los recuerdos encubridores,
pero el paciente hablando no puede llegar a la transferencia que tiene con
la persona del psicoanalista, eso sólo puede ser producido por una inter-
pretación, es decir, los sentimientos concretos que el sujeto tiene con el
psicoanalista no son conscientes.
Entonces acuérdense que les dije quitar del medio las representaciones
finales conscientes para que aparezcan las representaciones finales incons-
cientes, pero como el paciente ha venido a tratarse provisto de una enfer-
medad, todo lo que asocia, por más ingenuo, banal, superficial que sea, yo
tengo derecho, dice Freud, a asociarlo con su idea patológica y con mi
persona. Es decir que todo lo que ocurra entre el psicoanalista y el pacien-
te, dice Freud, tiene que ver con la enfermedad del paciente y con la per-
sona del psicoanalista.
Está claro que estas dos indicaciones valiosísimas que Freud hace en
estos capítulos no han sido seguidas en general por los psicoanalistas.
NOTAS
El problema filosófico que se nos plantea con “el sueño es una realiza-
ción de deseos” y que nos llevó a las especulaciones anteriores, lo lleva a
Freud en 1911 a escribir sobre Los dos Principios del Suceder Psíquico y a
plantearnos el principio de realidad como uno de los conceptos más
importantes de la teoría psicoanalítica, en tanto es el sujeto psíquico el que
padece la doble alteridad: con su Otro inconsciente y con el otro real
social. Porque su realización de deseo debe discriminar la realidad objeti-
va de la realidad psíquica, la realidad de la alteridad de lo psíquico, si no,
no puede haber realización de deseos bajo forma alucinatoria, es decir,
cómo habría realización en la realidad objetiva sin ser una realización
efectiva, queda claro que sólo puede haber realización alucinatoria en la
realidad psíquica.
Esta lógica interna del aparato psíquico de 1900 se transforma en el
aparato psíquico de 1923. En 1900 es una relación, un flujo permanente
entre instancias, es decir, una barrera permeable entre preconsciente y
consciente que permite el flujo de representaciones y energía más o menos
libremente, y una barrera permeable selectivamente, en tanto la barrera de
la represión no es verdaderamente impermeable, sino que es permeable a
aquellas representaciones inconscientes que son capaces de abandonar su
energía, dejar su energía libre y transferir su energía a otras representacio-
nes aceptadas por la conciencia.
Por lo tanto, una barrera permeable entre la conciencia y el precons-
ciente y una barrera impermeable ahí donde la representación intente la
aproximación de lo reprimido a la conciencia. En 1923, además de este
flujo de instancias, acontece un flujo intrasistémico, es decir, el Yo es
consciente e inconsciente y el Superyó es consciente e inconsciente. Esta
articulación compleja que ya tiene su primera alteridad, su primer otro en
sí misma, se complejizará aún más al ponerse en contacto con la realidad
objetiva, comenzando a padecer una doble alteridad.
NOTAS
Dentro de estas necesidades está una cierta cuota de amor, todo hom-
bre tiene que tener una cierta cuota de amor para ser libre; una cierta
cuota de odio, de deseo.
Frente al arte se plantea lo mismo.
Cuando habla de la necesidad espiritual dice que no puede ser evaluada
en la economía política que estoy generando y eso lo dice también del arte y
del amor. El amor y el arte se escapan a la vigencia del sistema capitalista de
producción, tienen otra vigencia histórica, dice, porque yo puedo embelle-
cerme como proletario de una estatua que se hizo en Grecia.
Cabalgando sobre el discurso llamado normal estará palpitante el
deseo. Cabalgando sobre las necesidades estará cabalgando el deseo.
Cabalgando sobre las tendencias científicas, sobre las tendencias sexuales,
estará el deseo.
En todas las producciones literarias, los más grandes novelistas de este
siglo, William Faulkner, por ejemplo, toda su obra tocada por el deseo
inconsciente, literariamente resuelto en Faulkner, con los paréntesis.
Si nos preguntamos qué es el deseo, primero tendríamos que ver si no
existe para este sujeto psíquico una estructuración más madura, más propia
de él como sujeto psíquico, de la cual podríamos desprender lo que supone-
mos una formulación intermedia de lo humano. La necesidad es un patrimo-
nio que no corresponde exactamente a lo humano, sino a lo orgánico. Una
de las más grandes evoluciones de la libido humana es la demanda amorosa.
La demanda amorosa tiene como característica dirigirse no como la
necesidad a algo de la realidad objetiva que la sacie, sino que es más ambi-
ciosa, se dirige a otro sujeto y le requiere que lo ame.
Para que haya demanda amorosa, la libido narcisista se tiene que haber
transformado en libido objetal. Luego de esta transformación le pido al
otro que amo, le exijo que sea tan humano como yo, que transforme su
libido narcisista en libido objetal y que a su vez me ame.
Entre lo animal que necesito y lo absolutamente humano que amo, está el
deseo. Si la necesidad sólo se podía dar en el campo de lo real, el amor en tanto
reclama la existencia de un otro prójimo, se podrá dar solamente en el campo
de la experiencia simbólica y al deseo, entonces, le atribuimos el campo de lo
imaginario y no quiere personas o cosas, sino que ama fantasmas.
En el artículo de Freud, Amor de Transferencia, deberíamos leer Deseo
de Transferencia, porque del amor de transferencia nunca se ha hablado.
Se han hecho muchas interpretaciones acerca de: “Usted me ha transfor-
mado en las pestañas de su madre” pero no se ha escuchado ninguna inter-
LA REALIZACIÓN DE DESEOS 361
deseo transcurre, el deseo es dehiscente pues tiene que vérselas con una
instancia que es el preconsciente que tiene deseos propios, que tiene una
organización propia del lenguaje diferente a la del inconsciente y que todo
producto que aparece en la conciencia, si bien sobredeterminado por el
deseo inconsciente, es a lo sumo una transacción entre el deseo incons-
ciente y la represión, entre el deseo inconsciente y la censura, entre el
deseo inconsciente y los deseos preconscientes.
NOTAS
l. Sujeto psíquico, ¿quiere decir que tiene que ver con el preconscien-
te, con la conciencia, con la realidad?
En estos momentos sí, porque después vamos a articular que es el yo
el que tiene que vérselas con el inconsciente pero aquí no, aquí hemos des-
cubierto el inconsciente, hemos descubierto esa fuerza, “es más fuerte que
yo” decían los pacientes. Ahora, cuando salgamos de La Interpretación de
los Sueños y entremos en los casos de histeria de Freud, que son la prehis-
toria de La Interpretación de los Sueños, los pacientes le dicen: una fuer-
za irresistible, algunos dicen: es más fuerte que yo.
Esa fuerza irresistible que es más fuerte que yo, no es tanto más fuer-
te que yo, sino que mantiene un equilibrio sistémico. Tanto que si hay por
medio alguna interpretación concebible del deseo inconsciente, hay una
transformación de la personalidad consciente del sujeto. Pero también es
cierto que poniendo medidas restrictivas a mi devenir consciente, consigo
transformaciones imaginarias, es decir, transformaciones inconscientes.
Quiere decir que es sistémico, que cuando hay modificación de uno de
los elementos del sistema se modifican todos los elementos del sistema.
Después alguien puede agregar que para modificar una conducta cons-
ciente es necesario que yo haga cierto tipo de elaboración, bueno, es ver-
dad. Pero si hay una modificación en mi deambular consciente hay una
modificación de mi imaginario.
Si yo estoy acostumbrado a recibir a mi amada de las nueve de la maña-
na con una bofetada y un día le doy un beso, más allá que mi deseo
inconsciente sea el mismo, porque habíamos dicho que no tiene objeto el
372 MIGUEL OSCAR MENASSA
No, cada vez que surja la necesidad surge de aquel momento mítico
una fuerza impulsora que quiere recuperar la primera experiencia de pla-
cer, eso es el deseo; después, como nosotros sabemos, el deseo se indepen-
diza de la necesidad.
Es decir que el sujeto adulto, el sujeto psíquico, desea en cualquier
momento, no solamente cuando come. Pero en aquel origen mítico sí,
aprovecha para desear la expresión de sus necesidades, por eso que tiene
primero una sexualidad oral, después una sexualidad anal, según por
donde va necesitando expresar. Está claro que el primer contacto que el
niño hace con la realidad, su aprehensión, es por la boca, por lo tanto se
le llame como se le llame será sexualidad y será oral, nada más que porque
el instrumento con que aprehende la sexualidad es oral, sin meterse en
otro tipo de especulaciones.
La necesidad es animal, es decir, no les estoy diciendo que son unos ani-
males, les estoy diciendo que la necesidad es del orden animal, que tienen
necesidades estructuradas de la misma manera que las tiene el hombre. Es
decir que ahí el hombre no es estrictamente un hombre, es un animal.
El deseo que es lo que estamos viendo es un límite, un límite históri-
co, un factor mutante entre lo animal y lo humano. Ese límite entre lo
humano y lo animal, según como le toque, según como le acompañe, se
transformará en que ese hombre tiene, desde la agresividad primaria que
expresa en la erección de un pene, hasta la posibilidad de matar a una per-
sona a cuchilladas, todo es agresividad primitiva y sadismo sádico-anal.
La mujer está claro que tiene que tener en el momento de las relacio-
nes sexuales reproductivas una actitud de recibir dentro de ella no sólo el
pene sino también el semen, esa actitud es la misma, expresa el mismo
deseo, tener esa pasividad de un instante. Porque si todo el resto no es
actividad no se puede producir la relación sexual, ese instante de pasivi-
dad puede transformarse en un masoquismo extremo, pero es la misma
fuerza. Por eso que el deseo es un límite entre lo animal y lo humano.
Esto que digo es muy importante para el psicoanalista porque si es un
límite, es una precisión la que interpreta el deseo. Cualquier cosa que no
sea la precisión de interpretar ese límite hace caer al sujeto en lo moral
humano o en lo animal pero se pierde otra vez el deseo inconsciente, que
tiene la precisión de ser un borde, un límite, que no tiene por qué caer en
otro lugar. Que caiga en un lugar y en otro lugar es por la enfermedad del
paciente y por la inexperiencia del psicoanalista y luego el hecho esencial-
mente humano para el psicoanálisis parece ser, como venimos viendo, el
374 MIGUEL OSCAR MENASSA
4. Yo creo que la muerte es más bien algo que el ser concibe para los
demás, no para sí mismo.
Ese es el error, eso sólo se puede concebir en la sociedad burguesa. Es
interesante que ese pensamiento sobre la muerte sólo se puede tener en las
sociedades burguesas en donde yo me quedo con toda la vida, por eso la
muerte es de los otros. En otro tipo de sociedades y culturas y de formas
de producción no se podría pensar así. Hay un egoísmo animal y quiero
mostrar, hay un egoísmo humano, que no tiene nada que ver con estas
cosas. También puedo tener un egoísmo humano, un egoísmo terráqueo.
No creer en la existencia de los extraterrestres es un egoísmo terráqueo,
pero ya poco tiene que ver con mi madre, ya tiene que ver con un narci-
sismo de ser un habitante de la tiene, de tener como materia prima de con-
cepción de la vida, la tierra. Ser un terráqueo.
Amar a los terráqueos, sentir que somos hermosos, que somos inteli-
gentes, que somos una raza inteligente, que somos sujetos capaces de pro-
cesar nuestra propia historia, entonces no puedo creer en los extraterres-
tres que andan haciendo tonterías, que teniendo tantos instrumentos y
tanta capacidad técnica cometan tantos errores en la aproximación a los
terráqueos, eso porque tienen muchos problemas sexuales. Claro, porque
si no la aproximación sería sin daño y estamos comprobando que la apro-
ximación es con daño, tienen una fuerza que no pueden controlar del todo
y no hay fuerza que se pueda controlar del todo si no es sexual.
LA INTERRUPCIÓN DEL REPOSO POR EL SUEÑO. EL SUEÑO DE ANGUSTIA 375
en la historia de los pueblos, las cárceles, las torturas, no son lo que man-
tiene a un pueblo o a una clase social en dependencia o en sojuzgamiento,
sino que lo que mantiene a las clases y a los pueblos en sojuzgamiento y
en sometimiento es la represión del imaginario, es decir, la represión de lo
que el sujeto puede hablar.
Del Siglo de Oro español a Franco, por ejemplo, una corriente de opi-
nión que permitía el uso cotidiano de hasta 5.000 palabras se transforma
en la época de Franco en 150 palabras. Los cultos, en la época de la dicta-
dura, hablaban de 350 a 400 palabras.
Un trabajo que se publicó en un libro que se llama Léxico familiar
muestra lo que hizo el fachismo con los italianos, reducir el lenguaje a un
máximo de 450 palabras. Apoyándonos en la misma teoría de la función
poética podríamos decir que el sujeto está inmerso en el lenguaje, está a
disposición de todas las palabras. Es decir que la desviación o la disminu-
ción del lenguaje, de las palabras, es algo antinatural para el hombre una
vez constituido como sujeto del lenguaje, en tanto por ser sujeto del len-
guaje está sujeto a todas las palabras, es decir, tiene esa libertad, y para que
ustedes se den cuenta en el idioma castellano cómo sería esto, por ser suje-
to de la lengua castellana estoy sometido a la combinación arbitraria de un
millón de palabras; entre mi neurosis y la dictadura han reducido mi liber-
tad a que ahora yo esté sujeto a la combinación arbitraria de 500 palabras.
“El inconsciente está estructurado como un lenguaje.” Parece un axio-
ma. No lo es porque pone en cuestión cómo es el inconsciente, en tanto
para referirme a él lo tengo que objetivar, desde un otro lugar, desde el
lenguaje; está estructurado como un lenguaje. Supone que para aprender-
lo necesito también realizar un trabajo; ni aun así, no aun ahí, puedo des-
prenderme del trabajo, de la categoría de trabajo, que no puedo decir
cómo es, no puedo decir el inconsciente es, tengo que hacer.
Para hacer un imposible hay que generarlo, Freud y Lacan lo han
generado, por eso es que hay un inconsciente freudiano y un inconscien-
te lacaniano. El inconsciente freudiano es el inconsciente de la histeria,
fundado en la represión, y el inconsciente lacaniano es el inconsciente del
paranoico, el pensamiento me viene dado desde fuera de mí.
Carecer de dinero o carecer de amor, que es la otra cosa que circula,
son dos carencias sustitutivas del horror, porque el verdadero horror es
que teniendo dinero y teniendo amor somos igualmente carentes.
LO INCONSCIENTE Y LA CONCIENCIA. LA REALIDAD
Freud propone en tres palabras del título, en este último capítulo, una
articulación que hace a toda la filosofía que se desprende del texto, es
decir, a la filosofía psicoanalítica, en tanto plantea la diferencia entre el
Inconsciente, la Conciencia y la Realidad.
Cuando nos plantea la realidad es con la intención de llevarnos a la dis-
yuntiva de que hay una doble realidad: la realidad material y la realidad
psíquica y todo para decirnos que la realidad psíquica nada tiene que ver
con la realidad. Tanto que termina el capítulo recalcando la importancia
ética que hemos de dar a los deseos reprimidos que así como generan sue-
ños generan otros productos psíquicos y esto algún día tendrá que ser
reconocido. y dice: el emperador romano que mató a su súbdito porque
había soñado en asesinarlo, estaba equivocado. Estaba equivocado porque
habría tenido que desarrollar el sueño manifiesto, para saber qué quería
decir el sueño.
Y además está equivocado, dice Freud, porque ni siquiera atendió a lo
que Platón decía acerca de este asunto: que el hombre virtuoso se conten-
ta con soñar lo que el perverso realiza en la vida.
Freud se pregunta: ¿cuál es el sentido ético que hay que darle a mi
Interpretación de los Sueños?, y concluye: los sueños no pueden ser prue-
ba para condenar, primero porque si sueño con asesinar, ése es el conteni-
do manifiesto, y segundo, si fuera intención de asesinar lo que he soñado,
según Platón el hombre perverso tendría necesidad de realizar lo que al
hombre virtuoso le alcanza con soñar.
Ser psicoanalista y poeta y que todo sea verdad me parece, para la
época que me tocó vivir, un imposible y, sin embargo, vago por las noches
386 MIGUEL OSCAR MENASSA
eléctrico, el rayo láser. Es decir, no saber cuál es la leyenda acerca del coito
que anida en todas las clases sociales y cuál es la que domina la imagine-
ría, nos imposibilita interpretar una relación sexual.
En España, follar follan los nobles, por lo tanto follar tiene transgre-
sión edípica, la transgresión social y tiene la transgresión donde un plebe-
yo hace en realidad lo que corresponde hacer a los nobles, ya que follar
viene de hacer el amor sobre el follaje y, en realidad, eran los nobles los
que hacían el amor de esa manera. Entonces el imaginario de toda la
población es ése, cada vez que voy a follar transgredo una ley edípica, una
ley social y para colmo transgredo una ley de clases, me posiciono en el
lugar del otro, tengo sus títulos y honores.
Entonces cada vez que follo cometo un delito de usurpación. Hasta
que no se modifique este imaginario popular y hasta que la clase domi-
nante para follar no sea la nobleza, el resto de los habitantes de España
follarán mal, con inconvenientes, eyaculación precoz, frigidez, impoten-
cia, trastornos mentales, esquizofrenia.
Es decir que en cada uno de nosotros hay un Cronos y un Zeus, y que
nadie se puede salvar de eso hasta que matemos en nosotros a los griegos.
Como parece que los griegos aún siguen fundamentando el concepto de
belleza y el concepto de bondad, tenemos que soportar saber que cada
paciente es sin quererlo y sin saberlo, porque estos procesos son incons-
cientes, el príncipe de las leyendas rusas y a la vez Zeus, pero para ser Zeus
hay que ser también Cronos, porque los sentimientos humanos son ambi-
valentes.
Cuando la cosa se complica, se hace confusa también para Freud,
entonces trae una frase de Platón: el hombre virtuoso se contenta con
soñar lo que el perverso realiza en la vida.
Después de decir esto agrega: una vez que hemos conducido a los
deseos inconscientes a su última y más verdadera expresión, vemos que en
la realidad psíquica es una forma especial de existencia que no debe ser
confundida con la realidad material.
Esta frase es prácticamente la que termina el capítulo. Porque luego él
contesta a una pregunta, al buscar ahora en la conciencia las relaciones que
el sueño mostraba con el presente (la realidad), no deberemos extrañarnos
si lo que creíamos un monstruo al verlo con el cristal de aumento del aná-
lisis, se nos muestra ser un infusorio (H. Sachs).
Tampoco contesta acerca del valor del sueño para el conocimiento del
porvenir. La contestará con el principio de realidad varios años después.
LO INCONSCIENTE Y LA CONCIENCIA. LA REALIDAD 391
NOTAS
tanto, el recorrido del sujeto por su propio imaginario no puede ser igual
para todos. Aunque las leyes sean igual para todos, no lo son sus cumpli-
mientos y por lo tanto sus sanciones.
PRIMERAS CONCLUSIONES
PSICOANÁLISIS y MEDICINA
Madrid, 1984
Llevado por este dilema, Freud, que estaba tratando de hacer entender
que el psicoanálisis era una disciplina científica, escribe en el año 1926,
precisamente el título de esta charla.
De Freud voy a tomar la definición de curandero, haciéndole de paso
una crítica a Bunge.
“Curandero es quien emprende un tratamiento sin los conocimientos
y la capacidad indispensables para llevarlo a cabo.”
Digo que de paso le hacemos una crítica a Bunge porque Bunge trata
al psicoanálisis sin poseer los conocimientos y la capacidad indispensables
para llevarlo a cabo, porque para poder leer el psicoanálisis hay que com-
prender que el psicoanálisis, cuando se funda como disciplina científica,
funda además una nueva filosofía de la producción del conocimiento cien-
tífico. Quiero decir que si no poseo los instrumentos que el psicoanálisis
me da en su producción, no puedo leer el psicoanálisis. Por lo tanto,
Bunge es un curandero porque emprende un tratamiento —la lectura de
la disciplina psicoanalítica—sin poseer los conocimientos y la capacidad
indispensables para llevar a cabo este tratamiento que sólo puedo ofrecer
la teoría psicoanalítica. Cuando egresé de la Facultad de Medicina estaba
preparado, como bien dice el diploma, para todo lo que se refiera a la clí-
nica y a la cirugía, tanto que se me nombra aquí en España licenciado en
esos temas. Entonces, soy licenciado de algo que se me va a escapar de los
manos, ya que el 30% de los casos quirúrgicos en realidad se resuelven en
la interpretación de las situaciones de relaciones sociales o intersubjetivas
que el sujeto padece.
Y ahora atento verdaderamente contra la medicina cuando digo que,
de las llamadas enfermedades clínicas, son psicosomáticas el 83% de las
enfermedades de la piel, el 93,8% de las enfermedades ginecológicas, el
50% de los infartos de miocardio, el 100% de las asmas bronquiales, el
100% de las úlceras gástricas, el 100% de los dolores de cabeza, los dolo-
res musculares, las impotencias genitales, la frigidez, los mareos matina-
les, la sensación de náusea matinal o nocturna según las estaciones, las
alergias, la obesidad y ciertos tipos de cánceres.
Entonces, medicina y psicoanálisis, es una manera de llamarnos la
atención acerca de nuestra ignorancia. Medicina y psicoanálisis para lla-
marnos la atención acerca del bombardeo de medicamentos a los cuales
todos estamos acostumbrados, tanto los pacientes clínicos como los lla-
mados pacientes psiquiátricos: una pastilla para que no deliren, como si
todo el mundo hablara correctamente —porque delirar es una manera
PSICOANÁLISIS Y MEDICINA 401
Tratándose del trabajo del habla, se trata del trabajo sobre el imagina-
rio de las personas, y el imaginario de las personas es, en todos los casos,
uno diferente a otro. Mientras cada imaginario es diferente, cada transmi-
sión es diferente, no hay transmisión generalizada, hay transmisión del
psicoanálisis para quien a partir de su propio camino, es decir, su propio
imaginario, sea capaz de construir el espacio y el tiempo para poder tra-
bajar sobre los procesos, sobre los productos del trabajo inconsciente.
b) Otro requisito de la formación es el estudio sistemático del psicoa-
nálisis como ciencia, como teoría científica, ahí donde se funda como tal,
es decir, en los textos de Freud y Lacan.
Decir que no hubo ningún autor psicoanalítico después de Freud es
mentira, pero decir que hubo muchos es tener esperanzas. Ninguna de las
dos cosas conviene, ni mentir ni tener esperanzas.
Entonces, el estudio sistemático que por ahora requiere la Escuela es el
psicoanálisis de las obras de Freud y Lacan. El resto nos imaginamos que
tendrá que ser parte de la cultura que todo psicoanalista tendrá que tener
acerca del campo en el cual trabaja.
c) En tercer lugar, la producción por el aspirante a psicoanalista de una
escritura que dé cuenta del modo de producción que hizo posible que a él
particularmente le fuera transmitido el psicoanálisis. Es decir que uno de
los requisitos que le pone la Escuela al candidato, es que pueda escribir
acerca del proceso que él mismo vivió, tan particular, en el acceso al tiem-
po en que le fuera posible que alguien, no interesa quién, le pudiera trans-
mitir el psicoanálisis.
Sin esta escritura estaríamos en el tiempo donde Freud pensaba que la
sugestión era buena, y si la sugestión es buena lo que es bueno es la imi-
tación. La novedad psicoanalítica es transformar el concepto de sugestión
en el concepto de transferencia. Para que esto fuera posible hubo que
generar primero el concepto de libido.
Es decir, bajo el fundamento de la libido es donde se hace posible
transformar la teoría de la sugestión en el concepto de transferencia. Así,
el concepto de libido hace posible transformar el método catártico, un
método intelectual, donde se creía que si el paciente recordaba la escena
traumática, curaría; en el método psicoanalítico donde ya, para que sea
posible que la palabra cure, tiene que haber movilización de fuerzas, es
decir, que el recuerdo no es suficiente si no moviliza, en el hecho de recor-
dar, las fuerzas que fueron reprimidas conjuntamente con la escena recor-
dada.
PSICOANÁLISIS Y MEDICINA 407
escritura. Este tiempo se abre y una multitud de recuerdos invade los años
de la amistad, las encrucijadas de nuestras vidas.
La lluvia en la ciudad, la risa de los niños en el jardín, en la casa, en la
violencia, junto al fuego.
Espero poder escribir lo que me gustaría leer: El laberinto del amor, tu
figura recortada entre sombras y los dioses de papel fustigando la discon-
tinuidad de la letra.
Mejor ver estas ideas en el camino de una aproximación entre Freud y
Lacan, entre el psicoanálisis y la lingüística, el inconsciente y el significan-
te, máscara de un nuevo status del discurso donde la «y» abre un campo
donde el desencuentro posible muta Y señaliza su recorrido con el len-
guaje en plena acción: la poesía.
“Lo que no interviene en el método de exposición —el vértigo del sin-
sentido donde cualquier cara, dos caras o un barril de seda, quieren decir
lo mismo o nada—fue birlado del proceso de producción, desvió todo el
pensamiento.”
El psicoanálisis y la filosofía se enfrentan con la necesidad dramática
de romper con el «sentido», de salir radicalmente de la epistemología de
la conciencia Y también a la altura de sus descubrimientos y programas,
de medirse con la exigencia inmedible, con las radicalidades inauditas de
la revolución freudiana.
De la poesía tenemos que sacar material para otra cosa, dicen, pero de
esa otra «cosa» de la que habla el psicoanálisis, es precisamente la poesía
la que nos lleva de la mano por el jardín de los senderos que se bifurcan
donde intentamos llamar al pan pan, y al vino, vino.
¿Nos habla más del pan el químico o el poeta?
Es el punto de cocción de los elementos lo que nos da la medida huma-
na (deseante) o es el aroma?
Si interrogo al texto por el misterio de su construcción, se me ocurre
que estas palabras desean disponer el saber en movilización permanente y
reemplazar el conocimiento cerrado y estático por un saber que dialecti-
ce las variables experimentales y dar, finalmente, a la razón motivos para
su expansión. Una búsqueda para transformar una verdad en su razón.
Discernir los obstáculos epistemológicos es, entonces, contribuir a
fundar los rudimentos de un psicoanálisis del conocimiento. Desarreglar
sus hábitos como una propuesta de una práctica pedagógica Y una forma
simbólica de elaboración de lo reprimido, de manera homóloga al chiste
y su relación con el Inconsciente.
DISCURSO DE AMÉRICA. POESÍA. PSICOANÁLISIS, LOCURA 411
rock fuerte y alto a la vez. He hecho el amor con una mujer como corres-
ponde y hoy he venido a dar mi primera conferencia, es decir, que les estoy
pidiendo que tengan en cuenta la responsabilidad que embarga mis sentidos.
Hablando en principio de lo más notable, diré que la transferencia se
procesa en permanente menos uno, en tanto lo que cree faltar nunca estu-
vo. Un cero, como habíamos anunciado hace quince años, pero cruzado
por la muerte, que en sí misma es presencia, en el sujeto, de un imposible.
Venimos a levantar la llama inagotable del deseo.
Es por eso que en el supremo intento de no morir en mis propias
manos ante ustedes de un cáncer, de un accidente, o de un infarto del cora-
zón mirando como un estúpido las estrellas de nuestro campo, escribo.
Trazo sobre un papel, antes que suceda, el recorrido de nuestro encuen-
tro. Pozo de un encuentro, éste, que se desea y se rechaza a la vez, simple-
mente para que ustedes puedan mantenerse dentro de la dialéctica que impo-
ne toda ideología a sus transformaciones. Vengo, como debería haber estado
un psicoanalista: sordo y mudo a cualquier tipo de lamentaciones.
No vengo a decir, pues esto revocaría los fundamentos de una teoría,
sino que vengo a generar el campo necesario (que ya algunos de ustedes
conocen de oídas) para que dé comienzo la función.
PSICOANÁLISIS Y POESÍA
Relación fundada por el Grupo Cero en su escritura, muestra una vía
de acceso al sentido y a la dimensión humana de los textos psicoanalíticos.
Resonancias y repercusiones de una poética freudiana.
Formalización de un cierto nivel de la obra de Freud, tanto desde la
sintaxis como de la semántica, es decir, una combinación específica. Es en
este decir a la economía del tiempo a la que se reducen todas las otras. Ley
que regulando mediante el tiempo de trabajo la economía en general,
DISCURSO DE AMÉRICA. POESÍA. PSICOANÁLISIS, LOCURA 413
PSICOANÁLISIS Y POESÍA
Así escritos fundan un campo que señala la escritura como dominio
donde se desarrollan métodos e instrumentos para la producción de una
nueva posibilidad en el camino de una teoría del conocimiento.
Psicoanálisis y poesía nos dice de una producción, efecto de articular
el instrumento poético y la retórica del inconsciente. Siendo ambos un
trabajo sobre el significante, los dramas que atraviesan la escena, las ban-
deras de libertad que se iluminan en la combinación son el hombre de
quien Freud escribe claramente: no podemos saber cómo es en realidad.
Sometida a leyes inexorables, la palabra hace sus estragos. Ella es
impune, se combina con todo. Ama desaforadamente las imperfecciones.
Su ser es todo tiempo.
En este estado todas las combinaciones de la palabra generan poesía. Para
ello, es necesario que las formas espaciales, topológicas (último lujo de la
razón contra lo poético humano), estallen en fragmentos. La forma sin más,
las deformaciones que la violencia de los tiempos combinándose le imponga.
Gozando como una mujer, dejándome llevar, escribo de lo que nadie
sabe. Soy Ello, capaz de engendrar lo que circula. No soy idéntico ni
siquiera a mí mismo. Mi lugar es la muerte.
PSICOANÁLISIS Y POESÍA
Señala un vínculo de coherencia más allá de los límites de las diversas
teorías del lenguaje desarrolladas en occidente, limitadas por los dos bor-
des conocidos en el sentido de un cuestionamiento práctico: el materialis-
mo y el arte.
414 MIGUEL OSCAR MENASSA
PSICOANÁLISIS Y POESÍA
Dos interesantes miradas sobre la vida de los hombres que, como toda
mirada, única o doble (ya que el doble es consecuencia y máscara de lo único),
son insuficientes. En ellas todo cierre es, tan sólo, una nueva metáfora.
En ellas todo es infinito en los contornos de un universo finito. Dos
miradas extraviadas en ser siempre una novedad y, sin embargo, hablar
solamente, escribir solamente, dos formas privilegiadas de lo único.
Por ahora, psicoanálisis y poesía, dos grandes y corpulentos valles de
lágrimas. Por ahora todo es dolor, todo crítica punzante. Por ahora, debe-
mos decirlo, nadie aprueba los exámenes.
Psicoanalistas y poetas hay pocos.
PSICOANÁLISIS Y POESÍA
Iniciar algo también es morir. y si no se han hecho las cosas a fondo
podrá más la sangre, que las palabras. Sólo en el paroxismo de su ser
humano un hombre es palabras. El resto del tiempo: carne, excremento,
grandes pasiones de antiguo nivel. Hundido en esa pocilga el “hombre»
puede morir de cualquier cosa, hasta de rabia.
Para que la palabra transforme algo en alguien, debe acontecer engarza-
da en las más altas pasiones posibles para el hombre: El Amor, la Creación.
retoma ella es dos, una que hace lo que puede y otra que hace lo que no
puede. Una mutilación y su doble, ya que uno no puede por carecer de
todos y dos es la posibilidad de la mirada de uno y el tercero no existe,
porque el tercero es lo olvidado que retorna. Y hasta aquí, como vemos,
en la cúspide de su poderío, ella, la razón, propone para el hombre ser
uno, o bien su propia imagen o peor aun, cuando ella atardece y los rumo-
res del lago son propicios, ser, en el inconcebible retorno de lo reprimido,
un recuerdo, un grito, una caricia, a veces un olor. Y luego, para reinar
también sobre el silencio, inventa la muerte. Ella es una asesina y majes-
tuosa, dice la verdad. Más allá de mi cuerpo o la reproducción de mi cuer-
po o la muerte. En mí, cuerpo de la verdad, razón, todo.
A la palabra amor
le puse cascabeles como a la lepra antaño.
A la palabra madre
le puse un cataclismo entre las piernas
y una belleza masculina en la mirada.
Ojos de miel combiné con mi Patria
DISCURSO DE AMÉRICA. POESÍA. PSICOANÁLISIS, LOCURA 417
Ella existe,
ha nacido en mis versos.
Poesía de fuego
donde el dragón es ella y la palabra.
Te escribo, ¿ves? te escribo
como antaño el hombre se escribía.
Hago que tus gemidos
—yegua loca pariendo la mañana—
abandonen tu cuerpo.
poderosos, pero no cae, no se deja atrapar por ningún orificio, por ninguna
altura. Una chispa que sin parecerse a ninguna otra, no es extraña al fuego. El
tiempo de la subversión del sujeto, ahogado entre mapas de guerra, folletines
reivindicativos y la punzante cronología del salario. El acceso al orden sim-
bólico no implica la abolición de la carne sino que la circulación de palabras
abarca también la circulación de la sangre. Letras cuyo carácter las acerca a
esos números de que están compuestos todos los números, y por ser subya-
centes a todo átomo de lenguaje capaz de sentido siguiendo el hilo de una
metáfora, en sus iluminaciones, pondrá a la palabra su valor de evocación.
PRE-SCRIPTUM
La diferencia entre la escritura y lo que el hombre que escribe puede
con su vida, es un drama que hasta ahora sólo pudo ser solucionado con
la muerte, la locura o la terrible enfermedad, en todos los malditos o en
aquellos que sin llegar a serlo lo ambicionaban.
La vida de la escritura es la vida de la escritura y la vida del escritor es
un mínimo inconveniente que la escritura supera en todos los casos.
Pretender, hasta ahora por lo menos, hacer concordar la vida de la
escritura con la vida del escritor, es en todos los casos llenar la escritura de
opacidades.
No, como se dice, una vida humana que por darse a la escritura dejará
en ella una marca, sino una vida que al ser sujeta por la escritura recibirá
de ella una marca, que en todos los casos es, como sabemos, insoportable.
Si la escritura, es decir, la formación material histórica de la produc-
ción del lenguaje escrito, ha de ser materialidad de toda producción cien-
tífica y literaria. No ha de ser ella la que se verá sobredeterminada por el
sujeto psíquico que, ella misma, utiliza en su realización. Sujeto que pade-
424 MIGUEL OSCAR MENASSA
¿Transmitir el psicoanálisis?
Un vuelo de decir sería que así como sin asociación libre no hay posi-
bilidad de interpretación, sin escritura no hay posibilidad de transmisión.
La transmisión del psicoanálisis es un acto inherente a la propia produ-
cción del inconsciente.
Empezaré diciendo que todos los caminos que llevan a ROMA, llevan
a Roma. Sobre todo cuando el que me mira caminar de mí, está en Roma.
Sin deseo del psicoanalista no hay psicoanálisis, es tan verdadero como
decir: sin psicoanalista, no hay inconsciente. Si alguien no nos convence
que estará en Roma esperándonos, aunque no lo esté, no llegaremos
nunca a Roma.
Formar un psicoanalista para otro psicoanalista es la forma más pura
del amor. Develar a nadie lo que será de nadie.
Un existente de lo que no hay, un imposible pone las piezas en movi-
miento. Un saber que no será sino bajo la regla de no saberlo. Un poder
que sólo sostendré si rechazo utilizarlo.
Un deseo de ser de la carencia la cintura del alba. Rozar, rozar, sin
tocar nunca y sin detenerse frente a cada fracaso, porque es de eso de lo
que se hablará en el diálogo de transmisión: EL FRACASO DEL SER
EN SERLO. Ya que todo intento será determinado desde la errancia del
deseo. Desear deseos, objetos nunca sidos.
Un ojo que no ve sino los restos que le permite su mirada. Una pala-
bra que mira del Otro pasa en mi interior. Lo esencial de mí, y eso es lo
que no sé, pasa fuera de mí.
TRANSMISIÓN EN PSICOANÁLISIS 429
Las piezas que se ponen en juego disparadas por la carencia, son rea-
les, imaginarias y simbólicas, y los discursos posibles hasta ese momento
de nuestra formación son cuatro: LA MUERTE (el punto, la interpreta-
ción), LO SEXUAL (el nada, el desencuentro, la insatisfacción, LA NO),
EL ESTADO (la universidad, el capitalismo), DIOS (la palabra divina, el
amo Absoluto).
Un sujeto supuesto de saber esgrime como bandera su deseo. Un suje-
to que supone ese deseo que lo sostiene en su suposición, como un saber.
Un saber paradójico que sólo se produce en acto y que al querer deter-
minarlo como ocurrido se desvanece como tal. ¿La repetición, la transfe-
rencia, la pulsión, no son acaso muescas de este fracaso? El ojo no desea
sino su propia mirada que lo constituye mirándolo desde el Otro.
Estoy aquí, dice el candidato, porque quiero ser psicoanalista. Y esto
inmediatamente, a menos que uno sea indiferente a las cuestiones sociales
en desarrollo, plantea una pregunta que, de no contestarla, el candidato
(por el simple hecho de haberlo pronunciado) se quedaría sin camino.
¿Quién está cuando estoy?, y ¿dónde estoy cuando estoy aquí? Y si
esto fuera poco para mantenerme callado, la frase: quiero ser psicoanalis-
ta, puede ser simplemente, no una inversión, pero sí un deslizamiento;
quiero psicoanalizarme, ya que usted lo desea.
En esa especularidad: quiero ser como usted, entero, es su propia ima-
gen lo que se le anticipa como disfraz de la única verdad posible en el diá-
logo de transmisión. A usted le pasa lo mismo que a mí. Otro nos reúne
bajo la faz de no saber. Carencia anterior y futura a todo ser, aún al de la
imagen. Así que difícilmente el falo pueda ser imagen de nada y menos del
pene. El Falo, concepto positivo de lo imposible de la Apertura al campo
del Otro, uno de la carencia, que permite pensar que, justamente, ese otro
que no está en el sistema, sino como nunca sido, sea causa.
Quiero decir simplemente que si en la primera entrevista quiere serlo,
más adelante querrá tenerlo y luego querrá matarme. Al llegar a Roma no
sólo no me encontrará, sino que percibirá sólo de sesgo, porque más allá,
aún, sólo se puede gozar o morir, que nadie nunca ha estado en ROMA.
Concluido el psicoanálisis, si es que alguna vez concluye, nadie estará en
condición de asegurar que se trate de Roma. Y la conclusión no deja de
ser bonita: ROMA NO EXISTE, aunque más allá, aún, tal vez, la encon-
traría.
En cuerpo, en el goce del Otro, en lo Uno del Amor, en la Muerte. Y
nadie conseguirá nada. Ya que el Inconsciente Freudiano y, por qué no
430 MIGUEL OSCAR MENASSA
ne, no sólo el saber del psicoanalista, sino, también supone, que el candi-
dato, con el tiempo, podrá más.
y cuando ya no hay otro remedio, queda aún una posibilidad: propo-
nerse como psicoanalista expulsado del Uno de ser de la comunidad, es
decir, proponerse como no todo. Hacerse expulsar y proponer nuevas
reglas del pase, de la transmisión de la escritura.
NOTAS
7. La relación del niño con la imagen es la misma que tenían las cosas
antes de la invención del número natural.
Con el acontecimiento del número natural para hacer la praxis se esta-
blece un nuevo tipo de relación triangular. Desaparece, cae asesinado
—dicen los teóricos—un objeto real, es decir, el conjunto dedos desapa-
rece, el conjunto ábaco desaparece, y entonces la relación es imaginaria,
real y simbólica. Estos son los tres órdenes que en realidad produce el
número natural. Número natural, que como producción de sentido va a
estar en el inconsciente de todas las ciencias contemporáneas.
438 MIGUEL OSCAR MENASSA
12. La mirada es el campo del amor, nunca ve lo que dice ver, en tanto
que ella misma es objeto de su deseo. La mirada, ella misma es objeto del
deseo de la mirada.
Si me tiran al paciente en los brazos, por ejemplo, como a veces pasa en
los hospitales, ahí no puedo evitar la mirada; pero tengo que saber que la
mirada está actuando, que se van a producir situaciones con ese paciente que
no se tendrían por qué producir, por lo tanto tendrán que ser interpretadas.
En los grupos el psicoanálisis es diferente por la presencia de la mira-
da. Hay un momento de indiscriminación en el grupo, y ¿cuánto dura ese
442 MIGUEL OSCAR MENASSA
14. Pero algo tendrán que pagar, porque eso es un privilegio, hablar
con cinco mil palabras más. Es gozar cinco mil veces más. Así que me
imagino que algo tendrán que dar, algo de vuestra personalidad tendrán
que dar en esa transformación y en ese viaje.
Lo biológico en el ser humano es precario, porque antes de nacer como
biológico ya es palabra, ya es producto de una conversación, ya es pro-
ducto de un entrecruzamiento deseante.
Que no es por el canal del parto donde nace el niño, eso es una ilusión,
por eso que a veces duele y a veces no duele. Es por el canal del lenguaje.
Porque si fuera por el canal del parto o dolería siempre o no dolería
nunca. No es por el canal del parto, es por el canal del lenguaje, que en
ciertas posiciones sobredeterminadas es estrecho, entonces duele o hasta
hace imposible el parto, es decir, el nacimiento del niño como niño.
No es un cuerpo biológico sobre el que le ponen la palabra, es una bio-
logía precaria que, antes de ser, ya fue hablada, ya hubo deseos e historia
de deseos humanos conformando esa matriz biológica.
Por eso, doctor, que hay que animarse a las enfermedades con dudosa
etiología, a pensarlas producidas por la secuencia psíquica del sujeto.
El sujeto biológico es lo más precario del hombre, en tanto en 1907 ya
Freud escribe un texto muy interesante que se llama Psicoterapia por el
espíritu, donde finaliza el escrito diciendo que no sólo las enfermedades
sino también la muerte se tiene que ver en una deseante, no sólo las enfer-
medades sino la muerte, es decir, la culminación del sujeto biológico,
dependiendo de las vicisitudes del sujeto psíquico, del deseo.
El cuerpo más primitivo es el yo corporal que le llama Freud, pero en
realidad el yo corporal es el yo ideal, y no tiene nada de cuerpo porque el
yo ideal es la imagen, y además nada que ver con el cuerpo porque más
que con el cuerpo tiene que ver con un goce primitivo. Se supone un goce
primitivo.
Donde más se concreta el cuerpo es en el decir de Freud, donde dice
que es el escenario del suceder psíquico, la puesta en escena del suceder
psíquico.
sa, por eso la realidad es como es. Si yo puedo romper esa determinación,
interceptar esa determinación, la realidad es otra, porque la realidad tam-
bién es la mirada que la mira.
Ese es el drama del hombre, que es su virtud, su capacidad y su fama,
saber y no saber la influencia que él tiene sobre los otros, sobre sí mismo
y sobre la realidad.
Si ahora viniera Marx con todos estos conceptos nuevos diría que sí,
que es cierto, que el hombre cuando ingresa en el lenguaje es cuando se
convierte en hombre, se hace la mutación, pero también diría que sin la
necesidad de la transformación de la naturaleza jamás hubiese hablado,
que en realidad habló para reunirse alrededor de la palabra y con eso
transformar la naturaleza.
Lacan llega a decir que hay cuatro sexos: padre, madre, hombre, mujer.
Y esto es muy interesante porque se ve que cuando falta el sexo padre para
un hombre, por ejemplo, falta el universo mujer; cuando falta para la
mujer la madre, falta el universo hombre.
Esto no tiene nada que ver con el cuerpo. O tiene que ver que si usted
no está tan conflictuado en esos sectores y que aceptó la metáfora pater-
na y que la madre no sé qué y que la envidia no sé cuántos y que la cas-
tración y el miedo..., me imagino que podrá tener mejores relaciones con
las personas, también con su cuerpo.
No vengo por nadie en especial, vengo por todos. Hablar y amar fue
todo mi pasado. París mi prehistoria, donde Lacan y hablar estuvieron de
moda. Muerto Lacan porque hablar no era suficiente, nadie podrá pasar,
soy el que escribe, el que vertiginosamente se adelanta en las sombras.
Llegamos a decir que toda escritura es producto efecto de haber elabo-
rado una lectura, como dos cosas separadas: se elaboraba una lectura y se
producía un escrito. Aquí se nos vuelve a plantear que una vez transfor-
mado el tiempo en el cual observo los fenómenos, no puedo abandonar el
método propuesto. Es decir, no es que leo, elaboro lectura y ahora tengo
la escritura, sino que tengo la escritura y en lo que la escritura no me dice
por decir, porque ahí donde me dice algo, me oculta una otra cosa, recons-
truyo en ese silencio los supuestos, las ausencias y las preguntas.
Se conversa generalmente acerca de la “imposibilidad” de la dificultad
de que el propio sujeto que elabora la ciencia o que trabajaba y producía
la ciencia, o el ensayo, o la novela, difícilmente podía, también, hablar con
exactitud del proceso de producción de esa ciencia o del proceso de pro-
ducción de la obra de arte. En el caso de la ciencia, la epistemología, en el
caso de las artes su poética.
Si esto hubiese quedado separado así para siempre, estarían los artistas
estudiando acerca de la poética y los científicos estudiando acerca de la
epistemología. Podríamos decir que por el psicoanálisis, en tanto es a par-
tir de la dimensión que cobra Freud en la historia del conocimiento con-
temporáneo, cobra entonces dimensión la poesía como método de cono-
cimiento.
Ahora se nos complican un poco las cosas.
452 MIGUEL OSCAR MENASSA
sis) que la escritura adviene en posición femenina, pero nunca nadie quiso
saber cuáles eran las consecuencias de esta frase.
Así, cuando se libera la poesía de las leyes que ella infringe por ser
modelos ideológicos, ella es un instrumento de conocimiento, ella es una
manera diferente de leer los fenómenos que acontecen en el mundo, en el
universo. ¿Esto no querrá decir que si se libera a la mujer de lo que ella
infringe por ser, es decir, los modelos ideológicos, la dialéctica fálica, ella
también sería una nueva concepción del universo, incluyendo en el uni-
verso la realidad y lo real?
Entre esta conferencia y la otra, hemos fundado la Primera
Internacional de Poesía y Psicoanálisis. En el poder de fundar, hemos
sabido que lo exiliado queda, también, exiliado del hombre. Lo exiliado,
por lo tanto, no se puede besar.
Sé, me has dicho, que tus intenciones son alcanzar del corazón su cen-
tro.
Urdir en el propio corazón del hombre una maniobra que aunque en
ella se rompa el corazón, atestigüe tu presencia en el mundo. Hablar tiene
el encanto de no hacer y ahí tu maldición. Porque no hacer no se consi-
gue con el cuerpo, sino con las palabras.
Tendidos sin mirarnos, porque los ojos son los que ponen colores a la
muerte. Sin ojos, no hay posibilidad de engaño: la muerte siempre es
negra.
Tu cuerpo muerto, tendido y vacío, sólo forma y belleza, tratando de
alcanzar, sin conseguirlo, ese otro cuerpo, también muerto, mi cuerpo, a
tu lado, pleno, condenado por tu carencia a poseer lo que te falta.
con naturalidad,
como si lo que en mí pasara,
pasara desde siglos.
Y te llamo querida, porque así han de saber que te amo y nadie anda-
rá diciendo por ahí que nuestra relación fue vana o que nuestros besos
no eran lo más puro del amor. Y si hundo mis manos en tu vientre es
para definir la situación con mayor claridad. El hombre vuelve a la tie-
rra y en la tierra se consumen miles de historias que no han sido publi-
cadas.
Por eso te escribo, para que la serpiente de la duda anide para siempre
en nuestros corazones. Un poema para que nuestros cuerpos sean inmor-
tales en ese silencio del amor, o un gran amor, tal que alguna vez inmor-
talice algún poema.
Oh, querida, querida, cuántas veces me desmoroné en tus labios. A
veces llevado simplemente por las horas del día. Caía sobre vos, amada,
desde grandes alturas siempre en el medio preciso de una frase. Sin saber
lo que quería decir, pero intuyendo de sesgo algún final.
Siempre me faltaban palabras, siempre había algo indecible entre
nosotros. No era el sexo, sino la historia sangrante y cruel que lo hace
cantar. No eran de carne nuestras historias aunque se grabaran sobre
nuestro cuerpo.
Cuando envejezca
cuando mi piel se caiga
porque soy incapaz de sostenerla
entonces, mi palabra, levantará la voz.
Agonizando el canto,
se hace más fuerte, que viviendo.
Fui sin embargo, un buen fenicio en todo.
No era navegar por navegar, mi oficio.
Mi oficio era tenderme entre los puertos.
Después de aquel encuentro donde le confesé que era ciego, ella llega-
ba siempre diez minutos tarde y un día me dijo: ¿Vio que siempre llego
diez minutos tarde? Es porque no quiero psicoanalizarme más con usted.
Mire, le di muchas vueltas al asunto y no lo puedo soportar. Hay algo en
su ceguera que yo no puedo tolerar.
Si usted es ciego... quiere decir que cuando yo le digo, por ejemplo:
Hoy estoy hermosa, usted no tiene cómo constatarlo yeso, es terrible.
Cuando le digo que estoy fea, usted no puede decirme: Pero no, que-
rida, usted es hermosa. y sabe por qué no puede. Porque usted nunca me
vio, ¡qué terrible!, ¡qué terrible!
A mí el problema, así como lo planteaba ella, nunca se me había ocu-
rrido planteármelo. Así que si la intención de ella era sorprenderme, esta
vez lo había conseguido en profundidad. Preferí quedarme callado, espe-
rando sus próximas palabras. Ella no me dijo nada pero lo pensó: mejor
me quedo callada y espero a ver qué opina el doctor.
Así nos quedamos en silencio durante diez años. Cuando ella volvió a
hablar fue para decirme entre enojada y feliz: ¡Cómo me engañó, doctor!
Usted nunca fue ciego.
Un vuelo de decir sería que así como sin asociación libre no hay posi-
bilidad de interpretación, sin escritura no hay posibilidad de transmisión.
La transmisión del psicoanálisis es un acto inherente a la propia pro-
ducción del inconsciente.
Terminaré diciendo que todos los caminos que llevan a ROMA, llevan a
Roma. Sobre todo cuando el que me mira caminar de mí está en Roma. Sin
deseo del psicoanalista no hay psicoanálisis, es tan verdadero como decir: sin
psicoanalista, no hay inconsciente. Si alguien no nos convence que estará en
Roma esperándonos, aunque no lo esté, no llegaremos nunca a Roma.
Develar a nadie lo que será de nadie.
Un existente de lo que no hay, un imposible pone las piezas en movi-
miento. Un saber que no será sino bajo la regla de no saberlo. Un poder
que sólo sostendré si rechazo utilizarlo.
Un deseo de ser de la carencia la cintura del alba. Rozar, rozar, sin
460 MIGUEL OSCAR MENASSA
aun, sólo se puede gozar o morir, que nadie nunca ha estado en ROMA.
Concluido el psicoanálisis, si es que alguna vez concluye, nadie estará en
condición de asegurar que se trate de Roma. y la conclusión no deja de ser
bonita: ROMA NO EXISTE, aunque más allá, aun, tal vez, la encontraría.
En cuerpo, en el goce del Otro, en lo Uno del Amor, en la Muerte. Y
nadie conseguirá nada. Ya que el Inconsciente Freudiano y, por qué no
decirlo, el Inconsciente Lacaniano, aunque sea otro, es Saber no Sabido o
Poesía, y aquí, la cuestión. Todo lo otro, aun los matemas o los mate-a-
mamá, son los intentos desesperados del símbolo de obturar la carencia,
única puerta posible para el deseo. Su causa.
He sabido por tu madre que te gustaría que antes de fin de año roce-
mos las aristas del espanto.
Quiero decirte que la familia es un hecho concreto tal que sin familia
es como una ciudad sin agua. Por eso que seré, te lo prometo, antes del
acontecimiento entre nosotros del verbo enamorado, el arrebato perfecto
de una mirada: tu madre enamorada, encandilada por tu belleza, enajena-
da de poder transformarte según su algarabía, en su falta, su hombre, su
deseo o, peor todavía, su envidia, su desprecio, su lejanía.
Antes de fin de año, mi pequeña, quiero hacerle saber que ya no vol-
veremos a estar los dos a solas. El tiempo para entonces habrá partido
nuestra razón de ser. Un pozo de silencio, el tiempo, entre nosotros.
Mi deseo, arrancándola brutalmente de mis brazos, empobrecidos,
ahora, por su ausencia. Aleja su mirada de mi mirada, empobrecida ahora
por su lejanía y estrella tu mirada querida, contra lo que no habrá en tu
aurora, ni aun, después de los grandes acontecimientos. Contra lo que no
podrá ser tu forma, ni aun, después de las más bellas poesías.
Mutilado porque mi cuerpo es otro que tu cuerpo, desprestigiado
incluso para tu mirada detenida por el horror de mi ser, impotente de ser
mi cuerpo y mi palabra, mi forma y mi sentido. Tu mirada helada en un
rincón del alma para siempre.
Por el horror de mi ser impotente de ser, exactamente, tu imagen deshi-
lachada en el espejo negro de la muerte. En el espejo muerto del negro silen-
cio. En el silencio muerto y negro en el espejo. En el silencioso espejismo
negro de la muerte, donde tus caderas comienzan a bailar al ritmo de
macumba. Negra de magia, abierta, silenciosa, al sonido espectral de los tam-
bores, delicada y altiva, como una rosa entreabierta puesta en su lugar.
Insolente, enamorada de ti misma, y todavía, antes de desear, te abrazas a la
muerte para no morir nunca. CONDENADA, tu silencio es negro. Tu
462 MIGUEL OSCAR MENASSA
Psicoanálisis
lOS LABERINTOS DE LA NEUROSIS OBSESIVA Amelia Diez
Cuesta
FREUD y LACAN HABLADOS I Miguel Osear Menassa
MEDICINA PSICOSOMATICA Varios autores
NEUROSIS, PERVERSION, GRUPAUDAD EN PSICOANAU-
SIS Varios autores
OBJETO y CASTRACION EN PSICOANAUSIS Varios autores
SIETE CONFERENCIAS DE PSICOANAlISIS EN LA HABA-
NA, CUBA Miguel Osear Menassa
El PORVENIR DE LA ClINICA PSICOANAlIllCA Nonna
Menassa
ANTROPOLOGIA María Jesús García Polo
ABORTO y DIVORCIO Osvaldo Ortemberg
PSICOANAlISIS DEL AMOR Miguel Osear Menassa
LA HISTERIA YlOS SUEÑOS MaríaChévez
PSICOANAUSIS DE LA MATERNIDAD lidia Andino
LOS MIEDOS DEL AMOR Nonna Menassa
POESIA y PSICOANAUSIS 20 años de la historia del Grupo Cero -
1971-1991 Miguel Osear Menassa
EDITORIAL GRUPO CERO
TRATAMIENTO DE LAS DROGODEPENDENCIAS Luis
Schnitmann
1· CONGRESO PSICOANAlISIS y PSICOSIS Varios autores
GRUPO CERO, ESE IMPOSIBLE y PSICOANAlISIS DElllDER
Miguel Osear Menassa
lOS NOMBRES DEL GOCE REAL SIMBOllCO IMAGINARIO-
Miguel Osear Menassa y Amelia Diez Cuesta
VIGENCIA DE SIGMUND FREUD. LA TRANSFERENCIA
Varios autores
El OFICIO DE MORIR DIARIO DE UN PSICOANAliSTA
Miguel Osear Menassa
DESEO DE NADA -FOBIA YFETICHE-Miguel Osear Menassa y
Amelia Diez Cuesta
APORTACION DE AGNES HElLERALASOCIOlOGIA DE LA
VIDA COllDIANA María Jesús García Polo
LA MIRADA DE lOS lOSOS Jaime Icho Kozak
PSICOSIS INFANTILES Jaime Icho Kozak