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FREUD_Y_LACAN_HABLADOS_1_de_MIGUEL_OSCAR

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© Miguel Oscar Menassa

© Editorial Grupo Cero


Carlos Pellegrini 833, 4º “C”, 1er cpo. (1009) Buenos Aires
ISBN: 978-84-9755-094-9
Hecho el depósito que indica la Ley 11.723
Producción Gráfica e impresión: Stilcograf S. R. L., Pujol 1052, Buenos Aires, Argentina
PROLOGO A LA 2.ª EDICION

La reproducción inalterada del texto de la primera edición es también una


manera de contar con el original.
Un texto sólo puede ser modificado por otro texto, sólo un nuevo libro
puede interpretar este libro (Menassa tiene en preparación Freud y Lacan
—hablados— 2), sólo un nuevo argumento abre las puertas a lo rectificable.
Se puede corregir un texto pero rectificar es corregir la posición del sujeto,
lo cual produce un nuevo texto, en tanto queda rectificada la posición frente a
la cuestión de que se trate.
Lo mismo que decir es del orden de la enunciación y lo dicho del orden del
enunciado, el corregir es más del orden del acto que del orden de lo corregible.
Recorrer el camino recorrido es la enseñanza, desplegar y desplegarse por la
textualidad que siempre es un más allá de lo textual es aprender, porque sabe-
mos que el psicoanálisis no se puede enseñar y sin embargo se puede aprender.
Tampoco es un aprendizaje o información sino que tiene valor de formación.
En este libro podemos aprender que el trabajo es la categoría central de las
ciencias y también de la escritura como base material de las ciencias, Y no lo
es menos cuando se trata de corregir, en tanto sabemos que el acto de corregir
no es la limpieza de una corrección académica sino la sencilla complejidad de
escribir un nuevo libro, un libro que puntúe lo escrito porque sólo una nueva
escritura puede corregir una escritura. Al autor no le es dada la posibilidad de
corregir porque un autor siempre queda exiliado de su obra, siempre se pierde
dejando un resto: el nombre propio.
Este libro sigue siendo una de las puertas de entrada a ser afectados por la
formación, una manera de habitar el territorio que no cesa de no reencon-
trarse, en tanto la teoría siempre es un fantasma, un producto de lo real,
una “realidad” hueca de lo real.
Un libro que nos muestra cómo Menassa es transmitido, cómo se está pro-
10 MIGUEL OSCAR MENASSA

duciendo el estilo Menassa, un estilo que abre las puertas a nuevos estilos, donde
eso se muestra. Y ahí donde se aprende a aprender otros pueden aprender.
Siete conferencias de Psicoanálisis en La Habana, Las 2001 Noches y 393
Noches de Repuesto pertenecen al mismo discurso que el que determina el
movimiento del libro que hoy editamos una vez más, este más —uno que
inaugura en su repetición la diferencia.

EDITORIAL GRUPO CERO


PRÓLOGO

Está claro que ya soy, como ambicionaba cuando niño, un escritor, ahora
tengo que poder ser algo más.
Como una manzana que, al caer, se rompe y es manzana y flor. Como las
águilas que se parten para poder ser águila y mar. Caer por una cuesta impo-
sible. Como la nieve, romperme en nieve y sal. Partir esta locura entre tus bra-
zos para alcanzar las más altas cumbres, hecho pedazos de amor y poesía.
Recuerdo cuando, apenas tenía 17 años, y les mostré a tres poetas consagra-
dos mis primeros poemas. Leyeron por encima del hombro, sin ninguna fe y me
enviaron a comprar empanadas. De camino a la pizzería que era, en mi pue-
blo, donde se compraban esas cosas, juré vengarme al estilo del Conde de
Montecristo, al estilo de Dios.
En los primeros pasos llegué a pensar que todo tendría que terminar esa
misma noche. Escribir el mejor poema de la historia de la poesía o envenenar
las empanadas, después, me fui tranquilizando y ya, esa noche, no pude nin-
guna de las dos cosas.
Cuando volví de la pizzería volví contento, al fin y al cabo, me dije: hoy
tendría que ser una fiesta para mí, nunca había estado con tres poetas consa-
grados, así que, por ahora, mi poesía podría, seguramente, esperar unos años.
Entré a la casa sonriente, con las empanadas calientes; le caí simpático a todo
el mundo. Con el tiempo yo olvidaría más rápido los versos que ellos leyeron
esa noche, que ellos mi simpatía.
Ya solo en mi cama, repasé mentalmente los temas del examen de ingreso
a la Facultad de Medicina que debía rendir al día siguiente. Las fórmulas
matemáticas, los compuestos químicos, el italiano precario y las células y todas
sus transformaciones estructurales, se me aparecían con más facilidad que los
versos, con más facilidad que los amores del día anterior, con más nitidez que
el nombre de los caballos que el sábado correrían en el hipódromo de Palermo.
12 MIGUEL OSCAR MENASSA

Esa noche antes de quedarme dormido, con facilidad, decidí ser médico
como mi padre y el padre de mi padre querían.
A la mañana siguiente llegué una hora antes a la Facultad de Medicina y
escribí el mejor poema de mi vida. El examen, que realicé rápidamente, me
resultó aburrido y estuve, todo ese día y el día siguiente enamorado del tiem-
po.
Hice peligrosos viajes en avión y comía manzanas, por consejo de mi padre,
para ser inteligente. Mi padre, me decía, siempre que podía: en mi familia, hijo
mío, hubo muchos poetas, hasta yo mismo, escribí versos, pero médico, hijo
mío, médico nunca nadie pudo eso en mi familia y mirándome a los ojos con
una firmeza que, aún hoy, después de su muerte, recuerdo nítidamente: tú
serás ese médico.

En principio le decía que sí, pero a mí, me gustaba volar, correr alegremen-
te por la vida dejándome llevar por delante, sin preocuparme mucho de quién
caía en el choque, igual había que levantarse y seguir. Desde entonces volaba
y estudiaba medicina. Un poco para mí, un poco para mi padre. Estaba todo
el día sentado, pero igual me la pasaba corriendo desde un poema a la canti-
dad de células que tenían los hígados podridos. Después con el tiempo llegué a
saber de memoria la fórmula química desarrollada de todos los medicamentos
y leía los versos de cualquier poeta, fuera lo grande que fuera, como si fueran
mis propios versos.

A medida que crecía me iba especializando en niños y mujeres. De los hom-


bres me fui olvidando, tanto, que yo mismo estuve enfermo toda una década,
por no tenerme en cuenta.
La medicina se fue transformando hasta lo inconsciente y con la poesía
recorrí caminos nunca recorridos.
Tuve amigos, mujeres, hombres de confianza, mujeres desesperadas de
libertad. Tuve dinero, algo de poder y algo de miseria. Tuve casas, coches,
aviones, miles de pájaros en mis ojos. Cantos de violencia en mi garganta y
tuve piedad y rencor y odio y fui vencido por la muerte, siempre.
Vi morir entre imprecaciones y blasfemias a las mujeres más bellas, a los
hombres más fuertes. Vi morir todo encanto y besé con desesperación esa ver-
dad, esa rajadura del ser.
Tuve el poder de curar las enfermedades y tuve el poder de poder hablar con
los terráqueos, las cosas duras de la vida en sencillo lenguaje. Y tuve más, aún, de
lo que ambicionaba: Madre, Patria, Revolución. Y todo eso y mucho más tuve y
todo lo abandoné por la Poesía y el Psicoanálisis y, así, fui todo deseo.
Hay cosas que quedan por narrar, que contaré en parte en este libro, claro
PRÓLOGO 13

que de otra manera, si bien tengo entendido que la diversidad de estilos lo hace
a uno grande como la diversidad de amores y de eso yo ya tuve. Pero antes de
entregarme a ustedes totalmente quiero dejar escrito que cuando llegué a
Madrid, sin saber, todavía muy bien, por qué lo haría, a pesar de haber pasado
ya diez años de eso. A llegar a Madrid, escribo, los poetas no me pudieron leer del
todo y tal vez, por eso, he publicado en estos diez años mil páginas y otras mil
tengo escritas, tal vez, por eso, para ir publicando estos próximos diez años, que
todo el tiempo dedicaré para labrarme, como se dice, un futuro.
Con los médicos, cuando llegué a Madrid hace diez años, no con los psico-
analistas porque en esa época eran un cromo casi imposible, no pudieron
creerlo del todo hasta que no produje mi décimo milagro y todavía, aún, por-
que era absolutamente necesario, coordiné el grupo de profesionales y poetas,
que fueron capaces en esa tarea para transformarse materialmente en grupo,
de fundar la Primera Escuela de Psicoanálisis de Madrid.
Este libro se compone de clases y conferencias producidas en la Escuela de
Psicoanálisis Grupo Cero durante los últimos diez años (1976-1986). Tiene la
gracia de ser esa manifestación: estar fundando un discurso, o, para rendir
honor a la verdad, un auditorio. Publicar estas clases, estas conferencias, tiene,
simplemente, como destino, cerrar la época de la fundación.
A primera vista me llegó a parecer un libro hecho con trozos, con frases
sueltas, pero debo decir que en su última lectura he encontrado una lógica a
todo ese despliegue, he encontrado una unidad de estilo que hace posible no
sólo su publicación, sino que hace su publicación necesaria para todo aquél que
quiera iniciarse en el discurso que el Grupo Cero ha producido en Madrid estos
últimos diez años.

A TODOS LOS GRANDES, EN GENERAL, VIVOS Y MUERTOS


A TODOS LOS JÓVENES EN PARTICULAR
Y DE UNA MANERA MENOS CLARA AL RESTO.
CONDICIONES PREVIAS
AL SEMINARIO
SIGMUND FREUD

POESIA, PSICOANALISIS, LOCURA

Cinco conferencias pronunciadas en


CALI-COLOMBIA—1979—
I

Parece ser, debo enfrentarme a un público hambriento de saber. y un


espíritu hambriento de saber, no ambiciona saber, sino leyes, para su espí-
ritu desesperado. Orden significa, para estas almas, progreso. Y progreso
significa bienaventuranza, porque no todos pueden acceder a ese don.
Y si todavía no sé cuánto pagarán ustedes por este encuentro conmi-
go, estoy empezando a comprender, cuánto me tocará pagar a mí.
Haber perdido el rumbo, en plena América Latina, no es haber paga-
do poco, y sin embargo, eso solo, no da la medida de mi apuesta. No sólo
vine a comprobar lo que de beneplácito estoy comprobando, sino que,
más bien haríais en no dudarlo, vine a comprometer en la conversación la
dirección de mi vida.
Y si de poco valen mis palabras, estarán mis escritos y los escritos de
mis escritos.
POESIA, PSICOANALISIS, LOCURA.
Tengo toda la paciencia que tiene que tener un árbol perenne. Se ima-
ginan esa solemnidad.
Y no soy, como dicen algunos de mis versos, un pájaro cantor, sino más
bien, cientos de pájaros cantores anidan en mis propias entrañas. Soy, por
eso, la madre de lo que canta en cada pájaro cantor. Y lo que crezco contra
el tiempo hace efímero el vuelo de los pájaros, me llaman: POESIA.
Tengo en mí todas las muertes y todas las vidas que de mí hicieron la
18 MIGUEL OSCAR MENASSA

eternidad. Hombre de piel y amianto, caricatura de un fuego contra sí


mismo.
Y no ha de ser en vano a mi edad preparar un ciclo de conferencias.
No está mal entonces que yo tenga mi posibilidad. Haciendo gala, y agra-
deciendo en este hacer al que, antes de mí, pronunció estas palabras, Osvaldo
Ortemberg, de un saber no sabido, y que, precisamente, es a partir de él que
yo os puedo decir: toda la diferencia se puede marcar en el uso.
Está claro, por ahora, que tengo que producir cinco conferencias y
tengo entendido haber pedido lo que me habéis otorgado: cinco conferen-
cias sobre PSICOANALISIS, POESIA, LOCURA.
Y sabemos, porque somos hombres cultos de nuestra época, se me ha
hecho acceder a un lugar desde el cual se puede impartir ideología. Y la
ideología no tiene en cuenta de su transmisor ninguna otra cosa que la
posibilidad de transmitirla.
Ella, la ideología, más que preguntar por el color, pregunta por los
mecanismos. Todo lo que repite, todo lo que reproduce, hace su bien y su
belleza. Sé, por lo tanto, que aunque brillante pueda ser en mí una expo-
sición donde el método psicoanalítico atraviese la vida del hombre, y no
sólo su poesía, que eso sería suficiente, sino también en estos tiempos que
corren, su propia locura.
Que ahí, donde en mí se repita una palabra, en vosotros se cerrará un
sentido. Y ahí, donde yo hable de mi conocimiento y no de lo que me sien-
to capaz de saber frente a ustedes, ahí se abrochará en ustedes una defini-
ción, quiere decir: una vez más se cerrará, en ustedes, un sentido.
¿Quién, me pregunto, estará preocupado por la locura, sino quien la
ha rozado? ¿Quién habrá de interesarse por la poesía, sino el blasfemo? El
que todavía no pudo levantar sus faldas y hundirse en ella para siempre.
El que no soportó el olor a vida de la poesía. Ese es el que está preocupa-
do por ella.
Nuestra conversación goza de detalles que la hacen una conversación
interesante, y no porque entre nosotros habrá dinero y su consecuente
trabajo realizado, sino, más bien, estoy proponiendo dejar que hable en
nosotros lo que de humano es capaz de hablar.
Y si damos este paso, no sólo las ciencias han quedado a nuestras espal-
das, sino también, lamento decírmelo (porque yo soy su enamorado),
habrá quedado a nuestras espaldas, también, la poesía.
Y si ha de ser algo bueno para vosotros que algunas de las piedras que
se interponen en vuestro camino queden a vuestras espaldas, no ha de ser
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 19

bueno para mí que quede a mis espaldas, precisamente, aquello que había
de sostener, en mi discurso, frente a ustedes.
Porque poesía y ciencia son, quiero deciros, un límite casi biológico,
frente a la dimensión de la pasión que quieren encubrir y que, hoy, ha traí-
do un poco de ella el título de la conferencia, ya que de la locura se trata
cuando queremos descubrir los límites de la creación, para que con este
límite y sin más, encontrarle un sentido a ella, la locura, invitada hoy, más
por sus honores que por los nuestros y, sin embargo, capaz de dejarse
arrastrar como una cualquiera entre nosotros, para que hagamos de ella y
precisamente contra ella, un modelo contable, que si no cura del todo al
paciente, por lo menos curará un poco al psicoanalista.
Cuando hablamos de poesía, no hablamos de una poesía que nos des-
cubra el centro del amor, sino de una poesía que produzca amor en los
hombres. Más que una ciencia para descubrir sentidos, una ciencia que no
deje tranquilo ningún sentido, ninguna verdad. Un método que más que
revolucionar, se revolucione.
Y hoy no he venido a preguntarme por mi ser porque yo, es cero.
Tampoco vine a preguntarme por vuestro ser, porque en vuestro ser anida
la sustancia de mi carencia, y ese deseo de plenitud es vuestro ser. Y tam-
poco vine a preguntarme por los astros celestes que surcan el espacio a
diario, porque no es de las posiciones que ocupamos en el espacio de lo
hemos venido a hablar, sino precisamente de lo que a todos sobrecoge y a
todos por igual, el tiempo de nuestra relación.
Y si del tiempo ha de tratarse, sabemos entonces que ha de tratarse, tam-
bién, de desprenderse de algunas trabas, para que tiempo pueda tratarse.
Y si del tiempo se trata, deberá saberse que habrá violencia en nuestras
mentes y en algunos de nosotros habrá violencia en el corazón (que como
se sabe no es una violencia aconsejada, porque produce daño en el propio
corazón), porque el tiempo será una irrupción brusca y desmedida en
nuestra manera de ser que, hoy, precisamente, se nos está dando por con-
fundirla con nuestra manera de pensar, que es por ahora, y hasta que no
se demuestre lo contrario, lo único que tanto ustedes y yo estamos en
condiciones de arriesgar. Y si esto tendrá que ser un entrechocar de sabe-
res, o bien, un entrechocar de retóricas, se irá sabiendo en la práctica de
esta contradicción. Ahí donde la práctica, por tal, nos hará propietarios de
un trozo de realidad y, ahora, por las palabras que ella ha pronunciado
impunemente por nosotros, dueños y señores, tendremos que ser ese
pedazo de realidad, y defenderla.
20 MIGUEL OSCAR MENASSA

Quiero decir que es como psicoanalista que se me reclama en este


territorio, ya que no es del saber que no se consume. Lo que parece no
consumirse en este territorio es un psicoanálisis que arrase, no sólo la vida
del psicoanalista, sino también la vida del paciente. Un psicoanálisis
donde el psicoanalista, más allá de su condición de asalariado, no se some-
ta hasta el límite de no poder cumplir ya con su función. Función que de
devenir como tal, tendrá mi deseo en eso porque sólo el deseo de quien se
ocupa de eso, desea la función.
Y si eso de ser la función, invade eso de no ser nada en mí, mi deseo
será social cada vez que le cuadre expresarse. Y cuando digo social, quie-
ro decir que en su expresión no me dará el ser que ambiciono en el movi-
miento sino, por el contrario, aquel otro ser temido, por ser deseo de
Otro y que de ustedes ha partido porque la función, no habla; sólo desea.
y sordo es el desear de la función, ya que ella, nada desea para sí, sino para
la retórica que la crea como tal.
Que los poetas legislen con sus versos la vida de los hombres y que los
psicoanalistas expliquen, diríamos, de una manera magistral, los mecanis-
mos intrínsecos de dicha legislación, no son todavía pruebas suficientes
para que sigamos galardonando a nuestros poetas y a nuestros médicos
psicoanalistas, y sigamos recluyendo a nuestros locos en los manicomios,
o sus sustitutos, no siempre diferenciados claramente de la fuente de la
cual provienen.
Una manera de pensar inhumana genera una manera de pensar huma-
na y esto, sin embargo, no le da al asunto status de verdad. Porque debe-
mos decirlo: no es en la verdad de la locura donde anida la humanidad, y
por lo tanto, no es, precisamente, humanidad lo que ambiciona el discur-
so psicótico sino, más bien, una palabra que por su brusquedad interrum-
pa el flujo de lo que teniendo que ser deseo, todavía, es necesidad en él.
Palabra que por su imposibilidad de ser reducida a cosa alguna, sirva
como ejemplo (porque de otra cosa se trata que de un proceso de identi-
ficación) para que el discurso psicótico pueda, para dejar de ser psicótico,
separar la cosa de la palabra que nombra la cosa, o bien, en otro nivel,
separar lo bueno de lo bello, o bien, si se trata de hablar de los diferentes
niveles de locura, un hombre que pueda separar lo bello de lo divino.
Y si para semejante transformación habrá de ser necesario el cuerpo
del psicoanalista, el psicoanalista tendrá que saber en todos los casos que
nunca es el padre el que presta el cuerpo al síntoma, sino que es la anhe-
lante y ambivalente madre la que presta su cuerpo, para que él, su cuerpo,
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 21

acontezca en el lugar de lo cósmico y temido, por no ser, todavía, pala-


bra. Y así, como todo cuerpo será cuerpo de Ella, toda palabra será pala-
bra de El. Sin tratar de saber si es demoníaco o divino que un psicoana-
lista oficie de madre, bien podremos decir que la verificación del cuerpo
no da más garantía al símbolo, sino, por el contrario, pone en cuestión
precisamente al símbolo. Porque el poder de curar está en el cuerpo.
Porque si de curar se tratase, es de la eficacia simbólica de lo que se tra-
taría y de ella, de la eficacia simbólica, es más capaz el cuerpo que la pro-
pia palabra.
Y si totalmente faltase el cuerpo, no tendríamos tampoco el símbolo en
su belleza pura o, mejor dicho, no habría símbolo posible en esa debili-
dad. Esta manera de no poder no estar y tampoco poder estar, hace del
cuerpo del psicoanalista una nube de polvo ardiente y helado a la vez que,
en todos los casos, envuelve a quien por su boca habla en esa pasión.
Donde amar u odiar más que importantes por sus signos, son impor-
tantes porque de sí no expresan, más que lo que ella ordena como pasión
expresar. A nada temo, dice el sujeto, sólo a mis propias palabras.
Me repito una y mil veces, hombre puede más. Sin embargo en mi pri-
mera conferencia sobre Poesía, Locura, Psicoanálisis temo no poder, ni
siquiera, lo que debería poder por ser humano.
Y si del saber se trata en esta oportunidad de que cuando uno sabe pue-
den saber todos, diría sin más que al descender del avión en el aeropuer-
to de Cali supe que yo era otro del que había viajado en el avión desde el
aeropuerto de Madrid. Y ese casi doloroso saberme un otro de aquel, me
permite pensar que cuando me vaya de Cali, ustedes serán otros los que
fueron durante mi estadía en Cali.
Quiero comenzar agradeciendo y explicaré por qué.
Sabemos que la locura tiene sus defensores, sobre todo cuando se trata
del psicoanálisis. Quiero decir que en el sesgo donde soy psicoanalista,
por el sólo hecho de haberme tenido que presentar ante ustedes como tal,
ella, la locura, hubiese reclamado sus derechos entre nosotros, y nosotros
aceptaríamos, sin más, haberla convocado. La poesía, en cambio, y sobre
todo cuando se trata de las ciencias, no goza de semejantes derechos.
Agradezco, entonces, haber sido invitado a estas charlas, también, en
nombre de la poesía. Esto me permitirá hablar sin tener los cuidados que
normalmente se requieren para que ella no irrumpa, como tantas veces
espero que ocurra en estas charlas, porque ella será la indiscutible dueña
de mis palabras, más aún que la propia locura del simple hablar, en donde
22 MIGUEL OSCAR MENASSA

cada vez que pronunciamos una nueva palabra adviene en nosotros un


nuevo sentido, aunque no lo sepamos.
Porque la poesía es la que legisla ese saber y ese no saber. Y es en la
poesía donde el deseo y la locura plasman su ser. Se sabe de antaño que la
poesía (mucho antes que las matemáticas dieran un nuevo rumbo a la
humanidad) hablaba de una voz más acá de dios y, sin embargo, humana.
A partir de ese momento, a la razón de las ciencias se le oponía lo que
había sido su propia posibilidad de ser, la poesía. Y la poesía como sinra-
zón, como estallido sangrante en medio de cualquier vida, de cualquier de
historia. Aun, como sinrazón, cuando los más ambiciosos tratando hacer-
la más aceptable la transformaban en filosofía. Quiero decir que mucho
antes que la locura hablara por sí misma, la poesía habló por ella.
Si se tratara de una guerra entre la Poesía, el Psicoanálisis y la Locura,
seguramente ganaría la poesía.
Cincuenta mil años son más que algunos siglos de locura y más aún
que una ciencia, en sí misma, por ser ciencia, con menos de un siglo en su
vivir.
Si se tratara de una conversación y sin entrar en tema todavía, trataré
de delimitar el campo en cuestión, teniendo en cuenta toda la escritura de
un grupo, en tanto que si algo de específico tiene ese grupo, es haber crea-
do dicho campo. Y si el campo ha de ser, el del psicoanálisis y la poesía,
así de juntos y vanagloriándose de estar juntos, si este campo existe, cosa
que intentaremos tratar de construir, el grupo del cual estamos hablando,
se denominará: Grupo Cero. Y si es la escritura la que condena al hombre
a ser histórico, digamos que me quiero referir a un escrito del año 1971,
donde por primera vez se firma como grupo. Palabras que, más allá de la
cultura familiar de Buenos Aires se proponían un acercamiento al hecho
social desde la poesía, desde el psicoanálisis, desde el marxismo, y yo
pienso desde cualquier otra magia o misterio que anduvieran por ahí tra-
tando de ensanchar los límites de lo humano.
Y allí, tratando de ensanchar los límites de lo humano, estaba tam-
bién la locura. No estaba en nosotros pero estaba en nosotros. No éramos
los locos pero vivíamos con los locos. No dormían con nosotros pero
cuando nosotros dormíamos con una mujer le hablábamos de los locos.
Con el tiempo se fueron borrando aún más las diferencias. Fueron nues-
tros amigos y también nuestros enemigos. Llegamos a preguntarnos qué
diferencia hay entre los locos y nosotros. A veces la escritura toma rum-
bos que la palabra hablada no hubiese tomado jamás. Habíamos dicho
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 23

que la primera conversación debería poder mostrarnos al psicoanálisis


como una ciencia.
Es en el intento de mostrar el psicoanálisis como ciencia donde, en este
primer encuentro, debe detenerse el tiempo. En esta primera conversación
el intento será epistemológico, que no podrá ser otra cosa que materialis-
ta, porque materiales son las estructuras lingüísticas de donde las ciencias
sacan su provecho.
Y si la escritura habrá de ser la base material de las ciencias, éstas pade-
cerán, más allá de sus padecimientos, el padecimiento que, por ser escritu-
ra, padece. Su verdad nunca coincidirá con el tiempo de su aparición. Y así
es que el hombre sigue padeciendo una moral que se desmoronó en los
libros. Palabra la del psicoanálisis que más que saber de sus alcances, sabe-
mos de las resistencias que se oponen a sus posibles alcances. Una palabra
que por atentar contra lo único que el hombre tenía de sí, su propia con-
ciencia de sí y como sabemos la conciencia siempre es forjadora de poder,
el psicoanálisis, en su desarrollo, tuvo que enfrentarse no sólo con la resis-
tencia de sus practicantes a encontrarse con sus propios deseos inconscien-
tes, sino también en su desarrollo, con los modos represivos de los estados.
Hay algo en el psicoanálisis que, más allá del sujeto, nos habla del estado,
que más allá de su poder en transferencia se atribuye como instrumento de
conocimiento la capacidad de lectura de los modelos ideológicos.
Y si leyendo desde el sujeto en la transferencia se puede llegar —según
se atribuye el propio psicoanálisis— a transformar los deseos inconscientes,
en el sentido de una transformación de lo que sobredetermina o por lo
menos un cambio de rumbo de lo que sobredetermina. Podríamos pensar
entonces que a la posibilidad del psicoanálisis atañe también la transforma-
ción de los modelos ideológicos, que por inconscientes tendrán que ser
construidos como tales desde los efectos, los cuales, por ideológicos, asen-
tarán en el propio cuerpo del sujeto. Y antes que la poesía y la locura nos
invadan definitivamente trataremos de poner en claro ciertas cuestiones.
Si la realidad es la metáfora de todo lo posible, las ciencias serán lo
posible de ser determinado. Para que una ciencia se precie de tal, debe
tener su objeto propio. Y su objeto propio no puede ser un objeto sino
sólo provenir de un objeto real, mediante una transformación que de la
cosa hace símbolo, cuyo procedimiento llamamos: trabajo teórico.
Objeto teórico, entonces, a partir del cual y según sus vicisitudes habrá
método. Que tendrá que tener como condición la capacidad de modificar
su propio ser, mediante lo que se le atribuye, es decir, la interpretación,
24 MIGUEL OSCAR MENASSA

cada vez que haya un obstáculo en el devenir del objeto teórico y cada vez
que haya un obstáculo frente al objeto real a conocer, mediante la técnica
que él mismo, el método, mediando entre la teoría y ella, determina.
Técnica que, más que cumplir los requisitos del objeto real, tendrá que
cumplir, para que sea técnica científica, los mandatos de la teoría. Si el psi-
coanálisis se tratara de una ciencia, su objeto teórico, el inconsciente, es
más inasible como concepto que como inconsciente, porque si bien como
inconsciente no sabríamos de él más que la condena de ser sus propios
efectos, por concepto sabríamos menos aún. Ya que el concepto designa
material a lo no corpóreo y por lo tanto suprasensible. Y no es por lo
tanto en mi propio cuerpo donde deberíamos buscar el inconsciente, sino
en la malla que si bien material, incorpórea, invisible, tejen las palabras
frente a un otro de mí, humano, que relativiza mi soledad y me da, como
naturaleza de lo humano, otro humano.
Campo de la palabra que no es otro que el campo de la función
humana.
Un síntoma anonadado por su propia presencia se hará palabra. Un
resto animal en el hombre, antes del psicoanálisis, inconmovible, podrá
ahora, después del nacimiento del psicoanálisis, acceder a humana presen-
cia. Toda ciencia es ciencia de una ideología. Toda palabra es muerte de
una cosa. Todo saber finalización de una ilusión. Y es en el campo de la
ilusión donde la ideología asienta su trono, y es en el límite de la certeza
sensible hasta donde llega su poder. Y serán sus instrumentos, entonces,
todo lo que en el hombre pueda captar sensiblemente lo real, es decir,
todo lo que el hombre pueda registrar como real cuando mira, cuando
toca, cuando piensa en soledad. La ideología es el tiempo donde el hom-
bre reconoce y desconoce a la vez las determinaciones de lo que le toca
padecer como reconocimiento. Conocer parece ser otra cosa que sentir,
parece ser otra cosa que ver, parece ser otra cosa que reconocer.
Conocer será interpretar lo reconocido, más que para alcanzar otro
nivel de comprensión, para transformar lo visto y tocado (lo reconocido)
en otra cosa. Porque la interpretación no está en los hechos, sino que los
hechos sólo existen después de ser interpretados. Y sólo existen para
transformarse en otros hechos, ya que la cadena significante no dejará de
fluir. Porque si esto aconteciera, no habría de ser la interpretación una
interpretación psicoanalítica. Si esto ocurre, podemos decir finalmente
que alguien teme por las palabras que tendremos que llegar a pronunciar.
Y que en todos los casos serán palabras que tendrán que ver con nosotros,
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 25

porque del hombre sólo temo las palabras que de él me otorgan una medi-
da de lo humano.
Y si ha quedado claro lo que debería ser una interpretación, no ha que-
dado clara la posibilidad de su fundamento o, para decirlo de otra mane-
ra, el fundamento de su verdad.
Y esto no es otra cosa que lo que brinda el trabajo teórico, el descentra-
miento acerca de la cuestión, para poder decir de ese vacío que reina en mí,
cuando estoy unido a la cosa por los lazos de la ideología, que no son otra
cosa que los lazos con los cuales, como científico, ato mi vida al mundo de
los hombres. Pasaje espectacular, que sólo podrá ser nombrado por fuera de
la cosa donde se produce la ruptura. Es decir, si lo que se rompe, se rompe
también en mí, no deberé estar en la cosa para nombrarla. Parecería ser
como si el hombre en estos últimos siglos tuviera que determinar un centro
del sistema que nunca es él. Como si haberse podido descentrar para sepa-
rarse de la cosa, para transformar el ábaco en la ley de los números natura-
les lo llevaran en todos estos descubrimientos a hablar de un sistema en el
cual el hombre, por hombre, está excéntrico de él.
No es él, el hombre, el que determina las mallas de sus relaciones
sociales, no es el hombre el que elige los modos de vida dentro de su ins-
cripción social, él es elegido por el sistema social. No es el hombre, no soy
yo el que decido las palabras que he escrito, ni las palabras que pronuncio
frente a ustedes, sino que es él, el Otro, el que a mí me falta, el inconscien-
te, donde se generan estos pensamientos.
Antes de 1900 el pasado existía como determinante y lo que antes era
un simple desplazamiento en el cuerpo de la paciente que Freud describía
fenomenológicamente con la palabra desplazamiento, después de 1900
tiene detrás de sí el concepto de transferencia, es decir, la movilización de
una carga de una representación a otra representación, por lo tanto un
desplazamiento que veía, y hasta podía tocar, desconocía cuáles eran sus
fundamentos estructurales de producción.
Es con La Interpretación de los Sueños que Freud pone no un límite
vivencial, no un límite ideológico, no un límite de los sentidos a la inter-
pretación onírica, sino un límite teórico y se llama ombligo del sueño.
Cuando se llega allí se detiene la interpretación psicoanalítica, no es que
el psicoanalista tenga ganas de seguir o que el paciente quiera recuperar lo
que no pudo. Lo real inconsciente es imposible.
Que la técnica sea la transferencia y la asociación libre querrá decir que
lo que se promoverá será la asociación libre y que la transferencia aconte-
26 MIGUEL OSCAR MENASSA

cerá siempre como resistencia a la asociación libre. El psicoanálisis


comienza más allá de la transferencia, antes es el psicoanálisis de la trans-
ferencia, y el psicoanálisis de la transferencia es el psicoanálisis de las
resistencias al psicoanálisis.
Si para conseguir formular el objeto teórico tuve que descentrarme, es
decir, tuve que ser un otro de mi conciencia, cuando tengo que interpretar
tengo que ser un otro de mí en tanto lo que tengo que interpretar tiene que
ser para el paciente, el deseo del Otro, el deseo de su propio inconsciente y
no del mío, querrá decir que cuando interpreto yo no tengo deseos, a menos
que mi deseo sea ser la función, es decir, interpretar. No es la afectividad del
psicoanalista la que determina, ni el grado de enfermedad, ni el tratamiento,
ni la cura, ni el alta, es la teoría. Momento teórico, entonces, donde habrá que
dejar de interpretar y esto no por la finitud del inconsciente, sino por los
límites impuestos por la teoría psicoanalítica al sujeto.
Habíamos dicho que la ciencia es lo posible de ser determinado, un
punto minúsculo, una visión estrecha del mundo. Que el psicoanálisis sea
la ciencia del sujeto tampoco le da derecho de transformarse en una visión
del mundo, en tanto ciencia.
Sin embargo esta operación de descentramiento que permite transfor-
mar la ceguera de la ideología en claridad simbólica no puede, aunque lo
intente, terminar con la ideología. Puede, eso sí, interpretada, rectificarla
y hasta transformarla, pero no puede terminar con ella, porque ella es la
propia vida del sujeto. Y la propia vida de los sujetos se desarrolla en el
campo de la carne, campo infinito y cambiante, ya que cuando determi-
namos algo en el campo del cuerpo no es para precisar su muerte sino, tan
sólo, su transformación. Y es así como un espacio de tiempo después del
descubrimiento, y como del hombre se trata, hablamos de lo que habla-
mos, volveremos a sentir celos, envidia, egoísmo o cualquier otra tontería,
que son esos sentimientos llamados humanos, reconociéndolos y en su
real dimensión apasionada, en nuestro cuerpo y en nuestra propia vida, y
sin embargo desconociendo no sólo la estructura que hace posible en cada
sentimiento una verdad, sino también desconociendo los mecanismos de
que dicha estructura se vale para realizar el trabajo de transformación.
A esto lo denominamos trabajo inconsciente, cuyo único destino es
transformar el deseo inconsciente en verdad para posibilitar su expresión.
Y ahí donde el síntoma impera como verdad y como verdad impera la
palabra, los actos fallidos, el chiste, los sueños, la ciencia, la locura, la poe-
sía, allí es donde se inicia ahora un nuevo trabajo, que será el trabajo del
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 27

psicoanálisis (no ya del inconsciente) el que, desde los efectos últimos de


aquel otro trabajo, construirá ahora teóricamente la estructura determi-
nante de dichos efectos. El hombre no tiene del inconsciente sino sus efec-
tos, ya que su inconsciente no está en él, sino en la palabra de otro. Palabra
que no lleva debajo su imagen iconográficamente representada, sino que
lleva debajo otra palabra, que tampoco sabe nada de ella, sino en la reu-
nión con otras palabras.
Cadena significante, donde el sujeto es, no lo que recorre la cadena,
sino el que con su propia vida como sujeto, la funda. Y sé que nunca sabré
el significado de las palabras que pronuncié, si no soy capaz, si no me atre-
vo a pronunciar otra palabra y otra y aún otra más, porque como huma-
no debo saber que, para lo humano, no hay último sentido.
II

Si alguien quiere hacer una pregunta para comenzar...


Para comenzar de alguna manera, recuerdo. Ayer habíamos dicho que
deberíamos, de tener tiempo, en nuestro primer encuentro, poder ver, si
no demostrar, el psicoanálisis como ciencia. Esto nos permitiría, habíamos
dicho, establecer como mínimo una de las posibles lecturas de la locura y
de la poesía.
La segunda charla trataría de discriminar el campo de la necesidad, del
campo de la demanda amorosa, del campo del deseo inconsciente. En el
campo de la necesidad es donde se daba la psicosis, y hoy agregaría que
cuando se establece la psicosis, la dominancia es la dominancia del campo
de lo real. La neurosis se establecía en el campo de la demanda amorosa y
hoy podríamos decir que, cuando se establece la neurosis, se establece
bajo la dominancia del campo de la demanda amorosa. La poesía o el
acontecimiento de la poesía daba, de por sí, la dominancia al campo de lo
simbólico, al campo del deseo, y acabo de decir que sin deseo no hay sím-
bolo, o viceversa. Parece que el campo específicamente humano es el
campo del deseo.
Cuando dije que podíamos empezar hoy con una pregunta de ustedes,
es para mí eso, una verdad, ya que ciertas preguntas que me hicieron al
terminar la conferencia de ayer me dejaban entrever que no había queda-
do claro aquello que les había tratado de decir. Una de las preguntas acer-
ca de cómo era que yo hablaba en favor de la locura, o bien, que le hacía
una apología, o un elogio a la locura, desde la razón.
30 MIGUEL OSCAR MENASSA

Y yo, en ese momento, contesté que no era lo que yo había querido


hacer ese día, elogiar la locura, sino que, precisamente, había querido elo-
giar el psicoanálisis. Era el día del psicoanálisis.
En mi casa me pareció superficial la respuesta, en tanto me hubiera gus-
tado contestarles que no sé si se puede hablar de locura. No sé si la locura
es un saber. No sé dónde la locura puede ser vista como una losa, dentro de
lo esencial del hombre, su cordura. O bien, que el hombre viviría perma-
nentemente en dos mundos, en dos dimensiones. La dimensión de su razón
y la dimensión de su locura. Me hubiera gustado contestar —cosa que des-
pués contesté en una reunión más íntima— acerca de que no existen muchas
diferencias psicoanalíticas entre el delirio de un paciente que ha de ser inter-
nado y el delirio de cualquier proyecto de vida. Que los proyectos de vida
tenían el poder de haber sido determinados por los poderosos, pero eso no
les quitaba, frente al psicoanálisis, condiciones de delirio.
Si el psicoanálisis era la ciencia que venía a subvertir la razón, quedaba
claro que no era bondadoso o que no podía ser bondadoso su discurso
con la locura. Porque si la locura es polo dialéctico de la razón, el psicoa-
nálisis, al subvertir la razón, subvertiría también la locura. Es decir que la
locura perdería su razón de ser. El psicoanálisis vendría a decirnos (y no
porque nos dice él, puede modificarlo) que hay un desarrollo humano
dentro del propio desarrollo humano, que actúa en contra del desarrollo
de la propia vida. El número irracional era lo irracional a la medida de la
razón de los números, o de la ley de los números naturales. Era irracional
en tanto la ley de los números naturales no los abarcaba en su ley. Es irra-
cional la locura, en tanto la ley de la razón no abarca a la razón y a la locu-
ra, dentro de su ley.
Todo esto que dije fue tratando de explicar que, en definitiva, yo no
puedo hacer una apología de la locura. Pero podré leer un escrito del Dr.
Sergio Larriera donde él intenta, desde su posición como psicoanalista de
la locura, un elogio de ella, como posibilidad de fundamento del ser:
“Quieren las circunstancias históricas que la locura ocupe el sitio que
le corresponde, es decir, un nuevo sitio acorde con los desarrollos de las
ciencias de este siglo.
Si tomamos el problema de la razón y la locura por este sesgo, no
podrá haber en nuestra exposición una pizca de humanismo. Vamos a
hacer, en nombre de la sagrada locura, una apelación a la razón. No es
necesario, ya, declamar las razones de una necesaria locura general, ni se
trata tampoco de realizar la apología estetizante de lo que sobra en exce-
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 31

so en estos tiempos. La locura ha ganado su batalla, ocupando el sitial de


honor por el que tanto ha bregado a través de los siglos.
Razón, locura, son dos categorías cuya relación trataremos de presen-
tar hoy, despegada de los referentes concretos. El mal psiquiatra y el buen
loco, constituyen imágenes de un teatro demasiado pobre para el drama
de que se trata.
Las construcciones penitenciarias, denominadas manicomios, son cada
vez más insuficientes para albergar a una muchedumbre psicótica, que clama
más justicia social que tratamiento psiquiátrico. Tal vez, una política revolu-
cionaria consistiese en abandonar los manicomios a su suerte, dejando de
ocuparse de una psiquiatría que ya ha firmado su acta de defunción. Así, de
manera tan simple, sin interferencias altruistas, se produciría el baño sangre
purificador resultante del encuentro de las fuerzas sociales que son la expre-
sión grotesca de los dos polos del tema que nos reúne, razón y locura.
La locura, ¿es un insulto, una traba a la libertad?
¿Podemos considerar que hay una actividad psíquica libre, un epifenó-
meno de la base material orgánica que le sirve de sustrato? En tal caso, la
locura es un hecho contingente de la fragilidad del organismo. Resultaría,
según este planteo, la locura una antiesencia que actuando como nosa,
como desperfecto, corroe desde afuera a la esencia humana por excelen-
cia, la razón.
Si nos ubicamos en un punto de vista menos psiquiátrico y aceptamos
que la locura y la razón son dos estados de la vida psíquica, podemos con-
cebirla de dos maneras radicalmente distintas. Diremos que la razón tiene
con la locura una relación dialéctica, constituyendo ambas dos momentos
del movimiento. Desde este enfoque, la locura resulta la negación de la
razón, es un momento de ella.
Muy diferente es concebir razón y locura como dos dimensiones esen-
ciales al ser del hombre. Hay en este caso movimiento, pero las dos catego-
rías en cuestión no resultan ya momentos del mismo movimiento, sino la
estructura misma de la existencia. Somos constitutivamente cuerdos y
locos, pero no dialécticamente, sino en una experiencia que tiene luces y
sombras. Entonces no hay dialéctica, hay permanente doble dimensión. La
locura, entonces, no es algo marginal, ni extraño a la realidad de la existen-
cia. La locura es una condición y una posibilidad esencial de la existencia”.
Y todo esto que estamos viendo, es la conversación que tendríamos
que haber tenido ayer, todavía no entramos en la charla de hoy
La otra pregunta que me hicieron fue acerca del descentramiento, o
32 MIGUEL OSCAR MENASSA

más que una pregunta, fue una observación, pero la observación me hizo
preguntar por la importancia que yo quería darle a esa palabra.
Descentramiento sería una posibilidad esencial del símbolo. Sería, por lo
tanto, una posibilidad de la producción científica —habíamos dicho— y
yo hice un paréntesis para agregar que el descentramiento era también una
posibilidad de cierta sustancia llamada droga, y hoy podríamos agregar,
posibilidad de la propia locura, de la propia poesía. La operación de des-
centramiento consistiría, entonces, en relación a lo que quiero producir, la
existencia de un desdoblamiento, en tanto, a mí, me tiene que pasar lo que
voy a leer, pero tengo que estar en un tiempo tal que, además de que me
pase, pueda leer.
Por ejemplo: La ideología no permite el descentramiento. El amor no
permite el descentramiento. Las relaciones transferenciales intensas tam-
poco permiten el descentramiento. Los sistemas sociales no permiten el
descentramiento. En cambio, la locura permite el descentramiento.
Hay una teoría, muy interesante, de la locura donde el loco sería la
pieza más sana de la estructura familiar. Por eso enloquece. Por ser capaz,
mediante el famoso mecanismo de descentramiento, de verse en la estruc-
tura familiar, en la verdad de la estructura, cosa que normalmente no
puede hacer la familia. Y estas palabras no deben ser vanas, en tanto hay
toda una corriente psiquiátrica muy importante de la cual diría yo que
provenimos, que no trata al paciente psicótico si no se verifica simultáne-
amente el tratamiento de la familia y, a veces, el tratamiento de algunos
amigos del paciente psicótico.
Se me ocurre una disgresión. Pensé en los niños. El psicoanálisis de
niños es una cosa que se hace a menudo, que tiene muchas teorías que lo
respaldan. Pero si nosotros dejamos correr las palabras, con las pocas
palabras que pronunciamos acerca del psicoanálisis, evidentemente el
niño no desea. Por lo tanto, no es el niño el que se enferma, aunque en su
cuerpo estén los efectos de lo que desea, que no es él. Por lo tanto tendrá
que haber psicoanálisis de padres y no de niños. Pero lo que cuesta con
una teoría es ser consecuente con ella. Hay una frase que a mí siempre me
impresionó por su violencia de verdad: “O pervertimos la vida del practi-
cante o pervertimos la teoría”, y que al psicoanálisis le cuadra, yo diría,
casi perfectamente. Es decir que toda ciencia da impulso, no sólo a su de-
sarrollo como tal, sino que da como posibilidad, también, su ideologiza-
ción. Que si bien un método científico, por ser método científico, tiene
que estar en constante modificación (en tanto, es el método el que recibe
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 33

el impacto de cualquier obstáculo que se presente, tanto en la teoría como


en la práctica técnica), por lo tanto un método científico tiene que tener
en sí mismo la capacidad de transformarse con lo que transforma.
No pasa eso siempre con el psicoanálisis, pero no es al único que le
pasa, les pasa también a otras ciencias donde el método, si no se transfor-
ma, se enmohece y en su enmohecimiento se hace ideología. Una concep-
ción teórica, que después con el tiempo se demostrará que es ideológica,
porque el proceso del desarrollo científico no tiene por qué detenerse.
Entonces, seguramente lo que hoy creemos científico, con el tiempo
sabremos ideológico. Hasta ahora, nos podemos permitir pensar que el
hombre que somos no es capaz de resistir la teoría o los momentos teóri-
cos que produjo. Ochenta años después, yo sigo teniendo algunas inhibi-
ciones en hablar del psicoanálisis como una cosa conocida.
Trataba de decir que las teorías, que las ideologías, están encamadas en
la vida de los sujetos. Por eso es que la ciencia o lo que declama como
ciencia, puede interpretar la ideología, puede rectificarla, puede transfor-
marla, puede hacerla tomar otros rumbos, pero lo que no puede es termi-
nar con la ideología. Lo que no puede la ciencia es terminar con el campo
donde ella se hace posible, que es el campo de la ideología. Donde el sím-
bolo no puede ser más que lo imaginario en donde asienta su fundación.
Quiero decir que si nos metemos todos en la realidad —como decía-
mos ayer—, que la realidad era la metáfora de todo lo posible, si nos
metiéramos dentro de esa realidad, está claro que la ciencia no puede con
la ideología y que la ideología no puede con la ciencia y que tanto una
como otra mirada son miradas parciales del fenómeno de la realidad que,
vuelvo a insistir, es la metáfora de todo lo posible.
Pero en lugar donde ustedes y yo nos permitimos una reducción, y
decimos que el psicoanálisis, como tal, determina dentro del campo de lo
posible su objeto propio, al que denomina de una propia manera, al que
rodea de conceptos de sostén, entonces, podremos decir que, en ese lugar,
el psicoanálisis será ciencia de una ideología. Es decir, de una ideología
previa a su acontecimiento, en el mismo campo donde él acontece.
Llamamos ideología, en el campo freudiano, a todos los intentos de
Freud previos a La Interpretación de los Sueños. Sus contactos con la hip-
nosis, sus contactos con la histeria, sus contactos con la neurología o las
leyes físicas de la época. Llamamos técnica ideológica a la que Freud des-
arrollaba con sus pacientes antes de La Interpretación de los Sueños, y la
llamamos ideológica porque era una técnica que se iba modificando según
34 MIGUEL OSCAR MENASSA

las modificaciones y las transformaciones de sus pacientes, según las indi-


caciones de los pacientes. Es decir, según las modificaciones de lo real. Y
el objeto real no es el objeto científico.
Si el momento de la producción teórica es un momento diferente al
momento de producción técnica, tenemos que suponer en la producción teó-
rica una especie de salto. No un cambio de nivel como habitualmente se dice,
sino algo más que eso. Un cambio de mundo, un cambio de registro, donde
ya no es el inconsciente de fulano de tal, no es el inconsciente de ella o de él,
sino que es El Inconsciente, y ahora, no tiene nombre ni apellido. Mientras
que el inconsciente de fulano de tal está articulado por las palabras, los dis-
cursos que lo formaron desde su nacimiento, El Inconsciente está sostenido
por un conjunto de nociones que al articularse en él, como concepto, forman
la teoría del inconsciente, que no tiene que ver ya con la mamá de nadie.
La ideología también tiene trabajo teórico, también tiene práctica téc-
nica, lo que pasa es que es una práctica regulada desde lo real. La práctica
teórica precisa estar regulada desde el aparato teórico. Es decir, si hay un
obstáculo en la realidad, cambia la técnica, si mi discurso es ideológico. Si
hay un obstáculo en la realidad y si la técnica es científica, cambia la teo-
ría y no la técnica.
El psicoanálisis tiene la complejidad de que el método asienta sobre ese
sujeto, sobre un sujeto del inconsciente, el psicoanalista. Entonces habría
un lugar donde no solamente estaría la teoría psicoanalítica que el psico-
analista tiene en él, que puede, también, no ser la teoría psicoanalítica, por
esas cosas del inconsciente que estamos tratando de explicar. Si yo soy
capaz de mirarla a Usted y llegar a sentir en ciertas oportunidades de mi
vida, cuando soy un hombre grande, que Usted es mi mamá, se da cuen-
ta que Usted puede leer represión y en lugar de leer represión puede leer,
apelación, y en el supuesto caso que Usted no se equivoque cuando lee,
cuando eso entre en su imaginario, puede combinarse con lo que le
corresponde o con lo que no le corresponde.
Generalmente se tiene una teoría del lenguaje donde a la palabra siempre
le sigue, y muy fluidamente, su imagen, casi como en los libros, la imagen
gráficamente representada. Es decir, cuando yo pronuncio la palabra árbol,
estoy acostumbrado a ver debajo de la palabra árbol, un árbol. Esa no es la
teoría del lenguaje que el psicoanálisis precia tener. Es una teoría del lengua-
je donde lo que separa el significante de su significado, es permeable.
Cuando pronuncio la palabra árbol, caigo en la imagen de un árbol.
La teoría del lenguaje que utilizaría el psicoanálisis sería una teoría
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 35

tal, donde la barra que separa el significante del significado no es permea-


ble. Que debajo de cualquier palabra que pronuncie, jamás encontrare-
mos el significado, sino que el significado, la significación, se va a encon-
trar en la unión de significantes. Cuando yo aprendo las palabras, no las
aprendo bajo ningún tipo de regla, es decir que para el inconsciente, metá-
fora de cualquier palabra puede ser, cualquier palabra. Porque en el lugar
donde la barra que separa la palabra de lo que la palabra significa, es per-
meable, es en el campo de la conciencia. Esa barra en el inconsciente es
impermeable.
En la lingüística estructural (que nace más o menos alrededor de La
Interpretación de los Sueños, unos años después, 1905-1907), donde como
categoría implícita aparece el símbolo, formado por significante y significa-
do y la barra es permeable. Pero esta teoría del lenguaje no nos alcanza para
explicar la Represión en psicoanálisis, porque lo que no deja pasar la signi-
ficación entre significante y significado es la barra de la represión, es decir,
que lo que no permite encontrarme con lo que significa lo que hablo, es lo
real, en el espacio de lo real. Siempre opaco, siempre diferente.
Hay algo en la palabra por sí misma, que le da a cualquier palabra la
posibilidad de sugerir otro sentido, en tanto, no podemos con ninguna pala-
bra capturar el objeto que nombramos. Cuando yo digo tiza, no puedo
decir blanca, no puedo decir cortada por la mitad, no puedo decir cónica,
no puedo capturar el objeto éste que capturo con mi mano, con la palabra
que corresponde para nombrarlo. Por lo tanto cada vez que pronuncio una
palabra, por esta característica de lenguaje humano, soy atrapado por un
plus de sentido. No por la magia, sino por esta característica del lenguaje
humano, de no poder capturar lo que la palabra nombra. Entonces, cada
vez que nombro una palabra, entro en el campo de la sugerencia de todo lo
que tendría que decir para capturar el objeto nombrado. Por lo tanto, una
vez pronunciada la palabra, voy a ser atrapado en un sentido que yo no dije
en mi palabra. Por eso se dice que el inconsciente está estructurado como
un lenguaje, en tanto cada vez que él se exprese, mostrará en su manifesta-
ción un algo menos de lo que es. Tampoco podrá el deseo capturar su obje-
to, en tanto es de lo que carece, y los más arriesgados llegan a decir que la
captura del objeto del deseo es la muerte. Que cuando el deseo captura su
objeto, lo que captura es su propia muerte como deseo.
Antes de entrar todavía en el tema de hoy, me gustaría decir dos o tres
palabritas que dije ayer acerca de la palabra trabajo. Llamamos trabajo del
inconsciente al mecanismo por el cual se transforma el deseo, como tal,
36 MIGUEL OSCAR MENASSA

para aparecer como verdad y hacer posible su expresión, habíamos dicho


que la verdad, en este caso, eran los síntomas, los actos fallidos, los sue-
ños, y llegamos a mencionar a la locura, a la poesía y a las ciencias, es decir,
lo que comúnmente se llama formaciones del inconsciente, que no son
otra cosa que los efectos, producto del trabajo inconsciente. La categoría
de trabajo, lleva implícita que el producto ha de tener una diferencia con
aquello que fue utilizado para producirlo.
En el campo de la investigación psicoanalítica podríamos decir que
cuando se produce el objeto teórico, la materia prima son los sueños y los
discursos de los pacientes, que el instrumental teórico con el cual Freud
trabajó esta materia prima fueron las ciencias de la época, fundamental-
mente las leyes de la física y las nociones, todavía ideológicas, de sus últi-
mos escritos. Que el producto de ese trabajo teórico es el objeto teórico
inconsciente, que ya no es el inconsciente de ninguno de los soñantes, ni
es los instrumentos aplicados, sino otra cosa. Objeto desde el cual, ahora
no ya como efecto producto de un trabajo, sino como instrumento, podré
trabajar la materia prima que son los sueños o los relatos de los pacientes
y producir conocimiento y transformación en el paciente.
Cuando se psicoanaliza un sueño, lo primero que ocurre es que las
asociaciones del paciente nos van llevando a una red, formada por recuer-
dos cercanos y recuerdos lejanos. Esos recuerdos cercanos y lejanos per-
tenecen a lo que el psicoanálisis llama preconsciente. No estaban en la
conciencia pero eran posibles de ella. En tanto que, cuando el paciente
comienza a recordar, los recuerda. Muchas son las causas que se nos apa-
recen en estas asociaciones como posibles de haber producido el sueño.
Por eso, que a este estado de la interpretación, podemos decir que
corresponde el concepto de múltiple determinación, donde, en apariencia,
todavía hay varias causas —que acabamos de construir mediante las aso-
ciaciones del paciente— que hubiesen podido determinar el sueño tal cual
es. La transferencia como concepto, ocuparía el campo de lo que podría-
mos llamar sobredeterminación, o lo que es más conocido por otras cien-
cias, como determinación en última instancia.
Si la transferencia es el pasaje de energía de una representación a otra,
si la transferencia es la fuerza de un afecto ligado a una representación que
cambia su ligazón y se liga a otra representación y eso ocurre en el incons-
ciente, su acción deberá ser construida. El paciente no podrá recordarla
nunca, porque no le pertenece como tal, es inconsciente. Por lo tanto lla-
mamos trabajo de interpretación, no sólo a la asociación libre del pacien-
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 37

te que nos llevará hasta el campo de la múltiple determinación, sino que


llamamos construcción, también, a la interpretación del psicoanalista que
mostrará la sobredeterminación, de esta multiplicidad de causas.
Queda claro que lo que acabamos de decir, tiene que ver y no tiene que
ver con lo que normalmente llamamos transferencia. Relación, se dice,
que se va estableciendo entre el paciente y el psicoanalista y que, en su
desarrollo, desvía el sentido del encuentro. Ya que ahora la asociación
libre esclavizará por un tiempo su sentido según el tono de la relación
establecida.
Habíamos dicho que sólo levantando esta resistencia que se oponía al
fluir del inconsciente, era cuando el paciente comienza a psicoanalizarse,
es decir cuando existía la posibilidad de que más allá de lo que en su vida
normal el paciente hiciera (que es lo mismo que hace con el psicoanalis-
ta), su palabra pudiera permitir la interpretación de aquello que sobrede-
termina su acción con el otro. Y eso está claro que es después del análisis
de la transferencia centrada en la figura del psicoanalista.
Y ahora, para terminar, leeré un pequeño escrito denominado “La
locura” para ver si la vez que viene podemos hablar del deseo incons-
ciente.

LA LOCURA

Y todo fue bien y todo fue mal. Y fueron desfilando por mi casa, seres
de todos los tamaños, siempre con la misma misión oculta, eso sí, y aún
para ellos mismos, de no
dejar crecer lo que crecía o, por lo menos,
de no poder mirar lo que crecía o, como mínimo,
olvidarse de no haber dejado crecer lo que crecía,
de haber mirado o de no haber mirado,
en fin,
olvidarse de todo.
Y fueron desfilando por mi vida,
hombres y mujeres.
Ingenieros,
amantes de los mecanismos de relojería.
Enfermedades infecciosas de corta duración,
38 MIGUEL OSCAR MENASSA

enfermedades de las cuales nunca se sabe


si son del corazón o, directamente, de la cabeza.
Médicos,
amantes de la carne que pensaban que el hombre era,
una combinación de algo con algo.
Psicoanalistas,
amos dispuestos a malgastar su vida en liberarse.
En esta época el hombre era una cantidad de células
/inconmensurable,
desesperadas.
Una cantidad inconmensurable de palabras en cualquier dirección.
Y cuando la dirección tomada por el azar de las combinaciones era,
la dirección línea recta hacia la muerte,
alguien pronunciaba las palabras mágicas,
y bailando
y cantando,
una cama redonda no le hace mal a nadie,
y además,
entre los celos y el pecado, ¿quién se anima a morir?
Y lo creímos todos,
también yo,
que con nuestros sexos abiertos a los cuatro vientos,
o bien,
según las estaciones o el color de la tarde,
con nuestros sexos abiertos a los cuatro vientos y erguidos,
totipotentes y geniales,
deteníamos la muerte.
Y quiero decir antes de cerrar la cuenta con el psicoanálisis,
que todos nosotros, también yo,
llamamos a toda esa porquería relaciones múltiples.
Y todos nosotros, tuvimos la valentía de llamar a esos accidentes
nuestra vida.
Poetas,
por mi casa desfilaron poetas,
hombres extraviados de tanto tener,
pensaban que el hombre, puede caber en un poema.
Y fueron desfilando por mi casa, los pequeños comerciantes y
las putas.
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 39

Gente que había sido siempre estafada. Les correspondía ser los
/estafadores.
Y todo fue en mi casa:
dejaron el dolor y me estafaron,
y todo estuvo bien y todo estuvo mal,
y desfilaron por mi casa,
una mujer,
y otra,
y aún otra más,
y en todos los casos dejaron su pequeña cagadita en un rincón
de la casa y en todos los casos fueron felices.
El error,
haberse llevado cuando huían, mi ritmo.
Se volverán locas.
Y no quiero nombrar lo que se nombra solo y qué también desfiló
por mi casa.
Quisiera que cada uno sepa el horror que trajo a mi vida.
Que cada uno revise lo robado,
en mi casa también había horrores.
y fuimos diciendo a todo que sí,
fuimos,
una maravillosa estación de servicio.
Y nuestras palabras,
nuestro semen,
y el flujo ardiente de nuestras amadas,
eran el combustible ambicionado para fortalecer esas pequeñas y
desesperadas vidas,
para que pudieran ahora fortalecidas,
escalar, por la montaña hasta su cumbre.
Así decían ellos,
escalar la montaña.
Estaban todos locos.
Le llamaban montaña a conseguir un trabajo,
conversar con la gente
—otros humanos como ellos—
beberse una cerveza en una tasca,
escribir un poema.
Y por mi casa desfiló también, mi propia locura.
40 MIGUEL OSCAR MENASSA

Y yo también estuve loco.


Y yo también, veía montañas por todos lados,
y lo peor, no era verlas,
lo peor era desear fervientemente negar hasta la cumbre.
Y no tenía pies.
Y no tenía manos.
Y mi mirada era un pozo ciego donde se ahogaba entre la mierda
el que no pudo ser.
Y mis genitales eran históricos y no se podían vender a ningún
/precio.
Y mi corazón,
y mi cabeza,
breves lamentos de quien no había podido liberarse.
Así, me dije:
no se puede escalar ninguna montaña.
Lo decidí una tarde,
las montañas no existen.
Y las cumbres,
tienen que ver en todos los casos con dios.
Más allá del hombre,
me dije,
sólo podemos hallar otro hombre.
Más allá de la vida,
ningún goce,
más allá de la vida,
la muerte.
Y me quedé tranquilo
y tuve,
también yo, mi porvenir.
Y si puede uno pueden todos,
y entonces cada uno,
tuvo su propio porvenir.
Y yo quiero hablar de todo,
y hablando de todo,
pidiendo de todo,
escapándome luego de todo porque no tengo ganas para nada,
porque toda la energía fue hablar,
decir mis cosas. Y bien,
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 41

puedo entonces dejar correr mi voz, abrir mi boca a la soledad,


dejar salir de mí en vómitos radiantes,
los recuerdos,
el pus.
Ir tomando confianza.
Respirar alocadamente aunque no sienta nada.
El ejercicio hace bien,
el ejercicio es saludable.
Hagamos ejercicio mi querido doctor.
La palabra habla de mí y también habla de usted.
La palabra,
una especie de confabulación contra todos.
En esta historia no se salva nadie.
La mía es una historia sin fondo,
sin llegada.
Un volcán que dejó de rugir en el pasado.
Anímese doctor,
en mi interior no quedan,
ni explosiones,
ni ninguna lava hirviente en mis entrañas.
Mi sexo es de marfil.
III

Hoy tendría que existir la posibilidad de poder hablar de lo que no


hablamos ayer, y hablar de lo que tendríamos que hablar hoy. Entre ayer
y hoy, los comentarios más importantes que escuché, hablaban, que uste-
des son una comunidad. Están conectados por hilos invisibles. Las invisi-
bles mallas de vuestras relaciones sociales. De los comentarios pude des-
prender una inhibición que puede estar jugando en esta relación, que
ambicionamos tener de otra manera y no podemos.
Diría que el público —ustedes— se divide en dos, como el sujeto. Un
público teme hablar porque teme. Son los esclavos. Otro público teme
hablar porque tiene que conservar el poder ilusorio que le da el silencio
del esclavo. Son los amos.
Yo diría que el niño nace pequeño. No nace niño. No nace hombre. Es
un cachorro, un animalito. No tiene deseos, no ama, no tiene palabras, no
concibe ningún otro universo que el de sus células. Los únicos estímulos
que recibe son los estímulos de sus necesidades orgánicas. Funciona en él
lo que funciona en su aparato nervioso, en su sistema nervioso central. Lo
que no funciona en su sistema nervioso central, no funciona. Como en los
animalitos, como los gatitos, las ardillitas, los castores. Los castores son
casi como humanos. Porque tienen que aprender todo como el niño
humano, a caminar, a nadar, a construir su casa. No hablan, y no hablan
porque en el cumplimiento de la función se les va la vida. Es decir, no
desean.
Es en esta insuficiencia en la que nace el niño, es en esta prematura-
44 MIGUEL OSCAR MENASSA

ción, donde no queda otro remedio que esclavizarse, quiero decir que si
el niño no se esclaviza, muere.
¿Ustedes recuerdan un niño recién nacido? Es interesante recordar un
niño recién nacido, verlo en su impotencia, para saber que de esa situación
frente a la muerte, sólo es posible sobrevivir esclavizándose, poniendo su
vida en el otro, y eso es lo que hace el niño cuando nace: poner para nacer
como humano su vida en el otro.
Ese otro en el cual el niño pone su vida, al psicoanálisis se le ha dado
en llamar, función madre, que sería cualquier objeto, persona, cosa o ani-
mal, que cumpla con los requerimientos funcionales del recién nacido.
No sé por qué, directamente después de la “interpretación” donde amos
y esclavos, en el auditorio, adoraban en silencio la misma muerte, se me ocu-
rrió hablar del niño recién nacido, que su situación biológica natural —ani-
mal— lo lleva a esclavizarse en ese otro, y entregarle su vida. En estas con-
diciones no sólo el niño no va a morir, sino que en el aprendizaje con la fun-
ción se va dando cuenta que la función puede, de alguna manera, más que él.
Y el pasaje dramático de ese pequeño cachorro animal a cachorro
humano se va a verificar, en el tiempo en que él niño pueda simultánea-
mente (por una capacidad de su sistema nervioso central) sentirse (en eso
que a la medicina se le ha dado en llamar propioceptivo) no unido, sepa-
rado, macerado. Donde no tiene unidas, en ese sentimiento de él propio,
las partes de su cuerpo, como en realidad las tiene unidas.
Dije que tenía que sentir simultáneamente esta sensación interior, y
una visión, una percepción exterior, acerca de él mismo, unido, entero,
como él mismo está unido, entero. El niño de pocos días (meses) no puede
diferenciar entre sus piernas y el barrote de la cuna. Esto que le ocurre al
niño, le ocurre al paciente psicótico, porque el psicótico no puede diferen-
ciar su cuerpo de aquello que lo continúa, la cama, el piso, los barrotes de
la cama, el otro.
Decimos que el paciente (tenga la edad que tenga) está en ese momen-
to transcurriendo entre la naturaleza y la cultura.
Está transcurriendo entre la posibilidad que tienen todos los seres
humanos, de ser animales, hacia la posibilidad que no todos los seres
humanos tienen, de ser humano.
El niño, por semejante y diferente a sus padres (humanos) pasará, si
esclaviza su ser a ser humano, de pequeño animal a hombre. Y en este
pasaje saltará definitivamente del campo de la necesidad al campo del
deseo. Lugar al cual ya no podrá volver, sino en forma de locura.
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 45

Freud plantea en el recién nacido una energía constante que reclama


satisfacción. Una energía que no cesa. Una energía que siendo energía
de la necesidad al ser saciada, parentiza su curso, pero no lo detiene.
Esa energía que parte del propio cuerpo del niño, como necesidad,
queda inscripta en su sistema nervioso (huella mnémica de la necesi-
dad). Cuando se junten en el niño la huella mnémica de la necesidad
con la huella mnémica del objeto que sacia dicha necesidad, el niño
experimenta su primera experiencia de placer, es decir, su primera expe-
riencia de satisfacción.
A partir de este momento cada vez que surja la necesidad, surgirá,
cabalgando en ella, el intento de recuperar aquella experiencia de placer.
Es decir, no es que el deseo inconsciente en los últimos años carezca de
objeto, sino que el deseo inconsciente carece de objeto desde el mismo
momento de producción del inconsciente como concepto. En tanto no es
el deseo, en Freud, buscador de ningún objeto, sino buscador de aquel
tiempo en el que se produjo por primera vez en el sujeto (constituyéndo-
se como tal) una experiencia que jamás se repetirá de la misma manera,
por lo tanto que jamás podrá conquistar, como experiencia.
También para Freud el deseo es un deseo de muerte, porque su satis-
facción sólo se alcanza con la muerte del deseo como tal, es decir la muer-
te del sujeto, que por fin consigue su libertad, para morir.
Ayer habíamos visto cómo la palabra, tenía la característica, por ser
palabra humana, de no poder capturar lo que mencionaba con su men-
ción. Ahora vemos que al deseo inconsciente le ocurre, por deseo incons-
ciente, no poder capturar lo que menciona en su realización como deseo.
Sin embargo nosotros cuando hablamos acerca del título de la charla
de hoy nombramos la palabra demanda. La demanda sería un corte en la
teoría del deseo inconsciente, un aporte teórico moderno. Es ella, la
demanda, la que cabalga sobre la necesidad, estallar en deseo en el encuen-
tro con la madre función pero, ahora, real y por lo tanto desprestigiada,
es decir de la madre que fue en la aparición del símbolo o de la ley. No de
mi madre llamada fálica, ésa que ocupa exactamente el lugar de mi propia
imagen. Esa madre que no existe, por ser puro deseo —inconsciente—. A
lo que demando es a mi madre desprestigiada. que por real, castrada y por
castrada, si no fuera mi madre, casi una mujer.
Lo que le pido a ella como demanda amorosa es que sea, peor que mi
madre. Lo que le pido a ella como deseo es que no exista, que sea mi
madre fálica, producto de mi propio deseo.
46 MIGUEL OSCAR MENASSA

Si en el campo de lo necesario donde yo me enfrentaba con ella, niño,


iba haciendo mi relación con ella, iba concibiendo (según su deseo) que Ella
tenía algo que yo no tenía. Eso, que seguramente estaría regulando la rela-
ción, yo lo ponía en Ella. En ese campo de lo necesario, no sólo creía que
yo era su único objeto, sino que también en aquel desvarío sentía que los
dos —yo y Ella— éramos un solo objeto, como les pasa a los enamorados.
Con el desprestigio sufrido por la función madre en la relación (situa-
ción que el psicoanálisis llama decepción fálica) por un desvío en su mira-
da —y no hace falta más que un desvío en su mirada— yo ahora percibo
que además de mí hay un otro de ella que yo no poseo. Y esto que pare-
ce una tontería es lo que manda al manicomio a los enamorados cuando
aparece, por esas cosas de la vida, el tercero.
Cuando el lactante descubre la presencia del otro en la relación idílica
con la función, lo que interrumpe viene a interrumpir la relación idílica
que tengo con ese otro, que además me tiene. Ella no sólo se desprestigia
por dejar de ser única (por la existencia de ser otro), se desprestigia tam-
bién porque deja de tenerme en ella.
Porque no solamente descubro que ella es un otro de mí, sino que, tam-
bién, descubro que yo soy un otro de ella. Por lo tanto si quiero mantener
la relación con uno y con otro tengo que ser dos. Si el otro viene a interrum-
pir la relación que tengo con ella, debo desdoblarme. Ser, a partir de ahora,
dos, yo y el otro, me permite tener en el lugar del Otro la relación con Ella,
y en el lugar donde soy yo, la relación con él, es decir con la ley.
No es ninguna otra cosa de la que me escapo, sino de saber que el otro
no me pertenece. No es ninguna cosa la que pido cuando pido, sino que
pido amor. Y amor se lo pido a mi madre real. Aquella madre que por no
tener ya, es otro. Aquella madre que no es el único objeto de la creación
sino que es una madre real, pero que, todavía, es mi madre.
La retórica del deseo consistiría: ahí, en el tiempo donde la demanda se
fragmenta o se fractura de la necesidad, en intentar transformar el objeto
real (no tal “real” por ser mi madre aún) en el objeto fantasmático ante-
rior, es decir, el lugar de mi propia imagen, es decir donde mi madre lo era
todo y que por ser todo no existía.
Es decir que frente a una mujer y después de ya no querer, de ya no
necesitar, porque mediante el psicoanálisis y esto y lo otro, yo he com-
prendido y no quiero más que ella sea el “objeto” inasible y siempre
mutable de mi deseo, esa locura, todavía tengo que dejar de querer que
ella sea mi madre real (en lo que de necesario le reclamo), todavía no es
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 47

mujer, porque todavía está en el campo de mi demanda amorosa, y mi


demanda amorosa es siempre con mi madre.
Si pudimos hasta aquí tenemos que empezar a darnos cuenta que con estos
elementos podemos pensar las enfermedades mentales, o las llamadas enfer-
medades mentales, de otra manera. Si en el campo de lo necesario queda fija-
do lo real, separando de alguna manera lo imaginario de lo simbólico; la barra
de la resistencia que veíamos en palabras anteriores entre el significante y el
significado, se llama ahora real. Y es lo real (aquello que en hombre aún nece-
sita) lo que se incrusta entre el significante y su significado, es decir, entre lo
simbólico (la escena segunda) y lo imaginario (la escena primera). Por eso que
la asociación libre no versará sobre ninguna otra cosa que lo real. Versa sobre
el tiempo que al sujeto le llevó reprimir sus primeras escenas vivenciales.
La asociación libre es el levantamiento de lo real para que sea posible
una significación. Significación que, hoy por hoy, sigue interesando más a
la lingüística que al psicoanálisis.
Ya que no hay tan totalmente significante, significado, como no hay
totalmente, imaginario, real, simbólico. Que solamente simbólico, eso es,
por imposible, neurosis obsesiva.
Y sin embargo, a pesar de los esfuerzos del racionalismo, el límite es
impreciso. Entre las llamadas enfermedades mentales, incluyendo entre
ellas la normalidad, los límites no son precisos, porque no se trata de nin-
guna cantidad, ni de ninguna calidad, se trata simplemente de posiciones
en el sistema inconsciente, que por posiciones, mutables, tantas veces
como sean necesarias para el sistema.
Sería necesario un salto en el vacío para poder decir que la necesidad,
la demanda y el deseo, y a pesar de todos los esfuerzos no llegan, todavía,
a ser necesidad, demanda, deseo, humanos. Porque cachorro animal, se
pretende transformarme en humano, en el seno de una familia, navegan-
do entre mis relaciones de parentesco, algún día seré un hombre. Y sin
embargo sé que no es precisamente la locura lo que el hombre hereda de
lo animal, sino precisamente, quiero decir, las relaciones de parentesco. Es
decir que una concepción psicoanalítica de la locura, necesitaría una con-
cepción psicoanalítica de los psicoanalistas y una concepción psicoanalí-
tica de la formación de los psicoanalistas.
Ayer, al terminar, leí un escrito denominado la locura, con la esperan-
za, según dije, que después de tanta realidad hoy podríamos hablar del
deseo inconsciente. Espero no equivocarme nuevamente al decir que el
escrito que leeré ahora, denominado La razón, es para mostrar que, en
este siglo, Ella, La razón y Dios, son la misma persona:
48 MIGUEL OSCAR MENASSA

LA RAZON *

Cada vez nuevas palabras marcan el ritmo de lo desconocido.


Cada vez nuevas palabras,
nuevas combinaciones.
vidas sin imaginación,
me alejan de la muerte.
Palabras que no termino de colocar en el lugar correspondiente.
Palabras inauditas e inesperadas me hablan de lo desconocido y, sin
/embargo,
no temo escribirlas.
Todo me pasa cuando termino de escribir.
Siempre hay algo en lo que escribo que no me termina de gustar.
Siempre hay algo en lo que escribo doloroso para alguien.
Siempre alguna coma,
algún punto.
Alguna detención en general,
me resultan innecesarios y, sin embargo,
estoy lleno de interrupciones.
Quiero decir,
según pensamientos de escritos anteriores, lleno de
/heterosexualidad.
Y la verdad no sé, para qué, quiero tanta.
Se mezclan entre la pureza de las palabras,
grises y arrogantes,
/seguros de sí mismos,
los pequeños actos cotidianos:
Los planes increíbles a los cuales uno se tiene que someter para
/comer todos los días.
Los maquiavélicos pensamientos con los cuales me reúno
/diariamente,
para poder darle un beso a una mujer.
Entre los furgones,
entre los carbones cotidianos y las diarias cenizas de la carne,
vagones incontenibles de mierda y los panes crujientes,
sobre la mesa.
* Del libro ¿Perversión? ¿La muerte de la palabra? y Psicoanálisis del amor.
Editorial Grupo Cero. Diciembre 1978.
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 49

Todo es universal.
La guerra también.
Y uno sin darse cuenta.
/comiendo y bebiendo,
caminando tranquilamente por la ciudad de la mano de alguno de
/sus hijos,
se va poniendo,
digo,
sin darse cuenta, todo de un color.
Termina,
insisto,
sin darse cuenta,
amando ciertas palabras,
odiando
/ciertas palabras,
en fin,
combatiendo alocadamente.
Y yo,
no quiero combatir.
Estoy en contra de la guerra.
Y sin embargo lo
/sé,
carezco de poder para “implantar la paz”.
La paz,
exactamente igual que la guerra,
algo que otorgan y quitan los
/poderosos.
Darse cuenta de la falta de poder para la paz,
de la falta de valentía para la guerra,
también es doloroso.
Si no puedes la paz,
si te asusta la guerra,
te dejan,
—siempre en todos los casos—
fuera de la vida.
Y tampoco,
quiero quedarme fuera de la vida.
De pequeño aprendí,
50 MIGUEL OSCAR MENASSA

que defenderse formaba en todos los casos parte de un plan,


que defenderse no era algo que les pasaba sólo a los miserables.
Morir en definitiva,
en estos sistemas de vida que se vienen
/programando,
más que un deseo, es una orden.
En consecuencia,
las palabras pronunciadas nos indican que también nosotros
/estamos en guerra.
Uno contra el otro,
otro contra el uno.
El poeta, a veces, sabe lo que dice.
Y teniendo en cuenta que los cataclismos se producen,
tanto en las grandes guerras como en las guerras pequeñas,
propongo como nueva forma de vivir:

LA GRAN GUERRA,
una guerra de las palabras contra la biología,
contra la física
/moderna.
Basta de llantos matinales.
Basta de amor,
porque el amor es todo
/nuestro.
Es hora de zarpar,
el mundo nos espera.
Psicoanálisis y poesía,
dos interesantes miradas sobre la vida de los
/hombres,
que como toda mirada,
única o doble,
(ya que el doble es consecuencia y máscara de la dialéctica de lo
/único)
son insuficientes.
En ellas,
todo cierre es tan sólo una nueva
/metáfora.
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 51

Quiero decir,
en ellas,
todo es infinito en los contornos de un inverso
/finito.
Dos miradas extraviadas en ser,
siempre una novedad
y sin embargo,
hablar solamente,
escribir solamente,
dos formas privilegiadas de lo
único.
Por ahora,
psicoanálisis-poesía,
dos grandes y corpulentos valles de
/lágrimas.
Por ahora,
todo es dolor,
todo,
crítica punzante.
Por ahora, debemos
decirlo,
nadie aprueba los exámenes.
Psicoanalistas y Poetas,
hay pocos.
He descubierto y aunque para mí tal vez ya sea demasiado tarde,
/lo digo:
El mundo acontece fuera de mí.
Y no es tan fácil como parece,
/se trata
de un descubrimiento: el mundo no sólo acontece fuera de mí,
sino
/también,
fuera de los otros.
Quiero decir,
que más allá de nuestros cuerpos,
que más allá de la longitud de la mirada
—campo perfecto de nuestro
/gran amor—
52 MIGUEL OSCAR MENASSA

el mundo no existe.
El mundo más allá de nosotros,
también es un
/deseo.
Y aunque mis intenciones son decir siempre la verdad,
me voy dando cuenta, con el correr de los siglos,
que el camino hacia
/lo cierto,
es sólo un desvío en el camino hacia la nada.
Como vemos,
una pérdida lamentable de energía.
Lo cierto y su camino,
padece de
/todo.
Ciencias arrobadoras,
incapaces de producir sentidos más allá de sus
/vientres.
Vale decir,
pequeñas ciencias que, más allá del amor,
se hacen
/relativas envejecen.
Todo método, por más feroz que sea su designio,
para no
/enmohecerse,
para que no se pudran en sus propias entrañas los hallazgos de su
/valentía,
deberá,
transformarse con lo que transforma.
Deberá sufrir en su
/ser método,
una transformación.
No en los alrededores de su vida,
sino en su
/propia vida.
No en los contornos de ninguna ilusión,
sino,
en el centro mismo de la máquina que produce todas las ilusiones.
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 53

Y cuando se habla de las ciencias y de la Poesía


y no se habla
de la propia vida de los sujetos,
no hay método.
Y todo es Razón,
y ella misma es la que se descarta a sí misma. Para ser,
y es ella la
/que concibe,
un NO rotundo y “eterno” en la propia morada muda de la
/materia y en ese vacío,
fuego sangrante de la nada,
y en ese límite preciso contra todo,
ella,
la razón en cuestión,
haciendo gala y despliegue de todos sus
/sentidos,
Con todos sus orificios abiertos y desesperados a la búsqueda de lo
/cierto,
ella,
comienza su propia investigación.
Y ella tiene la sabiduría de la vida,
porque la vida, es ella.
Su moda,
la verdad.
Su verdadero ser,
el tiempo momificado en los
/relojes.
Su retórica,
volver siempre sobre lo mismo,
con el intento de ennoblecer cualquier atrocidad que ocurra en su
/reinado.
Y ella,
hoy por hoy, quiero confesarlo,
reina sobre todo.
Y para reinar,
su concepción es simple:
En mi cuerpo,
nos dice,
54 MIGUEL OSCAR MENASSA

(y ella tiene variadas maneras de decir)


todo es sobremesa,
barrigas descomunales y cigarros,
que pueden fumarse
/tranquilamente.
En mi cuerpo,
todo es atardecer
y unas veces blanca y perfumada,
danzando entre cisnes también blancos y olorosos,
y otras veces,
ensangrentada y nocturna,
fría y natural,
momificando su sonrisa siempre a una hora determinada,
abre las ventanas de su corazón,
abre desaforadamente flujos marinos.
Ella en su casa también es poesía
y entreabre su piel, porque la piel
también es un agujero
y en esas heridas,
se petrifica el
/universo.
Cuevas y salientes por doquier.
deforman su cuerpo en el intento de abarcar,
todo lo que produce.
La marginalidad,
aparente espacio donde zozobra su poderío,
es también,
un espacio de su propio cuerpo,
alejado de su poder y estrechamente
/ligado a su corazón,
ya que en esas márgenes que son todavía su cuerpo,
viven,
y cantan sus canciones los marginales.
Sus apasionados amantes
/secretos.
Viven como si fuera contra ella,
para soñarla y en los sueños,
/ ella no deja de reinar.
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 55

Todo sueño es verdad.


Toda verdad es sueño.
Y cuando el mundo se llenó de verdades y de sueños,
cuando ya era imposible sostener en un solo cuerpo tantas
/direcciones, ella,
inventora de lo inconcebible,
parte su cuerpo en dos,
y olvida.
Y mientras lo olvidado no retorna,
ella es dos.
En un solo ser,
una que hace lo que puede
y la otra que hace lo que no puede.
Se trata de la misma historia,
una mutilación y su doble.
Un mundo sin acción,
como decía,
petrificado.
Ya que uno no
/puede,
por carecer de todos.
Y dos,
es la posibilidad de la mirada de uno.
Y el tercero no existe,
porque el tercero es lo olvidado que retorna.
Y hasta aquí,
como vemos,
y en la cúspide de su poderío,
/ella propone para el hombre:
ser uno,
o bien,
su propia imagen.
o peor aun,
cuando ella atardece
y los rumores del lago son propicios,
ser,
en el inconcebible retorno de lo reprimido,
un recuerdo.
56 MIGUEL OSCAR MENASSA

Un grito.
Una caricia.
A veces un olor.
Y tengamos cuidado,
porque cuando ella no sabe qué decir,
inventa la muerte,
para reinar majestuosa también sobre el silencio.
Ella es una
/asesina y dice la verdad:
más allá de mi cuerpo,
o la reproducción de mi cuerpo,
o la muerte.
/En mi cuerpo todo.
IV

La lucha de clases más que iluminar, para decirlo de alguna manera, el


campo de la locura, padece de ella.
Una ciencia, aunque sea el marxismo, es sólo una ciencia. Es decir, una
mirada relativa de la realidad. El sujeto social (aquel determinado por las
relaciones de producción vigentes en el tiempo de su formación como
sujeto) es poco, no alcanza para explicar el sujeto cósmico, es poco para
explicar mi relación con los extraterrestres, y es poco aun para explicar mi
relación con mis pequeños y propios fantasmas.
Al intentar pasar en limpio la cuarta conferencia me doy cuenta, y
tengo que decirlo, que no tengo el entusiasmo que tenía cuando pasé la
primera conferencia. Aquellos días la máquina de escribir temblaba en mi
corazón. Recién llegado de Cali, todo era verde y cálido, todo tropical.
Aquél fue un viaje, pero ahora, en pleno invierno, en Madrid, el cen-
tro de lo que terminará siendo el corazón de Europa, me resulta casi
imposible recrear aquel clima, aquel amor.
Ya no sé si mi pensamiento actual tiene algo que ver con esas conferen-
cias, que en el calor de ese verano inolvidable en Cali eran mi vida y toda-
vía un poco más. Y debo decirlo, a Europa le toca enfriar el partido, teme
perderlo.
Me limitaré por lo tanto, por las razones expuestas, a transcribir el
escrito que fue leído como cierre de la cuarta conferencia, por creer ese
escrito fundamental para iniciar cualquier tipo de nuevo pensamiento.
58 MIGUEL OSCAR MENASSA

HAY ALMAS QUE HASTA QUE NO SE LAS INVENTE NO SE


LAS CONOCERÁ

¿Qué hacer?
Construir un mundo sin imágenes,
un diccionario en colores, una vida humana.
Saber que escribir, siempre es más difícil que morir.
Dormir esta noche,
amar desesperadamente mi cuerpo muerto.
El tiempo no pasa,
pasan los perfumes.
Un viento huracanado,
la propia noche en mis ojos,
un frío intenso
solar,
hasta el amanecer.
Un amor profundo,
un silencio en medio de la orfandad,
un silencio,
tenue, delicado silencio entre las blasfemias.
Una desesperación casi sublime,
un mal funcionamiento,
una manera antigua,
de estar,
vivir
fuera del tiempo.
Si salgo a la calle y me saludan,
si voy a mi trabajo y me saludan,
si cuando vuelvo a mi casa me saludan,
dispongo,
de las condiciones mínimas para ser,
un gran hombre.
Y si la gente,
en general,
me saluda,
pienso,
que la gente,
comienza a tener conmigo,
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 59

un acuerdo mínimo.
Un pacto,
un peligroso pacto de sangre.
Un estúpido buenos días,
sella para siempre,
a dos hombres,
en un pequeño y
final, mínimo acuerdo.
El hombre sabe,
—buenos días,
aunque se sienta mal.
–Buenos días,
aunque
nos parezca cualquier otra cosa.
El pacto es eterno,
y no habrá a cierta hora del día,
más,
que un mínimo acuerdo:
buenos días.
El pacto,
aunque pequeño pacto,
será un pacto feroz.
En buenos días, estamos de cuerdo con la noche,
con los amores nocturnos,
con las promesas nocturnas de amor,
con la eterna conversación entre amigos,
tules y brillantes perlas para los maricones.
Culo ábrete,
culo ciérrate,
y así,
va cantando el universo
Querido,
quiero explicarte,
que el amor entre hombres,
es,
una exageración del término.
El culo,
entre grandes hombres
60 MIGUEL OSCAR MENASSA

puede ser,
si se quiere,
una reflexión,
nunca una manera de reflexionar,
nunca un obstáculo.
El culo mi querido,
es,
una herida sangrante,
una flor a punto de brotar,
dejemos que florezca,
cada milímetro de nuestro cuerpo,
debe alcanzar,
nuestra palabra.
El culo también,
en él anidan,
los famosos mecanismos del odio y del amor,
y las claves,
del pensamiento científico de occidente.
Lo digo una vez más:
habrá culo para todo el mundo.
Un culo inmemorial
—casi sagrado—
El gran culo.
El culo de tu madre y la mía,
ejerciendo el control,
de todo el universo.
El día y la noche,
decimos,
una dialéctica paranoica,
o
más simplemente,
vagar,
entre el rumiar de las palabras:
ahora soy pequeño,
ahora soy grande.
mato cuando me dejan,
muero cuando no puedo,
cuando no puedo,
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 61

mato para no morir,


exagero,
de mi infancia recuerdo sólo lo malo,
entonces,
quiero lo bueno para toda la humanidad,
pero, lo quiero mal,
soy despótico,
para ser despótico me apoyo en el bien,
y si mi plan es perfecto,
y mi plan siempre es perfecto,
mi destino es ser sordo,
inmensamente sordo.
Soy, una estatua de piedra,
incaculable,
vieja,
un resto inanimado en el hombre,
de su antiguo encuentro con la naturaleza.
El día y la noche,
el cielo y el infierno,
papá y mamá,
el diablo y dios,
Abel y Caín,
lo bueno y lo malo,
el proletariado y la burguesía,
y la razón y la locura
y para ser modernos,
el hombre y la mujer.
Enfrentados,
imposibles de ser,
la dialéctica no se los permite,
en ella,
todo es a muerte.
La guerra:
permanente.
El ojo:
avizor.
Un hombre malherido por un tajo,
un pobre hombre dividido,
62 MIGUEL OSCAR MENASSA

una nada de amor,


un vacío incorruptible y una piedra,
que el hombre lleva en su corazón,
resucita,
toma proporciones incalculables
y sin embargo,
el cálculo es perfecto.
Lo animado tiende a lo que fue:
lo inanimado.
Y ahora podemos,
simplemente,
porque podemos,
hacer todas las pruebas.
Al final,
habrá dos términos,
únicos,
fundantes,
luchando vanamente entre sí,
luchando vanamente para imponerse,
uno al otro,
otro al uno,
sin darnos cuenta,
que sólo somos,
la posibilidad del otro.
Como vemos,
una dialéctica enloquecida.
Decimos,
sin futuro.
Agregar otro término,
no disminuye el dolor,
y absolutiza la idea.
El tercer término debemos saberlo,
es un espíritu ambicioso,
a quien no le alcanza ser,
subjetivo y objetivo,
y morir en esa imposibilidad.
El espíritu en cuestión,
saltará sobre sí mismo y después de atravesar,
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 63

la flora
y la fauna,
y llegar a lo humano,
y seguir,
seguir y desarrollarse
y seguir
y llegar por fin a ser,
un nuevo y gran espíritu,
que contiene en su mirada todo,
y sin embargo,
es más.
Un dios, un verdadero dios,
un absoluto.
La primera piedra en el camino de todos aunque no se note.
Nos terminarán diciendo:
un pasaje necesario para el hombre,
el famoso excluido
es,
una prueba de esas intenciones.
Estar juntos para morir,
separarnos para morir,
tibios ejemplos de quien no se anima a la verdad,
un hombre,
una mujer,
detenidos,
en vanos recuerdos encubridores:
la amenaza de castración,
la envidia al pene.
Todavía,
no han alcanzado el olor de lo humano.
Él,
tiene pene.
Ella,
no tiene pene,
son dos mentirosos.
Cuando rocen alguna vez la verdad,
la transformarán en poder,
y el poder,
64 MIGUEL OSCAR MENASSA

lo usarán,
para exterminar,
la mentira sobre la tierra.
Son dos fanáticos,
dos creyentes llenos de fe.
Tener hasta el final,
tener hasta el final,
única ilusión.
Él
un pedazo de carne
o bien,
un poco de dinero.
Ella
una esperanza,
aunque más no sea,
un anhelo.
El culo,
como vemos,
es,
un,
círculo,
perfecto.
Más allá de su control,
el mundo nos espera.
Más allá de su control,
una nueva manera,
de ver el mundo,
nos espera.
Más allá de su control
los límites forman parte del estallido.
y no, como en su reinado,
donde los límites,
están sujetos,
al capricho de una posibilidad biológica:
contraerse-relajarse,
amar-odiar,
retener-expulsar,
la oferta y la demanda,
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 65

y cualquier otra estupidez,


que se me ocurra.
Toda dialéctica
es,
empecinada.
Se repite vanamente hasta el fin,
aunque proclame independencia,
aunque proclame permanente revolución,
metamorfosis permanente.
La historia por ahora,
dos clases en guerra,
transformándose durante siglos,
en dos clases en guerra.
Una que tiene,
la otra que no tiene.
Una que tiene la esperanza de no perder.
Otra que tiene la esperanza de tener.
Un mundo,
como vemos,
lleno de esperanzas,
donde el ahorro y el despilfarro,
no abren, ningún nuevo sendero.
El culo,
ha hecho sus estragos.
Un pobre hombre,
cuyos límites son,
la mierda y la pureza.
Siempre un arrebato en línea recta,
en un sentido o en otro,
y como broma,
creemos, que 5.000 años, son años suficientes.
Podemos intentar el desenmascaramiento:
el hombre,
además de culo,
tiene corazón.

Agregar aun, otro término


y terminar,
66 MIGUEL OSCAR MENASSA

por ahora,
con la historia del conocimiento,
tampoco disminuye el dolor,
y la idea, permanece absoluta.
El cuarto término,
—como ejemplo la muerte—
puede como única posibilidad,
ponerle límites a la acción,
describirla.
Hacer mención del excluido,
eternizar su lugar,
darle muerte.
Y en esa repetición infalible,
encuentra la idea,
su absoluto.
Y si todo esto,
lo asociamos al nombre del padre,
entonces,
es verdad,
Dios,
está,
en todas partes.
V

Procurando entender las conexiones que se habían dado entre el psico-


análisis, la poesía y la locura, durante las cuatro charlas anteriores, me
quedaba claro, por lo menos a mí, que el sujeto se constituía en y para el
lenguaje y que sin embargo esta estructura se fracturaba tanto en la poe-
sía como en la locura.
Durante el transcurso de las conferencias anteriores hemos elogiado,
alternativamente, el psicoanálisis, la poesía y la locura. Tratando de suge-
rir la interdependencia o bien el sojuzgamiento de unos términos a otros.
Tratando de sugerir la imposibilidad teórica de delimitar el campo de la
poesía del campo de la locura.
Banales demostraciones empíricas, un ejemplo oportuno, fueron mos-
trando algunas diferencias. Demostraciones que, por banales, no llegaron
a ser en ningún momento suficientes, y que por empíricas más que la poe-
sía y la locura, hablaban de los límites que nuestro cuerpo (siempre
pequeño y desorientado) impone a nuestra razón, en el encuentro con
tanta belleza.
Fue, durante la semana, tan arriesgado el psicoanálisis, mostrándonos
un hombre con la posibilidad de desentrañar el gran misterio poético, y el
no menos grande misterio de la locura. Como fue arriesgada la poesía tra-
tando de cuestionar, o de replantearse la posibilidad de que todas las cien-
cias contemporáneas no sean aquello de lo que presumen, haber dado
cuenta del fenómeno religioso, sino solamente, por ahora, una fenomeno-
logía de lo que la religión ha producido.
Durante las charlas también tuvo su supremacía la locura. Se llegó
68 MIGUEL OSCAR MENASSA

a decir que el psicoanálisis y la poesía eran un límite casi biológico frente


a la pasión que querían encubrir, y la pasión que querían encubrir era la
locura.
En otro momento se dijo que saber que la poesía era (como históri-
camente se comprendía) la que legislaba la vida de los hombres, y el psi-
coanálisis, la ciencia, es capaz de dar cuenta de los mecanismos de dicha
legislación, no era saber suficiente para galardonar a nuestros poetas y
a nuestros médicos psicoanalistas, y encerrar en el manicomio a nues-
tros locos.
Pero si hubiese que decidirse, si alguien me invitara a decir si me quedo
con la poesía, el psicoanálisis o la locura, primero, trataría de demostrarle
la imposibilidad de elegir, como humano, lo que del hombre sólo es un
efecto.
Y si no valiera mi argumento, elegiría, por fin, mediado por una des-
viación afectiva, la poesía. Para darme cuenta que sin la locura consecuen-
te que desencadena el juicio poético, cuando su mirada se detiene en mi
vida cotidiana, no habrá poesía.
Y si exageramos cuando dijimos que sin el descubrimiento del incons-
ciente la poesía sería otra de la que será, también dijimos que el psicoaná-
lisis, en tanto ciencia, nos remitía al campo general de las ciencias, y ahí,
el psicoanálisis, el marxismo y hasta las puras matemáticas, padecían el
mismo mal, eran relativas, porque la Ciencia, no existe, existen las cien-
cias. Después también hablamos mal de todo.
Llegamos a decir que el poeta era muy ambicioso, en tanto buscaba
encerrar dentro de un poema, al hombre. Dijimos del psicoanálisis que si
sobrepasaba el límite, que su objetivo teórico imponía, tratando de expli-
car el mundo desde su visión relativa al mundo, se transformaba en ideo-
logía, carroña.
De la locura dijimos que había por lo menos dos formas visibles. Era
tan loco ir a una oficina a trabajar ocho horas diarias, como llegar a su casa
todos los días a la misma hora. Comer todos los días, así, como de cos-
tumbre. Tener relaciones sexuales con un solo fantasma. Amar a una sola
mujer. Amar a un solo hombre. Todo tan loco como sentirse Napoleón en
medio de una plaza, sufriendo a los gritos, haber perdido por una tonte-
ría, su última batalla. Y sin embargo dijimos que a pesar de la evidente
locura en ambos casos, el que se sentía Napoleón, de tal manera, iba a
parar al manicomio, y el que vivía la vida denominada normal, vivía la
vida, denominada normal. En el arrebato juvenil que proporcionan los
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 69

encuentros de este tipo, llegamos a atribuirle a la locura un rango filosó-


fico, altura, que nos dimos cuenta, al otorgarla, Ella, tenía, que se deno-
mina locura a todo aquello que venga a perturbar los instrumentos de
medida. A todo aquello que denuncia, al expresarse, una tiranía, un
dogma.
No por nada la escuela francesa de psicoanálisis (todavía no sabemos,
jugando para quién) termina diciendo (si bien en una confirmación de la
ignorancia general del tema, un pedido cabalga en la ceguera para que de
eso —la locura, la mujer— que nada se sabe se pueda saber algo) que el
instrumental teórico que maneja, cuando da cuenta de la mujer, dice que
Ella es una loca y que si no es totalmente loca, es porque la mujer no lo
puede todo.
Digamos que loco es aquello que no tiene dimensión, no porque no la
tenga, sino porque en su manera de aparecer pone en cuestión los instru-
mentos de medida vigentes.
La mujer es tan loca como la poesía.
Y ahora me gustaría volver a agradecer, por la posibilidad que agrade-
cí el primer día, de haberme convocado a estas charlas, también en nom-
bre de la poesía. Y si es posible, más allá de lo que dije hasta aquí, diría
que el hilo conductor de nuestro encuentro fue poético. Que la locura no
hubiese sido posible ni para mí, ni para ustedes, y no fue posible porque,
de serlo, otros rastros hubiese dejado en nosotros. Que el psicoanálisis,
para regular nuestro encuentro, hubiese requerido una especialización en
el modo de la pedagogía imposible para este tiempo y espacio. Si antes no
lo sabía y ahora parece que lo supiera desde el principio, lo único posible
entre nosotros era el hilo conductor de la poesía. Siguiendo en cada sesgo
la apariencia de un sentido. Ya que la poesía, en el pleno desvarío de pro-
ducirse, cuando su poder alcanza los límites de la transformación, no le
importa si el sentido (nunca dado por ella sino simplemente sugerido) es
bueno o malo, positivo o negativo, hacia ella o contra ella. Porque su
deseo no es generar la dirección del sentido, sino —matriz generadora—
generarlo.
Y en los vaivenes de esta imposibilidad, terminaré hablando lo escrito:
70 MIGUEL OSCAR MENASSA

GRUPO CERO
PSICOANÁLISIS Y POESÍA
ESE IMPOSIBLE

Giros de viento,
ráfagas de pequeños corpúsculos acerados hacia la muerte, desviaron
nuestro destino.
Somos,
desde hace años,
extranjeros a todo.
Iremos perdiendo con el paso de los días la calidez de nuestra
mirada,
aquel calor,
ardiente en nuestros ojos, cuando vivíamos en una tierra,
cuyos olores en plena primavera,
olían el olor de nuestro cuerpo.
Éramos,
antes de la catástrofe,
antes del estallido en mil fragmentos,
personas normales.
Médicos, amantes de la libertad.
Escritores,
amantes de la libertad.
En fin,
en general éramos,
sórdidos amantes de la libertad.
Señoras y señores,
padres e hijos de familia
y teníamos,
un porvenir asegurado.

Un poco de locura, nos decíamos, a nadie le hace mal.


Y nos encerrábamos en grandes alcobas solitarias,
para decirnos,
que la locura era contagiosa
y nos reíamos y buscábamos el sol,
entre las piernas de nuestras mujeres
y éramos felices.
Y mientras éramos felices nos dimos cuenta que buscar el sol,
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 71

era para encontrarse empecinadamente con la noche.


Amar el sol,
era también amar,
la terquedad de su dialéctica.
Aparecer y desaparecer.
Encuentros luminosos
para después,
sumergirse cada vez más profundamente en el vacío de la noche.
Alguna ausencia inesperada,
algún cuerpo
pudriéndose repentinamente bajo el sol,
marcaban el paso de los años.
De decepción en decepción,
nos fueron enseñando que nada teníamos.
¿Para qué hablar?
entonces nos decían.
¿Para qué pedir?
Y nos fueron encerrando en nuestro propio cuerpo,
y en nuestro propio cuerpo
fueron marcando a fuego sus tablas de la ley,
y sujetados,
por la increíble ilusión de no morir,
casi nos matan.
Un fuerte y helado silbido nocturno,
para siempre.
Una incuestionable noche sin fin.
Una detención brusca y mortal
—insostenible para nuestro cuerpo—,
en manos,
donde habíamos entregado nuestra vida,
para no morir.
Ser esclavos,
quedaba claro,
no era suficiente.
y entonces, fue el temblor,
un temblor cósmico,
más allá de nuestra razón,
más allá de nuestra locura.
Más allá de todas la palabras pronunciadas
72 MIGUEL OSCAR MENASSA

y sin saber qué hacer,


temblorosos entre los escombros,
nos tocó zarpar.
Y zarpar fue,
estallar en mil fragmentos de oro líquido por el mundo.
Y zarpar fue,
no poder volver nunca al mismo sitio,
no poder volver nunca al mismo tiempo.
Si algo buscamos,
buscamos todo lo que nos falta.
No sólo el inconsciente.
No sólo,
los tibios perfumes de nuestra infancia.
No sólo,
el aleteo fugaz de un deseo prohibido.
Queremos tener entre nosotros,
toda nuestra vida.
Un cuerpo,
hecho a los avatares de los destinos.
Una palabra,
más cerca de la sangre que de las palabras.
Entre nosotros, queremos tener
—como la flor azteca creciendo en el desierto,
como una incierta luz,
en plena oscuridad—
algunos versos inolvidables.
Sabemos,
sin embargo que vivir,
siempre es un proyecto delirante.

Todo está bien y todo está mal.

La mujer,
el hombre,
debaten su ser entre las pocas palabras que conocen.
Una especie de pequeña oración en medio del tumulto.
Un pequeño dios a punto de morir,
contra la inmensidad de las partículas atómicas,
creciendo por doquier.
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 73

El sangrante búfalo de plata a punto de extinguirse,


última manada de luz,
al borde del fusilamiento,
al borde propio de pronunciar sus primeras palabras:
Estamos.
Fuimos lo que muere del hombre.
La soledad.
Y un resumen,
es también un pacto con alguien.
Una conciliación de la letra con la política.
Yo es cero,
no tiene explicación.
No se puede reducir a nada que termine.
Tampoco al universo.
Candado de apertura,
yo es cero,
es,
puesta en escena de lo que recién comienza.
Estamos en la época del temblor.
El que habla tiene una prenda.
El que escribe es un solitario.
Estamos en una edad,
donde lo verdadero se confunde con la acción,
el resto por ahora, debemos saberlo,
psicoterapia para las almas inexpertas,
para los que aún, sin quererlo,
y como soportando una desgracia,
sostienen la ideología dominante.
La gran ideología,
la que viene impresa en las proteínas de la leche.
Y acción querrá decir, entonces,
transformación radiante,
verificable en campo de las relaciones sociales,
donde ya dijimos,
se desarrolla,
la ética de los poderosos,

En cuanto al psicoanálisis.
al marxismo,
74 MIGUEL OSCAR MENASSA

a la poesía,
decimos,
que son sólo instrumentos de conocimiento.
Entre nosotros no es preciso que se salve nadie.
Los fusiles,
las religiones,
la pobreza,
son patrimonio de una dialéctica asesina.
Donde lo que se legaliza es la esclavitud
y la pena de muerte.
Y un amor,
codificado en el terreno de la fidelidad y la seguridad,
hablan claramente,
de los efectos sobre el hombre de una dialéctica,
que no acepta,
ni aún en sus transformaciones,
la existencia de más de dos términos.
Donde uno tiene el don
y el otro,
el deseo.

Una teoría,
construida por indígenas frente al descubrimiento de la posibilidad
especular.
Una religión,
construida sobre el miedo a la muerte,
da como resultado, una sociedad esclavista,
donde el goce tiene que ver siempre con la muerte,
porque el deseo lo tiene el que no sabe,
el que no tiene,
el que no duda,
en fin,
el deseo lo tiene un perfecto idiota,
condenado a muerte.
Donde el saber,
tiene que ver con el poder,
ya que el que puede, por poder, no desea y sabe.
Como vemos,
una teoría del dolor,
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 75

en todas direcciones.
Nos oponemos a todo.
La nada,
también queda cuestionada.
De las drogas,

aceptamos todavía algunos de sus usos médicos.


En general, las drogas,
prometen una resolución por vías más rápidas que las habituales.
Y si bien es cierto que lo habitual,
no tiene por qué ser modelo de vida,
también es cierto,
que no se conoce ninguna droga que haya solucionado el problema
del tiempo.
Decimos,
que cualquier droga,
también el alcohol,
cuando trata de ser,
más que una escaramuza del saber,
se esteriliza, se pudre,
exactamente igual,
que la mujer amada muerta entre los brazos.
La necrofilia,
queda prohibida, en todos los casos.
y la sexualidad actual, pensamos,
que está organizada sobre los pilares de la oferta y la demanda.
Heterosexualidad y homosexualidad,
son claramente, formas de una dialéctica,
donde lo femenino y lo masculino
(en última instancia dos organizaciones sindicales)
rigen,
el destino de la humanidad.
El amor,
como vemos,
no existe.
Por ahora,
existen las reivindicaciones.
Al hombre,
a la mujer,
76 MIGUEL OSCAR MENASSA

aun, no le ocurre nada.


Lo único que veo claramente,
es cómo la gente se mata por doquier.
Tomar una posición,
desde hace unos siglos a esta parte,
es decidir a quién se va a matar
o bien,
si uno es un simple ciudadano,
decidir, en manos de quién se va a morir.
Un mundo perverso,
insisto,
donde todo tiene que ver con la muerte.
Por ahora,
no quiero tomar ninguna decisión.
Matar o Morir,
dos formas de vida,
que tampoco me interesan.

38 años, y pongo nuevamente, mi vida en cuestión.


¿Cómo quiero vivir? ¿Qué es vivir?
y así voy por la vida,
sintiendo:
que no quiero ser un borracho,
y no quiero ser un drogadicto,
y no quiero ser un científico,
y no quiero ser un poeta,
y hombre y mujer,
me parecen,
demasiado poco para el hombre.
Y las familias monogámicas me dan asco
y los putos también.
Defender, en general, no defiendo a nadie.
La religión se hunde entre cuantiosas cifras.
Las matemáticas desbordan su posibilidad de transformación de lo
/real,
con el paso de los años,
serán un dogma.
El sol se extingue.
La energía atómica escapa a todos los controles.
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 77

Hiroshima se olvida.
Rusia retrocede.
Y los famosos tigres de papel,
están a punto de comerse, parte del
/arroz.
La humanidad toma un rumbo desconcertante,
y eso,
me desborda.

Querer, quisiera,
llevarme bien con alguien
y, sin embargo,
escribo,
que el vaivén de la intersubjetividad,
es,
demasiado familiar para el gran mundo.
Eso me parece.
Prefiero confiar en mi fuerza de trabajo y sin embargo,
mi escritura es sanguínea,
vital,
difícil de vender.
La literatura no me interesa,
y la vida,
no sé bien lo que es.
A veces pienso:
La vida todavía no ha comenzado.
Ser una brisa
o bien,
ser una ráfaga,
son, por ahora,
las tan naturales ambiciones de cualquier pasión.
El hombre se debate,
quiere ser y no puede.
Puede y cuando puede, ya no le interesa.

Los ojos,
la boca,
el ano,
un alma abierta
78 MIGUEL OSCAR MENASSA

o bien,
un corazón cerrado,
son todavía los límites de dicha imposibilidad.
Agujeros demasiado pequeños,
para que el hombre, caiga por ellos en el ser.
Agujeros demasiado pequeños,
para que por ellos,
entre la humanidad en el hombre.
Sangre y vergüenzas,
leches marinas,
pechos turbulentos para las bocas más sedientas,
opulento semen ascendiendo por las nacaradas paredes de tu celda,
son todavía tan sólo,
onomatopeyas de lo humano.
Un intento,
vano como otros,
de capturar con el nombre lo nombrado.
Mi tiempo,
no responde a ninguna cronología.
Mi tiempo,
más que transcurrir,
estalla.
Más que transcurrir lentamente,
mostrándole al pequeño hombrecito, que la vida pasa,
el tiempo es
un invento de la crueldad del hombre,
contra sus propios sueños.
Un límite preciso:
la noche.

Un comienzo seguro:
la mañana.

Como si el tiempo fuera una figura


que puede dividirse.
Una forma posible,
y no,
vendavales y nieves oscuras,
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 79

hambre y cólera,
donde su existencia, es siempre lo que fui.

La realidad es sólo lo que digo,


y el tiempo,
una manera de seguir creyendo,
que la realidad
estaba allí,
esperándome,
—precisamente a mí—
desde ayer.

La imaginería del hombre no tiene límites.


Su locura infinita.
Es capaz de creer que los secretos se guardan en el corazón.
Es capaz de creer que la verdad es más de lo que es:
instante,
en la producción de cualquier obra, de cualquier amor.
Tiempo de locos este tiempo,
donde ni yo existo.
Álgebra marina,
álgebras,
y vientos del mar,
y pequeñas historias.
Pequeñas y misteriosas historias,
entre las que se oculta,
la cifra secreta de mi ser.
Mientras escribo,
siempre me acosa la misma preocupación:
escribir algo que se entienda.
Me miro y se me nota.
Soy exactamente una encrucijada.
Un tironeamiento visceral,
contra otro tironeamiento visceral.
En la misma mirada,
dos odios,
dos amores.
En el mismo fuego,
dos llamaradas,
80 MIGUEL OSCAR MENASSA

dos cenizas.
Cuando la sangre acontecía,
era contra la propia sangre.
Tan roja,
una como otra.
Turbulentas manos,
con un esfuerzo comparable a morir,
desarticulan el mecanismo:
el número dos no existe, es siempre,
un desdoblamiento de la imagen.

¿Escribir es parte de la farsa, o escribir es mi superioridad,


mi hombría?

Al borde del descuartizamiento,


un hombre debería gritar, pidiendo socorro
un hombre debería gritar, pidiendo
un hombre debería gritar,
un hombre debería
un hombre
y sin embargo,
un hombre también es, una caída estrepitosa,
un amante de su propia masacre,
un exquisito recuerdo de sus desgarramientos.
Una historia, que se viene repitiendo desde siglos.

Encuentros desesperados no tengo más,


en general no tengo encuentros.
Todo estalla.
Todo es sublime.
El cuerpo y la palabra,
así escritos son, debemos saber,
bordes de una dialéctica.
Y en esa endemoniada lucha,
entre la existencia y la esencia,
siempre triunfa:
la realidad.
La verdad.
El síntoma.
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 81

Hombres, mujeres
encaprichados, en las famosas y viejas relaciones,
entre libres y esclavos.
A mí, me gustaría comenzar todo de cero.
Frente a este vacío.
Frente a esta imposibilidad.
Humos y barbarie.
y una lenta tarde donde todo transcurra como si fuera poco,
como si fuera lejano su transcurrir.
Brisa marina, arcángel de la noche,
toco tu boca,
perfume y violencia entre las tinieblas.
Desencadeno en mi ser los ritos del amor.
Vendimia seca.
Florezco entre tus jugos.
Entretejo mi vida entre tus helechos.
Ancla y mar,
tus olores,
tus peces abiertos y desordenados.
Ojos de bestia.
Vaca.
Vaca de la soledad.

A veces pienso que lo mejor,


es beberse salvajemente los néctares.
A veces pienso que lo mejor,
es comerse salvajemente los frutos.
Tengo conmigo, lo sé, frutos y néctares,
para comerme y beberme salvajemente.
y sin embargo escribir,
siempre es,
una alegría para el corazón.
Emerger de las sombras,
emerger de las sombras del mar. Canguro acuático.
Horas de una vida siempre desesperada y viva.
Pequeñas palabras irán haciendo el mundo.
Tercos galopes,
irán cubriendo las distancias.
Entre bellezas marinas rasgo tu piel,
82 MIGUEL OSCAR MENASSA

escenifico mi vida, en los contornos de tu ritmo,


te detecto imprecisa,
entre las leves hojas de papel
Al viento.
Al tiempo.
A la poesía.
Tenaz entre tus muertos,
loca y viva, iridiscente ojo molecular,
llama de amor,
la poesía,
tenaz,
álgebra purificadora,
ardiente antiséptico,
contra los pequeños animalitos del bosque.
Nervio nocturno y luz,
músculos y masacre,
carnes,
vendimias de la carne,
la poesía,
tenaz,
en el futuro,
contra lo que pueda oler a podrido.
Al viento.
Al tiempo.
A la poesía.

Rosas ambarinas
y, también,
rosas de colores comunes
y espinas,
de rosas sanguíneas y carnosas.
Y también espinas salvajes de una perfumada rosa blanca,
—como alguna vez ocurrió—
antiguas y delicadas, espinas del amor.
Corona de espinas enamoradas sobre la cabeza del pequeño niño
dicelotodo.
El poeta,
fiel y empecinado corruptor del sentido.
Soldado de lo inevitable.
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 83

Sombra expectante sobre todo.


El poeta,
pequeño niño,
no se sostiene sobre sus piernas.
No sabe lo que quiere.
Es arrastrado por el afán social que pesa sobre él,
de denunciarlo todo.
Y en cada denuncia,
en cada encuentro con la verdad,
es todos,
vale decir, ninguno.
Su ser,
escandaloso y solitario a la vez,
vaga sin saber.
Hilo de agua,
tenue y vivaz entre las montañas,
horadando las piedras.
El poeta,
una vejez y su vértigo.
Una juventud y su decadencia.
Siempre un punto fijo,
una detención sublime,
para que el mundo,
gire por un instante,
enloquecido,
a su alrededor.
El poeta, añora la libertad.
Hay días en que quiere morir.
El brutal encadenamiento, sólo le permite,
pequeños
y, por qué no decirlo, reglamentados movimientos.
Entre la Poesía,
diosa indiscutible
o bien,
serpiente única capaz de ahogar mil páginas en un verso.
Metáfora ardiente de todo lo vivido.
Y el límite que impone lo social;
sumergirse,
entre las máquinas y sus desperdicios.
84 MIGUEL OSCAR MENASSA

Hombres de plástico.
Gobernantes perversos.
Niños asesinados a patadas antes de nacer.
Pequeños navíos de la alegría,
hundidos,
antes de zarpar.

Y sumergirse, en toda la inmundicia que transcurre en las cloacas


y, también,
en los blancos hospitales,
en los dormitorios mejor arreglados,
y en el lento transcurrir de las horas.
En la serena tarde donde un crimen,
se hace pedazos contra el sol.
En los baños,
en los baños públicos donde el olor es,
lo que finalmente mata,
o bien,
en los baños de las iglesias donde la purificación,
cobra sus víctimas.
Y las inmundicias transcurren sobre todas las cosas humanas.
Y el poeta transcurre sobre todas las inmundicias.
Pequeño niño dicelotodo,
transcurre,
entre la mierda sublime de los grandes dioses
o bien,
tenues cagaditas,
de algún ave de paso.
Y lo social,
decíamos,
y el contenido arrasando con las formas.
Y las formas,
deteniendo en su precisión,
en su perfecto mecanismo de relojería,
los gritos deformes del hombre.

Meter en una jaula,


su propio corazón desesperado.
Fijar,
CONDICIONES PREVIAS AL SEMINARIO 85

como se fijan después de muertos,


los órganos podridos.
Silenciar,
para siempre,
las inquietantes imprecisiones del amor.
El amor,
alegría y blasfemias,
pequeños dioses impotentes,
luchando vanamente contra demonios,
siempre invencibles,
cuando se trata del amor.
Fuego y luz.
Apocalípticos demonios de la sangre,
donde la palabra, pierde su poderío.
Demonios enloquecidos por el hambre,
devoran,
pequeños dioses preocupados en cuidar las formas.
Y todo es estallido,
cuando la magia nos acompaña hasta los confines del miedo.
Bajo el sol,
contra el sol
o bien.
un sol saliendo de mi pecho,
o multicolores soles acuáticos
y jóvenes
y arrogantes soles,
precisamente a causa de esa juventud.
Y un sol,
pequeño y fulgurante entre mis labios.
Incendio.
Luz.
Fuego entre los fuegos.
Vertiente incontenible de calor.
Cien mil grados, derritiendo a los pequeños dioses de la moral.
En mi cuerpo,
fríos metales caen.
Heladas nocturnas detienen por un instante,
su filo mortal. El silencio se parte
y los espejos,
86 MIGUEL OSCAR MENASSA

no pueden reflejar tanta luz.


Desierto y sed,
y los últimos barrotes de la cárcel,
—tu propia mirada—
ceden,
frente a lo que ya no se puede nombrar:
ha pasado el amor.
Yo también soy un hombre.
Dejo que el resto lo vaya produciendo,
una infinita conversación entre todos.
Blancos y corpulentos caballos,
sobre verdes praderas corriendo alegremente,
casi sin darse cuenta,
contra el viento.
Nunca un ser humano me hizo verdaderamente mal.
Estoy agradecido.
Estoy contento.
Soy,
un perfecto idiota entre la espesa niebla.
Mis ideas,
ya no necesitan,
ni siquiera de mí.
SEMINARIO
SIGMUND FREUD

Texto establecido por


OLGA de LUCIA
Psicoanalista de la Asociación
Escuela de Psicoanálisis
Grupo Cero
APERTURA

Resultará difícil poder introducir al psicoanálisis, simultáneamente, a


personas que, hoy, por primera vez van a escuchar hablar de psicoanálisis,
a personas que hace mucho tiempo escuchan hablar y a personas que ya
están por abandonar el campo psicoanalítico.
Esto recuerda que Freud describía tres tipos de sueños. Un primer
tipo, que tenía sentido y comprensibilidad, un segundo tipo de sueño, que
si bien tenía sentido, no tenía comprensibilidad, y por último, un tercer
tipo de sueño, que ni tenía sentido, ni comprensibilidad. El, después de
algunas idas y vueltas, concluyó, que los tres tipos de sueños, eran formas
diversas de lo mismo: una realización disfrazada de un deseo sexual,
infantil, reprimido.
Si se trata de introducirnos al psicoanálisis, tendríamos que comenzar
diciendo, hasta que se nos demuestre lo contrario, que el psicoanálisis es
una ciencia y donde verdaderamente lo es, no sólo gozará de los benefi-
cios y de los límites de poseer un sistema teórico, sino que podrá, desde
ese sistema teórico, regular los modos de apropiación de lo real. Es decir,
por gozar de los beneficios y los límites que a toda elaboración teórica le
proporciona un sistema teórico que la convalide. Sistema teórico que ten-
drá como propiedad ofrecer los modos de transformación y de apropia-
ción de lo real.
Por lo tanto no sólo tendremos un prejuicio ideológico, o filosófico o
teórico frente a la aparición de esta nueva ciencia, sino que tendremos,
también, otro tipo de resistencias, ya que introducirnos al psicoanálisis
será, sin más, transformar nuestra vida.
90 MIGUEL OSCAR MENASSA

Pensando cómo sería una clase de introducción al psicoanálisis, si la gente concu-


rría a la clase, no hablaba, llegué a la conclusión de que eso no sé si sería posible. Tal
vez, cuando yo termine de hablar, cuando sea interrumpido por primera vez, aquel
que sea capaz de preguntarse en voz alta, de decir en voz alta, ése será el que se habrá
introducido en el psicoanálisis y por ahora, debemos decirlo, el que se está introdu-
ciendo en el psicoanálisis, soy yo.
Decir que el psicoanálisis es una ciencia es poner en cuestión no sólo
lo que se llaman prácticas psicoterapéuticas, sino también gran parte de las
prácticas técnicas socio-psicológicas-operacionales, es decir, las prácticas
que actualmente en España son las que se ocupan, más o menos mal, de
cuidar la salud mental.
Si el psicoanálisis es una ciencia nueva tiene que tener un objeto de
conocimiento que le pertenezca y ese objeto que le pertenezca como
conocimiento, ha de tener como característica no ser un objeto real, sino,
precisamente, provenir de un objeto real mediante una transformación
operada, por lo que llamamos trabajo teórico, que del objeto real hace
símbolo, que de la combinación entre símbolos, hace ley.
Decimos que para el psicoanálisis ese objeto es el inconsciente y decir
esto, es decir que la vida psíquica ha cambiado su mirada. Ya no mira
desde donde comprende o ama, sino que mira desde donde no sabe.
Ciencia, entonces, que abre un nuevo campo ideológico, de un saber, no
sabido por el sujeto.
La palabra sujeto es una palabra que se genera como oposición filosó-
fica a la palabra hombre. En tanto, toda ciencia moderna habrá de pregun-
tamos, cada vez que hablamos del hombre, de qué hombre hablamos. Un
hombre sujetado a sus determinaciones, por eso que hablaremos del suje-
to del inconsciente, del sujeto social, del sujeto biológico. Decimos que la
ciencia no es la realidad, sino simplemente aquel espacio-tiempo de la rea-
lidad que es capaz de determinar. Nuestro sujeto, el sujeto psíquico, el
sujeto de las emociones y de las conductas, el sujeto de la vida cotidiana,
el sujeto que ama, que sufre, que odia, que tiene ideales, que tiene ilusio-
nes, ése es nuestro sujeto. Sujeto que, a partir de Freud, transcurre sujeta-
do al pensamiento inconsciente, no más ya sujeto de la conciencia, ni de
las percepciones, ni de las límpidas argucias de su propia razón, sino suje-
to a lo que habla en mí, sin yo saberlo.
Todo proceso científico rectifica un modo ideológico de aprehensión
de la realidad. Este modo ideológico o precientífico tiene que ver funda-
mentalmente con nuestro aparato perceptual, es decir, con aquello que
SEMINARIO SIGMUND FREUD 91

pueden tocar nuestras manos, ver nuestros ojos, gustar nuestra boca y
después del psicoanálisis nuestro pensamiento consciente pasa a formar
parte de nuestro aparato perceptual; por lo tanto, pasa a ser ilusorio aque-
llo que pienso conscientemente de mi vida, tan ilusorio como cuando veo
girar el sol alrededor de la tierra. Es decir que la capacidad de los sentidos
sólo llega a la posibilidad del reconocimiento. Miro el sol, reconozco su
existencia como astro, desconozco su movimiento real y confundo por
real—digo que es real—, que el sol gira alrededor de la tierra, cuando ése
es su movimiento aparente.
Esta confusión no quiere decir que sea un infradotado, sino que perci-
bo el movimiento que mi posición en el sistema solar me permite ver.
Estoy en la tierra, la tierra tiene varios movimientos, entre ellos los de
rotación y traslación, su posición es excéntrica en el sistema solar. Esta
estructura es la que determina que vea al sol dando vueltas alrededor de la
tierra. La teoría copernicana nos dice que esto es una ilusión de nuestros
sentidos, que aquello que creo cierto, simplemente, es ilusorio, que eso
que yo veo, palpo, discierno, que hasta puedo calcular, es ilusorio, y que
el movimiento real es diferente a lo que yo estoy viendo. Si el campo de
los fenómenos psíquicos, habíamos dicho, es el campo de la vida cotidia-
na del sujeto del inconsciente, decimos entonces que todo aquello que
puede ser percibido, sentido o pensado por el sujeto en su aparato percep-
tivo consciente, es ilusorio. El no ama a quien dice amar, él no odia a quien
dice odiar, él no inhibe frente a lo que cree inhibir.
A partir de la teoría del Inconsciente las cosas vienen a ser otras cosas de
lo que son y, esto, a veces, nos resulta difícil comprenderlo cuando se trata
de nuestra propia vida. Por eso es interesante pensar en otra producción
científica más conocida por nosotros, más asentada en nuestra cultura, ense-
ñada en los colegios, como es la producción de los números naturales.
Antes de su producción, la ley de los números naturales no existía en
ningún lugar. Nada podía indicar su aparición.
Antes de los números naturales, se utilizaba para contar procedi-
mientos mecánicos que tenían como característica relacionar dos con-
juntos reales; por un lado aquello que se quería contar: personas, ani-
males, cosas; y, por otro, con lo que se contaba: piedritas, dedos, ába-
cos. La existencia de este intercambio, antes de la ley de los números
naturales, donde tres dedos o tres piedritas era igual a tres animales,
supone un reconocimiento de la cantidad, en que el más y el menos era
percibido como sentido de ese intercambio. Lo que regulaba el sentido
92 MIGUEL OSCAR MENASSA

de lo que se pedía y el objeto con el cual se pedía, tenía que ver con un
concepto imaginario de cantidad. Para que los sujetos de este intercambio
pudieran coordinarse tenían que darse cuenta, aunque no dispusieran del
número, que 3 era más que 2.
La producción del número natural permite que uno de los que intercam-
bian deje de utilizar uno de los conjuntos reales, donde sin necesidad de las
piedritas ni de los dedos puede decir 3, 5, nombrando lo que se quiere
numerar con cualquiera de los números de la serie. Con la producción del
número natural ya no necesito, para intercambiar, que haya en la realidad
dos conjuntos reales que nombren la cantidad. Esto es muy interesante por-
que es precisamente la matemática la que rompe el circuito imaginario en el
cual vivía el hombre, ya que todo símbolo antes de las matemáticas era
Dios. Quiero decir que cuando el hombre quería nombrar la realidad o
alguna parte de la realidad por medio del símbolo, recurría a la idea de Dios.
Después de las matemáticas el hombre puede, por primera vez en la
historia de nuestra humanidad, nombrar un símbolo sin necesidad de
nombrar a Dios, porque ahora el símbolo no sólo es Dios sino que puede
ser también un número natural.
La fundación de esta primera ciencia se presta como inconsciente en la
producción de otras ciencias, quiero decir que determina una manera de
producir conceptos científicos que será semejante a la producción de
aquel primer concepto: el número natural.
Tres mil años después, el psicoanálisis nos dice que lo primero que le
pasa al niño antes de la adquisición del lenguaje, es poder coordinarse en
lo real como un objeto real con otro objeto real. Esto que lo hace pareci-
do a la cosa, esto que lo hace parecido a lo animal, es lo que el niño ten-
drá que vencer para llegar a la humanidad.
De esa marcha entre ese niño que se coordina en lo real como un obje-
to real con otro objeto real, hasta aquel niño que habla, es de lo que se
ocupa el psicoanálisis. Es decir que no hay inconsciente en ningún lugar
que no sea en ese crecimiento. Ni antes ni después, sino en ese pasaje que
el niño tiene que hacer, como había hecho la cosa para transformarse en
símbolo, desde lo real, sin llegar a Dios sino al lenguaje.
El niño nace precoz para vivir, el niño nace prematuro, insuficiente, sin
coordinación en su sistema nervioso central, sin visión, sin regulación de su
aparato circulatorio, sin regulación de la temperatura. El niño nace al borde
de la muerte. Tan al borde de la muerte nace el niño, que la persona, cosa o
máquina que pueda hacer los movimientos que le permitan vivir, ya que él no
SEMINARIO SIGMUND FREUD 93

los puede realizar, será la función madre. (Célula narcisística que hablará de
una dependencia tal, que tendrá como recompensa para el niño, no morir.)
La dependencia del niño con esa función no está en la función, está en la
prematuración, en la precocidad del nacimiento del cachorro humano. La
función madre tendrá la característica de la totalidad, por ser realmente
como función, la que es capaz de subvenir al niño todo lo que necesita para
no morir. Más dramático aun, exageraría, que no solamente es Un pequeño
animal cuando nace, sino que es un pequeño animal enfermo en tanto cuan-
do va creciendo, a una edad similar con otras especies animales, el niño
todavía no puede lo que pueden otros animales, por ejemplo el chimpancé.
No solamente es un animalito cuando nace, en tanto todavía no habla, toda-
vía no es humano, sino que como animal está desvalido, es prematuro, no
puede caminar, no puede ir hacia los objetos que le estimulan, no puede
alcanzar las figuras que llega a ver. Hay algo en él que lo anticipa a sus posi-
bilidades, hay algo en él que siempre le sugiere su prematuración. Lo que ve
siempre es una anticipación de lo que siente. El ve algo que se mueve a su
alrededor pero no puede alcanzarlo con sus movimientos Exagerando más,
él ve· su imagen reflejada en el espejo y no puede acercarse hasta espejo a
ver en qué consiste la imagen. El chimpancé se ve reflejado en el espejo y
puede llegar al espejo a ver en qué consiste el fenómeno de la imagen y
puede estimular con sus movimientos al espejo.
El psicoanálisis se ocupa de este momento fundante para el hombre,
que es el pasaje que todo humano, para serlo, tiene que atravesar: el pasa-
je entre la naturaleza y la cultura, el recorrido de la animalidad a la huma-
nidad. De esto se ocupa el psicoanálisis. El famoso inconsciente del que
empezamos a hablar, se funda en el pasaje que el pequeño niño tiene que
realizar, para transformarse en niño humano. La relación tan íntima con1a
madre, que le permite no morir en el recorrido, dejará en él rastros inol-
vidables. Podríamos decir que cualquier angustia, cualquier ansiedad,
cualquier miedo, tendrá que ver con aquel abrazo. Esta relación con la
madre deja huellas tan imborrables, tan inmortales para el sujeto que las
padece, que lo acompañará hasta su muerte con el nombre de deseo
inconsciente. Esa relación que tuve con esa función que no me dejó morir,
fue ideal en un tiempo de mi vida.
No solamente que todo reclamo, que toda demanda, que toda necesidad
era satisfecha, sino que no había en el mundo ningún otro que la necesitara
más que yo, solamente yo, y que ella, la función que no dejaba que yo murie-
ra, no tenía en el mundo a nadie que necesitara de ella. Yo era el único nece-
94 MIGUEL OSCAR MENASSA

sitado y ella la única que podía dar al único que necesitaba. No éramos dos,
éramos uno. Solamente la presencia de un otro en ella, que el niño llega a
darse cuenta de cualquier manera que podamos imaginar, con la aparición
real de otra persona, la misma palabra de la madre recordando al niño que ella
tiene otras circunstancias de su vida además de él, un imperceptible desvío en
su mirada o esos brazos tan cariñosos hasta ayer que hoy están tensos y al
acostarme en mi camita me hacen despertar sobresaltado; esa presencia es la
que va a permitir darme cuenta que mi madre tenía para mí un prestigio que
ya no puedo otorgarle, en tanto ella necesita de un otro de mí para ser.
Hay un momento donde el niño, para ser humano, atraviesa un lugar
donde el cuerpo de él y el cuerpo de la madre son el mismo cuerpo; donde
su cuerpo y el otro son él mismo, donde él y el otro no son más que él y su
propia imagen. Habíamos dicho que con la aparición del tercero, el padre
para algunos, la ley, el orden simbólico, el lenguaje, el niño comienza a rela-
cionarse con una madre diferente a la que se relacionaba hasta ese momen-
to. Una madre que frente a él ha quedado desprestigiada por no tener todo
lo que a él le correspondía, en tanto ella ahora además de a él, desea a un otro.
Para poder darme cuenta que somos dos, tenemos que ser tres.
El niño no llega a discriminar su cuerpo del cuerpo de la madre hasta
que no aparece otro cuerpo. Este otro cuerpo le exige al niño una parti-
ción, le exige, para poder mantener ahora una relación con la madre que
tenía y con lo nuevo, que aquella relación con la madre permanezca
inconsciente y para que la relación con la ley sea su yo, su conciencia.
A este momento refieren los investigadores cuando hablan de una
disociación, de una partición del yo, la fase del espejo de Lacan y el Edipo
si estamos hablando de Freud. El Edipo, entonces —como bien dice
Althusser—, no es la relación que el niño tiene con la madre ni el padre,
ni la relación que el niño tiene con la estructura familiar, sino que es el
pasaje dramático por el cual todo hombre tiene que atravesar para mutar
de cachorro animal a niño humano. El Edipo, más que el encuentro con
el padre, más que la decepción con la madre, nos muestra el encuentro del
pequeño animal con el símbolo.
Parece ser, por lo que estamos viendo, que para el psicoanálisis el hom-
bre solo no existe, viniendo con ello a cuestionar los pensamientos filosó-
ficos vigentes. No solamente que solo no existe, sino que solo no puede
constituirse como humano. El psicoanálisis nos dice que la humanidad no
es algo que nace con el hombre, sino que a ella hay que acceder.
Quiero hacer mención ahora de otra ciencia, la lingüística estructural,
SEMINARIO SIGMUND FREUD 95

cuya influencia es tan grande que no sólo fue un paso fundamental en la


teoría psicoanalítica, sino que llegó a contaminar con su manera de teorizar
a la biología, en tanto sabemos que se dice que el inconsciente está estruc-
turado como un lenguaje, pero también se dice que los cromosomas, que
son los encargados de la herencia, también están estructurados como un
lenguaje. Me permitiría celebrar los progresos de la biología y el psicoaná-
lisis, o sus posibles progresos, con el aporte de la lingüística; pero me per-
mitiría pensar que si hoy día humano es hablar, dentro de algunas décadas
humano será escribir, porque si hasta ahora llegamos a producir el incons-
ciente estructurado como un lenguaje y entonces el cachorro animal se
transforma en humano cuando habla, si llegamos a producir el inconscien-
te estructurado como una escritura, sólo será humano el tránsito del cacho-
rro, si además de hablar, escribe. Quiero decir que los conocimientos cien-
tíficos están en continua transformación, que lo que no se modifica, lo que
permanece eterno, es ideología. Los métodos científicos son discursos de
circunstancias que tienen como propiedad poder transformarse.
El campo del conocimiento abierto por las matemáticas es un campo
siempre abierto y cambiante y se diferencia de la ideología, en que nunca
llega a tener una visión totalizadora de lo que estudia.
Habíamos dicho que el beneficio de tener un objeto de conocimiento
imponía también una limitación. Una vez que decimos que el psicoanálisis
tiene como objeto de conocimiento el concepto inconsciente, eso, no solamen-
te es un beneficio —en tanto va a poder realizar una práctica teórica y una prác-
tica técnica transformadoras, reguladas desde su objeto de conocimiento—,
sino que también tendrá que padecer del límite que su objeto le impone. Es
decir, no podemos reducir ser de izquierdas o derechas, a la relación que tuve
con la función madre, de la misma manera que no podemos reducir ser homo-
sexual o heterosexual, a mi posición en el sistema social capitalista.
Una vez producido el objeto de conocimiento, la preciencia, ese
campo ideológico donde se trabaja con prácticas ideológicas, se transfor-
ma en un campo científico. Nunca más podrá ser ninguna otra cosa que
no sea trabajar sobre el objeto de conocimiento. Toda extensión no será
psicoanálisis, será psicoanálisis aplicado, toda extensión de la teoría del
valor a lo que no sea la teoría de la historia, será marxismo aplicado.
Dejarán de ser psicoanálisis y marxismo para ser instrumentos de nuevas
disciplinas. El psicoanálisis, por detectar las estructuras latentes, por ser
un instrumento que puede transformar la inhibición que produce en el
sujeto —los modelos ideológicos en acción dramática-, en la misma vida
96 MIGUEL OSCAR MENASSA

del sujeto, puede llegar a ser el instrumento teórico para producir una teo-
ría de las ideologías, pero ahí el psicoanálisis dejará de ser psicoanálisis.
Para mostrar la diferencia entre lo pre-científico, lo mejor es verlo en
el mismo psicoanálisis, en tanto desde su fundación como ciencia va a
padecer una mancha negra, como una mancha de aceite que no se puede
quitar: la práctica terapéutica.
El psicoanálisis siempre querrá curar, aunque sepa que eso no es exac-
tamente lo que le corresponde. Nace curando.
La materia prima son los discursos de los primeros pacientes de
Freud, La Interpretación de los Sueños es un intento de generalización
de lo descubierto con sus pacientes. Freud elige los sueños para produ-
cir el inconsciente, porque soñar soñamos todos. Elijo los sueños, nos
dice, porque esto que he descubierto en mis enfermos, no corresponde
solamente a los enfermos, sino que he descubierto el funcionamiento del
psiquismo humano. Entonces, continúa diciendo, en La Interpretación
de los Sueños voy a demostrar, en ese suceso que es el soñar, que les ocu-
rre a todas las personas, que el hombre piensa donde no es, que es pen-
sado, que él no piensa, que la verdad está en otro lugar de donde él cree
que está; que su síntoma no es un síntoma sino una realización de un
deseo inconsciente, sexual, infantil, reprimido. Que puede ser que su
angustia tenga que ver con lo que él menciona en lo real, pero la capaci-
dad de angustiarse, la posibilidad de sentir angustia frente a eso que a él
se le aparece como real, es la realización de un deseo inconsciente,
sexual, infantil, reprimido.
El psicoanálisis descentra al sujeto de la conciencia de la misma mane-
ra que la teoría copernicana descentró al sujeto de la geografía. Descentra
al sujeto de la conciencia como Darwin descentra al sujeto biológico
diciéndole que no era el centro de la creación sino un eslabón de la cade-
na de los seres vivos; como Marx descentra al sujeto social, en tanto su
posición en el sistema no dependerá de él sino de sus relaciones dentro del
sistema.
Estas son heridas narcisísticas para el hombre que se creía el centro del
universo, el centro de los seres vivos, el centro de las relaciones sociales,
el centro de su vida psíquica.
Tenemos hoy día, según estas ciencias, un sujeto descentrado que no
determina desde él, desde lo que él es, ni su posición en el sistema bioló-
gico, ni su posición en el sistema social, ni su posición en el sistema geo-
gráfico, ni su posición en el sistema del inconsciente. El está excéntrico.
SEMINARIO SIGMUND FREUD 97

No elijo ser proletario o burgués, como tampoco elijo ser perverso,


neurótico, psicótico.
No elijo mi modalidad, mi personalidad. No elijo mi trabajo. No soy
el que elige la novia con la que me voy a casar, ni la mujer con la que ten-
dré mis hijos, no soy yo el que decide el rumbo de mi pensamiento, sino
que es el Otro: el inconsciente.
El psicoanálisis viene a poner, sin quererlo, en tanto él se tendría que
ocupar de otra cosa, un cuestionamiento no sólo en la educación, sino
también en la salud mental.
En su primera tesis de La Interpretación de los Sueños, Freud nos dice
que los sueños son interpretables, es decir, que tienen un sentido para la
vida psíquica del soñante. Que este sentido no aparece en el sueño hasta
después de la interpretación psicoanalítica, producida en el contexto que
determina la técnica psicoanalítica.
¿Qué requisitos establece una teoría al sueño para ser interpretado? El
de ser contado por el soñante y asociado libremente en el contexto de la
transferencia psicoanalítica.
No el sueño soñado. El sueño contado, donde el relato aparece como
último efecto del proceso inconsciente. En esto la ciencia psicoanalítica se
asemeja al materialismo histórico, en tanto el producto que toma para
comenzar la investigación es el último efecto del sistema de producción
capitalista: la mercancía, para demostrarnos que eso que vemos, la mer-
cancía, el sueño contado, el chiste, el síntoma, no son la verdad son un
efecto de verdad de una estructura que el sujeto social o bien el sujeto del
inconsciente, padecen. Por lo tanto estas dos ciencias proponen una nueva
filosofía del conocimiento científico: parten de los efectos últimos del tra-
bajo de la estructura que quieren determinar y pasan a determinar,
mediante un trabajo de construcción teórica, la estructura determinante
del efecto. Es decir, el inconsciente no existe hasta que el sujeto habla.
Pero todavía nada sabemos de esa existencia hasta después de la interpre-
tación de lo hablado.
Si el sueño interpretado se presenta como una formación específica del
inconsciente, suponemos que cualquier otra formación del inconsciente
podrá ser “descifrada” con el método psicoanalítico.
El psicoanálisis dice que las llamadas enfermedades mentales, neurosis,
psicosis, perversión, son producto efecto del trabajo inconsciente. Por lo
tanto pueden ser descifradas, igual que el sueño, mediante el método psi-
coanalítico, que toma como materia prima el último efecto de este proce-
98 MIGUEL OSCAR MENASSA

so: el discurso neurótico, psicótico, perverso, y produce un nuevo senti-


do en el sujeto psíquico que habla.
Que el psicoanálisis no se ocupe de la atención de la locura tendrá que
ver con los sistemas ideológicos o con desvíos ideológicos en los psicoa-
nalistas. O simplemente porque el “Estado” no se ha tomado, todavía,
seriamente, uno de los más grandes problemas que aquejan a la población:
lA LOCURA.
En nuestra pequeña ciudad, Madrid, la existencia de casi 400.000
enfermos mentales, sin atención médica o psicológica apropiada, hablan
de la urgencia de implementar un plan de Salud Mental que le permita al
psicoanálisis cristalizarse socialmente como el método más eficaz para el
tratamiento de una de las peores y más antiguas enfermedades, LA
LOCURA.
PRODUCCION DEL INCONSCIENTE

—Primer intento—

Antes de comenzar quiero decir que este encuentro con vosotros me


sobrecoge de emociones. Intentaré escapar al poderoso influjo de la ilu-
sión de mis emociones, para ver si puedo descentrarme en el intento de
producir el inconsciente. Si alguien tuvo la valentía de llamarle a una
exposición “Producción del inconsciente”, estará queriendo decir que el
inconsciente no está en ningún lugar, que no lo tiene nadie y que nadie se
puede ir a pasear con el inconsciente, porque éste para existir debe ser
producido en un doble sentido, en el contexto y el trabajo del campo de
lo que se llamaban los fenómenos psíquicos y producido cada vez que con
este objeto de conocimiento queremos transformar la realidad de la cual
da cuenta. Tendrá que volverse a producir el inconsciente en la dimensión
del diálogo.
Necesitaría —antes de correr el riesgo de cierto esquematismo o dog-
matismo— mostrar cómo el trabajo ideológico opera con representacio-
nes y nociones imaginantes, con ilusiones que no por ser ilusiones dejan
de ser realidad, son —también realidad, pero imaginantes. Que la prácti-
ca ideológica, al no padecer de la regulación de la teoría, modifica sus téc-
nicas con las variaciones de la realidad. Por lo tanto, no puede regular ni
controlar, ni prever, los efectos que produce.
La diferencia con la práctica científica está dada por el recorte que en
ésta impone la propia teoría a la práctica que determina, que la práctica
100 MIGUEL OSCAR MENASSA

científica está regulada desde la teoría y puede ordenar, controlar y prever


las variaciones que ofrece el campo en que opera.
Digamos que toda ciencia surge en un campo ideológico o precientífi-
co, que sin práctica utilitaria, sin práctica técnica, sin empirismo, no hay
producción científica. Pero la producción —científica, surgida del campo
de la ideología— por ser efecto de un trabajo realizado, por ser producto
de materia prima transformada, ya nada tiene que ver con los instrumen-
tos que se utilizaron, ni con la materia prima con la cual se trabajó.
Con la madera puedo construir una mesa, pero la mesa no estaba en la
madera, ni siquiera estaba en los instrumentos con los cuales trabajé la made-
ra. Pero desde la mesa puedo construir, mediante un proceso teórico, el traba-
jo real que me llevó a la construcción de la mesa. Tengo la mesa, último efec-
to del trabajo, y construyo teóricamente que para su producción se han utili-
zado instrumentos y trabajo humano sobre una materia prima, la madera.
Si yo me animara a decir que el texto de La Interpretación de los
Sueños, es el tiempo escritural donde acontece por primera vez en la his-
toria de las ciencias el concepto de inconsciente, tendría que decir que es
desde ese lugar donde nosotros ahora vamos a mostrar de qué campo pro-
viene el psicoanálisis.
Tomando un concepto de la epistemología materialista, decimos que el
psicoanálisis opera una ruptura cuyo efecto es la teoría del inconsciente,
y la pregunta que pueden ustedes hacerse es ¿ruptura qué? ruptura de la
conciencia, de las teorías y de las ideologías que el mismo Freud maneja-
ba y ahora esto lo puedo decir porque ya escribí La lnterpretación de los
Sueños.
En 1895, él suponía que el inconsciente, palabra que ya nombraba pero
que todavía no era un concepto, era una parte de la conciencia y ni siquie-
ra extraña a ella. Al final de los Historiales de la Histeria, Freud transfor-
ma este pensamiento y llega a decir que el inconsciente es una parte extra-
ña de la conciencia, un cuerpo extraño, pero todavía no llegó a La
Interpretación de los Sueños.
Podemos ver cómo en las relaciones con las famosas histéricas, a las
cuales siempre se vuelve, Freud no disponía de los elementos teóricos que
le va a brindar La Interpretación de los Sueños. La relación con su pacien-
te Elizabeth, el campo transferencial generado, la falta de progreso en la
paciente, el profundo amor que Freud tenía por ella, lo llevan a querer
fundamentar científicamente —y eso quería decir para Freud, como las
ciencias naturales— el inconsciente y escribe el Proyecto de Psicología.
SEMINARIO SIGMUND FREUD 101

En el Proyecto, Freud intenta —sin poderlo— construir una teoría


científica. Y digo sin poderlo porque el aparato psíquico que produce en
este escrito es un aparato psíquico que está ligado a lo biológico, que tiene
localización, que no se ha desprendido aún de los prejuicios, es decir, no
es todavía un concepto teórico, mientras que antes de 1900 el cuerpo es
productor generador del inconsciente, después de 1900 el cuerpo será
escenario de ese acontecer autónomo que es el aparato psíquico que,
ahora sí, tendrá sus leyes propias.
Cuando nos enfrentamos a una teoría, se nos generan dos problemáti-
cas: una de ellas saber si esa teoría es científica. La otra, de qué modo o de
qué instrumentos me voy a valer para dictaminar si esa teoría es científica
o no.
Teniendo en cuenta que estoy en mi casa, decido que la epistemología,
es decir, el proceso reconstrucción de las teorías para referirnos a si esta teo-
ría es científica o no, es la epistemología materialista que pone en cuestión
la filosofía de la conciencia que designa los procesos del conocimiento.
Las ciencias que nosotros conocemos, no las más modernas —pero las
que conocemos—, las que imaginariamente están asentadas en nosotros,
tienen leyes que manejamos sin darnos cuenta, por ejemplo los números
naturales. Su modo de producción es tal que, por primera vez en el mundo
occidental, el hombre produce un símbolo que no es Dios. Que antes de
la producción de las Matemáticas, antes de la producción de los números
naturales, el hombre vivía sin símbolos y el único símbolo posible de ser
producido era Dios. El hombre vivía en un círculo religioso imaginario.
El mundo de las Matemáticas irrumpe en la vida del hombre llevándo-
lo a una posición diferente, algunos hasta dicen más humano. Donde
ahora existen dos posibilidades: el símbolo puede ser Dios, pero también
puede ser un número natural. Este forma parte como inconsciente de
todas las producciones científicas que acontecen después de las
Matemáticas.
En el caso de la Física, no solamente su modo de producción concep-
tual es semejante al modo de producción conceptual de las Matemáticas,
sino que para ser, nace en el vacío formal de las magnitudes geométricas,
que le proporciona las Matemáticas.
Sin el vacío formal de las magnitudes geométricas, no hubiese sido
posible la fórmula de la velocidad. Si no hubiese sido posible la fórmula
de la velocidad, no se hubiera podido construir la máquina herramienta y
sin máquina herramienta, hubiese sido imposible el capitalismo.
102 MIGUEL OSCAR MENASSA

Que ahora estamos un poco aburridos de él pero que fue una verdade-
ra revolución, en tanto permitió la socialización universal. El aconteci-
miento de la máquina herramienta provoca una revolución en la produc-
ción de objetos.
Recién ahora, con las modernas epistemologías, estamos en presencia
de los instrumentos apropiados para la construcción de una máquina
herramienta para la producción de conocimientos; que el hombre tres-
cientos años antes alcanza para la producción de objetos. Es decir que la
producción de pensamiento lleva trescientos años de retraso con respecto
a la construcción del objeto técnico. Máquina herramienta que permitirá
llevar a un estado de socialización universal el modo de producción del
conocimiento científico.
Proceso de creación que viene a abrir como posibilidad la producción
del inconsciente en 1900. A partir de este hecho y en sus extensiones,
podemos empezar a pensar la ideología como un sistema inconsciente de
ideas, imposible de transformarse por medio de la tan nombrada “con-
cientización”, en tanto nosotros sabemos que es absolutamente imposible
hacer consciente lo inconsciente, porque lo inconsciente —habíamos
dicho— no estaba en ningún lugar, por lo tanto no se podía trasladar de
un lugar a otro. El inconsciente había que producirlo.
Freud, cuando comienza a trabajar en La Interpretación de los
Sueños dice, la materia prima no ha de ser el sueño soñado, no ha de ser
el sueño real, el sueño vivido. Nuestro nivel de objetividad será el
sueño contado, es decir, será verdaderamente una materia prima, el
sueño contado ya necesitó un pequeño trabajo de elaboración para ser
contado.
Nuevo nivel de objetividad, porque con los elementos que me ofre-
cían las epistemologías empiristas, no podía determinarlo como objeto, en
tanto jamás podía saber si concordaba o no concordaba con la realidad.
Las características de estas ciencias actuales, ciencias conjeturales, permi-
ten esto que no permitía el empirismo, ese nuevo nivel de objetividad.
Un fragmento, un trozo discurso va a ser trabajado por Freud con tres
instrumentos: el famoso y tan cuestionado “principio de constancia”, que
no es de ninguna manera el principio físico de constancia sino que es la
filosofía que se desprende del principio físico de constancia. Otro instru-
mento de una cuantía incalculable porque hasta aún hoy permanece como
instrumento de lectura psicoanalítica, es una concepción filosófica que se
estaba gestando en la época de Freud y que tendía a mostrar que lo que
SEMINARIO SIGMUND FREUD 103

aparecía no era lo verdadero, sino que lo que aparecía era la apariencia y


la verdad de esa aparición era latente. Instrumento que permitirá que todo
material que pase por el ojo del observador se divida automáticamente, en
manifiesto y latente. El otro instrumento que Freud utiliza es una catego-
ría general donde se van a incluir estos fenómenos, es decir el campo.
¿Dónde acontecen los fenómenos psíquicos?, los fenómenos psíquicos
acontecen en el aparato psíquico y en ningún otro lugar.
Esta categoría general, Freud la toma de su libro anterior Proyecto de
Psicología pero vaciada de su contenido, es decir, la noción de un aparato
que tiene como mínimo dos instancias y una censura entre ambas.
Habíamos dicho que en la materia prima no estaba el resultado final,
el producto. Tampoco en lo que cuenta el soñante, en el discurso onírico
está el objeto inconsciente. Habíamos dicho también de la mesa que no
estaba en la madera, tampoco estaba en los instrumentos con los cuales se
trabajaba la madera para que apareciera la mesa.
Entonces, tendríamos que decir aquí que el concepto inconsciente
no va a estar en los instrumentos con los cuales trabajo la materia
prima, sino que por ser efecto producto de un trabajo —en este caso un
trabajo teórico—, será otra cosa, será un otro respecto de aquello de lo
cual proviene.
Era como haber rigidizado el proceso mediante el cual Freud accede a
la producción del concepto del inconsciente, porque tres características
fundamentales: hablar, soñar y no interrumpir, son peculiaridades de toda
relación psicoanalítica que pone en juego el objeto de conocimiento
inconsciente; él habla, sueña, y todo esto lo hace sin interrupciones.
Es precisamente en este punto donde, en la construcción del objeto
inconsciente, se produce el concepto de transferencia. Ahora Freud va a
entender, por que él sentía pero no sabía por qué sentía, que Elizabeth se
movía a su alrededor como si él fuera su padre. El veía, le pasaba como a
nosotros cuando miramos el sol, él reconocía el fenómeno para que apa-
reciera así frente a su vista. El veía a Elizabeth moverse alrededor, pero
tenía un prejuicio, creía que era alrededor de sí mismo como si él fuera su
padre. Si hubiese tenido el concepto de transferencia, hubiese sabido que
se movía alrededor de su padre. Cuando Freud va al Proyecto de
Psicología, renegando de los avances, renegando de la conversación con
Breuer, éste le había dicho que el psiquismo necesita, para ser explicado,
explicaciones psíquicas, Freud no dice eso cuando va al Proyecto, dice:
voy a encontrarle el fundamento orgánico. A esa decisión lo llevó la trans-
104 MIGUEL OSCAR MENASSA

ferencia con Elizabeth porque era ella la que le dijo que lo que él había
pensado no servía.
Es tan revolucionario el descubrimiento freudiano que no consigue
nunca ponerse de moda. Mientras que nosotros sabemos —algunos de
nosotros—, por nuestra práctica personal, cómo desprendimientos de la
teoría freudiana se han puesto de moda. y así tuvimos de moda muchos
tipos de psicoanálisis que en ningún caso fueron freudianos.
Con Freud lo que se hace es no leerlo, criticar su ser burgués como si el
inconsciente fuera de alguien, como si la tierra girara alrededor del sol para
alguien, y esto nos hace preguntar hasta dónde se escamotea, hasta dónde se
saca de circulación el descubrimiento producido. Ni una sola de las institu-
ciones psicoanalíticas que yo conozco ha dejado entrar en su seno el concep-
to inconsciente, en tanto la distribución y el uso de la economía y de los afec-
tos, siguen siendo en las corporaciones psicoanalíticas, exactamente, igual
que en cualquier otro tipo de institución. Este parentesco se debe al cogito
cartesiano que, paradojalmente, es lo que el psicoanálisis viene a subvertir.
Que las instituciones y las corporaciones psicoanalíticas, más que
mantener el descubrimiento, más que modificar el método —condición de
todo método científico para serlo, su posibilidad de rectificación—, hicie-
ron del descubrimiento, un dogma, negando hasta estipular condiciones
de salud. Si usted tiene buenas relaciones sexuales, sociales y goza de una
buena economía, está psicoanalíticamente sano.
Se llegó a creer que el sujeto está asociando, podía llegar a su inconsciente,
podría llegar a enunciar contenidos inconscientes. Cuando Freud dice clara-
mente en su primera tesis en el capítulo de “Método de la Interpretación
Onírica” que el sueño tiene sentido, pero tiene sentido si se lo interpreta cien-
tíficamente con el método psicoanalítico que permite construir en la tesis
donde el sueño tiene sentido, que el sentido es una realización de deseos.
Razón que mantuvo durante mucho tiempo ciegas a muchas corpora-
ciones psicoanalíticas, en tanto buscaban en las profundidades del ser, el
inconsciente. Como si el inconsciente se pudiera pescar, como si se pudie-
ra atrapar, como si el inconsciente pudiera agotarse en su sentido. Como
si el inconsciente algo tuviera que ver con el ser.
El deseo inconsciente es inmortal, sueño porque cuando sueño deseo
y si no deseo estoy muerto, por eso sueño, sueño porque cuando estoy
dormido es la única manera que tengo de desear.
Deseo, para Freud, que en su constitución genera y determina lo que
estamos acostumbrados a sentir el centro de nuestro ser: la famosa y tan
SEMINARIO SIGMUND FREUD 105

vigilante conciencia, órgano perceptual que, como todos los órganos per-
ceptuales, quedan contrariados por los descubrimientos científicos.
Veo el sol con mis propios ojos girar alrededor de la tierra, he sido
engañado. Creo que amo a esa mujer, he sido otra vez engañado. Creo que
estoy tocando a este hombre. Quiero decir que la conciencia —en tanto
órgano perceptual— caería en la ilusión de la apariencia. Para Freud, en la
conciencia nunca podría acontecer la verdad, por eso que pone en cues-
tión precisamente a todo aquel que piensa donde es, porque el pensamien-
to inconsciente acontece donde el sujeto no es, en el inconsciente.
Acontece en aquel tiempo que al hombre le falta. Deseo que por haberse
constituido de tal manera estará condenado a no poder expresarse nunca
como tal.
Y así como la palabra nunca puede abarcar la cosa que nombra ni con-
fundirse con ella, los productos efectos del trabajo inconsciente (que
acontece cuando el sujeto no es, en el inconsciente) no son el inconscien-
te ni pueden confundirse con él.
Producción del inconsciente querrá decir que tuve un trabajo de cons-
trucción teórica de un objeto de conocimiento: el concepto Inconsciente
que, por su modalidad, produce un método de la interpretación, construc-
ción que, como en toda disciplina científica, sirve de materia para el de-
sarrollo de una técnica, y todavía estamos hablando de teoría.
Decimos entonces que los conceptos reguladores de la práctica técni-
ca son la asociación libre y la transferencia. Recién ahora con esta triple
articulación de objeto, método y técnica, donde todo es un complejo arti-
culado de nociones y conceptos, comienza la práctica técnica, es decir,
comienza la probabilidad de acceder al objeto real: el inconsciente de fula-
no de tal. Sin objeto de conocimiento, sin método que se desprende del
objeto y sin una técnica que se genera en la materialidad del método, acce-
der al objeto real es imposible. Trabajo real del sueño, por ejemplo, que
yo les podría decir, donde si la materia prima es el deseo inconsciente, los
instrumentos del trabajo del sueño son la condensación y desplazamien-
to y el producto es el sueño manifiesto.
Tratando de redondear, esa simpleza de decir que ése es el trabajo real
del sueño, yo diría que eso es una especulación teórica porque en realidad
es en la especulación teórica que esa teoría sabe cómo es el trabajo real del
sueño, ya que se enfrenta con los objetos últimos de este trabajo, el sueño
manifiesto contado por el soñante.
Trabaja con el método de interpretación y construye las causas que
106 MIGUEL OSCAR MENASSA

determinaron los efectos. Recién ahora puede decir: el proceso real debería
ser aquel que partiendo del deseo inconsciente que yo produje con la inter-
pretación y atravesando la censura, después de haber sido sometidos a los
procesos de condensación y desplazamiento, aparece en la conciencia como
sueño manifiesto. Trabajo real que, aunque me meta dentro de la cabeza del
soñante, no puedo saber cómo es. Deseo que aunque descifre no puedo
hallar. Discurso manifiesto que no es un simple proceso de un trabajo, sino
que es una deformación en tanto nosotros habíamos visto que al utilizar los
instrumentos que nos brindaban el método y la técnica, el sujeto asociando
libremente en el campo que ofrece la transferencia y mediante la interpreta-
ción, construimos el deseo inconsciente. Deseo inconsciente que no está en
ningún lugar, que hubo de ser construido teóricamente porque el incons-
ciente freudiano no es ni siquiera el inconsciente freudiano de antes de 1900
ni todos lo otros inconscientes que se mencionaron.
Este inconsciente es el concepto formal abstracto que sirve como inva-
riante a un conjunto de nociones que establecen con él, el cuerpo teórico
de la teoría del inconsciente, concepto de represión, concepto de aparato
psíquico, concepto de repetición, concepto de transferencia. Todos liga-
dos en una articulación con el descubrimiento, es decir el inconsciente.
Luego, una vez producido el objeto de conocimiento, tampoco tene-
mos el inconsciente, porque ahora cuando nos encontramos en la situa-
ción del diálogo, tendrá que volverse a producir y ¿qué será del incons-
ciente, el tan famoso inconsciente que se produce en las relaciones psico-
analíticas? Será el diálogo que sean capaces de establecer el paciente y el
psicoanalista. Ese será el inconsciente de fulano de tal, sujeto psíquico que
por serlo está condenado a no ser, a menos que hable. Como un discurso
siempre implica la presencia de un otro, será en la dimensión del diálogo
donde acontecerá el inconsciente.
Toda la instrumentación moderna acerca de la conceptualización psi-
coanalítica, muestra cómo ninguna teoría actual puede pasar de la teoría
del inconsciente.
Hay hasta hoy la imposibilidad de alterar el descubrimiento. Ni el
mismo corte teórico que Freud produce en su obra con su segunda tópi-
ca altera el descubrimiento. Porque es verdad que la formulación del año
1923 en El Yo y el Ello, propone un aparato psíquico que ahora tiene rela-
ciones más complejas que el de 1900, pero el inconsciente de 1900 no
piensa, no calcula, y sólo le interesa transformar, y el inconsciente de 1923
no piensa, no calcula y sólo le interesa transformar. El inconsciente de
SEMINARIO SIGMUND FREUD 107

1900 y 1923 es un inconsciente que transforma, sustituye, muta la reali-


dad por la realidad psíquica.
Ninguno de los dos inconscientes (de 1900 y de 1923) tienen contra-
dicciones ni tiempo. Su tiempo es diferente al tiempo de la conciencia, al
tiempo cronológico, en tanto es en el tiempo del inconsciente donde
desde el presente se determina el pasado y no desde el pasado el presente,
es decir que su tiempo es futuro anterior.
A 81 años del descubrimiento, el vigor y la vitalidad de la obra de
Sigmund Freud han impedido momificar en una moda su sentido.
Y cuando digo antes de terminar: Se debe leer a Freud, tengo bien pre-
sente que los intelectuales pondrán de moda a Lacan. De cualquier mane-
ra puedo todavía decir algo más, que las modas siempre son el aconteci-
miento espectacular de un fracaso. Lacan de moda, quiere decir que Lacan
ha muerto y también una forma de psicoanalizarse.
Es decir, entre nosotros, una forma de transmitir el psicoanálisis.
CONCEPTO DE RUPTURA

En una reconstrucción moderna de la historia de las ciencias. de la his-


toria del pensamiento del hombre, podríamos decir que el símbolo mate-
mático es el primer acontecimiento simbólico diferente del único símbo-
lo existente hasta su aparición, es decir, Dios.
Es de una aparente facilidad entender que los procesos de producción
científicos difieren de otro tipo de procesos: los ideológicos. los religio-
sos, los mágicos.
Este mecanismo de producción de las ciencias tiene un distanciamien-
to de la realidad, hay una ruptura con la realidad y se va a producir des-
pués de las matemáticas cada vez que se produzca un concepto, es decir,
cada vez que se produzca un símbolo va a acontecer este distanciamiento
de lo real de la experiencia sensible.
Deberíamos plantear una especie de tesis que luego nos permita su
desarrollo. Por ejemplo decir: entendemos por ruptura el efecto cuyo
producto es la teoría fundada científicamente. Ruptura es la distancia
puesta con la experiencia sensible.
Ruptura epistemológica es un tiempo sin retorno, en todos los casos
producto efecto de un trabajo teórico, desde el cual podemos dar cuenta,
como ideológico o precientífico, de todo lo que acontecía en el campo
hasta el tiempo de la ruptura. En psicoanálisis la obra La Interpretación
de los Sueños funda el campo psicoanalítico porque produce un objeto de
conocimiento, el Inconsciente, y produce con este concepto un punto de
ruptura, es el momento de la obra de Freud desde el cual podemos mirar
todo lo anterior acontecido en el campo y denominarlo ideológico y pre-
científico.
110 MIGUEL OSCAR MENASSA

Miro el sol, reconozco en el sol un astro celeste, reconozco su existen-


cia, pero desconozco su movimiento real y confundo su movimiento apa-
rente, sensible, con su movimiento real.
Miro el sol quiere decir percibo el sol, me manejo con nociones imagi-
nantes, tengo una ideología acerca del sol y su movimiento, que me dictan
mis sentidos. Proyecto una teoría con esta ilusión que generan mis sentidos.
Arribo a la teoría ptolomeica donde, con ese conjunto de nociones imagi-
nantes, construyo un sistema imaginario. ¿Por qué digo imaginario? Porque
ya tenemos la teoría copernicana, porque puedo decir imaginario después
del acontecimiento de la palabra que nos reúne: lo que llamamos ruptura.
Por lo tanto revolución copernicana es el momento en el cual
Copérnico nos enseña que la percepción de nuestros sentidos, lo más evi-
dente para nuestro hombre, es precisamente ilusorio. Esta revolución
nunca se ha asumido definitivamente; lo más evidente en mí, mis sentidos,
son los responsables de la producción de ilusiones, es decir, reconocen la
realidad pero no saben de ella, sino aquello que padecen. Momento ideo-
lógico por excelencia: reconozco y al mismo tiempo, simultáneamente,
desconozco. Por ejemplo, reconozco tener deseos, pasiones, sentimien-
tos. Desconozco la dirección de mis deseos, el origen de mis pasiones.
Padezco mis deseos como síntomas. Reconozco el fenómeno, me doy
cuenta que el sol es un astro, que la tierra es un planeta, percibo una rela-
ción sistémica entre ese conjunto, pero desconozco el verdadero movi-
miento del sistema y confundo la apariencia con la verdad.
Desarrollo que la experiencia sensible con respecto al sol es imagina-
ria, en tanto produzco teóricamente. No me coloco en un lugar excéntri-
co del sistema solar con un avión, no me muevo de la silla donde estoy
escribiendo y produzco la verdad estructural del sistema solar, que me
dice que lo que yo veo estando parado sobre la tierra es una ilusión gene-
rada por e11ugar que la tierra ocupa en el sistema solar.
Copérnico produce —con su producción teórica—una herida narcisis-
ta en la humanidad. El Hombre, que tenía una concepción geocéntrica del
universo, tiene que conformarse con que su planeta sea más pequeño y
gire alrededor de otro centro. Esto sería haber transformado, haber pro-
ducido un efecto cuyo producto es la teoría copernicana, heliocéntrica,
fundamentada científicamente, que lee como ideológico y precientífico —
ahora que está fundada— lo anterior, el campo del cual proviene.
Los habitantes del paleolítico cuentan con los dedos, cuentan hasta
cinco, después de cinco es infinito. Los caldeos, los fenicios, los prepita-
CONCEPTO DE RUPTURA 111

góricos de la escuela itálica, contaban con los nudillos. Formas mecánicas


donde llegaban a efectuar algunos cocientes, algunas multiplicaciones,
procesos de agregación.
Estoy yendo a la ruptura por excelencia, ya que por primera vez en el
pensamiento contemporáneo (o lo que podríamos llamar pensamiento
contemporáneo, como todo aquello que viene después de la escritura) hay
una producción denominada científica. Producción que es de tal impor-
tancia para la producción de otras ciencias o de los otros universos cien-
tíficos, que, podríamos decir, la producción del número natural es el
“inconsciente” de la producción científica en general
Antes del número natural los intercambios se realizaban en la realidad
entre objetos reales. En un lugar del intercambio estaban los dedos, el
ábaco, las piedritas y en otro lugar del intercambio, también como objeto
real, estaba lo que se iba a cambiar: vacas, mecheros.
Podemos decir, desde nuestro saber actual, que para que aquella opera-
ción fuera posible, los sujetos del intercambio tenían que tener un concep-
to imaginario de cantidad. Cuando yo pedía 3 mostrando mis dedos, si me
daban más o menos que mis 3 dedos, ese registro imaginario de cantidad me
hacía notar la diferencia. Registro imaginario de cantidad y registro imagi-
nario de valor, en tanto, antes de la aparición de la producción de la serie de
los números naturales, el hombre no solamente intercambiaba 3 por 3, sino
que también intercambiaba 3 por 10. Tenía concepto imaginario de valor,
intercambiaba 3 vacas por diez ovejas. Y esto no era porque el de las lo ove-
jas era estafado por el de las 3 vacas, sino porque había un concepto imagi-
nario de valor que decía que 3 vacas eran equivalentes a 10 ovejas.
Con la producción del número natural cae asesinado, como dicen los teó-
ricos, uno de los conjuntos reales que intervenían en el intercambio. Cuando
el criterio de agregación de elementos reales que se usaban para contar, un dedo
y otro y otro, se pasa a la operación formal abstracta de la suma, ya que no
necesito para el intercambio uno de los objetos reales. Ahora me guardo los
dedos en los bolsillos y digo el número 3 que es un símbolo. La producción del
símbolo permite ahora darle número a la cantidad sin necesidad del objeto real.
Reconozco mis deseos, padezco, inhibo, reprimo mis deseos, pero des-
conozco la estructura determinante de mis deseos.
Reconozco el sol, desconozco su movimiento real y confundo por real
su movimiento aparente.
Desconozco la causa productora de mi deseo pero padezco y reconoz-
co, en esa conducta, un deseo.
112 MIGUEL OSCAR MENASSA

Toda ciencia proviene de un campo que por ahora nosotros vamos a


llamar precientífico o ideológico. La ciencia, para ser, necesita trabajar
materia prima. La materia prima, que se trabaja en lo que conocemos
como producción de una ruptura, son las nociones.
No es materia natural, no es palabra, no son frases sueltas. Son nocio-
nes y las nociones son las unidades del discurso de la ideología. Si no me
preguntan sé, si me preguntan no sé. Esto es lo que cualquier hombre
puede llegar a decir de cualquier noción. Si no me preguntan por el tiem-
po sé, el tiempo de mi vida, el tiempo del amor, del trabajo, de mi descan-
so de mi excitación sexual. Si me preguntan por el tiempo no sé. No sé qué
decir. Reconozco en mí el pasaje del tiempo, desconozco los instrumen-
tos formales que me darían un conocimiento del tiempo.
Antes de la fórmula de la velocidad, por ejemplo, las nociones con las
que trabajaba el campo físico (nociones de velocidad, de espacio, de tiem-
po) no podían concluir en una formulación tal que diera cuenta de esos
procesos. Pero no eran simples imaginerías, eran nociones. Si un móvil
llegaba más rápido que otro móvil recorriendo la misma distancia, podía-
mos decir que era más veloz, o podíamos ser un niño diciendo que eso era
velocidad, o que el tiempo es algo que transcurre.
Estas nociones, unidades del discurso de la ideología física, no pue-
den producir una formulación abstracta, hasta que no se las trabaja con
un instrumento proveniente de las matemáticas: las magnitudes geomé-
tricas.
La elemental física de Galileo acontece 2.000 años después del pro-
cesamiento de las magnitudes geométricas. Magnitudes geométricas
que tomamos de la geometría, sin contenido, lo que tomamos es la abs-
tracción y todas sus leyes. En ese vacío formal que la física toma de las
matemáticas, es donde ahora vamos a generar una abstracción tal que
me permita saber la velocidad, el tiempo y el espacio por la relación
invariable que establezco entre ellos con el instrumento tomado de las
matemáticas (el vacío formal del concepto de magnitudes geométri-
cas:—, sus leyes de relación) y así llego, mediante un trabajo de produc-
ción teórica, al concepto formal abstracto donde velocidad es igual a
espacio sobre tiempo, donde el tiempo es igual a espacio sobre veloci-
dad y espacio es igual a velocidad sobre tiempo. Tengo un concepto
formal abstracto.
Kant produjo una ruptura porque en un mundo esencial donde el cono-
cimiento proviene de los objetos —los objetos son divinos— pone un suje-
CONCEPTO DE RUPTURA 113

to cognoscente; produjo por primera vez en la historia del conocimiento la


posibilidad de acercarnos al mecanismo de producción de conocimiento.
Freud, retomando a Kant, explica que el sujeto había tenido tres heridas
narcisísticas profundas: la revolución copernicana, la revolución de Darwin
en tanto descentró al sujeto biológico, el hombre que era el centro de la
cadena biológica pierde ese lugar y ahora es sólo eslabón de la cadena de los
seres vivos. La tercera herida narcisística, dice Freud que pretende que así
lo sea, es la producción de la teoría del inconsciente, que descentra al suje-
to de la conciencia y lo supone determinado por un sistema más arcaico,
diferente de la conciencia, que no sólo se diferencia de ella, sino que tam-
bién la determina y la genera. Si la revolución copernicana nos muestra la
certeza sensible como incapaz de producir conocimiento, la revolución
freudiana nos muestra el pensamiento consciente como incapaz de produ-
cir pensamiento; subvierte el cogito cartesiano. Ese hombre que piensa
donde es, porque la ideología que lo cobija es su ser consciente, se transfor-
mará en pienso donde no soy, en el inconsciente.
Podríamos decir que Freud omite la herida narcisística que produce el
materialismo histórico, omite aunque no desconoce la teoría del valor,
donde el sujeto social deja de ser el sujeto individuo para pasar a estar
determinado por las relaciones sociales. Se descentra el sujeto social; no
elijo ser una posición en el sistema de clases, sino que el conjunto de mis
relaciones sociales determina mi posición en el sistema.
La lingüística, unos años después de la producción de La
Interpretación de los Sueños, produce también su objeto de conocimiento
—que como en todos los casos que estamos viendo— nada tiene que ver
con la cosa. y así como en 1900 hay una separación definitiva entre el
inconsciente y la conciencia, en 1906/7 la lingüística produce una separa-
ción definitiva entre la palabra y la cosa.
Todas estas producciones hacen que el hombre viva una serie de des-
centramientos, que descubra o produzca relaciones de él con los otros y
de él con el universo, donde en todas aparece como una parte excéntrica
del sistema que se compromete a descubrir o a producir. Es como si todas
estas ciencias fueran descubriendo una carencia en el hombre, carencia de
la cual, pareciera ser, se parte para poder ser.
El inconsciente, en su expresión, nunca va a coincidir con aquello que
es, en tanto para su expresión, por su manera de haber sido constituido,
necesitará una transformación.
Necesitamos como un pensar a contratiempo para ingresar en este
114 MIGUEL OSCAR MENASSA

campos de las ciencias conjeturales. Las prácticas científicas no pueden ser


prácticas teóricas solamente ni prácticas técnicas solamente. Parece ser
que la actividad científica se caracteriza por una compleja articulación
entre la práctica teórica y la práctica técnica. Esa articulación compleja, de
la idea sensible al concepto formal abstracto, y del objeto formal abstrac-
to a la determinación del objeto sensible.
Esto sólo lo podemos decir una vez operada la ruptura. Una ciencia,
un campo teórico, produce una ruptura que lo transforma en ciencia
cuando se ha producido el objeto de conocimiento.
Antes de la producción del objeto de conocimiento, el inconsciente,
era absolutamente imposible saber nada de la realidad inconsciente, no
podía haber práctica científica.
¿Qué tiene de malo la práctica ideológica? Solamente que es ciega a su
determinación, no puede prever los resultados, y frente a cualquier obstá-
culo de la realidad se transforma.
Inconsciente, objeto de conocimiento con el cual ahora voy a la prác-
tica técnica psicoanalítica, llevando el objeto de conocimiento como ins-
trumento; el concepto inconsciente y la articulación con los conceptos de
campo. Instrumento con el cual las ciencias van a transformar la realidad,
van a ejecutar la práctica técnica.
Antes de la ruptura, en el trabajo precientífico voy desde el objeto sen-
sible a la formulación del objeto formal abstracto. Después de la ruptura
cambia el sentido de la investigación: voy desde el objeto de conocimien-
to, de los objetos formales abstractos, a la determinación de lo real. En las
ciencias conjeturales lo real no existe sino al final. Lo real sólo existe des-
pués de haber producido el objeto de conocimiento y transportarlo a la
práctica técnica como instrumento, y ahí recién conozco el inconsciente
de una persona determinada, objeto real.
En psicoanálisis hablamos de una ruptura a nivel teórico, filosófico y
a nivel ideológico. Estamos hablando de la ruptura teórica: aquel descen-
tramiento que produce la teoría del inconsciente en el sujeto del incons-
ciente respecto de su conciencia. La ruptura filosófica es donde el psicoa-
nálisis, como modo de producción científica, parte para investigar el
campo, del último efecto producido por el sistema, es decir, ya no es una
ciencia de causas. Cuando estudio los sueños, en lugar de empezar la
investigación en el deseo inconsciente, la causa de la producción del sueño
manifiesto, como hubiera hecho Laplace, quien pensaba que si poseía
todas las causas, podría determinar la producción de todos los efectos.
CONCEPTO DE RUPTURA 115

Positivismo lógico. Freud, a partir del último objeto del sistema, el sueño
contado, es decir, deformado por el soñante, la palabra, el síntoma, no la
parálisis braquial, produce una ruptura en el lugar donde determina cuá-
les son los procesos del conocimiento científico.
Por lo tanto el psicoanálisis es una ruptura filosófica al determinar que
el proceso de investigación psicoanalítico es un proceso que parte de los
efectos, determina una ruptura filosófica en el lugar donde la filosofía
habla de la producción del conocimiento. Por lo tanto el psicoanálisis
puede ser una de las ciencias piloto para la redefinición de la filosofía.
Si parto del efecto y voy reconstruyendo operaciones, entonces inter-
preto la causa. Tengo el sueño manifiesto, la asociación libre determinada
técnicamente y ahí luego hago construcción de operadores y digo, despla-
zamiento y condensación, puesta en escena, simbolización. Con esto
construyo, interpreto la existencia de una fuerza capaz de actuar sin mos-
trarse. Una fuerza que proviene de un lugar diferente de donde acontece
el hecho, pero que tiene la capacidad de producirlo. Construyo, interpre-
to una fuerza a la que denomino: deseo inconsciente. Después de hacer
esta construcción teórica, debemos especular que el trabajo real del sueño
es el siguiente: la materia prima es el deseo inconsciente, los instrumentos
que actúan sobre el deseo inconsciente son la condensación y el desplaza-
miento y se produce el sueño manifiesto —trabajo real del sueño—. Si
pensamos que el psicoanálisis tendrá que inscribirse socialmente en lo que
normalmente se llama salud mental, pedagogía, familia, tendríamos que
pensar que sería mejor poder regular y prever las transformaciones, tanto
las pedagógicas como a nivel de la salud y la familia. Y si no disponemos
de una estructuración teórica, si sólo disponemos del bienestar que nos
brinda la ideología, nunca podremos regular ni prever las transformacio-
nes producidas. Esto quiere decir que comienzan a complicarse las cosas.
No es que el trabajo ideológico no produzca efectos, el trabajo ideológi-
co produce efectos. La psicología conductista también cura pacientes, el
psicoanálisis Kleinjano, la medicina general, el arte de bordar, los viajes
rápidos a Grecia, también curan pacientes. Pero estos métodos, aplicados
al campo psíquico, no pueden regular ni prever los efectos que producen.
Por lo tanto no pueden hacer ni diagnóstico, ni pronóstico, ni plan de tra-
tamiento.
Si algo vimos hasta aquí, nos permitimos pasar de los caldeos a 1895,
donde la conciencia era el centro de todos los fenómenos psíquicos,
donde la histeria era confundida con un capricho o, en la mayoría de los
116 MIGUEL OSCAR MENASSA

casos, como una producción orgánica que afectaba, no se sabía por qué,
los procesos psíquicos.
En ese campo precientífico (anterior a La Interpretación de los Sueños)
Freud comienza a trabajar sus primeros escritos. El es el más grande de los
conciencialistas, el último.
Quiero decir que una lectura productiva de la obra de Sigmund Freud
requeriría también una lectura epistemológica de su obra, en tanto Freud
no es todo el tiempo aquel que produce el concepto inconsciente. El tam-
bién es un racionalista que duda. También sueña si va a terminar creyen-
do que los procesos psicológicos se transforman psicológicamente, o si
cuando el proceso psicológico ha invadido el cuerpo debe aplicar la medi-
cina, la biología, para su tratamiento (análisis del sueño de Irma).
La producción teórica se moviliza y se cuestiona en contacto con el expe-
rimento. Es Anna O. la que le dice a Breuer, por favor déjeme hablar, es
Emmy la que le dice a Freud, no me hipnotice más, cambie de técnica, la hip-
nosis no sirve para el objeto que usted está investigando, el inconsciente.
Como Freud tenía intención que su tarea sea científica, no sólo modifica
la técnica, sino que va a revisar la teoría. Es Emmy quien le dice, por favor,
déjeme contar los sueños. Y es Elizabeth quien lleva a Freud en la relación
transferencial a que escriba el Proyecto de Psicología. Producción en la que
Freud intenta dar un fundamento científico a su descubrimiento. Y científi-
co para Freud en 1895 era con el modelo de las ciencias naturales.
Es también Elizabeth quien dice a Freud, por favor no me interrumpa.
Hablar y soñar sin interrupción son características fundamentales del
objeto inconsciente.
Palabras que nunca escuchamos o si escuchamos estaban articuladas de
otra manera. Todo eso ocurre en la página donde Freud escribe qué es el sis-
tema inconsciente por primera vez en la historia de la Psicología, cuando
Freud produce el objeto formal abstracto: Inconsciente. Se produce, si des-
pués no cristaliza social o ideológicamente no es un problema de la ciencia,
es el problema de la transformación de la sociedad en la cual la ciencia cola-
bora como cualquier disciplina, es decir, en la articulación de las prácticas. Es
un problema de la ciencia en el lugar donde le corresponde practicar con
otras disciplinas un conjunto armónico de transformación. La ciencia es
importante en el campo científico que se quiere producir; vamos a hablar del
hombre psicológico, del ser psíquico, y ahí es importante la ciencia.
La importancia de la ciencia, hemos visto, es relativa. En el gran
mundo, dentro de la metáfora de todo lo posible que es la realidad, la
CONCEPTO DE RUPTURA 117

ciencia es un punto minúsculo, que sabe todo pero solamente de aquello


que determina. Del inconsciente que se reprime para poder un hombre
social, de eso el psicoanálisis lo sabe todo, pero solamente de eso. El
inconsciente que se reprime por otros motivos o que no se reprime o que
aparece como magia o como ideología, no es objeto del psicoanálisis.
Así como el principio de constancia fue tomado por la ciencia, instru-
mentado, redefinido y fue útil para la producción de una ciencia de lo inter-
subjetivo, el instrumento teórico psicoanalítico, su concepto de inconscien-
te, puede ser redefinido en otras prácticas ideológicas y transformarlas en
prácticas científicas. Desde 1930 se trata de trabajar en el campo de la ideo-
logía, tratarla con el instrumento psicoanalítico, ya que se sabe desde Marx
que la ideología es inconsciente, llevados por la similitud de las palabras y de
las posibilidades, varios científicos intentaron esta unión entre psicoanálisis
y marxismo. Desde las equivocaciones sexuales de Reich dentro del campo,
hasta las equivocaciones de Marcuse, hasta los errores filosóficos de la escue-
la italiana, incluido Luporini, que fue uno de los primeros en decir, desde el
marxismo, que el psicoanálisis podría ser instrumento teórico para la pro-
ducción de una teoría de las ideologías.
Quisiera dar a entender que no quiero ser puntual, que seguramente
por otros motivos que los que diré, la Escuela de París, Althusser entre
ellos, aunque los resultados eran diferentes, les guía el mismo principio
que a los marxistas italianos. Es decir, parten de un déficit teórico, punto
de partida para que otra ciencia, el psicoanálisis, pueda ser un instrumen-
to de lectura de las ideologías. A partir de ese momento se está tratando
de procesar si el Psicoanálisis es o no una ciencia.
El discurso de Mario Bunge se inscribe dentro de esta polémica. Es
muy importante para el positivismo lógico, negar la cientificidad del psi-
coanálisis, el psicoanálisis pasaría a ser el instrumento de precisión en el
campo de las ideologías.
Esto dio de ganar al marxismo en el sentido que el marxismo carecía,
hasta el acontecimiento del psicoanálisis, de una teoría del sujeto. Como
precisamente Marx lo dice, esto que estoy explicando no sirve ni para el
amor, ni para el arte. Si no sirve ni para el amor ni para el arte, no sirve
para el sujeto. Por lo tanto, la teoría del valor o la teoría de la historia
no sirve, no da cuenta del sujeto del arte y del sujeto del amor. No era
posible una revolución —como la historia lo demuestra—cambiando
solamente las estructuras de producción de mercancías. Era necesario
para la revolución, cambiar las estructuras de producción de mercan-
118 MIGUEL OSCAR MENASSA

cías, de la producción de ideología, de la producción de amor y de la pro-


ducción de arte.
Eso estaba más independiente de lo que se suponía de la infraestructu-
ra. Entonces, Marx escribe dos prólogos al Método de la Economía
Política. Uno en el 57 y otro en el 59. El que funciona en los partidos mar-
xistas, en los gobiernos comunistas, es el segundo prólogo, donde él acla-
ra que la infraestructura económica es la estructura determinante. Sin
embargo, en el prólogo del 57 Marx muestra claramente cómo sin una dia-
léctica precisa entre la infraestructura y la superestructura, es decir, la ide-
ología, el amor, el arte, la ley, era absolutamente imposible la transforma-
ción de las estructuras.
No bastó la transformación de la estructura económica de producción
para que la familia cambiara de padecer y de parecer. Después de cincuen-
ta años, en la Unión Soviética las familias vuelven a recuperar a sus hijos,
el gobierno soviético prefiere ahora que la mujer embarazada, a punto de
tener el niño, tome vacaciones. Esto es un triunfo de la familia sobre el
estado comunista soviético en tanto éste había decidido —y esto duró cin-
cuenta años— que los niños al nacer pasaban a las guarderías del Estado
para que la madre no abandonara la producción. Y eso que era una reivin-
dicación de la mujer: se transformó en una vuelta de la mujer al hogar, a
cuidar a sus hijos, es decir, a ser la dueña una vez más de la ideología que
va a transmitir a su pequeño vástago.
Sin una transformación de los modelos ideológicos que forman la
familia, que forman a los hijos, que educan a los adolescentes y que
enseñan a los universitarios, no puede haber transformación de las
sociedades ni de las relaciones de los hombres y las mujeres de esas
sociedades.
Lo más interesante que quiero mostrar, es que entre el prólogo del 57
y el prólogo del 59 de Marx, la única diferencia es que el primero era muy
difícil de hacerlo político, era demasiado teórico, hablaba de una armonía
entre la producción de la mercancía y la producción de sentido, entre la
ley que regulaba el trabajo y el contrato de trabajo. No como nosotros
sabemos que la ley que regula el trabajo se genera en la fábrica; la ley no
se genera entre los legisladores del trabajo, sino entre el patrón y el con-
trato que según el grado de desempleo obtiene plusvalía absoluta o relati-
va, y desde ese contrato de trabajo eso se jerarquiza como ley.
El prólogo del 59 pasa porque pasa la ideología, porque entre las dos
cosas que hubiese preferido Marx: que se procesara teóricamente la reali-
CONCEPTO DE RUPTURA 119

dad, los marxistas hemos preferido hasta ahora procesar ideológicamente.


Marx llega a decir que no vayan a pensar que un burgués es un señor con
una cadena de oro en el vientre. Eso que normalmente se utiliza para
muchos motivos, ha servido para mostrar cómo la historia del hombre es
discontinua, para mostrar que no hay ninguna sociedad eterna, ni siquie-
ra la sociedad burguesa, que toda sociedad es producto histórico de la
transformación de una sociedad anterior. Por lo tanto, toda sociedad
puede generar otra sociedad.
El marxismo produce este punto de discontinuidad histórico sin el
cual el hombre no sería hombre. Si nada hubiese pasado entre el mono y
nosotros, si no hubiese habido una discontinuidad, si no se hubiese pro-
ducido una ruptura, no seríamos hombre, seríamos mono.
Lo fundamental de esta teoría, para nosotros, es el tiempo que maneja el
marxismo, el que maneja el materialismo histórico, el que impone la pala-
bra recurrencia, es decir, que yo no podría— diría Marx—, en la sociedad
feudal, saber que iba a venir la sociedad burguesa. Pero puedo, desde la
sociedad burguesa, leer en la sociedad feudal, aquellas causas que produje-
ron la sociedad burguesa. En la sociedad burguesa actual no puedo saber
qué va a pasar después, pero puedo, después de pasado, encontrar desde ahí,
en esa prehistoria, los modos en que se produjo esa nueva situación.
Y así, de esa manera, debemos entrar en lo que se llama el tiempo del
psicoanálisis. Freud, en la desesperación en demostrar que el tiempo del
inconsciente era diferente al tiempo de la conciencia dijo: en el incons-
ciente no hay tiempo. Con esto quería decir que tiempo del reloj no sirve
para medir el tiempo de los procesos inconscientes.
Son varias las rupturas que se producen con la producción del incons-
ciente. Una ruptura con respecto a la conciencia, en tanto el centro del
psiquismo humano no será más la conciencia sino el inconsciente. Una
ruptura con respecto a la filosofía de la producción científica, en tanto
parte de los efectos últimos del trabajo inconsciente, el habla y, por un tra-
bajo de interpretación psicoanalítica, produce la estructura determinante
de dicho efecto. No tiene primero la causa y luego el efecto. Parte de los
efectos, los trabaja como materia prima —como materia natural ya traba-
jada— y, por un proceso de construcción, produce teóricamente la estruc-
tura que lo determina. El tiempo de este proceso va de adelante para atrás
y no de atrás para adelante como el tiempo del reloj.
El tiempo del inconsciente es el futuro anterior, que es un tiempo dife-
rente al de nuestra conciencia, al que usamos cuando vivimos nuestra vida
120 MIGUEL OSCAR MENASSA

cotidiana. Decimos, entonces, que el inconsciente produjo también una


ruptura con respecto a la vida.
Cuando mi mamá me quita el pecho a los cuatro meses no me doy
cuenta de nada. Me doy cuenta cuando dentro de unos años —que pue-
den ser 1,2 o 35— comprendo que los niños pequeños toman el pecho. El
inconsciente se constituye por aprés-coup, por recurrencia, por acción
diferida, funciona en mí sin que yo sepa nada de él, pero es un saber que
sin saber poseo. Y éste es el nuevo campo ideológico que abre el psicoa-
nálisis: el de un saber no sabido por el sujeto.
Y si sangra el hombre por varias heridas, con la producción del incons-
ciente, fue también una herida (creo del mismo calibre) decirle al hombre
que la vida sexual tenía tamaña importancia en su vida psíquica.

NOTAS

1. ¿La cientificidad de la obra de Freud es aceptable, teniendo en cuen-


ta que sólo trabajó con enfermos?—
Freud se hizo esa pregunta. Dijo, es cierto que las personas que estoy
investigando, que me brindan el material para producir una teoría cientí-
fica sobre el psiquismo humano, son enfermos. Por eso ahora, la genera-
lización del funcionamiento del psiquismo humano la voy a hacer con los
sueños, porque soñar sueñan todos, los enfermos y los sanos. Es en el aná-
lisis de los sueños, con el método de interpretación que se desprende del
objeto inconsciente que había descubierto, en el tratamiento de los enfer-
mos, que produzco el inconsciente como concepto. Por eso decimos que
la lectura del psicoanálisis debe comenzar por La Interpretación de los
Sueños, por ser donde se funda el psicoanálisis como ciencia al producir
en él su objeto de conocimiento, el concepto inconsciente.

2. ¿Si la ciencia parte del campo de la ideología, donde mediante un


trabajo se produce como ciencia, y si luego de producida se aplica en la
realidad que es el campo de la ideología, no podemos considerar que la
ciencia está manchada de ideología?
Es cierto que la ciencia se produce en un campo precientífico, ideo-
CONCEPTO DE RUPTURA 121

lógico y se utilizará para actuar sobre la realidad, en el campo ideológico


donde para actuar habrá de lograr su inscripción social. Pero me pregun-
to ¿para quién gira la tierra alrededor del sol?, ¿de quién es el inconscien-
te de Freud? Yo puedo desde el poder hacer que la tierra no gire más y
mucho peor, desde el poder puedo utilizar el conocimiento científico de
maneras diversas, pero que la tierra gire alrededor del sol no es para nadie,
cualquiera que sea el modo de utilización de este conocimiento.
Si su pregunta es qué sujeto ideológico produce el objeto de conoci-
miento que está manchado de ideología, podemos decir que Freud era
burgués, que era conciencialista, racionalista y al mismo tiempo sorpren-
dernos de comprobar lo raro que es que este sujeto produzca el incons-
ciente que no es de nadie, mucho menos de la burguesía, que además sub-
vierte la conciencia y critica la filosofía de sostén del sistema capitalista. El
inconsciente freudiano no es de nadie, ni de Freud, ni de la burguesía. Es
un concepto, producto efecto de un trabajo teórico.

3. Cuando vayamos a los textos de Freud, qué visión, qué manera, qué
modo de apropiación vamos a definir para apropiarnos de la materia
prima —en este caso Freud—, para transformarla con ese modo de apro-
piación en nuestra lectura de esta teoría. Es decir, no es la materia prima
la que define el modo de producción, sino que son los medios de produc-
ción los que definen el modo de producción.

4. Tenemos que ir aprendiendo a discriminar, a delimitar, a separar,


todo aquello que acontece en nosotros como un preconocimiento o como
una corriente de opinión acerca de los hechos reales, de lo que llamamos
conocimiento. Preconocimiento u opinión que nos hacemos de las cosas
a partir de nuestra certeza sensible. Certeza sensible es toda aquella capa-
cidad de captar los hechos exteriores a nosotros que precisamente impo-
nen nuestros órganos perceptivos. y aquí hacemos la primera interrup-
ción. Órganos perceptivos a los cuales el psicoanálisis les suma la concien-
cia. Es decir, que la conciencia para el psicoanálisis es un órgano percep-
tual que, al percibir la realidad, la hará como cualquiera de los otros órga-
nos perceptuales. Por lo tanto, la conciencia sólo podrá tener la realidad
una visión no convalidada, un pre-juicio, una representación ideológica
de la realidad. Si no se entiende la palabra ideológica digamos una repre-
sentación imaginaria de la realidad, que es la que brindan los órganos per-
ceptuales.
122 MIGUEL OSCAR MENASSA

5. Llamamos ruptura a la distancia que existe entre la certeza sensible y el


conocimiento. Donde la certeza sensible daría un preconocimiento como
producto efecto de la percepción. Más adelante, cuando entremos en los
temas del psicoanálisis, de la psicología, ustedes se van a encontrar con toda
una tendencia en psicoanálisis de la psicología de la vivencia. Esta psicología
de la vivencia que nosotros podemos llamar a la psicología de la percepción
—estoy hablando de posiciones dentro del campo psicoanalítico— proviene
de la indiscriminación entre preconocimiento y conocimiento.

6. Parece ser que todas las ciencias contemporáneas se transforman en cien-


cia cuando pueden romper el circuito de lo real y cuando desaparece uno de
los términos de la relación real. Se transforman en ciencia cuando la relación
real-imaginario se transforma en relación imaginario-real-simbólico. Y esto
pasa en la lingüística, con el psicoanálisis, con la teoría del valor y también pasa
en la física, en tanto las primeras construcciones teóricas de la física se hacen
tomando como estructura formal, vacía, la estructura de las magnitudes geo-
métricas. El instrumento que hace posible una teoría física es un instrumento
matemático. El número natural le viene a dar al hombre esa posición con res-
pecto a la cosa. Pone en manos del hombre el poder de saber acerca de cómo
se regula el intercambio de las cosas: el número natural y la suma.

Cuando los prepitagóricos producen el número natural, podríamos


decir que en el imaginario de la época las cosas seguían unidas a los núme-
ros, a pesar de que se había producido el número natural.
Esa ligazón del concepto con la realidad, la rompe el acontecimiento
del número irracional. Es el acontecimiento del número irracional, eso
que no cabe dentro de la ley de los números naturales, lo que separa defi-
nitivamente el número de su referente real: la cosa, en tanto ya nunca más
un número coincidirá con la cosa.
Uno de nuestros maestros, Lacan, dice que la mujer es loca, en tanto,
si la ley de los números naturales que tengo es producto de la investiga-
ción del hombre masculino cada vez que el procesamiento de la mujer se
acerque a esa ley, será como el número irracional, irracional a la ley de los
números naturales.
Después de la psiquiatría moderna, va a llamar irracional a todo lo que
no entre dentro de los modelos ideológicos del Estado. El hombre llama-
rá irracional a la mujer cuando ésta no entre dentro de los modelos de
reproducción de la especie. Y las mujeres llamarán irracionales a los niños
CONCEPTO DE RUPTURA 123

cuando los niños no sean exactamente como ella y su madre se imagina-


ron que tenían que ser los niños.
Cambia la vida del hombre, ya que sale de su circuito imaginario. Es
como si comenzara la verdadera historia del hombre. Hasta aquí no era la
historia del hombre, era la historia imaginaria que los hombres tenían en
la reproducción del símbolo Dios.

7. Venimos a enseñar que el hombre es cambiante, que tiene la posibilidad de


desarrollarse en múltiples aspectos sin necesidad de abolir otros aspectos.
Dejar de hacer una cosa para hacer otra es una mala educación para el
hombre, en tanto el hombre puede ser una cosa y también puede ser otra.
A nivel irracional, a nivel universal, nos damos cuenta día a día cómo el
hombre es capaz de las proezas más grandiosas. Ese hombre general, ese
que es capaz de volar al espacio para buscar otras vidas humanas y ese
hombre que mata las vidas humanas, es el mismo hombre.
El psicoanálisis dice que estos aspectos generales también se cobijan en
nosotros; no es sólo la maldad internacional, ni es la generalidad del hom-
bre, sino que el pequeño individuo solitario también padece de estas
ambivalencias: ama y odia a la vez. ¿A quién? A la misma persona. Desea
y rechaza a la vez a la misma persona.

8. Las ciencias no vienen a dar exactitud. Vienen a dar problematiza-


ción. La de la exactitud es la ideología, que es quien dice: ese vestido es
negro. La ciencia dice: esa fibra es sintética y tiene dos partes. La ciencia
no tiene mirada, lo que tiene mirada es la ideología.
El modelo de producción de la ciencia, donde cae un objeto real, diji-
mos, lo da la matemática. Ese modelo se viene repitiendo inconsciente-
mente, porque todas las formulaciones científicas posteriores a las mate-
máticas, reúnen la condición de ser una articulación de lo imaginario, lo
simbólico y lo real, habiendo “asesinado” previamente el sistema de com-
paración en lo real; por eso el valor, es algo que no está en la mercancía A
ni en la mercancía B, pero que regula la relación entre ambas mercancías.
El valor lingüístico es lo que no está ni en la palabra primera ni en la
palabra segunda, pero da sentido a la unión de estas dos palabras. Por últi-
mo el “famoso” falo, no lo tienen ni el hombre ni la mujer, pero regula la
relación entre ambos. El modelo se repite.

9. En esta teoría del conocimiento, en este ensayo de una teoría de


124 MIGUEL OSCAR MENASSA

conocimiento, está claro que es el materialismo histórico antes que el psi-


coanálisis, pero —a mi entender— en un mismo sentido, el que abre varias
compuertas. Es más, aunque parezca mentira es el que nos viene a decir
que la ideología no es lo importante, sino la idea.
Marx en el siglo pasado ya diferencia la idea, es decir, el conocimiento,
y la ideología, es decir el preconocimiento.

10. Sin la apertura del campo físico hubiese sido absolutamente impo-
sible la producción del sistema capitalista, porque sin física no hubiese
sido posible ni la polea ni la máquina herramienta; y sin polea, es decir, sin
rueda sinfín, y sin máquina herramienta hubiese sido absolutamente
imposible la producción en serie; y si no había producción en serie, no era
absolutamente necesaria la creación del proletariado.
Quiero decirles no se entusiasmen tanto en contra del capitalismo, que
sin capitalismo y sin sociedad burguesa hubiese sido absolutamente impo-
sible el proceso de socialización universal; y sin el proceso de socializa-
ción universal hubiese sido absolutamente imposible el acontecimiento de
las ciencias conjeturales: teoría del valor, teoría del inconsciente y —si
ustedes quieren— teoría del signo lingüístico. Ciencias que se producen
paradojalmente como liberadoras y transformadoras de esta sociedad,
pero como productos y generadas por este tipo de sociedad.

11. Si construimos un punto de ruptura en la obra psicoanalítica, en los


textos freudianos, tenemos que leer un texto tal, que dé cuenta como ide-
ológico todo lo producido anteriormente en el campo y además tiene que
coincidir en ese texto la posibilidad de su desarrollo. Es decir, no podía
haber proceso de disociación en el proceso de defensa si no había previa-
mente un aparato psíquico que a su vez se dividía, se partía, se descono-
cía a sí mismo para ser.
En La Interpretación de los Sueños está la posibilidad de desarrollar la
disociación del Yo en el proceso de defensa.

12. Así como ciertas fórmulas físico-matemáticas son absolutamen-


te imposibles de poner en la realidad, en algunos casos, por la inexis-
tencia de materia prima capaz de soportar la fórmula, la transforma-
ción que produce o propone la fórmula, así el psicoanálisis se encuen-
tra con el mismo problema porque, si bien para el psicoanálisis mate-
ria prima es el discurso del sujeto, el psicoanálisis necesitará de este
CONCEPTO DE RUPTURA 125

sujeto la captación ideológica del fenómeno que se produce cada vez


que habla.
El fenómeno que se produce cada vez que habla —y esto es la ruptura en
psicoanálisis— es dos, el discurso que produce el sujeto del inconsciente cuan-
do habla es dos, y esta posibilidad de que el discurso sea dos vuelve a ser, como
habíamos visto en el caso de disociación del Yo en el proceso de defensa, una
posibilidad brindada por la construcción de un aparato psíquico tal.
Freud dice que lo que él está procesando no se puede comparar por-
que la comparación se realiza entre cosas conocidas, pues si de algo nuevo
se trata se le quitará el brillo de lo nuevo al compararlo.

13. La escritura escapa al control, el control es ideológico. Tenemos


que entender que el proceso de la escritura va más allá que el proceso de
la ideología, que el proceso del amor.
La escritura, proceso de exposición de toda ciencia, es más que el pro-
ceso de investigación; porque cuando investigo no escribo, reconozco de
otra manera los procesos. Estoy con un paciente. Me doy cuenta que es
tiempo del inconsciente, ahora lo tengo que ir a exponer o no es científi-
co, es ideológico. Cuando voy a exponerlo padezco de lo que la escritura
me hace, tiene su propia historia. Freud no sólo produjo el concepto de
inconsciente, sino que fue el premio Goethe de literatura. Para los gran-
des hombres como Freud y Marx, escribir era un factor fundamental por-
que someterse al orden de la escritura era la única manera de producir un
alumbramiento del campo ideológico. En la Escuela de Psicoanálisis yo
puedo llegar a ese estado social por excelencia, la escritura, algo que
aprendí, una transformación que se vio en mi pensamiento.
Utilizando más palabras estoy obligado a unir unas palabras con otras,
a poner al lado de la palabra mamá, palabras que nunca había puesto.
Cuando consigo combinar una palabra con otra como nunca había ocu-
rrido, produzco una metáfora poética. Si eso lo consigo en la vida cotidia-
na amplío la sexualidad; cuando llevo el lenguaje del sexo al lenguaje de la
poesía, tengo una sexualidad más libre. La producción de sentidos que da
esta sexualidad es mucho más amplia que la producción de sentidos que
dan otras sexualidades reprimidas en el discurso sexual

14. ¡Qué poca disponibilidad existe en nosotros para romper en nues-


tra fenomenología psíquica el domino de la conciencia,... así como se
rompe el dominio de la conciencia con el texto freudiano!
126 MIGUEL OSCAR MENASSA

No estoy diciendo nada raro cuando digo que vosotros mismos dais
más crédito a vuestra razón que a vuestros sueños, cuando escribís una
carta dais más importancia al contenido general de la carta que a los tres
errores que cometisteis en la carta. Se da más importancia a una enferme-
dad grave que a una leve.

15. Hay un interesante aporte literario de Einstein en el intento de


una explicación del sentimiento de catástrofe que anida en el hombre
contemporáneo. Einstein dice que el hombre frente a su incapacidad de
registrar las transformaciones que se producen a una velocidad tal que
son imposibles de ser capturadas por el sujeto, fantasea la destrucción.
Quiere decir que la fantasía del fin del mundo —actualmente la fanta-
sía más importante de todos los psiquismos expuestos al psicoanálisis—
en realidad residiría en una incapacidad del sujeto de capturar el fenó-
meno y el consecuente paso negativo o envidioso acerca de la negación
de la realidad o de la futura destrucción de ese movimiento que no
alcanza a capturar.

16. El psicoanálisis no se puede socializar, hay una problemática en la


socialización del psicoanálisis, quiere decir en su transmisión. El psicoa-
nálisis para socializarse tiene que transformarse en psicoanálisis aplicado
y eso les suena mal a todos. Si el concepto inconsciente se aplica a la polí-
tica, ya no es psicoanálisis es psicoanálisis aplicado, es otra cosa.
Si lo real para el psicoanálisis es lo inconsciente, podemos decir que en
psicoanálisis lo real es imposible de realizar, por lo tanto lo real es lo que
no se puede conocer porque para Freud conocimiento quiere decir hacer-
lo realidad, por lo tanto cuando lo conozco no conozco lo real, porque
cuando lo conozco lo transformo en realidad objetiva.
Siento el amor, hablo de que amé a tal o a cual, que muero por amor,
que mato por amor, pero si alguien me pregunta qué es el amor no podría
responder.
El psicoanálisis contesta a la pregunta qué es el amor y contesta de una
manera brutal. El amor no existe o es con la madre, y en una tendencia
más positiva, es esencial, por lo tanto es a nivel de la especie. El amor, esa
tendencia a la unión que permite la procreación de la especie. Como sen-
timiento su existencia siempre demuestra la presencia del cuerpo de la
madre y, en lo social, es ese amor por la madre lo que se opone al cumpli-
miento de los pactos simbólicos, a las conversaciones entre seres huma-
CONCEPTO DE RUPTURA 127

nos. No digo aceptar el inconsciente para aceptar que tengo procesos


inconscientes sino que aceptar el inconsciente ha de transformar mi propia
filosofía de la conciencia. A nadie se le ocurriría ir a un carrusel y querer que
el carrusel vaya al revés. Cuando se ingresa en el campo psicoanalítico se
quiere que el carrusel gire para donde se le ocurre a la fantasía de cada uno.
Toca a todos el psicoanálisis porque es una cuestión sobre la verdad.
El hecho no está ahí, tenemos que darnos cuenta que el hecho es algo
que se hace, que se produce, no está ahí, hay que producirlo.
Un hecho es un hecho para el psicoanálisis después de ser interpreta-
do, después de ser producido. Un sueño no es un hecho, es un hecho
cuando se ha interpretado. El que se asusta de los sueños manifiestos no
quiere psicoanalizarse, porque el que se asusta de los sueños manifiestos
fija la interpretación del sueño en su manifestación. Eso es lo que el psi-
coanálisis viene a descubrir, que eso es la manifestación, el modo de expre-
sarse, es lo real pero representado, no es lo real, es la representación de lo
real, las formaciones del inconsciente.

17. Tratándose del lenguaje no hay claridad: la palabra es arbitraria y


ninguna palabra quiere decir nada por sí misma.
La poesía es lo nuevo, y lo nuevo nunca es reaccionario, lo nuevo
siempre es revolucionario. Reaccionario es algo que conserva, estabili-
za, ordena. La filosofía aristotélica es reaccionaria. Un poema, una
metáfora poética atenta siempre contra ese redondel que es el mundo
positivista.

Roland Barthes, en El Placer del Texto explica cómo la escritura que


nos produce un cierto trastorno, una cierta interrupción, abre otra mane-
ra de pensar, y es una escritura que nos da goce.

El lenguaje inconexo metafórico también puede ser locura. Vamos a


tener que discriminar entre poesía y locura fundamentalmente, porque
para poder poesía hay que sublimar, y justamente eso es lo que no puede
el loco. Lo que no puede el loco es con ese lenguaje inconexo metafórico
transformar la realidad, a diferencia del poeta.

Si usted escribe, siempre lo hace más allá de sus pensamientos, de su


moral, de su ideología y más allá de su manera de vivir. Tanto que cuando
quiera vivir como escribe, se vuelve loco. Artaud es el caso donde las cir-
128 MIGUEL OSCAR MENASSA

cunstancias reales de su vida lo llevaron a imponerse vivir como escribía.


No pudo continuar ninguna de las dos cosas.
Un escritor cuando escribe, un pintor cuando pinta y un trabajador cuan-
do trabaja están sublimando, es decir, están tratando sus tendencias sexuales y
agresivas, están retirando de objetos exteriores las tendencias agresivas y las
tendencias amorosas, y toman la decisión de poner esa energía libidinal, que
tenían puestas en las personas, al servicio de la obra que van a realizar.
A los locos les interesan más sus producciones fantásticas que, por
ejemplo, sentarse a escribir, derivar, transmutar el lugar de la energía.

La represión patológica es inconsciente, no se trata de retirar la libido


aquí y de ponerla ahí, sino que se reprime y después en la vuelta de lo
reprimido, cuando la represión falla, se instala la enfermedad. La enferme-
dad, el dolor, la angustia, síntomas orgánicos hay cuando fracasa la repre-
sión o cuando la represión no puede contener la idea sexual reprimida que
quiere aparecer.

Veremos cómo el método científico tiene como característica su per-


manente transformación para serlo, porque en el enmohecimiento, en la
repetición automática, se automatiza la teoría, deja de ser método cientí-
fico para pasar a ser método ideológico. Los métodos ideológicos pade-
cen de una ceguera: su tendencia a ser la realidad, el color dominante, a
empaparlo todo con su amor.
La ciencia viene a criticar de la ideología esta tendencia a mostramos
un solo lado de las cosas, un solo color del amor.

No solamente es posible que un psicoanalista se equivoque, sino que


es absolutamente fundamental para el psicoanálisis que el psicoanalista se
equivoque, de lo contrario, el mecanismo de idealización lleva al paciente
a un estado tal, donde no se distingue un globo del paciente.
Es una oportunidad de idealización, en tanto el psicoanálisis le permite
al paciente lo que tiene absolutamente prohibido realizar fuera del análisis.
Por ejemplo, el psicoanálisis le dice a la mujer que hable, porque su
práctica técnica indica: si no hay asociación libre no hay seguimiento de
los significantes, por lo tanto no hay posibilidad de interpretación. Pero
al pedirle a la mujer que hable (es la primera vez en la historia de la civi-
lización) tiene una gran posibilidad de idealizar esa situación analítica que
le permite la libertad de hablar.
CONCEPTO DE RUPTURA 129

Ante el error del psicoanalista hay primeramente una demostración de


horror, en tanto en el primer error que comete el psicoanalista —si el
paciente le ve y se da cuenta que está ahí trabajando— concluye que lo
hace por dinero, porque estudió para eso y no porque me quiere. Si me
quiere, me quiere en general, con un amor social, amor a los hombres, a
las mujeres, está interesado en la salud pública. Entonces eso es como un
horror, darnos cuenta que esa relación, la mejor de nuestra vida, la pudi-
mos conseguir pagando. Con esa persona en función social pude esa rela-
ción. Darse cuenta de estas cosas va rompiendo algunas de las fuentes de
idealización y permite una mejor asociación libre. Y el psicoanalista
menos idealizado trabaja mejor.

Termina el paciente agradeciendo al psicoanalista, un ser humano como


él que tenga la delicadeza de suspender sus deseos cuando está con él para
que el paciente pueda hacer el desarrollo, el proceso de sus deseos. El psico-
analista en su trabajo suspende su deseo para escuchar el deseo del Otro.

Si es posible hablar de una dialéctica entre docente y alumno, el docen-


te tendría que olvidarse de las experiencias anteriores similares.
Al empezar el curso los alumnos tienen que suspender la forma de
razonar que tenían hasta entonces. Así como el docente tiene que paren-
tizar su experiencia como docente, los alumnos tienen que parentizar su
experiencia como alumnos.
Esto es importante para cualquier disciplina científica, más para el psi-
coanálisis teniendo en cuenta que éste viene a subvertir, a trastocar, a
transformar, el modo habitual de pensar. Es decir, para estudiar matemá-
ticas tenemos que poder soportar que se produzcan los conceptos teóri-
cos matemáticos —número natural—, sucesos, hechos simbólicos, más
allá del cuerpo del hombre y más allá de los sentidos del hombre. Esto en
tanto el número tres es suprasensible e incorpóreo aunque material.
Entonces, el concepto sensible produce un hecho más allá del cuerpo,
un hecho más allá de los sentidos de las personas. En psicoanálisis esto se
agrava porque el hecho, el concepto teórico psicoanalítico, se produce
fuera de mi cuerpo y fuera del alcance de mis sentidos, pero he aquí la gra-
cia, habla de mis sentidos. Se produce fuera de mi percepción pero da
cuenta de mi percepción, se produce más allá de mis deseos inconscientes,
pero da cuenta de mis deseos inconscientes.
Tengo que vencer una primera resistencia: mi modo de razonar y tengo
130 MIGUEL OSCAR MENASSA

que vencer una segunda resistencia: que este modo de razonar nuevo que
se me propone, es un razonar sobre las cuestiones de mi vida. Por eso se
dice que en la práctica psicoanalítica no hay práctica psicoanalítica si no
hay consecuentemente con ella una transformación, no sólo de los pacien-
tes, sino del psicoanalista.
Es decir que si no hay transformación del practicante no se está prac-
ticando el psicoanálisis, se está practicando otra cosa. Para que se esté
practicando el psicoanálisis el operador tiene que transformarse en la ope-
ración que realiza.
Llegados a este punto podríamos hacer un paréntesis para ver de
dónde proviene esto, que el investigador tiene que transformarse en el
proceso de la investigación.
En Crítica de la Razón Pura, Kant abre este camino a la posibilidad de
producir un campo teórico—filosófico que diera cuenta de cómo se pro-
ducía el pensamiento. Cuando Freud toma a Kant, lo toma en el lugar
donde Kant dice haber producido él mismo una revolución copernicana,
al colocar dentro del campo del conocimiento prekantiano, donde el
conocimiento estaba en el objeto, por lo tanto los objetos eran esenciales,
tenían una esencia y, de ahí, provenía el conocimiento. Kant pone un suje-
to cognoscente y dice que es el sujeto cognoscente el que trae o produce
el conocimiento.
Es Spinosa el que da un paso más en este sentido, cuando llega a con-
cluir que no hay conocimiento sin transformación de lo que se conoce en
la operación de conocimiento. Podemos decir que de aquí parten todos
los desarrollos materialistas, tanto los de la Escuela de París como los de
la Escuela de Frankfurt, a pesar de sus diferencias, y si hay una práctica
verdaderamente spinosiana sería la práctica psicoanalítica. Tanto es esto
así que no hay conocimiento si no se verifica transformación de lo que se
conoce, es decir, del sujeto sobre el cual se está aplicando el método y la
técnica psicoanalítica, y además y simultáneamente la transformación del
psicoanalista, del operador.
Digo que no hay práctica como la psicoanalítica para esa explicación,
en tanto ustedes saben que está programado dentro de las comunidades
psicoanalíticas no sólo el psicoanálisis del psicoanalista —eso se descar-
ta— sino la supervisión permanente con una persona con mayor expe-
riencia en el campo y en forma comunitaria. La supervisión permanente,
es decir, una tercera voz, una tercera oreja en esa relación tan compleja de
transformar al sujeto psíquico.
CONCEPTO DE RUPTURA 131

Nunca es un hecho solitario el psicoanálisis, es un hecho exquisita-


mente comunitario, en tanto no sólo se lucha para que el paciente no se
relacione solo con su madre, o bien con su psicoanalista en el lugar de su
madre, sino que también las comunidades psicoanalíticas tienen una alta
preocupación en que el psicoanalista no se relacione sólo con su paciente,
es decir, solamente con su madre.
CONCEPTO DE TRABAJO

Trataremos de establecer las conexiones lógicas de los elementos que


intervienen en el trabajo para ver después cómo en La Interpretación de
los Sueños, texto que habíamos marcado como texto de ruptura, la catego-
ría central es la categoría de trabajo.
Podríamos acercarnos al problema diciendo que, en su organización
más simple, el trabajo es una actividad racional capaz de producir valores
de uso. En su concepción más simple, el trabajo sería la condición impres-
cindible en la relación del hombre con la naturaleza. Trabajo de forma
simple porque se agota en el producto que produce. Produce un valor de
uso, es decir, un valor tal que parta de la propiedad de la cosa y que pueda
ser utilizado en cualquier demanda humana en el orden de la necesidad y
en el orden de la fantasía. y para decir esto no es necesario llegar a Freud,
porque ya Marx decía que daba lo mismo satisfacer una necesidad bioló-
gica o una necesidad deseante. Lo que dije no quiere decir exactamente el
deseo inconsciente, quiere decir que la necesidad no es sólo la necesidad
biológica, ni sólo la necesidad fisiológica. También se llama necesidad a
aquello que el sujeto fantasea en el orden de poder satisfacer.
Cuando el producto del trabajo excede en su valor el trabajo medio
necesario para ser producido, se genera lo que todos conocemos con el
nombre de plusvalía y en ese momento hay dos fundaciones: el dinero se
funda como capital, y aparece el valor de cambio en las mercancías y se
enajena su valor de uso. El valor de cambio, lo más notable, lo más apa-
rente de la mercancía, es en realidad la forma de mostrarse, la forma de
escenificarse de esa mercancía.
134 MIGUEL OSCAR MENASSA

Para que esto sea posible, para que la mercancía pueda escenificarse en
su valor de cambio, es necesario que ella haga abstracción de su valor de
uso. Hablamos de esto antes de entrar en el trabajo del sueño o en el tra-
bajo teórico de producción del concepto inconsciente, para ver si encon-
tramos las relaciones lógicas entre lo que conocemos como trabajo y lo
que Freud llama trabajo del sueño.
En el capítulo anterior debería haber quedado claro que los sentidos,
la certeza que dan los sentidos, la certeza sensible, aquello catalogado
como cierto por nuestra percepción consciente, mostraba, después de un
trabajo de interpretación, que la certeza era ilusoria.
Todo sentimiento, toda certeza afectiva, toda reflexión consciente debe
ser considerada como apariencia.
El término ruptura, que nosotros exportamos del materialismo histó-
rico, es efecto producto de un trabajo. Le quitamos a la Teoría, a la
Filosofía, a la misma Poesía la inspiración, la genialidad, para pasar a defi-
nir este tipo de producciones mediando un trabajo.
El verbo trabajar mueve a recordar una vieja polémica acerca de si el hom-
bre, esa mutación que se produce en el animal, para que en esa transforma-
ción aparezca un hombre, está claro que es por el habla, pero no está tan claro
por qué no se produce el habla para producir esa mutación. Algunos maes-
tros dicen que ese tránsito no sólo es generado por el habla sino que es gene-
rado por la necesidad de agrupar un trabajo para la transformación de la natu-
raleza. Vieja polémica mal planteada y no solucionada, que como psicoana-
lista resuelvo fácilmente: el sujeto es un sujeto psíquico en cuanto que habla.
Hacerse una pregunta por el origen es mítico, es metafísica, pero no
sería bueno que nadie más se preguntara por los orígenes.
Cuando digo aparato psíquico, hablo de un aparato psíquico constitui-
do y cuando digo relaciones de producción hablo de unas relaciones de
producción en un determinado sistema de relaciones. y para comprender
y transformar ese sistema no necesito saber nada de los orígenes. Una vez
definido el aparato psíquico, ya no interesa si el aparato psíquico venía
con el niño antes de nacer, se forma en el pasaje edípico o es simplemen-
te, como dicen algunos autores, algún modelo ideológico del Estado.
En todas las traducciones al castellano, la palabra de los textos de
Freud está traducida como elaboración, con lo cual sutilmente se pierde la
dimensión de lo que Freud vendría a decirnos, que no había ahí nada creati-
vo como sugiere la palabra elaboración, que se trataba de un trabajo sobre
una materia prima, con instrumentos que producen transformación, efectos.
CONCEPTO DE TRABAJO 135

Trabajo que está condicionado por sus leyes. Trabajo teórico que produce
como efecto producto del trabajo el concepto de inconsciente. El concepto
de inconsciente va a intervenir ahora en la operación práctica psicoanalítica
como instrumento, no como objeto de conocimiento, no como producto.
Se produce una mercancía que es producto efecto de un trabajo, esa
mercancía, una vez producida, puede reingresar al circuito de trabajo,
como medio (materia prima) o como instrumento de trabajo.
Cuando explicábamos en la clase anterior cómo la Física había toma-
do prestado de las matemáticas el concepto de magnitudes geométricas
y sus leyes, teníamos otro ejemplo de cómo por ser producto de un tra-
bajo, las magnitudes geométricas podían ahora participar de un nuevo
proceso de producción, no ya como efecto producto de un trabajo sino
como instrumento para operar sobre una materia prima diferente: el
campo físico. El principio de constancia es producto efecto del trabajo
teórico de la física, pasa en el nuevo proceso de producción, el proceso
de producción del campo psicoanalítico, como instrumento, como
medio de producción.
Se dice que Freud toma de la física el concepto o el principio de cons-
tancia, esto es falso. Freud no toma el principio de constancia, toma la
concepción filosófica, ideológica que se desprende del principio de cons-
tancia físico. Es verdad que el concepto abarcativo de campo donde van a
acontecer los fenómenos psíquicos, es decir, aparato psíquico, es un con-
cepto que Freud toma de un texto donde ese aparato psíquico tiene base
biológica. Pero toma el vacío formal de ese aparato que tiene dos instan-
cias y la energía que transcurre en él es eterna, es decir, constante. Si no
está donde tiene que estar, está condensada o desplazada. No toma el apa-
rato psíquico que se funda en lo biológico, toma el producto formal últi-
mo del trabajo del Proyecto de Psicología para Neurólogos vacío, formal,
en tanto, lo que va a delimitar en él La Interpretación de los Sueños, es una
ruptura definitiva del aparato psíquico con lo biológico.
Con estos elementos vamos a tratar de acercarnos ahora al texto de La
Interpretación de los Sueños. Vamos a describir tres tipos de trabajos:
—Un primer trabajo es el trabajo teórico cuya materia prima es el dis-
curso onírico, trabajo que va a operar transformaciones en esta materia
prima (como todo trabajo), con instrumentos teóricos: principio de cons-
tancia, concepto de aparato psíquico y la noción filosófica de latente y
manifiesto. Trabajo teórico que con estos instrumentos va a operar sobre
la materia prima para producir el concepto de Inconsciente. Su resultado
136 MIGUEL OSCAR MENASSA

va a ser la ruptura en tanto el efecto va a ser una teoría fundada científica-


mente.
—El segundo trabajo que aparece en La Interpretación de los Sueños
es el trabajo práctico técnico de la práctica psicoanalítica. trabajo éste que
tiene como materia prima el discurso del psicoanalizado y como instru-
mento la teoría, el método y la técnica psicoanalítica en un complejo arti-
culado con el propio saber inconsciente del analista. Instrumento con el
cual se va a operar entonces sobre el discurso del psicoanalizado para pro-
ducir como efecto autoconocimiento y autotransformación.
Concepto de inconsciente que nos permite elaborar el método de
interpretación e interpretación que nos permite reconstruir la estructura
determinante.
Tenemos un trabajo teórico que da como producto: Concepto incons-
ciente. Un trabajo práctico que da como producto autoconocimiento y
autotransformación del psicoanalizado.
—Un tercer trabajo, que es una reconstrucción teórica, que es el traba-
jo del sueño, desde los contenidos a la formación: el trabajo real del sueño.
Vamos a ir haciendo algunas consideraciones acerca de ciertas críti-
cas al sistema freudiano que son precisamente hallazgos en la teoría
freudiana.
Materia prima: discurso onírico. No el sueño vivido, no el sueño
soñado, sino el sueño vivido y soñado deformado por el relato del
soñante. Nuevo nivel de objetividad en tanto no hay manera de hacer
concordar el discurso onírico con la realidad. La crítica de Janet (que
Freud apunta en el capítulo “El Olvido de los Sueños”) a esta materia
prima, recae precisamente en que es un resultado deformado de los sue-
ños; cuando es justamente esta deformación que produce el soñante en
su relato, la que está para Freud sobredeterminada por aquella otra
deformación que tuvo que sufrir el deseo inconsciente para poder
expresarse. Esta deformación que el neopositivismo o el empirismo uti-
lizaba para negar la dentificidad del nuevo nivel de objetividad funda-
do por Freud, a Freud le va a llevar a hacerse dos tipos de preguntas:
¿qué fue lo que hizo posible la deformación? y ¿por qué tuvo que haber
deformación?
Freud ni está peleado con la ciencia física de su época (vamos a mos-
trar que parece en un momento) ni ama desaforadamente la ciencia de su
época. En 1901 él está obligado a hacer un resumen de La Interpretación
de los Sueños para una revista, que comienza diciendo que en tiempos que
CONCEPTO DE TRABAJO 137

podríamos llamar precientíficos, el sueño era atribuido a poderes demo-


níacos o divinos. Y dice que con el avance de las ciencias físicas ya nadie
puede pensar que los sueños provengan de otro lugar que no sea: el
soñante. Parecería ser, en este párrafo, que Freud pretende hacer cabal-
gar esa nueva ciencia que está generando, en los carriles de las llamadas
ciencias naturales. Sin embargo, en el capítulo de “Método”, único
material que él se anima a trabajar como método de interpretación es un
material realmente prehistórico, arcaico, popular, diciendo que esas con-
cepciones populares de la interpretación hacen más a una razón del
sueño o a una razón de su tesis, en tanto la tesis plantea que el sueño
tiene un sentido. Mientras las ciencias, medicina, física, fisiología, biolo-
gía de la época no daban interés al fenómeno onírico o lo atribuían a
procesos orgánicos, está claro que aquí Freud está en contra de las cien-
cias de su época.
Por otra parte, podríamos decir que la pretensión de que su ciencia fuese
una ciencia natural, tan natural como las ciencias naturales, nada tiene de
natural porque son ciencias que alcanzan mayores formalizaciones abstrac-
tas. Que los conceptos de la física nada tenían que ver, una vez producidos,
con los elementos reales que se habían utilizado para su producción.
Esto no ocurría cuando Freud estaba atendiendo a los pacientes, esto
ocurría cuando Freud se sentaba con las notas que había decidido tomar
durante su trabajo. En la materia prima no está el resultado, sino que el
resultado es producto efecto de la operación que se ejerce con instrumen-
tos sobre ella. Con las notas, con las reflexiones que había anotado, con
ese material y con esos instrumentos teóricos que provenían de la física,
de la filosofía y de su propia obra anterior, trabaja el relato onírico, en
principio para que no haya ningún impedimento con el relato de sus pro-
pios sueños, y produce como producto efecto de ese trabajo el objeto de
conocimiento: el concepto de Inconsciente.
El objeto de conocimiento no es la realidad, como hemos visto, el obje-
to de conocimiento proviene de una realidad ya trabajada, ni siquiera de los
sueños, sino del relato del sueño. En el relato de los sueños no está el obje-
to de conocimiento, el objeto de conocimiento es un producto efecto de
trabajo con esos instrumentos teóricos sobre el discurso onírico.
Freud comienza el capítulo de “Método de la Interpretación” dicien-
do: los sueños tienen sentido y termina diciendo que el sentido de los sue-
ños, una vez llevada a cabo la interpretación psicoanalítica, se nos revela
como una realización de deseos.
138 MIGUEL OSCAR MENASSA

El trabajo del método psicoanalítico sobre el discurso onírico es lo que


hace que el sueño tenga sentido. El sueño manifiesto no tiene en sí ningún
sentido o, mejor, tiene el sentido vulgar, común que le da nuestra aprehen-
sión. Es decir, si yo sueño con una desgracia, yo que soy un jugador no pien-
so en ninguna desgracia, sino que le juego al número 17; si soy un poco más
melancólico pienso que me va a pasar una desgracia, es decir lo interpreto
según el sentido común o como anunciante del porvenir o los tomo como si
su manifestación fuera verdad. No es ése el sentido que Freud les da.
Quiero mostrar cómo en la interpretación vulgar están negadas las
características del trabajo.
El nuevo nivel de objetividad parte de los efectos, es decir efectos últi-
mos de la estructura. En el caso del psicoanálisis: el habla. En el caso de la
teoría del valor: la mercancía. Y como habíamos visto ni siquiera la mer-
cancía, sino la mercancía en el lugar donde se escenificaba como su valor
de cambio, escondiendo su valor de uso.
Se parte de los efectos, se elabora interpretación-construcción y se
construyen lo que por ahora podríamos llamar contenidos.
El objeto real para el psicoanálisis, sería el inconsciente de fulano de tal, su
versión de la filosofía que habla de la producción del conocimiento científico,
cambió el tiempo de la producción científica, ésta que antes tenía un desarro-
llo continuo de atrás para adelante, ahora se va a constituir por recurrencia.
No vengo del deseo inconsciente, no recaen sobre mí el deseo incons-
ciente, los mecanismos de condensación y desplazamiento, escenificación
y simbolización y así llego tranquilamente al producto manifiesto: sueño
manifiesto. Sino que parto del sueño manifiesto, elaboro interpretación,
reconstruyo operaciones y doy cuenta de la estructura determinante.
Recién ahora, no por medio de la realidad sino por medio de la recons-
trucción teórica puedo decir que hay un deseo inconsciente que para atra-
vesar la barrera de la represión se condensa y se desplaza, se escenifica y
aparece como sueño manifiesto. Eso es el trabajo real del sueño, lo tuve
que reconstruir teóricamente. No lo viví, no me metí dentro de la psiquis
del soñante para ver cómo era que del deseo se negaba al sueño manifies-
to, sino que partí de un nuevo nivel de objetividad, último efecto de la
producción inconsciente: el habla, el cuento del sueño.
Los instrumentos con que vamos a trabajar esa materia prima respon-
den a una concepción filosófica: el principio de constancia, la categoría de
campo que pone los límites a lo que estoy diciendo como pertinente a un
campo: el aparato psíquico y una noción que es la de manifiesto y laten-
CONCEPTO DE TRABAJO 139

te, entendiendo por manifestación la forma de expresarse del fenómeno y


por latencia: su verdad.
Con la fundación del discurso onírico como materia prima Freud
cuestiona la verdad, no sólo cuestiona la verdad filosófica sino que pro-
pone un nuevo tipo de verdad. Después Lacan dirá que el psicoanálisis es
algo que interesa a todos porque el psicoanálisis es una cuestión acerca de
la verdad.
El discurso onírico es lo que aporta el soñante, el psicoanalizado. No
siempre es un paciente el que se psicoanaliza y sin necesidad de ser psico-
analista se puede tener un pensamiento psicoanalítico para pensar todos
los órdenes de la vida, en tanto no sólo el psicoanálisis hace esto, cualquier
descubrimiento científico, cualquier producción científica, cuando es
importante toca todas las áreas del saber.
Esto es difícil de entender porque es la ruptura más potente que realiza
el psicoanálisis, en el sentido que rompe con una forma de la sexualidad
humana, intenta transformar una forma social de la sexualidad humana.
Es el vector, el descubrimiento freudiano, no Freud. El descubrimien-
to freudiano del inconsciente es el único hecho material, en tanto está
escrito, a nuestro entender en La Interpretación de los Sueños, que puede
explicar no solamente la producción del Movimiento Surrealista, sino la
importancia que este movimiento adquiere no solamente en el arte, sino
en las cuestiones del vivir.
Entonces, el psicoanalizado aporta la materia prima, el discurso oníri-
co, el psicoanalista del cual exigíamos que haya concluido su análisis per-
sonal, que esté en el momento que está para escuchar el sueño, no para
curar a nadie, para escuchar el relato del sueño. Para poder escuchar el
relato de un sueño hay que haber terminado el psicoanálisis personal,
estar en psicoanálisis didáctico, en supervisión y, por lo menos, en tres o
cuatro grupos de estudio, para que no haya posibilidad de que el psicoa-
nalista se extravíe en todas las metáforas que les ocurra acerca de la pala-
bra extravío, desde la locura hasta la pequeña ignorancia, hasta la peque-
ña equivocación
¿Quién escucha en el psicoanalista?
Un trabajador que está munido de instrumentos para el trabajo espe-
cífico que tiene que realizar, el complejo articulado ahora, de su propio
psicoanálisis personal con la teoría, el método y la técnica psicoanalítica.
En el único lugar donde el psicoanálisis es instrumento de trabajo y
trabaja sobre materia prima que es el discurso del psicoanalizado, el efec-
140 MIGUEL OSCAR MENASSA

to producto de ese trabajo es uno sólo: el autoconocimiento y la auto-


transformación del psicoanalizado.
Cuando termina el psicoanálisis y comienza el verdadero viaje, como
dice Lacan, no quiere decir ninguna otra cosa que la transformación, el
verdadero viaje, que se operará después de la interpretación, no es algo
que corra por cuenta del psicoanalista, ni del psicoanálisis. No es que
transforme sino que abre el espacio infinito de las transformaciones y
ahora, si el sujeto quiere, de la misma manera que se fue enredando su vida
hasta caer en el diván, uno lo que le muestra es que fue él, el que deseaba.
Que la única injusticia social que se cometía con él era una injusticia social
que se comete con toda la humanidad. También será su deseo el que una
vez hecha la interpretación transforme o no su vida.
Toda verdad para el psicoanálisis es para transformarla, es el instante.
Verdad es ese instante donde algo comienza su transformación. La actitud
del psicoanalista en su trabajo como psicoanalista no es plantearle al
paciente verdades, sino verosimilitudes. Cuando se interviene es “me
parece que”, “le sugiero que piense”, “no trato de contradecirle, pero yo
pensaría”. El psicoanalista tiene que trabajar con verosimilitudes, porque
la verdad la trabajan los religiosos, los militares. Y Freud hace una crítica
contundente a la Religión y al Ejército, no para que no existan sino por-
que no pueden ser psicoanalistas. Pone un límite a quién puede ser psico-
analista.
El método científico no puede ser concebido antes de la producción
del objeto de conocimiento porque es el que le da las características al
método. Método de interpretación-construcción. Método que para ser
científico tiene que regular según el mandato de la teoría y ser además
materialidad de la técnica. En este espacio de la técnica: asociación libre y
transferencia.
Con esta triple articulación: teoría, método y técnica, que son tres
momentos teóricos, recién ahora voy a cumplir con el otro requisito de
toda ciencia: la transformación de la realidad, es decir, la práctica técnica.
A la práctica técnica el psicoanalista transporta como instrumento con el
cual va a operar sobre el material del psicoanalizado, el complejo articu-
lado de la teoría, método y técnica psicoanalítica y su propio psicoanáli-
sis, su saber inconsciente. Que el método sea de interpretación construc-
ción queda como comprendido por las características de ese objeto parti-
cular que debe ser construido porque no está como tal en ningún lugar.
Que la técnica sea la asociación libre y la transferencia quiere decir que
CONCEPTO DE TRABAJO 141

el sujeto tiene que hablar, pero hablar ni lo va a curar ni lo va a psicoana-


lizar porque la palabra por sí misma no tiene ningún efecto, ningún poder:
Transferencia porque la palabra sólo va a tener poder, en ese campo sin-
gular de fuerzas que se genera en toda relación psicoanalítica y que se
llama transferencia. Por lo tanto, asociación libre: hablar. Transferencia: el
campo propicio para que ese hablar produzca sus efectos.
Con esos instrumentos comienza ahora un nuevo trabajo el trabajo
práctico-técnico.
Para la epistemología con la cual estamos mirando el proceso de pro-
ducción científico, la epistemología materialista, la ciencia debería, para
alcanzar su nivel como ciencia, no sólo tener una práctica técnica, sino
también una inscripción social. La salud, pública. La educación, pública.
Inscripción social. Inscripción en aquel lugar donde lo que determina la
inscripción no es la propiedad de la ciencia que se inscribe, sino el mode-
lo productivo donde la ciencia se inscribe.
Al entender actual todavía no es una ciencia porque le falta su inscrip-
ción social, pero esto aplicado a otras ciencias hace que las matemáticas no
sean una ciencia, la física tampoco, en tanto hay formuleos que si bien
muestran cuáles podrían ser su método de apropiación, no pueden deter-
minar cuál sería su práctica y menos su inscripción social.
Será una ciencia cuando su desarrollo le permita su inscripción social.

NOTAS

l. En el desarrollo que hacemos en la Escuela de lo que Lacan llama lo


absoluto de las ciencias, lo que si Marx viviera llamaría sobredetermina-
ción, en el sentido que no hubiera sido posible el psicoanálisis en el año
1900 sin lo que se llama el Siglo de las Luces, el Siglo de los Genios, es
decir, que sin producción del Número Natural no hubiese podido haber,
dos mil años después, fórmula de la velocidad.
Esto es lo absoluto de lo cual habla Lacan cuando habla de este tema.
Queriendo decir que la historia particular de las ciencias no tiene que ver
142 MIGUEL OSCAR MENASSA

con la historia particular de ningún sujeto a menos que el sujeto sea el


sujeto de la ciencia.

2. El trabajo en nuestras sociedades es lo que se oculta, es decir, sólo


aparece cuando alguna mercancía se inutiliza o se rompe, ahí pienso en el
que hizo ese objeto. Durante todo el resto del tiempo de mis relaciones
con los objetos producidos por el trabajo humano, tengo la relación direc-
tamente con el objeto. Además en el mercado, que es donde se escenifica
el sistema, no aparece el valor, que es aquello que denunciaría el trabajo,
aparece el precio, como si la mercancía lo tuviera. Es decir que en la esce-
nografía, donde se escenifica la cuestión psíquica ahora, el mercado de lo
psíquico, también creemos que los objetos que se intercambian, hombre,
mujeres, tienen un valor en sí mismos, es decir un precio. Cuando en rea-
lidad, como a las mercancías, lo que permite la relación entre los sujetos
es algo que no está ni en el sujeto A, ni en el sujeto B, ni en la mercancía
A, ni en la mercancía B y permite su intercambio: es el valor.
Está claro que hasta nosotros con el tiempo vamos a querer definir un
valor nuestro, pero la verdad es que el valor lingüístico se construye igual
que el valor en la Teoría de la Historia, que el Falo en la Teoría
Psicoanalítica y que el Número Natural en las Matemáticas, por lo tanto
me permito pensar, como otros piensan, que las Matemáticas, la produc-
ción del símbolo matemático, es el inconsciente de las ciencias.
Cuando digo categoría central de trabajo, estoy diciendo algo muy
importante, porque cuando digo que el trabajo del psicoanalista no es
muy valorizado se ve en los tratamientos psicoanalíticos el que hace de
paciente, yo mismo, puedo llegar a pensar cualquier cosa, desde que el
psicoanalista tiene una magia, que es un sabio que viene del Tibet, nunca
que ese señor está realizando un trabajo con instrumentos de precisión y
que la maravilla bien se podría atribuir a la destreza del trabajo. Frente a
una interpretación a nadie se le ocurre pensar que es el producto de un
trabajo.

3. Tenemos tres objetos: el objeto aparente, el objeto real y el objeto de


conocimiento.
Produzco teóricamente el objeto de conocimiento: teoría del incons-
ciente. Con el objeto de conocimiento voy a trabajar otra realidad, cum-
plo con una de las características del trabajo: produzco un producto y
luego lo utilizo como instrumento en la producción de otros productos.
CONCEPTO DE TRABAJO 143

Trabajo sobre el objeto aparente, sueño manifiesto, discurso onírico y


produzco el objeto real, es decir, el inconsciente de fulano de tal. El
inconsciente de fulano de tal cuando llega al psicoanálisis no existe, es el
que se produce como objeto real después del tratamiento psicoanalítico,
después de la interpretación.
Es muy malo para el psicoanalista tener prejuicios, un psicoanalista si
comprende que el inconsciente de fulano tal se va a producir al final de su
tratamiento, el punto de partida tiene que ser, que las palabras tienen en
común que pueden combinarse todas con todas. Y que por lo tanto no
puede estar dentro de la cabeza del psicoanalista y en ninguna vida, porque
el inconsciente lo vamos a producir en esa relación. Toda idea previa del psi-
coanalista en realidad hace que esa relación deje de ser psicoanalítica.
No tengo nada que decirle sino lo que el otro me dice para él. Y lo que
el otro me dice para él tengo la obligación de encontrarlo en las palabras
que dice.
No hay un solo imaginario que se parezca a otro imaginario, lo que es
común entre los hombres es el símbolo. Digo tres y ahí estamos de acuer-
do, pero no estamos de acuerdo en la representación imaginaria. No hay
un solo imaginario igual, por lo tanto no puede haber un resultado igual.
Para que se verifique que ha habido un trabajo psicoanalítico el pacien-
te no se tiene que parecer ni al psicoanalista, ni a sus sueños, ni a los ins-
trumentos de trabajo.
Si yo les hago una mesa que se termine pareciendo a un martillo, me
mandan a la Bienal y si se parece al carpintero ni hablar.
Es común entre los psicoanalistas y los estudiantes de psicoanálisis
hablar de identificación, como si fuera fácil la identificación. Recordemos
que la propiedad de la locura es romper el mecanismo de identificación,
por lo tanto tenemos que pensar que en los neuróticos algo debe pasar con
ese mecanismo que cuando uno está psicótico está roto. Entre la neurosis
y la psicosis es más bien una cuestión de cantidad que de mecanismo.
Entre el delirio y la poesía es más bien una cuestión de cantidad que de
mecanismo. Es una decisión vital, familiar si quieren, ser loco, ser poeta o
ser amante fiel.

4. En la ceguera neurótica es muy difícil entender que el mundo es un


mundo diferente al mundo primitivo.
¿Cómo hacer para que el hombre actual soporte el crecimiento acele-
rado del universo?
144 MIGUEL OSCAR MENASSA

Ese sería el hombre sano, el hombre que sin necesidad de pensar que
el mundo se destruye lo vea crecer. Hoy día el que más, el que menos,
alguna fantasía escatológica tiene, de destrucción, de cambio ético.
Es muy probable que cambie la ética.
¿Es posible que haya una especie de fin de mundo?
Está planteado que es la naturaleza neurótica del ser humano actual; le
hace fantasear y por lo tanto concebir una destrucción, pero el hombre
está creciendo, es la aceleración lo que no puede capturar, somos peque-
ños si enfrentamos lo que somos capaces como humanos y la capacidad
de la humanidad que para cada pequeño hombre es inmortal. Tampoco la
especie humana es inmortal, pero para cada sujeto, para cada hombre,
para cada mujer, sigue siendo inmortal.
Siempre la especie humana esta antes que él naciera y continúa después
de su muerte. El instante de los celos, cuando se nace y cuando se muere.
Cuando el Edipo, porque uno se da cuenta que además de él y la mamá el
mundo está lleno de personas. Después no se olvida nunca más. Y cuan-
do se muere porque se da cuenta que el mundo sigue, si tienes ese grado
de inteligencia, para darte cuenta que tú te mueres y el mundo sigue, otra
vez se vuelve a sentir el sentimiento de celos. El resto de los celos que se
sienten durante toda la vida son ficticios, son para negar estas dos situa-
ciones.

5. Es una característica del trabajo que el producto de un trabajo ante-


rior pase a un segundo trabajo como materia prima o instrumento. Así los
clavos, por ejemplo producto efecto del trabajo sobre la materia prima
específica y con máquinas especiales pasa ahora a una carpintería como
instrumento de trabajo o materia prima junto con la madera, otra materia
prima, produce con el martillo, producto efecto de un trabajo anterior, la
mesa objeto de ese trabajo. En la madera no está la mesa. Cuando tengo
la mesa construida puedo por un modelo reconstructivo de pensamiento
reconstruir la materia prima, los instrumentos y la fuerza de trabajo que
fue necesaria para la producción de la mesa.

¿Se puede decir que en la idea necesaria para producir el trabajo tam-
poco está la mesa?
Es posible la unión de la materia y el pensamiento, que es algo que en
filosofía no fue resuelto, fue resuelto por muy pocas disciplinas, Marx lo
soluciona en el sentido de que en la idea de la finalidad, la mesa, ahí está
CONCEPTO DE TRABAJO 145

todo entero, está la materia prima, el instrumento, la noción de que tiene


que haber un trabajo de producción para que eso se transforme y el pro-
ducto final. En la idea está el producto final, se materializa esa unión entre
pensamiento y materia.
SOBREDETERMINACION EN PSICOANAUSIS

Tendríamos que poder proporcionamos una formulación de un con-


cepto general acerca de la sobredeterminación y de la múltiple determina-
ción.
Después, con estas categorías generales ver el campo que estamos tra-
bajando y encontrar ahí, en La Interpretación de los Sueños, no la formu-
lación del concepto de sobredeterminación, sino la producción de la
sobredeterminación en el campo específico que delimita el objeto incons-
ciente. Son dos tipos de trabajo. El primero es un intento de ver a qué
podríamos llamar sobredeterminación, qué es lo que se dice cuando deci-
mos que un efecto está sobredeterminado.
Decimos que un efecto está sobredeterminado cuando es producto de
una estructura compleja, en cuya articulación un concepto mantiene rela-
ciones invariables con los otros conceptos y da nombre al campo que
inaugura; por ejemplo: la teoría del inconsciente. Por lo tanto, efecto
sobredeterminado será el producido por esa estructura complejamente
articulada en el concepto que llamamos inconsciente.
El esfuerzo que nos cuesta definir la sobredeterminación es porque
ésta se lee en un proceso de construcción.
En ese tercer trabajo que aparecía en La Interpretación de los Sueños,
que llamamos trabajo real del sueño, el deseo inconsciente era la materia-
lidad sin la cual no era posible el sueño y por su manera de haber sido
construido, de no poder expresarse como tal, el trabajo del sueño aplica-
ba sobre este deseo inconsciente operadores: la condensación, el despla-
zamiento, la simbolización, la puesta en escena, para transformar este
deseo inconsciente, para deformarlo, para que fuera posible ahora su
148 MIGUEL OSCAR MENASSA

expresión, y que el resultado de este trabajo inconsciente sobre el deseo


inconsciente era el sueño manifiesto.
Habíamos dicho que esto era una conclusión teórica porque nuestra
labor, nuestra verdadera sea productiva, no había partido del deseo incons-
ciente sino del efecto producto del trabajo inconsciente: del sueño manifies-
to, del síntoma, del habla, porque sueño manifiesto llamábamos al discurso
onírico, a lo que el soñante decía del sueño. De la misma manera que esta
producción teórica que reconstruye el trabajo real del sueño, tenemos que
pensar el problema de la sobredeterminación. Sobredeterioración que
Freud comienza a sospechar en los famosos historiales de la histeria. Con
Elizabeth hasta llega a utilizar la palabra sobredeterminación, cuando en
realidad todavía lo que explica bajo este término es la determinación mecá-
nica donde a cada síntoma correspondía una causa. Llama sobredetermina-
ción a lo que define como determinación mecánica, pero sospecha la sobre-
determinación porque dice: todos los síntomas tienen algo parecido, pare-
ce que en algún lugar, todos ellos, se tejieran en el mismo telar.
Pero de la misma manera que no podía saber que lo que le pasaba a
Elizabeth era la transferencia, porque Freud no tenía el concepto
Inconsciente, pensaba de una manera intelectual la posibilidad de la erra-
dicación de los síntomas en tanto creía —con las técnicas y métodos ante-
riores a la técnica y método psicoanalítico— que comunicándole al
paciente o al soñante la causa o motivo de sus síntomas, éstos curarían.
Comprender la sobredeterminación inconsciente es para el psicoana-
lista donde se juega su posibilidad de ser o no ser psicoanalista. En tanto,
si su tarea termina en el lugar donde las asociaciones libres del psicoana-
lizado y algunas palabras del psicoanalista lo llevan a pensar que son
varias las causas que producen los síntomas, no habría llegado ni a rozar
el inconsciente. Estaríamos en la instancia preconsciente-conciencia.
La motivación que pueda estimular a los psicoanalistas a comprender
los temas que hoy tratamos, es la de comprender que ignorar la diferencia
entre sobredeterminación y múltiple determinación puede hacer que un
tratamiento psicoanalítico no llegue a comenzar jamás.
Hubo una corriente en el psicoanálisis que confiaba mucho en el
paciente. Pensaba que asociando libremente el paciente concluiría por
decimos cuál era su deseo inconsciente. Este psicoanálisis no tenía en
cuenta que Freud, en el capítulo “La Elaboración Onírica”, cuando pro-
duce por primera vez el concepto inconsciente, dice que en el sueño se
dan dos procesos, uno el establecimiento de las ideas latentes —las que
SOBREDETERMINACIÓN EN PSICOANÁLISIS 149

están en el preconsciente, las que el soñante recuerda cuando asocia libre-


mente—, y otro la transformación de estas ideas preconscientes en el
sueño manifiesto. El segundo trabajo, la transformación de las ideas laten-
tes en el contenido manifiesto, no nos interesa —dice Freud porque es el
pasaje del preconsciente a la conciencia y entre el preconsciente y la con-
ciencia no hay represión. El verdadero trabajo del sueño es la traslación
del deseo inconsciente a las ideas latentes del sueño. Freud nos dice que
este pensamiento que produce las ideas latentes del sueño no es que sea
díscolo comparado con el pensamiento consciente, sino que es otra cosa,
tan otra cosa es que, a diferencia del sistema de la conciencia, el sistema
inconsciente no piensa, no juzga ni calcula, se limita a transformar.
Primera definición del pensamiento inconsciente.
Lo interesante es que Freud, sin saberlo antes de producir esta frase,
delimita claramente lo que es múltiple determinación y sobredetermina-
ción. Sin saberlo estaba delimitando dos conceptos.
Habíamos dicho que deberíamos poder dar en esta clase el concepto
general de sobredeterminación, que es un concepto correspondiente a la
teoría del conocimiento y con este concepto ir a buscar, en La
Interpretación de los Sueños, la producción de la sobredeterminación en
esa ciencia específica. Lo primero lo hicimos, lo segundo es mostrar cómo
el sistema inconsciente sobredetermina el conjunto de otras instancias en
los límites de su concepto de campo —el aparato psíquico— entre las cua-
les existen múltiples determinaciones. En estas múltiples determinaciones
entre las instancias sobredeterminadas, alguna de las instancias aparece
dominando a las restantes, supeditando sus tendencias articuladas a su
propia tendencia. Esta estructuración de las instancias en que alguna de
ellas desempeña una posición de dominancia, está invariablemente articu-
lada por el inconsciente, que es lo que al psicoanálisis preocupa.
Por más interesante que nos puedan resultar las transformaciones de
las ideas latentes en sueño manifiesto —la transformación de imagen en
palabra o de palabra en imagen, atributos del aparato percepción concien-
cia—, no hacen al verdadero trabajo del sueño, no hacen al verdadero tra-
bajo inconsciente.
Dijimos que la técnica psicoanalítica —otro lugar donde Freud vuelve
a hablamos de la sobredeterminación— era la asociación libre y la trans-
ferencia. También dijimos que para que esta técnica sea científica tenía que
haber sido generada en la materialidad del método de interpretación psi-
coanalítica.
150 MIGUEL OSCAR MENASSA

Cuando confío que el soñante o el psicoanalizado, asociando libre-


mente me va a dar su inconsciente, cometo varios errores. Primer error:
no tengo en cuenta que se trata de la asociación libre, pero en el campo de
fuerzas que genera la transferencia. Segundo error: creo que el inconscien-
te existe, no solamente que existe sino que hablando puedo transformar-
lo en conciencia en tanto lo puedo decir.
No solamente es asociación libre en el campo de fuerzas que genera la
transferencia, sino que, además, todas estas asociaciones deben ser inter-
pretadas. ¿Interpretadas cómo?
Habíamos dicho que el método no era científico si no provenía de un
objeto de conocimiento. Lo que determina que el método fuera de inter-
pretación era la característica de ese objeto —el inconsciente— que se
mostraba sólo a través de sus efectos y que, para negar a él, sólo era posi-
ble producirlo mediante la construcción, en tanto su tiempo es el futuro
anterior y este método de construcción es la interpretación.
No por casualidad es una labor de interpretación la que hace el soñan-
te al contar lo soñado.
No hay manera de saber acerca de la deformación producida sin conocer
los operadores, los instrumentos que trabajaron la materia prima. No sola-
mente interpreto algo, sino que interpreto y reconstruyo operadores, inter-
preto pero construyo condensación y desplazamiento. Digo: la energía ligada
a una representación insoportable por el sistema de la conciencia es transferi-
da a otra representación e invoco, sin querer, el desplazamiento. Pero no sola-
mente invoco el desplazamiento sino también otra de las categorías funda-
mentales de la teoría psicoanalítica: el concepto de transferencia intrapsíquica.
El concepto de transferencia intrapsíquica no es la transferencia que
ocurre entre el psicoanalista y el paciente, sino el concepto que da cuenta
de esa relación. Es un error más pensar que la transferencia es lo que el
paciente le dice a su psicoanalista que siente por él, sea amor u odio, deseo
o inhibición. Esto que dice es, como cualquier otra palabra que pronun-
cie el hablante, discurso manifiesto. La transferencia es inconsciente; por
lo tanto, después de decir, tendrá que asociar libremente en el campo de
fuerzas de la transferencia, y si no hay interpretación que funde la relación
transferencial, no existe relación transferencial. Porque los hechos para el
psicoanálisis existen sólo después de haber sido interpretados.
Dijimos que un efecto está sobredeterminado cuando era producido
por una estructura compleja, cuya articulación era sobredeterminada por
un concepto y que esta sobredeterminación de la estructura el concepto la
SOBREDETERMINACIÓN EN PSICOANÁLISIS 151

conseguía, teniendo una relación invariante con los otros conceptos. Por esta
relación invariante articulada en él —en nuestro caso el inconsciente— daba
el nombre a la estructura que se llama entonces estructura del inconsciente.
Quiero decir que el concepto inconsciente no abarca la totalidad de la reali-
dad inconsciente, que dentro del cosmos de la realidad inconsciente, la cien-
cia psicoanalítica, proveyéndose de un concepto general de campo en el que
opera —el aparato psíquico—, recortaba toda la realidad inconsciente y decía
que del psiquismo del que iba a hablar era del que transcurría en los límites
del aparato psíquico, que el inconsciente generaba y sobredeterminaba.
Cuando hablamos del inconsciente, hablamos de aquella realidad
inconsciente determinada por la teoría del inconsciente que en ningún
caso abarca la totalidad de la realidad inconsciente.
¿Esto qué quiere decir?
Quiere decir que en la práctica técnica psicoanalítica, cuando me voy
a enfrentar con el objeto real a conocer, el inconsciente de fulano de tal,
jamás, aunque lo intente, podré determinar todos sus contenidos.
Hay versiones filosóficas que asocian el concepto de sobredetermina-
ción al de causa única y al de causa en última instancia, en las que todavía
la religión y la determinación mecánica son las concepciones de lectura, es
decir, donde aún no se ha ingresado al campo de la ruptura.
Lo que quiero mostrar es que la estructura sobredeterminante —el
concepto inconsciente— queda relativizada, en su sobredeterminación, a
lo que sobredetermina.
Toda interpretación psicoanalítica será de un contenido sexual, pero
no toda la sexualidad puede ser interpretada. ¿Por qué? Porque el incons-
ciente es una estructura sobredeterminante. ¿Sobre qué? Sobre lo que
sobredetermina, únicamente sobre eso.
No que en cualquier circunstancia, contexto o tiempo, puede haber
una interpretación psicoanalítica, sino solamente en el tiempo del incons-
ciente. No en cualquier espacio de la realidad inconsciente, sino en el
espacio de la realidad inconsciente que determina el contexto de aparato
psíquico, de sujeto psíquico.
¿Qué es el sujeto? ¿Es el hombre?
Nada que ver con el hombre, sino lo que del hombre pueda determinar-
se teóricamente como particularidad de una ciencia particular. Un punto de
relatividad en la inmensidad del cosmos. Esa es la relatividad de una ciencia.
Normalmente no nos llegan las ciencias sino su ideologización, por
eso es que toda ciencia transmitida en estos sistemas nos resulta una mara-
152 MIGUEL OSCAR MENASSA

villosa, contundente y totalizadora visión del mundo. Lo que quiere decir


que la ciencia se transformó en ideología, porque la ciencia nace mutilada.
Esta mutilación, ese recorte dentro de todo lo posible, le permite un cier-
to dogmatismo que ejerce sólo sobre lo que produce como sistema, es
decir, sobredetermina aquello que cae dentro del campo que fue capaz de
generar como concepto.
No haber comprendido el concepto de sobredeterminación nos puede
llevar a ser unos amantes de lo profundo. Hay muchos psicoanalistas aman-
tes lo profundo, amantes de la interpretación indiscriminada, van interpre-
tando todo por la calle. Lo que aquí no está comprendido es concepto de
sobredeterminación. La interpretación psicoanalítica no puede acontecer
sino en el contexto que determina la teoría. Otro error de lo profundo es que
su concepción del tiempo corresponde a la causación hegeliana, donde de un
corte cualquiera de una particularidad puedo encontrar la totalidad del sis-
tema, la causa, la idea cuyo desarrollo particular expresa y abarca.
Esta idea yace oculta en cada caso, profunda, inalcanzable. Tan pro-
funda e inalcanzable que, en el sistema hegeliano, esa idea es Dios.
El texto sagrado en psicoanálisis no es Dios sino el texto manifiesto: lo
que el soñante relata, lo que el psicoanalizado habla. Pensar que el texto
sagrado está escrito en otro lugar que el texto manifiesto, es pensar que
debajo del texto manifiesto aparece el inconsciente. El texto manifiesto
muestra y oculta a la vez, es y no es en el mismo trazo, es presente y pasa-
do en el mismo texto.
—¿El sueño y el habla transcurren en tiempos diferentes?
Cuando cuento un sueño en realidad estoy elaborando una materia
natural Transformando la materia natural—el sueño— en materia prima
—el relato del sueño—. Entonces, la materia prima que trabaja el psicoa-
nálisis no es el sueño, es el discurso onírico. Y el discurso onírico es el
habla del soñante. Lo que interesa al psicoanálisis es el proceso del habla,
no del sueño. El sueño aparece en interés de la generalización de la teoría.
Freud, en sus investigaciones con sus enfermos, descubre el inconsciente.
¿Por qué elige el sueño para demostrar su descubrimiento, es decir, pro-
ducir el inconsciente? Porque soñar sueñan todos y quiere escuchar un
habla que no provenga de un sistema psíquico enfermo por creer, como
sus críticos, que por provenir de un enfermo le dará resultados diferentes.
Lo que vengo a comprobar con los sueños —dice Freud— es que el
habla del normal—a partir de un sueño, no de un delirio— padece las mis-
mas determinaciones que el habla de un neurótico.
SOBREDETERMINACIÓN EN PSICOANÁLISIS 153

El sueño como fenómeno transcurre en el tiempo real, pero como dis-


curso onírico transcurre en el tiempo del habla. Que el sueño transcurra
en otro tiempo es una construcción teórica en que se lo determina como
formación del inconsciente; en consecuencia, el tiempo determinado en
esta formación es el tiempo del inconsciente, el futuro anterior. En la pro-
ducción teórica de una formación del inconsciente, el trabajo del incons-
ciente, el tiempo del inconsciente, quedan especificados como conceptos
concretos de esa formación.
Así, el trabajo real del sueño es el trabajo del inconsciente en la moda-
lidad que particulariza esa formación. Lo mismo podemos hacer con el
relato del chiste, de un síntoma, de un acto fallido, podríamos también allí
llegar a construir un proceso real y decir, por ejemplo, que tal deseo
inconsciente transferido y condensado de tal o cual manera, sobre tales
escenas infantiles, produjo en esta coyuntura actual, tal proceso. También
sería una construcción teórica y también su tiempo es el tiempo del
inconsciente en la producción de esa formación.
—¿Puede explicar la relación entre sobredeterminación y dominancia?
Decimos que la instancia económica sobredetermina la estructura
social que está integrada por las instancias jurídico-política, filosófica,
religiosa y la misma instancia sobredeterminante, la economía.
Que la instancia económica sobredetermine la estructura social quiere
decir que en cualquier sistema de producción que estudiemos, sea esclavista,
feudal, capitalista —las formaciones sociales padecidas por nuestra civiliza-
ción—, podrán aparecer dominando el proceso social cualquiera de las instan-
cias pero en todos los casos la sobredeterminación es económica. En el capi-
talismo la instancia económica es a la vez sobredeterminante y dominante.
Veamos la modificación padecida por la instancia religiosa, que domi-
naba los procesos sociales durante el feudalismo y que hubo de resignar
tal dominio, a la instancia sobredeterminante con la producción de la
revolución burguesa.
Bajo el feudalismo la idea de Dios era trascendente. Dios era el verbo,
siempre igual, y en su quietud todo lo que era palabra participaba de su
naturaleza en la que encontraba fundamento y sentido.
Las leyes del arte y la producción, en tanto revelación divina, no podí-
an ser alteradas sino por los representantes del verbo divino, que no eran
precisamente los artistas ni los que producían los bienes.
La instancia sobredeterminante era la económica, ya que sin produc-
ción material no hay vida en la que pueda residir ninguna humanidad. El
154 MIGUEL OSCAR MENASSA

campesino sembraba en una fecha del año y no en otra, porque si no, no


crecía el trigo, ni la cebada, ni su propia vida, ni la de su señor. La organi-
zación productiva se produce en el quehacer productivo.
Esa organización no la inventó Dios, pero eso no le impidió apropiar-
se de ella, dictaminando como divinas esas leyes productivas por tener
que ver con el verbo, que en todos los casos era Dios. Así, estas leyes
padecieron las cualidades divinas donde el producto de la actividad pro-
ductiva —la organización de los procesos de trabajo— se presentaba
como un orden que, por provenir de Dios, participaba de sus cualidades:
ser inmutables. Esta vocación no impidió que la instancia económica
modificara su organización. Este cambio se generó en un proceso donde
las relaciones de producción —la manera de intercambiar entre los hom-
bres—, dominadas por la religión, entran en contradicción con los cam-
bios que acontecían en la organización productiva. El producto de esta
contradicción es un nuevo sistema de producción social: el capitalismo.
¿Qué ocurrió con el Dios trascendente?
Mutó en Dios inmanente. El Dios protestante, el Dios hegeliano que
se transforma en la transformación de la cosa, inmane en cada gestalt. Es
lícito, en este nuevo orden divino, la investigación de la cosa porque en
esta actividad se recorre el camino de la búsqueda del Señor yacente en
ella. Las ciencias experimentales —pivot ideativo en que centra su posibi-
lidad el nuevo sistema social, ya que de ellas dependen las transformacio-
nes de los instrumentos de producción—, antes heréticas, del beneplácito
del nuevo Dios. Y no se trató de ninguna bondad, sino del resultado de la
transformación social que relegó de su posición dominante a la religión,
para pasar a una nueva dominación, la de la instancia sobredeterminante:
la instancia económica. Los caracteres del ser Dios supeditan sus cualida-
des a los requisitos de la nueva dominación.
Donde antes las leyes de la producción eran inmutables por padecer el
rigor de esa divinidad, hoy el orden divino inmane en la cosa por impera-
tivo de la investigación de la nueva dominancia la economía consolidada
en todo proceso de producción.
Teniendo en cuenta que el sujeto psíquico en cuestión es sujeto de la
ciencia, en tanto es una determinación teórica la que en su articulación
sobredetermina que los fenómenos de conciencia llamados las formacio-
nes del inconsciente están sobredeterminados en última instancia por el
deseo inconsciente, la polifacética situación de estas formaciones, sínto-
mas, sueños, actos fallidos y las menos estudiadas de las relaciones geni-
SOBREDETERMINACIÓN EN PSICOANÁLISIS 155

tales, muestra que lo que sobredetermina no determina el desarrollo de


ningún deseo sobre ningún objeto sino que lo que sobredetermina sólo
determina el desarrollo del deseo. Entonces, lo que teóricamente es, el
deseo no tiene objeto, fenomenológicamente es, el deseo puede adherirse
a cualquier objeto, a cualquier fragmento de objeto, a cualquier astilla de
objeto, es decir, puede transferirse a cualquier representación.
Freud llega a decir el inconsciente no sólo sobredetermina la concien-
cia sino que la genera, con lo cual todas las prácticas psicológicas dedica-
das al análisis del carácter, el análisis del yo, el análisis de la instancia
moral, son prácticas a nuestro entender extraviadas, porque las terapias
del yo llegan a pensar en una autonomía del yo; según lo que estamos
diciendo, la autonomía de nuestro yo es relativa en tanto es una autono-
mía sobredeterminada.
Cuando hablamos de conciencia en términos freudianos nos estamos
refiriendo al órgano perceptual del mundo interior y del mundo exterior.
Organo perceptual, es decir, que nuestra conciencia, según el psicoanáli-
sis, se equivoca de la misma manera que nuestros ojos, que nuestro gusto,
que nuestros sentidos. Es tan ilusorio decir que se llegó tarde a clase por
problemas de tránsito como ilusorio es creer que el sol gira alrededor de
la tierra. Ilusorio es pensar que la úlcera gástrica se produce por un
aumento de ácido clorhídrico, como ilusorio es creer que los números
están unidos a las cosas, o que las palabras designan exactamente la cosa
que designan, o que entre las cosas que designan y las palabras hay algo
más que una arbitrariedad. Pensar que la palabra “látigo” tiene el sonido
del latigazo es tan ilusorio como creer que cuando un hombre mira a mi
mujer lo que experimento son celos, cuando en realidad lo que experi-
mento son deseos. Es decir, todo razonamiento consciente tendrá error de
fijarse en lo manifiesto porque, aún cuando huye de un peligro interior,
no huye verdaderamente de lo que está ocurriendo en los procesos
inconscientes sino de lo que estos procesos inconscientes producen en
ella, la conciencia. Es decir, de las manifestaciones del deseo, no del deseo,
de lo que el deseo; por eso se dice que el deseo no está en ningún lugar en
tanto es inconsciente y cuando deja de ser inconsciente es conocimiento,
ya no es más inconsciente.
Mientras el inconsciente está actuando produce las formaciones del
inconsciente: sueño manifiesto. Cuando interpreto sueño manifiesto, voy
desde la manifestación a los operadores: condensación y desplazamiento
que actuaron al servicio de la represión e interpreto el deseo inconscien-
156 MIGUEL OSCAR MENASSA

te. Este deseo inconsciente ha pasado a ser conocimiento de la realidad psí-


quica del sujeto, ya no es más un deseo, es realidad objetiva, no es más el
inconsciente, se ha interpretado.

NOTAS

1. Un ejemplo muy práctico para ver la múltiple determinación y la


sobredeterminación es el siguiente: En una oportunidad yo le niego un
mechero a un paciente. El me pide el mechero para encender el cigarrillo
y yo le digo que no. Se desarrolla en el paciente una serie de sentimientos
del calibre del odio, la agresividad, la desconfianza, de la persecución
supuestamente contra el psicoanalista. En la expresión de esta rabia, en las
asociaciones del paciente, aparece el odio provocado por varias situacio-
nes anteriores, desde que el paciente sentía que el psicoanalista lo menos-
preciaba al no darle el mechero, hasta que se lo podía meter en el culo, que
le parecía exagerada esta especie de ortodoxia donde parecía que el psico-
analista no quería que se contaminara ningún objeto de él con el paciente
(múltiple determinación), hasta la interpretación, mediando la asociación
libre del paciente y algunos recuerdos infantiles, de que en realidad en ese
hecho se había producido transferencia. El mechero era un mechero que
el padre, después de haberle pegado, le había quitado cuando él tenía
cinco años, porque quería incendiar la casa. Estas fueron las palabras del
paciente.
A pesar de ser un recuerdo encubridor, como más adelante en el trata-
miento se vio, es decir un recuerdo que el paciente exhibía para ocultar
otros recuerdos, nos daba la explicación de los sentimiento que habían
acosado al paciente durante más de dos semanas. Es decir, que para estu-
viese enojado no podía tener treinta y cinco años como tenía, tenía que
tener cinco y el psicoanalista no era el psicoanalista sino que se había
transformado en el padre, que el “no” del psicoanalista se había transfor-
mado en “deme el mechero, no me incendie la casa”. Es decir, “deme el
mechero de su pasión, no se acueste con mi mujer, su madre”, que era el
deseo que encubría el recuerdo encubridor. Es decir, como hecho real no
le doy el mechero y él se enoja, puede hasta interpretarse dentro de los
modos de producción como que el paciente se había enojado, porque yo
SOBREDETERMINACIÓN EN PSICOANÁLISIS 157

tenía un derecho de propiedad exagerado sobre mis objetos, o que como


era algo que él hacía le molestaba que otra persona no hiciera o directa-
mente como el paciente expresó ahí había un pedido de amor, una
demanda de amor rechazada por el psicoanalista; sin embargo en la pri-
mera aproximación a la interpretación ya descubrimos un recuerdo
infantil que puede haber sobredeterminado estos sentimientos de rabia
y enojo. Pero no solamente eso sino que este recuerdo estaba sobrede-
terminado a quedar como recuerdo, porque quedando como recuerdo él
era castigado por un delito diferente al que en su fantasía había cometi-
do: desear a la madre.
Así de simple en el ejemplo se ven las condiciones de la múltiple deter-
minación, todo aquello que el paciente puede elucubrar, asociar libremen-
te a partir de la pasión que lo somete y la secuencia de interpretaciones
que van construyendo una historia de deseos, es decir, que van realizando
lo que en psicoanálisis se llama una construcción. Una construcción no es
la historia real del paciente, no es develarle al paciente cómo vivió sino
cómo deseó, cómo desea. Por lo tanto una interpretación psicoanalítica es
aquella que da cuenta de una historia de deseos. En consecuencia evaluar
un tratamiento como bueno o malo, según lo que el psicoanalizado haga
con su familia, con el trabajo o con su novia no tiene nada que ver con la
evaluación psicoanalítica. A nadie le conviene ir por la calle como el suje-
to psíquico que la ciencia determina para psicoanalizar, así como a nadie
se le ocurre salir de una intervención quirúrgica con la herida abierta y el
cirujano y la enfermera corriendo por detrás. Sin embargo, a mucha gente
se le ocurre vivir como se psicoanaliza. Cuando yo le hablo de realización
al paciente le estoy hablando de realización alucinatoria del deseo sexual
infantil reprimido, es decir, inconsciente, y no de los amores que mantie-
ne con su marido, sus novios o sus mujeres. El sujeto psíquico se presen-
ta bajo la forma de no ser, de no poder, de no realizado. y frente a la pre-
gunta sobre si el paciente mejora, claro que sí, a lo mejor esas relaciones
mejoran pero a cuenta del psicoanalizado, no por cuenta del psicoanálisis.
Se sabe de antaño que si una persona habla con doscientas palabras vive
una vida y con dos mil palabras vive otra vida; por lo tanto se supone que
el psicoanalizado al someterse a una técnica en donde la obligación es que
para ser sujeto de esa teoría tenga que hablar y la respuesta que obtengo
de hablar es hacer hablar al otro, se supone que este ejercido puede modi-
ficar mi vida pero no la intención del psicoanálisis. La intención del psi-
coanálisis es modificar una frase en mi estructura de pensamiento.
158 MIGUEL OSCAR MENASSA

Ejemplo: ella sufre porque hay alguien que la va a violar. Tiene deli-
rios. Va a la noche a la casa y cierra la puerta con llave y le pone un hilo a
la puerta, a la cerradura, baja las persianas, se levanta frente a cualquier
ruido, cuando un hombre se acerca para darle algo ella vuelve a pensar que
la quieren violar y huye, se tropieza, cae, está desesperada. Su vida se
transformará definitivamente cuando ella pueda enunciar en lugar de “me
quieren violar”, “quiero ser poseída” y ahí cambia toda su estructura
mental. Por lo tanto a mí no me interesa que puedan o no violarla o que
ella tenga o no relaciones después del cambio, a mí lo que me interesaba
como psicoanalista era poner en la frase transmutada la verdadera frase, es
decir la frase reprimida: “quiero que me posean”. Es probable que des-
pués de haber recorrido sus fracasos, cuando se vuelva a encontrar en
situaciones semejantes sentirá otros sentimientos.
Freud subvierte el cogito cartesiano y llega a decir que se piensa donde
no se es. En su trabajo sobre La negación (1925) dice que el ser sólo se
puede poner en contacto con lo social a través del mecanismo de la nega-
ción, es decir sin que el sujeto se dé cuenta que eso que enuncia acontece:
“No vaya a creer, doctor, que la mujer del sueño es mi madre”, que quie-
re decir “la mujer del sueño es mi madre, y a mí no me gustaría que fuera
así”. Hace pasar el deseo a la conciencia a condición de ser negado, no
como cuando hay represión que se reprime la representación y aparece el
afecto, es transmutado, es transferido a otras representaciones, sino que es
la representación inconsciente tal cual aparece en la conciencia a condi-
ción de que el sujeto no se dé cuenta que ha puesto en contacto su ser con
el mundo.
La teoría del inconsciente levanta la ceguera que el hombre tenía fren-
te a sus propios sentimientos, frente a sus propios deseos, frente a sus pro-
pias ambiciones.
La conciencia es ciega. El que ve es Tiresias que es ciego. Eso significa
que con los ojos no se puede ver el pensamiento, que para pensar no hacen
falta los ojos, sino ¿por qué voy a poner en el mito a un ciego pensando?

2. En el trabajo la diferencia entre un aprendiz y un maestro es que el


aprendiz tiene que pensar todo lo que hace y por eso todo lo hace mal.
Si no hay deseo, no hay conocimiento, dice el psicoanálisis; por lo
tanto penetrar en el conocimiento psicoanalítico se hace dificultoso cuan-
do el sujeto que está aprendiendo psicoanálisis no tiene una familiaridad
con sus propios deseos. Si para poder ser escritor, como dice Freud, tengo
SOBREDETERMINACIÓN EN PSICOANÁLISIS 159

que superar el asco que me dan las personas, para conocer también
tengo que superar no solamente el asco que me dan las personas sino
los desarreglos que los nuevos conocimientos producen en mi pensa-
miento, inhibición que se interpreta como miedo al cambio general-
mente. Cualquier tipo de cambio. Freud llega a decir que para no cam-
biar, el paciente desea durante gran parte de su tratamiento, por eso son
tan largos los tratamientos, no curarse. Porque ha percibido, porque el
psicoanalista se lo ha dicho de alguna manera que curarse es transfor-
marse, por lo tanto, para evitar la transformación el paciente llega a
desear no curarse.
TIEMPO REAL Y TIEMPO HISTÓRICO

Hoy hablaremos de uno de los temas más complejos en psicoanáli-


sis. Tan complejos que Freud en los trabajos de Metapsícología, tratan-
do de negar a un grado de formalización, a un grado de precisión del
concepto inconsciente, al hablar del tiempo del inconsciente, dice que
el inconsciente no tiene tiempo. Y esto solamente puede ser explicado,
comprendido, si pensamos que Freud que el inconsciente no tiene
tiempo, si tiempo es el tiempo físico, si es el tiempo que se puede medir,
si es el que se puede calcular. El tiempo del inconsciente ha de ser un
tiempo diferente al tiempo que manejamos en la experiencia cotidiana,
o al tiempo que manejaba la física como patrón único del tiempo. Es
decir, un tiempo que será diferente al tiempo percibido por el sujeto y
que se opondrá a las concepciones científicas del tiempo de su época y
también al tiempo que manejan muchos antropólogos, sociólogos,
científicos y filósofos contemporáneos.
El tiempo de nuestra vida cotidiana tiene la característica de transcu-
rrir, por lo tanto su esencia es la esencia de la medida, de su transcurso. Es
un tiempo que incluye en su propia definición el espacio. Para estas ideo-
logías tiempo termina siendo un movimiento entre un punto y otro punto
del espacio. Este tiempo es el tiempo que no hay en el inconsciente.
Me miro en el espejo y sólo me doy cuenta que he envejecido si me
comparo con aquella otra vez, hace cinco años, que me miré al espejo o
con una antigua fotografía, si no no ha pasado el tiempo y lo mido en que
ese acto cotidiano es un transcurso.
¿Ustedes se preguntaron alguna vez qué es el tiempo? San Agustín se
162 MIGUEL OSCAR MENASSA

preguntó qué es el tiempo y llegó a decir: si no me preguntan qué es el


tiempo sé qué es el tiempo, el tiempo de mi afectividad, de mi vida, de los
encuentros, el tiempo que se tarda en ir de un lugar a otro. Pero si me pre-
guntan qué es el tiempo, no puedo responder. Si me preguntan por los
aspectos sensibles de mi saber del tiempo, puedo responder que conozco
el tiempo de mi vida, de mis afectos, de mi fe, de la verdad. Pero si me pre-
guntan por la estructura determinante, por una teoría del conocimiento
que dé cuenta del tiempo, no puedo responder. Puedo dar cuenta sola-
mente de mis percepciones y de las representaciones que voy uniendo en
mis percepciones y que hacen mi ideología acerca del tiempo.
La ideología del tiempo como medida de un transcurso sería el requi-
sito fundamental que este tiempo tiene que cumplir: el de transcurrir en
un sentido. Y este sentido viene siempre desde el pasado hacia el presen-
te y no tiene ninguna otra ruta que continuar sino hada el futuro. La con-
cepción general que se tiene del tiempo es tal que se lo ve transcurriendo
fuera del sujeto, fuera del lenguaje. Lo único que puede hacer el sujeto con
ese transcurrir que es el tiempo, es medirlo, contarlo, mensurado. Con la
característica esencial que el tiempo pasado es tiempo, ya la vez el pasado,
el presente y el futuro son tiempo.
Esta concepción del tiempo que regía —a nuestro entender— hasta la
aparición del psicoanálisis o hasta la producción de la teoría psicoanalíti-
ca —no sólo el tiempo filosófico sino también el pensamiento-científi-
co— proviene de la primera concepción filosófica del tiempo. Esta es la
concepción aristotélica del tiempo. Porque tiempo como medida de un
transcurso del pasado hacia el porvenir pasando por el presente, es el
tiempo que podemos constatar en lo que llamamos la dialéctica aristotéli-
ca. Un tiempo real, un tiempo aparente que siempre nos da la ilusión de
que las cosas comienzan por un principio, tienen un desarrollo y luego
tienen un fin. ¿Quién no está de acuerdo con eso? Bueno, el psicoanálisis
no está de acuerdo con eso.
Pavese ya murió pero en sus libros podemos encontrar explicaciones,
datos, argucias y elementos que me explican la vida actual. Ese hombre
escribió, produjo una vida que no fue para él, que fue para mí, sin cono-
cerme y sin estar seguro que mi existencia daría sentido a su existencia.
No fue Aristóteles el que me pensó a mí sino que soy yo cuando lo
nombro, cuando en mi discurso aparece una partícula aristotélica que le
doy sentido material y objetivo a la producción aristotélica.
No es el pasado el que determina el presente sino que en un contexto
TIEMPO REAL Y TIEMPO HISTÓRICO 163

actual doy sentido a la experiencia pasada, rompo con la cronología del tiem-
po y transformo el tiempo real en historia, en tiempo histórico, y en psicoa-
nálisis, en tiempo del inconsciente, en tanto el tiempo histórico tiene las mis-
mas características que el tiempo del inconsciente, es decir, el futuro anterior.
Las bases de este tiempo son la interpretación y la recurrencia, el aprés-
coup para la escuela francesa, la acción diferida para la escuela inglesa,
recurrencia para el materialismo dialéctico —quiero mostrar que es el
mismo concepto— pero que se ha evitado en las escuelas psicoanalíticas
ese fenómeno para hacernos creer que no es el mismo concepto. Yo acon-
sejo que se llame recurrencia. Un tiempo tal que me viene dado desde el
futuro. Sin darnos cuenta y hablando de otras cosas hemos hablado del
tiempo del inconsciente: el tiempo futuro anterior.
Por ejemplo la aplicación de la cronológica concepción del tiempo
como instrumento de lectura de la historia del psicoanálisis diría que la
historia del psicoanálisis comienza con el inconsciente de Platón, o el
inconsciente de Descartes o el inconsciente de Schopenhauer. O que la
historia del psicoanálisis comienza con los trabajos de Freud y de Breuer
sobre un caso de histeria, o que comienza con los primeros trabajos de
Charcot en los famosos cortes anatómicos, o con el fenómeno de doble
conciencia de Janet, o cuando Freud nombra la palabra inconsciente tan
ideológica todavía en 1895 como la palabra inconsciente de Platón, el
inconsciente de Descartes y la filosofía del inconsciente que proviene de
ese filósofo tan poco leído que fue Schopenhauer.
El psicoanálisis comienza cuando es capaz de producir su objeto de cono-
cimiento. Objeto de conocimiento que le tiene que ser propio y que tiene que
mostrar —en el desarrollo de su producción, que en todos los casos tiene que
ser una obra escrita— los momentos del trabajo de su construcción.
Nosotros habíamos tenido como un acuerdo primitivo en decir que
esta obra en Freud es La Interpretación de los Sueños, cosa que intentare-
mos demostrar a lo largo de estos tres años. Pero una vez puestos de
acuerdo en que La Interpretación de los Sueños es el primer texto escrito
en que aparece el concepto de inconsciente, recién ahora podemos decir
que ha comenzado el tiempo histórico del psicoanálisis; si se me permite
la metáfora, el psicoanálisis nace en La Interpretación de los Sueños. Por
lo tanto aquello que el tiempo real nos mostraba como histórico en su
sucesión continua que venía de atrás para adelante, queda reducido ahora,
con el acontecimiento del concepto, en lo que podríamos llamar la prehis-
toria del psicoanálisis o de la ciencia psicoanalítica.
164 MIGUEL OSCAR MENASSA

¿No es acaso Spinoza anterior a Feuerbach? ¿Y cómo es posible expli-


carse entonces que para Feuerbach todavía, para explicar el fenómeno
religioso, habría que meterse dentro del fenómeno religioso y explicar
desde ahí el fenómeno? Sin embargo para Spinoza, que vivió en el tiempo
real antes que Feuerbach, el fenómeno religioso sólo puede ser leído desde
otro lugar, y ese otro lugar tiene que ser una teoría científica.
El ejemplo que él da es: desde la geometría se puede procesar el texto
bíblico, desde el texto bíblico no se puede procesar la geometría. Con este
concepto que estoy tratando de entender de tiempo histórico, en realidad
Spinoza vivió después que Feuerbach, es más moderno, es más contem-
poráneo. Y por último cuando Lenin le dice a Trotsky que si hacen tal
cosa con el partido serán históricos, Trotsky le contesta: sí, según quién
escriba la historia. Trotsky ya tenía el concepto de tiempo histórico. La
historia no era los hechos que acontecían, sino que era aquello que acon-
tecía precisamente por aprés-coup, por acción diferida, por recurrencia y
que otra vez se llamaba nuevamente escritura.
Tiempo del inconsciente que muchos autores modernos dicen que es el
tiempo de la metáfora. Antes de eso, era claramente la metáfora la que con-
cebía un tiempo diferente al tiempo ése que se podía medir, que era continuo
y que iba del pasado al presente. Si esto fuera así, empezaríamos a desarro-
llar lo que también dijimos en algunas de las clases acerca de la poesía como
instrumento de conocimiento. En tanto, después del acontecimiento del psi-
coanálisis, se abre un campo ideológico de un saber no sabido por el sujeto:
que la metáfora poética sería lo que se puede saber de aquello que el sujeto
sabe sin saber. Por lo tanto, el sujeto no sabe, pero la escritura sabe.
Esto que se me ocurre decir hoy es en razón de una frase que en aque-
lla famosa clase inaugural dijimos, que había un Otro del Otro. Un Otro
del Otro implicaría que hay alguien, uno, otro, capaz de garantizar lo que
ocurre entre las personas, las personas y las cosas, las personas y los sig-
nificantes y los significantes entre sí. Que en este campo tan misterioso
donde está sumergido el misterio de nuestra temporalidad —misterio de
la temporalidad porque el hombre es temporal— queda excluido del tiem-
po en la concepción que tenemos del tiempo. Sujeto que siendo temporal,
queda excluido del tiempo, es decir, que no bastaría con vaciar el alma de
todos sus contenidos religiosos para que el hombre pensara de otra mane-
ra su esencia. En tanto el alma, vaciada de todos sus contenidos religiosos,
es para el tiempo del reloj algo que está más allá del cuerpo y del tiempo,
es supratemporal. Que el sujeto, así como el lenguaje que lo constituye,
TIEMPO REAL Y TIEMPO HISTÓRICO 165

quedan excluidos del tiempo, cuando el concepto del tiempo que usamos
es lo que ahora podríamos llamar —vuelvo a insistir— un concepto ideo-
lógico del tiempo. Les estoy tratando de recordar que a ustedes les ense-
ñaron en EGB, en BUP, en el COU, en la Universidad, cuando tuvieron
el primer novio, la primera novia, que todo estaba pautado por el tiempo
que venía del pasado, que se hacía presente y que no tenía otro remedio
que ir hacia el porvenir. De esta concepción del tiempo vienen todas las
teorías psicológicas y desviaciones psicoanalíticas, lo dicen por la radio y
la televisión, que la enfermedad mental es una repetición del pasado, que
la gente se enferma por la infancia que tuvo. Por lo tanto, esa concepción
dice que el trauma viene del pasado e influye en el presente y provoca la
enfermedad. Entonces, para resolver la enfermedad tenemos que volver al
pasado y cuando el paciente recuerda lo que le pasó, se cura. Esto es el
método catártico (Freud 1893,1894, 1895).
Cuando Freud todavía creía como los filósofos y las ciencias de su
época que el pasado caía sobre el presente dándole una forma y que este
presente daba la forma futura.
Por decirlo de alguna manera, lo que se había omitido en la filosofía
anterior a Freud era que había un límite en la existencia humana, lo que se
había omitido antes del descubrimiento del inconsciente era que el hom-
bre era un ser mortal. Por lo tanto lo que se iba a repetir no viene desde
ningún pasado, sino que venía desde el futuro. Que lo que se iba a repetir
en el síntoma no era una repetición que venía del pasado sino que el psi-
coanálisis produce un tiempo tal en donde la repetición se dispara desde
el futuro. Es decir, desde ese límite material a la existencia del hombre es
desde donde se dispara ese mecanismo de la compulsión a la repetición y
permite elaborar teóricamente el instinto de muerte. Un tiempo que, los
que se animan a darle un nombre, le llaman futuro anterior y que tiene la
característica de no cumplir con la esencia del tiempo aristotélico.
Este mismo proceso de un tiempo que tiene que respetar para su pro-
ducción una secuencia lógica se plantea como discusión teológica, aunque
nadie la haya discutido, sino que ahora nosotros planteamos la discusión
trayendo los textos respectivos.
Para el antiguo Dios hebreo era posible lo imposible, y es ésa una con-
cepción acerca del tiempo. En cambio para el Dios cristiano no es posible
lo imposible, y ésta es otra concepción del tiempo. Es decir, para el Dios
cristiano no puede ser que lo que haya pasado no haya pasado; no puede
pasar lo que no pasó. No quiero traer aquí ninguna verdad, sino una pro-
166 MIGUEL OSCAR MENASSA

blematización del campo. Para el Dios hebreo, en cambio, una cosa que
no haya pasado puede pasar, y una cosa que pasó puede no haber pasado.
Quiere decir que la forma tiempo no está absolutizada aún para la religión
hebrea, en tanto para este Dios es posible que lo que haya pasado no haya
pasado. No se trata —como muchas veces se piensa— que estos dioses
son tan diferentes como para que uno haga posible lo imposible, y para
que otro no lo pueda hacer, sino que el Dios hebreo no es el tiempo y por
lo tanto puede hacer con el tiempo que pase lo que no pasó o borrar lo
que pasó. Para el Dios cristiano el tiempo es Dios, por lo tanto el tiempo
tiene que tener las características de Dios: ser único, eterno y siempre
igual a sí mismo. No es que nos encontramos con un Dios menos pode-
roso que otro, sino que cada uno muestra, en su relación con el tiempo,
su poder. Digo el tiempo y estoy diciendo un tiempo que es siempre el
mismo tiempo, que es isomorfo, homogéneo, eterno, irreversible, y que
siempre va del pasado hacia el presente, para el futuro. Entendiendo por
pasado lo que ya pasó, por presente el estar siendo y por futuro lo que
todavía no ha sido. Pasado que contiene lo que se sabe, lo que se conoce
y lo que no se conoce. Un futuro que siempre se abre limpio hacia el uni-
verso y que en él se encuentran las posibilidades de que, lo que todavía no
ha sido, sea.
La característica fundamental de este tiempo —que es el que todos
manejamos—, el tiempo del reloj, es la de ser un tiempo continuo que va
de atrás para adelante. Si ésta es la concepción del tiempo que tengo
(Melanie Klein, escuela de Palo Alto y todo el conductismo que ha roza-
do el psicoanálisis) creeré que las cosas que me pasaron en la primera
infancia son las que producen mi presente.
Este ejemplo del tiempo es para mostrarles que todos estuvimos algu-
na vez preocupados por el tiempo. Por ejemplo, la burguesía está muy
preocupada por el tiempo, en el sentido de que ¿quién no conoce por estar
perfectamente escrita— la historia previa a la producción del sistema
social capitalista? Todos conocemos esa historia. La burguesía acepta el
tiempo histórico hasta su producción como sistema. Una vez que se pro-
duce como sistema, adquiere las características de eternidad, de naturale-
za. Es decir, la historia existe para la burguesía hasta la producción de la
burguesía, después las sociedades son naturales, no se transforman.
Transformación histórica hubo antes de la burguesía, ¿para qué?, para que
aconteciera la burguesía. Pero una vez que acontece la burguesía, deja de
existir para ésta el tiempo histórico, el tiempo de las transformaciones. Así
TIEMPO REAL Y TIEMPO HISTÓRICO 167

el sistema va adquiriendo características de eternidad, de hecho natural y


no social, histórico o humano.
Ese recorrido cronológico que nos hacía comenzar la historia del concep-
to inconsciente cuando se había pronunciado por primera vez la palabra
inconsciente, es una historia que maneja el tiempo real cronológico cuya
esencia es un cálculo y una medida y su dirección es única. Pero nosotros
decimos que la historia del psicoanálisis comienza en La Interpretación de
los Sueños Y que lo que aconteció previamente no era exactamente un ori-
gen, porque el origen es ese lugar que nosotros elegimos para demostrar que
por primera vez se conceptualiza el concepto de inconsciente. Es a partir de
aquí que podemos hacer una historia del psicoanálisis.
La historia del psicoanálisis tiene que ser la historia del psicoanálisis
como ciencia. No que no eran trabajo en el campo del psiquismo los traba-
jos de Freud, como tampoco eran un trabajo fuera de la Astronomía los cál-
culos a los cuales arriba la teoría. Polémica que decía que el sol giraba alre-
dedor de la tierra. Creo que no es ahí donde comienza la historia de la
Astronomía. Esa es la prehistoria. La historia comienza cuando se puede
producir la estructura determinante que me muestra que el movimiento
anterior era falso, donde se confundía el movimiento aparente, la historia
aparente, con el movimiento real. y que esa confusión era producto —esto
lo dice la teoría copernicana— de una ilusión de los sentidos de los terrá-
queos por la posición excéntrica de la tierra en el sistema solar y los movi-
mientos de traslación, rotación, que le correspondían dentro del sistema. La
teoría de la conciencia o la teoría que hace de la conciencia el centro de la
actividad psíquica es a la teoría del inconsciente, lo que la teoría ptolomeica
es a la teoría copernicana.
El psicoanálisis no comienza en los casos de la histeria porque el
inconsciente todavía era una parte extraña, pero de la conciencia, era una
doble conciencia, un lugar reprimido de la conciencia, y no como en La
Interpretación de los Sueños, donde el inconsciente no solamente es otro
que la conciencia, sino que la genera y la determina.
¿Cómo hacemos para soportar que de ser el centro de mi vida psíqui-
ca, la conciencia se haya transformado —con la producción de la teoría
del inconsciente— en un órgano perceptual capaz de percibir con el
mismo desconocimiento los fenómenos reales y los fenómenos incons-
cientes, y que es en el juego de esa doble determinación que la conciencia
es un órgano perceptual de los fenómenos exteriores y los fenómenos
interiores? Después los profesores les van a demostrar que esto no es así,
168 MIGUEL OSCAR MENASSA

que los fenómenos no son exteriores e interiores, pero lo digo así para que
lo entiendan. Es decir, nuestro mundo real son los fenómenos determina-
dos por la malla invisible de nuestras relaciones sociales y nuestro mundo
interior aquel mundo determinado por la compleja malla de nuestras rela-
ciones intersubjetivas, es decir, nuestras relaciones inconscientes.
No es que estoy de acuerdo con una forma particular de pensar el
tiempo porque me haya encaprichado o porque sea un obcecado, sino
porque al modificar esa concepción del tiempo, tengo que modificar la
concepción que tengo acerca de mi vida anímica, acerca del pensamiento,
acerca de la vida misma.
Poder decir en esta verdadera subversión de la razón filosófica, que no
soy aquel que mi pasado ha determinado, sino que soy el que va a morir.
Y ése es el deseo inconsciente, no es el psicoanálisis, ni es cómo se tienen
que comportar los humanos unos con otros, ni es porque nos vamos a
morir que tengamos que vivir de cualquier manera. No dije nada de eso.
Dije que los hechos no son hasta después de ser interpretados. No es el
pasado, entonces, lo que determina, porque el pasado no existe como tal
sino después de haber sido interpretado. Es por eso que el psicoanálisis se
puede permitir decir que un proceso psicoanalítico es una nueva escritu-
ra que acontece sobre una escritura anterior —el pasado— que lo trans-
forma. Que es una historia que se escribe durante el proceso psicoanalíti-
co sobre otra historia que era la que suponíamos escrita y además inde-
seable, inmodificable, absolutamente imposible de ser transformada por-
que ya había pasado. El proceso psicoanalítico muestra precisamente un
pasado con tal dinamismo que sea capaz de transformarse por los hechos
futuros, es decir, los que todavía no acontecieron.
Freud se da cuenta de este problema cuando dice: El Inconsciente no
tiene tiempo. Quería decir: el tiempo del inconsciente no es como el tiem-
po único que conocemos. El tiempo del inconsciente no se puede medir
ni contar, no sucede sino que es discontinuo. El, por primera vez en sus
escritos comienza a tener una noción de este problema cuando le escribe
una carta a su amigo Fliess y le habla de un aparato psíquico formado por
capas, como estructurado por capas donde de vez en cuando una de las
capas es como que se va sedimentando en el contorno de las otras capas,
el esquema que emplea para tener la noción de lo que ocurre con el tiem-
po psíquico, no debe ser tenido en cuenta. La conclusión es que parecería
ser que las nuevas capas darían otro sentido y transformarían las estruc-
turas anteriores. No que las viejas capas producirían una nueva estructu-
TIEMPO REAL Y TIEMPO HISTÓRICO 169

ración, sino que la nueva estructuración producida transformaba el con-


tenido —y por lo tanto el sentido— de lo anterior.
Aquí, en esta noción, Freud ya se plantea lo que después va a ser uno de
los conceptos fundamentales del método psicoanalítico que los castellanos
llamamos recurrencia, término que tomamos prestado del materialismo dia-
léctico y que quiere decir exactamente que desde un contexto actual actúa
sobre un contenido pasado, lo transforma, le da sentido y a veces lo fija
como realidad objetiva. No solamente queda trastocado el tiempo —como
vemos—; en tanto que el método sea posible en su recurrencia, es necesario
haberse apartado de la concepción que ahora se nos muestra como ideolo-
gía, que decía que el tiempo transcurría de manera continua de atrás para
adelante. No solamente porque habíamos visto que no había método sin
objeto, que no era que había un método y con éste trabajábamos una sustan-
cia y conseguíamos el objeto, sino que producíamos el objeto de conoci-
miento y el objeto de conocimiento determinaba con qué método uno se
podía apropiar de la realidad de ese objeto de conocimiento.
Recurrencia —estoy diciendo— no sólo del método de interpretación, sino
forma de constitución del objeto inconsciente. Que el sujeto psíquico no sólo
está condenado a no ser sujeto a menos que hable, sino que está condenado a
saber sólo cuando le ocurre por segunda vez. Segunda vez que es diferente y
que no es para nada producto de la primera vez, sino que es la que constituye,
determina y da sentido a aquella primera vez. Es decir que el aparato psíquico,
el inconsciente, se constituye por recurrencia, por acción diferida.
Esto que estoy diciendo explica lo que dije en otras clases acerca de
que los hechos no existen hasta después de ser interpretados. Siempre
estoy hablando del campo de lo psíquico. Los hechos no ocurren hasta
después de ser interpretados quiere decir que, en el tiempo en el cual están
aconteciendo estos fenómenos, es un contratiempo, es un tiempo que vio-
lenta, que transgrede la esencia de la concepción del tiempo.
La mujer actual, liberándose, no puede liberarse porque no puede conce-
bir el futuro, y no puede concebir el futuro porque en el futuro está la muer-
te. Como en el futuro está la muerte, no hay futuro, por eso el problema de
la mujer actual es que todavía es inmortal, no puede lo que no puede. Es un
tema a discutir. Digo que, como en el futuro está la muerte, el futuro es repri-
mido de la vida de tal manera que no hay una sola concepción femenina en
el mundo que goce de una estrategia. Porque la estrategia tiene que concebir
el futuro y en el futuro están las ilusiones, las esperanzas, el goce, la cons-
trucción, pero también está el límite de la existencia humana.
170 MIGUEL OSCAR MENASSA

Si recién en el Concilio de Trento (1415) se preguntaron si la mujer era


humana o era un animal, o era una clase inferior, y la decretaron igual, era
porque la mujer es capaz de ciertas acciones y de ciertas palabras porque
es inmortal, porque no se puede concebir como ser mortal.
Cualquiera de nosotros podría preguntarse en este momento si estoy
diciendo un tiempo del hombre y un tiempo de la mujer. Si hay una sexua-
lidad femenina y una sexualidad masculina, claro está que tiene que haber
un tiempo de la mujer y un tiempo del hombre. Vamos a seguir hablando
de la mujer, al hombre ya lo castigamos mucho, le dijimos que es aristo-
télico, racionalista, empedernido... El problema del tiempo en la mujer
nos lleva a que la disociación entre madre y prostituta, parámetros de una
dialéctica de madre o prostituta o de virgen y puta, es simplemente un
sustituto religioso frente al vacío con el problema del tiempo. Ella prefie-
re alienarse en cualquiera de esas dos situaciones extremas, a enfrentarse
con el vacío que le propone su propia sexualidad como mujer. Ya esos
razonamientos, repito, nos lleva el ponemos a pensar en el tiempo.
Es el tiempo futuro anterior el que impone el hecho de que el método sea
de construcción. Habíamos dicho que una ciencia se particularizaba porque
una vez producido su objeto de conocimiento, eran las características del
objeto de conocimiento las que proponían un método para su tratamiento.
Es esa característica esencial del concepto inconsciente, su tiempo, el que
impone a su método que sea el método de interpretación-construcción. En
tanto habíamos visto que el inconsciente como tal no podía expresarse en la
conciencia sino a cambio de una importante transformación que, conden-
sando o sustituyendo su contenido o su carga, lo hacían potable para la con-
ciencia. Que lo que encuentro en la conciencia son efectos— productos del
trabajo inconsciente, no encuentro el inconsciente. En el futuro está el1ímite
de nuestra existencia como humanos, que es desde donde se dispara sobre el
presente la repetición, pero no está el inconsciente. Que el método sea de
interpretación y construcción quiere decir que el inconsciente no está en
ningún lugar y que hay una sola manera de negar a él, que es produciéndo-
lo mediante el método de interpretación-construcción.
Esta concepción cronológica del tiempo que estamos tratando de cri-
ticar lleva, a veces, a muchos psicoanalistas a creer que aspectos de la vida
real del paciente pueden ser productos de transformaciones en la historia
y en la actualidad del paciente. Esta concepción del tiempo puede hacer
enfadar a un psicoanalista porque supone que su paciente interrumpe una
anécdota para hablar de otra cosa. Y hasta es capaz —esta concepción del
TIEMPO REAL Y TIEMPO HISTÓRICO 171

tiempo— de llevar al psicoanalista a decir al paciente: usted ha interrum-


pido la anécdota, ¿por qué no la sigue contando?
Una concepción del tiempo como Freud nos anima a pensar que es el
tiempo del inconsciente, no sugiere ninguna secuencia lógica entre las
palabras que el paciente es capaz de producir en su tratamiento psicoana-
lítico y su vida vivida, y además que la transferencia que desarrolla el
paciente no tiene nada que ver con las características personales del psico-
analista. Que cualquier elemento se pueda combinar con cualquier ele-
mento es algo que tiene que estar en la oreja del psicoanalista cuando cual-
quier combinación de una palabra con otra sea posible; esto permitirá
escuchar en el discurso del paciente que se transfiere cualquier carga a
cualquier representación.
Si en la oreja del psicoanalista está la posibilidad de que cualquier pala-
bra se combine con cualquier otra, en el discurso del paciente veremos
que cualquier palabra no se combina con cualquier palabra, sino que las
combinaciones en cada persona están sobredeterminadas por el deseo
inconsciente. Es decir que, a pesar de la posibilidad real del lenguaje de
que cualquier palabra se puede combinar con cualquier otra palabra,
apuntamos en la lectura, en la escucha del discurso del soñante, del
paciente, la imposibilidad de combinar cualquier palabra con cualquier
palabra, en tanto hay ciertas combinaciones que le dan miedo, hay ciertas
combinaciones que le dan asco, celos, envidia, vergüenza...
Esa particular manera de negarse a la posibilidad misma del lenguaje es
inconsciente, y es lo que produce los efectos que después nosotros leemos
clínicamente como enfermedad y decimos: el histérico renuncia de esta
manera a combinar las palabras con las palabras; el obsesivo renuncia de
esta otra manera; el psicótico paranoico de esta otra.
Hay una posibilidad general que parte de aquello a lo que estamos
sumidos, el lenguaje, aquello que nos determina como seres humanos, la
palabra. La palabra y sus combinaciones son arbitrarias, quiere decir que
el lenguaje tiene como posibilidad de determinación, determinar que cual-
quier palabra se pueda combinar con cualquier otra. Y en el sujeto psíqui-
co no es así.
El sujeto psíquico puede solamente combinar aquellas palabras sobre-
determinadas por la posición que el sujeto ocupe en la resolución edípica.
La posición que el sujeto elige para relacionarse con el lenguaje, no la
elige, está sobredeterminada por la posición en la cual ha quedado en el
proceso de hominización.
172 MIGUEL OSCAR MENASSA

La transferencia intrapsíquica, que Freud explica en el capítulo siete de


La Interpretación de los Sueños, es el pasaje de energía de una representa-
ción prohibida a una representación permitida. Ese concepto teórico es el
que explica después la relación tan particular que acontece entre el psico-
analista y el paciente, que se llama con el nombre común de transferencia.
Pero la transferencia no es eso que ocurre; eso que ocurre es una relación
de diálogo, y esa relación es leída desde el concepto de transferencia, es
decir, esa posibilidad del aparato psíquico de quitar la energía de una
representación indeseable y ponerla sobre una representación permitida y
deseable. Es decir, se ha roto todo tipo de secuencia lógica.
Si la ciencia de nuestra época está acostumbrada en lo que hace, mide
experiencia, mide proceso, calcula proyectos, enarbola cantidades. Freud
mismo, tratando de que su Proyecto de Psicología fuera científico, habla
de la posibilidad de cuantificar la partícula psíquica como tratando de
delimitar el átomo psíquico. Freud también pensaba como un científico
de su época que lo que produce no tiene mucho que ver con él, sino con
la historia de la producción del conocimiento científico.
El descentramiento que Freud produce en La Interpretación de los
Sueños también es un descentramiento para él. Freud también va a decir
en 1939, en Nuevas aportaciones al Psicoanálisis, que todo era negro en la
época de su práctica clínica, menos cuando algún paciente le contaba un
sueño. ¿Por qué? Porque el sueño era una de las formaciones del incons-
ciente que estaban plenamente investigadas y que su tratamiento teórico
había acabado produciendo el concepto de inconsciente. Es decir, que
Freud reconoce en el 39 que la teoría psicoanalítica comienza como teo-
ría científica con La Interpretación de los Sueños.
Que comienza con La Interpretación de los Sueños quiere decir que
vamos a tener que leer, como mínimo, la obra escrita por Freud antes de
1900 para ver en esos escritos los obstáculos que nosotros desde nuestro
conocimiento actual vamos a llamar obstáculos epistemológicos por saber
—porque ya está escrita La Interpretación de los Sueños— que esos obs-
táculos resueltos en el quehacer teórico de Freud, dieron como producto
la teoría del inconsciente. Por lo tanto tenemos que volver a la prehisto-
ria del psicoanálisis, fundamentalmente a los Historiales de la Histeria y
al Proyecto de Psicología, para ver en estos trabajos los obstáculos con los
que se encontraba Freud, unos por no disponer de los instrumentos, otros
por estar equivocando la materia prima y otros por prejuicios racionalis-
tas de Freud contrarios a su propio descubrimiento. Volver desde La
TIEMPO REAL Y TIEMPO HISTÓRICO 173

Interpretación de los Sueños, inicio de la historia del psicoanálisis, y desde


aquí con La Interpretación de los Sueños como instrumento de lectura, leer.
El que quiera hacerlo puede leer la filosofía de Schopenhauer, el
inconsciente de Descartes o el inconsciente de Platón y hacer la misma
reconstrucción, ver cuáles eran los obstáculos de conocimiento o los pre-
juicios ideológicos de esos investigadores y de Freud hasta 1900 y que
impedían la producción del concepto de inconsciente. Estos obstáculos
provenían de concepciones teóricas, que hoy sabemos que eran dos, una
de ellas la concepción del tiempo, y la otra —resistencia importante al
nuevo conocimiento— provenía de la concepción de la verdad.
Tiempo.

El tiempo es lo subjetivo, lo intersubjetivo por excelencia. Y ahí, en ese


drama donde el hombre es sólo tiempo, tener que ser excluido, por ser eso
del lenguaje, es precisamente su trastorno.
El mecanismo es fácil: usted vive una vida, después puede asociar libre-
mente. Y aun, si quiere, puede vivir otra vida.
Si usted lee mil páginas, puede asociar libremente y aparecen frases
coherentes que tienen en cuenta la presencia de otras escrituras y de otras
frases.
Un deseo inconsciente hecho conocimiento puede volver a perturbar
al sujeto y también es cierto que una pulsión, que no hizo eclosión como
enfermedad, como síntoma en un momento importante de la vida del
sujeto como es, por ejemplo, la primera menstruación o la primera eyacu-
lación, hizo eclosión cuando aumentó el trauma externo, como puede ser
un cambio de ciudad o de país.
Las series complementarias de Freud indican cómo la cantidad es muy
importante en cuanto un aumento de la cantidad del trauma, un aumento
de la intensidad de la pulsión establece la enfermedad que antes de ese
momento no se había establecido, siendo el mismo sujeto padeciendo de
la misma problemática psíquica. Freud dice entonces que cuando uno se
psicoanaliza, escapa del control de la cantidad y eso es muy importante.
Quiero decir que escapa a la sobredeterminación en tanto ya no va a
depender de un aumento de cantidad del instinto o del trauma, sino que
va a depender de otras consideraciones. Sin ir más lejos, por ejemplo, de
la relación transferencial. Y así es como a mi entender la transferencia
cura. El establecimiento de la transferencia cura. Por eso ningún psicoa-
nalista tiene que pensar que curar es su función, porque recién cuando se
174 MIGUEL OSCAR MENASSA

establece la transferencia comienza el psicoanálisis y ya está curado el


paciente o podría estarlo. ¿Por qué? Porque así como hay un otro de mi
discurso, se constituyó otro cuerpo que es el cuerpo de la transferencia. y
si antes del psicoanálisis tenía las alternativas de destrozar el mundo exte-
rior o destruir mi propio cuerpo, ahora tengo una nueva alternativa: la
pulsión de muerte, el complejo de destrucción puede caer sobre el cuerpo
generado por la transferencia. Por lo tanto, no es que el paciente esté cura-
do sino que el paciente está enfermo de lo que ya no es él, ni su cuerpo,
sino el cuerpo de la transferencia.
Estoy diciendo, partiendo de la respuesta que hace el psicoanálisis con
respecto al tiempo, que si hay algo verdaderamente subversivo al pensa-
miento filosófico, el pensamiento común, es pensar el tiempo como lo
piensa la teoría del inconsciente.
Es decir, un tiempo tal que toda representación preconsciente, porque lo
inconsciente no es representable, podría adquirir en cualquier momento y
en cualquier situación un tiempo que no es el tiempo en el que aparece.
Los hechos se inscriben entonces en este aparato de una manera singu-
lar, en tanto no hay primera vez, que quiere decir que los hechos se pro-
ducen sólo la segunda vez. O sea, los hechos se registran sin caracterizar-
se como hechos para el sujeto sino sólo la segunda vez de su ocurrencia.
Hay un consejo terapéutico, para el psicoanalista, que es repetir al
paciente histérico un fragmento de su propio discurso, con sus mismas
palabras. En este discurso se verifica aquella situación donde los hechos
no son hasta ser interpretados, hasta que aparezca un segundo suceso que
los transforma en hechos, materiales, históricos.
Para dar un ejemplo brutal: No es cuando su mamá le sacó la teta que
usted sintió ninguna decepción sino cuando, tiempo después, por uno u
otro motivo de sus pensamientos, de sus acciones, usted comprendió que
los niños pequeños tomaban la teta y que se la habían quitado. Y ahí,
recién, usted se decepciona.
No es una frase la que salva al sujeto, son millones de frases. Y aquí me
permito decir que si la demanda es como se dice modernamente, aquello que
nos lleva al fondo del fondo de nuestra primera infancia, el trabajo del psi-
coanalista no sería como se dice “frustrar la demanda”, sino “promoverla”,
más allá que a algún loco luego se le ocurra cumplirla, porque el psicoanáli-
sis necesita que el sujeto llegue al fondo del fondo de su primera infancia.
Pensar que las cosas venían del pasado hacia un presente y luego hacia
un porvenir hizo que toda una escuela de psicoanálisis a la cual pertene-
TIEMPO REAL Y TIEMPO HISTÓRICO 175

cen aún más del setenta por ciento de los psicoanalistas del mundo, la
Escuela Kleiniana de Psicoanálisis, ha creído que la determinación venía del
pasado. y cuando digo que el setenta por ciento de los psicoanalistas del
mundo son kleinianos, no lo digo, o lo digo en broma, en el sentido de que
ya no son kleinianos pero siguen pensando que la determinación viene del
pasado, porque para pensar otro tipo de determinación, también Lacan lo
dice muy clarito, tenemos que cambiar la concepción del tiempo.
Y aquí la paradoja: el sujeto está determinado desde el futuro. Porque
no es la muerte que ya aconteció, ni es la gran indignación que le produ-
jo la decepción fálica, que también ocurrió, ni es el padre terrorífico lo que
determina la vida del sujeto sino que es algo que todavía no ocurrió: su
propia muerte. Y ésa es toda la falta del sujeto.
Ese que desde lo que todavía no fue, determina que el sistema psíqui-
co, sea como es, se llama: futuro anterior, que marca que es el presente el
que determina que el pasado sea un hecho o no lo sea, determina que la
transferencia sea la técnica, en tanto en esa transferencia, en esa actualidad,
se van a generar las frases, los símbolos, capaces de dar cuenta de aquel
pasado. No es que se modifique el pasado, se modifica la sobredetermina-
ción, no el pasado.
No habría necesidad de recordar nada. El hombre hablando con otros
hombres no tendría necesidad de recordar nada. Los psicoanalistas pensa-
mos que aquello que se recuerda está sobredeterminado a recordarse. “No
me hallarías si no me hubieses buscado”; es un dicho bíblico pero que
bien hace a lo que ocurre en inconsciente: lo que se busca ya fue hallado.
¿Dónde? En el proceso inconsciente. Si digo: Todos los hombres que me
miran a los ojos son impotentes, eso es algo que me viene de la realidad y
yo encuentro o yo buscaba hombres impotentes, por eso es que encontré
hombres impotentes. Es decir, yo había hallado en mi escritura psíquica la
figura de un hombre como impotente, por lo tanto no podía hacer ningu-
na otra cosa que generar en la realidad social, o realidad objetiva, ese hom-
bre impotente.
La regresión, mecanismo que tanto tiene que ver con el tiempo, en rea-
lidad sería cuando la demanda del sujeto, y demandar demandamos todos
cada vez que hablamos, cuando ese hablar se recarga con los significantes
de otra escena que ésa que está ocurriendo. A eso se le llama regresión.
El consejo de que el psicoanalista tiene que interpretar aprovechando
la transferencia, marca el sentido que el tiempo del inconsciente imprime
al método. Porque hay que interpretar en la transferencia, porque desde
176 MIGUEL OSCAR MENASSA

un contexto actual se reescenifica el pasado y se lo funda como objetivi-


dad material. Tendrá que aprovechar de la transferencia para interpretar
porque una vez establecida la transferencia el sujeto escucha en el tiempo
en que está transfiriendo, no sólo en la persona a la cual está transfirien-
do. No alcanza que yo le hable como si fuera la mamá, una otra cosa que
no fue dicha en aquel instante, sino que tengo que estar en aquel instante,
es decir, no soy la mamá de esta mujer de treinta y cinco años sino como
la mamá de esa niña de cuatro años.
Si ésta es la labor del psicoanalista suponemos que el sujeto de la trans-
ferencia es esa escenificación de situaciones no tan importantes por pasadas
sino por efectivas en la situación; es decir, el encuentro con el psicoanalista
pone en juego esas pulsiones que estaban reprimidas y cuya represión era
sostenida por la no aparición en la realidad de situaciones de peligro para el
sujeto. Entonces, la transferencia también es, como bien dice Freud, algo
con lo cual el psicoanalista tiene que arreglársela, componérsela, sin haber
tenido nada que ver en tanto la transferencia se genera espontáneamente. Es
el modo de funcionar del aparato psíquico, en tanto el hecho de la transfe-
rencia, ese suceso o ese acontecer entre psicoanalizado y psicoanalista, en
realidad es un concepto teórico y como concepto teórico no quiere decir
ninguna otra cosa que el abandono de una carga hacia otra representación,
es decir, transferencia intrapsíquica. El afecto separado de la representación
prohibida ahora cabalga sobre una representación aceptada por la concien-
cia, o, como vamos a ver, negada. Es decir, son dos las condiciones en las
cuales el ser se pone en contacto con el mundo sin que el sujeto se dé cuen-
ta de nada: la transferencia y la negación.
El sujeto del cual hablamos es un sujeto dividido, partido, no un indivi-
duo, un dividuo. Todo lo que en él funciona como saber es no sabido por el
sujeto. Tanto es así que del inconsciente se trata cuando se dice que se inau-
gura un campo ideológico a partir de un saber no sabido por el sujeto. Ese
saber no sabido por el sujeto es el inconsciente que cuando intento saberlo
lo transformo en conocimiento, en realidad objetiva; es decir lo hago desapa-
recer como saber, lo hago desaparecer como inconsciente en tanto no es
representable y es imposible de realidad, en tanto cuando intento represen-
tarlo sólo es posible para la conciencia bajo la negación. Cuando quiero
representarlo sólo es posible por intermedio de la negación y cuando quiero
expresarlo sólo es posible por medio de la transferencia, es decir, dos situa-
ciones en las cuales el sujeto no sabe lo que sabe.
Teniendo esto presente y teniendo en cuenta las series complementa-
TIEMPO REAL Y TIEMPO HISTÓRICO 177

rias de Freud, podemos decir que el psicoanálisis puede intervenir en cual-


quier momento de la vida del sujeto, y además, transformar cualquier
situación psíquica porque hasta que el sujeto no esté totalmente psicoana-
lizado prevalece, es decir, está en la dialéctica de la cantidad. No está en
mi cerebro decirlo, pero supongo una técnica psicoanalítica que sea capaz
de cargar una pulsión o de descargar un trauma. En el sentido que imagi-
no una técnica psicoanalítica que le permita al sujeto una reelaboración
permanente de su vida, en el sentido de poder abrirse a nuevas cadenas
significantes, es decir, a nuevos tiempos de su propia persona; si ustedes
me permiten, a nuevas vidas de mi propia vida.
Es decir, como mi sentido es la paradoja de no tenerlo, pero eso tam-
bién es una ética, puedo acercarme a cierto grado de verdad para el sujeto
del inconsciente, no de dejarse interpretar los sueños o no solamente eso,
sino capaz de modelar algunos aspectos de su vida, es decir, algunos
aspectos de su discurso según las leyes del inconsciente.
Yo puedo psicoanalizarme, eso le está permitido a cualquiera, pero
además me está ocurriendo otra situación, además hay un pensamiento
que me está pensando mejor de lo que yo me estoy pensando. Se me plan-
tea un problema acerca de la verdad. ¿Quién tiene la verdad de mí si no
dispongo de los instrumentos que dan la verdad de mí? Además puedo ser
neurótico o más psicoanalizado, pero ése es otro problema.
¿Qué realidad objetiva está confundida como realidad cuando simple-
mente es imaginaria? ¿Qué deseos están prohibidos en vuestra sobrede-
terminación familiar que son absolutamente imprescindibles para el de-
sarrollo de las sociedades? Porque alguien puede tener un problema de
trabajo y va al terapeuta y soluciona su problema de trabajo. Pero el señor
que tiene un problema de trabajo, que no puede realizar el trabajo no sólo
está sujeto al inconsciente, también está sujeto a una cierta imbecilidad en
tanto no puede participar de la producción social.
Entonces ¿cómo vamos a pensar esta realidad que nos somete?
Si la ciencia psicoanalítica es una ciencia, lo es por haber deve1ado
algún misterio del hombre; si no, ¿por qué lo sería? ¿Por qué una ciencia
es una ciencia? Porque lo que inventa es un modo de ver una problemáti-
ca humana. En este caso, levanta la represión que el hombre, la ceguera
que el hombre tenía para su propio acontecer sexual, que se hace a tal
grado importante después del psicoanálisis, que Freud llega a decir en un
libro que les recomiendo leer: Psicoterapia, Tratamiento por el espíritu—
1905—, que no sólo se enferma a causa de los deseos inconscientes, sino
178 MIGUEL OSCAR MENASSA

que la única manera de explicar la muerte es mediante estos mecanismos,


es decir, guarda relación con el deseo.
Sobre la polémica abierta acerca de si el psicoanálisis es o no una cien-
cia, habrá que dejar pasar treinta años, procesar todo y ver. Recién empe-
zamos a decirlo.
Hay algo de arte en el psicoanálisis. Leyendo a Lacan, que es un autor
que estimo mucho, me doy cuenta que es su gratificación la topología.
Así como Althusser mató a su mujer en el camino de dar cuenta de su
propio discurso, Lacan, que estaba más psicoanalizado, se hizo topólogo.
Es decir, nuestra ventaja es que este interrogante del psicoanálisis, este
interrogante de la filosofía moderna, nosotros no lo vamos a cubrir con
nuestro cuerpo sino con el cuerpo de la poesía. Parece una bromita pero
no lo es. Yo creo que el discurso lacaniano puede entenderse sin gráficos,
porque hubo un discurso freudiano sin gráficos, porque hay un instru-
mento, el poético, que nos hace despreciar la topología, como un instru-
mento para filosofar.
Digo todas las cosas que dijimos. Para pelear con algo hay que cono-
cerlo. Uno termina conociendo más a sus enemigos que a sus amantes;
con el asunto que con el amante es tan fácil... por eso hay que poner tra-
bas a ese tipo de relaciones para que se generen grandes. Toda relación con
la madre es poco fructífera, quiero decir, toda relación que no encuentre
obstáculos. El hombre está acosado por eso: goza sólo si lo rechazan, sólo
sabe cuando no se da cuenta.
Semejantes sutilezas conviene tomarlas sutilmente. ¿Cuántos hombres
han matado a tantas mujeres porque tenían que haber sido un poco más
delicados y al no poder soportar cambiar de personalidad, se transforma-
ron en asesinos? Es muy duro cambiar de personalidad.
Pero claro, sin un cambio de personalidad no puedo con la gente, por-
que la gente es siempre diferente a mí, entonces, para poder con el mundo
tengo que tener una personalidad más bien floja, aflojada, si no cómo
hago para cambiarla cada vez que alguien me dice, me habla. Y eso tiene
que ver con el tiempo del inconsciente en tanto el inconsciente es el dis-
curso del otro; entonces, me impone el tiempo en el que vamos a vivir lo
que el otro me habla y yo en definitiva escucho.
LECTURA COMO PRODUCCION

Plantearnos la lectura como modo de producción, ha de ser teniendo


en cuenta las variantes filosóficas teóricas que venimos planteando.
Para que sea posible la lectura como producción es necesario partir del
concepto de ruptura, de trabajo, de sobredeterminación, de tiempo real,
de tiempo histórico.
La intención es que podamos armarnos una idea de los instrumentos
que vamos a manejar en nuestra lectura para poder entrar luego en el tema
de la lectura como producción.
El esfuerzo que nos cuesta, tanto la dificultad mía de transmitirles de
manera más precisa estos conceptos, como la dificultad de ustedes en su
manejo, se refiere a la subversión que estos conceptos proponen a la
manera ingenua de leer. Por ejemplo, si digo que el inconsciente freudia-
no es el inconsciente freudiano de los textos de 1895, y en un intento de
precisión, decir que antes de ése ya había inconsciente en los trabajos de
Charcot, y que aún antes de eso la palabra inconsciente aparecía en los
textos de Aristóteles o de Platón, tengo la ilusión de que hubo un proce-
so continuo y cronológico desde la primera vez que se escribió la palabra
inconsciente hasta los desarrollos teóricos de Freud, que todo fue conti-
nuo, un desarrollo donde había cosas pasadas que determinaban las cosas
presentes. Eso es una manera ingenua de leer.
Le llamamos ingenuo al modo normal de lectura, al modo impuesto
por los modelos ideológicos del Estado.
La lectura como producción plantea una subversión de este modelo de
lectura, en tanto plantea que el inconsciente de 1900, el de La
Interpretación de los Sueños, es un inconsciente distinto no sólo del
180 MIGUEL OSCAR MENASSA

inconsciente de la filosofía, sino del propio inconsciente freudiano de los


Historiales de la Histeria.
El tiempo en este modo de lectura productivo no va de atrás para ade-
lante, sino que desde La Interpretación de los Sueños se reconstruyen
como prehistóricos todos los acontecimientos anteriores. El inconsciente
en los Historiales de la Histeria es un inconsciente que es una parte extra-
ña de la conciencia, un cuerpo extraño. Es un inconsciente donde el cen-
tro de la vida psíquica es la conciencia; por lo tanto, no hablamos todavía
del sistema inconsciente que genera, sobredetermina la conciencia.
Si recordamos el otro concepto que vamos a utilizar en nuestra lectu-
ra, el concepto de ruptura, que como el concepto de tiempo dice de una
deformación, un desvío en la manera normal de leer los acontecimientos,
entonces, no es que en la semilla estaba el árbol, como decía Hegel, sino
que desde el árbol puedo reconstruir teóricamente la semilla.
En la vida cotidiana puedo decirle a una persona cuando me dice que
cumple cuarenta y un años: qué cerca estás de los cincuenta; y me con-
testa apresuradamente: “no, estoy cerca de los cuarenta”. Yo puedo con
el imaginario normal de los modelos ideológicos del Estado regidos por
el tiempo del reloj decirle: “no, usted a los cuarenta años no puede vol-
ver nunca más, por lo tanto está más cerca de los cincuenta que de los
cuarenta”.
Sin embargo, sabemos que hay un tiempo, el tiempo del inconsciente,
que no está regido precisamente por esta ideología; es decir, en el tiempo
del reloj las cosas pasadas determinan las cosas del presente y lo más
importante de todo, lo pasado no puede volver a pasar porque ya pasó. Si
está pasando, presente, si va a pasar alguna vez, no puede ser la repetición
del pasado sino que será el futuro.
Para el psicoanálisis es común observar en los sujetos psíquicos con-
ductas, frases, actitudes, acciones que corresponden a edades equívocas.
El psicoanálisis puede ver a un niño jugando a ser grande, y puede ver a
una persona adulta sufriendo por no poder dejar de ser un niño. Con este
ejemplo simple quiero llevarles a la alteración del tiempo.
El tiempo se altera tanto que es posible hacer acontecer lo que no
aconteció. Por ejemplo, si el paciente no tuvo padre para el tiempo del
reloj, para el modelo ideológico ya nunca más lo podrá tener; para el psi-
coanálisis un padre es fácilmente construible, si el sujeto no tuvo padre se
le puede construir un padre, se puede modificar lo que pasó. Como ven,
la práctica técnica psicoanalítica llevada adelante con su teoría nos pone
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 181

en contradicción con el tiempo de nuestra vida, con el tiempo de nuestra


conciencia. Nos hace suponer en nosotros mismos un contra-tiempo.
Estoy llorando como cuando tenía cinco años pero tengo cuarenta y
tres; soy el novio de mi mamá pero tengo cinco años y mi mamá tiene
treinta.
Es decir que, además de no tener tiempo, no estoy regido por la lógi-
ca formal. El orden, el cálculo aristotélico, queda desbaratado porque en
el inconsciente no existen las contradicciones, es decir, un niño puede
hacer de grande, un grande sigue siendo un niño, la boca puede ser el apa-
rato genital, y el aparato genital puede ser una nube, la madre puede ser la
madre, pero también puede aparecer como amante, como entera o como
mutilada, cerca del padre o cerca de cualquier otro objeto. No hay tiem-
po del reloj y no hay lógica formal, no hay armonía, no hay acuerdo por-
que no puede haber acuerdo entre lo que me pasó y lo que relato de lo que
me pasó, porque nunca hay acuerdo entre lo que digo que fue mi vida y
lo que verdaderamente fue mi vida, porque sabemos que no va a haber
armonía entre el sueño que cuento y el sueño que soñé.
Si no hay tiempo ni hay contradicción es muy fácil entender la teoría
del significante. Porque si no hay tiempo del reloj y no hay lógica formal,
las palabras no tienen ningún contenido, porque el contenido de las pala-
bras es su ubicación dentro de una lógica y dentro de un espacio tempo-
ral continuo: pasado, presente y futuro.
Las palabras se quedan sin contenido y nada quieren decir por sí solas;
sólo en la concatenación significante, es decir, sólo en la asociación libre y
en la combinación obtendrán algún sentido.
Los métodos de lectura implican una manera de leer, es decir, una teo-
ría de la lectura.
¿Cómo leemos cuando no disponemos de instrumentos de lectura? Sin
instrumentos de lectura se ingenuamente, es la lectura más prejuiciosa de
todas porque el que lee ingenuamente lee desde un contexto en el cual él
es intermediario de la lectura propuesta por los modelos ideológicos
imperantes, por un lado, y por la lectura impuesta por la sobredetermina-
ción inconsciente, por otro.
Y si no tenemos instrumento de lectura no sólo leemos ingenuamente
cuando leemos libros sino también cuando leemos nuestras relaciones,
nuestros afectos, nuestra vida.
Esto no sólo es complejo, sino que yo diría, es el más alto grado de
sometimiento del hombre en las sociedades contemporáneas: pensar y leer
182 MIGUEL OSCAR MENASSA

ingenuamente. Porque ingenuo quiere decir normal, común y común,


ingenuo y normal quiere decir el modo de pensar, el modo de leer de los
modelos ideológicos del Estado, la religión, el amor, la escuela, la univer-
sidad, la familia.
Habíamos visto que la Física se había valido del vacío formal de las
proporciones geométricas para fundar sobre esa ley matemática, sobre el
vacío formal de esa ley matemática, una ley física. Sin la matemática, sin
la irrupción en el mundo humano de esa experiencia simbólica, el núme-
ro natural, jamás hubiese habido física.
Sin la física era absolutamente imposible pensar la máquina herramien-
ta; sin la máquina herramienta es imposible pensar las fases capitalistas de
producción.
En ese vacío, la máquina herramienta capaz de producir mercancía en
serie, se produce este complejo contradictorio que es el sistema capitalis-
ta, donde se van a generar las Ciencias Conjeturales como la Teoría del
Valor y la Teoría del Inconsciente. Y no es ninguna contradicción sino que
es teórico, histórico, que las sociedades provengan de otras sociedades
mediante una transformación y a eso se le llama historia.
Por lo tanto esas sociedades, cualquier sociedad genera dentro de sí los
instrumentos de lectura. Todo instrumento de lectura que no sea un
modelo ideológico del Estado produce una transformación en el sistema
social en el cual vivimos. Por lo tanto, que no es la toma del poder (de
cualquier poder, estoy hablando del poder psíquico también, ustedes
hagan la metáfora), no es la toma del poder lo que consolida el poder sino
que es la dirección de los modelos ideológicos lo que consolida el poder.
Si no nos bastan los ejemplos de las sociedades capitalistas vayamos a
las culturas donde se posibilitaron cierto tipo de transformaciones, por
ejemplo Cuba, a la que tanto amamos todos, para ver que el mantenimien-
to de los fenómenos ideológicos y de los modelos ideológicos que gober-
naban ese pueblo durante la época de Batista, es decir antes de la revolu-
ción, hacen imposible la transformación de la sociedad cubana, teniendo
en cuenta que es el lugar donde más se transformaron los modelos ideo-
lógicos, pero el sentido de la madre, el culto a la familia, el culto a la ins-
titución, la burocracia de los sentidos, hace absolutamente imposible un
nuevo hombre. ¿Por qué? Porque la sociedad capitalista se arroga el dere-
cho de producir no sólo el modo de trabajar, sino el modo de descansar,
el modo de aprender, el modo de amar, el modo de tener hijos, el modo
de relacionarse con las producciones sociales.
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 183

Si esto fuera poco, es común, por ejemplo, el tan cuestionado capítulo de


la mujer, es común que la mujer frente a cualquier fenómeno social tenga la
menstruación o tenga celos. Esto es un modelo ideológico del Estado, esto
es una resistencia que oponen los sistemas sociales a que la mujer pueda par-
ticipar con conciencia de ello en los procesos sociales y en las transformacio-
nes de esos modelos ideológicos la someten a esa tontería que en realidad es.
Nosotros la lectura que hacemos se llama lectura epistemológica. Hay
varias lecturas epistemológicas, es decir, lo que funda la lectura epistemo-
lógica es una ideología. En tanto, es a mi entender (podríamos discutirlo
en el grupo) un procedimiento filosófico el epistemológico, que trata de
determinar el cómo se produjo el conocimiento teórico, por lo tanto es
una lectura reconstructiva, no crea nada, no genera nada. No es una lec-
tura productiva, trabaja sobre la materia prima de los textos ya escritos
para determinar en ellos el modo producción, los instrumentos y la mate-
ria prima sobre la cual se trabaja.
Entonces, hacemos lectura epistemológica cuando decimos que la
Teoría del Inconsciente nace, surge, se produce en La Interpretación de los
Sueños; haciendo una lectura reconstructiva, podríamos reconstruir el
pasado del psicoanálisis en los Historiales de la Histeria y en el Proyecto,
siempre y cuando tengamos en cuenta la producción de La Interpretación
de los Sueños. Esa es una lectura epistemológica.
Una lectura epistemológica nos dice que el inconsciente de 1900 no
tiene contenidos, en tanto los contenidos del inconsciente en 1900 son en
general los deseos sexuales inconscientes infantiles reprimidos. Todavía
no están escritos los Tres Ensayos que Freud va a escribir en 1905 y toda-
vía no están escritos los ensayos sobre La Sexualidad Femenina y sobre
El Edipo o El Final del Complejo de Edipo, que escribe Freud en 1924.
Por lo tanto, el contenido del Ello en 1923, ya es como si el Ello tuvie-
ra contenido, en tanto sabemos ya perfectamente que lo que se reprime es
el Complejo de Edipo, es decir que en el inconsciente lo que transcurre
son el Complejo de Edipo y las vicisitudes de su rechazo, en tanto, como
ustedes saben, desear desea todo el mundo de la misma manera. La dife-
rencia de personalidades, la diferencia de los imaginarios es el modo en
que cada sujeto renuncia a ese deseo que posee, en tanto es inconsciente y
no depende de su conciencia.
Quiero decir que mata a su padre el que realmente va, agrede a su
padre y lo mata, o mata a su padre cualquier cazador de ciervos que va a
cazar los domingos. Ustedes se dan cuenta de que la diferencia es notable,
184 MIGUEL OSCAR MENASSA

en tanto uno va a parar a la cárcel y al otro a lo mejor le dan un trofeo por


matar a un padre grande, a un ciervo grande.
Es decir que desear deseaban los dos matar al padre, si condenara el psi-
coanálisis irían los dos a prisión. Pero ustedes saben que el sujeto psíquico,
como vamos a ver en la teoría del Superyó, es un sujeto eminentemente
social y el psicoanálisis es un hecho exquisitamente comunitario, en tanto
una persona sola no existe, dos personas son una y para que haya dos per-
sonas tiene que haber por lo menos tres, cuando no cuatro si incluimos, en
el complejo del vivir, la muerte. Es decir: yo, el otro, el tercero y la muerte,
es decir que para que haya dos personas en realidad tiene que haber cuatro.
Cuando hay dos personas siempre es una persona o yo y mi madre, que no
son dos personas sino yo y mi imagen reflejada en el espejo.
El número dos tiene existencia real con la aparición del tercero; cuan-
do aparece el tercero el niño comprende la existencia de una diferencia
entre él y su madre, con lo cual ahora son dos.
El modo en que vamos a comenzar a leer a Freud, a partir de La
Interpretación de los Sueños, sería no ya tanto epistemológico porque ya
tenemos reconstruido, ya sabemos, aceptamos alguna manera para poder
después comprender de otra manera, aceptamos que en La Interpretación
de los Sueños se genera el concepto teórico. Por lo tanto, ya no una lectu-
ra epistemológica sino lo que se denomina lectura científica.
Y ¿qué es una lectura científica? Una lectura científica sería rastrear en
el texto todo aquello que me comprueba la tesis, dejando de lado todo lo
que me desvía de la tesis propuesta.
En la primera clase yo les dije que hay que olvidarse de todo lo que
pensamos acerca de estos temas para ver si podemos ingresar a un campo
nuevo, a un mundo nuevo.
Se trataba de esto, en tanto el modo en que venimos a aprender es el
modo ingenuo de lectura, por lo tanto es el modo que tenemos que aban-
donar porque no hay modelo ideológico del Estado que permita leer una
libertad sexual, no hay modelo ideológico del Estado que permita leer una
libertad de creación, no hay modelo ideológico del Estado que permita
leer una sexualidad que atente contra los designios familiares o religiosos.
Por lo tanto, el modo ingenuo de pensar, el modo ingenuo de leer, es
el modo que tenemos que suspender para poder entrar en una novedad
que va a subvertir como mínimo el modo de pensar.
Siguiendo con la tesis, el sueño tiene sentido. El sentido del sueño,
cuando la tesis al final del capítulo tres: “El sentido del sueño es una rea-
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 185

lización inconsciente de deseos”, para llegar al mayor grado de formaliza-


ción en donde dice: “El sueño es como una realización disfrazada de
deseos reprimidos”, donde en esta formulación Freud incluye que hay
que diferenciar la realidad psíquica de la realidad, y cuando agrega la pala-
bra “como” realización se está refiriendo a como realizado en la realidad,
pero realizado en la realidad psíquica.
Es decir que donde se realiza el deseo es en la realidad psíquica, deseo
como realizado quiere decir que, en la realidad objetiva, el deseo no se
realiza, donde se realiza el deseo es en la realidad psíquica. Disfrazado,
enunciando los instrumentos de condensación y su desplazamiento que
van a disfrazar el deseo inconsciente para hacerlo aparecer en forma de
sueño manifiesto.
Entonces, en el recorrido del texto tendría que buscar todo lo que me
va comprobando que el sueño tiene sentido, que el sentido del sueño es
una realización de deseos y que esta realización en realidad es como una
realización disfrazada de deseos reprimidos. El resto, para que sea una
lectura científica, tengo que obviarlo.
Recuerden que son las primeras clases donde vamos en busca de una
filosofía. Habría una lectura que se podría llamar estructural o lingüís-
tica, que puede ser explicada con el ejemplo del poeta llorando en su
habitación, solo, que se asoma a la ventana y en lugar de decir “estoy
llorando solo, encerrado en mi habitación”, dice “el cielo llora sobre la
ciudad”.
Una lectura estructural, lingüística, alcanza para decir las siguientes
cosas: que la posibilidad metafórica la da el sema común, es decir la posi-
bilidad metafórica la da la caída de gotas, la caída de gotas en el llanto y la
caída gotas en la lluvia, da la posibilidad de transformar el llanto indivi-
dual en un llanto de todo el cielo, el llanto del poeta en el llanto sobre la
ciudad y fundamentalmente la transposición en la hominización del cielo
y en la cosificación de la tristeza, con lo cual el poeta ya no está triste sino
que está triste la ciudad, él no llora, llora el cielo y, además, no es un hecho
individual sino que es un hecho sobre toda la ciudad.
Y esto todavía no es psicoanálisis, esto es análisis lingüístico.
Está claro que en esta lectura, que es una lectura que además usan algu-
nas escuelas psicoanalíticas, es el psicoanálisis del preconsciente (vamos a
decirlo así para llamarlo de alguna manera) y que para que sea una lectu-
ra psicoanalítica ahora, tengo que utilizar los instrumentos de lectura psi-
coanalítica, la interpretación, la transferencia, la resistencia, la represión,
186 MIGUEL OSCAR MENASSA

el inconsciente. Pero para que lo sea, además de averiguar todo lo que ave-
rigua la lingüística, tengo que averiguar la retórica del deseo.
No cómo transformo mi llanto en otra cosa, sino por qué lloro. Y ade-
más, ¿por qué para universalizar mi llanto utilicé el cielo? Eso no lo puede
el análisis lingüístico, eso necesita la asociación del poeta que escribió el
verso, la instalación de la transferencia y la lectura de los lazos transferen-
ciales que unen al poeta con la persona que lo está psicoanalizando.
No es tan sencillo como lo estoy haciendo. Cuando digo lectura
ingenua-lectura-epistemológica, por ejemplo, también el positivismo
tiene lecturas epistemológicas, también el positivismo lógico dice que la
teoría freudiana comienza en el año 23, tiene su teoría, su ideología, su
modo de ver. Para leer como queremos leer tenemos que transformar la
noción de tiempo como habíamos visto, fundamentalmente. Y tenemos
que subvertir el cogito cartesiano. Y aquí viene el dilema que yo creo
que muy pocos psicoanalistas superan, no solamente que muy pocos
alumnos de Freud superan, sino que muy pocos psicoanalistas superan
y que es permitirse pensar de una manera diferente al racionalismo, al
positivismo lógico.
Si el centro de mi vida es la conciencia, ustedes se dan cuenta que el
pensamiento se genera sobre ilusiones. Cualquier ejemplo, miro girar el
sol alrededor de la tierra y tengo un pensamiento. Usted me mira, tengo
un pensamiento, no le pregunto por qué me mira para que usted me diga
una frase, entonces no le contesto a la frase, sino que yo pienso desde la
certeza sensible, desde lo que siento, es decir no me importa ni la realidad
psíquica ni la realidad objetiva.
¿Y por qué el Estado me enseña a pensar de una manera que yo termi-
no desinteresado de la realidad psíquica y de la realidad social, objetiva?
Bueno señores, porque aquél que está interesado en la realidad social la
transforma y aquel que está interesado en la realidad psíquica la transfor-
ma. Y el Estado, el Estado psíquico y el Estado social no quieren que haya
transformaciones de esa situación que los sostiene como sistemas.
Porque habremos de pensar junto con Freud que a la madre no se la
puede matar de ninguna manera, pero también junto con él habremos
de pensar que hay situaciones analíticas donde un hombre comienza a
vivir fuera de la esfera de atracción de su madre. Es decir, cuando Freud
define cura analítica, en realidad lo que está definiendo es una vida
fuera de la esfera de la madre, es decir una vida fuera de los modelos
ideológicos del Estado, porque es la madre cuando le da cariñosamen-
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 187

te la teta a su hijo la que le transmite en ese acto los modelos ideológicos del
Estado, y después cuando lo educa, cuando le enseña a lavarse la cara y no
puede dejar de hacer eso, porque eso se podrá dejar de hacer mediante una
transformación de los modos de producción de hijos y de mercancía.
Toda escritura es producto-efecto de haber elaborado una lectura. Uno
lee y elabora la lectura y produce un escrito. Aquí también se nos vuelve
a plantear que, una vez transformado el tiempo en el cual observo los
fenómenos, no puedo abandonar el método propuesto. Es decir, no es que
leo, elaboro lectura y ahora tengo la escritura, sino que tengo la escritura
y en lo que la escritura no me dice por decir, porque ahí donde me dice
algo me oculta alguna otra cosa, reconstruyo en ese silencio los supuestos
y las ausencias y las preguntas. Es decir, reconstruyo en esos silencios el
modo de lectura con el cual se produjo esa escritura.
Habíamos conversado también acerca de la “imposibilidad”, de la difi-
cultad que el propio sujeto que elaboraba la ciencia o que trabajaba y pro-
ducía la ciencia, o la obra de arte, o el ensayo, o la novela, tenía para poder
hablar o poder llegar a hablar con exactitud del proceso de producción de
esa ciencia o del proceso de producción de la obra de arte.
En el caso de la ciencia, la epistemología, en el caso de las artes, su poéti-
ca. Si esto hubiese quedado separado así para siempre, estarían los artistas
estudiando acerca de la poética y los científicos acerca de la epistemología.
Podríamos decir que es junto con el psicoanálisis, en tanto es a partir de la
dimensión que cobra Freud en la historia del conocimiento contemporáneo,
que cobra dimensión la poesía como método de conocimiento.
Ahora se nos complican un poco las situaciones: Si cuando no encuen-
tro, porque ya he buscado durante treinta y cinco años aquello que de la
mujer he de decir de su sexualidad, usted, querido lector, pregúnteselo a
los poetas, dice Freud.
Cuando Freud está pensando esa segunda escena, a la cual él ya negó
por medio de su imaginación y sus representaciones imaginantes, sin las
cuales es absolutamente imposible la ciencia, a la concepción de un otro
espacio de la conciencia, es en los versos de los poetas que encontró la
posibilidad de pensar esa segunda escena, ese sistema otro de la concien-
cia —así lo hubiese pensado Freud—, en tanto hablaba de él.
Es decir, que si llevados por el desvío que produce toda institución del
psicoanálisis hubimos de hacer hincapié acerca de las lecturas que nos
posibilita el campo de la ciencia, he mentido. Porque he hablado de la lec-
tura ingenua, de la lectura epistemológica, de la lectura científica, de las
188 MIGUEL OSCAR MENASSA

lecturas que nos permiten hablar de una epistemología —materialista—


que puntúa de tal manera las lecturas, pero no hemos hablado de la lectu-
ra poética. Que si el único al cual yo me podía haber referido era a él, él
no solamente había producido una anticipación, sino que también se me
había anticipado en la tesis. ¿Con qué leyó él?, que no leyó ni con el
Principio de Constancia ni con la filosofía del Principio de Constancia, ni
con la concepción de lo latente y lo manifiesto, ni siquiera con la cons-
trucción del aparato psíquico en el Proyecto de una psicología para neuró-
logos —como también dijimos—. ¿Por qué mecanismos de producción,
con qué instrumentos de lectura esos poetas habían llegado a imaginar y
a representar lo que él había podido producir con esos instrumentos de
los que el poeta carecía? Todavía está oculto pero ahí en esa pregunta está
lo que nosotros decimos, lo que muchos dicen, lo que, en el último pre-
mio Cervantes, Octavio Paz afirma en sus escritos desde hace unos vein-
te años, acerca de la poesía como método de conocimiento. Lo que ese
poeta tenía, que era distinto de lo que Freud tenía para producir la imagi-
nería de esa segunda escena, era el método poético. Que no era ni la lec-
tura ingenua, ni la lectura epistemológica, ni la lectura científica.
Todo es escritura, la poesía también. O, si ustedes prefieren, la escritu-
ra es la poesía y el resto —aun las producciones científicas— es el intento
de acceder a ella. O bien, ella genera la pureza del modo en que la escri-
tura conoce, transforma y se materializa, y el resto son sus desviaciones.
O bien podríamos decir, una obra científica, para poder hablar de sí
misma como una producción, tiene forzosamente que escribir otra obra.
Una producción literaria hasta la fecha, una novela o teatro, difícilmente
alcanzan en sus páginas —aunque sabemos que muchos escritores lo
intentan— una teoría del teatro o una teoría de la novela. La famosa poé-
tica que se le atribuye a la escritura en general, y yo particularmente pien-
so que poética tiene la poesía y además la considero como método de
conocimiento en tanto la lectura que ella produce, la produce en el instan-
te de la escritura. Cuando se trata de la poesía, la lectura es el escrito y es
en el escrito que se produce la lectura, el escrito y la poética.
No necesito escribir ningún libro acerca de la poética de la obra de
Ezra Pound sino que tengo que ir a leer la poética de Ezra Pound en los
textos de Ezra Pound. Creo que es la poética de Faulkner la que influye
de alguna manera en el setenta por ciento de los novelistas norteamerica-
nos. Es la poética de Faulkner la que aparece distorsionada, deformada,
desviada, en la novelística contemporánea. No es la narrativa de Pavese,
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 189

sino su poesía narrativa —que es una cosa diferente— la que marca de una
manera definitiva, diría yo, la narrativa actual italiana.
¿Cómo poder —como decía Freud— o qué será para nosotros en aquel
decir, ser psicoanalistas cultos? Según este sesgo por el cual estamos tratan-
do de ir hoy, tan oscuro, a tientas, para Freud un psicoanalista culto sería
poder leer en la poesía contemporánea las futuras tesis que pongan en cues-
tión el psicoanálisis y su transformación. En tanto en ningún otro lugar —
diría Freud, yo no me animo a decirlo, lo estoy diciendo por él—, en nin-
gún otro lugar que en la poesía, aquella poesía producida por aquel supues-
to método que todavía no sabemos cuál es, pero es el método de la poesía
como instrumento de conocimiento, sería el único espacio, el único tiempo
donde el psicoanalista encontraría lo que ya en su práctica se produce. Pero
que los instrumentos teóricos de los cuales dispone no pueden leer el fenó-
meno que ya se ha producido seguramente en la consulta de todos los psi-
coanalistas del mundo acerca del objeto, de la técnica y del método psicoa-
nalítico. En estos ochenta años de práctica psicoanalítica, no solamente el
método se ha modificado en el año 1937, cuando Freud escribe
Construcciones en psicoanálisis, para que el método pase a ser ahora el méto-
do de interpretación-construcción, construcción no reconstrucción.
Construcción porque se va a construir algo nuevo, algo que no existía,
método de interpretación-construcción. El método se ha transformado
más aún porque después del año 1937 pasaron cuarenta y cuatro años de
práctica psicoanalítica. No solamente de práctica técnica psicoanalítica
sino de práctica teórica psicoanalítica. Si hubo una modificación del méto-
do, como nosotros sabemos que no podemos tener un método e ir a la
teoría, que no podemos tener un método y construir el objeto sino que,
antes de tener un método, teníamos que haber producido el objeto de
conocimiento y el objeto de conocimiento era el que daba la materialidad,
la posibilidad, el modo de aprehensión del método, tenemos que la prác-
tica científica era regulada a través del método desde la teoría, tenemos
que suponer transformaciones en la práctica técnica psicoanalítica. Es
decir que en las consultas de todos los psicoanalistas, de cualquier psico-
analista joven, viejo, mayor, con o sin experiencia, la técnica psicoanalíti-
ca que practican actualmente no está en ningún libro. Así como era pre-
científico el lugar aquel donde Freud navegaba entre palabras y situacio-
nes vivenciales con sus pacientes y sus colegas, podríamos decir, tomán-
donos una libertad epistemológica la epistemología no nos permitiría
decir esto—, es como si nosotros, los que nos ocupamos del psicoanálisis
190 MIGUEL OSCAR MENASSA

en esta época del desarrollo del psicoanálisis, estuviéramos en un pozo


como aquél. No exactamente ideológico, no exactamente precientífico,
porque ya se ha producido el concepto inconsciente.
Además, no solamente se ha producido el concepto, sino que se ha
desarrollado, ha crecido, se ha delimitado, ha crecido como concepto, no
que haya abarcado más. No exactamente un momento precientífico pero
sí un momento de oscuridad. ¿Por qué digo esto? digo esto porque en la
práctica psicoanalítica, tanto en la práctica técnica como en la práctica teó-
rica del psicoanálisis, están ocurriendo cosas que no están escritas en los
libros. ¿Dónde estarán escritas?, se hubiese preguntado Freud después de
su experiencia fundamental con aquel poeta. Freud se hubiese contestado:
En la poesía contemporánea. ¿Y por qué en la poesía contemporánea?
¿Cómo hago para leer en la poesía contemporánea las transformaciones
del método, de la técnica y del objeto psicoanalítico sin que nadie me
acuse de loco? Si se modificó la técnica, el método y el objeto psicoanalí-
tico, se han modificado las concepciones del amor, los celos, la envidia, la
represión, la inhibición, se ha alterado el concepto de sublimación.
Si se ha transformado el método y la técnica psicoanalítica se han trans-
formado todas las palabras que la poesía se encarga por nosotros de desme-
nuzar, de precisar, de alterar. Que preguntarle a la poesía no sería ir a pre-
guntarle por el método psicoanalítico, sino sería ir a preguntarle por aque-
llos desvíos en el amor que produjo la transformación del método psicoana-
lítico. Aquellos desvíos en los celos, en el odio —así como se conocen tan
naturales— que ha producido la transformación en la teoría psicoanalítica.
Quiero mostrar que son como dos caminos paralelos y uno puede lo
que otro puede después. Ahí donde la ciencia —una vez constituida va
generando lo que se suele llamar como despectivamente el dogma la doc-
trina psicoanalítica en el caso del psicoanálisis—, que no es ninguna otra
cosa que la reducción imaginaria que tiene que sufrir todo científico en el
momento del procesamiento de la ciencia. Es decir, la limitación imagina-
ria, porque ya no podrá trabajar con el imaginario universal sino sólo con
aquel imaginario que le permitan los límites del objeto que investiga, eso
que normalmente se llama la deformación profesional, no es una deforma-
ción, es una transformación de imaginario.
La poesía, es aquí en el lugar donde adquiere su ventaja sobre la cien-
cia en tanto, si para ella también habría un momento científico y precien-
tífico, ella siempre trabaja con el imaginario universal. Cuando Freud le
ponía la mano en la frente a la paciente y le decía: Hable, él también en ese
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 191

momento no tenía el objeto inconsciente pero tenía un imaginario univer-


sal. Cuando él se acordaba en medio de una sesión con una paciente de un
poema o indicaba el camino de una interpretación por una metáfora poé-
tica o llevado por una metáfora poética o por el rasgo de un cuadro, esta-
ba claro que Freud no tenía el objeto de inconsciente, pero también esta-
ba claro que el imaginario del que imaginaba era más extenso. No tenía los
límites del objeto producido. En el momento donde la ciencia en los ava-
tares de su inscripción social se dogmatiza, es en el imaginario universal
de la poesía donde, si de casualidad la poesía toca ese campo, lo ilumina-
rá más allá del dogma de que se trate.
Lectura como producción también quiere decir que llevemos las cosas
hasta sus últimos extremos, es decir, los extremos posibles. Si como algu-
nos dicen la mujer estuviera fuera de la dialéctica del falo y del valor, sería
ella Otra del Otro inconsciente y del otro de las relaciones sociales, como
habíamos dicho de la escritura. Habíamos dicho que el hombre navegaba
sujeto a leyes que por otro lado eran inviolables, en tanto la violación de
estas leyes terminaba con el sistema que sobredetermina y que estas leyes
eran la ley del falo —por decirlo de alguna manera— y la ley del valor.
Que únicamente no le pasaba esto cuando era capaz de producir escritu-
ra, se tratara de la escritura que se tratara, un cuadro, una obra científica.
Tanto esto es así que estamos todos de acuerdo (todos son algunas escue-
las de psicoanálisis y otras escuelas que no son tanto de psicoanálisis) que
la escritura adviene —dicen— en posición femenina, pero nunca nadie
quiso saber cuáles eran las consecuencias de esta frase. Que así, cuando se
libera la poesía de las leyes que ella infringe por ser modelos ideológicos,
ella es un instrumento de conocimiento, ella es una manera diferente de
leer los fenómenos que acontecen en el mundo, en el universo. ¿Esto no
querrá decir que si se libera a la mujer de lo que ella infringe por ser, es
decir, los modelos ideológicos, ella también sería una nueva concepción
del universo, incluyendo en el universo la realidad y lo real?

NOTAS

l. La Mitología se considera como poesía? ¿Se puede considerar como


lectura poética?
192 MIGUEL OSCAR MENASSA

La Mitología es generada como escrito poético. Preguntas mal, ya que


preguntas si yo lo considero así, no si lo es. En la medida en que pueda
anticipar fenómenos, la lectura es poética.
Cuando digo anticipa no es que anticipe, no es que el fenómeno va a
pasar después, anticipa su lectura, el fenómeno está ocurriendo. El fenó-
meno es el fenómeno de esa realidad desconocida donde ocurren todos
los fenómenos.
Se puede leer un fenómeno existente antes, eso es anticipación. No que
lo que va a ocurrir dentro de cien años, el poeta lo dice ahora.

2. ¿Puede tener que ver con los mitos el hecho de que Freud haya
nombrado palabras de la Mitología como Edipo, narcisismo...?
Esa es una pregunta que yo me haría. Es un trabajo que hay que hacer,
hay que ver dónde está la denominación, eso es lo que tenemos que recons-
truir, cómo lo leía. Es la propuesta, es lo que vamos a hacer. Veo la
Mitología, veo lo que produce, entonces entre la diferencia, entre la materia
prima y el resultado, tengo que reconstruir los operadores. Es un trabajo
que tengo que hacer sobre el texto. Si no me animo a hacerlo, me confun-
do. La pregunta es para poder instrumentalizar todo lo que estuvimos vien-
do en las cinco clases anteriores y todo lo que aparezca acerca de la teoría
del conocimiento. No puedo saber de antemano, sino que tengo que ir a
reconstruir supuestos. Yo no les demuestro a ustedes por la cita literal que
Freud tenía razón. Habíamos dicho que encontrábamos la cita literal y para
saber lo que decía la cita recurríamos al método de reconstrucción de los
supuestos de las preguntas, de las ausencias, la enunciación, para completar
esa escritura con la lectura que él había producido. Puedo estar mirando un
mito pero mi mirada puede no ser mítica. Puedo estar mirando un fenóme-
no científico pero mi mirada puede no ser científica. Puedo estar mirando
un hecho poético y mi mirada puede no ser poética.

3. ¿Cómo la poética logra romper lo ideológico? Pienso que la poética


tendría que ver con el sentido común...
No. Es generadora de sentido común.
Entonces, ¿cómo anticipa los fenómenos que después las ciencias con-
siguen aprehender? Si genera sentido común parece que no tiene que ver
mucho con las ciencias...
Genera sentido común porque primero genera la ciencia, después la
ciencia genera la ideología del campo, y la ideología del campo genera el
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 193

prejuicio, después el prejuicio genera la costumbre. Por ejemplo, pensar 2


+ 2 son 4 no me cuesta ningún esfuerzo. Sin embargo todavía me cuesta
esfuerzo decir que el inconsciente es un sistema otro de la conciencia.
Pero dentro de doscientos años todos los hombres sabrán que cuando
sienten celos por su mujer, no es por su mujer que sienten celos. Ahora
solamente están las ciencias, pero en el año 100 a.C. ya estaba Catulo.

4. Yo dudo que la poesía genere sentido común porque un sujeto que


escribe poesía narra algo desde su experiencia. No. El poeta no narra. Si
usted dice narra está hablando de los narradores, está hablando de otra
cosa. Poeta es aquel que es capaz de producir la metáfora. Que por metá-
fora tiene que ser una construcción inexistente en la realidad.
Como era inexistente en la realidad la doble escena que planteaba Schiller.
Porque el que consigue la materialidad de esa segunda escena es Freud. Ahora
el sentido común me lo da Freud. Voy por la vida sintiendo que tengo un yo
y, en ese yo, un espacio, un escenario donde se van realizando o inhibiendo
mis deseos inconscientes. Aquello del poeta que me hubiese impactado o
ruborizado en el año 1858, en el año 1981 ya es una materialidad teórica y una
concepción ideológica de la vida. Quiere decir, anticipó, fue forjador de una
nueva corriente de opinión que se oponía a la corriente de opinión anterior
que decía que no había doble escena. La frase tardó en materializarse ciento
cincuenta años. ¿En dónde? En La Interpretación de los Sueños.

5. ¿Entonces la poética valdría también como instrumento para aque-


llas ciencias que están más alejadas de lo humano? ¿Más alejadas que el
psicoanálisis, el materialismo histórico, la química, la física...?
No soy yo sino que es Einstein el que dice que sin imaginación es
imposible la representación. Que sin la representación es absolutamente
imposible la conceptualización.
Que él en realidad dice que para que se pueda producir la ciencia, el
científico, antes de producirla no puede caer en el imaginario de la cien-
cia, sino que tiene que permanecer en el imaginario universal. Tiene que
permanecer en el campo donde se produce la metáfora poética, si no, no
hay ciencia.

6. Yo creo que entre nosotros está pasando algo muy novedoso, que no
sé si nos puede recordar o no a otra cosa, porque, como el mismo Freud
dice, no tenemos con qué comparar lo que estamos hablando. Que esto
194 MIGUEL OSCAR MENASSA

les recuerde situaciones familiares, o que en los grupos se recuerden situa-


ciones familiares, es la cortina de humo, la resistencia, la inhibición que se
siente frente a lo nuevo. Entonces prefiero a veces ser loco por el miedo
que me dan las situaciones desconocidas. Situaciones desconocidas que,
aunque estén referidas a los hechos reales, siempre están referidas a lo
único que el hombre teme: a sí mismo.
Que los modelos ideológicos se implanten en nosotros no es sólo
culpa de los modelos ideológicos, sino que hay una tendencia en el ser
humano constituido de esa manera a negar la existencia de otros seres
humanos, y por lo tanto el sometimiento que supone la presencia de otros
seres humanos.
Con la escritura Freud decía: lo que el poeta pierde para poder escri-
bir es el asco que se siente por la existencia de otros seres humanos, por
eso puede escribir una vida para que la vivan otros. Por eso puede la metá-
fora, puede lo nuevo. No le asusta ni le da asco el ser humano, el otro
humano. Por eso puede hablar de una vida imposible de hablarse entre
seres que todavía no quieren aceptar la presencia en el mundo de otros
seres humanos.

7. Seguramente al escribir esa vida que no puede vivir, es cuando Freud


dice que ahí se da una condición de amor en alguien que está haciendo una
actividad de la cual no va a poder aprovechar los frutos, sino que los fru-
tos de esa actividad que está realizando sólo van a poder ser usufructua-
dos por otros que ni siquiera conoce. Esa vida que no puede vivir escrita
ha sido vivida por lo menos en esa página, quiere decir que se ha abierto
el espacio de posibilidad de que esa vida pueda ser vivida.
La característica de la escritura, tema que también nos reúne porque
hablar de lectura como producción es hablar de escritura como cristaliza-
ción de haber elaborado una lectura, es no producir sus efectos jamás en
el momento de ser escrito. Una moral que ya se desmoronó en muchos
libros todavía reside en nuestra casa, en nuestras relaciones de amor, en
nuestras relaciones de trabajo. Una moral totalmente destruida en los
libros y, sin embargo, ¿en corazón no vive Dios si las últimas investiga-
ciones psicoanalíticas muestran que la mujer, por ahora, con el que está
conversando desde hace cinco mil años es con Dios? Sin embargo, sabe-
mos que en los libros Dios ha muerto, pero está vivo en el corazón del
hombre, en tanto estamos hablando del hombre y nos vimos obligados a
hablar de Dios.
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 195

8. Freud dice que no se puede soportar la dependencia que cada ser


humano tiene con otro ser humano, por haber nacido de padre y madre
humanos y haber nacido precoz para vivir. Esto es fundamental para enten-
der al ser humano; si se le deja solo muere automáticamente; su respiración
no puede regularse hasta el sexto mes, su visión no aparece hasta el día vein-
tiuno, no camina hasta el año, gatea luego de los seis meses, no puede regu-
lar la temperatura porque los centros hipotalámicos todavía no funcionan
apropiadamente. En esa inmadurez, que lo llevaría directamente a la muer-
te, aparece otro humano y dice: “a éste no lo voy a dejar morir”. Lo acuna
por la noche para que respire, le pone una manta para que no muera de frío,
y le da de comer porque el niño no puede buscarse los alimentos.
Esa persona que decide que esa otra persona no muera es alguien que
ya debe ese favor a alguien. Si no hubiese nacido de padre y madre huma-
nos no hubiera podido decidir que ese sujeto nuevo siga con vida. Esto es
lo que algunos autores llaman la deuda simbólica.
La “madre mala” es todavía muy psicológico. Es muy psicoanalítico
hablar de la madre mala o del padre castrador, cuando la verdadera castra-
ción es que no puedo tener al otro que me dio la vida. Como no lo puedo
tener le suprimo. Decir que la mujer no puede tener el pene es una susti-
tución, es un mecanismo defensivo al igual que decir que el hombre teme
que le arrebaten el pene.
Lo que la mujer no puede tener es al otro, y lo que el hombre ya per-
dió es al otro.

9. El niño tiene inconsciente a partir de que se funda en él la constela-


ción edípica, a partir de la represión de la relación que tiene con la madre
real, porque la ley prohíbe en lo real, porque en lo real es que un niño no
se debe acostar con la madre o la madre con el niño; en la fantasía el niño
se acuesta todo el día con la madre. El inconsciente acontece cuando acon-
tece la prohibición.
10. ¿Quiere decir que antes no había inconsciente?
Sí, quiero decir eso. El niño no nace con aparato psíquico. Estamos
explicando que el aparato psíquico es en el encuentro con el otro que
acontece, sin otro no hay aparato psíquico. Evidentemente cuando el niño
nace lo que se va formando es su imaginario, en el sentido de que va reco-
nociendo el mismo modo de atenderle, de darle el pecho, de acunarlo, de
mimarlo o de pegarle. Se va dando cuenta de que hay un otro de él, algo
que se mueve que no es él.
196 MIGUEL OSCAR MENASSA

Más adelante veremos que esto se define como la fase del espejo, y que
la posibilidad real la da el cortex. Hasta que el cortex no tenga la posibili-
dad de la reduplicación el niño no puede atravesar por la fase del espejo.
Pero una vez que el cortex esté lo suficientemente maduro como para dar
la posibilidad de duplicación, de los seis meses en adelante el niño va a
atravesar la fase del espejo.
Situación que atraviesa el niño y que le sirve para darse cuenta de que
además de él hay otro. Donde se funda la matriz de identificación, donde
el niño se siente despedazado, desunido y se ve unido en el espejo, que
aparece como un protodeseo en: “Quiero ser ese niño entero”. Sobre ese
“quiero ser ese niño entero” se funda la matriz de identificación; en ese
lugar, de mayor dirá: “Quiero ser novio de ella, quiero ser bombero, quie-
ro ser médico”. Sobre “quiero ser ese niño entero” se funda la agresividad
en el encuentro con el otro.

11. Lo que ocurre es que antes de eso existe la célula narcisística donde
el niño es parte del cuerpo de la madre. Esto tanto es así que la pediatría
moderna dice que el niño no enferma hasta muy avanzado en años, que
cualquier síntoma que padece el niño debe ser revisado en la relación del
niño con la madre, y de la madre, y el padre del niño. Antes de declarar
enfermo al niño hay que ir a revisar la situación de deseo entre el padre y
la madre.
Esta pediatría está en que el niño cuando nace no es el niño, sino que
es una parte del cuerpo de la madre. Hay una frase moderna, poética si
ustedes quieren, que dice: “Si somos dos en realidad somos uno, para que
haya dos tiene que haber tres”. Es decir, tiene que haber alguien que lea
que hay dos, porque cuando hay dos hay alguien que lee que hay uno.
Esto quiere decir que el niño no es un niño cuando nace, sino sólo cuan-
do puede percibir simultáneamente que su cuerpo es diferente del cuerpo
de la madre, y cuando percibe en ella un deseo por otro que no sea él.
Ahí se constituye el inconsciente, es decir el “famoso” Tercero, la ley
simbólica, el padre, el Nombre del Padre, la Spaltung de la Escuela
Alemana.
Cuando percibo simultáneamente esa situación podemos decir que
ingreso en el campo de lo humano. Previamente era la prehistoria de ese
humano, un animal.
Es decir que el niño cuando nace es un animal, pero para colmo enfer-
mo. El chimpancé a los seis meses puede con el espejo lo que el niño no
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 197

puede a la misma edad. El chimpancé a los seis meses cuando ve su ima-


gen en el espejo puede acercarse al espejo y constatar que es una imagen,
y termina enviándole señales al espejo.
El niño no puede alcanzar el espejo, por lo tanto no puede comprobar
que es una imagen, y el estímulo no lo envía él, sino que el estímulo le
viene desde la imagen. Por eso que ese lugar en el espejo es el lugar de
cualquier otro que aparezca en su vida.
La tendencia al encontrarnos con cualquier persona, en cualquier
situación de nuestra vida, es transformarlo en aquella imagen de la cual
recibimos aquella señal, a pesar de ser nuestro propio cuerpo quien la
emitía.
Se ejerce una complejización. En esa complejización que lo muestra
impotente frente al chimpancé, el niño habla. Al mono se le muestra el
plátano y lo va a buscar; al niño se le muestra el plátano de lejos, a la
misma distancia que el chimpancé, y el único remedio que le queda es
pedirlo porque no puede alcanzarlo. En esa complejización es donde se
produce la mutación que diferencia a los animales de los hombres.
Está claro en el chiste siguiente: Una vez le preguntaron a un perro a
punto de hablar, y el perro dijo que por favor no fueran cruel con él.
La crueldad ingresa en la escala animal con el hombre. El sadismo
ingresa en los eslabones de la cadena animal de Darwin con el ser huma-
no, con el animal que habla y padece la ley del incesto es con quien apa-
rece la crueldad.
También el amor y fundamentalmente la posibilidad de sublimación.
La posibilidad de sublimación es transformar aquel animal que fui y que
por estar reprimido en mí siempre retorna en hechos sociales e históricos.
La yegua loca que tengo en mí por haber estado en brazos de mi madre
alguna vez, se transforma en un poema dentro de doscientos años. La
posibilidad de sublimar, la posibilidad de transformar la tendencia a matar
al otro porque no soporto que coexista conmigo; hacerme matar por el
otro por el agradecimiento que le tengo por haberme otorgado la vida;
follar con los árboles; violar a los muertos o cualquier otra brutalidad.
Eso que anida como reprimido, la horda primitiva, comerse al padre,
eso anida como reprimido en el ser humano. Sus efectos prehistóricos,
esas tendencias brutales son transformadas por el mecanismo de sublima-
ción característico lo humano, en un delicado poema, en un puente, en la
abnegada vida de una maestra con sus niños, o en el calvario de cuarenta
y cinco años en un leprosario.
198 MIGUEL OSCAR MENASSA

No hay un solo censor cinematográfico del mundo que no sea perver-


so, no hay un solo héroe que no sea cobarde, no hay ninguna hembra que
en realidad no sea una niña temblorosa, y no hay ningún macho cantor
que no sea un bebé prendido a los pechos de su madre.
Pero también, no hay un solo aparato psíquico que no tenga que luchar
constantemente con sus tendencias a retornar a lo que fue, pasión animal,
inercia mineral. Para complejizar a propósito, para que se den cuenta de la
novedad que estamos estudiando, deberíamos combinar todas estas inco-
modidades con el hecho de que al hombre la vida en realidad no le impac-
ta desde su pasado, sino que lo impacta desde su futuro. No es que repita
ningún sufrimiento sufrido cuando sufre, sino que nació de tal manera y
vive de tal manera porque va a morir, por lo tanto el tiempo del inconscien-
te es un tiempo que se constituye desde el futuro hacia el pasado. Se llama
futuro anterior, del cual hablamos en el capítulo anterior.

12. No sufre el niño cuando le sacan el pecho, sufre cuando ve a otro


niño tomando el pecho, e interpreta por aprés-eoup, por retroacción, por
acción diferida, por recurrencia, objetiva el hecho de que alguna vez le
quitaron el pecho. En esa interpretación cuando él vuelve, cuando recu-
rre, es cuando fija el hecho como objetivo.
El niño habla de la muerte antes de que vea morir a ninguna persona. La
palabra muerte en los niños aparece frente a lo que después en el adulto apa-
rece como sensación de muerte. Por ejemplo, cualquier separación, cualquier
desaparición de un juguete, el niño puede negar a decir la palabra muerte sin
que exista al lado de él ninguna muerte real, la pronuncia frente a esos deta-
lles. Después de adulto, cuando se separa de una amante aparece la muerte,
frente a las despedidas aparece la sensación de muerte, frente a la pérdida.
El niño no le tiene miedo a la muerte porque estuvo a punto de morir,
porque él no se dio cuenta de que estaba a punto de morir, el niño le tiene
miedo a la muerte porque va a morir. Además, hasta que el hombre no
acepta su existencia material finita, dice el psicoanálisis, no ingresa al cir-
cuito del goce. Todo en él podrá ser placer pero no habrá goce, porque
gozar sólo gozan los mortales, es decir, los humanos. Los inmortales no
gozan, sólo tienen placer, dice el psicoanálisis.

13. Quiero que todas estas generalizaciones nos sirvan para que nos
vayamos haciendo a una imaginería, que nos sirva para darle la importan-
cia que tiene la escritura en todo proceso de investigación.
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 199

El tiempo del inconsciente es comparado actualmente con el tiempo de la


metáfora poética. Es decir que hay algo en el mecanismo de producción de la
poesía que se nos puede aparecer similar o equiparable a los modos de produc-
ción de los efectos inconscientes. Es tan metafórica una parálisis braquial como
una metáfora poética. Es tan parecido el tiempo en el sentido de ser universal
del inconsciente como lo es el tiempo de la metáfora poética, en tanto su con-
dición de ser un símbolo universal le da la condición de metáfora poética.

14. El sujeto vive encadenado quiere decir: están los modelos ideológicos
del Estado que dependen de los modos de producción, nadie se puede salvar
de esa determinación, todo el mundo sufre, el que tiene que defender lo que
tiene, el que tiene que reivindicar lo que no tiene. La dialéctica que rige las
relaciones de producción es la dialéctica del amo y el esclavo, todavía no se
ha superado a Hegel. Por lo tanto el esclavo padece de querer liberarse, y el
amo padece de tener que hacer gozar al esclavo para que no se libere.
Por lo tanto el esclavo goza pero no sabe, y el amo no goza pero sabe.

15. Cuando uno lee los Diálogos de Platón, Platón vive en esos diálo-
gos como si fuera contemporáneo. Lo que verdaderamente se inmortali-
za es lo que produce la poesía, no sé si el poeta se inmortaliza. El hecho
poético, la frase se inmortaliza.
No sé si Pavese se inmortaliza, pero se inmortaliza su frase que dice
que llega un momento en la vida del hombre que cuando vuelve a atrave-
sar la calle como cuando era niño para escapar de casa, ya no es un niño y
ya no escapa de casa. No importa quién la dice, dentro de mil años esta
frase será todavía ideología y nadie recordará a Pavese.
Yo nombro a Hegel, pero ustedes lo padecen sin conocerlo; la dialéc-
tica del amo y el esclavo se vive actualmente porque hubo un hombre que
la escribió: Hegel. No hace falta conocer a Hegel para ser hegeliano. Se
inmortaliza el hecho escritural.

16. Digo que también nosotros, yo cuando hablo y ustedes cuando


preguntan padecemos una moral, y esa moral es la moral que criticamos
desde nuestra conciencia porque nos parece arcaica, antigua, fea o mala,
pero que nosotros padecemos. No podemos aceptar que de nuestra cons-
ciencia no surja la mujer que elegimos para casarnos y tener hijos, que no
surja la educación de nuestros hijos. Que de nuestra consciencia como
profesores no surjan las palabras por las cuales voy a querer transmitir
200 MIGUEL OSCAR MENASSA

estos conocimientos. Es muy difícil de aceptar que eso surge del pensa-
miento inconsciente. Para Descartes pensar y ser eran la misma cosa porque
sólo pensaba aquél que era. Para el psicoanálisis cuando se dice que se sub-
vierte el cogito cartesiano, se dice que se subvierte: el hombre piensa donde
no es, por lo tanto no es en su consciencia donde el hombre piensa.
No solamente esto, sino que la consciencia psicoanalítica pasa a ser un
órgano perceptual, con la importancia de los órganos perceptuales. Como
capacidad perceptiva tiene la capacidad de mirar hacia “adentro” y hacia
“fuera”, es decir, está contactada con el otro de las relaciones sociales de
producción, con el prójimo y con el Otro inconsciente. Esa sería la inte-
ligencia de la consciencia. Está generada por la instancia inconsciente y lo
que se produce en la consciencia son producto efecto del trabajo incons-
ciente.
Se subvierte el cogito cartesiano, la lógica aristotélica en el sentido del
bien. Pero nosotros no somos ninguna otra cosa que cartesianos y aristo-
télicos. Vengo a hablar de nuestros prejuicios. Qué otra cosa soy.
Escribo poesía, entonces de la poesía un crítico puede decir: “Fulano
de tal se evade de la dialéctica aristotélica y yo lo acepto”. Pero yo no, las
frases escritas en el libro se evaden de la dialéctica aristotélica.
Habíamos dicho que hay una moral desmoronada en los libros, que el
hombre padece a gusto de padecer esa moral y de ser portador como
estandarte de esa moral que ya no sirve para nada. Ese hombre soy yo, no
es usted. No estoy criticando, estoy criticando a los sistemas que mantie-
nen en nosotros esta ceguera.
Padecemos la ilusión de nuestros sentidos, teniendo en cuenta que para
el psicoanálisis la consciencia es un sentido más, por lo tanto padezco la ilu-
sión de todos mis fenómenos de consciencia, desde mis amores más recón-
ditos hasta mis odios más severos o mi militancia política, hecho éste que me
sirve para decir que todavía no se consiguió transformar la vida de ningún
militante. Esto no se consiguió porque los militantes padecen los modelos
ideológicos, los cuales se padecen inconscientemente.
Por lo tanto, Luporini ya lo decía en 1935, que hasta que el psicoaná-
lisis no intervenga en el campo de la ideología no habrá una teoría de las
ideologías que permita la transformación de los militantes.

17. Cuando digo que el hombre padece de los sistemas inconscientes


tanto a nivel ideológico como a nivel de su vida sexual, no estoy diciendo
que la posición de clase se consigue con el inconsciente; estoy diciendo
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 201

que la posición de clase a veces no puede ser asumida porque el patrón no


es el patrón sino el padre. Que la posición de la casa de la mujer no puede
ser asumida porque el hombre, ese que la somete, también es su enamora-
do. Eso es un problema psicoanalítico y no social; social es la lucha de rei-
vindicación que lleva adelante la mujer, los errores que comete la mujer en
esa lucha desde hace doscientos años no tienen nada que ver con las rei-
vindicaciones sociales que promulgan, sino con los espacios confusiona-
les que tiene la mujer con respecto a su familia y a lo social. Es decir, toda-
vía no pasó la física; digo, para el hombre cuando acontecieron las mate-
máticas tuvo en su presencia por primera vez un símbolo que lo alejaba de
Dios, en tanto pronunciar el número tres era pronunciar un símbolo, y
por primera vez en nuestra historia del hombre cuando pronuncia el
número tres no llama a Dios sino que denomina objetos, numera conjun-
tos de objetos. Produce una ruptura del mundo imaginario, todo símbo-
lo era Dios, ahora es Dios o un símbolo matemático. Eso fue tan impor-
tante para el hombre que así como se generó el símbolo matemático se
generaron todos los procesos científicos posteriores.

18. La sociedad no es eterna, es un estado actual del hombre y se va a


transformar. Por lo tanto debemos suponer que el hombre que se trans-
forma con esa sociedad que se transforma, será otro hombre. No es des-
cabellado que en algún espacio teórico se hable del nuevo hombre.
Cuando nosotros hablamos de decadencia decimos que no tenemos
ilusiones, pero no tenemos porqué tener ilusiones, porque los dos modos
de vida que en este siglo insistieron ser vividas, no pueden serlo. Ni el
cristianismo ni el comunismo pueden ser vividos, por lo tanto estamos
ante una alternativa que si no hablamos de un hombre nuevo, jamás ten-
dremos ninguna ilusión.

19. Nos pasamos la vida leyendo. Leer es ordenar, hacer inteligible. Voy
por la calle, y veo dos o tres fenómenos y los ubico: ése es el verdulero, ésa
es la esquina. Esto es una lectura, estamos viendo cómo es que nos pasamos
la vida leyendo, y después cómo es que no hay tantos tipos de lectura sino
muy pocos. Aparentemente cada persona tendría un modo de lectura, como
cada mirada humana sería una lectura diferente de las cosas.
Siguiendo con esto, hay unas pruebas que se hacen, debe ser en
Estados Unidos, en Minnesota, donde los abogados que se reciben, el día
de la graduación se les hace ver un hecho, y no se ha conseguido todavía
202 MIGUEL OSCAR MENASSA

que ninguno de los alumnos dé la versión de otro de los alumnos. Cada


versión del hecho siempre es diferente, por eso los testigos visuales sirven
poco, es decir, que una retórica jurídica puede inhibir esa prueba tan con-
tundente que es haber visto la escena del crimen, puede inhibir lo que ve
la mirada.
Ya habíamos visto cómo la mirada quedaba invalidada en su manera de
leer cuando hablábamos de los procesos científicos, en tanto mirábamos
el sol y lo veíamos dando vueltas alrededor de la tierra, cuando en reali-
dad era la tierra la que giraba alrededor del sol. Otra vez la mirada en una
retórica, en este caso teórica, había quedado invalidada.
No es otra cosa lo que hace el psicoanalista cuando le requiere al
paciente que por favor se recueste tranquilamente en el diván y no lo mire,
invalidarle la mirada, decirle todo lo que usted hable y yo le conteste tiene
visos de realidad, pero todo lo que usted mire y diga que vio tiene visos
de irrealidad. Tratemos que nuestra relación psicoanalítica tenga más que
ver con la realidad que con la irrealidad, entonces tratemos de que sea
solamente una conversación sin mirada porque la mirada miente, la mira-
da es equívoca.

20. Durante el tratamiento psicoanalítico es posible hacer que deje de


existir la madre fálica que existía, y hacer que exista el padre que no existía.
El tiempo del psicoanálisis es un tiempo que no es el tiempo del reloj,
porque permite generar en el pasado lo que no existía en el pasado, y
hacer desaparecer del pasado lo que existía en el pasado.
Tiempo del reloj, mirada y sentimientos comunes, maquinales: si no
me mira es porque me rechaza; si se va con otro es porque no me ama;
si gasta mi dinero es porque me odia; si me saluda efusivamente es por-
que me quiere pedir algo; si no me saluda efusivamente y es distante es
porque no está pensando en mí. Sentimientos comunes. Cuando la
limosna es grande, hasta el santo desconfía; más vale pájaro en mano que
ciento volando; hasta el treinta de mayo no te quites el sayo; en febrero
busca la sombra el perro: pensamientos cotidianos, sentimientos comu-
nes. Hay que amar a la madre y rivalizar con el padre, también estos se
van haciendo sentimientos comunes, y no tiene por qué ser así como
nosotros sentimos.

21. Esto del pasado tiene una implicación psicoanalítica sin límites en
el sentido de que las comunidades psicoanalíticas se resisten de manera
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 203

empecinada, a dejar el pasado. Los textos más o menos literarios acerca de


esta dramática psicoanalítica, por ejemplo, dicen olvidarse todas las foto-
grafías en el viaje, quemar todas las fotografías, se es sólo psicoanalista
cuando todo lo que otro me dice no me recuerda a nada de mi pasado.
Hay una resistencia del propio psicoanalista a darse cuenta que para ejer-
cer el psicoanálisis es necesario aniquilar el pasado, en tanto la asociación
libre del psicoanalista, que también habíamos dicho que tiene que asociar
libremente, en tanto la atención flotante del psicoanalista tiene que corres-
ponder a la asociación libre del paciente.
Pero está claro que esta atención flotante no puede ir como va en el
paciente la asociación libre del padre a la madre, o a sus relaciones eróti-
cas infantiles o a su dramática actual, sino que la atención flotante del psi-
coanalista tiene que ir a las palabras que pronunció el paciente en días
anteriores, a las palabras que está pronunciando y a la teoría psicoanalíti-
ca, a su propio psicoanálisis y a las supervisiones clínicas, en cuanto cual-
quier asociación libre del psicoanalista lo reenvíe a su vida, a su pasado, en
ese momento no está trabajando de psicoanalista.
Imagínese un cirujano haciendo cirugía cardíaca, justo cuando tiene
hacer una incisión, corren peligro las grandes arterias, él en lugar de recor-
dar las mil veces que hizo esa incisión, las cuatrocientas veces que le vio
hacer a sus maestros cirujanos esa incisión, los libros de cirugía y las teo-
rías acerca de la práctica de esa incisión, recuerda que su novia lo engañó
la noche del sábado, seguramente se “llevará por delante” alguna gran
arteria. Es decir, en ese momento ese cirujano al que se le permitió asociar
libremente y en lugar de asociar libremente con la cirugía de los grandes
vasos asoció libremente con lo que se le antojó, corre el peligro de extra-
viar el bisturí en un gran vaso y provocar la muerte del paciente, por lo
tanto en ese momento no estaba trabajando de cirujano. Un psicoanalista
es lo mismo.

22. Para que un cirujano atienda a su familia, tiene que ser un cirujano
lo suficientemente sano como para darse cuenta que con los seres amados
se tienen sentimientos ambivalentes, que a los seres amados se los ama y
se los odia, se tiene rivalidad y cariño, se tiene ternura pero se tienen celos,
envidias. Si un cirujano tiene en cuenta todo eso es probable que pueda
intervenir a algún miembro de su familia.
Digo que si mi madre fuera psicoanalista yo tendría un prurito de ir a
contarle mis cosas a mi mamá, y si yo la tuviera que psicoanalizar la que
204 MIGUEL OSCAR MENASSA

tendría pruritos sería ella, el psicoanalista no tiene tendencias. Se dan


cuenta, un cirujano con tendencias, que crea que la aorta en lugar de
“pasar” por acá tiene que “pasar” por allá entonces cada vez que opera a
un paciente la pasa para el otro lado. No puede haber un psicoanalista con
tendencias.
En el aprendizaje de cirujano los maestros y los propios pacientes le
van mostrando al cirujano cómo no es conveniente tener tendencias, es
verdad que hay una práctica psicoanalítica donde el psicoanalista tiene
tendencias, la misma práctica clínica, su propio psicoanálisis, las supervi-
siones, el estudio, le van enseñando que no se puede tener tendencias.
No hay que dirigir al paciente, hay que dirigir la cura. No hay que arre-
glar la vida del paciente, eso lo tiene que hacer el paciente. El psicoanalista
tiene que arreglar el mundo psíquico del paciente, tiene que interpretar los
deseos inconscientes que se juegan en la vida yen las relaciones del paciente.
El paciente con esta información sobre sí, con esta verdad sobre su
propia vida todavía tendrá que transformar su vida. No es el psicoanalis-
ta quien transforma la vida del paciente. Es una decisión del paciente.
Hay un parecido con la cirugía en el psicoanálisis que me atrae. Es
como operar una úlcera de estómago, pero si el sujeto sigue haciendo la
misma vida, al año siguiente le sacan otro pedazo de estómago, al otro el
duodeno un trozo de intestino.
El psicoanálisis es lo mismo. Pasa el proceso psicoanalítico, usted
entendió, salió del drama, ya no sufre, pero si usted sigue haciendo la
misma vida vuelve a recaer. Si usted contrajo la enfermedad por comer
mal, si sigue comiendo mal volverá a enfermar.
No hay milagro, hay trabajo del psicoanalista sobre el material del
paciente, hay trabajo del paciente sobre su vida para transformarla.
Imaginen una persona que se está muriendo porque tiene un aumento
de grasas en sangre, bueno, tiene que disminuir la grasa y si no lo hace
muere invadido por la grasa. El médico le hace un diagnóstico, pero si el
paciente tiene un “tenaz” instinto de muerte, morirá.
Borges dijo que la muerte es un accidente hasta los cien años, después
es una elección. Bueno, eso es porque él quiere vivir más de cien años,
porque la verdad es que la muerte es una elección del niño pero es una
elección de los padres. En casi todos los casos podemos pensar que la
muerte es una elección, una sobredeterminación, un acuerdo entre varios.
No hay muerte natural, hay muerte humana, y la muerte humana como la
vida humana es un pacto entre humanos.
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 205

23. Lectura ingenua: no al aborto porque no, sí al aborto porque sí.


Los dos bandos hacían la lectura ingenua del problema, por eso no lo
pudieron solucionar. Divorcio, lo mismo, lectura ingenua; sí al divorcio
porque es mejor, no al divorcio porque es peor. No está el pueblo pensan-
do, están los núcleos de poder pensando por todos nosotros. No hay una
verdadera manifestación popular, un pensamiento nuestro acerca del
aborto y del divorcio, sino que ahí estamos pensando corno piensan los
modelos ideológicos: unos tienen que decir que sí y otros tienen que decir
que no para que siga existiendo la polarización de fuerzas, como en este
momento quieren los estamentos del poder.

24. Hay fisuras, por ejemplo ese libro que tiene en la mano. ¿Qué libro
es? Lawrence, Mujeres Enamoradas: “Los días pasaban y no recibían signo
alguno. ¿Iba a olvidarla, iba a no tornar más en cuenta el secreto de ella? Un
fatigoso peso de ansiedad y ácida amargura se aposentaron en Ursula; sin
embargo, sabía que sólo se estaba engañando, que él acabaría actuando. No
dijo palabra alguna, entonces por supuesto, vino una nota suya preguntan-
do si vendría a tornar el té a su domicilio en la ciudad. ¿Por qué no se inclu-
ye también a Gudrun? se preguntó ella al punto. ¿Quiere protegerse a sí
mismo, o acaso piensa que yo no iría sola? Estaba atormentada por el pen-
samiento de que él deseaba protegerse, pero tras mucho considerar se limitó
a decirse: no quiero que Gudrun esté allí, porque deseo que me diga algo más
a mí, así es que no le diré nada a Gudrún e iré sola, entonces sabré”.
Espero que ustedes se hayan dado cuenta que esos renglones que leímos
son una fisura de ese sistema que nos tenía encadenados a una visión tempo-
ral e ideológica de las palabras. Existe la prensa, utiliza trescientas palabra
para darnos toda la información. Existen la radio y la televisión, que utilizan
entre doscientas y doscientas cincuenta palabras en total para informamos.
En el mismo sitio, España, existen los poetas que escriben con alrede-
dor de tres o cuatro mil palabras, y sin ir más lejos, Gila el cómico, se que-
jaba el otro día, de que había otros cómicos que utilizaban las mismas
palabras que los medios de difusión, y que él se manejaba para ser un
cómico con tres mil o cuatro mil palabras.
En el mismo lugar donde estamos sometidos a tener una vida restrin-
gida a trescientas palabras, en tanto todo lo que el hombre no pronuncia
no posee, en tanto todo lo que el hombre no combina en palabras no
puede poseer en la realidad. Primero tuvo que tener la idea material, el
pensamiento concreto acerca de la mesa para construirla, que para doble-
206 MIGUEL OSCAR MENASSA

gar la naturaleza tuvo que tener un pacto simbólico con otro hombre si
no, no hubiese podido doblegar la naturaleza.
Este hombre que nunca es solo, que está regulado por las palabras que
pronuncia, que los Estados actuales siguen esclavizando como a sus súb-
ditos hace muchos siglos atrás, pero de una manera más moderna y civili-
zada, restringiendo, como en la gran cultura árabe que llegó a dominar el
mundo, donde sólo escribían los cultos, y el idioma escrito era un idioma
diferente al idioma hablado, y hablar no era para nada saber leer y escri-
bir, y era una clase inferior. Una clase superior eran los escritores, y el
idioma no era el que se hablaba sino el que se escribía, por lo tanto el que
no sabía escribir no tenía acceso a ningún grado de poder. Actualmente,
lo que se trata de hacer con nosotros es exactamente lo mismo: reducimos
a un lenguaje no culto, estereotipado, que no nos permita combinaciones
del lenguaje que subviertan la realidad determinada, sea ésta la realidad del
amor, del deseo, del trabajo, de las transformaciones sociales.

25. Un buen grupo revolucionario debería pasarse diez años leyendo,


tal vez conseguirían tener alguna ocurrencia acerca de una posible y
humana transformación. La vida no está en las personas. La vida, nuestra
vida, la vida que estamos viviendo estará dentro de cien, doscientos o tres-
cientos años en algún libro. Ahora no está en ningún lugar. Ahora para
buscar un poco de vida tendremos que recurrir a los libros que nos hablan
de la vida de otros hombres como nosotros, que pudieron o no pudieron
vivir— no nos interesa mucho— pero que pudieron dejar ese rasgo escri-
to de lo que puede ser una vida humana posible.
Cuando estudiamos el fenómeno del milagro, si se lo diéramos a los
iluministas, ellos dirían cómo eso no es posible, cómo la materia viva no
puede resucitar, entonces el milagro no es posible. Si se lo diéramos a
Feuerbach, él diría que solamente se puede entender el milagro si nos
ponemos en el lugar del deudo, de quien ha perdido su ser querido, enton-
ces diría, el deseo, la vivencia del deseo de que resucite el ser querido,
explica la concepción imaginaria del milagro.
De este modo de lectura, de la negación de la existencia del milagro
cuando hay escritura acerca del milagro, será la lectura positivista.
De la lectura de Feuerbach se da toda una tendencia psicológica actual,
la psicología de la vivencia, es decir, para entender los celos tengo que
meterme en una situación de celos, para entender el amor tengo que
meterme en una situación de amor, para entender la fisión atómica tengo
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 207

que fisionar atómicamente mi cerebro. Vemos que si se va siguiendo con


ejemplos llega un momento donde la teoría de la vivencia tiembla por
carecer de fundamentos.
Y por último, Spinoza diría que el milagro es un proceso imaginario, por
lo tanto sólo puede ser hablado, sólo puede ser descrito y sólo puede ser
estudiado con una teoría que nada tenga que ver con el milagro, es decir, con
una teoría, con un instrumento que no pertenezca al hecho del milagro. Es
con una teoría científica, diría Spinoza, que pueda dar cuenta del milagro.
Vimos tres lecturas de tres momentos diferentes de la historia donde se
planteó esta problemática. Podemos agregar que en esta lectura lo que
vemos es una ruptura del tiempo cronológico, en tanto Feuerbach debe-
ría ser más moderno que Spinoza, sin embargo Spinoza en esto del mila-
gro es más moderno que Feuerbach.
Al hacer esta lectura yo también estoy haciendo una ruptura de la cro-
nología porque yo podría pensar que porque Feuerbach es posterior, la
teoría de la vivencia es un desarrollo de la teoría de Spinoza de que el
milagro debe ser estudiado con elementos fuera del milagro, entonces des-
pués viene Feuerbach y dice que no, uno es el instrumento fuera del mila-
gro que se mete dentro del milagro para entenderlo.
Quiere decir que nosotros en la lectura que hacemos, también hace-
mos una ruptura del tiempo.

26. Para recordar y mencionar como lecturas diferentes, se puede ser


kantiano y conformarse con que el investigador esté dentro de los pro-
cesos que investiga, porque al mundo esencial de cosas y objetos donde
el conocimiento venía de los objetos, Kant opone el sujeto cognoscente
y lo hace ingresar en el campo de los objetos y de las esencias. Y ésa seria
una manera de leer los fenómenos, incluyendo al observador dentro de
los fenómenos.
Pero si se quiere dar un paso más y ser más spinoziano, no se podría
conformar con eso, sino que exigiría como lectura, para que fuera posible
la lectura, el observador, el sujeto cognoscente dentro del campo de los
objetos, tiene que poder en su lectura transformar la realidad que lee y
transformarse él, si no, no leo.
Estas aproximaciones de Spinoza son las que generan en la actualidad
todas las modernas teorías del conocimiento, desde la escuela de
Frankfurt hasta la escuela materialista de París, hasta nosotros estamos
influidos por estas anotaciones de Spinoza, en el sentido que suponemos
208 MIGUEL OSCAR MENASSA

que un psicoanalista que no sea capaz de transformar su propia vida, es-


absolutamente incapaz de poner en práctica el método psicoanalítico.
Pensamos al estilo de Spinoza, con nuestros instrumentos modernos
que Spinoza no tenía, que el psicoanalista, es decir el sujeto cognoscente,
dentro del campo de lo psíquico con el instrumento de trabajo de lectura
método psicoanalítico, no sea capaz de transformar la realidad que lee, el
mundo psíquico del paciente, y su propia realidad psíquica, no está ejer-
ciendo el psicoanálisis.
Se dan cuenta que con esta teoría del conocimiento, si lo pasamos a la
Teoría del Valor, al marxismo, esto nos puede dar alguna medida de que
no fue tanto fracaso en última instancia, las revoluciones marxistas, sino
que se puede evaluar sus errores pensando que todavía no fue práctica
marxista, en tanto para la práctica marxista con esta lectura que estamos
haciendo del conocimiento, se hace absolutamente necesario que el prac-
ticante de la Teoría del Valor, no sólo transforme la realidad que lo circun-
da con la lectura de la realidad, sino que se transforme él mismo. Eso aún
no ha ocurrido en el campo de la Teoría del Valor.
No sabemos si al ocurrir en el psicoanálisis lo que hablamos de lectu-
ra y escritura, podemos aventurar que no han de ser los escritores psico-
analíticos los que hagan pasar el psicoanálisis de siglo. Si el psicoanálisis
en cien años no ha transformado la mente de un escritor, de ningún artis-
ta, de ninguna persona capaz de expresar sus pensamientos por alguno de
los modos de expresión conocidos, el psicoanálisis no pasa de siglo.
El psicoanálisis pasa de siglo si un novelista, un poeta, un pintor, trans-
formada su personalidad y su modo de pensar con el instrumento psico-
analítico genera esa producción artística, esa transformación artística.

27. La lectura epistemológica es una lectura reconstructiva no produc-


tiva, en tanto trata de reconstruir el modo en que fueron producidas las
ciencias. Está claro que habrá varias epistemologías, en tanto cada
corriente científica tiene su filosofía de sostén, y la epistemología es más
un hecho de la filosofía de las ciencias que un hecho científico.
Decir que el psicoanálisis empieza en el inconsciente de Descartes, es
una epistemología; decir que empieza con la teoría del Superyó es otra.
En la epistemología que nosotros manejamos la categoría central de
esta manera de leer los procesos científicos, es la categoría trabajo.
Se hace necesario, para la producción de toda ciencia, materia prima,
instrumentos y objeto de conocimiento. Se incluye como categoría la
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 209

categoría de trabajo teórico. En esta epistemología se da un status domi-


nante al cuerpo teórico de toda disciplina, la práctica-técnica, el lugar en
que me apropio de la realidad según esta epistemología puede ser científi-
co o ideológico.
Es “ideológico”, inapropiado cuando se deja guiar por la realidad y no
por el modelo teórico, es decir, el método catártico es ideológico porque
trataba de solucionar en la realidad los problemas que planteaban los
pacientes de Freud.
El método de la interpretación psicoanalítico es científico porque depen-
de de la generación del objeto inconsciente, en tanto el método de interpre-
tación sólo es posible después de la construcción del objeto inconsciente.
Esta epistemología da un status dominante al proceso teórico: sin el
proceso teórico no hay práctica social transformadora, hay práctica social
ideológica, repetitiva y ociosa, es decir esta epistemología dice que la ide-
ología es una concepción general del mundo, lo que los alemanes llaman
la visión del mundo (Weltanschaung).
La ciencia nace reprimida, limitada. Si habla de todo no es ciencia, es
ideología. La ciencia habla solamente de su objeto, por lo tanto si la lec-
tura epistemológica es la reconstrucción de cómo fue producida la cien-
cia, la lectura científica será una lectura tal que deje de lado toda la suge-
rencia del texto y que solamente lea del texto aquello que fundamenta la
tesis que me quieren demostrar.
Si no colaboro con el texto científico, no existe la lectura científica. Si
voy con un aparato racional a leer una ciencia, sólo conseguiré pelearme
con el texto que lea, en tanto si es una ciencia no puede corresponder a mi
aparato racional.
“Los sueños son una realización de deseos”, primer párrafo de La
Interpretación de los Sueños. A partir de la tesis, un sueño es una realización
de deseos, lectura científica quiere decir rastrear con mucho cuidado en el
texto solamente aquello que demuestre que los sueños son una realización
de deseos, y rechazar —no como leemos nosotros que cuando vamos leyen-
do vamos quitando del texto todo aquello que nos compruebe que la tesis es
falsa—, eso no es una lectura científica, es una lectura ideológica.
Lectura científica quiere decir meterme dentro de la dialéctica del texto
y leer lo que fue escrito, después en todo caso podré criticarlo. Para leer
lo que fue escrito tengo que saber con qué instrumentos de lectura leyó
Freud en este caso, para poder escribir La Interpretación de los Sueños.
Ahí es donde incluimos en nuestra lectura que Freud leyó con el Principio
210 MIGUEL OSCAR MENASSA

de Constancia, con la noción de aparato psíquico y con la noción filosó-


fica de latente y manifiesto.
Luego vimos la lectura psicoanalítica, que parece que no se puede rea-
lizar fuera del contexto que la determina como tal, por lo tanto para que
haya lectura psicoanalítica tiene que haber contexto psicoanalítico, tiene
que haber algún pacto, un contrato que determine que eso que se va a
hacer será una lectura psicoanalítica, en tanto la lectura psicoanalítica es
un hecho casi experimental.
Tiene que haber psicoanalista, tiene que haber psicoanalizado, contra-
to, asociación libre, atención flotante, transferencia e interpretación psi-
coanalítica. Eso es una lectura psicoanalítica, pero de cualquier situación.
Si nosotros contratáramos una lectura psicoanalítica ésta sería posible.
De tener ese contrato con ustedes hubiera preguntado cómo era posi-
ble que yo nunca podía llegar tarde ni aun cuando tenía inconvenientes,
porque siempre alguno de ustedes llegaba más tarde que yo.
Pero como nosotros no teníamos ese contrato, nuestro contrato era
que yo venía a dar las clases y ustedes me escuchaban, yo tuve ocultar esa
posible iniciación de una lectura psicoanalítica, para la cual hubiese sido
necesario tener un contrato que dijera que esto iba a ser una lectura psi-
coanalítica.

28. En los grupos hay dos lecturas, la lectura del grupo y la lectura psi-
coanalítica que hacen los coordinadores del trabajo grupal. La clase debe-
ría ser trabajada por los alumnos y ahí se verían, al año, a los dos años ten-
dríamos que poder saber, con qué modelo de pensamiento hablaba cada
uno. Ahora no sabemos, pero entre nosotros habrá freudianos, marxistas,
kleinianos, cartesianos, aristotélicos. Vamos a ir aprendiendo que no se
habla libremente, o me someto a ideas predeterminadas que yo determi-
no, o me someto a ideas predeterminadas que yo determino, o me some-
to a lo inasible ideológico. No hay libertad para hablar. O me pongo de
acuerdo y pacto con otra persona que voy a respetar estas leyes, o tengo
que respetar las leyes impuestas por el código civil, la constitución.
No hay manera de evitar el pacto, el acuerdo, si se trata de lo humano.
El psicoanálisis, dice Freud, es un hecho exquisitamente comunitario,
para decir que cuando el psicoanalista está con el paciente en el diván a
solas en la consulta, no está a solas. El paciente está representando una
comunidad y el psicoanalista está en representación de otra comunidad.
Es un choque entre comunidades.
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 211

Si los psicoanalistas se dieran cuenta de esto tendrían un poco más de


cuidado en su tarea, en tanto, aunque no lo sepan, están siendo observa-
dos, como si estuvieran televisando lo que hacen. Porque esto que hacen
en la consulta privada, a solas, después aparece en sus pacientes, en sus
discípulos, en sus escritos. Si no aparece ni en sus pacientes, ni en sus dis-
cípulos, ni en sus escritos, ese psicoanalista no existe, por lo tanto el tra-
tamiento con ese psicoanalista no existió, es imaginería como la relación
que tuve con mi tío José, que hasta que no la escriba no existe.
29. La sensación que a mí me gustaría que quedara en ustedes antes de
entrar en la Interpretación, es que no hay una sola manera de pensar, para
mí eso sería suficiente.
Que por lo tanto, toda inhibición en la lectura, toda fuerza, todo odio,
puede llegar a ser interpretado por ustedes mismos en el sentido de que
cualquier exageración afectiva puede estar indicándonos una resistencia al
conocimiento.
Al darnos cuenta de que hay pensamientos diferentes a nuestros pen-
samientos. Y que hay formas de mirar la realidad objetiva que hacen de
ésta otra cosa según quién la mire, según desde qué posición se mire.
Cuando miro como mínimo pesan sobre mí dos sobredeterminacio-
nes; la determinación de clase, cada vez que hable hablaré en favor o en
contra de la burguesía, en favor o en contra del proletariado. Pero tam-
bién cada vez que hable, que lea, lo haré determinado por la posición en
el sistema inconsciente.
Es decir que hablaré en favor o en contra de la burguesía, pero también
en favor o en contra de un deseo de mi padre, o bien —a veces es mucho
peor— de un deseo de mi madre.
Quiere decir que toda lectura debe ser estudiada. Todo sentimiento
exagerado debe ser estudiado, los celos exagerados, la envidia exagerada,
el odio exagerado por un compañero o por una compañera deben ser
estudiados.
Hay ahí una resistencia, ahí donde el afecto se exagera, ahí hay una
resistencia. ¿Qué resistencia? ya dijimos una, encontrarse con lo nuevo,
encontrarse con pensamientos diferentes a los de uno, y lo peor de todo,
encontrarse con pensamientos propios que uno no se imaginaba siquiera
que pudieran estar en uno.

30. Si creo que es inconsciente todo lo que no está en la conciencia, y


eso es un modo de lectura, creeré que el recuerdo encubridor es el deseo
212 MIGUEL OSCAR MENASSA

productor del sueño. Si tengo como instrumento de lectura que lo que no


está consciente y luego aparece en la conciencia es preconsciente y que
esto que aparece es producto —efecto de un trabajo realizado en otro
escenario, el inconsciente, entonces no podré leer que lo que recuerda el
sujeto en análisis, es el deseo productor del sueño, sino que sabré que lo
que recuerda el sujeto del análisis por recordarlo, es preconsciente.

31. Hay varios modos de lectura. Unos son teóricos, otros son ideoló-
gicos, científicos, epistemológicos, religiosos, mágicos. Hay uno que es el
más común de todos que es el ingenuo y se basa en la buena fe. Es decir
que cuando me pongo frente a un fenómeno y quiero ser ingenuo en su
lectura en realidad estoy leyendo como los modos de los modelos ideoló-
gicos del Estado o bien, como leería el deseo de mi madre en mí. El error
cometido de buena fe es el peor error de todos porque la buena fe vetó,
impidió el conocimiento de la situación. Se actuó de buena fe quiere decir,
no se quiso conocer cuáles eran los procedimientos de la acción que se
lleva a cabo. Por ejemplo: un psicoanalista que interpreta de buena fe es
un psicoanalista que no interpreta como corresponde sino que interpreta
cuando siente, cuando cree que al paciente le va a hacer un bien, cuando
cree que es mejor comunicarles a los niños la vida sexual que todavía no
se produjo en ellos. Freud estaba en desacuerdo con comunicarles a los
niños la programación de su vida sexual porque decía que el niño emple-
aba el mecanismo de negación e intelectualmente comprendía lo que le
decían pero afectivamente seguía viviendo sus fases que nada tenían que
ver con la explicación.
En una conversación de una madre con un niño de 4-5 años acerca de
los Reyes Magos, la madre le comentó que los Reyes Magos eran los
padres, a lo que el niño respondió: “Porras. Papá y mamá no pueden bajar
del cielo”.

32. Los modos de producción del objeto técnico están socializados


hace más de quinientos años y pienso que el modo de producción del pen-
samiento no está para nada socializado, que todavía es artesanal el modo
de pensar, que por lo tanto hay un avance del objeto técnico sobre la pro-
ducción del pensamiento de unos quinientos años,
Entonces yo creo que cuando el Grupo Cero se plantea la opción
Poesía y Psicoanálisis lo que pretende es generar una máquina herra-
mienta.
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 213

Es en la sociedad capitalista, creada por el avance de la física, por la pro-


ducción de la máquina herramienta, donde aparece la posibilidad de una
máquina herramienta al nivel del pensamiento. Léase marxismo, léase psico-
análisis o lingüística. Como si aparecieran los términos de una ecuación que
posibilitarían que el pensamiento dé el salto que dio el objeto técnico.
No sé cómo se puede pensar en una universalidad teniendo en cuenta
que se debe socializar un pensamiento y además teniendo en cuenta que es
un pensamiento que parece que no se puede transmitir a tontas y a locas, en
tanto el recalco que se hace en los transmisores del psicoanálisis es la forma
particular en que cada sujeto acepta que se le transmita. Es decir que si bien
podría haber un modo general en el transmisor, lo que no se encuentra, lo
que no se lee que ha pasado todavía no ha pasado, es un modo general en el
que, al que le es transmitido, ése siempre pide un modo personal que depen-
de de su estructura imaginaria, estructura imaginaria que además saben que
no hay dos iguales, que lo privado, en última instancia, entendiendo por
privado, como lo emplea el materialismo dialéctico, privado a alguien, es
decir, privado, en ultima instancia es privado al resto de la humanidad. Es
ese pedazo de humanidad que lleva como correlato mi nombre y apellido.
Es un trozo de humanidad capturado, robado, quitado, privado al imagina-
rio universal. Ese imaginario privado, ese imaginario personal es el que se
pone en la situación de que se le transmita el psicoanálisis. Este rasgo parti-
cular tendrá que recibir esa piedra particular, tendrá que tener instrumentos
precisos a esa piedra para ser tallada. Esa piedra dispone, exige ser tallada
por tales y tales instrumentos.

33. Modos de lectura: voy a mi psicoanalista, le digo una frase. Como


no me contesta estoy callado cuatro meses. Eso depende de la lectura, de
creer que las conversaciones se construyen una frase tú, una frase yo, una
frase tú, una frase yo...
De que el amor es: te doy, me devuelves, te doy, me devuelves y cuan-
do no me devuelves le doy a otro. Es decir, es la impronta del modelo ide-
ológico, de la puesta en escena del mercado en las relaciones afectivas. Es
un triunfo de la determinación social sobre la determinación inconscien-
te. De cómo se colocan las mercancías en el mercado sé que las personas
se colocan en el mercado del amor como se colocan las mercancías.
Entonces las personas terminan teniendo contenido y continente como
muchos libros de psicología que ustedes habrán leído que son así. Las per-
sonas terminan teniendo fachada e interior, es decir, modo de aproxima-
214 MIGUEL OSCAR MENASSA

ción y verdad, como las mercancías. Y una mercancía de lujo es aquella en


que coincide el continente con el contenido. Y si no es de lujo por lo
menos es auténtica, por lo cual es de lujo. Entonces, una personalidad
auténtica es aquella que hace coincidir lo que dice con lo que hace. Es
decir, termina evaluándose a las personas por el modo de evaluación de las
mercancías en el mercado capitalista, en tanto, si yo doy y me dan eso
dependerá de un cierto tipo de oferta y demanda. Cuando nosotros sabe-
mos que el sujeto psíquico no puede cuando habla ofertar nada sino sim-
plemente demandar. Es decir que con esta interposición de una ley del
mercado en las leyes psíquicas, el hombre resulta que ahora demanda y
oferta cuando en realidad su única posibilidad cuando habla es demandar.

34. No hay lectura ingenua, si no leo soy leído por mi propia lectura,
que no me pertenece, es decir, estoy alienado.

35. La escucha analítica es, a mi entender y al entender de Freud y


Lacan, poética. La escucha analítica no puede ser psicoanalítica, ni puede
ser ingenua, ni puede ser epistemológica... Porque cuando concluyo la
interpretación, que no es precisamente la escucha sino la escritura de la
escucha, el imaginario queda restringido, porque si no estoy suponiendo
que eso que voy a vivir dentro de unos instantes ya lo viví. Es decir,
supongo que lo que el paciente irá a decir está en algún libro. Por lo tanto
la escucha tiene que ser la escucha del imaginario universal, no puede ser
restringida del psicoanálisis, la escucha es poética.
Frente al deseo, una vez establecido el deseo de hablar, el que escucha
es un poeta, y el que interpreta es un psicoanalista, porque el que inter-
preta es la escritura, es lo que va a quedar escrito de la relación, la histo-
ria de deseos, la construcción no se va a hacer ni sobre la asociación, ni
sobre las conversaciones que hubo entre interpretación e interpretación,
ni sobre los paréntesis del psicoanalista, sino que la construcción de una
historia de deseos, de una historia deseante, se va a hacer sobre las inter-
pretaciones, sobre las notas que son las interpretaciones.

36. Al hablar de lectura, hablaremos de la función escópica, en el senti-


do de que toda lectura implica una mirada. Como sabemos, una mirada
siempre es sospechosa de pertenecer al pensamiento inconsciente, y no a la
realidad como se supone. Por lo tanto, está en juego el deseo del que lee.
El deseo del que lee ya está incluido en varias concepciones del pensa-
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 215

miento, donde ya Spinoza habla de manera tangencial cuando dice que el


observador tiene que poder transformarse en la lectura. El que lee tiene
que transformar lo que lee y tiene que transformarse. Es decir, eso y
hablar del deseo del psicoanalista es lo mismo, porque ¿qué será lo que
transforma el lector sino su propio deseo? ¿qué será lo que transforma el
lector sino su propio deseo puesto en acto?
La sobredeterminación no tiene ningún carácter punitorio, ningún carác-
ter dramático, fatalista. La sobredeterminación puede ser transformada, pue-
den ser transformados los productos— efecto de la sobredeterminación.
El gran descubrimiento freudiano, la originalidad del pensamiento freu-
diano no es que no existe la locura y que los locos son iguales que los enfer-
mos, y que los enfermos son iguales que los locos, sino que la enfermedad
habla, no que no existe la enfermedad. El gran descubrimiento freudiano es
que la enfermedad habla, y por lo tanto en la cadena significante iríamos a
encontrar para saber lo que la enfermedad dice, porque habla en el habla; es
decir, el otro gran descubrimiento es haber nevado la sexualidad al habla.
Estos son los dos puntos más originales y más irritativos del descubri-
miento freudiano. La sexualidad se desarrolla en el habla, por lo que las
enfermedades que algo tendrán que ver con la sexualidad hablan, es decir,
la enfermedad habla.
La enfermedad habla y habla de cualquier manera, porque todos
hablamos. Sin represión no hay inconsciente, yeso es verdad, pero es ver-
dad para el neurótico. Sin represión no hay constitución del inconsciente
en la histeria. También podríamos decir sin renegación no hay inconscien-
te en el homosexual, y puedo dar un paso más y decir que sin forclusión
no hay inconsciente ni en la paranoia ni en la esquizofrenia.
Evidentemente, en la obra de Freud está mucho más desarrollada la
propiedad del inconsciente bajo los términos de la represión, pero no es
que deje de desarrollar los otros puntos, sino que no los articula como
nosotros ahora, por venir después de Freud, podemos articular.
El inconsciente es todo lo que se reprime, lo que se reniega y lo que se
forcluye, y lo que haría verdaderamente real inconsciente a todo esto es la
repetición, se repite cuando se reprime, se repite cuando se forcluye y se
repite cuando se reniega.

37. Cuando pienso la interpretación, no es una interpretación. Puede


ser una respuesta, una señalización, una escansión en el discurso, pero no
es una interpretación. Una interpretación es inconsciente, es decir que si
216 MIGUEL OSCAR MENASSA

el hecho se produce después de haber sido producida, si entra en el regis-


tro de la conciencia, dentro de la elaboración secundaria que realiza la
conciencia con todo, deja de ser una interpretación. Por eso se dice que el
inconsciente se da en acto, no solamente en el sujeto que se psicoanaliza
sino en el psicoanalista que interpreta.

38. ¿El grado de libertad tiene que ver con el grado de ignorancia?
Que sea un saber no sabido no quiere decir que sea ignorado. Saber no
sabido. La conciencia no tiene ningún reparo en llamarse ignorante, a reco-
nocer que hay algo en ella que se produce fuera de su campo de acción.
Saber no sabido, indica más que es algo que se produce sin la ley de la con-
ciencia. En cambio, ignorancia, otra vez la conciencia es su reflejo de tota-
lidad muestra al sujeto no queriendo saber, cuando lo que pasa es que el
sujeto sabe, sin saber que sabe. No ignora, sabe, pero no sabe que sabe.

39. El problema de la Escuela Lacaniana de París, es que todavía no


hicieron el pasaje de transferencia, la transferencia todavía es con Jacques
Lacan, que además era más extravagante que su obra; su obra tiene una
lógica estructural, su vida y su modo de ser no tienen ninguna lógica.

40. Para entrar en el código tengo que darme cuenta que no es, que no
hay código, ésa es la premisa fundamental para entrar en el código, pero
además tengo que aceptar la existencia de un código que no es, no que no
tengo que aceptar la existencia porque no lo sea.
Cuando hablamos de causa es una carencia la causa, pero no podemos
denominarla como menos uno, por ejemplo, sino que es uno de carencia,
no había menos uno de carencia porque es una carencia, porque es una
ausencia, porque no hay que sea positivo, que produce un hecho positivo,
que era causa, que esa carencia era una causa, que el objeto a, que lo fal-
tante, lo no existente es causa, entonces es uno de carencia.

41. La libertad no puede sobrepasar su libertad. Eso le permite a la


mujer el tener cierto grado de libertad a pesar que el imaginario de la
Constitución es más avanzado que el imaginario del hombre español, a
pesar de eso, la Constitución es la que permite a las mujeres un grado de
libertad familiar que la familia no les permite en absoluto.

42. “Bueno, yo soy eso, soy esa insignificancia, soy ese deseo, soy es
LECTURA COMO PRODUCCIÓN 217

perversidad, soy esa falta, ese vacío”, sin necesidad de ponerse a llorar, ni
de matarse, ni de matar a nadie, ni comerse doscientos kilos de carne y
engordar, ni entrar en anemia, ni toser, ni morirse, ni eyacular precozmen-
te, ni...
“No puedo escribir, no puedo escribir”. El sujeto plantea una impo-
tencia, plantea una conmiseración: “Pobrecita, no puede escribir”.
Detrás de eso hay que ver un egoísmo intenso de no querer hacer com-
partir a nadie más mis vivencias, mis pensamientos, mis elucubraciones.
Un sujeto que a la vista de la gente puede hasta producir conmiseración,
pena, “pobrecito”. También hay un intenso egoísmo en quien no lo hace,
en el sentido de que evita. Aquellos que escriben y no publican, es como
la mamá que se embaraza y al noveno mes dice: “No quiero parir”. No
quieren mostrar, y es como no querer mostrar que hablo. Lo mato para
no mostrárselo al otro genitor, es decir, lo entierro en el cajón del escrito-
rio el escrito, lo mato para no mostrárselo al otro genitor, que en realidad
era el mundo, el público, los lectores. Lo mato al escrito, como al hijo lo
mato dentro de mi vientre, para no mostrárselo al padre.
Como ven, son dos formas del silencio.

43. La sexualidad está en la palabra, el nivel de la sexualidad es la pala-


bra. Esto modifica el criterio universal de las cosas. Cuando digo que no
está comprendido socialmente digo que todavía es una cosa de laborato-
rio, tal vez esté más aceptado que la enfermedad habla, en tanto que cual-
quier persona frente a la enfermedad, si el paciente es capaz de decir algu-
na cosilla que les oriente. La sexualidad es del orden del lenguaje.
El goce no tiene que ver con ningún acto, sino que tiene que ver con
una elaboración simbólica, en el sentido de que es... “cuando deseo ser
deseado me cruzo con quien desea ser deseado por mí” y ahí el goce.
Cuando se cruza el deseo de ser deseado con otro deseo de ser deseado,
hay goce.
Todavía no pensamos así, vivimos como libros anteriores.

44. Lo ignorado tiene que ver con lo conocido, y lo importante del


saber no sabido, del saber inconsciente, es que cuando lo conozco deja de
ser saber inconsciente para ser conocimiento. La ignorancia tendría que
ver con el conocimiento, en tanto cuando lo transforma en conocimiento
deja de ser saber, para ser saber tiene que ser no sabido, tiene que ser
inconsciente, en tanto cuando ignorancia es querer pasar ese pensamiento
218 MIGUEL OSCAR MENASSA

inconsciente al tamiz de la conciencia para después transmitírselo al


paciente. Eso es ignorar que el pensamiento de la interpretación tiene que
ser inconsciente.

45. La escucha es muy importante porque lo que digo se pierde en lo


dicho por lo que escucha. Lo que digo y quiero decir se pierde en lo que
digo por lo que se escucha. La escucha es fundamental, por eso que ahí se
fija toda la cuestión del deseo del psicoanalista. En tanto no es ni siquiera
lo que el paciente asocie, y no es ni siquiera lo que asocia, porque lo que
asocia se pierde en el dicho por lo que escucha la escucha psicoanalítica.
Se transforma, pero lo que digo lo pierdo, en el decir.

46. Atención flotante, no para escuchar, sí para escuchar donde se repi-


te, donde esto, pero sobre todo para permitir que intervenga en la relación
mi saber inconsciente, es decir para dar cabida a la interpretación.

47. Son pensamientos que no tolero.


Decirles a ustedes exactamente lo contrario que esperan que yo les
diga es algo que a mí no me gusta, es algo que lo tengo que hacer en con-
tra de mí mismo, por lo tanto sólo puedo hacerlo si primero le digo a mi
conciencia “no”, “no va a pasar esto que está pasando”. Lo he dicho. Es
muy feo decir a la gente justo lo contrario, cuando sería tan fácil llevarme
bien con todos ustedes, y tener una maravillosa sexualidad, en sus térmi-
nos y en los míos, porque es complejo, hay pendulaciones, porque es: la
sexualidad alcanza el registro de la palabra, pero la palabra está perforada
por lo real inconsciente. Es decir, la palabra, el símbolo, tiene agujeros en
donde el cuerpo vuelve a aparecer, como única garantía del goce.

48. Ahí donde consigo un corrimiento de mi mirada, no sólo escribo


un poema, sino que adquiero un grado de libertad. Ahí donde el sistema
de producción me somete a la alienación y mediante un corrimiento de mi
conciencia gozo, ahí produje un grado de libertad. Es decir que hay un
cristal ideológico que mira por mí, cada vez que mi mirada se corre de ese
cristal ideológico que mira por mí, el hombre se determina como libre, el
sujeto se determina como libre.
LA ESCRITURA, BASE MATERIAL DE LAS CIENCIAS

Al comenzar el Seminario, la propuesta fue poder hacer una recons-


trucción de los procesos de producción del conocimiento en un campo
determinado: el psicoanálisis. ¿Dónde íbamos a ir a buscar este campo?
¿Qué era lo que íbamos a construir? ¿Sobre qué íbamos a reconstruir
nosotros los procesos de producción del conocimiento psicoanalítico?
¿Íbamos a ir a la práctica clínica? ¿Íbamos a ir corriendo detrás de los
sueños? o ¿íbamos a ir al lugar, al tiempo donde se cristalizaba esta dis-
ciplina?
Habíamos elegido La Interpretación de los Sueños como escritura
(no sólo como escrito, sino como escritura) que producía por primera
vez el concepto de inconsciente, abriendo un nuevo continente cientí-
fico donde todo lo que ocurra, ocurrirá en el aparato psíquico y estará
sobredeterminado por una de las instancias de ese aparato: la instancia
inconsciente.
Podemos decir que La Interpretación de los Sueños —como habíamos
visto en clases anteriores— es producto de un trabajo, pero ¿producto de
qué tipo de trabajo? Cuando digo que no vamos a poder leer la escritura
como si fuera un simple escrito, en tanto, en la escritura no sólo está lo
que se dice sino lo que no se dice, y lo que no se dice son las ausencias, las
carencias de la enunciación, los supuestos. Lo que no se dice es cómo leyó
Freud para producir escritura. Pero es una escritura porque nosotros
podemos reconstruir en esa escritura las ausencias, las carencias de la
enunciación, los supuestos.
Si en lo investigado lo importante eran los modos de lecturas, los ins-
220 MIGUEL OSCAR MENASSA

trumentos de lectura, en el proceso de exposición lo expuesto tendrá que


someterse a las leyes propias de la escritura.
Ejemplo: La Interpretación de los sueños. Está el escrito donde me
explica cómo funciona el aparato psíquico en el caso de los sueños; pero
también está la posibilidad de volver a lo que podríamos llamar la arqueo-
logía del psicoanálisis, la posibilidad de volver a antes de La
Interpretación de los Sueños y reconstruir la materia prima, los instrumen-
tos y el trabajo realizado para la producción de escritura.
Cuando Freud investigaba lo importante era el Principio de
Constancia filosófico que extraía de la física, la noción filosófica de laten-
te y manifiesto, el concepto de aparato psíquico formulado en una obra
suya anterior, el Proyecto de Psicología. El concepto de aparato psíquico
es utilizado en La Interpretación de los Sueños como concepto general
abarcativo que delimita el campo.
Esto que estoy exponiendo ocurre en los límites del aparato psíquico,
es decir, que para que sea psicoanalítico tiene que ocurrir en el aparato psí-
quico, dentro de sus límites.
La noción filosófica de moda en la época de Freud, donde lo manifies-
to era la forma de aparecer del fenómeno y lo latente su verdad, es utili-
zado como instrumento en todo el psicoanálisis, en el sentido de que todo
material que pase por los ojos del observador tendrá que ser dividido
automáticamente en latente y manifiesto.
El Principio filosófico de constancia, la filosofía que se desprende del
concepto de conservación de la energía física, nos dice que lo que no
aparece y estuvo en el sistema no ha desaparecido, se transformó.
Recuerden el ejemplo de los alquimistas tratando de ver el fenómeno de
la combustión en la llama; se daban cuenta de que había una transforma-
ción de la sustancia, una pérdida. Entonces Lavoisier, tratando de que
esa imaginería acerca de ese campo que estaba siendo investigado toma-
ra características teóricas, piensa en una experiencia de combustión
donde no se pierden los elementos producto de la combustión y enton-
ces estudia la respiración.
Cuando termina su investigación nos dice: “las sustancias que entran
en combustión no desaparecen, se transforman. Y si no las encontramos
en forma de nada, las encontramos en forma de gases”.
Esto no es lo que le pasa al psicoanálisis. Lo que le pasa al psicoanáli-
sis es: en una situación de intercambio dentro de un sistema, nada se pier-
de, todo se transforma. Estos tres instrumentos fundamentalmente traba-
LA ESCRITURA, BASE MATERIAL DE LAS CIENCIAS 221

jando sobre la materia prima que era el discurso onírico, son los que pro-
ducen La Interpretación de los Sumos.
La Interpretación de los Sueños produce efectos de conocimiento :..—
concepto de inconsciente—; instrumentos y materia prima que nos con-
ducen a la categoría central de la obra: concepto de trabajo.
Esto fue bastante difícil de ser aceptado por los intelectuales, en tanto
dio mucho trabajo comprender que las experiencias científicas eran expe-
riencias de trabajo. Creo que aún son capaces de reconocer que la escritu-
ra adviene por inspiración, o que hay que tener musas inspiradoras, o que
de golpe invade un deseo inexplicable escribir. Lo que está raptado de esta
explicación es el trabajo.
La escritura es un trabajo. Tiene materia prima, instrumentos y pro-
ductos.
La práctica teórica fue ampliamente desvalorizada por varios siglos fren-
te a la experiencia práctica, frente a la experiencia cotidiana. En psicoanálisis,
el movimiento psicoanalítico tuvo dos experiencias teóricas, Freud y Lacan,
pero en el marxismo la última experiencia verdaderamente teórica fue Marx,
y después hubo un desprestigio de la actividad teórica, del trabajo teórico
con el consiguiente estereotipo de la práctica, ideologización de la práctica.
Las escuelas norteamericanas de psicoanálisis, en el intento de hacer más
maleable al psicoanálisis, más comercial si quieren, lo consiguen gracias al
ocultamiento, cuando no al desvío, de los conceptos psicoanalíticos.
Podemos decir que en nuestro país, España, la práctica teórica del psi-
coanálisis es reciente. No es que se haya dejado de practicar el psicoanáli-
sis durante cuarenta años; sino que lo que se dejó de hacer durante cua-
renta años fue una práctica teórica del psicoanálisis. Práctica teórica que
al no ser realizada llevó a las grandes confusiones que hoy llenan, podrí-
amos decir, todos los gabinetes de psicología, casi todos los gabinetes o
instituciones psicoanalíticas.
Ejemplos: “El inconsciente hay que buscarlo en las profundidades”.
“La transferencia es lo que el paciente dice que le pasa con el psicoanalis-
ta”. “La evaluación del tratamiento psicoanalítico, o la interpretación,
tomando en cuenta la realidad cotidiana del psicoanalizado”.
La ausencia de práctica teórica lleva en psicoanálisis al abandono del
psicoanálisis del psicoanalista. Esto es lo que se comprueba en esa reali-
dad que decimos tiene que ser modificable. Lo que se comprueba es que
la mayoría de los practicantes del psicoanálisis en España no tienen el psi-
coanálisis apropiado a la tarea que desarrollan, por lo tanto no cumplen
222 MIGUEL OSCAR MENASSA

con la norma fundamental de esta práctica donde el practicante debe


transformarse para conocer en la práctica del conocimiento.
Hay un momento previo de investigación que aparece en toda cien-
cia, que sería el nacimiento de la ciencia, es decir, si soportamos la metá-
fora de nacer, en tanto habíamos visto que nacer se nace de lo semejan-
te, un niño humano nace semejante a un padre y a una madre humanos
aunque diferente, entonces esa característica de ser semejante y diferen-
te es la característica del nacimiento. Una ciencia exactamente no nace,
en tanto cuando se produce una ciencia se produce algo nuevo que no es
semejante a nada. Recuerden que Freud decía que no se puede esclare-
cer totalmente el problema de los sueños porque esclarecer algo es com-
pararlo con algo conocido, y a la teoría de los sueños no hay nada cono-
cido que se le pueda comparar, dice Freud, por lo tanto habrá siempre
un plus de determinación indeterminable como ocurre en todos los pro-
cesos científicos.
Es decir, no solamente que nuestra ciencia, como habíamos visto, es
una ciencia de efectos, una ciencia que, a diferencia del positivismo lógi-
co, que parte de las causas y desde las causas se determinan los efectos,
pensamiento que alcanza su mayor altura en Laplace cuando dice que si a
él le dejaran conocer todas las causas, él podría llegar a prever todos los
efectos.
Nosotros decimos, esta ciencia nos dice a nosotros que su modo de
procesar la realidad es absolutamente diferente, que se parte de los efectos
y se reconstruyen las causas determinantes, que las causas nunca se ago-
tan en los efectos y que la construcción o interpretación de la estructura
determinante nunca es completa. En el ejemplo del psicoanálisis un sínto-
ma puede transformarse pero ningún psicoanálisis dará cuenta definitiva
y completa de la estructura determinante de ese efecto de realidad.
Utilizando dos lecturas diferentes termino escribiendo dos textos dife-
rentes. Utilizando como medida, en el caso del positivismo lógico, el
tiempo del reloj, en el pasado se producirían los hechos fundamentales
que una vez desarrollados darían cuenta del presente, es decir, del futuro.
Un modo de lectura me da una escritura diferente, me dice que los proce-
sos se concatenan desde el pasado hacia el presente y todos ambicionan un
futuro, y entonces yo leo que las causas producen los efectos.
En cambio, si yo leo con el tiempo futuro anterior, si leo con el con-
cepto de recurrencia digo que desde este fenómeno actual se da objeti-
vidad al hecho pasado, y en la mayoría de las circunstancias cuando se
LA ESCRITURA, BASE MATERIAL DE LAS CIENCIAS 223

trata de una interpretación psicoanalítica, lo constituye como hecho


material.
Es decir, que para una teoría epistemológica, para una de las ideologí-
as científicas existen los orígenes, los sucesos científicos tienen un des-
arrollo continuo, la vida del hombre es lineal. Hay otra epistemología, es
decir otra ideología científica que dice que el hombre se produce solamen-
te por una interrupción.
Quisiera decirles que la escritura es, podríamos decir, el momento his-
tórico del hombre. La escritura es lo que hace al hombre histórico, no
había ocurrido nunca antes, así como con las matemáticas habíamos visto
que, sin las matemáticas, sin la irrupción de las matemáticas en el mundo
moderno, el hombre, este hombre que somos, jamás hubiese podido
abandonar el circuito imaginario de su relación con Dios en tanto había-
mos dicho que antes de las matemáticas el único símbolo era Dios, que esa
irrupción, es interrupción del círculo imaginario de aquel hombre con
Dios, la irrupción del número natural permite pensar ahora cada vez que
aparezca un símbolo, que puede ser Dios o bien un símbolo matemático.
Yo diría que esa misma irrupción es la irrupción que produce la escri-
tura en el hombre porque no había hasta ese momento nada que el hom-
bre hiciera que lo consolidara como especie humana, hasta el momento de
la escritura el hombre no había realizado ninguna tarea que lo constituye-
ra como cadena infinita de una especie porque no podía ser histórico, por-
que es histórico a partir de que consigue el instrumento de la escritura.
Toda pasión humana, toda ideología, toda religión, toda ciencia que no
cristalice en escritura no es una religión, no es una ciencia. Es decir, el pro-
ceso de investigación —por eso digo toda religión que no cristalice en
escritura no llega a religión— porque en el proceso de investigación los
datos que yo proceso dependen de los instrumentos que yo utilizo, de las
nociones-conceptos con los que me muevo en el campo, dependen de mi
personalidad, dependen de la tendencia ideológica que me imponen los
sistemas sociales y los sistemas del inconsciente.
Pero, en el segundo proceso de toda teoría científica, en el proceso de
exposición de lo investigado, sin el cual no hay desarrollo de la teoría
científica, ahí el sujeto que escribe ya no depende ni de sus vínculos socia-
les ni de sus vínculos sexuales, sino que depende de un sistema otro, la
escritura, que tiene una historia particular que no es ni la del sujeto social
ni la del sujeto psíquico.
Lo que estoy diciendo es lo siguiente: no hay posibilidad de descentra-
224 MIGUEL OSCAR MENASSA

miento sin la escritura, no hay posibilidad de salirse de la realidad huma-


na sin escritura.
Es interesante ver cómo aquí podemos volver a las primeras palabras
de ruptura y ver cómo la sorpresa era que había una producción humana
que escapaba a la percepción humana y que ése era el concepto científico.
Había una producción humana, en tanto era el hombre el que producía
con su trabajo teórico, utilizando instrumentos teóricos sobre materia
teórica, ese concepto que escapaba a su percepción, en tanto el concepto
era material pero era incorpóreo y suprasensible, es decir, escapaba a la
percepción, a la sensibilidad del humano que lo había producido.
Tanto es ajeno, tanto es invisible el concepto, la metáfora poética al
hombre que lo produce, como al momento social en que se produce, en
tanto, como ustedes deberían saber, en los libros hace muchos años que
ya se ha desmoronado una moral que todavía reina en nuestro propio
corazón. Quiere decir, entonces, los libros, la escritura, no tienen en cuen-
ta el tiempo social cuando acontecen, no tienen en cuenta si es convenien-
te, si es inconveniente, si sirve, si es útil, si no es útil, situaciones éstas por
las cuales tiene que atravesar todo sujeto social y todo sujeto psíquico, las
relaciones de parentesco, las relaciones de convivencia, las relaciones con
el lenguaje, las relaciones de intercambio.
Aunque nos resulte difícil entenderlo, Freud no es el padre del psicoaná-
lisis, Freud es el primer hijo del psicoanálisis. No podemos, como se hace,
atribuir al hecho “Freud” la producción de la teoría psicoanalítica, porque
en esa teoría del genio la búsqueda desesperada de Dios, aunque más no sea
en forma de genio, hace deslizar después las críticas a una teoría desde la per-
sonalidad del escritor. Por ejemplo, el psicoanálisis es una ciencia burguesa
porque nace en Viena y Freud era burgués. O bien la teoría psicoanalítica no
puede ser una subversión del cogito cartesiano porque Freud, el pensamien-
to freudiano, pensaba con las variantes y las invariantes del pensamiento car-
tesiano. Pero este desliz, lo que le quiero dar a entender, es que se comete por
pensar que Freud fue el que generó la teoría psicoanalítica y no que era para
la historia de las ciencias el tiempo de la producción de una teoría que diera
cuenta del sujeto científico, y esto es el psicoanálisis.
Habíamos visto que sin la producción del símbolo matemático, del
número natural, hubiese sido imposible el acontecimiento de la física.
Quiere decir que sin las magnitudes geométricas no hubiese sido posible,
a pesar de los mil científicos que trabajan en el campo ideológico de la físi-
ca, llegar a la fórmula de la velocidad, si no se hubiesen producido dos mil
LA ESCRITURA, BASE MATERIAL DE LAS CIENCIAS 225

años antes las magnitudes geométricas, sin contenido, donde la física des-
arrolla sus primeras fórmulas, sus primeras abstracciones.
Pero habíamos visto que la física en ese desarrollo llega a la producción
mecánica de la máquina herramienta, que la máquina herramienta abre
una posibilidad de la producción —antes imposible— que es la produc-
ción en serie.
Sin producción en serie, sin máquina herramienta, es decir sin física,
hubiese sido imposible la burguesía, es decir el desarrollo de la sociedad
capitalista, no hubiese aparecido ni la plusvalía, ni la capitalización. Pero
es esta producción social, la sociedad burguesa, la sociedad capitalista, la
que genera un hecho tan importante para el hombre corno fueron las
matemáticas o la escritura, porque no se trata de vanagloriarnos de ningu-
na revolución burguesa, pero quiero decirles que la revolución burguesa
produce un proceso de socialización universal.
Es decir, le permite al sujeto terráqueo tener una visión sobre sí, y no es
en ningún otro lugar que en la base material que ofrece la sociedad capitalis-
ta en el proceso de socialización universal y sus errores, donde surgen la
Teoría del Valor, la Teoría del Valor Lingüístico y la Teoría del Inconsciente.
Ciencias que requieren para su puesta en práctica la transformación del
practicante, en tanto el concepto de verdad que manejan estas ciencias es
un concepto de proceso de verdad, por lo tanto el hallazgo de una verdad
no interesa a estas ciencias, sino la transformación de su hallazgo. Están
destinadas a transformar la sociedad capitalista. Así como la física surgía
y crecía en las sociedades anteriores a la estructuración burguesa de la
sociedad, sirvió para revolucionar la sociedad que la creó, así estas cien-
cias producidas por el sistema capitalista son las encargadas de transfor-
mar el sistema que las produjo.
Esto no tiene nada que ver ni con el sujeto psicológico, ni con el suje-
to social, sino que tiene que ver con la historia de las sociedades y las
transformaciones consecutivas de una sociedad en otra.
Proceso que leemos en la escritura y que nada tiene que ver con los
hombres, en tanto nada de ello se encuentra en ella, ella es inmortal, él es
mortal. Ella es material, yo la veo, pero es incorpórea, él es material pero
corpóreo. El si no siente está muerto, ella cuando siente está perturbada,
vive sólo a mil kilómetros del corazón, él si no le late el corazón, si no
tiene sobresaltos... Es decir que en la escritura no hay nada del hombre.
Cuando nos animarnos a poner en el título, “Escritura base material de
las ciencias”, lo que querernos decir es que sin escritura no hay posibili-
226 MIGUEL OSCAR MENASSA

dad de cristalizar las investigaciones, que sin escritura estas investigaciones


que se transforman en desarrollo teórico serían meras opiniones. Es como
la sensación que puedo tener frente a la explicación de un sentimiento cuan-
do lo siento. Ahora me muero de celos en este momento, entonces alguien
viene y me explica que los celos tienen que ver porque el Edipo..., yo en ese
momento tengo ganas de matarlo, está diciendo una verdad realmente o qué
sé yo. Uno habla de los celos y parece humano, pero no es humano, los
celos es como si alguien me viene a explicar algo que me pasa explicándo-
me que dos más dos son cuatro, tiene la misma rudeza que explicarle a una
persona que siente amor, que el amor en realidad es algo que uno siente por
la madre y que entonces... Es tan rudo eso como decirle a una persona: lo
que a ti te pasa tiene que ver con la tabla de multiplicar del cuatro, y el otro
te dice: cómo, ¿lo que a mí me pasa?, bueno, pero también es rudo decirle
a una persona que lo que le pasa no es con esa persona, con ese profesor,
con ese maestro, con ese médico, sino que es con la mamá.
Es más fácil escribir que interpretar, lo que ocurre es que el modo de pro-
gresar de la escritura psicoanalítica es la interpretación. La ciencia psicoana-
lítica tiene sus complejidades, en tanto el método de interpretación es el
mismo cuando proceso en la práctica técnica el discurso del paciente, o cuan-
do proceso en la práctica teórica el discurso teórico, y la instrumentación del
método es inconsciente, en tanto no puede ser sólo una teatralización que sea
el Otro el que interpreta, porque si el Otro del paciente es simplemente el
psicoanalista, ése es un otro humano, un semejante, es un otro, un semejan-
te como un alguien fuera de mí, como yo; el como yo es porque es diferen-
te, como yo quiero decir que es semejante pero diferente, si no sería yo.
Además ese método que es el mismo con el cual trabajo la teoría y el
mismo con el cual trabajo la práctica técnica, además funciona, el terapeu-
ta lo tiene que manejar, inconscientemente, porque no puede ser el tera-
peuta que como teatralización es un otro del sujeto, sino que el que habla
tiene que ser también un Otro para el psicoanalista.
Si el psicoanalista piensa es un pensador, no es un psicoanalista, si
habla es un charlatán, no es un psicoanalista. Tiene que interpretar y la
interpretación psicoanalítica tiene que tener la característica de ser un dis-
curso otro del que interpreta, pero no sólo para el sujeto del inconscien-
te, es decir, el paciente, el psicoanalizado, sino para el que lo dice, porque
si no es Otro para el que lo dice, entonces el otro que dice la interpreta-
ción es un otro pequeño, es un sujeto normal, es el médico.
La interpretación que se les hace a los pacientes no está en los libros y
LA ESCRITURA, BASE MATERIAL DE LAS CIENCIAS 227

no está en la cabeza de los pacientes, ni en la cabeza de los psicoanalistas,


habíamos dicho que la interpretación es algo nuevo que no existía ni en
los libros, ni en la cabeza del psicoanalista, ni en la cabeza del paciente.
El psicoanalista, para que ese método funcione inconscientemente,
habíamos dicho que se tenía que psicoanalizar durante muchos años; las
sociedades psicoanalíticas, todas ellas, exigen un psicoanálisis terapéutico
y, después de muchos años de psicoanálisis terapéutico, un psicoanálisis
didáctico, y además, el psicoanálisis como tal, es un hecho comunitario,
por lo tanto uno siempre está observado, no hay psicoanalistas individua-
les en el sentido de solos, porque es una tarea imposible de realizar a solas.
Freud dice que el psicoanálisis es un hecho exquisitamente comunita-
rio, y lo que quiere decir es que es un hecho social por excelencia, es decir
que no solamente me tengo que psicoanalizar un montón de años, sino
que tengo que poner mi trabajo en cuestión a la mirada de la comunidad
a la cual pertenezco, porque vuelvo a insistir que este método, que ya es
complicado de por sí, tiene las complicaciones de un manejo inconscien-
te, de una estructura inconsciente que padece, no los síntomas, pero sí los
mecanismos de los síntomas.
No tengo que dar crédito ni a mis ojos, ni a mi gusto, ni a mis oídos,
ni siquiera a mi pensamiento consciente, porque todos éstos son órganos
perceptuales que deforman la verdad, es decir que transforman la verdad
en un hecho sensible. Mi aparato perceptual transforma la verdad de la
tierra girando alrededor del sol en el sol girando alrededor de la tierra. Eso
lo hacen mis órganos perceptuales.
Por lo tanto desconfío de los órganos de mis sentidos, desconfío de mi
pensamiento consciente y desconfío de los sentimientos y estoy en con-
diciones de ingresar en la teoría psicoanalítica.

NOTAS

l. La escritura actualmente plantea el problema de la mujer, en tanto


algunos “asuntos” de la mujer son todavía un enigma para el psicoanáli-
sis, no así los asuntos del hombre.
Si volvemos al ejemplo de Lenin y Trotsky, eran dos hombres, tene-
mos que decir que hay ciertos asuntos de la mujer que no se han hecho-
228 MIGUEL OSCAR MENASSA

históricos porque la mujer no ha escrito sobre esos asuntos. Es decir que


por no haber participado de la historia del hombre escribiéndola, ella está
a punto de quedarse fuera de la historia del hombre.
Siempre digo que hay un libro que escribió Marx cuando fue a estu-
diar las sociedades orientales, cuando escribió el problema de la lucha de
clases en las sociedades orientales. Es un libro que está prohibido, que está
en la Biblioteca de la URSS, que sólo se puede ver un resumen de él,
donde por mis estudios de Marx supongo que en ese libro él descubre que
la verdadera lucha de clases es entre el hombre y la mujer, y no entre el
proletariado y la burguesía.

Si hablábamos de Hegel, que plantea una dialéctica de amos y escla-


vos para las relaciones sociales, esta dialéctica es subvertida por la Teoría
del Valor.
Por eso es que el hombre actual es proletario o burgués y no amo o escla-
vo. Sin embargo, no ocurre de ninguna manera— amenos que me lo demues-
tren— que la mujer tenga esa posición en la sociedad actual, yo creo que la
mujer aún no escribió su Teoría del Valor, todavía no tuvo su Espartaco. A
mi entender, ella tiene que hacer el proceso de esa liberación; recién en este
siglo la mujer entra verdaderamente en la producción, planteando uno de los
graves problemas, el enigma más grande de la mujer que se podría hacer par-
tir de la dialéctica existente en ella entre maternidad y sexo. Entre reproduc-
ción y producción, entre reproducción de hijos y producción de goce.
Más adelante, cuando ella ingresa en la producción, va a volver a tener el
mismo problema, se le presentarán como diferentes la maternidad y el sexo,
en fórmulas distintas: trabajo-hogar, hijos-trabajo o amante-marido.
Si frente a otro hombre el escritor es un ladrón, en el sentido de que si
hoy estamos conversando, el que se va a la casa y escribe una página de
esta conversación se dice que robó. ¿Por qué?, porque si usted me está
mirando estamos produciendo entre los dos. ¿Quién se lleva esto?, el que
quiere. Si lo publica primero la Escuela de Psicoanálisis es suyo. El que no
se anime a hablar no puede la escritura, porque todo fue dicho de alguna
manera, se trata de decirlo de otra, pero para decirlo de otra manera hay
que partir de lo ya dicho. Entonces es imposible evitar ese robo que pro-
duce el hecho escritural.
Entre los hombres el ladrón es el escritor. Entre el hombre y la mujer
el ladrón siempre es el hombre, en tanto parece ser que ella es portadora
de una verdad que sin saber dice.
LA ESCRITURA, BASE MATERIAL DE LAS CIENCIAS 229

El juego del sometimiento se tendrá que psicoanalizar socialmente


en base a las estructuras sociales de producción. Pero este fenómeno
que estoy explicando parece que se acerca más al problema psicológico,
de una perversidad. Mientras ella está sentada viendo cómo él produce
la historia, y en realidad escribe la historia de lo que ella le dice de lo
que vio.
En El Banquete de Platón aparece conscientemente, porque Sócrates,
cuando le toca hablar del amor, dice hablaré por boca de Diótima.
Habla Sócrates, la mujer no aparece, no está en el banquete. La dife-
rencia actualmente es que la mujer está sentada a la mesa del banquete; en
cambio, en aquella oportunidad, mostrando lo que realmente pasa, el que
habla en realidad es Sócrates de lo que ella le ha contado.
Se dice que ella no escribe casi por los mismos motivos por los cua-
les a veces no habla, se dice, no se sabe nada, hay que estudiarlo todo:
y los motivos por los cuales ella no habla y no escribe son los mismos
motivos por lo cual la poesía no explica. Ella siente que si habla y escri-
be, es como un chiste explicado, se acabó el enigma. Y sin enigma, que
es con lo que consiguió todo, tendría que hacer la revolución, porque
sin enigma lo que aparecería con claridad sería el sometimiento que
padece la mujer en esta cultura, que viene padeciendo hace muchos
siglos. Ejemplo: El cristianismo es un verdadero avance feminista, en
sentido de que la religión judía de la cual proviene el cristianismo es
una religión donde la mujer no puede hablar directamente con Dios, el
hombre es el que puede hablar directamente con Dios. La mujer puede
hablar con el hombre, para su conversación con Dios ella necesita con-
versar con el hombre.
El cristianismo da un paso fundamental en este sentido porque el hom-
bre habla con Dios, pero la mujer tiene una posibilidad de hacerlo: ser
madre. La mitad de la mujer ingresa en la historia del hombre a partir del
cristianismo.
Habíamos dicho que la dialéctica que ella no soporta, no entiende y no
puede acomodar es maternidad-sexo. Esta dialéctica que la completa.
El cristianismo la deja ser humana si es madre. El problema sería
entonces cómo la mujer comienza a producir su palabra acerca de lo que
le pasa, y desgraciadamente o afortunadamente, el puntapié inicial en este
proceso de liberación de la mujer lo da el psicoanálisis, porque es la pri-
mera vez en la historia de la mujer occidental que desde un aparato teóri-
co práctico, político ideológico, que es el movimiento psicoanalítico, se le
230 MIGUEL OSCAR MENASSA

pide, se le exige por primera vez a ella que para ser tiene que hablar y
escribir. Antes del psicoanálisis eso estaba prohibido para la mujer.
Ella nunca había recibido esa orden; él había recibido millones de
órdenes, siempre había estado sometido. En la famosa Grecia eran todos
homosexuales y las mujeres tocaban la flauta. Los heterosexuales eran los
esclavos porque para los esclavos estaba prohibida la homosexualidad.
Los esclavos eran los heterosexuales, se juntaban con las mujeres que tení-
an hijos, y las otras tocaban la flauta.
La belleza femenina actual, tanto en la “cabeza” de la mujer como en
la del hombre es el efebo griego, es decir, es una belleza masculina.
Mientras somos eso somos todos un poco homosexuales, en tanto no
ingresa en nuestro pensamiento el concepto heterosexual de belleza que
no tiene nada que ver con la belleza, que no tiene nada que ver con la rea-
lidad de la belleza. Esa es la realidad de la belleza homosexual, es decir,
griega, la perfección de los rasgos, la armonía.
Son libros escritos, yo no llegué a ver ninguna chica tocando la flauta,
son libros escritos. Estaba Diótima que hablaba, pero para hablar era vieja
y prostituta; no tenía erotismo, no tenía la mitad de la mujer.
Hablábamos de movimientos, de modas. De que un concepto científi-
co era transformado con el tiempo en un concepto ideológico.
Ejemplo: con el progreso de las ciencias lo que hoy es científico maña-
na puede ser ideológico. La teoría ptolomeica hasta que apareció la teoría
copernicana era una teoría que explicaba el movimiento de los astros. Es
una teoría ideológica sólo después de la aparición de la teoría copernica-
na que muestra a la teoría ptolomeica como errónea.
La familia es decripta por el marxismo como una producción humana.
Pasan los años, el psicoanálisis vuelve a “caer” sobre la familia y ahora ya sabe-
mos que la familia es una estructura pre-simbólica, lo que quiere decir pre-
humana. A la luz de los conocimientos psicoanalíticos distorsionamos esta
noción teórica, pasa a ser ideológica, después de las investigaciones del psico-
análisis, donde la familia era una producción humana, y no es así. La familia
es una producción animal y es lo que verdaderamente hereda el hombre del
animal; la manera de organizarse en familias para reproducir la especie.
Lo que ejemplifico hoy puede ser ideológico mañana y frente a nuevas
investigaciones mágico, mentira. El proceso científico es un proceso en
constante transformación.
¿Cómo se transforma en proceso científico? Escribiendo. Lacan viene
a decir de la mujer que ella es loca; primero que no existe, lo que existe es
LA ESCRITURA, BASE MATERIAL DE LAS CIENCIAS 231

la madre. De existir es una loca, y no es totalmente loca porque no lo puede


todo, si no sería totalmente loca. Pero yo quiero recordarles que después de
la aparición del número natural, de la aparición de la ley de los números
naturales, donde el resultado de la raíz cuadrada de dos es un número que
no está dentro de la ley de los números naturales. Entonces, cómo comprue-
ban la existencia material de ese número no escrito en la ley de los números
naturales que ya se había producido, el número natural es racional y el
número que surge y que no equivale a estas normas es el número irracional.
Es decir, la mujer es tan loca, como el número irracional, con respecto
al hombre. La llama irracional porque no equivale a su razón, pero tiene
su razón en tanto esa materialidad, en tanto ella es esa materialidad.
Ella es tan loca como la poesía quiere decir exactamente que viene a
cuestionar los modos de medida.
Conozco un cuento árabe. Va un señor árabe y se compra tres muje-
res. Las lleva a la casa y las hace cruzar por un río. El río a ellas las ahoga,
él se las sube al hombro. En la mitad del río le dice: me dices cuál es tu
defecto o te ahogo. Ella le dice: soy ladrona. Elle dice: está bien, con tal de
que no lo hagas en mi casa, y se la lleva a la casa. Lleva a la otra mujer a la
misma pregunta, ella dice: soy prostituta. El dice: no importa, basta que
sea cuando yo estoy trabajando, y se la lleva a la casa. y la tercera respon-
dió: discutidora, y él la ahogó.
Es un cuento muy interesante porque plantea un problema que vengo
estudiando en donde si ella no discute, si ella no pide, se somete a la dialéc-
tica del dador, con lo cual pierde siempre aunque le den. Llevados a las últi-
mas consecuencias estos conocimientos, ¿cómo tendría que actuar ella con el
hombre? Diciéndole a todo que no, cuando él le da veinte mil pesetas ella le
dice que quiere quince mil, si le da quince mil quiere veinticinco mil.
Cuando le compra una casa de dos ambientes ella quiere una casa de
seis, y cuando la tiene de seis la quiere de dos, y así, ella iría encontrando
el camino de su libertad, no sé cuántas generaciones llevaría. Cuando ella
no pide, cuando no es discutidora no la ahogan, puede ser cualquier cosa
que no venga a poner una sinrazón en la razón. La escritura desrealiza
tanto como cualquier frase que una mujer produzca en su seno familiar.

2. Usted me dice que está enamorado de Freud porque Freud es un


genio. Usted se está perdiendo la escritura de Freud que en realidad no es
genial sino subversiva. Si yo me quedo con el autor, conmigo por ejem-
plo. Yo soy una persona altamente normalizada. Siempre conviene que-
232 MIGUEL OSCAR MENASSA

darse conmigo, siempre conviene atribuirme mis escritos, mis palabras a


mí. Siempre conviene. Siempre es más amable la relación conmigo que
con mi escritura. Yo, por el hecho social de someterme a ser su profesor,
tengo como tendencia enseñarle. No puedo hacer ninguna otra cosa que
se me ocurra. Si yo lo pasara por una página en blanco esta noche, sabe las
cosas que diría... Bien. No se entiende todavía. Que acepto ser un ser
social condicionado por los pactos simbólicos que voy realizando. Si
vengo aquí de profesor mi tendencia tiene que ser enseñar. Nada más que
eso. Pero eso no significa que ahí haya ningún ser. Y la escritura tiene
como capricho pretender un ser. El psicoanálisis no creo que pretenda
ningún ser, todo lo contrario: mostrarle al sujeto lo que padece por que-
rer ser lo que no es o por querer tener lo que no tiene. Esa es la gracia del
psicoanálisis. Una frase reprimida del Grupo Cero que salió en los prime-
ros boletines de la Escuela decía: “Un tajo en plena poesía, el inconscien-
te”, que también se burla de la poesía. Si lo dejas hablar al inconsciente, el
inconsciente dice: “Yo también produzco la poesía, es mi trabajo”. Es un
proceso inconsciente. Por eso no tengo que pensar que el yo del sujeto
puede hacerse cargo de la poesía. Hay un pensamiento ingenuo en el
poeta. El poeta siente que está cumpliendo su función social como el
basurero, como el barrendero, como el portero del prostíbulo; pero es un
pensamiento ingenuo que normalmente tienen todos los poetas porque
ellos dicen que es una determinación social, porque dicen que cualquiera
puede escribir una poesía. Si ustedes me preguntan yo digo que cualquie-
ra: deja de vivir y se pone a escribir. Entonces, si cualquiera puede hacer-
lo y hay sólo unos pocos que lo hacen es una función social. Todos podrí-
an ser abogados si van todos a la facultad de derecho, terminan todos sien-
do abogados. Es un trabajo, es una profesión; nadie es la profesión, ni
siquiera el actor de teatro. El psicoanálisis menos que menos, en tanto
tiene que poder escabullirse de esos lugares: médico, psicoanalista, psicó-
logo, protector... para dejar el libre curso de la transferencia... que vaya a
saber a quién viene a ver el paciente. En cambio la poesía tiene certeza
aunque parezca tan loca ella. Siempre habla del hombre terráqueo. Por
eso que su narcisismo traspasa cualquier narcisismo individual. Por eso
que hay que ser muy tonto para que un poeta que hable de yo, crea que
está hablando de él, porque si es un poema lo que ha realizado está
hablando del hombre terráqueo, del hombre de la tierra. Lo exterior no es
el exterior. Lo exterior para el poeta es lo exterior terrestre, lo exterior a
la tierra. No creo que se pueda solucionar individualmente. Y si dependo
LA ESCRITURA, BASE MATERIAL DE LAS CIENCIAS 233

mucho de mi mamá o de una novia que tengo y además soy poeta, vivo
dos vidas, sufro el doble, porque cada vez que bajo, tengo esta realidad
mezquina y mediocre, que mis versos no modificará porque no están
escritos para modificar mi situación. Rubén Darío escribió los versos que
van a modificar mi situación, yo estoy escribiendo los versos para modi-
ficar la vida vaya a saber de quién, porque está sobre la base del amor que
escribo y no lo puedo evitar, no lo decido y si es amor es a alguien que no
conozco, el que va a recibir el don, alguien que no está, alguien que no soy
yo. Además hay personalidades y personalidades. Es interesante, yo
puedo gozar después de escribir un poema. Hay otros poetas que direc-
tamente, delante de un buen poema de ellos lloran todo el día. Hay
madres que hacen el perfecto embarazo y el día del parto no quieren tener
al chico porque al tenerlo lo matan. A los poetas a veces les pasa eso. “Un
bello hijo ha nacido en los brazos de la ambición”.

3. La realidad de la libertad es como la realidad inconsciente. La reali-


dad inconsciente es más que la realidad inconsciente. Siento que tú me
hablas de la libertad, de la realidad de la libertad. Practico la libertad, con-
sigo enaltecerla, puedo vivirla, puedo hacérsela vivir a otro, puedo ensan-
charla, puedo producir nuevas nociones, nuevos conceptos de la libertad.
Ahora bien, ésa es una libertad de la cual yo no me permitía hablar en
este momento. Yo estaba hablando de la libertad o de los grados de la
libertad en las estructuras sobredeterminadas. Ejemplo, aparato psíquico.
Está claro que si yo le cuento a usted un problema que tengo, quedo liga-
do a ese compromiso. No porque yo sea bueno o malo y usted bueno,
sino por hablar, porque el que habla pide. ¿Por qué? Porque la caracterís-
tica de la palabra es hablar. Si él me mete dentro del campo psicoanalítico,
lo que yo le dije seguro que es sexual, con lo cual yo eso lo voy a aceptar,
pero lo que no voy a aceptar es que todo lo sexual sea psicoanalizable.
No me refería a la libertad que podía plantear la libertad del individuo,
de los grupos, de las tendencias, de la poesía. Sino que me planteaba la
libertad en las estructuras sobredeterminadas. Si yo me quiero librar de mi
inconsciente lo consigo sólo con un síntoma. Si me quiero librar de la
sobredeterminación de clases, voy a parar al hospicio, a la cárcel o en algu-
nos lugares me matan. Quiero decir que los grados de libertad en las con-
diciones sobredeterminadas son bastante difíciles de conseguir. No digo
que ahí donde se consigue ese espacio tan imposible de conseguir es
donde se producen los nuevos efectos. Si pudiéramos un día hacer acon-
234 MIGUEL OSCAR MENASSA

tecer nuestra libertad dentro del concepto que nos dice del aparato psíqui-
co, seguramente transformaríamos el mundo psíquico. Lo que digo es que
es bastante imposible en una estructura sobredeterminada conseguir ese
grado de libertad. Se puede conseguir pero gracias a perder en el intento
parte de la vida, entonces no sé si conseguí libertad o perdí libertad cuan-
do la escena está sobredeterminada.
Si yo consigo romper la sobredeterminación económica y sexual
puedo escribir. Cuando la escritura me atrapa en su devenir, salgo de esa
sobredeterminación, escribo y produzco. Si me mido desde el lugar donde
estaba sobredeterminado está claro que conseguí un gran grado de liber-
tad y no tuve que dar nada por eso. La libertad dentro de un sistema ter-
mina con el sistema. Por lo tanto en los sistemas sobredeterminados que
son los sistemas científicos terminan con la libertad.
Asociar es un modo de apropiarse del material, es un modo de apro-
piarse de ciertos conocimientos. Tener miedo a la asociación libre acerca
de los temas, también está relacionado con la libertad individual, con per-
der en el hablar desordenado la individualización, los límites del cuerpo,
en entrar en lugares del conocimiento que yo desconozco, en hablar de lo
que desconozco. Estoy diciendo de la relatividad de lo que digo cuando
soy profesor y de la relatividad de lo que el coordinador dice cuando
interpreta al grupo, de la relatividad que cada integrante se dice al otro.
Que la tendencia es a momificar una frase para adorarla o para repudiar-
la, cuando se trata de poder transformar todas las frases. Habíamos dicho
que el proceso de conocimiento científico a que queremos llegar para ter-
minar con el dogmatismo de las ciencias, es un proceso tal donde nunca
se pueden completar las causas determinantes, donde siempre hay un
plus. Donde la vida del hombre opone una resistencia material a su fun-
damentación teórica. No nos tenemos que asustar cuando en el texto de
Freud vemos una incompletud, un desvío de lo que es la teoría freudiana
porque es absolutamente necesario, por su modo de producirse como
ciencia, que sea incompleta, porque esa incompletud es el fundamento, de
su movimiento, de su desarrollo, de su transformación.
Cuando pasan los años, por ejemplo, vamos por la calle y escuchamos:
propiedad privada. Y creemos que la propiedad privada es una cosa natu-
ral. Nos olvidamos con el tiempo de que también esas palabras fueron
producciones históricas, que hombres como nosotros escribieron en
papeles, en libros, hicieron las leyes que fundamentaron después la pro-
piedad privada, la propiedad quitada a alguien, robada a alguien, privada
LA ESCRITURA, BASE MATERIAL DE LAS CIENCIAS 235

a alguien. Sin embargo, nosotros vamos por la calle y pensamos que eso
es un concepto natural como el sol.
El alma es un concepto y la gente va por la calle creyendo que tiene
alma, es una producción histórica. El espíritu, el inconsciente, una pro-
ducción científica, no se puede ir a pasear con el inconsciente. Sujeto psí-
quico que no es sujeto hasta que hable, si no habla no es sujeto psíquico,
por lo tanto no puede ir a pasear con el inconsciente por la calle cuando
se le ocurre.
EL METODO DE LA INTERPRETACION ONIRICA

Para comenzar sería bueno decir qué entendemos por método. Por
todo el recorrido espistemológico: el modo de apropiamos de una reali-
dad. No de cualquier realidad. El método es el modo de apropiarse de la
realidad que lo determina, es decir, el método psicoanalítico es el modo de
apropiarse de la realidad psíquica inconsciente.
Eso nos lleva a las reflexiones que hicimos en otro capítulo acerca de
que no entendemos la posibilidad de la existencia del método sin la cons-
trucción previa de un objeto, sin la producción previa del objeto de cono-
cimiento. Ya nos habíamos tomado la molestia de diferenciarlo. Para
recordar: objeto de conocimiento sería el producto-efecto de un trabajo
teórico sobre una materia prima teórica que ya ni siquiera ella, como
materia prima, es el objeto real.
Freud comienza este capítulo diciendo que el sueño es susceptible de
ser interpretado. Si nos detuviéramos unos instantes en esta frase podría-
mos decir que el objeto que ya fue investigado, y que ahora está tratando
de exponer, no preexiste como tal, en tanto su aparición sólo acontece
después de la interpretación.
Freud hace una pequeña aclaración para decirnos que muchos son los
caminos que nos vamos a encontrar a nuestro paso. Pero tenemos que tener
una voluntad, no racional, evidentemente, para imponernos seguir el cami-
no previsto y no los caminos que se nos van apareciendo en el recorrido, en
tanto “no estoy investigando” dice Freud en La Interpretación de los
Sueños; “estoy exponiendo investigaciones anteriores”. Es decir que cuan-
do Freud llega a La Interpretación de los Sueños no hay ninguna ingenui-
dad acerca de la existencia de los procesos inconscientes.
238 MIGUEL OSCAR MENASSA

Antes de 1900, es decir antes de la escritura de este texto, ya existen


otros que demuestran que el campo de investigación es inexistente como
tal porque el proceso de investigación es cuando Freud dice: “El incons-
ciente no tiene tiempo”. Que no tiene tiempo quiere decir que no tiene el
tiempo con el cual habitualmente medimos los fenómenos; no que no
tenga un tiempo propio, dice que no tiene el tiempo del reloj, que no tiene
el tiempo que viene del pasado, se instala en un presente y va hacia un por-
venir. Ese tiempo no es el tiempo del inconsciente. Cuando digo: es inasi-
ble, lo es para las leyes que dominan el mundo consciente.
El método, los métodos científicos para permitirse el status de método
científico tienen que permitir que cada vez que se modifique la articula-
ción teórica pueda modificarse el método. En tanto no es que el investi-
gador tiene un método y con este método va a buscar en la realidad lo que
busca. Tiene la construcción, un sistema teórico del cual se desprende el
método apropiado para tal objeto. Este método que se desprende mate-
rialmente de la teoría deberá poder transformarse frente a cada nueva arti-
culación del complejo teórico. En psicoanálisis, la posición del investiga-
dor con respecto al método es delicada en tanto es el método de interpre-
tación con el cual trabajamos teoría, y es el método de interpretación con
el cual trabajamos en la práctica-técnica; es decir que el método tendría en
psicoanálisis un doble registro: teórico y técnico-práctico.
Consideremos complejo inconsciente con su concepto fundamental
desde la articulación: represión, transferencia, pulsión. Este complejo teó-
rico determina el método de interpretación en tanto el inconsciente como
tal nunca acontecerá en la conciencia; por lo tanto la única manera de
ponernos en contacto con el inconsciente es la interpretación psicoanalí-
tica y luego, la teoría provee, el método provee los conceptos teóricos que
regularán la práctica-técnica. En el caso del psicoanálisis, la transferencia
y la asociación libre.
Cuando el sujeto asocia libremente —que es una condición técnica
esencial, es decir sin asociación libre es imposible la práctica psicoanalíti-
ca—, puede con todo aquello que es capaz de emerger a la conciencia. El
sujeto habla, asocia libremente y puede asociar muchísimas cosas, pero
todo lo que asocie, por más olvidado que estuviera, es material precons-
ciente en cuanto una característica de esta instancia es que sus formacio-
nes pueden devenir conscientes con un pequeño esfuerzo de atención.
Esto no es el inconsciente.
Entonces, la técnica, asociación libre y transferencia, delimita el traba-
EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA 239

jo que tiene que hacer el sujeto que se psicoanaliza y el trabajo que tiene
que hacer el sujeto que psicoanaliza.
La interpretación que se hace posible como método dijimos que tiene
que ver con el objeto teórico construido. Este, en sus procesos determina,
según el psicoanálisis, una función, en tanto la represión acontecerá sobre las
representaciones, pero no sobre la energía ligada a estas representaciones.
Por lo tanto, lo que permanece inconsciente son las representaciones. El
afecto, la energía ligada a estas representaciones se transfiere a nuevas repre-
sentaciones aceptadas por el pensamiento consciente. A este proceso se lo
denomina transferencia y es un concepto teórico que acontece intrapsíqui-
camente. Este concepto teórico es el que da cuenta de la relación particular
que se establece entre el sujeto psicoanalizado y el sujeto psicoanalista.
Freud dice de la transferencia que no hace falta que el psicoanalista
haga ni diga nada porque la transferencia se establece de manera espontá-
nea. Es decir que la construcción de un mundo psíquico para el sujeto psi-
coanalizado comienza en realidad por el psicoanálisis de la transferencia.
Lo que se interpreta acerca de la asociación libre son las ligazones fantas-
máticas de la libido. Es decir, el neurótico no goza porque su libido, por-
que su energía sexual no está ligada a ningún objeto real. Por lo tanto, si
la libido del neurótico no está ligada a ningún objeto real el psicoanálisis
tendrá que interpretar a qué objetos fantasmas, a qué objetos fantásticos,
a qué objetos imaginarios está ligada la libido del sujeto.
Freud, en el capítulo, desarrolla esta primera tesis: los sueños tienen
sentido, oponiéndose, claro está, a todas las disciplinas teóricas de su
época. Pero no se conforma solamente con que los sueños tengan sentido
sino que este sentido adviene en la interpretación. Es decir que por más
oscuro y confuso que el sueño sea, puede después de la interpretación psi-
coanalítica concatenarse a la vida psíquica normal del sujeto.
Es interesante ver cuáles eran las ambiciones de Freud en la escritura
de La Interpretación de los Sueños: generalizar como un efecto-producto
de la mente los sueños que todas las personas normales producen, algo
que él ya había averiguado, había investigado en los procesos neuróticos.
Es decir que La Interpretación de los Sueños no sólo es el desarrollo del
descubrimiento sino que también es, para la psiquis humana, la generali-
zación de lo descubierto. Es decir: no sólo tienen inconsciente los neuró-
ticos sino que tienen inconsciente todas las personas normales. Es decir
que si todas las personas tienen inconsciente, todas las personas tienen
deseos sexuales, infantiles, reprimidos: causa, dice Freud, de todas las
240 MIGUEL OSCAR MENASSA

inhibiciones del pensamiento y de la acción, de todas las inhibiciones fun-


cionales, de todas las enfermedades llamadas psíquicas y de más del 50%
de las enfermedades orgánicas y aun, en un trabajo de 1907, dice: la muer-
te se produce por el mismo mecanismo que la enfermedad psicosomática.
Freud se toma el trabajo de dar un ejemplo. El subtítulo de este capí-
tulo es “Ejemplo del análisis de un sueño”. Aquí se disculpa de no poder
narrar el sueño de algún paciente, entonces pone un sueño suyo, en tanto,
Freud era dos: el que escribía La Interpretación de los Sueños y, también,
el sujeto viviente, sufriente. Es decir: La Interpretación de los Sueños no
es racionalista, aunque Freud lo fuera.
En otros capítulos mostramos cómo la escritura, base material de toda
ciencia, no está determinada ni por sujeto social —es decir, no son las cla-
ses sociales las que determinan la escritura— ni está determinada por los
complejos psíquicos es decir: no son los procesos inconscientes los que
determinan la escritura. La escritura está determinada por otras escrituras.
Sin Freud podía haber habido psicoanálisis; sin física no hubiese habido
psicoanálisis. Es decir: si varios siglos antes no se hubiese determinado,
desde las ciencias físicas, que los sueños eran una manifestación del soñan-
te, porque antes de la física, los sueños se explicaban de una manera meta-
física; eran o demonios, o espíritus benignos que irrumpían en el sujeto.
A partir de la física, no a partir de Freud, los sueños son una manifesta-
ción del soñante. Sin principio de constancia de la física, hubiese sido bas-
tante complejo que se pensara el principio de placer.
Y por último, como un paréntesis, desde la producción de las ciencias
matemáticas, preexiste en el campo teórico, como un inconsciente de las
ciencias, en tanto todas las ciencias actuales, posteriores a las matemáticas,
se producen con el mismo mecanismo que se produjo el número natural.
Tuvieron que pasar dos mil años, desde la concepción de las magnitudes
geométricas, hasta que la física o los trabajadores del campo físico pudie-
ran la fórmula de la velocidad utilizando como matriz vacía las magnitu-
des geométricas. Es decir que el desarrollo científico es un desarrollo par-
ticular del hombre o del sujeto terráqueo que más que dejarse influir por
las vicisitudes del sujeto terráqueo es como si en realidad utilizara a estos
sujetos en su desarrollo, tanto que hoy por hoy es imposible imaginarlo
detenido. Es decir que cuando uno piensa las ciencias actualmente, tiene
que pensar en una cadena siempre abierta, permanentemente abierta, a
niveles de pensar que lo que hoy es ciencia dentro de unos años sería ide-
ología, y en unos años más, religión.
EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA 241

No vamos muy lejos: la familia, la estructura unicelular de la sociedad,


es decir, la asociación humana por excelencia, es para el psicoanálisis una
herencia animal Es decir, la familia es presimbólica, dice el psicoanálisis.
Antes del símbolo, antes de que el hombre hablara, había familia; es decir:
los animales, como nosotros, se constituían en familias para producir, para
reproducir y cuidar la especie; por lo tanto la familia es un resabio que el
hombre lleva con él, de la vida animal, que se supone en alguna época ha
vivido. Todo esto para decirles que la ciencia está en un continuo desarro-
llo. Ahora entendemos por qué un método que se estereotipa o se hace
perezoso, en realidad está incumpliendo los requisitos de ser un método
teórico en tanto, para ser método psicoanalítico, no puede saber de ante-
mano lo que va a ocurrir. Es en esta incertidumbre donde se practica la
técnica psicoanalítica.
De ahí la preocupación de Freud y de las escuelas posteriores en lo que
se da en denominar la formación psicoanalítica, hasta la exigencia máxima,
que sería cuando un psicoanalista, al escuchar, eso que escucha hablar no le
recuerda en absoluto su pasado, y eso es un psicoanalista. Esta fórmula exa-
gerada, por ahora no ha sido cumplida por nadie. Pero en realidad sería la
tendencia a poder verificar como deseo del psicoanalista el que promueve la
situación analítica, como posibilidad de desear la función. Para eso es nece-
sario psicoanalizarse entre quince y veinte años, estudiar otros tantos años y
además faltan otras cosas: la predisposición del sujeto que va a hacer de
paciente es de fundamental importancia en el tratamiento psicoanalítico. Sin
su ayuda es absolutamente imposible realizar el psicoanálisis. Tiene que
hacer lo que normalmente rechaza: tiene que prestar atención a sus procesos
mentales sin reprimir conscientemente material que acontece; es decir: tiene
que perder sus inhibiciones frente a la palabra, que se ejercen desde el apara-
to perceptivo y del aparato de la conciencia. Hay estudiantes de psicoanáli-
sis que se quejan cuando su psicoanalista les interpreta, después de tres, cua-
tro, cinco años de análisis: “usted hoy ha comenzado su psicoanálisis”.
En realidad censuró conscientemente una serie de representaciones; no
hubo psicoanálisis porque la ocultación consciente, la censura consciente,
el psicoanálisis no puede leerla. El psicoanálisis, en el campo desarrollado
de la transferencia y frente a la asociación libre, puede interpretar la cen-
sura o la represión inconsciente. Es un instrumento que está preparado
para eso, pero no está preparado de ninguna manera a leer lo que reprimo
desde una moral. Es decir, insisto, puede interpretar lo que se reprime
mediante los procesos inconscientes, es decir mediante los procesos de
242 MIGUEL OSCAR MENASSA

condensación y desplazamiento. Lo que yo inhibo para quedar bien con mi


psicoanalista, con mi mamá, o con la policía, eso no se me puede interpretar.
En “Análisis terminable e interminable”, en realidad, el psicoanálisis
de los psicoanalistas es interminable, hay un psicoanálisis que terminaría,
pero terminaría si el psicoanalizado cumpliera con los requisitos de aso-
ciar libremente, librándose de su censura consciente y llegando a una
situación tal de comprender que eso que está ocurriendo es el trabajo del
psicoanalista, pero la vida del paciente.
Freud nos muestra con la atención que presta a los sueños, y a los actos
fallidos, cómo son lugares de semi importancia donde va a investigar la
aparición de los efectos-productos del trabajo inconsciente. Es en lo
nimio en lo que nos detenemos. El deseo es superfluo. Nunca desea lo que
se tiene que desear. Nunca desea lo que está estipulado desear. En reali-
dad, no desea nada, sino sólo expresarse, por eso que puede adherirse a
cualquier objeto. No requiere de la persona que tiene enfrente que sea una
persona como él, como en el amor. Cuando yo amo, requiero al otro que
me ame. Cuando yo amo le requiero al otro que sea una persona como yo.
Cuando deseo no requiero al otro que sea una persona como yo sino el
objeto de mi deseo, y el objeto de mi deseo no es ninguna persona ni es
yo el que desea.
No hay interpretación previa de la situación; por lo tanto, no hay
pacientes tipos, no hay enfermedades tipos, no hay discursos tipos, no
puede haber clasificación psicopatológica. Cada sujeto es diferente. Por
ahora, los imaginarios de cada persona son diferentes, son lo privado en
última instancia. Por lo tanto, el desarrollo del proceso psicoanalítico será
diferente para cada paciente. Y si no se nota mucho en los psicoanálisis
terapéuticos, en los psicoanálisis didácticos se nota como cada practican-
te tiene un psicoanálisis especial, específico, personal. Que no se parece a
ningún psicoanálisis porque habíamos dicho que el inconsciente no se lo
puede hacer consciente. Que no está en ningún sitio, tampoco está en los
libros. Por lo tanto, antes del encuentro, lo que va a ocurrir en el encuen-
tro no está ni en la vida del paciente, ni en la cabeza del psicoanalista. Y
cualquier cosa que se pretenda que hubiese estado en la vida del paciente
o en la cabeza del psicoanalista, eso precisamente, no es el psicoanálisis.
Entonces, para finalizar para entrar en un desarrollo que se hace nece-
sario, acerca de la lingüística estructural, que Freud sin conocer utiliza, en
tanto los primeros escritos sobre lingüística son de 1906, describe en los
mecanismos inconsciente leyes propias del lenguaje, la condensación y el
EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA 243

desplazamiento, la metáfora y la metonimia. Como nosotros sabemos,


son los dos instrumentos de formación del lenguaje. Y además veríamos
de poder rastrear en el sueño de Irma algunas cosas que nos llamen la
atención sobre lo que estuvimos diciendo hoy. Es decir: sobre el comple-
jo teórico, sobre el método interpretación y sobre los dos conceptos teó-
ricos que se manejan en este capítulo que son la transferencia y la asocia-
ción libre. Es decir, ver sobre el texto mismo cuándo acontecen situacio-
nes tales que pueden ser interpretadas desde estos conceptos. La tesis se
desarrolla en este capítulo desde: los sueños tienen sentido, a: los sueños
tienen un sentido después de ser interpretados psicoanalíticamente. Para,
en el final del capítulo, después de la interpretación del sueño de Irma, y
después de las conclusiones: “el sueño tiene sentido después de la inter-
pretación psicoanalítica y su sentido es la realización de un deseo”. Tesis
que va a llevar a su más amplia formalización en el capítulo de
“Deformación onírica” donde el sentido del sueño será como la realiza-
ción de un deseo sexual, inconsciente, reprimido y disfrazado.
Intentaremos, junto con Freud, ver algunas particularidades de la
interpretación psicoanalítica en el mismo sueño que Freud analiza en este
texto. Es el famoso “Sueño de Irma” que Freud sueña en 1895, y si nos
ponemos a pensar este texto interpretación del “Sueño de Irma” soñado
en 1895—, en el texto de La Interpretación de los Sueños, que como ya
hemos visto iba a ser el texto de ruptura, donde por primera vez iba a
escribirse una expresión teórica del sistema inconsciente, tenemos que
pensar que este sueño tiene un interlocutor, es un sueño soñado, es un
sueño interpretado para un interlocutor, es decir, para nosotros.
Que los interlocutores de este sueño soñado en 1895 y puesto como
escritura en el texto de 1900, La Interpretación de los Sueños, tiene que ser
tomado no sólo como un sueño, no sólo como el modelo de la interpre-
tación de los sueños, sino como un discurso pleno que Freud nos dice a
nosotros, es decir, sus lectores. Esto es interesante porque no es que
vamos a descubrir los deseos inconscientes de Freud en la lectura del
texto. No nos interesa saber más de Freud. No nos interesa saber sino el
modo en que Freud nos dice que se interpreta un sueño. No nos vamos a
meter en el sueño de Irma para asociar ahí donde Freud deja de asociar.
Freud lo dice claramente: “Yo he llegado hasta aquí. Si alguien me critica
esta posición, este detenimiento, que se anime a tener más valor que yo
mismo”. Pero esta excusa de Freud no habla de lo que el texto dice. Es
como si en el texto tuviéramos que aprender a discriminar el pobre yo de
244 MIGUEL OSCAR MENASSA

Freud que queda diluido en su obra, que queda acéfalo en su obra, en la


interpretación del sueño de Irma, donde el yo Freud queda diluido en
Irma— su paciente—, en lo que Irma representa metafóricamente: la
mujer de Freud, la institutriz, la amiga de Irma, la paciente que Freud
“mató” dándole una droga que en este momento se creía que era inocua,
que después resultó ser una droga a manejar con mucho cuidado.
Es decir que nos va a interesar lo que el texto indica que leamos, y este
texto, según las clases anteriores, indica que lo leamos como el método de
exposición de una investigación que Freud ya había realizado. Cuando Freud
escribe La Interpretación de los Sueños —insistimos en esto—, él ya ha hecho
gran parte de lo que se denomina proceso científico, proceso teórico.
Todo proceso teórico habíamos dicho que se dividía en dos momen-
tos, que eran el momento de investigación y el momento de exposición.
Que el momento de investigación dependía de los instrumentos utilizados
en la lectura del campo y que el proceso de exposición ya no dependía ni
del investigador, ni de los procedimientos utilizados en la investigación,
sino que dependía de la sobredeterminación.
Para entrar en el sueño, como paréntesis: cuando Freud llega a la conclu-
sión de que Irma, la Irma del sueño, es en realidad tres mujeres, él detiene la
asociación, detiene la asociación diciendo: “Me alejaría del camino que estoy
siguiendo en el sueño de encontrar las similitudes y las diferencias de estos
tres personajes”. Pero también, Freud instala en esta detención un hecho
teórico fundamental para la interpretación psicoanalítica: ningún sueño
podrá ser interpretado en su totalidad. Es decir, se modifica la concepción
del positivismo lógico acerca de las ciencias. Las causas no se agotarán en los
efectos, y con respecto a los efectos, al reconstruir a partir de los efectos la
causa determinante jamás se sabrá en su totalidad la causa determinante. Es
decir, hay un lugar en el sueño que une —dice Freud— a lo desconocido. Es
como si él dijera: hay asociaciones que si bien son mentales ya nada tienen
que ver con el deseo inconsciente que estamos investigando.
Vuelve a redefinir el campo psíquico: ni es todo lo que se habla, ni es
todo lo que no se conoce, sino que es el inconsciente reprimido, y ése va
a ser el campo del psicoanálisis. Va a ser sexual, como bien lo indica en el
sueño la palabra “trimetilamina” con luminosidad, el final del sueño, uste-
des piensan que es una fórmula química (nitrógeno, el nitrógeno de
3valencias, 3 carbonos y después al carbono que tiene 4 valencias, le que-
dan 3 valencias libres en H3, H , H ). Eso es la sustancia sexual de la cual
3 3
su amigo Fliess le había hablado. Es decir que después de ubicar todos los
EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA 245

sentidos posibles al sueño, el sueño quedaría mostrando como su sentido


es en realidad no tener ninguno, a menos aquel que indicaría la posibili-
dad de que una sustancia sexual, el deseo sexual reprimido, pudiera expre-
sarse en estas manifestaciones que sin la interpretación psicoanalítica
parecerían desordenadas y alejadas del proceso vital del sujeto.
Pero como Freud dice en La Interpretación de los Sueños, todo sueño
tiene su sentido; este sentido sólo es posible por la interpretación psico-
analítica. Un sueño no tiene ningún sentido. Tiene sentido sólo si es
procesado por el psicoanálisis. Para este proceso, Freud había hecho dos
indicaciones en las páginas anteriores a comenzar el sueño, de capital
importancia. No hay psicoanálisis sin asociación libre del paciente. Es
decir, todo esto reflejado en un chiste: llama a la casa de Freud un
paciente y el paciente pregunta: “¿El doctor Sigmund Freud?”, y Freud
le contesta: “¿Y a usted qué le parece?”. Este chiste no sólo es un chiste
—ya que sólo con serlo tendría su relación con el inconsciente—sino
que es un chiste que habla de que sin la aceptación racional, consciente,
del paciente de colaborar en la formación del diálogo psicoanalítico no
hay psicoanálisis.
La asociación libre no es exactamente lo que el paciente hace en el
diván, o lo que el sujeto psicoanalizado hace en el diván, sino que la aso-
ciación libre es un concepto teórico de la técnica psicoanalítica y que
depende, como lo vamos a ver, del concepto de múltiple determinación.
Es todo aquello que sea preconsciente es posible de conciencia. Todo
aquello que sea preconsciente, alguna vez, estuvo en la conciencia. Todo
aquello que sea preconsciente depende de las leyes del lenguaje y no de las
leyes del inconsciente. Por lo tanto, todo aquello que recuerde el pacien-
te mediante la asociación libre está determinado por la múltiple determi-
nación: a cada unidad de sentido le corresponden varios sentidos. Es decir
que aunque el paciente trae un recuerdo infantil no recordado, el hecho
mismo de llamarlo “recuerdo infantil no recordado” nos dice que una vez
estuvo en la conciencia del sujeto. Entonces, el sujeto sólo puede recordar
los contenidos preconscientes. Hay una sola manera de aproximar las
representaciones conscientes a las representaciones inconscientes. Una
única manera: la interpretación psicoanalítica.
Más adelante —estamos en 1900—en el trabajo La Negación Freud va
a mostrar otra manera de que una representación inconsciente arribe a la
conciencia. La excepción es la negación, es decir, los contenidos incons-
cientes pueden hacerse conscientes a condición de ser negados. “No vaya
246 MIGUEL OSCAR MENASSA

a pensar, doctor, que la mujer del sueño es mi madre”, por lo cual ingresa
a mi conciencia que la mujer del sueño es mi madre, pero a condición de
haber sido primeramente negado. Por lo tanto la negación es un mecanis-
mo muy interesante porque levanta la represión, porque el contenido
llega a la conciencia, pero no levanta la represión. Tanto que Freud acá
utiliza una palabra muy querida por Hegel, que es “Aufhebung, en reali-
dad “conservar”, pero de algún modo “superar”.
Supero la represión en tanto el contenido aparece en la conciencia;
pero conservo la represión porque el sujeto sigue sin aceptar lo reprimi-
do. Niego, supero la represión porque el contenido aparece en la concien-
cia; pero mantengo la represión, conservo la represión porque el sujeto
sigue rechazando los contenidos inconscientes pero fuera de su concien-
cia, fuera de su yo. Son conscientes mediante el mecanismo de negación.
Este objeto, el inconsciente, que no está en la conciencia y que no tiene
ninguna forma de aparición, sino mediante los mecanismos de negación y
los disfraces que estamos estudiando en La Interpretación de los Sueños,
es decir, la condensación y el desplazamiento, es ese objeto el que exige
que el método sea de interpretación.
No es que Freud tenía el método de interpretación, y estudiando a los
pacientes descubre el inconsciente. Freud produce el concepto de incons-
ciente que tiene tales características, que requiere para su investigación un
método, el método de interpretación que, como ustedes saben, en 1939 se
va a transformar en el método de interpretación-construcción, dando
Freud a entender que la teoría psicoanalítica es una teoría científica y que,
a medida que se fueron modificando las articulaciones teóricas desde La
Interpretación de los Sueños de 1900 hasta 1939, también se modificó el
método, en tanto la característica de todo método científico es ser un dis-
curso de circunstancias, porque todo método científico tiene que trans-
formarse no sólo con las transformaciones de la teoría sino también junto
con lo que transforma.
Es decir que no es ningún desvío pensar la técnica desde el método de
la interpretación, en tanto la técnica psicoanalítica dependerá estrictamen-
te del método.
En la técnica es tan oportuno conservar ciertas reglas —nos dirá
Freud—como crear nuevas reglas, y si conservo siempre las mismas
reglas, el método se estereotipa. Si el método se estereotipa conozco los
resultados antes de su aplicación, quiere decir que el método se ha hecho
autónomo, o sea que el método no depende más de la teoría, por lo tanto
EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA 247

es un método ideológico, autónomo. Ejemplo: la interpretación por indi-


cio o por icono de la escuela kleiniana y las tonterías de todos los desvíos
que se ha hecho de la obra de Freud para no darle el sentido verdadera-
mente subversivo de esta obra. Podríamos decir que el Sueño de Irma
hace a esta subversión del pensamiento freudiano.
El Sueño de Irma también era una disculpa. Habíamos dicho que era
un discurso para nosotros. “Yo soy aquél”, diría Freud, “que vengo a
atentar contra el pensamiento común”. No quiero ser aquél, quiero ser
perdonado —diría Freud en el Sueño de Irma—por esto que estoy hacien-
do, por atentar contra la manera normal de tener pensamientos, de tener
sexualidad y de tener una vida, en tanto los conceptos psicoanalíticos no
sólo van a romper con una teoría de la conciencia sino que van a romper
con una concepción filosófica acerca de la producción científica y van a
romper con un modo de vida de los sujetos humanos.
A partir de Freud es absolutamente imposible pensar una ciencia del suje-
to humano que parta de las causas y que desde las causas se determinen todos
los efectos. Es decir, Freud termina con Laplace. Laplace nos decía: si supie-
ra todas las causas podría pronosticar todos los efectos. Freud dice: de ningu-
na manera, parto del efecto, reconstruyo operaciones y construyo por inter-
pretaciones las causas determinantes. Es decir, las causas determinantes son
teóricas. No existen en ningún sitio. ¿Quién puede ir a pasear con el número
4? Nadie. Con el inconsciente tampoco se puede ir a pasear. El inconsciente
es un concepto igual que el número 4; por lo tanto, si nadie puede ir a pase-
ar con el número 4, nadie puede ir a pasear con el inconsciente.
El inconsciente es un concepto teórico que determina que en una relación
específica, bajo determinadas coordenadas, en determinada situación, se
genera una relación particular donde no es la palabra lo que cura sino que es
la palabra dicha o sobredicha sobre la relación denominada transferencial
que se genera entre el psicoanalista y el psicoanalizado. Esta relación trans-
ferencial que se genera es de capital importancia porque Freud dice: aunque
el médico no haga nada, no diga nada, se genera espontáneamente. Es decir,
el mismo mecanismo de producción inconsciente genera, en la presencia del
médico, muestra —el sujeto muestra cuando el psicoanalista le dice hable—
a qué fantasmas están conectadas sus pulsiones.
Por lo tanto la relación transferencial es la puesta en escena, no sólo del
pasado de la relación, no sólo del pasado del sujeto sino las vicisitudes de
cómo va a finalizar la relación con el psicoanalista, la puesta en acto del
inconsciente. La relación transferencial comienza determinada desde su
248 MIGUEL OSCAR MENASSA

dilución. Es decir, el sujeto psíquico inconsciente está estructurado desde


el futuro. Es decir, es psíquico, hay real inconsciente, porque muere, no
porque nace.
Freud, antes de entrar en el sueño, escribe unas notas preliminares para
que nosotros estemos atentos a algo que va a estar en todo el sueño y que es
un problema entre la deontología médica, la ética médica y la subversión psi-
coanalítica. Esto va a estar presente en todo el sueño. Freud ya lo plantea en
las notas preliminares: “He tratado a una mujer joven que además generó
cierto cariño en mi familia”. Esto trae el prejuicio que cuando los tratamien-
tos no acontecen como tiene que ser, uno puede llegar a tener dificultades
familiares y sociales. Además la paciente abandonó el tratamiento frente a
una indicación de Freud que ella había rechazado. Por lo tanto Freud estaba
un poco irritado por esta negativa cuando la paciente se va de veraneo.
Cuando su amigo Otto viene del lugar de veraneo de ver a la paciente,
Freud le pregunta: “¿Qué tal Irma?” Otto le dice: “Bien... pero no del
todo”. “No del todo” hace que Freud, después de la conversación con
Otto, vaya a escribir la historia clínica de Irma para entregársela al Doctor
M., un médico de prestigio entre ellos. Es decir que la frase de su amigo
lo compulsa a ir a demostrar que él había hecho bien “todo”.
El modo que propone Freud para la interpretación es la fragmenta-
ción por glosas del sueño y asociar cada una. Entonces va a asociar
sobre la primera.
“Un amplio hall; muchos invitados, a los que recibimos”. “Durante
este verano vivíamos en una villa, denominada Bellevue, situada sobre una
de las colinas próximas a Kahlenberg. Esta villa había sido destinada ante-
riormente a casino, y tenía, por tanto, habitaciones de amplitud superior
a la corriente”.
Está claro que en el “amplio hall” del sueño hay un indicio del amplio
hall de la casa de verano donde ellos esperaban, tenían la ilusión de reali-
zar la fiesta, y donde tenían la esperanza que concurrieran muchas perso-
nas. Esto es lo que a Freud le sirve para hacer el pasaje a lo que podríamos
llamar la interpretación.
Ha transformado el subjuntivo en presente indicativo. Ha transforma-
do el “tengo esperanzas de que venga mucha gente a la fiesta” en “un
amplio hall, muchos invitados que recibimos”, es lo que al psicoanalista le
va a llamar la atención.
Hay una glosa aquí que dice: “Reprocho a Irma no haber aceptado aún
la “solución·”. Esta glosa, la podemos dejar para más adelante. En reali-
EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA 249

dad, Irma se va a parecer a dos, tres personajes del sueño, por haber recha-
zado una indicación de Freud y no por parecerse, y no por ser amiga de la
amiga, y no porque la mujer tenía los mismos síntomas que Irma sino que
tanto la mujer, como Irma, como la amiga de Irma, van a aparecer juntas,
“condensadas en el sueño —dice Freud—porque en ellas algo se resiste”.
Va a pasar lo mismo con el Doctor M. y su hermano, que quedan aso-
ciados también entre sí. El llega a decir: “se parecen en algo”. “Recuerdo
ahora a mi hermano mayor, residente en el extranjero, que lleva el rostro
afeitado y al que, si no me equivoco, se parecía extraordinariamente el
Doctor M. de mi sueño”. La barba no es parecida y después de su propio
dolor en el hombro donde llega a decir, “...cosa que yo siento como él”,
es decir, lo siento yo, son mis dolores, yo soy todos los personajes del
sueño. Entonces, el hermano y el Doctor M. también aparecen condensa-
dos, no por esta similitud real que ve Freud, sino también porque habían
rechazado una propuesta de Freud.
En el lugar donde dice “Está pálida y abotargada”. Mi paciente presenta
siempre, por el contrario, una rosada coloración. sospecho que se ha super-
puesto aquí a ella una tercera persona... (que después resulta ser la mujer).
Entonces, lo que sospecha aquí es la condensación. “Pálida y abotar-
gada” no es sólo la paciente. Hay un sueño donde Freud interpreta, más
adelante, en otros textos, y dice claramente “No soy yo el que yo repre-
sento en el sueño sino que el comandante que acaba de morir a mi lado,
ése soy yo”.
En otra glosa dice: “Pienso, con temor, que quizá me haya pasado
inadvertida una afección orgánica”. Es decir, él piensa con temor que se le
haya pasado una afección orgánica. Inmediatamente también habla de lo
que está al lado de eso. Eso también es indicial, porque está al lado.
Un psicoanalista, en aquel momento estaba todo el día pensando qué
era lo orgánico y qué era lo psíquico. “Como fácilmente puede compren-
derse, es éste un temor constante del especialista que apenas ve enfermos
distintos de los neuróticos y se halla habituado a atribuir a la histeria un
gran número de fenómenos que otros médicos tratan como de origen
orgánico. Por otro lado, se me insinúan —no sé por qué ciertas dudas
sobre la sinceridad de mi alarma. Si los dolores de Irma son de origen
orgánico, no me hallo obligado a curarlos. Mi tratamiento no suprime
sino los dolores histéricos. Parece realmente como si desease hubiera exis-
tido un error en el diagnóstico, pues entonces no se me podría reprochar
fracaso alguno”.
250 MIGUEL OSCAR MENASSA

El “pienso con temor”, es muy interesante e importante entender la fun-


ción que cumplen ciertos verbos llamados “modales”: “creo”, “pienso”, “me
parece”, que producen un paréntesis sobre la frase que se va a decir. Yo
puedo decir “Usted es bella”. Y después puedo transformar íntegramente la
frase. Puedo hacer una modificación estructural y decir “Usted no es bella”.
O puedo decir “Otras mujeres son bellas”. O puedo decir “Creo que usted
es bella”, con lo cual estoy alterando la frase “Usted es bella” poniéndola
entre paréntesis, y haciendo que el “Usted es bella” dependa de mis hipóte-
sis, mis dudas y mis prejuicios acerca de la belleza.
Cuando Freud dice “Pienso con temor”, es decir, pienso con alegría
que la enfermedad de Irma es orgánica. Esto no es: pienso con temor que
se me haya pasado una afección orgánica. Lo de “pienso” pone entre
paréntesis, parentiza la frase. Por lo tanto la frase ahora no es más la frase
sino que son las dudas. Entonces él dice “por otro lado, se me insinúan —
no sé por qué—ciertas dudas sobre la sinceridad de mi alarma”. Es decir,
se me establecen dudas acerca de que yo esté alarmado; porque si Irma
está enferma orgánicamente, en realidad estoy contento porque de esta
manera yo no soy el responsable de su enfermedad.
“La conduzco junto a una ventana y me dispongo a reconocerle la gar-
ganta. Al principio se resiste un poco como acostumbran a hacerlo en
estos casos las mujeres que llevan dentadura postiza. Pienso que no la
necesita”.
Aquí hay que hacer una aclaración en “no la necesita”, en tanto el “la”
en alemán es neutro, por lo tanto va a poder asociarse al otro “no lo nece-
sita”, refiriéndose no ya a la dentadura postiza sino a que la amiga de Irma
no necesita del tratamiento porque se las arregla sola. En realidad, este
“no lo necesita” se refiere a que éste es un sueño soñado por Freud al
hablar con nosotros de la interpretación de los sueños. Por lo tanto, “no
lo necesita” se refiere a la posible culpa que aparece en el sueño y la culpa
relacionada no ya a la enfermedad de Irma sino al descubrimiento que está
por producir en “Teoría de los sueños”. Entonces que “no lo necesita” ni
Irma, ni la amiga de Irma, quiere decir que no lo necesita nadie; que esto
que está haciendo él que va a subvertir la vida de toda la humanidad, en
realidad no lo necesita nadie.
En las asociaciones posteriores de esta glosa, él consigue cambiar a
Irma por la amiga de ella en tanto se pueden atribuir a ésta varios de los
calificativos del sueño para Irma. No sólo consigue reemplazarla sino que
fantasea la idea de que esta paciente y no Irma sea su paciente, en tanto
EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA 251

parece ser un paciente más dócil. La amiga de Irma cedería antes, “abre
bien la boca”. El “abre bien la boca” del sueño, como un sintagma, “abrir
la boca”, “hablar”, por lo menos para nosotros. Tenemos que pensar ade-
más que cuando se le juntan las tres mujeres —que es donde él detiene la
asociación—, es donde fija el ombligo del sueño, que después vamos a ver
en el capítulo nueve, en el capítulo teórico de La Interpretación donde él
fija el nudo del sueño, del ombligo del sueño. Ahí, en la aparición de estas
tres mujeres, donde se le combina, podríamos decir que el ombligo del
sueño es la muerte; sin que se nos escape que la “Trimetilamina”, que es
la palabra que aparece luminosa en el sueño, como la más importante del
sueño, es la sustancia sexual que descubre su amigo y que da motivo al
sueño, y además, el número 3 que repite en la fórmula de una manera inte-
resante.
Después de buscar el sentido del sueño, Freud nos da el drama de la
interpretación. El sentido del sueño es esta palabra que no tiene sentido.
El sentido del sueño es esta palabra que además no pronuncio yo sino que
me viene dictada como un límite, como una roca. El sentido del sueño es
esa palabra que no puedo descifrar, que a nadie le interesa descifrar en
tanto eso no es el psicoanálisis. El psicoanálisis no tiene que dar como
resultado desciframiento, aunque ciertas interpretaciones lo produzcan.
Es decir, la interpretación no busca sentidos; en todo caso, la interpreta-
ción hace a la causa de lo psíquico y la causa es el deseo.
Cuando Freud habla de construcciones, no dice la construcción es
parte de la vida del paciente, sino, una construcción en un período pro-
longado de la historia de los deseos interpretados. No es la historia de los
sucesos reales, no es la historia de la vida del paciente, sino la historia de
los deseos interpretados, la construcción. Es decir, no se puede evaluar el
tratamiento psicoanalítico con un paciente mirando los “progresos”
sociales o sexuales que el paciente tenga en su realidad objetiva vivida. El
tratamiento psicoanalítico se evalúa en el contexto del diálogo psicoanalí-
tico. En última instancia, una muy buena evaluación del tratamiento psi-
coanalítico es... se puede decir que el tratamiento está en su apogeo, no en
su culminación sino en su apogeo cuando el paciente habla en primera
persona y se dirige al psicoanalista en primera persona. Dentro del diálo-
go, dentro de la situación. No hay evaluación posible. Además, quién
puede evaluar cuando yo le digo a ella “mi psicoanalista me dijo”.
Pero cuando mi psicoanalista me dijo, no era mi psicoanalista, era mi
“Tío José” que me decía; porque si me decía mi psicoanalista... yo a mi
252 MIGUEL OSCAR MENASSA

psicoanalista no le escucho porque sobre mi psicoanalista tengo puesta la


transferencia; es decir, tengo esta relación especial que lo transforma en
uno de mis fantasmas. Por lo tanto, en realidad, no fue mi psicoanalista el
que me dijo sino que fue el fantasma de turno el que me dijo; porque si yo
no tenía transferencia sobre él no escuchaba.
Es decir, de todo lo que estoy diciendo, tengo la ilusión de que es lo
mismo para todos ustedes, y cada uno de ustedes ha escuchado una cosa
distinta, cada uno de ustedes ha escuchado un trozo de mi discurso, no ha
escuchado todo lo que yo he dicho, porque se escucha según lo que el
otro diga, impacte o no impacte mi imaginario. Si no impacta mi imagina-
rio, no lo escucho. Lo escucho diferente, lo veo distorsionado, porque los
ojos mienten, porque los sentidos mienten.
Por lo tanto, la prueba visual para la ley no sirve. Se necesitan pruebas:
el puñal con que lo maté, las huellas digitales... Puedo haberlo visto y
puedo haberlo inventado, puedo haberlo trastocado, puedo haber visto
mal. El amor —que espero que alguna vez lo hayan conocido—produce
estos efectos sobre la gente.
Entonces, el psicoanálisis no confía en los sentidos. Como habíamos
visto en clases anteriores, los sentidos generan ilusión. Aquí, muestro
cómo hace el reconocimiento de la sustitución.
“El doctor M. está pálido, se ha quitado la barba y cojea”. Lo que de
verdad entraña esta parte del sueño se reduce a que el Doctor M. presen-
ta a veces tan mal aspecto, que llega a inquietar a sus amigos.
Cada vez —digo, porque de esta observación minuciosa de la tontería
es como Freud va descubriendo lo que descubre—. Quiero recordar
ahora que con la melancolía, haciendo esta observación de la sustitución
se da cuenta que el reproche del melancólico no corresponde a la perso-
na. Es decir, el melancólico va por la vida diciendo “soy una porquería, no
sé hacer nada, todo me sale mal, soy un degenerado”, pero Freud se da
cuenta que el reproche del melancólico, sus reproches, no correspondían
al sujeto sino que correspondían a una persona cercana al sujeto que lo
había abandonado por cualquier motivo, y para no perderlo se había iden-
tificado con la persona perdida y se reprochaba a él, en realidad, las carac-
terísticas del otro.
Por lo tanto, el suicidio melancólico, dice Freud, es un asesinato por-
que mato en mí aquel que ahora soy para no perder ese amor, para no per-
der esa persona, para no perder. En realidad, no mato en mí nada de mí
sino que mato en mí a este otro, sobre todo cuando me engaña.
EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA 253

Les voy a leer una frase final. En realidad, si tenemos esta doble ver-
tiente del sueño, es Freud sujeto que sueña y es Freud el descubridor del
inconsciente, el descubridor del aparato psíquico, el que sueña. Por lo
tanto, hay una parte del sueño que está dirigida a nosotros, hay un soñar
en el sueño soñado para nosotros y hay en la interpretación que hace
Freud del sueño una interpretación para nosotros
La interpretación en realidad es el cuento del caldero. Freud dice: “Toda
mi defensa recuerda vivamente la de aquel individuo al que un vecino acusa-
ba de haberle devuelto inservible un caldero que le había prestado y que
rechazaba tal acusación con las siguientes razones. En primer lugar, le he
devuelto el caldero completamente intacto; además, el caldero estaba aguje-
reado cuando me lo prestó. Por último, jamás le he pedido prestado ningún
caldero”. Las razones son contradictorias, pero bastará con que se aprecie
una de ellas para declarar al individuo libre de toda culpa”.
Es decir, Irma tiene una enfermedad orgánica, por lo tanto yo no soy res-
ponsable. Irma es una paciente orgánica; yo soy psicoanalista. Y además,
Irma tiene una enfermedad orgánica que se la produjo Otto con la jeringui-
lla infectada. Son tres frases también contradictorias pero con atender a una
de ellas Freud es libre de culpa y cargo. Entonces nosotros podríamos decir
que esta culpa habla y dice “Por aquella Matilde, mi Matilde”.
Aquella Matilde, por la que él consulta al Doctor M., un médico
mayor que él, e igual la paciente se muere, y esta Matilde, su hija Matilde
que estuvo a punto de morir por una placa diftérica que tiene esta simil-
cadencia con histeria.
El ahí no rechaza la culpa, como en el caso de Otto, como en el caso de
M., al que ridiculiza poniendo en su boca que la disentería va a aliviar el pro-
blema, sino que aquí acepta el diente por diente y el ojo por ojo. Es decir,
por aquella Matilde, mi Matilde. Es decir, para aquella muerte, mis muertos.
Entonces la interpretación del sueño podría ser: Soy aquel que quiere
ser perdonado por haber osado empezar a curar a estos enfermos, a quie-
nes hasta hoy no se quería comprender y se desechaba curar. Soy aquel
que quiere ser perdonado por eso. Soy aquel que no quiere ser culpable
de ello porque siempre es ser culpable, transgredir un límite, hasta enton-
ces impuesto a la actividad humana. No quiero ser eso, en mi lugar están
todos los demás. No soy ahí sino el representante de este vasto, vago
movimiento que es la búsqueda de la verdad en la cual yo, por mi parte,
me borro. Ya no soy nada. Mi ambición fue superior a mí. La jeringa esta-
ba sucia, no cabe duda. Y precisamente en la medida que lo he deseado en
254 MIGUEL OSCAR MENASSA

demasía, en que he participado en esa acción y quise ser, yo, el creador, no


soy el creador. El creado es alguien superior a mí, es mi inconsciente, esa
palabra que habla en mí, más allá de mí: TRIMETILAMINA.

NOTAS

1. Más confianza que la que hay tumbado en el diván y el otro senta-


do en el sillón, no puede haber. Todo intento de llevar esa relación a una
situación de confianza consciente es producir desconfianza en la relación
psicoanalítica. La relación de más confianza es cuando uno está tumbado
y el otro está sentado y no se ven, ni se saludan, ni se dan la mano. Así se
pueden expresar las violencias que el paciente siente, cosa que se hace
imposible cuando mantienen una relación simétrica.
Cualquier persona que se anima a asociar libremente puede ser psicoana-
lizada. No es fácil asociar libremente. Es una paradoja. El psicoanalista reci-
be al sujeto con una paradoja: asocie libremente que no podrá... no podrá
porque su discurso, lo sé, está determinado por el sistema inconsciente. Así
que por más libre que usted quiera ser, la asociación libre a lo que se refiere
es: libre de la conciencia, libre de los procesos morales, ideológicos, éticos.
Si el psicoanalista lleva bien el tratamiento psicoanalítico, ni aun cuando
se equivoca realmente se equivoca sino que está jugando situaciones transfe-
renciales que tarde o temprano va a poder interpretar. El verdadero error, dice
Freud, es comunicar un error sin haberlo antes concatenado a la vida psíqui-
ca del sujeto. Además “no queremos saber —dice Freud, Lacan lo repite—de
la vida real del paciente” porque es un tonto el psicoanalista que cree que su
paciente progresa o no progresa según los progresos o no progresos de su
vida real. El paciente, en psicoanálisis, progresa o no progresa cuando es
capaz de hablar de lo que no sabe; es decir, cuando el sujeto es capaz de hablar
de aquello que en su vida normal sólo lo perturba sin saberlo.
Es decir, el psicoanálisis, como toda ciencia abre un campo ideológico,
el de un saber no sabido por el sujeto. Será poder hablar de aquello que el
sujeto padece sin saberlo. Y eso son los progresos en psicoanálisis. Que
después, haber hablado de esto, haber sido interpretado de esto, le sirva
para que el paciente viva más confortablemente su vida: beneficio secun-
dario, dice el psicoanálisis. Que después usted me insiste un poco, yo le
puedo decir que siempre se produce, pero eso yo no sé si lo produce el
EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA 255

psicoanálisis o el hecho que a una persona con una intensa necesidad de


hablar de su problema se le diga: hable y diga lo que quiera.
Es la única situación de la vida actual, la situación psicoanalítica, donde a
una persona se le dice: hable de lo que quiera que yo la voy a escuchar sin
contestarle, es decir, sin oponerme con mis razones a sus propias razones,
sino interpretando lo que para usted quieren decir sus razones. Es una situa-
ción única en la vida del hombre actual. Esperemos que dentro de dos siglos
esto será una cosa común. Como habíamos dicho antes, la ciencia se hace
ideología, los conceptos científicos se desparraman entre la gente, la poesía
pasa a ser el lenguaje cotidiano de los hombres, pero hay que dejar pasar el
tiempo. Por ahí no somos nosotros sino otros como nosotros.
La consistencia del amor tiene dos vertientes, una de ellas es la que
indica la especie humana. El amor como sentimiento a nivel de especie.
Sin amor no habría apareamiento, sin apareamiento no habría reproduc-
ción de la especie. Por lo tanto amar es ser también un poco vaca, un poco
toro, un poco... Hay que decirlo sin problema. En cambio hay un amor
en donde el sujeto —después de variados mecanismos que ya estudiare-
mos a lo largo de la obra de Freud—en lugar de enfermar o de reprimir,
consigue transformar la realidad que no gozará, que gozará otro. Es decir,
algo que el sujeto da a quien no es y no conoce. Y eso es el amor. Ese
amor, esa tendencia, es la productora de la civilización.

2. ¿En qué se diferencia la producción literaria de sueños, de los sue-


ños?
Lo interesante del trabajo sobre la Gradiva de Jensen es que aunque los
sueños sean poéticamente realizados tienen los mismos mecanismos de
producción que los sueños. Nosotros sabemos que el proceso de la escri-
tura tiene mucho que ver con el inconsciente. Estamos en la Escuela de
Psicoanálisis Grupo Cero, en realidad en la Escuela de Psicoanálisis y
Poesía Grupo Cero.

3. De este objeto inasible, inexistente, previo a su producción, sólo es


posible apropiarse construyendo, interpretando algo nuevo, inexistente,
previo a la interpretación.
Y si el modo de expresión del deseo inconsciente es la metonimia ten-
dríamos que decir que en realidad la interpretación no es metafórica, por-
que la interpretación es el deseo, por lo tanto la interpretación es metoní-
mica; es decir, que es una suerte de desplazamiento.
256 MIGUEL OSCAR MENASSA

Esto plantea toda una polémica actual acerca del deseo del psicoanalis-
ta, en tanto interpretar es como cuando nos preguntamos: ¿Quién puede
decir algo de un hijo muerto? Sólo puede decir algo de un hijo muerto un
padre, y esto no es una cosa consciente. Es decir, ¿quién podría decir algo
del inconsciente?, un psicoanalista. Pues bien, pero un psicoanalista no es
ninguna cosa consciente, y aquí es donde se plantean los problemas del
método y de la clínica psicoanalítica.
Con lo cual caemos en el límite de siempre; sin psicoanálisis del psico-
analista no hay psicoanálisis, porque el saber del psicoanalista no es lo que
estudió en los libros, no es lo que recuerda de la teoría sino que es un
saber inconsciente y la interpretación está jugada inconscientemente.
O sea, si usted conoce la interpretación antes de hacerla es psicotera-
pia, es terapia dirigida. Psicoanálisis es cuando usted no sabe ni siquiera el
momento en que interpretó durante la sesión sino por lo que aparece en
el registro del discurso del sujeto psicoanalizado, me doy cuenta cuándo
interpreté o cuándo no interpreté. Es decir, que quiero barrer con toda
suspicacia acerca de la inteligencia del psicoanalista; por lo tanto —vuel-
vo a insistir—éste es el drama de todas las comunidades psicoanalíticas
desde que se generó el psicoanálisis como posibilidad social. El psicoaná-
lisis del psicoanalista, su deseo.

4. El método además es un discurso de circunstancias, y esto que es


una cosa general de la teoría del conocimiento, vamos a ver cómo en el
psicoanálisis —el psicoanálisis de la famosa causa—es contingente, es
decir, depende de la estructura significante. Esto vuelve a replanteamos
una vez más si puede haber una modalización de los psicoanálisis, o si
puede haber una modalización de las formaciones didácticas, en tanto
cada sujeto tendría el derecho de tener sus propias cadenas de significan-
tes. Quiere decir que ni las cadenas de significantes se van a repetir, ni
las interpretaciones se van a repetir; por lo tanto, el error máximo que
se puede llegar a cometer es psicoanalizar a un sujeto como uno mismo
ha sido psicoanalizado, que es lo que normalmente se hace, ése es el
error más grande del psicoanalista.

5. El método es una cuestión harto compleja, en el sentido que el


método psicoanalítico tiene una ventaja o una desventaja o una interroga-
ción que es el mismo método. No pasa en todas las disciplinas, en todas
las praxis teóricas y científicas, sino que pasa en los lugares donde el
EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA 257

método es el método de interpretación-construcción para producir teoría,


y de interpretación-construcción en la práctica clínica.
Y la otra cuestión, que el portador del método es el psicoanalista, es
decir, el sujeto psíquico, el sujeto también dividido que es el psicoanalis-
ta, el sujeto que padece las vicisitudes del objeto.
Esta sería toda la cuestión que plantea el método, porque está claro que
sin psicoanálisis no puede tampoco la teoría. Para procesar teoría, la tengo
que procesar con el método de interpretación-construcción y el método
es el método de interpretación-construcción para producir inconsciente;
no hay saber inconsciente que se produzca produciendo la teoría, sino es
la teoría que se produce en la praxis psicoanalítica, es decir, en el campo
de la experiencia psicoanalítica.
Si el psicoanalista comete error, ese error es un error si no se lee psico-
analíticamente, pero si se lee psicoanalíticamente es el juego de la transfe-
rencia, o ¿cómo voy a generar transferencia si no cometo un error? Si lo
único que deseo es ser la función, que es la única manera de no cometer
errores, ¿cómo se establece la transferencia? Precisamente cuando yo, el
psicoanalista, no deseo ser la función.
¿Y qué desea en lugar de ser la función? Bueno, pues a veces darle una
palmada al paciente en la espalda y decirle “Tenga cuidado cuando vaya a
Barcelona...», ya eso es ambicionar otra cosa, ambicionar que le vaya bien
al paciente. Pero no son errores, tienen que ser leídos como caminos de la
transferencia.
Hay que pensar que una intuición de una persona que se está psicoana-
lizando o que ya concluyó su psicoanálisis es otra intuición diferente de la
persona que nunca se psicoanalizó o que se psicoanalizó menos o que toda-
vía no concluyó su psicoanálisis, porque llevada al límite esta cuestión del
método, hay que ver si puede haber psicoanalista antes del fin del psicoaná-
lisis, si puede haber psicoanalista antes de concluir su propio análisis.
Para empezar, se genera una cuestión que ustedes deben saber, que es la
cuestión de supervisión. Si la supervisión es el psicoanálisis del psicoanalis-
ta, ¿a qué psicoanalista estamos psicoanalizando si el psicoanalista es el
paciente? Estamos psicoanalizando al paciente que después va a ser psicoa-
nalista, no estamos haciendo el psicoanálisis del psicoanalista, por lo tanto no
puede haber psicoanálisis del psicoanalista si no hay fin del análisis.
Esto no quiere decir que el análisis sea terminable.
Es paradojal, la comprensión del psicoanálisis, no encuentro nada, sólo
busco lo que ya ha sido hallado, fundamento como positiva la pérdida, el uno
258 MIGUEL OSCAR MENASSA

universal es un agujero, el ser no me es dado sino como proveniente de otro,


y encima lo otro tiene las características de absoluto en tanto es el otro sexo.
Esa inexistencia es de la que me tengo que apropiar con el método, por
lo tanto el método —vuelvo a insistir—está determinado desde la inasibi-
lidad del objeto a ser un método de construcción, de interpretación.

6. Tanto es así, que el ser es ese ser en el Otro, en la rajadura, que cuan-
do un psicoanálisis termina, ¿qué tiene que ser el psicoanalista? El psico-
analista comienza en la teoría lacaniana siendo el sujeto supuesto saber,
casi un dios, el sujeto al cual se le supone saber; bueno, tiene que terminar
reducido al resto de lo conocido durante la secuencia analítica. El resto de
lo conocido es el objeto “a”, es decir, que como ustedes saben, objeto “a”
es cualquier objeto y si el psicoanalista no se transforma en un objeto “a”,
quiere decir que el paciente no ha ingresado aún al campo de lo Otro, es
decir, donde desee objetos “a”, objetos inexistentes.
Cualquier importancia que le atribuyo a mi psicoanalista tiene que ser
durante el tratamiento, al final del tratamiento, sólo puedo atribuir
importancia al resto que significa de lo conocido, ni siquiera tiene que
estar depositado en él lo conocido, un psicoanálisis termina cuando hablo
a tiempo. Pero, para hablar a tiempo, tengo que darles a mis palabras la
misma importancia que les daba a las palabras de mi psicoanalista. Ese es
el fin del psicoanálisis didáctico, hablar a tiempo. Cuando una persona
habla a tiempo se puede decir que ha concluido su psicoanálisis; que es
desde ese final que es el acto psicoanalítico, que como todo acto da
comienzo a algo, y a lo que da comienzo el acto psicoanalítico es a la posi-
bilidad de que el nuevo psicoanalista lo sea y que pueda abrir otro
comienzo desde ese final. El acto psicoanalítico, es decir, el fin del análi-
sis, es un acto porque tiene como función dar inicio a todos los otros
comienzos de psicoanálisis de ese nuevo psicoanalista.

7. La puntuación del discurso del paciente hace al psicoanalista pero de


manera inconsciente. Su saber es inconsciente.
Es como la escritura. ¿Ustedes saben lo que van a escribir cuando van
a escribir? Si saben lo que van a escribir son escritores mediocres, si no
saben lo que van a escribir, después una vez escrito es conocimiento. La
interpretación se hace conocida, después de hecha, en tanto hay hechos
después de la interpretación —dice el psicoanálisis—que generan materia-
lidad a la interpretación. La escritura también genera materialidad, des-
EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA 259

pués de escrito el poema, el conocimiento, pero en el momento de la escri-


tura era saber inconsciente, no era conocimiento. Si el poeta no es sor-
prendido —como dice Cesare Pavese—por sus versos, no es poesía, es
otra cosa. No es interpretación si el psicoanalista sabe lo que va a inter-
pretar.

8. Sin complejo de castración y sin pulsión de muerte no hay compren-


sión del psicoanálisis. Por eso que no está mal pensar que sólo en el fin del
psicoanálisis el sujeto candidato se transforma en psicoanalista, es decir,
cuando pierde el goce que le da psicoanalizarse, en ese acto de castración,
en esa pérdida donde el sujeto se fragmenta como se constituyó fragmen-
tado en aquella carencia, ahí el sujeto, si soporta eso hablando a tiempo,
sin hablar antes y sin hablar después, termina su psicoanálisis y recién
puede ser psicoanalista.

9. Si oponemos un aparato racional al discurso del otro, en todas las


circunstancias, no escuchamos lo que el otro dice. Habría que tener un
espacio donde nada le opongo a lo otro que me dice, si no, ¿cómo hago
para escucharle? Por eso hay que pagar para psicoanalizarse, porque el
psicoanalista puede hacer eso, abrir en su aparato racional un agujero para
escuchar al otro sin razón.

10. Toda situación de placer es una situación narcisística, sólo puede


dar placer la célula narcisística; y el goce es la muerte que no es todavía,
precisamente porque no es todavía es goce. Uno está en un extremo y otro
está en el otro extremo. Placer es la célula narcisística, mientras que goce
es la muerte que por no estar ahí es el goce.
Es lo que nunca va a haber como si hubiera, eso es el goce. Es lo imposi-
ble, en última instancia, que con el encuentro con la muerte, es decir, con una
puntuación aparece como siendo, cuando en realidad nunca fue o nunca
será. Esto hace a una cuestión filosófica más primitiva; por ejemplo, si muero
al final, entonces la muerte es la posibilidad de lo imposible. o muero todo
el tiempo. Eso será sólo en la filosofía. ¿Cuándo muero? ¿La muerte es un
final o es un comienzo? Entonces es una manera de pensar al hombre la que
tienen, pensar a un hombre puro. Rousseau pensaba así.

11. Es un deseo lo que usted tiene que ser y usted quiere ser, y además
quiere ser partiendo de su ombligo. Fíjese cuántos inconvenientes opone
260 MIGUEL OSCAR MENASSA

usted a la cosa que quiere arrastrarle por el camino del significante, donde
si hay un cuerpo es el cuerpo del otro. Lo que permite la identificación es
ver que el otro tiene cuerpo, ahí yo recién tengo un cuerpo; en tanto no
puedo ingresar al campo del deseo si el otro no desea. Si mi madre me
desea sólo a mí yo no entro en el campo del deseo, porque entrar en el
campo del deseo es desear los deseos de mi madre, si mi madre me desea
sólo a mí, yo me deseo a mí, soy homosexual. No tengo alternativa. Para
entrar en el campo del otro sexo, mi madre tiene que desear otra cosa,
cualquier cosita que no sea yo, que alguna vez desvíe la mirada para que
yo en ese desvío pueda irrumpir con mi ser que es esa carencia, esa falta,
esa falta en ella. El complejo de castración es lo que se evita estudiar, es lo
que se separa de las asociaciones psicoanalíticas para no analizar las socie-
dades psicoanalíticas desde el complejo de castración. Es lo que tratamos
de evitar pensar.
Pero el complejo de castración es el comienzo del desear, de los deseos.
Alguien tuvo que haber deseado antes que yo. Si no, yo no puedo desear.
Por eso es que sin deseo del psicoanalista no hay psicoanálisis, porque
¿cómo va a desear el paciente que encima tiene trastornado todo el anda-
miaje del deseo si no se encuentra con alguien que desea?
Para desear, ¿qué? Para desear tengo que terminar mi psicoanálisis. Pero
entonces, ¿no puede desear una persona que no se psicoanaliza y no termi-
na su psicoanálisis? Si quiero ser psicoanalista tengo que transformar en sig-
nificante mi deseo, si no, no deseo. Un hombre puede ser padre, puede ser
hombre y puede morir sin saber que ha sido hombre, que ha sido padre y
que ha muerto, entonces no ha sido padre, ni hombre, ni ha muerto.

12. La interpretación no tiene que ser una verdad, una verdad se ahorra-
ría el circuito de asociaciones. La interpretación tiene que ser una verosimi-
litud, un puede ser, un tal vez podría ser, un si usted quisiera hacer un esfuer-
zo podría transformar esta frase en otra frase: Nunca es la verdad, siempre
es una verosimilitud. Pero y ¿qué es la verdad?, producción. ¿Pero qué es
producción? Sería construcción, pero deconstrucción también. Las dos, las
dos son instantes de verdad, cuando hago una construcción y cuando con la
siguiente construcción deconstruyo la construcción anterior.
Usted no podrá ingresar al mundo de la mujer hasta que no conciba
dentro de las relaciones que tiene con el mundo, además de las que tiene
con usted mismo, y su madre, la relación con su padre. Entonces el
mundo de las mujeres no sólo será el mundo de sí mismo sino que el
EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA 261

mundo mismo de la mujer se abre atravesando el cuerpo de la madre, en


el discurso del paciente.

13. Que me sigan llamando por mi nombre y apellido es un gusto que


me hacen para que yo no me despersonalice, con la consiguiente disminu-
ción de mi eficacia social. A los hombres que forman parte de ese sistema
se les llama de otra manera que más que ver con su estirpe, su famosa per-
sonalidad, o la llamativa belleza, o la marcada brutalidad de su propio
cuerpo, tiene que ver en todos los casos con el rol o la función que el suje-
to, ahora social, desempeña.
En todas las estructuras que, por ahora es como pensamos la realidad,
lo que me pasa es por la posición que ocupo en mi relación con las otras
partes del sistema. Yo, en todos los casos deja de ser en la función. El dis-
curso me anticipa y me borra como sujeto. Delante de mí, no va yo, van
los significantes, el deseo, siempre, borrándome. De la misma manera, tra-
tándose de una estructura (en todos los casos una articulación compleja de
fuerzas y sentidos) la posición borra al sujeto, anticipándolo en su fanta-
sía de ser y de esta manera no es el sujeto sino su posición en el sistema lo
que decide, no sólo, sus próximos pasos, sino también, sus pasos anterio-
res. Esa es, podríamos decir, una manera estructural de pensar.
La frase tiene sentido únicamente cuando se termina de decir y toda-
vía tiene sentido cuando sobre ella, otras frases se terminan de decir. El
sentido es recurrente, desde la segunda frase diferente a la primera, toma
su verdadero sentido la primera y verdadero sólo quiere decir lo que
introduzca como nuevo sentido, la segunda frase sobre la primera.
Verdadero es el instante de pronunciar la segunda frase porque si pronun-
ciamos una tercera frase, eso que era verdad, deja de serlo.
—¿Es entonces cuando aparece el chiste y la risa como represión?
—Decir que la risa también es represión, me da un poco de risa, como
un chiste, me animaría a decir con valentía que en muchos casos es una
especie de bien lograda sustitución. Donde el yo debería responder al
chiste con una frase (la frase que contiene esa verdad que al no poder
decir, me produce risa). Algo entendí, vi acercarse vertiginosamente en mí
el saber a la verdad, pero de ese espanto sólo me animé a reír.
Sin una lectura productiva de la obra de Freud, más allá de cualquier
modernismo, no se ingresa al campo psicoanalítico. Así pasa que los psi-
coanalistas en su afán de futuro llegan a confundir la perversión con la
neurosis; el mundo psíquico con el preconsciente, la verdad deja de ser
262 MIGUEL OSCAR MENASSA

instante para transformarse en una inmanencia del ser que se tendrá que
ir a descubrir a las profundidades de no se sabe qué abismo. Es entre esos
mismos psicoanalistas donde aparece invadiéndolo todo la interpretación
del sentido oculto, es decir la interpretación religiosa, que por serlo, sus
supuestos serán teológicos aunque parezcan científicos.
El psicoanalista termina siendo el puente entre la verdad revelada y el
sujeto de la revelación; así terminará confundiendo, la verdad y la realidad
psíquica que la produce, con su ignorancia.
Lo que debería ocurrir entre el psicoanalista y el psicoanalizando, es
una construcción, algo nuevo, algo que no preexistía en los libros que
había leído el psicoanalista ni en las vidas que había vivido el paciente. No
interpretación reconstructiva porque eso es todavía epistemología que,
como sabemos, reconstruye los procesos de producción de los conoci-
mientos científicos. No interpretación por revelación del sentido oculto,
porque eso todavía es un trabajo religioso donde tanto la verdad que se
revela como el sujeto de la revelación pertenecen a Dios.
Una interpretación psicoanalítica es una interpretación tal, que
mediante la operación de interpretar transforma en otra cosa diferente,
que no existía previamente, la materia prima sobre la que ha operado. No
revela ningún sentido, no descubre ningún sentido, produce un nuevo
sentido. No es que la verdad estaba allí y el psicoanalista la descubre, la
interpretación es un trabajo que genera como producto algo que no pre-
existía como tal. Al psicoanálisis no le interesa entonces la permanencia de
ninguna verdad, ya que su hallazgo o producción, para que sea una pro-
ducción psicoanalítica, coincide con su transformación. La verdad es
como la locura. La persistencia de las sensaciones de verdad o de locura,
más allá de los instantes siempre relativos, en que ambas se muestran
como tales, es una ilusión de los sentidos.
Sabemos que toda interpretación psicoanalítica que no sea a su vez
texto interpretable, no es una interpretación psicoanalítica. Por lo tanto la
verdad, por lo menos aquella que se precia de serlo, queda cuestionada
con el psicoanálisis. El psicoanálisis importa a todos porque es una cues-
tión acerca de la verdad.
—¿Pero una verdad que nunca sabré? ¿Por qué decimos entonces “es
la verdad”?
—Parece que usted tiene unida la verdad a saber sin darse cuenta, tal
vez, que la verdad de la cual hablamos sólo se puede hablar. Cuando yo la
verdad hablo pude haber escuchado: yo hablo la verdad, o yo, el incons-
EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA 263

ciente, sólo, cuando hablo, soy verdad o yo la verdad como inconsciente


hablo. O darme cuenta que cuando yo la verdad hablo, tres son los suje-
tos que sostienen la maravilla de ser hablados por la verdad. El sujeto yo,
el sujeto la verdad, y el sujeto del verbo hablar. Dicha verdad no puede
presuponerse entonces ni del sujeto yo, ni del sujeto del verbo hablar, ya
que ella es también sujeto de la frase. Y como verdad no termina siendo
ninguna otra cosa que la articulación de los tres sujetos con el saber no
sabido que, por otra parte, se produce en la combinación.
Frase entonces donde la verdad bien podría ser el síntoma ya que el
sujeto yo del principio de la frase es el “moi”, que como sabemos es el
conjunto de los síntomas. Podríamos, por qué no, decir que la verdad la
cual habla Lacan, es una verdad estructural, su supuesto teórico es el sis-
tema inconsciente y su efecto es el habla, es decir, el síntoma.
—¿El psicoanálisis es entonces interminable?
—El psicoanálisis es interminable; si requiere para el conocimiento la
transformación del practicante y la transformación de la realidad que el
practicante trata de conocer, en tanto no llegará a conocerla, a menos que
la transforme y que, él mismo, se transforme en ese conocimiento. Si pien-
san así, el psicoanálisis es interminable.
El inconsciente de fulano de tal (objeto real a conocer con el aparato
teórico-técnico psicoanalítico) se transformará en la operación de conoci-
miento, porque si no, no lo conozco. Cuando vuelve a operar sobre ese
objeto real, él ya será otro objeto real. Por lo tanto vuelve a ser un texto
interpretable.
Lo que da el valor a una frase es el valor lingüístico, la relación que las
palabras mantienen entre sí.
No me parece muy tonto confundir el falo con el valor, porque tanto uno
como otro son dos conceptos suprasensibles, materiales (porque se fundan
en la materialidad de las estructuras lingüísticas para ser) que tienen las carac-
terísticas de regular dos posiciones sin pertenecer a ninguna de las dos.
El valor no lo tiene ni está en la palabra mamá, ni en la palabra mía;
pero en la articulación de esas dos palabras, acontece el valor, regulando
su relación y los límites de sentido. El falo como lo que regula la relación
entre sujetos del inconsciente, aunque después pueda sumergirme en
especulaciones de cualquier tipo donde veo el falo regulando (y en los
peores casos, determinando) la relación entre saber y verdad; o veo el falo
aconteciendo en una frase o termino, de tanto utilizarlo, confundiéndolo
con el pene y me hago feminista. Es la verdad, la que acontece en la frase?
264 MIGUEL OSCAR MENASSA

—Lo que acontece en la frase es el sujeto. Después se podrá interpre-


tar que ese sujeto que aconteció en la frase, tenía una particular relación
con el falo: lo era, lo quería ser, o lo quería poseer. Pero tuve que realizar
un trabajo de interpretación.
—¿El falo es la verdad?
—El falo es la razón de lo que lo determina como tal. No tiene que ver
con la verdad. Tendrá que ver con alguna relación que la verdad tenga con
otra cosa. El no tiene, directamente, que ver con nada. El valor, el falo, lo que
rompe, es la concordancia de lo que se dice con la realidad. Su capacidad de
haber sido producidos como conceptos, hace que no concuerden con nada
de la realidad, de la que, sin embargo, dan cuenta, como razón dentro de los
límites que la teoría que los produce como conceptos, determina.
—¿Esa razón, es una razón de proporción?
—Vamos a detenernos, un momento, porque yo quiero preguntar, si
así, trabajando de esta manera, progresamos en el conocimiento o en qué
lugar progresamos. No se puede progresar de cualquier manera en el
conocimiento. Esto lo digo, porque usted pregunta de tal manera que
nunca tiene en cuenta las respuestas que le fueron dadas a sus preguntas
anteriores. Si estuviera incorporada la respuesta anterior, esta pregunta
tendría que haber sido otra, o por lo menos, estar formulada de otra
manera. Así, no hay producción de conocimiento.
—¿Qué tiene que ver el falo con la significación?
—Con su pregunta no quedan daros los supuestos filosóficos del psi-
coanálisis. ¿El psicoanálisis busca significación? ¿La significación es,
todavía, el roce, la mancha que dejó la lingüística en su pasaje como ins-
trumento de conocimiento en el campo psicoanalítico?
Al psicoanálisis no le importa ni la significación, ni el significado como
tales, y su sentido es no tener ningún sentido. Por lo menos, en los textos
de Freud.
El deseo no está ahí, no está en ningún lugar, no va hacia ningún lugar.
El deseo se construye, se interpreta, no existe antes de la interpretación.
El deseo no se entiende en la demanda, sino que en ella, y como un efec-
to del trabajo inconsciente, él aparece como un jeroglífico.
Entonces decimos que no se progresa en el conocimiento, porque la
única manera de progresar en el conocimiento psicoanalítico, es la inter-
pretación. Método que es el mismo cuando deviene práctica psicoanalíti-
ca (cura analítica) o cuando deviene instrumento de conocimiento en la
práctica teórica del psicoanálisis; por lo tanto, si no entiendo los alcances
EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA 265

y límites de la interpretación psicoanalítica, no puedo progresar en mi


conocimiento de la teoría y mucho menos en una práctica terapéutica.
En psicoanálisis, el método con el cual trabajo los conceptos es el
mismo método del cual se desprenden los instrumentos técnicos con los
cuales opero sobre la realidad.
El método es un instrumento, una manera de operar, un modo.
Rectificable cada vez que la teoría en su constante transformación y des-
arrollo (para conseguir el status de científica) lo requiera.
Cuando tratamos de verificar diferencias entre el método psicoanalítico
y otros métodos, estamos poniendo en tela de juicio toda verdad, no sólo las
verdades ideológicas o religiosas, sino también la verdad enunciada por
Freud, la verdad enunciada por Lacan y, lo digo, nuestra propia verdad.
Tratemos de ver ahora cuál es la interpretación que se desprende de la
teoría psicoanalítica y entonces podremos decir que los hechos no existen
hasta que no son interpretados. Los hechos se generan con la interpreta-
ción, para volver a ser interpretados, para que puedan existir entre otros
hechos diferentes a él, pero igualmente hablados, para que alguna vez
puedan volver a ser interpretados.
—Esa cadena infinita de palabras me repugna porque no tiene sentido.
—¿Y qué pasa con algo que no tiene sentido?
Algo que no tiene sentido, en los tiempos que corren, no tiene verdad.
Es decir no tiene ancla, es relativo, no pone un límite, no tiene moral, no
tiene ética. Porque para que haya ética tiene que haber sentido.
¿Y por qué es tan malo que algo no tenga sentido?
Pero, sin embargo, a pesar de toda la modernidad, hay sentidos. Hay
puntos. El hombre cuando habla pone puntos. La cadena es, en verdad,
infinita, pero con puntos y comas. Es decir, hay interrupción de la cade-
na. Interrupción que al ser mirada desde el tiempo futuro anterior, será el
punto de la cadena donde se me indica que seguir adelante es mirar atrás,
y dar sentido y objetividad, desde esta estructura actual, a aquella estruc-
tura pasada.
La recurrencia, la acción diferida, el après-coup todas las palabras que
se dijeron al respecto. Decir recurrencia es haber tomado un concepto de
la metodología materialista. Cuando uno dice après-coup, parece que el
fenómeno fuera un concepto propio del psicoanálisis, cuando es propio
de una concepción filosófica del desarrollo de la producción científica,
que se produce en el campo de la teoría del valor, varios años antes que la
producción de la teoría del inconsciente.
266 MIGUEL OSCAR MENASSA

El tiempo de la teoría del valor, también es el futuro anterior. La teo-


ría de la Historia viene a decirnos que la historia no es lineal. Y tampoco,
esto que ocurre hoy contiene lo que ocurrió ayer. Lo presente otorga sen-
tido a lo anterior, no lo contiene, ni lo supera, como ocurre en la dialécti-
ca hegeliana. No hay desarrollo del principio al fin y la alienación no es lo
que nadie la haya quitado al hombre, sino lo que en el hombre vive, de
otros, para otros. Para Marx el desarrollo de la historia es continuo. Ahí
donde se produce la discontinuidad se produce el sentido, se produce la
historia y se produce el hombre. Si todo fuera continuo, cronológico, no
habría historia, no habría clases sociales, ni futuro, seríamos, todavía, ani-
males.
Después pasó casi a la inversa y el marxismo fue todo ideología y el
psicoanálisis todo práctica técnica, todo terapia. Cuando estamos viendo
que la terapia para Freud, y la ideología para Marx, eran los momentos
precientíficos, en los cuales trabajaban ambos, con instrumentos teóricos,
la materia prima, para producir los conceptos que luego harían a las teo-
rías respectivas.
La ideología es la mancha de la teoría marxista y querer curar es la
mancha del psicoanálisis. Teorías que no sólo recuerdan una a la otra por
sus manchas, sino que también, en ambas, algo tiene que desaparecer del
sistema, para que el sistema se constituya como tal y en esa ausencia se
construya el fetiche correspondiente.
Freud funda un nuevo nivel de objetividad, no sólo como discurso
onírico, sino como todo discurso que sea capaz de producir el sujeto.
Vemos cómo el concepto de verdad que teníamos antes de comenzar
queda alterado. Ya que ni siquiera estando todos juntos puedo decirles,
cuando digo, a todos por igual.
El psicoanálisis me ingresa en otro mundo, se transforma mi manera
de limitar la realidad. Acontezco en otro espacio, en otro tiempo. No
puedo pensar la teoría psicoanalítica desde criterios de verdad que me da
la vida. Tendré que haberme descentrado de la verdad que me sirve para
vivir, de la razón que me da de comer.
La ciencia exige un sobresalto. Que se produzca una discontinuidad en
el pensamiento, que se decrete (a partir del conocimiento científico) que
todo lo que se pensaba hasta ese instante es precientífico, es decir, ideoló-
gico.
Producir un punto de discontinuidad, una ruptura en el pensamiento
como las que ya se produjeron en esos textos.
EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA 267

Si alguien nos dijera que todo esto no sirve para vivir, responderemos
que eso nunca lo habíamos imaginado. Es en la realidad psíquica donde
deberíamos ingresar. Y la realidad psíquica no son los deseos preconscien-
tes que me permiten decir: yo quiero a mi mamá, yo deseo a mi mujer. No
se trata de eso, ésos son deseos preconscientes, deseos para vivir o para
adaptarse a la sociedad, no para estudiar psicoanálisis. Cuando se trata de
estudiar psicoanálisis, se trata de los deseos inconscientes. No se trata del
cuerpo, sino del cuerpo psíquico. No se trata de un problema de múltiple
determinación como parece que me pasa en la vida. Es una visión del
mundo. Veo que varias.causas, varias personas, producen los efectos de mi
vida. Habría que provocar una ruptura: al entrar en la teoría psicoanalíti-
ca deberemos concebir los fenómenos como sobredeterminados.
EL SUEÑO ES UNA REALIZACIÓN DE DESEOS

Freud propone, en el comienzo de este capítulo, una lectura científica.


Cuando hablamos de Lectura como producción, vimos que había una lec-
tura ingenua que no tenía nada de ingenuo, porque la lectura ingenua uti-
lizaba para leer los modelos ideológicos del Estado, es decir, era la lectu-
ra más tendenciosa. Dijimos que nosotros íbamos a hacer una lectura
epistemológica de la obra de Freud y que esa manera de leer no era pro-
ductiva en tanto no producía conceptos sino que mostraba el desarrollo,
el modo en que esta ciencia particular había producido su objeto de cono-
cimiento. Esto nos dio oportunidad de discriminar el modo de exposición
y el modo de investigación; de discriminar lo que era un escrito, un sim-
ple escrito, de una escritura, y habíamos dicho que el texto de La
Interpretación de los Sueños era una escritura porque en él se podían leer
los instrumentos teóricos y la materia prima teórica sobre la cual se había
trabajado teóricamente para producir el concepto.
Y por último, la lectura epistemológica sería una lectura llena de inte-
rrupciones, sería una lectura donde cabrían todas las preguntas que ahora
nos vamos a hacer y que Freud, para poder mantener la tesis propuesta en
el capítulo anterior, pregunta y abandona.
En la lectura científica, yo tengo que despojarme de todo pensamien-
to, aun de la lectura epistemológica, y proponerme encontrar la lógica
interna propia del trabajo que estoy leyendo. En el mismo instante, dice
Freud, que acabamos de demostrar (capítulo anterior) que el sueño es una
realización de deseos tenemos dos caminos: continuar la tesis “el sueño es
una realización de deseos” o hacemos las siguientes preguntas tan impor-
tantes:
270 MIGUEL OSCAR MENASSA

¿De dónde procede la forma singular y desorientada en la que tal rea-


lización de deseos queda expresada?, ¿qué transformación han sufrido las
ideas oníricas hasta constituir el sueño manifiesto, tal y como al despertar
lo recordamos?, ¿en qué forma y por qué caminos se ha llevado a cabo
esta transformación?, ¿de dónde procede el material cuya elaboración ha
dado cuerpo al sueño?, ¿cuál es el origen de algunas de las peculiaridades
que hemos podido observar en las ideas onírica, por ejemplo, las que pue-
den contradecirse unas a otras? Por último, ¿puede el sueño revelarnos
algo sobre nuestros procesos psíquicos internos y puede su contenido
rectificar opiniones que durante el día mantenemos?
Freud, después de hacerse todas estas preguntas, que son las preguntas
que se le abren cuando él determina que el sueño es una realización de
deseos, dice: todo eso es proceso imaginario. Nada que ver con el proce-
so teórico. El proceso teórico tiene que permanecer fiel a la tesis propues-
ta. Entonces, en este capítulo, “el sueño como una realización de deseos”,
Freud vuelve a insistir en que esto que estamos leyendo es el modo de
exponer lo que él ya descubrió, en tanto no vamos a tomar el camino de
las dudas, momento de la investigación, sino que vamos a tomar el cami-
no que sugiere la tesis, momento de la exposición.
Esto era el paréntesis para ver cómo Freud entraba en el capítulo.
Una vez dentro del capítulo nos obliga a discriminar el ¿dónde la rea-
lización?, es decir, nos obliga a discriminar realidad material objetiva de
realidad psíquica.
“Como una realización”: cuando pongo “como una realización”, “el
sueño es como una realización de deseos”, la palabra realización proviene
de la demarcación de la realidad objetiva. En la realidad objetiva, lo que
ocurre cuando se sueña es que acontece como una realización de deseos
no una realización de deseos, parecido a una realización de deseos. Es
decir, volvemos a un problema de la técnica que tantas veces nos va a lla-
mar la atención: si en la realidad material el sueño es como una realización
de deseos, es en la realidad psíquica donde existe este acontecimiento de
la realización de deseos. Por lo tanto, en este capítulo Freud nos plantea
algo altamente interesante en el sentido de por lo menos una doble alteri-
dad del sujeto. Pues, el “como realizado” habla del sujeto inmerso en una
realidad con un otro semejante, con el cual se establecen lazos invisibles,
y si nos permitimos una generalización, no conscientes. Se llaman las rela-
ciones sociales. Pero Freud propone en el “como” la realidad psíquica y
en la realidad psíquica el sujeto padece una alteridad diferente, con otro
EL SUEÑO ES UNA REALIZACIÓN DE DESEOS 271

que no es su semejante, con un otro que propone para el sujeto un escena-


rio de aconteceres del cual nada sabría. Por lo tanto el campo ideológico que
abre este capítulo de La Interpretaci6n de los Sueños, el campo ideológico
que abre el psicoanálisis, es el campo de un saber no sabido por el sujeto.
En esta doble alteridad se desarrolla la realización del deseo.
Cuestiones a delimitar antes de entrar en los próximos capítulos: en la
clínica es inconveniente valorar el proceso psicoanalítico teniendo en cuen-
ta la realidad objetiva del sujeto en psicoanálisis.
El “como” nos habla de que no se trata de la realidad objetiva o de que
si se tratase de la realidad objetiva; si eso ocurriera, tendría la estructura
“como” la realización de un deseo. Esto nos está diciendo que un trata-
miento progresa o no progresa en tanto se pueda discriminar absoluta-
mente la realidad material de la realidad psíquica y trabajar sobre la reali-
dad psíquica que es sobre la única realidad que está autorizado a trabajar
psicoanálisis. El mecanismo por el cual el sujeto del psicoanálisis transfor-
ma su vida cotidiana es algo muy poco estudiado por el psicoanálisis.
Si le preguntamos a cualquier gran psicoanalista a bocajarro, por sor-
presa, qué puede decirnos de estas transformaciones, habrá siempre una
respuesta imaginaria: Como el sujeto en psicoanálisis nunca había habla-
do, nunca se le había pedido que hablara, entonces este mecanismo del
hablar hace que el sujeto pueda relacionarse mejor... Absolutamente ima-
ginario como imaginarias son las atribuciones que el paciente hace al psi-
coanalista, desde Chaman, como el médico común, hasta Dios, como el
médico común.
Es decir que según donde queda ubicado en esta escala el médico, el
psicoanalista, el psicólogo, se producen o no transformaciones en su vida
cotidiana. Hay una interpretación que molesta mucho que es: “Usted,
hoy, acaba de comenzar su psicoanálisis”. “Usted mañana comenzará su
psicoanálisis”. O “Usted ha comenzado su psicoanálisis antes de ayer”,
que es una grosería y como una insolencia, en tanto el sujeto está psicoa-
nalizándose desde hace dos, tres o cinco años. Pero hay algo de verdad en
esto, es que pasa mucho tiempo hasta que uno se acostumbra a entender
que la realidad material u objetiva nada tiene que ver con la realidad psí-
quica. De cada mil dolores de cabeza, solamente el diez por ciento de las
veces yo resuelvo psíquicamente el problema. El noventa por ciento de las
otras veces siempre pienso, aunque a veces reconozco que no lo haga, en
tomarme una cafeaspirina en pensar que hay mucho humo en la sala u otra
razón cualquiera. Que aun yo mismo no puedo integrar las funciones de
272 MIGUEL OSCAR MENASSA

mi cuerpo al sistema psíquico, sino sólo el diez por ciento de las veces que
me toca pensarlo.
Dios ha muerto, pero en los libros. Ustedes saben, como yo, que Dios
vive en nuestros corazones, que más de uno de nosotros, sino todos, tene-
mos grandes conversaciones con él, que las mujeres, según ciertos psico-
analistas modernos, sólo gozan con Dios, es decir que Dios no ha muer-
to. Dios ha muerto en los libros. Los libros, las escrituras, tienen la carac-
terística de producir transformaciones en la cadena humana mucho antes
que estas transformaciones se produzcan en la cadena humana. Por eso se
dice que la escritura tiene ese poder, no tanto de transformar el pasado en
tanto describe de alguna manera lo históricamente posible para el hombre
y forja el futuro. Produce hechos sociales que todavía no se produjeron,
es decir, que habrán de producirse. El psicoanálisis es una ciencia joven.
Para poder pensar en la física, con elementos de las matemáticas, pasaron
dos mil años. Es decir, para que podamos pensar con elementos del psico-
análisis la vida cotidiana, no sé si tendrán que pasar dos mil años pero sé
que ochenta y siete son pocos. Tenemos que tener en cuenta que no hay
solamente una ruptura conceptual, el psicoanálisis no rompe solamente
con al teoría de la función psíquica que daba como centro capacitado para
ordenar el psiquismo, la conciencia, sino que a nivel del campo, rompe
con una filosofía y a nivel de la vida, introduce el aspecto sexual como lo
más importante de la vida psíquica de los sujetos. Es decir, transforma
todos los status del hombre. El surrealismo hubiera sido otro sin psicoa-
nálisis. La arquitectura actual hubiera sido otra. Es decir, un concepto
científico cuando lo es, es decir, cuando devela algo que el sujeto terrá-
queo padecía sin comprender, transforma también toda la ideología del
hombre. Es decir, su manera de amar, su manera de pensar, su manera de
escribir.
Decía que el capítulo que estamos tratando es donde Freud produce
una otra alteridad para el sujeto, impone que se discrimine realidad obje-
tiva de realidad psíquica. Impide que se crea que “ayer soñé con usted” es
“ayer soñé con usted”. Muestra que eso es el modo de expresión del sueño
—capítulo anterior— y que los sueños no tienen ningún sentido. Sólo tie-
nen sentido después de haber pasado por la interpretación psicoanalítica;
es decir que el sentido que tienen los sueños está determinado teórica-
mente. Pueden tener otros sentidos de lo que el psicoanálisis interpreta, o
pueden producir situaciones sexuales, pero no interesantes para el psico-
análisis; la sexualidad que interesa, la única sexualidad que le interesa, por
EL SUEÑO ES UNA REALIZACIÓN DE DESEOS 273

eso los progresos sexuales, sociales, económicos, de los pacientes, no se


deben tanto al psicoanálisis como a la ideología de los psicoanalistas, es la
sexualidad inconsciente, infantil, reprimido. Si después, usted, con esa
sexualidad va para abajo, para arriba, para atrás, para adelante o para el
costado ése es su problema. Fundamental entender esto. El Psicoanálisis
dirige la cura para no dirigir al paciente. Por lo tanto, tener concepciones
morales o éticas acerca de la realidad objetiva es muy malo para un psico-
analista y más aún para el paciente.
A Freud le cuenta un sueño su hija a los ocho años y medio que relata de
esta manera: “Figúrate que he soñado que Emilio era uno de nosotros
(Emilio era un vecino de doce años que les había acompañado por la tarde a
una excursión y había conquistado la simpatía de la niña) , os llamaba ‘papá’
y ‘mamá’ y dormía con nosotros en la alcoba grande. Entonces venía mamá
y echaba un puñado de bombones, envueltos en papeles verdes y azules,
debajo de las camas”. El interpreta por qué Emilio duerme en casa diciendo
que el sueño transforma la formalidad del niño que durante la excursión les
dice a cada rato: esperad a papá y mamá, en una adopción duradera y rela-
ciona también lo de los bombones con lo que le cuenta su mujer acerca de
que ella no había accedido al pedido de la niña que le diese una moneda para
cogerlos de una máquina donde los había envueltos en papeles de brillantes
colores, pero por qué los tira su madre debajo de la cama, es un detalle impo-
sible de esclarecer, dice, sin interrogar a la niña analíticamente. Es decir, no
puedo meterla en tratamiento psicoanalítico, tengo que generar transferen-
cia, cuando la interrogo psicoanalíticamente comienza el psicoanálisis.
No era la intención. La intención era mostrar cómo el sueño de los
niños, alterando el tiempo del verbo, como lo habíamos visto en la prime-
ra glosa del sueño de Irma, donde Freud estaba con los invitados que el
día anterior había pensado invitar a su casa, había transformado el subjun-
tivo en presente del indicativo. Por este mecanismo el sueño de los niños
realiza sus deseos.
Es decir, transformando el optativo en presente del indicativo.
Verificaciones que le llevan a decir a Freud cosas que modernas investiga-
ciones demuestran que el deseo siempre se realiza en presente. O sea, que
el presente es el tiempo en que el deseo se presenta como realizado.
Sobre el tema de este capítulo, él vuelve a hablar al final del libro, en
“Psicología de los procesos oníricos”, donde habla bastante más del deseo
e intenta una génesis del mismo, es decir, una génesis metafísica en tanto
él piensa en un origen del deseo.
274 MIGUEL OSCAR MENASSA

Llega a decir que el deseo es lo psíquico verdaderamente real. El motor


de la producción humana es el deseo inconsciente. Acá no dice nada de
eso, por eso es interesante, aquí cuenta los sueños de los niños: “Fresas,
frambuesas...”. No me dejan comer las fresas, para mostrar que no sola-
mente cambia el subjuntivo por el presente de indicativo sino que se
transgrede una ley. Freud no lo hace, porque no es su intención. Su inten-
ción es mostrar cómo se hace el seguimiento del deseo, o sea sigue su tesis.
Como habíamos visto en el capítulo anterior al estudiar el análisis del
sueño de Irma, no era para averiguar alguna inhibición funcional de Freud
sino para leer en este texto cómo Freud nos legaba La Interpretación de
los Sueños. Habíamos dicho que no era un sueño soñado para que nos-
otros lo leyéramos, puesto ahí en La Interpretación de los Sueños, el
mismo día que escribe una carta a su amigo Fliess diciéndole que se ima-
gina que en el futuro a la puerta de su casa habrá una placa de mármol que
diga: Aquí, el 24 de Julio de 1895, se le reveló al doctor Sigmund Freud el
enigma de los sueños. No fue un sueño simplemente soñado para mostrar
su egoísmo con respecto a sus amigos o la culpa de todo sujeto por la
opción, en su propia constitución como objeto donde tiene que decidirse
por el asesinato del padre o el goce de la madre. No soñó para eso.
Además soñó y puso el sueño en el capítulo de La Interpretación de los
Sueños para mostrarnos a nosotros cómo se interpretaba un sueño.
Cuando él cuenta el sueño de las fresas: Aúna Freud, fresas, frambuesas,
papilla... también nos quiere decir que el niño no sólo realiza el deseo
cotidiano, que lo cotidiano le presta para gozar, me como las fresas, sino
que en el mismo movimiento transgredo una ley, es decir, la ley del inces-
to. No se sabe, habría que averiguar si ese día el sujeto infantil se decidió
por darle el goce a la madre o por asesinar al padre.
Pregunta: En el comienzo de la clase, cuando hablaste de la propuesta
de la lectura epistemológica de la obra de Sigmund Freud, dijiste como
hoy que la lectura epistemológica no era una lectura productiva. Me
quedé pensando mientras hablabas sobre el tema referente a la cuestión
del deseo, que retoma, como dijiste, en el capítulo VII de La
Interpretación. Yo me quedé pensando en el sentido del proceso de lectu-
ra: la lectura ingenua, la lectura literal; la lectura teórica, que produce la
ruptura epistemológica en La Interpretación de los Sueños y una tercera
lectura que es la lectura epistemológica-filosófica que discrimina justa-
mente la prehistoria del conocimiento de la historia. ¿O son tres trabajos
diferentes, tres diferentes maneras de acercarse al texto?
EL SUEÑO ES UNA REALIZACIÓN DE DESEOS 275

Frente a la elaboración de Freud, frente a la conceptualización que él


hace acerca del origen del deseo y siguiendo la lectura de la obra, en la
Segunda Tópica, digo, hay una teoría genética y estructural del modo de
producción de lo psíquico pero que me brinda una teoría genética y
estructural del modo de producción de la enfermedad, el síntoma en gene-
ral. Y si el deseo reprimido es el motor de la génesis, tanto de la
enfermedad como de la salud, entonces cuando voy a ver el capítulo
VII digo: ¿esto qué es? ¿La teorización mítica de un comienzo del deseo
en esa relación primaria, para construir esta teoría genética y estructural?
Comienza como digo yo, como dice él, es así: relación con la madre... y
eso le permite a su vez hablar de identidad de percepción e identidad de
memoria para diferenciar proceso primario de secundario Entonces hago
la lectura epistemológica y digo: una pregunta por los orígenes y hago
otra vez la critica ideológica. O si sigo leyendo la obra en la Meta
Psicología, Segunda Tópica, digo: No, esto no es una pregunta por los
orígenes, esto es el modo en que la causa psíquica da como efecto el sín-
toma, el acto fallido. Esa lectura epistemológica, filosófica, es parte del
proceso productivo, me parece. Porque decir si es productiva o no es pro-
ductiva es una vieja discusión. Todo tiene que ver, la lectura teórica sin la
lectura epistemológica-filosófica se pierde.
Es correcto que la palabra mítica la pone una lectura viciada, es decir, la
lectura epistemológica, que como vimos tiene una ideología. Se dice que el
proceso tiene que ser así. Entonces está claro que la palabra mítica cuando
digo “el origen mítico”, ahí estuve haciendo epistemología, aunque después
usted me demuestre, veinte años después, en el texto del 23, que eso en rea-
lidad era la formulación de la génesis, es decir de la causa. y además esto es
muy interesante porque es como yo también puedo estereotipar la lectura
epistemológica. Tanto me sirvió para ubicar dentro de la teoría en el senti-
do que yo me puedo apartar ahora de la tesis precisamente por marcar que
es mítico el origen. Lo que pasa que todas las preguntas por el origen... pero
eso ya es estructuralismo. Ya ve que me estoy jugando por algo. Sí, tiene
razón usted, en el sentido que no se ve dónde queda la lectura. Yo no creo
que sea parte del subjuntivo la lectura epistemológica. Creo que es parte del
proceso productivo-teórico-científico. Eso sí.
Pregunta: Cuando está produciendo Freud, ahí, cuando está escribien-
do La Interpretación de los Sueños, la mayor preocupación es que esté
bien escrito. Ahí la epistemología no se está construyendo sino después
en el modo de leer su propia obra a lo largo del desarrollo.
276 MIGUEL OSCAR MENASSA

—La epistemología de Freud son paréntesis. El tiene muchos intentos


epistemológicos dentro de su obra, pero son paréntesis. Está explicando.
Por ejemplo, ahora vamos a ver en los próximos capítulos, que de pronto
dice: no se puede comparar con nada conocido. Eso es un enfoque episte-
mológico. ¿Por qué? Porque si es nuevo, todo intento de comparación es
asimilación. Otro intento epistemológico es en 1939 cuando dice: que
cuando se encontraba en el magma de la realidad apareció la teoría de los
sueños y a partir de la teoría de los sueños supo qué tenía que hacer con
los pacientes. Quiero decir que él fija en el 39 como una irrupción teóri-
ca novedosa, diferente a lo anterior a La Interpretación de los Sueños. Pero
son paréntesis. No discrimina método de exposición y de investigación,
por eso que cuando uno lo habla se le mezcla. Todos los capítulos son
expositivos y hay investigación dentro del capítulo, como si él siguiera
tomando notas. Hay lugares donde él no se somete a la escritura, porque
él ya tenía escrito, también articula, también es arquitecto, hace collage. El
sueña el sueño, interpreta el sueño y lo deja descansar cinco años. Es una
escritura. De cualquier manera mítico, no quiere decir que cuando hable
del capítulo VII y dentro del mismo la Realización de deseos, yo no
muestre que es una posibilidad de pensar el origen del deseo como lo
plantea Freud.
Es una posibilidad de pensarlo. Es una pregunta por los orígenes pero
hacia el futuro, no hacia los orígenes.
A mi entender él lo resuelve en Más allá del Principio de Placer. Recién
ahí resuelve eso. Recién ahí puedo pensar aquella pregunta por los oríge-
nes y si tenía destino. Mostrar cómo la causa en realidad venía del futuro.
Del impulso de muerte no del impulso de vida. Porque allá está fijado en
el instinto de vida: sobre la necesidad cabalga el deseo, sobre el apremio
de la vida. Sobre la primera experiencia de satisfacción, el placer y el deseo
que va a tratar de repetir aquella primera experiencia. Esta concepción se
transforma, en Más allá del Principio de Placer es de la pulsión de muerte
desde donde viene la compulsión a la repetición.

NOTAS

1. ¿El interés del psicoanálisis es puramente científico?


No dije que el único interés del psicoanálisis era científico. Dije que el
interés científico del psicoanálisis iba mostrando, en el transcurso del
EL SUEÑO ES UNA REALIZACIÓN DE DESEOS 277

tiempo, después de siete u ocho años, que para que se produjeran real-
mente efectos psicoanalíticos, había que desatender la persona, es decir,
no es el ser sufriente que se viene a psicoanalizar. Eso no quiere decir que
el sujeto psíquico que se analiza después se las arregle con el ser sufriente
de otra manera. Pero no lo sé. Hay unos que se las arreglan y hay otros
que no se las arreglan. Es muy interesante. Viene el sujeto sufriente. Yo,
hombre, voy. Pero una vez que estoy en el diván, como hay una teoría que
dice que si “yo hablo” se llama asociación libre y cuando me detengo,
resistencia. Ahí me someto a la ley de una teoría. No ya a la ley social o
arquetípica, o de belleza o de bondad. Entonces, cuando Lacan dice: la
cura es un beneficio extraordinario, no dice no hay beneficios.
Dice que es un beneficio extraordinario y extraordinario quiere decir,
una de vez en cuando pero también quiere decir extra. Quiere decir que
el psicoanálisis además de psicoanalizarte, de constituirte como sujeto psí-
quico, además te regala la curación. Eso no quiere decir que el psicoaná-
lisis no sirva para curar. Yo curo con el psicoanálisis pero no se trata de
eso. Se trata de que el psicoanálisis dice: seguramente habrá más benefi-
cios secundarios cuando menos nos ocupemos de los beneficios extraor-
dinarios. Yo una vez recibí una felicitación por un paciente asmático, en
el sentido de que el paciente me refiere en la primera entrevista, entre cien
cosas más, que padece ataques asmáticos. y después de cinco años, me vol-
vió a mencionar de nuevo el asma para decirme que no tenía más. No se
habló nunca si seguía teniendo sus ataques, ni mencionaba los ataques.
Hay que entender que es el sistema, porque si no, no entiendo lo del dolor
de cabeza del principio. Es un sistema. No es la cabeza. El dolor es lo
manifiesto. Interesa relativamente. La enfermedad, normalmente, es una
excusa, en el sentido que yo no trataba de hablar de la experiencia perso-
nal que tanto les interesa, pero en la experiencia personal el síntoma que
trae el paciente se va. Son pacientes muy especiales aquellos que mantie-
nen sus síntomas, es decir “muy algo”, quiero decir: muy envidiosos.
El paciente mismo se da cuenta que es un estorbo en la relación la
enfermedad. El paciente se da cuenta, en la relación con el psicoanalista,
que el psicoanalista también es un ser humano y que la enfermedad lo
equivoca, le produce equívocos, lo asusta a veces. Entonces, el paciente
solito se va curando, pero rápidamente. Es lo primero que pasa. A mí no
me gustan los pacientes enfermos, entonces yo les curo rápidamente para
que se puedan psicoanalizar.
LA DEFORMACION ONIRICA

Había quedado demostrado en el texto de Freud que los sueños se


planteaban como una realización de deseos.
Freud comienza el capítulo Deformación onírica como empiezan
todos los capítulos del texto que ya estuvimos viendo, replanteando la
tesis de todo el trabajo, que el sueño es una realización de deseos. Y que
las objeciones que se plantean —dice él— acerca de ciertos sueños de
angustia o penosos, hablarían en contra de esta propuesta.
Voy a hacer una aclaración aquí de algo fundamental en la obra freu-
diana, que es la filosofía que en la época de Freud cundía como modo de
pensamiento acerca de que la manifestación de los sucesos no eran sino
una apariencia y que la verdad exigía siempre un cierto grado de latencia,
es decir que la verdad en los sucesos exigía cierto grado de latencia.
Esta filosofía es empleada por Freud como un instrumento de trabajo
en la construcción de su obra La lnterpretación de los Sueños, conjunta-
mente con otros instrumentos. Esta concepción ideológico-filosófica
quería decir que todo aquello que pasaba por el ojo del observador psico-
analítico debía ser deglosado inmediatamente en su manifestación, apa-
riencia de verdad y su verdad, es decir, su latencia. Digo esto porque
Freud es la primera justificación que da frente a la posibilidad de que los
sueños sean angustiantes o penosos y por lo tanto no una realización de
deseos. Dice que el sueño no es su manifestación y aclara: nuestra teoría
está basada en el contenido latente del sueño.
Freud plantea aquí sencillamente que hay un contenido manifiesto
consciente —que es el que el sujeto narra, cuenta en la vigilia que aquello
280 MIGUEL OSCAR MENASSA

que ha soñado— y lo latente descubierto en el proceso de análisis— que


no era consciente para el sujeto—. Freud explica entonces que de esta
manera tiene que haber dos sistemas.
Uno que aporta el deseo y otro que aporta el contra—deseo o la censu-
ra. Es decir que aquello que es angustioso en el sistema consciente puede
representar, después del trabajo analítico, una realización de deseos en el
sistema inconsciente. Por lo tanto Freud supone que el sistema consciente
se opone al desarrollo del deseo —por eso la deformación onírica—o El sis-
tema preconsciente, aquel sistema que en La Interpretación de los Sueños es
el sistema con el cual se accede a la conciencia, impone a los sentimientos y
deseos inconscientes una censura. El modo de atravesar esta censura del
deseo inconsciente es transformarse, desfigurarse, disfrazarse a modo de
peaje para “poder” hacerse consciente. Como después vamos a ver en los
capítulos siguientes, los mecanismos de desfiguración o los mecanismos de
deformación son dos mecanismos inconscientes y se denominan: conden-
sación y desplazamiento. Estos mecanismos corresponden a los mecanis-
mos del lenguaje, denominados metáfora y metonimia.
Decir como mínimo que el inconsciente está estructurado como un
lenguaje habla en favor de que los mecanismos de producción inconscien-
tes son exactamente iguales que los mecanismos de producción de la len-
gua. Habíamos dicho también que La Interpretación de los Sueños no era
exactamente un texto expositivo, aunque debería serlo, en tanto Freud se
permitía primero de todo no discriminar los momentos de investigación
y de exposición, y por supuesto, en este texto que claramente es de expo-
sición en tanto suponemos, como bien dicen sus escritos, que él había
investigado en los procesos inconscientes con sus pacientes neuróticos.
Sin embargo Freud investiga dentro de los capítulos. Por ejemplo, des-
pués de discriminar que aquello que aparece en la manifestación del sueño
no es lo que genera la teoría psicoanalítica sino el contenido latente del
mismo, cuenta un sueño. El sueño es muy simple: “Soñé que mi amigo R
era mi tío”. El sueño consta de dos partes: una imagen y un afecto. La
imagen es una cara que condensa rasgos de su tío y su amigo R; el afecto
es: “Siento un inmenso afecto por mi amigo R”. El desarrollo del sueño
lo pueden leer ustedes, pero en realidad el único tío de Freud era su tío
José, que era un tío que había cometido un delito por el cual había sido
procesado y sobre el cual había caído el peso de la ley.
La asociación que hace Freud es el encuentro con R. donde R lo feli-
cita porque lo han nombrado precandidato a ser profesor de universidad.
LA DEFORMACIÓN ONÍRICA 281

Pero el amigo R también había sido mencionado y supuestamente por una


situación confesional que también hubiese caído sobre Freud por ser
judío, impedía a su amigo R el ingreso a ser profesor.
En el sueño, al asociarlo Freud a su tío José, toma una excusa, en el sen-
tido de que en la conversación previa al sueño siente que, como a su amigo
R, a él le van a rechazar por motivos confesionales, pero si en el sueño lo
hago aparecer delincuente como a mi tío José, quiere decir que a él no le dan
el cargo de profesor por delincuente y no por motivos confesionales, por lo
tanto yo sigo teniendo esperanza que a mí sí me den el puesto. En realidad
la palabra delincuente que se le aparece en la asociación a Freud es transfor-
mada por una frase del padre de Freud, quien, hablando de su tío José, le
decía que en realidad José no era un delincuente sino un imbécil. Con lo
cual, Freud dice que siendo imbécil y delincuente su amigo R, es absoluta-
mente imposible que le dieran el cargo, pero que a él sí.
Sin embargo sigue pensando y se da cuenta que lo de delincuente no
asienta muy bien en la personalidad de su amigo R Entonces recuerda otra
conversación con un tal amigo N. que también en la misma situación que
su amigo anterior había sido propuesto como profesor y tampoco había
sido aceptado, se suponía, por problemas confesionales pero que le había
confesado a Freud, en chiste, que a él podrían descartarlo por delinquir,
pues había habido una amenaza de extorsión sobre este profesor acusán-
dolo de cometer un delito, con lo cual, Freud ahora se queda más tranqui-
lo diciendo que el delincuente, en realidad, es su amigo N. Y el imbécil es
su amigo R Por lo tanto, si él es un profesor y está entre un imbécil y un
delincuente, seguramente se lo van a dar a él.
Es muy interesante como Freud rechaza la interpretación de este
sueño durante toda la mañana del día que lo soñó y durante toda la tarde.
Recién a la noche el planteo que se hace es: qué haría yo con un paciente
que soñase y no quisiese interpretar el sueño. Entonces Freud dice: eso
son resistencias. Cuando descubre en el sueño que en realidad quería que
su amigo fuese imbécil y el otro delincuente, dice que eso le hace mucho
daño. Que ese daño que le hace pensar que su amigo es un imbécil son
normalmente racionalizaciones que siente el sujeto del sueño para no
seguir adelante con el sueño.
Entonces Freud, una vez que acepta en realidad su verdadero pensa-
miento inconsciente dice: lo que no entiendo es el gran afecto expresado
a mi amigo R en el sueño. Entonces —y eso es interesante por el sueño,
éste no está contado para ver el deseo sino que está contado para ver cómo
282 MIGUEL OSCAR MENASSA

puede actuar la censura de una deformación segunda del sueño—Freud atri-


buye el inmenso cariño por su amigo R. del sueño a la denigración incons-
ciente que él tenía que hacer de su amigo en el deseo; es decir que el gran
afecto que siente en el sueño, en realidad es puesto por la conciencia al ser-
vicio de la resistencia: si lo quiero tanto en el sueño, difícil será darme cuen-
ta de que en realidad el deseo era tratarlo como un imbécil y como un delin-
cuente. Es decir que no solamente la instancia consciente pone la censura
sino que es capaz de modificar, una vez que se ha efectuado el trabajo incons-
ciente de deformación, o de agregar algo al sueño que ya no corresponde a
la realización del deseo sino a su censura, siempre al servicio de la realización
del deseo, al servicio de que la realización del deseo se efectúe sin que la con-
ciencia tome parte en eso, que se realice sin que la conciencia se entere, es
decir, recibiendo en la conciencia el producto de la deformación. Freud dice
que esta parte de la teoría donde los sueños penosos, los sueños de angustia
y los sueños donde no se realizan aparentemente los deseos también son rea-
lizaciones de deseo, ha encontrado entre las personas una gran resistencia.
Vamos a hacer un paréntesis porque en la teoría psicoanalítica el psi-
coanalista se encuentra en muchísimas oportunidades en esta situación
donde la realidad aparece con mucha más fuerza que el deseo. Voy a poner
un ejemplo extremo: he llegado tarde a la sesión porque he tenido un acci-
dente automovilístico. Entonces el psicoanalista en este momento no sabe
si tendría que interpretar la llegada tarde como un atentado al encuadre,
un atentado al pacto simbólico realizado entre psicoanalista y psicoanali-
zado de que el sujeto tenía que llegar a las cinco de la tarde, o dice... “Se
ha muerto mi madre...”. “Y usted ha aprovechado para faltar a la sesión”,
sería la interpretación.
El deseo no tiene objeto, por lo tanto no tiene ética, no tiene una ética
que le hace valer los sentimientos. Se vale de cualquier sentimiento para
expresarse. Habíamos visto en la clase de Realización de deseos cómo, teó-
ricamente, cualquier disfunción: respiratoria, digestiva, sexual, ambulatoria,
muscular, tendría que ser interpretada psicoanalíticamente porque segura-
mente es la mala expresión del deseo lo que perturba la función. Sin embar-
go nosotros sabemos, lo expliqué en la clase de Realización de deseos, que
la tendencia es ofrecerle nuestro cuerpo a la Medicina, nuestra tendencia es
ofrecerle nuestro cuerpo a la Biología. Nuestra tendencia es a negar el des-
cubrimiento freudiano a pesar de haber pasado ahora 86 años.
El sueño siguiente que va a comentar Freud es un sueño harto intere-
sante en el sentido que plantea cómo a partir de que él dice que todos los
LA DEFORMACIÓN ONÍRICA 283

sueños son una realización del deseo, se genera alrededor de él una serie
de pacientes y de amigos que sueñan que el sueño no es una realización de
deseo.
“Quiero dar una comida, pero no dispongo sino de un poco de salmón
ahumado. Pienso en salir para comprar lo necesario, pero recuerdo que es
domingo y que las tiendas están cerradas. Intento luego telefonear a algu-
nos proveedores, y resulta que el teléfono no funciona. De este modo,
tengo que renunciar al deseo de dar una comida”.
Entonces Freud dice: como es natural respondo a mi paciente que sin
el trabajo de interpretación no podemos saber lo que quiere decir el
sueño, pero que acepto que en su manifestación aparece como la no reali-
zación de un deseo. Este sueño se llama “el sueño de la bella carnicera”.
La señora es la mujer de un carnicero a quién, en una ocasión anterior un
pintor le quiso pintar el rostro por muy expresivo, a lo que dijo que un
trozo de trasero de cualquier muchacha joven era mucho mejor para el
pintor que pintar su cara. Además, la paciente alude a que ella ha pedido
a su marido que no le compre su pescado favorito, el caviar, que es algo
que cuesta caro, para poder bromearle, dice ella a Freud acerca de que no
le compra el caviar. Recuerda a una amiga que según ella, está en la mente
de su marido; es decir que gusta de su marido y ella supone a su marido
gustando de ella. Rechaza la idea del gusto del marido aludiendo que la
mujer está un poco flaca y que en realidad a él le gustan las mujeres un
poquito gordas. El marido, en la conversación anterior, le dice que para
adelgazar, no va a aceptar ninguna comida fuera, y la última vez que vio a
la amiga y que la vio flaca, la amiga le dijo: “Me gustaría que me invitaras
a cenar a tu casa que tan bien se come”. Por lo tanto la primera interpre-
tación que hace Freud de la cual no queda contento es que, en realidad, el
deseo que se realiza en este sueño cuando ella no consigue hacer las com-
pras es: “¡Ajá! te voy a dar de cenar para que engordes y le gustes a mi
marido”.
Pero no queda contento y plantea el problema de la identificación, en
el sentido de que la paciente, por ser histérica, lo que desea es un deseo no
realizado, un deseo insatisfecho. Que desea desear algo que no pueda
satisfacerse. Por lo tanto, dice Freud, en realidad la palabra salmón ahu-
mado sólo se puede explicar de la siguiente manera: el salmón, como el
caviar para la paciente, era la comida preferida de la amiga. Freud dice que
la paciente, identificándose con su amiga, hace, en la no realización de su
propio deseo, que la amiga no realice su deseo y Freud dice: lingüística-
284 MIGUEL OSCAR MENASSA

mente sería “Ocupo el lugar de mi amiga para ocupar en la mirada de mi


marido el lugar que creo que mi amiga ocupa en la mente de mi marido”.
Entonces Freud dice una cosa interesante acerca de la identificación.
Dice: Me responderán que ésta es la imitación histérica, que el histérico,
todo lo que ve quiere ser. Es verdad, pero la identificación es algo más: es
una apropiación, una apropiación basada en la misma causa etiológica.
Expresa una equivalencia y se refiere a una comunidad que permanece en
lo inconsciente: es decir, esta comunidad que permanece en lo inconscien-
te que permite la identificación es sexual y ¿qué quiere decir sexual?
Quiere decir que el paciente histérico se identifica con cualquier persona
o cosa con la cual haya mantenido relaciones sexuales reales o fantásticas.
Es decir que aunque sus celos con respecto a su amiga no tenían ningún
motivo real, al mecanismo histérico no le importa sino que lo que le
importa es que ella fantaseó que esta mujer podía haber tenido algo que el
marido hubiese podido mirar con más agrado que a ella. Esto basta sim-
plemente para llamar sexual a la situación. Basta para llamar sexual a la
situación que yo lo fantasee al otro sexuado. Lo único que hace falta para
pensar sexual la situación con las personas es que yo piense a las personas
que estoy fantaseando con sexo, es decir, enamorada de una persona,
deseando alguna persona, deseando alguna otra persona, u odiando a una
persona o no deseando a una persona.
Los desprendimientos técnicos-operativos de este capítulo son de fun-
damental importancia. El sueño se desglosa, como hemos visto, en sus par-
tes, en sus fragmentos. Se asocia libremente sobre cada fragmento, pero
además el psicoanalista tiene que estar escuchando dos versiones: todo lo
que el paciente diga sobre el sueño es el deseo y también es la censura. Todo
lo que el paciente diga del contenido del sueño es el camino del deseo y tam-
bién el camino de la censura. Es decir que con un mal oído psicoanalítico,
puedo llegar a creer la tontería de que el paciente sólo desea.
En otra oportunidad habíamos hablado, al principio, de que el deseo
inconsciente es errático, no tiene objeto, no tiene ética. El deseo, no el
sujeto psíquico, porque el sujeto psíquico va a oponer a este deseo erráti-
co, sin fe y sin objeto, la alta especialización de los mecanismos precons-
cientes, la alta autoridad del superyó —como heredero del Complejo de
Edipo— sobre el sujeto y sobre sus propios deseos inconscientes y la
conexión permanente que el yo, aunque dehiscente, brinda en su relación
con la realidad objetiva.
Es decir que para que el sujeto sea sólo deseo, ni siquiera le alcanza la
LA DEFORMACIÓN ONÍRICA 285

locura; porque nosotros sabemos que la locura no es ponerse a desear


como un loco sino todo lo contrario: ponerse a reprimir como un loco.
No es que en la locura afloran los deseos inconscientes. Lo que aparece es
un trastorno del lenguaje y eso es la psicosis, por una represión alta, muy
alta, de la sexualidad, al revés de lo que piensa la gente o de lo que se pien-
sa normalmente. Es decir, no hay liberación de los deseos en la psicosis,
sino todo lo contrario, una fuerte represión que impone una más profun-
da deformación a los deseos y por eso aparece el trastorno del lenguaje.
Freud, para hablar de la censura, hace como un juego donde dice:
cuando tenemos un problema le podemos agregar otro problema para que
nos ayude a su dilucidación. Ahora nos planteamos los sueños de angus-
tia como posible realización de deseos, vemos que hay dos sistemas, por
lo tanto, si hay dos sistemas hay uno donde está la angustia y hay otro
donde está el deseo.
Pero vayamos a un sueño normal, vayamos a un sueño indiferente.
Cuando vamos a un sueño indiferente, el “Sueño de Irma”, del capítulo
de Método, dice que en este sueño indiferente no aparece el deseo tal cual.
Si el sueño era indiferente, si no era un sueño de angustia, entonces, él lo
que quiere decir es que la censura aparece en todos los sueños. En los de
angustia y en los sueños indiferentes.
Eso lo lleva a Freud a pensar que esta aparición de la censura, tanto en
los sueños indiferentes como en los sueños de angustia, es un mecanismo
general de los procesos psíquicos, no ya de los sueños sino de los proce-
sos psíquicos; en tanto dice: aquello que esperábamos de la filosofía acer-
ca del hombre por ahí nos lo da La Interpretación de los Sueños. Esto
quiere decir que ahora no solamente está descubriendo un mecanismo de
producción de los sueños sino que está descubriendo un mecanismo de la
producción de todo el psiquismo humano. Es decir, no sólo se censuran
los sueños de angustia sino que se censuran los sueños indiferentes, se
censuran las relaciones sociales y para vestirse de etiqueta hay que censu-
rarse, y para saludar al prójimo hay que censurar y Freud llega a decir: y
para contarles este sueño que les estoy contando, censuraré y cuando lo
interprete, la interpretación aparecerá censurada. Quiere decir que el sis-
tema preconsciente-consciente no quiere saber nada, absolutamente nada
con el material reprimido. Por lo tanto una de las formalizaciones más
amplias y más abstractas que hace Freud de este problema es: el sueño es
la realización disfrazada de un deseo sexual reprimido.
Es decir, que la angustia que aparece en los sueños como algo que no
286 MIGUEL OSCAR MENASSA

se realiza, no es angustia del deseo sino angustia del yo, angustia del suje-
to, es decir: un modo de evadirse de la verdad. Por eso que al principio de
la clase digo: “Llegué quince minutos tarde, doctor, porque se ha muerto
mi madre”. y el psicoanalista bien le podría interpretar: “Usted es capaz
de aprovecharse de cualquier excusa para interrumpir el flujo de los acon-
tecimientos”.

1. Pregunta: ¿Por qué le da tanta importancia a lo sexual?


Respuesta: Lo que le pasa al señor es lo que le pasa a todo el mundo.
Quieren que Freud sea grande sin los aspectos sexuales de la obra de Freud.
Lo que pasa es que habíamos dicho que rompe con una concepción filosó-
fica de la producción científica. Que dentro del campo de lo psíquico
rompe con la teoría de la conciencia. Pero habíamos dicho que también
produce una ruptura a nivel de la vida de los sujetos. Después del psicoaná-
lisis es absolutamente imposible no dar a la vida sexual del hombre una
importancia fundamental para su mundo psíquico. Después Freud también
es genial por otras cosas, pero es genial porque rompe con la concepción de
que la sexualidad no es importante para la vida psíquica. Tan importante es,
que la vida psíquica de los sujetos es el desarrollo de la sexualidad.

2. ¿Qué es sexualidad para el psicoanálisis? Sexualidad para el psicoa-


nálisis, hasta ahora, es toda relación que se impone al sujeto infantil desde
el exterior. Es decir, toda relación que se le impone al sujeto infantil va
formando, de una u otra manera, su sexualidad. Cuando veamos maso-
quismo, vamos a ver que no solamente lo que place es recordado como
sexual por el sujeto sino que cualquier emoción importante en la infancia
es concebida como sexual Por lo tanto, el dolor como una interrupción de
la normalidad del niño, como una brusquedad en su formación, hace que
el niño recuerde el dolor como erógeno, es decir que habría un masoquis-
mo primario que sería aquel masoquismo que surge con la impronta del
dolor en la formación de este pequeño niño. No que es placentero pero sí
que es sobrecogedor en aquel momento infantil, y que determina que, de
adulto, el dolor, como vemos en toda sexualidad humana, forme parte de
todas las sexualidades en una forma manifiesta o en una forma reprimida.
Su forma dialéctica, el sadismo, forma exactamente igual parte de toda
situación humana, tanto que si no hay expresión del sadismo, es decir, si
no hay expresión de la pulsión de muerte hay lesión del sujeto, lesión del
aparato, lesión del cuerpo. Una represión demasiado fuerte del instinto de
LA DEFORMACIÓN ONÍRICA 287

destrucción, es decir, de la agresividad, impone al sujeto deformaciones,


en algunos casos altamente graves, como enfermedades orgánicas, en el
sujeto que lleva a cabo esta represión.

3. Cuando el paciente le cuenta un sueño para demostrarle que no rea-


lizó ningún deseo, ¿cuál es el deseo? .
El deseo que realiza en el sueño es que el psicoanalista, no tiene razón.
Ese es el deseo. El cuenta el deseo de un amigo: he soñado que he perdi-
do todos los pleitos. ¿Cómo eso es una realización de deseo? (el amigo era
abogado). Entonces Freud dice que no se animó a interpretárselo pero
cuando después el amigo cortó la llamada telefónica dijo: Fue compañero
mío ocho años en el liceo, era un alumno mediocre y yo era el mejor
alumno del colegio. Me imagino que debe tener alguna envidia y quiere
demostrarme... quiere que yo atraviese por una situación de ridículo.
Cuando yo voy y digo delante de todo el mundo que el sueño es una rea-
lización de deseos, el sueña que pierde todos los pleitos. Con lo cual
demuestra que estoy equivocado y que he hecho el ridículo.
Explica, dice: “Cuando a mi hija le doy a comer una manzana, como
no le gustan las manzanas, me dice que está agria antes de probarla”. Con
lo cual demuestra que yo le he querido dar una manzana agria pero no la
ha probado. Su deseo no es no comer la manzana, su deseo es demostrar-
me que la manzana está agria en tanto argumenta sin probarla.

4. ¿La transferencia es distinta si el terapeuta es hombre o mujer?


Es una pregunta interesante, muy interesante, porque mientras exista
la diferencia entre hombres y mujeres se puede decir que todavía no es
psicoanálisis, a pesar de que después eso no es una contradicción, una
paradoja al estilo de las artes marciales, en donde si no hay diferenciación
sexual, no hay vida psíquica.
Esto, ¿qué quiere decir? Quiere decir que el psicoanalista no desea; por
lo tanto realiza una función. Si una mujer no puede realizar la función
padre, no puede ser psicoanalista; pero, a la inversa, digo lo mismo: si un
hombre no puede realizar la función madre, tampoco puede ser psicoana-
lista. Es decir que no hay ninguna diferencia. Además diferencia hay
cuando miro el campo del amor en la mirada; pero cuando no miro, cuan-
do estoy tumbado en el diván y cuando mi propuesta es asociar libremen-
te, en realidad no le hablo a nadie, le hablo al Otro, con mayúscula.
Cuando me despido veo que es una señorita, veo que es un señor. Eso me
288 MIGUEL OSCAR MENASSA

tranquiliza. Como tengo que estar con mis fantasmas, es tranquilizante


que a la salida siempre me despida la misma persona... Pero hay psicoaná-
lisis que comienzan mejor con una mujer, hay psicoanálisis que comien-
zan mejor con un hombre, pero una vez encarrilado el psicoanálisis, el
psicoanalista pierde su sexo.

5. ¿Qué es lo reprimido?
En cuanto a estos cánones de realidad que son la civilización, Freud
explica, el psicoanálisis explica cómo a veces se le hace al sujeto imposible
cumplir con lo civilizado.
Entre un ser asesino y el goce de mi madre, me detengo, no hago nin-
guna de las dos cosas. Constituyo inconsciente. Amo a mi madre en el
inconsciente sin que se entere mi padre, por lo cual no tengo necesidad de
matarlo y luego obedezco en el sistema de mi conciencia; respeto la ley,
voy al colegio, me pongo los pantalones abajo y la camisa arriba. Ese es
mi padre; pero no dejo de darle el goce a mi madre. Se lo doy inconscien-
temente. Esto que constituye el sujeto psíquico, esto va a ser para siempre
reprimido, aunque lo diga. Que aunque yo lo diga queda reprimido, ¿qué
quiere decir?
Es como el sol Miro el sol Me doy cuenta que hay una teoría que expli-
ca que el sol está quieto y la tierra gira alrededor del sol, pero veo que el
sol sigue girando alrededor de la tierra. Sé que seguramente mi sistema
inconsciente también se forja en aquella situación donde decido seguir
amando a mi madre; para eso divido mi personalidad en dos... y acepto la
ley en el sistema de la conciencia.
Seguramente yo sé que eso es así, pero eso no impide que dentro de
cinco minutos cometa un lapsus, y cuando uno comete un lapsus, se está
expresando un deseo sexual, inconsciente, reprimido. ¿Referido a qué? A
dos cosas: o al asesinato de mi padre que cometí o no cometí, que estoy por
cometer, o al goce de mi madre, que se lo he dado inconvenientemente, o
no se lo he dado del todo inconsciente, o se lo he dado de una manera per-
versa, no aceptando la ley impuesta. No hay otro inconsciente. Pero a pesar
de saber eso, a pesar de haberlo estudiado durante 25 años, me vuelve a
pasar que el inconsciente sexual, infantil, reprimido, produce en mis accio-
nes cotidianas normales y de persona mayor, situaciones no elaboradas,
infantiles, respecto del asesinato de mi padre y al goce de mi madre.
MATERIAL Y FUENTES DE LOS SUEÑOS

Recordamos el punto de la exposición al cual habíamos llegado en el


apartado anterior de “Deformación Onírica”. Decía “los sueños es la rea-
lización (disfrazada) de un deseo reprimido.
El capítulo siguiente, “Material y Fuentes”, Freud lo comienza con
una explicación de recorrido de su exposición. Escribe: “Al revelarme el
análisis que el sueño de la inyección de Irma constituía una realización de
deseos, se apoderó de nosotros un vivísimo interés por comprobar si con
ello habíamos descubierto un carácter general del fenómeno onírico, y
acallamos por el momento todas otras curiosidades científicas que en el
curso de la labor de interpretación habían surgido en nuestro ánimo. Mas
ahora, una vez llegado al final del camino que en aquella ocasión elegimos
entre todos los que ante nosotros se abrían, podemos ya volver sobre
nuestros pasos y escoger otro punto de partida para proseguir en un dis-
tinto sentido nuestra exploración de los problemas del sueño, aunque de
este modo perdamos de vista por algún tiempo el tema, no agotado aún,
ni mucho menos, de la realización de deseos”.
Este capítulo, dice Freud, es un punto de partida, una apertura a otro
problema que plantea el fenómeno onírico, el trabajo real del sueño. Sin
embargo, es en el capítulo siguiente. “La Elaboración Onírica”, donde
expondrá detalladamente los mecanismos de condensación y desplaza-
miento y donde aparece por primera vez una definición del sistema
inconsciente para el psicoanálisis.
Entonces nos vamos a preguntar: ¿Si el tema de la realización de deseos
no está aún agotado, qué quiere decir Freud cuando añade que, sin embar-
go, hemos llegado al final del camino?
290 MIGUEL OSCAR MENASSA

Recordamos que al principio de este capítulo replanteaba la tesis “el


sueño tiene sentido” para precisarla cada vez, hasta llegar a la formula-
ción: “el sueño es la realización (disfrazada) de un deseo reprimido”. Pero
en “Material y Fuentes”, aunque vuelva a plantear la tesis, es para adver-
tir que no la va a desarrollar más por el momento, quiere decir entonces
que escribir de lo reprimido, o acerca de la naturaleza de este deseo repri-
mido, acerca del cual la conciencia no quiere saber nada y sólo sabe en el
sueño censurado, recordado en su deformación o en el síntoma padecido,
requiere un modo particular de exposición. Trabajo de escritura concebi-
do para un lector parecido a sus pacientes histéricas: “es totalmente inútil
penetrar directamente en el nódulo de la organización patógena”, escribe
en Psicoterapia de la Histeria.
Entonces hay una trama del texto donde Freud escribe acerca de lo
reprimido, puesto que sigue exponiendo la interpretación de varios sue-
ños. Pero no exactamente la trama teórica del texto, sino del desarrollo de
las nociones ideológicas que la interpretación viene a subvertir. La trama
teórica sería: ahora, vamos a ir en un sentido inverso, vamos a hablar del
trabajo real del sueño, de los mecanismos de condensación y desplaza-
miento, por los cuales una idea se transforma en una expresión deforma-
da para seguir expresándose engañando a la censura.
Nuestras defensas, nuestra razón, elevarán objeciones; así objeciones a
la noción de trabajo inconsciente pueden ser los sueños típicos que pode-
mos asociar, porque nuestra ideología cree en el alma individual y colec-
tiva, en una inspiración universal del alma dormida.
Que hayamos llegado al final de un camino, quiere decir entonces que
llegamos a un límite teórico, el límite que determina la teoría cuando delimi-
ta su campo y define su objeto. Definir el objeto no es buscar una sustancia,
no es buscar la última esencia, no es dar un contenido al deseo reprimido.
Entonces, en “Material y Fuentes” Freud no va a definir cuando habla
del Edipo el deseo provocador del sueño como el deseo incestuoso, sino
que va a mostrar antes, en las definiciones de trabajo, cómo en todos los
sueños, este trabajo se produce.
La introducción del capítulo sigue así: “Desde. que mediante la aplica-
ción de nuestro procedimiento de interpretación onírica nos es posible
descubrir un contenido latente de los sueños, muy superior en importan-
cia a su contenido manifiesto, tenemos que sentirnos incitados a examinar
de nuevo cada uno de los problemas que el fenómeno onírico plantea,
para ver si este nuevo conocimiento puede acaso procurarnos la solución
MATERIAL Y FUENTES DE LOS SUEÑOS 291

de aquellos enigmas y contradicciones que mientras no conocíamos sino


el contenido manifiesto de los sueños nos parecían inasequibles”.
Inasequible la tarea, después de hacernos entender que los sueños tie-
nen sentido si producimos sobre ellos un trabajo de interpretación, que
entendamos que esta interpretación (donde partimos del sueño manifies-
to, reconstruimos operaciones y determinados contenidos inconscientes)
recorremos un camino inverso al trabajo real del sueño. Inasequible sin
esta construcción teórica demostrable, quebrantar en nosotros la ilusión
y sustituir lo que fue un día para los hombres comunicación divina, por la
idea del trabajo, regido por una censura intrapsíquica.
Inasequible producir en nuestra manera de ver la ruptura donde este
productor universal de sentidos, el símbolo del cual se nutre toda la poe-
sía, sea reducido en el campo psicoanalítico a ser simple material de traba-
jo “utilizable”, no por su función evocativa, sino por su capacidad de dis-
fraz.
Escribe Freud: “El sueño se sirve de simbolizaciones que se hallaban
ya en el pensamiento inconsciente, dado que para escapar a la censura,
tanto como por la amplitud de su representabilidad, satisfacen todas las
exigencias de la formación de los sueños”.
Estos obstáculos, los de nuestra conciencia y nuestra ideología, produ-
cen este capítulo donde Freud, al mostrar las correspondencias entre
latente y manifiesto y los mecanismos que producen las diferencias entre
los dos textos, impone el reconocimiento del sometimiento de nuestro
psiquismo a otras leyes, que las leyes lógicas y morales.
Si lo que trabajamos es el sueño manifiesto, el primer material del que
disponemos son las palabras. El primer ejemplo que da Freud, al tratar de
lo reciente y lo indiferente en el sueño, es el siguiente: “Voy de visita a una
casa en la que sólo después de muchas dificultades se me deja entrar. La
fuente es una conversación de la tarde anterior con una paciente mía sobre
la necesidad de esperar antes de realizar una compra que desea”. Lo que
Freud señala es una insistencia de la palabra esperar, escuchada en el diá-
logo, palabra señalada por el principio de realidad y la censura, recuerda
la dificultad del pasaje entre el principio de placer, donde satisfago ya mi
deseo, y principio de realidad, donde postergo su realización para poder
satisfacerlo sin daño. Las asociaciones despertadas durante el día por la
palabra “esperar”, reprimidas en el diálogo, reaparecen en el sueño.
Escribe Freud: “Todo sueño posee un estímulo entre los acontecimien-
tos del día a cuya noche corresponde, y que las impresiones del pretérito
292 MIGUEL OSCAR MENASSA

más próximo (con exclusión del día anterior a la noche del sueño) no
muestran con el contenido onírico una relación diferente a la de otras
impresiones cualesquiera, pertenecientes a tiempos indefinidamente más
lejanos. El sueño puede elegir su material de cualquier época de nuestra
vida, por lejana que sea, a la que partiendo de los sucesos del día del sueño
(las impresiones recientes) puedan alcanzar nuestros pensamientos”.
Es decir que el único factor temporal determinante es el actual, el
sueño utiliza en todos los casos un material del día del sueño. Que haya
tenido luego o no un desplazamiento depende de que el material elegido
sea importante o no. Si no lo es, es porque representa otro material actual
importante. Interpretamos “la inclusión de restos de sucesos secundarios
en el contenido del sueño como un fenómeno de la deformación onírica
(por desplazamiento) y recordaremos que en este proceso deformador
vimos una consecuencia de la censura que vigila a la comunicación entre
dos instancias psíquicas”. Esperamos, por tanto, que el análisis onírico
nos descubra siempre la fuente verdadera y psíquicamente importante
situada en la vida diurna, cuyo recuerdo ha desplazado su acento sobre el
recuerdo indiferente.
Otro de los mecanismos que encontramos en la comparación entre el
material latente y el manifiesto es el de la condensación: “Sentaré aquí el
principio de que para la elaboración onírica existe también una especie de
fuerza mayor que la obliga a reunir en una unidad en el sueño todas las
fuentes de estímulo dado”.
Fuente de estímulo quiere decir valor psíquico. “Aquello que nos ha
impresionado durante el día domina también las ideas del sueño, y sólo
por aquellas materias que en la vigilia han estimulado nuestro pensamien-
to, nos tomamos el trabajo de soñar.”
Al terminar el análisis del sueño de la monografía botánica, Freud da
una representación del valor; escribe: “La segunda impresión posee un
alto valor psíquico: he dialogado con mi amigo el oculista cerca de una
hora, haciéndole determinadas indicaciones de gran interés para ambos, y
esta conversación ha provocado en mí la emergencia de recuerdos acom-
pañados de los más diversos sentimientos. Además, nuestro diálogo
quedó interrumpido, antes de terminar, por la llegada de unos amigos”.
Valor para un hombre, nos indica Freud, es lo que se produce cuando
habla, poniendo su vida en juego, sus sentimientos y sus recuerdos, en esa
conversación, en ese encuentro con otro hombre. Además, termina Freud,
valor es cuando está presente la dimensión humana de la muerte: la sepa-
MATERIAL Y FUENTES DE LOS SUEÑOS 293

ración, la interrupción de lo que ya pasó, para continuar, en otros senti-


dos, el intercambio. Detención del tiempo del fenómeno onírico, donde
vuelve a pasar, alucinatoriamente, lo que en el día del sueño ya pasó, sin
la participación de la consciencia del sujeto.
Llegados a este punto, “fuentes” se nos aparecen como los tiempos de
mi vida donde me constituyo como humano. Ahí, precisamente, se ejerce
“un poder psíquico que reina a modo de censura”. Censura preconscien-
te, que hace que lo vivido sea lo vivido y lo censurado, lo que no fue
dicho, los blancos dejados en la conversación.
Así como no hay sueños indiferentes, no hay sueños ingenuos.
Inocente tiene que ser interpretado: de eso no quiero saber nada, y quie-
re decir: ceguera. “En todos los sueños “inocentes’ predomina singular-
mente el factor sexual con motivo de la censura.” Cuando la censura con-
sigue en el contenido manifiesto repetir, indiferente, un suceso vivido
como indiferente el día del sueño, cuando parece calcar la realidad, es para
expresar bajo ese disfraz un deseo sexual infantil reprimido. La intención
sexual puede sexualizar cualquier significante y cualquier representación,
como pasa en el mecanismo de los chistes.
Después de analizar lo actual como fuente de los sueños, Freud se va a
ocupar, en el segundo apartado, de lo infantil como fuente onírica.
Escribe: “Desde que mi experiencia en la interpretación onírica me ha
demostrado que también aquellos sueños cuya total interpretación cree-
mos haber conseguido, por haber descubierto sin dificultad sus fuentes y
estímulos, parten importantes cadenas de pensamiento que llegan hasta
los primeros años infantiles del sujeto, he tenido que preguntarme si no
habremos de ver en este hecho una condición esencial del soñar. Si nos
fuese permitido generalizar tal hipótesis, diríamos que todo sueño posee
a más de un enlace con lo recientemente vivido, en su contenido manifies-
to, una relación, en su contenido latente, con lo vivido en las más lejanas
épocas de la existencia del sujeto”.
Esta relación con lo vivido en las más lejanas épocas de la existencia del
sujeto, ya había sido señalada por otros investigadores del fenómeno oní-
rico, y se explicaba como un fenómeno de memoria ampliada: lo que esta-
ba olvidado en mi memoria de adulto despierto, reaparecería en el sueño,
donde vuelvo a ser alucinatoriamente aquel niño. Freud interpreta esta
explicación preguntando: ¿qué deseo realizo, cuando repito escenas infan-
tiles en el sueño? Es decir que el límite a lo infantil como fuente lo marca
la interpretación. “En mi colección de sueños existe un gran número de
294 MIGUEL OSCAR MENASSA

éstos, cuyo análisis nos conduce a impresiones infantiles oscuramente


recordables u olvidadas por completo, pertenecientes con gran frecuencia
a los tres primeros años de la vida del sujeto. Sin embargo, sería aventura-
do deducir de ello conclusiones sobre la vida onírica en general, pues se
trata de sueños de sujetos neuróticos, histéricos especialmente, y el papel
que en ellos desempeñan las escenas infantiles pudieron muy bien depen-
der de la naturaleza de la neurosis y no de la escena del fenómeno oníri-
co.” Contra todos los dogmatismos anteriores, que querían dar una expli-
cación única del fenómeno onírico, Freud muestra la múltiple determina-
ción de los elementos del sueño, y la multiplicidad de sentidos, de realiza-
ción de deseos.
La intención de Freud, en ese recorrido de los sueños típicos, no es
buscar una correspondencia entre los mitos y los sueños. Así, Freud no
establece, como lo hará Jung, una correspondencia entre el mito de Adán
y Eva expulsados del paraíso y avergonzados de su desnudez, y el sueño
manifiesto de desnudez. Por el contrario, parte del sueño manifiesto
interpreta el deseo exhibicionista del sujeto del sueño, y construye el
sueño latente llegando así a una escena infantil de seducción. Universal,
mítico, es aquel tiempo (prehistórico dice Freud) donde el deseo no está
sometido a ninguna otra ley que la de su realización.
En el análisis del sueño de la muerte de personas queridas, Freud
recuerda la leyenda del rey Edipo. Escribe: “Si el destino de Edipo nos
conmueve es porque habría podido ser el nuestro y porque el oráculo ha
suspendido sobre nuestras cabezas antes que naciéramos. Quizás nos
estaba reservado a todos dirigir hacia nuestra madre nuestro primer
impulso sexual y hada nuestro padre el primer sentimiento de odio y el
primer deseo destructor. Nuestros sueños testimonian de ello.
“El rey Edipo que ha matado a su padre y tomado a su madre en matri-
monio, no es sino la realización de nuestros deseos infantiles. Como
Edipo, vivimos en la ignorancia de aquellos deseos inmorales que la
Naturaleza nos ha impuesto y, al descubrirlos, quisiéramos apartar la vista
de las escenas de nuestra infancia.”
Nuestra sexualidad humana lleva el sello de la ley edípica. Este descu-
brimiento, revelado por el poeta Sófocles en sus versos, es producido por
Freud al analizar, con el método psicoanalítico, los sueños y su produc-
ción, como producción del inconsciente.
El capítulo termina con el análisis del sueño de examen, como último
ejemplo de sueño típico.
MATERIAL Y FUENTES DE LOS SUEÑOS 295

Nuestros deseos infantiles fueron reprimidos por inmorales. ¿Y nues-


tros deseos de hombres y mujeres adultos?, ¿por qué la angustia?, si ya
hemos aprobado muchos exámenes, y sin embargo seguimos soñando con
los exámenes, como deseando y buscando aliento. Sin embargo, dice
Freud, hay algo que se opone en nosotros al desarrollo de nuestra sexua-
lidad.
En efecto, aunque descubrimos en la latencia del sueño de angustia un
aliento, también encontramos un reproche: ya no eres niño, no puedes
seguir cometiendo “niñerías”, “bobadas”, palabras éstas encubridoras,
dice Freud, del acto sexual. Como si siguiésemos deseando, y temiendo,
en nuestra sexualidad adulta, lo que fue en nuestra sexualidad infantil pro-
hibido e imposible.
El deseo sometido a la ley de los procesos primarios implica que el
deseo tiene que realizarse ya, como sea, sin sustitución. Freud dice deseo
reprimido, la realización de un deseo reprimido, mientras que al proceso
secundario le interesa organizar, hablar, decir, esperar.

Con respecto a la llamada de atención de Freud en la palabra “espe-


rar”, tiene que ver con la diferencia que él hace entre principio de realidad
y principio de placer. Qué preguntas se le hacen al profesor y qué pregun-
tas tienen que esperar para ser llevadas al grupo operativo. La palabra
“esperar” para Freud tiene que ver con una espera que el principio de rea-
lidad impone al deseo inconsciente para que éste pueda realizarse sin pro-
ducir daño, que la espera no es la represión, sino que la espera, el princi-
pio de realidad, no es la represión, sino que es lo que trabaja para el deseo
inconsciente, para que pueda realizarse sin producir daño.
Sería la inclusión del tiempo en el principio de placer, porque el prin-
cipio de realidad no va en sentido inverso al principio de placer. La inclu-
sión de la muerte para los seres humanos, el principio de realidad, es la
inclusión de la mortalidad para los seres denominados humanos.

El que quiere matarse y no se mata es porque cree que la muerte es


dolorosa, pero no es dolorosa la muerte, todo lo contrario. Se han escrito
las sensaciones de los ahogados que después no se ahogaron, se recuerda
como una condensación de todo lo vivido, con la sensación de placer que
uno entrega, en la lucha entre dejarse llevar por el agua y morirse o nadar.
Antes de empezar a nadar hay una lucha entre dejarse morir y nadar. Es
una decisión.
296 MIGUEL OSCAR MENASSA

El deseo de vivir produce la vida. Por ejemplo, nuestras madres ya


hubiesen muerto si hubiesen dejado de desear. Ese deseo inmortal que tie-
nen los hijos por las madres, por las figuras primitivas, por los padres,
hace que vivan más años.
Cuando se suspende el deseo viene la muerte.
Sí, es muy difícil llegar a ese lugar: cuando se suspende el deseo viene
la muerte. Cuando se suspende un poquito menos, viene la enfermedad.
¿Si se desea viene la felicidad...? No exactamente, viene el goce que
hace que todo sea distinto, lo que parecía negro parece gris, lo que pare-
cía gris parece blanco. La felicidad es una argucia del sistema capitalista,
pero el goce es una posibilidad del trabajo humano.

Freud dice que siempre estamos presentes en el sueño, que si no nos


reconocemos, en todo caso nos tenemos que ver en la persona que está
sintiendo, en los sentimientos siempre se trata del soñante.
EL TRABAJO DEL SUEÑO

Es prácticamente imposible condensar en una exposición la riqueza


temática y teórica de uno de los capítulos más interesantes de La
Interpretación de los Sueños. Es conveniente que ustedes puedan hacer el
pequeño viaje que significa leer este texto repetidas veces hasta encontrar
los hilos que se conjugan como el centro de la teoría de los sueños.
Cuando nos planteamos el problema del trabajo, dijimos que lo más
especulativo de todas nuestras interpretaciones era referido al trabajo real
del sueño, en tanto era lo único que no sólo no veíamos sino que sólo
podíamos formular después de haber realizado un trabajo teórico.
La Interpretación de los Sueños es un texto escrito para poder exponer
un descubrimiento. Este descubrimiento es el sistema inconsciente. Para
demostrarlo trato de generalizar en el sueño un descubrimiento, supues-
to, hecho en mis trabajos de investigaciones anteriores. Mi trabajo de
investigación lo comienzo trabajando sobre los efectos-productos últimos
que investigo, es decir, mi trabajo de investigación lo comienzo por la
materia prima, fijo como materia prima el habla, es decir, el relato del
sueño. Por lo tanto comienzo el capítulo de trabajo del sueño oponiéndo-
me a las investigaciones que relacionan interpretación, resultado final de
la investigación, con contenido manifiesto, y digo: para poder compren-
der el resultado de la investigación tengo que interponer entre el conteni-
do manifiesto y su interpretación el contenido latente.
Este modo de aproximación muestra, en parte—si ustedes hacen un
esfuerzo de atención—, cómo el trabajo real del sueño va a tener que produ-
cirse de manera especulativa, en tanto lo que se produce por medio del tra-
bajo teórico o del trabajo de interpretación, partiendo del contenido mani-
298 MIGUEL OSCAR MENASSA

fiesto (materia prima), las asociaciones del paciente y las intervenciones del
analista que va reconstruyendo las operaciones, se produce la interpretación.
Que no está en ningún lugar, ni en los libros, ni en la asociación libre del
paciente. Porque habíamos dicho que todos los contenidos posibles de ser
asociados conscientemente por el paciente eran contenidos preconscientes.
Volvemos a nuestra insistencia: el sueño manifiesto como tal no tiene
ningún sentido. Sólo tiene sentido después de haber aplicado sobre él, el
instrumento psicoanalítico que consta de dos elementos: el elemento que
aporta o padece el psicoanalizado, el soñante, y el instrumento que apor-
ta el psicoanalista, donde se conjugan los elementos teóricos de la técnica
psicoanalítica: asociación libre y transferencia y el modo teórico de apro-
piación de la realidad psíquica: el método de la interpretación, que a par-
tir del trabajo Construcciones en Psicoanálisis (1937) se transformará en el
método de interpretación-construcción.
Recuerdo que la asociación libre dependía de un concepto teórico que
habíamos denominado múltiple determinación y que reunía todas las carac-
terísticas del lenguaje, es decir, sus representaciones eran preconscientes.
Podríamos comenzar de otra manera, diciendo que el trabajo del
sueño se realiza utilizando cuatro instrumentos o cuatro herramientas de
trabajo que son propiedad del pensamiento inconsciente, y que la última
de ellas, la elaboración secundaria, podría atribuirse al pensamiento cons-
ciente porque reacciona frente al sueño como la conciencia reacciona
frente a cualquier representación de percepción. Es decir, así como nues-
tra conciencia elabora la percepción para asimilarla, la elaboración secun-
daria, como mecanismo catalizador del pensamiento inconsciente hace lo
mismo con el sueño, para que sea asimilado por la conciencia, pero no
corresponde al pensamiento despierto ni al pensamiento consciente. Es
un mecanismo tan inconsciente como el desplazamiento, la condensación
y la escenificación. Los cuatro instrumentos son la condensación, el des-
plazamiento, la escenificación o puesta en escena, que se nombra con el
término Vorstellung y que es el mismo término que utiliza Marx para
hablar de la puesta en escena de la mercancía. A esta escenificación, o
puesta en escena, vamos a tratar de darle su importancia en el desarrollo
teórico posterior del psicoanálisis, en tanto podríamos decir, para antici-
par, que los mecanismos de condensación y desplazamiento se diferencian
entre sí por su puesta en escena.
Años más tarde Lacan dirá que lo que diferencia a la metáfora de la
metonia es su imposición significante. Es decir, un Freud más moderno-
EL TRABAJO DEL SUEÑO 299

que permite que accedan al psicoanálisis también los filósofos. La moder-


na teoría del significante puede ser leída desde la concepción de puesta en
escena de Freud en tanto, si es la imposición significante la que determi-
na alguna diferencia entre el Dichtung, es decir, la poesía, la metáfora, y lo
errático, la metonimia, es exactamente lo que Freud decía acerca de que la
representabilidad era la única posibilidad de diferenciar los mecanismos
de condensación y de desplazamiento.
La condensación descripta por Freud —ya en el capítulo anterior—
como una fuerza que tiende a unir fuerzas equivalentes de diferentes
fuentes. Y es, como quiero hacer notar, una imposición del pensamiento
inconsciente, dice Freud. Para que no se crea que la condensación se rea-
liza desde el contenido latente al contenido manifiesto, sino que el conte-
nido latente —dice Freud—ya es producto del trabajo de condensación,
del trabajo de desplazamiento. El contenido latente al cual el soñante llega
mediante la asociación libre, no es que nos muestra cómo está condensa-
do o desplazado en el contenido manifiesto, sino que tanto esas conden-
saciones del contenido manifiesto, como el propio contenido latente, son
efecto-producto de la condensación y el desplazamiento, que son meca-
nismos inconscientes.
El corazón de la condensación, dice Freud en 1915, es el desplazamien-
to. Frase altamente sugerente. A mí me permite pensar que el deseo huma-
no está estructurado como un lenguaje inconsciente y que su irrupción
como tal o su fundación es producto de una transferencia, es decir, de una
metonimia. En tanto, si el desplazamiento o la metonimia es el corazón de
la condensación, quiere decir que si no hay una previa transferencia, un
previo desplazamiento, no hay condensación. Por tanto, la inteligencia
freudiana puede llegar a preguntarse que el desplazamiento es el mecanis-
mo esencial de la censura.
Para que ustedes entiendan —no van a entender—, para que ustedes
comprendan —no van a comprender—, para que ustedes sepan si saber,
acerca de este saber no sabido, digo: si la metonimia es donde se funda el
desear inconsciente, quiere decir que toda la problemática de todas las
comunidades psicoanalíticas, que se hayan formado, que se están forman-
do y que se formarán, tendrán que ver con el psicoanálisis de la transfe-
rencia, es decir, no es que el inconsciente no tenga sentidos, sino que la
mutación de los sentidos del pensamiento inconsciente es permanente,
continua e infinita. Tanto que cada deseo puede adquirir todas las combi-
naciones posible de la lengua. Entonces, Freud nos dice: jamás podremos
300 MIGUEL OSCAR MENASSA

conocer exactamente el límite de lo condensado. Después de la interpre-


tación, de la aceptación del sujeto y de la transformación producida por la
interpretación, el sueño todavía puede haber condensado alguna otra serie
de ideas que no aparecerán hoy.
Al principio de la secuencia, decíamos que partíamos de los efectos,
reconstruíamos los mecanismos de producción y elaborábamos teórica-
mente las causas de producción de los efectos. Que estas causas nunca se
agotaban en los efectos. El inconsciente no se agota en el síntoma, ni en la
curación del síntoma, la causa no se agota en el efecto y partiendo del
efecto podemos reconstruir las causas pero nunca en su totalidad. El que
soporta esta incertidumbre continúa estudiando psicoanálisis.
Fairbain, un clínico inglés, psicoanalítico —se dice que fue el psicoana-
lista de Mélanie Klein—, para decir de la incompletud de la interpretación
completa, él decía que había una disociación —como decimos todos—, que
el sujeto tarde o temprano experimentaría. En la grosería de la demostra-
ción: si no hay ningún obstáculo de la vida que lo disocie; entrar al colegio
no lo disocia, hacer el servicio militar no lo disocia, casarse no lo disocia, lo
ponemos en una canoa, un bote, en medio del océano y entonces se disocia
—dice Estamos diciendo que a pesar de la Spaltung del sujeto, que a pesar
de la división del sujeto, esta división puede no ser consciente para el suje-
to, aun frente a su muerte. Esto lo dice Lacan en una frase que anda por ahí
dando vueltas y que quiere decir exactamente eso que acabo de decir: que
un hombre puede vivir, casarse, tener hijos y morirse sin significante, pero
sin significante no sabrá nada de ello.
Para la elaboración onírica hay que leer el texto freudiano muchas
veces, dos o tres, para registrar los mecanismos sutiles donde una palabra
se transforma en otra, donde un afecto —supo que se muere el hijo de la
íntima amiga, estoy extrañada doctor de no haber sentido tristeza.
Después de las asociaciones libres le digo: usted no podía sentir tristeza ni
en el sueño porque en realidad se moría el hijo de su amiga porque en el
anterior velatorio de otro hijo de una amiga suya usted vio al hombre del
cual está enamorada; por lo tanto, como usted realizaba en el sueño, no el
deseo de que se muriera el hijo de su amiga, sino el deseo de encontrarse
con la persona amada, no podía sentir tristeza—.
La idea general es buscar en el texto estos mecanismos que mostramos
o mencionamos como inconscientes: la condensación, el desplazamiento,
dándole al desplazamiento la virtud de generar el circuito de la cosa freu-
diana, en tanto, para montarnos de nuevo sobre la palabra, íbamos a des-
EL TRABAJO DEL SUEÑO 301

ligarnos desde el texto, para llevarlo a una realidad comunitaria donde


todo psicoanálisis iba a pasar por el psicoanálisis de la transferencia, por-
que, si no, no habría psicoanálisis del deseo inconsciente; es decir, el deseo
inconsciente es errático porque, para ser, lo primero que funciona en él
como deseo es el desplazamiento. Nunca dice lo que es porque, si bien lo
genero entre las palabras, no está en las palabras, sino que en las palabras
está lo que digo del deseo y eso ya es algo que digo del deseo, no el deseo.
Pero también, si pensamos que el tiempo se pierde es que pensamos
que lo tenemos. Había como una especie de narcisismo que Freud remar-
ca: todo sueño es egoísta pero no en el sentido de querer quedarse con
todo el dinero, aunque también. Es egoísta en el sentido de que todo lo
que pasa en el sueño tiene que ver con “yo”. Hay mil personas en el
sueño: mil características del yo. Hay dos personas: dos características del
yo. Está la persona odiada, yo soy la persona odiada. y Freud esto lo atri-
buye a la ciencia física, ni siquiera al psicoanálisis. Porque cuando empie-
za el resumen de La Interpretación de los Sueños —que también les acon-
sejo que lean, publicado en una revista en 1901 y que generalmente en
todas las obras que se publican de Freud está antes del libro grande de La
Interpretación—a partir de las ciencias físicas el sueño es propiedad y per-
tenece al soñante; es decir, reubica las ciencias físicas epistemológicamen-
te, al producto sueño como producto de la elaboración del trabajo del
sujeto que sueña. Freud agrega que este soñar es egoísta, en el sentido de
que el yo está siempre presente aunque no esté, aunque no aparezca, aun-
que el sueño sea desinteresado, y desinteresado quiere decir, hacerle creer
al yo mismo que la culpa la tiene el otro. ¡Qué sentimiento el de culpa!
¡Qué barbaridad! Un sentimiento inaudito.
Tuve dos interceptaciones: OTAN sí y OTAN no... ¿Son dos? ¿Es una
sola? En los lenguajes primitivos, dice Freud, y él siempre insiste en que
la regresión es en dos niveles: en un nivel histórico individual y en un
nivel histórico social, o humano directamente, en el sentido que el sujeto
infantil repite toda la historia de la humanidad. Cuando a uno lo hacen
elegir entre OTAN sí y OTAN no, lo vuelven a hacer elegir entre el papá
y la mamá (iba a decir “la” papá y “el” mamá, para que ustedes se den
cuenta que esta confusión persiste sobre todo cuando me hacen elegir: yo
o la OTAN) y ahí se vuelve a repetir esa escena primaria donde encade-
naba mis necesidades, dependía como mínimo de una persona y de su
deseo, yo no lo podía hacer porque estaba encadenado a mis necesidades.
Era un lobo hambriento y solitario. Pero además estaba paralítico, ciego,
302 MIGUEL OSCAR MENASSA

tenía desorganizados los sentidos, mis órganos no me correspondían


totalmente y mi sistema nervioso central no me funcionaba. No tenía otra
alternativa que someterme. Para poder seguir viviendo no tenía otra alter-
nativa que entregar mi pequeña vida.
Y como esto le ocurre a todos los sujetos vivos, debemos suponer que
ese pasaje es el Edipo. Después podemos generar mitos. Si ese pasaje es el
Edipo, tiene que ver con lo que de animal ese cachorrito pierde, en ese
sometimiento para transformarse en ser humano, es decir, el Edipo tiene
que ver con la castración, la castración tendrá que ver algo con la muerte,
por lo tanto el Edipo bien podría ser el último mito de Occidente, el mito
del Psicoanálisis en tanto viene a ocultar de alguna manera, para los menos
inteligentes, el verdadero sentimiento del descubrimiento del sistema
inconsciente, es decir la represión, la castración, la envidia al pene.
PSICOLOGÍA DE LOS PROCESOS ONÍRICOS
EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS

Habíamos hablado que Freud se valía de una argucia en el modo de


exposición donde nos hacía creer que él comenzaba la investigación por
el método, en tanto es el capítulo del “Método de la Interpretación
Onírica” el que en realidad comienza la escritura de La Interpretación de
los Sueños. Vamos a hacer una pequeña reconstrucción. Hay algunos
libros que comienzan con un capítulo uno que se llama “La
Interpretación de los Sueños”. Este capítulo (de quince puntos) es el resu-
men que Freud escribe para una revista en el año 1901 después de estar ya
publicada La Interpretación de los Sueños.
Luego viene un capítulo dos y éste aparece normalmente como capítu-
lo uno en casi todas las ediciones, que se llama “La literatura científica”.
Fue escrito después de escribir el capítulo que abrimos hoy de “Psicología
de los Procesos Oníricos”.
En la carta 112 a Fliess le dice: “...En cuanto al libro de los sueños, la
situación es la siguiente. Faltaba un primer capítulo de Introducción a la
bibliografía sobre el tema, que, si mal no recuerdo, también tú consideras-
te necesario, a fin de facilitar la lectura de lo que sigue. Ese capítulo está
escrito, pero me costó muchos sinsabores y no salió precisamente a pedir
de boca. La mayoría de los lectores quedan atrapados en esas zarzas y no
podrán atravesarlas para llegar a la Bella Durmiente...”.
Un capítulo de compromiso para sus contemporáneos, para decir que
él estaba informado de los trabajos y de las relaciones que habían hecho
otros investigadores acerca de los sueños.
La obra de La Interpretación de los Sueños comienza—como decía-
304 MIGUEL OSCAR MENASSA

mos— en el capítulo de “Método de Interpretación Onírica”. Si la obra


empieza aquí, la primera pregunta que nos tenemos que hacer —después
de haber quedado de acuerdo que no hay método sin objeto de conoci-
miento—es por qué lo primero que aparece es el método y no el capítulo
de La Elaboración Onírica, por ejemplo, donde aparece por primera vez
una definición, para el psicoanálisis, del sistema inconsciente.
En el trabajo científico, Freud, sin tener instrumentos teóricos, en
tanto muchos alcances científicos en esta ciencia se produjeron a posterio-
ri, pudo delimitar lo que es una estructura, bastante mejor que tiempo
después lo hicieron los estructuralistas.
No le aconteció la misma fortuna, diría yo, con la producción, dentro
de su trabajo teórico, de una concepción de la investigación y la exposi-
ción científica y fundamentalmente no alcanzó a producir en su obra una
teoría de la sobredeterminación, a pesar que determinó el concepto de
sobredeterminación para el psicoanálisis.
Digo esto porque en el prólogo de Introducción a la Critica de la
Economía Política (primera edición alemana), Marx, comentando las dife-
rencias que existen entre el modo de investigación y el modo de exposición,
nos dice: Cierto, el modo de exposición tiene que distinguirse formalmente
del de investigación. Éste ha de apropiarse la materia en detalle, analizar sus
distintas formas de desarrollo y descubrir sus vínculos internos. Una vez
cumplida esta tarea, puede exponerse el movimiento real de modo conve-
niente. Si se consigue y si la vida del material se refleja ahora idealmente,
puede parecer que uno tiene que habérselas con una construcción a priori.
Mi método dialéctico difiere del hegeliano no sólo por su fundamen-
to, sino que es directamente opuesto. Para Hegel el proceso del pensa-
miento, que incluso transforma en sujeto independiente con el nombre de
Idea, es el demiurgo de lo real, que no constituye más que su fenómeno
externo. Para mí, por el contrario, lo ideal no es más que lo material trans-
ferido y traducido en el cerebro humano.
Es decir, sin la práctica clínica de Freud, sin la práctica ideológica-clí-
nica, sin el trabajo precientífico con los casos de la histeria, sin el empleo
de técnicas arbitrarias en tanto no eran científicas —como la hipnosis o el
método catártico—no hubiese habido posibilidad de descubrimiento.
El modo de exposición es, para Marx, reunir en la materialidad que da
la escritura una secuencia ordenada e inteligible de lo descubierto, some-
tiendo lo descubierto no ya al proceso de investigación, sino a otro pro-
ceso, bastante diferente, que es el proceso de la escritura.
EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS 305

Por lo tanto el descubrimiento como tal nunca llega a nosotros. El des-


cubrimiento sería la unidad compleja de modo de investigación y modo
de exposición, donde sin el modo de investigación no hay descubrimien-
to y sin el modo de exposición no hay producción del descubrimiento
como conocimiento. Sin proceso de investigación no hay campo, sin pro-
ceso de exposición el campo carece de la materialidad que lo objetiva.
Por no tener Freud discriminados estos valores que sí como vemos lo
están en Marx, nos encontramos en su obra con capítulos claramente
expositivos, donde se ve que ha hecho su investigación previa y nos
encontramos la obra plagada de intensas notas de investigación. El pierde
en la exposición ese ordenamiento característico de las ciencias, hasta la
escritura de este libro.
Podemos recordar que él llega a La Interpretación de los Sueños con el
descubrimiento bajo el brazo. Durante el texto va a repetir varias veces
que eso que está produciendo en los sueños es igual que en los síntomas
neuróticos. Es decir que lo que había descubierto estaba en los síntomas
neuróticos, en el trabajo clínico.
La tesis planteada en el principio del capítulo de La Interpretación de
los Sueños es que los sueños tienen sentido. Tesis sobre la que aplica el
método de interpretación psicoanalítica produciendo, como transforma-
ción de la misma, que el sentido del sueño es la realización de un deseo.
Siguiendo las reglas de la exposición, Freud ahora va a entrar en un
capítulo que lleva por título la frase con la que termina el capítulo méto-
do: “El Sueño es una realización de deseos”. Parecería ser que la proble-
mática que plantea este título es para que nosotros investiguemos, lo que
Freud investigó para llegar a pensar que el sueño es una realización de
deseos.
Como en toda teoría científica, Freud nos exige en estos capítulos una
razón que tiene que estar alterada para poder introducirse en el tema
como él plantea. Tiene que ser una razón sin razón, una razón que vaya
admitiendo la nueva razón planteada. Es decir, cuando llego al final del
capítulo tres, veo transformada la tesis: “los sueños tienen sentido” en:
“siguiendo el método de la interpretación onírica, aquí indicado, hallamos
que el sueño tiene realmente un sentido y no es en modo alguno como
pretenden los investigadores, la expresión de una actividad cerebral frag-
mentaria. Una vez llevada a cabo la interpretación completa de un sueño,
se nos revela éste como una realización de deseos”.
Aclaro esto porque si no entendemos esta transformación de la prime-
306 MIGUEL OSCAR MENASSA

ra tesis, nos va a ser muy difícil penetrar en el nuevo mundo que genera el
psicoanálisis.
El sueño es para el psicoanálisis una realización de deseos, que no apa-
rece como tal sino después de su interpretación psicoanalítica.
Es fácil entender en esta frase lo que plantea Freud, sin tener que recu-
rrir a ninguna epistemología: el producto inconsciente es un producto
teórico y sólo tiene cabida en el campo en cuestión.
Los sueños tienen como sentido la realización de deseos, si ingresan en
un tiempo donde sea posible actuar sobre ellos con la interpretación psi-
coanalítica.
Queda configurado, entonces, que el método del objeto de conoci-
miento que estamos estudiando va a ser el método de la interpretación.
Habíamos dicho que para que la práctica técnica sea científica tenía
que surgir como materialidad en la materialidad que el método ofrecía
para que ella fuera posible. Es entonces en el capítulo de método donde
vamos a tener que buscar la técnica.
Cuando digo argucia de la exposición en La Interpretación de los
Sueños es porque Freud no va a hablar del objeto de conocimiento, pero
va a delimitar perfectamente un método y una técnica.
Ahora viene eso de emplear para el estudio de la obra de Freud lo que él
impone como lectura, porque si no empleamos para leer a Freud lo que él
impone como lectura no estamos leyendo su obra, estamos leyendo otras
cosas. Lo que Freud impone como lectura es que el texto, también sus escri-
tos, son el texto manifiesto. Por lo tanto, para saber cuál es el sentido verda-
dero de esa manifestación habrá —como en todos los casos hace el psicoaná-
lisis—que poder descifrar de esa manifestación su verdad, es decir, su latencia.
Ya leímos el capítulo tres e hicimos el pasaje de la tesis “los sueños tie-
nen sentido”, que después de la interpretación psicoanalítica se transfor-
ma en “el sentido de los sueños es una realización de deseos”. Quiere
decir, si nosotros desde este capítulo tres podemos leer el método y la téc-
nica y producir, por nuestra concepción acerca del método de investiga-
ción y producción, e imponer a la lectura aquello que Freud impone para
leer —la diferenciación entre manifiesto y latente—, estamos en presencia
de lo que se llama una ruptura epistemológica.
Si el psicoanálisis produce una lectura epistemológica, cosa que vamos
a tratar de demostrar, tiene que haber producido aunque no nos demos
cuenta (porque darse cuenta es del orden de la manifestación) un cambio
definitivo en el pensamiento contemporáneo.
EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS 307

Ya en el capítulo tres surge como necesidad una nueva tesis, que el


espíritu insoslayable de Freud como investigador debe haber sufrido a
partir de ese capítulo hasta llegar al capítulo de “Psicología de los proce-
sos oníricos”, donde plantea, ahora sí, la nueva tesis que ya está puesta
como necesaria en el capítulo de la interpretación.
En ese capítulo de la interpretación las preguntas son:
¿Qué hay en el inconsciente?
¿Cuál es el campo donde el sueño se realiza como una realización de
deseos? ¿Cuáles son las fuerzas que se ponen en movimiento para que sea
posible esta realización?
¿Cómo es posible la inversión de la percepción en alucinación?
¿Cuáles son las transformaciones que ha debido sufrir el producto psí-
quico para aparecer realizado alucinatoriamente, en lugar haberse abierto
una compuerta hacia la motilidad o hacia el síntoma?
El modo de exposición lo somete a reproducir la tesis en el comienzo
de cada capítulo y llevarla hasta su mayor grado de formalización. ¿Por
qué? Porque el método de exposición, a diferencia del método de investi-
gación que permite cualquier camino, y cuantos más caminos abiertos
mejor, una coherencia inteligible.
Si ya en el capítulo tres se ha producido una ruptura, en la lectura de
los otros capítulos tendremos muy en cuenta el nuevo campo abierto por
el efecto de la ruptura.
Cómo hago para tomar del nuevo descubrimiento —que ha de ser tan
inasible que requiere como método la interpretación—un método tal que
al emplearse generará lo no existente, no que el sueño es una realización
de deseos inconscientes, sino que caminando por la tesis de que el sueño
es una realización de deseos, me encuentro con la formulación, tan gene-
ral, de un aparato psíquico que da cuenta de todas las funciones humanas,
en tanto da cuenta del sujeto psíquico.
Es decir, no solamente generalicé que los síntomas neuróticos eran una
realización de deseos, porque el sueño que todos los humanos sueñan es
también una realización de deseos y sus mecanismos de producción son
iguales que los mecanismos de producción de los síntomas neuróticos,
sino que al haber producido esa tesis, y en el recorrido de la demostración,
aparece una nueva generalización que es la de pensar, ya no acerca del
sueño, no acerca del deseo, sino acerca de la producción humana donde se
producen el deseo y el sueño.
El capítulo “El Sueño es una Realización de Deseos” plantea—como
308 MIGUEL OSCAR MENASSA

ustedes ya vieron—la dificultad de hacer coincidir la realidad con la realidad


del deseo, de hacer coincidir la realización del deseo con la realidad psíquica.
¿Quién es el responsable en ese complejo estructural de la defensa?
¿Qué instancia es responsable de la excitación provocadora del estímu-
lo? ¿Qué complejidad es responsable, dentro del aparato, de la resisten-
cia? ¿Qué concepto da cuenta de la resistencia? ¿Cuáles son las novísimas
relaciones que se establecen entre la conciencia y el inconsciente?
Conciencia que, ya veremos en los capítulos posteriores, no es la con-
ciencia cartesiana, no es la conciencia aristotélica, es la conciencia freudiana.
Es la conciencia de aquel aparato psíquico que no es el inconsdente, sino que
es la articulación del inconsciente con esa conciencia particular freudiana,
que es en todos los casos una producción del trabajo inconsciente y cuya
función es la de un órgano perceptual. Órgano perceptual que percibe, para
la teoría freudiana, en el orden de los otros órganos perceptivos.
La conciencia —para Freud—es un órgano generador de ilusiones, en
tanto eso es lo que son los órganos de los sentidos. No creo que haga falta
recordar cuando miro el sol tengo la ilusión de que el sol gira alrededor de la
tierra. Cuando la conciencia percibe como mis ojos el fenómeno, genera en
mí la ilusión de que el fenómeno es lo que mi conciencia acaba de percibir.
Insisto en esto, porque entender esto es entender por qué todo discur-
so, también el que yo les estoy dando, es una manifestación, que para ser
entendida cabalmente tiene que efectuarse sobre él un trabajo para
reconstruir los supuestos, las preguntas que me tuve que hacer para res-
ponder lo que estoy respondiendo y las nociones con las que llego para
efectuar un trabajo teórico.
Si en la obra no leo ni las premisas, ni los supuestos, ni los instrumen-
tos teóricos con los cuales llega a esa escritura, jamás podré comprender
el sentido de esa escritura.
Se trataba de tener una coherencia lógica, habíamos dicho, que no inte-
resaba que fuera de la lógica formal o de cualquier otro tipo de lógica, sino
que alcanzaba con que fuera una lógica interna, que ya concibe de alguna
manera en el Proyecto de Psicología, porque el hecho de que haya sido
pensado sobre base biológica no quiere decir que, en él, no haya produci-
do la noción de aparato psíquico.
Llevado por el modo de exposición, que ya depende no del modo de
investigación sino del modo escritural, Freud comienza el capítulo de
Deformación Onírica por lo menos con una pregunta, cuando no con
dos: ¿Qué hizo posible la transformación y quién es el responsable?
EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS 309

En este momento Freud, otra vez de manera magistral, escinde la his-


toria del conocimiento, en tanto dice que para buscar al responsable de
esta deformación y el motivo de esta deformación se vuelve a encontrar
con un objeto invisible, que jamás será visto por nadie, porque de él sólo
se conocen sus efectos; entonces, ese trabajo teórico realizado en el capí-
tulo de Deformación Onírica transforma la tesis que primero era “los sue-
ños tienen sentido”, que fue “el sentido del sueño es una realización de
deseos”, ahora nos va a decir —para que la tesis alcance el mayor grado
generalización—que “los sueños son como una realización”, nunca una
realización, sino más bien una realización alucinatoria, disfrazada, de un
deseo infantil reprimido.
Como ustedes se dan cuenta por las palabras, ya tiene Freud el concepto
de aparato psíquico. Todavía no nos dijo ninguna palabra del concepto de
aparato psíquico, tenemos el concepto de represión que divide instancias,
tenemos las características del objeto que se mueve entre esas dos instancias,
una característica tal que para poder expresarse va a tener que someterse a los
mecanismos de condensación desplazamiento, pero que están puestos allí en
ese lugar de la obra, por eso digo modo de exposición.
El tuvo que investigar primero el aparato psíquico, pero ahora tiene
que exponerlo, entonces tiene que someterse al modo de exposición, tiene
que hacernos entrar a nosotros en una secuencia ordenada, no importa el
orden, no importa que sea un orden nuevo, pero tiene que ser una secuen-
cia ordenada.
“Realización disfrazada” o “como una realización” explica la diferencia
que existe entre el mundo real y el mundo psíquico, en tanto la conciencia
padece ilusoriamente de que “realización” tiene que ver con acto y si esa rea-
lización real está gobernada por un pensamiento racionalista, no solamente
la realización tiene que ver con acto, sino que los actos tienen que ver con la
posibilidad de sacar conclusiones finales acerca de la acción.
Partiendo de la sencilla tesis de que los sueños tienen sentido, que esto
ya lo decían los griegos, los maorí, Artemidoro de Dalcis, Vollket (la gran
polémica del surrealismo con Freud, creo que está en Vasos
Comunicantes, donde Breton le reclama a Freud la poca importancia que
ha dado a las palabras de Vollket acerca de los sueños, entonces Freud le
escribe diciendo que ya hizo bastante por ese señor), y trabajando la
materia prima, Freud dice claramente lo que nosotros vimos epistemoló-
gicamente, cómo los sueños contados son un nuevo nivel de objetividad.
El sueño contado, narrado, el cuento del sueño. Freud complejiza la tesis
310 MIGUEL OSCAR MENASSA

de manera tal, que ahora sólo es posible generalizar aún más para que esto
tenga un sentido.
Es decir que “los sueños tienen sentido” alcanzaba. La complejidad
viene con el capítulo cuatro donde “el sueño es una realización de
deseos”, donde él muestra claramente que aun en los sueños más simples,
en los sueños de los niños o en los sueños de necesidad, también allí hay
una realización de deseos.
Si sueño que aparezco comiendo las fresas que me fueron prohibidas
en la vigilia o que estoy en la Antártida, no tengo para comer y sueño que
como, a pesar que estos sueños están producidos por la necesidad, son
una realización de deseos, en tanto el tiempo del verbo aparece transfor-
mado. Lo que durante el día fue “ojalá me pudiese comer todas la fresas”
se transforma a la noche en “me estoy comiendo las fresas”.
Como habíamos visto en una conversación entre nosotros, “ojalá me
pudiera comer las fresas” está relacionado con la ley “no puedes comer las
fresas” y en el sueño aparezco comiéndome las fresas, no sólo ha habido
una transformación en el tiempo del verbo, sino que ha habido una trans-
formación en la transgresión, se ha transgredido una ley en el sueño y si
pensamos ahora en un niño de cinco años, la ley que ha transgredido en
el sueño es la ley del incesto.
Entonces, lo que durante el día es en esta representación real “no te
comas las fresas” durante el sueño se transforma en “cometo el incesto”,
es decir, aparezco comiéndome las fresas, aparezco violando la ley del
incesto.
Si se toma el compromiso de trabajar estos sueños es porque tenía una
tendencia a trabajar con aquello que al interlocutor supuesto —el cientí-
fico de su época, él mismo en la dimensión de sus prejuicios—le iba a pre-
sentar problema.
En la clase siguiente, cuando analicemos el sueño con el que empieza
el capítulo de Psicología de los Procesos Oníricos, vamos a ver que elige
un sueño que seguramente un enemigo de él lo hubiese puesto para
demostrarle que los sueños no eran exactamente una realización de
deseos.
Freud en toda la obra tiene la modalidad de tomar el ejemplo que le
pondría no el que está investigando, sino que ahí, él asocia libremente, es
decir que frente a lo que tiene que demostrar, lo primero que se le ocurre
es el no que van a decir.
Como vemos, Freud nunca trabajó solo.
EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS 311

II

La clase de hoy tendría que tener tal característica que, puntuada en


“El Olvido de los Sueños”, pudiera reconstruir todo lo que habíamos
visto hasta ahora, para poder dar crédito a lo que vamos a tener que tra-
bajar en este capítulo.
Les pedí que hicieran alguna pregunta para que la clase de hoy no fuera
producto de mi entender sino del de ustedes, en tanto según mi entender,
hoy tendríamos que poder hablar del trabajo, para poder ver en el capítu-
lo, que hoy tratamos, cómo Freud discrimina el trabajo real del sueño, del
trabajo teórico.
Como nosotros agregamos un más alto grado de especialización,
vemos en La Interpretación de los Sueños un tercer trabajo, que es el tra-
bajo de interpretación.
En este amor por el trabajo, llegamos a decir que lo que nosotros rea-
lizábamos era también un trabajo y que era un trabajo de reconstrucción
del proceso o de los modos de producción de la ciencia en cuestión y que
este trabajo de reconstrucción, para llamarlo de alguna manera, lo llamá-
bamos trabajo epistemológico.
Esta suerte de vuelta atrás, antes de entrar en lo que se llama el capítu-
lo teórico de La Interpretación de los Sueños, tendrá, entre otros motivos,
definir con qué instrumentos teóricos, con qué nociones, con qué concep-
tos deberíamos poder llegar a la lectura del capítulo siete: “Psicología de
los Procesos Oníricos”.
Cada vez que la palabra inconsciente aparece articulada entre otras
palabras, debería querer decir que se está hablando del inconsciente como
sistema, no tendría que ser más el inconsciente de la poesía o el incons-
ciente de la filosofía, sino que tendría que ser el sistema inconsciente y su
articulación con las otras instancias o realidades que la teoría psicoanalí-
tica, para él, como concepto, determina.
Un capítulo como El Olvido de los Sueños, donde Freud va a plante-
ar reproducir la tesis que acaba de demostrar en los capítulos anteriores,
fijar un límite al conocimiento expuesto y plantear una nueva tesis será un
capítulo al cual tendremos que entrar, teniendo como mínimo los concep-
tos que se hayan producido en nosotros como vimos que se produjo en la
historia de las ciencias: una ruptura con respecto a todo lo anterior que
habíamos pensado y vivido con respecto a las palabras que pronunciamos.
Habíamos dicho que el objeto de conocimiento no era conocimiento
312 MIGUEL OSCAR MENASSA

de una determinación real, sino que en última instancia el objeto de cono-


cimiento producía una determinación real.
Hablamos y dimos por entendido que el tiempo del inconsciente era
otro y distinto al tiempo del reloj, pero no hemos prestado atención a
estas cosas cuando seguimos empecinados en creer que el pasado, y enci-
ma cualquier pasado, determina los hechos presentes de nuestra vida y de
nuestra acción social.
Explicamos que la noción de recurrencia o acción diferida autoriza que
desde un contexto actual cobre sentido y hasta quede transformado en
verdad material un hecho del pasado.
Si el olvido de los sueños es producto de la censura, se tendrá que
imaginar en el campo específico de acción de esta censura, como míni-
mo dos sistemas de interacción: a quién se censura y quién censura.
Antes de poder comprender —como dice Freud en este capítulo—que
toda interrupción, cualquiera sea su motivo, debe ser interpretada
como una resistencia, debemos acercarnos a la diabólica combinación
donde conciencia e inconsciente trabajan al unísono en el mismo dis-
curso para el sujeto y para el inconsciente. Si no cómo reconocer que
por acción de la censura un sueño puede ser olvidado y que por el moti-
vo de olvidarse por haber sido censurado, puede ser reconstruido total-
mente en el trabajo del análisis.
Tengo que disponer ya, para poder comprender estas frases, de una
ideología que incluya en el proceso de conocimiento a un otro fuera de mí
y sólo al alcance de mi palabra, sin saber nunca nada de él sino en un otro
y que esto todavía no es el psicoanálisis.
Esto simplemente es haber bordeado la sutileza y la complejidad del
objeto que nos reúne.
El inconsciente sólo produce efectos; sin embargo, se los ha visto bus-
car el inconsciente entre ustedes, entre los que hablan, entre los que callan.
¿Un límite teórico o un límite ideológico? ¿Será necesaria una explicación
o será necesaria una interpretación? ¿O será necesaria una pregunta acerca
de cuáles son las resistencias a producir vuestro propio inconsciente?
Un inconsciente que sólo se puede hablar de él cuando se produce,
pero él tampoco se produce, sino que su trabajo produce efectos. Efectos
de una mayor complejización a la de un efecto de un simple trabajo, por-
que el efecto del trabajo inconsciente es efecto de una deformación. En la
límpida cadena de significantes está pero no está y cuando se lo encuentra
es para verlo transformarse en otra cosa, es decir que si por medio de la
EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS 313

interpretación fijamos un sentido, es para ver cómo el sentido se fragmen-


ta en miles de sentidos.
Interpretación, habíamos dicho antes de entrar en el capítulo donde
Freud va a terminar de exponer lo investigado hasta aquí: la producción
del inconsciente, que no devela nada, no encuentra nada puesto en ningún
lado. La interpretación psicoanalítica —para dar un ejemplo—cuando de
la tesis se trata, transforma, después de su aplicación, la tesis de que “el
sueño tiene sentido” en que “el sentido se nos revela como una realización
de deseos” y en cuanto a la interpretación cuando nos referimos a la prác-
tica técnica, no es ni siquiera reconstruir, porque no había nada construi-
do, ni siquiera buscar, ni siquiera hablar, ni encontrar, sino producir lo
nuevo. Por eso el método psicoanalítico es de interpretación-construc-
ción, no de interpretación-reconstrucción.
Reconstrucción es lo que hacemos nosotros con la teoría psicoanalíti-
ca, reconstruimos lo que ya está puesto ahí, que son los textos de Freud.
La interpretación psicoanalítica no encuentra nada. Porque no busca
nada, ya que no hay nada oculto, no hay nada en la profundidad del ser.
La interpretación construye algo nuevo, algo que no estaba. Modo
recurrencial, tiempo futuro anterior —habíamos dicho—que se repite
por medio del instrumento apropiado: la interpretación-construcción,
generar lo imposible, hacer que lo que haya ocurrido no haya ocurrido
o haya ocurrido de diversa manera y hacer que lo que no haya ocurri-
do, ocurra.
La ideología tenía sus efectos, no era inofensiva. La ideología no tra-
baja con palabras, no trabaja con cosas, trabaja con nociones, tiene méto-
do que no es un método científico porque está regulado, no desde la teo-
ría sino desde su relación con la práctica. Porque no es la magia lo que
transforma el momento ideológico en momento científico, lo que produ-
ce la ruptura es una diferente articulación entre las nociones que ya están
trabajando en el campo ideológico precientífico.
En este grado de abstracción, donde las nociones son la unidad del dis-
curso de la ideología, el concepto sería aquella noción capaz de someter a
las otras nociones a una relación invariante. La relación invariante que las
nociones mantienen entre sí, es el concepto.
No van a creer que este grado de abstracción se realiza restándole
tiempo al amor. Porque la producción científica y el amor —podríamos
decir—son el mismo grado de sublimación. Es decir, si hay algo que no es
el deseo, es la producción artística y científica y el amor. Producción cien-
314 MIGUEL OSCAR MENASSA

tífica y artística y el amor como las más altas sublimaciones del aparato
psíquico.
Tengo que saber antes de olvidar y ahí donde en la necesidad altero mi
ser para ponerlo en movimiento —como dice Hegel— estaré determina-
do por una carencia.
Cuando amo no carezco de nada, o por lo menos, tengo más preten-
siones que aquella que me adjudica la simple carencia. Porque no voy a
buscar en el otro satisfacer nada, sino que cuando amo lo que deseo es que
el otro me ame.
Si la necesidad, la carencia, se saciaba con un objeto la supuesta carencia
del amor se sacia cuando transformo al otro en un sujeto como yo. Si el
sujeto A cuando necesita, pide que B sea el objeto que calme su necesidad;
cuando A ama como sujeto, pide que B sea también un sujeto que lo ame.
Por lo tanto el deseo es un vectorintermedio entre lo que todavía no es
psíquico —tener sed y tener hambre— y los más altos alcances de lo psí-
quico: el amor. El deseo es esa fuga intermedia, donde lo que requiere el
sujeto no es ni otro sujeto, ni un objeto real, sino que es un fantasma.
Por lo tanto el deseo no ha de ser bajo ningún concepto —a pesar de
Menassa y la revista Apocalipsis Cero—el nivel humano. Sino que el nivel
humano sería el nivel del amor, el nivel de la producción, lo que acabamos
de ver. En otro momento podrá ser otra cosa.
Sin amor no hay conocimiento, habíamos dicho en una oportunidad,
quería decir que parecía ser que el conocimiento no acontece en la vertien-
te del deseo. Parecería ser que el conocimiento acontece en la vertiente de
la producción del amor.
No existe el sujeto que tiene inconsciente, que tiene preconsciente, que
tiene deseos inconscientes y entonces viene el psicoanalista y se encuentra
con tal sujeto, sino que es trabajo teórico que produce objeto de conoci-
miento. Objeto de conocimiento que produce modo de apropiación.
Modo de apropiación del cual deviene técnica psicoanalítica. Complejo
articulado de método y objeto de conocimiento que nos permite encon-
trarnos con el objeto aparente. En la práctica técnica sería el señor fulano
de tal que, recién a partir de su discurso, podemos determinar como un
sujeto del sistema inconsciente.
No decimos el deseo inconsciente atraviesa la barrera de la represión,
se deforma condensándose y desplazándose y llega al sueño manifiesto,
sino que decimos sueño manifiesto y reconstrucción de los operadores y
construcción de las estructuras que sobre determinan la aparición del
EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS 315

sueño manifiesto en la forma que aparece. Ahora especulamos, debe haber


sido un deseo inconsciente que al atravesar la barra de la represión, se
tuvo que deformar para aparecer en la conciencia.
El objeto no es nunca a priori en psicoanálisis, el objeto real aparece en
psicoanálisis como resultado, porque no es lo que he vivido, lo que he
soñado: es lo que cuento de lo vivido, de lo soñado, pero en realidad no
es lo que cuento de lo vivido, de lo soñado, sino que es lo que se me inter-
preta después que yo asocio libremente en el campo de la transferencia
acerca de lo vivido y de lo soñado. Se dan cuenta que es una cosa nueva,
no existía en ningún lugar.
Por eso Freud comienza el capítulo con una primera ley, diría yo, des-
pués de la reproducción de la tesis al decir que toda interrupción, cual-
quiera sea su motivo, es una resistencia.
Freud, para producir la tesis, en todos los capítulos anteriores hace
más o menos lo mismo, narra un sueño. Dice: “Sobre la peculiaridad que
en este sueño atrae nuestro interés, no puede caber la menor duda”.
Cuenta el sueño, él se había pasado trescientas páginas pidiendo disculpas,
por eso que si después de trescientas veces que nos pidió disculpas por lo
que nos estaba mostrando, ahora él requiere que hayamos comprendido
el motivo de sus disculpas, entonces nos dice: “Sobre la peculiaridad que
en este sueño atrae nuestro interés, no puede caber la menor duda. Hasta
ahora nos hemos ocupado predominantemente de averiguar en qué con-
siste el sentido oculto del sueño, por qué caminos nos es dado descubrir-
lo y cuáles son los medios de que se ha servido la elaboración onírica para
ocultarlo, los problemas de la interpretación de los sueños ocupan hasta
aquí el centro de nuestro campo visual”,
Es decir que con todo lo que tiene anteriormente, él puede decir estas
palabras: “El sueño no sólo tiene sentido, sino que hemos descubierto en qué
consiste el sentido oculto de los sueños, por qué caminos nos es dado des-
cubrirlo —el de la interpretación—y cuáles son los medios en que se ha ser-
vido la elaboración para ocultarlo —condensación y desplazamiento—.
Los sueños que Freud nos cuenta son para ejemplificar, cada sueño
debería ser tomado como un gráfico y darle a cada sueño contado e inter-
pretado la dimensión que tiene un gráfico, que no es la de ser el concep-
to, sino la de representarlo.
Freud dice que los sueños se producen porque hay inconsciente, el
inconsciente está separado de la conciencia por la censura, la censura
impide que el deseo aparezca como tal, por lo tanto lo único que puede
316 MIGUEL OSCAR MENASSA

hacer el deseo es provocar efectos en la conciencia, con lo cual la concien-


cia queda reducida a ser el campo donde se reflejan los efectos del incons-
ciente.
Después de atravesar la censura y sobre ellos aplicados los instrumen-
tos inconscientes de la deformación, que son la condensación y el despla-
zamiento, aparece el sueño manifiesto. Esto es así en todos los casos, el
sueño tiene sentido y en todos los casos cuando se puede someter el rela-
to del sueño a la interpretación psicoanalítica se nos revela como una rea-
lización de deseos.
Dice Freud: “Una vez que hemos agotado todo lo referente a la labor
de interpretación, que era para demostrar la primera tesis, nos es dado
observar cuán incompleta continúa siendo nuestra psicología del sueño”.
Él no solamente reproduce la tesis y la demuestra en ese breve espa-
cio —porque ya le había costado trescientas páginas demostrarla—
sino que le plantea un límite cuando dice que todo lo descubierto hasta
aquí no agota la problemática que plantea el sueño, porque para que el
sueño se constituya de la manera que se constituye —dice Freud—no
tenemos determinado el lugar donde esto acontece, entonces voy por
él y planteo lo que va a ser para nosotros la segunda tesis, es la frase o
las palabras sobre las cuales vamos a trabajar en las próximas ocho o
nueve clases.
“Por el contrario, nos veremos obligados a establecer una serie de nue-
vas hipótesis relativas a la estructura del aparato anímico y al funciona-
miento de las fuerzas que en él actúan.”
Es decir, Freud después dar sentido a su primera tesis que “el sueño
tiene un sentido y que éste se nos revela como una realización disfrazada
de un deseo sexual infantil reprimido”, nos plantea como tesis a verificar
en las próximas páginas, o sea como hipótesis a transformar en nueva tesis
mediante el trabajo de su interpretación, que el sueño se produce en un
aparato, en un espacio y en un tiempo que le pertenecen, que a tal punto
le pertenecen que es novedosísimo hasta el punto que antes de escribir la
frase que les leí nos dice que “Ha de sernos imposible esclarecer totalmen-
te el sueño como proceso psíquico, pues esclarecer una cosa significa refe-
rirla a otra conocida”. Después plantea su segunda tesis.
Freud plantea en este capítulo, con bastante más claridad que actual-
mente muchas escuelas psicoanalíticas, la ruptura epistemológica que
acaba de producir en los capítulos anteriores. Dice que esto que él escri-
be aquí no se puede comparar con nada conocido, por lo cual, para poder
EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS 317

entender su modo de producción y descubrir cuál es su propia articula-


ción, habrá que detenerse en el texto que sostiene estos nuevos sentidos.
Dice Freud: “Nuestras investigaciones nos llevan a rechazar este plantea-
miento del problema que es considerarlo inadecuado a las circunstancias
verdaderas, pero si hemos de permanecer en el terreno en que la interro-
gación nos sitúa, habremos de responder afirmativamente a las dos hipó-
tesis aparentemente contrarias e incompatibles contenidas en ella. La
labor anímica, que se desarrolla en la formación de los sueños, se divide
en dos funciones: establecimiento de las ideas latentes y transformación
de las mismas en contenido manifiesto. Las ideas latentes son perfecta-
mente correctas y en su formación han intervenido todas nuestras facul-
tades psíquicas, pertenecen a nuestro pensamiento preconsciente del cual
surgen también mediante cierta transformación ideas conscientes”.
No necesitamos ninguna clase más para decir que todo psicoanálisis,
que toda psicoterapia que se avenga solamente a la asociación libre del
paciente y que no utilice la interpretación psicoanalítica está trabajando
el campo de la conciencia-preconciencia. Continúo con Freud: “Pero
estos enigmas, por muy interesantes y oscuros que parezcan, es decir,
los enigmas del preconsciente, no presentan una relación especial con el
sueño y no tenemos porqué tratar de ellas en conexión con los proble-
mas oníricos. En cambio, la segunda función que transforma las ideas
inconscientes en el contenido latente es peculiar de la vida anímica y
característica de la misma. Esta elaboración onírica, propiamente dicha,
se aleja del modelo del pensamiento despierto mucho más que lo que
han opinado los investigadores que menos valor han considerado a la
función psíquica del sueño”.
Ahora viene lo que llamo primera definición abstracta de Inconsciente:
“No es que sea negligente, incorrecta, olvidadiza e incompleta en compa-
ración con el pensamiento despierto, lo que sucede es que constituye algo
cualitativamente distinto y por tanto nada comparable a él. No piensa, no
calcula ni juzga, se limita a trasformar.
Puede describírsela por entero teniendo en cuenta las condiciones a las
que su producto tiene que satisfacer, este producto del sueño ha de ser
sustraído en primer lugar a la censura, y con este fin se sirve la elabora-
ción onírica del desplazamiento de las intensidades psíquicas, hasta lograr
la transmutación de todos los valores psíquicos”.
Por lo tanto antes de entrar en el Olvido de los Sueños, tendríamos que
poder pensar, aunque más no sea ideológicamente o llevados por los gri-
318 MIGUEL OSCAR MENASSA

tos, que el mundo psíquico nada tiene que ver con el mundo real objetivo
y cuando algo tiene que ver con el mundo real objetivo, tiene que ver en
una trasmutación de todos los valores psíquicos correspondientes al
mundo real objetivo.

III

Estamos leyendo La Interpretación de los Sueños y habíamos llegado,


en ese leer, a ubicar el transcurso de la demostración de una tesis que fija-
ba su interés en el sueño y su sentido, y la interpretación que nos demos-
traba que ese sentido era una realización de deseos.
Cuando nos encontramos con el título “Psicología de los Procesos
Oníricos”, experimentamos, si nosotros pretendemos estar leyendo, un
sobresalto. En tanto no es que me propongo demostrar que los sueños tie-
nen sentido para, en última instancia, demostrar como verdades las inves-
tigaciones en la práctica terapéutica, sino que me animo y doy un paso
más acerca de la generalización que estoy haciendo del proceso de inves-
tigaciones en la práctica terapéutica, sino que me animo y doy un paso
más y propongo bajo el título de Psicología de los Procesos Oníricos,
fundar una nueva psicología.
No el proceso del sueño, no el trabajo del sueño sino el campo donde
este proceso habrá de darse según lo determinado.
El territorio donde al acontecer un sueño o un síntoma, ha de produ-
cirse bajo los requisitos formulados como invariantes. Ha de ser en todos
los casos la fuerza impulsora de un deseo inconsciente disfrazado, es decir
deformado, en la dialéctica que la instancia generadora del deseo incons-
ciente tiene con la instancia reguladora de este deseo.
Y si nos parece muy importante todo esto, a Freud le parecía insufi-
ciente para poder fundar sobre estos conocimientos una psicología. Es
decir, una articulación tal de nociones y conceptos que permitiera dar
cuenta del funcionamiento psíquico del ser humano. Lo que no sabemos
es si Freud lo consigue, si alguien lo ha conseguido o si alguna vez se con-
seguirá formular una psicología que dé cuenta del proceso de producción
del psiquismo humano.
Lo que antes era una tesis —que no es poco, ya que una tesis es un for-
EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS 319

mulación sólo posible en el modo de exposición que implica haber inves-


tigado previamente a su formulación—es ahora materia prima de una
nueva hipótesis respecto del funcionamiento del psiquismo humano, inte-
rrogación producida como efecto de las determinaciones elaborarlas en el
trabajo de interpretación de la tesis demostrada, respecto del sentido del
sueño. El nuevo planteo desdibuja los límites en que dichas determinacio-
nes fueron producidas en la ambición de otro límite más general y abs-
tracto. Mientras en la primera tesis este límite es el sentido del sueño, inte-
rrogación aseverativa de la que parte su exposición —capítulo de Método
de la Interpretación Onírica—, ahora el nuevo límite será el sueño y todos
los fenómenos psíquicos acontecen como realidad diferenciada: nueva
hipótesis que relativiza la tesis demostrada.
Leemos en Freud: “Una vez que hemos agotado todo lo referente a la
labor de interpretación, nos es dado observar cuán incompleta continúa
siendo nuestra psicología del sueño”. Es decir, acabamos de abrir un espa-
cio en el texto, donde la tesis y su demostración quedan relativas al hallaz-
go que produce y a la nueva tesis.
Hemos creado un campo donde la tesis que era todo el campo queda
reducida a una de las funciones del campo. En ese campo, el sueño entre
otras cosas es una realización de deseos.
Para mostrar que es en el texto de La Interpretación de los Sueños
donde se producen todas estas cosas, voy a mostrar dónde Freud pone
límites a la tesis demostrada en los capítulos anteriores.
Después de contar un sueño, donde trata de reproducir la tesis de que el
sueño es una realización de deseos, dice: “Sobre la peculiaridad que en este
sueño atrae nuestro interés no puede caber la menor duda, hasta ahora nos
hemos ocupado predominantemente de averiguar en qué consiste el senti-
do oculto de los sueños, por qué caminos nos es dado descubrirlo y cuáles
son los medios de que se ha servido la elaboración onírica para ocultarlo.
Los problemas de la interpretación de los sueños ocupaban, hasta aquí, el
centro de nuestro campo visual”. Es decir que él reproduce la tesis y le reco-
noce un límite. El límite es que ésta sólo se ocupaba de los problemas de la
interpretación. Interpretación que estaba fijada por la tesis, en tanto desde
ella se determinaba que al producirse la interpretación, el sentido se trans-
formaba en la realización de un deseo inconsciente.
Si la primera tesis era que el sueño tenía sentido, la segunda tesis es
acerca de lo relativo a la estructura del aparato anímico y al funcionamien-
to de las fuerzas que en él actúan, que no son como habíamos dicho, úni-
320 MIGUEL OSCAR MENASSA

camente, las fuerzas del deseo. Estructura que no es sólo la sobredeter-


minación del producto anímico, sino que es una estructura teórica que
va a tener que dar ahora, por fin, la fundamentación de los materiales
que trabaja.
Freud no consigue perder sus mañas a pesar de ingresar en lo que él ya
sabe, pues lo ha explicitado, que es un nuevo campo. Entonces nos va a
hablar del olvido de los sueños porque se encuentra en el desarrollo retó-
rico del olvido, la deformación que se produce al contar el sueño, de lo
cual se lo acusa. Por lo tanto, otra vez más comienza su capítulo sin que-
rer demostrar nada, sino simplemente que la acusación que se hace sobre
su teoría es vana.
Si pensamos que este modo de elaboración teórica reviste un carácter
paranoico, no nos resultará extraño pensar que Salvador Dalí escribió su
tesis sobre la paranoia crítica después de leer a Freud y que Lacan nos
habló tan claramente del conocimiento paranoico después de leer a Dalí.
La maña de Freud es precisamente comenzar la exposición oponiéndo-
se de manera paranoica a una crítica que sobre su teoría se hace, pero
como Freud no era paranoico sino que lo era su método de conocimien-
to, la sutileza del encanto es que no hablará de la acusación sino de un
producto por él estudiado: el olvido de los sueños, donde se desliza la
deformación que se le critica.
La diferencia es la diferencia del realismo. No hablará de la realidad,
que si bien a nuestros ingenuos ojos parece que está discutiendo con
quien él ha discutido y hablándonos del olvido de los sueños, después de
habernos demostrado que el sueño era una realización de deseos incons-
cientes sexuales infantiles reprimidos, como si se hubiese vuelto tonto,
cuando lo que está fijando es un nuevo nivel de objetividad que atenta
contra todo nivel de objetividad existente hasta la formulación del capítu-
lo El Olvido de los Sueños.
Estábamos diciendo que Freud funda en este capítulo el discurso oní-
rico como materia prima objetiva y material sobre la cual se va a trabajar
con instrumentos teóricos para producir el concepto de aparato psíquico.
No es por azar o sin querer que Freud nos habla en este capítulo, como
si antes nos hubiese hablado (cosa que nosotros sabemos que no es así por
haber leído su obra) del concepto de sobredeterminación y digo que habla
como si ya nos hubiese hablado con la seguridad con que esgrime el argu-
mento a una nueva crítica, a la crítica de la arbitrariedad de la asociación
libre. Freud dice: “Esta opinión supone un desconocimiento de la ampli-
EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS 321

tud que la determinación alcanza en lo psíquico”. Nos habla de la sobre-


determinación estructural como si antes hubiese explicado la sobredeter-
minación.
Por lo tanto no tenemos otro remedio que ir a buscar en los textos
anteriores, a partir de esta frase, donde él, sin que nosotros nos hayamos
dado cuenta, hablaba de la sobredeterminación del inconsciente.
Podemos recordar que en los Historiales de la Histeria Freud todavía
tenía una concepción mecánica de la producción de los efectos, en tanto
suponía que a cada causa correspondía un efecto. Sin embargo llegó a pen-
sar que todas las causas que producían los efectos que aparecían en la
manifestación podían partir del mismo sector y yo agregaría más moder-
namente, del mismo tiempo psíquico. Por lo tanto, si bien aparecían como
causas diferentes, estaban entrelazadas a un mismo destino, es decir, al
destino de la sobredeterminación inconsciente.
Quedan agotadas, al comienzo de este capítulo, las dudas positivistas, el
discurso onírico no es el sueño vivido, ni es el sueño soñado, si el discurso
onírico no es el sueño vivido, ni el sueño soñado, si el discurso onírico se olvi-
da, se olvida por partes, se deforma. Es por haber demostrado la tesis ante-
rior que en la construcción y el desarrollo de esta nueva tesis, la fundación del
parato psíquico, Freud ya no titubea cuando tiene que hablar de lo demos-
trado, entonces dice que en el olvido de los sueños, si el sujeto del olvido se
somete a la interpretación psicoanalítica es reconstruido en su totalidad.
Esto Freud lo puede decir porque él ya había criticado la crítica posi-
tivista que decía que el discurso onírico no era objetivo. Era tan objetivo
el discurso onírico que en la deformación que el soñante producía entre
lo que había soñado y vivido y lo contado, Freud sólo veía una mínima
deformación comparada con la gran deformación que se había operado
sobre el deseo inconsciente para que hubiese sido posible soñar un sueño,
vivir un sueño.
Dice Freud: “Todo aquello que el olvido ha suprimido del contenido
manifiesto puede ser reconstruido, con frecuencia, en el análisis”. Es decir
que los sentimientos que a veces tanto me cuesta expresar por creer que se
irán a deformar en la versión hablada de los mismos, es claramente una
resistencia a encontrarme con lo reprimido. En tanto esa pequeña defor-
mación —diría Freud— entre lo que digo de mis sentimientos y mis sen-
timientos es sólo el efecto de la gran deformación que se tuvo que produ-
cir sobre el deseo inconsciente, para que el deseo inconsciente sexual
infantil reprimido se transformara en sentimiento.
322 MIGUEL OSCAR MENASSA

Quiere decir que lo olvidado o lo deformado de los sentimientos


puede ser en el trabajo de análisis reconstruido en su totalidad.
Los sentimientos llamados normales serían, para esta versión, que vamos
pensando, una alteración dramática del centro de lo humano. Son estos senti-
mientos, llamados normales, lo que el sueño soñado es al deseo inconsciente.
Preservar un sentimiento normal dentro de mí, robárselo a la transfor-
mación de una conversación con otros humanos, es sostener sin ningún
cuidado los modelos ideológicos del Estado.
Es un capítulo difícil, complejo, porque Freud tiene varias ideas, no
sólo quiere producir algo que ya concibió: el aparato psíquico, sino que
quiere, sin saberlo, ir haciendo precisiones epistemológicas.
Es un texto lleno de frases, quiere decir que es un texto lleno de inte-
rrupciones. Hay una frase donde no se sabe si él quiere hablar de la repre-
sión que la censura ejerce sobre el sueño o si quiere hablar de una diferen-
cia entre las palabras represión, censura y resistencia, y dice así: “De no
ser así hubiera tenido que descubrir que la represión y correlativamente la
resistencia por ella creada, es la causa tanto de estas disociaciones como de
la amnesia del contenido psíquico de las mismas”.
Es como si dijera que si la resistencia es lo que veo, no puede ser el
concepto determinante de la operación y que si el concepto determinante
de la operación es la represión, la resistencia no es algo que ofrece el
paciente al progreso del psicoanálisis, sino que es un requisito teórico del
concepto de represión. No es que me resisto porque soy un neurótico o
más resistente a encontrarme con las ideas inconscientes, sino que me
resisto y el psicoanalista ve cómo me resisto porque el concepto de repre-
sión así lo determina. Determina que un sujeto psíquico se resistirá a
encontrarse con los contenidos inconscientes.
¿Por qué?, porque existe el concepto de represión. O bien, Freud simple-
mente nos estaba queriendo decir que la represión determina el disfraz del
deseo. Que no es de la realidad de donde me llega lo que tengo que reprimir,
sino que en todo caso es de la articulación y de la dialéctica entre las dos ins-
tancias, que deciden qué es lo que hay que reprimir y a qué hay que resistirse.
Nos habíamos animado, cuando hablábamos de técnica psicoanalítica,
a ver en la asociación libre la estructura de una paradoja, en tanto la orden
que se le daba al sujeto del psicoanálisis era una orden que no podía ser
cumplida en la realidad, porque asociar libremente no se puede, porque
todo lo que el sujeto diga asociando libremente sin la censura o el resque-
mor consciente, está sobredeterminado por el proceso primario. Por lo
EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS 323

tanto la inaudita libertad propuesta en la asociación libre queda reducida


al dejar desnudas las cadenas del discurso del sujeto psíquico a la sobre-
determinación inconsciente.
Pero si no hay libertad en la elección de la asociación tampoco hay
libertad en lo que reprimo, por ser sujeto psíquico tendré que reprimir
algunas cosas y tendré que resistirme a otras, no a cualquiera.
Tratando de precisar aún más los límites del objeto que se propone y
tomando un ejemplo tonto como toma siempre y hablando de que los psi-
cólogos tienen razón de que no se puede determinar totalmente que el
sueño es una realización de deseos, él dice que precisamente eso no
importa, sino que siempre llegaremos por lo menos a un lugar para dar-
nos cuenta de que había un discurso otro, en el mismo tiempo donde nos-
otros creíamos que estábamos hablando y que el trabajo, a pesar de la sen-
cillez de los ejemplos, es un trabajo de un alto grado de abstracción; es
cuando Freud nos hace encontrar en la encrucijada del ombligo del sueño.
Ombligo del sueño que parecería contradecir todo lo dicho hasta ahora,
pues si la interpretación era psicoanalítica, era a su vez interpretable, en tanto
el producto de la interpretación era un texto. La interpretación que era un
fragmento de discurso había actuado sobre un fragmento de discurso, por lo
tanto era a su vez interpretable por otro fragmento de discurso.
El ombligo de los sueños es como si dijera que no es así, que hay una
interpretación en donde debe cesar la labor de interpretación.
A Freud aquí no le interesaba mucho lo que estaba pasando en la clí-
nica sino que estaba fijando los límites de un objeto teórico. Que haya una
interpretación que le diga al psicoanalista que debe detener su función de
interpretación, debe querer decir que pretender interpretar todo lo psí-
quico o confundir el inconsciente con todo lo inconsciente, no es la teo-
ría psicoanalítica.
Dice: “En los sueños mejor interpretados solemos vemos obligados a
dejar en tinieblas determinado punto pues advertimos que constituye un
foco de convergencia de las ideas latentes, un nudo imposible de desatar,
pero al mismo tiempo nos ha aportado otros elementos al contenido
manifiesto. Esto es entonces lo que podemos considerar como el ombligo
del sueño, o sea el punto por lo que se ha ligado a lo desconocido; las ideas
latentes descubiertas en el análisis no llegan nunca a un límite y tenemos
que dejarlas perderse por otros lados en el tejido reticular de nuestro
mundo intelectual. De una parte más densa de este tejido se eleva luego el
deseo del sueño”.
324 MIGUEL OSCAR MENASSA

Es desde esta frase de donde provienen todos los desarrollos acerca de


palabra vacía y palabra plena. Porque no es la palabra plena de un sujeto
cualquiera, sino que es la palabra plena del sujeto psíquico y palabra plena
del sujeto psíquico, aquel que no existía previa producción de la teoría y
determinado por esta producción teórica, será la palabra que en su des-
arrollo pueda caer en alguna de las figuras teóricas producidas por el psi-
coanálisis y si no será palabra vacía. Así podemos decir que el lapsus es
palabra plena porque es una formación del inconsciente, porque ha sido
estudiado por el psicoanálisis.
Tirarse por la ventana no es una formación del inconsciente; para saber
qué quiere decir “tirarse por la ventana”, el psicoanalista tiene que hacer aso-
ciar libremente al paciente, hacerlo soñar, hacerlo cometer lapsus, hacerlo
tener algún síntoma que le produzca asociaciones, porque el psicoanálisis no
ha estudiado ese acto tan particular de tirarse por la ventana. Por lo tanto,
tirarse por la ventana no es una formación del inconsciente.
Quiero decir que si me psicoanalizo diez o quince años sin cometer nunca
un lapsus y sin poder relatar nunca un sueño y sin tener ninguno de los sín-
tomas evidentes que lleven a pensar que eso es una cosa extraña en mí, que
no me pertenece, que yo preferiría ser de otra manera, no me psicoanalicé.
Lo que es psicoanalizable es la fantasía porque habíamos dicho que eso
tiene el mismo mecanismo de producción que un sueño y como el sueño
es una formación del inconsciente y tenemos el método, la técnica y la
teoría para interpretarlo, la fantasía relatada es una formación del incons-
ciente. A veces se interpreta un acto y por interpretarlo bien, aparece una
palabra. Ahí el psicoanalista está ayudando a hablar a una persona, toda-
vía no está psicoanalizando. Eso Freud y Lacan lo tenían muy en cuenta.
Ellos dicen que hay que ayudar al paciente a psicoanalizarse.
Es muy importante este capítulo porque está formalizado el concepto
de transferencia y está por fin el instrumental teórico que nos permite
interpretar lo que había pasado con sus pacientes anteriores.
Freud termina el capítulo para entrar en otro ampliamente especulati-
vo, donde si aquí nada quiere saber con la realidad, en el otro capítulo
parece que ni siquiera quisiera saber con la realidad psíquica que él venía
construyendo, tanta es la especulación.
Antes de entrar en el capítulo siguiente, Freud nos avisa que hay una
diferencia fundamental entre el trabajo real del sueño y el proceso de su
reconstrucción teórica al decir: “Las especulaciones que anteceden nos
han permitido dejar firmemente establecido, a pesar de todas las objecio-
EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS 325

nes, un hecho importantísimo: el de que no necesitamos situar también en la


elaboración onírica todas las ocurrencias surgidas en la labor de interpreta-
ción. En ésta seguimos un camino que va desde el sueño manifiesto a las
ideas latentes. La elaboración onírica ha seguido el camino contrario y no es
nada verosímil que estos caminos sean transitables en dirección inversa”.
Es decir, habla de lo que nosotros llamamos, en nuestra teoría del
conocimiento, trabajo real del sueño, y habla de lo que nosotros llama-
mos, en nuestra teoría del conocimiento, trabajo de interpretación. Esto
lo discrimina para poder entrar en el capítulo de la Regresión, que antici-
pándoles leeré unos renglones: “El sueño es un acto psíquico importante
y completo, su fuerza impulsora es siempre un deseo por realizar”.
Es decir, ¿qué hace en el comienzo de un nuevo capítulo?
Lo que Freud viene haciendo hasta aquí, automáticamente, y que
algún día tendremos que darle un sentido, cada vez que comienza un
nuevo capítulo reproduce la primera tesis: el sueño tiene sentido y su sen-
tido es, después de la interpretación, una realización de deseos.

NOTAS

1. En Psicología de los Procesos Oníricos va a formular una nueva tesis.


Si va a formular una nueva tesis tenemos que suponer demostrada la prime-
ra tesis, con la cual habíamos comenzado a trabajar, que es: el sueño tiene
sentido y este sentido después de la interpretación psicoanalítica se revela
como una realización de deseos. Esto es lo que Freud acaba de demostrar
según él, y en este capítulo va a plantear una nueva tesis, tesis que a mi enten-
der recién resuelve en 1923. Se plantea en 1900, en el capítulo de Psicología
de los Procesos Oníricos y resuelve en el trabajo El Yo Y el Ello, en 1923.

2. De la elaboración onírica o del trabajo onírico, faltaba decir que el


desplazamiento, ese mecanismo esencial, que habíamos visto que era el
corazón de la condensación, es decir, Freud supone que sin desplazamien-
to es poco probable que se realizara la condensación, es decir, Freud plan-
tea el desplazamiento, es decir la transferencia, la metonimia como instru-
mento organizador del deseo inconsciente.
326 MIGUEL OSCAR MENASSA

Para aclarar definitivamente la confusión existente entre precons-


ciente e inconsciente Freud nos dice al final del capítulo del trabajo del
sueño: hay una deformación que se realiza entre las ideas latentes y el
contenido manifiesto del sueño. Esto no es algo que le interesa al psi-
coanálisis en tanto el establecimiento del sueño manifiesto se realiza de
manera normal como en cualquier otro procesamiento psíquico pre-
consciente. Por lo tanto, el interés del psicoanálisis es el establecimien-
to de las ideas latentes, es decir que las ideas latentes encontradas en la
asociación libre del soñante, son ya efecto de condensación, son ya
efecto de desplazamiento.
Un poeta, Becquer, resume el desplazamiento y la condensación en
dos breves frases: “Sueño y veo en el sueño a mi madre en la mujer amada
y a mi padre ser pasto de los perros”. Quiere mostrar en esta simple frase
cómo los sueños no son los que generan los deseos sino los deseos son los
que generan los sueños, y aquello de lo cual se huye a la mañana al des-
pertar estaba en uno. Entonces el sueño nos sitúa en todo el proceso de
trabajo de elaboración, en algo interesante, que también revisó Nietzsche,
que nos sitúa en estado lejano de la civilización. Sólo en 1923 va a estar
solucionado este problema de la herencia arcaica, es decir que Freud en
1923 va a explicar qué es esto, qué es lo que se hereda. Podríamos comen-
zar diciendo —no estamos en 1923, estamos en 1900—que si el yo here-
dase alternativamente de los padres, el inconsciente hereda un imaginario
universal y es esta asimetría en última instancia lo que produce la discor-
dancia primera. Es decir: jamás podrá coincidir lo contado con lo vivido.
Jamás podrá coincidir la percepción con lo que queda grabado como
memoria, y jamás se podrá llegar —como vamos a ver en el capítulo de
Regresión—al momento de la percepción. Es decir: se trabaja desde los
efectos, jamás se pueden reconstruir totalmente las causas determinantes
y ninguna causa se agota en los efectos. Por lo tanto, un sueño no puede
ser completamente interpretado, un síntoma no puede ser completamen-
te interpretado.

3. Freud dice claramente: la interpretación debe detenerse donde lo


indica precisamente el límite teórico. Es decir que para detener el error
cometido previamente acerca del seguimiento de la cadena de significan-
tes y de que todo texto es interpretable y de que toda interpretación es un
texto, se llegó a no saber en dónde se detenía la interpretación. Por lo
tanto, en esta ignorancia, a mi entender, surge la moderna teoría del fan-
EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS 327

tasma personal. Es decir, se supone que el sujeto para la ocasión psíquica


va a la bolsa general universal donde se reúnen los fantasmas y se presen-
ta al tratamiento psicoanalítico con sus fantasmas personales que serán la
futura puntuación de la interpretación del psicoanalista, cuando Freud
dice que los fantasmas que el paciente jamás elaborará, los fantasmas a los
cuales habrá de someterse, en realidad son puntuados por la interpreta-
ción del psicoanalista. Quiero decir que en la aparente modernidad de la
teoría del fantasma se esconde una no aceptación de los procesos incons-
cientes, en el sentido de una teoría que los delimite dentro del campo psí-
quico, es decir, no es un hecho psíquico aquello que ocurre fuera del apa-
rato psíquico, no es un hecho psíquico aquello que ocurre fuera de la
transferencia. Esto de la transferencia en Freud es fundamental desde sus
primeros escritos, La Interpretación de los Sueños, en el sentido que no
puede haber comunidad psicoanalítica en donde se pase por alto el psico-
análisis de la transferencia, en tanto si todo aparato psíquico se constitu-
ye bajo el modelo de la transferencia, toda relación entre aparatos se fun-
dará por el hecho de la transferencia. Cuando Freud intenta definir el
inconsciente, lo define más del lado del desplazamiento, del lado de la
transferencia, que del lado de la condensación. El deseo es errático, no
juzga, no calcula, no formula sentido y sólo le interesa transformarse. Es
decir, no digo que lo defina como un desplazamiento sino que digo que la
definición está montada sobre el concepto de desplazamiento y no sobre
concepto de condensación. No sólo es fundamental diferenciar las ideas
latentes del sueño de las ideas manifiestas o el contenido manifiesto, sino
que el contenido latente es el único que nos puede explicar el resultado de
la interpretación. Con este pensamiento acerca de los procesos incons-
cientes Freud ingresa a trabajar el capítulo Psicología de los Procesos
Oníricos, es decir, el inconsciente no tiene tiempo —eso ya lo vimos en la
clase de tiempo—. Freud dice: el inconsciente no tiene tiempo, refiriéndo-
se al no tiempo del reloj que tiene el inconsciente. Freud, cuando dice que
no tiene tiempo, dice en realidad que tiene otro tiempo con el cual esta-
mos acostumbrados a medir los fenómenos psicológicos o psíquicos.

4. En el capítulo siguiente —capítulo de Regresión—Freud comenza-


rá el capítulo diciendo que ya no atenderá más a ninguna duda. Quiere
decir que en este capítulo —El Olvido de los Sueños—es donde Freud
atiende a la última duda, a la última crítica. A partir del capítulo siguien-
te, “La Regresión”, él da por demostrado que el sueño es una realización
328 MIGUEL OSCAR MENASSA

de deseos; en cualquier caso y por lo tanto se decide a la demostración de


la segunda tesis: ¿cuál es el aparato psíquico y cuáles las fuerzas que en él
actúan? Antes de la tesis Freud vuelve a reproducir las tesis anteriores,
como hace en todos los capítulos. Vuelve a contar un sueño. El sueño le
plantea una pregunta ética, en tanto él dice: cómo es que el sujeto soñó,
antes de despertarse y salir corriendo a la habitación donde el reflejo le
mostraba que se estaba incendiando el ataúd de su hijo muerto. Este pro-
blema ético Freud lo resuelve diciendo que precisamente es en esta solu-
ción donde el sueño se nos aparece como una realización de deseos, en
tanto en la frase exacta: “Padre... ¿No ves que estoy ardiendo?”, el niño
muerto está vivo. Que aun cuando el sueño le produce a Freud, porque es
a Freud a quien le produce una pregunta ética, él la resuelve diciendo que
a causa de la realización del deseo el sueño puede vencer ese estímulo
ético. Es aquí la primera vez que Freud nos dice que eso no sirve para
nada. Dice: “Haber demostrado que los sueños son una realización de
deseos como lo habíamos formulado en el capítulo de deformación oníri-
ca, es decir, una realización disfrazada de un deseo sexual inconsciente
infantil reprimido, no nos dice nada acerca del funcionamiento del psi-
quismo en general”. Ustedes tienen que recordar que La Interpretación de
los Sueños fue escrita por Freud en el intento de generalizar.
“He averiguado en qué consiste el sentido oculto de los sueños, dice
Freud, he averiguado por qué camino nos es dado descubrir este sentido
oculto y cuáles son los medios de que se ha servido la elaboración onírica
para ocultar el sentido. Los problemas de la interpretación onírica ocupa-
ban hasta aquí el centro de nuestro campo visual; pero una vez que hemos
agotado todo lo referente a la labor de interpretación, nos es dado obser-
var cuán incompleta continua siendo nuestra psicología del sueño.”

5. Frente a esto Freud se plantea cómo sería posible esclarecer total-


mente el proceso del sueño en tanto para esclarecer algo hay que compa-
rarlo o hay que asimilarlo a algo conocido. En lugar de hacer esto, en
tanto no hay nada conocido que se parezca al proceso de los sueños como
lo estamos trabajando, debemos agregar nuevas hipótesis. Establecer una
serie de nuevas hipótesis relativas a la estructura del aparato psíquico y al
funcionamiento de las fuerzas que en él actúan. Tesis que él ahora va a tra-
tar de desarrollar trabajando: el olvido de los sueños, regresión, la realiza-
ción de los sueños y otros trabajos... un extenso capítulo que sólo consi-
gue formular, a nuestro entender, en 1923, cuando escribe El Yo y el Ello,
EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS 329

donde claramente se establecen los límites del aparato psíquico y el fun-


cionamiento de las fuerzas que dentro de él actúan.

6. La representabilidad, una de las características del trabajo onírico,


era la que diferenciaba esos mecanismos inconscientes de condensación y
desplazamiento que Lacan se había planteado a partir de la cuestión sig-
nificante, que los procesos de condensación y desplazamiento encontra-
ban su fórmula: poder ser diagnosticado de desplazamiento o de conden-
sación, en la concatenación significante. Haciendo una broma, la teoría
lacaniana del significante sería la teoría freudiana un poco más moderna
para dar acceso a la teoría psicoanalítica, a los filósofos, a los sociólogos,
a los lingüistas, etc....

7. El olvido de los sueños, la deformación del sueño, puede ser recons-


truida durante el análisis. Como los sueños que Freud analiza son sueños
que le contaron a él, interpreta, y a mi entender no de tan mala manera, que
lo que se olvida del sueño se monta sobre una agresividad del sujeto.
Ciertos olvidos, dice, ocultarían algo agresivo o denigratorio hacia mi per-
sona que el paciente no se anima a decirme. La censura onírica aprovecha
cierta agresividad del sujeto soñante para olvidarse, y Freud dice: esto se ve,
tanto en los procesos histéricos como en los sueños. Cuando le pido al suje-
to que repita el sueño que me contó, el sujeto percibe, dice Freud, un inte-
rés de dilucidar el sueño; por lo tanto, lo que veré en segundo raconto del
sueño serán diferencias con el primer raconto del sueño. Estas diferencias
son agregadas al sueño desde el sujeto suponiendo el interés en el psicoana-
lista acerca de la dilucidación del sueño, cambio representaciones cercanas
que denunciarían el deseo por representaciones lejanas al deseo. A la crítica
de que la materia prima llegaba al observador transformada y deformada...
es una indicación, es un rastro —dice Freud—de la gran desviación que
tuvo que producirse para el acontecimiento de las ideas latentes. Mirando a
una visión diferente a la de Janet, que era el que le hacía la crítica, Freud
dice: eso que le sirve a Janet para criticar nuestra materia prima, a mí me
sirve para ver en esta pequeña desviación los rastros de aquella otra gran
transformación que tuvo que acontecer entre el deseo inconsciente y el esta-
blecimiento de las ideas latentes.

8. Es un texto de exposición habíamos dicho, porque seguramente él


tiene que haber investigado esta problemática al revés. Él, primero, pone
330 MIGUEL OSCAR MENASSA

el ombligo del sueño y después habla de las representaciones finales, en el


texto, cuando en realidad tiene que haberse dado cuenta en su trabajo de
investigación, primero, que existía en todos los discursos representaciones
finales conscientes e inconscientes. A partir de estas representaciones fina-
les es que fija el ombligo del sueño, es decir, límite teórico a la interpreta-
ción: cualquier frase está manejada por una representación final. Al arri-
bo de esta representación final, eso se llama el ombligo del sueño. Después
de eso las asociaciones se pierden en la malla reticular del intelecto univer-
sal. Habíamos dicho que el inconsciente que trabaja el psicoanálisis es el
inconsciente reprimido, por lo tanto, las representaciones finales reprimi-
das son el límite de la interpretación. Vuelvo a insistir, no es un fantasma
particular robado a la noche de los fantasmas universales, con el cual yo
llego a mi psicoanálisis. De ninguna manera. Cuando termine mi psicoa-
nálisis sabré, durante mi psicoanálisis constituiré los fantasmas que me
perseguirán. Vuelvo a insistir: no que laboraré, porque si digo que labora-
ré digo que una vez determinada la causa determinante, esta causa deter-
minante se agotará en sus efectos. Los analíticos jóvenes suelen equivocar-
se al creer que un sueño está totalmente interpretado cuando ofrece algu-
na coherencia a la interpretación, en tanto, teóricamente, un sueño no
puede ser totalmente interpretado.
Entonces, es un texto de exposición en tanto él pone delante del texto
lo que realmente concluyó después. Después de determinar el ombligo del
sueño, el límite teórico a la interpretación, Freud escribe como si fuese un
poeta, una frase inolvidable para el campo que constituye: “Cuando soli-
cito de un paciente que me comunique todo aquello que surja en su cere-
bro, suprimiendo todo tipo de reflexión, presupongo que no puede pres-
cindir de las representaciones finales relativas a su tratamiento, es decir, a
su enfermedad. Y me creo autorizado a concluir que todo lo que pueda
comunicarme el paciente, por inocente o arbitrario que parezca, se halla
en conexión con su estado patológico. Otra representación de la cual el
paciente nada sospecha y siempre le acontece es la relativa a mi persona”.

9. Freud discrimina: la represión, concepto de represión, y el suceso


clínico de la resistencia, diciendo: “la represión y correlativamente la
resistencia por ella creada”, es decir: es el concepto teórico de represión lo
que determina que haya resistencia. Si la representación teóricamente fue
instalada para que no se pusieran en contacto los contenidos inconscien-
tes, por lo tanto la resistencia a psicoanalizarse, la resistencia a poner en
EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS 331

contacto estos dos tipos de vida, son producidos no por la transferencia


sino por el concepto de represión. Freud lo aclara diciendo: “de no ser así
hubiera tenido que descubrir que la represión y correlativamente la resis-
tencia por ella creada es la causa tanto de esta disociación como de la
amnesia del contenido psíquico de las mismas”,

10. Freud habla de la resistencia en el sentido, a mi entender, difícil de


comprender y de capturar imaginariamente aun por los psicoanalistas, de
que toda interferencia, toda negatividad a la prosecución de la asociación
libre es una resistencia, provenga de donde provenga; y esto funciona
como dogma de la clínica psicoanalítica que aún no funciona, porque los
psicoanalíticos no podemos todavía del todo comprender el alcance de
esta frase.
Cuando no reconozco que el límite teórico de la interpretación tiene
que ser una representación final inconsciente, está claro que ofrezco resis-
tencia como psicoanalista. Freud exige mucho para ser psicoanalista. En
este texto da consejos para que cada uno pueda interpretarse sus sueñitos
—dice para que cada niño juegue con su juguetito. Es necesario trabajar
como una bestia para poder interpretar un sueño solo; tener una resisten-
cia de una bestia pero tener también la despreocupación de una bestia y
como una verdadera bestia despreocuparse absolutamente de los resulta-
dos obtenidos; cosa que como ustedes saben es absolutamente imposible
por los procesos de censura moral conscientes. Por lo tanto un psicoana-
lista —vuelvo a insistir—no sé cuándo lo conseguiré, debería psicoanali-
zarse de 4 a 7 veces semanales, tener supervisiones individuales y grupa-
les, y formar parte de cinco, seis grupos de estudio, porque el psicoanáli-
sis es un hecho exquisitamente comunitario. Esto no está ocurriendo en
ninguna institución en tanto nadie se psicoanaliza porque como carece-
mos de un modo —que la Escuela está buscando—de ver cómo se pueden
psicoanalizar los didactas, por lo tanto el psicoanálisis didáctico tiene más
que ver con una política económica que con una política libidinal. Por lo
tanto queda alterado el psicoanálisis. Hay aspirantes a psicoanalistas que
se psicoanalizan tres o cuatro veces por semana.

11 Podemos ver en una incursión epistemológica que la diferencia


entre este aparato psíquico y el aparato psíquico de 1923 es formal, en el
sentido que en 1900 las relaciones son intersistémicas: el inconsciente,
el preconsciente y la conciencia tienen relaciones. La conciencia con el
332 MIGUEL OSCAR MENASSA

inconsciente a través del preconsciente, el preconsciente directamente con


el inconsciente, y la conciencia directamente con el preconsciente. Son
relaciones intersistémicas.
En El Yo y el Ello, Freud nos presenta una nueva formalización del
mismo esquema, y digo nueva formalización en tanto ahora los sistemas tie-
nen dos tipos de relaciones: intersistémicas e intrasistémicas, en tanto el Yo
y el Superyó son conscientes e inconscientes. No que descubre un nuevo
inconsciente: formaliza el inconsciente ya descubierto en 1900. A pesar de
que algunos epistemólogos comienzan la teoría psicoanalítica en 1923. Son
las grandes variables de la clínica en la epistemología positivista. Y hay otros
—nunca estuvo claro en los textos lacanianos—, si Lacan funda el psicoaná-
lisis en La Interpretación o en el Proyecto de Psicología. Esto no está claro en
los textos lacanianos. Nosotros tenemos este desvío ideológico.
Habíamos dicho que la epistemología era ideológica. En tanto, según
la epistemología que yo cogía para observar el fenómeno, eso que obser-
vaba era una ciencia y no lo era. Evidentemente la psicología tenía una
pretensión científica si es observada por la epistemología materialista
francesa, pero si es observada con la epistemología dialéctica, la psicolo-
gía no alcanza los niveles de cientificidad. En cambio sí los alcanza el psi-
coanálisis. Pero evidentemente, si hay alguien que quisiera meterse aden-
tro de la cabeza del soñante para ver como se sueña, evidentemente el psi-
coanálisis no sería una ciencia.

12. Usted llegó tarde. Lo conductista sería creer que porque usted me
haga una pregunta ahora va a recuperar los minutos que llegó tarde. Eso
sería conductista. Es irrecuperable, lo que se perdió es irrecuperable.
Además, a ningún psicoanalista le interesa que se recupere nada porque la
interpretación no recupera nada escondido. No descubre nada oculto sino
que produce una nueva situación. No estaba en la vida del paciente y no
estaba en los libros que había leído el psicoanalista. Más que preguntar,
pensar la llegada tarde como una parte del sueño que se olvida que siem-
pre tiene una suerte de agresión al profesor, al psicoanalista, y no intentar
recuperar los minutos perdidos.

13. Insistimos en que el objeto de conocimiento es producto-efecto del


trabajo teórico. No hay psicoanalista capacitado para psicoanalizar des-
pués de quince años de psicoanálisis, además de los quince años de psico-
ánálisis tiene que poder demostrar que ha comprendido y que ha captu-
EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS 333

rado los pormenores de la teoría psicoanalítica. No hay pase, no hay


milagro, no hay descubrimiento, no hay develamiento de ser: hay pro-
ducción de nuevos sentidos. El objeto aparente sería todo objeto sobre
el cual se comienza la tarea, que normalmente tiene la característica en
esta ciencia, y en la ciencia de la historia, de ser producto final del tra-
bajo: la mercancía en el caso de la teoría de la historia y el habla en el
caso del psicoanálisis.
El objeto real se produce en la intervención técnica-práctica.
CONCEPTO DE REGRESION

No tengo más remedio que comenzar la exposición hablando de un


hecho privado. Privado quiere decir: quitado a alguien. En este caso, un
recuerdo es un hecho privado, es un hecho quitado, privado a la circula-
ción. Es decir, quitado de la circulación de los hechos humanos. Es un
hecho guardado en alguna víscera, el corazón... todas las vísceras que
ustedes quieran.
Este texto tiene la riqueza de comenzar diciendo: se acabó. Ahora
vamos a entrar en un terreno psicológico. Basta de concesiones. He escri-
to trescientas cincuenta páginas atendiendo a una filosofía racionalista y
académica que, se me imponía por ser yo mismo Freud formado en esta
disciplina, como un estorbo, como un impedimento de poder arribar a las
precisas conclusiones a las cuales tengo que arribar tratándose de este
nuevo campo que he inventado pero del cual conozco apenas nada.
Meterse con Freud es una cosa muy difícil; Freud es un gran autor, que
ha escrito miles y miles de páginas altamente eficaces, en tanto la escritu-
ra de Freud no sólo alcanzó la materialidad por ser escritura sino que esta
escritura luego se materializó socialmente. Quiere decir que meterse con
Freud es meterse con un modo particular de procesar la historia de los
hombres, y no sólo procesar la historia de los hombres sino intentar res-
ponderse acerca de los orígenes de esta humanidad, como es que termina
el capítulo de La regresión —a mí siempre me gusta empezar por el
final—, donde Freud dice que este mecanismo de regresión, este concep-
to de regresión dentro del campo del cuerpo teórico psicoanalítico, da la
posibilidad al psicoanálisis de producir una nueva historia del hombre.
336 MIGUEL OSCAR MENASSA

Por la sencilla razón —dice Freud—que lo que regresa en el hombre no


sólo regresa a situaciones pretéritas del individuo que regresa, sino que
regresa a situaciones pretéritas de la humanidad. Si de la regresión se tra-
tara —que ya vamos a ver que no se trata de la regresión—, y esto
Freud—su efecto lo vemos no sólo en los sueños sino en nuestros
pacientes neuróticos, la regresión entonces no es un mecanismo del
sueño sino que es un mecanismo psíquico, que utiliza el sueño y utiliza
otro montón de funciones psíquicas: el recuerdo consciente, la reflexión
y también la alucinación.
Freud da —en este capítulo—por terminadas las objeciones. En el capí-
tulo anterior, en El olvido de los sueños, plantea la materia prima. Todo el
capítulo está lleno de riquísimas observaciones, pero es todo un capítulo
escrito para decir que el texto manifiesto del sueño es un texto sagrado. ¿Y
por qué ha de ser sagrado justamente el texto manifiesto, que como nos-
otros sabemos no corresponde a ninguna verdad porque después de las aso-
ciaciones libres del sujeto soñante el sueño manifiesto se transforma en las
ideas latentes y las ideas latentes, al ser interpretadas, se transforman en el
deseo inconsciente? ¿Por qué habría de ser, precisamente, el texto manifies-
to lo sagrado, y no lo sagrado el deseo inconsciente, productor del texto
manifiesto? Texto manifiesto es el texto sagrado porque es un concepto teó-
rico, es la materia prima impuesta teóricamente por Freud para comenzar el
desarrollo teórico de la obra que estamos estudiando. No es el sueño vivi-
do nuestra materia prima. No es el sueño soñado. No es la vida vivida del
paciente que vamos a investigar sino que es el sueño contado, el relato del
sueño, el decir, el sueño manifiesto, el relato de la vida vivida. Sabiendo de
antemano que el hombre tiene hiancias, vacíos, divisiones de la personali-
dad, continentes negros para la mujer, pero realmente tiene una única impo-
sibilidad: hacer coincidir lo que dice con lo que vive. Bajo esta imposibili-
dad se puede también fundar toda la filosofía psicoanalítica.
Freud comienza el capítulo así: “Una vez que nos hemos precavido
contra las objeciones, o hemos indicado, por lo menos, cuáles son las
armas que para nuestra defensa poseemos, no debemos aplazar por más
tiempo la iniciación de nuestras investigaciones psicológicas...”. ¡Basta! ...
¿Por qué? ¿Por qué justo en este capítulo él insiste, basta con no confun-
dirme ni con la biología ni con el sistema nervioso, ni con la psicología de
la conciencia? ¿Por qué en este capítulo? Porque en este capítulo va a gra-
ficar. Entonces está alertando a sus lectores, a nosotros, a que no cometa-
mos el error de confundir el gráfico con lo que es. Situación que a mi
CONCEPTO DE REGRESIÓN 337

entender es pasada en alto hasta por el mismo Lacan, como se puede ver
en una discusión que tiene con Valabrega acerca de la regresión. ¿Cuáles
eran las armas? Hemos dejado de lado a los objetores de conciencia y si
no hemos dejado de lado las objeciones por lo menos hemos hablado de
las armas con las cuales vamos a enfrentar estas objeciones.
Habiendo leído el capítulo anterior, El olvido de los sueños, yo voy a
tratar de señalarles las armas de las cuales Freud habla, y las armas con las
cuales él va a entrar a hablar del concepto que él produce para el psiquis-
mo humano: el concepto de Regresión. Las armas son las siguientes: el
trabajo de interpretación, en el cual seguimos un camino que va desde el
sueño manifiesto a las ideas latentes. La elaboración onírica, es decir el tra-
bajo real del sueño, ha seguido el camino contrario y no es nada verosímil
que estos caminos sean transitables en dirección inversa. Habíamos visto
que el psicoanálisis era una ciencia de efectos, no era una ciencia de cau-
sas. Ciencia de efectos quería decir que partía desde los efectos, produc-
tos últimos del trabajo del sistema que estaba investigando, reconstruía
operaciones e interpretaba las causas determinantes, sin conseguir nunca
interpretar totalmente la causa determinante. Eso quería decir que la causa
no se agotaba en ningún efecto, por lo tanto, cuando yo rastreaba desde
los efectos hasta la causa, encontraba de la causa sólo la parte que deter-
minaba ese efecto, no la causa.
¿Por qué él termina el capítulo anterior con esta aclaración? El dice: el
trabajo de interpretación parte del sueño manifiesto, elabora procesos de
transformación: condensación, desplazamiento, cuidado de la representa-
bilidad; elabora operaciones e interpreta la causa determinante, es decir, el
deseo inconsciente. Trabajo de interpretación. Entonces, dice él, tenemos
que suponer que el trabajo real del sueño, el deseo inconsciente, pugnan-
do para salir a la conciencia, se somete a la censura, se transforma, se des-
plaza, se condensa y aparece como sueño manifiesto. Tenemos que supo-
ner, eso no lo vemos, no nos metimos dentro de la cabeza de ninguna per-
sona para ver cómo era la dirección de los sueños, además, como vamos a
ver en el capítulo de regresión, en el ejemplo que da Freud de cómo es que
el aparato psíquico, se parece al lugar ideal de un sistema, es decir, al lugar
donde no hay ninguna pieza material del sistema, por eso que el ejemplo
que toma es el microscopio y el telescopio, no para que después pensemos
que el aparato psíquico es como un microscopio sino que toma el micros-
copio y el telescopio porque en este momento de la cultura actual de
Freud, ambos eran dos aparatejos que le proporcionaban una idea: ¿cuál?:
338 MIGUEL OSCAR MENASSA

que el lugar del aparato psíquico era un lugar ideal. En el lugar del apara-
to psíquico no había ninguna pieza del sistema.
No se cansa de decirlo pero lo dice entre líneas. Además, como voy a
entrar en el capítulo de Regresión, necesito terminar el capítulo anterior
diciendo que hay una corriente progresiva que va desde el deseo incons-
ciente a la conciencia, que va desde el deseo inconsciente a la motilidad, a
las representaciones conscientes. ¿Para qué necesito demostrar eso?
Porque ahora voy a hablar de un mecanismo típico del sueño y de otras
formaciones donde el impulso psíquico, en lugar de ir desde el incons-
ciente a la motilidad va desde la motilidad al inconsciente, y a eso le llamo
regresión.
Una de las armas, entonces, el sueño en su trabajo real, lo suponemos
recorriendo un camino inverso al trabajo de interpretación. Por lo tanto,
si el trabajo de interpretación era desde las formaciones del inconsciente
y llamábamos formaciones del inconsciente: actos fallidos, sueños, sínto-
mas, es decir, si el trabajo de interpretación va desde las formaciones del
inconsciente a la causa determinante: el deseo inconsciente, el trabajo real
debería ir desde el deseo inconsciente a las formaciones del inconsciente.
Primer principio: si interrumpo las representaciones finales conscien-
tes aparecen las representaciones finales inconscientes. Y segundo, que las
asociaciones superficiales, en lo que digo, representan asociaciones más
profundas, es decir, representan desplazamientos, eso que yo veo ligado
sutilmente es porque la energía se ha desplazado, no porque la ligazón sea
débil o endeble o sutil. Estos dos principios son fuertemente utilizados
por el psicoanálisis en el tratamiento de los pacientes psiconeuróticos.
“Cuando solicito de un paciente que suprima toda reflexión y me
comunique aquello que surja en su cerebro, presupongo que no puede
prescindir de las representaciones finales relativas al tratamiento y me
creo autorizado a concluir que todo lo que puede comunicarme, por ino-
cente o arbitrario que parezca, se halla en conexión con su estado patoló-
gico.” Y Freud aquí describe de una manera magistral que una de las
armas que vamos a oponer a las objeciones es la transferencia. Y para los
que no entendieron agrega los dos renglones siguientes: “Otra represen-
tación final de la cual el paciente no sospecha nada es la relativa a mi per-
sona. El estudio completo y la completa demostración de estas explicacio-
nes pertenece, por tanto, a la exposición de la técnica psicoanalítica como
método terapéutico”. Es decir, para quien no entendió cuando lo dice, lo
repite, y lo aclara: la transferencia es un elemento clave de la técnica psi-
CONCEPTO DE REGRESIÓN 339

coanalítica, es decir, del método psicoanalítico. La exactitud del procedi-


miento que propongo para los sueños queda demostrada, dice él, sin
ambages, no con la duda que tenemos nosotros que si es terapéutico o no
el psicoanálisis. Él descarta que sea terapéutico, él duda de que pueda
explicarlo no de que sea terapéutico. En tanto dice: si ustedes me siguen
molestando y quieren saber si es exacto o no es exacto el procedimiento
“queda demostrado por la aparición y desaparición de dichos síntomas”.
Si el método no lo entienden en los sueños, entonces si ustedes quieren
realidad, si ustedes quieren carne, les diré que cuando aplico el método
psicoanalítico a mis pacientes neuróticos los síntomas se transforman,
sufren una evolución. Entonces, que el método es útil, ya está demostra-
do —dice él—. Ahora quieren demostrar por qué es. ¿Qué quiero expli-
car? El título del capítulo: “Psicología de los procesos oníricos”. “Ahora
voy a explicar, aprovechándome de la demostración, que los sueños tení-
an sentido y su sentido era interpretable mediante la interpretación psico-
analítica y valiéndome de eso, voy a hablar —si puedo—de leyes genera-
les acerca de la fundación del ser psíquico. No ya de si los sueños tienen
un sentido sino que voy a hacer una psicología general del inconsciente.”
La propuesta de este capítulo es una psicología general del inconsciente.
Habíamos dicho, vamos a seguir leyendo las armas y nos vamos a dar
cuenta, cómo esta demostración comenzada en 1900 Freud la concluye en
1923 con el libro El Yo y el Ello. Las investigaciones comenzadas en 1900,
la propuesta, la tesis propuesta de saber cuál es el aparato psíquico y las
fuerzas que en él actúan es resuelto —a pesar de las resoluciones que le da
en este texto—en 1923.
“En los sueños mejor interpretados solemos vernos obligados a dejar
en tinieblas determinado punto, pues advertimos que constituye un punto
de convergencia de las ideas latentes, un nudo imposible de desatar, pero
que al mismo tiempo no ha aportado otros elementos al contenido mani-
fiesto. Esto es entonces lo que podemos considerar como el ombligo del
sueño, o sea el punto por el que se halla ligado a lo desconocido. Las ideas
latentes descubiertas en el análisis no llegan nunca a un límite y tenemos
que dejarles perderse por todos lados en el tejido reticular de nuestro
mundo intelectual. De una parte más densa de ese tejido se eleva luego el
deseo del sueño.”
Estoy leyendo frases del capítulo anterior al capítulo de regresión
partiendo de la frase de Freud que dice: “Y si no hemos dejado de lado
las objeciones hemos nombrado las armas para combatirlas”. Sigo ras-
340 MIGUEL OSCAR MENASSA

treando las armas con las cuales nosotros vamos a combatir nuestras pro-
pias objeciones.
El ombligo del sueño es un instrumento teórico que nos va a servir
como arma a nuestras objeciones. Si la interpretación es un texto y lo que
interpreta es otro texto, y lo que se transforma en el texto interpretativo
es en otro texto, está claro que se puede interpretar hasta el infinito. Si
además a la interpretación le agrego, como ustedes cuando sean más gran-
des y más cultos dentro del campo psicoanalítico, la teoría del significan-
te, se van a encontrar con el mismo problema. Porque si un sujeto es sólo
aquello que se percibe entre significante y significante, si el único sentido
del significante es el desarrollo de la cadena, ya dije en la clase anterior,
termino inventando una teoría del fantasma personal para detener la
interpretación, en cuanto en algún lugar la interpretación se tiene que
detener. Freud dice que no es necesario inventar ninguna teoría acerca de
ningún fantasma particular para detener la interpretación, porque la inter-
pretación se detiene en los límites teóricos impuestos. No en las asocia-
ciones libres del paciente que se pierden en la malla reticular del tejido
intelectual.
El inconsciente reprimido del cual se ocupa el psicoanálisis no es ni
siquiera el inconsciente del hombre, menos que menos el hombre y menos
que menos la vida del hombre. Freud se encarga de mostrarlo paso a paso.
Es un sistema complejo y articulado. El deseo sólo es errancia en su pade-
cimiento porque, bien sabemos nosotros, en su delirio de expresarse tiene
que someterse a un disfraz.
El deseo inconsciente como tal nunca lo vimos, ni nunca lo vamos a
ver, porque el deseo inconsciente como tal, lo dije varias veces, es como el
número cuatro. Y ahora pregunto: ¿quién vio el número cuatro? Pero, ven
como el número cuatro tiene relación con el inconsciente, de Miguel
Menassa, que buscando una cifra para mostrarles que el número cuatro no
caminaba eligió el número cuatro cuando podría haber elegido el ocho o
el diez. Ven que no pueden elegir ya nunca más al azar sino sobredetermi-
nado. Ahí las matemáticas tienen que ver con el psicoanálisis. El resto del
tiempo el psicoanálisis tiene que ver con el estudio de su objeto incons-
ciente que está particularizado como reprimido y que sólo puede aconte-
cer en los límites del aparato psíquico. Límites que estamos tratando de
verificar cuáles son, porque cuando termina el trabajo de interpretación,
al principio del capítulo anterior, ¿qué nos dice?: hemos terminado la
interpretación definitiva del sueño pero nada sabemos de los procesos del
CONCEPTO DE REGRESIÓN 341

soñar, nada sabemos de los procesos psíquicos generales, humanos, no ya


del neurótico y no ya del sueño, sino cómo se funda el psiquismo huma-
no, cómo funciona la mente humana.
La mente humana que estamos fabricando se lee desde un límite. No
es que no sea humana después del límite impuesto por nuestra teoría sino
que quiere decir que nuestra teoría no lo puede leer... Esto es fundamen-
tal. Nuestra teoría impone un límite a la humanidad pero lo que va detrás
de nuestro límite no deja de ser humanidad sino que nuestra teoría no
puede leer ninguna totalidad humana sino aquella parte (y llevaría una
discusión de varios años saber si es humana o qué) que es inconsciente y
que está reprimida.
Freud dice: si su asociación se pierde en su tejido intelectual ...y nada
tiene que ver con el sueño manifiesto, texto sagrado, yo la dejo perderse,
porque no se trata del deseo que estamos investigando sino de otro, de otro,
de otro... (infinitos deseos). El deseo que estamos investigando parte de un
efecto: sueño manifiesto, síntoma. La asociación libre a la cual —como psi-
coanalista—presto atención —se lo acabo de leer como arma en la página
anterior—son las representaciones dedicadas al tratamiento. Por lo tanto,
cualquier cosa que me diga, por más arbitraria y superflua y tonta o impor-
tante que sea, yo la relacionaré con su estado patológico y la relación conmi-
go. ¿Ven qué precisión que tiene el psicoanálisis? Porque es una teoría, por
eso tiene precisión. “Aquí” no es ningún lugar, ni a cualquier hora, ni cual-
quiera puede ser en cualquier momento un sujeto psíquico. Un sujeto quí-
mico, bio-químico, ¿ustedes son todo el día? No. Son sujetos bioquímicos
cuando les coge un médico, les mete dentro de una máquina, les hace análi-
sis... y ahí son un sujeto químico. Pero cuando están haciendo el amor, o en
el cine, no son un sujeto psíquico. A menos que les duela el hígado, el hom-
bre no siente el cuerpo. Cuando siente el cuerpo se ha cometido un fallido,
digamos, en el sentido fisiológico. Sentir los órganos, el cuerpo, es un fallido
fisiológico. Fisiológicamente el cuerpo no tiene por qué ser percibido por el
que lo transporta, ni siquiera el alma tiene que ser sentida por aquel que suje-
to de ella la transporta, en tanto, no es el yo responsable de esta situación
misteriosa, en tanto el yo es en sí mismo una formación del inconsciente. Lo
que hay de verdad en el yo sólo acontecería como verdad después de asociar
libremente y después de haber sido interpretado.
La mirada es el campo del engaño, de la mentira, que es lo que Freud
dice aquí. Porque la mirada es un elemento de percepción, miente siem-
pre. Es el campo del amor la mirada.
342 MIGUEL OSCAR MENASSA

Estoy mostrando cuáles son las armas para combatir nuestra propias
objeciones, nuestra propia moral acerca del acontecimiento de esta teoría
tan subversiva que dice que el centro de nuestra vida psíquica son proce-
sos absolutamente desconocidos por nosotros. ¿De quién? ¿De la señori-
ta? ¡No! De su propia vida psíquica. Freud dice: “De no ser así hubiera
tenido que descubrir que la represión y correlativamente la resistencia por
ella creada es la causa tanto de una cosa como de la otra”.
La represión, concepto psicoanalítico fundamental que ya vamos a ver
de qué utilidad nos resulta para explicar la realización de deseos y de qué
utilidad nos resultó para explicar la deformación onírica. Entonces, la
represión, concepto, una de las categorías centrales del psicoanálisis, pro-
duce, determina, que en la realidad clínica haya resistencia. Concepto de
represión y concomitantemente la resistencia por el concepto de repre-
sión creado. La resistencia es lo que veo en la experiencia clínica. Llamo
resistencia a todo lo que impida el psicoanálisis.
Esa resistencia, es decir, todo lo que impida el psicoanálisis, tiene que
ver con el concepto de represión. Sin concepto de represión no habría
resistencia, no habría posibilidad de leer estos hechos reales como resis-
tencia. Eso es una aclaración que Freud hace antes de entrar al capítulo de
regresión.
Y por último, todo aquello que el olvido ha suprimido del contenido
manifiesto puede ser reconstruido con frecuencia en el análisis.
Eso es otro instrumento que Freud nos da para luchar. Es decir, todo
olvido, no del sueño, todo olvido puede ser reconstruido después del aná-
lisis. No sólo el olvido de los sueños. Está demostrando en los sueños,
pero acuérdense que él había empezado con los síntomas neuróticos y con
los síntomas neuróticos le había parecido que los académicos le iban a
objetar que este proceso se daba sólo en los neuróticos, soñar sueñan
todos: normales y neuróticos. Está generalizando la investigación sobre el
inconsciente que había hecho en los pacientes neuróticos, por lo tanto
cuando dice: todo olvido de los sueños puede ser recuperado mediante el
psicoanálisis. Desde los olvidos conscientes, preconscientes, inconscientes
hasta las amnesias... todo olvido puede ser recuperado en el tratamiento
psicoanalítico. Después dice Freud: me gustaría tener un paciente (y a mí
también) que dijera: “Esto, en efecto, no tiene en realidad nada de lógico.
No sé con seguridad si este elemento se hallaba contenido en el sueño;
pero de cualquier manera, dice el paciente imaginado por Freud, de cual-
quier manera, se me ocurre lo siguiente” y comienza a asociar. Pero como
CONCEPTO DE REGRESIÓN 343

este paciente no existe, dice Freud, más, el sujeto no dice nunca tal cosa,
y precisamente este efecto perturbador del análisis es lo que delata a la
duda como una derivación y un instrumento de la resistencia psíquica; el
psicoanálisis es justificadamente desconfiado. Una de sus reglas funda-
mentales dice: todo aquello que dificulta la continuación de la labor es
resistencia.
Con todo eso Freud comienza el capítulo de regresión diciendo que da
por terminadas las objeciones y pasa a reproducir la tesis, cosa que ya habí-
amos destacado, cómo en el inicio de cada capítulo Freud reproduce de una
u otra manera, a veces más sutilmente, a veces muy claramente, la tesis. En
este capítulo la reproduce de la siguiente manera: “el sueño es un acto psí-
quico importante y completo. Su fuerza impulsora es siempre un deseo por
realizar”. Dice que en el capítulo nos vamos a encontrar con momentos
donde podríamos llegar a dudar cuál es la fuerza impulsora; entonces, en la
tesis, al comienzo del capítulo, reproduciendo tesis de capítulos anteriores,
recorta la tesis porque antes era: el sueño es una realización disfrazada de
deseos sexuales reprimidos... aquí la reduce, la recorta, quiere mostrar algo.
¿Como la recorta? La recorta de esta manera: el sueño es un acto psíquico
importante y completo. Su fuerza impulsora es siempre un deseo por reali-
zar. Quiere decir que frente a las confusiones que vamos a tener durante el
capítulo hay una guía; la fuerza impulsora, ya lo hemos demostrado, es siem-
pre un deseo por realizar. Que ahora aparezcan los deseos insatisfechos
como reemplazando a los deseos reprimidos, Freud dice, todavía no hemos
arribado a la conclusión, no hemos arribado a la interpretación.
Habíamos visto en capítulos anteriores que había cuatro mecanismos:
desplazamiento, condensación, cuidado de la representabilidad y elabora-
ción secundaria. Él vuelve a hablar de eso, de esta manera tan condensa-
da, para que ustedes vean cómo él aquí en diez renglones reescribe de esta
manera las trescientas páginas anteriores. “Su aspecto (el sueño manifies-
to), en el que nos es imposible reconocer tal deseo, y sus muchas singula-
ridades y absurdidades proceden de la influencia de la censura psíquica
que ha actuado sobre él durante su formación. A más de la necesidad de
escapar a esta censura, han colaborado en su formación una necesidad de
condensar el material psíquico, un cuidado de que fuera posible su repre-
sentación por medio de imágenes sensoriales y, además —aunque no
regularmente—, el cuidado de que el producto onírico total presentase un
aspecto racional e inteligente.” Retomo el sueño —el sueño es del padre
que está durmiendo mientras velan en la habitación de al lado el cadáver
344 MIGUEL OSCAR MENASSA

de su hijo—. En sueños ve un resplandor y sueña que el chico muerto se


levanta y le dice: “¡Papá! ... ¿No ves que estoy ardiendo?”.
Freud había traído este sueño para ejemplificar el capítulo de Psicología
de los procesos oníricos. Entonces, su carácter genérico más general y evi-
dente es una idea, que casi siempre entraña el deseo, que queda objetivada en
el sueño y representada en forma de escena vivida. En este sentido el sueño
muestra dos caracteres: uno, la representación en presente omitiendo el qui-
zás. Si el deseo fuera para hacerlo siempre: “¡Ojalá! pasase tal cosa”, en el
sueño aparece representado en presente. Entonces Freud dice: el presente es
el tiempo en el cual el deseo se representa como realizado.
Esto no es propio del sueño, dice Freud, porque los sueños diurnos o fan-
tasías se realizan en presente. Uno no dice: ¡Ojalá! consiga trabajo... Se ve
yendo a trabajar porque ya lo han contratado, yendo a una entrevista de tra-
bajo. Hay una obligación del quizás. Eso entonces no es especial del sueño
pero hay algo específico en el sueño que es la transformación de la idea en imá-
genes visuales. Lo esencial del sueño es que el contenido de las representacio-
nes no es pensado sino que queda transformado en imágenes sensoriales a las
que prestamos fe y creemos vivir. Esto es una peculiaridad del sueño. Y ese
prestamos fe y creemos vivir Freud lo atribuye al mecanismo de regresión.
Entonces Freud dice: en el sueño, a simple vista se nos aparecen estos
dos modos: la transformación en presente y la transformación en imáge-
nes sensoriales, imágenes que tienen la característica de dar fe, de creer en
ellas y que nos impresionan como si estuviéramos viviendo la situación.
El modo de representarse de los sueños en imágenes sensoriales es pecu-
liar del sueño pero no le es propio. Lo dice así: “Recordaremos además
que tal representación de ideas en imágenes sensoriales no es exclusiva del
sueño sino que aparece también en la alucinación, esto es, en aquellas
visiones que constituyen un síntoma de la psiconeurosis o surgen inde-
pendientemente de todo estado patológico”.
Podríamos desprender que cuando no es posible el tratamiento de la
locura no es posible por el mismo motivo que no es posible el psicoanáli-
sis de los sueños: por la resistencia. Eso es lo que nos enseña el psicoaná-
lisis en este capítulo. Quiere decir que si existen los psicoanalistas tendrá
que existir tratamiento psicoanalítico de la locura a menos que existan
fuerzas extrañas a la locura y al psicoanálisis que impidan que se junten el
psicoanálisis y la locura. En este capítulo queda así de claro. Entonces,
dice Freud, vamos a detenernos y vamos a ver cómo conseguimos expli-
car este proceso.
CONCEPTO DE REGRESIÓN 345

Tenemos que ampliar nuestras especulaciones teóricas, tenemos que


volver al principio del capítulo y decir: basta de objeciones. ¿Por qué?
Porque necesitamos nuevas especulaciones teóricas para dar comprensión
a los fenómenos que ya observamos pero de los cuales no tenemos la fun-
damentación teórica; por lo tanto detened la moral que vienen nuevas
especulaciones.
El toma una frase de Fechner acerca de que los sueños deben realizarse
en un escenario —dice Fechner—distinto al cual se desarrollan las represen-
taciones de la vida consciente. Si no pienso que el sueño se desarrolla en una
escena diferente a la conciencia no entiendo la peculiaridad del sueño. Freud
toma la idea ésta y dice que la frase le sugiere una idea de localidad. La idea
que así se nos ofrece es la de localidad psíquica. Vamos ahora a prescindir por
completo de las circunstancias de sernos conocidos anatómicamente el apa-
rato de que aquí se trata y vamos a eludir toda posible tentación de determi-
nar en dicho sentido, en el sentido anatómico, la localidad psíquica.
“Permaneceremos, pues, en terreno psicológico y no pensaremos sino en
obedecer la invitación de representarnos el instrumento puesto al servicio de
las funciones anímicas como un microscopio compuesto.” Fíjense cómo
introduce la analogía de un aparato fotográfico o algo semejante. La locali-
dad psíquica corresponderá entonces a un lugar situado en el interior de ese
aparato en el que surge uno de los grados preliminares de la imagen. En el
microscopio y en el telescopio son estos lugares puntos ideales. La idea que
tengo de la localidad del aparato psíquico es que es ideal.
Si este aparato psíquico habíamos dicho que tenía la tendencia progre-
siva de ir desde el inconsciente a la conciencia, entonces Freud se plantea
cómo sería que se generan en el aparato psíquico las primeras huellas que
son las que después se van a rememorar, alucinar o soñar. Freud dice que
habría un polo del sistema psíquico por donde entrarían las percepciones
y que la tendencia del aparato psíquico sería ir del polo de la percepción
al polo motor o al polo de la motilidad. Lo que se acerca al polo de la
motilidad es el sistema preconsciente-consciente, lo que se acerca al polo
de la percepción es el inconsciente. El preconsciente está entre el incons-
ciente y la conciencia y cobra un peaje, dice Freud, cada vez que el incons-
ciente quiere expresarse, el preconsciente le cobra un peaje en tanto lo
deja pasar a costa de una transformación, como habíamos visto, del deseo
mediante los mecanismos de desplazamiento y condensación.
La huella mnémica, está hablando de la memoria, tiene que producir
modificaciones definitivas en sistema donde queda grabada. Por lo tanto
346 MIGUEL OSCAR MENASSA

aquí a Freud se le plantea un problema que es el siguiente: el sistema que


memoriza no puede ser el mismo que percibe, que recibe la percepción.
Porque si cada huella produce una modificación definitiva del sistema, el
sistema de percepción si fuera el mismo que memoriza quedaría agotado,
no podría seguir percibiendo. De lo cual se deduce que la imagen de per-
cepción y la imagen mnémica son dos cosas diferentes, del mismo suceso.
Percibo pero como no puedo guardar porque, si no, no puedo percibir
más, entonces derivo, transfiero, traslado, hay un recorrido donde lo per-
cibido antes de memorizarse se transforma en el pasaje, quiere decir que
la imagen mnémica, la imagen que queda grabada ya no es la imagen de
percepción, porque la imagen de percepción tuvo que transformarse en el
traslado del sistema de la percepción al sistema de la memoria.
Para los más cultos les diría que este punto es de capital importancia para
entender toda la problemática que se desarrolla acerca de la ausencia de
objeto para el deseo, todo el desarrollo del objeto “a” en Lacan y lo funda-
mental el método de la interpretación psicoanalítica, en tanto lo que vamos
a reconstruir: la imagen de percepción, en realidad no existe. No existió
nunca sino en aquel instante de ser percibida, es decir, es absolutamente
imposible encontrarse con la imagen de percepción. Por lo tanto, asocian-
do libremente no puedo llegar a la imagen de percepción, asociando libre-
mente lo más que voy a poder hacer es llegar a la imagen mnémica.
Si tenemos en cuenta esto, llamamos regresión a ese camino como a la
inversa, que en lugar de ir del polo de la percepción al polo motor va del
polo motor al polo de la percepción, a la búsqueda de la imagen de per-
cepción, a mi entender no se llega ni en la alucinación. Lo que se hace en
la alucinación es la producción de la imagen mnémica, en tanto la imagen
de percepción no existe, no tiene existencia psíquica. Es lo que queda
fuera del sistema que después se transforma en objeto “a”, es la imagen de
percepción. Es el encuentro con la cosa.
Si hay una roca en realidad irreconstruible es la imagen de percepción.
Porque la alucinación es como el sueño. Y como el sueño no es el deseo
realizado, no es la imagen de percepción puesta al alcance de la mano, es
como la realización de un deseo reprimido, como vamos a ver en la clase
que viene: qué quiere decir esto de realización. Realización es en la reali-
dad psíquica, la palabra realización nos lleva a discriminar lo que es la rea-
lidad psíquica de la realidad material. El como realizado está emparenta-
do con la realidad material, en tanto en la realidad psíquica el deseo se rea-
liza al ser soñado, de esa forma particular. Así que el como tiene relación
CONCEPTO DE REGRESIÓN 347

no tanto con la realidad psíquica, a mi entender, sino que el como tiene


relación con la realidad material. Es como un realizado.
Cuando se recuerda, cuando se reflexiona, también se regresa, también
se va a la búsqueda de la imagen de percepción.
Esto es de 1900, más adelante Freud va a escribir esta frase que dice
“sólo después de explicar al paciente su sentido es cuando pierden este
carácter”. El dice que los histéricos cuando son interpretados vivencian la
interpretación de manera alucinatoria hasta que es explicada la interpreta-
ción. Es decir, cuando se encuentran con contenidos inconscientes, los
contenidos inconscientes son vividos alucinatoriamente.
Sabido es también que incluso en personas que no poseen un alto
grado de facultad de la reminiscencia visual, suelen conservar los recuer-
dos infantiles más tempranos un carácter de vivacidad sensorial hasta los
años más tardíos. Sobre esta frase Freud después va a escribir un trabajo
que se llama Recuerdos Encubridores.
En estos sujetos de los que antes hablamos, hay algunos recuerdos fija-
dos de manera nítida que ocupan toda la importancia del recordar.
Cada vez que el sujeto recuerda, recordará estos tres, o cuatro, o dos,
o un recuerdo, que además aparecen en su mente con mucha vivacidad.
Esto va a ser estudiado más adelante como los recuerdos encubridores,
aquellos recuerdos que se cargan de energía precisamente para ocultar
otras escenas de corte más traumático, más doloroso o menos tolerable.
Son recuerdos cargados de energía precisamente para ocultar con su
forma llamativa de ser otras asociaciones u otras cadenas asociativas.
Visto de esta manera, el sueño podría tomarse, dice Freud, como una
sustitución de una escena infantil. Aquí entra en escena el principio de
realidad, en el sentido que el deseo, al verse imposibilitado de su realiza-
ción real, vuelve al círculo del sueño. Ahí está actuando, sin que Freud lo
mencione, un principio que determina que haya una manera no real de
realización.
Sin tocar la realidad social y material existe la posibilidad de realiza-
ción del deseo. Es decir, como no puedo volver a título real como deseo
infantil vuelvo a título de sueño. Podríamos agregar a título de sueño,
a título de síntoma, a título de transferencia. No puedo pronunciar la
escena de mantenimiento de los tres primeros meses de vida pero puedo
en la transferencia recuperar esa escena, recuperar ese momento de mi
proceso vital.
En el ejemplo de un niño de doce años que no puede conciliar el repo-
348 MIGUEL OSCAR MENASSA

so, porque en cuanto lo intenta ve caras verdes con ojos encarnados que le
causan espanto. La fuente de esta aparición es el recuerdo reprimido pero
primitivamente consciente de un muchacho al que vio varias veces, hacía
cuatro años, y que constituía un modelo de vicios infantiles, entre ellos el de
la masturbación. Vicio que también practicó el sujeto reprochándoselo ahora
amargamente. Su madre había observado por entonces que el vicioso niño
tenía un color verdoso y los ojos encarnados, los párpados ribeteados. De
este recuerdo procede pues el fantasma que le impide conciliar el reposo y
que está destinado después a recordarle la predicción que le hizo su madre
de que tales niños se vuelven idiotas, no consiguen aprender nada en la
escuela y mueren jóvenes. Nuestro pequeño paciente demuestra la realiza-
ción de una parte de esta profecía pues no avanza en sus estudios y teniendo
conciencia de ello le espanta que pueda también realizarse la segunda parte.
El tratamiento logró devolver en poco tiempo el reposo haciéndole
perder el miedo y terminar el año escolar con notas sobresalientes.
Esto es interesante cómo al revés de nosotros, actualmente, donde lo
que más se discute del psicoanálisis es su capacidad terapéutica, Freud no
tiene ninguna duda acerca de la capacidad terapéutica del psicoanálisis.
Todas las dudas son teóricas, es si va a poder o no explicar de una mane-
ra articulada y coherente los fenómenos que se producen.
Freud ahora va a la neurosis para mostrar tres tipos de regresión que
en realidad son una sola.
Una es tópica en el sentido del sistema (fi), en tanto se iría del precons-
ciente al inconsciente. Hay una regresión formal en el sentido que las for-
mas que toma el complejo son formas primitivas del sujeto y hay una
regresión temporal, en tanto, se trata de otro tiempo. No del tiempo
actual donde acontece la regresión sino que se trata de un tiempo anterior.
Freud dice que en realidad coinciden porque el proceso más primitivo
formalmente en realidad es el más antiguo en el tiempo y en realidad es el
más cercano al sistema del inconsciente.
A mi entender en todo el trabajo anterior, demostrando que los sueños
tenían un sentido, lo que Freud trabaja es el método. Para trabajar el
método tuvo que llenar esas páginas de un montón de elucubraciones que
a veces nos desviaban de la importancia que él venía dando a su interpre-
tación, en el sentido de que era un método productivo, en tanto el deseo
era producido por la interpretación.
El hecho no existía hasta después de ser interpretado. En el capítulo
del Olvido de los Sueños, a mi entender él habla de la materia prima, es
CONCEPTO DE REGRESIÓN 349

decir, del discurso onírico. Para hablar del discurso onírico nos tiene que
hablar del olvido de los sueños y de otras muchas cosas como vimos.
El capítulo de regresión, es en el hecho de la asociación libre donde
remarca que no solamente hay que tener en cuenta las asociaciones tempo-
rales, el modo propio de la asociación, sino que hay que tener en cuenta el
modo temporal en que la asociación regresa, el mecanismo de regresión, y
además tener en cuenta las analogías. Explicando uno de los aspectos de la
técnica: la asociación libre, tiene que demostrar cómo el sentido es regresivo
pero también para mostrar cómo es que uno tiene que buscar la asociación.
En el próximo capítulo, La Realización de Deseos, es donde habla del
otro concepto de la técnica: la transferencia.
Aprovecha la regresión para hablar en realidad de lo que está múltiple-
mente determinado, que es la asociación libre, y aprovecha el capítulo del
deseo inconsciente o la realización de deseos para hablar de la transferen-
cia. Y la transferencia no está múltiplemente determinada sino sobredeter-
minarla.
El paciente hablando puede llegar hasta los recuerdos encubridores,
pero el paciente hablando no puede llegar a la transferencia que tiene con
la persona del psicoanalista, eso sólo puede ser producido por una inter-
pretación, es decir, los sentimientos concretos que el sujeto tiene con el
psicoanalista no son conscientes.
Entonces acuérdense que les dije quitar del medio las representaciones
finales conscientes para que aparezcan las representaciones finales incons-
cientes, pero como el paciente ha venido a tratarse provisto de una enfer-
medad, todo lo que asocia, por más ingenuo, banal, superficial que sea, yo
tengo derecho, dice Freud, a asociarlo con su idea patológica y con mi
persona. Es decir que todo lo que ocurra entre el psicoanalista y el pacien-
te, dice Freud, tiene que ver con la enfermedad del paciente y con la per-
sona del psicoanalista.
Está claro que estas dos indicaciones valiosísimas que Freud hace en
estos capítulos no han sido seguidas en general por los psicoanalistas.

NOTAS

Si solamente la idea patógena y el psicoanalista son los que intervienen


en el proceso terapéutico, lo que le pase en la vida al paciente no podría
350 MIGUEL OSCAR MENASSA

ser jamás una evaluación de cómo le va en el tratamiento al paciente, sino


la transformación de la idea patógena y la aceptación consciente, digamos,
después de la interpretación, de los procesos transferenciales que la idea
patógena realiza tomando como cuerpo el cuerpo del sujeto.
Si hubiese tantos psicoanalistas estaríamos todos más sanos, no hay
tantos psicoanalistas.
LA REALIZACION DE DESEOS

“El sueño es una realización de deseos” transforma las propuestas de


Freud de los primeros capítulos de La Interpretación de los Sueños, del
significado del sueño, en una tesis reguladora de este significado.
En tanto esta realización es alucinatoria, donde el presente es el tiem-
po en el que el deseo aparece “como” realizado, nos plantea este capítulo
el problema de la realidad objetiva, material, la realidad de lo psíquico, y
establece la realidad de la alteridad de lo psíquico. Esta nueva tesis regu-
ladora de aquella donde los sueños tenían un sentido, no sólo revolucio-
na teóricamente la psicología sino que revoluciona la filosofía.
El capítulo Psicología de los Procesos Oníricos es el capítulo eminen-
temente teórico de toda la obra, donde Freud alcanza las mayores genera-
lizaciones acerca del funcionamiento del aparato psíquico. Por lo tanto,
todas las escuelas psicoanalíticas que tienen en su programa La
Interpretación de los Sueños como último texto, no entran en el campo
psicoanalítico, porque entran al campo psicoanalítico por la doctrina, los
otros libros, y se pierden la teoría psicoanalítica.
En el apartado de la Realización de Deseos Freud plantea una subver-
sión de todos los valores, en tanto es muy poco lo que se puede obviar al
leerlo. Todas las frases del texto deben ser analizadas como Freud reco-
mienda, así como todos los fragmentos del sueño deben ser puestos al ser-
vicio del paciente para que el paciente, sobre ellos, asocie libremente, todo
los conjuntos de frases tendrían que ser puestos a la vigilancia del instru-
mento psicoanalítico, es decir, a la posibilidad de ser interpretados.
352 MIGUEL OSCAR MENASSA

En el comienzo del capítulo, Freud hace una introducción y dice


que lo que hizo hasta ahí no es gran cosa. La construcción de un apa-
rato psíquico se divide en instancias, que tienen una particular articula-
ción entre sí: a una le llama Inconsciente porque está separada de una
manera impermeable de las otras instancias, Preconsciente-Consciente,
y a la otra le llamamos Preconsciente porque sus contenidos pueden
pasar a la conciencia.
Durante los capítulos anteriores, Método de la Interpretación, El
Sueño es una Realización de Deseos, Elaboración Onírica, hemos visto
que el sueño se reduce en el inconsciente como deseo y que para pasar a
la conciencia sólo puede hacerlo deformándose mediante los mecanismos
de desplazamiento y condensación, tomando elementos preconscientes y
apareciendo entonces en la conciencia.
Este aparato psíquico construido así, no nos alcanza a explicar el fun-
cionamiento del aparato psíquico, dice Freud, por eso en la introducción
que hace al capítulo dice que se necesitan nuevas hipótesis acerca del fun-
cionamiento de las fuerzas que en él actúan. En el capítulo El Olvido de
los Sueños, al plantearse una posibilidad teórica que dé cuenta del funcio-
namiento general del aparato psíquico, ve también la necesidad de ir fun-
damentando los conceptos que van a hacer al método y a la técnica de esa
teoría que está generando.
En El Olvido de los Sueños nos habla de dos temas importantes: la
materia prima y el límite teórico a la interpretación. Esto lo plantea en la
discusión con Janet y dice que la materia prima del psicoanálisis plantea
un nuevo nivel de objetividad, el relato onírico. La materia sobre la cual
vamos a trabajar no es el sueño soñado, no es la escena afectiva vivida,
sino el relato del sueño, el relato de la escena afectiva vivida.
En el capítulo anterior, en la Regresión, empieza a exponer este apara-
to, le agrega dos términos, el polo sensible y el polo motor, y demuestra
que en la vigilia la excitación se desplaza del polo sensible al polo motor.
Durante el reposo, cerrado el acceso a la motilidad, la energía regresa
hasta el extremo sensible, en sentido contrario a la progresión que Freud
atribuye como normal al aparato psíquico. Regresa porque va del polo
motor al encontrar cerradas las compuertas a la motilidad, hacia el polo
sensible y se encuentra con la identidad de percepción.
La identidad de percepción no está en ningún lugar. La identidad de
percepción es el instante donde percibe pero no es lo que queda fijado;
queda fijado lo que llega a la huella mnémica después de un proceso de
LA REALIZACIÓN DE DESEOS 353

pasaje, en tanto aquello que recibe no es lo que memoriza. Aquello que


recibe desaparece, es decir, es transformado en el pasaje a aquello que
memoriza.
Un ejemplo sería: paso por una pescadería y digo: ¡Qué olor a mar!
Pero mar ¿qué es?, es un recuerdo que por otra parte recuerdo por su aso-
ciación con el lenguaje.
Por lo tanto la identidad de percepción es siempre un proceso alucina-
torio, porque percibo lo que ya no existe.
En este sentido Freud dice, el acto de pensar no es otra cosa que la sus-
titución del deseo alucinatorio. y se pregunta, adónde tiene que llegar la
regresión para que sea recuerdo, pensamiento o reflexión; porque cuando
llega a la identidad de percepción es sueño o alucinación. y la escritura
Grupo Cero dice que el contacto con la identidad de percepción produce
el sueño, la alucinación y la poesía.
Cuando Freud termina la Elaboración Onírica, no sabíamos nada acerca
del movimiento de las fuerzas dentro del aparato, no sabíamos que las fuer-
zas iban del polo sensible al polo motor y que en el proceso de los sueños
sólo era posible la transformación de la idea en imagen virtual en el proceso
de regresión y que regresión era volver a la identidad de percepción.
En el capítulo de La Regresión, este doble trabajo que decíamos que
Freud plantea en el Olvido de los Sueños, límite teórico de la interpreta-
ción y nuevo nivel de objetividad, discurso onírico, se enriquece con el
tratamiento de lo que llama asociación libre. En tanto es ahí donde va a
hablar de las representaciones, para decir que quedan asociadas a todas las
representaciones correspondientes en el tiempo y el modo en que se enla-
zan las representaciones se ve en el modo en que se instalan las huellas
mnémicas y en el modo en que se verifica la regresión. Asociar libremen-
te es poner en juego el mecanismo de la regresión, no porque regreso a un
recuerdo infantil, sino porque busco en lo que digo la identidad de per-
cepción, no importa si llego o no.
No llego porque la sueño, la alucino, la escribo o me la interpretan No
llego. En cambio lo que busco en la asociación libre es a partir de la idea
y transformar la idea en la identidad de percepción, es decir, en el deseo
inconsciente promotor del inicio de la frase.
Es aquí donde Freud dice que, según hasta dónde regreso, voy consti-
tuyendo los diferentes procesos del pensamiento.
Este mecanismo de regresión, fundamental para poder interpretar el
sueño, pero también para dar una medida de la economía inconsciente, es
354 MIGUEL OSCAR MENASSA

el mecanismo que nos va a poder explicar la psicosis. En la psicosis se


verifica la transformación de la idea en imagen visual, con la diferencia de
que el sujeto no está en reposo sino en vigilia.
Entro ahora en el capítulo de la Realización de Deseos, y vuelvo a insis-
tir en la modalidad escritural de Freud, vuelvo a repetir la tesis: el sueño con
que iniciamos el presente capítulo, el del padre al que se la aparece su hijo
muerto, nos da ocasión para examinar determinadas dificultades con las que
tropieza la teoría de la realización de deseos. Todos hemos extrañado que el
sueño no pueda ser sino una realización de deseos y no sólo por la contra-
dicción que supone la existencia de sueños de angustia.
Después de comprobar por medio del análisis que el sueño entrañaba un
sentido y un valor psíquico, no esperábamos en modo alguno una tan limita-
da y estricta determinación de tal sentido según la definición correcta pero
insuficiente de Aristóteles, el sueño no es sino la continuación del pensamien-
to despierto durante el estado de reposo. Pero si nuestro pensamiento crea
durante el día tan diversos actos psíquicos, juicios, conclusiones, refutacio-
nes, hipótesis, propósitos, etc., cómo puede quedar luego obligado durante la
noche a limitarse única y exclusivamente a la producción de deseos.
¿No habrá quizá gran número de sueños que entrañen otro acto psíqui-
co distinto, por ejemplo una preocupación, no será éste el caso del sueño
antes expuesto, del resplandor que a través de sus párpados recibe durante el
reposo, deduce el sujeto la conclusión de que una vela ha caído sobre el ataúd
y ha podido prender fuego al cadáver, y transforma esta conclusión en un
sueño, dándole la forma de una situación sensible y presente?
¿Qué papel desempeña aquí la realización de deseos?, ¿es acaso posi-
ble negar en este sueño el predominio de la idea continuada de la vigilia o
provocada por la nueva impresión sensorial? Todo esto es exacto y nos
obliga a examinar más detenidamente el sueño desde el punto de vista de
la realización de deseos y de la significación de los pensamientos de la
vigilia en él encontrados.
Pasa a explicar la diferencia entre los deseos insatisfechos, los deseos
reprimidos y los deseos inconscientes.
Deseos insatisfechos: percibo en la conciencia estos deseos y no los
puedo llevar a su cristalización real. Los niños sueñan según este deseo;
deseo que aparece en la conciencia, en el preconsciente, y es rechazado
hacia el inconsciente.
Deseo reprimido: como estuvo alguna vez en la conciencia puede vol-
ver a ella.
LA REALIZACIÓN DE DESEOS 355

Y deseos que parten del inconsciente, que no se pueden hacer cons-


cientes sino que sólo pueden provocar efectos en la conciencia valiéndose
—y esto es terminante—de los deseos reprimidos y de los deseos insatis-
fechos. Esos son los verdaderos deseos inconscientes a los que se les tiene
que atribuir la energía productora de los sueños, los delirios, el pensa-
miento normal, la reflexión, el recuerdo y la poesía.
El desarrollo teórico del capítulo es que el motor de quien dependen las
formaciones del aparato, es el deseo inconsciente. y la aproximación técnica
de este capítulo es la transferencia, en tanto Freud aprovecha la oportunidad
que le brinda el deseo inconsciente, ya que para expresarse en la conciencia,
como sólo puede producir efectos en ella sin aparecer, transfiere sus cargas a
los deseos reprimidos y a los deseos insatisfechos o a los restos diurnos.
Habla del proceso de la transferencia, que es el otro aspecto técnico: aso-
ciación libre en el capítulo de regresión, el paciente regresa; mientras regre-
sa no tiene otro remedio que transferir, porque no se puede hacer aparecer
el deseo inconsciente en la conciencia, sino bajo forma de ser transferido a
otro tipo de deseo, a los restos diurnos o a la persona del psicoanalista.
Asociación libre y transferencia forman el conjunto de los conceptos
teóricos de la técnica psicoanalítica.
La asociación libre va a permitir el encuentro con la representación,
donde van a entrar los restos diurnos, los recuerdos cercanos, los recuer-
dos lejanos, los recuerdos infantiles, los deseos insatisfechos, los deseos
que alguna vez estuvieron en la conciencia y fueron rechazados por cau-
sas morales, éticas o ideológicas y ahí se va a detener.
Se va a detener en el punto donde se ha transferido la primera vez, por
decirlo de alguna manera, no sabemos si es la primera vez, es la primera
vez para el psicoanálisis.
La distancia que queda entre la huella mnémica a la cual arribo por
medio del recuerdo y la identidad de percepción, sólo puede ser cubierta
por la interpretación psicoanalítica, que en todos los casos, para ser una
interpretación psicoanalítica, tendrá que interpretar contenidos incons-
cientes que han sido transferidos.
Por lo tanto, toda interpretación es la desarticulación de una articula-
ción incestuosa. Si el deseo inconsciente necesita transferir, hay un
momento que transfiere por primera vez; esa transferencia primera y
todas sus sustituciones siguientes son edípicas. Habíamos dicho que la
sexualidad que se reprimía era la sexualidad edípica.
El psicoanálisis no estudia “la” sexualidad, estudia la sexualidad repri-
356 MIGUEL OSCAR MENASSA

mida, aquella que reprime la formación edípica, el ingreso del cachorro


animal en el mundo de lo humano. Eso estudia el psicoanálisis.
Al psicoanálisis no le interesa que la gente tenga orgasmo o se divier-
ta. Eso le interesa a los psicoanalistas, no al psicoanálisis. Al psicoanálisis
le interesa poder mediante el mismo mecanismo de regresión, sin estar
soñando y sin estar alucinado, poder reconstruir el deseo inconsciente que
produce la realidad de la cual se trata o el discurso del cual se trata. Al psi-
coanálisis le interesa cubrir todo aquello que el hombre puede con su aso-
ciación libre, mediante la interpretación psicoanalítica, cubrir esa laguna
humana inconsciente para el hombre actual.
La teoría copernicana saca al hombre del sometimiento que tenía a la
teoría ptolomeica, donde el sol giraba alrededor de la tierra; eso era una
alienación. La teoría copernicana desaliena al hombre de esa esclavitud. El
psicoanálisis viene a desalienar al hombre de esa oscuridad que existía
entre su recuerdo y sus procesos inconscientes, es decir, sus identidades
de percepción, aquello que lo forjó como humano.
Viene a liberar al hombre de su historia, de la que padecía pasiva y cie-
gamente. Viene a liberarlo del peso de la historia.
El pensamiento no se forja en la conciencia. “Pienso luego existo”
queda transformado en el “Pienso donde no soy”, es decir, en lo que me
falta de mí, pienso.
Freud luego dice, juzgamos un aparato psíquico primitivo, acepta que
está conjeturando. Aceptemos, nos pide Freud, la existencia de un apara-
to primitivo cuya única función es liberarse de cualquier excitación que lo
sobrecoja, lo desarmonice.
El niño no puede luchar solo contra esta ansiedad, en tanto debemos
suponer que las corrientes de hambre o de frío son corrientes continuas
de excitación. Aunque el niño llore o agite sus brazos y piernas no con-
sigue frenar la excitación que le ocasiona tener hambre. Y a esto que
funciona de esta manera que no se puede interrumpir, se le llama nece-
sidad.
A esto que se produce mediante una energía continua, que el niño no
puede detener por sí solo, por sus movimientos mecánicos, por sus gritos,
por su llanto, se llama necesidad y sólo se sacia cuando aparece el objeto
que necesita, la acción específica. Cuando el niño llora por hambre sólo se
calma si se le da de comer. Cuando el niño llora por frío sólo deja de llo-
rar si se lo cubre con una manta.
Debemos diferenciar necesidad de deseo.
LA REALIZACIÓN DE DESEOS 357

El psicótico cuando muere en el manicomio alucinando que el dedo es


el biberón, muere, es decir, no calma su necesidad de comida.
Esta necesidad, dice Freud, en este aparato primitivo va generando
huellas de la excitación emanada de la necesidad de comer, de respirar, de
beber, del frío, del calor y aquellas cosas que hacen al sometimiento del
niño, aquellas cosas que si no hay un humano a su vez humanizado para
atenderle, el niño muere.
La madre fálica es aquella persona que cubre las necesidades del niño,
y es fálica porque en la necesidad del niño se va la vida del niño; es fálica
porque para el niño esa persona lo tiene todo, ya que cuando recibe la teta
recibe la vida, ella lo es todo para él porque cada vez que llora porque
necesita, ella calma esa necesidad.
Aquí viene el deseo. A la huella mnémica que registra la excitación
emanada de la necesidad se le une, se registra, la huella mnémica del obje-
to que sacia la necesidad. Cuando coinciden ambas, se produce la prime-
ra experiencia de placer, que hay que registrarla no como huella mnémi-
ca, sino como identidad de percepción.
El deseo es, cada vez que surja la necesidad —por eso los primeros deseos
son orales, ya que el niño muy pequeño se guía con la boca para reconocer
la realidad— surgirá junto con ella una fuerza que pretenderá recuperar la
imagen de la primera experiencia de placer. Esa fuerza que trata de recupe-
rar, que tiende a la repetición de aquel instante, es el deseo inconsciente. No
es fatuo pensar que hay una organización libidinal del deseo.
No es que se monta sobre la necesidad y aparece, en un camino pro-
gresivo, la energía de la necesidad iría del polo sensible al polo motor. En
cambio, en el momento que parte la energía de la necesidad, habrá una
fuerza de carácter regresivo que vaya a buscar aquella identidad de per-
cepción de la primera experiencia de placer.
Nunca lo conseguirá y la diferencia que existe entre la tendencia a con-
seguirlo, es lo que mantiene en vida el aparato.
Que el deseo sea un deseo para la muerte no tiene que ser tomado
literalmente, sino que tiene que ser tomado en el sentido que esta fuer-
za, en su proceso regresivo para encontrarse con la identidad de per-
cepción, si consiguiera completar el recorrido del deseo, moriría el
aparato.
Cuando Freud aconseja sobre la no conveniencia de llegar hasta la
identidad de percepción, tenemos que entender que nos dice que sería
inconveniente plasmar la normalidad en lo que recuerda, no en lo que ha
358 MIGUEL OSCAR MENASSA

sentido, en la huella del recuerdo. La identidad de percepción es la aluci-


nación, es el sueño, el síntoma transferido.
El cierre del circuito sería el nivel cero y ahí muere el aparato, porque no
hay nivel cero en el aparato. El principio de placer y el principio de realidad
no son dos principios que se oponen sino son dos principios que se articu-
lan y trabajan en favor del deseo inconsciente, porque el principio de reali-
dad es el que indica que ni siquiera el “como” es posible en esa situación.
El principio de realidad no es el que reprime, sino el que indica que hay
posibilidad de reprimir. Me recuerda los pactos simbólicos que hube de
hacer para que mi deseo no produjera alteraciones de mi proceso simbólico.
Había entrado en la Escuela de Psicoanálisis, venía a dar una clase, no podía
ponerme a bailar aunque a veces sería interesante dar una clase expresiva, con
movimientos, y que ustedes entiendan por ejemplo el proceso de la regre-
sión. Pero eso no es posible, el principio de realidad me dice que he pactado
simbólicamente, y bailar me conviene en un lugar donde toda la gente baile.
Ese es el principio de realidad que va indicando los caminos posibles, en
donde el sujeto puede “como” realizar en presente su deseo.
El deseo del sueño del niño muerto, en realidad, el verdadero deseo
según Freud cuenta al analizar un sueño suyo donde su hijo que estaba en
la milicia había sufrido un accidente y se interpreta que un padre a una
cierta edad puede tener envidia como mínimo de la juventud de su hijo,
nos lleva a reconstruir que el deseo promotor de aquel sueño no es que el
niño se mantenga vivo, sino que el verdadero deseo al soñarlo incendiado,
es un deseo hostil, envidioso, que todo padre tiene por su hijo.
Hablo de ese otro que los procesos inconscientes son para la concien-
cia, de este Otro que el Ello es para el Yo, y de ese Otro intrapsíquico, es
decir, de ese Otro del Inconsciente.
Que el sueño sea como una realización de deseos nos plantea una otra
alteridad, la del sujeto psíquico con un otro fuera de los límites de su apa-
rato psíquico, es decir, una doble alteridad con un Otro del inconsciente
y con un otro, el prójimo, el otro real, el otro de la realidad objetiva.
De todas estas especulaciones tan complejas se desprenderá en 1911
uno de los pensamientos más psicoanalíticos en la teoría freudiana, en
tanto no podemos dejar de tener una tendencia cuando leemos La
Interpretación de los Sueños, a pensar que lo más importante del aparato
psíquico es el deseo inconsciente, que el psicoanálisis es el inconsciente o
que las personas deberían estar sujetas al inconsciente como el deseo
inconsciente.
LA REALIZACIÓN DE DESEOS 359

El problema filosófico que se nos plantea con “el sueño es una realiza-
ción de deseos” y que nos llevó a las especulaciones anteriores, lo lleva a
Freud en 1911 a escribir sobre Los dos Principios del Suceder Psíquico y a
plantearnos el principio de realidad como uno de los conceptos más
importantes de la teoría psicoanalítica, en tanto es el sujeto psíquico el que
padece la doble alteridad: con su Otro inconsciente y con el otro real
social. Porque su realización de deseo debe discriminar la realidad objeti-
va de la realidad psíquica, la realidad de la alteridad de lo psíquico, si no,
no puede haber realización de deseos bajo forma alucinatoria, es decir,
cómo habría realización en la realidad objetiva sin ser una realización
efectiva, queda claro que sólo puede haber realización alucinatoria en la
realidad psíquica.
Esta lógica interna del aparato psíquico de 1900 se transforma en el
aparato psíquico de 1923. En 1900 es una relación, un flujo permanente
entre instancias, es decir, una barrera permeable entre preconsciente y
consciente que permite el flujo de representaciones y energía más o menos
libremente, y una barrera permeable selectivamente, en tanto la barrera de
la represión no es verdaderamente impermeable, sino que es permeable a
aquellas representaciones inconscientes que son capaces de abandonar su
energía, dejar su energía libre y transferir su energía a otras representacio-
nes aceptadas por la conciencia.
Por lo tanto, una barrera permeable entre la conciencia y el precons-
ciente y una barrera impermeable ahí donde la representación intente la
aproximación de lo reprimido a la conciencia. En 1923, además de este
flujo de instancias, acontece un flujo intrasistémico, es decir, el Yo es
consciente e inconsciente y el Superyó es consciente e inconsciente. Esta
articulación compleja que ya tiene su primera alteridad, su primer otro en
sí misma, se complejizará aún más al ponerse en contacto con la realidad
objetiva, comenzando a padecer una doble alteridad.

NOTAS

l. Marx, bastantes años antes que Freud, hablando de la necesidad


dice: no sólo de la necesidad material estoy hablando, la necesidad tam-
bién comporta las necesidades espirituales, provengan del cuerpo o de
la fantasía.
360 MIGUEL OSCAR MENASSA

Dentro de estas necesidades está una cierta cuota de amor, todo hom-
bre tiene que tener una cierta cuota de amor para ser libre; una cierta
cuota de odio, de deseo.
Frente al arte se plantea lo mismo.
Cuando habla de la necesidad espiritual dice que no puede ser evaluada
en la economía política que estoy generando y eso lo dice también del arte y
del amor. El amor y el arte se escapan a la vigencia del sistema capitalista de
producción, tienen otra vigencia histórica, dice, porque yo puedo embelle-
cerme como proletario de una estatua que se hizo en Grecia.
Cabalgando sobre el discurso llamado normal estará palpitante el
deseo. Cabalgando sobre las necesidades estará cabalgando el deseo.
Cabalgando sobre las tendencias científicas, sobre las tendencias sexuales,
estará el deseo.
En todas las producciones literarias, los más grandes novelistas de este
siglo, William Faulkner, por ejemplo, toda su obra tocada por el deseo
inconsciente, literariamente resuelto en Faulkner, con los paréntesis.
Si nos preguntamos qué es el deseo, primero tendríamos que ver si no
existe para este sujeto psíquico una estructuración más madura, más propia
de él como sujeto psíquico, de la cual podríamos desprender lo que supone-
mos una formulación intermedia de lo humano. La necesidad es un patrimo-
nio que no corresponde exactamente a lo humano, sino a lo orgánico. Una
de las más grandes evoluciones de la libido humana es la demanda amorosa.
La demanda amorosa tiene como característica dirigirse no como la
necesidad a algo de la realidad objetiva que la sacie, sino que es más ambi-
ciosa, se dirige a otro sujeto y le requiere que lo ame.
Para que haya demanda amorosa, la libido narcisista se tiene que haber
transformado en libido objetal. Luego de esta transformación le pido al
otro que amo, le exijo que sea tan humano como yo, que transforme su
libido narcisista en libido objetal y que a su vez me ame.
Entre lo animal que necesito y lo absolutamente humano que amo, está el
deseo. Si la necesidad sólo se podía dar en el campo de lo real, el amor en tanto
reclama la existencia de un otro prójimo, se podrá dar solamente en el campo
de la experiencia simbólica y al deseo, entonces, le atribuimos el campo de lo
imaginario y no quiere personas o cosas, sino que ama fantasmas.
En el artículo de Freud, Amor de Transferencia, deberíamos leer Deseo
de Transferencia, porque del amor de transferencia nunca se ha hablado.
Se han hecho muchas interpretaciones acerca de: “Usted me ha transfor-
mado en las pestañas de su madre” pero no se ha escuchado ninguna inter-
LA REALIZACIÓN DE DESEOS 361

pretación donde usted también me ha pedido a mí que abandone mi libi-


do narcisista que me une a la comunidad psicoanalítica y lo ame.
Lo que se transfiere no es el amor por la madre; se transfiere el deseo
inconsciente utilizando la figura del psicoanalista como resto diurno y
desplazando, transfiriendo sobre esa figura aquellas escenas primitivas,
que nada tienen que ver, porque tienen que ver cuando el sujeto ligado
narcisísticamente al cuerpo de su madre no había transformado su libido
narcisista en libido objetal, para poder entrar en la comunidad, amar y ser
amado.
¿No tienen deseos de aprender, por lo menos? ¿Deseos epistemofíli-
cos. Una tendencia al conocimiento?
Si el mecanismo de sublimación, bien estudiado, es energía libidinal,
cuyo destino era un objeto real fuera del sujeto, para ser modernos perso-
na o cosa. Si esto pudiera ser así, cosa que está en conversación, el meca-
nismo humano por excelencia sería ése, porque pensar humano sin civili-
zación no se puede pensar.
Por lo tanto si hay algo humano no es el deseo sino la sublimación del
deseo.
La enfermedad no es la pérdida del deseo. Cuando se va enferman-
do sigue deseando y cada vez peor, lo que se deteriora es la capacidad
de trabajo, se deteriora el mecanismo de la sublimación, se deteriora la
capacidad de relacionarse porque no puedo dedicar ninguna energía
amorosa a nadie. La energía amorosa es dar lo que no se tiene a quien
realmente no es. Dar lo que no tengo es dar esta energía que estaba liga-
da a un objeto amoroso. Tengo que retirar la carga de ese objeto amo-
roso, dar lo que no tengo, a quien no es. Porque no es para ese objeto
amoroso que voy a producir esa civilización, sino para un otro que ni
siquiera conozco.
Un animal no regresa, pero no es el mecanismo de la regresión el que
hace hombre, humano, es la represión. Sin concepto de represión no
podemos pensar la teoría psicoanalítica, sin la aceptación de la amenaza de
castración no podemos pensar la teoría psicoanalítica.
La represión es concepto fundamental porque es lo que permite hablar
de discurso consciente y discurso inconsciente, no se podría hablar de
cadena significante. Porque hablar de cadenas significantes en el sistema
consciente es incorrecto, porque es territorio del preconsciente, ahí fun-
cionan las teorías del lenguaje, significante y significado, significante y
representación iconográficamente representada del significante.
362 MIGUEL OSCAR MENASSA

Cuando digo la palabra árbol caigo en un pozo que me arrastra a la


imagen de árbol. El psicoanálisis viene a decir que en el Inconsciente las
cosas no ocurren así.
El concepto de represión es llevado de manera muy inteligente por
Lacan al lenguaje preconsciente. Porque cuando se pregunta ¿cuál es la
represión?, ¿cuál es la amenaza de castración?, dice, el engrosamiento de
la barra existente entre significante y significado es impermeable. En el
sistema preconsciente esta barra es permeable, digo la palabra mujer y se
me aparece la representación iconográfica de una mujer. En el sistema
Inconsciente esta permeabilidad se borra, no hay permeabilidad.
El concepto de represión es lo que permite la teoría del significante de
Lacan, la teoría del deseo y lo que determina que el método sea de
Interpretación. Que el Objeto esté reprimido hace al método de interpre-
tación. No lo puedo develar, ni encontrar, ni buscar, sólo lo puedo cons-
truir. No está, produce efectos en la conciencia, pero en los efectos no está
la causa que los determina.
La poesía también es una cadena de significantes, no es lo que las pala-
bras nos dicen sino lo que las palabras se dicen entre ellas.
No es tan importante que a mí me digan penumbra marina emborra-
chada de dolor, sino que “emborrachada” esté referido a la palabra
“penumbra marina”.
No que a mí me hablen de que hay una penumbra en el mar, eso no me
interesa. Me interesa qué le dice la palabra dolor a la palabra marina o a la
conjunción de la palabra marina.
Así como la imagen mnémica nunca coincide con la imagen de percep-
ción, lo recordado, es decir lo contado, nunca coincide con lo vivido.
Entre lo vivido y su memoria hay un pasaje exactamente igual que el pasa-
je del sistema de la percepción al de la memoria, por lo tanto lo vivido se
perdió en el pasaje. Ahora recuerdo lo que recuerdo. Decir que el Edipo
es la máquina hominizante es hablar, como decía Freud, que el deseo es lo
humano por excelencia.
La diferencia con el reino animal, este particular deseo freudiano
donde el deseo es un deseo de muerte, pero lo que mata son sólo palabras.
Si hay algo que mata que no es la palabra estamos en presencia de un
sádico, un masoquista, un exhibicionista...
Cuando temo a las alucinaciones es porque creo que ése es el incons-
ciente del paciente. De ninguna manera. Las alucinaciones deben ser tra-
tadas como el sueño manifiesto.
LA REALIZACIÓN DE DESEOS 363

El principio de realidad aparece articulado con la instancia inconsciente


en tanto no es algo que provenga de la realidad, sino que es el que pone el
aparato psíquico al servicio de su funcionamiento en tanto el principio de
realidad no prohíbe, ésa es la represión, el principio de realidad discierne.
Acerca de la función del principio de realidad tenemos un buen antici-
po en el Proyecto de una Psicología, despreciado por Freud, del que no
guardó copia, tal vez por descartar la localidad psíquica tardó unos dieci-
séis años en escribir Los Dos Principios del Suceder Psíquico. Y algunos
más en recuperar nociones que habían surgido en aquel escrito de 1895.
Al sujeto social lo produce la segunda tópica. Para que sea un sujeto
social tiene que haber constituido sujeto psíquico.
El marxismo estudia un sujeto político-económico. Estudia la inscrip-
ción particular en determinada estructura económica, el capitalismo, de
ese sujeto social; sujeto de clases que nada tiene que ver con el sujeto
social. Sujeto a las relaciones de producción. Pero antes de poder ser parte
de las relaciones de producción tiene que haber fundado su aparato psí-
quico, su ser social, y el ser social se lo dan las relaciones intersubjetivas,
es decir, la constitución del Superyó.
El concepto de alienación en Marx no es ponerse fuera de sí, ése es
Hegel. Según Marx desalienar es quitarle al proletariado lo que le fue
impuesto como alienación, algo de la burguesía que trabaja en él, con su
propia energía, para ella, y ahí el concepto de alienación se puede parecer
al de alienación psicoanalítica, de donde se desprende que la psicosis no es
ponerse fuera de sí, sino que al aparato psíquico del loco lo invade la rea-
lidad y lo desestructura.
LA INTERRUPCION DEL REPOSO POR EL SUEÑO
LA FUNCION DEL SUEÑO EL SUEÑO
DE ANGUSTIA

Considerando que este capítulo está puesto detrás del capítulo de


Realización de deseos, capítulo florido y creativo, en el sentido que trata-
ba de demostrar que cualquier efecto de conciencia, sueños, actos fallidos,
síntomas, dependían para su formación de un deseo inconsciente y si bien
podríamos encontrar en el recorrido del procesamiento de un síntoma o
del sueño muchos factores, como restos diurnos, factor desencadenante,
reposo ligero o ruidos durante el reposo, Freud vuelve a confirmar en este
capítulo la primera tesis, el sueño es una realización de deseos. Pero no
solamente que el sueño es una realización de deseos sino que el deseo
inconsciente sobredetermina el efecto de conciencia.
Es decir, el contenido manifiesto del sueño está sobredeterminado por
el deseo inconsciente. Además de esto, Freud se explaya largamente en el
capítulo anterior mostrando cómo este deseo inconsciente es infinito, es
decir, inmortal, en el sentido de que una vez instalado en el sujeto psíqui-
co, muere con el sujeto.
De esta tontería podemos demostrar que el deseo sólo culmina con la
muerte. Es decir, el deseo inconsciente sólo se realiza con la muerte del
sujeto. El deseo inconsciente es irrealizable.
Freud, en el capítulo anterior, hace una especulación acerca del origen
del deseo donde da a entender el porqué de la imposibilidad de la realiza-
ción del deseo.
En esta construcción mítica que hace, el deseo se constituye sobre el
366 MIGUEL OSCAR MENASSA

nivel de lo necesario. En el sentido de que hay una energía de la necesidad


y hay un objeto que calma dicha necesidad. Por otro lado, la necesidad del
deseo psíquico se va a caracterizar en que puede ser saciada, a diferencia
del deseo, que se considera insaciable.
En esa reconstrucción mítica del deseo, Freud nos dice, la energía de la
necesidad se graba en nuestro sistema mnémico. Se graba en nuestra
memoria.
Energía que se detiene cuando encuentra el objeto buscado. Es decir
que la necesidad tiene objeto material capaz de saciacia.
En ese origen mítico del deseo Freud nos dice: cuando la huella mné-
mica de la necesidad y de la energía emanada de la necesidad y la huella
mnémica del objeto que sacia la necesidad se encuentran, se produce la
primera experiencia de placer. A partir de la primera experiencia de placer
cada vez que el sujeto exprese una necesidad, sobre ella cabalgará una
energía que intentará recuperar la primera experiencia de placer. Ese es el
deseo inconsciente y además la primera experiencia de placer es irrecupe-
rable. Por lo tanto, el deseo no tiene objeto quiere decir que, aunque se le
aparezca un objeto real como posible motivo de su saciedad, al conseguir-
lo también se da cuenta que—no era eso lo que buscaba, porque lo que
buscaba era repetir la primera experiencia de placer.
La primera experiencia de placer es sísmica. Porque es la primera expe-
riencia de placer, por eso no se puede repetir; la primera experiencia de
placer inaugura el deseo en el hombre, según esta teoría freudiana, según
esta especulación freudiana. Entonces es el momento de la mutación, es el
momento en que el animal comienza su camino de hominización. Es
decir, es el primer momento en que el animal condiciona su primer salto
cualitativo, si ustedes quieren, para transformarse en un hombre.
Esa primera experiencia de placer origina esa tendencia que luego
busca.
Habíamos agregado, basándonos en el capítulo de regresión, que era
muy probable que la primera experiencia de placer también fuera irrecu-
perable por ser ella misma una imagen de percepción. Habíamos visto que
la memoria, es decir, el sistema de memoria, no podía ser el sistema de la
percepción, porque si el sistema de percepción era el mismo sistema que
memorizaba, terminaba agotándose. Es decir, terminaba llenándose de
impresiones y por lo tanto perdía su capacidad de percibir, entonces supo-
níamos que había un sistema que recibía la información y había un siste-
ma que memorizaba.
LA INTERRUPCIÓN DEL REPOSO POR EL SUEÑO. EL SUEÑO DE ANGUSTIA 367

La cosa la perdíamos para siempre en el pasaje de haberla percibido al


hacerla deslizarse hasta el sistema de la memoria. Por lo tanto lo que se
memorizaba, lo que quedaba grabado como huella mnémica, ya no era la
imagen de percepción, sino su transformación en el pasaje del sistema de
la percepción al sistema de la memoria.
Entonces, en el complejo mítico del origen del deseo, era muy proba-
ble que la primera experiencia de placer fuera en un nivel de expresión
como la imagen sensible, que fuera la percepción, aunque luego se junta-
ran las huellas dentro del sistema mnémico del sujeto, era una imagen per-
ceptiva. Habíamos dicho que no se podía recuperar esa imagen percepti-
va porque cuando el sujeto intentaba con su deseo recuperar la huella
mnémica, lo único que conseguía era recuperar lo que había grabado de la
experiencia. Por lo tanto, era imposible, era irrealizable el deseo, porque
al deseo no le interesaba la memoria, al deseo le interesaba la experiencia,
la recuperación de la experiencia que se ha hecho irrecuperable porque ha
sido transformada en el pasaje desde la percepción a su conservación
como memoria. Su legislación como memoria.
Mi repaso es para mostrar que, en el capítulo anterior, Freud nos habla
de un deseo invencible y dice las palabras: “Estos deseos de nuestro
inconsciente, siempre en actividad y, por decirlo así, inmortales, deseos
que nos recuerdan a aquellos titanes de la leyenda sobre los cuales pesan
desde tiempo inmemorial inmensas montañas que fueron arrojadas sobre
ellos por los dioses vencedores y que aún tiemblan de tiempo en tiempo,
sacudidas por las convulsiones de sus miembros”. Entonces son los terre-
motos en las leyendas. Esos son los dioses enterrados. Como esos dioses
enterrados diciendo que están vivos, así es el deseo.
Es decir, por más reprimido que se encuentre, tarde o temprano se
expresa, y si no lo dejan expresarse por sus conductos habituales de expre-
sión, se expresa como acto fallido, como síntoma, como sueño, como alu-
cinación. Lo que no queda claro es dónde vamos a ir a parar con este
deseo. Con este deseo que desea sobre todas las cosas, no queda claro en
el capítulo anterior, no queda claro cómo el sujeto se las arregla con su
deseo si ese deseo, lo único que quiere, es expresarse y no tiene objeto. Sin
embargo yo voy por la vida creyendo que yo amo a fulano de tal y a men-
gano de cual. ¿Cómo es eso que el deseo no tiene objeto?, ¿cómo es eso?
Freud lo explica en este capítulo. No es que el deseo ahora tenga objeto
sino que el deseo inconsciente tiene que vérselas para expresarse con el
deseo preconsciente. Es decir, tenemos que preguntarnos por qué a él se
368 MIGUEL OSCAR MENASSA

le ocurrió poner este capítulo aquí para sistematizar un aparato psíquico:


el deseo inconsciente es eso que desea en el capítulo cuarto, pero eso no
es el sujeto psíquico. El sujeto psíquico además de deseo inconsciente
tiene deseo preconsciente, tiene organización yoica, tiene contacto con la
realidad exterior.
Es decir, la conciencia, que era el órgano perceptual, se transforma, en
este capítulo que aconsejo que lean aunque parece complicado, corto e
inentendible, para encontrar esto: la conciencia en este capítulo se trans-
forma en un órgano perceptual doble. Es decir, percibe el exterior y per-
cibe el interior del aparato psíquico. Por lo tanto cualquier cosa que llame
la atención va a ser capturada por este órgano sensible de percepción que
es nuestra conciencia; no habría sueño si no hubiera una cierta intensidad
que despertara a esa conciencia dormida durante el sueño. Por eso un
deseo preconsciente del día no puede producir un sueño, porque el sueño
es precisamente la abolición de la conciencia nocturna para que ese deseo
preconsciente diurno no tenga sus efectos de despertar al sujeto.
Por lo tanto, ese deseo diurno, ese dato insignificante del día aparece
en el sueño pero no produciéndolo, sino siendo elevada su energía de apa-
rición por un deseo inconsciente. Deseo inconsciente que a pesar de esa
fuerza descrita en el capítulo anterior tiene que someterse a la censura
propuesta por el preconsciente. Es decir, cuando sueña también se some-
te a la censura y además tiene que respetar el deseo preconsciente de repo-
sar. Fíjense qué interesante cómo no es puro deseo el hombre, porque una
cosa es no reconocer que el hombre tenga deseos inconscientes o que el
sujeto psíquico tenga deseos y otra cosa es pensar que sólo hay deseo
inconsciente y entonces nos lanzamos todos a la realización de nuestros
deseos inconscientes. Los deseos inconscientes normalmente son infanti-
les, son con la mamá, con el papá, con la cuidadora, o con la maestra del
jardín de infantes.
Pero esto no ocurre en el hombre, el hombre está capacitado para que
ese deseo inconsciente encuentre modos de expresión diferentes a lo ambi-
cionado. Quiere decir que el modo cómo me expreso, cómo deseo, está
tachado no sólo por la moral, por la conciencia, sino por el deseo precons-
ciente. En el caso del sueño mantener el reposo, si el sueño no mantiene el
reposo, el sujeto se despierta y se acabó el sueño. Es decir que para poder
seguir soñando tengo que cumplir con el deseo preconsciente de dormir. Si
quiero seguir soñando tengo que soñar de tal manera que no perturbe el
deseo de dormir porque si perturba el deseo de dormir dejo de soñar.
LA INTERRUPCIÓN DEL REPOSO POR EL SUEÑO. EL SUEÑO DE ANGUSTIA 369

Para someterme al deseo preconsciente de dormir tengo que saber que, si


bien la censura está rebajada, no está anulada. Por lo tanto tengo que cum-
plir con los requisitos de la deformación onírica, como estudiamos, es decir,
desplazamiento, condensación, puesta en escena y elaboración secundaria.
Si la función del sueño es preservar el reposo, se tiene que investigar,
dice Freud, cuándo es que no cumple con ese requisito.
Todo el mecanismo del soñar estaría fundamentado en este deseo pre-
consciente de dormir, en el sentido de que sueña para que el sujeto no se des-
pierte, para que pueda mantener su reposo, pero hay un sueño, un particu-
lar sueño, que no respeta el deseo preconsciente, es el sueño de angustia.
Excede el marco del equilibrio, rompe con el pacto. Hay sueños que
rompen con el pacto. Freud llega a decir de manera rabiosa, en aquel
momento de su escritura, que un sueño de angustia tiene más que ver con la
angustia que con el sueño. Él está investigando los sueños, aparecen los sue-
ños de angustia que le transforman la teoría, porque le cortan el reposo.
Entonces él llega a decir, como tratando de apartarlo de su camino, pero los
incluye, en ese tratar de apartarlos es como los incluye, diciendo que el sueño
de angustia tiene más que ver con la angustia que con el sueño y entonces
hace un paréntesis y dice: la angustia es una situación donde se rompe un
equilibrio. En tanto podemos atribuir la primera angustia a intensos deseos
sexuales con quien no corresponde, que además no comprendo, exceden mi
capacidad de dominarlos y además son rechazados por ser prohibidos. Es
decir, que tienen que cumplirse dos condiciones. El deseo me supera porque
es un deseo que no comprendo pero además rechazo, precisamente porque
me sobrepasa. Esa situación donde deseo lo inconveniente y además lo
rechazo, es la situación, dice Freud, en que se produce angustia.
Que el sueño de angustia tenga más que ver con la angustia que con el
sueño quiere decir que en el sueño está por ocurrir ese desfasaje, esa rup-
tura de equilibrio en donde el sujeto se ve al borde de la realización de
aquel deseo donde había una energía sexual que no sabía a quién estaba
dirigida, que además de saberlo estaba mal dirigida porque era a quien no
debía y que por lo tanto rechazaba.
Entonces la angustia no tiene explicación en este sentido, dice Freud y
recuerda un sueño de sus 7 u 8 años del que despertó angustiado. En el
sueño veía a su madre que era llevada a su cuarto por dos o tres personas
con pico de pájaro que luego la tendían en el lecho. Su rostro tenía una
serena expresión como si se hallase dormida.
Ahí despierta gritando y llorando.
370 MIGUEL OSCAR MENASSA

En la asociación (27 años después) enlaza a la palabra pájaro con la


expresión vulgar de coito, palabras muy parecidas en alemán.
Pero entonces, dice Freud: No fue que la angustia se descargó por
darme cuenta que en el sueño mi madre estaba muerta. Sino que soñé que
mi madre estaba muerta para despertarme porque ya había sentido angus-
tia. Es decir, ya había sentido la alarma sexual. Ya había sentido que había
fracasado el procesamiento del sueño, en tanto se me hacía evidente el
aumento de energía sexual incomprensible, indominable y rechazada.
Dice Freud: Por último, puede referirse esta angustia a un placer sexual
oscuramente adivinado que encontró una excelente expresión en el conte-
nido visual del sueño. Y el soñar que estaba muerta corresponde a una ela-
boración secundaria del sueño.
Entonces sueño algo terrible pero para inhibir la angustia, eso dice Freud
en este capítulo que a mí me resulta muy interesante. Es decir que es muy pro-
bable que la mayoría de los síntomas que tengan que ver, en la expresión ver-
bal, con interrupción de dicha expresión, con el silencio en las sesiones de psi-
coanálisis y todas esas cosas, tengan que ver con una interrupción del discur-
so porque ya se experimentó la sensación de angustia frente a alguno de los
temas tratados o frente a alguna experiencia de la vida. Entonces todo trastor-
no del lenguaje debe ser mirado primero como una inhibición por la angustia.
No son los síntomas los que producen angustia sino que es la angustia lo
que produce los síntomas como última manera de escaparse de la situación
de angustia. Y como nosotros sabemos, en esta época Freud pensaba que el
síntoma era el deseo y su rechazo, era el deseo y la resistencia, que ése era el
síntoma, que no había síntoma cuando había solamente deseo. Que había
síntoma cuando se expresaba una transacción entre el deseo y la resistencia
al deseo.
Es decir, una gran cantidad de energía sexual rechazada, angustia, es
reemplazada en este momento de la obra por el síntoma, que tiene las mis-
mas características, porque el síntoma expresa la resistencia al deseo pero
también deseo. Es decir que cuando te voy a matar y se me paraliza el
brazo en esa posición estoy cumpliendo el deseo de matarte y el rechazo.
Entonces, lo que consigo en realidad es una parálisis braquial, una paráli-
sis del brazo, pero en el desarrollo del síntoma seguramente se verían las
ganas de matar y el rechazo, el asco a esa compulsión tan horrible y tan
común en todos los hombres.
Entonces, capítulo donde tenemos que ir a buscar una organización
psíquica más compleja y bastante más articulada que decir hay deseo, el
LA INTERRUPCIÓN DEL REPOSO POR EL SUEÑO. EL SUEÑO DE ANGUSTIA 371

deseo transcurre, el deseo es dehiscente pues tiene que vérselas con una
instancia que es el preconsciente que tiene deseos propios, que tiene una
organización propia del lenguaje diferente a la del inconsciente y que todo
producto que aparece en la conciencia, si bien sobredeterminado por el
deseo inconsciente, es a lo sumo una transacción entre el deseo incons-
ciente y la represión, entre el deseo inconsciente y la censura, entre el
deseo inconsciente y los deseos preconscientes.

NOTAS

l. Sujeto psíquico, ¿quiere decir que tiene que ver con el preconscien-
te, con la conciencia, con la realidad?
En estos momentos sí, porque después vamos a articular que es el yo
el que tiene que vérselas con el inconsciente pero aquí no, aquí hemos des-
cubierto el inconsciente, hemos descubierto esa fuerza, “es más fuerte que
yo” decían los pacientes. Ahora, cuando salgamos de La Interpretación de
los Sueños y entremos en los casos de histeria de Freud, que son la prehis-
toria de La Interpretación de los Sueños, los pacientes le dicen: una fuer-
za irresistible, algunos dicen: es más fuerte que yo.
Esa fuerza irresistible que es más fuerte que yo, no es tanto más fuer-
te que yo, sino que mantiene un equilibrio sistémico. Tanto que si hay por
medio alguna interpretación concebible del deseo inconsciente, hay una
transformación de la personalidad consciente del sujeto. Pero también es
cierto que poniendo medidas restrictivas a mi devenir consciente, consigo
transformaciones imaginarias, es decir, transformaciones inconscientes.
Quiere decir que es sistémico, que cuando hay modificación de uno de
los elementos del sistema se modifican todos los elementos del sistema.
Después alguien puede agregar que para modificar una conducta cons-
ciente es necesario que yo haga cierto tipo de elaboración, bueno, es ver-
dad. Pero si hay una modificación en mi deambular consciente hay una
modificación de mi imaginario.
Si yo estoy acostumbrado a recibir a mi amada de las nueve de la maña-
na con una bofetada y un día le doy un beso, más allá que mi deseo
inconsciente sea el mismo, porque habíamos dicho que no tiene objeto el
372 MIGUEL OSCAR MENASSA

deseo inconsciente, en la repetición de ese gesto, alterando la realidad,


estoy alterando el proceso imaginario. Primero de todo porque el interlo-
cutor me va a responder de otra manera, es decir, el interlocutor va a tocar
mi imaginario de otra manera. No con los llantos y los gritos que pegaba
cuando le pegaba una bofetada.
¿Se entiende? Si yo le pego y ella me dice: ¡ay!, me hace una interpreta-
ción, pero si yo le doy un beso y ella me dice: ¡qué lindo! y sonríe, me hace
otro tipo de interpretación. Además es fundamental para la técnica psicoa-
nalítica que el paciente reacciona de otra manera cuando se le dice una cosa
diferente a la que le dijo su mamá; si no, no reacciona de otra manera.

2. ¿Freud todavía no formula claramente lo que era complejo de cas-


tración?
Freud dice algo parecido al complejo de castración. Dice que la angus-
tia es energía sexual que sobrepasa al sujeto y que el sujeto algo sabe de su
prohibición, es decir, sabe que es a una objeto indebido, que no sólo
aumenta el impulso sexual y que está bien, sino que aumenta el impulso
sexual y está mal. Entonces el acontecimiento del rechazo, dice Freud,
sobre un aumento del montante de energía sexual produce la angustia. De
ahí desprender que lo que prohíbe es la amenaza de castración, es un paso,
quince años, pero es un paso.
En La Represión si está, en el año quince, no es que ahí se enuncie la ame-
naza de castración, pero ahí, desde la amenaza de castración, podemos leer
que estaba enunciada. Es decir, con los historiales de la histeria nos vamos a
encontrar en muchas oportunidades, ustedes van a decir, ¡eh, pero doctor,
aquí dice lo mismo que decía en La Interpretación de los Sueños! No, no es
lo mismo. Él habla de que es probable que todos los síntomas provengan del
mismo lugar. Pero no habla de la sobredeterminación.
Pero desde la teoría de la sobredeterminación de La Interpretación de
los Sueños nosotros podemos leer ese momento de trabajo teórico de
Freud como la prehistoria del concepto en 1900, en tanto, él ya aquí pien-
sa que hay algo, un lugar común de donde provienen los deseos. De
donde provienen los síntomas.

3. Se ha dicho que el deseo no tiene objeto, que la necesidad tiene un


objeto material para saciarse, que el deseo es insaciable. Pero el deseo ¿no
nace montado en la necesidad?, ¿cada vez que surja la necesidad es como
la recuperación de la primera experiencia de placer?
LA INTERRUPCIÓN DEL REPOSO POR EL SUEÑO. EL SUEÑO DE ANGUSTIA 373

No, cada vez que surja la necesidad surge de aquel momento mítico
una fuerza impulsora que quiere recuperar la primera experiencia de pla-
cer, eso es el deseo; después, como nosotros sabemos, el deseo se indepen-
diza de la necesidad.
Es decir que el sujeto adulto, el sujeto psíquico, desea en cualquier
momento, no solamente cuando come. Pero en aquel origen mítico sí,
aprovecha para desear la expresión de sus necesidades, por eso que tiene
primero una sexualidad oral, después una sexualidad anal, según por
donde va necesitando expresar. Está claro que el primer contacto que el
niño hace con la realidad, su aprehensión, es por la boca, por lo tanto se
le llame como se le llame será sexualidad y será oral, nada más que porque
el instrumento con que aprehende la sexualidad es oral, sin meterse en
otro tipo de especulaciones.
La necesidad es animal, es decir, no les estoy diciendo que son unos ani-
males, les estoy diciendo que la necesidad es del orden animal, que tienen
necesidades estructuradas de la misma manera que las tiene el hombre. Es
decir que ahí el hombre no es estrictamente un hombre, es un animal.
El deseo que es lo que estamos viendo es un límite, un límite históri-
co, un factor mutante entre lo animal y lo humano. Ese límite entre lo
humano y lo animal, según como le toque, según como le acompañe, se
transformará en que ese hombre tiene, desde la agresividad primaria que
expresa en la erección de un pene, hasta la posibilidad de matar a una per-
sona a cuchilladas, todo es agresividad primitiva y sadismo sádico-anal.
La mujer está claro que tiene que tener en el momento de las relacio-
nes sexuales reproductivas una actitud de recibir dentro de ella no sólo el
pene sino también el semen, esa actitud es la misma, expresa el mismo
deseo, tener esa pasividad de un instante. Porque si todo el resto no es
actividad no se puede producir la relación sexual, ese instante de pasivi-
dad puede transformarse en un masoquismo extremo, pero es la misma
fuerza. Por eso que el deseo es un límite entre lo animal y lo humano.
Esto que digo es muy importante para el psicoanalista porque si es un
límite, es una precisión la que interpreta el deseo. Cualquier cosa que no
sea la precisión de interpretar ese límite hace caer al sujeto en lo moral
humano o en lo animal pero se pierde otra vez el deseo inconsciente, que
tiene la precisión de ser un borde, un límite, que no tiene por qué caer en
otro lugar. Que caiga en un lugar y en otro lugar es por la enfermedad del
paciente y por la inexperiencia del psicoanalista y luego el hecho esencial-
mente humano para el psicoanálisis parece ser, como venimos viendo, el
374 MIGUEL OSCAR MENASSA

amor en su concepción psicoanalítica, en tanto hay un amor que es narci-


sista y que es siempre con la madre. Así sea con una mujer, con dos muje-
res, con tres hombres, con diez militares, con tres médicos, es un amor
con la madre.
Y hay otro amor que tiene que ver con la sublimación que parece que
tiene la característica de ser un amor humano. En el sentido de retiro la libi-
do que ya ha progresado en mí, que ya se ha hecho objetal, la libido con la
cual amo a los objetos amorosos y en lugar de bañar mi yo con esa libido,
produzco con esa libido productos para quienes no conozco y no son.
Es decir, la característica del amor humano tendría que ver con la com-
prensión del límite que pone la muerte a la vida material finita del hom-
bre y la libido que desarrolla la inmortalidad de la especie humana.
Es decir, un hombre que no acepta que va a morir no es muy humano,
según esta teoría. Un ser humano es aquel que aunque vaya a morir igual
hace algo que pueda servirles a otras personas.

4. Yo creo que la muerte es más bien algo que el ser concibe para los
demás, no para sí mismo.
Ese es el error, eso sólo se puede concebir en la sociedad burguesa. Es
interesante que ese pensamiento sobre la muerte sólo se puede tener en las
sociedades burguesas en donde yo me quedo con toda la vida, por eso la
muerte es de los otros. En otro tipo de sociedades y culturas y de formas
de producción no se podría pensar así. Hay un egoísmo animal y quiero
mostrar, hay un egoísmo humano, que no tiene nada que ver con estas
cosas. También puedo tener un egoísmo humano, un egoísmo terráqueo.
No creer en la existencia de los extraterrestres es un egoísmo terráqueo,
pero ya poco tiene que ver con mi madre, ya tiene que ver con un narci-
sismo de ser un habitante de la tiene, de tener como materia prima de con-
cepción de la vida, la tierra. Ser un terráqueo.
Amar a los terráqueos, sentir que somos hermosos, que somos inteli-
gentes, que somos una raza inteligente, que somos sujetos capaces de pro-
cesar nuestra propia historia, entonces no puedo creer en los extraterres-
tres que andan haciendo tonterías, que teniendo tantos instrumentos y
tanta capacidad técnica cometan tantos errores en la aproximación a los
terráqueos, eso porque tienen muchos problemas sexuales. Claro, porque
si no la aproximación sería sin daño y estamos comprobando que la apro-
ximación es con daño, tienen una fuerza que no pueden controlar del todo
y no hay fuerza que se pueda controlar del todo si no es sexual.
LA INTERRUPCIÓN DEL REPOSO POR EL SUEÑO. EL SUEÑO DE ANGUSTIA 375

Las fuerzas del universo se pueden controlar, menos la fuerza sexual,


que es incontrolable, y cuando es incontrolable produce angustia, trasto-
ca la realidad, produce equívocos, tropiezos.
No reconozco, vivo mi vida sin vivirla, porque para poder saberlo
tengo que entrar en el campo del deseo.
Por lo tanto, la muerte, el límite, sólo adviene con el acontecimiento
del tercero. El tercero no sólo trae la exclusión, como al neurótico le gusta
andar proclamando por ahí cada vez que aparece ella o él. No, el tercero
también trae el goce, porque cuando éramos solamente dos, no éramos
dos, era otra cosa.
El hombre sólo vive pensando que alguna vez tendrá goce. No hay
ningún otro motivo para vivir, porque está todo plagado de guerras, de
mezquindad, de desastres, de lujurias y sin embargo el hombre sigue
viviendo y no sólo sigue viviendo sino que está programando una vida
para dentro de casi quince mil años.
Porque si el sol se extingue dentro de ocho mil años, el hombre está
preparando naves espaciales para ver si puede salir de la galaxia y volver
antes que expire el plazo, la sonda que tiramos hace diez años vuelve den-
tro de tres mil quinientos sesenta años a informarnos sobre la posibilidad
de huir de este sistema donde el sol está a punto de extinguirse. Quiere
decir que, a pesar de la inmundicia en la cual vive y quiere seguir vivien-
do, está programando esta misma vida inmunda para dentro de quince mil
años. ¿Por qué? Porque tiene la esperanza de gozar. Así que sin Edipo, sin
represión, sin instalación del proceso inconsciente no sólo no hay ser
humano sino que no hay motivo para vivir porque el único motivo
importante para vivir es poder experimentar algún goce.
Hasta me hago cristiano para gozar, voy a misa todos los días para
gozar, genero el infierno para condenarme definitivamente para gozar.
Genero una moral para contravenirla y gozar en eso. Genero leyes para
transgredirlas. Transgredo para que me sea aplicada la ley y el castigo que
me hace gozar de manera masoquista, porque en mi infancia tuve que
someterme para poder seguir viviendo. Porque yo era indefenso y precoz,
me tuve que someter porque si no moría.
Entonces, de vez en cuando gozo con aquella recuperación, cuando me
sometí para ganar mi vida.
Yo puedo hablar de mi proceso, me comencé a psicoanalizar en el año
1958 y todavía como ustedes se darán cuenta me sigo psicoanalizando.
Veintiocho años. Yo tengo angustia frente a los terremotos, a los maremo-
376 MIGUEL OSCAR MENASSA

tos, eso me da angustia. Al principio sufría, al principio sentía angustia


hasta cuando mi analista llegaba tarde; él me decía: pero es usted el que
siente angustia; y yo: pero es usted el que llegó tarde, el que provocó mi
angustia; y él me decía: No, es usted el que siente angustia, otra persona
se hubiera ido a tomar café. Entonces cada vez que sentía angustia me iba
a tomar un café. Después de veintiocho años ya tengo mil formas de ela-
borar la angustia sin síntomas. Hay que seguir pacientemente, quizás
veintiocho años era para mí, que tenía que ser un gran escritor, si uno
quiere ser otra cosa igual son menos.

5. La sexualidad es la sexualidad, la vida es otra cosa, vida sin sexuali-


dad no hay o hay más o menos, pero una vez que uno tiene sexualidad, la
vida tiene muy poco que ver con la sexualidad. La vida toda tiene que ver
con la sexualidad, cuando no la tengo, la tengo reprimida o enferma.
Cuando la tengo, la sexualidad es una cosa común, como comer, cagar,
follar, escribir, eso es la sexualidad, ir al cine, todos los verbos, besar, amar,
tocar, leer, tirar, romper, estrujar. Esa es la sexualidad, cuando la tengo es
parte del lenguaje, son las palabras la sexualidad. El manejo de los verbos,
cuantas más declinaciones sé, cuantos más tiempos de verbos sé, más se
enriquece mi sexualidad. El resto pamplinas. ¿Pero qué pasa cuando la
tengo? Eso es el lenguaje que ya tengo, que ya me es dado por ser huma-
no, ya me es dado por haber atravesado el Edipo, ya me pertenece como
ser humano, ya no es una preocupación y, además, no es la vida.
Cuando se elabora la madre, después hay que elaborar el mundo.
Cuando se supera a la madre, después hay que superar las trabas del esta-
do. Las trabas de los profesores, de las instituciones, las trabas de los
libros, las trabas de la cultura, las trabas de los estados que, como ustedes
saben, son las trabas que impiden que cualquier hombre o mujer sean
grandes, es decir, una gran mujer, un gran hombre, se forja contra las tra-
bas del estado, las normas de la familia, las normas sociales, las normas
institucionales.
EL PROCESO PRIMARIO Y EL SECUNDARIO
LA REPRESION

Freud comienza este apartado diciendo que se encuentra con la dificul-


tad de transmitir la simultaneidad de estos procesos tan complicados y
piensa que si hubiera continuado el hilo iniciado con la exposición de los
trabajos sobre la neurosis, le hubiera sido más fácil, para terminar dicien-
do que el mecanismo psíquico de que se sirve la neurosis no es creado por
una perturbación patológica que ataca a la vida anímica, sino que existe ya
en la estructura del aparato anímico y dice: lo reprimido perdura también
en los hombres normales y puede desarrollar funciones psíquicas.
Esto es lo duro para el lector: esa capacidad normal de todos los seres
humanos de producir los sueños es la misma que produce la neurosis, las
psicosis, las enfermedades.
Y continúa el capítulo diciendo que de la literatura analizada sobre los
sueños con la mayoría de ellas ha hallado algún acuerdo, salvo en lo que
toca a lo absurdo de los sueños, o sea la que dice que los sueños no tienen
sentido y aquella que le atribuyen un carácter somático.
Él ya ha demostrado que los síntomas y los sueños son producto de
una transferencia de un deseo sexual infantil reprimido pero sin embargo
hay algo que aún no pudo contestar y es por qué caminos y mediante qué
fuerzas puede tener efecto tal transformación, la del cambio afectivo que
se produce para trocar un deseo infantil placentero en displacentero a par-
tir del acontecimiento de la represión. No podíamos decir que aún no
baraja la ley del incesto pues ya nos ha hablado del mito del Edipo en
Material y Fuentes de los Sueños y aun cuando llega a este punto, a pre-
378 MIGUEL OSCAR MENASSA

guntarse por el origen de la represión dice: problema que no necesitamos


examinar aquí sino superficialmente. Y nos anticipa alusivamente la apa-
rición del asco frente a las heces suplantando el placer sentido por el niño
al defecar, como transferencia del deseo a las ideas preconscientes y luego
de la instalación de la represión, la transformación del afecto.
“El proceso del sueño —dice—se apodera fácilmente, por razones
referentes a la mecánica de las asociaciones, del material de representacio-
nes recientes o indiferentes, desatendido por la actividad intelectual des-
pierta y por motivos dependientes de la censura transfiere la intensidad
psíquica de lo importante, pero censurable, a lo indiferente”. Agrega más
adelante: “El estímulo de la realidad durante el reposo funciona como los
restos de ideas que perduran de la labor diurna: inofensivo para el reposo
y utilizable para la realización del deseo”.
Freud ya nos habla extensamente en el Proyecto de Psicología para
neurólogos de la perturbación del pensamiento por el afecto y describe en
detalle proceso primario y proceso secundario.
Una idea preconsciente puede ser atraída a la conciencia por medio de
la “atención” durante la vigilia pero una idea preconsciente puede recibir
su carga por transferencia de un deseo inconsciente y usar de representa-
ciones finales preconscientes para expresarse. Cuando el discurso asocia-
tivo es interrumpido por una idea hiperintensa efecto de condensación
(como si en el texto estuviera escrita en negrita, dice Freud), cuando hay
equivocación oral (sustitución de una palabra por otra) efecto de una
transacción entre deseo reprimido y represor, cuando las asociaciones son
desviadas de su concatenación lógica por una simil cadencia o sinonimia,
por transferencia de carga de una a otra a manera del chiste o cuando apa-
recen sentimientos contradictorios, que pasan a formar parte de transac-
ciones o condensaciones como si no hubiera contradicción, que no per-
donaríamos en el pensamiento despierto, pero aceptamos en nuestros
actos, estaríamos hablando de procesos anormales y anormales significa
en desacuerdo con ideas racionalmente formadas.
Estos procesos han recibido, dice Freud, la transferencia de carga de
un deseo infantil reprimido.
Esto le lleva a pensar en la existencia de dos procesos diferentes de los
cuales ya habló en el Trabajo del Sueño, uno que crea ideas latentes
correctas y de igual valor al pensamiento normal y otro que maneja las
ideas de modo extraño e incorrecto, como el del sueño y también el del
síntoma, donde la idea también ha tenido un trato anormal constituyen-
EL PROCESO PRIMARIO Y EL SECUNDARIO. LA REPRESIÓN 379

do el síntoma, por medio de la condensación, la formación de transaccio-


nes, el paso por asociaciones superficiales bajo el encubrimiento de las
contradicciones y eventualmente el camino de la regresión.
Seguidamente va a pasar a explicar que estas características no son exclusi-
vas de los sueños y síntomas sino que son constitutivas del aparato psíquico.
Partiendo de la premisa que el aparato tiende a la consecución de pla-
cer y el placer para el aparato de 1900 está dado por la descarga de tensión
(en 1923 será la compulsión a la repetición lo que determine el movimien-
to, repetir estructura), Freud pasa a recordarnos la experiencia de la pri-
mera vivencia de satisfacción frente al “apremio de la vida” y apremio
habla de urgencia en tanto, si no hay alguien que asista al niño en su nece-
sidad, el niño muere. El primer deseo debió ser la carga alucinatoria del
recuerdo de la satisfacción, expresa Freud. En el Proyecto nos habla de la
necesidad de un criterio venido de otra parte que llamamos Principio de
Realidad y a partir del cual podrá diferenciar realidad de realidad psíqui-
ca, percepción de alucinación. En esa consecución que pone en marcha el
pensamiento recorriendo huellas anteriores para hacer coincidir el objeto
percibido con el deseado y recién iniciar el acto tendiente a la satisfacción.
Esta actividad corresponde al segundo sistema, o sea pertenece al pre-
consciente y evita un gasto innecesario al aparato.
En relación a la excitación que no proviene del interior, por lo tanto no
tiene esa perentoriedad, sino tiene que ver más con la defensa, ante un
estímulo doloroso o sobresalto exterior, surgirán, dice Freud, descargas
motoras incoordinadas hasta que una de ellas resulte eficaz para hacer
cesar el dolor. Esa es la respuesta que aparecerá en lo sucesivo cada vez
que aparezca el estímulo displaciente para evitar el dolor.
La diferencia entre esta experiencia algógena y la de satisfacción es que
en aquélla no habrá tendencia a provocar alucinatoriamente el recuerdo,
sino a evitarlo. Esto sería el modelo que nos va a permitir hablar de repre-
sión psíquica.
El modelo hablaría de una contracarga que mantiene inhibido al
recuerdo algógeno, la representación productora de displacer, aunque éste
no sea provocado por un sobresalto exterior sino por el pasaje del decur-
so de cantidad que cargue un recuerdo productor de displacer. Por lo que
el displacer comenzaría a vivenciarse pero sería prestamente interrumpi-
do (nos habló de elaboración secundaria de la angustia en el capítulo de
Interrupción del Reposo por el Sueño). O sea la carga del segundo siste-
ma sirve para coartar el desarrollo de displacer.
380 MIGUEL OSCAR MENASSA

El segundo sistema es el preconsciente, corresponde al proceso secun-


dario y ejerce coacción sobre el primer sistema o proceso primario, que
no quiere decir primero o segundo, aunque el desarrollo ontológico lo
presente así, sino que ambos se darán simultáneamente, pero mientras el
proceso primario tendería a una identidad de percepción, por lo tanto
regresivo, el proceso secundario tiende a la identidad de memoria.
En el primero se habla de energía libre y en el segundo de energía liga-
da, ligada a representaciones verbales.
Todo el pensamiento, dice Freud, no es sino un rodeo desde el recuerdo de
la satisfacción tomado como representación final, hasta la carga idéntica del
mismo recuerdo, que ha de ser alcanzada por el camino que pasa por los cami-
nos que enlazan a las representaciones sin dejar de inducir en error por las
intensidades de las mismas. Pero las condensaciones, las formaciones interme-
dias y transaccionales, desvían el camino que parte de los procesos primarios
y por lo tanto evitan este proceso, estorban no sólo en la consecución de la
identidad de percepción sino también en la identidad intelectual. Es decir, para
pensar es necesario soportar una cierta cuota de displacer, e incluso sería lo
que nos alerta acerca de que estamos cerca de lo prohibido y que nuestro pen-
samiento podrá estar expuesto a su falsificación para evitar displacer, ya que el
proceso secundario también evitará el desarrollo del displacer.
Hasta aquí parece hablar de represión secundaria porque seguidamen-
te va a diferenciar deseos procedentes de lo infantil, indestructibles e inco-
ercibles, cuya realización no provocaría ya placer, sino displacer. En esa
transformación actuó el proceso secundario (posteriormente a la repre-
sión que instaura la ley del incesto).
Los recuerdos de los cuales se sirve el deseo para provocar la asociación
de afecto no fue nunca preconsciente, por lo cual no se pudo coartar su afec-
to; a eso se refiere cuando dice energía libre no ligada. Representación repri-
mida y afecto desplazado (síntoma histérico). Ese mismo desarrollo de afec-
to, nos dice Freud, es el que impide el paso a las representaciones precons-
cientes, constituyendo desde el principio (desde la constitución del aparato)
un acervo de recuerdos sustraído desde el principio del preconsciente.
Cuando la idea de transferencia inconsciente es despojada de su carga
no se produce displacer, la coacción fue adecuada.
Pero si el deseo inconsciente es reforzado por una sensación orgánica, se
desencadena una defensa que constituye el síntoma. Si por el contrario estas
ideas reprimidas son excitadas inconscientemente abandonadas por la contra-
carga preconsciente llevan a la alucinación o a la derivación motora ineficaz.
EL PROCESO PRIMARIO Y EL SECUNDARIO. LA REPRESIÓN 381

Por otra parte, cuando estos pensamientos reprimidos llegan a la con-


ciencia (a través del chiste, por ejemplo) producen efecto cómico y su
carga se deriva por medio de la risa.
Lo reprimido perdura también en los hombres normales y puede des-
arrollar funciones psíquicas, dice Freud, y agrega que la producción de sín-
tomas no se debe a la ruina del aparato ni al establecimiento de nuevas diso-
ciaciones, sino que debe explicarse dinámicamente, es decir por las modifi-
caciones de las energías psíquicas, principio económico del aparato.
Por otra parte la composición del aparato por las dos instancias da a la
función normal una sutileza que a una instancia no le será dado alcanzar.
Proceso primario, proceso secundario, principio de placer y principio
de realidad probablemente van a concluir en Ello, Yo y Superyó.
La represión sería el acontecimiento por el cual se desencadena en el
sujeto un hecho tan grave para él, que lo divide. Un individuo no puede
entender del todo que en realidad no es un individuo sino dividuo. Una
persona dividida, un individuo ficticio. El Yo, el individuo de la persona
es lo ficticio, porque genera la ilusión de una completud inexistente.

Cuando Freud dice lo intrapsíquico se debe entender, en mi lectura,


inconsciente, lo psíquico verdaderamente real es lo inconsciente. El des-
plazamiento y la condensación son mecanismos inconscientes, no se leen
en la preconsciencia, no se leen en la asociación libre, sólo se pueden leer
en la interpretación: cuando hay interpretación podré construir que hubo
condensación o desplazamiento, son inconscientes. Cuando pesco el pez
pierdo el nado vivo, lo transformo en pescado.
Cuando lo pesco, ya no es más el nado vivo que yo buscaba, ya no es
más el pez, es un pescado.
Sin pescador no habría pescado. Sin psicoanalista no hay inconsciente.
Ustedes no tienen pasiones inconscientes fuera del diván, tienen pasiones.
No tienen deseos inconscientes en los sueños, tienen sueños.
Freud cita a Schiller para decir que la creación sólo es posible si quito
la razón de la puerta de entrada. La función poética que estos poetas anti-
cipaban es una tesis teórica en la cual Freud dice que el sueño, el aconte-
cimiento del sueño, se da en otra escena. ¿Ustedes conocen algún ejemplo
de acontecimiento, algún ejemplo sencillo de acontecimiento? Un aconte-
cimiento es todo aquello que no se puede narrar.
Algo muy sorprendente puede ser en este momento que se caiga esa
columna, que se nos venga encima. El acontecimiento tampoco es eso, el
382 MIGUEL OSCAR MENASSA

acontecimiento ocurre en mí, es la sensación que tengo de ese derrumba-


miento. Esa sensación no se puede narrar, se puede interpretar, se puede poe-
tizar; cuando se narra, el acontecimiento pierde su fuerza, es decir, cuando lo
narro no le provoco a él lo que me provocó a mí. La poesía tiene esa gracia.
La poesía tiene la gracia de poner en ella el acontecimiento y consigue
mantener sus características de acontecimiento.
Cuanto menos puedan narrar lo que los hizo vibrar del poema, el
poema es mejor, se considera más universal y son esos poemas que están
indicados para hacer la lengua permanente, lo que permanece en la lengua
son los acontecimientos. En general, los acontecimientos con el paso de
los años se van transformando en vida cotidiana. El poeta es el encargado
de hacer permanecer aquello que va a pasar a la cotidianeidad, aquello que
va a ser la vida cotidiana de los sujetos de la tierra.
Hablando de la escucha analítica y de la función poética, la función
poética también estaría facilitada en el consejo que todo psicoanalista les
da a sus discípulos: antes de sentarse en el sillón hay que olvidarse funda-
mentalmente de dos cosas, todo lo aprendido en los libros y todo lo que
me interpretó mi psicoanalista.
Si me quedo sin lo que me interpretó mi psicoanalista y sin lo que leí en
los libros, tengo que interesarme por el lenguaje, tengo que poseer en la
escucha el imaginario universal, tengo que dar paso a mi deseo inconscien-
te; no quedo despojado de todo, quedo despojado del yo, de la razón, del
conocimiento, pero no quedo despojado del saber inconsciente, el saber
inconsciente es universal, es decir, sin la poesía no hay psicoanálisis. Sin la
función poética en la escucha analítica no puedo interpretar. El momento
donde práctica teórica y práctica técnica ocurren, ahí, eso es la praxis.
Es un error repetir a Freud y repetir a Lacan; como sería un error no
leerlos, porque es lo que determina lo que todavía no fue, hay algo, que
determina nuestra conversación de hoy que todavía no fue, algo que toda-
vía no fue dice cómo estamos siendo; para decirlo más teóricamente, algo
que no está en el sistema funda la ley que determina el sistema.
Cuando digo: el lenguaje está antes que yo, aun cuando digo yo, el len-
guaje me anticipa, el lenguaje es el que va delante, el sujeto va detrás del
lenguaje, es comandado por el lenguaje.
En tribus primitivas el castigo que en las sociedades actuales equival-
dría a la pena de muerte, era prohibirle al sujeto que se castigaba pronun-
ciar la palabra “nosotros”.
Todas las dictaduras actuales y las grandes dictaduras que se conocen
EL PROCESO PRIMARIO Y EL SECUNDARIO. LA REPRESIÓN 383

en la historia de los pueblos, las cárceles, las torturas, no son lo que man-
tiene a un pueblo o a una clase social en dependencia o en sojuzgamiento,
sino que lo que mantiene a las clases y a los pueblos en sojuzgamiento y
en sometimiento es la represión del imaginario, es decir, la represión de lo
que el sujeto puede hablar.
Del Siglo de Oro español a Franco, por ejemplo, una corriente de opi-
nión que permitía el uso cotidiano de hasta 5.000 palabras se transforma
en la época de Franco en 150 palabras. Los cultos, en la época de la dicta-
dura, hablaban de 350 a 400 palabras.
Un trabajo que se publicó en un libro que se llama Léxico familiar
muestra lo que hizo el fachismo con los italianos, reducir el lenguaje a un
máximo de 450 palabras. Apoyándonos en la misma teoría de la función
poética podríamos decir que el sujeto está inmerso en el lenguaje, está a
disposición de todas las palabras. Es decir que la desviación o la disminu-
ción del lenguaje, de las palabras, es algo antinatural para el hombre una
vez constituido como sujeto del lenguaje, en tanto por ser sujeto del len-
guaje está sujeto a todas las palabras, es decir, tiene esa libertad, y para que
ustedes se den cuenta en el idioma castellano cómo sería esto, por ser suje-
to de la lengua castellana estoy sometido a la combinación arbitraria de un
millón de palabras; entre mi neurosis y la dictadura han reducido mi liber-
tad a que ahora yo esté sujeto a la combinación arbitraria de 500 palabras.
“El inconsciente está estructurado como un lenguaje.” Parece un axio-
ma. No lo es porque pone en cuestión cómo es el inconsciente, en tanto
para referirme a él lo tengo que objetivar, desde un otro lugar, desde el
lenguaje; está estructurado como un lenguaje. Supone que para aprender-
lo necesito también realizar un trabajo; ni aun así, no aun ahí, puedo des-
prenderme del trabajo, de la categoría de trabajo, que no puedo decir
cómo es, no puedo decir el inconsciente es, tengo que hacer.
Para hacer un imposible hay que generarlo, Freud y Lacan lo han
generado, por eso es que hay un inconsciente freudiano y un inconscien-
te lacaniano. El inconsciente freudiano es el inconsciente de la histeria,
fundado en la represión, y el inconsciente lacaniano es el inconsciente del
paranoico, el pensamiento me viene dado desde fuera de mí.
Carecer de dinero o carecer de amor, que es la otra cosa que circula,
son dos carencias sustitutivas del horror, porque el verdadero horror es
que teniendo dinero y teniendo amor somos igualmente carentes.
LO INCONSCIENTE Y LA CONCIENCIA. LA REALIDAD

Freud propone en tres palabras del título, en este último capítulo, una
articulación que hace a toda la filosofía que se desprende del texto, es
decir, a la filosofía psicoanalítica, en tanto plantea la diferencia entre el
Inconsciente, la Conciencia y la Realidad.
Cuando nos plantea la realidad es con la intención de llevarnos a la dis-
yuntiva de que hay una doble realidad: la realidad material y la realidad
psíquica y todo para decirnos que la realidad psíquica nada tiene que ver
con la realidad. Tanto que termina el capítulo recalcando la importancia
ética que hemos de dar a los deseos reprimidos que así como generan sue-
ños generan otros productos psíquicos y esto algún día tendrá que ser
reconocido. y dice: el emperador romano que mató a su súbdito porque
había soñado en asesinarlo, estaba equivocado. Estaba equivocado porque
habría tenido que desarrollar el sueño manifiesto, para saber qué quería
decir el sueño.
Y además está equivocado, dice Freud, porque ni siquiera atendió a lo
que Platón decía acerca de este asunto: que el hombre virtuoso se conten-
ta con soñar lo que el perverso realiza en la vida.
Freud se pregunta: ¿cuál es el sentido ético que hay que darle a mi
Interpretación de los Sueños?, y concluye: los sueños no pueden ser prue-
ba para condenar, primero porque si sueño con asesinar, ése es el conteni-
do manifiesto, y segundo, si fuera intención de asesinar lo que he soñado,
según Platón el hombre perverso tendría necesidad de realizar lo que al
hombre virtuoso le alcanza con soñar.
Ser psicoanalista y poeta y que todo sea verdad me parece, para la
época que me tocó vivir, un imposible y, sin embargo, vago por las noches
386 MIGUEL OSCAR MENASSA

atado a dos destinos y en ambos la inmortalidad es considerada una ton-


tería y el verdadero problema se siente en la falta de tiempo.
Para decir como dijimos que el psicoanálisis como ciencia comienza en
La Interpretación de los Sueños, es porque hubimos de pactar antes sobre
una convención que nos dice que la ciencia es ciencia de un objeto nuevo,
que ella misma, para poder constituirse como tal, es decir, como ha de haber
producido mediante un trabajo teórico. Esta convención dice además que las
particularidades del objeto de conocimiento determinarán el modo de apro-
ximación. Es decir, para la ciencia, sin objeto de conocimiento y por su
manera de sido producido, la regulación de dicho método quedará supedita-
da a las transformaciones teóricas que se operen teóricamente sobre objeto
de conocimiento y la práctica técnica no corresponderá a esta ciencia si el
método no es capaz de desprender de sí mismo la articulación teórica que
regule su propia práctica. Aceptando esto, lo que intentamos en la Escuela
Grupo Cero fue una concepción general psicoanalítica, como producto una
lectura particular, es decir, de una puntuación particular de la obra de Freud.
En el propio instante de la fundación de la Escuela de Psicoanálisis,
por un lado, como por otro lado el hecho de que yo fuera director, me
hace sentir que casi sin saberlo he venido programando mi vida en la
dirección de ese deseo.
Quiero decir que el deseo inconsciente es relativo al orden simbólico
y no el orden simbólico es relativo al campo del deseo inconsciente.
En el apartado de El Olvido de los Sueños, es decir, el primer punto
del capítulo VII, la problemática que Freud se plantea como tesis no la
resuelve hasta 1923. Al comienzo de este capítulo se propone ver en qué
aparato y sobre todo qué fuerzas actúan y cómo actúan las fuerzas dentro
del aparato. Esta tesis la resuelve en El Yo y el Ello, donde acierta a preci-
sar conceptualmente la tesis que se plantea en el comienzo de El Olvido
de los Sueños.
Lo Inconsciente. La Conciencia. La realidad, alcanza una mayor for-
malización en Los dos Principios del Suceder Psíquico, 1911.
En este capítulo quiere descartar toda posibilidad de que se pueda
seguir pensando el psiquismo humano centrado en la conciencia; en
segundo lugar quiere despejar toda posibilidad de que se pueda creer que
consciente e inconsciente son dos localidades. No quiere que se crea que
las instancias son dos localidades diferentes y quiere mostrar el complejo
mecanismo de fuerzas que permite el funcionamiento del aparato psíqui-
co. No son dos localidades sino dos procesos.
LO INCONSCIENTE Y LA CONCIENCIA. LA REALIDAD 387

En el texto dice: no quiero que se crea en la existencia de dos sistemas,


sino la de dos procesos o modos de derivación de la excitación. Cuando
decimos que una idea inconsciente aspira a una traducción a lo conscien-
te, no queremos decir que deba ser formada una segunda idea en un nuevo
lugar, cuando una idea inconsciente pasa a preconsciente para hacerse
consciente no debemos hablar de una segunda idea formada en un nuevo
lugar. No hay segunda idea ni hay otro lugar, sino hay dos procesos.
En lugar de un pasaje mecánico, dice Freud, lo que ocurre es que una
carga de energía es transferida o retirada de una ordenación determinada,
de una manera que el producto psíquico queda situado bajo el dominio
una instancia o sustraído a la misma.
Esto es dinámico, por lo tanto, una ordenación cualquiera sobre la que
se transfiere una carga, se queda en el mismo lugar y es la misma idea, no
es una idea formada en otro lugar, según la transferencia de carga a esta
ordenación la pongo bajo la conciencia o la sustraigo a ella.
La conclusión que saca es: no se vayan a confundir que el inconscien-
te y la conciencia son dos lugares, dos espacios distintos. Eso es la tópica
del inconsciente: Inconsciente, Preconsciente, Conciencia. Pero hay una
dinámica donde no existe esa división, son las ordenaciones verbales y
preverbales del preconsciente que según su articulación y según la carga
derivada se hacen o no se hacen conscientes.
Al punto explica el fenómeno de la transferencia. Las ideas inconscien-
tes nunca se hacen conscientes. Como todavía no cuenta con el trabajo de
La Negación porque es de 1925, donde dice que el deseo puede aparecer
en la conciencia a condición de ser negado, en 1900 es: no se hace cons-
ciente a menos que su carga sea transferida a otra ordenación, y lo que
aparece en la conciencia es la carga sometida a los vaivenes de una orde-
nación preconsciente para ser posible su acceso a la conciencia.
Que se entienda que no son dos localidades hace a la interpretación
psicoanalítica, es decir, no tengo que traducir exactamente, tampoco tengo
que sostener equivalencias, sino que tengo que producir una interpreta-
ción, una frase porque esto me dice que cuando las ordenaciones psíqui-
cas carecen de las ordenaciones verbales, no pueden hacerse conscientes.
Por lo tanto esa ordenación psíquica que no podía ser consciente sola-
mente porque no cargaba suficientemente la representación llamar la
atención de la conciencia, es con el acontecimiento de la interpretación,
esas palabras, que dicha representación cobra energía ponerse bajo el
dominio de la conciencia.
388 MIGUEL OSCAR MENASSA

No hay de una localidad a otra, quiere decir que no voy a encontrar


el inconsciente en la conciencia, que el paciente asociando libremente
jamás podrá llegar a hablarme del inconsciente porque los deseos
inconscientes no están asociados a representaciones verbales precons-
cientes.
Se hace capital la comprensión del concepto de transferencia. Sin el
concepto de transferencia, Freud, al llegar a la conclusión dice: es abso-
lutamente imposible entender este aparato psíquico, porque sin él lo
único que tendríamos del inconsciente sería una tópica, nunca habría-
mos llegado a una economía del inconsciente o a una dinámica del
inconsciente.
Sustituimos aquí una representación tópica por una dinámica. No es el
producto psíquico lo que se moviliza sino su carga afectiva. En realidad la
interpretación es el recorrido de esa carga, es la construcción de ese reco-
rrido. Para interpretar tengo que reordenar los ordenadores y los ordena-
dores de los conjuntos preconscientes son la condensación y el desplaza-
miento; por lo tanto, la interpretación es el recorrido de los desplazamien-
tos y de las condensaciones desde la representación psíquica inmóvil a la
representación consciente.
Freud dice: El médico no advierte estos procesos inconscientes hasta
que los mismos no han ejercido un efecto susceptible de comunicaciones
o de observaciones sobre la conciencia. Pero este efecto de conciencia no
es más que un lejano efecto psíquico del proceso inconsciente y que este
último no ha devenido consciente como tal, habiendo existido y actuan-
do sin delatarse en modo alguno en la conciencia.
Y termina diciendo que lo inconsciente es lo psíquico verdaderamente
real. Cuando llega a este punto se pregunta ¿qué es la conciencia?, ¿a qué
queda reducida la conciencia?
El ejemplo del médico lo pone Freud para mostrarnos cómo estos pro-
cesos se dan sin intervención de la conciencia.
En su afán trae a Scherner, quien habla de la segunda escena, trae otros
intelectuales, él piensa, habla del sueño diurno, de la fantasía, y termina
concluyendo, nos inclinamos asimismo a una exagerada estimación del
carácter consciente de la producción intelectual y artística. Por las combi-
naciones de algunos hombres altamente productivos como Goethe,
Helmholtz, sabemos que lo más importante y original de sus creaciones
surgió en ellos en forma de ocurrencia espontánea, siendo percibido casi
siempre como una totalidad perfecta y terminada.
LO INCONSCIENTE Y LA CONCIENCIA. LA REALIDAD 389

La capacidad de la actividad consciente es encubrir todas las que


simultáneamente actúan para producir el fenómeno, es decir, encubre los
procesos inconscientes.
Esta conciencia, por lo tanto, no tiene nada que ver ni con la concien-
cia de la Psicología, ni con la conciencia de Descartes, ni con la concien-
cia de Aristóteles; así como el inconsciente no tenía nada que ver con el
inconsciente de Platón, con el inconsciente de Helmholtz ni con el mismo
inconsciente de Scherner, la conciencia no tiene que ver con ninguna con-
ciencia, es la conciencia freudiana.
El inconsciente es el motor inmortal que provee de la energía libidinal
al sistema psíquico para su funcionamiento. Eso es lo inconsciente. La
conciencia es aquella instancia capaz de ocultar o de encubrir el trabajo
del inconsciente y además, dice Freud, ¿qué misión queda pues en nues-
tra representación a la conciencia antes omnipotente y que todo lo encu-
bría? Sencillamente la de un órgano sensorial para la percepción de cuali-
dades específicas.
Excitable e incapaz de conservar las modificaciones, o sea, carente de
memoria.
Lo más importante de la conciencia es que ella nos ofrece de nuestro
inconsciente detalles tan oscuros, ambiguos y equívocos como los que nos
ofrece nuestro perceptual de la realidad objetiva.
Da un ejemplo donde aparece la amenaza de castración y aquí se anima
a algo que nos tendría que hablar de la importancia de la cultura del psi-
coanalista. El dice que la interpretación que relaciona los síntomas de su
joven paciente tiene relación con el odio que al mismo le inspiraba la figu-
ra de su padre, la hace teniendo en cuenta el material proporcionado por
una reminiscencia de la mitología, la hoz es el arma con que Zeus castró a
su padre y la guadaña y la imagen del segador describe a Cronos, el vio-
lento anciano que devora a sus hijos y del que Zeus toma una venganza
tan poco infantil.
Quiere decir que el inconsciente funciona como las historias, como las
leyendas, como los cuentos populares. Recomiendo a los celosos en espe-
cial, el estudio de los cuentos populares de Vladimir Propp, un escritor
soviético, donde se enteran que esos celos y esos amores consecuentes que
se sienten, están fundados en los cuentos populares, en las leyendas popu-
lares muy anteriores a la aparición del psicoanálisis.
Ignorar las creencias populares es para un psicoanalista, lo mismo que
para un cirujano, ignorar las modernas técnicas que permite el bisturí
390 MIGUEL OSCAR MENASSA

eléctrico, el rayo láser. Es decir, no saber cuál es la leyenda acerca del coito
que anida en todas las clases sociales y cuál es la que domina la imagine-
ría, nos imposibilita interpretar una relación sexual.
En España, follar follan los nobles, por lo tanto follar tiene transgre-
sión edípica, la transgresión social y tiene la transgresión donde un plebe-
yo hace en realidad lo que corresponde hacer a los nobles, ya que follar
viene de hacer el amor sobre el follaje y, en realidad, eran los nobles los
que hacían el amor de esa manera. Entonces el imaginario de toda la
población es ése, cada vez que voy a follar transgredo una ley edípica, una
ley social y para colmo transgredo una ley de clases, me posiciono en el
lugar del otro, tengo sus títulos y honores.
Entonces cada vez que follo cometo un delito de usurpación. Hasta
que no se modifique este imaginario popular y hasta que la clase domi-
nante para follar no sea la nobleza, el resto de los habitantes de España
follarán mal, con inconvenientes, eyaculación precoz, frigidez, impoten-
cia, trastornos mentales, esquizofrenia.
Es decir que en cada uno de nosotros hay un Cronos y un Zeus, y que
nadie se puede salvar de eso hasta que matemos en nosotros a los griegos.
Como parece que los griegos aún siguen fundamentando el concepto de
belleza y el concepto de bondad, tenemos que soportar saber que cada
paciente es sin quererlo y sin saberlo, porque estos procesos son incons-
cientes, el príncipe de las leyendas rusas y a la vez Zeus, pero para ser Zeus
hay que ser también Cronos, porque los sentimientos humanos son ambi-
valentes.
Cuando la cosa se complica, se hace confusa también para Freud,
entonces trae una frase de Platón: el hombre virtuoso se contenta con
soñar lo que el perverso realiza en la vida.
Después de decir esto agrega: una vez que hemos conducido a los
deseos inconscientes a su última y más verdadera expresión, vemos que en
la realidad psíquica es una forma especial de existencia que no debe ser
confundida con la realidad material.
Esta frase es prácticamente la que termina el capítulo. Porque luego él
contesta a una pregunta, al buscar ahora en la conciencia las relaciones que
el sueño mostraba con el presente (la realidad), no deberemos extrañarnos
si lo que creíamos un monstruo al verlo con el cristal de aumento del aná-
lisis, se nos muestra ser un infusorio (H. Sachs).
Tampoco contesta acerca del valor del sueño para el conocimiento del
porvenir. La contestará con el principio de realidad varios años después.
LO INCONSCIENTE Y LA CONCIENCIA. LA REALIDAD 391

Y acerca de que el sueño nos revela el pasado, pues procede de él en


todos los sentidos, en Más allá del Principio de Placer, cuando él plantea
el instinto de muerte y de destrucción, nosotros sabemos que los sueños
también son reveladores de un futuro que nos determina el presente.
La frase donde la realidad psíquica no debe ser confundida con la rea-
lidad, se transforma veinte años después en: no psicoanálisis sin una con-
cepción psicológica de la representación psíquica de la realidad objetiva y
así es como se soluciona esta frase. Y esa concepción teórica de la repre-
sentación psicológica de la realidad objetiva que la hace diferente de la
realidad psíquica, es el concepto del principio de realidad.
Freud intenta decimos algo que estamos diciendo que va a formalizar
muchos años después, intenta decimos que el psicoanálisis, que el apara-
to psíquico no se reduce al inconsciente; que la conciencia no es el centro
del aparato psíquico; que sin la articulación de la conciencia, el incons-
ciente y la realidad objetiva, no hay aparato psíquico.
Recién en 1923 él decide que formalmente esto tenga que ser así, en
tanto el inconsciente tendrá como representación el Ello; el inconsciente
y la conciencia tendrán la representación dinámica en el Yo y en el
Superyó y lo social, la realidad objetiva, la representación psíquica de la
realidad objetiva estará en el Superyó.
Este aparato psíquico donde por fin el sujeto psíquico es psíquico y
social a la vez, recién lo capta en 1923, pero lo pronuncia, lo inicia, lo ve,
lo capta imaginariamente en 1900, cuando nos escribe este capítulo: El
Inconsciente. La conciencia. La realidad. También, en tanto habla en el
capítulo anterior de proceso primario y proceso secundario ya existía
principio de realidad. Lo que gana con el concepto del principio de reali-
dad es un concepto que dice que hay una realidad objetiva que puede ser
incorporada al aparato psíquico para que trabaje en lo real para el deseo
inconsciente.
Ese es un progreso de 1911, porque en el capítulo que nos ocupa la rea-
lidad es lo que pide cuentas al aparato psíquico, cuando en el principio de
realidad, la realidad no sólo pide cuentas al Yo con sus requerimientos
sociales, sino le permite un trabajo en la realidad, en la transformación de
la realidad para que sea posible la realización de deseo.
392 MIGUEL OSCAR MENASSA

NOTAS

1. Un hombre culto es un hombre que piensa con el pensamiento de la


época, haya leído o no haya leído los diarios. Parece que este mecanis-
mo que se ve en algunas personas muy claramente, es el mecanismo que
en todos los seres humanos se da inconscientemente. Hay una cultura,
un saber universal acerca de la prohibición del incesto, por ejemplo. No
es necesario que esté mi madre ni mi padre, si me mandan a un hospital
también me prohíben el incesto, porque la enfermera que me cuidó
como mi mamá se hace tabú.
A un hombre cuando nace en una cultura, entre la madre, el padre, el
tío, la maestra, el hospital, el automóvil o el avión, según su nacimiento,
lo impregnan con ese sentimiento de la época.
No es tan difícil pensar ahora con este razonamiento, por qué en el
mismo momento, entre 1900 y 1905, en Rusia, en Viena yen Francia dife-
rentes personas sin conocerse, sin comunicarse, estaban investigando los
mismos procesos humanos. Por ejemplo, Freud, Saussure o Freud y
Pavlov. Pavlov llegó a otras conclusiones pero investigando la misma pro-
blemática que Freud en el mismo año.
Cuando Pavlov escribe acerca de los reflejos condicionados, Freud
escribe sobre la teoría sexual infantil, Los Tres Ensayos.
En 1906 Saussure dicta conferencias sobre lingüística estructural;
donde Freud separa el Inconsciente de la Conciencia, Saussure separa la
cosa de la palabra. Freud hablaba de cosas de la lingüística sin decir que
era lingüística y Saussure estaba trabajando en el campo. Más tarde Lacan
articula los dos pensamientos.
Si además pensamos en los genes, en los cromosomas, que son los
que dictan la herencia, pensamos que se organizan como un lenguaje, es
la última discusión teórica al respecto, donde la derivación cromosómi-
ca, la herencia cromosómica, se produciría con las mismas leyes del len-
guaje; por lo tanto, se puede pensar que puede ser alterada por el len-
guaje.
En esa línea, un médico estudioso de esas cosas llegó a decir que el cán-
cer era producto de la sociedad no tanto capitalista como cristiana; es un
problema de la culpa con el cuerpo cristiano y el sexo reprimido por ley
y el dolor y el masoquismo que todo cristiano tiene que tener para seguir
a ese padre terrorífico que es el dios único, cristiano, poderoso, castrador,
que manda matar a su hijo.
LO INCONSCIENTE Y LA CONCIENCIA. LA REALIDAD 393

Los campesinos no escriben poesía porque no saben leer y escribir, no


porque no tengan el mecanismo de la producción poética, porque sueñan,
en la soledad del campo siempre se sueña.
No veo por qué la gente se asombra cuando habla con un campesino
que nunca fue a la escuela y es culto, es culto porque la represión sexual
que se ejerció sobre él fue adecuada y armónica con el contenido de su
crecimiento, el hombre se va empapando, el niño se va empapando de esa
cultura que inconscientemente le transmiten los adultos.
2. Creemos en las brujas, en los demonios, en los fantasmas, si no,
¿cómo puede ser que un hombre de treinta años tenga miedo a la oscuri-
dad? A la magia, a las brujas, a lo demoníaco, a que el demonio acontez-
ca en nosotros.
Dios murió solamente en los libros pero tiene existencia plena entre
nosotros, es el que estropea las relaciones sexuales. Si existe Dios, existen
en nosotros los poderes demoníacos o divinos y por lo tanto la existencia
en nosotros de una tendencia a ser lo más grande de todo lo que se puede
ser, Dios.

3. Toda disciplina científica, aunque no se lo proponga, una vez pro-


puesta como disciplina científica en el medio social, interviene en otras
disciplinas transformando las ideología y las filosofías que conciben las
prácticas.
El practicante de psicoanálisis practicará dos modos: sobre otros y
sobre sí mismo. Cuando se aísla la práctica técnica de esos dos soportes,
es decir, el soporte teórico y el soporte del psicoanálisis individual, encon-
tramos todos los desvíos de la práctica contemporánea del psicoanálisis;
se fijan conceptos, se dogmatizan las articulaciones y el fundamento de
esa deja de ser, entonces, la teoría psicoanalítica para pasar a ser los mode-
los ideológicos del Estado, que son los que rigen la producción de senti-
do en las corporaciones psicoanalíticas.
Así como el deseo inconsciente pierde consistencia, es decir no existe
al quedar descartada la articulación teórica que lo produce y las interpre-
taciones que así dejan de ser psicoanalíticas recaen en su totalidad sobre el
quehacer del sujeto, olvidando la sobredeterminación inconsciente que
como efecto del trabajo inconsciente, el sujeto padece.
La formación del psicoanalista tendría que ser personal. El recorrido
del sujeto por su propio imaginario. Cada imaginario es diferente. El len-
guaje es el mismo pero el habla es algo particular de cada uno; por lo
394 MIGUEL OSCAR MENASSA

tanto, el recorrido del sujeto por su propio imaginario no puede ser igual
para todos. Aunque las leyes sean igual para todos, no lo son sus cumpli-
mientos y por lo tanto sus sanciones.
PRIMERAS CONCLUSIONES

PSICOANÁLISIS y MEDICINA
Madrid, 1984

POESÍA, PSICOANÁLISIS, LOCURA


Buenos Aires, 1985

TRANSMISIÓN DEL PSICOANÁLISIS


PSICOANÁLISIS
DE LA TRANSMISIÓN
Madrid, 1986
POESIA y PSICOANÁLISIS
Buenos Aires, 1987
PSICOANÁLISIS y MEDICINA

¿Quién será el juez acerca de la cientificidad del psicoanálisis, o bien,


acerca de la eficacia terapéutica de su método y su técnica?
¿Es el psicoanálisis una rama de la medicina, o es una filosofía total que
experimenta sobre el paciente neurótico nuevos métodos terapéuticos
frutos de la medicina?
Me resultaría fácil y cómodo ponerme de acuerdo con alguna de estas
dos tendencias acerca del problema, con lo cual conseguiría que por los
menos los médicos o bien los psicoanalistas estuvieran de mi parte. Si me
animara podría opinar como opinan los médicos: que no hay nada del
campo médico en lo cual pueda entrometerse el psicoanálisis, que por
otro lado no reúne las condiciones de objetividad que proporciona una
garantía apropiada al tratamiento y/o a la curación de las enfermedades
que padece el ser humano actual. Y, por otro lado, he visto en Madrid gri-
tar a los psicoanalistas por la calle que nada tenían que ver con la medici-
na, que en realidad la medicina que toca el psicoanálisis —yo mismo lo he
dicho—era la mancha que el psicoanálisis arrastraba desde su fundación,
en tanto había nacido para curar, y que después, al transformarse en una
teoría científica, padecía aún de aquella mácula. ¿Qué psicoanalista actual-
mente, a pesar de las pretensiones teóricas del psicoanálisis, no quiere
curar cuando trabaja, no tiene ambiciones de curar cuando practica el psi-
coanálisis?
Esta ambición de curar sería para el mismo psicoanálisis un defecto del
psicoanalista.
Freud mismo nos dice en sus escritos de la fundación, previos a la
escritura de La Interpretación de los Sueños —donde por primera vez se
398 MIGUEL OSCAR MENASSA

pone un límite teórico a la palabra inconsciente fundándola como concep-


to—, que en su práctica médica cotidiana sólo sentía tranquilidad cuando
alguien le contaba un sueño, es decir, cuando el paciente se dignaba a
hablarle de algo que podía entender por conocer su modo de producción.
La medicina nunca comprendió y no comprende actualmente al paciente
neurótico, al paciente nervioso. En los ambulatorios de Madrid, el 50%
de los pacientes están desatendidos médicamente porque concurren con
padecimientos de enfermedades llamadas mentales, y los ambulatorios, a
pesar de ser un servicio médico, no tienen asistencia médica específica
para este tipo de enfermedades.
Pacientes que no solamente están desatendidos porque no encuentran
el especialista apropiado, sino también porque cuando se los trata son uti-
lizados como cobayos de experimentación de nuevas técnicas, de nuevos
procedimientos, habiendo, según el psicoanálisis y no la medicina, una
teoría científica que daría cuenta del proceso de producción de la enfer-
medad nerviosa, y por lo tanto del proceso terapéutico, que haría posible
su transformación en el sentido de una curación.
Sin embargo, existiendo esta teoría científica, la medicina experimenta
sobre el paciente neurótico nuevos métodos terapéuticos frustros, en
tanto ninguno de ellos tiene en cuenta el descubrimiento psicoanalítico
que hace posible ingresar en ese campo “tan misterioso” de las neurosis.
La enigmática histeria —diría Freud—propone, en su modo de mostrar-
se, un desvío en el pensamiento médico y psicológico de la época, que es
nuestra época, porque los años, 80 años, es muy poco tiempo para una
ciencia. La física de Galileo tardó 2.000 años en utilizar las magnitudes
geométricas, fórmula abstracta, vacía, con la que por fin podrá producir la
fórmula de la velocidad. Es decir, la física tarda dos mil años en tomar un
instrumento de conocimiento, algo que las matemáticas utilizaban dos mil
años antes. Ochenta años, entonces, para una ciencia, es el tiempo del
nacimiento de la ciencia. Estamos viendo nacer una ciencia, estamos vien-
do abrirse un nuevo continente, así como se abrieron las matemáticas, la
física, ahora vemos abrirse ante nosotros un nuevo continente, que es el
continente de los procesos inconscientes.
Este modo de presentarse de la histeria hace suponer a Freud que hay
una energía afectiva —y esto es la primera vez que se pensaba en el con-
texto de la medicina y de la psicología—capaz de derivarse, al no encon-
trar el modo apropiado de descarga, en una inervación somática y produ-
cir una transformación en el cuerpo biológico. Y aquí donde todavía no
PSICOANÁLISIS Y MEDICINA 399

estamos en el inicio del psicoanálisis, sino en su tiempo precientífico pre-


vio a La Interpretación de los Sueños, ya Freud comete la gran injuria para
el pensamiento médico y psicológico, ya que atribuye a la afectividad, a
los sentimientos, la capacidad de enfermar el organismo.
¿Quién podrá ejercer esta disciplina, entonces, como nueva medicina?
¿Quién es el que está formado para ejercerla?
¿Dónde se transmite la experiencia que permitirá curar enfermedades
que todavía no fueron concebidas por la medicina como tales?
Si prestamos atención, veremos que muchas veces frente a una histéri-
ca, antes de pensar que está enferma, pensamos que finge, que es una men-
tirosa. Aún hoy el síntoma histérico es mal visto, como si no fuera una
enfermedad sino un vicio o un capricho. Primero se pensaba que eran las
afecciones orgánicas las que producían los síntomas histéricos.
¿A quién se le hubiera ocurrido pensar que esta leve afonía que padez-
co hoy tiene que ver con esta exposición que estoy dando? Eso solamen-
te se le hubiera ocurrido a Freud.
¿A quién se le hubiera ocurrido pensar que el amor que tenía Elizabeth
por su cuñado, que ese afecto, esa sensación de ternura que ella sentía por
ese hombre, al ser reprimido, al no ser reconocido como amor, al no ser
reconocido como afecto, iría provocando cuantiosos síntomas con los
cuales Elizabeth acude a la consulta de Freud?
Psicoanálisis, medicina, como había dicho, no para ponerme de parte de
unos o de otros sino para comenzar el diálogo. Hay enfermedades que nor-
malmente son crónicas para la medicina y que para el psicoanálisis se trans-
formarían en enfermedades agudas. Por ejemplo: la úlcera comienza cuando
uno es muy jovencito con una especie de gastritis, una especie de avidez, de
rabia por todo lo que ocurre a nuestro alrededor, una especie de impotencia
para hacer aquello que nos es encomendado por los otros, primero por nues-
tros padres, después por nuestros maestros, después por nuestro coronel en
la mili, después por nuestra mujer, después por nuestro jefe en el banco. Ya
para entonces, en el banco, la gastritis se ha transformado en una pequeña
ulcerita, y una pequeña ulcerita quiere decir una pérdida de sustancia. A nadie
se le ocurriría cortarse un dedo, o mejor dicho a Van Gogh se le ocurrió cor-
tarse la oreja y todos ustedes pensaron que estaba loco. Sin embargo hay
millones de personas que son capaces de cortarse un poquito de estómago y
nadie piensa que ellos están locos. Pero está tan loco aquel que se quita un
pedacito de estómago, como el que se corta un dedo o que se corta la oreja
como Van Gogh. La ventaja fue para Van Gogh porque además pintaba.
400 MIGUEL OSCAR MENASSA

Llevado por este dilema, Freud, que estaba tratando de hacer entender
que el psicoanálisis era una disciplina científica, escribe en el año 1926,
precisamente el título de esta charla.
De Freud voy a tomar la definición de curandero, haciéndole de paso
una crítica a Bunge.
“Curandero es quien emprende un tratamiento sin los conocimientos
y la capacidad indispensables para llevarlo a cabo.”
Digo que de paso le hacemos una crítica a Bunge porque Bunge trata
al psicoanálisis sin poseer los conocimientos y la capacidad indispensables
para llevarlo a cabo, porque para poder leer el psicoanálisis hay que com-
prender que el psicoanálisis, cuando se funda como disciplina científica,
funda además una nueva filosofía de la producción del conocimiento cien-
tífico. Quiero decir que si no poseo los instrumentos que el psicoanálisis
me da en su producción, no puedo leer el psicoanálisis. Por lo tanto,
Bunge es un curandero porque emprende un tratamiento —la lectura de
la disciplina psicoanalítica—sin poseer los conocimientos y la capacidad
indispensables para llevar a cabo este tratamiento que sólo puedo ofrecer
la teoría psicoanalítica. Cuando egresé de la Facultad de Medicina estaba
preparado, como bien dice el diploma, para todo lo que se refiera a la clí-
nica y a la cirugía, tanto que se me nombra aquí en España licenciado en
esos temas. Entonces, soy licenciado de algo que se me va a escapar de los
manos, ya que el 30% de los casos quirúrgicos en realidad se resuelven en
la interpretación de las situaciones de relaciones sociales o intersubjetivas
que el sujeto padece.
Y ahora atento verdaderamente contra la medicina cuando digo que,
de las llamadas enfermedades clínicas, son psicosomáticas el 83% de las
enfermedades de la piel, el 93,8% de las enfermedades ginecológicas, el
50% de los infartos de miocardio, el 100% de las asmas bronquiales, el
100% de las úlceras gástricas, el 100% de los dolores de cabeza, los dolo-
res musculares, las impotencias genitales, la frigidez, los mareos matina-
les, la sensación de náusea matinal o nocturna según las estaciones, las
alergias, la obesidad y ciertos tipos de cánceres.
Entonces, medicina y psicoanálisis, es una manera de llamarnos la
atención acerca de nuestra ignorancia. Medicina y psicoanálisis para lla-
marnos la atención acerca del bombardeo de medicamentos a los cuales
todos estamos acostumbrados, tanto los pacientes clínicos como los lla-
mados pacientes psiquiátricos: una pastilla para que no deliren, como si
todo el mundo hablara correctamente —porque delirar es una manera
PSICOANÁLISIS Y MEDICINA 401

diferente de hablar—. No todo el mundo habla correctamente, pero no a


todo el mundo se le dice que está loco, que está delirando.
Si uno delira, que es hablar de una manera diferente, nadie quiere escu-
char lo que dice y además le llaman a uno delirante. Entonces, una pastillita
para no delirar. Como la pastillita para no delirar tiene que ser tan fuerte, más
fuerte que los modelos ideológicos que no pudieron impedir el delirio, hay
que darle otra pastillita para que pueda caminar, porque las pastillitas para el
delirio, normalmente no solamente aplacan el delirio sino que aplacan las
ganas de caminar, es decir, las ganas de vivir. Entonces, una pastillita para
aplacar el delirio, otra pastillita para poder caminar.
La mayoría de las pastillitas para el delirio producen una especie de tem-
blor, entonces hay que dar una tercera pastillita para el temblor, porque si no
el paciente se asusta porque ya no delira pero ahora tiembla y no puede
caminar. Entonces, no le conviene de ninguna manera la sanidad que le pro-
ponen, ¿a qué loco le conviene esa sanidad? Por lo tanto, volverá al neurop-
siquiátrico o a la clínica, volverá loco porque la sanidad que le proponen es
una sanidad donde tiene miedo todo el día porque tiembla y no puede cami-
nar. Entonces, el loco prefiere su delirio que no solamente le hace caminar,
le hace volar, le hace conocer regiones escondidas, regiones ignotas.
Entonces, habrá que proponerle al paciente, está claro, algo que la
medicina no tiene para proponer, que es otra mirada, otra visión sobre la
problemática que lo aísla volviéndole loco. La medicina no tiene otra
visión, la medicina lo que tiene son medicamentos para curar enfermeda-
des que entran dentro del capítulo de enfermedades.
Curandero es quien emprende un tratamiento sin poseer los conoci-
mientos y la capacidad indispensable para llevarlo a cabo.
Los licenciados en psicología, al aprobar la última materia, no están capa-
citados para entrar en el mundo del inconsciente y si lo hacen son curande-
ros si todavía no cumplen con los requisitos de ser psicoanalistas, requisitos
que hasta el mismo Freud dudaba en dar y que hoy intentaré hacerlo, no sé
si para conseguir algo o para que ustedes tengan la cuestión de cómo es la for-
mación en esta disciplina que escapa al campo de la medicina, que escapa al
campo de la psicología, pero que tiene que ver tanto con una como con otra.
En tanto a la medicina le propone que el cuerpo no es el rey de ese uni-
verso en el que ella entonces acontece, sino que ahora hay una reina que
comparte estos halagos: la psiquis, el alma, que no solamente sirve para
que tengamos culpa, sino que es capaz de provocar con sus vicisitudes
transformaciones de lo que reina, es decir, de nuestro propio cuerpo.
402 MIGUEL OSCAR MENASSA

Les recomiendo leer un trabajo de Freud muy interesante que se llama


Psicoterapia por el Espíritu, donde dice que la muerte acontece por los
mismos mecanismos por los cuales acontecen las náuseas matinales. Que
morir también es un deseo, que los animales mueren cuando les toca, que
a los animales se les detiene el corazón; a los hombres se les detiene el
deseo, lo que se cierra no son los ojos, es el deseo de mirar el que se agota.
No es el corazón el que se para, no estalla el corazón en el infarto, lo que
acaba de estallar es un deseo, un sentimiento.
Continuadores en este sentido, del gran paso que da Freud hacia una
medicina más humana, han hecho investigaciones que les llevaron a deter-
minar que el organismo tiene dos maneras de enfermarse en el proceso de
intersubjetividad o en el proceso psicológico de la enfermedad: una de
esas maneras es una manera neurológica de enfermarse que se llama orga-
noneurosis por ocurrir en los órganos, como la úlcera, la gastritis, y otra
es una manera loca de enfermarse, una manera psicótica, la úlcera que des-
pués se perfora y sangra perdiendo sustancia, o el cáncer que reemplaza
con un tejido novedoso para el organismo (el tejido canceroso), un tejido
atípico, un cuerpo extraño como el pensamiento que lo vuelve loco, una
célula como un pensamiento extraño a nuestros pensamientos cotidianos;
un amor desfachatado, un amor rebelde, un amor que ocurre donde no
tiene que ocurrir, un deseo extraño. Una perversidad de mi ser que se hace
célula distinta, atípica, perversa, comparada con el resto de las células.
Estos procesos psicóticos que se dan en el organismo determinan des-
trucción de tejido, pérdida de tejido, construcción de tejido extraño, ideas
delirantes extrañas a la personalidad del sujeto.
Elizabeth, Lucy, Catalina, le decían a Freud: es más fuerte que yo doc-
tor, es algo que no controlo. Como el crecimiento atípico del cáncer o de
las enfermedades del colágeno que se producen por una especie de cho-
que antígeno anticuerpo, por un desconocimiento celular, por algo extra-
ño que ocurre. Enfermedades que producen desde deformaciones, nor-
malmente en las articulaciones, en el tejido conjuntivo, hasta la muerte, en
las que la medicina ha resultado ineficaz en su tratamiento.
No quiero tampoco hacer una afirmación exagerada, en el sentido que
fueran a entender que el psicoanálisis es capaz de curar el cáncer, pero sí
me atrevería a decir que ya hay una jurisprudencia sentada, libros que
hablan de eso, donde se han producido transformaciones, podríamos
decir espectaculares, acerca del tiempo de evolución de ciertas células can-
cerosas durante ciertos tratamientos psicoanalíticos de esta enfermedad.
PSICOANÁLISIS Y MEDICINA 403

El tiempo de esta conversación no comenzó exactamente cuando yo


empecé a hablar, sino con el primer anuncio que nosotros pusimos de esta
charla y se cometió un error de imprenta, donde apareció la expresión
“Psicoanálisis y Medicina” transformada en “Psicología y Psicoanálisis”.
Como los periodistas son tan reacios al psicoanálisis pensé que era un
aviso que nos hacían donde parecían advertir que para difundir el psicoa-
nálisis no sólo van a tener que luchar contra la medicina sino que también
van a tener que luchar contra la psicología, de la que nosotros, los perio-
distas, somos simpatizantes.
En un principio censuré este pensamiento por paranoico, consideran-
do que los psicoanalistas llegamos a pensar mal de todo el mundo. Sin
embargo luego, en las tarjetas de invitación a esta charla, otro tipógrafo
puso psicoanalista con minúscula y médico con mayúscula, como si el psi-
coanalista fuera un calificativo de médico, cuando el psicoanálisis es una
ciencia, mientras que le medicina es una disciplina que no se sabe aún si lo
es, tanto que una entrevista clínica puede modificar un diagnóstico bio-
químico de laboratorio, o sea, una disciplina que no se sabe aún si es cien-
tífica, hasta el punto que los médicos preferimos que nos llamen artistas
de la curación a que nos llamen científicos.
Recordemos la historia de Sydenham cuando un médico joven se le
acerca a preguntarle qué tiene que leer para ser un mejor médico y él le
dice: hijito, lea a Shakespeare.
El psicoanálisis es otro campo, es una disciplina que pretende ser una
ciencia fundada como tal en La Interpretación de los Sueños, producto de
un proceso teórico escritural, cuya lectura productiva permitirá que se
genere en nosotros lo que en esta obra se materializa como efecto de
conocimiento: el concepto que da cuenta de los procesos llamados incons-
cientes. Este inconsciente producido por Sigmund Freud no tiene que ver
ni con el inconsciente que él mismo hablaba cuando trataba a sus histéri-
cas, ni con el inconsciente de los psicólogos, ni con el inconsciente de los
filósofos.
La filosofía del inconsciente de Von Hartmann, discípulo de
Schopenhauer, no es la filosofía del concepto inconsciente, porque para
Hartmann el inconsciente o lo inconsciente es todo aquello que no es
consciente, y eso no es el inconsciente freudiano, sino una confusión acer-
ca del inconsciente freudiano, que la tiene también Levi-Strauss al con-
fundir, en todos los casos, lo inconsciente con lo no consciente. Es como
pensar que el fundamento interno del neutrino, en física, que no se cono-
404 MIGUEL OSCAR MENASSA

ce porque todavía no ha sido teorizado, es inconsciente. Pensar que la


estructura interna del neutrino es inconsciente porque no se conoce cons-
cientemente es un error, es pensar la materia física como inconsciente.
Como inconsciente lo que se tiene que pensar es un concepto teórico
que da cuenta de determinadas variables y bajo determinadas invariantes
y en ningún otro caso. Por lo tanto, el psicoanálisis es un campo más
reducido que el campo de la medicina
La medicina, en ese no saber, en ese porvenir ideológico-artístico,
puede tener la pretensión de abarcarlo todo, también las enfermedades
mentales. Porque si bien el psicoanálisis no es una rama de la medicina, la
psiquiatría sí lo es.
En cambio, el psicoanálisis ve reducido su campo, precisamente por
haberse constituido como disciplina científica, a los fenómenos que aconte-
cen en los límites que ella misma determina en su concepto de campo: el
concepto de aparato psíquico, donde lo que acontece no es la realidad —y
para la medicina lo que acontece es la realidad—sino la realidad psíquica.
Realidad psíquica que comienza llamándonos la atención como médi-
cos a partir de 1893, cuando en el estudio de las pacientes histéricas Freud
deduce que las cargas afectivas al ser reprimidas son capaces, con tal de
expresarse, de dejar de ser sentimientos para transformarse en síntomas
que en todos los casos, por tratarse en el histérico del mecanismo de con-
versión, anidan en su propio cuerpo.
Durante mucho tiempo se agrupó a las enfermedades de la piel entre las
llamadas enfermedades psicosomáticas, y las enfermedades psicosomáticas
tienen como característica que los órganos que quedan afectados durante su
proceso están inervados en todos los casos, no por el sistema nervioso cen-
tral, el sistema de la inteligencia, el sistema de la conciencia, sino por un sis-
tema nervioso que se le llama autónomo, porque no depende estrictamente
del sistema nervioso central, y que se le llama neurovegetativo.
Más que por un proceso de lenguaje, más que por una historia, la enfer-
medad psicosomática se va a producir por deficiencias o aumentos de tensio-
nes afectivas en niveles primitivos casi nunca accesibles a la conciencia.
En las últimas investigaciones acerca de estas enfermedades se determi-
nó que las enfermedades de la piel no corresponden al género de las psi-
cosomáticas. Las enfermedades de la piel—ese 83% que les dije antes—
son síntomas histéricos, es decir que la piel no está inervada por el siste-
ma autónomo sino por el sistema nervioso central, por lo tanto, puede
acontecer sobre la piel el sistema de conversión histérica. Un afecto que
PSICOANÁLISIS Y MEDICINA 405

deriva su intensidad a una inervación somática del sistema nervioso cen-


tral, aquel de la conciencia y de la inteligencia.
Leyendo para la preparación de la charla de hoy el texto Psicoanálisis
y Medicina (Análisis profano), cuya lectura les aconsejo, Freud explica a
un interlocutor ficticio cómo es que funciona el psicoanálisis, y lo va lle-
vando mediante esta conversación. Esta dialéctica de la conversación es el
síntoma patognomónico de todas las ciencias conjeturales que, más que
ciencias, parecen conversaciones entre amigos, pero que son ciencias, se
precian de serlo y de constituirse como tales.
Tanto es así, que cuando Freud estaba viejo y un poco enfermo, escri-
bía como si fuera a dictar una conferencia, es decir, como si estuviera con-
versando, hablando a alguien. El texto Esquema del Psicoanálisis, de 1939,
está escrito como si estuviera dando una conferencia, no le está hablando
a nadie porque él entre otras cosas no puede hablar, pero escribe un habla.
Llega el diálogo, en esta conversación, hasta un punto culminante
donde pone en boca de su interlocutor la pregunta de ¿cuáles son las con-
diciones requeridas para ejercer el psicoanálisis? Nosotros estamos preo-
cupados por esta transmisión, por lo que pasaremos a enumerar las leyes
mínimas que surgen de los mismos textos de Freud:
a) Psicoanálisis personal. Cuando al interlocutor ficticio de
Psicoanálisis y Medicina Freud le habla de la sexualidad, parece que hace
“caras”, entonces Freud le dice que no se ha podido entender lo que le ha
querido decir porque le da asco la sexualidad, por lo tanto, yo, en ese
párrafo de Freud de 1926 leo lo siguiente: No hay posibilidad de entrar en
el campo psicoanalítico con ascos, temores e inhibiciones a mi propia
sexualidad, porque si tengo ascos, temores e inhibiciones a mi propia
sexualidad no podré entender aquello que el psicoanálisis me propone:
que la sexualidad humana es la materialidad donde se desarrollan los pro-
cesos inconscientes.
Muy poco podré saber del psicoanálisis —dice Freud—si no consigo
psicoanalizar en mí, primero, aquellos motivos que me hacen imposible el
acceso a semejante teoría.
El método psicoanalítico requiere, para su utilización, disponer del
deseo inconsciente del practicante. Sin deseo de ser psicoanalista no exis-
te la posibilidad de la realización de lo que por ahí se anda llamando acto
psicoanalítico. Dificilmente un practicante que no pueda hablar de cómo
él fue puesto en situación de que le fuera transmitido el psicoanálisis
podrá a su vez transmitir el psicoanálisis.
406 MIGUEL OSCAR MENASSA

Tratándose del trabajo del habla, se trata del trabajo sobre el imagina-
rio de las personas, y el imaginario de las personas es, en todos los casos,
uno diferente a otro. Mientras cada imaginario es diferente, cada transmi-
sión es diferente, no hay transmisión generalizada, hay transmisión del
psicoanálisis para quien a partir de su propio camino, es decir, su propio
imaginario, sea capaz de construir el espacio y el tiempo para poder tra-
bajar sobre los procesos, sobre los productos del trabajo inconsciente.
b) Otro requisito de la formación es el estudio sistemático del psicoa-
nálisis como ciencia, como teoría científica, ahí donde se funda como tal,
es decir, en los textos de Freud y Lacan.
Decir que no hubo ningún autor psicoanalítico después de Freud es
mentira, pero decir que hubo muchos es tener esperanzas. Ninguna de las
dos cosas conviene, ni mentir ni tener esperanzas.
Entonces, el estudio sistemático que por ahora requiere la Escuela es el
psicoanálisis de las obras de Freud y Lacan. El resto nos imaginamos que
tendrá que ser parte de la cultura que todo psicoanalista tendrá que tener
acerca del campo en el cual trabaja.
c) En tercer lugar, la producción por el aspirante a psicoanalista de una
escritura que dé cuenta del modo de producción que hizo posible que a él
particularmente le fuera transmitido el psicoanálisis. Es decir que uno de
los requisitos que le pone la Escuela al candidato, es que pueda escribir
acerca del proceso que él mismo vivió, tan particular, en el acceso al tiem-
po en que le fuera posible que alguien, no interesa quién, le pudiera trans-
mitir el psicoanálisis.
Sin esta escritura estaríamos en el tiempo donde Freud pensaba que la
sugestión era buena, y si la sugestión es buena lo que es bueno es la imi-
tación. La novedad psicoanalítica es transformar el concepto de sugestión
en el concepto de transferencia. Para que esto fuera posible hubo que
generar primero el concepto de libido.
Es decir, bajo el fundamento de la libido es donde se hace posible
transformar la teoría de la sugestión en el concepto de transferencia. Así,
el concepto de libido hace posible transformar el método catártico, un
método intelectual, donde se creía que si el paciente recordaba la escena
traumática, curaría; en el método psicoanalítico donde ya, para que sea
posible que la palabra cure, tiene que haber movilización de fuerzas, es
decir, que el recuerdo no es suficiente si no moviliza, en el hecho de recor-
dar, las fuerzas que fueron reprimidas conjuntamente con la escena recor-
dada.
PSICOANÁLISIS Y MEDICINA 407

Y esto es lo que el psicoanálisis denomina transferencia.


El modo de transmisión del psicoanálisis es el proceso transferencial
vivido por el aspirante a psicoanalista, si quiere con su propio psicoana-
lista, porque puede ser con alguno de sus profesores, con alguno de sus
compañeros, o con una página escrita. Se trata, entonces, de producir una
escritura que dé cuenta del proceso transferencial vivido por el aspirante,
personalísimo, que lo hace acceder al momento de la transmisión.
d) El candidato debe, en algún momento de su carrera psicoanalítica,
practicar como paciente el psicoanálisis grupal, y esto no sólo porque no-
sotros tengamos la pretensión de ser un grupo, sino porque para Freud el
psicoanálisis es un hecho exquisitamente comunitario. Es decir, no hay
psicoanálisis sin intersubjetividad, no hay psicoanálisis sin palabras, no
hay psicoanálisis sin la materialidad que brinda para ello el sistema de la
lengua y sus inscripciones sociales.
e) Por último, se requiere que el candidato a psicoanalista sea alguien
que sin deberse a nada pueda luchar, pueda poner su palabra, pueda poner
su conocimiento a disposición de todos aquellos procesos de engrandeci-
miento de los límites de la vida humana actual, empobrecido como sabe-
mos por los modelos ideológicos, que son los que determinan el modo en
que nos educan en la universidad, el modo en que nos atiende el médico,
el modo en que nos enseñan a comer, a vestirnos, a amarnos, a desearnos,
que, como ya empezamos a suponer, no es como se dice la forma huma-
na de hacer todas esas cosas, sino que todas esas cosas que hacemos coti-
dianamente están impregnadas por sistemas que, más que tener en cuenta
el desarrollo humano que cada uno de nosotros sería capaz de realizar, tie-
nen en cuenta el sostenimiento del sistema ideológico del cual se trata.
DISCURSO DE AMERICA,
POESÍA, PSICOANÁLISIS, LOCURA

Un loco diría: Yo pienso.


Un psicoanalista, J. Lacan, diría:
...yo pienso donde no soy es decir
yo soy donde no pienso
yo no soy allí donde soy el juguete
de mi pensamiento, yo pienso en lo
que hay allí donde
yo no pienso pensar.
Un poeta, T. S. Elliot, diría:
Para llegar a lo que uno no sabe
hay que ir por un camino que es
el de la ignorancia.
Para poseer lo que uno no posee
hay que ir por el camino
donde uno no está.
Para llegar a lo que uno no es
hay que ir por el camino
donde uno no está.
Y eso que uno no sabe es lo único que sabe
y eso que uno posee es lo que no posee
y donde uno está es donde uno no está.

La palabra después de haber hablado entra en el silencio o se hace


410 MIGUEL OSCAR MENASSA

escritura. Este tiempo se abre y una multitud de recuerdos invade los años
de la amistad, las encrucijadas de nuestras vidas.
La lluvia en la ciudad, la risa de los niños en el jardín, en la casa, en la
violencia, junto al fuego.
Espero poder escribir lo que me gustaría leer: El laberinto del amor, tu
figura recortada entre sombras y los dioses de papel fustigando la discon-
tinuidad de la letra.
Mejor ver estas ideas en el camino de una aproximación entre Freud y
Lacan, entre el psicoanálisis y la lingüística, el inconsciente y el significan-
te, máscara de un nuevo status del discurso donde la «y» abre un campo
donde el desencuentro posible muta Y señaliza su recorrido con el len-
guaje en plena acción: la poesía.
“Lo que no interviene en el método de exposición —el vértigo del sin-
sentido donde cualquier cara, dos caras o un barril de seda, quieren decir
lo mismo o nada—fue birlado del proceso de producción, desvió todo el
pensamiento.”
El psicoanálisis y la filosofía se enfrentan con la necesidad dramática
de romper con el «sentido», de salir radicalmente de la epistemología de
la conciencia Y también a la altura de sus descubrimientos y programas,
de medirse con la exigencia inmedible, con las radicalidades inauditas de
la revolución freudiana.
De la poesía tenemos que sacar material para otra cosa, dicen, pero de
esa otra «cosa» de la que habla el psicoanálisis, es precisamente la poesía
la que nos lleva de la mano por el jardín de los senderos que se bifurcan
donde intentamos llamar al pan pan, y al vino, vino.
¿Nos habla más del pan el químico o el poeta?
Es el punto de cocción de los elementos lo que nos da la medida huma-
na (deseante) o es el aroma?
Si interrogo al texto por el misterio de su construcción, se me ocurre
que estas palabras desean disponer el saber en movilización permanente y
reemplazar el conocimiento cerrado y estático por un saber que dialecti-
ce las variables experimentales y dar, finalmente, a la razón motivos para
su expansión. Una búsqueda para transformar una verdad en su razón.
Discernir los obstáculos epistemológicos es, entonces, contribuir a
fundar los rudimentos de un psicoanálisis del conocimiento. Desarreglar
sus hábitos como una propuesta de una práctica pedagógica Y una forma
simbólica de elaboración de lo reprimido, de manera homóloga al chiste
y su relación con el Inconsciente.
DISCURSO DE AMÉRICA. POESÍA. PSICOANÁLISIS, LOCURA 411

Esta lectura, a veces, es como someterse a un Pesa-Nervios, como


exponerse a una ceguera que nos trabaja y nos piensa.
Inconsciente y lenguaje, una renovada perplejidad ante lo inasible,
donde la Poética de su desencuentro nos señala su abismo.
Límite donde la palabra escrita —materialidad de las ciencias—toma
los rumbos y las formas que la violencia de las combinaciones le impone.
Como la alimentación gota a gota, el discurso pensado signo a signo
realimenta la antropofagia del solitario
Amo y esclavo, asesino y víctima y el estrangulado amor que los enla-
za, donde el poeta con sus ojos abiertos y el corazón en sombras, inmer-
so en su quietud
escribe.
En toda decisión, un reloj comienza a latir.
Nadie está exento de la escritura del Otro.
Páramo de lo imprevisto, arca que traga el universo y su diluvio, las
especies, las artes y las ciencias,
donde te espero.
El punto cero de lo eterno
donde las manos están abiertas
y no hablan
de la belleza
del esplendor.
Dicen
de pequeños cielos
donde el ojo
devora
alojo.

Una conferencia sobre Psicoanálisis, Poesía y Locura, no sólo habla de


mi valentía sino, también, acerca del importante monto de vuestra apuesta.
Y os digo que no es precisamente una pedantería decir que Buenos Aires
se ha cerrado para mí, mejor dicho, permaneció cerrada durante diez años
a mi escritura, pero esta vez tengo que quedarme tranquilo, ya que esta ciu-
dad cerrada a mis versos, me ha dado una oportunidad de cada cosa para
dejarme probar, me imagino, lo que fueron capaces de hacer con una perso-
na que todavía estaba viva. Un recital, una mujer, una conferencia.
He leído mis versos con los más jóvenes y al compás sonoro de un
412 MIGUEL OSCAR MENASSA

rock fuerte y alto a la vez. He hecho el amor con una mujer como corres-
ponde y hoy he venido a dar mi primera conferencia, es decir, que les estoy
pidiendo que tengan en cuenta la responsabilidad que embarga mis sentidos.
Hablando en principio de lo más notable, diré que la transferencia se
procesa en permanente menos uno, en tanto lo que cree faltar nunca estu-
vo. Un cero, como habíamos anunciado hace quince años, pero cruzado
por la muerte, que en sí misma es presencia, en el sujeto, de un imposible.
Venimos a levantar la llama inagotable del deseo.
Es por eso que en el supremo intento de no morir en mis propias
manos ante ustedes de un cáncer, de un accidente, o de un infarto del cora-
zón mirando como un estúpido las estrellas de nuestro campo, escribo.
Trazo sobre un papel, antes que suceda, el recorrido de nuestro encuen-
tro. Pozo de un encuentro, éste, que se desea y se rechaza a la vez, simple-
mente para que ustedes puedan mantenerse dentro de la dialéctica que impo-
ne toda ideología a sus transformaciones. Vengo, como debería haber estado
un psicoanalista: sordo y mudo a cualquier tipo de lamentaciones.
No vengo a decir, pues esto revocaría los fundamentos de una teoría,
sino que vengo a generar el campo necesario (que ya algunos de ustedes
conocen de oídas) para que dé comienzo la función.

Sé que tendré que recorrer este camino con un público hambriento de


saber que ya casi no asocia libremente y que carece del erotismo suficien-
te, es decir, una escritura lo suficientemente fuerte y abierta como para
generar entre las palabras el vacío de una pasión.
Y antes de comenzar la conferencia propiamente dicha, intentaré des-
cubrir frente a ustedes el velo de una ignorancia.
Trazo sobre la verja del abismo de la locura, la desesperada ficción de
una rosa en la mitad de su crecimiento cortándose a sí misma.

PSICOANÁLISIS Y POESÍA
Relación fundada por el Grupo Cero en su escritura, muestra una vía
de acceso al sentido y a la dimensión humana de los textos psicoanalíticos.
Resonancias y repercusiones de una poética freudiana.
Formalización de un cierto nivel de la obra de Freud, tanto desde la
sintaxis como de la semántica, es decir, una combinación específica. Es en
este decir a la economía del tiempo a la que se reducen todas las otras. Ley
que regulando mediante el tiempo de trabajo la economía en general,
DISCURSO DE AMÉRICA. POESÍA. PSICOANÁLISIS, LOCURA 413

designa, el lugar inconsciente, mediante el cual la economía se hace ley y


expone la economía del tiempo.
En este sentido la prosa común, esa lengua unificada de las ciudades, la
escritura fonética, se gesta en un movimiento que esclaviza la escritura a
la lengua en general, reprimiendo las particularidades. Convierte las
representaciones en una función filtrada por el habla. Indica una etapa
específica de la constitución de la moneda como tal. El dinero reemplaza
las cosas por sus signos y así la descripción critica del significante dinero
es la reflexión fiel del discurso sobre la escritura.
La inscripción psíquica, en el sentido de una máquina de escrituras en
movimiento permanente, es y no es, lo que entendéis por estas palabras.

PSICOANÁLISIS Y POESÍA
Así escritos fundan un campo que señala la escritura como dominio
donde se desarrollan métodos e instrumentos para la producción de una
nueva posibilidad en el camino de una teoría del conocimiento.
Psicoanálisis y poesía nos dice de una producción, efecto de articular
el instrumento poético y la retórica del inconsciente. Siendo ambos un
trabajo sobre el significante, los dramas que atraviesan la escena, las ban-
deras de libertad que se iluminan en la combinación son el hombre de
quien Freud escribe claramente: no podemos saber cómo es en realidad.
Sometida a leyes inexorables, la palabra hace sus estragos. Ella es
impune, se combina con todo. Ama desaforadamente las imperfecciones.
Su ser es todo tiempo.
En este estado todas las combinaciones de la palabra generan poesía. Para
ello, es necesario que las formas espaciales, topológicas (último lujo de la
razón contra lo poético humano), estallen en fragmentos. La forma sin más,
las deformaciones que la violencia de los tiempos combinándose le imponga.
Gozando como una mujer, dejándome llevar, escribo de lo que nadie
sabe. Soy Ello, capaz de engendrar lo que circula. No soy idéntico ni
siquiera a mí mismo. Mi lugar es la muerte.

PSICOANÁLISIS Y POESÍA
Señala un vínculo de coherencia más allá de los límites de las diversas
teorías del lenguaje desarrolladas en occidente, limitadas por los dos bor-
des conocidos en el sentido de un cuestionamiento práctico: el materialis-
mo y el arte.
414 MIGUEL OSCAR MENASSA

El psicoanálisis define un tiempo de transferencia de sentido en discur-


so, que se expresa en economía sexual e interpretado muestra ser un dis-
curso histórico. Siendo el inconsciente lo que se lee bajo formas de agita-
ción histérica, ritual obsesivo, frialdad esquizofrénica, interpelación para-
noica, rechazo fóbico o culto perverso. Sin olvidar la denuncia de “mi
hombre», “mi mujer», mi, mi, es decir mi imaginario particular y, tam-
bién, de la divinización del fetiche de la reproducción de la especie, de una
burguesía que sueña con ser sapiente, fascinada por el psicoanálisis a la
medida de su miseria sexual.

PSICOANÁLISIS Y POESÍA
Dos interesantes miradas sobre la vida de los hombres que, como toda
mirada, única o doble (ya que el doble es consecuencia y máscara de lo único),
son insuficientes. En ellas todo cierre es, tan sólo, una nueva metáfora.
En ellas todo es infinito en los contornos de un universo finito. Dos
miradas extraviadas en ser siempre una novedad y, sin embargo, hablar
solamente, escribir solamente, dos formas privilegiadas de lo único.
Por ahora, psicoanálisis y poesía, dos grandes y corpulentos valles de
lágrimas. Por ahora todo es dolor, todo crítica punzante. Por ahora, debe-
mos decirlo, nadie aprueba los exámenes.
Psicoanalistas y poetas hay pocos.

PSICOANÁLISIS Y POESÍA
Iniciar algo también es morir. y si no se han hecho las cosas a fondo
podrá más la sangre, que las palabras. Sólo en el paroxismo de su ser
humano un hombre es palabras. El resto del tiempo: carne, excremento,
grandes pasiones de antiguo nivel. Hundido en esa pocilga el “hombre»
puede morir de cualquier cosa, hasta de rabia.
Para que la palabra transforme algo en alguien, debe acontecer engarza-
da en las más altas pasiones posibles para el hombre: El Amor, la Creación.

Anuncio fuertes lluvias y manzanos en flor y nadie me cree.

Desfiladero material hacia la muerte, las palabras, después todavía,


hablar, escribir, amar. Este tiempo es el tiempo de la creación, y no por-
que iremos a ponerle flores a ningún muerto, sino porque el hombre está
DISCURSO DE AMÉRICA. POESÍA. PSICOANÁLISIS, LOCURA 415

en condiciones de afirmar que hablar, escribir, amar, son en realidad el


mismo acto, el mismo verbo, ya que existe una simultaneidad, un tiempo
diferente donde un acto concebido como generado en esa triple articula-
ción es lo que se ha dado en llamar desde antaño, sin entrar nunca en sus
verdaderos mecanismos de producción, acto poético, es decir, producir lo
que sólo existirá después. Y es aquí, donde poesía y ciencia se confunden,
podríamos decir, en un abrazo mortal para ambas.
Porque cuando se habla de la Poesía y el Psicoanálisis y no se habla de
la propia vida de los sujetos, no hay método y todo es razón y ella misma
es la que se descarta a sí misma para ser y es ella la que concibe un No
rotundo y eterno en la propia morada de la materia y en ese vacío, fuego
sangrante de la nada y, en ese límite preciso contra todo, la razón en cues-
tión, haciendo gala y despliegue de todos los sentidos, con todos los ori-
ficios abiertos y desesperados a la búsqueda de lo cierto, ella, la razón,
comienza su propia investigación y ella, tiene la sabiduría de la vida, por-
que la vida es ella, su moda la verdad, su verdadero ser el tiempo momifi-
cado en los relojes, su retórica volver siempre sobre lo mismo, con el
intento de esclarecer cualquier atrocidad que ocurra en su reinado.
Y ella, hoy por hoy, debemos decirlo, reina sobre todo. Para reinar su
concepción es simple. En mi cuerpo, nos dice y ella tiene variadas mane-
ras de decir, todo es sobremesa, barrigas descomunales y cigarros que
pueden fumarse tranquilamente.
En mi cuerpo todo es atardecer y unas veces blanca y perfumada, dan-
zando entre cisnes, también, blancos y olorosos y otras veces ensangren-
tada y nocturna, fija y natural, momificando su sonrisa siempre a una hora
determinada, abre las ventanas de su corazón, abre desaforadamente sus
flujos marinos, porque ella, la razón, en su casa, también, es poesía. Y
entreabre su piel, porque la piel también es un agujero y en esas heridas se
petrifica universo.
La marginalidad, aparente espacio donde zozobra su poderío, es tam-
bién un espacio de su propio cuerpo, alejado de su poder, pero estrecha-
mente ligado a su corazón. Ya que en esas márgenes que son todavía su
cuerpo, viven y cantan sus canciones los marginales, sus apasionados
amantes secretos, viven como si fuera contra ella para soñarla y en los sue-
ños ella no deja de reinar. Todo sueño es verdad, toda verdad es sueño. Y
cuando el amor se llenó de verdades y de sueños, cuando ya era imposi-
ble sostener en un solo cuerpo tantas direcciones, ella, inventora de lo
inconcebible, parte su cuerpo en dos y olvida. Y mientras lo olvidado no
416 MIGUEL OSCAR MENASSA

retoma ella es dos, una que hace lo que puede y otra que hace lo que no
puede. Una mutilación y su doble, ya que uno no puede por carecer de
todos y dos es la posibilidad de la mirada de uno y el tercero no existe,
porque el tercero es lo olvidado que retorna. Y hasta aquí, como vemos,
en la cúspide de su poderío, ella, la razón, propone para el hombre ser
uno, o bien su propia imagen o peor aun, cuando ella atardece y los rumo-
res del lago son propicios, ser, en el inconcebible retorno de lo reprimido,
un recuerdo, un grito, una caricia, a veces un olor. Y luego, para reinar
también sobre el silencio, inventa la muerte. Ella es una asesina y majes-
tuosa, dice la verdad. Más allá de mi cuerpo o la reproducción de mi cuer-
po o la muerte. En mí, cuerpo de la verdad, razón, todo.

Y si de poco valen mis palabras, estarán mis escritos y los escritos de


mis escritos.

POESÍA, PSICOANALISIS, LOCURA


Tengo toda la paciencia que tiene que tener un árbol perenne. Se ima-
ginan esa solemnidad.
Y no soy, como dicen algunos de mis versos, un pájaro cantor, sino más
bien, cientos de pájaros cantores anidan en mis propias entrañas. Soy, por
eso, la madre de lo que canta en cada pájaro cantor. Y lo que crezco contra
el tiempo, hace efímero el vuelo de los pájaros, me llaman: POESÍA.

Hombre de piel como palabras


he viajado por lo que queda del alma
y no estoy de acuerdo.
Tristeza agrandada por sus contradicciones,
soy el dolor del siglo que no duele.
Más que la atroz materia que destruye,
un simple giro del lenguaje.

A la palabra amor
le puse cascabeles como a la lepra antaño.
A la palabra madre
le puse un cataclismo entre las piernas
y una belleza masculina en la mirada.
Ojos de miel combiné con mi Patria
DISCURSO DE AMÉRICA. POESÍA. PSICOANÁLISIS, LOCURA 417

y me dejé llevar por la marea.


Llené el mar de palabras antiguas
y hundí el mar.

De la mujer hice una frase.

Detuve su infatigable locura,


infatigable locura entre mis letras.
Al tembloroso, avergonzado sexo
le agregamos torrentes, cataratas.

Ella existe,
ha nacido en mis versos.
Poesía de fuego
donde el dragón es ella y la palabra.
Te escribo, ¿ves? te escribo
como antaño el hombre se escribía.
Hago que tus gemidos
—yegua loca pariendo la mañana—
abandonen tu cuerpo.

Lo tuve decidido, saldría una noche con la ropa de siempre, me olvi-


daría por el apuro algunos escritos, algunas pasiones. Respondería a cier-
tos saludos con el silencio de los veranos indomables, por fin alguien me
preguntará si volvería tarde. Tal vez diez años en lugar de diez horas y aun
así, pocas habrían de ser las diferencias.
Sentado frente a la máquina, giro regularmente, equidistante del eje
terráqueo y, en ese preciso instante, me traslado describiendo una elipse
en torno al sol y, en ese preciso instante, hermanado en lo mineral de mi
sangre con la estrella caliente y con los planetas esteparios, vamos hacia
una lejana constelación a la que nunca llegaremos porque no es llegar lo
imposible, sino el itinerario de una firme dirección incongruente.
Difícil es volver ahora de los confines del universo sin sexo. Ya que el
hombre no ha inventado aún una peluca para la caída del sexo, y no es que
le falten medios (imaginación o fetichismo) sino que el sexo no cae.
En su camino puede morder la fresca manzana o arruinar la dentadu-
ra del traidor, retorcerse hasta casi desaparecer, poner su firma en el már-
mol intemporal de la cultura, crecer hasta ensombrecer la mirada de los
418 MIGUEL OSCAR MENASSA

poderosos, pero no cae, no se deja atrapar por ningún orificio, por ninguna
altura. Una chispa que sin parecerse a ninguna otra, no es extraña al fuego. El
tiempo de la subversión del sujeto, ahogado entre mapas de guerra, folletines
reivindicativos y la punzante cronología del salario. El acceso al orden sim-
bólico no implica la abolición de la carne sino que la circulación de palabras
abarca también la circulación de la sangre. Letras cuyo carácter las acerca a
esos números de que están compuestos todos los números, y por ser subya-
centes a todo átomo de lenguaje capaz de sentido siguiendo el hilo de una
metáfora, en sus iluminaciones, pondrá a la palabra su valor de evocación.

La poderosa muerte unida a los vocablos más sutiles.


El cruel espanto, el dolor más extremo, besados por la luz.
El verso más antiguo bordado en tus cabellos.
Entre palabras, por túneles secretos, hacia lo no sabido.

Sólo después sabré, sólo después sabremos


cuando lo irremediable pregunte por sí mismo
cuando la muerte venga anudada en un punto
cuando el baile sonoro de los días detenga su mirada,

vendrán de nuestra vida los saberes y, ahí,


ya no seremos éstos, sino lo escrito

Esperanza fallida la verdad de la nada, donde la poesía anuda su des-


conocimiento de ser con el futuro, donde la muerte llenará lo que ella
misma fue, el agujero de la propia imbecilidad del hombre enterrado en la
tristeza de no saberse único. Poesía, Psicoanálisis, Locura, deberían lla-
marnos a reflexionar por el verdadero ausente, la Muerte.
Estoy aquí amor, tengo todo el dolor, sana alegría, de saberme incom-
pleto en estas cosas de los pueblos, las noches de los pueblos, los simples
asesinatos por algún pesito o algún besito dado inapropiadamente o bien
una miserable cuota de prestigio. Escándalo apretujado de ficciones,
infernalmente puesto en mí, viajo hacia los espacios que conviven en uno
desde el hacedor manantial de la locura.
¿Quién, me pregunto, estará preocupado por la locura sino quien la
haya rozado? ¿Quién habrá de interesarse por la poesía, sino el blasfemo?
El que todavía no pudo levantar sus faldas y hundirse en ella para siem-
pre. El que no soportó el olor a vida de la poesía. Ese, es el que está pre-
ocupado por ella.
DISCURSO DE AMÉRICA. POESÍA. PSICOANÁLISIS, LOCURA 419

Nuestra conversación goza de detalles que la hacen una conversación


interesante y no porque entre nosotros habrá dinero, porque no lo habrá
y su consecuente trabajo realizado, del que estoy dando muestras sino
más bien estoy proponiendo dejar que hable entre nosotros lo que de
humano es capaz de hablar.
Y si damos este paso, no sólo las ciencias han quedado a nuestras espal-
das, sino también, lamento decírmelo (porque yo soy su enamorado),
habrá quedado a nuestras espaldas, también, la poesía.
Y si ha de ser algo bueno para vosotros que algunas de las piedras que
se interponen en vuestro camino queden a vuestras espaldas; no ha de ser
bueno para mí que quede a mis espaldas, precisamente, aquello que había
de sostener en mi discurso, frente a ustedes.
Porque poesía y ciencia son, quiero deciros, un límite casi biológico,
frente a la dimensión de la pasión que quieren encubrir, y que, hoy, ha traí-
do un poco de ella el título de la conferencia, ya que de la locura se trata
cuando queremos descubrir los límites de la creación, para con ese límite
y sin más, encontrarle un sentido a ella, la locura, invitada hoy, más por
sus honores que por los nuestros y, sin embargo, capaz de dejarse arras-
trar como una cualquiera entre nosotros, para que hagamos de ella, y pre-
cisamente contra ella, un modelo contable, que si no cura del todo al
paciente, por lo menos, curará un poco al psicoanalista.
Cuando hablamos de poesía, no hablamos de una poesía que nos des-
cubra el centro del amor, sino de una poesía que produzca amor en los
hombres. Más que una ciencia para descubrir sentidos, una ciencia que no
deje tranquilo ningún sentido, ninguna verdad. Un método que más que
revolucionar se revolucione.
Y hoy no he venido a preguntarme por mi ser porque yo, es cero.
Tampoco vine a preguntarme por vuestro ser, porque en nuestro ser anida
la sustancia de mi carencia, y ese deseo de plenitud es vuestro ser. Y tam-
poco vine a preguntarme por los astros celestes que surcan el espacio a
diario, porque no es de las posiciones que ocupamos en el espacio, ni aún
el topológico, de lo que hemos venido a hablar, sino precisamente de lo
que a todos sobrecoge y a todos por igual, el tiempo de nuestra relación.
La historia de vuestra transferencia.
Y si del tiempo ha de tratarse, sabemos entonces, que ha de tratarse, tam-
bién, de desprenderse de algunas trabas, para que del tiempo pueda tratarse.
Y si del tiempo se trata, deberá saberse que habrá violencia en nuestras
mentes y en algunos de nosotros habrá violencia en el corazón (que como
420 MIGUEL OSCAR MENASSA

se sabe no es una violencia aconsejada, porque produce daño en el propio


corazón) porque el tiempo será una irrupción brusca y desmedida en
nuestra manera de ser que, hoy, precisamente, se nos está dando por con-
fundirla con nuestra manera de pensar, que es por ahora, y hasta que no
se demuestre lo contrario, lo único que tanto ustedes y yo estamos en
condiciones de arriesgar. Y si esto tendrá que ser un entrechocar de sabe-
res, o bien, un entrechocar de retóricas, se irá sabiendo en la práctica de
esta contradicción. Ahí donde la práctica, por tal, nos hará propietarios de
un trozo de realidad y, ahora, por las palabras que ella ha pronunciado
impunemente por nosotros, dueños y señores, tendremos que ser ese
pedazo de realidad, y defenderla.
Quiero decir que es como psicoanalista que se me reclama en este
territorio, ya que no es del saber que no se consume. Lo que parece no
consumirse en este territorio es un psicoanálisis donde el psicoanalista,
más allá de su condición de asalariado, no se someta hasta el límite de no
poder cumplir ya con la función.
Función que de devenir como tal, tendrá mi deseo en eso, porque, sólo
el deseo de quien se ocupa de eso, desea la función.
Y si eso de ser la función invade eso de no ser nada en mí, mi deseo será
social cada vez que le toque expresarse. Y cuando digo social, quiero decir
que en su expresión no me dará el ser que ambiciono en el movimiento sino,
por lo contrario o casi, aquel otro ser temido, por ser deseo del Otro y que
de ustedes ha partido, porque la función no habla, sólo desea.
Y sordo es el desear de la función, ya que ella nada desea para sí, sino
para la retórica que la crea como tal.
Que los poetas legislen con sus versos la vida de los hombres y que los
psicoanalistas expliquen, diríamos, de una manera magistral, los mecanis-
mos intrínsecos de dicha legislación, no son todavía, pruebas suficientes
para que sigamos galardonando a nuestros poetas y a nuestros médicos
psicoanalistas, y sigamos recluyendo a nuestros locos en los manicomios,
sus sustitutos, no siempre diferenciados claramente de la fuente de la cual
provienen.
Una manera de pensar inhumana genera una manera de pensar huma-
na y esto, sin embargo, no le da al asunto status de verdad. Porque debe-
mos decirlo: no es en la verdad de la locura donde anida la humanidad, y
por lo tanto, no es, precisamente, humanidad lo que ambiciona el discur-
so psicótico, sino más bien, una palabra que por su brusquedad interrum-
pa el flujo de lo que teniendo que ser deseo, todavía es necesidad en él.
DISCURSO DE AMÉRICA. POESÍA. PSICOANÁLISIS, LOCURA 421

Palabra que por su imposibilidad de ser reducida a cosa alguna, sirva


como ejemplo (porque ¿de qué otra cosa se trata de un proceso de identi-
ficación?) para que el discurso psicótico, pueda, para dejar de ser psicóti-
co, separar la cosa de la palabra que nombra la cosa o, bien, en otro nivel
separar lo bueno de lo bello o, bien, si se trata de hablar de los diferentes
niveles de locura, un hombre que pueda separar lo bello de lo divino.
Y si para semejante transformación habrá de ser necesario el cuerpo
del psicoanalista, el psicoanalista tendrá que saber en todos los casos que
nunca es el padre el que presta el cuerpo al síntoma, sino que es la anhe-
lante y ambivalente madre la que presta su cuerpo, para que él, su cuerpo,
acontezca en el lugar de lo cósmico, y temido, por no ser, todavía, pala-
bra. Y así, como todo cuerpo será cuerpo de Ella, toda palabra será pala-
bra de Otro. Y sin tratar de saber si es demoníaco o divino que un psico-
analista oficie de madre, bien podemos decir que la verificación del cuer-
po no da más garantía al símbolo, sino, por el contrario, pone en cuestión
precisamente al símbolo. Porque el poder de curar está en el cuerpo.
Porque si de curar se tratase, es de la eficacia simbólica de lo que se trata-
ría y de ella, de la eficacia simbólica, es más capaz el cuerpo que la propia
palabra.
Y si totalmente faltase el cuerpo, no tendríamos, tampoco, al símbolo
en su belleza pura o, mejor dicho, no habría símbolo posible en esa debi-
lidad. Esta manera de no poder no estar, y tampoco poder estar, hace del
cuerpo del psicoanalista una nube de polvo ardiente y helado a la vez que,
en todos los casos, envuelve a quien por su boca habla en esa pasión.
A nada temo, dice el sujeto, sólo a mis propias palabras.
Y si del saber se tratara en esa oportunidad, de que cuando uno sabe
pueden saber todos, diría sin más que al descender del avión en el aero-
puerto de Ezeiza supe que yo era otro del que había viajado en el avión
desde el aeropuerto de Madrid. Y ese casi doloroso saberme un otro de
aquél, me permite pensar que cuando me vaya de Buenos Aires, ustedes
serán otros de los que están siendo durante mi estancia en Buenos Aires.
Quiero terminar agradeciendo y explicaré por qué.
Sabemos que la locura tiene sus defensores, sobre todo cuando se trata
del psicoanálisis. Quiero decir en el sesgo donde soy psicoanalista, por el
solo hecho de haberme tenido que presentar ante ustedes como tal, ella, la
locura, hubiese reclamado su lugar entre nosotros y nosotros aceptaría-
mos, sin más, haberla convocado. La poesía en cambio, y sobre todo
cuando se trata de las ciencias, no goza de semejantes derechos.
422 MIGUEL OSCAR MENASSA

Agradezco entonces haber sido invitado a esta charla, también, en


nombre de la poesía. Esto me permitió escribir sin tener los cuidados que
normalmente se tienen para que ella no irrumpa, como tantas veces espe-
ro que haya ocurrido en esta charla. Porque ella, la poesía, es la indiscuti-
ble dueña de las palabras, más aún que la propia locura del simple hablar,
en donde cada vez que pronunciamos una nueva palabra, adviene a no-
sotros un nuevo sentido, aunque no lo sepamos.
Por qué la poesía es la que legisla ese saber y ese no saber. Y es en la
poesía donde el deseo y la locura plasman su ser. Se sabe de antaño que la
poesía (mucho antes que las matemáticas dieran un nuevo rumbo a la
humanidad) hablaba de una voz más acá de Dios y, sin embargo, humana.
Y la poesía como sin razón, como estallido sangrante en medio de
cualquier vida, de cualquier frase, de cualquier historia. Aún como sin
razón, cuando los más ambiciosos tratando de hacerla más aceptable la
transformaban en filosofía. Quiero decir que mucho antes que la locura
hablara por sí misma, la poesía habló por ella.
Si se tratara de una guerra de términos seguramente ganaría la Poesía,
50.000 años son más que algunos siglos de locura y más aún que una cien-
cia en sí misma, por ser ciencia, relativa, joven ciencia, con menos de un
siglo en su vivir. Si se tratara de una conversación y tratando de delimitar
el campo en cuestión, tendré en cuenta toda la escritura de un grupo, en
tanto, que si algo específico tiene ese grupo es haber creado dicho campo.
Y si el campo ha de ser el del Psicoanálisis y la Poesía vanagloriándose de
estar juntos, si este campo existe, cosa que he tratado de sugerir, el grupo
del cual estamos hablando se denominará Grupo Cero.
Y si acabo de nombrar lo innombrable no será para decir que pro-
venimos de un atolón atlántico, ni para decir que nuestra formación es
académica, por ser egresados de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Buenos Aires, en una época donde todavía Buenos
Aires era Grecia. Ni siquiera hablar de lo que seguramente con el tiem-
po nos hará famosos, haber articulado con destreza y en algunas opor-
tunidades con precisión, dos locuras, el psicoanálisis y la poesía, de lo
cual hoy he tenido que dar una muestra. Nada de eso serán hoy nues-
tros antecedentes, porque terminaré diciendo soy un nombre grupal y
me place decir antes de terminar de exponer mis ideas sobre la produc-
ción del inconsciente, que mis ideas no son mías. Y es precisamente en
esta incertidumbre, en esta intemperie, donde una vez más, ella, la
escritura, hablará por mí:
DISCURSO DE AMÉRICA. POESÍA. PSICOANÁLISIS, LOCURA 423

A las palabras se las lleva el viento,


decían los ciudadanos más acomodados (los garcía, lacanianos
en general, franceses racionalistas) y tenían razón.
Ahora somos palabras que venimos del viento.
Palabras con la velocidad del viento metida en la sangre.
Palabras como aullidos desgarrados, nervios en libertad.
Gemidos, somos los gemidos arrancados del viento,
palabras destinadas a permanecer:
Grupo Cero, psicoanálisis y poesía, ese imposible,
un nuevo escenario,
tan difícil de poner en el espacio como el propio tiempo.

Un amor tan difícil de ubicar en el tiempo como el propio


inconsciente.
Un deseo desesperado, abierto, múltiple.
Tan difícil de ubicar en la vida como la propia poesía.

Cíclopes amarrados a sí mismos, tantos otros,


hacen girar el mundo como si fuera luz, palabras.

PRE-SCRIPTUM
La diferencia entre la escritura y lo que el hombre que escribe puede
con su vida, es un drama que hasta ahora sólo pudo ser solucionado con
la muerte, la locura o la terrible enfermedad, en todos los malditos o en
aquellos que sin llegar a serlo lo ambicionaban.
La vida de la escritura es la vida de la escritura y la vida del escritor es
un mínimo inconveniente que la escritura supera en todos los casos.
Pretender, hasta ahora por lo menos, hacer concordar la vida de la
escritura con la vida del escritor, es en todos los casos llenar la escritura de
opacidades.
No, como se dice, una vida humana que por darse a la escritura dejará
en ella una marca, sino una vida que al ser sujeta por la escritura recibirá
de ella una marca, que en todos los casos es, como sabemos, insoportable.
Si la escritura, es decir, la formación material histórica de la produc-
ción del lenguaje escrito, ha de ser materialidad de toda producción cien-
tífica y literaria. No ha de ser ella la que se verá sobredeterminada por el
sujeto psíquico que, ella misma, utiliza en su realización. Sujeto que pade-
424 MIGUEL OSCAR MENASSA

cerá, al caer bajo la sobredeterminación del sistema escritura, un desvío,


precisamente en aquello que por ahora le determina como sujeto del
inconsciente y como sujeto de las relaciones de producción.
La escritura no respeta ninguna enfermedad, ni ninguna posición de
clase, ella dispone de sus propias categorías, ella otorga posiciones de clase
que nada o muy poco tienen que ver con los sistemas de producción
imperantes.
Digo, sin saber si será necesario llegar a una demostración, que el de la
escritura es un sistema otro que el sistema Otro donde el sujeto es, insis-
to, por ahora, la intersección de dos encadenamientos, a un otro y a un
Otro de él.
Las leyes de la escritura no son siquiera las leyes del lenguaje, así que,
si el inconsciente está estructurado como un lenguaje será una cosa y si
está estructurado como una escritura será otra.
Y escritura, es todavía, si me animo, diferente a escribir. No es el trazo,
es el tiempo del trazo, es decir, su propia temporalidad.
Escribir de aquello que nos enceguece para usarnos en su desarrollo es
fuerte, algo así como intentar detener mi propia circulación sanguínea
para estudiarla, ella no se lo permitirá a nadie. Detener su curso para que
alguien pueda poseerla, para que alguien pueda decir algo de ella, antes
que ella misma produzca sus sentidos, ni me lo puedo imaginar.
Y sin embargo sé que sin imaginación será imposible, insistiré se ve
que todavía me dan miedo nuevas combinaciones. Edipo todavía me
domina, todavía estoy esclavizado a dos ilusiones: Tener el Valor. Tener el
falo. Todavía deseo sólo ausencias, soy un amante de la inmortalidad,
temo la infinitud, prefiero que el mundo siga siendo: un poco de dinero y
la fotografía de mis familiares muertos.
TRANSMISIÓN EN PSICOANÁLISIS
Clase inaugural al Seminario Sigmund Freud VII Convocatoria

Hoy hablaré de algo que conocemos todos:


Cuando le quito mi amor es cuando más me ama.
Cuando ella sueña con otro es cuando la deseo.
Cuando estamos separados del todo, estamos juntos.

Hoy soy el áspero sentido de un hueco.


Aún, entre nosotros, amada, vive Dios.
Sus carnes esponjosas impiden que te bese.
Su boca abierta a tu mirada no me deja gozar.

Alégrate muchacha, hoy no confieso nada,


sólo vengo a cantar lo ya sabido, lo inútil,
de mis desesperados gestos de amor y tu belleza.

Nada diré de lo que nadie sabe.


Sólo hablaré de Dios, de Dios entre tus piernas,
adelantándose a tu goce, como si fuera de palabras.

Hoy era el día en que al levantarme tendría que consolidar, en mí,


ciertas cuestiones sobre la formación de psicoanalistas y, antes de des-
pertarme, me veía aparecer en el periódico con un gran titular que
decía, más o menos, así: “Menassa es un valiente, hablará en Madrid de
lo que todavía nadie habló, ¿cómo se forman los psicoanalistas?, ¿quién
426 MIGUEL OSCAR MENASSA

respalda y cómo la actividad de los psicoanalistas?, en fin, ¿cómo se


transmite el psicoanálisis?
Mi primera sorpresa fue darme cuenta que en el diario ni siquiera había
salido en convocatorias. Me dije, en principio, no será hoy, será otro día,
en el que tanto tenga que arriesgar. Después ya más tranquilo, me dije, que
no está mal pensar que a nadie podía interesar demasiado la transmisión
del psicoanálisis a menos que estuviese comprometido en esa transmisión.
Para qué sacar una noticia para enterar a quienes estaban ya previamente
enterados. Cosa para iniciados: ¿A quién, se deben haber preguntado los
periodistas, puede interesarle la capacidad de la mente, cuando de lo que
se trata es que nadie pueda pensar cómo lo someten, cómo lo esclavizan?
Agradezco entonces el tono fascista en su particular modo de informar
de cierta prensa, porque ahí donde debería haber habido eso, hubo goce,
escritura.
Queremos agradecer, especialmente, con un pedo luminoso de futuro en
pleno rostro al director del diario “El País”, porque esa gente sí que nos ha
ayudado a escribir y a gozar. Desde hace cinco años, más de una vez por día,
allí donde debiera haber habido eso, hubo nada. Y ya, sin otra cosa más que
agradecer, en tanto vuestra presencia más que halagarme me compromete,
intentaré recorrer el sinuoso camino de esta conferencia que espero que no
lo sea tanto como el propio proceso de transmisión, que en definitiva, nos
reúne. El Grupo Cero Madrid es, como ya lo dijimos hace más de ocho años,
un territorio autónomo, y si alguien todavía no entendió qué quiere decir
eso, hoy trataré de llevarlo al límite posible de comprensión; un territorio
autónomo quiere decir, entre otras cosas, que no hemos sido ayudados por
nadie para ser. Fue algo que nació entre nosotros, es decir, algo de nuestra
vida, algo de nuestra sangre, no sólo nuestro dinero o nuestro tiempo se
había puesto en juego. Estábamos en condiciones de decir: Somos el Grupo
Cero, la Primera Internacional de Poesía y Psicoanálisis.
Un territorio autónomo quiere decir que pagamos los impuestos
correspondientes para enseñar y practicar el psicoanálisis y difundir la
cultura en todas sus manifestaciones y encontrar los modos de publicar
toda la producción grupal, sea poética, científica o de ficción.
Un territorio autónomo significa tener una escritura que nos sostenga
y que nos permita saber que, para nosotros, habrá futuro. Un territorio
autónomo quiere decir, en definitiva, que alguien nos escucha en Madrid.
El Grupo Cero tiene su auditorio, construido a lo largo de diez años de
largas e intensas jornadas de trabajo; por lo tanto, el Grupo Cero tiene
TRANSMISIÓN EN PSICOANÁLISIS 427

derecho a seguir hablando. Parado en ese lugar donde mis obligaciones y


mi deseo se combinan en esa aparente paradoja de tener que hablarles para
algún día poder escucharlos. No sólo se supone en esta paradoja que yo
hable, sino, también, que ustedes hablarán.
Y si nadie habla de la formación los psicoanalistas debe ser, me digo,
que nadie ha formado nunca a ningún psicoanalista. El hecho de verme
rodeado, cuando me denomino Grupo Cero, de más de veinte psicoa-
nalistas en ejercicio, entre los que me cuento, y más de treinta candida-
tos a serlo, me respalda y garantiza que parte de lo que hoy diré ya pasó
de alguna manera y parte de lo que os diga ya habrá de pasar de alguna
manera.
Si hay psicoanalistas hay inconsciente, es decir: psicoanálisis, y eso el
Grupo Cero ya lo ha demostrado. En el Grupo Cero, podemos confir-
mar, hubo transmisión, hay psicoanalistas.
Y hoy, por qué no decir que me da una satisfacción, vuestra presencia
asegura que habrá transmisión. En este discurso de hoy, que bien podría
llamarse el DISCURSO DE MADRID, hablará el futuro para algunos y
para otros hablará el proceso de producción acontecido.
Hay en la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero, a la vista de quien se
anime a mirar, una formación académica y una formación psicoanalítica.
La formación académica consiste en la lectura de los textos de Freud y
Lacan como punto de partida. Ahí, contrariamente a lo que se cree,
durante su formación académica, el candidato, y no porque no estudie,
sino porque es imposible, sólo se encuentra con la noción de inconscien-
te. Ya fueron el trabajo grupal (de ahí la importancia de organizarnos en
pequeños grupos para enfrentarnos con la palabra) y el psicoanálisis del
propio candidato, los que enfrentarán al sujeto con el concepto incons-
ciente, en tanto no habrá de haberlo, sino como interpretación.
Estas dos coordenadas, que son en realidad cuatro: lo académico, lo
psicoanalítico, lo grupal, lo poético, se entrecruzan ahora en infinitas
combinaciones, tantas como sujetos puestos en juego sobre el campo del
psicoanalizado o sobre el campo del psicoanalista, según sea la dirección
del síntoma o bien la dirección del deseo.
Y como del psicoanálisis se trata lo que se transmite, si comanda el sín-
toma, habrá transformaciones de la vida del sujeto. Habrá transferencia y
dilución de la transferencia, es decir, la repetición será el motor de la expe-
riencia y el habla el lugar de producción. Si comanda el deseo, habrá
máquina y eso no tiene ni dilución ni final, las transformaciones se opera-
428 MIGUEL OSCAR MENASSA

rán en la teoría psicoanalítica, el motor de la experiencia será la pulsión de


muerte, y el lugar de producción la escritura.
Por último, antes de entrar en la conferencia propiamente dicha, quie-
ro recordarles que veinte son los años que marcan este discurso y que es
mi deseo que otros veinte años lo remarquen.

¿Transmitir el psicoanálisis?

Sólo después sabré, sólo después sabremos.


Cuando lo irremediable pregunte por sí mismo.
Cuando la muerte venga anudada en un punto,
cuando el baile sonoro de los días detenga su mirada,
vendrán de vuestra vida los saberes y ahí,
ya no seremos éstos, sino lo escrito.

Un vuelo de decir sería que así como sin asociación libre no hay posi-
bilidad de interpretación, sin escritura no hay posibilidad de transmisión.
La transmisión del psicoanálisis es un acto inherente a la propia produ-
cción del inconsciente.
Empezaré diciendo que todos los caminos que llevan a ROMA, llevan
a Roma. Sobre todo cuando el que me mira caminar de mí, está en Roma.
Sin deseo del psicoanalista no hay psicoanálisis, es tan verdadero como
decir: sin psicoanalista, no hay inconsciente. Si alguien no nos convence
que estará en Roma esperándonos, aunque no lo esté, no llegaremos
nunca a Roma.
Formar un psicoanalista para otro psicoanalista es la forma más pura
del amor. Develar a nadie lo que será de nadie.
Un existente de lo que no hay, un imposible pone las piezas en movi-
miento. Un saber que no será sino bajo la regla de no saberlo. Un poder
que sólo sostendré si rechazo utilizarlo.
Un deseo de ser de la carencia la cintura del alba. Rozar, rozar, sin
tocar nunca y sin detenerse frente a cada fracaso, porque es de eso de lo
que se hablará en el diálogo de transmisión: EL FRACASO DEL SER
EN SERLO. Ya que todo intento será determinado desde la errancia del
deseo. Desear deseos, objetos nunca sidos.
Un ojo que no ve sino los restos que le permite su mirada. Una pala-
bra que mira del Otro pasa en mi interior. Lo esencial de mí, y eso es lo
que no sé, pasa fuera de mí.
TRANSMISIÓN EN PSICOANÁLISIS 429

Las piezas que se ponen en juego disparadas por la carencia, son rea-
les, imaginarias y simbólicas, y los discursos posibles hasta ese momento
de nuestra formación son cuatro: LA MUERTE (el punto, la interpreta-
ción), LO SEXUAL (el nada, el desencuentro, la insatisfacción, LA NO),
EL ESTADO (la universidad, el capitalismo), DIOS (la palabra divina, el
amo Absoluto).
Un sujeto supuesto de saber esgrime como bandera su deseo. Un suje-
to que supone ese deseo que lo sostiene en su suposición, como un saber.
Un saber paradójico que sólo se produce en acto y que al querer deter-
minarlo como ocurrido se desvanece como tal. ¿La repetición, la transfe-
rencia, la pulsión, no son acaso muescas de este fracaso? El ojo no desea
sino su propia mirada que lo constituye mirándolo desde el Otro.
Estoy aquí, dice el candidato, porque quiero ser psicoanalista. Y esto
inmediatamente, a menos que uno sea indiferente a las cuestiones sociales
en desarrollo, plantea una pregunta que, de no contestarla, el candidato
(por el simple hecho de haberlo pronunciado) se quedaría sin camino.
¿Quién está cuando estoy?, y ¿dónde estoy cuando estoy aquí? Y si
esto fuera poco para mantenerme callado, la frase: quiero ser psicoanalis-
ta, puede ser simplemente, no una inversión, pero sí un deslizamiento;
quiero psicoanalizarme, ya que usted lo desea.
En esa especularidad: quiero ser como usted, entero, es su propia ima-
gen lo que se le anticipa como disfraz de la única verdad posible en el diá-
logo de transmisión. A usted le pasa lo mismo que a mí. Otro nos reúne
bajo la faz de no saber. Carencia anterior y futura a todo ser, aún al de la
imagen. Así que difícilmente el falo pueda ser imagen de nada y menos del
pene. El Falo, concepto positivo de lo imposible de la Apertura al campo
del Otro, uno de la carencia, que permite pensar que, justamente, ese otro
que no está en el sistema, sino como nunca sido, sea causa.
Quiero decir simplemente que si en la primera entrevista quiere serlo,
más adelante querrá tenerlo y luego querrá matarme. Al llegar a Roma no
sólo no me encontrará, sino que percibirá sólo de sesgo, porque más allá,
aún, sólo se puede gozar o morir, que nadie nunca ha estado en ROMA.
Concluido el psicoanálisis, si es que alguna vez concluye, nadie estará en
condición de asegurar que se trate de Roma. Y la conclusión no deja de
ser bonita: ROMA NO EXISTE, aunque más allá, aún, tal vez, la encon-
traría.
En cuerpo, en el goce del Otro, en lo Uno del Amor, en la Muerte. Y
nadie conseguirá nada. Ya que el Inconsciente Freudiano y, por qué no
430 MIGUEL OSCAR MENASSA

decirlo, el inconsciente Lacaniano, aunque otro, es Saber No Sabido o


Poesía, y aquí, la cuestión. Todo lo otro, aun los matemas o los mate-a-
mamá, son los intentos desesperados del símbolo de obturar la carencia,
única puerta posible para el deseo. Su causa.
Después que Lacan tacha el La de La mujer, miles de voces se han
levantado defendiendo la palabra naciente de la mujer en este siglo, es
entonces, queridos lacanianos, que, según Lacan, Mujer habla, lo que no
habla es su goce. Que nada significa, para la dialéctica fálica, delirio del
amor homosexual masculino. Es decir, que si no es conmigo, que es siem-
pre contigo, será con Dios.
Si el problema con Dios no es que exista o no exista, no entiendo por
qué, tratándose de las relaciones sexuales, el problema tendrá que centrar-
se en su existencia o no. Es decir, que tanto para Dios como para las rela-
ciones sexuales el problema es que son inconscientes.
El hombre y la mujer son significantes, como el goce que adviene cada
vez que debería faltar. De no haber habido eso, hubiera sido goce. Fue
goce por no haberlo sido sino por su falta, ahí, donde hubiera sido prefe-
rible que, para ser, faltara.
Y si todavía no he conseguido complejizar lo suficiente el tema de la
transmisión en psicoanálisis, podré decir como al pasar que tanto el hombre
como la mujer pueden servirse de todos los caminos posibles que son dos, o
es todo, o todo no es. O todo es falso, ausencia desmesurada, propuesta con
la sanción sobre el objeto “a”; o todo no es Falo, presencia desmesurada,
propuesta que culmina, por serlo de esa manera, en no todo ser. No ya de la
carencia, dialéctica fálica. Goce del órgano, racionalidad, sino ser ella misma,
la carencia y su goce, lo que le faltaría en su fracaso en serlo.

Estoy llegando, como siempre, gota a gota,


a fin de mes, amor, enajenado, sordo, quieto.
Con tres peniques en mi mente me siento Dylan Thomas.
Después, diecisiete florines, hacen que Freud sean mis atributos.

A fin de mes, mi amor, para llegar, pruebo volando.


Me juego dos quinielas, recuerdo dos poetas, amor,
y beso la cúspide de mi esperanza de volar, cuando,
en silencio, entre versos, le pido a Dios: piedad.

Alas para llegar hasta mi amada a fin de mes.


TRANSMISIÓN EN PSICOANÁLISIS 431

Pequeñas alas muertas, cielos luz para mi mente.


Alma, un poco de alma, Dios, para llegar a fin de mes.

Después pasan las horas y arañando un sentido,


llego hasta tus senos, amor, a fin de mes, loco,
embrujado, por la intensa alegría, por llegar.

Es evidente que no sé a quién tengo que dirigirme.


Quisiera llamar la atención de todo un pueblo.
Pegar aullidos verdaderamente desgarradores.
Algo que nadie pueda olvidar así fácilmente.

Después antes de gritar, veo que es poco lo que tengo en mis


/gritos.
Un poco de libertad desesperada, un poco de convicciones juveniles.
Una mujer, me digo, una sola mujer, en una sola cama, eso tal vez.
Tal vez la soledad de la campiña, pobres pájaros, pobres árboles
/muertos.

Un grito pequeño, encerrado en mí mismo, mirándome al espejo.


Un grito de mi boca pequeña a mi pequeño corazón sangrante.
Que sólo de tocar, toque la roca de mi amor por mí, cuerpo
/enamorado.

Cuerpo deshabitado, agujero del viento posible para el hombre.


Romper con un pequeño grito los bordes de esa caricia eterna.
Gritar gritos pequeños contra mi propia piedra, corazón.

Esa pobre criatura embalsamada en los brazos sin fe de su madre, en


las palabra sin recuerdos de su padre o directamente su ausencia, se arro-
jará a nuestros silencios con cien mil pedidos, siempre alejado demasiado
de lo que debería ser una proposición inteligente, que un futuro discípu-
lo dirige a su futuro maestro, según el tono que alcance la propuesta.
Todo candidato para serlo del psicoanálisis, piensa que él será lo mejor
que le pueda pasar al mundo del psicoanálisis. Esto producirá, como en
cualquier fobia, pequeños desplazamientos que lo irán contaminando
todo. Sus amantes serán los mejores o las mejores, según la ética reinante.
432 MIGUEL OSCAR MENASSA

Luego su psicoanalista será el mejor o el peor de todos, según la transfe-


rencia y su didacta será el sumum o lo absoluto según la cuota de religión
o filosofía que tiña la relación, que no es intersubjetiva, sino fantasmática.
Como vemos, el problema de la transmisión tiene dos vertientes: la del
psicoanalizado y la del psicoanalista. En términos lacanianos, la relación
entre “a” y “fi” negativo con el significante de la falta en el Otro, es decir,
S función de A tachado.
Lacan, claramente, no sabe cómo transmitir el asunto de la transmi-
sión, en tanto el todo lo hace por lo menos en varios idiomas, nos imagi-
namos para que nadie entienda totalmente el asunto de la transmisión, en
tanto se supone lo que no es, desde lo que recién será en un final que no
acontecerá sino no aconteciendo. Ya que su acontecer será en otro escena-
rio. Real, inconsciente, imposible como realidad, sino en el goce que no
adviene, insiste Lacan, sino en su falta.
El intento de querer escribir todo nuevo para la ocasión que me brin-
da la escuela en la cual curso mis estudios, de poder decir mi parecer acer-
ca de lo que todavía, nadie dijo bien, ni siquiera del todo.
LA TRANSMISION, en un paréntesis quiero mostrar cómo Lacan en
el Aún, dice que sus escritos y los escritos de los místicos hablan de eso
que él habla sin hablar sino de sesgo, confundiendo lo que dice con lo que
es. Yo recurriré a una experiencia personal que si no alcanza los ribetes de
mística, alguno de sus bordes pertenecen a ese registro.
El pase o la transmisión del poder de curar en las alturas impensables
del Machu Pichu. El transmisor era un viejo indígena de 150 años, el que
habría de pasar sería yo. El saber no estaba en el transmisor, sino en lo que
transmitía, pero esto sólo a causa de rechazar el poder que advenía en la
operación. Se trataba de un hongo, que daba realmente un acercamiento a
lo real, que proponía con romper lo que de antaño nos viene dando como
imposible. Es decir se hacía verdad, es decir conocimiento del encuentro
con lo real, y eso no volvería a ocurrir, es decir que se pasaba al sector de
los que tenían como atributo curar rechazando el saber adquirido duran-
te la experiencia con el hongo.
Sólo 20 años después, es decir precisamente hoy, encuentro sentido a esa
experiencia de pase, y convengo junto con el anciano, aunque 20 años des-
pués, que allí hubo transmisión, sin poder determinar todavía de quién
dependió el suceso, si del hongo del transmisor, o de mi propio psicoanálisis.
La transmisión en psicoanálisis está en manos de expulsados de algún
sitio, de algún tiempo de reflexión, es decir, que nuestro discurso se dife-
TRANSMISIÓN EN PSICOANÁLISIS 433

rencia del resto en el sesgo donde no fuimos expulsados de ninguna institu-


ción psicoanalítica, porque nunca hemos pertenecido a ninguna institución.
¿Y si alguien todavía quiere preguntar qué es el Grupo Cero Madrid,
es decir, qué clase de organización, no institucional, es la institución
Asociación Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero?
No sé qué decir en principio, pero sólo en principio, porque si me
detengo en las palabras, de un ser institución bajo dos presiones (matrices
de identificación), Grupo y Cero, ni la fuerza de los estados soporta este
escozor permanente que soporta el Grupo Cero Madrid como institu-
ción, ésa es nuestra garantía de haber podido, el resto debe ser otras his-
torias. Institucional o grupales, según los aconteceres dialécticos, es decir,
el psicoanálisis de los didactas.
Por otro lado se me ocurre pensar que deseo del psicoanalista no es
algo que se desprende del saber supuesto, ni siquiera de la barra que sepa-
ra este saber de lo real, sino que para que haya deseo del psicoanalista, vér-
tice y motivo de todo psicoanálisis, tiene que haber alguien o algo que
interprete este deseo del psicoanalista.
Puntualizaciones, interjecciones, curiosidades discretas, estímulos
serenos, libertad de entonaciones, movimientos de varita para las escan-
ciones y los ritmos, explicación concedida sin reticencia, respeto a los
pudores, acogidas corteses de lo escabroso, de lo escatológico, de lo obs-
ceno, tolerancia de la seducción y de la agresión, señalamiento de algunos
límites, juicio de no complacencia. Dicho todo esto todavía no hemos
hablado de la interpretación. Es decir, el paciente se ha curado y aún no
ha comenzado su psicoanálisis.
Un ser más allá del Edipo y de la castración, un ser del goce plus, del
todo no ser.
Esto de la transmisión me parece todo una tontería incuestionable,
quien quiere transmitir, me digo, quiere dominar.
y mi bella pregunta, aunque comprendo que no es el mejor momento
para hacérmela, es si a mí me interesa dominar y en caso que así fuera, no
se podría determinar, claramente, hoy por hoy, si son precisamente quie-
nes desean que algo se les transmita, aquellos que despiertan mi deseo de
dominar-transmitir.
Se ponen en el sistema grupal, mediante escritos cuya única preferen-
cia está dada por haber sido escritos con el procesamiento de las relacio-
nes grupales.
Con eso cada cual hace lo que le permite por ahora su mirada, se supo-
434 MIGUEL OSCAR MENASSA

ne, no sólo el saber del psicoanalista, sino, también supone, que el candi-
dato, con el tiempo, podrá más.
y cuando ya no hay otro remedio, queda aún una posibilidad: propo-
nerse como psicoanalista expulsado del Uno de ser de la comunidad, es
decir, proponerse como no todo. Hacerse expulsar y proponer nuevas
reglas del pase, de la transmisión de la escritura.

ENCORE, AUN, EN CUERPO

Hago desaparecer un día de mi vida


mañana, por ejemplo, y sobre ese vacío
que no es sino mi voz, salto
con la firmeza de un cálculo infinito
hacia el futuro.

Vuelvo desde la muerte sobre mí mismo


—honda caverna que hizo posible el salto—
y el ser que nunca fue, desea eso
vivir la vida sin vivir, amar la muerte.

Detrás de lo detrás, no en el espejo


no en la torpeza de la línea
queriendo ser deseo de sus puntos

No en la verdad y, aun, después del cuerpo


Ahí donde el ser es Uno de carencia
Ella es, burbuja extraña e imposible,
pájaro enamorado de los agujeros de su canto.

NOTAS

1. En “La deformación onírica” a mi entender plantea la imposibilidad


de realización o la imposibilidad de simbolización de lo real inconsciente,
es decir, que de aquí se desprende todo lo que se supone de la existencia
del inconsciente más allá de toda simbolización. Es decir, hay un real
inconsciente no simbolizable.
TRANSMISIÓN EN PSICOANÁLISIS 435

La cadena de significantes o la red de significantes, lo que para Lacan


es el automaton, no es lo real inconsciente, lo real inconsciente está más
allá de la red de significantes. Ese más allá quiere decir que hay un real no
simbolizable, hay un real fuera de la cadena de significantes y eso es el
inconsciente.
y un real simbolizable que no es saber inconsciente. Luego está el agu-
jero que en la cadena de significantes hace lo real, es decir, la aparición, el
emerger de lo inconsciente en la cadena de significantes, lapsus, actos falli-
dos, sueños.
El ombligo de los sueños es precisamente ese límite teórico. El ombli-
go de los sueños quiere decir que hay un punto, un límite entre lo posible
de ser simbolizado y lo no posible de ser simbolizado, pero lo no posible
de ser simbolizado no deja de ser real.

2. La carencia no es un concepto negativo, es un concepto positivo de


carencia, y la causa es lo mismo que se busca. Porque causa del deseo es el
deseo, en tanto lo que deseo es deseo del Otro.
A Hölderlin se le planteaba la misma situación, él lo resuelve llaman-
do Dios a aquello que el sujeto pierde definitivamente con la inclusión del
sujeto en el lenguaje. Irrumpe el lenguaje en el mundo de lo humano, dice
Hölderlin, y ahí el hombre pierde algo que jamás recuperará, eso es Dios,
es decir, Dios es lo que huye del hombre con el acontecimiento del len-
guaje; ahora bien, por eso es que para Höldedin el poeta puede ser inter-
mediario entre Dios y el hombre, pero un Dios que no es Dios, un dios
que es carencia, que es lo que el hombre nunca habrá sido.

3. Por eso que se hace imprescindible, vuelvo a insistir, el psicoanálisis


del psicoanalista. Por eso que cuando se habla de transferencia no se habla
de lo que ocurre al paciente sino de lo que le ocurre al deseo del psicoa-
nalista. Por eso que para ustedes el tiempo futuro no es ni el tiempo de la
revolución, del proletariado, ni de la liberación de la esclavitud en Angola,
no, el tiempo futuro para ustedes está puesto en un contexto imaginario y
sólo se refiere al fin de vuestro psicoanálisis. Además pueden darse una
cita con algún muchacho, una chica dentro de algunos años, y eso también
es futuro, pero no es el futuro que a vosotros atañe, el futuro que a vos-
otros atañe es el fin de vuestro psicoanálisis. Porque en el fin del análisis
se genera un acto, y un acto no tiene nada que ver con la acción, sino que
tiene que ver con lo que de significante inaugura.
436 MIGUEL OSCAR MENASSA

Por lo tanto el fin del análisis en los candidatos a psicoanalistas es el


acto por el cual se inauguran todos los siguientes comienzos de análisis
que ese psicoanalista llevará a cabo.
Por lo tanto no hay futuro para alguien que se esté formando como
psicoanalista que no sea el futuro que viene marcado desde el fin de su psi-
coanálisis.
Además, la transferencia no tiene que ver con la repetición de nada,
sino que tiene que ver con las vicisitudes de su futura dilución.
Es la puesta en juego de aquello que será, no de aquello que fue, por lo
tanto toda la transferencia psicoanalítica se juega compulsada desde el futu-
ro anterior, es decir compulsada desde la muerte, es decir, compulsada desde
el fin del análisis, no desde el comienzo de la vida, en tanto que el comienzo
de la vida será siempre en todos los casos una construcción, algo nuevo. Si es
algo nuevo no podemos decir exactamente que haya pasado.

4. El poder que tiene el sujeto sobre el significado, no sobre el signifi-


cante, es total, tanto que lo usa de cualquier manera y su último fin es
esencialmente aniquilarlo.
Vean lo que cada sujeto hace con los significados. Cómo los significa-
dos dependen de la unión con otras cadenas de significantes.
No se generan en la conciencia pensamientos. La conciencia es un
órgano perceptual, percibe, registra sucesos que ocurren en otro lugar, regis-
tra la realidad exterior, pero como todo órgano perceptual fracasa, falla.
En realidad no sabemos si es el deseo el que no se realiza o la necesi-
dad que jamás puede satisfacerse completamente. En tanto, llevado al
límite del pensamiento, lo de la pulsión, toda pulsión es parcial porque
nunca hubo ninguna necesidad que se satisfaciera totalmente. Eso quiere
decir pulsión parcial. Pulsión parcial quiere decir que nunca se negó a
cubrir totalmente el espacio de lo necesario.

5. ¿Qué es una interpretación psicoanalítica? Es una metonimia, es el


deseo, es el puro deseo, es el único deseo que debería conocer un psicoa-
nalista; no hay otro deseo más inconsciente y más psicoanalítico que la
interpretación psicoanalítica. La interpretación psicoanalítica es lo que
genera el deseo, es el deseo, la única realidad del deseo.

6. El yo precipita inconsciente, “donde ello era —lugar del padre


muerto—,Yo he de advenir”, y ésa es la partición del sujeto. La frase de
Freud, “donde ello era, yo he de advenir”.
TRANSMISIÓN EN PSICOANÁLISIS 437

A partir de ahora habrá un yo que se relaciona con la ley y un otro que


a nivel inconsciente se relaciona con el fantasma. Eso es el mito del Edipo,
que como ustedes ven no tiene nada que ver con la relación del niño con
los padres.
La fase del espejo es un procesamiento que va desde la insuficiencia a
la anticipación. Es decir, siento mi cuerpo macerado, y veo mi imagen
entera. Aquí, si el niño hablara, tendría un deseo, diría: “Quiero ser ese
niño entero”.
Está claro que mediante otro tipo de elaboraciones llegamos a la for-
mación en el acto psicoanalítico, quince años después en el procesamien-
to de la obra de Lacan, al sujeto del supuesto saber, a lo cual me tengo que
someter fingiendo, en tanto no hay sujeto del saber, es una imposición que
me viene dada desde el cuerpo macerado, desde el “quiero ser ese niño
entero”. Aparece que la posición del psicoanalista va a ser la posición del
sujeto supuesto saber. Posición del sujeto supuesto saber que en el fin del
psicoanálisis tiene que transformarse en un objeto “a”, es decir, tiene que
transformarse en uno de los objetos del deseo. El psicoanalista, en el fin
del psicoanálisis del paciente tiene que des-ser, por no decir desaparecer.
En todo esto que estoy diciendo, en esta forma donde desde la insufi-
ciencia, ve lo que le anticipa, es como después el significante va siempre
delante del sujeto, lo anticipa siempre. Siempre está en el lugar de... anti-
cipándolo, borrándolo como sujeto, borrándolo como ser.
En este lugar Lacan le llama matriz de identificaciones, quiere decir
que en la fase del espejo se desarrollan todas las identificaciones futu-
ras: yo quiero ser psicoanalista. Quiere decir que cuando yo quiero ser
psicoanalista, estoy en la fase del espejo, desde mi cuerpo macerado,
desligado de la realidad, creyendo que hay alguien que sabe lo que yo
necesito.

7. La relación del niño con la imagen es la misma que tenían las cosas
antes de la invención del número natural.
Con el acontecimiento del número natural para hacer la praxis se esta-
blece un nuevo tipo de relación triangular. Desaparece, cae asesinado
—dicen los teóricos—un objeto real, es decir, el conjunto dedos desapa-
rece, el conjunto ábaco desaparece, y entonces la relación es imaginaria,
real y simbólica. Estos son los tres órdenes que en realidad produce el
número natural. Número natural, que como producción de sentido va a
estar en el inconsciente de todas las ciencias contemporáneas.
438 MIGUEL OSCAR MENASSA

El niño se relaciona con su madre, esta relación es posible por la exis-


tencia de una especie imaginaria —dice Lacan—, especie imaginaria que se
llama falo imaginario.
¿Qué es el falo imaginario? La existencia imaginaria que permite la
relación del niño con su imagen, es decir, del niño con su madre.
Y éste es el lugar del padre muerto, es el lugar de la cantidad. Entonces,
cuando venga el símbolo, el número natural, el número natural va a ser el
nombre de la cantidad vacía de números, como el símbolo del padre. El
nombre del padre va a ser el nombre del padre muerto, el nombre del
padre vacío de padre. Así como el número era el nombre de la cantidad
vacía de número.
El valor lingüístico se determina de la misma manera, en tanto lo único
que permite que la palabra mamá y mía tengan algún sentido, es el valor.
El valor no está ni en la palabra mamá, ni en la palabra mía, pero regula la
relación. Además, el falo es una razón de relación, por lo tanto no perte-
nece a nadie, es un concepto material, suprasensible, material, pero no
corpóreo, un concepto material, suprasensible e incorpóreo, y es material
porque es una precisión del lenguaje que es material.
Entonces, el falo será en todo caso aquello que regula la relación entre
hombre y mujer. Porque si el Otro, la hiancia, la apertura al campo de lo
Otro es el Otro sexo, no es cualquier otro, no es Dios el gran Otro; el gran
Otro es el Otro sexo. Por lo tanto para el hombre será la mujer y para la
mujer será el hombre, con lo cual esta relación no se transforma sino que
sigue siendo la misma, para el hombre y para la mujer.

8. La atención flotante de Freud quiere decir que el conocimiento


con el cual tengo que enfrentar el discurso del paciente, el relato del
paciente, el relato del soñante, es la atención flotante, es decir, fuera de
todo prejuicio. Fuera de todo prejuicio quiere decir fuera de todo
conocimiento, y para Freud el conocimiento es un prejuicio, porque él
dice: Cuando algo es nuevo no se puede esclarecer totalmente porque
esclarecerlo totalmente es compararlo con algo conocido, con lo cual le
quito las características de novedad. Es decir, lo que produce en el psi-
coanálisis es nuevo no solamente para el paciente, también tiene que ser
nuevo para el psicoanalista, si no, no corresponde a esa relación. Y esto
lo explican todos de la misma manera. Freud lo explica así, hasta los
lacanianos lo explican así, en el sentido de que la posibilidad de que
exista un imaginario igual a otro imaginario reviste la necesidad de que
TRANSMISIÓN EN PSICOANÁLISIS 439

sea así ideológicamente, y esto es probable a nivel de la ficción dentro


de cincuenta mil años. Esto es probable, que existan dos individuos
idénticos, para que haya un imaginario idéntico. Por lo tanto un analis-
ta parecido al paciente, un paciente parecido al analista, un paciente
parecido a otro paciente del analista... son ficciones.
Pero si eso va a ocurrir dentro de cincuenta mil años, cuando yo vivo
esa ficción, estoy viviendo una ficción de futuro.
Hay varias maneras de trasladarse al futuro. Una de ellas es escri-
biendo, y otra de ellas es tratando de hablar como uno tendría que
hablar si hubiesen pasado dos mil, cuatro mil años... o cincuenta mil
años. Porque si no, ¿qué nos imaginamos?, ¿nos imaginamos que el
tiempo después de nosotros será un tiempo sin lenguaje? Lo único que
se puede modificar verdaderamente de aquí a cincuenta mil años, es lo
que hablamos, a menos que nos imaginemos que con nuestra destruc-
ción se acaba el lenguaje, cosa que sería harto narcisístico. Si pensamos
que el lenguaje seguirá produciendo sentidos, podríamos, porque
somos seres inteligentes como dice la Biblia, podríamos pensar llegar a
hablar como esas transformaciones.
Sería: “No podemos porque no lo podemos concebir”. Bueno, con el
dinero pasa lo mismo no se vayan a creer que solamente con el futuro cós-
mico pasa eso, con el dinero pasa que si no lo puedo concebir es muy difícil
que lo pueda obtener, porque es inexistente. Sólo existe bajo una concepción.
No existe como tal, es un fetiche el dinero. Con los conceptos científicos
pasa lo mismo, porque el clasificar, el regular, comprender, procesar... sí, es
verdad, pero sin la imaginación no hay construcción científica. Porque es
nuevo, por decirlo de alguna manera. ¿Cómo voy a procesar algo nuevo que
todavía ni siquiera he imaginado? Sin imaginación, que no es imaginario, sin
imaginación, sin fantasía creativa, no hay posibilidad de ciencia.
Los samurais tienen una práctica con el cuerpo hasta que sepan mane-
jar las armas. Cuando saben manejar la espada, cuando son capaces de
manejar bien la espada, cuando son expertos en el manejo de la espada, se
les quita la espada, todavía no se los manda a la guerra o a pelear. Ahora
se los manda a estudiar poesía y filosofía, hasta que olviden todo lo que
aprendieron en los primeros años de militarismo, donde aprendían a
manejar las armas.
Cuando se olvidan mediante la poesía y la filosofía de todo lo que
aprendieron con el cuerpo, ahora la espada forma parte del brazo. y ahí
ingresan en lo social.
440 MIGUEL OSCAR MENASSA

Yo creo que la práctica de la vida no es diferente a la práctica samurai,


y la práctica del psicoanálisis mucho menos. La práctica del psicoanálisis
es casi una práctica samurai, en tanto ahora ustedes tienen que agrandar
su cabeza para entender lo que digo, y una vez que lo entienden lo tienen
que olvidar.

9. El psicoanalista a veces va con la interpretación estudiada a ver al


paciente. Quiere decir que está anulando sus condiciones de ser psico-
analista.
La supervisión no sirve para el paciente que se está supervisando, sirve
porque le forma al psicoanalista, entonces, ¿sirve para quién? Para los
próximos pacientes.
Yo a veces pienso en la escritura y digo: ¿quién escribe? Siempre me pre-
gunto esas cosas. Escribo diez poemas en una hora, no los puedo escribir
materialmente, sin embargo los escribo. Entonces, quiere decir que los escri-
bió otro, que yo soy la pantalla electrónica en la cual se refleja lo escrito por
otro. Si no, no podría ser materialmente posible que yo los escribiera.
Y los poemas que estoy escribiendo yo, ¿son los que escribo? No, los
poemas que yo estoy escribiendo, por los cuales me desvivo día y noche,
creo que escribo cuando escribo, que en realidad lo que hago es que apa-
rezcan en pantalla poemas escritos por otros. Lo que yo estoy escribien-
do no lo voy a escribir yo con mi mano, eso será otra mano la que lo escri-
ba, eso aparecerá en otra pantalla. Lo que yo estoy procesando como poe-
sía va a aparecer en otras pantallas, en otros, en otras páginas en blanco,
no en mis páginas en blanco.

10. A nivel de metodología, ¿qué podría servir de referencia para saber


si estamos haciendo un buen trabajo psicoanalítico?
No hay manera de salvarse, más allá del psicoanálisis individual del
candidato a psicoanalista y supervisión de la tarea.

11. ¿Por qué la supervisión? No solamente porque hay gente que ya


pasó por la experiencia, sino para que exista el “afuera” de la relación,
nada más que para eso.
Mis mejores supervisiones fueron, la verdad, cuando yo era joven
como ustedes, en el metro, en el viaje al supervisor, no cuando estaba con
el supervisor, cuando iba al supervisor a mostrarle lo que había hecho.
Cuando iba a mostrarle al exterior, en el viaje, las reflexiones que hacía en
TRANSMISIÓN EN PSICOANÁLISIS 441

el viaje sobre el caso, eran mis mejores supervisiones. Yo pagaba, ¿por


qué? Porque la presencia de ese otro era lo que me hacía hacer las refle-
xiones, porque no interesa que el otro haga carnalmente la reflexión para
pagar, no me importa que el otro sepa o no sepa que en mí se procesa algo,
igual le tengo que ir a pagar aunque el otro no sepa que en mí se procesa
algo por su presencia, si no después termino pagando con la vida, lo que
no pago con un poco de dinero. No importa a quien se lo pague, eso es
interesante porque si no, no habría socialización del psicoanálisis.
El psicoanalista es un científico particular, el que uno se alquila cuando
compra un psicoanalista, eso es interesante. Es más que la maestra particu-
lar, es parecido a cuando venía la maestra y me enseñaba las matemáticas o el
inglés, pero es más, porque es un investigador, una pantalla sobre la cual de
una u otra manera yo escribo mi deseo, y él, más allá de todo deseo, desea la
traducción de ese texto. Me pago un investigador, un investigador privado.
Más allá de todo sentido quiere decir que no le interesan los resultados
de la investigación, no le interesa que el resultado dé negativo o positivo
o regular. Le interesa el desciframiento, no tiene tendencia, y si el desci-
framiento nos condena a muerte, igual estábamos condenados aunque no
descifráramos el jeroglífico. Mejor es estar condenado y además saber que
uno está condenado.
El primer paciente tiene que ser uno, es evidente. Porque soportar la
agresividad del paciente, ya es una cosa dura para la escucha analítica, la
agresividad como tal, digo, hay una agresividad que es la que despierta la
interpretación que es intolerable. Yo además diría que la destreza de un
psicoanalista se mide por cómo tolera la agresividad que se genera en el
paciente frente a la interpretación, que ahí es donde se ve si un psicoana-
lista tiene pericia o no tiene ninguna o tiene relativa pericia. Porque es el
conjunto de la vida del sujeto que se opone a la interpretación.

12. La mirada es el campo del amor, nunca ve lo que dice ver, en tanto
que ella misma es objeto de su deseo. La mirada, ella misma es objeto del
deseo de la mirada.
Si me tiran al paciente en los brazos, por ejemplo, como a veces pasa en
los hospitales, ahí no puedo evitar la mirada; pero tengo que saber que la
mirada está actuando, que se van a producir situaciones con ese paciente que
no se tendrían por qué producir, por lo tanto tendrán que ser interpretadas.
En los grupos el psicoanálisis es diferente por la presencia de la mira-
da. Hay un momento de indiscriminación en el grupo, y ¿cuánto dura ese
442 MIGUEL OSCAR MENASSA

momento? Hasta que se recorta la figura del coordinador. A partir de la


figura del coordinador recortada, que se consigue mediante la interpreta-
ción de la repetición de los modos familiares en esta nueva situación que
es el grupo, los integrantes mediante la primera negación fundan un grupo
diciendo cada uno: “yo no soy el coordinador”, con lo cual se pasa al
momento de discriminación grupal, es decir, hay un coordinador y hay un
grupo, como bien dice Freud, el mecanismo de negación es el mecanismo
por el cual el hombre se abre al pensamiento en tanto el mecanismo de
negación es lo que permite el pasaje directo del pensamiento inconscien-
te a la conciencia, a costa de ser negado.
Es decir, la negación es la caída del sujeto en el pensamiento incons-
ciente.
A partir de la discriminación hay grupo, entonces ahí aparecen los
miedos, que algunas escuelas llaman el miedo al cambio, y que no es otra
cosa que la aparición en el grupo de la castración, es decir, la envidia al
pene y la amenaza de castración.
Si se puede interpretar la envidia al pene y la amenaza de castración en
un grupo, hay un tercer momento grupal donde el coordinador es reem-
plazado por la tarea, hay un corrimiento del coordinador, hay un despla-
zamiento del coordinador por la tarea. El grupo entonces se relaciona con
la tarea y el coordinador cambia la función por la de psicoanalista del
conocimiento, es decir, ya no hay más personas en el campo que investi-
ga el coordinador, sino que ahora sólo hay palabras y lo que las palabras
se dicen entre ellas. Entonces, a eso yo lo llamo psicoanálisis del conoci-
miento, o grupo de producción, como otros autores le dicen.
Es bastante diferente a lo que sería un psicoanálisis individual. Eso
muestra que la mirada incluye el psicoanálisis de los modelos ideológicos.
si hay mirada, tiene que haber psicoanálisis de los modelos ideológicos, y
si no, no tiene que haber mirada.

13. Reich considera que la neurosis, aparte de estructurarse en la pala-


bra, se estructura en el cuerpo. Entonces, ¿de qué manera el psicoanálisis
aborda el problema del cuerpo, es decir, el problema de cómo liberar toda
esa represión que biológicamente está estructurada en el cuerpo?
No hay tal psicoanálisis del cuerpo. El cuerpo es el soporte, o el cuer-
po es el escenario donde se juega esa pasión que no pertenece al cuerpo,
en todo caso.
TRANSMISIÓN EN PSICOANÁLISIS 443

14. Pero algo tendrán que pagar, porque eso es un privilegio, hablar
con cinco mil palabras más. Es gozar cinco mil veces más. Así que me
imagino que algo tendrán que dar, algo de vuestra personalidad tendrán
que dar en esa transformación y en ese viaje.
Lo biológico en el ser humano es precario, porque antes de nacer como
biológico ya es palabra, ya es producto de una conversación, ya es pro-
ducto de un entrecruzamiento deseante.
Que no es por el canal del parto donde nace el niño, eso es una ilusión,
por eso que a veces duele y a veces no duele. Es por el canal del lenguaje.
Porque si fuera por el canal del parto o dolería siempre o no dolería
nunca. No es por el canal del parto, es por el canal del lenguaje, que en
ciertas posiciones sobredeterminadas es estrecho, entonces duele o hasta
hace imposible el parto, es decir, el nacimiento del niño como niño.
No es un cuerpo biológico sobre el que le ponen la palabra, es una bio-
logía precaria que, antes de ser, ya fue hablada, ya hubo deseos e historia
de deseos humanos conformando esa matriz biológica.
Por eso, doctor, que hay que animarse a las enfermedades con dudosa
etiología, a pensarlas producidas por la secuencia psíquica del sujeto.
El sujeto biológico es lo más precario del hombre, en tanto en 1907 ya
Freud escribe un texto muy interesante que se llama Psicoterapia por el
espíritu, donde finaliza el escrito diciendo que no sólo las enfermedades
sino también la muerte se tiene que ver en una deseante, no sólo las enfer-
medades sino la muerte, es decir, la culminación del sujeto biológico,
dependiendo de las vicisitudes del sujeto psíquico, del deseo.
El cuerpo más primitivo es el yo corporal que le llama Freud, pero en
realidad el yo corporal es el yo ideal, y no tiene nada de cuerpo porque el
yo ideal es la imagen, y además nada que ver con el cuerpo porque más
que con el cuerpo tiene que ver con un goce primitivo. Se supone un goce
primitivo.
Donde más se concreta el cuerpo es en el decir de Freud, donde dice
que es el escenario del suceder psíquico, la puesta en escena del suceder
psíquico.

15. Mi opinión es que el psicoanálisis se puede transmitir, por lo tanto


si se puede transmitir hay que estudiar, porque si no es magia ¿cómo se
traspasa?
Es decir, hay una filosofía de lo imposible. Es cierto que en el diván
voy a tener la verdadera dimensión de lo imposible, si no la tengo no voy
444 MIGUEL OSCAR MENASSA

a aceptar la interpretación bajo ningún concepto. La agresividad que se


despierta en el sujeto después de la interpretación es inabordable, es decir,
que un texto puede ser leído de varias maneras. Los textos de Freud, para
no irnos por las ramas, los textos de Lacan, ofrecen un sentido diferente a
cada lectura, aunque sea hecha por la misma persona. Si se lee dos veces
seguidas un texto de Freud o de Lacan, que son los textos que estamos
trabajando, y se cree haber leído lo mismo, hay una inhibición, ahí algo
está reprimido, forcluido o denegado, hay una perversidad en la lectura.
Entonces, el problema es la dogmatización, el problema es cómo hago
para transmitir un estilo sin transmitir dogmas, en tanto esta gente, Freud,
Marx, Lacan, piensan que lo que se transmite es un estilo. Quién sabe si
el relativo fracaso de la inscripción social del materialismo histórico no se
debe precisamente a que se confundió la transmisión de un estilo con la
transmisión de todo, vaya a saber si no tiene que ver con eso.
Dejando a un lado eso, que no somos muy entendidos, en las comuni-
dades psicoanalíticas es así. Muere Lacan, hay una pelea, la gana Miller,
pero ¿qué pasa con las generaciones intermedias del lacanismo? Bueno,
pasa que están organizándose contra el dogmatismo con el cual son
impartidos los conocimientos lacanianos, porque no se trataba de ningún
conocimiento, se trataba de un estilo.
Entonces, si esto no fuera así no veo por qué Lacan tuvo que escribir
un libro que se llamaba Los cuatro conceptos fundamentales, no veo por
qué Freud remarcó tanto el concepto de inconsciente, como lo mantuvo.
Además, tengo que estudiar de una manera particular, no puedo estudiar
como me enseñaron a estudiar en la Universidad otros textos, está claro.
¿Por qué? Porque el texto freudiano tiene que caer sobre las conclusiones
teóricas de Freud, todo el texto de Freud es manifiesto, por lo tanto necesi-
ta una lectura. En el texto de Freud hay preguntas, hay supuestos, hay suge-
rencias que no están dichas, hay que leerlas porque si no, si yo leo literal-
mente lo que Freud dice, no estoy cumpliendo con los requerimientos de la
obra de Freud, que es que todo lo que pase por la mirada del psicoanalista
tiene que desglosarse en manifiesto y latente. Todo, sea lo que sea.
Y no solamente eso, sino que leyendo, porque así lo marca Freud, que
lo manifiesto miente, que no hay verdad en lo manifiesto, es decir, no hay
verdad en lo que percibo, la realidad también es una mirada aun a grandes
niveles, en tanto la ideología funciona a nivel inconsciente.
No es que yo decida ser burgués o no serlo. Soy burgués porque la ide-
ología funciona a nivel inconsciente y mi mirada de la realidad es burgue-
TRANSMISIÓN EN PSICOANÁLISIS 445

sa, por eso la realidad es como es. Si yo puedo romper esa determinación,
interceptar esa determinación, la realidad es otra, porque la realidad tam-
bién es la mirada que la mira.
Ese es el drama del hombre, que es su virtud, su capacidad y su fama,
saber y no saber la influencia que él tiene sobre los otros, sobre sí mismo
y sobre la realidad.
Si ahora viniera Marx con todos estos conceptos nuevos diría que sí,
que es cierto, que el hombre cuando ingresa en el lenguaje es cuando se
convierte en hombre, se hace la mutación, pero también diría que sin la
necesidad de la transformación de la naturaleza jamás hubiese hablado,
que en realidad habló para reunirse alrededor de la palabra y con eso
transformar la naturaleza.

16. El cuerpo es ese objeto que se pelea en la historia y su propio


inconsciente. Su propio inconsciente quiere su cuerpo para el placer y la
historia quiere su cuerpo para el goce y la producción social. Y el cuerpo
es esa oscilación entre ser un trozo de carne o ser un trozo de palabra,
pero no puede dejar de ser un pedazo, un trozo, no hay completud para
el ser humano, no hay verdad totalizadora.
Hay un final, por más divertido que sea el asunto hay un final. Primero
eres chico, después eres un poquito más grande, después otro poquito
más, después eres abuelo y después te mueres. Lo puedes hacer sonrien-
temente o tristemente, pero hay un límite, hay un final.
Hay Otro. Por eso es que hay que aprender a amar, es importante
aprender a amar porque si no aprendes a amar no hay intención de hacer
las cosas, como igual vamos a separarnos, como igual vamos a morir. Pero
como amar es dar lo que no se tiene a quien no es, entonces hay que
aprender a amar, hay que poder hacer algo por quien nunca me va a agra-
decer, porque no le conozco.
Sentir esa grandeza, que somos millones y millones desde siglos y no
ese cuerpo que no sabemos qué soportaría si no estuviera atado a esa cade-
na, aunque los caballos tienen un cuerpo más grande que yo y viven vein-
te, veintidós años, pero a los veintitrés años ya no pueden saltar y gracias
a que este pequeño cuerpo está atado a esa gran cadena, tiene este poder.

17. Lo real es imposible de realidad, cuando lo real se hace realidad es


conocimiento, no hay más real, es conocimiento. Por eso que hay tenden-
cias y yo mismo lo he dicho, que el psicoanálisis produce en el paciente
446 MIGUEL OSCAR MENASSA

autoconocimiento del sujeto que se psicoanaliza y autotransformación.


En el sentido que la interpretación no hace consciente lo real, no mete en
la realidad material lo real, sino que aporta un conocimiento a la realidad.
Entonces, ahora está en la realidad eso que antes era real, ahora está en
la realidad, ya no es más real, es conocimiento.
No sólo el psicoanálisis tiene objeto “a”, todas las ciencias tienen
objeto “a”, es lo que hace funcionar una ciencia. Cuando una ciencia
totaliza su sentido y no tiene más objeto “a”, deja de ser ciencia, es ide-
ología. Cuando cierra el circuito y anula el objeto “a”, la ciencia se
transforma en una cosmovisión del mundo, en una visión del mundo,
es decir, en ideología.
La producción del concepto es como un salto que da el cálculo infi-
nitesimal, es un salto en el límite. No es una sucesión, no es algo lógi-
co la formulación del concepto, es como una caída en el precipicio del
lenguaje.
Es decir que la lógica que nos enseñaron para amar no sirve ni siquie-
ra para amar y nosotros la utilizamos para todo, hasta para pensar.
Además el Edipo es una relación promotora del intercambio y esto es
interesante. El intercambio no es propio de estas sociedades, el intercam-
bio ha existido siempre en todas las sociedades. El intercambio particular
capitalista es de esta sociedad.
Entonces, el Edipo también se puede ver como un eslabón del inter-
cambio, en tanto se puede pensar que, al desprenderme de mi madre y
entregarla a la circulación general, ahora me corresponden todas las muje-
res del universo. Al entregar a mi padre, a mis hermanos, a mis hermanas,
a la circulación general, ahora me corresponden los hombres, es decir, que
es una ley de intercambio.
Está claro que si no pude entregar a mi madre a la circulación general
tendré problemas con las mujeres, si no pude entregar a mi padre a la cir-
culación general tendré problemas con los hombres. Para todos es así.
Es decir, para el hombre el yo ideal es otro hombre y su objeto es una
mujer; para la mujer su yo ideal es una mujer y su objeto es un hombre.
Por lo tanto, ¿ven que ser homosexual es muy fácil?, que no hace falta ni
tener relaciones homosexuales ni tener una práctica homosexual. Un leve
fracaso en la relación de objeto con el otro sexo, el yo ideal. Pero ¿el yo
ideal quién es?, mi mismo sexo, por lo tanto aunque tenga relaciones hete-
rosexuales, si en realidad lo que amo es el yo ideal en lugar del objeto, eso
es una relación homosexual.
TRANSMISIÓN EN PSICOANÁLISIS 447

Lacan llega a decir que hay cuatro sexos: padre, madre, hombre, mujer.
Y esto es muy interesante porque se ve que cuando falta el sexo padre para
un hombre, por ejemplo, falta el universo mujer; cuando falta para la
mujer la madre, falta el universo hombre.
Esto no tiene nada que ver con el cuerpo. O tiene que ver que si usted
no está tan conflictuado en esos sectores y que aceptó la metáfora pater-
na y que la madre no sé qué y que la envidia no sé cuántos y que la cas-
tración y el miedo..., me imagino que podrá tener mejores relaciones con
las personas, también con su cuerpo.

18. Yo además estoy en desacuerdo con algunos pensamientos de los


teóricos, aun con Lacan, porque no creo que se haya investigado bien el
problema de la mujer en el sentido de que frente a la pregunta que Freud
y Lacan le hacen a la mujer: “¿qué quiere la mujer?”, Lacan dice directa-
mente que Freud no contesta y Lacan tampoco contesta, porque se con-
testa: “Lo imposible”. Con lo cual se adscribe a la dialéctica fálica, es
decir, se adscribe cuando dice “Lo imposible” al mismo aparato psíquico.
Pero entonces la atribución es sobre la dialéctica fálica, entonces respon-
de que lo imposible para ella es el falo, el pene, lo que ustedes quieran lla-
mar, el goce. Eso es una respuesta desde lo imposible fálico, no desde lo
imposible que responde la mujer.
Creo que si se le sigue preguntando bajo tortura qué es para ella lo
imposible, ella no responde el goce. Esa es la equivocación a mi entender
de estos teóricos. Ella responde que lo único imposible para la mujer es
ser una mujer.
POESIA y PSICOANALISIS

Cuántas veces he pensado en mi poeta durante


estos tiempos vacíos.
SIGMUND FREUD, 19-9-39

Agradezco a los responsables del Centro de Investigaciones


Psicológicas y Psicoanalíticas del Hospital Borda por haber insistido con-
migo, aunque no exactamente en una repetición, ya que esta vez han teni-
do la galantería de despejar de mi discurso la locura, aunque todos sabe-
mos que ella es capaz de aparecer entre nosotros aunque nadie la haya
convocado.
Agradezco por otro lado a los responsables del Grupo Cero Buenos
Aires por la elección del momento histórico en el cual fueron capaces
de programar mi visita a Buenos Aires. Es decir que sin locura y sus-
tentado por los sucesos que protagonizó el pueblo argentino en estos días,
produciendo un futuro para todos nosotros, tengo la obligación y todos
los derechos de que mi palabra vuele hacia ese futuro en libertad.
Poesía y psicoanálisis, una renovada perplejidad ante lo irracional. Una
vara de mimbre quebrada por un viento que no fue. Un parece que te
encuentro, pero nada.
El primer resultado, por lo menos para Heidegger, fue que el reino de
acción de la poesía es el lenguaje. Por lo tanto, la esencia de la poesía debe
ser concebida por la esencia del lenguaje. Pero en segundo lugar, nos dice
Heidegger, se puso en claro que la poesía, el nombrar que instaura el ser
y la esencia de los cosas, no es un decir caprichoso, sino aquel por el que
450 MIGUEL OSCAR MENASSA

se hace público todo cuanto después hablamos y tratamos en el lenguaje


cotidiano. Por lo tanto la poesía no toma el lenguaje como un material ya
existente, sino que la poesía misma hace posible el lenguaje. La poesía es
el lenguaje primitivo de un pueblo histórico. Al contrario, entonces, es
preciso entender la esencia del lenguaje por la esencia de la poesía.
El fundamento de la existencia humana es el diálogo con el propio
acontecer del lenguaje (el inconsciente está estructurado como un lengua-
je), pero el lenguaje primordial es la poesía como instauración del ser.
Algo que sólo será luego, determina cómo tuvo que ser antes.
¡Cuántas veces! me pregunté a mí mismo si era posible el mundo.
¡Cuántas veces! me respondí sonriendo.
¡Cuántas veces! me respondí gritando: mundo altivo y grotesco, te
podremos.
En principio, nos aconsejamos tomar distancia de los recuerdos infan-
tiles; conocer el amor, hablar, leer algunos libros, escribir algún verso. Y
eso fue todo.
Después, el tiempo nos llevó de la mano, escribiendo, por el camino de
la muerte. A los sobrevivientes, más allá de modos y modales, nos otorgó
un sexo, una palabra. Somos esas caricias provenientes de las noches más
negras. Un incalculable amor en medio del desastre.
Aprendimos rápidamente que sin mencionar a Dios es absolutamente
imposible saber de quién es el tiempo. ¿A quién pertenecen las horas?, los
recuerdos de las horas pasadas, la ilusión de las horas por venir. ¿A quién
las horas del amor?, los vericuetos del tiempo del amor. ¿A quién perte-
necen?
Espero saber acogerme sin vergüenza a mi destino. Viví entre ellos, soy
un grupo, varias personas, tengo las palabras de todas las clases sociales
posibles en este tiempo. Fui todas las enfermedades. Toda la peste y toda
la gloria posible. Soy el más indicado para decir, para empezar a juntar lo
que la dictadura, en su afán de reproducirse, ha separado.
Pretendemos una página en blanco permanente. Ese ha de ser nuestro
lecho de amor y, también, nuestro campo de guerra.
y para que a nadie, en principio, se le ocurra pensar sobre lo que es,
digo: El hombre es escritura. El resto, sin violencia, ganado taciturno
esperando morir en alguna quietud.
Escribiendo, robándole esas horas a la vida, así hemos vivido nuestra
vida. Os invitamos a vivir con nosotros en una página entre palabras com-
binadas por muchos.
POESÍA Y PSICOANÁLISIS 451

La poderosa muerte unida a los vocablos más sutiles.


El cruel espanto, el dolor más extremo, besados por la luz.
El verso más antiguo bordado en tus cabellos.
Entre palabras, por túneles secretos, hacia lo no sabido.
¿Transmitir el psicoanálisis?
¿Amar definitivamente la poesía?
Sólo después sabré, sólo después sabremos
cuando lo irremediable pregunte por sí mismo
cuando la muerte venga anudada en un punto
cuando el baile sonoro de los días detenga su mirada,
vendrán de nuestra vida los saberes y, ahí,
ya no seremos éstos, sino lo escrito.

No vengo por nadie en especial, vengo por todos. Hablar y amar fue
todo mi pasado. París mi prehistoria, donde Lacan y hablar estuvieron de
moda. Muerto Lacan porque hablar no era suficiente, nadie podrá pasar,
soy el que escribe, el que vertiginosamente se adelanta en las sombras.
Llegamos a decir que toda escritura es producto efecto de haber elabo-
rado una lectura, como dos cosas separadas: se elaboraba una lectura y se
producía un escrito. Aquí se nos vuelve a plantear que una vez transfor-
mado el tiempo en el cual observo los fenómenos, no puedo abandonar el
método propuesto. Es decir, no es que leo, elaboro lectura y ahora tengo
la escritura, sino que tengo la escritura y en lo que la escritura no me dice
por decir, porque ahí donde me dice algo, me oculta una otra cosa, recons-
truyo en ese silencio los supuestos, las ausencias y las preguntas.
Se conversa generalmente acerca de la “imposibilidad” de la dificultad
de que el propio sujeto que elabora la ciencia o que trabajaba y producía
la ciencia, o el ensayo, o la novela, difícilmente podía, también, hablar con
exactitud del proceso de producción de esa ciencia o del proceso de pro-
ducción de la obra de arte. En el caso de la ciencia, la epistemología, en el
caso de las artes su poética.
Si esto hubiese quedado separado así para siempre, estarían los artistas
estudiando acerca de la poética y los científicos estudiando acerca de la
epistemología. Podríamos decir que por el psicoanálisis, en tanto es a par-
tir de la dimensión que cobra Freud en la historia del conocimiento con-
temporáneo, cobra entonces dimensión la poesía como método de cono-
cimiento.
Ahora se nos complican un poco las cosas.
452 MIGUEL OSCAR MENASSA

Si cuando ya he buscado durante 35 años aquello que de la mujer he de


decir de su sexualidad, nos dice Freud, “querido lector: pregúnteselo a los poe-
tas”. Cuando Freud está pensando esa segunda escena, a la que él llegó por
medio de su imaginación y sus representaciones imaginantes, sin las cuales es
absolutamente imposible la ciencia, en el único lugar donde se concebía una
realidad que todavía no estaba concebida, fue en los .versos de los poetas.
¿Con qué leyó el poeta que no leyó ni con el principio de constancia,
ni con la filosofía del principio de constancia ni con la concepción de lo
latente y lo manifiesto, ni siquiera con la construcción del aparato psíqui-
co en el Proyecto de Psícología?
¿Por qué mecanismos de producción, con qué instrumentos de lectu-
ra habrán llegado a imaginar ya representar lo que él había producido con
esos instrumentos que el poeta carecía? Todavía está oculto pero ahí en
esa pregunta está lo que nosotros decimos, lo que muchos dicen, lo que el
poeta Octavio Paz afirma en sus escritos desde hace 20 años, acerca de la
poesía como método de conocimiento.
Todo es escritura. O, si ustedes prefieren, la escritura es la poesía y el
resto —aun las producciones científicas—es el intento de acceder a ella. O
bien, ella genera la pureza del modo en que la escritura conoce, transfor-
ma y se materializa, y el resto son sus desviaciones. O bien, podríamos
decir, una obra científica para poder hablar de sí misma como una produc-
ción, tiene forzosamente que escribir otra obra.
Una producción literaria hasta la fecha, una novela o teatro, difícil-
mente alcanzan en sus páginas —aunque sabemos que muchos escritores
lo intentan—una teoría de la novela.
La poética que se le atribuye a la escritura en general y yo particular-
mente pienso qué poética tiene la poesía y además la considero como
método de conocimiento en tanto la lectura que ella produce, la produce
en el instante de la escritura. Cuando se trata de la poesía, la lectura es el
escrito y es en el escrito que se produce la lectura y la poética.
No necesito escribir ningún libro acerca de la poética de la obra de un
poeta, sino que tengo que ir a leer la poética de ese poeta en sus versos.
Creo que es la poética de Faulkner (porque salió él y podría haber salido
otro) la que influye de alguna manera en el 70% de los novelistas nortea-
mericanos. Es la poética de Faulkner la que aparece distorsionada, defor-
mada, desviada en la novelística contemporánea. No es la narrativa de
Pavese, sino su poesía narrativa —que es una cosa bien distinta—la que
marca de una manera definitiva, diría yo, la narrativa actual italiana.
POESÍA Y PSICOANÁLISIS 453

¿Cómo poder —como decía Freud—o que será para nosotros, en


aquel decir, ser psicoanalistas cultos?
Según este sesgo por el cual estamos tratando de ir hoy, tan oscuro, a
tientas, un psicoanalista culto sería quien pueda leer en la poesía contem-
poránea las futuras tesis que pongan en cuestión el psicoanálisis y su
transformación.
En tanto en ningún otro lugar —diría Freud, yo no me animo a decir-
lo, lo estoy diciendo por él—, en ningún otro lugar que en la poesía, aque-
lla poesía producida por aquel supuesto método que todavía no sabemos
cuál es, pero es el método de la poesía como instrumento de conocimien-
to, sería el único espacio, el único tiempo donde el psicoanálisis encontra-
rá lo que ya en su práctica produce sin saber. Pero los instrumentos teó-
ricos de los que dispone no pueden leer el fenómeno que ya se ha produ-
cido seguramente en la práctica psicoanalítica.
Es decir que en los consultorios de todos los psicoanalistas, de cual-
quier psicoanalista joven, mayor, con o sin experiencia, la técnica psicoa-
nalítica que practican actualmente no está en ningún libro.
Así como era precientífico el lugar aquel donde Freud navegaba entre
palabras y situaciones vivenciales con sus pacientes y sus colegas, podríamos
decir, tomándonos una libertad epistemológica —la epistemología no nos
permitiría decir esto—es si como nosotros, los que nos ocupamos del psico-
análisis en esta época de su desarrollo, estuviéramos en un pozo como aquél.
No exactamente un momento precientífico pero sí un momento de
oscuridad. ¿Por qué digo esto? Digo esto porque en la práctica psicoana-
lítica están ocurriendo cosas que no están escritas en los libros. ¿Dónde
estarán escritas? se hubiese preguntado Freud y se hubiese contestado: en
la poesía contemporánea. ¿Y por qué en la poesía contemporánea?
¿Cómo hago para leer en la poesía contemporánea las transformaciones
del método psicoanalítico sin que nadie me acuse de loco?
Si se modificó el método, se han modificado las concepciones del
amor, los celos, la envidia, la inhibición, las fórmulas de intercambio
social, el concepto de sublimación.
Si se ha transformado el método, se han transformado todas las pala-
bras que la poesía se encargaba por nosotros de deslizar, de precisar, alte-
rar, combinar nuevamente.
Preguntarle a la poesía no por el método psicoanalítico, sino ir a pre-
guntarle por aquellos desvíos en el amor que produjo la transformación
del método psicoanalítico.
454 MIGUEL OSCAR MENASSA

Aquellos desvíos en los celos, en el odio —así como se conocen tan


naturales—que ha producido la transformación en la teoría psicoanalítica.
Ahí donde la ciencia —una vez constituida—va generando lo que se
suele llamar despectivamente el dogma—la doctrina psicoanalítica en este
caso—, que no es ninguna otra cosa que la reducción imaginaria que tiene
que sufrir todo científico en el momento del procesamiento de la ciencia.
Es decir, la limitación imaginaria, porque ya no podrá trabajar con el
imaginario universal, sino sólo con aquel imaginario que le permitan los
límites del objeto que investiga, eso que habitualmente se llama la defor-
mación profesional, no es una deformación, es una transformación imagi-
naria.
Es aquí donde la poesía adquiere su ventaja sobre la ciencia, en tanto,
si para ella también habría un momento —perdón—científico y precien-
tífico ella siempre trabaja con el imaginario universal.
Cuando Freud le ponía la mano sobre la frente a la paciente y le decía:
“Hable”, él tampoco en ese momento tenía el objeto inconsciente pero
tenía el imaginario universal. Cuando él se acordaba en medio de una
sesión de un poema o indicaba el camino de una interpretación.
o llevado por una metáfora poética o por el rasgo de un cuadro, esta-
ba claro que Freud no tenía el objeto inconsciente, pero también estaba
claro que el imaginario del que imaginaba era más extenso. No tenía los
límites del objeto producido.
En el momento donde la ciencia, en los avatares de su inscripción
social se dogmatiza, es en el imaginario universal de la poesía donde, si de
casualidad la poesía toca ese campo, lo iluminará más allá del dogma de
que se trate.
Lectura como producción también quiere decir que llevemos las cosas
hasta sus últimos extremos, es decir, los extremos posibles. Se dice que la
mujer está fuera de la dialéctica del falo y de la dialéctica del valor.
Si esto es así, sería ella Otra del Otro inconsciente y del otro de las
relaciones sociales, como habíamos dicho de la escritura.
Habíamos dicho que el hombre navegaba sujeto a leyes que, por otro
lado, eran inviolables, en tanto, la violación de estas leyes terminaba con
el sistema sobredeterminante y que estas leyes eran la ley instituida por el
falo y la ley instituida por el valor. Que únicamente no le pasaba esto
cuando era capaz de producir la escritura.
Tanto esto es así que ya estamos todos de acuerdo (todos son algunas
escuelas de psicoanálisis y otras escuelas que no son tanto de psicoanáli-
POESÍA Y PSICOANÁLISIS 455

sis) que la escritura adviene en posición femenina, pero nunca nadie quiso
saber cuáles eran las consecuencias de esta frase.
Así, cuando se libera la poesía de las leyes que ella infringe por ser
modelos ideológicos, ella es un instrumento de conocimiento, ella es una
manera diferente de leer los fenómenos que acontecen en el mundo, en el
universo. ¿Esto no querrá decir que si se libera a la mujer de lo que ella
infringe por ser, es decir, los modelos ideológicos, la dialéctica fálica, ella
también sería una nueva concepción del universo, incluyendo en el uni-
verso la realidad y lo real?
Entre esta conferencia y la otra, hemos fundado la Primera
Internacional de Poesía y Psicoanálisis. En el poder de fundar, hemos
sabido que lo exiliado queda, también, exiliado del hombre. Lo exiliado,
por lo tanto, no se puede besar.

Así, nena, que vos me besaste a mí.


Besaste una carne creyendo que besabas un fantasma.
Tu vida, me imagino, habrá quedado comprometida en
movimientos, más allá de tus pequeños deseos sexuales
infantiles.
Besaste en una carne la historia de otros cuerpos.
Creyendo que besabas un fantasma, besaste la telaraña de un
poema.

En tu delirio, tocaste la cuerda de algún canto.


El horror, el verdadero horror, permanecer escondida en mis
versos.
Ser caliente metáfora de metáforas,
una parábola que más que indicar un camino lo subvierta.
Y soy americano y soy de América. Mi voz es una voz
americana.
Mis lujurias, mis locas ambiciones de volar, son americanas.
El tiempo no es el ser,
pero el ser no puede ser fuera del tiempo.

Y tiempo es una lengua, una escritura.

Una pequeña verdad queriendo ser la expresión de una polémica con-


temporánea y futura.
456 MIGUEL OSCAR MENASSA

Si lo real verdaderamente psíquico es lo inconsciente, la verdad es el


sesgo donde se constata dicha imposibilidad. Y su mostración habrá sido
patente en cada signo de puntuación de cualquier escritura.
El método de interpretación psicoanalítico, al darnos las características
del objeto que lo produce, nos dice: Algo que no está en ningún lugar
como tal eso, sino entredicho. Entre palabras. Entre nervios. Entre perso-
nas.
En esa inexistencia todo es imposible. Desde un vacío a una plenitud.
En esa invisibilidad cualquier movimiento es silencioso.
En semejante silencio cualquier palabra (aun una palabra tonta) pro-
duce una interrupción. Un punto, una desilusión. El saber suponía saber
y ese fracaso, esa sombra rota, es verdad. Un timbre abierto a la igno-
rancia, un sentido, entre sujetos del inconsciente, lanzado hacia la nada,
hacia lo que no se podrá, hacia lo que no estuvo. No es una pieza clave
lo que se busca, la pieza se busca no existe, principalmente, porque toda-
vía no fue.
La causa en psicoanálisis viene del futuro.
Es decir que la transferencia no es sólo (si acaso lo fuera) la repetición
ciega de estructuras pasadas, sino que la transferencia es, sobre todo, el
desarrollo de su futura dilución.
Allí donde Ello estuvo (La Muerte) yo he de advenir. Allí donde yo he
de advenir estuvo, desde siempre, esperándome la Muerte, Poesía.
No habiendo encontrado, después de intensa búsqueda, el tiempo
donde fuera posible decirte algunas palabras fundamentales para que pue-
das alcanzar en más oportunidades un estado creativo gozoso, he decidi-
do, ya lo ves, que ese tiempo sea el tiempo de la escritura.
El encuadre, estas páginas blancas, donde te iré diciendo del Otro tu
mensaje, de otros, para otros, hundiéndose en la niebla acústica que pro-
ducen las palabras y sus esotéricas combinaciones.
En el decir de Freud, haremos el amor seis veces por semana, en prin-
cipio, porque después vendrán los largos seminarios donde estaremos
todo el día juntos y los grandes congresos internacionales donde nos reu-
niremos con el mar. ¿Te das cuenta? Tú, yo y el mar: como si el mundo
fuera esa belleza.
Y volveríamos a nuestra ciudad, a nuestros hogares y, cada vez, sería-
mos más jóvenes y aun más hermosos y terminaríamos sepultados vivos
y ahí lo siniestro, por un millón de palabras en varios idiomas y sus com-
binaciones perfectamente engarzadas al azar.
POESÍA Y PSICOANÁLISIS 457

Sé, me has dicho, que tus intenciones son alcanzar del corazón su cen-
tro.
Urdir en el propio corazón del hombre una maniobra que aunque en
ella se rompa el corazón, atestigüe tu presencia en el mundo. Hablar tiene
el encanto de no hacer y ahí tu maldición. Porque no hacer no se consi-
gue con el cuerpo, sino con las palabras.
Tendidos sin mirarnos, porque los ojos son los que ponen colores a la
muerte. Sin ojos, no hay posibilidad de engaño: la muerte siempre es
negra.
Tu cuerpo muerto, tendido y vacío, sólo forma y belleza, tratando de
alcanzar, sin conseguirlo, ese otro cuerpo, también muerto, mi cuerpo, a
tu lado, pleno, condenado por tu carencia a poseer lo que te falta.

Inalcanzable cuerpo muerto, por ser tu propia voz su canto.


Voz de tu voz, palabra de tu palabra,
enredadera atada sin piedad sobre ti.

Ojo fascinador de la serpiente


robusta sinrazón de las caricias.
Besos dejados, librados al azar,
en el vientre perfumado del alba.

Escribo porque escribo


ya lo dije hace años.
No escribo por amores
y tampoco amo la belleza.

Escribo porque escribo


como la lluvia cuando llueve
o el viento cuando gime,

con naturalidad,
como si lo que en mí pasara,
pasara desde siglos.

Entregado a un destino que me depara lo mejor, lo más grande, te


escribo para que no pienses que riquezas y famas me han separado de ti,
oh, diosa de los encantamientos más puros, espejismo todo real.
458 MIGUEL OSCAR MENASSA

Y te llamo querida, porque así han de saber que te amo y nadie anda-
rá diciendo por ahí que nuestra relación fue vana o que nuestros besos
no eran lo más puro del amor. Y si hundo mis manos en tu vientre es
para definir la situación con mayor claridad. El hombre vuelve a la tie-
rra y en la tierra se consumen miles de historias que no han sido publi-
cadas.
Por eso te escribo, para que la serpiente de la duda anide para siempre
en nuestros corazones. Un poema para que nuestros cuerpos sean inmor-
tales en ese silencio del amor, o un gran amor, tal que alguna vez inmor-
talice algún poema.
Oh, querida, querida, cuántas veces me desmoroné en tus labios. A
veces llevado simplemente por las horas del día. Caía sobre vos, amada,
desde grandes alturas siempre en el medio preciso de una frase. Sin saber
lo que quería decir, pero intuyendo de sesgo algún final.
Siempre me faltaban palabras, siempre había algo indecible entre
nosotros. No era el sexo, sino la historia sangrante y cruel que lo hace
cantar. No eran de carne nuestras historias aunque se grabaran sobre
nuestro cuerpo.

Cuando envejezca
cuando mi piel se caiga
porque soy incapaz de sostenerla
entonces, mi palabra, levantará la voz.

Agonizando el canto,
se hace más fuerte, que viviendo.
Fui sin embargo, un buen fenicio en todo.
No era navegar por navegar, mi oficio.
Mi oficio era tenderme entre los puertos.

Rosa perdida de perfumes rotos,


color de soledad, dejaba en cada puerto,
un infinito brote de locura.

No estoy perdido de amores, sino de tedio.


Ya nadie corre por los peldaños de mi mente como tú.
Ya nadie abre su fuente con alegría y deseo para mí.
Yo ya no veo tus ojos en lo profundo de mis manos.
POESÍA Y PSICOANÁLISIS 459

Navegar por navegar no es mi oficio,


arrancar trozos de la nada y unirlos en conjuro,
ése es mi oficio silencioso y tenaz, como de versos,
mi oficio no se puede aprender, no sabe, es ciego.

Después de aquel encuentro donde le confesé que era ciego, ella llega-
ba siempre diez minutos tarde y un día me dijo: ¿Vio que siempre llego
diez minutos tarde? Es porque no quiero psicoanalizarme más con usted.
Mire, le di muchas vueltas al asunto y no lo puedo soportar. Hay algo en
su ceguera que yo no puedo tolerar.
Si usted es ciego... quiere decir que cuando yo le digo, por ejemplo:
Hoy estoy hermosa, usted no tiene cómo constatarlo yeso, es terrible.
Cuando le digo que estoy fea, usted no puede decirme: Pero no, que-
rida, usted es hermosa. y sabe por qué no puede. Porque usted nunca me
vio, ¡qué terrible!, ¡qué terrible!
A mí el problema, así como lo planteaba ella, nunca se me había ocu-
rrido planteármelo. Así que si la intención de ella era sorprenderme, esta
vez lo había conseguido en profundidad. Preferí quedarme callado, espe-
rando sus próximas palabras. Ella no me dijo nada pero lo pensó: mejor
me quedo callada y espero a ver qué opina el doctor.
Así nos quedamos en silencio durante diez años. Cuando ella volvió a
hablar fue para decirme entre enojada y feliz: ¡Cómo me engañó, doctor!
Usted nunca fue ciego.

Un vuelo de decir sería que así como sin asociación libre no hay posi-
bilidad de interpretación, sin escritura no hay posibilidad de transmisión.
La transmisión del psicoanálisis es un acto inherente a la propia pro-
ducción del inconsciente.
Terminaré diciendo que todos los caminos que llevan a ROMA, llevan a
Roma. Sobre todo cuando el que me mira caminar de mí está en Roma. Sin
deseo del psicoanalista no hay psicoanálisis, es tan verdadero como decir: sin
psicoanalista, no hay inconsciente. Si alguien no nos convence que estará en
Roma esperándonos, aunque no lo esté, no llegaremos nunca a Roma.
Develar a nadie lo que será de nadie.
Un existente de lo que no hay, un imposible pone las piezas en movi-
miento. Un saber que no será sino bajo la regla de no saberlo. Un poder
que sólo sostendré si rechazo utilizarlo.
Un deseo de ser de la carencia la cintura del alba. Rozar, rozar, sin
460 MIGUEL OSCAR MENASSA

tocar nunca y sin detenerse frente a cada fracaso, porque es de eso de lo


que se hablará en el diálogo de transmisión, EL FRACASO DEL SER
EN SERLO. Ya que todo intento será determinado desde la errancia del
deseo. Desear deseos, objetos nunca sidos.
Un ojo que no ve sino los restos que le permite su mirada. Una pala-
bra que mira del Otro pasa en mi interior. Lo esencial de mí, y eso es lo
que no pasa fuera de mí.
Las piezas que se ponen en juego disparadas por la carencia, son rea-
les, imaginarias y simbólicas, y los discursos posibles hasta este momento
de nuestra formación son cuatro: LA MUERTE (el punto, la interpreta-
ción). LO SEXUAL (el nada, el desencuentro), la insatisfacción, LA
NO). EL ESTADO (la universidad, el capitalismo). Dios (la palabra divi-
na, el amo Absoluto).
Un sujeto supuesto del saber esgrime como bandera su deseo. Un suje-
to que supone ese deseo que lo sostiene en su suposición, como saber.
Un saber paradójico que sólo se produce en acto y que al querer deter-
minarlo como ocurrido se desvanece como tal. ¿La repetición, la transfe-
rencia, la pulsión, no son acaso muescas de este fracaso? El ojo no desea
sino su propia mirada que lo constituye mirándolo desde el Otro.
Estoy aquí, dice el candidato, porque quiero ser psicoanalista. Y esto
inmediatamente, a menos que uno sea indiferente a las cuestiones sociales
en desarrollo, plantea una pregunta que, de no contestarla, el candidato
(por el simple hecho de haberlo pronunciado) se quedaría sin camino.
¿Quién está cuando estoy?, y ¿dónde estoy cuando estoy aquí? Y si
esto fuera poco para mantenerme callado, la frase: quiero ser psicoanalis-
ta, puede ser simplemente, no una inversión, pero sí un deslizamiento;
quiero psicoanalizarme, ya que usted lo desea.
En esa especularidad: Quiero ser como usted, entero, es su propia ima-
gen lo que se le anticipa como disfraz de la única verdad posible en el diá-
logo de transmisión. A usted le pasa lo mismo que a mí. Otro nos reúne
bajo la faz de no saber. Carencia anterior y futura a todo ser, aun al de la
imagen. Así que difícilmente el falo pueda ser imagen de nada y menos del
pene. El Falo concepto positivo de lo imposible de la Apertura al campo
del Otro, Uno de la carencia, que permite pensar que, justamente, ese otro
que no está en el sistema, sino como nunca sido, sea causa.
Quiero decir simplemente que si en la primera entrevista quiere serlo,
más adelante querrá tenerlo y luego querrá matarme. Al llegar a Roma no
sólo no me encontrará, sino que percibirá sólo de sesgo, porque más allá,
POESÍA Y PSICOANÁLISIS 461

aun, sólo se puede gozar o morir, que nadie nunca ha estado en ROMA.
Concluido el psicoanálisis, si es que alguna vez concluye, nadie estará en
condición de asegurar que se trate de Roma. y la conclusión no deja de ser
bonita: ROMA NO EXISTE, aunque más allá, aun, tal vez, la encontraría.
En cuerpo, en el goce del Otro, en lo Uno del Amor, en la Muerte. Y
nadie conseguirá nada. Ya que el Inconsciente Freudiano y, por qué no
decirlo, el Inconsciente Lacaniano, aunque sea otro, es Saber no Sabido o
Poesía, y aquí, la cuestión. Todo lo otro, aun los matemas o los mate-a-
mamá, son los intentos desesperados del símbolo de obturar la carencia,
única puerta posible para el deseo. Su causa.
He sabido por tu madre que te gustaría que antes de fin de año roce-
mos las aristas del espanto.
Quiero decirte que la familia es un hecho concreto tal que sin familia
es como una ciudad sin agua. Por eso que seré, te lo prometo, antes del
acontecimiento entre nosotros del verbo enamorado, el arrebato perfecto
de una mirada: tu madre enamorada, encandilada por tu belleza, enajena-
da de poder transformarte según su algarabía, en su falta, su hombre, su
deseo o, peor todavía, su envidia, su desprecio, su lejanía.
Antes de fin de año, mi pequeña, quiero hacerle saber que ya no vol-
veremos a estar los dos a solas. El tiempo para entonces habrá partido
nuestra razón de ser. Un pozo de silencio, el tiempo, entre nosotros.
Mi deseo, arrancándola brutalmente de mis brazos, empobrecidos,
ahora, por su ausencia. Aleja su mirada de mi mirada, empobrecida ahora
por su lejanía y estrella tu mirada querida, contra lo que no habrá en tu
aurora, ni aun, después de los grandes acontecimientos. Contra lo que no
podrá ser tu forma, ni aun, después de las más bellas poesías.
Mutilado porque mi cuerpo es otro que tu cuerpo, desprestigiado
incluso para tu mirada detenida por el horror de mi ser, impotente de ser
mi cuerpo y mi palabra, mi forma y mi sentido. Tu mirada helada en un
rincón del alma para siempre.
Por el horror de mi ser impotente de ser, exactamente, tu imagen deshi-
lachada en el espejo negro de la muerte. En el espejo muerto del negro silen-
cio. En el silencio muerto y negro en el espejo. En el silencioso espejismo
negro de la muerte, donde tus caderas comienzan a bailar al ritmo de
macumba. Negra de magia, abierta, silenciosa, al sonido espectral de los tam-
bores, delicada y altiva, como una rosa entreabierta puesta en su lugar.
Insolente, enamorada de ti misma, y todavía, antes de desear, te abrazas a la
muerte para no morir nunca. CONDENADA, tu silencio es negro. Tu
462 MIGUEL OSCAR MENASSA

silencio es la señal que te quedó en el cuerpo de aquel abrazo con la muerte


para no morir nunca, para nunca desear, para nunca ser otra que tu voz.
Y no queriendo llegar muy lejos o por el contrario, quiero decirte, que
ponerte a llorar, enfermarte gravemente, o enamorarte de algún descono-
cido, no te servirá de mucho, a menos que puedas entender que tus resis-
tencias, cuando lo nuestro se trata, simplemente, de una conversación,
siempre son exageradas.
Recuerdo que la primera vez que me animé a decirte, rodeado de precau-
ciones, que era bonito conversar contigo, te pusiste a llorar al estilo de las llo-
ronas sicilianas, interrumpiste el encuentro antes de tiempo e intentando
pegarme con la cartera en la cabeza (golpe que esquivé con un paso atrás y
un directo a la mandíbula) me dijiste con rabia: usted es un desgraciado.
Al otro día volviste encandilada por la posibilidad poder sentir y
expresar esos sentimientos.
Mientras te desnudabas pedías perdón por lo del día anterior y tus manos
al borde del silencio me dijiste: Usted es un hijo de puta. No sé por qué se
lo digo, pero me hace bien que sufra, sépalo. Soy la peor de todas, tengo
sarna. Voy por la vida enarbolando mi fracaso, su fracaso, doctor, ¿se da
cuenta? Conmigo no puede nadie, yo soy la flema ardiente del deseo y no
sigo adelante porque tengo miedo que usted me aumente los honorarios.
El fin del psicoanálisis es su no fin, y vamos a ver cómo aceptan esto
los fanáticos de la carencia. Ser carente, pero tener algún final, aunque más
no sea simbólico; una fórmula que reemplace con su imaginaria el cono-
cimiento inconsciente que se sostiene sólo si alguien queda en condicio-
nes de poder interpretar el deseo. No hay nada que nadie le diga a nadie,
sino hay lo que las palabras se dicen entre sí.
Poesía y psicoanálisis tienen que ver con esa irregularidad que se pro-
duce en el ser de la palabra. Creyendo que dice las palabras, nada sabe que
es dicho para el otro, por la que sus palabras pronunciadas se dicen entre
ellas.
No es la simple alienación en el Otro en tanto que habla, no son pre-
cisamente las palabras del otro, sino lo que las palabras del otro se dicen
entre ellas de mí.
Tanto poeta como psicoanalista tienen como función dejar de ser para
que en esa fisura de ser nazca lo Otro. No es una hiancia que recuerde
algún misterioso vacío, sino que es apertura al campo del Otro. Y esto no
se cierra ni se desvanece Sólo la muerte o el rechazo de la pulsión como
tal, anulando las funciones que lo nombran, es decir, cerrando la boca.
POESÍA Y PSICOANÁLISIS 463

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