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Estas nuevas directrices se fundan en los prin-cipios de la polí ca migratoria del Estado mexicano
previstos en la Ley de Migración y en la Ley sobre Refugiados, Protección Complementaria y Asilo
Polí co; los instrumentos internacionales sobre derechos humanos; el paradigma migratorio del
Pacto Mundial de Migración, y el Pacto Mundial so-bre Refugiados, cuya adopción por parte de los
Estados orienta su actuar en materia migrato-ria y, específicamente el de México, que ha sido
desde su conformación uno de sus principales impulsores.
Este componente contempla, en primera ins-tancia, la renovación del diálogo con los gobiernos de
los países de Centroamérica, a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores, iden ficán-dolos
como interlocutores y colaboradores para ar cular convenios o instrumentos inter-nacionales que
permitan abordar el fenómeno desde diversas facetas, no sólo para atender la movilidad
internacional en tránsito hacia Estados Unidos, sino como una oportunidad para impul-sar el
desarrollo en la región y la movilidad laboral, turís ca y comercial, tarea encomendada a la
Se-cretaría de Turismo. Asimismo, se busca renovar el diálogo con el Gobierno de Estados Unidos
para garan zar la protección de las y los connacionales que se encuentran en territorio
estadounidense y de quienes retornan a México víc mas del re-crudecimiento de las polí cas
migratorias de ese país, además de generar sinergias que beneficien a la población binacional.
Por otro lado, el componente busca abrir los canales de comunicación y de intercambio de
experiencias y buenas prác cas con otros paí-ses en América La na, Europa y Asia-Pacífico en
materia de movilidad laboral, atracción de talen-tos y medidas de protección para trabajadores y
trabajadoras migrantes.
Las áreas de Centro y Norteamérica cons tuyen uno de los corredores migratorios más
impor-tantes a nivel mundial debido al alto número de personas migrantes que anualmente
residen y transitan a lo largo de ellas. En este sen do, la nueva polí ca migratoria del Gobierno de
México man ene una estrecha comunicación con sus vecinos y con los países con los que
histórica-mente se relaciona por medio de la migración; sin embargo, se compromete a ser
sensible ante los flujos extrarregionales o extraordinarios que lle-gan al país desde dis ntas partes
del mundo. En esa misma dirección, esta nueva polí ca migra-toria reconoce que si bien la
diáspora mexicana se concentra en su mayoría en Estados Unidos no es el des no único, y a ende
con el mismo énfasis a mexicanos y mexicanas que viven en otros países como Canadá, España o
Alemania, por mencionar algunos.
Es ésta una de las principales tareas del queha-cer gubernamental que, por un lado, necesita abrir
vías y, por el otro, fortalecer las existentes para permi r a las personas moverse hacia y desde
México de manera segura, ordenada y re-gular. Este componente se centra en el apego a los
tratados y pactos internacionales firmados y ra ficados por México, pero incluye la revisión de los
esquemas, requisitos y procedimientos para la atención de la migración y la movilidad en sus
dis ntas modalidades (familiar, laboral, estudian- l, turís ca, de negocios, por salud, cultura) de
forma interna y, par cularmente, para consi-derar la movilidad en la frontera sur del país, la cual
está dinamizada por visitantes regionales y trabajadores fronterizos.
En este espacio, la nueva polí ca migratoria transita también hacia vías alternas para incorporar o
fortalecer el uso de tecnologías de la información, la interconexión de sistemas, la coordinación
entre autoridades y la adecuación de una infraestructu-ra que considere la dinámica y el volumen
de los flujos migratorios, con miras a simplificar, mejorar y modernizar los trámites
correspondientes. Todo ello puede darse a par r de la colaboración entre el Servicio de
Administración Tributaria (sat), el Ins -tuto Nacional de Migración, la Comisión Mexicana de Ayuda
a Refugiados, la Unidad de Polí ca Mi-gratoria, Registro e Iden dad de Personas y la Secretaría de
Relaciones Exteriores, como prin-cipales ins tuciones responsables.
9 Destacan, en este sen do, las observaciones al Estado mexicano emi das por el Comité de la
Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (cedaw, por
sus siglas en inglés), a par r de la examinación de su noveno informe periódico ante este
mecanismo, donde se incluye por primera vez recomendaciones específicas sobre mujeres
migrantes, solicitantes de asilo y refugiadas
Este fenómeno ha tenido y seguirá teniendo un peso importante en el país. Por eso es
funda-mental proporcionar a este grupo medidas de protección a su integridad sica y psicológica.
Si bien existen acciones específicas para tales fines, es necesario evaluarlas, mejorarlas y
for-talecerlas. Por ejemplo, es necesario revisar el trabajo que han hecho los Grupos Beta del
Ins- tuto Nacional de Migración, así como los protocolos de iden ficación para víc mas de algún
delito, para solicitantes de refugio, nna y otros grupos en situación de vulnerabilidad. Lo anterior
no excluye impulsar programas de regularización migratoria, así como la flexibiliza-ción de los
procesos burocrá cos.
El diseño y ejecución de la nueva polí ca mi-gratoria requiere ins tuciones que funcionen
poniendo en prác ca estándares internacionales y que trabajen de manera coordinada y eficiente
para la adecuada atención de los flujos migra-torios que transitan por México, considerando la
diversidad de su composición y las caracterís -cas de sus integrantes reconociendo el interés
superior de niñas, niños y adolescentes. Entre las principales instancias a destacar al respecto
están el Ins tuto Nacional de Migración, la Comi-sión Mexicana de Ayuda a Refugiados, el Sistema
Nacional de Protección de Niñas, Niños y Ado-lescentes (Sipinna), las procuradurías del Sistema
Nacional, Estatal y Municipal para el Desarrollo Integral de la Familia (dif), Procuradurías Na-cional,
Estatales y Municipales de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes, y la Unidad de Polí- ca
Migratoria, Registro e Iden dad de Personas.
Migraccion derechos
El ar culo primero de la Cons tucional Nacional reconoce de manera amplia (sin excepción) el
derecho de toda persona de gozar de los derechos reconocidos por el Estado Mexicano en la
Cons tución Polí ca Nacional y en los instrumentos internacionales suscritos por este. Ante esto la
población migrante, con independencia de su condición jurídica en el país, le son reconocidos
todos los derechos que al resto de las personas y por ende, deben serles respetados. El respeto
irrestricto de los derechos humanos de la población migrante es uno de los principios en los que se
sustenta la Ley de Migración publicada el 25 de mayo de 2011.
DERECHO A LA NACIONALIDAD.
Es el vínculo jurídico entre el Estado y las personas, dicho vínculo otorga pertenencia e iden dad,
así como el derecho a que el Estado les brinde protección, ya sea en su territorio o fuera de él.
Toda persona ene el derecho de circular libremente por el territorio mexicano, sin que tal
derecho sea restringido sino en virtud de una ley y por razones de interés público.
En México todas las personas, sin importar su origen étnico o nacional o situación migratoria,
enen derecho a que se garan ce que en cualquier proceso administra vo o judicial en los que se
vean involucrados se cumplan las formalidades esenciales y esté apegado a derecho, con base en
los lineamientos cons tucionales e Internacionales.
DERECHO A LA ASISTENCIA CONSULAR.
Cualquier autoridad del Estado Mexicano que detenga a una persona extranjera ene la obligación
de informarle sobre su derecho a contactar con la autoridad consular de su país de origen y de
facilitar tal comunicación, así como permi rle recibir la visita del personal consular, tal derecho
debe garan zarse.
DERECHO A NO A LA NO DISCRIMINACIÓN.
La Cons tución Polí ca de los Estados Unidos Mexicanos mandata la prohibición de toda
discriminación mo vada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la
condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el
estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana, en tal virtud, ese derecho
incluye a todas las personas migrantes que se encuentren en México, sin importar su condición
migratoria. La prohibición de discriminación hacia las personas migrantes está igualmente
reconocida como uno de los principios en los que se sustenta la Ley de Migración.
En México toda persona extranjera en caso de persecución por mo vos de orden polí co ene
derecho a solicitar asilo.
Toda persona extranjera que se encuentre en territorio nacional y no pueda o no quiera acogerse a
la protección de su país de origen, debido a fundados temores de persecución por mo vos de raza,
religión, nacionalidad, género, pertenencia a determinado grupo social y opiniones polí cas, o que
haya huido de su país porque su vida, seguridad o libertad han sido amenazadas por violencia
generalizada, agresión extranjera, conflictos internos, violación masiva de los derechos humanos y
otras circunstancias que hayan perturbado gravemente el orden público, ene derecho a solicitar
la protección internacional de México.
Toda persona, en situación de migración, enen derecho a que se preserve y garan ce su unidad
y/o reunión familiar, especialmente cuando se trata de niñas, niños y adolescentes.
Las personas migrantes deben recibir en el lugar en que se encuentren alojados un trato acorde a
su dignidad como personas. Las instalaciones migratorias deben cubrir estas exigencias y las
autoridades deben dispensar un trato adecuado y respetuoso de sus derechos humanos.
A las personas migrantes no debe, por ninguna circunstancia, serles negada recibir y realizar
llamadas telefónicas, la visita de sus familiares, organismos públicos de protección y defensa de los
derechos humanos, representantes legales y autoridades consulares de su país.
Las autoridades migratorias no enen la atribución conferida por ley de realizar detenciones de
personas migrantes que se encuentren alojados o en las inmediaciones en albergues con este fin
patrocinados por Asociaciones Civiles o personas que presten asistencia humanitaria a los mismos.
El Ins tuto (Nacional de Migración) no podrá realizar visitas de verificación migratoria en los
lugares donde se encuentre migrantes albergados por organizaciones de la sociedad civil o
personas que realicen actos humanitarios, de asistencia o de protección a los migrantes. (Ar culo
76 de la Ley de Migración)
Interés Superior de la Niñez: Principio cons tucional que obliga a todas las autoridades, a que en
sus actuaciones y decisiones en las que se vea involucrada una niña, niño o adolescente, garan ce
de manera plena el respeto de sus derechos humanos.
migración y gentrificación
A raíz de evidencia empírica, los debates académicos han confirmado la per nencia de aplicar el
concepto de gentrificación para caracterizar las amplias reconfiguraciones sociales, polí cas,
económicas y territoriales que se han observado en las áreas centrales y peri-centrales de las
grandes ciudades de la región. Numerosos estudios de caso contribuyeron a un amplio análisis
‘colec vo’ de los mecanismos que provocan la gentrificación6. Se ha ido reconociendo que los
procesos de gentrificación varían en forma y desarrollo en cada contexto geográfico específico.
Esta afirmación se ex ende también a los aspectos que diferencian la gentrificación
‘la noamericana’ del mundo anglosajón. Si bien los debates fueron exhaus vos en términos de
alcance territorial, evitaron ahondar en una comprensión conceptual sistemá ca de los procesos
de desplazamiento y desposesión que la gentrificación implica para las clases populares.
Para acercarnos a esta cues ón, parece adecuado comenzar con la dis nción de dos acepciones:
por un lado, hacer constar la argumentación desarrollada por Peter Marcuse9 a par r de un
análisis estadís co del mercado inmobiliario en Nueva York hace ya más de tres décadas. En ese
trabajo dis nguió cuatro categorías analí cas que expliquen los mecanismos de desplazamiento y
que son: (i) desplazamiento directo del úl mo residente, (ii) desplazamiento en cadena, (iii)
desplazamiento por exclusión (iv) presión de desplazamiento. Si bien estas categorías podrían
servir como aproximación inicial para reflexionar acerca del desplazamiento de las clases populares
en las ciudades la noamericanas, cabría introducir cierto cuidado: se podría pecar de la
importación acrí ca de una conceptualización que carece de relación con las realidades en las
ciudades de la región, además de relegar los cambios que ocurrieron en las polí cas urbanas desde
el inicio del experimento neoliberal a un segundo plano. Como admite Marcuse10, éstos eran
di ciles de an cipar a principios de la década de 1980. Además, a la luz de las especificidades de
los procesos de gentrificación en América La na, resultaría incauto pensar el desplazamiento
únicamente mediante el análisis estadís co de las modificaciones residenciales.
Por otro lado, cabría resaltar que el desplazamiento debería ser abordado mediante una reflexión
acerca de las relaciones de poder existentes que definen y estructuran los discursos oficiales, por
tanto pensar el papel de las polí cas públicas11. En línea con esto, García-Herrera et al.12 indican
que "ya que el Estado a diferentes niveles adopta la gentrificación como una polí ca de vivienda
(...) ene poco interés propio en recopilar la clase de datos que documente el grado de
desplazamiento"; sobre todo porque tales datos probarían el fracaso de los discursos polí cos
habituales. Esto implica tener en consideración las limitaciones metodológicas que los debates
sobre desplazamiento muestran habitualmente13. Por ejemplo, buena parte de los datos
cuan ta vos son rudimentarios y no permiten el análisis pormenorizado de barrios concretos o
comparaciones en el empo. Una reflexión crí ca podría considerar esa ausencia de datos como
un po específico de poder administra vo que es estratégico para las polí cas urbanas: se trataría
de una "técnica de gubernamentalidad"14 específica que se aplica mediante la omisión y
transforma el interés por el desplazamiento en una cues ón polí ca.
(i) Desplazamiento como un cambio de lugar que ocurre por mayor o menor fuerza externa,
debido a procesos tan variados como la migración, los desastres naturales, los conflictos polí cos o
militares, o en relación a proyectos de infraestructura y acondicionamiento del territorio;
Ser migrante significa ser otro. Más específicamente, "el otro" o incluso "lo otro". Los extranjeros
han sido definidos como peligrosos, lo cual es una definición amplia y generalmente ambigua. No
se explica exactamente por qué son peligrosos, pero con la construcción de ese es gma se les
despoja de su humanidad. Antes de ver a la persona, de reconocer una historia frecuentemente
marcada por el dolor y la injus cia, se impone el rechazo. En su capítulo, Bernardo Bolaños analiza
cómo el Estado moderno se arroga la potestad de proteger a su población de esos peligros. Las
polí cas migratorias ilustran claramente este proceso. Los migrantes son clasificados,
es gma zados ante la opinión pública, amedrentados e invisibilizados.
El ánimo de pasar inadver dos, la movilidad con nua, el hecho mismo de esconderse y la
vulnerabilidad a veces extrema son también analizados en otros capítulos. Yerko Castro describe la
imagen de los migrantes como la síntesis amenazadora de lo social: sospechosos por definición
enen que ser vigilados y controlados. Valen na Glockner apunta la necesidad de reflexionar sobre
los márgenes, ahí donde incluso el valor de la vida es cues onado. Si hay algún factor común a
todas las experiencias migratorias es el miedo: al rechazo, a la violencia, a ser descubiertos y
deportados.
Los es gmas construidos sobre la población migrante son variados en su forma y sus alcances. En
casos extremos se les considera pandilleros o delincuentes; de una manera más generalizada se les
atribuyen caracterís cas tales como la pereza, la suciedad, los malos modales, el desorden. Hugo S.
Rojas explica la obje vación del rechazo: a simples verduras se les atribuyen caracterís cas
insalubres vinculadas con la nacionalidad y el precio se cas ga. Ahí también se verifica la frontera
cultural.
Ser "otro" alude a la diferencia. Ser "el otro" implica una noción de alteridad: dis nto, extraño,
peligroso. Ser "lo otro" agrega la cosificación.