RESUMEN TEMA 25
RESUMEN TEMA 25
RESUMEN TEMA 25
LA CIVILACIÓN GRECOLATINA
El tema que vamos a estudiar abarca una larga etapa en la historia universal- del año 1200 a.
C., aproximadamente hasta el 476 d. C.- siendo un periodo fundamental en la formación de
la civilización accidental. Pues, como muy bien se ha firmado siempre, Europa es hija de la
filosofía griega, el derecho romano y la religión judeocristiana, cuyo desarrollo y triunfo se
produce en el Imperio Romano. Para analizarlo, seguiremos el esquema clásico establecido
por la historiografía. Así, el estudio de Grecia se dividirá en los cuatro periodos cronológicos
clásicos: Edad Oscura, Época Arcaica, Época Clásica y Época Helenística. Mientras que Roma
se analizará siguiendo una triple división: Monarquía, República e Imperio.
LA CIVILIZACIÓN GRIEGA
Historia de la civilización griega o helénica (no de Grecia, pues no existe esta nación como tal
hasta el año 1830), se divide en cuatro grandes etapas: época oscura (XII-VIII a. C.), época
arcaica (VIII-490 a. C.), época clásica (490 al 336 a. C.) y época helenística (336 al 30 a. C.).
El proceso colonizador no se entiende sin una serie de factores que tienen su origen en la
época anterior. Las desigualdades sociales aumentan más si cabe desde que la aristocracia
acaba con la monarquía haciéndose con el poder completo de las comunidades. A este
enfrentamiento entre este grupo y los sectores más desfavorecidos de la comunidad, se une el
que surge entre la propia aristocracia y el campesinado acomodado desde el momento (640 a.
C. aproximadamente) en que la reforma política impone la infantería pesada – frente al carro
de la época anterior- como unidad de combate más eficaz. El resultado es que estos
campesinos, ahora con deberes militares, aspiran a tener derechos políticos. Este doble
enfrentamiento trae como consecuencia la stasis o lucha civil. Para resolverlos, la aristocracia
toma un doble camino: las colonizaciones que permiten sacar de la Polis a los sectores sociales
más desfavorecidos, creándose colonias de poblamiento, apoikias, que siempre mantuvieron
relaciones fraternales y religiosas con sus metrópolis, aunque fueran política y
económicamente independientes. La consecuencia más importante de este proceso fue la
extensión de la civilización griega desde la Península Ibérica hasta el Mar Negro la costa
occidental de Asia Menor. El segundo camino fue la creación de Constituciones Timocráticas
(gobierno de los poseedores), que permita el acceso al poder de los campesinos ricos, pues el
nuevo sistema político que se deriva de las constituciones se basaba en la posesiones
materiales y no en la sangre.
No obstante, ambos caminos fueron insuficientes para acabar con la inestabilidad política, con
lo que se hizo necesario, un cambio radical y completo tanto la estructura política como en la
economía de la Polis. Este cambio sería protagonizado por los Tiranos. Aunque
posteriormente, la tiranía sería vilipendiada por los griegos, no hay duda que en el siglo VI a. C.
con un gobierno muy popular. ¿Por qué? Porque los tiranos, aunque aristócrata, fueron
capaces de acabar con la stasis gracias a una política que tuvo como aspectos fundamentales,
la mejora de la condición de los campesinos – gracias a los créditos blandos que la autoridad
política les proporcionó, el incentivo del comercio, las manufacturas- con lo que pudo
absorberse la población que no poseía tierras, aumentando la estabilidad social de la Polis -
las obras públicas – que también proporcionaron puestos de trabajo – y los grandes
festivales religiosos – que aumentaron el sentimiento de pertenencia de la comunidad
política. El resultado final de esta política fue una polis más estable desde el punto de vista
político, social y económico, y donde el pequeño campesinado era la clase fundamental. Se
preparaba si el camino la democracia. Pero, ¿por qué desaparecieron las tiranías? Básicamente
por dos razones: el despotismo en que cayó la segunda generación de tiranos y el atractivo del
cargo, que provocó importantes luchas entre los aristócratas para alcanzarlo. En todo caso, a
finales del siglo VI a. C. era ya un sistema anacrónico.
Por último, y para finalizar análisis de la Época Arcaica, se hace necesaria una pequeña
mención a la evolución sufrida por Esparta y Atenas en este periodo. La primera, la polis más
grande del mundo griego, como consecuencia de la stasis y los conflictos mantenidos con los
hilotas – siervos de los espartanos- crea un sistema político original y único en la Historia. La
autoridad política detentada la autoridad de la tierra y los hilotas, asignado un cupo de ambas
a cada espartano para garantizar su sustento. Esta forma se acabó con la stasis, creándose una
comunidad donde todos los ciudadanos eran iguales ante la ley (homoioi), y ejercían una única
profesión: la guerra. El resultado fue que Esparta se convirtieron en un auténtico campamento
militar, donde la actividad cultural desapareció, pero a cambio, poseía el mejor ejército de la
Hélade. Por el contrario, Atenas, que como Esparta también sufrió la stasis, pero evolucionó
de forma totalmente distinta. Tras establecerse una constitución timocrática, por el legislados
Solón, en el año 594 a. C. Atenas cayó en una profunda inestabilidad política y social, pues el
dominio de la aristocracia seguía asistiendo de facto, y no se había resuelto el problema de los
campesinos sin tierras. Esta situación fue aprovechada por un aristócrata, Pisístrato, para en el
año 527 a. C. establecer una tiranía. Pisístrato fue un tirano típico, y gracias a su labor, Atenas
alcanzó la estabilidad política y la prosperidad económica. A su muerte, en el año 514 a. C.. fue
sustituido por su hijo Hipias, que mantuvo la política de su padre hasta que el asesinato de su
hermano Hiparco en el año 510 a. C., le hizo caer en el despotismo. Una conspiración de la
aristocracia ateniense acabó con su gobierno en el año 509 a. C., surgiendo entonces dos
tendencias: la mayoría de los conspiradores se unieron a Iságoras, partidario de establecer un
gobierno aristocrático, mientras que un grupo minoritarios entorno a Clístenes. Éste, ante la
situación de inferioridad en que se encontraba, decidió apoyarse en el pueblo de Atenas y
venció. A continuación, reformó la Constitución de Solon, estableciendo las bases de la
democracia ateniense.
Las Guerras Médicas entre las Polis griegas y el Imperio Persa constituyen el punto de
arranque de la Época Clásica. Este conflicto se desarrolló en dos etapas: la Primera Guerra
Médica (490 a. C.), donde Atenas en solitario, venció a las tropas persas en la célebre batalla
de Maratón, la Segunda Guerra Médica (480 al 481 a. C.), donde la polis griegas, agrupadas en
una Synmachia (alianza militar), bajo el mando de Esparta, derrotaron a los persas en la batalla
naval de Salamina (480 a. C.) y en la terrestre de Platea (479 a. C.), acabando así con el peligro
de invasión. La consecuencia principal que se derivó de este conflicto no fue un mayor
reforzamiento de la unidad entre los griegos, sino por el contrario, es surgimiento de una gran
validez entre Esparta y sus aliados, agrupados en la Liga del Peloponeso, y Atenas y los suyos,
que formaron la Liga Délica. Fue esta última hora que había de marcar la historia del mundo
griego en el periodo comprendido entre el año 479 a. C. y el 431 a. C. Atenas. Desde el punto
de vista interno, sufrió la lucha entre conservadores – partidarios de mantener la Constitución
de Clístenes, el poder del campesinado acomodado, y dirigidos por Arístides y Cimón-, y
radicales – liderados por Efialtes y Pericles, apoyados por las clases más desfavorecidas y
dispuestos a profundizar en las reformas democráticas por alzarse con el poder. El triunfo de la
segunda, en el año 461 a. C., trajo consigo el surgimiento de un verdadero imperio ateniense.
Pericles, partidario de favorecer las manufacturas y el comercio, convirtió Atenas en el centro
económico más importante del Mediterráneo Oriental, gracias a los tributos que las polis de la
Liga Délica – antes aliadas y ahora vasallas- se veían obligadas a entregarle. Esta abundancia
de capital le permitió, además, profundizar en las reformas democráticas, sin que existiesen
grandes resistencias de las clases más acomodadas, pues el pueblo de Atenas se beneficia del
sistema creado por los radicales. Sin embargo, esta inmensa prosperidad, cuya muestra más
destacadas son los monumentos de la Acrópolis, y va a suponer la ruina de Atenas. Pues,
Esparta, envidiosa de este poderío, tal como escribió Tucídides, desencadenó en el año 431 a.
C., la segunda guerra del Peloponeso (la primera, que enfrentó a los mismos contendientes,
fue un breve conflicto que tuvo lugar entre los años 461 y 460 a. C.). Durante 27 años – del 431
al 404 a. C.- Atenas y Esparta combatieron desde Grecia hasta Sicilia, hasta que finalmente la
segunda, con el apoyo persa, se alzó con el triunfo. Tras su victoria, Esparta se convirtió en la
Polis hegemónica de la Hélade. Pero muy pronto le surgieron rivales. Así, el siglo cuarto a. C.
fue una inter terminal de lucha entre Esparta, Atenas, Tebas, Corinto y otras polis de menor
importancia, de demostraron que las comunidades estados eran incapaces, como estructura
política, de asegurar la paz entre los griegos.
Por otro lado, la misma base social de la polis, el campesino acomodado termina
desapareciendo, siendo sustituido por ejércitos de mercenarios.
Todo ello, allá en el camino para la aparición de un nuevo poder, el del Reino de Macedonia
(un reino semi bárbaro situado en el norte de Grecia), que de la mano de Filipo II (359 al 336 a.
C.) y tras la victoria capturó sobre la polis griega en la batalla de Queronea (338 a. C.), acabó
convirtiéndose en la potencia hegemónica de la Hélade. Dos años después de esa victoria,
pereció asesinado, siendo sustituido por su hijo Alejandro I (336 al 323 a. C.) llamado por la
posteridad el grande (magno), con el que comienza el último periodo de la historia de la
civilización griega:
4/ ÉPOCA HELENÍSTICA, cuyo análisis abarcará cuatro grandes aspectos: la figura de Alejandro
Magno, las luchas entre sus sucesores, y las características políticas y socioeconómicas de los
reinos en que se dividió el Imperio de Alejandro.
Alejandro magno sigue siendo unas figuras más discutidas de la historia. Pocos personajes han
sido, ya desde la Antigüedad Clásica, tan admirado y biografiados. La razón es obvia en poco
más de 10 años (334 a 323 a. C.) y tras derrotar a los persas, cuyo territorio conquistó, creó el
mayor imperio de la antigüedad, cuyos límites extendían desde los desiertos libios y el norte
de la actual República de Macedonia hasta el río indo y las ex repúblicas soviéticas del Asia
Central. En este inmenso territorio, Alejandro intentó crear un nuevo poder, tal como indica
Edouard Will, donde griegos y pesas, convivir en armonía bajo una monarquía absoluta de tipo
oriental – por tanto, contra los usos de Macedonia, donde poder del rey estaba controlado por
la asamblea de guerreros-. Su temprana muerte truncó este proyecto, y fue, a la vez, la ruina
de su imperio, pues carecía de sucesores de sangre. Esto provocó que sus principales generales
– Ptolomeo, Seleuco, Antigono Monoftalmo, Lisímaco y Casandro – llamados por Droysen
Diádocos (sucesores, en griego), se enzarzaran en un largo conflicto que solo acabó en el año
276 a. C., con la Constitución de tres reinos en el solar del antiguo imperio de Alejandro: el de
Egipto, bajo la dinastía de Ptolomeo; el de Asia, por la de Seleuco, y el de Macedonia, bajo el
control de Antígono. Desde el punto de vista político, la característica más destacada de los
mismos, fue que mientras en Macedonia se mantuvo la monarquía tradicional de este reino –
rey y reino eran entidades distintas y con personalidad jurídica ambas- en Egipto y hacia los
generales de Alejandro establecieron monarquías absolutas donde el reino era patrimonio del
rey, siguiendo la tradición histórica de estos territorios.