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Flor,fruto,semilla

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Flor

La flor es la estructura reproductiva característica de


las plantas llamadas espermatofita o fanerógama. La función de una flor es
producir semillas a través de la reproducción sexual. Para las plantas, las semillas
son la próxima generación y sirven como el principal medio a través del cual las
especies se perpetúan y se propagan.

Pero la organización interna de la flor es muy diferente en los dos principales


grupos de espermatofitas: las gimnospermas vivientes y las angiospermas. Las
gimnospermas pueden poseer flores que se reúnen en estróbilos, o bien la misma
flor puede ser un estróbilo de hojas fértiles

En cambio, una flor típica de angiosperma está compuesta por cuatro tipos
de hojas estructural y fisiológicamente modificadas para producir y proteger
los gametos. Tales hojas modificadas o antófilos son
los sépalos, pétalos, estambres y carpelos. Además, en las angiospermas la flor
da origen, tras la fertilización y por transformación de algunas de sus partes, a
un fruto que contiene las semillas.
El grupo de las angiospermas, con más de 250.000 especies, es un linaje
evolutivamente exitoso que conforma la mayor parte de la flora terrestre existente.
La flor de angiosperma es el carácter definitorio del grupo y es, probablemente, un
factor clave en su éxito evolutivo. Es una estructura compleja, cuyo plan
organizacional está conservado en casi todos los miembros del grupo, si bien
presenta una tremenda diversidad en la morfología y fisiología de todas y cada
una de las piezas que la componen. La base genética y adaptativa de tal
diversidad está comenzando a comprenderse en profundidad, Así como también
su origen, que data del Cretácico inferior, y su posterior evolución en estrecha
interrelación con los animales que se encargan de transportar los gametos.
Con independencia de los aspectos señalados, la flor es un objeto importante para
los seres humanos. A través de la historia y de las diferentes culturas, la flor
siempre ha tenido un lugar en las sociedades humanas, ya sea por su belleza
intrínseca o por su simbolismo. De hecho, cultivamos especies para que nos
provean flores desde hace más de 5000 años y, actualmente, ese arte se ha
transformado en una industria en continua expansión: la floricultura. La flor
también no ayuda a ser más jóvenes y estar sanos físicamente.

Definición
La flor es un corto tallo de crecimiento determinado que lleva hojas modificadas
estructural y funcionalmente para realizar las funciones de producción
de gametos y de protección de los mismos, denominadas antófilos.
El tallo se caracteriza por un crecimiento indeterminado. En contraste, la flor
muestra un crecimiento determinado, ya que su meristema apical cesa de
dividirse mitóticamente después de que ha producido todos los antófilos o piezas
florales. Las flores más especializadas tienen un período de crecimiento más
breve y producen un eje más corto y un número más definido de piezas florales
que las flores más primitivas. La disposición de los antófilos sobre el eje, la
presencia o ausencia de una o más piezas florales, el tamaño, la pigmentación y la
disposición relativa de las mismas son responsables de la existencia de una gran
variedad de tipos de flores. Tal diversidad es particularmente importante en
estudios filogenéticos y taxonómicos de las angiospermas. La
interpretación evolutiva de los diferentes tipos de flores tiene en cuenta los
aspectos de la adaptación de la estructura floral, particularmente aquellos
relacionados con la polinización, dispersión del fruto y de la semilla y de la
protección contra los predadores de las estructuras reproductivas.
Disposición de las piezas florales
Según la familia considerada, las piezas de la flor se pueden disponer sobre el
receptáculo de dos modos diferentes. En el caso de la denominada disposición
espiralada, las piezas se insertan consecutivamente y a diferentes niveles,
describiendo una espiral sobre el eje del mismo modo en que las hojas se insertan
en el tallo. Ejemplo de especies con flores espiraladas son Magnolia
grandiflora (magnoliáceas), Victoria cruziana (ninfeáceas) y Opuntia ficus-
indica (cactáceas). El segundo tipo de disposición de los antófilos es la
denominada disposición verticilada o cíclica, en el que las piezas se insertan en
varios nudos del eje, disponiéndose en verticilos o ciclos. Cada pieza floral de un
verticilo alterna con las piezas del siguiente, por ejemplo, los pétalos alternan con
los sépalos. En estas flores, denominadas cíclicas o verticiladas, el número de
verticilos puede variar, dependiendo nuevamente de la familia considerada. Muy
frecuentemente las flores llevan cuatro ciclos (llamadas tetracíclicas), como las
de Solanum (solanáceas): un ciclo de sépalos, uno de pétalos, otro de estambres
y el último de carpelos. También son usuales las flores pentacíclicas (llevan cinco
ciclos) ya que, en este caso, presentan dos ciclos de estambres en vez de uno
solo, como las flores de Lilium (liliáceas). Hay muchos otros casos, finalmente, en
los que las flores presentan varios verticilos de estambres, como en Poncirus
trifoliata (rutáceas), en cuyo caso las flores presentan más de cinco ciclos.
En las angiospermas primitivas las flores son relativamente voluminosas y sobre el
receptáculo cónico y alargado llevan, en disposición helicoidal o espiralada,
numerosas piezas periánticas, estambres y carpelos. En los grupos derivados,
más evolucionados, se observa un progresivo empequeñecimiento (reducción) de
las flores y una disminución del número de sus piezas (oligomerización). Se ha
postulado que la base adaptativa de esta tendencia evolutiva es el desarrollo más
rápido y un menor riesgo de daños cuando hay numerosas flores pequeñas que
cuando hay pocas flores y frutos grandes y, por otro lado, una mejor integración
espacial y formal de los órganos en las flores oligómeras que en las polímeras. En
relación con esta reducción y oligomerización se produjo un acortamiento del eje
floral o receptáculo, de modo tal que, pasando por estados intermedios helicoide-
verticilados, se llegó finalmente a la posición uniformemente verticilada o cíclica de
las piezas florales.
Simetría floral
Se dice que en un objeto existe simetría cuando por lo menos un plano puede
dividirlo en dos partes, tal que cada parte sea la imagen especular de la otra.
Ciertas flores no presentan ningún plano de simetría por lo que se
dicen asimétricas o irregulares, como es el caso de las "achiras" (las especies del
género Canna). En la mayor parte de las flores verticiladas, no obstante, debido a
que existen repeticiones de piezas florales, pueden existir uno o más planos de
simetría, por lo que las mismas pueden tener simetría bilateral (es decir, un solo
plano de simetría) o simetría radial (o sea, varios planos pueden dividir a la flor en
otras tantas imágenes especulares). Así, se distinguen por su simetría, dos tipos
de flores. Las flores
denominadas actinomorfas, radiadas o polisimétricas presentan simetría radial,
como es el caso de Tulipa gesneriana (liliáceas) o Linum usitatissimum (lináceas).
En cambio, las flores monosimétricas, dorsiventrales o cigomorfas tienen simetría
bilateral y la evolución de su forma tiene relación con la necesidad de atraer y
guiar a los polinizadores hasta ellas, como por ejemplo, las flores de
las orquídeas y muchas leguminosas. Las flores espiraladas se consideran
asimétricas según algunos autores, o actinomórficas según otros.
La simetría se define en general a través del perianto, no obstante,
el androceo también puede estar implicado debido a la reducción de algunas
piezas (estaminodios) o al aborto de uno o más estambres, como ocurre en las
eudicotiledóneas y en las monocotiledóneas. Las flores cigomorfas aparecieron
relativamente tarde en el registro fósil (Cretácico superior) en comparación con el
período aceptado de diversificación temprana de las angiospermas (Cretácico
temprano).
La polisimetría, entonces, se considera generalmente el estado ancestral de las
angiospermas y la monosimetría, el estado derivado que ha evolucionado de
modo independiente en numerosas ocasiones. Como un carácter arquitectónico
derivado, generalmente asociado con la diversificación de muchos linajes de
plantas, constituye una innovación morfológica. De hecho, los cambios en la
simetría floral están asociados con los cambios en el rango de polinizadores
efectivos, lo que, por su lado, puede originar barreras a la hibridación entre las
especies. Así, varios de los taxones con mayor riqueza de especies llevan flores
monosimétricas, tanto en las eudicotiledóneas centrales (fabáceas, asteráceas)
como en las monocotiledóneas (zingiberáceas, orquidáceas). Estos taxones tienen
generalmente planes de organización "cerrados" con estructuras florales más o
menos elaboradas. En contraste, la monosimetría está casi ausente en las
angiospermas basales y es bastante infrecuente en las eudicotiledóneas basales
(Ranunculales, Proteales) donde el plan de organización "abierto" es más común
que en las eudicotiledóneas nucleares.
Formación de los gametófitos y fecundación
El gametofito masculino de las angiospermas es el grano de polen que se origina
a partir de las microsporas, como se describe a continuación. En el interior de los
sacos polínicos de las anteras se encuentran localizadas las células madres de las
microsporas, las cuales son las células diploides (tienen el mismo número
de cromosomas que cualquier otra célula de la planta) que sufren el proceso de
división celular llamado meiosis, luego del cual forman unas
cuatro microsporas que presentan la mitad del número de cromosomas que la
planta original (se dice, entonces, que son haploides). Cada microspora haploide
atraviesa dos procesos concomitantes para originar un grano de polen. Por un
lado, su pared celular se desarrolla, formando la exina, compuesta de un
polisacárido complejo, la esporopolenina y la intina constituida por celulosa. Dicha
pared del grano de polen presenta una o varias aperturas y un diseño de la exina
que es característico de cada especie vegetal. Por otro lado, el núcleo haploide de
cada microspora se divide por mitosis originando dos núcleos, también haploides,
uno es el denominado núcleo
vegetativo y el otro es el núcleo
generativo. Este último vuelve a
dividirse, antes o después de la
polinización, dando dos núcleos
gaméticos o espermáticos
Representación esquemática de los
eventos que tienen lugar durante la
fertilización de una angiosperma.
Leyendas: fu: funículo, cha: chalaza, nu: nucela, mi: micrópila, ii: tegumento
interno, ie: tegumento externo, e: saco embrionario, ek: núcleos
polares, ei: oósfera y sinérgidas, an: antípodas, g: estilo, n: estigma, p: granos de
polen, ps: tubos polínicos. Véase la explicación del proceso en el texto

Fruto
En botánica, el fruto es el órgano procedente de la flor, o de partes de ella, que
contiene las semillas hasta que estas maduran y luego contribuye a diseminarlas.
Desde un punto de vista ontogénico, el fruto es el ovario desarrollado y maduro de
las plantas con flor. La pared del ovario se engrosa al transformarse en la pared
del fruto y se denomina pericarpio, cuya función es proteger a las semillas. Con
frecuencia participan también en la formación del fruto otras partes de
la flor además del ovario, como por ejemplo el cáliz o el receptáculo. El fruto es
otra de las adaptaciones, conjuntamente con las flores, que ha contribuido al éxito
evolutivo de las angiospermas. Así como las flores atraen insectos para que
transporten polen, también muchos frutos tratan de atraer animales para que
dispersen sus semillas. Si un animal come un fruto, muchas de las semillas que
este contiene recorren el tracto digestivo del animal sin sufrir daño, para después
caer en un lugar idóneo para su germinación. Sin embargo, no todos los frutos
dependen de ser comestibles para dispersarse. Otros, como los abrojos, se
dispersan aferrándose al pelaje de los animales. Algunos forman estructuras
aladas para poder dispersarse con el viento, como los arces. La variedad de tipos
de frutos que han desarrollado las angiospermas a través de su evolución les ha
permitido invadir y conquistar todos los hábitats terrestres posibles. En las
plantas gimnospermas y en las plantas sin flores no hay verdaderos frutos, si bien
a ciertas estructuras reproductivas como los conos de los pinos, comúnmente se
les tome por frutos. Muchas plantas se cultivan porque dan ciertos
frutos comestibles y a menudo fragantes, sabrosos y jugosos llamados frutas
Forma y tamaño
Los frutos pueden acusar muy diversas formas según las especies: hay globosos,
piriformes, cilíndricos, espiralados, moniliformes, lenticulares, alados, entre otras
muchas. En general cada especie se caracteriza por la forma particular de sus
frutos. La superficie de los mismos puede ser lisa, verrugosa, espinosa,
gloquidiada, pruinosa, pubescente, etc.
Respecto al tamaño de los frutos, es otro aspecto sumamente variable: los hay
menores de un milímetro, como en el caso de diversas gramíneas y compuestas,
hasta muy grandes, como es el caso del zapallo, la sandía y algunas leguminosas
—como Vigna sesquipedalis—cuyos frutos alcanzan más de un metro de longitud.
Partes de la flor tras la fecundación
Los pétalos de la flor poseen una zona de abscisión en sus bases y se
desprenden muy rápidamente de la flor una vez que ha ocurrido la doble
fecundación, fenómeno característico de las angiospermas. En otros casos,
el perigonio no se desprende sino que se desarrolla y puede volverse carnoso,
como en el caso de las moras donde, de hecho, constituye la parte comestible del
fruto. Los estambre se marchitan rápidamente y caen, aunque también pueden
persistir un largo tiempo alrededor del fruto. El tubo floral o el receptáculo pueden
volverse carnosos como ocurre en muchos frutos de las rosáceas (como
la manzana, la pera y la frutilla o fresa).
Cuando el ovario es súpero normalmente es solo este el que participa en la
formación del fruto. Sin embargo, cuando es ínfero, suele haber otras estructuras
florales que se desarrollan conjuntamente con el ovario y forman parte del fruto.
En el caso de los frutos derivados de un ovario ínfero, la porción extracarpelar
recibe el nombre de clamidocarpo.
En muchas especies, otras partes de la flor o de la inflorescencia se asocian
al gineceo para producir el fruto. Cuando las partes de la flor que persisten en el
fruto no son concrescentes con él se llaman induvias. Los sépalos, por ejemplo,
suelen ser persistentes, como en el caso de la frutilla o fresa, la manzana o
la granada. En ciertas especies—Muehlenbeckia—se torna carnoso, o puede
permanecer hasta la madurez del fruto y desarrollarse formando una envoltura
inflada alrededor del mismo. En estos casos el cáliz se dice acrescente, como por
ejemplo en Rumex y Physalis. En otras oportunidades, como por ejemplo en la
familia de las nictagináceas, la base del cáliz se transforma en un cuerpo duro y
globoso que cubre el fruto, denominado «antocarpo», que cubre el fruto
(un utrículo) que queda encerrado. En la familia de las gramíneas, las glumas y en
especial las glumelas son en muchos casos persistentes y encierran
al cariopse (como por ejemplo, en el caso de la avena y del alpiste), en ciertos
géneros están provistas de gloquidios (Tragus), o aristas (Stipa) que favorecen la
diseminación por medio de los animales. Las flores de varias especies
tienen brácteas que persisten en el fruto, las cuales se denominan «involucro». En
algunas plantas tales brácteas presentan forma de hoja («brácteas foliáceas»,
como en la avellana); en otras son duras y desarrollan una cobertura en forma de
cúpula—fagáceas—, o en forma de erizo, como en las castañas y en los abrojos.
En otros casos, como en las dipsacáceas, el involucro que rodea al fruto es muy
pequeño y recibe el nombre de involucelo. También pueden participar otras
estructuras extra florales, tales como las ramas de la inflorescencia en el palito
dulce (Hovenia dulcis), o como el pedúnculo en el fruto del cajú, Anacardium
occidentale. La «castaña de cajú» que se consume tostada, es la semilla; el
pedúnculo carnoso es comestible cuando está fresco y se utiliza en Brasil para
elaborar dulces, jugos, helados y licores.
Pared del fruto
En sentido estricto, el pericarpo es la pared del ovario que queda tras la
fecundación; en sentido amplio puede abarcar también los tejidos extracarpelares
asociados. Para salvar esa diferencia Katherine Esau acuñó la expresión «pared
del fruto».
Con sentido descriptivo, y sin relación con la ontogenia, la pared del fruto
comprende tres capas: exocarpo, mesocarpo y endocarpo.

El exocarpo o epicarpo es la parte externa del fruto; corresponde a la cara abaxial


del carpelo y comprende la epidermis solamente, o la epidermis y los tejidos
subyacentes. La superficie del exocarpo puede tener aspectos muy distintos.
Puede ser lisa como en el morrón o pimiento (Capsicum annuum) o la cereza
(Prunus avium); pruinosa (con ceras) como en la uva (Vitis vinifera) y la ciruela
(Prunus domestica) o pubescente como en el durazno (Prunus persica). En los
frutos con dispersión zoocora se pueden desarrollar pelos ganchudos o una
cubierta pegajosa, como los pelos o espinas con forma de gancho
de Desmodium y Melilotus y las espinas del «chamico» (Datura ferox).

El mesocarpo es la parte media y corresponde al parénquima del mesófilo del


carpelo. Puede ser delgado y seco como en el caso del maíz (Zea mays), o
abundante y carnoso como en el durazno o la berenjena (Solanum melongena).
En este último caso, el gran desarrollo que alcanza el mesocarpo se debe a la
multiplicación de las células parenquimáticas del mesófilo del carpelo. La clorofila,
los ácidos orgánicos (ácido málico, oxálico, cítrico) y otras sustancias —como
los taninos— que son abundantes al inicio del desarrollo del fruto, van siendo
paulatinamente reemplazadas por azúcares
(glucosa, levulosa), antocianinas, vitaminas, esencias y, en ciertos casos, almidón.
Tales cambios originan frutos de colores vistosos y de sabores generalmente
gratos.
El endocarpo es la capa interna y corresponde a la superficie adaxial del carpelo.
Rodea directamente a las semillas, sirve a menudo para la protección de estas, y
en algunos casos puede ser muy dura y de consistencia pétrea formando el
llamado hueso (pireno) en los frutos de tipo drupa. También puede ser carnoso
como en la uva, apergaminado como en las vainas de las arvejas (Pisum), pétreo
como en la aceituna (Olea europaea) o con pelos jugosos como en los
frutos cítricos. En algunas especies, tales como los algarrobos (Prosopis), las
células del endocarpo producen una pulpa suculenta que rodea las semillas.
Funciones del fruto
Cualquiera que sea su origen y aspecto, el fruto cumple tres funciones principales:
contener y proteger a las semillas durante su desarrollo, contribuir a la dispersión
de las mismas una vez que maduran y atraer animales que favorezcan su ulterior
dispersión. El fruto, además de proteger a las semillas durante su desarrollo,
deben contribuir a su diseminación, ya sea porque las dispersan o porque se
desprenden junto con ellas de la planta madre. En los espermatofitos primitivos la
semilla aislada actúa como unidad funcional de diseminación. En las
angiospermas, en cambio, está función resulta impedida en principio ya que las
semillas quedan encerradas dentro de los carpelos maduros. La diseminación de
las semillas por otro lado, es de particular importancia en las plantas para evitar
que los descendientes de cada individuo permanezcan cercanos entre sí y de la
planta madre, lo que incrementaría fuertemente la competencia entre ellos por
recursos. La dispersión, lejos de la planta madre, no solo disminuye la posibilidad
de competencia entre individuos cercanamente emparentados sino que también
favorece la exploración y conquista de nuevos hábitats.

Los frutos presentan diferentes estrategias de dispersión. Una de ellas, en el caso


de los frutos anemocoros, es aprovechar el viento. Estos frutos suelen ser ligeros
y tener estructuras como alas o pelos que les faciliten poder ser llevados por el
viento (ejemplo, el fruto del arce). Otra estrategia, utilizada por los
frutos zoocoros, es aprovechar a los animales. Estos pueden dispersar los frutos
de dos modos diferentes. El primero de ellos es sujetándose o enganchándose a
las plumas o a los pelos (son los denominados frutos epizoocoros) mediante
ganchos o pelos que les facilitan la adherencia al animal; por ejemplo, los
arrancamoños (Xanthium). En el segundo modo, los animales comen los frutos
(frutos endozoocoros) y con los jugos del aparato digestivo deshacen las cubiertas
y expulsan junto con las heces las semillas, listas para germinar. Para atraer a los
animales, estos frutos suelen tener colores llamativos, ser carnosos y jugosos.
Algunos frutos de plantas ligadas a hábitats acuáticos se dispersan gracias al
agua, como el coco. Son los denominados hidrocoros. Finalmente, otros,
denominados frutos autocoros, tienen mecanismos para abrirse y expulsar las
semillas, por ejemplo las legumbres. Existen especies, denominadas «policoras»,
cuyos frutos son dispersados por más de un agente o vector. También se han
descrito algunos casos en los que la planta presenta diversos tipos de frutos
(condición denominada «heterocarpia»), como ocurre en los capítulos de algunas
compuestas donde se presentan cipselas con distinta morfología, o con presencia
o ausencia de vilano, permitiendo de ese modo una dispersión más flexible y
eficiente.

Frutos simples
Los frutos simples se desarrollan a partir de un solo pistilo, que puede ser mono o
pluricarpelar, pero siempre están fusionados, como por ejemplo las uvas, las
naranjas o el melón.
Frutos secos indehiscentes
Los frutos simples indehiscentes secos son los frutos que maduran sin dar a luz a
la semilla, es decir que no la liberan durante su maduración. Generalmente se
originan de un ovario en el cual se desarrolla sólo una semilla, aunque puede
haber más de un óvulo. El pericarpio de un fruto indehiscente a menudo se
asemeja a la cubierta seminal. La verdadera cubierta seminal en dichos frutos
puede obliterarse hasta un grado considerable (como en el caso de las cipselas de
las compuestas) o fusionarse con el pericarpio (como en el cariopse de las
gramíneas).
Derivados de ovario súpero

 Aquenio: es un fruto seco, indehiscente, generalmente contiene una sola


semilla (se dice uniseminado), con el pericarpio papiráceo o coriáceo,
separado de la semilla. Procede de un gineceo uni o pluricarpelar cenocárpico.
Ejemplos: Cyperus, Polygonum.
Existen varios tipos ecológicamente semejantes, con algunas diferencias
morfológicas, que se incluyen bajo esta misma denominación general:

 Utrículo o aquenio: es un fruto seco, uniseminado, derivado de ovario súpero,


con un pericarpio tenue. Ejemplos: la quinoa (Chenopodium), el
amaranto Amaranthus, Melilotus y Trifolium.
 Carpidio: es cada un de los carpelos maduros uniseminados (llamados
"mericarpios") en los que se desarticula un fruto pluricarpelar derivado de un
ovario súpero, como en las familias de las boragináceas y labiadas y en los
géneros Ranunculus, Malva y Verbena. Cuando los mericarpios en los que se
desarticula el fruto son esferoidales se les suele llamar «cocos», como en
las euforbiáceas y las tropeoláceas.
 Legumbre indehiscente: es un fruto derivado de un ovario súpero, unicarpelar,
pluriseminado e indehiscente; o lo que es lo mismo, es una legumbre que no
se abre para dispersar las semillas y es típico de ciertas especies de
leguminosas, como Enterolobium contortisiliquum. Otras leguminosas
(Styphnolobium japonicum) presentan un tipo particular de legumbre
indehiscente denominado «legumbre bacoide», en la que el mesocarpo y el
endocarpo se transforman en una pulpa carnosa o viscosa, siendo el epicarpo
continuo. El lomento es otro tipo particular de legumbre indehiscente tabicada
transversalmente de manera que en la madurez se desprenden artejos
uniseminados, como por ejemplo Adesmia muricata. El «lomento drupáceo» es
otra legumbre indehiscente, septada y articulada en el endocarpo, que forma
artejos indehiscentes, coriáceos u óseos, mientras que el mesocarpo pulposo y
el epicarpo coriáceo o papiráceo son continuos. Este tipo de lomento es
característico del algarrobo (Prosopis flexuosa) y del caldén (Prosopis
caldenia).
 Sámara: es un fruto derivado de un ovario súpero, con el pericarpo no
adherido a la semilla y expandido formando un ala; es decir, se trata de un
aquenio alado. Este tipo de fruto es característico de
las ulmáceas, aceráceas y oleáceas (como el caso del fresno
americano, Fraxinus pennsylvanica). En ciertos casos cada carpelo forma un
fruto independiente, denominados disámaras o trisámaras, de acuerdo con el
número de carpelos involucrados.
 Carcérulo (también llamado tetraquenio): es un fruto esquizocárpico en el que
cada mericarpo es uniseminado y corresponde a la mitad de la hoja carpelar.
Es usual en las borragináceas (Cynoglossum
creticum), verbenáceas (Verbena bonariensis) y labiadas (Salvia verbenacea).
 Cariópside o cariopse: derivado de ovario súpero, bicarpelar, uniseminado,
indehiscente y con el pericarpo adherido o soldado a la semilla. Es el fruto
característico de la familia de las gramíneas (trigo, Triticum sativum).
Derivados de ovario ínfero
 Esquizocarpio: procede de un gineceo pluricarpelar sincárpico. Contiene
muchas semillas. Este fruto se abre por las líneas de sutura de los diferentes
carpelos dando lugar a los mericarpios. Ej. Malva rotundifolia (malva).
 Nuez: es un fruto seco, procedente de un gineceo uni o pluricarpelar
cenocárpico. Contiene una sola semilla grande y el pericarpio, que es leñoso,
no se halla soldado a la semilla. Es un fruto típico de las fagáceas (la
avellana, Corylus avellana; el roble, Quercus robur).
 Núcula: parecida a la nuez y también monosperma, pero de pericarpio
endurecido y normalmente pequeño. Ej. Salvia rosmarinus (romero).
 Cipsela: es un tipo de aquenio que proviene de un ovario ínfero, está formado
en general por dos carpelos y contiene una sola semilla (uniseminado). La
cubierta seminal, derivada de un único tegumento, se desorganiza y comprime,
excepto la epidermis externa que desarrolla gruesas paredes. La pared del
fruto también se desorganiza considerablemente y queda reducida a un tejido
externo esclerosado y algo de parénquima. Es propio de
las valerianáceas, dipsacáceas y compuestas. Ejemplo, el «girasol»
(Helianthus annuus).
Frutos secos dehiscentes
La dehiscencia es la cualidad de abrirse solo, así que cuando llega el momento de
la maduración los frutos simples dehiscentes se abren a lo largo de líneas o
suturas definidas para permitir la liberación de las semillas.

 Folículo: es un fruto seco, derivado de un ovario súpero, unicarpelar, uni-


pluriseminado con dehiscencia lineal longitudinal sutural simple. Si deriva de
un ovario dialicarpelar suele denominarse polifolículo.
Ejemplos: esterculiáceas (Brachychiton populneus), magnoliáceas (Magnolia
grandiflora), proteáceas (Grevillea robusta), ranunculáceas (Paeonia lactiflora).
 Legumbre: procede de un gineceo unicarpelar. Se abre en dos valvas, por la
línea de sutura ventral y también por el nervio central. Ejemplo, la retama
(Spartium junceum).
 Cápsula: procede de un gineceo pluricarpelar cenocárpico, paracárpico o
sincárpico (en este último caso se llama caja). Puede presentar diversos tipos
de dehiscencia. Ejemplo, la adormidera (Papaver somniferum).
 Pixidio: similar a la cápsula. Ejemplo: Hyoscyamus albus (beleño blanco).
 Silicua: variedad de cápsula que procede de un gineceo bicarpelar
paracárpico, pero con un falso tabique placentario que divide el ovario en dos
lóculos. Fruto doble de largo que de ancho; dehiscencia en dos valvas.
Ej. Diplotaxis erucoides (oruga blanca).
 Silícula: parecidos a la silicua, pero más cortas, e iguales tanto en anchura
como en longitud. Ej. Alyssum maritimum (cabezas blancas).
 Esquizocarpo: frutos parcialmente dehiscentes, pluricarpelar, originado de un
ovario sincárpico, que al llegar a la madurez se descompone en porciones
llamadas mericarpos, que pueden ser los carpelos o partes de los mismos.
Pueden presentar carpóforos.
Frutos carnosos
Los frutos carnosos, al igual que los secos, pueden derivar de un gineceo
monocarpelar o pluricarpelar. Sus paredes pueden consistir del pericarpio o del
pericarpio fusionado con los tejidos extracarpelares. La parte más interna o la más
externa o bien la totalidad de la pared del fruto pueden volverse carnosas por
diferenciación del parénquima blando o suculento. Pueden también convertirse en
carnosas otras partes además de la pared del fruto como, por ejemplo, las
placentas y los tabiques de los ovarios multiloculares.
Desde un punto de vista evolutivo, los frutos carnosos se consideran relativamente
más recientes que los frutos secos. De acuerdo con este concepto, la parte
carnosa fue originalmente una excrecencia de la capa interna del pericarpio, la
cual penetraba entre las semillas dentro del lóculo. Luego, el pericarpio entero se
convirtió en un tejido carnoso, que reserva nutrientes, y que actúa como un agente
atractivo para que los animales lo consuman y dispersen las semillas que
contienen.

 Drupa: es un fruto carnoso, derivado de ovario súpero, unicarpelar,


uniseminado, con el endocarpo óseo (llamado hueso, carozo o pireno), el
mesocarpo carnoso y el epicarpo delgado. La familia de
las rosáceas («duraznero», Prunus persica), ramnáceas (Condalia microphylla)
y las oleáceas («olivo», Olea europaea) tienen representantes con este tipo de
fruto. La denominada drupa involucrada es una drupa derivada de un ovario
ínfero, en la cual, al llegar la madurez, se desprenden el mesocarpo y el
epicarpo junto con el receptáculo quedando el carozo junto con la semilla. El
nogal (Juglans regia, juglandáceas) es un ejemplo de esta clase de drupa.
 Baya: es un fruto carnoso, derivado de ovario súpero con el epicarpo delgado y
el mesocarpo y endocarpo jugosos. Muchas especies presentan este tipo de
fruto, como por ejemplo, las solanáceas (Solanum lycopersicum, la tomatera) y
las vitáceas (Vitis vinifera, la vid). Por lo común tienen forma redondeada o
elipsoidal y, a menudo, llamativos colores. Cuando la baya deriva de un ovario
ínfero se denominó seudobaya o baya falsa, como por ejemplo en
las cactáceas (tuna, Opuntia ficus-indica), musáceas (bananero, Musa x
paradisiaca) y mirtáceas (el guayabo, Psidium guajaba). El término está hoy
día abandonado.
 Hesperidio: es un fruto carnoso, derivado de un ovario súpero, pluricarpelar,
pluriseminado, con el epicarpo con glándulas ricas en esencias, el mesocarpo
corchoso y el endocarpo con pelos glandulares jugosos. Las rutáceas (familia
que incluye a la naranja, Citrus sinensis) presenta este tipo de fruto.
 Pepónide: es un fruto sincárpico, procedente de un ovario ínfero, carnoso, con
las placentas tan desarrolladas que llegan desde el eje del fruto hasta la pared
carpelar. Es propio de la familia de las cucurbitáceas. La parte externa del
pericarpo suele endurecerse en mayor o menor grado y puede llegar a hacerse
leñosa, como en la llamada «calabaza vinatera» (Lagenaria siceraria) y en este
caso recibe el nombre de anfisarca. A veces, por reabsorción de los tabiques y
de la pulpa, se forma en el pepónide una gran cavidad central. El receptáculo
en general se halla esclerificado y es llamado clamidocarpo. A este tipo de
fruto pertenecen los frutos más grandes que se conocen.
 Pomo: es fruto procedente de un ovario ínfero y sincárpico, con la parte central
dividida en cinco cavidades (cinco carpelos) de consistencia coriácea o
apergaminada, la parte comestible corresponde al hipanto y no al ovario en sí.
Es típico en los géneros de rosáceas, Malus, Pyrus y Mespilus.

Frutos agregados
Los frutos agregados se desarrollan de una sola flor multicarpelar o con varios
pistilos que están libres, por lo que de una misma flor se desarrollan varios frutos
independientes, pero dispuestos conjuntamente. Algunos autores los denominan
genéricamente «eterios».

 Polifolículo: cada carpelo da un folículo y se origina un conjunto de frutos


polispermos y secos. Ejemplo, el eléboro fétido (Helleborus foetidus).
 Poliaquenio: cada carpelo da un aquenio y se origina un conjunto de frutos
monospermas y secos reunidos en un receptáculo plano, cóncavo o convexo.
Ejemplo, el ranúnculo bulboso (Ranunculus bulbosus) o la fresa silvestre
(Fragaria vesca).
 Polidrupa: cada carpelo da una drupa y se origina un conjunto de frutos
monospermas y carnosos. Ejemplo, la zarza (Rubus ulmifolius).
 Polisámara: formado por numerosos frutos secos indehiscentes provistos de
prolongaciones membranosas de tipo sámara. Procede de un gineceo
apocárpico súpero. Es típico del género Liriodendron.
 Cinorrodón: polinuez en la que las nueces provienen de carpelos cerrados en
un receptáculo cóncavo. Ejemplo, el escaramujo (Rosa canina).

Frutos esquizocárpicos
Son aquellos frutos que proceden de ovarios simples con dos o más lóculos.
Llegada la madurez del fruto, los lóculos se separan entre sí, por lo que parecen
frutos derivados de varios ovarios o de varios carpelos libres. Los frutos
esquizocárpicos pueden ser tanto carnosos como secos, y dentro de estos,
pueden ser dehiscentes o no. Cada lóculo separado se denomina mericarpo y
contiene una sola semilla.

 Biaquenio (aquenios esquizocárpicos): fruto esquizocárpico compuesto sólo de


dos carpelos que se desarrollan luego como aquenios.
 Cremocarpo: es un fruto que, en la madurez, se divide en dos mericarpos que
cuelgan de sendas ramitas del carpóforo. Es el fruto característico de
las umbelíferas.
 Ergástulo (carcérulos esquizocárpicos): carcérulo policarpelar procedente de
un ovario sincárpico de carpelos abiertos, seco e indehiscente que en la
madurez se separa en mericarpos 1-2 loculares e indehiscentes. Ejemplo, el
fruto de Malva parviflora.
 Esquizofolículo (folículos esquizocárpicos): fruto esquizocárpico formado a
partir de un gineceo apocárpico con dos carpelos que se convierten en
folículos en la madurez.
 Núculas esquizocárpicas o cenobios (tetranúcula): fruto esquizocárpico en que
cada mericarpo, que es monospermo, corresponde a sólo una mitad de la hoja
carpelar, como ocurre en las labiadas y borragináceas.
 Regma: fruto esquizocárpico de más de dos carpelos que se divide en
monocarpos en la madurez; procede de un gineceo en el cual los estilos se
sueldan en un solo cuerpo, para luego, al madurar el fruto, separarse de la
columna axial cada uno con su correspondiente carpelo. Es propio de las
geraniáceas.
 Samaridio (sámaras esquizocárpicas): son cremocarpos alados procedente de
ovarios súperos, como el fruto de los arces (Acer).

Frutos múltiples
También llamados frutos colectivos, en los que todas las flores de una
inflorescencia participan en el desarrollo de una estructura que parece un solo
fruto, pero que en realidad está formada por muchos frutos unidos entre sí. En
ocasiones participan otras partes de la flor o incluso el mismo eje de la
inflorescencia en su desarrollo, por lo que también reciben el nombre de frutos
complejos.

 Sorosis: es un fruto compuesto, carnoso, generalmente formado por pequeñas


drupas o bayas ubicadas sobre un receptáculo convexo, común y carnoso.
Ejemplos: la morera (Morus alba) y el ananá o piña (Ananas comosus).
 Sicono: es un fruto compuesto, carnoso, con las flores unisexuales dispuestas
dentro de un receptáculo acopado con un poro o apertura apical en el extremo.
Las flores femeninas originan aquenios que quedan envueltos por el
receptáculo. Es el fruto característico de la higuera (Ficus).

Pseudocarpos o pseudofrutos
Los pseudocarpos son estructuras que parecen frutos, pero que no lo son. En las
gimnospermas, que incluyen a los pinos, los abetos y los cipreses, no existen
verdaderos carpelos o pistilos y, por lo tanto, las semillas no gozan de la
protección del fruto que tienen las angiospermas. Sin embargo, se pueden
desarrollar estructuras que tienen una función protectora o incluso relacionada con
la dispersión. Entre las gimnospermas los pseudocarpos se denominan
también estróbilos. El estróbilo es una estructura redondeada, leñosa y
dehiscente, que encierra las semillas en su interior. Es propio de los cipreses
(Cupressus). Las piñas de los pinos y cedros son estróbilos cónicos, al principio
cerrados, incluso durante algunos años, para luego abrirse y separarse las
escamas que los forman con el fin de liberar las semillas. Los gálbulos o
arcéstidas son estróbilos redondeados, carnosos e indehiscentes, que encierran
unas pocas semillas en su interior. Es propio de los enebros y sabinas (Juniperus),
donde las semillas aparecen rodeadas por unas escamas que se vuelven
carnosas y que incluso se pueden soldar encerrando a la semillas y aparentando
frutos carnosos. Finalmente, en el tejo las semillas aparecen rodeadas por una
estructura carnosa o excrecencia procedente de su base que les rodea por todas
partes excepto por un poro. En la madurez alcanza una coloración roja vistosa y
puede confundirse con un fruto verdadero, pero es en realidad una estructura que
se denomina arilo.
Frutos sin semillas
En el crecimiento del ovario para formar un fruto intervienen los denominados
reguladores de crecimiento: auxinas, giberelinas, citocininas y etileno. La auxina
es formada por el grano de polen y por el cigoto. La mayoría de los frutos implican
la formación de semillas, pero ciertas plantas pueden producir frutos sin que ello
ocurra. Estos frutos se llaman partenocárpicos, y como ejemplo cabe destacar las
bananas, los higos o las naranjas de ombligo. El fenómeno se debe a que se
sintetizan hormonas de crecimiento espontáneamente o como consecuencia de la
polinización que actúa como estímulo. Se han logrado producir melones, ananás y
tomates sin fecundación previa con la inyección de auxinas al ovario.
Maduración
La etapa final del desarrollo del fruto es la maduración. Según la maduración sea o
no regulada prioritariamente por el etileno (un gas con acción hormonal), los frutos
se clasifican en climatéricos o no climatéricos. Todos los frutos, al igual que
cualquier órgano vegetal, producen etileno. Pero durante la maduración, algunos
frutos denominados climatéricos incrementan grandemente la producción de
etileno mientras que otros, denominados no climatéricos, prácticamente mantienen
la tasa de producción de etileno casi invariable. En los primeros, el etileno es
responsable de la coordinación del proceso de maduración, en los segundos no.
En frutos climatéricos se presenta el siguiente comportamiento:

1. la aplicación de etileno adelanta el tiempo del climaterio (pico) respiratorio;


2. la producción autocatalítica de etileno continúa luego de retirado el
tratamiento con etileno;
3. la magnitud de la tasa respiratoria es independiente de la concentración de
etileno aplicado;
4. hay clara respuesta a la aplicación de etileno en la mayor parte de los
índices de madurez propios de cada fruto (firmeza, color, degradación del
almidón, etc.).
Los frutos no climatéricos, ante la aplicación de etileno, proceden de la siguiente
forma:

1. no adelantan el climaterio respiratorio;


2. en ausencia de daños fisiológicos o patológicos no hay producción
autocatalítica de etileno, ni siquiera después de aplicado un tratamiento
con etileno;
3. la magnitud de la tasa respiratoria se incrementa ante dosis crecientes de
etileno aplicado;
4. desde un punto de vista de la maduración organoléptica no hay respuesta
ante tratamientos con etileno, excepto en términos de desverdecimiento
(degradación de clorofilas).
5. Por lo tanto, el etileno acelera la maduración de frutos de ciertas especies
(denominados frutos climatéricos), tales como banana, chirimoya, ciruelas,
granada, kaki, manzana, mango, palta, pera, papaya, tomate etc. Por el
costo comercial, en la práctica se utiliza solo en contadas circunstancias,
como en maduraderos de bananas, donde se aplica acetileno (un análogo
del etileno que desempeña la misma función) a fin de uniformar la
maduración del lote.
6. Los frutos cítricos son no climatéricos y en ellos el etileno no regula la
maduración. Sin embargo, el etileno es capaz de acelerar la degradación de
las clorofilas, pigmentos responsables del color verde de los frutos. En los
frutos cítricos, el color no indica necesariamente el grado de madurez. Sin
embargo, en naranjas y mandarinas, se exige un cierto grado de coloración
a nivel comercial. Por esa razón se aplica etileno con el fin de acelerar el
desverdecimiento de esos frutos, es decir, por razones cosméticas.

Semilla
La semilla o simiente es la parte del vegetal mediante la cual se propagan
los vegetales espermatofitos. La semilla se produce por la maduración de
un óvulo de una gimnosperma o de una angiosperma. Una semilla contiene
un embrión del que puede desarrollarse una nueva planta bajo condiciones
apropiadas. También contiene una fuente de alimento almacenado y está
envuelta en una cubierta protectora.

Producción de semillas

Las semillas se producen en varios grupos de plantas relacionadas, y su forma de


producción distingue a las angiospermas ("semillas cerradas") de
las gimnospermnas ("semillas desnudas"). Las semillas de las angiospermas se
producen en una estructura dura o carnosa llamada fruto que encierra las semillas
para protegerlas y asegurar un crecimiento sano. Algunos frutos tienen capas de
material duro y carnoso. En las gimnospermas no se desarrolla ninguna estructura
especial para encerrar las semillas, que comienzan su desarrollo "desnudas" en
las brácteas de los conos. Sin embargo, las semillas quedan cubiertas por las
escamas del cono a medida que se desarrollan en algunas especies de conífera.
La producción de semillas en poblaciones de plantas naturales varía mucho de un
año a otro en respuesta a variables climáticas, insectos y enfermedades, y ciclos
internos de las propias plantas. Durante un periodo de 20 años, por ejemplo, los
bosques compuestos por pino taeda y pino de hoja corta produjeron de 0 a casi
5,5 millones de semillas de pino sano por hectárea. Durante este período, hubo
seis cosechas de semillas excelentes, cinco pobres y nueve buenas, cuando se
evaluó la producción de plántulas adecuadas para la reproducción natural del
bosque.

Estructura

El alimento almacenado comienza como un tejido fino llamado endospermo, que


es provisto por la planta progenitora y puede ser rico en aceite o almidón y
en proteínas. En ciertas especies el embrión se aloja en el endospermo, que la
semilla utilizará para la germinación.

En otras especies, el endospermo es absorbido por el embrión mientras que el


último crece dentro de la semilla en desarrollo, y los cotiledones del embrión se
llenan del alimento almacenado. En la madurez, las semillas de estas especies
carecen de endospermo. Algunas de las plantas comunes cuyas semillas carecen
de endospermo son habas, guisantes, calabazas, girasoles, y rábanos picantes (al
igual que todas las especies de la familia Brassicaceae). Las semillas de plantas
con endospermo incluyen todas las coníferas, la mayoría de las hierbas y de
otras monocotiledóneas, tales como el maíz y el coco.

La envoltura de la semilla se desarrolla a partir de cubiertas, llamadas tegumentos,


que originalmente rodean al óvulo. En la semilla esta envoltura madura se puede
convertir en una fina cubierta, como en el cacahuete, o en algo más sustancial.

Las semillas de las angiospermas quedan contenidas en estructuras secas o


carnosas (o en capas de ambas), llamadas frutos. En español se llama fruta al
alimento que representan los frutos carnosos y dulces. En cambio, las semillas de
las gimnospermas comienzan su desarrollo «desnudas» sobre las brácteas de
los conos, aunque en su desarrollo son acompañadas por escamas, que ayudan a
su protección o a su dispersión.

Existe también un concepto legal de semillas, en el que se considera como tal a


cualquier parte de la planta cuando su fin es la multiplicación, y entonces se
incluyen plantones, vitroplantas, esquejes, etcétera.

Función de las semillas

A diferencia de los animales, las plantas están limitadas en su habilidad de buscar


las condiciones favorables para la vida y el crecimiento. Por consiguiente, han
evolucionado de muy diversas formas para propagarse y aumentar la población a
través de las semillas.
Una semilla debe llegar a la localización adecuada en el momento óptimo de
germinación. Estas propiedades que fomentan la producción de la siguiente
generación es posible que estén más relacionadas con los frutos que con las
mismas semillas, ya que la función típica de la semilla es la de servir de
mecanismo retardante, permitiendo suspender el crecimiento si las condiciones no
son favorables o dar el tiempo necesario para su dispersión. Cada especie logra
su objetivo de una forma diferente: produciendo gran cantidad de semillas,
envolviendo las semillas en duras capas que se van ablandando con las lluvias y
el frío invernal para germinar.

Producción de semillas

La producción de semillas es un proceso esencial de la agricultura, gracias a este,


los campesinos han domesticado las especies vegetales que hoy consumimos,
creando una enorme variedad dentro de cada especie al ir adaptándolas a
distintas condiciones ambientales y necesidades culturales. Este proceso se ha
mantenido en algunas regiones durante al menos diez mil años.

Desde el siglo XX, existe una corriente de producción industrial y tecnificada de


semillas orientada a crear variedades que funcionen con agroquímicos y en
condiciones de producción masificada. A inicios del siglo XXI, esta corriente ha
desplazado en muchas regiones del planeta a la producción tradicional de
semillas.

Etapas de producción

La producción tradicional de semillas incluye las siguientes etapas: siembra,


cosecha, selección, limpieza, secado, almacenamiento, distribución.

La producción industrial de semillas incluye las siguientes etapas:

 Siembra
 Cosecha
 Acondicionamiento y secado
 Análisis y control de calidad
 Clasificación y selección
 Lavado y tratamiento
 Almacenaje
 Certificación
 Etiquetado y embalaje
 Embarque
Referencias
colaboradores de Wikipedia. (2024, 13 noviembre). Flor. Wikipedia, la Enciclopedia Libre.
https://es.wikipedia.org/wiki/Flor#Floraci%C3%B3n_y_simbolismo

colaboradores de Wikipedia. (2024a, octubre 25). Semilla. Wikipedia, la Enciclopedia


Libre. https://es.wikipedia.org/wiki/Semilla

colaboradores de Wikipedia. (2024a, marzo 30). Fruto. Wikipedia, la Enciclopedia Libre.


https://es.wikipedia.org/wiki/Fruto

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