Misal

Triduo Pascual Jueves Santo Entrada: Nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro Seor Jesucristo: en l est nuestra salvacin, vida y resurreccin; l nos ha salvado y liberado (cf. Gl 6,14). Colecta (de nueva composicin): Seor Dios nuestro, nos has convocado hoy (esta tarde) para celebrar aquella misma memorable Cena en que tu Hijo, antes de entregarse a la muerte, confi a la Iglesia el banquete de su amor, el sacrificio nuevo de la Alianza eterna; te pedimos que la celebracin de estos santos misterios nos lleve a alcanzar plenitud de amor y de vi-da. Ofertorio: Concdenos, Seor, participar dignamente en estos santos misterios, pues cada vez que celebramos este memorial de la muerte de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redencin. Comunin: Este es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que bebis, en memoria ma (1 Cor 11,24-25). Postcomunin: Concdenos, Dios todopoderoso, que la Cena de tu Hijo, que nos alimenta en el tiempo, llegue a saciarnos un da en la eternidad de tu reino. En este da santo Cristo Jess, adelantando en su Corazn el misterio de su Pasin, quiso celebrar en el Cenculo su propia Pascua. Con esa celebracin estaba dando plenitud real y salvfica a la Pascua juda e instituyendo la realidad sacramental de la Pascua cristiana o Nueva Alianza en su Sangre. Cristo instituye en la ltima Cena los sacramentos del Sacerdocio y de la Eucarista. xodo 12,1-8.11-14: Prescripciones sobre la cena pascual. El sacrificio del cordero pascual fue realizado por vez primera por el pueblo de Dios en la noche en que lo libr de la esclavitud de Egipto. En la Antigua Alianza la cena con ese sacrificio era el signo que garantizaba el amor de Dios a su pueblo. Con el Salmo 115 proclamamos que el cliz que bendecimos es la comunin de la Sangre de Cristo. Como pagar al Seor todo el bien que me ha hecho? Alzar el cliz de la salvacin, invocando su nombre... Te ofrecer un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Seor... 1 Corintios 11,23-26: Cada vez que comis el Pan y bebis del Cliz, proclamis la muerte del Seor. Nuestra Pascua es Cristo, perpetuada sacramental-mente en nosotros por el sacrificio eucarstico, que actualiza en el tiempo y en el espacio su Pasin y Muerte Redentora y sigue realizando su salvacin pascual hasta que vuelva. Es el memorial perenne de la Nueva Alianza en la Sangre de Cristo. Juan 13,1-15: Los am hasta el extremo. La Eucarista es signo y testimonio del Amor sin lmites con que Jesucristo nos ha amado y nos sigue amando. Es urgencia de caridad con la que deben amarse sus discpulos. El lavatorio fue y sigue siendo el impresionante testimonio del Amor real de Cristo a los hombres, sus hermanos. San Efrn admira las acciones de Cristo en la ltima Cena: Fue una tarde perfectsima, en la cual Cristo llev a cabo la verdadera Pascua; fue una tarde, la ltima de las tardes, en la cual sell Cristo su doctrina; tarde, cuyas tinieblas fueron iluminadas... En aquella tarde, en la cual los judos usaban los zimos, Jess constituy a la Iglesia heredera en el mundo de su Sangre. Oh tarde gloriosa, en la cual se realizaron los misterios, se sell el pacto antiguo, se enriqueci la Iglesia de las Gentes! Tarde bendita, tiempo bendito, en el que la Cena fue consagrada; mesa bendita que fue altar para los Apstoles. En aquella Cena llev a trmino el Seor el alimento espiritual y mezcl la bebida celestial... (Sermones de la Semana Santa 4,7). Oh dichoso lugar! Nunca ha sido preparada una mesa como la tuya, ni en casa de los reyes, ni en el tabernculo, ni en el Sancta Sanctorum. En ti fue partido el pan de las primicias, t fuiste la primera Iglesia de Cristo y el primer altar; en ti se vio la primera de todas las oblaciones (Himno de la Crucifixin 12).

Y tambin Cirilona dice: Oh milagro asombroso! Fjate bien, oyente: pescadores y recaudadores de contribuciones se sientan con l a la mesa, mientras los ngeles y arcngeles estn temblando ante l. Los hombres han sido hechos comensales de Dios. Oh bienaventurados Apstoles, de cun alto honor habis sido hechos dignos! Ellos comieron la Pascua antigua y dieron cumplimiento a la Ley (Himnos 1). Viernes Santo Tanto nos ha amado Dios que lleg a entregarnos, por el sacrificio, a su Hijo... que nos am y se entreg por nosotros (Jn 3,16; Gl 2,20). Oracin (del Misal anterior, tomada del Gelasiano): Seor, Dios nuestro; Jesucristo, tu Hijo, al derramar sus sangre por nosotros, se adentr en su misterio pascual; recuerda, pues, que tu ternura y tu misericordia son eternas, santifica a tus hijos y protgelos siempre. O bien (del Gelasiano): Oh Dios, que por la Pasin de Cristo, Seor nuestro, has destruido la muerte, consecuencia del primer pecado, que a todos los hombres alcanza; te pedimos nos hagas semejantes a tu Hijo; as, quienes por nuestra naturaleza humana somos imagen de Adn, el hombre terreno, por la accin de tu gracia, seamos imagen de Jesucristo, el hombre celestial. En el Calvario sobraron espectadores y faltaron creyentes. Sobr curiosidad y falt amor. Sobr irresponsabilidad y falt humilde sinceridad religiosa, salvo la Virgen Mara, la Madre de Jess, San Juan, el discpulo amado, y las piadosas mujeres. Tengamos los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jess... hecho por nosotros obediente hasta la muerte y muerte de Cruz (cf. Flp 2,5 ss.). Isaas 52,13-53.12: l fue traspasado por nuestras rebeliones. El cuarto cntico de Isaas sobre el Siervo de Dios nos presenta al Mesas como Vctima vicaria y solidaria, machacada por nuestros pecados. Varn de dolores; castigado y herido por nuestras iniquidades. Con el Salmo 30 decimos: A Ti, Seor, me acojo, no quede yo nunca defraudado; T eres justo, ponme a salvo. A tus manos encomiendo mi espritu; T, el Dios leal, me librars Hebreos 4,14-16; 5,7-9: Experiment la obediencia y se convirti en causa de salvacin eterna para todos los que le obedecen. Es una proclamacin del Sacerdocio Mediador de Cristo, el Inocente, el Hijo muy amado, Vctima de nuestros pecados. Por ello es causa de salvacin para cuantos creen en l. Juan 18,1-19,42: Pasin de Nuestro Seor Jesucristo. La meditacin de la Pasin evoca los acontecimientos del Calvario. No interesa tanto lo anecdtico de los sucesos, cuanto la obediencia, el Amor victimal y la inocencia redentora con que Jess nos am y se entreg por nosotros. Oigamos a San Agustn: Marchaba, pues, Jess para el lugar donde haba de ser crucificado, llevando su cruz. Extraordinario espectculo: a los ojos de la piedad, gran misterio; a los ojos de la impiedad, grande irrisin; a los ojos de la piedad, firmsimo cimiento de la fe; a los ojos de la impiedad documento de ignominia; a los ojos de la piedad, un rey que lleva, para en ella ser crucificado, la cruz que haba de fijarse en la frente de los reyes; para los ojos de la impiedad, la mofa de un rey que lleva por cetro el madero de su suplicio. En la Cruz haba de ser despreciado por los ojos de los impos, y en ella ha de ser la gloria del corazn de los santos, como dira despus San Pablo: No quiero gloriarme, sino en la Cruz de Nuestro Seor Jesucristo (Gl 6,14). l recordaba su cruz llevndola sobre sus hombros; llevaba el candelabro de la lucerna encendida, que no deba ser puesta debajo del celemn (Tratado 119,1 sobre el Evangelio de San Juan). Sbado Santo Bienaventurados quienes prestan a Jess el obsequio de una fe ntegra y de un amor sincero. Bienaventuradas tus manos, oh Jos, que prestaron servicio a Cristo y palparon las manos y los pies del cuerpo divino de Jess, de donde todava manaba sangre. Bienaventuradas tus manos, que estuvieron en contacto con el divino costado del que brotaba sangre, habiendo t realizado este acto antes que Toms, el creyente incrdulo y panegirista curioso. Bienaventurada tu boca, que qued plenamente saciada al aproximarse a la boca de Cristo y de entonces se llen del Espritu Santo.

Bienaventurados tus ojos que contemplaron los ojos de Jess y de ellos recibieron la Luz verdadera. Bienaventurado tu rostro, que se acerc a la divina faz. Bienaventurados tus hombros que transportaron al que todo sostiene con su poder. Bienaventurada tu cabeza a la que se aproxim Jess, Cabeza de todos. Bienaventuradas tus manos, con las que llevaste al que lleva todas las cosas. Bienaventurados fueron Jos y Nicodemo, pues aventajaron a los querubines, elevando y transportando al mismo Dios. Aventajaron tambin a los ngeles provistos de seis alas, pues ellos honraron al Seor y lo cubrieron no con alas, sino con el lienzo. Jos y Nicodemo llevaron a hombros a Aqul ante quien se estremecen los querubines y se extasan todas las legiones de ngeles (Antigua Homila sobre el grande y santo Sbado). San Germn de Constantinopla dice: Esta es la gran festividad que hoy se celebra en los infiernos: es una solemnidad maravillosa y llena de esplendor. Aquel Sol que sobrepasa la altitud de los cielos ha llenado de resplandeciente luz las regiones que estaban debajo de la tierra, y una claridad meridiana ha iluminado prodigiosamente a aquellos que se hallaban sumidos en la oscuridad y sombras de muerte. Ahora el Padre celestial ha hecho aparecer su Sol sobre malos y buenos y tambin ha dispuesto que lloviese sobre justos e injustos (Mt 5,45), al fluir del costado abierto de su Unignito la doble lluvia de la sangre y del agua que purifica y da vida, pues ambas cosas eran necesarias para quienes habitaban en las resecas y miserables mansiones del infierno. El Buen Pastor, en efecto, muri por todos los hombres, justos e injustos y baj hasta las profundidades del infierno por razn de la oveja que haba ido a parar a ese lugar, despus de quedar privada de la gloria divina y de haber sido expulsada de las praderas del paraso, no conservando ms proteccin que su lana y padeciendo, sobre todo, la mordedura de los atroces dientes del infierno (Homila sobre la sepultura de Cristo). San Efrn alaba a Cristo en sus misterios pascuales: Gloria a Ti, amigo de los hombres. Gloria aTi, oh misericordioso Gloria a Ti, oh magnfico. Gloria a Ti, que absuelves los pecados. Gloria a Ti, que has venido para salvar nuestras almas... Gloria a Ti, que fuiste atado. Gloria a Ti, que fuiste flagelado. Gloria a Ti, que fuiste escarnecido. Gloria a Ti, que fuiste clavado en la Cruz. Gloria a Ti, que fuiste sepultado y has resucitado. Gloria a Ti, que has predicado a los hombres y ellos han credo en Ti Gloria a Ti que has subido a los cielos... Gloria al que se ha dignado salvar al pecador, por su misericordiosa bondad (Sermn sobre los sufrimientos del Salvador 9). Domingo de Resurreccin Entrada: He resucitado y an estoy contigo, has puesto sobre m tu mano: tu sabidura ha sido maravillosa, aleluya (Sal 138 18,5-6). O bien: Era verdad, ha resucitado el Seor, aleluya. A l la gloria y el poder por toda la eternidad (Lc 24,34; cf. Ap 1,6) . Colecta (del misal anterior, completada con texto del Gelasiano): Seor Dios, que en este da nos has abierto las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte; concdenos, al celebrar la solemnidad de su resurreccin que, renovados por el Espritu, vivamos en la esperanza de nuestra salvacin futura.

Ofertorio (del misal anterior, corregida con texto del Gelasiano): Rebosantes de gozo pascual, celebramos, Seor, estos sacramentos, en los que tan maravillosamente ha renacido y se alimenta tu Iglesia. Comunin: Ha sido inmolado nuestra vctima pascual, Cristo; celebremos, pues, la Pascua con los panes zimos de la sinceridad y la verdad. Aleluya (1Cor 5,7-8) Postcomunin (del Sacramentario de Brgamo): Protege, Seor, a tu Iglesia con amor paternal, para que, renovada por los sacramentos pascuales, llegue a la gloria de la resurreccin. En la Vigilia Pascual hemos vivido el gran acontecimiento de nuestra Pascua: Cristo Resucitado. Celebramos el Misterio de Cristo-Luz que ha vencido el poder de las tinieblas y de la muerte. A todos se nos proclam el Misterio de Vida nueva y renovamos gozosos nuestras esperanzas bautismales y la alegra de ser de Cristo. Esta gran realidad no se agota en una celebracin. La Iglesia le dedica el cincuentenario pascual, para saturarnos de Cristo, muerto y resucitado con un Aleluya perenne. Hechos 10,34,37-43: Nosotros hemos comido y bebido con l despus de su Resurreccin. Pedro es la primera voz de la Iglesia que nos proclama y garantiza el acontecimiento de la Resurreccin. Su testimonio avala nuestra fe y nos recuerda que la Resurreccin es la que da sentido a toda la vida de Cristo, el Seor. Con el Salmo 117 cantamos alborozados: Este es el da en que actu el Seor; sea nuestra alegra y nuestro gozo. Dad gracias al Seor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. La diestra del Seor es poderosa, la diestra del Seor es excelsa. No he de morir, vivir para cantar las hazaas del Seor. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Seor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Colosenses 3,1-4: Buscad los bienes de all arriba, donde est Cristo. San Pablo nos recuerda tambin que la resurreccin del Seor es el acontecimiento que, por el bautismo, ha dado sentido divino a toda nuestra existencia de creyentes en Cristo y nos ha injertado en su condicin de Hijo muy amado del Padre. O tambin: 1 Corintios 5,6-8: Barred la levadura vieja, para ser una masa nueva. Incorporados a Cristo, por el Misterio Pascual, la autenticidad de nuestra fe tiene un signo y una urgencia insoslayable: nueva vida de santidad en Cristo. Secuencia: Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la Vctima propicia de la Pascua. Cordero sin pecado que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables uni con nueva alianza... Rey vencedor, apidate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa. Amn. Aleluya. Juan 20,1-9: l haba de resucitar de entre los muertos. El acontecimiento de la Pascua y el reencuentro con Cristo Resucitado hizo que se volviera a reunir la primera comunidad eclesial -el Colegio Apostlico- rehaciendo sus vidas del escndalo de la Cruz. De la resurreccin de Cristo naci de nuevo la Iglesia. San Melitn de Sardes explica las gracias que nos vienen de la resurreccin de Cristo: Fijaos bien, queridos hermanos: el Misterio de Pascua es a la vez nuevo y antiguo, eterno y pasajero, corruptible e incorruptible, mortal e inmortal. Antiguo segn la ley, pero nuevo segn la Palabra encarnada. Pasajero en su figura, pero eterno en la gracia. Corruptible por el sacrificio del cordero, pero incorruptible por la Vida del Seor. Mortal por su sepultura en la tierra, pero inmortal por su Resurreccin de entre los muertos. La ley es antigua, pero la Palabra es nueva. La figura es pasajera, pero la gracia es eterna. Corruptible el cordero, pero incorruptible el Seor, el cual, inmolado como Cordero, resucit como Dios... Venid, pues, vosotros todos, los hombres que os hallis enfangados en el mal, recibid el perdn de vuestros pecados. Porque yo soy vuestro perdn, soy la Pascua de salvacin, soy el Cordero degollado por vosotros, soy vuestra agua lustral, vuestra vida, vuestra resurreccin, vuestra luz, vuestra salvacin y vuestro Rey. Puedo llevaros hasta la cumbre de los cielos, os resucitar, os

mostrar al Padre celestial, os har resucitar con el poder de mi diestra (Homila sobre la Pascua 2-7.100-103). Tiempo Pascual Octava de Pascua Lunes Entrada: El Seor nos ha introducido en una tierra que mana leche y miel, para que tengis en los labios la Ley del Seor. Aleluya (Ex 13,5-9). O bien El Seor ha resucitado de entre los muertos, como lo haba dicho; alegrmonos y regocijmonos todos, porque reina para siempre. Aleluya Colecta (del Misal anterior y antes del Gelasiano y Gregoriano): Seor Dios, que por medio del bautismo haces crecer a tu Iglesia, dndole siempre nuevos hijos; concede a cuantos han renacido en la fuente bautismal, vivir siempre de acuerdo con la fe que profesaron. Ofertorio: Recibe, Seor, en tu bondad, las ofrendas de tu pueblo, para que, renovados por la fe y el bautismo, consigamos la eterna bienaventuranza. Comunin: Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere ms; la muerte ya no tiene dominio sobre l. Aleluya (Rom 6,9). Postcomunin: Te pedimos, Seor, que la gracia del misterio pascual llene totalmente nuestro espritu, para que, quienes estamos en el camino de la salvacin, seamos dignos de tus beneficios. Hechos 2,14.22-32: Dios resucit a este Jess y todos nosotros somos testigos. Sigue Pedro anunciando a todos la resurreccin de Jesucristo, en quien se cumplieron las profecas de la Escritura. Este es el tema central de la primera proclamacin del mensaje cristiano: el Misterio de Cristo muerto y resucitado, segn el plan de salvacin de Dios. La celebracin eucarstica, al hacer presentes de nuevo los acontecimientos salvficos, en-rola y compromete toda nuestra vida actual en el plan salvfico de Dios, que se manifestar en plenitud cuando experimentemos la liberacin definitiva en la vida gloriosa. Dice San Juan Damasceno: El Seor recibi en herencia los despojos de los demonios, o sea, aquellos que desde antiguo haban muerto, y liber a todos los que se hallaban bajo el yugo del pecado. Habiendo sido contado entre los malhechores, l fue quien implant la justicia. La semilla de los incrdulos se aboli; el luto se cambi en fiestas y el llanto en himnos de gozo. En medio de las tinieblas brill para nosotros la luz; de un sepulcro surgi la vida y del fondo de los infiernos brotaron la resurreccin, la alegra, el gozo y la exultacin (Homila sobre el Sbado Santo 27). La resurreccin de Cristo es esperanza de incorrupcin. Ella hace posible que las afirmaciones del autor del Salmo 15 tengan plenitud de sentido en los labios cristianos. Por Cristo el cristiano puede vivir su vida en esperanza de inmortalidad: Protgeme, Dios mo, que me refugio en Ti; yo digo al Seor: T eres mi bien. El Seor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte est en su mano. Bendecir al Seor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo presente al Seor, con l a mi derecha no vacilar. Por eso se me alegra el corazn, se gozan mis entraas, y mi carne descansa serena; porque no me entregars a la muerte ni dejars a tu fiel conocer la corrupcin. Me ensears el sendero de la vida, me saciars de gozo en tu presencia, de alegra perpetua a tu derecha. Mateo 28,8-15: Id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; all me vern. Las santas mujeres se encuentran con Jess resucitado, que les encarga que avisen a sus discpulos que vayan a Galilea. Entre tanto, los guardianes de la tumba reciben dinero para que defiendan la idea de que han robado el cuerpo de Jess, mientras ellos dorman. Es una preparacin para la manifestacin a los Apstoles, que sern los verdaderos testigos de la Resurreccin. San Agustn dice atinadamente: Pusieron guardas para custodiar el sepulcro. Tembl la tierra y resucit el Seor. Sucedieron tales milagros junto al sepulcro que aun los mismos soldados, que haban ido a custodiarlo, habran servido de testigos, si hubieran querido decir la verdad. Mas aquella avaricia que se apoder igualmente de los soldados los inutiliz. Os damos este dinero, les dijeron, y decid que, estando

vosotros dormidos, llegaron sus discpulos y se lo llevaron. Verdaderamente se cansaron en vano discurriendo tales cavilaciones. Qu es lo que has dicho, infeliz astucia? Hasta ese extremo abandonas la luz de la verdadera prudencia y te sumerges en el abismo de la malicia que dices: afirmad que estando nosotros dormidos, llegaron sus discpulos y se lo llevaron? Alegas testigos dormidos? Verdaderamente t mismo dormas, cuando en tales cavilaciones caste (Comentario al Salmo 63). Martes Entrada: Les dio a beber del agua de la sabidura; en ellos se hizo fuerza y no ceder; los ensalzar por encima de todos para siempre. Aleluya (cf. Eclo 15,3-4). Colecta (del Misal anterior y antes del Gelasiano y Gregoriano): Tu, Seor, que nos has salvado por el misterio pascual, contina favoreciendo con dones celestes a tu pueblo, para que alcance la libertad verdadera y pueda gozar de la alegra del cielo que ya ha empezado a gustar en la tierra. Ofertorio: Acoge, Seor, con bondad las ofrendas de tu pueblo, para que, bajo tu proteccin, no pierda ninguno de tus bienes y descubra los que permanecen para siempre. Comunin: Ya que habis resucitado con Cristo, buscad los bienes de arriba, donde est Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba. Aleluya (Col 3,1-2). Postcomunin: Escchanos, Dios Todopoderoso, y concede a estos hijos tuyos, que han recibido la gracia incomparable del bautismo, poder gozar un da de la felicidad eterna. Hechos 2,36-41: Convertos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo. Ante el mensaje apostlico slo cabe una actitud por parte de los judos y para los paganos que sean de recto corazn: dejar la senda descarriada por medio de la conversin, la fe y el bautismo, que confiere el perdn de los pecados y el don del Espritu. Para todos es necesario estar en estado de conversin permanente, pasar de un grado menos perfecto a un grado ms perfecto en la vida cristiana. Esto es para nosotros vivir continuamente en misterio pascual. Sobre esta permanente conversin, Rabano Mauro dice: Todo pensamiento que nos quita la esperanza de la conversin proviene de la falta de piedad; como una pesada piedra atada a nuestro cuello, nos obliga a estar siempre con la mirada baja, hacia la tierra, y no nos permite alzar los ojos hacia el Seor (Tres libros a Bonosio 3,4). Y Juan Pablo II ha escrito: El autntico conocimiento de Dios, Dios de la misericordia y del amor benigno, es una constante e inagotable fuente de conversin, no solamente como momentneo acto interior, sino tambin como disposicin estable, como estado de nimo. Quienes llegan a conocer de este modo a Dios, quienes lo ven as, no pueden vivir sino convirtindose sin cesar a l. Viven, pues, en un estado de conversin, es este estado el que traza la componente ms profunda de la peregrinacin de todo el hombre por la tierra en estado de viador (Dives in misericordia 13). En el plan salvador de Dios, fruto de su misericordia, la resurreccin ocupa un lugar central. Dios resucit a Jess y resucitar a todos los que creen en l, en una resurreccin de gloria, porque de su misericordia est llena la tierra. As lo proclamamos con el Salmo 32: La palabra del Seor es sincera, y todas sus acciones son leales; l ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. Los ojos del Seor estn puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. Nosotros aguardamos al Seor: l es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Seor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de Ti. Juan 20,11-18: He visto al Seor y ha dicho esto. Jess se aparece a Mara Magdalena, que ha venido a llorar junto al sepulcro. Tras un momento de duda, ella reconoce al Maestro y recibe de ste la orden de anunciar a los discpulos que va a subir al Padre. Comenta San Agustn: Al volverse los hombres, un afecto ms fuerte sujetaba al sexo ms dbil en el mismo lugar. Y los ojos que haban buscado al Seor, sin encontrarlo, se deshacan en lgrimas, sintiendo mayor dolor por haber sido llevado del sepulcro que por haber sido muerto en la Cruz, porque ya no

quedaba recuerdo de su excelente Maestro, cuya vida les haba sido arrebatada. Este dolor sujetaba a la mujer al lado del sepulcro (Tratado 121,1 sobre el Evangelio de San Juan). Y San Gregorio Magno dice tambin: Llorando, pues, Mara se inclin y mir en el sepulcro. Ciertamente haba visto ya vaco el sepulcro, ya haba publicado que se haban llevado al Seor. Por qu, pues, vuelve a inclinarse y renovar el deseo de verle? Porque al que ama, no le basta haber mirado una sola vez, porque la fuerza del amor aumenta los deseos de buscar. Y, efectivamente, primero le busc, y no le encontr; persever en buscarle y le encontr. Sucedi que, con la dilacin, crecieron sus deseos, y creciendo, consigui encontrarle (Homila 25 sobre los Evangelios). Mircoles Entrada: Venid vosotros, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la Creacin del mundo. Aleluya (Mt 25,34). Colecta (del Misal anterior y antes de los Sacramentarios Gelasiano y Gregoriano): Oh Dios, que todos los aos nos alegras con la solemnidad de la resurreccin del Seor; concdenos, a travs de la celebracin de estas fiestas, llegar un da a la alegra eterna. Ofertorio: Acepta, Seor, este sacrificio, con el que has redimido a todos los hombres, y concdenos bondadosamente la salud del alma y del cuerpo. Comunin: Los discpulos conocieron al Seor Jess al partir el pan. Aleluya (Lc 24,35). Postcomunin: Te pedimos, Seor, que la participacin en los sacramentos de tu Hijo nos libre de nuestros antiguos pecados y nos transforme en hombres nuevos. Hechos 3,1-10: Te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo, echa a andar. Lo que acta en San Pedro al curar a este lisiado de la Puerta Hermosa del Templo en Jerusaln, es el Nombre de Jesucristo, esto es, su Persona y su fuerza. Sobre el Nombre de Jess dice San Bernardo: El nombre de Jess no es solamente Luz, es tambin manjar. Acaso no te sientes confortado cuantas veces lo recuerdas? Qu otro alimento como l sacia as la mente del que medita? Qu otro manjar repara as los sentidos fatigados, esfuerza las virtudes, vigoriza la buenas y honestas costumbres y fomenta las castas afecciones? Todo alimento del alma es rido si con este leo no est sazonado; es inspido si no est condimentado con esta sal. Si escribes, no me deleitas, a no ser que lea el nombre de Jess. Si disputas o conversas, no me place, si no oigo el nombre de Jess. Jess es miel en la boca, meloda en los odos, alegra en el corazn. Est triste alguno de vosotros? Venga a su corazn Jess, y de all salga a la boca. Y he aqu que apenas aparece el resplandor de este nombre desaparecen todas las nubes y todo queda sereno (Sermn 15 sobre el Cantar 1.2). Las grandes maravillas de Dios en favor de su pueblo culminan con la resurreccin de Jess, primicia de los que resucitaremos. Cantemos con el Salmo 104 al Seor, que ha sido fiel a sus promesas, haciendo maravillas con su pueblo al nombre de Jess: Dad gracias al Seor, invocad su nombre, dad a conocer sus hazaas a los pueblos, cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas. Gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Seor. Recurrid al Seor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Estirpe de Abrahn, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! l Seor es nuestro Dios, l gobierna toda la tierra. Lucas 24,13-35: Reconocieron a Jess al partir el pan. Aparicin a los discpulos de Meaux. A Jess se le sigue encontrando en su Palabra, en la Eucarista, en los hermanos, en los pobres y necesitados. Comenta San Gregorio Magno: En verdad les dirigi la palabra, les reprendi su dureza de entendimiento, les descubri los misterios de la Escritura Sagrada que a l se referan... Fingi ir ms lejos. Convena probarlos por si podan amarle, al menos como extrao, los que como a Dios no le amaban todava. Pero, como no podan ser extraos a la caridad los hombres con quienes la Verdad caminaba, le ofrecen hospitalidad... Ponen pues la mesa, presentan pan y manjares; y en el partir el pan conocen a Dios, a

quien en la explicacin de la Sagrada Escritura no haban conocido. Al escuchar, por lo tanto, los preceptos de Dios, no fueron iluminados; pero s lo fueron al cumplirlos, porque escrito est: No son justos ante Dios los oyentes de la ley, sino que sern justificados los que la observen. As pues, todo el que quiera entender lo que ha odo, apresrese a poner por obra todo lo que ha podido oir. He aqu que el Seor no es conocido mientras habla, y se digna ser reconocido cuando le sustentan (Homila 23 sobre los Evangelios). Jueves Entrada: Ensalzaron a coro tu brazo victorioso, porque la sabidura abri la boca de los mudos y solt la lengua de los nios. Aleluya (Sab 10,20-21). Colecta (del Misal anterior y antes de los Sacramentarios Gelasiano y Gregoriano): Oh Dios, que has reunido pueblos diversos en la confesin de tu nombre; concede a los que han renacido en la fuente bautismal una misma fe en su espritu y una misma caridad en su vida. Ofertorio: Recibe, Seor, en tu bondad, las ofrendas que te presentamos en accin de gracias por los nuevos bautizados, para que venga sobre ellos la ayuda del cielo Comunin: Pueblo adquirido por Dios, proclamad las hazaas del que os llam a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Aleluya (1Pe 2,9). Postcomunin: Escucha, Seor, nuestras oraciones, para que este santo intercambio, en el que has querido realizar nuestra redencin, nos sostenga durante la vida presente y nos d las alegras eternas. Hechos 3,11-26: Matasteis al Autor de la vida; pero Dios lo resucit de entre los muertos. La curacin del paraltico ofrece a San Pedro una nueva ocasin para proclamar el mensaje de salvacin. Jess, el Crucificado, ha resucitado. Dios ha dado cumplimiento a las Escrituras e invita a la conversin mediante el perdn de los pecados, mientras aguardamos el retorno de Cristo, que volver a restaurar todo el universo. La ignorancia que llev al pecado se debe cambiar en el arrepentimiento. Cristo es el tesoro escondido en el campo de este mundo y en el frondoso bosque de las sagradas Escrituras. As dice San Ireneo: Si uno lee con atencin las Escrituras, encontrar que hablan de Cristo y que prefiguran la nueva vocacin. Porque l es el tesoro escondido en el campo (Mt 13,44), es decir, en el mundo, ya que el campo es el mundo (Mt 13,48); tesoro escondido en las Escrituras, ya que era indicado por medio de figuras y parbolas, que no podan entender segn la capacidad humana antes de que llegara el cumplimiento de lo que estaba profetizado, que es el advenimiento de Cristo. Por esto se dijo al profeta Daniel: Cierra estas palabras y sella el libro hasta el tiempo del cumplimiento, hasta que muchos lleguen a comprender y abunde el conocimiento (Dan 12,4) (Contra las Herejas 4,26,1). Cristo resucitado, a quien se somete toda la Creacin, da la respuesta a la pregunta del salmista en el salmo 8: El hombre tiene vocacin de resurreccin. Qu admirable es, Seor, tu nombre. Seor, Dios nuestro, qu admirable es tu nombre en toda la tierra! Qu es el hombre para que te acuerdes de l, el ser humano para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ngeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies. Rebaos de ovejas y toros y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar. Lucas 24,35-48: Estaba escrito: el Mesas padecer y resucitar de entre los muertos al tercer da. Jess se aparece a los Once, mostrndoles la autenticidad de su cuerpo resucitado: come con ellos y luego les demuestra que las Escrituras han tenido cumplimiento en su pasin y resurreccin y en la futura predicacin de su obra a todos los pueblos. Jess es condescendiente y ayuda a los incrdulos. Se muestra como Hijo de Dios que persigue amorosamente a su pueblo. Los apstoles se transforman. Jess se hace presente a ellos y les entrega sus poderes. Comienza la era de la Iglesia. Jess vive hoy presente en medio de nosotros; pero la fe es fruto de la gracia y no del caminar humano. Hemos de estar siempre abiertos a la gracia divina. San Ambrosio habla de esta aparicin de Jess a los Apstoles:

Cosa maravillosa es cmo una naturaleza corprea pas a travs de un cuerpo impenetrable; cmo una carne visible entr de un modo invisible, y, siendo asequible al tacto, era difcil comprender. Asustados los discpulos, juzgaron, en definitiva, ver un espritu. Por eso el Seor, para darnos una prueba de su resurreccin, les dijo: Tocadme y ved que el espritu no tiene carne ni hueso, como veis que yo tengo... Resucitaremos, pues, con nuestro cuerpo. Porque se siembra el cuerpo animal y resucitar como cuerpo espiritual; ste ms sutil, aqul ms grosero y material, por sentir an el peso de la enfermedad terrestre. Y cmo podr dejar de ser cuerpo, aqul que tena las seales de las llagas y los vestigios de las cicatrices que el Seor les dio a tocar? Con lo cual no slo corrobora la fe, sino que excita tambin devocin, ya que prefiri llevar al cielo las llagas que padeci por nosotros y no quiso borrarlas, a fin de presentarlas a Dios Padre como precio de nuestra libertad... (Comentario a San Lucas lib. 10,c. 24), Viernes Entrada: El Seor condujo a su pueblo seguro, sin alarmas, mientras el mar cubra a sus enemigos. Aleluya (Sal 77,53). Colecta (del Misal anterior y antes del Gregoriano): Dios Todopoderoso y eterno, que por el misterio pascual has restaurado tu alianza con los hombres; concdenos realizar en la vida cuanto celebramos en la fe. Ofertorio: Realiza, Seor, en nosotros el intercambio que significa esta ofrenda pascual, para que el amor a las cosas de la tierra se transfigure en amor a los bienes del cielo. Comunin: Jess dijo a sus discpulos: Vamos, comed. Y tom el pan y se lo dio. Aleluya (cf. Jn 21,12-13). Postcomunin: Dios Todopoderoso, no ceses de proteger con amor a los que has salvado, para que as, quienes hemos sido redimidos por la Pasin de tu Hijo, podamos alegrarnos en su Resurreccin. Hechos 4,1-12: Ningn otro pudo salvar. Los apstoles, al ser interrogados por los sumos sacerdote luego de su arresto, responden por boca de Pedro: Dios resucit de entre los muertos a Jess a quien vosotros crucificsteis; se han cumplido las Escrituras y nadie, fuera de l, puede otorgar la salvacin. La causa de la persecucin es la proclamacin del poder salvfico de Jesucristo muerto y resucitado, en el que se cumplen las Escrituras. Los apstoles no saben ni quieren dar otro mensaje distinto del que ellos han sido testigos, aunque tengan que sufrir persecucin y castigos por ello, y ms tarde la muerte. Todo por Jess, muerto y resucitado. Oigamos a San Hiplito: Antes que los astros, inmortal e inmenso, Cristo brilla ms que el sol sobre todos los seres. Por ello, para nosotros que nacemos en l, se instaura un da de Luz largo, eterno, que no se acaba: la Pascua maravillosa, prodigio de la virtud divina y obra del poder divino, fiesta verdadera y memorial eterno, impasibilidad que dimana de la Pasin e inmortalidad que fluye de la muerte. Vida que nace de la tumba y curacin que brota de la llaga, resurreccin que se origina de la cada y ascensin que surge del descanso... Este rbol es para m una planta de salvacin eterna, de l me alimento, de l me sacio. Por sus races me enrazo y por sus ramas me extiendo, su roco me regocija y su espritu como viento delicioso me fertiliza. A su sombra he alzado mi tienda y huyendo de los grandes calores all encuentro un abrigo lleno de roco... l es en el hambre mi alimento, en la sed mi fuente... Cuando temo a Dios, l es mi proteccin; cuando vacilo, mi apoyo; cuando combato, mi premio; y cuando triunfo, mi trofeo... (Homila de la Pascua). Este es el da en que actu el Seor. Cristo rechazado por los suyos, ha resucitado y es el centro de todas las cosas. Llenos de gozo proclamamos con el Salmo 117, que ha sido un milagro patente y abrimos nuestro corazn a la plenitud que la resurreccin da a nuestra fe: Dad gracias al Seor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la Casa de Israel: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Seor: eterna es su misericordia... La piedra que desecharon los arquitectos es ahora piedra angular. Es el Seor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. ste es el da en que actu el Seor: sea nuestra alegra y nuestro gozo. Seor, danos la salvacin;

Seor, danos prosperidad. Bendito el que viene en el nombre del Seor; el Seor es Dios; l nos ilumina. Juan 21,1-14: Jess se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Jess resucitado se muestra junto al lago de Galilea a sus discpulos, que han vuelto a sus ocupaciones habituales: la pesca milagrosa va acompaada de una comida del Resucitado con los suyos. Comenta San Agustn: Con esto hizo el Seor una comida para aquellos siete discpulos suyos, a saber, con el pez que haban visto sobre las brasas y con algunos de los que haban cogido y con el pan que ellos haban visto, segn la narracin. El pez asado es Cristo sacrificado. l mismo es el pan bajado del cielo. A este pan se incorpora la Iglesia para participar de la eterna bienaventuranza. Y por eso dice: Traed los peces que ahora habis cogido, para que cuantos abrigamos esta esperanza podamos por medio de estos siete discpulos, en los cuales se puede ver figurada la totalidad de todos nosotros, tomar parte en tan excelente sacramento y quedar asociados a la misma bienaventuranza. Esta es la comida del Seor con sus discpulos, con lo cual el Evangelista San Juan, aun teniendo muchas cosas que decir de Cristo, y absorto segn mi parecer en alta contemplacin de cosas excelsas, concluye su Evangelio (Tratado 123,2 sobre el Evangelio de San Juan). Sbado Entrada: El Seor sac a su pueblo con alegra, a sus escogidos con gritos de triunfo. Aleluya (Sal 104,43). Colecta (compuesta con textos del Gelasiano y del Gregoriano) : Oh Dios, que con la abundancia de tu gracia no cesas de aumentar el nmero de tus hijos, mira con amor a los que has elegido como miembros de tu Iglesia, para que, quienes han renacido por el Bautismo, obtengan tambin la resurreccin gloriosa. Ofertorio: Concdenos, Seor, darte gracias siempre por medio de estos misterios pascuales; y ya que continan en nosotros la obra de tu redencin, sean tambin fuente de gozo incesante. Comunin: Los que os habis incorporado a Cristo por el Bautismo, os habis revestido de Cristo. Aleluya (Gl 3,27). Postcomunin: Mira Seor con bondad a tu pueblo, y ya que has querido renovarlo con estos sacramentos de vida eterna, concdele tambin la resurreccin gloriosa. Hechos 4,13-21: No podemos menos de contar lo que hemos visto y odo. Pedro y Juan se niegan a hacer caso a las prohibiciones de los jefes del Sanedrn, para que no hablen ms que de Jess, puesto que, como ellos mismos dicen, tienen que obedecer a Dios antes que a los hombres. A pesar de todas las amenazas, prosiguen proclamando el mensaje de la resurreccin de Jess. As manifiesta el nombre de Jess toda la plenitud de su poder salvfico; no slo salva de la enfermedad, sino que es la nica fuente de salvacin, que infunde una valenta, un poder superior, contra el que chocan todos los planes humanos que intentan destruirlo. Nuestra participacin eucarstica nos pone en contacto experimental con la situacin de Jess resucitado. Adquirimos de este modo un compromiso de obediencia y de testimonio y recibimos la fuerza del Espritu para vivir y proclamar libre y valientemente la salvacin que hemos experimentado. La profundidad y amplitud del misterio de Cristo se expresa en la inefable riqueza de los nombres con que es designado el Salvador. As se expresa Nicetas de Remesiana: Se llama Verbo, porque ha sido engendrado sin pasin alguna por Dios Padre... O bien porque por su medio habl Dios Padre a los ngeles y a los hombres. Se dice Sabidura, porque por medio de l se orden todo sabiamente al principio. Se llama Luz, porque l ilumin las primeras tinieblas del mundo y con su venida hizo desaparecer la noche de los corazones de los hombres. Se llama Potencia, porque ninguna criatura lo puede vencer. Se dice Diestra y Brazo, porque por su medio fueron creadas todas las cosas y l las abarca todas. Se llama ngel del Gran Consejo, porque l es personalmente nuncio de la Voluntad paterna. Se llama Hijo del Hombre, porque por nosotros los

hombres se dign nacer como hombre. Se dice Cordero, por su inocencia singular. Se llama Oveja para que quede patente su Pasin. Se dice Sacerdote, bien porque ofreci a Dios Padre en favor nuestro su Cuerpo como oblacin y sacrificio, bien porque se digna ofrecerse cada da por nosotros. Se dice Camino, porque por medio de l llegamos a la salvacin. Verdad, porque rechaz la mentira. Se llama Vida, porque destruye la muerte. Se llama Vid, porque al extender los ramos de sus brazos en la Cruz proporcion al mundo el gran fruto de la dulzura... Se llama Mdico, porque con su visita cur nuestras enfermedades y heridas... Se dice Paz, porque reuni en la unidad a los que estaban dispersos y nos reconcili con Dios Padre. Se llama Resurreccin, porque resucitar todos los cuerpos... Se llama Puerta, porque por su medio se abre a los fieles la entrada del Reino de los cielos (Catecumenado de adultos B P 16,32-38). El salmo responsorial es el mismo que ayer. Marcos 16,9-15: Id al mundo entero y predicad el Evangelio. La fe de los apstoles se basa en la experiencia directa y en una renovacin de la convivencia con el Seor. As quedan constituidos en testigos y reciben el homenaje del Resucitado para difundirlo por todo el mundo. San Juan Crisstomo dice: El mensaje que se os comunica no va destinado a vosotros solos, sino que habis de transmitirlo a todo el mundo. Porque no os envo a dos ciudades, ni a diez, ni a veinte; ni tan siquiera os envio a toda una nacin, como en otro tiempo a los profetas; sino a la tierra, al mar y a todo el mundo, y a un mundo, por cierto muy mal dispuesto. Porque al decir: Vosotros sois la sal de la tierra, ensea que los hombres han perdido su sabor y estn corrompidos por el pecado. Por ello exige a todos sus discpulos aquellas virtudes que son ms necesarias y tiles para el cuidado de los dems (Homila sobre San Mateo 15, 6). Lo nico importante es que Cristo sea anunciado, conocido y amado. l es el que acta por medio de los apstoles de entonces y de ahora. As lo expresa San Agustn: Podemos amonestar con el sonido de nuestra voz, pero si dentro no est el que ensea, vano es nuestro sonido... Os hable l, pues, interiormente, ya que ningn hombre est all de maestro (In 1 Jn. 2,4). 2 Semana de Pascua Domingo Entrada: Como el nio recin nacido, ansiad la lecha autntica, no adulterada, para crecer con ella sanos. Aleluya (1 Pe 2,2). O bien: Alegraos en vuestra gloria, dando gracias a Dios. que os ha llamado al reino celestial. Aleluya (Esd 2,36-37). Colecta (del Misal Gtico): Dios de misericordia infinita, que reanimas la fe de tu pueblo con la celebracin anual de las fiestas pascuales, acrecienta en nosotros los dones de tu gracia, para que comprendamos mejor que el bautismo nos ha purificado, que el Espritu nos ha hecho renacer y que la sangre nos ha redimido. Ofertorio (del misal anterior, retocada con textos de los Sacramentarios Gelasiano y de Brgamo): Recibe, Seor, las ofrendas que (junto con los recin bautizados) te presentamos y haz que, renovados por la fe y el bautismo, consigamos la eterna bienaventuranza. Comunin: Trae tu mano y toca la seal de los clavos; y no seas incrdulo, sino creyente. Aleluya (Jn 20,27). Postcomunin (del misal anterior, retocada con textos del Gelasiano): Concdenos, Dios todopoderoso, que la fuerza del sacramento pascual que hemos recibido, persevere siempre en nosotros. Ciclo A El acontecimiento pascual y el reencuentro con el Corazn de Cristo Resucitado rehizo la fe y la vida del colegio apostlico y puso en marcha la Iglesia de Cristo como comunidad de creyentes reunidos en torno al Seor Jess, viviente de nuevo en su Palabra y en su Eucarista. Los nefitos dejaron ayer las tnicas bautismales.

Hechos 2,42-47: Los creyentes vivan unidos y lo tenan todo en comn. Por la fuerza de la predicacin apostlica de los primeros testigos de la Resurreccin se inici la Iglesia como comunidad de fe y de amor entre los hombres. Es el primer diseo de la Iglesia, fundada en la fe y en la Eucarista. San Cipriano dice: Esta unidad de la Iglesia est prefigurada en la persona de Cristo... Quien no guarda esta unidad de la Iglesia, va a creer que guarda la unidad de la fe? Quien resiste obstinadamente a la Iglesia, quien abandona la ctedra de Pedro, sobre la que est cimentada la Iglesia, puede confiar que est en la Iglesia? (Sobre la unidad de la Iglesia 3,2) Sal. 117. Salmo responsorial como en el Domingo de Resurreccin. 1 Pedro 1,3-9: Por la resurreccin de Cristo de entre los muertos nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva. San Pedro proclama la grandeza de nuestra vocacin cristiana como miembros de la Iglesia, comunidad de salvacin en medio del mundo por la fe en Cristo. Afirma, sobre el nuevo nacimiento San Hiplito: El que se sumerge con fe en este bao de regeneracin renuncia al diablo y se adhiere a Cristo; reniega al enemigo del gnero humano y profesa su fe en la divinidad de Cristo, se despoja de su condicin de siervo y se reviste de la de hijo adoptivo, sale del bautismo resplandeciente como el sol, emitiendo rayos de justicia y, lo que es ms importante, vuelve de all convertido en hijo de Dios y coheredero de Cristo (Sermn sobre la Teofana). Juan 20,19-31: A los ocho das se les apareci el Seor. Es el texto evanglico para los tres ciclos y presenta la primera comunidad eclesial surgida de la Pascua. Comunidad de creyentes, reunidos para iniciar su misin de testigos, por la fe, del acontecimiento de la Resurreccin de Cristo. Nos fijamos aqu en la duda de Santo Toms, comentada por San Gregorio Magno: Slo Toms, llamado el Mellizo, estaba ausente y, al volver y escuchar lo que haba sucedido, no quiso creer lo que le contaban. Se presenta de nuevo el Seor y ofrece al discpulo incrdulo su costado para que lo palpe, le ensea las manos y, mostrndole la cicatriz de sus heridas, sana la herida de su incredulidad. Qu es, hermanos muy amados, lo que descubrs en estos hechos? Creis acaso que sucedieron porque s todas estas cosas: que aquel discpulo elegido estuviese primero ausente, que luego al venir oyese, que al oir dudase, que al dudar palpase, que al palpar creyese? Todo esto no sucedi porque s, sino por disposicin divina. La bondad de Dios actu en este caso de un modo admirable, ya que aquel discpulo que haba dudado, al palpar las heridas del cuerpo de su Maestro, cur las heridas de nuestra incredulidad. Ms provechosa fue para nuestra fe la incredulidad de Toms que la fe de los otros discpulos, ya que, al ser l inducido a creer por el hecho de haber palpado, nuestra mente, libre de toda duda, es confirmada en la fe. De este modo, en efecto, aquel discpulo que dud y que palp se convirti en testigo de la realidad de la resurreccin... Teniendo ante sus ojos a un hombre verdadero, lo proclam Dios, cosa que escapaba a su mirada... Dichosos los que crean sin haber visto: en esta sentencia el Seor nos designa especialmente a nosotros. Con tal que las obras acompaen nuestra fe (Homila 26 sobre los Evangelios). Ciclo B El acontecimiento pascual, Muerte y Resurreccin del Seor, rehizo la fe del Colegio apostlico y puso en marcha la obra de Cristo, que es la Iglesia como comunidad de creyentes reunidos en Cristo, vivientes de su Palabra y de su Eucarista. Hechos 4,32-35: Todos pensaban y sentan lo mismo. Por la fuerza de la predicacin apostlica de los primeros testigos de la Resurreccin se inici la Iglesia, como comunidad de fe y de amor entre los hombres. San Fulgencio de Ruspe dice: Dios, al conservar en la Iglesia la caridad que ha sido derramada en ella por el Espritu Santo, convierte a esta misma Iglesia en un sacrificio agradable a sus ojos y le hace capaz de recibir

siempre la gracia de esa caridad espiritual, para que pueda ofrecerse continuamente a l como una ofrenda viva, santa y agradable (Lib. 3,11-12). Salmo responsorial 117. 1 Juan 5,16: Todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. La vida de fe iniciada por el bautismo y vivificada por la Eucarista, es la clave que da autenticidad a nuestra condicin de hijos de Dios en medio del mundo. San Atanasio as lo manifiesta: Siempre resultar provechoso esforzarse en profundizar el contenido de la antigua tradicin, de la doctrina y de la fe de la Iglesia Catlica, tal como el Seor nos la entreg, tal como la predicaron los apstoles y la conservaron los Santos Padres. En ella, efectivamente, est fundamentada la Iglesia, de manera que todo aqul que se aparta de esta fe deja de ser cristiano y ya no merece el nombre de tal (Carta I a Serapin 28-30). Juan 20, 19-31. Ver Ciclo A. Ciclo C Concluimos la octava de Pascua. La liturgia nos ha hecho vivir intensamente el gozo y la alegra de ser de Cristo, el que muri y resucit por nosotros. Desde ahora, a lo largo del tiempo pascual, el pentecosts de alegra aleluytica, la Iglesia en su liturgia ir desentraando en nuestra conciencia el Misterio de Cristo resucitado y de su Iglesia, en la que nos integramos por el bautismo. Hemos de ser responsables de estas sagradas realidades, realizadas en la historia de la salvacin y en nuestra propia vida. Hechos 5,12-16: Creca el nmero de los creyentes. En torno a los Apstoles comienza a formarse la primera comunidad eclesial, avalada por la fe en la resurreccin del Seor Jess. No tiene fronteras, como explica San Cirilo de Jerusaln: La Iglesia se llama catlica o universal porque est esparcida por todo el orbe de la tierra, de uno a otro confn, y porque de un modo universal y sin defecto ensea todas las verdades de la fe que los hombres deben conocer, ya se trate de las cosas visibles o invisibles, terrenas o celestiales; tambin porque induce al verdadero culto a toda clase de hombres, a los gobernantes y a los simples ciudadanos, a los instruidos y a los ignorantes; y, finalmente, porque cura y sana toda clase de pecados sin excepcin, tanto los internos cuantos los externos; ella posee todo gnero de virtudes, cualquiera que sea su nombre, en hechos y palabras y en cualquier clase de dones espirituales (Catequesis 18,23-25). Apocalipsis 1,9-11.12-13.17-19: Estaba muerto y ya ves que vive por los siglos. El triunfo de Jess sobre la vida y la muerte sigue siendo el gran acontecimiento, que mantiene eficaz la fe y la esperanza de la Iglesia. La resurreccin de Jesucristo es la fianza y la prueba infalible de nuestra esperanza, el firme apoyo de nuestra fe, la garanta ms segura de que nosotros hemos sido redimidos, de que somos llamados a la vida eterna. Estaba muerto, pero ha resucitado para ser nuestra vida y Pontfice intercesor ante el Padre. Juan 20,19-31. Ver Ciclo A. Lunes Entrada: Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere ms; la muerte ya no tiene dominio sobre l. Aleluya (Rom 6,9). Colecta (tomada del Sacramentario de Brgamo): Dios todopoderoso y eterno, que nos permites que te llamemos Padre, aumenta en nuestros corazones el espritu filial, para que merezcamos alcanzar la herencia prometida. Ofertorio: Recibe, Seor, las ofrendas de tu Iglesia exultante de gozo, y pues en la resurreccin de tu Hijo nos diste motivo de tanta alegra, concdenos participar de este gozo eterno. Comunin: Jess se puso en medio de sus discpulos y les dijo: Paz a vosotros. Aleluya (Jn 20,19).

Postcomunin: Mira, Seor, con bondad a tu pueblo, y ya que has querido renovarlo con estos sacramentos de vida eterna, concdele tambin la resurreccin gloriosa. Hechos 4,23-31: Al terminar la oracin, los llen a todos el Espritu Santo y anunciaban con valenta la Palabra de Dios. Despus de la liberacin de Pedro y de Juan, la comunidad cristiana ora rememorando las palabras del Salmo 2, interpretadas como una profeca de la pasin y de la resurreccin del Mesas. Se trata de la primera oracin comunitaria de la Iglesia. La persecucin provoca y acenta una mayor unin de sentimientos y el recurso a Dios, que escucha la splica de la Iglesia reunida. En la accin eucarstica, al hacer presente la actuacin salvfica de Dios en Cristo, pedimos y recibimos la fuerza del Espritu, que se ha de manifestar en el testimonio valiente de nuestras palabras y de nuestras obras. San Agustn habla muchas veces sobre la oracin pblica y privada, sobre sus cualidades y eficacia: Cuando nuestra oracin nos es escuchada es porque pedimos aut mali, aut male, aut mala. Mali, porque somos malos y no estamos bien dispuestos para la peticin. Male, porque pedimos mal, con poca fe y sin perseverancia, o con poca humildad. Mala, porque pedimos cosas malas, o van a resultar, por alguna razn, no convenientes para nosotros (La Ciudad de Dios 20,22). Hablar mucho en la oracin es como tratar un asunto necesario y urgente con palabras superfluas. Orar, en cambio, prolongadamente es llamar con corazn perseverante y lleno de afecto a la puerta de Aqul que nos escucha. Porque con frecuencia la finalidad de la oracin se logra ms con lgrimas y llantos que con palabras y expresiones verbales (Carta 130 a Proba). Cristo resucitado, sentado a la derecha del Padre, lleva a plenitud el significado del salmo 2. Todo se lo ha dado el Padre. Su herencia: las naciones; su posesin: los confines de la tierra. l intercede por nosotros como Pontfice supremo de nuestra fe. Es el Mediador y presenta al Padre nuestra oracin. Con el Salmo 2 cantamos a la grandeza de Jesucristo: Por qu se amotinan las naciones y los pueblos planean un fracaso? Se alan los reyes de la tierra, los prncipes conspiran contra el Seor y contra su Mesas: Rompamos sus coyundas, sacudamos su yugo. El que habita en el cielo sonre, el Seor se burla de ellos. Luego les habla con ira, los espanta con su clera: Yo mismo he establecido a mi rey en Sin, en mi monte santo. Voy a proclamar el decreto del Seor: l me ha dicho: T eres mi Hijo. Yo te he engendrado hoy; pdemelo: te dar en herencia las naciones; en posesin, los confines de la tierra. Los gobernars con cetro de hierro, Los quebrars como jarro de loza. Juan 3,1-8: El que no nazca del agua y del Espritu no puede entrar en el reino de Dios. Jess manifiesta a Nicodemo el misterio del bautismo, como nuevo nacimiento a la vida divina y como entrada en el Reino de Dios. Todo est relatado en orden al Bautismo. Comenta San Juan Crisstomo: En adelante nuestra naturaleza es concebida en el cielo con Espritu Santo y agua. Ha sido elegida el agua y cumple funciones de generacin para el fiel... Desde que el Seor entr en las aguas del Jordn, el agua no produce ya el bullir de animales vivientes (Gn 1,20), sino de almas dotadas de razn, en las que habita el Espritu Santo (Homila sobre el Evangelio de San Juan 26,1). Y San Agustn: No conoce Nicodemo otro nacimiento que el de Adn y Eva, e ignora el que se origina de Cristo y de la Iglesia. Slo entiende de la paternidad que engendra para la muerte, no de paternidad que engendra para la vida. Existen dos nacimientos; mas l slo de uno tiene noticia. Uno es de la tierra y otro es del cielo; uno de la carne y otro del Espritu; uno de la mortalidad, otro de la eternidad... Los dos son nicos. Ni uno ni otro se pueden repetir (Tratado 11,6 sobre el Evangelio de San Juan). Martes

Entrada: Con alegra y regocijo demos gloria a Dios, porque el Seor ha establecido su reinado. Aleluya (Ap 19, 7.6). Colecta (del Gelasiano): Te pedimos, Seor, que nos hagas capaces de anunciar la victoria de Cristo resucitado; y pues en ella nos has dado la prenda de los dones futuros, haz que un da los poseamos en plenitud. Ofertorio: Concdenos, Seor, darte gracias siempre por medio de estos misterios pascuales; y ya que continan en nosotros la obra de tu redencin, sean tambin fuente de gozo incesante Comunin: Era necesario que el Mesas padeciera y resucitara de entre los muertos, para entrar en su gloria. Aleluya (cf. Lc 24,46.26). Postcomunin: Escucha, Seor, nuestras oraciones, para que este santo intercambio, en el que has querido realizar nuestra redencin, nos sostenga durante la vida presente y nos d las alegras eternas. Hechos 4,32-37: Los creyentes todos pensaban y sentan lo mismo. En los resmenes de la accin pastoral de los Apstoles y primeros discpulos se manifiesta de un modo especial el mensaje de Cristo muerto y resucitado y la unin de mente y corazn que exista entre ellos y los fieles, en toda la Iglesia. Comenta Tertuliano: Es norma general que toda cosa debe ser referida a su origen, y, por esto, toda la multitud de comunidades son una con aquella primera Iglesia fundada sobre los Apstoles, de la que proceden todas las otras. En este sentido son todas primeras y todas apostlicas, en cuanto que todas juntas forman una sola. De esta unidad son pruebas la comunin y la paz que reinan entre ellas, as como su mutua fraternidad y hospitalidad. Todo lo cual no tiene otra razn de ser que su unidad en una misma tradicin apostlica (Sobre la prescripcin de los herejes, 20). San Cipriano dice: Tenemos que mantener y defender esta unidad, sobre todo los obispos, que tenemos la presidencia de las Iglesias... Nadie engae a la comunidad de hermanos con una mentira, nadie deforme la verdad de la fe con una deformacin infiel... La Santa Iglesia es una sola... Lo mismo que el sol tiene muchos rayos, pero una sola luz, y el rbol tiene muchas ramas, pero un tronco nico al que profundas races dan posicin fija, y lo mismo que de una fuente saltan muchos arroyos, as la unidad es conservada en el origen, aunque parezca que de ella brota una pluralidad en rica abundancia (Sobre la unidad de la Iglesia,6). El Seor reina! Ha triunfado de la muerte y es el Seor del mundo y de la historia. Y reinar para siempre, porque su trono es eterno. El cristiano camina hacia la consumacin de ese reinado y por eso, no obstante las dificultades, la persecucin, la Iglesia unida en oracin grita esperanzada: El Seor reina!. As lo proclamamos nosotros con el Salmo 92: El Seor reina, vestido de majestad, el Seor vestido y ceido de poder. As est firme el orbe y no vacila. Tu trono est firme desde siempre y t eres eterno. Tus mandatos son fieles y seguros, la santidad es el adorno de tu casa, Seor, por das sin trmino. Juan 3,11-15: Nadie ha subido al cielo sino el Hijo del Hombre, el que baj del cielo. Si Jess puede otorgar a Nicodemo el conocimiento de las realidades divinas, es porque viene de Dios. Slo l podr volver un da junto al Padre, despus de que sea elevado sobre la tierra. La prueba principal de su bajada es su elevacin en la Cruz. El que as lo contempla tendr la vida como los israelitas en el desierto aseguraban sus vida contemplando la serpiente de bronce elevada por Moiss... Comenta San Agustn: Qu es la serpiente en lo alto levantada? La muerte del Seor en la Cruz. Porque la muerte es la serpiente, por su efigie fue simbolizada. La mordedura de la serpiente es mortal. La muerte del Seor es vital. Se mira a la serpiente para aniquilar el poder de la serpiente... Pero, qu muerte es sta? Es la muerte de la vida; y porque se puede decir, es admirable lo que se dice... No es Cristo la Vida? Y, sin embargo, Cristo est en la Cruz. No es Cristo la Vida? Y, sin embargo, Cristo est en la muerte. Pero en la muerte de Cristo encontr la muerte su muerte. Porque la Vida muerta mat a

la muerte; la plenitud de la vida se trag la muerte... Los que miran con fe la muerte de Cristo quedan sanos de las mordeduras de los pecados (Tratado 12,12 sobre el Evangelio de San Juan). Mircoles Entrada: Te dar gracias entre las naciones, Seor; contar tu fama a mis hermanos. Aleluya (Sal 17,50; 12.23). Colecta (compuesta con textos del Gelasiano): Al revivir nuevamente este ao el misterio pascual, en el que la humanidad recobra la dignidad perdida y adquiere la esperanza de la resurreccin futura, te pedimos, Seor de clemencia, que el misterio celebrado en la fe se actualice siempre en el amor. Ofertorio: Oh Dios, que por el admirable trueque de este sacrificio nos haces partcipes de tu divinidad; concdenos que nuestra vida sea manifestacin y testimonio de esta verdad que conocemos. Comunin: Dice el Seor: Yo os he escogido sacndoos del mundo y os he destinado para que vayis y deis fruto y vuestro fruto dure. Aleluya (cf. Jn 15, 16.19). Postcomunin: Ven, Seor en ayuda de tu pueblo y, ya que nos has iniciado en los misterios de tu reino, haz que abandonemos nuestra antigua vida de pecado y vivamos, ya desde ahora, la novedad de la vida eterna. Hechos 5,17-26: Los hombres que metisteis en la crcel estn ah en el Templo y siguen enseando al pueblo. Por segunda vez son detenidos los apstoles, pero se ven libres de la prisin de modo milagroso. Los apstoles son fieles al mandato de Jesucristo de predicar la buena nueva, aunque los persigan y encarcelen. La Palabra de Dios triunfa siempre. En los Apstoles triunfa Cristo, que los llena de su fortaleza. Siempre ha sido as. Oigamos a San Juan Crisstomo: Muchas son las olas que nos ponen en peligro y una gran tempestad nos amenaza; sin embargo, no tememos ser sumergidos, porque permanecemos de pie sobre la roca. Aun cuando el mar se desate, no romper esta roca; aunque se levanten las olas nada podrn contra la barca de Jess. Decidme, qu podemos temer? La muerte? Para m la vida es Cristo y la muerte una ganancia. El destierro? Del Seor es la tierra y cuanto la llena. La confiscacin de los bienes? Nada trajimos al mundo, de modo que nada podemos llevarnos de l. Yo me ro de todo lo que es temible en este mundo y de sus bienes. No temo la muerte ni envidio las riquezas. No tengo deseos de vivir si no es para vuestro bien espiritual. Por eso os hablo de lo que ahora sucede, exhortando vuestra caridad a la confianza (Homila antes del exilio 1-3). Todas las aflicciones del hombre son pequeas muertes. Pero la muerte ha sido vencida, por eso el Apstol puede clamar con esperanza, lleno de fortaleza, desde lo ms profundo de su contradiccin, de su dolor, de su propia miseria. Lo decimos con el Salmo 33: Bendigo al Seor en todo momento, su alabanza est siempre en mi boca; mi alma se glora en el Seor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consult al Seor y me respondi, me libr de todas mis ansias. Contempladlo y quedaris radiantes, vuestro rostro no se avergonzar. Si el afligido invoca al Seor, l lo escucha y lo salva de sus angustias. El ngel del Seor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qu bueno es el Seor, dichoso el que se acoge a l. Juan 3, 16-21: Dios mand su Hijo al mundo para que el mundo se salve por l. La fe en Cristo Jess supone aceptarlo como el nico Salvador; vivir en la Luz, es decir, en la prctica de las obras buenas, hechas segn el mandato del Seor. Esto tiene como consecuencia la salvacin, que es iluminacin y manifestacin de que las obras estn hechas segn Dios. Lo contrario es no creer, es la condenacin, es no tener a Cristo como Salvador. Comenta San Agustn: Amaron las tinieblas ms que la luz... Muchos hay que aman sus pecados y muchos tambin que los confiesan. Quien confiesa y se acusa de sus pecados hace las paces con Dios. Dios reprueba tus pecados... Deshaz lo que hiciste para que Dios salve lo que hizo. Es preciso que aborrezcas tu obra y que ames en ti la obra de Dios. Cuando empiezas a desterrar lo que hiciste, entonces empiezan tus

obras buenas, porque repruebas las tuyas malas. El principio de las obras buenas es la confesin de las malas. Practicas la verdad y vienes a la luz. Qu es practicar la verdad? No halagarte, ni acariciarte, ni adularte t a ti mismo, ni decir que eres justo, cuando eres inicuo. As es como t empiezas a practicar la verdad, as es como vienes a la Luz (Tratado 12 sobre el Evangelio de San Juan 13). Jueves Entrada: Oh Dios, cuando salas al frente de tu pueblo y acampabas con ellos y llevabas sus cargas, la tierra tembl, el cielo destil. Aleluya (cf. Sal 67,8-9.20). Colecta (compuesta con textos de los Sacramentarios Gelasiano y de Brgamo): Te pedimos, Seor, que los dones recibidos en esta Pascua den fruto abundante en toda nuestra vida. Ofertorio: Que nuestra oracin, Seor, y nuestras ofrendas sean gratas en tu presencia, para que as, purificados por tu gracia, podamos participar ms dignamente en los sacramentos de tu amor Comunin: Sabed que estoy con vosotros todos los das, hasta el fin del mundo. Aleluya (Mt 28,20). Postcomunin: Dios Todopoderoso y eterno, que en la resurreccin de Jesucristo nos has hecho renacer a la vida eterna; haz que los sacramentos pascuales den en nosotros fruto abundante y que el alimento de salvacin que acabamos de recibir fortalezca nuestra vida. Hechos 5,27-33: Testigo de esto somos nosotros y el Espritu Santo. El Consejo y los sacerdotes se inquietan ante la obstinacin de los Apstoles en hablar de Jess de Nazaret. Y le mismo interrogatorio ofrece a los Apstoles ocasin para proclamar una vez ms el mensaje fundamental del cristianismo: Cristo muerto y resucitado. De l viene toda la salvacin. Los Apstoles eran consecuentes con su fe y la vocacin a la que haban sido llamados, sin importarles que esto fuese mal visto de los dems. Esto mismo deca San Juan Crisstomo en el siglo V: Lo que hay que temer no es el mal que digan contra nosotros, sino la simulacin de nuestra parte; entonces s que perderais vuestro sabor y serais pisoteados. Pero, si no cejis en presentar el mensaje con toda su austeridad, si despus os hablar mal de vosotros, alegraos. Porque lo propio de la sal es morder y escocer a los que llevan una vida de molicie. Por tanto, estas maledicencias son inevitables y en nada os perjudicarn, antes sern pruebas de vuestra firmeza. Mas, si por el temor de ellas, cedis en la vehemencia conveniente, peor ser vuestro sufrimiento, ya que entonces todos hablarn mal de vosotros y os despreciarn; en esto consiste en ser pisoteados por la gente (Homila sobre San Mateo 15). Por eso dice San Gregorio Magno: As como el hablar indiscreto lleva al error, as el silencio imprudente deja en su error a quienes pudieran haber sido adoctrinados (Regla Pastoral 2). Jess pas por la Cruz para llegar a la Resurreccin. Es necesario que el grano de trigo muera para que pueda dar fruto. Los sufrimientos de todo apstol, de todo creyente, pues todos hemos de ser apstoles en nuestro ambiente, estn marcados con vida. El Seor est cerca de los que sufren. As nos lo dice el Salmo 33: Bendigo al Seor en todo momento, su alabanza est siempre en mi boca. Gustad y ved qu bueno es el Seor, dichoso el que se acoge a l. El Seor se enfrenta con los malhechores para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita el Seor lo escucha y lo libra de sus angustias. El Seor est cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Seor. Juan 3,31-36: El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en sus manos. El que es de la tierra se opone a Cristo, que procede del cielo y da testimonio de cuanto ha visto. El que cree en el Hijo posee la vida eterna. Hay que defender la fe no obstante los contradictores y las dificultades de propios y extraos. San Agustn advierte: En otros tiempos se incitaba a los cristianos a renegar de Cristo; en nuestra poca se ensea a los mismos a negar a Cristo. Entonces se impela, ahora se ensea; entonces se oa rugir al enemigo, ahora, presentndose con mansedumbre insinuante y rondando, difcilmente se le advierte. Es cosa

sabida de qu modo se violentaba entonces a los cristianos a negar a Cristo; procuraban atraerlos as para que renegasen; pero ellos, confesando a Cristo, eran coronados. Ahora se ensea a negar a Cristo y, engandoles, no quieren que parezca que se les aparta de Cristo (Comentario al Salmo 39). Como ciego que oye las pisadas de Cristo que pasa, le llamo... pero cuando haya comenzado a seguir a Cristo, mis parientes, vecinos y amigos comienzan a bullir. Los que aman el siglo se me ponen enfrente: Te has vuelto loco? Qu extremoso eres! Por ventura los dems no son cristianos? Esto es una tontera. Esto es una locura. Y cosas tales clama la turba para que no sigamos llamando al Seor los ciegos (Sermn 88). Viernes Entrada: Con tu sangre, Seor, has comprado para Dios hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nacin; has hecho de ellos una dinasta sacerdotal que sirva a Dios. Aleluya (Apoc 5,9-10). Colecta (del misal anterior, y antes del Gregoriano): Oh Dios, que, para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo muriera en la Cruz; concdenos alcanzar la gracia de la resurreccin. Ofertorio: Acoge, Seor, con bondad las ofrendas de tu pueblo, para que, bajo tu proteccin, no pierda ninguno de tus bienes y descubra los que permanecen para siempre. Comunin: Cristo nuestro Seor fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificacin. Aleluya (Rom 4,25). Postcomunin: Dios todopoderoso, no ceses de proteger con amor a los que has salvado, para que as, quienes hemos sido redimidos por la Pasin de tu Hijo, podamos alegrarnos en su resurreccin. Hechos 5,34-42: Salieron contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jess. Una notable intervencin de Gamaliel el maestro de Saulo inclina a los sanedritas a dar libertad a los Apstoles. Pero, no obstante esto, fueron azotados y amenazados. Sin embargo, ellos salieron gozosos por haber sufrido a causa del nombre de Jess. La situacin es dispar: para los judos sanedritas el nombre de Jess se convierte en causa de rabia, fracaso, envidia y venganza; pero para los fieles seguidores de Cristo es fuerza, valenta, liberacin y gozo en el sufrir por l. El sentido de la alegra de los Apstoles por padecer por Cristo nos lo da Juan Pablo II: La alegra cristiana es una realidad que no se puede describir fcilmente, porque es espiritual y tambin forma parte del misterio. Quien verdaderamente cree que Jess es el Verbo Encarnado, el Redentor del hombre, no puede menos de experimentar en lo ntimo un sentido de alegra inmensa, que es consuelo, paz, abandono, resignacin, gozo... No apaguis esa alegra que nace de la fe en Cristo crucificado y resucitado! Testimoniad vuestra alegra! Habituaros a gozar de esta alegra! (Alocucin de 24-III-1979) El cristiano es hombre que vive su presente proyectado hacia el futuro; salvacin consumada que es vida eterna. Gozo de esperar la patria celeste. Espera vivida con la ayuda del Seor. As lo proclamamos con el Salmo 26: El Seor es mi luz y mi salvacin, a quin temer? Una cosa pido al Seor, eso buscar: habitar en la Casa del Seor por los das de mi vida; gozar de la dulzura del Seor contemplando su Templo. Espero gozar de la dicha del Seor en el pas de la vida. Espera en el Seor, s valiente, ten nimo, espera en el Seor. Juan 6,1-15: Jess reparti los panes; todo lo que quisieron. La multiplicacin de los panes y de los peces renueva el prodigio del man en el desierto; Jess se muestra en el presente caso como un nuevo Moiss, a quien aventaja en todo. Pero el milagro conecta tambin con la ltima Cena y con las comidas con el Resucitado. La consignacin de este episodio por seis veces en los cuatro Evangelios, evidencia el entusiasmo que debi despertar en la catequesis primitiva, sin duda por el valor simblico que esta multiplicacin tuvo desde muy pronto. Comenta San Agustn: Ciertamente es mayor milagro el gobierno de todo el mundo que la alimentacin de cinco mil hombres con cinco panes. Y con todo de aquello nadie se admira. De esto nos admiramos, no porque sea mayor, sino porque es rara. Y a la verdad, quin ahora alimenta a todo el mundo sino

Aqul que con pocos granos produce los alimentos? Jesucristo obr, pues, como Dios. Con el mismo poder con que multiplica pocos granos produciendo las mieses, hizo que en sus manos se multiplicasen los cinco panes. El poder estaba en las manos de Cristo. Aquellos cinco panes eran como semillas, no puestas en la tierra, sino multiplicadas por Aqul que hizo la tierra. Present, pues, este milagro a nuestros sentidos para ejercitar nuestra mente. Quiso que admirsemos al Dios invisible a travs de sus obras visibles, a fin de que, robustecidos en la fe y purificados por ella, deseramos ver a aquel Dios cuya invisible realidad nos manifiestan las cosas visibles... Preguntemos a los mismos milagros qu nos predican de Cristo, pues tambin ellos tienen un lenguaje para quien sabe comprenderlos. En efecto, siendo Cristo el Verbo de Dios, todo lo que hace el Verbo es tambin una Palabra para nosotros (Tratado 24 sobre el Evangelio de San Juan). Sbado Entrada: Pueblo adquirido por Dios, proclamad las hazaas del que os llam a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Aleluya (1Pe 2,9). Colecta (compuesta con textos del Gelasiano y del Gregoriano): Seor, t que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos, mranos siempre con amor de padre y haz que cuantos creemos en Cristo tu Hijo, alcancemos la libertad verdadera y la herencia eterna. Ofertorio: Santfica, Seor, con tu bondad estos dones, acepta la ofrenda de este sacrificio espiritual y a nosotros transfrmanos en oblacin perenne. Comunin: Padre, este es mi deseo: que los que me confiaste estn conmigo donde yo estoy y contemplen la gloria que t me has dado. Aleluya (Jn 17,24). Postcomunin: Despus de recibir los santos misterios, humildemente te pedimos, Seor, que esta Eucarista, celebrada como memorial de tu Hijo, nos haga progresar en el amor. Hechos 6,1-7: Eligieron siete hombres llenos del Espritu Santo. La eleccin de los siete abre un nuevo apartado de los Hechos de los Apstoles, en el que ocupan el primer plano cristianos procedentes de mundo griego. Tendrn stos una parte importante y activa en la difusin misionera del cristianismo entre las naciones paganas. Al frente de los siete, consagrado por la imposicin de las manos, destaca Esteban. Aparece as un embrin de estructura eclesial, fundada en el servicio y en el amor. Es muy expresivo lo que dicen los Apstoles: nosotros nos dedicaremos a la oracin y al servicio de la Palabra. Es todo un programa de apostolado. Sin vida interior, sin oracin, no es posible una verdadera evangelizacin. As lo ve San Agustn: Al hablar haga cuanto est de su parte, para que se le escuche inteligentemente, con gusto y docilidad. Pero no dude de que, si logra algo y en la medida en que lo logre, es ms por la piedad de sus oraciones que por sus dotes oratorias. Por tanto, orando por aquellos a quienes ha de hablar, sea antes varn de oracin, que de peroracin y cuando se acerque la hora de hablar, antes de comenzar a proferir palabras, eleve a Dios su alma sedienta, para derramar de lo que bebi y exhalar de lo que se llen (Sobre la Doctrina Cristiana, 4). Y tambin: Si no arde el ministro de la Palabra, no enciende al que le predica (Sermn 21) Jess resucitado es signo manifiesto de que Dios quiere salvarnos de todo lo que es negativo en nuestra vida. Se nos exige una confianza absoluta en la misericordia del Seor. As nos lo dice el Salmo 32: Que la misericordia del Seor venga sobre nosotros, como lo esperamos de l. A esto se llega por medio de la oracin constante: Aclamad, justos, al Seor, que merece la alabanza de los buenos; dad gracias al Seor con la ctara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. La palabra del Seor es sincera y todas sus acciones son leales; El ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. Los ojos del Seor estn puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte, y reanimarlos en tiempo de hambre. Juan 6,16-21: Vieron a Jess andando sobre el lago. Lo mismo que la multiplicacin de los panes, manifiesta su dominio sobre los elementos y prepara a sus discpulos para recibir la doctrina del Pan de la vida. Con sus prodigios Jess busca el bien de la gente que lo contempla. As lo afirma Orgenes:

Mas Jess llevaba, por los milagros que haca, a los que contemplaban aquel hermoso espectculo a que mejorasen en sus costumbres. Cmo no pensar entonces en que se ofreca a s mismo como ejemplo de la vida ms santa, no slo ante sus autnticos discpulos, sino tambin ante los otros? Ante sus discpulos, para moverlos a ensear a los hombres conforme a la voluntad de Dios; ante los otros, para que enseados a la par por la doctrina, vida y milagros cmo haban de vivir, todo lo hicieran con intencin de agradar a Dios sumo (Contra Celso 1,68), Los milagros han continuado durante toda la vida de la Iglesia hasta nuestros das. No hay beatificacin ni canonizacin sin verdaderos milagros, muy comprobados minuciosamente. 3 semana de Pascua Domingo Entrada: Aclamad al Seor tierra entera, tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria. Aleluya (Sal 65,1-2). Colecta (compuesta con textos del Veronense, Gelasiano y Sacramentario de Brgamo): Que tu pueblo, Seor, exulte siempre al verse renovado y rejuvenecido en el espritu; y que la alegra de haber recobrado la adopcin filial afiance su esperanza de resurreccin gloriosamente. Ofertorio (del Misal anterior, retocada con textos de los Sacramentarios Gelasiano y de Brgamo): Recibe, Seor, las ofrendas de su Iglesia exultante de gozo; y pues en la resurreccin de su Hijo nos diste motivo para tanta alegra, concdenos participar de este gozo eterno. Comunin: Ao A: Los discpulos conocieron al Seor Jess al partir el pan. Aleluya (Lc 24,35). Ao B: As estaba escrito: el Mesas padecer, resucitar de entre los muertos al tercer da y en su nombre se predicar la conversin de los pecados a todos los pueblos. Aleluya (Lc 24,4647). Ao C: Jess dice a sus discpulos: Vamos, comed. Y tom el pan y se lo dio. Aleluya (Jn 21,12-13). Postcomunin (compuesta con textos del Veronense, Gelasiano y Sacramentario de Brgamo): Mira, Seor, con bondad a tu pueblo y, ya que has querido renovarlo con estos sacramentos de vida eterna, concdele tambin la resurreccin gloriosa. Ciclo A La Iglesia en su liturgia nos sigue mostrando su gozo por la resurreccin del Seor, como lo tuvo la primitiva comunidad cristiana, que tom en serio todo el significado de esa resurreccin. Tambin nosotros hemos de corresponder con una fe profunda y vivificante. Hechos 2,14.22-28: No era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio. Pedro fue el primero en proclamar ante el mundo el hecho de la resurreccin del Seor. As lo hace hoy para nosotros en la primera lectura de este Domingo. Y lo corrobora con textos del Salmo 15, que utiliza como Salmo responso-rial: Tengo siempre presente al Seor, con l a mi derecha no vacilar. Por eso se me alegra el corazn, exulta mi lengua y mi carne descansa serena, porque no me entregars a la muerte ni dejars a tu fiel conocer la corrupcin. Me has ensanchado el sendero de la Vida. Me saciars de gozo en tu presencia. San Juan Crisstomo comenta: Admirad la armona que reina entre los Apstoles! Cmo ceden a Pedro la carga de tomar la palabra en nombre de todos! Pedro eleva su voz y habla a la muchedumbre con intrpida confianza. Tal es el coraje del hombre instrumento del Espritu Santo... Igual que un carbn encendido, lejos de perder su ardor al caer sobre un montn de paja, encuentra all la ocasin de sacar su calor, as Pedro, en contacto con el Espritu Santo que le anima, extiende a su alrededor el fuego que le devora (Homila sobre los Hechos 4). 1 Pedro 1,17-21: Habis sido redimidos con la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto. Tambin es Pedro quien contina emplazndonos a vivir en serio el Misterio de la Resurreccin del Seor, como exigencia de vida nueva en cuantos hemos sido redimidos. Melitn de Sardes adora el Misterio de la Pascua de Cristo:

Este es el Cordero que enmudeca y que fue inmolado; el mismo que naci de Mara, la hermosa Cordera; el mismo que fue arrebatado del rebao, empujado a la muerte, inmolado al atardecer y sepultado por la noche; aqul que no fue quebrantado en el leo, ni se descompuso en la tierra; el mismo que resucit de entre los muertos e hizo que el hombre surgiera desde lo ms hondo del sepulcro (Homila sobre la Pascua 71). Lucas 24,13-35: Lo reconocieron al partir el pan. Como en Emas, la presencia de Cristo rehace de nuevo la fe vacilante y desconcertada de cuantos an no han alcanzado a vivir la alegra santificadora de la resurreccin. San Len Magno explica el profundo cambio que experimentan los discpulos, en sus mentes y corazones: Durante estos das, el Seor se junt, como uno ms, a los dos discpulos que iban de camino y les reprendi por su resistencia en creer, a ellos que estaban temerosos y turbados, para disipar en nosotros toda tiniebla de duda. Sus corazones, por l iluminados, recibieron la llama de la fe y se convirtieron de tibios en ardientes, al abrirles el Seor el sentido de las Escrituras. En la fraccin del pan, cuando estaban sentados con l a la mesa, se abrieron tambin sus ojos, con lo cual tuvieron la dicha inmensa de poder contemplar su naturaleza glorificada (Sermn 73). Nuestro reencuentro con Cristo resucitado debe dar sentido evanglico a toda nuestra vida. En la medida en que seamos conscientes de nuestra unin responsable con Cristo, el Seor, estaremos en actitud de ser testigos de su obra redentora en medio de los hombres, con nuestras palabras, pero sobre todo con nuestra vida. Ciclo B Centramos nuestra atencin en Cristo muerto y resucitado. Los textos bblicos y litrgicos nos hablan de l. Esto nos ayuda a tomar conciencia de los frutos de conversin santificadora que en nuestras vidas debi producir la Cuaresma. Esto es lo que nos ayuda a vivir la vida del Resucitado, una vida nueva de constante renovacin espiritual. Esto no deben experimentarlo solamente los recin bautizados, sino tambin todos los dems, porque la renovacin pascual ha de revivir en todos nosotros la responsabilidad de elegidos en Cristo y para Cristo por la santidad pascual. Hechos 3,13-15.17-19: Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucit de entre los muertos. Pedro inaugura la misin de la Iglesia, proclamando valientemente la necesidad de la conversin para responder al designio divino de salvarnos en Cristo Jess, muerto y resucitado por nosotros. Comenta San Juan Crisstomo: San Pedro les dice que la muerte de Cristo era consecuencia de la voluntad y decreto divinos. Ved este incomprensible y profundo designio de Dios! No es uno, son todos los profetas a coro quienes haban anunciado este misterio. Pero, aunque los judos haban sido, sin saberlo, la causa de la muerte de Jess, esta muerte haba sido determinada por la Sabidura y la Voluntad de Dios, sirvindose de la malicia de los judos para el cumplimiento de sus designios. El Apstol nos lo dice: aunque los profetas hayan predicho esta muerte y vosotros la hayis hecho por ignorancia, no pensis estar enteramente excusados. Pedro les dice en tono suave: Arrepentos y convertos. Con qu objeto? Para que sean borrados vuestros pecados. No slo vuestro asesinato en el cual interviene la ignorancia, sino todas las manchas de vuestra alma (Homila sobre los Hechos 9). Con el Salmo 4 proclamamos: Haz brillar sobre nosotros el resplandor de tu rostro. Escchame cuando te invoco, Dios mo, t que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de m y escucha mi oracin. Sabedlo: El Seor hizo milagros en mi favor, y el Seor me escuchar cuando lo invoque. Hay muchos que dicen: Quin nos har ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros. En paz me acuesto y enseguida me duermo, porque T slo, Seor, me haces vivir tranquilo. 1 Juan 2,1-5: l es vctima de propiciacin por nuestros pecados y por los del mundo entero. Si realmente el Misterio Pascual ha prendido en nuestra vida, lo evidenciar nuestra renuncia real al pecado y nuestra fidelidad amorosa a la Voluntad divina. Tal vez uno de los textos ms expresivos y valioso de la mediacin e intercesin de Cristo ante el Padre como Supremo Pontfice de nuestra fe lo encontremos en los escritos de Santa Gertrudis:

Vio la santa que el Hijo de Dios deca ante el Padre: Oh, Padre mo, nico y coeterno y consustancial Hijo! Conozco en mi insondable Sabidura toda la extensin de la flaqueza humana mucho mejor que esta misma criatura y que toda otra cualquiera. Por eso me compadezco de mil maneras de esa flaqueza. En mi deseo de remediarla, os ofrezco, santsimo Padre mo, la abstinencia de mi sagrada boca para reparar con ella las palabras intiles que ha dicho esta elegida... [Y as va enumerando diversos ofrecimientos y reparacin y sigue:] Finalmente, ofrezco, Padre amantsimo a Vuestra Majestad mi defico Corazn por todos los pecados que ella hubiere cometido (Legatus IV,17). Lucas 24,35-48: As estaba escrito: El Mesas padecer y resucitar de entre los muertos al tercer da. La realidad de Cristo crucificado compromete a toda la Iglesia en la misin de proclamar la necesidad de la conversin a Cristo y a su Evangelio, para que los hombres puedan alcanzar su salvacin. Oigamos a San Ignacio de Antioqua: Pues yo s y creo que despus de su resurreccin l existe en la carne. Y cuando vino a los que estaban alrededor de Pedro, les dijo: Tomad y tocadme y ved que no soy un fantasma incorpreo (Lc 24,39). Y seguidamente lo tocaron y creyeron, fundindose con su cuerpo y con su espritu. Por ello despreciaron la muerte y estuvieron por encima de la muerte. Despus de la resurreccin comi y bebi con ellos como carnal, aunque espiritualmente estaba unido al Padre (Carta a los de Esmirna 3,1-3). Ciclo C En la celebracin del cincuentenario pascual hemos de recobrar nuestra conciencia de miembros vivos de la Iglesia, como comunidad de testigos responsables de la Resurreccin y de la obra salvadora de Cristo en medio del mundo. La liturgia de estos domingo nos ofrece como tema de meditacin el Misterio de la Iglesia, prolongacin del Misterio de Cristo, en el que hemos sido injertados por el bautismo. Hechos 5,27-32. 40-41: Testigos de esto somos nosotros y el Espritu Santo. Histricamente la Iglesia comenz a existir como una pequea comunidad de testigos de Cristo, dispuestos a obedecer a Dios antes que a los hombres. Comenta San Juan Crisstomo: Dios ha permitido que los Apstoles fueran llevados a juicio para que sus perseguidores fueran instruidos, si lo deseaban... Los Apstoles no se irritan ante los jueces, sino que les ruegan compasivamente, vierten lgrimas y slo buscan el modo de librarlos del error y de la clera divina. Estn convencidos de que no hay peligro para quienes temen a Dios, sino para quienes no le temen y de que es peor cometer injusticia que padecerla (Homila sobre los Hechos 13). Y ms adelante dice: Es verdad que Jeremas fue tambin azotado a causa de la Palabra de Dios y que Elas y otros profetas se vieron amenazados, pero aqu los Apstoles, como antes por los milagros, manifestaron el poder de Dios. No se dice que no sufrieron, sino que el sufrimiento les caus alegra. Lo podemos ver por la libertad que acto seguido usaron: inmediatamente despus de la flagelacin se entregaron a la predicacin con admirable ardor (Ibid. 14). Con el Salmo 29 decimos: Te ensalzar, Seor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se ran de m. Seor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. Taed para el Seor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; su clera dura por un instante, su bondad de por vida. Escucha, Seor y ten piedad de m, Seor, socrreme. Cambiaste mi luto en danzas, Seor, Dios mo, te dar gracias por siempre. Apocalipsis 5,11-14: Digno es el Cordero degollado de recibir el poder y la alabanza. Cristo, Cordero degollado en la Pasin, ha quedado constituido, por la Resurreccin, en Seor de la historia. La Iglesia es el signo y el testigo de su obra entre los hombres. La escena que nos describe San Juan es de una grandeza admirable. Cristo, el Cordero que ha sido degollado, recibe juntamente con el Libro, el homenaje y el dominio de toda la creacin.

Es muy significativo que la alabanza de toda la creacin vaya dirigida a Dios y al Cordero indivisiblemente unidos. San Juan junta las criaturas materiales con los ngeles en la glorificacin del Cordero redentor, a quien atribuyen la bendicin, el honor, la gloria y el imperio por los siglos. En esta doxologa de cuatro trminos, que toda la creacin dirige a Dios y al Cordero, se descubre una clara alusin a las cuatro partes del universo: cielo, tierra, mar y abismo, o las cuatros regiones del mundo: norte, sur, este y oeste. Asocimonos nosotros a esa alabanza con toda nuestra vida. Juan 21,1-19: Jess se acerc, tom el pan y se lo dio; lo mismo el pescado. Pedro sigue siendo el primer responsable del Amor y de la presencia viva de Cristo en su Iglesia y entre los hombres. Sobre esta piedra ha edificado el Seor su Iglesia. Comenta San Agustn este milagro hecho por Cristo resucitado: Los discpulos se marcharon a pescar y en toda la noche no cogieron nada. Pero el Seor se les apareci de maana en la orilla y les pregunt si tenan algo que comer, ellos le contestaron que no. Entonces les dijo: Echad las redes a la derecha y encontraris (Jn 21,6). Ved cunto les otorg gratuitamente el que aparentemente haba venido a comprar, les dio el producto del mar, creado por l. Gran milagro sin duda! Echaron las redes al instante, y captaron tal cantidad de peces que, debido a su nmero, no podan sacar las redes. Pero, si consideramos quin es el autor de ese milagro, deja de causar admiracin, pues haba hecho ya otros mayores. Pues para quien con anterioridad haba resucitado muertos, no era gran cosa el haber hecho que se pescaran aquellos peces (Sermn 252,1). Lunes Entrada: Ha resucitado el Buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas y se dign morir por su grey. Colecta (del Misal anterior, retocada con textos del Veranense, Gelasiano y Gregoriano): Oh Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados, para que puedan volver al camino de la santidad; concede a todos los cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre y cumplir cuanto en l se significa. Ofertorio: Recibe, Seor, las ofrendas de tu Iglesia exultante de gozo; y pues en la resurreccin de tu Hijo nos diste motivo de tanta alegra, concdenos participar de este gozo eterno. Comunin: La paz os dejo, mi paz os doy. No os la doy como la da el mundo, dice el Seor. Aleluya (Jn 14,27) Postcomunin: Dios todopoderoso y eterno, que en la resurreccin de Jesucristo nos has hecho renacer a la vida eterna; haz que los sacramentos pascuales den en nosotros fruto abundante y que el alimento de salvacin que acabamos de recibir fortalezca nuestras vidas. Hechos 6,8-15: No lograban hacer frente a la sabidura y al Espritu con que hablaba. La posicin radical de Esteban en lo tocante a la ley y al templo recrudecer la persecucin, en especial en contra de los siete. Se van a repetir las mismas acusaciones que se emplearon contra Jess, en un claro paralelismo con su Pasin, demostrado hasta en el empleo de las mismas palabras. Y de nuevo Dios va a demostrar su fuerza en los que elige. Su rostro les parecer como el de un ngel. Muchos comentaristas han visto en esto una semejanza con Moiss al bajar del monte. Entre ellos San Juan Crisstomo, que dice: Era la gracia, era la gloria de Moiss. Me parece que Dios le haba revestido de este resplandor porque quiz tena algo que decir y para atemorizarlos con su propio aspecto. Pues es posible, muy posible, que las figuras llenas de gracia celestial sean amables a los ojos de los amigos y terribles ante los adversarios (Homila sobre los Hechos 15). Acertadamente cantamos ahora el Salmo 118, en algunos de sus versos, pues encaja perfectamente en todo lo referente a San Esteban. Una seal de que hemos resucitado con Cristo es nuestra vida intachable. Renacidos en Cristo por el Espritu, fortalecidos por el pan que ha bajado del Cielo y permanece por siempre, cumplimos la voluntad del Padre: Dichoso el que camina con vida intachable. Aunque los nobles se sientan a murmurar de m, tu siervo medita tus leyes; tus

preceptos son mi delicia, tus decretos son mis consejeros. Te expliqu mi camino y me escuchaste; ensame tus leyes; instryeme en el camino de tus decretos, y meditar tus maravillas. Aprtame del camino falso, y dame la gracia de tu voluntad; escog el camino verdadero, dese tus mandamientos. Juan 6,22-29: Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura. Luego de la multiplicacin de los panes, en su ansia por el alimento terreno, la multitud busca a Jess. Pero ste les invita a saciarse con un ideal superior, aspirando a otro manjar que perdura para siempre. Para recibir este alimento es menester realizar las obras de Dios, es decir, creer en el Enviado. Comenta San Agustn: Jess, a continuacin del misterio o sacramento milagroso, hace uso de la palabra, con la intencin de alimentar, si es posible, a los mismos que ya aliment; de saciar con su palabra las inteligencias de aquellos cuyo vientre haba saciado con pan abundante, pero es con la condicin de que lo entiendan y, si no lo entienden, que se recoja para que no perezcan ni las sobras siquiera... Me buscabais por la carne, no por el Espritu. Cuntos hay que no buscan a Jess sino para que les haga beneficios temporales! Tiene uno un negocio y acude a la mediacin de los clrigos; es perseguido otro por alguien ms poderoso que l y se refugia en la iglesia. No faltan quienes piden que se les recomiende a una persona ante la que tienen poco crdito. En fin, unos por unos motivos y otros por otros, llenan todos los da la iglesia. Apenas se busca a Jess por Jess... Me buscabais por algo que no es lo que yo soy; buscadme a M por m mismo. Ya insina ser l este manjar, lo que se ver con ms claridad en lo que sigue...Yo creo que ya estaban esperando comer otra vez pan y sentarse otra vez, y saciarse de nuevo. Pero l haba hablado de un alimento que no perece, sino que permanece hasta la vida eterna. Es el mismo lenguaje que haba usado con la mujer aquella samaritana... Entre dilogos la llev hasta la bebida espiritual. Lo mismo sucede aqu, lo mismo exactamente. Alimento es, pues, ste que no perece, sino que permanece hasta la vida eterna (Tratado 25,10-12 sobre el Evangelio de San Juan). Martes Entrada: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos y los que le temis, pequeos y grandes, porque ya llega la victoria, el poder y el mando de nuestro Mesas. Aleluya (APC 19,5;12,10). Colecta (compuesta con textos de los Sacramentarios Gelasiano, Gregoriano y de Brgamo): Seor, t que abres las puertas de tu reino a los que han renacido del agua y del Espritu. Acrecienta la gracia que has dado a tus hijos, para que purificados del pecado alcancen todas tus promesas. Ofertorio: Recibe, Seor, las ofrendas de tu Iglesia exultante de gozo; y pues en la resurreccin de tu Hijo nos diste motivo de tanta alegra, concdenos participar de este gozo eterno. Comunin: Si hemos muerto con Cristo, creemos que tambin viviremos con l. Aleluya (ROM 6,8). Postcomunin: Mira, Seor, con bondad a tu pueblo, y ya que has querido renovarnos con estos sacramentos de vida eterna, concdele tambin la resurreccin gloriosa. Hechos 7,51-59: Seor Jess, recibe mi espritu. La defensa de Esteban ante sus acusadores se transforma en una acusacin, ante la incredulidad de los jefes del pueblo, y le acarrea el martirio por medio de la lapidacin. Al morir Esteban ruega al Seor en trminos similares a los que ste se dirigi al Padre desde la Cruz. Es el testimonio ms antiguo de una oracin dirigida a Cristo en la gloria del Padre. La celebracin eucarstica configura progresivamente nuestra vida cristiana a la imagen ideal de Cristo. Al mismo tiempo nos hace testigos del Seor: nos pone en contacto experiencial con la Palabra de Vida y nos empuja a una actividad apostlica, fruto de la libertad del Espritu. Comenta San Efrn: Es evidente que los que sufren por Cristo gozan de la gloria de toda la Trinidad. Esteban vio al Padre y a Jess situado a su derecha, porque Jess se aparece slo a los suyos, como a los Apstoles despus de la resurreccin. Mientras el Campen de la fe permaneca sin ayuda en medio de los

furiosos asesinos del Seor, llegado el momento de coronar al primer mrtir, vio al Seor, que sostena una corona en la mano derecha, como si se animara a vencer la muerte y para indicarle que l asiste interiormente a los que van a morir por su causa. Revela, por tanto, lo que ve, es decir, los cielos abiertos, cerrados a Adn y vueltos a abrir solamente a Cristo en el Jordn, pero abiertos tambin despus de la Cruz a todos los que conllevan el dolor de Cristo y en primer lugar a este hombre. Observad que Esteban revela el motivo de la iluminacin de su rostro, pues estaba a punto de contemplar esta visin maravillosa. Por eso se mud en la apariencia de un ngel, a fin de que su testimonio fuera ms fidedigno (Sermn sobre los Hechos 7). En tus manos encomiendo mi espritu. Palabra que en Cristo encuentran plenitud de sentido: el abandono, el sufrimiento, la confianza, la liberacin. Invitacin a todos los creyentes a una apertura total a Dios que revela los prodigios de su misericordia protectora. Por eso empleamos el Salmo 3, en el que se insertan estas palabras: Seor, s la Roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, T que eres mi Roca y mi baluarte, por tu nombre dirgeme y guame. A tus manos, Seor, encomiendo mi espritu; T el Dios leal, me librars; yo confo en el Seor. Tu misericordia sea mi gozo y mi alegra. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, slvame por tu misericordia. En el asilo de tu presencia nos escondes de las conjuras humanas. Juan 6,30-35: No fue Moiss, sino que es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo. Como en otros pasajes del Evangelio, Jess hace pasar a sus oyentes del sentido material al espiritual. De este modo llegamos al culmen de la revelacin de Jess, cuando ste proclama: Yo soy el Pan de Vida. Comenta San Ambrosio: A qu fin pides, oh judo, que te conceda el pan Aqul que lo da a todos, lo da a diario, lo da siempre? En ti mismo est el recibir este pan: acrcate a este pan y lo recibirs. De este pan est dicho: Todos los que se alejan de ti perecern (Sal 72,27). Si te alejares de l, perecers. Si te acercares a l, vivirs. Este es el pan de la vida; as pues, el que come la vida no puede morir. Porque, cmo morir aqul para quien el manjar es la vida? Cmo desfallecer el que tuviere sustancia vital? Acercaos a l y saciaos, porque es pan. Acercaos a l y bebed, porque es fuente. Acercaos a l y seris iluminados (Sal 33,6), porque es luz (Jn 1,9). Acercaos a l y sed libres, porque donde est el Espritu del Seor, all est la libertad (2 Cor 3,17). Acercaos a l y sed absueltos, porque es perdn de los pecados (Ef 1,7). Preguntis quin es ste? Odle a l mismo que dice: Yo soy el Pan de Vida; el que viene a M no tendr hambre; y el que cree en M no pasar nunca sed (Jn 6,35). Le osteis y le visteis y no le cresteis; por eso estis muertos; ahora siquiera, creed para que podis vivir (Exposicin sobre el Salmo 118,28). Mircoles Entrada: Llena estaba mi boca de tu alabanza y de tu gloria. Te aclamarn mis labios, Seor. Aleluya (Sal 70,8.23) Colecta (compuesta con textos de los Sacramentarios Gelasiano, Gregoriano y de Brgamo): Ven Seor en ayuda de tu familia, y a cuantos hemos recibido el don de la fe, concdenos tener parte en la herencia eterna de tu Hijo resucitado. Ofertorio: Concdenos, Seor, darte gracias siempre por medio de estos misterios pascuales; y ya que continan en nosotros la obra de tu redencin sean tambin fuente de gozo incesante Comunin: El Seor ha resucitado. l nos ilumina a nosotros, los redimidos por su sangre. Aleluya. Postcomunin: Escucha, Seor, nuestras oraciones, para que la participacin en los sacramentos de nuestra redencin nos sostenga durante la vida presente, y nos d las alegras eternas. Hechos 8,1-8: Al ir de un lugar para otro iban difundiendo la buena noticia. La violencia de la persecucin contra el grupo de Esteban en la que tuvo parte activa Saulo oblig a la dispersin de sus miembros por Samaria, en donde de este modo se expandi el mensaje cristiano. Felipe, uno de los siete, proclama la Palabra y obra curaciones. En la celebracin eucarstica, reunidos en torno al

altar del Seor, proclamamos el mensaje personal que trae Cristo y recibimos la fuerza del Espritu, que confirma nuestra unidad eclesial y alienta nuestro testimonio de vida cristiana. San Juan Crisstomo, en su Homila sobre los Hechos dice que los cristianos continan la predicacin, en vez de des-cuidarla. Y San Len Magno: La religin, fundada por el misterio de la Cruz de Cristo, no puede ser destruida por ningn gnero de maldad. No se disminuye la Iglesia por las persecuciones, antes al contrario, se aumenta. El campo del Seor se viste entonces con una cosecha ms rica. Cuando los granos que caen mueren, nacen multiplicados (Homila sobre los Santos Apstoles Pedro y Pablo). La accin redentora de Cristo despliega su poder salvador en nuestra vida: el cristiano recibe y proclama esta salvacin en la comunidad eclesial. Que toda la tierra aclame al Seor que obra maravillas. As lo proclamamos con el Salmo 65: Aclama al Seor, tierra entera, tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria; decid a Dios: Qu terribles son tus obras. Que se postre ante Ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre. Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres. Transform el mar en tierra firme, a pie atravesaron el ro. Alegrmonos con Dios, que con su poder gobierna eternamente. Juan 6,35-40: La voluntad de mi Padre es que todo el que ve al Hijo tenga vida eterna. Tras haberse manifestado a S mismo como Pan de vida, Jess hace hincapi en la necesidad de la fe que conduce a la vida eterna y a la futura resurreccin. La vida eterna y la resurreccin en el ltimo da son dos aplicaciones concretas del don de la Vida al creyente. Pero no agotan todo el don de CristoVida. San Agustn comenta este pasaje evanglico: No he venido a hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envi. sta es la mejor recomendacin de la humildad. La soberbia hace su voluntad, la humildad hace la voluntad de Dios. Por eso, al que se llega a M no lo arrojar fuera. Por qu? No he venido a hacer mi voluntad sino la voluntad del que me envi. Yo he venido humilde, yo he venido a ensear la humildad, yo soy el maestro de la humildad. El que se llega a M se incorpora a M; el que se llega a M ser humilde, porque no hace su voluntad, sino la de Dios. Esa es la causa de que no se le arroje fuera; estaba arrojado fuera cuando era soberbio... Se entrega l mismo al que conserva la humildad y l mismo lo recibe; y, en cambio, el que no la conserva est distantsimo del Maestro de la humildad. Que no se pierda nada de lo que me dio. No es, pues, voluntad de mi Padre que perezca uno solo de estos pequeuelos. De entre los que se engren no dejar de haber alguien que perezca; en cambio, de entre los humildes no se dar el caso de perecer uno solo... El que se llega a M resucita ahora hecho humilde, como uno de mis miembros; pero yo lo resucitar tambin en el da postrero segn la carne (Tratado 25,16 y 19 sobre el Evangelio de San Juan). Jueves Entrada: Cantemos al Seor; sublime es su victoria. Mi fuerza y mi poder es el Seor. l fue mi salvacin. Aleluya (Ex 15,1-2). Colecta (del Gelasiano): Dios Todopoderoso y eterno, que en estos das de Pascua nos has revelado claramente tu amor y nos has permitido conocerlo con ms profundidad; concede a quienes has librado de las tinieblas del error adherirse con firmeza a las enseanzas de tu verdad. Ofertorio: Oh Dios! que por el admirable trueque de este sacrificio nos haces partcipes de tu divinidad; concdenos que nuestra vida sea manifestacin y testimonio de esta verdad que conocemos. Comunin: Cristo muri por todos, para que los que viven ya no vivan para s, sino para el que muri y resucit por ellos. Aleluya (2 Cor 5,15). Postcomunin: Ven Seor en ayuda de tu pueblo y, ya que nos has iniciado en los misterios de tu reino, haz que abandonemos nuestra antigua vida de pecado y vivamos, ya desde ahora, la novedad de la vida eterna.

Hechos 8,26-40: Mira, agua. Qu dificultad hay en que me bautice? Felipe interpreta en favor de un peregrino llegado a Jerusaln un pasaje del libro de Isaas acerca del Siervo de Yahv, mostrndole su cumplimiento en Jesucristo. El etope recibe el bautismo y Felipe prosigue su obra de evangelizacin hasta Cesarea. La expansin de la Iglesia es obra del Espritu Santo y se lleva a cabo mediante el anuncio de la Buena Noticia de Jess. l es quien, con su muerte y su resurreccin, ya anunciada profticamente, ha conseguido la salvacin universal que es la nica fuente de alegra. La alegra del recin bautizado es lgica por las muchas gracias que confiere el bautismo. San Juan Crisstomo dice: Los nuevos bautizados son libres, santos, justos, hijos de Dios, herederos del cielo, hermanos y coherederos de Cristo, miembros de su Cuerpo, templos de Dios, instrumentos del Espritu Santo... Los que ayer estaban cautivos son hoy hombres libres y ciudadanos de la Iglesia. Los que ayer estaban en la vergenza del pecado se encuentran ahora en la seguridad de la justicia; y no slo libres sino santos (Catequesis bautismales 3,5). Y San Len Magno: El sacramento de la regeneracin nos ha hecho partcipes de estos admirables misterios, por cuanto el mismo Espritu, por cuya virtud fue Cristo engendrado, ha hecho que tambin nosotros volvamos a nacer con un nuevo nacimiento espiritual (Carta 31). El creyente puede testimoniar lo que Dios ha hecho con l: le ha devuelto la vida. Por esto invita a todos los pueblos a que bendigan al Dios que tan portentosamente le ha salvado y lo hacemos con el Salmo 65: Bendecid, pueblo, a nuestro Dios, haced resonar sus alabanzas: Porque l nos ha devuelto la vida y no dej que tropezaran nuestros pies. Fieles de Dios, venid a escuchar, os contar lo que ha hecho conmigo; a l grit mi boca y lo ensalz mi lengua. Bendito sea Dios, que no rechaz mi splica, ni me retir su favor. Juan 6,44-52: Yo soy el Pan vivo que ha bajado del cielo. El Pan de vida, que es Cristo, hay que comerlo ante todo con fe. Mas la revelacin avanza an ms cuando Jess afirma que el pan que l dar es su propia carne, como sacrificio para la vida del mundo. Comenta San Agustn: El man era signo de este pan, como lo era tambin el altar del Seor. Ambas cosas eran signos sacramentales: como signos son distintos, ms en la realidad hay identidad... Pan vivo, porque desciende del cielo. El man tambin descendi del cielo; pero el man era sombra, ste la verdad... Oh qu misterio de amor, y qu smbolo de la unidad y qu vnculo de la caridad! Quien quiere vivir sabe donde est su vida y sabe de dnde le viene la vida. Que se acerque y que crea, y que se incorpore a este cuerpo, para que tenga participacin de su vida... (Tratado 26,12 y 15 sobre el Evangelio de San Juan). Y San Ambrosio: Cosa grande, ciertamente, y de digna veneracin, que lloviera sobre los judos man del cielo. Pero, presta atencin. Qu es ms: el man del cielo o el Cuerpo de Cristo? Ciertamente que el Cuerpo de Cristo, que es el Creador del cielo. Adems, el que comi el man, muri; pero el que comiere el Cuerpo recibir el perdn de sus pecados y no morir para siempre. Luego, no en vano dices t Amn, confesando ya en espritu que recibes el Cuerpo de Cristo... Lo que confiesa la lengua, sostngalo el afecto (Sobre los Sacramentos 24-25). Viernes Entrada: Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabidura, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza. Aleluya (Apoc 5,12). Colecta (compuesta con textos del Gregoriano y del Sacramentario de Brgamo): Te pedimos, Seor, que, ya que nos has dado la gracia de conocer la resurreccin de tu Hijo, nos concedas tambin que el Espritu Santo, con su amor, nos haga resucitar a una vida nueva. Comunin: El Seor crucificado resucit de entre los muertos y nos rescat. Aleluya. Ofertorio: Santifica, Seor, con tu bondad estos dones, acepta la ofrenda de este sacrificio espiritual y a nosotros transfrmanos en oblacin perenne.

Postcomunin: Despus de recibir los santos misterios, humildemente te pedimos, Seor, que esta eucarista, celebrada como memorial de tu Hijo, nos haga progresar en el amor. Hechos 9,1-10: Este hombre es un instrumento elegido por M para dar a conocer mi nombre a los pueblos. Saulo es llamado misteriosamente por Dios a convertirse en uno de los grandes apstoles de la religin de Jess a la que persegua. La conversin de Saulo es una verdadera vocacin a ser primero discpulo de Cristo y luego un gran apstol de su mensaje de salvacin. Esto es uno de los acontecimientos ms grandes de la historia de la Iglesia. Un instrumento elegido por Dios para ser el apstol de todos los siglos. l muri, pero sus Cartas siguen proclamando ese mensaje salvfico de Jesucristo. San Juan Crisstomo dice del apstol: Qu es el hombre, cun grande su nobleza y cunta su capacidad de virtud lo podemos colegir sobre todo de la persona de Pablo. Cada da se levantaba con una mayor elevacin y fervor de espritu y, frente a los peligros que lo acechaban, era cada vez mayor su empuje... En medio de las asechanzas de sus enemigos, habla en tono triunfal de las victorias alcanzadas sobre los ataques de sus perseguidores, y, habiendo sufrido en todas partes azotes, injurias y maldiciones, como quien vuelve victorioso de la batalla, colmado de trofeos, da gracias a Dios... Imbuido en estos sentimientos, se lanzaba a las contradicciones e injurias, que le acarreaba su predicacin con un ardor superior al que nosotros empleamos en la consecucin de los honores, deseando la muerte ms que nosotros la vida; la pobreza ms que nosotros las riqueza... Por esto mismo, lo nico que deseaba era agradar siempre a Dios y, lo que era para l ms importante de todo, gozaba del amor de Cristo; con esto se consideraba el ms dichoso de todos; sin esto le era indiferentes los poderosos y los prncipes; prefera ser con este amor, el ltimo de todos... Para l, el tormento ms grande y extraordinario era el verse privado de este amor; para l, su privacin significaba el infierno, el nico sufrimiento, el suplicio infinito e intolerable (Homila 2 sobre las alabanzas de Pablo). Por eso lo mejor que podemos hacer es cantar con el Salmo 116: Alabad al Seor todas las naciones, celebradlo todos los pueblos. Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad permanece por siempre. Juan 6,53-60: Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. Respondiendo a la admiracin de sus oyentes, Jess afirma con claridad: si uno quiere poseer la vida ha de comer su carne y beber su sangre. El man del desierto fue importante, pero mucho ms lo es el alimento eucarstico que da la vida eterna. Comenta San Agustn: Lo que buscan los hombres en la comida y en la bebida es apagar el hambre y la sed, mas esto no lo logra de verdad sino este alimento y bebida que a los que lo toman hace inmortales e incorruptibles, en la sociedad misma de los santos, donde existe una paz y unidad plena y perfectas... Comer aquel manjar y beber aquella bebida es lo mismo que permanecer en Cristo y tener a Jesucristo que permanece en s mismo. Y, por eso, quien no permanece en Cristo y en quien Cristo no permanece, es indudable que no come ni bebe espiritualmente su cuerpo y su sangre, aunque materialmente y visiblemente toque con sus dientes el sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo: sino antes, por el contrario, come y bebe para su perdicin el sacramento de la realidad tan augusta, ya que, impuro y todo, se atreve a acercarse a los sacramentos de Cristo, que nadie puede dignamente recibir sino los limpios... (Tratado 26 sobre el Evangelio de San Juan 17-18). Sbado Entrada: Por el Bautismo fusteis sepultados con Cristo y habis resucitado con l, porque habis creido en la fuerza de Dios que lo resucit. Aleluya (Col 2,12). Colecta (compuesta con textos del Gelasiano y del Gregoriano): Oh Dios, que has renovado por las aguas del bautismo a los que creen en ti, concede tu ayuda a los que han renacido en Cristo, para que venzan las insidias del Mal y permanezcan siempre fieles a los dones que de Ti han recibido. Ofertorio: Acoge, Seor, con bondad las ofrendas de tu pueblo, para que, bajo tu proteccin, no pierda ninguno de tus bienes y descubra los que permanecen para siempre.

Comunin: Padre, por ellos ruego, para que todos sean uno en nosotros, y as crea el mundo que t me has enviado, dice el Seor. Aleluya (Jn 17,20-21). Postcomunin: Dios Todopoderoso, no ceses de proteger con amor a los que has salvado, para que as, quienes hemos sido redimidos por la pasin de tu Hijo, podamos alegrarnos en su resurreccin. Hechos 9,31-42: La Iglesia se iba construyendo y se multiplicaba animada por el Espritu Santo. La actividad apostlica de Pedro se desarrolla en un principio dentro de un perodo de paz para la Iglesia. El Apstol cura a un paraltico de Lidia y resucita a una mujer en Jafa, provocando con ello nuevas conversiones. La asamblea eucarstica realiza y construye continuamente la comunidad de salvacin, que es la Iglesia. En ella encontramos la paz del Espritu Santo y el aliento para una vida al servicio del Seor y de los hermanos. San Cipriano comenta: En los Hechos de los Apstoles est claro que las limosnas no slo ayudan al pobre. Habiendo enfermado y muerto Tabita, que haca muchas buenas obras y limosnas, fue llamado Pedro y apenas se present, con toda diligencia de su caridad apostlica, le rodearon las viudas con lgrimas y splicas... rogando por la difunta ms con sus gestos que con sus palabras. Crey Pedro que podra lograrse lo que pedan de manera tan insistente y que no faltara el auxilio de Cristo a las splicas de los pobres en quienes l haba sido vestido... No dej, en efecto, de prestar su auxilio a Pedro, al que haba dicho en el Evangelio que se concedera todo lo que se pidiera en su nombre. Por tal causa se interrumpe la muerte y la mujer vuelve a la vida y con admiracin de todos se reanima, retornando a la luz del mundo el cuerpo resucitado. Tanto pudieron las obras de misericordia, tanto poder ejercieron las obras buenas (Sobre las obras y limosnas 6). Con su resurreccin Cristo ha vencido a la muerte. Las cadenas que nos ataban han quedado definitivamente rotas. Jess nos ha salvado Cmo pagar tan inmenso bien? La Santa Misa es la accin de gracias ms agradable al Padre. Con el Salmo 115 decimos: Cmo pagar al Seor todo el bien que me ha hecho? Alzar la copa de la salvacin, invocando su nombres. Cumplir al Seor mis votos en presencia de todo el pueblo. Mucho le cuesta al Seor la muerte de su fieles. Seor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: Rompiste mis cadenas. Te ofrecer un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Seor. Juan 6,61-70: A quin vamos a acudir? T tienes palabras de vida eterna. Algunos discpulos abandonan a Jess ante sus llamativas afirmaciones, pero Simn Pedro proclama su fe en l, el Mesas, el Hijo de Dios. Comenta San Agustn: Nos alejas de Ti? Danos otros igual que T. A quin iremos? T tienes palabras de vida eterna. Mirad cmo comprendi esto Pedro con la ayuda de Dios y confortacin del Espritu Santo. De dnde le viene esta inteligencia sino de su fe? T tienes palabras de vida eterna. Porque T das la vida eterna en el servicio de tu cuerpo y de tu sangre y nosotros hemos credo y entendido. No entendimos y cremos, sino cremos y entendimos. Cremos, pues, para llegar a comprender; porque si quisiramos entender primero y creer despus, no nos hubiera sido posible entender sin creer. Qu es lo que hemos credo y qu lo que hemos entendido? Que T eres el Cristo, el Hijo de Dios, es decir, que T eres la misma vida eterna y que no comunicas en el servicio de carne y sangre sino lo que T eres (Tratado 27,9 sobre el Evangelio de San Juan). 4 Semana de Pascua Domingo Entrada: La misericordia del Seor llena la tierra, la palabra del Seor hizo el Cielo. Aleluya (Sal 32,5-6). Colecta: (textos del Gelasiano, Gregoriano y Sacramentario de Brgamo): Dios Todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la resurreccin de Jesucristo; concdenos tambin la alegra eterna del Reino de tus elegidos, para que as el dbil rebao de tu Hijo tenga parte en la admirable victoria de su Pastor.

Ofertorio (del Misal anterior, retocada con textos del Gelasiano y del Gregoriano): Concdenos, Seor, darte gracias siempre por estos misterios pascuales, para que esta actualizacin repetida de nuestra redencin sea para nosotros fuente de gozo incesante Comunin: Ha resucitado el Buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas y se dign morir por su grey. Aleluya. Postcomunin (del Veronense, Gelasiano y Gregoriano): Pastor bueno, vela con solicitud sobre nosotros y haz que el rebao adquirido por la sangre de tu Hijo pueda gozar eternamente de las verdes praderas de tu Reino. Ciclo A En este Domingo pascual la Iglesia nos presenta la figura inefable de Cristo, Buen Pastor, que nos lleva al Padre, que da su vida por nosotros, que nos alimenta con los pastos ubrrimos de su Palabra y de su Cuerpo y de su Sangre, que nos defiende del lobo rapaz del demonio y de sus secuaces. Hechos 2,14.36-41: Dios lo ha hecho Seor y Mesas. Pedro es siempre el Primer Pastor-Vicario de Cristo que nos llama a todos, por la conversin y por la fe al redil de salvacin que es la Iglesia. Pedro les contest: Convertos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo y recibiris el Espritu Santo. El Buen Pastor nos da al Espritu Santo. San Basilio dice: De la misma manera que los cuerpos transparentes y ntidos, al recibir los rayos de luz se vuelven resplandecientes e irradian brillo, las almas que son llevadas e ilustradas por el Espritu Santo se vuelven tambin espirituales y llevan a los dems la luz de la gracia. Del Espritu Santo proviene el conocimiento de las cosas futuras, el entendimiento de los misterios, la comprensin de las verdades ocultas, la distribucin de los dones, la ciudadana celeste, la conversacin con los ngeles. De l la alegra que nunca termina, la perseverancia en Dios, la semejanza con Dios y, lo ms sublime que puede ser pensado, el hacerse Dios (Del Espritu Santo 9,23). Con el Salmo 22 decimos: El Seor es mi Pastor nada me falta, en verdes praderas me hace recostar... 1 Pedro 2,20-25: Habis vuelto al Pastor y guardin de vuestras vidas. Por el bautismo hemos sido incorporados al redil de salvacin que es la Iglesia de Cristo. Es en ella donde podremos vivir en la autenticidad su amor de Buen Pastor que nos redime y santifica. San Bernardo, tras repasar los padecimientos de Jesucristo, deca: Esto me sostiene en la adversidad, me conserva humilde en la prosperidad y me hace andar con paso firme y seguro en el regio sendero de la salvacin, a travs de los bienes y males de la presente vida, librndome de los peligros que me amenazan a diestra y siniestra (Sermn 43,4 sobre el Cantar). Juan 10,1-10: Yo soy la puerta de las ovejas. Cristo mismo, como Buen Pastor es el nico que tiene el derecho a reunirnos en el redil del Padre. l es siempre la nica puerta de salvacin. Comenta San Agustn: Escuchadle deciros tan encarecidamente: Yo soy el Buen Pastor, todos los dems, todos los pastores buenos, son miembros mos, porque no hay sino una sola Cabeza y un solo Cuerpo: un solo Cristo. Slo hay, por tanto ,un Cuerpo, un rebao nico, formado por el Pastor de los pastores, bajo el cayado del Pastor supremo. No es esto lo que dice el Apstol? Porque lo mismo que, siendo uno mismo el cuerpo, tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, son un cuerpo nico, as tambin Cristo (1 Cor 12,12). Luego, si tambin Cristo es as y si tiene incorporados a l todos los pastores buenos, con razn no habla sino de uno solo al decir: Yo soy el Buen Pastor, Yo el nico; todos los dems forman conmigo una sola unidad. Quien apacienta fuera de M, apacienta contra M; quien conmigo no recoge, desparrama (Sermn 138,5). Y San Gregorio de Nisa dice al Buen Pastor: Dnde pastoreas, Pastor Bueno, T que cargas sobre tus hombros a toda la grey? Mustrame el lugar de tu reposo, guame hasta el pasto nutritivo, llmame por mi nombre, para que yo escuche tu voz y tu voz me d la vida eterna (Homila 2 sobre el Cantar).

Ciclo B Cristo, el Buen Pastor, es el centro vital que debe polarizar las vivencias de todas las almas integradas en su Iglesia. Signos visibles de Cristo, Prncipe de pastores (1 Pe 5,4) son nuestros pastores, puestos por Dios para regir nuestras almas en su Iglesia hasta que vuelva. Hechos 4,8-12: Ningn otro puede salvar. Pedro, el Primer Pastor-Vicario de Cristo en su Iglesia, inicia su misin de proclamar ante el mundo que slo en Cristo, Buen Pastor, es posible nuestra salvacin. Cristo es la piedra angular. En l nos apoyamos y nos sostenemos todos. Es el gran fundamento de nuestra fe, de toda nuestra vida cristiana. Decimos con el Salmo 117: Dad gracias al Seor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Mejor es refugiarse en el Seor que fiarse de los hombres; mejor es refugiarse en el Seor, que fiarse de los jefes. 1 Juan 3,1-2: Veremos a Dios tal cual es. Toda la autoridad redentora de Cristo y de sus Vicarios o Pastores en la Iglesia, se cifra en hacer visible la amorosa paternidad de Dios sobre nosotros sus hijos. Comenta San Agustn: Qu mayor gracia pudo hacernos Dios? Teniendo un Hijo nico lo hizo Hijo del Hombre, para que el hijo del hombre se hiciera hijo de Dios. Busca dnde est tu mrito; busca de dnde procede, busca cul es tu justicia; y vers que no puedes encontrar otra cosa que no sea pura gracia de Dios (Sermn 185), Tambin San Ambrosio lo dice: El que tiene el Espritu de Dios se convierte en hijo de Dios. Hasta tal punto es hijo de Dios que no recibe un espritu de servidumbre, sino el espritu de los hijos, de modo que el Espritu Santo testimonia a nuestro espritu que nosotros somos hijos de Dios (Carta 35,4). Juan 10,11-18: El Buen Pastor da la vida por sus ovejas. La garanta de nuestra salvacin est en el Corazn de Cristo Jess que, como Buen Pastor, dio su vida por sus ovejas. Nos am y se entreg por nosotros (Ef 2,4). Vase el comentario al Evangelio en el ciclo A. Ciclo C En este Domingo cuarto de Pascua se centra nuestra atencin y nuestra fe agradecida en la presencia misteriosa del mismo Cristo Jess, Pastor nico y universal de nuestras almas. Cristo ha prolongado esta cualidad suya en los Pastores de su Iglesia. Hemos de descubrir a Cristo Jess en el magisterio y en la autoridad de nuestros legtimos Pastores, en comunin con el Romano Pontfice, Vicario de Cristo. Hemos de vivir en la Iglesia el problema serio de las vocaciones consagradas. La necesidad de que los elegidos de Dios para una dedicacin total al Evangelio, a la santidad y a la accin pastoral en la Iglesia sepan responder fielmente y con generosidad total a este designio divino sobre sus vidas. Hechos 13,14.43-52: Nos dedicamos a los gentiles. La misin y la obra salvadora de Cristo, Buen Pastor, y la de quienes hacen sus veces en la Iglesia, no pueden quedar limitadas por privilegios raciales o religiosos. Es universal, por cuanto todos los hombres necesitan, por igual, de Cristo Redentor. La Iglesia es universal y aunque los judos hubieran aceptado el mensaje salvfico del Evangelio, la Iglesia se extendera por doquier. Comenta San Agustn: Admirable es el testimonio de San Fructuoso, obispo. Como uno le dijera y le pidiera que se acordara de rogar por l. El santo respondi: Yo debo orar por la Iglesia catlica, extendida de Oriente a Occidente. Qu quiso decir el santo obispo con estas palabras? Lo entendis, sin duda, recordadlo ahora conmigo: Yo debo orar por la Iglesia Catlica; si quieres que ore por ti, no te separes de aqulla por quien pido en mi oracin (Sermn 273). Con el Salmo 99 decimos: Servid al Seor con alegra; entrad en su presencia con vtores. Sabed que el Seor es Dios; que l nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebao. El Seor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades

Apocalipsis 7,9.14-17: El Cordero ser su Pastor y los conducir hacia fuentes de aguas vivas. La Iglesia triunfante en los cielos ser el fruto de una comunidad de creyentes, elegida de toda nacin, raza o lengua, y santificada por la sangre universalmente redentora del Cordero. La muchedumbre vestida de tnicas blancas, lavadas en la sangre del Cordero no son nicamente los mrtires de la persecucin neroniana, sino tambin todos los fieles purificados de sus pecados por el bautismo. El sacramento del bautismo recibe de la sangre del Cordero, que es tambin Pastor, la virtud de lavar y purificar las almas. Juan 10,27-30: Yo doy la vida eterna a mis ovejas. Fue designio del Padre hacer de su Hijo encarnado el nico Pastor para el nico Pueblo de elegidos para la salvacin. Vase el comentario al Evangelio en el ciclo A. Lunes Entrada: Cristo, una vez resucitado de entre los muertos ya no muere ms; la muerte ya no tiene dominio sobre l. Aleluya (Rom 6,9). Colecta (del Misal anterior y ha sido retocada con textos del Gelasiano y del Gregoriano): Oh Dios, que por medio de la humillacin de tu Hijo levantaste a la Humanidad cada; concede a tus fieles la verdadera alegra, para que quienes han sido librados de la esclavitud del pecado alcancen la felicidad eterna. Ofertorio: Recibe, Seor, las ofrendas de tu Iglesia exultante de gozo, y pues en la resurreccin de tu Hijo nos diste motivo de tanta alegra, concdenos participar de este gozo eterno. Comunin: Jess se puso en medio de sus discpulos y les dijo: Paz a vosotros. Aleluya (Jn 20,19). Postcomunin: Mira, Seor, con bondad a tu pueblo, y, ya que has querido renovarlo con estos sacramentos de vida eterna, concdele tambin la resurreccin gloriosa. Hechos 11,1-18: Tambin a los gentiles les ha concedido Dios la salvacin que lleva a la vida. Despus de la milagrosa efusin del Espritu Santo sobre los convertidos no judos de Cesarea, Pedro los bautiz. Seguidamente sube a Jerusaln, donde cuenta su modo de proceder y convence a todos, que glorifican a Dios por la llegada de los paganos a la Iglesia. La accin del Espritu Santo es expuesta por los Santos Padres de modo diverso. Oigamos a San Cirilo de Jerusaln: Su actuacin en el alma es suave y apacible, su experiencia es agradable y placentera y su yugo es levsimo. Su venida va precedida de los rayos brillantes de su luz y de su ciencia. Viene con la bondad de genuino protector; pues viene a salvar, a curar, a ensear, a aconsejar, a fortalecer, a consolar, a iluminar, en primer lugar la mente del que lo recibe y despus, por las obras de ste, la mente de los dems. Y del mismo modo que el que se hallaba en tinieblas, al sentir el sol, recibe su luz en los ojos del cuerpo y contempla con toda claridad lo que antes no vea, as tambin al que es hallado digno del don del Espritu Santo se le ilumina el alma y, levantado por encima de su razn natural, ve lo que antes ignoraba (Catequesis 16, sobre el Espritu Santo). Algo semejante sucedi a aquellos no judos de Cesarea y que fue tan eficiente para la expansin de la Iglesia y mentalizacin de los primeros cristianos judos. Convertirse a Dios es abrirse a la vida. Con el Salmo 41 cantamos y subrayamos nuestro carcter de peregrinos gozosos por caminar hacia el que es Luz, Verdad y Vida: Como busca la sierva corriente de agua, as mi alma te busca a Ti, Dios mo. Mi alma tiene sed del Dios, del Dios vivo. Cundo entrar a ver el rostro de Dios? Enva tu luz y tu verdad: que ellas me guen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegra; que te d gracias al son de la ctara, Dios, Dios mo. Juan 10,1-10.11-18: Yo soy la puerta de las ovejas. El Buen Pastor da la vida por sus ovejas. Ante los malos pastores Jess se presenta a s mismo como el Pastor legtimo, que conoce a cada una de sus ovejas y camina delante de ellas. Seguidamente aparece una segunda imagen: Jess es la puerta del aprisco, la nica va de acceso al Padre. l es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas; ms an, tiene el poder para entregar su vida y recuperarla. Hay en este evangelio una

alusin a la pasin y resurreccin. Pero tambin nos ensea la intimidad entre el Padre y el Hijo y entre el Hijo y sus seguidores, as como el de la unidad de su rebao. San Agustn comenta: Aunque camine en medio de la sombra de la muerte; aun cuando camine en medio de esta vida, la cual es sombra de muerte no temer los males, porque T, oh Seor, habitas en mi corazn por la fe, y ahora ests conmigo a fin de que, despus de morir, tambin yo est contigo. Tu vara y tu cayado me consolaron; tu doctrina, como vara que gua el rebao de ovejas y como cayado que conduce a los hijos mayores que pasan de la vida animal a la espiritual, ms bien me consol que me afligi, porque te acordaste de m (Comentario al Salmo 22,4). Martes Entrada: Con alegra y regocijo demos gloria a Dios, porque ha establecido su reinado el Seor, nuestro Dios Todopoderoso. Aleluya (Ap 19,7.6). Colecta (del Gregoriano): Te pedimos, Seor Todopoderoso, que la celebracin de las fiestas de Cristo resucitado aumente en nosotros la alegra de sabernos salvados. Ofertorio: Concdenos, Seor, darte gracias siempre por medio de estos misterios pascuales; y ya que continan en nosotros la obra de tu redencin, sean tambin fuente de gozo incesante. Comunin: Cristo tena que padecer y resucitar de entre los muertos para entrar en su gloria. Aleluya (cf. Lc 24,46.26) Postcomunin: Escucha, Seor, nuestras oraciones, para que este santo intercambio, en el que has querido realizar nuestra redencin nos sostenga durante la vida presente y nos d las alegras eternas. Hechos 11,19-26: Se pusieron tambin a hablar a los griegos, anuncindoles al Seor Jess. La Iglesia en Antioqua se muestra decididamente inclinada a la evangelizacin de los paganos y logra la conversin de un gran nmero de ellos. Bernab, enviado de la Iglesia en Jerusaln, se alegra y va en busca de San Pablo en Tarso. Llamados a colaborar personalmente en la expansin de la Iglesia, nos reunimos en asamblea eucarstica para recibir la fuerza del Espritu, que nos haga proclamar universalmente, de palabra y de obra, la Buena Noticia del Seor. Los predicadores de Antioqua son cristianos corrientes, por eso comenta San Juan Crisstomo: Observad cmo es la gracia la que lo hace todo. Considerad tambin que esta obra se comienza por obreros desconocidos y slo cuando empieza a brillar, envan los Apstoles a Bernab (Homila sobre los Hechos 25). En Antioqua es donde por vez primera los discpulos de Cristo se llamaron cristianos. As lo expone San Atanasio: Aunque los santos Apstoles han sido nuestros maestros y nos han entregado el Evangelio del Salvador, sin embargo no hemos recibido de ellos nuestro nombre, sino que somos cristianos por Cristo y por l se nos llama de este modo (Sermn primero contra los arrianos 2). Cantamos la maravillosa propagacin de la Buena Nueva de Cristo y de su Iglesia con el Salmo 86, que es un canto a la Jerusaln terrenal, figura de la Iglesia: Alabad al Seor todas las naciones. El Seor ha cimentado a Sin sobre el monte santo, y prefiere sus puertas a todas las moradas de Jacob. Qu pregn tan glorioso para ti, ciudad de Dios! Contar a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etopes han nacido all. Se dir de Sin: Uno por uno todos han nacido en ella; el Altsimo en persona la ha fundado. El Seor escribir en el registros de los pueblos: Este ha nacido all; y cantarn mientras danzan: Todas mis fuentes estn en ti. Juan 10,22-30: Yo y el Padre somos uno. Con ocasin de una controversia con los incrdulos fariseos, Jess vuelve a valerse de la imagen del Pastor. El Padre es quien le ha dado los que creen en l. El los protege, puesto que el Padre y l no son sino una sola cosa. A todos los pastores que han apacentado el pueblo de Dios el Buen Pastor los aventaja por la entrega voluntaria de su vida en favor de sus ovejas. As lo dice San Gregorio Magno:

Por ello dice tambin el Seor en el texto que comentamos: Igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre, yo doy mi vida por las ovejas (Jn 10,15). Como si dijera claramente: La prueba de que conozco al Padre y el Padre me conoce a M est en que entrego mi vida por mis ovejas, es decir, en caridad con que muero por mis ovejas, pongo de manifiesto mi amor por el Padre (Homilas sobre los Evangelios 14, 3). Jess, como Pastor y Cordero, es objeto de especial atencin en los inspirados versos de San Efrn: Oh Hijo de Dios, T viniste al mundo para atraer hacia Ti a la oveja racional. Naciendo de la Virgen, te hiciste Cordero y hacia Ti corri la oveja descarriada, porque oy la voz de tu balido. Oh Cordero que trajiste la santidad! Oh Lactante, que eres el antiguo de da! Oh Pastor y Lactante, cun manso eres! (Himno a Santa Mara 10,16). Mircoles Entrada: Te dar gracias entre las naciones Seor; contar tu fama a mis hermanos. Aleluya (Sal 17,50;12,23). Colecta (del Gelasiano): Seor, T que eres la vida de los fieles, la gloria de los humildes y la felicidad de los santos, escucha nuestras splicas, y sacia con la abundancia de tus dones a los que tienen sed de tus promesas. Ofertorio: Oh Dios!, que por el admirable trueque de este sacrificio nos haces partcipes de tu divinidad; concdenos que nuestra vida sea manifestacin y testimonio de esta verdad que conocemos. Comunin: Dice el Seor: Yo os he escogido sacndoos del mundo y os he destinado para que vayis y deis fruto y vuestro fruto dure. Aleluya (cf. Jn 15,16.19). Postcomunin: Ven, Seor, en ayuda de tu pueblo y, ya que nos has iniciado en los misterios de tu Reino, haz que abandonemos nuestra antigua vida de pecado y vivamos, ya desde ahora, la novedad de la vida eterna. Hechos 12,24-13,5: Apartadme a Bernab y a Saulo. En Antioqua, en el transcurso de una celebracin litrgica, el Espritu Santo designa a Saulo y a Bernab para una gran empresa de evangelizacin dentro del mundo gentil. De este modo, comienzan por Salamina, la isla de Chipre, el primer viaje misionero del Apstol de los gentiles. En la celebracin eucarstica, congregados en torno al altar, experimentamos la actuacin del Espritu Santo, que ha de impulsar y orientar nuestra vida de testimonio cristiano. El Espritu Santo deja oir su voz en la Iglesia de Cristo. Oigamos a Nicetas de Remecan: Quin puede, pues, silenciar aquella dignidad del Espritu Santo? Pues los antiguos profetas clamaban: Esto dice el Seor (Ez 22,28). En su venida Cristo aplic esta expresin a su persona diciendo: Y yo os digo (Mt 5,22,43). Y los nuevos profetas qu clamaban? Como Agabo que profetiza y dice en los Hechos de los Apstoles: Esto dice el Espritu Santo (21,11). Y el mismo Pablo en la Carta a Timoteo: El Espritu Santo dice claramente (1 Ti 4,1). Y Pablo dice que l ha sido llamado por Dios Padre y por Cristo: Pablo, dice, apstol no por los hombres, ni por medio de un hombre, sino por medio de Jesucristo y Dios Padre (Gl 1,1). Y en los Hechos de los Apstoles se lee que fue segregado y enviado por el Espritu Santo. En efecto, as est escrito (13,2) (El Espritu Santo, 15). En Cristo nos ha bendecido Dios con toda clase de bendiciones espirituales. Por eso, agradecidos, alabamos al Seor con el Salmo 66: El Seor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros: conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvacin. Que canten de

alegra las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud, y gobiernas las naciones de la tierra. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. Juan 12,44-50: Yo he venido al mundo como Luz. Cristo, Palabra del Padre, es la Luz del mundo que condena a los que viven las tinieblas de la incredulidad. Amad a Cristo y desead la Luz que es Cristo. Comenta San Agustn: No les dijo: Vosotros sois la luz, habis venido al mundo para que quien crea en vosotros no permanezca en las tinieblas. Yo os aseguro que no leeris esto en ningn lugar. Candelas son todos los Santos. Pero la Luz aquella que les da la luz no puede separarse de s misma, porque es inconmutable. Creemos, pues, a las candelas encendidas, como son los profetas y los apstoles, pero de tal modo les damos fe, que no creemos en la misma candela iluminada, sino que por medio de ella creemos en aquella Luz que las ilumina, para que nosotros seamos tambin iluminados, no por ellas, sino con ellas, por aquella Luz de quien ellas reciben la suya. Y al decir que vino para que todo aquel que crea en M no permanezca en tinieblas, claramente manifiesta que a todos encontr envueltos en las tinieblas; pero para que no permanezcan en las tinieblas en que fueron hallados deben creer en la Luz que vino al mundo, porque por Ella fue hecho el mundo (Tratado 54,4 sobre el Evangelio de San Juan). Jueves Entrada: Oh Dios, cuando salas al frente de tu pueblo y acampabas con ellos y llevabas sus cargas, la tierra tembl, el cielo destil. Aleluya (cf. Sal 67,8-9.20). Colecta (textos del Gelasiano y del Sacramentario de Brgamo): Oh Dios, que has restaurado la naturaleza humana elevndola sobre su condicin original, no olvides tus inefables designios de amor y conserva, en quienes han renacido por el Bautismo, los dones que tan generosamente han recibido. Ofertorio: Que nuestra oracin, Seor, y nuestras ofrendas sean gratas en tu presencia, para que as, purificados por tu gracias, podamos participar ms dignamente en los sacramentos de tu amor. Comunin: Sabed que estoy con vosotros todos los das hasta el fin del mundo. Aleluya (Mt 18,20). Postcomunin: Dios Todopoderoso y eterno, que en la resurreccin de Jesucristo nos has hecho renacer a la vida eterna; haz que los sacramentos pascuales den en nosotros fruto abundante, y que el alimento de salvacin que acabamos de recibir fortalezca nuestras vidas. Hechos 13,13-25: Dios sac de la descendencia de David un salvador para Israel, Jess. San Pablo present el mensaje cristiano en la sinagoga de Antioqua de Pisidia, haciendo un resumen de la historia de la salvacin, desde la eleccin de Israel en Egipto hasta el rey David, de cuya descendencia Dios suscit como Salvador a Jesucristo. Se manifiesta la continuidad de Israel y de la Iglesia y el carcter nico e irrepetible de Cristo, centro y clave de la historia. Por eso los Apstoles exaltan tanto la pertenencia a la Iglesia. Orgenes deca: Si alguno quiere salvarse, venga a esta Casa, para que pueda conseguirlo. Ninguno se engae a s mismo: fuera de esta Casa, esto es, fuera de la Iglesia, nadie se salva (Homila sobre Jess en la barca 5). Y San Agustn llega a decir algo increble: Fuera de la Iglesia Catlica se puede encontrar todo menos la salvacin. Se puede tener honor, se pueden tener los sacramentos, se puede cantar aleluya, se puede responder amn, se puede sostener el Evangelio, se puede tener fe en el Padre, en el Hijo y en el Espritu Santo, y predicarla, pero nunca, si no es en la Iglesia Catlica, se puede encontrar la salvacin (Sermn 6). El Seor ha sido fiel y del linaje de David nos ha dado un Salvador. Jess, hijo de David, tiene un trono eterno, vence a los enemigos y extiende su poder a todo el mundo por medio de su Iglesia. l es el Ungido que recibe una descendencia perpetua: los hijos de la Iglesia que se perpetuar en la Jerusaln celeste. Con el Salmo 88 cantamos la fidelidad y la misericordia del Seor: Cantar

eternamente la misericordia del Seor. Anunciar su fidelidad por todas las edades. Porque dije: Tu misericordia es un edificio eterno, ms que el cielo has afianzado tu fidelidad. Encontr a David mi siervo y lo he ungido con leo sagrado, para que est siempre con l y mi brazo lo haga valeroso. Mi fidelidad y misericordia lo acompaarn, por mi nombre crecer su poder. l me invocar: T eres mi Padre, mi Dios, mi Roca salvadora. Juan 13,16-20: El que recibe a mi enviado me recibe a M. Despus del lavatorio de los pies a sus discpulos, Jess anuncia el cumplimiento de las profecas en la traicin de Judas. Seremos bienaventurados si aprendemos esto: que no es el siervo mayor que su seor. Y lo que hizo Cristo fue darles un ejemplo de humildad por caridad. Esto es lo que todos hemos de practicar: la humildad por caridad. Es lo que les dir muy pronto como un precepto nuevo: amar como l ha amado. Lo que les dice en enseanza sapiencial es lo que, con el lavatorio de los pies, les ensea con una parbola en accin. Los Apstoles y todos los discpulos retendrn el espritu de esta accin concreta, practicndolo con otras obras cuando la necesidad lo reclame. Con la humildad se relacionan todas las dems virtudes, pero de modo especial: la alegra, la obediencia, la castidad, el deseo de recomenzar, etc. De ah procede una paz profunda, aun en medio de las debilidades y flaquezas. Viernes Entrada: Con tu sangre, Seor, has comprado para Dios hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nacin; has hecho de ellos una dinasta sacerdotal que sirva a Dios. Aleluya (Ap 5,9-10) Colecta (tomada del Misal Gtico): Seor Dios, origen de nuestra libertad y de nuestra salvacin, escucha las splicas de quienes te invocamos; y puesto que nos has salvado por la sangre de tu Hijo, haz que vivamos siempre de Ti y en Ti encontremos la felicidad eterna. Ofertorio: Acoge, Seor, con bondad las ofrendas de tu pueblo, para que, bajo tu proteccin, no pierda ninguno de tus bienes y descubra los que permanecen para siempre. Comunin: Cristo Nuestro Seor Jess fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra santificacin. Aleluya (Rom 4,25). Postcomunin: Dios Todopoderoso, no ceses de proteger con amor a los que has salvado, para que as, quienes hemos sido redimidos por la Pasin de tu Hijo, podamos alegrarnos en su resurreccin. Hechos 13,26-33: Dios ha cumplido la promesa resucitando a Jess. San Pablo evoca en Antioqua de Pisidia, la condena a muerte de Jess en Jerusaln y la subsiguiente resurreccin de la que fueron testigos los Apstoles. As se han cumplido las promesas hechas por Dios y las profecas. El plan salvfico se lleva a cabo mediante el cumplimiento de las Escrituras. Constantemente se estn cumpliendo en nosotros el plan salvfico de Dios, sobre todo con la celebracin eucarstica. De este modo hemos de ser continuadores de los Apstoles en la proclamacin de este mensaje de salvacin. San Juan Crisstomo llama a las Sagradas Escrituras cartas enviadas por Dios a los hombres (Homila sobre el Gnesis, 2). San Jernimo exhortaba a un amigo suyo con esta recomendacin: Lea con mucha frecuencia las divinas Escrituras; es ms, nunca abandones la lectura sagrada (Carta 52). La Iglesia lee en la celebracin de la Eucarista las Escrituras Sagradas tanto del Antiguo cuanto del Nuevo Testamento. All encontramos las promesas, las profecas y su realizacin en Cristo Jess, como l mismo lo dijo a sus discpulos y luego estos lo tuvieron presente en la proclamacin del mensaje salvfico. El Salmo 2 se refiere a la entronizacin de un rey de la dinasta davdica. Es un Salmo mesinico. La Iglesia lo ha referido a Cristo. En l se cumplen las promesas de Dios y las profecas, sobre todo con su resurreccin. Con este sentido lo cantamos nosotros: Yo mismo he establecido a mi rey, en Sin, mi monte santo. Voy a proclamar el decreto del Seor. l me ha dicho: T eres mi

Hijo, yo te he engendrado hoy. Pdemelo: Te dar en herencia las naciones, en posesin los confines de la tierra. Los gobernars con cetro de hierro, los quebrars como jarro de loza. Y ahora, reyes, sed sensatos, escarmentad los que regs la tierra. Servid al Seor con temor. Juan 14,1-6: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Mientras Jess est ausente, los discpulos han de defenderse de la turbacin y afirmar su fe en Dios y en l mismo, puesto que llegar un da en que volver el Seor a colocarlos junto a S en la vida bienaventurada. Cuando Jess responde a Toms, se da a conocer como Camino, Verdad y Vida. Comenta San Agustn: Si lo amas, vete detrs de l. Lo amo, contestas, por qu camino seguirlo? Si el Seor Dios tuyo te hubiera dicho: Yo soy la Verdad y la Vida, tu deseo de la Verdad y tu amor a la Vida te llevaran ciertamente a la bsqueda del camino que te pudiera conducir a ellas y te diras a ti mismo: Magnfica cosa es la Verdad y magnfica cosa es la Vida, si existiera el camino de llegar a ellas mi alma. Buscas el camino? Oye lo primero que te dice: Yo soy el Camino... Dice primero por dnde has de ir y luego adnde has de ir. En el Seor del Padre est la Verdad y la Vida; vestido de nuestra carne es el Camino (Tratado 34,9 sobre el Evangelio de San Juan). Sbado Entrada: Pueblo adquirido por Dios, proclamad las hazaas del que os llam a salir de la tiniebla y entrar en su luz maravillosa. Aleluya (1Pe 2,9). Colecta (del Sacramentario de Brgamo): Dios Todopoderoso y eterno, concdenos vivir siempre en plenitud el Misterio Pascual para que, renacidos en el Bautismo, demos frutos abundantes de vida cristiana y alcancemos finalmente las alegras eternas. Ofertorio: Santifica, Seor, con tu bondad estos dones, acepta la ofrenda de este sacrificio espiritual y a nosotros transfrmanos en oblacin perenne. Comunin: Padre, este es mi deseo: que los que me confiaste estn conmigo donde yo estoy, y contemplen la gloria que me has dado. Aleluya (Jn 17,24). Postcomunin: Despus de recibir los santos misterios, humildemente te pedimos, Seor, que esta Eucarista, celebrada como memorial de tu Hijo, nos haga progresar en el amor. Hechos 13,44-52: Nos dedicamos a los gentiles. En vista de la oposicin suscitada por los judos de Antioqua de Pisidia, Pablo declara que, puesto que ellos lo rechazan, se dedicar a los gentiles. Ante esto, los judos declaran una persecucin: Pablo y Bernab son expulsados y parten a Iconio. Aceptar con sencillez, humildad y generosidad la Palabra de Dios, as quedaremos llenos de la alegra del Espritu Santo, camino hacia la vida eterna, no obstante las dificultades y la misma persecucin, pues, como dice San Agustn: El vendaval que sopla es el demonio, quien se opone con todos sus recursos a que nos refugiemos en el puerto. Pero es ms poderoso el que intercede por nosotros, el que nos conforta para que no temamos y nos arrojemos fuera del navo. Por muy sacudido que parezca, sin embargo en l navegan no slo los discpulos, sino el mismo Cristo. Por esto, no te apartes de la nave y ruega a Dios. Cuando fallen todos los medios, cuando el timn no funcione y las velas rotas se conviertan en mayor peligro, cuando se haya perdido la esperanza en la ayuda humana, piensa que slo te resta rezar a Dios (Sermn 63). Y San Juan Crisstomo anima tambin: No desmayis, pues, aunque se haya dicho que os rodearn grandes peligros, porque no se extinguir vuestro fervor, antes al contrario, venceris todas las dificultades (Homila sobre San Mateo, 46). La persecucin hace que el Evangelio se extienda por otras partes y as, al anuncio de la resurreccin de Jess, se difunde por doquier y todas las naciones conocen la revelacin de la victoria del Seor. Esto es lo que motiva que la Iglesia cante y proclame la misericordia y la fidelidad del Seor y lo hace ahora con el Salmo 97: Cantar al Seor un cntico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Seor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia; se acord de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de

Israel la Iglesia, el alma cristiana. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Seor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad. Juan 14,7-14: Quien me ha visto a M ha visto a mi Padre. Una pregunta del Apstol Felipe ofrece a Jess la ocasin propicia para dar cuenta de su ntima unidad con el Padre: Quien ve a Cristo, ve al Padre y el Padre habla y acta en Cristo y los discpulos de ste actuarn por l, resucitado, y su oracin ser escuchada. No quedan desamparados. Esta es la fe y confianza de la Iglesia en medio de todas sus dificultades y persecuciones. San Agustn comenta esta materia en sus Tratados 70 y 71 sobre el Evangelio de San Juan. He aqu un prrafo: As, pues, prometi que l mismo hara aquellas obras mayores. No se alce el siervo sobre su Seor, ni el discpulo sobre su Maestro. Dice que ellos harn obras mayores que las suyas, pero hacindolas l en ellos y por ellos, y no ellos por s mismos. A l se dirige la alabanza...Y cules son esas obras mayores? Acaso que su sombra, al pasar, sanaba los enfermos? Pues es mayor milagro sanar con la sombra que con el contacto de la fimbria de su vestido. Esto lo hizo l mismo; aquello por ellos, pero ambas cosas las hizo l, pues es el gran Mediador (Tratado 71, 3) 5 Semana de Pascua Domingo Entrada: Cantad al Seor un cntico nuevo, porque ha hecho maravillas; revela a las naciones su justicia. Aleluya (Sal 97,1-2). Colecta (compuesta con textos del Gelasiano, Gregoriano y Sacramentario de Brgamo): Seor, T que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos; mranos siempre con amor de Padre y haz que cuantos creemos en Cristo tu Hijo, alcancemos la libertad verdadera y la herencia eterna. Ofertorio: Oh Dios!, que por el admirable trueque de este sacrificio nos haces partcipes de tu divinidad; concdenos que nuestra vida sea manifestacin y testimonio de esta verdad que conocemos. Comunin: Yo soy la vid verdadera; vosotros los sarmientos. El que permanece en m y yo en l, se da fruto abundante. Aleluya (Jn 15,1.5). Postcomunin (del Misal anterior , retocada con textos del Veronense, Gelasiano y Gregoriano): Ven Seor en ayuda de tu pueblo y, ya que nos has iniciado en los misterios de tu Reino, haz que abandonemos nuestra antigua vida de pecado y vivamos, ya desde ahora, la novedad de la vida eterna. Ciclo A La Iglesia es toda ella un misterioso templo de Dios, en el que Cristo, Piedra viva (1 Pe 2,4) ha sido puesto por el Padre como cimiento. Sobre l se construye el nuevo Pueblo de Dios con piedras vivas y vivificadas por Cristo, que somos nosotros. Hechos 6,1-7: Escogieron a siete hombres llenos del Espritu Santo. Vase el sbado de la 2 Semana de Pascua. 1 Pe 2,4-9: Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real. Por nuestra unin con Cristo Sacerdote todos debemos sentirnos piedras vivas de un inmenso templo viviente que glorifica a Dios y es signo de salvacin para todos los hombres. Orgenes afirma: Todos los que creemos en Cristo Jess somos llamados piedras vivas... Para que te prepares con mayor inters, t que me escuchas, a la construccin de este edificio, para que seas una de las piedras prximas a los cimientos, debes saber que es Cristo mismo el cimiento de este edificio que estamos describiendo. As lo afirma el Apstol Pablo. Nadie puede poner otro cimiento distinto del que est puesto, que es Jesucristo (1 Cor 3,11) (Hom. In Jesu Nave 9,1). Juan 14,1-6: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Vase comentario en el viernes 4 semana. Ciclo B

El cristianismo no es un club de entusiastas admiradores de Cristo, ni un gremio de selectos, asociados y mentalizados por una filosofa dimanante del Evangelio. La Iglesia es fundamentalmente el misterio de nuestra incorporacin personal y comunitaria a la Persona viviente de Cristo Jess. Incorporacin interior y profunda, mediante la vida de fe, de gracia y de caridad. Y tambin incorporacin garantizada externamente, mediante nuestra permanencia visible a la propia Iglesia, una, santa, catlica y apostlica. Lo que Cristo instituy para prolongar su obra de salvacin hasta el fin de los tiempos. Hechos 9,26-31: Les cont cmo haba visto al Seor en el camino. Pablo fue predestinado y elegido por Dios para realizar la obra de Cristo. Y fue plenamente de Cristo, cuando qued aceptado e incorporado a su Iglesia jerrquica y visible, como garanta de comunin con los dems cristianos. Comenta San Juan Crisstomo: Los discpulos teman que los judos hicieran de Pablo un mrtir, como haban hecho con Esteban. A pesar de este temor le envan a predicar el Evangelio a su propia patria, donde estar ms seguro. Veis en esta conducta de los Apstoles que Dios no lo hace todo inmediatamente con su gracia y que con frecuencia deja actuar a sus discpulos siguiendo la regla de la prudencia (Homila sobre los Hechos, 21). Con el Salmo 21 decimos: El Seor es mi alabanza en la gran asamblea. Cumplir mis votos delante de sus fieles. Los desvalidos comern hasta saciarse. Alabarn al Seor los que lo buscan; viva su Corazn por siempre. Lo recordarn y volvern al Seor, se postrarn las familias de los pueblos. Ante l se inclinarn los que bajan al polvo. Me har vivir para l, mi descendencia le servir, hablarn del Seor a la generacin futura... 1 Juan 3,18-24: ste es su mandamiento: que creamos y que nos amemos. La garanta ms profunda de nuestra sinceridad cristiana est siempre en la autenticidad de nuestra fe, verificada en el amor, como comunin de vida con el Corazn de Cristo, Amor avalado del Padre (Jn 3, 14). San Beda dice: Ni podemos amarnos unos a otros con rectitud sin la fe en Cristo, ni podemos creer de verdad en el nombre de Jesucristo sin amor fraterno... Que Dios sea tu casa y que t seas la casa de Dios; habita en Dios y que Dios habite en ti. Dios habita en ti para apoyarte: t habitas en Dios para no caer. Observa los mandamientos, guarda la caridad (Comentario a la 1 Jn). Juan 15,1-8: El que permanece en M y yo en l, se da fruto. La Iglesia no es sino la realizacin del misterio del Cristo total. l, Cabeza; nosotros, sus miembros. l, la Vid; nosotros, los sarmientos injertados en la cepa por la fe y la gracia que santifica. Comenta San Cirilo de Alejandra: El Seor, para convencernos que es necesario que nos adhiramos a l por el amor, ponder cuan grandes bienes se derivan de nuestra unin con l, comparndose a S mismo con la vid y afirmando que los que estn unidos a l e injertados en su persona, vienen a ser como sus sarmientos y, que, al participar del Espritu de Cristo, ste nos une con l. La adhesin de quienes se vinculan a la vid consiste en una adhesin de voluntad y de deseo; en cambio, la unin de la vid con nosotros es una unin de amor y de inhabitacin (Comentario al Evangelio de San Juan 10,2). Ciclo C El amor divino del Verbo encarnado, muerto y resucitado para reconciliarnos con el Padre, es el origen, la razn de ser, la misin permanente y la garanta suprema de la Iglesia. El amor evanglico es la leccin suprema que nos dej el Corazn Redentor de Jesucristo. Hechos 14,21-26: Contaron a la Iglesia lo que Dios haba hecho por medio de ellos. Urgido por la caridad de Cristo, Pablo proclama el Misterio de la Redencin Pascual, creando comunidades de fe y de amor entre los gentiles, con su palabra y, sobre todo, con su vida. Oigamos a San Juan Crisstomo: Cristo nos ha dejado en la tierra para que seamos faros que iluminen, doctores que enseen, para que cumplamos nuestro deber de levadura, para que nos comportemos como ngeles, como

anunciadores entre los hombres, para que seamos adultos entre los menores, hombres espirituales entre los carnales, a fin de ganarlos; que seamos simientes y demos numerosos frutos. Ni siquiera sera necesario exponer la doctrina si nuestra vida fuese tan radiante, ni sera necesario recurrir a las palabras si nuestras obras dieran tal testimonio. Ya no habra ningn pagano si nos comportramos como verdaderos cristianos ( Homila primera sobre 1 Tim.). Con el Salmo 144 proclamamos: El Seor es clemente y misericordioso...El Seor es bueno con todos.. Juan 13,31-33.34-35: Os doy un mandamiento nuevo: que os amis unos a otros. A criaturas nuevas, redimidas por Cristo, corresponden conductas nuevas, avaladas por el mandamiento nuevo: la caridad evanglica. Comenta San Agustn: Nuestro Seor Jesucristo declara que da a sus discpulos un mandato nuevo de amarse unos a otros (Jn 13,34). No haba sido dado ya este precepto en la antigua ley de Dios (Lev 19,18)? Por qu, pues, el Seor lo llama nuevo cuando conoce su antigedad? Tal vez ser nuevo porque despojndonos del hombre viejo nos ha revestido del hombre nuevo? El hombre que oye, o mejor, el hombre que obedece, se renueva, no por una cosa cualquiera, sino por la caridad, acerca de la cual, para distinguirla del amor carnal, aade el Seor: Como yo os he amado. Este amor nos renueva para ser hombres nuevos, herederos del Nuevo Testamento y cantores del cntico nuevo. Este amor, carsimos hermanos, renov ya entonces a los justos de la antigedad, a los patriarcas y profetas, como renov despus a los Apstoles y es el que tambin ahora renueva a todas las gentes... (Tratado 65,1 sobre el Evangelio de San Juan). Lunes Entrada: Ha resucitado el Buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas y que se dign morir por su grey. Aleluya. Colecta (del Misal anterior, retocada con textos del Veronense, Gelasiano y Gregoriano): Oh Dios!, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo; inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estn firmes en la verdadera alegra. Ofertorio: Que nuestra oracin, Seor, y nuestras ofrendas sean gratas en tu presencia, para que as, purificados por tu gracia, podamos participar ms dignamente en los sacramentos de tu amor. Comunin: La paz os dejo, mi paz os doy. No os la doy como la da el mundo dice el Seor. Aleluya (Jn 14,27). Postcomunin: Dios todopoderoso y eterno, que en la resurreccin de Jesucristo nos has hecho renacer a la vida eterna; haz que los sacramentos pascuales den en nosotros fruto abundante y que el alimento de salvacin que acabamos de recibir fortalezca nuestras vidas. Hechos 14,5-17: Os predicamos la Buena Noticia, para que dejis los dioses falsos y os convirtis al Dios vivo. Tras unas nuevas sediciones provocadas por los judos de Iconio, los dos misioneros, Pablo y Bernab, llegan a Listra, en donde Pablo cura a un enfermo. La multitud los toma por dioses y se aprestan a ofrecerles un sacrificio, de suerte que tienen que protestar con vehemencia y proclamar que no hay ms que un solo Dios. La salvacin de Cristo se nos anuncia y se nos hace realidad en la Eucarista. Tenemos que actualizarla en medio del mundo con el testimonio de nuestra palabra y de nuestra vida. San Beda explica que: As como el hombre cojo, curado por Pedro y Juan en la puerta del Templo prefigura la salvacin de los judos, tambin este tullido licaonio representa a los gentiles, alejados de la religin de la ley y del Templo, pero recogidos ahora por la predicacin del Apstol Pablo (Comentario a los Hechos). Los dos misioneros manifiestan su verdadera obra. No buscan honores para s, sino slo para Dios y para Jesucristo, el Seor, cuya doctrina, obra y vida ellos predican para la salvacin de todos los hombres: predican con su palabra y predican tambin con su conducta.

Los cristianos hemos heredado de Israel el oficio de testimoniar y dar gloria a Dios. Y el primer testimonio es que Cristo ha resucitado y ha sido glorificado. Por eso proclamamos con el Salmo 113: No a nosotros, Seor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria. Por tu bondad, por tu lealtad. Por qu han de decir las naciones: Dnde est tu Dios? Nuestro Dios est en el cielo, lo que quiere lo hace. Sus dolos, en cambio, son plata y oro, hechura de manos humanas. Benditos seis del Seor que hizo el cielo y la tierra. El cielo pertenece al Seor, la tierra se la ha dado a los hombres. Juan 14,21-26: El Parclito, el Espritu Santo, que enviar el Padre en mi nombre, ser quien os lo ensee todo. Jess hace notar los lazos vitales que le unirn con sus discpulos despus de su glorificacin, por la inhabitacin de la Santsima Trinidad en el alma del justo. Con el Espritu Santo nos sentimos confortados en nuestro interior de un modo inefable. San Gregorio Magno habla de la necesaria accin del Espritu Santo en el entendimiento de los cristianos: El Espritu se llama tambin Parclito defensor, porque a quienes se duelen de sus pecados cometidos, al tiempo que les dispone para la esperanza del perdn, libera sus mentes de la afliccin y de la tristeza. Por eso, con razn se hace esta promesa: l os ensear todas las cosas (Jn 14,26). En efecto, si el Espritu no acta en el corazn de los oyentes, resultan intiles las palabras del que ensea. Que nadie, pues, atribuya al hombre que instruye a los dems aquello que desde la boca del maestro llega a la mente del que escucha, pues si el Espritu no acta internamente, en vano trabaja con su lengua aqul que est enseando. Todos vosotros, en efecto, os las palabras del que os habla, pero no todos percibs de igual modo lo que significan (Homila 30,3 sobre los Evangelios). Martes Entrada: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, los que temis, pequeos y grandes, porque ya llega la victoria, el poder y el reino de nuestro Dios y el mando de su Mesas. Aleluya (Apoc 19,5; 12,10). Colecta (compuesta con textos del Gregoriano y del Sacramentario de Brgamo): Seor, t que en la resurreccin de Jesucristo nos has engendrado de nuevo para que renaciramos a una vida eterna, fortifica la fe de tu pueblo y afianza su esperanza, a fin de que nunca dudemos que llegar a realizarse lo que nos tienes prometido. Ofertorio: Recibe, Seor, las ofrendas de tu Iglesia exultante de gozo; y pues en la resurreccin de tu Hijo nos diste motivo de tanta alegra, concdenos participar de este gozo eterno. Comunin: Si hemos muerto con Cristo, creemos que tambin viviremos con l. Aleluya (Rom 6,8). Postcomunin: Mira, Seor, con bondad a tu pueblo, y ya que has querido renovarlo con estos sacramentos de vida eterna, concdele tambin la resurreccin gloriosa. Hechos 14,18-27: Contaron a la comunidad lo que Dios haba hecho por su medio. Unos judos llegados de Antioqua y de Iconio suscitan una persecucin contra Pablo, que parte para Derbe y contina su misin evangelizadora exhortando a todos a perseverar en la fe, no obstante los sufrimientos. Luego regresa a Antioqua, donde expone la obra que haba realizado en su viaje apostlico. Ms que una obra humana es una obra de Dios que ayuda a sus elegidos. Vase el domingo anterior ciclo C). Despus de haber experimentado los beneficios del Seor, tambin nosotros nos alegramos por el fruto obtenido por Pablo y nos unimos a su accin de gracias y a proclamar la gloria del Seor con el Salmo 144: Que todas tus criaturas te den gracias, Seor, que te bendigan tus fieles, que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazaas. Explicando tus hazaas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. Pronuncie mi boca la alabanza del Seor, todo viviente bendiga su santo nombre, por siempre jams.

Juan 14,27-31: Mi paz os doy. Jess promete a los suyos la paz; no la paz del mundo, siempre precaria, sino la suya propia. l se va, pero volver junto a ellos. Esta venida no slo tendr lugar al fin de los tiempos, sino que ya desde ahora empezarn a existir nuevos lazos entre l y los suyos, tras su paso de este mundo al Padre. Dice San Beda: La verdadera, la nica paz de las almas en este mundo consiste en estar llenos del amor de Dios y animados de la esperanza del cielo, hasta el punto de considerar poca cosa los xitos o reveses de este mundo... Se equivoca quien se figura que podr encontrar la paz en el disfrute de los bienes de este mundo y en las riquezas. Las frecuentes turbaciones de aqu abajo y el fin de este mundo deberan convencer a ese hombre de que ha construido sobre arena los fundamentos de su paz (Homila 12 para la Vigilia de Pentecosts). San Columbano comenta tambin estas palabras de Cristo: Os doy mi paz, os dejo mi paz (Jn 14,27). Pero, para qu nos sirve saber que esta paz es buena, si no la cuidamos? Lo que es muy bueno normalmente es muy frgil y los bienes preciosos reclaman mayores cuidados y una vigilancia ms esmerada. Muy frgil es la paz que puede perderse por una palabra inconsiderada o por la menor herida causada a un hermano. En efecto, nada agrada ms a los hombres que hablar fuera de propsito y ocuparse en lo que no les atae, pronunciar vanos discursos y criticar a los ausentes (San Columbano Instruccin 11,1-4). Y tambin San Pedro Crislogo: La paz es madre del amor, vnculo de la concordia e indicio manifiesto de la pureza de nuestra mente; ella alcanza de Dios todo lo que quiere, ya que su peticin es siempre eficaz. Cristo, el Seor, nuestro rey, es quien nos manda conservar esa paz, ya que l ha dicho:La paz os dejo, mi paz os doy, lo que equivale a decir: Os dejo en paz, y quiero encontraros en paz; lo que nos dio al marchar quiere encontrarlo en todos cuando vuelva (Sermn sobre la paz). Mircoles Entrada: Llena estaba mi boca de tu alabanza y de tu gloria todo el da. Te aclamarn mis labios. Aleluya (Sal 70,8.23). Colecta (textos del Gelasiano, del Gregoriano y del Sacramentario de Brgamo): Oh Dios!, que amas la inocencia y la devuelves a quienes la han perdido; atrae hacia ti el corazn de tus fieles, para que siempre vivan a la luz de tu verdad los que han sido librados de las tinieblas del error. Ofertorio: Concdenos, Seor, darte gracias siempre por medio de estos misterios pascuales; y, ya que continan en nosotros la obra de tu redencin, sean tambin fuente de gozo incesante. Comunin: Resucit el Seor e ilumin a quienes habamos sido rescatados con su sangre. Postcomunin: Escucha, Seor, nuestras oraciones, para que este santo intercambio, en el que has querido realizar nuestra redencin, nos sostenga durante la vida presente y nos d las alegras eternas. Hechos 15,1-6: Se decidi que subieran a Jerusaln a consultar a los Apstoles y a los presbteros sobre la controversia. Los gentiles tenan que abrazar la ley judaica antes de convertirse al cristianismo? La solucin tiene que venir del cuerpo responsable de la Iglesia: los Apstoles y ancianos. As naci el primer concilio de la Iglesia. La nota jerrquica de la Iglesia se manifiesta desde sus orgenes. Juan Pablo I, en su alocucin del 3 de septiembre de 1978 cita estas palabras de San Efrn: Nos parece escuchar como dirigidas a Nos, las palabras que, segn San Efrn, Cristo dirigi a Pedro: Simn, mi Apstol, yo te he constituido fundamento de la Santa Iglesia. Yo te he llamado ya desde el principio Pedro, porque t sostendrs todos los edificios; t eres el superintendente de todos los que edificarn la Iglesia sobre la tierra...T eres el manantial de la fuente, de la que emana mi doctrina; t eres la cabeza de mis Apstoles...Yo te he dado las llaves de mi reino. La resurreccin de Jess ha fijado a nuestra vida una meta de esperanza. En Jerusaln est Pedro. All se dirigen Pablo y Bernab para que con los dems apstoles y ancianos determinen lo que se ha de hacer en la cuestin judaizante. Nosotros vamos con ellos y cantamos el Salmo 121: Qu

alegra cuando me dijeron: vamos a la casa del Seor. Ya estn pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusaln. Jerusaln est fundada como ciudad bien compacta. All suben las tribus, las tribus del Seor. Segn la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Seor. En ella estn los tribunales de justicia, en el palacio de David. Todo esto ha pasado a la Iglesia, a su jerarqua, a Pedro, cabeza del Colegio apostlico. Juan 15,1-8: El que permanezca en M ese dar fruto abundante. Comenta San Agustn: Y si el sarmiento da poco fruto, el agricultor lo podar para que lo d ms abundante. Pero, si no permanece unido a la vid, no podr producir de suyo fruto alguno. Y puesto que Cristo no podra ser la Vid si no fuese hombre, no podra comunicar tambin esa virtud a los sarmientos si no fuera tambin Dios. Pero, como nadie puede tener vida sin la gracia, y slo la muerte cae bajo el poder del libre albedro, sigue diciendo: El que no permaneciere en M ser echado fuera, como el sarmiento y se secar, lo cogern y lo arrojarn al fuego para que arda (Jn 15,6). Los sarmientos de la vid son tanto ms despreciables fuera de la vid, cuanto son ms gloriosos unidos a ella, y como dice el Seor por el profeta Ezequiel (15,5), cortados de la vid, son enteramente intiles al agricultor y no sirven para hacer con ellos ninguna obra de arte. El sarmiento ha de estar en uno de estos dos lugares: en la vid o en el fuego; si no est en la vid, estar en el fuego. Permanece, pues, en la vid para librarte del fuego (Tratado 81,3 sobre el Evangelio de San Juan). Jueves Entrada: Cantemos al Seor, sublime es su victoria. Mi fuerza y mi poder es el Seor; l fue mi salvacin. Aleluya (Ex 15,1-2) Colecta (del Gelasiano): Seor Dios Todopoderoso, que, sin mrito alguno de nuestra parte, nos has hecho pasar de la muerte a la vida y de la tristeza al gozo; no pongas fin a tus dones, ni ceses de realizar tus maravillas en nosotros, y concede a quienes ya hemos sido justificados por la fe la fuerza necesaria para perseverar siempre en ella. Ofertorio: Oh Dios!, que por el admirable trueque de este sacrificio nos haces partcipes de tu divinidad; concdenos que nuestra vida sea manifestacin y testimonio de esta verdad que conocemos. Comunin: Cristo muri por todos, para que los que viven ya no vivan para s, sino para el que muri y resucit por ellos. Aleluya (2 Cor 5,15). Postcomunin: Ven, Seor, en ayuda de tu pueblo, y, ya que nos has iniciado en los misterios de tu reino, haz que abandonemos nuestra antigua vida de pecado y vivamos, ya desde ahora, la novedad de la vida eterna. Hechos 15,7-21: A mi parecer no hay que molestar a los gentiles que se convierten. En el concilio de Jerusaln, Pedro y Santiago toman la palabra en favor de los nuevos cristianos en relacin con la ley judaica: libertad plena ante la ley, pero evitar prcticas que resulten demasiado chocantes a los judos. En definitiva: moderacin, caridad y libertad. Nosotros aceptamos la gracia de Cristo, que nos comunica la salvacin y no un precepto legal. Orgenes comenta: Pienso que no pueden explicarse las riquezas de estos inmensos acontecimientos si no es con ayuda del mismo Espritu que fue autor de ellas (Homila sobre el Exodo 4,5). Y San Efrn hace decir a San Pedro: Todo lo que Dios nos ha concedido mediante la fe y la ley, lo ha concedido Cristo a los gentiles mediante la fe y sin la observancia de la ley (Sermn sobre los Hechos 2). Fue un acontecimiento importantsimo en la vida de la Iglesia, que mostr la excelencia, la sublimidad y la eficacia de la obra redentora realizada por Jesucristo. Es admirable cmo aquellos judos tan extremadamente celosos de las prcticas judaicas cambiaron radicalmente ante la obra salvadora de Cristo. Esto, ciertamente, no se explica sin una gracia especialsima del mismo Cristo.

El anuncio de las maravillas que ha hecho Dios tiene una proyeccin universal. Est destinado a todos los pueblos. A todos tiene que llegar ese anuncio. De ah la vocacin misionera del cristiano: contar a todas las naciones las maravillas del Seor. Por eso usamos el Salmo 95 para clamar: Cantad al Seor un cntico nuevo, cantad al Seor toda la tierra; cantad al Seor, bendecid su nombre. Proclamad da tras da su victoria. Contad a los pueblos: El Seor es Rey. l afianz el orbe y no se mover. l gobierna a los pueblos rectamente. Juan 15,9-11: Permaneced en mi amor para que vuestra alegra llegue a plenitud. El lazo de amor que une al Padre con Cristo y sus discpulos es la obediencia a los mandamientos de Cristo, fuente de la perfecta alegra. Comenta San Agustn: Ah tenis la razn de la bondad de nuestras obras. De dnde haba de venir esa bondad a nuestras obras sino de la fe que obra por el amor? Cmo podramos nosotros amar si antes no furamos amados? Ciertamente lo dice este mismo evangelista en su carta: Amemos a Dios porque l nos am primero... Permaneced en mi amor. De qu modo? Escuchad lo que sigue: Si observareis mis preceptos, permaneceris en mi amor. Es el amor el que hace observar los preceptos o es la observancia de los preceptos la que hace el amor? Pero, quin duda de que precede el amor? El que no ama no tiene motivos para observar los preceptos. Luego, al decir: Si guardareis mis preceptos, permaneceris en mi amor, quiere indicar no la causa del amor, sino cmo el amor se manifiesta. Como si dijere: No os imaginis que permanecis en mis amor si no guardis mis preceptos; pero, si los observareis, permaneceris en es decir, se conocer que permanecis en mi amor si guardis mis mandatos a fin de que nadie se engae diciendo que le ama si no guarda sus preceptos, porque en tanto le amamos en cuanto guardamos sus mandamientos (Tratado 82,2-3 sobre el Evangelio de San Juan). Viernes Entrada: Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabidura, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza. Aleluya. Colecta (compuesta con textos del Gregoriano y del Sacramentario de Brgamo): Danos, Seor, una plena vivencia del misterio pascual, para que la alegra que experimentamos en estas fiestas sea siempre nuestra fuerza y nuestra salvacin. Ofertorio: Santifica, Seor, con tu bondad, estos dones, acepta la ofrenda de este sacrificio espiritual y a nosotros transfrmanos en oblacin perenne Comunin: El Crucificado resucit de entre los muertos y nos rescat Postcomunin: Despus de recibir los santos misterios, humildemente te pedimos, Seor, que esta eucarista, celebrada como memorial de tu Hijo, nos haga progresar en el amor. Hechos 15,22-31: Hemos decidido el Espritu Santo y nosotros, no imponeros ms cargas que las indispensables. Decreto final del primer Concilio del cristianismo. Esto abri una amplia perspectiva al desarrollo de la misin apostlica. Se subraya la unin de caridad en la primitiva Iglesia: El Espritu Santo y nosotros. La sagrada Eucarista produce y consagra esa unin y caridad, que es la autntica ley del Espritu y lo verdaderamente indispensable en nuestra vida cristiana. San Agustn expone as que la caridad es madre de la unidad: No estn todos los herejes por toda la tierra, pero hay herejes en toda la superficie de la tierra. Hay una secta en frica, otra hereja en Oriente, otra en Egipto, otra en Mesopotamia. En pases diversos hay diversas herejas, pero todas tienen por madre la soberbia; como nuestra nica Madre Catlica engendr a todos los fieles cristianos repartidos por el mundo. No es extrao, pues, que la soberbia engendre divisin, mientras la caridad es madre de la unidad (Sermn 46, sobre los Pastores). La vocacin de los gentiles es el cumplimiento del universalismo mesinico. Por eso damos gracias a Dios ante todos los pueblo y cantamos para l ante las naciones con el Salmo 56: Mi corazn est firme, Dios mo, mi corazn est firme. Voy a cantar y a tocar. Despierta gloria ma; despertad ctara y arpa, despertar a la aurora. Te dar gracias ante los pueblos, Seor, tocar para

Ti ante las naciones; por tu bondad que es ms grande que los cielos, por tu fidelidad que alcanza a las nubes. Elvate sobre el cielo, Dios mo, y llene la tierra tu gloria. Juan 15,12-17: Esto os mando: que os amis unos a otros. El mandamiento supremo de Cristo consiste en la caridad fraterna, que llega hasta el don de la propia vida en favor de los seres amados. Jess da a conocer a los discpulos elegidos por l mismo todo cuanto conoce del Padre. La revelacin del Padre no es otra cosa que Jesucristo y es revelacin por el amor, para el amor y en el amor. El amor de los discpulos entre s ser el fundamento y la condicin de la permanencia gozosa en ellos de Jess, despus de su partida de este mundo. San Juan Crisstomo dice: El amor que tiene por motivo a Cristo es firme, inquebrantable e indestructible. Nada, ni las calumnias, ni los peligros, ni la muerte, ni cosa semejante ser capaz de arrancarlo del alma. Quien as ama, aun cuando tenga que sufrir cuanto se quiera, no dejar nunca de amar si mira el motivo por el que ama. El que ama por ser amado terminar con su amor apenas sufra algo desagradable..., pero quien est unido a Cristo jams se apartar de ese amor (Homila sobre San Mateo 60). Y San Bernardo afirma: El amor basta por s solo y por causa de s. Su premio y su mrito se identifican con l mismo. El amor no requiere otro motivo fuera de l mismo, ni tampoco ningn provecho; su fruto consiste en su misma prctica. Amo porque amo, amo para amar. Gran cosa es el amor, con tal que se recurra a su principio y origen, con tal que vuelva el amor a su fuente y sea una continua emanacin de la misma (Sermn 83).

Sbado Entrada: Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo y habis resucitado con l, porque habis credo en la fuerza de Dios que lo resucit. Aleluya (Col 2,12). Colecta (compuesta con textos del Gelasiano y del Gregoriano): Seor, Dios Todopoderoso, que por las aguas del bautismo nos has engendrado a la vida eterna; ya que has querido hacernos capaces de la vida inmortal, no nos niegues ahora tu ayuda para conseguir los bienes eternos. Ofertorio: Acoge, Seor, con bondad las ofrendas de tu pueblo, para que, bajo tu proteccin, no pierda ninguno de tus bienes y descubra los que permanecen para siempre. Comunin: Padre, por ellos ruego, para que todos sean uno en nosotros, y as crea el mundo que t me has enviado dice el Seor. Postcomunin: Dios todopoderoso, no ceses de proteger con amor a los que has salvado, para que as, quienes hemos sido redimidos por la pasin de tu Hijo, podamos alegrarnos en su resurreccin. Hechos 16,1-10: En aquellos das Pablo fue a Derbe y luego a Listra. San Pablo prosigue su obra misionera. Su afn es que todos los hombres conozcan a Cristo, crean en l y se salven. No hay impedimentos. El se desvive por proclamar el mensaje evanglico a todos. San Juan Crisstomo dice que todos los cristianos han de participar en la evangelizacin de los no creyentes: No puedes decir que te es imposible atraer a los dems. Si eres verdadero cristiano, es imposible que esto suceda. Si es cierto que no hay contradiccin en la naturaleza, es tambin verdad lo que nosotros afirmamos, pues esto se desprende de la misma naturaleza del cristiano. Si afirmas que un cristiano no puede ser til, deshonras a Dios y lo calificas de mendaz. Le resulta ms fcil a la luz convertirse en tinieblas que al cristiano no irradiar. No declares nunca una cosa imposible, cuando es precisamente lo contrario lo que es imposible (Homila 20 sobre los Hechos). A esto hay que aadir que San Pablo no halagaba, sino que presentaba el mensaje de Cristo en toda su exactitud, centrado en la Cruz. Todas las verdades y todos los preceptos de Cristo incluso los ms exigentes fueron materia de su predicacin. Lo muestran sus Cartas. No quiere saber otra

cosa que a Cristo y a Cristo Crucificado, escndalo para unos e insensatez para otros (Comentario a los Hechos 5,7). Los viajes apostlicos de San Pablo son una expresin prctica del deseo del autor del Salmo 99: Que toda la tierra aclame al Seor. Tambin nosotros, con los mismos sentimientos del santo Apstol, empleamos las mismas palabras del salmista y decimos: Aclamad al Seor, tierra entera, servid al Seor con alegra, entrad en su presencia con vtores. Sabed que el Seor es Dios; que l nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebao. El Seor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades. Juan 15,18-21: No sois del mundo, sino que yo os he escogido sacndoos del mundo. La suerte de los discpulos de Cristo en este mundo no ser mejor que la de su Maestro: ellos tambin, como Cristo, sern odiados y perseguidos por los hombres. Comenta San Agustn: Si queris saber cmo se ama a s mismo el mundo de perdicin que odia al mundo de redencin, os dir que se ama con un amor falso, no verdadero. Y si se ama con amor falso, en realidad se odia: porque quien ama la maldad tiene odio a su propia alma... Pero se dice que se ama porque ama la iniquidad que le hace inicuo; y se dice que a la vez se odia, porque ama lo que es perjudicial. En s mismo odia la naturaleza y ama el vicio; ama lo que en l hizo su propia voluntad. Por lo cual se nos manda y se nos prohibe amarlo. Se nos prohibe cuando dice: No amis el mundo; y se nos manda en aquellas palabras: Amad a vuestros enemigos. Se nos prohibe, pues, amar en l lo que l en s mismo odia, esto es, la hechura de Dios y los mltiples consuelos de su bondad. Se nos prohibe amar sus vicios y se nos manda amar su naturaleza, ya que l ama sus vicios y odia su naturaleza. A fin de que nosotros lo amemos y odiemos con rectitud, ya que l se ama y se odia con perversidad (Tratado 87,4 sobre el Evangelio de San Juan). 6 Semana de Pascua Domingo Entrada: Con gritos de jbilo, anunciadlo y proclamadlo; publicadlo hasta el confn de la tierra. Decid: El Seor ha redimido a su pueblo. Aleluya (Is 48,20). Colecta (compuesta con textos del Veronense y del Gelasiano): Concdenos, Dios todopoderoso, continuar celebrando con fervor estos das de alegra en honor de Cristo resucitado; y que los misterios que estamos recordando transformen nuestra vida y se manifiesten en nuestras obras. Ofertorio (textos del Veronense y del Sacramentario de Brgamo): Que nuestra oracin, Seor, y nuestras ofrendas sean gratas en tu presencia, para que as, purificados por tu gracia, podamos participar ms dignamente en los sacramentos de tu amor. Comunin: Si me amis, guardaris mis mandamientos dice el Seor. Yo le pedir al Padre que os d otro Defensor, que est siempre con vosotros (Jn 14,15-16). Postcomunin (del Gelasiano): Dios todopoderoso y eterno, que en la resurreccin de Jesucristo nos has hecho renacer a la vida eterna; haz que los sacramentos pascuales den en nosotros fruto abundante y que el alimento de salvacin que acabamos de recibir fortalezca nuestras vidas. Ciclo A La gran promesa que nos hizo Cristo fue el envo del Espritu Santo, tercera persona de la Santsima Trinidad, don del Padre a los que por la fe y el amor se entregan a Cristo. Es tambin el Espritu de Verdad, fuente de vida y de santidad para toda la Iglesia. Hechos 8,5-8.14-17: Les imponan las manos y reciban el Espritu Santo. La jerarqua eclesial es el rgano sacramental que nos garantiza la donacin y la presencia del Espritu Santo en la vida de la Iglesia. San Basilio afirma: Hacia el Espritu Santo dirigen su mirada todos los que sienten necesidad de santificacin, hacia l tiende el deseo de todos los que llevan una vida virtuosa y su soplo es para ellos una manga de riego que los ayuda en la consecucin de su fin propio. Fuente de santificacin, Luz de nuestra inteligencia, l es quien da, de S mismo, una especie de claridad a nuestra razn natural para que

conozca la verdad. Inaccesible por naturaleza, se hace accesible por su bondad; todo lo dirige con su poder, pero se comunica solamente a los que son dignos de ellos, y no a todos en la misma medida, sino que distribuye sus dones en proporcin a la fe de cada uno. (Sobre el Espritu Santo 9,22-23). Con el Salmo 65 proclamamos llenos de gozo: Aclamad al Seor, tierra entera, tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria... 1 Pedro 3,15-18: Muri en la carne, pero volvi a la vida por el Espritu. El don del Espritu Santo no es sino el mismo Espritu de Cristo (ROM 8,9), que a l lo glorific en su Resurreccin y a nosotros nos santifica y nos injerta en su Cuerpo mstico. Toda nuestra vida ha de ser un himno de alabanza y de accin de gracias a Cristo, que nos otorga tantos bienes materiales y espirituales. Casiano dice: Debemos expresarle nuestro agradecimiento, porque nos inspira secretamente la compuncin de nuestras faltas y negligencias; porque se digna visitarnos con castigos saludables; por atraernos muchas veces, a pesar nuestro, al buen camino; por dirigir nuestro albedro, a fin de que podamos cosechar mejores frutos, aunque nuestra tendencia hacia el mal sea tan acusada. Porque se digna, en fin, orientar esa tendencia y cambiarla, merced a saludables sugestiones, hacia la senda de la virtud (Instituciones 12,18). Juan 14,15-21: Yo le pedir al Padre que os d otro defensor. Oigamos a San Basilio: Se le llama Espritu porque Dios es Espritu (Jn 4, 24), y Cristo Seor es el espritu de nuestro rostro (Alm. 4,20). Le llamamos santo como el Padre es santo y santo el Hijo. La criatura recibe la santificacin de otro, mas para el Espritu la santidad es elemento esencial de su naturaleza. l no es santificado, sino santificante. Lo llamamos bueno como el Padre es bueno y bueno aquel que ha nacido del Padre bueno; tiene la bondad por esencia. l es, sin embargo, el Seor Dios, porque es verdad y justicia y no sabr desviarse ni doblegarse, en razn de la inmutabilidad de su naturaleza. Es llamado Parclito como el Unignito, segn la palabra de ste: Yo rogar al Padre y l os enviar otro Parclito (Jn 14,16). As, los nombres que se refieren al Padre y al Hijo son comunes al Espritu, que recibe otras apelaciones diversas en razn de su identidad de naturaleza con el Padre y el Hijo, de dnde le vendra si no, su identidad?... Cules son sus operaciones? De una grandeza insuperable, una multitud innumerable... (Tratado del Espritu Santo 19). Ciclo B La Iglesia, a travs de su liturgia, trata de abrirnos y hacernos dciles a la accin interior del Espritu Santo, subrayndonos la necesidad que tenemos de l para vivir con autenticidad nuestra condicin de miembros de Cristo y de su Iglesia. San Pablo nos recuerda que la grandeza del cristiano arranca del amor de Dios, que nos eligi para derramar sobre nosotros su amor mediante el don del Espritu Santo. Hechos 10,25-26.34-35.44-48: El don del Espritu Santo se derramar tambin sobre los gentiles. La accin santificadora del Espritu Santo es la que da universalidad a la misin de la Iglesia, como sacramento de salvacin para todos los hombres. Fue un caso importantsimo el hecho de la recepcin en la Iglesia de Cornelio, oficial romano. Una intervencin especialsima del Espritu Santo que acta en la Iglesia, como el mismo Cristo lo haba profetizado. Oigamos a San Jernimo: Verdaderamente se ha cumplido en vosotros la palabra apostlica y proftica: Su sonido lleg a la tierra entera, y a los confines del orbe su palabra (Sal 18,5). Porque, quin pudiera creer que la lengua brbara de los godos buscara la verdad hebraica y, mientras los griegos dormitan y hasta contienden entre s, la Germania misma escudria los orculos del Espritu Santo? La mano poco ha callosa de empuar la espada y los dedos hechos a tirar del arco se reblandecen para el estilo y la pluma, y los pechos belicosos se vuelven a la mansedumbre cristiana. En verdad me doy cuenta de que Dios no hace acepcin de personas, sino que cualquier nacin que teme a Dios y obra la justicia le es acepta (Hch 10,34-35) (Carta 106 a Sumnia y Fretela sobre el Salterio).

Con el Salmo 17 proclamamos: Cantad al Seor un cntico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, revela a las naciones su justicia, se acord de su misericordia y de su fidelidad en favor de la casa de Israel de la Iglesia, de las almas. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Seor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad. 1 Juan 4,7-10: Dios es amor. La caridad de Dios ha sido derramada sobre nosotros por el Espritu Santo que se nos ha dado (Rom 5,5). Se es cristiano en la medida en que se responde al amor de Dios y a su mandato de caridad. San Agustn repite que Dios es Amor: Aunque nada ms se dijese en alabanza del amor en todas las pginas de esta Carta; aunque nada ms se dijera en todas las pginas de las Sagradas Escrituras y nicamente oyramos por boca del Espritu Santo: Dios es Amor, nada ms deberamos buscar (Comentario a la Primera Carta de San Juan 7,5). La fuente de todas las gracias es el amor que Dios nos tiene y que nos ha revelado, no exclusivamente con las palabras, sino tambin con los hechos. El amor divino hace que la segunda persona de la Santsima Trinidad, el Verbo, el Hijo de Dios Padre, tome nuestra carne, es decir, nuestra condicin humana, menos el pecado,. Y el Verbo, La Palabra de Dios es la Palabra de la que procede el Amor (De Trinitate 9, 10). San Gregorio de Nisa dice a este respecto: ...Con tales flores aquel Artfice de los hombres adorn nuestra naturaleza a su propia imagen. Y si se desea seguir encontrando otras, con las que se expresa la divina belleza, te dars cuenta de que, en nuestra imagen, se ha conseguido cuidadosamente la semejanza. En la naturaleza divina est el pensamiento y la palabra. Est dicho en la Sagrada Escritura que en el principio exista la Palabra (Jn 1,1). Tambin los posee el hombre. En ti mismo ves que tienes palabra y mente inteligente, verdadera imagen de aquella inteligencia y palabra. Dios es tambin caridad y fuente del amor mutuo. As lo dice el apstol San Juan: El amor viene de que Dios es amor (1 Jn 4,7-8). Tambin el Creador de todas las cosas imprimi esta nota en nuestro rostro, pues dice: En esto conocern de que sois mis discpulos, en que os tenis amor los unos a los otros (Jn 13,35). Por tanto, si este amor mutuo falta en nosotros, todas las notas de nuestra imagen se han alterado (Tratado sobre la obra del hombre 5), Juan 15,9-17: Nadie tiene amor ms grande que el que da la vida por sus amigos. La misin que Cristo transfiere a su Iglesia es, fundamentalmente, misin de amor salvfico. Como el Padre me ha amado, as os he amado yo. Permaneced en mi Amor (Jn 15,9). Por ello, el misterio del amor del Corazn de Jesucristo ser siempre el centro de la Iglesia. Vase el Evangelio del viernes de la quinta semana de Pascua. Ciclo C La Iglesia es prolongacin misteriosa viva y operante del mismo Cristo. Por la Iglesia, la presencia de Cristo resucitado actuar entre nosotros hasta el final de los tiempos. Hechos 15,1-2.22-29. Vase la primera lectura del viernes de la quinta semana de Pascua. Apocalipsis 21,10-14.22-23: Me ense la ciudad santa que bajaba del cielo. Al Espritu de Dios, inhabitando en las almas, se debe el que sean los propios creyentes quienes hacen de la Iglesia entera un templo vivo de Dios. Juan 14,10-14 y 22-23: El Espritu Santo os ir recordando todo lo que os he dicho. La accin ntima del Espritu de Cristo es la que mantiene la fe autntica de los creyentes y les ensea a vivir la realidad santificadora del misterio de Cristo. Vase el Evangelio del lunes y martes de la quinta semana de Pascua. San Mximo el Confesor dice: Por tanto el que no ama al prjimo, no guarda su mandamiento. Y el que no guarda su mandamiento, no puede amar a Dios... El que ha llegado a alcanzar en s la caridad divina, no se cansa ni decae en el seguimiento del Seor, su Dios, segn dice el profeta Jeremas, sino que soporta con fortaleza de nimo todas las fatigas, oprobios e injusticias, sin desear mal a nadie... El fruto de la caridad consiste en la beneficencia sincera y de corazn para con el prjimo, en la

liberalidad y la paciencia, y tambin en el recto uso de las cosas (Centuria de la Caridad 1,1617.28.40). Lunes Entrada: Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere ms; la muerte ya no tiene dominio sobre l (Rom 6, 9). Colecta (textos del Gelasiano y del Sacramentario de Brgamo): Te pedimos, Seor de misericordia, que los dones recibidos en esta Pascua den fruto abundante en toda nuestra vida. Ofertorio: Recibe, Seor, las ofrendas de tu Iglesia exultante de gozo, y pues en la resurreccin de tu Hijo nos diste motivo de tanta alegra, concdenos participar de este gozo eterno. Comunin: Entr Jess, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Aleluya (Jn 20,19). Postcomunin: Mira, Seor, con bondad a tu pueblo, y ya que has querido renovarlo con estos sacramentos de vida eterna, concdele tambin la resurreccin gloriosa Hechos 16,11-15: El Seor abri el corazn de Lidia, para que aceptara lo que deca Pablo. La misin en Europa comienza por una conversin. Pablo predica, pero es Dios quien abre el corazn de Lidia y la conduce a la fe y al bautismo. La hospitalidad de Lidia no es mera cortesa oriental, sino una autntica manifestacin de caridad cristiana, como verdadero fruto de la fe. Esta fe que profesamos y renovamos en la celebracin eucarstica tiene que fructificar en una vid de autntica unin. Comenta S. Juan Crisstomo: Qu sabidura la de Lidia! Con qu humildad y dulzura habla a los apstoles: Si juzgis que soy fiel al Seor! Nada ms eficaz para persuadirlos que estas palabras hubiesen ablandado cualquier corazn. Ms que suplicar y comprometer a los apstoles, para que vayan a su casa, les obliga con insistencia. Ved cmo en ella la fe produce sus frutos y cmo su vocacin le parece un bien inapreciable (Homila 35 sobre los Hechos). Y dice tambin el mismo Santo Doctor: Nada puede hacerte tan imitador de Cristo como la preocupacin por los dems. Aunque ayunes, aunque duermas en el suelo, aunque -por decirlo as- te mates, si no te preocupas del prjimo poca cosa hiciste, an distas mucho de su imagen (Homila sobre la primera Carta a los Corintios). El contenido del anuncio cristiano, para el que Dios abre el corazn del hombre, es la victoria de Jesucristo sobre sus enemigos, especialmente sobre la muerte. Por eso nos alegramos con el Seor y le cantamos con el Salmo 149: Cantad al Seor un cntico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles, que se alegre Israel por Creador, los hijos de Sin por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y ctaras, porque el Seor ama a su pueblo, y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas con vtores a Dios en la boca. Juan 15,26-16.4: El Espritu de la verdad dar testimonio de M. Los discpulos se vern asistidos en medio de la persecuciones por el Parclito, el Defensor, el Espritu de la Verdad, que les enviar Cristo desde el Padre. Las persecuciones son una continuacin del proceso judicial del mundo que conden a Jess y le seguir condenando en los suyos. Pero el Espritu Santo est en su Iglesia y con l nada pueden temer. Pasan los perseguidores, y Cristo permanece ayer, hoy y siempre. San Agustn exclama: Seor y Dios mo; en ti creo, Padre, Hijo y Espritu Santo. No dira la Verdad: Id, bautizad a todas las gentes en el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo(Mt 28,19), si no fuera Trinidad. Y no mandaras a tus siervos bautizar, mi Dios y Seor, en el nombre de quien no es Dios y Seor. Y si vos, Seor, no fuerais al mismo tiempo Trinidad y un solo Dios y Seor, no dira la palabra divina: Escucha, Israel: El Seor tu Dios, es un Dios nico (Dt 6,4). Y si t mismo no fueras Dios Padre y fueras tambin Hijo, y Espritu Santo, no leeramos en las Escrituras cannicas: Envi Dios a su Hijo (Gl 4,4); y t, oh Unignito!, no diras del Espritu Santo: que el Padre enviar en mi nombre (Jn 14,26) y que yo os enviar de parte del Padre (Jn 15, 26)...

Cuando arribemos a tu presencia, cesarn estas muchas cosas que ahora hablamos sin entenderlas, y t permanecers todo en todos, y entonces modularemos un cntico eterno alabndote a un tiempo unidos todos a ti. Seor, Dios uno y Dios Trinidad, cuanto con tu auxilio queda dicho en estos mis libros, conzcanlo los tuyos; si algo hay en ellos de mi cosecha, perdname t, Seor, y perdnenme los tuyos. As sea (Tratado sobre la Stma. Trinidad 15,18,51) Martes Entrada: Con alegra y regocijo demos gloria a Dios, porque el Seor ha establecido su reinado. Aleluya (Ap 19, 7.6). Colecta (del Gelasiano): Que tu pueblo, Seor, exulte siempre al verse renovado y rejuvenecido en el espritu; y que la alegra de haber recobrado la adopcin filial afiance su esperanza de resucitar gloriosamente. Ofertorio: Concdenos, Seor, darte gracias siempre por medio de estos misterios pascuales; y ya que continan en nosotros la obra de tu redencin, sean tambin fuente de gozo incesante. Comunin: Cristo tena que padecer y resucitar de entre los muertos, para entrar en su gloria. Aleluya. (cf. Lc 24,46.26). Postcomunin: Escucha, Seor, nuestras oraciones, para que este santo intercambio, en el que has querido realizar nuestra redencin, nos sostenga durante la vida presente y nos d las alegras eternas. Hechos 16,22-34: Cree en el Seor Jess y te salvars t y tu familia. Pablo y Silas, vctimas de un tumulto, son aprisionados y ms tarde liberados de modo milagroso. El carcelero, desesperado, es salvado por Pablo y Silas: abraza la fe en el Seor Jess y recibe el bautismo junto con toda su familia. La experiencia salvfica es fuente de gozo y de alegra familiar celebrada en torno a la mesa; as tambin la salvacin experimentada en la celebracin eucarstica tiene que manifestarse en una vida personal alegre y que esa alegra sea irradiada alrededor. Comenta San Juan Crisstomo: Ved al carcelero venerar a los Apstoles. Les abri su corazn, al ver las puertas de la prisin abiertas. Les alumbra con su antorcha, pero es otra la luz que ilumina su alma... Despus les lav las heridas y su alma fue purificada de las inmundicias del pecado. Al ofrecerles un alimento, recibe a cambio el alimento celeste... Su docilidad prueba que crey sinceramente que todas las faltas le haban sido perdonadas (Homila sobre los Hechos, 36). Justo es que demos gracias a Dios por la salvacin recibida. Salvacin corporal de los apstoles; salvacin espiritual del carcelero y en su familia. Tambin nosotros somos salvados. Y los hacemos con el Salmo 137: Te doy gracias, Seor, de todo corazn; delante de los ngeles taer para Ti. Me postrar hacia tu santuario. Dar gracias a tu nombre: Por tu misericordia y lealtad, porque tu promesa supera a tu fama. Cuando te invoqu me escuchaste; acreciste el valor en mi alma. El Seor completar sus favores conmigo: Seor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. Juan 16,5-11: Si no me voy no vendr a vosotros el Parclito. La marcha de Jess provoca la tristeza de sus discpulos. Mas es necesario que venga el Parclito, el Defensor, el Espritu de la Verdad y les ayude en sus tareas apostlicas. As lo explica San Agustn: Vea la tormenta que aquellas palabras suyas iban a levantar en sus corazones, porque, careciendo an del espiritual consuelo del Espritu Santo, tenan miedo a perder la presencia corporal de Cristo y, como saban que Cristo deca la verdad, no podan dudar de que le perderan, y por eso se entristecan sus afectos humanos al verse privados de su presencia carnal. Bien conoca l lo que les era ms conveniente, porque era mucho mejor la visin interior con la que les haba de consolar el Espritu Santo, no trayendo un cuerpo visible a los ojos humanos, sino infundindose l mismo en el pecho de los creyentes... Os conviene que esta forma de sierpe se separe de vosotros: como Verbo hecho carne, vivo entre vosotros, pero no quiero que continuis amndome con un amor carnal... Si no os quitare los tiernos

manjares con que os he alimentado no apeteceris los slidos... No podis tener el Espritu de Cristo mientras persistis en conocer a Cristo segn la carne... Despus de la partida de Cristo, no solamente el Espritu Santo, sino tambin el Padre y el Hijo estuvieron en ellos espiritualmente... (Tratado 94, 4 sobre el Evangelio de San Juan). Mircoles Entrada: Te dar gracias entre las naciones, Seor; contar tu fama a mis hermanos. Aleluya (Sal 17,50). Colecta (del Gelasiano): Escucha, Seor, nuestra oracin y concdenos que, as como celebramos en la fe la gloriosa resurreccin de Jesucristo, as tambin, cuando l vuelva con todos sus santos, podamos alegrarnos con su victoria. Ofertorio: Oh Dios, que por el admirable trueque de este sacrificio nos haces partcipes de tu divinidad; concdenos que nuestra vida sea manifestacin y testimonio de esta verdad que conocemos. Comunin: Soy yo quien os he elegido del mundo dice el Seor y os he destinado para que vayis y deis fruto, y vuestro fruto dure. Aleluya (cf. Jn 15,16-17). Postcomunin: Ven, Seor, en ayuda de tu pueblo, y, ya que nos has iniciado en los misterios de tu reino, haz que abandonemos nuestra antigua vida de pecado y vivamos, ya desde ahora, la novedad de la vida eterna. Hechos 17,15.22-18,1: Eso que veneris sin conocerlo, os lo anuncio yo. En Atenas, Pablo expone en el arepago un sermn preparado con esmero, sobre el conocimiento del verdadero Dios. Pero, cuando al final aborda el tema del juicio y de la resurreccin de Cristo, los oyentes, imbuidos por la mentalidad ambiental, inaccesible a semejantes doctrinas, se apartan de l con burlas. En nuestro mundo secularizado este suceso es de gran importancia. Hay necesidad de una seria conversin, y para ello hemos de hacer prevalecer lo sagrado con la celebracin eucarstica. San Pablo debi quedar muy abatido tras su actuacin en Atenas. Por eso escribi a los Corintios: Me he presentado a vosotros dbil y con temor y mucho temblor, y mi mensaje y mi predicacin, no se han basado en palabras persuasivas de sabidura, sino en la manifestacin del Espritu y del poder (1 Cor 2,3-4). Dios cre todas las cosas y en ellas dej sus huellas. Nosotros lo reconocemos y por eso invitamos a toda la creacin a una alabanza agradecida y lo hacemos con el Salmo 148: Alabad al Seor en el cielo, alabad al Seor en lo alto, alabadlo todos sus ngeles, alabadlo, todos sus ejrcitos. Reyes y pueblos del orbe, prncipes y jefes del mundo, los jvenes y tambin las doncellas, los viejos junto con los nios. Alaben el nombre del Seor, el nico nombre sublime. Su majestad sobre el cielo y la tierra. l aumenta el vigor de su pueblo. Alabanza de todos sus fieles, de Israel, su pueblo escogido. Taciano dice as: La obra que por amor mo fue hecha por Dios no la quiero adorar. El sol y la luna hechos por causa nuestra; luego, cmo voy a adorar a los que estn a mi servicio? Y cmo voy a declarar por dioses a la lea y a las piedras? Porque al mismo espritu que penetra la materia, siendo como es inferior al espritu divino, y asimilado como est a la materia, no se le debe honrar a par del Dios perfecto. Tampoco debemos pretender ganar por regalos al Dios que no tiene nombre; pues el que de nada necesita, no debe ser por nosotros rebajado a la condicin de un menesteroso (Discurso contra los griegos 4). Juan 16,12-15: El Espritu de la Verdad guiar hasta la Verdad plena. Jess pone de relieve una de las funciones del Espritu Santo: guiar a los discpulos hasta la Verdad plena, completando sus enseanzas y dndoles a conocer las realidades futuras. Comenta San Agustn: El Espritu Santo, que el Seor prometi enviar a sus discpulos para que les ensease toda la Verdad, que ellos no podan soportar en el momento en que les hablaba del cual dice el Apstol que hemos recibido ahora en prenda, para darnos a entender que su plenitud nos est reservada para la otra vida ese mismo Espritu ensea ahora a los fieles todas las cosas espirituales de que cada

uno es capaz. Mas tambin enciende en sus pechos un deseo ms vivo de crecer en aquella caridad que les hace amar lo conocido y desear lo que no conocen, pensando que aun las cosas que conocen en esta vida no las conocen como se han de conocer en la otra vida, que ni el ojo vio, ni el odo oy, ni el corazn pudo imaginar (Tratado 97,1 sobre el Evangelio de San Juan). Jueves Entrada: Oh Dios, cuando salas al frente de tu pueblo, y acampabas con ellos y llevabas sus cargas, la tierra tembl, el cielo destil. Aleluya (Sal 67,8-9.20). Colecta (procedente del Misal Gtico): Oh Dios, que nos haces partcipes de la redencin, concdenos vivir siempre la alegra de la resurreccin de su Hijo. Ofertorio: Que nuestra oracin, Seor, y nuestras ofrendas sean gratas en tu presencia, para que as, purificados por tu gracia, podamos participar ms dignamente en los sacramentos de tu amor. Comunin: Sabed que yo estoy con vosotros todos los das, hasta el fin del mundo. Aleluya (Mt 28,20) Postcomunin: Dios todopoderoso y eterno, que en la resurreccin de Jesucristo nos has hecho renacer a la vida eterna, haz que los sacramentos pascuales den en nosotros fruto abundante, y que el alimento de salvacin que acabamos de recibir fortalezca nuestras vidas. Hechos 18,1-8: Se qued a trabajar en su casa. Todos los das discuta en la sinagoga. Despus de Atenas, Pablo march a Corinto y en casa de Aquila trabajaba como tejedor de lona para mantenerse. Misionaba en la sinagoga, pero los judos no lo podan aguantar y decidi evangelizar a los gentiles. La cruz es el signo de los misioneros apostlicos. Dice San Cirilo de Jerusaln: No nos avergoncemos de la cruz del Salvador, antes bien glorimonos en ella, porque el mensaje de la cruz es escndalo para los judos, necedad para los gentiles; mas para nosotros, salvacin. Y, ciertamente, para aquellos que estn en vas de perdicin es necedad; mas para nosotros, que estamos en el camino de la salvacin, es fuerza de Dios. Porque el que mora por nosotros no era un hombre cualquiera, sino el Hijo de Dios hecho hombre... Si alguno no cree en la virtud de Cristo crucificado, pregunte a los demonios, y si no le convencen las palabras, que mire a los hechos. Muchos han sido los crucificados en el mundo, pero a ninguno de ellos temen los demonios; en cambio, solamente con ver la Cruz de nuestro Salvador, los demonios se echan a temblar; porque aqullos murieron por sus propios pecados, mas l, por los de los dems (Catequesis 13). Con el Salmo 97 cantamos al Seor que revela a las naciones su victoria, como hemos visto en la lectura anterior. Tambin nosotros nos alegramos con esa victoria y decimos: Cantad al Seor un cntico nuevo, porque ha hecho maravillas; su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Seor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia; se acord de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Seor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. Juan 16,16-20: Estis tristes, pero vuestra tristeza se convertir en alegra. Comenta San Agustn: Para los discpulos era esto oscuro entonces, y despus qued aclarado; para nosotros es ya cosa clara: despus de algn tiempo padeci y dejaron de verle; despus de otro poco de tiempo resucit y le vieron de nuevo... El mundo se alegrar, pero vosotros os contristaris: esto puede tomarse en el sentido de que los discpulos se contristaron por la muerte del Seor e inmediatamente se alegraron con su resurreccin; el mundo en cambio, bajo cuyo nombre quiso significar a sus enemigos que le crucificaron, se goz de la muerte de Jesucristo precisamente cuando los discpulos se contristaron. Por mundo puede entenderse la malicia de este mundo, o sea, los amigos de este mundo, segn dice el Apstol Santiago: El que quiera ser amigo de este siglo, se hace enemigo de Dios (4,4), por cuya enemistad no perdon ni a su Hijo unignito (Tratado 101,1-2, sobre el Evangelio de San Juan). Viernes

Entrada: Con tu Sangre, Seor, has comprado para Dios hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nacin; has hecho de ellos una dinasta sacerdotal que sirva a Dios. Aleluya (Ap 5,9-10). Colecta (del Gelasiano): Escucha Seor nuestras splicas, para que la predicacin del Evangelio extienda por todo el mundo la prometida salvacin de tu Hijo y todos los hombres alcancen la adopcin filial que l anunci dando testimonio de la verdad. Ofertorio: Acoge, Seor, con bondad las ofrendas de tu pueblo, para que, bajo tu proteccin, conserve los dones pascuales y alcance la felicidad eterna. Comunin: Cristo nuestro Seor fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificacin. Aleluya Postcomunin: Dios todopoderoso, no ceses de proteger con amor a los que has salvado, para que as, quienes hemos sido redimidos por la muerte de tu Hijo, podamos alegrarnos en su resurreccin. Hechos 18,9-18: Muchos de esta ciudad son pueblo mo. La comunidad de Corinto iba a jugar una misin importante en la vida de San Pablo y toda la Iglesia primitiva. No es de extraar que ya desde el principio se vean all signos de la intervencin divina especial. San Pablo experimenta la proteccin especial de Dios, que le permitir un largo trabajo de consolidacin de la comunidad. El Seor est con nosotros en la celebracin eucarstica. All nos congregamos como pueblo escogido por Dios y se confirma nuestra vocacin de testimonio proftico. El Apstol es eficaz con su palabra. Haba odo del Seor: No temas, sigue hablando y no te calles. Oigamos a San Juan Crisstomo: Mas en la cura de alma no hay que pensar en nada de eso medios violentos; aparte del ejemplo, no se da otro medio ni camino de salvacin sino la enseanza por la palabra. Este es el instrumento, ste es el alimento, ste el mejor temple del aire. La palabra hace veces de medicina, ella es nuestro fuego. Lo mismo si hay que quemar que si hay que cortar, de la palabra tenemos que echar mano. Si este remedio nos falla, todos los dems son intiles. Con la palabra levantamos al alma cada y desinflamos a la hinchada, y cortamos lo superfluo, y suplimos lo defectuoso, y realizamos, en fin, toda otra operacin conveniente para la salud de las almas (Sobre el sacerdocio 4,3). Con el Salmo 46 cantamos al Seor que es el Rey del mundo. Por eso invitamos con el salmista a todos los pueblos a alabar al Seor, a batir palmas, a que lo aclamen con gritos de jbilo. Porque el Seor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. l nos somete los pueblos y nos sojuzga las naciones; l nos escogi por heredad suya: gloria de Jacob su amado. Juan 16,20-23: Se alegrar vuestro corazn y nadie os quitar vuestra alegra. El tema del gozo pascual es normal en las lecturas de estos das. Hay tristezas que desembocan en la alegra, que son necesarias, y que estn en proporcin con el grado de alegra subsiguiente. Este es el caso. Pero aqu la alegra, el gozo, no encontrar ms motivos para oscurecerse. Y con el gozo, la visin clara, en la fe, del plan y de la persona de Jess, que har innecesarias las preguntas, llenas de incomprensin, hasta ahora frecuentes en los discpulos. Es ya la plenitud de la fe indestructible de que Jess ha vencido. En l todo lo tenemos. Por lo tanto no tenemos razn para la tristeza, sino para una gran alegra en el Seor. As dice San Gregorio Nacianceno: Vengamos a ser como Cristo, ya que Cristo es como nosotros. Lleguemos a ser dioses por l, ya que l es hombre por nosotros. l ha tomado lo que es inferior para darnos lo que es superior. Se ha hecho pobre, para que su pobreza nos enriquezca (2 Cor 8,9); ha tomado forma de esclavo (Flp 2,7) para que nosotros recobremos la libertad (Rom 8,21); se ha bajado para alzarnos a nosotros; acept la tentacin para hacernos vencedores; ha sido deshonrado para glorificarnos; muri para salvarnos y subi al cielo para unirnos a su squito, a nosotros, que estbamos derribados a causa del pecado (Sermones 1,5). Sbado

Entrada: Pueblo adquirido por Dios, proclamad las hazaas del que os llam a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Aleluya (1 Pe 2,9). Colecta (del Gelasiano, Gregoriano y Sacramentario de Brgamo): Mueve, Seor nuestros corazones para que fructifiquen en buenas obras y, al tender siempre hacia lo mejor, concdenos vivir plenamente el misterio pascual. Ofertorio: Santifica, Seor, estos dones, acepta la ofrenda de este sacrificio espiritual y a nosotros transfrmanos en oblacin perenne. Comunin: Padre, ste es mi deseo: que los que me confiaste estn conmigo donde yo estoy y contemplen la gloria que me has dado (Jn 17,24). Postcomunin: Despus de recibir los santos misterios, humildemente te pedimos, Seor, que esta eucarista, celebrada como memorial de tu Hijo, nos haga progresar en el amor. Hechos 18,23-28: Apolo demostraba con la Escritura que Jess era el Mesas. La figura de Apolo, judo alejandrino, que predica en Efeso y pasa luego a Corinto, es desconcertante y al mismo tiempo sugestiva. Se nos presenta como elocuente y muy versado en la Escritura, lo que ayuda a mostrar la verdadera personalidad de Cristo Jess. Hizo una excelente labor apostlica. Del mismo modo, la Escritura nos habla de Cristo y a Cristo hemos de ver en ella. San Ireneo dice: Si uno lee con atencin las Escrituras, encontrar que hablan de Cristo y que prefiguran la nueva vocacin. Porque l es el tesoro escondido en el campo (Mt 13,44), es decir, en el mundo, ya que el campo es el mundo (Mt 13,38); tesoro escondido en las Escrituras, ya que era indicado por medio de figuras y parbolas que no podan entenderse segn la capacidad humana, antes de que llegara el cumplimiento de lo que estaba profetizado, que es el advenimiento de Cristo. Como dice el profeta Daniel (12,4-7) y el profeta Jeremas 23,20... Por esta razn, cuando los judos leen la ley en nuestros tiempos, se parece a una fbula, pues no pueden explicar todas las cosas que se refieren al advenimiento del Hijo de Dios como hombre. En cambio, cuando la leen los cristianos, es para ellos un tesoro escondido en el campo, que la cruz de Cristo ha revelado y explanado. Con ella, la inteligencia humana se enriquece y se muestra la sabidura de Dios manifestando sus designios sobre los hombres, prefigurndose el reino de Cristo y anuncindose de antemano la herencia de la Jerusaln santa... (Contra las herejas 4,26,1). El salmo responsorial es en parte el de ayer, el Salmo 46: Los prncipes de los gentiles se renen con el pueblo del Dios de Abrahn. Porque de Dios son los grandes de la tierra y l es excelso. Dios es el Rey del mundo. Pueblos todos batid palmas. Juan 16,23-28: El Padre os ama, porque vosotros me queris y habis credo. Comenta San Agustn: Nos ama l porque le amamos nosotros, o ms bien le amamos porque nos ama l? Responde el mismo evangelista en su carta: Nosotros le amamos porque l nos ha amado primero. Nosotros hemos llegado a amar porque hemos sido amados. Don es enteramente de Dios el amarle. l, que am sin haber sido amado, lo concedi para ser amado. Hemos sido amados sin tener mritos para que en nosotros hubiera algo que le agradase. Y no amaramos al Hijo si no amsemos tambin al Padre. El Padre nos ama porque amamos al Hijo, habiendo recibido del Padre y del Hijo el poder amar al Padre y al Hijo, difundiendo la caridad en nuestros corazones el Espritu de ambos, por el cual amamos al Padre y al Hijo, amando tambin a ese Espritu con el Padre y el Hijo. Ese amor filial nuestro con que honramos a Dios, lo cre Dios, y vio que era bueno; por eso l am lo que l hizo. Pero no hubiera creado en nosotros lo que l pudiera amar si, antes de crearlo, l no nos hubiese amado (Tratado 102,5 sobre el Evangelio de San Juan).

7 Semana de Pascua Domingo: Ascensin del Seor Entrada: Galileos, qu hacis ah plantados mirando al cielo? El mismo Jess que os ha dejado para subir al cielo volver como lo habis visto marcharse. Aleluya (Hch 1,11). Colecta (del Sermn 73 de San Len Magno): Concdenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza, porque la Ascensin de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria y l, que es la Cabeza de la Iglesia, nos ha precedido en la gloria a la que somos llamados como miembros de su Cuerpo. Ofertorio (textos del Gelasiano y del Sacramentario de Brgamo): Te presentamos, Seor, nuestro sacrificio en este da de la gloriosa Ascensin de tu Hijo; que este divino intercambio nos haga vivir en el reino de Jesucristo resucitado. Comunin: Y sabed que yo estoy con vosotros todos los das hasta el fin del mundo. Aleluya (Mt 28,20). Postcomunin (textos del Veronense, Gelasiano y Sacramentario de Brgamo): Dios Todopoderoso y eterno, que mientras vivimos an en la tierra nos das ya parte de los bienes del cielo; haz que deseemos vivamente estar junto a Cristo, en quien nuestra naturaleza humana ha sido tan extraordinariamente enaltecida que participa de tu misma gloria. Cristo desapareci visiblemente de entre los hombres para seguir actuando en medio de la humanidad a travs de su presencia invisible y salvfica en su Iglesia. Hechos 1,1-11. Se elev a la vista de ellos. Con perfecta lgica inicia San Lucas la historia de la Iglesia naciente, como Cuerpo mstico de Cristo, all donde culmina la desaparicin temporal o histrica de Cristo, su Cabeza. Jess ha concluido histricamente su obra. Ahora nos toca continuarla a nosotros a diario. Efesios 1,17-23: Lo sent a su derecha en el cielo. Jess entronizado ya en la gloria del Padre por su Ascensin a los cielos, sigue actuando en medio de la humanidad mediante su Cuerpo mstico visible, la Iglesia. Ciclo A) Mateo 28,16-20: Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Ciclo B) Marcos 16,15-20: Ascendi al cielo y se sent a la derecha de Dios. Ciclo C) Lucas 24,46-53: Mientras los bendeca, iba subiendo al cielo. Desde su Ascensin a los cielos, Jess tiene transferido a su Iglesia el mandato de seguir realizando su obra de evangelizacin y salvacin hasta el fin de los tiempos. Oigamos a San Len Magno, que en sus Sermones 73 y 74 expuso el Misterio de la Ascensin del Seor: El misterio de nuestra salvacin, que el Creador del universo estim en el precio de su Sangre, se fue realizando, desde el da de su nacimiento hasta el fin de su Pasin, mediante su humildad. Aunque bajo la forma de siervo, se manifestaron muchas seales de su divinidad; con todo, su

accin durante este tiempo estuvo encaminada a mostrar la verdad de su naturaleza humana. Pero, despus de su Pasin, libre ya de las ataduras de la muerte, las cuales haban perdido su fuerza al sujetar a Aquel que estaba exento de todo pecado, la debilidad se convirti en valor, la mortalidad en inmortalidad, la ignominia en gloria. Esta gloria la declar nuestro Seor Jesucristo, mediante muchas y manifiestas pruebas (Hch 1,3), en presencia de muchos, hasta que el triunfo de la victoria conseguida con la muerte fue patente con su Ascensin a los cielos. Por lo mismo, as como la Resurreccin del Seor fue para nosotros causa de alegra en la solemnidad pascual, as su Ascensin a los cielos es causa del gozo presente, ya que nosotros recordamos y veneramos debidamente este da, en el cual la humildad de nuestra naturaleza, sentndose con Jesucristo en compaa de Dios Padre, fue elevada sobre los rdenes de los ngeles, sobre toda la milicia del cielo y la excelsitud de todas las potestades (Ef 1,21). Gracias a esta economa de las obras divinas, el edificio de nuestra salvacin se levanta sobre slidos fundamentos... Lo que fue visible a nuestro Redentor ha pasado a los sacramentos (a los ritos sagrados) y, a fin de que la fe fuese ms excelente y firme, la visin ha sido sustituida por una enseanza, cuya autoridad, iluminada con resplandores celestiales, han aceptado los corazones de los fieles (Sermn 74,1-2). Lunes Entrada: Cuando el Espritu Santo descienda sobre vosotros, recibiris fuerza para ser mis testigos en Jerusaln y hasta los confines del mundo. Aleluya (Hch 1,8). Colecta (del Veronense y del Gelasiano): Derrama, Seor, sobre nosotros la fuerza del Espritu Santo, para que podamos cumplir fielmente tu voluntad y demos testimonios de ti con nuestras obras. Ofertorio: Este sacrificio santo nos purifique, Seor, y derrame en nuestras almas la fuerza divina de tu gracia. Comunin: No os dejar desamparados, volver dice el Seor y se alegrarn vuestros corazones. Aleluya (Jn 14,18;16,22). Postcomunin: Ven, Seor, en ayuda de tu pueblo, y, ya que nos has iniciado en los misterios de tu reino, haz que vivamos, ya desde ahora, la novedad de la vida eterna. Hechos 19,1-8: Recibisteis el Espritu Santo al aceptar la fe? Pablo encontr en Efeso a unos discpulos y les pregunt si haban recibido el Espritu Santo, a lo que le respondieron que ni siquiera haban odo hablar de l. Los catequiz, los bautiz, les impuso las manos y lo recibieron. La Eucarista renueva en nosotros la fuerza proftica del Espritu que hemos recibido y en la confirmacin. San Gregorio Nacianceno dice: Espritu recto, principal, Seor, que enva, que segrega, que se construye un templo mostrando la vida, operando a su arbitrio y repartiendo sus gracias. Es Espritu de adopcin, de verdad, de sabidura, de entendimiento, de ciencia, de piedad, de consejo, de fortaleza, de temor, como son enumerados (Is 11,2). Por quien el Padre es conocido, y el Hijo glorificado, y por los cuales l mismo es conocido solamente... Para qu ms palabras? Todo lo que tiene el Hijo lo tiene el Padre, menos el ser engendrado (Sermn 41). Y San Basilio: Por la iluminacin del Espritu contemplamos propia y adecuadamente la gloria de Dios; y por medio de la impronta del Espritu llegamos a Aqul de quien el mismo Espritu es impronta y sello (Sobre el Espritu Santo, 26). La gran marcha de Dios que camina delante de su pueblo desde el Sina a Sin, simboliza la marcha de Dios en Cristo, que deja la tierra para subir al cielo. En la accin litrgica nosotros nos asociamos a esta grandiosa procesin de jbilo y lo expresamos con el Salmo 67: Se levanta Dios y se disipan sus enemigos, huyen de su presencia los que lo odian. Como el humo se disipa, se disipan ellos; como se derrite la cera ante el fuego, as perecen los impos ante Dios. Los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegra. Cantad a Dios, tocad en su honor; su

nombre es el Seor, alegraos en sus presencia. Padre de hurfanos, protector de viudas. Dios vive en su Santuario, en su santa morada; Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece. Juan 16,29-33: Tened valor. Yo he vencido al mundo. Jess anuncia que todos los abandonarn en el transcurso de su Pasin. Pero el Padre est con l. La cruz ser la victoria de Cristo Redentor. Comenta San Agustn: Como si dijera: Entonces llegar vuestra turbacin, hasta el punto de abandonar lo que ahora creis; porque llegarn a tal desesperacin y, por decirlo as, muerte de su fe antigua, como se ve en aquel Cleofs, que, hablando con l, sin conocerlo, despus de su resurreccin y contndole lo sucedido dijo: Nosotros esperbamos que l haba de rescatar a Israel. Ah tenis cmo le haban abandonado, perdiendo tambin la fe que antes haban tenido en l. En cambio no le abandonaron en aquella tribulacin que padecieron despus de su glorificacin, recibido ya el Espritu Santo; y, aunque huyeron de ciudad en ciudad, no huyeron de l, sino que en medio de las persecuciones del mundo conservaron en l la paz, sin abandonarle, antes buscando en l su refugio. Recibido el Espritu Santo, se verific en ellos lo que les haba dicho: Confiad: Yo he vencido al mundo. Confiaron y vencieron. Por quin sino por l? No hubiera l vencido al mundo, si el mundo alcanzase la victoria sobre sus miembros (Tratado 103,3 Sobre el Evangelio de San Juan). Martes Entrada: Yo soy el primero y el ltimo. Estaba muerto y, veis, vivo por los siglos de los siglos. Aleluya (Ap 1,17-18). Colecta (del Misal anterior): Te pedimos, Dios de poder y de misericordia que enves tu Espritu Santo, para que, haciendo morada en nosotros, nos convierta en templos de su gloria. Ofertorio: Con estas ofrendas, Seor, recibe las splicas de tus hijos, para que esta eucarista, celebrada con amor, nos lleve a la gloria del cielo. Comunin: El Espritu Santo, que enviar el padre en mi nombre, ser quien os lo ensee todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho dice el Seor. Aleluya (Jn 14,26). Postcomunin: Despus de recibir los santos misterios, humildemente te pedimos, Seor, que esta eucarista, celebrada como memorial de tu Hijo, nos haga progresar en el amor. Hechos 20,17-27: Lo que importa es completar mi carrera y cumplir el encargo que me dio el Seor. Al final de su tercer viaje misional, San Pablo, en camino hacia Jerusaln, anuncia a los ancianos de la Iglesia de Efeso que el Espritu Santo le ha revelado las graves pruebas que tendr que padecer en la ciudad santa. Les asegura que ya no le volvern a ver ms en este mundo. La participacin en el sacrificio eucarstico de Cristo nos dar fuerzas para confirmar nuestra vida segn la imagen de Cristo crucificado al que sigue tan de cerca el santo Apstol. Comenta Orgenes: Conviene saber que seremos juzgados ante el tribunal divino no slo por nuestra fe, como si no hubiramos de responder de nuestra conducta; ni slo por nuestra conducta, como si la fe no hubiera de sufrir examen. Es la rectitud de ambas la que nos justifica y la falta de una u otra nos hara merecedores de castigo (Dilogo con Heraclidas 9) . Desde el mismo da en que la Palabra divina se introduce en nuestra alma, es necesario que se entable una batalla de las virtudes contra los vicios. Antes de que la Palabra llegara a atacarlos, los vicios permanecan en paz; desde el momento en que la Palabra comienza a juzgarlos uno a uno se produce un gran movimiento y nace una guerra sin cuartel. Qu tiene que ver la justicia con la iniquidad? (2 Cor 6,14) (Homila 3 sobre el Exodo 3). Jess, que ha subido al cielo, no se despreocupa de nosotros. Sigue derramando en su heredad, en la Iglesia, una lluvia copiosa de gracias. Ha ascendido para mostrarnos el camino. As lo proclamamos con el Salmo 67: Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa; aliviaste la tierra extenuada y tu rebao habit en la tierra que tu bondad, oh Dios, prepar para los pobres.

Bendito el Seor cada da, Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvacin. Nuestro Dios es un Dios que salva, el Seor Dios nos hace escapar de la muerte. Juan 17,1-11: Padre, glorifica a tu Hijo. Jess anuncia que ha llegado la hora de su glorificacin. Es como el testamento de Jess. l ser glorificado con la misma gloria que tena antes de bajar y de ella participa su humanidad santsima. Los suyos, todos los que pertenecern a su Iglesia, tienen su Palabra, su Vida eterna, la fe en su misin. La obra consumada por Jesucristo es la Hora por antonomasia. Comenta San Agustn: En verdad que si la vida eterna es el conocimiento de Dios, tanto ms tendemos a vivir cuanto ms adelantemos en este conocimiento. No moriremos en la vida eterna, el conocimiento de Dios ser perfecto cuando la muerte deje de existir. Entonces ser la suma glorificacin de Dios, porque ser la suma gloria... Los antiguos han definido la gloria, que hace gloriosos a los hombres, de este modo: gloria es la constante fama con loa de una cosa. Y si el hombre es alabado cuando se da crdito a su fama, cmo ser Dios alabado cuando sea visto?... La alabanza de Dios no tendr fin all donde el conocimiento del mismo Dios ser pleno; y porque este conocimiento ser pleno, ser suma la clarificacin o glorificacin (Tratado 105,3 Sobre el Evangelio de San Juan). Mircoles Entrada: Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de jbilo. Aleluya (Sal 46,2). Colecta (del Veronense y del Gregoriano): Padre lleno de amor, concede a tu Iglesia, congregada por el Espritu Santo, dedicarse plenamente a tu servicio y vivir unida en el amor, segn tu voluntad. Ofertorio: Recibe, Seor, este sacrificio que t mismo has querido que te ofreciramos, y por esta eucarista, que celebramos para glorificarte, dgnate santificarnos y darnos tu salvacin. Comunin: Cuando venga el Parclito, que os enviar desde el Padre, el Espritu de la Verdad, que procede del Padre, l dar testimonio de m, y tambin vosotros daris testimonio dice el Seor. Aleluya (Jn 15,26-27). Postcomunin: La participacin en los santos misterios aumente, Seor, nuestra santidad, y, al purificarnos de nuestros pecados, nos haga cada vez ms capaces de recibir tus dones. Hechos 20,28-38: Os dejo en manos de Dios, que tiene poder para construiros y daros parte en la herencia. Pablo anuncia las dificultades que van a sufrir dentro de la propia comunidad y les hace sus ltimas recomendaciones. Un cristianismo autntico es una vida de ntimo contacto con Dios, que no ahoga, sino que abre cauces a la expansin de una intensa emocin humana. La palabra y la accin de gracias nos edifican como Iglesia y nos dan la herencia de los santos. San Gregorio de Nisa, expone unas normas seguras para el gobierno de las almas: Es necesario que los que gobiernan la comunidad ejerciten dignamente las actividades de direccin... Existe el peligro de que algunos que se ocupan de otros y los dirigen hacia la vida eterna puedan destruirse a s mismos sin notarlo. Es necesario que quienes supervisan trabajen ms que el resto, sean ms humildes que quienes estn bajo ellos, les ofrezcan su propia vida como ejemplo de servicio y consideren a los sbditos como un depsito que Dios les ha confiado... No es conveniente que los hombres cristianos, atentos al esfuerzo humano, consideren que la entera corona depende de sus peleas, sino que es necesario refieran a la voluntad de Dios sus esperanzas en el premio(De Institucin Cristiana). En la Ascensin del Seor, Dios ha desplegado su poder. Ha resplandecido su majestad. Jess desde el cielo da fuerza y poder a su pueblo. Ha avanzado por los cielos y ahora reina junto al Padre. As lo proclamamos con el Salmo 67: Oh Dios, despliega tu poder, tu poder, oh Dios, que acta en favor nuestro. A tu templo de Jerusaln traigan los reyes su tributo. Reyes de la tierra cantad a Dios, tocad para el Seor que avanza por los cielos, los cielos antiqusimos, que lanza su voz, su voz poderosa: Reconoced el poder de Dios. Sobre Israel resplandece su majestad y su poder, sobre las nubes. Dios sea bendito!.

Juan 17,11-19: Que sean uno como nosotros. Jess pide por la unidad de los que han de ser sus discpulos, de toda la Iglesia. Son muchos los santos Padres que han tratado de la unidad de la Iglesia. Dice San Cipriano: Esta unidad de la Iglesia est prefigurada en la persona de Cristo por el Espritu Santo en el Cantar de los Cantares, cuando dice: Una sola es mi paloma, mi hermosa es nica de su madre, la elegida de ella (6,8). Quien no guarda esta unidad de la Iglesia, va a creer que guarda la unidad de la fe? Quien resiste obstinadamente a la Iglesia, quien abandona la ctedra de Pedro, sobre la que est cimentada la Iglesia, puede confiar que est en la Iglesia? (Sobre la unidad de la Iglesia, 5). Y San Ireneo: Por diversos que sean los lugares, los miembros de la Iglesia profesan una misma fe y nica fe, la que fue transmitida por los Apstoles a sus discpulos (Tratado sobre las herejas 1,10). Cristo nunca habla de Iglesias, sino de la Iglesia, de su Iglesia y por ella or en la ltima Cena. Jueves Entrada: Acerqumonos confiadamente al trono de la gracia; a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia en el tiempo oportuno. Aleluya (Heb 4,16). Colecta (del Veronense): Que tu Espritu, Seor, nos penetre con su fuerza, para que nuestro pensar te sea grato y nuestro obrar concuerde con tu voluntad. Ofertorio: Santifica, Seor, con tu bondad, estos dones, acepta la ofrenda de este sacrificio espiritual y a nosotros transfrmanos en oblacin perenne. Comunin: Lo que os digo es verdad: os conviene que yo me vaya, porque si no me voy no vendr a vosotros el Parclito. Aleluya (Jn 16,7). Postcomunin: Te pedimos, Seor, que los santos misterios nos hagan comprender tus designios y nos comuniquen tu misma vida divina, para que as logremos vivir en plenitud las riquezas de tu Espritu Hechos 22,30-23.6-11: Tienes que dar testimonio de M en Roma. Defensa de Pablo ante el sanedrn con gran xito. Siente que el Seor lo llama a Roma. Tiene que dar testimonio all de su fe en Cristo. San Pablo es un fiel cumplidor de la voluntad de Dios. A esta voluntad hemos de someternos todos. Oigamos a San Cipriano: Nunca hemos de olvidar que nosotros no hemos de cumplir nuestra propia voluntad, sino la de Dios, tal como el Seor nos mand pedir en nuestra oracin cotidiana. Qu contrasentido y qu desviacin es no someterse inmediatamente al imperio de la voluntad del Seor, cuando l nos llama para salir de este mundo! (Tratado sobre la muerte 18,24). San Juan Crisstomo dice: Si no me hubiera retenido el amor que os tengo, no hubiese esperado a maana para marcharme. En toda ocasin yo digo: Seor, hgase tu voluntad. No lo que quiere ste o aqul. Este es mi alczar, esta es mi roca inaccesible, ste es mi bculo seguro. Si esto es lo que quiere Dios, que as sea haga. Si quiere que me quede aqu, le doy gracias. En cualquier lugar donde me mande le doy gracias tambin (Homila antes del exilio 1,3). El Salmo 15 tiene una plena realizacin en Cristo, a quien el Padre no permite experimentar la corrupcin, sino que lo levanta a su presencia y lo sienta a su derecha. Por Cristo el cristiano conoce la realidad de la vida celeste, espera en ella, la pregusta en las celebraciones litrgicas: Protgeme, Dios mo, que me refugio en Ti. Yo digo al Seor: T eres mi bien. El Seor es el lote de mi heredad y copa, mi suerte est en tu mano. Bendecir al Seor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Seor, con l a mi derecha no vacilar. Por eso se me alegra el corazn, se gozan mis entraas y mi carne descansa serena. Porque no me entregars a la muerte, ni dejars a tu fiel conocer la corrupcin. Me ensears el sendero de la vida, me saciars de gozo en tu presencia, de alegra perpetua a tu derecha. Juan 17,20-26: Que sean completamente uno. Persiste Jess en la unidad de su Iglesia, de todos los que han de creer en l. El Padre nos ama como ama a Cristo. Comenta San Agustn:

El amor con que Dios ama es incomprensible y, al mismo tiempo, inmutable. Porque no comenz a amarnos desde que fuimos con l reconciliados por la Sangre de su Hijo, sino que nos am antes de la formacin del mundo, para que juntamente con su Hijo fusemos hijos suyos, cuando nosotros no ramos absolutamente nada. Pero, al decir que hemos sido reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, no debemos orlo ni tomarlo como si el Hijo nos hubiera reconciliado con l para comenzar a amar a quienes antes odiaba, al modo que un enemigo se reconcilia con otro enemigo para hacerse amigos, amndose despus los que antes se odiaban; sino que fuimos reconciliados con el que ya nos amaba y cuyos enemigos ramos por el pecado (Tratado 110,6 Sobre el Evangelio de San Juan). Viernes Entrada: Aqul que nos am, nos ha librado de nuestros pecados por su Sangre, nos ha convertido en un reino y hechos sacerdotes de Dios, su Padre. Aleluya (Ap 1,5-6). Colecta: (del Veronense y del Sacramentario de Brgamo): Oh Dios, que por la glorificacin de Jesucristo y la venida del Espritu Santo nos has abierto las puertas de tu reino, haz que la recepcin de dones tan grandes nos mueva a dedicarnos con mayor empeo a tu servicio y a vivir con mayor plenitud las riquezas de nuestra fe. Ofertorio: Mira complacido, Seor, las ofrendas de tu pueblo, y haz que el Espritu Santo nos purifique para que podamos presentarte un sacrificio agradable Comunin: Os enviar el Espritu Santo de la Verdad dice el Seor; l os comunicar toda la verdad. Aleluya (Jn 16,13). Postcomunin: Tus sacramentos, Seor, nos han purificado y alimentado; haz que nuestra participacin en la eucarista nos lleve tambin a la posesin de tu reino. Hechos 25,13-21: Se trataba de ciertas cuestiones de un difunto, llamado Jess, que Pablo sostiene que est vivo. l gobernador Festo expone al rey Agripa el asunto de Pablo. Es un testimonio valiossimo de la fe cristiana. Cristo resucit. Cristo est vivo. Esta es nuestra fe. Este es nuestro convencimiento. Este es el fundamento de la predicacin apostlica, de modo especial de San Pablo: Si Cristo no resucit, vana es nuestra fe. San Pablo subraya el carcter pascual de la vida cristiana: participacin real en la vida de Cristo resucitado. Oigamos a San Jernimo: No es de poco estudio que sepamos la esperanza de la vocacin y la riqueza de la heredad de Dios en los santos. Necesitamos de ellas para conocer estas cosas por el poder que tambin us Dios en su Hijo, resucitndolo no una vez, sino siempre, de entre los muertos, y hacindolo libre entre los muertos, no manchado por contagio alguno de muerte (Sal 87,6;15.10). Todos los das resucita Cristo entre los muertos, todos los das se despierta en los penitentes. No porque no tenga poder segn la carne para entregar su alma y volver a tomarla (Jn 10,18); nadie se la quita si El no la da por s mismo, sino porque, segn la disposicin de la carne y del Hijo, se diga que ha resucitado hombre e Hijo por Dios Padre (Comentario los Efesios 2,5). Estamos invitados a la alabanza del Seor, que puso en el cielo su trono. Nosotros bendecimos a Jess, que ha subido al cielo y est sentado a la derecha del Padre y gobierna el universo. Lo hacemos con el Salmo 102: Bendice, alma ma, al Seor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma ma, al Seor y no olvides sus beneficios. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, as aleja de nosotros nuestros delitos. l Seor puso en el cielo su trono, su soberana gobierna el universo. Bendecid al Seor, ngeles suyos, poderosos ejecutores de sus rdenes. Juan 21,15-19: Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas. La misin de Pedro es confirmada por Jess despus de la triple negacin y de la triple manifestacin de amor. Comenta San Agustn: Este fue el fin de aquel negador y amador; engredo con la presuncin, postrado con la negacin; purgado con las lgrimas, coronado con la pasin; este fin hall: morir en caridad perfecta por el nombre de Aqul con quien haba prometido morir, arrastrado por una perversa precipitacin.

Confirmado con su resurreccin, realiza lo que a destiempo su flaqueza prometa. Convena que Cristo muriese antes para salvar a Pedro y despus muriese Pedro por la predicacin de Cristo. Sucedi en segundo lugar lo que haba comenzado a osar la humana temeridad, siendo ste el orden dispuesto por la Verdad... La triple negacin es compensada con la triple confesin, para que la lengua sea menos esclava del amor que del temor (Tratado 123, 4-5, Sobre el Evangelio de San Juan). Sbado Entrada: Los discpulos se dedicaban a la oracin en comn con algunas mujeres, entre ellas Mara, la Madre de Jess, y con sus hermanos. Aleluya (Hch 1,14). Colecta (del Misal anterior): Dios Todopoderoso, concdenos conservar siempre en nuestra vida y en nuestras costumbres la alegra de estas fiestas de Pascua que nos disponemos a clausurar. Ofertorio: Que la venida del Espritu Santo nos prepare, Seor, a participar fructuosamente en tus sacramentos, porque l es el perdn de todos los pecados Comunin: El Espritu Santo me glorificar, porque recibir de m lo que os ir comunicando dice el Seor. Aleluya (Jn 16,14). Postcomunin: Seor de misericordia, escucha nuestras splicas, y, ya que nos has hecho pasar de los ritos antiguos a los sacramentos de la nueva alianza, aydanos a pasar de la vida caduca, fruto del pecado, a la nueva vida del Espritu. Hechos 26,16-20.30-31: Pablo vivi en Roma predicndoles el Reino de Dios. En rgimen de semilibertad, el Apstol no deja de continuar la misin para la que fue elegido por el Seor predicar el Reino de Dios. El plan salvfico de Dios realizado en Cristo por su Muerte-Resurreccin e impulsado por el Espritu tiene una dimensin universal. La Iglesia como comunidad y sacramento de salvacin, debe actualizar y llevar a cumplimiento el plan de Dios. Nos toca a nosotros continuar esa misin con todos los medios que podamos: nuestra oracin, nuestra palabra, nuestra vida... Dice San Gregorio de Niza: Esta es la verdadera perfeccin, no detenerse nunca en el camino hacia lo que es mejor y no poner lmites a lo perfecto (De la perfecta forma cristiana). La gracia del Espritu Santo se concede a cada hombre con la idea de que debe aumentar e incrementar lo que recibe (Institucin cristiana). Y San Gregorio Nacianceno: Procurad una limpieza de espritu siempre en aumento. Nada agrada tanto a Dios como la conversin y salvacin del hombre... Sed como lumbreras en medio del mundo, como una fuerza llena de vida para los dems hombres(Disertacin 39). Jess est en el cielo y los buenos lo vern. El cristiano vive con ansias de ver el rostro del Seor, convencido de que ver a Dios cara a cara. Con esta confianza caminamos hacia el gran da de la segunda venida del Seor. Por eso proclamamos con el Salmo 10: El Seor est en su templo santo, el Seor tiene su trono en el cielo; sus ojos estn observando, sus pupilas examinan a los hombres. El Seor examina a los inocentes y culpables, y al que ama la violencia l lo odia. Porque el Seor es justo y ama la justicia. Los buenos vern su rostro. Juan 21,20-25: Este es el discpulo que ha escrito todo esto y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Comenta San Agustn: Sgueme, porque por l padeci Cristo, del cual dice el mismo Pedro: Cristo padeci por nosotros, dejndonos ejemplo para que sigamos sus huellas. Por eso le fue dicho: Sgueme. Pero hay otra vida inmortal en la que no hay males: all veremos cara a cara lo que aqu vemos en espejo y figuras cuando se ha progresado mucho en la verdad. As, pues, la Iglesia tiene conocimiento de dos vidas que le han sido predicadas y encomendadas por divina inspiracin, de las cuales una es en la fe y la otra en la contemplacin; la una en el tiempo de la peregrinacin, la otra en la eternidad de la mansin; la una en el trabajo, la otra en el descanso; la una en el camino, la otra en la patria; la una en el trabajo de la actividad, la otra en el

premio de la contemplacin; la una se afana por conseguir la victoria, la otra vive segura en la paz de la victoria..., en conclusin, la una es buena, pero llena de miserias, la otra es mejor y bienaventurada... (Tratado 124,5 Sobre el Evangelio de San Juan). Domingo de Pentecosts Misa del da. Entrada: El Espritu llena el mundo, y l, que mantiene todo unido, habla con sabidura. Aleluya (Sab 1,7). O bien: El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espritu que se nos ha dado. Aleluya (ROM 5,5). Colecta (del Gelasiano y Gregoriano): Oh Dios!, que por el misterio de Pentecosts santificas a tu Iglesia extendida por todas las naciones, derrama los dones de tu Espritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazn de los fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicacin evanglica. Ofertorio (del Sacramentario de Brgamo): Te pedimos, Seor, que segn la promesa de tu Hijo, el Espritu Santo nos haga comprender la realidad misteriosa de este sacrificio y nos lleve al conocimiento pleno de toda la verdad revelada. Comunin: Se llenaron todos del Espritu Santo y cada uno hablaba de las maravillas de Dios. Aleluya (Hch 2,4.11). Postcomunin (con textos del Veronense y de la antigua liturgia hispana o mozrabe): Oh Dios!, que has comunicado a tu Iglesia los bienes del cielo, haz que el Espritu Santo sea siempre nuestra fuerza y la Eucarista que acabamos de recibir acreciente en nosotros la salvacin. Con la donacin solemne del Espritu Santo, el Padre vincul definitivamente la persona y la obra de su Verbo encarnado, muerto y resucitado a la realidad visible e histrica de su Iglesia, realizando as el misterio del Cristo histrico y Cristo total: Cabeza y Miembros vivificados por el mismo Espritu de Cristo, que l envi con el Padre, hasta la consumacin de los siglos. Hechos 2,1-11: Se llenaron todos del Espritu Santo y empezaron a hablar. La venida del Espritu Santo es, en la historia de la salvacin, un acontecimiento paralelo a la Encarnacin del Verbo. 1 Corintios 12,3-7.12-13: Hemos sido bautizados en un mismo Espritu, para formar un solo Cuerpo. El Espritu es el que da vida y sostiene la unidad en el seno de la Iglesia. Nos hace sintonizar misteriosamente con el Corazn de Jesucristo. Juan 20,19-23: Como el Padre me ha enviado as tambin os envo yo. Recibid el Espritu Santo. En virtud de la accin iluminadora y santificadora del Espritu Santo, se realiza nuestra reconciliacin con Dios en el misterio de Cristo. Oigamos a San Ireneo: Dios haba prometido por boca de sus profetas que en los ltimos das derramara su Espritu sobre sus siervos y siervas y que stos profetizaran. Por esto descendi el Espritu Santo sobre el Hijo de Dios que se haba hecho Hijo del Hombre, para as, permaneciendo en l, habitar en el gnero humano, reposar sobre los hombres y residir en la obra plasmada por manos de Dios, realizando as en el hombre la voluntad del Padre y renovndolo de la antigua condicin a la nueva, creada en Cristo. San Lucas nos narra cmo despus de la Ascensin del Seor, descendi sobre los discpulos, el da de Pentecosts, el Espritu Santo, con el poder de dar a todos los hombres entrada en la vida y dar su plenitud a la nueva alianza. Todos a una los discpulos alaban a Dios en todas las lenguas, al reducir el Espritu a la unidad a los pueblos distantes y ofrecer al Padre las primicias de todas las naciones. Por esto el Seor haba prometido que nos enviara aquel Defensor que nos hara capaces de Dios: del mismo modo que el trigo seco no puede convertirse en una masa compacta y en un solo pan, si antes no es humedecido, as tambin nosotros, que ramos antes como un leo rido, nunca hubisemos dado el fruto de vida, sin esta gratuita lluvia de lo alto. Nuestros cuerpos, en efecto,

recibieron por el bao bautismal la unidad destinada a la incorrupcin, pero nuestras almas, pero nuestras almas la recibieron por el Espritu. El Espritu de Dios descendi sobre el Seor: Espritu de prudencia y de sabidura, Espritu de consejo y de valenta, Espritu de ciencia y de temor del Seor; y el Seor, a su vez, lo dio a la Iglesia, enviando al Defensor sobre toda la tierra desde el cielo... Recibiendo por el Espritu la imagen y la inscripcin del Padre y del Hijo hagamos fructificar el denario que se nos ha confiado, retornndolo al Seor con intereses (Contra las herejas 3,17,1-3). San Basilio dice a su vez: Ante todo, quin habiendo odo los nombres que se dan al Espritu, no siente levantado su nimo y no eleva su pensamiento hacia la naturaleza divina? Ya que es llamado Espritu de Dios y Espritu de Verdad, que procede del Padre. Espritu firme. Espritu generoso. Espritu Santo es su nombre propio y peculiar... Hacia l dirigen su mirada todos los que sienten necesidad de santificacin; hacia l tiende el deseo de todos los que llevan una vida virtuosa y su soplo es para ellos a manera de riego que les ayuda en la consecucin de su fin propio y natural. Capaz de perfeccionar a los otros, l no tiene falta de nada...l no crece por adiciones, sino que est constantemente en plenitud; slido en S mismo, est en todas partes. l es fuente de santidad, Luz para la inteligencia; l da a todo ser racional como una Luz para entender la verdad. Aunque inaccesible por naturaleza, se deja comprender por su bondad; con su accin lo llena todo, pero se comunica solamente a los que encuentra dignos, no ciertamente de manera idntica ni con la misma plenitud, sino distribuyendo su energa segn la proporcin de su fe. Simple en su esencia y variado en sus dones, est ntegro en cada uno e ntegro en todas partes. Se reparte sin sufrir divisin, deja que participen de l, pero l permanece ntegro, a semejanza del rayo del sol, cuyos beneficios llegan a quien disfrute de l como si fuera nico, pero, mezclado con el aire, ilumina la tierra entera y el mar... Por l se elevan a lo alto los corazones; por su mano son conducidos los dbiles; por l los que caminan tras la virtud llegan a la perfeccin. Es l quien ilumina a los que se han purificado de sus culpas y, al comunicarse a ellos, los vuelve espirituales... (Tratado sobre el Espritu Santo 9). La Santsima Trinidad Entrada: Bendito sea Dios Padre y su Hijo unignito, y el Espritu Santo, porque ha tenido misericordia de nosotros. Colecta (del Misal anterior): Dios, Padre todopoderoso, que has enviado al mundo la Palabra de la Verdad y el Espritu de la santificacin, para revelar a los hombres tu admirable misterio; concdenos profesar la fe verdadera, conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar su unidad todopoderosa. Ofertorio (del Misal anterior): Por la invocacin de tu santo nombre, santifica, Seor, estos dones que te presentamos y transfrmanos en ofrenda perenne a su gloria. Comunin: Como sois hijos, Dios envi a vuestros corazones al Espritu de su Hijo que clama: Abb! Padre (Gl 4,6). Postcomunin: Al confesar nuestra fe en la Trinidad santa y eterna y en su unidad indivisible, concdenos, Seor y Dios nuestro, encontrar la salud del alma y del cuerpo en el sacramento que hemos recibido. La fiesta de la Santsima Trinidad comenz a celebrarse en algunos monasterios benedictinos ya en el siglo IX. Antes San Benito de Aniano haba redactado un formulario litrgico en honor de la Santsima Trinidad para el Suplemento del Sacramentario Gregoriano-Adriano. Esta fiesta se extendi a varias dicesis de Francia y Alemania. En 1334 Juan XXII la extendi a toda la Iglesia. Ciclo A

La Santsima Trinidad es el misterio que, con amor infinito, Dios mismo nos ha revelado en la plenitud de los tiempos: El amor del Padre que nos eligi, predestinndonos desde la eternidad para ser hijos suyos adoptivos. El amor del Hijo, que se entreg hasta dar su vida por nosotros. El amor del Espritu Santo, que se nos ha dado para que more en nosotros toda la Santsima Trinidad. xodo 34,4-6.8-9: Seor, Seor, Dios compasivo y misericordioso. Somos el pueblo de Dios. Desde el comienzo de la Revelacin, el Seor, nico y eterno, se nos manifest como el solo Dios verdadero, en medio de los dioses paganos. Comenta San Ambrosio: Donde est el corazn del hombre, all est tambin su tesoro; pues el Seor no suele negar la ddiva buena a los que se la han pedido. Y ya que el Seor es bueno, y mucho ms bueno todava para los que son fieles, abracmonos a l, estemos de su parte con toda nuestra alma, con todo el corazn, con todo el empuje de que somos capaces, para que permanezcamos en su luz, contemplemos su gloria y disfrutemos de la gracia del deleite sobrenatural. Elevemos, por tanto, nuestro espritu hasta el Sumo Bien, estemos con l y vivamos con l, unmonos a l, ya que su ser supera toda inteligencia y todo conocimiento y goza de paz y tranquilidad perpetuas, una vez que supera tambin toda inteligencia y toda percepcin (Sobre la huida del mundo 6,36). Como Salmo responsorial usamos el Himno de Daniel 3,52-56: Bendito eres, Seor, Dios de nuestros padres, a Ti gloria y alabanza por los siglos. 2 Corintios 13,11-13: La gracia de Jesucristo, el amor de Dios y la comunin del Espritu Santo. Llegada la plenitud de los tiempos, este nico y eterno Dios nos revel sus designios de amor, manifestndose como Padre, hacindonos hijos por Cristo, su Hijo amado, otorgndonos su Espritu de santificacin. Testimonio claro de la Santsima Trinidad, en el que, segn Santo Toms de Aquino, van incluidos todos los bienes sobrenaturales necesarios: La gracia de Cristo, por la que somos justificados y salvados; el amor de Dios Padre, por el que somos unidos a l; y la comunin del Espritu Santo, que nos distribuye los dones divinos (Comentario a 2 Corintios). Juan 3,16-18: Dios mand al mundo a su Hijo para que se salve por l. Por la fe y el bautismo, todos formamos un nuevo pueblo de Dios, reunido en la unidad del Padre, del Hijo y del Espritu Santo. Consumada, pues, la obra que el Padre confi al Hijo en la tierra, fue enviado el Espritu Santo en el da de Pentecosts para que indeficientemente santificara a la Iglesia, y de esta forma los que creen en Cristo pudieran acercarse al Padre en un mismo Espritu... As se manifiesta toda la Iglesia como una muchedumbre reunida por la unidad del Padre y del Hijo y del Espritu Santo (Lumen Gentium 4) Comenta San Agustn: Pues el mdico en cuanto tal viene a curar al enfermo, a s mismo se da la muerte quien se niega a observar las prescripciones del mdico. El Salvador ha venido al mundo para salvarlo, no para que condenarlo? No quieres que l te salve? Por tu conducta sers juzgado. Pero: qu digo: sers juzgado? Mira lo que dice: El que cree en M, no es juzgado; mas el que no cree... Qu esperas que se diga sino que ser juzgado? Ya dice est juzgado. El juicio an no se ha publicado, pero ya est hecho. Sabe el Seor quines son los suyos, sabe quines quedarn para la corona, quines para las llamas; conoce en su era cul es el trigo y cul es la paja, como cul es la mies y cul la cizaa. Ya est juzgado quien no cree. Por qu juzgado ya? Porque no crey en el nombre del Hijo unignito de Dios (Tratado 12,12 sobre el Evangelio de San Juan). El misterio trinitario que hoy hemos proclamado y celebrado es siempre centro de nuestra fe y debe constituir el punto de referencia de nuestra autenticidad cristiana. Ciclo B En profunda actitud de adoracin y de amor responsable nos reunimos para vivir en comn los lazos entraables que nos vinculan al misterio insondable de la vida ntima de Dios: Padre, Hijo y

Espritu Santo, para cobrar conciencia de nuestra condicin de criaturas suyas que, por el bautismo, fuimos elegidos y consagrados para ser testigos del amor del Padre, coherederos del Hijo y santificados por el don de Espritu Santo. Deuteronomio 4,32-34.39-40: El Seor es el nico Dios all arriba en el cielo y aqu abajo en la tierra. No hay otro. Una amorosa iniciativa divina nos hizo Pueblo de Dios; ms an, nos hizo hijos suyos. No podemos degradarnos con el culto de dioses falsos, que son tambin el dinero, los honores, la fama, el poder, el orgullo... Oigamos a San Ireneo: As, pues, segn la condicin natural, podemos decir que todos somos hijos de Dios, ya que todos hemos sido creados por l. Pero, segn la obediencia y la enseanza seguida, no todos son hijos de Dios, sino slo los que confan en l y hacen su voluntad. Los que no se le confan ni hacen su voluntad son hijos del diablo, puesto que hacen las obras del diablo. Que esto sea as se deduce de Isaas: Engendr hijos y los cri, pero ellos me despreciaron (Is 1,2). Y en otro lugar: Los hijos extraos me han defraudado (Sal 17, 46) (Tratado contra las herejas 4,41). Proclamamos con el Salmo 32: Dichosa la nacin cuyo Dios es el Seor. La palabra del Seor es sincera y todas sus acciones son leales. l ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. La palabra del Seor hizo el cielo, el aliento de su boca, sus ejrcitos, porque l lo dijo y existi, l lo mand y surgi. Los ojos del Seor estn puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. Nosotros aguardamos al Seor: l es nuestro auxilio y escudo; que tu misericordia, Seor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de Ti. Romanos 8,14-17: Habis recibido un Espritu de hijos adoptivos que nos hace gritar: Abb! Padre. Por el don de su Espritu, Dios nos ha hecho adems hijos suyos, coherederos con Cristo, su Hijo amado. Comenta San Basilio: Por el Espritu se nos restituye el Paraso, por l podemos subir al Reino de los cielos, por l obtenemos la adopcin filial, por l se nos da la confianza de llamar a Dios con el nombre de Padre, la participacin de la gracia de Cristo, el derecho de ser llamados hijos de la luz, el ser partcipes de la gloria eterna y, para decirlo todo de una vez, la plenitud de toda la bendicin, tanto en la vida presente como en la futura. Por l podemos contemplar como en un espejo, cual si estuvieran ya presentes, los bienes prometidos que nos estn preparados y que por la fe esperamos llegar a disfrutar (Sobre el Espritu Santo 15,35-36). Mateo 28,16-20: Bautizndolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo. Por la fe y el bautismo todos hemos sido elegidos de Dios. San Ambrosio dice: T has sido bautizado en nombre de la Trinidad. Has profesado -no lo olvides- tu fe en el Padre, en el Hijo y en el Espritu Santo. Vive conforme a lo que has hecho. Por esta fe has muerto para el mundo y has resucitado para Dios... Descendiste a la piscina bautismal. Recuerda tu profesin de fe en el Padre, en el Hijo y en el Espritu Santo. No significa esto que creas en uno que es el ms grande, en otro que es menor, en otro que es el ltimo, sino que el mismo tenor de tu profesin de fe te induce a que creas en el Hijo igual que en el Padre, en el Espritu igual que en el Hijo, con la sola excepcin de que profesas que tu fe en la Cruz se refiere nicamente a la Persona del Seor (Sobre los Misterios 21 y 38). Ciclo C La solemnidad de la Santsima Trinidad nos recuerda la total identidad de las tres divinas Personas, a las que estamos consagrados por nuestro bautismo y cuyo amor multiforme sigue realizando la obra de nuestra salvacin y santificacin. En Dios confesamos tres Personas distintas, que son idnticas en su esencia. Proverbios 8,22-31: Antes de comenzar la tierra, la Sabidura ya haba sido engendrada y se nos mostr en sombras y figuras como un eco de la presencia vi-va del Verbo, el Hijo muy amado, en el seno del Padre. San Agustn, comentando el prlogo del Evangelio de San Juan, dice:

l es la Sabidura de Dios y en el salmo se lee: todo lo hiciste en la Sabidura. Si Cristo es la Sabidura de Dios y el Salmo dice que lo hiciste todo en la Sabidura, se sigue que todo ha sido hecho en l y por l... La tierra es hechura suya, pero no es criatura que tenga vida. Lo que es vida es la forma espiritual, segn la cual la tierra ha sido hecha y existe en la misma Sabidura... Esta Sabidura contiene en S la forma de todo antes que salga al exterior, y por eso todo lo producido segn esta forma tiene vida en el Verbo, aunque en s mismo no la tenga. La tierra, el cielo, la luna y el sol, que vuestra vista contempla, existen primero en su arquetipo y en l son vida y fuera de l son cuerpos sin alma (Tratado 1,16-17 sobre el Evangelio de San Juan). Con el Salmo 8 cantamos al Seor, Dueo nuestro, cuyo nombre es admirable en toda la tierra: Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado: qu es el hombre, para que te acuerdes de l, el ser humano para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ngeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos. Todo lo sometiste bajo sus pies: rebaos de ovejas y toros, hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar que trazan sendas por el mar. Romanos 5,1-5: Caminamos hacia Dios, por medio de Cristo, en el amor derramado en nuestros corazones por el Espritu. En la plenitud de los tiempos, Dios ha querido revelarnos su intimidad divina, para hacernos hijos de Dios-Padre, por la redencin de Dios-Hijo, en virtud de la gracia de Dios-Espritu Santo que se nos ha dado. Comenta San Len Magno: Bienaventurados los pacficos, porque ellos sern llamados hijos de Dios (Mt 5,9). Esta bienaventuranza, amadsimos, no se refiere a cualquier concordia y armona, sino a aqulla de la cual dice el Apstol: Tened paz para con Dios (Rom 5,1) y de la que habla el profeta David (Sal 118,16). Esta paz no se la apropian los lazos estrechsimos de la amistad ni las indiferentes semejanzas de nimo si no estn en completa armona con la voluntad de Dios. Fuera de la dignidad de esta paz estn las consideraciones de las apetencias mundanas, las federaciones de los pecados y los pactos de los vicios. El amor del mundo no concuerda con el amor de Dios ni llega a la sociedad de los hijos de Dios el que no se aparta de la generacin carnal. Mas los que estn siempre solcitos de conservar la unidad con el vnculo de la paz (Ef 4,3), por la unidad de su mente con Dios, jams se apartan de la ley eterna, diciendo fielmente la oracin: Hgase tu voluntad, as en la tierra como en el cielo (Mt 6,10). Estos son los pacficos. Estos son los que estn perfectamente unnimes y santamente concordes (Sermn 95, sobre las Bienaventuranzas). El Espritu Santo se nos ha dado y con l el amor de Dios para que seamos verdaderamente pacficos. Juan 16,12-15: Todo lo que tiene el Padre es mo; el Espritu recibir de lo mo y os lo anunciar. Jess, revelador del Padre, nos envi a su Espritu para santificarnos y hacernos vivir su propia vida divina y los sentimientos ms profundos de su Corazn de Hijo muy amado del Padre. Comenta San Agustn: El Espritu Santo, que el Seor prometi enviar a sus discpulos para que les ensease toda la verdad, que ellos no podan soportar en el momento en que les hablaba y del cual dice el Apstol que hemos recibido ahora en prenda para darnos a entender que su plenitud nos est reservada para la otra vida, ese mismo Espritu Santo ensea ahora a los fieles todas las cosas espirituales de que cada uno es capaz, mas tambin enciende en sus pechos un deseo ms vivo de crecer en aquella caridad que los hace amar lo conocido y desear lo que no conocen (Tratado 97,1 Sobre el Evangelio de San Juan). El Cuerpo y la Sangre del Seor Entrada: Con flor de harina los aliment, y con miel silvestre los saci (Sal 80,17).

Colecta (del Misal anterior): Oh Dios, que en este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasin, concdenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros los frutos de tu redencin. Ofertorio (del Misal anterior): Concede, Seor, a tu Iglesia, el don de la paz y de la unidad, significado en las ofrendas sacramentales que le presentamos. Comunin: El que come mi carne y bebe mi sangre habita en M y yo en l, dice el Seor (Jn 6,57). Postcomunin (del Misal anterior): Tu cuerpo y tu sangre, Seor, signo del banquete del Reino, que hemos gustado en nuestra vida mortal, nos llenen del gozo eterno de tu divinidad. Hacia el ao 1000 hubo un despertar eucarstico en la Iglesia, pero la solemnidad del Cuerpo y de la Sangre del Seor hay que relacionarla ms concretamente con la visin que tuvo la Beata Juliana de Rtine, priora del monasterio de Monte Cornelio, cerca de Lieja (1193-1228) y al milagro de Bolsena. La Beata Juliana (que algunos la consideran canonizada) tuvo una visin en la que vea un disco resplandeciente con una franja oscura y entendi que eso significaba la ausencia de una fiesta eucarstica en el ao litrgico. Esta visin fue recibida positivamente y el obispo de Lieja, Roberto de Thorote la introdujo en su dicesis el jueves despus de la octava de Pentecosts. Entre los telogos que dictaminaron en sentido positivo sobre la fiesta estaba el provincial de los dominicos Hugo de Thierry, que ms tarde fue cardenal y legado de la Santa Sede, que confirm la fiesta el 1252. Ms tarde, en 1261, subi al solio pontificio Santiago Pantalen, antiguo archidicono de Lieja, con el nombre de Urbano IV. El obispo de Lieja le sugiri que extendiese a toda la Iglesia esa fiesta. Dud un poco, pero lo decidi el milagro de Bolsena: un sacerdote en la consagracin tuvo grandes tentaciones sobre la presencia real de Cristo en la Eucarista y entonces de la sagrada forma sali sangre que manch los corporales, que se conservan en la catedral de Orvieto, donde se encontraba Urbano IV. ste decidi la extensin de la fiesta del Corpus a toda la Iglesia con la Bula Transiturus de hoc mundo. Este hecho tuvo una acogida entusiasta en general, con procesin solemnsima y otros actos piadosos y folclricos, que todava se conservan en muchos lugares. El formulario litrgico se debe a Santo Toms de Aquino. Ciclo A Con inmenso gozo abre la Iglesia hoy sus templos para manifestar su fe ardiente y su alegra fervorosa por la Presencia Real de Cristo en la Sagrada Eucarista: Sacramento-Presencia, Sacramento-Sacrificio, Sacramento-Comunin. Todo fue obra del inmenso amor de Cristo Redentor, que pide nuestra correspondencia de amor a l y a los hermanos, todos los hombres. Deuteronomio 8,2-3.14-16: Te aliment con el man que no conocas, ni conocieron tus padres. Era figura de la Eucarista. San Ambrosio compara el man con el pan eucarstico: Es, ciertamente, admirable el hecho de que Dios hiciera llover man para los padres y los alimentase cada da con aquel manjar celestial... Considera, pues, ahora qu es ms excelente, si aquel pan de ngeles o la carne de Cristo, que es el cuerpo de vida. Aquel man caa del cielo, ste est por encima del cielo; aqul se corrompa si se guardaba para el da siguiente, ste no slo es ajeno a la corrupcin, sino que comunica la incorrupcin a todos los que lo comen con reverencia... Si te admira aquello que no era ms que una sombra, mucho ms debe admirarte la realidad... Los dones que t posees son mucho ms excelentes, porque la luz es ms que la sombra, la realidad ms que la figura, el Cuerpo del Creador ms que el man del cielo (Sobre los Misterios 43,47-49). Con el Salmo 147 glorificamos al Seor, que ha reforzado los cerrojos de la puertas de Jerusaln y ha bendecido a sus hijos dentro de ella. l los sacia con flor de harina y enva su mensaje a la tierra 1 Corintios 10,16-17: El Pan es uno, y as nosotros, aunque somos muchos formamos un solo cuerpo. En el Nuevo Testamento el amor entraable de Dios a su Hijo muy amado se ha extendido a todos nosotros mediante nuestra comunin con l. Todos, en comunin con el Corazn de Cristo,

formamos un solo Cuerpo mstico, que es la Iglesia. El efecto principal de la Sagrada Eucarista es la unin ntima con Cristo. San Juan Crisstomo dice: Qu es en realidad el pan? El Cuerpo de Cristo. Qu se hacen los que comulgan? Cuerpo de Cristo. No muchos cuerpos, sino un solo cuerpo... Porqu no te alimentas t de un cuerpo y aqul de otro, sino que todos nos alimentamos del mismo... Si, pues, todos participamos del mismo Pan y todos nos hacemos una misma cosa por qu, pues, no manifestamos la misma caridad y con ello nos convertimos en una misma cosa? (Homila 24, 2). Juan 6,51-54: Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. Por la Eucarista, la misma Vida divina que se injert en la humanidad mediante el misterio de la Encarnacin del Verbo se hace tambin vida en nosotros. Sin comunin vital con Cristo Jess no hay realmente vida cristiana. Comenta San Agustn: Los fieles conocen el Cuerpo de Cristo si no se olvidan de que son cuerpo de Cristo. Hazte Cuerpo de Cristo si quieres vivir del espritu de Cristo... El Cuerpo de Cristo no puede vivir sino del Espritu de Cristo. De aqu que hablndonos el Apstol San Pablo de este Pan, dijo: Porque el Pan es uno, somos muchos un solo Cuerpo (1 Cor 10,17). Oh sacramento de misericordia! Oh smbolo de unidad! Oh vnculo de caridad! Quien quiera vivir aqu tiene donde vivir, tiene de donde vivir. Acrquese, crea, forme parte de este Cuerpo para ser vivificado. No recele de la unin de los miembros, no sea un miembro canceroso que merezca ser cortado, ni miembro dislocado de quien se avergencen; sea hermoso, est adaptado, est sano, est unido al Cuerpo, viva de Dios, para Dios; trabaje ahora en la tierra, para que despus reine en el cielo (Tratado 26,13 Sobre el Evangelio de San Juan). Ciclo B Por el acontecimiento eucarstico, puede gozar la Iglesia entera de una continua presencia viviente de Cristo en medio de su pueblo. Se actualiza sacramentalmente el misterio de la Pasin, Muerte y Resurreccin del Seor y as podemos participar personalmente de la misma vida divina del Corazn del Hijo de Dios, hecho hombre para hacernos a los hombres hijos de Dios. xodo 24,3-8: Esta es la sangre de la alianza que hace el Seor con vosotros. En la historia de la Salvacin el sacrificio y la sangre con que se sell la Alianza Pascual primitiva fue signo y figura del sacrificio definitivo de la Nueva Alianza en la Sangre de Cristo. Comenta el Ambrosiaster: Esto fue imagen del Testamento al que llam nuevo el Seor por los profetas; de modo que es viejo aquel que dio Moiss. As, pues, con Sangre se ha establecido el Testamento, ya que la sangre es testigo del beneficio divino. En tipo de lo cual nosotros recibimos el mstico cliz de la sangre para defensa de nuestro cuerpo y alma; porque la Sangre del Seor redimi nuestra sangre, es decir, salv a todo hombre. Pues la carne del Salvador, por la salvacin del cuerpo, y la sangre se derram por nuestra alma como antes haba sido prefigurado por Moiss (Comentario a 1 Cor 11,2024.26). Por eso clamamos con el Salmo 115: Alzar la copa del Seor invocando su nombre. Mucho le cuesta al Seor la muerte de sus fieles. Seor, yo soy tu siervo, rompiste mis cadenas. Te ofrecer un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Seor. Cumplir al Seor mis votos, en presencia de todo el pueblo. Hebreos 9, 11-15: La sangre de Cristo podr purificar nuestra conciencia. Cristo, Sacerdote eterno, con su sacrificio definitivo en la Cruz, perpetuado sacramentalmente por la Eucarista, ha garantizado la nueva y definitiva Alianza. San Juan Crisstomo habla del inmenso valor de la sangre de Cristo: Quieres saber el valor de la Sangre de Cristo? Remontmonos a las figuras y recordemos los antiguos relatos de Egipto. San Juan Crisstomo comenta: Inmolad, dice Moiss, un cordero de un ao; tomad su sangre y rociad las dos jambas y el dintel de la casa... Deseas descubrir an por otro medio el valor de esta Sangre? Mira de dnde brot y cul sea su fuente: empez a brotar de la misma Cruz y su fuente fue el costado del Seor. Pues, muerto ya el Seor, dice el Evangelio, uno de los soldados se acerc con la lanza y le traspas el costado y al punto sali agua y sangre: agua

como smbolo del bautismo; sangre como figura de la Eucarista. El soldado le traspas el costado, abri una brecha en el muro del templo santo, y yo encuentro el tesoro escondido y me alegro con la riqueza hallada (Catequesis bautismales, 3, 13-19). Y Orgenes: Cuando vieres que los gentiles abrazan la fe, que se construyen iglesias, que los altares se tien con la sangre preciosa de Cristo, cuando vieres a los sacerdote y levitas como ministros no de la sangre de toros y de machos cabros (Heb 9,13), sino de la palabra de Dios por la gracia del Espritu Santo, di entonces que despus de Moiss tom y obtuvo el principado Jess, no aquel Jess hijo de Neve, sino Jess el Hijo de Dios (Homila 2,1 sobre Josu). Marcos 14,12-16.22-26: Esto es mi Cuerpo. Esta es mi Sangre. La comunin eucarstica, fruto de una accin sacrificial instituida y verificada sacramentalmente por el propio Jesucristo, nos hace participar realmente en el misterio de la Muerte, Pasin y Resurreccin de Jesucristo. Comenta San Efrn: Despus que comieron los discpulos el pan nuevo y santo, y entendieron por la fe que por l haban comido el Cuerpo de Cristo, sigui Cristo desarrollando y dando el sacramento completo. Tom y mezcl el cliz de vino; despus lo bendijo, sign y santific, declarando que era su Sangre que haba de ser derramada... Cuando os reunis en mi nombre en la Iglesia, en cualquier parte de la tierra, haced en memoria ma lo que hice: comed mi Cuerpo y bebed mi Sangre. Testamento Viejo y Nuevo... Fue una tarde perfectsima en la cual Cristo llev a cabo la verdadera Pascua (Homila 4, en la Semana Santa, 6-7). Ciclo C La solemnidad del Corpus deja viva en nuestra conciencia la real presencia de Cristo en la Eucarista. Sin esto, sera Cristo para nosotros una realidad pasada y su Evangelio una simple filosofa religiosa. Por la Eucarista su Sacratsimo Corazn sigue palpitando en nuestros altares, y en los Sagrarios, al alcance de nuestro amor y de nuestra vida. Gnesis 14,18-20: Melquisedec ofreci pan y vino. Por su condicin de Sacerdote nico y eterno, Jess sigue siendo el gran Mediador entre el Padre y nosotros. Por su sacrificio eucarstico verifica constantemente en nosotros su obra de salvacin. San Cipriano explica la semejanza entre Melquisedec y Cristo: Tambin vemos en el sacerdote Melquisedec prefigurado el misterio del sacrificio del Seor, segn lo que Atestigua la Escritura divina: T eres sacerdote para siempre segn el orden de Melquisedec (Sal 109,3). El cual orden, ciertamente, es ste que procede de aquel sacrificio y que desciende de haber sido Melquisedec sacerdote del Dios sumo, de haber ofrecido pan y vino, de haber bendecido a Abrahn. Porque quin ms sacerdote del Dios sumo que nuestro Seor Jesucristo, que ofreci sacrificio a Dios Padre y ofreci aquello mismo que haba ofrecido Melquisedec: pan y vino, es decir, su Cuerpo y su Sangre? Y la bendicin de entonces a Abrahn se refera a nuestro pueblo. Porque Abrahn crey a Dios y le fue tomado en cuenta de justicia, ciertamente quienquiera que cree a Dios y vive por la fe, es hallado justo; y aparece ya en el fiel Abrahn, bendecido y justificado, como afirma el bienaventurado Apstol Pablo en Glatas 3,6-9 (Carta 63,4). Con razn proclamamos el sacerdocio de Cristo con el Salmo 109: Orculo del Seor a mi Seor: Sintate a mi derecha y har de tus enemigos estrado de tus pies. Desde Sin extender el Seor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. Eres prncipe desde el da de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendr, como roco, antes de la aurora. El Seor lo ha jurado y no se arrepiente: T eres sacerdote eterno segn el rito de Melquisedec. 1 Corintios 11,23-26: Cada vez que comis y bebis proclamis la muerte del Seor. Sacerdote Jesucristo sigue siendo tambin Vctima inmolada, puesta a nuestro alcance en el tiempo, hasta que vuelva. Comenta San Juan Crisstomo:

Por tanto, si te acercas a la Eucarista, no hagas indigno de ello: no avergences a tu hermano, no desprecies al que tiene hambre, no te embriagues, no deshonres a la Iglesia. Te acercas a dar gracias por lo que has recibido: por tanto, da tu tambin algo en cambio y no te apartes de tu prjimo. Pues Cristo dio a todos por igual, diciendo: tomad y comed. l dio a todos por igual su Cuerpo y t ni si quieras das por igual el pan ordinario? E igualmente por todos fue partido, y para todos fue Cuerpo por igual (Homila 27 sobre 1 Corintios, 4). Lucas 9,11-17: Comieron todos y se saciaron. Para garantizarnos su poderes eucarsticos, Jess ofreci un da los signos visibles de su divinidad: su impresionante poder sobre los elementos materiales de una comida en el desierto. San Ambrosio explica este milagro relacionado con la Eucarista: Tiene tambin sentido mstico el que, comiendo el pueblo, se sacie, y que sirvan los Apstoles; porque tambin en la sociedad se designa un indicio de que el hambre ha sido para siempre rechazada, porque no tendr hambre el que reciba el manjar de Cristo, y en el ministerio de los Apstoles se anuncia la futura separacin del Cuerpo y la Sangre del Seor (Comentario al Evangelio de San Lucas 6,84). Hemos de ser siempre custodias vivientes, convertidos por la comunin eucarstica en ostensorios vivos de Cristo y de su Evangelio en medio de los hombres, con la palabra y con la propia vida.

El Sagrado Corazn de Jess

Entrada: Los proyectos de su Corazn, de edad en edad, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre (Sal 32,11.19). Colecta (de nueva redaccin): Dios todopoderoso, al celebrar la solemnidad del Corazn de tu Hijo unignito recordamos los beneficios de tu amor para con nosotros; concdenos recibir de esa fuente divina una inagotable abundancia de gracia. O tambin (del Misal anterior): Oh Dios!, que en el Corazn de tu Hijo, herido por nuestros pecados, has depositado infinitos tesoros de caridad; te pedimos que, al rendirle el homenaje de nuestro amor, le ofrezcamos una cumplida reparacin. Ofertorio (del Misal anterior): Mira, Seor, el amor del corazn de tu Hijo, para que este don que te ofrecemos sea agradable a tus ojos y sirva para el perdn de nuestras culpas. Comunin: Dice el Seor: el que tenga sed que venga a M, el que cree en M, que beba. De sus entraas manarn torrentes de agua viva (Jn 7,37-38). O bien: Uno de los soldados con la lanza le traspas el costado y al punto sali sangre y agua (Jn 19,34). Postcomunin (de nueva redaccin): Este sacramento de tu amor encienda en nosotros el fuego de la caridad que nos mueva a unirnos ms a Cristo y a reconocerle presente en los hermanos.

El amor infinito con que Dios ha realizado espontneamente sus designios de salvacin se nos ha revelado en una constante alianza de amor permanente: Dios es caridad (1 Jn 4,8.16). La prueba definitiva es este Corazn que tanto ha amado a los hombres. El culto al Sacratsimo Corazn de Jess tiene sus bases firmsimas en las Sagradas Escrituras. Los Santos Padres lo revelaron profusamente, sobre todo con el hecho histrico de la lanzada del soldado al costado de Cristo. En el Medievo, la meditacin de este pasaje bblico recordado en la liturgia llev a profundizar mucho en la devocin al Corazn de Jesucristo, principalmente en el monasterio benedictino de Helfta (Alemania) sobre todo con Santa Matilde y Santa Gertrudis. En el siglo XVII la divulg mucho su culto San Juan Eudes, que compuso un texto litrgico para su fiesta. En ese mismo siglo las revelaciones a Santa Margarita Mara de Alacoque le llevaron a propugn que se aprobase por Roma como fiesta litrgica para toda la Cristiandad. Esta difusin se abri camino sobre todo por mediacin de los obispos polacos, en tiempos de Clemente XIII, en 1765. El culto se fue extendiendo por doquier y en 1856 Po IX extendi la fiesta a toda la Iglesia universal. Len XIII consagr el mundo al Corazn de Jess el 11 de junio de 1899. Po XI elev la fiesta al rango de primera clase con octava privilegiada, en 1928. Despus del Concilio Vaticano II, con la renovacin del Calendario Litrgico, esta fiesta tiene el carcter de solemnidad. Ciclo A Deuteronomio 7,6-11: El Seor se enamor de vosotros y os eligi. El amor salvfico de Dios es absolutamente gratuito. Nos ama por iniciativa propia, no porque nosotros lo hayamos merecido primero. 1 Juan 4,7-16: l nos am. Dios, que es la perfeccin toda y en todo, ha querido revelrsenos explcitamente como Amor. Dios es caridad tan infinita que lleg a darnos a su propio Hijo como Vctima por nuestros pecados! Mateo 11,25-30: Soy manso y humilde de Corazn. En Cristo se nos ha manifestado la plenitud del Amor que Dios nos tiene y el modelo perfecto del amor que nos pide en correspondencia. Ciclo B Oseas 11,1.3-4.8-9: Se me revuelve el Corazn. El profeta Oseas proclama la razn ltima de la alianza de Dios con su pueblo: El Amor eterno con que determin desde el principio salvar a sus elegidos. Efesios 3,8-12.4-19: Comprendiendo lo que trasciende toda filosofa: el amor cristiano. Jesucristo es la Encarnacin real y palpitante del Amor del Padre: tanto am Dios al mundo que lleg a entregarle a su propio Hijo (Jn 3, 16). Juan 19,1-37: Le traspas el costado y al punto sali sangre y agua. Por amor Jess se entreg todo entero como Redentor y Vctima inmolada. La lanzada del Calvario fue un hecho providencial, que nos sealaba el Corazn que tanto ha amado a los hombres. Ciclo C Ezequiel 34,11-16: Yo mismo apacentar a mis ovejas y las har sestear. Toda la historia de la salvacin ha sido un proceso intensivo de acercamiento de Dios a su pueblo, como un Pastor en medio de su rebao. La historia culmina en Cristo: el Buen Pastor por antonomasia. Romanos 5,5-11: Dios nos da prueba de su amor. Sin Cristo estaramos perdidos, como ovejas sin pastor. Pero el amor de Dios nos reconcili en Cristo Jess, el Pastor de nuestras almas. Lucas 15,3-7: He encontrado la oveja perdida. Es una gran alegra en el cielo la conversin del pecador. Ante el Corazn de Jesucristo todo hombre es siempre recuperable. Es l quien ha hecho posible, y slo l poda hacerlo, nuestra reconciliacin con el Padre. La Iglesia, en el Oficio de esta solemnidad, nos presenta un bello texto de San Buenaventura: Corre con vivo deseo al Corazn de Jess traspasado, a esa Fuente de Vida y de Luz quienquiera que seas. Oh alma, amante de Dios! y con toda la fuerza de tu corazn exclama: Oh hermosura inefable del Dios altsimo, resplandor pursimo de la eterna Luz! Vida que vivificas toda vida, Luz

que ilumina toda luz y conservas en perpetuo resplandor millares de luces que desde la primera aurora fulguran ante el trono de tu divinidad! Oh eterno e inaccesible, claro y dulce manantial de la Fuente oculta a los ojos mortales, cuya profundidad es sin fondo, cuya altura es sin trmino, su anchura ilimitada y su pureza imperturbable! (El rbol de la vida 29-30.47). ndice Jueves Santo, 3.Viernes Santo, 4. Sbado Santo, 5. Domingo de Resurreccin, 6. Octava de Pascua. Lunes, 8. Martes, 9. Mircoles, 10. Jueves, 11. Viernes, 12. Sbado, 14. 2 Semana de Pascua. Domingo, 15. Lunes, 18. Martes, 19. Mircoles, 20. Jueves, 21. Viernes, 22. Sbado, 24. 3 Semana de Pascua. Domingo, 25. Lunes, 29. Martes, 30. Mircoles, 31. Jueves, 33. Viernes, 34. Sbado, 35. 4 Semana de Pascua. Domingo, 36. Lunes, 39. Martes, 40. Mircoles, 41. Jueves, 42. Viernes, 43. Sbado, 45. 5 Semana de Pascua. Domingo, 46. Lunes, 48. Martes, 50. Mircoles, 51. Jueves, 52. Viernes, 53. Sbado, 54. 6 Semana de Pascua. Domingo, 56.Lunes, 58. Martes, 60. Mircoles, 61. Jueves, 62. Viernes, 63. Sbado, 64. 7 Semana de Pascua. Domingo: Ascensin del Seor, 65. Lunes, 66. Martes, 67. Mircoles, 68. Jueves, 70. Viernes, 71. Sbado, 72. Domingo de Pentecosts, 73. La Santsima Trinidad, 75. El Cuerpo y la Sangre del Seor, 79. El Sagrado Corazn de Jess, 83. 1 Semana DOMINGO En lugar del primer domingo del Tiempo Ordinario se celebra la fiesta del Bautismo del Seor. En todo caso, los elementos propios de ese domingo primero, que se emplean en las misas feriales de esta semana, son los que siguen:Entrada: En un trono excelso vi sentado a un hombre, a quien adora muchedumbre de ngeles, que cantan a una sola voz: su imperio es eterno.Colecta (Gregoriano): Mustrate propicio, Seor, a los deseos y plegarias de tu pueblo; danos luz para conocer tu voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla. Ofertorio (Veronense): Dgnate, Seor, aceptar la ofrenda de tu pueblo; que ella nos santifique y nos alcance lo que ahora imploramos de tu misericordia. Comunin: Seor, en ti est la fuente viva y tu luz nos hace ver la luz (Sal 35,10). Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante, dice el Seor (Jn 10,10).Postcomunin (Gregoriano): Te suplicamos, Dios todopoderoso, que concedas a quienes alimentas con tus sacramentos la gracia de poder servirte llevando una vida segn tu voluntad. LUNES Aos impares Hebreos 1,1-6: Dios nos ha hablado por su Hijo. La primera parte de esta Carta est destinada a proclamar la superioridad de Cristo sobre los profetas, y abarca una rpida visin de la historia de la salvacin, hasta la venida de Cristo en la plenitud de los tiempos. Observamos en ella tres anttesis: antiguamente-ltimos tiempos; nuestros padres-nosotros; profetas-Cristo, el Hijo de Dios. En esa plenitud de los tiempos todo queda polarizado por Cristo. l es el centro de la historia. Lo es de nuestra vida? Dice Orgenes:Cul es, pues, la imagen de Dios, a semejanza de la cual ha sido

hecho el hombre, sino nuestro Salvador? l es, en efecto, el primognito de toda criatura (Col 1,15), de l se ha escrito que es el resplandor de la luz eterna, la imagen clara de la sustancia de Dios (Heb 1,3). Y l dice tambin de S mismo: Yo estoy en el Padre y el Padre est en M y quien me ha visto a M, ha visto a mi Padre (Jn 14,10 y 9). En efecto, como el que ve la imagen de alguien ve a aquel cuya imagen es, as tambin, quien ve al Verbo de Dios (Jn 1,1), que es la imagen de Dios, ve a Dios (Homilas sobre el Gnesis 1,13).Y en otro lugar el mismo autor hace decir a la Amada del Cantar bblico:Yo soy aquella etope, soy negra, ciertamente, por la condicin plebeya de mi linaje, pero hermosa por la penitencia y por la fe, pues en m he acogido al Hijo de Dios, he recibido al Verbo hecho carne. Me llegu al que es imagen de Dios, primognito de toda criatura (Col 1,15) y adems resplandor de su gloria e impronta de su esencia (Heb 1,3), y me volv hermosa (Comentario al Cantar de los Cantares 2). A la Palabra de Dios, que nos ha hablado de la excelencia y grandeza de Cristo Jess sobre todas las cosas, aun sobre los ngeles, respondemos con el Salmo 96, cantando a Cristo resucitado: El Seor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables; justicia y derecho sostienen su trono. Los cielos pregonan su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria. Ante l se postran todos los dioses. Porque T eres Seor, Altsimo sobre toda la tierra, encumbrado sobre todos los dioses. Aos pares 1 Samuel 1,1-8: Dios premia a los humildes y escucha su oracin. Ana, esposa estril de Elcan, insultada por su rival, sufre, se humilla y ora al Seor, que escucha a los humildes de corazn. Son muchos los Santos Padres que hacen el elogio de la humildad. Recordamos aqu un bello prrafo de San Juan Crisstomo:Cul es me preguntas la cabeza de la virtud? La cabeza de la virtud es la humildad. De ah que Cristo empezara por ella sus Bienaventuranzas diciendo: bienaventurados los pobres de espritu (Mt 5,3). Esta cabeza no tiene ciertamente preciosa cabellera ni trenzas; pero s tal belleza que enamora al mismo Dios... Esta cabeza, en lugar de cabellos y cabellera, ofrece a Dios sacrificios agradables. Ella es el altar de oro y el propiciatorio espiritual. Porque sacrificio es para Dios un espritu contrito (Sal 50,19)...Tiene tambin la virtud sus pies y sus manos, que son las buenas obras; tiene un pecho de oro y ms duro que el diamante, que es la fortaleza. Todo es fcil vencerlo antes que romper ese pecho. El espritu, en fin, que reside en el cerebro y en el corazn la caridad (Homilas sobre San Mateo 47,3). Con el Salmo 115 cantamos al Seor: Te ofrecer, Seor un sacrificio de alabanza. Cmo pagar al Seor todo el bien que me ha hecho? Alzar la copa de la salvacin, invocando su nombre. Cumplir al Seor mis votos en presencia de todo el pueblo. Te ofrecer un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Seor. Cumplir al Seor mis votos en presencia de todo el pueblo; en el atrio de la casa del Seor, en medio de ti, Jerusaln.Este salmo de agradecimiento recuerda el cntico de Ana, cuando por fin recibe de Dios un hijo, Samuel (1 Sam 2).Marcos 1,14-20. Convertos y creed la buena noticia. La presencia de Jess, el Salvador, es la realizacin plena de la accin salvfica del Padre. l dice a todos: convertos y creed la Buena Noticia. San Mximo de Turn comenta:Nada hay tan grato y querido por Dios, como el hecho de que los hombres se conviertan a l con sincero arrepentimiento (Carta 2).Y San Clemente Romano: Recorramos todas las etapas de la historia, y veremos cmo en cualquier poca el Seor ha concedido oportunidad de arrepentirse a todos los que han querido convertirse a l (1 Carta a los Corintios 7).Jess les dijo: venid conmigo y os har pescadores de hombres (Mc 1,17). Feliz cambio de pesca! Jess les pesca a ellos para que, a su vez, ellos pesquen a otros pescadores. Primero se hacen peces para ser pescados por Cristo; despus ellos mismos pescarn a otros... Observa San Jernimo:Y le siguieron. La fe verdadera no conoce intervalo; tan pronto oye, cree, sigue, y convierte al hombre en pescador... Yo pienso que dejando las redes dejaron los pecados del mundo... No era, en efecto, posible que, siguiendo a Jess, conservaran las redes (Comentario al Evangelio de San Marcos). MARTES Aos impares

Hebreos 2,5-12: Dios juzg conveniente perfeccionar y consagrar con sufrimientos al gua de su salvacin. La condicin de Cristo en su vida terrena es aparentemente contradictoria. Comenta San Agustn:Considera como dicho de l: ha sido hecho un poco inferior a los ngeles (Heb 2, 7). Y si ya has puesto tus ojos en su forma de siervo, no te quedes en ella, levntate por encima y confiesa que Cristo es igual al Padre. Por qu oyes con tanto agrado: El Padre es mayor que yo? Escucha con mayor satisfaccin an: Yo y el Padre somos una misma cosa (Jn 10,30).sta es la fe catlica, que navega como entre Escila y Caribdis, como se navega en el estrecho entre Sicilia e Italia: por una parte rocas que provocan el naufragio; y por otra, remolinos que devoran las naves. Si la nave va a dar contra las rocas, se destrozan; si va a parar al remolino, es engullida (Sermn 229 G,4).El pensar en Cristo o en cualquier otro punto del campo de la fe, hay que tener cuidado de ir siempre por el buen camino, sin desviarse, sin caer ni en excesos ni en defectos. Lo conseguiremos siempre si seguimos la doctrina de la Iglesia. Como dice el concilio Vaticano II,la Tradicin, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, segn el plan prudente de Dios, estn unidos y ligados de tal modo que ninguno puede subsistir sin los otros. Los tres, cada uno segn su carcter, y bajo la accin del nico Espritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvacin de las almas (Dei Verbum 10).La grandeza del hombre adquiere su verdadera dimensin al contemplar la humanidad de Cristo, exaltada en la resurreccin. La verdadera humanidad se alcanza al compartir la grandeza y la gloria de Jess resucitado. Es la obra de Dios en Jesucristo y en nosotros, cantada por el Salmo 8: Seor, Dueo nuestro, qu admirable es tu nombre en toda la tierra! Qu es el hombre para que te acuerdes de l el ser humano para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ngeles, lo coronaste de gloria y dignidad... Diste a tu Hijo el mando sobre las obras de tus manos. Todo lo sometiste bajo sus pies. Aos pares 1 Samuel 1,9-20: El Seor se acord de Ana, que vino a ser madre de Samuel. El Seor escucha la splica de los humildes y stos glorifican a Dios. Siempre la afliccin ser una escuela de ferviente oracin; una oracin no solo de palabras, sino nacida del corazn. Muchas veces los Santos Padres nos hablan bellamente de la oracin. Oigamos a Tertuliano:En el pasado la oracin alejaba las plagas, desvaneca los ejrcitos de los enemigos, haca cesar la lluvia. Ahora, la verdadera oracin aleja la ira de Dios, implora en favor de los enemigos, suplica por los perseguidores. Y qu tiene de sorprendente que pueda hacer bajar del cielo el agua del bautismo, si pudo tambin impetrar las lenguas de fuego? Solamente la oracin vence a Dios; pero Cristo la quiso incapaz del mal y poderosa para el bien...La oracin fortaleci a los dbiles, cur a los enfermos, liber a los endemoniados, abri las mazmorras, solt las ataduras de los inocentes. La oracin perdona los delitos, aparta las tentaciones, extingue las persecuciones, consuela a los pusilnimes, recrea a los magnnimos, conduce a los peregrinos, mitiga las tormentas, aturde a los ladrones, alimenta a los pobres, rige a los ricos, levanta a los cados, sostiene a los que van a caer, apoya a los que estn en pie... Qu ms decir en honor de la oracin? Incluso or el mismo Seor, a quien corresponde el honor y la fortaleza por los siglos de los siglos (La oracin 29,2).Dios manifiesta su fuerza en la debilidad de las criaturas, como se ha visto en el caso de Ana. Ella viene a ser madre de Samuel por el poder misericordioso de Dios, al que haba implorado con una oracin salida de lo ms ntimo de su corazn. Y nosotros mismos, que tenemos experiencia de los favores de Dios, cantamos con jbilo el mismo cntico de Ana, anunciando a todos los hombres la misericordia de Dios salvador:Mi corazn se regocija por el Seor, mi Salvador. Mi poder se exalta por Dios; mi boca se re de mis enemigos, porque gozo con tu salvacin. Se rompen los arcos de los valientes, mientras los cobardes se cien de valor. Los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos engordan... El Seor da la muerte y la vida, hunde en el abismo y levanta; da la pobreza y la riqueza, humilla y enaltece. Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para hacer que se siente entre prncipes y herede un trono de gloria.Marcos 1,21-28: Les enseaba con autoridad. Jess se manifiesta en la sinagoga, enseando con autoridad y curando a un poseso. Los testigos de tales acontecimientos quedan estupefactos y la fama de Jess comienza a extenderse. Cristo tiene todo el poder salvador del Padre, domina sobre todas las cosas, y puede

comunicar a los hombres el amor del Padre. Por eso una de las manifestaciones de este poder es su capacidad de expulsar al demonio, es decir, de dominar al antipoder, al enemigo del Padre, quitndole el seoro que tiene sobre los hombres.Tambin nosotros estamos dominados con frecuencia por el poder enemigo, que es todo lo que ahoga en nosotros el amor de Dios. Y esa cautividad nuestra solo puede superarse dejndonos dominar por el poder salvador de Cristo. Comenta San Agustn:Qu dijeron los demonios?: Sabemos quin eres t, el Hijo de Dios. Y escucharon: Callad!. No dijeron ellos lo mismo que dijo Pedro, cuando [Jess] les pregunt [a los discpulos]: Quin dice la gente que soy yo? Despus de que escuch lo que opinaban las gentes de fuera, volvi a interrogarles, diciendo: Y vosotros, quin decs que soy yo? Respondi Pedro: T eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Lo que dijeron los demonios, eso mismo lo dijo Pedro. Pero los demonios escucharon: Callad! Y en cambio a Pedro le dijo: Dichoso eres t.Pues bien, distnganos a nosotros lo que les distingua a ellos. Qu mova a los demonios? El temor. Y a Pedro? El amor. Elegid y amad. Es la fe tambin la que distingue a los cristianos de los demonios... Pero si nos distinguimos en la fe, distingmonos de igual manera en las costumbres y en las obras, inflamndonos de la caridad de que estaban privados los demonios (Sermn 234,3). MIRCOLES Aos impares Hebreos 2,14-18: Tena que parecerse en todo a sus hermanos para ser compasivo y Pontfice fiel. El sacerdocio de Cristo fue eficacsimo: venci al prncipe de la muerte y libr la humanidad. El plan de salvacin querido por Dios no era salvar al hombre sin el hombre. Pero esto slo pudo hacerlo Cristo: Dios y hombre al mismo tiempo.Es un sacerdocio el de Cristo muy diverso al de los judos y al de los paganos. Cristo tom para S una naturaleza humana. Comentando ese texto de los Hebreos, dice San Juan Crisstomo:Qu quiere decir tiende una mano [a los hijos de Abrahn]? Por qu no dijo: asumi, sino que utiliz esta expresin: tiende una mano? Porque este verbo hace referencia a los que persiguen a sus adversarios, y ponen todos los medios para capturar a los fugitivos y apresar a los que se resistan. En efecto, la naturaleza humana haba huido de l y haba huido muy lejos, porque dice [el Apstol] que estbamos muy lejos de Dios y sin Dios en el mundo (Ef 2,12). Por eso l mismo nos persigui y nos tom para S. El Apstol hace ver que hizo todo esto por puro amor a los hombres, por caridad y por solicitud hacia nosotros (Homila sobre Hebreos 2).En Jesucristo, que es el s a todas las promesas, Dios nos reconcili consigo mismo. En el realismo de su Encarnacin y muerte, Dios mismo llev la obra redentora a su perfeccin. Es la manifestacin ms definitiva y clara de la fidelidad de Dios a sus promesas. Por eso cantamos con el Salmo 104:El Seor se acuerda de su Alianza eternamente. Dad gracias al Seor, invocad su nombre, dad a conocer sus hazaas a los pueblos, cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas. Gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Seor. Recurrid al Seor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Aos pares 1 Samuel 3,1-10.19-20: Habla, Seor, que tu siervo escucha. Samuel es llamado al ministerio proftico. l fue fiel al Seor. Es admirable y ejemplar la relacin de Samuel y el sacerdote El. Jerarqua y profetismo proceden de Dios y se completan. El profetismo insumiso, descarado y separado de la jerarqua no es de Dios. As lo ensea San Ignacio de Antioqua:Es conveniente obedecer sin ningn gnero de fingimiento, porque no es a ste o aqul obispo que vemos a quien se tratara de engaar, sino que el engao ira dirigido contra el obispo invisible; es decir, en este caso ya no es contra un hombre mortal, sino contra Dios, a quien aun lo escondido est patente (Carta a los Magnesios 1).Y San Bernardo: Qu ms da que Dios nos manifieste su voluntad por S mismo o por sus ministros, ya sean ngeles, ya sean hombres? (De los preceptos y disposiciones 9).La vocacin de Samuel es modelo de prontitud en la respuesta. ste es el mejor sacrificio de alabanza que se puede ofrecer a Dios. Hay que ofrecer a Dios una obediencia total y sincera, y tener en l plena confianza, total abandono en sus manos. Digamos, pues, con el Salmo 39:Yo esperaba con

ansia al Seor: l se inclin y escuch mi grito. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Seor, y no acude a los idlatras, que se extravan con engaos. T no quieres sacrificios ni ofrendas, y en cambio me abriste el odo. No pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: Aqu estoy, como est escrito en mi libro, para hacer tu voluntad. Dios mo, llevo tu ley en las entraas. He proclamado tu salvacin ante la gran asamblea: no he cerrado los labios; Seor, T lo sabes.Marcos 1,29-39: Cur a muchos enfermos de muchos males. Las curaciones milagrosas son seales del poder salvador de Cristo. Con sus milagros manifiesta Jesucristo que el reino mesinico, anunciado por los profetas, est ya presente en su persona. As atrae la atencin a S mismo y hacia la Buena Nueva del Reino que l encarna; y suscita una admiracin y un temor religioso. Comenta San Jernimo:Ojal venga [Jess] y entre en nuestra casa y, con un mandato suyo, cure la fiebre de nuestros pecados! Porque todos nosotros tenemos fiebre. Tengo fiebre, por ejemplo, cuando me dejo llevar por la ira. Existen tantas fiebres como vicios. Por ello, pidamos a los Apstoles que intercedan ante Jess para que venga a nosotros y nos tome de la mano; pues si l toma nuestra mano, la fiebre huye al instante. l es un mdico egregio, el verdadero protomdico. Sabe tocar sabiamente las venas y escrutar los secretos de las enfermedades. No toca el odo, no toca la frente, no toca ninguna otra parte del cuerpo, sino la mano.Aquella mujer tena la fiebre porque no posea obras buenas. Primero, por tanto, hay que sanar las obras y luego quitar la fiebre. No puede huir la fiebre si no son sanadas las obras. Cuando nuestra mano posee obras malas, yacemos en el lecho sin podernos levantar, pues estamos sumidos totalmente en la enfermedad (Comentario a San Marcos 3,5). JUEVES Aos impares Hebreos 3,7-14: Animaos unos a otros mientras dura este hoy. Este texto de la carta a los Hebreos est centrado en el Salmo 94, por medio del cual el Seor nos exhorta a la fidelidad. Hemos de escuchar la voz del Seor en el tiempo presente, para que nuestros corazones no se endurezcan. Debemos mantener viva la fe, para anticipar la visin de las realidades que nos han sido prometidas.La fe garantiza a los cristianos que su dispersin y su actual situacin en el desierto del mundo es el preludio de una bienaventurada escatologa real. Los fieles han de servirse del mundo y vivir en l, sin sustraerse de l. Es decir, han de vivir en el mundo, como si vivieran fuera de l.Muchos Padres han tratado del valor inmenso de la fe. Escuchemos a San Clemente Romano:Procuremos hacernos dignos de la bendicin divina y veamos cules son los caminos que nos conducen a ella. Consideremos aquellas cosas que sucedieron al principio. Cmo obtuvo nuestro Padre Abrahn la bendicin? No fue acaso porque practic la justicia y la verdad por medio de la fe?... Tambin nosotros, llamados por su beneplcito en Cristo Jess, somos justificados no por nosotros mismos, ni por nuestra sabidura o inteligencia, ni por nuestra piedad, ni por las obras que hayamos practicado con santidad de corazn, sino por la fe, por la cual Dios todopoderoso justific a todos desde el principio. A l sea la gloria por los siglos de los siglos. Amn (Carta a los Corintios 31-33).A la palabra de Dios recibida en la lectura anterior respondemos con el mismo Salmo 94. Oigamos la llamada: Ojal escuchis hoy la voz del Seor. No endurezcis el corazn. Ese hoy ha sido ya inaugurado por Jesucristo. Estamos viviendo los tiempos definitivos. ste es el tiempo de la gracia y nosotros hemos de responder con gran fe. As entraremos en el descanso del Seor. Ese hoy es un grito de urgencia:Ojal escuchis la voz del Seor. No endurezcis el corazn. Entrad, postrmonos por tierra, bendiciendo al Seor, Creador nuestro. Porque l es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebao que l gua. Slo teniendo un gran espritu de fe podemos poner en prctica cuanto se nos dice en este Salmo. Aos pares 1 Samuel 4,1-11: Derrotaron a los israelitas, y el arca de Dios fue capturada. Nuestra vida en la tierra es un combate continuo. No basta, pues, para nuestra vida religiosa un culto externo, como muchas veces advierten los profetas. Es necesaria la prctica de las virtudes y la verdadera interioridad en el culto, de modo que ste proceda del corazn.Cuando esto falta, Dios detesta el

culto y el pueblo es castigado. No todo el que dice Seor, Seor... (Mt 7,21) Este pueblo me honra con sus labios, pero su corazn est muy lejos de M (Mt 15,8; Is 29,13). Por eso hemos de luchar con las armas de la fe y de la verdadera religiosidad, como dice San Gregorio de Nisa:El enemigo de nuestra alma tiende muchas trampas ante nuestros pasos, y la naturaleza humana es, de por s, demasiado dbil para conseguir la victoria sobre el enemigo... Por eso es necesario que quien desprecia las grandezas de este mundo y renuncia a su gloria vana, renuncie tambin a su propia vida. Renunciar a la propia vida significa no buscar nunca la propia voluntad, sino la voluntad de Dios y hacer del querer divino la norma nica de la propia conducta; significa tambin renunciar al deseo de poseer cualquier cosa que no sea necesaria o comn.Quien as obra se encontrar ms libre y dispuesto para hacer lo que le mandan los superiores, podr realizarlo prontamente con alegra y con esperanza, como corresponde a un servidor de Cristo, redimido para el bien de sus hermanos (Tratado de la conducta cristiana).Quien es fiel en su vida a la voluntad de Dios es el que le da el culto que l merece, y que l no desprecia, pues ve que procede de un corazn contrito y humillado. Los israelitas no obraron el bien y hubieron de sufrir por mano de los filisteos el castigo merecido. El Arca de Dios fue capturada, y as perdieron lo ms sagrado que ellos tenan. Tambin nosotros hemos pecado. Tambin tenemos necesidad de la misericordia divina. Y la pedimos con el Salmo 43:Redmenos, Seor, por tu misericordia. Ahora nos rechazas y nos avergenzas, y ya no sales, Seor, con nuestras tropas; nos haces retroceder ante el enemigo, y nuestro adversario nos saquea. Nos haces el escarnio de nuestros vecinos, irrisin y burla de los que nos rodean. Nos has hecho el refrn de los gentiles, nos hacen muecas las naciones. Seor, ten misericordia de nosotros, no olvides nuestra desgracia y opresin.La muerte del pecado se realiz ciertamente en el bautismo. Sin embargo an permanecen en nosotros las secuelas del pecado con sus concupiscencias. Sentimos viva la ley del pecado, que domina nuestros miembros (Rom 7,32). Tenemos, pues, necesidad de conversin y de un culto sincero, que proceda de la fe y de los ms hondo del corazn, y que se refleje en nuestras obras.Marcos 1,40-45: Se le quit la lepra y qued limpio. Este milagro es signo del poder del Hijo de Dios. El hecho prodigioso se divulga, contra la voluntad del Salvador, y se enciende el entusiasmo del pueblo. Verdaderamente solo en Cristo est nuestra salvacin.Los Santos Padres ven muchas veces en la lepra un smbolo de la enfermedad profunda del pecado. As, por ejemplo, San Atanasio:Sin contentarse con haber encontrado el mal, el alma humana, poco a poco, se fue precipitando en lo peor... As, desviada del bien y olvidando que ella es imagen del Dios bueno, el poder que obra en ella no le deja ver ya al Dios Verbo, la semejanza a la que ella fue hecha; y saliendo de s misma, no piensa ni imagina sino la nada. Ella ha escondido en los repliegues de los deseos corporales el espejo que hay en ella; por el cual solo poda ver la imagen del Padre. Y as ahora no ve ya ms aquello en lo que un alma debe pensar. Al contrario, vuelta hacia todos los lados, slo ve aquello que cae bajo los sentidos.As, llena el alma de toda clase de deseos carnales y ofuscada por la falsa opinin que de ellos se ha hecho, acaba por imaginarse como las cosas corporales y sensibles a Dios, de cuyo pensamiento se ha olvidado, y da a las apariencias el nombre de Dios. Ella no aprecia ms que aquello que ve y contempla como algo agradable. Ello es, pues, el mal, la causa y el origen de la idolatra (Tratado contra los paganos 2 y 8).Solo el Salvador puede sanarnos de esta lepra. La lepra se le quit inmediatamente y qued limpio. VIERNES Aos imparesHebreos 4,15.11: Esforcmonos en entrar en el descanso del Seor. Para llegar a ello es menester evitar los ejemplos de incredulidad del antiguo Israel. Es necesario adherirnos por la fe al mensaje de salvacin que Cristo nos ense con su palabra, su vida, su muerte y resurreccin. Entrar en el descanso es entrar en la intimidad de Dios. La paz interior del hombre es don de la gracia de Dios recibida en una colaboracin asctica fiel. Comenta San Juan Crisstomo:Pensemos que nuestra vida no es otra cosa que un combate, y nunca buscaremos el reposo. Nunca consideremos la afliccin como algo extraordinario. Hemos de parecemos al atleta, que no mira la lucha como algo inesperado. No es todava tiempo de descansar; hace falta que nos perfeccione el sufrimiento (Homila sobre Hebreos 5).As llegaremos a la unin con Dios. Por la

cruz a la luz, por el combate a la paz eterna, al gozo espiritual.Todo el Antiguo Testamento se escribi para leccin nuestra. La historia del pueblo de Israel fue la historia de su negativa a los beneficios de Dios. Por eso, no entraron en su descanso. Se olvidaron de los preceptos del Seor. No cumplieron sus mandatos. Ahora nosotros tenemos acceso a la ntima unin con Dios gracias a Cristo, siguiendo sus ejemplos, obedeciendo su doctrina.As lo confesamos en el Salmo 77: No olvidis las acciones de Dios. Lo que omos y aprendimos, lo que nuestros padres nos contaron, lo contaremos a la futura generacin: las alabanzas del Seor y su poder. Que lo cuenten a sus hijos, para que guarden Sus mandamientos. Para que no imiten a sus padres, generacin rebelde y pertinaz, generacin de corazn inconstante, de espritu infiel a Dios. Aos pares 1 Samuel 8,4-7.10-22: Gritaris contra el rey, pero Dios no os responder. El pueblo quiere tener un rey, pero Samuel ve ese deseo con reticencia: Yav es el nico rey de Israel. De hecho, la monarqua slo se impuso y consolid con David. Tambin nosotros hemos de poner nuestra confianza en la autoridad del Seor, ejercitada en las autoridades de la Iglesia, evitando apoyar nuestra esperanza en poderes humanos. Escuchemos la exhortacin de San Ireneo:Siendo nuestros argumentos de tanto peso, no hay para qu ir a buscar de otros la verdad que tan fcilmente se encuentra en la Iglesia, ya que los Apstoles depositaron en ella, como en una despensa opulenta, todo lo que pertenece a la verdad, a fin de que todo el que quiera pueda tomar de ella la bebida de la vida. Y sta es la puerta de la vida; todos los dems son salteadores y ladrones. Por esto hay que evitarlos, y en cambio hay que poner suma diligencia en amar las cosas de la Iglesia y en captar en ella la tradicin de la verdad (Tratado contra las herejas 3,4).La misma doctrina viene dada por San Vicente de Lerin:El verdadero y autntico catlico es el que ama la verdad de Dios y a la Iglesia, cuerpo de Cristo; aquel que no antepone nada a la religin divina y a la fe catlica. No les antepone la autoridad de un hombre, ni el amor, ni el genio, ni la elocuencia, ni la filosofa; sino que, despreciando todas estas cosas y permaneciendo slidamente firme en la fe, est dispuesto a admitir y a creer solamente lo que la Iglesia siempre y universalmente ha credo (Conmonitorio 20).A pesar de la contumacia del pueblo, que exige un rey humano, Yav ser eternamente el Rey de Israel. se es el gran privilegio del Pueblo elegido, por haber pactado una alianza con Dios. Pero Israel muchas veces es infiel a la alianza con Dios, y en la plenitud de los tiempos no acoge al Mesas, Cristo Jess. Para el nuevo Israel, la Iglesia, no hay mayor honor y bienaventuranza que tener a Cristo como Seor, pastor y gua. As lo rezamos en el Salmo 88:Cantar eternamente tus misericordias, Seor. Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminar, oh Seor, a la luz de tu rostro. Tu nombre es su gozo cada da, tu justicia es su orgullo. Porque T eres su honor y su fuerza, y con tu favor realzas nuestro poder. Porque el Seor es nuestro escudo y el Santo de Israel, nuestro Rey.Marcos 2,1-12: El Hijo del hombre tiene potestad para perdonar los pecados. l es Dios. El vino para eso, para quitar el pecado del mundo. Por eso nosotros nos presentamos ante el Seor como pecadores, como pobres paralticos, cargados de pecados. Y Cristo nos sana y nos perdona. El establece en la Iglesia un sacramento: el de la penitencia o reconciliacin, para perdonar los pecados de todos los que con buena disposicin se acerquen al sacerdote. Comenta San Ambrosio:El Seor es grande: a causa de unos perdona a otros, y mientras prueba a unos, a otros les perdona sus faltas. Por qu, oh hombre, tu compaero no puede nada en ti, mientras que en cambio ante el Seor su siervo tiene un ttulo para interceder y un derecho para impetrar? T que juzgas, aprende a perdonar; t que ests enfermo, aprende a implorar. Si no esperas el perdn de faltas graves, recurre a los intercesores, recurre a la Iglesia, que ora por ti y, en atencin a ella, el Seor te otorgar lo que El ha podido negar.Hemos de creer que el cuerpo de este paraltico ha sido curado verdaderamente, y reconocer tambin la curacin del hombre interior, a quien le han sido perdonados sus pecados. Por su parte, los judos, afirmando que solo el Seor puede perdonar los pecados, confesaron vigorosamente la divinidad del Seor, y con su juicio traicionaron su mala fe, puesto que a la vez exaltan la obra y niegan la persona.Es, pues, gran locura que este pueblo infiel, habiendo conocido que slo Dios puede perdonar los pecados, no crea en [Cristo] cuando perdona los pecados. El Seor, que quiere salvar a los pecadores, demuestra claramente su divinidad por su

conocimiento de las cosas ocultas y por sus acciones prodigiosas (Comentario a San Lucas lib. 5,11-12). SBADO Aos impares Hebreos 4,12-16: Acerqumonos con toda confianza al trono de la gracia. La palabra de Dios es viva y eficaz: juzga a quien la escucha. Llenos de la fuerza de Jess, Hijo de Dios y Sumo Sacerdote, en todo semejante a nosotros menos en el pecado, permanezcamos firmes en la fe para alcanzar la misericordia de Dios. Dos verdades preciosas se nos revelan en ese texto: el valor de la Palabra de Dios y la condicin de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote. As contempla San Gregorio Nacianceno a Jesucristo, como Palabra y como Pontfice, al tiempo que le reconoce otros altos ttulos:T eres llamado Palabra y ests sobre todas las palabras; t, que ests sobre toda luz, eres llamado Luz (Jn 1,9; 8,12; 12,46). T eres llamado Fuego, pero no porque incides sobre los sentidos, sino porque purificas la materia ligera y viciosa (Dt 4,24; Heb 12,29). T eres Espada, porque divides y separas el mal del bien (Ef 6,13; Heb 4,12); Bieldo, porque limpias y quitas aquello que es ligero y llevado por el viento, y guardas lo que est lleno en los graneros de arriba (Mt 3,12; Lc 3,17); Hacha, porque, habiendo tenido paciencia tanto tiempo, cortas la higuera estril (Mt 3,10; Lc 3,9; Lc 13,6-9); Puerta, porque introduces (Jn 10,7-9); Camino, para que nosotros andemos por el camino recto (Jn 14,6); Oveja, porque eres la vctima (Is 53, 7); Pontfice, que ofreces tu Cuerpo (Heb 4,14; 8,1-9; 9,11); Hijo, porque lo eres del Padre (Mt 3,17; 17,5; Mc 1,11; 9,7; Lc 2,22; 9,35) (Sermn 37,4).Reconocemos la eficacia de la Palabra de Dios, que es espritu y vida, descanso y alegra, luz y felicidad, con el Salmo 18: La ley del Seor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Seor es fiel e instruye al ignorante. Los mandatos del Seor son rectos y alegran el corazn; la norma del Seor es lmpida y da luz a los ojos; la voluntad del Seor es pura y eternamente estable; los mandatos del Seor son verdaderos y enteramente justos. Aos pares 1 Samuel 9,1-4.17-1910,1: Sal regir a su pueblo: Dios lo escogi. Pero esta eleccin exige de l un comportamiento digno. De lo contrario le retirar su favor, como as fue. Hay que corresponder, pues, a la gracia divina, a los dones del Seor. Cuando no hay una correspondencia fiel, el corazn se endurece y la vida se hace triste y estril. San Juan Crisstomo dice:Si eres obediente a la voz de Dios, ya sabes que te est llamando desde el cielo; pero si eres desobediente y de voluntad torcida, aunque le oyeras fsicamente, no te bastara. Cuntas veces no le oyeron los judos? A los ninivitas les bast la predicacin de un profeta. Aquellos, en cambio, permanecieron ms duros que piedras en medio de profetas y de milagros continuos. En la misma Cruz se convirti un ladrn con slo ver a Cristo y, junto a ella, los que haban visto resucitar muertos, le insultaban (Homila en honor de San Pablo 4).El Seor nos da constantemente gracias para ayudarnos en el cumplimiento del deber de cada momento. Al cristiano le corresponde acoger fielmente esa gracia y as dar el fruto que Dios quiere darle. En todos los momentos de su historia supo Israel, llevado por sus profetas, descubrir la presencia del Seor. Cuando comenz la monarqua, descubrieron en el rey la presencia protectora de Israel. Las victorias, los xitos, la vida, las bendiciones que recaen sobre el rey son manifestaciones del cuidado del Seor que dirige a su pueblo.As contina hoy la historia de la Iglesia, y con ella, los que reconocemos a Cristo como Rey, rezamos el Salmo 20: Seor, el rey se alegra por tu fuerza y cunto goza con tu victoria! Te adelantaste a bendecirlo con el xito y has puesto en su cabeza una corona de oro fino. Te pidi vida y se la has concedido, aos que se prolongan sin trmino. Tu victoria ha engrandecido su fama, lo has vestido de honor y de majestad. Le concedes bendiciones incesantes, lo colmas de gozo en tu presencia. El salmo, pues, se refiere a Cristo, a su reino de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz.Marcos 2,1317: No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores. A la vocacin del Lev sigui un banquete en el que los puritanos se escandalizan porque Cristo come con los pecadores: No necesitan mdico los sanos, sino los enfermos. Cristo ofrece siempre a los pecadores la posibilidad de salvar sus vidas. Slo quiere que acojan la gracia del arrepentimiento. Que se adhieran a su

persona y al Padre por la senda del amor. Comenta San Agustn:All estaban [los fariseos], all mostraban su crueldad: ellos eran quienes le lanzaban reproches y le decan: Ved que come con publicanos y pecadores. Formaban parte del mismo pueblo que daba muerte al mdico, a aquel que con su sangre les preparaba el antdoto. Como el Seor no slo derram sus sangre, sino que hasta se sirvi de su muerte para confeccionar el medicamento, del mismo modo resucit para dar una prueba de la resurreccin. Con paciencia padeci para ensearnos la paciencia a nosotros, y en su resurreccin nos mostr el premio de esa virtud (Sermn 175,3).La verdadera justicia se compadece de los pecadores, pero la falsa justicia se aparta de ellos. Por eso Cristo recibi con amorosa compasin al publicano y a la Magdalena, la pecadora. Con qu magnfica plasticidad nos pinta Jess su infinito amor hacia los pecadores en las parbolas del Buen Pastor y del hijo prdigo! Dnde estaramos si el Seor no nos hubiera reconciliado con su infinito amor? 2 Semana DOMINGO Entrada: Que se postre ante Ti, oh Dios, la tierra entera; que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre (Sal 65,4).Colecta (Gregoriano): Dios todopoderoso, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escuche paternalmente la oracin de tu pueblo, y haz que los das de nuestra vida se fundamenten en tu paz.Ofertorio (Veronense): Concdenos, Seor, participar dignamente de estos santos misterios, pues cada vez que celebramos este memorial del sacrificio de Cristo, se realiza la obra de nuestra redencin.Comunin: Preparas una mesa ante m y mi copa rebosa (Sal 22,5). Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos credo en l (1 Jn 4,16).Postcomunin (como las dos oraciones anteriores, se encontraba en el Misal anterior, y sta ha sido retocada segn el Veronense): Derrama, Seor, sobre nosotros tu espritu de caridad, para que, alimentados por el mismo pan del cielo, permanezcamos unidos en el mismo amor. CICLO A La finalidad de la Encarnacin del Verbo se manifiesta en el ansia profunda del Corazn de Cristo Redentor para llevar a los hombres, purificados de sus pecados, hasta la condicin de hijos de Dios. Para conseguirlo, los ilumina primero con su palabra y su vida, y los santifica, al fin, con su propio sacrificio, como Cordero destinado a expiar los pecados de todos los hombres. As lo vemos en las lecturas siguientes:Isaas 49,3.5-6: Te hago Luz de las naciones, para que seas mi salvacin. Todo hombre, de cualquier condicin y origen, necesita de la salvacin. Jess es el Siervo de Dios, que tiene poder para iluminar y reconciliar a todos los hombres hasta el ltimo confn de la tierra. El Siervo, en su condicin difcil, pero preciosa, experimenta la dureza del corazn del Pueblo elegido. Pero sufre pacientemente, para que todos podamos ser como l. Comenta San Gregorio Nacianceno:Vengamos a ser como Cristo, ya que Cristo es como nosotros. Lleguemos a ser dioses por l, ya que l es hombre por nosotros. l ha tomado lo que es inferior para darnos lo que es superior. Se ha hecho pobre para que su pobreza nos enriquezca (2 Cor 8,9); ha tomado forma de esclavo (Flp 2,7) para que nosotros recobremos la libertad (Rom 8,1); se ha abajado para alzarnos a nosotros; acept la tentacin para hacernos vencedores; ha sido deshonrado para glorificarnos; muri para salvarnos y subi al cielo para unirnos a su squito, a nosotros que estbamos derribados a causa del pecado (Sermn 1,5).Con el Salmo 39 unimos nuestra voz a la de Cristo y cantamos: Aqu estoy, Seor, para hacer tu voluntad. Yo esperaba con ansia al Seor: l se inclin y escuch mi grito; me puso en la boca un cntico nuevo, un himno a nuestro Dios... He proclamado su salvacin ante la gran asamblea.1 Corintios 1,1-3: Gracia y paz os d nuestro Padre y Jesucristo, nuestro Seor. Es por Cristo, Salvador por quien el Padre nos ofrece la gracia que nos reconcilia y la paz que nos salva. En la Carta a Diogneto leemos:Nadie jams ha visto ni ha conocido a Dios, pero l ha querido manifestarse a S mismo. Se manifest a travs de la fe, que es la nica a la que se le concede ver a Dios. Porque Dios es Seor y Creador de todas las cosas, que todo lo hizo y todo lo dispuso con orden, no slo am a los hombres, sino que tambin fue paciente con ellos. Siempre lo fue, lo es y lo ser: bueno, benigno, exento de toda ira, veraz; ms an l, es el nico bueno. Despus de haber concebido un designio grande e inefable se lo comunic a su

nico Hijo.Mientras mantena oculto su sabio designio y lo reservaba para S, pareca abandonarnos y olvidarse de nosotros. Pero, cuando lo revel por medio de su amado Hijo y manifest lo que haba establecido desde el principio, nos dio juntamente todas las cosas: participar de sus beneficios y ver y comprender sus designios. Quin de nosotros hubiera esperado jams tanta generosidad?Dios, que todo lo haba dispuesto junto con su Hijo, permiti que hasta el tiempo anterior a la venida del Salvador viviramos desviados del camino recto, atrados por los deleites y concupiscencias, y nos dejramos arrastrar por nuestros impulsos desordenados... Nos dio a su propio Hijo como precio de nuestra redencin: entreg al que es santo para redimir a los impos, al inocente por los malos, al justo por los injustos, al incorruptible por los corruptibles, al inmortal por los mortales...Oh admirable intercambio, mediacin incomprensible, beneficios inesperados: que la impiedad de muchos sea cubierta por un solo justo, y que la justicia de uno solo justifique a tantos impos! (Diogneto 8).Juan 1,29-34: ste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Tras proclamar la necesidad de la penitencia y de la conversin, el Bautista coron su misin de Precursor, sealando en Jess la presencia santificadora del Cordero de Dios. Unas ocho veces ha comentado San Agustn este pasaje evanglico :Demuestra que tienes amor al Pastor amando a las ovejas, pues tambin las ovejas son miembros del Pastor. Para que las ovejas se conviertan en miembros suyos, fue conducido al sacrificio como una oveja (Is 53, 7); para que las ovejas se hicieran miembros suyos, se dijo de l: He aqu el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1, 29). Pero, grande es la fortaleza de este Cordero. Quieres conocer cunta fortaleza mostr tener? Fue crucificado el Cordero y result vencido el len. Ved y considerad con cunto poder rige el mundo Cristo, el Seor, si con su muerte venci al diablo. Ammosle, pues; nada tengamos en mayor aprecio (Sermn 225,1-2).Jess es el nico justo en medio de aquella muchedumbre que confesaba sus pecados. l es el Cordero de Dios. A quin se refiere esta imagen?: Al cordero sacrificado en el templo?, al cordero pascual?, al Siervo de Yahv? A los tres al mismo tiempo. Y esa imagen significa que l es inocente, lleno de mansedumbre, de perfeccin ritual y de santidad, y que ser sacrificado en la Cruz para salvar a todos los hombres de sus pecados, para irradiar en todas partes la Luz sin ocaso con su palabra y con su vida. CICLO B Dios nos ha hablado con impresionante realismo en la Encarnacin de su Verbo eterno, hecho hombre como nosotros, igual a nosotros en todo, menos en el pecado. Por eso todo dilogo autntico entre el hombre y Dios se ha de hacer a travs de Jesucristo. Quien rechaza a Cristo, rechaza a Dios y se coloca fuera de la salvacin redentora.1 Samuel 3,3-10.19: Habla, Seor, que tu siervo escucha. El episodio de la vocacin del profeta Samuel es un claro exponente del derecho de Dios a condicionar decisivamente la vida del hombre con su libre llamamiento. Y es tambin un ejemplo de la autntica respuesta humana ante la vocacin divina. Oigamos a Casiano:Hay tres gneros de llamamiento. Uno cuando nos llama Dios directamente; otro, cuando nos llama por medio de los hombres; y el tercero, cuando lo hace por medio de la necesidad (Colaciones 3).Muchos son los caminos que conducen a Dios. Por eso, cada cual debe seguir con decisin irrevocable el modo de vida que primero abraz, mantenindose fiel en su direccin primera. Cualquiera que sea la vocacin escogida, podr llegar a ser perfecto en ella (ib. 14).Aqu estoy, dice Samuel, porque me has llamado. San Jernimo escribe al monje Heliodoro:Recuerda el da en que entraste en filas, cuando sepultado con Cristo en el bautismo, juraste las palabras del sacramento: que por el nombre del mismo Cristo, no tendras cuenta con padre ni madre. Mira que el enemigo tiene empeo en matar a Cristo en tu pecho. Mira que el donativo o soldada que, al entrar en la milicia, recibiste es codiciado por los campamentos contrarios... Secos los ojos, vuela al estandarte de la cruz. En este caso, es verdadera piedad ser cruel (Carta 14).Con el Salmo 39 le decimos al Seor una vez ms: Aqu estoy, para hacer tu voluntad. Yo esperaba con ansia al Seor; l se inclin y escuch mi grito; me puso en la boca un cntico nuevo, un himno a nuestro Dios... Dios mo, lo quiero, llevo tu ley en mis entraas.1 Corintios 6,13-15.17-20: Vuestros miembros son miembros de Cristo. La vocacin cristiana es integral. Afecta tambin a nuestro cuerpo para la santidad. No se es cristiano con slo el pensamiento y el alma. Dios llama al hombre

entero, le reclama hasta lo ms ntimo de su corazn. As lo explica San Gregorio de Nisa Considerando que Cristo es la luz verdadera (Jn 1,9), sin mezcla posible de error alguno, nos damos cuenta de que tambin nuestra vida ha de estar iluminada con los rayos de la luz verdadera. Los rayos del sol de justicia son las virtudes que de l emanan para iluminarnos; para que dejemos las actividades de las tinieblas y nos conduzcamos, como en pleno da, con dignidad (Rom 13, 1) y, apartando de nosotros las ignominias que se cometen a escondidas, obrando en todo a plena luz, nos convirtamos tambin nosotros en luz y, como es propio de la luz, iluminemos a los dems con nuestras obras.Y si tenemos en cuenta que Cristo es nuestra santificacin (1 Cor 1,10), nos abstendremos de toda obra y pensamiento malo e impuro, con lo cual demostraremos que llevamos con sinceridad su mismo nombre, mostrando la eficacia de esta santificacin, no con palabras, sino con los actos de nuestra vida.Adems, cuando decimos que Cristo es nuestra redencin, lo consideramos como el precio que nos gana la inmortalidad y nos hace posesin suya, comprados a la muerte por su vida (1 Tim 2,6). Y si somos de Aquel que nos redimi, sigamos en todo al Seor, de manera que ya no seamos dueos de nosotros mismos, sino que el Seor es Aquel que nos compr (1 Cor 6,20) y nosotros somos sus siervos. Su voluntad es, pues, para nosotros ley de vida (Tratado sobre el perfecto modelo de cristiano 4.6).Juan 1,35-42: Vieron donde viva y se quedaron con El. En toda vocacin cristiana Cristo es el centro, y es quien pone al hombre en sintona garantizada con la voluntad de Dios, que as le elige y le llama. Jess quiere que los dos discpulos vean y contemplen personalmente. Lo que ellos vieron debi de ser algo impresionante, segn deducimos de lo que despus hicieron. Estos apstoles comunican a otros su inmenso gozo, para ganarlos tambin para Jesucristo. Comenta San Agustn:Los dos discpulos, al orle hablar as, van en pos de Jess. Se vuelve Jess, ve que le siguen y les dice: qu buscis? Responden ellos: Maestro, dnde moras? Ellos todava no le siguen, como para quedarse a vivir con l... Pero l les muestra dnde vive, y ellos estn con El. Qu da tan feliz pasan y qu noche tan deliciosa! Hay quien sea capaz de decirnos lo que oyeron de la boca del Seor?Edifiquemos tambin nosotros mismos y hagamos una casa en nuestro corazn, adonde venga El a ensearnos y hablar con nosotros (Sermn 203,2). CICLO C La Iglesia nos invita en estos domingos que hoy comienza a seguir al Corazn de Cristo en los primeros pasos de su vida pblica, y nos ensea a escuchar su palabra, asimilarla y seguirla; y tambin a recibir sus hechos, es decir, a aprender lecciones de vida y de santidad evanglica. Ser cristiano no consiste solamente en recordar unos hechos y conocer unas doctrinas, sino en aprender a vivir una vida nueva, la misma vida de Jess, segn el Evangelio, identificndonos con l.Isaas 62,1-5: El marido se alegrar con su esposa. Este texto ha sido escogido en razn de la lectura evanglica: las bodas de Can. La obra de la salvacin es fruto de una eleccin de Dios absolutamente libre y gratuita. El Seor se eligi un pueblo, como el esposo elige a su esposa en una alianza perpetua. Escribe Casiano:La alegra que encuentra el marido con su esposa, la encontrar Dios contigo. ste y otros textos bblicos, como los de Oseas y Jeremas, han sugerido a los msticos el matrimonio espiritual del alma con Dios. Es una doctrina elevada a la que todos estamos llamados. Es una intimidad perfecta con Dios.ste ha de ser nuestro principal objetivo y el designio constante de nuestro corazn: que nuestra alma est continuamente unida a Dios y a las cosas divinas. Todo lo que le aparte de esto, por grande que pueda parecernos, ha de tener en nosotros un lugar puramente secundario o, por mejor decir, el ltimo de todos. Inclusive debemos considerarlo como un dao positivo (Colaciones 1).Con el Salmo 95 proclamamos: Contad a todos los pueblos las maravillas del Seor. Cantad al Seor un cntico nuevo, cantad al Seor toda la tierra; cantad al Seor, bendecid su nombre. Proclamad da tras da su victoria, contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. Familias de los pueblos, aclamad al Seor, aclamad la gloria y el poder del Seor, aclamad la gloria del nombre del Seor. Postraos ante el Seor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda. Decid a los pueblos: el Seor es Rey, l gobierna a los pueblos rectamente.1 Corintios 12,4-11: El mismo y nico Espritu reparte a cada uno como a l le parece. Dios mismo es quien, con la riqueza de su Espritu y con la variedad de sus dones, trata de hacer de la Iglesia su Esposa santa, la madre nica de todos los

redimidos por Cristo. El Espritu Santo ha obrado siempre en la Iglesia de un modo nuevo, intenso y creativo. As lo muestra la historia de la Iglesia. Ministerios y carismas han sido siempre para ella un don continuo, en medio de gozos y penalidades. Oigamos a San Juan Crisstomo:El tiempo que ha precedido al bautismo era un campo de entrenamiento y de ejercicios, donde la cadas encontraban su perdn. A partir de hoy, la arena est abierta para vosotros, el combate tiene lugar, estis bajo la mirada pblica, y no slo los hombres, tambin innumerables ngeles contemplan vuestros combates. Pablo confiesa en su Carta a los Corintios: nosotros hemos sido presentados como espectculo al mundo, a los ngeles y a los hombres (1 Cor 4,9). En efecto, los ngeles nos contemplan y el Seor de los ngeles es el que preside el combate. Para nosotros no slo es un honor, sino tambin una seguridad. Cuando el juez de estos asaltos es precisamente Aquel que ha entregado su vida por nosotros qu honor y qu seguridad no habremos de tener? (Ocho catequesis bautismales 3,8).Juan 2,1-12: En Can de Galilea Jess comenz sus signos por intercesin de la Virgen Mara. Jess eligi, como marco de su primera manifestacin redentora, la ceremonia de unas bodas. Ms tarde elevara el matrimonio cristiano a signo sacramental de la unin de l mismo con su Iglesia. ste es el primer milagro pblico de Jess. Oigamos el comentario de Fausto de Riez:Por obra de Cristo se produce en Galilea un vino nuevo, esto es, cesa la ley y sucede la gracia; es retirada la sombra y se hace presente la realidad; lo carnal viene a hacerse espiritual; la antigua observancia se transforma en el Nuevo Testamento. Como dice el Apstol: lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado (2 Cor 5,17). Y del mismo modo que el agua contenida en las tinajas, sin mermar en su propio ser, adquiere una nueva entidad, as tambin la ley no queda destruida con la venida de Cristo, al contrario, queda clarificada y ennoblecida.Como faltase el vino, Cristo suministra un vino nuevo. Bueno es el vino del Antiguo Testamento, pero el del Nuevo es mejor. El Antiguo Testamento que observan los judos se diluye en la materialidad de la letra; mientras que el Nuevo, al que pertenecemos nosotros, nos comunica el buen sabor de la vida y de la gracia (Sermn 5 sobre la Epifana). LUNES Aos impares Hebreos 5,1-10: A pesar a ser Hijo, aprendi, sufriendo, a obedecer. La perfecta humanidad de Cristo entre los hombres se subraya ahora con la definicin de sacerdote, que solo en l se verifica plenamente. En efecto, Jesucristo, elegido por Dios entre los hombres, los representa en el culto a Dios, y ofrece dones y sacrificios por los pecados. El sacrificio de Cristo fue en realidad el que consigui el perdn de los pecados, y l no lo ofreci por S mismo, pues no tena pecado alguno. Oigamos a Orgenes:Fijmonos en nuestro verdadero y sumo sacerdote, el Seor Jesucristo. l, habiendo tomado la naturaleza humana, estaba con el pueblo todo el ao, aquel ao, a saber, del cual dice l mismo: Me envi a evangelizar a los pobres y a proclamar el ao de gracia del Seor. Y una vez durante este ao, el da de la expiacin, entr en el Santuario; es decir, cumplida su misin, penetr en los cielos, y entr en la presencia del Padre, para hacerle propicio al gnero humano y para interceder en favor de todos los que creen l...En el Antiguo Testamento se celebraba el rito de la propiciacin ante Dios; pero t, que has venido a Cristo, verdadero sumo sacerdote, que con su sangre te hizo a Dios propicio y te reconcili con el Padre, transciende con tu mirada la sangre de las antiguas vctimas y considera ms bien la sangre de Aqul que es la Palabra, escuchando lo que l mismo te dice: Esta es mi sangre, que ser derramada por vosotros para el perdn de los pecados.El hecho de rociar el lado oriental tiene tambin su significacin. De Oriente nos viene la propiciacin, pues de all procede el varn cuyo nombre es Oriente, el que ha sido constituido Mediador entre Dios y los hombres. Ello te invita a que mires siempre hacia el Oriente, de donde sale para ti el sol de justicia, de donde te nace continuamente la Luz para que no camines nunca en tinieblas, ni te sorprenda en tinieblas aquel da ltimo; para que no se apodere de ti la noche y la oscuridad de la ignorancia, sino que vivas siempre en la Luz de la Sabidura, en el pleno da de la fe, bajo la Luz de la caridad y de la paz (Homila 9 sobre el Levtico 5,10).Con el Salmo 109 proclamamos el sacerdocio de Cristo. Constituido por Dios Sumo y Eterno Sacerdote, l ha realizado en su vida, compartida con la de sus hermanos, los hombres, el puente de unin entre el

cielo y la tierra. l, vctima de su propio ofrecimiento, se ha convertido para todos en autor de la salvacin eterna:Dios le dice por eso: t eres sacerdote eterno segn el rito de Melquisedec. Desde Sin extender el Seor el poder de su cetro: somete en la batalla a los enemigos. Eres prncipe desde el da de tu nacimiento; entre esplendores sagrados yo mismo te engendr como roco, antes de la aurora, antes de la aurora del mundo, desde toda la eternidad.Cuanto ms miserables seamos por nosotros mismos, ms debemos volvernos hacia l, ms debemos unirnos a sus splicas, a su alabanza, a su accin de gracias. Y el Seor, hacindonos suyos, nos escuchar y nos librar. Depositemos todo en l: nuestro yo, nuestra esperanza y nuestros temores, nuestro presente, nuestro pasado y nuestro porvenir... l es Sacerdote eterno. Aos pares 1 Samuel 15,16-23: Obedecer vale ms que un sacrificio. El Seor rechaza como rey a Sal, que le ha sido infiel. San Agustn dice:La obediencia con toda verdad ha de decirse la virtud propia de la criatura racional, que acta bajo la potestad de Dios. Y tambin ha de decirse que el primero y el mayor de todos los vicios es el orgullo, que lleva al hombre a querer ms potestad para su ruina, y tiene el nombre de desobediencia (Tratado sobre el Gnesis 8).El cristiano ha de rechazar la tentacin de interpretar la obediencia como un sometimiento indigno del hombre, propio de personas con escasa madurez. Quienes piensan as no han considerado que Cristo se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz (Flp 2,8). La sinceridad de vida es el mejor sacrificio. La Escritura y los Padres insisten una y otra vez en que el culto externo sin interioridad de corazn no es por Dios querido, sino rechazado. Por eso el Seor nos dice en el Salmo 49: No te reprocho tus sacrificios, pues siempre estn tus holocaustos ante M. Pero no aceptar un becerro de tu casa, ni un cabrito de tus rebaos. Por qu recitas mis preceptos y tienes siempre mi alianza en tu boca, t que detestas mis enseanzas y te echas a la espalda mis mandatos? Esto haces y me voy a callar? Crees que soy como t? Te acusar, te lo echar en cara. El que me ofrece accin de gracias se me honra; al que sigue el buen camino le har ver la salvacin de Dios.Es verdad que nuestra ofrenda, Cristo, es infinitamente ms preciosa que todos los costosos sacrificios del Antiguo Testamento; pero no olvidemos aquellas palabras: no todo el que dice: Seor, Seor... Hemos de sacrificar a Dios todo lo que no sea compatible con Su voluntad. Hemos de ofrecerle sacrificios que nos cuesten algo real y sensible. Hemos de morir a nosotros mismos, al pecado, y procurar tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jess (Flp 2,5).Marcos 2,18-22: El novio est con ellos. La observancia de la ley mosaica no est ya vigente para los discpulos de Cristo, que son amigos del Esposo. El ministerio salvador de Jess proclama unos principios fundamentales de vida, que no encajan en el sistema religioso entonces vigente entre los judos.La doctrina de Jess tiene una gran fuerza renovadora. Cristo declara aqu su divinidad y llama a sus discpulos los amigos del Esposo, sus amigos. Estn con l y por eso no necesitan ayunar. Sin embargo, cuando no est l presente visiblemente, ser necesario el ayuno y la mortificacin para poder verle con los ojos del alma. Dice San Agustn:La penitencia purifica el alma, eleva el pensamiento, somete la propia carne al espritu, hace al corazn contrito y humillado, disipa las nebulosidades de la concupiscencia, apaga el fuego de las pasiones y enciende la verdadera Luz de la castidad (Sermn 73).Y San Basilio:Al ser nocivo para el cuerpo el demasiado cuidado y un obstculo para el alma, es locura manifiesta servirle y mostrarse sumiso con l (Discurso a los jvenes 3).Con razn, pues, dice la Iglesia al Seor en un prefacio de Cuaresma: con el ayuno corporal refrenas nuestras pasiones, elevas nuestro espritu, nos das fuerza y recompensa. MARTES Aos impares Hebreos 6,10-20: La esperanza que se nos ha ofrecido es para nosotros un ancla segura y firme. Hemos de llevar una vida autnticamente cristiana, pues Dios es fiel a sus promesas y nuestra esperanza es como un ancla que nos aferra a l, Cristo Jess, nuestro Sumo y Eterno Sacerdote. El ancla siempre ha sido desde los primeros siglos del cristianismo un signo de la firmeza y seguridad

de la fe. Muchas veces aparece pintada en las catacumbas. Los cristianos somos hombres que esperamos la futura gloria que se revelar en nosotros. San Basilio dice:Un nico motivo te queda para gloriarte, oh hombre, y el nico motivo de esperanza consiste en hacer morir todo lo tuyo y buscar la vida futura en Cristo (Homila 20, sobre la humildad).San Agustn afirma que toda la esperanza del hombre estriba solo en la gran misericordia de Dios (Confesiones 10). Y San Juan Crisstomo: No desesperis nunca. Os lo dir en todos mis discursos, en todas mis conversaciones; y si me hacis caso, sanaris. Nuestra salvacin tiene dos enemigos mortales: la presuncin, cuando las cosas van bien, y la desesperacin, despus de la cada. ste segundo enemigo es mucho ms terrible (Homila sobre la penitencia). Dios es siempre fiel a sus promesas salvadoras. l se ha comprometido y no miente. Por eso, con gran nimo y fortaleza, cantamos con el Salmo 110: El Seor recuerda siempre su alianza. Doy gracias al Seor de todo corazn, en compaa de los rectos, en la asamblea. Grandes son las obras del Seor, dignas de estudio para los que las aman. El Seor ha hecho maravillas memorables, es piadoso y clemente; l da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza. Envi la redencin a su pueblo, ratific para siempre su alianza; su nombre es sagrado y temible; la alabanza del Seor dura por siempre. Aos pares 1 Samuel 16,1-13: David es ungido y la accin del Espritu le invade. Dios muestra su benevolencia hacia David y su pueblo. Los planes de Dios no son los de los hombres (Is 55,8), y as lo comprueba Samuel, que se ve obligado a rechazar uno a uno todos los hermanos mayores de David. El cumplimiento de la voluntad del Seor es siempre la gua ms segura para el cristiano. Esta voluntad de Dios, que se va manifestando a lo largo de la vida, puede ser acogida con resignacin, con generosidad o con pleno abandono en l, que es lo ms perfecto. Cualquier cosa que te suceda recbela como un bien, consciente de que nada pasa sin que Dios lo haya dispuesto (Carta llamada de Bernab 9). Y San Agustn: El Seor conoce mejor que el hombre lo que le conviene en cada momento (Carta 138).Cantamos la eleccin y uncin de David con el Salmo 88. En lo ms pequeo se ha revelado el poder del Seor. As se ve ms claro que es Dios el que da la fuerza, el valor y la victoria a los que siguen plenamente su voluntad:He ceido la corona a un hroe, he levantado a un soldado sobre el pueblo. Encontr a David, mi siervo, y lo he ungido con leo sagrado; para que mi mano est siempre con l, y mi brazo lo haga valeroso. l me invocar: T eres mi Padre, mi Dios, mi Roca salvadora, y yo lo nombrar mi primognito, excelso entre los reyes de la tierra.Como es obvio, David es figura de Cristo, y lo que dice el Seor de aqul lo dice ms plenamente de Cristo, Rey del universo. l es el cumplidor exacto de la voluntad del Padre, como lo confes varias veces: mi alimento es hacer la voluntad del que me envi y acabar su obra (Jn 4,34). El camino que l nos seal es el cumplimiento de la voluntad divina: or la palabra de Dios y practicarla. Es ah donde se demuestra realmente el amor a Dios, y donde se expresa de verdad nuestro grado de unin con El: no el que dice: Seor, Seor..., sino el que hace la voluntad de mi Padre (Mt 7,21).Marcos 2,23-28: El sbado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sbado. La salvacin, tema central del mensaje de Jess, no es cuestin de antiguas observancias legales, sino de relacin personal con Dios, que slo es posible por el camino del amor. Cristo, como Hijo de Dios, es Seor del sbado. A la nueva alianza entre Dios e Israel ha sucedido una alianza nueva entre Dios y la humanidad. Esta alianza, nueva, perfecta y definitiva, est fundada en Cristo Jess. Comenta San Ambrosio:No slo por la ternura de sus palabras y por el ejemplo de su actos, el Seor Jess comenz a despojar al hombre de la observancia de la ley antigua y a revestirlo del nuevo vestido de la gracia. As lo conduce ya en da de sbado por los sembrados, es decir, lo aplica a obras fructuosas. Qu quiere decir sbado, mies, espigas? No se trata de un misterio sin importancia. El campo es todo el mundo presente; la mies del campo es, por la semilla del gnero humano, la cosecha abundante de los santos; las espigas del campo son los frutos de la Iglesia, que los apstoles remueven por su actividad, nutrindose y alimentndose de nuestros progresos.Se levantaba ya la mies, fecunda de virtudes, con muchas espigas, a las cuales son comparados los frutos de nuestros mritos; pues, como a ellas, el mal tiempo los deteriora, o los quema el sol, o los humedecen las lluvias, o los destrozan las tempestades, o bien los segadores los

amontonan en los depsitos de los graneros dichosos.La tierra ha recibido ya la palabra de Dios, y sembrada con la semilla celestial, ha producido en el campo ubrrimo una mies abundante. Los discpulos tenan hambre de la salvacin de los hombres, y [arrancando espigas] parecan extraer el alimento de las almas y atraer a la luz de la fe por los prodigios deslumbrantes que realizaban. Pero los judos pensaban que eso no estaba permitido en sbado. Cristo, sin embargo, por un nuevo beneficio de su gracia, subraya la ociosidad de la ley y la accin de la gracia (Comentario al Evangelio de San Lucas 5, 28-29). MIRCOLES Aos impares Hebreos 7,1-3.15-17: T eres sacerdote para siempre segn el rito de Melquisedec. Quedan perfilados los rasgos del sacerdocio de Cristo: ser el suyo un sacerdocio totalmente nuevo, cuya imagen puede ser la figura misteriosa de Melquisedec. De ste no se conoci su ascendencia ni su descendencia (Gen 14,17-20). Por eso es tipo del sacerdocio eterno de Cristo. Era rey de Saln, esto es, rey de paz. Abrahn lo considera superior.Todo esto es propio de Cristo. Por l, que es nuestro Mediador, nuestro Sumo y Eterno Sacerdote, la Iglesia puede ofrecer y ofrece al Padre una accin de gracias, una eucarista, perfecta y digna de l. En la maravilla sagrada de la Eucarista se actualiza sacramentalmente el sacrificio nico de Cristo. Oigamos a San Len Magno:Est presente el Seor Jesucristo en medio de los creyentes. Por eso nuestra confianza no es temeraria, sino fiel. Pues, aunque l est sentado a la derecha de Dios Padre, hasta que ponga a todos sus enemigos por escabel de su pies (Sal 109,1), sin embargo, no falta nunca el Sumo Pontfice de la asamblea de sus pontfices, y con razn se le canta por boca de toda la Iglesia y de todos los sacerdotes: T eres sacerdote para siempre segn el orden de Melquisedec.l mismo es Aquel cuya figura presignificaba el pontfice Melquisedec, que no ofreca las oblaciones judaicas, sino que inmol el sacrificio de aquel sacramento que nuestro Redentor consagr en su Cuerpo y en su Sangre. l mismo es aquel cuyo sacerdocio no haba de pasar con el tiempo de la ley, como pas el establecido segn el orden de Aarn, sino que fue instituido con la firmeza de un juramento indisoluble, que haba de celebrarse perennemente segn el orden de Melquisedec. Pues, as como entre los hombres el juramento que se presenta con estas frmulas queda sancionado como pacto perpetuo, as tambin la declaracin del juramento divino, que se encuentra en estas promesas, fijadas en decretos inconmovibles. Y puesto que el arrepentimiento indica el cambio de voluntad, Dios no se arrepiente en aquel en que, segn el beneplcito eterno, no puede querer otra cosa distinta de lo que quiso...Honramos, pues, el da en que fuimos consagrado obispo, ya que piadosa y verdaderamente confesamos que, en todas las cosas que hacemos rectamente, Cristo es quien realiza la obra de nuestro ministerio (Sermn 5, 3-4).Volvemos a cantar el sacerdocio de Cristo con el Salmo 109: T eres sacerdote eterno, segn el rito de Melquisedec. Orculo del Seor a mi Seor: sintate a mi derecha y har de tus enemigos estrado de tus pies... El Seor lo ha jurado y no se arrepiente: T eres sacerdote eterno, segn el rito de Melquisedec.El sacrificio de la Misa es una reactualizacin sacramental del sacrificio redentor del Calvario. Jess en l se da a S mismo y se entrega sin lmites a los hombres, como Sacerdote y Vctima. Toda su vida ha sido una donacin continuada. l vino para dar su vida (Mt, 20,28), y en la hora suprema consum su donacin en el sacrificio de la Cruz. Aos pares 1 Samuel 17,32-33.37.40-51: David venci al filisteo Goliat. Comenta San Agustn:El enemigo te da la muerte con tu misma espada; con tus mismas armas te vence y te asesina. Acepta el precepto, sabiendo que no es un arma con la que el enemigo te da muerte, sino con la que t se la das a tu enemigo. Pero no presumas de tus fuerzas. Contempla al joven David contra Goliat: contempla al pequeo contra el grande; pequeo pero presumiendo del nombre de Dios: T con escudo y lanza; yo en nombre del Seor omnipotente. As, as y no de otra manera has de luchar; no hay otra manera de derrotar al enemigo. Quien presume de sus fuerzas, antes de la lucha ya est derrotado (Sermn 153,11).David es pequeo e insignificante, pero va hacia el enemigo en el

nombre del Seor de los ejrcitos. Dios que es Roca, Alczar, Baluarte, Escudo y Refugio, es el nico que da la victoria. Esto se cumple siempre, pero ms en el Reino de Cristo, en la Iglesia. Los que confan en el Seor alcanzan la salvacin. Pasan los perseguidores, pasan los herejes, pasan los que niegan a Cristo, pero l sigue reinando y reinar siempre, y con l tambin su Iglesia. Lo proclamamos con el Salmo 143:Bendito el Seor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la pelea. Mi Bienhechor, mi Alczar, Baluarte donde me pongo a salvo, mi Escudo y mi Refugio, que me somete los pueblos. Dios mo, te cantar un cntico nuevo, tocar para Ti el arpa de diez cuerdas; para Ti, que das la victoria a los reyes y salvas a David, tu siervo. Defindeme de la espada cruel.Marcos 3,1-6: Est permitido en sbado salvar a un hombre o dejarlo perecer? Sigue el problema de la legislacin mosaica ante el mensaje de Cristo, que viene a salvar a todos los hombres. Los contemporneos de Jess no quieren recibir la verdad, no aceptan el verdadero sentido de la ley, no reconocen la hora del amor supremo que Cristo viene a instaurar. No entienden que Jesucristo, con su doctrina y con su conducta, aunque aparentemente rompe el orden religioso de Moiss, no viene a abrogar la Ley, sino a consumarla en el amor (Mt 5,17). Es sta una de las caractersticas ms autnticas de la vida cristiana. Dice San Bernardo:El amor basta por s solo, satisface por s solo y por causa de s. Su mrito y su premio se identifican con l mismo. El amor no requiere otro motivo fuera de l mismo, ni tampoco ningn provecho; su fruto consiste en su misma prctica. Amo porque amo, amo para amar. Gran cosa es el amor, con tal que se recurra a su principio y origen, con tal que vuelva siempre a su fuente y sea una misma emanacin de s mismo (Sermn 83). San Agustn deca: cuanto ms amo, me siento todava ms deudor (Carta 192). JUEVES Aos impares Hebreos 7,258,6: Cristo, ofrecindose a s mismo, ofreci su sacrificio de una vez para siempre. En clara distincin respecto del sacerdocio del Antiguo Testamento, Jess, nico y eterno Sacerdote, que vive por siempre junto al Padre para interceder en favor de nosotros, ofreci un sacrificio nico, la ofrenda que hizo de s mismo en el Calvario. San Fulgencio de Ruspe dice muy bellamente:l es quien en S mismo hace lo que era necesario para que se efectuara nuestra redencin. Es decir, l mismo es el sacerdote y el sacrificio; es Dios y templo; es el sacerdote por cuyo medio nos reconciliamos y el Dios con quien nos hemos reconciliado. Ten, pues, por absolutamente seguro y no dudes en modo alguno, que el mismo Dios unignito, Verbo hecho carne, se ofreci por nosotros a Dios en olor de suavidad, como sacrificio y hostia. El mismo, en cuyo honor, en unidad con el Padre y el Espritu Santo, los patriarcas, profetas y sacerdotes ofrecan en tiempos del Antiguo Testamento sacrificio de animales; l mismo es aqul a quien ahora, en el tiempo del Nuevo Testamento, en unidad con el Padre y el Espritu Santo, con quienes comparte la misma y nica divinidad, la santa Iglesia catlica no deja nunca de ofrecer por todo el universo de la tierra, como sacrificio del pan y del vino, con fe y caridad (De fide ad Petrum 22).Como en das anteriores, tambin hoy empleamos el Salmo 109: Oh Cristo, t eres sacerdote eterno, segn el orden de Melquisedec. Aos pares 1 Samuel 18,6-9; 19,1-7: Mi padre, Sal, te busca para matarte. Sal siente envidia del xito logrado por David entre el pueblo. Pero Jonatn, su hijo, que es amigo ntimo de David, le previene del peligro. Sobre la amistad nos ofrece el Beato Elredo estas palabras:Esta es la verdadera, perfecta, la estable y constante amistad: la que no se deja corromper por la envidia; la que no se enfra por las sospechas; la que no se disuelve por la ambicin; la que, puesta a prueba, no cede; la que a pesar de tantos golpes, no cae; la que batida por tantas injurias, se muestra inflexible (Tratado sobre la amistad espiritual 3).Y San Len Magno:Amndonos Dios, nos restituye a su imagen. Y para que halle en nosotros la imagen de su bondad, nos concede que podamos hacer lo que l hace, iluminando nuestras inteligencias e inflamando nuestros corazones, a fin de que no solamente le amemos a l, sino tambin a cuanto l ama. Si entre los hombres se da una firme

amistad cuando los ha unido la semejanza de costumbres (aunque sucede muchas veces que la conformidad de costumbres y deseos conduce a malos afectos), cunto ms debemos desear y esforzarnos por conformarnos con aquellas cosas que Dios ama! (Sermn 12, 1 sobre el ayuno del mes de diciembre).Por muy grande que sea la persecucin y por mucho que aumenten las dificultades, el alma piadosa confa siempre en Dios. Confesamos, por eso, con el Salmo 55: En Dios confo y no temo. Misericordia, Dios mo, que me hostigan, me atacan y me cercan todo el da; todo el da me hostigan mis enemigos, me atacan en masa. Anota en tu libro mi vida errante, recoge mis lgrimas en tu odre, Dios mo... En Dios, cuya promesa alabo, en Dios confo y no temo. Qu podr hacerme un hombre? Te debo, Dios mo, los votos que hice; los cumplir con accin de gracias.Esa confianza inalterable, an en medio de las mayores angustias, se fundamenta en la amistad del alma con Dios. As dice San Gregorio Magno:Qu grande es la misericordia de nuestro Creador! Ni siquiera somos siervos dignos suyos, y nos llama amigos. Qu grande es la dignidad del hombre al ser amigo de Dios! (Homila 27 sobre los Evangelios).Marcos 3,7-12: Los espritus inmundos gritaban: T eres el Hijo de Dios. Aquellos espritus, reconociendo su derrota, manifestaban el poder salvfico de Jesucristo. Reconocen ese poder cuando nos tientan a nosotros? Por qu permite Dios nuestras tentaciones? Porque nos son tiles. Oigamos a San Juan Crisstomo:Permite Dios que seas tentado, primero, para que te des cuenta de que ahora eres ya ms fuerte. Luego, para que tengas moderacin y humildad y no te engras por los dones recibidos, pues las tentaciones pueden muy bien reprimir tu orgullo. Adems de eso, la malicia del demonio, que acaso duda de si realmente le has abandonado, por las pruebas de las tentaciones puede tener certidumbre plena que te has apartado de l definitivamente. Hay un cuarto motivo: las tentaciones te hacen ms fuerte que el hierro mejor templado. Y un quinto: te hacen comprobar mejor lo preciosos que son los tesoros que se te han confiado, porque si no viera el demonio que ests ahora constituido en ms alto honor, no te hubiera atacado (Homila 13 sobre San Mateo).El Pastor de Hermas dice queel diablo no puede dominar a los siervos de Dios que de todo corazn confan en El. Puede, s, combatirlos, pero no derrotarlos (Hermas 2).Nosotros no confiemos en sus halagos y fascinaciones. A veces el mismo Satans se disfraza de ngel de luz (2 Cor 11,14). VIERNES Aos impares Hebreos 8,6-13: Cristo es Mediador de una alianza mejor. El tema de la alianza es central en la Carta a los Hebreos. All se encuentra esa palabra ms veces que en los dems libros del Nuevo Testamento. La comparacin entre las dos alianzas, la Antigua, dada a Moiss y grabada en piedra, y la Nueva, dada por Cristo y grabada en la inteligencia y en el corazn de los fieles por el Espritu Santo, desarrolla el texto de Jeremas (Jer 31,31-34), donde el profeta anuncia la alianza interior de Yav con su pueblo. Orgenes comenta:Todos los que hemos recibido la palabra del Seor somos linaje escogido, sacerdocio real, nacin santa, pueblo adquirido (1 Pe 2, 9). Si, pues, alguno de nosotros, que hemos sido constituidos en el orden de la estirpe real, ha sido llevado por el diablo cautivo, sin duda ha sido trasladado del cortejo real a Babilonia y hace alianza con Nabucodonosor porque despreci la alianza con Dios.Es imposible que el hombre viva sin una u otra alianza. Si mantienes en ti el testamento de Dios, Nabucodonosor no puede hacer alianza contigo. Y si rechazaste el testamento de Dios, por la prevaricacin de sus mandatos, has hecho pacto con Nabucodonosor. Pues est escrito: hizo con l un pacto (Ez 17,13), y se visti como un traje la maldicin (Sal 108,18) (Homila 12,17 sobre Ezequiel).Lo que fue promesa se ha hecho ahora realidad en Jesucristo, y lo que fue anuncio de la constante misericordia de Dios se ha manifestado plenamente en Cristo con el carcter de lo definitivo. l es al mismo tiempo misericordia y fidelidad. Celebramos orantes ese misterio de gracia con el Salmo 84:Mustranos, Seor, tu misericordia y danos tu salvacin. La salvacin est ya cerca de sus fieles y la gloria habitar en nuestra tierra... La justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra y la justicia mira desde el cielo. Aos pares

1 Samuel 24 3-21: No extender la mano contra l, porque es el ungido del Seor. Sal persigue a muerte a David. Y cuando ste lo encuentra solo y lo tiene a su merced, sin embargo, no levanta la mano contra l por respeto al ungido del Seor. No se venga. Sal conoce por esto y por otros signos que David es el elegido del Seor, pero no por eso cambia hacia l sus sentimientos. Pueden ms en l la envidia y la soberbia. El perdn otorgado por David a su mayor enemigo es un ejemplo perfecto. Pudo vengarse y no lo hizo, guardado del mal por temor de Dios. Tambin San Len Magno exhorta al perdn:Amadsimos, acordndonos de nuestras debilidades, que nos han hecho caer en toda clase de faltas, guardmonos de descuidar este remedio primordial [del perdn] y este medio tan eficaz en la curacin de nuestras heridas. Perdonemos, para que se nos perdone; concedamos la gracia que nosotros pedimos. No busquemos la venganza, ya que nosotros mismos suplicamos que se nos perdone. No nos hagamos el sordo a los gemidos de los pobres; otorguemos con diligente benignidad la misericordia a los indigentes, para que podamos encontrar tambin nosotros misericordia el da del juicio (Sermn 39,6).El ejemplo de David, acosado y salvado, nos mueve a elevar a Dios un canto de confianza con el Salmo 55. La fuerza protectora de Dios es ms poderosa que la accin de los enemigos: En Dios confo y no temo. Misericordia, Dios mo, que me hostigan, me atacan y me acosan todo el da; todo el da me hostigan mis enemigos, me atacan en masa. Anota en tu libro mi vida errante, recoge mis lgrimas en tu odre. Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco y as sabr que eres mi Dios. En Dios, cuya promesa alabo, en el Seor, cuya promesa alabo, en Dios confo y no temo; qu podr hacerme un hombre? Te debo, Dios mo, los votos que hice; los cumplir con accin de gracias.Marcos 3,13-19: Llam a los que quiso y los hizo sus compaeros. Jess elige a sus apstoles para que estn siempre con l y para enviarlos a predicar. No es posible ser apstol de Cristo si no se est unido ntimamente a l. Difcilmente se podr misionar si no estamos llenos de Cristo por la oracin. San Agustn insiste en ello con frecuencia:Antes de permitir a la lengua que hable, el apstol debe elevar a Dios su alma sedienta, con el fin de dar lo que hubiese bebido y esparcir aquello de que le haya llenado (Doctrina Cristiana 1,4). El cristiano, para que aprenda a amar a su prjimo como a s mismo, debe antes amar a Dios como a s mismo (Comentario al Salmo 118).Y San Ambrosio:Recibe a Cristo para que puedas hablar a los dems. Acoge en ti el agua de Cristo... Llena, pues, de esta agua tu interior, para que la tierra de tu corazn quede humedecida y regada por sus propias fuentes (Carta 2,1-2).En fin, San Gregorio:San Juan Bautista escuchaba en su interior la voz de la Verdad para manifestar al exterior lo que oa (Homila 20 sobre los Evangelios).sta ha sido la doctrina constante de la Iglesia: de la unin vital con Cristo depende la fecundidad de todo apostolado. Si no estamos con l, no podemos ser enviados a predicar. SBADO Aos impares Hebreos 9,2-3.11-14: Entr una vez para siempre en el Santuario con su sangre. Gran diferencia entre el sacerdocio de Cristo y el sacerdocio de Aarn: no hay en la Cruz sangre de cabritos, sino la suya; no se ofrece muchas veces el sacrificio, sino una sola vez. Es la eficacia infinita del sacerdocio y sacrificio de Cristo. Comenta San Len Magno:Oh admirable poder de la Cruz... En ella est el tribunal del Seor, el juicio del mundo, el poder del Crucificado. En ella atrajiste a todos hacia Ti, Seor, a fin de que el culto de todas las naciones del orbe, celebrara, mediante un sacrificio pleno y manifiesto, lo que se realizaba en el Templo de Judea como sombra y figura. Ahora, en efecto, es ms ilustre el orden de los levitas, ms alta la dignidad de los ancianos, ms sagrada la uncin de los sacerdotes; porque tu Cruz es la fuente de toda bendicin, el origen de toda gracia. Por ella, los creyentes reciben de la debilidad la fuerza, del oprobio la gloria y de la muerte la vida (Sermn octavo sobre la Pasin 4).La lectura anterior nos mueve a cantar con el Salmo 46 la exaltacin de Cristo en la Cruz. Es el Misterio Pascual: Pasin, Muerte, Resurreccin y Ascensin del Seor a los cielos. Jess se anonad y Dios lo exalt: Dios asciende entre aclamaciones, al son de trompetas... Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con grito de jbilo; porque el Seor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra..., porque el Seor es el

Rey del mundo: tocad con maestra. Dios reina sobre las naciones. Dios se sienta en su trono sagrado. Aos pares 2 Samuel 1,1-4.11-12.19.23-27: Lealtad de David ante la muerte de Sal y Jonatn. Emotiva y bella elega de David: cmo cayeron los valientes!... Sal es y sigue siendo el ungido del Seor, y es gravemente escandaloso que un hombre elegido por Dios tenga semejante destino. Sern necesarios todava muchos siglos antes de que la humanidad aprenda a unir en Jesucristo uncin divina y muerte escandalosa. Pero, en realidad la muerte de Jess no es vergonzosa, sino sublime. Reina Cristo desde la Cruz. Destruye en ella el pecado y la muerte. San Teodoro Estudita escribe:La Cruz es el madero al cual subi Cristo, como un Rey a su carro de combate, para desde all, vencer al demonio, que ostentaba el poder de la muerte, y librar al gnero humano de la esclavitud del tirano (Sobre la Cruz).Israel entendi siempre sus desgracias como castigo de Dios por sus infidelidades. La voz de los elegidos se alza entonces en un grito de socorro. El mismo pueblo, aunque humillado y castigado, contina siendo el pueblo de Dios. La misericordia de Dios prevalecer sobre la miseria de su pueblo, y lo sacar de la desgracia. Su misericordia y fidelidad son eternas, como lo cantamos en el Salmo 79:Que brille tu rostro, Seor, y nos salve. Pastor de Israel, escucha; T que guas a Jos como a un rebao; T que te sientas sobre querubines, resplandece, ante Efran, Benjamn y Manass. Despierta tu poder y ven a salvarnos. Seor, Dios de los Ejrcitos hasta cundo estars airado mientras tu pueblo te suplica? Le diste a comer llanto, a beber lgrimas a tragos: nos entregaste a las contiendas de nuestros vecinos, nuestros enemigos se burlan de nosotros.As oraba Israel. Pero nosotros sabemos que Cristo vence y que con l venceremos tambin nosotros en todos nuestros peligros.Marcos 3,20-21: Su familia deca que no estaba en sus cabales. Un grupo de familiares de Jess sale a su encuentro, porque corra la voz de que estaba loco. Esa misma calumnia vuelve a ser aludida en ese mismo Evangelio. Oigamos a San Gregorio Magno:Un sector del pueblo enjuicia peyorativamente la obra y el mensaje de Cristo. Al no aceptar con sencillez su excelsa doctrina lo juzgan como a un iluso. Hasta all lleg la humillacin del Salvador, que se agrandar en la hora de la Pasin y Muerte. Hemos de aprender de la entereza de Cristo al sufrir tan gran difamacin y calumnia.Qu importa que los hombres nos deshonren, si nuestra conciencia nos defiende? Sin embargo, de la misma manera que no debemos excitar intencionadamente las lenguas de los que injurian para que no perezcan, debemos sufrir con nimo tranquilo las movidas por su propia malicia, para que crezca nuestro mrito. Por eso se dice: gozaos y alegraos, porque vuestro galardn es muy grande en los cielos (Mt 5,12) (Sermones sobre el Evangelio 17). 3 Semana DOMINGO Entrada: Cantad al Seor un cntico nuevo, cantad al Seor toda la tierra. Honor y majestad le preceden, fuerza y esplendor estn en su templo (Sal 96,1.6).Colecta (del Misal anterior, y antes del Gregoriano): Dios todopoderoso y eterno, aydanos a llevar una vida segn tu voluntad, para que podamos dar en abundancia frutos de buenas obras en nombre de tu Hijo predilecto. Ofertorio (Veronense): Seor, recibe con bondad nuestros dones, y haz que lleguen a ser para nosotros dones de salvacin. Comunin cantamos: Contemplad al Seor y quedaris radiantes, vuestro rostro no se avergonzar (Sal 33,6). O bien: Yo soy la luz del mundo el que me sigue no camina vida (Jn 8,12).Postcomunin (del Misal anterior, y antes del Gelasiano): Dios todopoderoso, que cuantos hemos alcanzado tu gracia vivificadora, nos alegremos siempre de este don admirable que nos haces. CICLO A Nuestro Salvador comienza a evangelizar precisamente en Galilea, regin menospreciada desde Judea y tenida por escasamente religiosa.Isaas 9,1-4: En la Galilea de los Gentiles el pueblo vio una luz grande. Isaas proclama la condicin mesinica del Emmanuel, como Luz divina destinada

a disipar las tinieblas de la vida humana. El tema de la luz es de gran importancia en la Sagrada Escritura. Aqu el tema de la luz anuncia la liberacin ya prxima de las provincias cadas en manos de los asirios. Se trata de una liberacin vinculada a la persona del futuro Rey, que no es otro que el Mesas.La luz, elemento esencial de la felicidad futura, significa a la vez salvacin, liberacin de la opresin y del pecado, participacin en la gloria del personaje mesinico. Como veremos en la lectura evanglica, esa profeca la ve cumplida San Mateo cuando comienza la predicacin de Jesucristo en Galilea.Con razn, pues, cantamos con el Salmo 26: El Seor es mi luz y mi salvacin, a quin temer? El Seor es la defensa de mi vida, quin me har temblar? Una cosa pido al Seor, eso buscar: habitar en la Casa del Seor por todos los das de mi vida; gozar de la dulzura del Seor contemplando su templo. Espero gozar de la dicha del Seor en el pas de la vida. Espera en el Seor, s valiente, espera en el Seor.1 Corintios 1,10-13.17: Poneos de acuerdo y no andis divididos. Jess sigue siendo en la Iglesia la nica luz verdadera que ilumina y salva. Los valores humanos pueden deslumbrar las conciencias, con el riesgo de oscurecer en ellas la primaca absoluta de Cristo, la necesidad del Salvador. El gran principio que surge de esta lectura paulina es el hecho de la unidad de los cristianos en la nica fe en Cristo, ya que los ministros del Evangelio no son ms que instrumentos de una nica salvacin, realizada por Jesucristo. San Gregorio de Nisa dice quesi tenemos en cuenta que Cristo es nuestra santificacin (1 Cor 1,30), nos abstendremos de toda obra y pensamiento malo e impuro, con lo cual demostraremos que llevamos con sinceridad su mismo nombre, mostrando la eficacia de esta santificacin, no con palabras, sino con los actos de nuestra vida (Tratado sobre el perfecto modelo cristiano).Mateo 4,12-23: Vino a Cafarnan para que se cumpliera lo que haba dicho el profeta Isaas. Al Corazn redentor de Cristo se llega mediante una conversin que nos disponga a ser iluminados por l, y que nos permita seguirle con fidelidad de discpulos. Y no debe maravillarnos que la luz del Salvador llegue a veces a hombres que estn muy lejos de l. As dice San Juan Crisstomo:El pueblo sentado en las tinieblas vio una luz grande. Tinieblas llama aqu el profeta no a las tinieblas sensibles, sino al error y a la impiedad. De aqu que aade: A los sentados en la regin y sombras de la muerte una luz les ha salido. Para que os dierais cuenta de que ni la luz ni las tinieblas son aqu las tinieblas y la luz sensibles, hablando de luz, no la llam as simplemente, sino luz grande, la misma que en otra parte llama la Escritura luz verdadera (Jn 1,9); y, explicando las tinieblas, les dio el nombre de sombras de muerte.Luego, para hacer ver que no fueron ellos quienes, por haberle buscado, encontraron a Dios, sino que fue ste quien del cielo se les apareci, dice: una luz sali para ellos, es decir, la luz misma sali y brill para ellos, no que ellos corrieran primero hacia la luz. Y sta es la verdad, pues antes de la venida de Cristo, la situacin del gnero humano era extrema. Porque no solamente caminaban los hombres en tinieblas, sino que estaban sentados en ellas, que es seal de no tener ni esperanza de salir de ellas. Como si no supieran por dnde tenan que andar, envueltos por las tinieblas, se haban sentado en ellas, pues ya no tenan fuerza ni para mantenerse en pie (Homila sobre San Mateo 14,1). CICLO B El llamamiento a la salvacin, garantizado por la presencia de Jess Redentor en medio de los hombres, no puede ser acogido sin un profundo cambio personal y colectivo. No podemos alcanzar la salvacin sin un cambio radical de nuestra vida. El Hijo de Dios se ha hecho hombre para hacer de los hombres hijos de Dios. Pero quiere una opcin personal por parte de los hombres. l no coacciona. Nos deja en el uso pleno de nuestra libertad, que ha de ejercitarse hacia el bien y no degenerar en el libertinaje. Se requiere una decisin vital, un compromiso profundo de fidelidad al Corazn de Cristo Redentor, que cambia toda nuestra vida interior y externamente. El encuentro con el Salvador ha de producir en nosotros una conversin, un cambio de vida, de mentalidad y de costumbres.Jons 3,1-5.10: Los ninivitas se convirtieron de su vida. El libro proftico de Jons constituye todo l una parbola reveladora. En l se manifiesta claramente la voluntad de Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Oigamos a San Ireneo:Dios toler con paciencia que Jons fuese engullido por el cetceo, no para que fuese absorbido y destruido definitivamente, sino para que, una vez arrojado de nuevo, fuera ms sumiso a Dios y diese mayor gloria a aqul que le haba otorgado una salvacin tan inesperada, induciendo

a los ninivitas a una firme penitencia y convirtindolos al Seor, que los haba de librar de la muerte, con el estupor que les caus aquel milagro de Jons. Porque as dice de ellos la Escritura: todos se retractaron de sus malos caminos y de la injusticia de sus manos, diciendo: quin sabe si Dios se arrepentir y apartar de nosotros su ira, y as no pereceremos?.De manera semejante, Dios toler pacientemente en los comienzos que el hombre fuese engullido por aquel gran cetceo, que era el autor de la prevaricacin, no para que fuese absorbido y pereciese definitivamente, sino estableciendo y preparando de antemano un medio de salvacin, que fue llevado a la prctica por el Verbo mediante el signo de Jons (Lc 11,29-30), para aquellos que tienen con respecto al Seor los mismos sentimientos que Jons, confesndolo con sus mismas palabras: siervo del Seor soy yo, y adoro al Dios Seor del cielo, que hizo el mar y la tierra (Jon 1,9).De esta forma, el hombre, recibiendo de Dios una salvacin inesperada, resucita de entre los muertos y glorifica a Dios y pronuncia las palabras profticas de Jons: Grit al Seor mi Dios en mi tribulacin y me oy desde el seno del infierno (Jon 2,2). As el hombre permanece para siempre glorificando a Dios y le da gracias sin interrupcin por la salvacin que obtuvo de l (Contra las herejas III,19,3ss). Con el Salmo 24 pedimos al Seor que nos instruya en sus sendas, para que caminemos con lealtad. La ternura y la misericordia del Seor son eternas. l es bueno y recto y ensea su camino a los pecadores. l hace caminar a los humildes con rectitud.1 Corintios 7,29-31: La apariencia de este mundo se termina. Para el verdadero creyente, la brevedad de la vida temporal no significa sino la oportunidad de aceptar la gracia y llegar a esa salvacin prxima y definitiva que Cristo Jess nos ofrece. Esa esperanza viva de los bienes eternos inminentes es lo que permite a los fieles actuar con total libertad de espritu, y no como esclavos de las cosas temporales. Es verdad, sin embargo, que en el camino de la vida presente hay muchos enemigos y tentaciones. Escribe Casiano:Que estos enemigos se oponen a nuestro progreso lo decimos solamente en cuanto nos mueven al mal, no porque creamos que nos determinen efectivamente a l. Por lo dems, ningn hombre podra en absoluto evitar cualquier pecado, si esos enemigos tuvieran tanto poder para vencernos, como lo tienen para tentarnos. Si, por una parte, es verdad que tienen el poder para incitarnos al mal, por otra, es tambin cierto que se nos ha dado a nosotros la fuerza de rechazar sus sugestiones y la libertad de no consentir en ellas.Y si su poder y su ataques engendran en nosotros el temor, no perdamos de vista que contamos con la proteccin y la ayuda del Seor. Su gracia combate a nuestro favor con un poder incomparablemente superior al de toda esa multitud de adversarios que nos acosan. Dios no se limita nicamente a inspirarnos el bien, sino que nos impulsa a cumplirlo... Es, pues, un hecho cierto que el demonio no puede reducir a nadie, si no es a aqul que libremente le presta el consentimiento de su voluntad (Colaciones 7,8).Marcos 1,14-20: Convertos y creed la Buena Noticia. El camino de salvacin, que el Evangelio nos ofrece, exige una sincera renuncia personal a nuestra anterior vida tarada o pagana, para seguir fielmente a Cristo Salvador. La conversin evanglica es la apertura decidida del corazn del hombre al Corazn de Jesucristo. San Clemente Romano escribe:Fijmonos atentamente en la sangre de Cristo, y dmonos cuenta de cun valiosa es a los ojos de Dios y Padre suyo, ya que derramada por nuestra salvacin, ofreci a todo el mundo la gracia de la conversin.Recorramos todas las etapas de la historia, y veremos cmo en cualquier poca el Seor ha concedido oportunidad de arrepentimiento a todos los que han querido convertirse a El. No predic la penitencia, y los que le hicieron caso se salvaron. Jons anunci la destruccin a los ninivitas, pero ellos, haciendo penitencia de sus pecados, aplacaron la ira de Dios con sus plegarias y alcanzaron la salvacin, a pesar de que no pertenecan al pueblo de Dios.Los ministros de la gracia divina, inspirados por el Espritu Santo, hablaron acerca de la conversin. El mismo Seor de todas las cosas habl tambin de la conversin, avalando sus palabras con un juramento: por mi vida, dice el Seor, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambien de conducta [Ez 33,11]... Queriendo, pues, que todos los que l ama se beneficien de la conversin, confirm aquella sentencia con su voluntad omnipotente.Sometmonos, pues, a su esplndida y gloriosa voluntad e, implorando humildemente su misericordia y benignidad, refugimonos en su clemencia, abandonando las obras vanas, las rias y las envidias, cosas que llevan a la muerte. Seamos, pues, hermanos, humildes de espritu;

abandonemos toda soberbia y altanera, toda insensatez [...] Recordemos las palabras del Seor Jess con las que ensea la equidad y la bondad (Carta a los Corintios VII,4XIII,1). CICLO C La Iglesia, ante todo por su accin litrgica, renueva y verifica la presencia viva de Jess en medio de su pueblo. Cristo, despus de treinta aos de vida oculta en Nazaret, se manifiesta pblicamente para mostrar a los hombres el camino de la salvacin. Pero muchos no quisieron seguirlo; ms an le contradijeron, le calumniaron y, al final, le dieron muerte.Tambin a nosotros nos puede suceder lo mismo, si no queremos secundar los preceptos del Seor y preferimos seguir nuestros caprichos y malos deseos. La Palabra de Dios proclamada en la liturgia nos interpela hoy, y pide nuestro asentimiento de fe y tambin nuestra correspondencia a ella con una conducta recta.Nehemas 2, 1-4.5-6.8-10: Leyeron el libro de la ley, y todo el pueblo estaba atento. En la historia de la salvacin Dios se sirvi de Esdras y de Nehemas para reafirmar la fe y renovar la vida religiosa de su pueblo, preparndolo para una Alianza nueva y definitiva, la perfecta Alianza de salvacin y de santidad que Cristo sell con su Sangre. San Efrn afirma:El Seor escondi en su Palabra variedad de tesoros, para que cada uno de nosotros pudiera enriquecerse. La Palabra de Dios es el rbol de la vida, que te ofrece el fruto bendito desde cualquiera de sus ramas, como aquella roca que se abri en el desierto y man de todos sus lados una bebida espiritual (Comentario sobre el Diateseron 1).Y San Agustn dice:No os descarriis entre la niebla, escuchad ms bien la voz del Pastor. Retiraos a los montes de las Santas Escrituras; all encontraris las delicias de vuestro corazn, y nada hallaris all que os pueda envenenar o daar, pues ricos son los pastizales que all se encuentran (Sermn 46 sobre los Pastores).Con el Salmo 18 bendecimos a Dios, que con su Palabra luminosa nos revel los caminos que llevan a la vida eterna: Tus palabras, Seor, son espritu y vida. La ley del Seor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Seor es fiel e instruye al ignorante. Los mandatos del Seor son rectos y alegran el corazn; la norma del Seor es lmpida y da luz a los ojos. La voluntad del Seor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Seor son verdaderos y enteramente justos.1 Corintios12,12-30: Vosotros sois el Cuerpo de Cristo, y cada uno es su miembro. Llegada la plenitud de los tiempos, Cristo mismo fue el autor y el consumador de la Nueva Alianza, santificando a su Iglesia con los dones y gracias de su Espritu. San Agustn ha comentado este texto paulino en sus sermones unas diecisiete veces. Escogemos aqu un prrafo:Nadie sube al cielo, sino quien baj del cielo, el Hijo del Hombre, que est en el cielo. Parece que estas palabras se refieren nicamente a El, como si ninguno de nosotros tuviese acceso a l. Pero tales palabras se dijeron en atencin a la unidad que formamos, segn la cual l es nuestra Cabeza y nosotros su Cuerpo.Nadie, pues, sino l, puesto que nosotros somos l, en cuanto que l es Hijo del Hombre por nosotros y nosotros hijos de Dios por l. As habla el Apstol: de igual manera que el Cuerpo es nico y tiene muchos miembros, y todos los miembros del Cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, as tambin Cristo (1 Cor 12,12). No dijo: as Cristo, sino as tambin Cristo. A Cristo lo constituyen muchos miembros, que son con l un nico Cuerpo (Sermn 263,A,2).Lucas 1,1-4: 4,14-21: Hoy se cumple esta Escritura. En la Nueva Alianza es Jess, personalmente, la ltima Palabra viva del Padre y la plenitud definitiva de la Revelacin divina para los hombres. En la sinagoga de Nazaret nos da Jess un solemne testimonio del valor proftico de la Palabra de Dios. Comenta San Ambrosio:Tom despus el libro para mostrar que l es el que ha hablado en los profetas y atajar las blasfemias de los prfidos, los que ensean que hay un Dios del Antiguo Testamento y otro del Nuevo, o bien que Cristo comenz a partir de la Virgen. Cmo l toma origen de la Virgen si antes de la Virgen l hablaba?El Espritu est sobre M. Descubre, pues, aqu la Trinidad perfecta y coeterna. La Escritura nos afirma que Jess es Dios y hombre, perfecto en lo uno y en lo otro. l tambin nos habla del Padre y del Espritu Santo... Qu testimonio podemos encontrar ms grande que el de l mismo, que afirma haber hablado por los profetas? El fue ungido con un leo espiritual y una fuerza eclesial, a fin de inundar la pobreza de la naturaleza humana con el tesoro eterno de la resurreccin, para eliminar la cautividad del alma, para iluminar la ceguera espiritual, para proclamar el ao del

Seor, que se extiende sobre los tiempos sin fin y no conoce las jornadas de trabajo, sino que concede a los hombres frutos y descanso continuos (Comentario a San Lucas IV, 44-45). LUNES Aos impares Hebreos 9,15,24-28: l se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados. La segunda vez se aparecer a los que lo esperan. La Nueva Alianza, de la que Cristo es el Mediador, es una Alianza eterna, no slo por ser interminable, sino porque pertenece a la eternidad del Santuario divino. En el sacrificio de la Nueva Alianza, se ofreci Cristo para nuestra salvacin, y ahora quiere ofrecernos tambin a nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo. As lo explica Orgenes:Si yo renuncio a todas las cosas que poseo y tomo mi cruz y sigo a Cristo, ofrezco el holocausto en el altar de Dios. Si castigo mi cuerpo, de modo que est encendido en el fuego de la caridad, o si alcanzo la gloria del martirio, me ofrezco a m mismo como holocausto en el altar de Dios. Si amo a mis hermanos hasta entregar mi vida por ellos y lucho hasta morir en aras de la justicia y de la verdad, ofrezco un holocausto en el altar de Dios. Si mortifico mis miembros de toda concupiscencia, y el mundo est crucificado para m y yo para el mundo, ofrezco un sacrificio en el altar de Dios.As es como yo me hago sacerdote de mi propia ofrenda. De este modo se ejerce el sacerdocio en la primera estancia y se ofrecen sacrificios. Desde ella, el pontfice, revestido con los ornamentos sagrados, se adelanta y entra en lo interior del velo, segn las palabras de San Pablo citadas anteriormente: pues no entr Jess en un santuario hecho de mano humana, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora en el acatamiento de Dios a favor nuestro (Heb 9,24). As es como los cielos y el trono mismo de Dios estn prefigurados por la imagen de la estancia interior (Homila sobre el Levtico 16,9).Jesucristo resucitado, Mediador de todos los hombres, cancelando el pecado mediante su muerte, se ha constituido en el ahora de la salvacin. Al librarlo por la resurreccin de todo lo caduco, Dios en l ha hecho a todos posible vencer las ataduras del pecado y del tiempo, y abrirse as a la ltima venida gloriosa del Salvador, en la que se establecer plenamente una salvacin en la que ya estar definitivamente ausente el pecado.Por eso cantamos jubilosos con el Salmo 97: Cantad al Seor un cntico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria. El Seor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia; se acord de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aos pares 2 Samuel 5,1-7.10: T sers el pastor de mi pueblo Israel. David es proclamado rey de Israel. Ya lo era de Jud. No logr esa ampliacin de su poder real sin derramamiento de sangre: Sal, Jonatn, Isabael... Estas muertes favorecan a David, pero l no tuvo parte en ellas. Los planes de Dios se cumplen, no obstante las ignorancias y los errores de los hombres. Por eso nosotros hemos de estar siempre dispuestos a cumplir la voluntad de Dios con todo amor y confianza. San Len Magno nos asegura que la voluntad de Dios es siempre buena, y no puede dejar de serlo:Dios todopoderoso y clemente, cuya naturaleza es bondad, cuya voluntad es poder, cuya accin es misericordia, desde el mismo instante en que la malignidad del diablo nos hubo emponzoado con el veneno mortal de la envidia, seala ya los remedios con que su piedad se propona socorrer a los mortales. Esto lo hizo desde el principio del mundo...Ha sido, pues, amadsimos, el plan de un profundo designio, en el que un Dios, que no se muda, y cuya voluntad no puede dejar de ser buena, ha cumplido, mediante un misterio an ms profundo, la primera disposicin de su bondad, de manera que el hombre, arrastrado hacia el mal por la astucia y malicia del demonio, no pereciese, trastornando el plan divino (Sermn 22,1).Y en otra ocasin aade: El diablo y sus ngeles dirigen sus insidias y se aplican a tentar de innumerables maneras al hombre que tiende hacia las alturas, ya sea amedrentndole en lo adverso o corrompindole en la prosperidad. Pero el que est con nosotros es mayor que el que est contra nosotros (1 Jn 4,4). A los que estn en paz con Dios y que continuamente dicen de todo corazn a su Padre: hgase tu voluntad, no podr vencerlos ningn combate ni daarlos ningn conflicto (Sermn 26,4).David ha comenzado a actuar, y la

mano del Seor est con l. Pronto se convierte en signo de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Por eso, su victoria y su fuerza salvadora nos llevan a cantar con el Salmo 88 la misericordia y la fidelidad de Dios, que ha hecho maravillas con nosotros por la salvacin realizada en Cristo, figurado siglos antes por David:Mi fidelidad y misericordia lo acompaarn. Un da hablaste en visin a tus amigos: He ceido la corona a un hroe, he levantado a un soldado sobre el pueblo. Encontr a David, mi siervo, y lo he ungido con leo sagrado; para que mi mano est siempre con l y mi brazo lo haga valeroso... Por mi nombre crecer su poder: extender su izquierda hasta el mar y su derecha hasta el Gran Ro.La autoridad que el Seor confiere a ciertos hombres ha de ser siempre un servicio de amor, como San Agustn dice:En la casa del justo, que vive de la fe y peregrina an lejos de la ciudad celeste, sirven tambin los que mandan a aquellos a quienes parecen dominar. Y es que no les mandan por deseo de dominio, sino por deber de caridad; no por orgullo de reinar, sino por bondad de ayudar (Ciudad de Dios 19,14).Marcos 3,22-30: El corazn endurecido, bajo el influjo de Satans, blasfema contra el Espritu Santo. San Agustn explica en que consiste esa blasfemia:La caridad perfecta es el don del Espritu Santo. Pero antes de todo est el perdn de los pecados. Por este beneficio somos sacados del poder de las tinieblas, y el prncipe de este mundo es arrojado fuera por la fe, pues en los hijos de la infidelidad obra precisamente con la fuerza que tiene por la ligadura del pecado. Y en el poder de ese Espritu Santo, por el que el pueblo de Dios es congregado en la unidad, es arrojado el prncipe de este mundo, que contra s mismo se divide.Pues bien, contra este don gratuito, contra esta gracia de Dios, habla el corazn impenitente. Y esa misma impenitencia es el espritu de blasfemia, que no se perdona ni en este siglo ni en el futuro. Es as como pronuncia una palabra muy mala, demasiado impa, contra el Espritu Santo, en el que son bautizados aquellos cuyos pecados son perdonados. La Iglesia, en cambio, recibe ese Espritu para que le sean perdonados los pecados a aquel a quien ella los perdona.Por el contrario, aunque la paciencia de Dios llama a penitencia, el pecador, por la dureza de su corazn, por su corazn impenitente, atesora ira para el da de la clera y de la revelacin del justo juicio de Dios, el cual pagar a cada uno segn sus obras. Con este especial nombre de impenitencia podemos designar de algn modo a la blasfemia y a la palabra contra el Espritu Santo, que nunca ser perdonada. Es la impenitencia final. El pecador no ha querido arrepentirse (Sermn 71). MARTES Aos impares Hebreos 10,1-10: Aqu estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad. Desde la Encarnacin Cristo ha llevado a la prctica estas palabras del salmista (39,7-8), en las que se anuncia que l haba de cumplir en todo la voluntad de Dios, en lo cual consiste el sacrificio perfecto. As establece Jesucristo un nuevo y definitivo culto, en el que hay ofrenda de la voluntad interna y oblacin externa. Una vez ms, la Antigua Alianza aparece como figura de la Nueva. Cristo es la Vctima perfecta por la oblacin total de su naturaleza humana. San Len Magno ensea:Para reconciliar a los hombres haba de ser ofrecida una vctima que fuera de nuestra raza, pero ajena a nuestra corrupcin. Por eso, el plan de Dios, que era borrar el pecado del mundo, haba de extenderse a todas las generaciones, a todos los siglos y a los misterios, segn las diversas pocas (Sermn 23,3). La sangre inocente vertida en favor de los culpables fue, en efecto, tan poderosa para conseguir la gracia, tan rica para pagar la deuda, que, si todos los cautivos creyesen en su Redentor, ninguno se vera retenido por las cadenas del tirano... Digan ellos con qu sacrificio han sido reconciliados, con qu sangre han sido redimidos... Qu sacrificio fue alguna vez ms sagrado que aquel que el autntico Pontfice realiz sobre el altar de la cruz, inmolando sobre ella su propia carne?... Podemos, pues, gloriarnos del poder del que, en la debilidad de nuestra carne, se ha enfrentado con un enemigo soberbio, y ha hecho partcipe de su victoria a aquellos en cuyo cuerpo ha triunfado (Sermn 64,3).Oremos, pues, con Cristo las palabras del Salmo 39: Yo esperaba con ansia al Seor; l se inclin y escuch mi grito: me puso en la boca un cntico nuevo, un himno a nuestro Dios. T no quieres sacrificios ni ofrendas, y en cambio me abriste el odo; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: Aqu estoy. He proclamado tu salvacin ante la gran asamblea; no he cerrado los labios, Seor, t lo sabes. No he guardado en el pecho tu defensa, he

contado tu fidelidad y tu salvacin, no he negado tu misericordia y tu lealtad, ante la gran asamblea. Aqu estoy, Seor, para hacer tu voluntad. ste Salmo seala el que es tambin nuestro camino. As seguimos a Cristo en todo, para hacer en todo la voluntad del Padre. Aos pares 2 Samuel 6,12-15.17-19: Iban llevando los israelitas el arca del Seor entre vtores a la Ciudad de David. Por el camino van ofreciendo muchos sacrificios. Y el mismo rey David danza ante el arca... Si esto se hizo ante el arca, qu no hemos de hacer ante la sagrada Eucarista?... Dice Orgenes:Conocis vosotros, los que solis asistir a los misterios divinos, cmo cuando recibs el Cuerpo del Seor lo guardis con toda cautela y veneracin, para que no caiga ni un poco de l, ni desaparezca algo del don consagrado. Pues os creis reos, y rectamente por cierto, si se pierde algo de l por negligencia (Homila 13 sobre el Exodo).Lo mismo dicen tambin Tertuliano, San Gregorio de Nisa, San Cirilo de Jerusaln, San Agustn y otros muchos Padres. Todos muestran gran veneracin por el Cuerpo y la Sangre del Seor, por su presencia eucarstica. Y nosotros? Con el Salmo 23 cantamos la gloriosa presencia del Seor, que invade el Santuario. Si el arca era signo de esa presencia, mucho ms an lo es la sagrada Eucarista: Quin es ese Rey de la gloria? Es el Seor en persona. Portones! alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria. Quin es ese Rey de la gloria? El Seor, hroe valeroso, el Seor, hroe de la guerra. Portones! Alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria. Quin es ese Rey de la gloria? El Seor, Dios de los ejrcitos: l es el Rey de la gloria.Esta devota veneracin por lo sagrado, tan propia de Israel, hemos de tenerla nosotros, cristianos, por todo lo sagrado, pero muy especialmente por la Eucarista, la suprema sacralidad cristiana, que contiene al Santo de los Santos, el mismo Jesucristo, nuestro Seor. San Juan Crisstomo deca:Los ngeles rodean al sacerdote. Todo el Santuario y el espacio que circunda al altar estn ocupados por las potencias celestes, para honrar a Aqul que est presente en el altar (Homila 6 sobre el sacerdocio).Marcos 3,31-35: El que cumple la voluntad de Dios se es mi hermano y mi hermana y mi madre. ste fue un elogio grande que Jess hizo de la Virgen Mara, pues ninguna persona humana ha cumplido la voluntad de Dios como Ella. Su fiat fue sumamente meritorio y eficaz para la salvacin de los hombres. Dice San Bernardo:Ya que en Su voluntad est la vida, no podemos dudar lo ms mnimo de que nada encontraremos que nos sea ms til y provechoso que aquello que concuerda con el querer divino. Por tanto, si en verdad queremos conservar la vida de nuestra alma, procuremos con solicitud no desviarnos en lo ms mnimo de la voluntad de Dios (Sermn 5)Y San Agustn afirma:El Seor conoce mejor que el hombre lo que conviene en cada momento, lo que ha de otorgar, aadir, quitar, aumentar, disminuir, y cundo lo ha de hacer (Carta 138).El abandono en Dios lleva consigo una confianza en l sin lmites. Por l se ve a Dios, como un Padre providente, en todos y en cada uno de los momentos de la propia existencia, tambin en la cruz y en la tribulacin. Eso es lo nico que puede guardar siempre nuestras vidas en una gran paz y alegra. MIRCOLES Aos impares Hebreos 10,11-18: Cristo ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados. El sacrificio nico ofrecido por Jesucristo, aceptado por el Padre, que le glorifica en la resurreccin, obtiene para los hombres el perdn de los pecados. En esto consiste la nueva y definitiva Alianza. Nada entendemos de la Carta a los Hebreos si no tenemos una conciencia muy profunda de la malicia del pecado, como muerte que separa de Dios, fuente de la vida. Dice San Agustn:Se ofrece al Padre un sacrificio nuevo y verdadero de reconciliacin, no en el Templo, cuya dignidad ha ya terminado, ni dentro de los muros de la ciudad, que en castigo de su crimen ha de ser destruida, sino en el exterior, fuera de las puertas de la ciudad (Heb 13,12), para que, en lugar del misterio abolido de las antiguas vctimas, fuese presentada una nueva hostia sobre un nuevo altar, y fuese la cruz de Cristo no un altar del templo, sino del mundo (Sermn 59,5).Esta imagen bellsima indica bien la universalidad del sacrificio redentor de Cristo, expresado ya en la Escritura

y muy difundido en la doctrina de los Santos Padres, desde los Padres Apostlicos. Uno de los textos ms elocuentes en este sentido es el de Mario Victorino:Fue asumido todo el hombre, asumido y liberado. Y en ste fueron liberadas todas las cosas universales, toda la carne, toda el alma, y en la cruz se quitaron y purificaron por Dios Salvador, Palabra Universal de todos los universales (Contra Arrio 4). De nuevo nos trae la liturgia de hoy el Salmo 109: T eres sacerdote segn el rito de Melquisedec, que ya rezbamos en el mircoles de la semana segunda. Aos pares 2 Samuel 7,4-17: Consolidar tu reino. Es el orculo del profeta Natn sobre el futuro Mesas. El reino del Mesas ser eterno. Cristo vino para fundar el Reino de la verdad y de la vida, el Reino de la gracia y de la santidad, el Reino de la justicia, del amor y de la paz. Escribe San Juan Crisstomo: Ya nos ha preparado el Seor para la guerra con el recuerdo de nuestro enemigo, ya ha eliminado de nosotros toda indolencia; ahora nos anima y nuevamente levanta nuestros pensamientos al recordarnos al Rey bajo cuyas rdenes luchamos y al mostrarnos que l es ms potente que todos. Porque, dice, tuyo es el reino y el poder y la gloria.Por tanto, si Suyo es el reino, a nadie hay que temer, como quiera que nadie puede enfrentarse con l, ni interferir en el mando. Porque cuando se dice: Tuyo es el reino, ponemos de manifiesto que tambin el enemigo que nos hace la guerra le est sometido, por ms que aparentemente se le enfrente, en cuanto as lo permite Dios temporalmente. Pero en realidad, tambin l es uno de sus siervos, aunque de los deshonrados y reprobados, y no se atrevera l jams a atacar a ninguno de los que son siervos Suyos, como l lo es, de no recibir para ello potestad de lo alto (Homilas sobre San Mateo 19,6).Cantamos con el Salmo 88 la alianza de Dios con David. La misericordia del Seor jams le retirar su favor. Pero esto se realiza plenamente en Cristo, y en los miembros de su Cuerpo mstico: Le mantendr eternamente mi favor. Sell una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo. Te fundar un linaje perpetuo, edificar tu trono para todas las edades. l me invocar: T eres mi Padre, mi Dios, mi Roca salvadora. Y yo lo nombrar mi primognito, excelso entre los reyes de la tierra. Le mantendr eternamente mi favor; y mi alianza con l ser estable, le dar un trono duradero como el cielo.Nuestro Seor Jesucristo es Rey, Rey del Universo. l dirige y gobierna con poder su reino, la santa Iglesia, nuestra almas. Todo ser finalmente sometido a l. Seamos fieles sbditos de este Reino, sirvamos a nuestro Rey, vivamos para l. Reconozcamos con gozo que Jess es nuestro Seor. Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera.Marcos 4,1-20: Sali el sembrador a sembrar. Todo cuanto se menciona en esta parbola es muy valioso: el Sembrador, la semilla que se siembra, que es la Palabra de Dios, y la forma y generosidad con que es acogida en el corazn humano. Comenta San Agustn en un sermn, al comienzo de su episcopado:Ved cmo sali el sembrador a sembrar. Sale el sembrador y siembra sin pereza. Pero cmo es que parte cae en el camino, parte en tierra pedregosa, parte entre las espinas? Si hubiera temido a esas tierras malas, no hubiera venido tampoco a la tierra buena. Por lo que toca a nosotros, lo nico que nos atae es no ser camino, no ser piedras, no ser espinas, sino tierra buena, para dar el treinta, el sesenta, el ciento, el mil por uno. Sea ms, sea menos, pero siempre demos fruto de trigo.No seamos camino, donde el enemigo, cual ave, arrebata la semilla pisada por los transentes; ni seamos pedregal, donde la escasez de tierra hace germinar pronto lo que luego no puede soportar el calor del sol; ni seamos espinas, que son las ambiciones terrenas y los cuidados de una vida viciosa y disoluta. Y qu cosa peor que la preocupacin por la vida no permita llegar a la Vida? Qu cosa ms miserable que perder la Vida por preocuparse por la vida? Hay algo ms desdichado que caer, por temor a la muerte, en la misma muerte? Estrpense las espinas, preprese el campo, simbrese la semilla, llegue la hora de la recoleccin, susprese por llegar al granero y desaparezca el temor del fuego (Sermn 101,3). JUEVES Aos impares Hebreos 10,19-25: Llenos de fe, mantengmonos en la esperanza que profesamos. Ayudmonos los unos en los otros, para estimularnos a la caridad. Siguiendo la ruta trazada por Cristo, Sumo y

Eterno Sacerdote, acerqumonos a Dios por el camino de la sinceridad y de la fe. San Clemente Romano nos invita a no apartarnos nunca de esa esperanza en las promesas del Seor:Tomemos ejemplo de los frutos: Cmo y en qu forma se hace la sementera? Sale el sembrador y lanza a la tierra cada una de las semillas, las cuales, cayendo sobre la tierra seca y desnuda, empiezan a descomponerse; y una vez descompuestas, la magnanimidad del Seor las hace resucitar, de suerte que cada una se multiplica en muchas, dando as fruto...Si as obra Dios en la naturaleza, vamos a tener por cosa extraordinaria y maravillosa que el Artfice del universo resucite a los que le sirvieron santamente, apoyando su esperanza en una fe autntica?... Apoyados, pues, en esa esperanza, nanse nuestras almas a Aquel que es fiel en sus promesas y justo en su juicios. El que nos mand no mentir, mucho menos ser l mismo mentiroso, ya que nada hay imposible para Dios excepto la mentira. Reavivemos en nosotros la fe en l, y pensemos que todo est cerca de l... Todo lo har cuando quiera y como quiera, y no hay peligro de que deje de cumplirse nada de lo que l ha decretado... (1 Carta a los Corintios 24-27).El Sacerdocio de Cristo es en favor de nosotros, y nos posibilita la entrada en el Santuario. La senda se inicia en el bautismo. La gracia del Salvador nos va comunicando las cualidades requeridas para entrar en el Templo y servir en su culto. As lo cantamos en el Salmo 23: stos son los que buscan al Seor. Del Seor es la tierra y cuantos la llenan, el orbe y todos sus habitantes. l la fund sobre los mares, l la afianz sobre los ros. Quin puede subir al monte del Seor? Quin puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazn, que no confa en los dolos. Ese recibir la bendicin del Seor, le har justicia el Dios de salvacin. ste es el grupo que busca al Seor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. Aos pares 2 Samuel 7,18-19.24-29: Quin soy yo, mi Seor, y qu es mi familia? Ciertamente es un altsimo honor el que Dios hace a David al prometerle que su Casa permanecer para siempre y que el Mesas nacer de su linaje. Estas promesas grandiosas suscitan en David un acto de profunda humildad y accin de gracias. Los santos Padres tratan muchas veces de la humildad. As lo hace en una exposicin San Agustn:Son pobres de espritu los humildes y temerosos de Dios, es decir, los que no tienen el espritu inflado. No podan empezar de otro modo las bienaventuranzas, porque ellas deben hacernos llegar a la suma sabidura, pues el principio de la sabidura es el temor de Dios (Eclo 21,16), mientras que, por el contrario, el primer origen del pecado es la soberbia (ib.10,13ss). Apetezcan, pues, y amen los soberbios el reino de la tierra; mas bienaventurados son los pobres de espritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5,3) (Sermn de la Montaa 1,1,3).La eleccin de David, no obstante sus muchas miserias, fue una predileccin por parte de Dios. Tambin tuvo grandes virtudes, entre ellas la humildad, como lo hemos visto, y una profunda devocin religiosa. Con el Salmo 131 decimos: Seor, tenle en cuenta a David todos sus afanes, como jur el Seor e hizo voto al Fuerte de Jacob. No entrar bajo el techo de mi casa, no subir al lecho de mi descanso, no dar sueo a mis ojos, ni reposo a mis prpados, hasta que encuentre un lugar para el Seor, una morada para el Fuerte de Jacob. El Seor ha jurado a David una promesa que no retractar: a uno de tu linaje pondr sobre tu trono. Si tus hijos guardan mi alianza y los mandatos que les enseo, tambin sus hijos por siempre se sentarn sobre su trono. Porque el Seor ha elegido a Sin, ha deseado vivir en ella. sta es mi mansin por siempre; aqu vivir porque lo deseo.En realidad, algunos de los descendientes de David se apartaron del Seor. A pesar de eso, Dios fue fiel a su promesa, y Cristo naci en Beln de Jud, del linaje de David.Marcos 4,21-25: La luz sobre el candelero. La medida que usreis la usarn con vosotros. Dos ideas principales: el cristianismo ha de ser proclamado. Y no hemos de hacer a los dems lo que no queremos que se haga con nosotros. Las dos cosas vienen impulsadas por la caridad. Sobre ella dice San Agustn:Vino el Seor mismo, como doctor de la caridad, rebosante de ella, llevando a plenitud la palabra divina sobre la tierra, y puso de manifiesto que tanto la ley como los profetas radican en los dos preceptos de la caridad. As pues, hermanos, recordad conmigo aquellos dos preceptos. En efecto, tienen que sernos en extremo familiares, y no han de venirnos a la memoria solamente cuando ahora los recordamos, sino que deben permanecer siempre grabados en nuestros corazones.

Nunca olvidis que hay que amar a Dios y al prjimo: a Dios con todo el corazn, con toda el alma, con todo el ser; y al prjimo como a uno mismo.He aqu lo que hay que pensar y meditar, lo que hay que mantener vivo en el pensamiento y en la accin, lo que hay que llevar hasta el fin. El amor a Dios es el primero en la jerarqua del precepto, el primero en el rango de la accin. Pues el que te puso ese amor en dos preceptos no haba de proponerte primero al prjimo y luego a Dios, sino al revs, a Dios primero y al prjimo despus. Pero t, que todava no ves a Dios, amando al prjimo haces mrito para verlo. Con el amor al prjimo aclaras tu pupila para mirar a Dios, como claramente dice San Juan: quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve (1 Jn 4,20). Al amar al prjimo y cuidarte de l vas hacindote capaz de amar a quin tenemos que amar con todo el corazn, con toda el alma, con todo el ser.Es verdad que no hemos llegado todava hasta nuestro Seor, pero s que tenemos con nosotros al prjimo. Ayuda, por tanto, a aquel con quien caminas, para que llegues hasta a Aquel con quien deseas quedarte para siempre (Tratado sobre el Evangelio de San Juan 17,7-9). VIERNES Aos impares Hebreos 10,32-39: Soportasteis mltiples combates con gran valenta. No desfallezcis en ella. El motivo para perseverar en la lucha es la seguridad que tenemos de que la Promesa de Dios se cumplir, y se cumplir pronto. Es la eternidad divina la que sostiene y dirige el curso de los tiempos. Por tanto, valenta y confianza en el Seor. Dice OrgenesLo que falta a causa de la debilidad humana, lo completa Dios, que hace concurrir todas las cosas para el bien de los que le aman (Cf. Rom 7,28) (Tratado sobre la oracin 29,19).Y San Bernardo:Entre los xitos y fracasos de los momentos inestables, conservars, como imagen de la eternidad, una slida ecuanimidad. Bendecirs al Seor en todas las ocasiones y as, en medio de un mundo vacilante, encontrars la paz, una paz inquebrantable (Sermones sobre el Cantar de los Cantares 21,4-6). Con el Salmo 36 proclamamos que toda nuestra fuerza viene de Dios: El Seor es quien salva a los justos. Confa en el Seor y haz el bien, habita tu tierra y practica la lealtad; sea el Seor tu delicia, y l te dar lo que pide tu corazn. Encomienda tu camino al Seor, confa en l y l actuar, har tu justicia como el amanecer, tu derecho, como el medioda. El Seor asegura los pasos del hombre, se complace en sus caminos; si tropieza no caer, porque el Seor lo tiene de la mano. El Seor es quien salva a los justos. l es su alczar en el peligro; el Seor los protege y los libra, los libra de los malvados y los salva, porque se acogen a l. Aos pares 2 Samuel 11,1-4.5-10,13-17: Te has burlado de M casndote con la mujer de Uras. Ha pecado David gravemente. Observa San Agustn:Todo lo que quieres y deseas es bueno. No quieres tener una bestia mala, un siervo malo, un vestido malo, unos hijos malos. Pues si t todo lo quieres bueno, s t tambin bueno, que todo lo quieres bueno. Dnde has tropezado para que, entre todas las cosas buenas que quieres, t solo quieres ser malo? (Sermn 297). Y San Basilio:En esto consiste precisamente el pecado, en el uso desviado y contrario a la voluntad de Dios de las facultades que l nos ha dado para practicar el bien (Regla monstica, resp. 2,1).Al pecado de David le sigui el arrepentimiento, como veremos maana. Pero ya hoy, ante nuestros muchos pecados, pedimos perdn a Dios con el Salmo 50, que el mismo David compuso despus de haber pecado: Misericordia, Dios mo, por tu bondad, por tu inmensa compasin limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. Contra Ti, contra Ti slo pequ, comet la maldad que aborreces. En la sentencia tendrs razn. Mira en la culpa nac, pecador me concibi mi madre. Hazme or el gozo y la alegra, que se alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi pecado tu vista, borra en m toda culpa.El Seor nos devuelve en el sacramento de la penitencia todo lo que culpablemente hemos perdido por el pecado: la gracia y la dignidad de hijos de Dios. Es un don inmenso el que ha hecho Jesucristo a su Iglesia: le ha dado poder de perdonar los pecados de los hombres.Marcos 4,26-34: De da y de noche, la semilla va creciendo sin que el sembrador

sepa cmo. La obra de Dios se realiza no obstante las limitaciones humanas. Tiene fuerza eficaz por s misma. Cmo es posible que la Iglesia se extienda rpidamente por todo el mundo a travs de medios personales e instrumentales tan pobres? De dnde le viene su fuerza para resistir y vencer tan grandes persecuciones como las que en un principio sufre de los judos, luego de los romanos y ahora de tantos enemigos del Evangelio de Cristo? Responde San Ambrosio:Es cosa normal que, en medio de este mundo tan agitado, la Iglesia del Seor, edificada sobre la piedra de los Apstoles, permanezca estable y se mantenga firme sobre esta base inquebrantable contra los furiosos asaltos de la mar (Mt 16,18). Ella est rodeada por las olas, pero no se bambolea, y aunque los elementos de este mundo retumban con un inmenso clamor, ella, sin embargo, ofrece a los que se fatigan la gran seguridad de un puerto de salvacin (Carta 2,1-2).Y San Juan Crisstomo:La nave de Jess no puede hundirse... Las olas no quebrantan la roca, sino que ellas mismas se convierten en espumas. Nada hay ms fuerte que la Iglesia... Es intil pelear contra el cielo. Dios es siempre el ms fuerte (Homila antes del exilio). SBADO Aos impares Hebreos 11,1-2.8-19: Esperaba la ciudad cuyo arquitecto y constructor iba ser Dios. Abrahn y Sara permanecen en la fe y por ellos son recompensados. Perseveremos en la fe a toda costa. San Ireneo,En Abrahn estaba prefigurada nuestra fe: l fue el patriarca y, por decirlo as, el profeta de nuestra fe, como lo ensea claramente el Apstol en su Carta a los Glatas (3,5-9)... El Apstol no slo lo llama profeta de la fe, sino padre de aquellos de entre los gentiles que creen en Cristo Jess. La razn es que su fe y la nuestra son la misma y nica fe: l, en virtud de la promesa de Dios, crey en las cosas futuras como si ya se hubieran realizado; y nosotros, de manera semejante, en virtud de la promesa de Dios, contemplamos como en un espejo por la fe aquella herencia que tendremos en el reino (Contra las herejas IV, 21,1).La fe de Abrahn, la promesa de Dios, el cumplimiento de todas las promesas en Jesucristo..., son, con tantos otros, signos formidables de la visita de Dios a su Pueblo. Abrahn crey a Dios y por su fe fue justificado, y toda su descendencia sigue perseverando en la fe, ahora en la plena fe de Jesucristo. Recitamos por eso el Cntico del Benedictus (Lc 1,69-75): Bendito sea el Seor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo. Nos ha suscitado una fuerza de salvacin en la casa de David, su siervo; segn lo haba predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvacin que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza. El juramento que jur a nuestro padre Abrahn, para concedernos que libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros das. Aos pares 2 Samuel 12,1-7.10-17: Arrepentimiento de David: He pecado contra el Seor. Tertuliano dice de la conversin y la penitencia:El Seor ha prometido que todos los pecados, ya fueren cometidos por la carne o por el espritu, ya de obra o de intencin, pueden alcanzar perdn por la penitencia. Lo ha prometido el mismo que fij la pena por el juicio, pues dice al pueblo: haz penitencia y te dar la salvacin (Ez 18,21). Por tanto, la penitencia es vida cuando antecede a la muerte. T, pecador, entrgate, pues, a la penitencia, abrzala como el nufrago que pone su confianza en una tabla; ella te levantar cuando ests para ser hundido en las olas de los pecados, y te llevar al puerto de la divina clemencia... Arrepintete de tus errores, una vez que has descubierto la verdad. Arrepintete de haber amado aquello que Dios no ama, cuando ni siquiera nosotros toleramos que nuestros esclavos no odien aquello que nos molesta... Te preguntas: me ser til la penitencia, o no? Por qu le das vueltas a eso? Es el mismo Dios quien manda que la hagamos... (Sobre la penitencia 4).Seguimos con el Salmo 50, en el que David confiesa su pecado y pide la misericordia de Dios. Sin ese reconocimiento de la culpa y esa vuelta suplicante a la misericordia de Dios, no hay salvacin para el hombre. Pero si el hombre admite la gracia de la humilde contricin, entonces Dios le perdona, y el pecador vuelve a nacer. Triunfa en l as la misericordia de Dios:Oh

Dios, crea en m un corazn puro, renuvame por dentro con espritu firme: no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espritu. Devulveme la alegra de tu salvacin, afinzame con espritu generoso. Ensear a los malvados tus caminos, los pecadores volvern a Ti. Lbrame de la sangre, oh Dios, Salvador mo, y cantar mi lengua tu justicia. Seor, me abrirs los labios y mi boca proclamar tu alabanza. San Agustn comenta:Qu cercano est Dios de quien se confiesa a su misericordia! S, Dios no anda lejos de los contritos de corazn (Sermn 11).Y San Gregorio Magno:Consideremos cun grandes son las entraas de Su misericordia, que no solo nos perdona nuestras culpas, sino que promete el reino celestial a los que se arrepienten de ellas (Homilas sobre los Evangelios 19)Marcos 4,35-40: Quin es ste? Hasta el viento y las aguas le obedecen! En este milagro los Padres han visto siempre figurada la proteccin de Cristo sobre su Iglesia. Las olas de la persecucin tienden a hundirla, pero Cristo est con ella y no lo consiente. Es claro, pues, que la razn de la indestructibilidad de la Iglesia est en su ntima y sustancial unin con Cristo, que es su fundamento primario.Jesucristo edific su Iglesia sobre roca viva, y desde el principio prometi a su Esposa que los poderes del infierno no prevaleceran contra ella (Mt 16,18). La fe nos atestigua que esta firmeza en la constitucin de la Iglesia y en la veracidad de su doctrina durar siempre. San Len Magno dice:Sobre esta piedra firme edificar un templo eterno, y la alta mole de mi Iglesia, llamada a penetrar en el cielo, se apoyar en la firmeza de esta fe. Los poderes del infierno no podrn impedir esta profesin de fe, los vnculos de la muerte no la sujetarn, porque estas palabras son palabras de vida. Ellas introducen en el cielo a los que la aceptan, y hunden en el infierno a los que la niegan (Sermn 4,2-3). 4 Semana DOMINGO Entrada: Slvanos, Seor Dios nuestro, renenos de entre los gentiles: daremos gracias a tu santo nombre, y alabarte ser nuestra gloria (Sal 105,17).Colecta (Veronense): Seor, concdenos amarte con todo el corazn y que nuestro amor se extienda, en consecuencia, a todos los hombres.Ofertorio (Veronense): Presentamos, Seor, estas ofrendas en tu altar como signo de nuestra servidumbre; concdenos que, al ser aceptadas por ti, se conviertan para tu pueblo en sacramento de vida y redencin.Comunin: Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, slvame por tu misericordia, Seor, que no me avergence de haberte invocado (Sal 30,17-18). Dichosos los pobres de espritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarn la tierra (Mt 5,3-4).Postcomunin (del Misal anterior, inspirada en el Veronense): Reanimados por los dones de nuestra salvacin, te suplicamos, Seor, que el pan de vida eterna nos haga crecer continuamente en la fe verdadera. CICLO A Las bienaventuranzas nos exhortan a una profunda regeneracin interior. Solo si las recibimos podremos tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jess (Flp 2,5).Sofonas 2,3; 3.12-13: Dejar en medio de ti un resto pobre y humilde. Ya desde el Antiguo Testamento, y a pesar de la universalidad de la Redencin prometida, los destinatarios directos de la salvacin de Dios son los humildes de corazn. Ellos son ese resto de Israel, que solo espera de Dios su salvacin.Todos los hombres estamos llamados a formar parte de ese pueblo de quienes se reconocen pobres ante el Seor, segn ese texto de Sofonas. Muchas veces los Santos Padres llaman a la humildad, presentndola como la condicin primera de los que pertenecen a Cristo. As lo hace San Juan Crisstomo:Puesta la humildad por fundamento, el arquitecto puede construir con seguridad sobre ella todo el edificio. Pero si sta se pierde, por ms que tu santidad parezca tocar el cielo, todo se vendr abajo y terminar catastrficamente. El ayuno, la oracin, la limosna, la castidad, cualquier otro bien que juntes, si falta la humildad, todo se escurre como el agua y todo se pierde (Homila sobre San Mateo 15, 2).Con el Salmo 145 proclamamos: El Seor hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos, liberta a los cautivos, abre los ojos al ciego, ama a los justos, guarda a los peregrinos, sustenta al hurfano y le da vida... El Seor reina eternamente.Adoptando esta actitud

de humildad y de disponibilidad radical, el creyente participa de la gloria de los tiempos nuevos. Cristo ha vivido esta realidad. l ha dicho: aprended de M a ser mansos y humildes (Mt 11,29). l es en la Cruz el representante por antonomasia del pueblo pobre y humilde. Resucitado, es el centro vivificante para todo hombre y para todo pueblo, a condicin de que sigamos su camino, que entremos en su escuela de santidad, en la que l nos comunica la difcil fortaleza de su mansedumbre y la grandeza formidable de su humildad.2 Corintios 1,26-31: Dios ha escogido lo dbil del mundo. Los criterios de Dios no son los criterios de los hombres (cf. Is 55,8). Unas diez veces ha comentado San Agustn este pasaje paulino:Hemos dicho, hermanos, que el Dios humilde descendi hasta el hombre soberbio. Reconzcase el hombre como hombre y manifistese Dios al hombre. Si Cristo vino para que el hombre se humillara y a partir de esa humildad creciera, convena que cesara ya la gloria del hombre y se exaltara la de Dios, de modo que la esperanza del hombre radicase en la gloria de Dios y no en la suya propia, segn las palabras del Apstol: quien se glore que se glore en el Seor (1 Cor 1,31)...He aqu, hermanos, que la gloria de Dios es nuestra propia gloria, y cuanto ms dulcemente se glorifique a Dios tanto es mayor el provecho que obtendremos nosotros. Dios no ganar en excelsitud por el hecho de que le honremos nosotros. Humillmonos y ensalcmoslo a l... Confiese, pues el hombre su condicin de hombre; menge primero, para crecer despus (Sermn 380,6).Mateo 5,1-12: Dichosos los pobres de espritu. La carta magna de la autenticidad cristiana ha quedado en el Evangelio con el nombre de Bienaventuranzas. Ellas reflejan exactamente las maneras de ser el Hijo de Dios, que se hace hombre para hacernos a los hombres hijos de Dios. San Juan Crisstomo comenta:Escuchemos con toda diligencia Sus palabras. Fueron pronunciadas para los que las oyeron sobre el monte, pero se consignaron por escrito para cuantos sin excepcin haban de venir despus. De ah justamente que mirara el Seor, al hablar, a sus discpulos, pero sin limitar a ellos sus palabras. Las bienaventuranzas se dirigen, sin limitacin alguna a todos los hombres. No dijo en efecto: bienaventurados vosotros, si sois pobres, sino: bienaventurados los pobres. Cierto que a ellos se lo dijo, pero el consejo tena validez para todos...Hay muchas maneras de ser humilde. Hay quienes son humildes moderadamente, y hay quienes llevan la humildad a su ltimo extremo. sta es la humildad que alaba el bienaventurado profeta cuando, describindonos un alma no contrita simplemente, sino un alma hecha pedazos por el dolor, nos dice: mi sacrificio es un espritu quebrantado; un corazn quebrantado y humillado T no lo desprecias (Sal 50,19). sta es la humildad que Cristo proclama ahora bienaventurada (Homila 15,1).Tambin San Agustn ha comentado muchas veces las bienaventuranzas: Escucha y comprndeme, a ver si con Su ayuda consigo explicarme. Que l nos ayude a comprender los deberes y recompensas, de que hemos hablado, y a entender cmo se corresponden entre s. Qu premio fue mencionado, en efecto, [en cada bienaventuranza] que no vaya de acuerdo con la obligacin respectiva? Ved cmo, una a una, todas tienen el complemento apropiado, y nada se promete como premio que no se ajuste al precepto.El precepto es que seas pobre de espritu; el premio consiste en la posesin del reino de los cielos. El precepto es que seas manso, el premio consiste en la posesin de la tierra. El precepto ordena que llores, el premio es ser consolado. El precepto es que tengas hambre y sed de justicia, el premio es ser saciado. El precepto es que seas misericordioso, el premio conseguir misericordia. Del mismo modo el precepto es que tengas el corazn limpio, el premio es la visin de Dios (Sermn 53). CICLO B En este Domingo se considera a Cristo como Profeta, y ciertamente lo fue de modo excepcional, verdadero, definitivo y nico. Por eso su magisterio es de supremo valor para todos los hombres, de todos los tiempos y de todas las naciones y culturas. El profetismo, como medio de comunicacin de los designios divinos a los hombres, fue ya una institucin querida por Dios en el Antiguo Testamento. As lo quiso Dios, a pesar del riesgo inevitable de los falsos profetas, hijos de la presuncin y de la osada humana, que son posibles en todos los tiempos.Despus del Concilio Vaticano II, concretamente, se ha utilizado mucho el calificativo de profeta, a veces exageradamente y sin fundamento. Para ser profeta hace falta ser elegido, enseado y enviado por el mismo Dios; hay que saber interpretar la situacin presente a la luz de la Palabra divina, y es

necesario tambin ser personalmente un ejemplo vivo y fidedigno de esa Palabra divina, que viene ya expuesta por la Tradicin y el Magisterio de la Iglesia. Son stas las condiciones sealadas, por ejemplo, en el concilio Vaticano II (Dei Verbum 10). Por eso, el que se dice profeta, pero no rene todas y cada una de esas condiciones, se engaa a s mismo y engaa a los dems. Es un falso profeta.Deutoronomio 18,15,20. Suscitar un profeta y pondr mis palabras en su boca. Es bueno tener presente lo que en el siglo primero se deca ya en un documento venerable, la Didaj:Al que viniendo a vosotros os enseare todo lo dicho, aceptadle. Pero si el maestro, extraviado, os ensea otra doctrina para vuestra disgregacin, no le prestis odo; si, en cambio os ensea para aumentar vuestra justicia y conocimiento del Seor, recibidle como al mismo Seor.Con los apstoles y profetas, obrad de la siguiente manera, de acuerdo con la enseanza evanglica: todo apstol que venga a vosotros, sea recibido como el Seor. No se detendr sino un solo da, y, si fuere necesario, otro ms. Si se queda tres das, es un falso profeta. Cuando el apstol se vaya, no tome nada consigo, si no es pan hasta su nuevo alojamiento. Si pide dinero, es un falso profeta.No pongis a prueba ni a examen ningn profeta que habla en espritu. Porque todo pecado ser perdonado, pero este pecado no ser perdonado. Con todo, no todo el que habla en espritu es profeta, sino el que tiene el modo de vida del Seor. En efecto, por el modo de vida se distinguir el verdadero profeta del falso... Todo profeta que predica la verdad, si no cumple lo que ensea es un falso profeta... (cp.11-12).A esta lectura conviene bien el Salmo 94: Venid, aclamemos al Seor, demos vtores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia, dndole gracias, vitorendolo al son de instrumentos. Entrad, postrmonos por tierra, bendiciendo al Seor, Creador nuestro; porque l es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebao que l gua. Ojal escuchis hoy su voz: No endurezcis el corazn como en Merib, como el da de Mas en el desierto, cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque haban visto mis obras.Dios nos sigue hablando por medio de su Palabra, proclamada en la celebracin litrgica, en los documentos del Magisterio de la Iglesia, y comunicada tambin por sus inspiraciones en lo ms ntimo de nuestros corazones. Escuchemos siempre con docilidad la voz del Seor.1 Corintios 7,32-35: El clibe se preocupa de los asuntos del Seor. El don vocacional del celibato facilita en la Iglesia una imitacin ms plena de Cristo, nuestro Salvador, y muestra un signo de la dedicacin personal al servicio evanglico de los dems. Comenta San Agustn:No es Dios capaz de dar riquezas al hombre exterior y dejar en la miseria al interior; al invisible hombre interior le dio riquezas invisibles y lo enalteci de forma invisible. Suspirando por estas joyas, las hijas de Dios, las vrgenes santas, no desearon lo que les era lcito, ni dieron su consentimiento a algo a lo que a veces se las obligaba. Muchas de ellas vencieron con el fuego del divino amor los esfuerzos en direccin opuesta de sus padres. El padre se llen de ira y la madre lloraba; pero esto a ella no le hizo desistir, pues tena puestos sus ojos en el ms hermoso de los hijos de los hombres: Cristo. Pensando en l, deseaba verse embellecida para preocuparse de las cosas del Seor (cf. 1 Cor 7,34).Fijos en lo que es el amor. No dice: se preocupa de que no la condene Dios. Esto es todava temor servil, que guarda sin duda a los malos, para que se abstengan de obrar perversamente y, abstenindose, se hagan dignos de admitir en su interior la caridad. Pero ellas no piensan en cmo evitar el castigo, sino en cmo agradarle con la hermosura interior... con la belleza del corazn. Sean las vrgenes quienes enseen a los casados y casadas para no caer en el adulterio. Al menos ellas! Si ellas sobrepasan lo lcito, ellos no se salgan de lo lcito (Sermn 161,11-12).Marcos 1,21-28: Les enseaba con autoridad. Dios ha hablado a nuestros padres muchas veces y de muchos modos en el pasado por el ministerio de los profetas. Ahora, en la plenitud de los tiempos, nos ha hablado por su Hijo (Heb 1,2). El Corazn de Cristo es la plena revelacin del Padre... Oigamos a Orgenes:As, pues, quien investigue, y no de pasada, la naturaleza de las cosas, no podr menos de admirar profundamente a Jess, que dej atrs a cuantos gloriosos en el mundo han sido. En efecto, han sido muy pocos los hombres gloriosos que fueron capaces de ganar renombre por ms de un concepto al mismo tiempo. Unos han sido admirados y se han hecho gloriosos por su ciencia; otros por el arte de la guerra; algunos brbaros, por los prodigios obrados en virtud de sus frmulas mgicas; otros, en fin, por otros motivos que nunca han sido muchos a la vez.Jess, sin embargo, es admirado al mismo tiempo por su sabidura, por sus prodigios y por su inmensa autoridad. Y es as que l no persuade a los suyos, como lo hace

un tirano, a que, como l, se aparten de las leyes, ni como un forajido arma a sus bandas contra los hombres, ni como un ricachn provee a cuantos se le acercan, ni es tampoco como alguno que, acusados por todos, merecen reprobacin. No. Jess habl como Maestro de la doctrina acerca del Dios supremo, del culto que se le debe y de toda la materia moral, que puede unir con el Dios de todas las cosas a cualquiera que viva como l ensea (Contra Celso 1,30). CICLO C Cristo es el gran Profeta. En l culmina el profetismo del Antiguo Testamento. Hemos de escucharle con amor y humilde obediencia. Su palabra es vida para todos los hombres. Muchos, sin embargo, permanecen sordos a sus enseanzas. No quieren or su voz, que es la del Buen Pastor. Los que somos de su rebao, omos su voz, y as, dirigidos por l, podemos caminar con seguridad en medio de tantas dificultades y errores que nos acechan en el mundo.Jeremas 1,4-5.17-19: Te nombr profeta de los gentiles. En el Antiguo Testamento el profeta es el prototipo perfecto del hombre elegido, por iniciativa divina, para transmitir a su pueblo los designios de Dios. Por eso es figura simblica del verdadero y definitivo profeta: Cristo Jess. La revelacin del misterio de Cristo est, pues, realizada en un contexto proftico. Como ensea el Vaticano II, todo el Antiguo Testamento es una revelacin proftica que lleva a Cristo (Dei Verbum 2,3,14-15). Dice San Len Magno: Nada hay, amadsimos, en la religin cristiana que sea diverso de las antiguas promesas, y los justos de los tiempos pasados no esperaron la salvacin ms que en el Seor Jesucristo. La economa salvfica, cierto, ha variado, segn lo ha dispuesto la voluntad divina; mas sobre l proyectan su luz los testimonios de la Ley, los orculos de los profetas y los sacrificios de las vctimas.Convena, pues, que estos pueblos fuesen instruidos de tal manera, que lo que ellos no podan conseguir en su plena luz, lo recibiesen bajo el velo de las figuras, y de este modo fuese aumentada la autoridad del Evangelio por el hecho de que las pginas del Antiguo Testamento hubiesen puesto a su servicio tantos smbolos y misterios (Sermn 66,2). Con el Salmo 70 proclamamos el verdadero profetismo querido por Dios: Mi boca anunciar tu salvacin. A Ti, Seor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; T, que eres justo, lbrame y ponme a salvo, inclina a m tu odo y slvame. S T mi roca de refugio, el alczar donde me salve, porque mi pea y mi alczar eres T, Dios mo, lbrame de la mano perversa. Porque T, Dios mo, fuiste mi esperanza desde mi juventud... Mi boca cantar tu auxilio, y todo el da tu salvacin. Dios mo, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas.2 Corintios 12,32-13-13: Quedan la fe, la esperanza y el amor; pero la ms grande es el amor. En el Nuevo Testamento el Corazn de Cristo, en su condicin de profeta, nos ha revelado la ley de la caridad como nunca se haba hecho hasta entonces, como plenitud de todos los carismas y dones divinos. Comenta San Agustn:Si de ti mismo te viene la caridad, qu lejos te hallas de la divina dulzura! Te amars a ti mismo, porque a la fuerza has de amar a la fuente de tu amor. Pero, en tal caso, yo te pruebo que no tienes caridad, y prueba de que no la tienes es que te atribuyes un bien de tanto valor. Si la tuvieses realmente, sabras de dnde la tienes. Tan leve cosa, tan de poco ms o menos es la caridad, que la tienes de tu propia cosecha?...Qu valor el de la caridad, que sin ella nada vale nada! No es empequeecer a Dios pretender que sea tuya esta caridad que sobresale por encima de todo?... Qu tienes t que no lo hayas recibido (cf. 1 Cor 4,7)? Quin es mi dador y el tuyo? Dios. Reconcele dador, para que no tengas que sentirle condenador. Si damos fe a la Escritura, es Dios quien te dio la caridad, don sublime, superior a todo (cf. 1 Cor 13) (Sermn 145,4).Lucas 4,2130: Jess, como Elas y Eliseo, no es enviado slo a los judos. Cristo es el Profeta definitivo del Padre ante los hombres creyentes, y como ya profetiz Simen (Lc 2,34), es al mismo tiempo signo de contradiccin para cuantos se niegan a aceptar su testimonio y su mensaje de salvacin. Comenta San Ambrosio:La envidia no se traiciona medianamente: olvidando el amor, convierte en odios crueles las causas del amor. T esperas en vano el bien de la misericordia celestial, si no quieres los frutos de la virtud en los dems; pues Dios desprecia a los envidiosos y retira las maravillas de su poder a los que fustigan en otros los beneficios divinos. Los actos del Seor en su carne son la expresin de su divinidad, y lo que es invisible en l nos lo muestra por las cosas visibles (Rom 1,20).El Seor se disculpa de no haber hecho milagros en su patria, para que nadie

piense que el amor a la patria ha de ser en nosotros poco estimado: l, amando a todos los hombres, no poda dejar de amar a sus compatriotas. Pero fueron ellos los que, por su envidia, renunciaron al amor de su patria... Cuando distribua sus beneficios entre los hombres, ellos [los judos] lo llenaban de injurias. No es sorprendente que, habiendo perdido ellos la salvacin, quisieran desterrar de su territorio al Salvador. El Seor se modera sobre su conducta: l ha enseado con su ejemplo a los apstoles cmo hacerse todo a todos (Comentario a San Lucas IV,46 y 55). LUNES Aos impares Hebreos 11,32-40: Por medio de la fe subyugaron reinos. Dios tiene preparadas maravillas para nosotros. La historia de los jueces y profetas de Israel se propone como modelo para los cristianos, quienes han obtenido el cumplimiento de la promesa divina. De nuevo la Carta a los Hebreos encarece el valor de la fe. Es lo que ensea San Ambrosio:Si el Seor se cuida de las aves, animales de escaso valor, y de los hombres malvados, haciendo que les nazca el sol y la tierra les sea fructfera; y si reparte con largueza el don de su misericordia a todos, en modo alguno se puede dudar que tiene en una consideracin muy presente los mritos de sus fieles. Por eso admirablemente construy su doctrina, poniendo como cspide la fe, al mismo tiempo que la coloc como fundamento de las virtudes; porque as como la fe es estmulo de la virtud, as tambin la virtud constituye la firmeza de la fe (Comentario a San Lucas VII,118).La lectura anterior nos ha mostrado los frutos de la fe. Ha resaltado su grandeza, capaz de las ms grandes conquistas y de los ms extremados sacrificios. Y en el Antiguo Testamento, toda esa vivencia de fe apunta a Cristo. Pensando en l cantamos el Salmo 30: Los que esperis en el Seor sed fuertes y valientes de corazn. Qu bondad tan grande, Seor, reservas para tus fieles y concedes a los que a Ti se acogen a la vista de todos. En el asilo de tus presencia los escondes de las conjuras humanas; los ocultas en tu tabernculo, frente a las lenguas pendencieras. Bendito el Seor que ha hecho por m prodigios de misericordia en la ciudad amurallada... Amad al Seor, fieles suyos; el Seor guarda a su leales.

Aos pares 2 Samuel 15,13-14.30; 16,5-13: Dejad que me maldiga. El brillante reinado de David se ensombrece con la insurreccin. Pero David es fuerte en la humildad: dejad a Seme, que me maldiga, porque quiz se lo mandado el Seor... San Jernimo escribe:Nada tengas por ms excelente, nada por ms amable que la humildad. Ella es la que principalmente conserva las virtudes, pues es una especie de guardiana de todas ellas. Nada hay que nos haga ms gratos a los hombres y a Dios como ser grandes por el merecimiento de nuestra vida, y hacernos pequeos por la humildad (Carta 148,20).Y Orgenes:El humilde, segn el profeta, no obstante caminar en cosas grandes y maravillosas, que estn por encima de l, como son los dogmas verdaderamente grandes y los maravillosos pensamientos, se humilla bajo la poderosa mano de Dios (1 Pe 5,6)... Y es tan grande esta doctrina de la humildad que por maestro de ella tenemos no a cualquiera, sino a nuestro Salvador mismo, que dijo: aprended de m, que soy manso y humilde de corazn, y hallaris descanso para vuestras almas (Mt 11, 29) (Contra Celso 6,15).Ante los insultos, David no se ha tomado la justicia por su cuenta. Con actitud humilde confa al Seor su defensa. Se mantiene humilde, confiando en l. Tambin nosotros, en medio de injurias y contrariedades, hemos de rezar con ese mismo espritu el Salmo 3: Levntate, Seor, slvame, Seor. Cuntos son mis enemigos, cuntos se levantan contra m, cuntos dicen de m: ya no lo protege Dios. Pero, T, Seor, eres mi escudo y mi gloria, T mantienes alta mi cabeza. Si grito invocando al Seor, l me escucha desde su monte santo. Puedo acostarme y dormir y despertar: el Seor me sostiene. No temer al pueblo innumerable que acampa a mi alrededor.Tengamos en el Seor una confianza sin lmites. San Juan Crisstomo, que en medio de muchos sufrimientos y persecuciones mantuvo esa confianza, afirma:Las oleadas son numerosas, y peligrosas las tempestades, pero no tememos el naufragio. Estamos consolidados sobre la Roca, y aunque el mar se enfurezca, no demoler la Roca.

Aunque las olas se agiten, no podrn hundir la barca de Jess (Homila antes del exilio).Marcos 5,1-20: Espritu inmundo, sal de este hombre. La lepra, los demonios, todas las miserias que puedan oprimir a los hombres, todas son vencidas por Cristo Salvador con suprema facilidad. San Mximo el Confesor escribe:La fuerza de los demonios disminuye cuando la prctica de los mandamientos debilita en nosotros las pasiones; y es eliminada cuando, por efecto de la libertad interior, estas pasiones desaparecen finalmente del alma; porque ellos no encuentran ya en ella las complicidades que sirven de base a sus ataques (Centurias sobre la caridad 2,22).Siempre estamos nosotros expuestos a las tentaciones del diablo. Por eso San Len Magno nos exhorta:Fundados, amadsimos, en esta esperanza [en el triunfo de Cristo], guardaos de todos los artificios del diablo, que no slo busca sorprender por los placeres corporales, sino que tambin siembra la cizaa de la mentira en el buen trigo de la fe, e intenta profanar el campo de la verdad, para hacer caer por los errores malvados a los que no ha podido corromper por sus malas acciones... Nosotros, libertados de estos peligros por el Seor Jesucristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida, soportemos con una fe gozosa todas las pruebas y todos los combates de la vida presente (Homila 69,5). MARTES Aos impares Hebreos 12,1-4: Corramos la carrera que nos toca, sin desfallecer. Con los ojos fijos en Jess, corramos en el estadio de esta vida, sin retirarnos. Progresemos con la gracia divina cada da en nuestra vida interior. San Cipriano dice:Pedimos y rogamos por nosotros, que fuimos santificados en el bautismo, para que perseveremos en esta santificacin inicial. Y esto lo pedimos cada da. Necesitamos, en efecto, esta santificacin cotidiana, ya que todos los das delinquimos, y por esto necesitamos cada da ser purificados mediante esta continua y renovada santificacin (Tratado sobre la oracin 11-12).Y Casiano afirma:ste debe ser nuestro principal objetivo y el designio constante de nuestro corazn: que nuestra alma est continuamente unida a Dios y a las cosas divinas. Todo lo que aparte de esto, por grande que pueda parecernos, ha de tener en nosotros un lugar puramente secundario o, por mejor decir, el ltimo de todos. Incluso debemos considerarlo como un dao positivo (Colaciones 1).Animados por la cantidad ingente de testigos que nos contempla, nos vemos en el estadio muy estimulados en nuestra carrera hacia la perfeccin cristiana. Corremos confiando plenamente en Dios, y as lo proclamamos con el Salmo 21: Te alabarn, Seor, los que te buscan. Cumplir mis votos delante de tus fieles. Los desvalidos comern hasta saciarse, alabarn al Seor los que lo buscan: viva su corazn por siempre. Lo recordarn y volvern al Seor hasta de los confines del orbe; en su presencia se postrarn las familias de los pueblos... Me har vivir para l. ste ha de ser nuestro deseo constante. Aos pares 2 Samuel 18,9-10.14.24-25: Hijo mo, Absaln, ojal hubiera yo muerto en vez de ti!. Grande es el dolor de David por la muerte de su hijo Absaln, que se haba rebelado contra l. Y grande es tambin la leccin que nos da sobre el perdn de las injurias! San Cipriano dice:Es imposible alcanzar el perdn de los pecados si nosotros no actuamos de modo semejante con los que nos han hecho alguna injuria. Por ello dice tambin el Seor en otro lugar: con la medida que midis se os medir a vosotros (Mt 7,2). Aquel siervo del Evangelio, a quien su amo haba perdonado toda la deuda y que no quiso luego perdonar a su compaero, fue arrojado a la crcel. Por no haber querido ser indulgente con su compaero, perdi la indulgencia que haba conseguido de su amo (Tratado sobre la oracin 23-24).El drama del corazn de David, en cuanto padre, pone en nuestros labios el Salmo 85, que es la oracin de un desgraciado que pide la proteccin de Dios ante una prueba extrema. El Seor, que es bueno y misericordioso, escucha la oracin de los humildes que lo invocan: Inclina tu odo, Seor, escchame, que soy un pobre desamparado, protege mi vida que soy un fiel tuyo, salva a tu siervo que confa en Ti. T eres mi Dios, piedad de m, Seor, que a ti estoy llamando todo el da. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia Ti. Porque T, Seor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Seor, escucha mi

oracin, atiende a la voz de mi splica. Sigue San Cipriano:Perseveraban unnimes en la oracin (Hch 2,42), manifestando con esta asiduidad y concordia de su oracin que slo Dios admite en la Casa divina y eterna a los que oran unidos en un mismo espritu (Tratado sobre la oracin 8-9).Marcos 5,21-43: Jess resucita a la hija de Jairo y cura a la mujer enferma. Ninguno de los males del hombre puede resistirse al poder maravilloso de Cristo Salvador. Los milagros que realiza son los signos de su mesianismo, de su bondad, de su misericordia, de su amor. Comenta San Jernimo:El Seor pregunta, mirando en derredor, para descubrir a la que lo haba tocado. O saba el Seor quin lo haba tocado? Entonces, para que preguntaba por ella? Lo haca como quien lo sabe, pero queriendo ponerlo de manifiesto. Si no hubiese preguntado y hubiese dicho: quin me ha tocado?, nadie hubiera sabido que se haba realizado un signo. Habran podido decir: no ha hecho ningn signo, sino que se jacta y habla para gloriarse. Por ello pregunta, para que aquella mujer confiese y Dios sea glorificado...Cristo es la Verdad. Y como haba sido curada por la Verdad, la mujer confes la verdad... Resucit la Iglesia y muri la Sinagoga. Aunque la nia haba muerto, le dice, no obstante, el Seor, al jefe de la sinagoga: no temas, ten slo fe. Digamos tambin nosotros hoy a la Sinagoga, digamos a los judos: ha muerto la hija del jefe de la Sinagoga, mas creed y resucitar...Dice el Maestro: la nia que ha muerto para vosotros, vive para M: para vosotros est muerta, para M duerme. Y el que duerme puede ser despertado... He aqu que Cristo, cuando iba a resucitar a la hija del jefe de la sinagoga, echa fuera a todos, para que no pareciera que lo haca por jactancia. Y la nia se levant inmediatamente y ech a andar. Que nos toque tambin a nosotros Jess y echaremos a andar. Aunque seamos paralticos, aunque poseamos malas obras y no podamos andar, aunque estemos acostados en el lecho de nuestros pecados y de nuestro cuerpo, si nos toca Jess, al instante quedaremos curados (Comentario al Evangelio de San Marcos 5,21). MIRCOLES Aos impares Hebreos 12,4-7.11-15: Dios reprende a los que ama. El sufrimiento ha de ser considerado como una prueba pasajera, como una correccin medicinal que Dios procura a sus hijos buscando su bien. Nosotros, imgenes Suyas, tambin en esto debemos imitar a nuestro Padre al procurar el bien de nuestros hermanos. As lo ensea San Agustn:Para que no se moleste el hijo pecador de ser corregido con azotes, tambin l, el Hijo nico sin pecado, quiso ser azotado. Por tanto aplica t el correctivo, pero evitando la ira del corazn. El Seor mismo, refirindose a aquel deudor al que exigi de nuevo toda la deuda por haber sido despiadado con su consiervo, dice as: del mismo modo obrar vuestro Padre celestial con vosotros, si cada uno no perdona de corazn a su hermano (Mt. 18,35)Por tanto, [...] sin perder la caridad, practica t una saludable severidad. Ama y castiga, ama y azota. A veces acaricias, y actuando as te muestras cruel. Cmo es que acaricias y te muestras cruel? Porque no recriminas los pecados, y esos pecados han de dar muerte a aquel a quien amas perversamente, perdonndole. Pon atencin al efecto de tu palabra, a veces spera, a veces dura y que ha de herir. El pecado desola el corazn, destroza el interior, sofoca el alma y la hace perecer. Apidate, pues, y castiga (Sermn 114,A,5).Con el Salmo 102 cantamos la misericordia paternal del Dios, que dura siempre con sus hijos, tambin en la correccin: Bendice, alma ma, al Seor y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma ma, al Seor y no olvides sus beneficios. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Seor ternura por sus fieles; porque l conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro. Aos pares 2 Samuel 24,2.9-17: Soy yo el que he pecado, haciendo el censo de la poblacin. Qu han hecho estas ovejas? Tras el pecado viene el castigo. En esta ocasin, David, compadecindose de su pueblo, quiere sufrir l solo el castigo por su pecado, para expiarlo. Esta historia nos muestra la misteriosa solidaridad de unos con otros tanto en el pecado como en la gracia. El pecado de uno solo puede causar la desgracia de muchos; pero tambin la oracin y la expiacin de uno solo puede

ser suficiente para evitar el castigo de todos. San Agustn dice: Padece enfermedad el gnero humano; no tanto enfermedad de cuerpo, sino de pecados. Yace en toda la redondez de la tierra, de oriente a occidente, el gran enfermo. Y para curar al gran enfermo descendi el Mdico omnipotente. Se humill hasta su carne mortal, o digamos, hasta el lecho del enfermo (Sermn 87).Los cristianos somos solidarios con Cristo Redentor, que se anonad, se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz, para curarnos y para salvarnos. Tambin nosotros hemos de ser solidarios con el mal fsico y moral de nuestros hermanos, procurando siempre su sanacin o su alivio. Cuando existe el reconocimiento humilde del pecado, Dios da su perdn, y en seguida viene el gozo y la dicha de sentirse perdonado. Y a veces el arrepentimiento procede de la experiencia de algn sufrimiento. Confesamos este misterio de gracia con el Salmo 31: Perdona, Seor, mi culpa. Dichoso el que est absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Seor no le apunta el delito. Haba pecado, lo reconoc, no te encubr mi delito. Propuse: confesar al Seor mi culpa, y T perdonaste mi culpa y mi pecado. Por eso, que todo fiel te suplique en el momento de la desgracia: la crecida de las aguas caudalosas no lo alcanzar. T eres mi refugio; me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberacin.Marcos 6,1-6: No desprecian a un profeta ms que en su tierra. La culpa principal de los nazarenos, entre otras, est en que no reconocen el valor trascendente de la humanidad de Jess. Esa actitud les hace imposible recibir al Salvador y entrar en su camino de salvacin, que es l mismo. As lo afirma San Agustn, Hombre verdadero y Dios verdadero... sta es la fe catlica; quien ambos trminos confiesa, es catlico, que tiene [en Cristo] una patria y un camino. l es la patria a donde vamos. Y l es el Camino por donde vamos. Vayamos por l a l, y no nos extraviaremos (Sermn 93).Jess es la fuente de vida. Su santa Humanidad es instrumento, perfectamente unido a su divinidad, para comunicarnos la vida sobrenatural. Incluso para comunicarnos su vida divina ha utilizado su santa Humanidad. Ms an, esa misma Humanidad santsima, unida al Verbo, es tambin para nosotros fuente de vida corporal. El Evangelio, en efecto, nos dice que de l sala una virtud que sanaba a todos (Lc 6,1718). San Agustn dice:Qu felicidad ms segura que la nuestra, siendo as que el mismo que ora con nosotros es el que da lo que pide? Porque Cristo es Hombre y Dios. Como hombre pide; como Dios otorga (Sermn 217).Hemos de tener hacia la Humanidad sagrada de Jesucristo una gran fe y devocin. As la tuvieron los santos, como San Bernardo, San Francisco de Ass o Santa Teresa. JUEVES Aos impares Hebreos 12,18-18.21-24: Os habis acercado al monte Sin, ciudad del Dios vivo. Los creyentes de la Nueva Alianza no se acercan ya a la montaa humeante y terrible del Sina, sino a la Jerusaln celeste, llamada visin de paz, a la esplendorosa ciudad del Dios vivo.Oigamos a Orgenes que habla de la Iglesia. Si la reina de Sab buscaba la ciencia en Salomn, la Iglesia la busca en Cristo Maestro, nuevo Salomn:En realidad, cuando esta negra y hermosa (Cant 1,5) llegue a la Jerusaln celeste (Heb 12,22), y entre en la visin de paz, contemplar muchas ms cosas y mucho ms magnficas de las que ahora se le prometen. Pues ahora ve como en un espejo y en enigma, pero entonces ver cara a cara (1 Cor 13,12), cuando consiga aquello que ni ojo vio, ni odo oy, ni logr entrar en el corazn del hombre (1 Cor 2,9). Entonces ver que lo que oy mientras estaba en la tierra no llegaba a la mitad de la realidad (Comentario al Cantar de los Cantares 2). Con el Salmo 47 cantamos a la Jerusaln del cielo, a la que nos dirigimos con nuestros hermanos de la Iglesia terrestre: Oh Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu templo. Grande es el Seor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios. Su monte santo, una altura hermosa, alegra de toda la tierra. El monte Sin, vrtice del cielo, ciudad del gran Rey. En tus palacios, Dios descuella como un alczar. Lo que habamos odo lo hemos visto en la ciudad del Seor de los Ejrcitos, en la ciudad de nuestro Dios, que Dios ha fundado para siempre... Como tu renombre, oh Dios, tu alabanza llega al confn de la tierra; tu diestra est llena de justicia. Aos pares

1 Reyes 2,1-4.10-12: Yo emprendo el viaje definitivo. nimo, Salomn, s un hombre!. Son las ltimas exhortaciones de David a su hijo Salomn antes de morir. Le recomend sobre todo que permaneciera fiel a la Ley de Moiss, observando exactamente los mandatos del Seor. As dice San Len Magno:Sabis, pues os lo ensea Dios, que la observancia de los mandamientos os aprovechar para el gozo eterno. En el cumplimiento de los cuales, el Seor, clemente y misericordioso, nos ha dado remedio y ayuda para que podamos obtener el perdn, ya que la fragilidad humana se cansa muchas veces y ofende en muchas cosas a causa de su debilidad. Quin podr evadir tantos engaos del mundo, tantas insidias del diablo y tantos peligros de su volubilidad, si la clemencia del Rey eterno no quisiese ms bien socorrernos que perdernos? (Sermn 15,1).Con el Libro I de las Crnicas confesamos el poder soberano de Dios: T eres Seor del universo. Bendito eres, Seor, Dios de nuestro Padre Israel, por los siglos de los siglos. Tuyos son, Seor, la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor, la majestad, porque tuyo es cuanto hay en el cielo y en la tierra. T eres el Rey soberano de todo; de Ti viene la riqueza y la gloria. T eres Seor del universo, en tu mano est el poder y la fuerza, T engrandeces y confortas a todos.Todo esto es verdad. Pertenecemos a Dios con todo cuanto somos y poseemos. Nuestra vida est completamente en sus manos, y permanece siempre dulcemente sometida a su omnipotente providencia. l es nuestro Creador. As dice Orgenes:De la misma manera que confesamos que Dios es incorpreo, omnipotente, invisible, confesamos tambin, como dogma seguro e incontrovertible, que l tiene cuidado de las cosas humanas, y que ninguna se seala en el cielo ni en la tierra fuera del alcance de su providencia.Recuerda que hemos dicho que ninguna cosa se cumple sin su providencia, no sin su voluntad. Ya que muchas cosas se hacen sin su voluntad, pero ninguna sin su providencia.En efecto, mediante la providencia que l procura, provee las cosas que se suceden; mientras que, mediante su voluntad, quiere o no quiere alguna cosa (Homila 3, 2 sobre el Gnesis).Marcos 6,7-13: Jess llama a los Doce para enviarlos de dos en dos. Ellos se dedicarn a prolongar la actividad proftica de su Maestro. Todo lo van haciendo bajo el signo de la pobreza, de la que han de dar testimonio la Iglesia y todos y cada uno de sus hijos. As dice San Ambrosio:Los preceptos del Evangelio indican qu debe hacer el que anuncia el reino de Dios: sin bculo, sin alforja, sin calzado, sin pan, sin dinero, es decir, no buscando la ayuda de los auxilios mundanos, abandonado todo a la fe y pensando que, mientras menos anhelemos los bienes temporales, ms podremos conseguirlos.Este pasaje parece tener por fin formar un estado de alma enteramente espiritual, que parece se ha despojado del cuerpo como de un vestido, no slo renunciando al poder y despreciando las riquezas, sino tambin apartando aun los atractivos de la carne (Comentario a San Lucas VI,65).Y San Len Magno:Que los falsos placeres de la vida presente no frenen el empuje de aquellos que vienen por el camino de la verdad, y que los fieles se consideren como viajeros en el itinerario que siguen hacia su patria; que comprendan que en el uso de los bienes temporales, si a veces hay algunos que agraden, no deben apegarse bajamente, sino continuar valientemente la marcha (Sermn 72).Y San Beda:Se equivoca quien se figura que podr encontrar paz en el disfrute de los bienes de este mundo y en las riquezas (Homila 12, sobre la Vigilia de Pentecosts). VIERNES Aos impares Hebreos 13,1-8: Jesucristo es siempre el mismo, ayer, hoy y siempre. Los fieles han de brillar en el amor, la pureza, el desprendimiento de los bienes materiales, sin ansias de dinero, en la presencia de Jesucristo, que vive para siempre. En efecto, el Cristo histrico vive ya en un eterno hoy, y l es al mismo tiempo el objeto de la fe y el autor de la salvacin. As escribe Clemente de Alejandra:Todos los poderes del Espritu, unificados en un solo ser, se consuman en l mismo, en el Hijo; pero l es irreductible a un lmite definido, si se intenta dar nocin de cada uno de esos poderes. Por eso, el Hijo no es el Hijo sino en cuanto uno, no mltiple como partes, sino uno, como unin de todas las cosas. Por donde viene a ser tambin todas las cosas. En efecto, l mismo es como un crculo de todos los poderes, que se resuelven y unifican en uno.Con razn el Logos se

dice Alfa y Omega (Ap 1,8). Por l solo el fin viene a ser principio, y vuelve de nuevo al principio inicial, sin permitir ninguna interrupcin. Por eso creer en l y por l significa fundarse en la unidad, unindose en l, sin distanciamiento alguno (1 Cor 7,35). Y no creer significa estar en la ambigedad, estar desunido y dividido (Stromata 4,25, 156-157).Difcilmente podemos encontrar un comentario ms profundo y bello a la expresin: Cristo, ayer, hoy y siempre.Todo nuestro auxilio y apoyo lo encontramos en el Seor. As lo confesamos en el Salmo 26: El Seor es mi Luz y mi salvacin, a quin temer? El Seor es la defensa de mi vida, quin me har temblar? Si un ejrcito acampa contra m, mi corazn no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo. l me proteger en su tienda el da del peligro; me esconder en lo escondido de su morada, me alzar sobre la roca. Tu rostro buscar, Seor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que T eres mi auxilio; no me deseches. Aos pares Eclesistico 47,2-13. De todo corazn am David a su Creador, entonando salmos cada da. Esta Escritura hace el elogio de David, y celebra sus grandes hazaas. En la tradicin cristiana los Salmos se llaman Salmos de David. Aunque no los compuso todos, es cierto que compuso algunos, y que los usaba para cantar al Seor. El mejor recuerdo que nos ha quedado de David son los Salmos. En ellos est la gloria de David, ms que sus victorias guerreras. Escribe San Ambrosio:Qu cosa ms hermosa que los salmos? Como dice bellamente el salmista: Alabad al Seor, que la msica [los salmos] es buena: nuestro Dios merece una alabanza armoniosa. Y con razn: Los salmos, en efecto, son la bendicin del pueblo, la alabanza de Dios, el elogio de los fieles, la aclamacin de todos, el lenguaje universal, la voz de la Iglesia, la profesin armoniosa de nuestra fe, la expresin de nuestra entrega total, el gozo de nuestra libertad, el clamor de nuestra alegra desbordante.Los salmos calman nuestras iras, rechazan nuestras preocupaciones, nos consuelan en nuestras tristezas. De noche son un arma, de da una enseanza; en el peligro son nuestra defensa, en las festividades nuestra alegra. Ellos expresan la tranquilidad de nuestro espritu, son prenda de paz y concordia, son como la ctara que ana en un slo canto las voces ms diversas y dispares. Con los salmos celebramos el nacimiento del da y con los salmos celebramos su ocaso. En los salmos rivalizan la belleza y la doctrina; son a la vez un canto que deleita y un texto que instruye (Comentario al Salmo 1,9-12). El Salmo 17 es como un canto del rey David por su liberacin y su victoria sobre los enemigos. David, como en su tiempo Abrahn, ha recibido una promesa de Dios y vive de la fe en esa promesa. En su propia vida puede ir descubriendo el cumplimiento sucesivo de dicha promesa por caminos extraos y maravillosos. Su vida, iluminada por la promesa, se hace as una teofana, es decir, una manifestacin continua de Dios. Su camino es el camino de Dios.Pero la promesa desborda la persona histrica de David, avanza en la historia por la dinasta davdica, hasta que se cumple de modo desbordante en el descendiente de David, nuestro Seor Jesucristo: Sea ensalzado mi Dios y Salvador. Perfecto es el camino de Dios, acendrada es la promesa del Seor, l es escudo para los que a l se acogen. Viva el Seor, bendita sea mi Roca... Te dar gracias entre las naciones, Seor, y taer en honor de tu nombre. T diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu Ungido, de David, y su linaje por siempre.El Mesas, Cristo, que nace del linaje de David, reza con frecuencia los Salmos, y da a su canto acentos nuevos y bellsimos. Marcos 6,14-29: Es Juan, a quien yo decapit, que ha resucitado. Eso es lo que llega a pensar el brutal rey Herodes. Comenta San Agustn:La lectura del Santo Evangelio present ante nuestros ojos un cruel espectculo: la cabeza de Juan en una bandeja. l, testimonio de la crueldad de una bestia, fue decapitado por el odio a la verdad. Danza una joven, su madre siente rebosar crueldad, y entre los placeres y lascivias de los comensales el rey jura tremendamente e impamente cumple lo jurado.As vino a realizarse en Juan lo que l mismo haba predicho: conviene que l crezca y que yo menge (Jn 3,30). Juan mengu al ser decapitado y Cristo creci levantado en la Cruz. La verdad suscit el odio. No podan soportarse con nimo sereno los reproches de aquel santo hombre de Dios, que ciertamente buscaba la salvacin de aquellos a quienes los diriga. Ellos le devolvieron mal por bien. De qu podra hablar l sino de lo que estaba lleno? Y qu podan responderle ellos sino de lo que estaban llenos? (Sermn

307,1).La boca mentirosa da muerte al alma (Sab 1,11). El Bautista tena que hablar rectamente y dar testimonio de la verdad (Jn 5,33), como Jess (Jn 18,37), aunque tuviera que sufrir, aunque hubiera de morir. Nada tiene que ver con esto, ni siquiera lo entiende, un espritu frvolo y una vida mundana. SBADO Aos impares Hebreos 13,15-17.20-21: Que el Dios de la paz, que hizo subir de entre los muertos al gran Pastor, os haga perfectos en todo bien. Comenta San Agustn:En todas mis palabras presento un espejo. Y no son palabras mas, sino que hablo por mandato del Seor, por cuyo temor no callo. Pues, quin preferira callar y no dar cuenta de vosotros? No. Ya que aceptamos la carga, ni podemos ni debemos sacudirla de nuestros hombros.Escuchasteis, hermanos, cuando se lea la Carta a los Hebreos (13,17)... Cundo velamos por vosotros con gozo? Cuando vemos a los hombres progresar por el camino de la palabra de Dios. Cundo trabaja con alegra el labrador en su campo? Cuando mira el rbol y ve sus frutos; cuando mira la cosecha y ve la abundancia cosechada en la era. No fue en vano su trabajo, no dobl los riones en vano, no fue intil el que sus manos estn encallecidas, no result intil el fro y el calor soportado...Pues a los superiores les conviene entristecerse a causa de vuestras maldades. Esa misma tristeza a ellos les resulta provechosa; pero a vosotros no os conviene... No queremos nada que nos convenga a nosotros, si no os conviene tambin a vosotros. Por tanto, hermanos, hagamos el bien al mismo tiempo en el campo del Seor, para que disfrutemos juntos de la recompensa (Sermn 82,15).La vida cristiana, y concretamente el ministerio pastoral, puede implicar no pocas penalidades. Pero todas las sobrellevamos con buen nimo, fiados en Cristo, el Buen Pastor, y por eso cantamos con el Salmo 22: El Seor es mi Pastor, nada me puede faltar, en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me gua por sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por caadas oscuras, nada temo, porque t vas conmigo... Preparas una mesa ante m [la Eucarista]... Tu bondad y tu misericordia me acompaan todos los das de mi vida. Habitar en la Casa del Seor por aos sin trminos. Aos pares 1 Reyes 3,4-13: Da a tu siervo un corazn dcil para gobernar a tu pueblo. En respuesta a la desinteresada oracin de Salomn, Dios promete al nuevo rey la sabidura, junto con la riqueza y la gloria. Una vez ms se manifiesta el gran poder de la oracin. As lo ensea San Juan Crisstomo:La oracin es luz del alma, verdadero conocimiento de Dios, mediadora entre Dios y los hombres. Por ella, nuestro espritu, elevado hasta el cielo, abraza a Dios con abrazos inefables; por ella nuestro espritu espera el cumplimiento de sus propios anhelos, y recibe unos bienes que superan todo lo material y visible (Homila 6 sobre la oracin).Y Orgenes:Quien siempre ora, es siempre escuchado (Tratado sobre la oracin 13).La oracin del joven rey Salomn, pidiendo a Dios inteligencia y prudencia para saber gobernar, nos hace cantar las maravillas de la ley del Seor con el Salmo 118,9-14: Ensame, Seor, tus leyes, Cmo podr un joven andar honestamente? Cumpliendo tus palabras. Te busco de todo corazn, no consientas que me desve de tus mandamientos. En mi corazn escondo tus consignas, as no pecar contra Ti. Bendito eres, Seor, ensame tus leyes. Mis labios van enumerando los mandamientos de tu boca. Mi alegra es el camino de tus preceptos, ms que todas las riquezas. El cumplimiento de la voluntad de Dios es la norma de la sabidura y de la prudencia. Observar sus mandatos es causa de alegra y fuente de la ms alta riqueza. Marcos 6,30-34: Jess sinti lstima de la muchedumbre, viendo que andaban como ovejas sin pastor. Esta visin tan angustiosa del Corazn de Cristo le lleva a hacerse l mismo Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas. Y el distintivo del Pastor bueno es su abnegada e incansable solicitud por el rebao. As escribe San Gregorio de Nisa:Dnde pastoreas, Pastor Bueno, T que cargas sobre tus hombros a toda la grey? Toda la humanidad que cargaste sobre tus

hombros, es, en efecto, como una sola oveja. Mustrame el lugar de tu reposo, guame hasta el pasto nutritivo; llmame por mi nombre, para que yo escuche tu voz y tu voz me d la vida eterna... Ensame, pues dice el sagrado texto, dnde pastoreas, para que yo pueda hallar los pastos saludables y saciarme del alimento celestial, que es necesario comer para entrar en la vida eterna; para que pueda all mismo acudir a la fuente y aplicar mis labios a la bebida divina que brota de tu costado, fuente de agua abierta por la lanza, que se ha convertido para todos los que de ella beben en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna (Jn 4,14).Si de tal modo me pastoreas, me hars recostar al medioda, sestear en paz y descansar bajo la luz, sin mezcla de sombra... Ensame, pues, cmo tengo que recostarme y pacer, y cul es el camino del reposo a medioda, no sea que, por ignorancia, me sustraiga de tu gua y me junte a un rebao que no sea el tuyo (Homila 2 sobre el Cantar de los Cantares). 5 Semana DOMINGO Entrada: Entrad, postrmonos por tierra, bendiciendo al Seor, Creador nuestro. Porque l es nuestro Dios (Sal 9,6-7).Colecta (del Misal anterior, y antes del Gregoriano): Vela, Seor, con amor continuo sobre tu familia; protgela y defindela siempre, ya que ella slo en ti ha puesto su confianza.Ofertorio (del Misal anterior, retocada con textos del Veronense): Seor, Dios nuestro, que has creado este pan y este vino para reparar nuestras fuerzas, concdenos que sean tambin para nosotros sacramento de eternidad.Comunin: Den gracias al Seor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Calm el ansia de los sedientos y a los hambrientos los colm de bienes (Sal 106,8-9). Dichosos los que lloran porque ellos sern consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarn saciados (Mt 5,5-6).Postcomunin (del propio de los dominicos, e inspirada en textos del Nuevo Testamento: Rom 12,5; 1 Cor 10,16; Jn 15,16; 17,11-21): Oh Dios, que has querido hacernos partcipes de un mismo pan y de un mismo cliz, concdenos vivir tan unidos a Cristo, que fructifiquemos con gozo para la salvacin del mundo. CICLO A Por el Bautismo pasamos de las tinieblas a la luz. Por eso siempre hemos de ser luz para los dems, llevando una vida cristiana irreprochable.Isaas 58,7-10: Entonces nacer tu luz como la aurora. El profeta Isaas anuncia la regeneracin mesinica como una irrupcin en la vida de los hombres de la luz divina, que es capaz de transformar toda su existencia. Cristo tambin se presenta como Luz, que ilumina las tinieblas del mundo. El tema de la luz es riqusimo en la Sagrada Escritura y en la doctrina patrstica. En el prlogo del Evangelio de San Juan el Verbo eterno del Padre es la Luz verdadera que ilumina a todo hombre. Oigamos a San Agustn:El Verbo es el Hijo del Padre y su Sabidura. l ha sido enviado no porque sea desemejante al Padre, sino porque es una emanacin de la claridad de Dios Omnipotente. El caudal y la fuente son una misma sustancia. No es como agua que salta de los veneros de la tierra o de las hendiduras de la roca, sino como Luz de Luz. Cuando se dice esplendor de la Luz eterna, qu otra cosa queremos significar sino que es Luz de Luz eterna? Qu es el esplendor de la luz sino luz?El Verbo encarnado es, en consecuencia, coeterno a la Luz de la que es el esplendor. Se dice esplendor de la Luz, para que nadie crea ms oscura la Luz que emana que la Luz de la cual emana (Tratado sobre la Santsima Trinidad 4, 20,27).El cristiano, viviendo en Cristo, vive en la Luz. Por eso con razn cantamos el Salmo 111: El justo brilla en las tinieblas como una luz. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. El justo jams vacilar, su recuerdo ser perpetuo. No temer las malas noticias, su corazn est firme en el Seor...Nadie ms justo que el Seor Jess, nadie tan clemente ni tan compasivo como l. Por eso nadie brilla en las tinieblas con una Luz tan esplendorosa como la Suya.2 Corintios 2,1-5: Os he anunciado a Cristo crucificado. No es la filosofa humana, ni la filosofa de los hombres la que puede iluminar nuestra vida para la salvacin, sino el misterio de Cristo crucificado y el poder renovador del Espritu Santo, que nos transforma profundamente, iluminndonos en la fe. Comenta

San Agustn:Aunque slo sepa esto [el misterio de la Cruz], nada le queda por saber. Cosa grande es el conocimiento de Cristo crucificado, pero es mostrado a los ojos de los pequeos como un tesoro encubierto... Cuntas cosas encierra en su interior ese tesoro...! Cristo crucificado! Tal es el tesoro escondido de la sabidura y de la ciencia.Quieren engaarnos, pues, bajo el pretexto de la sabidura... Necio filsofo de este mundo, eso que buscas es nada! Cul es el precepto [del Seor], sino que creamos en l y nos amemos mutuamente? Creer en quin? Creer en Cristo crucificado. Escuche, pues, la sabidura lo que no quiere or la soberbia... Es ste el mandato: que creamos en Cristo crucificado. Pero el hombre soberbio, erguida su cerviz, hinchada la garganta, con lengua orgullosa y carrillos inflados, se burla de Cristo crucificado (Sermn 160,3).Mateo 5,13-16: Vosotros sois la luz del mundo. Las lecturas de este da tienen una gran unidad temtica. El Nuevo Testamento muestra al autntico cristiano como un hombre iluminado por Cristo, esto es, como un hijo de la luz (Lc 16,8; Jn 12,36; Ef 5,8; 1 Tes 5,5). Por tanto el cristiano, con su conducta, ha de purificar e iluminar el mundo, glorificando a Dios en medio de la humanidad. Comenta San Agustn:Cuando dije que vosotros erais luz, quise decir que erais lmparas. Pero no exultis, llenos de soberbia, no sea que se os apague la llama. No os pongo bajo el celemn, sino en el candelabro, para que deis luz. Y cul es el candelabro para la lmpara? Escuchad cul. La Cruz de Cristo es el gran candelabro. Quien quiera dar luz, que no se avergence de ese candelabro de madera...Si no habis podido encenderos vosotros para llegar a ser lmparas, tampoco habis podido colocaros sobre el candelabro; sea glorificado quien os lo ha concedido... Dice el Apstol: lejos de m gloriarme, si no es en la Cruz de Nuestro Seor Jesucristo (Gal 6,14). Por tanto, est crucificado el mundo para vosotros, y vosotros para el mundo (ib.)... Pon tu gloria en estar en el candelabro [de la Cruz]. Conserva siempre, oh lmpara, tu humildad en ese candelabro, para que no pierdas tu resplandor. Y cuida de que la soberbia no te apague (Sermn 289,6). CICLO B Todos tenemos profunda necesidad de la redencin de Cristo. Y esta necesidad tiene sus races en nuestra propia condicin humana: dbil, limitada y siempre amenazada por el misterio del pecado, del dolor y del sufrimiento. Esto es un enigma, que slo a la luz de la fe cristiana encuentra su interpretacin exacta y salvfica.Una concepcin racionalista de la vida no hace ms que aumentar el dolor y la angustia del hombre e, incluso, puede llevarle hasta la desesperacin. Por el contrario, la Iglesia nos ensea, como hoy lo hace en su liturgia, a iluminar el problema del dolor a la luz de la revelacin divina. El Vaticano II dice: ste es el gran misterio del hombre que la Revelacin cristiana esclarece a los fieles. Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera del Evangelio nos envuelve en absoluta obscuridad. Cristo resucit; con su muerte destruy la muerte y nos dio la vida (Gaudium et spes 22).Job 7,1-4.6-7: Me asignan noches de fatiga y mis das se consumen sin esperanza. El libro de Job proclama la trascendencia de Dios eterno sobre las limitaciones de la vida humana en el tiempo. El dolor y el sufrimiento son, para el hombre, un signo de sus limitaciones y de su debilidad, y al mismo tiempo una llamada providencial, para purificar su vida y buscar en Dios la salvacin. Comenta San Agustn:... Vindose en el padecimiento de tantos males, dice Job: acaso no es la vida humana una milicia sobre la tierra? (7,1). Hallndose, pues, Job en esta vida humana, se halla, sin duda, en medio de la tentacin. Y quiere verse libre de tal prueba. Hasta l echa de menos la vida en que no existe tentacin. Si la echa de menos, eso significa que an no es feliz.En consecuencia, tampoco es feliz ningn hombre que puedas imaginar, describir, disear o desear. No lo encontrars. En esta tierra nadie puede ser feliz... Y qu gran bien hay en la paciencia... Resistimos en esta vida terrena gracias a ella. Quien no la tenga desfallecer y quien desfallezca no llegar a la patria deseada (Sermn 396 A, 6-7).El Seor es roca en nuestra debilidad y alegra en nuestras penas. Por eso en el Salmo 146 proclamamos: Alabad al Seor que sana los corazones quebrantados. Alabad al seor que la msica es buena; nuestro Dios merece una alabanza armoniosa. El Seor reconstruye Jerusaln, rene a los deportados de Israel. l sana los corazones destrozados, venda sus heridas. Cuenta el nmero de las estrellas, a cada una la llama por su nombre. Nuestro Seor es grande y poderoso, su sabidura no tiene medida. El Seor sostiene a los humildes...1 Corintios 9,16-19.22-23: Ay de

m, si no anuncio el Evangelio! La Iglesia, responsable y depositaria de la obra redentora de Cristo, siente a diario hondamente la necesidad que todos los hombres tienen del Evangelio de salvacin. Y la evangelizacin es misin de todos los cristianos, cada uno segn su vocacin y circunstancia. Dice San Gregorio Nacianceno:Jess, que desde el principio acogi a los pecadores, va de un lugar a otro (Mt 19,1). Con qu fin? No slo para ganar un mayor nmero de hombres para el amor de Dios, frecuentando su trato, sino tambin, a mi parecer, para santificar un mayor nmero de lugares. Se hizo judo para el judo, para ganar a los judos. Para rescatar a los que estaban bajo la Ley, se sujet a la Ley. Con los dbiles se hizo dbil, a fin de salvar a los dbiles; se hizo, en fin, todo a todos, para ganar a todos (1 Cor 9,19-23) (Sermn 37,1).Y San Gregorio de Nisa: Considerando que Cristo es la Luz verdadera, sin mezcla posible de error alguno, nos damos cuenta de que tambin nuestra vida ha de estar iluminada con los rayos de la Luz verdadera. Los rayos del Sol de justicia son las virtudes que de l emanan para iluminarnos... y para que, obrando en todo a plena luz, nos convirtamos tambin nosotros en luz y, segn es propio de la luz, iluminemos a los dems con nuestras obras (Tratado sobre la ejemplaridad cristiana).Marcos 1,29-30: Cur de diversos males a muchos enfermos. Cristo Jess, el Siervo de Dios, padeciendo por los pecados de los hombres (Is 52,13ss.), ha tomado sobre su Corazn redentor nuestras miserias y debilidades, y ha orientado eficazmente nuestras vidas hacia la salvacin definitiva y eterna. San Cirilo de Alejandra escribe:Jess, una vez vencido Satans, y coronada la naturaleza humana con la victoria conseguida sobre l, volvi a Galilea con la fuerza del Espritu, utilizando su poder para obrar milagros varios y causando gran admiracin. Obraba milagros, recibiendo la gracia no del exterior y dada por el Espritu, como ocurra en los otros santos, sino porque es el Hijo natural y verdadero de Dios Padre, y heredero de todo lo que le es propio (Comentario al Evangelio de San Lucas). CICLO C La liturgia de este Domingo, a travs de las tres lecturas propone un idntico tema: los creyentes forman una comunidad de enviados, es decir, de apstoles. Dios se ha revelado a ellos. Ellos lo han conocido, han sido llamados y han sido enviados. Todo cristiano ha de transmitir ante todo lo que l mismo ha recibido. El bien es difusivo de s mismo.En la asamblea litrgica de cada domingo es donde el cristiano se ha de preparar y encender para difundir despus el mensaje de salvacin por todas partes, segn sus propias circunstancias y posibilidades, con su palabra, con su ejemplo y con su oracin. Salvado para salvar. Eso es el creyente. sa es la vocacin cristiana. Por iniciativa divina fuimos elegidos para injertarnos en el misterio de Cristo y servir, as, de testigos y de continuadores de la obra de la salvacin sobre otros hombres. La vocacin cristiana es por su naturaleza una vocacin apostlica.Isaas 6,1-2.3-8: Aqu estoy, envame. Toda vocacin, aunque nace de iniciativa divina, supone en el elegido una actitud de disponibilidad generosa ante la voluntad de Dios. Yav tiene su trono en el cielo, pero tambin establece su sede en medio de su pueblo. San Jernimo dice:Hay cuatro clases de apstoles: una que no es por los hombres ni por el hombre, sino por Jesucristo y Dios Padre; otra, que ciertamente es por Dios, pero tambin por el hombre; la tercera que es por el hombre, no por Dios; la cuarta, ni por Dios ni por el hombre, sino por s mismo.Al primer grupo pueden pertenecer Isaas (Is 6,8), los dems profetas y el mismo Pablo, que fue enviado no por los hombres ni por un hombre, sino por Dios Padre y por Cristo. Del segundo grupo, Josu, hijo de Nun, que fue constituido apstol por Dios ciertamente, mas por medio de un hombre, Moiss (Dt 34,9). La tercera clase, cuando alguno se ordena por el favor o la astucia; como ahora vemos que muchos han venido al sacerdocio no por voluntad de Dios, sino habindose ganado el favor del vulgo. El cuarto, es el gremio de los pseudoprofetas y pseudoapstoles, de los que dice el Apstol: esos individuos son falsos apstoles, obreros fraudulentos, disfrazados de apstoles de Cristo (2 Cor 11,13) (Comentario a la Carta de los Glatas 2,43).Con el Salmo 137 proclamamos: Delante de los ngeles taer para Ti, Seor. Te doy gracias, Seor, de todo corazn; me postrar hacia tu santuario. Dar gracias a tu nombre por tu misericordia y lealtad. Cuando te invoqu me escuchaste, acreciste el valor de mi alma... Seor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.1 Corintios 15,1-11: Esto es lo que predicamos; esto es lo que habis credo. El verdadero cristiano es el hombre elegido por Dios para

configurarse a la imagen del Hijo (Rom 8,29), de modo que venga a ser as en medio de los hombres testigo de la nueva vida pascual. San Agustn predica en un sermn:Contempla a Pablo, una partecita de esa heredad [del Seor}, mralo enflaquecido, diciendo: no soy digno de ser llamado apstol, pues persegu a la Iglesia de Dios. Por qu entonces apstol? Por la gracia de Dios soy lo que soy. Enflaqueci Pablo, pero T lo perfeccionaste. Y pues es lo que es por la gracia de Dios, mira lo que sigue: y su gracia en m no fue vana, sino que trabaj ms que todos ellos. Comienzas a atribuir a ti mismo lo que antes atribuas a Dios? Atiende lo que sigue: pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo. Bien, hombre dbil. Sers engrandecido en la fortaleza, ya que eres agradecido. T eres Pablo, pequeo en ti, grande en el Seor. T eres quien rogaste tres veces al Seor que retirase de ti el aguijn de la carne, el ngel de Satans, que te abofeteaba. Y qu se te dijo? Qu se te respondi cuando esto pedas? Te basta mi gracia, pues la fuerza se perfecciona en la debilidad (2 Cor 12,7-9) (Sermn 76,7).Lucas 5,1-11: Dejndolo todo, lo siguieron. La vocacin cristiana, como respuesta fiel a la llamada de Cristo, exige siempre un cambio de vida personal, que convierta a quienes la reciben en autnticos testigos del Evangelio. Oigamos a San Agustn:Recibieron de l las redes de la palabra de Dios, las echaron al mundo, cual a un hondo mar, y capturaron la muchedumbre de cristianos que vemos y que nos causa admiracin. Aquellas dos barcas simbolizaban los dos pueblos: el de los judos y el de los gentiles, el de la Iglesia y el de la Sinagoga...Y qu hemos escuchado? Que entonces las barcas amenazaban hundirse por la muchedumbre de peces. Lo mismo sucede ahora: los muchos cristianos que viven mal oprimen a la Iglesia. Y esto es poco: tambin rompen las redes, pues si no se hubiesen roto las redes no hubiesen existido cismas (Sermn 248,2). LUNES Gnesis 1,1-19: Dijo Dios y as fue. Ninguna cuestin ms fascinante que el del origen del mundo y de la humanidad. Los hombres sin fe siguen torturados por l. Nosotros, los cristianos, tenemos la respuesta en las primeras pginas de las Sagradas Escrituras. El Libro de los orgenes, al comienzo de la Biblia, presenta, dentro de un magnfico poema litrgico, el misterio de la creacin del mundo. Todo cuanto existe es obra de la Palabra de Dios y expresin de su voluntad. San Agustn ha comentado este pasaje bblico muchas veces:Hermoso es el mundo, pero ms hermoso Aqul por quien el mundo fue hecho. Suave es el mundo, pero ms suave es Aqul por quien fue hecho el mundo. Cmo es que el mundo es malo, siendo bueno quien hizo el mundo? No hizo Dios todas las cosas y eran todas buenas?... Cmo, pues, es malo ahora el mundo y bueno quien hizo el mundo? Porque el mundo fue hecho por l, pero el mundo no le conoci (Jn 1,10). Por l fue hecho el mundo, es decir, el cielo y la tierra, y todo cuanto hay en ellos. Pero el mundo no lo conoci, es decir, los amantes del mundo, los que aman al mundo y desprecian a Dios: ste es el mundo que no lo conoci. Por tanto, el mundo es malo, porque son malos los que prefieren el mundo a Dios (Sermn 96,4-5).Contemplando la creacin, brota de nuestros labios una gran alabanza a Dios, la del Salmo 103: Bendice, alma ma, al Seor. Dios mo qu grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Asentaste la tierra sobre sus cimientos, y no vacilar jams; la cubriste con el manto del ocano, y las aguas se posaron sobre las montaas. De los manantiales sacas los ros, para que fluyan entre los montes... Cuntas son tus obras, Seor, y todas las hiciste con sabidura, la tierra est llena de tus criaturas! Bendice, alma ma, al Seor! Aos pares 1 Reyes 8,1-7.9-13: Llevaron el Arca al Santuario, y la nube llen el Templo. La gloria divina llena el templo del Seor. La gloria es Dios mismo, en cuanto que se revela habitando entre los suyos. Cristo es el resplandor de la gloria del Padre (Heb 1,3). Su presencia es, por tanto, proteccin y salud para los que a l acuden.Tambin hemos de considerar la dignidad sublime del templo cristiano, donde se reactualiza sacramentalmente el sacrificio redentor del Calvario, donde se guarda la Eucarista y se administran los sacramentos... Y no hemos de olvidar tampoco que el

cristiano en gracia es templo vivo de Dios. Por eso todo en l debe ser santo: santos los pensamientos, deseos, afectos, palabras, obras... santa toda su vida. Exhorta San Len Magno:Reconoce, oh cristiano, tu dignidad, pues participas de la naturaleza divina (2 Pe 1,4), y no vuelvas a las antiguas vilezas con una vida depravada. Recuerda de qu Cabeza y de qu Cuerpo eres miembro. Ten presente que, arrancado al poder de las tinieblas, has sido trasladado al reino luminoso de Dios (Col 1,13). Por el sacramento del bautismo te convertiste en templo del Espritu Santo. No ahuyentes, pues, a tan excelso husped con acciones pecaminosas; no te entregues otra vez como esclavo al demonio, pues has costado la sangre de Cristo, quien te redimi segn su misericordia y te juzgar conforme a la verdad (Sermn 21,3).Desde Efrata el Arca es llevada y establecida en una mansin definitiva. El Salmo 131 repite toda la liturgia de la entronizacin: gala de los sacerdotes, aclamacin del pueblo, lugar prominente del rey, el Ungido, que viene en presencia de Yav y del Arca: Levntate, Seor, ven a tu mansin. Omos que estaba en Efrata, la encontramos en el Soto de Jaar: entremos en su morada, postrmonos ante el estrado de su pies... Ven con el arca de tu poder; que tus sacerdotes se vistan de gala, que tus fieles vitoreen. Por amor a tu siervo David, no niegues audiencia a tu Ungido.Para nosotros el Ungido por antonomasia es Cristo. Dice San Ambrosio: Cristo es la luz eterna de las almas, ya que para esto lo envi el Padre al mundo, para que, iluminados por su rostro, podamos esperar las cosas eternas y celestiales, nosotros que antes nos hallbamos impedidos por la oscuridad de este mundo (Comentario al Salmo 43).Marcos 6,53-56: Los que tocaban a Jess se ponan sanos. Despus de la multiplicacin de los panes y de sosegar la tempestad, un nuevo resumen nos describe la actividad de Jess en una serie de milagros. En muchos de ellos se da un encuentro personal de Jess con los hombres, y por parte de stos, vemos una aceptacin de la persona de Jess, el Salvador, a cuyo encuentro salen. San Juan Crisstomo observa: Ya no se le acercan como al principio: no le obligan a que vaya a sus propias casas, ni a que impongan las manos a los enfermos, ni a que lo mande de palabra. Ahora se ganan la curacin de modo ms elevado, ms sabiamente por medio de una fe mayor. La mujer del flujo de sangre les haba enseado a todos esta sabidura. Por lo dems, el mismo Evangelista nos da a entender que, de mucho tiempo atrs, haba estado el Seor en aquellas partes... Sin embargo, no slo no haba el tiempo destruido la fe de aquella gente en el Seor, no slo la haba mantenido viva, sino que la haba aumentado.Toquemos tambin nosotros la orla de su vestido; ms an, pues la verdad es que su Cuerpo mismo est ahora puesto delante de nosotros. No toquemos solo su vestido, sino su Cuerpo. No solo est presente para tocarle, sino para comerle y hartarnos de su carne. Acerqumonos, pues, a l con viva fe, llevando cada uno nuestra enfermedad (Homilas sobre San Mateo 50,2). MARTES Aos impares Gnesis 1,202,4: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. La obra de Dios llega a su culmen en la creacin del hombre. El Seor, por una decisin especial, lo hace a su imagen y lo establece como rey de la creacin. Comenta San Agustn:Amadsimos, mucho nos insiste Dios en la unidad entre todos. Fijos bien en que al principio de la creacin, cuando hizo todas las cosas, los astros en el firmamento y en la tierra las hierbas y los rboles, Dios dijo: produzca la tierra, y aparecieron los rboles y cuanto verdea... Pero lleg a la creacin del hombre, y cre solo uno, y de ese uno, todo el gnero humano. Y ni siquiera quiso hacer dos, varn y mujer, por separado, sino uno solo, y de ese primer hombre hizo una sola mujer.Por qu as? Por qu el gnero humano tom comienzo de un solo hombre, sino porque as se intima la unidad del gnero humano? Tambin Cristo, el Seor, naci de solo una mujer, pues la unidad es virginal: conserva la unidad y se mantiene incorruptible (Sermn 268,3).Entre todas las obras de la creacin sobresale el hombre. As lo proclamamos con el Salmo 8: Seor, dueo nuestro, qu admirable es tu nombre en toda la tierra! Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, qu es el hombre, para que te acuerdes de l, el ser humano, para darle poder? Lo hiciste

poco inferior a los ngeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies. Aos pares 1 Reyes 8,22-23.27-30: Dios no puede ser encerrado en un lugar, por muy digno que ste sea. Dios lo trasciende todo. Salomn suplica al Seor que escuche benigno las splicas y oraciones que le dirija su pueblo en el Templo. Clemente de Alejandra escribe:Dice Juan el apstol, refirindose al invisible e inexpresable seno de Dios: a Dios nadie le vio jams, pero el Dios unignito, que est en el seno del Padre, ste lo manifest (Jn 1,18). Por eso algunos lo llamaron Abismo, pues aunque abarcando y conteniendo en su seno todas las cosas, es en s mismo ininvestigable e interminable.Que Dios es sumamente difcil de aprehender se muestra en el discurso siguiente: si la causa primera de cualquier cosa es difcil de descubrir, la causa absoluta y suprema y ms originaria, siendo la causa de la generacin y de la continuada existencia de todas las dems cosas, ser muy difcil de describir. Porque, cmo podr ser expresable lo que no es ni gnero ni diferencia, ni especie, ni individuo, ni nmero, as como tampoco accidente o sujeto de accidentes?No se le puede llamar adecuadamente el Todo, porque el todo se aplica a lo extenso, y l es ms bien el Padre de todo. Ni se puede decir que tenga partes, porque lo Uno es indivisible, y por ello es tambin infinito, no en el sentido de que sea ininvestigable al pensamiento, sino en el de que no tiene extensin o lmites. Como consecuencia, no tiene forma ni nombre. Y aunque a veces le demos nombres, estos no se aplican en el sentido estricto: cuando le llamamos Uno, Bien, Inteligencia, Ser en s, Padre, Dios, Creador, Seor, no le damos propiamente un nombre, sino que, no pudiendo hacer otra cosa, hemos de usar esas apelaciones honorficas a fin de que nuestra mente pueda fijarse en algo y no ande errante en cualquier cosa. Cada una de estas apelaciones no es capaz de designar a Dios, aunque tomadas todas ellas en su conjunto muestran la potencia del Omnipotente.Las descripciones de una cosa se dicen con referencia a las cualidades de la misma, o a las relaciones de sta con otras; pero nada de esto puede aplicarse a Dios. Dios no puede ser aprehendido por ciencia demostrativa, porque sta se basa en verdades previas y ya conocidas, pero nada es previo al que es ingnito. Slo resta que el Desconocido llegue a ser conocido por la gracia divina y por la Palabra que de l procede (Stromata 5,12,81).Dios, que no cabe en el cielo ni en la tierra, ha querido manifestar algo de su gloria en el antiguo templo de Jerusaln, y de un modo ms especial en nuestras iglesias, con la Eucarista. El Salmo 83 nos ofrece ideas sublimes sobre esta realidad: Qu deseables son tus moradas, Seor de los ejrcitos! Mi alma se consume y anhela los atrios del Seor; mi corazn y mi carne retozan por el Dios vivo. Hasta el gorrin ha encontrado una casa y la golondrina un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Seor de los ejrcitos, rey mo y Dios mo. Dichosos los que viven en tu casa, alabndote siempre. Fjate, oh Dios, en nuestro escudo, mira el rostro de tu Ungido. Vale ms un da en tus atrios que mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con los malvados.Todo esto se realiza ms exactamente en nuestras iglesias, con la presencia real de Cristo Sacramentado, con la celebracin de la Eucarista y los dems sacramentos, con la oracin litrgica y extralitrgica.Marcos 7,1-13: Dejis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradicin de los hombres. La base de la religiosidad est en la limpieza del corazn, en el amor al Padre y en la expresin de este amor en la convivencia humana. Dice San Juan Crisstomo:Cuando escribas y fariseos quieren presentar a los discpulos como transgresores de la ley, l les demuestra que son ellos los verdaderos transgresores, mientras que sus discpulos estn exentos de toda culpa. Porque no es ley lo que los hombres ordenan. De ah que l la llama tradicin, y tradicin de hombres transgresores de la ley. Y como no lavarse las manos no era realmente contrario a la ley, les saca a relucir otra tradicin de ellos que era francamente opuesta a ella. De este modo viene a decirles que, bajo apariencia de religin, ellos enseaban a los jvenes a despreciar a sus padres...Habiendo, pues, demostrado el Seor a escribas y fariseos que estaban acusando sin razn [a sus discpulos] de transgredir la tradicin de los ancianos ellos, que pisoteaban la ley de Dios, les demuestra ahora lo mismo por el testimonio del profeta. Ya les haba rebatido fuertemente, y ahora prosigue adelante. Es lo que hace siempre, aduciendo tambin el testimonio de las Escrituras, y demostrando de este modo su perfecto acuerdo con Dios.Y qu es lo que dice el profeta? Este pueblo me

honra con sus labios, pero su corazn est lejos de m (Is 29,13). Mirad con qu precisin concuerda la profeca con las palabras del Seor, y cmo ya desde antiguo denuncia la maldad de escribas y fariseos! (Homilas sobre San Mateo 51, 2). MIRCOLES Aos impares Gnesis 2,4-9.15-17: El Seor Dios tom al hombre y lo coloc en el jardn del Edn. Situado en el jardn paradisaco, el hombre es rey de todo. As lo quiso el Seor; pero, al mismo tiempo, lo quiso dependiente de l, como no poda ser menos, pues era criatura suya. Dice San Gregorio Nacianceno: Dios puso al hombre en el paraso, cualquiera que ste fuera, considerndolo digno del libre albedro; para que el bien permaneciera en quien lo elige, como quien ha puesto en l capacidad de hacerlo. Lo hizo hortelano de rboles inmortales, los pensamientos divinos, los ms simples y los ms perfectos. Estaba desnudo por su sencillez y forma de vida sin artificio, lejos de todo encubrimiento y recelo. Pues as era conveniente que fuera quien haba sido creado en el principio.Y le fue dada la ley, que es el objeto sobre el que ejercitar la libertad. Le di, en efecto, el mandato de no comer del rbol de la ciencia del bien y del mal (Gn 2,16); no porque ste hubiera sido mal plantado, y tampoco porque se le prohibiera por envidia no desaten aqu sus lenguas los enemigos de Dios, imitando a la serpiente, sino porque comer de l era bueno slo en el momento oportuno. Este rbol, creo yo, representaba la contemplacin de Dios, cuya posesin era solo conveniente para quienes tuvieran una conveniente disposicin... (Sermn 38,12).La grandeza de la creacin no se agota en el acto creador, sino que se contina en la conservacin y en el cuidado que Dios dispensa a sus criaturas. Este cuidado lleg a su ms alta expresin en el hombre. Toda la narracin de la colocacin del hombre en el jardn del Edn es una imagen expresiva y fuerte del Dios cercano y amigo.Ante este designio amoroso de Dios, brota la alabanza del Salmo 103: Bendice, alma ma, al Seor. Dios mo, qu grande eres! Te vistes de belleza y de majestad, la luz te envuelve como un manto. Todos ellos aguardan a que les eches la comida a su tiempo. Abres tu mano, y se sacian de bienes. Le retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo. Envas tu aliento, y los creas y repueblas la faz de la tierra. Aos pares 1 Reyes 10,1-10: La reina de Sab vio la sabidura de Salomn. La crnica del reino de Salomn describe admirativamente la sabidura, la magnificencia, la justicia y la fama del rey. En realidad, lo que se intenta mostrar es que es Dios quien se ha complacido en Salomn y, por amor a su pueblo, le ha dado sabidura y riquezas. Y Cristo es ms que Salomn (Mt 12,42). Escribe San Ambrosio:Todo lo tenemos en Cristo; Cristo es todo para nosotros. Si quieres curar tus heridas, l es mdico; si ests ardiendo de fiebre, l es manantial; si tienes necesidad de ayuda, l es fuerza; si temes la muerte, l es vida; si deseas el cielo, l es el camino; si buscas refugio de las tinieblas, l es Luz; si buscas manjar, l es alimento (Sobre la virginidad 19,99).La proverbial sabidura de Salomn se refleja bien en el Salmo 36: el fiel cumplimiento de la alianza nos guarda en la verdadera sabidura. La mayor prudencia se da en el cumplimiento de la voluntad del Seor: Encomienda tu camino al Seor y l actuar: har tu justicia como el amanecer, tu derecho, como el medioda. La boca del justo expone la sabidura, su lengua explica el derecho; porque lleva en el corazn la ley de su Dios, y sus pasos no vacilan. El Seor es quien salva a los justos, El es su alczar en el peligro; el Seor los protege y los libra, los libra de los malvados y los salva, porque se acogen a El.Marcos 7,14-23: Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. La enseanza de Jess sobre lo puro e impuro es una aplicacin de su principio general sobre la verdadera religiosidad. San Juan Crisstomo comenta: El Seor, tanto en lo que afirma, cuanto en lo que legisla, se apoya en la verdad misma de las cosas. Por eso sus enemigos no se atreven a replicarle, y no le arguyen: pero qu es lo que dices? Dios nos manda tantas cosas acerca de la observancia de los alimentos, y t nos vienes ahora con esa ley? Y es que el Seor los haba enmudecido eficazmente no slo por sus argumentos, sino haciendo patente su mentira, sacando a

pblica vergenza lo que ellos ocultamente haban hecho, y en fin, revelando los ntimos secretos de su alma. Por eso ellos, sin chistar, optan por la retirada. Pero considerad aqu, os ruego, por otra parte, cmo todava el Seor no estima prudente romper abiertamente con la ley de los alimentos, y se limita a decir: no es lo que entra en la boca lo que mancha al hombre (Homila sobre San Mateo 51,3).De dentro del corazn salen los malos propsitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfrenos, envidia, difamacin, orgullo, frivolidad... Todas las maldades salen de dentro, y eso es lo que hace impuro al hombre. Pero esto no queran verlo los fariseos, sino que se aferraban a sus tradiciones, que miraban sobre todo a lo exterior del hombre. JUEVES Aos impares Gnesis 2,18-25: Dios present la mujer al hombre. Y sern los dos en una sola carne. El relato de la creacin de la mujer pone de manifiesto su relacin originaria con el hombre. La mujer es un don de Dios al hombre, una criatura no idntica a l, pero s complementaria; y lo mismo el varn para la mujer. Fundndose Jess en este pasaje, proclamar la indisolubilidad del matrimonio, establecida por Dios desde el principio. Comenta San Agustn:Sern dos en una sola carne; no son ya dos, sino una sola carne, se entiende segn esa realidad que se da en Cristo y en la Iglesia. Como se habla de esposo y de esposa, as tambin de Cabeza y de Cuerpo, puesto que el varn es la cabeza de la mujer. Sea que yo hable de cabeza y cuerpo, sea que hable de esposo y de esposa, entended una misma cosa (Sermn 341,12).La creacin de la mujer nos lleva a cantar la bienaventuranza de la vida familiar, que expresa el designio de Dios sobre la vida del hombre, y lo hacemos con el Salmo 127: Dichoso el que teme al Seor, y sigue sus caminos. Comers del fruto de tu trabajo, sers dichoso, te ir bien. Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. sta es la bendicin del hombre que teme al Seor. Que el Seor te bendiga desde Sin, que veas la prosperidad de Jerusaln todos los das de tu vida.Es ocasin de orar por las familias del mundo, llamadas por Dios a un ideal tan alto y hermoso, y tan amenazadas por tantos peligros. Aos pares 1 Reyes 11,4-13: Por haber sido infiel al pacto, voy a arrancar el reino de tus manos; pero dejar a tu hijo una tribu, en consideracin a David. Es la tragedia constante del Antiguo Testamento: la Alianza quebrantada tantas veces por la infidelidad, y siempre renovada por la misericordia de Dios. Por sus pecados, Salomn se precipita en su ruina; pero el Seor guarda su reino para un descendiente suyo, Jesucristo. Veamos lo que dice San Atanasio sobre el pecado:El primer hombre, que se llama en hebreo Adn, al principio, segn las Sagradas Escrituras, conservaba su espritu vuelto hacia Dios, en la libertad ms limpia, y viva con los santos en la contemplacin de las cosas inteligibles, de las que gozaba en el lugar que el santo Moiss ha llamado en figura el paraso. Porque la pureza del alma le haca capaz de contemplar a Dios en ella misma, como en un espejo...Pero el alma humana, sin contentarse con haber encontrado el mal, poco a poco se fue precipitando en lo peor... As, desviada del bien y olvidando que ella es la imagen del Dios bueno, el poder que hay en ella no ve ya al Dios Verbo, a cuya semejanza ella misma fue hecha; y saliendo de s misma, no piensa ya ni imagina sino la nada. Porque ella ha escondido en los repliegues de los deseos corporales el espejo que hay en ella, por el que slo poda ver la imagen del Padre. Y as ya no ve ms aquello en que un alma debe pensar; al contrario, vuelta hacia los lados, slo ve aquello que cae bajo los sentidos.As, llena de toda suerte de deseos carnales, y ofuscada por la falsa opinin que de ellos se ha hecho, acaba por imaginarse al modo de las cosas corporales y sensibles a Dios, de cuyo pensamiento se ha olvidado, y da a las apariencias el nombre de Dios. Ella ahora no aprecia ms que aquello que ve y contempla como algo agradable. se es, pues, el mal, la causa y el origen de la idolatra (Tratado contra los paganos 2 y 8).En el corazn de Salomn se introdujo la malicia y fue infiel al pacto, caminando tras otros dioses. Es el gran pecado del pueblo, la

idolatra: dar culto a dioses extraos, pero tambin dar culto al dinero, a la ambicin, al poder, a la violencia, al placer... Pero Dios misericordioso se compadece siempre de la miseria del hombre.A l acudimos, pues, con el Salmo 105: Acurdate de m, Seor, por amor a tu pueblo. Dichosos los que respetan el derecho y practican siempre la justicia... Vistame con tu salvacin. Emparentaron con los gentiles, imitaron sus costumbres; adoraron sus dolos, y cayeron en sus lazos. Inmolaron a los demonios sus hijos y sus hijas; la ira del Seor se encendi contra su pueblo, y aborreci su heredad.Sin embargo, triunfa la misericordia del Seor sobre nuestro pecado, pues se compadece de su pueblo, del hombre que l cre. Dios se acuerda siempre de nosotros con bondad, pero nosotros tenemos siempre necesidad de arrepentimiento.Marcos 7,24-30: Los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los nios. Jess sana a la hija de la cananea, mujer de fe sumamente admirable. Comenta San Agustn:Esta mujer cananea nos ofrece un ejemplo de humildad y un camino de piedad. Nos ensea a subir desde la humildad hasta la altura. Al parecer, no pertenece al pueblo de Israel, al que pertenecan los patriarcas, los profetas... y tambin la Virgen Mara, que dio a luz a Cristo. La cananea no pertenece a este pueblo, sino a los gentiles... Ella gritaba, ansiosa de obtener el beneficio, y llamaba con fuerza. l disimulaba, pero no para negar la misericordia, sino para estimular el deseo; y no slo para acrecentar el deseo, sino tambin para tener ocasin de ensalzar la humildad.Clamaba, pues, ella al Seor, que no escuchaba, pero que planeaba en silencio lo que iba a realizar... Tengamos, pues, humildad, y si an no la tenemos, aprendmosla. Si la tenemos, no la perdamos. Si no la tenemos, adquirmosla, para ser injertados; si la tenemos, retengmosla, para no ser amputados (Sermn 77,2 y 15).Oigamos el sumo elogio que de la humildad hace Casiano:La humildad, maestra de todas las virtudes, es, a la par, el fundamento inconmovible del edificio sobrenatural, el don por antonomasia y la gracia ms excelsa del Salvador (Colaciones 15,7). VIERNES Aos impares Gnesis 3,1-8: Seris como Dios en el conocimiento del bien y del mal. No tiene por qu Dios deciros qu es lo bueno y qu lo malo. Vosotros mismos tenis capacidad y autoridad para discernirlo. sta, la soberbia, es la tentacin fundamental de los primeros padres, pero tambin de los hombres de todos los siglos. Comenta San Agustn:La soberbia es gran malicia, la primera de todas, el principio y el origen, la causa de todos los pecados. Ella arroj a los ngeles del cielo e hizo al diablo. ste, arrojado de all, dio a beber el cliz de la soberbia al hombre, que an se mantena firme; elev hasta la soberbia a quien haba sido hecho a imagen y semejanza de Dios, que ahora ya se hace indigno, por la soberbia. El diablo sinti envidia de l, y lo convenci para que despreciara la ley de Dios y disfrutara de su propio poder autnomo. Y cmo lo convenci? Si comis [de ese fruto], les dijo, seris como dioses. Ved, pues, si no los persuadi por la soberbia.Dios hizo al hombre, y l quiso ser dios; tomando lo que no era, perdi lo que era; no digo que perdiera la naturaleza humana, sino que qued privado de la felicidad presente y futura. Perdi aquello hacia lo que haba de ser elevado, engaado por quien de all haba sido expulsado (Sermn 340,A,1).Nuestra actitud despus de pecar no ha de ser como la de nuestros primeros padres, escondernos de Dios. Sera tan perjudicial como intil. Por el contrario, con toda humildad y confianza, hemos de reconocer ante el Seor nuestra culpa. De este modo obtendremos Su perdn.As lo cantamos con el Salmo 31: Dichoso el que est absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Seor no le apunta el delito. Haba pecado, lo reconoc; no te encubr mi delito; propuse: confesar al Seor mi culpa, y T perdonaste mi culpa y mi pecado. Por eso que todo fiel te suplique en el momento de la desgracia; la crecida de las aguas caudalosas no lo alcanzarn. T eres mi refugio; me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberacin. Aos pares

1 Reyes 11,29-32; 12,19: Se separ Israel de la casa de David. Un profeta anuncia a Jerobon, de una manera pblica, la disolucin del reino unificado por David. Las tribus del norte reivindicarn su autonoma. Pero aunque parezca derrumbarse la casa de David, la fidelidad de Dios a sus promesas permanecer para siempre, y de esa casa y linaje nacer el Salvador de los hombres. l es la Luz del mundo, el que iluminando a todos los pueblos, congrega a todos en un solo Reino. Escuchemos a Clemente de Alejandra: Salve, luz! Desde el cielo brill una luz sobre nosotros, que estbamos sumidos en la oscuridad y encerrados en la sombra de la muerte; luz ms pura que el sol, ms dulce que la vida de aqu abajo. Esta luz es la vida eterna, y todo lo que de ella participa vive, mientras que la noche teme a la luz y, ocultndose por el miedo, deja el puesto al da del Seor. El universo se ve iluminado por la luz indefectible, y el ocaso se ha transformado en aurora... Cristo fue el que transform el ocaso en amanecer, quien venci la muerte con la vida por la resurreccin, quien arranc al hombre de su perdicin y lo levant al cielo... l es quien diviniza al hombre con una enseanza celeste (Exhortacin a los paganos 11,114,1-5).La divisin del reino fue fruto de la infidelidad. sta es la lectura sapiencial de la historia. La gran tentacin de Israel, siendo la nacin que Yav se haba escogido como heredad, fue siempre la de asemejarse a las dems naciones. Y entonces, cuando Israel se aparta del plan salvfico de Dios, experimenta la ruina, el exilio, el desastre. Pero la fidelidad de Dios permanece para siempre, como lo confiesa el Salmo 80: Yo soy el Seor, Dios tuyo: escucha mi voz. No tendrs un dios extrao, no adorars un dios extranjero; yo soy el Seor, que te sac de Egipto. Pero mi pueblo no escuch mi voz. Israel no quiso obedecer. Los entregu a su corazn obstinado, para que anduviesen segn sus antojos. Ojal me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino: en un momento humillara a sus enemigos y volvera mi mano contra sus adversarios.Marcos 7,31-37: Hace or a los sordos y hablar a los mudos. Jess llega a la Decpolis, donde cura a un sordomudo. Su fama se difunde por doquier. La muchedumbre lo glorifica. Este milagro de sanacin nos hace recordar el rito sacramental de la iniciacin cristiana: por l se nos abren los odos para or la palabra de Dios, y se nos desata la lengua para proclamar su gloria.La Escritura relaciona el mutismo con la falta de fe (Ex 4,10-17; Is 6; Mc 4,12). Y a esa luz se nos muestra la curacin del mudo como un bien mesinico. En efecto, los ltimos tiempos nos sitan en un clima de relaciones filiales con Dios, nos capacitan para or su palabra, para responderla y tambin para hablar de l a los dems.El cristiano que vive estos ltimos tiempos se convierte as en profeta, experto en la Palabra divina, apstol, misionero, catequista; ms an, en familiar y amigo de Dios. Eso implica que puede escuchar la Palabra, responderla y proclamarla a los hombres. Necesita, pues, los odos y los labios de la fe. Y la fe, como dice San Len Magno, es don de Cristo:No es la sabidura terrena quien descubre esta fe, ni la opinin humana quien puede conseguirla; el mismo Hijo nico es quien la ha enseado y el Espritu quien la instruye (Sermn 75).Dios es la luz sobrenatural de los ojos del alma, que sin ella permanece en tinieblas. SBADO Aos impares Gnesis 3,9-24: El Seor los expuls del jardn del Edn para que labrasen el suelo. Los progenitores de la humanidad se ven excluidos de la felicidad, a la que en su origen los haba destinado el Creador. Pero el Seor no los abandona. Ya entonces les anuncia una salvacin por gracia: la que ofrece Cristo Jess.Las consecuencias del pecado tienen siempre forma de rupturas: ruptura del hombre con Dios, ruptura del hombre consigo mismo, ruptura con la creacin. Todo esto desbarata el estado anterior de la armona primera. Todo queda daado, menos el amor de Dios. Los descendientes de Adn nacemos con ese pecado, llamado original, y sufrimos todas sus consecuencias. Pero el amor de Dios, en la plenitud de los tiempos, resplandeci en Cristo, el nuevo Adn, el Redentor, el Reconciliador, el Mediador y Pontfice. Dice San Agustn:Cuando vencemos en nosotros mismos las apetencias de los bienes temporales, vencemos en nosotros a aquel que reina mediante esas apetencias del hombre. Cuando le dijeron al diablo: tierra comers, le dijeron al pecador: tierra eres y en tierra te convertirs (Gn 3,14-19). El pecador fue hecho as alimento del

diablo. No seamos, pues, tierra, si no queremos ser devorados por la serpiente (El combate cristiano 2).Hasta en el momento ms ruinoso de la historia de la humanidad brilla la luz de la salvacin, la fidelidad de Dios, su amor misericordioso. As lo proclamamos con el Salmo 89: Seor, T has sido nuestro refugio de generacin en generacin. Antes que naciesen los montes o fuera engendrado el orbe de la tierra, desde siempre y por siempre T eres Dios. T reduces el hombre a polvo, diciendo: retornad, hijos de Adn. Mil aos en tu presencia son un ayer que pas, una vela nocturna. Los siembras ao por ao, como hierba que se renueva: que florece y se renueva por la maana, y por la tarde la siegan y se seca. Ensanos a calcular nuestros aos, para que adquiramos un corazn sensato. Vulvete, Seor, hasta cundo? Ten compasin de tus siervos. Aos pares 1 Reyes 12,26-3213,33-34: Jerobon hizo dos becerros de oro, y puso uno en Betel y otro en Dan. Pretende as asegurar la divisin entre los reinos de Israel y de Jud, no solo en lo poltico, sino tambin en lo religioso. Otra vez, como haba sucedido en el xodo, las tribus del Norte representan a Yav como un becerro de oro. Recayendo as en la idolatra, son infieles a la alianza, y se apartan de Yav.Tambin ahora muchos miembros del Pueblo de Dios se fabrican no pocos becerros de oro: el poder, la ambicin, las riquezas, los placeres... La vida de muchos bautizados se cierra as a los designios de Dios, queda sorda a la Palabra de Dios, encarnada y escrita en Cristo. Los bautizados infieles se hacen dioses a su medida. La fe de los cristianos, como dice San Len Magno, puede corromperse:En esta misericordia de Dios, cuya grandeza no podemos explicar, los cristianos deben tener mucho cuidado de no dejarse atrapar por los lazos del demonio y envolverse de nuevo en los errores a los que han renunciado (cf. 2 Pe 2,20). En efecto, el antiguo enemigo, transfigurndose en ngel de luz (2 Cor 11,14), no cesa de tender por todas partes las redes de sus engaos y trabaja sin descanso para corromper de todas formas la fe de los creyentes... Sabe a quin conturbar con la tristeza, a quin engaar con la alegra, a quin abatir con el temor, a quin seducir con la adulacin...Engaa tambin a los que afirman mentirosamente que toda la vida humana depende de la influencia de las estrellas, y a los que atribuyen a una inevitable fatalidad lo que solo ha sido hecho por voluntad de Dios o de la nuestra. Para causar mayor dao, promete que las circunstancias pueden ser cambiadas mediante plegarias a los astros adversos... Arrojen de s los fieles la costumbre de esta condenable perversidad, y gurdense de mezclar el honor debido solo a Dios con los ritos de los hombres, que son esclavos de las criaturas (Sermn 27,4-5).El pecado de Jerobon ha sido grande: ha incitado al pueblo a la infidelidad y a violar su alianza con l. Es un episodio ms en la historia de la prevaricacin y del pecado, que se prolonga, ciertamente, en nuestros das. Volvmonos, pues, a Dios, rezando el Salmo 105, perfectamente actual:Acurdate de m, Seor, por amor a tu pueblo. Hemos pecado con nuestros padres, hemos cometido maldades e iniquidades. Nuestros padres en Egipto no comprendieron tus maravillas. En Horeb se hicieron un becerro de oro; adoraron un dolo de fundicin; cambiaron su gloria por la imagen de un toro que come hierba. Se olvidaron de Dios, su salvador, que haba hecho prodigios en Egipto, maravillas en el pas de Cam, portentos junto al Mar Rojo.Quien habiendo llegado a la fe en Jesucristo, se deja despus dominar por la avaricia, se enaltece con los falsos honores, se abrasa con la envidia, se contamina con los deleites inmundos, y se goza con las prosperidades mundanas, renuncia a seguir a Cristo, en quien crey.Marcos 8,1-10: La gente comi hasta quedar satisfecha. Segunda multiplicacin de los panes y peces. Muchos autores ven en este prodigio un smbolo anticipador de la Eucarista. En el acto de la sagrada comunin se realiza una inefable, ntima, viva y fecunda unin del hombre con Cristo Salvador. San Cirilo de Jerusaln describe as esta maravillosa unin:Mezclad dos gotas de cera derretida y ambas se fundirn en una sola. De igual modo, cuando nosotros recibimos el Cuerpo y la Sangre de Cristo, se realiza entre l y nosotros tal unin que l se encuentra en nosotros y nosotros en l (Catequesis 23,4).Y San Len Magno:La comunin del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, es decir, la sagrada Comunin, no aspira sino a que nos transformemos en lo que recibimos, a que llevemos en el alma y en el cuerpo a

Aqul con quien hemos muerto, con quien fuimos enterrados y con quien hemos resucitado (Homila 24,2). 6 Semana DOMINGO Entrada: S la roca de mi refugio, Seor, un baluarte donde me salve, t, que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirgeme y guame (Sal 30,3-4).Colecta (Gelasiano): Seor, t que te complaces en habitar en los limpios y sinceros de corazn, concdenos vivir, por tu gracia, de tal manera que merezcamos tenerte siempre con nosotros.Ofertorio (del Misal anterior, con retoques tomados del Veronense): Seor, que esta oracin nos purifique y nos renueve, y sea causa de eterna recompensa para los que cumplen tu voluntad.Comunin: Comieron y se hartaron; as el Seor satisfizo su avidez (Sal 77,29-30). Tanto am Dios al mundo, que entreg a su Hijo nico, para que no perezca ninguno de los que creen en l, sino que tengan vida eterna (Jn 3,16).Postcomunin (del Misal anterior, con retoques tomados del Gelasiano): Alimentados con el manjar del cielo, te pedimos, Seor, que busquemos siempre las fuentes de donde brota la vida verdadera. CICLO A La Encarnacin del Verbo, con su palabra y su vida, compromete toda nuestra conducta moral. Tiene fuerza para cambiar radicalmente nuestra vida, renovndola por el Evangelio, por obra del Espritu Santo.Eclesistico 15,16-21: Delante del hombre estn la muerte y la vida. Y l, libremente, se orienta hacia lo que elige. La libertad del hombre fundamenta su responsabilidad teolgica ante Dios y ante su propia conciencia. Es una libertad que puede y debe ser sanada por la gracia divina, con la que puede y debe colaborar. Solo as podr ser una libertad perfecta.Esta antigua lectura es uno de los testimonios ms claros de la libertad del hombre. Las consideraciones sapienciales que contiene meditan sobre el misterio del bien y del mal. Cul es la responsabilidad del hombre en el bien y en la culpa? El mal no proviene de Dios, sino del hombre, que, siendo dueo de su destino, usa mal de su libertad. Taciano ensea: No fuimos creados para la muerte, sino que morimos por nuestra culpa. La libertad [el mal uso de la libertad] nos perdi. Esclavos quedamos los que ramos libres; por el pecado fuimos vencidos. Nada malo fue hecho por Dios; fuimos nosotros los que produjimos la maldad. Pero los mismos que la produjimos somos tambin capaces de rechazarla (Discurso contra los griegos 11). Con el Salmo 118 decimos: Dichosos los que caminan en la voluntad del Seor. Dichoso el que con vida intachable camina en la voluntad del Seor. Dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazn.1 Corintios 2,6-10: Dios predestin para nuestra gloria una Sabidura que no es de este siglo. Cristo es, personalmente, la Luz de la Sabidura divina, e ilumina amorosamente toda nuestra existencia. Sin Cristo, la vida del hombre permanece en las tinieblas, y corre el riesgo gravsimo de degradarse en el tiempo y para la eternidad.Las discordias en la comunidad de Corinto nacen de una mentalidad y de una sabidura meramente humana, que est contrapuesta a la Sabidura de Dios, es decir, que se opone a su misterioso designio de salvacin, fundamentado en la Cruz de Cristo. San Agustn comenta:En Cristo fue crucificada su humanidad. Dios no cambi ni muri y, sin embargo, en cuanto hombre, sufri la muerte. Si lo hubieran reconocido, dice el Apstol, nunca hubiesen crucificado al Seor de la gloria (1 Cor 2,8). Afirma que [Cristo] es el Seor de la gloria, y al mismo tiempo confiesa que fue crucificado... l es el Seor, es el Hijo nico del Padre, es nuestro Salvador, es el Seor de la gloria, y no obstante, fue crucificado, pero en la carne; y fue sepultado, pero en la carne (Sermn 213,4).La falsa sabidura es la que pertenece a este mundo, a los prncipes de este siglo, es decir, a los que en l estn vigentes y prestigiados, y consecuentemente, a las oscuras fuerzas del mal y de la mentira.Mateo 5,17-37: Se dijo a los antiguos..., pero yo os digo. Cristo se nos manifiesta como expresin de la voluntad definitiva del Padre. No ha venido a abrogar esa Voluntad divina, manifestada en la Ley, sino para consumarla en la verdadera santidad y en el pleno amor de Dios. San Juan Crisstomo dice:Imposible quede nada sin cumplirse, pues hasta la ms leve parte [de la Ley] ha de cumplirse. Esto es exactamente lo que l hizo,

cumplindola con toda perfeccin. Pero aqu nos quiere dar a entender el Seor que el mundo entero ha de transformarse. Aqu pretende levantar a su oyentes, hacindoles ver que l viene a introducir en el mundo una nueva manera de vida, que la creacin entera va a ser renovada, y que el gnero humano es llamado a otra patria y a una vida ms elevada...Habiendo, pues, amenazado a los que infringen la ley, y propuesto grandes premios a los que la cumplen; habiendo adems demostrado que con razn nos exige ms de lo que pedan las antiguas medidas, pasa ya a establecer su propia ley, en parangn con la antigua. Con esto quiere hacernos ver dos cosas: primero, que no establece sus preceptos en pugna con los pasados, sino muy en consecuencia con ellos; y segundo, que muy razonable y oportunamente aade los nuevos (Homilas sobre San Mateo 16,3 y 5). CICLO B La realidad salvadora de Cristo se hace luz para nosotros por el don de la fe. Ella es la luz sobrenatural que nos infunde los mismos criterios y sentimientos propios del Corazn de Jess, en su relacin con el Padre y con los hombres. La santidad cristiana no depende, pues, del formalismo puritano de una fidelidad material a unos preceptos, sino de la fe y del amor a Dios que, a travs de la fidelidad a esos preceptos, aseguran nuestra conducta de hijos y nos impulsan a buscar en cada momento su Voluntad amorosa, que est empeada en perfeccionar la vida nuestra de cada da. Levtico 13,1-2.44-46: El leproso vivir solo, y tendr su morada fuera del campamento. La ley mosaica, adems de proclamar la santidad trascendente del Seor, velaba tambin por el bien comn del pueblo a l consagrado. sta es la razn de sus preceptos sobre la pureza cultual y comunitaria. La lepra aqu aparece como smbolo del pecado y de sus consecuencias.En efecto, cuando el hombre peca gravemente, se arruina para s mismo y para Dios. Anda perdido, sin sentido y sin direccin, pues el pecado desorienta y extrava. El pecado es la mayor tragedia que puede sucederle a un cristiano. En unos pocos momentos de malicia ha negado a Dios y se ha negado tambin a s mismo. Su vida honrada, su vocacin, las promesas que un da hiciera l mismo o hicieron por l en el bautismo, las esperanzas que Dios haba puesto en l, su pasado, su futuro, todo se ha venido abajo... Queda como un leproso, solo, fuera del campamento, sin participacin en la vida de la Iglesia, de la que se ha excludo. Por eso dice San Juan Crisstomo:El pecado no slo es nocivo para el alma, sino tambin para el cuerpo, porque a causa de l el fuerte se hace dbil, el sano enfermo, el ligero pesado, el hermoso deforme y viejo (Homila sobre 1 Corintios 99).Pero toda esa ruina podr ser restaurada, por la misericordia del Salvador, con el arrepentimiento y con el sacramento de la penitencia. Con el Salmo 31 proclamamos: T, Seor, eres mi refugio; me rodeas de cantos de liberacin. Dichoso el que est absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Seor no le apunta su delito. Haba pecado, lo reconoc, no te encubr mi delito. Propuse: confesar al Seor mi culpa, y T perdonaste mi culpa y mi pecado.El sacramento de la penitencia nos hace pasar de la muerte a la vida, de la enfermedad a la salud espiritual.2 Corintios 10,3111,1: Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo. En la ley nueva no basta la santidad legalista o cultual. La salvacin evanglica es obra de la fe, que da siempre la primaca a la caridad interior y exterior (Gl 5,6). Es la santidad de un corazn nuevo. La ley fundamental de la convivencia entre cristianos es la caridad. En la medida en que nos amamos, encontramos los puntos de acuerdo y de fraternidad, sabiendo todos renunciar a cualquier cosa en favor de los hermanos. El criterio ltimo de nuestra conducta es siempre imitar a Cristo, que en todo ha buscado la gloria del Padre y el bien de los hombres. La vida cristiana ha de ser en todas sus manifestaciones una fiel imitacin de Cristo, abrindose a la accin de su Espritu. San Gregorio Magno afirma:Tanto los predicadores del Seor como los fieles deben estar en la Iglesia de tal manera que compadezcan al prjimo con caridad; pero sin separarse de la va del Seor por una falsa compasin (Homila 37 sobre los Evangelios).Marcos 1,40-45: Le desapareci la lepra y qued limpio. Jess ha venido a perfeccionar la ley. l no desprecia la fidelidad a los preceptos, pero supera el formalismo puritano con una caridad verdadera ante las necesidades de los hombres, sus hermanos. Cristo tiene compasin del leproso, no slo por lo horrible de la enfermedad, sino tambin por el estado de muerte civil y religiosa que, segn la ley, implicaba.Nosotros podemos ver en el leproso del Evangelio no solo una imagen del pecador, sino tambin un smbolo de todos los

marginados de la sociedad. A todos hemos de tender nuestra mano en una ayuda fraternal y verdadera. Pero hemos de tener siempre conciencia de que no seremos solidarios con los dems, sino en la medida en que seamos fieles al Padre. Nada frena tanto el buen desarrollo de la ciudad terrena como la pretensin del hombre de bastarse a s mismo en su bsqueda perso-nal y comunitaria de la felicidad. Siempre lleva a Dios el amor que procede de l mismo. San Pedro Crislogo elogia la fuerza transformadora de la verdadera caridad, aquella que participa de la fecundidad del amor divino: La fuerza del amor no mide las posibilidades, ignora las fronteras, no reflexiona, no conoce razones. El amor no se resigna ante la imposibilidad, no se intimida ante ninguna dificultad (Sermn 147). CICLO C El Corazn de Cristo Redentor proclam un da las actitudes fundamentales de los corazones elegidos por el Padre para realizar en ellos sus designios de salvacin. No se trata de cumplir simplemente los mandamientos del declogo, como en el Antiguo Testamento. Se requiere en el Nuevo un modo de vivir y de obrar totalmente nuevo. Pero esto slo es posible con la fuerza del Espritu Santo, que nos comunica el espritu evanglico de las bienaventuranzas.Jeremas 17,5-8: Maldito quien confa en el hombre, y bendito aquel que confa en el Seor. Dos senderos se abren ante nuestra libertad: un camino de salvacin divina, para cuantos confan en la Palabra y en el amor de Dios; y un camino de maldicin, para cuantos ponen su confianza idoltrica en los bienes de la tierra. Comenta San Agustn:Qu es negarse a s mismo? No presuma el hombre de s mismo; advierta que es hombre y escuche el dicho proftico: maldito todo el que pone su esperanza en el hombre!. As pues, sea el hombre gua de s mismo, pero no hacia abajo; sea gua de s mismo, pero para adherirse a Dios. Cuanto tiene de bueno atribyalo a Aqul por quien ha sido hecho; y entienda que cuanto tiene de malo es de cosecha propia. No hizo Dios lo que de malo existe en l.Por tanto, pierda el hombre lo que hizo, si fue algo que le llev a la ruina. Niguese a s mismo, dice el Seor, tome su cruz y sgame (Mt 16,24). A dnde hay que seguir al Seor? Sabemos adnde fue... Resucit y subi al cielo; all hay que seguirle. No hay motivo alguno para perder la esperanza; no porque el hombre pueda algo, sino por la promesa de Dios. El cielo estaba lejos de nosotros, antes de que nuestra Cabeza subiese a l. Por qu perder ahora la esperanza, si somos miembros de la Cabeza? All hemos de seguirle (Sermn 96,2-3).Con el Salmo 1 proclamamos: Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Seor, y no sigue el consejo de los impos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunin de los cnicos, sino que su gozo es la ley del Seor, y medita su ley da y noche. Ser como un rbol plantado al borde de la acequia. Da fruto en su sazn, y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. No as los impos, no as; sern paja que arrebata el viento. Porque el Seor protege el camino de los justos, pero el camino de los impos acaba mal.1 Corintios 15,12.16-20: Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido. Las bienaventuranzas de Cristo tienen su garanta plena en su Resurreccin redentora. Por el contrario, las bienaventuranzas humanas quedan todas ahogadas en el sepulcro. La resurreccin de Cristo es el tema fundamental de la predicacin de San Pablo y de toda la Iglesia. En nuestro tiempo, en que todo se centra sobre el progreso tcnico y el bienestar material del hombre, es preciso acentuar lo que est en el origen de nuestra fe: la Resurreccin de Cristo y nuestra propia resurreccin futura.La revelacin nos pone en guardia para que no centremos nuestra atencin en el mundo presente, porque esto podra perdernos, al hacernos olvidar la meta a la que nos dirigimos, y al sofocar en nosotros la esperanza de la patria celestial, la Jerusaln celeste. Hagamos nuestra la actitud de los santos, como San Ignacio de Antioqua, que escribe camino de su martirio:Mi amor est crucificado, y ya no queda en m el fuego de los deseos terrenos. nicamente oigo en m interior la voz de un agua viva, que me habla y me dice: ven al Padre (Romanos 4, 1-2).Y San Cipriano:Qu gran dignidad, salir glorioso en medio de la afliccin y de la angustia, cerrar los ojos, con los que vemos a los hombres y el mundo, para volverlos a abrir en seguida y contemplar a Dios! (Tratado a Fortunato 13).Lucas 6,17.20-26: Dichosos los pobres; y ay de vosotros, los ricos. Cristo es personalmente la clave necesaria para interpretar sus bienaventuranzas. Son ellas un autorretrato fidelsimo de su Corazn ante el Padre y

ante los hombres. Las comenta San Ambrosio:San Lucas no ha consignado ms que cuatro bienaventuranzas del Seor; San Mateo, ocho; pero en las ocho se encuentran las cuatro, y en las cuatro las ocho... Ven, Seor Jess, ensanos el orden de tus bienaventuranzas. Pues, no sin un orden, has dicho T primero: bienaventurados los pobres de espritu; en segundo lugar, bienaventurados los mansos y en tercer lugar, bienaventurados los que lloran.Aunque conozco algo, no lo conozco ms que en parte; pues, si San Pablo conoci en parte (1 Cor 13,9), qu puedo yo conocer, que soy inferior a l, tanto en la vida cuanto en las palabras?... Cunto es ms sabio San Pablo que yo! l se glora en los peligros, yo en los buenos acontecimientos; l se glora, porque no se exalta en las revelaciones; yo, si tuviese revelaciones, me gloriara en ellas. Mas, Dios, sin embargo, puede suscitar hombres de la piedras (Mt 3,9), sacar palabras de las bocas cerradas, hacer hablar a los mudos; y si abri los ojos de la borriquilla para que viese al ngel (Num 22,27), l tiene poder tambin para abrir nuestros ojos, a fin de que podamos ver el misterio de Dios...Aunque la abundancia de riquezas implica no pocas solicitaciones al mal, tambin en ellas hay ms de una invitacin a la virtud. Sin duda alguna, la virtud no tiene necesidad de ayudas, y la contribucin de los pobres es ms digna de elogios que la liberalidad de los ricos; sin embargo, a los que l condena por la autoridad de la sentencia celestial, no son aqullos que tienen riquezas, sino aqullos que no saben usarlas (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, lib. V,49,52 y 69). LUNES Aos impares Gnesis 4,1-15.25: Can atac a su hermano Abel y lo mat. El mal se difunde por el mundo pecador y el primer homicida es una muestra de esa progresin. Can obra el mal, tiene el pecado a su puerta, envidia a su hermano, se enfurece y acaba matndolo. La ruptura del hombre con Dios provoca necesariamente la ruptura mutua entre los hombres. Y a la inversa, la reconciliacin con Dios trae como consecuencia necesaria la reconciliacin mutua y fraternal entre los hombres. El pecado de Can comenz por la envidia. Oigamos a San Juan Crisstomo:La envidia es ms lamentable que la guerra. El que hace la guerra, una vez suprimida la causa, depone su enemistad; el envidioso nunca puede ser amigo; aqul se empea en una guerra abierta; ste, en una oculta; aqul puede aducir muchas y probables causas para emprender la guerra; ste, solo su ira y su satnica voluntad.A quin comparar un alma as? A qu vbora? A qu spid? A qu gusano? A qu pez? Nada es ms daino, nada peor que un alma as. Lo dir: es esto lo que perturba las Iglesias, lo que da a luz las herejas; lo que arma la mano fraterna, y hace que quede manchada con la sangre del justo; la que abre las puertas de la muerte, llevando hasta la ejecucin su propsito maldito; no deja que aquel desgraciado se acuerde de su nacimiento, ni de sus padres, ni de nadie, movido con ese delirio de ira y de locura. Ni siquiera cede ante la exhortacin de Dios: el pecado acecha a la puerta y tiende su lazo hacia ti, aunque podrs dominarlo (Gn 4,7) (Comentario a la Carta a los Romanos 6).Dios acepta el verdadero sacrificio de alabanza, el de Abel, pero rechaza el sacrificio de Can porque es falso, porque su espritu est enfermo de envidia fratricida. Oremos con el Salmo 49: Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza. El Dios de los dioses, el Seor habla, convoca la tierra de Oriente a Occidente: No te reprocho tus sacrificios, pues siempre estn tus holocaustos ante M Por qu recitas mis preceptos, t que detestas mis enseanzas, y te echas a la espalda mis mandatos? Te sientas a hablar contra tu hermano, deshonras al hijo de tu madre; esto haces, y me voy a callar? Crees que soy como t? Te acusar, te lo echar en cara. Aos pares Santiago 1,1-11: Al ponerse a prueba vuestra fe, os dar aguante, y as seris perfectos. Comenta San Agustn:Si es verdad que no hemos de temer que nos sobrevengan tentaciones, segn dice el Apstol Santiago (1,2), que eso sea porque nuestra esperanza est fundada en lo que dice el apstol Pablo: fiel es Dios, que no permite que seis tentados por encima de vuestras fuerzas (1 Cor 10,13).Mantengmonos, pues, vigilantes, hermanos, y oremos para no que no vayamos a parar en una tentacin que no seamos capaces de soportar; y para que con cualquiera de ellas en que nos veamos se nos d salida para resistir o resistencia para poder salir, no sea que nos hallemos dentro

sin salida, como los pies en un cepo, o como una fiera en la red, o como un pjaro en el lazo (Sermn 223,1).La exhortacin del apstol Santiago a soportar las pruebas con aguante nos hace meditar en la funcin que tiene el sufrimiento en nuestra vida. En la escuela providencial del dolor aprendemos a afirmarnos en la voluntad de Dios y a guardar sus mandamientos. Estas penalidades presentes se nos muestran entonces leves y breves, comparadas con la felicidad eterna que el Seor promete a sus fieles. Con el Salmo 118 decimos: Cuando me alcance tu compasin vivir, Seor. Antes de sufrir, yo andaba extraviado; pero ahora me ajusto a tus promesas. T eres bueno y haces el bien; instryeme en tus leyes. Me estuvo bien el sufrir, as aprend tus mandamientos. Ms estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata. Reconozco, Seor, que tus mandamientos son justos, que con razn me hiciste sufrir. Que tu bondad me consuele, segn la promesa hecha a tu siervo.Marcos 8,11-13: Por qu esta generacin reclama un signo? Los fariseos exigen a Cristo un signo, cuando ya los estaba haciendo, y grandes. Es una excusa para no aceptar su palabra; un signo evidente de su falta de fe. San Jernimo dice quelos milagros fueron precisos al principio, para confirmar con ellos la fe. Pero una vez que la fe de la Iglesia est confirmada, los milagros no son necesarios (Comentario al Evangelio de San Marcos 8,12).Y San Agustn:Aunque el Seor realiz muchos milagros, no todos se escribieron, como atestigua el mismo evangelista Juan. Cristo dijo e hizo innumerables cosas que no se escribieron (Jn 20,30). Se eligieron para ser escritos aquellos que parecan bastar para la salvacin de los creyentes (Tratado 49 sobre el Evangelio de San Juan).Jess sabe que sus enemigos no estn dispuestos a creer, aunque vieran muchos signos admirables. Los milagros tienen un valor apologtico indudable, pero pueden ser ignorados o mal interpretados. Sin buena voluntad, no se llega a la fe hombres de poca fe, no puede recibirse el don de la fe. Pero cuando sta existe Crees?... Ten fe, Cristo obra sus prodigios. San Juan Crisstomo dice: no se contenta el Seor con una fe solamente interna, sino que exige una confesin exterior de ella, urgiendo as a una mayor confianza y a un mayor amor (Homila 35 sobre San Mateo). MARTES Aos impares Gnesis 6,5-8; 7,1-5.10: Borrar de la superficie de la tierra al hombre que he creado. Hay en Dios justicia y misericordia. El pecado exige una adecuada reparacin. Su plena malicia nos es desconocida, porque no abarcamos con nuestra mente la dignidad infinita de Dios al que ofendemos. Por los castigos de Dios al pecador podemos conocer algo de la perversidad del pecado. Y en el ltimo da lo entenderemos mejor, cuando se manifieste el Seor como juez de vivos y difuntos.Hay, sin embargo, un resto, que permanece en Cristo Salvador, que guarda sus mandatos y le sigue fielmente, y que con l ser el origen de la renovacin de toda la creacin. Casiano escribe: En las cosas humanas lo nico que merece ser tenido por bueno, en el pleno sentido de la palabra, es la virtud... Y a la inversa, nada hay que se haya de considerar malo en cuanto tal, es decir, intrnsecamente, ms que el pecado. Es lo nico que nos separa de Dios, que es el Bien supremo, y que nos une al demonio, que es el mal por antonomasia (Colaciones 60).El dominio del Creador sobre todas las criaturas hace de ellas instrumentos o ministros para el cumplimiento de su voluntad. Las aguas del diluvio, por ejemplo, fueron perdicin de los pecadores y salvacin de los justos, de aquel pequeo resto formado por la familia de No.Por eso cantamos con el Salmo 28: El Seor bendice a su pueblo con la paz. Hijos de Dios, aclamad al Seor, aclamad la gloria del nombre del Seor; postraos ante el Seor en el atrio sagrado. La voz del Seor sobre las aguas, el Seor sobre las aguas torrenciales. La voz del Seor es potente, la voz del Seor es magnfica. El Seor de la gloria ha tronado; en su templo un grito: Gloria! El Seor se sienta por encima del aguacero, el Seor se sienta como Rey eterno. Aos pares Santiago 1,12-18: Dios no tienta a nadie. No nos inclina al mal, que es lo propio de la tentacin. Dios permite la tentacin, y concede la vida eterna a los que, con la ayuda de su gracia, la superan.

Teodoro de Mopsuestia dice:Ante todo, pedimos a Dios que la tentacin no nos alcance; pero si entramos en ella, pedimos fuerza para soportarla hericamente, y que termine cuanto antes. No es un secreto que en este mundo muchas y variadas tribulaciones turban nuestros corazones. La misma enfermedad corporal, en efecto, si se prolonga y agrava, turba profundamente a los enfermos. Tambin las pasiones corporales nos reducen a veces, sin quererlo, y nos desvan de nuestro deber...El Seor por eso dijo: no nos induzcas en la tentacin; y aadi: mas lbranos del maligno. Pues en todo esto nos procura un dao grande la malicia de Satans, quien pone en obra varias y numerosas astucias para conseguir lo que segn l espera le permitir desviarnos del discernimiento y de la eleccin de lo debido (Homila 11,17).Dios nos educa de muchos modos, tambin a veces ponindonos a prueba. Por eso con el Salmo 93 cantamos la dicha del hombre que es educado por Dios. Aunque a veces su providencia nos parezca dura, sabemos que en su misericordia hallamos siempre nuestro apoyo firmsimo: Dichoso el hombre a quien T educas, Seor, al que enseas tu ley, dndole descanso tras los aos duros. Porque el Seor no rechaza a su pueblo, ni abandona su heredad; el justo obtendr su derecho, un porvenir, los rectos de corazn. Cuando me parece que voy a tropezar, tu misericordia, Seor, me sostiene; cuando se multiplican mis preocupaciones, tus consuelos son mi delicia.Marcos 8,14-21: Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes. Los discpulos no han llevado consigo en la barca ms que un pan, y se inquietan. Jess conoce sus pensamientos, y los invita a reflexionar sobre la pasada multiplicacin de los panes y de los peces, y les llama a tener confianza, al mismo tiempo que les recomienda la vigilancia para no contaminarse con el mal. La levadura aqu parece significar el principio radical de actuacin. La levadura de los fariseos es el rechazo del mensaje salvfico de Cristo, y en Herodes, la corrupcin moral. Unos y otros se cierran al mensaje evanglico. San Juan Crisstomo afirma:Si eres obediente a la voz de Dios, ya sabes que te est llamando desde el cielo; y si eres desobediente y de voluntad torcida, no te bastara aunque le oyeses fsicamente. Cuntas veces no oyeron Su voz los judos? A los ninivitas les bast la predicacin de un profeta. Aquellos en cambio permanecieron ms duros que piedras en medio de profetas y de milagros continuos. En la misma Cruz se convirti un ladrn con solo ver a Cristo (Lc 23,42) y, al lado de ella, le insultaban aquellos que le haban visto resucitar muertos (Homila en honor de San Pablo).Y Casiano:De nosotros depende corresponder o no al impulso de la gracia. Segn esto merecemos el premio o el castigo en la medida en que hayamos cooperado al plan divino, que su paternal providencia ha concebido sobre nosotros (Colaciones 3). MIRCOLES Aos impares Gnesis 8,6-13.20-22: Mir No y vio que la superficie estaba ya seca. As contempla San Ambrosio el significado de ese suceso simblico: El ramo de olivo trado por la paloma es el signo del final del castigo y el smbolo de la reconciliacin entre Dios y la humanidad. Dios garantiza su proteccin a la nueva humanidad no obstante el pecado. El juicio de Dios tiene en la Biblia un doble aspecto: juicio de condenacin para los impos y de salvacin para los justos. Toda carne haba sido corrompida a causa de los vicios. Mi espritu, dijo Dios, no permanecer en los hombres por siempre, porque ellos son carne (Gn 6, 3). Dios manifiesta de este modo que por la impureza de la carne y por la mancha de un pecado tan grave se pierde la gracia espiritual. Por eso, queriendo Dios restaurar lo que haba dado, hizo el diluvio y mand al justo No subir al arca. Cuando ces el diluvio, No solt primero un cuervo, que no volvi. Despus solt una paloma que, segn leemos, volvi con un ramo de olivo (Gn 8, 6-11). Ves t el agua, ves la madera, miras la paloma y dudas del misterio?El agua es en la que se sumerge la carne, para que se limpie todo pecado de la carne. En ella se sepulta toda la maldad. El madero es aquel en el que fue crucificado el Seor Jess, cuando sufri por nosotros. La paloma es aquella bajo cuya figura descendi el Espritu Santo, como has aprendido en el Nuevo Testamento (Mt 3, 16), aquel que te inspira la paz del alma y la tranquilidad de tu espritu. El cuervo es la imagen del pecado, que sale y no vuelve, con tal de que perseveres en la observancia y en el ejemplo del justo (De los Misterios 10-11).El salmista acude

al Seor y es salvado. Y compone el Salmo 115, que ahora rezamos nosotros: Cmo pagar al Seor por el bien que me ha hecho? Alzar la copa de la salvacin, invocando su nombre. Cumplir al Seor mis votos en presencia de todo el pueblo. Mucho le cuesta al Seor la muerte de sus fieles. Cumplir al Seor mis votos en presencia de todo el pueblo; en el atrio de la casa del Seor, en medio de ti, Jerusaln. Aos pares Santiago 1,19-27: Llevad a la prctica la Palabra, y no os limitis a escucharla. Escucha la Palabra de Dios con buenas disposiciones aquel que la pone en prctica. Este hombre, dice Cristo, tiene su casa cimentada sobre roca firme (Mt 7,24-27). Oye la Palabra, clama a Cristo, pidiendo su gracia para cumplirla, y pone en ello todo su empeo. Dice San Agustn:Qu significa el clamar a Cristo, hermanos mos, sino responder con buenas obras a la gracia de Cristo? Digo esto para que no seamos tal vez gritones para invocar y mudos para obrar... Quin es el que clama a Cristo? Clama a Cristo el que desprecia al mundo, clama a Cristo el que desprecia los placeres del siglo, clama a Cristo el que dice: el mundo est crucificado para m y yo para el mundo (Gl 6,14); clama a Cristo quien distribuye y da a los pobres, para que permanezca su justicia por los siglos de los siglos (Sermn 82,13).La Palabra de Dios tiene que dar fruto en nosotros, con el auxilio de su gracia. No es cuestin solo de escucharla. As nos lo ensea el Salmo 14: Quin puede habitar en tu monte santo, Seor? El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua, el que no hace mal al prjimo ni difama a su vecino... el que honra al que teme al Seor, el que no presta dinero a usura, ni acepta soborno contra el inocente. El que as obra nunca fallar.Jess, al entregar su vida por amor a todos los hombres, da testimonio decisivo de la ley del Amor incondicional que viene a revelarnos. Esta caridad de Cristo ha de inspirar toda la vida moral de los cristianos que, por medio de la Eucarista, se disponen ms y ms a escuchar la Palabra divina con toda fidelidad y a cumplirla en toda su vida.Marcos 8,22-26: El ciego qued curado, y vea con toda claridad. Una vez ms, hay que considerar el milagro de la curacin del ciego de Betsaida como un signo de la gran misericordia de Cristo en favor de los miserables. San Jernimo comenta la escena:El ciego es sacado de la casa de los judos, de la aldea de los judos, de la ley de los judos, de las tradiciones de los judos. El que no haba podido ser sanado en la ley, es sanado en la gracia del Evangelio, y se le dice: vuelve a tu casa, no a aquella de donde saliste, sino a la casa de donde fue tambin Abrahn, ya que Abrahn es el padre de los creyentes. Abrahn vio mi da y se alegr (Jn 8,56). Vuelve a tu casa, esto es, a la Iglesia.Has de ver, dice San Pablo, cmo debes conducirte en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios vivo (1 Tim 3,15). La casa de Dios, en efecto, es la Iglesia. Por ello se le dice al ciego: ve a tu casa, es decir, a la casa de la fe, es decir, a la Iglesia, y no vuelvas a la aldea de los judos (Comentario a San Marcos 8,24). JUEVES Aos impares Gnesis 9,1-13: Pondr mi arco en el cielo, como seal de mi pacto con la tierra. Dios bendice a No y a su descendencia, como si en l hubiera creado por segunda vez al hombre, y con l establece una alianza de alcance universal y csmico. El arco iris queda establecido por Dios como un signo ms de su misericordia hacia los hombres, y como una llamada para que stos aprendan de l a obrar siempre la paz en la misericordia. San Len Magno exhorta: Reconoce, oh cristiano, la dignidad de tu sabidura, y entiende cul ha de ser tu conducta y a qu premios eres llamado. La misericordia quiere que seas misericordioso; la justicia, que seas justo, a fin de que en la misma criatura se manifieste el Creador, y en el espejo del corazn humano resplandezca expresada por la imitacin la imagen de Dios (Sermn 95,7).Dios jams se desentiende de los hombres. l se ha fijado y contina fijndose en la tierra. ste es el sentido del pacto que hace con No, cuya conducta debe ser en adelante un reflejo continuo de la misericordia del Omnipotente. Con el Salmo 101 proclamamos: Los gentiles temern su nombre, los reyes del mundo, su gloria... Quede esto escrito

para la generacin futura, y el pueblo que ser creado alabar al Seor: que el Seor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar el gemido de los cautivos, y librar a los condenados a muerte. Aos pares Santiago 2,1-9: Acaso no ha elegido Dios a los pobres? Vosotros, en cambio, habis afrentado a los pobres. Dios ha querido elegir lo pobre y lo pequeo. Y esa eleccin establece un camino para todos: pobres y ricos. Ninguno ha de estar apegado a los bienes de la tierra; todos hemos de ser siempre pobres de espritu. San Gregorio Magno dice:Son engaosas las riquezas, porque no pueden permanecer siempre con nosotros, y porque no pueden satisfacer las necesidades del corazn. Las riquezas verdaderas son las que nos hacen ricos en las virtudes (Homila 15 sobre los Evangelio).Y San Basilio: La virtud es la nica de las riquezas que es inamovible, y que persiste en vida y en muerte (Discurso a los jvenes)La Iglesia siempre ha tenido un cuidado especial de los pobres; siempre, ya desde su comienzo, cuando instituy a los diconos. Innumerables son los testimonios de esto que encontramos en la historia. Oigamos a San Agustn:No ocultar a vuestra caridad por qu me vi obligado a pronunciar este sermn. Desde que estamos aqu, al ir para la iglesia y al volver de ella, los pobres vienen a m para rogarme os diga que les deis algo. Ellos nos ruegan que os hablemos; y cuando despus nada se les da, piensan que con vosotros estamos perdiendo el tiempo. Tambin esperan algo de m, y yo les doy cuanto tengo y puedo; con todo, acaso puedo aliviar las necesidades de todos? No pudiendo, en consecuencia, subvenir a las necesidades de todos, me hago legado de ellos ante vosotros. Qu menos? (Sermn 61,13).Leamos este magnfico texto de San Pedro Crislogo: No es extraordinario y sublime escuchar que precisamente Aquel que viste el cielo est desnudo en el pobre? La riqueza del universo tiene hambre en el hambriento, la fuente de las fuentes tiene sed en sediento! Cmo no nos hace dichosos el entender que sea tan pobre Aquel para quien resulta tan angosto el cielo; que sea pobre en el pobre quien enriquece el mundo; que suplique un pedazo de pan, un vaso de agua, Aquel que es dispensador de todos los bienes; que, por amor al pobre, Dios se humille hasta el punto de no socorrer al pobre, sino de ser pobre l mismo?: tuve hambre y me disteis de comer, dice (Mt 25, 35). No dice: tuvo hambre el pobre y le disteis de comer, sino yo tuve hambre y me disteis de comer. Declara como dado a l lo que recibe el pobre; dice que es l quien come lo que ha comido el pobre, y afirma que lo que bebe el pobre se le ha dado a l.De lo que es capaz el amor al pobre! Dios se glora en el cielo de aquello que hace sonrojarse al pobre en la tierra, considerndose honrado con lo que es considerado como algo vergonzoso. Bastara haber dicho: me disteis de comer y me disteis de beber; pero dice ms bien: tuve hambre, tuve sed. Hubiera sido menor el amor al pobre si, despus de haberlo acogido, no hubiese acogido tambin los sufrimientos del pobre. Cierto: el verdadero amor no se demuestra sino sufriendo. Amor verdadero es haber hecho propias las angustias del que est angustiado.Es extraordinario que agrade a Dios la comida del pobre. El que no tiene hambre de toda la creacin se declara saciado con la comida del pobre en el reino de los cielos, delante de todos los ngeles, en la asamblea de los bienaventurados... Lo primero en el cielo es el cuidado al pobre, la limosna dada al pobre. Es lo primero que se trae a examen. Es la recompensa del pobre lo que, ante todo, est escrita en el Libro divino. Dichoso aquel cuyo nombre es ledo por Dios tantas veces cuantas en el cielo se respeta el derecho del pobre! (Sermn 14).Afrentar al pobre es enfrentarse con Dios, despreciarlo, pues en toda la historia de la salvacin ha mostrado su predileccin por los pobres. Los pobres de Yav son los que heredarn el Reino de los cielos. Y la comunidad mesinica es una comunidad de pobres salvados por pura gracia de Dios. Bien expresa todo esto el Salmo 33: Bendigo al Seor en todo momento, su alabanza est siempre en mi boca; mi alma se glora en el Seor; que los humildes lo escuchen y se alegren. Proclamad conmigo la grandeza del Seor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consult al Seor y me respondi, me libr de todas mis ansias. Contempladlo y quedaris radiantes, vuestro rostro no se avergonzar. Si el afligido invoca al Seor, l lo escucha y lo salva de sus angustias.No podemos afrentar a nadie. Con todos hemos de tener caridad y benevolencia, pero sobre todo con los ms necesitados. Y muchas veces stos son los ricos, pues, si estn apegados a sus bienes, son unos verdaderos desgraciados.Marcos 8,27-33: T eres el Mesas. El Hijo del

Hombre tiene que padecer mucho. Despus de que Pedro hace la profesin de fe, Jess habla por primera vez de su pasin. Pedro, entonces, muestra sus sentimientos de reprobacin, y el Seor le reprende con gran severidad.El reconocimiento de la mesianidad de Cristo implica aceptarle en toda su integridad, tambin en la pasin que va a sufrir por voluntad del Padre. Esta voluntad nos parece incomprensible, porque incomprensible nos resulta el Amor de Dios. San Juan Crisstomo pone estas palabras en labios de Jess:Yo te servir, porque vine a servir y no a ser servido. Yo soy amigo, y miembro, y cabeza, y hermano, y hermana y madre. Todo lo soy, y solo quiero contigo una amistad ntima. Yo, pobre por ti, mendigo por ti, crucificado por ti, sepultado por ti. En el cielo, por ti ante Dios Padre; y en la tierra, soy legado suyo ante ti. Todo lo eres para M, hermano y coheredero, amigo y miembro. Qu ms quieres? (Homila 76 sobre San Mateo).Y San Agustn: Ningn pecador, en cuanto tal, es digno de amor; pero todo hombre, en cuanto tal, es amable por Dios (Sobre la doctrina cristiana 1). VIERNES Aos impares Gnesis 11,1-9: Voy a bajar y a confundir su lengua. El pecado de orgullo trae consigo en la Torre de Babel la confusin de lenguas y la divisin de la humanidad. Solamente el Espritu Santo de Pentecosts, con su fuerza divina, podr restablecer la unidad. Una vez ms vemos que la ruptura del hombre con Dios trae consigo la ruptura con los dems hombres. San Agustn comenta:Despus del diluvio, la impa soberbia de los hombres construy una torre muy alta contra Dios. A consecuencia de lo cual, el gnero humano mereci la divisin por la diversificacin de las lenguas, de forma que cada pueblo hablaba la suya, sin que la entendiesen los dems.De idntica manera, la humilde piedad de los fieles aporta a la unidad de la Iglesia la diversidad de lenguas, de modo que la caridad rene lo que la discordia haba dispersado, y los miembros dispersos del gnero humano, como si fuera un solo cuerpo, son restituidos y unidos a Cristo, nica Cabeza, y se fusionan en la unidad del Cuerpo santo gracias al fuego del Amor. De este don del Espritu Santo estn totalmente alejados los que odian la gracia de la paz, aquellos que no perseveran en la comunin de la unidad (Sermn 27, Pentecosts).El plan de salvacin querido por Dios culmina en Cristo. Dios tiene que deshacer muchas veces los planes de los hombres, que intentan salvarse por s mismos, y que solo son capaces de construir la torre de Babel. As lo confesamos en el Salmo 32: El Seor deshace los planes de las naciones, frustra los proyectos de los pueblos; pero el plan del Seor subsiste por siempre, los proyectos de su corazn, de edad en edad. Dichosa la nacin cuyo Dios es el Seor, el pueblo que l se escogi como heredad. Aos pares Santiago 2,14-24.26: As como un cuerpo que no respira es un cadver, tambin la fe sin obras. Comenta San Agustn:Lo que voy a decir se encuentra en la Carta del apstol Santiago: t crees que hay un solo Dios y haces bien. Tambin los demonios creen y tiemblan. Quien esto escribi haba dicho en la misma Carta: si uno tiene fe, pero no tiene obras, puede acaso salvarle la fe?...Si nos distinguimos en la fe, distingmonos de igual manera en las costumbres y en las obras, inflamndonos de caridad, de la que estn privados los demonios. se es el fuego que haca arder el corazn de aquellos dos en el camino [de Emas]... Arded en el fuego de la caridad, para que os distingis de los demonios. Este ardor os empuja, os lleva hacia arriba, os levanta al cielo... Sea cualquiera que sea la direccin que tome la antorcha, la llama no conoce ms que una: tiende hacia el cielo. Que el fuego de la caridad inflame vuestro espritu y lo llene de ardor. Hervid en alabanzas a Dios y en santas costumbres (Sermn 234,3).La fe viva es la fe operante por la caridad (Gl 5,6). Contra todo idealismo puramente terico se ha alzado la voz del apstol Santiago. Y con el Salmo 111 cantamos la dicha de la buena conducta, fundamentada en la unin con el Seor y en el amor a sus mandatos: Dichoso quien teme al Seor y ama de corazn sus mandatos. Su linaje ser poderoso en la tierra, la descendencia del justo ser bendita. En su casa habr riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz

el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. El justo jams vacilar, su recuerdo ser perpetuo.As escribe San Juan Clmaco:No se entiende el amor a Dios si no lleva consigo el amor al prjimo. Es como si yo soase que estaba caminando. Sera slo un sueo: no caminara. Quien no ama al prjimo no ama a Dios (Escala del paraso 33).Y San Gregorio Magno:As como todas las ramas de un rbol reciben su vida de la raz, as tambin las virtudes, siendo muchas, proceden todas de la caridad. Y no tiene verdor alguno la rama de las buenas obras, si no estn enraizadas en la caridad (Homila 27 sobre los Evangelios).Marcos 8,34-39: El que pierde su vida por M y por el Evangelio, la salvar. El discpulo no es de mejor condicin que su Maestro. Le sigue de cerca, ha de imitarlo, y para eso es necesario tomar cada da la propia cruz. Los apstoles vieron en la Transfiguracin un adelanto de la gloria futura. Aprendieron que por la Cruz se llega a la resurreccin y a la vida. Comenta San Agustn:Tal fue la determinacin y el empeo comn de todos los mrtires: despreciar lo pasajero para adquirir lo que permanece; morir para vivir, para no morir por vivir; vivir siempre a cambio de una sola muerte... Esto lo aprendieron de quien es, al mismo tiempo, su Maestro, Redentor y Seor, puesto que a todos dijo: quien ama su alma la perder, pero quien la pierde por M la hallar en la vida eterna (Mc 8,35).As, pues, cuando se ama el alma, ella perece, y se la gana cuando se la pierde. Pirdala, pues, si la amas, para no perderla cuando la amas. Lo dicho puede entenderse de dos maneras: quien ama a su alma en este mundo la perder en el mundo futuro. O tambin: quien ama su alma para el mundo futuro la perder en ste. Segn la primera forma de entenderlo, quien ama su alma, temiendo morir por Cristo, la perder y no vivir con Cristo; y quien la ama para vivir en Cristo, la perder, muriendo por Cristo... Y advierte que quien dijo por M es el Dios verdadero y la vida eterna (Sermn 313,C,1). SBADO Aos impares Hebreos 11,1-7: Por la fe sabemos que la palabra de Dios configur el universo. Las primeras pginas del Gnesis son interpretadas por el autor de la Carta a los Hebreos desde el punto de vista de la fe. Solo la fe proporciona en este mundo el verdadero conocimiento de Dios. La fe no es meramente un argumento racional que afirma la vida futura, sino una garanta absoluta, un posesin anticipada y segura de la misma.sa es la fe que gui la vida de los Patriarcas del Antiguo Testamento y por ella fueron agradables a Dios. El creyente est convencido de que Dios est presente en la historia, y que sus planes se van manifestando en los acontecimientos de la misma. Las Escrituras nos muestran que el antagonismo actual entre fe e incredulidad es tan viejo como el hombre, y solo tendr fin al trmino de la historia humana. Entre tanto, al paso de los siglos, la Iglesia se fundamenta sobre la roca de la fe. San Ireneo dice:Por diversos que sean los lugares, los miembros de la Iglesia profesan una misma y nica fe: la que fue transmitida por los Apstoles a sus discpulos (Tratado sobre las herejas 1,10). Las hazaas de Dios hay que contemplarlas a la luz de la fe, pues de otro modo pasan inadvertidas. El Autor de la Carta a los Hebreos contempla esas maravillas de Dios en el Antiguo Testamento, que alcanzan su plenitud en el Nuevo. De esa gozosa contemplacin nace el Salmo 144: Da tras da te bendecir, y alabar tu nombre por siempre jams. Grande es el Seor y merece toda alabanza, es incalculable su grandeza. Una generacin pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazaas; alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas. Que todas tus criaturas te den gracias, Seor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazaas. Aos pares Santiago 3,1-10: Ningn hombre es capaz de domar la lengua. sta es capaz de provocar grandes estragos. Debe servir para alabar a Dios, y no para maldecirlo ni blasfemarlo; debe servir para hacer el bien a los hombres, y no para injuriarlos. La importancia de la lengua radica en el poder grande que la palabra tiene, y en el sentido que se le da en la Biblia: expresa lo ms ntimo y profundo de la persona. Dice San Ambrosio:Recibe de Cristo para que puedas hablar a los dems. Acoge en ti el agua de Cristo... Llena, pues, de esta agua tu interior, y tu razn quede humedecida y regada por su propia fuente (Carta 2,1-2).La verdad es de Dios, la mentira es del Diablo, padre de la mentira.

El Salmo 11 describe el poder malfico de la lengua cuando dice la mentira. En contraste con esa posible mendacidad humana, la Palabra divina es siempre sincera y autntica. Ella nos protege contra toda lengua mala y perversa: Slvanos, Seor, que se acaban los buenos, que desaparece la lealtad entre los hombres; no hacen ms que mentir a su prjimo, hablan con labios embusteros y con doblez de corazn. Extirpe el Seor los labios embusteros y la lengua fanfarrona de los que dicen: la lengua es nuestra fuerza, nuestros labios nos defienden, quin ser nuestro amo? Las palabras del Seor son palabras autnticas, como plata limpia de ganga, refinada siete veces. T nos guardars, Seor, nos librars para siempre de esa gente.Marcos 9,1-12: Se transfigur ante ellos. La Transfiguracin es el anticipo del retorno glorioso de Cristo. De ella fueron testigos de excepcin Pedro, Santiago y Juan. La teofana del Salvador en la soledad de la montaa no aparece con poder y fuerza, como en las teofanas del Antiguo Testamento, sino en una atmsfera de luz y de amor. San Jernimo dice: Observad que Jess no se transfigura mientras est abajo: sube, y entonces se transfigura. Y los lleva a ellos solos aparte, a un monte alto, y se transfigura delante de ellos, y sus vestidos se vuelven resplandecientes y blanqusimos (Mc 9,2-3). Incluso hoy en da Jess est abajo para algunos, y arriba para otros. Los que estn abajo tienen tambin abajo a Jess, y son las turbas que no pueden subir al monte al monte suben tan solo los discpulos, las turbas se quedan abajo. Si alguien, por tanto, est abajo y es de la turba, no puede ver a Jess en vestidos blancos, sino en vestidos sucios...Y los tres apstoles, si no hubiesen visto a Jess transfigurado, si no hubiesen visto sus vestidos blancos, no hubieran podido ver a Elas y Moiss, que conversaban con Jess. Mientras pensemos como los judos y sigamos con la letra que mata, Moiss y Elas no hablan con Jess y desconocen el Evangelio. Ahora bien, si ellos [los judos] hubieran seguido a Jess, hubieran merecido ver al Seor transfigurado y ver sus vestidos blancos, y entender espiritualmente todas las Escrituras, y entonces hubieran venido inmediatamente Moiss y Elas, esto es, la ley y los profetas, y hubieran conversado con el Evangelio...ste es mi hijo amadsimo, escuchadle. Lo que viene a decir el Evangelio es esto: oh Pedro, que dices: os har tres tiendas, una para ti, otra para Moiss y otra para Elas, no quiero que hagas tres tiendas! He aqu que yo os he dado la tienda, que os protege. No hagas tiendas igualmente para el Seor y para los siervos. ste es mi Hijo amadsimo, escuchadle. ste es mi Hijo. No Moiss. No Elas. Ellos son siervos. ste es Hijo, es decir de mi naturaleza, de mi sustancia, Hijo, que permanece en M y es totalmente lo que yo soy. ste es mi hijo amadsimo. Tambin aqullos son amados, pero ste es amadsimo: a ste, por tanto, escuchadle. Aqullos lo anuncian, pero vosotros tenis que escuchar a ste: l es el Seor, aqullos son siervos, como vosotros. Moiss y Elas hablan de Cristo, son siervos como vosotros. l es el Seor, escuchadle. No honris a los siervos del mismo modo que al Seor: escuchad slo al Hijo de Dios (Comentario al Evangelio de San Marcos 9,7-8). 7 Semana DOMINGO Entrada: Seor, yo confo en tu misericordia: alegra mi corazn con tu auxilio y cantar al Seor por el bien que me ha hecho (Sal 12,6).Colecta (del Misal anterior, retocada con el Gelasiano): Dios todopoderoso y eterno, concede a tu pueblo que la meditacin de tu doctrina le ensee a cumplir siempre de palabra y de obra lo que a ti te complace.Ofertorio (Veronense): Al celebrar tus misterios con culto reverente, te rogamos, Seor, que los dones ofrecidos para glorificarte nos obtengan de ti la salvacin.Comunin: Proclamo tus maravillas, me alegro y exulto contigo y toco en honor de tu nombre, oh Altsimo (Sal 9,2-3). Seor, yo creo que t eres el Mesas, el Hijo de Dios, el que tena que venir al mundo (Jn 11,27).Postcomunin (del Misal anterior, y antes del Gregoriano): Concdenos, Dios todopoderoso, alcanzar un da la salvacin eterna, cuyas primicias nos ha entregado en estos sacramentos. CICLO A La fe y la caridad cristiana se ejercitan necesariamente en nuestra convivencia diaria con los hombres. El amor, incluso a los enemigos, el perdn sincero de toda injuria y el esfuerzo constante de pasar por el mundo haciendo a todos el mayor bien posible, constituyen el gran signo que

autentifica nuestra fe y que es al mismo tiempo la garanta cierta de nuestro amor real a Dios. Levtico 19,1-2.17-18: Amars a tu prjimo como a ti mismo. El amor a Dios nos exige una actitud de fidelidad amorosa a su voluntad. Pero es tambin urgencia de amor fraterno entre quienes conviven con un mismo Dios y Padre. La lectura presente del Levtico est tomada del llamado Cdigo de Santidad. La exigencia de justicia, que en l se manifiesta con respecto al prjimo, alcanzar su perfeccin en los profetas, y sobre todo en Cristo, en el Nuevo Testamento. Escribe Orgenes:Esto es lo que sucede cuando el hombre se hace perfecto, como es perfecto el Padre celestial (Mt 5,48), cuando obedece al mandamiento que dice: sed santos, porque yo, el Seor Dios vuestro, soy santo (Lev 19,2), y cuando presta atencin al que dice: sed imitadores de Dios (Ef 5,1). Sucede entonces que el alma virtuosa del hombre recibe los rasgos de Dios; y tambin el cuerpo del que tiene tal alma se convierte en templo del que, recibiendo los rasgos de Dios, ha llegado a ser imagen de Dios, y ha alcanzado a tener en su alma, por razn de esta imagen, al mismo Dios... (Contra Celso 6,63).Una persona as est dispuesta a amar a Dios con todo su ser, con todas sus fuerzas, con toda su alma, y al prjimo, sinceramente, como a s mismo. Con el bellsimo Salmo 102 decimos: El Seor es compasivo y misericordioso. Bendice, alma ma, al Seor, y no olvides sus beneficios. l perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades. Todos esos beneficios proceden de que l es bueno, y porque es bueno, nos ama.1 Corintios 3,1623: Todo es vuestro, vosotros de Cristo y Cristo de Dios. En el Corazn de Cristo Jess, que es Dios y Hombre, la misma santidad divina se ha hecho modelo y fuente para nosotros. Y su caridad se ha constituido entre nosotros vnculo de unidad y de perfeccin. San Agustn comenta:Tu mismo cuerpo es el templo del Espritu Santo en ti. Mira, pues, qu has de hacer en el templo de Dios. Si eligieses cometer un adulterio en la iglesia, dentro de estas paredes quien habra ms criminal que t? Ahora bien, t mismo eres templo de Dios. Cuando entras, cuando sales, cuando ests en tu casa, cuando te levantas, t eres templo. Mira lo que haces; procura no ofender al que mora en l, no sea que te abandone y te conviertas en ruinas... Si desprecias tu cuerpo, considera tu precio: habis sido comprados a gran precio (1 Cor 6,20) (Sermn 82, 13).Somos de Cristo, somos de Dios, y hemos de actuar en consecuencia. Todos somos corresponsables en la edificacin de la Iglesia. No podemos estar divididos entre nosotros.Mateo 5,38-48: Amad a vuestros enemigos. Jesucristo, que nos ha garantizado con su vida y su sacrificio la bondad del Padre para con nosotros, nos comunica a nosotros por su Espritu Santo la bondad humilde y generosa para todos los hombres, incluso para quienes nos quieren mal. As dice San Juan Crisstomo:He aqu cmo pone el Seor el coronamiento de todos los bienes! Porque, si nos ensea no slo a sufrir pacientemente una bofetada, sino a volver la otra mejilla; no slo a soltar el manto, sino a ceder la tnica; no slo a andar la milla a que nos esfuerzan, sino otra ms por nuestra cuenta, todo ello es porque quiere que recibas como la cosa ms fcil algo muy superior a todo eso. Y qu hay, me dices, superior a eso? Que a quien cometa todos esos desafueros con nosotros, ni siquiera le tengamos por enemigo. Y todava algo ms, porque el Seor no dijo: no le aborrecers, sino: le amars. No dijo: no le hars dao, sino: hazle el bien.Y si examinamos atentamente las palabras del Seor, an descubrimos algo ms subido que todo lo dicho. Porque no nos mand simplemente amar a quienes nos aborrecen, sino tambin rogar por ellos. Mirad por cuantos escalones nos ha ido subiendo, y cmo ha terminado por colocarnos en la cspide de la virtud! (Homilas Sobre San Mateo 18,3-4). CICLO B El drama existencial del hombre, de todo hombre, es el pecado. Por eso la misin salvfica ms profunda del Corazn de Cristo Redentor consiste en hacer posible nuestra regeneracin. La hace posible, en efecto, por su poder divino para perdonar nuestros pecados, por ser el Hijo muy amado del Padre, por haberse hecho Vctima reparadora por nuestras culpas (Is 53). Por tanto, solo en l y por l ha sido posible nuestra redencin. Toda nuestra vida ha de ser una correspondencia de gratitud y de amor. Isaas 43,18-19.21-22.24-25: Yo soy el que borro tus crmenes. El Seor, aunque abate el orgullo humano con castigos providenciales, nunca renuncia a sus designios de salvacin. Ms se complace en salvar a los contritos de corazn, que en aniquilar a los obstinados

en la culpa. Colaborando con la gracia del Salvador, nuestra conversin, nuestra lucha contra el pecado, ha de ser permanente, siempre sostenidos por la esperanza. Tenemos confianza en la misericordia de Dios, que es eterna, fiel a s misma.Con el Salmo 40 decimos: Sname, Seor, que he pecado contra ti. Dichoso el que cuida del pobre y desvalido, en el da aciago lo pondr a salvo el Seor. El Seor lo guarda y lo conserva en vida para que sea dichoso en la tierra y no lo entrega a la saa de sus enemigos. El Seor lo sostendr en el lecho del dolor, calmar los dolores de su enfermedad. Yo dije: Seor, ten misericordia, sname, porque he pecado contra Ti. A m, en cambio, me conservas la salud, me mantienes siempre en tu presencia. Bendito el Seor, Dios de Israel, ahora y por siempre. Amn. Amn.2 Corintios 1,18-22: Jess no fue s y no, sino s. Toda la historia de la salvacin es fruto de un designio inmutable de redencin. El Corazn de Jesucristo es el s y el amn (Ap 3,14) de la salvacin para los hombres. Dios ha cumplido en l sus promesas. Jesucristo es la nica medicina de nuestros males. Escribe San Agustn: Para eso el Hijo de Dios asumi al hombre y en l padeci los achaques humanos. Esta medicina de los hombres es tan alta, que no podemos ni imaginarla. Porque qu orgullo podr curarse, si con la humildad del Hijo de Dios no se cura? Qu avaricia podr curarse, si con la pobreza del Hijo de Dios no se cura? Qu iracundia podr sanarse, si con la paciencia del Hijo de Dios no se cura? Qu impiedad podr curarse si con la caridad del Hijo de Dios no se cura? En fin, qu debilidad podr curarse, si con la resurreccin del cuerpo del Hijo de Dios no se cura? Levante su esperanza el gnero humano, y reconozca su naturaleza. Vea qu alto lugar ocupa entre las obras de Dios (El combate cristiano 11).Marcos 2,1-12: El Hijo del Hombre tiene en la tierra potestad para perdonar los pecados. Jess entendi siempre que su misin en este mundo era manifestar sus poderes redentores, hasta renovar al hombre por el perdn de los pecados. En la medida en que el hombre moderno ha perdido el sentido de Dios, ha sofocado en s mismo el sentido del pecado y, por eso mismo, se ha hecho incapaz de recibir a un Cristo Salvador, que viene como Cordero inmaculado, para quitar el pecado del mundo con su muerte. Clemente de Alejandra escribe: Nuestro buen Pedagogo, l, que es la Sabidura y el Logos del Padre, y que ha creado al hombre, asume el cuidado de su criatura por entero. l cuida a un mismo tiempo del cuerpo y del alma, l, el Mdico de la humanidad, capaz de curarlo todo. El Salvador dice al que est tendido: levntate, toma tu camilla y vete a tu casa (Mt. 9, 6; Mc. 2, 1-12). Y al que ya est difunto le dice: Lzaro, sal fuera, y el muerto sale del sepulcro, tal como estaba antes de expirar, obrando as su resurreccin (Jn 11,43-44). Cierto, l cura igualmente al alma, en s misma, por sus preceptos y por sus gracias. Para seguir los consejos, ella necesita tiempo; pero para recibir las gracias, l es lo bastante rico para decir a los pecadores, que somos nosotros: tus pecados te son perdonados (El Pedagogo 1,2,2-4). CICLO C Si por la fe reconocemos a Dios como Padre nuestro; si por la esperanza confesamos la bondad de Dios, que nos ha redimido a todos para una vida comn eterna; si por la caridad vivimos el mandato de Cristo Jess, de amarnos como l mismo nos am..., nuestra vida se hace un reflejo constante de la misma bondad divina.1 Samuel 26,2.7-9.12-13.22-23: El Seor te puso hoy en mis manos, pero yo no he querido atentar contra ti. David figura en la historia de la salvacin como un smbolo viviente de Cristo Rey. Su bondadosa magnanimidad ante su enemigo Sal es solo una sombra de la infinita caridad de Cristo para con nosotros. Todos sabemos cmo es fcil caer en la tentacin de la venganza, del odio, de hacer la justicia por uno mismo, de responder con dureza a los agravios recibidos. David, figura anticipadora de Jess, sabe compadecerse y perdonar. San Juan Crisstomo dice:El amor que se tiene, cuando su motivo es Cristo, es un amor firme, inquebrantable e indestructible. Nada, ni las calumnias, ni los peligros, ni la muerte, ni cosa semejante, ser capaz de arrancarlo del alma. Quien as ama, aun cuando tenga que sufrir cuanto se quiera, no dejar nunca de amar, si mira el motivo por el que ama. En cambio, al que ama por ser amado se le terminar su amor apenas sufra algo desagradable. Pero quien est unido a Cristo jams se apartar de ese amor (Homila 60 sobre San Mateo).Con el Salmo 102 proclamamos: El Seor es compasivo y misericordioso. Bendice, alma ma, al Seor, y no olvides sus beneficios. l perdona todas tus

culpas y cura todas tus enfermedades; l rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. El Seor es lento a la ira y rico en clemencia; no nos trata como merecen nuestros pecados, ni nos paga segn nuestras culpas. Como dista el oriente del ocaso, as aleja de nosotros nuestros delitos; como un padre siente ternura por su hijos, siente el Seor ternura por sus fieles.1 Corintios 15,45-49: Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos tambin imagen del hombre celestial. Oigamos a San Len Magno:Dice el Apstol: el primer hombre fue de la tierra, terreno; el segundo fue del cielo. Cual es el terreno, tales son los terrenos; cual es el celestial, tales son los celestiales. Y como llevamos la imagen del terreno, llevaremos tambin la imagen del celestial (1 Cor 15,47-49). Debemos alegrarnos mucho de este cambio, que nos hace pasar de la oscuridad terrestre a la dignidad celeste, por un efecto de la inefable misericordia de aquel que, para elevarnos hasta sus dominios, ha descendido al nuestro, pues no ha tomado slo la sustancia, sino tambin la condicin de la naturaleza pecadora, y ha permitido que su inefable divinidad sufra todo lo que, en su extrema miseria, experimenta la humana mortalidad (Sermn 71).Lucas 6,27-38: Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. La bondad y el amor, superando toda enemistad, odio o indiferencia ante nuestros hermanos los hombres, nos hacen realmente semejantes a nuestro Padre celestial. Nos hacen, como dice San Pablo, hombres celestiales. Ensea San Ambrosio:La virtud no sabe medir el beneficio que hace; en efecto, no se contenta con dar lo que ha recibido, quiere acumular sobre lo que se le ha dado, para no ser inferior en el beneficio, aunque sea igual en el servicio...El cristiano est formado en esta escuela, de tal modo que, no contento con el derecho natural, busca la delicadeza [del amor]. Si todos, aun los pecadores, estn de acuerdo en corresponder al afecto, aqul cuyas convicciones son de un orden ms elevado, debe inclinarse ms generosamente a la virtud, hasta llegar a amar tambin a aquellos que no le aman... As como te avergonzara no corresponder al que te ama, y as como el deseo de hacer un beneficio hace nacer en ti el amor del que antes no amabas, as tambin debes amar al que no te ama por amor a la virtud, de tal modo que, amando la virtud, comenzars a amar al que no amabas.Dbil y caduco es, por otra parte, el salario del amor; y eterno el premio de la virtud... Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, lib. V,74-75). LUNES Aos impares Eclesistico 1,1-10: La Sabidura fue creada antes que todo. La Escritura presenta y personifica a la Sabidura junto a Dios, como preexistente al mundo creado. La tradicin cristiana ha visto en este texto una revelacin anticipada del Verbo de Dios, que est en el seno del Padre desde toda la eternidad. San Agustn dice: El Verbo es el Hijo del Padre y su Sabidura. Qu maravilla, pues, si ha sido enviado, no porque sea desemejante al Padre, sino porque es una emanacin pura de la claridad del Dios omnipotente (Sal 7,26)? All el caudal y la fuente son una misma sustancia... Nuestra ciencia es Cristo; y nuestra sabidura es tambin Cristo. El plant en nuestras almas la fe de las cosas temporales y, en las eternas, nos manifiesta la verdad. Por l caminamos hacia l, y por la ciencia nos dirigimos a la Sabidura, pero sin apartarnos de la unidad de Cristo, en quien se hallan escondidos todos los tesoros de la sabidura y de la ciencia (Col 2,3) (Tratado sobre la Santsima Trinidad 4,20,27 y 13,19,24).En el Salmo 92 se canta el dominio csmico de Dios, que domina todas las fuerzas hostiles y establece un orden justo por medio de sus mandatos. De este modo la Sabidura csmica de que habla el Eclesistico queda completada con la Ley. El temor de Dios hace guardar sus preceptos y conduce a la suma sabidura: El Seor reina, vestido de majestad, el Seor vestido y ceido de poder; as est firme el orbe y no vacila. Tu trono est firme desde siempre y T eres eterno. Tus mandatos son fieles y seguros, la santidad es el adorno de tu casa, Seor, por das sin trmino. Aos pares Santiago 3,13-18: La Sabidura que viene de arriba es pura y amante de la paz. Otra hay que es terrena, animal, diablica. Los actos de cada uno muestran qu clase de sabidura es la que los inspiran. Las disensiones surgen de una sabidura orgullosa, nacen del egosmo y el desprecio de los

hermanos, e introducen la confusin y la desunin en la Iglesia. En cambio, la verdadera sabidura se otorga a los pequeos y se adquiere por don de Dios, no por el esfuerzo humano. San Len Magno dice:La sabidura cristiana no consiste en la abundancia de palabras, ni en la sutileza de los razonamientos, ni en el deseo de alabanza y gloria, sino en la verdadera y voluntaria humildad que nuestro Seor Jesucristo, desde el seno de su Madre hasta el suplicio de la Cruz, eligi y ense como plenitud de fuerza (Sermn 37).La sabidura que viene de arriba, ante todo es pura y, adems, amante de la paz, comprensiva, dcil, llena de misericordia...La mejor sabidura es la buena conducta, aquella que se ajusta al cumplimiento fiel de los mandatos de Dios. Ella es alegra, luz y fuerza para el hombre. En su fidelidad sencilla y alegre refleja al hombre la sabidura que le viene de arriba. As lo cantamos en el Salmo 18: Los mandatos del Seor son rectos y alegran el corazn del hombre. La ley del Seor es perfecta y descanso del alma; el precepto del Seor es fiel e instruye al ignorante. Los mandatos del Seor son rectos y alegran el corazn; la norma del Seor es lmpida y da luz a los ojos. La voluntad del Seor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Seor son verdaderos y enteramente justos. Que te agraden las palabras de mi boca y llegue a tu presencia el meditar de mi corazn, Seor, roca ma, redentor mo.Marcos 9,13-28: Tengo fe, pero dudo; aydame. Con ocasin del relato de la curacin de un nio epilptico, Jess recrimina la falta de fe de los discpulos. Una oracin de splica, hecha con fe, consigue del Seor lo que pide. Tertuliano exalta esta fuerza inmensa de la oracin:Hemos ledo tantos testimonios ciertos de la eficacia de la oracin! La oracin antigua era capaz de salvar del fuego, de las fieras, del hambre; y eso que an no haba recibido la forma que le dio Cristo. Y la eficacia de la oracin cristiana es ahora mucho mayor. Ella no enva ngeles que apaguen las llamas, ni mantiene cerradas las fauces de los leones, ni trae pan a los hambrientos, ni suprime ninguna impresin de los sentidos por un don de la gracia. Ella concede la fe, que hace comprender lo que el Seor reserva a los que sufren por Su nombre (Sobre la Oracin 28-29).Y San Agustn:Si la fe falla, la oracin es intil. Por eso, cuando oremos, creamos y oremos para que no falte la fe. La fe produce la oracin, y la oracin produce a su vez la firmeza de la fe (Sermn 243,2).Hasta el fin de los tiempos la Iglesia dirigir ese clamor suplicante a Dios Padre, por medio de Jesucristo, en la unidad del Espritu Santo, porque son muchos los peligros y continuas las necesidades de sus hijos. ste es el primer oficio de la Iglesia y, por tanto, el primer deber de los sacerdotes, religiosos y laicos. MARTES Aos impares Eclesistico 2,1-13: Preprate para las pruebas. En el momento de la tentacin es necesario ante todo desconfiar de uno mismo y confiar en el Seor, pidiendo y esperando su misericordia. Comenta San Agustn. La paciencia no parece necesaria para las situaciones prsperas, sino para las adversas. Nadie soporta pacientemente lo que le agrada. Por el contrario, siempre que toleramos, que soportamos algo con paciencia, se trata de algo duro y amargo; por eso no es la felicidad, sino la infelicidad lo que necesita la paciencia (Sermn 359, A, 2).Y San Ignacio de Antioqua:Mantente firme como un yunque golpeado por el martillo. A un gran atleta corresponde vencer a pesar de los golpes. Sobre todo soportndolos por Dios, para que l tambin nos soporte (Carta a San Policarpo).Con el Salmo 36 proclamamos: Encomienda tu camino al Seor, y l actuar. Confa en el Seor y haz el bien, habita tu tierra y practica la lealtad; sea el Seor tu delicia, y l te dar lo que pide tu corazn. El Seor vela por los das de los buenos, y su herencia durar siempre; no se agostarn en tiempo de sequa, en tiempo de hambre se saciarn. Aprtate del mal y haz el bien, y siempre tendrs una casa; porque el Seor ama la justicia y no abandona a sus fieles. Los inicuos son exterminados, la estirpe de los malvados se extinguir. El Seor es quien salva a los justos. l es su alczar en el peligro. El Seor los protege y los libra, los libra de los malvados y los salva, porque se acogen a l Aos pares

Santiago 4,1-10: Peds y no recibs, porque peds mal. El Seor no escucha la splica que no est inspirada por su Espritu, sino por el espritu del mundo y por sus avideces. Comenta San Agustn:Como el hombre no puede servir a dos seores, as tampoco puede gozarse al mismo tiempo en el mundo y en el Seor. Estos dos gozos son muy diferentes y hasta totalmente contrarios. Cuando uno se goza en el mundo, no se goza en el Seor, y cuando se goza en el Seor, no se goza en el mundo. Venza el gozo en el Seor y disminuya continuamente el gozo en el mundo, hasta que desaparezca (Sermn 171,1).Mala es la oracin que va dominada por el egosmo, y que no pretende sino satisfacer los deseos terrenales.Despus de la lectura de Santiago, nos invita el Salmo 54 a centrar en Dios nuestros esperanza. Aunque las dificultades sean muchas y graves, y la tendencia al mal sea fuerte en el corazn humano, el cristiano debe permanecer en una confianza serena en el Seor, que tiene sobre l una especial providencia: Pienso, quin me diera alas para volar y posarme? Emigrara lejos, habitara en el desierto. Me pondra enseguida a salvo de la tormenta, del huracn que me devora, Seor, del torrente de sus lenguas. Veo en la ciudad violencia y discordia: da y noche hacen la ronda sobre sus murallas. Encomienda a Dios tus afanes, que l te sustentar; no permitir jams que el justo caiga.Cualquier cosa que te suceda, recbela como un bien, consciente de que nada pasa sin que Dios lo haya dispuesto (Carta de Bernab 19).Cuando el cristiano vive de la fe con una fe que no sea mera palabra, sino realidad de oracin personal, la seguridad del amor de Dios se manifiesta en alegra, en libertad interior, en paz, en gozo espiritual, en confianza segura.Marcos 9,29-36: El Hijo del Hombre va a ser entregado y lo matarn. Quien quiera ser el primero, que sea el ltimo. Jess llega a Cafarnam, y despus de anunciar su Pasin por segunda vez, ensea a sus discpulos que el servicio a los dems es la nica grandeza verdadera. Ese servicio, adems, ha de ser especialmente solcito con los pobres, con los menores, con los nios.Por eso, en la comunidad cristiana el puesto de mayor honor es el de mayor servicio a los dems. Mantener en ella puestos honorficos, basados en clases sociales, riquezas o cargos, daa directamente el corazn mismo de la comunidad. Como ensea San Gregorio Magno, nada agrada a Dios si no va hecho con humildad:Aun las buenas acciones carecen de valor cuando no estn sazonadas por la virtud de la humildad. Las ms grandes, practicadas con soberbia, en vez de ensalzar, rebajan. El que acopia virtudes sin humildad, arroja polvo al viento, y donde parece que obra provechosamente, all incurre en la ms lastimosa ceguera. Por tanto, hermanos mos, mantened en todas vuestras obras la humildad (Homila sobre los Evangelios 7).Lo mismo dice Casiano:Nadie puede alcanzar la santidad si no es a travs de una verdadera humildad (Instituciones 12,23).Es el camino andado por Cristo, el que mismo que sigui la Virgen Mara y por el que han marchado los santos. MIRCOLES Aos impares Eclesistico 4,12-22: Dios ama a los que aman la sabidura. Ella es manantial de vida y felicidad para los que la sirven. La Sabidura, en lugares de la Escritura como ste, se muestra personificada, como un Maestro que llama hijos a sus discpulos. Altsimos son los bienes que ella ofrece: favor, bendicin, amor del mismo Dios. Acta como mediadora para conducir y levantar al hombre hacia Dios.Ser sabio es aceptar los propios lmites, sin cegarse con falsas soluciones, ni dormirse con seguridades falsas. En lugar de amilanarse en cada contratiempo, el sabio ejerce con humildad la prudencia. La Sabidura es anterior a l, y nunca le faltar a aqul que le guarda fidelidad. Ms que en los libros y en los maestros de este mundo, el cristiano aprende la Sabidura en su propia fuente, que es Cristo Jess, el Verbo divino encarnado, que nos ha dejado en los Evangelios unos mensajes de vida, y nos ha comunicado palabras de vida eterna, que no pasan y que superan toda sabidura mundana.Una vez ms el Salmo 118, el ms largo de todo el Salterio, nos ofrece versos preciosos para meditar en la Sabidura. Aprendemos en l que la voluntad de Dios, hecha Palabra, gua al hombre en el camino de la vida, es decir, en Cristo, pues l es el Camino verdadero: Mucha paz tienen los que aman tus leyes, y nada los hace tropezar. Guardo tus decretos, y T tienes presentes mis caminos. De mis labios brota la alabanza, porque me enseaste tus leyes. Mi lengua canta tu

fidelidad, porque todos tus preceptos son justos. Anso tu salvacin, Seor; tu voluntad es mi delicia. Que mi alma viva para alabarte, que tus mandamientos me auxilien. Aos pares Santiago 4,13-17: Debis decir: si el Seor lo quiere. Quines somos nosotros para disponer de nuestra vida, como si fuera nuestra propia, y no de Dios? Comenta San Agustn:Qu consejo puedo daros?... He de presentaros acaso libros para mostraros cmo las cosas son inciertas, pasajeras, casi nada y cun cierto es lo que est escrito? Qu es vuestra vida? Un vapor, que aparece un instante, y pronto se disipa (Sant 4,15). Ayer viva, hoy ya no existe; hace poco que se le vea, pero ahora no hay nadie a quien ver. Se conduce al sepulcro a un hombre; los acompaantes vuelven tristes, y en seguida se olvidan. Se dice: Qu poca cosa es el hombre! Y esto lo dice el hombre mismo, pero no se corrige, a fin de ser algo y dejar de ser nada (Sermn 302,7).A esa lectura de Santiago le conviene bien el Salmo 48, que en tono sapiencial medita sobre la suerte de ricos y pobres a la luz del comn destino: la muerte. Ante lo provisional de la vida, lo ms cuerdo es adherirnos a la voluntad de Dios con toda confianza: Od esto, todas las naciones, escuchadlo, habitantes del orbe; plebeyos y nobles, ricos y pobres. Por qu habr de temer los das aciagos, cuando se acerquen y acechen los malvados que confan en su opulencia y se jactan de sus inmensas riquezas? Si nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate? Es tan caro el rescate de la vida, que nunca bastar para vivir perpetuamente, sin bajar a la fosa. Mirad: los sabios mueren lo mismo que perecen los ignorantes y necios, y legan sus riquezas a extraos.Marcos 9,37-39: El que no est contra nosotros est a nuestro favor. El seguir a Jesucristo y cumplir la misin que nos encomienda no da ningn derecho a privilegio alguno. No podemos apropiarnos el Evangelio con criterios partidistas, ni mirando propios intereses humanos. Nuestra entrega al mensaje salvfico de Cristo ha de brotar de un amor puro a su persona, a su obra y a las almas, a las que procuramos que llegue por todos los medios a nuestro alcance, buscando su plena incorporacin a la Iglesia de Jesucristo y su salvacin.Hemos de tener amplitud de miras en toda obra apostlica. Hemos de vivir fraternalmente unidos, y desear que sean muchos los que trabajen en el apostolado de la Iglesia. Sera absurdo tirar piedras al propio tejado. Hemos de alegrarnos del xito de todas las empresas apostlicas de la Iglesia. San Gregorio Magno dice:Examine cada uno lo que hace, y vea si trabaja en la via del Sembrador. Porque el que en esta vida procura el propio inters no ha entrado todava en la via del Seor. Pues para el Seor trabajan quienes buscan no su propia ganancia, sino la del Seor..., aquellos que se desvelan por ganar almas, y se dan prisa por llevar a otros a la via del Seor (Homila sobre los Evangelios 19). JUEVES Aos impares Eclesistico 5, 1-10: No tardes en volver al Seor. No hay que fiarse de las riquezas ni de las apariencias exteriores. Es necesario por encima de todo dar de lado a los razonamientos engaosos sobre las consecuencias del pecado.Hay dos formas de presuncin: la confianza arrogante del hombre en las riquezas y el poder que acumula, y la presuncin de apoyarse en la misericordia de Dios para seguir pecando. Es algo increble, pero hasta ah llega la miseria del hombre. Comenta San Agustn:No queris ahogar con las codicias y cuidados seculares la buena semilla que nuestro ministerio va sembrando en vosotros. Sed tierra buena... Hoy me dirijo a la cizaa; tambin hay ovejas que son cizaa. Oh, cristianos malos! Con vuestro nmero y mala vida oprims a la Iglesia. Corregos antes de que llegue la siega. No digis: pequ, y qu me ha sucedido? (Eclo 5,4). Dios no ha perdido su potencia, pero exige de ti la penitencia. Esto lo digo a los malos, aunque son cristianos (Sermn 73,3).El Salmo 1 nos ofrece una meditacin adecuada a la lectura anterior: Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunin de los cnicos, sino que su gozo es la ley del Seor, y medita su ley da y noche. Ser como un rbol plantado al borde que la acequia; da fruto en su sazn y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. No as los impos, no as; sern paja que arrebata el viento. Porque el Seor protege el camino de los justos, pero el camino de los impos acaba mal.

Aos pares Santiago 5,1-6: El jornal defraudado a los obreros est clamando contra vosotros ante el Seor. El apstol advierte a los ricos sobre lo precario de sus bienes materiales, y les pide que recuerden el juicio de Dios, ante el que han de dar cuenta. San Len Magno dice:Amar la justicia no es otra cosa sino amar a Dios. Y como este amor de Dios va siempre unido al amor que se interesa por el bien del prjimo, el hambre de justicia se ve acompaada de la virtud de la misericordia (Sermn 95).Y San Gregorio Magno: Si queris, dejis lo que tenis, aun retenindolo, siempre que administris lo temporal aspirando con toda vuestra alma hacia lo eterno (Homilas sobre los Evangelios 36). Las apariencias engaan. Los que parece que lo poseen todo y de todo disfrutan, estn muchas veces pobres, miserables y orientados a la propia destruccin. Es lo que medita el Salmo 48, exhortando a no poner la confianza en el dinero: ste es el camino de los confiados, el destino de los hombres satisfechos: son un rebao para el abismo; se desvanece su figura, y el abismo es su casa. Pero, a m Dios me salva, me saca de las garras del abismo y me lleva consigo. No te preocupes si se enriquece un hombre y aumenta el fasto de su casa; cuando muera no se llevar nada, su fasto bajar con l. Aunque en vida se felicitaba: ponderan lo bien que lo pasas, ir a reunirse con sus antepasados, que no volvern nunca a la luz.Oigamos a San Basilio:Se ven gentes que arrojan sus fortunas a los luchadores, a los comediantes, a repugnantes gladiadores, en los teatros, por la gloria de un momento y por ruidoso aplauso del pueblo. Y a ti te preocuparn unos gastos con los que puedes ganar una gloria tan grande? Ser Dios el que te aplaudir, sern los ngeles los que te aclamarn, sern todos los hombres que han existido desde la creacin los que celebrarn tu dicha: recibirs una gloria imperecedera, una corona de justicia: el Reino de los cielos, tal ser el premio que t recibirs por haber administrado bien tus bienes perecederos (Homila sobre la caridad).Marcos 9,40-49: Ms te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al abismo. Cristo hace resaltar la gravedad del escndalo, que el discpulo debe evitar cueste lo que cueste. Estar con Cristo supone estar con todos los hombres. Su amor lleva siempre a una solidaridad humana. Todo amor al Seor y al prjimo se han de traducir en un espritu de servicio a todos. Hay que sacrificar todo al Amor divino. Hay que hacer un sacrificio agradable a Dios. El discpulo de Cristo y candidato al Reino ha de ser despiadado consigo mismo, si advierte que existe en l un obstculo que impide el fin para el que ha sido llamado por Dios desde toda la eternidad. San Basilio hablaba as a los jvenes: No hay que buscar lo superfluo, ni se debe mimar al cuerpo ms de lo necesario, para que sirva al alma... Si un cuidado excesivo del cuerpo es nocivo y perjudicial para el alma, es una locura manifiesta servirle y mostrarse sumiso a l (Discurso a los jvenes). VIERNES Aos impares Eclesistico 6,5-17: Un amigo fiel no tiene precio. Es necesario guardarse de la falsa amistad; pero dichoso el que tiene un amigo fiel! Los Santos Padres han tratado muchas veces sobre la falsa y verdadera amistad. El Beato Elredo tiene un Tratado sobre la amistad espiritual, en el que dice:sta es la verdadera, la perfecta, la estable y constante amistad: la que no se deja corromper por la envidia, la que no se enfra por las sospechas, la que no se disuelve por la ambicin; la que, puesta a prueba, no cede; la que, a pesar de muchos golpes, no cae; la que, batida por muchas injurias, se muestra inflexible (3).Y San Juan Crisstomo:Si una desatencin, un perjuicio en los intereses, la vanagloria, la envidia o cualquier otra cosa semejante, bastan para deshacer la amistad, es que esa amistad no dio con la raz sobrenatural (Homila 60 sobre San Mateo).San Len Magno: Una amistad fundada en deseos pecaminosos, en pactos que arrancan de la injusticia, y en el acuerdo que parte del vicio, nada tiene que ver con el logro de la paz (Sermn 95).Una vez ms el Salmo 118 nos seala que el camino a seguir es la voluntad de Dios: Bendito eres, Seor, ensame tus leyes. Tu voluntad es mi delicia, no olvidar tus palabras. breme los ojos y contemplar las maravillas de tu voluntad. Instryeme en el camino de tus decretos, y meditar tus

maravillas. Ensame a cumplir tu voluntad, y a guardarla de todo corazn. Guame por las sendas de tus mandatos, porque ella es mi gua.Esforcmonos en guardar sus mandamientos para que su voluntad sea nuestra alegra (Carta de Bernab 2). Aos pares Santiago 5,9-12: Mirad que el juez est a la puerta. Ante la venida del Seor, que puede venir cuando menos lo pensemos, Santiago exhorta al amor fraterno y a la paciencia. No es perfecto el amor si todava hay tensiones y conflictos entre los hombres. El amor que Cristo quiere comunicarnos va mucho ms all que la mera simpata de los paganos. Aviso semejante da San Gregorio Magno: Ved cmo va pasando todo cuanto hacis cada da. Queris o no, os aproximis ms al juicio. El tiempo no perdona. Por qu, pues, amar lo que se ha de abandonar? Por qu no prestar ms atencin al fin a donde se ha de llegar? (Homila 15 sobre los Evangelios).Con el Salmo 102 entonamos un himno a la misericordia de Dios: Bendice, alma ma, al Seor y no olvides sus beneficios. l perdona todas tus culpas, y cura todas tus enfermedades; l rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. El Seor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no est siempre acusando, ni guarda rencor perpetuo. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre su fieles; como dista el oriente del ocaso, as aleja de nosotros nuestros delitos. Dice San Agustn:Oye cmo fuiste amado, cuando no eras amable; oye cmo fuiste amado, cuando eras torpe y feo; cmo fuiste amado antes, en fin, de que hubiera en ti cosa digna de amor. Fuiste amado primero, para que te hicieses digno de ser amado (Sermn 142). Y el mismo Doctor: Ningn pecador, en cuanto tal, es digno de amor; pero todo hombre, en cuanto tal, es amable (Sobre la doctrina cristiana 1).Marcos 10,1-12: Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. Jess, respondiendo a una pregunta formulada por los fariseos para tenderle una trampa, condena el divorcio. Jesucristo, por encima de las concesiones hechas por la ley de Moiss, restaura la pureza original de la ley conyugal: no se atreva el hombre a separar lo que Dios ha unido. Atengoras, apologista del siglo III, escribe:Teniendo, pues, esperanza de la vida eterna, despreciamos las cosas de la vida presente y aun los placeres del alma. Cada uno de nosotros tiene por mujer a la que tom segn las leyes que nosotros hemos establecido, y aun sta en vistas a la procreacin. Porque as como el labrador, una vez echada la semilla en la tierra, espera la siega y no sigue sembrando, as para nosotros la medida del deseo es la procreacin de los hijos. Y hasta es fcil hallar entre nosotros muchos hombres y mujeres que han llegado clibes hasta su vejez, con la esperanza de alcanzar as una mayor intimidad con Dios (Splica en favor de los cristianos 33).El texto de Atengoras refleja una concepcin muy asctica y espiritual del matrimonio, vigente en su tiempo. San Pablo, en 1 Corintios 7, da sobre estos temas una doctrina ms exacta y autorizada. SBADO Aos impares Eclesistico 17,1-13: Dios hizo el hombre a su imagen. El texto comenta la creacin del hombre, que es grande, como imagen de Dios, y al mismo tiempo pequeo, por la limitacin de la vida, que es breve y mortal. En todo caso, recibe de Dios el hombre un poder sobre el mundo visible, y ha de rendir cuenta del ejercicio de su seoro al mismo Dios que le constituy seor, al Dios Creador de todo cuanto existe y del mismo hombre. El hombre, creado a imagen de Dios, est llamado a entrar en la amistad del Seor, y al mismo tiempo, ha de permanecer en su obediencia. San Ireneo dice: As como en nuestra creacin original en Adn, el soplo vital de Dios, infundido sobre el modelo de sus manos, dio la vida al hombre y apareci como viviente racional, as tambin en la consumacin, el Verbo del Padre y el Espritu de Dios, unidos a la sustancia modelada en Adn, hicieron al hombre viviente y perfecto, capaz de alcanzar al Padre perfecto.De esta suerte, de la misma manera que todos sufrimos la muerte en el hombre animal, tambin hemos recibido la vida en el hombre espiritual. Porque no escap Adn jams de las manos de Dios, a las que el Padre deca: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza (Gn 1,26). Y por esta misma razn, en la consumacin, tambin sus manos vivificaron al hombre, hacindolo perfecto, no por voluntad de

la carne ni por voluntad del hombre (Jn 1,3), para que Adn, el hombre, fuera hecho a imagen y semejanza de Dios (Contra las herejas 5,1,3).Con el Salmo 102 cantamos el amor inmenso de Dios, su paternal comprensin respecto al hombre. Sin ella, la existencia del hombre sera una gran tragedia: Como un padre siente ternura por su hijos, siente el Seor ternura por sus fieles; porque l conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro. Los das del hombre duran lo que la hierba, florecen como flor del campo, que el viento la roza y ya no existe, su terreno no volver a verla. Pero la misericordia del Seor dura siempre, su justicia pasa de hijos a nietos: para los que guardan la alianza. Aos pares Santiago 5,13-20: Mucho puede hacer la oracin del justo. San Agustn escribe: Cuando hablamos con Dios en la oracin, el Hijo est unido a nosotros; y cuando ruega el Cuerpo del Hijo, lo hace unido a la Cabeza. De este modo, el nico Salvador, Nuestro Seor Jesucristo, Hijo de Dios, ora por nosotros, ora en nosotros, y al mismo tiempo es a l a quien dirigimos la oracin. Ora por nosotros como Sacerdote nuestro; ora en nosotros, como nuestra Cabeza; recibe nuestra oracin, como nuestro Dios (Comentario al Salmo 85).De esa unin nuestra con Cristo procede el poder de nuestra oracin. La oracin que nace del altar sagrado de nuestro corazn, se eleva con toda pureza, como el incienso, hasta el corazn de Dios.Es lo que oramos en el Salmo 140: Seor, te estoy llamando, ven deprisa, escucha mi voz cuando te llamo. Suba mi oracin como el incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. Coloca, Seor, una guardia a mi boca, un centinela a la puerta de mis labios. Seor, mis ojos estn vueltos a Ti, en Ti me refugio, no me dejes indefenso.Dice San Juan Crisstomo:La oracin es perfecta cuando rene la fe y la confianza. El leproso del Evangelio demostr su fe postrndose ante el Seor con sus palabras (Homila 25 sobre San Mateo).Y San Cipriano: Las palabras del que ora han de ser mesuradas y llenas de sosiego y respeto. Pensemos que estamos en la presencia de Dios. Debemos agradecer a Dios con la actitud corporal y con la moderacin de nuestra voz. Porque as como es propio del falto de educacin hablar a gritos, as, por el contrario, es propio del hombre respetuoso orar con tono de voz moderado... Y cuando nos reunimos con los hermanos para celebrar los sagrados misterios, presididos por el sacerdote de Dios, no debemos olvidar este respeto y moderacin (Tratado sobre la oracin 4-6).Marcos 10,13-16: El que no acepte el reino de Dios como un nio, no entrar en l. Hemos de aceptar el mensaje de Cristo con sencillez de corazn, con la docilidad propia de un corazn humilde, pobre de espritu, y como don que el Padre da a los hombres. Comenta San Agustn:La inocencia de vuestra santidad, puesto que es hija del amor..., es sencilla como la paloma y astuta como la serpiente, no la mueve el afn de daar, sino de guardarse del que daa. A ella os exhorto, pues de los tales es el reino de los cielos, es decir, de los humildes, de los pequeos en el espritu. No la despreciis, no la aborrezcis. Esta sencillez es propia de los grandes; la soberbia, en cambio, es la falsa grandeza de los dbiles que, cuando se aduea de la mente, levantndola, la derriba; inflndola, la vaca; y de tanto extenderla, la rompe. El humilde no puede daar; el soberbio no puede no daar. Hablo de aquella humildad que no quiere destacar entre las cosas perecederas, sino que piensa en algo verdaderamente eterno, a donde ha de llegar no con sus fuerzas, sino ayudada (Sermn 353,1). 8 Semana DOMINGO Entrada: El Seor fue mi apoyo; me sac de un lugar espacioso, me libr, porque me amaba (Sal 17,19-20).Colecta (del Misal anterior, retocada con el Veronense): Concdenos tu ayuda, Seor, para que el mundo progrese segn tus designios, gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirle con una entrega confiada y pacfica.Ofertorio (Veronense): Seor, Dios nuestro, t mismo nos das lo que hemos de ofrecerte y miras esta ofrenda como un gesto de nuestro devoto servicio; confiadamente suplicamos que lo que nos otorgas, para que redunde en mrito nuestro, nos ayude tambin a alcanzar los premios eternos.Comunin: Cantar al Seor por el bien que me ha hecho, entonar himnos al Dios Altsimo (Sal 12,6). Yo estoy con vosotros todos los das hasta el fin del mundo (Mt 28,20).Postcomunin (Veronense): Alimentados con los

dones de la salvacin, te pedimos, Padre de misericordia, que por este sacramento con que ahora nos fortaleces, nos hagas un da partcipes de la vida eterna. CICLO A Hemos de utilizar los bienes temporales de modo que no perdamos los eternos. se es el espritu cristiano, que se opone a la mentalidad del mundo, materialista, hedonista y consumista, y que supera con la gracia divina.Isaas 49,14-15: Aunque tu madre te olvide, yo no te olvidar. La providencia permanente de Dios sobre nosotros es un gran misterio. Es el ejercicio de un amor entraable, que supera infinitamente nuestra misma capacidad de comprensin. El Seor jams nos olvida. Israel, estando en el exilio, se sinti como olvidado y abandonado de Yahv. Pero el Seor, por sus profetas, le hace ver lo contrario: es imposible que una madre olvide a su hijo; pero aunque ella se olvidare, yo no me olvidar, dice el Seor. A la luz de esa fe, Casiano ve que todo es providencia amorosa de Dios:Conviene que creamos con una fe incondicional que nada acontece en el mundo sin la intervencin de Dios. Debemos reconocer, en efecto, que todo sucede o por su voluntad o por su permisin. El bien, por su voluntad, mediante su ayuda; el mal por su permisin (Colaciones 3,20).En la Carta de Bernab leemos:Cualquier cosa que te suceda recbela como un bien, consciente de que nada pasa sin que Dios lo haya dispuesto (19).Es lo que confesamos en el Salmo 61: Slo en Dios descansa mi alma, porque de l viene mi salvacin; slo l es mi Roca y mi salvacin, mi alczar. No vacilar.2 Corintios 4,1-5: El Seor manifestar los designios de cada corazn. El amor providente de Dios se ha servido de otras criaturas para nuestra salvacin; pero es siempre l quien nos salva y nos juzga. l nos habla y nos gua por medio de sus enviados, que han de ser fieles al mensaje recibido. San Jernimo, Cuando el pueblo sea llevado al cautiverio, porque no tuvo ciencia, y perezca de hambre y arda de sed, y el infierno agrande su alma; cuando bajen los fuertes y los altos y gloriosos a lo profundo, y sea humillado el hombre, y haya recibido conforme a sus mritos, entonces el Seor ser exaltado en el juicio, que antes pareca injusto; y Dios santo ser santificado por todos en la justicia...Por eso debemos cuidar de no adelantarnos al juicio de Dios, juicio grande e inescrutable, y del cual dice el Apstol: inestimables son sus juicios e imposibles de conocer sus caminos (Rom 11, 35). l iluminar las cosas ocultas en las tinieblas y abrir los pensamientos de los corazones (1 Cor 4,5) (Comentario sobre el profeta Isaas 3,6).Mateo 6,24-34: No os angustiis por el maana. El verdadero cristiano se distingue del pagano en que ste ignora el amor providente del Padre, y aqul en cambio vive confiado en su insondable providencia amorosa, solo empeado en ser fiel a los planes divinos de salvacin. Comenta San Juan Crisstomo:Una vez, pues, que por todos estos caminos nos ha mostrado el Seor la conveniencia de despreciar la riqueza para guardar la riqueza verdadera, la felicidad del alma, para la adquisicin de la sabidura y para la seguridad de la piedad, pasa despus a demostrarnos que es posible aquello mismo a que nos exhorta. Porque ste es sealadamente oficio del buen legislador; no slo ordenar lo conveniente, sino hacerlo tambin posible.Por eso prosigue el Seor diciendo: no os preocupis... sobre qu comeris. No quiso que nadie pudiera objetarle: Muy bien! Si todo lo tiramos, cmo podremos vivir? Contra semejante reparo va ahora el Seor a decir muy oportunamente: no os preocupis... Si de lo que fue criado por amor nuestro tiene Dios tanta providencia, mucho mayor la tendr de nosotros mismos. Si as cuida de los criados, mucho ms cuidar del seor... No dijo el Seor que no haya que sembrar, sino que no hay que andar preocupados; no que no haya que trabajar, sino que no hay que ser pusilnimes, ni dejarse abatir por las inquietudes. S, nos mand que nos alimentramos, pero no que anduviramos angustiados por el alimento (Homila 21,2 y 3). CICLO B El Verbo divino, encarnndose y unindonos a su Cuerpo mstico, nos ha mostrado un amor inmenso. San Len Magno dice:El que es Dios verdadero nace como hombre verdadero, sin que falte nada a la integridad de la naturaleza humana, conservando la totalidad de la esencia que le es propia, y asumiendo la totalidad de nuestra esencia humana, la que fue plasmada en nosotros por el Creador, y que l asume para restaurarla (Carta 28,3-4).Cristo, sin dejar de ser Dios, nos ha amado con un corazn de hombre, y as nos sigue amando, de todo corazn. El amor con que nos elige y nos toma es tan profundo que halla su mejor imagen en la unin del amor conyugal. Oseas

2,14.15.19-20: Me casar contigo en matrimonio perpetuo. La Antigua Alianza surge de un designio amoroso de Dios, que quiere unirse a su Pueblo como el esposo con su esposa. Las infidelidades de Israel no impiden que el Seor consume su designio, estableciendo una Alianza definitiva con su Pueblo en el Corazn de su Hijo muy amado.La sugestiva imagen del amor esponsal de Dios aparece muchas veces en los profetas. En realidad, es una expresin ms de la verdad fundamental que atraviesa toda la Sagrada Escritura, que se afirma en todas sus pginas: el amor que Dios tiene a los hombres. Dice Orgenes:Hay aqu una enseanza para las almas, que te instruye y te ensea a ir todos los das a los pozos de las Escrituras, a las aguas del Espritu Santo, para que saques siempre y te lleves a casa una vasija llena, como haca la santa Rebeca, la cual no se habra podido casar con tan gran patriarca como Isaac el nacido de la promesa (Gl 4,23), sino viniendo por agua y sacndola en tan gran cantidad, que pudiera saciar no solo a los de su casa, sino al mozo de Abrahn; y no solo al mozo, sino que hasta pudo abrevar a sus camellos (Gn 24,19).Todo lo que est escrito son misterios: porque Cristo quiere tambin desposarse contigo, ya que te habla por el profeta diciendo: te desposar conmigo para siempre, te desposar conmigo en la fe y en la misericordia, y conocers al Seor (Os 2,19). Porque quiere desposarse contigo, te enva a este mozo. El mozo es la palabra proftica: si t no la recibes primero, no podrs desposarte con Cristo. Y has de saber que nadie recibe la palabra proftica, si no se ejercita y toma experiencia de ella (Homilas sobre el Gnesis X).Con el Salmo 102 bendecimos al Seor con toda nuestra alma y con todo nuestro ser. l ha perdonado todas nuestras culpas, l ha curado todas nuestras enfermedades. l nos ha rescatado de la fosa y nos ha colmado de gracia y de ternura. El Seor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia, no nos trata como merecen nuestros pecados, ni nos paga segn nuestras culpas.2 Corintios 3,1-6: Sois una carta de Cristo, redactada por nuestro ministerio. El Nuevo Pueblo de Dios no es fruto de una obra humana, sino de una Alianza Nueva, vivificada por la gracia del Espritu Santo. La Palabra divina ha sido escrita no solo en la Sagrada Escritura, sino tambin, por la Tradicin, en las mismas comunidades fundadas por los apstoles: ellas son realmente cartas de Cristo. Por eso, para conocer la verdad de Cristo, hay que recurrir siempre a la tradicin apostlica. San Ireneo escribe: Siendo nuestros argumentos de tanto peso, no hay para qu ir a buscar todava de otros la verdad que tan fcilmente se encuentra en la Iglesia, ya que los apstoles depositaron en ella, como en un despensa opulenta, todo lo que pertenece a la verdad, a fin de que todo el que quiera pueda tomar de ella la bebida de la vida. Y sta es la puerta de la vida: todos los dems son salteadores y ladrones...Si los apstoles no nos hubieran dejado las Escrituras acaso no habramos de seguir el orden de la tradicin, que ellos entregaron a aquellos a quienes confiaban las Iglesias? Precisamente a este orden han dado su asentimiento muchos pueblos brbaros, que creen en Cristo. Ellos poseen la salvacin, escrita por el Espritu Santo sin tinta ni papel en sus propios corazones (cf. 2 Cor 3,3) y conservan cuidadosamente la tradicin antigua, creyendo en un solo Dios (Contra las herejas III,4,1ss.). Marcos 2,18-22: El Esposo est con nosotros. En Cristo, Dios mismo se ha vinculado a la humanidad, dando nueva vida a un pueblo nuevo, que es la Iglesia. ste es el amor constante y salvfico del Seor en toda la historia de la salvacin, que llega a su plenitud en la historia de la Iglesia. Cristo es el Esposo; lo veamos en Oseas y lo vemos ahora en Marcos. San Gregorio de Elvira, Los buenos pechos del Seor son las fuentes de agua de los Evangelios, mejores que el vino de los profetas. Pues leemos en las Sagradas Escrituras que hay dos clases de vino: uno el que falt en las bodas de Can de Galilea; otro, mucho mejor, hecho del agua de la Palabra de Dios. Por eso deca el Salvador: nadie echa vino nuevo en cueros viejos... El vino nuevo se echa en cueros nuevos (Mc 2,22). Con eso se significa las nupcias de Cristo y de la Iglesia, esto es, cuando el Verbo de Dios se uni con el alma humana. Haba de cesar el vino antiguo, esto es la ley y los profetas. Ya ahora hay vino evanglico, venido del agua del bautismo (Tratado sobre el Cantar de los Cantares 1). CICLO C Cada vez hemos de transformarnos ms y ms en Cristo. Esto implica una progresiva configuracin moral a l, que la gracia va obrando en nosotros por las virtudes y los dones del Espritu Santo, y que en la Eucarista acta en nosotros con especial eficacia. Partiendo de la transformacin interior

del hombre en Cristo, toda su conducta personal, comunitaria y social, ir evidenciando su condicin de hombre nuevo (Col 3,10). Esta maravilla del amor de Dios se prepar en el Antiguo Testamento, y tiene su plena realizacin en el Nuevo con la obra redentora de Jesucristo. Eclesistico 27,5-8: El fruto muestra la calidad de un rbol. Las palabras y las apariencias del hombre engaan fcilmente. Slo Dios penetra en el corazn del hombre. La verdad del hombre ha de medirse ms por sus obras que por sus palabras. Comenta San Agustn:Todo en este mundo es como un lagar, y de aqu se saca otra semejanza: como el oro y la plata se acrisolan en el fuego, as la tribulacin pone a prueba a los justos (Prov 17,21; Eclo 27,6). Con eso se acude a la imagen del horno del artfice. En un pequeo crisol hay tres cosas: fuego, oro y paja. En l contemplas la imagen del mundo entero: dentro de l se encuentra paja, oro y fuego. La paja se quema, el fuego arde y el oro se acrisola.Pues bien, en este mundo existen los justos, los malvados y la tribulacin. El mundo es como el crisol del orfice, los justos como el oro, los malvados como la paja, la tribulacin como el fuego. Acaso se purificara el oro sin que se queme la paja? Acontece que los malvados se convierten en cenizas; cuando blasfeman y murmuran contra Dios, se convierten en ceniza. Pero all mismo el oro purificado los justos, que con paciencia soportan todas las molestias de este mundo y alaban a Dios en medio de las tribulaciones, es oro purificado que pasa a los tesoros de Dios.En efecto, Dios tiene tesoros a donde enviar el oro purificado; tiene tambin lugares slidos a donde enva la ceniza de la paja. Una y otra cosa sale de este mundo. T considera qu eres, pues es preciso que venga el fuego. Si te hallare siendo oro, te limpiar de las manchas; pero si te encontrare siendo paja te quemar y te reducir a cenizas. Elige lo que vas a ser, pues no podrs decir: me librar del fuego. Ya ests dentro del horno del orfice, al que es preciso aplicar el fuego. Es de todo punto necesario que ests all, porque sin fuego de ninguna manera podrs estar (Sermn 113, A,11).Con el Salmo 91 decimos: Es bueno dar gracias al Seor y taer para tu nombre, oh Altsimo... El justo crecer como la palmera, se alzar como el cedro del Lbano; plantado en la Casa del Seor; crecer en los atrios de nuestro Dios.1 Corintios 15,54-58: Dios nos da la victoria por nuestro Seor Jesucristo. Como fruto de la Resurreccin de Cristo, el hombre, transformado en l y renacido de su gracia (Jn 3,3.5), alcanza la victoria sobre el pecado y la muerte, sobre el diablo y el mundo, y vence el combate de la vida en el tiempo y para la eternidad. Comenta San Agustn:Te consuela el Seor tu Dios, te consuela tu Creador, te consuela tu Redentor. Te consuela tu hermano, que no es avaro. En efecto, nuestro Seor se dign hacerse nuestro hermano. Es el nico hermano merecedor de toda confianza, sin duda, con quien has de vivir en concordia. Dije que no es avaro, pero tal vez lo encuentres avaro.S; es avaro, pero porque quiere poseernos a nosotros, quiere adquirirnos a nosotros. Por nosotros pag precio tan grande, como grande es l mismo; nada ms se puede aadir. Se dio a S mismo como precio y se constituy as en nuestro Redentor... Se entreg a la muerte, dando muerte a la muerte... Dando muerte a la muerte, nos libr de la muerte. La muerte viva, gracias a nuestra muerte, y morir cuando vivamos nosotros en el momento en que se le diga: dnde est, oh muerte, tu aguijn? (1 Cor 15,55) (Sermn 359,2).Lucas 6,39-45: Lo que rebosa del corazn, lo habla la boca. En el Evangelio de Cristo es la santidad interior la que nos hace autnticos ante el Padre, y verdaderos creyentes en medio de los hombres. La hipocresa del farisesmo nada tiene que ver con el Evangelio. Comenta San Agustn:Entre los judos, los escribas y fariseos eran zarzas y abrojos y, sin embargo, [dice el Seor:] haced lo que dicen, pero no hagis lo que ellos hacen (Mt 23,3)... A veces, en un seto de zarzas, se entrelazan los sarmientos de la parra, y de la zarza penden los racimos. Al or que se habla de zarzas, quiz desprecias la uva. Pero busca la raz de la zarza, y vers lo que encuentras. Sigue la raz del racimo, y mira dnde la encuentras. Y entiende que lo uno pertenece al corazn del fariseo, y lo otro a la ctedra de Moiss (Sermn 74,4).Muchos hombres an no conocen a Cristo ni lo aman tal vez porque nosotros mismos, los cristianos, velamos, ms que revelamos, su vida y su evangelio con nuestras palabras y obras. LUNES Aos impares

Eclesistico 17,20-28: Retorna al Altsimo, y aljate de la injusticia. Esta Escritura nos invita a la conversin. Una vez ms nos trae la voz de Dios, lleno de misericordia y de bondad, que nos llama constantemente a convertirnos y a progresar en la vida de la perfeccin cristiana. Es una voz que no cesa, pues el Seor quiere superar todos los obstculos, y lograr con nosotros una grande e nt ima amistad. San Agustn dice: Qu vergenza apegarse a las cosas, porque son buenas, y no amar el Bien que las hace buenas! El alma, por el hecho de ser alma, antes an de ser buena por la conversin al Bien inconmutable; el alma, repito, cuando nos agrada, hasta preferirla a esta luz corprea, si bien lo meditamos, no nos agrada en s misma, sino por la excelencia del arte con que fue creada. Se ama el alma en su fuente, de donde trae su origen. Y esta fuente es la Verdad y el Bien puro. No hay aqu sino bienes y, por consiguiente, es el Bien sumo. El bien solo es capaz de aumento o disminucin cuando es bien que procede de otro bien.El alma, para ser buena, se convierte al Bien, de quien recibe el ser alma. Y entonces, cuando a la naturaleza se une la voluntad, para que el alma se perfeccione en el bien, es cuando se ama este bien mediante la conversin de la voluntad al Bien de donde brota todo bien... En apartndose, en cambio, el alma del Bien sumo, deja de ser buena, pero no deja de ser alma (Tratado de la Santsima Trinidad 8).El Salmo 31 nos recuerda la felicidad que en nosotros produce el perdn de Dios y su misericordia: Alegraos, justos, y gozad en el Seor. Dichoso el que est absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dicho el hombre a quien el Seor no le apunta su delito. Propuse: confesar al Seor mi culpa, y t perdonaste mi culpa y mi pecado. Por eso que todo fiel te suplique en el momento de la desgracia; la crecida de las aguas caudalosas no lo alcanzar. T eres mi refugio: me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberacin. Aos pares 1 Pedro 1,3-9: No habis visto a Cristo, y lo amis; creis en l, y os alegris con un gozo inefable. Como San Pablo, San Pedro da gracias al Seor por la regeneracin del bautismo y por la esperanza de la herencia celeste, cuyo fundamento es la resurreccin de Cristo. En medio de las pruebas presentes, hay que perseverar en la fe. San Beda escribe: Dice San Pedro que conviene ser afligidos, porque no se puede llegar a los gozos eternos sino a travs de aflicciones, y la tristeza de este mundo que pasa. Durante algn tiempo, dice, sin embargo, porque donde se retribuye con un premio eterno, parece que es muy breve y leve lo que en las tribulaciones de este mundo pareca pesado y amargo (Comentario a la 1 de San Pedro 1,4).San Agustn ensea cmo la afliccin pone a prueba nuestra fe, y as la desarrolla:Se presenta el dolor, pero vendr el descanso. Se ofrece la tribulacin, pero llegar la purificacin. Acaso brilla el oro en el horno del orfice? Brillar en el collar, brillar en el adorno. Sin embargo, ahora soporta el fuego para que, purificado de las escorias, adquiera brillo y esplendor (Comentario al Salmo 61,11).Toda la Sagrada Escritura es una historia de salvacin: la historia de las obras de Dios en favor de los hombres. Fiel a sus promesas, Dios acta siempre para salvar. Y con Cristo el cumplimiento de las promesas llega a su plenitud. Meditamos estas maravillas con el Salmo 110: El Seor recuerda siempre su alianza. Doy gracias a Dios de todo corazn, en compaa de los rectos, en la asamblea. Grandes son las obras del Seor, dignas de estudio para los que las aman. l da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza. Mostr a su pueblo la fuerza de su obrar, dndole la heredad de los gentiles. Envi la redencin a su pueblo, ratific para siempre su alianza, la alabanza del Seor dura por siempre.La esperanza de los cristianos no es la de los judos. La venida del Hijo del Hombre no se produjo en las formas previstas por los judos. Jess predic una Buena Nueva, que pocos acogieron, pues solo poda ser recibida con el corazn humilde y bien dispuesto. La Palabra de Dios madura lentamente, con la gracia, en el corazn de los hombres buenos. Este crecimiento de la Palabra divina en cada uno de los fieles, se produce en medio de muchas pruebas, les asegura la herencia gloriosa e incorruptible, y les garantiza la resurreccin bienaventurada.Marcos 10,17-27: Vende lo que tienes y sgueme. Para ser discpulo de Cristo, es necesaria una renuncia total de cuanto se posee, una renuncia material, o al menos espiritual. El peligro de las riquezas es real, y no debe ser ignorado. Sin embargo, pobres y ricos han de tender a la perfeccin evanglica, pues, como ensea Casiano, muchos son los caminos que conducen a Dios. Por eso, cada cual debe seguir con

decisin irrevocable el modo de vida que primero abraz, mantenindose fiel en su direccin primera (cf. 1 Cor 7,17.20.24). Cualquiera que sea la vocacin escogida, podr llegar a ser perfecto en ella (Colaciones 14). El joven rico del Evangelio no sigui la llamada de Cristo, no tanto porque tena bienes, sino porque estaba apegado a ellos. En ese sentido dice San Juan Crisstomo:Lo malo no es la riqueza, lo malo es la avaricia, lo malo es el amor al dinero (Homila 2,5,8). Y en cuanto a la pobreza, la pobreza parece a muchos un mal, y no lo es. Antes bien, si se mira serenamente e incluso filosficamente, es un destructor de males (Sobre los males de la vida 3 y 4).Y San Gregorio Magno:Entregados a las cosas de este mundo, nos vamos volviendo tanto ms insensibles a las realidades del espritu, cuanto mayor empeo ponemos en interesarnos por las cosas visibles (Homila 17 sobre los Evangelios). MARTES Aos impares Eclesistico 35,1-15: El que guarda los mandamientos ofrece un sacrificio de accin de gracias. La ofrenda del justo es aroma que asciende hasta el Altsimo, como un perfume precioso. Las obras buenas forman parte integrante del culto, y ste no agrada a Dios si no va perfumado por una vida conforme a sus mandatos. Por eso, si queremos un culto litrgico o extralitrgico agradable al Seor, hemos de comenzar por sacrificarnos a nosotros mismos. San Gregorio de Nisa escribe:El olor de los perfumes se recuerda como imagen de la belleza, y no cualquier aroma describe la belleza de la esposa, sino el olor de la mirra y del incienso mezclados, para que sea uno el olor de ambos. Otra alabanza de los aromas: la mirra sirve para la sepultura de los difuntos, y el incienso est consagrado acertadamente al culto de Dios. As, pues, el que desea dedicarse al culto de Dios no ser buen incienso consagrado, si antes no fue mirra; es decir, si no mortifica los miembros que estn sobre la tierra, sepultado con Aqul que abraz la muerte por nosotros, y recibe en su propia carne, para mortificar sus miembros, aquella mirra que se tom para la sepultura del Seor.Cuando en el decurso de la vida se obra as, toda clase de aromas mezclados como en un mortero en partes sutiles, producen aquel perfume tan suave. Y quien lo recibe se hace oloroso, lleno del Espritu, y derrama sus perfumes (Homila 6 sobre el Cantar de los Cantares).El Salmo 49 es el comienzo de una liturgia penitencial, y contina el tema de la anterior lectura. Dios ha sellado un pacto con su pueblo, para salvarlo. Al que sigue el buen camino, le har ver la salvacin de Dios. Congregadme a mis fieles, que sellaron mi pacto con un sacrificio. La palabra acusadora de Dios es al mismo tiempo salvadora, porque hace que el hombre se vea como es y pueda iniciar su reforma interior, que concluye con la experiencia de la salvacin. El que me ofrece accin de gracias, se me honra; al que sigue buen camino, le har ver la salvacin de Dios. Aos pares 1 Pedro 1,10-16: El Espritu de Cristo les declaraba por anticipado los sufrimientos de Cristo y la gloria que le seguira. En efecto, los profetas vaticinaron la pasin y la gloria del Mesas. Por eso los fieles, asegurados por la Escritura, han de sentirse llenos de certeza en la fe y en la esperanza, y segn recuerda San Pedro, han de imitar la santidad de Dios, porque Dios es santo. San Ireneo escribe: Uno es el Hijo, que llev a cumplimiento la voluntad del Padre; y uno es el gnero humano, en el que tiene cumplimiento el designio misterioso de Dios; y los ngeles desean contemplarlo (1 Pe 1,12).Pero los ngeles no pueden llegar al cabo de la sabidura de Dios, por la que su criatura alcanza la perfeccin al conformarse con su Hijo y al incorporarse a l; a saber, que el primognito que de l procede, el Verbo, descienda a la creacin, que es obra de sus manos, y sea recibido en ella, y a la vez, que la creacin sea capaz de recibir al Verbo y de ponerse a su nivel, por encima de los ngeles, hasta llegar a ser a imagen y semejanza de Dios (Contra las herejas 5,36,3).Dios fue desvelando poco a poco sus designios salvficos, hasta revelarlos plenamente en Jesucristo. Todo ha sido fruto de la fidelidad de Dios a sus promesas, a pesar de las rebeldas del hombre. Por eso, las maravillas que ha obrado el Seor ponen en nuestros labios un cntico nuevo para alabarle, y lo hacemos ahora con el Salmo 97: Cantad al Seor un cntico nuevo, porque ha

hecho maravillas; su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Seor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia, se acord de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Seor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad.Marcos 10,28-31: Recibiris en este tiempo cien veces ms, con persecuciones, y en la edad futura, la vida eterna. As responde Cristo a Pedro, cuando ste le pregunta por la suerte que corresponder a aquellos que todo lo han dejado por seguirle. Atengmonos a las palabras de Jess, y dispongamos toda nuestra vida en funcin de los valores del Evangelio y del Reino de Cristo. Comencemos, pues, como los apstoles, por el desprendimiento de los bienes materiales, y ordenemos todas nuestras realidades humanas en funcin del final sobrenatural y eterno que con toda certeza esperamos. Cada uno, segn su vocacin, ha de dejarlo todo y seguir a Jess. Comenta San Juan Crisstomo: Qu todo es se, bienaventurado Pedro? La caa, la red, la barca, el oficio? Eso es lo que nos quieres decir con la palabra todo? Y l nos contesta: S; pero no lo digo por vanagloria, sino que, en mi pregunta al Seor, quiero meter a toda la muchedumbre de los pobres...Eso es lo que hizo aqu el Apstol, al dirigirle al Seor su pregunta en favor de la tierra entera. Porque lo que a l personalmente le ataa bien claramente lo saba, como resulta evidente... pues quien, ya desde esta vida, haba recibido las llaves del reino de los cielos, mucha mayor confianza haba de tener por lo que a la otra vida se refera.Pero mirad tambin qu exactamente responde Pedro a lo que Cristo haba pedido. Dos cosas, en efecto, haba pedido el Seor al joven rico: que diera lo que tena a los pobres y que le siguiera. Por eso Pedro dice esas dos mismas cosas: nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido (Homila 64,1 sobre San Mateo). MIRCOLES Aos impares Eclesistico 36,1-2.5-6.13-19: Que sepan las naciones que no hay Dios fuera de ti. Hemos de orar y trabajar en favor de la conversin de todos los hombres al nico y verdadero Dios. l ha hecho maravillas en favor de todos los hombres por puro amor. El Seor, que comenz a revelarse lentamente como Salvador y Libertador, nos llena ahora de alegra con su presencia en la Persona de su Hijo bien amado, que todo lo realiz para gloria de su Padre y para la salvacin de todos los hombres. Dice San Justino:El Padre inefable y Seor de todas las cosas ni viaja a parte alguna, ni se pasea, ni duerme, ni se levanta, sino que permanece siempre en su sitio, con mirada penetrante y con odo agudo, pero no con ojos ni orejas, sino con su poder inexpresable. Todo lo ve, todo lo conoce; ninguno de nosotros se le escapa, sin que para ello haya de moverse el que no cabe en lugar alguno, ni en el mundo entero, el que exista antes de que el mundo fuera hecho.Siendo esto as, cmo podr ser visto de alguien, o aparecerse en una mnima parte de la tierra, cuando en realidad el pueblo no pudo soportar la gloria de su enviado en el Sina, ni pudo el mismo Moiss entrar en la tienda que l haba hecho, pues estaba llena de la gloria de Dios, ni el sacerdote pudo aguantar de pie delante del templo, cuando Salomn llev el arca a la morada que l mismo haba construido en Jerusaln?Por tanto, ni Abrahn, ni Isaac, ni Jacob, ni hombre alguno vio al que es Padre y Seor inefable absolutamente de todas las cosas y del mismo Cristo, sino que vieron a ste, que es Dios, por voluntad del Padre, que es su Hijo, el ngel que le sirve segn sus designios (Dilogo con Trifn 127-128).Sufrimos por nuestros pecados, que nos alejan de Dios, y que nos manifiestan nuestra gran ingratitud para con l, a quien todo se lo debemos. Por eso cantamos con el Salmo 78: Mustranos, Seor, la luz de tu misericordia. No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres; que tu compasin nos alcance pronto, pues estamos agotados. Socrrenos, Dios Salvador nuestro, por el honor de tu nombre; lbranos y perdona nuestros pecados, a causa de tu nombre. Llegue a tu presencia el gemido del cautivo; con tu brazo poderoso salva a los condenados a muerte. Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebao, te damos gracias siempre, cantaremos tus alabanzas de generacin en generacin. Aos pares

1 Pedro 1,18-15: Os rescataron al precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto. Hemos de corresponder al inmenso amor que Cristo tuvo para con nosotros que nos redimi con su pasin y su muerte. Oigamos a San Ambrosio:El precio de nuestro rescate no se ha calculado en dinero, sino en sangre, pues Cristo muri por nosotros. l nos ha librado con su preciosa sangre, como recuerda tambin San Pedro en su Carta (1 Pe 1,18). Preciosa, porque es la sangre de un Cordero inmaculado, porque es la sangre del Hijo de Dios, que nos ha rescatado no slo de la maldicin de la ley, sino tambin de la muerte perpetua, a la que lleva la impiedad (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, lib. VII,117).Con el Salmo 147 cantamos a Jerusaln, imagen de la Iglesia y del alma cristiana: Glorifica al Seor, Jerusaln, alaba a tu Dios, Sin; que ha reforzado los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina; l enva su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nacin obr as, ni les dio a entender sus mandatos.Esta solicitud conmovedora de Dios con Israel llega a su plenitud en la Iglesia con la Palabra divina, con la altsima doctrina revelada, con la gua pastoral de los obispos, con los sacramentos y la liturgia. Marcos 10,32-45: Mirad, estamos subiendo a Jerusaln, y el Hijo del Hombre va a ser entregado. Cristo es el verdadero Siervo de Yav, anunciado por el profeta Isaas. l vino para dar su vida en rescate por nosotros, todos los hombres. Parece increble la torpeza de los hijos de Zebedeo, que, ante tal anuncio, reaccionan preocupndose por obtener los primeros puestos en un Reino del que an apenas saben nada. Pero es igualmente lamentable la indignacin de los dems apstoles por esa peticin.La mayor aspiracin que en realidad podemos tener los cristianos es conseguir, segn la expresin de San Pablo, un carisma mejor, que es la caridad (1 Cor 12,31). Entre tanto, en el camino de esta vida, es necesario beber el cliz del Seor, para poder sentarse en el trono; bautizarse en la prueba del dolor, para juzgar la tierra; y servir a todos, para reinar con Cristo. El sufrimiento entra con pleno derecho en la vida de los que siguen a Cristo. Comenta San Agustn:Buscaba la altura, pero no vea el peldao. El Seor se lo mostr: podis beber?... Los que buscis las cimas ms altas, podis beber el cliz de la humildad? Por eso no dice simplemente: niguese a s mismo y sgame, sino que aade: tome su cruz y sgame. Qu significa tome su cruz? Soporte lo que le es molesto (Sermn 96,3-4). JUEVES Aos impares Eclesistico 42,15-26: La gloria del Seor se muestra en todas sus obras. Los cielos proclaman la gloria de Dios, dice el salmista. Toda la creacin maravillosa es como una epifana natural del Seor. Por eso los santos, que saban leer en el Libro de la Creacin, hallaban en las criaturas una escala que les elevaba al Creador. As San Juan de la Cruz dice bellamente:Oh bosques y espesuras - plantadas por la mano del Amado! - Oh prado de verduras - de flores esmaltado! Decid si por vosotros ha pasado. - Mil gracias derramando - pas por estos sotos con presura - e yndolos mirando - con sola su figura - vestidos los dej de su hermosura (Canciones entre el alma y el Esposo 4).El hombre se siente abrumado ante la riqueza de las cosas creadas, ante su variedad inmensa y su fascinante belleza... Y todo ha de elevarle a una alta y continua contemplacin, ha de levantarle hacia la trascendencia, conducindole a Dios. La conversin de San Agustn se produjo en buena parte ascendiendo al Creador por las criaturas, como l mismo declara: Y qu es lo que yo amo cuando yo te amo? No belleza de cuerpo, ni hermosura de tiempo, ni blancura de luz, tan amable a estos ojos terrenos, no fragancia de flores...Pregunt a la tierra y me dijo: no soy yo; y todas las cosas que hay en ella me confesaron lo mismo. Pregunt al mar y a los abismos y a los reptiles de alma viva, y me respondieron: no somos tu Dios, bscale sobre nosotros. Interrogu a las auras que respiramos, y el aire todo, con sus moradores, me dijo: engase Anaxmenes; yo no soy tu Dios. Pregunt al cielo, al sol, a la luna y a las estrellas. Tampoco somos nosotros el Dios que buscas, me respondieron.Dije entonces a todas las cosas que estn fuera de las puertas de mi carne: decidme algo de mi Dios, ya que vosotras no lo sois; decidme algo de l. Y exclamaron todas con grande voz: l nos ha hecho. Mi pregunta era su

mirada y su respuesta su apariencia.Entonces me dirig a m mismo y me dije; t, quin eres?, y respond: un hombre... S, la verdad me dice: no es tu Dios el cielo, ni la tierra, ni cuerpo alguno... Por esta razn eres t mejor que stos: a ti te lo digo, oh alma, porque t vivificas la masa de mi cuerpo, prestndole vida, lo que ningn cuerpo puede prestar a otro cuerpo. Pero, a su vez, tu Dios es para ti la vida de tu vida (Confesiones 10,6,9-10). Con el Salmo 32 cantamos la accin creadora de Dios, que por ella se revela al hombre y le asombra con su grandeza: Dad gracias al Seor con la ctara; tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cntico nuevo, acompaando los vtores con bordones. Que la palabra del Seor es sincera y todas sus acciones son leales. l ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. La palabra del Seor hizo el cielo, el aliento de su boca sus ejrcitos; encierra en un odre las aguas marinas, mete en un depsito el ocano. Tema al Seor la tierra entera, tiemblen ante l los habitantes del orbe; porque l dijo y existi; l mand y surgi. Aos pares 1 Pedro 2,2-5.9-12: Vosotros sois un sacerdocio real, una nacin consagrada, que ha de proclamar las hazaas del que os llam. La Iglesia, formada de piedras vivas, unidas en torno a la piedra fundamental, que es Cristo resucitado, forma un templo espiritual, en el que se rinde a Dios el culto perfecto. Orgenes dice:Destruid este templo y en tres das lo reedificar (Jn 2,19). Ambas cosas, el templo y el cuerpo de Jess, me parecen, segn una de las interpretaciones recibidas, ser figura de la Iglesia, pues ella est edificada con piedras vivientes, para ser edificio espiritual y un sacerdocio santo (1 Pe 2,5); construida sobre el fundamento del Apstoles y los profetas, tiene por piedra angular a Cristo Jess (Ef 2,20) y es reconocida como templo (Comentario al Evangelio de San Juan X, 228).Y San Agustn:Unindonos a la piedra angular, encontramos la paz; reposando sobre ella, conseguimos firmeza. Ella es, al mismo tiempo, fundamento, porque nos sostiene, y piedra angular, porque nos une. Ella es la piedra sobre la que el hombre prudente edifica su casa, y as se mantiene firme contra todas las tentaciones de este mundo, y ni los torrentes de lluvia la hacen caer, ni los ros desbordados la derrumban, ni la fuerza de los vientos la sacuden (Sermn 337,1). Los cristianos somos Pueblo de Dios, ovejas de su rebao, nacin consagrada. As lo cantamos en el Salmo 99: Aclama al Seor, tierra entera, servid al Seor con alegra, entrad en su presencia con vtores. Sabed que el Seor es Dios; que l nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebao. Entrad por sus puertas con accin de gracias, por su atrios con himnos, dndole gracias, y bendiciendo su nombre. El Seor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.Marcos 10,46-52: Maestro, haz que pueda ver. El ciego de Jeric, una vez sanado por Jess, lo segua por el camino: de la curacin al seguimiento. El ciego pide la luz, signo de salvacin. Grita al Seor para que lo cure, mientras los otros le regaan. Comenta San Agustn:Qu es, hermanos, gritar a Cristo, sino adecuarse a la gracia de Cristo con las buenas obras? Digo esto, hermanos, no sea que levantemos mucho la voz, pero callen nuestras costumbres. Quin es el que gritaba a Cristo para que expulsase su ceguera interior al pasar l, es decir, al dispensarnos los sacramentos temporales con los que nos invita a adquirir los eternos? Quin es el que grita a Cristo? Aquel que desprecia los placeres del mundo, clama a Cristo; aquel que dice, no con solo con la lengua, sino con la vida: el mundo est crucificado para m, y yo para el mundo (Gl 6,14). ste es el que clama a Cristo.Grita a Cristo el que reparte y da a los pobres, para que su justicia permanezca por los siglos de los siglos. Quien escucha y no se hace el sordo a aquello de: vended vuestras cosas y dadlas a los pobres (Lc 12,23). Como si oyera el sonido de los pasos del Seor que pasa, grite el ciego por estas cosas, es decir, hgalas realidad. Su voz sean sus hechos (Sermn 88,12). VIERNES Aos impares

Eclesistico 44,1,9-13: Nuestros antepasados fueron hombres de bien, y su fama vive por generaciones. La gloria de Dios se manifiesta especialmente en la historia de la salvacin del pueblo que l se eligi para S, y de un modo particular brilla en los hombres que escogi para guiarlo.Lo que mantiene en ese Pueblo la continuidad de las generaciones es la fidelidad a la alianza, ya que Dios es siempre fiel a ella. Por eso, la razn mxima de su fama no es la grandeza o la riqueza, sino la caridad. En este sentido, algunos consideran la fidelidad como el atributo mayor de Dios. Esta fidelidad de Dios va unida a su bondad paternal para con el pueblo de la alianza. Estos dos atributos complementarios, amor y fidelidad, indican que la alianza es a la vez un don gratuito y un vnculo cuya solidez resiste la prueba de los siglos.Como dice el salmista, las sendas del Seor son misericordia y lealtad (Sal 24,10). De esas dos actitudes debe l participar, configurndose a ellas. La piedad filial, que debe a Dios, tendr como prueba de su verdad la fidelidad para observar los preceptos de la alianza. A lo largo de la historia de la salvacin, la fidelidad de Dios se revela inmutable, frente a las frecuentes infidelidades del hombre. Por fin, en la plenitud de los tiempos, Cristo, testigo fiel de la Verdad, comunica a los hombres la gracia de que est lleno, y los hace capaces de merecer la corona de la vida, imitando su fidelidad hasta la muerte.Con el Salmo 149 proclamamos la victoria del amor de Dios sobre las infidelidades del hombre: Cantad al Seor un cntico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sin por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y ctaras; porque el Seor ama a su pueblo, y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas; con vtores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles Aos pares 1 Pedro 4,7-13: Sed buenos administradores de la mltiple gracia de Dios. Con respecto a la escatologa, se proponen a los cristianos varias recomendaciones: prudencia, vigilancia en la oracin, amor, hospitalidad, servicio a los dems... Hay diversidad de carismas y, por lo mismo, son muchos los servicios en la comunidad cristiana. Pero el don primero es el mismo Espritu Santo, que se infunde en nuestros corazones y pone en ellos el amor (Rom 5,5). l es el alma de todo servicio en la comunidad cristiana y humana. San Agustn escribe: No se trata de saber cunto amor se debe al hermano y cunto a Dios; incomparablemente ms a Dios que a nosotros mismos. Ahora bien, no podemos amarnos mucho a nosotros si no amamos mucho a Dios. Es, pues, con un mismo amor con el que amamos a Dios y al hermano; pero amamos a Dios por s mismo, y a nosotros y al prjimo por Dios (Tratado sobre la Santsima Trinidad 8,16). San Len Magno dice:Aunque es algo muy grande tener una fe recta y una doctrina sana, y aunque sean muy dignas de alabanza la sobriedad, la dulzura, la pureza, todas estas virtudes, sin embargo, no valen nada sin la caridad. Y ninguna conducta es fecunda, por muy excelente que parezca, si no est engendrada por el amor (Sermn 48,6).El Seor es Rey y tiene que reinar en todo y sobre todo por amor. As, con amor, es como tenemos que corresponderle. Con el Salmo 95 cantamos ese reinado de Cristo: Decid a los pueblos: el Seor es Rey. l afianz el orbe y no se mover; l gobierna a los pueblos rectamente. Algrese el cielo y goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los rboles del bosque. Delante del Seor, que ya llega, ya llega a regir la tierra; regir el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.Marcos 11,11-26: Mi Casa se llama Casa de oracin para todos los pueblos. Este evangelio muestra la profanacin del templo, la falta de fe y de verdadera religiosidad en los que conducen a Israel; al mismo tiempo que encarece la dignidad del culto. La santidad de la liturgia cristiana celebrada en nuestros templos ha de ser cuidada como un valor supremo. Pero tambin en la Iglesia hay profanaciones e indignidades. San Jernimo dice: Oh, infelices de nosotros! Somos dignos de ser llorados con todas las lgrimas del mundo! La casa de Dios es una cueva de ladrones... Donde estn los ladrones all est tambin la contratacin. Ojal se leyera esto de los judos y no tambin de los cristianos! Lo sentiramos ciertamente por ellos, pero nos alegraramos por nosotros. Mas tambin en muchos sitios, la Casa de Dios, la Casa del Padre, se convierte en casa de contratacin. Veis con qu temblor os hablo.La cosa es tan notoria, que no necesita explicacin. Ojal fuese algo oscuro, que no se entendiera bien. En muchos sitios la Casa del Padre es casa de negociacin. Yo mismo, que os estoy hablando, as

como cualquiera de vosotros, sea presbtero, dicono, u obispo, que fuera pobre ayer, y hoy sea rico, rico en la casa de Dios, no os parece que ha convertido la Casa del Padre en casa de negociacin? De stos dice el Apstol: tienen la piedad por materia de lucro (1 Tim 6,5). As, pues, tambin el Apstol habla de stos.Cristo es pobre; ruboricmonos. Cristo es humilde, avergoncmonos. Cristo fue crucificado, no rein. Es ms, fue crucificado para reinar. Venci al mundo no con la soberbia, sino con la humildad; venci al diablo no riendo, sino llorando; no azot, sino que fue azotado; recibi bofetadas, mas l no golpe. Por tanto, imitemos tambin nosotros a nuestro Seor (Comentario al Evangelio de San Marcos 11.11). SBADO Aos impares Eclesistico 51,17-27: Dar gracias al que me ense. Ben Sir, el autor del Eclesistico, termina su libro con este poema. En l da gracias al Seor por la bsqueda y adquisicin de la Sabidura. La bsqueda de Dios no es el resultado de un simple esfuerzo intelectual, sino que implica una conversin moral y un estilo de vida correcto. La Sabidura no es un mero conjunto de doctrinas y pruebas, sino un don de Dios ofrecido, para establecer con l una comunin de vida, y que solo puede ser recibido en la humildad, hacindose Su discpulo. Esta Sabidura que de l procede es para los hombres un tesoro superior a todo. Escribe Lactancio:Ni la religin puede andar separada de la sabidura, ni la sabidura de la religin, porque uno mismo es el Dios, que debe ser conocido, lo cual pertenece a la sabidura, y el que debe ser honrado, que es cosa de la religin. Precede la sabidura, le sigue la religin; lo primero es conocer a Dios, y despus darle culto.As, en ambas cosas acta una sola fuerza, aunque parezcan diversas. Una est en el pensamiento, la otra en la actuacin. Son semejantes a dos ros que brotan de una misma fuente. La fuente de la sabidura y de la religin es Dios; del cual, si estos dos ros se apartan, se secan necesariamente. Los que ignoran a Dios no pueden ser sabios, ni religiosos (Instituciones divinas 4,4).Con el Salmo 18 cantamos la ley del Seor, expresin maravillosa de su Sabidura eterna: La ley del Seor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Seor es fiel e instruye al ignorante. Los mandamientos del Seor son rectos y alegran el corazn; la norma del Seor es lmpida y eternamente estable; los mandamientos del Seor son verdaderos y enteramente justos. Ms precioso que el oro, ms que el oro fino; ms dulce que la miel de un panal que destila. Aos pares Judas 17.20-25: Dios puede preservarnos de tropiezos y guardarnos sin mancha ante su gloria. Peligros siempre hay para la vida cristiana. Pero con la gracia de Dios, estamos guardados en su amor, y siempre podemos superarlos. Orgenes ensea:Dios nos libra de las tribulaciones no solamente cuando las hace desaparecer, ya que dice el Apstol en mil maneras somos atribulados, como si nunca nos hubiramos de ver libres de ellas, sino cuando por la ayuda de Dios no somos abatidos al sufrir la tribulacin (Tratado sobre la Oracin 30,1).Escribe Casiano:Las ocasiones de contrariedad jams nos faltarn mientras estemos en contacto con los hombres. Las hace inevitables el constante roce con ellos. Que no sean ocasin para evitar su compaa (Instituciones 9).Y San Pedro Damiano: Son dignos ciertamente de alabanza los designios de Dios, que inflige a los suyos castigos temporales para preservarlos de los eternos; que manda para elevar; que corta para curar; que mancha para ensalzar (Carta 8,6).San Ambrosio: Muchas son las tribulaciones, muchas las pruebas, y por tanto, muchas sern las coronas, ya que muchos son los combates. Te es beneficioso que haya muchos perseguidores, ya que, entre esta gran variedad de persecuciones, hallars ms fcilmente el modo de ser coronado (Comentario al Salmo 118).Y San Cipriano: sta es la diferencia entre nosotros y los que no conocen a Dios; stos, en la adversidad, se quejan y murmuran; a nosotros las cosas adversas no nos apartan de la virtud, sino que nos afianzan en ella (Sobre la inmortalidad 13).Toda la vida del creyente est marcada por una tensin de futuro. Vive en este mundo, pero su pensamiento est en la vida eterna, en el gozo pleno de Dios. As nos lo recuerda el Salmo 62: Oh Dios, t eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma est sedienta de ti, mi

carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. Cmo te contemplaba en el Santuario, viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale ms que la vida, te alabarn mis labios. Toda mi vida te bendecir y alzar las manos invocndote. Me saciar como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarn jubilosos.Marcos 11,27-33: Con qu autoridad haces esto? Jess responde a esta pregunta de los jefes religiosos de Israel con una cuestin anloga a propsito de Juan Bautista. No se admite la accin salvfica de Jess, porque la autoridad no le viene de la jerarqua de Israel. La argumentacin de Jess pone de manifiesto la irracionalidad de tal postura, llevando a sus contrincantes al absurdo.En efecto, si los judos reconocan, ante la pregunta de Jess, que el bautismo de Juan era de Dios, se mostraban entonces pecadores, pues lo haban rechazado; pero si decan que era de los hombres, el pueblo se les echara encima, pues estimaba mucho a Juan Bautista. Ante este dilema, optan por el silencio: no lo sabemos.Pero en este repliegue vergonzante se mantienen cerrados a la verdad. Y la verdad es que la accin salvfica de Dios no est a merced de la autoridad humana. Es de Dios y se manifiesta como l elige, y a l debemos obedecer y someternos. 9 Semana DOMINGO Entrada: Mrame, oh Dios, y ten piedad de m, que estoy solo y afligido. Mira mis trabajos y mis penas, y perdona todos mis pecados, Dios mo (Sal 24,16-18).Colecta (del Misal anterior, retocada con textos del Gelasiano): Seor, nos acogemos confiadamente a tu providencia, que nunca se equivoca; y te suplicamos que apartes de nosotros todo mal y nos conceda aquellos beneficios que pueden ayudarnos para la vida presente y la futura.Ofertorio (Veronense): Seor, llenos de confianza en el amor que nos tienes, presentamos en tu altar esta ofrenda, para que tu gracia nos purifique por estos sacramentos que ahora celebramos.Comunin: Yo te invoco, porque t me respondes, Dios mo; inclina tu odo y escucha mis palabras (Sal 16,6). Os lo aseguro: cualquier cosa que pidis en la oracin, creed que os la han concedido y la obtendris, dice el Seor (Mc 11,23-24).Postcomunin (Misal de Pars, de 1738): Gua, Seor, por medio de tu Espritu a los que has alimentado con el cuerpo y la sangre de tu Hijo, y haz que, confesando tu nombre no solo de palabra y con los labios, sino con las obras y el corazn, merezcamos entrar en el Reino de los cielos. CICLO A La voluntad salvfica del Padre es universal, pero respeta nuestra libertad y nuestra decisin responsable, al mismo tiempo que nos asiste con su gracia para que nuestra respuesta pueda ser de fidelidad y de amor. La obra redentora de Cristo fue universal, expresando as la voluntad del Padre; a ella hemos de abrirnos con responsabilidad, humildad y amor, pues por amor y con amor se hizo, y tambin con dolor y sangre.Tenemos que definirnos. Qu pena que muchos hombres, cerrndose a Cristo, rechacen el amor salvfico de Dios! Qu pena tambin que los que hemos aceptado la salvacin nos preocupemos tan poco de irradiarla a todos los hombres!Deuteronomio 11,18.26-28: Mirad, os pongo delante maldicin y bendicin. Si escuchis... El mejor comentario es el de Clemente de Alejandra, que dice:En el hombre, en efecto, est la eleccin, porque es libre; pero en Dios, porque es el Seor, est dar lo que se le pide. Ahora bien, Dios da a los que quieren y se esfuerzan con toda el alma, y piden, a fin de que su salvacin resulte propia de ellos. Porque Dios no fuerza a nadie la violencia es contraria a Dios. Dios asiste a los que buscan, da a los que piden y abre a los que llaman a la puerta (Sobre la salvacin de los ricos 10).Con el Salmo 30 decimos: A ti, Seor, me acojo... S la Roca de mi refugio... Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, slvame por tu misericordia.Romanos 3,21-25.28: El hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley. Todos los hombres necesitamos de la redencin de Jesucristo, y solo por la fe la aceptamos y la podemos vivir fielmente. Comenta San Agustn:Cristo vino a los enfermos; los hall a todos enfermos. Nadie presuma, pues, de su salud, no sea que el mdico lo abandone. A todos los encontr enfermos; es afirmacin del Apstol: todos, en efecto, pecaron y estn privados de la gloria (Rom 3,23). Hall a todos enfermos, pero eran de dos clases de enfermos. Unos se acercaban al mdico, se adheran a Cristo, le escuchaban, le honraban, le seguan y se convertan. l

reciba a todos, sin repugnancia, para sanarlos, porque los sanaba gratuitamente, los sanaba con su omnipotencia... En cambio el otro gnero de enfermos, que haban perdido ya la razn a causa de su enfermedad e ignoraban que estaban enfermos, lo insultaron, porque reciba a los enfermos y dijeron a sus discpulos: ved, qu maestro tenis, que come con pecadores y publicanos (Sermn 80,4).Mateo 7,21-27: La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena. Ni la mera piedad subjetiva, ni la falsa confianza en los dones de Dios, pueden sustituir en nosotros la vida de fe y de fidelidad responsable para alcanzar la salvacin. Dice San Juan Crisstomo:No slo se derrumba lo que se edifica sobre la arena, sino que el derrumbe va acompaado de gran desastre... No se trata aqu, en efecto, de cosa de poco ms o menos, sino de la salvacin del alma, de la prdida del cielo y de los bienes eternos. Ms an: el que siga el mal, aun antes de estas prdidas eternas, llevar ac la vida ms miserable, entre continuas congojas, miedos, preocupaciones y combates. Lo cual nos dio a entender ya aquel varn sabio que dijo: el impo huye, sin que nadie le persiga (Prov 18,1). Son gentes que temen de su sombra, sospechan de amigos y enemigos, de sus esclavos, de sus conocidos y desconocidos. Antes, s, del castigo eterno, ya sufren aqu suplicio extremo.Todo eso quiso significar Cristo al decir: y la ruina de aquella casa fue sobremanera grande. Con lo que puso trmino conveniente a estos bellos preceptos suyos, persuadiendo aun a los ms incrdulos a huir de la maldad, siquiera mirando al provecho presente. Porque, si bien es cierto que la razn de lo por venir es ms alta, la otra es ms eficaz para contener a los duros de corazn y apartarlos del mal (Homila 24 sobre San Mateo 4). CICLO B La trascendencia cristiana del domingo reclama una fuerte conciencia comunitaria, que nuestra sociedad neopaganizada est muy lejos hoy de poseer. Poco a poco amplios sectores cristianos estn paganizando de nuevo el Da del Seor. Y esto, aunque muchos sean inconscientes de su gravedad, es en realidad inmoral y escandaloso. Inmoral porque se trata de quebrantar un precepto grave; escandaloso, porque fomenta un ambiente mundano y conformista, suficiente para arrastrar a los dbiles de conciencia hacia la irreligiosidad masiva o la apostasa anticristiana.Deuteronomio 5,12-15: Guarda el da del sbado, santificndolo, como el Seor tu Dios te ha mandado. No es Dios quien necesita de nuestro descanso o de nuestra adoracin. Lo necesitamos nosotros, para que no se ahogue nuestra fe y nuestra condicin de hijos de Dios en el materialismo cotidiano de la vida. Escribe San Justino a mediados del siglo II:Nos reunimos precisamente el da del Sol [Domingo], porque ste es el primer da de la creacin, cuando Dios empez a obrar sobre las tinieblas y la materia, y tambin porque es el da en que Jesucristo, nuestro Salvador, resucit de entre los muertos (Apologa I, 67).Y en el siglo IV exhorta la Didascalia:Ya que sois miembros de Cristo, no os queris separar de la Iglesia, faltando a la reunin. Teniendo a Cristo Cabeza presente y en comunicacin con vosotros, de acuerdo con su promesa, no os tengis en poco a vosotros mismos, y no dividis, ni separis su Cuerpo. No habis de preferir las necesidades de vuestra vida a la Palabra de Dios; por el contrario, el domingo dejadlo todo y acudid a la Iglesia, esto es, a la asamblea litrgica (Didascalia de los Apstoles II, 59,2).Con el Salmo 80 rendimos culto a Dios: Aclamad a Dios, nuestra fuerza. Acompaad, tocad los panderos, las ctaras templadas y las arpas; tocad la trompeta por la luna nueva, por la luna llena, que es nuestra fiesta. Porque es una ley de Israel, un precepto del Dios de Jacob, una norma establecida para Jos, al salir de la tierra de Egipto. Oigo un lenguaje desconocido: Retir mis hombros de la carga, y sus manos dejaron la espuerta; clamaste en la afliccin y te libr. No tendrs un dios extrao, no adorars un dios extranjero. Yo soy el Seor Dios tuyo, que te saqu del pas de Egipto.2 Corintios 4,6-11: La vida de Jess se manifiesta en nuestra carne mortal. En medio de un mundo pagano de increyentes, el genuino cristiano es siempre un ser consciente de su vinculacin a Cristo y un testigo fiel de su vida. El verdadero apstol de Jess, entregado por entero a los dems, participa de la agona de Cristo en su debilidad, pero al mismo tiempo recibe la fuerza y la luz del Resucitado de Pascua. Escribe San Gregorio de Nisa:Considerando que Cristo es la Luz verdadera, sin mezcla posible de error alguno, nos damos cuenta de que tambin nuestra vida ha de estar iluminada con los rayos de la Luz verdadera. Los rayos del Sol de justicia son las virtudes que de l emanan para

iluminarnos... Y para que obrando en todo a plena luz, nos convirtamos tambin nosotros en Luz, y, segn es propio de la Luz, iluminemos a los dems con nuestras obras (Tratado sobre la ejemplaridad de los cristianos 3).San Agustn dice: Quines son los que trabajan en la construccin de la Casa [la Iglesia]? Los dispensadores de los misterios de Dios. Todos nos esforzamos, todos trabajamos, todos construimos ahora; y tambin antes de nosotros se esforzaron, trabajaron y construyeron otros; pero si el Seor no construye la casa, en vano se cansan los albailes (Comentario al Salmo 126).Marcos 2,23-3,6: El Hijo del Hombre es Seor tambin del sbado. El da del Seor ha sido instituido para la santificacin de los hijos de Dios. No podemos reducirlo a un mero formalismo moral o ritualista, cifrado en la mera observancia material de un precepto.El concilio Vaticano II ensea: La Iglesia, por una tradicin apostlica que trae su origen del mismo da de la resurreccin de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho das, en el da en que es llamado con razn da del Seor o Domingo. En este da los fieles deben reunirse a fin de que, escuchando la palabra de Dios y participando en la Eucarista, recuerden la pasin, la resurreccin y la gloria del Seor Jess, y den gracias a Dios, que los hizo renacer a la viva esperanza por la resurreccin de Jesucristo de entre los muertos (1 Pe 1,3). Por esto el Domingo es la fiesta primordial, que debe presentarse e inculcarse a la piedad de los fieles de modo que sea tambin da de alegra y de liberacin del trabajo. No se antepongan otras solemnidades, a no ser que sean de suma importancia, puesto que el Domingo es el fundamento y el ncleo de todo el ao litrgico (Sacrosanctum Concilium 106). CICLO C La Iglesia orante nos invita a extender nuestra mirada a todos los hombres, para ensanchar nuestro corazn de creyentes en Cristo, con la esperanza de una salvacin sin fronteras.1 Reyes 8,41-43: Cuando venga, Seor, un extranjero para rezar en este templo, escchale desde el cielo. Salomn construy la Casa del Seor, el Templo de Jerusaln, con un corazn abierto al amor universal de Dios, es decir, con la esperanza de que todos los hombres pudieran orar all como hermanos. Esta universalidad pretendida solo tendr realizacin plena en Cristo y en su Iglesia catlica. San Agustn dice: Nosotros somos la santa Iglesia. Pero no he dicho nosotros como si me refiriera solo a los que estamos aqu, a los que ahora me habis odo. Lo somos cuantos, por la gracia de Dios, somos fieles cristianos en esta Iglesia, en esta ciudad, en esta regin, en esta provincia y an ms all del mar, y hasta en todo el orbe de la tierra... Tal es la Iglesia catlica, nuestra verdadera Madre (Sermn 213).San Cirilo de Jerusaln ensea: La Iglesia se llama catlica o universal porque est esparcida por todo el orbe de la tierra, del uno a otro confn, y porque de un modo universal y sin defecto ensea todas las verdades de la fe que los hombres deben conocer, ya se trate de las cosas visibles o invisibles, de las celestiales o terrenas; tambin porque induce al verdadero culto a toda clase de hombres, a los gobernantes y a los simples ciudadanos, a los instruidos y a los ignorantes; y, finalmente, porque cura y sana toda clase de pecados sin excepcin, tanto los internos como los externos. Ella posee todo gnero de virtudes, cualquiera que sea su nombre, en hechos y palabras y en cualquier clase de dones espirituales (Catequesis 18,23-25).Con el Salmo 116 cantamos la universalidad del mensaje de Cristo, de su extensin a todos los hombres: Alabad al Seor todas las naciones, aclamadlo todos los pueblos. Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre.La catolicidad de la Iglesia se afirma tambin continuamente en la liturgia, que no se centra en el yo, sino en el nosotros. Nosotros oramos, nosotros damos gracias al Seor y lo alabamos, nosotros pedimos por todos los hombres. Si hemos de ser verdaderos hijos de Dios, todo en nosotros ha de ser universal, es decir, catlico. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de su verdad (1 Tim 2,4).Glatas 1,1-2.610: Si quisiera agradar a los hombres, no sera servidor de Cristo. Para San Pablo, apstol de los gentiles, un Evangelio que no sea universal, que no ofrezca la salvacin a todos los hombres, es otro evangelio, no el de Jesucristo. As lo ensea el Vaticano II:Todos los hombres estn llamados a formar parte del nuevo pueblo de Dios. Por lo cual, este pueblo, sin dejar de ser uno y nico, debe extenderse en todo el mundo y en todos los tiempos, para as cumplir el designio de la voluntad de Dios, quien en un principio cre una sola naturaleza humana, y a sus hijos que estaban

dispersos, determin luego congregarlos (Jn 11,52). Para esto envi Dios a su Hijo, a quien constituy heredero de todo (Heb 1,2), para que sea Maestro, Rey y Sacerdote de todos, Cabeza del pueblo nuevo y universal de los hijos de Dios...As, pues, el nico Pueblo de Dios est presente en todas las razas de la tierra, pues de todas ellas rene sus ciudadanos, y stos lo son de un reino no terrestre, sino celestial... Este carcter de universalidad que distingue al Pueblo de Dios es un don del mismo Seor, con el que la Iglesia Catlica tiende, eficaz y perpetuamente, a recapitular toda la humanidad con todos sus bienes bajo Cristo Cabeza, en la unidad del Espritu (Lumen Gentium 13).Lucas 7,1-10: Ni en Israel he encontrado tanta fe. El Corazn del Redentor no acept fronteras, ni religiosas ni mentales, ni sociales. La fe autntica no es patrimonio de una institucin, sino una actitud profunda del alma, que se eleva personalmente al Misterio de Cristo. Esta fe es la que aparece hoy en la lectura evanglica. San Ambrosio dice: Es hermoso que, despus de haber dado sus preceptos, [Cristo] nos ensea cmo hemos de conformarnos con ellos. En efecto, inmediatamente, es presentado al Seor el siervo de un centurin pagano para ser curado. l es una figura del pueblo gentil, que estaba retenido por las cadenas de la esclavitud del mundo, enfermo de pasiones mortales, y que el beneficio del Seor haba de curar. Y al decir que estaba a punto de morir, no se equivoca el evangelista; pues, efectivamente, estaba a punto de morir, si Cristo no lo hubiese curado. Ha cumplido, pues, el precepto con su caridad celestial, amando a sus enemigos hasta arrancarlos de la muerte e invitarlos a la esperanza de la salvacin eterna...Observa cmo la fe da un ttulo para la curacin. Advierte tambin que, aun en el pueblo gentil, hay penetracin del misterio... Ni siquiera en Israel he encontrado una fe semejante. La fe de este hombre la antepone a la de aquellos elegidos que ven a Dios (Israel se interpretaba el que ve a Dios) (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, V, 83,85 y 87). LUNES Aos impares Tobas 1,1-2.2,1-9: Tobas tema a Dios ms que al rey. La Escritura presenta a Tobas, exilado en Nnive, lejos de su patria, como modelo de las grandes virtudes que ha de practicar un siervo de Dios. En medio de un pas hostil, Tobas, con gran caridad, arriesga su vida para enterrar a sus compatriotas, vctimas de la persecucin. La caridad , como Casiano ensea, da una gran fortaleza de nimo:El alma fundada en la caridad perfecta, se eleva necesariamente a una grado ms excelente y ms sublime, al temor del amor. Y esto no deriva del pavor que causa el castigo, ni del deseo de la recompensa. Nace de la grandeza misma del amor. Es esa amalgama de respeto y afecto filial, en que se unen la reverencia y la benevolencia que un hijo tiene hacia un padre benigno, el hermano hacia su hermano, el amigo hacia su amigo, la esposa hacia su esposo. No recela los golpes ni reproches. Lo nico que teme es herir el amor con el ms leve roce o herida. En toda accin, en toda palabra, se echa de ver la piedad y solicitud con que procede. Teme que el fervor del amor se enfre con lo ms mnimo (Colaciones 11).El Salmo 111 es un elogio del justo. Coincide perfectamente con la lectura anterior sobre Tobas: Dichoso quien teme al Seor y ama de corazn sus mandatos. Su linaje ser poderoso en la tierra, la descendencia del justo ser bendita. En su casa habr riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. El justo jams vacilar; su recuerdo ser perpetuo. Aos pares 2 Pedro 1,1-7: Nos ha dado Dios los bienes prometidos, con los que podis participar de su mismo ser. Los bienes recibidos de parte de Dios tienen como objeto hacernos partcipes de la naturaleza divina. Por tanto, hemos de ser fieles a la fe y a las virtudes cristianas, como dice San Len Magno: Reconoce oh cristiano! tu dignidad, pues participas de la naturaleza divina (2 Pe 1,4), y no vuelvas a la antigua vileza con una vida depravada. Recuerda de qu Cabeza y de qu Cuerpo eres miembro. Ten presente que, arrancado al poder de las tinieblas (Col 1,13), se te ha trasladado al reino y claridad de Dios. Por el sacramento del Bautismo, te convertiste en templo del Espritu

Santo. No ahuyentes a tan escogido husped con acciones pecaminosas, no te entregues otra vez como esclavo al demonio, pues has costado la sangre de Cristo, que te redimi segn su misericordia, y te juzgar conforme a la verdad (Sermn 21,3).En Jesucristo se han hecho realidad las promesas. En l Dios se entreg totalmente, constituyndose para nosotros en la causa de salvacin. ste es el motivo mayor de nuestra confianza: que Dios est con nosotros y es nuestro refugio y fortaleza. As lo proclamamos con el Salmo 90: T que habitas al amparo del Altsimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Seor: Refugio mo, Alczar mo, Dios mo, confo en Ti. Se puso junto a M, lo librar; lo proteger porque conoce mi nombre, me invocar y lo escuchar. Con l estar en la tribulacin. Lo defender, lo glorificar; lo saciar de largos das y le har ver mi salvacin.Marcos 12,1-12: Agarraron al hijo querido, lo mataron y lo arrojaron fuera de la via. La parbola de los viadores homicidas es una clara profeca de la Pasin del Seor. Bien lo dice San Ireneo:Fue Dios quien plant la via del gnero humano, cuando cre a Adn y cuando eligi a los patriarcas. Despus la confi a los viadores por medio de la legislacin de Moiss. La rode con un seto, es decir, delimit la tierra que tenan que cultivar. Edific una torre, es decir, eligi a Jerusaln. Cav un lagar, cuando prepar el receptculo de la palabra proftica; y as envi profetas antes del exilio en Babilonia, y otros despus del exilio, ms numerosos que los primeros, para recabar los frutos con las palabras siguientes:Esto dice el Seor: Enmendad vuestros caminos y vuestras costumbres; juzgad con juicio justo; tened compasin y misericordia cada uno con su hermano; no oprimis a la viuda, al hurfano, al extranjero y al pobre; que nadie conserve en su corazn el recuerdo de la malicia de su hermano; no amis el juramento falso...Cuando los profetas predicaban esto, reclamaban el fruto justo. Pero, como no les hacan caso, al fin envi a su Hijo, nuestro Seor Jesucristo, al cual mataron los colonos malos y lo arrojaron fuera de la via no ya cercada, sino extendida por todo el mundo, y la entreg a otros colonos que dieran sus frutos a sus tiempos. La torre de eleccin sobresale magnfica por todas partes, ya que en todas partes resplandece la Iglesia. En todas partes se ha cavado un lagar, pues en todas partes se encuentran quienes reciben el Espritu. Y puesto que aquellos rechazaron al Hijo de Dios y lo echaron, cuando lo mataron, fuera de la via, justamente los rechaz Dios a ellos, confiando el cuidado de los frutos a las gentes que estaban fuera de la via...Uno y el mismo es Dios Padre, que plant la via, que sac al pueblo, que envi a los profetas, que envi a su propio Hijo, que dio la via a otros colonos para que le entregaran el fruto a su tiempo (Contra las herejas IV, 36,2). MARTES Aos impares Tobas 2,10-23: Tobas no se abati a causa de la ceguera. La piedad de Tobas para con los difuntos le lleva a un gran cansancio, y ste le ocasiona un accidente, por el que pierde la vista. l persevera en el temor de Dios durante la prueba, lo mismo que Job, a pesar de las dificultades. Grande es la fortaleza de la paciencia. San Cipriano escribe: La paciencia es la que nos recomienda y guarda para Dios; ella modera nuestra ira, frena la lengua, dirige nuestro pensar, conserva la paz, endereza la conducta, doblega la rebelda de la pasin, reprime el tono del orgullo, apaga el fuego de los enconos, contiene la prepotencia de los ricos, alivia la necesidad de los pobres, protege la santa virginidad de las doncellas... La paciencia mantiene en humildad a los que prosperan, hace fuertes en la adversidad, y sufridos frente a las injusticias y afrentas. Ensea a perdonar enseguida a quienes nos ofenden, y a rogar con constancia e insistencia cuando hemos ofendido. Nos hace vencer en las tentaciones, nos hace tolerar las persecuciones, nos hace consumar el martirio. Es la que fortifica slidamente los cimientos de nuestra fe, levanta en alto nuestra esperanza... Nos lleva a perseverar como hijos de Dios, y a imitar al mismo Dios (Sobre la paciencia 20).Hay momentos difciles, en los que el justo es especialmente probado. En Dios tenemos nuestro apoyo entonces, como lo tuvo Tobas, y como lo afirma en oracin el Salmo 111: Dichoso el que teme al Seor y ama de corazn sus mandatos. Su linaje ser poderoso en la tierra, la descendencia del justo ser bendita. No temer las malas noticias, su corazn est firme en el

Seor; su corazn est seguro, sin temor, hasta ver derrotados a sus enemigos. Reparte limosna a los pobres, su caridad es constante, sin falta, y alzar la frente con dignidad. Aos pares 2 Pedro 3,12-15.17-18: Esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva. Hay que aguardar con una vida santa el da de la venida del Seor, cuando ser renovada la creacin y reinar la justicia. Necesitamos de una fe profunda, que mantenga siempre viva la esperanza. Solo el pecado nos separa de Dios y nos mantiene alejados del da del Seor. El amor, la justicia, la libertad, la igualdad... son valores que aportamos a un orden definitivo y eterno. Por tanto, en medio de muchas dificultades, con la ayuda de la gracia, debemos ejercitar el bien con toda esperanza. As lo exhorta San Juan Crisstomo: No desesperis nunca. Os lo dir en todos mis discursos, en todas mis conversaciones; y si me hacis caso, sanaris. Nuestra salvacin tiene dos enemigos mortales: la presuncin, cuando las cosas van bien, y la desesperacin despus de la cada; ste segundo es mucho ms terrible (Homila sobre la penitencia).Y San Gregorio Magno: Estis viendo en la Iglesia a muchos cuya vida no debis imitar; pero tampoco habis de desesperar de ellos. Hoy vemos lo que son, pero ignoramos lo que ser cada uno el da de maana. A veces, vemos que el que viene detrs de nosotros, llega por su industria y agilidad, ayudado por la gracia divina, a adelantarnos en las obras buenas, y apenas podemos seguir maana al que nos pareca aventajar ayer. Cuando Esteban muri por la fe, Saulo guardaba los vestidos de los que lo apedreaban (Homila 19 sobre los Evangelios).Ante la seguridad de la venida del Seor meditamos la brevedad de la vida, con el Salmo 89: Seor, T has sido nuestro refugio de generacin en generacin. Antes que naciesen los montes o fuera engendrado el orbe de la tierra, desde siempre y por siempre, t eres Dios. T reduces al hombre a polvo, diciendo: retornad, hijos de Adn. Mil aos en tu presencia son un ayer que pas, una vela nocturna. Aunque uno viva setenta aos y el ms robusto hasta ochenta, la mayor parte son fatiga intil, porque pasan aprisa y vuelan. Por la maana scianos de tu misericordia, y toda nuestra vida ser alegra y jbilo; que tus siervos vean tu accin y sus hijos, tu gloria.Marcos 12,13-17: Lo que es del Csar pagdselo al Csar, y lo que es de Dios, a Dios. Los enemigos de Jess le ponen trampas para cogerlo; pero l hace caer a sus adversarios en la misma trampa que le han tendido. El Maestro nos ensea que debemos obedecer a los que nos gobiernan, cuando lo hacen segn la ley moral.San Hilario de Poitiers comenta: Oh respuesta verdaderamente admirable y claridad absoluta de la palabra celestial! Todo est all medido, entre el desprecio del mundo y la ofensa al Csar (Mt 22,21). Declarando que es necesario dar al Csar lo que es del Csar, libra a los espritus consagrados a Dios de toda preocupacin y deber humano. En efecto, si nada de lo que pertenece al Csar se retiene en nuestras manos, nosotros no quedamos ligados por la obligacin de devolverle las cosas que son suyas.Si, por el contrario, nos dedicamos a sus cosas y nos sometemos al cuidado del patrimonio ajeno, no es injusticia devolver al Csar lo que es del Csar, y tener que dar a Dios las cosas que son suyas: el cuerpo, el alma, la voluntad.Es Dios, en efecto, quien da y acrecienta todos los bienes que tenemos y, por consiguiente, es completamente justo devolver todo esto a l; a quien, segn se nos recuerda, debemos su origen y progreso (Comentario al Evangelio de San Mateo 23,2). MIRCOLES Aos impares Tobas 3,1-11.24-25: Llegaron las oraciones de los dos a la presencia del Altsimo. El anciano Tobas ruega al Seor con humildad y arrepentimiento, en tanto que en otro lugar, una de sus compatriotas, Sara, insultada por una criada, se entrega al ayuno y a la oracin. Dios atiende las splicas de ambos, y les enva al arcngel San Rafael. Grande es el poder de la oracin. San Juan Crisstomo dice: La oracin es luz del alma, verdadero conocimiento de Dios, mediadora entre Dios y los hombres. Por ella, nuestro espritu, elevado hasta el cielo, abraza a Dios con abrazos inefables; por ella nuestro espritu espera el cumplimiento de sus propios anhelos, y recibe unos bienes que superan todo lo natural y visible... La oracin viene a ser una venerable mensajera

nuestra ante Dios; alegra nuestro espritu, confirma nuestro nimo (Homila 6 sobre la Oracin). Por encima de todo, sobre las maquinaciones contra los justos, est la providencia de Dios, que los cuida y dirige. Esta seguridad es la que provoca en ellos una esperanza slida, aun en medio de muchas y graves dificultades. No se ven defraudados jams. Dios les gua.Por eso hemos de abandonarnos en l con absoluta confianza. A esto nos ayuda el Salmo 24: A ti, Seor, levanto mi alma, Dios mo, en ti confo, no quede yo defraudado, que no triunfen de m mis enemigos; pues los que esperan en ti no quedan defraudados, mientras que el fracaso malogra a los traidores. Seor, ensame tus caminos, instryeme en tus sendas, haz que camine con lealtad; ensame, porque t eres mi Dios y salvador. Recuerda, Seor, que tu ternura y misericordia son eternas; acurdate de m con misericordia, por tu bondad, Seor. El Seor es bueno y recto, y ensea el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, ensea sus camino a los humildes. Aos pares 2 Timoteo 1,1-3,6-12: Aviva el fuego de la gracia de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos. Nuestra vocacin no depende de las propias obras buenas, sino de los designios eternos de Dios, verificados en el misterio de Cristo. El sacerdocio, concretamente, es una dignidad altsima, que sobrepasa los lmites de la naturaleza humana, y que solo puede ser recibido como don de Dios. Escribe San Juan Crisstomo:El sacerdocio, si es cierto que se ejerce en la tierra, sin embargo, pertenece al orden de la instituciones celestes, y con mucha razn. Porque no fue un hombre, ni un ngel o arcngel, ni otra potestad creada, sino el Parclito mismo quien consagr este ministerio e hizo que hombres, vestidos an de carne, pudieran ejercer oficio de ngeles. Por lo cual el sacerdote ha de ser tan puro, como si se hallase en los cielos en medio de aquellas anglicas potestades.Cierto que lo que precedi a la economa de la gracia fueron cosas formidables... el humeral, la tiara, el turbante, las vestiduras elegantes, la lmina de oro, el santo de los santos... Pero si consideramos los misterios de la gracia, veremos qu poco vale todo aquel aparato del temor y espanto, y cmo aqu tambin se cumple lo que de la ley general dijo el Apstol San Pablo: aquello que fue glorioso en cierto aspecto ya no sigue sindolo, en comparacin con esta gloria preeminente (2 Cor 3,10) (Sobre el Sacerdocio 3,1-8). Desde lo ms profundo de nuestra humildad, en medio de este mundo grandioso de la gracia, levantamos con el Salmo 122 los ojos al Seor, de quien viene todo auxilio: A ti, Seor, levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. Como estn los ojos de los esclavos, fijos en las manos de sus seores; como estn los ojos de la esclava, fijos en las manos de su seora, as estn nuestros ojos en el Seor, Dios nuestro, esperando su misericordia.Marcos 12,18-27: Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Cristo siempre sali victorioso de las dificultades que le ponan sus enemigos. Ahora a los saduceos les da una gran leccin sobre la resurreccin. La esperanza en la resurreccin es la verdadera fuerza capaz de ordenar todas las realidades humanas en una escala de valores eternos. San Juan Crisstomo comenta:Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. No es Dios les dice de quienes no existen, de quienes absolutamente han desaparecido y que no han de levantarse ms. Porque no dijo: Yo era, sino: Yo soy, es Dios de quienes existen y viven. Porque a la manera que Adn, si bien estando vivo el da que come del rbol prohibido, muere por sentencia divina, as stos, aun cuando han muerto, viven por la promesa de la resurreccin... Y an sabe el Seor de otra clase de muertos, sobre los que dice: dejad que los muertos entierren a los muertos.Las gentes que lo oyeron quedaron maravilladas de su doctrina. Los saduceos, entonces, se retiran derrotados. Las muchedumbres, ajenas a todo partidismo, sacan fruto. Por tanto, ya que tal es la resurreccin, hagamos todo lo posible a fin de obtener en ella los primeros puestos (Homila 70, 3, sobre San Mateo). JUEVES Aos impares Tobas 6,10-11; 7,9-17; 8,4-10: Os ha trado Dios a mi casa para que mi hija se case contigo. La grandeza del matrimonio ya se muestra en el Antiguo Testamento; pero es en el Nuevo donde el

Verbo encarnado, nacido de mujer (Gl 4,4), va a darle la plenitud de su dignidad. Por su vida en Nazaret, en la sagrada Familia, consagra la familia tal como haba sido preparada desde el comienzo del mundo. Pero nacido de Madre Virgen, y viviendo l mismo en virginidad, da testimonio de un valor todava superior al matrimonio. Tertuliano, hacia el 200, vea as la dignidad del matrimonio cristiano:No hay palabras para expresar la felicidad de un matrimonio que la Iglesia une, que la oblacin divina confirma, que la bendicin consagra, que los ngeles registran y que el Padre ratifica. En la tierra no deben los hijos casarse sin el consentimiento de sus padres.Qu dulce es el yugo que une a dos fieles en una misma esperanza, en una misma ley, en un mismo servicio! Los dos son hermanos, los dos sirven al mismo Seor, no hay entre ellos desavenencia alguna, ni de carne ni de espritu. Verdaderamente son dos en una misma carne; y donde la carne es una, el espritu es uno. Rezan juntos, adoran juntos, ayunan juntos, se ensean el uno al otro, se animan el uno al otro, se soportan mutuamente.Son iguales en la Iglesia, iguales en el banquete de Dios. Comparten por igual las penas, las persecuciones, las consolaciones. No tienen secretos el uno para el otro; nunca rehuyen la compaa mutua; jams son causa de tristeza el uno para el otro... Cantan juntos los salmos e himnos. En lo nico que rivalizan entre s es en ver quin de los dos lo hace mejor.Cristo se regocija viendo a una familia as, y les enva su paz. Donde estn ellos, all est tambin l presente; y donde est l, el maligno no puede entrar (Ad uxorem 2,8).A la lectura anterior conviene perfectamente el Salmo 127: Dichoso el que teme al Seor y sigue sus caminos. Comers del fruto de tu trabajo, sers dichoso, te ir bien. Tu mujer como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo alrededor de tu mesa. sta es la bendicin del hombre que teme al Seor. Que el Seor te bendiga desde Sin, que veas la prosperidad de Jerusaln todos los das de tu vida. Aos pares 2 Timoteo 2,8-15: La palabra de Dios no est encadenada. Si morimos con l, viviremos con l. San Pablo invita a Timoteo a recordar la Buena Nueva que de l mismo recibi, y a causa de la cual el Apstol sufre cadenas. Hay que permanecer fieles a la verdad, que es nica en medio de innumerables errores. Esta fidelidad no es posible sin cruz, como tampoco es posible participar de la cruz sin participar de la resurreccin. Comenta San Agustn:Quienquiera que seas t, que pones tu gloria ms en el poder que en la humildad, recibe este consuelo, aduate de este gozo: el que fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato y fue sepultado, resucit al tercer da de entre los muertos. Quiz tambin aqu te entren dudas, quiz tiembles. Cuando se te dijo: cree que ha nacido, que padeci, que fue crucificado, muerto y sepultado; como se trataba de un hombre, lo creste ms fcilmente. Y dudas ahora, oh hombre, que se te dice: resucit de entre los muertos al tercer da?Pongamos un ejemplo, entre tantos otros posibles. Piensa en Dios, considera que es todopoderoso, y no dudes. Si pudo hacerte a ti de la nada cuando an no existas, por qu no iba a poder resucitar de entre los muertos a un hombre que ya haba hecho? Creed, pues, hermanos. Cuando est de por medio la fe, no se precisan muchas palabras.sta es la nica creencia que distingue y separa a los cristianos de los dems hombres. Que muri y fue sepultado, hasta los paganos lo creen ahora; y a su tiempo lo presenciaron los judos. En cambio, que resucit de entre los muertos al tercer da, eso no lo admite ni el judo ni el pagano. As, pues, la resurreccin de los muertos distingue la vida que es nuestra fe de los muertos incrdulos. Tambin el Apstol Pablo, escribiendo a Timoteo, le dice: acurdate de Jesucristo, que resucit de entre los muertos (2 Tim 2,8).Creamos, pues, hermanos, y esperemos que se cumpla en nosotros cuanto creemos que tuvo lugar en Jesucristo. Es Dios quien promete. Y l no engaa (Sermn 215).El Evangelio del Seor ha de transmitirse con toda fidelidad, gracias a la asistencia del Espritu Santo. Pedimos esta fidelidad con el Salmo 24: Seor, ensame tus caminos, instryeme en tus sendas, haz que camine con lealtad; ensame, porque t eres mi Dios y Salvador. El Seor es bueno y es recto, y ensea el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, ensea su camino a los humildes. Las sendas del Seor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. El Seor se confa con sus fieles y les da a conocer su alianza.Marcos 12,28-34: ste es el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a ste. Jess responde a una consulta que le hacen, y afirma la primaca de la ley del amor a Dios y al prjimo. El cumplimiento de estos

mandatos supera todas las prcticas externas de religin. Este amor a Dios y al prjimo es el impulso fundamental de la vida cristiana. San Ireneo escribe: Que no era en la prolijidad de la ley, sino en la sencillez de la fe y el amor, como la humanidad deba ser salvada, lo dice Isaas (10,2223). Y tambin el apstol San Pablo: el amor es la plenitud de la Ley (Rom 13,10), porque el que ama a Dios ha cumplido la Ley. Pero, sobre todo es enseanza del Seor (Mc 12,30). As pues, gracias a la fe en l ha aumentado nuestro amor a Dios y al prjimo, nos ha hecho piadosos, justos y buenos. Y as, en l, se ha cumplido su palabra en el mundo (Demostracin de la predicacin apostlica 87). VIERNES Aos impares Tobas 11,5-17: Si antes me castigaste, ahora me has salvado y puedo ver a mi hijo. Regresa el hijo de Tobas con su esposa. Sanacin del padre. Accin de gracias. El hombre justo, que vive siempre alabando a Dios, proclama que es el Seor quien castiga y quien salva, y permanece en una continua accin de gracias. Escribe Casiano:Cuando el alma recuerda los beneficios que antao recibi de Dios, y considera aquellas gracias de que la colma en el presente, o cuando dirige su mirada al porvenir, sobre la infinita recompensa que prepara el Seor a quienes le aman, le da gracias en medio de transportes de alegra (Colaciones 9).Y San Len Magno:El cielo y la tierra, el mar y todo cuanto hay en ellos, nos hablan de la bondad y omnipotencia del que los ha creado, y la admirable belleza de los elementos puestos a nuestro servicio exige de la criatura racional el justo tributo de la accin de gracias (Sermn 44,1).En la Santa Misa es donde se da a Dios por sus beneficios una accin de gracias de valor infinito y que a l le complace.Sentimos diariamente el cuidado amoroso de Dios en nuestra vida. Esto despierta nuestra alma a una inefable alabanza, que ahora hacemos con el Salmo 145: Alaba, alma ma, al Seor; alabar al Seor mientras viva, taer para mi Dios mientras exista. l mantiene su fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos. El Seor liberta a los cautivos, el Seor abre los ojos al ciego, el Seor endereza los que se doblan, el Seor ama a los justos, el Seor guarda a los peregrinos. Sustenta al hurfano y a la viuda, y trastorna el camino de los malvados. El Seor reina eternamente, tu Dios, Sin, de edad en edad. Aos pares 2 Timoteo 3,10-17: El que se propone vivir como buen cristiano ser perseguido. San Pablo recuerda sus propios sufrimientos por Cristo, y exhorta una vez ms a guardar fidelidad, buscando fuerza en la lectura de las Sagradas Escrituras. La vida cristiana ha de estar sellada con el signo de la cruz, que es su mayor garanta de autenticidad. Una vida que camina hacia la perfeccin pasar necesariamente por el trance de la persecucin. Pero el yugo del Seor es suave y su carga ligera (Mt 11,30). Comenta San Agustn:Observen que los que aceptaron ese yugo con cerviz intrpida, y aceptaron esa carga con hombros magnnimos, se ven probados por tantas dificultades de este siglo, que no parecen llamados del trabajo al descanso, sino del descanso al trabajo. Por eso el Apstol dice: todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo, padecern persecucin (2 Tim 3, 12). Dir, pues, alguno: y cmo entonces es suave el yugo y la carga leve, puesto que el llevar ese yugo y esa carga no es otra cosa que vivir piadosamente en Cristo?... Bajo ese yugo suave y esa carga leve, omos decir al Apstol: en todo nos comportamos como ministros de Dios, con mucha paciencia, en tribulaciones, necesidades, angustias, golpes (2 Cor 6,4).Pues bien, todas esas asperezas y quebrantos que cita las padeci con frecuencia y abundancia, pero le asista el Espritu Santo, y ste, en la corrupcin del hombre exterior, renovaba al interior de da en da, y le daba a gustar el reposo espiritual en la abundancia de las delicias de Dios, suavizando todo lo presente en la esperanza de la bienaventuranza futura y aligerando todo lo pesado. He ah cmo llevaba el suave yugo de Cristo y la carga leve (Sermn 70,1-2).El Salmo 118 nos ensea que los mandatos del Seor son motivo de paz y de sosiego en medio de las tribulaciones: Muchos son los enemigos que me persiguen, pero yo no me aparto de tus preceptos. El compendio de tu palabra es la verdad, y tus justos juicios son eternos. Los nobles me perseguan sin motivo, pero mi corazn respetaba tus

palabras. Mucha paz tienen los que aman tus leyes y nada los hace tropezar. Aguardo tu salvacin, Seor, y cumplo tus mandatos. Guardo tus decretos y t tienes presentes mis caminos.Marcos 12,35-37: Cmo dicen que el Mesas es hijo de David? Si Cristo est sentado a la derecha del Padre, eso significa que es divino, de la misma naturaleza del Padre. Y Cristo, en efecto, es Hijo de Dios, pues David en el Salmo 109 lo llama su Seor. San Len Magno dice:El Verbo divino, aunque hizo suya nuestra misma debilidad, no por esto se hizo partcipe de nuestros pecados. Tom la condicin de esclavo, pero libre de la malicia del pecado, ennobleciendo nuestra humanidad sin mermar su divinidad, porque aquel anonadamiento suyo fue una dignacin de su misericordia, no una falta de poder. Por tanto, el mismo que, permaneciendo en su condicin divina, hizo al hombre, es el mismo que se hace hombre, tomando la condicin de esclavo (Carta 28, 3-4). SBADO Aos impares Tobas 12,1.5-15.20: Vuelvo al que me envi. Vosotros bendecid al Seor. Antes de retornar a Dios, el ngel Rafael exhorta a toda la familia de Tobas a que sigan siendo fieles a la oracin y perseveren en las buenas obras. Finalmente, les da a conocer su propia identidad. Alabemos tambin nosotros al Seor, dmosle gracias por el ministerio de sus ngeles, y proclamemos sus inmensas maravillas para con nosotros. Dice San Juan Crisstomo:Lo primero, doy gracias a mi Dios por medio de Jesucristo (Rom 1,8). Exordio propio de un alma dichosa, que puede ser til a todos para ofrecer a Dios los comienzos de sus buenas obras y palabras; y no slo las suyas, sino tambin las ajenas hechas rectamente. Accin de gracias que hace el alma limpia y libre de toda envidia. Y que atrae mayor benevolencia para los que muestran su gratitud...Conviene que den gracias no slo los ricos, sino tambin los pobres, no slo los sanos, sino tambin los enfermos; no slo los que tienen prosperidad, sino aquellos a quienes son adversas las cosas. Dar gracias a Dios cuando todo marcha bien no es de admirar, pero s es admirable cuando peligra la nave y se levanta una tormenta. Por eso fue premiado Job y tap la boca imprudente del diablo. l mostr claramente que, cuando las cosas marchaban bien, no daba gracias a Dios por las riquezas, sino por el amor de Dios. Y mira t por qu da gracias Pablo: no por el poder, ni por el imperio, ni por la gloria, pues todo esto no es digno de aprecio, sino por aquellas cosas que son realmente buenas: la fe, la libertad en el hablar (Comentario a la Carta a los Romanos).Alabamos al Seor por tantos beneficios recibidos con el mismo himno del anciano Tobas: Bendito sea Dios, que vive eternamente. El azota y se compadece, hunde hasta el abismo y saca de l, y no hay quien escape de su mano. Veris lo que har con vosotros, le daris gracias a boca llena, bendeciris al Seor de la justicia, y ensalzaris al Rey de los siglos. Yo le doy gracias en mi cautiverio, anuncio su grandeza y su poder a un pueblo pecador. Convertos, pecadores, obrad rectamente en su presencia: quiz os mostrar benevolencia y tendr compasin Aos pares 2 Timoteo 4,1-8: Proclama la Palabra. Yo estoy a punto de ser sacrificado y el Seor me premiar con la corona merecida. El Apstol, ya anciano, quiere que su colaborador sea fiel a su misin de evangelizador. Comenta San Agustn:El Seor, siendo justo, le dar como retribucin la corona merecida (2 Tim 4,8), cosa que no hizo antes. Pues, oh Pablo, antes Saulo, si, cuando perseguas a los santos de Cristo, cuando guardabas los vestidos de los que lapidaron a Esteban, hubiera el Seor ejercitado sobre ti el juicio, dnde estaras? Qu lugar podra encontrarse en lo ms hondo del infierno, proporcionado a la magnitud de tu pecado? Pero entonces no te retribuy como merecas, para hacerlo ahora. En tu Carta hemos ledo lo que dices acerca de tus primeras acciones. Gracias a ti las conocemos. T dijiste: yo soy el ltimo de los apstoles, y no soy digno de llamarme apstol. No eras digno, pero l te hizo serlo. No te retribuy como merecas, puesto que concedi un honor a quien era indigno de l, merecedor ms bien del suplicio. No soy digno, dice, de ser llamado apstol. Por qu? Porque persegu a la Iglesia de Dios. Y si perseguiste a la Iglesia de Dios, cmo es que eres apstol? Por la gracia de Dios soy o que soy (1 Cor 15,10). Yo

no soy nada. Lo que soy, lo soy por la gracia de Dios (Sermn 298,4).En la lectura anterior, Pablo suplica para el futuro, da gracias por el pasado y pone en el presente su confianza en Dios. La corona merecida es el futuro, el recuerdo del auxilio del Seor es su historia pasada, toda ella pura gracia. Tambin nosotros, que tantos beneficios hemos recibido de Dios, le alabamos con el Salmo 70: Llena estaba mi boca de tu alabanza y de tu gloria todo el da. No me rechaces ahora en la vejez; me van faltando las fuerzas, no me abandones. Yo seguir esperando, redoblar tus alabanzas, mi boca cantar tu auxilio y todo el da tu salvacin. Cantar tus proezas, Seor mo, narrar tu victoria toda entera. Dios mo, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas. Yo te dar gracias, Dios mo, con el arpa, por tu lealtad; tocar para ti la ctara, Santo de Israel.Marcos 12,38-44: Esa pobre viuda ha echado ms que nadie. De los mismos dones que el Seor nos ha dado, demos generosamente a Dios. l es un buen pagador. As nos lo asegura San Juan Crisstomo:El oro que piensas prestar, dmelo a M, que te pagar con mayor rdito y ms seguro. El cuerpo que piensas alistar a la milicia de otro, alstalo a la ma, porque yo soy superior a todos en la retribucin...Su amor es grande. Si deseas prestarle, l est dispuesto. Si quieres sembrar, l vende la semilla; si construir, l est diciendo: edifica en mis solares. Por qu corres tras los hombres, que nada pueden? Corre en pos de Dios que, por cosas pequeas, te da otras que son grandes (Homila 76 sobre San Mateo).

10 Semana

Domingo Entrada: El Seor es mi luz y mi salvacin: a quin temer? El Seor es la defensa de mi vida: quin me har temblar? Ellos, mis enemigos y adversarios, tropiezan y caen (Sal 26,1-2). Colecta (del Misal anterior, retocada con textos del Gelasiano): Oh Dios!, fuente de todo bien, escucha sin cesar nuestras splicas, y concdenos, inspirados por ti, pensar lo que es recto y cumplirlo con su ayuda. Ofrendas (del Misal anterior, retocada con textos del Veronense): Mira complacido, Seor, nuestro humilde servicio, para que esta ofrenda te sea agradable y nos haga crecer en el amor. Comunin: Seor, mi Roca, mi Alczar, mi Libertador, mi Fuerza salvadora, mi Baluarte (Sal 17,3); o bien: Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en l (1 Jn 4,16). Postcomunin (del Misal anterior, retocada con textos del Gelasiano): Padre de misericordia, que la fuerza curativa de tu Espritu en este sacramento sane nuestras maldades y nos conduzca por el camino del bien. CICLO A Cristo vino a llamar a los pecadores. l es infinitamente misericordioso y no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y se salve. La Misa de hoy nos lo muestra con el texto evanglico y el del profeta Oseas. Para esto necesitamos fe, como ensea San Pablo en la segunda lectura, la fe en la muerte y resurreccin del Seor. La liturgia de este Domingo nos ensea a que suba hasta Dios el homenaje de su amor y su confianza. Dios es la fuente de todo bien, como se dice en la colecta, y nos ha dado a conocer su ser ntimo: Dios es amor. Oseas 6,3-6: Quiero misericordia y no sacrificio. San Agustn explica la importancia del perdn: Centraos, hermanos mos, en el amor que la Escritura alaba de tal manera que admite que nada puede comparrsele. Cuando Dios nos exhorta a que nos amemos mutuamente, acaso te exhorta a que ames solamente a quienes te amen a ti? Este es un amor de compensacin, que Dios no

considera suficiente. l quiso que se llegara a amar a los enemigos (Mt 5,44-45). Quien te ense a orar es quien ruega por ti, puesto que eras culpable. Salta de gozo, porque entonces ser tu juez quien ahora es tu abogado. Dado que tendrs que orar y defender tu causa con pocas palabras, has de llegar a aquellas: Perdnanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores (Mt 6,12) (Sermn 386,1). Con el Salmo 49 decimos: Al que sigue buen camino le har ver la salvacin de Dios. Este Salmo es algo ms que una simple, pero dursima requisitoria contra la hipocresa de ciertas prcticas religiosas que carecen de sentido, porque no tienen el aliento vital del espritu. El sacrificio que Dios quiere es el de la alabanza, o lo que es lo mismo, que el hombre integre en sus sacrificios y ofrendas su misma persona, todo lo que l es. Romanos 4,18-25: Fue confortado en la fe por la gloria dada a Dios. Somos obra de Dios no slo en cuanto justos. San Agustn dice: Conservemos esta justificacin en la medida en que la poseamos, aumentmosla en la proporcin que requiere su pequeez para que sea plena... Todo proviene de Dios, sin que esta afirmacin signifique que podamos echarnos a dormir o que nos ahorremos cualquier esfuerzo o hasta el mismo querer. Si t no quieres, no residir en ti la justicia de Dios. Pero aunque la voluntad no es sino tuya, la justicia no es ms que de Dios. La justicia de Dios puede existir sin tu voluntad.. Sers obra de Dios, no slo por ser hombre... Quien te hizo sin ti, no te santificar sin ti... La participacin en los dolores de Cristo ser tu fuerza (Sermn 169,13). Mateo 9,9-13: No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores. La conversin de San Mateo es una gran enseanza siempre actual. Todos somos pecadores. Comenta San Efrn: l escogi a Mateo el publicano (Mt 9,9-13) para estimular a sus colegas a venirse con l. l ve a los pecadores y los llama, y les hace sentarse a su lado. Espectculo admirable; los ngeles estn de pie temblando, mientras los publicanos, sentados, gozan; los ngeles temen, a causa de su grandeza, y los pecadores comen y beben con l; los escribas rabian de envidia y los publicanos exultan y se admiran de su misericordia! Los cielos viven este espectculo y se admiran, los infiernos lo vieron y deliraron. Satans lo vio ardiendo de furor, la muerte lo vio y experiment su debilidad; los escribas lo vieron y quedaron ofuscados por ello. Hubo gozo en los cielos y alegra en los ngeles, porque los rebeldes eran dominados, los indciles sometidos, los pecadores enmendados, y porque los publicanos eran justificados. A pesar de las exhortaciones de sus amigos, l no renunci a la ignominia de la cruz y, a pesar de las burlas de los enemigos, no renunci a la compaa de los publicanos. l ha despreciado la burla y desdea las alabanzas, as contribua mejor a la utilidad de los hombres (Comentario sobre el Diatsaron 5,17). CICLO B La victoria de Cristo sobre el demonio haba sido ya profetizada en el comienzo del mundo, cuando vemos a Dios anunciar que, si bien la mujer ha sucumbido a la tentacin, su descendencia aplastar la cabeza de la serpiente. Por el pecado primero hay miserias y sufrimientos, pero se superan por la fe en Cristo resucitado, como dice San Pablo en la segunda lectura de este Domingo. Cristo, en el Evangelio, acosado por la calumnia, responde a ella proclamando su victoria sobre Satans Gnesis 3, 9-15: Establezco enemistades entre ti y la mujer entre tu estirpe y la suya. San Ireneo explica sobre Jess, nacido de mujer, Hijo del Hombre: Recapitulando todas las cosas, Cristo fue constituido Cabeza: declar la guerra a nuestro enemigo, y destruy al que en el comienzo nos haba hecho prisioneros en Adn, aplastando su cabeza, como est escrito en el Gnesis: Pondr enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la suya: l acechar a tu cabeza y t acechars a su calcaal (Gen 3, 15). Estaba predicho, pues, que aquel que tena que nacer de una mujer virgen y de naturaleza semejante a la de

Adn, tena que acechar a la cabeza de la serpiente. Esta es la descendencia de la que habla el Apstol en la Carta a los Glatas: la ley de las obras fue puesta hasta que viniera la descendencia del que haba recibido la promesa (Gl 3,19). Y todava lo declara ms abiertamente en la misma Carta cuando dice: cuando lleg la plenitud de los tiempos envi Dios a su Hijo, hecho de mujer (Gl 4,4). El enemigo no hubiese sido vencido de una manera adecuada, si no hubiese sido hombre nacido de mujer el que lo venci. Porque en aquel comienzo el enemigo esclaviz al hombre valindose de la mujer, ponindose en situacin de enemistad con el hombre. Y por esto el Seor se confiesa a s mismo Hijo del Hombre, recapitulando as en s mismo aquel hombre original del cual haba sido modelada la mujer. De esta suerte, as como por un hombre vencido se propag la muerte en nuestro linaje, as tambin por un hombre vencedor podamos levantarnos a la vida. Y as como la muerte obtuvo la victoria contra nosotros por culpa de un hombre, as tambin nosotros obtengamos la victoria contra la muerte gracias a un hombre (Contra las herejas, V,21,1-2). Con el Salmo 129 proclamamos: Desde lo hondo a ti grito. El cristiano ha de saber aplicarse este salmo a s mismo, reconocindose pecador y sepultado en el abismo de la muerte, que es el pecado. De este abismo slo la misericordia de Dios podr salvarlo, porque slo de Dios procede el perdn y la redencin completa. Esto le har ser precavido y temeroso de Dios, consciente de que el perdn es un acto libre de la misericordia divina y exige la colaboracin del hombre con el arrepentimiento. 2 Corintios 4,13-5,1: Creemos y por eso hablamos. Lo que se ve es transitorio; lo que no se ve es eterno. San Len Magno explica estas palabras: Aunque os damos estas exhortaciones y estos consejos, amadsimos, no es para que despreciis las obras de Dios o para que pensis que en las obras que Dios ha creado buenas (Gn 1,18) puede haber algo contrario a la fe, sino para que usis con mesura y razonablemente de toda la belleza de las criaturas y del ornato de este mundo (Gn 2,1), ya que como dice el Apstol, las cosas visibles son temporales, las invisibles eternas (2 Cor 4,18). Hemos nacido para la vida presente, pero hemos renacido para la vida futura; no nos entreguemos, pues, a los bienes temporales, sino apliqumonos a los eternos; a fin de que podamos contemplar ms de cerca el objeto de nuestra esperanza, en el misterio mismo del nacimiento del Seor, lo que la gracia divina ha conferido a nuestra naturaleza. Escuchemos al Apstol que nos dice: estis muertos y vuestra vida est escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida nuestra, entonces os manifestaris gloriosos con l (Col 3,3-4) (Sermn 27,6). Marcos 3,20-35: Blasfemia contra el Espritu Santo. San Agustn comenta a qu se refiere Jess: La blasfemia contra el Espritu Santo que no se perdonar ni en este siglo ni en el futuro es la impenitencia. Contra este Espritu, en efecto, de quien recibe el bautismo la virtud de borrar todos los crmenes perdn que refrenda el cielo, contra este Espritu habla, y de modo bien perverso el impo, ya con la lengua, ya con el corazn, quien, llamado a la penitencia por la bondad divina, l se va atesorando ira para el da de la ira y para la revelacin del justo juicio de Dios (Rom 2,4-6). Esta impenitencia nombre impreciso con el que podemos designar a la vez la blasfemia y la palabra contra el Espritu Santo, no tiene perdn jams..., esta impenitencia no tiene perdn alguno ni en este siglo ni en el venidero, por ser la penitencia quien en este siglo nos obtiene el perdn que ha de valernos en el futuro (Sermn 71,20). CICLO C La resurreccin del hijo de la viuda de Nan, que relata el Evangelio de hoy es una prefiguracin de la resurreccin del mismo Cristo, pero ante todo es un gesto de piedad por parte del Seor a una madre. El profeta Elas haba actuado de una manera semejante ante la angustia de la pobre viuda de Sarepta, un pas pagano, que le haba dado hospitalidad. 1 Reyes 17,17-24: Tu hijo est vivo. Elas fue aun entre los paganos el hombre de Dios. Como profeta de Yahv era tambin un instrumento del poder divino sobre la muerte y la vida entre los

hombres. Dios nos ha dado la vida y nos ha dado la gracia divina. Nuestra vida humana es un don de Dios. Pero ms an lo es nuestra vida divina por la gracia. Estbamos muertos por el pecado y hemos resucitado por el perdn otorgado por Cristo. Por eso gozosos cantamos en el salmo responsorial: Te ensalzar, Seor, porque me has librado. El Salmo 29 es un himno de accin de gracias por la salvacin recobrada; pero podemos recitarlos en sentido individual y colectivo por la liberacin de todo peligro, angustia y dolor. La gran victoria es la que Cristo obtuvo de la muerte, del pecado, del abismo eterno. El dolor es un misterio, aun para el mismo creyente, pero en Cristo se ha hecho luz y amanecer radiante con su gloriosa resurreccin. El dolor sufrido con Cristo se hace redentor, capaz de satisfacer por los pecados propios y por los de todo el pueblo. Con tal modelo podr el cristiano resistir firme la prueba, con la fortaleza de la fe y la seguridad de la esperanza. Esto es una leccin para el futuro. Las pruebas que Dios permite son medios para acercarnos ms a Dios (Rom 2,28). Glatas 1,11-19: Se dign revelar a su Hijo en m para que yo lo anunciara a los gentiles. San Juan Crisstomo se fija en las palabras con las que San Pablo describe su vida: Observas cmo seala cada acontecimiento y no se avergenza? No se limit a perseguir a la Iglesia, sino que lo hizo con furia, no slo fue tras ella, sino que tambin la devast, es decir, intent apagar a la Iglesia, destruirla, aniquilarla, hacerla desaparecer, porque eso es lo propio del que devasta... Para que no creas que se comportaba as por clera, seala que actuaba por celo y, aunque no saba qu haca, persegua, no por vanagloria, ni por odio, sino porque era celoso de las tradiciones paternas. Sus palabras quieren decir lo que sigue: si lo que hice contra la Iglesia no lo hice por motivos humanos, sino por celo divino, equivocado, pero celo al fin, cmo ahora corro en favor de la Iglesia y conozco la verdad podra actuar por vanagloria? Una pasin semejante no se apoder de m por error, sino que me gui el celo de Dios, por lo que ahora, que he conocido la verdad, sera ms justo verme libre de esa sospecha. Al tiempo que pas a la doctrina de la Iglesia, me liber de todo prejuicio judaico, con un celo entonces mucho mayor, lo que, ya en posesin de un celo divino, es una prueba de haber cambiado realmente. Si no fuera as, dime: qu otra cosa podra motivar un cambio semejante: ultraje a cambio de honores, peligros en lugar de tranquilidad, tribulacin en lugar de seguridad? No se trata de nada que no sea amor por la verdad (Comentario a la Carta a los Glatas). Lucas 7,11-17: Muchacho, a ti te lo digo, levntate! La misin salvadora de Cristo es integral, abarca por igual las almas y los cuerpos. Es la Resurreccin y la Vida (Jn 11,25). San Ambrosio comenta este pasaje del Evangelio: Este pasaje es rico en un doble provecho. Creemos que la misericordia divina se inclina pronto a las lgrimas de una madre viuda, principalmente cuando est quebrantada por el sufrimiento y por la muerte de su hijo nico, viuda, sin embargo, a quien la multitud del duelo restituye el mrito de la maternidad. Por otra parte, esta viuda, rodeada por una multitud de pueblo, nos parece algo ms que una mujer: ella ha obtenido por sus lgrimas la resurreccin del adolescente, su hijo nico; es que la Iglesia santa llama a la vida desde el cortejo fnebre y desde las extremidades del sepulcro al pueblo ms joven, en vista de sus lgrimas; est prohibido llorar a quien est reservada la resurreccin... Aunque existe un pecado grave que no puede ser lavado con las lgrimas de tu arrepentimiento, llora por ti la madre Iglesia, que interviene por cada uno de su hijos nicos; pues ella se compadece, por un sufrimiento espiritual que le es connatural, cuando ve a sus hijos arrastrarse hacia la muerte por vicios funestos. Somos nosotros entraas de sus entraas... (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib. V, 89 y 92). Lunes Aos impares 2 Corintios 1,1-7: Dios alienta hasta el punto de poder nosotros alentar a los dems. El Apstol experimenta el consuelo de Dios en la prueba y alienta a los dems. La participacin en los

sufrimientos supone la participacin asimismo en el consuelo, esto es, en la gloria. San Agustn dice: Nunca faltan persecuciones y el diablo o tiende acechanzas o maltrata, por eso siempre debemos estar preparados con el corazn fijo en el Seor y en cuanto nos sea posible, pedirle fortaleza en medio de estas fatigas, tribulaciones y tentaciones, porque nosotros somos poca cosa o nada. Lo que podemos decir de nosotros mismos, lo escuchasteis cuando se ley al apstol Pablo: como abundan, dijo, los sufrimientos de Cristo en nosotros, as tambin por Cristo abunda nuestro consuelo (2 Cor 1,5)... Si nos faltase el Consolador, desfalleceramos ante el perseguidor (Sermn 305,A,5). El consuelo es tambin para nosotros. Por eso cantamos en el salmo responso-rial: Gustad y ved qu bueno es el Seor. En el Salmo 33 alaba el salmista a Dios e invita a todos a la alabanza de Yahv. La proteccin divina que el salmista ha experimentado le llena el corazn de agradecimiento y alegra; pero no como algo pasajero que se expresa en momentos intermitentes, especialmente dedicados al culto, sino en todo momento. El s dado a Dios ha de comprometer toda la vida del creyente, sus acciones, sus pensamientos. Porque sus relaciones con Dios se fundan en la dependencia esencial y profunda del mismo existir. Todo creyente y no slo el religioso y el mstico, debera transpirar a Dios por todos los poros de su cuerpo. El salmista, posiblemente el rey David, no era anacoreta, sino un hombre de mundo, con sus limitaciones y fallos, pero fue un creyente sincero que, inspirado por Dios, traz magistralmente las coordenadas en las que todo creyente se debe mover. San Agustn ha experimentado la bondad del Seor; por eso dice: Ah tienes su dulzura; paladala y saborala, como dice el salmo: Gustad y ved cun suave es el Seor. El Seor, en efecto, se te ha hecho dulce, mas despus de haberte liberado. Qu amargura la tuya cuando presumas de ti mismo! Bebe ahora su dulzura, ella es prenda y anticipo de la dulzura del cielo (Sermn 145,5). Aos pares 1 Reyes 17,1-6: Elas sirve al Seor Dios de Israel. En el tiempo del rey Ajab, en el Reino del Norte, la reina Jezabel pretende sustituir la religin por los cultos paganos de su pas de origen. El profeta Elas es elegido por Dios para conservar en toda su pureza la ley de Moiss. Profetiza al rey la sequa como castigo de la infidelidad del pueblo. Luego, por orden de Dios, marcha cerca del Jordn y all Dios lo alimenta milagrosamente. Comenta San Agustn: Por medio de un cuervo aliment el Seor al profeta Elas. A quien los hombres perseguan le servan las aves (Sermn 239,3). Por eso la Iglesia ha puesto a esta lectura como Salmo responsorial el Salmo 120: el auxilio me viene del Seor. La providencia de Dios protege cada uno de nuestros pasos. Esa providencia se ha hecho visible y tangible en Jess de Nazaret pastor y guardin de nuestras almas (1 Pe 2,25). Caminando de su mano no hay miedo de perderse ni resbalar en el camino. Esta providencia paternal de Dios y de Cristo no quita para que vivamos vigilantes y no descuidemos de poner todos los medios a nuestro alcance para defendernos del mal, como dice el apstol San Pedro: estad alerta y velad, porque vuestro adversario el diablo anda rondando como len rugiente, y busca a quien devorar; resistidle firmes en la fe, considerando que los mismos padecimientos soportan vuestros hermanos dispersos por el mundo (1 Pe 5,8-9). Mateo 5,1-12: Bienaventuranzas. San Juan Crisstomo explica este pasaje del Evangelio: La muchedumbre no tena otro afn que contemplar milagros; pero los discpulos quieren tambin or una enseanza grande y sublime; lo que, sin duda, movi al Seor a drsela y empezar su magisterio por estos razonamientos. Porque no curaba el Seor slo los cuerpos, sino que enderezaba tambin las almas. Del cuidado de los unos, pasaba al cuidado de las otras. Con lo que no slo era ms variada la utilidad, sino que mezclaba la enseanza de la doctrina con la

demostracin de las obras. De este modo tambin cerraba las bocas desvergonzadas a los futuros herejes, pues con el cuidado que pona por una y otra sustancia de que consta el hombre, nos hace ver que l es el artfice del viviente entero. De ah que su providencia se distribua por una y otra naturaleza, alma y cuerpo, enderezando ahora a la una, ahora a la otra... Escuchemos con toda diligencia sus palabras. Porque fueron s, pronunciadas para los que las oyeron sobre el monte; pero se consignaron por escrito para cuantos sin excepcin haban de venir despus. De ah justamente que mirara el Seor, al hablar, a sus discpulos, pero no circunscribe a ellos sus palabras. Las bienaventuranzas se dirigen sin limitacin alguna a todos los hombres (Homila 15 sobre San Mateo 1). Martes Aos impares 2 Corintios 1,18-22: Jess no fue primero s y luego no. En l todo se ha convertido en un s. San Pablo se defiende de las falsas acusaciones. Se fija en Cristo que ha sido el s de Dios. Somos hijos adoptivos de Dios y llevamos por la uncin un sello impreso en nuestras almas. Se nos ha dado el Espritu como prenda de las realidades futuras. Somos ungidos por el Espritu. El bautismo y la confirmacin imprimen carcter en el alma del cristiano, y el Espritu lo configura como profeta, sacerdote y rey. As comenta San Juan Crisstomo: Estos tres tipos de personajes reciban en los tiempos antiguos la uncin que los confirmaba en su dignidad. Nosotros, los cristianos, no tenemos el beneficio de una de esas tres unciones, sino de las tres a la vez y de una manera mucho ms excelente. As es, no somos reyes siendo el imperio del cielo infaliblemente nuestra herencia? No somos sacerdotes, si hacemos a Dios la consagracin de nuestro cuerpo en lugar de vctimas irracionales y privadas de razn, como dice el Apstol: os exhorto a que ofrezcis vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios (Rom 12,1)? Por ltimo, no somos profetas si, gracias a Dios, nos han sido revelados secretos que escapan al ojo y al odo del hombre? (Homila sobre II Cor,3). Por eso cantamos en el salmo responsorial: Haz brillar, Seor, tu rostro sobre tu siervo. Todo lo que el Salmo 118 canta es el amor de Dios bajo el aspecto de la ley. Esta viene de una raz que significa ensear. La ley ensea el camino para ir a Dios. No es una carga pesada con mltiples y angustiosas normas, sino que es objeto de amor y causa de gozo. El amor a Dios se expresa, generalmente, en los salmos con el smbolo de la ley que es el camino que Dios ha puesto para ir a l. Esta ley aparece bajo diversos sinnimos. En este caso se manifiesta con el nombre de precepto, que significa confiar algo a alguien. Los preceptos son todo lo que Dios ha confiado al hombre: la creacin, su destino, su misin concreta... En general: todo lo manifestado en la Alianza. Aos pares 1 Reyes 17,7-14: No le falt el alimento. Sin embargo el profeta Elas se refugia en la casa de la viuda de Sarepta, tierra pagana, y all es alimentado y corresponde con un esplndido milagro: La orza de harina no se vaci, la alcuza de aceite no se agot. San Agustn dice: Dios alimentaba al santo Elas por medio de un ave; nunca falta a Dios la misericordia y la omnipotencia para alimentarlo siempre de esta manera. Sin embargo, lo enva a una viuda para que ella le d de comer, y no porque no hubiera otra manera de alimentar al siervo de Dios, sino para que la viuda piadosa mereciera la bendicin (Sermn 277,1). El Seor hace milagros en favor nuestro si nosotros actuamos segn su ley santa. Hace brillar sobre nosotros la luz de su rostro, como cantamos en el salmo responsorial Salmo 4, que es una oracin de confianza, de solidaridad en la fe. Esta solidaridad no se circunscribe a lo estrictamente religioso, sino que ha de estar abierta a toda la dimensin de la persona humana, creada y llamada por Dios. Nos en-sea el salmo a orar sencillamente y sin esfuerzos, tratando todos los asuntos a la

luz de Dios. El argumento que da el salmista a los hombres apartados de Dios es el hecho irrefutable de su propia experiencia: hizo milagros en mi favor, como en la viuda de Sarepta. Es como si nos dijera a nosotros: probadlo y veris lo maravilloso que es vivir segn el plan de Dios. Mateo 5,13-16: Vosotros sois la luz del mundo. Comenta San Agustn : Pero tambin los apstoles, hermanos mos, son lmparas del da. No pensis que slo Juan era lmpara y que los apstoles no lo son. A ellos les dice el Seor: Vosotros sois la luz del mundo. Y para que no pensaran que eran luz como quien es llamado Luz, de quien se dijo: Exista la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, a continuacin les mostr cul era la luz verdadera. Tras haber dicho: Vosotros sois la luz del mundo, aadi: Nadie enciende una lmpara y la pone bajo el celemn. Cuando dije que vosotros erais luz, quise deciros que erais lmparas. No exultis llenos de soberbia, para que no se apague la llama. No os pongo bajo el celemn, sino que estaris en el candelero para que deis luz. Cul es el candelero para la lmpara? Escuchad cual. Sed lmparas y tendris vuestro candelero. La cruz de Cristo es el gran candelero. Quien quiera dar luz que no se avergence del candelero de madera... No habis podido encenderos vosotros mismos para llegar a ser lmparas, tampoco habis podido colocaros sobre el candelero; sea glorificado quien os lo ha concedido. Escucha, pues, al Apstol Pablo, escucha a la lmpara que exulta de gozo en el candelero: lejos de m, dice, lejos de m, qu?: gloriarme a no ser en la cruz de nuestro Seor Jesucristo (Gl 6,14). Mi gloria est en el candelero; si me lo retiran me caigo... Vuestra alabanza es vuestra disposicin. Est crucificado el mundo para vosotros; crucificaos para el mundo. Qu quiero decir? No busquis la felicidad en el mundo; absteneos de ella. El mundo halaga; precaveos de l como de un corruptor; el mundo amenaza; no le temis en cuanto opugnador. Si no te corrompen ni los bienes ni los males del mundo, el mundo est crucificado para ti y t para el mundo. Pon tu gloria en estar en el candelero, conserva siempre, oh lmpara, tu humildad en el candelero para no perder tu resplandor. Cuida que no te apague la soberbia. Conserva lo que has hecho, para gloriarte en tu Hacedor (Sermn 289, 6). Mircoles Aos impares 2 Corintios 3,4-11: Nos ha hecho servidores de una nueva Alianza, no basada en pura letra, sino en el Espritu. Los misterios del Nuevo Testamento superan los del Antiguo. Estos estaban apegados a la letra, mas los del Nuevo lo son del Espritu. Por eso brillan ms que aqullos. San Agustn dice: Esto es un don de la gracia; mediante la virtud septiforme acta el Espritu Santo en los amados de Dios, para que la ley tenga alguna fuerza en ellos. En efecto, si quitas el Espritu, para qu sirve la ley? Hace a uno trasgresor; por eso se dijo: la letra mata (2 Cor 3,6). Manda pero nada hace. No mataba antes de ordenrsete, y si la Providencia te tena como pecador, no te tena como trasgresor. Se te ordena algo y no lo haces, se te prohbe otra cosa y la haces: he aqu que la letra mata (Sermn 250,3). Si el cdigo de la ley se inaugur con gloria no podan ver el rostro iluminado de Moiss si lo caduco tuvo su esplendor, lo que permanece ser ms esplendoroso. Santo es el Seor nuestro Dios. As cantamos con el Salmo 98, con el que proclamamos la santidad de Dios que trasciende a todo y que est por encima de las cosas creadas y contingentes, que no tiene nada que ver con los dolos, que son creacin humana. Celebramos al Dios excelso y santo por antonomasia, que tiene una santidad ontolgica y esencial y se manifiesta en que ama la justicia y establece la rectitud. La santidad de Dios se manifiesta al hombre en la cercana. De ah que tras la alusin a la Alianza, se haga mencin de los tres grandes mediadores del Antiguo Testamento: Moiss, Aarn y Samuel. Realmente fueron hombres que vivieron en una gran intimidad con Dios; pero el cristiano tiene un privilegio mayor y es que puede conocer al Dios trascendente y santo descendido a la condicin humana y hecho uno de nosotros, para ser modelo de santidad palpable y camino visible para llegar

a la santidad de Dios: Cristo, el Santo de Dios. La santidad invisible del Dios trascendente se ha hecho visible y cercana en Cristo Jess. Aprended de M que soy manso y humilde de corazn (Mt 11,29). Brill esplendorosamente en la Transfiguracin y en la Resurreccin. Aos pares 1 Reyes,18,20-39: Que sepa esta gente que T eres el Dios verdadero y que T les cambiars el corazn. Elas refuta a los sacerdotes de Baal.. La enseanza de todo este relato la encontramos en el salmo responsorial (Salmo 15), que manifiesta una total opcin por Yahv, dejando a un lado, abatidos y humillados, a todos los baales que se puedan presentar al hombre. Elas hizo su sacrificio y Dios lo acept y mostr la falsedad de los que adoran dolos inertes. Sin un Dios vivo, eterno, trascendente, Dios de Amor y de Fidelidad que llama al hombre a la existencia y le promete una vida sin trmino, no tiene sentido la vida ni la historia de los hombres. Con Dios, en cambio, la vida adquiere un sentido, porque queda abierta a la trascendencia y a la esperanza, aun despus de la muerte. Esta intuicin mstica con la que el Salmo 15 termina, ya est como en semilla, cuando el salmista reflexiona sobre la fra realidad de lo que es un mundo sin Dios: Multiplican estatuas de dioses extraos... Pero, todo son obra de sus manos que morirn con ellos y no podrn salvarlos de nada, porque nada son... Los dolos modernos son distintos; pero todos tienen de comn que son creaciones humanas... Son incapaces de abrir un horizonte de esperanza en un ms all sin trmino, que responda a las ntimas e innatas aspiraciones de la humanidad. Si no hay un Dios Creador de todo, quin podr hablar de fraternidad, o de sacrificios por el pobre, el oprimido, el marginado? Slo Dios puede inspirar esos sentimientos de fraternidad. l es el Padre de todos. Todos somos sus hijos y hermanos unos con otros. Mateo 5,17-19: No he venido a abolir, sino a dar plenitud. La ley lleg a su ms pleno desarrollo en la interpretacin y culminacin que le dio Cristo. San Juan Crisstomo explica que l cumpli la Ley y la llev a su perfeccin: Y cmo no destruy Cristo la ley y cmo cumpli a par de los profetas? Los profetas ante todo, porque con sus obras confirm cuanto aqullos haban dicho de l... En todo se cumpli alguna profeca. Todo lo cual hubiera quedado incumplido si l no hubiera venido. En cuanto a la ley, no la cumpli de una sola manera, sino de dos, y hasta de tres maneras. Primero, por no haber traspasado ninguno de sus preceptos. As, que los cumpli todos, oye cmo lo dice a Juan: de este modo nos conviene cumplir toda justicia (Mt 3,15). Y a los judos les deca: Quin de vosotros me convencer de pecado? (Jn 8,40). Y otra vez a sus discpulos: Viene el prncipe de este mundo y nada tiene que ver conmigo (ib. 14,30). Y de antiguo haba dicho el profeta: l no cometi pecado (Is 53,9). He ah el primer modo como cumpli el Seor la ley. El segundo fue haberla cumplido por nosotros. Porque ah est la maravilla, que no slo la cumpli l, sino que nos concedi tambin a nosotros gracia para cumplirla. Es lo que Pablo declar cuando dijo: el fin de la ley es Cristo, para justicia de todo creyente (Rom 10,4)... Mas si lo examinamos con diligencia, aun hallaremos un tercer modo como Cristo cumpli la ley. Qu modo es ste? La misma ley suya que estaba ahora por proclamar. Porque lo que l dice no es derogacin, sino su perfeccin y complemento (Homila 16 sobre San Mateo 2 y 3). Jueves Aos impares 2 Corintios 3,154,1.3-6: Dios ha brillado en nuestros corazones, para que nosotros iluminemos, dando a conocer la gloria de Dios. Al revelar Cristo el verdadero alcance del Antiguo Testamento retira el velo que lo encubra. Los que creen en Cristo se transforman de da en da a imagen de la gloria esplendorosa del resucitado. San Agustn dice:

Se quita el velo, no Moiss; el velo, no la ley. Y ved cmo a la venida del Seor se quita el velo. Cuando fue colgado del madero, el velo se rasg. Oh misterio grande! Oh smbolo inefable! Crucifican los trasgresores de la ley, y los secretos de la ley mustranse de manifiesto. No fue la cruz como una llave? Ella sujet al Seor y solt lo encerrado. Mas, aun rasgado el velo, tienen los judos el velo echado sobre su rostro... Pudieron ellos tener la ley escrita en piedra. !Oh! Si la tuviesen grabada en el corazn, estaran con nosotros. Tengamos nosotros, hermanos, la ley en el corazn y probmoslo no con alabanzas verbales, sino con obras buenas... Vase vuestro fruto, gceme yo en vuestras obras. No puedes t decir al enfermo: Levntate y anda; mas s puedes decir: Hasta que te levantes de tu lecho toma y come. No puedes t sanar al enfermo, mas bien puedes vestir al desnudo. Haz lo que puedas que Dios no ha de pedirte lo imposible (Sermn 125,A,3). Con el Salmo 84 decimos: La gloria del Seor habitar en nuestra tierra. La vemos con la cara descubierta y reflejamos la gloria del Seor y nos vamos transformando en su imagen con resplandor creciente. San Agustn comenta: Cantad y edificad; cantad y cantad bien. Anunciad el da del da, su salvacin. Anunciad el da del da, su Cristo. Pues, cul es su salvacin sino su Cristo? Esta salvacin es la que pedimos en el Salmo: mustranos, Seor, tu misericordia y danos tu salvacin (Sal 84, 8). Esta salvacin deseaban los antiguos justos, de los que deca el Seor a sus discpulos: Muchos quisieron ver lo que vosotros estis viendo y no pudieron (Lc 10,24). Y danos tu salvacin. Esto dijeron aquellos justos: Danos tu salvacin, es decir, que veamos a tu Cristo mientras vivimos en esta carne. Veamos en la carne a quien nos libre de la carne; llegue la carne que purifica la carne; sufra la carne y redima el alma y la carne. Y danos tu salvacin, Con este deseo viva aquel Santo anciano y lleno de mritos divinos, Simen, deca tambin: Mustranos, Seor tu misericordia y danos tu salvacin. A este deseo y a estas preces recibi como respuesta que no gustara la muerte hasta que no viera al Cristo del Seor (Sermn 163,4). Y en otro lugar: La verdad ha brotado de la tierra. Qu beneficio nos ha aportado? La verdad ha brotado de la tierra y la justicia ha mirado desde el cielo (Sal 84,10). Estabas dormido y vino hacia ti, roncabas y te despert; te hizo un camino a travs de s para no perderte a ti. Puesto que la verdad ha brotado de la tierra, por eso nuestro Seor Jesucristo naci de una Virgen: la justicia ha mirado desde el cielo para que los hombres tuvieran justicia, no propia, sino de Dios (Sermn 189,2). Aos pares 1 Reyes 18,41-46: Elas or y el cielo dio su lluvia. La conversin del pueblo de Israel al verdadero Dios y la oracin del profeta atrajeron la misericordia de Dios. La sequa ces por la oracin de Elas. Sobre el poder de la oracin escribe Orgenes: Un cristiano, por ignorante que sea, est persuadido de que todo lugar es parte del universo y todo el mundo templo de Dios. Y, orando en todo lugar, cerrados los ojos de la sensacin y despiertos los del alma, trasciende el mundo todo. Y no se para ante la bveda del cielo, sino que llega con su pensamiento hasta el lugar supraceleste, guiado por el espritu de Dios. Y, como si se hallara fuera del mundo, dirige su oracin a Dios, no sobre cosas cualesquiera, pues ha aprendido de Jess a no buscar nada pequeo, es decir, nada sensible, sino slo lo grande y de verdad divino, aquellos dones de Dios que nos ayudan a caminar hacia la bienaventuranza que hay en l mismo, por medio de su Hijo, el Logos de Dios (Contra Celso 7,44). Con el Salmo 64 proclamamos: Oh Dios, t mereces un himno en Sin. Dios es providente con el hombre. Le da las lluvias a su tiempo y as, de toda la tierra, de los pramos y de las colinas, de los valles y de las praderas vestidos de mieses, se eleva como un resplandor de alegra que canta y aclama la bondad de Dios. Es la espiritualidad de la naturaleza tan cercana e inmediata al hombre, la que hay que descubrir. Porque todo lo que nos rodea es un don de Dios. Los santos, a travs de la creacin, se remontaban a la contemplacin para alcanzar el amor, como haca San Ignacio de Loyola. Pero, sobre todo, hemos de mirar el orden sobrenatural de Dios. San Jernimo recordaba que las cosas materiales pueden tener un sentido espiritual que las completa. As el agua, la fuente,

la sed, los frutos... son smbolos de otra agua que salta hasta la vida eterna (Jn 4,14), de otra sed que slo puede saciar Cristo (Jn 7,37-39), de otros frutos que pueden llegar al ciento por uno (Mt 13, 8). Por esto y otros muchos bienes materiales y espirituales, que recibimos de Dios hemos de cantar con el salmista: Oh Dios, T mereces un himno en Sin. Mateo 5,2026: Todo el que est peleado con su hermano ser procesado. Cristo promulg la nueva ley, que completa y perfecciona la antigua. De este modo el espritu de hombre se perfecciona por la doctrina de Cristo. San Juan Crisstomo lo expone as: Mas no se detiene el Seor en lo ya dicho, sino que aade muchas cosas ms, por las que nos demuestra cunta cuenta tiene de la caridad. Ya nos ha amenazado con el juicio, con el concejo y hasta con el infierno; y ahora aade otra cosa muy en consonancia con todo lo dicho: Si ofreces tu ofrenda sobre el altar y all te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda delante del altar y marcha a reconciliarte primero con tu hermano y entonces ven y ofrece tu ofrenda. Oh bondad, oh amor que sobrepuja todo razonamiento! El Seor menosprecia su propio honor a trueque de salvar la caridad; con lo que nos hace ver de paso que tampoco sus anteriores amenazas procedan de desamor alguno para con nosotros, ni deseo de castigo, sino de su mismo inmenso amor (Homila 16,9 sobre San Mateo). Viernes Aos impares 2 Corintios 4,7-15: Quien resucit a Jess, tambin con Jess nos resucitar y nos har estar con vosotros. El ministerio de San Pablo se realiza en medio de sufrimiento, pero esta unin con la muerte de Cristo manifiesta su vida, tanto en lo referente al mismo Apstol cuanto en los dems fieles. Pero llevamos los dones de Dios en vasos de barro. Explica San Agustn: Admirable bondad la de Dios que nos otorga un don igual a l mismo! Su don es el Espritu Santo. Y el Padre, y el Hijo y el Espritu Santo son un Dios nico: la Trinidad. Y qu bien nos trajo el Espritu Santo? Oyselo al Apstol: EL amor de Dios ha sido derramado en vuestros corazones. De dnde, oh mendigo, te vino ese amor de Dios derramado en tu corazn? Cmo ha podido este amor divino ser derramado en el corazn del hombre? Tenemos, dijo el Apstol, el tesoro ste en vasos de barro. A qu fin en vasos de barro? Para que resalte la fuerza de Dios (2 Cor 4,7). Habiendo por ltimo dicho: El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones, y, al objeto de que no se atribuya nadie a s mismo el amar a Dios, aadi: Por el Espritu Santo que nos fue dado. Luego para que t ames a Dios es necesario que more Dios en ti, que su amor te venga de l, es decir, que recibas su mocin, ponga en ti su fuego, te ilumine y levante a su amor (Sermn 128,4). Por todo eso ofrecemos al Seor un sacrificio de alabanza y lo hacemos con el Salmo 115: Tena fe, aun cuando dije: qu desgraciado soy. Yo deca en mi apuro: los hombres son unos mentirosos. Mucho cuesta al Seor la muerte de su fieles. Seor yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava; rompiste mis cadenas. Te ofrecer un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Seor. Cumplir mis votos, en presencia de todo el pueblo. Aos pares 1 Reyes 9,9.11-16: Aguarda al Seor en el monte. Elas amenazado de muerte por Jezabel, huye hasta el monte santo el Horeb, en donde Dios se manifest en otro tiempo a Moiss, como el nico y verdadero Dios. Ahora se aparece a Elas en medio de un susurro, de una brisa ligera, smbolo de la intimidad de Dios para con su pueblo. San Agustn explica el Salmo 26: El ansia de Dios se ha de manifestado muchas veces en las Sagradas Escrituras sobre todo en los Salmos: Tu rostro buscar Seor, no me escondas tu rostro (Sal 26). Esto es en definitiva lo nico que importa al salmista, porque quien ha afirmado por la fe que Dios es su vida, su alegra, su

defensa, su camino, sabe por la fe que Dios no le puede faltar. Al lado de Dios todo se desvanece, incluso la angustia mortal. Tu rostro buscar, Seor. Nada puede decirse ms excelente. Esto lo perciben lo verdaderos amantes. Quiz alguno quisiera ser feliz e inmortal, se ha escrito, en aquellos placeres de las concupiscencias terrenas que ama. Pero t, qu diras si te hiciera inmortal en estos deleites y deseos de alegras eternas? Tal amador respondera: No los quiero. Todo lo que existe fuera de l no es deleite para m. Quteme el Seor todo lo que quiera darme. Dseme l. Dgale, pues, nuestro corazn: He buscado tu rostro; no apartes de m tu faz. Sea sta su respuesta: quien me ama guarda mis mandamientos; quien me ama ser amado por mi Padre y tambin yo lo amar y me mostrar a l (Jn 14,21). Sin duda alguna le estaban viendo con los ojos aquellos a quienes deca esto y escuchaban con sus odos el sonido de su voz, y en su corazn humano pensaban que era slo un hombre; pero a quienes le amaban les prometi mostrrseles a S mismo, es decir, lo que jams el ojo vio, ni el odo oy, ni lleg al corazn del hombre. Hasta que esto suceda, hasta que nos muestre lo que nos basta, hasta que bebamos y nos saciemos de l, fuente de vida; mientras, caminando en la fe, peregrinamos hacia l, mientras sentimos hambre y sed de justicia y deseamos con indecible ardor la hermosura de la forma de Dios (Sermn 194,4). Mateo 5,27-32: Nuestro Seor se dirige a todos los hombres y condena adems el acto interno, aunque no vaya acompaado de efectos externos. El lenguaje enrgico con que nuestro Seor advierte contra la ocasin de pecar no se ha de tomar literalmente: el ojo izquierdo, por ejemplo, supone tanto peligro como el derecho. Las expresiones: ojo derecho y mano derecha significan evidentemente todo lo que nosotros tenemos de ms querido. Si estos constituyen un obstculo en la senda moral deben ser apartado de nosotros. Comenta San Juan Crisstomo: Una vez que nos mostr el Seor el dao de que de ah se sigue, pasa adelante y encarece la ley, mandndonos cortar y extirpar y arrojar lejos de nosotros lo que nos escandalice. Y eso nos ordena el que mil veces nos ha hablado de su amor! Con lo que has de caer en la cuenta, por uno y otro lado, de su providencia y cmo en todo y por todo busca tu provecho (Homila 17,3 sobre San Mateo). Sbado Aos impares 2 Corintios 5,14-21: Al que no haba pecado Dios le hizo expiar nuestros pecados. Nos apremia el amor de Cristo, que muri para salvarnos a todos y nos reconcili con Dios. San Gregorio Nacianceno explica estas palabras de San Pablo: Jess, que desde el principio acogi a los pecadores, deja el suyo, para ir de un lugar a otro (Mt 19,1). Con qu fin? No slo para ganar mayor nmero de hombres para el amor de Dios, frecuentando su trato, sino tambin, a mi parecer, para santificar un mayor nmero de lugares. Para el judo se hizo judo, para ganar a los judos; para ganar a los que estaban bajo la ley, se sujet a la ley, con los dbiles se hizo dbil, a fin de salvar a los dbiles, se hizo todo a todos para ganarlos a todos (1 Cor 9,19-23). Por qu digo a todos, mientras Pablo dice a algunos, hablando de s mismo? Porque yo pienso que el Salvador ha sufrido ms. En efecto, no slo se hizo judo, no slo acept los nombres ms absurdos e injuriosos, sino tambin, y es ms absurdo, l se hizo pecado (2 Cor 5,21). Ciertamente l no lo es (Gl 2,17), pero recibi el nombre. Cmo podra l ser pecado el que nos libra del pecado (Rom 6,18-22)? Y como ser maldicin el que nos rescat de la maldicin de la ley (Gl 3,13)? Pero l llega hasta eso para hacernos ver qu es la humildad y mostrarnos la medida de esa humildad que nos ha merecido la exaltacin (Lc 14,11). Como hemos dicho llega a pecado y desciende al nivel de todos, echa el anzuelo a todos para sacar el pez del fondo del mar, el que nada entre las olas agitadas y salobres de la vida del hombre (Sermn 37,1). Con el Salmo 102 proclamamos: el Seor es compasivo y misericordioso. El amor de Dios eclipsa a su majestad de juez. El Dios infinitamente grande se inclina como un padre sobre aquellos

que se convierten a l. Cristo es la manifestacin visible de la invisible bondad de Dios, como dice San Pablo en la Carta a Tito (3,4-7). All encontramos la mejor definicin que podra encontrarse de Cristo. Comenta San Agustn: No nos ha tratado en conformidad con nuestras obras. En efecto, somos hijos. Cmo lo probamos? El Hijo nico, para no seguir siendo nico, muri por nosotros. No quiso ser nico, quien muri siendo nico. A muchos hizo hijos de Dios el Hijo nico de Dios. Con su sangre compr hermanos; siendo l reprobado los aprob, vendido los rescat, ultrajado los honr, muerto los vivific (Sermn 131,5). Aos pares 1 Reyes 19,19-21: Elas llama a Eliseo con un gesto proftico. Con razn la vocacin de Eliseo y su entrega absolutamente ha sido siempre un modelo de la obediencia que hemos de dar a toda llamada del Seor. Los relatos sobre la vocacin son, en muchas ocasiones, las pginas ms impresionantes de la Biblia, como ya se ha expuesto en otras ocasiones al tratar de la vocacin. Lo mismo podemos decir de los Santos Padres. La vocacin es el llamamiento que Dios hace al hombre, directamente o por medio de otros, que ha escogido y que destina a una obra particular de salvacin. Es un llamamiento personal dirigido a la conciencia ms profunda del hombre y que modifica radicalmente su existencia, hacindolo otro hombre. La llamada de Dios debe tener una correspondencia pronta, sin dilaciones. Dios tiene siempre unos planes ms elevados: para el llamado y para los que aparentemente saldran perjudicados por su marcha. Cuando Dios llama, se es el momento ms oportuno, aunque aparentemente, miradas las cosas con ojos humanos, puedan surgir razones que dilaten la entrega. Dice Surez: Si Dios nos ha elegido, entre una infinidad de criaturas posibles para desempear una misin en la creacin, esto es un hecho que nosotros no podemos cambiar y ante el cual la nica actitud digna de un hombre es la aceptacin tal cual es, porque ni depende de nosotros, ni dejar de ser as porque pretendamos ignorarlo (La Virgen Nuestra Seora 81). La Iglesia en su liturgia lo expone con el Salmo 15: T eres, Seor, el lote de mi heredad. No se trata de alguien que busca refugio en Dios, y pide fortaleza para permanecer siempre contra todas las dificultades en esta fidelidad primera. Esta es la opcin de todo creyente verdadero que la hizo para siempre. Pero el peligro existe. Son muchos los dolos que se presentan en su vida para alejarlo del camino emprendido: el dinero, el placer, el poder, los honores... por esto exclama: Protgeme, Dios mo, que me refugio en Ti Mateo 5,33-37: Yo os digo que no juris en absoluto. La verdad y la sinceridad de la propia palabra tiene que ser suficiente para que nos consideren dignos de crdito. San Agustn expone su propia experiencia: Un juramento en falso no es un pecado sin importancia; al contrario, el jurar en falso es pecado tan grande que el Seor prohibi todo juramento, para evitar el juramento en falso (Sermn 307,2). En otro lugar dice: Tambin yo juraba a cada momento: tambin yo tuve esta costumbre horrible y mortal. Lo confieso a vuestra caridad. Desde que empec a servir a Dios y vi el mal que encierra el perjurio, se apoder de m un fuerte temor y con l fren tan arraigada costumbre. Una vez frenada, se la contiene; contenida, languidece; languideciendo, muere; y la mala costumbre deja lugar a la buena (Sermn 180,10). Esto nos obliga a ser siempre sinceros. La sinceridad es una virtud cristiana por excelencia porque est relacionada ntimamente con la verdad y Jesucristo nos dijo que l era la Verdad. La sinceridad del Seor fue reconocida por su propios enemigos (cf. Mt 22,15ss.). A veces nos da miedo la verdad, porque es exigente y comprometida. Muy relacionada con la sinceridad est la sencillez, consecuencia de vivir la vida de infancia espiritual. El alma sencilla no se enreda ni se complica intilmente por dentro. Se oponen a la

sencillez la afectacin y la oficiosidad, posturas superficiales, por las que el hombre se deja llevar movido por frmulas o actitudes vacas, o por simple imitacin de otras personas. Se oponen tambin la pedantera, la jactancia y la hipocresa. Casiano dice: Son ms peligrosos y ms difciles de remediar los vicios que tienen apariencia de virtud y se cubren con la apariencia de cosas espirituales, que los que tienen claramente por fin el placer sensual. A estos, en efecto, como las enfermedades que se manifiestas con claridad, puede atacrseles de frente y se les cura al instante. Los otros vicios, en cambio, paliados con el velo de la virtud, permanecen incurables, agravando el estado de los pacientes y haciendo desesperar el remedio (Colaciones,4).

11 Semana Domingo Entrada: Escchame, Seor, que te llamo. T eres mi auxilio. No me deseches, no me abandones, Dios de mi salvacin. Colecta (del Misal anterior, y antes de los Sacramentarios Gelasiano y Gregoriano): Oh Dios!, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras splicas; y pues el hombre es frgil y sin ti nada puede, concdenos la ayuda de tu gracia para guardar tus mandamientos y agradarte con nuestras acciones y deseos. Ofrendas (del Misal anterior, retocada con textos del Veronense): T nos has dado, Seor, por medio de estos dones que te presentamos, el alimento del cuerpo y el sacramento que renueva nuestro espritu; concdenos con bondad que siempre gocemos del auxilio de estos dones. Comunin: Una cosa pido al Seor, eso buscar: habitar en la casa del Seor por los das de mi vida (Sal 26,4) ; o bien: Padre santo: gurdalos en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros, dice el Seor (Jn 17,11). Postcomunin (del Misal anterior): Que esta comunin en tus misterios, Seor, expresin de nuestra unin contigo, realice la unidad de tu Iglesia. CICLO A Todos constituimos un pueblo, que es el depositario de la gracia y de la obra de Cristo. Y, por lo mismo, depositario de la salvacin que los dems hombres necesitan. xodo 19,2-6: Seris para M un reino de sacerdotes y una nacin santa. Los Apstoles son enviados, como lo haba sido Moiss, para anunciar a los hombres sin esperanza, que Dios quiere hacer de ellos, su pueblo, Israel, pueblo sacerdotal, figura del nuevo pueblo de Dios. Pueblo de reyes, asamblea santa, pueblo sacerdotal! Pueblo de Dios: bendice a tu Seor! Son apelativos legtimos del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento y que pasan a la Iglesia, verdadero Pueblo de Dios en el Nuevo Testamento. Los santos Padres han tratado muchas veces del sacerdocio comn de los fieles. En esta ocasin trasladamos aqu un texto de San Pedro Crislogo:

Hombre, procura ser t mismo el sacrificio y el sacerdote de Dios. No desprecies lo que el poder de Dios te ha dado y concedido. Revstete con la tnica de la santidad; que la castidad sea tu ceidor, que Cristo sea el casco de tu cabeza, que la cruz defienda tu frente, que en tu pecho more el conocimiento de los misterios de Dios, que tu oracin arda continuamente, como perfume de incienso; toma en tus manos la espada del Espritu; haz de tu corazn un altar y, as afianzado en Dios, presenta tu cuerpo al Seor como sacrificio. Dios te pide fe, no desea tu muerte; tiene sed de tu entrega, no de tu sangre; se aplaca, no con tu muerte, sino con tu buena voluntad (Sermn108). Por eso cantamos en el Salmo 99: nosotros somos tu pueblo y ovejas de tu rebao. Este Salmo nos lleva como de la mano al sacrificio puro y santo de la Nueva Alianza en la sangre de Cristo. Este es el verdadero sacrificio de expiacin y de accin de gracias, la Eucarista. En l podemos pagar con creces nuestras ofensas al Padre, puesto que en l se ofrece el Cuerpo y la Sangre de Cristo derramada por nuestros pecados. Pero, adems, el sacrificio admirable y todo santo de la Cruz se reactualiza sacramentalmente en la Eucarista, o Santa Misa. Y es el que funda y constituye la Iglesia, como Cuerpo mstico de Cristo y Pueblo de Dios congregado. Nunca mejor dicho que en la Cruz, en la Eucarista, l nos hizo y somos ovejas de su rebao, un pueblo santo, regio y sacerdotal. Romanos 5,6-11: Si fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, con cuanta ms razn seremos salvados por su vida. San Efrn dice: Nuestro Seor fue dominado por la muerte, pero l venci a la muerte, pasando por ella como si fuera su camino. Se someti a la muerte y la soport deliberadamente para acabar con la obstinada muerte. En efecto, nuestro Seor sali cargado con la cruz, como deseaba la muerte; pero desde la cruz grit, llamando a los muertos a la resurreccin, en contra de lo que la muerte deseaba. La muerte le mat gracias al cuerpo; pero l, con las mismas armas, triunf sobre la muerte. La divinidad se ocult bajo los velos de la humanidad; slo as, acab con la muerte. La muerte destruy la vida natural, pero luego fue destruida, a su vez, por la vida sobrenatural. La muerte, en efecto, no hubiera podido devorarle a l si l no hubiera tenido un cuerpo, ni el abismo hubiera podido tragarle si l no hubiera estado revestido de un cuerpo, pero cuando hubo asumido el cuerpo, penetr en el reino de la muerte, destruy sus riquezas y desbarat sus tesoros (Sermn 3 sobre Nuestro Seor). Mateo 9,36-10,8: Llam a sus doce discpulos y los envi. En el plan divino, Israel deba ser el que primero recibiera los beneficios de la ofrenda mesinica (cf. Rom 1,16). La misin est confinada al territorio galileo. La autenticidad de su mensaje est garantizada con milagros. Sus propsitos misioneros no han de ser oscurecidos y frustrados por la ambicin del dinero, ya que el poder de obrar milagros nada les ha costado a los Apstoles. Comenta San Juan Crisstomo: Mirad la grandeza del ministerio, mirad la dignidad de los apstoles. No se les manda que hablen de cosas sensibles, ni como hablaron antao Moiss y los profetas. Su predicacin haba de ser nueva y sorprendente. Moiss y los profetas predicaban de la tierra y de los bienes de la tierra; los apstoles, del reino de los cielos y de cuanto a l atae. Mas no slo por este respecto son los apstoles superiores a Moiss y a los profetas, sino tambin por su obediencia. Ellos no se arredran de su misin ni vacilan como los antiguos... Ninguna gracia hacis a los que os reciben, pues no habis recibido vuestros poderes como una paga ni como fruto de vuestro trabajo. Todo es gracia ma. De este modo, pues, dad tambin vosotros a aqullos. Porque, por otra parte, tampoco es posible hallar precio digno de lo que vuestros dones merecen (Homila 32,4,sobre San Mateo). CICLO B En la historia de la salvacin los acontecimientos salvficos evidencian la Voluntad de Dios por encima de los proyectos y esperanzas humanos. Aqulla termina siempre superando los planes y la capacidad limitada de los hombres. Ezequiel 17,22-24: Ensalc un rbol humilde. El desastre del pueblo de Dios, en los das de Nabucodonosor y de la cautividad babilnica, fue resultado de una poltica, que confi ms en los

poderes humanos que en la fidelidad a Dios. Tras la humillacin saludable, la iniciativa divina salvara a su pueblo. La misin de los profetas, como centinelas de los intereses espirituales de su pueblo, es situar en su debida proporcin el alcance de los castigos de Dios a su pueblo. En medio de todas las encrucijadas crticas de la historia de Israel se cierne siempre la esperanza mesinica, como norte de vida nacional. Esta lectura hace relacin con el Evangelio de hoy, sin el cual no se la entiende. Una vez ms se trata en la liturgia de la humildad y de su eficacia en orden a la Iglesia. San Len Magno elogia la humildad: Reconozca la fe catlica su nobleza en la humildad del Seor y encuentre su alegra la Iglesia, Cuerpo de Cristo, en los misterios de su salvacin... Mas para curar las enfermedades, para dar vista a los ciegos, para resucitar a los muertos, qu hay ms conveniente que curar las heridas del orgullo con los remedios de la humildad? (Sermn 25,5). Con el Salmo 91 proclamamos que Es bueno dar gracias al Seor. Los caminos de la providencia de Dios son, a veces, difciles de comprender; pero el hombre de fe sencilla y humilde como la de un nio, podr reconocer fcilmente que Dios va escribiendo en ellos la historia de un Amor infinito y de una fidelidad sin lmites: El justo crecer como la palmera. Se alzar como cedro del Lbano; plantado en la casa del Seor, crecer en los atrios de nuestros Dios. En la vejez seguir dando fruto y estar lozano y frondoso; para proclamar que el Seor es justo, que en mi Roca no existe la maldad . 2 Corintios 5,6-10: En destierro o en patria nos esforzamos en agradar a Dios. La salvacin definitiva del hombre no se debe a los valores humanos, ni es fruto de xitos espectaculares terrenos. Es obra de Dios que nos la garantiza en Cristo y que habr de juzgarnos por nuestra fidelidad a l. San Agustn dice que Cristo es el camino para nuestra peregrinacin: Mientras dura la peregrinacin en este cuerpo mortal, caminis en la fe. Cristo Jess, en su condicin de hombre que se dign tomar por nosotros, se ha convertido en camino seguro para vosotros; Cristo Jess a quien tendis, reserv, en efecto, gran dulzura para quienes le temen; quienes esperan en l tendrn acceso en plenitud a ella cuando hayamos recibido tambin en la realidad lo que ahora hemos recibido en esperanza. Pues somos hijos de Dios y an no se ha manifestado lo que seremos; sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a l, porque lo veremos tal cual es (1 Jn 3,2). Lo mismo prometi en el Evangelio: Quien me ama, dijo, guarda mis mandamientos. Y quien me ama ser amado por mi Padre, y yo lo amar y me mostrar a l (Jn 14,21). Ciertamente le estaban viendo aquellos con quienes hablaba, pero en la forma de siervo, en la que es menos que el Padre. La primera la mostraba a quienes teman; la segunda la reservaba para quienes esperaban en l; en aqulla se manifestaba a los que iban de viaje, a sta llamaba a los que iban a habitar con l; aqulla la mostraba a los caminantes, sta la prometa a los que llegasen a la meta (Sermn 260,A,1). Marcos 4,26-34: Era la semilla ms pequea, pero se hace ms alta que las dems hortalizas. El estado glorioso del Reino futuro suceder al estado actual de humildad. Comenta San Jernimo: Pienso que las ramas del rbol del Evangelio, que crece del grano de mostaza, son los dogmas diversos, en los que descansa cada una de las aves dichas. Tomemos nosotros tambin alas de paloma para que, volando a las ms altas, podamos habitar en las ramas de este rbol y hacernos nidos de las enseanzas, huyendo de las cosas de la tierra y corriendo hacia las del cielo (Comentario al Evangelio de San Mateo). El Reino tiene en apariencia un comienzo humilde. Pero Cristo predice un notable desarrollo del que la historia da testimonio. No la inmediatez ni la espectacularidad. Sin embargo, no hay nadie que lo pare. Pasan los perseguidores, los detractores, los cismticos, los malos hijos, los calumniadores. La Iglesia sigue creciendo por doquier y profundizando en santidad. Es admirable la cantidad de procesos de beatificacin y canonizacin que hay en la Congregacin para las Causas de los Santos y sigue aumentando sin cesar. CICLO C

En este Domingo se nos recuerda la necesidad que tenemos de conversin permanente: penitencia por el pecado y nueva vida, propias de hijos de Dios, regenerados por el sacrificio redentor del Seor Jess. Tambin nosotros somos pecadores ante Dios. Es menester reconocer humildemente nuestros pecados, pero tambin responder al designio de Dios, que quiere que rehagamos nuestras nuestras vidas por una penitencia eficaz y constante y nos reintegremos al Amor que brota de su Corazn divino. 2 Samuel 12,7-10.13: El Seor perdona tu pecado. No morirs. Pec David y, corregido por el profeta, confes su pecado y se arrepinti: Ten piedad de m, Seor, segn tu gran misericordia. En un comentario atribuido a San Agustn se dice: (Dios) vio el corazn de David, cuando, recriminado y gravemente por el profeta, despus de las terribles amenazas de Dios, exclam, diciendo: Pequ, y al instante escuch: El Seor ha borrado tu pecado... Tal es el valor de estas dos slabas: Pequ consta de dos slabas, pero mediante ellas subi al cielo la llama del sacrificio del corazn. As, pues, quien haga penitencia en verdad y se vea libre de la atadura que le tena sujeto y separado del Cuerpo de Cristo, si despus de haber hecho penitencia vive santamente, como ya deba haber vivido antes, muera cuando muera despus de la reconciliacin, se encamina hacia Dios, se encamina al descanso, no se ver privado del Reino de Dios, y ser separado de la compaa del diablo (Sermn 393). Con el Salmo 31 clamamos: Perdona, Seor, mi culpa y mi pecado. Este salmo nos ofrece la alegra de la penitencia. El cristiano al meditarlo ha de tener muy presente que si, mediante la penitencia sincera, ha recuperado la paz y la alegra, eso se debe al sacrificio de Cristo en la cruz. Todo este salmo es una exhortacin a frecuentar el sacramento de la penitencia con gran arrepentimiento y con verdadero dolor de corazn, que conduce al hombre a la fuente del verdadero gozo, que slo se encuentra en la fidelidad a Dios. Glatas 2,16.19-21: No soy yo; es Cristo quien vive en m. San Agustn comenta: Aprende a orar como enemigo de ti mismo; mueran las enemistades. Tu enemigo es un hombre. Hay dos nombres: hombre y enemigo. Viva el hombre y muera el enemigo. No te acuerdas cmo Cristo, el Seor, con la sola voz desde el cielo, hiri, tir por tierra y dio muerte a un enemigo, Saulo, acrrimo perseguidor de sus miembros? No hay duda de que le dio muerte, pues muri en su perseguidor y se levant convertido en predicador. Muri; si no me crees a m, pregntaselo a l. Escchale y lee, oye su voz en la Carta a los Glatas: vivo, pero ya no soy yo quien vive (2,20). Vivo, dice, pero ya no soy yo. Luego l muri. Y cmo hablaba? Vive en m Cristo. En la medida de tus fuerzas, ruega, pues, que muera tu enemigo, pero considera en qu forma. Si muriese sin que su alma abandone el cuerpo, tan slo perdiste a un enemigo y a la vez conseguiste un amigo. Por tanto, que vuestra oracin no sea para pedir la muerte corporal de vuestros enemigos (Sermn 105,A). La ley divina denuncia nuestros pecados; pero no tiene capacidad para regenerarnos. Esto slo ha sido posible por el sacrificio redentor de Cristo, que nos da la posibilidad de una vida nueva. Lucas 7,36-8,3 : Sus muchos pecados estn perdonados porque tiene mucho amor . Dejemos a un lado la identidad de la persona; son muchas las opiniones que han dado los Santos Padres. Jess declara que sus pecados han sido perdonados y el amor que ella siente en agradecimiento es manifestado a Jess. De todos modos es evidente que ella trata a Jess como Dios, pues slo Dios puede perdonar los pecados. San Ambrosio nos exhorta: T tambin, si quieres la gracia aumenta el amor; derrama sobre el cuerpo de Jess la fe en la resurreccin, el olor de la Iglesia, el perfume del amor para la comunidad; y mediante tal progreso t dars al pobre. Este dinero te ser ms til si, en lugar de dar de tu abundancia, prodigas en nombre de Cristo lo que te hubiera servido, si lo das a los pobres como una ofrenda a Cristo (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VI ,29).

Lunes Aos impares 2 Corintios 6,1-10: Damos prueba de que somos servidores de Dios. Exhorta San Pablo a los fieles para que den acogida a la gracia de Dios en el tiempo favorable, vaticinado por los profetas. Luego manifiesta que l siempre ha procedido como ministro de Dios en medio de numerosas dificultades de su vida apostlica. San Agustn tambin explica este pasaje de San Pablo: Qu significa que unos lleven las cargas de los otros? Lleve el carnal la carga de otro hombre carnal y el espiritual las de otro espiritual. Llevad mutuamente unos los pecados de los otros, es decir, no os desentendis recprocamente de vuestros pecados. Argid a aquellos con quienes tenis confianza; amonestad a los dems, si tenis confianza para argirlos; y, si es necesario, para que nadie peque, orad, rogad. O acaso os he humillado al decir rogad? Escuchad al Apstol: al mandroslo, dijo, rogamos tambin para que no recibis en vano la gracia de Dios (2 Cor 6,1) (Sermn 163,B,4). En otro lugar dice: No tener nada superfluo, nada que sea una carga, nada que ate, nada que sea un impedimento. En efecto, tambin ahora se cumple ms autnticamente en los siervos de Dios aquello: como quien nada tiene y todo lo posee (2 Cor 6, 10). No tengan nada a lo que puedan llamar tuyo y todo ser tuyo; si te adhieres a una parte, pierdes la totalidad, pues lo suficiente es lo mismo, venga de la riqueza o de la pobreza (Sermn 350,A,4). Con el Salmo 97 decimos: El Seor da a conocer su victoria... revela a las naciones su justicia; se acord de su misericordia y su fidelidad. Dice San Roberto Belarmino: Las maravillas de la bondad y fidelidad divinas llegaron a una realizacin impensable para la mente humana, con la encarnacin y nacimiento del Hijo de Dios, Cristo, nuestro Salvador. Este Rey mesinico vino a ganar la batalla de la salvacin del mundo; pero expuls al enemigo no con armas o fuerzas corporales, sino con el amor, la humildad, la paciencia y con el mrito de su vida santsima y con su sangre preciosa derramada por amor (Sermn 3,2) Aos pares 1 Reyes 21,1-14: Nabot muerto apedreado. La perfidia de los hombres hace estragos en la humanidad y consuma todas las maldades. Vio Dios cuanto haba hecho y era muy bueno (Gn 1,31). La oposicin entre el bien y el mal plantea al creyente de nuestros das un serio problema, para el que la Biblia misma nos ofrece elementos de solucin: De dnde viene el mal en este mundo creado bueno?, Cundo y cmo se le vencer? La bondad de las criaturas se mide en relacin con el Dios Creador, nico que da a las cosas su bondad. Pero la bondad del hombre constituye un caso particular. Depende en parte de l mismo. Dios le concedi un gran don: la potestad de elegir. Si rechaza el mal y hace el bien, observando la ley de Dios y conformndose con su voluntad, ser bueno y agradar a Dios; de lo contrario, ser malo y lo desagradar. Su eleccin determinar su calificacin moral y, consiguientemente, su destino. El primer hombre y la primera mujer escogieron el mal. Buscaron su bien en las criaturas, pero fuera de la voluntad de Dios. Fueron castigados. Esto se plantea en todo hombre, ms an con las consecuencias del pecado original. Pero vino Cristo y nos dio su gracia para vencer el mal. Escogiendo el cristiano vivir con Cristo, se desolidariza de la opcin de Adn. El cristiano ora a Dios para que atienda sus gemidos ante el mal que le acosa, como pedimos en el Salmo 5. El cristiano ha de salir cada maana para librar la lucha diaria en un mundo instalado en el mal (Jn 5,19). Nada mejor que acudir a Dios, a la intimidad de su presencia, para emprender con alegra la nueva jornada: Seor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso de mis gritos de socorro, Rey mo y Dios mo. T no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu husped, ni el arrogante se mantiene en tu presencia. Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos...

Todo pecado es una falta de fe, porque ciega al hombre para que no vea la profunda realidad de las cosas, que son tal y como Dios las ve. Es una falta de amor, porque el hombre no se acepta en esa esencial correlacin amorosa con Dios Creador y con los dems hombres. Es un orgullo que trata de romper los diques que limitan su libertad. Es una autodestruccin. Mateo 5,38-42: Yo os digo: no hagis frente al que os agravia. No hay que devolver mal por mal, sino bendecir. Exista la ley del talin: ojo por ojo y diente por diente. Cristo que habla de nuevo al alma de cada cristiano, subordina la justicia estricta a la caridad generosa. Su punto de vista es aclarado con cuatro pequeos ejemplos. Mas hay que conceder un margen al vigor del lenguaje. Comenta san Agustn: Da algo a quien no tiene, puesto que tambin t creces de algo. Acaso tienes la vida eterna? Da, pues, de lo que tienes para adquirir lo que no tienes. Llama el mendigo a tu puerta: llama tambin t a la puerta de tu Seor. Dios hace contigo, su mendigo, lo que haces t con el tuyo. Da, por tanto, y se te dar; pero si no quieres dar. All t!... Veamos quien de nosotros sufre mayor dao: yo que me veo defraudado en un bocado, o t, que te vers privado de la vida eterna; yo que soy castigado en el estmago, o t, que lo eres en la mente; por ltimo, yo que ardo de hambre, o t, que has de ser entregado al fuego y llamas voraces. Ignoro si la soberbia del rico podr dar respuesta a estas palabras del pobre. Da, dice el Seor, a todo el que te pida (Mt 5,42). Si a todos, cunto ms al necesitado y al msero, cuya flaqueza y palidez estn mendigando, cuya lengua calla, a la vez que piden limosna su suciedad y gemidos. Escchame, oh rico, y sea de tu agrado mi consejo. Redime tus pecados con la limosna... Da de aquello que te hace ser admirado, llnate de cosas ms admirables para llegar al reino de los cielos (Sermn 350,B). Martes Aos impares 2 Corintios 8,1-9: Cristo se hizo pobre por vosotros. San Pablo recomienda la generosidad de los fieles para con los necesitados. De este modo imitarn a Cristo. San Agustn pone ese texto al comentar que los invitados a la cena no quisieron venir, y dice: No vinieron los ricos sanos, quienes crean que andaban bien y que tenan la vista despierta, es decir, los que presuman mucho de s y, por lo mismo, casos ms desesperados cuanto ms soberbios. Vengan, pues, los mendigos, ya que invita el que siendo rico se hizo pobre por nosotros para que los mendigos nos enriqueciramos con su pobreza (2 Cor 8,9). Vengan los dbiles, porque no necesitan del mdico los sanos, sino los enfermos. Vengan los cojos... Vengan los ciegos... (Sermn 162,8). Venimos nosotros y somos servidos. Por eso alabamos al Seor con el Salmo 145: alaba, alma ma, al Seor. Lo alabar mientras viva... Con ese Salmo se ponen de manifiesto la grandeza y el poder real de Dios de tal manera, que, atrados por la misericordia, el poder y la bondad de Dios, se despeguen de los atractivos ilusorios y engaosos de este mundo y pongan su esperanza slo en Dios. Este mensaje del Salmo es de perpetua utilidad. Cristo es nuestro Modelo. l llev una vida entera pendiente de su Padre hasta el punto de decir que su comida era hacer la voluntad del Padre (Jn 8,29). San Agustn comenta: Contra tus venenosas insinuaciones canta el mrtir: alabar al Seor mientras viva (Sal 145,2). Entonces, una vez que haya muerto, ya no lo alabars? Al contrario, lo hars con mayor intensidad que mientras dura la vida. No se puede hablar de duracin lo que no tiene fin (Sermn 335,B,2). Aos pares 1 Reyes 21,17-29: Has hecho pecar a Israel. El profeta Elas manifiesta al rey la gravedad de su crimen con la muerte de Nabot y le anuncia el castigo. El rey hace penitencia y obtiene que se retrase la ejecucin de la sentencia.

Lgicamente la Iglesia indica como Salmo responsorial algunos versos del Salmo 50 con el estribillo: Misericordia, Seor, hemos pecado . El pecado es un mal intolerable. Es la muerte. Todo el Salmo est construido sobre la oposicin: muerteresurreccin; pecadoperdn. El pecado es un mal esencial, porque se mide su gravedad en relacin con el Bien esencial que es Dios. El pecado no se mira como la infraccin de una regla, o de un cdigo de conducta, sino como la infidelidad a un Amor: el Amor eterno e infinito de Dios, Es un mal trascendente. El Salmo 50 contiene el resumen de todas nuestras oraciones: adoracin, amor, ofrenda, accin de gracias, arrepentimiento, splica... Comenta San Agustn: Fjate en el rey David. Tambin l haba recibido ya los sacramentos de su tiempo... Ya estaba tambin ungido con la uncin venerable en la que estaba figurado el sacerdocio real de la Iglesia. De forma repentina se hizo reo... No en vano, pues, arrepentido, clam al Seor desde tan terrible y abrupto abismo del crimen, diciendo: Aparta tu rostro de mis pecados... En mrito de qu, sino a lo que dice a continuacin: Reconozco mi maldad y mi pecado est siempre en tu presencia. Qu le ofreci al Seor para tenrselo propicio? Si hubieras querido un sacrificio... (Sal 50,11,5.18-19). As, pues, no slo le ofreci devotamente este sacrificio, sino que tambin mostr con esas palabras lo que convena ofrecerle. No basta, en efecto, mejorar las costumbres y apartarse de las malas acciones, si no se satisface a Dios por todo cuanto se ha hecho mediante el dolor de la penitencia, el gemido de la humildad, el sacrificio de un corazn contrito y la colaboracin de las limosnas (Sermn 351,12). Mateo 5,43-48: Amad a vuestros enemigos. La doctrina de la nueva justicia alcanza su culmen en el amor a los enemigos. Hasta ese punto de perfeccin deben tender los discpulos de Cristo, si quieren imitar al Padre que est en los cielos. San Juan Crisstomo nos exhorta: He aqu cmo pone el Seor el coronamiento de todos los bienes! Porque, si nos ensea no slo a sufrir pacientemente una bofetada, sino a volver la otra mejilla; no slo a soltar el manto, sino aadir la tnica; no slo a andar la milla a que nos fuerzan, sino otra ms de nuestra cuenta, todo ello es porque quiere que recibas como la cosa ms fcil algo muy superior a todo eso. Y qu hay, me dices, superior a eso? Que a quien todos esos desafueros cometa con nosotros, no le tengamos ni por enemigo. Y todava algo ms que eso. Porque no dijo: no le aborrecers, sino: le amars. Ni dijo: no le hagas dao, sino: hazle bien. Mas, si atentamente examinamos las palabras del Seor an descubriremos algo ms subido que todo lo dicho. Porque no nos mand simplemente amar a quienes nos aborrecen, sino tambin rogar por ellos. Mirad por cuntos escalones ha ido subiendo y cmo ha terminado por colocarnos en la cspide de la virtud! Contmoslo de abajo arriba. El primer escaln es que no hagamos por nuestra parte mal a nadie. El segundo, que si a nosotros se nos hace, no volvamos mal por mal. El tercero, no hacer a quien nos haya perjudicado lo mismo que a nosotros se nos hizo. El cuarto, ofrecerse uno mismo para sufrir. El quinto dar ms de lo que el ofensor pide de nosotros. El sexto, no aborrecer a quien todo eso hace. El sptimo, amarle. El octavo, hacerle beneficios. El noveno, rogar a Dios por l. He aqu una cima filosfica!. De ah tambin el esplndido premio que se le promete... Se nos promete ser semejantes a Dios, cuanto cabe que lo sean los hombres (Homila 18,3-4 sobre San Mateo). Mircoles Aos impares 2 Corintios 9,6-11: Al que da de buena gana lo ama Dios. Se trata de la colecta por los pobres de Jerusaln. Quien da limosna con generosidad, atrae para s las bendiciones de Dios. Comenta San Agustn: Esto te dice el Seor: Dame y recibe. En el momento debido te devolver. Qu devolver? Me diste poco, recibirs mucho; me diste bienes terrenos, te devolver celestiales; me diste temporales, los recibirs eternos; me diste de lo mo, recbeme a M mismo... Mira a quien prestas. l alimenta y

pasa hambre por ti; da y est necesitado. Cuando da, quieres recibir; cuando est necesitado, no quieres dar. Cristo est necesitado cuando lo est un pobre. Quien est dispuesto a dar a todos los suyos la vida eterna, se ha dignado recibir de manera temporal en cualquier pobre (Sermn 38,8). Y en otro lugar dice: ...As, pues, cuando haces una obra de misericordia, si das pan, compadcete de quien est hambriento; si le das de beber, compadcete del que est sediento... Si amamos a Dios y al prjimo, no hacemos nada de esto sin dolor de corazn... Estas son nuestra buenas obras que confirman nuestro ser cristiano... Esto os digo que quien siembra escasamente, escasamente recoger (2 Cor 9,6). Mas, cuando siembras, es decir, al hacer las obras de misericordia, siembras entre lgrimas, puesto que te compadeces de aqul a quien se las haces... (Sermn 358 A,1-2). Con el Salmo 111 proclamamos: dichoso quien teme al Seor. Pocos salmos como ste ponen tan de relieve que el justo es un aliado de Dios, que de todo corazn cumple con la justicia, como Dios es justo: Dichoso quien teme al Seor y ama de corazn sus mandatos... Reparte limosna a los pobres, su caridad es constante, sin falta y alzar la frente con dignidad Aos pares 2 Reyes 1,6-14: Lo separ un carro de fuego y Elas subi al cielo . El hombre de Dios desaparece misteriosamente de la vista de los que lo rodean, arrebatado por el torbellino, el carro de Israel y su auriga, dejando a Eliseo su espritu proftico para que contine la obra de Dios. Al rapto misterioso corresponde un retorno escatolgico (Mal 3,23 ss. Eclo 48,10). El Evangelio nos aclara que ese retorno escatolgico se realiza en Juan Bautista Son muchos los pasajes evanglicos que lo relacionan con la persona y actuaciones diversas del profeta Elas (Mt 17,10-13), pero de forma misteriosa (Jn 1,21.25)... San Juan Bautista realiza la figura de Elas sobre todo en lo que se refiere a la penitencia (Mt 3,4; 2Re 1,8). San Clemente Romano dice, a propsito de los dones concedidos por Dios a sus elegidos: Qu bienhadados y maravillosos, carsimos, son los dones de Dios! Vida en inmortalidad, esplendor en justicia, verdad en libertad, fe en confianza, continencia en santificacin, y no slo lo que ahora alcanza nuestra inteligencia. Pues, qu ser lo que est aparejado a los que esperan? Slo el Artfice y Padre de los siglos, el TodoSanto, slo l conoce su nmero y su belleza. Ahora, pues, por nuestra parte, luchemos por hallarnos en el nmero de los que esperan, a fin de ser tambin partcipes de los dones prometidos (Carta a los Corintios 35,1-4). Con el Salmo 30 proclamamos: sed fuertes y valientes de corazn los que esperis en el Seor. En este salmo encontramos cuatro ideas maestras: entrega sin lmites, entrega activa, entrega a la justicia que salva, Dios no quiere la adoracin de los dolos. El que es constante con los principios de la fe trabajar en el mundo con toda responsabilidad y dedicacin, sin complejos de ninguna clase. Pero no por eso se ver libre de conjuras humanas. Sin embargo el justo ha puesto su vida en manos de Dios, a ejemplo de Cristo. En esa entrega total encontrar plena libertad de espritu para obrar el bien y una fuente de gozo y alegra que nadie le podr arrebatar. Mateo 6,1-6.16-18: Tu padre, que ve en lo escondido, te recompensar. Todo ha de ser hecho por amor de Dios: limosna, ayuno, oracin... San Juan Crisstomo explica: Quiere ahora el Seor desterrar de nosotros la ms tirnica de las pasiones: aquella rabia y furor por la vanagloria que suele precisamente atacar a los que obran bien. Nada dijo al principio sobre este punto, pues fuera superfluo, antes de instruirnos sobre nuestros deberes, darnos lecciones sobre cmo habamos de cumplirlos. Una vez que nos introdujo en la filosofa, entonces, s, era momento de limpiarla de esta peste que subrepticiamente se le infiltra. Porque esta enfermedad no nace as como as, sino despus que hemos ya cumplido mucho de lo que se nos ha mandado. Tena, pues, que plantar primero la virtud y destruir luego aquella pasin que suele corromper su fruto. Y

advertid por dnde empieza el Seor: por el ayuno, la oracin y la limosna, pues en estas buenas obras es donde sealadamente suele anidar la vanagloria (Homila 19,1, sobre San Mateo). Jueves Aos impares 2 Corintios 11,1-11: Os anunci de balde el Evangelio de Dios. San Pablo se defiende de falsas acusaciones. Estas siempre existirn por causa de la envidia. Miremos lo que dice San Basilio sobre ellas: As como los buitres, que pasan volando por muchos prados y lugares amenos y olorosos sin que hagan aprecio de su belleza, son arrastrado por olor de las cosas hediondas; as como las moscas, que no haciendo caso de las partes sanas van a buscar las lceras, as tambin los envidiosos, no miran ni se fijan en el esplendor de la vida, ni en la grandeza de las obras buenas, sino en podrido o corrompido; y si notan alguna falta en alguno como sucede en la mayor parte de la cosas humanas la divulgan y quieren que los hombres sean conocidos por sus faltas: (Homila sobre la envidia 3,2). Mas como esto no es posible evitarlo incluso sin hacer mal, como en el caso de San Pablo, hemos de estar dispuestos a presentar la verdad de los hechos y luego estar tranquilos, como dice San Gregorio Magno: Qu importa que los hombres nos deshonren si nuestra conciencia sola nos defiende? Sin embargo, de la misma manera que no debemos excitar intencionadamente las lenguas de los que injurian para que no perezcan, debemos sufrir con nimo tranquilo las movidas por su propia malicia, para que crezca nuestro mrito (Homila sobre los Evangelios, 3,4). Con el Salmo 110 decimos: Justicia y verdad son las obras de tus manos, Seor. La fidelidad de Dios permanece para siempre y sus preceptos siguen siendo fuente de vida y manifestacin de su bondad y de su justicia. En Cristo se manifest de un modo insuperable la bondad, la fidelidad, la justicia de Dios y su inmenso amor a los hombres: Doy gracias al Seor de todo corazn, en compaa de los rectos, en la asamblea. Grandes son las obras del Seor, dignas de estudio para los que las aman. Esplendor y belleza son su obras, su generosidad dura por siempre; ha hecho maravillas memorables, el Seor es piadoso y clemente. Justicia y verdad son las obras de sus manos, todos sus preceptos merecen confianza; son estables para siempre jams, se han de cumplir con verdad y rectitud. Es lo que hizo San Pablo ante los Corintios. Aos pares Eclesistico 48,1-14: Elogios de Elas y de Eliseo. Es una pgina lrica dentro del elogio de los antepasados. Se canta a Elas como un fuego, cuyas palabras eran horno encendido. Desde la eleccin de Abrahn el signo del fuego resplandece en la historia de la salvacin (Gn 15,17). En Israel el fuego tiene slo valor de signo, que hay que superar para hallar a Dios. En efecto, cuando Yav se manifiesta en forma de fuego, ocurre esto siempre en el transcurso de un dilogo personal. No es el nico smbolo. El fuego divino desciende entre los hombres en la persona de los profetas, pero entonces se trata ordinariamente de vengar la santidad divina, purificando o castigando, como en Moiss, como en Elas que es llamado una tea ardiente. San Cirilo de Alejandra dice: Este fuego es saludable y til, por el cual nosotros, que estbamos fros y muertos por el pecado y por la ignorancia del verdadero Dios, somos despiertos para la vida religiosa, y nos hacemos fervorosos en el espritu, segn dice San Pablo (Rom 12,11); y conseguimos adems la participacin del Espritu, a manera de fuego dentro de nosotros. Fuimos bautizados en el fuego, en el Espritu Santo. Es habitual en la Sagrada Escritura llamar con el nombre de fuego a la enseanza divina y a la fuerza y actuacin del Espritu Santo (Comentario al Evangelio de San Lucas 2,4). El Salmo 96 habla precisamente del fuego que abrasa a los enemigos, de relmpagos que deslumbran el orbe y la tierra se estremece. El reino de Yav aparece como la venida de Dios, en

toda su majestad, para juzgar al mundo, al final de los tiempos. Pero este juicio, a primera vista estremecedor, se convierte en un juicio liberador del justo. Por eso, el cristiano, lejos de temer, anhela la venida gloriosa del Seor que va a juzgar al mundo; porque se es el acto culminante de la obra salvfica. Sin embargo, es un toque de alerta para que el cristiano expulse valientemente de su corazn tantos dolos de aficiones y pasiones desordenadas, que esclavizan y envilecen al hombre. No podemos olvidar lo que dice el Salmo: Delante de l avanza fuego, abrasando en torno a los enemigos . Mateo 6,7-15: La oracin del Padrenuestro. Comenta San Juan Crisstomo, Mirad cmo de pronto levanta el Seor a sus oyentes y desde el prembulo mismo de la oracin nos trae a la memoria toda suerte de beneficios divinos. Porque quien da a Dios el nombre de Padre por ese slo nombre confiesa ya que se le perdonan los pecados, que se le remite el castigo, que se le justifica, que se le santifica, que se le redime, que se le adopta como hijo, que se le hace heredero, que se le admite a la hermandad con el Hijo unignito, que se le da el Espritu Santo. No es, en efecto, posible darle a Dios el nombre de Padre y no alcanzar todos esos bienes. De doble manera, pues, levanta el Seor los pensamientos de sus oyentes: por la dignidad del que es invocado y por la grandeza de los beneficios que de l haban recibido (Homila 19,4, sobre San Mateo). Viernes Aos impares 2 Corintios 11,18.21-30: Tengo la preocupacin de todas las comunidades . San Agustn habla de los trabajos de San Pablo en el apostolado: Una vez convertido de perseguidor en predicador, qu tuvo que soportar? Peligros en el mar, peligros en los ros, peligros en la ciudad... (2 Cor 11,26-29). He aqu el perseguidor. Sufre, aguanta; padeces ms que hiciste padecer; pero no te sientas molesto, pues has cobrado los intereses. Pero, qu esperaba cuando soportaba tales cosas? Cuando soportaba con valenta todos esos males, por duros y psimos que fueran, pero siempre temporales, arda en amor por las cosas eternas. Cualquier suplicio que tenga fin es llevadero cuando se promete un premio eterno. Y con todo, cuando soportaba eso, no lo soportaba en l y con l quien nunca desfallece? Decididamente me atrevo a afirmarlo; no era Pablo mismo quien lo soportaba. Lo soportaba l, porque en su fe as lo quera y, a la vez, no lo soportaba l, porque en l habitaba la fuerza de Cristo. Cristo reinaba. Cristo otorgaba las fuerzas. Cristo no lo abandonaba. Cristo corra en la persona del corredor. Cristo lo conduca hasta la palma (Sermn 299 C,3). Con el Salmo 33 proclamamos: El Seor libra a los justos de todas sus angustias. La fe y la justicia no son un seguro que exime al justo de las espinas de este valle de lgrimas, en la vida ordinaria, en el apostolado, en todo momento. Quiere decir que Dios lo mira con complacencia; que en Dios tiene un valedor omnipotente y lleno de amor y que, por tanto, todo terminar en bien. As lo explica San Agustn: Cuntas cosas soporto y nadie me oye! Si me oyera, tal vez, dices, apartara de m la tribulacin; grito y soy atribulado. Permanece constantemente en sus caminos y cuando seas atribulado te oir... Como las madres, cuando refriegan a sus hijos en el bao y estos lloran... Crueles? Por el contrario, son misericordiossimas, sin embargo, lloran los nios y no se les perdona. As tambin nuestro Dios est lleno de amor; pero parece que no nos oye, con el fin de sanarnos y perdonarnos para siempre (Sermn segundo sobre este Salmo). Aos pares 2 Reyes 11,1-4.9-18.20: Ungi a Jos y todos aclamaron: Viva el Rey! Renovacin de la alianza entre Dios, el rey y el pueblo. Toda la historia de Israel, ya lo hemos dicho, es la historia de los pactos entre Dios y su pueblo. El pueblo rompe la alianza por su rebelda e infidelidad y los reanuda la infinita misericordia de Dios. Esto tambin nos atae a nosotros. Es cierto que el Pacto

hecho con Cristo y sellado con su preciossima Sangre no puede romperse jams. Pero nosotros podemos apartarnos de l por nuestros muchos pecados. Si denuncian los profetas unnimemente la infidelidad de Israel a Dios, si anuncian las catstrofes que amenazan al pueblo pecador, lo hacen en funcin del pacto del Sina, de sus exigencias y de las maldiciones que formaban parte de su temor. San Agustn habla del temor de Dios: Ama la bondad de Dios, teme su severidad; una y otra no te permitirn ser orgullosa. Amando, temers ofender gravemente al amante y al amado. Pues, qu ofensa puede haber ms grave que desagradar por soberbia a quien por causa tuya desagrad a los soberbios?... El temor del que habla San Pablo en Rom 8,15 creo que es el que tenan en el Antiguo Testamento de perder los bienes temporales que Dios les haba prometido, no todava como hijos dirigidos por la gracia, sino como a siervos sometidos bajo la ley. Es tambin el temor del fuego eterno; pues si se sirve a Dios por evitarlo, no hay todava perfecta caridad. Una cosa es el deseo del premio, otra el temor del castigo (Sobre la santa virginidad 38). Con el Salmo 131 proclamamos: el Seor ha elegido a Sin, ha deseado vivir en ella. Dios no se deja vencer en generosidad, a la ruptura de los pactos por la infidelidad de Israel sigue la reanudacin por parte de Dios que es infinito en amor y en todas sus perfecciones. Dios bendijo a David con una descendencia eterna, que no es otra que Cristo, el Ungido del Seor, Rey mesinico en quien habita la plenitud de la divinidad como en un templo. El cristiano fiel a la voluntad de Dios es tambin un templo vivo de Dios. As se edifica en este mundo la Jerusaln celestial, la Iglesia, construida como un inmenso templo de piedras vivas que son los cristianos, edificados sobre la piedra angular que es Cristo, el descendiente de David (Ef 2,20). Mateo 6,19-23: Donde est tu tesoro, all est tu corazn. El discpulo autntico de Cristo se desliga de las riquezas terrenas para amontonar tesoros en el cielo, es decir, ante Dios. Si la mirada del hombre est fija en Dios, toda su persona es transparente a la luz divina. San Juan Crisstomo explica con claridad: Por eso, como antes he dicho, aade el Seor otra razn, diciendo: Porque donde est tu tesoro, all est tambin tu corazn. Como si nos dijera: aun cuando nada de lo dicho sucediese, no ser menguado el dao que vas a sufrir, clavado quedars en lo terreno, hecho de libre esclavo, desterrado del cielo e incapaz de tener pensamiento elevado. Todo ser dinero, inters, prstamos, ganancias y viles negocios. Puede haber cosa ms miserable? Un hombre as est sometido a una esclavitud ms dura que la de todos los esclavos, y nada hay ms triste que haber abdicado de la nobleza y libertad del hombre. Por ms que se te hable, mientras tengas clavado el pensamiento en el dinero, nada sers capaz de or de lo que te conviene. Sers como un perro atado a un sepulcro. Tu cadena la ms fuerte de las cadenas ser la tirnica pasin por el dinero: Aullars contra todos los que se te acerquen y no tendrs otro trabajo, y continuo trabajo, que el de guardar para vosotros lo que tienes. Puede haber suerte ms miserable? (Homila 20,3 sobre San Mateo). Sbado Aos impares 2 Corintios 12,1-10: Muy a gusto presumo de mis debilidades. Habla San Pablo de su revelaciones, pero tambin de sus debilidades, que supera por la gracia de Jesucristo. Comenta San Agustn: En cuanto me es posible voy tras las huellas de aquel atleta de Cristo, es decir, del Apstol Pablo, que dice: ni yo mismo, hermanos, pienso haberlo alcanzado. Ni yo mismo (Flp 3,13). Qu ese yo mismo? Yo que trabajo ms que todos ellos? S, apstol, de qu manera pronuncias yo: es una expresin enftica, no manifestacin de orgullo... He trabajado ms que todos ellos. Y como si dijramos nosotros: Quin? nos responde: Pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo. As, pues, el que estaba en posesin de tanta gracia de Dios que, a pesar de haber sido llamado ms tarde, trabaj ms que los que lo haban precedido, dice no obstante: Hermanos, ni yo mismo pienso haberlo alcanzado. Vuelve a aparecer el yo donde indica no haberlo alcanzado. El no alcanzarlo es

resultado de la debilidad humana. En cambio cuando habla de que fue elevado al tercer cielo.. no dijo yo. Qu dijo entonces? Conozco a un hombre que hace catorce aos... (2 Cor 12,2). Conozco a un hombre... y ese hombre era el mismo que hablaba, y, como atribuy a otro lo que haba tenido lugar en l, no falt (Sermn 261,3). Con el Salmo 3 decimos: gustad y ved qu bueno es el Seor. Ya lo hemos expuesto. La experiencia mundana parece decir lo contrario y, sin embargo, esto es, encontrar en Dios todo su gozo. Quien tiene a Dios tiene lo esencial, aun cuando se viera falto de muchas cosas; quien no tiene a Dios, aunque tenga abundante riqueza, vive en la ms absoluta indigencia. Dios es el Bien esencial e insuperable. Ante l palidecen todos los dems bienes transitorios y perecederos. Por eso dijo el Seor: Buscad primero el reino de Dios y su justicia y todo lo dems se os dar por aadidura (Mt 6,33) Aos pares Crnicas 24,17-25: Muerte de Zacaras, hijo del sacerdote Yehoyad. Cristo lo evoc como precursor de los mrtires cristianos (Mt 23,35). No obstante la infidelidad de los israelitas, Dios es fiel a sus promesas. Ha sellado una alianza con su elegido. Fund un linaje perpetuo davdico y edific su trono para todas las edades. Slo en Cristo se cumplieron plenamente esas promesas. Los hijos de David abandonaron la ley del Seor, no siguieron sus mandamientos, profanaron sus preceptos... Dios los castig, pero no retir su favor ni desminti su fidelidad. El cristiano, como el piadoso salmista, tiene que vivir de la fe, seguir esperando contra toda esperanza, porque mientras viva en esta peregrinacin terrenal, sabe que no tiene en este mundo una mansin permanente. Es como un extranjero que vive lejos del Seor (2 Cor 5,6). El Pueblo de Dios y cada uno de sus miembros es consciente de que en esta vida le quedan duras etapas que recorrer bajo la incomprensin, injuria y persecucin. Pero nuestra esperanza es firme, pues est puesta en Cristo, que dijo: si a m me persiguieron, tambin os perseguirn a vosotros. En el Salmo 88 el salmista hace decir a Dios: le mantendr eternamente mi favor. Sell una alianza con mi elegido, jurando a David mi siervo: Te fundar un linaje perpetuo, edificar tu trono para todas las edades... Mi alianza con l ser estable; le dar una posteridad perpetua y un trono duradero como el cielo. Si sus hijos abandonan mi ley y no siguen mis mandamientos, si profanan mis preceptos y no guardan mis mandatos, castigar con la vara sus pecados y a latigazos sus culpas; pero no les retirar mi favor ni desmentir mi fidelidad . Mateo 6,24-34: No os agobiis por el maana. Hay que entregarse sin condiciones al servicio del nico Amo y someterse por entero a Aquel que conoce cuanto necesitamos. Ante todo debe interesarnos la bsqueda del Reino de Dios y su justicia. San Juan Crisstomo as lo explica: No os preocupis. Es decir, que, una vez mostrado el dao incalculable, extiende an ms su mandamiento. Porque no slo nos manda que tiremos lo que tenemos, sino que no nos preocupemos siquiera del sustento necesario... No porque el alma necesite de alimento, pues es incorprea, sino que el Seor habla aqu acomodndose al uso comn. Pues, si es cierto que ella no necesita de alimento, no lo es menos que no puede permanecer en el cuerpo si ste no es alimentado. Y esto dicho, no se contenta con afirmarlo simplemente, sino que tambin aqu nos da las razones... Pues el que os ha dado lo ms no os dar lo menos... No es el alimento el que le hace crecer, sino la providencia de Dios... Si tanta cuenta tiene Dios de los pobres animalillos, cmo no la va a tener con nosotros? (Homila 21 2 y 3 sobre San Mateo).

12 Semana

Domingo Entrada: El Seor es fuerza para su pueblo, apoyo y salvacin para su Ungido. Salva a tu pueblo y bendice tu heredad, s su Pastor y llvalos siempre (Sal 27,8-9). Colecta (del Misal anterior, retocada con textos del Gelasiano): Concdenos vivir siempre, Seor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jams dejas de dirigir a quienes estableces en el slido fundamento de su amor. Ofrendas (del Misal anterior, retocada con textos del Veronense y del Gelasiano): Acepta, Seor, este sacrificio de reconciliacin y alabanza, para que, purificados por tu poder, te agrademos con la ofrenda de nuestros amor. Comunin: Los ojos de todos te estn aguardando, Seor, t les das la comida a su tiempo (Sal 144,15); o bien: Yo soy el Buen Pastor, yo doy mi vida por las ovejas, dice el Seor (Jn 10,11.15). Postcomunin (del Misal anterior, retocada con textos del Veronense): Renovados con el cuerpo y la sangre de tu Hijo, imploramos de tu bondad, Seor, que cuanto celebramos en cada eucarista sea para nosotros prenda de salvacin. CICLO A Se nos presenta en este domingo el drama existencial del cristiano autntico, en su condicin de testigo de Cristo con todas sus consecuencias. No es el discpulo de mejor condicin que su Maestro. l fue vaticinado como signo de contradiccin (Lc 2,34). Por lo mismo el cristiano no puede quedar extraado de que le surjan contradicciones y dificultades. Pero Cristo venci y el que le sigue tambin participa de su victoria. Jeremas 20,10-13: Libr la vida del pobre de manos de los impos. Jeremas, por su fidelidad a Dios y por su misin de testigo de sus designios ante el pueblo degenerado y frvolo, fue personalmente un signo de contradiccin en medio de los suyos. Figura de Cristo y de los cristianos. Es bien expresivo el Salmo 68 sobre el tema de la contradiccin: Por Ti he aguantado afrentas, la vergenza cubri mi rostro. Ante todo vemos en este Salmo la figura de Cristo, el Hijo de Dios, devorado por el celo de la Casa y de la causa de su Padre; muerto por nuestros pecados, insultado, abandonado de todos saciada su sed con vinagre... Soy un extrao para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre, porque me devora el celo de tu templo, y las afrentas con que te afrentan caen sobre m. Pero mi oracin se dirige a Ti, Dios mo, el da de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude. Respndeme, Seor, con la bondad de tu gracia; por tu gran compasin vulvete hacia m. Miradlo los humildes y alegraos, buscad al Seor y vivir vuestro corazn. Que el Seor escucha a los pobres, no desprecia a los cautivos. Albenlo el cielo y la tierra, las aguas y cuanto bulle en ellas. Buena ocasin para agradecer al Seor los beneficios de su Pasin, para seguirle, para imitarle, para soportar las contradicciones de la vida presente. Qu caminos tan distintos siguen Dios y el hombre! Dios hecho hombre tiene sed y el hombre le da vinagre. El hombre tiene sed y Dios hecho hombre le da su propia Sangre para la vida eterna! (Mt 26,27). San Ignacio de Loyola deca: Qu he hecho por Cristo? Qu hago por Cristo? Qu debo hacer por Cristo? Romanos 5,12-15: El don no se puede comparar con la cada. San Pablo subraya nuestra solidaridad en la condenacin a fin de exaltar nuestra solidaridad en la gracia que se nos da por Jesucristo. La vida de toda la humanidad es, por lo mismo, un signo de contradiccin. El pecado de origen comn y la gracia redentora de Cristo luchan en el interior de cada hombre. No es posible ser indiferente. Comenta San Agustn:

Ved lo que nos dio a beber el hombre, ved lo que bebimos de aquel progenitor, que apenas pudimos digerir. Si esto nos vino por medio del hombre qu nos lleg a travs del Hijo del Hombre?... Por aqul el pecado, por Cristo la justicia. Por tanto todos los pecadores pertenecen al hombre, todos los justos al Hijo del Hombre (Sermn 255,4). Y en otro lugar: Gracias a la accin mediadora de Cristo, adquiere la reconciliacin con Dios la masa entera del gnero humano, alejada de l por el pecado de Adn (Rom 5,12). Quin podr verse libre de esto? Quin se distinguira pasando de esta masa de ira a la misericordia? Quin, pues, te distingue? Qu tienes que no hayas recibido? No nos distingue los mritos, sino la gracia... Gracias a una sola persona, nos salvamos los mayores, los menores, los ancianos, los hombres maduros, los nios, los recin nacidos; todos nos salvamos gracias a uno solo: Cristo (Sermn 293,8). Mateo 10,26-33: No tengis miedo a los que matan el cuerpo. Los autnticos discpulos de Cristo habrn de afrontar siempre la contradiccin de cuantos no conocen a Cristo o positivamente lo rechazan. No puede ser el discpulo de mejor condicin que el Maestro. San Juan Crisstomo comenta: Ya, pues, que ha animado el Seor y levantado a sus apstoles, nuevamente les profetiza los peligros que habran de pasar, y nuevamente tambin presta alas a sus almas y los levanta por encima de todas las cosas. Pues, qu les dice? No temis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Mirad cmo los pone por encima de todo! Porque no les persuade a despreciar slo toda solicitud y la maledicencia, y los peligros, y las insidias, sino a la muerte misma, que parece ser lo ms espantoso de todo. Y no slo la muerte en general, sino hasta la muerte violenta... Temis la muerte, y por eso vacilis en predicar? Justamente porque temis la muerte, tenis que predicar, pues la predicacin os librar de la verdadera muerte. Porque, aun cuando os hayan de quitar la vida, contra lo que es principal en vosotros, nada han de poder, por ms que se empeen y porfen... De suerte que, si temes el suplicio, teme a lo que es mucho ms grave que la muerte del cuerpo. Mirad cmo tampoco aqu les promete el Seor librarlos de la muerte. No, permite que mueran; pero les hace merced mayor que si no lo hubiera permitido. Porque mucho ms que librarlos de la muerte es persuadirlos de que desprecien la muerte. As pues, no los arroja temerariamente a los peligros, pero los hace superiores a todo peligro. Y notad cmo con una breve palabra fija el Seor en sus almas el dogma de la inmortalidad del alma y cmo, plantadas en ella esa saludable doctrina, pasa a animarlos por otros razonamientos (Homila 34,2, sobre San Mateo). CICLO B Dios es el nico Dueo de la creacin. Con ocasin de apaciguar la tempestad, Jess hace que sus discpulos se pongan en interrogante acerca de su origen divino. San Pablo revela hoy el secreto de su vida: el amor de Cristo le ha conquistado. Ese amor que ha hecho de l una criatura nueva, le confiere una visin renovada del mundo: Lo viejo ha pasado, ha llegado lo nuevo. Job 38,1.8-11: Aqu se romper la arrogancia de tus olas. Como Creador, cuyas huellas se nos evidencian en todas las obras de la creacin, Dios no se encuentra lejos de cada uno de nosotros. En l vivimos, nos movemos y existimos (Hechos,17,27-28). Esta lectura sirve de introduccin a la del Evangelio y lo mismo tambin el Salmo 106: Los hijos de Israel entraron en nave por el mar comerciando por las aguas inmensa... l habl y levant un viento tormentoso, que alzaba las olas a lo alto; suban al cielo y bajaban al abismo... Pero gritaron a Dios en su angustia y los arranc de la tribulacin. Sea una interpretacin simblica de cuatro grupos de personas liberadas de peligros diversos, o sea una interpretacin realista de cuatro grupos de personas que suben a Jerusaln para ofrecer sacrificios de accin de gracias, en el fondo es lo mismo: se dan gracias a Dios por los peligros de que los ha liberado, ya sea para significar la liberacin de la cautividad de Babilonia u otros peligros.

Esto nos lleva a la accin de gracias por antonomasia: la Eucarista que celebramos y que es el centro de la vida cristiana. Por ella damos tambin gracias a Dios por los beneficios que constantemente recibimos de l. 2 Corintios 5,14-17: Lo viejo ha pasado, ha llegado lo nuevo. La suprema cercana personal y amorosa de Dios a nosotros se ha consumado en el Corazn de Cristo. Su presencia viviente de Verbo encarnado, con el sello de su divinidad tras su Resurreccin, le hace convivir misteriosamente con sus elegidos en la Iglesia. San Agustn dice: En efecto, ya ve a Cristo detenido el que dice: Y si habamos conocido a Cristo, segn la carne, ahora no lo conocemos as (2 Cor 5,16). En la medida en que es posible en esta vida, vea la divinidad de Cristo. Existe la divinidad de Cristo, existe la humanidad. La divinidad se detiene, la humanidad pasa. Qu significa que la divinidad se detiene? No cambia, no se destruye, no retrocede. Su venida a nosotros no signific separarse del Padre; ni su Ascensin el moverse localmente (Sermn 188,14). Ha llegado lo nuevo. San Juan Crisstomo seala el cambio radical que ha supuesto la Encarnacin de nuestro Seor Jesucristo, y la diferencia consecuente entre judasmo y cristianismo: En lugar de una Jerusaln terrestre, hay una Jerusaln descendida del cielo; en lugar de un templo material y sensible, un templo espiritual que no aparece a nuestras miradas; en lugar de unas tablas de piedra, depositarias de la ley divina, son nuestros propios cuerpos los que han venido a ser el santuario del Espritu Santo; en lugar de la circuncisin, el Bautismo; en lugar del man, el Cuerpo del Seor; en lugar del agua que brot de la roca, la sangre que sali del costado de Jesucristo; la cruz del Salvador reemplaza la vara de Aarn y Moiss, y el Reino de los Cielos a la tierra prometida (Homila 11 sobre 2 Cor). Marcos 4,35-40: Quin es ste a quien el viento y las olas obedecen?. Jesucristo es mucho ms que una revelacin de Dios en medio de los hombres o que un signo humano de la divinidad. Es la presencia personal del Verbo consustancial al Padre, viviente en condicin e intimidad humanas entre los hombres. Comenta San Agustn: Oste una afrenta, he ah el viento. Te airaste, he ah el oleaje. Soplando el viento y encrespndose el oleaje, se halla en peligro la nave, peligra tu corazn. Oda la afrenta deseas vengarte. Te vengaste y, cediendo a la injuria ajena, naufragaste. Cul es la causa? Porque duerme en ti Cristo. Qu significa: duerme en ti Cristo? Te olvidaste de Cristo. Despierta, pues, a Cristo; acurdate de l, est despierto en ti; piensa en l. Qu queras? Vengarte. Se te ha pasado de la memoria que El, cuando fue crucificado dijo: Padre, perdnalos, porque no saben lo que hacen? (Lc 23,34). Quien dorma en tu corazn no quiso vengarse. Despirtale, acurdate de l. Recordarle es recordar su palabra. Recordarle es recordar su precepto. Si Cristo est despierto en ti, qu dices en tu interior? Quin soy yo para querer vengarme? Quin soy yo para proferir amenazas contra un hombre?... Por tanto calmar mi ira y volver a la quietud de mi corazn. Dio rdenes Cristo y se produjo la bonanza (Sermn 63,2). CICLO C En el Evangelio, despus de la confesin de fe de San Pedro, Jess anuncia su Pasin e invita a sus discpulos a tomar cada uno su cruz para seguirlo. Esto ha sugerido colocar como primera lectura la profeca de Zacaras sobre el Siervo doliente, que prefiguraba a Cristo. San Pablo nos recuerda que, por hallarnos unidos a Cristo a causa del Bautismo, no formamos ya ms que un slo Cuerpo con l. Nada debe separar a quienes se reconocen en la fe hijos de Dios. Seremos capaces de reconocer esta revelacin fundamental por encima de nuestras divisiones? Zacaras 12,10-11: Mirarn al que traspasaron. Ya antes del acontecimiento redentor del Calvario, Dios haba anunciado por sus profetas la condicin victima solidaria del Mesas Redentor: El Gran Traspasado por nuestros pecados. Dice San Agustn: Od y entended; ya un profeta haba dicho esto: Alzarn los ojos a Aqul a quien traspasaron. Vern, pues, la forma misma que traspasaron con una lanza; se sentar como juez; condenar a los

verdaderos culpables quien fue culpado injustamente. l mismo ser quien venga en aquella forma. Tambin tienes esto en el Evangelio (Sermn 127,10). El primognito traspasado por nuestros pecados, que con su sacrificio en la cruz, est recabando nuestras miradas de amor penitente y agradecido. En la cruz se nos evidenci todo el amor de Dios a los hombres en la inmolacin redentora del Corazn que tanto ha amado a los hombres. Pero el sacrificio del Calvario es preciso hacerlo, de alguna manera, nuestro. Por la penitencia sincera, evidenciamos tener conciencia de la profunda necesidad que todos tenemos de Cristo. Por la fe amorosa, podemos retornar a la condicin bautismal de hijos de Dios marcados para la santidad. Con el Salmo 62 decimos: Mi alma est sedienta de Ti, Seor, Dios mo. Del que traspasaron brot sangre y agua: sangre del sacrificio y agua de vida y gracia. Al caer sobre nosotros esa agua fecunda, sentimos primero nuestra aridez, se exacerba nuestra sed de Dios, pues sentimos una corriente de vida, mejor que lo que comnmente llamamos vida: es la gracia de estar unidos a Dios y recibir su espritu Glatas 3,26-29: Los que habis sido bautizados os habis revestido de Cristo. Por el bautismo el misterio de la cruz se hace una realidad misteriosamente eficaz en nosotros. Nos incorpora a Cristo, hacindonos participar de su condicin de Hijo del Padre. San Juan Crisstomo comenta este pasaje de San Pablo: Si la ley es un pedagogo y, encerrados, ella nos custodiaba, no es contraria a la gracia, sino que colabora con ella. Por el contrario, se le opondra si, venida la gracia, ella persistiera en mantener su dominio. Corrompera nuestra salvacin si impidiera acudir a la gracia. Sera como la lmpara que iluminando de noche, impidiera, llegado el da, la vista del sol, por lo que no sera agradable, sino desagradable. As sucedera tambin con la ley, que sera un obstculo en la consecucin de lo que es mejor. Los que ahora la observan, son los que sobre todo la desacreditan, de la misma manera que el pedagogo ridiculiza al joven cuando, llegado el momento de apartarse de l se aferra junto a l... Por qu no dijo: cuantos habis sido bautizados en Cristo, habis nacido de Dios? era, sin duda, la consecuencia lgica de ser hijos de Dios. Porque recalca la misma idea de una forma ms efectiva. Si Cristo es Hijo de Dios y t te has revestido de l, teniendo al Hijo en ti mismo y hacindote semejante a l, alcanzaste una total conexin con l (Comentario a la Carta a los Glatas III,5). Lucas 9,18-24: T eres el Mesas de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho. Todo el amor redentor del Corazn de Cristo Jess hacia nosotros se convirti en una constante obsesin por el misterio de la Cruz. Su pasin fue el sello misterioso de su condicin de verdadero Mesas y el aval del amor infinito que nos tiene. San Ambrosio explica: Pedro no ha seguido el juicio del pueblo, sino que ha expresado el suyo propio al decir: T eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. El que es, es siempre, no ha comenzado a ser, ni dejar de ser. La bondad de Cristo es grande porque casi todos sus nombres los ha dado a sus discpulos... Cristo es piedra pues beban de la roca que los segua, y la roca era Cristo (1 Cor 10,4), y l tampoco ha rehusado la gracia de este nombre a su discpulo, de tal forma que l es tambin Pedro, para que tenga de la piedra la solidez constante, la firmeza de la fe. Esfurzate tambin t en ser piedra. Y as, no busques la piedra fuera de ti, sino dentro de ti. Tu piedra es tu accin; tu piedra es tu espritu. Sobre esta piedra se edifique tu casa, para que ninguna borrasca de los malos espritus pueda tirarla. Tu piedra es la fe; la fe es el fundamento de la Iglesia. Si eres piedra estars en la Iglesia, porque la Iglesia est fundada sobre piedra. Si ests en la Iglesia, las puertas del infierno no prevalecern sobre ti: las puertas del infierno son las puertas de la muerte y las puertas de la muerte no pueden ser las puertas de la Iglesia... El Hijo del Hombre ha de padecer mucho... Tal vez el Seor ha aadido esto porque saba que sus discpulos difcilmente haban de creer en su pasin y en su resurreccin. Por eso ha preferido afirmar l mismo su pasin y su resurreccin, para que naciese la fe del hecho y no la discordia del anuncio. Luego Cristo no ha

querido glorificarse, sino que ha querido aparecer sin gloria para padecer el sufrimiento; y t, que has nacido sin gloria, quieres glorificarte? Por el camino que ha recorrido Cristo es por donde t has de caminar. Esto es reconocerle, esto es imitarle en la ignominia y en la buena fama (2 Cor 6,8), para que te glores en la cruz como l mismo se ha gloriado (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VI, 97-98 y 100). Lunes Aos impares Gnesis 12,1-9: Abrahn march como le haba dicho el Seor. La fe de Abrahn es modlica. Comenta San Agustn: Tanto hizo por nosotros que, an ensea ms que sus promesas, y sus obras deben movernos a creer en lo que prometi. A duras penas creyramos lo que hizo de no haberlo visto. Dnde lo vemos? En los pueblos que tienen su ley, en las muchedumbres que le siguen. Se ha realizado as la promesa que hizo a Abrahn cuando dijo: en tu descendencia ser bendecidas todas las gentes (Gn 12,3). De poner los ojos en s mismo, cundo hubiera credo? Era un hombre y solo, y viejo, y estril su mujer de tan avanzada edad que, aun sin el defecto de la esterilidad, la concepcin fuera imposible. No exista base alguna en absoluto donde apoyar la esperanza: mirando empero a quien le haca la promesa, lo crea aun sin llevar camino. He ah cumplido ante nosotros lo que fue objeto de su fe; creemos, en consecuencia, lo que no vemos por lo que viendo estamos. Engendr a Isaac: no lo hemos visto. Isaac engendr a Jacob: lo que tampoco vimos; ste engendr a sus doce hijos; que no hemos visto tampoco; y sus doce hijos engendraron al pueblo de Israel que ahora estamos viendo... Del pueblo de Israel naci la Virgen Mara, que dio a luz a Cristo y a los ojos est cmo en Cristo son benditas las naciones todas. Hay algo ms verdadero? Hay algo ms palmario? Vosotros que conmigo salisteis de la gentilidad, desead conmigo la vida futura. Si ya en el siglo cumpli Dios lo que haba prometido hacer en la descendencia de Abrahn, cmo no va a cumplir sus promesas eternas a los que hizo de la descendencia de Abrahn? El Apstol dice: vosotros sois cristianos, luego sois descendientes de Abrahn (Gl 3,29). Son palabras del Apstol (Sermn 130,3). Con el Salmo 32 decimos Dichoso el pueblo que el Seor se escogi como heredad. Dichosa la nacin cuyo Dios es el Seor, el pueblo que l se escogi como heredad. El Seor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres. Los ojos del Seor estn puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. Nosotros aguardamos al Seor: l es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Seor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. Nosotros, los miembros del Cuerpo Mstico de Cristo, somos la nueva creacin, la obra del Verbo y del Espritu y somos la tierra llena de su amor misericordioso. Somos el Pueblo que Dios se escogi. A nosotros nos ha confiado el Seor realizar su palabra, como dice San Pablo en su Carta a los Colosenses 1,24-27. Aos pares 2 Reyes 17,5-8: El Seor arroj de su presencia a Israel y slo qued la tribu de Jud. Las calamidades acaecidas en el Reino del Norte y la deportacin de sus habitantes se deben a la desobediencia y a la infidelidad para con la alianza. Lo hemos visto ya muchas veces. Ahora se confirma con el Salmo 59. Se trata de un desastre terrible o una seal de desbandada ante los arcos del enemigo. Pero tiene un trasfondo saludable que lleva envuelta la idea de correccin y conversin: Que tu mano salvadora nos responda, Seor. Oh Dios nos rechazaste y rompiste nuestras filas, estabas airado, pero resturanos. Has sacudido y agrietado el pas: repara sus grietas que se desmorona. Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo, dndole a beber un vino de vrtigo. T, oh Dios,

nos has rechazado y no sales ya con nuestras tropas. Auxlianos contra el enemigo, que la ayuda del hombre es intil. Con Dios haremos proezas, l pisotea a nuestros enemigos. El cristiano tiene conciencia de pertenecer al Pueblo de Dios de los ltimos tiempos: la Iglesia. Es indudable que a travs de la historia se han producido asaltos contra la Iglesia, que han roto sus filas y han cuarteado sus muros, pero tiene la promesa de Jesucristo: las puertas del infierno no prevalecern contra ella. Esa es nuestra fe, esa es nuestra esperanza, no obstante las dificultades que puedan surgir de dentro o de fuera. Mateo 7,1-5: Scate primero la viga de tu ojo. Jess enuncia el principio de que no hay que juzgar al prjimo. San Juan Crisstomo explica este principio: Veis cmo Cristo no prohbe juzgar, sino que manda primero echar la viga de nuestro ojo y luego tratar de corregir lo de los otros? A la verdad, todo el mundo sabe lo suyo mejor que lo ajeno, y ve mejor lo grande que lo pequeo, y se ama ms a s mismo que a su prjimo. De manera que, si corriges por solicitud, tenla antes de ti mismo, pues ah est ms patente y es mayor el pecado. Mas, si a ti mismo te descuidas, es evidente que no juzgas a tu hermano por su inters, sino porque lo aborreces y quieres deshonrarle. Si hay que juzgar, que juzgue quien no tiene l mismo pecado, no t... Porque, si es un mal no ver los propios pecados, doble y triple lo es juzgar a los otros cuando uno mismo, sin sentirlas, lleva las vigas en sus propios ojos. A la verdad, ms pesado que una viga es un pecado (Homila 23,2 sobre San Mateo). Martes Aos impares Gnesis 13,2.5-18: No haya disputas entre nosotros dos, pues somos hermanos. Un vez que Abrahn se separ de Lot, Dios le prometi una numerosa descendencia junto con la posesin del pas en que reposa. San Jernimo exhorta tambin: As, pues, te ruego y te aconsejo con afecto de padre: ya que has dejado Sodoma para caminar presuroso hacia los montes, no mires a tu espalda, no sueltes la mancera del arado, ni el borde del vestido del Salvador, ni sus cabellos hmedos con el roco de la noche; nada entonces de lo que has logrado asir permitas se te escape, ni bajes tampoco del tejado de las virtudes a buscar los vestidos antiguos, no te vuelvas del campo a la ciudad, no ames como Lot los parajes llanos y amenos (Gn 13,10), que no son regados por el cielo, como la tierra santa, sino por el turbulento ro Jordn despus de haber perdido la dulzura de sus aguas mezclndose con el mar Muerto (Carta 71,1 a Lucinio). En el Salmo 14 encontramos un cdigo moral del que aspira a vivir en la intimidad con Dios en el santuario de Jerusaln: Seor, quin puede hospedarse en tu tienda? El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. El que no hace mal al prjimo ni di-fama al vecino, el que considera despreciable al impo y honra a los que temen al Seor. El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que as obra nunca fallar. No se insiste en las purezas rituales, sino en las condiciones morales del corazn. El Nuevo Testamento nos manifiesta que la Humanidad de Cristo es el templo de Dios. Es la tienda y el monte santo en la que Dios ha fijado su morada en medio de los hombres. Hemos de tener las virtudes necesarias para entrar en ese santuario, principalmente las obras de caridad, como lo indica el Salmo. Aos pares 2 Reyes 19,9-11.14-21.31-36: Yo escudar a esta ciudad para salvarla, por mi honor y el de David. El reino de Jud no se libra del peligro de la invasin, pero la oracin del rey Ezequas es acogida: El profeta Isaas le anuncia la partida inminente del enemigo y la prxima liberacin de

Jerusaln. Es grande el poder de la oracin, como ya lo hemos expresado en diversas ocasiones. He aqu un bello texto de San Gregorio Magno: La mente del que pide suele reaccionar de forma diferente a la mente de Aquel a quien se dirige la peticin, por eso las almas de los santos ponen su morada en el seno secreto e interior de Dios, encontrando descanso en l. Cmo es posible, entonces, que se diga que clamaban si sabemos que su voluntad no discrepa en nada de la de Dios? Cmo es posible que eleven su peticin, si sabemos con certeza que no ignoran ni la voluntad de Dios ni lo que suceder en el futuro? Se dice que presentan peticiones, aun viviendo en l, no porque deseen algo en desacuerdo con la voluntad que conocen, sino porque cuanto ms ardientemente se unen a l con la mente tanto ms reciben de l el deseo de seguir pidiendo lo que ya saben que se les va a conceder. De l beben lo que les hace estar ms sedientos de l, y, de forma an incomprensible para nosotros, se sacian pregustando eso mismo que al ser pedido aumenta el hambre. No estaran de acuerdo con la voluntad del Creador si no pidieran lo que l quiere que vean, y se uniran menos a l si demandaran de mala gana lo que l quiere darles (Morales sobre Job lib. II,11). Con el Salmo 47 proclamamos: Dios ha fundado su ciudad para siempre. Grande es el Seor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios. Su Monte Santo, una altura hermosa, alegra de toda la tierra. El monte Sin, vrtice del cielo, ciudad del gran rey. Entre sus palacios, Dios descuella como un alczar. Oh Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu templo: como tu renombre, oh Dios, tu alabanza llega al confn de la tierra; tu diestra est llena de justicia. El salmista ha celebrado la grandeza de Dios en el momento del peligro. Se dira que deseaba reproducir la oracin de Ezequas. La grandeza de Dios se ha manifestado en la Iglesia: Ella es su ciudad santa construida sobre el Monte santo que es Cristo. En ella elevamos a Dios nuestras splicas y ella misma ora por todos los hombres principalmente en su liturgia sagrada. Mateo 7,6,12-14: Tratad a los dems como queris que ellos os traten. Es la regla de oro de la buena concordia social y cristiana. San Agustn dice: Lo que no quieres que te hagan, no lo hagas t a otro (Tob 4,16; Mt 7,12). Antes de darse la ley, a nadie se permiti ignorar esto que decimos, para que as tuviesen modo de juzgar aquellos a quienes no se haba dado la ley. Pero, para que los hombres no tratase de obtener algo que les faltaba, se escribi en tablas lo que no lean en los corazones. Tenan escrita la ley, pero no queran leer... Pero como los hombres, apeteciendo las cosas externas, se apartaron de s mismos, se dio la ley escrita; no porque no estuviese escrita ya en los corazones, sino porque, habiendo huido t de tu corazn, debas ser acogido por Aquel que est en todas partes y devuelto al interior de ti mismo (Comentario al Salmo 57,1). Con respecto a otros temas de esa lectura evanglica, el mismo San Agustn comenta el respeto que hemos de tener por lo sagrado. No dar lo santo a los perros ni las piedras preciosas a los puercos. Perros son los que ladran calumniosamente; puercos son los manchados con el lodo de los placeres sensuales. No seamos ni perros ni puercos para merecer que el Seor nos llame hijos (Sermn 60,A,4). La defensa de lo sagrado nos urge siempre; no podemos participar en la liturgia santa con malas disposiciones del alma. Y se han de realizar las ceremonias sagradas tal como lo ha prescrito la competente jerarqua de la Iglesia. Con temblor y fe deca una antigua antfona litrgica.

Mircoles Aos impares

Gnesis 15,1-12.17-18: Abrahn crey al Seor y se le cont en su haber, y el Seor hizo alianza con l. Por la imitacin de la fe de Abrahn, los seguidores de Cristo son verdaderos hijos del Patriarca, herederos de la promesa y miembros de la alianza. As lo explica San Agustn: As, a nosotros, hermanos, se nos llam hijos de Abrahn, sin haberlo conocido personalmente y sin tener de l la descendencia carnal. Cmo, pues, somos sus hijos? No en la carne, sino en la fe... Si Abrahn fue justo por creer, todos los que despus de l imitaron la fe de Abrahn se hicieron hijos de l. Los judos, nacidos de l, segn la carne, degeneraron; nosotros, nacidos de gente extranjera, conseguimos imitndolo lo que ellos perdieron por su degeneracin. Lejos de nosotros pensar que Abrahn es su padre aunque desciendan de su carne! Sus padres fueron aquellos que ellos mismos confesaron que eran (San Agustn, Sermn 305,A,3). Con el Salmo 104 decimos: el Seor se acuerda de su alianza eternamente. El cristiano debe tomar conciencia de que todos los prodigios operados por Dios en la Antigua Alianza para llevar adelante las promesas hechas por Dios a Abrahn, son prodigios que nos ataen a todos los beneficiarios de la Nueva Alianza: Si sois hijos de Cristo, sois descendientes de Abrahn segn la promesa (Gl 3,29). Por eso el cristiano ha de recitar este salmo como un memorial y una glorificacin de su propio origen, que lleg a su consumacin y plenitud en Jesucristo. Por eso con este Salmo nos adentramos en las maravillas de la Encarnacin y en todos los misterios de Cristo que son reactualizados en la celebracin litrgica, sobre todo en el Misterio Pascual. Por medio de este salmo se nos da a conocer el aspecto divino de la historia de la salvacin, la parte absolutamente insustituible y esencial realizada por Dios desde los comienzos hasta el fin del mundo. Aos pares 2 Reyes 22,8-13.23,1-3: El rey ley al pueblo el libro de la Alianza encontrado en el templo y sell ante el Seor la Alianza. Se trata de la reforma del rey Ezequas, que seala una vuelta a la fidelidad con respecto al verdadero Dios y de la cual hemos tratado ampliamente en otras ocasiones. Por eso con el Salmo 118 cantamos: mustranos, Seor, el camino de tus leyes. Este Salmo es el fruto de una continua contemplacin interior de la ley de Dios. El piadoso salmista refleja en l su maravillosa e inefable experiencia exaltando la ley del Seor y declarando su amor y su adhesin a ella en todas las circunstancias de su vida, porque en ella ha encontrado el bien supremo, luz, alegra y confortacin en las persecuciones y en los sufrimientos. Todo cristiano ha de encontrar en este Salmo una coleccin de jaculatorias para expresar los sentimientos que le inspira su amor a la palabra de Dios y al mandato de la caridad, en las circunstancias ms diversas de la vida. El Salmo 118 es como un rosario del mandamiento del amor enseado por Jesucristo como complemento de la ley mosaica. Mateo 7,15-30: Por su frutos los conoceris. Cristo alerta contra los falsos profetas. El rbol bueno da frutos buenos y el rbol malo da frutos malos. San Juan Crisstomo explica estas palabras de Jess: En todo tiempo tuvo inters el diablo en suplantar la verdad por la mentira. A mi parecer, al nombrar aqu a los falsos profetas, no alude el Seor a los herejes, sino a quienes, siendo de vida corrompida, se ponen la mscara de la virtud, y a quienes el vulgo da el nombre de impostores... No hay mansedumbre, no hay dulzura alguna en los falsos profetas. De ovejas slo tienen la piel. Por eso es fcil distinguirlos. Y porque no tengas la ms ligera duda, te pone los ejemplos de las cosas que han de suceder por necesidad de la naturaleza... El rbol malo produce siempre frutos malos y no puede jams producirlos buenos... No dice que sea imposible que el malo cambie y que el bueno no pueda caer. El malo puede efectivamente convertirse a la virtud; pero, mientras permanezca en su maldad, no producir frutos buenos... El Seor mand que a cada uno se le juzgue por sus frutos (Homila 23,6-7 sobre San Mateo).

Jueves Aos impares Gnesis 16,1-12.15-16: Agar dio un hijo a Abrahn y Abrahn lo llam Ismael. San Pablo en su Carta a los Glatas (4,21-31) ve en la esclava Agar un smbolo de la Sinagoga, el judasmo esclavo de la ley y en Sara, la mujer libre, la imagen de la Iglesia. Comenta San Agustn: Es, pues, el testamento antiguo, correspondiente a Agar, que engendra para la servidumbre. En cambio la Jerusaln que est arriba es libre y ella es nuestra Madre. As, pues, los hijos de la gracia son los hijos de la libre; los hijos de la letra son los hijos de la esclava. Busca los hijos de la esclava: La letra mata. Busca los hijos de la libre: El Espritu, en cambio, da vida. La ley del espritu de vida en Cristo Jess te libr de la ley del pecado y de la muerte, de la que no pudo librarte la ley de la letra (Sermn 162,7). Con el Salmo 105 proclamamos: dad gracias al Seor porque es bueno. La tesis que el Salmo 105 desarrolla est en consonancia con los temas del Antiguo Testamento, segn los cuales, la misericordia de Dios est muy por encima de los pecados de los hombres. Pero de aqu no se puede deducir que no hay que dar importancia al pecado. Por el contrario, uno de los fines del Salmo es dar a conocer y sentir la enorme injusticia que supone el pecado que es una rebelin de la infidelidad del hombre contra la fidelidad de Dios. De ah que el salmo pretenda ante todo excitar los sentimientos de arrepentimiento y conversin. No obstante, los versculos escogidos aqu son los primeros que expresan la invitacin a alabar a Dios por su misericordia, en relacin con la lectura precedente que es la continuacin de la historia de la salvacin: Dad gracias al Seor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Quin podr contar las hazaas de Dios, pregonar toda su alabanza? Dichosos los que respetan el derecho y practican siempre la justicia. Acurdate de m por amor a tu pueblo. Vistanos con tu salvacin: para que vea la dicha de tus escogidos, y me alegre con la alegra de tu pueblo, y me glore con tu heredad. Aos pares 2 Reyes 24,8-17: Deportacin de Jeconas y establecimiento de un monarca vasallo. La Iglesia sufre por la descristianizacin de los pueblos, en los cuales se ha sembrado abundantemente la palabra de Dios, de los sacerdotes y religiosos secularizados. Ora tambin por la paz, la libertad y el bienestar de todos los pueblos. Son muchos los que estn en guerra continua; se hallan esclavizados y mueren de hambre y de miseria. Todo esto est expresado en la oracin del Salmo 78: lbranos, Seor, por el honor de tu nombre. Los gentiles han entrado en tu heredad, han profanado tu santo templo, han reducido a Jerusaln a ruinas. Tanto la liturgia como la tradicin patrstica ven en este Salmo una splica de la Iglesia en tiempo de persecucin y de prueba, pero tambin para expresar sentimientos de penitencia y propiciar la misericordia de Dios para con una humanidad pecadora y para con sus hijos arrepentidos y penitentes: ...echaron los cadveres de tus siervos en pasto a las aves del cielo, y la carne de sus fieles a las fieras de la tierra. Derramaron su sangre como agua en torno a Jerusaln, y nadie la enterraba. Fuimos el escarnio de nuestros vecinos, la irrisin y la burla de los que nos rodean. Hasta cundo, Seor? Vas a estar siempre enojado? Va a arder como fuego tu clera? No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres; que tu compasin nos alcance pronto, pues estamos agotados. Socrrenos, Dios Salvador nuestro, por el honor de tu nombre; lbranos y perdona nuestros pecados, a causa de tu nombre. Mateo 21-29: La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena. La religin autntica consiste en cumplir con la voluntad de Dios. Todo lo dems no pasa de ser ilusin y artificio, merecedor de condenacin por parte de Dios. Dice San Agustn: Hermanos mos, que vinisteis con entusiasmo a escuchar la palabra: no os engais a vosotros mismos fallando a la hora de cumplir lo que escuchasteis. Pensad que es hermoso orle, cunto ms

ser el llevarlo a la prctica! Si no escuchis, si no ponis inters en orla, nada edificis. Pero, si la oyes y no la pones en prctica, edificas una ruina. Cristo el Seor puso a este respecto una semejanza muy oportuna: Quien escucha mis palabras... Por qu no se derrumb? Estaba cimentada sobre roca. Por tanto, el escuchar la palabra y cumplirla equivale a edificar sobre roca. El slo escuchar es ya edificar... Quien la escucha y no la pone en prctica edifica sobre arena y edifica sobre roca quien la escucha y pone en prctica; y quien no la escucha no edifica ni sobre la roca ni sobre la arena... No es esto ms seguro? Entonces quedars sin techo donde cobijarte si nada escuchas... Considera, pues, qu parte vas a elegir... Si te hayas sin techo, necesariamente sers sepultado, arrastrado y sumergido. Por tanto, si es malo para ti edificar sobre arena, malo es tambin no edificar nada; slo queda como bueno edificar sobre roca. Cosa mala es, pues, no escuchar; mala tambin escuchar y no obrar; lo nico que queda es obrar tambin (Sermn 179,8-9). Viernes Aos impares Gnesis 17,1.9-10.15-22: Dios da a Abraham un hijo de su esposa Sara, la libre, Isaac, con quien establecer su pacto perpetuo. Este pasaje es interpretado en el sentido de que es mejor la nueva alianza que la antigua. Pero ello siempre que se conserve en unin con la verdadera Iglesia, por el bautismo, la fe y las costumbres. Dice San Agustn: Hay quien solamente se ha revestido de Cristo por haber recibido el sacramento, pero estn desnudos de l por lo que se refiere a la fe y a las costumbres. Tambin son muchos los herejes que tienen el mismo sacramento del bautismo, pero no su fruto salvador ni el vnculo de la paz... O bien estn sellados por los desertores o bien son ellos mismos desertores, llevando el sello del buen rey en carne digna de condenacin... Ved que puede darse que alguien tenga el bautismo de Cristo, pero no la fe y el amor de Cristo; que tenga el sacramento de la santidad y no sea contado en el lote de los santos. Ni importa, por lo que se refiere al solo sacramento, el que alguno reciba el sacramento de Cristo, donde no existe la unidad de Cristo, pues tambin quien ha sido bautizado en la Iglesia, si pasa a ser desertor de la misma, carecer de la santidad de vida, pero no del sello del sacramento (Sermn 260,A,2). Con el Salmo 127 proclamamos: sta es la bendicin del hombre que teme al Seor. Los Santos Padres han aplicado las palabras de este Salmo a la Iglesia, Madre fecunda por el Bautismo. San Len Magno afirma: La fiesta de hoy, del nacimiento de Jesucristo de la Virgen Mara, renueva para nosotros los comienzos sagrados. Y al adorar el nacimiento de nuestro Salvador, tratamos de celebrar al mismo tiempo nuestros propios comienzos. La generacin de Cristo es, en efecto, el origen del pueblo cristiano, y el aniversario de la Cabeza es tambin el aniversario del Cuerpo. Aunque cada uno sea llamado en su orden y todos los hijos de la Iglesia se diferencien en la sucesin de los tiempos, sin embargo, como el conjunto de los fieles nacidos de la fuente bautismal ha sido crucificado con Cristo en su pasin, ha resucitado en su resurreccin, ha sido colocado a la derecha del Padre en su ascensin, as tambin con l ha nacido en esta navidad (Sermn 6 de Navidad). Aos pares 2 Reyes 25,1-12: March Jud al Desierto. Nueva conquista de Jerusaln por Nabucodonosor. El rey es castigado y deportado a Babilonia. Gran parte de la poblacin corre la misma suerte. Es el fin del reino de Jud. As lo canta el Salmo 136: Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti... Junto a los canales de Babilonia nos sentbamos a llorar con nostalgia de Sin. Babilonia es la personificacin de la multiforme potencia del mal. Este satnico poder que pervierte en el mundo est destinado a autodestruirse. Babilonia es el smbolo de la ciudad terrena, surgida y crecida en

oposicin a Dios y a todo lo que viene de l. Es el resultado de todos los egosmos y concupiscencias humanas. En su poder y prosperidad, ella acumula sus pecados hasta el cielo, pero Dios recuerda sus iniquidades y la justicia divina la aniquilar. Cristo ha revelado al hombre su miseria y su desgracia, pero no lo ha abandonado en su desesperacin. Con sus misterios pascuales nos ha devuelto el paraso perdido y la posibilidad de cantar los cnticos de la Jerusaln celeste. La Iglesia, formada por los que creen en la palabra de Cristo, sentada junto a los canales de Babilonia, que son este engaoso mundo que pasa, provocada y oprimida por sus perseguidores, llora en sus miembros que sufren. Pero en su corazn, el deseo de ver a Dios y la nostalgia del cielo son ms fuertes que cualquier provocacin e insinuacin del enemigo. Los que son de Cristo Jess han crucificado su carne con sus pasiones y sus deseos (Gl 5,24). Mientras estamos en este mundo somos como exiliados y deportados (cf. 2 Cor 5,6). Luchamos, pero en Cristo tenemos la esperanza del triunfo (2 Cor 5,8). Mateo 8,1-4: Si quieres puedes limpiarme. Comenta San Juan Crisstomo el dilogo entre Jess y el leproso: Grande es la prudencia, grande la fe de este leproso que se acerca al Seor. Porque no le interrumpi en su enseanza, ni irrumpi por entre la concurrencia, sino que esper el momento oportuno y se acerc al Seor cuando ste hubo bajado del monte. Y no le ruega como quiera, sino con gran fervor, postrado a sus pies, como cuenta otro evangelista, con verdadera fe y con la opinin que de l debe tener...: Si quieres, puedes limpiarme... Todo se lo encomienda a l; a l hace Seor de su curacin. Y l atestigua que tiene toda autoridad... Lo que hace es aceptar y confirmar lo que el leproso le haba dicho. Por ello precisamente no le responde: queda limpio, sino: quiero, queda limpio; con lo que el dogma ya no se fundaba en la mera suposicin del leproso, sino en la sentencia misma del Seor. No obraron as los apstoles... Mas el Seor, que muchas veces habl de s humildemente y por bajo de lo que a su gloria corresponde, qu dice aqu para confirmar el dogma, en el momento en que todos le admiraban por su autoridad? Quiero, s limpio. En verdad con haber l hecho tantos y tan grandes milagros, en ninguna parte aparece repetida esta palabra. Aqu empero, para confirmar la idea que tanto el pueblo como el leproso tenan de su autoridad, aadi ese quiero. Y no es que lo dijera y luego no lo hiciese, la obra sigui inmediatamente a su palabra (Homila 25,1-2 sobre San Mateo).

Sbado Aos impares Gnesis 18,1-15: La visita de los tres a Abrahn junto a la encina de Mambr. Anuncio del nacimiento de Isaac, importante para la historia de la salvacin. San Jernimo explica que: Abrahn era rico en oro, plata, ganado, posesiones y vestidos, y tena tanta familia que, al recibir una noticia inesperada, pudo armar un ejrcito de jvenes escogidos y alcanzar junto a Dan y dar muerte a cuatro reyes, de quienes antes haban huido otros cinco. Y sin embargo, despus que, habiendo cumplido muchas veces el deber de hospitalidad, mereci recibir a Dios cuando l pensaba acoger a hombres, no encomend a criados y criadas que sirvieran a los huspedes ni disminuy, por encomendarlo a otros, el bien que practicaba; sino que l solo con su mujer Sara se entreg a aquel servicio de humanidad, como si hubiera dado con una presa. l mismo les lav los pies, l mismo trajo sobre sus hombros un lucido becerro del rebao, permaneci en pie como un criado mientras los peregrinos coman, y sin comer l, les fue poniendo los manjares que Sara haba cocido con sus manos (Carta 66,11 a Panmaquio). Muchos Santos Padres y la liturgia tanto oriental como occidental han visto en esto una figura de la Santsima Trinidad. San Hilario de Poitiers dice que vio a tres y ador a uno:

...Cuando Abrahn ve a un hombre y adora a Dios. La antigua liturgia romana tena un responsorio en el que se deca: tres vidit et unum adoravit (Tratado sobre los Misterios 2,13-14). Por eso se ha escogido como salmo responsorial el Magnificat. Auxilia a Israel, su siervo, acordndose de la misericordia, como lo haba prometido a nuestros padres, en favor de Abrahn y su descendencia por siempre. Del himno de la Virgen Mara se ha escrito que no es ni una respuesta a Isabel, ni propiamente una plegaria a Dios. Es una elevacin y un xtasis. La gran hora de la Virgen Mara es tambin la gran hora de su pueblo. Al comienzo de su cntico habl Mara de la salud que Dios le haba preparado, al final habla de la salud que alborea para su pueblo. Lo que sucedi en la Virgen Mara se realiza en la Iglesia de Dios. En la Virgen Mara est representado el pueblo de Dios. El siervo de Dios es aqu el Pueblo de Israel: Pero t, Israel, eres mi siervo, yo te eleg. Jacob, progenie de Abrahn, mi amigo. Yo te traer de los confines de la tierra, y te llamar de las regiones lejanas, dicindote: T eres mi siervo, yo te eleg y no te rechac (Is 41,8s.). Ahora va a tener cumplimiento la misericordia de Dios y la fidelidad a las promesas. La Virgen Mara se reconoce una con el pueblo de Dios. Ella fue fiel. En Ella se cumplen las promesas. Es un gran misterio el rechazo de Israel a Cristo, el Mesas. Vi-no a los suyos y los suyos no le recibieron. Aos pares Lamentaciones 2,2.10-14.18-19: Grita al Seor, levntate, Sin . Despus de haber descrito el desastre de la ciudad santa, el autor del libro de las Lamentaciones llora su dolor ante las ruinas. Echa en cara a los profetas el que no le revelaran a Israel su pecado, para provocar su penitencia y perdn divino. Finalmente invita a los supervivientes a que oren con fervor. San Jernimo explica: Jeremas se lamenta sobre un pueblo que no hace penitencia... Llora a quienes salen de la Iglesia por sus crmenes y pecados y no quieren volver a ella arrepintindose de sus pecados. Por eso, dirigindose a los hombres de Iglesia, a los que son llamados muros y torres de la Iglesia, la palabra proftica dice: Muros de Sin, derramad lgrimas (Lam 2,18), como cumpliendo con el precepto del Apstol de alegrarse con los que se alegran y llorar con los que lloran (Rom 12,15). As, con vuestras lgrimas incitaris a llanto a los duros corazones de los que pecan para que no tengan que or, obstinados en su malicia: Yo te plant como via fructfera, de simiente legtima. Cmo has degenerado en amarga vid silvestre?... No han querido volverse a M para hacer penitencia, sino que por la dureza de su corazn me han vuelto la espalda para injuriarme... Cunta es la clemencia de Dios, cunta nuestra dureza, que despus de tantos pecados nos llama a la salvacin. Y ni aun as queremos convertirnos al Bien (Carta 122,1-2, a Rstico). Con el Salmo 73 decimos: No olvides sin remedio la via de tus pobres. El enemigo ha arrancado del todo el Santuario... prendieron fuego a tu Santuario, derribaron y profanaron la morada de tu nombre. Este Salmo apasionado, como las mismas Lamentaciones, refleja una poca trgica, si las ha habido en la historia de Israel. El templo destruido, los profetas dispersos, Dios mismo parece haber abandonado a su pueblo. Pero el salmista no desespera, sino que se vuelve a Dios suplicante y Dios otorga el perdn. Todo se restaura. Esto se repite constantemente en la historia de Israel, como hemos visto en diversas ocasiones. Tiene aplicacin en nosotros, porque el cristiano en gracia es templo vivo de Dios. Por el pecado ese templo queda destruido, profanado, como nos deca San Jernimo en su Carta anterior. Dios nos aguarda, como el Padre del hijo prdigo. Espera de nosotros el arrepentimiento y siempre est dispuesto a la misericordia y al perdn. Mateo 8,5-17: Vendrn muchos de Oriente y Occidente y se sentarn con Abrahn, Isaac y Jacob. La fe del centurin romano logra la salud de su criado. Jess ve en ellos el augurio de la conversin de los pueblos paganos. Luego cur a la suegra de San Pedro. Se cumplen las profecas: Tom nuestras dolencias y carg con nuestras enfermedades. Comenta San Agustn sobre este milagro que Jess hace en favor del centurin:

Podemos nosotros medir la fe de los hombres, pero en cuanto hombres. Cristo, que vea el interior, Cristo a quien nadie engaaba, dio testimonio sobre el corazn de aquel hombre, al escuchar las palabras de humildad y pronunciar la sentencia de la sancin. El Seor, aunque formaba parte del pueblo judo, anunciaba ya la Iglesia futura en todo el orbe de la tierra, a la que haba de enviar a sus apstoles. Los gentiles no lo vieron y creyeron; los judos lo vieron y le dieron muerte. Del mismo modo que el Seor no entr con su cuerpo en la casa del centurin, y, sin embargo, ausente en el cuerpo y presente por su majestad, san su fe y su casa, de idntica manera el mismo Seor slo estuvo corporalmente en el pueblo judo; en los otros pueblos ni naci de una Virgen, ni sufri la pasin, ni camin, ni soport las debilidades humanas, ni hizo las maravillas divinas. Ninguna de estas cosas realiz en los restantes pueblos. l se haba dicho: El pueblo, al que no conoc, se me sirvi. Cmo si falt el conocimiento? Tras haber odo me obedeci (Sal 17,45). El pueblo judo lo conoci y lo crucific; el orbe de la tierra oy y crey (Sermn 62,4).

13 Semana Domingo Verdad y caridad son los dos polos de la vida y del testimonio cristiano, y son tambin el objeto de nuestra oracin en una liturgia dominical como la de hoy, llena de la alegra de los redimidos. Entrada: Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de jbilo (Sal 46,2). Colecta (del Sacramentario de Brgamo): Padre de bondad, que por la gracia de la adopcin nos has hecho hijos de la luz; concdenos vivir fuera de las tinieblas del error y permanecer siempre en el esplendor de la verdad. Ofrendas (del Veronense): Oh Dios!, que obras con poder en tus sacramentos, concdenos que nuestro servicio sea digno de estos dones sagrados. Comunin: Bendice, alma ma, al Seor y todo mi ser a su santo nombre (Sal 102,1); o bien: Padre, por ellos ruego; para que todos sean uno en nosotros y as crea el mundo que T me has enviado, dice el Seor (Jn 17,20-21). Postcomunin (del Misal anterior, retocada con el texto de Jn 15,16): La vctima eucarstica que hemos ofrecido y recibido en comunin nos vivifique, Seor, para que, unidos a ti en caridad perpetua, demos frutos que siempre permanezcan. CICLO A La primera y la tercera lecturas se corresponden. En la primera Dios bendice el hogar que haba acogido al profeta Eliseo; en el Evangelio, Jess, despus de haber invitado a los apstoles a dejarlo todo para que le sigan a l solo, promete su bendicin a los que los acojan con generosidad y cario. En la segunda lectura San Pablo que ya nos ense que hemos sido salvados por la muerte y resurreccin del Seor, nos muestra ahora cmo el bautismo nos introduce en este misterio. 2 Reyes 4,8-11.14-16: Este hombre de Dios es un santo, se quedar aqu. Todo profeta autntico es un signo de la presencia de Dios en la vida de los hombres. La plenitud del profetismo fue Cristo Jess. El Hijo de Dios comprometido en la vida de los hombres y conviviendo con ellos. Por siempre jams cantamos las misericordias del Seor. As lo proclamamos en el Salmo 88. En Cristo nos lo ha dado todo. La alianza sellada por Dios con la casa de David no fue quebrantada nunca por parte de Dios, aun cuando por parte de los hombres hubo muchos fallos e infidelidades. Dios conduca la historia por caminos desconcertantes hasta que llegara el Descendiente de David esperado, el Ungido por antonomasia, Cristo Jess, Salvador de los hombres. Desde entonces la

Alianza sellada con su sangre ser eterna, irrompible, no obstante las deficiencias de unos y los insultos y persecuciones de otros. Reinar para siempre en la Casa de Jacob (Lc 1,32). Romanos 6,3-4.8-11: Por el bautismo fuimos sepultados con l en la muerte para que andemos en una vida nueva. La vocacin cristiana es, por su propia naturaleza, vocacin de santidad cristiforme; ruptura total con el pecado y nueva existencia en Cristo. Comenta San Agustn: Mas centremos nuestra reflexin, amadsimos, en la resurreccin de Cristo, pues del mismo modo que su pasin era smbolo de nuestra antigua vida, as su resurreccin encierra el misterio de la vida nueva. Por eso dice el Apstol: Hemos sido sepultados con Cristo por medio del bautismo, para la muerte, a fin de que, como Cristo resucit de entre los muertos, as tambin nosotros caminemos en una vida nueva (Rom 6,4). Has credo y te has bautizado: muri la vida antigua, recibi la muerte en la cruz, fue sepultado en el bautismo. Ha sido sepultada la vida antigua, en la que viviste mal; resucita la vida nueva. Vive bien; vive para vivir; vive de tal manera que cuando mueras, no mueras... Comenzad a realizar en el espritu, viviendo santamente, lo que Cristo nos manifest mediante la resurreccin de su cuerpo (Sermn 229,E,3-4). Mateo 10,37-42: El que no toma su cruz, no es digno de M. El que os recibe a vosotros a M me recibe. San Juan Crisstomo explica las palabras de Jess: Mirad la dignidad del Maestro. Mirad cmo se muestra a S mismo hijo legtimo del Padre, pues manda que todo se abandone y todo se posponga a su amor... La propia vida que antepongis a mi amor, estis ya lejos de ser mis discpulos... Y si es cierto que Pablo ordena muchas cosas acerca de los padres y manda que se les obedezca en todo, no hay que maravillarse de ello, pues slo manda que se les obedezca en aquello que no va contra la piedad para con Dios... Con este modo de hablar quera el Seor templar el valor de los hijos y amansar tambin a los padres que tal vez hubieran de oponerse al llamamiento de sus hijos... Nada hay ms ntimo al hombre que su propia vida. Pues bien, si aun a tu propia vida no aborreces, sufrirs todo lo contrario del que ama, ser como si no me amaras. Y no nos manda simplemente que la aborrezcamos, sino que lleguemos hasta entregarla a la guerra, a las batallas, a la espada y a la sangre. Porque el que no lleva su cruz y me sigue no puede ser mi discpulo. Porque no dijo simplemente que hay que estar preparado para la muerte, sino para la muerte violenta y no slo para la muerte violenta, sino tambin para la ignominia... Ahora bien, no es cosa de admirarse y pasmarse que, oyendo todo esto, no se les saliera a los apstoles el alma de su cuerpo? Porque lo duro por todas partes se les vena a la mano; pero el premio estaba todo en esperanza. Cmo es pues, que no se les sali? Porque era mucha la virtud del que hablaba y mucho tambin el amor de los que oan... Un simple vaso de agua fra que des, que nada ha de costarte, aun de tan sencilla obra tienes sealada recompensa. Porque por vosotros, que acogis a mis enviados, yo estoy dispuesto a hacerlo todo (Homila 35,1-2 sobre San Mateo). CICLO B Como sucede ordinariamente se corresponden las lecturas primera y tercera. Dios no hizo la muerte. Por envidia del diablo entr la muerte en el mundo. En la tercera lectura Cristo resucita a la hija de Jairo. San Pablo exhorta a los cristianos de Corinto a acudir en ayuda de sus hermanos de Jerusaln. Ayudar al pobre es imitar a Cristo. El podero de Cristo sobre la vida y la muerte es, en la Revelacin divina, el signo ms decisivo para evidenciar la anttesis misteriosa entre el Adn original con su influencia degradante (el pecado y la muerte cf. Rom 5,17; 1 Cor 15,26) y el nuevo Adn, Redentor del pecado y de la muerte. Sabidura 1,13-152,23-25: La muerte no procede de Dios. Pero es el signo de la limitacin humana y la marca que dej en el hombre la aberracin original de pretender ser como Dios (Gn 3,4). La revelacin divina afronta el enigma de la muerte en su dimensin de misterio insoslayable para la existencia temporal humana (GS 14). San Atanasio escribe:

Porque Dios no slo nos hizo de la nada, sino que con el don de su Palabra nos dio el poder vivir como Dios. Pero los hombres se apartaron de las cosas eternas, y por insinuacin del diablo se volvieron hacia las cosas corruptibles; y as, por su culpa le vino la corrupcin de la muerte, pues, como dijimos, por naturaleza eran corruptibles, y slo por la participacin del Verbo podan escapar a su condicin natural, si permanecan en el bien. Porque, en efecto, la corrupcin no poda acercarse a los hombres a causa de que tenan con ellos al Verbo, como dice la Sabidura: Dios cre al hombre para la incorrupcin y para ser imagen de su propia eternidad; pero por la envidia del diablo entr la muerte en el mundo (Sab 2, 23-24). Entonces fue cuando los hombres empezaron a morir, y desde entonces la corrupcin los domin y tuvo un poder contra todo el linaje humano superior al que le corresponda por naturaleza, puesto que por la trasgresin del precepto tena en favor suyo la amenaza de Dios al hombre... (Sobre la Encarnacin 4,6). Con el Salmo 29 decimos: te ensalzar, Seor, porque me has librado. Es un himno de accin de gracias por la salvacin recobrada. La tradicin patrstica y la liturgia ven en este Salmo una profeca de la Resurreccin de Cristo y de nuestra propia resurreccin. 2 Corintios 8,7-9.13-15: Vuestra abundancia remedia la falta que los pobres tienen. Ante la indigencia humana el Corazn de Jesucristo es misterio de caridad y de comunin redentora. Quienes son de Cristo lo evidencian en su comunin de fe y caridad ante la indigencia de sus hermanos. As lo explica San Juan Crisstomo: Si no podis entender que la pobreza enriquece, representaos a Jesucristo y en seguida se disiparn vuestras dudas. En efecto, si Jesucristo no se hubiera hecho pobre, los hombres no hubieran podido ser enriquecidos. Esas riquezas inefables, que por un milagro incomprensible para los hombres han encontrado su fuente en la pobreza son: el conocimiento de Dios y de la verdadera virtud, la liberacin del pecado, la justicia, la santidad y otros mil beneficios que Jesucristo ya nos ha concedido y que nos conceder todava. Todo esto ha venido a nosotros por el canal de la pobreza, es decir, porque Jesucristo se ha revestido de nuestra carne, se ha hecho hombre, ha sufrido todo lo que sabemos, aunque l no fuera, como lo somos nosotros, deudor de la pena y de los sufrimientos (Homila 17, sobre 2 Cor.). Marcos 5,21-43: Contigo hablo, nia, levntate. Yo soy la resurreccin y la vida (Jn 11,25), pudo decir Jess un da. Lo evidenci con el lenguaje de los hechos y lo sell con el misterio de su propia muerte redentora y su resurreccin pascual. Comenta este milagro San Ambrosio: No est muerta la nia sino dormida. Los que no creen se ren. Lloren pues, sus muertos los que se creen muertos; cuando se tiene fe en la resurreccin, no se considera la muerte, sino el reposo. Y no est fuera de propsito lo que dice San Mateo (9,23) de que haba en la casa del jefe flautistas y una multitud de plaideras; ya porque, siguiendo los usos antiguos, se hizo venir a los flautistas para inflamar y excitar los plaidos; ya porque la Sinagoga, a travs de los cnticos de la ley y de la letra, no poda captar la alegra del Espritu. Tomando, pues, la mano de la nia, Jess la cur y mand que le dieran de comer. Es una atestacin de vida, para que no se crea que es un fantasma, sino una realidad. Dichoso aqul al que la Sabidura coge de la mano. Ojal que ella dirija nuestras acciones, que la justicia tenga mi mano, que la tenga el Verbo de Dios, que l me introduzca en su interior, que me aparte del espritu del error, que me conduzca el espritu que salva, que ordene que me den de comer! Pues el Pan celestial es el Verbo de Dios. Esta Sabidura, que ha llenado los santos altares con los alimentos del Cuerpo y de la Sangre divinos ha dicho: Venid, comed mis panes, bebed mi vino, que he preparado para vosotros (Prov 9,5) (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VI, 62-63). CICLO C Carcter exigente de la vocacin apostlica: Cuando Dios llama todo se ha de abandonar. As lo hizo el profeta Eliseo. No nos ate la letra de la ley, como dice San Pablo. As estaremos en la verdadera libertad para ponernos al servicio de los dems por amor. Ser cristiano significa haber sido elegido y predestinado por el Padre, para ser injertado en el misterio de Cristo y para permanecer fieles a su llamamiento, a su amor, y a su obra de santificacin sobre nosotros. La

iniciativa de esta vocacin es siempre de Dios. Nuestra responsabilidad consiste en responder diariamente con toda generosidad a este don divino. 1 Reyes,19,16.19-21: Eliseo se levant y se march tras Elas. Su actitud es un ejemplo exacto de renuncia de los propios intereses para seguir el llamamiento divino. En la Nueva Alianza los apstoles y discpulos de Cristo heredarn el espritu de los profetas. Jesucristo exigir una exclusividad absoluta en su servicio. As actuaron los apstoles y millones de hombres y mujeres en los veinte siglos de cristianismo. San Jernimo dice: Una administracin excesivamente cautelosa de la hacienda familiar, y que vuelve cautelosamente a sus clculos, no se abandona tan fcilmente. Jos con la tnica puesta, no habra podido escapar de la mano de la egipcia. Aquel joven que, envuelto en una sbana, segua a Jess, al ser apresado por los esbirros dej el vestido terreno y se march desnudo. Elas, cuando fue arrebatado en un carro al cielo, dej su manto en la tierra. Eliseo ofreci en sacrificio los bueyes y los yugos de su anterior oficio... Dejar el oro es de principiantes, no de perfectos. Eso lo hizo el tebano Crates, lo hizo Antstenes. Ofrecerse a s mismo a Dios, eso es lo propio de los cristianos y de los apstoles (Carta 71,3, a Lucinio). Con el Salmo 15 decimos: el Seor es mi lote y mi heredad. En este Salmo tenemos una magnfica expresin de la fe. Pero esa fe con la que nos jugamos toda nuestra existencia a la nica carta de Dios, est toda ella trascendida de amor. Con l nos remontamos fcilmente hasta las alturas desde donde se divisa una vida prolongada ms all de la muerte en la presencia y compaa de Dios. Esto se hizo realidad cierta y firme con la resurreccin de Jesucristo. Glatas 4,31-5,1,13-18: Vuestra vocacin es la libertad. Liberacin personal del pecado para vivir totalmente con fidelidad al designio de Dios sobre nosotros. La libertad del justo es una libertad en el amor al prjimo por Dios. Esto, paradjicamente, nos lleva a una esclavitud al servicio del hermano. Es tambin una libertad en el Espritu Santo, que dirige la vida de los justos y la orienta por un camino espiritual contrario a las apetencias de la carne, cuya vida es antagnica a la del Espritu, totalmente dominada por lo divino y sobrenatural. Dice San Juan Crisstomo: Cristo nos liber del yugo de la esclavitud, nos hizo responsables de nuestras actuaciones, pero no para que empleramos ese poder para el mal, sino como ocasin de alcanzar un premio mayor, elevndonos a un nivel ms alto de vida. Puesto que en varias ocasiones llama a la ley yugo de esclavitud y a la gracia liberacin de la maldicin, a fin de que nadie creyese que prescribe abandonar la ley porque fuera lcito vivir de forma contraria a la ley, corrige esta suposicin diciendo: ordeno esto, no para que surja una forma de vida inicua, sino para que la vida cristiana vaya ms all de la ley, pues las ataduras de la ley han sido destruidas. No digo todo esto para que seamos pusilnimes, sino para que alcancemos un nivel ms alto.. Andad segn el Espritu y no deis satisfaccin al deseo de la carne. He aqu que seala otro camino que hace accesible la virtud y que da cumplimiento a cuanto se ha dicho, camino que engendra amor y que viene reforzado por el amor. Pues nada, nada inclina tanto al amor como el ser espiritual, y nada induce al Espritu a permanecer con nosotros como la fuerza del amor... El que posee el Espritu, tal y como conviene, apaciguar gracias a l todos los malos deseos. El que se ve libre de estos, no necesita del auxilio de la ley, porque se encuentra en una situacin ms elevada con respecto a sus preceptos... (Comentario a la Carta a los Glatas V,3-6). Lucas 9,51-62: Te seguir adonde vayas. Ante la iniciativa y el llamamiento divino siempre corremos el riesgo de tratar de condicionar nuestra respuesta segn los propios intereses personales. De este modo, podemos hacernos indignos del don divino. Comenta San Agustn: Escuchad lo que me ha inspirado Dios sobre este captulo del Evangelio. En l se lee cmo se comport el Seor distintamente con tres hombres. A uno que se ofreci a seguirlo, lo rechaz; a otro que no se atreva lo anim a ello; por fin a un tercero que lo difera lo censur. Quin ms dispuesto, ms resuelto, ms decidido ante un bien tan excelente como es seguir al Seor adonde quiera que vaya que aqul que dijo: Seor, te seguir adondequiera que vayas (Lc 9,57).

Lleno de admiracin preguntas: Cmo es esto; cmo desagrad al Maestro bueno, nuestro Seor Jesucristo, que va en busca de discpulos para darles el Reino de los cielos, hombre tan bien dispuesto? Como se trataba de un Maestro que prevea el futuro, entendemos que este hombre, hermanos mos, si hubiera seguido a Cristo hubiera buscado su propio inters y no el de Jesucristo. Pues el mismo Seor dijo: No todo el que me dice: Seor, Seor, entrar en el Reino de los cielos (Mt 7,21). Este era uno de ellos; no se conoca a s mismo, como lo conoca el mdico que lo examinaba. Porque si ya se vea mentiroso, si ya se conoca falaz y doble, no conoca a quien le hablaba. Pues l es de quien dice el evangelista: No necesitaba que nadie le informase sobre el hombre, pues l saba lo que haba en el hombre (Jn 2,25). Y qu le respondi? Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar su cabeza (Lc 9,58). Pero, dnde no tiene? En tu fe. Las zorras tienen escondites en tu corazn; eres falaz. Las aves del cielo tienen nidos en tu corazn; eres soberbio. Siendo mentiroso y soberbio no puedes seguirme. Cmo puede seguir la doblez a la simplicidad?... (Sermn 100,1). Libertados por Cristo y para Cristo, nuestra libertad est en defender esa libertad de los hijos de Dios, sin hipotecar nuestra vida a nada que pueda traicionar nuestra vocacin a la santidad y nuestra fidelidad al Corazn de Cristo y al Evangelio

Lunes Aos impares Gnesis 18,16-33: Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Abrahn, con gran fe y con humilde respeto, pero tambin con bastante familiaridad, intercede ante Dios en favor de Sodoma y Gomorra, ciudades depravadas por la perversidad de sus habitantes. En toda la narracin se palpa la misericordia de Dios y la perversidad de los hombres. Es un dilogo inefable de la condescendencia de Dios e ingenuidad de Abrahn. Con el Salmo 102 proclamamos la misericordia del Seor. En este Salmo se manifiesta la misericordia y el amor divino con resplandor refulgente. La misma palabra misericordioso tiene para el hebreo una resonancia que no se puede traducir en nuestras lenguas. Deriva de la misma raz que maternal. Por muy enorme que sean los pecados de los hombres mayor es la misericordia divina. Si Abrahn hubiera descendido ms en el nmero de los justos tambin Dios lo hubiera atendido con la misericordia divina, que aparece en la Sagrada Escritura sin lmites. As lo ensean los Santos Padres, como San Jernimo: No dudis del perdn, pues, por grandes que sean vuestras culpas, la magnitud de la misericordia divina perdonar, sin duda la enormidad de vuestros muchos pecados (Comentario sobre el profeta Joel 4). San Cipriano tambin lo dice: l nos ha prometido el perdn de los pecados y no puede faltar a su palabra, ya que al ensearnos a que sean perdonados nuestros pecado, nos ha prometido su misericordia paternal y, en consecuencia, su perdn (Tratado sobre el Padrenuestro 18). Y San Gregorio Magno: Consideremos cun grandes son las entraas de su misericordia, que no slo nos perdona nuestras culpas, sino que promete el reino celestial a los que se arrepienten despus de ellas (Homila 9 sobre los Evangelios,3). Aos pares Ams 2,6-10.13-16: Oprimen contra el polvo la cabeza de los mseros. Dios denuncia las injusticias y las prcticas vergonzosas a que se entregan los israelitas. Tales pecados sern

castigados con severidad, pues la infidelidad del pueblo, que tantos beneficios ha recibido de Dios, es inmensa. A lo largo de la historia de la salvacin la fidelidad de Dios se revela inmutable, frente a la constante infidelidad del hombre hasta que Cristo, testigo fiel de la verdad (Jn 18,37; Ap 3,4) comunica a los hombres la gracia de que est lleno (Jn 1,14-16) y los hace capaces de merecer la corona de la vida imitando su fidelidad hasta la muerte (Ap 2,10). El Salmo 49 es un eco de la lectura anterior: atencin los que olvidis a Dios. De suyo este salmo es una invectiva contra el formulismo del culto judo y la hipocresa del pueblo. Fue tomado por Cristo con trminos fuertes y decisivos, sobre todo contra las actitudes de los fariseos y jefes espirituales del pueblo (cf. Mt 15,1-20. 23): Por qu recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, t que detestas mi enseanza y te echas a la espalda mis mandatos? Cuando ves un ladrn, corres con l, te mezclas con los adlteros; sueltas tu lengua para el mal, tu boca urde el engao. Te sientas a hablar contra tu hermano, deshonras al hijo de tu madre; esto haces, y me voy a callar? crees que soy como t? Te acusar, te lo echar en cara. Atencin los que olvidis a Dios, no sea que os destroce sin remedio; el que me ofrece accin de gracias se me honra; al que sigue el buen camino le har ver la salvacin de Dios. Mateo 8,18-22: Sgueme. San Jernimo comenta la exigencia de Jess: Jess propone duras exigencias a quienes quieren caminar en pos de l; seguirle supone compartir su vida de profeta que carece de morada; supone asimismo renunciar an los deberes de piedad filial, por servicio al Reino. La llamada del Seor debe tener una correspondencia pronta, sin dilaciones, ni aun por motivos familiares. La disponibilidad ha de ser sin condiciones. l tiene unos planes ms altos para el discpulos y para los que aparentemente saldran perjudicados. Ha dispuesto las cosas para que resulten buenas para todos. Cuando Dios llama se es el momento ms oportuno, aunque aparentemente, miradas las cosas con ojos humanos, puedan existir motivos que dilaten la entrega. Tan pronto como el Hijo de Dios entr en la tierra, se instituy para s una nueva familia, para que quien era adorado por los ngeles en el cielo tuviera tambin ngeles sobre la tierra. Entonces la casta Judit cort la cabeza de Holofernes; entonces Amn, que significa iniquidad, qued abrasado en su propio fuego; entonces Santiago y Juan, dejando padre, redes y navecilla, siguieron al Salvador, abandonando a la vez los vnculos de la sangre, las ataduras del siglo y la solicitud de la familia. Entonces se oy por vez primera: el que quiera venir en pos de M, niguese a s mismo, tome su cruz y sgame (Mt 16,24). Porque no hay soldado que marche a combatir con su esposa. A un discpulo que deseaba ir a dar sepultura a su padre no se lo consiente el Seor. Las zorras tienen guaridas y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza (Mt 8,20). Eso para que no te contriste si tu morada es algo estrecha (Carta 22,21, a Eustoquia). San Juan Crisstomo dice: Ni siquiera pidi al Seor que le permitiera ir a su casa y dar la noticia a los suyos, por lo dems tampoco lo hicieron los pescadores. Estos dejaron las redes, la barca y padre, y Mateo su oficio de alcabalero y su negocio, para seguir al Seor (Homila 30 sobre San Mateo).

Martes Aos impares Gnesis 19,15-29: El Seor hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego. El castigo de Dios se desencadena sobre las ciudades malditas. En el Evangelio se dice que quien rechace creer en su mensaje ser juzgado con mayor dureza an el da del juicio. Comenta San Agustn:

Nada hay tan opuesto a la esperanza como mirar atrs, poner la confianza en las cosas que se deslizan y pasan. Por tanto, ha de ponerse en lo que todava no se nos ha dado, pero que ha de drsenos en algn momento y jams pasar. Sin embargo, cuando se precipitan sobre el mundo las tentaciones como una lluvia de azufre sobre Sodoma, ha mantenerse la experiencia de la mujer de Lot. Mir atrs y en aquel lugar qued convertida en sal para sazonar a los prudentes con su ejemplo (Sermn 105,7). Con el Salmo 25 decimos: tengo ante mis ojos, Seor, tu bondad. La liberacin de la familia de Lot hace pensar en lo que dice el salmo: No arrebates mi alma con los pecadores... camino en la integridad. Quien contemporiza conscientemente con el mal, ya est resquebrajando su fe, al menos, en la pura lgica de los hechos; ya ha roto de algn modo esa opcin absoluta por Dios, que exige la fe. De ah que la fe tenga que mantenerse, reavivarse y fortalecerse continuamente por medio de la oracin. Porque una fe con esas exigencias de integridad y perseverancia, ni puede adquirirse, ni puede conservarse viva y operante sin la ayuda de Dios. El Seor nos purifica con su propia sangre y nos hace participar en su propia santidad e inocencia, nos asocia en su culto al Padre mediante la celebracin eucarstica. Una vez que hemos optado por Dios, por su Cristo, por su Iglesia, no podemos mirar atrs, hacia las cosas de este mundo que nos encadenan. Aos pares Ams 3,1-8; 4,11-12: Habla el Seor, quin no profetiza? Si el profeta habla es porque tiene que transmitir un mensaje. Ya que los ltimos castigos nos han trado consigo la conversin del pueblo, el Seor mismo vendr en persona a juzgar a Israel con severidad. Por tanto, que se prepare a comparecer ante Dios. Los que desprecian al profeta y sus amenazas deben pensar que los castigos y calamidades que anuncian vienen, en definitiva, de Dios, y, por tanto no burlarse de ellos, porque la venganza ser inexorable. No podemos burlarnos de la predicacin evanglica. Se nos pedir cuenta de los rechazos de los dones del Seor. No podemos jugar con la justicia divina. El Seor, como se dice en el Salmo 5, no es un Dios que ame la maldad, ni son los malvados los que habitan con l, sino el justo, como el piadoso salmista. Es inimaginable hasta qu extremos puede llegar la cercana de Dios: no slo ofrece su propia Casa o Templo, sino que est dispuesto a convertir el corazn del hombre en el templo ms estimable y apreciado: Cristo habita en nuestros corazones por la fe (Ef 3,17). Qu bien se dio cuenta San Agustn, aun antes de ser cristiano, de esa sublime realidad de la presencia de Dios en el interior de todo hombre: Pobre infeliz de m..., era tal mi ignorancia, que te buscaba, Dios mo, con los ojos y dems sentidos de mi cuerpo..., siendo as que T estabas ms dentro de m que lo ms interior que hay en m mismo (Confesiones, 3,6). La intimidad con Dios no se comprende sino para llevar una vida segn Dios la justicia de Dios: mirar, valorar, usar de las cosas con el criterio de Dios, que es el ltimo que da el sentido verdadero y justo de la realidad. Mateo 8,23-27: Increp al viento y al lago y vino una gran calma. Al sosegar la tempestad muestra Jess su poder sobre los elementos. San Juan Crisstomo dice: Una vez, pues, que estall la tormenta y se enfureciera el mar, los apstoles despiertan al Seor... Mas el Seor los reprende a ellos antes que al mar. Porque esta tormenta la permiti l para ejercitarlos y darles como un preludio de las pruebas que ms tarde haba de sobrevenirles... De ah el sueo de Cristo. Porque si la tempestad se hubiera desencadenado estando l despierto, o no hubieran tenido miedo alguno, o no le hubieran rogado, o, tal vez, ni pensaran que tena l poder de hacer nada en aquel trance. De ah el sueo del Seor, pues as daba tiempo a su acobardamiento y a que fuera ms profunda la impresin de los hechos...

Sin embargo, como era menester que tambin ellos, por personal experiencia, gozaran de los beneficios del Seor, permiti l la tempestad, a fin de que al sentirse libres de ella, tuvieran tambin el ms claro sentimiento de un beneficio suyo... Qu hombre es ste, a quien obedecen los vientos y el mar? Cristo, empero, no les reprendi de que le llamaran hombre, sino que esper a demostrarles por sus milagros que su opinin era equivocada. Ahora, de dnde deducan ellos que fuera hombre? De su apariencia, de su sueo, de tenerse que servir de una barca... Porque el sueo y la apariencia externa mostraban que era hombre; pero el mar y la calma de la tormenta lo proclamaban Dios (Homila 28,1, sobre San Mateo) Mircoles Aos impares Gnesis 21,5.8-20. La herencia para el hijo de la libre. Luego del nacimiento de Isaac, son expulsados Agar e Ismael. Si bien la oracin de Agar es atendida, sigue siendo Isaac el escogido como heredero de la promesa hecha a Abrahn. Orgenes comenta: Despus estando el nio abandonado a punto de morir, se acerc el ngel del Seor a Agar y le abri los ojos y vio un pozo de agua viva (Gn 21,19). Cmo puede relacionarse esto con la historia? Dnde encontramos que Agar tuviera los ojos cerrados, y que luego le fueran abiertos? Est ms claro que la luz que aqu hay un sentido espiritual y mstico. El que fue abandonado es el pueblo segn la carne, el cual yace con hambre y sed, no con hambre de pan ni con sed de agua, sino con sed de la palabra de Dios hasta que se le abran los ojos a la sinagoga. Este es el misterio del que habla el apstol, a saber, que la ceguera ha cado sobre una parte de Israel hasta que la masa de los gentiles haya entrado, y entonces todo Israel ser salvado (Rom 11,24). Esta es la ceguera de gar, la que engendr segn la carne; y esta ceguera permanecer en ella hasta que sea retirado el velo de la letra (2 Cor 3,16) por el ngel de Dios y vea el agua viva. Pero nosotros mismos hemos de estar alerta, porque muchas veces tambin estamos echados junto al pozo de agua viva, es decir, junto a las Escrituras divinas y andamos perdidos en ellas. Tenemos los libros en las manos y los leemos, pero no alcanzamos su sentido espiritual. Por ello son necesarias las lgrimas y la oracin ininterrumpida, a fin de que el Seor abra nuestros ojos... (Homilas sobre el Gnesis 7,5). Con el Salmo 33 decimos: Si el afligido invoca al Seor, l lo escucha y lo salva de sus angustias; el ngel del Seor acampa en torno a su fieles, y los protege. Todos sus santos, temed al Seor, por-que nada les falta a los que le temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Seor no carecen de nada. Venid, hijos, escuchadme: os instruir en el temor del Seor; hay alguien que ame la vida y desee das de prosperidad?. Aos pares Ams 6,14-15.21-24: Dios manifiesta su desagrado ante el culto que se limita a unas prcticas externas y carece de sinceridad. El que es justo y exigente no puede contentarse sino con la equidad y la justicia de sus seguidores. Lo exige la esencia del culto que es la veneracin por un ser basada sobre el sentimiento de su excelencia y de la propia inferioridad y sumisin que se tiene frente a ello. Es, pues, radicalmente una cierta actitud interna hecha no slo de admiracin, de estima y de honor, sino tambin de humildad y de protestacin de sumisin. El culto es esencial y principalmente interno. Ante todo porque el culto es un homenaje que se rinde a Dios; ahora bien, el honor est formalmente en el espritu que lo rinde, siendo formalmente una actitud del espritu, ante todo de la voluntad. Tambin porque Dios es espritu y en espritu hay que ponerse en contacto con l. Finalmente, porque en el hombre la parte sustancial, determinante, y ms noble es el espritu. Pero, como el hombre no es solamente espritu, tambin es necesario el culto externo, social y colectivo. Mas en ese culto externo no se ha de omitir el interno, pues es esencial al culto.

El culto supone un signo empeativo: las disposiciones de nimo en las que el culto interno consiste no se conciben sin el compromiso o la obligacin, al menos implcita de vivir en el futuro como lo exige de nosotros la excelencia de Dios, que reconocemos en el culto y la sumisin que le profesamos. Con el Salmo 49 nos ponemos en la misma lnea de lo dicho anteriormente: Al que sigue buen camino le har ver la salvacin de Dios Es una requisitoria contra el formalismo requisitoria no son los sacrificios rituales que el pueblo ofrece, sino el absurdo de erigir la religin y el culto en un sistema consistente por s mismo y privado de la entrega sincera del corazn. El sacrificio que Dios quiere es el sacrificio de alabanza, o lo que es lo mismo, que el hombre integre en sus sacrificios su misma persona, en contraposicin de los dones puramente materiales. Los profetas insistieron mucho en esto. No debe haber dos lneas paralelas: por un lado el culto y por otro la conducta, la propia vida de espaldas a lo que el culto exige. Esto tiene una gran aplicacin para nosotros. El Concilio Vaticano II dice as: Mas, para asegurar la plena eficacia de la liturgia, es necesario que los fieles se acerquen a la sagrada liturgia con recta disposicin de nimo, pongan su alma en consonancia con su voz y colaboren con la gracia divina para no recibirla en vano. Por esta razn, los pastores de almas deben vigilar para que en la accin litrgica no slo se observen las leyes relativas a la celebracin vlida y lcita, sino tambin para que los fieles participen en ella consciente, activa y fructuosamente (Sacrosanctum Concilium11). Mateo 8,28-34: Los milagros de Jess dan a conocer la presencia misteriosa del Reino que hace retroceder a las fronteras del imperio del mal. Al liberar a los hombres de la sujecin a los espritus malignos, Jess lleva a cabo ya desde ahora el juicio de Dios. Dice San Juan Crisstomo: Apenas hubo desembarcado Jess, al milagro pasado sucedi otro ms temeroso. Y fue que unos endemoniados, como si fueran esclavos fugitivos y criminales que se topan con su amo comenzaron a gritar: qu tenemos que ver contigo Jess, Hijo de Dios? has venido aqu para atormentarnos antes de tiempo? Como las turbas le haban confesado hombre, vienen ahora los demonios a proclamarlo Dios; y los que no haban odo al mar embravecido y luego en calma, ahora oan a los demonios que gritaban lo mismo que haba proclamado el mar con su calma. Luego, porque no se pensara que era cuestin de adulacin, como quienes lo estaban muy bien experimentando, gritan y dicen: Has venido aqu para atormentarnos antes de tiempo? Muy bien hacen confesando ante todo su enemistad con el Seor, pues as no caben sospechas en la splica que le van a dirigir... Y por qu razn mataron los demonios a los cerdos? No por otra razn sino porque el empeo de los demonios es siempre afligir a los hombres y en la ruina de stos est siempre su alegra... Realmente tambin en el caso de estos endemoniados les sali la jugada al revs; pues, por una parte, qued proclamado el poder de Cristo, y proclamada tambin, con ms claridad an, la maldad de ellos, de la que el Seor libr a los posesos; y, por otra, se demostr que, si el Dios de todas las cosas no se lo permite, no pueden ellos tocar ni a una piara de cerdos (Homila 28,2-3 sobre San Mateo). Jueves Aos impares Gnesis 22,1-19: El sacrificio de Abrahn, nuestro padre en la fe. El sacrificio de Isaac fue una prefiguracin del misterio de la Cruz (cf. Heb 11,17-19). Orgenes as lo explica: Que Isaac lleve l mismo la lea para el holocausto es figura de Cristo, que llev l mismo la cruz (Jn 19,17). Pero llevar la lea para el holocausto es oficio del sacerdote; por tanto, l es a la vez hostia y sacerdote. Cuando se aade: Y partieron los dos juntos se significa lo siguiente: Abrahn, que tena que hacer el sacrificio, llevaba el fuego y el cuchillo, e Isaac no iba detrs de l, sino juntamente con l, para mostrar que con l desempea un mismo sacerdocio... Abrahn levanta un altar, pone sobre el altar la lea, ata al hijo y se dispone a degollarlo.

En esta iglesia sois muchos los padres que escuchis esta narracin: acaso alguno de vosotros al or narrar esta historia obtendr tanta fortaleza y tanta valenta, que cuando tal vez pierda a su hijo por la muerte ordinaria que a todos ha de venir, aunque se trate de un hijo nico, aunque se trate de un hijo preferido, se aplicar el ejemplo de Abrahn poniendo ante sus ojos su grandeza de alma? Y aun a ti no se te exigir tan gran fortaleza de que t mismo hayas de atar a tu hijo, t mismo hayas de sujetarlo, t mismo prepares el cuchillo, t mismo degelles a tu unignito. Todos estos oficios no se te pedirn; pero por lo menos mantente firme en tu propsito y en tu voluntad, y agarrado a la fe ofrece con alegra tu hijo a Dios. S t el sacerdote del alma de tu hijo: ahora bien, no es digno que el sacerdote, al ofrecer un sacrificio a Dios, vaya con llanto... Abrahn ofrece a Dios su hijo mortal, que no haba de morir; Dios ofrece a la muerte por los hombres a su Hijo inmortal. Ante esto, qu diremos? qu le devolveremos al Seor a cambio de todo lo que nos ha dado? (Sal 105,3). Dios Padre, por amor nuestro, no perdon a su propio Hijo. Quin de vosotros podr or alguna vez la voz de Dios diciendo: Ahora he conocido que t temes a Dios, porque no has perdonado a tu hijo, o a tu hija, o a tu esposa, o no has perdonado tu dinero, los honores del siglo y las ambiciones del mundo, sino que lo has despreciado todo y lo has tenido por estircol para ganar a Cristo (Flp 3,8), lo has vendido todo dndolo a los pobres y has seguido la palabra de Dios? (Homilas sobre el Gnesis, VIII). Con el Salmo 114 proclamamos: caminar en presencia del Seor en el pas de la vida. Pocos salmos como ste ponen de relieve que el justo es un siervo de Dios que cumple su voluntad, como la cumpli Abrahn. Amo al Seor, porque escucha mi voz suplicante; porque inclina su odo hacia m, el da que lo invoco. Me envolvan redes de muerte, me alcanzaron los lazos del abismo, ca en tristeza y angustia. Invoqu el nombre del Seor; Seor, salva mi vida. El Seor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo; el Seor guarda a los sencillos; estando yo sin fuerza me salv. Arranc mi alma de la muerte, mis ojos de las lgrimas, mis pies de la cada. Caminar en presencia del Seor, en el pas de la vida. Aos pares Ams 7,10-19: Ve y profetiza a mi pueblo. El pesimismo de la predicacin de Ams le lleva al profeta a ser acusado de alta traicin y le acarrea la posibilidad de ser expulsado de su territorio. Ams hace notar el carcter irresistible de su vocacin y reitera sus desdichados presagios. El profeta es el representante de Dios y, por tanto, oponerse a su predicacin es oponerse a los designios divinos. Sus opositores sern los primeros en sentir la prueba de la autenticidad de la profeca de Ams. As ha sucedido siempre. Pero los seguidores de Dios no pueden, no deben abandonar su camino, aunque le cueste la vida. As actuaron los mrtires del cristianismo en todos los tiempos y otros que, sin derramar su sangre, han tenido que sufrir por predicar y ensear la doctrina del Evangelio. El Salmo 18 canta la excelencia de la ley del Seor: los mandamientos del Seor son verdaderos y enteramente justos. Es un himno maravilloso en el que se celebra la Sabidura de Dios que ordena y rige el universo y vivifica y dirige el espritu y el corazn del hombre. La misma ley divina que se manifiesta en la creacin, penetra con su luminosa claridad en la conciencia humana y a travs de la razn y de la adhesin libre de la voluntad, armoniza el universo y la historia para una misma celebracin de la gloria de Dios en la que el hombre viene a ser como intrprete consciente de todas las voces de la creacin y el cantor del cosmos ante el Altsimo. La ley del Seor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Seor es fiel e instruye al ignorante. Los mandatos del Seor son rectos y alegran el corazn; la norma del Seor es lmpida y da luz a los ojos. La voluntad del Seor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Seor son verdaderos y enteramente justos. Ms preciosos que el oro, ms que el oro fino; ms dulces que la miel de un panal que destila. Mateo 9,1-8: La gente alaba a Dios que da a los hombres tal potestad. Con ocasin de la curacin del paraltico Jess manifiesta el misterio de su persona. Es el Hijo de Dios, llamado

tambin por Daniel el Hijo del Hombre (Dan 7,13). Posee, por lo mismo, la potestad de perdonar los pecados y transmitirla. Comenta San Juan Crisstomo: Como todos, pues, daban grandes pruebas de fe el Seor la dio de su poder perdonando con absoluta autoridad los pecados y demostrando una vez ms su igualdad con el Padre. Pero notadlo bien: antes la haba demostrado por el modo como enseaba, pues lo haca como quien tiene autoridad... Aqu, empero, por modo ms eminente obliga a sus propios enemigos a que confiesen su igualdad con el Padre, y por boca de ellos hace l que esta verdad sea patente. Por lo que a l le tocaba, bien claro mostraba lo poco que le importaba el honor de los hombres. Y era as que le rodeaba tan enorme muchedumbre que amurallaban toda la entrada y acceso a l, y ello oblig a bajar al enfermo por el tejado, y, sin embargo, cuando lo tuvo ya delante, no se apresur a curar su cuerpo. A la curacin de ste fueron ms bien sus enemigos los que le dieron ocasin. l, ante todo, cur lo que no se ve, es decir, el alma, perdonndole los pecados. Lo cual, al enfermo le dio la salvacin; pero a l no le procur muy grande gloria. Fueron, digo, sus enemigos quienes, molestndole llevados de su envidia y tratando de atacarle, lograron, aun contra su voluntad, que brillara ms la gloria del milagro. Y es que, como el Seor era hbil, se vali de la envidia misma de sus mulos para manifestacin del milagro (Homila 29,1 sobre San Mateo). Viernes Aos impares Gnesis 23,1-4.19; 24,1-8.62-67: Antes de morir Abrahn quiso que su hijo tome esposa en el pas de sus antepasados era Rebeca. Era un eslabn ms en las promesas de Dios. Orgenes expone el paralelismo entre el pozo de agua donde Isaac encontr a Rebeca y el agua viva de las Escrituras, a donde hemos de ir todos: Rebeca iba todos los das a los pozos, todos los das sacaba agua. Y porque todos los das iba a los pozos, por esto pudo ser hallada por el mozo de Abrahn y pudo arreglarse su matrimonio con Isaac. Piensas que esto son fbulas y que el Espritu Santo cuenta cuentos en las Escrituras? Hay aqu una enseanza para las almas y una doctrina espiritual, que te instruye y te ensea a ir todos los das a los pozos de las Escrituras, a las aguas del Espritu Santo, para que saques siempre y te lleves a casa una vasija llena. Como haca la santa Rebeca, la cual no se habra podido casar con tan gran patriarca como Isaac que era nacido de la promesa (Gl 4,23)- sino viniendo por agua y sacndola en tanta cantidad que pudiera saciar no slo a los de su casa, sino al mozo de Abrahn; no slo al mozo, sino que era tan abundante el agua que sacaba de los pozos que pudo abrevar a sus camellos, como dice hasta que dejaron de beber (Gn 24,19). Todo lo que est escrito son misterios... Si no vienes cada da a los pozos, si no sacas agua cada da (de la Escritura), no slo no podrs dar de beber a otros, sino que t mismo sufrirs la sed de la palabra de Dios. Oye al Seor que dice en el Evangelio: el que tenga sed, que venga a M y beba (Jn 7,37). Pero, a lo que veo, t no tienes hambre ni sed de justicia (Mt 5,6) cmo podrs decir: como el ciervo desea las fuentes de las aguas as mi alma desea al Seor? (Sal 41,1)... Decidme vosotros, los que slo vens a la iglesia los das de fiesta, es que los dems das no son das de fiesta? No son das del Seor?... (Homilas sobre el Gnesis X). Con el Salmo 105 damos gracias al Seor, porque ha sido tan bueno con nosotros, porque es eterna su misericordia. Quin podr contar las hazaas de Dios, pregonar toda su alabanza? Dichosos los que respetan el derecho y practican siempre la justicia. Acurdate de m por amor a tu pueblo. Vistame con tu salvacin, para que vea la dicha de tus escogidos, y me alegre con la alegra de tu pueblo, y me glore con tu heredad. Aos pares Ams 8,4-6.9-12: Enviar hambre, no de pan, sino de escuchar la palabra del Seor. Ams descubre la forma inicua de proceder de los fraudulentos y explotadores. Profetiza sobre el Da del Seor. Por fin el pueblo arder en deseos de la Palabra de Dios. Comenta San Gregorio Magno

Es la Sagrada Escritura comida y bebida. Por eso, tambin el Seor amenaza por otro profeta: Yo enviar hambre sobre la tierra; no hambre de pan ni sed de agua, sino de or la palabra de Dios (Amos 8,11). Quien, habiendo sustrado su palabra, dice que nos angustiar con hambre y sed, demuestra que su palabra es para nosotros comida y bebida. Pero es de notar que unas veces es comida y otras bebida; pues en las cosas ms oscuras, que no pueden entenderse si no son expuestas, la Sagrada Escritura es comida, porque lo que se expone para que sea entendido es como que se mastica para ser deglutido; pero en las cosas ms claras es bebida, pues la bebida se deglute sin masticar. As que bebemos los mandatos ms claros porque, aun sin exponerlos, los podemos entender (Homila 10,3, sobre Ezequiel). No slo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt 4,4). A este estribillo siguen unos versos del Salmo 118: Dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazn. Te busco de todo corazn, no consientas que me desve de tus mandamientos. Mi alma se consume, deseando continuamente tus mandamientos. Escog el camino verdadero, dese tus mandamientos. Mira cmo anso tus decretos: dame vida con tu justicia. Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos. Mateo 9,9-13: No tienen necesidad de mdico los sanos; misericordia quiero y no sacrificios. San Juan Crisstomo dice: Despus que Jess hubo llamado a Mateo, honrle adems con el ms alto honor, como fue sentarse luego con l a la mesa. De este modo quera el Seor aumentar en l la confianza y su buen nimo para lo por venir. La curacin, efectivamente, de su mal estado no haba necesitado de mucho tiempo, sino que haba sido obra de un momento. Mas no se sienta a la mesa slo con Mateo, sino con otros muchos publicanos, no obstante echrsele tambin en cara que no apartaba de s a los pecadores. Los evangelistas por su parte, tampoco ocultan que sus enemigos buscaban de qu acusarle en sus acciones. Acuden pues, los publicanos a casa de Mateo, como compaero de oficio que era, pues l, orgulloso del hospedaje de Cristo, los haba invitado a todos. A todo linaje de medicina sola apelar Cristo; y no slo hablando, no slo haciendo milagros y confundiendo a sus enemigos, sino hasta comiendo, procuraba la salud de los que mal se hallaban. Con lo que nos ensea que no hay tiempo, no hay obra que no pueda procurarnos alguna utilidad... Sus enemigos le acusaban de que trataba con aquellas gentes, mas l les hace ver que lo indigno de l y de su amor hubiera sido precisamente rehuir su trato. Curar a aquellos hombres no slo estaba fuera de toda culpa, sino que era parte principal y necesaria de su misin y mereca infinitas alabanzas... Misericordia quiero y no sacrificio (Os 6,6). Al hablar as, echbales en cara su ignorancia de la Escritura (Homila 30,2, sobre San Mateo). Sbado Aos impares Gnesis 27,1-5.15-29: Animado por su madre Rebeca Jacob arrebata a Esa, su hermano primognito, la bendicin de su anciano padre. Los designios de Dios proceden por simple eleccin y no dependen de las obras, sino de Aqul que llama (Rom 9,11-13). Comenta San Gregorio Magno: En efecto, el crculo de sus preceptos una veces est arriba y otras abajo, porque a los ms perfectos se les anuncia espiritualmente, a los dbiles se les aplica conforme a la letra, y lo que los pequeuelos entienden a la letra, los varones doctos lo subliman mediante la inteligencia espiritual. Porque, quin de los pequeos no se deleita leyendo la sagrada historia de Esa y Jacob, cuando el uno sale a cazar para ser bendecido, y el otro, mediante la suplantacin hecha por la madre, recibe la bendicin del padre? (Gn 27). Historia, en la que, cindose a una inteligencia poco sutil, parece que Jacob no arrebat fraudulentamente la bendicin del primognito, sino que la recibi como debida a l, puesto que, con el consentimiento de su hermano, habala comprado, dndole en pago el alimento. Pero, no obstante, si alguno, pensando ms profundamente, quisiera examinar la conducta

de cada uno de ellos, mediante los secretos de la alegora, en seguida se eleva desde la historia al misterio (Homila 1 sobre Ezequiel). Con el Salmo 134 proclamamos: alabad al Seor, porque es bueno. El oficio de alabar a Dios de todo corazn y con todas las fuerzas del espritu, corresponde de modo especial al cristiano, que ha sido escogido por Dios con una especialsima eleccin, como dice San Pedro (1 Pe 2,9-10). Pero la fe cristiana nos dice mucho ms an: Dios omnipotente y misericordioso se ha hecho visible en Cristo: verdadero Dios y verdadero hombre, semejante a nosotros menos en el pecado (Heb 4,1516). La alabanza del piadoso israelita es por la eleccin de Jacob: Alabad al Seor, porque es bueno; taed para su nombre, que es amable. Porque l se escogi a Jacob, a Israel en posesin suya. Aos pares Ams 9,11-15: Har volver los cautivos de Israel y los plantar en su campo. Una profeca sobre la restauracin de la dinasta de David y sobre una era de felicidad. Es ms bien una prediccin sobre la vocacin de todos los pueblos a reunirse en la Iglesia de Jesucristo. El idilio de los tiempos mesinicos de que nos habla el profeta se ha quedado corto, pues las realidades de la vida de la gracia, vivida con la intensidad que exige la vocacin cristiana, superan a todo lo que podan soar los profetas del Antiguo Testamento. San Jernimo as lo explica: En aquel tiempo, la uva se pisar en los lagares llenos y se exprimirn los mostos enrojecidos con la sangre de Cristo y de los mrtires, y este pisador de uva ser semillero de la palabra de Dios, para que su sangre clame en el mundo ms que clam la sangre del justo Abel. Los que asciendan al monte por los mritos de sus virtudes, sudarn miel, ms an, destilarn la dulzura de la palabra de Dios, de la que est escrito: Gustad y ved qu bueno es el Seor (Sal 33,9) y Qu dulce al paladar tu promesa, ms que la miel en la boca (Sal 118,103). Los que estn bajo las montaas, a los que llega el esposo en el Cantar de los Cantares saltando por las montaas, brincando por las colinas (Cant 2,8) los llama colinas, imitarn el paraso de Dios, de manera que en ellos se encuentren los frutos de la doctrina. Entonces, si alguno est cautivo en la infidelidad, y an no ha credo en el nombre del Seor, y es del resto del en otro tiempo pueblo de Israel, edificarn ciudades antes desiertas y habitarn en ellas (Comentario sobre el profeta Ams 4). Con el Salmo 84 alabamos a Dios que anuncia la paz a su pueblo. Dios haba perdonado a su pueblo y le haba abierto el camino a la patria. As se describen en Isaas 40, como si fuera un segundo xodo; como un desfile triunfal por el desierto, en el que Dios marchaba a la cabeza de los liberados. Pero, adems, el retorno se haca coincidir con la restauracin final de los tiempos y de la conversin de las gentes. Todo esto se explica mejor con la liberacin y redencin hecha por Cristo no obstante todas las dificultades y el mal en el mundo. En realidad todo se ve mejor en el triunfo total de Cristo en la Jerusaln celeste, llamada visin de paz (cf. 1 Cor 15-28). Mateo 14-17: El tiempo de la presencia del mensajero del Reino sobre este mundo, similar a una fiesta nupcial, es un tiempo de alegra, del que queda excluido el ayuno. Pero, all, en el horizonte, se perfila la tragedia final. El Esposo ser arrebatado. Entonces vendr el ayuno. Renovacin impuesta por Cristo. Dice San Juan Crisstomo: Antes se haba llamado el Seor a s mismo mdico y ahora se da el nombre de Esposo: nombres ambos con que se nos revelan inefables misterios. Y a fe que poda haberles respondido mucho ms speramente. Poda, por ejemplo, haberles dicho: No sois vosotros quines para poner esas leyes. Porque, de qu vale el ayuno, si el alma est chorreando maldad?... Lo primero que debierais hacer era arrojar de vosotros toda vanagloria y practicar luego las virtudes de la caridad, la mansedumbre y el amor al prjimo. Pero, realmente, nada de esto les dice, sino que con toda modestia les replica: no pueden ayunar los hijos de la cmara nupcial mientras est con ellos el esposo. Lo que el Seor quiere decir con esto es: el tiempo presente es de alegra y regocijo. No vengis, pues, con estas cosas tristes. Y, en verdad, cosa triste es el ayuno, no por su naturaleza, sino por la disposicin aun demasiado flaca de quienes lo practican. Porque para quienes quieren de verdad vivir santamente, no hay cosa ms dulce y apetecible... Mas no slo por este medio cierra el Seor

la boca a sus enemigos, sino tambin con lo que seguidamente dice: Das vendrn en que les ser arrebatado el esposo... Con estas palabras les hace ver el Seor que, si sus discpulos no ayunaban, no era por glotonera, sino por una admirable disposicin suya. Pero ya anticipa aqu Jess un anuncio sobre su pasin... (Homila 30,3-4, sobre San Mateo). Esta frase del Seor motiv en los primeros aos del cristianismo el ayuno del viernes y sbado santos, con lo cual se preparaban para la celebracin de la Pascua del Seor. Esos pocos das se fueron luego ampliando, hasta llegar en el siglo IV a la Cuaresma.

14 Semana Domingo Entrada: Oh Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu templo (Sal 47,10-11). Colecta (del Misal anterior, antes del Gregoriano, y ahora retocada con textos del Gelasiano): Oh Dios!, que por medio de la humillacin de tu Hijo levantaste a la humanidad cada, concede a tus fieles la verdadera alegra, para que, libres de la esclavitud del pecado, alcancen tambin la felicidad eterna. Ofrendas (del Misal anterior, antes del Gregoriano, retocada ahora con textos del Gelasiano): La oblacin que te ofrecemos, Seor, nos purifique, y cada da nos haga participar con mayor plenitud de la vida del reino glorioso. Comunin. Es comprensible que la Iglesia ante estos dones del Seor cante alborozada: Gustad y ved qu bueno es el Seor, dichoso el que se acoge a l (Sal 33,9); o bien: Venid a m todos los que estis cansados y agobiados y yo os aliviar, dice el Seor (Mt 11,28). Postcomunin (del Misal anterior, antes del Gregoriano, retocada con textos del Gelasiano): Alimentados, Seor, con un sacramento tan admirable, concdenos sus frutos de salvacin y haz que perseveremos siempre cantando tu alabanza. CICLO A El Seor se nos presenta en el Evangelio con su Corazn manso y humilde; a l corresponde la profeca de Zacaras en la que ve al Seor justo y victorioso, modesto y cabalgando en un asno, como as sucedi en su entrada triunfal en Jerusaln. San Pablo nos recuerda que por el bautismo hemos participado en el Misterio Pascual del Seor. Por lo mismo hemos de vivir, segn el Espritu de Cristo que habita en nosotros. La figura mesinica del Redentor, manso y humilde de Corazn, con la que hoy la liturgia nos invita a identificarnos, encarna el designio de Dios de ofrecernos el modelo viviente para la regeneracin del hombre degradado por la violencia del mal y del pecado. Es difcil para un corazn humano siempre dispuesto a la venganza, al rencor, a la violencia, al egosmo y al odio todo lo que significa el mensaje que nos da el Corazn de Jesucristo. A l hemos de mirar y aprender de l la mansedumbre, la humildad y el amor. Zacaras 9,9-10: Tu Rey viene pobre a ti. Frente las esperanzas mesinicas de Israel, cifradas en el triunfo violento de la fuerza y del podero poltico, el profeta Zacaras anunci el verdadero Mesas, lleno de bondadosa y humilde mansedumbre. Pablo VI dijo en la clausura del Concilio Vaticano II:

La religin del Dios que se ha hecho hombre se ha encontrado con la religin porque as es del hombre que se hace dios. Este endiosamiento del hombre moderno representa una de las crisis ms graves de la humanidad actual. De ah el atesmo; de ah el temporalismo absoluto; de ah la fobia a las llamadas virtudes pasivas tan queridas en el Evangelio; de ah la repulsa obsesiva contra la moral y la asctica evanglica. Hemos de seguir a nuestro Rey que viene a nosotros justo y victorioso, modesto y cabalgando en un asno. Como Salmo responsorial se ha escogido el Salmo 144 que aclama a Dios como Rey y bendice su nombre por siempre jams, y es un himno a la grandeza y a la bondad de Dios. El objeto directo de la alabanza es Yav, pero no de un modo didctico, sino vivido y paladeado con la fruicin del que contempla extasiado el ser y el obrar de Dios. As van apareciendo los atributos divinos, vivos y operantes, excitando por s mismos la admiracin y la alabanza del orante: su majestad, su grandeza, su fidelidad protectora, su providencia generosa, sus cuidados paternales y su delicadeza. Romanos 8,9,11-13: Si con el Espritu dais muerte a las obras del cuerpo viviris. Cuando se vive al impulso de las pasiones humanas y del espritu del mundo, resulta imposible vivir una genuina imitacin de Cristo y alcanzar la santidad cristiana. San Jernimo explica: Y no slo ellos (Timoteo y Silvano), sino todo aqul que en el conocimiento y en la conducta es semejante a Pablo, puede decir: Nosotros, los que vivimos. Su cuerpo puede estar muerto a causa del pecado, pero su espritu vive a causa de la justicia (Rom 8,10), y sus miembros han sido mortificados sobre la tierra, de modo que la carne no tenga deseos contrarios al espritu. Pues si la carne an codicia, es que vive, y porque vive, codicia. Sus miembros an no han sido mortificados sobre la tierra. Porque si estuvieran mortificados no desearan contra el espritu, pues por la fuerza de la mortificacin hubieran perdido esa especie de pasin. Del mismo modo que quienes han abandonado la vida presente y han pasado a cosas mejores viven ms cabalmente por haber depuesto este cuerpo mortal y los incentivos de todos los vicios, as los que llevan en su cuerpo la mortificacin de Jess y no viven segn la carne, sino segn el espritu, stos viven en Aqul que es la Vida y en ellos vive Cristo (Carta 119,9, A Minervio y Alejandro). Mateo 11,25-30: Soy manso y humilde de corazn. San Hilario de Poitiers explica: Llama a S a cuantos estn probados por las dificultades de la ley y oprimido por los pecados del mundo (Mt 11,28-29)? Promete librarlos de las fatigas y de su peso slo con que ellos tomen su yugo, esto es, acepten las prescripciones de sus mandatos. Acercndose a l por el misterio de su Cruz, ya que l es manso y humilde de Corazn, encontrarn descanso para sus almas. l ofrece la suavidad de su yugo y su carga ligera (Mt. 11,30) para dar a los creyentes la ciencia del bien, que slo l conoce en el Padre. Y qu hay ms suave que su yugo y ms ligero que su carga, que consiste en ser dignos de aprobacin, abstenerse del mal, amar a todos los hombres, no odiar a ninguno, conseguir la eternidad, no dejarse dominar por el tiempo presente, ni querer devolver a nadie el dao que no se hubiera querido recibir? (Comentario al Evangelio de San Mateo 11,13). CICLO B Las lecturas primera y tercera, como es costumbre, se relacionan entre s. La primera esta tomada del profeta Ezequiel y nos presenta la rebelda de Israel contra Dios. La tercera manifiesta la rebelda de los paisanos de Jess contra l, no obstante la elevada doctrina que ofrece y los milagros que hace. San Pablo nos ensea la humildad no obstante sus revelaciones singulares. Por eso se pone enteramente en manos de Cristo. Ezequiel 2,2-5: Son un pueblo rebelde y sabrn que hubo un profeta en medio de ellos. San Gregorio Magno explica: El conocer a los buenos suele servir a los malos o para ayuda de su salvacin o para testimonio de su condenacin. Sepan, pues, que en medio de ellos hay un profeta, para que, oyendo su predicacin, o sean impelidos a levantarse y convertirse o sean condenados en sus iniquidades de tal

suerte que no tengan excusa... Consta cun perversos sean aquellos a quienes se les manda predicar, puesto que se les aconseja que no teman; y porque todos los depravados y perversos hacen otras iniquidades con los que les predican cosas buenas y hasta los amenazan con otras por aquello bueno que hacen, se dice: no los temas; y por las amenazas que les dirigen se agrega: ni te amedrenten sus palabras. O bien, porque los rprobos y los inicuos infieren males a los buenos y siempre quitan autoridad a los actos de ellos, al profeta enviado se le amonesta que no tema ni su crueldad ni su furor y que no tema sus palabras (Homila 9 sobre Ezequiel 11-12). 2 Corintios 12,7-10: Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque as residir en m la fuerza de Cristo. San Pablo, apstol de Jesucristo, experimenta sobre s mismo que Dios elige lo dbil de la humanidad como instrumento de su gracia para la salvacin de los dems. Comenta San Agustn: Mustranos, Apstol Santo, otro lugar ms claro en el que confieses tu debilidad, no donde busques la inmortalidad... Aqu tenis, pues, al Apstol que teme el precipicio de la soberbia, al mismo tiempo que proclama la grandeza de sus revelaciones. Para que sepas que el Apstol que deseaba salvar a los otros necesitaba todava curacin personal; para que conozcas esto, si tienes en grande estima su honor, escucha qu remedio aplica el mdico al tumor; escucha no a m, sino a l. Escucha su confesin para reconocerle Maestro... Escucha tambin lo que soy, no te subas muy alto el corderillo all donde el carnero se halla en el peligro: se me ha dado el aguijn de la carne, el ngel de Satans que me abofetea. Cul no sera el tumor temido, si tan punzante fue el emplasto aplicado!... Somos hombres, reconozcamos a los apstoles como hombres, aunque santos. Son vasos selectos, pero an frgiles, que an peregrinan en la carne, sin haber alcanzado el triunfo en la patria celestial. l mismo rog tres veces al Seor para que le quitase tal aguijn y no fue odo en cuanto a su voluntad, porque lo fue en cuanto a la salud. Quin librar mi cuerpo de la muerte? Recibirs como respuesta: hallars tu seguridad no en ti, sino en tu Seor. Tu seguridad proviene de la garanta que tienes. Teniendo como prenda la Sangre de Cristo... Quin me librar? La gracia de Dios por medio de nuestro Seor Jesucristo (Sermn 154). Marcos 6,1-6: No desprecian a un profeta ms que en su tierra. El propio Jesucristo que nos redimi como Hijo de Dios encarnado, fue signo de contradiccin a causa de su humilde condicin humana. Jess responde al escepticismo del pueblo de Nazaret con un proverbio que refleja la verdad bien sabida de que la envidia y la familiaridad predisponen mal frente a una persona conocida. San Ambrosio habla de este odio y envidia: La envidia no se traiciona medianamente: olvidada del amor entre sus compatriotas, convierte en odios crueles las causas del amor. Al mismo tiempo, ese dardo, como estas palabras, muestra que esperas en vano el bien de la misericordia celestial si no quieres los frutos de la virtud en los dems; pues Dios desprecia a los envidiosos y aparta las maravillas de su poder a los que fustigan en los otros los beneficios divinos. Los actos del Seor en su carne son la expresin de su divinidad, y lo que es invisible en l nos lo muestra por las cosas visibles (Rom 1,20). No sin motivo se disculpa el Seor de no haber hecho milagros en su patria, a fin de que nadie pensase que el amor a la patria ha de ser en nosotros poco estimado: amando a todos los hombres, no poda dejar de amar a sus compatriotas; mas fueron ellos los que por su envidia renunciaron al amor de su patria... Y, sin embargo, esta patria no ha sido excluida de los beneficios divinos all vivi treinta aos. Observa qu males acarrea el odio; a causa de su odio, esa patria es considera indigna de que l, conciudadano suyo, obrase en ella, despus de haber tenido la dignidad de que el Hijo de Dios morase en ella (Tratado sobre San Lucas lib. IV, 46-47). CICLO C Los profetas vaticinaron como signo de los tiempos mesinicos la alegra del espritu. Esto aparece en la primera lectura, tomada de Isaas. En el Evangelio los 72 discpulos vienen alegres

despus de la misin que les confi Cristo entre los samaritanos. Pero a esa alegra no se llega sino a travs de la cruz, como nos lo dice San Pablo en la segunda lectura. A la luz del Evangelio es difcil pensar que tenga vida autnticamente cristiana quien, aun siendo fiel a sus deberes religiosos y morales, nunca se ha tomado en serio su vocacin y su responsabilidad en el apostolado, con la palabra, con el propio comportamiento y con la oracin. Isaas 66,10-14: Yo har derivar hacia ella como un ro la paz. Frente a la religiosidad cerrada y racial del Israel de la carne, Dios anunci ya en los orculos mesinicos la universalidad salvfica de la Nueva Jerusaln, esto es, la Iglesia, y el gozo y la alegra de los que la aman y evangelizan. El Dios del creyente es el Dios de la paz, como aparece en muchos pasajes del Antiguo Testamento y del Nuevo. Sus intervenciones entre los hombres son siempre portadoras de la paz. Con ese trmino se quiere resumir la situacin del pleno bienestar en todos los rdenes de la vida humana desde lo ms elemental para su propia subsistencia hasta los dones ms preciados del orden sobrenatural: la justicia, el gozo, la alegra, el consuelo, el perdn, la misericordia y la gloria futura. San Beda dice: La verdadera y nica paz de las almas en este mundo consiste en estar llenos del amor de Dios y animados de la esperanza del cielo, hasta el punto de considerar poca cosa los xitos o reveses de este mundo... Se equivoca quien se figura que podr encontrar la paz en el disfrute de los bienes de este mundo y en las riquezas. Las frecuentes turbaciones de aqu abajo y el fin de este mundo deberan convencer a este hombre de que ha construido sobre arena los fundamentos de la paz (Homila 12, Vigilia de Pentecosts). Tambin San Cirilo de Alejandra dice: Se promete la paz a todos los que se consagran a la edificacin del templo de la Iglesia, ya sea que su trabajo consiste en el oficio de catequistas y pregoneros de los sagrados misterios, ya sea que se entreguen a la santificacin de sus propias almas, para que resulten piedras vivas y espirituales de todo el edificio (Comentario al profeta Ageo). Con el Salmo 65 proclamamos: aclamad al Seor, tierra entera. La Iglesia canta jubilosa al ver cumplidas en ella las promesas del Antiguo Testamento. Son muchas las actuaciones del Seor en su Iglesia durante veinte siglos de cristianismo. As ha considerado este Salmo la tradicin patrstica: Tocad en honor de su nombre, cantad himnos a u gloria; decid a Dios; Qu temibles son tus obras! Que se postre ante Ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre. Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres... Alegrmonos con Dios, que con su poder gobierna eternamente. Fieles de Dios, venid a escuchar, os contar lo que ha hecho conmigo. Bendito sea Dios que no rechaz mi splica; ni me retir su favor. Glatas 6,14-18: Llevo en mi cuerpo las marcas de Jess. La actuacin del Apstol ha sido valiente y en todo similar a la de Cristo, por eso se considera como un crucificado para el mundo y de modo especial para los judos. De este modo se libra de las realidades mundanas, que tienen ante Dios un valor muy relativo. Sobre el valor de la cruz, comenta San Juan Crisstomo: La realidad de la cruz parece algo vergonzoso, pero slo en el mundo y entre los incrdulos, ya que en el cielo y entre los creyentes es una gloria y una gloria grandsima. Ser pobre, en efecto, parece algo vergonzoso, mas para nosotros es un motivo de gloria; ser despreciado es para muchos algo que provoca risa, nosotros, en cambio, nos gloriamos de ello. Para nosotros, efectivamente, la cruz es motivo de gloria... Qu es la gloria de la cruz? Que Cristo tom para m la forma de siervo y cuanto sufri lo sufri por m, un esclavo, un enemigo, un ingrato, y as fue su amor, hasta el punto de entregarse por m. Podra existir algo semejante? Si los siervos se sienten orgullosos porque sus amos, que tienen su misma naturaleza, los alaban, cmo no hemos de gloriarnos cuando el Seor, el verdadero Dios, no se avergenza de la cruz por amor nuestro?... Llevo en mi cuerpo las seales de Jesucristo. No dijo tengo, sino llevo, como el que se enorgullece por los trofeos o las insignias reales, aunque stas,

de nuevo, parezcan un motivo de deshonor. Sin embargo, l se enorgullece de sus heridas y como los soldados condecorados, l se regocija en llevarlas (Comentario a la Carta a los Glatas 4). Lucas 10,1-12.17-20: Vuestra paz descansar sobre ellos. El camino de Jess hacia los hombres pasa por los hombres. No son los cristianos meta del mundo; ellos son los preparadores del camino, los que ponen, sin imponer, ante los hombres, la Buena Nueva. San Ireneo explica esta mediacin de la Iglesia en la transmisin del Evangelio: La nica fe verdadera y vivificante es la que la Iglesia distribuye a sus hijos, habindola recibido de los apstoles. Porque, en efecto, el Seor de todas las cosas confi a sus apstoles el Evangelio, y por ellos llegamos nosotros al conocimiento de la verdad, esto es, de la doctrina del Hijo de Dios. A ellos dijo el Seor: el que a vosotros oye a M me oye... (Lc 10,16). No hemos llegado al conocimiento de la economa de nuestra salvacin si no es por aquellos por medio de los cuales nos ha sido transmitido el Evangelio. Ellos entonces lo predicaron, y luego, por voluntad de Dios, nos lo entregaron en las Escrituras, para que fueran columna y fundamento de nuestra fe (1Tim 3,15) (Contra las herejas 3,1,1-2). Y San Agustn insiste: Nadie es docto si a la razn contradice; nadie es cristiano si rechaza las Escrituras; nadie es amigo de la paz, si lucha contra la Iglesia (Tratado sobre la Santsima Trinidad 4,6,10). Lunes Aos impares Gnesis 28,10-22: Vio una escalinata y a ngeles de Dios que suban y bajaban y a Dios que hablaba. Es el sueo de Jacob: una escalera que une el cielo y la tierra. Dios renueva sus promesas. Explica San Agustn: Cuando Jacob ungi la piedra que haba puesto como cabecera para dormir, ocasin en la que tuvo un gran sueo, es decir, unas escaleras que llegaban de la tierra al cielo y a unos ngeles que bajaban y suban por ellas, apoyndose sobre las mismas el Seor, comprendi que deba simbolizar algo; con el gesto de la uncin nos manifiesta que l no fue ajeno a la comprensin de aquella visin y revelacin: la piedra simbolizaba a Cristo. No te extrae de la uncin, puesto que Cristo recibi este nombre de ella (Sermn 89,5). Y aade en otro texto: l, en efecto, es la Piedra rechazada por los edificadores, que vino a ser cabeza de esquina... Se tropez contra la Piedra en la tierra, y vendr de arriba cuando llegue de las alturas para juzgar a vivir y muertos. Ay de los judos por haber tropezado en Cristo, cuando era un pobre canto rodado!... Insensato! Te res de ver la piedra en el suelo! Mas te res por estar ciego, y, por estar ciego, tropiezas, y porque tropiezas, te haces aicos, y hecho aicos caiga sobre ti para reducirte a polvo. Ungi, pues, Jacob la piedra para convertirla en dolo? No; para convertirla en smbolo (Sermn 122, 2). Con el Salmo 90 decimos: Dios mo, confo en ti. Se trata de un himno triunfal de la confianza en Dios. Es una especie de tratado sobre la Providencia manifestada amorosamente en aquellos que confan en Dios, como lo fue con Jacob, cuando sali de Bersaba y se dirigi a Harn. Dios es fiel a sus promesas y ampara a sus elegidos. De modo especial hay que ver este salmo cumplido en Cristo: l habita al amparo del Altsimo y se confi totalmente en las manos del Padre. Los versos 11-12 se aplican a Cristo (cf. Mt 4,6). Estos sentimientos de Cristo han pasado a los miembros de su Cuerpo mstico, a la Iglesia que, no obstante las persecuciones, los obstculos y las contradicciones triunfar. Las puertas del infierno no prevalecern contra ella. Lo mismo tambin a los cristianos a los que se refiere tambin este Salmo. Ellos confan plenamente en Dios a pesar de las pruebas y dificultades. Nos sugiere este Salmo el abandono confiado en las manos del Seor, el cual, por otra parte, no nos impide actuar de modo responsable y poner de nuestra parte todo lo que podamos.

Aos pares Oseas 2,14-16.19-20: Me casar contigo en matrimonio perpetuo. El prximo exilio es comparado por el profeta como un retorno al desierto. Israel volver a encontrar el amor de su primera juventud en la fidelidad al amor de Dios. Todo lo que est escrito son misterios, porque Cristo quiere tambin desposarse contigo, ya que te habla por el profeta diciendo: Te desposar conmigo para siempre, te desposar en la fe y en la misericordia, y conocers al Seor (Os 2,19). Yav se presenta aqu como un Esposo que ha atrado a su infiel esposa, Israel, y la lleva al desierto, aislndola de las influencias paganas de la vida sedentaria de Canan. La vida sencilla de Israel en las peregrinaciones por las estepas del Sina era nostlgicamente recordada por los profetas como la poca ideal de la historia de Israel, pues en el desierto Israel, totalmente impotente, viva de la providencia especialsima de su Dios. Toda la percopa es un smbolo de la ntima unin con su pueblo, con la Iglesia, con las almas que han llegado a un grado elevado en la vida interior, como nos lo describen los autores msticos: Si alguno me ama, guardar mi palabra y mi Padre lo amar y vendremos a l y haremos en l nuestra morada (Jn 14,21). A esto hemos de aspirar todos. Con el Salmo 144 proclamamos: el Seor es clemente y misericordioso. El salmista tiene necesidad de bendecir y alabar al Seor por siempre jams y el alma que ha llegado a una unin tan ntima con Dios tambin siente la misma necesidad. La alabanza que brota al contacto con Dios vivo, despierta al hombre entero y lo arrastra a una renovacin de vida. El hombre, para alabar a Dios, se entrega con todo su ser. La alabanza, si es sincera, es incesante, es explosin de vida. Pero son los corazones rectos, los humildes, los que pueden comprender la grandeza de Dios y entonar sus alabanzas. Alabar a Dios es exaltarlo, magnificarlo, es reconocer su superioridad nica, ya que es el que habita en lo ms alto de los cielos, puesto que es el Santo. La alabanza brota de la conciencia exultante por esta santidad de Dios, que el alma ha percibido en la unin transformante con l y a la vez esta exultacin muy pura y muy religiosa une ms profundamente con Dios. Mateo 9,18-26: Mi hija acaba de morir. Pero ven T y vivir. Jess es la Vida por excelencia y la da. San Juan Crisstomo dice: Considerad, os ruego, no slo la resurreccin, sino el mandato que da el Seor de no decir nada a nadie. Y aprendamos siempre la leccin que nos da de humildad y de modestia. Despus de esto, pensemos tambin que el Seor ech fuera a toda aquella chusma del duelo y los declar indignos de presenciar el milagro de la resurreccin de la nia. Por vuestra parte, no os salgis con los taedores de flauta, sino quedaos dentro juntamente con Pedro, con Juan y con Santiago. Porque, si entonces arroj afuera a aqullos, mucho ms los arrojar ahora. Entonces no era an claro que la muerte fuera slo un sueo; mas ahora esta verdad es ms clara que el sol.. Mas, me objetas que el Seor no ha resucitado ahora a tu hija? Pero la resucitar con absoluta certeza y con ms gloria que ahora. La hija del presidente de la sinagoga, despus de resucitar, volvi otra vez a morir; mas la tuya, cuando resucite, permanecer inmortal para siempre. Nadie haga, pues, duelo, nadie se lamente y rebaje as la gloria de Cristo. Porque Cristo ha vencido a la muerte. A qu, pues, lamentarse intilmente? La muerte se ha convertido en un sueo (Homila 31,3, sobre San Mateo). Martes Aos impares Gnesis 32,22-32: Te llamar Israel, porque has luchado conmigo y me has podido. Un acontecimiento misterioso da lugar a la explicacin del nombre de Israel impuesto a Jacob; ste hubo de luchar con el Desconocido para obtener de l la bendicin. La tradicin cristiana ha credo ver en ello el smbolo del combate espiritual y del poder de la oracin. Explica San Agustn: Jacob prevaleci sobre l. Y, con todo, el mismo que luchaba, Jacob, era conocedor del misterio. Un hombre prevaleci en la lucha sobre un ngel, y al decirle ste: Djame, el que haba prevalecido le respondi: No te dejar si no me bendices. Oh gran misterio! El vencido bendice, habiendo sufrido quien libera; entonces tuvo lugar la bendicin plena... No te llamars Jacob, sino

Israel. La imposicin de nombre tan sublime es grande bendicin. Israel se traduce por el que ve a Dios, nombre para uno solo y premio para todos. Para todos, pues todos los fieles y los bendecidos tanto judos como griegos. En efecto, el Apstol llama griegos a todos los gentiles, porque entre los gentiles destaca la lengua griega (Rom 2,10. 8-9)... Bien para los judos buenos y mal para los malos; bien para los gentiles buenos y mal para los malos (Sermn 229,F,2). Con el Salmo 16 proclamamos: con mi apelacin, Seor, vengo a tu presencia. Una conciencia tranquila puede mirar con serenidad los momentos difciles de una persecucin injusta, si los mira desde las alturas de los juicios de Dios. Y puede mantener la presencia de nimo para no amilanarse ante la injusticia de un juicio humano, que nada pesa en la balanza de su fe. Esta serenidad, que es propia de los grandes hombres, es la atmsfera que debera respirar todo creyente. Muchas veces no queda otro recurso humano, sino el sufrimiento magnnimo con la mirada puesta en Dios con gran fe. Siempre, en todo caso, lo que ha de contar para el cristiano es estar convencido de que Dios es preferible al mundo entero y que la suprema felicidad consiste en vivir en ntima unin con l, con la esperanza viva del gran momento en el que se abrirn los ojos, despus de la existencia terrena, para quedar saciado en la contemplacin de su gloria. Aos pares Oseas 8,4-7.11-13: Siembran vientos y cosechan tempestades. El orculo hace alusin a las revoluciones palaciegas que se fueron sucediendo en Samaria. Pero, por encima de todo, estigmatiza la perversin del culto, influenciado por las costumbres paganas. El verdadero Dios no puede aceptar los sacrificios de un pueblo que menosprecia la ley. Es un tema muy repetido en la Sagrada Escritura, principalmente en los profetas. Dos partes, dos temas: en primer lugar la infidelidad de Israel. Se ha hecho un dolo y ser llevado al cautiverio como sus adoradores y se reirn de l. Lo que cuenta en los profetas es la alianza. Conforme a ella, la historia de Israel se desenvuelve en una alternativa de bendiciones o castigos, segn sea fidelidad o deslealtad a la misma por parte del pueblo elegido. En segundo lugar los actos del culto han de proceder del corazn y no ser meramente externos. Dios quiere ante todo la entrega sincera de sus corazones en el cumplimiento exacto y religioso de su Voluntad. Adecuadamente decimos con el Salmo 113: sus dolos son plata y oro, hechura de sus manos. La gran leccin que da la historia sagrada es la de un Dios vivo y personal, frente a los dolos paganos, faltos de vida, hechos por la mano del hombre. l es Dios trascendente que est en los cielos. El Dios personal que todo lo ve y todo lo regula, aunque sea invisible, precisamente porque es trascendente. La situacin que describe el salmo se ha repetido muchas veces en la historia humana que se deja llevar por los dolos del dinero, de la sensualidad, de la ambicin, de los honores, del poder, etc. Ante todo esto, hemos de poner la mirada en el Dios verdadero y en su Cristo, que ha manifestado a todos los hombres su fidelidad y su gracia. Con su presencia caen todos los dolos mundanos y nos muestra el verdadero culto en espritu y en verdad. Cristo desenmascara los dolos, revelando al mundo el rostro del nico Dios verdadero al que han de dar culto. l ensea a los hombres a confiar en el Padre celestial y, realizando la redencin, otorg a todos una bendicin sobreabundante, comunicndoles su misma vida. Mateo 9,32-38: La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos. Dos nuevas curaciones acrecientan an ms la fama de Cristo y manifiestan su compasin por una gran muchedumbre sin rumbo, como ovejas sin pastor. San Juan Crisstomo comenta: Mirad una vez ms cun ajeno es el Seor a la vanagloria, pues para no atraerlos a l a todos en pos de s, envi a sus discpulos. Aunque no es sa la nica razn por la que los enva. l quiere que se ejerciten en Palestina, como en una palestra, y as se preparen para sus combates por todo lo ancho de la tierra. De ah que cada vez les va ofreciendo ms ancho campo a sus combates en cuanto su virtud lo permita, con el fin de que luego se les hicieran ms fciles los que les esperaban... No os envo parece decirles a sembrar, sino a segar... Al hablarles as quera el Seor

reprimir su orgullo a par de infundirles confianza, pues les haca ver que el trabajo mayor estaba ya hecho. Pero mirad tambin aqu cmo el Seor empieza por su propio amor y no por recompensa de ninguna clase: porque se compadeci de las muchedumbres... Con estas palabras apuntaba a los prncipes de los judos; pues habiendo de ser los pastores, se mostraban lobos. Porque no slo no corregan a la muchedumbre, sino que ellos eran el mayor obstculo a su adelantamiento (Homila 32,2, sobre San Mateo). Cristo nos da la solucin de todo apostolado: rogad al Seor de la mies que enve operarios a su mies. Esto es siempre necesario en la Iglesia y en el mundo entero. El poder de la oracin es grande en toda labor apostlica. Recordemos a San Francisco Javier o a Santa Teresa del Nio Jess. Mircoles Aos impares Gnesis 41,55-57; 42,5-7.17-24: Estamos pagando el delito contra nuestro hermano. Jos vendido por sus hermanos y convertido en el personaje ms importante de Egipto por una serie de acontecimientos providenciales. Los hijos de Jacob, sin reconocerle, se postran ante su propio hermano, quien los pone a prueba a fin de que reconozcan el mal que hicieron. San Gregorio Magno, despus de narrar todo el episodio de Jos, dice: Oh tormento de la misericordia! Castiga y ama. Ya vueltos, postrados en tierra y llorando, imploran el perdn; pues, acordndose de lo que acerca de l haban prometido al padre, veanse oprimidos por una insoportable tristeza. Entonces, no pudiendo contenerse ms la piedad oculta, prorrumpe, y de aquel rostro severo saca lgrimas de caridad; fue echada a un lado la aparente ira, y la misericordia, que exista y no apareca, hzose patente. De tal manera aquel santo varn perdon y castig en sus hermanos el crimen, de tal manera mantuvo viva la misericordia con sus hermanos, que ni fue piadoso sin castigo ni riguroso sin piedad... He ah cul es el magisterio de la disciplina: saber perdonar discretamente las culpas y corregirlas con piedad. Pero los que no tienen espritu de correccin, o bien perdonan los pecados de manera que no los corrigen, o bien, al corregirlos, hieren como si no los perdonaran (Homila 9 sobre Ezequiel). El Salmo 32 es como un himno a la providencia de Dios con su pueblo: Que tu misericordia, Seor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti... El Seor deshace los planes de las naciones; frustra los proyectos de los pueblos; pero el plan del Seor subsiste por siempre, los proyectos de su Corazn de edad en edad. Si el creyente de todos los tiempos tiene motivos para confiar alegre y esperanzado en la Palabra divina, llena de amor y misericordia, el cristiano sabe que esa Palabra se ha hecho hombre (Jn 1,14) para llevar a cabo los proyectos del Corazn de Dios y llenar as con su misericordia toda la tierra. Es la misma Palabra que un da dir todos los cristianos: Yo estar con vosotros todos los das hasta el fin del mundo (Mt 28,20). Aos pares Oseas 10,1-3.7-8.12: Es tiempo de consultar al Seor. La riqueza de Israel, en vez de contribuir a alabar a Yav por los abundantes bienes materiales, no ha servido ms que para multiplicar los lugares de culto idoltrico y vino el castigo de Dios. Se acab Samaria. Su rey es como espuma sobre la superficie de las aguas. Destruidos sern los altos de la impiedad. Slo con la conversin alcanzarn misericordia y para esto han de acudir a Dios, buscar su rostro y ser fiel a la alianza. A esto conduce tambin el Salmo 104 del responsorio. Dios ha sido fiel a sus promesas, Israel lo sea a la ley. Todo el Salmo canta la alianza de Yav con los Patriarcas. El cristiano debe tomar conciencia de todos los prodigios realizados por Dios en la Antigua Alianza para llevar adelante las

promesas hechas por Dios a Abrahn. Son prodigios que nos afectan tambin a nosotros, los que seguimos a Cristo. Es lo que afirma San Pablo en su Carta a los Romanos 4,16.18-25. Mateo 10,1-7: Id a las ovejas descarriadas de Israel. Es admirable la actitud de Jesucristo por cumplir las promesas hechas a los Patriarcas en favor del pueblo de Israel. Pero no deja de cumplir tampoco su misin universal de la salvacin de todos los hombres. Las circunstancias irn perfilando la realizacin del plan salvfico de Dios que ya apunta en la misma predicacin proftica. San Juan Crisstomo dice: Veamos ya a dnde y a quines enva Jess sus apstoles. Quines son stos? Unos pescadores y publicanos... No pensis les viene a decir el Seor, que, porque me injurian y me llaman endemoniado, yo los aborrezco y los aparto de m. Justamente a ellos tengo inters y empeo en curarlos primero, y, apartndoos a vosotros de los dems, os envo a ellos como maestros y mdicos. Y no slo os prohbo que prediquis a otros antes que a stos, sino que no os consiento que toquis en los caminos que llevan a la gentilidad ni que entris en ciudad alguna de samaritanos... Mirad la grandeza del ministerio, mirad la dignidad de los apstoles. No se les manda que hablen de cosas sensibles, ni como hablaron antao Moiss y los profetas. Su predicacin haba de ser nueva y sorprendente... Ninguna gracia hacis a los que os reciben, pues no habis recibido vuestros poderes como una paga ni como fruto de vuestro trabajo. Todo es gracia ma. De este modo, pues, dad tambin vosotros a aqullos. Porque, por otra parte, tampoco es posible hallar precio digno de lo que vuestros dones merecen (Homila 32,4,sobre San Mateo). Jueves Aos impares Gnesis 44,18-21.23-29;45,1-5: Para vuestra salvacin me envi Dios a Egipto. Jos se da a conocer a sus hermanos en una escena emocionante y manifiesta el carcter providencial de su historia, como se apunt ayer. En los Hechos de los Apstoles y puesto en los labios de San Esteban, se lee a propsito de Jos: Dios estaba con l y lo libr de todas sus tribulaciones (7,910). De este modo Jos prefigur a Cristo en su pasin y resurreccin. La historia de Jos nos la exaltan los versos 16-22 del Salmo 104, escogido como Salmo responsorial, que tiene como estribillo: Recordad las maravillas que hizo el Seor. Esos versos son un magnfico ejemplo de las intervenciones de Dios en su pueblo. Son un nuevo canto a la misericordia y a la providencia de Dios para con su pueblo. Nos sirve del leccin en los momentos de peligro, de prueba, de contradiccin en que podemos encontrarnos. Dios quiere lo mejor para nosotros, aunque en ocasiones no lo entendamos. Dios sabe ms, como lo muestran los testimonios que presentamos: Cualquier cosa que te suceda, recbela como un bien, consciente de que nada pasa sin que Dios lo haya dispuestos (Carta de Bernab 19). Tambin San Agustn: Si algo acontece en contra de lo que hemos pedido, tolermoslo con paciencia y demos gracias a Dios por todo, sin dudar lo ms mnimo de que lo ms conveniente para nosotros es lo que acaece segn la voluntad de Dios y no segn la nuestra (Carta 130 a Proba). Y el mismo autor: El Seor conoce mejor que el hombre lo que conviene en cada momento, lo que ha de otorgar, aadir, quitar, aumentar, disminuir y cundo o ha de hacer (Carta 138). Aos pares Oseas 11,1-2.3-4.8-9: Se me revuelve el corazn. En un fragmento de profunda poesa, el profeta compara el pueblo de Israel con un nio pequeo al que Dios prodiga cuidados maternales. Se ha llamado a esta percopa Balada del amor desdeado: Dios se comporta con su pueblo como un

padre amoroso. Israel no corresponde y Dios castiga, pero perdona movido de su misericordia. Todo es admirable. El ltimo motivo por el que se inclinar al perdn es precisamente porque l es Dios y no hombre. Su comportamiento es diferente del comportamiento del hombre que es vengativo y justiciero. Ms all de las infidelidades de su pueblo l conserva un inmenso amor para con l. Perdonar es verdaderamente una actitud divina porque slo Dios es capaz de dominar el acontecimiento inmediato y relativizarlo en la perspectiva ms amplia de la historia de la salvacin y de la eternidad. Dios es amor. Todo esto exige de nuestra parte una correspondencia de amor y de arrepentimiento sincero. San Jernimo nos habla de esto: Cunta es la clemencia de Dios, cunta nuestra dureza, que despus de tantos pecados nos llama a la salvacin ... Cun grande sea su misericordia, cun grande y, por decirlo as, excesiva su clemencia, que nos lo ensee el profeta Oseas, por cuya boca nos habla Dios: Qu har contigo Efraim? Cmo te proteger, Israel, qu har contigo?... Mi corazn est en M trastornado, y me he conmovido de arrepentimiento. No dar curso al ardor de mi clera... (Carta 122,2 a Rstico ). Con el Salmo 79 proclamamos: que brille tu rostro y nos salve, Seor. Es una splica fervorosa para impetrar la intervencin de Dios liberador. En todo tiempo tenemos necesidad de esta actuacin de Dios. l es el Pastor Bueno nosotros somos su rebao (Mt 9,36; Jn 11,14-16) o tambin somos una via amada. l es el agricultor que nos cuida (Is 11,1; Jn 15,1-6). El misterio de la Iglesia se reproduce en cada uno de sus miembros. A nuestra plegaria responde Cristo: Yo soy la vid y vosotros los sarmientos; el que permanece en M y yo en l, se da mucho fruto, porque sin M no podis hacer nada. El que no permanece en M es echado afuera, como el sarmiento, y se seca, y los amontonan y los arrojan al fuego para que ardan. Si permanecis en M y mis palabras permanece en vosotros, pedid lo que queris, y se os dar (Jn 15,5-7). Mateo 10,7-15: Lo que habis recibido gratis dadlo gratis. Jess da a los Doce sus consignas en orden a la misin de Galilea. Debern reproducir la actividad de su Maestro: proclamar la proximidad del Reino de Dios y manifestar su presencia por medio de milagros. Cristo no se contenta con entregar a sus enviados un mensaje que les encarga transmitir; desea que su estilo de vida sea la reproduccin viva de la palabra proclamada. Las modalidades de este estilo de vida no dependen totalmente de una decisin privada de los evangelizadores y catequistas. Cristo tiene sus exigencias y la Iglesia, por l fundada, tambin. Por eso no debe extraarnos que la competente jerarqua de la Iglesia indique los modos y los medios para toda clase de evangelizacin. Esto cambia con los tiempos y los espacios. No todo es bueno para todos. Con respecto al ltimo versculo sobre el castigo de los que no reciben o rechazan la Buena Nueva, comenta San Agustn: Hay dos lugares de moradas: una en el fuego eterno y otra en el reino tambin eterno. Mi opinin es que dentro del fuego eterno, los tormentos sern distintos; pero todos estarn all para ser atormentados, aunque unos ms y otros menos, pues en el da del juicio ser ms tolerable la suerte de Sodoma que la de alguna otra ciudad (Mt 10,15) (Sermn 161,4). Al rechazar a los apstoles del Evangelio que llaman a las puertas de una ciudad o una casa en aquella hora de la misin de los mismos, cuando ya los milagros de Cristo los haban acreditado como legados de Dios (Jn 3,2), no se les poda rechazar impunemente. Esto era cerrar los ojos a la luz mesinica. Y en este sentido, la culpa de stos era superior a la aberracin moral, pagana, de Sodoma y Gomorra. Santo Toms de Aquino lo justifica as: Pecan ms los que oyen y no practican que los que nunca oyeron (Coment. in Mt). De ah la gran responsabilidad de los que rechazan la predicacin evanglica y de los que no acomodan su conducta a ella.

Viernes Aos impares Gnesis 46,1-7.28-30: Puedo morir despus de haberte visto en persona. Jacob invitado a ir a Egipto por su hijo Jos, accede a instalarse all con toda su familia. Con expresiones, que recuerdan el canto de Simen, expresa su alegra por haber vuelto a ver a su hijo Jos. Lo principal de este relato es que la emigracin del patriarca depositario de la promesa de la tierra no es contraria al compromiso de Dios, sino que constituye la etapa necesaria de sufrimiento y de prueba antes del cumplimiento de las promesas de abundancia. No obstante las pruebas, los sufrimientos, las amarguras y contrariedades. Dios es quien salva a los justos, como se dice en el Salmo responsorial. Salmo 36: confa en el Seor y haz el bien... El Seor vela por los das de los buenos y su herencia durar siempre. Todo el Salmo es una exhortacin sapiencial sobre la suerte del justo y del malvado. Frente a la concepcin ms o menos difusa de muchos creyentes, que confunden la religin con una especie de seguro de vida, el salmista pone su confianza en Dios. Su gran tesoro es poseer a Dios. Todo lo dems es accesorio. El Salmo est abierto a perspectivas mucho ms amplias que las meramente sociolgicas. Perspectivas profundas, pero reales, que sern puestas en toda su luz por la predicacin de Cristo. Un significado muy preciso tienen las expresiones del Salmo a la luz del misterio de Cristo. l, el inocente, el justo por excelencia, ha aparecido en medio de nosotros pobre, humilde, perseguido por los impos, varn de dolores, abandonado en la cruz (Sal 21,2; Mt 27,46). Sobre l han cado los sufrimientos de todos nosotros. Mas en l y en su vida, el sufrimiento de los justos se ha revelado como un misterio de salvacin. Pero el camino recorrido por Cristo hacia el Calvario conduce a la derecha del Padre en la gloria celeste. La Cruz ha venido a ser el rbol de la vida. Con estas consideraciones podemos escuchar las sentencias del Salmo 36 como una exhortacin de Cristo a la Iglesia. Parecen como una anticipacin de las bienaventuranzas evanglicas. Recordemos la parbola del rico Epuln y Lzaro. Aos pares Oseas 14,2-10: No volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos. El profeta exhorta a un retorno sincero a Dios. El pueblo responde favorablemente y Dios lo premia. Hay que reconocer que la conversin del pueblo no es apenas desinteresada. El que Israel vuela a Dios obedece en gran parte a la bsqueda apasionada de la dicha y la abundancia. Esta mentalidad es ciertamente peligrosa cuando slo se mira el inters. Existe ciertamente un actitud legtima de la recompensa por la obra buena hecha, con la gracia de Dios, cuando sobre todo se busca a Dios y no el premio. Ya lo dijo el poeta: No me tienes que dar porque te quiera, porque, aunque espero, no esperara, lo mismo que te quiero, te quisiera. El cristiano se convierte a Dios y se agrega al pueblo de convertidos que es la Iglesia, para ser beneficiario de la realizacin del plan de Dios sobre la humanidad y para permitir tambin a todos los recursos humanos de desplegarse correctamente a partir de su foco y su fuente: la presencia de Dios que anima a todas las cosas. En el responsorio rezamos el Salmo 50, que bien podemos llamarlo Salmo de la conversin, del arrepentimiento y de la penitencia. Pocos salmos como ste han servido para expresar los sentimientos de la humanidad pecadora ante Dios. Generaciones de la humanidad han encontrado en l el camino que conduce a la Casa del Padre, la gracia de una purificacin que no puede venir sino de la palabra de Dios y de la alegra de la amistad con l:

Misericordia, Dios mo, por tu bondad, por tu inmensa compasin borra mi culpa... Oh Dios, crea en m un corazn puro... Devulveme la alegra de tu salvacin... Mi boca proclamar tu alabanza, Seor. Mateo 10,16-23: No seris vosotros los que hablis, sino el Espritu de nuestro Padre. Jess anuncia las persecuciones que aguardan a sus discpulos. No deben temer, pues contarn con la ayuda de la asistencia del Espritu de su Padre. San Agustn trata muchas veces de este pasaje evanglico: Ved cmo nuestro Seor Jesucristo modela a sus mrtires con su disciplina. Os envo, dice, como ovejas en medio de lobos (Mt 10,16). Ved lo que hace un solo lobo que venga en medio de muchas ovejas. Por muchos millares de ovejas que sean, enviado un lobo en medio de ellas, se espantan y, si no todas son degolladas, todas, al menos, se aterrorizan. Qu razn haba, qu intencin, qu poder o divinidad para no enviar el lobo a las ovejas, sino las ovejas en medio de lobos? No dijo al confn con los lobos, sino en medio de los lobos. Haba, pues, un rebao de lobos: las ovejas eran pocas, para que fueran muchos lobos para dar muerte a pocas ovejas. Los lobos se convirtieron y se transformaron en ovejas... Seris odiados por todos los pueblos a causa de mi nombre (Mt 10, 22). Se predijo para el futuro una iglesia extendida por todos los pueblos. Como leemos que fue prometida, as la vemos realizada. Todos los pueblos son cristianos y al mismo tiempo no cristianos. El trigo al igual que la cizaa, se halla extendido por todo el campo. Por tanto, cuando escuchis de boca de nuestro Seor Jesucristo: seris odiados por todos los pueblos a causa de mi nombre, escuchadlo como trigo que sois, pues est dicho para el trigo... Oh pueblos todos cristianos, oh semillas catlicas extendidas por todo el orbe, pensad en vosotros mismos y veris que todos los pueblos os odian por el nombre de Cristo! (Sermn 64,1). Sbado Aos impares Gnesis 49,29-33; 50,15-24: Dios cuida de vosotros y os sacar de esta tierra. Muere Jacob en Egipto. Jos vuelve a asegurar el perdn a sus hermanos y les revela cmo Dios se ha servido de sus pruebas para salvar la vida de su pueblo. Por la fe, Jos, moribundo, evoc el xodo de los hijos de Israel (Heb 11,22). El futuro del pueblo de Dios no depende de la autoridad del patriarca, sino de la buena voluntad entre los hermanos y sus tribus respectivas. Jos es el primero en esta necesidad de la concordia y fraternidad. Sus motivos para esto son profundos; el mal que hicieron con l se ha convertido en bien de todos. Est lejos de la venganza, pues reconoce en todos estos sucesos la providencia de Dios. Es ocasin para reflexionar sobre el perdn de las ofensas, como tantas veces aparece en la Sagrada Escritura, principalmente en el Nuevo Testamento. No es necesario que ocurran grandes injurias para que nos ejercitemos en esta prueba de caridad. Mal viviramos nuestra vida cristiana si al menor roce se enfriase nuestra caridad y nos sintiramos rencorosos y vengativos. Escuchemos un testimonio de San Cipriano: Es imposible alcanzar el perdn que pedimos de nuestros pecados, si nosotros no actuamos de modo semejante con los que nos han hecho alguna ofensa (Tratado sobre la oracin 23-24). Pero no tenemos necesidad de textos patrsticos. Son bien expresivos los textos evanglicos de Mt 18,21-35; Lc 6,36-37. El responsorio recoge algunos versos del Salmo 104, ya expuesto en das anteriores. En esta ocasin se indica el estribillo: humildes, buscad al Seor y vivir vuestro corazn. La humildad consiste esencialmente en la conciencia del puesto que ocupamos frente a Dios y frente a los hombres y en la sabia moderacin de los deseos de gloria. Cristo nos dej como leccin especial para que la aprendiramos de l: la humildad (Mt 11, 29). Por eso escribi San Gregorio Magno:

Dgase a los humildes, que al par que ellos se abajan, aumentan su semejanza con Dios y dgase a los soberbios, al par que ellos se engren, descienden, a imitacin del ngel apstata (Regla Pastoral 3,18). Y San Agustn: Cuanto ms se abaja el corazn por la humildad, ms se levanta hacia la perfeccin (Sermn sobre la humildad). Y tambin: Si me preguntis qu es lo ms esencial en la religin y en la disciplina de Jesucristo, os responder: primero la humildad, segundo la humildad y tercero la humildad (Carta 118) Aos pares Isaas 6,1-8: Yo, hombre de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Seor de los Ejrcitos. El profeta Isaas relata su vocacin: vio al Seor en toda su majestad. Se repite en la liturgia eucarstica diaria el triple Santo que Isaas oy en el cielo. San Jernimo comenta: Y entonces, con sus labios realmente purificados, dijo al Seor: Heme aqu, envame. Antes haba dicho: Miserable de m, que estoy perdido!. Mientras vive Ozas, t no entiendes, Isaas, que eres miserable, y no eres movido a compuncin; pero una vez que ha muerto, entonces te das cuenta de que tienes labios impuros, entonces comprendes que eres indigno de la visin de Dios. Ojal tambin yo sea movido a compuncin y, despus de la compuncin, me haga digno de predicar a Dios; pues adems de ser yo hombre y tener los labios impuros, habito en medio de un pueblo que tiene labios impuros. Isaas, que era justo, haba pecado slo de palabra. Pero yo, que miro con ojos de concupiscencia, a quien mi mano escandaliza y peco con el pie y con todas las partes de mi cuerpo, todo lo tengo impuro y, habiendo manchado mi tnica despus de haber sido bautizado es espritu, necesito la purificacin del segundo bautismo, es decir, del de fuego (Carta 18 A,11, a Dmaso). Con el Salmo 92 proclamamos: El Seor reina, vestido de majestad... Tu trono est firme desde siempre y T eres eterno. Es el trono que vio Isaas. Pero nosotros lo vemos tambin con un sentido cristolgico. Cristo es el Seor, con su Resurreccin. Nosotros somos el reino de Dios y de Cristo. La Iglesia, con palabras de este Salmo aclama a Cristo y reconoce en l al Rey magnfico y poderoso, al Prncipe de la Paz, cuyo reino no tiene fin y diariamente lo llamamos Rey y Seor. Mateo 10,24-33: No tengis miedo a los que matan el cuerpo. Cristo da nimo a sus discpulos para el tiempo de la persecucin, de las contrariedades y de las pruebas. Proclamemos sin temor nuestra fe en todos los lugares y ante todos los hombres, con nuestras palabras y con nuestras obras. San Juan Crisstomo dice: Mirad cmo los pone por encima de todo. Porque no les persuade a despreciar slo toda solicitud y la maledicencia y los peligros y las insidias, sino a la muerte misma, que parece ser lo ms espantoso de todo. Y no slo la muerte en general, sino hasta la muerte violenta... Como lo hace siempre, tambin aqu lleva su razonamiento al extremo opuesto. Porque, qu es lo que viene a decir? Temis la muerte y por eso vacilis en predicar? Justamente porque temis la muerte, tenis que predicar, pues la predicacin os librar de la verdadera muerte. Porque, aun cuando os hayan de quitar la vida, contra lo que es principal en vosotros, nada han de poder, por ms que se empeen y porfen... De suerte que si temes el suplicio, teme el que es mucho ms grave que la muerte del cuerpo. Mirad cmo tampoco aqu les promete el Seor librarlos de la muerte. No; permite que mueran; pero les hace merced mayor que si no lo hubiera permitido. Porque mucho ms que librarlos de la muerte es persuadirlos que desprecien la muerte. As, pues, no los arroja temerariamente a los peligros, pero los hace superiores a todo el dogma de la inmortalidad del alma y cmo, plantada en ella esa saludable doctrina, pasa a animarlos por otros razonamientos...

No los temis, pues. Aun cuando lleguen a dominaros, slo dominarn lo que haya de inferior en vosotros, es decir, vuestro cuerpo. Y ste, aun cuando no lo mataran vuestros enemigos, la naturaleza vendr sin remedio a arrebatroslo. De manera que ni aun en eso tienen vuestros enemigos verdadero poder, sino que se lo deben a la naturaleza. Y si eso temes, mucho ms es razn que temas lo que es ms que eso; que temas al que puede echar alma y cuerpo en el infierno (Homila 34, 2-3 sobre San Mateo).

15 Semana Domingo Entrada: Yo, con mi apelacin, vengo a tu presencia, y al despertar me saciar de tu semblante (Sal 16,15). Con esta ardiente splica se inicia la Misa. Colecta (del Misal anterior, antes del Gregoriano, y ahora retocada con textos del Gelasiano): Oh Dios!, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados, para que puedan volver al buen camino; concede a todos los cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre y cumplir cuanto en l se significa Ofrendas (tambin del Misal anterior, y antes del Gregoriano): Mira, Seor, los dones de tu Iglesia en oracin, y concede a quienes van a recibirlos crecer continuamente en santidad. Comunin: Dichosos los que viven en tu casa (Sal 83,4-5); o bien: El que come mi carne y bebe mi sangre habita en m y yo en l (Jn 6,57). Postcomunin (tambin del Misal anterior, retocada con textos del Gregoriano y Gelasiano): Alimentados con esta eucarista, te pedimos, Seor, que cuantas veces celebramos este sacramento se acreciente en nosotros el fruto de la salvacin.

CICLO A La primera lectura nos prepara a recibir las enseanzas del Evangelio: el Sembrador difunde su doctrina. San Pablo exalta la dimensin csmica de la Redencin. Dios es el Sembrador que realiza en nosotros su obra. A nosotros nos queda la enorme responsabilidad de no hacer infructuosa la gracia santificante y los medios que l nos da en su Palabra y en los Sacramentos, especialmente en la Eucarista. Isaas 55,10-11: La lluvia hace germinar la tierra. La palabra de Dios, semilla de salvacin, lleva en s toda la eficacia de la iniciativa divina y de su amor santificador. El profeta usa sus grandes cualidades literarias y una gran intuicin teolgica para infundir la firme adhesin a Yav, Dios de los padres que, contrariamente a la desconfianza general de los exiliados, est salvficamente presente entre ellos. El dirige la historia y los acontecimientos para que el universo y el hombre, que han sido creados por l, de l dependan y con l se desarrollen.

La semejanza de la lluvia y de la nieve que fecundan y hacen germinar la tierra nos debe hacer comprender que la potencia creadora y transformadora de la palabra de Dios ha de dar fruto, si la acogemos con fe, pues Dios que nos cre sin nosotros no nos salvar sin nosotros. Es un texto muy profundo y eficaz para comprender la Sagrada Escritura como palabra de Dios al hombre. Nos pone en contacto directo con l que nos invita a que recibamos su mensaje salvfico para otorgarnos su comunin de vida realizando en nosotros su salvacin. Muy acertadamente se ha escogido como responsorio el Salmo 64 : T cuidas de la tierra, la riegas... T preparas los trigales... La semilla cay en buena tierra y dio su fruto. En realidad ese Salmo es un himno a Dios providente con su pueblo. Los versculos 10-14, que son los que se han tomado aqu, nos hacen revivir la primavera de Palestina, cuando el mismo desierto florece, los rebaos pastan sobre verdes colinas y el trigo germina sus espigas en la llanura. Los santos han usado esos dones de la creacin para elevarse hasta Dios y cantar su magnificencia. Son bien conocidos los versos de San Juan de la Cruz, ya expuestos por nosotros en otra ocasin. Romanos 8,18-23: La creacin expectante est aguardando la plena manifestacin de los hijos de Dios. En medio de la creacin el cristiano autntico es como una semilla viva de Dios, que restaura la obra del Creador y la libera de la degradacin del pecado. Para San Pablo y para todo el Nuevo Testamento el sufrimiento es esencial en la economa salvfica: Cristo muri en una cruz para la redencin de la humanidad. El cristiano, como discpulo de Cristo, se encuentra en el mismo camino de la cruz: El que quiera ser mi discpulo que se renuncie a s mismo, tome su cruz y me siga (Mc 8,34;Mt 16.24;Lc 9,23). Esto no debe ser motivo de tristeza. Muere con Cristo para resucitar con l. Este destino no est fundado en la palabra del hombre, sino en la palabra de Dios que es viva y eficaz. Comenta san Agustn: Estis viendo, amadsimos, qu se les pide en esta vida a los siervos de Dios en cambio a la vida futura que se revelar en nosotros. Frente a esa gloria, carece de significado cualquier tribulacin temporal, sea la que sea. Los sufrimientos de este tiempo, dice el Apstol, no son equiparables con la futura gloria que se revelar en nosotros (Rom 8,18). Si las cosas son as, nadie piense ahora carnalmente; no hay tiempo: el mundo se conmueve, el hombre viejo es echado fuera, la carne siente la operacin, aniqulese el espritu. El cuerpo de Pedro yace en Roma, dicen los hombres; en Roma yacen los cuerpos de Pablo, de Lorenzo y de otros santos mrtires; sin embargo, Roma est asolada: es afligida, pisoteada e incendiada... Dnde estn las memorias de los Apstoles? All estn, all estn, pero no en ti. Ojal estuvieran en ti!... Ojal estuviesen en ti las memorias de los Apstoles; ojal pensaras en ellos. Veras qu felicidad les fue prometida, si la terrena o la eterna (Sermn 296,6). Mateo 13,1-23: Sali el Sembrador a sembrar. La palabra de Dios y toda su obra de santificacin pueden quedar infructuosas por el modo de ser y de vivir de los hombres. La parbola explica plsticamente la proclamacin del Reino, que constituye su tema fundamental. Aunque aparentemente podamos ver un aspecto negativo, sin embargo, el tema esencial es un sereno optimismo sobre el fruto que tendr el mensaje predicado por el Seor. Comenta San Agustn: Dice Pablo en sus escritos que fue enviado a predicar el Evangelio all donde Cristo an no haba sido anunciado. Pero, como aquella otra siega ya tuvo lugar y los judos que quedaron eran paja, prestemos atencin a la mies que somos nosotros. Sembraron los apstoles y los profetas. Sembr el mismo Seor; l estaba, en efecto, en los apstoles, pues tambin l cosech; nada hicieron ellos sin l; l sin ellos es perfecto, y a ellos dice: sin M nada podis hacer (Jn 15,5). Qu dice Cristo, sembrando entre los gentiles? Ved que sali el Sembrador a sembrar (Mt 13,3). All se envan segadores a cosechar; aqu sale a sembrar el sembrador no perezoso. Pero, qu tuvo que ver con esto el que parte cayera en el camino, parte en tierra pedregosa, parte entre espinas? Si hubiera temido a esas tierras malas, no hubiera venido tampoco a la tierra buena.

Por lo que toca a nosotros, qu nos importa? Qu nos interesa hablar ya de judos y de la paja? Lo nico que nos atae es no ser camino, no ser piedras, no ser espinas, sino tierra buena. Oh Dios! Mi corazn est preparado (Sal 56,8) para dar el treinta, el sesenta, el ciento, el mil por uno. Sea ms, sea menos, pero siempre es trigo (Sermn 101,3). CICLO B La primera lectura trata de la vocacin del profeta Ams, cmo el Seor elige su mensajero a quien quiere, cundo y como quiere. La tercera lectura nos habla de las consignas dadas por Cristo a los discpulos enviados a evangelizar. En la segunda lectura San Pablo describe a los Efesios el plan divino sobre nosotros. Dios nos ha destinado desde toda la eternidad a convertirnos en hijos suyos por Jesucristo para alabanza de su gloria. La vocacin cristiana, don de iniciativa amorosa de Dios a quienes l mismo ha elegido, es, por su propia naturaleza, vocacin a la santidad testifical y vocacin al apostolado responsable (cf. Lumen Gentium 17 y 40) El autntico cristiano es siempre un testigo viviente de Cristo. El falso cristiano vive ajeno a la salvacin de los hombres, sus hermanos. Ams 7,12-15: Ve y profetiza a mi pueblo. En su fe profunda y operante, Ams se siente responsable ante Dios, que le reclama para profeta y testimonio contra la frivolidad religiosa del reino de Israel. Su vida evidencia plenamente su fidelidad a Yav. San Jernimo dice: Los mdicos que se llaman cirujanos son tenidos por crueles y son realmente desdichados. Porque, no es una desdicha dolerse de las heridas ajenas y tener que cortar con hierro compasivo las carnes muertas, y, al tener que curar, no sentir horror de lo que horroriza al que es curado, y encima ser tenido por enemigo? Est en la naturaleza de las cosas el que la verdad sea amarga y los vicios sean considerados agradables. Isaas, para poner un ejemplo de lo que haba de ser la cautividad inminente, no tuvo empacho de andar desnudo (Isaas 20,2); Jeremas es sacado de en medio de Jerusaln y enviado al ufrates, ro de Mesopotamia, para esconder all, entre gentes enemigas, donde est el asirio y los ejrcitos de los caldeos, una faja que deba pudrirse (cf. Jer 13,1-7); a Ezequiel se le manda comer un pan hecho de todo gnero de semillas y rociado primero con excrementos humanos y luego bovinos (cf. Ez 4,915), y termina presenciando con los ojos secos de lgrimas la muerte de su mujer (ib. 24,15-17). Ams es expulsado de Samara (Am 7,12) Y todo esto, te pregunto, por qu? Porque eran cirujanos espirituales que cortaban los vicios de los pecadores y exhortaban a la penitencia... As, no es de extraar, si tambin nosotros, al censurar los vicios, ofendemos a muchos (Carta 40 1-2, a Marcela). Con el Salmo 84 decimos: voy a escuchar lo que dice el Seor. Esta es la actitud de todo profeta en todos los tiempos. Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazn. El misterio de la venida de Cristo tiene una historia en la vida de todo creyente. El que se convierte y recibe la gracia es como un exiliado que espera regresar a la patria verdadera. Por eso puede hacer suyas las palabras del Salmo: La salvacin ya est cerca de sus fieles y la gloria habitar en nuestra tierra. La misericordia y la felicidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra y la justicia mira desde el cielo. El Seor nos dar la lluvia, y nuestra tierra dar su fruto. La justicia marchar ante l, la salvacin seguir sus pasos. Efesios 1,3-14: Nos eligi en l antes de crear el mundo. La introduccin a la Carta a los Efesios nos recuerda que nuestra fe cristiana es un don de iniciativa divina que compromete plenamente nuestra existencia ante el Padre y ante los hombres. Todo el proceso salvfico de la lectura es atribuido por san Pablo a la benevolencia de la voluntad divina. Por tres veces se subraya que esto sucede para alabanza y gloria de su gracia, para que la gloria de su gracia... redunde en alabanza suya, seremos alabanza de su gloria. Estas expresiones tienen en el himno la funcin de estribillo, el carcter doxolgico de toda la composicin. San Jernimo comenta:

Aunque uno sea santo y perfecto, y sea estimado digno de la felicidad a juicio de todos, sin embargo ahora ha conseguido las arras del Espritu para la herencia futura. Si la prenda es tanta, qu ser la posesin? Como la prenda que se nos da no est fuera de nosotros, sino dentro de nosotros, as la herencia misma esto es, el reino de Dios dentro de nosotros est (Lc 17,21) es algo intrnseco a nosotros. Qu mayor herencia puede haber que contemplar y ver sensiblemente la belleza de la Sabidura del Verbo, de la Verdad y de la Luz, y lo inefable del mismo; y considerar la magnfica naturaleza de Dios y ver la sustancia de todas las cosas creadas a semejanza de Dios. Este Espritu Santo de la promesa, que es la prenda de nuestra heredad, se nos da ahora, para que seamos redimidos y unidos a Dios para alabanza de su gloria. No porque Dios necesite alabanza de nadie, sino para que su alabanza aproveche a los que le alaban, y mientras conocen en cada una de sus obras su majestad y su grandeza, se levanten a alabarle en un milagro de estupor (Comentario a la Carta a los Efesios 1,14). Marcos 6,7-13: Y comenz a enviarlos. Los primeros creyentes, los apstoles y los discpulos, vieron ntegramente comprometidas y marcadas sus vidas para la obra redentora de Cristo. A San Marcos le interesa presentar al predicador evanglico como al que revela en el mundo el misterio de la salvacin mediante el Mesas crucificado. A esto parece que va dirigida la absoluta pobreza de medios en el apstol, catequista, evangelizador. La Iglesia es en s, como lo fue Cristo, portadora de la salvacin, pero no tiene ningn aspecto triunfalstico pagano y mundano. Cristo triunf por su Misterio Pascual sobre el pecado y la muerte. La Iglesia sigue ese mismo camino, no puede prescindir de ello. Esto no podemos olvidarlo, aun en nuestro aspecto de vida escondida, crucificada, en la pobreza y debilidad, en nuestras limitaciones. La doctrina que subyace en esta lectura es la de que la victoria se realiza en la humildad y en la carencia de medios humanos. No podemos prescindir de ellos, ciertamente; pero no hemos de poner nuestro afn en ellos. San Pablo nos dice que todo es para nosotros, para nuestra utilidad, para nuestro provecho, pero nosotros somos de Cristo y Cristo de Dios. se es el orden que siempre han seguido los santos. Emplear los medios de este mundo para el servicio de Dios, sin estar apegados, sino desprendidos totalmente de ellos. En la celebracin litrgica no agotamos toda la responsabilidad de nuestra fe y de nuestra identidad cristiana. Esto se ha de prolongar en la vida cotidiana, como testigos y apstoles de Cristo. CICLO C La parbola del Buen Samaritano es una enseanza para vivir el mandato del amor para con Dios y para con el prjimo. La ley del Seor, recuerda la primera lectura, no es algo exterior a nosotros mismos, sino que se encuentra dentro de nosotros y hemos de llevarla a la prctica. San Pablo, en la segunda lectura, delinea ante nosotros la imagen de Cristo en toda su grandeza. Es el principio de la nueva humanidad en su resurreccin de entre los muertos. Cristo y la caridad sern siempre la clave de toda autenticidad cristiana. El Corazn de Jesucristo, su iniciador y consumador, el Maestro y el Modelo a seguir (LG 40). En el cristianismo todo lo que no se centra en la caridad, puede ser equvoco. Ciertamente es infructuoso para nuestra salvacin (1 Cor 13,10). Deuteronomio 30,10-14: El mandamiento est muy cerca de ti; cmplelo. Por la revelacin divina, Dios mismo se ha puesto en actitud de dilogo amoroso al alcance de toda conciencia recta. Es en lo ntimo de su corazn donde cada hombre se abre a su Voluntad o la rechaza. Al autor de este libro interesa sobre todo exhortar al pueblo de su tiempo a reflexionar sobre su vocacin y eleccin y obre las consecuencias nefastas a que ha conducido el abandono de Yahv, el Dios de los padres, mediante la infidelidad a la alianza sancionada despus del xodo y renovada repetidas veces por Dios a travs de los profetas. Como tantas veces ya hemos expuesto con textos

patrsticos, todo se concreta en la observancia del Pacto, pues por parte de Dios siempre estar firme su fidelidad. El Salmo 68 nos exhorta a buscar al Seor para que viva nuestro corazn. Es como una continuacin de la lectura anterior: Mi oracin se dirige a Ti, Dios mo, el da de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude. Respndeme, Seor, con la bondad de tu gracia, por tu gran compasin vulvete hacia m. Yo soy un pobre malherido, Dios mo, tu salvacin me levante. Alabar el nombre del Seor con cantos, proclamar su grandeza con accin de gracias. Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Seor y vivir vuestro corazn. Que el Seor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos. El Seor salvar a Sin... Colosenses 1, 15-20: Todo fue creado por l y para l. El acercamiento amoroso de Dios a los hombres ha culminado en el misterio entraable del Corazn de Cristo, centro y culmen de la revelacin de la caridad del Padre. Orgenes dice: Ahora bien, el alma es movida por el amor y deseo celestes cuando, examinadas a fondo la belleza y la gloria del Verbo de Dios, se enamora de su aspecto y recibe de l como una saeta y una herida de amor. Este Verbo es, efectivamente, la imagen y el esplendor del Dios invisible, primognito de toda creacin, en quien han sido creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, las visibles e invisibles (Col 1,16). Por consiguiente, si alguien logra con la capacidad de su inteligencia vislumbrar y contemplar la gloria y hermosura de todo cuanto ha sido creado por l, pasmado por la belleza misma de las cosas y traspasado por la magnificencia de su esplendor, como por una saeta bruida, en expresin del profeta (Isaas 49,2), recibir de l una herida salutfera, y arder en el fuego deleitoso de su amor (Comentario al Cantar de los Cantares, prlogo). Lucas 10,25-37: Quin es mi prjimo? Cristo, Dios y hombre, en unidad de Persona, ha hecho de la caridad a Dios y a los hombres la plenitud de la ley, como norma de salvacin para todos nosotros. Siempre tenemos necesidad de insistir en el precepto del amor. La apologtica esencial al cristianismo ser siempre la de la caridad. Escuchemos a San Agustn: Aquel hombre que yaca en el camino, abandonado medio muerto por los ladrones, a quien despreciaron el sacerdote y el levita que por all pasaron y a quien cur y auxili un samaritano que iba tambin de paso, es el gnero humano. Cmo se lleg a esta narracin? A cierta persona que le pregunt cules eran los mandamientos ms excelentes y supremos de la ley, el Seor respondi que eran dos... Jesucristo, el Seor, quiso que visemos a l representado en el Samaritano... El Seor se nos hace cercano en el prjimo. l, para hacerse cercano a ti, asumi tu pena, pero no tu culpa, y si la asumi fue para borrarla, no para perpetrarla. Siendo justo e inmortal, estaba lejos de los injustos y mortales. T, en cuanto pecador y mortal estabas lejos del justo e inmortal. l no se hizo pecador, como lo eras t, pero se hizo mortal como t. Permaneciendo justo se hizo mortal. Asumiendo la pena sin la culpa, destruy pena y culpa. Por tanto, el Seor est cerca, no os inquietis por nada. Aunque corporalmente ascendi por encima de todos los cielos, con su majestad no se alej. Quien hizo todo est presente en todas partes (Sermn 171,2-3). Prescindiendo o infravalorando la caridad evanglica (sobrenatural y positiva) el moralismo slo sirve para justificar posturas naturalistas, privadas o sociales, pero nunca de autenticidad cristiana. Lunes Aos impares xodo 21,8-14.22: Vamos a vencer a Israel porque est siendo ms fuerte y numeroso que nosotros. Los israelitas se ven reducidos a esclavos de los egipcios. Un pueblo es explotado por otro. Esto es suficiente para sealar el mal. Los pobres han tomado pronto conciencia de su inferioridad, han adoptado, bajo la direccin de uno de los suyos, medidas para salir de ella. Pero esto tiene un sentido religioso, porque en definitiva es Dios el que tiene la iniciativa de la liberacin... Se ver ms adelante. El hombre se rebela contra Dios en la misma liberacin que l

determina hacer. Es increble, pero as es de insensato el hombre pecador. Prefiere la misma esclavitud a la libertad que Dios le otorga. As lo afirma San Jernimo: En la etapa decimosptima podemos darle el nombre de los ladrillos... En el xodo se lee de los ladrillos de Egipto y que el pueblo gema cuando los fabricaba (Ex 1,14)... De todo ello aprendemos que, en el camino de la vida presente y en el continuo pasar de una cosa a otra, unas veces crecemos, otras retrocedemos, y despus de haber ocupado una dignidad eclesistica con frecuencia pasamos al trabajo de los ladrillos (Carta 78,19, a Fabiola). Por eso cantamos en el Salmo 123: Nuestro auxilio es el nombre del Seor, que es una afirmacin llena de fe y de confianza en Dios. El cristiano puede tener la seguridad de que nunca est solo. Sobrellevando con entereza las pruebas de esta vida, que Dios permite para nuestra purificacin y mayor mrito, podemos progresar rpidamente en la perfeccin cristiana. El Salmo da al cristiano una buena leccin de fe y de humildad y le muestra la caducidad de la vida presente: Si el Seor no hubiera estado de nuestra parte, que lo diga Israel, si el Seor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habran tragado vivos, tanto arda su ira contra nosotros. Nos habran arrollado las aguas, llegndonos el torrente hasta el cuello; nos haban llegado hasta el cuello las aguas espumantes. Bendito el Seor que no nos entreg en presa a sus dientes. Hemos salvado la vida como un pjaro de la trampa del cazador; la trampa se rompi y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Seor, que hizo el cielo y la tierra. Aos pares Isaas 1,15-17: Lavaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Dios da a conocer a su pueblo por medio del profeta Isaas cul es el culto que le agrada: no los ritos puramente externos, sino la conversin del corazn. Es doctrina comn en los profetas, como ya lo hemos expuesto en muchas ocasiones con textos patrsticos. San Justino trae ese texto de Isaas al tratar del Bautismo, en su primera Apologa, 61. Todo culto verdadero ha de proceder de un corazn purificado y ha de inducir a un amor ms intenso a Dios y al prjimo, que son todos los hombres. Esto mismo sigue en el Salmo 49, en el que se repite como estribillo: Al que sigue buen camino le har ver la salvacin de Dios, no a los que participan en el culto y detestan las enseanzas de Dios y no tienen presentes sus mandatos... El que ofrece accin de gracias se honra al Seor. No debe haber dos lneas paralelas en la vida del cristiano: por un lado su fe, su culto y por otro su conducta y comportamiento. El verdadero espritu del culto cristiano es la fidelidad a la voluntad de Dios. Es bien explcito lo que se lee en la Carta a los Hebreos 9,11-15 y 13,15-16. Esto es lo que ense Po XII en su encclica Mediator Dei y lo repiti el Concilio Vaticano II, en la Constitucin Sacrosanctum Concilium, ni 11: en los dos documentos se nos pide recta intencin de nimo y cooperar con la gracia divina para no recibirla en vano. Mateo 10,3411,1: No he venido a sembrar la paz, sino espadas. Cristo es una seal de contradiccin para el mundo. O en favor de Cristo o en contra del mismo. Sus discpulos han de preferirlo a todo lo dems. No anteponer nada al amor de Cristo, dice San Benito en su Regla. Los enviados del Seor que le siguen con las rupturas necesarias y le acompaan llevando cada uno su propia cruz, reciben al final una promesa extraordinaria: todo lo que se haga a sus enviados es a Cristo a quien se hace. San Agustn ha comentado con frecuencia este pasaje: La justicia exige de ti lo que de ti obtuvo la impureza. Escuchasteis el Evangelio: No vine a traer la paz a la tierra, sino la espada (Mt 10,34). Dijo que iba a separar a los hijos de los padres. Pon tu mirada, pues, en aquella espada. Quieres acaso servir a Dios y tu padre te lo prohbe? Cuando amabas la impureza, corras tras ella, aunque tu padre te lo prohibiese. Ahora la justicia te prohbe seguir amndola; tambin aqu encontraste la prohibicin de tu padre. Saca a relucir tu libertad, como entonces tu pasin. Entonces estabas dispuesto a ser desheredado con tal de no separarte de aquella impureza; estlo ahora tambin con tal de no separarte de la hermosura de la justicia. Es cosa grande y justa. Quin hay que se atreva a decir: Es ms merecedora de amor la

impureza que la justicia?... Fijaos en aquella impureza y ved cunto ms exige de vosotros la piedad y la caridad, la hermosura de la justicia y la dulzura de la santificacin (Sermn 306,4). Martes Aos impares xodo 2,1-15: Cuando creci fue a donde estaban sus hermanos. Manifestacin de la proteccin providencial de Dios con respecto a Moiss y a su pueblo elegido. El futuro liberador del pueblo ha sido l mismo un liberado; el verdadero conductor del pueblo es el que ha vivido lo que propone a los dems. Dios tiene compasin de su pueblo elegido. Comenta Orgenes: No se ha de pensar acerca de Dios segn criterios humanos, pues no tenemos una naturaleza tal que, por sus propias fuerzas, pueda elevarse al conocimiento de las cosas celestiales. De Dios mismo se ha de aprender lo que se ha de entender acerca de Dios, pues no se le conoce sino cuando l mismo se ha dado a conocer. Aunque alguno tenga una instruccin completa en la ciencia secular y lleve una vida honesta, estas cosas sern de provecho para satisfaccin interior. Pero no pueden alcanzar el conocimiento de Dios. Moiss haba sido adoptado como hijo de la reina (Ex 1,10) e instruido en todas las ciencias de los egipcios... Y cuando haba dejado Egipto y era pastor en la tierra de Madin, mientras miraba el fuego que arda en la zarza sin que sta se consumiera, oy a Dios, le pregunt su nombre y conoci su naturaleza: pues todas estas cosas acerca de Dios no hubieran podido ser conocidas ms que por su medio mismo. Por tanto, no se debe hablar de modo distinto de como l mismo ha hablado de S, para que nosotros le entendiramos (Sobre el xodo, 3). Con el Salmo 68 proclamamos: Humildes, buscad al Seor y revivir vuestro corazn. Estamos ante una splica impresionante para que Dios socorra al que se encuentra abandonado, y salve del borde de la muerte al que es objeto de persecucin mortal, como en la lectura anterior lo estuvo Moiss. El justo no deja de confiar en el Seor, aun en situaciones extremas, sino que espera confiadamente verse libre de sus perseguidores. En el Nuevo Testamento se aplica este Salmo a Cristo (Jn 2,17;15,23-25;19,28-30)... Por esos numerosos testimonios los Santos Padres fueron unnimes en considerar mesinico este Salmo. Siete veces aparece citado por San Agustn en sus sermones. En uno de ellos dice: Antes de su pasin, cuando, con referencia a la misma, da ejemplo de humildad segn la carne. Se enardecieron contra l las olas del mar y a ellas cedi de grado por nosotros. Para que se cumpliera la profeca, dijo: Llegu a la profundidad del mar, y la tempestad me sumergi (Sal 68,3). No repudi los testigos falsos, ni el clamor tumultuoso de los que gritaban: Sea crucificado. No reprimi con su poder, sino que toler con su paciencia los corazones rabiosos y las bocas de los furiosos. Le hicieron cuanto quisieron, pues se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Mas, cuando resucit de entre los muertos tena que orar a solas por los discpulos recogidos en la Iglesia, como en una barquilla, sostenidos por la fe en su cruz como en un madero, sacudidos por las tentaciones de este siglo como por el oleaje del mar. Y entonces comenz a ser honrado su nombre tambin en este siglo, en el que fue despreciado, acusado y asesinado. Este salmo nos muestra la angustia de Cristo en la pasin y su confianza en el Padre: Me estoy hundiendo en un cieno profundo, y no puedo hacer pie; he entrado en la hondura del agua, me arrastra la corriente... Pero el Seor escucha a los pobres, no desprecia a sus cautivos. Aos pares Isaas 7,1-9: Si no creis no subsistiris. El Seor tranquiliza a Ajab, rey de Jud, cuyo reino se ve atacado por los pueblos circundantes. Se invita al rey a un acto de fe en la existencia divina. Dios est presente, incluso en medio de las catstrofes y de los conflictos sociales. Es necesario tener fe, no obstante las contradicciones, las pruebas, los fracasos. Con esa fe participamos en la misma vida de Dios y encontramos en l apoyo y aliento.

Multitud de veces han tratado de este pasaje bblico los Santos Padres. Traemos aqu un texto de San Ireneo: Tambin, para no sufrir nada semejante, debemos conservar intacta la regla de fe, cumplir los mandamientos, creyendo en Dios, temindole porque es Seor y amndole porque es Padre. Ahora bien, el cumplimiento de los mandamientos es una adquisicin de la fe, porque si no creis dice Isaas no subsistiris (7,9), y la verdad lleva a la fe, que tiene por objeto las cosas que realmente existen (Heb 11,1), de manera que creamos en los seres que existen y, creyendo en ellos tal como son, guardemos siempre nuestra conviccin con respecto a ellos. Y como la fe est ntimamente ligada a nuestra salvacin, hay que tener mucho cuidado, a fin de tener una verdadera inteligencia de estos seres. Ahora bien: la fe es la que nos la proporciona, tal como los presbteros, discpulos de los apstoles, nos la han transmitido por tradicin (Demostracin de la predicacin apostlica, 3). Es impresionante la seguridad que ofrece el Salmo 47, tomado como responsorio: Dios ha fundado su ciudad para siempre. Grande es el Seor, y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios. Su monte Santo, una altura hermosa, alegra de toda la tierra. El monte Sin, vrtice del cielo, ciudad del gran Rey. Entre sus palacios, Dios descuella como un alczar. Mirad: los reyes se aliaron para atacarla juntos; pero, al verla, quedaron aterrados y huyeron despavoridos. Y all los agarr el temblor y dolores como de parto; como un viento del desierto que destroza las naves de Tarsis. Mateo 11,20-24: El da del juicio ser ms llevadero a Tiro y Sidn y a Sodoma que a vosotros. Comienza un perodo crtico en el ministerio de Jesucristo, pues muchos lo abandonan. Las maldiciones dirigidas contra las ciudades que han rehusado seguir su llamada a la penitencia hacen resaltar la gravedad del aviso divino: un da el juicio divino caer inexorablemente sobre aquellos que hayan rechazado a su enviado. San Juan Crisstomo dice: Entonces, cuando la sabidura qued justificada, cuando les hubo mostrado que todo se haba cumplido, psose el Seor a reprender a las ciudades. Ya que no las pudo convencer, las declara malhadadas, que es ms que infundirles miedo. A la verdad, ya les haba dado su enseanza, ya haba en ellas realizado milagros. Mas ya que se obstinaban en su incredulidad, ya no le queda sino maldecirlas.. Y no sin razn les pone el ejemplo de Sodoma, pues quiere con l encarecer su culpa. Prueba, en efecto, mxima de maldad es que, por lo visto, aquellos habitantes de Cafarnan no slo eran peores que los que entonces vivan, sino ms malvados que cuantos malvados haban jams existido. Por modo semejante, establece el Seor otra vez comparacin y condena a los judos con el ejemplo de los ninivitas y de la reina del Sur. Slo que all se trata de quienes obraron bien; aqu, empero, la comparacin es con quienes pecaron, lo que aumenta la gravedad... As por todos lados, trata de atrarselos; lo mismo por sus ayes de maldicin que por el miedo que les infunde. Escuchemos tambin nosotros estas palabras del Seor. Porque no slo contra los incrdulos, contra nosotros mismos, seal el Seor castigo ms duro que el de los habitantes de Sodoma si no acogemos a los huspedes que acuden a nosotros, pues l les mand que sacudieran hasta el polvo de sus pies (Homila 37,4-5, sobre San Mateo). Mircoles Aos impares xodo 3,1-6.9-12: La zarza ardiendo sin consumirse. La primera manifestacin de Moiss manifiesta la grandeza y el poder de Dios, as como una providencia y amor para con su pueblo. Muchas veces los Santos Padres tratan de ese hecho y lo aplican a la virginidad de Mara en la Encarnacin. Oigamos a San Gregorio de Nisa: Oh acontecimiento admirable: una virgen madre, permaneciendo virgen! Mira el nuevo orden de la naturaleza. En el caso de todas las dems mujeres, mientras que una permanece virgen,

ciertamente no puede ser madre al mismo tiempo; una vez que llega a serlo, ya no posee la virginidad. Conviene, en efecto, que aquel que haca su entrada en la vida humana para la salvacin de los hombres ntegro e incorrupto, trajera su origen de una integridad absoluta y dada a l sin reservas; ahora los hombres habitualmente llaman incorrupta a una mujer que no haba tenido unin carnal alguna. Pienso que el gran Moiss conoci ya este acontecimiento por el fuego en el que Dios se le apareci, cuando vea la zarza ardiendo y no se consuma (Ex 3 1ss.). Efectivamente, entonces en el fuego y en la zarza, se pona de manifiesto aquello que en su momento oportuno se manifest claramente en el misterio de la Virgen. Del mismo modo que la zarza, aunque quemada por el fuego, no se consumi, igualmente la Virgen, engendrando la Luz, no se corrompi (Sermn sobre el nacimiento de Cristo). El Salmo 102, ya tantas veces expuesto, sigue con la idea de la misericordia de Dios: El Seor es compasivo y misericordioso... l perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades... El Seor defiende a todos los oprimidos. El salmista es un israelita y tiene un ttulo especial para agradecer a Dios los beneficios que ha hecho con su pueblo, muchas veces oprimido, pero siempre liberado. Los Santos Padres cantan la amplsima misericordia de Dios. Bien lo resume San Bernardo: Se da prisa en buscar la centsima oveja que se haba perdido... Maravillosa condescendencia de Dios que as busca al hombre; dignidad grande la del hombre, as buscado por Dios! (Sermn del primer domingo de Adviento, 7) Aos pares Isaas 10,5-7.13-16: Se envanece el hacha contra quien la blande? Dios escoge sus instrumentos para su obra, como lo hizo con el rey de Siria para castigo de Israel, pero si el instrumento se sobrepone a Dios, l le retira su asistencia. El primero y el peor de los pecados es la soberbia. As lo reitera Orgenes: Cul es el mayor de todos los pecados? Ciertamente aquel por el que cay el diablo. Cul es ese pecado, en el que cay tanta altura, del que elevado cae en el juicio del diablo? Dice el Apstol: la inflacin, la soberbia, la arrogancia es el pecado del diablo; y por tales delitos cay a la tierra desde el cielo. De aqu que Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. Para que te ensoberbeces tierra y ceniza, de manera que el hombre, olvidado de lo que es y en qu vaso tan frgil est encerrado, y en qu estircol est metido y qu suciedades arroja de su cuerpo, se subleve con arrogancia? Qu dice la Escritura? De qu te ensoberbeces, polvo y ceniza? Ya en vida vomitas la entraas (Eclo 10,9). La soberbia es el mayor de todos los pecados y el principal pecado del mismo diablo. Cuando la Escritura descubre los pecados del diablo, encontrars que todos ellos brotan de la fuente de la soberbia. Dice: con la fuerza de mi brazo he hecho eso... me he apoderado de la tierra toda (Is 10,13-14). Mira sus palabras: hasta qu punto son soberbias y arrogantes, y lo desprecia todo. Tales son todos los que andan hinchados por la jactancia y la soberbia. Materia de la soberbia, las riquezas, las dignidades, la gloria secular. Causa frecuente de soberbia es para aquel que ignora tener la dignidad eclesistica, el orden sacerdotal o el grado de los levitas. Cuntos presbteros se olvidan de la humildad! Como si hubieran recibido el orden sagrado para dejar de ser humildes! (Homilas sobre Ezequiel 9,17). Dice San Agustn: Cuanto ms humilde sea el hombre ante s mismo, ms grande ser ante Dios; el soberbio, cuanto ms glorioso aparece ante los hombres, ms abyecto es delante de Dios (Sermn sobre la humildad 3).

El castigo de Dios es siempre medicinal en este mundo, con l quiere Dios provocar la conversin. Esto es lo que se manifiesta en el Salmo 93: El Seor no rechaza a su pueblo. Trituran, Seor, a tu pueblo, oprimen a tu heredad; asesinan a viudas y forasteros, degellan a los hurfanos. Y comentan: Dios no lo ve, el Dios de Jacob no se entera. Enteraos, los ms necios del pueblo, ignorantes, cundo discurriris? El que plant el odo no va a or? El que form el ojo, no va a ver? El que educa a los pueblos, no va a castigar? El que instruye al hombre, no va a saber? Porque el Seor no rechaza a su pueblo, no abandona su heredad; el justo obtendr su derecho, y un porvenir, los rectos de corazn. Mateo 11,25-27: Has escondido estas cosas a los sabios y se las has revelado a la gente sencilla. A la incredulidad de los pueblos cultos se contrapone la fe de los sencillos. Comenta San Agustn: Confesamos ya cuando alabamos a Dios, ya cuando nos acusamos a nosotros mismos. Piadosas son ambas confesiones, ya cuando te reprendes t que no ests sin pecado, ya cuando alabas a Aquel que no puede tener pecado... A los ridculos sabios y prudentes, a los arrogantes, en apariencia grandes y en realidad hinchados, opuso a los incipientes, no los imprudentes, sino los pequeos. Quines son estos pequeos? Los humildes... Oh camino del Seor! O no exista o estaba oculto, para que se nos revelase a nosotros. Y por qu exultaba el Seor? Porque el camino fue revelado a los pequeos. Debemos ser pequeos; pues si pretendemos ser grandes, como sabios y prudentes, no se nos revelar el camino. Quines son grandes? Los sabios y prudentes, diciendo que son sabios (Rom 1,22). Pero tienes el remedio por contraste. Si diciendo que eres sabio te haces necio, d que eres necio y ser sabio. Pero dlo, y dlo interiormente. Porque no es as como lo dices. Si lo dices, no lo digas ante los hombres y lo calles ante Dios... Con tu Luz, Seor, iluminars mis tinieblas (Sal 17,29). Nada tengo, sino tinieblas, pero T eres la Luz que disipas las tinieblas al iluminarme. La luz que tengo no viene de m, sino que es luz participada de ti (Sermn 67,1 y 8).

Jueves Aos impares xodo 3,13-20: Yo soy el que soy. Yo soy me enva a vosotros. Dios le da a conocer a Moiss su nombre: Yo soy. Es el nico Dios verdadero. Existente por excelencia, el que acta para salvar a su pueblo. Esto es sumamente admirable. Ningn hombre pudo inventar esa definicin de Dios, nada menos que un siglo antes de Tales de Mileto. Oigamos a San Agustn: Romped los dolos de vuestros corazones; prestad atencin a lo que se dijo a Moiss cuando pregunt cul era el nombre de Dios: Yo soy el que soy. Todo cuanto es, en comparacin con l, es como si no fuera. Lo que realmente es desconoce cualquier clase de mutacin. Todo lo que cambia y es inestable y durante un cierto tiempo no cesa de sufrir mutaciones, fue y ser; pero no lo incluyen dentro del que es. Dios, en cambio, carece de fue y ser. Lo que fue, ya no es; lo que ser, an no es, y lo que llega para luego desaparecer, ser para no ser. Pensad, si podis esas palabras: Yo soy el que soy. No os enredis en antojos mos, no os turbis con pensamientos caprichosos y pasajeros. Paraos en el es, permaneced en el mismo es. Adonde vais? Permaneced, para que tambin vosotros podis ser. Pero, si tenemos una imaginacin verstil vamos a quedarnos fijos en lo que permanece? Cundo lograremos tal cosa? Por eso se compadeci Dios, y el que es dijo: dirs a los hijos de Israel: el que es me envi a vosotros. Despus de indicar el nombre de su ser, aadi el de su misericordia (Sermn 223 A,5). Como Salmo responsorial se han escogidos algunos versos del Salmo 104, ya muchas veces expuesto, pero en esta ocasin como estribillo se ha escogido el verso octavo: El Seor se acuerda de su Alianza eternamente... envi a Moiss, su siervo, y a Aarn, su escogido. Es como un eco potico de la lectura anterior. El salmista se dirige a la posteridad de Abrahn y a los hijos de Jacob, porque Israel es una posteridad colectiva que conserva su identidad a travs de la historia. Por eso la

comunidad presente puede y debe proclamar ante el mundo lo que Dios hizo por ella, aunque sea en la lejana de los Patriarcas. A partir del verso siete el himno se convierte en una profesin de fe, en la cual es presentado Dios como el Dios de la Alianza y el Seor del mundo entero que gobierna la tierra. Aquella historia es tambin nuestra historia, que ha perfeccionado la anterior con la Alianza Nueva sellada con la sangre de Jesucristo y avalada con el precepto del amor. Aos pares Isaas 26,7-9.12.16-19: Despertarn jubilosos los que habitan en el polvo. Es una plegaria en la que el autor busca ardientemente a Dios y su justicia; y profetiza la futura resurreccin en unos trminos que auguran ya la revelacin del Nuevo Testamento. Comenta San Agustn: De esa paz dice el profeta Isaas: Seor, Dios nuestro, danos la paz, pues nos has dado todo (Is 26,12). Prometiste a Cristo y lo diste; prometiste su cruz, la sangre que se derrama para el perdn de los pecados y la diste; prometiste su Ascensin y el Espritu Santo enviado desde el cielo, y lo diste; prometiste la Iglesia, fundada por toda la redondez de la tierra, y la diste; prometiste herejes futuros para ejercitacin y probacin y la victoria de la Iglesia sobre los errores de ellos, y los diste; prometiste la supresin de los dolos de los gentiles, y los diste. Seor, Dios nuestro, danos la paz, pues todo nos lo diste. Entretanto, mientras llegamos a aquella paz, en que no tendremos enemigo alguno, peleemos larga, fiel y valientemente, para merecer ser coronados por el Seor Dios... Cada uno es tentado por su concupiscencia. Por lo mismo, pelee, resista, no consienta, no se deje llevar... He ah que la concupiscencia solicita, estimula, insiste, exige, para que hagas algo malo; no consientas... El pecado es dulce, pero la muerte es amarga (Sermn 77,A,2-3). El Seor desde el cielo se ha fijado en la tierra, dice el Salmo 101. Este salmo nos ensea a ser solidarios con todo el pueblo de Dios. Jesucristo, como el salmista, vio las ruinas de Jerusaln castigada por no querer escuchar la voz de Dios y llor sobre ella (Lc 19,41). El cristiano ha de pensar que sus pecados afean el rostro de la Iglesia y, en cuanto de ellos dependa, procuran su ruina. Esto nos de-be ayudar a recapacitar sobre nuestros actos que pueden ser tiles a la Iglesia o perjudiciales. La santidad personal ya es, de por s, un magnfico apostolado, pues en la Iglesia todos debemos ser solidarios unos de otros. Con este salmo el Seor quiere reanimar nuestra esperanza y darnos consuelo y fortaleza de nimo. Hemos de acoger con confianza esta palabra de consuelo sabiendo que, por la gracia de Cristo, seremos introducidos en la vida eterna. Mateo 11,28-30: Soy manso y humilde de corazn. Cristo se inclina hacia los menesterosos y los invita a buscar en l descanso para sus almas. San Juan Crisstomo, No os espantis parece decirnos el Seor al or hablar de yugo, pues es suave; no tengis miedo de que os hable de carga, pues es ligera. Pues, cmo nos habl anteriormente de la puerta estrecha y del camino angosto? Eso es cuando somos tibios, cuando andamos espiritualmente decados; porque si cumplimos sus palabras, su carga es realmente ligera. Y cmo se cumplen sus palabras? Siendo humildes, mansos y modestos. Esta virtud de la humildad es, en efecto, madre de toda filosofa. Por eso, cuando el Seor promulg aquellas sus divinas leyes al comienzo de su misin, por la humildad empez. Y lo mismo hace ahora aqu, al par que seala para ella el ms alto premio. Porque no slo dice sers til a los otros, sino que t mismo, antes que nadie, encontrars descanso para vuestras almas. Ya antes de la vida venidera te da el Seor el galardn, ya que aqu te ofrece la corona del combate y de este modo, a par que ponindosete l mismo por dechado, te hace ms fcil de aceptar su doctrina. Porque, qu es lo que t temes? parece decirte el Seor. Quedar rebajado por la humildad? Mrame a M, considera los ejemplos que yo os he dado y entonces vers con evidencia la grandeza de esta virtud. Veis cmo por todos los medios los conduce a la humildad? (Homila 38,2-3 sobre San Mateo). Viernes Aos impares

xodo 11,10-12.14: La Pascua del Seor. El cordero pascual es smbolo de Cristo. El memorial de la Nueva Pascua es la Eucarista. Comenta San Cirilo de Alejandra: Los israelitas en Egipto inmolaron un cordero siguiendo las rdenes e instrucciones de Moiss. Se les mand tambin aadir panes zimos y verduras amargas... As pues, aquel verdadero cordero, que quita el pecado del mundo, se inmol tambin por nosotros, que estamos llamados a la santidad mediante la fe. Acerqumonos en su compaa a aquellos banquetes espirituales, sublimes y realmente santos, prefigurados en cierto modo por los zimos prescritos en la ley, y que espiritualmente han de ser recibidos. De hecho, en las sagradas Escrituras la levadura ha sido siempre considerada como smbolo de iniquidad y del pecado. Por lo cual, nuestro Seor Jesucristo exhorta a sus santos discpulos que se abstengan del pan fermentado de los fariseos y saduceos... Igualmente, el doctsimo Pablo escribe a los santificados que se mantengan lo ms alejados posible de la levadura de la impureza que mancha el alma... Para estar espiritualmente unidos a Cristo, nuestro Salvador, y tener un alma pura, no es, pues, intil, antes muy necesario y hemos de tomarlo muy a pecho, librarnos de nuestras miserias y evitar el pecado; en una palabra, mantener nuestra alma alejada de todo lo que pudiera contaminarla (Homila pascual 19). Con el Salmo 115 decimos: alzar el cliz de la salvacin, invocando el nombre del Seor. Lo primero que se preguntaba el salmista, y tambin nosotros debemos hacerlo, es: Cmo pagar al Seor todo el bien que me ha hecho?. La respuesta la da l mismo: Tomar la copa de la salvacin e invocar el nombre del Seor. La Eucarista es, en efecto, no slo la mayor prenda de la misericordia divina, sino que es el medio mejor de dar gracias a Dios por todo cuanto de l hemos recibido. Aos pares Isaas 38,1-6.21-22.7-8: He escuchado tu oracin, he visto tus lgrimas. Ezequas ora a Dios, y l lo cura y prolonga su vida. De ah est tomada la lectura y el salmo responsorial. Esto nos da oportunidad de reflexionar sobre la muerte. Oigamos a San Jernimo: Lo mismo muere el justo que el impo, el bueno y el malo, el limpio y el sucio, el que ofrece sacrificios y el que no lo hace. La misma muerte es para el bueno que para el que peca. El que jura que el que teme el juramento. De igual modo se reducen a pavesas hombres y animales... Pase que se llore a un muerto, pero a aquel que se lo lleva la gehenna, al que devora el trtaro, y para castigo del cual arde el fuego eterno. Pero nosotros, cuya salida del mundo acompaa el ejrcito de los ngeles, a quienes sale Cristo al encuentro, deberamos sentir pesar de permanecer demasiado tiempo en esta tienda de muerte. Porque mientras vivimos aqu, andamos peregrinos lejos del Seor... (Carta 39, a Paula). Dice San Ambrosio: No te perturbe el or el nombre de la muerte, antes bien, delitate en los dones que te aporta este trnsito feliz, Qu significa en realidad para ti la muerte sino la sepultura de los vicios y la resurreccin de las virtudes? (Tratado sobre el bien de la muerte, 4). Y San Cipriano: El que est lejos de la patria es natural que tenga prisa por volver a ella. Para nosotros, nuestra patria es el paraso; all nos espera un gran nmero de seres queridos, all nos aguarda el numeroso grupo de nuestros padres, hermanos e hijos, seguros ya de su suerte, pero solcitos an de la nuestra... La muerte no es un punto final, es un trnsito. Al acabar nuestro viaje en el tiempo viene el paso a la eternidad (Tratado sobre la muerte, 18, 20). Mateo 12,1-8: El Hijo del hombre, Seor del sbado. San Juan Crisstomo explica sobre los preceptos referidos al sbado: Habla de S mismo. Marcos, nos cuenta que tambin se refiri el Seor a la comn naturaleza humana, y as dijo: el sbado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sbado. Entonces por qu fue castigado de muerte aquel que recoga lea el da de sbado? (Num 15,33ss). Porque si

desde el principio se hubiera tolerado el desprecio de la ley, mucho menos se hubiera observado posteriormente. Y a la verdad, muchos y grandes provechos vino a traer en los comienzos la guarda del sbado. El sbado, por ejemplo, haca que los judos fueran ms blandos y humanos para con sus propios familiares, les enseaba a conocer la providencia y la obra de Dios, como dice Ezequiel (20, 12,20), y los iba instruyendo para que, poco a poco, se apartaran de la maldad, y les obligaba, al fin, a prestar alguna atencin a las cosas del espritu. Si Dios, al promulgar la ley del sbado, les hubiera dicho: el da del sbado haced el bien, pero no os entreguis al mal, no habran contenido. De ah que se lo prohibi todo por igual. No hagis absolutamente nada. Y ni aun as le obedecieron. Sin embargo, el mismo que les da la ley del sbado, aun dentro de aquella generalidad, deja entender que solo quiere que se abstengan de toda obra mala. Porque no haris nada dice fuera de lo que haga el alma (Ex 12,16) Y todo aquello se haca en el templo y se haca con duplicado fervor y multiplicada faena. De este modo, por la sombra misma, revelbales el Seor a sus contrarios la verdad (Homila 39,3, sobre San Mateo). Sbado Aos impares xodo 12,37-42: La noche en que el Seor sac a Israel de Egipto. Esa noche se convirti en una noche de vela, de accin de gracias por los beneficios recibidos. De ah el sentido grande que para el cristiano tiene la gran Vigilia Pascual: Paso de Cristo de la muerte a la resurreccin, paso seguido por todos los cristianos, pues todos lo somos en la muerte y resurreccin del Seor. El recuerdo de la salida de Egipto alienta toda la historia de Israel con una gran esperanza. Lo que Dios ha puesto en marcha, al reunir una masa tan grande de israelitas en el momento de la salida de Egipto, puede llevarlo a cabo hasta su meta definitiva, haciendo surgir un gran pueblo del pequeo renuevo del exilio. Dios ha velado por su pueblo, en una noche famosa, la del xodo, como una madre al lado de sus hijos enfermos. La fiesta de Pascua, en la que se prescribe as una manera de compartir el cuidado de Dios por el futuro de su pueblo. Esto se realiza, debe realizarse, con mayor razn y motivos sobrenaturales en los cristianos. El Salmo 135 es como un eco de la lectura anterior: dad gracias al Seor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Es el Gran Hallel o Gran Alabanza y se cantaba en la Pascua, porque en l se conmemoraba la salida y liberacin de la cautividad de Egipto. En l se nos muestra el amor misericordioso de Dios, la clave de toda la creacin, de toda la historia del pueblo de Dios en el que entramos tambin nosotros. La bondad de Dios es la razn de ser de todo lo que l ha obrado. Todo parte de la inagotable bondad misericordiosa de Dios. En esa bondad toma aliento el universo y la historia sagrada. En esa bondad todo vive y se ilumina. Casiano dice que alabamos al Seor cuando proclamamos sus maravillas. Entonces la alabanza sale del fervor de la contemplacin y manifiesta la grandeza, el poder de Dios. Aos pares Miqueas 2,1-5: Codician los campos y se apoderan de las casas. El profeta ataca sin piedad a los ricos, preocupados nicamente en acrecentar sus posesiones en detrimento de los pobres. Tendrn su castigo. San Gregorio Magno dice: Creen algunos que los preceptos del Antiguo Testamento eran ms severos que los del Nuevo; pero sin duda se engaan en su mal modo de pensar; pues en aqul no se castiga el ansia de tener sino la rapia; en ste se castiga el robo con cudruple restitucin... Por tanto, de aqu debe colegirse ante todo con qu pena ser castigado quien arrebata lo ajeno, cuando quien no da lo propio es castigado con la pena del infierno (Homila 20,3 sobre los Evangelios).

La injusticia social no es solamente una violacin de los derechos de los pobres, sino ante todo es, para el profeta, una falta contra Dios y su Alianza. Dios castiga el pecado, en esta vida con sentido medicinal, para que el pecador se convierta y viva, pues Dios no quiere su muerte. La ausencia de amor entre los hombres que son miembros del pueblo concierne directamente al honor de Dios. No se trata slo de deberes sociales, sino de obligaciones religiosas que recaen sobre los miembros de un pueblo asociado a Dios por un puro favor de su benevolencia. En todo esto se tiene mayor responsabilidad despus de la venida de Cristo con su mandamiento nuevo de amar como l am. Con el Salmo 10 se dice eso mismo: no te olvides de los humildes, Seor. En este Salmo se presentan dos cuadros muy diversos: el primero es un mundo revuelto por el desorden en el que domina el mal y se agitan los impos que conjuran y tienden insidias contra los pobres y humildes; en el segundo, se ve a Dios que observa toda accin de los hombres y est siempre dispuesto a intervenir para hacer justicia. El grito de los pobres que se eleva hasta los odos de Dios resuena con frecuencia en los Salmos. Es cierto que en ellos no omos slo los lamentos de los indigentes, sino tambin la oracin de los perseguidos, de los desgraciados, de los afligidos, todos estos que no dejan de formar parte de los pobres. Sus enemigos son los de Dios, los soberbios y los impos. Y su afliccin es un ttulo de amor de Dios. Constituyen las primicias del pueblo humilde y modesto, de la Iglesia de los pobres que reunir el Mesas: La soberbia del impo oprime al infeliz y lo enreda en las intrigas que ha tramado... Pero T, oh Dios, ves las penas y los trabajos... A Ti se encomienda el pobre, T socorres al hurfano. Mateo 12,14-21: Se dibuja en el horizonte la Pasin por obra de la conspiracin de los fariseos. Pero Cristo sigue su misin evangelizadora curando a los enfermos, pero no quiere que se divulgue. San Mateo ve el orculo de Isaas (42,1-4) en la discrecin con que Jess rodea sus curaciones y milagros. La intencin primera era sin duda rechazar las manifestaciones populares en las que el entusiasmo ahogara la fe. Se ve que desde el principio los cristianos contemplan a Cristo como el verdadero Siervo de Yahv y as fue considerado en la predicacin apostlica y de la primitiva comunidad cristiana. Para San Mateo es Jess el Siervo que anuncia la justicia a las naciones y cuyo nombres es su esperanza (Mt 12,18-21; Is 42,1-4). En este mismo sentido se expresa San Juan Crisstomo: Todo es humildad, compasin, misericordia. No quiere destruir, sino edificar y reparar; no apagar el rescoldo que ha quedado, sino hacer que prenda all de nuevo el fuego de su amor. Vino, en una palabra, a renovar, robustecer y vivificar (Homila 40,2,sobre San Mateo).

16 Semana Domingo La liturgia de este Domingo tiene un mensaje especial sobre el sacrificio eucarstico. Entrada: Dios es mi auxilio, el Seor sostiene mi vida. Te ofrecer un sacrificio voluntario, dando gracias a tu nombre que es bueno (Sal 53,6.8).

Colecta (del Sacramentario de Brgamo): Mustrate propicio con tus hijos, Seor, y multiplica sobre ellos los dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley. Ofrendas (del Misal anterior, retocada con textos del Gelasiano). Se alude en ella de nuevo al sacrificio: Oh Dios, que has llevado a la perfeccin del sacrificio nico los diferentes sacrificios de la antigua alianza, recibe y santifica las ofrendas de tus fieles, como bendijiste la de Abel, para que la oblacin que ofrece cada uno de nosotros en honor de tu nombre sirva para la salvacin de todos. Comunin: Ha hecho maravillas memorables; el Seor es piadoso y clemente: l da alimento a sus fieles (Sal 110,4-5); o bien: Estoy a la puerta llamando, dice el Seor; si alguien oye y me abre, entrar y comeremos juntos (Apoc 3,20). Postcomunin (del Veronense y del Gelasiano): Mustrate propicio a tu pueblo, Seor, y a quienes has iniciado en los misterios del Reino, concdeles abandonar el pecado y pasar a una vida nueva. CICLO A Dios castiga al perverso, pero es paciente y espera la conversin. Esto es lo que se deduce de la primera lectura y de la tercera con la parbola del trigo y la cizaa. El Espritu intercede por nosotros y obra en nosotros, segn nos ensea San Pablo en la segunda lectura. En el mundo que nos rodea, en las personas con quienes convivimos, en nosotros mismos, aparece el mal como una realidad que nos condiciona. Es un verdadero misterio. Dios nos da los medios adecuados para conocer el mal y superarlo. Pero el hombre es libre y puede rechazar el don de Dios y preferir las tinieblas del error, de la mentira, del pecado. Sabidura 12,13.16-19: En el pecado das lugar al arrepentimiento. Dios aparece como el Soberano absoluto del universo. Lo muestra el orden de todo el cosmos. Quien conoce el poder divino y no se le revela puede tener confianza y abandonarse a la misericordia infinita de Dios. Dos enseanzas deducimos de la lectura. Una leccin de bondad, de amor para con todos los hombres: encontramos aqu una superacin de los confines de la religin y raza, como pretendan los escribas y fariseos contemporneos de Jesucristo, que traa una misin de salvacin universal para todos los hombres. Y una leccin de esperanza: el hombre no puede pretender por s mismo ser impecable, pero le conforta el pensamiento de que Dios perdona a los que se arrepienten de corazn. Con el Salmo 85 proclamamos: T, Seor, eres bueno y clemente... Todos los pueblos vendrn a postrarse en tu presencia, Seor bendecirn tu nombre. El Seor es bondadoso y misericordioso, perdona nuestros pecados... Romanos 8,26-27: El Espritu intercede por nosotros con gemidos inenarrables. Por la obra redentora de Cristo el Padre nos da su propio Espritu, capaz de superar en nosotros el mal y transformarnos en hijos suyos. San Agustn explica: Eso quiere decir que hay en nosotros una docta ignorancia, por decirlo as, pero docta por el Espritu de Dios, que soporta nuestra debilidad. En efecto dice el Apstol: Si lo que no vemos lo esperamos, por la presencia lo aguardamos; y a continuacin dice: De un modo semejante el Espritu socorre nuestra debilidad... pues intercede segn Dios por los santos (Rom 8, 25-27). No hemos de entender estas palabras como si el Espritu de Dios, que en la Trinidad de Dios es inmutable y un solo Dios con el Padre y con el Hijo, interpelase a Dios como alguien distinto de Dios. Se dice que interpela por los santos, porque impulsa a los santos a interpelar. Del mismo modo que se dice: Os tienta el Seor, vuestro Dios, para ver si le amis (Dt 13,3), es decir, para que vosotros lo conozcis. El Espritu Santo impulsa a interpelar a los santos con gemidos inenarrables, inspirndoles el deseo de esa tan grande realidad, que todava nos es desconocida y que esperamos con paciencia. Pero cmo es que, cuando se desea, se pide lo que se ignora? Porque en verdad, si enteramente nos fuese ignorada, no la desearamos ni la pediramos con gemidos (Carta 130, a Proba).

Mateo 13,24-43: Dejadlos crecer hasta la siega. Porque es eterno y paciente, Dios tolera el mal en los seres libres, hasta el da de su juicio en que dar a cada uno una eternidad segn sus obras. Comenta San Juan Crisstomo: A la verdad, traza suele ser del diablo mezclar siempre el error a la verdad, colorendolo muy bien con apariencia de ella a fin de engaar fcilmente a los ingenuos. De ah que el Seor no habla de otra semilla, sino que la llama cizaa, pues, sta a primera vista, se asemeja al trigo. Seguidamente explica cmo procede el diablo en su asechanza: mientras sus hombres dorman. No es pequeo el peligro que aqu amenaza a los superiores, a quienes est encomendada la guarda del campo; y no slo a los superiores, sino tambin a los sbditos. Y da a entender el Seor que el error viene despus de la verdad, cosa que comprueban los hechos mismos. Despus de los profetas vinieron los falsos profetas; despus de los apstoles, los falsos apstoles; despus de Cristo, el anticristo. Y es que el diablo, si no ve algo que imitar ni a quienes tender sus lazos, ni lo intenta ni lo sabe... As sucedi tambin en los comienzos de la Iglesia. Porque muchos prelados, introduciendo en las Iglesias hombres perversos, heresiarcas solapados, facilitaron enormemente estas insidias del diablo, pues una vez plantados estos hombres en medio de los fieles, poco trabajo le queda ya al diablo... Mientras los herejes estn junto al trigo hay que perdonarlos, pues cabe an que se conviertan en trigo, mas una vez que hayan salido de este mundo sin provecho alguno de tal proximidad, entonces necesariamente les alcanzar el castigo inexorable (Homila 46, 1-2, sobre San Mateo). CICLO B Ovejas sin pastor fue el panorama que vio Jess en Palestina y peor an en el mundo restante. Cristo se compadece. El es verdadero Pastor que Dios haba prometido a su pueblo. Todos los hombres, judos y gentiles, se unen en Cristo, que ha sellado con su sangre nuestro pacto con Dios, de donde brota la paz verdadera. La Iglesia entera es siempre el resultado de una accin pastoral evanglica, que hace de cada comunidad creyente un solo rebao, bajo el cayado del nico y Eterno Prncipe de Pastores (Jn 10; 1 Pe 2,25), elegidos por l para continuar su obra de santificacin. Jeremas 23,1-6: Reunir el resto de mis ovejas y les pondr pastores. La ms entraable semblanza del Mesas Salvador fue delineada desde siglos atrs, a travs de los profetas, como el Buen Pastor de toda la humanidad y como Maestro de pastores elegidos por l para continuar su obra bajo sus cuidados especiales. San Jernimo dice: Los apstoles, con toda confianza y sin temor alguno, apacentarn el rebao de la Iglesia y las reliquias del pueblo de Israel se salvarn de todas las tierras; y volvern a sus campos, a sus pastos, y crecern y se multiplicarn. Sobre los malos pastores, escribas y fariseos, el Seor manifestar la malicia de su doctrina. Con todo, podemos entenderlo tambin, conforme a la tipologa, de los prncipes de la Iglesia que no apacientan dignamente las ovejas del Seor. Dejadlas, y castigados ellos, se salve el pueblo. Entregadlas a otros que sean dignos, y as se salve el resto. Pierden las ovejas los que ensean la hereja; laceran y dispersan los que hacen cismas (Comentario sobre el profeta Jeremas 2,4). Oportunamente se canta el Salmo 22: el Seor es mi Pastor, nada me puede faltar, ya muchas veces expuesto. Efesios 2,13-18: l es nuestra paz y ha hecho de dos una sola cosa. En el Corazn de Jesucristo se nos revela Jess como el Buen Pastor que realiza la paz y la unidad entre los hombres por su propio sacrificio. La salvacin es paz, es reconciliacin, es acercamiento a Dios; en otros trminos, la salvacin es liberacin de todos los males que nos oprimen y que nos impiden ser lo que Dios quiere que seamos. Slo si se une a Cristo, puede el hombre conseguir su salvacin. Con mucha frecuencia ha comentado San Agustn este pasaje paulino:

A ambos, judos y gentiles, les naci la piedra angular, para, como dice el Apstol, hacer en S mismo un solo hombre nuevo, estableciendo la paz y transformar a los dos en un solo cuerpo para Dios por la cruz. Qu otra cosa es un ngulo sino la unin de dos paredes que traen direcciones distintas y, por decirlo as, encuentran all el beso de la paz? Los judos y los gentiles fueron enemigos entre s, por ser dos pueblos diversos y contrarios: all encontramos el culto del nico Dios verdadero y aqu el de muchos y falsos dioses. Aunque los primeros estaban cerca y los segundos lejos, a unos y a otros los ha conducido hacia S (Ef 2,11-22)... Quienes escucharon y se mostraron obedientes, viniendo de aqu y de all, encontraron la paz y pusieron fin a la enemistad. Los pastores y los magos fueron las primicias de los unos y de los otros (Sermn 204). Marcos 6,30-34: Andaban como ovejas sin pastor. La compasin pastoral es la expresin ms profundamente bblica de la caridad salvadora de Cristo ante las necesidades del gnero humano. Esto no es un gesto aislado o coyuntural en Jesucristo, sino la razn de toda su vida. Por eso hemos de acudir a l como al Pastor Bueno de nuestras almas. San Gregorio de Nisa se dirige a Cristo: Dnde pastoreas, Pastor Bueno, T que cargas sobre tus hombros a toda la grey? (toda la humanidad, que cargaste sobre tus hombros, es, en efecto, como una sola oveja). Mustrame el lugar de tu reposo, guame hasta el pasto nutritivo, llmame por mi nombre, para que yo, oveja tuya, escuche tu voz, y tu voz me d la vida eterna. Avsame, amor de mi alma, dnde pastoreas. Te nombro de este modo, porque tu nombre supera cualquier otro nombre y cualquier inteligencia, de tal manera que ningn ser racional es capaz de pronunciarlo o de comprenderlo. Este nombre, expresin de tu bondad, expresa el amor de mi alma hacia Ti. Cmo puedo dejar de amarte, a Ti que de tal manera me has amado, a pesar de mi negrura, que has entregado tu vida por las ovejas de tu rebao? No puede imaginarse un amor superior a ste, el de dar tu vida a trueque de mi salvacin. Ensame, pues, dnde pastoreas, para que pueda hallar los pastos saludables y saciarme del alimento celestial, que es necesario comer para entrar en la vida eterna; para que pueda asimismo acudir a la fuente y aplicar mis labios a la bebida divina que T, como de una fuente, proporcionas a los sedientos con el agua que brota de tu costado, venero de agua abierto por la lanza, que se convierte para todos los que de ella beben en un surtidor que salta hasta la vida eterna (Comentario al Cantar de los Cantares,2). CICLO C La primera lectura narra la hospitalidad de Abrahn a Dios, que se le muestra bajo las apariencias de un extranjero. El Evangelio nos muestra a Jesucristo, husped de sus amigos Lzaro, Marta y Mara. En la segunda lectura San Pablo se siente identificado con Cristo, cuya pasin vive en su propia carne, y con la Iglesia, cuyo misterio anuncia. Ni la trascendencia de la divinidad ni la profundidad misteriosa de su vida ntima trinitaria, ni su absoluta supremaca sobre todas las cosas han sido bice contra la iniciativa de Dios de entablar intimidad amorosa con nosotros, los hombres. El mismo se ha puesto a nivel de dilogo. El Verbo se hizo carne y habit entre nosotros (Jn 1,14), convivi con nosotros. Esta es la gran noticia que todos los hombres deben conocer y secundar. Gnesis 18,1-10: Seor, no pases de largo ante tu siervo. Abrahn, Padre de los creyentes, es en la historia de la salvacin el amigo de Dios (Is 41,8; Sant 2,23). Es el hombre que en la fe y en la caridad pudo llegar hasta el dilogo y la intimidad misteriosa con Dios. Su profunda religiosidad no lo aparta del prjimo, sino que lo hace particularmente generoso y delicado con los hombres. San Hilario de Poitiers dice en su Tratado sobre los Misterios que Abrahn ve a un hombre y adora a Dios. Esta interpretacin es comn en los Santos Padres. En verdad acogiendo al hermano pobre, marginado, socorriendo al menesteroso, se acoge y socorre al mismo Dios. Lo dijo Cristo en el Evangelio: Tuve hambre y me diste comer...

Adecuadamente se ha escogido el Salmo 14 como Salmo responsorial: Seor, quin puede hospedarse en tu tienda? Y las condiciones son las obras de caridad: El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. El que no hace mal al prjimo ni difama al vecino; el que considera despreciable al impo y honra a los que temen al Seor. El que no presta dinero a usura, ni acepta soborno contra el inocente, el que as obra nunca fallar. Colosenses 1,24-28: El misterio que Dios ha tenido escondido lo ha revelado ahora a su pueblo. Ese misterio es Cristo, revelado como cercana personal y suprema de Dios ante los hombres. Todo cristiano, en cuanto miembro de Cristo por el bautismo, ha de ser testimonio y apstol del Evangelio. En el momento de la prueba y del sufrimiento no debe venirse abajo, sino ofrecer las tribulaciones al Seor para irradiar el mensaje evanglico al mundo, completando, a imitacin de San Pablo, lo que falta al padecimiento de Cristo. Todo fiel puede y debe cooperar a la dilatacin del Reino de Cristo con su oracin, con sus palabras, con su vida ejemplar, con su propio sufrimiento ofrecido a Dios por medio de Jesucristo. Dios ha reconciliado consigo al mundo por medio de la sangre de Cristo, muerto en la cruz. Tal misterio de amor ha de ser participado por los cristianos en su quehacer cotidiano. El amor de Dios se manifiesta en el dolor y en el sufrimiento. El cristiano debe asociarse a la cruz de Cristo para hacer brillar el rostro amoroso de Dios en toda la humanidad. Lucas 10,38-42: Marta lo recibi en su casa. Mara ha escogido la parte mejor. La plena intimidad amorosa y dialogante con el Corazn de Cristo, como en familia y en trato de amistad es siempre la mejor parte, que el Evangelio garantiza y defiende para los que le conocen y le aman. San Agustn comenta este pasaje evanglico: Marta y Mara eran dos hermanas no slo en la carne, sino tambin en la devocin. Ambas se unieron al Seor, ambas le sirvieron en la unidad de corazn cuando viva en la carne de este mundo. Marta lo recibi en su casa como suele recibirse a los peregrinos. La sierva sirve al Seor; la enferma al Salvador, la criatura al Creador. Lo recibi para alimentarlo en la carne, ella que iba a ser alimentada en el espritu. Quiso el Seor tomar la forma de siervo y en ella ser alimentado por los siervos, mas no por necesidad, sino porque as se dign... Marta preparando y aderezando el alimento para el Seor se afanaba en infinidad de quehaceres; Mara, su hermana, prefiri ser alimentada por el Seor. Abandonando en cierto modo a su hermana, entregada a los afanes domsticos, ella se sent a los pies del Seor y, libre de ajetreos humanos, escuchaba su palabra... Una sola cosa es necesario: aquella unidad celeste, la unidad por la que el Padre, el Hijo y el Espritu Santo son una sola cosa. Ved cmo se nos recomienda la unidad... Y con todo, estas tres Personas no son tres dioses, ni tres omnipotentes, sino un solo Dios omnipotente. La misma Trinidad es un solo Dios, porque una sola cosa es necesaria. Y a la consecucin de esta nica cosa slo nos lleva el tener los muchos un solo corazn (Sermn 103). Lunes Aos impares xodo 14,5-18: Sabrn que yo soy el Seor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faran. En el momento en que los israelitas ponen el mar y el desierto entre ellos y Egipto, creen llegada la hora de medir el peso de esta decisin y, en particular, la significacin y esta emancipacin de su servicio al Faran, para ponerse al servicio de Dios. Orgenes, La quinta etapa es Mar, que se traduce por amargura. No podan llegar a los torbellinos del mar Rojo, para ver cmo pereca Faran con su ejrcito, hasta que tuvieron palabras de nobleza en su boca, es decir, hasta que confesaron las maravillas del Seor, y confiaron en el Seor y en su siervo Moiss y oyeron de l: El Seor combatir por vosotros y vosotros guardaris silencio (Ex 4,14) (Sobre el xodo 4). Respondemos a la lectura con el cntico de Moiss despus del paso del mar Rojo: Cantemos al Seor, sublime es su victoria (Ex 15). Caballos y carros ha arrojado en el mar... Los carros del

Faran los lanz al mar, ahog en el mar Rojo a sus mejores capitanes. Las olas los cubrieron, bajaron hasta el fondo como piedras. Por eso, se acogen a Dios solo. En El ponen su confianza: l es mi Dios; yo lo alabar, el Dios de mis padres, yo lo ensalzar... Tu diestra, Seor, es fuerte y terrible; tu diestra, Seor, tritura al enemigo. Es una leccin para nosotros. Israel, no obstante ver las maravillas que Dios ha obrado en su favor, le fue rebelde muchas veces. As puede encontrarse el cristiano muchas veces y, de hecho, se encuentra, como nos lo manifiesta la vida ordinaria, pese a que el Seor, como lo comentan los Santos Padres, ha hecho con nosotros mayores maravillas. Aos pares Miqueas 6,1-4.6-8: Te he explicado, hombre, lo que Dios desea de ti. Al revisar el proceso de su pueblo, recuerda Dios con amargura todos los beneficios que le ha prodigado. Entonces el fiel interroga al profeta que le indique cul es el camino preferido de Dios. Clemente de Alejandra dice: Todo el que se convierte del pecado a la fe, se convierte de las costumbres de pecador, que son como una madre, a la vida; as me lo dir el testimonio de uno de los doce profetas cuando dice: Habr de dar a mi primognito por causa de mi impiedad, el hijo de mi vientre por causa de los pecados de mi alma (Miq 6,7) (Stromata, III,16,100). El profeta es bien claro: Pueblo mo, qu te hice o en qu te molest? Respndeme. Te saqu de Egipto, de la esclavitud te redim, y envi delante de ti a Moiss, Aarn y Miriam. Esto nos evoca los llamados Improperios del Viernes Santo en la liturgia romana. Es una leccin para nosotros, pues nos ha hecho mayores dones. Cmo correspondemos? Sigue el profeta: Te he explicado, hombre, el bien, lo que Dios desea de ti: simplemente que respetes el derecho, que ames la misericordia y que andes humilde con tu Dios. El Salmo 49 reza: Al que sigue buen camino le har ver la salvacin de Dios. Congregadme a mis fieles que sellaron mi pacto con un sacrificio. Proclame el cielo su justicia: Dios en persona va a juzgar. No te reprocho tus sacrificios, pues siempre estn tus holocaustos ante M. Pero no aceptar un becerro de tu casa ni un cabrito de tus rebaos. Por qu recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza t que detestas mi enseanza y te echas a la espalda mis mandatos? Esto haces, y me voy a callar? Crees que soy como t? Te acusar, te lo echar en cara. El que me ofrece accin de gracias, se me honra, al que sigue buen camino le har ver la salvacin de Dios. Mateo 12,38-42: La reina del Sur se levantar contra esta generacin en el juicio. A los que piden una seal espectacular de que l es el Mesas, Jess les asegura de que no se les dar otra seal que la de Jons, el profeta de la penitencia y smbolo de la resurreccin. San Agustn comenta: El mismo Salvador mostr que el profeta Jons, arrojado al mar y engullido en el vientre de un monstruo marino y vomitado vivo al tercer da, es figura del mismo Salvador. Era denunciado el pueblo judo por comparacin con los ninivitas, pues cuando fue enviado a ellos para fustigarlos el profeta Jons, hicieron penitencia, aplacaron la clera de Dios y merecieron misericordia. Dijo: y aqu hay uno ms que Jons (Mt 12,41), refirindose a S mismo. Los ninivitas oyeron al siervo y consiguieron sus caminos; los judos oyeron al Seor y no slo no se corrigieron, sino que adems lo asesinaron... (Sermn A,1). Martes Aos impares xodo 14,21-15,1: Los israelitas entraron en medio del mar Rojo a pie enjuto. Todo esto se ha interpretado en el Nuevo Testamento y en la tradicin patrstica como figura de la liberacin del pecado original por medio del bautismo. Predica San Agustn en una Vigilia Pascual celebrada en Hipona: Amadsimos, ningn fiel dudar de que el paso de aquel pueblo por el mar Rojo fue figura de nuestro bautismo. As, liberados por el bautismo y bajo la gua de nuestro Seor Jesucristo, de quien era figura Moiss; del diablo y de sus ngeles, quienes cual Faran y egipcios, nos atribulaban,

sometindonos a fabricar ladrillos, es decir, al lodo de la carne... Para nosotros estn muertos aquellos que ya no pueden someternos a su dominio, porque nuestros mismos delitos, causantes de nuestra sumisin, han sido destruidos y como sumergidos en el mar. Cantemos, por lo tanto, al Seor... arroj caballo y caballero (Ex 15,1); destruy en el bautismo a la soberbia y al soberbio. Este cntico lo entona quien ya es humilde y sbdito de Dios. El Seor no se ha mostrado grande y glorioso en favor del soberbio, que busca su propia gloria y se engrandece a s mismo. En cambio el impo, justificado ya, creyendo en el que justifica al impo, para que su fe se le compute como justicia, a fin de que el justo viva de la fe, no sea que, ignorando la justicia de Dios y queriendo establecer la suya, no se someta a la de Dios, canta con toda verdad como su ayuda y protector, en orden a la salvacin, al Seor, su Dios, al que honra... Arroj al mar el carro del Faran y su ejrcito (Ex 15,3-4). Destruy en el bautismo la altanera humana y la caterva de los innumerables pecados que militaban en nosotros a favor del diablo... El que hizo sagrado el bautismo con su cruenta muerte, en la que se consumieron nuestros pecados, sumergi en el mar Rojo a todos los enemigos... (Sermn 363,1-2). El Salmo responsorial es el canto de Moiss del que se trat ayer y en la lectura anterior. Aos pares Miqueas 7,14-15.18-20: Arrojar en lo hondo del mar todos nuestros delitos. Una plegaria, pidiendo la piedad del pueblo precede a un Salmo que glorifica al Seor. Dios no es indiferente al pecado, pero, no por ello deja de ser fiel a la alianza. Dios no deja de amar a su pueblo. El descubrimiento ms importante de los israelitas en el exilio es que Dios les sigue siendo fiel y fundamentalmente benvolo. La fidelidad Dios se convierte de esta forma en misericordia, en perdn y en gracia. Escribe San Jernimo: Habla Dios Padre a su Hijo, esto es, a nuestro Seor Jesucristo, para que, como Buen Pastor que da la vida por su ovejas (Jn 10,17), apaciente a su pueblo con su cayado y a las ovejas de su heredad. Y no pensemos que las ovejas y los pueblos son los mismos; en otro lugar vemos: nosotros somos su pueblo, el rebao que l gua (Sal 94,7). El pueblo se refiere a aqullos que son razonables, las ovejas a aquellos que, no usando an su razn, se contentan con su simplicidad y se dice que son la heredad de Dios (Comentario a este pasaje de Miqueas). La permanencia del amor de Dios hacia su pueblo a pesar de la infidelidad de ste es el motivo principal del Salmo 84 escogido como Salmo responsorial de la lectura anterior. Contra lo que se ha escrito, el hombre moderno es muy sensible a la misericordia y al perdn. La misericordia de Dios invita a la conversin, al cambio de mentalidad e impulsa a quien de ella se beneficia a practicar a su vez la misericordia. No tiene nada de alienante, sino que es una llamada a asumir responsabilidades precisas. Esto es muy necesario en nuestros das. Este salmo es uno de los ms bellos del Salterio: Mustranos, Seor, tu misericordia... Has sido bueno con tu tierra, has restaurado la suerte de Jacob, has perdonado la culpa de tu pueblo, has sepultado todos sus pecados, has suprimido tu clera... Todo esto se cumpli de modo especialsimo con la venida de Cristo. Por esto tiene tanto relieve este Salmo en el tiempo litrgico de Adviento-Navidad. All se exalta con fervor la misericordia divina, pues jams se ha manifestado tan grande y sublime. Mateo 12,46-50: Estos son mi madre y mis hermanos, dijo Jess sealando a sus discpulos. La primaca espiritual est sobre la carne. San Agustn ha comentado muchas veces este evangelio: Mientras trataba algunas cosas del reino de los cielos con sus discpulos, la madre estaba fuera y se le dijo que estaba all. Digo que le anunciaron que su madre con sus hermanos, esto es, con sus parientes, estaba fuera. Qu madre? Aquella madre que le concibi por la fe, aquella madre que, permaneciendo virgen, le dio a luz, aquella madre fiel y santa, estaba fuera y se lo anunciaron. Si l hubiera interrumpido las cosas que trataba y hubiera salido a su encuentro, habra edificado en su corazn un afecto humano, no divino.

Para que t no escucharas a tu madre, cuando te retrae del reino de los cielos, l, por hablar del reino de los cielos, desde hasta a la buena Mara. Si Santa Mara, queriendo ver a Cristo, es desdeada, qu madre habr de ser oda cuando impide ver a Cristo? Recordemos lo que entonces respondi cuando le anunciaron que su madre y sus hermanos, esto es, los parientes de su familia, estaban fuera. Qu respondi?... extendiendo la mano a sus discpulos, estos son, dijo, mis hermanos. Quien hace la voluntad de mi Padre que me envi es para M un hermano, hermana y madre (Mt 12,48-50). Rechaz la sinagoga de la que fue engendrado, y encontr a los que l engendr. Y si los que hacen la voluntad del que le envi son madre, hermano y hermana, queda comprendida su Madre Mara (Sermn 65,A,6).

Mircoles Aos impares xodo 16,1-5.9-15: Yo har llover pan del cielo. El man en el desierto como alimento del pueblo israelita. Cristo lo contrapuso al Pan que l haba de dar: la Eucarista (Jn 6,58). Comenta San Agustn: El Seor se presentaba de tal forma que pareca superior a Moiss; jams tuvo Moiss la audacia de decir que l daba un alimento que no perece, que permanece hasta la vida eterna. Jess promete mucho ms que Moiss. Este prometa un reino, una tierra con arroyos de leche y miel, una paz temporal, hijos numerosos, la salud corporal y todos los dems bienes temporales...; llenar su vientre aqu en la tierra, pero de manjares que perecen; Cristo, en cambio, prometa un manjar que, en efecto, no perece, sino que permanece eternamente (Tratado 25,12, sobre el Evangelio de San Juan). Decimos con el Salmo 77: El Seor les dio pan del cielo... Tentaron a Dios en sus corazones... Pero Dios hizo llover sobre ellos man, les dio un trigo celeste. Y el hombre comi pan de ngeles.... La historia de Israel, resumida a grandes rasgos en este largo Salmo de 72 versculos, es, en ltimo trmino, la historia de la alianza de Dios con su pueblo, marcada por la fidelidad inquebrantable de Dios y por las deficiencias humanas. Dios no se muda, pero el hombre puede endurecerse de tal modo en su obstinacin que llegue un da a hacer infructuosos los infinitos dones de un Dios que es todo Amor. La vida cristiana en el desierto de este mundo tiene mucho que ver con las infidelidades y conversiones del pueblo israelita. Slo una fe viva puede mantener firme la alianza con Dios. Para llegar a vivir profundamente esta fe nada mejor que alimentarse con el verdadero man llovido del cielo, el verdadero pan de los ngeles: la sagrada Eucarista, que es la realizacin perfecta de la nueva Alianza, la Alianza entre Dios y su pueblo. Cristo vino a llevar a cabo el cumplimiento de la liberacin iniciada en Egipto y redimir de la esclavitud del pecado, no slo a los israelitas, sino a todos los pueblos, hacindolos pasar por medio de las aguas del bautismo a una vida nueva y sobrenatural (Jn 3,5.16-17). l era la fuente de aguas vivas para apagar la sed de los hombres (Jn 4,10; 1 Cor 10,4). l era la nube luminosa que deba guiar al pueblo a la salvacin (Jn 8,12). l era el Pan vivo bajado del cielo para alimentar a los hombres en la travesa por el desierto de este mundo (Jn 6,35). l vino para aniquilar las potencias del mal, aplacar la clera de Dios, tomando sobre S las plagas y el castigo debido a los hombres (Is 53,4-5). Aos pares Jeremas 1,1.4-10: Te nombr profeta de los gentiles. El profeta Jeremas relata cmo fue escogido por Dios para ser su portavoz ante todos los hombres. La palabra humana es totalmente incapaz de ser portadora de Dios. Jeremas lo hace constar. Esto es normal en la vocacin de los profetas: Moiss tartamudea, Isaas tuvo necesidad de purificarse los labios (Is 6,1-6), y los mejores anunciadores de la salvacin fueron vctima del mutismo o se les trababa la lengua (Mc 7,31-37).

Estas dificultades vienen a subrayar la comunin entre Dios y su profeta y la iniciativa del primero en el ministerio del segundo. El Seor que dijo al profeta: Mira que hoy te pongo sobre naciones y reinos... (Jer 1,10), concede en todo tiempo a su Iglesia la gracia de que su cuerpo se mantenga ntegro por la paciencia y que no prevalezca el veneno de las doctrinas de los herejes. Cosa que vemos ahora cumplida (Carta de Tefilo a Epifanio). En estos casos siempre es lo mejor confiar en el Seor como lo confirma el Salmo 70: A Ti me acojo, Seor, no quede yo derrotado para siempre... S T la Roca de mi refugio... Lbrame de la mano perversa... T fuiste mi esperanza y mi confianza... Comenta San Agustn: No temas ser abandonado en la flaqueza, en la vejez. Pues qu? Tu Seor no se debilit en la cruz? Por ventura, no movieron ante l, como ante un hombre sin valimiento e indefenso, prisionero y abatido, sus cabezas los potentados, los toros fuertes?... Qu te ense el que pendiente de la cruz no quiso bajar de ella? La paciencia entre los ultrajadores y que seas fuerte en tu Dios (Comentario al Salmo 70). Luego vino la victoria, la resurreccin y el triunfo. As tambin vendr a nosotros. Mateo 13,1-9: Cay en tierra buena y dio grano. San Juan Crisstomo dice: Habiendo, pues, dicho el Seor los modos de perdicin, pone, finalmente la tierra buena, pues no quiere que desesperemos, y nos da esperanza de penitencia, hacindonos ver que de camino y rocas y espinas puede el hombre pasar a ser tierra buena. Sin embargo, si la tierra era buena y el sembrador el mismo y las semillas las mismas, cmo es que una dio ciento, otra sesenta y otra treinta? Aqu tambin la diferencia depende de la naturaleza de la tierra, pues aun donde la tierra es buena, hay mucha diferencia de un corro a otro. Ya veis que no tiene la culpa el sembrador ni la semilla, sino la tierra que la recibe, y no por causa de la naturaleza, sino de la intencin y disposicin. Mas tambin aqu se ve la benignidad de Dios que no pide una medida nica de virtud, sino que recibe a los primeros, no rechaza a los segundos y da tambin lugar a los terceros. Mas si as habla el Seor, es porque no piensen los que le siguen que basta con or para salvarse (Homila 44,4 sobre San Mateo). Jueves Aos impares xodo 19,1-2.9-11.16-20: El Seor bajar al monte Sina a la vista de todos. La teofana del Sina fue impresionante: nube, tormenta, relmpagos. Todo para revelar Dios su mensaje a Moiss, mediador entre Dios y su pueblo. Trascendencia de Dios. Comenta San Agustn: All el pueblo se mantuvo en pie a distancia; existe el temor, an no el amor. En efecto, a tanto lleg su temor que dijeron a Moiss:hblanos t, y no el Seor, no sea que muramos. Descendi, pues, segn est escrito, Dios al monte Sina en el fuego, pero atemorizando al pueblo, que se mantena a pie a distancia, y escribiendo con su dedo en la piedra, no en el corazn. En cambio, cuando vino el Espritu Santo, los fieles estaban congregados en unidad; no slo no los aterroriz en el monte, sino que entr en la casa. En efecto, de repente se produjo un estruendo procedente del cielo, como de un viento fuerte; a pesar del estruendo nadie se asust. Escuchaste el estruendo ya, ve ahora el fuego y el ruido, pero all haba tambin humo, mientras que aqu se trataba de un fuego sereno (Sermn 105,6). Como salmo responsorial se ha escogido algunos versos del cntico de los tres jvenes del libro de Daniel, 3: Bendito eres, Seor, Dios de nuestros Padres... Bendito tu nombre santo y glorioso. Bendito en el templo de tu santa gloria... sobre el trono de tu reino..., sentado sobre querubines... Composicin bellsima. Empieza a alabar al Dios de los Padres que con ellos ha hecho la alianza y que se ha manifestado glorioso en su nombre en la historia prodigiosa de Israel. A pesar de esas manifestaciones l sigue siendo Altsimo y trascendente, sentado sobre querubines y penetrando con su mirada lo ms profundo de los abismos. Desde el cielo asiste majestuoso, desplegando su

providencia sobre su pueblo y sobre los justos. Por eso todas las criaturas lo alaban y nosotros con ellas y en nombre de ellas. Aos pares Jeremas 2,1-3.7-8.12-13: Hicieron aljibes agrietados y me abandonaron a M, Fuente de agua viva. Tiempo de decadencia en Israel. Su pecado est bien expresado y se muestra en toda su maldad. Los responsables del pueblo sacerdotes, legistas, reyes y profetas no han reconocido a Yav en el don de la tierra prometida con la misma fuerza que han sentido su presencia en la ley, el culto y el poder (7-8). Nada tiene entonces de asombroso que sus sistemas legalistas o litrgicos, aislados de la Fuente de agua viva, sean cisternas incapaces para retener el agua. Todo el esfuerzo religioso se construye sin el auxilio divino y sin su conocimiento de su presencia es vano e infructuoso. San Ireneo dice: Porque donde est la Iglesia, all est el Espritu de Dios y donde est el Espritu de Dios, all est la Iglesia y la totalidad de la gracia. El Espritu es la verdad... Por esto, los que no participan del Espritu, ni van a buscar el alimento en los pechos de su Madre (La Iglesia), ni reciben nada de la limpidsima fuente que brota del Cuerpo de Cristo, sino que por el contrario ellos mismos se construyen cisternas agrietadas (Jer 2,13) hurgando la tierra y beben el agua maloliente del fango, al querer escapar a la fe de la Iglesia por temor de equivocarse rechazan el Espritu, y as no pueden recibir enseanza alguna. Puesto que se han apartado de la verdad, es natural que se revuelvan en toda suerte de errores y que se sientan zarandeados por ellos (Contra las herejas III, 24,1). Por eso decimos con el Salmo 35: en Ti, Seor, est la fuente viva y en tu Luz nos haces ver la luz. Seor, tu misericordia llega al cielo, tu fidelidad hasta las nubes; tu justicia hasta las altas cordilleras, tus sentencias son como el ocano inmensas. Qu inapreciable es tu misericordia, oh Dios! Los humanos se acogen a las sombras de tus alas, se nutren de lo sabroso de tu casa, les das a beber del torrente de tus delicias. Porque en Ti est la Fuente viva y en tu Luz nos hace ver la luz. Prolonga tu misericordia con los que te reconocen, tu justicia con los rectos de corazn. Mateo 13 10-17: A vosotros se os ha dado a conocer los secretos del Reino. La razn del empleo de las parbolas en la predicacin de Cristo. Slo los cercanos a l, sus ntimos, pueden entender su pleno sentido. Clemente de Alejandra comenta: Al que tiene se le dar (Mt 13,12). Al que tiene fe se le dar conocimiento; al que tiene conocimiento, amor; al que tiene amor, la herencia. Esto acontece cuando el hombre est adherido al Seor por la fe, por el conocimiento y por el amor, y se remonta con l al lugar donde est Dios, el Dios preservador de nuestra fe y nuestro amor, de donde procede el conocimiento para aquellos que son capaces de este privilegio y que son elegidos por su anhelo de una mejor preparacin y entrenamiento. Estos son los que estn dispuestos a or lo que les dice, a poner en orden sus vidas a progresar por una cuidadosa observancia de la ley de la justicia. Este conocimiento es lo que les conduce hasta el fin, el trmino final que no tiene fin, ensendoles la vida que hemos de poseer, una vida segn Dios, cuando quedemos liberados de todo castigo y correccin que ahora soportamos a consecuencia de nuestras maldades, como disciplina salvadora. Cuando, pues, hayan recibido esta liberacin, los perfectos alcanzarn su recompensa y sus honores (Stromata 7,10,5556). Viernes Aos impares xodo 20,1-17: La ley se dio por medio de Moiss. Dios entreg a Moiss la ley en el monte Sina, en ella figuran los diez mandamientos. Cristo dijo que no vi-no a abolir la ley sino a perfeccionarla con la promulgacin del programa que lleva al Reino de los cielos. El inters del Declogo no radica slo en su contenido, sino ante todo en su forma. No dimana del derecho natural o del simple fenmeno tnico. Ante todo es la expresin de la voluntad de Dios. Esa es tambin la base de la moral cristiana. El comportamiento nace en un mandamiento de Dios que

abarca los diez preceptos que se reducen al amor a Dios y al prjimo. Para el cristiano la moral natural es recibida por su yo ms profundo, es decir, el que vive con Dios que se revela en Jesucristo. Todo hemos de verlo a lo que dice el Seor de S mismo: Yo soy el Seor tu Dios, un Dios celoso (Ex 20,5). Orgenes dice: Ved la bondad de Dios; para instruirnos y hacernos perfectos no teme asumir la debilidad de las pasiones humanas. Entendiendo de hablar de un Dios celoso, quin no se admirar en seguida viendo en ello un defecto de la humana debilidad? Pero Dios lo hace todo y lo sufre todo por nosotros y, para instruirnos, l pone en su lenguaje las pasiones que nos son conocidas y familiares. Ved, pues, lo que l quiere decir con esta palabra: Dios celoso (Homila 8,5 sobre el xodo). Como canto a la ley del Seor es adecuado el Salmo 18: Seor, T tienes palabras de vida eterna. La ley del Seor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Seor es fiel e instruye al ignorante. Los mandatos del Seor son rectos y alegran el corazn; la norma del Seor es lmpida y da luz a los ojos. La voluntad del Seor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Seor son verdaderos y enteramente justos. Ms preciosos que el oro, ms que el oro fino; ms dulce que la miel de un panal que destila. Aos pares Jeremas 3,14-17: Os dar pastores conforme a mi Corazn; esperarn en Jerusaln todas las naciones. Restauracin del reino de Jud e Israel. En la nueva era mesinica no ser necesaria la presencia del arca, como smbolo de la presencia de Yav. Ahora toda la ciudad de Jerusaln podr ser llamada trono de Yav, porque Dios se har sentir plenamente en ella. Es ms esta nueva Jerusaln ser el punto de convergencia de todos los pueblos. Tenemos reflejado aqu el universalismo mesinico, como aparece tambin en Isaas y en Miqueas. El profeta presenta una nueva religin basada no en lo puramente externo, sino vinculada al corazn como punto de arranque. Es bien claro la alusin a los tiempos de Cristo con su culto litrgico, centrado principalmente en la Eucarista. Como salmo responsorial se han escogido algunos versos del captulo 31 de Jeremas, que es una invitacin a celebrar el retorno glorioso de Israel, la primera de las naciones en cuanto que ha sido escogida por Dios como heredad particular para que participara de sus beneficios materiales y espirituales. Se invita a la naciones a or la palabra de Yav y a que la den a conocer en las islas remotas: El que dispers a Israel lo reunir, lo guardar como pastor a su rebao. Porque el Seor redimi a Jacob, lo rescat de una mano ms fuerte. Vendrn con aclamaciones a la altura de Sin, afluirn hacia los bienes del Seor. Entonces se alegrar la doncella en la danza, gozarn los jvenes y los viejos; convertir en gozo su tristeza, los alegrar y aliviar sus penas. Mateo 13,18-23: El que escucha la palabra y la entiende se dar fruto. Explicacin de la parbola del sembrador. El reino de Dios comienza ya aqu abajo con las palabras sublimes, y al mismo tiempo sencillas, de Cristo. La acogida que se d en el espritu nos convertirn en ciudadanos del Reino. Jess se plantea el problema de los fracasos y de las resistencias que se oponen a su mensaje: ceguera de los escribas, entusiasmo superficial de las masas, desconfianza de los parientes, dureza de corazn, aficin a las cosas del mundo, a las riquezas, a los honores, al poder. Pretende dar un sentido a esta incomprensin y lo descubre en la oposicin entre el trabajo casi infructuoso del sembrador y la rica cosecha que se recoger en el tiempo oportuno. Jess piensa en su misin difcil y la analiza a la luz del juicio que se acerca. Dificultades las tuvo Cristo y las ha tenido la Iglesia en toda su historia, pero tambin ubrrimos frutos de santidad. San Efrn comenta: Quin es capaz, Seor, de penetrar con su mente una sola de tus frases? Como el sediento que bebe de la fuente, mucho ms es lo que dejamos que lo que tomamos. Porque la palabra del Seor presenta muy diversos aspectos, segn la diversa capacidad de los que la estudian. El Seor pint con multiplicidad de colores su palabra, para que todo el que la estudie pueda ver en ella lo que ms le plazca. Escondi en su palabra variedad de tesoros, para que cada uno de nosotros pudiera

enriquecerse en cualquiera de los puntos que concentrara su reflexin (Comentario al Diatsaron 1,18). Sbado Aos impares xodo 24,3-8: Alianza del Seor con el pueblo de Israel. Este se ha obligado a observar la ley de Dios, por eso se realiza una alianza con l sellada con la sangre de un sacrificio. La Nueva Alianza estar sellada con la sangre del Hijo de Dios encarnado, para el perdn de los pecados y se hace presente en la Eucarista. Ya hemos visto que la alianza de Israel con Dios se rompi muchas veces por la infidelidad del pueblo elegido. Pero Dios, infinitamente misericordioso, siempre la reanud. Lo hemos expuesto con muchos textos patrsticos. como ste de Melitn de Sardes: La salvacin del Seor y la realidad fueron prefiguradas en el pueblo judo, y las prescripciones del Evangelio fueron preanunciadas por la ley. De esta suerte, el pueblo era como el esbozo de un plan, y la ley, la letra de una parbola; pero el Evangelio es la explicacin de la ley y su cumplimiento y la Iglesia el lugar donde aquello se realiza. Lo que era figura era valioso antes de que se diera la realidad, y la parbola era maravillosa antes de que se diera la explicacin. Es decir, el pueblo judo tena un valor antes de que se estableciera la Iglesia, y la ley era maravillosa antes de que resplandeciera la luz del Evangelio (Nmeros 4-10). El pacto es cantado por el Salmo 49, algunos de cuyos versculos forman el Salmo responsorial de hoy: Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza. Congregadme a mis fieles que sellaron mi pacto con un sacrificio. Nuestro Pacto ha sido sellado con el sacrificio de Cristo en la Cruz. Esto es reactualizado sacramentalmente en la Eucarista. En ella hemos de participar con mente y corazn y ser consecuentes con lo que esa participacin exige. Aos pares Jeremas 7,1-11: El templo no se puede convertir en una cueva de bandidos. El profeta interpela a los peregrinos junto al templo, denunciando la hipocresa de sus compatriotas y vaticinando la ruina del lugar santo. Los exhorta a practicar una religin comprometida, interior y sincera, no slo un culto externo, aunque este tambin sea necesario. San Jernimo as lo explica: Si han de pasar el cielo y la tierra, sin duda que pasar tambin todo lo terreno. Por consiguiente, los lugares de la cruz y de la resurreccin aprovecharn slo a quienes llevan su cruz y resucitan con Cristo cada da, a los que se hacen dignos de tan excelsa morada. Por el contrario, los que dicen: el templo del Seor, el templo del Seor (Jer 7,4), oigan al Apstol... Vosotros sois templo de Dios y el Espritu Santo mora en vosotros. La corte celeste est abierta lo mismo si se mira desde Jerusaln como si se mira desde Bretaa, pues el Reino de Dios est dentro de vosotros (Lc 17,21) (Carta 58,3, a Paulino presbtero). El Salmo 83 expone los deberes del santuario del Seor: Qu deseables son tus moradas, Seor de los ejrcitos! El alma del piadoso israelita se consume y anhela los atrios del Seor, su corazn y su carne retozan por el Dios vivo... Anhela vivir en la Casa del Seor, alabndolo siempre y encontrar su gozo y su alegra y toda su fuerza en Dios y en su culto autntico. Por eso prefiere el umbral de la Casa del Seor a vivir con los malvados, y vivir un da en los atrios del Seor a mil en su propia casa. El cristiano tiene muchos motivos para superar el fervor del piadoso israelita. El antiguo templo de Jerusaln era slo un smbolo y signo de la presencia dinmica de Dios; pero el templo cristiano es la morada del Dios vivo, ya que all est Jesucristo, realmente presente en la Eucarista. All se reactualiza sacramentalmente el sacrificio redentor del Calvario. Todo esto es mucho ms que lo que significaba el templo judo de Jerusaln. Mateo 13,24-30: Dejadlos crecer juntos hasta la siega. Manifiesta la paciencia de Dios que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta de su conducta y que viva. Dice Clemente de Alejandra:

Si decimos, como se admite universalmente, que todas las cosas necesarias y tiles para la vida nos vienen de Dios, no andaremos equivocados. En cuanto a la filosofa, ha sido dada a los griegos como su propio testamento, constituyendo un fundamente para la filosofa cristiana, aunque los que la practican de entre los griegos se hagan voluntariamente sordos a la verdad, ya porque menosprecian su expresin brbara, ya tambin porque son conscientes del peligro de muerte con que las leyes civiles amenazan a los fieles. Porque igual que la filosofa brbara, tambin en la griega ha sido sembrada la cizaa (Mt 13,25) por aquel cuyo oficio es sembrar cizaa. Por esto nacieron las herejas juntamente con el autntico trigo, y entre ellos, los que predican el atesmo y el hedonismo de Epicuro, y todo cuanto se ha mezclado en la filosofa griega contrario a la recta razn, son fruto bastardo de la parcela que Dios haba dado a los griegos... (Stromata 6,8,67).

17 Semana Domingo Entrada: Dios vive en su santa morada; Dios, que prepara casa a los desvalidos, da fuerza y poder a su pueblo (Sal 67,6-7.36). Dios nos recibe siempre en su Casa: la iglesia catedral, parroquial, monstica. Le adoramos en su santa morada, en la asamblea litrgica. Colecta (del Misal anterior, antes del Gregoriano, ahora retocada con textos del Veronense): Oh Dios!, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu mano providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros, que podamos adherirnos a los eternos. Ofrendas (del Misal anterior, antes del Gregoriano, retocada ahora con textos del Gelasiano y del sacramentario de Brgamo): Recibe, Seor, las ofrendas que podemos presentar gracias a tu generosidad, para que estos santos misterios, donde tu Espritu acta eficazmente, santifiquen los das de nuestra vida y nos conduzcan a las alegras eternas. Comunin: Bendice, alma ma, al Seor y no olvides sus beneficios (Sal 102,2); o bien: Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarn misericordia. Dichosos los limpios de corazn, porque ellos vern a Dios (Mt 5,7-8). Postcomunin (tomada del propio de los dominicos): Hemos recibido, Seor, este sacramento, memorial perpetuo de la pasin de tu Hijo; concdenos que este don de su amor inefable nos aproveche para la salvacin. CICLO A Parbola del tesoro escondido. Todo se sacrifica a fin de conseguirlo. Nada supera a la Sabidura que procede de Dios. San Pablo nos inculca el plan de Dios sobre nosotros que no es otro que el amor que Dios nos tiene y quiere que reproduzcamos en nosotros la imagen de su Hijo bien amado para compartir su gloria. Slo as es posible entrar en el Reino de Dios y aqu en la tierra. Esto nos prepara, a su vez, para la santidad de vida y para la liberacin y santificacin consumada en la eternidad. Dichosos los que por la oracin y disponibilidad humilde saben descubrir en el tiempo las posibilidades de la eternidad bienaventurada que nos ofrece el misterio de Cristo, revelacin de la plenitud de la Sabidura divina.

1 Reyes 3,5.7-12: Pediste discernimiento. Salomn es en la historia de la salvacin un smbolo tpico de la exaltacin de la sabidura como actitud religiosa, como don gratuito y como responsabilidad bienhechora entre los hombres. El don del juicio a Salomn seala un momento importante en la historia del movimiento sapiencial de Israel. El carisma consiste en una especial prerrogativa del soberano para gobernar al pueblo con rectitud, en el contexto no de una justicia humana, sino en el de la eleccin de Israel y de la fidelidad a la Alianza, es decir, en un sentido religioso y mesinico. Esto es un carisma concedido de lo alto para bien del pueblo, un don del Espritu que ha aparecido en otros personajes como Moiss y, sobre todo, aparecer en el Rey-Mesas. Las inevitables deficiencias de varios reyes de Israel en el gobierno, en la administracin de la justicia y en la fidelidad a la Alianza, conducir a una espera cada vez ms apremiante del futuro Rey ideal, el que slo ejercer plena y perfectamente la justicia, sueo de todos los hombres. Esto suceder en el Nuevo Testamento, ms an ser propio del Mesas la justicia de Dios (Jer 23,5): Cristo, ms que Salomn (Mt 12,42). Unos versos del Salmo 118 nos ofrecen materia de reflexin y meditacin, como Salmo responsorial: Cunto amo tu voluntad, Seor! Mi porcin es el Seor, he resuelto guardar tus palabras. Ms estimo yo los preceptos del Seor que miles de monedas de oro y plata. Que tu voluntad me consuele, segn la promesa hecha a tu siervo; cuando me alcance tu compasin, vivir, y mis delicias ser tu voluntad. Yo amo tus mandatos, ms que el oro pursimo; por eso aprecio tus decretos, y detesto el camino de la mentira. Tus preceptos son admirables, por eso los guarda mi alma; la explicacin de tus palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes. Romanos 8,28-30: Nos predestin a ser imagen de su Hijo. La sabidura salvfica de Dios ha culminado su revelacin en Cristo. Y nos ofrece el don de descubrir en l la Sabidura divina que nos ilumina y santifica. Su Corazn es el diseo perfecto que nos ha trazado el Padre. Es conocida la distincin evanglica de llamados y elegidos (Mt 22,14). Los israelitas estaban todos llamados al Reino, pero no todos fueron elegidos, es decir, miembros efectivos del Reino de Dios. El Apstol insiste aqu en el don inefable de la vocacin divina, pero esto no excluye la responsabilidad de la colaboracin activa y total al don de Dios. Comenta San Agustn: Me dir alguno: Entonces no obramos nosotros, sino que otro obra en nosotros. Le respondo: Es ms acertado decir que obras t y que otro obra en ti; y slo obras bien cuando acta en ti el que es bueno. El Espritu de Dios que obra en ti, te ayuda cuando obras t. Su mismo apelativo de auxiliador te indica que tambin t haces algo. Reconoce lo que pides, reconoce lo que proclamas cuando dices: s mi auxiliador, no me abandones (Sal 26,9). Invocas ciertamente a Dios como auxiliador, pero nadie recibe ayuda si l nada hace. Quienes son movidos por el Espritu de Dios, dice, esos son hijos de Dios; movidos no por la letra, sino por el Espritu, no por la ley que ordena, amenaza y promete, sino por el Espritu que exhorta, ilumina y ayuda. Sabemos, dice el Apstol, que todo coopera para el bien de los que aman a Dios (Rom 8,28). Si t no hicieres nada, l no sera tu colaborador (Sermn 156,11). Mateo 13,44-52: Vende todo lo que tiene y compra el campo. La genuina sabidura evanglica consiste en la apertura humilde y decidida a la gracia divina y a los dones salvficos que el Padre nos ofrece amorosamente en Cristo y que transforman nuestras vidas. El anuncio del Reino de Dios es el punto principal del mensaje de Cristo (Mc 1,15) realidad o una situacin espiritual, en la cual el hombre reconoce, en espritu de amor y de temor filial, la soberana o el primado absoluto de Dios y cumple lo ms perfectamente posible su Voluntad (Mt 6,10). San Jernimo explica: Este tesoro en el cual estn ocultos todos los tesoros de la sabidura y de la ciencia (Col 2,3), es el Verbo de Dios que parece escondido en la carne de Cristo, o bien las sagradas Escrituras en las que est guardado el conocimiento del Salvador. Cuando alguien lo descubre en ellas, debe despreciar todas las ganancias de este mundo para poder poseer a aquel a quien ha encontrado. Lo que sigue: el hombre que lo encuentra, lo vuelve a esconder, no significa que lo hace por maldad

sino por temor y como no quiere perder ese bien, esconde en su corazn el tesoro que ha preferido a sus antiguas riquezas (Comentario al Evangelio de San Mateo 44). Las perlas finas que busca el mercader son la ley y los profetas, el conocimiento del Antiguo Testamento. Pero hay una perla nica, la ms valiosa: el conocimiento del Salvador, el misterio de su pasin, el secreto de su resurreccin. Cuando un mercader la encuentra, como el Apstol Pablo, desprecia todos los misterios de la ley y de los profetas y las antiguas observancias en las que viva irreprochablemente; las considera como inmundicias y basura, para ganar a Cristo (Flp 3,8). No es que el descubrimiento de la nueva perla sea condenacin de las perlas antiguas, sino que en comparacin con aqulla, todas las otras joyas son menos valiosas (ib. 45,46). CICLO B Con este domingo la liturgia comienza a presentarnos un tema centralsimo en el cristianismo: la sagrada Eucarista, segn el captulo sexto del Evangelio de San Juan. El discurso eucarstico de Cafarnan desarrollado y meditado en estos domingos, nos ir actualizando las inmensas riquezas del acontecimiento eucarstico, que, como ha expresado el Concilio Vaticano II en varios de sus documentos es el centro y culmen, raz y fuente de toda la vida de la Iglesia, de su propia actividad y de la vida y autenticidad cristiana. Necesitamos mucho insistir en todo lo que es la Eucarista en la vida cristiana y actuar en consecuencia en su triple aspecto: Sacramento-Sacrificio; Sacramento-Presencia y SacramentoComunin, segn expresin del Papa Juan Pablo II en su primera encclica Redemptor Hominis. 2 Reyes 4,42-44: Comern y sobrar. El Antiguo Testamento, an con sus sombras, nos adelant profticamente las realidades del Nuevo y proclam la salvacin definitiva en Cristo, Mesas y Profeta, en la plenitud de los tiempos. Los prodigios que Dios obraba por medio de sus siervos los profetas tenan por misin autentificar la palabra predicada por ellos, de modo que el pueblo tuviese garanta de su origen divino. Dios sigue obrando en su Iglesia maravillas. Hemos de reconocerlo y utilizarlo para profundizar ms y ms en la fe y hacer que los dems crean en el mensaje divino. Pero esto ser difcil si nuestra vida no se conforma con ese mensaje, no obstante los prodigios que Dios hace constantemente en medio de nosotros. El Salmo 144 nos ofrece unos textos de meditacin relacionados con la lectura anterior: Abres t la mano, Seor y sacias de favores a todo viviente. Los ojos de todos estn fijos en el Seor y l les da la comida a su tiempo... Est cerca de los que lo invocan sinceramente. El Seor es fiel y providente, levanta a los que caen y suministra a las criaturas lo necesario para vivir. Efesios 4,1-6: Un solo cuerpo, una fe, un solo bautismo. En el Corazn de Cristo se consuma el designio de unidad entre todos los hombres. Un nico Padre que nos ama en su nico Hijo y que nos hace a todos participar en su nico Espritu. En la Iglesia no debe existir ningn elemento discriminatorio ni en los que vienen del judasmo, ni en los que vienen de la gentilidad. Lo que todos han de hacer es poner su esperanza en la salvacin a la cual todos han sido llamados por Dios. Sobre la unidad, exhorta San Cipriano: El que abandona esta ctedra de Pedro, sobre la cual est fundada la Iglesia, puede creer que est todava en la Iglesia? El que se rebela contra la Iglesia y se opone a ella, puede pensar que est en ella? El mismo Apstol Pablo ensea idntica doctrina declarando el misterio de la unidad con estas palabras: un solo cuerpo y un solo espritu, una sola esperanza en vuestra vocacin (Ef 4,4)... Esta unidad hemos de mantener y vindicar particularmente aquellos que estamos al frente de la Iglesia como obispos, mostrando con ello que el mismo episcopado es uno e indiviso. Nadie engae a los hermanos con falsedades; nadie corrompa la verdad de nuestra fe con desleal prevaricacin: el episcopado es uno y cada uno de los que lo ostentan tienen una parte de un todo slido. La Iglesia es una, aunque al crecer por su fecundidad se extienda hasta formar una pluralidad. El sol tiene muchos rayos, pero su luz es una; muchas son las ramas de un rbol, pero

uno es el tronco, bien fundado sobre slidas races; muchos son los arroyos que fluyen de la fuente, pero aunque la abundancia del caudal parezca difundirse en pluralidad, se mantiene la unidad en el origen (Sobre la unidad de la Iglesia,4-7). Juan 6,1-15: Reparti a los que estaban sentados todo lo que quisieron. De este hecho histrico procedi el llamado sermn eucarstico de Cafarnan. El hecho eucarstico es, en la Iglesia, la verdadera multiplicacin del Pan de vida (Jn 6,35-48), que nos alimenta para la unidad con la propia vida de Cristo, el hijo de Dios vivo. De este milagro, ampliamente comentado por los Santos Padres, se deducen muchas consecuencias: debemos servir a todos en su totalidad existencial, en lo que pertenece a su alma y a su cuerpo, a sus problemas temporales y eternos. Hemos de actuar evanglicamente con sentido preciso de las necesidades de este mundo, como toda la historia de la Iglesia nos lo muestra desde los tiempos apostlicos, en los que todos tenan un solo corazn y una sola alma. Comenta San Agustn: Gran milagro es hartar con cinco panes y dos peces a cinco mil hombres y an sobrar doce canastos. Gran milagro, a fe; pero el hecho no es tan de admirar si pensamos en el Hacedor. Quien multiplic los panes entre las manos de los repartidores, no multiplica las semillas que germinan en la tierra y de unos granos llena los trojes? Pero como este portento se renueva todos los aos a nadie le sorprende... Al hacer estas cosas hablaba el Seor a los entendimientos no tanto con palabras como por medio de sus obras (Sermn 130). El relato evanglico de la multiplicacin de los panes y de los peces tiene, en su contexto y en la intencin pedaggica del Maestro, un fuerte trasfondo mesinico-eucarstico. Jess intenta poner en evidencia sus poderes tendricos y su Seoro mesinico trascendente para promover la fe. Trata de disponer las inteligencias al anuncio eucarstico-pascual. Aun literariamente, el relato histrico del acontecimiento es consignado por los cuatro evangelistas con mdulos y lenguaje litrgicos, que reflejan la tradicin eucarstica ya existente en las primitivas comunidades (1 Cor 11,17s.). Iluminados por la Palabra de Dios y vivificados con su Eucarista testifiquemos en nuestra vida cotidiana nuestra identidad evanglica entre todos los hombres, si no queremos frustrar todo lo que Dios ha obrado en nosotros por su liturgia eucarstica plenamente vivida. CICLO C Se nos exponen vivamente en la primera y tercera lecturas la fuerza de la oracin. As lo muestra el dilogo de Abrahn con Dios y la parbola del amigo inoportuno. San Pablo nos recuerda que, por obra del bautismo, hemos muerto y resucitado con l. Por su sacrificio en la cruz Cristo nos ha merecido el perdn de los pecados y nos ha hecho compartir su vida. Para la existencia cristiana la oracin no es un adorno convencional, sino una necesidad profunda y el primer signo de una vida real de fe, esperanza y caridad. La oracin dialogante con el Padre, en Cristo, por el Espritu Santo, es siempre la vivencia ms espontnea de la fe cristiana, un ejercicio de la virtud de la esperanza y el primer acto de la caridad. Gnesis 18,2-32: No se enfade mi seor si sigo hablando. Como Padre de los creyentes, Abrahn aparece tambin en la historia de la salvacin como criatura abierta al coloquio con Dios y en actitud mediadora. Todo es impresionante en este dilogo, pero de modo especial la condescendencia y la misericordia de Dios. Se acomod a lo que Abrahn le pide. Fue lstima que Abrahn no descendiera ms. Se qued en diez justos. No los haba. Pero, y si hubiera pedido dos o un justo? Posiblemente Dios hubiera accedido. Hay pasajes escritursticos que lo sugieren. Antes el pecado de uno bastaba para el castigo de muchos. Ahora la justicia e inocencia de pocos es suficiente para atraer la misericordia divina. Ms an la de uno solo (Jer 5,1). San Agustn ensea: No seamos prontos para las disputas y perezosos y tardos para las oraciones. Oremos, mis muy amados hermanos, oremos para que Dios d su gracia a nuestros enemigos y, sobre todo, a nuestros

hermanos y a los que nos aman, para comprender y confesar que, despus de la tremenda e inefable ruina por la que todos en uno camos, nadie puede ser libre sino por la gracia de Dios, y que sta no se da como debida a los mritos de los que la reciben, sino como verdadera gracia, gratuitamente, sin mrito alguno precedente (Del don de la perseverancia 24,66). Como Salmo responsorial se han escogido algunos versos del Salmo 137: Cuando te invoqu, Seor, me escuchaste... El Seor se fija en el humilde... conserva la vida en los peligros... su derecha nos salva... completar sus favores, porque su misericordia es eterna y no abandona la obra de sus manos. Colosenses 2,12-14: Os dio vida en Cristo, perdonndoles todos los pecados. Por el bautismo se nos ha dado la existencia cristiana, con el derecho filial a la oracin, a la amistad y al dilogo de intimidad con el Padre. Se trata ahora, en la prctica reflejar que estas dos realidades, bautismo y fe son indisolubles: el bautismo sin fe nos une al misterio de Cristo; la fe sin bautismo es una realidad incompleta. Dice San Ambrosio: Es evidente que, en el que es bautizado, est crucificado el Hijo de Dios, porque nuestra carne no poda estar libre de pecado si no estuviera crucificada en Cristo Jess (Rom 6,3 y 6,5-6), y a los Colosenses: sepultados con l en el bautismo... (Col 2,14), porque l solo puede perdonar nuestros pecados. l es quien triunfa en nosotros de los principados y de las potestades (Col 2,15) (Tratado de la Penitencia 2,2,9). Lucas 11,1-13: Pedid y se os dar. El Corazn de Cristo Jess, el Hijo muy amado del Padre, nos revel la Paternidad entraable de Dios. Nos ha hecho participar de su propia filiacin divina (Gl 4,4) y nos ha enseado el secreto de la verdadera oracin. San Ambrosio explica: Este es el pasaje del que se desprende el precepto de que hemos de orar en cada momento, no slo de Da, sino tambin de noche; en efecto, ves que ste que a media noche va a pedir tres panes a su amigo y persevera en la demanda instantemente, no es defraudado en lo que pide. Pero, qu significan estos tres panes? acaso no son una figura del alimento celestial?; y es que, si amas al Seor, tu Dios, conseguirs, sin duda, lo que pides, no slo en provecho tuyo, sino tambin en favor de los dems. Pues, quin puede ser ms amigo nuestro que Aquel que entreg su cuerpo por nosotros? (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas 87). Lunes Aos impares xodo 32,15-24.30-34: El pecado de idolatra del pueblo. El becerro de oro. Dos concepciones de religin: una falsa y otra verdadera. Una que adora a las criaturas, llamemos dolos, honores, riquezas, prestigio, fama...; y otra que adora al verdadero Dios en Jesucristo, que nos dej el culto al que hemos de dedicarnos con la reactualizacin sacramental de su sacrificio redentor en la celebracin de la Eucarista, en los dems sacramentos y sacramentales, todo dirigido por su Iglesia santa. Al final de esa lectura Moiss intercede por su pueblo prevaricador. Comenta San Agustn: El pueblo de Dios, despus de haber visto tantos prodigios y milagros..., no obstante todo esto, pidi un dolo, lo exigi, lo hizo, lo ador y le ofreci sacrificios. Indica Dios a su siervo lo hecho por el pueblo y promete hacerlo desaparecer delante de sus ojos. Intercede Moiss... ; se adhiere a los pecadores y pide por ellos. Y cmo pide? Gran prueba de amor, hermanos! Cmo pide? Ved aquella prueba de amor materno del que hemos hablado con frecuencia. Cuando Dios amenazaba al pueblo sacrlego, se estremecieron las piadosas entraas de Moiss y se puso en su lugar ante la ira de Dios: Seor, dijo, si le perdonas el pecado, perdnaselo; de lo contrario brrame del libro que has escrito (Ex,32,31-32). Con qu entraas a la vez paternales y maternales, con cunta seguridad dijo esto, confiando en la justicia y misericordia de Dios!. Para que siendo justo no perdiera al justo, y siendo misericordioso perdonara a los pecadores (Sermn 88).

El Salmo 105 nos ofrece materia para meditar y reflexionar an ms sobre el contenido de la lectura anterior: Dad gracias al Seor, porque es bueno... En Horeb se hicieron un becerro, adoraron un dolo de fundicin, cambiaron su gloria por un toro que come hierba. Se olvidaron de Dios, su Salvador... Dios hablaba ya de aniquilarlos, pero intercedi Moiss... El Salmo es un poema histrico que sintetiza la historia de Israel. Nosotros tenemos mucho que aprender de l. Tambin nos hacemos con frecuencia dolos de fundicin: el poder, las riquezas, los honores, la fama..., y miles de manifestaciones del amor propio. Pero Dios, siempre misericordioso, nos aguarda, espera la hora de la conversin, del arrepentimiento, como el Padre esperaba al hijo prdigo de la reina de las parbolas. Donde abund el delito, sobreabund la gracia, nos ensea San Pablo. Aos pares Jeremas 13,1-11: El pueblo ser como ese cinturn que ya no sirve para nada. Con un gesto proftico, Jeremas da a en-tender que Dios rechazar a Jud y a Jerusaln, puesto que su pueblo se ha apartado de l. La imagen del cinturn es elocuente. Yahv ha hecho de Israel algo entraablemente suyo, y este pueblo vive de la intimidad misma que Dios le propone. En cuanto Israel rompe sus compromisos con su Seor, pierde automticamente su razn de ser, como el cinturn de cuero expuesto a la humedad. As nos sucede tambin a nosotros. Nuestra filiacin divina nos hace mucho ms cercanos a Dios que el antiguo Israel, nos hizo el Seor ms entraablemente suyos; el pecado nos convierte en cinturn inservible. Desposedo de la gracia, por la que participamos en la propia naturaleza divina, coherederos con Cristo de su gloria..., todo lo perdimos. Pero hemos de reaccionar vigorosamente contra esa situacin tan calamitosa y arrepentirnos de nuestros pecados. El Seor siempre nos aguarda con gran misericordia. Lo mismo sigue en el canto responsorial, tomado del Deuteronomio 32: Despreciaste a la Roca que te engendr... olvidaste a Dios. Lo vio el Seor e, irritado, rechaz a sus hijos e hijas... Son una generacin depravada... Se han hecho un dios ilusorio... dolos vacos. Cuntas veces podra dirigirnos el Seor esas mismas quejas. Siempre que pecamos nos ponemos en las mismas circunstancias que Israel. Dice San Agustn: Todo lo que quieres y deseas es bueno. No quieres tener una bestia mala, un siervo malo, un vestido malo, una villa mala, una casa mala... Todo lo quieres bueno, pues s t tambin bueno que todo lo quieres bueno. Dnde has tropezado, para que entre todas las cosas buenas que quieres, slo t quieres ser malo (Sermn 297). Mateo 13,31-35: El grano de mostaza se hace arbusto... As el Reino de los cielos, pequeo al principio y luego esplendoroso. San Juan Crisstomo comenta esta parbola: Quines, pues, y cuntos sern los que crean? A fin de quitarles este temor, inctalos a la fe por medio de esta parbola del grano de mostaza y les hace ver que, de todos modos, se propagara la predicacin del Evangelio. De ah que les ponga delante la imagen de una legumbre muy propia para el objeto que el Seor se propona... Quiso el Seor dar una prueba de su grandeza, pues as exactamente suceder con la predicacin del Reino de Dios. Y, a la verdad, los ms dbiles, los ms pequeos entre los hombres, eran los discpulos del Seor; mas como haba entre ellos una fuerza grande, desplegse sta y se difundi por todo el mundo (Homila 46,2 sobre San Mateo). Martes Aos impares xodo 33,7-11; 34,5-9.28: Moiss habla con el Seor cara a cara. En medio de las tiendas del pueblo se halla la Tienda del Encuentro, en que reside la gloria de Dios, y en donde Moiss reside intercede en favor de su pueblo. Esta presencia de Dios en medio de su pueblo se verificar en plenitud en la Encarnacin, cuando la Palabra hecha carne establezca su tienda entre los hombres.

A raz del incidente del becerro de oro, vino a producirse una ruptura entre Dios y su pueblo. Ruptura que Moiss simboliza en su mismo comportamiento. Esta ruptura entre el pueblo y Moiss sirve de ocasin para describir la vida mstica del Patriarca. San Gregorio de Nisa lo explica as: Hemos descrito la vida de Moiss como un ejemplar de perfeccin, por el que pueden dibujarse los rasgos de esta belleza manifestada en un hombre. Que Moiss alcanz la perfeccin posible al hombre, se manifiesta en el testimonio de la voz divina: has hallado, dice, gracia a mis ojos y te conozco por tu nombre (Ex 33,17). Adems l fue llamado amigo de Dios (Ex 13,11) por Dios mismo. Y queriendo Dios, airarse por los pecados de su pueblo, perderlos a todos, Moiss prefiere morir con el pueblo a vivir sin el pueblo, y Dios, obrando como amigo, se aplac (Ex 3211-14). Todo lo cual manifiesta que Moiss llega a la cumbre de la perfeccin humana (Libro de la vida de Moiss). Con el Salmo 102 decimos: El Seor es compasivo y misericordioso, hace justicia, defiende a los oprimidos, ense sus caminos a Moiss..., lento a la ira, rico en clemencia, no acusa siempre ni guarda rencor perpetuo, no nos trata como merecen nuestros pecados, ni nos paga segn nuestras culpas..., siente el Seor ternura por su fieles. Es un canto maravilloso al amor de Dios. La santidad de Dios es, ante todo, la trascendencia, por la cual Dios es totalmente distinto de los hombres. Es el Todo Otro. Mas el Dios infinitamente grande se inclina como un Padre sobre sus hijos. A todos quiere, a todos desea salvar, mas qu hace el hombre? Aos pares Jeremas 14,17-22: Recuerda, Seor y no rompas tu alianza con nosotros. El profeta Jeremas describe el inmenso desastre que se ha abatido sobre el pueblo. ste hace penitencia. Esta confesin colectiva de los pecados atrae la misericordia de Dios. Esa confesin es una manifestacin de gran fe, por la cual se expresa que la bondad de Dios es inmensamente mayor que los pecados de los hombres. As se han expresado generalmente los Santos Padres, como San Jernimo: No dudis del perdn, pues, por grandes que sean vuestras culpas, la magnitud de la misericordia divina perdonar, sin duda, la enormidad de vuestros muchos pecados (Comentario sobre el profeta Joel). Y San Gregorio Magno: Consideramos cun grandes son las entraas de su misericordia, que no slo nos perdona nuestras culpas, sino que nos promete el reino celestial a los que se arrepientan despus de ellas (Homila 19 sobre los Evangelios). Sigue el clamor penitencial en el Salmo 78: Lbranos, Seor, por el honor de tu nombre... Lbranos de nuestros pecados... salva a los condenados a muerte..., nosotros, ovejas de tu rebao.. La Iglesia sabe que el pecado es la causa de inmensas ruinas espirituales y materiales (Gaudium et spes 13). El pecado profana el templo espiritual de las almas, donde mora el Espritu Santo; por el pecado Cristo derram su propia sangre. Tengamos presente lo que dice San Pablo en la Carta a los Romanos 2,24: que el nombre de Dios no sea blasfemado entre los paganos por vuestra culpa. La Iglesia sufre por la descristianizacin de los pueblos en los que se ha sembrado abundantemente la semilla evanglica. Mateo 13,36-43: La cizaa arrancada y quemada simboliza el fin del tiempo. Cristo da a conocer que en el estado actual del Reino una lucha constante enfrentar al Hijo del hombre con el Maligno, pero al final vencer y los justos brillarn como el sol. Comenta San Agustn: Ved lo que preferimos ser en su campo; considerad cules nos hallar la siega. El campo que es el mundo, es la Iglesia, difundida por el mundo. Quien es trigo persevere hasta la siega; los que son cizaas, hganse trigo. Porque entre los hombres y las espigas de verdad o la cizaa real hay esta diferencia: cuando nos referimos a la agricultura, la espiga es espiga y la cizaa. Pero en el campo del Seor, esto es, la Iglesia, a veces lo que era trigo se hace cizaa y lo que era cizaa se convierte en trigo y nadie sabe lo que ser maana...

Escuchad, carsimos granos de Cristo; escuchad carsimas espigas de Cristo; escuchad carsima mies de Cristo; reflexionad sobre vosotros mismos, mirad a vuestra conciencia, interrogad a vuestra fe, preguntad a vuestra caridad, despertad vuestra conciencia y si os reconocis mies de Cristo, traed a vuestra mente: quien perseverare hasta el fin, se ser salvo (Mt 10,22). Pero quien al escudriar su conciencia, se encontrare entre la cizaa, no tema cambiarse. Todava no hay orden de cortar; an no lleg la siega; no seas hoy lo que eras ayer; o no seas maana lo que eres hoy (Sermn 73, A,1-2). Mircoles Aos impares xodo 34,29-35: Al ver el rostro iluminado de Moiss no se atrevieron a acercarse a l. San Pablo alude a esto en su carta segunda a los Corintios 3,18: en la nueva Alianza, los discpulos reflejan como en un espejo la gloria del transformado en su misma imagen. Moiss aparece como un hombre de Dios, capaz de un acercamiento especial con Yav y su misterio y sembrando con ello su misin de mediador. Comenta San Juan Crisstomo: El cristiano, purificado por el Espritu Santo en el sacramento de la regeneracin es transformado, segn la expresin del Apstol, en imagen del mismo Jesucristo. No solamente contempla la gloria del Seor, sino que toma para s mismo algunos rasgos de esta gloria divina... El alma regenerada por el Espritu Santo recibe y difunde a su alrededor el resplandor de la gloria celeste que le ha sido comunicado (Homila sobre 2 Cor,7). Rezamos con el Salmo 98: Santo eres, Seor, Dios nuestro... Moiss y Aarn, con sus sacerdotes, Samuel con los que invocan su nombre, invocaban al Seor y l responda. Dios les hablaba desde la columna de nube, oyeron sus mandatos y la ley que les dio. Ciertamente, Moiss, Aarn y Samuel fueron tres grandes siervos de Dios que tuvieron con l una gran intimidad; pero el cristiano tiene un privilegio mayor y es que puede conocer a Dios trascendente en la Persona de Cristo, como dice San Juan: A Dios nadie le vio jams, Dios unignito que est en el seno del Padre, se lo ha dado a conocer (Jn 1,18). Aos pares Jeremas 15,10.16-21: Por qu se ha vuelto crnica mi llaga? Si vuelves, estars en mi presencia. Jeremas manifiesta su gran amargura y sufrimiento, por las contradicciones que tiene que soportar. Dios lo consuela y responde a sus plegarias prometindole una gran fuerza para continuar su misin proftica. Poner fin a la duda negando a Dios o rompiendo los compromisos contrados con l no es digno del misterio de Dios. Es menester permanecer firmes en las noches oscuras del sentido y del espritu y ver venir la luz, tener confianza en Dios y esperar que la solucin vendr sin duda alguna. Estar en vela como aquellos centinelas de que trata el profeta Isaas. Un canto que inspira confianza es el Salmo 58 y de l se han escogidos algunos versos como Salmo responsorial: Dios es mi refugio en el peligro... lbrame de mi enemigo, protgeme de mis agresores, lbrame de los malhechores y de los hombres sanguinarios.. Porque T, oh Dios, eres mi Alczar. La verdadera felicidad del hombre slo se encuentra en la fidelidad a Dios, que es Padre amoroso. Apartarse de l, equivale a ir al dolor, a la angustia, a la muerte. Con l tenemos seguridad en medio de los muchos peligros en que podemos encontrarnos y, de hecho, nos encontramos. Nada ms doloroso que la pasin de Cristo, pero l resucit y est sentado a la derecha del Padre. A sus discpulos no les faltarn sufrimientos, pero del mismo modo tambin para ellos vendrn la gloria, la luz esplendorosa y el triunfo. Mateo 13,44-45: Vende todo lo que tiene y compra el campo. Son dos parbolas casi idnticas: perla y tesoro. Al hallar eso el buen mercader vende todo lo que tiene para comprar algo de mucho ms valor. San Hilario de Poitiers escribe:

Con la parbola del tesoro en el campo, l muestra las riquezas de nuestra esperanza puesta en l. Efectivamente, Dios ha sido encontrado en un hombre; para comprarlo deben ser vendidas todas las riquezas de este mundo. As adquiriremos las riquezas eternas, el tesoro celestial, dando vestido, comida y bebida a quienes de ello tengan necesidad. Mas es necesario observar que el tesoro se ha encontrado escondido... El tesoro ha estado escondido porque deba ser comprado tambin el campo. En efecto, con el tesoro en el campo, como hemos dicho, se entiende Cristo encarnado, que se encuentra gratuitamente. La enseanza de los Evangelios es de suyo completa. Pero no hay otro modo de utilizar y poseer este tesoro con el campo si no es pagando, ya que no se poseen las riquezas celestiales sin sacrificar el mundo (Comentario al Evangelio de San Mateo 13,7). San Agustn dice que la piedra preciosa es la caridad: Tambin vuestra sociedad es un negocio de cosas espirituales, para ser semejante a los mercaderes que buscan la piedra preciosa. Esta no es otra que la caridad, que ser derramada en vuestros corazones por el Espritu Santo que os ser dado (Sermn 212,1). Jueves Aos impares xodo 40,14-19.32-36: La gloria de Dios en el santuario. Una nube cubra la tienda levantada por Moiss, segn las rdenes de Dios. En la Nueva Alianza el verdadero templo de Dios es Cristo. El tabernculo, el arca y el sacerdocio aseguran al pueblo la presencia de Dios. No se trata, sin embargo, de una presencia automtica. Se percataban de que Yav slo est presente donde reinan la fidelidad y la conversin y, sobre todo, con los que son pobres de Yahv, como aparece en los captulos 56, 57, 60, 63 y 66 de Isaas. La Biblia y la Tradicin cristiana son unnimes en encarecer la eficacia santificadora del ejercicio de la presencia de Dios: anda en mi presencia y s perfecto, dice Dios a Abrahn (Gn 17,1). Quien est plenamente convencido de que Dios le est mirando, se esforzar en evitar todo lo que pueda ofenderle y procurar estar recogido y hacer todo como corresponde a un hijo de Dios. San Columbano explica: Dios est en todas partes, es inmenso y est cerca de todos, segn atestigua l mismo: Yo soy un Dios cercano, no lejano. El Dios que buscamos no est lejos de nosotros, ya que est dentro de nosotros, si somos dignos de esa presencia (Instrucciones sobre la fe,1). Para San Ignacio de Antioqua: Nada hay escondido para el Seor, sino que an nuestros secretos ms ntimos no escapan a su presencia. Obremos, pues, siempre conscientes de que l habita en nosotros, para que seamos templos suyos y l sea nuestro Dios en nosotros, tal como es en realidad y tal como se manifiestar ante nuestra faz; por esto tenemos motivos ms que suficientes para amarlo (Carta a los Efesios). Lgicamente se han escogido algunos versos del Salmo 83 para Salmo responsorial: Qu deseables son tus moradas, Seor de los Ejrcitos! Mi alma anhela los atrios del Seor... Dichosos los que viven en tu casa alabndote siempre... Vale ms un da en tus atrios que mil en mi casa... Esto es ms cierto en las iglesias cristianas, donde se tiene a Cristo realmente presente en la sagrada Eucarista. Este Salmo expresa la alegra y el abandono en Dios del que vive en su gracia. Expresa tambin la felicidad de pertenecer a la Iglesia y poder gozar en las celebraciones litrgicas los beneficios del amor de Cristo. Los que anhelan la perfeccin espiritual y la unin con Dios encuentran aqu, en este Salmo, la plegaria que mejor cuadra a sus aspiraciones. Aos pares Jeremas 18,1-6: Como el barro en manos del alfarero. Soberana total de Dios sobre el pueblo de Israel y todo el mundo. San Pablo tambin usa esa imagen de la eleccin. Este tema subraya la iniciativa de Dios en su designio sobre el hombre. Todo esto se conjuga con la propia libertad del hombre que el mismo Dios le ha otorgado. Dios quiere que el hombre corresponda, por voluntad

propia, por amor, a los designios de amor por parte de Dios. Esto se corresponde mejor con la visin de Cristo en la Cruz, donde se patentiza el supremo amor de Dios y la libertad del hombre. Cristo en la Cruz or por sus verdugos. La lectura anterior nos ofrece una total confianza en manos de Dios, abandono en su divina providencia, aunque nosotros tengamos el deber de hacer todo lo que podamos por nuestra parte. Por eso decimos en el Salmo 145: Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob... Alaba, alma ma, al Seor: alabar al Seor mientras viva, taer para mi Dios mientras exista. No confiis en los prncipes, seres de polvo que no pueden salvar; exhalan el espritu y vuelven al polvo, ese da perecen sus planes. Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Seor su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en l. Mateo 13,47-55: Seleccin de los peces buenos y abandono de los malos. Es una descripcin del juicio final como la que hace San Jernimo: Una vez cumplida la profeca de Jeremas que dice : He aqu que os envo a muchos pescadores. Andrs, Santiago y Juan, hijos del Zebedeo oyeron estas palabras: seguidme y os har pescadores de hombres (Mt 4,19), entretejieron tomando del Antiguo y Nuevo Testamento la red de las doctrinas evanglicas y la arrojaron al mar de este siglo. Hasta el da de hoy est tendida en medio de las olas y recoge todo lo que cae de estos abismos salados y amargos, es decir, hombres buenos y malos, peces mejores y peores. Cuando llegue la consumacin y el fin del mundo, como l mismo lo explica ms claramente a continuacin, la red ser sacada a la orilla; entonces se mostrar el juicio verdadero, la seleccin de los pescados. Como en un puerto muy tranquilo, los buenos sern puestos en los recipientes de las mansiones celestiales. Pero el fuego de la gehenna recibir a los malos para quemarlos y calcinarlos (Comentario al Evangelio de Mateo 13, 47-49). Viernes Aos impares Levtico 23,1.4-11.15-16.27.34-37: Asambleas litrgicas en las solemnidades del Seor. Entre los judos se encuentran estas solemnidades litrgicas: Pascua y los Azimos, Pentecosts, Da de Expiacin y Fiesta de la Tiendas. Las fiestas para los israelitas tienen un sentido muy preciso que supera su origen. No se trata ya de una sumisin del hombre a la naturaleza, sino de su comunin con Dios en la realizacin de una historia de salvacin. Las fiestas judas conmemoran las principales etapas de esta colaboracin de la libertad de Dios con la del hombre en la construccin del mundo y en la orientacin de su historia. Con todo, esto no lleg a su plenitud sino con Jesucristo: l es nuestra Pascua, nuestro Pan zimo, nuestra Nueva Alianza, nuestra promesa de felicidad. Todas las fiestas cristianas son esencialmente los misterios de Cristo reactualizados sacramentalmente, por medio de los cuales nos ponemos en contacto con su Persona y recibimos su gracia para unirnos ms a l en el amor. Si esto desaparece la fiesta carece de sentido. Otra vez nos encontramos con el Salmo 80 para reflexionar sobre la lectura anterior. Esto indica la solemnidad con que comienza este himno, invitando a una alegra extraordinaria, acompaada con toda clase de instrumentos msicos, panderos, ctaras, arpas, trompetas... Aclamad a Dios nuestra fuerza... Acompaad, tocad los panderos, las ctaras templadas y las arpas; tocad la trompeta por la luna nueva, por la luna llena que es nuestra fiesta, porque es una ley en Israel, un precepto del Dios de Jacob, una norma establecida para Jos al salir de la tierra de Egipto... Todo esto tiene un gran sentido religioso, porque las fiestas litrgicas han de ser una fuente de alegra, y una afirmacin rotunda de la soberana de Dios, el Dios nico. Celebramos el comportamiento bienhechor y salvfico de Dios para con el hombre y que l es el nico que puede exigir el tributo de reverencia y sumisin del hombre. Aos pares

Jeremas 26,1-9: El pueblo se junt en el templo del Seor. Nueva exhortacin de Jeremas para que el pueblo se mantenga fiel a la ley de Dios, de lo contrario le vendr la ruina y desolacin. Esta exhortacin le acarrea la incomprensin y el castigo por parte de los hombres que no quieren salir de su pecado y tener espritu para un culto de mente y corazn, interior y comprometido. Pero todo eso conduce al atesmo, como lo indic Pablo VI: la secularizacin es un terreno frtil para el atesmo (19-III-1971). La Constitucin conciliar Sacrosanctum Concilium subraya ms de diez veces el carcter sagrado de la liturgia y afirma que es accin sagrada por excelencia. Mateo 13,54-58: De dnde le viene a Cristo toda su doctrina? Es la pregunta que se hacan sus paisanos. Su doctrina y su autoridad hizo estallar de admiracin a sus paisanos, pero era una admiracin de escndalo. Conocan a sus familiares y saban que el Mesas nadie sabra de dnde vena. Pero, por sus hechos y doctrina podan deducir que un mero hombre no poda hacerlos. Comenta San Jernimo: Observa la necedad de los nazarenos: se preguntan asombrados de dnde le viene la sabidura a la Sabidura y de dnde el poder al Poder. El error es evidente; pensaban que era el hijo del carpintero... El error de los judos es nuestra salvacin y la condenacin de los herejes. Hasta tal punto vean en Jesucristo el hombre que pensaban que era hijo de un carpintero. Te asombras de que se equivoquen con respecto a sus hermanos cuando se equivocan con respecto al padre? La envidia hacia un conciudadano es casi natural. No consideran las obras actuales del hombre, sino que recuerdan la debilidad de su infancia, como si ellos mismos no hubieran alcanzado la edad madura por esas mismas etapas. No all muchos milagros a causa de su incredulidad. No porque no pudiera hacer muchos milagros tambin para estos incrdulos, sino para no condenar, haciendo muchos, a sus conciudadanos incrdulos. Asimismo puede entenderse de otra manera que Jess haya sido despreciado en su casa y en su patria, es decir, en el pueblo judo. Por eso hizo all pocos milagros, para que no fueran totalmente inexcusables. Pero cada da hace signos ms grandes entre los gentiles por medio de sus apstoles, no tanto sanando los cuerpos como salvando las almas (Comentario al Evangelio de Mateo 13,5358).

Sbado Aos impares Levtico 25,1.8-17: Ao jubilar. Cada cincuenta aos hay que celebrar un jubileo a las deudas. Jess, comentando una pgina del profeta Isaas en la sinagoga de Nazaret, proclamar el ao de gracia del Seor, que traer el perdn de los pecados (Lc 4,21). Ser un ao jubilar espiritual. Cristo enfoca su ministerio como un verdadero ao jubilar. Lo pone de manifiesto en muchas ocasiones (Mt 11,2-6; Lc 1,77; cf. Ef 1,7). Lo manifiesta de modo particular por su poder de perdonar los pecados, cosa que irrita a sus enemigos (Mt 9,6). El ministerio pblico de Jesucristo ser, en efecto, una serie ininterrumpida de liberaciones, curaciones, perdn de deudas y de pecados. Esto mismo confa a sus apstoles y a sus sucesores: obispos y presbteros. El sacramento de la penitencia es un gran regalo hecho por Cristo a su Iglesia. Hemos de acercarnos frecuentemente a l con verdadero espritu, con dolor de haber ofendido a Dios, con arrepentimiento de todos los pecados. Esto debe movernos a dar gracias a Dios y alabarlo como se hace con el Salmo 66: Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben... El Seor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros... que canten de alegra las naciones... que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. Es como el padrenuestro del Antiguo Testamento. Lo que se pretende con este Salmo es que Dios sea reconocido como Seor universal de toda la tierra. Es lo que pedimos en el padre ha mostrado al Padre. Rostro misericordioso y sereno que ilumina a cuantos creen en l. En Cristo hemos conocido la benignidad de Dios, su infinita misericordia, siempre dispuesta al perdn. Todos los pueblos

estn llamados a dar gracias al Seor a alabarlo, porque a todos llama l a la salvacin y los hace partcipes de sus bendiciones. Aos pares Jeremas 26,11-16.24: El profeta enviado por Dios a predicar. No tiene temor alguno de confesar la misin para la que ha sido elegido por el Seor. l es inocente. Es slo instrumento escogido por Dios en favor de su pueblo. Tres razones: Es profeta de Dios, sus palabras expresan la voluntad divina y esas palabras producirn no obstante la oposicin y la contradiccin de los hombres. Es lo mismo que siglos ms tarde dirn los apstoles y discpulos de Cristo. Esto mismo hemos de hacer hoy, aunque el mundo sea adverso a la doctrina del Evangelio y hemos de hacerlo con la palabra y el testimonio de una vida totalmente evanglica. Cristo y su Espritu ayudan siempre, como lo vemos en tantos apstoles santos, que proclaman sin cesar el mensaje salvador de Jesucristo, aunque por ello tengan que sufrir e incluso derramar su propia sangre. Oramos con el Salmo 68: Escchame, Seor, el da de tu favor... que no me hunda en el cieno, lbrame de las aguas sin fondo... Es una splica impresionante para que Dios socorra al que se encuentra abandonado y lo salve del borde de la muerte, ya que es objeto de todas las injurias de los hombres. Sin embargo, no deja de confiar en Dios, aun en esa situacin extrema, sino que espera verse libre de sus enemigos e incluso que sirva de ejemplo para que se alegren los humildes. En el Nuevo Testamento se aplican a Cristo muchos versos de este salmo. De los labios de Cristo pasa esta splica a los de la Iglesia, tantas veces atribulada con persecuciones, cismas, herejas, desobediencias e insurreccin. Ayuda este Salmo a entrar en el espritu de Cristo paciente y nos ofrece una saludable meditacin sobre la pasin del Seor. Mateo 14,1-12: Juan decapitado por Herodes. Sus discpulos acuden a Cristo. El Bautista muere como vctima de la prioridad de lo poltico sobre lo espiritual, del instinto sobre el espritu. San Jernimo dice: Juan Bautista, que haba venido con el espritu y la fuerza de Elas, quien haba reprendido a Ajab y a Jezabel, reprocha a Herodes y Herodas, por haber contrado matrimonio ilcito, porque en vida de su hermano no le estaba permitido casarse con la hermana de ste. Prefiri arriesgarse a perder el favor del rey antes que adularlo olvidando los preceptos de Dios... Tema una sedicin del pueblo a causa de Juan, saba Herodes que l haba bautizado a numerosas multitudes en el Jordn, pero lo venca el amor de la mujer cuyo ardor le haba hecho descuidar los preceptos de Dios... Herodas, temiendo que un da Herodes se arrepintiera o que se reconciliara con su hermano Filipo y que un repudio dejara sin efecto su matrimonio ilcito, aconseja a su hija que pida de inmediato en pleno banquete la cabeza de Juan: digno premio de sangre por la digna obra de una bailarina... Excusa su crimen pretextando el juramento; bajo el manto de la piedad deviene el impo... Quiere que todos participen en su crimen para que se presenten alimentos sangrientos en el banquete de la lujuria y la impureza... La que bail pide como precio sangriento la cabeza del profeta, para tener en su poder la lengua que censuraba un matrimonio ilcito. Esto sucedi literalmente. Pero nosotros hasta hoy vemos en la cabeza del profeta Juan a Cristo, Cabeza de profetas, a quien los judos hicieron perecer (Comentario al Evangelio de Mateo 1-11).

18 Semana Domingo Entrada: Dios mo, dgnate librarme; Seor, date prisa en socorrerme. Que t eres mi auxilio y mi liberacin; Seor, no tardes (Sal 69,2.6).

Colecta (del Veronense, retocada con textos del Gelasiano y Gregoriano): Ven, Seor, en ayuda de tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te suplican, y renueva y protege la obra de tus manos en favor de los que te alaban como creador y como gua. Ofrendas (del Misal anterior, retocada con textos del Veronense): Santifica, Seor, estos dones; acepta la ofrenda de este sacrificio espiritual y a nosotros transfrmanos en oblacin perenne. Comunin: Nos has dado pan del cielo, Seor, que brinda toda delicia y sacia todos los gustos (Sab 16,20); o bien: Yo soy el pan de vida. El que viene a m no pasar hambre, y el que cree en m no pasar sed, dice el Seor (Jn 6,35). Postcomunin (del Misal anterior, retocada con textos del Gelasiano): A quienes has renovado con el pan del cielo, protgelos siempre, Seor, y, ya que no cesas de reconfortarlos, haz que sean dignos de la redencin eterna.

CICLO A La multiplicacin de los panes y peces (lectura evanglica) ha sugerido el texto de Isaas 55,1-3, en el que el Seor invita a comer y a beber gratis. En la segunda lectura San Pablo corona su exposicin con un himno al amor de Dios. La liturgia de la palabra es hoy una proclamacin de la condicin vivificante de Cristo y una meditacin profunda sobre la grandeza de cuantos, por la fe, hemos conocido el gran acontecimiento de la Eucarista. Por lo mismo, es un da de gratitud y de responsabilidad, de amor intenso y de fidelidad amorosa al Padre que as nos ha amado en su Hijo unignito. Isaas 55,1-3: Daos prisa y comed. La idea de convite de comunin con Dios y de llamamiento divino a participar en l aparece en los vaticinios mesinicos como un reclamo amoroso de Dios invitndonos a la salvacin. En todos los dones que nos ofrece ese texto de Isaas se subraya la gratuidad. A tal gratuidad de amor y de benevolencia se contrapone la desidia del hombre, que pretende busca en s mismo su felicidad. San Jernimo dice: Haba dicho que todo vaso falso haba de ser machacado contra la Iglesia, y toda voz y lengua que se armara contra la lengua de Dios haba de ser superada. Provoca a los creyentes a venir al ro de Dios, lleno de aguas, y cuyo mpetu alegra la ciudad de Dios, para que beban en las fuentes del Salvador. Dice a la Samaritana: si conocieras el don de Dios..., te habra dado agua viva (Jn 4,10). Y en el templo: si alguno tiene sed, que venga a M y beba... (Jn 7,37-38), significando al Espritu Santo... De ella se dice con palabra mstica: mi alma tiene sed de Dios (Sal 41,2), y en otro lugar: me han abandonado a M, fuente de aguas vivas, para cavarse aljibes agrietados (Jer, 2,13). Estas aguas las esparcen las nubes, por las que llega la verdad de Dios (Is 45,8) (Comentario al profeta Isaas). En el Salmo 144 prosigue el tema de la lectura: Abres t la mano, Seor, y nos sacias de favores... Todos aguardan a que l nos d la comida a su tiempo... l abre la mano y sacia de favores a todos viviente... est cerca de los que lo invocan sinceramente. Alabamos a Dios, digno de toda alabanza por su infinita grandeza, por la sublimidad maravillosa de sus obras. Pero, sobre todo, por su inmensa bondad, por su misericordia y generosidad, ya que todos los dones que tenemos lo debemos a l. Romanos 8,35.37-39: Ninguna criatura podr apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo. Frente al mundo increyente o anticristiano que dramticamente pretende arrancar al creyente del amor de Dios garantizado por Cristo, el mismo Cristo es quien nos mantiene en el amor del Padre y nos vivifica. Comenta San Agustn: Por la paciencia fueron coronados los mrtires: Deseaban lo que no vean y despreciaban los sufrimientos. Fundados en esta esperanza decan: Quin nos separar del amor de Cristo?... (Rom 8,23 s.). Dnde est el por quin? Porque por Ti vamos a la muerte cada da. Por Ti. Y dnde est?: Dichosos los que no vieron y creyeron (Jn 20,29). Mira dnde est: En ti, pues en ti

est tu misma fe. O nos engaa el Apstol que dice que Cristo habita por la fe en nuestros corazones? (Ef 3,17). Ahora habita por la fe, luego por la visin; por la fe mientras estamos en camino, mientras dura nuestro peregrinar... Todo lo que aqu buscamos, todo lo que aqu tenemos por grande, todo eso ser para ti... Estando en posesin de la caridad y nutrindola en nosotros, perseveremos con confianza en Dios, con su ayuda, y digamos hasta que l se apiade y lo lleve a la perfeccin: Quin nos separar del amor de Cristo...? (Sermn 158,8-9). La garanta del cristiano es el amor inquebrantable y gratuito de Dios, no la propia voluntad de corresponder a l, aunque sea muy decidida y comprometida. Toda la teologa de la gracia de modo incisivo y entusiasta est contenida en esa lectura paulina, corta, pero densa y luminosa. Mateo 14,13-21: Comieron hasta quedar satisfechos. Si Jesucristo, Dios-Hombre entre los hombres, tena poderes divinos para dar vida a los cuerpos, mucho ms para dar vida a las almas. Comenta este evangelio San Jernimo: Levanta los ojos al cielo para ensearnos a dirigir hacia all nuestra mirada. Tom en sus manos los cinco panes y los dos pececitos, los parti y se los dio a sus discpulos. Cuando el Seor parte los panes abundan los alimentos. En efecto, si hubieran permanecido enteros, si no hubieran sido cortados en trozos ni divididos en cosecha multiplicada no hubieran podido alimentar a las gentes, los nios, las mujeres, a una multitud tan grande. Comenta San Jernimo: Por eso la Ley con los profetas es fraccionada en trozos y son anunciados los misterios que contiene para que lo que estaba ntegro y en su primer estado no alimentaba, dividido en partes, alimente a la multitud de los pueblos. Cada uno de los apstoles llena su canasto con los restos del Salvador para tener luego que alimentar a los pueblos o bien para mostrar con esos restos que los panes multiplicados eran panes verdaderos. Trata a la vez de explicar cmo en un desierto, en una soledad tan vasta donde no se encuentran sino cinco panes y dos pececitos, tan fcilmente se hallan doce canastos (Comentario al Evangelio de Mateo 14,19-20. Jess rompe la ley, y los misterios que contiene escondidos en su interior son ahora revelados. Es lo que quiere decir San Jernimo y lo mismo dice San Agustn (La ciudad de Dios 4,33 y 16,26,2). CICLO B La multiplicacin de los panes y de los peces dio ocasin a Jesucristo a exponer la admirable doctrina del Pan de la vida. Esto ha sugerido la primera lectura sobre el man en el desierto (Ex 16,2-4.12-15). San Pablo nos recuerda en la segunda lectura que el cristiano es un hombre nuevo. Ha de abandonar el hombre viejo que haba en l. La lectura continuada del captulo sexto del Evangelio segn San Juan nos presenta el acontecimiento eucarstico como misterio de participacin de la vida divina del Verbo encarnado en plenitud de vida para nosotros. En la plenitud de los tiempos Cristo es el verdadero man, que da la vida divina y la salvacin real de los elegidos de Dios para la eternidad. Participar de esta vida, viviendo el misterio de Cristo y dejndonos transformar por l, es la finalidad del acontecimiento salvfico del Hijo de Dios vivo y viviente en medio de su Iglesia (Jn 10,10). xodo 16,2-4.12-15: Yo har llover pan del cielo. Peregrinos los israelitas por el desierto hacia la tierra de promisin, el alimento providencial del man fue signo permanente del amor divino sosteniendo su indigencia de emigrantes. San Gregorio Magno dice: Truena Dios maravillosamente con su voz, porque con fuerza oculta penetra incomparablemente nuestros corazones y, cuando con secretos impulsos los oprime en el terror y los reforma en el amor, publica de alguna manera calladamente con cunto ardor debe ser seguido; y hcese en el alma una grandeza de mpetu, aunque no suena nada en la voz. La cual tanto ms fuertemente resuena en nosotros cuanto hace ensombrecer el odo de nuestro corazn de todo sonido exterior. Por lo cual el alma, recogida luego en s misma por esta voz interior, se maravilla de lo que oye, porque recibe la fuerza de la compuncin no conocida. La admiracin de la cual fue bien figurada

en Moiss cuando el man vino de arriba (Ex 16,15). Porque aquel dulce manjar es llamado man que quiere decir :Qu es esto? Y entonces decimos: qu es esto, cuando, no sabiendo lo que vemos nos maravillamos (Tratados morales sobre el libro de Job 27,42). Con el Salmo 77 decimos: El Seor les dio pan del cielo... Dio orden las altas nubes, abri las compuertas del cielo. Hizo llover sobre ellos man, les dio pan del cielo. El hombre comi pan de ngeles, el Seor les mand provisiones hasta la hartura... Efesios 4,17.20-24: Vestos de la nueva condicin humana creada a imagen de Dios. En la Nueva Alianza Cristo mismo es el misterio de la vida divina que nos vivifica y nos transforma en hijos suyos. El paso de una situacin a otra se denomina nueva creacin No se trata de un cambio exterior, como el que tendra lugar en quien cambia de vestido, sino de una renovacin interior, por la que el cristiano, al ser hecho nueva criatura en Jesucristo, puede vivir la justicia y la santidad con una profundidad y verdad que superan las fuerzas de la propia naturaleza humana. San Anastasio Sinata dice: Entrar en la iglesia y honrar las imgenes sagradas y las veneradas cruces, no basta por s solo para agradar a Dios, como tampoco lavarse las manos es suficiente para estar completamente limpio. Lo que verdaderamente es grato a Dios es que el hombre huya del pecado y limpie sus manchas por la confesin y la penitencia. Que rompa las cadenas de sus culpas con la humildad del corazn (Sermn sobre la sagrada sinaxis). Juan 6,24-35: El que viene a M no pasar hambre, y el cree en M no pasar nunca sed. Cristo se nos presenta como providencia amorosa y como Redentor definitivo que nos ofrece la salvacin eterna. Comenta San Agustn: Necesitamos el consejo de cmo llegar a l para saciarnos de Aquel del que ahora apenas conseguimos una migajas, para no perecer de hambre en este desierto; sobre cmo llegar a la hartura de ese Pan del que dice el Seor. Necesitamos el consejo sobre cmo conseguir esa saciedad de Pan tan distinta de la saciedad de quien sufre el hambre de aqu abajo (Sermn 389,2). Dios pone a disposicin del hombre su vida una vida que no termina jams, pues supera la muerte. Esta vida se identifica con el Hijo que el Padre ha dado al mundo. Aceptar al Hijo equivale a entrar en el crculo de la vida divina. El hombre tiene que abrirse al Hijo. En una palabra, tener fe en l, tomar una decisin por l y vivir de l. Hemos de repartir el pan material, para que el mundo entero se acerque al Pan espiritual, esto es, la Sagrada Eucarista. Tenemos una gran responsabilidad de una comunin vital con el Corazn de Cristo vivo, que deber dar nuevo sentido a toda nuestra vida, ms all del altar y del templo, si no queremos profanar con nuestra conducta lo que la Eucarista significa y exige. CICLO C La codicia de que nos habla el Evangelio de hoy est relacionada con la primera lectura: Vaciedad sin sentido; todo es vaciedad. Nueva vida, nos dice San Pablo, han de vivir los que han sido bautizados, pues son un hombre nuevo. Esto hace que caminemos hacia el encuentro del Seor. Las lecturas de este domingo nos recuerdan el principio y fundamento de los Ejercicios de San Ignacio de Loyola: El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios y mediante esto salvar su alma. Todo lo dems vale tanto en cuanto. Caminamos hacia Dios. Somos peregrinos. Nos realizamos en Cristo. Eclesistico 1,2; 2,21-23: Qu saca el hombre de todo su trabajo?. El insondable misterio de la muerte y de la limitacin de la felicidad humana, sin perspectivas de eternidad, son una fuente permanente de defraudacin, que slo la fidelidad en Dios puede esperar. Dice San Gregorio Magno:

Cosas vanas hacemos cuando pensamos en las cosas transitorias; y de aqu es que se dice envanecer lo que de repente es quitado de los ojos de los que lo miran... As que las cosas que pasan son vanas, segn que dice Salomn (Ecl. 1,2). Pero convenientemente despus de la vanidad sigue luego la maldad, porque, cuando somos llevados por algunas cosas transitorias, somos atados culpablemente en algunas de ellas; y como el alma no tiene estado de firmeza, procediendo de s misma con inconstancia, cae en los vicios. As que de la vanidad se cae en la maldad, porque el alma, acostumbrada a las cosas mudables, como siempre salta de unas cosas a otras, allgase a las culpas que nuevamente nacen (Tratados morales sobre el libro de Job 10,20-21). El Salmo 94 recuerda al pueblo judo, y ahora a nosotros, las prevaricaciones de tiempos pasados: No endurezcis el corazn como en Merib, como el da de Mas en el desierto. Podemos encontrarnos tambin nosotros en situaciones semejantes. Es mejor: aclamar al Seor, postrados por tierra, bendiciendo al Seor, Creador nuestro, no slo con nuestros labios, sino, sobre todo, con el corazn y las obras buenas. Colosenses 3,1-5.9-11: Buscad los bienes de arriba, donde est Cristo. Incorporado al misterio redentor por la renuncia al hombre viejo y por la nueva vida en Cristo, el autntico cristiano puede superar a diario el riesgo de frustracin de su vida para la eternidad. San Agustn ha comentado con frecuencia este pasaje paulino en sus sermones. Escogemos un sermn predicado en Hipona en la octava de Pascua: Escuchemos lo que dice el Apstol: Si habis resucitado con Cristo... Cmo vamos a resucitar si an no hemos muerto? Qu quiso decir entonces el Apstol con esas palabras? Acaso l hubiera resucitado si o hubiera muerto antes? Hablaba a personas que an vivan, que an no haban muerto y ya haban resucitado. Qu significa esto? Ved lo que dice: si habis resucitado con Cristo saboread las cosas de arriba, buscad las cosas de arriba... Si vivimos bien, hemos muerto y resucitado; quien, en cambio, an no ha muerto ni resucitado, vive mal todava; y, si vive mal, no vive; muera para no morir. Qu significa muera para no morir? Cambie para no ser condenado... A quien an no ha muerto, le digo que muera; a quien an vive mal, le digo que cambie. Si vive mal, pero ya no vive, ha muerto; si vive bien, ha resucitado... Por tanto, mientras vivimos en esta carne corruptible, muramos con Cristo, mediante el cambio de vida, y vivamos con Cristo, mediante el amor a la justicia. La vida feliz no hemos de recibirla ms que cuando lleguemos a Aquel que vino hasta nosotros y comencemos a vivir con quien muri por nosotros (Sermn 231,3ss). Lucas 12,13-21: Lo que has acumulado de quin ser? La misin redentora de Cristo de Cristo Jess no fue la de solucionarnos la felicidad materialista en el tiempo, sino la de abrir nuestras vidas ntegras a los verdaderos valores de la eternidad, que nos llevan hasta el Padre. Lo afirma San Ambrosio: El que haba descendido para razones divinas, con toda justicia rechaza las terrenas, y no se digna hacerse juez de pleitos ni repartidor de herencias terrenas, puesto que l tena que juzgar y decidir sobre los mritos de los vivos y de los muertos. Debes, pues, mirar no lo que pides, sino a quien se lo pides, y no creas que un espritu dedicado a cosas mayores puede ser importunado por menudencias. Por esto, no sin razn es rechazado este hermano que pretenda que el Dispensador de los bienes celestiales se ocupara en cosas materiales, cuando precisamente no debe ser un juez el mediador en el pleito de la reparticin de un patrimonio, sino el amor fraterno. Aunque, en realidad, lo que debe buscar un hombre no es el patrimonio del dinero, sino el de la inmortalidad; pues vanamente rene riquezas el que no sabe si podr disfrutar de ellas, como aqul que, pensando derribar los graneros repletos para recoger las nuevas mieses, preparaba otros mayores para las abundantes cosechas, sin saber para quien las amontonaba (Sal 38,7). Ya que todas las cosas de este mundo se quedan en l y nos abandona todo aquello que acaparamos para nuestros herederos; y, en realidad, dejan de ser nuestras todas esas cosas que no podemos llevar con nosotros. Slo la virtud acompaa a los difuntos, slo la misericordia nos sirve de compaera, esa misericordia que acta en nuestra vida como norte y gua hacia las mansiones celestiales, y logra

conseguir para los difuntos, a cambio del despreciable dinero los eternos tabernculos (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VII,122). Lunes Aos impares Nmeros 11,4-15: Yo solo no puedo cargar con este pueblo. Quejas de los israelitas por el man. Moiss se desahoga ante Dios. San Pablo, evocando las murmuraciones del pueblo en el desierto, escribe a los Corintios en su primera Carta, 10,6: No codiciis el mal, como lo hicieron vuestros padres. San Agustn dice: Cuando los cuerpos de los fieles son sometidos a servidumbre, toda disminucin del placer corporal va en provecho de la salud del espritu. Por ello debis guardaros de buscar manjares costosos, o simplemente sustituirlos por otros, a veces, ms exquisitos, bajo la excusa de no comer carne. La mortificacin del cuerpo y su reduccin a servidumbre conlleva reducir los placeres, no cambiarlos por otros. Qu importa un alimento u otro, si la culpa est en el deseo inmoderado del mismo? La voz divina conden a los israelitas por apetecer no slo carnes, sino tambin algunos frutos y alimentos del campo... Por lo tanto, amadsimos, sean cuales sean los alimentos de que os plazca absteneos, recordad las palabras antes mencionadas, para manteneros en vuestros propsitos por religiosa templanza, sin condenar, por sacrlego error, a ninguna criatura de Dios (Sermn 208,1). Con unos versos del Salmo 80 nos unimos a la lectura anterior: Aclamad a Dios, nuestra fuerza. Mi pueblo no escuch mi voz. Israel no quiso obedecer. Ojal me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino. Un Dios tan bueno para con su pueblo, tiene derecho a que se le oiga y se le obedezca como su nico Dios. l ha testimoniado de s mismo narrando todas sus grandes gestas en favor de Israel. Ahora corresponde a los israelitas dar testimonio de s mismos obedeciendo y amando a su Seor. No quisieron. Pero Dios esper su conversin. As tambin nosotros. Todo pecado es una especie de idolatra que sustituye al Dios nico por un capricho. Tambin el Seor espera nuestra conversin, nuestro progreso espiritual. Siempre podemos, debemos, optar por un grado mayor de perfeccin. Aos pares Jeremas 28,1-17: Jeremas sufre la contradiccin del profeta Ananas que asegura al pueblo una liberacin inmediata. Jeremas, desorientado en un principio, cambia de postura y, desenmascarando al falso profeta, denuncia la prxima derrota. El individuo que va a la bsqueda de s mismo, considera que la actitud de la sociedad para con l es la de los falsos profetas, puesto que calla una verdad para ofrecer otra; por otra parte, define la verdad de manera tan absoluta y con una publicidad tan bien orquestada, que el individuo se ver obligado a aceptarla, no por conviccin, sino para ser bien visto, por causa de su buen nombre o, simplemente, para no hacerse notar. Es, por consiguiente, imposible que una sociedad as concebida tenga una alta concepcin de su tica. El falso profeta puede hallarse tambin en los que defienden la lucidez con fanatismo; los que crean poseer ellos solos la verdad, los que no quieren escuchar, sino que se les escuche. Todo ha de ser moderado por la humildad y el amor. De nuevo rezamos unos versos del Salmo 118, el ms largo de todo el Salterio. Humildemente se pide al Seor que nos instruya en sus leyes, que nos aparte del falso camino y nos d la gracia de su voluntad, que no quite de nuestros labios las palabras sinceras, porque queremos esperar en sus mandamientos..., que sea nuestro corazn perfecto en sus leyes, para no quedar avergonzado. A pesar de los lazos y redes del enemigo el fiel medita los preceptos del Seor. Instrudos por l no nos apartamos de sus mandatos. Mateo 14,13-21: La multiplicacin de los panes y peces. Se ha querido ver en este hecho a Cristo como un nuevo Moiss, capaz de saciar al pueblo con alimento de vida y conducirlo a los

pastos definitivos. Toda la narracin de la multiplicacin de los panes y de los peces est concebida de tal manera que aparece realmente Cristo, no como Moiss, sino como superior a l, ofreciendo un alimento de ms valor que el antiguo man, liberando al pueblo del legalismo en que haba cado la ley de Moiss, triunfando sobre las aguas del mar y abriendo acceso a la verdadera Tierra Prometida, no solamente a los miembros del pueblo elegido, sino tambin a los mismos paganos. San Juan Crisstomo comenta este milagro: Por el lugar en que se hallaban, por el hecho de no darles de comer sino pan y peces, y drsele a todos en igual medida y en comn y que a nadie se le procurara mayor porcin que a otro, el Seor daba a las muchedumbres lecciones varias de humildad, de templanza, de caridad, de aquella igualdad que haba de imperar entre todos y de la comunidad de bienes en que haban de vivir... l les dio partidos los cinco panes y stos se multiplicaban en manos de los discpulos. Y no acaba aqu el prodigio, sino que el Seor hace que sobren, y que sobren no slo panes sino tambin fragmentos. Estos mostraban que eran restos de aquellos panes, y los ausentes podan fcilmente comprobar el milagro. Poda muy bien el Seor haber hecho que las gentes no sintieran hambre, pero sus discpulos no se hubieran dado cuenta de su poder, pues eso mismo haba sucedido con Elas (3 Re 17,9-16). El hecho fue que los judos quedaron tan maravillados de este milagro, que intentaron proclamarlo rey, cosa que no hicieron en ningn otro prodigio del Seor. Qu palabra, pues, pudiera explicar cmo se multiplicaban aquellos cinco panes, cmo corran como un ro por el desierto, cmo fueron bastantes para tan ingente muchedumbre? Eran, en efecto, cinco mil hombres sin contar las mujeres ni los nios. Mxima alabanza de aquel pueblo, pues seguan al Seor a par de hombres y mujeres, Cmo se formaron los fragmentos? Porque ste es otro milagro no menor que el primero. Y hubo tantos que se llenaron doce canastos, en nmero igual, ni ms ni menos al de los apstoles. Tomando, pues, los fragmentos, los dio el Seor no a las muchedumbres, sino a los apstoles, pues las gentes eran an ms imperfectas que los apstoles (Homila 49,3 sobre San Mateo). Martes Aos impares Nmeros 12,1-13: Se atrevieron a hablar contra Moiss. En vista de las quejas de la profetiza Mara y de Aarn contra Moiss, el Seor hace resaltar la superioridad de ste, a quien habla como confidente, que tiene, adems, el privilegio de contemplar su gloria. Dice San Jernimo: Aquel caudillo del ejrcito israelita que haba herido a Egipto con diez plagas, y a cuyo mando obedecan cielo, tierra y mares, es proclamado como el hombre ms bondadoso de cuantos entonces haba engendrado la tierra (Num 12,3). Y por eso conserv el poder durante cuarenta aos, pues con la bondad y la mansedumbre atenuaba la arrogancia del mando. El pueblo intenta apedrearlo, y l ruega por los que le quieren apedrear. Es ms: prefiere se le borre del libro de Dios (Ex,32,32) a que el pueblo que se le ha confiado perezca. Quera de este modo imitar a aquel pastor de quien saba que iba a llevar sobre sus hombros las ovejas descarriadas... Tambin el discpulo del Buen Pastor desea ser anatema por sus hermanos y allegados segn la carne, que son los israelitas (cf. Rom 9,3). Y si ste desea perecer para que los perdidos no perezcan, cunto ms los padres buenos debern estar atentos para no provocar a sus hijos a ira y no forzar por una dureza excesiva a que aun los ms dciles se hagan violentos? (Carta 82,3, a Tefilo). Los judos, arrepentidos de haber criticado a Moiss, obtienen el perdn. Tambin nosotros lo obtendremos rezando el Salmo 50: Misericordia, Seor, misericordia, hemos pecado. Tambin nosotros pecamos y tenemos necesidad del perdn de Dios. El venerable Padre Charles de Foucauld escribe: Gracias, Dios mo, por habernos dado esta divina oracin del Miserere... Este Miserere que es nuestra oracin cotidiana... Digamos este Salmo con frecuencia, hagamos a base de l nuestra oracin. l contiene el resumen de todas nuestras oraciones: adoracin, amor, ofrenda, accin de gracias, arrepentimiento, splica. Parte de la consideracin de nosotros mismos y sobre nuestros

pecados, y se eleva hasta la contemplacin de Dios, pasando por el prjimo y orando por la conversin de todos los hombres. La humanidad pecadora, guiada por Cristo, encuentra el camino para pasar de la esclavitud del mal a una vida renovada, obteniendo la efusin del Espritu Santo y un corazn puro santificado por la gracia divina, para ofrecerse a s misma, como sacrificio viviente, santo y agradable a Dios (Rom 12,1), juntamente con Cristo el cual se ha dado como sacrificio de suave olor (Ef 5,2). Aos pares Jeremas 30,1-2.12-15.18-22: Se cambiarn la suerte de las tiendas de Jacob. No obstante la desgracia vaticinada, Dios pronuncia palabras de consuelo, por boca del mismo profeta. La derrota exterior es consecuencia del pecado, pero vendr la reconstruccin y la alegra. Sigue la Alianza porque Dios es siempre fiel a sus promesas. El mesianismo no ha muerto. No puede morir. Espera la venida del Mesas: Cristo. San Jernimo distingue entre la afliccin del pecador y la del inocente: Existen diferentes tipos de aflicciones. Una es la afliccin que padece el pecador como castigo sin remisin; otra es la que padece para que se arrepienta; otra distinta es la que uno puede sufrir, no para que se arrepienta de alguna falta pasada, sino para que no la cometa en el futuro; otra, en fin, es la que padecen muchos, no para que se arrepientan de un pecado pasado ni para impedir que lo cometan en el futuro, sino para que cuando uno es salvado inesperadamente de la afliccin, ame con mayor ardor la esperada potencia del que le salva. De esta forma cuando el sufrimiento alcanza al inocente, permite que por su paciencia obtenga un cmulo de mritos. Como hemos dicho, a veces el pecado es afligido para recibir un castigo sin remisin, tal como se dice a Judea al ser condenada: te golpe con la desgracia del enemigo, con un castigo cruel (Jer 30,14). Y aade: por qu me invocas en la afliccin? Tu dolor es incurable (ib. 30,15) (Libros morales sobre Job prefacio, 12). Las ideas de la lectura anterior siguen en estos versos del Salmo 101, escogidos como responsorial: El Seor reconstruy Sin y apareci en su gloria. Los gentiles temern su nombre, los reyes del mundo su gloria, cuando el Seor reconstruya Sin y aparezca su gloria, y se vuelva a la splica de los indefensos y no desprecie sus peticiones, cuando se renan unnimes los pueblos y los reyes para dar culto al Seor. Dios es eterno y por eso los hijos de sus siervos subsistirn y encontrarn una habitacin estable en el pas que l les ha asignado. Su posteridad vivir eternamente en su presencia. La eternidad de Dios aparece para el salmista como el gran motivo de esperanza para l y para la ciudad santa. La tradicin cristiana ha meditado este Salmo como plegaria de Cristo en su Pasin. l resucit y esta Resurreccin es nuestra liberacin. El salario del pecado es la muerte, pero el don de Dios es la vida eterna en Cristo Seor nuestro (Rom 6,23). Mateo 14,22-36. Cristo andando sobre las olas. Es un signo ms del misterio de su persona que se presenta como Hijo de Dios ante sus discpulos. Comenta este evangelio San Jernimo: Tened confianza. Soy yo. No temis. Pone remedio a lo que interesaba en primer lugar; a los que tienen miedo les manda: tened confianza, no temis. En cuanto a lo que sigue: Yo soy, sin especificar quin es, podan conocer por la voz que les era conocida a quien les hablaba en las oscuras tinieblas de la noche, o bien se acordaban de Aquel que saban haba hablado a Moiss: As dirs a los israelitas: Yo soy me ha enviado a vosotros. Pero le respondi: Seor, si eres T, mndame ir a ti sobre las aguas. En todas partes encontramos la ardentsima fe de Pedro... Tambin ahora, con la misma ardiente fe de siempre, mientras los otros callan l cree poder hacer por la voluntad del Maestro, lo que ste poda por naturaleza. Mndalo y al punto las aguas se volvern slidas y mi cuerpo, pesado por s mismo, se volver liviano... Era ardiente la fe de su alma pero la fragilidad humana lo arrastraba hacia las profundidades. Es abandonado por un momento a la tentacin para que aumente su fe y para que comprenda que ha sido salvado no por una oracin fcil, sino por el poder del Seor...

Si al Apstol Pedro cuya fe y corazn ardiente evocamos antes, si a l que haba pedido con gran confianza al Seor mndame ir a ti sobre las aguas, por haber tenido miedo un momento se le dice: hombre de poca fe, por qu dudaste?, qu se nos dir a nosotros que no tenemos ni siquiera una parte de esa poca fe? (Comentario al Evangelio de Mateo 14,27-31). Mircoles Aos impares Nmeros 13,2-3.26; 14,1,26-30.34-35: Despreciaron una tierra envidiable. Las noticias de los exploradores de la tierra prometida es acogida con murmuraciones. Dios castig la incredulidad. La grandeza de estos hechos no puede ser disimulada por las perversiones y abusos propios de gran parte de los que se revelan. La misma rebelin contra Dios es ya una gran perversin. Dice Orgenes: En este mismo libro que tenemos en las manos: cuando regresaron los exploradores, enviados a inspeccionar la tierra, y diez de ellos, con sus informes psimos, infundieron desesperacin al pueblo, pero los otros dos, a saber, Caleb y Josu, anunciaron las ventajas (Num 13 y 14) y exhortaron al pueblo a permanecer en lo propuesto, les vali del Seor un mrito inmortal, no tanto su confesin, cuanto el miedo de sus compaeros (Homila sobre los Nmeros 16-17,9). La presencia de Dios es siempre fecunda de promociones humanas, sobre todo despus de Cristo, que ha iluminado con su vida y doctrina todas las situaciones en que podemos encontrarnos los hombres. Siempre hemos de proceder con gran espritu de fe, de sumisin y de reverencia a Dios, a Cristo, a su Iglesia, que se rige por pastores escogidos por l. No hay que dudar: Cristo est presente en su Iglesia hasta la consumacin de los siglos, como l mismo prometi, y su palabra no puede fallar. No podemos ser desorientados por las revoluciones, por los dscolos, los insumisos, los orgullosos, los autosuficientes que niegan toda autoridad al Papa y a los obispos en comunin con l. De nuevo el Salmo 105 nos sirve de meditacin a la lectura anterior: acurdate de m, Seor, por amor a tu pueblo: Hemos pecado con nuestros padres, hemos cometido maldades e iniquidades... Olvidaron las obras de Dios, no se fiaron de sus planes, ardieron de avidez en el desierto y tentaron a Dios en la estepa... Se olvidaron de Dios, su Salvador... Tambin nosotros, por nuestros pecados, hemos sido rebeldes. Necesitamos convertirnos a Dios con todo nuestro corazn. Muchas veces nuestra misma historia est descrita en esas pginas bblicas. Es una historia de cadas, de rebeliones, de traiciones... Es la historia del mismo Dios que sigue nuestros pasos y nos llama constantemente a la conversin y a la penitencia. Es la historia de nosotros que, arrepentidos, volvemos a Dios.

Aos pares Jeremas 31,1-7: Con amor eterno te am. Jeremas contempla la restauracin de Israel, fruto del amor eterno de Dios para con los suyos. Sern unos das de alegra para Jerusaln, celebrando al Seor que ha salvado a su pueblo. San Ambrosio explica que: En todo actuar divino est presente la misma misericordia, aunque la gracia vare segn nuestros mritos. El Pastor va a la oveja cansada, es hallada la dracma que se haba perdido, y el hijo, por sus propios pasos, vuelve al Padre, y vuelve a l plenamente arrepentido del error que le acusa sin cesar (Lc 15,1-32). Y por eso, con toda justicia se ha escrito: T, Seor, salvars a los hombres y los animales (Sal 35,7). Y quines son esos animales? El profeta dijo que la simiente de Israel era una simiente de hombres, y la de Jud, una simiente de animales (Jer 31,37) Y por eso Israel es

salvado como un hombre y Jud recogido como una oveja (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas 7,208). Del mismo Jeremas se ha tomado el canto responsorial: El Seor nos guardar como Pastor a su rebao... El que dispers a Israel lo reunir..., porque el Seor redimi a Jacob, lo rescat de una mano ms fuerte, vendrn con aclamaciones a la altura de Sin, afluirn hacia los bienes del Seor... convirti su tristeza en gozo, los alegr y alivi sus penas Esto mismo hace con su Iglesia, con las almas de los pecadores que se convierten, con las almas buenas que reparan los pecados de los dems. Con razn en el culto al Corazn de Jesucristo se ha escogido este texto de Jeremas: Con amor eterno te am. Esto est pidiendo una correspondencia de amor por nuestra parte. Mateo 15,21-28: Mujer qu grande es tu fe! Curacin de la hija de la Cananea. San Jernimo elogia la fe de esta mujer: Admira en la persona de la mujer cananea la fe, la paciencia, la humildad de la Iglesia; la fe porque crey que su hija poda ser sanada, la paciencia porque a pesar de tantos rechazos persevera rogando, la humildad cuando no se compara a los perros sino a los cachorros. Los perros son los paganos llamados as a causa de su idolatra, los perros que alimentados con sangre y con cadveres se vuelven rabiosos (cf. Ap 22,15). Observa que esta cananea, perseverando en su peticin, lo llama primero Hijo de David, luego Seor, y finalmente lo adora como Dios... Yo s, dice, que no merezco el pan de los hijos, que no puedo recibir todo su alimento ni sentarme a su mesa con su padre. Pero me contento con los restos reservados a los cachorros, para que por la humildad de las migas pueda llegar al honor de compartir todo el pan. Oh admirable mudanza de las cosas! En otro tiempo Israel era hijo, nosotros, perros, Por la diversidad de la fe se cambia el orden de los nombres... Nosotros escuchamos con la sirofenicia y la hemorrosa: Grande es tu fe, que te sucede como deseas, e Hija, tu fe te ha salvado (Comentario al Evangelio de Mateo 15,26-27). Jueves Aos impares Nmeros 20,1-13: breles tu tesoro, la fuente de aguas vivas. El pueblo se queja a Moiss por faltar el agua. Y Dios le indica que hara brotar agua de la roca. El pueblo tiene sed y murmura. Pone en duda la presencia de Dios. El simbolismo del agua ocupa un lugar importante en la vida del pueblo elegido y en el mismo Cristo. Tambin en nuestros das tiene esto una plena realidad, no obstante tantsimos adelantos como hay. Hay pocas, temporadas e incluso aos de sequa. Esto es ms vivo en la poca en que se escribi este libro bblico. El pueblo debi experimentar con frecuencia, durante su vida en el desierto (Ex 17; Num 20), y en la misma Jerusaln en la que slo haba una fuente, la bendicin que significa para l el descubrimiento de un punto de agua. De ah que el tema del agua viva sea uno de los ms evocadores de la presencia de Dios en su pueblo (Sal 45-46; Is 30,25; 35,4-7; 41,15-18; Ez 47; Zac 13,1). Es Cristo quien distribuye el agua viva, don de su propia vida (Jn 7,37-38;1 Cor 10,111), agua llena del Espritu. El orculo divino del Salmo 94 sigue siendo actual. Ojal escuchis hoy la voz del Seor!... No endurezcis el corazn como en Merib, como el da de Mas en el desierto. El hoy de la misericordia de Dios brilla sobre nosotros. San Pablo tambin cita este salmo al invitar a la conversin a los cristianos: Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros un corazn malo e incrdulo, que se aparte del Dios vivo; antes exhortaos mutuamente cada da, mientras perdura el hoy, a fin de que ninguno se endurezca con el engao del pecado. Porque hemos sido hechos participantes de Cristo en el supuesto de que hasta el fin conservemos la firme confianza del principio; mientras se dice: Si hoy oyereis su voz, no endurezcis vuestros corazones como en la rebelin (Carta a los Hebreos 3,12-15).

Aos pares Jeremas 31,31-34: Har una alianza nueva y no recordar sus pecados. El anuncio de una nueva alianza constituye un hito en la predicacin del profeta. La antigua alianza, basada en la ley escrita, ceder su puesto a una Alianza nueva, cuya ley estar grabada en los corazones de los fieles. Se trata de la Alianza nueva y eterna que Cristo asegura que se ha realizado en su Sangre, segn las palabras del relato de la institucin de la Eucarista. Exclama Clemente de Alejandra: Salve, Luz! Desde el cielo brilla una luz sobre nosotros, que estbamos sumidos en la oscuridad y encerrados en la sombra de la muerte, Luz ms pura que el sol, ms dulce que la vida de aqu abajo. Esta Luz es la vida eterna, y todo lo que de ella participa vive, mientras que la noche teme a la luz y, ocultndose de miedo, deja el puesto al da del Seor; el universo se ha convertido en Luz indefectible, y el ocaso se ha transformado en aurora. Esto es lo que quiere decir la nueva creacin (Gl 6,15); porque el Sol de justicia (Mal 4,2), que atraviese en su carroza el universo entero, recorre asimismo la humanidad imitando a su Padre... l fue quien transform el ocaso en amanecer, quien venci la muerte por la resurreccin, quien arranc al hombre de su perdicin y lo levant al cielo;... Da leyes a su inteligencia y las graba en su corazn. De qu leyes se trata? Pues todos me conocern, desde el ms pequeo al mayor, orculo de Yav; ya que perdonar su culpa y no recordar ms su pecado (Jeremas, 31,34) (Exhortacin a los paganos 11,114,4-5). No hay oposicin entre los dos Testamentos, sino cumplimiento en uno de lo que en el otro se haba prometido. Todo es un acto continuado de la misericordia divina. De nuevo repetimos algunos versos del Salmo 50: Oh Dios, crea en m un corazn puro..., renuvame por dentro... ensear a los malvados tus caminos, los pecadores volvern a Ti; los sacrificios no te satisfacen, si te ofreciera un holocausto no lo querras. Mi sacrificio es un espritu quebrantado: un corazn quebrantado y humillado T no lo desprecias. Mateo 16,15-23: T eres Pedro, te dar las llaves del Reino de los cielos. Pedro proclama en nombre de los Doce su fe en que Jess es el Mesas y ste lo proclama dichoso y le anuncia su futura misin en la Iglesia. Muchas veces ha comentado San Agustn este pasaje evanglico: l les dijo: Los hombres que pertenecen al hombre dicen esto y aquello; pero vosotros, hombres ciertamente, que pertenecis al Hijo del Hombre, quin decs que soy yo? Entonces respondi Pedro, uno por todos, la unidad en todos: T eres Cristo, el Hijo de Dios vivo. Cristo encarece su humildad; Pedro confiesa la majestad de Cristo. Era justo y conveniente que fuera as. Escucha, Pedro, lo que Cristo se hizo por ti y t di quien se hizo Hijo del Hombre por ti. Quin dice la gente que soy yo, el Hijo del Hombre? Quin es Este que por ti se hizo Hijo del Hombre?... T eres Cristo, el Hijo de Dios vivo. Yo, dijo, recomiendo mi humildad; t reconoce mi divinidad. Yo digo que me he hecho por ti; di t cmo te hice a ti (Hebreos 3,12-15): (Sermn 306, D). Viernes Aos impares Deuteronomio 4,32-40: Amo a tus padres y despus eligi su descendencia. Llama la atencin Moiss sobre la misericordiosa eleccin del Seor en favor de Israel, a quien se ha dado a conocer y ha colmado de beneficios. Por eso el pueblo escogido ha de corresponder con gran amor, manifestado en la observancia de sus mandatos, que en definitiva son para bien de todos los hombres. Tres acontecimientos del pasado retienen la atencin de este pasaje bblico: Dios se ha acercado a Israel comprometindose en las promesas de los patriarcas yendo a busca a su pueblo exiliado en Egipto, e introducindolo en la tierra prometida. El mismo y nico Dios es el autor de estos tres acontecimientos: por qu no habr de ser tambin el autor de los acontecimientos que nos preocupan? Dios es nico; por tanto su amor dura para siempre...

La palabra de Dios no se limita al pasado; tambin tiene actualidad ahora y la tendr en el futuro; si esa Palabra espera una respuesta del hombre, esa respuesta es tan necesaria hoy como ayer y no es otra que una correspondencia de amor. Seguimos con la misma idea en el Salmo 76 escogido como responsorial: Recuerdo las proezas del Seor, S recuerdo tus antiguos portentos, medito todas tus obras y considero tus hazaas. Dios mo, tus caminos son santos... T, oh Dios, haciendo maravillas... El cristiano, con mirada de fe, ha de saber leer en los caminos de la Providencia, que saca bienes aun de los mismos males. Por muy mal que nos parezca la situacin del mundo, el cristiano ha de saber que Cristo ha prometido su asistencia a la Iglesia y una acogida favorable a la oracin perseverante. Nunca hemos de desconfiar de que los antiguos portentos de la historia de la salvacin se pueden renovar en nuestros das, como de hecho se renuevan en tantos movimientos ms o menos silenciosos y en tantos actos heroicos patentes a los ojos de Dios. Aos pares Nahm 1,15; 2,2; 3,1-3.6-7: Ay de la ciudad sangrienta! Nahm, contemporneo de Jeremas, anuncia el final del poder sirio. El profeta es el alegre mensajero que trae la noticia de la salvacin, al tiempo que anuncia la ruina de Nnive, la ciudad enemiga. Yav es realmente el Seor de toda la historia. San Jernimo explica que: El padre nicamente corrige al que ama; el maestro nicamente reprende al alumno que ve de ms agudo ingenio; si el mdico deja de curar, es que ha perdido toda esperanza. Y si t replicaras que as como Lzaro recibi los males en su vida, as yo tambin soportar resignado mis sufrimientos, para que se me conceda la gloria futura, el Seor no tomar dos veces venganza de los mismos (Nah, 1,9). Por qu Job, hombre santo y sin tacha, y justo entre los de su tiempo, tuvo que sufrir tantas calamidades est explicado en su mismo libro (Carta 68,1, a Castriciano). El salmo responsorial se ha tomado del captulo 32 del Deuteronomio: Yo doy la muerte y la vida... El Seor defender a su pueblo y tendr compasin de sus siervos... El Seor es justo. Si castiga, ser hasta lo sealado por l y al mismo tiempo quien ha sido en cierto sentido escogido como instrumento de su justicia recibir su paga por su mala accin. l dice: dar su paga al adversario. Porque Dios es nico, un acontecimiento que tuvo lugar en Nnive, segn la lectura anterior, repercuti en Jerusaln. Por la misma razn, un pueblo hundido en la desgracia recupera la felicidad prometida a sus antepasados. Siempre hemos de tener gran confianza en Dios. Mateo 16,24-28: Qu podr dar un hombre para recobrar la vida? Despus del anuncio de la Pasin, Jess les indica a los suyos que habrn de seguirle en el sufrimiento y en la muerte. Llegar, sin embargo, un da en el que Cristo volver en su gloria para el premio final. Algunos de sus discpulos tendrn un anticipo de semejante venida en la visin de Jess transfigurado. San Agustn comenta: El hombre se perdi por primera vez causa del amor a s mismo. Pues si no se hubiese amad y hubiese antepuesto a Dios; no se hubiese inclinado a hacer su propia voluntad descuidando la de l. Amarse uno a s mismo no es otra cosa que querer hacer su propia voluntad. Antepn la voluntad de Dios; aprende a amarte no amndote... Cuanto tiene de bueno, atribyalo a Aqul por quien ha sido hecho; cuanto tiene de malo, es de cosecha propia. No hizo Dios lo que de malo existe en l; pierda lo que hizo si esto le caus defeccin. Niguese a s mismo, dijo, y tome su cruz y sgame (Mt 16, 24). A dnde hay que seguir al Seor? Sabemos adonde va: hace pocos das hemos celebrado su solemnidad. Resucit y subi al cielo: all hay que seguirle. No hay motivo alguno para perder la esperanza; no porque el hombre pueda algo, sino por la promesa de Dios... Sigan a Cristo los miembros que all tienen su lugar, cada uno en su gnero, en su puesto... Tomen su cruz, es decir, mientras estn en este mundo toleren por Cristo cuantos sufrimientos les procure el mundo. Amen al nico que no sufre engao, el nico que no engaa. menle porque es verdad lo que promete. Mas como no lo da al instante, la fe titubea. Resiste, persevera, aguanta, soporta la dilacin: todo esto es llevar la cruz (Sermn 96).

Sbado Aos impares Deuteronomio 6,413: Amars al Seor tu Dios con todo tu corazn. Jess reiterar a sus discpulos que en esto consiste el primero y el ms grande mandamiento. Comenta San Agustn: La ley contiene muchos preceptos; aquella misma ley que recibe el nombre de declogo tiene diez. Pero son como los diez preceptos generales a los que han de referirse todos los dems, innumerables por cierto... No te envi a cumplir muchos preceptos; ni siquiera diez, ni siquiera dos; la sola caridad los cumple todos. Pero la caridad es doble; hacia Dios y hacia el prjimo. Hacia Dios, en qu medida? Con todo. A qu se refiere ese todo? No al odo, o a la nariz, o a la mano, o al pie. Con qu puede amarse de forma total? Con todo el corazn, con toda el alma, con toda la mente. Amars la fuente de la Vida con todo lo que en ti tiene vida. Si, pues, debo amar a Dios con todo lo que en m tiene vida, qu me reservo para poder amar al prjimo? Cuando se te dio el precepto de amar al prjimo no se te dijo con todo el corazn, con toda el alma y con toda la mente, sino como a ti mismo. Has de amar a Dios con todo tu ser, porque es mejor que t, y al prjimo como a ti mismo, porque es lo que eres t (Sermn 179,A). Sigue la misma idea en el Salmo 17: Yo te amo, Seor, t eres mi fortaleza... Dios mo, pea ma, refugio mo, escudo mo, mi fuerza salvadora, mi baluarte... Viva el Seor...sea ensalzado mi Dios y Salvador. El Seor nos sigue con un rostro lleno de amor y de misericordia, con el poder del Espritu. En la Carta a los Hebreos se dice: No os habis allegado al monte tangible, al fuego encendido, al torbellino, a la oscuridad, a la tormenta, al sonido de la trompeta y a la voz d las palabras, que quienes las oyeron rogaron que no se les hablase ms...Pero vosotros os habis allegado al Monte Sin, a la ciudad de Dios vivo, a la Jerusaln celestial... y al Mediador de la nueva Alianza, Jess... (12,18-19.22.24). Habra que traducir: yo te amo entraablemente, desde lo ms ntimo de mi ser. Con estas palabras se expresa el sentido de lo preceptuado en Deuteronomio 6,4, segn la lectura anterior. Aos pares Habacuc 1,122,4: El justo vivir por su fe. El profeta Habacuc, coetneo de Jeremas, exalta la potencia de Dios y se lamenta del espantoso podero del rey de Asiria. Seguidamente el profeta aguarda la visin que tiene que esperar con paciencia. Comenta San Agustn: Igualmente si dijramos que carecemos en absoluto de justicia, carecemos tambin de fe; y si no tenemos fe, ni siquiera somos cristianos. Si tenemos fe, algo de justicia poseemos. Quieres conoces la medida de ese algo? El justo vive por la fe... puesto que cree lo que no ve (Sermn 158,4). Con el Salmo 9 decimos: No abandonas, Seor, a los que te buscan... l ser el refugio del oprimido... l venga la sangre. l recuerda y no olvida el grito de los humildes. La accin de gracias y la alabanza es un modo de manifestar la fe en Dios. Pero la fe es, adems, la ms pura fuente de alegra; ms an, de una alegra desbordante. Este tema de la fe se repite muchas veces en el Salterio. Hay que vivir segn la fe. El que vive como un pagano, el avaro, el intrigante, el malhechor, el opresor, ha negado la fe en la prctica y no tardar de abandonarla por completo; porque, si el corazn est corrompido, pronto se nublar la vista para no ver claro las cosas de la fe. Mateo 17,14-19: Si tuvierais fe, nada os ser imposible. Con ocasin de la curacin del epilptico, Jess recomienda siempre la fe. La incredulidad no puede hacer milagros. Pero la fe es capaz de obtener de Dios grandes cosas. San Juan Crisstomo dice: La Escritura nos muestra que este hombre era muy dbil en la fe, Muchas circunstancias nos patentizan esta debilidad de fe: el haberle dicho Cristo para el que cree todo es posible; la respuesta misma del hombre a Cristo Seor, ayuda a mi incredulidad; el haber mandado al demonio que no volviera a entrar en el enfermo. Y otra prueba de poca fe es haber dicho el hombre a Cristo: Si puedes...

Mas si la falta de fe del padre me dirs fue la causa de que el demonio no saliera del enfermo, cmo es que el Seor reprende a sus discpulos? Porque quiere hacerles ver que podan ellos mismos, sin contar con los que se les acercaban, curar en muchas ocasiones con sola su fe. Porque as como muchas veces ha bastado la fe del suplicante para recibir la gracia aun de taumaturgos inferiores, as otras muchas ha bastado la fuerza del taumaturgo, aun sin la fe de los que se les llegaban, para obrar el milagro... De uno y otro caso se muestran ejemplos en la Escritura (Homila 57,3 sobre San Mateo). San Agustn comenta: Nuestro Seor Jesucristo... reproch la infidelidad hasta en sus mismos discpulos... Si los apstoles eran incrdulos, quin puede llamarse creyente?... No obstante, ni siquiera cuando eran incrdulos los abandon la misericordia del Seor, sino que los censur, los nutri, perfeccion y coron. Pues tambin ellos, conscientes de su debilidad le dijeron: Seor, aumntanos la fe (Lc 17,5). La primera cosa til era la ciencia, saber de qu estaban escasos; la gran felicidad saber a quien lo pedan... Ved si no llevaban sus corazones como a la fuente y llamaban para que se les abriera y los llenara. Quiso que se llamase a la puerta, no para rechazar a los que lo hicieran, sino para ejercitar sus deseos (Sermn 80,1).

ndice 10 Semana. Domingo, 3. Lunes, 6. Martes, 8. Mircoles, 9. Jueves, 11. Viernes, 12. Sbado, 13. 11 Semana. Domingo, 16. Lunes, 20. Martes, 21. Mircoles, 23. Jueves, 24. Viernes, 25. Sbado, 27. 12 Semana. Domingo, 28. Lunes, 33. Martes, 34. Mircoles, 36. Jueves, 37. Viernes, 38. Sbado, 40. 13 Semana. Domingo, 42. Lunes, 46. Martes, 48. Mircoles, 49. Jueves, 51. Viernes, 52. Sbado, 54. 14 Semana. Domingo, 56. Lunes, 60. Martes, 62. Mircoles, 63. Jueves, 64. Viernes, 66. Sbado, 68. 15 Semana. Domingo, 70. Lunes, 75. Martes, 76. Mircoles, 78. Jueves, 80. Viernes, 81. Sbado, 82. 16 Semana. Domingo, 84. Lunes, 88. Martes, 90. Mircoles, 91. Jueves, 92. Viernes, 94. Sbado, 95.

17 Semana. Domingo, 97. Lunes, 101. Martes, 103. Mircoles, 104. Jueves, 105. Viernes, 107. Sbado, 108. 18 Semana. Domingo, 110. Lunes, 114. Martes, 116. Mircoles, 117. Jueves, 119. Viernes, 120. Sbado, 122.

19 Semana

Domingo Entrada: Piensa, Seor, en tu alianza, no olvides sin remedio la vida de los pobres. Levntate, oh Dios, defiende tu causa, no olvides las voces de los que acuden a ti (Sal 73,20.19.22-23). Colecta (del sacramentario de Brgamo): Dios todopoderoso y eterno, a quien podemos llamar Padre, aumenta en nuestros corazones el espritu filial, para que merezcamos alcanzar la herencia prometida. Ofertorio (del Veronense, Gelasiano y Gregoriano): Acepta, Seor, los dones que has dado a tu Iglesia para que pueda ofrecrtelos, y transfrmalos en sacramento de nuestra salvacin. Comunin: Glorifica al Seor, Jerusaln, que te sacia con flor de harina (Sal 147,12.14); o bien: El pan que yo dar es mi carne para la vida del mundo, dice el Seor (Jn 6,52). Postcomunin (del Misal anterior, antes del Gregoriano, retocada con texto del sacramentario de Brgamo): La comunin en tus sacramentos nos salve, Seor, y nos afiance en la luz de tu verdad. CICLO A Se subraya en este Domingo la presencia de Dios, que acta en medio de los hombres. Esa presencia divina culmin en la encarnacin del Verbo, el Emmanuel, Dios con nosotros. Solo con una conciencia viva y constantemente renovada de esta presencia personal divina, el cristiano puede conjurar el mayor riesgo que amenaza al hombre en su paso por la vida: el vaco o la ignorancia de Dios en su quehacer de cada da. Solo la cercana de Dios, amorosamente vivida en el misterio de Cristo, puede dar trascendencia a nuestra existencia temporal en ruta hacia la eternidad. El pavor de los discpulos de Jess al verle andar sobre las aguas del mar es similar al del profeta Elas, en la primera lectura, cuando se encontr con el Seor en el monte santo. San Pablo explica que el pueblo judo, aunque oficialmente no acogi el mensaje de Cristo, es el pueblo que recibi de Dios las promesas y en su seno naci Cristo. Al final de la historia, Israel entrar por la fe en Cristo en el Reino de Dios (cf. Rom 11,5.12.26; Catecismo 674). 1 Reyes 19,9.11-13: Aguarda al Seor en el monte. Elas, el varn de Dios, en medio de hombres idlatras e increyentes, encarna la semblanza del hombre que busca conscientemente la presencia de Dios y su intimidad amorosa, con humilde y profunda sinceridad. Dios es trascendente: no se encuentra en los elementos de la naturaleza ni en las potencias de la historia, sino ms all del ser. Dios es fiel. No abandona a s mismo a Elas, cuando todo parece perdido y toda esperanza desaparecida. En el mismo lugar en que se manifest a Moiss, muestra ahora su continuidad en las promesas y la indefectible estabilidad de sus intenciones. Se da a Elas una misin y una nueva fuerza. Dios sigue actuando en la Iglesia con su poder y sus dones de santificacin por medio de los sacramentos instituidos por Cristo y con su asistencia peculiar, con una providencia especial en muchos rdenes. San Jernimo dice: Por eso, de pie, como Elas en el hueco de la pea, podan pasar por el ojo de la aguja (1 Re 19,1ss) y contemplar el dorso del Seor. Nosotros en cambio nos abrasamos de avaricia, y mientras hablamos contra el dinero abrimos el seno al oro y nada nos parece bastante... Obramos as porque no creemos en las palabras del Seor. Y porque la edad que soamos nos halaga a todos no con la

proximidad de la muerte, que por ley de la naturaleza es lo propio de los mortales, sino con la vana esperanza de una larga serie de aos (Carta 125,14, a Geruquia). Sigue la misma idea en el Salmo 84: Mustranos, Seor, tu misericordia y danos tu salvacin... Dios anuncia la paz, la salvacin est ya cerca de sus fieles y la gloria habitar en nuestra tierra.... La salvacin de Cristo est cerca de los que lo temen. Viviendo segn la verdad en la caridad, procuremos en todo caso crecer en l, que es la Cabeza del Cuerpo Mstico. Sed luz en el Seor, el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad (Ef 5,8-9). Romanos 9,1-5: Quisiera ser un proscrito en bien de mis hermanos. Jess, Hijo de Dios encarnado entre los hombres, fue para su propio pueblo el gran desconocido. Este hecho constituy la ms profunda tragedia para el Pueblo de Dios en la historia de la salvacin. San Juan Crisstomo anima al seguimiento de Dios: Acaso te parezca por encima de tus fuerzas el imitar a Dios. A la verdad, para quien vive vigilante, ello no es difcil. Pero en fin, si te parece superior a tus fuerzas, yo te pondr ejemplos de hombres como t. Ah tienes a Jos, ah tienes a Moiss, ah tienes a Pablo que, no obstante no poder contar cunto sufri de parte de los judos, an peda ser anatema por su salvacin (Rom 9,3)... Considerando nosotros estos ejemplos, desechemos de nosotros toda ira, a fin de que tambin a nosotros nos perdone Dios nuestros pecados (Homila 61,5, sobre San Mateo). Mateo 14,22-33: Mndame ir a Ti andando sobre las aguas. El Corazn de Jesucristo, presencia viviente y cercana plena de Dios en medio de los suyos, es siempre la garanta definitiva de salvacin para los hombres. Comenta San Agustn: Y el Seor dijo: ven. Y bajo la palabra del que mandaba, bajo la presencia del que sostena, bajo la presencia del que dispona, Pedro, sin vacilar y sin demora salt al agua y comenz a caminar. Pudo lo mismo que el Seor, no por s, sino por el Seor. Lo que nadie puede hacer en Pedro, o en Pablo, o en cualquier otro de los Apstoles, puede hacerlo en el Seor... Pedro camin sobre las aguas por mandato del Seor, sabiendo que por s mismo no poda hacerlo. Por la fe pudo lo que la debilidad humana no poda. Estos son los fuertes en la Iglesia. Atended, escuchad, entended, obrad. Porque no hay que tratar aqu con los fuertes, para que sean dbiles, sino con los dbiles para que sean fuertes. A muchos les impide ser fuertes su presuncin de firmeza. Nadie logra de Dios la firmeza, sino quien en s mismo reconoce su flaqueza... Contemplad el siglo como un mar, lo que cae bajo tus pies. Si amas al siglo, te engullir. Sabe devorar a sus amadores, no soportarlos. Pero, cuando tu corazn flucta invoca la divinidad de Cristo... D: Seor, perezco, slvame!. D: perezco, para que no perezcas. Porque solo te libra de la carne quien muri por ti en la carne (Sermn 76,5-6). Iluminados por Dios y vinculados en intimidad con el Corazn de Jesucristo, hemos de tener siempre firme fe en Cristo, nuestra verdadera fortaleza en todas las dificultades de la vida. CICLO B Jess se nos da como pan de vida en la fe, y sobre todo en la Eucarista, simbolizada en el pan que aliment a Elas en el desierto. En la medida en que seamos verdaderos cristianos nos comportaremos como hombres autnticos con todas sus virtudes. Toda la vida del cristiano es un peregrinar irreversible con vocacin de eternidad. Es un xodo permanente que consumar, para la Iglesia y para cada uno de nosotros, el designio de Dios de trasladarnos al Reino del Hijo de su Amor. El Pan de vida que necesitamos en esta peregrinacin es la Eucarista. 1 Reyes 19,4-8: Con la fuerza de aquel alimento camin hasta el monte del Seor. Mientras vivimos en el tiempo, nuestra existencia cristiana es una ardua peregrinacin hacia la eternidad. Como Elas, camino del Sina, nuestra debilidad necesita del alimento eucarstico. San Jernimo explica: Cuando Elas, que iba huyendo de Jezabel, se ech cansado bajo una encina, fue despertado por un ngel que llega hasta l y le dice: Levntate y come. Y alz los ojos y vio a su cabecera una

hogaza de trigo y un vaso de agua (1 Re 19, 5-6). No poda Dios mandarle vino oloroso y comidas condimentadas con aceite y carnes picadas?... Son innumerables los textos dispersos en las Escrituras divinas que condenan la gula y proponen comidas sencillas; pero como no es mi intencin tratar ahora de los ayunos, por otra parte todas estas cosas pertenecen a ttulo y libro especial, baste lo poco que he dicho de entre lo mucho que se podra decir (Carta 20,9, a Eustoquia). Los versos del Salmo 33 nos sirven de oportuno responsorio: Gustad y ved qu bueno es el Seor: Bendigo al Seor en todo momento, su alabanza est siempre en mi boca. Mi alma se glora en el Seor, que los humildes lo escuchen y se alegren... Contempladlo y quedaris radiantes, vuestro rostro no se avergonzar. Si el afligido invoca al Seor, l lo escucha y lo salva de sus angustias. Dice San Agustn que en este Salmo es Cristo mismo el que invita a todos los hombres a alabar al Padre juntamente con l y nos ensea el santo temor de Dios. El estribillo ha sido interpretado en la tradicin cristiana como referido a la Eucarista, de hecho se ha escogido muchas veces para antfona de la Comunin. Efesios 4,305,2: Vivid en el amor como Cristo. Ante el Padre, el Corazn redentor de Cristo es quien nos da la vida y el amor que nos hacen dignos del Padre y el que nos lleva por su Espritu vivificante. Comenta San Agustn: El Padre no perdon a su propio Hijo, sino que lo entreg por nosotros. l no opuso resistencia, sino que lo quiso igualmente, puesto que la voluntad del Padre y del Hijo es una, conforme a la igualdad de la forma divina, poseyendo la cual, no consider objeto de rapia el ser igual a Dios. Al mismo tiempo, su obediencia fue nica en cuanto que se anonad a s mismo tomando la forma de siervo. Pues l nos am y se entreg a S mismo por nosotros como oblacin y vctima a Dios en olor de suavidad (Ef 5,2). As pues, el Padre no perdon a su Hijo, sino que lo entreg por nosotros, pero de forma que tambin el Hijo se entreg por nosotros. Fue entregado el Excelso, por quien fueron hechas todas las cosas; fue entregado en su forma de siervo al oprobio de los hombres y al desprecio de la plebe; fue entregado a la afrenta, a la flagelacin y a la muerte, y con el ejemplo de su Pasin nos ense cunta paciencia requiere el caminar con l (Sermn 157,2-3). Por medio del bautismo el fiel ha sido insertado en Cristo, viniendo a ser un solo cuerpo, animado por un solo Espritu que es fuente de gozo y motivo de esperanza para la gloria futura, viviendo en el Amor y siguiendo a Cristo en su entrega para gloria de Dios y salvacin de los hombres. Juan 6,41-51: Yo soy el Pan vivo que ha bajado del cielo. Cristo, el Hijo de Dios vivo, encarnado en nuestra propia carne y sangre, para hacer a los hombres hijos de Dios, se nos ha convertido en Sacramento de Pan de vida al alcance de todos los hombres. San Agustn dice: Pan vivo precisamente, porque descendi del cielo. El man tambin descendi del cielo; pero el man era la sombra, ste es la verdad... Cundo iba la carne a ser capaz de comprender esto de llamar al pan carne? Se da el nombre de carne a lo que la carne no entiende; y tanto menos comprende la carne, porque se llama carne. Esto fue lo que les horroriz y dijeron que esto era demasiado y que no poda ser. Mi carne, dice, es la vida del mundo. Los fieles conocen el cuerpo de Cristo si no desdean ser el cuerpo de Cristo. Que lleguen a ser cuerpo de Cristo si quieren vivir del Espritu de Cristo. Del Espritu de Cristo solamente vive el cuerpo de Cristo.... Mi cuerpo recibe ciertamente de mi espritu la vida. Quieres t recibir la vida del Espritu de Cristo? Incorprate al Cuerpo de Cristo... El mismo Cuerpo de Cristo no puede vivir sino del Espritu de Cristo. De aqu que el Apstol Pablo nos hable de este Pan, diciendo: Somos muchos un solo Pan, un solo Cuerpo. Oh qu misterio de amor, y qu smbolo de unidad, y qu vnculo de caridad!. Quien quiere vivir sabe dnde est su vida y sabe de dnde le viene la vida. Que se acerque, y que crea, y que se incorpore a este Cuerpo, para que tenga participacin de su vida (Tratado sobre el Evangelio de San Juan 26,13).

CICLO C Vigilar siempre, como los criados que aguardan a su Seor. El paso del Seor en la noche para librar a su pueblo y de noche sali del sepulcro Cristo Jess. En todo momento necesitamos la fe, como lo expone el autor de la Carta a los Hebreos en la segunda lectura. Todas las lecturas de este Domingo nos ofrecen una meditacin seria y serena sobre el problema de nuestra salvacin eterna. Es una invitacin a hacer una revisin de vida. Sabidura 18,6-9: Castigaste a los enemigos y nos honraste llamndonos a Ti. La noche de la liberacin de Egipto y la primera celebracin del sacrificio pascual fueron para los israelitas el memorial permanente del amor de Dios, que los puso en camino de salvacin. El pueblo de Dios pasa la noche en vigilia esperando el doble acontecimiento: su salvacin y el castigo de sus enemigos. Yahv con el mismo gesto castiga a los enemigos y salva a los israelitas, haciendo de ellos un pueblo consagrado a su servicio y a su culto. La liberacin de Israel es el acto de su glorificacin ante las naciones y antes la historia. Su destino al culto del Dios verdadero es su gran vocacin. El culto de Israel comenz en aquella noche. El hombre, a travs de la sabidura, de la ley y de la fe, es llamado a entrar en comunin con Dios. Ah est su xito, su felicidad, su prosperidad; fuera de esto estn la ruina y la muerte. Por eso cantamos como responsorial el Salmo 32, en el que se invita a los justos a alabar al Seor: La misericordia de Dios es justicia y derecho, porque todas sus obras son verdad y sinceridad. Pero el derecho y la justicia son en l misericordia, porque en todas sus obras busca con amor la autenticidad y la verdad de nuestro ser. Si el creyente de todos los tiempos tiene motivo para confiar alegre y esperanzado en la Palabra divina, llena de amor y misericordia, el cristiano sabe que esa misma Palabra se ha hecho hombre (Jn 1,14), para realizar los proyectos del Corazn de Dios: la redencin. Hebreos 11,1-2.8-19: Esperaba la ciudad cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios. La verdadera salvacin se realiza en nosotros por la fe en Cristo, nuestra Pascua (1 Cor 5,7) y por la esperanza que nos mantiene fieles a los designios de salvacin que el Padre nos ofrece. Comenta San Agustn con gran belleza: Es la fe anticipo para los que esperan, prueba de las cosas que no se ven (Heb 11,1). Si no se ven, cmo persuadirles de su existencia? Y de dnde procede lo que ves sino de un principio invisible? Si, en efecto, t ves algo para llegar por ah a creer en algo; la fe en lo invisible se apoya en lo que vemos. No seas desagradecido a quien te dio los ojos, por donde puedes llegar a creer lo que todava no ves. Dios te puso en la cara los ojos y la razn en el alma; despierta esa razn, despierta al que mora dentro de tus ojos, asmate a esas ventanas y mira por ellas la creacin divina. Porque alguien hay que mira por los ojos. No te sucede alguna vez que, ocupado ese que mora dentro de ti en otros pensamientos, no ves lo que tienes delante de los ojos? En vano estn de par en par las ventanas si est ausente quien por ellas mira. No son, pues, los ojos quienes ven, sino que alguien ve por los ojos; levntale, despirtale. No, no te fue rehusado; hzote Dios animal racional, te antepuso a las bestias, te form a su imagen. Qu! Esos tus ojos, no van a servirte para ver de hallar, como los animales, cebo para el vientre y nada para la mente? Levanta, pues, la mirada de la razn, usa de los ojos cual hombre, ponlos en el cielo y en la tierra: en las bellezas del firmamento, en la fecundidad del suelo, en el volar de las aves, en el nadar de los peces, en la vitalidad de las semillas, en la ordenada sucesin de los tiempos; pon los ojos en las hechuras y busca al Hacedor; mira lo que ves, y sube por ah al que no ves (Sermn 126,3). Lucas 12,32-38: Estad preparados. Mientras vivimos en el cuerpo, vamos peregrinando lejos del Seor y caminamos en la fe (2 Cor 5,6), por ello, el desprendimiento de los bienes perecederos, el corazn fijo en la alegra de la salvacin y la vigilancia en estado de alerta permanente constituyen las actitudes de la esperanza constante del cristiano. Comenta San Agustn:

Tenis tambin la advertencia clarsima del Seor que dice: tened la cintura ceida y las lmparas encendidas, y sed como siervos que esperan a su seor (Lc 12,35-36). Estemos a la espera de su llegada; no nos encuentre adormilados. Vergonzoso es para una mujer casada no desear el retorno de su marido. Cunto ms vergonzoso para la Iglesia no desear el de Cristo!... Ha de venir el Esposo de la Iglesia a traer los abrazos eternos, a hacer sus herederos para siempre consigo, y nosotros vivimos de tal manera que no solo no deseamos su venida, sino que hasta la tememos! Cun verdad es que ha de llegar aquel da, como en los tiempos de No! A cuntos ha de hallar as, incluso entre los que se llaman cristianos! (Sermn 361,19). El misterio de nuestra salvacin es, a diario, problema real para nuestra autenticidad cristiana, vivida no solo en el templo o en el altar, sino en cada momento de nuestra vida y de nuestra conducta ante Dios, ante los hombres y ante nuestra propia conciencia. Lunes Aos impares Deuteronomio 10,12-22: Se invita a Israel a temer a Dios, observando sus mandamientos y amndole. Vida interior. Espiritualidad profunda. Dios no ama solamente a los patriarcas, sino que incesantemente renueva su amor, y es la situacin actual del pueblo la que se hace digna de amor a sus ojos. El amor de Dios no es rechazado ni por la pequeez ni a causa del pecado. La eleccin, revelacin del amor de Yahv a su pueblo, implica la idea de que este ltimo debe testimoniar por su parte su amor y adhesin a Dios. Esta reciprocidad de amor, que no es otra que la Alianza, invita al pueblo a amar a los pobres y a los extranjeros con el mismo amor que Dios siente hacia ellos. Exigencia, tanto ms extraordinaria, cuanto que el pueblo marcha incesantemente a la conquista de un pas que est en poder de extranjeros. Los profetas, y en esta lectura tambin, insisten mucho en la interioridad, en la compuncin del corazn, del cumplimiento de la voluntad de Dios y del amor con que es cumplida. Bendecimos al Seor con el Salmo 147: Glorifica al Seor, Jerusaln, alaba a tu Dios, Sin, que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti... Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina, enva su mensaje a la tierra y su palabra corre veloz... Con ninguna nacin obr as ni les dio a conocer sus mandatos. Verdaderamente, si con ninguna nacin obr as Dios como con Israel, anuncindole su palabra y dndole a conocer sus decretos y mandatos en la Alianza, quin podr imaginar la realidad de la Nueva Alianza en la Iglesia, en la que perpetuamente vive Cristo, realmente presente en la Eucarista? Acercarse a la Eucarista es acercarse a la Palabra omnipotente de Dios, que hace el mayor milagro: acercarse a los hombres y hacerse una misma cosa con ellos. Aos pares Ezequiel 1,2.5.24-2,1: La gloria del Seor. El Seor se muestra bajo la forma de un fuego abrasador. La descripcin hace resaltar la trascendencia omnipotente de Dios sobre el universo creado. San Gregorio Magno ensea: Del buen fuego est escrito: Yo vine a traer fuego a la tierra, y qu quiero sino que arda? (Lc 12, 49). Segn esto, se trae fuego a la tierra cuando el alma terrena, inflamada por el ardor del Espritu Santo, quema totalmente sus deseos carnales. Pero del mal fuego se dice: el fuego abrasador que ha de consumir a los enemigos (Heb 10,27), porque el corazn perverso se consume en su malicia; pues como el fuego del amor eleva la mente, as el fuego de la malicia la hace caer por tierra; pues as como el Espritu Santo eleva el corazn que l llena, as el ardor de la malicia le inclina siempre a lo bajo... No dice la visin de la gloria, sino: una semejanza de la gloria, a saber, para mostrar que, por ms atencin que ponga la mente humana, aunque rechace del pensamiento todos los fantasmas de imgenes corporales, aunque ya aparte de los ojos del alma todos los espritus finitos, con todo,

mientras permanezca en carne mortal, no puede ver la gloria de Dios tal como es, sino que lo que de ella resplandece en el alma una semejanza es, no ella misma (Homila 2 y 8 sobre Ezequiel). El Salmo 148 nos ofrece un contenido precioso en relacin con la lectura anterior: Llenos estn el cielo y la tierra de tu gloria... Alabad al Seor en el cielo, alabad al Seor en lo alto, ngeles, sus ejrcitos, jvenes, doncellas, viejos y nios, el nico nombre sublime... Dios merece toda alabanza por la creacin, por sus maravillas en la historia de la salvacin y, sobre todo, por la redencin realizada por Jesucristo y prolongada en la vida de la Iglesia, especialmente en la sagrada Eucarista, con todo lo que sta lleva consigo. Mateo 17,21-24: Lo matarn pero resucitar. Luego de haber anunciado por segunda vez su cercana pasin, Jess responde a la pregunta acerca del impuesto del Templo, volviendo a insistir sobre todo en la libertad de los hijos de Dios ante tal impuesto. Pero Jess no es ningn revolucionario: quiere evitar el escndalo que provocara si rechazase pagar el canon, especialmente en favor del Templo. San Jernimo dice: Nuestro Seor era hijo de rey segn la carne y segn el espritu, como descendiente de la estirpe de David y como Verbo del Padre omnipotente. Luego como hijo de rey no deba pagar el impuesto pero, dado que ha asumido la debilidad de la carne, ha debido cumplir toda justicia (Mt 3,15). Desdichados de nosotros que estamos censados bajo el nombre de Cristo y no hacemos nada digno de tan grande majestad; l, por nosotros, ha llevado la cruz y ha pagado el impuesto, nosotros no pagamos impuestos en su honor. [Los miembros del clero no pagaban impuestos despus que Constantino reconoci el cristianismo] y como si furamos hijos de rey, estamos dispensados de los tributos... No s qu admirar primero aqu, si la presciencia del Salvador o su grandeza; la presciencia porque saba que el pez tena una moneda en la boca y que era el primero que iba a ser capturado; su grandeza y su poder porque a una palabra suya se form una moneda en la boca del pez y su palabra realiz lo que iba a suceder. En sentido mstico me parece que este pez capturado en primer lugar es aquel que estaba en el fondo del mar y moraba en las profundidades saladas y amargas para ser liberado por el segundo Adn, l, el primer Adn, y por lo que se haba encontrado en su boca, es decir, su confesin, fue entregado por Pedro al Seor. Y est bien que sea dado precisamente ese precio, pero est dividido en dos partes, por Pedro es entregado como precio por un pecador, en cambio nuestro Seor no haba conocido pecado ni se haba hallado mentira en su boca (Is 53,9; 1 Pe 1,22) (Comentario al Evangelio de Mateo 17,25-27). Martes Aos impares Deuteronomio 31,1-8: S fuerte y valiente, se dice a Josu. Moiss exhorta a Josu a que cobre nimo y energas para que sea capaz de hacer penetrar a Israel en la tierra de promisin. De la misma manera que lo hizo con Josu, Dios aportar la salvacin a su pueblo por medio de Jesucristo que nos introducir en el Reino de los cielos. La historia de la salvacin contina. Los hombres se suceden unos a otros. Todos hemos de realizar la misin que nos corresponde. Dios quiere llevar a los hombres a una vida de comunin con l. Esta idea fundamental para la doctrina de la salvacin es la que expresa el tema de la alianza. En el Antiguo Testamento dirige todo el pensamiento religioso, pero se ve cmo con el tiempo se va profundizando. En el Nuevo Testamento adquiere una plenitud sin igual, pues ahora tiene ya por contenido todo el misterio de Cristo. Como salmo responsorial se han escogido unos versos del Deuteronomio 32: La porcin del Seor fue su pueblo. El tema del pueblo de Dios, en el que se organizan en sntesis todos los aspectos de la vida de Israel, es tan central en el Antiguo Testamento, como lo ser en el Nuevo, el tema de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, pero tambin cuerpo de Cristo. Entre los dos sirve de

enlace la escatologa proftica: en el marco de la antigua alianza, anuncia y describe anticipadamente al pueblo de la Nueva Alianza, aguardado para el fin de los tiempos. Aos pares Ezequiel 2,83,4: Comi el volumen y le supo dulce como la miel. Dios presenta al profeta Ezequiel un libro para que se lo coma. Contiene ese libro la revelacin del Seor. La imagen expresa la identificacin de la voz del profeta con la palabra de Dios. San Gregorio Magno dice: El libro que llen las entraas se ha hecho en la boca dulce como la miel, porque los que de veras han aprendido a amarle en las entraas de su corazn, sos saben hablar dulcemente del Seor omnipotente. Si la Sagrada Escritura es dulce al paladar de stos, cuyas vsceras vitales estn llenas de los mandatos de l, porque a quien los lleva impresos interiormente para vivir, a se le es agradable hablar de ellos. En cambio, no resulta dulce el sermn a quien una vida rproba est remordiendo dentro de la conciencia. De ah la necesidad de que quien predica la palabra de Dios considere primero cmo debe vivir, para que luego, de su vida, deduzca qu y cmo debe predicar; porque en la predicacin, la conciencia enamorada de Dios edifica ms que el arte de hablar; pues amando lo celestial, dentro de s mismo lee el predicador el modo de persuadir cmo deben despreciarse las cosas terrenas (Homila 10, 13 sobre Ezequiel). Con unos versos del Salmo 118 oramos: Mi alegra es el camino de tus preceptos, ms que todas las riquezas. Tus preceptos son mi delicia, tus decretos mis consejeros. Ms estimo yo los preceptos de tu boca, que miles de monedas de oro y plata. Qu dulce al paladar tu promesa! ms que miel en la boca. Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegra de mi corazn. Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos. Mateo 18,1-5.10.12-14: Cuidado con despreciar a uno de estos pequeos. Esta es una de las reglas que se han de seguir en la vida comunitaria de la Iglesia: es necesaria la sencillez para entrar en el Reino de los cielos. San Jernimo ensea: Si alguno fuere tal que imita a Cristo en su humildad, en l se recibe a Cristo. Y, para que cuando les suceda esto a los apstoles no lo consideren una gloria personal, prudentemente aade que debern ser recibidos no por sus mritos, sino en honor a su Maestro. Pero el que escandalice... Aunque sta pueda ser una condenacin general de los que provocan escndalos, sin embargo, segn el contexto, tambin se puede ver en ella una crtica de los apstoles quienes, al preguntarle quin era el mayor en el Reino de los cielos, parecan disputarse los honores. Si hubieran perseverado en ese defecto, podan perder a aqullos que llamaban a la fe por causa del escndalo, al ver que los apstoles se disputaban los honores. Sus palabras: sera preferible para l que le atasen al cuello una piedra de moler, se refieren a una costumbre del pas. ste era entre los antiguos judos el castigo de los grandes criminales: se los arrojaba al fondo del mar con una piedra atada al cuello. Es preferible, sin embargo, para l, porque es mucho mejor recibir el castigo inmediato que ser reservado para los tormentos eternos (2Pe 2,9)... Cada uno de los fieles sabe lo que le hace dao o turba su corazn y lo somete a menudo a tentacin. Es preferible una vida solitaria que perder la vida eterna por las necesidades de la vida presente (Comentario al Evangelio de Mateo 18,5.6.8). Mircoles Aos impares Deuteronomio 34,1-12: No surgi otro profeta como Moiss. Moiss sube al monte Nebo, desde donde el Seor le hace ver la tierra prometida. Despus de la muerte de aqul, le sucedi Josu, ya que por la imposicin de las manos haba recibido el espritu de sabidura (Num 27,18-23).

Para Israel es Moiss el profeta sin igual (Dt 34,10ss), por el que Dios liber a su pueblo, sell con l su alianza, le revel su ley. Es el nico al que, juntamente con Cristo da el Nuevo Testamento el nombre de mediador. Pero, al paso que por la mediacin de Moiss (Gal 3,19), su siervo fiel (Heb 3,5), dio Dios la ley al solo pueblo de Israel, a todos los hombres los salva por la mediacin de Cristo (1 Tim 2,4ss), su Hijo (Heb 3,6); la ley nos fue dada por Moiss; la gracia y la verdad nos han venido por Jesucristo (Jn 1,17). Este paralelismo entre Moiss y Jesucristo pone en evidencia la diferencia de los dos Testamentos. Con el Salmo 65 cantamos un himno de accin de gracias por la liberacin: Bendito sea Dios, que nos ha devuelto la vida. Por eso se invita a toda la tierra a cantar a Dios, a tocar para su nombre, a ver las obras de Dios, sus proezas en favor de los hombres. Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, haced resonar sus alabanzas... Las liberaciones que tuvieron lugar en el pueblo de Israel eran figuras y seales de una liberacin ms completa, que se llevara a cabo con Cristo Redentor. Por eso tambin nosotros cantamos y nos llenamos de jbilo y queremos que todos los pueblos aclamen al Seor. Para todos ha venido la liberacin, con la Encarnacin de Cristo. Son muchos los beneficios que debemos a Dios, tanto en el orden de la naturaleza, como en el orden sobrenatural. Bien podemos decir tambin nosotros: Fieles de Dios, venid a escuchar, os contar lo que ha hecho conmigo: a l grit mi boca y lo ensalz mi lengua. Aos pares Ezequiel 9,1-7.10.18-22: Ezequiel ve abatirse el castigo sobre el templo mancillado con todo gnero de dolos. Son asolados los moradores de Jerusaln, mas gracias a la intervencin de Ezequiel, queda perdonado un resto: aqullos que permanecieron fieles y fueron marcados con el sello de Dios. La gloria del Seor abandona luego el templo para dirigirse a Oriente. Comenta San Agustn: Interesa sobremanera saber dnde lleva el hombre la seal de Cristo, si solo en la frente o en la frente y en el corazn. Osteis lo que deca hoy el santo profeta Ezequiel; cmo Dios, antes de enviar al exterminador del pueblo malvado, mand delante a quien haba de sellar dicindole: Vete y seala en la frente a quienes gimen y se afligen por los pecados de mi pueblo que se cometen en medio de ellos [contra los donatistas]. Pero gimen y se duelen y por ello son sealados en la frente, en la frente del hombre interior, no en la del exterior. Pues hay una frente en el rostro y otra en la conciencia. A veces cuando se toca la frente interior, se ruboriza la exterior; en ella fueron sellados los elegidos para evitar el exterminio, pues aunque no corregan los pecados que se cometan en medio de ellos, se dolan y ese mismo dolor los separaba de los culpables. Estaban separados a los ojos de Dios y mezclados a los de los culpables. Son sealados ocultamente para no ser daados abiertamente... Cun gran seguridad se os ha dado, hermanos mos, a vosotros que gems en este pueblo y os dolis de las iniquidades que se comenten en medio de vosotros, sin cometerlas vosotros! (Sermn 107,7). Con el Salmo 112 decimos: La gloria del Seor se eleva sobre el cielo. Es muy adecuado a la lectura anterior, pues con l se comienza los Salmos del Hallel o de la alabanza y se cantaba durante la Pascua. El motivo de esta alabanza es la trascendencia de Dios sobre la naturaleza y sobre la historia humana. Yahv sobrepasa en grandeza a todos los pueblos. Pero lo ms admirable es que este Dios sublime no se digna comprometerse con los ms humildes, que parecen sus favoritos. Dios baja hasta lo ms profundo de la mi-seria humana, sin que por eso pierda su transcendencia. Quin como el Seor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? El Seor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre el cielo... Bendito el nombre del Seor ahora y por siempre. Tenemos nosotros ms motivos para alabar al Seor que los israelitas, por las inmensas maravillas que ha realizado con nosotros: la redencin, los sacramentos, la doctrina de Jesucristo, la Iglesia y, sobre todo, la Eucarista...

Mateo 18,15-20: Si te hace caso has salvado a tu hermano. La paz entre todos los miembros de la comunidad. El tema importante de este pasaje evanglico es el perdn. San Jernimo escribe: Si nuestro hermano ha pecado contra nosotros y nos ha perjudicado en algo, tenemos la posibilidad, ms bien la obligacin, de perdonarlo, porque se nos ha prescrito que perdonemos sus deudas a nuestros deudores (Mt 6,12); pero si alguien hubiera pecado contra Dios, no depende de nosotros... Nosotros, indulgentes con las injurias que se hacen a Dios, manifestamos odio por las ofensas que nos hacen. Y debemos corregir al hermano en privado, no sea que, si ha perdido una vez el pudor y la vergenza, permanezca en pecado. Y, si nos escucha, ganamos su alma y por la salud de otro procuramos tambin la nuestra. Pero si se niega a escucharnos, que se llame a un hermano; si se niega a escuchar a ste, llmese a un tercero, ya sea para tratar de corregirlo ya para amonestarlo delante de testigos. Pero si tampoco a ellos quisiere escucharlos, entonces hay que decirlo a muchos para que lo detesten y el que no pudo ser salvado por la vergenza se salve por las afrentas (Comentario al Evangelio de Mateo 18,17). San Agustn comenta: Debemos reprender con amor; no con deseo de daar, sino con afn de corregir... Si corriges por amor propio nada haces. Si lo haces por amor hacia l, obras excelentemente... Considera por las mismas palabras por amor de quien debes hacerlo, si por el tuyo o por el de l... Cmo no vas a pecar contra Cristo, si pecas contra un miembro de Cristo? (Sermn 82,1-5). Jueves Aos impares Josu 3,7-10.11.13-17: Lo mismo que en el mar Rojo sucede ahora en el Jordn. Lo atravesaron a pie enjuto. La travesa del Jordn se presenta como una procesin litrgica. Se dira que el paso del ro se reduce a llevar el arca de una orilla a otra del ro. No se presta atencin ms que a ello. En ese captulo se le menciona diecisiete veces y el pueblo recibe rdenes precisas para ir delante de ella en seal de veneracin. Es como si el mismo Yahv entrase solemnemente en el pas prometido. Gran sentido de lo sagrado. Las aguas se detienen. Resplandece aqu de modo especial la presencia de Dios en medio de su pueblo. En medio de nosotros est Cristo en la Eucarista. Hemos de ser conscientes de esa verdad y actuar en consecuencia. Rezamos con el Salmo 113: Cuando Israel sali de Egipto, los hijos de Jacob, de un pueblo balbuciente, Jud fue su santuario, Israel fue su dominio. El mar al verlos huy, el Jordn se ech atrs... Qu te pasa, mar, que huyes, a ti, Jordn, que te echas atrs? Las maravillas de Dios obradas en el Antiguo Testamento se renuevan y aventajan en el Nuevo Testamento, y en el tiempo de la Iglesia son realizadas por Dios en cada una de las almas, que son otros tantos santuarios en los que Dios habita. Cristo ensea a los hombres a confiar en el Padre celestial y otorga a todos una bendicin sobreabundante, comunicando a los hombres su misma vida divina. Aos pares Ezequiel 12,1-12: Emigra a la luz del da, a la vista de todos: Dios invita al profeta a que imite la emigracin a fin de anunciar la futura deportacin y el destierro, y de modo especial el ocaso del reinado de Sedecas, el ltimo rey de Jud. Es el castigo de aquellos que tienen ojos para ver y no ven; y odos para or y no oyen. Con estas palabras repetidas varias veces, reprocha Cristo el desinters de algunos de sus oyentes ante las realidades de lo alto que les ensea. La emigracin es constante en nuestros tiempos: campos absorbidos por las ciudades; pases pobres por los ricos; ciudades en paro por las de mucho trabajo... Es un signo de las limitaciones del hombre. Todo desplazamiento viene a ser como un desarraigo de la persona. El cristiano debe ver todo esto con un criterio sobrenatural: llevar la cruz, acogida al hermano, caridad constante en unos y en otros... As contribuimos a hacer una humanidad ms conforme a los mandatos de Dios y a Dios mismo. Se ha de dar en la Iglesia una preocupacin grande para que la vida espiritual y la prctica religiosa de los emigrantes no decaigan, sino que se vivifiquen.

Con el Salmo 77 proclamamos: No olvidis las acciones de Dios... Tentaron a Dios Altsimo y se rebelaron, desertaron y traicionaron... Dios los oy y se indign... entreg su pueblo a la espada... La historia de Israel, resumida en este Salmo, es una historia de Alianza de Dios con su pueblo, marcada por la fidelidad inquebrantable de Dios y por las infidelidades humanas. Es ocasin de hacer una gran revisin de vida. hay en nosotros infidelidades? Volvmonos a Dios, que es un Padre misericordioso y nos perdona siempre. Es San Pablo quien nos dice que todo lo del Antiguo Testamento sucedi como ejemplo para nosotros, para nuestra vida de cristianos (1 Cor 10,11-13). Aceptemos con humildad esas lecciones y actuemos en consecuencia: correspondamos con un mayor amor a los beneficios inmensos que Dios nos otorga. Mateo 18,2119,1: Perdn constante. Jesucristo indica a Pedro que se ha de perdonar sin lmites, sin medida y eso mismo ensea con la parbola del rey que quiso ajustar las cuentas. Comenta San Agustn: Ved, hermanos, que la cosa est clara y que la amonestacin es til. Se debe, pues, la obediencia realmente salutfera para cumplir lo mandado. En efecto, todo hombre al mismo tiempo que es deudor ante Dios tiene a su hermano por deudor... Se queremos que se nos perdone a nosotros, hemos de estar dispuestos a perdonar todas las culpas que se cometan contra nosotros (Sermn 83,2 y 4). San Jernimo comenta: Sentencia temible si el juicio de Dios se acomoda y cambia de acuerdo a las disposiciones de nuestro espritu. Si no perdonamos una pequeez a nuestros hermanos, las cosas grandes no nos sern perdonadas por Dios. Como cada uno puede decir: Yo no tengo nada contra l, l sabe, tiene a Dios por juez, no me importa lo que quiere hacer, yo le he perdonado, el Seor confirma su sentencia y destruye totalmente la simulacin de una paz fingida diciendo: Si cada uno no perdona de corazn a su hermano (Comentario al Evangelio de Mateo 18,35). Viernes Aos impares Josu 24,1-3: Os saqu de Egipto. Os d una tierra. El Seor habla al pueblo por boca de Josu y le recuerda las maravillas obradas en su favor. El relato de la asamblea de Siquem ilustra de forma interesante el contenido de la Alianza, que no se reduce, en primer trmino, al hecho de Dios que reconoce a su pueblo. Es ante todo, la constitucin de un pueblo en torno a una fe comn y a un culto comn. Israel reconoci a su Dios. Nacionalidad y religin son inseparables en Israel. Todo es comunitario. Dios no quiso la santificacin ni la salvacin de unos cuantos individuos considerados aisladamente, sino la constitucin de un pueblo, de un reino, de una nacin, donde se santifiquen y se salven los individuos. Esto en el Antiguo Testamento, en el Nuevo y en la vida de la Iglesia, Cuerpo mstico de Cristo. De ah el sentido comunitario de la liturgia que no parte del yo sino del nosotros. Esto da ocasin para que, con el Salmo 135, demos gracias al Seor, porque es eterna su misericordia; dio su tierra en heredad, en heredad a Israel, su siervo y lo libr de sus opresores. En este salmo se desarrolla el tema en forma de grandiosa letana que, a travs de las obras de Dios que se conmemoran, dejada grabada en el corazn una sola idea: que la misericordia de Dios es eterna, cosa que se repite veintisis veces. Recordando que este salmo lo recit Cristo despus de la institucin de la Eucarista, es un buen momento para agradecer a Dios tan inmenso don en el que se manifest su misericordia, como en ninguna otra obra suya. Este Salmo es llamado el Gran Hallel, o la Gran Alabanza. La obra de la creacin y toda la historia de la salvacin no es ms que una sola y grande manifestacin del inmenso amor de Dios para con los hombres. Esto exige de nosotros una incesante correspondencia de amor. Aos pares

Ezequiel 16,1-15.60.63: Dios bondadoso otorga sus bienes, pero el hombre los rechaza. Resumen de la historia de Israel, que es mimado por Dios, pero l no le corresponde. Castigo y perdn, pues Dios, que es infinito en todo, lo es tambin en su amor misericordioso. El amor de Yahv por Jerusaln se manifiesta como una eleccin personal, como un don del corazn, como instituciones, culto... Se trata de una comunin total, y nada en la vida de la ciudad es ignorado por el amor y la gracia divina. Por todo esto, la infidelidad de Jerusaln es particularmente grave. Ningn pueblo ha sido tan favorecido por Dios, por lo cual son menos culpables que Jerusaln. Qu decir de la vida cristiana, de nuestra eleccin a la vida de la gracia, a la ntima unin con Dios, a pertenecer al Cuerpo Mstico de Cristo? Nuestras infidelidades son ms graves que las de Jerusaln. Como Salmo responsorial se han escogido algunos versos de Isaas 12: Ha cesado tu ira y me has consolado. Por eso el piadoso profeta exulta de gozo: El Seor es mi Dios y Salvador; en l confo y no temer, porque mi fuerza y mi poder es el Seor. l fue mi salvacin. De la Fuente de la Salvacin saco agua, es decir, de su Sagrado Corazn. Doy gracias, invoco su nombre, cuento a los pueblos sus hazaas, proclamo que su nombre es excelso...Qu grande es el Seor en medio de nosotros!. Mateo 19,3-12: Matrimonio indisoluble y exaltacin del celibato. Dios quiere que marido y mujer estn unidos como una sola carne. Nadie es quien para cambiar el sentido de unas palabras tan claramente enunciadas: lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre, aunque este hombre fuese Moiss. San Juan Crisstomo dice: Mirad la sabidura del Maestro. Preguntado si es lcito abandonar a la mujer, no responde a bocajarro: No, no es lcito, con lo que podan alborotarse y turbarse sus preguntantes. No; antes de pronunciar su sentencia, pone la cuestin en evidencia por el hecho mismo de la Creacin, haciendo as ver que el mandato vena tambin de su Padre, y que, si l mandaba aquello, no era por oponerse a Moiss. Pero mirad cmo no lo afirma solo por el hecho mismo de la Creacin, sino por el mandamiento mismo de su Padre. Porque no solo dijo que Dios hizo un solo hombre y una sola mujer, sino que mand tambin que uno solo se uniera con una sola. Si Dios, en cambio, hubiera querido que el hombre pudiera dejar a una y tomar a otra, despus de hacer un solo varn, hubiera formado muchas mujeres. Pero, la verdad es que tanto por el modo de la Creacin como por los trminos de su Ley, Dios demostr que uno solo ha de convivir con una sola para siempre y que jams puede romperse la unin (Homila 62,1, sobre San Mateo). Sbado Aos impares Josu 24,14-29: Eleccin por el Seor. Josu propone a la asamblea que concluya un pacto con el Seor, cosa que acept el pueblo afirmando ardorosamente su decisin de servir a Dios y de obedecerle. Es un ejemplo siempre actual y siempre necesario: elegir a Dios, servir a Dios, aunque l no lo necesite. Oigamos a San Ireneo: As acontece en el servicio de Dios: a Dios no le aporta nada, pues Dios no tiene necesidad del servicio de los hombres; mas a aquellos que le sirven y le siguen, Dios les da la vida, la incorruptibilidad y la gloria eterna. l concede su benevolencia a los que le sirven por el hecho de servirle, y a los que le siguen por el hecho de seguirle, pero no recibe de ellos beneficio alguno, porque es perfecto y no tiene ninguna necesidad. Si Dios solicita el servicio de los hombres es para poder, siendo bueno y misericordioso, otorgar sus beneficios a aquellos que perseveran en su servicio; porque, del mismo modo que Dios no tiene necesidad de nada, el hombre tiene necesidad de la comunin con Dios, pues la gloria del hombre est en perseverar en el servicio de Dios (Tratado contra las herejas 4,3). El Salmo 15 es un poema de oro, que hace una opcin absoluta por Dios; un poema precioso, que convierte la fe en un manantial inagotable de amor: T eres, Seor, mi heredad... El Seor es el lote de mi heredad y mi cliz, mi suerte est en su mano... Bendigo al Seor que me aconseja,

hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Seor, con l a mi derecha no vacilar. Nuestro ejemplo y modelo es Cristo, que hizo siempre la voluntad del Padre (Mt 26,39; Lc 2,49). Donde est la Cabeza all ha de estar el Cuerpo. Somos coherederos con Cristo (Rom 8,16-17). Para todo cristiano Dios es el nico y sumo Bien. Todo dolo que se introduce en la vida cristiana la empobrece hasta destruirla, porque quita a Dios sus derechos y seca la fuente vital de la existencia humana hecha a imagen y semejanza de Dios. Solamente en Dios podemos encontrar la fuente de la alegra, de la paz y la promesa segura de una vida eterna feliz. Hemos optado por Dios. Ah est nuestra verdadera felicidad y victoria. Aos pares Ezequiel 18,1-10.13.30-32: Os juzgu a cada uno segn su conducta. Dios da cuenta, por medio del profeta, de la responsabilidad de cada uno de cara al juicio divino: es un llamamiento a la conversin del corazn y al cambio de vida. San Cipriano escribe: Cul y cunta es la paciencia de Dios se ve en que aguanta con toda calma la afrenta que hacen a su soberana y dignidad los hombres, levantando templos idoltricos, fabricando estatuas, practicando sacrificios sacrlegos. Se ve en que hace nacer el da y el sol lo mismo sobre los buenos que sobre los malos, y riega la tierra con lluvias, sin quedar nadie excluido de sus beneficios, porque no discrimina entre justos y malvados. Vemos que, por una equidad inseparable de la paciencia, lo mismo a los inocentes que a los culpables, a los piadosos que a los impos, a los agradecidos que a los ingratos sirven por disposicin de Dios las estaciones, favorecen los elementos, soplan los vientos, corren las fuentes, crecen las mieses, maduran las uvas, florecen los prados. Y a pesar de provocar continuamente con ofensas la ira de Dios, sin embargo contiene su clera y aguarda con calma el da prescrito para la sancin; aunque tiene en sus manos la venganza, prefiere dar tiempo con su clemencia y demora para ofrecer la posibilidad de que ceda alguna vez la prolongada malicia, y los hombres encenagados en errores y crmenes, al menos al final, se vuelvan a Dios, ya que dirige estas advertencias: No quiero la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva (Ez 18,32) (De los bienes de la paciencia 3-4). Ese espritu de conversin lo hacemos oracin con el Salmo 50: Oh Dios, crea en m un corazn puro, renuvame por dentro con espritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espritu, devulveme la alegra de tu salvacin, afinzame con espritu generoso... un corazn quebrantado y humillado T no lo desprecias, Seor. Hasta el fin de los tiempos este Salmo ser la plegaria de todo hombre que busca el camino de la salvacin y que lucha contra el mal que se anida en su corazn. Mateo 19,13-15: No impidis a los nios que se acerquen a M, de ellos es el Reino de los cielos. Oigamos a San Agustn, que en una octava de la Pascua predica: De los tales es el Reino de los cielos (Mt 19,14), es decir, de los humildes, de los prvulos en el espritu. No los despreciis; no los aborrezcis. Esta sencillez es propia de los grandes; la soberbia, en cambio, es la falsa grandeza de los dbiles, que, cuando se aduea de la mente, levantndola, la derriba; inflndola, la vaca; y de tanto extenderla, la rompe. l humilde no puede daar; el soberbio no puede no daar... As, pues, si guardis esta piadosa humildad que la Escritura Sagrada muestra ser una infancia santa, estis seguros de alcanzar la inmortalidad de los bienaventurados: de los tales es el Reino de los cielos (Sermn 353,1).

Semana 20 Domingo

Entrada: Oh Dios!, Escudo nuestro; mira el rostro de tu Ungido. Vale ms un da en tus atrios que mil en mi casa (Sal 83,10-11). Deseo del cielo es lo que nos dicen en el canto de entrada y la oracin colecta. Colecta (del Misal anterior, y antes del Gregoriano, retocada con textos del Gelasiano y del Sacramentario de Brgamo): Oh Dios, que has preparado bienes inefables para los que te aman; infunde tu amor en nuestros corazones, para que, amndote en todo y sobre todas las cosas, consigamos alcanzar tus promesas, que superan todo deseo. Ofertorio (del Veronense): Acepta, Seor, nuestros dones, en los que se realiza un admirable intercambio, para que, al ofrecerte lo que t nos diste, merezcamos recibirte a ti mismo. Comunin: Del Seor viene la misericordia, la redencin copiosa (Sal 129,7); o bien: Yo soy el Pan vivo que ha bajado del cielo dice el Seor; el que coma de este Pan vivir para siempre (Jn 6,51-52). Postcomunin (del Misal de Pars, de 1738): Seor, despus de haber recibido a Cristo en estos sacramentos, imploramos de tu misericordia que, transformados en la tierra a su imagen, merezcamos participar de su gloria en el cielo. CICLO A Las tres lecturas convergen en un mismo tema: Dios llama a todos los hombres a la salvacin. Esta universalidad del designio de salvacin y del misterio redentor de Cristo Jess constituye la razn de ser ms profunda de la Iglesia y debera constituir tambin una inquietud permanente en quienes, por un don gratuito y electivo, hemos sido incorporados ya al Misterio de Cristo y de la Iglesia. Isaas 56,1.6-7: A los extranjeros los traer a mi monte santo. En el Nuevo Testamento Dios mismo ha roto los exclusivismos de Israel, para abrir el evangelio y la obra redentora de Cristo a todos los hombres, mediante el don de la fe. La condicin del sbado y de la alianza manifiestan el empeo total del hombre con Dios. Esto se llama tambin servicio y amor. Dios ofrece a los paganos la participacin plena del culto. En el nuevo rgimen, el templo, centro y corazn del judasmo, ser ante todo casa de oracin y, como tal, estar abierta a todos los pueblos: es una expresin tpica del universalismo proftico del Antiguo Testamento. Jesucristo mismo dir un da ese texto: Mi casa es casa de oracin para todos los pueblos (Mt 21,13). Dios reunir no solo a los dispersos de Israel, sino a otros muchos hombres. Sigue esa idea en el Salmo 66, cuyo tema central se repite en cada una de sus partes: Oh Dios, que te alaben todos los pueblos, que todos los pueblos te alaben, con lo cual se quiere expresar el anhelo ardiente de que Dios sea, finalmente, reconocido como Seor universal de toda la tierra. Romanos 11,13-15.29-32: Los dones y la llamada de Dios son irrevocables para Israel. Este fue el pueblo elegido para Cristo. Por su infidelidad, permaneci fuera del Evangelio y rechaz a Cristo. Pero en los designios divinos del Padre siempre es posible su salvacin. El amor de Dios es irrevocable. Escribe San Ireneo: La gloria del hombre es Dios; pero el receptculo de toda accin de Dios, de su sabidura y de su poder, es el hombre. Y as como el mdico se prueba que es tal en los enfermos, as Dios se manifiesta en los hombres. Por eso dice San Pablo: Incluy a todos los hombres en la incredulidad, a fin de que todos alcanzaran su misericordia (Rom 11,32). Esto dice del hombre, que desobedeci a Dios y fue privado de la inmortalidad, pero despus alcanz misericordia y, gracias al Hijo de Dios, recibi la filiacin, propia de ste (Contra las herejas 3,20,2). Mateo 15, 21-28: Mujer, grande es tu fe. San Juan Crisstomo comenta este lugar evanglico: Porque, qu le respondi Cristo?: Oh mujer, grande es tu fe! He ah explicadas todas las dilaciones: quera el Seor pronunciar esa palabra, quera coronar a la mujer. Como si dijera: tu fe es capaz de lograr cosas mayores que sa; pues hgase como t quieres. Semejante es esa

expresin a aquella otra: hgase el cielo y el cielo fue hecho (Gen 1,1). Y a partir de aquel momento qued sana su hija. Mirad cun grande parte tuvo la mujer en la curacin de su hija. Porque por eso no le dijo Cristo: quede curada tu hija, sino: grande es tu fe; hgase como t quieres. Con lo cual nos da a entender que sus palabras no se decan sin motivo, ni para adular a la mujer, sino para indicarnos la fuerza de la fe. Y la prueba y la demostracin de esa fuerza dejla el Seor al resultado mismo de las cosas. Desde aquel momento, dice el evangelista, su hija qued sana. Mas considerad tambin, os ruego, cmo, vencidos los apstoles y fracasados en su intento, la mujer consigui su pretensin. Tanto puede la perseverancia en la oracin. De verdad Dios prefiere que seamos nosotros quienes le pidamos en nuestros asuntos, que no los dems por nosotros. Cierto que los apstoles tenan ms confianza con el Seor; pero la mujer demostr ms constancia. Y por el resultado de su oracin, el Seor se justific tambin ante sus discpulos de todas sus dilaciones y les hizo ver que con razn no hizo caso de sus pretensiones (Homila 52,2-3 sobre San Mateo). CICLO B La lectura ininterrumpida del captulo sexto del Evangelio segn San Juan sobre la promesa de la institucin de la Eucarista, provoca la eleccin de la primera lectura, tomada del Libro de los Proverbios y en parte tambin la segunda lectura. Cristo Jess es una realidad que se ha de vivir personalmente, mediante una asimilacin profunda por parte del creyente, y el sacramento ordinario que verifica y perfecciona esta cristificacin es, por designio divino, la Eucarista. Proverbios 9, 1-6: Venid a comer mi pan y a beber mi vino que he mezclado. En la revelacin divina, intimidad y unin entre Dios y sus elegidos aparece frecuentemente bajo el smil de un convite a su mesa lleno de amor. La actitud ms adecuada para participar en l es la pobreza, la humildad, los corazones abiertos a esta intimidad. San Jernimo dice: Y los que antes tenan sus miembros cansados, descansen y vean la alegra de las aves y las colas de los rebaos. Para que tomen alas de paloma y, abandonado los lugares bajos, se apresuren a subir a las alturas y puedan decir con el salmista: dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Seor (Sal 118,1). Y este camino, esto es, nuestro Dios, ser para nosotros tan recto, tan llano, tan campestre, que no habr equivocacin alguna y los tontos y los insensatos podrn entrar por l. De ellos habla la Sabidura en los Proverbios: Quien sea simple, llguese ac. Al carente de seso le dice: Venid a comer mi pan y beber del vino que he mezclado. Dejad la simpleza y viviris e id derechos por el camino de la inteligencia (Prov 9,4-6). Dios escogi a los torpes del mundo (1 Cor 1,27). Entre los que el primero dice: Dios mo, t conoces mi ignorancia (Sal 68,6). La locura de Dios es ms sabia que los hombres (1 Cor 1,25) (Comentario sobre el profeta Isaas 3,5). De nuevo el Salmo 33 ofrece materia adecuada para meditar en las realidades de la lectura anterior: Gustad y ved qu bueno es el Seor..., los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Seor no carecen de nada. La Iglesia ha dado siempre gran importancia a este Salmo, como cntico adecuado para la comunin. Efesios 5,15-20: Daos cuenta de lo que el Seor quiere. La fidelidad y la conducta responsable de cada creyente ante el Corazn Redentor de Cristo constituyen el ndice de autenticidad que define su vida cristiana en el tiempo y para la eternidad. Comenta San Agustn: Dos cosas, hermanos, hacen que los das sean malos: la maldad y la miseria. Se habla de das malos a causa de la malicia y de la miseria de los hombres... La miseria es comn a todos, pero no debe serlo la malicia (Sermn 167). El Apstol va contra el relativismo moral que tan graves consecuencias tiene siempre. La nueva vida recibida en el Bautismo se ha de caracterizar por la sensatez, frente a la necedad de quienes se empean en vivir de espaldas a Dios. Por eso el Concilio Vaticano II exhort a todo el mundo: Como en nuestra poca se plantean nuevos problemas, y se multiplican errores gravsimos que pretenden destruir desde sus cimientos la religin, el orden moral e incluso la sociedad humana, este

santo Concilio exhorta de corazn a los seglares, para que cada uno, segn las cualidades personales y la porcin recibida, cumpla con suma diligencia la parte que le corresponde, segn la mente de la Iglesia, en aclarar los principios cristianos, difundirlos y aplicarlos certera-mente a los problemas de hoy (Apostolicam Actuositatem 6). En las celebraciones litrgicas los cnticos son manifestaciones de jbilo por los inmensos dones de Dios, tanto en lo material cuanto en lo espiritual. San Pablo nos da aqu una leccin magnfica de cmo ha de ser nuestra participacin en la liturgia de la Iglesia. La accin del Espritu Santo en las almas hace que se sientan ebrios de gozo espiritual que se traduce en salmos, himnos y cnticos inspirados (Ef 5,19). Juan 6,51-58: Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El Cristo real y viviente es el que en el tiempo y en el espacio se nos da en la realidad misteriosa de la Eucarista y por la que el hombre se deja transformar realmente en Cristo. Sin Eucarista vivida no hay vida real cristiana. Escribe Clemente de Alejandra: Oh maravilla de misterio! Uno es el Padre de todo, uno el Logos de todo, y uno el Espritu Santo, el mismo en todas partes; y una sola tambin es la Virgen Madre: me complazco en llamarla Iglesia. nicamente esta madre no tuvo leche, porque solo ella no lleg a ser mujer, sino que es al mismo tiempo virgen y madre, intacta como virgen, pero amante como madre. Ella llama a sus hijos para alimentarlos con una leche santa, el Logos acomodado a los nios. Por esto no tuvo leche, porque la leche era ese nio hermoso y querido: el Cuerpo de Cristo. Con el Logos alimentaba ella a estos hijos que el mismo Seor dio a luz con dolores de carne, que el Seor envolvi en los paales de su sangre preciosa. Oh santos alumbramientos! Oh santos paales! El Logos lo es todo para el nio, padre, madre, pedagogo y nodriza: Comed mi carne y bebed mi sangre, dice (Jn 6,53). Estos son los alimentos apropiados que el Seor nos proporciona generosamente; nos ofrece su carne y derrama su sangre. Nada falta a los hijos para que puedan crecer (Pedagogo 1,6,42). Y San Cirilo de Alejandra: El Cuerpo de Cristo vivifica a los que de l participan; aleja a la muerte al hacerse presente en nosotros, sujetos a la muerte, y aparta la corrupcin, ya que contiene en S mismo la virtualidad necesaria para anularla (Comentario al Evangelio de San Juan 4).

CICLO C A Cristo se le profetiz que sera signo de contradiccin (Lc 2,34) y lo fue de hecho. Este ha de ser el signo del cristiano en nuestro mundo y lo es de hecho. Recurdense las persecuciones recibidas en la Iglesia durante los veinte siglos de su existencia. Jeremas 38,4-6.8-10: Me engendraste hombre de pleito para todo el pas. En la Historia de la Salvacin, Jeremas, en su condicin de profeta fiel al designio de Dios, fue el varn de contradiccin, por denunciar la frivolidad y las falsas esperanzas de su pueblo, como tambin lo seran siglos ms tarde Cristo y su Evangelio. Frente a la tribulacin muchos cristianos se cierran en s mismos y dudan de la Providencia divina. La confianza adamantina de Jeremas es una enseanza muy elocuente y eficaz tambin para nosotros, cuando nos visita el dolor. Como ensea San Pablo, el cristiano sabe que la tribulacin produce la paciencia, la paciencia una virtud probada, y la virtud probada la esperanza (Rom 5,3ss). En otras palabras, el sufrimiento despega al hombre de s mismo y le abre al don de Dios. Se trata de una purificacin que nos aparta del orgullo y nos acerca confiadamente a Dios, que es el nico que puede colmar nuestra pobreza radical.

El Salmo 39 es muy adecuado a la lectura anterior. El salmista se ve rodeado de muchos males y clama al Seor: Seor, date prisa en socorrerme. En la Carta a los Hebreos se ponen en boca de Cristo algunos versos del mismo. La tradicin cristiana lo ha aplicado a Cristo paciente. Con este salmo aprendemos la sumisin y la obediencia, que son un sacrificio muy agradable a Dios: Yo esperaba con ansia al Seor; l se inclin y escuch mi grito. Me levant de la fosa fatal, de la charca fangosa; afianz mis pies sobre roca y asegur mis pasos. Me puso en la boca un cntico nuevo, un himno a nuestro Dios. Muchos al verlo quedaron sobrecogidos y confiaron en el Seor. Yo soy pobre y desgraciado, pero el Seor se cuida de m. T eres mi auxilio y mi liberacin, Dios mo, no tardes. Hebreos 12,1-4: Corramos la carrera que nos toca sin retirarnos. No puede ser el discpulo de mejor condicin que su Maestro (Mt 10,24; Lc 6,40). El autntico creyente cristiano habr de vivir su fidelidad a Cristo en medio de una nube de testigos, que difcilmente aceptarn su vida y su ejemplo de virtud y santidad. El cristiano, en el camino hacia la meta, no procede ciegamente. Le ha precedido un gua seguro: Cristo. Sobre l hemos de dirigir nuestra mirada, siendo el autor y el perfeccionador de la fe. El mensaje de salvacin ha sido proclamado por l. Con su sacrificio cruento ha penetrado en el santuario celeste, abrindonos el camino hacia la gloria y perfeccionando la fe, esto es, llevando a cumplimiento las promesas y actuando las esperanzas de los justos del Antiguo Testamento, nos ha alcanzado los bienes mesinicos. Lucas 12,49-53: No he venido a traer la paz, sino la divisin. Paradjicamente, el Corazn de Jesucristo, que es nuestra paz (Ef 2,14) y nuestra reconciliacin con Dios, ha venido a provocar el choque y la ruptura entre la verdad y el error, el bien y el mal, la santidad y el pecado. Es el misterio de la cruz aceptado o repudiado por los hombres. San Ambrosio explica el contenido de esta percopa en sentido espiritual: Aunque de casi todos los pasajes evanglicos se puede extraer un sentido espiritual, sin embargo, en este actual se exige con mayor insistencia, para ablandar el sentido literal con una profundizacin espiritual, para que a nadie le resulte dura esta sencilla narracin, sobre todo tratndose de la sacrosanta religin, que invita siempre, con exhortaciones llenas de humanidad y con el ejemplo de una piedad humilde, a todos, aun a los extraos a la fe, a que la reverencien, con el fin de lograr, por medio de una educacin atrayente, la aniquilacin de unos prejuicios, endurecidos por supersticiones, y obligar dulcemente los corazones, cautivos del error, a creer con la fe, con esa fe que ha logrado vencerles a base de bondad... No se te prohbe amar a tus padres, sino anteponerlos a Dios; porque las cosas buenas de la naturaleza son dones del Seor, y nadie debe amar ms el beneficio que ha recibido que a Dios, que es quien conserva el beneficio recibido de l (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VII, 134.136). Lunes Aos impares Jueces 2,11-19: Ni a los jueces hacan caso. Grandes desgracias en Israel. Todo por haber abandonado al verdadero Dios y seguir cultos idoltricos. El Seor es siempre fiel a sus promesas y quiere la salvacin de Israel, para ello suscita hombres llenos del espritu de Dios, pero ni a ellos hacan caso. Muchas veces ha sucedido esto en la historia de la Iglesia y siempre ha provocado grandes males para la sociedad. Hemos de tener fe firme en la Iglesia, en sus instituciones, en sus carismas, en sus sacramentos, en su jerarqua. Es intil que se luche contra la indefectibilidad de la Iglesia. Durar hasta el fin del mundo y no sufrir cambio sustancial ni en su doctrina, ni en su constitucin, ni en su culto. Siempre se la ha combatido de una y otra parte, mas ella sigue en pie y sus opositores desaparecieron. La Historia de la Salvacin nos ofrece ejemplos maravillosos. Oigamos a San Ambrosio: Es cosa normal que, en medio de este mundo tan agitado, la Iglesia del Seor, edificada sobre la piedra de los apstoles, permanezca estable y se mantenga firme sobre esta base inquebrantable

contra los furiosos asaltos sobre la mar. Est rodeada por las olas, pero no se bambolea, y aunque los elementos de este mundo retumban con un inmenso clamor, ella, sin embargo, ofrece a los que se fatigan la gran seguridad de un puerto de salvacin (Carta 2,1-2). El Salmo 105 es otra vez eco de una lectura bblica: Acurdate de m, Seor, por amor a tu pueblo. Emparentaron con los gentiles, imitaron sus costumbres, adoraron sus dolos, inmolaron a los demonios sus hijos y sus hijas, se mancharon con sus acciones, se prostituyeron con sus maldades. La ira del Seor se encendi contra su pueblo y aborreci su heredad. Mas, cuntas veces los libr! Sin embargo, ellos, obstinados en su actitud, perecan por sus culpas... Pero la misericordia del Seor no tiene lmites. Por muchas y graves que sean las prevaricaciones del pecador, el Seor, siempre compasivo y lleno de inmensa bondad, lo quiere rehabilitar y llenarlo de sus dones y gracias. As en el Antiguo Testamento, en el Nuevo y en la vida de la Iglesia. Aos pares Ezequiel 24,15-24: El profeta sirve de modelo. A la muerte de su esposa el profeta recibe del Seor la orden de no manifestar duelo. El pueblo debe imitarlo ante la ruina de la ciudad. Es intil cualquier lamento. Todo ser destruido, incluso el templo, lo ms estimado para el israelita, y todo por su infidelidad. Dios exige a su pueblo la fidelidad de la Alianza que l renueva libremente. Si Abrahn y Moiss son modelos de fidelidad, Israel en su conjunto imita la infidelidad de la generacin del desierto. Y donde no se es fiel a Dios, desaparece la fidelidad para con los hombres, y entonces no se puede contar con nadie. Esta corrupcin no es propia de Israel. Existe siempre, incluso entre nosotros los cristianos. Es una leccin grande la que se nos ofrece en esta lectura. Israel, escogido por Dios para ser su testigo, permaneci ciego y sordo. Como Salmo responsorial se han escogido algunos versos de Deuteronomio 32: Despierta a la Roca que te engendr... Olvidaste a tu Dios... Lo vio el Seor e, irritado, rechaz a sus hijos y a sus hijas... Son una generacin desagradecida, unos hijos desleales... Me han irritado con dolos vacos.... La idolatra no es una actitud superada de una vez para siempre, sino que renace bajo diferentes formas: como luego cesa de servir al Seor, se convierte uno en esclavo de las realidades creadas: dinero, voluntad de dominar al prjimo, ansias de poder, placer, envidia y odio... Todo esto conduce a la muerte, mientras que el fruto del Espritu es vida. Tras estos vicios que son la idolatra se esconden un desconocimiento del Dios nico, el nico que merece nuestra confianza. Mateo 19,16-22: Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, as tendrs un tesoro en el cielo. No hay otro camino para la vida eterna que la observancia de los mandamientos de Dios. Mas quien desee ser perfecto y obtener la plenitud de la felicidad, ha de renunciar a sus bienes en favor de los pobres y seguir al Maestro. Comenta San Agustn: El Seor no quiso llamar vida a la que han de tener los impos, aunque hayan de vivir en el fuego una vida sin fin, para que la pena sea tambin sin fin... A sta no quiso llamarla vida y s a la que es feliz y eterna. De aqu que al preguntar aquel rico al Seor, qu he de hacer de bueno para alcanzar la vida eterna?, el mismo Seor a ninguna otra llama vida sino a la feliz. Pues tambin los impos la tendrn eterna, pero no feliz, puesto que estar llena de tormentos... Pero, cuando le respondi aludiendo a los mandamientos qu dijo? Si quieres llegar a la vida. No le habl ms que de la vida feliz, puesto que de la desdichada ni siquiera se la ha de llamar vida. Por tanto, vida, la que es digna de ser llamada por este nombre, no es ms que la feliz. Y no ser feliz si no es eterna. Esta verdad y esta vida es la que quieren, la que queremos todos. Pero, por dnde se va a tan gran posesin, a tan gran felicidad? Los filsofos inventaron las vas del error... Les qued oculto el camino, porque Dios resiste a los soberbios. Nos estara oculto tambin si no hubiera venido a nosotros. Por esto dijo el Seor: Yo soy el Camino. Viandante perezoso!, puesto que no quieres venir al camino, vino el Camino a ti. Buscabas por dnde ir: Yo soy La Verdad y la Vida. No te extraviars si vas a l por l (Sermn 150,10). Martes Aos impares

Jueces 6,11-24: Geden, salva a Israel Yo te envo! No obstante la humildad de su origen fue llamado para salvar a Israel de la opresin. Una vez ms el Seor viene en ayuda de su pueblo. La paz es deseada y el ngel del Seor se la da: no morir. La paz es uno de los mayores dones deseados en el Antiguo Testamento. Se promete al pueblo de Israel como recompensa a su fidelidad (Lev 26,6) y aparece como una obra de Dios. Geden levant un altar al Seor y le puso el nombre Seor-de-la-paz. Pero el verdadero don de la paz vendr a la tierra con la venida del Mesas (Is 11,6-9). No se trata de una paz externa, sino tambin interna, realizada por la redencin de Jesucristo. San Beda escribe: La verdadera, la nica paz para las almas en este mundo consiste en estar llenos del amor de Dios y animados de la esperanza del cielo, hasta el punto de considerar poca cosa los xitos o reveses del mundo... Se equivoca quien se figura que podr encontrar la paz en el disfrute de los bienes de este mundo y en las riquezas. Las frecuentes turbaciones de aqu abajo y el fin de este mundo deberan convencer a ese hombre de que ha construido sobre arena los fundamentos de la paz (Homila 12 en la Vigilia de Pentecosts). Y San Gregorio Nacianceno: La paz es un nombre y una cosa sabrosa, que sabemos proviene de Dios, segn dice el Apstol a los filipenses: la paz de Dios; y que es de Dios lo muestra tambin cuando dice a los efesios: l es nuestra paz. La paz es un bien recomendado a todos, pero observado por pocos. Cul es la causa de ello? Quiz el deseo de dominio, o de ambicin, o de envidia, o de aborrecimiento del prjimo, o de alguna otra cosa, que vemos en quienes desconocen al Seor. La paz procede de Dios, que es quien todo lo une. La transmite a los ngeles... y se extiende tambin a todas las criaturas que verdaderamente la desean (Sermn 3,4). San Len Magno dice a su vez: Esta paz no se logra ni con los lazos de la ms ntima amistad, ni con una profunda semejanza de espritu, si todo ello no est fundamentado en una total comunin de nuestra voluntad con la voluntad de Dios. Una amistad fundada en deseos pecaminosos, en pactos que arrancan de la injusticia y en el acuerdo que parte de los vicios nada tiene que ver con el logro de esa paz (Sermn 95). El Salmo 84 invita a lo mismo: El Seor anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazn. La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan. Aos pares Ezequiel 28,1-10: Eres hombre y no Dios. Ezequiel anuncia la cada del rey de Tiro que, orgulloso, se equipara con Dios. Donde hay un soberbio, todo acaba influido por la soberbia. Exigir un trato especial, como si fuera un dios, se cree distinto de los dems. La Biblia nos asegura muchas veces que la soberbia solo ocasiona contiendas, que altivas frentes de los hombres sern abatidas, que Yahv asola la casa del soberbio y que la soberbia es odiosa al Seor... Los santos Padres, como Casiano, insisten en lo mismo: No existe ninguna pasin como la soberbia, capaz de aniquilar las virtudes y despojar al hombre de toda justicia y santidad. Al modo de una enfermedad contagiosa que afecta a todo el organismo, y no se contenta con debilitar un solo miembro, sino que corrompe el cuerpo entero, as esta pasin derriba a aquellos que estn ya firmes en la cima de la virtud para deshacerse de ellos (Instituciones 12). Hay dos clases de orgullo: el primero es carnal, el segundo espiritual. ste es ms peligroso, por cuanto inquieta ms especialmente a los que han progresado en alguna virtud (Colaciones 5). Y San Gregorio Magno: Es la reina suprema de todo el ejrcito de los vicios. Aunque puede decirse que la soberbia es la madre y la raz de todos los vicios y pecados, hay tres de los que es de una manera especfica: la vanagloria, la ambicin y la presuncin (Homila 31 sobre los Evangelios).

Como Salmo responsorial se ha escogido tambin Deuteronomio 32: Yo doy la muerte y la vida. Yo pensaba: Voy a dispersarlos y a borrar su memoria entre los hombres: Pero, no; que temo la jactancia del enemigo y la mala interpretacin del adversario... Son una nacin que ha perdido el juicio... Pero el Seor se compadeci, como tantas veces lo hemos visto ya en la Historia de la Salvacin: Porque el Seor defender a su pueblo y tendr compasin de sus siervos. Mateo 19,23-30: Dificultad del apego a las riquezas para entrar en el reino de los cielos. Comenta San Agustn: Los premios celestiales no se prometen solamente a los mrtires, sino tambin a quienes siguen a Cristo con fe ntegra y perfecto amor. Estos sern honrados entre los mrtires. As lo promete la Verdad cuando dice: todo el que deja casa o campos, o padres, o hermanos... (Mt 19,29). Qu puede hacer el hombre ms glorioso que vender sus bienes y comprar a Cristo, ofrecerle a Dios un obsequio grato en extremo: la fuerza incontaminada de un alma y la alabanza ntegra de la devocin; acompaar a Cristo cuando venga a tomar venganza de sus enemigos, sentarse a su lado cuando ocupe su trono para juzgar; ser coherederos con Cristo, igual a los ngeles y gozarse de la posesin del reino celeste con los patriarcas, los apstoles y los profetas? Qu persecucin puede vencer, qu tormentos pueden superar esos pensamientos? Un alma resistente, fuerte, estable y fundamentada en consideraciones religiosas se mantiene firme contra todos los terrores del diablo y contra las amenazas del mundo. La fe en los bienes futuros, cierta y bien cimentada, le da fuerza. La persecucin cierra sus ojos, pero se abre al cielo (Sermn 303,2). Y San Jernimo: As pues, los que por la fe en Cristo y la predicacin del Evangelio hubieran despreciado todo otro afecto y las riquezas y placeres del mundo, recibirn el cntuplo y poseern la vida eterna. Con ocasin de esta frase algunos introducen un perodo de mil aos despus de la resurreccin [error del milenarismo o quiliasmo]. Entonces, dicen, nos ser devuelto el cntuplo de todas las cosas que hemos dejado y la vida eterna. Ellos no comprenden que si respecto a las otras cosas la promesa es decente, en lo que se refiere a las esposas aparece claramente su deshonestidad, porque el que hubiera dejado una por el Seor, recibiran cien en la vida futura. El sentido, entonces, es ste: El que ha dejado por el Salvador los bienes carnales, recibir los espirituales; comparando el valor de unos y otros es como si un nmero pequeo se compara a cien. Por eso dice tambin el Apstol que haba dejado solamente una casa y un pequeo campo en una provincia: Como quien no tiene nada aunque lo poseemos todo (2 Cor 6,10) (Comentario al Evangelio de Mateo 19,29). Mircoles Aos impares Jueces 9,6-15: El Seor es nuestro Rey. La fbula de Yotn constituye un aviso contra el rgimen de la monarqua. En realidad Dios es el verdadero Rey de Israel. Por el contrario, no pocas veces los gobernantes humanos, en lugar de buscar el bien comn del pueblo, buscan sus propias ventajas. Adecuadamente el Salmo 20 canta ahora: Seor, el rey se alegra por tu fuerza. Y cunto goza con tu victoria! Le has concedido el deseo de su corazn, no le has negado lo que pedan sus labios. Te adelantaste a bendecirlo con el xito, y has puesto en su cabeza una corona de oro fino. Te pidi vida, y se la has concedido, aos que se prolongan sin trmino. Tu victoria ha engrandecido su fama, lo has vestido de honor y de majestad. Le concedes bendiciones incesantes, lo colmas de gozo en tu presencia. En realidad el Salmo habla de Cristo, cuyo reino no tendr fin. Bellamente expone esto San Ambrosio: Todo lo tenemos en Cristo; todo es Cristo para nosotros. Si quieres curar tus heridas, l es mdico; si ests ardiendo de fiebre, l es manantial; si ests oprimido por la iniquidad, l es

justicia; si tienes necesidad de ayuda, l es fuerza; si temes la muerte, l es Vida. Si deseas el cielo, l es el Camino. Si refugio de las tinieblas, l es Luz. Si buscas manjar, l es alimento (Sobre la virginidad 16,99). Y San Jernimo: El Seor viene con fortaleza y en su mano tiene el Reino, la potestad y el imperio (Comentario al Evangelio de Mateo 3,19). San Hiplito escribe: Qu es el advenimiento de Cristo? La liberacin de la esclavitud, el principio de la libertad, el honor de la adopcin filial, la fuente de la remisin de los pecados y la vida verdaderamente inmortal para todos (Homila de Pascua). San Agustn comenta: Cristo no era Rey de Israel para imponer tributos, ni para tomar ejrcitos armados y guerrear visiblemente contra sus enemigos. Era Rey de Israel para gobernar las almas, para dar consejos de vida eterna, para conducir al Reino de los cielos a quienes estaban llenos de fe, de esperanza y de amor (Tratado sobre el Evangelio de San Juan 51,4). San Cirilo de Alejandra: Posee Cristo la soberana de todas las criaturas, no arrancada por fuerza, ni quitada por nadie, sino en virtud de su misma esencia y naturaleza (Comentario al Evangelio de San Lucas 10). Aos pares Ezequiel 34,1-11: Librar a mis ovejas de sus fauces. Los habitantes de Jud fueron gobernados por prfidos monarcas y luego fueron vctimas de los explotadores. El profeta augura el advenimiento de un nuevo Pastor, segn el Corazn de Dios. Cristo se llam a S mismo Pastor, pues vino a buscar y a salvar a las ovejas. San Agustn comenta: Se acusa a los pastores que se apacientan a s mismos en vez de a las ovejas, por lo que buscan y lo que descuidan. Qu es lo que buscan? Os comis su enjundia, os vests con su lana... Despus de haber hablado el Seor de lo que estos pastores aman, habla de lo que desprecian. Son muchos los defectos de las ovejas, y las ovejas sanas y gordas son muy pocas, es decir, las que se hallan robustecidas con el alimento de la verdad, alimentndose de los buenos pastos por gracia de Dios. Pues bien, aquellos malos pastores no las apacientan. No les basta con no curar a las dbiles y enfermas, con no cuidarse de las errantes y perdidas. Tampoco hacen todo lo posible por acabar con las vigorosas y cebadas... Los pastores pueden gloriarse, pero el que se glora que se glore del Seor. Esto es hacer que Cristo sea el Pastor, esto es apacentar para Cristo, esto es apacentar en Cristo, y no tratar de apacentarse a s mismo, al margen de Cristo (Sermn 46, sobre los pastores). El Salmo 22 nos ayuda a meditar la lectura anterior : El Seor es mi Pastor, nada me puede faltar, en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas, me gua por el sendero justo, marcha conmigo, su cayado me sosiega, prepara una mesa ante m, me unge con perfume, su bondad y su misericordia me acompaan. Cristo es el Buen Pastor, al cual han de imitar todos los pastores en la Iglesia. Cristo no solo dio su vida por las ovejas, sino que se hizo su alimento, su pasto: la Sagrada Eucarista. Mateo 20,1,16: Vas a tener envidia porque yo soy bueno? El salario concedido por Dios es un don gratuito y libre de su misericordia, como lo muestra la parbola del dueo de la via que busc operarios para que la cultivasen. El pacto establecido es un signo de la alianza entre Dios y el hombre. Don inmenso de Dios. San Jernimo escribe: Considera al mismo tiempo que no advierten que la injusticia de la cual acusan unnimemente al padre de familia con respecto a los obreros de la hora undcima, se da tambin respecto a ellos mismos. Si el padre de familia es injusto, no lo es con respecto de uno solo sino de todos, porque el obrero de la tercera hora no trabaj lo mismo que el que fue enviado a la via a la primera hora; del

mismo modo, el obrero de la hora sexta trabaj menos que el de la tercera y el de la hora novena menos que el de la hora sexta. As todos los que fueron llamados antes envidian a los gentiles y se retuercen por la gracia del Evangelio. Por eso el Salvador concluye la parbola diciendo: Los primeros sern los ltimos y los ltimos sern los primeros, porque los judos, de cabeza que eran, se convirtieron en cola y nosotros pasamos de ser cola a ser cabeza (Comentario al Evangelio de Mateo, 20,12). Jueves Aos impares Jueces 11,29-35: Concepto elemental de valores religiosos y morales que se irn perfeccionando poco a poco. Una gran leccin de esta lectura: no hacer juramentos sin motivos suficientes y preferir una persona a todos los motivos sacralizantes. Voto y victoria del juez Jeft, que sacrific a su hija. Reza el Salmo 39: Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Seor, y no acude a los idlatras que se extravan con engaos. T no quieres sacrificios ni ofrendas, y en cambio me abriste el odo; no pides sacrificio expiatorio entonces yo digo: Aqu estoy como est escrito en el libro para hacer tu voluntad. Dios mo lo quiero, y llevo tu ley en las entraas. He proclamado tu salvacin ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Seor, T lo sabes. El autor de la Carta a los hebreos pone en boca de Cristo algunos versos de este Salmo. Toda la vida de Cristo fue una identificacin perfecta de su voluntad con la de su Padre (Lc 22,42), hasta tal punto que pudo afirmar que su alimento era hacer la voluntad de su Padre (Jn 4,34). Por eso insista el Apstol San Juan en que los discpulos de Jess hicieran siempre lo que es agradable al Padre (1 Jn 3,22). sa es la verdadera religin. Cristo ha cumplido el sacrificio total e interior de la propia voluntad al Padre, en la sumisin y obediencia que manifest desde la Encarnacin hasta su inmolacin en la cruz. El sacrificio en espritu y en verdad que la Iglesia realiza en unin con Cristo en su liturgia es, al mismo tiempo, fuente y fruto de la Redencin. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Seor, y no acude a los idlatras que se extravan con engaos. T no quieres sacrificios ni ofrendas, y en cambio me abriste el odo; no pides sacrificio expiatorio entonces yo digo: Aqu estoy como est escrito en el libro para hacer tu voluntad.... Aos pares Ezequiel 36,23-28: Os dar un corazn nuevo y os infundir un espritu nuevo. El destierro es el castigo por los pecados de Israel. Con todo y en razn de la ruina del pueblo de Dios, el nombre del Seor fue profanado entre los gentiles. Por consiguiente, el honor divino exige una accin favorable respecto a su pueblo. El retorno de los exiliados ser lo que har brillar el poder divino ante los ojos de todas las naciones. Se prev la economa de la salvacin realizada por Cristo. San Jernimo dice: Oigamos a Ezequiel, hijo del hombre que anticipadamente habla del poder de quien haba de ser Hijo del Hombre: Yo os tomar de entre todas las naciones y os rociar con agua limpia y quedaris limpios de todas vuestras impurezas, y os dar un corazn nuevo y un espritu nuevo (Ez 36,24-26). Os limpiar, dice, de todas vuestras impurezas. En todas no se omite ninguna. Si las impurezas se limpian, con cunta ms razn la pureza seguir sin mancilla! Os dar un corazn nuevo y un espritu nuevo; porque en Cristo Jess lo que vale es la nueva creacin (Gal 6,15). Por eso cantamos un cantar nuevo, y abandonando al hombre viejo no caminamos ya en la caducidad de la letra, sino en la novedad del espritu. Esta es la piedra nueva, en que est inscrito el nombre nuevo que nadie sabe leer sino el que lo recibe (Ap 2,17) (Carta 68,7, a Ocano). El Salmo 50 canta de nuevo la misericordia del Seor, al que le pedimos: Oh Dios, crea en m un corazn puro, renuvame por dentro con espritu firme... mi sacrificio es un espritu quebrantado, pues T no desprecias un corazn quebrantado y humillado.

Con la purificacin de la culpa, el pecador renueva la peticin de la purificacin interior y crea en l un corazn puro (Ez 36,25ss) y un espritu generoso para poder perseverar en el bien. La humanidad pecadora, guiada por Cristo, encuentra el camino para pasar de la esclavitud del mal a una vida renovada, obteniendo la infusin del Espritu Santo y un corazn puro santificado por la gracia divina para ofrecerse ella misma como sacrificio viviente, santo y agradable a Dios (cf. Rom 12,1). Mateo 22,1-14: Invitacin a la boda. Imagen privilegiada para expresar la felicidad del Reino de los cielos. Oigamos a San Agustn: El mismo Seor que nos propuso esta parbola, el esposo que llama al banquete y da vida a los invitados, l mismo nos indic que aquel hombre no simboliza a un personaje, sino a muchos... Muchos son los llamados y pocos los escogidos... Los muchos estaban simbolizados en aquella nica persona, porque ella est en lugar del nico cuerpo que comprenden los malos, los que no tienen el vestido nupcial. Qu cosa es el vestido nupcial? Sin duda se trata de algo que no tienen en comn los buenos y los malos. No el ser hombres y no bestias; no el recibir la luz y las lluvias... Todo esto es comn a buenos y malos... Si no tengo caridad de nada me sirve (1 Cor 13, 1-3). He aqu el vestido nupcial; vestos con l, oh comensales! para estar sentados con tranquilidad (Sermn 96,4ss). Viernes Aos impares Rut 1,1.3-6.14-16.22: La extranjera Rut, nuera de Noem de Beln, se queda junto a sta al morir su esposo y permanece fiel a la familia juda. As se convertir en antecesora del rey David y del Mesas. Es admirable la eleccin de Dios con respecto a la Historia de la Salvacin y, en definitiva a la venida del Mesas. Se rompen siempre los moldes humanos. Es Dios quien dirige la historia, incluso en el ejercicio de la libertad humana. Ya lo hemos dicho: no Eliezer, sino Abrahn, no Esa sino Jacob, no Rubn sino Jud, no Sal, sino David. El Salmo 145 ofrece grandes motivos para la alabanza divina: Dichoso al que auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Seor, su Dios que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en l, que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos... El Seor ama a los justos, el Seor guarda a los peregrinos. Sustenta al hurfano y a la viuda.. El Seor reina eternamente... Como puede verse se trata de llevar una vida totalmente entregada a la alabanza de Dios, una vida que sea sinnimo de alabanza de Dios, nacida del amor. Por eso deca San Juan de la Cruz: Mi alma se ha empleado / y todo mi caudal en su servicio. / Ya no guardo ganado, / ni ya tengo otro oficio; / que ya solo en amar es mi ejercicio. Tenemos motivos para este ejercicio perenne del amor, pues contemplamos las obras que Dios ha manifestado en Cristo y por eso la Iglesia invita a los pueblos a alabar al Seor, que es grande, que es poderoso, que ha hecho grandes maravillas con la redencin. Con razn se ha escrito que Cristo es la revelacin del Corazn de Dios lleno de Amor. Aos pares Ezequiel 37,1-14: El Espritu del Seor vivifica todo. Visin de los huesos que vuelven a la vida: profeca sobre el resurgir del pueblo de Dios. Habr una nueva restauracin nacional comparable a una nueva creacin animada por el Espritu de Dios a travs del profeta. Comenta Orgenes: Grande es el misterio de la resurreccin y difcil de contemplar para la mayora de nosotros. Pero la Escritura lo afirma en muchos lugares, especialmente en aquellas palabras de Ezequiel: Profetiza sobre estos huesos y diles: Vosotros huesos secos, od la palabra del Seor... Cuando vengan la autntica resurreccin del verdadero y perfecto cuerpo de Cristo, los que ahora son miembros de Cristo y entonces sern huesos secos, sern reunidos hueso a hueso y articulacin a articulacin; y ninguno que no est articulado podr entrar a formar parte del hombre perfecto que tiene las proporciones de la edad perfecta del cuerpo de Cristo (Ef 4,13). Entonces una multitud de miembros

formar un solo cuerpo, en cuanto que todos los miembros, aunque sean muchos, entrarn a formar parte de un solo cuerpo (Comentario al Evangelio de San Juan 10,228ss). Con el Salmo 106 decimos: Dad gracias al Seor, porque es eterna su misericordia, que lo confiesen los redimidos por el Seor, los que rescat de la mano del enemigo, los que reuni de todos los pases: Norte, Sur, Oriente y Occidente..., se les iba agotando la vida, pero gritaron al Seor en su angustia y los arranc de la tribulacin... Toda la vida cristiana debe ser una constante accin de gracias, una eucarista, cantada y vivida para gloria de Dios. La Eucarista no solo es el centro de la vida cristiana, sino que en ella se hace palpable la misericordia del Seor que eleva al hombre a una resurreccin constante para identificarse con Cristo. El mundo sobrenatural de la gracia y de la vida eterna se presenta en la Biblia como una segunda creacin y un retorno a la felicidad del paraso. Mateo 22,34-40: Amars al Seor, tu Dios, y a tu prjimo como a ti mismo. Sntesis de toda la religin cristiana: el amor. San Agustn ha comentado este pasaje evanglico muchas veces: Qu nos ha prometido Dios? Hermanos mos, qu he decir que sea deseable para nosotros? Qu puedo decir? Es oro? Es plata? Son posesiones? Son honores? Es algo de lo que conocemos en la tierra? Si es as, es algo despreciable. Lo que ni el ojo vio, ni el odo oy, ni subi nunca al corazn del hombre es lo que ha preparado Dios a los que le aman (1 Cor 2,9). En pocas palabras voy a decirlo: no sus promesas, sino l mismo. Quien lo hizo todo es mayor que todo; quien dio forma a todo es ms hermoso que todo, quien dio fuerza a todo es ms poderoso que todo. As, pues, en comparacin con Dios, nada es cualquier cosa que amemos en la tierra. Es poca cosa, es nada eso que amamos; nosotros mismos nada somos. El mismo amante debe sentirse vil en comparacin de lo que debe amar. No es otra cosa que aquella caridad que debe brotar de todo el corazn, de todo el alma, de toda la mente. Pero aadi: amars a tu prjimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se compendian la ley y los profetas (Mt 22,37.39.40), de forma que si amas al Seor, sabes que te amas a ti mismo, si en verdad amas al Seor. Si, por el contrario, no amas a Dios, ni siquiera a ti mismo te amas. Cuando aprendas a amarte a ti mismo amando a Dios, arrastra al prjimo hacia Dios para que juntos disfrutis del bien, del gran bien, que es Dios (Sermn 301,A,6). Sbado Aos impares Rut 2,1-3.8-11; 4.13-17: Tu hijo te ha dado quien responda por ti. Su hijo ser el abuelo de David. En Israel, las promesas son la clave de la Historia de la salvacin, que es el cumplimiento de las profecas y de los juramentos de Dios. Estos juramentos hacen irrevocables los dones de Dios. Las infidelidades de Israel ocasionan a veces restricciones de estas promesas, pero las promesas mismas sern mantenidas, gracias a un resto, a un Hijo del Hombre (Dan 7,13ss). El judasmo subrayar por un lado la confianza en las promesas, y por otro su carcter de recompensa: con la obediencia a los mandamientos hay que merecer la herencia prometida. El cristianismo, por el contrario, ver en ellas la pura iniciativa de Dios, el don prometido a todos los que creen. Por eso San Pablo, preocupado por mostrar que la base de la vida cristiana es la fe, se ve llevado a mostrar que la esencia de la Escritura y del designio de Dios consiste en la promesa dirigida a Abrahn y cumplida en Jesucristo (Gal 3, 16-29). En esto hay que situar la presencia de Rut, elegida por Dios a travs de los acontecimientos. El Salmo 127 est todo transfigurado por el amor familiar, tan en consonancia con la lectura anterior. Pero esto hay que verlo como signo y figura del amor de Dios a su pueblo y el amor del pueblo para con Dios, amor de cada uno por su hermano. Todo se ve realizado en la Iglesia, Madre fecunda de todos sus hijos por el bautismo, que nos prepara al festn eucarstico. San Agustn exhortaba a sus diocesanos a cantar este Salmo como una revelacin de Cristo, en el cual, como en un solo hombre, viven todos los que temen al Seor (Enarraciones en Sal 127,3.7). De S y de la Iglesia dice Cristo: Yo soy la vid y vosotros los sarmientos, el que permanece en M y yo en l,

dar mucho fruto (Jn 15,5). sta es la bendicin del hombre que teme al Seor: Dichoso el que sigue los caminos del Seor. Aos pares Ezequiel 43,1-7: La gloria del Seor llena el templo. La plenitud de esto se alcanz en Cristo, verdadero templo de Dios. Es el signo de la presencia de Dios entre los hombres. Pero se trata de un signo provisional, que en el Nuevo Testamento ser sustituido por un signo de otra ndole: Cristo y su Iglesia, Cuerpo mstico de Cristo, y en otro aspecto, del cristiano en gracia: templo vivo de Dios (Jn 2,19.21ss). Es muy explcita la doctrina de San Pablo (1 Cor 3,10-17; 2 Cor 6,16ss; Ef 2,20ss, etc.). Con el Salmo 84 proclamamos que la gloria de Dios habitar en nuestra tierra. La gloria de Dios se considera acompaada de todos sus atributos: amor y verdad que se entrelazan; justicia y paz que se besan; verdad, fidelidad y justicia que miran desde el cielo; felicidad y abundancia de toda clase de bienes... Todo esto y ms an se encuentran en el Templo que es Cristo, que es la Iglesia, que son los cristianos en gracia: Vendremos a l y haremos en l nuestra morada. Mateo 23,1-12: No hacen lo que dicen. En este pasaje evanglico Cristo arremete contra la hipocresa de los responsables del judasmo. l ensea la humildad y el servicio. San Agustn comenta: Tambin a estos los toler el Apstol; pero no les orden que fuesen as. Tambin ellos hacen algo y son instrumentos de bien. Buscan lo suyo, pero anuncian a Cristo. No te preocupes de lo que busca el predicador; lo que anuncia, eso ten. No mires ni te interese lo que l pretende. Escucha la salvacin de su boca y retnla aunque venga de sus labios. No te constituyas juez de su corazn... Escucha solo la salvacin que predican. Haced lo que dice. Te da seguridad en tu obrar. Y qu es esto? Obran mal? No hagis lo que hacen (Mt 23,3). Obran bien, es decir, no saludan por el camino, no anuncian el Evangelio por oportunismo? Imitadlos como ellos imitan a Cristo. Es bueno el hombre que predica? Toma la uva del racimo de la vid. Es malo? Coge la uva, aunque prenda del seto espinoso. El racimo es fruto del sarmiento, no de las espinas, aunque haya crecido enredado entre ellas. Por lo tanto, cuando lo ves, si tienes hambre, cgelo, con cuidado, no sea que al meter la mano para coger el racimo te pinches con las espinas. Esto es lo que te digo: oye lo bueno y no imites las malas costumbres (Sermn 101,10). Y San Jernimo: Quin ms manso, quin ms bueno que el Seor? Es tentado por los fariseos, sus trampas se rompen..., y sin embargo, por respeto al sacerdocio, por la dignidad de su nombre, exhorta al pueblo a sometrsele, en consideracin no de sus obras sino de su doctrina (Comentario al Evangelio de Mateo 23,1-3).

Semana 21 Domingo Entrada: Inclina tu odo, Seor, escchame. Salva a tu siervo que confa en ti. Ten piedad de m, Seor, que a ti te estoy llamando todo el da (Sal 85,1-3). Colecta (del Misal anterior y antes del Gelasiano y Gregoriano): Oh Dios, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo; inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estn firmes en la verdadera alegra.

Ofertorio: Por el nico sacrificio de Cristo, tu Unignito, te has adquirido un pueblo de hijos; concdenos propicio los dones de la unidad y de la paz en tu Iglesia. Comunin: La tierra se sacia de tu accin fecunda, Seor; para sacar pan de los campos y vino que alegre el corazn del hombre (Sal 103,13-15); o bien: El que come mi carne y bebe mi sangre dice el Seor tiene vida eterna, y yo lo resucitar en el ltimo da (Jn 6,55). Postcomunin (Gelasiano): Te pedimos, Seor, que lleves en nosotros a su plenitud la obra salvadora de tu misericordia; condcenos a perfeccin tan alta y mantennos en ella de tal forma que en todo sepamos agradarte. CICLO A Cristo otorga las llaves del Reino de los cielos a Pedro despus de su profesin de fe. Alude a este poder de las llaves en el Antiguo Testamento la primera lectura. San Pablo corona sus reflexiones sobre el destino de Israel con un himno a la infinita sabidura de Dios. El Concilio Vaticano II dijo que toda la Iglesia es como un sacramento visible de unidad y de salvacin (LG 1). Por ello ha sido providencial la figura de Pedro, como signo vivo y permanente que garantiza la unidad visible de las comunidades eclesiales. Sin Cristo no existira la Iglesia, pero sta tiene que ser como la quiso Cristo, no como la quieran los hombres. En el querer de Cristo est la figura de su Vicario visible: el Papa. Donde est Pedro all esta la Iglesia. Donde estn Pedro y la Iglesia, all est tambin la plenitud operante del Misterio de Cristo entre los hombres. Isaas 22,19-23: Colgar de su hombro la llave del palacio de David. En el ambiente del Antiguo Testamento el signo de los poderes y de la responsabilidad sobre la suerte del pueblo era la imposicin de las llaves sobre los hombros de los elegidos. La funcin de las llaves es el poder de abrir y cerrar la casa del rey, soberano absoluto, y corresponde al primer ministro o visir. Es como el plenipotenciario del rey, el que hace sus veces. sta ser en el Nuevo Testamento la funcin de Pedro en la Iglesia, reino de Dios. En las antfonas O, antes de Navidad se dice el 20 de diciembre: Oh llave de David y cetro de la Casa de Israel. Es el poder que Cristo confi en primer lugar a Pedro y a sus sucesores, luego a los dems apstoles. Estos la otorgan a los obispos y sacerdotes para perdonar los pecados en el sacramento de la penitencia. Es la gran misericordia del Seor para con el hombre pecador. Por esto cantamos en el Salmo 137: Seor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. Damos gracias al Seor por ello con todo nuestro corazn, lo alabamos, lo veneramos, le damos gracias. l nos escucha cuando lo invocamos... se fija en el humilde y de lejos conoce al soberbio. Cristo que, siendo rico se hizo pobre, anima a su Iglesia en medio de las pruebas, para que nunca desfallezca, sino que tenga siempre sus ojos puestos en su gran misericordia. Romanos 11,33-36: Cristo es origen, gua y meta del universo. San Pablo, al trmino de su reflexin sobre el misterio de Israel y sobre el papel de la ley de la salvacin, ve caer por el suelo los esquemas en que l crey y, como iluminado por la luz de Cristo, prorrumpi en este grito que exalta la sabidura y la libertad divina en la disposicin de la historia salvfica de la humanidad. Qu abismo de generosidad, de sabidura y de conocimiento el de Dios!. Dice San Jernimo: Cuando el pueblo sea llevado al cautiverio, porque no tuvo ciencia, y perezca de hambre y arda de sed, y el infierno agrande su alma; y bajen los fuertes y los altos y gloriosos a lo profundo, y sea humillado el hombre, y haya recibido conforme a sus mritos, entonces el Seor ser exaltado en el juicio, que antes pareca injusto; y Dios ser santificado por todos en la justicia... Por lo cual debemos cuidar no adelantarnos al juicio de Dios, cuyos juicios son grandes e inenarrables, y del cual dice el Apstol: Inescrutables son tus juicios e imposibles de conocer sus caminos (Rom 11,35). Hasta que l ilumine las cosas ocultas en las tinieblas y abra los pensamientos de los corazones (Comentario sobre el profeta Isaas 4,3). Mateo 16,13-20: T eres Pedro y te dar las llaves del Reino de los cielos. La promesa del Primado constituye, adems de un acontecimiento histrico evanglico, un designio eclesiolgico

en la intencin de Cristo. Pedro es la realidad bsica y permanente de la Iglesia, que perdura por iniciativa y garanta de Dios, llmese como se llame. San Hilario de Poitiers escribe: La confesin de Pedro obtiene plenamente la recompensa merecida, por haber visto en el hombre al Hijo de Dios (Mt 16,13-19). Es dichoso, es alabado por haber penetrado ms all de la mirada humana viendo lo que vena no de la carne, ni de la sangre, sino contemplando al Hijo de Dios revelado por el Padre celestial. Y es juzgado digno de reconocer el primero aquello que en Cristo es de Dios. Oh feliz fundamento de la Iglesia, proclamado con su nuevo nombre; piedra digna de ser edificada, porque quebranta las leyes del infierno, las puertas del Trtaro y todas las prisiones de la muerte! Oh dichoso custodio del cielo, a cuyo juicio son entregadas las llaves del acceso a la eternidad; cuyas decisiones, anticipadas en la tierra, son confirmadas en el cielo! En su virtud, aquello que ha sido atado o suelto en la tierra, recibir en el cielo la condicin de una decisin idntica (Comentario al Evangelio de San Mateo 16,7). CICLO B La reafirmacin de Pedro en el requerimiento de Cristo se corresponde a la del pueblo judo a su entrada en la tierra prometida. Cristo y la Iglesia, modelo de amor matrimonial y humano, segn San Pablo. La conflictividad de Cristo-Eucarista no est en l, sino en nosotros, que podemos aceptarlo con todas las consecuencias, como Pedro y los discpulos, o podemos, por inconsciencia, indiferencia o incredulidad, apartarnos del l, como aquellos que lo hicieron en Cafarnan. Josu 24,1-2.15-17.18: Nosotros serviremos al Seor, porque l es nuestro Dios. La alianza de salvacin es siempre de iniciativa divina, pero no elimina la responsabilidad humana. Hemos de corresponder con gran amor al amor inmenso de Dios. La respuesta del pueblo elegido es un acto de fe y de aceptacin: servir al Dios del xodo o salida de Egipto, al Dios que ha realizado tan grandes maravillas en su favor, al Dios que siempre ha sido fiel a sus promesas, no obstante las muchas rebeliones de Israel, que ahora funda su eleccin en el recuerdo agradecido y en la reflexin de la experiencia histrica vivida. Es una gran leccin para nosotros, que hemos sido ms favorecidos que el Antiguo Israel. El Salmo 33 nos ofrece elementos para meditar la lectura anterior: Gustad y ved qu bueno es el Seor. Por eso lo bendecimos en todo momento y nuestra alma se glora en el Seor, que est cerca de los atribulados y salva a los abatidos. Efesios 5,21-32: Es ste un gran misterio y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. Nuestra aceptacin de Cristo y nuestra comunin de vida con l tiene como marco de garanta la comunin eclesial con su Esposa fiel, amada y purificada con su sangre. Escribe Orgenes: No quisiera que creyerais que se habla de la Esposa de Cristo, es decir, la Iglesia, con referencia nicamente al tiempo que sigue a la venida del Salvador en la carne, sino ms bien se habla de ella desde el comienzo del gnero humano, desde la misma creacin del mundo. Ms an, si puedo seguir a Pablo en la bsqueda de los orgenes de este misterio, he de decir que se hallan todava ms all, antes de la misma creacin del mundo. Porque dice Pablo: Nos escogi en Cristo, antes de la creacin del mundo, para que fusemos santos (Ef 1,4). Y dice tambin el Apstol que la Iglesia est fundada, no solo sobre los apstoles, sino tambin sobre los profetas (Ef 2,20). Ahora bien, Adn es adnumerado a los profetas: l fue quien profetiz aquel gran misterio que se refiere a Cristo y a la Iglesia, cuando dijo: Por esta razn un hombre dejar su padre y su madre y se adherir a su mujer, y los dos sern una sola carne (Gen 2,24). La Historia de la Salvacin nos ofrece ejemplos maravillosos. El Apstol, en efecto, se refiere claramente a estas palabras cuando afirma: Este misterio es grande: me refiero en lo que respecta a Cristo y a la Iglesia (Ef 5,32).

Ms an, el Apstol dice: l am tanto a la Iglesia, que se entreg por ella, santificndola con el lavatorio de agua (Ef 5,26); aqu se muestra que la Iglesia no era inexistente antes. Cmo poda haberla amado si no hubiera existido? No hay que dudar que exista ya, y por eso la am. Porque la Iglesia exista en todos los santos que han existido desde el comienzo de los tiempos. Y por eso, Cristo amaba a la Iglesia y vino a ella (Comentario al Cantar 2). Juan 6,61-70: T tienes palabras de vida eterna. Ante la Eucarista han de definirse la fe y las actitudes de los hombres. San Agustn comenta: Si no comis mi carne.... Y quin sino la Vida pudiera decir esto de la Vida misma? Este lenguaje, pues, ser muerte, no vida, para quien juzgue mendaz la Vida, escandalizronse los discpulos; no todos a la verdad, sino muchos, diciendo entre s: Qu duras son estas palabras! Quin puede sufrirlas?... Qu les respondi, pues? Os escandaliza esto? Pues, qu ser ver al Hijo del Hombre subir a donde primero estaba? Claro es; si puedo subir ntegro, no puedo ser consumido. As, pues, nos dio en su Cuerpo y en su Sangre un saludable alimento y, a la vez, en dos palabras, resolvi la cuestin de su integridad. Coman, por lo mismo, quienes lo comen y beban quienes lo beben; tengan hambre y sed; coman la Vida, beban la Vida. Comer esto es rehacerse; pero en tal modo te rehaces que no se deshace aquello con que te rehaces. Y beber aquello, qu otra cosa es sino vivir? Cmete la Vida, bbete la Vida; t tendrs vida sin mengua de la Vida. Entonces ser esto, el Cuerpo y la Sangre de Cristo ser Vida para cada uno cuando lo que en este sacramento se toma visiblemente, el pan y el vino, que son signos, se come espiritualmente y espiritualmente se beba lo que significa. Porque le hemos odo al Seor decir: El Espritu es el que da vida, la carne no aprovecha nada. Las palabras que yo os he hablado son espritu y son vida. Pero hay en vosotros algunos que no creen (Ibid. 64-65). Eran los que decan: Cun duras palabras son estas!, quin las puede aguantar? (ib. 62). Duras, s, para los duros; es decir son increbles, mas lo son para los incrdulos (Sermn 131,1). CICLO C Todos los hombres estn llamados a vivir con Dios, pero han de pasar por la puerta estrecha de la renuncia y del don de s mismos. El profeta Isaas nos ensea que el plan de Dios es congregar a todos los hombres para mostrarles su gloria. Soportar la prueba como una purificacin para la gloria (segunda lectura). La Iglesia no es una casta de puritanos. Es una comunidad de creyentes que gratuitamente han sido llamados por el Padre para participar del Misterio de Cristo. El autntico cristiano es consciente de la necesidad que tienen de Cristo todos los hombres y actan consecuentemente. Isaas 66,18-21: Traern a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones. Isaas es el pregonero del Nuevo Pueblo de Dios, depositario de la salvacin, como patrimonio para todos los pueblos. La evangelizacin y el testimonio no son ante todo un andar, un hacer, sino principalmente un ser. Algunos cristianos han sido llamados a vivir este aspecto de un modo especial (pinsese en el monacato antiguo y moderno), mas toda la Iglesia est llamada a descubrir este aspecto y vivirlo segn su gnero de vida. Debemos ir a los no creyentes, mas al mismo tiempo vivir de forma tal que seamos signos, para que sean atrados. Tambin en el Nuevo Testamento es fundamental la vida litrgica. Todos son convocados a la alabanza divina y a la adoracin del Seor. La liturgia punto de llegada y de partida: fons et culmen. A esto conduce tambin el Salmo 116, escogido como responsorial: Alabad al Seor todas las naciones, aclamadlo todos los pueblos. Hebreos 12,5-7.11.13: El Seor reprende a los que ama. La visin paternal de Dios es siempre ms amplia y amorosa que la irresponsabilidad engreda de los hijos.

La reflexin sapiencial sobre el valor pedaggico del sufrimiento es un intento de respuesta al problema del dolor, como los que aparecen en el libro de Job. Ese intento puede tener validez, pero tambin limitaciones. Casiano dice: Todo cuanto nos viene de parte de Dios, y que de pronto nos parece prspero o adverso, nos es enviado por un Padre lleno de ternura y por el ms sabio de los mdicos, con miras a nuestro propio bien (Colaciones 7,28). Lucas 13,22-30: Vendrn de Oriente y de Occidente y se sentarn en la mesa del Reino de Dios. Frente al racismo religioso y presuntuoso de Israel, el Evangelio es difano. La salvacin se alcanza con fidelidad humilde a la voluntad del Padre, que quiere que todos los hombres se salven (1 Tim 2,4), no con la propia autojustificacin o nuestra presuncin de elegidos. Lo que importa no es saber si son muchos los que se salvan, sino vivir responsablemente la inquietud del problema de la salvacin, evitando toda presuncin religiosa y pietismos estriles. Cristo hubo de vivir el drama frente a la presuncin religiosa de Israel y con la vivencia acuciante de la indigencia de la salvacin que tienen todos los hombres. Este problema afect tambin a la Iglesia primitiva (Hch 15,6ss). La catolicidad es una responsabilidad de toda la Iglesia y un derecho de toda la humanidad. Nuestro encuentro con Cristo no concluye con la celebracin eucarstica. Debemos identificarnos con la inmolacin reparadora del Corazn de Cristo en favor de todos los hombres. A todos los hombres debemos testimoniar fraternalmente nuestros anhelos por su salvacin. Con todos los hombres debemos sentirnos solidarios en la necesidad que todos tenemos de Cristo Salvador. Lunes Aos impares 1 Tesalonicenses 1,1-5.8-10: Vivir aguardando la segunda venida del Salvador. En Tesalnica hay una autntica vida cristiana y San Pablo da gracias a Dios por ello. Es un signo del xito de su predicacin all. Hay que servir al nico Dios, vivo y verdadero. Severiano de Gbala escribe: La vida interior est afianzada sobre el ejercicio de las virtudes teologales, ya que la fe estimula a obrar bien, la caridad ayuda a soportar las fatigas y la esperanza hace resistir con longanimidad a quienes deben luchar (Comentario a I Tes.). Y San Juan Crisstomo: La creencia y la fe se prueban por las obras; no diciendo que se cree, sino con acciones reales, cumplidas con perseverancia y con un corazn encendido de amor (Homila sobre I Tes.). Con el Salmo 149 proclamamos: El Seor ama a su pueblo Esto es motivo de gran alegra y de alabar al Seor: Cantemos al Seor un cntico nuevo, resuene su alabanza en nuestras reuniones litrgicas o no, alegrmonos por nuestro Creador, por nuestro Rey. El Seor nos ama y adorna con la victoria a los humildes. Festejemos sus gloria, cantemos jubilosos, todos unidos, con vtores a Dios en la boca. Esto es nuestro gran honor. Es una exhortacin a celebrar con un cntico nuevo la salvacin manifestada en el Nuevo Testamento, realizada por Cristo y proclamada por los misioneros de todos los tiempos. Es tambin un anuncio de las realidades futuras. Dios es nuestra gloria y nosotros hemos de ser gloria suya, con nuestra fe vivificada con obras generosas de caridad. Aos pares 2 Tesalonicenses 1,1-5.11-12: El Seor sea nuestra gloria y nosotros seamos la suya. La obediencia a Dios est por encima de toda gloria humana. En Dios se halla el nico fundamento slido de la gloria. San Agustn ensea: Por una admirable condescendencia, el Hijo de Dios, el nico segn la naturaleza, se ha hecho hijo del hombre, para que nosotros, hijos del hombre por naturaleza, nos hagamos hijos de Dios por la gracia (Ciudad de Dios 21,15).

Antes escribi San Ireneo: Si el Verbo se ha hecho carne, y si el Hijo de Dios se dijo Hijo del Hombre, ha sido para que el hombre, entrando en comunin con el Verbo, y recibiendo el privilegio de la adopcin, llegase a ser hijo de Dios (Contra las herejas 3,19). Y San Juan Crisstomo: Ved que la caridad y la unin recproca de los fieles entre s es un gran socorro para resistir a los males y soportar con entereza las aflicciones. En esa honda fraternidad se encuentra el ms grande consuelo. Las aflicciones solo hacen tambalearse a una fe dbil y a una caridad imperfecta; pero una fe slida y robusta encuentra en ella la ocasin de afianzarse. Mientras que un alma lnguida y dbil no encuentra en el dolor ningn elemento de fuerza, el alma generosa apoya sobre l un nuevo impulso de energa (Homila sobre II Tes.). Con el Salmo 95 decimos: Contad a los pueblos las maravillas del Seor. Cantad al Seor un cntico nuevo, cantad al Seor toda la tierra, cantad al Seor, bendecid su nombre. Proclamad da tras da su victoria... Porque es grande el Seor y muy digno de alabanza... El deseo del piadoso israelita y tambin el nuestro es que todos los pueblos y naciones reconozcan la gloria de Yahv y la dignidad suprema de su nombre, que todas las familias de la tierra le ofrezcan la gloria y el honor, que toda la tierra tiemble de emocin religiosa y se anuncie por doquier su nombre santo y glorioso, resplandeciente en Cristo y su obra redentora y evangelizadora. Mateo 23,13-32: Ay de vosotros, ciegos, guas de ciegos! Las maldiciones consuman la separacin entre Jess y las enseanzas del judasmo oficial: los escribas y fariseos son condenados por su minuciosidad en la interpretacin de la ley. El Evangelio es siempre actual. San Juan Crisstomo escribe: Siempre es, ciertamente, grave cosa la maldad; pero lo es sobre todo cuando el malo no cree necesitar correccin. Y llega el mal a su colmo cuando el malo cree que es capaz de corregir a otros. Lo que Cristo pone de manifiesto al llamar a los escribas y fariseos ciegos y guas de ciegos. Extrema desgracia y miseria es que un ciego se imagine que no necesita gua; pero que encima pretenda guiar a los dems es querer precipitarse todos al abismo. Al hablar as el Seor, no haca sino aludir una vez ms a la loca ambicin de gloria de aquellos y ponerles el dedo en la llaga de su rabiosa enfermedad. Porque no otra cosa era la causa de todos sus males, sino el hacerlo todo por ostentacin. Esto los apart de la fe, les hizo descuidar la verdadera virtud y los indujo a poner todo su empeo en las purificaciones corporales, sin atender para nada a la purificacin del alma. Por ello justamente, para llevarlos a la verdadera virtud y a la pureza del alma les recuerda aqu la misericordia, la justicia y la fidelidad. Estas virtudes son, en efecto, las que conservan nuestra vida, stas las que purifican el alma (Homila 73,2 sobre San Mateo). Martes Aos impares 1 Tesalonicenses 2,1-8: Entrega total de Pablo por las almas. Responde a las acusaciones que han formulado contra l: mientras estuvo en Tesalnica no busc otra cosa que agradar a Dios, predicar el evangelio de Jesucristo y estar dispuesto a entregarse por todos, sin ser carga para nadie. San Juan Crisstomo pone en boca de San Pablo estas palabras: Es verdad que os he predicado el Evangelio para obedecer un mandato de Dios. Pero os amo con un amor tan grande que habra deseado poder morir por vosotros! Tal es el modelo acabado de un amor sincero y autntico. El cristiano que ama a su prjimo debe estar animado por estos sentimientos. Que no espere a que se le pida entregar su vida por su hermano, antes bien debe ofrecerla l mismos (Homila sobre I Tes.). Oramos con el Salmo 138: Seor, T me sondeas y me conoces... De lejos penetras mis pensamientos... Todas mis sendas te son familiares... Tanto saber me sobrepasa; es sublime y no lo

abarco. Es un himno a la omnisciencia y omnipresencia de Dios. Se lo ha calificado como la cumbre de la teodicea inspirada. Encaja perfectamente con la lectura anterior. Hay que tener confianza en Dios, a pesar de las contradicciones que puedan presentarnos los hombres. Dios penetra hasta el fondo de la conciencia. Por eso San Pablo pudo decir que Dios prueba sus intenciones. Vivir en la presencia de Dios como consecuencia lgica de nuestra fe. Aos pares 2 Tesalonicenses 2,1-3.13-16: Conservad las tradiciones. Sobre la segunda venida de Cristo no hay que dejarse engaar, ni andar preocupados. Pero hay que estar siempre vigilantes, guardando fidelidad a Dios. San Gregorio Magno dice sobre esto: Quiso el Seor que se nos ocultase el tiempo de nuestra muerte, para que la misma incertidumbre de aquel momento nos obligue a estar siempre dispuestos (Comentarios a Job lib. 12c, 38). Esta confianza es la que se respira en todo el Salmo 95, escogido como responsorial: El Seor llega a regir la tierra: Decid a los pueblos: El Seor es Rey, l afianz el orbe y no se mover; l gobierna a los pueblos rectamente. Todo esto invita a la alabanza divina: Retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos; porque el Seor rige el orbe con justicia y los pueblos con equidad. Mateo 23,23-36: Siguen las maldiciones del da anterior. La enseanza doctrinal de Cristo es clara: la fidelidad en las cosas mnimas hace posible un cuidado grande para las cosas fundamentales. Pero no suceda as en los fariseos del tiempo de Jesucristo. Esto puede darse ahora tambin, si cuidamos el cumplimiento minucioso de cosas mnimas y dejamos de cumplir los mayores preceptos del Seor, sobre todo los referentes a la caridad. Las cosas pequeas tienen gran valor, con tal que se hagan por amor de Dios. Ah est el valor de todas nuestras actuaciones. Se ha escrito que todos los das tenemos que escoger entre el dolor de amar o el dolor, mucho ms grande, de no amar. Y solo se ama si se vive en la verdad. Purifiquemos primero el corazn, como deca San Agustn (Sermn 38). Mircoles Aos impares 1 Tesalonicenses 2,9-23: Una obsesin: proclamar el Evangelio de Dios. Esto es lo que hizo San Pablo y los fieles se lo agradecieron con una gran acogida. La actitud de San Pablo es siempre modlica. Esto mismo es un aliciente a la aceptacin de su doctrina evanglica. San Gregorio Magno escribe: Cuando descubrs algo de provecho, procuris atraer a los dems. Tenis, pues, que desear que otros os acompaen por los caminos del Seor. Si vais al foro o a los baos y topis con alguno que se encuentra desocupado, le instis a que os acompae. Aplicad a lo espiritual esa costumbre terrena, y cuando vayis a Dios no lo hagis solos (Homilas sobre el Evangelio 6,6). El Salmo 138, como ya hemos dicho, es un canto a la omnisciencia de Dios y tambin a su omnipresencia: Seor, T me sondeas y me conoces. A dnde ir lejos de tu aliento, a dnde escapar de tu mirada? Si escalo el cielo, all ests T, si me acuesto en el abismo, all me agarrar tu derecha... Ni la tiniebla es oscura para Ti y la noche es clara como el da. Tengamos confianza plena en Dios. Estemos siempre conscientemente en la presencia de Dios. Aos pares 1 Tesalonicenses 3,6-10.16-18: El que no trabaje que no coma. La ociosidad es enemiga del alma. San Pablo es ejemplo tambin en el trabajo. El trabajo no es solamente una necesidad, es tambin un valor que, dentro de su orden, debe responder a exigencias precisas. Si el hombre quiere tomar parte, como hijo de Dios, en la edificacin del Reino, debe contribuir a la humanizacin de la tierra y a la transformacin de las relaciones entre los hombres, entre todos los hombres. La doctrina social de la Iglesia es muy explcita y precisa en el valor del trabajo. Esto no quita para que los fieles contribuyan a las realizaciones del ministerio por el que se dedican los pastores al bien de las

almas, cosa que no podran hacer en una disponibilidad permanente si estuvieran dedicados a trabajos diferentes del ministerio. Con el Salmo 127 decimos: Dichoso el que teme al Seor y sigue sus caminos. Comers del fruto de tu trabajo, sers dichoso, te ir bien. Mateo 23,27-32: Siguen las maldiciones. Son las ltimas. Son duras y provocan la ruptura entre el Seor y los jefes religiosos de los judos. Comenta San Agustn: Si nos mantenemos en el buen camino no llamamos padres a quienes dieron muerte a los profetas, sino a quienes fueron muertos por los padres de ellos. Porque si uno puede degenerar por las costumbres, de idntica manera, puede llamarse hijos por ellas. As, a nosotros se nos llam hijos de Abrahn... Si Abrahn fue justo por creer, todos los que despus de l imitaron la fe de Abrahn se hicieron hijos de l... Vosotros dais testimonio a vosotros mismos de que sois hijos de quienes dieron muerte a los profetas, puesto que los llamis padres vuestros. Tambin vosotros colmaris la medida de vuestros padres. Esto ltimo es una profeca de lo que ellos mismos haran con el propio Jesucristo y ms tarde con sus discpulos. Fueron peores que sus padres. Cristo vino a los suyos y los suyos no lo recibieron. La Luz brill en las tinieblas, pero stas la rechazaron. Tambin a nosotros nos puede suceder lo mismo (Sermn 305, A,3ss). Jueves Aos impares 1 Tesalonicenses 3,7-13: Sobre todo amor. Goza San Pablo por las noticias que ha recibido de ellos. Quiere volver a verlos. De momento les exhorta a que crezcan en el amor, para ser santos e irreprochables, como el mismo Pablo ama a todos. San Juan Crisstomo ensea: Amar a una persona y mostrar indiferencia a otras es caracterstico del afecto puramente humano; pero San Pablo nos dice que nuestro amor no debe tener ninguna restriccin... Ser irreprochables ante Dios. En esto consiste propiamente el mrito real de la virtud, y no simplemente en ser irreprochables delante de los hombres... S, lo repetir: es la caridad, es el amor quien nos hace irreprochables (Homila sobre I Tes.). Con el Salmo 89 proclamamos: Scianos de tu misericordia y estaremos alegres, Seor... Baje a nosotros la bendicin del Seor y haga prsperas las obras de nuestras manos. El amor de Dios a los hombres es muy superior a lo que podemos figurarnos, incluso teniendo presente lo que dice San Juan en el Evangelio que tanto am Dios al mundo que le entreg a su Unignito (3,1). Oigamos a San Juan Crisstomo: Hasta te servir, porque vine a servir y no a ser servido. Yo soy amigo, y miembro, y Cabeza y hermano y hermana y madre; todo lo soy y solo quiero contigo intimidad. Yo, pobre por ti, mendigo por ti, crucificado por ti, sepultado por ti; en el cielo por ti ante Dios Padre; y en la tierra soy legado suyo ante ti, Todo lo eres para M, hermano y coheredero. Qu ms quieres? (Homila 76 sobre San Mateo). Aos pares 1 Corintios 1,1-9: Enriquecidos por Cristo. Agradece San Pablo las gracias inefables con que han sido enriquecidos los fieles de Corinto. San Juan Crisstomo comenta: Un mdico no trata del mismo modo al paciente al inicio de la enfermedad y cuando est convaleciente, un maestro no usa el mismo mtodo con los nios y con los que requieren una enseanza ms elevada. As acta el Apstol: escribe segn las necesidades y segn el tiempo (Homila sobre la Carta a los Romanos 5,3). Y sigue diciendo el mismo autor: La llama el Apstol Iglesia de Dios para designar que la unidad es el carcter esencial y necesario. La Iglesia de Dios es una en los miembros y no forma ms que una Iglesia con todas las

comunidades extendidas en el universo, porque la palabra Iglesia no es la designacin del cisma, sino de la unidad, de la armona, de la concordia... No hay verdadera paz, como no hay verdadera gracia, sino las que vienen de Dios. Poned esta paz divina y no tendris nada que temer, aunque fuerais amenazados por los mayores peligros, ya sea por los hombres, ya sea incluso por los mismos demonios. Al contrario, para el hombre que est en guerra con Dios por el pecado, mirad cmo todo le da miedo (Homila sobre I Cor 4,2). Con el Salmo 144 proclamamos: Bendecir tu nombre por siempre jams, Dios mo, mi Rey... Da tras da te bendecir y alabar tu nombre por siempre jams. Grande es el Seor y merece toda alabanza, es incalculable su grandeza. Una generacin pondera tus obras a la otra y le cuenta tus hazaas; alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas. Encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones; difunden la memoria de tu inmensa bondad y aclaman tus victorias. Todo cuanto digamos en su honor es poco, pues las gracias y dones que nos ha otorgado son innumerables y mucho ms estimables que las otorgadas al pueblo de Israel, como lo manifiestan sin cesar los escritos de los Santos Padres y el Magisterio de la Iglesia. Mateo 24,42-51: Estad preparados. Cristo exhorta con varias parbolas a la vigilancia y a la perseverancia en la fidelidad. San Juan Crisstomo insiste mucho en ello al explicar este lugar en el Comentario del Evangelio de San Mateo: Insiste todava ms y repite por qu ha afirmado que ni los ngeles ni l mismo conocen el da ni la hora del fin del mundo, sino slo el Padre, porque no les convena a los apstoles saberlo. Introduce el ejemplo del padre de familia, es decir, de l mismo, y de sus fieles servidores, los apstoles, para exhortarles a la vigilancia, a fin de que, esperando la recompensa, distribuyan a sus compaeros, a su tiempo, el alimento de la doctrina... Esto mismo se lo ensea para que sepan que el Seor vendr en el momento menos pensado y para exhortar a los administradores a la vigilancia y a la solicitud... Viernes Aos impares 1 Tesalonicenses 4,1-8: Dios quiere de nosotros una vida sagrada. Somos templos vivos de Dios. No podemos profanarlo. La pureza no es solamente cuestin de voluntad, sino tambin signo de que el hombre ha sido santificado en lo ms profundo de su ser por la presencia del Espritu Santo. Escribe San Juan Crisstomo: Una tierra buena hace algo ms que devolver el grano que le ha sido confiado; as tambin el alma no debe limitarse a cumplir lo que est mandado, sino ir ms lejos... Dos condiciones configuran la virtud: evitar el mal y hacer el bien. Huir del mal no completa la virtud, sino que es el principio del camino que conduce a ella. Es necesario aadir un celo ardiente por el bien... Estos crmenes que comentamos no quedarn ni mucho menos impunes, El deleite que nos producen causa menos encantos que dolores traern consigo los sufrimientos con que sern castigados (Homila sobre I Tes.). La llamada universal a la santidad ha sido una doctrina enseada por la Iglesia en todos los tiempos. Son bien expresivos los testimonios de los Santos Padres, de San Francisco de Sales y de San Jos-mara Escriv, y sobre todo del Concilio Vaticano II. Ensea Casiano: El fin ltimo de nuestro camino es el Reino de Dios; pero nuestro blanco, nuestro objetivo inmediato es la pureza de corazn. Sin ella es imposible alcanzar ese fin (Colaciones 1,4). El Salmo 96 es un himno a la realeza de Dios que viene. Puede decirse que toda la historia bblica gira alrededor de la venida del Seor, preconizada en las venidas parciales, que anuncian la gran venida en los ltimos tiempos: El Seor ama al que aborrece el mal, protege la vida de sus fieles y los libra de los malvados. Amanece la luz para el justo, y la alegra para los rectos de corazn. Por eso se invita a los justos a alegrarse con el Seor.

Aos pares 1 Corintios 1,17-25: Predicacin de Cristo crucificado, escndalo para los judos y necedad para los griegos, pero sabidura para los creyentes. Oigamos a San Agustn: La sabidura de este mundo es necedad ante Dios. No tenemos, pues, un corazn como el vuestro. Reciba la cruz de Cristo, pngala en la frente, donde est el asiento del pudor; all precisamente donde antes se nota el rubor; pngala all para no avergonzarse de ella... Lo necio de Dios es ms sabio que la sabidura de los hombres (Sermn 174,3). Y San Teodoro Estudita: Oh don preciossimo de la Cruz! Qu aspecto tiene ms esplendoroso!... Es un rbol que engendra la vida, sin ocasionar la muerte; que ilumina sin producir sombras; que introduce en el paraso, sin expulsar a nadie de l; es un madero al que Cristo subi, como rey que monta en su cuadriga, para derrotar al diablo que detentaba el poder de la muerte, y librar al gnero humano de la esclavitud a que la tena sometido el diablo. Este madero, en el que el Seor, cual valiente luchador en el combate, fue herido en sus divinas manos, pies y costado, cur las huellas del pecado y las heridas que el pernicioso dragn haba infligido a nuestra naturaleza... Aquella suprema sabidura, que, por as decir, floreci en la cruz, puso de manifiesto la jactancia y la arrogante estupidez de la sabidura mundana (Sermn en la Adoracin de la Santa Cruz). El Salmo 32 nos muestra que los proyectos del Seor subsisten siempre, contra todo criterio meramente humano. As manifiesta su misericordia que llena toda la tierra. Por eso los justos aclaman al Seor, que merece la alabanza de los buenos, dan gracias al Seor con ctaras y tocan en su honor el arpa de diez cuerdas... La palabra del Seor es sincera y todas sus acciones son leales. l ama la justicia y el derecho. Deshace los planes de los malvados y frustra sus proyectos. Todo esto nos debe mover a poner en Dios toda nuestra confianza. Mateo 25,1-13: Llega el Seor, salid a recibirlo. La parbola de las diez vrgenes es muy aleccionadora. El tiempo de la vida presente ha de ser un tiempo de espera del Seor. Hemos de estar siempre en vela esperndolo y bien preparados. San Agustn expone con frecuencia este pasaje evanglico en sus sermones: Estas cinco y cinco vrgenes son la totalidad de las almas de los cristianos. Pero cinco prudentes y cinco necias. Toda alma que vive en un cuerpo se asocia al nmero cinco, porque se sirve de los cincos sentidos. Fueron y entraron las cinco prudentes. Cun muchos sois, hermanos mos, en el nombre de Cristo! Hllense entre vosotros las cinco vrgenes prudentes. Vendr, en efecto, la hora; vendr y en el momento que desconocemos. Vendr a media noche, estad en vela... Si, pues, hemos de dormir, cmo estaremos en vela? Vela con el corazn, con la fe, con la esperanza, con la caridad, con las obras. Y una vez que te hayas dormido en el cuerpo, ya llegar el momento de levantarte. Cuando te hayas levantado, prepara las lmparas. Que no se te apaguen entonces, que ardan con el aceite interior de la conciencia..., entonces te introducir el Esposo en la Casa en la que nunca duermes, en la que tu lmpara nunca puede apagarse. Hoy, en cambio, nos fatigamos y nuestras lmparas fluctan en medio de vientos y tentaciones de este mundo. Pero arda con vigor nuestra llama para que el viento de la tentacin ms bien acreciente el fuego que no lo apague (Sermn 93). Sbado Aos impares 1 Tesalonicenses 4,9-11: Dios mismo nos ensea a amarnos. La caridad viene de Dios. No es solo benevolencia, sino una verdadera comunin, creada por la participacin de una misma vida. Por eso es fraternidad. El cristiano se purifica progresivamente del pecado y as se deja invadir ms y ms por la vida divina. San Clemente Romano escribe: La altura a la que nos eleva la caridad es inenarrable. La caridad nos une con Dios, la caridad cubre la muchedumbre de pecados, la caridad todo lo soporta, la caridad es paciente. Nada hay vil

en la caridad, nada soberbio... En la caridad se perfeccionaron todos los elegidos de Dios. Sin la caridad nada es agradable a Dios (Carta a los Corintios I,49). Con el Salmo 97 proclamamos que en la concordia y la paz de todos brota la alabanza divina, pues todo nos viene del Seor: El Seor llega para regir la tierra con rectitud. Cantemos al Seor un cntico nuevo porque hace maravillas; su diestra le ha dado la victoria; retumbe el mar y cuanto contiene, la tierra y cuantos la habitan; aplaudan los ros, aclamen los montes. El Seor rige el orbe con justicia y los pueblos con rectitud. De l aprendemos todos y as todos viviremos en la paz, que es uno de los mejores bienes de los pueblos. San Pablo deca a los Filipenses: La paz de Dios que sobrepuja todo entendimiento, guarde vuestros corazones y vuestros sentidos en Jesucristo (4,7). La paz del cristiano es de orden interior, conocimiento de las propias miserias y de las propias virtudes, respeto a los dems y una confianza plena en el Seor. Aos pares 1 Corintios 1,26-31: Dios ha escogido lo dbil del mundo. Dios llama a todos, a sabios e ignorantes, a vivos y a pobres, a gente distinguida y a gente sencilla..., porque lo que l da no est sujeto a la riqueza, a la sabidura humana ni a la aristocracia. Est por encima de todo eso. Este es el nuevo orden de cosas que trajo el Seor a la tierra, los ms grandes son aquellos que ms sirven, los ms elevados son aquellos que ms se abajan por amor a Dios y al prjimo. Comenta San Agustn: Quieres ser grande? Comienza por hacerte pequeo. Piensas construir un edificio de colosal altura? Dedcate primero al cimiento bajo. Y cuanto ms elevado sea el edificio que quieres levantar, tanto ms honda debes preparar su base... Los edificios antes de llegar a las alturas se han de humillar. El remate se levanta airoso despus de la humillacin (Sermn 142). San Juan Crisstomo exclama: Qu hermoso es el orden que el Apstol pone en su lenguaje! Dios nos ha hecho sabios sacndonos del error; despus justos y santos comunicndonos su espritu (Homila sobre I Cor) El Salmo 32 nos muestra la misma doctrina: Es dichoso el pueblo que el Seor se escogi como heredad. Es dichosa la nacin no porque tiene riquezas y poder, sino porque su Dios es el Seor. Los ojos del Seor estn puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia. Es la enseanza de San Juan Crisstomo: Porque la soberbia fue la raz y la fuente de la maldad humana, contra ella pone el Seor la humildad, como firme cimiento, porque una vez colocada sta debajo, todas las dems virtudes se edificarn con solidez, pero si sta no sirve de base, se destruye cuanto se levante por bueno que sea (Homila 15 sobre San Mateo). Mateo 25,14-30: La fidelidad para entrar en el Reino. La parbola sobre los talentos exhorta a una postura activa y generosa en toda la vida. San Juan Crisstomo comenta: Este hombre, padre de familia, es Cristo, sin ninguna duda. l, al ascender victorioso al Padre despus de su resurreccin, llam a los apstoles y les confi la doctrina evanglica, dando a uno ms y a otro menos, no por liberalidad o parsimonia, sino segn las fuerzas de los que reciban, como dice tambin el Apstol que haba alimentado con leche a los no podan tomar alimento slido. Por eso acoge con la misma alegra al que haba transformado en diez los cinco talentos que al que haba transformado los dos en cuatro, no considerando la magnitud de la ganancia sino la intencin de su esfuerzo... Lo que haba dicho para excusarse, se vuelve contra l mismo. Es llamado servidor malo porque acusa, sin razn, a su seor; perezoso porque no quiso duplicar el talento, de modo que por un lado se le condena por su indolencia y por el otro, por su negligencia... La palabra divina, que debera haber sido dada a los banqueros y negociantes, es decir, ya sea a los otros doctores que es lo que hicieron los apstoles consagrando presbteros y obispos en cada provincia o a todos los creyentes que hubieran podido duplicar el dinero y devolverlo con inters ejecutando con obras todo lo que haban aprendido con palabras... (Comentario al Evangelio de Mateo 25,14-15.26-28).

Semana 22 Domingo Entrada: Piedad de m, Seor, que a ti te estoy llamando todo el da; porque t, Seor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan (Sal 85,3.5). Colecta: Dios todopoderoso, de quien procede todo bien, siembra en nuestros corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo ms religiosa nuestra vida, acrecientes el bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves (del Misal anterior, y antes del Gelasiano y Gregoriano). Ofertorio: Esta ofrenda, Seor, nos atraiga siempre tu bendicin salvadora, para que se cumpla por tu poder lo que celebramos en estos misterios (del Misal anterior, y antes del Gelasiano y Gregoriano). Comunin: Qu bondad tan grande, Seor, reservas para tus fieles (Sal 30,20); o bien: Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarn los hijos de Dios (Mt 5,9-10). Postcomunin: Saciados con el pan del cielo, te pedimos, Seor, que el amor con que nos alimentas fortalezca nuestros corazones y nos mueva a servirte en nuestros hermanos. CICLO A Cristo anuncia su Pasin. Figura de ella fue el profeta Jeremas, con las contradicciones que tuvo que pasar. Tambin nosotros tenemos que sufrir y ese sacrificio hemos de ofrecerlo juntamente con el de Cristo, reactualizado sacramental-mente en la Misa, como una hostia viva, santa y agradable a Dios. En la cruz debe morir permanentemente nuestro hombre viejo y renovarse constantemente en Cristo. La urgencia y la teologa vivenciada de la cruz de Cristo es siempre un imperativo insoslayable de nuestra vocacin de cristianos. Es la garanta evanglica de nuestra incorporacin a Cristo. Jeremas 20,7-9: La palabra del Seor se volvi oprobio para m. Entre los profetas mesinicos, Jeremas fue un smbolo viviente de la contradiccin entre los designios de Dios y las posturas pseudo-religiosas e irresponsables de los hombres. Como una figura del misterio de Cristo, signo de contradiccin (Lc 2,34). San Jernimo expone el sentido espiritual de los serafines que rodeaban el trono alto y sublime y del que con un carbn ardiente toca la boca del profeta Isaas. Y comenta, sobre otro pasaje de Jeremas: Parecido a esto es aquello de Jeremas: Toma de mi mano esta copa de vino espumoso y hazla beber a todas las naciones a las que yo te enve; bebern hasta vomitar, enloquecern y caern ante la espada que voy a soltar entre ellas (Jer 25,15-16). Al or esto el profeta, no se neg ni dijo a ejemplo de Moiss: Por favor, Seor! No soy digno. Busca a otro a quien enviar (Gen 2,24), sino que como amaba a su pueblo, y crea que, si beban la copa, seran exterminadas y caeran las naciones enemigas, tom de buena gana la copa de vino espumoso, sin saber que entre todas las naciones tambin iba incluida Jerusaln. ...Respecto a esta profeca, y aunque el orden est alterado en la mayora de los cdices, escucha lo que dice en otro pasaje: Me has seducido, Seor, y me dej seducir; me has agarrado y me has podido; me he convertido en irrisin y en objeto de burla todo el da (Jer 20,7). El profeta tiene

conciencia de la presencia divina en su vida. Esta presencia lo envuelve completamente. El fuego es una imagen muy apta para indicar la accin: quema, purifica, ilumina y calienta. La palabra de Dios es un impulso irresistible. Quien tiene la experiencia de Dios y de su Palabra no puede guardarla para s. Tiene que transmitirla, hacerla fructificar y salvar a los hombres por ella, aunque los hombres, como sucedi con Jeremas, no quieran atender y se vuelvan contra el que la anuncia (Carta 18,A,15, a Dmaso). Con el Salmo 62 proclamamos: Mi alma est sedienta de Ti..., mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin vida... Tu gracia vale ms que la vida... Mi alma est unida a Ti y tu diestra me sostiene. Por eso canto con jbilo... Te alabarn mis labios. Romanos 12,1-2: Ofreceos vosotros mismos como sacrificio vivo. Un culto de propiciacin es bueno, pero puede tener el peligro de ser utilitarstico. El culto cristiano es ante todo accin de gracias a Dios por todo cuanto hemos recibido de l. Ha de ser tambin una respuesta de fe a travs del empeo de una vida correspondiente. Ofrenda de cuanto tenemos y somos. Es tambin una splica, pues nosotros y todos los hombres tenemos muchas necesidades temporales y eternas. San Juan Crisstomo comenta: Cmo, dices, puede ser el cuerpo sacrificio? Que tu ojo no mira nada malo, y se hace sacrificio; no hable tu lengua nada torpe y se hace oblacin; que tu mano no haga nada inicuo y se convierte en holocausto. Mas no bastan estas cosas; tambin es necesario que hagamos buenas obras, que tu mano d limosnas, que tu boca bendiga a los que te injurian, que tus odos escuchen asiduamente la predicacin. La hostia no tiene mancha, la hostia es primicia. Que nosotros ofrezcamos as a Dios las manos, los pies, la boca y todos los otros miembros como primicias. Esa hostia agrada a Dios, no la de los judos que era inmunda... Aquellos ofrecan muerto lo que era sacrificado; en nuestro caso, lo que se sacrifica se hace viviente. Cuando mortificamos nuestros miembros, entonces podemos vivir. Esta ley del sacrificio es ciertamente nueva (Comentario a la Carta a los Romanos 20,1). Mateo 16,21-27: El que quiere venirse conmigo que se niegue a s mismo. La vida y la enseanza de Cristo nos induce al radicalismo. No podemos contemporizar con los bienes y criterios de este mundo. Hay que sentirse solidarios con las exigencias de un cristianismo total. El genuino cristiano es siempre un hombre conscientemente crucificado con Cristo en medio de los hombres. En esto consiste su sacerdocio y su sacrificio cristiforme. San Juan Crisstomo dice: Tome su cruz. Lo uno se sigue de lo otro. No pensemos que la negacin de nosotros mismos ha de llegar solo a las palabras, injurias y agravios. No. El Seor nos seala hasta dnde hemos de negarnos a nosotros mismos: hasta la muerte y la muerte ms ignominiosa... Y sgame. Cabe padecer y, sin embargo, no seguir al Seor, cuando no se padece por causa suya... Que todo se haga y se sufra por seguirle; que todo se soporte por amor suyo; que juntamente con el sufrimiento se practiquen las otras virtudes (Homila 55,2 sobre San Mateo). CICLO B Observar la ley sin glosas. Esto es lo que nos ensean las lecturas primera y tercera y la segunda explica que el verdadero culto se ha de manifestar en las obras de caridad y en no contaminarse con el mundo. El ser humano, propenso siempre a la supervaloracin de lo externo y socialmente cotizable en su vida y en su conducta, fcilmente se inclina el formalismo religioso. Se ha de insistir en la interiorizacin de los cultos religiosos, pues la trascendencia de la fe cristiana y del Evangelio radica, fundamentalmente, en la transformacin interior del hombre segn el diseo y la gracia santificadora del Corazn de Jesucristo. Deuteronomio 4,1-2.6-8: No aadis nada a lo que os mando y as cumpliris los preceptos del Seor. Ya la Antigua Alianza, fruto de la iniciativa salvfica de Dios, supuso y exiga un compromiso de fidelidad personal y colectivo, suficiente para condicionar la vida del pueblo de Dios. Revelacin del amor de Dios, la ley es tambin revelacin y don de sabidura. La posterior

tradicin bblica sapiencial mantuvo este concepto: la sabidura divina se manifestar a Israel en el don divino de la ley (Prov 1,7; 9,10). Sabidura prctica y vivida que difunde existencialmente en la vida del fiel la visin que Dios mismo tiene de la historia y del destino del hombre. La Sabidura de Dios se proyecta sobre los otros pueblos, con unin universalstica de la salvacin. El Salmo 14 nos ayuda a meditar la lectura anterior: Seor, quin puede hospedarse en tu tienda? El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia, el que no hace mal a su prjimo... Este es el que cumple con la ley del Seor. Santiago 1,17-18.21.23-27: Llevad la palabra a la prctica. La fe cristiana es un don de Dios; sus exigencias son siempre de iniciativa divina. La nica postura coherente por parte del hombre elegido e iluminado es la de convertirse, de hecho y por sus obras, en una nueva criatura. Comenta San Agustn: El bienaventurado Apstol Santiago amonesta a los oyentes asiduos de la Palabra de Dios, dicindole: Sed cumplidores de la palabra y no solo oyentes, engandoos contra vosotros mismos (Sant 1,22). A vosotros mismos os engais, no al autor de la palabra ni al ministro de la misma. Partiendo de una frase que da la fuente misma de la Verdad a travs de la veracsima boca del Apstol; tambin yo me atrevo a exhortaros, y mientras os exhorto a vosotros, pongo la mirada en mi mismo. Pierde el tiempo predicando exteriormente la palabra de Dios, quien no es oyente de ella en su interior. Quienes predicamos la palabra de Dios a los pueblos no estamos tan alejados de la condicin humana y de la reflexin apoyada en la fe que no advirtamos nuestros peligros. Pero nos consuela el que donde est nuestro peligro por causa del ministerio, all tenemos la ayuda de vuestras oraciones... Debis orar y levantar a quienes obligis a ponerse en peligro... Yo que tan frecuentemente os hablo por mandato de mi seor y hermano, vuestro obispo, y porque vosotros me lo peds, solo disfruto verdaderamente cuando escucho, no cuando predico. Entonces mi gozo carece de temor, pues tal placer no lleva consigo la hinchazn. No hay lugar para temer el precipicio de la soberbia, all donde est la piedra slida de la verdad (Sermn 179,1-2). Marcos 7,1-8.14-15.21-23: Dejis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradicin de los hombres. Sustituir la fe por ritos convencionales, aun legtimos, la moral por una tica convencional humana, la santidad por una mera educacin sociopoltica... es tan antievanglico como lo fuera en tiempo de Cristo el farisasmo judico. Una suplantacin real de la Voluntad divina en nuestra vida! La observancia de la pureza legal se sobrepona con rigorismo a la ms general y benigna ley mosaica. Los signos externos religiosos son buenos si manifiestan la religiosidad interior del corazn. Cristo no cree en un moralismo que mira superficialmente a algunos resultados sin pasar a travs del corazn del hombre para transformarlo radicalmente. A esto tiende todo el mensaje evanglico. En el cristianismo, toda religiosidad no avalada por una autntica formacin de la conciencia personal degenera normal-mente en farisasmo, en pietismo subjetivo irresponsable. Esto es lo que conden el Seor en su tiempo y se hace en nuestros das por el magisterio constante de la Iglesia. Seamos consecuentes con nuestra participacin en las acciones litrgicas, que exigen una voluntad decidida de fe vivida, de caridad afectiva y efectiva, de verdadera santidad en toda nuestra vida. CICLO C Leccin de humildad dada por Jess en el Evangelio. A ella corresponde tambin la lectura primera, tomada del libro del Eclesistico. En la segunda lectura se nos ensea que la vida cristiana supera la del Antiguo Testamento. La humildad en espritu y en verdad, para el cristiano, no es solo una instancia moral o tica, sino el fundamento teolgico, que hace posible en nuestras vidas la alianza salvadora, nos abre plenamente al misterio de Cristo y nos torna receptivos de las iniciativas y de las gracias divinas. Ante Dios no tenemos otro derecho que el de nuestra propia indigencia y nuestra humilde disponibilidad para recibir el perdn, el amor y la gracia que gratuitamente Dios nos ofrece.

Eclesistico 3,19-21.30-31: Hazte pequeo y alcanzars el favor de Dios. Frente a toda presuncin humana, la modestia de vida y de pensamiento, la pobreza de espritu (Mt 5,3), o la negacin de uno mismo (Mt 16,14), son siempre caminos que conducen a la salvacin y evidencian el poder amoroso del Seor sobre sus elegidos. La humildad consiste en la conciencia del puesto que ocupamos frente a Dios y frente a los hombres, y en la sabia moderacin de nuestros deseos de gloria. Nada tiene que ver la humildad con la timidez, la pusilanimidad o la mediocridad. La humildad est en ver y manifestar todo lo bueno que hay en nosotros, en lo natural y en lo sobrenatural, como perteneciente a Dios, como don de Dios y, por lo mismo, a l debemos agradecerlo. San Gregorio Magno escribe: Dgase, pues, a los humildes, que al par que ellos se abajan, aumentan su semejanza con Dios; y dgase a los soberbios que, al par que ellos se engren, descienden, en imitacin del ngel apstata (Regla Pastoral 3,18). Y San Juan Crisstomo: La humildad no debe estar tanto en las palabras cuanto en la mente; debemos estar convencidos en nuestro interior de que somos nada y que nada valemos (Comentario a Ef 4). El Salmo 67 nos ofrece material para meditar segn la lectura anterior: Has preparado, Seor, tu casa a los desvalidos... Padre de hurfanos, protector de viudas... Libera a los cautivos y los enriquece... Su rebao habit en la tierra que la bondad de Dios prepar a los pobres. Hebreos 12,18-19.22-24: Os habis acercado al monte Sin, ciudad del Dios vivo. La salvacin temporal en la Antigua Alianza se realiz bajo el signo de una impresionante teofana. En cambio, la salvacin definitiva nos ha llegado por el camino de la humildad, la sencillez y la amorosa mansedumbre del Verbo encarnado, para redimirnos de nuestros engreimientos y soberbias. San Len Magno expone: Lo mismo que no se puede negar que el Verbo se hizo carne y habit entre nosotros (Jn 1,14), as tampoco puede negarse que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo (2 Cor 5,19). Sin embargo, qu reconciliacin podr darse, por la que Dios intercediera por el gnero humano, si el Mediador entre Dios y los hombres no asumiera sobre S la culpa de todos. Pero, cmo cumplira Cristo su realidad de Mediador si l, que es igual al Padre en su condicin divina, no participa, en su condicin de siervo, de nuestra naturaleza? As, mediante un solo hombre nuevo se lograra la renovacin del hombre viejo y el vnculo de la muerte, contrado por la prevaricacin de uno solo, se saldara con la muerte del nico que nada debi a la muerte (cf. Rom 5,15). Pues la efusin de la sangre del justo por los pecadores fue tan poderosa en orden a la exculpacin del hombre y tan alto su valor, que si la universalidad de los cautivos creyera en su Redentor, no mantendran ninguna atadura que les esclavizase, porque, como dice el Apstol, donde abund el pecado sobreabund la gracia (Rom 5,20); y dado que, habiendo nacido bajo el dominio del pecado, han recibido la fuerza para renacer a la justicia, el don de la libertad se ha hecho ms fuerte que la deuda de la esclavitud (Carta 124,3). Lucas 14,1.7-14: Todo el que se enaltece ser humillado y el que se humilla ser enaltecido. Todo el Evangelio es permanente teologa de la humildad, como leccin primordial del Corazn de Jesucristo y como actitud exigida a las almas que realmente quieren seguirle. San Gregorio Magno comenta: As como por el temor subimos a la piedad, por la piedad somos llevados a la ciencia, por la ciencia subimos a robustecernos con la fortaleza, por la fortaleza ascendemos al consejo, por el consejo nos adelantamos al entendimiento y por el entendimiento llegamos hasta la madurez de la sabidura, por siete gradas llegamos a la puerta por la que se nos abre la entrada a la vida espiritual. Y se dice bien que haba un zagun delante de ella, porque quien primeramente no tuviera humildad no sube las gradas de estos dones espirituales... En este valle de lgrimas ha dispuesto en su corazn las gradas para subir al lugar santo (Sal 83,6-7). El valle es, en efecto, un lugar humilde y todo pecador que de corazn se aflige y llora humildemente, progresa subiendo de virtud en virtud (Homila 7 sobre Ezequiel 7-8).

Lunes Aos impares 1 Tesalonicenses 4,13-17: Morir en Cristo para reinar en Cristo. Muchos estn preocupados por el momento de la segunda venida de Cristo: Salvacin? Condenacin? Todos hemos de participar en la gloria de Cristo si hemos participado en su muerte y resurreccin. San Juan Crisstomo ensea: Afligirse en exceso por la muerte de los amigos es actuar como un hombre al que no anima la esperanza cristiana. Y, de hecho, quien no tiene fe en la resurreccin y mira la muerte como un aniquilamiento total, tiene razn en llorar, lamentarse y gemir por sus gentes, aniquiladas para siempre. Pero vosotros, cristianos, que creis en la resurreccin, que vivs y mors en la esperanza, por qu os lamentis con exceso? (Homila sobre I Tes.). La idea de San Pablo es que los difuntos no solo estarn en un reino maravilloso, sino que compartirn el Reino con el Seor. Cristo ha asumido la condicin humilde y mortal de los hombres y a cambio de esto dar a los resucitados su gloria y la participacin de su seoro. Es lo que manifiestan elocuentemente las frmulas paulinas: si padecemos con l seremos con l glorificados. El Salmo 95 nos ofrece temas para la reflexin espiritual con respecto a la lectura anterior: El Seor llega a regir la tierra, cantad al Seor un cntico nuevo, cantad al Seor toda la tierra. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. Porque grande es el Seor, y muy digno de alabanza, ms temible que todos los dioses. Pues los dioses de los gentiles son apariencia, mientras que el Seor ha hecho el cielo. Algrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena, vitoreen los campos y cuanto hay en ellos. Aclamen los rboles del bosque delante del Seor que ya llega, ya llega a regir la tierra: regir el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. Aos pares 1 Corintios 2,1-5: Anuncio de Cristo crucificado. Es el tema de la predicacin paulina. San Pablo ha llegado al conocimiento y al amor de la Cruz de Cristo, despus de largos aos de incomprensin en el judasmo. Como sus contemporneos judos, no poda ni imaginar un Mesas crucificado. Escribe Orgenes: Y es as que la palabra de los que a los comienzos predicaron la religin cristiana, y trabajaron en la fundacin de las Iglesia de Dios y, por tanto, su enseanza tuvo ciertamente fuerza persuasiva, pero no como la que se estila en los que profesan la sabidura de Platn o de cualquier otro filsofo, hombres al cabo y que nada tienen fuera de la naturaleza humana. La demostracin, empero, de los apstoles de Jess era dada por Dios y tomaba su fuerza persuasiva del espritu y del poder (1 Cor 2,4). As se explica que su palabra corriera rpida y agudsimamente (Sal 147,4) o, por mejor decir, la palabra de Dios, que por su medio converta a muchos que pecaban por natural tendencia y por costumbre; a los que nadie, ni a fuerza de castigos, hubiera hecho mudar de vida, los cambi la palabra viva, formndolos y moldendolos a su talante (Contra Celso 3,68). Es lo mismo que afirma San Pablo: no me preci de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y ste crucificado. Con esta ciencia de la Cruz, San Pablo hace suya, y nosotros tambin, la doctrina de esos versos del Salmo 118: Cunto amo tu voluntad, Seor! Todo el da la estoy meditando. Tu mandato me hace ms sabio que mis enemigos, siempre me acompaa. Soy ms docto que todos mis maestros, ms sagaz que los ancianos... no me aparto de tus mandamientos, porque T me has instruido. Lucas 4,15-30: Evangelizacin de los pobres. Lectura en la sinagoga de Nazaret del pasaje de Isaas 58,6; 61,1-2. Comenta San Ambrosio: Ve aqu la Trinidad perfecta y coeterna. La escritura nos afirma que Jess es Dios y hombre, perfecto en lo uno y en lo otro; tambin nos habla del Padre y del Espritu Santo. Pues el Espritu Santo nos ha sido mostrado cooperando, cuando en la apariencia corporal de una paloma descendi sobre Cristo en el momento en el que el Hijo de Dios era bautizado en el ro y el Padre habl desde el cielo. Qu testimonio podemos encontrar ms grande que el de l mismo, que afirma haber

hablado en los profetas? El fue ungido con un leo espiritual y una fuerza celestial, a fin de inundar la pobreza de la naturaleza humana con el tesoro eterno de su resurreccin, de eliminar la cautividad del alma, iluminar la ceguera espiritual, proclamar el ao del Seor, que se extiende sobre los tiempos sin fin y no conoce las jornadas del trabajo, sino que concede a los hombres frutos y descanso continuos. l se ha entregado a todas las tareas, incluso no ha desdeado el oficio de lector, mientras que nosotros, impos, contemplamos su cuerpo y rehusamos creer en su divinidad que se deduce de sus milagros (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib. IV,45). Martes Aos impares 1 Tesalonicenses 5,1-6.9-11: Muri por nosotros, para que vivamos por l. No sabemos el da ni la hora de su segunda venida. Por eso hay que velar y estar alerta en el tiempo presente. Explica San Juan Crisstomo: La embriaguez de que habla aqu el Apstol no es solamente la que resulta del vino, sino la que resulta del pecado. La riqueza, la ambicin, la codicia y todo su cortejo de pasiones, esto es lo que causa la borrachera del alma. Pero, por qu se da al pecado el nombre de sueo? Porque el esclavo del pecado se encuentra sin energa, sin accin para las obras de virtud. Sumergido en las ilusiones y el encanto delirante del mal, sus obras no tienen nada de real, nada de slido; se limita a correr tras unos fantasmas (Homila sobre I Tes. 4,2). Con el Salmo 26 decimos muy adecuadamente: Espero gozar de la dicha del Seor en el pas de la vida... El Seor es mi luz y mi salvacin, a quin temer? El Seor es la defensa de mi vida, quin me har temblar? Una cosa pido al Seor, eso buscar: habitar en la Casa del Seor por los das de mi vida; gozar de la dulzura del Seor contemplando su templo. Espero gozar de la dicha del Seor. Quien recibe el bautismo puede decir con toda verdad: El Seor es mi Luz y mi salvacin y la defensa de mi vida; el bautizado es conciudadano de los Santos y familiar de Dios (Ef 2,19). Pertenece a la Iglesia y puede ofrecer a Dios, juntamente con Cristo, el sacrificio ms agradable a Dios, que es la sagrada Eucarista. La fe ayuda a la Iglesia a reconocer el rostro de Cristo en la Escritura, en las celebraciones litrgicas, en los pobres y perseguidos y luego en la visin beatfica. Aos pares 1 Corintios 2,10-16: Solo el hombre espiritual puede captar lo que es propio del Espritu. Comenta San Agustn: El Espritu de Dios es el Espritu de caridad, mientras que el espritu de este mundo es soberbio e ingrato para Dios (Sermn 283,3). El Espritu de Dios proporciona el pensamiento y el vocabulario que permiten hablar de Dios como conviene. El Espritu de Dios en el corazn del cristiano es la facilidad que da para juzgar todas las cosas desde un punto ms elevado, pero hace falta an una seria voluntad de humildad y de apertura a Dios para ser capaz de acceder a ello. San Juan Crisstomo lo expone adecuadamente en su Homila sobre este pasaje paulino: El que ve claro, ve todo, incluso al que no ve; en cambio, el que no ve no puede ver lo que hace referencia al que ve claro. Nosotros, los cristianos, comprendemos nuestra condicin y la situacin de los infieles; los infieles, sin embargo, no entienden la nuestra. Nosotros sabemos como ellos y mejor que ellos cul es la naturaleza de las cosas presentes; los infieles no conocern sino un da las excelencias de las cosas futuras, mientras que nosotros vemos desde ahora los sufrimientos de los malvados y las coronas destinadas a los buenos. Por eso cantamos jubilosos con el Salmo 144: El Seor es justo en todos sus caminos. El Seor es clemente y misericordioso, lento a la clera y rico en piedad, el Seor es bueno con todos, es carioso con todas sus criaturas... Es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. Su reinado es un reinado perpetuo y su gobierno va de edad en edad. Toda la grandeza de Dios, su

majestad inconmensurable est al servicio de su bondad. Esto debe llenarnos de alegra y de generosidad para corresponder a l con gran amor. Lucas 4,31-37: Cristo es el Santo de Dios. Hasta los demonios lo reconocen. San Ambrosio comenta: Quin es el que en la sinagoga estaba posedo de un espritu inmundo? No es el pueblo judo? Como atrapado por los anillos de una serpiente y cogido por las redes del diablo, manchaba su pretendida pureza corporal por las inmundicias interiores del alma. Con razn haba en la sinagoga un hombre posedo del espritu inmundo, porque haba perdido el Espritu Santo. El diablo haba entrado en el lugar de donde haba salido Cristo. Al mismo tiempo se nos muestra que la naturaleza del diablo no es mala y que sus obras son inicuas: pues el que en virtud de su naturaleza superior reconoca como Seor, por sus obras lo reniega. Esto significa la malicia y depravacin de los judos, que ha esparcido por este pueblo una tan gran ceguera y tan gran raquitismo espiritual, que niega lo que los mismo demonios reconocan. Oh herencia de discpulos peores que el maestro! l tienta al Seor con la palabra, estos con los hechos; l dice: chate, ellos intentan precipitarlo. No obstante estas cosas, desde un punto de vista ms profundo, debemos entender aqu la salud del alma y del cuerpo... (Tratado sobre San Lucas lib. IV,61-62). Mircoles Aos impares Colosenses 1,1-8: El mensaje de la verdad ha llegado al mundo entero. San Pablo agradece a Dios la fe, el amor y la esperanza de los colosenses. El Apstol exalta la esperanza de lo que Dios les tiene reservado en el cielo. Cristo nos anuncia en cada pgina del Evangelio un mensaje de esperanza; ms an, l mismo es nuestra esperanza. El objeto de la esperanza es la herencia incorruptible (1 Pe 1,4). Oigamos a San Basilio: El nico motivo que te queda para gloriarte, oh hombre, y el nico motivo de esperanza consiste en hacer morir todo lo tuyo y buscar la vida futura en Cristo (Homila 20 sobre la humildad). Dice San Len Magno: El pueblo cristiano es invitado a gozar de las riquezas del paraso, y a todos los regenerados les ha quedado abierto el regreso a la patria perdida, a no ser que ellos mismos se cierren aquel camino que puede ser abierto por la fe de un ladrn (Sermn 15 sobre la Pasin). San Cirilo de Jerusaln ensea: La esperanza del premio conforta al alma para realizar las buenas obras (Catequesis 48,18). A esta esperanza nos lleva el Salmo 51: Confo en tu misericordia por siempre jams... Te dar siempre gracias, porque has actuado. La obra de Dios en el universo, en la redencin y en la santificacin de las almas debe llenarnos de confianza en l. Junto a Dios tenemos seguridad en todo. La inseguridad nace cuando se debilita la fe. Recordemos a San Pedro andando sobre el agua... Si Dios est con nosotros, quin estar contra nosotros? Quin nos separar del amor de Cristo? La tribulacin, la angustia, la persecucin, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada...? En todo esto vencemos por aquel que nos am. Ni la muerte, ni la vida, ni los ngeles, ni los principados, ni lo presente, ni lo futuro, ni las potestades, ni la altura, ni la profundidad, ni ninguna otra criatura podr separarnos del amor de Dios (Rom 8,31ss). Aos pares 1 Corintios 3,1-9: Colaborar con Dios en el apostolado. Divisiones entre los corintios por su apego a las cosa de aqu abajo. Los predicadores son los siervos y colaboradores de Dios. No actan en su propio nombre; hablan porque han sido llamados y porque tendrn que rendir cuentas a Dios. San Juan Crisstomo advierte: El mal comportamiento es un obstculo para conocer la verdad. Lo mismo que un hombre obcecado en el error no puede perseverar largo tiempo en el camino recto, tambin es muy difcil

que quien vive mal acepte el yugo de nuestros sublimes misterios. Para abrazar la verdad hay que estar desprendido de todas las pasiones... Esta libertad del alma ha de ser completa, para alcanzar la verdad (Homila sobre I Cor 3,5). Es muy lamentable que por dejarnos llevar de principios humanos permanezcamos an en una fase de embotamiento. Esto es lo que hace que no acojamos al predicador en todo lo que l es, por antipatas humanas, con lo cual se crean divisiones en la Iglesia. No estamos preparados para tomar los alimentos slidos de que habla el Apstol. Con el Salmo 32 proclamamos: Dichoso el pueblo que el Seor se escogi como heredad... l model cada corazn y comprende todas sus acciones... Nosotros aguardamos al Seor, l es nuestro auxilio y escudo, con l se alegra nuestro corazn, en su santo nombre confiamos. A nosotros nos ha confiado el Seor la misin de realizar su palabra. Hemos conocido el plan de Dios como un bien inmenso, por eso hemos de difundirlo por doquier con todos los medios puestos a nuestro alcance, especialmente con la oracin, el sacrificio, las obras buenas y nuestro ejemplo, si no podemos comunicarlo con nuestra palabra. Todo lo esperamos de l. Lucas 4,38-44: Tiene la misin de proclamar la buena nueva en todas partes. Cristo nos da ejemplo de la misin universal de su mensaje. Todos los hombres estn llamados a formar parte del Pueblo de Dios, que ha de extenderse a todo el mundo y en todos los tiempos. Comenta San Ambrosio: Tal vez, en esta mujer, suegra de Simn estaba figurada nuestra carne, enferma con diversas fiebres de pecados y que arda en transportamientos desmesurados de diversas codicias... Nuestra fiebre es la lujuria, nuestra fiebre es la clera; que, aunque sean vicios de la carne hacen penetrar su fuego en los huesos, afectan al espritu, al alma y a los sentidos (Comentario a San Lucas 4,63). Para esto envi Dios a su Hijo, a quien constituy heredero de todo, para que sea Maestro, Rey y Sacerdote de todo, Cabeza del pueblo nuevo y universal de los hijos de Dios. Para esto envi Dios el Espritu de su Hijo, Seor y vivificador, quien es para toda la Iglesia y para todos y cada uno de los creyentes el principio de su asociacin y unidad en la doctrina de los apstoles, en la mutua unin, en la fraccin del pan y en la oraciones. Todo esto debe llevarnos a una ntima comunin con Cristo y su mensaje. Jueves Aos impares Colosenses 1,9-14: Salidos de las tinieblas e introducidos en el Reino de la Luz. Progreso espiritual incesante en la luz en que estamos. Es un don de Dios que hemos de agradecer. Comenta San Juan Crisstomo: Como en las carreras del hipdromo se redoblan los gritos de nimo para el jinete conforme se va acercando al trmino de la carrera, as el Apstol estimula con toda su energa a los fieles ms avanzados en la perfeccin... Adems del propio don con que nos gratifica, nos da tambin la virtud necesaria para recibirlo... Dios no solo nos ha honrado hacindonos partcipes de la herencia, sino que nos ha hecho dignos de poseerla. Es doble, pues, el honor que recibimos de Dios: primero, el puesto, y segundo, el mrito de desempearlo bien (Homila sobre la Carta a los Colosenses). Con el Salmo 97 cantamos las maravillas del Seor que nos ha introducido en el Reino de la Luz: Revela su justicia a todas las naciones... Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios sobre el pecado, el demonio, la esclavitud, las tinieblas. Por eso invitamos a toda la tierra a que aclame al Seor, lo vitoree y lo aplauda. Es un gran gozo el que nos invade por la Luz esplendorosa en que nos encontramos. Decimos con el salmista: Tocad la ctara para el Seor, suenen los instrumentos; con clarines y al son de trompetas aclamad al Rey y Seor. Aos pares 1 Corintios 3,18-23: Todo para vosotros, pero vosotros para Cristo y Cristo para Dios. No podemos gloriarnos en nosotros mismos, pues la sabidura de este mundo es necedad ante Dios. Dice Casiano:

Esforcmonos tambin nosotros en subir, con la gracia de una caridad indisoluble, a este tercer grado de los hijos, que miran como suyo lo que es de su Padre; merezcamos recibir la imagen y semejanza de nuestro Padre celestial. Imitando al Hijo verdadero, podemos decir tambin: Todo lo que el Padre tiene es mo (Jn 16,15). De lo que se hizo eco el bienaventurado San Pablo al decir: Todas las cosas son vuestras, ya sea Pablo o Apolo o Cefas, sea el mundo, o la vida o la muerte, el presente o el futuro, todo es vuestro (1 Cor 3,22) (Colaciones 11,7). El Salmo 23 expresa las condiciones para intimar con Dios en el templo o fuera de l: Quien puede entrar en el recinto sagrado... El hombre de manos inocentes y puro corazn, que no confa en los dolos. Este es el que recibir la bendicin del Seor y le har justicia. La Iglesia, pueblo de Dios, es la tierra que pertenece a Cristo y le ha dado un fundamento slido de vida sobrenatural. Es el autntico monte santo, en el que confluyen todos los pueblos de la tierra. Lucas 5,1-11: Dejarlo todo por seguir a Cristo. Ser pescadores de hombres es participar en el apostolado de Cristo y en la expansin de la Buena Nueva. Comenta San Jernimo: Quines son estos que deben cantar el cntico nuevo lo dicen las palabras que siguen: Los que descendis, dice, hasta el mar. Jess viendo a los apstoles en la orilla remendando sus redes junto al mar de Genesaret, los envi a alta mar (Lc 5,4), para hacerlos, de pescadores de peces, pescadores de hombres. Ellos predicaron el Evangelio hasta el Ilrico y Espaa, dominando tambin, en breve tiempo, el poder inmenso de la ciudad de Roma. Ciertamente, descendieron al mar y lo traspasaron, soportando las tormentas y las persecuciones de este mundo. Tambin las islas y sus habitantes, la diversidad de las gentes y la multitud de las Iglesias (Comentario sobre el profeta Isaas 42,11). Viernes Aos impares Colosenses 1,15-20: Todo fue creado por l y para l. Himno a Cristo, primognito de toda criatura. Es la cabeza de la Iglesia. Comenta San Agustn: Fue entregado a la afrenta, a la flagelacin y a la muerte, y con el ejemplo de su pasin nos ense cunta paciencia requiere el caminar con l. A su vez, con el ejemplo de su resurreccin nos afianz en aquello que debemos esperar de l mediante la paciencia... Somos el Cuerpo de aquella Cabeza, en la que se ha realizado ya el objeto de nuestra esperanza. De l se ha dicho que es la Cabeza del Cuerpo de la Iglesia, el primognito, el que tiene la primaca (Col 1,18)... Y, dado que antes de resucitar nuestra Cabeza recibi el tormento de la flagelacin, afianz tambin nuestra paciencia... No decaigamos ante el azote, para gozarnos en la resurreccin... Aunque no haya llegado la plenitud de nuestro gozo, no por eso nos ha dejado ahora sin gozo alguno, puesto que estamos salvados en esperanza (Sermn 157,3-4). Con el Salmo 99 decimos: Entrad en la presencia del Seor con vtores. Esto es lo que hemos de hacer al considerar que en Cristo reside toda la plenitud y que nos reconcili por su sangre en la cruz. Por eso aclamamos al Seor en toda la tierra, le servimos con alegra, entramos con vtores en su presencia. l nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebao, le damos gracias y bendecimos su nombre. El Seor es bueno, su misericordia es eterna y su fidelidad por todas las edades. Si todo esto es integrado en nuestra vida, sabremos que el servicio del Dios vivo es la suprema alegra y felicidad; ms an, que la alegra es una forma de servicio: un medio por el cual podemos ser sacrificios vivientes de accin de gracias. Aos pares 1 Corintios 4,1-5: El Seor pondr al descubierto los designios del corazn. Los apstoles han de ser fieles a su misin. Hemos de dar cuenta al Seor. Comenta San Agustn: Ver el corazn es propio de Dios; propio del hombre no es ms que juzgar las cosas externas. No juzguis, pues, antes de tiempo. Qu significa antes de tiempo? Lo dice a continuacin: Hasta que venga el Seor e ilumine lo que se oculta en las tinieblas. De qu est hablando? Escucha lo que sigue: Y manifestar los pensamientos del corazn (1 Cor 4,5). Esto es iluminar lo

que se oculta en las tinieblas: manifestar los pensamientos del corazn. Ahora nuestros pensamientos son luminosos para nosotros mismos, para cada uno en particular; mas para nuestros prjimos estn en las tinieblas, puesto que no los ven. All tambin l ha de conocer lo que t sabes que ests pensando. Por qu temes? Ahora quieres ocultar tus pensamientos, tienes miedo a que se conozcan, quiz en alguna ocasin piensas algo malo, quiz algo torpe o algo vanidoso; all no pensars nada que no sea bueno, honesto, verdadero, puro, sincero. Pero esto cuando ests all. Como ahora quieres que se vea tu rostro, as querrs entonces que se vea tu conciencia (Sermn 243,5). Con el Salmo 36 proclamamos: El Seor es el que salva a los justos. Confiemos en el Seor. l ser nuestro juez, hagamos el bien, practiquemos la lealtad, que el Seor ser nuestra delicia y l nos dar lo que pide nuestro corazn. No temamos, encomendemos nuestro camino al Seor, confiemos en l y l actuar, hagamos su justicia, es decir, cumplamos sus mandamientos y l nos presentar radiantes. Apartmonos del mal y hagamos el bien. El Seor ama la justicia. En realidad el justo verdadero es solo Cristo. Nosotros hemos de seguirlo, imitarlo, siguiendo en todo sus enseanzas. As no temeremos que se vea nuestra conciencia. Pero, adems, l es infinitamente misericordioso. Lucas 5,33-39: Solo ayunarn en los das ausentes de Cristo. Es lo que hizo la primitiva Iglesia en los das anteriores a la Pascua, es decir, el Viernes y Sbado Santos. Luego se fue alargando ms, hasta llegar a la Cuaresma en el siglo IV. Escribe San Ambrosio: Qu das son estos en que nos ser arrebatado Cristo, siendo as que l ha dicho: Yo estar con vosotros hasta el fin de los tiempos (Mt 28,30) y : Yo no os dejar hurfanos (Jn 14,18). Pues es cierto que si l nos abandonase no podramos ser salvados. Nada puede arrebatarte a Cristo si t no quieres. Que no te lo arrebate ni tu vanidad, ni tu presuncin, ni presumas de la ley; pues no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores... Los hijos del Esposo, es decir, los hijos del Verbo, elevados por la regeneracin del bautismo a la condicin de la naturaleza divina, mientras el Esposo estuviera con ellos no podan ayunar. Ciertamente no se trata de una prohibicin del ayuno con el cual se mortifica la carne y se debilita la sensualidad; pues este ayuno nos lo recomienda Dios. Cmo haba de prohibir el Seor el ayuno a sus discpulos, cuando l mismo ayunaba y cuando les deca que los malsimos espritus no podan ser superados sino con la oracin y el ayuno? (Mt 17,20). Tambin en este lugar llam al ayuno vestido viejo, que el Apstol ha estimado se ha de desechar (Gal 3,9.10), para revestirnos el que ha sido renovado por la santificacin del Bautismo (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib. V, 20.23). Sbado Aos impares Colosenses 1,21-23: Reconciliados por Cristo, podemos presentarnos ante Dios santos y sin mancha. Por s mismo el hombre es incapaz de reconciliarse con Dios, al que ha ofendido con su pecado. La accin de Dios es aqu primera y decisiva. l no dej nunca de amarnos y por eso envi a su Hijo para reconciliarnos. El misterio de nuestra reconciliacin empalma con el de la Cruz y del gran amor con hemos sido amados (Ef 2,4). Toda la obra de la salvacin est ya realizada por parte de Dios, pero se contina aplicando a los hombres hasta la parusa final. San Pablo define su misin apostlica como el ministerio de la reconciliacin (2 Cor 5,18). Pero hemos de tener presentes que la accin divina no ejerce su eficacia sino para los que estn dispuestos a aceptarla por la fe. Por eso dice San Pablo: Os suplicamos en nombre de Cristo: dejaos reconciliar con Dios (2 Cor 5,20). Con el Salmo 53 decimos: Ved que Dios es mi auxilio Le suplicamos ardientemente dentro de nuestra propia miseria: Oh Dios, slvame por tu nombre, sal por m con tu poder, oh Dios, escucha mi splica, atiende a mis palabras. Vemos que el Seor nos escucha y vemos su actuacin: Pero el Seor es mi auxilio, el Seor sostiene mi vida. Le ofrecemos el sacrificio de accin de gracias. El Seor nos ha reconciliado.

Aos pares 1 Corintios 4,6-15: Penalidades del Apstol en la predicacin del Evangelio. La vida del apstol se desarrolla en el seno de las paradojas: aporta la bendicin del Evangelio al precio de las maldiciones de que es objeto; anuncia la consolacin y sufre la calumnia; inicia la verdadera sabidura y se hace tratar de loco. Es la leccin saludable de la cruz de Cristo. San Juan Crisstomo explica: El tiempo que ha precedido al bautismo era un tiempo de entrenamiento y de ejercicios, donde las cadas encontraban su perdn. A partir de hoy, la arena est abierta para vosotros, el combate tiene lugar, estis bajo la mirada pblica, y no solo los hombres, tambin el pueblo de los ngeles contemplan vuestros combates. Pablo grita en su Carta a los Corintios: Nosotros hemos sido presentados como espectculo al mundo, a los ngeles y a los hombres (1 Cor 4,9). Los ngeles nos contemplan y el Seor de los ngeles es el que preside el combate. Para nosotros es no solo un honor, sino tambin una seguridad. Cuando, en efecto, aquel que ha entregado su vida por nosotros es juez de estos asaltos, qu honor y qu seguridad no es para nosotros? (Ocho Catequesis bautismales 3,8), El Salmo 144 proclama: Cerca est el Seor de los que lo invocan. A pesar de las dificultades el Seor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones... satisface el deseo de sus fieles, escucha sus gritos y los salva. El Seor guarda a los que lo aman, pero destruye a los malvados. En todo momento hemos de alabar al Seor, l nos libra de nuestros opresores. Pasan los perseguidores y la Iglesia sigue pujante. La victoria es de nuestro Dios y de Nuestro Seor Jesucristo. Lucas 6,1-5: El Hijo del Hombre es tambin Seor del sbado. Esto es una manifestacin de su divinidad, tantas veces proclamada en los evangelios, con sus palabras, con sus obras y con su propia vida. San Ambrosio escribe: No solo por la ternura de sus palabras, sino por la misma prctica y por el ejemplo de sus actos, el Seor Jess comenz a despojar al hombre de la observancia de la Ley antigua y a revestirlo del vestido nuevo de la gracia. As lo conduce ya en da de sbado por los sembrados, es decir, que lo aplica a obras fructuosas. Qu quiere decir sbado, mies, espigas? No se trata de un misterio sin importancia. El campo es todo el mundo presente; la mies del campo es, por la semilla del gnero humano, la cosecha abundante de los santos; las espigas del campo, los frutos de la Iglesia, que los apstoles remueven por su actividad, nutrindose y alimentndose de nuestros progresos. Se levantaba ya la mies fecunda de virtudes, con muchas espigas, a las cuales son comparados los frutos de nuestros mritos... En adelante, sobre la Ley est la doctrina de Cristo, que no destruye la Ley, sino que la cumple, pues ni siquiera destruye el sbado. Si el sbado ha sido hecho para el hombre, y la utilidad del hombre peda que el hombre hambriento, que haca tiempo haba sido privado de los frutos de la tierra, evitase el ayuno del hambre antigua, cierto no hay destruccin de la Ley, sino su cumplimiento (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib. V,28-29.34).

Semana 23 Domingo Entrada: Seor, t eres justo, tus mandamientos son rectos. Trata con misericordia a tu siervo (Salmo 118,137.124). Somos hijos de Dios. l mira con bondad a los que ama por Cristo en quien creemos.

Colecta (del Gelasiano y del Gregoriano): Seor, t que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos, mranos siempre con amor de padre, y haz que cuantos creemos en Cristo, tu Hijo, alcancemos la libertad verdadera y la herencia eterna. Ofertorio (del Veronense): Oh Dios!, fuente de la paz y del amor sincero, concdenos glorificarte por estas ofrendas y unirnos fielmente a ti por la participacin en esta eucarista. Comunin: Como busca la cierva corrientes de agua, as mi alma te busca a ti, Dios mo; tiene sed de Dios, del Dios vivo (Sal 41,2-3); o bien: Yo soy la luz del mundo dice el Seor. El que me sigue no camina en las tinieblas, sino que tendr la luz de la vida (Jn 8,12). Postcomunin (Oracin inspirada en el Misal de Pars de 1738): Con tu palabra, Seor, y con tu pan del cielo, alimentas y vivificas a tus fieles; concdenos que estos dones de tu Hijo nos aprovechen de tal modo que merezcamos participar siempre de su vida divina. CICLO A La correccin fraterna es una gran forma de caridad, a esto alude tambin la lectura primera, tomada del profeta Ezequiel. San Pablo nos exhorta a observar la ley suprema del amor. El misterio de la Iglesia de Cristo, en cuanto comunidad fraterna, impone a todos sus miembros actitudes de celo apostlico por la salvacin de todos los hombres, ya que se alimenta de la Eucarista, sacramento de unidad y de amor. El amor a Cristo nos lleva al amor a los hermanos y viceversa. Ezequiel 3,7-9: Si no hablas al malvado te pedir cuenta de su sangre. Testigo del amor de Dios, el creyente debe ayudar tambin a su hermano en su reconciliacin con el Padre. Escribe San Gregorio Magno: Mas es de notar por cun contumaz es tenido aquel cuya contumacia tan frecuentemente se repite. Luego el pecador debe ser reprendido y jams temido; debera, s, ser temido el hombre, si l mismo, en cuanto hombre, temiera al autor de todo; pero quien no usa de la razn para temer a Dios, tanto menos debe ser temido en nada cuanto l es menor en lo que debe ser... Hay que mirar atentamente y con cuidado lo que el Seor dice al profeta: que primero oiga sus palabras y que despus hable. Omos las palabras de Dios si las cumplimos; y entonces las hablamos rectamente a los prjimos cuando primero las hubiremos cumplido nosotros (Homilas sobre Ezequiel 1,10). El Salmo 94 nos ayuda a meditar la lectura anterior: Ojal escuchis hoy su voz. No endurezcis vuestro corazn. La voz del Seor es la correccin fraterna que hemos de recibir con alegra, plena disponibilidad y agradecimiento. Romanos 13,8-10: La plenitud de la Ley es el amor. La trascendencia de la caridad evanglica es tal que hace al cristiano responsable de la gloria de Dios y de la salvacin de los hermanos por encima de cualquier otra urgencia religiosa o legalista. Comenta San Agustn: Solo la caridad distingue a los hijos de Dios de los del diablo. Sgnense todos con la seal de la Cruz de Cristo; respondan todos: Amn; canten todos: Aleluya; bautcense todos, frecuenten la iglesia, apense en las baslicas. No se distinguirn los hijos de Dios de los del diablo, si no es por la caridad. Los que tienen caridad nacieron de Dios; los que no la tienen no nacieron de l. Gran distintivo y seal. Ten todo lo que quieras, si te falta solo la caridad, de nada te aprovecha todo lo que tengas. Si no tienes otras cosas, ten sta, y cumplirs la Ley. Quien ama a su prjimo cumple la Ley, dice el Apstol. Y tambin: El pleno cumplimiento de la Ley es la caridad(Rom 13,8.10) (Exposicin de la Carta a los Romanos 5,7). Mateo 18,15-20: Si te hace caso has salvado a tu hermano. La bsqueda evanglica de la persona humana, para salvarla y redimirla, fue la clave de la misin personal del Corazn de Jesucristo y su entrega amorosa. As comenta este pasaje San Agustn: Debemos reprender con amor; no con deseo de daar, sino con afn de corregir. Si furamos as, cumpliramos con exactitud lo que hoy se nos ha aconsejado... Por qu le corriges? Porque te duele el que haya pecado contra ti? En ningn modo. Si lo haces por amor propio nada haces. Si lo

haces por amor hacia l, obras excelentemente. Considera en las mismas palabras por amor de quien debes hacerlo, si por el tuyo o por el de l... Hazlo por l, para ganarlo a l. Si hacindolo ganas, no hacindolo pierdes... Que nadie desprecie el pecado contra el hermano... Precisamente porque todos hemos sido hechos miembros de Cristo. Cmo no vas a pecar contra Cristo, si pecas contra un miembro de Cristo? (Sermn 82). En medio del mundo nos espera la responsabilidad de hacer el bien, venciendo el mal con sobreabundancia de amor. Procuremos la salvacin de todos.

CICLO B La muchedumbre se admira de los milagros de Jess. Ya Isaas profetiz las maravillas que hara el Mesas (lecturas primera y tercera). Santiago exalta las atenciones hechas a los pobres (segunda lectura). Frente a las miserias y los derrotismos humanos, el Corazn de Jesucristo es siempre la garanta de nuestra vida y la prueba permanente de que el Padre nos ama. Isaas 35,4-7: Los odos del sordo se abrirn, la lengua del mudo cantar. En los das mesinicos la cercana bienhechora de Dios se manifestar en la rehabilitacin de los indigentes: abriendo los odos a los sordos y devolviendo la palabra a los mudos. Esto se realiza espiritualmente en el rito del Bautismo. San Jernimo ensea: La causa de la seguridad y de la constancia es que Cristo vendr, al que el Padre entreg todo juicio (Jn 5,22), y dar a cada uno segn sus obras... Entonces se abrirn los ojos de los ciegos y los sordos oirn. Entonces el cojo saltar como un ciervo y quedar suelta la lengua de los mudos. Lo cual, aunque se cumpli en la grandeza de los signos cuando el Seor hablaba a los discpulos de Juan, que le fueron enviados (Lc 7,22), tambin se cumple entre las gentes cuando los que antes eran ciegos y con su lengua lanzaban piedras, miran la Luz de la Verdad. Y los que, con sus odos sordos, no podan or las palabras de la Escritura, se alegran ahora ante los mandatos de Dios. Cuando, los que antes eran cojos y no andaban por camino recto, saltan como los ciervos, imitando a sus doctores, y se suelta la lengua de los mudos, cuya boca haba cerrado Satans, para que no pudieran confesar al solo Seor. Por tanto, se abrirn los ojos, oirn los odos, saltarn los cojos y se soltar la lengua de los mudos, porque han brotado con fuerza las aguas del bautismo y los torrentes y ros en la soledad, es decir, las abundantes gracias espirituales (Comentario sobre el profeta Isaas 35,3-6). Con el Salmo 145 alabamos al Seor que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos, libera a los cautivos, abre los ojos al ciego, endereza a los que ya se doblan, ama a los justos, guarda a los peregrinos, sustenta al hurfano y a la viuda... Con gran gozo espiritual gritamos: El Seor reina eternamente, tu Dios, Sin (Iglesia, alma cristiana), de edad en edad. Santiago 2,1-5: Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos herederos del Reino? La verdadera humildad religiosa, basada en la conciencia de la propia indigencia, constituye para el autntico creyente el mejor aval de su esperanzado optimismo ante el Padre y de su amor real a todos los hermanos. Se puede afirmar que el tema de la pobreza bblica atraviesa todo el Nuevo Testamento. Es como el fondo de la predicacin evanglica. Recordemos la escena en la sinagoga de Nazaret, cuando el Seor ley el pasaje de Isaas: ... me ha enviado para evangelizar a los pobres... (Lc 4,18). San Agustn escribe a San Jernimo: Pienso que en cuanto a la acepcin de personas, no se ha de considerar pecado leve pensar que se tiene la fe de nuestro Seor Jesucristo y aplicar a los honores eclesisticos aquella diferencia entre sentarse y quedarse de pie. Quin puede comprender que se elija a un rico para una sede de honor en la iglesia en detrimento de un pobre ms instruido y ms santo? Pues, si se trata de las asambleas

corrientes, quin no peca si es que se peca juzgando dentro de s mismo que uno es tanto mejor cuanto es considerado ms rico? Eso parece indicar el pasaje de Santiago 2,4 (Carta 132,18). Marcos 7,31-37: Hace or a los sordos y hablar a los mudos. La apertura humilde a la voz del Padre y el derecho a la oracin o al dilogo filial con l son, en nosotros, dones divinos, recibidos de Dios a travs de su Hijo Redentor y Mediador. San Gregorio Magno dice: Omos las palabras de Dios si las cumplimos; y entonces las hablamos rectamente a los prjimos, cuando primero las hubiremos cumplido nosotros. Cosa que confirma bien el Evangelista San Marcos cuando narra el milagro obrado por Cristo, diciendo: presentronle un hombre sordomudo, suplicndole que pusiera sobre l su mano e indica el orden de esta curacin cuando aade: le meti los dedos en las orejas y con la saliva le toc la lengua (Mc 7,32-33). Qu se significa por los dedos del Redentor, sino los dones del Espritu Santo?... Pero, qu significa el tocar con saliva la lengua de l? La lengua de nuestro Redentor es para nosotros la sabidura de la palabra de Dios que hemos recibido. En efecto, la saliva fluye de la cabeza a la boca; y as, aquella sabidura que es l mismo, al tocar nuestra lengua, en seguida la dispone para predicar (Homilas sobre Ezequiel 1,10). CICLO C Renunciar a todo para seguir a Cristo. Por eso hemos de buscar las intenciones de Dios sobre nosotros, de este modo podemos organizar nuestra vida, para corresponder a lo que Dios exige de nosotros (lecturas primera y tercera). En la segunda lectura vemos el cario y la comprensin con respecto a un esclavo que se haba fugado. Se nos invita en este Domingo a una meditacin profunda sobre el sentido de nuestra existencia en medio del mundo y sobre la necesidad de alcanzar la maduracin necesaria para vivir permanentemente nuestra fidelidad a Cristo en medio de las criaturas. Sabidura 9,13-19: Quin comprende lo que Dios quiere? Los planes de Dios sobre nuestra vida no siempre son coincidentes con nuestros planes y proyectos humanos. La fidelidad filial a la Voluntad de Dios slo es posible en la medida en que, con humildad y en la oracin, el hombre abre su conciencia al Seor para buscar y seguir su beneplcito. San Agustn escribe: El alma entregada a los placeres temporales, continuamente se abrasa en deseos que no puede saciar y, henchida de mltiples y ruinosos pensamientos, no le dejan contemplar el simple bien; tal es aquella de la cual se dice: el cuerpo corruptible embaraza el alma y la morada terrena abate la razn, que piensa muchas cosas (Sab 9,15). Este alma, por el acceso y el receso de los bienes temporales, desde el tiempo del trigo, del vino y del leo, de tal modo se halla acrecentada y repleta de innumerables imaginaciones, que no puede poner por obra lo preceptuado: sentid el bien del Seor y buscadle con sencillez de corazn (Sab 1,1). Esta multiplicidad se opone con vehemencia a aquella sencillez y, por tanto, el varn fiel, habiendo abandonado a estos, que en realidad son muchos y que, sin duda, acrecentados por los bienes temporales, dicen: Quin nos mostrar los bienes? Los que no debe buscarse fuera con los ojos de la carne, sino dentro, con la sencillez de corazn (Comentario al Salmo 4,9). Por eso, en el Salmo 89 cantamos al Seor que ha sido nuestro refugio de generacin en generacin y le pedimos que nos ensee a calcular nuestros aos para que adquiramos un corazn sensato, que baje a nosotros la bondad del Seor y haga prsperas las obras de nuestras manos. Filemn 9-10.12-17: Recbelo no como esclavo, sino como un hermano querido. La renuncia al propio egosmo por amor a Dios es tambin clave de nuestro amor fraterno..., de nuestro perdn, y de nuestra convivencia caritativa con los hombres, que son hermanos nuestros. La actitud de San Pablo con respecto a Filemn es un cierto modo de ejercer la autoridad en cualquier aspecto que se mire. Como apstol poda mandar, ordenar, prescribir; sin embargo, prefiere persuadir apelando a los sentimientos de fraternidad y de amistad que deben animar a todo cristiano. Es cierto, en el ejercicio de la autoridad hay que tener en cuenta el derecho y el amor que se manifiesta en la persuasin. Si se descuida el derecho se hace mal al individuo y a la sociedad; si

se deja el amor tambin. No se oponen estas dos actitudes. Dios es justsimo y, al mismo tiempo, sumamente misericordioso. Lucas 14,25-33: El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser mis discpulo. El Evangelio impone y reclama la negacin de s mismo y el control del propio corazn para mantener la fidelidad a la Voluntad de Dios y seguir realmente a Cristo, Sabidura de Dios que nos salva (1 Cor 1,24). Comenta San Agustn: He aqu que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido... No dejaron grandes fortunas, puesto que eran pobres; pero se puede decir que han dejado grandes riquezas quienes han vencido todos sus deseos... Los apstoles abandonaron todo lo que posean... Qu has dejado, oh Pedro? Una navichuela y una red... La pobreza total, es decir, el pobre de todo, tiene pocas riquezas, pero muchos deseos. Dios no se fija en lo que tienen, sino en lo que desean. Se juzga la voluntad que escruta invisiblemente el Invisible. Por tanto, todo lo dejaron, y hasta el mundo entero dejaron, puesto que cortaron todas sus esperanzas en este mundo y siguieron a quien hizo el mundo y creyeron en sus promesas. Muchos hicieron esto mismo despus de ellos... No solo los plebeyos, no solo los artesanos, los pobres, los necesitados, los de la clase media, sino tambin muchos ricos opulentos, senadores, e incluso mujeres de la ms alta alcurnia social renunciaron a todas sus cosas... (Sermn 301,A). Seguir a Cristo exige elecciones radicales, que excluyen todo compromiso y ha de ser objeto de una gran reflexin ponderada e iluminada por la fe y el amor. Solo as se puede explicar estar despegado de todo. Seguir realmente a Cristo no es hacer de l una filosofa o un conjunto de convencionalismos piadosos. Exige una renuncia permanente a todo cuanto est en contradiccin con Cristo y su Evangelio en nuestra vida cotidiana. Lunes Aos impares Colosenses 1,24-2,3: Pablo, ministro de la Iglesia, nombrado por Dios, para anunciar el misterio de la salvacin. Pero esto no lo hace sin dolor, contradicciones y luchas. Todo esto es un instrumento vlido para hacer crecer a la Iglesia. La afirmacin de que en Cristo estn encerrados todos los tesoros de la sabidura y de la ciencia se fundamenta en que Cristo Dios hecho hombre es la encarnacin de la misma Sabidura divina, pues la Sabidura es uno de los nombres que se aplican en la Sagrada Escritura a la segunda Persona de la Santsima Trinidad. Por eso comenta San Atanasio: Dios, ya que no ha querido darse a conocer, como en tiempos anteriores, por la imagen y sombra de sabidura que aparece en las criaturas, sino que determin que la verdadera Sabidura en persona se encarnara, se hiciera hombre y sufriera muerte de cruz, para que en adelante pudieran lograr la salvacin todos los fieles por la fe, que en la cruz tiene su punto de apoyo (Sermn 2 contra los arrianos). Y San Jernimo comenta: Ese tesoro en el que estn encerrados todos los tesoros de la sabidura y de la ciencia (Col 2,3) es la Palabra de Dios, que aparece encerrada en la carne de Cristo; o la Sagrada Escritura, en la que est guardada la noticia del Salvador. Cuando alguno lo encuentra en ellas, debe despreciar todas las ganancias de este siglo para poseer a Aquel a quien encontr (Comentario al Evangelio de San Mateo 13,44). De Dios nos viene la salvacin y la gloria, dice el Salmo 61. Nuestra alma descansa en Dios porque l es nuestra esperanza. Solo l es nuestra Roca y salvacin, nuestro Alczar, por eso no vacilaremos. Confiamos en l, en l desahogamos nuestro corazn, pues es nuestro refugio. Cristo es nuestro modelo. No tuvo una vida fcil, vivi austeramente, trabaj, fue incomprendido, abandonado, traicionado: vino a los suyos y los suyos no lo recibieron, lo rechazaron. Muri en una cruz... Se abandon enteramente al Padre. Este es tambin nuestro camino: abandono total en Dios.

Aos pares 1 Corintios 5,1-8: Barred la levadura vieja para ser una realidad nueva: Cristo, nuestra vctima pascual ha sido inmolado. Esto significa que hemos de luchar contra la maldad y la perversidad. San Juan Crisstomo dice: El tiempo presente es, pues, un da de fiesta, porque, al decir : celebremos la fiesta, Pablo no aade: porque la Pascua o Pentecosts est prxima. No, l seala que toda esta vida es un da de fiesta para los cristianos, en razn de los bienes inefables que les han sido concedidos. En efecto, cristianos, qu grandes bienes no habis recibido de Dios. Por vosotros, Jesucristo se ha hecho hombre; os ha librado de la condenacin eterna, para llamaros a la posesin de su reino. Con este pensamiento, podis no estar en fiesta continua durante los das de vuestra vida terrestre? Lejos de nosotros cualquier abatimiento por la pobreza, la enfermedad o las persecuciones que nos agobian. La vida presente es, siguiendo al Apstol, un tiempo de fiesta (Homila sobre I Cor 5,1-8). Con el Salmo 5 vemos que, no obstante las tribulaciones de este mundo, el cristiano tiene una felicidad grande en lo interior de su alma, pues tiene fe en la proteccin del Seor, a quien acude con gran confianza. Son bien elocuentes estas expresiones: escucha, atiende, haz caso, a ti te suplico, te expongo mi causa. El justo tiene acceso a la intimidad con Dios, entra en el santuario divino con el humilde reconocimiento de la gran bondad de Dios. Cada da celebra la Eucarista, que es siempre una gran fiesta; Guame, Seor, con tu justicia. T no eres un Dios que ame la maldad... que se alegren los que se acogen a Ti, con jbilo eterno protgelos, para que se llenen de gozo los que aman tu nombre. Un jbilo eterno es, o debe ser, la celebracin de la sagrada Eucarista. Lucas 6,6-11: Estaban al acecho para ver si curaba en sbado. Los enemigos de Cristo lo espan para tener algo con qu atacarlo, pero l los desbarata. La gloria de Dios est servida en primer lugar por su bondad para con los infelices. Liberar a un pobre de las cadenas del mal es una consecuencia que siempre hemos de sacar de la santificacin del Domingo y de los das de fiesta. Oigamos a San Ambrosio: Con esta ocasin Cristo arguye a los judos que, por sus falsas interpretaciones, violaban los preceptos de la Ley, juzgando que estaba prohibido en sbado realizar incluso obras buenas, ya que la Ley, prefigurando en el presente la fisonoma del futuro, prohiba las obras malas, no las buenas. Pues, si se ha de descansar de las obras de este mundo, sin embargo, no es un acto vaco de buenas obras descansar en la alabanza del Seor. Has odo las palabras del Seor, que dice: Extiende la mano. He aqu el remedio comn y general. Y t, que crees tener la mano sana, cudate de que la avaricia y el sacrilegio no la contraigan. Extindela con frecuencia: extindela hacia ese pobre que implora; extindela para ayudar al prjimo, para llevar socorro a la viuda, para arrancar de la injusticia al que tienes sometido a una vejacin inicua; extindela hacia Dios por tus pecados. As es como se extiende la mano, as es como se cura (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib. V,39-40). Martes Aos impares Colosenses 2,6-15: Dios nos perdona los pecados y nos dio su vida divina por Cristo. Las falsas doctrinas pululaban tambin en los comienzos de la Iglesia. San Pablo sale al paso de ellas para refutarlas. Esto no es superioridad sobre los dems, sino servicio en el orden de la comprensin de las cosas y de las personas, como lo hizo el mismo Cristo. San Agustn ensea: Cristo signific con su resurreccin nuestra nueva vida, que renaca de la antigua muerte, por la cual estbamos sumergidos en el pecado. Esto es lo que realiza en nosotros el gran sacramento del Bautismo: que todos los que reciben esta gracia mueran al pecado... y que renazcan a la nueva vida (Enchiridion 41-42). Y San Juan Crisstomo:

Los ha borrado, no tachado; pero tan bien borrados que no queda en nuestra alma ninguna traza de ellos. Los ha abolido por completo, los ha clavado en la cruz... Nosotros ramos culpables y merecedores de los castigos ms rigurosos pues todos nosotros estbamos en el pecado! Qu hizo entonces el Hijo de Dios? Por su muerte en la cruz borra nuestras manchas y nos exime del castigo merecido por ellas. l toma el pliego de nuestros cargos, lo clava en la cruz por medio de su persona y lo destroza (Homila sobre la Carta a los Colosenses 2,13-14). Con el Salmo 144 cantamos: El Seor es bueno con todos. Te ensalzar, Dios mo, mi Rey, bendecir tu nombre por siempre jams. Da tras da te bendecir y alabar tu nombre por siempre jams. El Seor es clemente y misericordioso, lento a la clera y rico en piedad, El Seor es bueno con todos, es carioso con todas sus criaturas. Por eso deseamos que todas las criaturas den gracias al Seor, que lo bendigan sus fieles; que proclamen la gloria de su reinado, que hablen de sus hazaas. Si esto se deca en el Antiguo Testamento, ahora tenemos ms razn para ello, por las inmensas maravillas que el Seor ha obrado y obra en su Iglesia. Aos pares 1 Corintios 6,1-11: Paz entre todos. Si surge un pleito, se debe proceder con moderacin, y tratando de resolverlo entre cristianos. El Evangelio dignifica la ley humana, que puede ser justa. El mismo San Pablo apel al tribunal romano: soy ciudadano de Roma. Pero los corintios, como seala San Juan Crisstomo, disputaban y pleiteaban entre s. Contrariaban el Evangelio con muchas transgresiones: Una, no poder soportar pacientemente una injuria; otra, ser autor de una ofensa; despus buscar rbitros para este altercado; por ltimo, usar tales procedimientos con un cristiano, su hermano en la fe (Homila sobre I Cor 6,7-8). En el cristianismo la ley humana y civil puede adquirir otra dimensin, otra superacin. Son muchas las veces en que la Iglesia se ha visto obligada a censurar las diversas legislaciones de los pueblos. Ella es la que determina el sentido de la ley natural. Da luego San Pablo una lista de pecados que son inadmisibles entre cristianos. Con ellos no podrn heredar el Reino de Dios. Dice San Agustn: Habr, pues, un cielo nuevo y una tierra nueva que habitarn los justos, donde no habr ningn impo, ni un malvado, ni un perverso. Quien se encuentre entre estos ltimos, piense donde le gustara habitar, mientras le queda tiempo para cambiar (Sermn 161,3). El Seor ama a su pueblo. Por eso cantamos con el Salmo 149 al Seor un cntico nuevo, que resuena su alabanza en la asamblea de los fieles... l nos ha dado una ley santa para librarnos de toda la esclavitud del pecado. Alabemos su nombre con danzas, cantmosle con tambores y ctaras. l adorna con la victoria a los humildes. Festejemos su gloria. Cantemos jubilosos en comn, con vtores a Dios en la boca. Esto es un gran honor para sus fieles. Lucas 6,12-19: Pas la noche en oracin. Luego escogi a sus apstoles. Es impresionante las veces que los Evangelios nos narran la oracin de Jesucristo. Era un coloquio sin igual con el Padre en unin con el Espritu Santo. Comenta San Ambrosio: Pas la noche orando. Te da un ejemplo, te traza el modelo que has de imitar. Qu es necesario que t hagas por tu salvacin, cuando Cristo pasa la noche en oracin? Qu debes hacer t, cuando quieres realizar un deber piadoso, si Cristo, al enviar a los apstoles, ha orado y ha orado solo? En ninguna parte encuentro, si no me equivoco, que l haya orado con los apstoles; siempre ora solo; pues los augurios humanos no pueden captar el plan de Dios, y nadie puede tener parte en el pensamiento ntimo de Cristo. Quieres saber que no ha orado por s, sino por m? Llam a sus discpulos y escogi a doce de ellos, para enviarlos, sembradores de la fe, para propagar el auxilio de la salvacin de los hombres por todo el universo. Advierte al mismo tiempo el plan celestial: no son los sabios, ni los ricos, ni los nobles, sino pecadores y publicanos los que l ha escogido para enviarlos, para que no pareciese que haban sido manejados por la habilidad, redimidos por la riqueza, atrados por el prestigio del poder y de la nobleza; para que prevaleciese la

verdad en s misma y no el encanto del discurso. Tambin Judas fue elegido, no por imprudencia, sino por providencia. Qu grande es la verdad, que ni siquiera la desvirta el ministro enemigo! Qu grandeza de carcter del Seor, que ha querido ms bien comprometer a nuestros ojos su juicio, que no su amor! Haba aceptado la fragilidad del hombre y ni siquiera rehus este aspecto de dicha fragilidad. l ha querido el abandono, ha querido la traicin de un apstol, para que t, si un compaero te abandona, si un compaero te traiciona, tomes con calma el error de tu juicio, el derroche de tu beneficio (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib. V,43-45). Mircoles Aos impares Colosenses 3,1-11: Hemos muerto con Cristo. Hemos resucitado con l. Busquemos los bienes de all arriba, donde est Cristo. No los de la tierra. Hemos sido re-novados por el bautismo. Buscamos lo absoluto, no lo de vida precaria. A esto nos induce el creer en la presencia en nuestra vida de una persona: El Espritu de Cristo. Desde ese momento no dependemos ms que de la persona de Cristo que nos da vida. La experiencia autntica de la fe nos invita a descubrir que no se vive por uno mismo, sino por Cristo que es nuestra vida. Comenta San Agustn: Si vivimos bien hemos muerto y resucitado, quien en cambio an no ha muerto ni ha resucitado, vive mal todava; y, si vive mal, no vive; muere para no morir. Qu significa muere para no morir? Cambie para no ser condenado. Repito las palabras del Apstol: Si habis resucitado con Cristo, saboread las cosas de arriba... A quien an no ha muerto, le digo que muera; a quien an vive mal, le digo que cambie. Si viva mal, pero ya no vive, ha muerto; si vive bien, ha resucitado (Sermn 231,3ss). Con el Salmo 144 decimos, una vez ms: El Seor es bueno con todos. Bendigamos al Seor da tras da, alabemos su nombre por siempre jams. l nos ha hecho morir al hombre viejo, al pecado, y resucitar con Cristo glorioso a una vida nueva. Grande es el Seor y merece toda alabanza, es incalculable su grandeza. Nos ha llenado con sus gracias y dones. Que todas las criaturas den gracias al Seor, que lo bendigan los fieles, que proclamen la gloria de su reinado, que hablen de su hazaas. Hemos sido salvados, qu mejor hazaa se podra explicar a los hombres? El reinado del Seor es un reinado perpetuo, su gobierno va de edad en edad. Aos pares 1 Corintios 7,25-31: Sentido recto del matrimonio y de la virginidad. En todo caso tener presente la fugacidad de este mundo. San Agustn predica: Cesen ya las fornicaciones. Sois templos de Dios y el Espritu de Dios habita en vosotros. Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruir a l. El matrimonio es cosa lcita, no busquis ms. No es tan grande el peso que se os ha impuesto. Mayor es el que pesa sobre las vrgenes. Las vrgenes renunciaron a lo que les estaba permitido para agradar ms a Aqul a quien se entregaron. Ambicionemos la belleza superior del corazn... Respecto a las vrgenes, dice el Apstol, no tengo precepto del Seor. Entonces, por qu se comportan as? Pero les doy un consejo. Ellas, tan llenas de amor, a quienes parecieron viles las nupcias terrenas..., en tal grado aceptaron el precepto, que no rechazaron el consejo, para agradar ms, ms se embellecieron (Sermn 161,11). Con el Salmo 44 decimos: Escucha, hija, mira: inclina el odo, olvida tu pueblo y la casa paterna, prendado est el Rey de tu belleza, pstrate ante l que l es tu Seor... El Seor ha escogido a las almas vrgenes con una vocacin especial, con un amor ms grande, esas almas corresponden tambin con mayor amor. Dejan todo por su Seor. En la aplicacin de la Iglesia este Salmo es ms que un Salmo mesinico: la Iglesia lo aplica a la Virgen Mara y a todos aquellos que han renunciado a todo por el Reino de los cielos. Es el canto tambin de la Iglesia, Esposa virgen. Renuncian a todo por el Seor y le obedecen sin reserva. As encuentran la paz, pues no estn divididos en su amor. Tambin encuentran la alegra.

Lucas 6,20-26: Bienaventuranzas y maldiciones. Un programa de vida que hemos de elegir libremente. Las bienaventuranzas no son prometidas a los pobres porque sean pobres, y las maldiciones no conciernen a los ricos por ser ricos. Jess elogia a los primeros porque viven en dos mundos a la vez: el presente y el escatolgico, y amenaza a los segundos que slo viven en un mundo: el que arrastra al que lleva una vida confortable. Satisfecho de lo que posee, el rico no busca la profundidad de su ser y, por otra parte, nada le invita a hacerlo. Sobreviene un cambio, como el que nosotros vivimos, y los ricos son llevados con el mundo, exteriorizando a veces su miedo, su desesperacin, su odio y su rencor. El pobre solo posee su soledad, pero si la vive con gran generosidad y entrega, esto mismo le lleva a las profundidades de la fe, en donde percibe otro mundo. Solitario dentro de este orden, l es rico de la participacin en este otro orden de cuyas victorias y cuya proximidad l ya participa. l es el revelador de este ms all que llega a travs de suertes y desgracias, xitos y fracasos, victorias y traiciones. Con la venida de Cristo se dan virtualmente todos los bienes, puesto que en l halla finalmente la bienaventuranza su realizacin; y por l se dar el Espritu Santo, suma de todos los bienes. Solo el que haya puesto a Cristo en el centro de su fe, puede or sus bienaventuranzas y evitar sus maldiciones. Nos importa seguir decididamente a Cristo con toda generosidad, con gran amor y entrega total. Jueves Aos impares Colosenses 3,12-17: Por encima de todo el amor, que es el ceidor de la unidad consumada. Todo un programa de vida cristiana. Hemos de vivir una moral que sea signo de la soberana de Cristo sobre la humanidad. Santidad es en un aspecto separacin, y en otro, consumacin. Dios es el Todo Otro y al mismo tiempo se comunica a las almas. Esto en el Antiguo Testamento y ms an en el Nuevo con Cristo. Las fuentes ms inmediatas y autorizadas en las que pueden encontrarse esas palabras son los libros del Nuevo Testamento. San Juan Crisstomo dice que esos escritos son maestros que no dejarn de instruirnos... Abrid estos libros. Qu tesoros de remedios tan eficaces!... Solo hace falta que pongis vuestros ojos sobre el libro, lo recorris y retengis bien las sabias enseanzas que os dan. La causa de todos nuestros males viven de la ignorancia que tenemos de los libros sagrados (Homila sobre la Carta a los Colosenses 3,16). Alabamos a Dios, por los inmensos beneficios que nos ha otorgado, con el Salmo 150: Alabamos al Seor en su templo, en su fuerte firmamento, por sus obras magnficas, por su inmensa grandeza, tocando trompetas, con arpas y ctaras, con tambores y danzas, con trompas y flautas, con platillos sonoros, con platillos vibrantes. Que todos los seres alaben al Seor. Pero hemos de considerar que la meloda ms agradable a Dios es la vida cristiana con toda su perfeccin posible, con el ejercicio de las virtudes, de modo especial con la virtud de la caridad, del amor para con Dios y para con todos los hombres, que son hermanos nuestros y formamos la gran familia de Dios. Si as se hiciera se terminara en el mundo toda clase de violencia. Aos pares 1 Corintios 8,1-7. 11-13: Si pecamos contra los hermanos, turbando su conciencia, pecamos contra Cristo. Procedamos sin escandalizar a nadie. Comenta San Agustn: Ojal pudiesen pensar todos en un solo y nico amor! Solo l vence todo y sin l nada vale todo lo dems, el que dondequiera que se halle atrae a todos hacia s. l es el que no envidia. Buscas la causa? Fjate en lo que sigue: No se infla... El primer vicio es la soberbia y luego la envidia... Crezca, pues, el amor en vosotros y el alma se hace slida, porque no se infla. La ciencia, dice el Apstol, infla... Amad, pues, la ciencia, pero anteponedle el amor. La ciencia, si est sola, infla; mas como el amor edifica, no permite que la ciencia infle (Sermn 364,6).

Con el Salmo 138 decimos: Guame, Seor, por el camino eterno. El Seor nos sondea y nos conoce..., de lejos penetra nuestros pensamientos, distingue nuestro camino y nuestro descanso, todas nuestras sendas le son familiares... Es l quien nos ha creado. Dmosle gracias, porque nos ha escogido portentosamente y sus obras son admirables. Pidmosle con fe que nos gue por el camino eterno. En Dios vivimos, nos movemos y existimos (Hechos 17,28). Lucas 6,27-38: Sed compasivos como lo es Dios, nuestro Padre. El amor que Cristo ensea es universal. De lo sagrado obtenemos mayor fuerza para amar con plena eficacia. San Clemente Romano exhorta: Seamos, pues, humildes, hermanos, deponiendo toda jactancia, ostentacin, insensatez y arrebato de ira y cumplamos lo que est escrito. Dice, en efecto, el Espritu Santo: No se glore el sabio en su sabidura, ni el fuerte en su fuerza... (Jer 9,23-24; 1 Cor 1,31; 2 Cor 10,7). Y qu ms, si tenemos presentes las palabras del Seor Jess aquellas que habl enseando la benignidad y la longanimidad? Dijo, en efecto, de esta manera: compadeceos y seris compadecidos, perdonad para que os perdonen a vosotros. De la misma manera que vosotros hiciereis, as se har tambin con vosotros... Con la medida que midiereis, se os medir a vosotros (Lc 6,31-38) (Carta a los Corintios 13,1-2). Viernes Aos impares 1 Timoteo 1,1-2.12-14: Humildad de San Pablo en reconocer su actitud anterior a su conversin. Considera que Dios tuvo compasin de l. Fue un blasfemo, un perseguidor y un violento. Dios es nuestro nico Salvador. San Juan Crisstomo dice: Sufrimos muchos males, pero tenemos grandes esperanzas; estamos expuestos a peligros y asechanzas, pero tenemos un Salvador, que no es un hombre, sino Dios. A nuestro Salvador no le pueden faltar fuerzas, puesto que es Dios, y por grandes que sean los peligros, los superamos (Homila sobre I Tim 1,1-2). Los relatos sobre la vocacin son las pginas ms impresionantes de la Sagrada Escritura. La vocacin es el llamamiento que hace Dios al hombre que ha escogido para una misin especial en la historia de la salvacin. El caso de San Pablo es de grandsima importancia en la historia de la Iglesia, pero sobre todo en aquellos comienzos del cristianismo. Es increble que el gran perseguidor de Cristo y de sus discpulos, se convirtiese en el ms celoso apstol del mismo, hasta llegar a confesar que no quiere saber otra cosa que a Cristo crucificado. El Salmo 15 nos ayuda a orar: T eres, Seor, mi heredad... El Seor es el lote de mi heredad y mi cliz, mi suerte est en su mano. Una vez conocida la llamada, el alma se entrega totalmente al Seor y en l confa: Bendecir al Seor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Seor, con l a mi derecha no vacilar. Me ensears el sendero de la vida, me saciars de gozo en tu presencia, de alegra perpetua a tu derecha. El Seor eligi a San Pablo y, como dice San Agustn: De perseguidor se convirti en predicador y doctor de los gentiles... Por la gracia de Dios somos liberados de nuestros pecados que nos tienen enfermos (Sermn 278,1). Aos pares 1 Corintios 9,16-19,22-27: Me he hecho todo a todos para ganar a algunos. La libertad cristiana est al servicio de la caridad. As lo hizo San Pablo. El aparente relativismo del apstol en algunos problemas no es una poltica personal, sino el signo mismo de su misin al servicio del Seor, que le impone servir a cada uno de los hombres adaptndose a todo lo que es bueno en ellos con el fin de que todo eso se convierta en piedra de toque del Reino de Dios. Ensea San Juan Crisstomo: Nada hay ms fro que un cristiano que no se preocupe por la salvacin de los dems... No digas: no puedo ayudar a los dems, pues si eres cristiano de verdad es imposible que no lo puedas hacer. Las propiedades de las cosas naturales no se pueden negar: lo mismo sucede con esto que

afirmamos, pues est en la naturaleza del cristiano obrar de esta forma. No ofendas a Dios con una falsedad. Si dijeras que el sol no puede lucir, infliges una ofensa a Dios y lo haces mentiroso. Es ms fcil que el sol no luzca ni caliente que no que deje de dar luz un cristiano; ms fcil que esto, sera que la luz fuese tinieblas. No digas que es una cosa imposible; lo imposible es lo contrario... Si ordenamos bien nuestra conducta, todo lo dems seguir como consecuencia natural. No puede ocultarse la luz de los cristianos, no puede ocultarse una lmpara tan brillante (Homila sobre los Hechos 2). Nuestro premio es la eternidad, la morada de Dios. Por eso con el Salmo 83 decimos gozosos: Qu deseables son tus moradas, Seor de los ejrcitos! Mi alma se consume y anhela los atrios del Seor, mi corazn y mi carne retozan por el Dios vivo... Dichosos los que viven en tu casa, alabndote siempre... Dichosos los que encuentran en ti su fuerza, al preparar su peregrinacin. Porque el Seor es sol y escudo. l da la gracia y la gloria. El Seor no niega sus bienes a los de conducta intachable. Lucas 6,39-42: Un ciego no puede guiar a otro ciego. Relacin entre el discpulo y el maestro, entre la paja y la viga. No juzguis y no seris juzgados. Una manifestacin de humildad es evitar el juicio negativo sobre los dems. Si nos conocemos a nosotros mismos evitaremos el juzgar a los dems. San Agustn tiene una frase genial: Procurad adquirir las virtudes que creis faltan a vuestros hermanos y ya no veris sus defectos, porque no los tendris vosotros (Comentario al Salmo 30). Dios, que conoce las verdaderas races del actuar humano es quien verdaderamente comprende, justifica y perdona. San Bernardo dice: Aunque viereis algo malo, no juzguis al instante a vuestro prjimo, sino ms bien excusadle en vuestro interior. Excusad la intencin si no podis excusad la accin. Pensad que lo habr hecho por ignorancia, o por sorpresa, o por desgracia. Si la cosa es tan clara que no podis disimularla, aun entonces creedlo as y decid para vuestro interior: la tentacin habr sido muy fuerte (Sermn 40 sobre el Cantar de los Cantares).

Sbado Aos impares 1 Timoteo 1,15-17: Vino para salvar a los pecadores. San Pablo se considera el primero de ellos. Comenta San Agustn: Se haba extraviado el hombre por su libre albedro; vino el Dios hombre por su gracia liberadora. Quieres saber lo que vale para el mal el libre albedro? Centra tu atencin en el hombre pecador. Quieres saber lo que vale el auxilio del Dios hombre? Considera la gracia liberadora que hay en l. En ningn lugar se pudo manifestar y expresar ms claramente que en el primer hombre el poder real de la voluntad humana usurpada por la soberbia, para evitar el mal sin la ayuda de Dios. He aqu que pereci el primer hombre; pero, dnde estara si no hubiera venido el segundo? Porque era hombre aqul es hombre tambin ste... Con toda seguridad, en ningn lado aparece la benignidad de la gracia y la libertad de la omnipotencia de Dios como en el hombre mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jess (Sermn 174,2). Con esta consideracin de nuestra liberacin del pecado, cantamos al Seor, llenos de alegra, con el Salmo 112: Bendito sea el nombre del Seor por siempre... Alabemos el nombre del Seor. Desde la salida del sol hasta el ocaso alabado sea el nombre del Seor. El Seor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre el cielo. Quin como el Seor, Dios nuestro, que se abaja para mirar al cielo y a la tierra? Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre. En realidad desvalidos y sentados en la basura estbamos nosotros por el pecado y nos alz a la vida de la gracia y nos hizo coherederos suyos de la gloria.

Aos pares 1 Corintios 10,14-22: Todos formamos el Cuerpo mstico de Cristo por la gracia y nos alimentamos del Pan de la Eucarista. Unidad en la Iglesia. Comenta San Agustn: Este pan que vosotros veis sobre el altar, santificado por la palabra de Dios, es el Cuerpo de Cristo. Este cliz, mejor, lo que contiene el cliz, santificado por la palabra de Dios, es la Sangre de Cristo. Por medio de estas cosas quiso el Seor dejarnos su Cuerpo y su Sangre, que derram para remisin de nuestros pecados. Si lo habis recibido dignamente, vosotros sois eso mismo que habis recibido. Dice en efecto el Apstol: nosotros somos un slo cuerpo... En este Pan se os indica cmo habis de amar la unidad (Sermn 227,1). Y San Juan Crisstomo: Qu es en realidad el Pan? El Cuerpo de Cristo. Qu se hacen los que comulgan? Cuerpo de Cristo (Homila sobre I Cor 10,16-17). Con el Salmo 115, decimos, una vez ms: Te ofrecer, Seor, un sacrificio de alabanza. Cmo pagar al Seor todo el bien que me ha hecho? Alzar el cliz de la salvacin invocando su nombre. En la Santa Misa damos al Seor las gracias ms eficaces que podamos dar. Necesariamente agrada al Seor, pues es la reactualizacin sacramental del sacrificio de Cristo en la cruz. Esto satisface plenamente al Seor. Por eso hemos de participar siempre en la celebracin eucarstica con toda nuestra alma. Lucas 6,43-49: No solo en decir: Seor, Seor, entrar en el Reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que est en los cielos (Mt 7,21). Oigamos a San Juan Crisstomo: Si no me hubiera retenido el amor que os tengo, no hubiera esperado hasta maana para marcharme. En toda ocasin yo digo al Seor: Seor, hgase tu voluntad, no lo que quiera ste o aqul, sino lo que T quieres que se haga. ste es mi alczar, sta es mi roca inamovible, ste es mi bculo seguro. Si esto es lo que quiere Dios, que se haga. Si quiere que me quede aqu, le doy gracias. En cualquier lugar donde me mande le doy gracias tambin (Homila antes del exilio 1-3). Esforcmonos en guardar sus mandamientos, para que su Voluntad sea nuestra alegra (Carta de Bernab 2).

Semana 24 Domingo Entrada: Seor, da la paz a los que esperan en ti y deja bien a tus profetas; escucha la splica de tu siervo y la de tu pueblo Israel (Eclo 36,18). Colecta (del Veronense): Oh Dios, creador y dueo de todas las cosas, mranos; y, para que sintamos el efecto de tu amor, concdenos servirte de todo corazn. Ofertorio (del Misal anterior y antes del Gelasiano y Gregoriano): S propicio a nuestras splicas, Seor, y recibe con bondad las ofrendas de tus siervos, para que la oblacin que ofrece cada uno en honor de tu nombre sirva para la salvacin de todos. Comunin: Qu inapreciable es tu misericordia, oh Dios! Los humanos se acogen a la sombra de tus alas (Sal 35,8). O bien: El cliz de nuestra accin de gracias nos une a todos en la sangre de Cristo; el pan que partimos nos une a todos en el cuerpo de Cristo (1 Cor 10,16). Postcomunin (del Misal anterior y antes del Gelasiano y Gregoriano): La accin de este sacramento, Seor, penetre en nuestro cuerpo y nuestro espritu, para que sea su fuerza, no nuestro sentimiento, quien mueva nuestra vida.

CICLO A La primera y tercera lecturas nos hablan del perdn de los pecados. En la segunda San Pablo desea que no vivamos para nosotros mismos, sino para el Seor. En la Iglesia, comunidad de redimidos y reconciliados con el Padre en el Corazn de su Hijo muy amado, se nos garantiza el perdn divino y se nos impone amorosamente el perdn recproco entre todos. Nada ms exigente para la genuina convivencia cristiana en el Misterio de la Iglesia, que el acontecimiento mismo de nuestra Pascua: nuestra reconciliacin con Dios y con los hermanos. Eclesistico 27,3328,9: Perdona la ofensa a tu prjimo y se te perdonarn los pecados cuando lo pidas. Ya la revelacin proftica del Antiguo Testamento preparaba el mandato divino del perdn de las injurias, como una expresin de la humilde y perpetua necesidad que tambin nosotros tenemos del perdn divino. Es evidente que quien no quiere perdonar no puede presentarse ante nadie para ser perdonado y, menos ante Dios. No est en buenas disposiciones de alma para obtener el perdn. Con la medida con que medimos seremos medidos. Para este perdn mutuo necesitamos estar despojados de nuestro amor propio, que es el gran enemigo de nuestra felicidad, de nuestra paz, de nuestra santidad. Slo con amor divino podemos amar al prjimo como Dios quiere. Ante todo y sobre todo abnegacin propia. Esto es lo que prepara el camino que nos lleva a la reconciliacin con Dios y con los hermanos, que son todos los hombres. Bien nos lo muestra el Salmo 102: El Seor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia... l perdona todas nuestras culpas y cura nuestras enfermedades, rescata nuestra vida de la fosa y nos colma de gracia y de ternura. No est siempre acusando, ni guarda rencor perpetuo. No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga segn nuestra culpas. Como se levanta el cielo sobre la tierra se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso as aleja de nosotros nuestros delitos. Nosotros, dentro de nuestras limitaciones, hemos de hacer lo mismo con los que nos ofenden. As estaremos dispuestos para bendecir al Seor con todo nuestro ser y no olvidar sus beneficios. Romanos 14,7-9: En la vida y en la muerte somos del Seor. Porque hemos sido perdonados para Cristo y redimidos por su amor, el perdn fraterno es, entre nosotros, una exigencia de nuestra pertenencia a Cristo, el Seor. El vivir y morir para el Seor tiene habitualmente un sentido sacrificial, cultual. El cristiano est invitado a renunciarse a s mismo, a la propia afirmacin, exaltacin y gloria para afirmar con toda su vida el dominio de Dios. Comenta San Cirilo de Alejandra: Se ha dicho que Cristo tuvo hambre, que soport la fatiga de largas caminatas, la ansiedad, el terror, la tristeza, la agona y la muerte en la cruz. Sin ser presionado por nadie, por s mismo ha entregado su propia alma por nosotros, para ser Seor de vivos y muertos (Rom 14,9). Con su propia carne ha pagado un rescate justo por la carne de todos, con su alma ha llevado a cabo la redencin de todas las almas, aunque si l ha vuelto a tomar su vida, es porque, como Dios, l es viviente por naturaleza (Sobre la Encarnacin del Unignito 4). Mateo 18,21-35: Perdonar hasta setenta veces siete, esto es, siempre. El Evangelio nos exige un corazn perdonado por el Padre y hecho a descubrir a Dios y perdonar a todos, incluso a los propios enemigos. Se termin con el Evangelio la ley del talin: ojo por ojo y diente por diente. San Juan Crisstomo dice: De modo que no encerr el Seor el perdn en un nmero determinado, sino que dio a entender que hay que perdonar continuamente y siempre. Esto por lo menos declar por la parbola puesta seguidamente. No quera que nadie pensara que era algo extraordinario y pesado lo que l mandaba de perdonar hasta setenta veces siete. De ah aadir esta parbola con la que intenta justamente llevarnos al cumplimiento de su mandato, reprimir un poco de orgullo de Pedro y demostrar que el perdn no es cosa difcil, sino extraordinariamente fcil.

En ella nos puso delante un propia benignidad a fin de que nos demos cuenta, por contraste, de que, aun cuando perdonemos setenta veces siete, aun cuando perdonemos continuamente todos los pecados absolutamente de nuestro prjimo, nuestra misericordia al lado de la suya, es como una gota de agua junto al ocano infinito. O, por mejor decir, mucho ms atrs se queda nuestra misericordia junto a la bondad infinita de Dios, de la que, por otra parte, nos hallamos necesitados, puesto que tenemos que ser juzgados y rendirle cuenta (Homila 61,1, sobre San Mateo). CICLO B Las lecturas primera y tercera nos evocan la pasin del Seor. Santiago, en la segunda lectura, nos ensea que la fe ha de ser autenticada con las obras. El anuncio hecho por Jess de su propia Pasin evoca en nuestra fe el misterio de la Cruz, como clave de nuestra autenticidad cristiana. Esto nos recuerda que la ley de la Cruz es ley fundamental en la obra de Cristo, y, por lo mismo, debe serlo para todos nosotros: Los que son de Cristo se conocen en que tienen crucificados sus cuerpos con sus vicios y concupiscencias (Gal 4,24). Isaas 50,5-9: Ofrec la espalda a los que me golpeaban. El tercer canto del profeta Isaas sobre el Siervo de Dios nos traza ya la semblanza victimal del Cordero Redentor: absoluta docilidad obediencial al Padre y signo de contradiccin (Lc 2,34) entre los hombres. Se subraya de modo especial en este pasaje de Isaas la suma confianza del Siervo en el Seor, no obstante los sufrimientos y las humillaciones inauditas. Ha cumplido su misin de portavoz de Dios con una firmsima y con una constancia inflexible. No podemos prescindir de Cristo en la lectura de este pasaje bblico. l sufri al mximo los tormentos del Siervo y nadie como l estuvo unido a la voluntad del Padre. Ensea San Gregorio Nacianceno: Sobre todos los dems el Salvador y Seor de todos, que no solo se anonad tomando forma de siervo (Flp 2,6) y ofreci su rostro a los salivazos y a las bofetadas, y fue contado entre los delincuentes (Is 50,6:53,12); que se ofreci en expiacin por las manchas de los pecados y lav, en hbito de esclavo, los pies de sus discpulos (Jn 13,4-5)... Y para terminar brevemente: bella es la contemplacin y hermosa asimismo la accin; aqulla, subiendo hasta el Santo de los Santos, luchando y consagrando nuestra alma a aquello para lo que est creada; sta recibiendo a Cristo, sirvindole y mostrando el amor con las obras (Sermn 14,2-4). Con el Salmo 114 decimos: Caminar en presencia del Seor en el pas de la vida. Amo al Seor porque me escucha, porque inclina su odo hacia m. Me envolvan olas mortales, me alcanzaron los lazos del abismo, ca en tristeza y en angustia... Pero el Seor arranc mi alma de la muerte, mis ojos de las lgrimas, mis pies de la cada. Santiago 2,14-18: La fe, si no tiene obras, est muerta. Para el cristiano, la autenticidad de su fe se mide por su amor sacrificado, que se hace palpable en las obras de amor a Dios y al prjimo. Siempre ser necesario inculcar una vida santa con la prctica de las virtudes, especialmente de la caridad, de lo contrario no tenemos ms que una fe muerta. Los Santos Padres han insistido mucho en esto y, en general, toda la vida de la Iglesia. As San Agustn dice que: Deben basarse todas tus obras en la fe, porque el justo vive de la fe y la fe obra por el amor. Que tus obras tengan por fundamento la fe, porque creyendo en Dios te hars fiel (Comentario al Salmo 32). Y San Juan Crisstomo explica: Mira que ni siquiera le pregunta el Seor [a Bartimeo] si tiene fe, como sola hacer otras veces, pues sus gritos y su abrirse paso entre la gente pona bien de manifiesto su fe a los ojos de todos (Homila 66 sobre San Mateo). Tambin San Gregorio Magno dice: Ni la fe sirve sin obras, ni las obras sin fe, a no ser que se hagan para alcanzar la fe, como Cornelio, que antes de ser creyente mereci ser odo por sus buenas obras (Homila 1 sobre Ezequiel).

No cree verdaderamente sino quien, en su hogar, pone en prctica lo que cree. Por eso, a propsito de aqullos que de la fe no poseen ms que palabras, dice San Pablo: profesan conocer a Dios, pero le niegan con las obras (Homila 26 sobre los Evangelios). Y San Jernimo: De qu sirve invocar con la voz a quien niegas con las obras? (Homila sobre los Evangelios). Marcos 8,27-35: T eres el Mesas... El Hijo del hombre tiene que padecer mucho. Pese a la incomprensin de los propios discpulos, Cristo Jess proclam la ley de la Cruz, necesaria para l y tambin para los que le quieran seguir. Es ciertamente una leccin dura, pero propuesta con toda claridad por el mismo Jesucristo. Los Evangelistas cuando escriban los Evangelios estaban viendo que las palabras del Seor se cumplan en muchos cristianos contemporneos suyos, probados incluso con la persecucin. Dios ha realizado la salvacin del mundo en el anonadamiento de su propio Hijo, con una muerte en la cruz. Comenta San Agustn: El hombre se perdi por primera vez a causa del amor a s mismo. Pues, si no se hubiese amado, hubiera antepuesto a Dios a s mismo, hubiera estado siempre sometido a Dios; no se hubiera inclinado a hacer su propia voluntad descuidando la de l. Amarse uno a s mismo no es otra cosa que querer hacer la propia voluntad. Antepn la voluntad de Dios; aprende a amarte, no amndote (Sermn 96,2). CICLO C Las lecturas primera y tercera nos refieren la misericordia del Seor con respecto al pecador arrepentido. San Pablo en la segunda lectura se presenta como el pecador perdonado, el perseguidor convertido. Se insiste en la necesidad de la conversin, tanto ms necesaria cuanto mayor es el peligro cotidiano de ser infieles al designio divino, de identificarnos cada vez ms con su Hijo muy amado (Rom 8,29). Solo con una actitud constante de renovacin en Cristo conseguiremos mantener la aptitud para participar en la herencia de los santos en la Luz (Col 1,12), para la que el Seor nos ha destinado. xodo 32,7-11.13-14: El Seor se arrepinti de la amenaza que haba pronunciado. Dios mantiene siempre la Alianza de la salvacin. Aunque se rompa la fidelidad por parte del hombre o del pueblo elegido, no se rompe el proceso de la misericordia divina, abierta siempre al perdn para el arrepentido. Se dice en la Carta de Bernab (4,6-8): ... No os asemejis a ciertos hombres que no hacen sino amontonar pecados, dicindoos que la alianza es tanto de ellos como vuestra. Porque es nuestra, pero aqullos, despus de haberla recibido de Moiss, la perdieron absolutamente... Volvindose a los dolos la destruyeron, pues dice el Seor: Moiss, Moiss, baja a toda prisa, porque mi pueblo, a quien saqu yo de Egipto, ha prevaricado (Ex 32,7; 3,4; Dt 9,12). Y cuando Moiss lo comprob, arroj de sus manos las dos tablas, y se rompi su alianza, para que la de su amado Jesucristo fuera sellada en nuestro corazn con la esperanza de la fe en l. Con el estribillo del arrepentimiento del hijo prdigo: Me pondr en camino, adonde est mi padre se dicen algunos versos del Salmo 50: Misericordia, Dios mo, por tu bondad, por tu inmensa compasin borra mi culpa, lava del todo mi delito, limpia mi pecado... Oh Dios, crea en m un corazn puro... un corazn quebrantado y humillado T no lo desprecias. 1 Timoteo 1,12-17: Jess vino para salvar a los pecadores. Para el verdadero convertido a Cristo, como Pablo, su pecado y toda su vida pasada en la infidelidad le sirven de aguijn para intensificar su amor a Cristo y su ansiedad insobornable por la santidad. San Pablo evoca el momento ms decisivo de su vida, cuando de obstinado enemigo de Cristo y de los cristianos, vino a ser su seguidor y apasionado Apstol. Ha sido una accin esplndida de la gracia divina. San Agustn ha comentado con frecuencia este pasaje paulino:

Cuando el Apstol Pablo persegua a los cristianos, arrestndolos dondequiera que los hallare, presentndolos a los sacerdotes para que los oyeran en tribunal y los castigasen, qu pensis que haca la Iglesia? Oraba por l o contra l? La Iglesia que haba aprendido la leccin de su Seor, quien pendiente de la Cruz dijo: Padre, perdnalos porque no saben lo que hacen, peda eso mismo para Pablo, mejor, para Saulo en aquel entonces, a fin de que tuviera lugar en l lo que efectivamente realiz (Sermn 56,3). Lucas 15,1-32: Habr alegra en el cielo por un pecador que se convierta. Ante el misterio del Corazn Redentor de Cristo, todo hombre es siempre recuperable para la salvacin y la santidad. La Iglesia muestra muchos ejemplos de esto y es una consoladora revelacin que nos garantiza toda la historia de la salvacin. San Ambrosio escribe: Un poco ms arriba has aprendido cmo es necesario desterrar la negligencia, evitar la arrogancia, y tambin adquirir la devocin y a no a entregarte a los quehaceres de este mundo, ni anteponer los bienes caducos a los que no tienen fin; pero, puesto que la fragilidad humana no puede conservarse en lnea recta en medio de un mundo tan corrompido, ese buen mdico te ha proporcionado los remedios, aun contra el error, y ese juez misericordioso te ha ofrecido la esperanza del perdn. Y as, no sin razn, San Lucas ha narrado por orden tres parbolas: la de la oveja perdida y hallada despus, la de la dracma que se haba extraviado y fue encontrada, y el hijo que se haba muerto y volvi a la vida; y todo esto para que aleccionados con este triple remedio, podamos curar nuestras heridas, pues una cuerda triple no se rompe (Eclo 4,12). Quin es este padre, ese pastor y esa mujer? Acaso representan a Dios Padre, a Cristo y la Iglesia? Cristo te lleva sobre sus hombros, te busca la Iglesia y te recibe el Padre. Uno porque es Pastor, no cesa de llevarte; la otra, como madre, sin cesar te busca y el Padre te vuelve a vestir. El primero por obra de misericordia; la segunda cuidndote, y el tercero, reconcilindote con l. A cada uno de ellos le cuadra perfectamente una de esas cualidades: El Redentor viene a salvar, la Iglesia asiste y el Padre reconcilia. En todo actuar divino est presente la misma misericordia, aunque la gracia vare segn nuestros mritos. El Pastor llama a la oveja cansada, es hallada la dracma que se haba perdido, y el hijo, por sus propios pasos, vuelve al Padre y vuelve arrepentido del error que le acusa sin cesar (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib. VII, 207-208). Lunes Aos impares 1 Timoteo 2,1-8: Pedid por todos los hombres a Dios, que quiere que todos los hombres se salven. Oracin en la asamblea litrgica: Orar por todos. Cristo es el Mediador. Representar a la humanidad ante Dios, mostrarse solidario de ella ante l; estas son las condiciones esenciales de la oracin cristiana. Cristo ha sido el primero en asumirlas, pues se ofreci por todos en la cruz. San Clemente Romano nos ha dejado en el siglo I un bello testimonio de la oracin por los gobernantes: Danos ser obedientes a tu omnipotente y santsimo nombre y a nuestros prncipes y gobernantes sobre la tierra... Dales, Seor, salud, paz, concordia y constancia, para que sin tropiezo ejerzan la potestad que por Ti les fue dada... Endereza T, Seor, sus consejos conforme a lo bueno y acepto en tu presencia, para que ejercitando en paz y mansedumbre y piadosamente la potestad que por Ti les fue dada, alcancen de Ti misericordia (Carta a los Corintios I,60-61). Comenta San Agustn: San Pablo mandaba rezar por los reyes cuando stos perseguan a la Iglesia. Pero a los que entonces perseguan mientras oraban por ellos, ahora los defiende despus de haber sido escuchado en beneficios de ellos (Sermn 149,17). Sigue la misma idea en el Salmo 27: Bendito el Seor que escuch mi voz suplicante. Escucha mi voz suplicante cuando te pido auxilio, cuando alzo las manos hacia tu santuario. El Seor es nuestra fuerza y nuestro escudo, en l hemos de confiar pues nos socorre, por eso hemos de alegrarnos y cantarle agradecido. l es nuestro Pastor y nuestro gua, nuestro apoyo y salvacin. San Juan Crisstomo dice:

La oracin es luz del alma, verdadero conocimiento de Dios, mediadora entre Dios y los hombres. Por ella, nuestro espritu, elevado hasta el cielo, abraza a Dios con abrazos inefables; por ella, nuestro espritu espera el cumplimiento de sus propios anhelos y recibe unos bienes que superan lo natural y visible (Homila 6 sobre la oracin). Aos pares 1 Corintios 11,17-26: Evitar las divisiones. Amar y fomentar la unidad cuyo smbolo y eficacia es la Eucarista. San Pablo recuerda la tradicin apostlica sobre la sinaxis eucarstica. La perspectiva de Pablo es la de la significacin de la asamblea litrgica: sta es smbolo de la reunin de todos los hombres en el Reino y en el Cuerpo de Cristo. Una asamblea dividida no puede dar testimonio de esta unin y viene a ser un contrasigno. Comenta San Agustn: Recibid, pues el Cuerpo de Cristo, transformados ya vosotros mismos en miembros de Cristo, en el Cuerpo de Cristo; recibid y bebed la Sangre de Cristo. No os desvinculis, corred al vnculo que os une; no os estimis en poco, bebed vuestro precio... Si recibs santamente este sacramento que pertenece al Nuevo Testamento y os da motivos para esperar la herencia eterna, si guardis el mandamiento nuevo de amaros unos a otros, tendris vida en vosotros, pues recibs aquella carne de la que dice la Vida misma: el pan que yo os dar es mi carne para la vida del mundo y Quien no come mi carne y bebe mi sangre, no tendr vida en M (Sermn 228,B,3). Cantamos con el Salmo 39 la frase que repetimos en la liturgia eucarstica: Proclamad la muerte del Seor hasta que vuelva. T no quieres sacrificios ni ofrendas de animales y cosas, sino el sacrificio eucarstico, reactualizacin sacramental del sacrificio eucarstico. l dijo: Aqu estoy para hacer tu voluntad (cf. Heb 10,7). Dios mo, lo quiero, y llevo tu ley en las entraas. Proclamar la salvacin de Dios ante todos los hombres. No cerremos nuestros labios, para que se alegren y gocen contigo todos los que te buscan y todos juntos digamos: Grande es el Seor. Hemos de tener los mismos sentimientos de Cristo: Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre (Jn 4,34). Lucas 7,1-10: La gran fe del centurin. San Ambrosio afirma que esa fe representa al pueblo pagano, que se hallaba aprisionado por las cadenas de la esclavitud al mundo, enfermo de pasiones mortales, y que haba de ser sanado por la bondad del Seor. En la curacin del siervo del centurin, Jess se contenta con la palabra y responde as al elogio de la eficacia de la palabra pronunciada por el centurin, cuando ste ltimo invita a Cristo a servirse nicamente de su palabra para realizar la curacin. La Iglesia ha recogido las palabras del centurin en la Misa, antes de la comunin, para expresar su fe en Cristo, realmente presente en la Eucarista. Todos los das nos pide Dios que tengamos fe en su Palabra, que nos llega a travs de la Iglesia. La fe lo ilumina todo con nueva luz y manifiesta el plan divino sobre la entera vocacin del hombre. Dice San Len Magno: No es la sabidura terrena la que descubre la fe, ni la opinin humana la que puede conseguirla: el mismo Hijo nico del Padre es quien la ha enseado y el Espritu Santo quien la instruye (Sermn 75, Pentecosts). Y San Ambrosio comenta: Observa cmo la fe da un ttulo para la curacin. Advierte tambin que aun en el pueblo gentil hay penetracin del misterio: el Seor va, el centurin quiere excusarse y, dejando la arrogancia militar, se llena de respeto, dispuesto a creer y a rendirle honor. La fe de este hombre la antepone a aquellos elegidos que ven a Dios (interpretacin del nombre de Israel). Observa la economa: es probada la fe del seor, la salud del siervo es robustecida. El mrito del dueo puede ayudar tambin a sus servidores, no solo en cuanto al mrito de la fe, sino tambin en cuanto al celo de la conducta (Comentario a San Lucas lib. V,85-88). Martes Aos impares

1 Timoteo 3,1-13: Cualidades de los responsables de la comunidad cristiana, para ser capaces de conducir a la Iglesia adecuadamente. Comenta San Agustn: Si conviene que la conducta del obispo sea irreprochable, ser acaso decoroso que la del cristiano sea reprochable? Obispo es un trmino griego que en nuestra lengua puede traducirse por inspector o visitador: Nosotros somos obispos, pero con vosotros somos cristianos. Recibimos el nombre particular debido del hecho de visitar; todos recibimos el nombre comn [de cristiano] del hecho de la uncin. Si todos hemos sido ungidos, todos participamos en el combate. Mas por qu os visitamos si nada bueno vemos en vosotros? (Sermn 176, A). En el rito de la ordenacin episcopal, con un texto de principios del siglo III, se pide: Concede, oh Padre, que conoces los corazones, a este servidor que has escogido para el episcopado, que apaciente tu sagrado rebao, sirvindote de noche y de da; que haga complaciente tu rostro y que ofrezca las oblaciones de tu Iglesia santa; que pueda perdonar los pecados en virtud del Espritu del Sacerdocio supremo, segn tu mandato.., que te complazca por la naturaleza y pureza de su corazn, presentndote un nuevo perfume, por tu Hijo Jesucristo. Todos debemos reverencia santa a la jerarqua eclesistica: obispos, presbteros y diconos. Por todos ellos hemos de orar al Seor. Con el Salmo 100 cantamos al Seor: Andar con rectitud de corazn. Cantemos la bondad y la justicia del Seor, caminemos por el camino perfecto y suspiremos por la venida del Seor, andemos con rectitud de corazn, apartemos nuestros ojos de intenciones viles, oremos por los que oran mal para que se conviertan. No prestemos odos a los que difaman al prjimo, oremos por los engredos y de corazn arrogante. Hagamos el bien a todos, a ejemplo de Cristo, el Rey-Mesas que se entreg al servicio de todos y formar junto a l un reino de leales que buscan la verdad, la justicia, la sencillez y sobre todo amar como l am. Aos pares 1 Corintios 12,12-14.27-31: Todos formamos el Cuerpo de Cristo. Los dones espirituales o naturales no deben ser factor de divisin, sino que deben contribuir a la unin. Comenta San Agustn: A Cristo lo constituyen muchos miembros, que son un nico Cuerpo. Descendi del cielo por misericordia y no asciende nadie sin l, puesto que tambin nosotros estamos en l por la gracia... No se trata de diluir la dignidad de la Cabeza en el Cuerpo, sino de no separar la Cabeza de la unidad del Cuerpo (Sermn 263, A,2). Y San Juan Crisstomo: Cabra esperar otra consecuencia y decir, as tambin la Iglesia; pero no... Porque lo mismo que la cabeza y el cuerpo forman un mismo hombre, as Cristo y la Iglesia forman un mismo Cuerpo; y as en lugar de nombrar a la Iglesia, nombra a Cristo (Homila sobre 1 Cor, 12, 12-13). San Agustn: Cristo entero est formado por la Cabeza y el Cuerpo, verdad que no dudo que conocis bien. La Cabeza es nuestro mismo Salvador, que padeci bajo Poncio Pilato y ahora, despus que resucit de entre los muertos, est sentado a la diestra del Padre. Y su Cuerpo es la Iglesia. No esta o aquella Iglesia, sino la que se halla extendida por todos el mundo. Ni es tampoco solamente la que existe entre los hombres actuales, ya que tambin pertenecen a ella los que vivieron antes de nosotros y los que han de existir despus, hasta el fin del mundo. Pues toda la Iglesia, formada por la reunin de los fieles porque todos los fieles son miembros de Cristo, posee a Cristo por Cabeza, que gobierna su Cuerpo desde el Cielo. Y, aunque esta Cabeza se halle fuera de la vista del Cuerpo, sin embargo, est unida por el amor (Comentario al Salmo 56,1). Con el Salmo 99 decimos: Somos su pueblo y ovejas de su rebao. Aclamemos al Seor, tierra entera, sirvmosle con alegra, entremos en su presencia con vtores. l Seor es Dios. l nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebao. l es nuestro Pastor, conocemos su voz y l nos conoce a nosotros. Formamos un solo Cuerpo. l es nuestra Cabeza. El Seor es bueno, su

misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades. Un solo corazn y una sola alma. Todos los dones al servicio de todos, con gran amor a ejemplo de Jesucristo. Lucas 7,11-17: Resurreccin del hijo de la viuda. Comenta San Ambrosio: Este pasaje tambin es rico en un doble provecho; creemos que la misericordia divina se inclina pronto a las lgrimas de una madre viuda, principalmente cuando est quebrantada por el sufrimiento y por la muerte de su hijo nico... Mas, aunque los ltimos sntomas de la muerte hayan hecho desaparecer toda esperanza de vida y que los cuerpos de los difuntos estn prximos al sepulcro, sin embargo, a la palabra de Dios, los cadveres, dispuestos a perecer, resucitan, se entrega el hijo a la madre, se llama de la tumba, se arranca del sepulcro. Cul es esta tumba, la tuya, sino las malas costumbres? Tu tumba es la falta de fe; tu sepulcro es esta garganta que profiere palabras de muerte. Este es el sepulcro del que Cristo te libra; resucitars de esa tumba si escuchas la palabra de Dios. Aunque existe un pecado grave que no puede ser lavado con las lgrimas de tu arrepentimiento, llora por la madre Iglesia, que interviene por cada uno de sus hijos como una madre viuda por sus hijos nicos; pues ella se compadece, por un sufrimiento especial que le es connatural, cuando ve a sus hijos arrastrarse hacia la muerte por vicios funestos. Somos nosotros entraas de sus entraas; pues tambin existen entraas espirituales... Somos nosotros las entraas de la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, hechos de su carne y de sus huesos. Que llore, pues, la piadosa madre y que la multitud la asista; que no solo la multitud, sino una multitud numerosa compadezca a la buena madre. Entonces t te levantars del sepulcro; los ministros de tus funerales se detendrn y comenzars a pronunciar palabras de vida; todos temern, pues, por el ejemplo de uno solo, sern muchos corregidos; y ms an, alabarn a Dios que nos ha concedido tales remedios para evitar la muerte (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib. V, 89-92). Mircoles Aos impares 1 Timoteo 3,14-16: Grande es el misterio que veneramos: la obra de Cristo en favor de la salvacin de los hombres. La comunidad cristiana es el nuevo templo, el nuevo sacerdocio que es ejercido de modo especial por el sacerdocio ministerial. La Carta a los Hebreos trata de esa liturgia nueva que es toda la comunidad cristiana que se dirige en una procesin solemne hacia el monte Sin, la Jerusaln celeste. San Ireneo escribe: No hemos llegado al conocimiento de la economa de nuestra salvacin si no es por aquellos por medio de los cuales nos ha sido transmitido el Evangelio. Ellos entonces lo predicaron, y luego, por voluntad de Dios, nos lo entregaron en las Escrituras, para que fueran columna y fundamento de nuestra fe (1 Tim 3,15). Y no se puede decir, como algunos tienen la malicia de decir, que ellos predicaron antes de que alcanzaran el conocimiento perfecto. Los cuales se gloran de enmendar a los mismos apstoles. Porque, despus de que nuestro Seor resucit de entre los muertos..., fueron llenados de todos los dones y alcanzaron el conocimiento perfecto (Contra las herejas 3,1,1-2). Por eso damos gracias al Seor de todo corazn con el Salmo 110 en compaa de los rectos, en la asamblea litrgica: Grandes son las obras del Seor, dignas de contemplacin para los que las aman. Esplendor y belleza son sus obras, su generosidad dura por siempre, ha hecho maravillas memorables, da alimento a sus fieles (la Eucarista), recuerda siempre su alianza (en Cristo, con pacto sellado por su sangre redentora); muestra a su pueblo la fuerza de su obrar (la Redencin). El Seor es con toda verdad piadoso y clemente. La Iglesia tiene que vivir y proclamar sobre la tierra el misterio del Hombre-Dios. La Eucarista cumple su misin entre los hombres debido a que engendra a los miembros de la verdadera humanidad aunndolos en la unidad familiar del Padre, la Casa del Dios vivo, al mismo tiempo que los enva a sus responsabilidades humanas. Aos pares 1 Corintios 12,31-13,13: La mayor de todas es el amor. El gran himno de la caridad. La leccin esencial de este pasaje consiste en la manera en que San Pablo supera todas las definiciones

humanas del amor, comprendidas tambin aqullas que estn ms espiritualizadas y hasta las que son ms heroicas. Si San Pablo canta un amor tan distinto de los comportamientos humanos y que, sin embargo, es un acto humano, es porque nuestra conducta no se apoya en un catlogo de actos o en una obligacin meramente legal, sino en la presencia activa de Jesucristo en nosotros, con todo lo que esto supone en el cumplimiento de su amor. Comenta San Agustn: Quien abandona la unidad, viola la caridad, y quien viola la caridad, tenga lo que tenga, es nada. Aunque hable las lenguas de los hombres y de los ngeles, aunque conozca todos los misterios, aunque tenga toda la fe hasta transplantar los montes... si no tiene caridad nada es y de nada le vale. Intilmente posee cuanto posee, quien carece de aquella nica cosa que hace til todo lo dems. Abracmonos, pues, a la caridad, esforcmonos en guardar la unidad del espritu en el vnculo de la paz (Sermn 88,21). San Gregorio Magno ensea: El amor es paciente, porque lleva con ecuanimidad los males que le infligen. Es benigno porque devuelve bienes por males. No es envidioso porque como no apetece nada en este mundo, no sabe lo que es envidiar las prosperidades terrenas. No obra con soberbia, porque anhela con ansiedad el premio de la retribucin interior y no se exalta por los bienes exteriores. No se jacta, porque solo se dilata por el amor de Dios y del prjimo e ignora cuanto se aparta de la rectitud. No es ambicioso, porque, mientras con todo su ardor anda solcito de sus propios asuntos internos no sale fuera de s para desear los bienes ajenos. No busca lo suyo, porque desprecia como ajenas cuantas cosas posee transitoriamente aqu abajo, ya que no reconoce como propio ms que lo permanente. No se irrita, y, aunque las injurias vengan a provocarle, no se deja conmover por la venganza, ya que por pesados que sean los trabajos de aqu, espera para despus premios mayores. No toma en cuenta el mal, porque ha afincado su pensamiento en el amor de la pureza, y mientras que ha arrancado de raz todo odio, es incapaz de alimentar en su corazn ninguna aversin. No se alegra por la injusticia, ya que no alimenta hacia todos sino afecto y no disfruta con la ruina de su adversarios. Se complace con la verdad, porque amando a los dems como a s mismo, cuanto encuentra de bueno en ellos le agrada como si se tratara de un aumento de su propio provecho (Morales sobre el libro de Job 10,7,8,10). Dichoso el pueblo que el Seor se escogi como heredad. As cantamos con el Salmo 32. Demos gracias a Dios con la ctara. Toquemos en su honor con el arpa de diez cuerdas, cantmosle un cntico nuevo acompaando los vtores con bordones. l nos ha enseado el camino recto del amor. La palabra del Seor es sincera y todas sus acciones son leales. l ama la justicia y el derecho y su misericordia llena la tierra. Somos pueblo del Seor. l nos rescat de la esclavitud. Su misericordia es eterna. Lucas 7, 31-35: Cristo se duele de la incredulidad del pueblo. No crey ni en Juan Bautista ni en l. Se escandalizan de l. Comenta San Ambrosio: Aunque no es incongruente con el carcter de los nios que, no teniendo an la sabia gravedad de la edad madura, agitan y mueven su cuerpo a la ligera, sin embargo, pienso que se puede entender esto en un sentido ms profundo: es que los judos no han credo primero en los Salmos, ni luego en las lamentaciones de los profetas: los Salmos invitaban a las promesas, las lamentaciones los apartaban de los errores... Toma t la ctara, a fin de que tocado por el plectro (o palillo) del Espritu, la cuerda de tus fibras interiores den el sonido de la buena obra. Toma el arpa, a fin de que produzca el acorde armoniosos de vuestras palabras y vuestros actos. Coge el tamborn, para que el espritu haga cantar interiormente el instrumento de tu cuerpo y que el ejercicio de tu actividad traduzca la amable dulzura de nuestras costumbres (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, lib. VI, 5-10). Jueves Aos impares

1 Timoteo 4,12-16: Cudate t y cuida la enseanza; as te salvars t y salvars a los que te escuchan. Durante su vida pblica, confa Jess a sus discpulos ciertas misiones transitorias. Slo despus de su resurreccin reciben de l una orden precisa, que los instituye a la vez predicadores, apstoles y doctores. San Jernimo comenta: A Timoteo, que haba formado desde su infancia en las letras sagradas, le da instrucciones y exhorta al estudio de la Escritura, para que no descuide la gracia que le fue dada por la imposicin de las manos del colegio de los presbteros (1 Tim 4,13ss)... Porque la santa rusticidad no aprovecha ms que a s misma, y si por una parte con su vida meritoria edifica a la Iglesia de Cristo, por otra la daa al no ser capaz de resistir a los que la destruyen (Carta 53, 3, a Paulino, presbtero). Dios hizo maravillas en la predicacin del Evangelio. As lo proclamamos con el Salmo 110: Grandes son tus obras, Seor. Justicia y verdad son las obras de sus manos, todos sus preceptos merecen confianza, son estables para siempre jams y se han de cumplir con verdad y rectitud. Envi la redencin a su pueblo, ratific para siempre su alianza, su nombres es sagrado y temible. Primicia de la sabidura es el temor del Seor, tienen buen juicio los que lo practican; la alabanza del Seor dura por siempre. Aos pares 1 Corintios 15,1-11: San Pablo predica su mensaje salvfico del Evangelio y sobre todo el Misterio Pascual del Seor que padeci, muri y resucit. Reducida as a lo esencial, la fe transmitida por San Pablo se reduce esencialmente al acontecimiento pascual. No se trata solo de un acontecimiento histrico ni de sus pruebas, sino tambin de su significacin doctrinal: Cristo muere por nuestros pecados, lo que supone que estamos muertos al pecado y esto hemos de actuarlo en todo momento. La misma resurreccin es considerada en su significacin doctrinal. De este modo, la resurreccin de Cristo introduce un rgimen religioso indito que nos afecta directamente: implica un nuevo es-tilo de vida, signo de nuestra resurreccin (cf. Rom 6,1-6; 1 Cor 15,20; 2 Cor 4,14). San Juan Crisstomo dice: Para Pablo no se trata de ayunar, sino de sufrir hambre; sin embargo, l mismo se llama un aborto (1 Cor 15,8)... Porque este hombre no obraba jams a la ligera, sino siempre con motivo justo y razonable; y persegua designios opuestos con tanta sabidura que obtena siempre los mismos elogios... Pablo glorificndose (2 Cor 11,2112,10), se ha atrado ms honor que otros disimulando grandes virtudes; nadie, en efecto, hace tanto bien ocultando sus mritos como este hombre revelando los suyos (Homila 5 sobre las alabanzas de Pablo). T has visto a Pablo como len furioso en sus correras en todos los sentidos? Mralo ahora con la mansedumbre de un cordero: qu cambio tan sbito! Mira a aqul que en otro tiempo encadenaba, meta en prisin, persegua con ahnco y combata a cuantos crean en Cristo, bajando por la muralla en una espuerta para poder escapar de las trampas de los judos, huido de noche a Cesarea y de all enviado a Tarso para no ser despedazado por el furor de los judos. Has visto, querido, cmo ha cambiado! Has visto cmo se ha transfigurado! Has visto cmo, despus de haberse beneficiado de la generosidad de lo alto, l puso de su parte su generosidad, quiero decir el celo, el fervor, la fe, la decisin, la paciencia, la grandeza de alma, la firmeza inflexible. Por ello ha merecido un mayor socorro de lo alto que le ha hecho exclamar: yo he trabajado ms que todos ellos; pero, no yo, sino la gracia de Dios que est conmigo (1 Cor 15,10). Ese ejemplo, yo os lo pido, imitadlo, vosotros que ahora habis merecido abrazar el yugo de Cristo, y recibido la gracia de la filiacin (Ocho Catequesis 4,10-11). Cantamos el Salmo 117, lleno de espritu pascual: Dad gracias al Seor porque es bueno, porque su misericordia es eterna. La diestra del Seor es poderosa, la diestra del Seor es excelsa. No he de morir, vivir para contar las hazaas del Seor. Su resurreccin nos conducir a la resurreccin final. Damos gracias al Seor, que es nuestro Dios, y lo alabamos. Lucas 7,36-50: Se le perdon mucho porque am mucho. Comenta San Agustn: Crey que no la conoca porque no la rechaz ni le prohibi acercarse y permiti ser tocado por una pecadora... Alimentas al Seor y no sabes por quin has de ser alimentado t. De dnde

deduces que l no saba quien era aquella mujer, sino de que toler que le besara los pies, se los secara y ungiese? Si tal vez se hubiera acercado a los pies del fariseo, hubiera dicho las palabras de Isaas respecto a esa gente: Aprtate, no me toques, que estoy limpio. No obstante, la impureza se acerc al Seor para regresar limpia; se acerc enferma, para volver sana; arrepentida para convertirse en seguidora de Cristo. Oy el Seor el pensamiento del fariseo. De este hecho puede comprender ya el fariseo si no poda ver que era una pecadora, l que poda or su pensamiento (Sermn 99,2-3). Viernes Aos impares 1 Timoteo 6,2-12: T, practica la justicia. El Apstol debe evitar las querellas por las palabras y atender al ejercicio de las virtudes cristianas. En eso consiste el combate espiritual para alcanzar la vida eterna. Comenta San Agustn: He aconsejado a los ricos. Od ahora los pobres. Los primeros, dad; los segundos, no robis. Los unos dad de vuestra riqueza; los otros frenad vuestras apetencias. Escuchad los pobres al Apstol: Es una gran ganancia la piedad con lo suficiente. Tenis en comn con los ricos el mundo, pero no la casa. Tenis en comn con ellos el cielo y la luz. Buscad lo que basta; buscad eso, nada ms. Las dems cosas oprimen, no elevan; cargan, no honran... Naci el rico, naci el pobre. Os encontrasteis caminando al mismo tiempo por un camino. T no oprimas; t no engaes. Este necesita, aquel tiene. A ambos los hizo el Seor. A travs del que tiene socorre al necesitado; a travs de quien no tiene prueba al que tiene. Lo hemos escuchado; lo hemos dicho; hermanos, preocupmonos, oremos, lleguemos (Sermn 85,5-7). Dichosos los pobres en el espritu porque de ellos es el Reino de los cielos. Con el Salmo 48 decimos: Por qu habr de temer los das aciagos, cuando me cerquen y acechen los malvados que confan en su opulencia y se jacten de sus inmensas riquezas? Nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate... No te preocupes si se enriquece un hombre y aumenta el fasto de su casa; cuando muera, no se llevar nada, su fasto no bajar con l. Todo esto no quiere decir abandono de los bienes de este mundo. El sentido es el que de tal modo utilicemos las cosas temporales que no perdamos las eternas. Todas las cosas son para vosotros, vosotros para Cristo y Cristo para Dios, dice San Pablo. Aos pares 1 Corintios 15,12-20: La resurreccin de Cristo, fundamento de nuestra fe. Desde el da de Pentecosts se convierte la resurreccin del Seor en el centro de la predicacin apostlica. Haban sido testigos de la presencia del Seor resucitado. Era un inmenso bien que los haba impactado y lo difunden por doquier. Oigamos a San Agustn: El ser liberado del cuerpo de esta muerte no equivale a carecer de cuerpo. Lo tendrs, pero no ser el cuerpo de esta muerte. Ser el mismo y no ser el mismo. Ser el mismo porque existir la misma carne; no ser el mismo porque no ser mortal. La forma de liberacin del cuerpo de esta muerte consistir en que lo mortal se vista de inmortalidad, lo corruptible de incorruptibilidad... En Adn mueren todos, de aqu proceden tus gemidos, de aqu tu lucha con la muerte; de aqu el cuerpo de esta muerte. Pero como todos mueren en Adn, del mismo modo todos recibirn la vida en Cristo... Entonces habrs sido liberado del cuerpo de esta muerte, pero no por tu poder, sino por la gracia de Dios a travs de Jesucristo (Sermn 154,17). Al despertar me saciar de tu semblante. Oremos con el Salmo 16: Seor, escucha mi apelacin, atiende a mis clamores, presta odo a mis splicas, que en mis labios no hay engao... Muestra las maravillas de tu misericordia, T que salvas de los adversarios a quien se refugia a tu derecha... Yo con mi apelacin vengo a tu presencia... Lo que consta al cristiano es el estar convencido de que Dios es preferible al mundo entero y que la suprema felicidad consiste en vivir con l ahora y luego en la vida eterna, para saciarnos en la contemplacin de su rostro.

Lucas 8,1-3: Las mujeres que acompaaban a Jess y le ayudaban con sus bienes. La Iglesia primitiva tuvo gran veneracin de estas mujeres que seguan a Jess y le ayudaban. Es un inmenso bien contribuir a las obras de apostolado. Durante veinte siglos de cristianismo han sido muchas las mujeres que han hecho un firme y eficaz apostolado; otras, no pudiendo hacer esos ministerios han contribuido con sus bienes a la ayuda de tales obras de caridad que la Iglesia ha prodigado siempre por doquier, de modo que sin esa aportacin no se hubiera podido realizar la inmensa labor apostlica, que se ha hecho y hace la Iglesia. Otras, muy especialmente han contribuido y contribuyen eficacsimamente con su va de oracin y de sacrificio en la vida religiosa contemplativa, como muchas veces lo ha manifestado con gratitud la competente jerarqua de la Iglesia. Oigamos a San Agustn: El mismo Seor posea bolsa, en la que depositaban las cosas necesarias y encerraba tambin el dinero para sus propias necesidades y las de quienes le acompaaban. En efecto, cuando el evangelista dice que sinti hambre (Mt 4,2; 21,18) no menta. Quiso sentir hambre por ti, para que t no sintieras hambre en aquel que, siendo rico, se hizo pobre para que nosotros participramos en su riqueza (2 Cor 8, 9). Tambin el Seor tuvo bolsa, y se nos narra que ciertas mujeres devotas lo seguan a los lugares a donde iba a evangelizar y le servan de sus propios haberes, entre las cuales estaba tambin la mujer de un cierto Cusa, procurador de Herodes (Lc 8,3) (Comentario al Salmo 103,3). Sbado Aos impares 1 Timoteo 6,13-16: Fidelidad a la profesin de fe cristiana. El pastor de almas no puede ejercer su misin ms que en un incesante combate, que debe librar con vigor si quiere permanecer fiel a su compromiso bautismal y al mandamiento solemne de la Iglesia. San Gregorio de Nisa dice: Dios se deja contemplar por los que tienen el corazn purificado. A Dios nadie lo ha visto jams, dice San Juan (Jn 1,18); y San Pablo confirma esta sentencia con aquellas palabras tan elevadas: a quien ningn hombre ha visto ni puede ver (1 Tim 6,16). sta es aquella piedra leve, lisa y escarpada, que aparece como privada de todo aguante intelectual; de ella afirm tambin Moiss en sus decretos que era inaccesible, de manera que nuestra mente nunca puede acercarse a ella por ms que se esfuerce en alcanzarla, ni puede nadie subir por sus laderas escarpadas (Homila 7 sobre las bienaventuranzas). El pastor ideal es ante todo el que dirige los combates de la fe. Esto es fundamental en la doctrina paulina. Lo esencial en ese combate no es la lucha contra los enemigos de la fe; la fe es un combate en la medida en que la creencia lleva automticamente consigo la fidelidad y la constancia, la lucha consigo mismo para obtener la victoria personal y la preocupacin por la fe y la salvacin de los dems, sobre todo cuando se es responsable de una comunidad. Por eso ha de ser constante nuestra oracin por los que rigen la Iglesia o algunas de sus partes. La doxologa paulina a Cristo, Rey de reyes y Seor de los seores, que posee la inmortalidad y habita en una luz inaccesible, ha sugerido el Salmo 99 para aclamar al Seor, para servirle con alegra y entrar en su presencia con vtores. El Seor es Dios. l nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebao. Entremos por sus puertas con accin de gracias, con himnos y bendiciendo su nombre. El Seor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades. A l le debemos la fe, y todo lo que con ella nos ha otorgado, gracias a la predicacin de los apstoles y la de sus mismos sucesores. Todos nos ayudamos en el combate de la fe con la oracin, con el ejemplo, con las palabras sinceras. Aos pares 1 Corintios 15,35-37.42-49: Se siembra lo corruptible, y resucita lo incorruptible. Escuchemos a San Cirilo de Alejandra:

Uno muri por todos para que todos vivamos por l. Cuando la muerte trag al Cordero muerto por todos, en l y con l nos vomit a todos. Destruido el pecado, cmo no quedara destruida tambin la muerte, que viene de l? Muerta la raz, cmo quedara el tallo en pie? Muerto el pecado, qu causa habr para que muramos nosotros? As, pues, con solemne exultacin, digamos ante la muerte del Cordero: Dnde est, oh muerte, tu victoria? Dnde tu aguijn? (1 Cor 15,35). Como dice el Salmista: a toda maldad se le tapa la boca (Sal 106, 42); no podr acusar ya a los pecadores por su enfermedad. Dios es el que purifica (Rom 8,33). Cristo nos redimi de la maldicin de la ley, hecho maldito por nosotros; para que todos huyamos de la maldicin del pecado (Gal 3,13) (Comentario al Evangelio de San Juan 2). Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos tambin imagen del hombre celestial. Con el Salmo 55 decimos: Caminamos en presencia de Dios a la luz de la vida. Confiamos en el Seor cuya promesa alabamos, en l confiamos y no tememos. Doy gracias al Seor porque libr mi alma de la muerte, mis pies de la cada. l nos resucitar. El primer hombre, hecho de tierra era terreno; el segundo hombre es del cielo. Lucas 8,4-15: Parbola del Sembrador. Hemos de ser tierra buena que acoge la semilla de la palabra de Dios, que colabora con la gracia divina, que con un corazn noble y generoso da a los dems el trigo bueno y sabroso de la vida espiritual intensa, para hacer que todos se conviertan tambin en tierra buena y generosa, para hacer lo mismo. Escribe San Gregorio de Elvira: La Escritura testifica que el campo es el mundo... Cules son estos hijos e hijas entre los que el Seor se dice Lirio entre espinas? Llama hijo e hijas a los creyentes. Mas como en la Iglesia hay muchos que engendran abrojos y espinas, por lo deseos mundanos, por las riquezas, los honores y ambiciones dice el Evangelio: andando entre los afanes, riquezas y placeres de la vida no llegan a madurar (Lc 8,14)? La Iglesia vive entre ellas, ya que, por cierto, la mayor parte de los creyentes se dedica a los cuidados seculares. Mas el que llegue a despreciarlos brillar como lirio entre los otros, a los que llama espinas (Tratado sobre el Cantar de los Cantares 3).

Semana 24 Domingo Entrada: Yo soy la salvacin del pueblo dice el Seor. Cuando me llamen desde el peligro, yo les escuchar, y ser para siempre su Seor. Colecta (del Veronense y de la antigua liturgia hispana o mozrabe): Oh Dios!, que has puesto la plenitud de la ley en el amor a ti y al prjimo; concdenos cumplir tus mandamientos para llegar as a la vida eterna. Ofertorio (del Veronense): Acepta propicio, Seor, las ofrendas de tu pueblo, para que alcance en el sacramento eucarstico los bienes en que ha credo por la fe. Comunin: T, Seor, promulgas tus decretos para que se observen exactamente; ojal est firme mi camino para cumplir tus consignas! (Sal 118, 4-5); o bien: Yo soy el Buen Pastor dice el Seor, que conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen (Jn 10,14). Postcomunin (del Misal anterior, retocada con textos del Veronense y del Misal de Pars del ao 1738): Que tu auxilio, Seor, nos acompae siempre a los que alimentas con tus sacramentos, para que por ellos y en nuestra propia vida recibamos los frutos de la redencin. CICLO A

A los jornaleros de la via, llamados por Dios para recompensarlos segn su voluntad, corresponde el texto de Isaas que nos manifiesta que los pensamientos del Seor no son como los del hombre (lecturas primera y tercera). San Pablo, en la segunda lectura, nos muestra su intenso amor a Jesucristo y su deseo de que todos lo tengan igual. Esto es, que llevemos una vida digna del Evangelio de Cristo. Dios es quien tiene derecho absoluto y amoroso a decidir sobre nuestra vida. Es l quien nos llama y nos indica nuestro quehacer responsable, segn su Voluntad, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Por eso, toda actitud irresponsable, engreda o presuntuosa por nuestra parte constituye un riesgo y una infidelidad, que pueden frustrar en nosotros el designio de salvacin gratuita por parte de Dios. Isaas 55,6-9: Mis planes no son vuestros planes. Nuestra salvacin es obra de una amorosa iniciativa divina, pero no excluye nuestra responsabilidad de bsqueda humilde y constante de su Voluntad. Todos los momentos de la vida son buenos para volver a Dios. Pero indudablemente existen algunas circunstancias en las que la llamada divina es ms apremiante y se transforma en una dulce violencia. El Seor, para realizar sus planes, usa medios que, con frecuencia, no corresponden a los proyectados por el hombre. As aparece muchas veces en la historia de la salvacin; por ejemplo: Jos vendido como esclavo por sus hermanos y que luego fue su salvador; Ciro en la liberacin de Israel; nacimiento de Cristo y persecucin de Herodes; los apstoles... Someternos al plan divino que hemos de conocer y profundizar en su Palabra, la predicacin, la oracin... Con el Salmo 144 cantamos: Cerca est el Seor de los que lo invocan. Bendigamos al Seor por sus justos designios, alabemos su nombre por siempre jams. Grande es el Seor y merece toda alabanza. Es incalculable su grandeza. El Seor es clemente y misericordioso, lento a la clera y rico en piedad; el Seor es bueno con todos, es carioso con todas sus criaturas. El Seor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones. Nos abandonamos en sus manos con toda confianza. Filipenses 1,20-24.27: Para m la vida es Cristo. Dios nos ha elegido y nos ha predestinado para Cristo Jess, sin l no tendra razn nuestra existencia en condicin de criatura humana. La vida consagrada a Cristo no se mide con el reloj; solo la intensidad de la entrega tiene razn de ser como elemento de valoracin. San Cipriano escribe: Cristo mismo, el maestro de nuestra salvacin, ensea cunto aprovecha dejar esta vida; cuando sus discpulos se entristecan porque l haba dicho que ya se iba a marchar, les habl diciendo: si me amarais, os alegrarais de que vaya al Padre (Jn 14,28), ensendoles y mostrndoles que, cuando las personas queridas salen de este mundo, debemos alegrarnos ms que dolernos (Sobre la mortalidad 7). San Ignacio de Antioqua escribe: De nada me aprovecharn los confines del mundo ni los reinos todos de este siglo. Para m es mejor morir en Jesucristo (Flp 1,23) que ser rey de los trminos de la tierra. A Aquel quiero que muri por nosotros. A Aquel quiero que por nosotros resucit (Carta a los Romanos 6,1). San Juan Crisstomo predica: Pablo, encerrado en la crcel, habitaba ya en el cielo; reciba los azotes y las heridas con un agrado superior al de los que, en los juegos, ganaban el premio; amaba las fatigas ms que las recompensas, las vea como una recompensa y, por eso, las consideraba una gracia. Sopesemos lo que significa. El premio consista en partir para estar con Cristo (Flp 1,23-24); en cambio, quedarse en esta vida significaba el combate. Sin embargo, el mismo anhelo de estar con Cristo le mova a diferir el premio, llevado del deseo de combatir, ya que lo consideraba ms necesario (Homila 2, sobre las alabanzas de Pablo).

Mateo 20,1-16: Vas a tener t envidia porque yo soy bueno? En el misterio de nuestra salvacin, los criterios de Dios no coinciden a veces con los criterios humanos. La iniciativa es siempre suya, y nosotros hemos de responder con fidelidad. Comenta San Agustn: En aquella recompensa seremos todos iguales: los ltimos como los primeros y los primeros como los ltimos, porque aquel denario es la vida eterna y, en la vida eterna, todos sern iguales. Aunque unos brillarn ms y otros menos, segn la diversidad de mritos, por lo que respecta a la vida eterna ser igual para todos. No ser para uno ms largo y para otro ms corto, lo que en ambos ser sempiterno (Sermn 87,6). Y San Jernimo: Encontramos el mismo sentido en aquella parbola de Lucas, donde el hijo mayor, celoso del menor, no quiere recibirlo arrepentido y acusa a su padre de injusticia (Lc 15,28-30). Y para que sepamos que el sentido es el que hemos expuesto, el ttulo de esta parbola y su conclusin se corresponden. As, dice, los ltimos sern los primeros y los primeros los ltimos; en efecto, muchos son los llamados y pocos los elegidos (Comentario al Evangelio de Mateo 20,15-16). CICLO B Las lecturas primera y tercera nos hablan de la pasin del Seor. La vida ha de estar fundada sobre la justicia y la paz (segunda lectura). El misterio de la cruz fue consustancial a la Persona y a la obra del Verbo encarnado para nuestra salvacin. Lo mismo debe suceder en los que le siguen por la inevitable reaccin del mal, del egosmo y de la degradacin humana. Ni la cobarda, ni el disimulo irenista, ni la condescendencia vergonzante o acomodaticia sern jams actitudes autnticas del verdadero discpulo de Cristo. Sabidura 2,17-20: Lo condenaremos a muerte ignominiosa. La fidelidad insobornable a Dios y a su Voluntad amorosa har siempre del creyente un proscrito, un ser incmodo en medio del mundo y de los hombres. El contraste entre la perversidad de los malvados y la mansedumbre de los justos es siempre actual. La mentalidad terrena, cerrada a la trascendencia y vida solo de xito y de placer, tambin hoy acta y se puede llamar el mito del bienestar y del consumismo. El hecho de que la vida humilde del justo inquiete la conciencia de los impos y suscite una rabiosa reaccin confirma que el testimonio de una vida recta es de por s un medio de evangelizacin, con tal que el justo mantenga la mansedumbre de su carcter y no sea l mismo prepotente con la excusa de imponer el bien. No podemos, no debemos usar las armas de los adversarios. La proteccin divina es infalible en esta vida o en la otra. El Evangelio de la Cruz siempre triunfa, aun en la misma debilidad. Santiago 3,16-4,3: Los que procuran la paz, estn sembrando la paz y su fruto es la justicia. La verdadera sabidura cristiana supera todas las bajas pasiones de los hombres, respondiendo con el sufrimiento, la paz y la caridad humilde y bienhechora. San Beda comenta: Pide mal el que, despreciando los mandamientos del Seor, desea de l beneficios celestiales. Pide mal tambin el que, habiendo perdido el amor de las cosas celestiales, solo busca recibir bienes terrenales, y no para el sustento de la fragilidad humana, sino para que redunde en el libre placer (Exposicin sobre la Carta de Santiago 4,3). Orar mal consiste en ser infiel a la sabidura de que hemos tratado anteriormente. La oracin cristiana es eficaz slo si est animada de caridad, y el servicio, si no es interesado. Estas dos cosas: sabidura y oracin evocan la ley fundamental de la Cruz. El cristiano verdadero es solo el que est dispuesto al don total de s mismo, hasta considerar siempre a los dems superiores a l. Marcos 9,30-37: El Hijo del Hombre va a ser entregado... El que quiera ser el primero que sea el ltimo de todos. El misterio de la Cruz de Cristo es para el cristiano un imperativo permanente de caridad y humilde servicio, nunca un ttulo de engreimiento o seoro sobre los hermanos. Ante el

misterio de la Cruz la sabidura humana queda descarriada, porque se encuentra con la reprobacin y el sufrimiento del justo. Solo el Espritu puede hacernos entender que la verdadera sabidura es la locura de la Cruz. Cuando se ha escogido y vivido este mensaje se llega a la paz del alma. San Agustn escribe: Cuando mi alma se turba, no tiene otro remedio que la humildad para no presumir de sus fuerzas: se confunde y abate esperando que la levante Dios; nada bueno se atribuye a s mismo el que quiera recibir de Dios lo que necesita (Comentario al Salmo 39,57). No dice el Seor: Aprended de M a fabricar el mundo, o a resucitar muertos, sino que soy manso y humilde de Corazn... Tan grande cosa es, oh Seor, el Ser humilde y pequeo, que si T que eres grande no lo hubieras practicado, no se pudiera aprender? (Sobre la Santa Virginidad 35, 29). Y San Len Magno: La cruz de Jesucristo, instrumento de la redencin del gnero humano, es justamente sacramento y modelo. Es sacramento que nos comunica la gracia y es ejemplo que nos excita a la devocin: porque, libres ya de la cautividad, tenemos la ventaja de poder imitar a nuestro Redentor (Sermn 72,1). CICLO C La primera y tercera lecturas nos hablan del buen uso de las riquezas. San Pablo, en la segunda lectura, nos exhorta a orar por todos los hombres, especialmente por los que tienen cargos pblicos. A la luz de la revelacin divina vemos el riesgo que, para nuestra condicin de peregrinos hacia la eternidad, supone el uso de los bienes temporales, que estn al alcance de nuestras manos y que a diario condicionan nuestra vida. El materialismo o la frivolidad irresponsable no son un peligro puramente imaginario para nuestra salvacin. Cada accin u omisin de nuestra vida en el uso de los bienes temporales cuenta para la eternidad. Ams 8,4-7: Contra los que compran por dinero al pobre. El profeta Ams nos alerta contra la injusticia y el egosmo, que son incompatibles con la vida de la piedad y el servicio a Dios. El profeta se dirige a una categora de personas que califica por sus accin opresora con respecto a los otros hombres. Son los que pisan al pobre y hacen todo lo posible por aniquilar a los humildes del pas. Es el pecado socialmente ms grave: hacer imposible la subsistencia de los oprimidos. Los Santos Padres han insistido mucho en estas enseanzas. As San Gregorio de Nisa: No despreciis a esos pobres que veis echados en el suelo: considerad lo que son y conoceris su dignidad. Esos estn representando la persona de nuestro Salvador... Los pobres son los dispensadores de los bienes que esperamos, son los porteros del Reino de los cielos, para abrir la entrada a los misericordiosos y cerrarla a los despiadados. Son los pobres vehementsimos acusadores, pero intercesores muy poderosos y favorables... Usad de vuestros bienes. No pretendo impediros su uso. Pero cuidado con abusar de ellos... Es un delito igual, con corta diferencia, el de no prestar al pobre o el de prestarle con usura; porque lo uno es inhumanidad, lo otro es una ganancia srdida e ilegtima (De pro amand. 22-25). Con el Salmo 112 decimos: Alabad al Seor que ensalza al pobre... Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los prncipes, los prncipes de su pueblo. 2 Timoteo 2,1-8: Pedid por todos los hombres a Dios, que quiere que todos se salven. Los Padres ensean con frecuencia esa voluntad salvfica de Dios. As, San Gregorio de Nisa: Nosotros le servimos [al Seor] de alimento la salvacin de nuestra alma, como dijo l: mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre (Jn 4, 34). Es manifiesto el empeo de la voluntad divina: quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2,4). Esta es la comida [del Seor], nuestra salvacin (Homila 10 sobre el Cantar de los Cantares). Cul es el alimento deseado por Jess? Despus de su dilogo con la Samaritana, dice a sus discpulos: mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre (Jn 4,34). Y la voluntad del Padre es

bien conocida: quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1Tim 2,4). Luego si l quiere que nosotros seamos salvos y nuestra salvacin es su alimento, aprendamos cul sea el comportamiento de la voluntad y el afecto de nuestra alma. Cul? Tengamos hambre de la salvacin de nosotros mismos, tengamos sed de la voluntad de Dios, que es que nosotros la cumplamos (Homila 4 sobre las Bienaventuranzas). Y San Agustn: Aquel huerto del Seor, hermanos y lo repito una y tres veces se compone no solo de las rosas de los mrtires, sino tambin de los lirios de las vrgenes, de la hiedra del matrimonio y de las violetas de las viudas. En ningn modo, amadsimos, tiene que perder la esperanza de su vocacin ninguna clase de hombre. Cristo padeci por todos. Con toda verdad est escrito de l: quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2,4) (Sermn 304, 2). Lucas 16,1-13: No podis servir a Dios y al dinero. A la hora del encuentro definitivo con el Seor tambin cuenta el amor o el egosmo con que hayamos administrado los bienes de la tierra. De qu aprovecha al hombre ganar el mundo entero, si puede su alma? Comenta San Agustn: De cualquier forma que se acumulen son riquezas de iniquidad. Qu significa que son riquezas de iniquidad? Es al dinero a lo que la iniquidad llama con el nombre de riquezas. Si buscas las verdaderas riquezas, son otras. En ellas abundaba Job, aunque estaba desnudo, cuando tena el corazn lleno de Dios y, perdido todo, profera alabanzas a Dios cual piedras preciosas. De qu tesoro si nada posea? Esas son las verdaderas riquezas. A las otras solo la iniquidad las denomina as. Si las tienes no te lo reprocho: lleg una herencia, tu padre fue rico y te las leg. Las adquiriste honestamente. Tienes tu casa llena como fruto de tus sudores; no te lo reprocho. Con todo, no las llames riquezas, porque si as lo haces, las amars y, si las amas, perecers con ellas; simbralas para cosecharlas. No las llames riquezas, porque no son las verdaderas. Estn llenas de pobrezas y siempre sometidas al infortunio. Cmo llamar riquezas a lo que hace temer al ladrn, te lleva a sentir temor de tu siervo, temor de que te d muerte, las coja y huya? Si fueran verdaderas riquezas, te daran seguridad. Por tanto, son autnticas riquezas aquellas que una vez posedas, no podemos perder: ponedlas en el cielo (Sermn 113,4-5). El dinero es necesario en este mundo, pero no podemos, no debemos estar apegados a l, sino emplearlo honestamente, caritativamente. De tal modo utilicemos las cosas temporales para que no perdamos las eternas. Todo para vosotros, pero vosotros para Cristo y Cristo para Dios, como deca San Pablo. Lunes Aos impares Esdras 1,1-6: Reedificad el templo del Seor. Vuelven los desterrados para sacrificar en el templo del Seor. El templo de Jerusaln, mandado construir por Salomn, sin hacer caducos los dems santuarios, ser el centro del culto de Yahv. A l se acude desde todo el pas para contemplar el rostro de Dios (Sal 42,3) y es para todos los fieles objeto de un amor conmovedor (Sal 84, 12). Se sabe que la sede de Dios es el cielo (Sal 2,4; 103,19; 115,3). Pero el templo es como una rplica de su sede celestial, a la que en cierto modo hace presente aqu en la tierra. Sin embargo, no todos tienen un sentido adecuado del culto en el templo: sus vidas no responden al culto. Por eso los profetas fustigan ese culto suyo y esa confianza supersticiosa (Jer 7,4; Is 1,11-17; Jer 6,20; Ez 8,7-18). Con la purificacin del pueblo en el destierro, Dios quiere la reconstruccin del templo (Esd 3-6), como centro del judasmo. Jess tiene un respeto profundo al templo, pero con su muerte termina su funcin de signo de la presencia divina. El mismo Cristo es el templo por antonomasia y tambin los que lo siguen (Jn 2, 21ss; Hch 7,48ss; 1 Cor 3,10-17; 2 Cor 6,16ss; Ef 2,20ss). Todo ser finalmente sublimado con las iglesias, en donde se celebra y se guarda la sagrada Eucarista. El Salmo 125 canta la alegra del volver del destierro y la reconstruccin de Jerusaln y del templo: El Seor ha estado grande con nosotros. Cuando el Seor cambi la suerte de Sin nos

pareca soar: la boca se nos llenaba de risas y la lengua de cantares. Hasta los gentiles decan: el Seor ha estado grande con ellos. Los que sembraron con lgrimas, camino del destierro, cosechan entre cantares al volver a la patria. Al ir iban llorando; al volver, vuelven cantando, trayendo sus gavillas. Aos pares Proverbios 3,27-34: El Seor aborrece al perverso. Hay una lucha. Querer el bien est al alcance del hombre, pero no el realizarlo: no hace el bien que quiere sino el mal que no quiere (Rom 7,18ss). La concupiscencia le arrastra como contra su voluntad. El hombre que sigue las enseanzas de la sabidura halla su gozo en hacer el bien en torno de s. Slo Jesucristo puede atacar el mal en su raz (Rom 7,25), triunfando en el mismo corazn del hombre. Escogiendo el cristiano vivir as con Cristo para obedecer a los impulsos del Espritu Santo, se desolidariza de la opcin de Adn. As, el mal moral queda verdaderamente vencido en l. Los hombres, criaturas inteligentes y libres, han de caminar hacia su destino ltimo por eleccin libre y amor de preferencia. Por eso pueden desviarse y de hecho se desviaron y se desvan. Dios lo permite, porque respeta su libertad y, misteriosamente, sabe hacer bienes de los males. Dice San Agustn: Porque el Dios todopoderoso... por ser soberanamente bueno, no permitira jams que en sus obras existiera algn mal, si l no fuera suficientemente poderoso y bueno para hacer surgir bien del mismo mal (Enchiridion 11,3). El Salmo 14 nos ayuda a meditar en esta ocasin con estas palabras: El justo habitar en tu monte santo, Seor... El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. El que no hace mal al prjimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impo y honra a los que temen al Seor. El que no presta dinero a usura, ni acepta soborno contra el inocente, el que as obra nunca fallar. Es como el declogo del que sirve al Seor no solo en su templo santo, sino en toda su vida. Dios est presente en toda la nacin. As pues, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios (Ef 2,19). Lucas 8,16-18: La luz se coloca sobre el candelero, para iluminar a los hombres. Orgenes afirma: Que Cristo trata aqu de la luz espiritual. La lmpara tiene un gran significado en la Sagrada Escritura. Israel para significar la fidelidad a Dios y la continuidad de la oracin, hace arder perpetuamente una lmpara en el santuario (Ex 27,20ss); dejar que se extinga sera dar a entender a Dios que se le abandona (2 Par 29,7). Viceversa, dichosos los que velan en espera del Seor, como las vrgenes sensatas (Mt 25,1-8) o el servidor fiel (Lc 12,35), cuyas lmparas se mantienen encendidas. Dios aguarda todava ms de su fiel: en lugar de dejar la lmpara bajo el celemn o la cama (Mt 5,15ss; Lc 8,16-18), l mismo debe brillar como un foco de luz en medio de un mundo perverso en tinieblas (Flp 2,15), como en otro tiempo Elas, cuya palabra arda como una antorcha (Eclo 48,1) o como Juan Bautista: lmpara que arda y luca (Jn 5,35), para dar testimonio de la verdadera Luz, que es Cristo. As la Iglesia, sobre Pedro y Pablo, los dos olivos y los dos candeleros que estn delante del Seor de la tierra (Ap 11,4), debe hacer irradiar hasta el fin de los tiempos la gloria del Hijo del Hombre (Comentario a San Lucas 1,12ss). Martes Aos impares Esdras 6,7-8.12.14-20: Terminaron la reconstruccin del templo y celebraron la Pascua, pero antes la dedicacin. En todas las religiones es la fiesta un elemento esencial del culto: con ciertos ritos asignados a ciertos tiempos, la asamblea rinde homenaje, ordinariamente en medio del gozo y regocijo de tal o cual aspecto de la vida humana; da gracias e implora el favor de la divinidad. Lo que caracteriza a la fiesta en la Biblia es su conexin con la historia sagrada, pues pone en contacto con Dios, que acta sin cesar en favor de sus elegidos. La fiesta actualiza una esperanza autntica al

trmino de la salvacin: el pasado de Dios asegura el provenir del pueblo. El xodo conmemorado anuncia y garantiza un nuevo xodo: Israel ser un da definitivamente liberado, el reinado de Yahv se extender a todas las naciones. Cristo practic sin duda las fiestas judas de su tiempo, pero mostraba ya que solo su persona y su obra les daban pleno significado. As, tratndose de la fiesta de los Tabernculos (Jn 7,37ss; 8,12; Mt 21,1-10), o de la Dedicacin (Jn 10,22-38). Sobre todo, seal deliberadamente una nueva alianza con su sacrificio en un sentido pascual (Mt 26,2.17-28; Jn 13,1; 19,36; 1 Cor 5,7ss). La fiesta de Pascua ha venido a ser la fiesta eterna del cielo. El Salmo 121 nos conduce a una meditacin adecuada con respecto a la lectura anterior: Llenos de alegra vamos a la Casa del Seor. Estamos en ella. Toda Misa es una gran fiesta como no podan imaginar los judos. Qu alegra cuando me dijeron: vamos a la Casa del Seor. Ya estn pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusaln. Jerusaln est fundada como ciudad bien compacta. All suben las tribus, las tribus del Seor... La nueva Jerusaln es la Iglesia, extensin espacial y temporal del verdadero templo de Dios, que es Cristo resucitado. Aos pares Proverbios 21,1-6.10-13: Un programa de vida espiritual. El culto autntico lleva a obras de caridad y de justicia para con el prjimo. El culto bblico ha evolucionado mucho: lugares, objetos y personas sagrados (santuario, arca, altares, sacerdote), tiempos sagrados (fiestas, sbados), actos cultuales (purificaciones, consagraciones, sacrificios, oraciones...), normas y prescripciones (ayunos, entredichos...). El culto de Israel vendr a ser espiritual en la medida en que l adquiera conciencia, gracias a los profetas, del carcter interior de las exigencias de la alianza. Esta fidelidad del corazn es la condicin de un culto autntico y la prueba de que Israel no tiene ms dios que Yahv. Todo esto quedar sublimado en el Nuevo Testamento, sobre todo con la Eucarista. El Salmo 118 nos ayuda a contemplar la vida espiritual como un camino, como un programa de vida: Guame, Seor, por la senda de tus mandatos. Dichoso el que con vida intachable camina en la voluntad del Seor. Pidamos al Seor que nos instruya en el camino de sus decretos y meditemos sus maravillas; escojamos el camino verdadero, deseemos sus mandamientos; que el Seor nos ensee a cumplir su voluntad y a guardarla de todo corazn, que l nos gue por la senda de sus mandatos, porque ah est nuestro gozo. Cumplamos sin cesar su Voluntad por siempre jams. Guardar la palabra del Seor es garanta para que seamos amados por l y habite en nuestra alma con el Padre y el Espritu Santo (Jn 14,23). As le daremos un culto digno de l, en espritu y en verdad, con la participacin nuestra en la liturgia de la Iglesia, de modo especial en la Eucarista. Lucas 8,19-21: Los que escuchan la palabra del Seor y la cumplen son su madre y sus hermanos. Esta es la familia autntica del Seor. Oigamos a San Ambrosio: Es propio del maestro ofrecer en su persona un ejemplo a los dems, y, al dictar sus preceptos, l mismo comienza por cumplirlos. Antes de prescribir a otros que quien no deja a su padre y a su madre no es digno del Hijo de Dios (Mt 10,37; Lc 14,26), l se somete primero a esta sentencia: no condena la piedad filial con respecto a una madre; pues de l viene el precepto Quien no honra a su padre y a su madre, reo es de muerte (Ex 20,12; Dt 27,16). Pero l sabe que se debe a los ministerios de su Padre ms que a los piadosos sentimientos para con su Madre. Los padres no son injustamente descartados, sino que l ensea que la unin de las almas es ms sagrada que la de los cuerpos (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib. VI,34-38). Nadie mejor que la Madre de Jess ha cumplido la Voluntad divina, fuera de su propio Hijo. As lo afirma el Concilio Vaticano II: A lo largo de su predicacin acogi las palabras con las que su Hijo, exaltando el Reino por encima de las condiciones y lazos de la carne y de la sangre, proclam bienaventurados a los que escuchan y guardan la Palabra de Dios, como Ella lo haca fielmente (cf. Lc 2,19 y 51). As avanz la Santsima Virgen en la peregrinacin de la fe, y mantuvo fielmente su unin con el Hijo hasta la cruz, junto a la cual, no sin designio divino, se mantuvo erguida (cf. Jn 19,25), sufriendo

profundamente con su Unignito y asocindose con entraas de Madre a su sacrificio, consintiendo amorosamente en la inmolacin de la Vctima que Ella misma haba engendrado (LG 58). Mircoles Aos impares Esdras 9,5-9: Dios no nos abandon en la esclavitud. Esdras implora el perdn de las faltas de Israel en una plegaria que demuestra una piedad ardiente y da gracias por el retorno del resto vaticinado por los profetas. El poder de la oracin es grande. Dios est siempre atento a nuestra oracin. Los Santos Padres han tratado muchas veces de la oracin. As, Clemente de Alejandra: La oracin es una conversacin con Dios. Sin que se oiga la voz y aun sin mover los labios estamos clamando en el fondo de nuestro corazn; el Seor oye las splicas que le dirige nuestro corazn. Para orar, levantamos la cabeza y las manos al cielo, nos esforzamos a arrancar de la tierra nuestro cuerpo, elevando nuestra alma con las alas del deseo de los bienes eternos hasta el santuario de Dios; y mirando con los ojos de un espritu sublime, consideramos como inferiores a l los lazos de nuestra carne; como dignos de desprecio siempre que se opongan a la vida eterna (Pedagogo 17). Y San Cipriano: Sea nuestra ocupacin un continuo llanto y una continua oracin: estas son las armas celestiales con que perseveran y se defienden nuestras almas. Ayudmonos unos a otros con oraciones, y consolmonos con recproca caridad en nuestro trabajo. Aquel que por la misericordia de Dios mereciere ir primero, conserve siempre en la presencia de Dios su caridad para con sus hermanos, para implorar la clemencia divina a favor de los fieles que dej en el mundo (Carta 56,a Cornelio). Cuando oramos para conseguir el perdn de nuestras culpas, tenemos las mismas palabras de Aqul que es nuestro Mediador y Abogado. Y pues nos asegura que el Padre celestial nos conceder cuanto le pidamos en su nombre: con cunta mayor prontitud nos lo conceder, si no solamente en su nombre le suplicamos, sino que oramos con sus mismas palabras? (Sobre la oracin dominical 18). San Gregorio Nacianceno ensea: Admirad la grande bondad de Dios: pues recibe nuestro deseo como si fuera una cosa preciossima. Se abrasa en deseos de que nosotros nos abrasemos en su amor. Recibe como beneficio el que nosotros le pidamos sus favores; ms gusto tiene Dios en dar, que nosotros en recibir lo que l nos da. No tengamos otro cuidado que el no ser indiferentes ni cortos en nuestras pretensiones con el Seor; jams le pidamos cosas pequeas o indignas de la divina magnificencia (Sermn 40). Como Salmo responsorial se nos ofrece la oracin de Tobas 13: Bendito sea Dios que vive eternamente. l azota y se compadece, hunde hasta el abismo y saca de l. No hay quien escape de su mano. En medio de nuestras dificultades y amarguras debemos darle gracias, proclamar su grandeza. l es nuestro Dios y Seor, nuestro Padre por los siglos de los siglos... Anunciamos su grandeza y su poder. Convirtmonos y obremos rectamente en su presencia. l nos muestra siempre su benevolencia y tiene constantemente compasin de nosotros. Oremos con fe, con humildad, con entera confianza. Aos pares Proverbios 30,5-9: El Seor nos da lo que necesitamos. Pidamos continuar firmemente en el recto camino de la virtud. Ni riqueza ni pobreza. Lo que necesitamos. Para esto tener confianza en Dios. La inseguridad nace cuando se debilita nuestra fe, y con la debilitacin de la fe llega la desconfianza. Jesucristo es siempre nuestra seguridad. San Gregorio Magno dice: La confianza que el apstol ha de poner en Dios debe ser tan grande que, aunque no sea necesario para esta vida, tenga por cierto que nada le ha de faltar.

De la miseria del hombre est llena toda la tierra, y de la misericordia de Dios est llena toda la tierra. Todos necesitan de Dios: lo mismo los desventurados que los felices (Homila 17 sobre los Evangelios). El Salmo 118 nos alienta para alabar a Dios: Aprtate del camino falso y dame la gracia de tu voluntad. Estimemos ms los preceptos de la boca del Seor mucho ms que el oro y la plata, porque la palabra del Seor es eterna, ms estable que el cielo. Consideremos los decretos del Seor y odiemos el camino de la mentira, amemos la voluntad del Seor que diariamente nos da lo que necesitamos. Lucas 9,1-6: Enva sus discpulos a proclamar el Reino de Dios. Escuchemos a San Ambrosio: Si se quiere puede entenderse esto en el sentido siguiente: este pasaje parece tener por fin formar un estado de alma enteramente espiritual, que parece se ha despojado del cuerpo, como de un vestido, no solo renunciando al poder y despreciando las riquezas, sino tambin apartando incluso los atractivos de la carne (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib. VI,65). Avancemos superando todo obstculo en el camino de la santificacin, con la mirada fija en Dios, que cuida de nosotros como un Padre amoroso. Jueves Aos impares Ageo 1,1-8: Construid el templo, para que pueda complacerme. El profeta se dirige a dos autoridades: civil y religiosa, como responsables principales de la incuria por no continuar las obras del templo, comenzadas quince aos antes (537 antes de Cristo), a raz del retorno del destierro. Esto fue debido a manejos de gentes hostiles, sin religiosidad. El profeta lo echa en cara, pues se han preocupado ms de sus casas que de la del Seor. De ah el castigo de las malas conductas. Una leccin para nosotros: primero lo de Dios, luego lo nuestro. Entonces Dios nos mostrar su gloria. El Salmo 149 es el escogido como responsorial: El Seor ama a su pueblo, por eso le cantamos un cntico nuevo; que resuene su alabanza en la asamblea de sus fieles, que se alegre Israel, la Iglesia santa, por su Creador, los hijos de Sin, la celeste, por su Rey... que los fieles festejen su gloria, y canten jubilosos en la asamblea litrgica, con vtores a Dios en la boca. Esto es un honor para todos sus fieles. Aos pares Eclesistico 1,2-11: Nada nuevo bajo el sol. Todo es pasajero. Hemos de estar desprendidos de todo lo caduco y poner los ojos en la eternidad. Todo es vano. Utilizarlo para nuestra ayuda, para nuestra utilidad, pero no quedar aprisionados por lo puramente cuantitativo. Para corresponder a la gracia hemos estar libres de esas ataduras. Esto no es desprecio de los bienes terrenos, sino apreciarlos en su justo valor. De tal modo utilicemos las cosas temporales que no perdamos las eternas, como tantas veces lo hemos manifestado. Lo dijo el Seor: buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo dems se os dar por aadidura (Mt 6,33). Los Santos Padres lo han expuesto muchas veces, con expresiones muy elocuentes y precisas. San Ignacio de Antioqua escribe: No os doy mandatos, como Pedro y Pablo. Ellos eran Apstoles, yo no soy ms que un condenado a muerte... Pero si logro sufrir el martirio, entonces ser liberto de Jesucristo y resucitar libre con l. Ahora, en medio de mis cadenas es cuando aprendo a no desear nada (Carta a los Romanos 3,1-2). Y San Gregorio Magno: Considerad bien qu poco valor tienen las cosas que pasan con el tiempo. El fin que tienen todas las cosas temporales nos manifiestan cun poco vale lo que ha podido pasar. Fijad vuestro amor en el amor de las cosas que perduran (Homilia 14 sobre los Evangelios). La brevedad de nuestra vida debe hacernos anhelar y estimar la vida eterna. Esto es lo que nos sugiere el Salmo 89 escogido como responsorial de la lectura anterior: T reduces el hombre a polvo... Mil aos en tu presencia son un ayer que pas, una vela nocturna. Los siembras ao por

ao, como hierba que se renueva; que florece y se renueva por la maana y por la tarde la siegan y se seca. Ensanos a calcular nuestros aos, para que adquiramos un corazn sensato... Por eso anhelamos los bienes eternos. Por la maana scianos de tu misericordia, y toda nuestra vida ser alegra y jbilo. Baje a nosotros la bondad del Seor y haga prsperas las obras de nuestras manos. Lucas 9,7-9: Admiracin por los prodigios de Cristo. Se fijan en las cosas maravillosas, que no son un fin, sino un medio, y descuidan lo principal de la misin del Salvador, que predica para realizar la conversin de los oyentes y de todo el mundo. No invertir el orden. Sigamos el mensaje salvfico de Cristo, busquemos primero el reino de Dios. Lo dems ya vendr, cuando el Seor lo quiera, pues l tiene ms deseos de hacernos bien que nosotros de recibirlo. Viernes Aos impares Ageo 3,1-10: Dios llena de su gloria el templo. El profeta anuncia que la gloria del futuro templo superar a la del antiguo de Salomn, a pesar de su aparente modestia. Se refiere a la grandeza moral que le est reservada. Ser el centro religioso del mundo. En lontananza ve el profeta la era mesinica, que ser interpretada de un modo diferente al que en realidad fue. Dios transformar el mundo totalmente hasta que sea reducido al Reino de Jesucristo. No nos dejemos captar por las apariencias. La grandeza de Dios estar firme en lo interior, en la humildad. Por eso muchos no entendieron a Cristo, ni lo entienden todava. El Salmo 42 nos ayuda a entender el mensaje salvfico del Seor: espera en el Seor que volvers a alabarlo; salud de mi rostro, Dios mo. La confianza en Dios nos hace gritar: hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa contra gente sin piedad, slvame del hombre traidor y malvado; T eres mi Dios y protector... Enva tu luz y tu verdad; que ellas me guen, y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada, en la Jerusaln celeste, llamada visin de paz. Que me acerque ahora al altar de Dios, a la celebracin de la Eucarista, lleno de alegra y jbilo, para darte gracias por tus inmensos beneficios. Aos pares Eclesistico 3,1-11: Todo tiene su momento, pero es un momento lleno de vaciedad. Aqu nos viene bien reflexionar sobre el principio y fundamento de los Ejercicios de San Ignacio de Loyola: El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Seor, y mediante esto salva el alma. Y las otras cosas sobre la haz de la tierra son creadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecucin del fin para el que fue creado. De donde se sigue que el hombre tanto ha de usar de ellas cuanto le ayudan para su fin y tanto debe quitarse de ellas cuanto para ello le impiden. Por lo cual es menester hacernos indiferentes a todas las cosas creadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedro, y que no le est prohibido; en tal manera que no queramos de nuestra parte ms salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo dems; solamente deseando y eligiendo lo que ms nos conduce hacia el fin para el que somos creados. Fuera del Seor todo es vaco, por eso cantamos con el Salmo 143: Bendito el Seor, mi Roca, mi bienhechor, mi alczar, baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y mi refugio. Seor, qu es el hombre para que te acuerdes de l? Qu los hijos de Adn para que te fijes en ellos? El hombre es igual que un soplo, sus das una sombra que pasa. Tener fe para buscar primero el Reino de Dios y su justicia. Todo lo dems vendr despus. Lucas 9,18-22: T eres el Mesas de Dios. Pedro responde as a Cristo, que les pregunta acerca de su persona, y habla en nombre de todos los apstoles. La opinin de las masas tiene su inters. Dice San Ambrosio: Aunque los dems apstoles lo conocen, sin embargo, Pedro responde por los dems: T eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo... Cree, pues, de la manera en que ha credo Pedro a fin de ser feliz t tambin, para or t tambin: no ha sido la carne ni la sangre la que te lo ha revelado, sino mi Padre que est en los cielos. Efectivamente, la carne y la sangre no pueden revelar ms que lo

terreno; por el contrario, el que habla de los misterios en espritu no se apoya sobre las enseanzas de la carne ni de la sangre, sino sobre la inspiracin divina... El que ha vencido a la carne es un fundamento de la Iglesia y, si no puede igualar a Pedro, al menos puede imitarlo. Pues los dones de Dios son grandes: no solo ha restaurado lo que era nuestro, sino que nos ha concedido lo que era suyo (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib. VI,93-95). Sbado Aos impares Zacaras 2,1-5.10-11: Yo vengo a habitar dentro de ti. Un ngel mide la nueva Jerusaln: tendr fortificaciones y murallas de fuego, smbolo de la gloria de Dios. Todos los pueblos acudirn all para adorar al Seor. San Juan aplica esto a la Jerusaln celeste en el Apocalipsis. Zacaras no poda presentar a sus compatriotas, que se preocupaban afanosamente en reconstruir la ciudad de Jerusaln, un horizonte ms optimista. La ciudad superar el esplendor antiguo y estar bajo la especialsima y personal proteccin de Dios. Como siempre, los profetas proyectan su mirada hacia los tiempos mesinicos y esto de un modo espiritual. Cristo, la Iglesia, las almas, la gloria futura. Vivamos nosotros esas realidades con gran espritu de fe. Solo as podemos ver y gozar de esas realidades en toda su plenitud. Como Salmo responsorial se ha escogido un pasaje de Jeremas 31, ya expuesto en otra ocasin: El Seor nos guardar como Pastor a su rebao. Escuchad, pueblos, la palabra del Seor, anunciadla en las islas remotas. El que dispers a Israel lo reunir, lo guardar como pastor a su rebao. Porque el Seor redimi a Jacob, a la humanidad, a nosotros mismos, nos rescat con mano fuerte. Por eso acudamos a la celebracin litrgica con aclamaciones, pues all encontramos los bienes del Seor. Todos nos alegramos, porque el Seor ha hecho grandes maravillas con toda la humanidad, aunque sta en gran parte no lo conozca o se olvide de ello y ofenda al Seor. Nuestra misin es proclamar esas maravillas por doquier y reparar las ofensas de los hombres. Aos pares Eclesistico 11,912,8: Acurdate de tu Creador, ahora que vives, antes de que el polvo vuelva a la tierra y el espritu vuelva a Dios que lo dio. Dios te llamar a juicio para dar cuenta. El fin del mundo sorprender a los hombres, ocupados en sus negocios, sin advertir la inminencia de la llegada de Cristo. Vendr como Redentor del mundo, como Rey, Juez y Seor de todo el universo, pero tambin como Padre misericordioso, pues l es esencialmente Amor. Cuando venga el Hijo del Hombre... har comparecer ante l a todas las naciones y separar a uno de otros (Mt 25,3132; Mc 13,26-27; Lc 21,36). San Juan Crisstomo dice: Aunque tengas padres o hijos o amigos o alguien que pudiera interceder por ti, solo te aprovechan tus hechos. As es este juicio; se juzga solo lo que has hecho (Homila sobre la Carta a los Glatas 2-8). Y San Gregorio Magno: En la vida presente puede ocultarse a los hombres lo que se hace interiormente; pero vendr ciertamente el Juez a quien no podr ocultarse nada con callar, a quien no podr engaarse negando (Homila 17 sobre los Evangelios). Acudimos al Seor misericordioso con el Salmo 89: Seor, T has sido nuestro refugio de generacin en generacin. T reduces el hombre a polvo. Ante la eternidad de Dios, el hombre, todo l caduco, se refugia en el Infinito, al que camina sin cesar. Recurre a la Fuente de la Vida. El hombre, miserable, pide misericordia y piedad, el afligido implora el consuelo de la gloria de Dios y Este no lo defrauda. Ah est nuestra salvacin. Lucas 9,44-45: Nuevo anuncio de la Pasin. Pero los discpulos no lo entendieron. Tan asimilada tenan todos, incluso los apstoles, una idea radiante del Mesas, que no podan ni imaginar la realidad de la Pasin y de la muerte en cruz del mismo. Era algo inconcebible. Lo es para nosotros? San Juan Crisstomo dice:

Oigan los que se avergenzan de la Pasin y de la Cruz de Cristo... Qu perdn pueden tener aquellos que, despus de tan manifiesta demostracin, niegan la economa de la Cruz?... Considerad lo que habrn de sufrir los que, despus de todo eso, destruyen y anulan el misterio de la Cruz (Homila 54 sobre San Mateo). San Agustn comenta: De donde nos viene la vida? De dnde le vino a l la muerte? Centra tu atencin: en el principio exista la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios (Jn 1,1). Busca all la muerte. Dnde se la encuentra? De dnde le viene? Cmo era la Palabra? La Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios. Si encuentras en ella carne y sangre, encuentras tambin la muerte. Por tanto, de dnde le vino la muerte a aquella Palabra? de dnde nos vino la vida a nosotros, hombre moradores de la tierra, mortales corruptibles y pecadores? Nada haba en ella de donde pudiera surgir la muerte y nada tenamos nosotros de donde poder estar en la vida. De nuestro haber, l tom la muerte, para darnos del suyo la vida (Sermn 232,5).

Semana 26 Domingo Entrada: Lo que has hecho con nosotros, Seor, es un castigo merecido, porque hemos pecado contra ti y no pusimos por obra lo que nos habas mandado; pero da gloria a tu nombre y trtanos segn tu abundante misericordia (Dan 3,31.29. 30.43.42). Colecta (del Misal anterior y antes en el Gelasiano y Gregoriano): Oh Dios!, que manifiestas especialmente tu poder con el perdn y la misericordia; derrama incesantemente sobre nosotros tu gracia, para que, deseando lo que nos prometes, consigamos los bienes del cielo. Ofertorio: Dios de misericordia, que nuestra oblacin te sea grata y abra para nosotros la fuente de toda bendicin. Comunin: Recuerda la palabra que diste a tu siervo, de la que hiciste mi esperanza. Este es mi consuelo en la afliccin (Sal 118,49-50); o bien: En esto hemos conocido el amor de Dios: en que l dio su vida por nosotros. Tambin nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos (1 Jn 3,16). Postcomunin (del Misal anterior, retocada con textos del Veronense y del Misal de Pars del ao 1782): Que esta Eucarista renueve nuestro cuerpo y nuestro espritu, para que participemos de la herencia gloriosa de tu Hijo, cuya muerte hemos anunciado y compartido. CICLO A El malvado que se convierta de su maldad ser salvado. Esto es lo que nos ensean las lecturas primera y tercera. San Pablo nos exhorta a tener los mismos sentimientos de Cristo, viviendo en humildad, como l vivi. Por su misma naturaleza, la vocacin cristiana exige una respuesta exacta y constante al designio de Dios. De nuestra actitud de fidelidad o infidelidad a este designio depende el que esta vocacin, gratuita y amorosa, alcance su coronacin, conducindonos a la salvacin definitiva. Ni irresponsabilidad ante la voluntad salvfica de Dios ni presuncin o falsa confianza en nosotros mismos. Hemos de tener una actitud personal de conversin permanente. Ezequiel 18,25-28: Cuando el malvado se convierta de su maldad, salvar la vida. Ezequiel es, en la historia de la salvacin, el profeta que ms altamente proclama la responsabilidad personal

ante la voluntad e iniciativa divinas sobre nuestra vida. La muerte o la vida son consecuencias de una vida vivida en la impiedad o en la honestidad. Cada uno es responsable de sus actos. Cada uno ha de responder con su parte a su propio destino: o con Dios o contra Dios. Por eso cantamos en el Salmo 20: Recuerda, Seor, que tu misericordia es eterna. Pedimos al Seor que nos ensee sus caminos, que nos instruya en sus sendas, que caminemos con lealtad, porque l es nuestro Salvador y todo el da lo estamos esperando. Le rogamos que no se acuerde de nuestros pecados, de nuestras maldades, que tenga misericordia de nosotros por su inmensa bondad. El Seor es bueno y recto, ensea el camino a los pecadores, hace caminar a los humildes con rectitud, ensea su camino a los humildes. Filipenses 2,1-11: Tened los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jess. El modelo de fidelidad a la voluntad del Padre es el mismo Corazn de Jesucristo, Hijo de Dios, hecho hombre para ensear a los hombres a ser y vivir como hijos de Dios. Oigamos a San Agustn: Escucha al Apstol, que quiere que consideremos la misericordia del Seor, quien se hizo dbil por nosotros para reunirnos bajo sus alas, como polluelos y ensear a los discpulos a que si alguno, superada la debilidad comn, se ha elevado a una cierta robustez, se compadezca tambin l de la debilidad de los otros, considerando que Cristo descendi de su celeste fortaleza a nuestra debilidad. Les dice el Apstol: tened vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jess. Dignaos, dijo, imitar al Hijo de Dios en su compasin hacia los pequeos... Al decir existiendo en la forma de Dios, mostr que era igual a Dios... Como todos los hombres eligen para s la mejor de las muertes, as eligi la peor de todas, la ms execrable para todos los judos. l, que ha de venir a juzgar a vivos y muertos, no temi morir en la ignominia de la Cruz, para librar a todos los creyentes de cualquier otra ignominia. Por tanto, se hizo obediente hasta la muerte y muerte de Cruz. Con todo es igual a Dios por naturaleza; fuerte en el vigor de su majestad y dbil por compasin a la humanidad; fuerte para crearlo todo y dbil para recrearlo de nuevo (Sermn 264). Mateo 21,28-32: Despus se arrepinti y fue. Ni la falsa fidelidad del presuntuoso, ni la impenitencia del irresponsable son caminos de salvacin. Slo la humilde conversin puede abrir nuestro corazn a la fidelidad ante la voluntad del Padre, segn el diseo de fidelidad del Corazn de Jesucristo. Escribe San Jernimo: Son los dos hijos descritos en la parbola de Lucas (cf. Lc 15,11-32), uno sobrio y otro disoluto, de los que tambin habla el profeta Zacaras (11,7). Primero se le dice al pueblo pagano por el conocimiento de la ley natural: ve y trabaja en mi via, es decir, no hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti. l respondi con soberbia: no quiero. Sin embargo, despus de la venida del Salvador, hizo penitencia, trabaj en la via de Dios y repar con su esfuerzo la obstinacin de sus palabras. El segundo hijo es el pueblo judo, que respondi a Moiss: haremos todo lo que ha dicho el Seor (Ex 24,3), pero no fue a la via, porque despus de haber muerto el hijo del padre de familia se consider heredero. Otros no creen que la parbola se refiera a los paganos y a los judos, sino simplemente a los pecadores y a los justos. El mismo Seor explica a continuacin sus palabras: os aseguro que los publicanos y las prostitutas os precedern en el Reino de Dios. Aquellos que por su mala conducta se haban negado a servir al Seor, despus recibieron de Juan el bautismo de penitencia; mientras que los fariseos, que hacan profesin de justicia y se jactaban de cumplir la Ley de Dios, despreciando el bautismo de Juan, no cumplieron los preceptos de Dios (Comentario al Evangelio de Mateo 21,32). CICLO B El Espritu de Dios sopla donde quiere: esto es lo que nos dan a entender las lecturas primera y tercera. La segunda lectura nos ensea el buen uso que hemos hacer de las riquezas y que stas no pueden ser adquiridas injustamente.

Los dones que Dios ha repartido, tanto naturales cuanto sobrenaturales, no son valores absolutos puestos a nuestro servicio egosta y personalmente irresponsable. Hay que ejercitarlos con la virtud de caridad. No somos dueos absolutos. De todos ellos hemos de dar cuenta a Dios en el da del juicio. Nmeros 11,25-29: Ojal todo el pueblo fuera profeta. Dios reparte sus dones gratuitamente, a quien quiere y como quiere. Pero todos los dones divinos han de emplearse para el bien de todos y para la unidad del pueblo de Dios. El episodio de la lectura sirve para demostrar que el gobierno del pueblo de Dios no es un asunto de naturaleza poltica o econmica, sino solamente religiosa. Los dones de Dios son distribuidos de modo que nadie puede criticarlos o hacer recriminaciones. La Iglesia es guiada por el Espritu en la predicacin de sus verdades y en la santificacin de sus miembros por medio de los sacramentos. El Salmo 18 nos manifiesta un contenido precioso para meditar sobre la lectura anterior: los mandatos del Seor alegran el corazn; la ley del Seor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Seor es fiel e instruye al ignorante, la voluntad del Seor es pura y eternamente estable... Pero podemos presumir de ello. Por eso pedimos al Seor: preserva a tu siervo de la arrogancia, para que no nos domine; as quedaremos libres e inocentes del gran pecado. Santiago 5,1-6: Vuestra riqueza est corrompida. Tambin los bienes materiales caen bajo la ley y responsabilidad de la caridad. Son dones de Dios. Pero nuestro egosmo puede hacerlos malditos. As lo ensea el Concilio Vaticano II: Los cristianos que toman parte activa en el movimiento econmico-social de nuestro tiempo y luchan por la justicia y la caridad, convnzanse de que pueden contribuir mucho al bienestar de la humanidad y a la paz del mundo. Individual y colectivamente den ejemplo en este campo. Adquirida la competencia profesional y la experiencia, que son absolutamente necesarias, respeten en la accin temporal la justa jerarqua de valores, con fidelidad a Cristo y a su Evangelio, a fin de que su vida, tanto la individual como la social quede saturada con el espritu de pobreza. Quien, con obediencia a Cristo busca ante todo el Reino de Dios, encuentra en ste un amor ms fuerte y ms puro para ayudar a todos los hermanos, y para realizar la obra de la justicia bajo la inspiracin de la caridad (Gaudium et spes 72). Clemente de Alejandra deca: La posesin de las riquezas es odiosa en pblico y en particular cuando excede a las necesidades de la vida: la adquisicin de las riquezas es trabajosa y difcil, su conservacin penosa, y su uso incmodo (Pedagogo 32,3). Y San Hilario: No es delito tener riquezas, como se arregle el uso de ellas; porque aunque no se abandonen los fondos que sirven de manantial a la limosna, esto no impide el repartir sus bienes con los necesitados. Luego no es malo tener hacienda, sino poseerla de modo que nos sea perniciosa. El riesgo est en el deseo de enriquecerse, y un alma justa que se ocupa en aumentar su hacienda, se impone una pesada carga; porque un siervo de Dios no puede adquirir los bienes del mundo sin exponerse a juntar vicios que son inseparables de los bienes (Comentario al Evangelio de San Mateo 19,8). Marcos 9,37-42.44.46-47: El que no est contra nosotros est a nuestro favor. El pecado de escndalo, tan frecuentemente reprobado por Cristo, es siempre el triunfo del egosmo personal y de la irresponsabilidad humana sobre la ley de la caridad y sobre las necesidades de nuestros hermanos. Cristo lo conden con palabras dursimas. Hay que proclamarlo por doquier, pues se nota una insensibilidad generalizada con respecto a los escndalos: corrupciones, pornografas, opresiones y mil formas de abusos se comenten con toda naturalidad, sin temor de Dios, sin recriminaciones... No pueden existir razones que permitan ser indulgentes contra teoras, doctrinas, prcticas y costumbres que conducen al mal o que lo presentan desnaturalizado y privado de malicia. Es

nuestra vida ntegra la que ha de proclamar nuestra fe operante o la que puede desmentir en nosotros la verdad de nuestra religiosidad, sea litrgica o extralitrgica. Los Santos Padres han tratado de eso con mucha precisin y muy frecuentemente. Concretamente San Basilio: Si aun cuando en las cosas permitidas, y en las que nos es libre hacer o no hacer, causamos escndalo a los dbiles o ignorantes, incurrimos en una vigorosa condenacin, segn dijo el Salvador con estas palabras: mejor le sera que se arrojase en el mar con una piedra de molino al cuello, que escandalizar a uno de estos pequeuelos. Vuelvo a decir, nos ha de juzgar con tan terrible rigor sobre las cosas permitidas, qu suceder en las cosas que son prohibidas? (Cuestiones 10,25). Y San Juan Crisstomo: No me digis, esto o aquello est prohibido, ni que est permitido, siempre que hablis de alguna cosa que escandaliza a los dems; porque, aunque la permitiera el mismo Jesucristo, si adverts que alguno se escandaliza, absteneos, no usis del premio que os ha dado. De este modo procedi el grande Apstol, no queriendo tomar cosa alguna de los fieles, no obstante que el Seor lo haba permitido a los Apstoles (Homila 21,9). CICLO C La primera y tercera lecturas ensean que la vida de aqu abajo prepara la futura. La vida disoluta y egosta no puede conducir a la gloria futura. La segunda lectura nos exhorta tambin a llevar una vida de fidelidad para con Dios, Hemos de tener en cuenta los riesgos que el vivir cotidiano supone para cuantos, conscientes o irresponsables, olvidan temerariamente que todo hombre est llamado a rendir cuentas a Dios al final de su existencia temporal. El amodorramiento tpico de las vidas ahogadas por el materialismo o por el egosmo irresponsable, es la peor droga para nuestra conciencia cristiana. Hay que reaccionar a tiempo. Ams 6,1,4-7: Los que llevis una vida disoluta, iris al destierro. La frivolidad egosta o la inconsciencia de nuestra irresponsabilidad ante Dios son caminos que llevan a la condenacin. Lo que se condena es el exceso de riqueza y, sobre todo, la insensibilidad egosta que degenera en desinters no solo religioso, sino tambin poltico y civil. A esto conduce el panorama actual consumista, que embota las potencias del alma y la encierra en lo puramente cuantitativo. Dios hizo todo para la utilidad del hombre. Lo que Dios no quiere es el desorden. La Iglesia nos recuerda en sus oraciones litrgicas que de tal modo utilicemos las cosas temporales que no perdamos las eternas. San Ambrosio escribe: Los mundanos estiman las comodidades de la vida como grandes bienes; los cristianos las deben considerar como perjuicios y males. Porque aquellos que reciben bienes en este mundo, como sucedi al Rico avariento, se vern atormentados en el otro; mas los que aqu han sufrido males como Lzaro, hallarn en el cielo su consuelo y alegra (Sobre los Oficios 19). Y San Juan Crisstomo: La vida presente es muy semejante a una comedia en la que uno hace el papel de emperador; otro, de general de ejrcito; otro, de soldado; otro de juez; y as los dems estados. Y cuando llega la noche y se acaba la comedia, el que representaba al emperador ya no es reconocido por emperador; el que haca de juez, ya no es juez; y el capitn, ya no es capitn; lo mismo sucede en el da que dura esta vida, al fin de la cual cada uno de nosotros ser tratado, no segn el papel que representa, sino segn las acciones que haya ejecutado (Paranesis 3). El Salmo 145 nos presenta un programa de vida con la actuacin de Dios: l hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos, liberta a los cautivos, abre los ojos a los ciegos, endereza a los que ya se doblan, ama a los justos, guarda a los peregrinos, sustenta al hurfano y a la viuda... El Seor reina eternamente. Alaba, alma ma, al Seor.

1 Timoteo 6,11-16: Guarda el mandamiento hasta la venida del Seor. Estamos destinados a la eternidad. El camino es la fe y la actitud de fidelidad amorosa a la Voluntad divina, aceptada con todas sus consecuencias. Tambin nosotros tenemos que vivir la fidelidad al mensaje, custodiarlo intacto, mantener puro el testimonio. El empeo de la conservacin es esencial para todas las Iglesias. Conservar intacto el depsito de la fe quiere decir ser obediente y sumiso a toda la Palabra de Dios, no pretender jams agotarla, pues es trascendental. En esta conservacin, aunque parezca que es una paradoja, est la fuente de la permanente renovacin de La Iglesia. El n 10 de la Constitucin Dei Verbum del Vaticano II es fundamental: la Sagrada Escritura, la Tradicin y el Magisterio de la Iglesia forman una gran unidad. Si se quita una de ellas, las otras dos se tambalean. Lucas 16,19-31: T recibiste bienes, y Lzaro males; ahora l encuentra consuelo, mientras t padeces. En la muerte no se improvisa la salvacin cristiana. La vida temporal no se vive ms que una vez y, tras ella hay un juicio irrevocable (Heb 9,27). Jess no dice que todos los ricos van al infierno, ni que van por haber disfrutado de sus riquezas. El verdadero pecado est en la insensibilidad con respecto a los necesitados, a los pobres, y en el rechazo a una participacin consciente y adecuada a los problemas de un pueblo o de una nacin, como se dice en la primera lectura de este Domingo. Oigamos a San Ambrosio: Con toda intencin, el Seor nos ha presentado aqu a un rico que goz de todos los placeres de este mundo, y que ahora, en el infierno, sufre el tormento de un hambre que no saciar jams; y no en vano presenta, como asociados a sus sufrimientos, a sus cinco hermanos, es decir, los cinco sentidos del cuerpo, unidos por una especie de hermandad natural, los cuales se estaban abrasando en el fuego de una infinidad de placeres abominables; y, por el contrario, coloc a Lzaro en el seno de Abrahn, como en un puerto tranquilo y en un asilo de santidad, para ensearnos que no debemos dejarnos llevar de los placeres presentes ni, permaneciendo en los vicios o vencidos por el tedio, determinar una huida del trabajo. Trtase, pues, de ese Lzaro que es pobre en este mundo, pero rico delante de Dios, o de aquel otro hombre que, segn el Apstol, es pobre de palabra, pero rico en fe (Sant 2,5). En verdad, no toda pobreza es santa, ni toda riqueza reprensible (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib. VIII,13). Lunes Aos impares Zacaras 8,1-8: Yo libertar a mi pueblo del pas de Oriente y Occidente. Son orculos de felicidad. Zacaras es el profeta del retorno del destierro; reconstruccin, vida larga, alegra... Pero todo esto se realizar en Cristo y su obra con sentido espiritual y sublime. El profeta est convencido de que Dios est en el corazn de la ciudad como lo estaba en la columna de fuego y en la tienda del desierto. El amor de Dios es inmenso. Mas donde se mostr en su plenitud fue en la Encarnacin del Unignito del Padre: Tanto am Dios al mundo que le entreg a su Unignito, como dice San Juan en el Evangelio (Jn 3,16). Este es el signo grande del amor de Dios. El Salmo 101 nos ofrece un material adecuado para meditar con respecto a la lectura anterior: el Seor reconstruy Sin y apareci en su gloria; los gentiles temern su nombre y los reyes del mundo su gloria. Es en la reconstruccin de Sin, la Santa Iglesia, donde brilla con esplendor su gloria... l se inclina a la splica de los indefensos y no desprecia sus peticiones. Esto se escribi para las generaciones futuras hasta el fin de los tiempos; el pueblo de Dios que fue creado alab al Seor y lo alaba constantemente en las celebraciones litrgicas y fuera de ellas. El Seor mir desde su excelso santuario, desde el cielo se fija en la miseria del hombre pecador, escuch los gemidos de la humanidad doliente y la salv, libr a los condenados a muerte. Bendito sea el nombre del Seor. Aos pares

Job 1,6-22: El Seor me lo dio, el Seor me lo quit. Bendito sea el nombre del Seor. Ensea San Gregorio Magno: El santo varn, tentado por el adversario, haba perdido todo. Sabiendo que si el Seor no lo permita, Satans no tendra fuerzas para tentarlo, no dijo: el Seor me lo dio, el diablo me lo quit, sino el Seor me lo dio y el Seor me lo quit. Quiz hubiera sido para dolerse si el enemigo hubiera quitado lo que el Seor haba dado. Pero como el que quit fue el mismo que dio, es suyo lo que recibi y no nuestro lo que se nos quit. Si hemos recibido de l los bienes que empleamos en esta vida, por qu dolerse si el mismo Juez nos exige lo que generosamente nos haba prestado? No es injusto el acreedor que no estando sujeto al vencimiento de ningn plazo, exige lo prestado cuando quiere. De ah que rectamente se aada: como ha agradado al Seor, as ha sucedido. Cuando en esta vida sufrimos males que no queremos, debemos dirigir los esfuerzos de nuestra voluntad a Aquel que nada injusto puede querer. Es de gran consuelo saber que las cosas desagradables que nos ocurren, suceden por orden de Aquel a quien solo agrada lo justo. Si sabemos que lo justo agrada al Seor y que no podemos sufrir nada sin su beneplcito, consideraremos justos nuestros sufrimientos y de gran injusticia murmurar de lo que justamente padecemos (Los Morales sobre Job lib. II,18,31). Con el Salmo 16 proclamamos: Inclina el odo y escucha mis palabras. Seor, escucha mi apelacin, atiende a mis clamores; presta odo a mis splicas, que en mis labios no hay engao. Emane de Ti la sentencia, miren tus ojos la rectitud. Aunque sondees mi corazn, visitndolo de noche; aunque me pruebes a fuego, no encontrars malicia en m. Yo te invoco, porque T me respondes, Dios mo, inclina el odo y escucha mis palabras. Muestra las maravillas de tu misericordia, T que salvas de los adversarios a quien se refugia a tu derecha. Lucas 9,46-50: El ms pequeo entre vosotros es el ms importante. Puso Jess por modelo a un nio. La humildad es una disposicin del alma. Est dentro del corazn y del espritu profundo, que se inclina y se doblega ante la majestad del Seor. Dice San Juan Crisstomo: Todas las oraciones, ayunos, obras de misericordia, la castidad y por ltimo, las virtudes todas, perecern algn da y se destruirn si no van fundadas sobre la humildad, porque as como la soberbia es la fuente de todos los vicios, la humildad es el manantial de todas las virtudes... Hace Jesucristo de las Bienaventuranzas, como una escala divina, y la primera es como un escaln para subir a la segunda; porque la humildad del corazn va sin repugnancia a llorar sus pecados. Esto ser como un efecto necesario, benigno, justo y misericordioso. El que est lleno de benignidad, justicia y misericordia, tendr puro el corazn. El que tenga puro el corazn, ser sin duda pacfico; y el que posea todas estas virtudes, no temer los peligros, ni se turbar con cuantas calamidades carguen sobre l (Homila 15, 43-44). Martes Aos impares Zacaras 8,20-23: Vendrn pueblos incontables a consultar al Seor en Jerusaln. El profeta se abre al universalismo. La Jerusaln celeste que celebra no es un ghetto. Abre ampliamente sus puertas a los paganos. Zacaras aparece como esencialmente misionero. No se trata de un simple retorno de emigrados a su pas. Los paganos los acompaarn para conocer su fe y unirse a ella. Todo esto solo se realiz en Cristo y en su obra redentora. La Iglesia es en realidad la Jerusaln abierta a todos los pueblos. Fue el mismo Jess el que dio el mandato: id a todos los pueblos y predicad la buena nueva; el que crea se salvar, el que no crea ser condenado (Mt 28,19; Mc 16,15-18). De ese mandato parte siempre la condicin misionera de toda la Iglesia, de todo cristiano. El Salmo 86 es como un eco de la profeca de Zacaras: el universalismo, que en realidad solo se vio en la obra de Cristo y as se ve en la actualidad. La nica religin abierta a todas las naciones, a todos los pueblos y a todos los hombres es el cristianismo. Por eso con toda razn podemos cantar acerca de la Iglesia: Dios est con nosotros. l la ha cimentado sobre el monte santo, el Seor la

prefiere a todo lo dems, a todas las moradas de Jacob. Qu pregn para ti, ciudad de Dios! Puede contar todos los pueblos entre sus fieles, todos han nacido all... El Altsimo en persona la ha fundado. La Iglesia se extiende por doquier. Su esplendor es inmenso, no obstante las persecuciones y las infidelidades de algunos de sus hijos. Son innumerables sus santos y contina la lista sin parar. Lo vemos constantemente por las beatificaciones y canonizaciones. Verdaderamente Dios est con nosotros. Aos pares Job 3,1-3.11-17.20-23: Gran sufrimiento. Dolor de haber nacido. Maldecir es afirmar el carcter infernal de la vida, es definir el mal como reverso del bien. Preguntar por el mal es una cuestin que ha existido siempre y existe tambin hoy. Por qu el mal? Ensea San Gregorio Magno: Si analizamos con finura las palabras del santo Job, descubrimos que su maldicin no procede de la malicia del pecador, sino de la rectitud del Juez; no es la ira de un hombre alterado, sino la enseanza de un hombre tranquilo. El que maldijo, pronunciando palabras tan rectas, no cay en el vicio de la perturbacin, sino que se entreg al magisterio de la doctrina. Vio, en efecto, a sus amigos llorar con grandes gritos, vio cmo se rasgaban las vestiduras, vio cmo echaban polvo sobre sus cabezas, vio cmo enmudecan al contemplar su estado, y el santo varn advirti que sus amigos que deseaban la prosperidad temporal y que lo juzgaban segn su propia mentalidad, crean que las desgracias temporales eran las que a l le afligan. Advirti que el llanto desesperado de los amigos, derramado por una afliccin pasajera, no hubiera sido tal si ellos mismos no hubieran apartado su mente de la esperanza de la salud interior. As, prorrumpiendo por fuera con un grito de dolor, muestra la virtud de la medicina a los que estn enfermos por dentro, diciendo: perezca el da en que nac Qu se debe entender por el da del nacimiento sino todo este tiempo de nuestra condicin mortal? Mientras ste nos retiene en nuestro estado actual de corruptibilidad, no nos aparece la inmutabilidad de la eternidad. Por eso, quien ve ya el da de la eternidad, a duras penas soporta el da de su condicin mortal... Qu significa, por tanto maldecir el da del nacimiento, sino decir claramente: perezca el da de la corrupcin y surja la luz de la eternidad? (Morales sobre Job lib.IV,1,3-4). Sigue este tema en el Salmo 87: Llegue, Seor, hasta ti mi splica. Seor, Dios mo, de da te pido auxilio, de noche grito en tu presencia; llegue hasta ti mi splica, inclina tu odo a mi clamor, porque mi alma est colmada de desdicha, mi vida est al borde del abismo; ya me cuentan con los que bajan a la fosa; soy como un invlido, tengo mi cama entre los muertos, como los cados que yacen en el sepulcro, de los cuales ya no guardas memoria, porque fueron arrancados de tu mano. Me has colocado en lo hondo de la fosa, en las tinieblas del fondo. Tu clera pesa sobre m. Me echas encima todas tus olas. Lucas 9,51-56: Decide Jess ir a Jerusaln, donde sufrir la pasin y la muerte en la cruz. Rehsa castigar a las ciudades de Samara, que no quieren recibirle. San Ambrosio comenta: Y si l increp a sus discpulos porque queran que descendiera fuego sobre aquellos que no recibieron a Cristo, nos quiere ensear con ello que no siempre hay que vengarse de los que pecan, porque a veces la clemencia tiene grandes ventaja, para adquirir ms paciencia y lograr as la correccin del culpable. Adems, los samaritanos creyeron ms pronto en aquellos que apartaron el fuego de aquel lugar. Al mismo tiempo aprende que l no quiso ser recibido por aquellos de quienes saba que no se convertan con una mente sincera; pues, de haberlo querido, habra hecho hombres entregados aun de esos mismos que estaban dominados por el egosmo...Pero el Seor hace admirablemente las cosas. l no recibe a nadie que se entrega con presuncin ni se enfada para castigar a quienes, egostamente, rechazan a su propio Seor, y acta as con el fin de ensearnos que la virtud perfecta no guarda ningn deseo de venganza y que donde est presente la verdadera caridad, no tiene lugar la ira y, en fin, que la debilidad no debe ser tratada con dureza, sino que debe ser ayudada. La

indignacin est tan lejos de las almas piadosas, como lo est el deseo de venganza de las almas magnnimas y la amistad irreflexiva y la necia simplicidad, de las almas prudentes (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VII,27-28). Mircoles Aos impares Nehemas 2,1-8: Reconstruccin de la ciudad. Ha comprendido Nehemas que sus privilegios no pueden quedar para s mismo, sino que ha de ponerlos al servicio de su pueblo. Por eso fue a Palestina en calidad de especialista delegado para asesorar a sus compatriotas, que no llegan a organizarse en la independencia. Hemos de tener una actitud de servicio como Cristo que, sirviendo a Dios, salva a los hombres, reparando as una negativa de servir. l nos revel cmo quiere ser servido el Padre: quiere que se consuman en el servicio de sus hermanos, como lo hizo Cristo. El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida (Mc 10,45). Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve (Lc 22,27). El Salmo 136 nos evoca algo de las circunstancias de la lectura anterior: Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti... Cmo cantar un cntico del Seor en tierra extranjera! Si me olvido de ti, Jerusaln, que se me paralice la mano derecha. Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusaln en la cumbre de mis alegras. Aos pares Job 9,1-12.14-16: El hombre no es justo frente a Dios. Job ensalza, con una especie de himno de alabanza, la grandeza de Dios creador, ante el cual se reconoce incapaz de justificarse. Desde el principio existe Dios, y su existencia se impone como un hecho inicial que no tiene necesidad de ninguna explicacin. Dios no tiene origen ni devenir. Dice San Agustn: El que desea con ansia a Dios, canta de corazn sus alabanzas, aunque su lengua calle; pero el que no le desea, por ms que est hiriendo con sus clamores los odos de los hombres, es mudo en la presencia de Dios (Comentario al Salmo 86). San Anselmo: Siempre est Dios presente a S mismo: sin poderse olvidar se est contemplando y amndose. Si estis, pues, segn vuestra capacidad, infatigablemente ocupados en la memoria de Dios: si le estis mirando sin cesar con los ojos del espritu, y vuestro corazn se abrasa en su amor, seris una perfecta imagen suya, porque procuraris hacer lo que Dios hace siempre. El hombre debe referir toda su vida a la memoria, al conocimiento, y al amor del Supremo Bien. Debis, pues, aplicar todos los pensamientos, y excitar y conformar de tal suerte los movimientos de vuestro corazn, que jams se canse el alma de suspirar por Dios, y de respetar la memoria de Dios, y adelantarse en el conocimiento de Dios: de hacer nuevos progresos en el amor de Dios y de remontarse a la nobleza de su origen, y en fin, acordndonos de que fuimos criados a la semejanza de Dios: porque como dijo el Apstol: no debe el hombre cubrir su cabeza cuando ora, por ser la imagen de Dios y la expresin de su gloria (cf. 1Cor 10,7) (Primera meditacin, Obras completas BAC 100,291). Con el Salmo 88 decimos: Llegue, Seor, hasta Ti mi splica. El salmista es como Job, aquejado de un mal incurable que le roe, un mal repugnante, que le mantiene alejado del resto de los hombres; un mal que no hay que buscarlo fuera de l, ni en unos enemigos que le persiguen, ni en calumniadores que le atacan, o en jueces injustos que le condenan. Su mal lo lleva dentro de su alma, porque su mal es la misma muerte que le va royendo las entraas. Piensan algunos que es el Salmo ms triste de todo el salterio: Por qu, Seor, me rechazas y me escondes tu rostro?. Lucas 9,57-62: Te seguir a donde vayas. Comenta San Agustn: Estableced una jerarqua, un orden y dad a cada uno lo que se le debe. No sometis lo primario a lo secundario. Amad a los padres, pero anteponed a Dios. Contemplad a la madre de los Macabeos... Od a Dios, anteponedle a m, no os importe el que me quede sin vosotros. Se lo indic y lo cumplieron. Lo que la madre ense a los hijos, eso enseaba nuestro Seor Jesucristo a aquel

a quien deca: sgueme... Atribuye de forma absoluta a su piedad el ser justo, y el ser pecador atribyelo a tu maldad. S t el acusador y l ser tu indultador. Todo crimen, todo delito, todo pecado se debe a nuestra negligencia, y toda virtud, toda santidad a la divina clemencia. l eligi a los que quiso. Te llama el Oriente y t miras al Occidente (Sermn 100). Jueves Aos impares Nehemas 8,1-4.5-67-12: Esdras abri el libro de la Ley, pronunci la bendicin y el pueblo respondi: Amen. Amn. La Palabra ocupa en todo este relato un lugar esencial: convoca al pueblo, se lee durante siete das, es traducida y comentada. Los organizadores velan por su comprensin y la adhesin de los fieles. La Palabra es, por lo mismo, elemento constitutivo de la asamblea litrgica. Tambin en el cristianismo tiene un relieve especial. San Cipriano escribe: En los juicios, en las oraciones de los tribunales, hgase ambiciosa ostentacin de las riquezas de la elocuencia. Mas cuando se habla de Dios, la pura sinceridad de las palabras no estriba en las fuerzas de la elocuencia para los argumentos de la fe, sino en las cosas. Toma no sentencias discretas, sino fuertes; no las adornadas con expresiones cultas para halagar a los odos del pueblo, sino verdades desnudas y sencillas para predicar la benignidad divina (Carta I a Donato). San Juan Crisstomo dice: Meditad las Escrituras. No quiere Jesucristo que nos contentemos con la simple lectura de las Escrituras, sino que profundizando, por decirlo as, hasta la mdula, saquemos toda la sustancia, pues acostumbra la Escritura a encerrar en pocas palabras una infinidad de sentidos (Homila 37 sobre el Gnesis, 104). Y San Cirilo de Alejandra: La Sagrada Escritura nos ensea cul es la fuerza del amor a Jesucristo nuestro Seor: tambin nos lo ense ste por s mismo, cuando dijo: El que me ama, que me siga y est conmigo, por todas partes por donde yo estuviera. Porque es preciso que siempre estemos en su presencia: que le amemos, que le sigamos por todas partes, y que no nos alejemos jams de l. Todo esto lo cumpliremos, si buscamos su gloria (Homila 3,13). Con el Salmo 18 decimos: Los mandatos del Seor son rectos y alegran el corazn. La ley del Seor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Seor es fiel e instruye al ignorante. La norma del Seor es lmpida y da luz a los ojos. La voluntad del Seor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Seor son verdaderos y enteramente justos. Son ms preciosos que el oro fino, ms dulces que la miel de un panal que destila. Por eso hemos de amarlos y observarlos totalmente. Aos pares Job 19,21-27: Yo s que mi Redentor est vivo. Job implora la piedad de sus amigos, que se encarnizan contra l en el momento de la prueba. Proclama su fe en Dios, el nico Viviente, que acabar hacindole justicia. Escribe San Jernimo: Job, dechado de paciencia, qu misterios no contiene en sus palabras? Empieza en prosa, prosigue en verso y termina nuevamente en prosa, y fija las reglas de toda dialctica en el modo de utilizar la proposicin, la induccin, la confirmacin y la conclusin. Cada palabra est llena de sentidos, y para no decir nada de otros puntos, profetiza de tal manera la resurreccin de los cuerpos, que nadie ha escrito de ella ni ms clara ni ms prudentemente; dice: s que mi Redentor vive y que al fin he de levantarme otra vez de la tierra. Y otra vez he de rodearme de mi piel y en mi carne ver a Dios y lo ver yo mismo, y lo contemplarn mis ojos y no otro. Esta esperanza ha sido puesta en mi interior (Job 19,25-27) (Carta 53,8 a Paulino, presbtero). Es un gran consuelo meditar estas palabras con el Salmo 26: Espero gozar de la dicha del Seor en el pas de la vida. Escchame, Seor, que te llamo, ten piedad de m, respndeme. Oigo en mi corazn: Buscad mi rostro. Tu rostro buscar, Seor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira

a tu siervo, que T eres mi auxilio; no me deseches... Espera en el Seor; s valiente, ten nimo, espera en el Seor. Comenta San Agustn: Tu rostro buscar, Seor... Magnfico, nada puede decirse ms excelente... Todo lo que existe fuera de Dios no es deleite, para m. Quteme el Seor todo lo que quiera darme y dseme l (Comentario al Salmo 26,8). Lucas 10,1-12: Vuestra paz descansar sobre ellos. Ntese la importancia de acoger a los mensajeros del Seor. Comenta San Ambrosio: Hay otra virtud que se desprende de este pasaje, y es la de no pasar de una cosa a otra llevado de un sentir vagabundo, y eso con el fin de que guardemos la constancia en el amor a la hospitalidad y no rompamos con facilidad la unin de una amistad sincera, antes bien llevemos ante nosotros el anuncio de la paz, de suerte que nuestra llegada sea secundada con una bendicin de paz, contentndonos con comer y beber lo que nos presentaren, no dando lugar a que se menosprecie el smbolo de la fe, predicando el Evangelio del Reino de los Cielos, y sacudiendo el polvo de los pies si alguien nos juzgase indignos de ser hospedados en su ciudad (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VII,64). Viernes Aos impares Baruc 1,15-22: Pecamos contra el Seor no hacindole caso. El pueblo ofrece al Dios de sus padres su humilde splica, confesando sus pecados de infidelidad y desobediencia. A lo largo de la Sagrada Escritura vemos cmo Dios exige que el pecador se aparte de su pecado y vuelva a l. Escribe San Cipriano: Qu vergonzoso es en un cristiano, siendo l un siervo, huir del trabajo y no querer padecer por sus pecados, habiendo padecido Jesucristo por los nuestros, siendo el Seor! Si el Hijo de Dios padeci por hacernos a nosotros tambin hijos, cmo los hombres rehsan el padecer por conservar la calidad de hijos de Dios y semejantes a Jesucristo? (Carta 56, a Cornelio,6). Y el mismo autor dice: Ah, miserable, has perdido tu alma, has empezado a sobrevivir a tu muerte espiritual, y a llevar andando por este mundo tu mismo sepulcro y no lloras amargamente! No te escondes y ocultas, o por la vergenza del delito, o por la continuacin de los lamentos! Ve aqu las peores heridas de los pecadores; ve aqu los mayores delitos. Haber pecado, y no dar satisfaccin! Haber delinquido, y no llorar los delitos! (Sobre los lapsos 13). Con el Salmo 78 decimos: Por el honor de tu nombre, slvanos, Seor. Lamentacin por la destruccin del templo y de la ciudad. Tambin nosotros debemos llorar la destruccin y devastacin de tantos templos vivos de Dios por el pecado de los hombres. Es una ruina peor, con peores consecuencias. Por eso hemos de implorar la misericordia divina sobre nosotros y sobre todos los hombres. En verdad, han profanado el templo santo de Dios, han reducido Jerusaln a ruinas, echaron los cadveres de los siervos de Dios en pasto a las aves del cielo y su carne a las fieras de la tierra. Hemos sido el escarnio de nuestros vecinos, la irrisin y burla de los que nos rodean... Socrrenos, Seor Dios y Salvador nuestro, por el honor de tu nombre, lbranos y perdona nuestros pecados a causa de tu nombre. Aos pares Job 38,1.12-21.39.33-35: Dios da a conocer la obra de la creacin, y ante sta la inteligencia humana se siente impotente. Job acata los designios misteriosos de Dios. Ensea San Gregorio Magno: Con razn se designa con el nombre de amanecer o alba a toda la Iglesia de los elegidos, ya que el amanecer o alba es el paso de las tinieblas a la luz de la fe. Y as, a imitacin del alba, despus de las tinieblas se abre al esplendor de la claridad celestial... Efectivamente, la santa Iglesia, por su

deseo del don de la vida celestial, es llamada alba, porque, al tiempo que va desechando las tinieblas del pecado, se va iluminando con la luz de la justicia (Morales sobre Job 29,2-3). Con el Salmo 138 decimos: Guame, Seor, por el camino eterno. Seor, T me sondeas y me conoces... de lejos penetras mis pensamientos, distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares... Si escalo el cielo all ests T; si me acuesto en el abismo, all te encuentro. Donde quiera que vaya, all est Dios. Qu alegra! l es mi salvacin. Debo ser consciente de esta presencia de Dios en mi vida... Te doy gracias, Seor, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras. Lucas 10,13-16: Quien rechaza a Cristo, rechaza al Padre que le envi. Cristo recrimina la falta de fe. Hemos de vivificar nuestra fe. As lo ensea San Ireneo: La nica fe verdadera y vivificante es la que la Iglesia distribuye a sus hijos, habindola recibido de los Apstoles. Porque, en efecto, el Seor de todas las cosas confi a sus apstoles el Evangelio, y por ellos llegamos nosotros al conocimiento de la verdad, esto es, de la doctrina del Hijo de Dios. A ellos dijo el Seor: el que a vosotros oye, a M me oye y el que a vosotros desprecia a M me desprecia, y el que me desprecia a M, desprecia al que me envi (Lc 10,16). No hemos llegado al conocimiento de la economa de nuestra salvacin si no es por aquellos por medio de los cuales nos ha sido transmitido el Evangelio. Ellos entonces predicaron, y luego, por voluntad de Dios, nos lo entregaron en las Escrituras, para que fueran columna y fundamento de nuestra fe (Contra las herejas 3,1,1-2). Sbado Aos impares Baruc 4,5-12.27-29: El que os mand las desgracias os mandar el gozo eterno. Reconoce el pecado que han cometido, pero los exhorta a la penitencia y al arrepentimiento, para volver a encontrar el gozo eterno junto al Seor. El pecado es siempre fuente de desgracias personales y colectivas. Cuando el hombre peca gravemente se pierde para s mismo y para Dios. Escribe Orgenes: As como el mdico procura con medicamentos atraer a la parte exterior del cuerpo ciertas enfermedades o daos interiores, aunque ocasione en esta operacin al paciente ms crueles dolores de los que padeca, del mismo modo Dios, cuando ve que nuestros males espirituales penetran hasta lo ntimo, saca al pblico la iniquidad que estaba oculta, para que nos reconozcamos y apliquemos los remedios oportunos (Comentario al xodo 2). Y San Ambrosio: Nuestro pecado es nuestro mayor enemigo; esto nos turba en el reposo, nos aflige en la salud, nos entristece en el gozo, nos inquieta en la tranquilidad, mezcla su amargura en nuestra misma dulzura y nos despierta en el descanso del sueo. Por el pecado, nos vemos convencidos sin acusador sin verdugo; atados sin cadenas y vendidos sin que nadie nos haya puesto en venta (Comentario al Salmo 37,45). San Juan Crisstomo dice: Pongamos todos los das delante de nuestros ojos los pecados que hemos cometidos despus del bautismo, para que esta memoria nos sirva como de freno que nos tenga continuamente en la humildad y la modestia (Homila 31,9). Con el Salmo 68 decimos: El Seor escucha a los pobres. Miradlo los humildes y alegraos, buscad al Seor y vivir vuestro corazn. No desprecia el Seor a los cautivos, a los pecadores, sino que los llama al arrepentimiento... El Seor salv a Sin y reconstruy las ciudades de Jud y las habitaron en posesin. La estirpe de sus siervos la heredarn, los que amaron su nombre vivirn en ella. Tambin nosotros poseeremos la gran Ciudad de Dios si nos arrepentimos de nuestros pecados. Por eso entonamos un himno de alabanza y pedimos que lo alaben el cielo, la tierra, las aguas y cuanto hay en ellas.

Aos pares Job 42,1-3.5-6.12-16: Job reconoce que ha hablado con ligereza, se arrepiente de sus palabras, y Dios le premia. Job ha reflexionado durante mucho tiempo, ha discutido con sus amigos. Ha penetrado en los designios de Dios y ha descubierto la grandeza del pensamiento divino. Adopta la actitud primera de aceptar la Voluntad de Dios generosamente. Se convence de que la Sabidura de Dios es inalcanzable y reconoce el valor del sufrimiento. La Cruz es la gran revelacin de Dios para Job y para nosotros. San Juan Crisstomo ensea: La cruz nos trae admirable utilidad: ella nos sirve de arma saludable y es un escudo impenetrable contra los tiros del demonio. Armmonos con la Cruz en la guerra que nos hace, no llevndola solamente como estandarte, sino sufriendo los trabajos que son el verdadero aparato de la cruz (Homila 13). Con el Salmo 118 proclamamos: El Seor hace brillar su rostro sobre su siervo. Nuestra vida ha de gustar y comprender los mandatos del Seor y fiarnos de ellos. El sufrir es bueno para nosotros, hemos de reconocerlo. As aprendemos mejor los mandamientos del Seor. Reconocemos con Job que los mandamientos del Seor son justos y que con razn nos hizo sufrir, participar en la cruz de su Hijo bienamado. Somos siervos del Seor, pidmosle luces para conocer sus preceptos y cumplirlos. La explicacin de sus palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes. Lucas 10,17-24: Estad alegres, porque vuestros nombres estn escritos en el cielo. Los discpulos vuelven contentos de la misin evangelizadora, pero Jess les indica la verdadera alegra. Comenta San Agustn: Si a uno no le dio resucitar muertos, y a otro no le hizo el don de la palabra, a todos, sin embargo, les dio... Qu?: Aprended de M que soy manso y humilde de corazn (Mt 11,29). Qu sirve hacer milagros, si es soberbio el que los hace, si no es humilde y manso de corazn? Acaso no ser contado en el nmero de quienes al fin de los siglos han de salir diciendo: Pues, no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre cantidad de prodigios? Y qu respuesta oirn? No os conozco. Apartaos de m todos los obradores de iniquidad. Qu, pues, conviene que aprendamos?... Una caridad acendradsima, noble, sin fastuosidad, sin altivez, sin doblez (Sermn 142, 11-12).

Semana 27

Domingo Entrada: En tu poder, Seor, est todo; nadie puede resistir a tu decisin. T creaste el cielo y la tierra y las maravillas todas que hay bajo el cielo. T eres dueo del universo (Est 13,9-11). Colecta (del Misal anterior, antes en el Gelasiano y Gregoriano): Dios todopoderoso y eterno, que con amor generoso desbordas los mritos y deseos de los que te suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia, para que libres nuestra conciencia de toda inquietud y nos concedas aun aquello que no nos atrevemos a pedir. Ofertorio (compuesta con textos del Veronense): Recibe, Seor, la oblacin que t has instituido, y por estos santos misterios que celebramos para darte gracias, santifica a los que t mismo has redimido. Comunin: Bueno es el Seor para el que espera en l, para el alma que le busca (Lam 3,25) o: El Pan es uno, y as nosotros, aunque seamos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque comemos todos del mismo Pan y bebemos del mismo Cliz (1 Cor 10,17).

Postcomunin (compuesta con un texto del Sermn 63 de San Len Magno): Concdenos, Seor todopoderoso, que de tal manera saciemos nuestra hambre y nuestra sed en estos sacramentos, que nos transformemos en lo que hemos recibido. CICLO A La via del Seor es aludida en las lecturas primera y tercera. San Pablo invita a los cristianos a vivir intensamente bajo la mirada de Dios y a cultivar todas las virtudes. En esta celebracin se nos invita a examinar humildemente nuestra vida cristiana y a considerar sinceramente los frutos de santidad que ha logrado en nosotros la gracia de Cristo. Isaas 5,1-7: La via del Seor de los ejrcitos es la Casa de Israel. El cntico de Isaas contra la via estril, a pesar de ser tan cuidada por el Seor, es anuncio de la reprobacin del Israel de la carne (Rom 9,30ss), que se resiste a la voluntad de Dios. San Basilio comenta: l no cesa en toda ocasin de explicar esta analoga de las almas humanas con la via. Mi amigo, dice, tena una via... Yo plant una via... (Is 5,1; Mt 21,33). Son evidentemente las almas de los hombres a los que llama su via; aquellas que l ha rodeado de una cerca, la seguridad que dan sus preceptos y la guarda de sus ngeles... Y despus, como una empalizada plantada a nuestro alrededor, en primer trmino a los apstoles, en segundo lugar a los profetas y luego a los doctores. Por los ejemplos de los hombres santos antiguos ha elevado nuestros pensamientos a lo alto, sin dejar que caigan por tierra ni sean pisoteados. Quiere que los abrazos de la caridad, como los sarmientos de la vid, nos unan al prjimo y nos hagan descansar en l, a fin de que nuestros continuos esfuerzos hacia el cielo, como sarmientos trepadores, se eleven hasta las cimas ms elevadas. Nos manda que nos dejemos labrar. Un alma est escardada cuando echa de s las preocupaciones mundanas, que son un peso para nuestro corazn. Consecuentemente, quien echa de s el amor carnal, el apego a las riquezas, y tiene como odioso y despreciable el deseo apasionado de esta gloria miserable, est como labrado y respira libre del peso vano de los pensamientos terrenos... (Homila 5,6 sobre el Hexamern). El Salmo 79 medita el mismo tema: Sacaste, Seor, una vid de Egipto, expulsaste a los gentiles y la transplantaste. Extendi sus sarmientos en el mar y sus brotes hasta el Gran Ro. Por qu has derribado su cerca para que la saqueen los viandantes, la pisoteen los jabales y se la coman las alimaas? Es necesario el arrepentimiento y la peticin de perdn: Dios de los Ejrcitos, vulvete: mira desde el cielo, fjate, ven a visitar tu via, la cepa que tu diestra plant y que t hiciste vigorosa. No nos alejaremos de ti, danos vida, para que invoquemos tu nombre. Seor, Dios de los Ejrcitos, resturanos, que brille tu rostro y nos salve. Filipenses 4,6-9: El Dios de la paz estar con vosotros. El Nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia, ha de evidenciar su amorosa fidelidad a Cristo y a su Evangelio por la santidad de vida de sus miembros. San Agustn escribe: Pero a ciertas horas sustraemos la atencin a las preocupaciones y negocios, que nos entibian en cierto modo el deseo, y nos entregamos al negocio de orar; y nos excitamos con las mismas palabras de la oracin a atender mejor el bien que deseamos, no sea que lo que comenz a entibiarse se enfre del todo y se extinga por no renovar el fervor con frecuencia. Por lo cual dijo el mismo Apstol: vuestras peticiones sean patentes a Dios (Flp 4,6). Eso no hay que entenderlo como si tales peticiones tuvieran que mostrarse a Dios, pues ya las conoca antes de que se formulasen; han de mostrarse a nosotros en presencia de Dios por la perseverancia, y no ante los hombres por la jactancia (Carta 130, a Proba 18). San Jernimo comenta: Tambin la paz ser obra de la justicia; aquella paz que, segn el apstol, supera todo sentido (Flp 4,7). Y el culto de la justicia, el silencio, para que adores al Seor no con muchas

palabras de los judos, sino en la brevedad de la fe; y descansen seguros con la paz eterna y sus riquezas est en sus tabernculos (Comentario sobre el profeta Isaas). Mateo 21,33-43: Arrendar la via a otros labradores. La parbola de los via-dores presuntuosos es una condenacin evanglica de todo engreimiento, que siempre es estril, rebelde y presuntuoso ante los designios divinos de salvacin, realizados en el misterio de Cristo Redentor. Oigamos a San Juan Crisstomo: Y justamente se les propuso una parbola, fue porque ellos mismos pronunciaran su sentencia. Lo mismo sucedi con David, cuando l mismo sentenci en la parbola del profeta Natn (2 Re 12,6). Mas considerad, os ruego, cun justa es la sentencia aun por el solo hecho de que los mismos que han de ser castigados se condenan a s mismos. Luego, para hacerles ver que no solo la justicia peda su castigo, sino que de antiguo lo haba predicho la gracia del Espritu Santo, y era, por lo mismo, sentencia de Dios, el Seor les alega la profeca y vivamente los reprende diciendo: Nunca habis ledo que la piedra que los constructores rechazaron?... Modos todos de manifestarles que ellos, por su incredulidad, haban de ser rechazados e introducidas en su lugar las naciones (Homila 68,2 sobre San Mateo). CICLO B El autor de la Carta a los Hebreos nos muestra a Cristo como el Redentor que vino a salvar a los hombres y a unirlos en una sola raza, para conducirlos a Dios. Y las lecturas primera y tercera tratan del tema del matrimonio cristiano. Nos manifiestan la original decisin divina de diferenciar al ser humano en hombre y en mujer, para asociarlos as, de modo connatural y maravilloso, a la obra creadora en la propagacin de la vida humana en el tiempo y para la eternidad. Gnesis 2,18-24: Sern los dos una sola carne. Hombre y mujer tienen, segn el designio divino, la misma dignidad de hijos de Dios. La Sagrada Escritura re-vela a todos un conjunto de profundas verdades que no fueron descubiertas ni por la especulacin filosfica, antigua o moderna, ni por las religiosidades paganas. El autor sagrado ensea en el nombre de Dios la perfecta igualdad del hombre y de la mujer, la superioridad de los mismos al mundo animal, y su unin ntima en el matrimonio, en el que las ms profundas exigencias naturales se purifican y perfeccionan en un amor que vincula para siempre. El Salmo 127 es un canto a la felicidad domstica de quien teme al Seor: Dichoso el que teme al Seor y sigue su camino. Comers del fruto de tu trabajo... Tu mujer como parra fecunda... Tus hijos como renuevos de olivo... Que te bendiga el Seor desde Sin, que veas a los hijos de tus hijos. Paz a Israel. Hebreos 2,9-11: El Santificador y los santificados proceden todos del mismo. Cristo Jess, Hijo de Dios, hecho hombre, es quien ha llevado a su autntica dignidad al ser humano: destinndolo a la eternidad y regenerndolo con su sangre redentora. El autor de la Carta quiere demostrar que la altsima dignidad de los cristianos, pues su Cabeza, Cristo Jess, ha recibido una doble gloria: fue anunciado por los profetas y ha renovado en el hombre su dignidad perdida, segn el Salmo 8, elevndolo a una excelsa condicin divina. Por tanto, todos los hombres, pasados, presentes y futuros tienen relacin con l. Y por eso mismo, entre Jess y nosotros hay un comn destino, que solo con l y por l podemos alcanzar. Marcos 10,2-6: Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre. La obra redentora de Cristo Jess tuvo que rescatar tambin la institucin matrimonial de la profunda degradacin a que haba sido llevada por el pecado de los hombres. La alianza matrimonial, por la que el varn y la mujer constituyen entre s un consorcio para toda la vida, ordenado por la misma ndole natural al bien de los cnyuges y a la generacin y educacin de los hijos, fue elevada por Cristo en los bautizados a la dignidad de sacramento. Y as escribe Tertuliano:

No hay palabras para expresar la felicidad de un matrimonio que la Iglesia une, la oblacin divina confirma, la bendicin consagra, los ngeles lo registran y el Padre lo ratifica. En la tierra no debe los hijos casarse sin el consentimiento de sus padres. Qu dulce es el yugo que une a dos fieles en una misma esperanza, en una misma ley, en un mismo servicio! Los dos son hermanos, los dos sirven al mismo Seor, no hay entre ellos desavenencia alguna, ni de carne ni de espritu. Son verdaderamente dos en una misma carne; y donde la carne es una y el espritu es uno. Rezan juntos, adoran juntos, ayunan juntos, se ensean el uno al otro, se soportan mutuamente. Son iguales en la iglesia, en el banquete de Dios. Comparten por igual las penas, las persecuciones, las consolaciones. No tienen secretos el uno para el otro; nunca rehuyen la compaa mutua; jams son causa de tristeza el uno para el otro... Cantan juntos los salmos e himnos. En lo nico que rivalizan entre s es ver quin de los dos cantar mejor. Cristo se regocija viendo a una familia as, y les enva su paz. Donde estn ellos, all est tambin l presente, y donde est l el Maligno no puede entrar (A su esposa 2,8). CICLO C Las lecturas primera y tercera nos hablan del valor de la fe. San Pablo nos exhorta a ser valientes para testimoniar a Cristo. Vivir de la fe es ms que haber aceptado un mensaje doctrinal o que profesar una ideologa religiosa, acatando unos principios doctrinales, ticos o morales. La fe cristiana es ante todo una entrega personal a Dios, en respuesta a la persona y a la palabra viva de Cristo Jess, el Hijo de Dios, que se hace hombre para hacer a los hombres hijos de Dios. La vida para los creyentes, como para San Pablo, no tiene sentido si no est centrada realmente en Cristo y marcada siempre por su evangelio. Habacuc 1,2-3;2,24: El justo vivir de la fe. Al final de la vida, el hombre ser juzgado por el Seor. Y mientras el incrdulo se hace cada vez ms digno de reprobacin por su fatuidad interior, el justo se santifica cada da ms por su vida de fe y su fidelidad al Espritu Santo. Comenta San Agustn: Si dijramos que carecemos en absoluto de justicia, negaramos los dones de Dios. Si carecemos en absoluto de justicia, carecemos tambin de la fe, y si no tenemos fe, ni siquiera somos cristianos. Si tenemos fe, algo de justicia poseemos. Quieres conocer la medida de ese algo? El justo vive por la fe (Hab 2,3). El justo, digo, vive por la fe, puesto que cree lo que no ve (Sermn 158,4). La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por l. Para llegar a la fe y permanecer en ella es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda con el auxilio interior del Espritu Santo, que mueve el corazn, lo dirige a Dios, abre los ojos del alma y concede a todos facilidad para aceptar y creer la verdad. Escuchad la voz del Seor, exhorta el Salmo 94: No endurezcis el corazn, como en Merib, como el da de Mas en el desierto. Dios es el Seor, y nosotros somos su pueblo. l habla a nuestro corazn. 2 Timoteo 1,6-8.13-14: No tengas miedo de dar la cara por nuestro Seor. La fortaleza se ve muchas veces puesta a prueba, y la caridad y la prudencia son los signos del verdadero creyente en Cristo. La fe no ha de reducirse a una forma de conocimiento abstracto, sino que es esencialmente una actitud de vida, que incluye el testimonio de Cristo a travs del ejemplo y de la prctica. As San Pablo, San Timoteo y tantos otros cristianos, auxiliados por la gracia divina, guardaron intacto el depsito de la fe, y confesaron a Cristo entre los hombres y entre los creyentes por la palabra y la obra. Solo as la verdad evanglica es proclamada eficazmente y penetra en el corazn de los hombres para convencerlos, transformarlos y vivificarlos. La fe acta de este modo en toda su plenitud, guardando su luminosa simplicidad. Ensea San Hilario:

La fe tiene por objeto verdades simples y puras, y Dios no nos llama a la vida bienaventurada con cuestiones difciles, ni se sirve de artificios de elocuencia para atraernos, sino que ha reducido el camino de la eternidad a unos conocimientos breves, claros y fciles de concebir (Sobre los Salmos lib.10,5). Y San Ambrosio: Crey Abrahn a Dios, y esto se le cont por justicia, porque no busc la razn, sino que crey con la fe ms obediente: lo que importa es que la fe preceda a la razn, no parezca que para creer a Dios le pedimos la razn como si fuera un hombre; porque sera indignidad dar fe al testimonio de un hombre en lo que nos dice de otro, y no creer a los orculos de un Dios, cuando habla de S mismo (Sobre Abrahn 15,7). Lucas 17,5-10: Si tuvierais fe. La fe genuina lleva al cristiano a una actitud permanente de responsabilidad amorosa y de servicio caritativo, avalada por la confianza humilde y filial ante el Padre. El don fundamental de la salvacin es la fe, pero entendida rectamente a la luz de la Palabra de Dios, es decir, como una fuerza interior que proviene de lo alto y que lo transforma todo, con tal que el hombre sepa acogerla con humilde disponibilidad. Escribe San Ambrosio: En este pasaje se nos exhorta a la fe, querindonos ensear que hasta las cosas ms slidas pueden ser vencidas por la fe. Porque de la fe surge la caridad, la esperanza y de nuevo, haciendo una especie de crculo cerrado, unas son causas y fundamentos de las otras (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VIII, 30). Lunes Aos impares Jons 1,1-2, 21-11: Se levant Jons para huir lejos del Seor. Las misiones del Seor se han de secundar inmediatamente, pues de lo contrario nos exponemos a nuestra perdicin, a no ser que volvamos a l por el arrepentimiento. La predicacin misionera ha de ir acompaada de muchas virtudes y de una gran coherencia con la propia vida, identificando ante todo nuestra voluntad con la voluntad divina. No podemos ocultar la verdad, ni refugiarnos en falsos irenismos, sino que, al estilo de los Apstoles, hemos de afirmarla en las palabras y en los hechos en su significado pascual. Y lo pascual siempre supone un paso de la muerte a la vida. El fruto primero de toda accin misionera es siempre la metanoia, el arrepentimiento, la conversin, como en el primer Pentecosts de la historia cristiana: Qu tenemos que hacer?... Convertos y bautizaos (Hch 2,37-38). San Gregorio Magno dice: La palabra divina, as como es digna de la atencin de los prudentes, por los misterios que encierra, as tambin es el consuelo de las almas sencillas. Con lo exterior alimenta a los pequeuelos; con lo ms secreto admira y eleva los entendimientos sublimes. Es como un ro que en unas partes va somero y en otras muy profundo, en el que pasa el cordero y nada el elefante (Morales sobre Job 4,1). Del mismo Jons 2 se toma el Salmo responsorial: Sacaste mi vida de la fosa, Seor. En mi afliccin clam al Seor y me atendi, desde el vientre del infierno ped auxilio, y escuch mi clamor. Me arrojaste a lo profundo en alta mar, me rodeaban las olas, tus corrientes y tu oleaje pasaban sobre m. Yo dije: me has arrojado de tu presencia, quin pudiera ver de nuevo tu santo templo. Cuando se me acababan las fuerzas me acord del Seor; lleg hasta ti mi oracin, hasta tu santo templo. El Seor escucha la oracin de los humildes. En todo momento hay que orar al Seor con entera confianza. Aos pares Glatas 1,6-1: Vocacin peculiar de Pablo para la predicacin del Evangelio. El mismo Seor lo instruy, y conform su doctrina con la de los apstoles y jerarcas de la Iglesia. El Evangelio de Jesucristo no puede, no debe, ser falsificado. San Juan Crisstomo comenta:

Observa con cunta firmeza sostiene [San Pablo] que es discpulo de Cristo, sin mediacin humana, sino porque l mismo lo ha considerado merecedor de revelarle todo conocimiento. Y cmo probars a los incrdulos que Dios te ha revelado por S mismo y sin mediar nadie aquellos inefables misterios? Con la vida pasada, contesta. Si Dios no fuera el autor de la revelacin, no habra tenido una conversin tan repentina. Los instruidos por hombres, cuando sostienen tenaz y radicalmente opiniones contrarias, precisan de tiempo y mucho ingenio para ser persuadidos. En cambio, es evidente que el que cambia as de repente y permanece verdaderamente sobrio en la cumbre misma de la locura, en tanto que ha alcanzado la visin y la enseanza divina, ha vuelto repentinamente a un estado de salud perfecta (Comentario a la Carta a los Glatas 1,8). Con el Salmo 110 damos gracias al Seor por todas las maravillas que ha hecho en la historia de la salvacin, sobre todo por Cristo y por su prolongacin en la Iglesia. Todos, congregados en la asamblea litrgica, alabamos al Seor, porque son grandes todas sus obras y dignas de estudio para los que la aman. Justicia y Verdad son las obras del Seor, todos sus preceptos merecen ser escuchados y observados, pues son estables para siempre jams y se han de cumplir con verdad y rectitud. l nos redimi, y ratific para siempre su alianza. Su nombre es santo y sagrado. Por eso merece una alabanza continua y llena de fervor. Lucas 10,25-37: Quin es mi prjimo? Segn Orgenes, desde las primeras generaciones cristianas se ha identificado el Buen Samaritano con el propio Jesucristo que una vez llegado junto al hombre medio muerto y habindole visto baado en sangre, tuvo piedad de l y se abaj hasta hacerse su prjimo (Comentario a San Lucas 3,5) As comenta San Ambrosio: Puesto que nadie es tan verdaderamente nuestro prjimo como el que ha curado nuestras heridas, ammosle, viendo en l a nuestro Seor, y quermosle como a nuestro prjimo; pues nada hay tan prximo a los miembros como la Cabeza. Y amemos tambin al que es imitador de Cristo y a todo aquel que se asocia al sufrimiento de su Cuerpo (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VII,84). Martes Aos impares Jons 3,1-10: Conversin de los ninivitas y compasin del Seor que les otorg el perdn. Comenta San Agustn: Desde la profundidad gritaron los ninivitas y encontraron el perdn. Y la amenaza del profeta qued anulada con ms facilidad por la humillacin de la penitencia. Aqu dirs: yo estoy ya bautizado en Cristo, momento en que se perdonaron todos mis pecados, y que despus a los ojos de Dios me he hecho cual perro horrible, que vuelve a su vmito. Adnde huir de su espritu? Adnde huir de su presencia? Adnde, hermano, sino mediante el arrepentimiento, irs a la misericordia de Aqul, cuyo poder habas despreciado al pasar? Nadie puede huir efectivamente de l a no ser huyendo hacia l, huyendo de su severidad a su bondad? (Sermn 351,12). Con razn se ha trado aqu el Salmo 129, aludido por San Agustn en el comentario anterior. Si llevas cuenta de los delitos, Seor, quin podr resistir? Desde lo hondo a ti grito, Seor; Seor, escucha mi voz, est tus odos atentos a la voz de mi splica... De ti viene el perdn y t infundes respeto. Del Seor viene la misericordia, la redencin copiosa. l redimi a Israel de todos sus delitos. Y nos redimi tambin a todos nosotros con su muerte en la Cruz. Esa redencin se nos aplica siempre que, arrepentidos, nos llegamos al sacramento de la penitencia y a la Sagrada Eucarista. Aos pares

Glatas 1,13-24: Recuerda San Pablo los comienzos de su vocacin. Dios lo llam para que se convirtiera en miembro y apstol de la Iglesia, cuando persegua a sta encarnizadamente. San Juan Crisstomo, gran admirador del Apstol, comenta: Existe un alma ms humilde que sta? Si se refera a lo que le acusaba, a su persecucin y devastacin de la Iglesia, hablaba de ello con una crtica rotunda de su vida pasada; en cambio, no se detiene en detalles de lo que ahora manifiesta su gloria. Si hubiera querido, habra podido relatar con amplitud todas sus acciones, sin embargo, no dice nada de stas, antes al contrario, atraviesa un mar infinito con una sola palabra y dice: vine a las regiones de Siria y Cilicia... Y alababan a Dios por causa ma. Observa tambin en este punto ese afn de ser humilde y con qu cuidado lo observa. No dijo: me admiraban, me alababan, estaban asombrados... sino que subraya que todo era producto de la gracia. Dice, en efecto: glorificaban a Dios por m (Comentario a la Carta a los Glatas 1,11). Con el Salmo 138 proclamamos: Guame, Seor, por el camino eterno. El Seor sonde a Pablo y lo conoci, lo conoci en su persecucin a la Iglesia, segua sus pasos, desde lejos penetraba sus pensamientos, distingua su camino y su descanso, todas sus sendas le eran familiares. l lo form, form su corazn, conoca hasta el fondo de su alma... Por eso Pablo pudo dar gracias al Seor porque lo escogi portentosamente, porque sus obras son admirables. Tambin nosotros podemos decir lo mismo. El Seor nos gua, nos llena de sus dones. Sigmosle, pues, y dmosle gracias. Lucas 10,38-42: Marta lo recibi en su casa. Mara escogi la mejor parte. Comenta San Agustn: Marta, entregada al servicio, se ocupaba de los quehaceres de la casa; en efecto, dio hospitalidad al Seor y a sus discpulos. Se esmeraba con preocupacin, sin duda piadosa, para que los santos no experimentasen en su casa molestia alguna. Mientras ella estaba ocupada en este servicio, su hermana Mara, sentada a los pies del Seor, escuchaba sus palabras. Marta interpel al Seor... Y el Seor respondi: una sola cosa es necesaria. Mara eligi la mejor parte que no le ser quitada. Buena es la tuya, pero mejor la de ella. Buena es la tuya, pues bueno es desvelarse en beneficio de los santos, pero la suya es an mejor... En definitiva lo que t elegiste pasa... Mara eligi la contemplacin, escogi vivir de la Palabra... La misma Palabra es la vida. Es esa la nica cosa: contemplar las delicias del Seor, cosa imposible en la noche de este siglo (Sermn 169,17). Es bien claro el pensamiento de San Agustn. La contemplacin absoluta no es de este siglo; mientras estamos en l hemos de alternar la accin y la contemplacin, el ora et labora benedictino. Los activos necesitan de la contemplacin y los contemplativos de la accin pro modulo nostro. Mircoles Aos impares Jons 4,1-11: El Seor es siempre compasivo y misericordioso, aunque no siempre seamos conscientes de ello. Y eso ha de ser gran aliciente para nuestra vida espiritual. No hemos de encerrarnos en los estrechos lmites de nuestro pueblo, ciudad u orden religiosa, sino que hemos de estar abiertos al mundo entero, como lo est la redencin de Jesucristo. Muchas veces los pueblos cristianos recientes dan ejemplo a las cristiandades de abolengo, de mucho siglos de vida evanglica, como los ninivitas dieron ejemplo a los judos de su poca. Jons constituye el libro de la Buena Nueva para las naciones, y les anuncia el amor de Dios. El verdadero universalismo mira al mismo tiempo al centro y a los extremos. Con el Salmo 85 decimos: T, Seor, eres lento a la clera y rico en piedad. Piedad de m, Seor, que a ti te estoy llamando todo el da; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti. El Seor es bueno y clemente, rico en misericordia con los que le invocan. Seor, escucha mi oracin, atiende a la voz de mi splica. Todos los pueblos vendr a postrarse en tu presencia, Seor, bendecirn tu nombre; grande eres t, y haces maravillas, t eres el nico Dios.

Es ste un programa perfecto de vida religiosa. Siempre hemos de tener sentimientos de humildad, de gran devocin y de entrega a Dios. l es el nico Seor; en l hemos de poner nuestra confianza, esperando siempre en su infinita misericordia para con nosotros y para con todos los hombres. Aos pares Glatas 2,1-2.7-14: Reconocieron el don que Pablo haba recibido. Pablo es un modelo para todos. No obstante sus altsimos carismas, fue a encontrarse con los principales de la Iglesia: Pedro, Santiago y Juan, que aprobaron su modo de actuar. El incidente de Antioqua nos muestra por un lado la santa libertad de expresin para anunciar el Evangelio, segn la doctrina de Cristo, y la humildad del jerarca de la Iglesia para recibir la correccin. Comenta San Juan Crisstomo: Pablo hace el reproche y Pedro lo acepta, para que, viendo los discpulos que el maestro es acusado y calla, rectifiquen ellos cuando sea preciso con ms facilidad. Si no hubiera sucedido as, y Pablo hubiera exhortado a abandonar la ley, no habra conseguido nada. Ahora bien, con un violento reproche, infunde un temor mayor a los discpulos de Pedro. Y si Pedro, despus de escucharle, le hubiese replicado, con razn se le podra haber reprendido, ya que habra echado a perder este plan. Pero no, mientras el uno hace reproches y el otro permanece en silencio, un gran temor se apodera de los fieles de procedencia judaica, ya que Pablo trata con mucha dureza a Pedro (Comentario a la Carta a los Glatas 2,11-12). Con el Salmo 116 decimos: Alabad al Seor todas las naciones, aclamadlo todos los pueblos. Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. ste es el sentido de universalidad de la Iglesia, como lo quiso Cristo: id al mundo entero y proclamad el Evangelio. Lucas 11,1-4: Seor, ensanos a orar. El lugar de la oracin en la vida de la Iglesia es de mxima importancia. San Agustn comenta: Hemos hallado un Padre en el cielo, veamos cmo hemos de vivir en la tierra. Quien ha hallado tal Padre debe vivir de manera tal que sea digno de llegar a su herencia. Todos juntos decimos: Padre nuestro! Cunta bondad! As lo dice el emperador, lo dice el mendigo, lo dice tanto el siervo como su seor. Unos y otros dicen: Padre nuestro, que ests en los cielos. Reconozcan, pues, que son hermanos, cuando tienen un mismo Padre. No considere el seor indigno de su persona el tener como hermano a su siervo, a quien quiso tener como hermanos Cristo Jess (Sermn 58). San Efrn dice: Jams cesis de orar: arrodillaos, cuando podis, y cuando no, invocad a Dios de corazn, por la noche, por la maana y al medioda. Si tenis cuidado de orar antes de poneros al trabajo, y si al levantaros empezis por ofrecer a Dios vuestra oracin, como las primicias de vuestras acciones, estad persuadidos de que el pecado no hallar entrada en vuestra alma (Sobre la Oracin 5). Y San Basilio: Orars sin intermisin si tu oracin no se reduce a solas palabras, sino que todo el mtodo de tu vida es conforme a la divina voluntad, de tal modo, que puede y merezca tu vida llamarse una continua oracin (Homila sobre el martirio 5). Jueves Aos impares Malaquas 3,13-4,2: Mirad que llega el da, ardiente como un horno. El profeta censura los abusos de su poca, en especial todos los referentes al culto. Si los impos parece que triunfan al presente, el da del Seor pondr de manifiesto la separacin de los malos y los buenos. Para stos brillar el Sol de justicia. El fuego del juicio viene a ser un castigo sin remedio, verdadero fuego de ira, cuando cae sobre el pecador endurecido. La revelacin expresa lo que puede ser la existencia de una criatura que se niega a dejarse purificar por el fuego divino, pero queda abrasada por l.

Jesucristo adopt el lenguaje clsico del Antiguo Testamento y as aparece tambin en todo el Nuevo Testamento. Es de fe que existe el infierno, que es eterno y que descienden inmediatamente a l las almas de los que mueren en pecado mortal. Al menos quince veces se ensea esto en los Evangelios. San Agustn dice: Se hizo digno de pena eterna el hombre que aniquil en s el bien que pudo ser eterno... Y no se extinguir la muerte, sino que ser muerte sempiterna, y el alma no podr vivir sin Dios, ni librarse de los dolores muriendo (La ciudad de Dios 11,21,3). Y en el Martirio de San Policarpo (10) se dice: A los mrtires les pareca fro el fuego de los verdugos, porque tenan ante los ojos el fuego aquel que es eterno y nunca se extinguir... Me amenazas con un fuego que solo abrasa una hora y se extingue pronto; porque t no conoces el fuego del juicio futuro y el eterno castigo que espera a los ateos. Esa misma suerte del impo y del justo es contemplada en el Salmo 1: Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunin de los cnicos, sino que su gozo es la Ley del Seor. Ser como un rbol plantado al borde de la acequia; da fruto en su sazn, y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. No as los impos, no as; sern paja que arrebata el viento, porque el Seor protege el camino de los justos, pero el camino de los impos acaba mal. Aos pares Glatas 3,1-5: Dios da el Espritu a los que creen. En la fe tuvieron lugar las manifestaciones del Espritu Santo, y no en la Ley. Es bien explcito San Pablo: los fieles recibieron el Espritu, no por la Ley, sino porque creyeron en el Evangelio que l, como Apstol de Jesucristo, les anunci. As pasaron de ser carnales a ser espirituales. Pero no siempre los cristianos vivimos la vida grandiosa de la fe. Comenta sobre esto San Juan Crisstomo: Con el paso del tiempo, es necesario que progresis, mas no solo no habis avanzado, sino que habis retrocedido. Los que comienzan con lo que tiene poca relevancia, avanzan y llegan a algo ms importante; vosotros, en cambio, que habis comenzado por lo sublime, habis llegado a su contrario. Si hubierais empezado por lo carnal, forzoso habra sido que avanzrais hacia lo espiritual; ahora bien, despus de haber comenzado por lo espiritual, habis acabado en lo carnal... Tuvisteis en vuestras manos la verdad y, sin embargo, casteis en la apariencia de la verdad; mirasteis el sol y, no obstante, buscis la luz; tras el alimento slido, tomis la leche... Es el mismo caso que si uno de los ms valerosos estrategas, despus de obtener innumerables trofeos y victorias, se expusiera al desprecio reservado a los desertores y entregara su cuerpo a los que desearan imprimir en l la marca del deshonor (Comentario a la Carta a los Glatas 3,2). Los versos del Benedictus (Lc, 69-70.71-72.73-75) sirven hoy de Salmo responsorial: Bendito sea el Seor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo. Nos ha suscitado una fuerza de salvacin en la casa de David, su siervo, segn lo haba predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvacin que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza, y el juramento que jur a nuestro padre Abrahn. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros das. Lucas 11,5-13: Parbola del amigo importuno. Partiendo de ella, San Ambrosio encarece la vocacin de todos los cristianos a la oracin continua: Este es el pasaje del que se desprende el precepto de que hemos de orar en cada momento, no solo de da, sino tambin de noche; en efecto, ves que ste que a media noche va a pedir tres panes a su amigo y persevera en esa demanda instantemente, no es defraudado en lo que pide... Haciendo caso, pues, de la Escritura, pidamos el perdn de nuestros pecados con continuas oraciones, da y noche; pues si hombre tan santo y que estaba tan ocupado en el gobierno del reino

alababa al Seor siete veces al da (Sal 118,164), pronto siempre a ofrecer sacrificios matutinos y vespertinos, qu hemos de hacer nosotros que debemos rezar ms que l, puesto que, por la fragilidad de nuestra carne y espritu, pecamos con ms frecuencia, para que no falte a nuestro ser, para su alimento, el pan que robustece el corazn del hombre (Sal 103,15), a nosotros que estamos cansados ya del camino, muy fatigados del transcurrir de este mundo y hastiados de las cosas de la vida? (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, lib. VII, 87). Viernes Aos impares Joel 1,13-15-2,1-2: Est cerca el da del Seor. Somos invitados a la penitencia para aplacar al Seor. El da del Seor ser terrible, como no lo hubo jams. Para el creyente no es la historia un comienzo perpetuo. La historia conoce un progreso marcado por las visitas de Dios a sus tiempos, en das, horas, momentos privilegiados. El Seor vino, viene sin cesar, vendr, vendr para juzgar al mundo y salvar a los creyentes. Los profetas nos hablan del da terrible, el fin del mundo, como tambin es anunciado en el Nuevo Testamento. Es tambin el da que marcar el triunfo definitivo de Dios por su Hijo Jesucristo. El tiempo que an queda hasta el da del Seor debe emplearse en hacer fructificar los talentos, en socorrer a los dems, en hacer el bien a todos. Por eso dice San Pablo: mientras tenemos tiempo, practiquemos el bien (Gal 6,10; cf. Col 4,5; Ef 5,16). El Salmo 9 nos ayuda a meditar la lectura anterior: El Seor juzgar el orbe con justicia... Reprendiste a los pueblos, destruiste al impo y borraste para siempre su apellido. Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron; su pie qued prendido en la red que escondieron. Dios est sentado por siempre en el trono que ha colocado para juzgar. l juzgar el orbe con justicia y regir las naciones con rectitud. Tenemos confianza en la misericordia del Seor, que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y que viva. Por eso damos gracias al Seor, de todo corazn, proclamando todas sus maravillas, nos alegramos y exultamos con el Seor y tocamos en honor del nombre del Altsimo. Aos pares Glatas 3,7-14: Los que tienen fe reciben la bendicin del Seor. La justificacin de Dios se recibe por obra de la fe. San Pablo recurre siempre al hecho fundamental de la redencin humana: el misterio pascual del Seor. De la Cruz a la Luz. Considera San Juan Crisstomo: Pretende [el Apstol] sealar que la ley no reclama solo fe, sino tambin obras, en tanto que la gracia salva y justifica por la fe. Ves cmo demostr que los que confiaron en la ley, por la imposibilidad de cumplirla, estuvieron sujetos a la maldicin y cmo la fe tiene el poder de justificar? Lo haba afirmado y demostrado anteriormente con mucha fuerza. La ley no pudo conducir al hombre a la justificacin, por lo que la fe aport un remedio no pequeo, es decir, gracias a ella fue posible lo que no lo era por la ley. El justo vivir gracias a la fe, desconfiando de que la salvacin venga a travs de la ley, y puesto que Abrahn fue justificado por la fe, es evidente que la fuerza de la fe es grande (Comentario a la Carta a los Glatas 3,7-14). Con el Salmo 110 damos gracias al Seor de todo corazn, en la asamblea litrgica con todos los hermanos en la fe, pues son grandes las obras del Seor y dignas de alabanza por todos los que hemos sido librados del pecado y de la muerte. Si en el Antiguo Testamento se admiraba el esplendor y la belleza de las obras de Dios y su generosidad, mucho ms hemos de admirarnos nosotros, pues las maravillas de su piedad para con nosotros son an mayores. l aliment a los israelitas con el man en el desierto, pero a nosotros con el Cuerpo y Sangre de Jess en la eucarista, donde muestra mucho ms su fuerza y su amor. Ella es verdadera bendicin y preciosa herencia. Lucas 11,15-20: Jess expuls a los demonios. Esto es signo de la venida del Reino de Dios. Cristo rebate con gran fuerza a sus opositores. Y San Ambrosio comenta:

Aquellos que no ponen su esperanza en Cristo, sino que creen que los demonios son arrojados en nombre del prncipe de los demonios, niegan ser sbditos de un reino eterno. Lo cual se aplica al pueblo judo, que en esta clase de males piden la ayuda de un demonio para echar a otro. Pero cmo puede permanecer en pie un reino dividido, cuando se ha perdido la fe?... Resulta una gran insensatez, unida a un furor sacrlego, el hecho de que, habindose encarnado el Hijo de Dios para desterrar a los espritus inmundos y habiendo dado tambin a los hombres el poder de destruir esos malos espritus, despojndoles de su botn, que es la seal ordinaria de los vencedores, algunos invoquen en su favor la ayuda y la defensa del poder diablico, cuando precisamente los demonios son arrojados por el dedo de Dios o, como dice Mateo, con el Espritu de Dios (12,28) (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VII,91-92). Sbado Aos impares Joel 3, 12-21: Mano a la hoz. Madura est la mies. Esta descripcin potica del juicio final y del Da del Seor, muestra como precedente el tiempo jubiloso de la restauracin de Israel, cuando el Seor habitar en Sin. Cada da de Yahv va precedido de las profecas de una destruccin o de una catstrofe csmica. El Dios que viene irradia una santidad tal que todo lo que es impuro, idoltrico, ser necesariamente aniquilado. El da de Yahv supone que el creyente espera que Dios intervenga en la vida de los hombres en momentos privilegiados, a lo largo de una historia de salvacin, y de modo especial al fin de los tiempos. Esto es para nosotros una gran revelacin. No sabemos ni el da ni la hora. Por eso mismo, siempre hemos de estar dispuestos y vigilantes para recibir al Seor con toda pureza del corazn, destruyendo todo lo que en nuestra vida es impuro, idoltrico, opuesto a la santidad de Dios. El Salmo 96 nos asegura: el Seor est rodeado de tiniebla y de nube, justicia y derecho sostienen su trono, los montes se derriten como cera, ante el dueo de toda la tierra. Los cielos pregonan su justicia y todos los pueblo proclaman su gloria. El Seor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Amanece la luz para el justo y la alegra para los rectos del corazn. Alegraos justos con el Seor, celebrad su santo nombre. As hemos de esperar el da del Seor, en cualquier momento. As ha de ser nuestra vida. Aos pares Glatas 3,22-29: Todos somos hijos de Dios por la fe. La ley estaba destinada a preparar a los hombres para la venida de Cristo. Una vez llegado ste, tiene que desaparecer. Dice San Juan Crisstomo: Qu grande es la fuerza de la fe y cmo la manifiesta [el Apstol] a lo largo de su discurso! Demostr en primer lugar que la fe los converta en hijos del patriarca: entended que los nacidos de la fe son hijos de Abrahn. Y seala ahora que tambin los hace hijos de Dios: todos sois hijos de Dios por la fe en Jesucristo. Por la fe, no por la ley. Se refiere a una realidad sublime y maravillosa, por lo que habla tambin de la circunstancia de esa adopcin como hijos. Cuantos en Cristo habis sido bautizados, os habis revestido de Cristo. Por qu no dijo: cuantos habis sido bautizados en Cristo, habis nacido de Dios? pues sta era, sin duda, la consecuencia lgica de ser hijos de Dios. Porque recalca la misma idea de una forma ms efectiva. Si Cristo es Hijo de Dios y t te has revestido de l, teniendo al Hijo en ti mismo y hacindote semejante a l, alcanzaste una total conexin y ser uno con l (Comentario a la Carta a los Glatas 3,22-29. Con el Salmo 104 decimos: El Seor se acuerda de su alianza eternamente. Cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas; gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Seor. Recurrid al Seor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca. Estirpe de Abrahn su siervo, hijos de Jacob, su elegido! El Seor es nuestro Dios, l gobierna toda la tierra.

Lucas 11,21-28: Dichosa la Virgen Mara, que fue la Madre del Seor, escuch su palabra y la cumpli perfectamente en su vida. Ella fue la elegida por Dios para darnos al Autor de la Vida. Ella fue fidedigna en el cumplimiento de la Palabra de Dios: hgase en m segn tu Palabra (Lc 1,38). Ella estuvo, como ningn otro ser humano, unida indisoluble-mente a la persona y a la obra de Cristo. Para esto Dios la colm de sus gracias y dones, y Ella correspondi con toda su generosidad a esa prerrogativa especialsima de Dios. Es nuestra Madre en la vida de la gracia. Aclammosla, pues, invoqumosla, imitmosla. Predica San Agustn en un sermn: Acaso no haca la voluntad del Padre la Virgen Mara, que en la fe crey, en la fe concibi, elegida para que de ella nos naciera la salvacin entre los hombres, creada por Cristo antes de que Cristo fuese en ella creado? Hizo sin duda Santa Mara la voluntad del Padre; por eso es ms para Mara ser discpula de Cristo que ser Madre de Cristo. Ms dicha le aporta el haber sido discpula de Cristo que el haber sido su Madre. Por eso era Mara bienaventurada, pues antes de dar a luz llev en su seno al Maestro... Por eso era bienaventurada Mara, porque oy la Palabra de Dios y la guard; guard la verdad en su mente mejor que la carne en su seno (Sermn 72,A,7).

Semana 28 Domingo Entrada: Si llevas cuenta de los delitos, Seor, quin podr resistir? Pero de ti procede el perdn y t infundes respeto (Sal 129,3-4). Colecta (del Misal anterior y antes del Gregoriano): Te pedimos, Seor, que tu gracia continuamente nos preceda y acompae, de manera que estemos siempre dispuestos a obrar siempre el bien. Ofertorio (del Misal anterior y antes del Gregoriano): Con estas ofrendas, Seor, recibe las splicas de tus hijos, para que esta Eucarista, celebrada con amor, nos lleve a la gloria del cielo. Comunin: Los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Seor no carecen de nada (Sal 33,11) o: Cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a l, porque le veremos tal cual es (1 Jn 3,2). Postcomunin (del Veronense y del Gelasiano): Dios soberano, te pedimos humildemente que, as como nos alimentas con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, nos hagas participar de su naturaleza divina.

CICLO A El Reino de Dios es presentado como un banquete de bodas (lecturas primera y tercera). Para San Pablo, Cristo es toda su vida, Lo nico que cuenta para l es Cristo, en quien lo puede todo. Hemos de meditar seriamente sobre nuestra postura personal ante el llamamiento amoroso y vinculante de Dios a cada uno de nosotros. No basta haber sido invitado, llamado a entrar en el Reino. Hemos de responder con toda fidelidad a esta llamada, hasta quedar transformados interior y externamente segn el Corazn de Jesucristo, y recibir plenamente la salvacin que l nos ofrece. Isaas 25,6-10: El Seor preparar un festn y enjugar las lgrimas de todos los rostros. El banquete descrito por el profeta aparece como una celebracin de la entronizacin de Yahv. Y en el fondo de este texto est presente la idea del banquete con que se concluye el sacrificio ritual de accin de gracias. Yahv prepara a sus convidados una alegre participacin al sacrificio de accin

de gracias, en seal de perfecta comunin. La abundancia y la exquisitez de los alimentos y bebidas es smbolo de la plenitud de los bienes celestes y de la alegra de la comunin divina. En general el banquete es en todas partes el signo caracterstico de la amistad, de la proteccin divina y de la bienaventuranza celestial. La comunin perfecta con Dios realiza tal cambio en la presente condicin humana que hace desaparecer de ella sus propias caractersticas: las tribulaciones, las pruebas y el mal. Encontramos aqu el pice del mensaje escatolgico del Antiguo Testamento. La esperanza de Israel est fundada en la fidelidad a Dios. Todo esto se realiza plenamente en el Nuevo Testamento con la Sagrada Eucarista. Cantamos el Salmo 22 y con l expresamos nuestros anhelos: habitaremos en la Casa del Seor por aos sin trmino... Preparas una mesa ante m, me unges la cabeza con perfume y mi copa rebosa. Lo principal es en esto que la bondad y la misericordia del Seor nos acompaa todos los das de nuestra vida, y luego en la gloria eterna. Filipenses 4,12-14.19-20: Todo lo puedo en Aquel que me conforta. El Padre nos ha dado una garanta de salvacin: la gracia de Cristo, capaz de transformar nuestras vidas en el tiempo y para la eternidad. Escribe Orgenes: Cuando Dios permite al tentador que nos persiga, dndole poder para ello, somos perseguidos; mas cuando Dios no quiere que suframos persecucin, gozamos maravillosamente de paz, aun en medio de un mundo que nos aborrece, y tenemos buen nimo, confiados en Aquel que dijo: tened buen nimo; yo he vencido al mundo (Jn 16, 33). Y, realmente, l venci al mundo, y por ello el mundo solo tiene fuerza en la medida que quiere su vencedor, que recibi del Padre la victoria sobre el mundo, y gracias a esa victoria nosotros tenemos buen nimo. Mas, si Dios quiere que de nuevo luchemos y combatamos por nuestra religin, acrquense los contrarios, y les diremos: todo lo puedo en Aquel que me conforta (Flp 4,13) (Contra Celso 8,70). Mateo 22,1-14: Convidad a todos los que encontris. El verdadero riesgo de nuestra vida est en nuestra actitud ante la salvacin que Dios nos ofrece: o aceptacin fiel y agradecida o repulsa indigna del llamamiento divino. Comenta San Agustn: Todos los bautizados conocen cul es la boda del Hijo del Rey y cul el banquete. La mesa del Seor est dispuesta para todo el que quiera participar de ella. A nadie se le prohibe acercarse, pero lo importante es el modo de hacerlo. Las sagradas Escrituras nos ensean que no son dos los banquetes del Seor; sino uno, al que vienen buenos y malos. Todos los que rechazaron la invitacin fueron malos, pero no todos los que entraron fueron buenos. Me dirijo a vosotros que, siendo buenos, os sentis en este banquete, vosotros los que prestis atencin a aquellas palabras: quien come y bebe indignamente, come y bebe su condenacin. Me dirijo a todos los que sois as, es decir, buenos, para que no busquis buenos fuera del banquete y toleris a los malos dentro [los donatistas]... Poneos el vestido nupcial. Me dirijo a vosotros, los que todava no lo tenis [catecmenos, penitentes]. Ya estis dentro, ya os acercis al banquete, pero an no tenis el vestido digno del esposo... Amad al Seor y en l aprended a amaros a vosotros (Sermn 90). En nuestro vivir de cada da nos estamos jugando nuestra salvacin eterna. Estamos llamados al banquete nupcial, llevemos el vestido de fiesta que, para San Agustn, no es otro que el de la caridad. CICLO B Elegir la Sabidura, la que ha de ser preferida a todo lo dems, es seguir a Cristo, desprendidos de todo (lecturas primera y tercera). La revelacin divina nos hace posible la Sabidura salvadora, que supera los riesgos de nuestra ignorancia y nuestras posibles cegueras materialistas ante nuestro destino eterno. Nuestra vocacin de eternidad bienaventurada procede de la iniciativa divina. A nosotros nos queda siempre la responsabilidad de responder, aceptando con fidelidad y amor el camino de la salvacin.

Sabidura 7,7-11: En comparacin de la Sabidura tuve en nada la riqueza. Habindosenos revelado la Sabidura de Dios de muchas formas y maneras, ltimamente se nos ha manifestado plenamente en el Hijo divino encarnado (Heb 1,2; 1 Cor 1,24). La superioridad de la Sabidura sobre todos los bienes del orden material es absoluta. Supera el poder, la salud, la belleza, todos los tesoros de oro y plata y piedras preciosas. Posee una luz que no conoce el ocaso. Es, por lo mismo, un don que viene del cielo que vale ms que cualquier otro don, porque es conferido por el mismo Dios. Pidiendo la Sabidura no pierde nada Salomn, porque con ella el Seor le concede tambin la riqueza, el poder y la gloria. Cristo dir ms tarde: buscad primero el reino de Dios y su justicia y todo lo de-ms se os dar por aadidura (Mt 6,33). La sabidura del hombre tiene una fuente divina. Dios la puede comunicar a quien quiere, porque l mismo es el Sabio por excelencia. Roguemos a Dios que nos conceda esa Sabidura que conduce a la vida eterna. Pedimos al Seor con el Salmo 89 que nos sacie de su misericordia, para que toda nuestra vida sea alegra y jbilo. Que l nos ensee a calcular nuestros das, para que adquiramos un corazn sensato; que veamos su accin y su gloria; que baje a nosotros la bondad del Seor y haga prsperas las obras de nuestras manos. Hebreos 4,12-13: La Palabra de Dios juzga los deseos y las intenciones del corazn. El Corazn de Jesucristo es la ltima Palabra salvadora del Padre. Dios nos ha hablado, al fin, por su Hijo (Heb 1,2; Jn 1,14). Dice San Justino: La palabra de su verdad es ms abrasadora y ms luminosa que la potencia del sol, y penetra hasta las profundidades del corazn y de la inteligencia (Dilogo con Trifn 121,2). Oigamos a San Agustn: Tienes la esperanza de las cosas futuras y el consuelo de las presentes. No te dejes, pues, seducir por quien quiere apartarte de ellas. Sea quien sea que quiera apartarte de esa esperanza, sea tu padre, tu madre, tu suegra, tu esposa o tu amigo, no te apartes de ella y te servir de provecho como espada de dos filos. La separacin que ella te ocasiona es til, mientras que la unin que t procuras te es daina (Comentario al Salmo 149, 1). Y Teodoreto de Ciro: El Apstol de Dios escribi esto no solo por sus lectores, sino tambin por todos nosotros. Conviene, por tanto, que consideremos aquel juicio divino y nos llenemos de temor y de temblor y guardemos los preceptos de Dios con diligencia y esperemos el descanso prometido que alcanzaremos en Cristo (Sobre la Carta a los Hebreos 4,12-13). Marcos 10,17-30: Vende lo que tienes y sgueme. Cristo nos llama, pero nosotros podemos rechazar su voz, queriendo seguir nuestros planes. Somos un riesgo para nuestra salvacin. Tres partes tiene esta lectura: a) encuentro del joven rico con Cristo, que se ve rechazado porque el joven est apegado a sus riquezas; b) reflexin de Cristo sobre las riquezas; c) el Maestro, partiendo de una pregunta de Pedro, promete bienes espirituales a los que renuncian a todo por seguirle. Para Cristo la riqueza no solo puede ser un peligro, sino tambin un impedimento para alcanzar el Reino de Dios. Despojarse de ellas es siempre un consejo que hace ms libre para poder caminar ms expeditamente, siguiendo sus huellas, y llegar as a ser un verdadero discpulo suyo. En s las riquezas no son malas, pero pueden usarse malamente. Ah est el mal, para quien no ha sido llamado a una mayor interioridad espiritual y religiosa. En la libertad de corazn, ante el atractivo de las criaturas, est la verdadera Sabidura, por amor a la cual se prefiere, si es preciso, perderlo todo. Teniendo a Dios, lo tenemos todo, y podemos colaborar con l en orden a nuestra salvacin y la salvacin de los dems. Comenta San Agustn: Si amas la vida y temes la muerte, este mismo temor es un constante invierno. Y cuando ms nos punza el temor de la muerte es cuando todo va bien. Por eso, creo que para aquel rico a quien

causaban satisfaccin sus riquezas pues tena muchas y muchas posesiones el temor de la muerte era una llamada continua, y en medio de sus delicias se consuma. Pensaba en que tendra que dejar todos aquellos bienes. Los haba acumulado sin saber para quin; deseaba algo eterno... Tena su gozo en esas riquezas; por eso preguntaba al Seor qu tena que hacer de bueno para conseguir la vida eterna; deseaba dejar unos placeres para conseguir otros, y tema abandonar aquellos en los que entonces encontraba su gozo. Por eso se alej triste, volviendo a sus tesoros terrenos (Sermn 38,7). Aquel joven pudo ser un apstol de Cristo. Pero hoy no sabemos ni siquiera su nombre. CICLO C Las lecturas primera y tercera ponen de relieve la grandeza de alma de dos hombres que no pertenecen al pueblo de Dios: un sirio y un samaritano, que padecieron la lepra. Y San Pablo en la segunda lectura se presenta como testigo de Cristo resucitado, que le concede participar de su triunfo por haber compartido su pasin con el sufrimiento. La actitud primera que hace posible en nosotros una vida de fe, esperanza y caridad, es la gratitud teolgica, que es tambin una virtud evanglica. Somos verdaderos creyentes si respondemos a Dios con todo nuestro ser, haciendo de la vida un testimonio de fidelidad agradecida al llamamiento de Dios. 2 Reyes 5,14-17: Volvi Naamn a Eliseo y alab al Seor. La bondad del Seor no conoce barreras tnicas o religiosas. La gratitud del general sirio Naamn hizo de l un creyente, redimindolo de su condicin pagana. No podemos olvidar a muchos hermanos nuestros que padecen esta enfermedad, no obstante los progresos de la medicina, por otras circunstancias higinicas, culturales y sociales. Existen en el mundo actual unos catorce millones de leprosos que pidan nuestra cooperacin y ayuda. La lepra ha sido siempre smbolo del pecado. Las enfermedades morales son una ruptura con nuestra conciencia y con la comunidad eclesial. El Jordn ha sido tambin smbolo del bautismo. Es el ro de la prueba querida por Dios. San Juan Bautista bautiz en el Jordn. Cristo mismo fue all bautizado. El bautismo es el sacramento de la purificacin en la economa de la salvacin. El Salmo 97 nos lleva a cantar al Seor que revela su justicia a las naciones, como lo hizo con Naamn: Cantemos al Seor un cntico nuevo. Ha hecho maravillas. Las hizo a Naamn el sirio y las ha hecho a millones de hombres y mujeres y las seguir haciendo con el bautismo. Esta es la gran victoria del Seor. Se acord de su misericordia y su fidelidad en favor de Israel y de todo el mundo. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. 2 Timoteo 2,8-13: Si perseveramos, reinaremos con Cristo. El continuo recuerdo agradecido del amor con que Cristo se ha inmolado por nosotros constituye la vivencia ms entraable y segura de la fe cristiana. A lo largo de la historia de la Iglesia son muchos los pastores de almas que han sufrido persecucin por ser fieles a su misin, pero ellos nada temieron, como no temi San Juan Crisstomo cuando tuvo que ir al destierro por cumplir con su deber de patriarca de Constantinopla. As lo expuso en su Homila de despedida de sus fieles: Para m, los males de este mundo son despreciables y sus bienes son irrisorios. No temo la pobreza ni ambiciono la riqueza; no temo la muerte ni anso vivir sino para vuestro provecho. Lucas 17,11-19: No ha vuelto ms que este extranjero para dar gloria a Dios? La ingratitud y el olvido ante Jesucristo evidencian en nosotros una fe formalista, que puede llevarnos a olvidar que su Corazn es tambin sensible a la gratitud o a la ingratitud de los hombres. Comenta San Agustn: No perdis la esperanza. Si estis enfermos, acercaos a l y recibid la curacin... Los que estis sanos dadle gracias y los que estis enfermos corred a l para que os sane... Retened esto y

perseverad en ello. Que nadie cambie; que nadie sea leproso. La doctrina inconstante, que cambia de color, simboliza la lepra de la mente. Tambin sta la limpia Cristo. Quiz pensaste distintamente en algn punto, reflexionaste y cambiaste para mejor tu opinin, y de este modo lo que era variado, pas a ser de un nico color. No te lo atribuyas, no sea que te halles entre los nueve que no le dieron gracias. Slo uno se mostr agradecido; los restantes eran judos; l, extranjero, y simbolizaba a los pueblos extraos. A l, por tanto, le debemos la existencia, la vida y la inteligencia; a l debemos el ser hombres, el haber vivido bien y el haber entendido con rectitud (Sermn 176,6). La accin de gracias que realizamos en la Eucarista debe prolongarse a toda nuestra vida. En gratitud permanente hemos de vivir la fe y transmitirla por todos los medios que est a nuestro alcance. Lunes Aos impares Romanos 1,1-7: Por Cristo recibi Pablo el don de hacer que los gentiles respondan a la fe. Los Padres insisten siempre en lo esencial de la fe cristiana. As San Ignacio de Antioqua: Yo glorifico a Jesucristo, Dios, que es quien hasta tal punto os ha hecho sabios; pues muy bien me di cuenta de cun apercibidos estis de fe inconmovible, bien as como si estuvierais clavados en carne y espritu sobre la cruz de Cristo, y qu afianzados en la caridad por la sangre del mismo Jesucristo. Y es que os vi llenos de certidumbre en lo tocante a nuestro Seor, el cual es, con toda verdad, del linaje de David, segn la carne (Rom 1,2-3), Hijo de Dios segn la voluntad y poder de Dios, nacido verdaderamente de una Virgen, bautizado por Juan, para que por l fuera cumplida toda justicia (Mt 3,15) (Carta a los fieles de Esmirna 1,1). El Salmo 112 es una invitacin a la alabanza divina. El Seor es el Dios trascendente que sobrepasa en grandeza a todos los pueblos, y su trono se eleva sobre todo lo creado. Pero esa trascendencia divina es misericordiosa y se abaja hasta los humildes para salvarlos. Por eso lo alabamos ms intensamente. Su nombre es bendecido ahora y por siempre. De la salida del sol hasta el ocaso alabado sea el nombre del Seor, ahora y por siempre. l se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre el cielo. Quin como el Seor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar el cielo y la tierra? El Seor, verdaderamente, levant del polvo al desvalido, alz de la basura al pobre, que es toda la humanidad, con la evangelizacin de su Hijo, que se prolong en los Apstoles y en toda la Iglesia. Aos pares Glatas 4,22-24.26-27.315,1: Somos hijos de la libre. La Iglesia de Jesucristo est simbolizada en Sara. Fuente de libertad humana es la redencin realizada por Jesucristo, que nos libr del pecado, de la muerte y del Maligno. San Juan Crisstomo comenta: Dnde est la figura de Sara? La Jerusaln de arriba es libre. Por lo tanto, los nacidos de sta no son esclavos. Agar era la figura de la Jerusaln terrestre, lo que resulta evidente por el monte que lleva su mismo nombre [el Sina]. La Iglesia, en cambio, es figura de la Jerusaln celeste. El Apstol, sin embargo, no se detiene en las prefiguraciones, sino que presenta a Isaas como prueba de sus palabras. As, despus de haber dicho que la Jerusaln de arriba es nuestra madre y tras denominar de este modo a la Iglesia, cita al profeta que emite el mismo juicio que l (Is 54,1)... Vuelve una y otra vez a esos argumentos deseoso de demostrar que lo sucedido no era reciente, sino que estaba dispuesto desde el principio, desde hace mucho tiempo. Cmo no va a ser absurdo que personas escogidas desde hace tanto tiempo y que han obtenido la libertad, voluntariamente se sometan al yugo de la esclavitud? Apunta con estas palabras otro motivo que les persuada a permanecer en la recta doctrina (Comentario a la Carta a los Glatas 4,22-24. 26-27). El Salmo 112 es como un Magnificat. Dios descendi hasta la Virgen Mara. De Ella naci el Redentor, sin perder nada de sus trascendencia o de su divinidad, para hacer la obra excelentsima

de elevar hasta l a la pobre humanidad, esclava del pecado, del Maligno y de la muerte. Todo esto nos hace elevar a Dios la ms excelente de las alabanzas, unidos a Cristo, el Seor, por los inmensos beneficios que nos ha otorgado. Lucas 11,29-32: El signo de Jons. Los paganos se levantarn contra los contemporneos de Jess, que no quisieron creer en l. Escribe San Ambrosio: Este es el contenido del misterio. Por lo dems, el signo de Jons, puesto como tipo de la pasin del Seor, nos atestigua la gravedad de los pecados cometidos por los judos. Podemos, por tanto, darnos cuenta a la vez del orculo de la majestad y de su signo de la bondad, pues el ejemplo de los ninivitas anuncia el castigo y al mismo tiempo ofrece el remedio. Por eso, aun los judos pueden esperar el perdn, si quieren hacer penitencia (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VII,97). El verdadero creyente, sin despreciar la funcin que desempean los milagros, no se fija tanto en ellos cuanto en la misma persona de Jesucristo, en el que ve la manifiesta intervencin de Dios en la historia de los hombres. Cristo muerto y resucitado. sa es la realidad del signo dado por Cristo en la plenitud de los tiempos. Martes Aos impares Romanos 1,16-25: Conociendo a Dios, no le han dado los hombres la gloria que mereca. Por la creacin se puede conocer a Dios; pero los hombres dan culto a la criatura, en vez de darlo al Creador. Comenta San Agustn: Los sabios gentiles, los ms excelentes entre ellos, investigaron la naturaleza, y por las obras conocieron al Creador. No escucharon a los profetas, ni recibieron la ley, pero Dios les hablaba, en cierto modo sin palabras, mediante las obras del mundo hecho por l. La belleza del mundo los invitaba a buscar al Artfice de las cosas; nunca pudieron pensar que el cielo y la tierra existieron sin haberlo hecho nadie... Por qu son inexcusables? Porque conociendo a Dios, no lo glorificaron... Cual si fuesen grandes sabios, convirtieron en dioses propios a animales mudos e irracionales... Ve hasta dnde llegaron. Grande fue la altura adonde los condujo su bsqueda, pero idntica fue la profundidad donde los sumergi su cada: el hundimiento es tanto ms grande cuanto mayor es la altura desde que se cae (Sermn 241,1-3). Escogiendo el Salmo 18 como responsorial, se nos invita a glorificar a Dios por medio de las criaturas: El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos; el da al da le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregn y hasta los lmites del orbe su lenguaje. Los santos descubren en la creacin las huellas de Dios de una forma inefable, hasta tal punto que por ella se elevan a una contemplacin mstica. La creacin es para ellos como un libro abierto, que proclama sin cesar la gloria de Dios. Aos pares Glatas 4,31-5,6: Lo que vale es la fe activa por la caridad. Hay que guardar la libertad que nos ha ganado Cristo. Comenta San Agustn este pasaje paulino: Distingamos cul es nuestra fe... Qu clase de fe hemos de tener? La que obra por el amor y espera lo que Dios promete. Nada ms exacto, nada ms perfecto que esta definicin. Hay, pues, tres cosas. Es preciso que aquel en quien existe la fe, que obra por amor, espere lo que Dios promete. Compaera de la fe es, pues, la esperanza. La esperanza es, por tanto, necesaria mientras no vemos lo que creemos, no sea que al no verlo desfallezcamos de desesperacin. Nos entristece el no ver, pero nos consuela el esperar. Existe, pues la esperanza y es compaera de la fe. Y despus la caridad, el amor, por el que deseamos, por el intentamos alcanzar la meta, por el que nos enardecemos y por el que sentimos hambre y sed (Sermn 53,11).

El Salmo 118 nos ayuda a meditar: Seor, que me alcance tu favor, tu salvacin, segn tu promesa. No quites de mi boca las palabras sinceras, porque yo espero en tus mandamientos. Cumplir sin cesar tu voluntad, por siempre jams. Andar por un camino ancho, buscando tus decretos. Sern mi delicia tus mandatos, que tanto amo. Levantar mis manos hacia ti, recitando tus mandatos. Y el mayor de todos es la caridad. Lucas 11,37-41: Dad limosna de lo de dentro, y lo tendris limpio todo. No alcanzamos la santidad con solo prcticas externas, sino por una verdadera transformacin interior. Comenta San Agustn: El Seor Jess, hablando de los fariseos, adverta a sus discpulos que no creyesen que la justicia se hallaba en la limpieza del cuerpo. Los fariseos se lavaban todos los das antes de cualquier comida, como si el lavado diario pudiera limpiar el corazn... Este pedir una conciencia buena lo rechazaban los fariseos y por ello lavaban lo exterior, permaneciendo interiormente en la iniquidad... Se ha alabado la limosna; practicadla y experimentadla... Qu significa hacer limosnas? Practicar la misericordia... Comienza por ti... Tu alma mendiga ante tus puertas; entra en tu conciencia. Si vives mal, si vives como un infiel, entra en tu conciencia y all encontrars a tu alma pidiendo limosna... Tu primera limosna sea para ella (Sermn 106,4). Mircoles Aos impares Romanos 2,1-11: Cada cual habr de responder por su obras. Dios juzga a todos, tanto a los judos como a los paganos. San Gregorio Magno dice: Todo pecador debe reflexionar atentamente, a fin de que, quien ha sido enviado a levantar a los cados, no caiga l mismo con ellos en la obra perversa y le hiera esta sentencia de San Pablo que dice: en lo que condenas a otro te condenas a ti mismo (Rom 2,1) (Homila 1,9, sobre Ezequiel). Y San Agustn: Dos son los peligros: uno, el que omos de boca del profeta y otro el que avis el Apstol. En efecto, contra quienes perecen por desesperacin, cual si fueran gladiadores destinados a morir de espada, anhelando placeres y viviendo en la maldad y despreciando sus almas como ya condenadas sin remisin, repiten lo que ellos se dicen: nuestras maldades pesan sobre nosotros y nos consumimos en nuestros pecados. Cmo podremos vivir? (Ez 33,10). Pero otra cosa es lo que dice el Apstol: o es que despreciis las riquezas de su bondad, misericordia y longanimidad? (Rom 2,4) (Sermn 339,3). Con el estribillo: t, Seor, pagas a cada uno segn sus obras, cantamos el Salmo 61: Solo en Dios descansa mi alma, porque de l viene la salvacin; solo l es mi Roca y mi salvacin, mi alczar, no vacilar. Descansa solo en Dios, alma ma, porque l es mi esperanza; solo l es mi Roca y mi salvacin, mi alczar, no vacilar. Pueblo suyo, confiad en l, desahogad ante l vuestro corazn, que Dios es nuestro refugio. Magnfica revelacin que, en su aparente simplicidad, sera capaz de renovar la vida del hombre y del mundo: que el Todo-poderoso es bueno, y que el Todobondad es poderoso. Por eso, hemos de tener confianza absoluta en l. Aos pares Glatas 5,18-25: Los que son de Cristo han crucificado las pasiones de su carne. Comenta San Agustn: Jzguese el hombre espontneamente respecto a estas cosas [las que seala San Pablo en Gal 5,19-21], mientras an le es posible, y mejore sus costumbres, no sea que cuando ya no pueda hacerlo, sea juzgado por el Seor, aunque no quiera. Y aunque l mismo profiera contra s la sustancia de una medicina dursima, pero medicina siempre, presntese a los obispos, a los que administran las llaves de la Iglesia. Y como quien comienza ya a ser un buen hijo, guardando el

orden de los miembros maternos, recibe la medida de la satisfaccin de los ministros de los sacramentos. As, ofreciendo con devocin y splica el sacrificio de un corazn contrito, cumple lo que solo le servir a l personalmente para recibir la salud, y que tambin servir de ejemplo para los otros (Sermn 351, 9). Con el Salmo 1 decimos: Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impos, ni entra por la senda de los pecadores... Ser como un rbol al borde de la acequia, da fruto en su sazn, y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. No as los impos, no as, sern paja que arrebata el viento, porque el Seor protege el camino de los justos, pero el camino de los impos acaba mal. Lucas 11,42-46: Condenaciones a los fariseos. Comenta San Ambrosio: Todo este pasaje resulta de una gran belleza y nos invita a buscar la sencillez, mientras condena las cosas superfluas y terrenas de los judos, los cuales, precisamente por juzgar las cosas de la Ley segn la letra, no sin razn son comparados a la copa de vidrio y del plato, modelo de fragilidad; ellos observan aquellas cosas que para nosotros no son de utilidad alguna y, sin embargo, descuidan aquellas otras en las que est puesto el fruto de nuestra esperanza; y por eso cometen un gran pecado por despreciar aquello que es ms perfecto... Condena este pasaje en pocas palabras las numerosas deficiencias de aquellos que aplican todo su esmero en pagar los diezmos, aun de los frutos ms insignificantes, y no tienen cuidado alguno con respecto al juicio futuro y carecen del ms elemental amor a Dios (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VII,102). Jueves Aos impares Romanos 3,21-30: Justificacin por la fe. No es el cumplimiento de las obras de la ley lo que merece, tanto para los paganos cuanto para los judos, el don gratuito de la justificacin, sino la fe en Cristo. As lo predica San Juan Crisstomo: Tambin la primera venida [de Cristo] fue por causa de la justicia. Cmo? Antes de la primera venida estaba la ley natural, los profetas, la ley escrita, la doctrina, miles de promesas, signos, castigos y otras muchas cosas de las que haba que pedir cuenta. Y, con todo, como era clemente, no examina, sino que manifiesta en todo su misericordia. Si hubiera examinado, todos habran sido condenados, pues todos pecaron y estn privados de la gloria de Dios (Rom 3,23) (Homila 28,1, sobre el Evangelio de San Juan). Con el Salmo 129 decimos: Del Seor viene la salvacin, la misericordia, la redencin copiosa. El pecador arrepentido grita desde lo hondo al Seor y l lo escucha, estn sus odos atentos a la voz de su splica. Pero el pecador piensa: si el Seor lleva cuenta de los delitos, quin podr resistir? Pero el Seor es misericordioso, de l procede el perdn y as infunde respeto, ms an, amor intenso. Esperemos en el Seor, esperemos en su Palabra, aguardemos al Seor. Aos pares Efesios 1,1-10: Fuimos elegidos en la persona de Cristo antes de crear el mundo. Gratitud inmensa de San Pablo por cuanto ha obrado el Seor en favor de los cristianos: su eleccin, su predestinacin, su redencin. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos. San Agustn exhorta al agradecimiento: Quien hace el bien con sus manos, alaba al Seor, y quien lo confiesa con la boca, alaba al Seor. Albale con la boca, y albale con las obras (Comentario al Salmo 91,2). Y San Juan Crisstomo: Si Dios nos ha honrado con una infinidad de beneficios, es gracias a su amor y no al valor de nuestros mritos. Nuestro fervor y nuestra fuerza, nuestra fe y nuestra unidad son fruto de la benevolencia de Dios y de nuestra correspondencia a su bondad... Ved que Pablo no dice que esta gracia nos ha sido dada sin ningn fin, sino que nos ha sido dada para hacernos agradables y

amables a sus ojos, una vez purificados de nuestro pecados... Desgarradas estaban todas las cosas celestiales de las terrestres, no tenan cabeza... Y puso como nica Cabeza de todas las cosas, de los ngeles y de los hombres, a Cristo segn la carne. Esto es, dio un solo principio a los ngeles y a los hombres...; pues se har la unidad, la precisa y perfecta unin, cuando todas las cosas, teniendo un vnculo necesario que procede de lo alto, sean reunidas bajo una sola Cabeza (Comentario a la Carta a los Efesios 1,1-10). El Salmo 97 canta al Seor porque ha hecho maravillas con nosotros. El Seor da a conocer su victoria, su santo brazo... Se acord de su misericordia, de su fidelidad en favor no solo de la casa de Israel, sino de todo el mundo. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Por eso aclamamos al Seor, gritamos, vitoreamos... Suenen los instrumentos, con clarines y trompetas, aclamemos al Rey y Seor. l nos ha elegido en la persona de Cristo antes de crear el mundo. Ha hecho maravillas. Hemos recibido la redencin, el perdn de los pecados. Todo esto eclipsa las maravillas del Antiguo Testamento. Lucas 11,47-54: Jesucristo hace un gran reproche: se le pedir cuenta a esta generacin. Lo dice con ocasin de que los escribas y fariseos acrecientan su oposicin. Y comenta San Ambrosio: En realidad este pasaje resulta una condenacin perfecta de la supersticin de los judos, los cuales, construyendo los sepulcros de sus profetas, condenaban los hechos de sus padres, y atraan sobre s mismos la sentencia de condenacin. En efecto, con la edificacin de los sepulcros de los profetas pregonaban el crimen de aquellos que los haban matado, e imitando sus acciones, se declaraban herederos de la iniquidad paterna (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VII,106). Viernes Aos impares Romanos 4,1-8: La fe de Abrahn, modelo de la fe del cristiano. Abrahn fue tenido por justo en razn de su fe, don gratuito de Dios. Comenta San Agustn: Contra quienes dicen que Dios es bueno y misericordioso, y que no dejar que se pierda muchedumbre tan grande, salvando a unos pocos..., contra stos dice el Apstol: ignoras que la paciencia de Dios es para llevarte a la penitencia? T, en cambio, de acuerdo con la dureza e impenitencia de tu corazn, te atesoras ira para el da de la ira y de la revelacin del justo juicio de Dios, que recompensar a cada uno segn sus obras (Rom 2,4-6) (Sermn 339,3). El Salmo 31 nos hace ver esa justicia de Dios: Dichoso el que est absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien Dios no le apunta su delito. Hemos pecado, Seor, lo reconocemos, no hemos encubierto nuestro delito. Confesamos nuestra culpa y t nos has perdonado. Todo esto es un motivo grande para la alabanza divina, para gozar en el Seor y aclamarlo con un corazn agradecido. Aos pares Efesios 1,11-14: Somos marcados con el Espritu Santo. El Apstol contempla, como una nueva bendicin divina, la realizacin concreta en la historia del misterio que es fruto de la Redencin de Jesucristo. Ensea San Basilio: Por Jesucristo se nos da la recuperacin del paraso, el ascenso al reino de los cielos, la vuelta a la adopcin de hijos, la confianza de llamar Padre al mismo Dios, el hacernos consortes de la gracia de Cristo, el ser llamados hijos de la Luz, el participar de la gloria del cielo; en una palabra, [por Cristo] encontramos una total plenitud de bendicin tanto en este mundo como en el venidero... Si la prenda es as, cmo ser el estado final? Y si tan grande es el comienzo, cmo ser la consumacin de todo? (Sobre el Espritu Santo 15,36). Con el Salmo 32 cantamos alborozados que somos el pueblo que el Seor se escogi como heredad. Todos juntos, judos y gentiles. Dios no niega a nadie la salvacin. Aclamemos al Seor

con la ctara, toquemos en su honor el arpa de diez cuerdas. La palabra del Seor es sincera y todas sus acciones son leales. l ama la justicia y el derecho y su misericordia llena la tierra. Dichosa la nacin cuyo Dios es el Seor, el pueblo que l se escogi como heredad. Dichoso, pues, el mundo, pues Dios quiere hacerse Padre de todos, y a todos vino a salvar Jesucristo, que nos ama entraablemente. Lucas 12,1-7: Ni de un gorrin se olvida Dios. La Providencia divina todo lo dirige, hasta lo mnimo, con sabidura y amor. Comenta San Ambrosio: El Seor inspira una disposicin de simplicidad, y robustece el valor del alma, ya que la fe sola titubea. l la fortifica con realidades humildes; porque si Dios no se olvida de las aves, cmo podr olvidarse de los hombres? Y si la majestad de Dios es tan grande y tan eterna que ni uno solo de los pjaros, ni el nmero de los cabellos de nuestra cabeza no existe sin conocerlo Dios, qu indigno resulta creer que este Seor, que atiende con solicitud a lo ms pequeo, no se acuerde de los corazones de sus fieles o los desprecie! (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VII,109 y 111). Sbado Aos impares Romanos 4,13-16.18: Apoyado en la esperanza, crey contra toda esperanza. La promesa hecha a Abrahn fue por su fe. Por eso lleg a convertirse en padre de muchas naciones, es decir, de todos los cristianos, tanto procedentes del judasmo, cuanto de la gentilidad. La Ley no se dio hasta varios siglos ms tarde. Dice San Juan Crisstomo: Abrahn crey y esper contra toda esperanza; esto es, contra toda esperanza humana, puso en Dios su esperanza, y sta todo lo puede y todo lo vence (Libro IV sobre los que se escandalizan). Y en otro lugar: Si deseamos tener bien radicada la fe, es necesario que sea puro nuestro modo de vivir: ste mantiene el espritu que da toda la fuerza a la fe. Verdaderamente, es imposible que no vaciles en la fe si tu vida es impura. No hay duda de los que hablan de la fatalidad, burlndose, y no creen a las saludables palabras acerca de la resurreccin, se precipitan en este abismo de incredulidad por su mala conducta y depravadas costumbres (Sermn 6 sobre el terremoto, 16). El Salmo 104 nos ayuda a decir: l se acuerda de su alianza eternamente. Estirpe de Abrahn, su siervo, hijos de Jacob, su elegido! El Seor es nuestro Dios. l gobierna toda la tierra... Se acuerda de la palabra dada, por mil generaciones, de la alianza sellada con Abrahn, del juramento hecho a Isaac... Porque se acordaba de la palabra sagrada dada a su siervo Abrahn, sac a su pueblo con alegra, a sus escogidos con gritos de triunfo. Todo esto nos atae tambin a nosotros. Somos los herederos de las promesas hechas a Abrahn... somos descendientes suyos por la fe. Si sois de Cristo, sois descendientes de Abrahn segn la promesa (Gal 3,29). Aos pares Efesios 1,15-23: Cristo, Cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo mstico. Seamos iluminados con la Luz de Dios para conocer lo ms profundamente posible la obra que Dios ha llevado a cabo en nuestro favor. Comenta San Agustn: Volvamos los ojos a nosotros mismos y consideremos que nosotros somos su Cuerpo y l es nosotros; porque si nosotros no furamos l, no sera verdad lo que dijo: lo que hicsteis a uno de estos mis pequeuelos a M lo hicsteis (Mt 25,40). Si nosotros no furamos l no sera verdadero lo de Saulo, Saulo, por qu me persigues? (Hch 9,4). Luego nosotros somos l, porque somos sus miembros, porque somos su Cuerpo, por ser l nuestra Cabeza; por ser el Cristo total: la Cabeza y el Cuerpo (Ef 1,22) (Sermn 133,8). Dios dio a Cristo el mando de todas las obras de sus manos. El hombre ha llegado a ser en Cristo el verdadero seor del universo. Todo fue creado por l y para l. Con el Salmo 8 cantamos al Seor, Dueo nuestro, y le decimos: qu admirable es tu nombre en toda la tierra! Ensalzaste tu

majestad sobre los cielos; de la boca de los nios de pecho has sacado una alabanza. Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, qu es el hombre para que te acuerdes de l, el ser humano para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ngeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos. Esto es el hombre, y ms an con la gracia de Jesucristo y en Jesucristo, que es su Cabeza y nosotros su Cuerpo. Lucas 12,8-12: El Espritu Santo os ensear lo que tenis que decir. Hemos de proclamar con plena confianza nuestra fe ante quienes nos acusan. No tenemos por qu temer a nadie, pues el mismo Espritu Santo nos ensear lo que tenemos que decir. As ha sucedido siempre en la Iglesia, como nos lo muestra la historia de las persecuciones en todos los tiempos. l nos ilumina y no debemos eclipsar esa luz con nuestro amor propio, con la autosuficiencia, con la vanidad y el orgullo, sino que debemos, con toda humildad y sencillez, esperar el momento de la gracia de Dios en nuestras almas que, ciertamente, llegar con todo su esplendor. Oigamos a San Agustn: Con todo, tengo que deciros, hermanos mos, lo siguiente: quienquiera que seas, comienza a vivir cristianamente, y mira si no te lo echan en cara, precisamente aquellos cristianos que solo lo son de nombre, pero no cristianos por su vida y costumbres. Nadie se da cuenta de ello, sino quien ha tenido que experimentarlo. As, pues, fjate, considera lo que oyes. Quieres vivir como cristiano? Quieres seguir los pasos de tu Seor? Se te echa en cara eso mismo, comienzas a avergonzarte y te echas atrs. Has perdido el camino... Si quieres caminar por el camino del Seor, pon tu esperanza en Dios, incluso en presencia de los hombres, es decir, no te avergences de tu esperanza (Comentario al Salmo 30,11,7).

Semana 29 Domingo Entrada: Yo te invoco porque t me respondes, Dios mo; inclina el odo y escucha mis palabras. Gurdame como a la nia de tus ojos, a la sombra de tus alas escndeme (Sal 16,6.8). Colecta (del Gelasiano y Gregoriano): Dios todopoderoso y eterno, te pedimos entregarnos a ti con fidelidad y servirte con sincero corazn. Ofertorio (del Veronense): Concdenos, Seor, ofrecerte estos dones con un corazn libre, para que tu gracia pueda purificarnos en estos misterios que ahora celebramos. Comunin: Los ojos del Seor estn puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre (Sal 32,18-19), o bien: El Hijo del Hombre ha venido para dar su vida en rescate por muchos (Mc 10,45). Postcomunin (del Veronense y del Gregoriano): La participacin frecuente en la Eucarista nos sea provechosa, Seor, para que disfrutemos de tus beneficios en la tierra y crezca nuestro conocimiento de los bienes del cielo. CICLO A El poder temporal de los hombres est o debe estar al servicio del Seor. De l viene la autoridad y la debemos respetar (lecturas primera y tercera). San Pablo agradece al Seor la gracia de estar al servicio de la fe, la esperanza y la caridad. El verdadero cristiano, ante cualquier situacin conflictiva, sabe adoptar un actitud de testimonio integral: trascendente, temporal y solidario a un mismo tiempo. En su convivencia con los hermanos en el tiempo hay en l siempre una esperanza responsable hacia la eternidad!

Isaas 45,1.4-6: Llev de la mano a Ciro para doblegar ante l las naciones. La Providencia salvfica de Dios hace que la misma autoridad humana, aun la pagana o increyente, pueda servir a sus planes de salvacin sobre sus elegidos. Dios est siempre por encima de la historia, rigiendo misteriosamente los destinos de la humanidad. Dios se sirve del poder humano para castigar y para salvar. Para lo primero emplea a Nabucodonosor, que lleva los israelitas al destierro; y para darles la libertad se sirve ahora de Ciro, rey de Persia. El pueblo de Dios no ha sido elegido para la guerra, sino que est destinado a una obra de paz. Sobre los intereses humanos est la voluntad suprema de Dios. Con el retorno de Babilonia se abre para los israelitas uno de los perodos ms intensos de su vida espiritual, durante el cual se ponen las bases para la historia futura del pueblo elegido. Por eso se aclama la grandeza de Dios, que es el Todo Otro. Lo hacemos tambin nosotros con el Salmo 95: Aclamad la gloria y el poder del Seor. Cantemos al Seor un cntico nuevo... Contemos a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas la naciones... Los dioses de los gentiles son apariencia. Slo l hizo el cielo y cuanto existe. Familias de los pueblos, aclamad al Seor... Postraos ante el Seor en el atrio sagrado. 1 Tesalonicenses 1,1-5: Recordamos vuestra fe, esperanza y caridad. Por la fe viva y la esperanza filial, bajo la accin del Espritu Santo, los cristianos estn llamados a ser en el mundo testigos autnticos del Misterio de Cristo, el Salvador. Y es que la fe se ha de reflejar en el comportamiento, porque la fe sin obras est muerta, como dice Santiago (2,26). Es la enseanza de San Juan Crisstomo: La creencia y la fe se prueban por las obras; no diciendo que se cree, sino con acciones reales, cumplidas con perseverancia y con un corazn encendido de amor (Homila sobre I Tes. 1,1-5). La Evangelizacin es obra del Espritu Santo. El Espritu del primer Pentecosts de la historia cristiana sigue vivificando la vida de la Iglesia y alentando a los apstoles y misioneros, para que encuentren en Dios Padre y en Cristo su principio generador y su ambiente vital, a fin de vivir en la fe, la esperanza y la caridad. En todo esto reconocemos que la llamada al Cristianismo es siempre una eleccin que Dios hace y un don que l otorga. Eso nos muestra la solicitud particularsima de Dios por la salvacin de todos los hombres que, de suyo, ningn mrito tienen para alcanzarla. Colaboremos, pues, fielmente con la gracia de Dios. Mateo 22,15-21: Dad al Csar lo que es del Csar, y a Dios lo que es de Dios. El cristiano, peregrino de Dios hacia la eternidad, es ante las estructuras humanas un testigo consciente de la Providencia del Padre, que rige la vida humana mediante la condicin solidaria y jerarquizada de los propios hombres. El cristiano, dando culto solo a Dios, ha de perfeccionar por la gracia en s mismo la imagen divina. Comenta San Agustn: Adorando la imagen del hombre que hizo el Artfice, quebrantas la imagen de Dios, que Dios imprimi en ti mismo. Por tanto, cuando te llame para que vuelvas, quiere devolverte aquella imagen que t, estropendola con la ambicin terrena, perdiste y oscureciste. De aqu procede, hermanos, el que Dios busque su imagen en nosotros. Esto fue lo que record a aquellos judos que le presentaron una moneda... Conoci que le tentaban; conoci, por as decir, la verdad de la falsedad, y con pocas palabras dej al descubierto la mentira procedente de la boca de los mentirosos. No emiti la sentencia contra ellos por su boca, sino que dej que ellos mismos la emitieran contra s... Como el Csar busca su imagen en su moneda, as Dios busca la suya en tu alma. Da al Csar, dice, lo que es del Csar. Qu te pide el Csar? Su imagen. Qu te pide Dios? Su imagen. Pero la del Csar est en la moneda, la de Dios est en ti. Si alguna vez pierdes una moneda, lloras porque perdiste la imagen del Csar; y no lloras cuando, adorando un dolo, sabes que ests destrozando la imagen de Dios que hay en ti? (Sermn 113,A,7-8).

CICLO B Compartir los sufrimientos de Cristo para compartir su triunfo. No ser servido, sino servir. Todo esto fue profetizado en el Siervo doliente de Isaas. Jess, Sumo Sacerdote, intercede por nosotros. Sigue sirviendo a los hombres desde el cielo. La Sagrada Eucarista es la reactualizacin sacramental del sacrificio redentor de Cristo en la Cruz, inmolado solidariamente por la salvacin de todos los hombres. La Iglesia contina su obra evangelizadora en un inmenso servicio a la humanidad. No obstante hoy hay ms de cuatro mil millones de hombres que an no conocen a Cristo. Isaas 53,10-11: Cuando entregue su vida como expiacin, ver su descendencia, prolongar sus aos. El cuarto cntico de Isaas sobre el Siervo de Dios nos presenta la semblanza de Jesucristo, machacado por nuestras maldades, reparador de los pecados de todos. Nos hace contemplar la soledad doliente del Siervo. Pero no est en realidad solo, porque sobre l desciende la voluntad del Seor. No lo est tampoco, en cuanto que se hace solidario con los dems. En su dolorosa soledad se une a los hombres. El Siervo ser el hombre de la alianza. Con esta idea se comprende mejor el valor de la suerte del Siervo y el sentido positivo de su ofrenda sacrificial. La alianza es un acontecimiento de encuentro lacerante entre Dios y el hombre, entre el Santo y el pecador rebelde, para salvar a ste de su pecado, de su rebelda. Con el Salmo 32 pedimos que la misericordia del Seor venga sobre nosotros como lo esperamos de l. Y confesamos con gozo que los ojos del Seor estn puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. Hebreos 4,14-16: Acerqumonos con seguridad al trono de la gracia. Cristo es el nico y eterno Sacerdote, glorificador del Padre y Salvador de todos los hombres. l es el Mediador perfecto. Escribe Teodoreto de Ciro: Los que haban credo sufran por aquel entonces una gran tempestad de tentaciones; por eso el Apstol los consuela, enseando que nuestro Sumo Pontfice no solo conoce en cuanto Dios la debilidad de nuestra naturaleza, sino tambin en cuanto hombre experiment nuestros sufrimientos, aunque estaba exento de pecado. Como conoce bien nuestra debilidad, puede concedernos la ayuda que necesitamos, y al juzgarnos dictar sus sentencia teniendo en cuenta esa debilidad (Comentario a la Carta a los Hebreos 4,14-16). Marcos 10,35-45: El Hijo del Hombre ha venido para dar su vida en rescate por todos. Hemos de vivir en la fe del Hijo de Dios, que nos am y se inmol en reparacin de nuestros pecados (cf. Gal 2,20). Jesucristo libera al hombre entregndose por l. Los cristianos estamos llamados a participar en su actitud oblacional con el servicio recproco y el testimonio, incluso con nuestra propia vida. As lo han hecho multitud de hermanos nuestros y lo siguen haciendo. La semblanza mesinica del Corazn redentor de Jesucristo es presentada como servicio victimal, reparador de los pecados de los hombres. Es la dimensin kentica (humillacin, obediencia, victimacin redentora) del Misterio Pascual. Contemplemos la vivencia sacerdotal profunda del Verbo encarnado: su genuina misin irrenunciable y la razn de ser del mismo misterio de la Encarnacin en carne pasible y sacrificable. Hemos sido beneficiados por el sacrificio de Cristo. Somos nosotros los que hemos de irradiarlo en todas partes, a toda criatura. Existen millones de hermanos nuestros que no lo conocen an. No puede esto dejarnos indiferentes, sino que con nuestra oracin, con nuestra palabra, con nuestra propia vida y con nuestros sacrificios hemos de proclamarlo en todo momento. Marcos 10,35-45: Peticin de los hijos del Zebedeo. Comenta San Agustn: Escuchaste en el Evangelio a los hijos del Zebedeo. Buscaban un lugar privilegiado, al pedir que uno de ellos se sentase a la derecha de tan gran Padre y el otro a la izquierda. Privilegiado, sin duda y muy privilegiado era el lugar que buscaban; pero, dado que descuidaban el por dnde, el

Seor retrae su atencin del adnde queran llegar, para que la detengan en el por dnde han de caminar. Qu les responde a quienes buscaban lugar tan privilegiado? Podis beber el cliz que yo he de beber? Qu cliz sino el de la pasin, el de la humildad, bebiendo el cual y haciendo suya nuestra debilidad, dice al Padre: Padre, si es posible pase de m este cliz? l se pone en lugar de quienes rehusaban beber ese cliz y buscaban el lugar privilegiado... Buscis a Cristo glorificado; acercaos a l crucificado... sta es la doctrina cristiana, el precepto y la recomendacin de la humildad: no gloriarse a no ser en la cruz de nuestro Seor Jesucristo (Gal 6,14) (Sermn 160,5). CICLO C La oracin perseverante alcanza todo lo que necesitamos (lecturas primera y tercera). La fe que recibimos en el bautismo ha de ser alimentada con la lectura de la Palabra de Dios. As estaremos siempre dispuestos a irradiarla por todas partes (segunda lectura). La oracin, como permanente vivencia de la confianza y esperanza en Dios, nuestro Padre, es el modo ms autntico de vivir nuestro quehacer cotidiano conforme a su Voluntad divina y nuestro destino de salvacin. La medida de la fidelidad a Dios se da en el cristiano, ante todo, por la constancia y la hondura de su vida de oracin filial. xodo 17,8-13: La oracin de Moiss obtuvo la victoria. La proteccin divina nos es siempre necesaria, pues sin ella de poco vale el propio esfuerzo humano. La oracin constante es la que garantiza el sentido cristiano de nuestra vida y de nuestra lucha por la salvacin. Moiss aparece en la Escritura como el gran intercesor. Dice Orgenes: Estas son las dos obras del pontfice: aprender de Dios, leyendo las Escrituras divinas y meditndolas frecuentemente, y ensear al pueblo. Pero que ensee las cosas que l aprende de Dios, no las de su propio parecer, ni las opiniones humanas, sino las que ensea el Espritu Santo. Es precisamente lo que hace Moiss: l no va a la guerra, no lucha contra los enemigos. Qu hace? Ora; y mientras l ora, vence el pueblo. Si se cansa y baja las manos, el pueblo es vencido y huye (Ex 17,8-14). Ore, pues, incesantemente el sacerdote de la Iglesia, para que el pueblo que le est encomendado venza a los enemigos invisibles, los amalecitas, los demonios que atacan a los que quieren vivir piadosamente en Cristo (Homila 8,6, sobre el Levtico). Con el Salmo 120 continuamos el mismo tema de la oracin: El auxilio me viene del Seor que hizo el cielo y la tierra. Levante mis ojos a los montes. No permitir el Seor que resbale mi pie; l no duerme, ni reposa. Es el guardin de Israel [de la Iglesia, de cada alma cristiana]. El Seor nos guarda en su sombra, est a nuestra derecha. Nos protege de da y de noche, nos guarda de todo mal ahora y siempre. Por eso acudimos a l con toda confianza y vivimos en la paz. 2 Timoteo 3,14-4,2: El hombre de Dios estar perfectamente equipado para toda obra buena. La oracin meditada de la Palabra de Dios nos ayuda en nuestra vida de creyentes y nos mantiene en tensin evanglica para el testimonio cristiano. San Vicente de Lerin ensea: La naturaleza de la religin exige que todo sea transmitido a los hijos con la misma fidelidad con la que ha sido recibido de los padres, y que, adems, no nos es lcito llevar y traer la religin por donde nos parezca, sino que ms bien somos nosotros los que tenemos que seguirla por donde ella nos conduzca (Conmonitorio 5). San Gregorio Magno ensea: Quien se prepara para pronunciar una predicacin verdadera, es preciso que tome de las sagradas Escrituras los argumentos, para que todo lo que hable se fundamente en la autoridad divina (Morales sobre Job 18,26). Y Qu es la Sagrada Escritura sino una carta de Dios omnipotente a su criatura?... Estudia, pues, por favor, y medita cada da las palabras de tu Creador. Aprende lo que es el corazn de Dios,

penetrando en las palabras de ese Dios, para que anheles con ms ardor las realidades eternas y tu alma se encienda en deseos ms vivos de los gozos celestiales (Carta a Teodoro, mdico, 5,31). Lee muy a menudo las divinas Escrituras, o, por decirlo mejor, que nunca la lectura sagrada se te caiga de las manos. Aprende lo que has de ensear, mantn firme la palabra de fe que es conforme a la doctrina, para que puedas exhortar con doctrina sana y convencer a los contradictores (Carta a Nepociano 7). Lucas 18,1-8: Dios har justicia al elegido, que clama a l. La perseverancia en la oracin es la mejor garanta para mantener nuestra fe viva y esperanzada para el da del Seor. Comenta San Agustn: La lectura del santo Evangelio nos impulsa a orar y a creer, y a no apoyarnos en nosotros mismos, sino en el Seor. Qu mejor exhortacin a la oracin que el que se nos haya propuesto esta parbola sobre el juez inicuo?... Si, pues, escuch quien no soportaba el que se le suplicara de qu manera escuchar quien nos exhorta a que oremos?... Si la fe flaquea, la oracin perece. Quin hay que ore si no cree? Por esto el bienaventurado Apstol, exhortando a orar, deca: cualquiera que invoque el nombre del Seor ser salvo. Y para mostrar que la fe es la fuente de la oracin y que no puede fluir el ro cuando se seca el manantial del agua, aade: y cmo van a invocar a Aquel de quien no oyeron? (Rom 10,13-14). Creamos, pues, para poder orar. Y para que no decaiga la fe, mediante la cual oramos, oremos. De la fe fluye la oracin, y la oracin que fluye suplica firmeza para la misma fe (Sermn 115,1). Hemos de vivir en una oracin perseverante, si no queremos frustrar los frutos de las celebraciones litrgicas. Hemos de orar por nosotros, por la Iglesia y por todo el mundo. Lunes Aos impares Romanos 4,20-25: La fe de Abrahn en Dios es modelo para los cristianos. Esa fe le vali ser tenido por Dios como justo. Tambin los cristianos somos justificados por la fe. San Pablo elabora una teologa de la fe, basado en la fe de Abrahn, en la que ve un tercer elemento: la resurreccin de Cristo, o ms exactamente la fe en Aquel que ha resucitado a Jess. Imposible creer en la resurreccin sin el acto previo de confianza y seguridad en el que realiza esos portentos. Cristo no ser conducido como oveja al matadero en favor de los demonios, como lo fue en favor de los hombres; ni se dir para salvacin de ellos: no perdon a su propio Hijo (Is 53,4). Porque los demonios tampoco exclamarn jams: fue entregado por nuestros pecados y resucit para nuestra salvacin (Rom 4,25). Pues Pablo escribe con toda claridad: yo os trasmit segn las Escrituras (1 Cor 15,3), e invoca el testimonio de stas para afirmar por autoridad de ellas lo que es oscuro (Carta Pascual de San Tefilo, en las Cartas de San Jernimo 96,10). De nuevo hallamos el Benedictus, como salmo responsorial: Bendito sea el Seor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo. Nos ha suscitado una fuerza de salvacin que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su alianza y el juramento que jur a nuestro padre Abrahn. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia todos nuestros das. Aos pares Efesios 2,1-10: Nos ha hecho revivir con Cristo y nos ha sentado en el cielo con l. Por el don gratuito de la misericordia divina los cristianos, de cualquier origen que sean, judo o no, se ven libres de sus pecados y reciben la vida en Cristo al participar de su resurreccin. Oigamos a San Agustn:

El Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, ha de estar a la derecha, es decir, en la bienaventuranza, como dice el Apstol: con l nos ha resucitado y hecho sentar en los cielos. Aunque nuestro cuerpo no est all todava, ya tenemos all la esperanza (Sobre la lucha cristiana 26). Y San Zsimo escribe: Por Jesucristo renacemos espiritualmente, pues por l somos crucificados al mundo. Por su muerte se rompe aquella cdula de muerte, introducida en nosotros por Adn y transmitida a toda alma; aquella sentencia cuya pena nos grava por descendencia, a la que no hay absolutamente nadie de los nacidos que no est ligado, antes de ser liberado por el Bautismo (Carta Tractoria 231). Martes Aos impares Romanos 5,12.15.17-19.20-21: Por el pecado de uno entr la muerte en el mundo. San Pablo compara a Cristo con Adn. ste sumi al gnero humano en la muerte por obra de su pecado. Cristo, por el contrario, es la fuente de la gracia, de la justicia y de la vida para todos los hombres. Escribe Tertuliano: Dice el Seor que vino para salvar lo que haba perecido (Mt 18,11). Qu piensas que era lo que haba perecido? El hombre, sin lugar a duda. Todo hombre o parte de l? Ciertamente todo, ya que la transgresin, que fue causa de la muerte del hombre, fue cometida tanto por el impulso del alma con su concupiscencia como por la accin de la carne con su placer. Con ellos se escribi contra todo el hombre el veredicto de culpabilidad, por el que luego tuvo que pagar justamente la pena de muerte. As, pues, tambin el hombre entero ser salvado, ya que el hombre entero cometi el delito... Sera indigno de Dios que devolviera la salud a la mitad del hombre, por decirlo as; vendra a ser menos que los mismos gobernantes de este mundo, que siempre conceden indulto en forma total. Habr que admitir que el diablo es ms fuerte para el mal del hombre, al lograr destrozarlo totalmente, mientras que Dios es ms dbil, ya que no lo restaura en su totalidad? Pero dice el Apstol: donde abund el delito, sobreabund la gracia (Rom 5,20) (La resurreccin de la carne 34). Oramos en el Salmo 39 con las palabras referidas a Cristo en la Carta a los Hebreos: T no quieres sacrificios ni ofrendas y, en cambio, me abriste el odo; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: Aqu estoy como est escrito en el libro para hacer tu voluntad. Cristo fue el cumplimiento personificado de la Voluntad del Padre. Para cumplir la Voluntad del Padre muri en la cruz y de este modo logr expiar y reparar el pecado de la humanidad. Los dems sacrificios quedaron abolidos. Solo el suyo pudo salvar al hombre. Por eso proclamamos su salvacin ante la gran asamblea: Grande es el Seor. Todos buscamos en l la salvacin y en l nos alegramos. Aos pares Efesios 2,12-22: l es nuestra paz: Ha hecho de los dos pueblos una sola cosa. Gentiles y judos son uno en Cristo, y l es la piedra angular de la Iglesia. Escribe San Ireneo: All donde est la Iglesia, est el Espritu de Dios; y all donde est el Espritu de Dios, all est la Iglesia y toda la gracia (Contra las herejas 3,24). Y San Agustn dice: Estos dos pueblos, cual paredes que traen distinta direccin, estaban muy lejos el uno del otro, hasta que fueron conducidos a la piedra angular: Cristo, como ngulo; en l quedan unidos entre s (Sermn 331,1). Y tambin:

Si Cristo es la Cabeza de la Iglesia, el Espritu Santo es su alma. Lo que el alma es en nuestro cuerpo, es el Espritu Santo en el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia (Sermn 187). Y en otra ocasin: La Iglesia vacilar si su fundamento vacila; pero podr vacilar Cristo? Mientras Cristo no vacile, la Iglesia no flaquear jams hasta el fin de los tiempos (Comentario al Salmo 103). Con el Salmo 84 decimos: Dios anuncia la paz a su pueblo. Voy a escuchar lo que dice el Seor: Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos. La salvacin est ya cerca de sus fieles y la gloria habitar en nuestra tierra. La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra y la justicia mira desde el cielo. El Seor nos dar la lluvia, y nuestra tierra dar su fruto. La justicia marchar ante l, la salvacin seguir sus pasos. Lucas 12,35-38: Dichosos nosotros si el Seor, cuando vuelva, nos encuentra en vela. No sabemos la hora justa de ese momento. El cristiano, al igual que el padre de familia avisado o que el buen servidor, no debe dejarse vencer por el sueo, debe velar, es decir, estar en guardia y apercibido para recibir al Seor. La vigilancia caracteriza por tanto la actitud del discpulo que espera y aguarda el retorno de Jesucristo; consiste ante todo en mantenerse en estado de alerta espiritual, y por lo mismo exige el despego de los placeres y de los bienes terrestres. Como es imprevisible la hora de la parusa, hay que estar preparados para el caso en que se haga esperar. Esta vigilancia ha de ejercerse da tras da en la lucha contra el Maligno; por eso hay que orar y ser sobrios. Dichosos los que estn siempre dispuestos a recibir la venida del Seor. Mircoles Aos impares Romanos 6,12-18: Desde el Bautismo, que nos ha unido al Misterio Pascual del Seor, hemos de estar siempre muertos al pecado y vivos para Dios. Ha habido un cambio radical: de esclavos del pecado hemos venido a ser servidores de la justicia. Comenta San Agustn: Nigate a entregar armas a la concupiscencia y brillar tu victoria. Lucha, esfurzate: ningn atleta recibe la corona sin sudor. Vives en estado de competicin, participas en un combate... Si la carne despierta la pasin, ordena el espritu en la castidad; si la carne incita a la ira, imponga tu espritu la misericordia. Si, envuelto en este combate, no pones a disposicin de la concupiscencia rebelde tus miembros, los que fueron en otro tiempo armas de iniquidad al servicio del pecado, se convierten ahora en armas de justicia al servicio de Dios (Sermn 163,A,1). Hemos de ofrecernos a Dios enteros, como hombres que han vuelto a la vida. Por eso todo hemos de emplearlo en servicio del bien. Con el Salmo 123 proclamamos que tenemos nuestro auxilio en el nombre del Seor. Por nosotros solos nada podemos, pero con el Seor tenemos la victoria segura: Si el Seor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, las fuerzas del mal, las pasiones, la concupiscencia... nos hubieran tragado vivos, tanto arda su ira contra nosotros, nos habran arrollado las aguas, llegndonos el torrente hasta el cuello... Bendito el Seor que nos ayud. Hemos salvado la vida como un pjaro de la trampa del cazador; la trampa se rompi y escapamos... Nuestro auxilio es el nombre del Seor, que hizo el cielo y la tierra. Aos pares Efesios 3,2-12: Gracias a Cristo, tambin los gentiles son herederos de la promesa. San Pablo, con gran humildad, afirma que es el ltimo de los apstoles, pero que ha recibido el gran privilegio de revelar el misterio de la vocacin de los gentiles a la herencia divina, lo mismo que los judos. Benedicto XV escribi en 1917: El fin que los predicadores deben proponerse est claramente indicado por San Pablo: Somos embajadores de Cristo (2 Cor 5,20). Todo predicador debe hacer propias estas palabras. Mas, si son embajadores de Cristo en el ejercicio de su misin, tienen la obligacin de atenerse

estrictamente a la voluntad manifestada por Cristo, cuando les confiri el encargo, y no pueden proponerse finalidades diversas de las que l mismo se propuso mientras habit en esta tierra... Por lo tanto, los predicadores han de proseguir estas metas: difundir la verdad enseada por Dios, despertar y acrecentar la vida sobrenatural en quienes los escuchan. En resumen: buscar la salvacin de las almas, promover la gloria de Dios (encclica Humani generis). San Jernimo ensea: Durante los siglos pasados estas riquezas de su bondad estuvieron ocultas en Dios, que es el Creador de todas las cosas. Dnde estn Marcin y Valentn y todos los herejes que afirman que uno es el Creador del mundo, esto es, de lo visible, y otro distinto el Creador de lo invisible?... Pero el Misterio escondido durante siglos puede entenderse de otra manera, en el sentido de que lo ignoraron los propios siglos, es decir, todas las criaturas espirituales y racionales que existieron en esos siglos (Comentario a la Carta a los Efesios 2,3,8-9). Con el texto de Isaas 12 proclamamos, como salmo responsorial: Sacaris aguas con gozo de la fuente de la salvacin. l es mi Dios y Salvador; confiar y no temer; porque mi fuerza y mi poder es el Seor, l fue mi salvador... Dad gracias al Seor, invocad su nombre; contad a los pueblos sus hazaas, proclamad que su nombre es excelso. Taed para el Seor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra, gritad jubilosos, habitantes de Sin: qu grande es en medio de ti el Santo de Israel!. l nos ha llamado a la vida grandiosa de la gracia. Lucas 12,39-48: La vigilancia es propia del pueblo cristiano, y especialmente de sus responsables. Cristo ensea que el tiempo presente se nos ha concedido para hacer mritos con respecto a la vida eterna. Escuchemos a San Gregorio Magno: La misma cualidad de la condicin humana nuestra cunto es ms excelente que todas las otras cosas, porque la razn dada al hombre afirma cunto excede la naturaleza racional a todas las cosas que carecen de vida, de sentido y de razn. Mas, porque cerramos los ojos a las cosas interiores e invisibles, y nos apacentamos de las visibles, honramos muchas veces al hombre no por aquello que l es, sino por lo que puede, y venimos a caer en la acepcin de personas, no por las mismas personas, sino por las cosas que ellas tienen... Mas el Dios todopoderoso examina la vida de los hombres por la sola cualidad de los merecimientos; y muchas veces da mayor pena por donde dio estas cosas mayores, en razn del ministerio y oficio, segn la misma Verdad da testimonio diciendo: al que mucho se le ha dado, mucho se le exigir (Lc 12,48) (Morales sobre Job 25,1). Jueves Aos impares Romanos 6,19-23: Convertos en siervos de Dios. La esclavitud del pecado acaba en la muerte; pero la sumisin a la justicia de Dios produce la santidad y lleva a la vida eterna. Comenta San Agustn: Despojaos del hombre viejo para revestiros del nuevo. El Seor establece un pacto con vosotros. Habis vivido para el mundo, os habis entregado a la carne y a la sangre, habis llevado la imagen del hombre terreno... Llevad en adelante la de Aquel que procede del cielo: es Palabra humana, puesto que la Palabra se hizo carne, y como pusisteis vuestros cuerpos como armas de iniquidad al servicio del pecado, as ahora debis exponerlos como armas de justicia al servicio de Dios (Rom 6,19). Para vuestra ruina, vuestro enemigo se arma con vuestros dardos; para vuestra salvacin, rmese a su vez vuestro Protector con vuestros miembros (Sermn 216,2,). Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Seor, rezamos con el Salmo 1, dichoso el que no sigue el consejo de los impos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunin de los cnicos, sino que su gozo es la Ley del Seor y medita su Ley da y noche. Ser como un rbol plantado al borde de la acequia; da fruto en su sazn y no se marchitan sus hojas y cuanto emprende tiene buen fin. No as los impos, no as, sern paja que arrebata el viento, porque el Seor protege el camino de los justos, pero el camino de los impos acaba mal.

Aos pares Efesios 3,14-21: Ora el Apstol pidiendo que Cristo habite por la fe en nuestros corazones. Comenta San Agustn: Ya ves lo que dice el Apstol: Cristo habita por la fe en vuestros corazones (Ef 3,17). Segn su presencia hermosa y divina, est siempre con el Padre; en cambio, segn la presencia de la fe, est en todos los cristianos. Por eso fluctas, porque Cristo est dormido, es decir, no logras vencer aquellos deseos que se levantan con el soplo de los que persuaden al mal, porque tu fe est dormida. Qu significa que tu fe est dormida? Que est apagada. Qu quiere decir que est apagada? Que te olvidaste de ella. Qu es despertar en ti a Cristo? Despertar la fe, recordar lo que has credo. Haz memoria, pues, de tu fe, despierta a Cristo. Tu misma fe dar orden a las olas que te turban y a los vientos de quienes te persuaden el mal (Sermn 361,7). Cantemos con el Salmo 32 a la misericordia del Seor, que llena la tierra: Aclamad, justos, al Seor que merece la alabanza de los buenos; dad gracias al Seor con la ctara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. La palabra del Seor es sincera, todas sus acciones son leales. El Seor ama la justicia y el derecho. El plan del Seor subsiste por siempre; sus proyectos de edad en edad. l nos eligi como heredad suya desde antes de la creacin. Alabemos al Seor, dmosle gracias. Lucas 12,49-55: Cristo vino a inflamar al mundo con el fuego de su amor. Cristo, enviado por el Padre, vino al mundo para incendiar a la humanidad en el fuego divino del Espritu Santo. Comenta San Ambrosio: No es un fuego que destruya los bienes, sino se que hace germinar la buena voluntad y enriquece los vasos de oro de la Casa del Seor... Ese fuego divino que agosta los deseos terrenos, suscitados por los placeres mundanos, los cuales deben perecer como obra de la carne... El fuego del Seor es una luz eterna y con ese fuego es con el que se encienden las lmparas de los que esperan la llegada del Seor... Es el fuego que ilumina los ntimo del corazn... Con ese fuego nos infunde la devocin, consuma en nosotros la perfeccin... Con su presencia arroja luz sobre los misterios (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VII,132-133). Viernes Aos impares Romanos 7,18-25: En el interior del hombre luchan el pecado y la gracia. En su interior se produce la guerra permanente entre el hombre viejo y carnal y el hombre nuevo y espiritual. San Agustn comenta: Es completamente justo que al hombre que no quiso obedecer a su Seor no le obedezca su carne. Sirve t a quien te es superior, para que te sirva tu inferior. Despreciaste al Superior, y eres atormentado ahora por tu inferior. sta es, pues, la ley del pecado; sta es tambin la ley de la muerte. Por el pecado vino la muerte... Cmo te libr la ley del espritu de vida? Primero de todo te concedi el perdn de los pecados. De esa ley se dice en el Salmo [118,29]: ten piedad de m segn tu ley. Es la ley de la misericordia, la ley de la fe, no la de las obras [o ley mosaica] (Sermn 152). Como puede verse esa lectura paulina describe la condicin del hombre abandonado a s mismo (antiguo Adn), y la del hombre a quien Cristo (nuevo Adn) vuelve a orientar hacia Dios. Unos versos del Salmo 118 nos ayudan a meditar sobre la lectura anterior: Instryeme, Seor, en tus leyes. Ensame a gustar y a comprender, porque me fo de tus mandatos. T eres bueno y haces el bien; instryeme en tus leyes. Que tu bondad me consuele, segn la promesa hecha a tu siervo. Cuando me alcance tu compasin vivir, y mis delicias sern tu voluntad. Jams olvidar tus decretos, pues con ellos me diste vida. Soy tuyo, slvame, que yo consulto tus leyes. Aos pares

Efesios 4,1-6: Un solo cuerpo, un solo Seor, una fe, un bautismo. El Apstol exhorta a la unidad: un solo Cuerpo de Cristo, un solo Espritu, una sola esperanza, un solo Seor, una sola fe y un solo Dios. San Agustn comenta: Un solo Cuerpo, dice el apstol Pablo, un solo Cuerpo y un solo Espritu (Ef 4,4). Considerad nuestros miembros. El cuerpo consta de muchos miembros, y una sola alma da vigor a todos ellos. Ved que, gracias al alma humana por la que yo soy hombre, se mantienen unidos todos los miembros... Pues bien, lo que es nuestro espritu o nuestra alma respecto a nuestros miembros, eso mismo es el Espritu Santo respecto a los miembros de Cristo, el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Para demostrar cmo lo que es la vida divina la que funda no solo la unidad de la humanidad toda, sino tambin la de cada persona, San Pablo establece una relacin entre cada una de las virtudes teologales y cada una de las personas de la Santsima Trinidad: el Espritu alimenta la esperanza, Cristo llama a la fe y el Padre est en todos para hacer nacer en ellos el amor y la comunin (Sermn 268). Buscamos la presencia del Seor y con el Salmo 23 cantamos: Del Seor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes; l la fund sobre los mares; l la afianz sobre los ros. Quin puede subir al monte del Seor? Quin puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazn, que no confa en los dolos. ste recibir la bendicin del Seor, le har justicia el Dios de salvacin. As es como formamos un solo Cuerpo, por la gracia de Cristo, recibida en el bautismo. Lucas 12,54-59: Conozcamos los signos de los tiempos en las palabras de Cristo. Entendamos todas las cosas de la vida a la luz de su palabra. Comenta San Agustn: Reciba cada uno con prudencia las amonestaciones del preceptor para no desaprovechar el tiempo de la misericordia del Salvador, que se otorga en esta poca de perdn para el gnero humano. Al hombre se le perdona para que se convierta y no haya nadie as a quien condenar. Ignoro si el fin del mundo encontrar a alguien de nosotros aqu. Quiz no. Pero el fin del mundo est cerca para cada uno de nosotros, puesto que somos mortales. Caminamos en medio de cadas... Oigamos al Seor y hagamos lo que nos manda (Sermn 109,1-2). Sbado Aos impares Romanos 8,1-11: El Espritu habita en nosotros. El hombre nuevo ha quedado libre del pecado y de la muerte por la ley del Espritu, que hace nacer en l una vida nueva. Esto no lo poda hacer la ley judaica, pero s la obra de Dios por su Hijo bienamado. Comenta San Agustn: No hay condenacin para los que estn en Cristo Jess (Rom 8,1). Aunque experimenten los deseos de la carne, a los que no dan consentimiento, y aunque existe en sus miembros la ley que se opone a la ley de su mente, intentando cautivarle, con todo no hay condenacin para quienes estn en Cristo Jess, porque mediante la gracia del bautismo y el bao de regeneracin quedaron liberados de la culpa con que haban nacido y de cualquier anterior consentimiento a los malos deseos. Sea que se trate de torpezas, sea que se trate de crmenes o de malos pensamientos o de malas palabras, todo se destruye en aquella fuente a la que entraste siendo siervo y de la que saliste siendo libre. No hay condenacin ahora, pero s la hubo antes. La condenacin pas de un hombre a todos. He aqu el mal de la generacin y el bien de la regeneracin... Lucha en la libertad, pero estate atento a no ser vencido y a no caer de nuevo en la servidumbre. Te fatigas en la lucha, pero gozars en el triunfo (Sermn 152,3). Con el Salmo 23 meditamos y cantamos las maravillas que el Seor ha hecho con nosotros por el bautismo: del Seor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes. l la fund sobre los mares, l la afianz sobre los ros. Quin puede subir al monte del Seor? Quin puede estar en su recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazn.

Es lo que hizo el bautismo en nosotros. Por eso confiamos en el Seor, no en los dolos, es decir, en dinero, fama, honores, poder, placer... Hemos recibido la bendicin del Seor. l nos ha justos con su amor misericordioso. Busquemos siempre al Seor, vengamos a su presencia. En l encontraremos nuestra paz y nuestra felicidad. Aos pares Efesios 4,7-16: Cristo es nuestra Cabeza. l est a la derecha del Padre, y di-funde sus gracias y carismas en su Cuerpo mstico para edificarlo, y hacerlo crecer y llegar a la plenitud. Dice Orgenes: Escuchad, pastores de las Iglesias, pastores de Dios, que siempre un ngel desciende del cielo y os anuncia que os ha nacido hoy un Salvador, que es Cristo, el Seor (Lc 2,11). Porque los pastores de las Iglesias no podrn guardar el rebao por ellos mismos, si no viene el Pastor. Falla su pastoreo si Cristo no apacienta con ellos y lo guarda con ellos. Leemos en el Apstol: somos cooperadores de Dios (1 Cor 3,9). El pastor bueno, que imita al Buen Pastor, es cooperador de Dios y de Cristo; y por eso mismo es un buen pastor aquel que, unido al mejor de los pastores, apacienta el rebao. Dios puso en la Iglesia apstoles, profetas, evangelistas, pastores, doctores para la perfeccin de los santos (1 Cor 12, 28; cf. Ef 4, 11-12) (Homila sobre el Evangelio de San Lucas 12,2). Con el Salmo 21 vamos, llenos de alegra a la Casa del Seor, a la Iglesia, a la asamblea litrgica... Ya estn pisando nuestros pies, tus umbrales, Jerusaln. Jerusaln est fundada, como ciudad bien compacta. All suben las tribus, las tribus del Seor, y todos los pueblos unen su voz en la misma plegaria por la accin del Espritu. Dciles a su accin, con un solo corazn y una sola alma, alabamos el nombre del Seor y celebramos la Santa Eucarista, sacrificio y alimento que da vida y nos une con todos los hermanos y con Cristo, nuestra Cabeza. Lucas 13,1-9: Si no nos convertimos de todo corazn, pereceremos. Nos lo avisa Jess en la parbola de la higuera infructuosa. Y as lo comenta San Ambrosio: Qu querr significar el Seor al usar con tanta frecuencia en su evangelio la parbola de la higuera? En otro lugar ya has visto cmo, al mandato del Seor, se sec el verdor de este rbol (Mt 21,19). De aqu has de concluir que el Creador de todas las cosas puede mandar que las diversas especies de rboles se sequen o tomen verdor en un instante. En otro pasaje l recuerda que la llegada del esto suele conocerse porque surgen en el rbol retoos nuevos y brotan hojas (Mt 24,32). En estos dos textos hay figurada la vanagloria que persegua el pueblo judo y que desapareci como una flor, cuando vino el Seor, porque permaneca infructuosa en obras, y lo mismo que con la venida del esto se recolectan los frutos maduros de la tierra toda, as tambin, en el da del juicio, se podr contemplar la plenitud de la Iglesia, en la que creern los mismos judos (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VII,160). <![endif]> Semana 30 Domingo Entrada: Que se alegren los que buscan al Seor. Recurrid al Seor y a su poder, buscad continuamente su rostro (Sal 104,3-4). Colecta (del Misal anterior, retocada con textos del Veronense y del Gelasiano): Dios todopoderoso y eterno, aumenta nuestra fe, esperanza y caridad, y para conseguir tus promesas, concdenos amar tus preceptos.

Ofertorio (del Veronense y del Sacramentario de Brgamo): Vuelve tu mirada, Seor, sobre las ofrendas que te presentamos, para que nuestra celebracin sea para tu gloria y tu alabanza. Comunin: Que podamos celebrar tu victoria y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes (Sal 19,6); o bien: Cristo nos am y se entreg por nosotros como oblacin y vctima de suave olor (Ef 5,2). Postcomunin (del Misal anterior y antes del Gelasiano y Gregoriano): Lleva a su trmino en nosotros, Seor, lo que significan estos sacramentos, para que un da poseamos plenamente lo que celebramos ahora en estos ritos sagrados. CICLO A Toda la ley descansa en el amor a Dios y al prjimo. Es lo que nos proclaman las lecturas primera y tercera. San Pablo en la segunda lectura nos invita a acoger la Palabra de Dios y a difundirla en torno de nosotros con la alegra del Espritu Santo, y esperando siempre la segunda venida del Seor. En la revisin de nuestra vida cristianas tiene especial relieve en este Domingo 30 del Tiempo Ordinario el tema de la caridad, como signo de nuestra identidad y de nuestra fidelidad al Evangelio, como mandato peculiar del Seor y como vnculo eclesial que nos une a Cristo y a los hermanos. xodo 22,21-27: Si explotis a viudas y a hurfanos, se encender contra vosotros mi clera. La autenticidad de nuestra fidelidad a Dios no se mide solo por la piedad; se evidencia, adems, en nuestra responsabilidad o irresponsabilidad frente a la indigencia cotidiana o la debilidad de nuestro prjimo. El texto normativo de la primera lectura se comprende mejor a la luz de la palabra evanglica, que sintetiza la legislacin bblica en un solo mandamiento referido a Dios y al prjimo. La legislacin bblica tiene su fundamento en la actitud de bondad de Yahv y en su constante predisposicin magnnima, benvola y clemente, que Israel y todos nosotros hemos de hacer patente en toda nuestra conducta. Con el Salmo 17 decimos al Seor con todo el corazn: Yo te amo, t eres mi fortaleza, mi Roca, mi alczar, mi baluarte, mi pea, mi refugio, mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Por eso lo invocamos y lo alabamos con todo entusiasmo: viva el Seor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador. 1 Tesalonicenses 1,5-10: Abandonsteis los dolos para servir a Dios, esperando la vuelta de su Hijo. Por la autntica caridad cristiana el creyente tiene que testificar su fe evanglica ante Dios y ante el prjimo. San Juan Crisstomo, ponindose en lugar de San Pablo, dice: Es verdad que os he predicado el Evangelio para obedecer un mandato de Dios, pero os amo con un amor tan grande que habra deseado poder morir por vosotros! Tal es el modelo acabado de un amor sincero y autntico. El cristiano que ama a su prjimo debe estar animado por esos sentimientos. Que no espere a que se le pida entregar su vida por su hermano; antes bien ha de ofrecerla l mismo (Homila 2 sobre San Pablo, 3). Mateo 22,34-40: Amars al Seor, tu Dios, y al prjimo como a ti mismo. El Evangelio ha fundido en uno los dos mandamientos supremos. No se puede amar a Dios sin amar al prjimo, ni se puede amar cristianamente al prjimo sin verdadero amor a Dios. Santa Catalina de Siena deca: Ah est tu prjimo, manifistale el amor que tienes a Dios. Ante una casustica rabnica, muy compleja, y una innecesaria multiplicacin de prescripciones, Jesucristo simplifica y sintetiza el comportamiento del hombre en el amor a Dios y al prjimo.

El amor al prjimo no est desvinculado de las situaciones reales de la vida humana. Amar a Dios y al prjimo con todo el corazn significa amar con la totalidad de nuestra persona y de nuestra actividad, y dentro de la comunidad de la que formamos parte. San Agustn comenta este pasaje evanglico: Un ala es amars al Seor tu Dios con todo tu corazn, con toda tu alma, con toda tu mente. Pero no te quedes con un ala; pues si crees tener un ala sola, no tienes ninguna. Amars a tu prjimo como a ti mismo. Si no amas a tu hermano a quien ves, cmo puedes amar a Dios a quien no ves? (1 Jn 4,20). Busca, pues, otra ala, y as volars, as te despegars de la codicia de lo terreno y fijars tu amor en lo celeste. Y mientras te apoyas en ambas alas, tendrs arriba el corazn, para que el corazn elevado arrastre arriba a su carne a su debido tiempo (Sermn 68,13). CICLO B La curacin del ciego de Jeric, relatada en el Evangelio de hoy, ha sugerido el pasaje de Jeremas de la primera lectura. La segunda lectura nos expone el sacerdocio de Jesucristo, que siempre intercede por nosotros. l es el gran Mediador entre Dios y los hombres. El don de la fe que, por amorosa iniciativa divina, hemos recibido puede ofrecernos la luz sobrenatural suficiente para superar la ceguera angustiante del hombre viejo y carnal. Siempre para la existencia humana ser ms trgica la ceguera naturalista o autosuficiente del hombre privado de la fe cristiana, que la misma ceguera material de los cuerpos. Jeremas 31,7-9: Congregar a ciegos y cojos. En la historia de la salvacin, solo a la luz de la fe y de la Revelacin puede el hombre descubrir los designios amorosos de Dios en los acontecimientos de la vida. El anuncio de la inminente liberacin est formulado por el profeta con una invitacin litrgica a celebrar y alabar al Seor, porque ha cumplido su obra a favor del pueblo elegido. La felicidad de Israel proviene nicamente de la bondad y omnipotencia de su Dios tanto en el pasado como en el futuro. A l va dirigida toda la alabanza y toda gloria. La Biblia es un inmenso coro de cantos de exultacin y de gratitud por las continuas intervenciones salvficas de Yahv. El profeta es el primero en verlo y celebrarlo: Gritad de alegra... regocijaos, proclamad, alabad y decid: el Seor ha salvado a su pueblo. l es un Padre para Israel, para la Iglesia, para cada uno de nosotros. Por eso seguimos exultando con el Salmo 125: Cuando el Seor cambi la suerte de Sin, nos pareca soar, la boca se nos llenaba de risa, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decan: el Seor ha estado grande con ellos. As es. Por eso en la liturgia cristiana siempre cantamos con alegra al Seor. Hebreos 5,1-6: T eres sacerdote eterno, segn el rito de Melquisedec. Jess, Testigo del Padre y Pontfice y Mediador de nuestra salvacin, es quien elige de entre sus discpulos aquellos que deben participar especialmente de su sacerdocio ministerial. Escribe San Juan Crisstomo: Al preguntar a Pedro si le ama, no se lo pregunta porque necesite conocer el amor de su discpulo, sino porque quiere mostrar el exceso de su propio amor. Y as al decir: quin es el siervo fiel y prudente? no lo dice como ignorando quin es, sino para ensearnos la singularidad de este hecho y la grandeza del oficio. Mira si es grande, mirando su recompensa: por l lo constituye sobre todos sus bienes, y concluye que, moralmente, el sacerdote debe sobresalir por su santidad (Sobre el Sacerdocio 2,1-2). Marcos 10,46-52: Seor, que veamos, como el ciego de Jeric. Para ver y reconocer a Cristo, necesitamos que l nos ilumine. Cristo es el autor de nuestra fe (Heb 12,2). El conocimiento de Jess por la fe obra la salvacin completa del hombre, le muestra la Verdad nica que ha de seguir, le libera de la ceguera interior y exterior, y si as l lo quiere, le otorga como complemento la misma vista fsica. La omnipotencia divina est siempre dispuesta a favorecer a quien se deja

conducir por la fe verdadera, suscitada por el Espritu. La fe autntica, que proviene de lo alto, produce un genuino testimonio y no permite que sean desviados los que creen en la verdad de Cristo crucificado y resucitado. San Cirilo de Alejandra comenta: Cuando admitimos la fe, no por eso excluimos la razn; por el contrario, procuramos con ella adquirir algn conocimiento, aunque oscuro, de los misterios; pero con justo motivo preferimos la fe a la razn, porque la fe es la que precede, y la razn no hace ms que seguirla, segn este lugar de la Escritura: si no creis, no conoceris. A la verdad, si no sentis los fundamentos de la fe, excluyendo toda duda, jams podris levantar el edificio fundado sobre el conocimiento de Jesucristo, y por consiguiente, no podris llegar a ser hombres espirituales (Comentario al Evangelio de San Juan 20,2). CICLO C Dios escucha la oracin de los humildes (lecturas primera y tercera). San Pablo nos transmite su ltimo mensaje antes del martirio: todos le han abandonado, pero l permanece en el Seor, que lo colmar de su fuerza. Dios, que resiste a los soberbios de corazn, derrama su gracia sobre los pobres de espritu y los humildes de corazn. Por eso, la postura ms verdadera del alma ante Dios es siempre la de una consciente humildad o actitud de indigencia orante. Cualquier autosuficiencia personal o colectiva es, por s misma, antievanglica y, en definitiva, esencialmente antirreligiosa. Eclesistico 35,15-17.20: Los gritos de los pobres atraviesan las nubes. La preferencia del Seor se inclina a los dbiles e indefensos. Esto, que ya estaba anunciado como signo del tiempo mesinico, se cumple en la persona de Jesucristo. l mismo lo aduce como signo acreditador de su venida (Mt 11,5; Lc 8,19). Tambin l viene y vive en la pobreza. Los pobres son evangelizados y son llamados dichosos en la nueva economa de la gracia (Lc 6,10): ellos forman la primitiva Iglesia (Sant 2,1). El Seor consuela a los humildes y les da su gracia (2 Cor 7,6), oye la oracin y los gemidos de los humildes (Sal 11,6), y justifica al que ora con humildad (evangelio de hoy). Frente a la injusticia humana que explota al pobre, Dios se constituye en juez de apelacin en favor del oprimido. As cantamos en el Salmo 33: Si el afligido invoca al Seor, l lo escucha. Bendigamos al Seor en todo momento, su alabanza est siempre en nuestra boca, pues el Seor est cerca de los atribulados, salva a los abatidos. El Seor redime a sus siervos. 2 Timoteo 4,6-8.16-18: Ahora me aguarda la corona merecida. Como San Pablo, el corazn humilde y esperanzado ante los dones divinos posee siempre la invencible confianza de una fidelidad amorosa de Dios, que le salvar. Comenta San Agustn: Vea Pablo la inminencia de su pasin; la vea, pero no la tema. Por qu no la tema? Porque antes haba dicho: deseo morir y estar con Cristo (Flp 1,23). Nadie dice que va a comer, que va a disfrutar de un gran banquete, con tanto gozo, como l dice que va a padecer. Estoy a punto de ser inmolado. Qu significa estar a punto de ser inmolado? Que ser un sacrificio para Dios. Me encuentro seguro: arriba tengo al sacerdote que me ofrecer a Dios. Tengo como sacerdote al mismo que antes fue vctima por m (Sermn 298, 3). Lucas 18,9-14: El publicano baj a su casa justificado, pero el fariseo, no. La soberbia humana, enmarcada en falsas piedades, hace al hombre repulsivo ante el Padre y temerario en sus propios juicios despiadados sobre los dems. La oracin del fariseo tiene algunas perfecciones externas: se hace en el templo, en la actitud acostumbrada por los judos, ofreciendo una accin de gracias, etc., pero es rechazada porque le falta lo principal. No busca en Dios lo que nicamente se debe a Dios: la salvacin. Da gracias porque se cree justo, no como los dems hombres, que son injustos y pecadores... La oracin del publicano es todo lo contrario: pide a Dios lo que solo l puede dar, la salvacin. No solo en el templo y ante el altar es preciso vivir en profundidad la actitud humilde del cristiano consciente ante Dios. Tambin en nuestra vida diaria y en nuestras relaciones con los dems

podemos pecar de ser engredos y presumidos. Solo viviendo siempre en la humildad se hace nuestra vida ntegramente autntica ante Dios y ante los hombres, nuestros hermanos. Lunes Aos impares Romanos 8,12-17: Somos hijos adoptivos de Dios, por eso clamamos: Abba! Padre!. Hemos de vivir no segn la carne, sino segn el Espritu. Por el Espritu somos hijos de Dios y lo invocamos como Padre nuestro. El mismo Cristo nos ensea a orar as: Padre nuestro, que ests en el cielo... San Agustn comenta este pasaje de San Pablo y dice: Por lo tanto, hermanos sta es la exhortacin recibida hoy, no somos deudores de la carne para vivir conforme a la carne. Para esto hemos sido auxiliados, para esto recibimos el Espritu de Dios, para esto pedimos el auxilio da a da en nuestras fatigas. La ley tiene bajo s a quienes amenaza si no cumplen lo que ordena; stos estn bajo la ley, no bajo la gracia. Buena es la ley para quien haga buen uso de ella, esto es, para quien reconozca a travs de ella la propia enfermedad y busque el auxilio divino para lograr la salud. Porque, como ya dije y ha de repetirse siempre, si la ley pudiese vivificar, la justicia procedera, ciertamente, de la ley. Entonces ni se buscara un Salvador, ni hubiese venido Cristo, ni hubiese buscado con su sangre la oveja perdida (Sermn 156,3). Con el Salmo 67 proclamamos que nuestro Dios es un Dios que salva. Se levanta Dios y se dispersan sus enemigos, huyen de su presencia los que lo odian; en cambio, los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegra... Bendito sea el Seor cada da, Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvacin... Nos hace escapar de la muerte. En realidad todo esto lo ha realizado plenamente entre nosotros por Jesucristo, su Hijo bien amado, que padeci y muri en la Cruz para redimirnos. Aos pares Efesios 4,325,8: Vivid en el amor, como Cristo. San Pablo nos exhorta a que pongamos en prctica el amor a imitacin de Cristo. Debemos evitar a toda costa las obras impas que se realizan en el mundo pagano. Comenta San Agustn: Nuestro mismo Dios nos exhorta a que le imitemos a l... El que, ciertamente, no tena pecado alguno, muri por nosotros y derram su sangre para que logrramos el perdn. l recibi por nosotros lo que no le era debido, para librarnos de la deuda. Ni l deba morir, ni nosotros vivir. Por qu? Porque ramos pecadores. Ni a l le corresponda la muerte, ni a nosotros la vida. Tom para s lo que no le corresponda; y nos dio lo que no se nos deba. Mas, puesto que se habla del perdn de los pecados, para que no juzguis que es mucho para vosotros imitar a Cristo, escuchad lo que dice el Apstol: perdonndoos mutuamente... Sed, pues, imitadores de Dios (Col 3,13; Ef 4, 32), Son palabras del Apstol, no mas. Es acaso de soberbios imitar a Dios?... Como hijos amadsimos. T te llamas hijo. Si rechazas la imitacin de Dios, cmo aspiras a obtener la herencia? (Sermn 34,2). Seamos imitadores de Dios, como hijos queridos. Este es el estribillo del Salmo 1: Dichoso el hombre que no sigue el camino de los impos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunin de los cnicos, sino que su gozo es la ley del Seor y medita su ley da y noche. Ser como un rbol plantado al borde de la acequia... No as los impos, no as... El camino de los impos acaba mal. Lucas 13,10-17: Una curacin en sbado escandaliza a los hipcritas, pero el pueblo sencillo se llena de jbilo. La bondad de Jess se aparta de todo formalismo y de todo legalismo. La ley solo ha de servir para ayudar al amor. sta es la gran Ley. El mismo Jesucristo reduce toda la ley amor a Dios y al prjimo. l vino a dar cumplimiento a la ley. Solo el pueblo sencillo y humilde puede apreciar esos gestos y esa doctrina sublime. Los soberbios, los autosuficientes, quedan vacos. Son

los ms humildes los que mejor reciben la sanacin y la salvacin de Cristo, son ellos los que se atreven a pedrsela y a esperarla de su bondad. Escribe San Jernimo: Por qu andas encorvado y pegado a la tierra y ests hundido en el cieno? Aquella mujer a la que Satans mantuvo atada durante dieciocho aos, tan pronto como fue curada por el Salvador, se irgui y empez a mirar al cielo (Lc 13, 11ss) (Carta 147,9, a Sabiniano, dicono). Martes Aos impares Romanos 8,18-25: Los hijos de Dios viven aguardando la gloria que se manifestar en ellos. Y mantienen esta esperanza en medio de los sufrimientos del mundo presente. San Agustn comenta: Cun fcilmente se tolera cualquier adversidad temporal para evitar la pena eterna, para lograr la paz eterna! Con razn el Vaso de Eleccin [San Pablo] dijo con inmensa alegra: no corresponden los padecimientos temporales a la gloria futura que se revelar en nosotros (Rom 8,18). Ya ves por qu es suave aquel yugo y la carga ligera. Si es difcil para los pocos que le eligen, es fcil para todos los que le aman. Dice el salmista: segn tus mandatos, yo me he mantenido en la senda establecida (Sal 16,4). Esos caminos que son duros para los trabajadores, son suaves para los amadores. Por eso la dispensacin de la divina providencia hizo de modo que el hombre interior, que se renueva da a da, ya no viva bajo la ley, sino bajo la gracia... Tiene ahora la facilidad de la fe simple, de la esperanza buena y de la santa caridad (Sermn 70). Con el Salmo 125 decimos: El Seor ha estado grande con nosotros. Cambi nuestra suerte... Nos ha dado su gracia, su yugo es suave y su carga ligera. Parece un sueo, pero es una gran realidad. l ha sufrido por nosotros. Nos ha dado ejemplo y nos ayuda con su gracia misericordiosa... Hemos sembrado con lgrimas, pero cosechamos entre cantares. Grande y hermoso es participar en los sufrimientos de Cristo, para luego participar tambin en la gloria de su triunfo. Aos pares Efesios 5,21-23: El matrimonio cristiano, smbolo de la unin entre Cristo y su Iglesia. El deseo de San Pablo de que el amor de Cristo para con la humanidad se d en el amor de los esposos cristianos est perfectamente justificado; eso es precisamente lo que constituye el contenido del sacramento del matrimonio. Juan Pablo II el 22-XI-1981 dice: Creando al hombre varn y mujer (Gen 1,27), Dios da la dignidad personal de igual modo al hombre y a la mujer, enriquecindolos con derechos inalienables y con las responsabilidades que son propias de la persona humana (encclica Familiaris consortio). Cuando San Pablo exhorta a la esposa a estar sometida al esposo lo hace pensando en la fidelidad amorosa y obediente de la Iglesia respecto de su esposo Jesucristo. Y de modo semejante al marido le exige que ame a su esposa, continuando el amor de Cristo, que se entrega hasta la muerte por amor a la Iglesia. Dichosos los que temen al Seor, decimos en el Salmo 127. l justo sigue el camino del Seor, su mujer es como parra fecunda en medio de su casa; sus hijos, como renuevos de olivo alrededor de su mesa. sta es la bendicin del hombre que teme al Seor. El Seor lo bendice desde Sin, y l ve la prosperidad de Jerusaln todos los da de su vida. sta es la maravilla de la vida cristiana, en la Santa Madre Iglesia, que rene a todos sus hijos en el banquete eucarstico. Es la bendicin de la paz familiar, tan quebrantada en nuestros das... Lucas 13,18-21: El Reino de Dios es como el grano de mostaza, y como la levadura. El reino glorioso del futuro est ahora en los corazones humildes de los creyentes. Es un misterio el crecimiento del reino de Dios en este mundo. Nos fijamos en el crecimiento externo que, ciertamente existe, segn las estadsticas, pero no nos fijamos en el crecimiento interior o de

profundidad, es decir, en la vida interior, en la santidad, que tambin existe, aunque no resulta tan manifiesta, salvo cuando hay una beatificacin o canonizacin... San Ambrosio escribe: Si tanto al reino de los cielos como a la fe se les compara al grano de mostaza, no se puede dudar que la fe es el reino de los cielos, y el reino de los cielos es una realidad que en nada difiere de la fe. Por tanto, quien tiene la fe posee el reino de los cielos, reino que est dentro de nosotros, como est dentro de nosotros la fe... Por eso hemos de desear que la Santa Iglesia, que est figurada por esta mujer del Evangelio y que tiene en su poder esa harina que somos nosotros mismos, esconda en el interior de nuestra alma a Jess, nuestro Seor, hasta que el colorido de la divina sabidura penetre en los rincones ms secretos de nuestro espritu (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VII,177 y 182). Mircoles Aos impares Romanos 8,26-30: A los que aman a Dios todo les sirve para el bien. El Espritu Santo acude en ayuda de nuestra debilidad y nos asiste en la oracin, mientras aguardamos la gloria futura. Ensea San Juan Crisstomo: La oracin se presenta ante Dios como venerable intermediaria, alegra nuestro espritu y tranquiliza sus afectos. Me estoy refiriendo a la oracin de verdad, no a las simples palabras; a la oracin que es un don de Dios, una inefable piedad, no otorgada por los hombres, sino concedida por la gracia divina, de la que tambin dice el Apstol: nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espritu Santo intercede por nosotros con gemidos inefables (Rom 8, 26). El don de semejante splica, cuando Dios lo otorga a alguien, es una riqueza inagotable y un alimento celestial que satura el alma. Quien lo saborea se enciende en un deseo indeficiente del Seor; es como un fuego ardiente que inflama el alma (Homila 6 sobre la oracin). Con el Salmo 12 manifestamos al Seor nuestra confianza plena en su misericordia. Por eso decimos: Atiende y respndeme, Seor Dios mo, da luz a mis ojos, para que no me duerma en la muerte; para que no diga nuestro enemigo infernal: le he podido ni se alegre de nuestro fracaso; porque nosotros, Seor, confiamos en tu bondad misericordiosa. Alegra nuestro corazn con tu auxilio. Te cantamos y te alabamos, Seor, por el bien que nos has hecho. Aos pares Efesios 6,1-9: Todos, padres e hijos, siervos y amos, sirvamos al Seor. Comenta San Agustn: De ningn modo se atrevern el padre o la madre a pedir que se les prefiera a Dios. Yo no digo que se les anteponga, pero ni siquiera que se les compare... Dios te ha dicho: Honra a tu padre y a tu madre. Lo reconozco, Dios me lo ha dicho... Ama, dice, a los padres, pero no ms que a m (Mt 10,37)... Ama ordenadamente, para que seas ordenado. Distribuye las cosas en sus pesos e importancia. Ama al padre y a la madre, aunque tienes a Alguien a quien has de amar ms que al padre y a la madre. Si los amas a ellos ms, sers condenado, y si no los amas, sers condenado. Ofrezcamos el honor a los padres, pero prefiramos a nuestro Creador, al que hemos de amar ms en el temor, amor, obediencia, honor, fe y deseo (Sermn 65, A,8). Esto que se dice con respecto al amor a los padres, se ha de aplicar igualmente al amor de los padres a los hijos, y al amor entre hermanos y amigos, socios y compaeros. Con el Salmo 144 proclamamos: El Seor es fiel a sus palabras. Que todas tus criaturas te den gracias, Seor, que te bendigan tus fieles, que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazaas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado, pues tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. El Seor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Seor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. San Agustn afirma que lo nico que manda la Sagrada Escritura es amar, primero y sobre todo a Dios, y luego al prjimo por amor a Dios.

Lucas 13,22-30: Todos estn llamados a participar en el Reino de Dios. Podemos pensar que la sentencia de Jess, acerca de que el Reino iba a ser rechazado por muchos judos y recibido en cambio por los gentiles, fue ante todo un aviso para sus contemporneos, que no comprendan los signos de los tiempos y que no se percataban del alcance decisivo del misterio de Jesucristo. No se daban cuenta los judos de que estaban en la plenitud de los tiempos, no reconocan en Jess el Mesas esperado, y no entendan por eso que entre la Antigua Alianza y la Nueva que se les ofreca se daba una perfecta continuidad maravillosa. Oigamos a San Ambrosio: El que construye debe poner unos buenos cimientos. Este slido fundamento es la fe, este buen fundamento son los apstoles y los profetas (Ef 2,10), porque nuestra fe surge de los dos Testamentos, no faltando a la verdad el que dice que la medida de la fe perfecta est en ambos, ya que el mismo Seor dice: si creyerais en Moiss, creerais tambin en m (Jn 5,46), puesto que el Seor habl por Moiss. Y resulta exacto decir que la perfecta medida est en uno y en otro, porque l ha cumplido ambos y porque la fe de los dos es la misma, puesto que el que habla y la respuesta tienen el mismo sentido (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VII,189). Jueves Aos impares Romanos 8,31-39: Nada ni nadie podr apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo. San Pablo entona un himno a la esperanza cristiana: Dios nos ha entregado a su Hijo y ha realizado en l su plan de amor. En adelante, pues, ya no habr nada que nos pueda separar de este amor divino. San Agustn comenta este pasaje paulino: Si Dios est con nosotros quin estar contra nosotros? En favor de quien est Dios lo mostr el bienaventurado Pablo ms arriba al decir: a los que predestin los llam, a los que llam los justific, y a los que justific los glorific... El favor de Dios hacia nosotros se manifest en que nos predestin, nos llam, nos justific y nos glorific. Nos predestin antes de que existiramos, nos llam cuando estbamos alejados de l, nos justific cuando ramos pecadores y nos glorific siendo mortales. Quien quiera hacer la guerra a los predestinados, llamados, justificados y glorificados por Dios, preprese y piense si podr luchar contra Dios... Quin podr vencer al Todopoderoso? Quienquiera luchar contra l se daar a s mismo (Hch 9,5)... Quien da patadas contra el aguijn no se daar a s mismo? (Sermn 158). Con palabras del Salmo 108 pedimos al Seor que nos salve por su bondad: Seor, trtanos bien por tu nombre, lbranos con la ternura de tu bondad, pues somos pobres desvalidos y llevamos el corazn traspasado. Socrrenos, Seor, Dios mo, slvanos por tu bondad. Reconozcan que aqu est tu mano, que eres t, Seor, quien lo ha hecho. Demos gracias al Seor con todo nuestro corazn, celebrmoslo en medio de la asamblea litrgica, porque se ha puesto a la derecha del pobre para salvar de los enemigos su vida, nuestra vida. Aos pares Efesios 6,10-20: Nuestra vida es una lucha. Hemos de tomar la armadura completa que Dios nos da para luchar contra el Maligno: la fe, la salvacin, el Espritu, la palabra de Dios, la oracin... Comenta San Agustn: Nos exhorta el Apstol a que oremos no contra el hombre malo, sino contra el diablo que acta juntamente con l. Y a que hagamos lo posible para que el diablo sea expulsado y el hombre liberado. Es lo mismo que si en una batalla uno viene armado y a caballo contra otro del bando contrario; ste no se aira contra el caballo, sino contra el jinete, y lo que pretende, en la medida de sus posibilidades, es hacer huir al jinete y quedarse con el caballo. De modo idntico ha de actuarse con los hombres malos; se ha de trabajar con todas las fuerzas, no contra ellos, sino contra el diablo que los instiga, de modo que ste sea vencido y sea liberado aquel infeliz que l comenzaba a poseer (Sermn 167,A).

Con el Salmo 143 bendecimos al Seor, que es nuestra Roca, que adiestra nuestras manos para el combate, nuestros dedos para la pelea en las continuas luchas contra las fuerzas del mal, en las que est en juego nuestro crecimiento espiritual. Tenemos confianza en el Seor. l es nuestro bienhechor, nuestro alczar, nuestro baluarte, donde estamos a salvo; nuestro escudo y nuestro refugio, que nos auxilia en todo. Por eso nuestra alabanza se eleva constantemente hasta l, pues nos da la victoria sobre nuestros enemigos. Lucas 13,31-35: Jess anuncia de nuevo su Pasin. Morir en Jerusaln en cumplimiento de las Escrituras. En esta ocasin, se lamenta profundamente por la suerte que va a correr la ciudad santa. Y se afirma en la determinacin de subir a Jerusaln, dispuesto a morir. En tres ocasiones ha anunciado su Pasin y Resurreccin (Mc 8,31-33; 9,31-32; 10,32-34). Al dirigirse a Jerusaln dice: No cabe que un profeta perezca fuera de Jerusaln. Jess recuerda el martirio de los profetas, que haban sido muertos en Jerusaln (Mt 23,37). Sin embargo, persiste y llama todava a Jerusaln para que se rena en torno a l. Es inefable el amor de Jesucristo por su tierra. Cunto debi sufrir su Corazn al ver que Israel se alejaba de l, que le preparaba el martirio, que muchos se perderan, que no era fiel a su condicin de Pueblo elegido! Llor sobre Jerusaln a su vista: si la Ciudad Santa hubiera conocido el mensaje de paz! Tambin Jess llora sobre nosotros cuando no acogemos fielmente su mensaje de salvacin, sino que lo rechazamos con el pecado... Viernes Aos impares Romanos 9,1-5: San Pablo quiere ser un proscrito para el bien de sus hermanos. Aborda San Pablo el doloroso problema de la incredulidad del pueblo judo ante el mensaje de Cristo. Luego de haber manifestado la gran angustia que le produce tal hecho, el Apstol est dispuesto a renunciar, si de algo valiera, a todos los dones divinos por la salvacin del pueblo, del que l mismo forma parte. San Juan Crisstomo escribe: Acaso te parezca por encima de tus fuerzas el imitar a Dios. A la verdad, para quien vive vigilante, ello no es difcil. Pero, en fin, si te parece superior a tus fuerzas, yo te pondr ejemplos de hombres como t. Ah est Jos..., ah est Moiss... Ah est Pablo que, no obstante, no poder contar cunto sufri de parte de los judos, an peda ser anatema por su salvacin (Rom 9,3)... Ah est Esteban... Considerando tambin estos ejemplos, desechemos de nosotros toda ira, a fin de que tambin a nosotros nos perdone Dios nuestros pecados (Homila 61,5, sobre el Evangelio de San Mateo). Con el Salmo 147 evocamos la grandeza de Jerusaln en el plan divino de la salvacin: Glorifica al Seor, Jerusaln, alaba al Seor tu Dios, Sin, que ha reforzado los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina; l enva su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel. Con ninguna nacin obr as, ni les dio a conocer sus mandatos. Y, sin embargo, vino a los suyos y los suyos lo rechazaron (Jn 1,11). Un gran misterio que puede repetirse siempre que no somos fieles a los mandatos del Seor, a sus gracias, a sus dones, y no correspondemos a su amor. Aos pares Filipenses 1,1-11: El que ha inaugurado entre vosotros una gran empresa la llevar a su fin. San Pablo tiene gran amor a los fieles de Filipos por su perseverancia en una vida conforme al Evangelio. El acrecentamiento de la caridad entre los filipenses es el objeto de la accin de gracias de San Pablo. Esa caridad la entiende en el sentido pleno del amor a Dios y al prjimo. Y ese adecentamiento se manifiesta en el conocimiento del misterio de Dios, no meramente especulativo, sino experimental y amoroso.

Todo esto permite a los cristianos presentarse en el da del Seor sin fallos y llenos de justicia, pero en Jesucristo. Todo esto conecta con la enseanza de Cristo, que tambin habl del crecimiento de la semilla que se hace espiga, crecimiento lento y sin que se note, tan propio del Reino de Dios. Oigamos a San Juan Crisstomo: Mira cmo les ensea a ser modestos. Una vez que les ha puesto de manifiesto una obra importante, para que no reaccionen a lo humano, inmediatamente les ensea a atribuir a Cristo tanto las cosas pasadas como las futuras. Cmo? No les dice: estoy convencido de que lo que habis empezado lo terminaris. Qu les dice entonces? Confo que el que ha comenzado en vosotros la obra buena la termine. Ni tampoco les priva de las cosas que han hecho bien: sino que les dice: me alegro con vuestra unin, a saber, la que vosotros mismo habis conseguido; pero no les dice que las obras buenas son solamente de ellos, sino que han sido precedidas por Dios (Comentario a la Carta a los Filipenses 1,1,6). Con el Salmo 110 damos gracias a Dios por el bien que hace en nosotros con la gracia, con su mensaje de paz y de felicidad. Grandes son las obras del Seor, pero ninguna como la que realiza en las almas con su gracia santificante. Damos gracias a Dios con todo nuestro corazn en la asamblea litrgica y fuera de ella, con nuestros labios y con nuestra conducta irreprochable. Esplendor y belleza son sus obras en la vida de los Santos, su generosidad dura por siempre, l hace maravillas memorables. El Seor es piadoso y clemente. Nos alimenta fsicamente y espiritualmente con la Eucarista. Ha mostrado su poder misericordioso en perdonarnos y en haceros coherederos con Cristo de su gloria. Lucas 14,1-6: Cristo manifiesta una vez ms el valor de las obras de caridad. stas se han de hacer siempre, sea el da que sea, sbado o domingo. Lo que preside siempre en Cristo es el amor y no los errados juicios de un legalismo absurdo, como el que padecan los judos de su tiempo. San Ambrosio dice que Cura a un hidrpico en quien un flujo vehemente del cuerpo dificultaba las operaciones del alma y extingua el vigor del espritu. Cristo acta siempre lleno de bondad, que ha sido distinguida por la misma palabra divina al definirla como un ejercicio para con los pobres y dbiles, ya que ser misericordioso con los que nos van a devolver el beneficio es una actitud propia de la avaricia. sta ha de ser siempre nuestra conducta con los dems: un amor desinteresado, solo mirando hacer el bien por amor de Dios, para su gloria y bien de las almas (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.V,36). Sbado Aos impares Romanos 11,1-2.11-12.25-29: Dios no ha desechado a su pueblo, pues quiere la salvacin de todos los hombres. Aguarda siempre, con gran paciencia, y procura siempre la conversin de todos los hombres, sean los que sean. Su misma muerte ha de iluminar a los que lo matan. Comenta San Agustn: Oh misteriosa ceguera! Es la ceguera que sobrevino a una parte de Israel; porque para que Cristo fuese crucificado y entrase en la luz del Evangelio la gentilidad del mundo, le dio a una parte de Israel esta ceguera (Rom 11,25). Todo el da estaba enfermo de ceguera, pero vino l y vino para que vean los que no ven y los que ven quedan ciegos. Fue ignorado por los judos, fue crucificado por los judos; y con su propia sangre hizo un colirio para los ciegos. Cada vez ms obstinado, ms ciego cada vez, los que se jactaban de ver la luz crucificaron a la Luz Qu ceguedad tan grande! Pero la Luz crucificada ilumin a los ciegos (Sermn 136). Ilumin a todos los ciegos: paganos y judos. El Seor no rechaza a su pueblo, decimos en el Salmo 93: Dichoso el hombre a quien t educas, al que enseas tu ley, dndole descanso tras los aos duros. El Seor quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de su verdad. Todos: paganos y judos. l no

abandona a su heredad; el justo, sea quien sea, obtendr su derecho, y un porvenir los rectos de corazn. Los primeros santos de la Iglesia fueron judos. El Seor nos auxilia, su misericordia nos sostiene. Hemos de orar y de trabajar por la conversin de todos los hombres. La misericordia de Dios es infinita. Aos pares Filipenses 1,18-26: La vida nuestra es siempre Cristo, y es una ganancia morir en su gracia. Que Cristo sea siempre predicado, aunque se haga en contra de nosotros. El Apstol no busca su gloria. l est apasionado por Cristo y quiere por encima de todo que el Seor sea dado a conocer del modo que sea. Es mejor que esta predicacin sea hecha por los que son pastores, pero no desdea a los mercenarios. Comenta San Agustn: El Pastor anuncia el Evangelio de Cristo sinceramente, el mercenario lo anuncia con segunda intencin, buscando cosa distinta; mas al fin, si uno anuncia a Cristo, el otro tambin. Este mismo Pastor [Pablo] quiso tener mercenarios, los cuales hacen el bien donde pueden y son tiles en la medida en que pueden: el caso es que Cristo sea anunciado... Para otros menesteres y negocios enva un mercenario, pero otras veces es mercenario un pastor..., porque pastores hay pocos, mientras los mercenarios abundan (Sermn 131,11). San Ambrosio comenta el deseo de Pablo, que quiere ya desfallecer del todo, y estar con Cristo: Esta disolucin qu otra cosa es, sino que el cuerpo se destruya y descanse, mientras el alma se dirija a la paz y sea libre, si es piadosa, puesto que est destinada a estar con Cristo? (Sobre el bien de la muerte 3,8) Con el Salmo 21 decimos: Mi alma tiene sed del Dios vivo. Como busca la cierva corrientes de agua as mi alma te busca a ti, Dios mo. Cundo entrar a ver el rostro de Dios?... Es lo que aoraba el apstol san Pablo. Tambin lo aoraron San Martn de Tours y tantos otros Santos... Pero, por el bien de las almas no rehusaban quedarse aqu en la tierra todo el tiempo que fuera necesario. En la asamblea litrgica tenemos un anticipo de la gloria futura, del encuentro definitivo con el Seor. Recuerdo cmo marchaba a la cabeza del grupo hacia la Casa de Dios, entre cantos de jbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta. Lucas 14,1.7-11: Valor de la humildad. Aquellos que buscan los primeros puestos en los banquetes se vern frustrados. Jesucristo ensea la humildad: los ltimos sern los primeros, y los primeros los ltimos. Comenta San Agustn: Hay personas castas, o bien humildes o bien soberbias. Los soberbios no se prometan el Reino de Dios. La castidad conduce al lugar ms destacado, pero quien se exalta ser humillado. Por qu buscas, con ansia de destacar, si el lugar ms elevado que puedes alcanzar lo conseguirs mantenindote en la humildad? Si te elevas, Dios te abate; si te abates, Dios te eleva. La afirmacin es del Seor. Y nada se le puede aadir ni quitar (Sermn 354,8). Sigamos el ejemplo del Seor: l se anonad, se hizo obediente hasta la muerte y muerte de Cruz (Flp 2,8). Seguir el ejemplo de la Virgen, pues el Seor mir la humillacin de su esclava (Lc 1,48). Sigamos el ejemplo de los santos.

Semana 31 Domingo

Entrada: No me abandones, Seor, Dios mo, no te quedes lejos; ven aprisa a socorrerme, Seor mo, mi salvacin (Sal 37,22-23). Colecta (del Misal anterior y antes en el Gregoriano, con retoques del Veronense y Gelasiano): Seor de poder y de misericordia, que has querido hacer digno y agradable por favor tuyo el servicio de tus fieles, concdenos caminar sin tropiezos hacia los bienes que nos prometes. Ofertorio (compuesta con un texto del Sermn 91 de San Len Magno): Que este sacrificio, Seor, sea para ti una ofrenda pura, y para nosotros una generosa efusin de tu misericordia. Comunin: Me ensears el sendero de la vida, me saciars de gozo en tu presencia (Sal 15,11). O bien: El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivir por m (Jn 6,58). Postcomunin (del Misal anterior y antes del Gelasiano y Gregoriano): Te rogamos, Seor, que aumente en nosotros la accin de tu poder, para que, alimentados con estos sacramentos, tu gracia nos disponga a recibir las promesas con que los enriqueces. CICLO A La actitud del soberbio es siempre repugnante y hace repulsiva la religiosidad y la misma fe que profesamos. La soberbia puede adoptar forma de engreimiento personal, forma de irresponsabilidad, de autoritarismo, de intransigencia... Todo esto separa de Dios, que es el Todo Otro. Ante Dios no hay ms superioridad humana que la de la verdad, la sinceridad y la humildad, avaladas por la virtud de la caridad. Malaquas 1,14-2,2.8-10: Os apartasteis del camino y habis hecho tropezar a muchos en la ley. Aun el sacerdocio, en Israel, y cualquier autoridad religiosa sobre el pueblo de Dios merecen la reprobacin divina, si no testifican la verdad y el amor de Dios a su pueblo. Es necesario dar buen ejemplo. Para todos es urgente la coherencia entre fe y vida. As dice San Agustn: Qu pensar de los que se adornan con un nombre y no lo son? De qu sirve el nombre si no se corresponde con la realidad? As, muchos se llaman cristianos, pero no son hallados tales en la realidad, porque no son lo que dicen en la vida, en las costumbres, en la esperanza, en la caridad (Trat. sobre I Juan 4,4). Y tambin: Queris alabar a Dios? Vivid de acuerdo con lo que pronuncian vuestros labios. Vosotros mismos seris la mejor alabanza que podis tributarle, si es buena vuestra conducta (Sermn 34). Con el Salmo 130 pedimos al Seor que guarde nuestra alma en la paz y en la humildad, siempre junto a l: Seor, mi corazn no es ambicioso ni mis ojos altaneros. No pretendo grandezas que superan mi capacidad, sino que acallo y modero mis deseos, como un nio en brazos de su madre. Espero en el Seor ahora y por siempre. 1 Tesalonicenses 2,7-9.13: Desebamos no slo entregaros el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas. El verdadero amor cristiano, por lo que tiene de humilde servicio a los dems, constituye la mejor garanta de nuestra autenticidad cristiana en la Iglesia. San Juan Crisstomo, se pone en lugar de San Pablo y dice: Es verdad que os he predicado el Evangelio para obedecer un mandato de Dios. Pero os amo con un amor tan grande que hubiera deseado morir por vosotros! Pues bien, se es el modelo acabado de un amor sincero y autntico. El cristiano que ama a su prjimo debe estar animado por estos sentimientos. Que no espere a que se le pida entregar su vida por su hermano, antes bien debe ofrecerla l mismo (Homila sobre I Tes 2). Mateo 23,1-12: No hacen lo que dicen. El Evangelio de Jess es difano: el que se exalta, ser humillado... y el que se humilla ser enaltecido (Mt 23,12). Podemos decir, en sntesis, que

todo el mensaje bblico de este Domingo es: una vida para Dios. Una vida orientada a la glorificacin de Dios, no a conseguir la propia gloria. Dice San Juan Crisstomo: Quin es ms manso, quien ms bueno que el Seor? Es tentado por los fariseos, y sus trampas se rompen... Y sin embargo, por respeto al sacerdocio, por la dignidad de su nombre, exhorta al pueblo a sometrseles en consideracin no de sus obras, sino de su doctrina... Mientras ellos dilatan innecesariamente sus filacterias y agrandan las franjas para obtener la alabanza de los hombres, les reprocha que pretendan los primeros lugares en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se den en pblico a la gula, a buscar la gloria y hacerse llamar por los hombres Maestros (Comentario al Evangelio de Mateo 23,3 y 7). CICLO B Las lecturas primera y tercera nos hablan del amor a Dios y al prjimo. En la segunda lectura se nos expone la supremaca del sacerdocio de Cristo sobre el del Antiguo Testamento: es un sacerdocio santo y eterno. Nuestro amor a Dios sobre todas las cosas y, por amor a Dios, el amor a nuestros hermanos, constituyen insoslayablemente el signo fundamental de nuestra autenticidad cristiana. Deuteronomio 6,2-6: Escucha, Israel: amars al Seor, tu Dios, con todo tu corazn. Toda la historia de la salvacin es fruto de una iniciativa de amor divino, que nos exige, a su vez, una correspondencia plena de amor filial. El tema del amor de Dios es en el Antiguo Testamento fundamental, y en el Deuteronomio, concretamente, es caracterstico y hasta exclusivo. Oigamos a San Len Magno, que trata del hambre y sed que hemos de tener de Dios: Ninguna cosa temporal apetece esta hambre, ni ninguna cosa terrena anhela esta sed, sino que desea saciarse del bien de la justicia y, de modo oculto a la mirada de todos, desea llenarse del mismo Seor. Dichoso aquel que ambiciona esta comida y est vida de esta bebida, pues no la deseara si no hubiese gustado ya esta suavidad. Al escuchar al espritu proftico, que le dice: gustad y ved qu bueno es el Seor (Sal 33,9), recibe ya una porcin de la dulzura celestial, y se inflama del amor del casto placer, de modo que, abandonando todas las cosas temporales, anhela con todo su afecto comer y beber la justicia, y abraza la verdad del primer mandamiento, que dice: amars al Seor tu Dios con todo tu corazn, con toda tu alma y con todas tus fuerzas (DDT 6,5; Mt 22, 37); porque amar la justicia no es otra cosa que amar a Dios. Y, puesto que al amor de Dios se une el cuidado del prjimo, a este deseo se aade la virtud de la misericordia (Sermn 95). Con el Salmo 17 confesamos ese ardiente amor al Seor: Yo te amo, t eres mi fortaleza, mi roca, mi alczar, mi libertador, mi pea, mi refugio, mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte. l es todo eso para nosotros, y por eso lo alabamos y le damos gracias. Hebreos 7,23-28: Como Cristo permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no acaba. Como Hijo muy amado, el Corazn de Jesucristo, Sacerdote y Mediador, nos ense el amor al Padre y a nosotros, sus hermanos, hasta el sacrificio total de s mismo. Ensea San Fulgencio de Ruspe: l es quien en s mismo posee todo lo que es necesario para que se efecte la redencin, es decir, l mismo es el sacerdote y el sacrificio. l mismo, Dios y el templo, es el sacerdocio por cuyo medio nos reconciliamos; el sacrificio que nos reconcilia; el templo en que nos reconciliamos; el Dios con quien nos hemos reconciliado. Ten, pues, como absolutamente seguro y no dudes en modo alguno, que el mismo Dios unignito, Verbo hecho carne, se ofreci por nosotros a Dios en olor de suavidad como sacrificio y hostia; el mismo en cuyo honor, en unidad con el Padre y el Espritu Santo, los patriarcas, profetas y sacerdotes ofrecan en tiempo del Antiguo Testamento sacrificios de animales; y a quien ahora, o sea en el tiempo del Testamento Nuevo, en unidad con el Padre y el Espritu Santo, con quienes comparte la misma y nica divinidad, la santa Iglesia

catlica, no deja nunca de ofrecer por todo el universo de la tierra el sacrificio del Pan y el Vino, con fe y caridad (Sobre la fe 22). Marcos 12,28-34: ste es el primer mandamiento. El segundo le es semejante. Como Hombre de Dios, el Corazn de Jesucristo nos ha enseado la sntesis integradora del amor a Dios, evidenciado en el amor semejante a nuestros hermanos. Con dos testimonios del Antiguo Testamento (Dt 6,4-5; Lev 19-18), Jesucristo propone su revelacin sobre el amor, presentando el amor como el fundamento de toda su revelacin y como el camino esencial de su Evangelio. El precepto del amor resume todos los preceptos, porque el amor es la plenitud de la ley (Rom 13,910). El Evangelio es esencialmente revelacin de la caridad. En l se proclama todo el dinamismo de la caridad salvfica del misterio de la Encarnacin del Verbo. En su origen: caridad trinitaria (Padre, Jn 3,16; Hijo, Gal 2,20; Espritu Santo, Rom 5,5). En su dinamismo interno: urgencia suprema de la caridad (el mayor y primer mandamiento; Mt 22,38). En sus urgencias concomitantes (un mandamiento nuevo; Jn 13,34-35). CICLO C Las lecturas primera y tercera nos proclaman hoy la misericordia de Dios con los pecadores. La segunda lectura nos exhorta a que nos atengamos a la fe. El tiempo nos ofrece la oportunidad del amor misericordioso de Dios, que llama al hombre a la conversin y la espera, urgindole a diario para que se santifique. Sabidura 11,23-12,2: Te compadeces, Seor, de todos, porque amas a todos los seres. El tiempo es para el hombre un ndice de su limitaciones como criatura y un don del amor misericordioso de Dios, que le espera para la conversin y la salvacin. Tenemos aqu una enseanza teolgica, muy rica y profunda, de la omnipotencia y misericordia divinas, que de un modo paradjico, pero divinamente armnico, cooperan a hacer siempre ms concreto y vivo entre los hombres el don salvfico divino, no obstante los lmites y la falta de correspondencia de las criaturas. El texto de la Sabidura nos abre el corazn a una gran confianza y a un sano optimismo: nos lleva a ver en Dios no un dueo tirnico, siempre dispuesto a exigir y castigar, sino un Padre misericordioso que en todo y por todo busca siempre el bien de los hombres, elevados a la dignidad de hijos suyos. Por eso ensalzamos a Dios, nuestro Rey, con el Salmo 144. Bendecimos su nombre por siempre jams; da tras das lo bendecimos y lo alabamos, porque es clemente y misericordioso, lento a la clera y rico en piedad. Es bueno con todos, es carioso con todas sus criaturas. Esto nos mueve a procurar que todos se unan a nosotros para proclamar la gloria de su reinado y manifestar sus maravillas. El Seor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones, sostiene a los que van a caer y endereza a los que ya se doblan. 2 Tesalonicenses 1,112,2: Que Jess, nuestro Seor, sea vuestra gloria y que vosotros seis la gloria de El. El Apstol eleva oraciones a Dios para que su predicacin pueda dar fruto en sus oyentes. San Agustn escribe: Quien pretende ensear la palabra de Dios debe hacer cuanto est de su parte para que se le escuche inteligentemente con gusto y docilidad. Pero no dude de que si logra algo, y en la medida en que lo logra, es ms por la piedad de sus oraciones que por sus dotes oratorias. Por tanto orando por aquellos a quienes ha de hablar, sea antes varn de oracin que de peroracin. Y cuando se acerque la hora de hablar, antes de comenzara a hablar, eleve a Dios su alma sedienta, para derramar de lo que bebi y exhalar de lo que se llen (Sobre la doctrina cristiana 4,15-32). Lucas 19,1-10: El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido. Cristo Jess busca al hombre pecador: contina a diario su misin de llamar, buscar y salvar al

hombre, mediante la conversin y la nueva vida de santidad que El le ofrece. Y atrado por su gracia, el hombre pecador, como Zaqueo, busca a Jess. San Agustn comenta: Reconoce a Cristo, que est lleno de gracia. l quiere derramar sobre ti aquello de que est lleno y te dice: busca mis dones, olvida tus mritos, pues si yo buscase tus mritos, no llegaras a mis dones. No te envanezcas, s pequeo, s Zaqueo. Pero vas a decir: si soy como Zaqueo, no podr ver a Jess a causa de la muchedumbre. No te entristezcas, sube al rbol del que Jess estuvo colgado por ti y lo vers... Pon ahora los ojos en mi Zaqueo, mrale, te suplico, queriendo ver a Jess en medio de la muchedumbre, sin conseguirlo. l era humilde, mientras que la turba era soberbia; y la misma turba, como suele ser frecuente, se converta en impedimento para ver bien al Seor. l se levant sobre la muchedumbre y vio a Jess sin que ella se lo impidiera. En efecto, a los humildes, a los que siguen el camino de la humildad, a los que dejan en manos de Dios las injurias recibidas y no piden venganza para sus enemigos, a sos los insulta la turba y le dice: intil, que eres incapaz de vengarte! La turba te impide ver a Jess; la turba que se glora y exulta de gozo cuando ha podido vengarse, impide la visin de quien, pendiente de un madero, dijo: Padre, perdnalos, porque no saben lo que hacen... El Seor que haba recibido a Zaqueo en su corazn, se dign ser recibido por l... Y lleg la salvacin a aquella casa (Sermn 174,3). Lunes Aos impares Romanos 11,29-36: Dios tiene misericordia de todos. La incredulidad temporal de los judos no es sino una etapa histrica misteriosa, que precede a su conversin final y a la instauracin definitiva del Reino de Dios. Tambin ellos, dice el Apstol, alcanzarn misericordia. Y entonces, unidos en la fe judos y gentiles, Dios ser todo en todos (1 Cor 15,28). Mientras tanto, todo es gracia, gracia de Dios gratuitamente concedida. Comenta San Agustn: Qu hemos dado a Dios, si todo lo que tenemos y somos lo recibimos de l? Nada le hemos dado. En este sentido, no podemos considerar a Dios como deudor, segn dice el Apstol (Rom 11,34-35)... El nico ttulo que tenemos para exigir algo a nuestro Seor es decirle: cumple lo que prometiste, puesto que hicimos lo que mandaste, aunque tambin esto es obra tuya, pues ayudaste a quien se esforzaba.. Qu diste a Dios, cuando ni siquiera existas para poder drselo? Qu hizo Dios cuando predestin a quien no exista?... Demos gracias a Dios, porque cuando no existamos nos predestin, porque alejados, nos llam y porque siendo pecadores nos justific (Sermn 152,23). Con el Salmo 68 decimos: Que me escuche, Seor, tu gran bondad. Soy un pobre malherido, tu salvacin me levante, Dios mo. Alabar el nombre de Dios con cantos, proclamar su grandeza con accin de gracias. Miradlo los humildes y alegraos, buscad al Seor y vivir vuestro corazn, que el Seor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos. El Seor nos salvar... l nos prepara una ciudad celeste en la gloria, la habitaremos en posesin por su infinita misericordia, la estirpe de sus siervos la heredar, los que aman su nombre vivirn en ella. Aos pares Filipenses 2,1-4: Manteneos unnimes, con un mismo pensar y un mismo sentir. Esto es lo que quera el Apstol. Es una invitacin a vivir en el amor fraterno, en unidad y en humildad. Cristo nos ha dado ejemplo en su encarnacin, en su vida entera, en su pasin y muerte, en la cruz. Comenta San Agustn: Pensad en la unidad, hermanos mos, y ved que si os agrada la multitud es por la unidad que existe en ella... Engrandeced al Seor conmigo y ensalcemos su nombre todos juntos. Una sola cosa es necesaria: aquella unidad celeste, la unidad por la que el Padre, el Hijo y el Espritu Santo son una sola cosa. Ved cmo se nos recomienda la unidad... Las tres Personas no son tres dioses, ni tres omnipotentes, sino un solo Dios omnipotente. La misma Trinidad es un solo Dios, porque una sola

cosa es necesaria. Y la consecucin de esta nica cosa nos lleva el tener los muchos un solo corazn (Sermn 103,4). Con el Salmo 130 proclamamos: Seor, mi corazn no es ambicioso, ni mis ojos altaneros, no pretendo grandezas que superan mi corazn. Yo acallo y modero mis deseos, como un nio en brazos de su madre. Espere Israel en el Seor ahora y por siempre. Lucas 14,12-14: No hagamos el bien buscando sobre todo el agradecimiento. Obremos por amor, generosamente, buscando el bien de nuestros hermanos. Comenta San Agustn: El Seor te mostr con quin tienes que ser generoso..., con los necesitados, que no tienen nada que devolverte. Pierdes con eso acaso? Se te recompensar cuando se recompense a los justos... Cuando l nos lo devuelva, quin nos lo quitar?... Cuando an ramos pecadores, nos don la muerte de Cristo; ahora que vivimos justamente, nos va a decepcionar? Pero Cristo no muri por los justos, sino por los impos. Si a los malvados les dio la muerte de su Hijo, qu reservar para los justos?... El mismo Hijo, pero en cuanto Dios, como objeto de gozo, no en cuanto hombre, sometido a la muerte. Ved a lo que nos llama Dios. Mas de la misma manera que te fijas en el destino, dgnate mirar tambin el camino, dgnate mirar tambin el cmo (Sermn 339,6). Martes Aos impares Romanos 12,5-16: Cada uno ha de entregarse al servicio de los dems. Cada miembro de la Iglesia ha de cumplir su propia misin, procurando el bien de todos por la vida de oracin y el ejercicio de la caridad. Oigamos a San Agustn: Dice el Apstol: llenos de gozo en la esperanza. As, pues, nuestro gozo actual es gozo en la esperanza, an no en la realidad... Si los compaeros de peregrinacin gozan de esta manera en el camino, cul ser su gozo en la Patria! Los mrtires lucharon en esta vida, luchando caminaron, y caminando aclamaron. En efecto, quienes aman, caminan, pues hacia Dios no se corre con pasos, sino con el afecto. Hay tres clases de hombres detestables: el que se para, el que da marcha atrs y el que se sale del camino. Que nuestro caminar se vea libre y protegido, con la ayuda de Dios, de estos tres tipos de mal (Sermn 306,B,1). Con el Salmo 130 decimos: Seor, mi corazn no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad, sino que acallo y modero mis deseos, como un nio en brazos de su madre. Espere Israel en el Seor, ahora y por siempre. ste es el camino de la infancia espiritual, libre de preocupaciones altaneras, dcil a las inspiraciones de Dios, como quien sabe que camina de su mano, ms seguro que conducido por la ms cariosa de las madres. Aos pares Filipenses 2,5-11: Cristo se anonad. Y por eso fue exaltado. La exhortacin a la humildad se fundamenta en el ejemplo de Cristo: aun siendo Hijo de Dios, no hizo valer su calidad de semejanza, de igualdad, con el mismo Dios, sino que tom la condicin humana, hacindose obediente hasta la muerte. Dice San Clemente Romano: El cetro de la majestad de Dios, Jesucristo, nuestro Seor, no vino rodeado de orgullo y aparatosidad, aun cuando lo hubiera podido hacer, sino en la humildad (Funk I,107). San Agustn comenta: Quien todava no puede ver lo que ha de mostrarle el Seor, no busque el ver antes de creer, sino ms bien crea primero, para que pueda sanar el ojo con que ha de ver. A estos ojos serviles [el Seor] se manifiesta solo en la forma de siervo... Y, puesto que no exista la posibilidad de verlo como Dios y s como hombre, el que era Dios se hizo hombre, para que aquello que se vea sanase la causa de que no se viera (Sermn 88,4).

Se anonad el Hijo divino, es decir, el Infinito se hizo igual a cero. Se anonad, hacindose hombre, y ms an, muriendo por nosotros en la Cruz. Ejemplo inmenso de humildad. Por eso Dios lo exalt. Imitmoslo. Con el Salmo 21 decimos que el Seor es nuestra alabanza en la gran asamblea. Cumpliremos nuestros votos delante de los fieles. Los desvalidos comern hasta saciarse, alabarn al Seor los que lo buscan; viva su corazn para siempre. Recordarn al Seor y volvern a l hasta de los confines del orbe. En su presencia se postrarn las familias de los pueblos, porque del Seor es el Reino. l gobierna los pueblos. Ante l se postrarn las cenizas de las tumbas... Hablarn del Seor a la generacin futura, todo lo que hizo el Seor en su misericordia, anonadndose por nosotros. Pero Dios lo exalt y le dio un nombre sobre todo nombre, para que al nombre del Seor toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en el abismo, y todos proclamemos que Jesucristo es el Seor (cf. Flp 2,6-11). Lucas 14,15-24: Los invitados ms distinguidos, fueron descorteses, y no quisieron venir. Entonces el padre de familia convoc a toda clase de gente. La Iglesia es el lugar de la reunin universal realizada por Cristo. Comenta San Agustn: Dejemos de lado las excusas vanas y perversas, y acerqumonos a la cena que nos saciar interiormente. No nos lo impida la soberbia altanera, no nos engra o sujete y aparte de Dios la ilcita curiosidad; la sensualidad de la carne no nos aleje del placer del corazn. Acerqumonos y sacimonos. Quines se acercaron sino los mendigos, los dbiles, los cojos y los ciegos? No vinieron los ricos, los sanos... Vengan, pues, los mendigos... vengan los dbiles.... vengan los cojos..., vengan los ciegos... stos vinieron en hora buena, pues los primeros invitados fueron reprobados debido a sus excusas (Sermn 112,8). Mircoles Aos impares Romanos 13, 8-10: Amar es cumplir la ley entera. El Apstol nos exhorta al amor. Toda la ley se cumple en el amor, participando del amor de Jess. San Agustn comenta: Ama a Dios y ama al prjimo como a ti mismo. Veo que al amar a Dios te amas a ti mismo. La caridad es la raz de todas las obras buenas... La plenitud de la ley es la caridad. No voy a tardar en decirlo: quien peca contra la caridad, se hace reo de todos los preceptos. En efecto, quien daa a la raz misma, a qu parte del rbol no daa? Qu hacer, pues? Quien peca contra la caridad se hace reo de todos los preceptos. Esto es absolutamente cierto, pero distinto es el modo como peca contra ella el ladrn, el adltero, el homicida, el sacrlego y el blasfemo. Todos pecan contra la misma caridad, puesto que donde existe la caridad plena y perfecta no puede haber pecado. Es ella misma la que crece en nosotros para llegar un da a la perfeccin y a tal perfeccin que no admita ya adiccin alguna (Sermn 179,A,5). Con el Salmo 111 decimos: Dichoso quien teme al Seor y ama de corazn sus mandatos. Su linaje ser poderoso en la tierra, la descendencia del justo ser bendita. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta y administra rectamente sus asuntos, reparte limosna a los pobres, su caridad es constante, sin falta, y alzar la frente con dignidad. Por eso deca San Roberto Belarmino que vale ms un grano de caridad que cien arrobas de razn. Solo el que ama es fuerte y es capaz de hacer todas las obras buenas que el mundo necesita. Aos pares Filipenses 2,12-18: Es Dios quien obra en nosotros el querer y el obrar. El Seor, viviendo en nosotros, nos hace posible caminar hacia la salvacin con una vida ejemplar, y ser luz en medio de las tinieblas de este mundo. As en el da del juicio podremos gozar de su gozo eterno. En la Carta a Diogneto leemos:

Los cristianos no se distinguen de los dems hombres por su tierra, ni por su habla, ni por sus costumbres. Porque ni habitan en ciudades exclusivamente suyas, ni hablan una lengua extraa, ni llevan un gnero de vida aparte de los dems... Estn en la carne, pero no viven segn la carne. Pasan el tiempo en la tierra, pero tienen su ciudadana en el cielo. Obedecen a las leyes establecidas, pero con su vida sobrepasan las leyes... Mas, para decirlo brevemente, lo que es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo (Diogneto V-VI). Con el Salmo 26 proclamamos: El Seor es mi luz y mi salvacin, a quin temer? El Seor es la defensa de mi vida, quin me har temblar? Una cosa pido al Seor, eso buscar; habitar en la casa del Seor todos los das de mi vida, gozar de la dulzura del Seor, contemplando su rostro. Espero gozar de la dicha del Seor en el pas de la vida... Esperar en el Seor con gran valor y confianza. l es mi salvacin y mi alegra. l es mi Luz, la luz que debo irradiar en mi vida. Lucas 14,23-35: Renunciamos a todo, para venir a ser discpulos del Seor. El Seor cre todo para nosotros. Todo es bueno: todas las cosas son para nosotros, para nuestro provecho, para nuestra utilidad, pero nosotros somos de Cristo, y Cristo de Dios. Usemos todas las cosas del mundo presente de tal modo que no nos incapacitemos para las eternas. No pongamos todo nuestro inters en las cosas de este mundo. Guardemos el corazn en una santa indiferencia. Oigamos a Casiano: No vayamos a creer que aquellos que han sido elevados en este mundo a las cumbres de las riquezas, del podero y de los honores hayan alcanzado con ello el bien por excelencia, pues ste consiste nicamente en la virtud. Esas otras cosas son indiferentes. Son tiles, son provechosas para los justos que usan de ellas con recta intencin y para cumplir sus menesteres ineludibles, pues brindan la ocasin para hacer obras buenas y para producir frutos para la vida eterna. Son, en cambio, lesivas y dainas para aquellos que abusan de ellas, encontrando en ellas ocasin de pecado y de muerte (Colaciones 66,3). Jueves Aos impares Romanos 14,7-12: En la vida y en la muerte somos del Seor. Pertenecemos al Seor y para l vivimos y morimos. Unos y otros hagamos todo lo posible por conformar nuestra vida con la voluntad divina, y colaboremos fielmente con la gracia de Dios. Entreguemos a Dios nuestra vida, como Cristo la entreg para salvarnos. San Cirilo de Alejandra escribe: Se ha dicho que Cristo tuvo hambre, que soport la fatiga de largas caminatas, la ansiedad, el terror, la tristeza, la agona y la muerte en la cruz. Sin ser obligado por nadie, libremente se entreg por nosotros, para ser Seor de vivos y muertos (Rom 14,9). Con su propia carne ha pagado as un rescate justo por la carne de todos; y con su alma ha llevado a cabo la redencin de todas las almas. Y si l ha vuelto a tomar su vida, es porque, como Dios, l es viviente por naturaleza (Sobre la Encarnacin del Unignito). Con el Salmo 26 digamos: Espero gozar de la dicha del Seor en el pas de la vida. El Seor es mi luz y mi salvacin, a quin temer? El Seor es la defensa de mi vida, quin me har temblar? Una cosa pido al Seor, eso buscar: habitar en la Casa del Seor todos los das de mi vida; gozar de la dulzura del Seor, contemplando su rostro. Espero gozar de la dicha del Seor en el pas de la vida, es decir, en la gloria eterna. Para esto vivamos aqu en la presencia del Seor, identificados con su voluntad divina, llenos de amor e irradindolo por doquier. Aos pares Filipenses 3,3-8: Slo Cristo ha de ser nuestro tesoro. Todo lo dems es prdida. San Pablo sacrific todos los ttulos de gloria por ganar a Cristo. Y en Cristo lo encontr todo: verdad, vida, camino, alimento, roca, luz, amor... todo. As hemos de hacer tambin nosotros. San Ambrosio dice: Por l anhela quien repite sus palabras y las medita en su interior. Hablemos, pues, siempre de El. Si hablamos de sabidura, l es la sabidura; si de virtud, l es la virtud; si de justicia, l es la

justicia; si de paz, l es la paz; si de la verdad, de la vida, de la redencin, l es todo eso (Comentario al Salmo 36). Y San Bernardino de Siena: Todo lo tenemos en Cristo: es refugio de los penitentes, bandera de los que combaten, medicina de los que desfallecen, consuelo de los que sufren, honor de los creyentes, esplendor de los evangelizadores, mrito de los que trabajan, satisfaccin de los que oran, deleite de los contemplativos, gloria de los que triunfan (Sermn 49). En esa misma perspectiva, con el Salmo 104 proclamamos que se alegren en el Seor los que lo buscan. Recurramos al Seor y a su poder, busquemos constantemente su rostro, recordemos las maravillas que hizo y hace constantemente en nuestra alma, sus prodigios, las sentencias de su boca. El Seor es nuestro Dios. l gobierna toda la tierra. Creamos en su amor y correspondmosle tambin con un gran amor. l todo lo merece. Sin l nada somos. Con l todo lo podemos, todo lo tenemos. Lucas 15,1-10: La gran alegra del cielo por un pecador que se convierte. La infinita bondad de Dios se nos revela en las parbolas de la misericordia. Todos nosotros somos llamados a la experiencia espiritual de la gran misericordia divina, pero no segn nuestros modos y criterios, sino segn los modos y criterios de Dios. Comenta San Ambrosio: En estas parbolas quin es este padre, este pastor y esta mujer? Acaso no representan a Dios Padre, a Cristo y a la Iglesia? Cristo te lleva sobre sus hombros, te busca la Iglesia y te recibe el Padre. Uno porque es Pastor, no cesa de llevarte; la otra como Madre, sin cesar te busca, y el Padre te vuelve a vestir. El primero por obra de su misericordia, la segunda cuidndote y el tercero reconcilindote con l. A cada uno de ellos le cuadra perfectamente una de esas cualidades: el Redentor viene a salvar, la Iglesia asiste y el Padre reconcilia. En todo actuar divino est siempre la misma misericordia, aunque la gracia vara segn nuestros mritos (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VII,208). Viernes Aos impares Romanos 15,14-21: Que nuestra ofrenda agrade a Dios. El ministerio apostlico aparece bajo este aspecto en un sentido muy determinado. Este ministerio es como una liturgia y quien lo ejerce acta como un sacerdote. El Apstol predica la palabra y manifiesta la presencia de Cristo resucitado en el corazn, en los acontecimientos y en las cosas. Es sacerdote no como un especialista de ritos, como los sacerdotes del templo de Jerusaln, sino porque al revelar el sentido pascual de todas las cosas, ayuda a sus oyentes a tomar actitudes de fe, de conversin y de compromiso, y se es el contenido de los sacrificios espirituales de la Nueva Alianza, unidos a la sagrada Eucarista, que actualiza sacramentalmente el sacrificio redentor del Calvario. Todas estas realidades del mundo de la gracia son ya una maravilla, pero an han de perfeccionarse y llegar a plenitud en la gloria. Escribe Orgenes: No nos equivoquemos, porque si Pablo y los que son como l se llaman perfectos en comparacin con los dems, sin embargo, nadie entre los hombres puede llamarse o ser perfecto con aquella ciencia sublime o aquella perfeccin propia de los que habitan en el cielo (Comentario a la Carta a los Romanos 10,10). Con el Salmo 97 pedimos al Seor que revele a las naciones su victoria. Cantemos al Seor un cntico nuevo, porque ha hecho maravillas, su diestra le ha dado la victoria, revela a las naciones su justicia, se acord de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel [de la Iglesia, de cada uno de nosotros]. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Seor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad. Aos pares

Filipenses 3,174,1: Aguardamos al Seor. l transformar nuestra condicin humilde, segn el modelo de su condicin gloriosa. Cristo nos transforma por su palabra, y an ms por su ejemplo. Tambin nosotros ayudamos a los dems con nuestra palabra, pero an ms con nuestra vida. Comenta San Juan Crisstomo: No hay mejor enseanza que el ejemplo del Maestro... Hablad, pues, con sabidura, instruid con toda la elocuencia posible; pero sabed que vuestro ejemplo causar una impronta ms fuerte y decisiva... Cuando vuestras obras sean consecuentes con vuestras palabras, no habr entonces nada que se os pueda objetar (Homila sobre Flp 3). No seamos enemigos de la Cruz de Cristo, nos advierte San Pablo, que ya en su tiempo encontr fieles que no respondan verdaderamente a la vocacin cristiana por miedo a la Cruz. Sigamos fielmente las enseanzas de Cristo, el gran Maestro que nos dio doctrina admirable y un ejemplo cabal. Vivamos eso mismo que l nos ense y vivi. La Casa del Seor a la que nos encaminamos es la gloria futura, la Jerusaln celeste, llamada visin de paz. Y as con el Salmo 121 decimos: Qu alegra, cuando me dijeron vamos a la Casa del Seor. Ya estn pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusaln. All suben las tribus, las tribus del Seor, segn la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Seor... En la Jerusaln celeste nos aguarda Dios, nuestro Seor, justo y misericordioso. Y en este caminar hacia el cielo no podemos dejar que nos dominen las fuerzas del mal, sino que hemos de superar todas las dificultades con la gracia del Seor. Lucas 16,1-8: Los hijos de este mundo son ms astutos con su gente que los hijos de la luz. La astucia del mundo ha de ser superada con valenta y generosidad, no con habilidades arteras, sino con la gran fuerza del cristianismo, que es el amor. Hemos de colaborar con el Salvador con gran diligencia, sin desgana y pe-reza. Comenta San Agustn: Por qu propuso el Seor esta parbola? No le agrad aquel siervo fraudulento, que defraud a su amo y sustrajo cosas que no eran suyas. Adems las hurt a escondidas, y le caus dao preparndose un lugar de descanso y tranquilidad para cuando tuviera que abandonar la administracin. Por qu propuso el Seor esta parbola? No porque el siervo aquel hubiera cometido un fraude, siendo previsor para el futuro, sino para que se avergence el cristiano que carece de determinacin viendo alabado el ingenio de un fraudulento. En efecto, dice: los hijos de las tinieblas son ms sagaces que los hijos de la luz. Ellos comenten fraudes mirando al futuro. Mirando a qu vida tom precauciones aquel mayordomo? Mirando a aquella vida a la que tendra que pasar cuando se lo mandaren. Y si l se preocup por la vida que tiene un fin, t no te preocupars por tu vida eterna? (Sermn 359,10). Sbado Aos impares Romanos 16,3-9.16.22-27: El misterio de Dios. La revelacin del misterio est en el centro de la doxologa con que se termina esta Carta. En el apostolado paulino este misterio es el acceso de los gentiles a la revelacin. Este misterio es concebido por la Sabidura divina, que examina el origen de la historia ms all de los siglos. Es el misterio que antes estaba oculto en el tiempo, pero que se manifiesta por Jesucristo, que muere por todos los hombres. l es el Salvador de todos, el Redentor que con tanta fuerza fue proclamado al mundo por San Pablo. La Sabidura de Dios realiz este misterio en la Cruz de Jesucristo. Y los Apstoles son los testigos de ese misterio y sus principales realizadores. Todos los discpulos de Cristo, judos o gentiles, se acogen entre s en la caridad fraterna, y realizan en s mismos el misterio de Dios, escondido durante siglos, y ya revelado y realizado en el tiempo. Es el dinamismo admirable del Misterio Pascual, que acta en todos los pueblos y culturas, formando una maravillosa y nueva Hermandad, la de los hijos de Dios. Dice Orgenes:

Los que ayudaban y eran hospitalarios se encontraban en todos los hermanos creyentes, no slo entre los que provenan de los judos, sino tambin en los creyentes que provenan de la gentilidad. En efecto, la hospitalidad era muy estimada no slo por Dios, sino tambin por los hombres (Comentario a la Carta a los Romanos 10,18). Bendecimos al Seor con el Salmo 144 por los muchos beneficios que hemos recibido de l, y le bendecimos sobre todo por haber sido llamados a la salvacin. Lo bendecimos por siempre jams, pues l es nuestro Dios y nuestro Rey. Grande es el Seor, y merece toda alabanza, es incalculable su grandeza. Una generacin pondera tus obras a la otra y le cuenta tus hazaas, alaban los pueblos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas. Queremos y pedimos que todas las criaturas den gracias al Seor, que le bendigan sus fieles, que proclamen la gloria de su reinado, que hablen de sus hazaas. La Iglesia se extiende por doquier y sigue pujante en la santidad de sus fieles, como lo muestran hoy las muchas beatificaciones y canonizaciones de que somos testigos. Aos pares Filipenses 4,10-19: Todo lo puedo en Aquel que me conforta. Los fieles de Filipos corresponden al santo Apstol con sus dones y San Pablo lo agradece. Ellos piden, reciben y dan generosamente. San Juan Crisstomo dice: Cuando t ms recibes, ms se alegra l y ms dispuesto est a seguir dndote. Dios tiene por propia riqueza nuestra salvacin. Y su gloria est en dar copiosa merced a cuantos le piden (Homila 22, sobre San Mateo). Y San Ireneo: La razn por la que Dios desea que los hombres le sirvan es su bondad y misericordia, por las que quiere beneficiar a los que perseveran en su servicio; pues, si Dios no necesita de nadie, el hombre, en cambio, necesita de la comunin con Dios. En esto consiste la gloria del hombre, en perseverar y permanecer en el servicio de Dios (Contra las herejas 4,13). Por eso decimos con el Salmo 111: Dichoso el que teme al Seor y ama de corazn sus mandatos. Su linaje ser poderoso en la tierra, la descendencia del justo ser bendita. Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. El justo jams vacilar, su recuerdo ser perpetuo... Su corazn est seguro, sin temor, reparte limosna a los pobres, su caridad es constante, sin falta, y alzar la frente con dignidad. Es gran don poder dar, y todos podemos dar, a nuestros hermanos una oracin, una sonrisa, un servicio, un signo de amabilidad, de dulzura... Lucas 16,9-15: No podemos servir a dos seores. O damos culto a Dios, o damos culto a las riquezas, sean stas las que fueren: dinero, placer, poder... Dice San Gregorio Magno: Son engaosas las riquezas, porque no pueden permanecer siempre con nosotros; son engaosas porque no pueden satisfacer las necesidades de nuestro corazn. Las riquezas verdaderas son nicamente las que nos hacen ricos en las virtudes (Homila 15, sobre los Evangelios). Y San Basilio: Tus riquezas tendrs que dejarlas aqu, lo quieras o no; por el contrario la gloria que hayas adquirido con tus buenas obras la llevars hasta el Seor (Sobre la caridad). Y en otro lugar: La virtud es la nica de las riquezas que es inamovible y que persiste en vida y muerte (Discurso a los jvenes). San Ambrosio escribe: Quin hasta ahora se ha justificado con las riquezas? Quin se ha hecho humilde con el poder, misericordioso con la nobleza de su nacimiento, casto con la hermosura? La verdad es que todas estas prendas temporales ms bien son peligrosas, para hacernos caer en la culpa, que tiles para ayudarnos en el camino de la virtud (Comentario al Salmo 1,39).

Semana 32 Domingo Entrada: Llegue hasta ti mi splica; inclina tu odo a mi clamor, Seor (Sal 87,3). Colecta (del Misal anterior y antes del Gelasiano y Gregoriano): Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que bien dispuesto nuestro cuerpo y nuestro espritu, podamos libremente cumplir tu voluntad. Ofertorio (del Misal anterior): Mira con bondad, Seor, los sacrificios que te presentamos, para que, al celebrar el misterio de la pasin de tu Hijo, gocemos de sus frutos en nuestro corazn. Comunin: El Seor es mi Pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas (Sal 22,1-2). O bien: Los discpulos conocieron al Seor Jess al partir el pan (Lc 24,35). Postcomunin (del Gelasiano, Gregoriano y Misal de Paris de 1738): Alimentados con esta eucarista, te hacemos presente, Seor, nuestra accin de gracias, implorando de tu misericordia que el Espritu Santo mantenga siempre vivo el amor a la verdad en quienes han recibido la fuerza de lo alto. CICLO A En la primera lectura se nos exhorta a consagrar las jornadas y las vigilias de la noche a buscar la Sabidura que procede de Dios. El Evangelio nos manda que estemos vigilantes y atentos, siempre preparados para la venida del Seor. Y San Pablo en la segunda lectura nos afirma que todos aquellos que hayan credo en Jess entrarn, cuando l vuelva, en el mundo de la resurreccin, donde vivirn para siempre en su Reino. La Iglesia, segn el Vaticano II, es el sacramento universal de salvacin (LG 1). Pero la salvacin de los hombres, que es una invitacin gratuita y amorosa de iniciativa divina, est siempre condicionada por la respuesta de los mismos hombres ante el llamamiento de Dios. Por eso necesitamos preocuparnos ms del gran problema de nuestra vida: la santificacin y la salvacin. De ah la necesidad urgente de una vigilancia constante. Sabidura 6,13-17: Encuentran la Sabidura los que la buscan. Por Sabidura entendemos aqu el designio amoroso de Dios de poner a nuestro alcance su invitacin generosa de salvacin, que es encontrada por los que la buscan sinceramente. La salvacin del Dios es un tema hondamente arraigado en la Sagrada Escritura: Dios salva a los hombres, Cristo es nuestro Salvador. El Evangelio aporta la salvacin a todo creyente. Es, por lo mismo, un trmino clave en el lenguaje bblico, pero su proceso de elaboracin ha sido lento. Toda la historia de Israel es una historia de salvacin que llega a su culmen en Cristo Jess, que precisamente significa: Dios salva. En l Dios re-capitula toda la historia de la salvacin en favor de los hombres. Dios salva del pecado. Solo Dios puede perdonarlo, absolverlo, eliminarlo. Por eso es por lo que Israel, tomando ms conciencia de la universalidad del pecado, ya no podr buscar otra salvacin que la que viene de invocar el nombre de Dios Redentor. El nombre de Jess significa que el Nombre mismo de Dios est presente en la persona de su Hijo, hecho hombre para la redencin universal y definitiva del pecado. l es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Jn 1,29). Por eso con el Salmo 62 decimos que nuestra alma est sedienta de Dios. Nuestra carne tiene ansia de l, como tierra reseca, agostada y sin agua. Solo l puede salvarnos. Su gracia vale ms

que la vida, solo en l podemos encontrar la saciedad de nuestra alma. l es nuestro auxilio y a la sombra de sus alas cantamos con jbilo. 1 Tesalonicenses 4,12-37: A los que han muerto en Jess, Dios los llevar con l. Hemos sido creados y redimidos para la eternidad. Toda nuestra vida temporal lleva en s una responsabilidad permanente para el da del encuentro con el que ha de venir. El punto central de esta lectura es la unin constante con el Seor. Nuestra fe en el retorno del Seor ha de ir a lo esencial: estaremos siempre con l! sta ha de ser nuestra alegra constante, nuestra gran solicitud: no separarnos de Cristo. Y lo nico que nos aparta de l es el pecado. De ah la gran vigilancia que hemos de tener para no dejarnos atrapar por el pecado. Con la gracia divina nosotros siempre podemos salir victoriosos en las dificultades y tentaciones que podamos encontrar en nuestro camino hacia el Padre. La Iglesia, Sacramento universal de salvacin, con todos los medios que tiene, es la gran ayuda que nosotros tenemos y necesitamos. La esperanza firme en la vida eterna, lograda por la misericordia de Dios, que es fiel a sus promesas, da a los cristianos paz en la vida y paz en la muerte. Oigamos a San Agustn: Nos amonesta el Apstol a no entristecernos por nuestros seres queridos que duermen, o sea, que han muerto, como hacen los que no tienen esperanza en la resurreccin e incorrupcin eterna. Tambin la costumbre de la Escritura los denomina en verdad durmientes, para que al escuchar este trmino no perdamos la esperanza de que hemos de volver al estado de vigilia. Por ello canta tambin en el salmo: acaso no volver a levantarse el que duerme? (Sal 40,9). Los muertos causan tristeza, en cierto modo natural, en aquellos que los aman. El pnico a la muerte no proviene, en efecto, de la sugestin, sino de la naturaleza. Pero la muerte no habra llegado al hombre si no hubiese existido antes la culpa que origin la pena (Sermn 172,1). Mateo 25,1-13: Que llega el Esposo, salid a su encuentro! La vigilancia responsable o la irresponsabilidad paralizante son dos modos de vivir la fe cristiana ante el misterio de la salvacin. Pero su desenlace final es irreversible. La salvacin no se improvisa. La vocacin cristiana es irrenunciable-mente una vivencia profunda, personal y colectiva de la esperanza escatolgica. Sin estas vivencias careceremos del sentido autntico de la misin redentora de Cristo. El santo temor de Dios nos libra de la presuncin vana ante la salvacin y nos comunica la confianza filial, que quita de nosotros toda desesperanza paralizante. Es en el tiempo y en nuestro quehacer diario donde hemos de ser y permanecer vigilantes, esperando el retorno del Seor con las lmparas encendidas, alimentadas con el aceite de nuestras buenas obras. La eternidad nos la jugamos a diario en este tiempo que Dios nos concede para colaborar con su gracia divina realizando bajo su influjo obras buenas y salvficas. Oigamos a San Agustn: Aquellas vrgenes simbolizan a las almas. En realidad no son solo cinco, pues simbolizan a muchas. Y adems, ese nmero de cinco comprende tanto varones como mujeres, pues ambos sexos estn representados por una mujer, es decir, por la Iglesia. A ambos sexos, esto es, a la Iglesia, se la llama Virgen (2 Cor 11,2). Y si pocos poseen la virginidad de la carne, todos deben poseer la virginidad del corazn... Y quines son las vrgenes necias? Tambin ellas son cinco. Son las almas que conservan la continencia de la carne, evitando toda corrupcin, procedente de los sentidos... Evitan ciertamente la corrupcin, venga de donde venga, pero no presentan el bien que hacen a los ojos de Dios en la propia conciencia, sino que intentan agradar con l a los hombres, siguiendo el parecer ajeno... Evidentemente no llevan el aceite consigo... Las necias encienden ciertamente sus lmparas; parece que lucen sus obras, pero decaen en su llama y se apagan, porque no se alimentan del aceite interior... Faltarn las obras a las vrgenes necias, por no tener el aceite de la buena conciencia (Comentario al Salmo 147,10-11). CICLO B

La primera y tercera lecturas nos ponen de relieve la generosidad de una pobre viuda; con la primera el profeta Elas obra un milagro, y la segunda merece el elogio del Seor. En la segunda lectura se compara el culto del sacerdocio de Aarn y el de Cristo, que lo aventaja plenamente. La autenticidad de nuestra fe se mide siempre por la autenticidad cristiana de nuestras actitudes habituales ante Dios y ante los hombres. Ms que las obras externas, aun religiosas, lo que importa ante todo es la profundidad interior y la sinceridad religiosa de nuestra postura ntima. 1 Reyes 17,10-16: La viuda hizo un panecillo y se lo dio al profeta Elas. La verdadera religiosidad es la fidelidad a Dios y la generosidad sin medida del corazn, que supera humildemente todo egosmo. El Seor confa la misin de alimentar a su profeta no a una familia rica, sino a una pobre viuda, que est al lmite de sus pocos recursos. Dios acta siempre segn su plan y se sirve de medios en los que los hombres no se atreveran a confiar, para que nadie se atribuya a s mismo el xito de la realidad. De aqu la confianza que siempre hemos de tener en Dios, aunque nos veamos a veces en medio de circunstancias muy precarias. l acta por las causas segundas. No podemos quedarnos con los brazos cruzados. Hemos de hacer cuanto est de nuestra parte, aunque sea una cosa pequea, como en el caso de la viuda, que entrega un poco de harina y un poco de aceite. Hemos de hacer lo que podemos, lo que Dios nos da hacer, pero ante todo hemos de poner enteramente nuestra confianza en Dios. No le falt a aquella viuda pobre ni harina ni aceite en todo el tiempo de caresta. El Salmo 145 nos invita a la alabanza divina, pues el Seor mantiene su fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos, libera a los cautivos, abre los ojos al ciego, endereza a los que ya se doblan, ama a los justos, guarda a los peregrinos, sustenta al hurfano y a la viuda... El Seor reina eternamente, tu Dios, Sin, de edad en edad. Tengamos total confianza en l. Hebreos 9,24-28: Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. El Corazn de Cristo Jess, Sacerdote y Vctima redentora, representa la ms profunda vivencia religiosa del amor al Padre y de su amor victimal a los hombres. En la Pascua de Cristo encuentran su cumplimiento, una vez para siempre, las aspiraciones hacia Dios del sacerdocio aarontico y de sus propios ritos: el perdn del pecado. El acceso a Dios ha quedado ya abierto para siempre, y para siempre se ha realizado la reconciliacin. No son necesarios ya otros sacrificios. El sacrificio de Cristo Redentor en el Calvario se reactualiza sacramentalmente en la sagrada Eucarista hasta el fin de los tiempos. Y Cristo en su segunda venida dar a todos los creyentes la plenitud de la salvacin. Marcos 12,38-44: Esta pobre viuda ha echado ms que nadie. La medida de nuestra religiosidad ante Dios y ante los hermanos no est en la materialidad de nuestra obra, sino en la generosidad o tacaera de nuestro espritu. Una mujer, pobre y viuda, en medio de una multitud que aparatosamente hace sus propias ofrendas en el tesoro del templo, deja caer en l algunos cntimos. El gesto es sealado por Jess ante los apstoles, ya que tal ofrenda, para esa viuda, en su gran pobreza, representa una verdadera y admirable privacin. Lo que cuenta para Dios es la actitud interior del corazn. Esto vale ms que muchas obras externas ruidosas y brillantes, que carecen de esa sinceridad y generosidad en lo interior. Dios se complace en aceptar el ms pequeo acto interior de nuestro corazn como el tesoro ms precioso que le pueda ofrecer el universo. Esto ha de animarnos a la prctica continua de las virtudes cristianas y debe confortarnos en los momentos de angustia y dolor. Todo lo debemos al Seor y de todo hemos de darle continuas gracias. Tambin hemos de agradecerle porque podemos hacer algn bien, pues a l se lo debemos. El sentido religioso de nuestra existencia de hijos de Dios nos hace vivir siempre ante el Padre y ante los hombres los mismos sentimientos de Cristo Jess (Flp 2,5). Oigamos a San Agustn: Ignoro, hermanos, si puede encontrarse alguien a quien hayan aprovechado las riquezas. Quiz se diga: no fueron de provecho para quienes usaron bien de ellas, alimentando a los hambrientos,

vistiendo a los desnudos, hospedando a los peregrinos, redimiendo a los cautivos? Todo el que obra as, lo hace para que no le perjudiquen. Qu le sucedera, si no poseyese esas riquezas con las que hace misericordia, siendo tal que se hallase dispuesto a hacerla, si se hallase en posesin de ellas? El Seor no se fija en que las riquezas sean o no grandes, sino en la piedad de la voluntad. Acaso los apstoles eran ricos? Abandonaron solamente unas redes y una barquichuela, y siguieron al Seor. Mucho abandon quien se despoj de la esperanza del siglo, como aquella viuda del Evangelio. Y el Seor la elogi... Si examinas los corazones de quienes dan, hallars con frecuencia en quienes dan mucho un corazn tacao, y en quienes dan poco uno generoso.. Si eres pobre, aunque sea poco lo que des, se te premiar como si hubieras dado mucho, como aquella viuda (Sermn 105, A,1). CICLO C La primera y la tercera lecturas nos hablan de la resurreccin. San Pablo, en la segunda, aparece abrumado por la perversidad de sus enemigos, pero confa en Cristo y exhorta a los cristianos a permanecer firmes aguardando el retorno del Seor. Los hermanos macabeos, San Pablo y Cristo nos ensean a vivir una vida diametralmente opuesta a la de los hijos del materialismo, que malgastan su existencia humana sin ms horizontes que el ansia de felicidad en la tierra y en el tiempo, siendo as, que estamos llamados por Dios a gozar eternamente en la gloria del cielo. 2 Macabeos 7,1-2.9-14: El Rey del universo nos resucitar para una vida eterna. Con el lenguaje infalsificable de su sangre los hermanos macabeos nos ofrecen un ejemplo de su fidelidad a Dios y de su esperanza ciertsima en la resurreccin. En un mundo lleno de materialismo es necesario subrayar la fe en la resurreccin, que constituye el centro de nuestra esperanza cristiana. El amor de Dios debe manifestarse en nuestro caminar terreno; mas nuestra mirada ha de estar fija en la gloriosa meta futura, que trasciende toda espera humana y queda dolorosamente escondida a los sabios de este mundo. San Pablo, en el punto culminante de su Carta a los Romanos, escribe: los sufrimientos del momento presente no son comparables a la gloria futura que nos ser revelada (8,18). Hemos de mantener siempre viva esta dimensin escatolgica de nuestra fe. Con el Salmo 16 decimos: Al despertar me saciar de tu semblante, Seor, y le pedimos que escuche nuestra apelacin, que preste odo a nuestra splica, pues no hay engao en nuestros labios, ni vacilacin en nuestros pasos. Sabemos que el Seor, en su bondad misericordiosa, nos escucha e inclina su odo a nuestras palabras. A la sombra de sus alas nos escondemos y venimos a su presencia con nuestra apelacin. 2 Tesalonicenses 2,153,5: El Seor os d fuerzas para toda clase de palabras y obras buenas. El verdadero creyente es el hombre que, consciente de su destino eterno, hace de su esperanza en la resurreccin el mvil de toda su vida y de toda su conducta en el tiempo. Oigamos a San Juan Crisstomo: El Apstol lo anima a ofrecer oraciones a Dios por l, pero no para que Dios le exima de los peligros que debe afrontar pues stos son consecuencia inevitable del ministerio que desempea, sino para que la palabra del Seor avance con rapidez y alcance la gloria (Homila sobre II Tes. 3,1). Lucas 20,27-38: Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos. Estamos destinados, como criaturas nuevas en Cristo, a una nueva y definitiva vida con Cristo en Dios. l es la Resurreccin y la Vida (Jn 11,25). Comenta San Agustn: Es que creemos en vano en la resurreccin de la carne? Si la carne y la sangre no poseern el Reino de Dios, en vano creemos que nuestro Seor resucit de entre los muertos con el mismo cuerpo con que naci y en el que fue crucificado, y que ascendi a los cielos en presencia de sus discpulos...

El bienaventurado Pablo no quera que cayesen en el error de pensar que en el Reino de Dios, en la vida eterna, iban a hacer lo mismo que hacan en esta vida, es decir, de tomar mujer y de engendrar hijos. Estas son obras de la corrupcin de la carne. No hemos de resucitar para tales cosas, como lo dej claro el Seor en la lectura evanglica que hemos ledo hace poco... Niega lo que pensaban los judos y refuta los errores de los saduceos, puesto que los judos crean, s, que los muertos haban de resucitar, pero pensaban carnalmente, por lo que respecta a las obras para las que iban a resucitar. Sern, dijo, semejantes a los ngeles (Sermn 362,18). Lunes Aos impares Sabidura 1,17: La Sabidura es un espritu amigo de los hombres. El Espritu del Seor llena la tierra. La Sabidura consiste en buscar a Dios y huir del pecado. Est ntimamente ligada con el Espritu de Dios, que instruye a cada fiel y llena el universo entero. El medio fundamental para alcanzar la bienaventuranza ltima es la Sabidura, que el autor identifica con el Espritu. Esta fuerza divina anima al hombre y al universo, al que confiere su cohesin y armona, pero de distinto modo, ya que en el cosmos ese orden es mecnico y necesario, pero en el hombre se conjuga con su libertad y su voluntad de comunin con Dios. Se trata, pues, de una colaboracin que reviste diversos aspectos, pero que implica una misma exigencia: ser conscientes de la presencia de Dios en el corazn y en las palabras, y dejarse llevar por l sin resistirle. A esto se llama amar la justicia, es decir, comulgar con la voluntad de Dios, tener un corazn sencillo, orientar la vida nicamente a la bsqueda de Dios. Esto significa tambin prestar fe a Dios, fiarse de l, tomar su mano, la mano que Dios tiende para conducirnos en medio de los acontecimientos. Y renunciar al pecado con la ayuda de su gracia. Pedimos al Seor con el Salmo 138 que nos gue por el camino recto. Seor, t nos sondeas y nos conoces, desde lejos penetras nuestros pensamientos y distingues nuestros caminos y descansos. Todas nuestras sendas te son familiares... Tu saber, Seor, nos sobrepasa. Es sublime y no lo abarcamos. En todas partes ests, Seor. Ests en el cielo y en el abismo... en el confn de la tierra. Hagmonos conscientes de esa presencia continua de Dios. Todo lo llena el Seor, l llena tambin nuestra vida, nuestras obras, nuestros pensamientos... Aos pares Tito 1,1-9: Guardemos el conocimiento de la verdad, segn nuestra religin y la esperanza de la vida eterna. El Apstol, al organizar la Iglesia en Creta, tiene como punto de mira la esperanza de la vida eterna. Escribe San Juan Crisstomo: Qu discurso podr representar lo que luego [en el cielo] ha de seguirse: el placer, la dicha, el jbilo de la presencia y el trato con Cristo? No hay lengua que pueda explicar la bienaventuranza que goza, ni la ganancia de que es duea, aquella alma que ha recuperado su propia nobleza y que puede en adelante contemplar a su Seor. Y no solo se goza de los bienes que tiene en sus manos, sino de saber con certidumbre que esos bienes no han de tener fin jams (A Teodoro 1,13). Seala tambin el Apstol las virtudes que han de tener aquellos obispos y presbteros que presiden la comunidad cristiana. Son las cualidades que resume el Concilio Vaticano II al decir: abunden en todo bien espiritual y sean para todos un vivo testimonio de Dios (LG 41). El Salmo 23 nos indica quines son los que buscan al Seor: El hombre de manos inocentes y puro corazn, que no confa en los dolos. stos recibirn la bendicin del Seor, les har justicia el Dios de salvacin. l los colmar de sus bienes, pues se han entregado a su amor, en el que siempre han credo, a pesar de las dificultades en que se han encontrado. Es una gran leccin que todos hemos de aprender y vivir con plenitud. Ah est nuestra verdadera felicidad. Lucas 17,1-4: Gravedad del escndalo y necesidad del perdn. Comenta San Agustn:

Quien quiera que seas t que tienes tu mente puesta en Cristo y deseas alcanzar lo que prometi, no sientas pereza en cumplir lo que orden. Qu prometi? La vida eterna. Y qu orden? Que concedas el perdn a tu hermano. Como si dijera: t, hombre, concede el perdn a otro hombre, para que tambin yo, Dios, me acerque a ti. Pero, omitamos, o mejor, pasemos por alto aquellas otras promesas divinas ms sublimes, segn las cuales nuestro Creador nos ha de hacer iguales a sus ngeles, para que vivamos eternamente en l, con l y de l; dejemos de lado por el momento todo esto. No quieres recibir de tu Dios eso mismo que se te ordena otorgar a tu hermano? Dime que no quieres y no se lo des. Qu significa esto sino que perdones a quien te lo pide, si t mismo pides que se te perdone?... Aunque nada tengas de qu ser perdonado, debes perdonar, porque tambin perdona Dios, que nada tiene que haya de serle perdonado (Sermn 114,1). Martes Aos impares Sabidura 2,23-3,9: Los insensatos pensaban que moran, pero ellos estn en la paz. Dios cre al hombre para la inmortalidad. El pecado es obra del diablo. Las almas de los justos, que han tenido que sufrir pruebas en este mundo, resplandecern en la luz inmortal, en el da del juicio. No se acaba todo con la muerte y aquel que busca el premio, ha de mirar y confiar en el Seor. Los justos disfrutarn de la retribucin que esperaron, y los perseguidores se encontrarn delante de sus vctimas, que les perdonaron. Solo Dios puede condenar. Podemos ir a la muerte con la confianza de que Dios es nuestro Padre, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Los que en l confan conocern la verdad y los fieles permanecern con l en el amor, porque sus elegidos encontrarn gracia y misericordia. Seremos examinados en el amor, y si aprobamos ese examen, moraremos perpetuamente en la mansin del Amor, porque Dios es Amor. Con el Salmo 33 bendecimos al Seor en todo momento: su alabanza ha de estar siempre en nuestros labios, nuestra alma se glora en el Seor, que los humildes lo escuchen y se alegren. Los ojos del Seor miran a los justos, sus odos escuchan sus splicas, pero l se enfrenta con los malvados. Cuando uno suplica al Seor, l lo escucha y lo libra de sus angustias. El Seor est con los atribulados, salva a los abatidos, que confan en l. Es momento de revisar nuestra vida: nos olvidamos de Dios? vivimos con l? vamos a veces al margen de l o contra l? Es momento tambin de orar por la conversin de los pecadores. Aos pares Tito 2,1-8.11-14: Llevemos una vida religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparicin de nuestro Dios y Salvador, Jesucristo. La educacin de la fe urge desde que el hombre despierta a la novedad del cristianismo. Esta novedad debe iluminar todos los aspectos de la vida personal, familiar, comunitaria. Y solo desde la Cruz de Cristo, muriendo al hombre viejo, es como podemos vivir la vida nueva del Resucitado, que nos comunica la gracia divina. En una poca en la que el hedonismo, el consumismo, campea a sus anchas, hemos de manifestar con palabras y hechos que somos discpulos del Crucificado. No queremos ser educados por el mundo, sino que pretendemos educar al mundo en los principios de la fe vivificada por la doctrina y ejemplos de Cristo. sta es la misin que se ha de realizar en el mundo de hoy y de siempre. Sin esto escamoteamos una de las dimensiones fundamentales de la vida cristiana. Con el Salmo 36 proclamamos que el Seor es el que salva a los justos. En l hemos de confiar, as es como haremos el bien en torno nuestro, as practicaremos la lealtad. El Seor ha de ser nuestra delicia. l nos dar lo que pide nuestro corazn. l vela por los das de los buenos, asegura los pasos de los hombres, y se complace en sus caminos, cuando siguen los principios y normas del Evangelio, las enseanzas de la cruz de Cristo. As es como nos apartaremos del mal y haremos el bien. As es como se aniquilar en nosotros el amor propio, que es la fuente de todo mal.

As es como caminaremos por la mansedumbre y el fruto ser poseer la tierra y heredar luego la gloria eterna. Lucas 17,7-10: Guardemos la humildad en todas nuestras acciones, a ejemplo de Cristo, de la Virgen y de los Santos. Somos unos pobres siervos; hemos hecho lo que tenamos que hacer. Comenta San Ambrosio: Vive en consecuencia con la conviccin de que eres un siervo al que han encomendado muchos trabajos. No te creas ms de lo que eres porque eres llamado hijo de Dios debes reconocer s la gracia, pero no debes echar en olvido tu naturaleza, ni ha de envanecerte el haber servido con fidelidad, ya que se era tu deber. El sol realiza su labor, obedece tambin la luna, los ngeles sirven... Por tanto, no pretendamos nosotros alabarnos a nosotros mismos, ni nos anticipemos al juicio de Dios, ni nos adelantemos a la sentencia del juez, antes bien, esperemos a su da y a su juicio (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VIII,32). No podemos, no debemos glorificarnos a nosotros mismos, sino que hemos de glorificar a Dios con nuestras palabras y con nuestras obras. Sin l nada podramos haber hecho. Mircoles Aos impares Sabidura 6,2-12: Aprendamos la Sabidura, que es el arte de gobernar y dirigir nuestra propia vida. Es necesaria la sabidura a los que rigen los pueblos, pero tambin a los que son regidos. Todo hombre tiene siempre algo que regir, si no a los dems, s al menos a s mismo. Toda autoridad viene de Dios. El ejercicio de la autoridad en la Sagrada Escritura aparece sometido a las exigencias imperiosas de la voluntad divina. La autoridad confiada por Dios no es absoluta: est limitada por las obligaciones morales. Esto ha de cumplirse en los gobernantes de los pases, en los padres con respecto a sus hijos, en los maestros con respecto a sus alumnos, en los patronos con respecto a sus empleados, etc. y tambin ha de realizarse en el dominio de uno mismo. Lo contrario a esto engendra en nosotros endiosamiento respecto a los dems y con respecto a nosotros mismo. Caemos as en una verdadera idolatra. Con el Salmo 81 decimos al Seor que juzgue la tierra. l protege al desvalido y al hurfano, hace justicia al humilde y al necesitado, defiende al pobre y al indigente, sacndolos de las manos del culpable. El Salmo da una sentencia precisa con respecto a los que gobiernan los pueblos, una sentencia que podemos aplicar a todos los que de algn modo ejercen autoridad, al menos sobre s mismos. Aunque seis dioses e hijos del Altsimo todos, moriris como cualquier hombre, caeris, prncipes, como uno de tantos. Es una gran leccin que todos hemos de aprender para gobernarnos como Dios quiere y para gobernar a los dems segn la ley del Seor. Aos pares Tito 3,1-7: Estbamos descarriados, pero la misericordia del Seor nos ha vuelto al buen camino. Todos los hombres somos beneficiarios de la salvacin de Cristo, Nuevo Adn, y recapitulador de la humanidad. Pero esta solidaridad de todos con Cristo hay que aplicarla a cada uno por la mediacin sacramental de la Iglesia. El cristiano participa de esta sacramentalidad por ser miembro de la Iglesia; su vida en el mundo es juntamente una misin y una mediacin. Gracias a l la Iglesia puede estar presente en las mltiples redes de relaciones y de fraternidad que cubren toda la vida humana. Todos hemos de ser apstoles en el propio ambiente en que vivimos. No puede, no debe, existir una disociacin entre nuestra fe y nuestro comportamiento y actuacin en cualquier estado, oficio, ocupacin y empleo. All, en cada caso, en cada lugar hemos de testimoniar nuestra fe en Cristo, vivificndolo todo con ella. Y no nos desanimemos si nos rechazan o se vuelven incluso contra nosotros. Oigamos a San Agustn:

Hablen contra m lo que quieran. Nosotros ammosles, aunque no quieran. Conozco, hermanos, conozco lo que dicen sus lenguas. No nos enojemos por eso; hemos de soportarlos con paciencia... No niego que estuve envuelto en el error, en mi necedad y locura. Mas cuanto no niego mi pasado, tanto ms alabo a Dios que me lo perdon (Comentario al Salmo 36,3). Sigamos el ejemplo de San Agustn de perdonar las injurias, aunque stas sean justificables por nuestra conducta pasada. Si estamos arrepentidos, Dios nos perdon y esto es la que debe llenarnos de alegra. Con el Salmo 22 invocamos al Seor, nuestro Pastor. Con l nada nos falta, nos hace recostar en verdes praderas, nos conduce hacia fuentes tranquilas y repara nuestras fuerzas. l nos gua por un sendero justo por el honor de su nombre. Aunque caminemos por caadas oscuras, nada hemos de temer, porque l va con nosotros, su vara y su cayado nos sosiegan. Enfrente de nuestros enemigos, prepara una mesa para nosotros, la Eucarista, y nos unge con perfume exquisito. Su bondad y su misericordia nos acompaan todos los das de nuestra vida, y luego habitaremos por aos sin trmino en la Casa del Seor, en la Jerusaln celestial. A esa vida eterna nos prepara la Eucarista, comida de inmortalidad. Lucas 17,11-19: De los diez leprosos curados solo uno volvi a dar las gracias, y era un samaritano. La lepra aparece frecuentemente en la Biblia como smbolo del pecado. El milagro de Cristo supera el propio significado de una maravillosa curacin. Nos lleva a considerar su gran obra de la sanacin del pecado. Podemos parecernos a los nueve leprosos judos, si no somos agradecidos; si comulgamos, pero no sabemos dar gracias. Parece que estamos replegados sobre nosotros mismos, sobre nuestro amor propio, y que no nos damos cuenta de los beneficios incontables que nos hace constantemente el Seor. Por eso es nuestra gratitud tan escasa. Hemos de dar gracias a Dios siempre y en todo lugar, con una correspondencia continua de amor, y no solo con palabras, sino tambin con nuestra conducta y con nuestra vida. Los primeros cristianos, conscientes del don recibido y animados por le ejemplaridad del Maestros divino, hacen de la accin de gracias la trama misma de su vida renovada. La abundancia de estas manifestaciones tiene algo sorprendente. Es notable que el mismo Seor no se muestra indiferente a la gratitud manifestada, sino que la reconoce con agrado, y lamenta la ingratitud de los otros. Jueves Aos impares Sabidura 7,228,1: La Sabidura es reflejo de la Luz eterna y espejo ntido de la actividad de Dios. En realidad la Sabidura divina es el Verbo encarnado, Cristo (cf. 1 Cor 1,24). El texto marca los jalones de una teologa de la Trinidad. Contempla, efectivamente, la Sabidura divina en su trascendencia y a la vez en su inmanencia. De esta manera, el Dios nico y Santo de Israel es al mismo tiempo el Dios que salva y que comparte su ser, comunicndolo por la vida de la gracia. Comenta San Agustn: Este Unignito, que permanece todo entero junto al Padre, todo entero brilla en las tinieblas, todo entero est en el cielo, todo entero en la tierra, todo entero en la Virgen, todo entero en su cuerpo de Nio, y no de forma sucesiva, como si pasase de un lugar a otro... No se desparrama como el agua, ni cual tierra se le retira de un lado y se lleva a otro con fatiga. Cuando est todo entero en la tierra no abandona el cielo y, de la misma manera, cuando est en el cielo, tampoco se aleja de la tierra, pues alcanza de un extremo a otro con fortaleza y dispone todas las cosas con suavidad (Sab 8,1) (Sermn 277,13). Oh beatsima Trinidad, nosotros te adoramos y te reverenciamos como Dios unitrino! Con el Salmo 118 decimos: Tu palabra, Seor, es eterna, ms estable que el cielo. Tu fidelidad de generacin en generacin, igual que fundaste la tierra y permanece. Por tu

mandamiento subsisten hasta hoy, porque todo est a tu servicio. La explicacin de tus palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, ensame tus leyes, que mi alma viva para alabarte, que tus mandamientos me auxilien. Aos pares Filemn 7-20: Todos somos hermanos en Cristo, y as hemos de acogernos recprocamente. No es puro sentimentalismo. Es expresin de la caridad fraterna, en la que libres y esclavos se relacionan como hermanos en Cristo. As lo predica Pablo a Filemn, transmitindole una llamada de Dios, y considerndolo como hijo suyo, engendrado por l en el Evangelio. En efecto, la Palabra de Dios es eficaz y lleva consigo la vida y la fecundidad. Por lo tanto aquel que la transmite ejerce una especie de paternidad (1 Cor 4,14-21). Y cuando el Apstol no se contenta con transmitir verbalmente la Palabra de Dios, sino que la vive en su propia persona hasta el sufrimiento, la Cruz y la prisin (Gal 4,19), manifiesta que su paternidad es verdadera, como la vida de Cristo fue el instrumento de la paternidad de Dios para con los hombres (1 Cor 4,15). Puede, por tanto, exigir a sus discpulos un afecto filial que l tiene sumo cuidado de atribuir a Dios, ya que su paternidad es simplemente vicaria (1 Tes 2,7-11). Por eso Pablo intercede ante su hijo Filemn en favor del esclavo Onsimo. Con el Salmo 145 consideramos dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos, que liberta a los cautivos, abre los ojos al ciego, endereza a los que ya se doblan. El Seor ama a los justos, guarda a los peregrinos, sustenta al hurfano y a la viuda. Por eso nosotros, como hijos suyos, le imitamos asistidos por su Espritu, practicando todas las obras de caridad para con el prjimo. Lucas 17,20-25: El Reino de Dios est dentro de nosotros. Jess ensea siempre la primaca de lo interior. Comenta San Ambrosio: El Reino de Dios est dentro de nosotros por la realidad de la gracia, no por la esclavitud del pecado. Por lo tanto, el que quiera ser libre, sea esclavo en el Seor (1 Cor 7,22), pues en la misma medida que participamos de esa esclavitud, en esa misma participamos del Reino. Por eso dijo: el Reino de Dios est en medio de vosotros. No quiso decir cundo iba a venir, sino que anunci que el da del juicio tena que venir de tal modo que producir en todos un gran terror. Y ese da, ciertamente, se va acercando, aunque no determina el tiempo que tardar en llegar (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VIII,33). El hombre festeja su propio tiempo en la medida en que busca la eternidad de cada instante y la vive en la misma vida de Dios. No existe ningn da que haya que esperar ms all de la historia; cada da encierra en s la eternidad para quien lo vive en unin con Dios, sobre todo en la celebracin eucarstica que reactualiza sacramentalmente el sacrificio redentor del Calvario. Viernes Aos impares Sabidura 13,1-9: A travs de la creacin el hombre debe elevarse al conocimiento de Dios. San Pablo dice: Desde la creacin del mundo, se deja Dios ver a la inteligencia a travs de sus obras, su poder eterno y su divinidad (Rom 1,20). Oigamos a San Agustn: El libro de la Sabidura [13,8-9] acusa a los que consumieron su tiempo y las ocupaciones de sus discusiones en estudiar y en cierto modo medir las criaturas: investigaron las rbitas de los astros, los intervalos de las estrellas, los caminos de los cuerpos celestes, hasta tal punto que, con ciertos clculos lograron la ciencia de predecir los eclipses del sol, de la luna y, segn predecan, se realizaban en el da y hora, en la intensidad y parte anunciada por ellos. Gran habilidad! Gran talento! Pero, cuando buscaban al Creador, que no estaba lejos de ellos, no lo hallaron. Si lo hubieran hallado lo tendran consigo... Por qu buscas una voz ms fuerte? A ti te estn clamando el cielo y la tierra: Dios me hizo (Sermn 68,6).

Con razn decimos en el Salmo 18: El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos, el da al da le pasa el mensaje, la no-che a la noche se lo susurra. Sin que hablen sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregn y hasta los lmites del orbe su lenguaje. La gran Palabra de Dios, al alcance de todos, es la misma creacin. Cristo mismo ense a descubrir el sentido de las palabras de Dios, que habla en las cosas ms pequeas de la naturaleza. San Juan de la Cruz dice: Oh bosques y espesuras plantadas por la mano del Amado! Oh prado de verduras de flores esmaltado, decid si por vosotros ha pasado! Mil gracias derramando, pas por estos sotos con presura y, yndolos mirando, con sola su figura vestidos los dej de su hermosura. Aos pares 2 Juan 4-9: Quien permanece en la doctrina, vive con el Padre y el Hijo. El amor es inseparable de la verdad. El amor a los hermanos y el servir a los hombres no sern solidarios del amor a Dios ms que si el creyente mantiene su fe en Jesucristo, Dios y Hombre. La verdadera fe y la verdadera caridad son indisociables. Ensea San Cirilo de Jerusaln: Velad cuidadosamente no sea que el enemigo despoje a algunos desprevenidos y remisos; o que algn hereje pervierta alguna cosa de las que os han sido entregadas. Recibir la fe es como poner en el banco el dinero que os hemos entregado; Dios os pedir cuenta de ese depsito (Catequesis 5 sobre la fe y el smbolo). Con algunos versos del Salmo 118 llamamos dichoso al que camina en la voluntad del Seor, el que guardando sus preceptos, lo busca de todo corazn. Por eso decimos al Seor sinceramente: Te busco de todo corazn, no consientas que me desve de tus mandamientos. En mi corazn escondo tus consignas, as no pecar jams. Haz bien a tu siervo, y vivir y cumplir tus palabras. breme los ojos y contemplar las maravillas de tu voluntad. Lucas 17,26-37: Un da se manifestar el Hijo del Hombre. Es la doctrina escatolgica del Evangelio, que nos hace mantenernos siempre alertas y preparados por la esperanza. Comenta San Agustn: Hermanos mos, muchos que no creen ni han odo la voz de los santos patriarcas sern hallados como se hall la multitud en tiempos de No: no se salvaron ms que aquellos que entraron en el arca. Si reflexionasen y cambiasen sus caminos, alejndolos de la impiedad y se convirtieran a nuestro Seor, satisfaran por sus pecados y, acudiendo con lgrimas a su misericordia, con toda certeza no pecaran... Teman, pues, los hombres ser hallados as en el ltimo da. Nosotros, hermanos, comportmonos de manera que cambiemos nuestros caminos alejndolos de la impiedad y enmendemos nuestras costumbres, para que aquel da nos encuentre preparados, puesto que, nunca miente quien dice que ha de venir. Cudate de dudar de lo que es verdad (Sermn 346,A). Sbado Aos impares Sabidura 18,14-16; 19,6-9: El Paso del Mar Rojo. Aquel da la creacin obedeci al Creador. La gran primavera de Israel es aquella en la que Dios lo libra del yugo egipcio, mediante una serie de intervenciones providenciales, la ms asombrosa de las cuales se afirma en la plaga dcima: el exterminio de los primognitos de los egipcios. El ngel exterminador pas de largo por las casas de los hebreos, y el libro de la Sabidura en la lectura de hoy lo expresa as: un silencio lo envolva todo y, al mediar la noche su carrera, tu Palabra poderosa se abalanz como paladn inexorable, desde el trono real de los cielos al pas condenado. Lo ms importante en la celebracin de la pascua juda es esto, la liberacin, el paso de Yahv, el paso del Mar Rojo... Y de modo semejante, en nuestra Pascua cristiana lo ms decisivo es la liberacin del pecado por el bautismo, el paso de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, de las tinieblas a la luz, de la esclavitud a la libertad de los hijos de Dios.

Con el Salmo 104 recordamos las maravillas del Seor. Le cantamos al son de instrumentos, hablamos de sus maravillas, nos gloriamos de su nombre santo... Y recordamos que hiri de muerte a los primognitos del pas... Sac a su pueblo cargado de oro y plata, y entre sus tribus nadie tropezaba. Y todo esto lo hizo as el Seor porque se acordaba de la palabra sagrada que haba dado a su siervo Abrahn; sac a su pueblo con alegra, a sus escogidos con gritos de triunfo. Aos pares 3 Juan 5-8: Debemos sostener a los hermanos, colaborando as a la propagacin de la verdad. El problema de la remuneracin de los predicadores es abordado ms de una vez en el Nuevo Testamento. El ministro de la Palabra es un testigo de la gratuidad de Dios, por tanto debe reflejarla en su comportamiento. Pero no se pone en duda que el obrero del Evangelio merece su salario. l da gratuitamente la palabra de salvacin y los que la reciben deben, en conciencia, dar gratuitamente a quienes les da gratuitamente tan precioso don. San Pablo, en general, no quiso seguir esa pauta, y apenas acept algunas ayudas. Los apstoles de la Palabra divina dan gratuitamente y solo gratuitamente han de recibir. La palabra que ellos proclaman mueve el agradecimiento de los fieles. Siempre ha sido as. Los fieles son agradecidos a quienes les entregan bienes espirituales que les ayudan a vivir la vida presente y a conseguir la vida eterna. Por eso decimos con el Salmo 111: Dichoso quien teme al Seor y ama de corazn sus mandatos... En su casa habr riqueza y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como luz, el que es justo, clemente, compasivo... Dichoso el que se apiada y presta y administra rectamente sus asuntos. El justo jams vacilar, su recuerdo ser perpetuo. Dios es providente. l suscita en el hombre los buenos sentimientos para con los que dirigen sus pasos a la Casa de Dios, a una vida buena, santa y comprometida con el Evangelio. Lucas 18,1-8: Dios har justicia a sus elegidos, que le suplican da y noche. sta es la maravillosa eficacia de la oracin. Comenta San Agustn: Pensis, hermanos, que no sabe Dios lo que os es necesario? Lo sabe y se adelanta a vuestros deseos, l que conoce nuestra pobreza. Por eso, al ensear la oracin y exhortar a sus discpulos a que no hablen demasiado en la oracin, les dice: no empleis muchas palabras... (Mt 6,7-8). Si sabe nuestro Padre lo que necesitamos antes de que se lo pidamos, para qu las palabras aunque sean pocas?... Porque l tambin dijo: pedid y se os dar. Y para que no pienses que se trata de algo incidentalmente dicho, aade: buscad y hallaris. Y para que ni siquiera esto lo consideres como dicho de paso, advierte lo que aade, mira cmo concluye: llamad y se os abrir... l quiso, pues, que pidieras para recibir, que buscases para hallar y que llamases para entrar (Sermn 80,2). Debemos aceptar en nuestra oracin los tiempos y plazos que Dios tenga determinado para todas las circunstancias de nuestra vida. Oremos sin descanso, sin decaimiento, constantemente. Oremos confiadamente, con humildad, a ejemplo de la Virgen, que conserva lo que ve en su Hijo, meditndolo en su corazn, y lo exalta en el Magnificat.

<![endif]> Semana 33 Domingo Entrada: Dice el Seor: tengo designios de paz y no de afliccin; me invocaris y yo os escuchar, os congregar sacndoos de los pases y comarcas por donde os dispers (Jer 29,11.12.14).

Colecta (del Veronense): Seor, Dios nuestro, concdenos vivir siempre alegres en tu servicio, porque en servirte a ti, creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero. Ofertorio (del Misal anterior y antes del Gregoriano): Concdenos, Seor, que esta ofrenda sea agradable a tus ojos, nos alcance la gracia de servirte con amor y nos consiga los gozos eternos. Comunin: Para m lo bueno es estar junto a Dios, hacer del Seor mi refugio (Sal 72,26); o bien: Cualquier cosa que pidis en la oracin, creed que os la han concedido, y lo obtendris (Mc 11,23-24). Postcomunin (del Veronense): Ahora que hemos recibido el don sagrado de tu sacramento, humildemente te pedimos, Seor, que el memorial que tu Hijo nos mand celebrar, aumente la caridad en todos nosotros. CICLO A Las lecturas primera y tercera exhortan al trabajo y a hacer fructificar los dones del Seor. La segunda lectura nos anima a estar vigilantes y a vivir con sobriedad, para esperar siempre la venida del Seor. La Iglesia quiere fijar nuestra mirada de creyentes en el Da del Seor, el da del retorno definitivo de Cristo, al final de la historia y de los tiempos, para coronar su obra de salvacin (Ef 1,10). No podemos, no debemos, prepararnos para la eternidad, relegando temerariamente esa preparacin para el ltimo instante de nuestra existencia terrena. Proverbios 31,10-13.19-20.30-31: Trabaja con la destreza de tus manos. Bajo el smil de la mujer prudente y amorosamente afanada en el bien de los suyos, la liturgia nos presenta los afanes de la Madre Iglesia para hacernos dignos de la salvacin para el da del retorno de su Seor. Cul es la mujer ideal? Cul es el fundamento de su obras laudables y fructuosas? No su gracia exterior, ni su belleza fsica, cosas falaces y efmeras, sino el temor de Dios, esto es, su piedad religiosa, unida a su rectitud moral. Es ste un ejemplo de cmo, a travs de la fiel dedicacin a los propios deberes, se puede vivir y realizar santamente la propia existencia. La vida, en cualquiera de sus honestas modalidades posibles, ha de ser vivida con un sentido de responsabilidad y de generosidad, sin cerrarnos en nosotros mismos, sino abrindonos y dndonos a los dems. Con el Salmo 127 proclamamos dichoso al que teme al Seor y sigue sus caminos; comer del fruto de su trabajo, ser dichosos y le ir bien. 1 Tesalonicenses 5,1-6: El da del Seor llegar como un ladrn en la noche. Ante la esperanza en el que ha de venir, Cristo Jess, el apstol San Pablo lanza un grito de alerta: no nos durmamos en la inconsciencia de los que no tienen fe, sino mantengmonos vigilantes y vivamos sobriamente. Comenta San Agustn: Mantente en vela durante la noche para que no sufras la accin del ladrn. El sueo de la muerte vendr quieras o no (Sermn 93,8). Los creyentes que, por el bautismo, han venido a ser hijos de la luz e hijos del da, no se encuentran en las tinieblas de las falsas seguridades y en la ceguera espiritual, sino en la luz de la vigilancia y de la sobriedad, esto es, en una preparacin activa y lcida. sta deber consistir, adems de la oracin incesante, en el cumplimiento fiel de los deberes diarios y en la atencin a la obra de Dios y su desarrollo histrico. De este modo no solo esperan, sino que salen al encuentro de su Seor con las lmparas encendidas. Mateo 25,14-30: Como has sido fiel en lo poco, pasa al banquete de tu Seor. Desgraciados los hombres que, por inconsciencia o irresponsabilidad, habrn de presentarse ante Dios con las manos vacas. Comenta San Agustn:

Da, pues, el dinero del Seor; mira por el prjimo... No pienses que basta con conservar ntegro lo recibido, no sea que te digan: siervo malvado y perezoso, debas haber entregado mi dinero, para que yo, al volver, lo recobrase con intereses; y no sea que se le quite lo que haba recibido y sea arrojado a las tinieblas exteriores. Si los que pueden conservar ntegro todo lo que se les ha dado deben tener pena tan dura, qu esperanza les queda a quienes lo malgastan de forma impa y pecaminosa? (Sermn 351,4). La frivolidad de vida y de obras pone al hombre en riesgo permanente de esterilidad escatolgica: olvida insensatamente su condicin radical de simple administrador de los bienes divinos, recibidos en usufructo y condicionados a una rendicin final de cuentas. CICLO B Se aproxima el fin del Ao litrgico, y las lecturas primera y tercera nos hablan del fin del mundo. La segunda lectura nos presenta a Cristo en cuanto Sumo Sacerdote glorificado junto a Dios, despus de haber salvado a los hombres por su sacrificio en la Cruz. Al culminar el Ao de la Iglesia se nos proponen temas escatolgicos. Es preciso estar alerta. La vida temporal solo se vive una vez. Est establecido que el hombre muera una sola vez, y despus el juicio (Heb 9,27). El misterio de Cristo se consumar para nosotros en la eternidad. Pero es en el tiempo cuando nos acecha a diario el riesgo de frustrar en nosotros sus designios y su obra de salvacin. Daniel 12,1-3: En aquel tiempo se salvar tu pueblo. En nuestro destino eterno la iniciativa es siempre de Dios, que tiene fijado el momento, y de Cristo, que nos ha garantizado la resurreccin para la eternidad. Pero su desenlace en bienaventuranza o condenacin es tambin responsabilidad nuestra en el quehacer de cada da. Para todo mal persecucin, impiedad, pecado existe un final. En l se acta un juicio que es de salvacin para algunos, los justos perseguidos, y de condena para otros, los impos perseguidores. Salvacin que es realizada en una resurreccin gloriosa para los sabios y de ignominia para los necios. Solo en el misterio de Dios se revelar el misterio de la grandeza y de la gloria de los justos. Pero, quin se tiene a s mismo por justo? Con el Salmo 15 imploramos Protgeme, Dios mo, que me refugio en ti. El Seor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte est en su mano. Tengo siempre presente al Seor, con l a mi derecha no vacilar. Por eso se me alegra el corazn, se gozan mis entraas y mi carne descansa serena. No me entregars a la muerte ni me dejars conocer la corrupcin. Me ensears el sendero de la vida, me saciars de gozo en tu presencia, de alegra perpetua a tu derecha. Hebreos 10,11-14.18: Con una sola ofrenda ha perfeccionado a los que van siendo consagrados. El sacrificio del Corazn Redentor de Cristo y su sacerdocio mediador ante el Padre son la garanta de salvacin que a todos los hombres se nos concede en el tiempo de gracia, cual es nuestra vida en el tiempo presente. Dice Teodoreto de Ciro: Alabemos nosotros al legislador de lo nuevo y de lo antiguo y, para que obtengamos de l su auxilio, pidamos que, cuando cumplamos sus divinas leyes, alcancemos los bienes prometidos en Jesucristo nuestro Seor, para el cual es la gloria junto con el Padre y el Santsimo Espritu ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amn (Comentario a Heb. 13,25). La irrepetibilidad del Sacrificio de Cristo, su capacidad de hacer perfectos a los hombres y su eficacia infinita para satisfacer al Padre, nos manifiesta su superioridad sobre los sacrificios del Antiguo Testamento, diariamente repetidos e incapaces para quitar el pecado. La Eucarista que celebramos es memorial, reactualizacin sacramental del sacrificio redentor del Calvario. El mayor acto posible del culto. Con ella damos a Dios plena alabanza, plena accin de gracias, y le ofrecemos plena satisfaccin y peticin. Marcos 13,24-32: Reunir a sus elegidos de los cuatro vientos. Por cuanto no sabemos el tiempo ni la hora de nuestro encuentro definitivo para la eternidad, solo la esperanza responsable puede mantenernos en vigilancia amorosa para el Da del Seor. Comenta San Agustn:

Que nadie pretenda conocer el ltimo da, es decir, cundo ha de llegar. Pero estemos todos en vela mediante una vida recta, para que nuestro ltimo da particular no nos halle desprevenidos, pues de la forma como haya dejado el hombre su ltimo da, as se encontrar en el ltimo del mundo. Sern las propias obras las que eleven u opriman a cada uno... Quin ignora que es una pena tener que morir necesariamente y, lo que es peor, sin saber cundo? La pena es cierta e incierta la hora; y, de las cosas humanas, solo de esta pena tenemos certeza absoluta (Sermn 97,12). CICLO C Los temas escatolgicos estn tratados en la primera y segunda lectura. San Pablo exhorta a que las especulaciones sobre el fin del mundo no alejen a los cristianos de sus propios deberes cotidianos. El presente Domingo constituye un pregn litrgico de la segunda venida del Seor al final de los tiempos, en su gloriosa condicin de Juez de vivos y muertos. Malaquas 4,1-2: Os iluminar un Sol de justicia. Toda la revelacin divina nos anuncia el Da del Seor. Como el da del juicio definitivo e irresistible: Venid, benditos de mi Padre... Apartaos, malditos... Esta perspectiva escatolgica solo se entiende y acepta por la fe. El Da del Seor es seguro, no solo como algo final, sino como una intervencin constante que anuncia y prepara el Juicio ltimo. Hay que esperarlo con fe, trabajando honradamente, en intensa oracin, y cumpliendo nuestros propios deberes. Esa fe en la segunda venida la alumbra a diario nuestro Seor Jesucristo, el Sol de Justicia o Luz de lo alto, que ya hizo su primera venida. El Reino de Dios comienza con la presencia de Cristo, con su predicacin, que lo anuncia, con su resurreccin y con el envo del Espritu Santo. Este Reino es salvacin para todos los que lo acogen con fe y con amor. Por eso decimos con el Salmo 97: El Seor llega para regir la tierra con justicia. Nos alegramos por ello. Tocamos instrumentos msicos y aclamamos al Rey y Seor. En l tenemos toda nuestra confianza. Todo lo esperamos de l. 2 Tesalonicenses 3,7-12: El que no trabaja que no coma. La esperanza del Da del Seor no aliena al cristiano autntico en su quehacer cotidiano en el tiempo, antes bien, le exige la santificacin de sus trabajos en cada momento. El cristiano no huye del mundo. No desprecia el mundo, sino que lo ama, como cosa querida por Dios, pero tiene una reserva crtica porque el mal ha contaminado el mundo. De tal modo usemos las cosas temporales que no perdamos las eternas. Todo ha sido hecho para nosotros, pero nosotros somos de Cristo y Cristo de Dios. No quedemos, pues, cautivados por los bienes efmeros del mundo presente. Lucas 21,5-19: Con vuestra paciencia salvaris vuestras almas. Ante la incertidumbre sobre el momento en que se verificar nuestro encuentro final con Cristo, solo la vigilante perseverancia es garanta de salvacin. Comenta San Agustn: sta es la fe cristiana, catlica y apostlica. Dad fe a Cristo, que dice: no perecer ni uno solo de vuestros cabellos (Lc 21,18), y, una vez eliminada la incredulidad, considerad cunto valis. Quin de nosotros puede ser despreciado por nuestro Redentor, si ni siquiera un solo cabello lo ser? O cmo vamos a dudar de que ha de dar la vida entera a nuestra carne y a nuestra alma, Aquel que por nosotros recibi alma y carne para morir, la entreg al momento de la muerte, y la volvi a recobrar para que desapareciese el temor a morir? (Sermn 214,12). No seamos irresponsables ante la salvacin de los dems, ni inconscientes de nuestra vocacin de santidad en el tiempo. Recordemos siempre que se nos ha de juzgar al final por el bien que pudimos hacer e hicimos o por el bien que pudimos hacer y omitimos. Lunes

Aos impares 1 Macabeos 1,11-16.43-45.57-60: Apostasa en Israel y reaccin en un grupo de fieles. A lo largo de la antigua historia de la salvacin, la fidelidad divina se revela inmutable, y contrasta con la constante infidelidad del hombre. En la plenitud de los tiempos, Cristo, el testigo fiel de la verdad, comunica a los hombres la gracia de que est lleno, hacindolos capaces de merecer la corona de vida, y de imitar su fidelidad hasta la muerte. Pero, tambin antes de Cristo se encontraron en Israel grupos elegidos de almas fieles, que prefirieron morir antes que quebrantar la ley, como se recuerda en esta lectura de hoy. Con algunos versos del Salmo 118 reafirmamos nuestra fidelidad a los mandamientos de Dios, y pedimos la liberacin de los malvados: Dame vida, Seor, y guardar tus decretos. Sent indignacin ante los malvados, que abandonan tu voluntad. Los lazos de los malvados me envuelven, pero no olvido tu voluntad. Lbrame de la opresin de los hombres y guardar tus decretos. Ya se acercan mis inicuos perseguidores, estn lejos de tu voluntad. La justicia est lejos de los malvados, que no buscan tus leyes. Viendo a los renegados senta asco, porque no guardan tus mandatos. Aos pares Apocalipsis 1,1-4; 2,1-5: No nos enfriemos en el amor. Cristo, autor de la Nueva Alianza, es el Primognito de toda criatura, en cuanto que est por encima de todo otro poder celeste o terrestre. San Cesreo de Arls escribe: En realidad todo lo que parece decir [el Seor] a las siete Iglesias se aplica a la nica Iglesia extendida por toda la tierra, porque en el nmero siete se hace referencia a toda la plenitud. As, pues, mediante los ngeles designa a la Iglesia; y en los ngeles muestra las dos partes, es decir, a los buenos y a los malos. Por ello no solo alaba, sino que tambin increpa, de modo que la alabanza se dirige a los buenos y la increpacin a los malos. As el Seor en el Evangelio ha designado a todo un cuerpo de propsitos como un solo siervo bienaventurado y malvado, que cuando venga ser dividido por el mismo Seor (Mt 24,51; Lc 12,46). Y cmo puede ser que un solo siervo sea dividido si, dividido, no puede vivir? Es que el nico siervo significa todo el pueblo cristiano. Porque si el pueblo fuese enteramente bueno no sera dividido, pero como no solo contiene a los buenos sino tambin a los malos, por eso ha de ser dividido. Y los buenos oirn: venid, benditos de mi Padre...; pero los ladrones y los adlteros, los que no han hecho misericordia, oirn: apartos de m, malditos... (Mt. 25, 34 y 41). Todo lo que en el Apocalipsis se dice a cada una de las iglesias, hermanos muy queridos, conviene a cada uno de los hombres que forman parte de la Iglesia nica (Comentario al Apocalipsis 2,5). Con el Salmo 1 decimos: Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunin de los cnicos, sino que su gozo es la ley del Seor y medita su ley da y noche. Ser como un rbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazn y no se marchitan sus hojas, y cuanto emprende tiene buen fin. No as los impos, no as; sern paja que arrebata el viento; porque el Seor protege el camino de los justos, pero el camino de los impos acaba mal. Lucas 18,35-43: Seor, que veamos. La obediencia amorosa de Cristo hasta entregar su vida inaugura en l un Reino, que no es de este mundo. En toda su vida terrestre fue peregrino de la Jerusaln celestial. As es tambin la Iglesia, Cuerpo de Cristo. Ella peregrina en esta tierra continuamente en su afn cotidiano hasta la realizacin perfecta, ms all de la muerte. La Iglesia convoca a todo miembro suyo a ser un peregrino del Reino. Este peregrinar le lleva a dar su vida entera por la construccin del Reino. Ser peregrino del Reino es, en definitiva, seguir a Jess, caminando iluminado por la luz de la fe. San Agustn se fija ms en la curacin del ciego: Gritaba el ciego cuando pasaba Jess. Tema que pasara y no le curara. Cmo gritaba? Hasta el punto de no callar, aunque la muchedumbre se lo ordenaba. Venci oponindose a ella, y

voceando consigui al Salvador. Al vocear la muchedumbre y prohibirle gritar, se par Jess, lo llam y le dijo: Qu quieres que haga? Y l contest: Seor, que vea. Mira, tu fe te ha salvado. Amad a Cristo. Desead la luz de Cristo. Si aquel ciego desea la luz corporal, cunto ms debis desear vosotros la del corazn! Gritemos ante l no con la voz, sino con las costumbres. Vivamos santamente, despreciemos el mundo, consideremos como nulo todo lo que pasa (Sermn 349,5). Martes Aos impares 2 Macabeos 6,18-31: Eleazar prefiere morir antes que desobedecer al Seor. El cristiano es un embajador del Seor, pero no es dueo del mensaje que transmite. Por eso su intransigencia para guardar la pureza del mensaje no se podr tachar de fanatismo o de integrismo, sino de fidelidad a una misin debidamente aceptada. Esto le traer a veces persecuciones, como a Jesucristo, a los Apstoles y a todos los Santos, pero en esto est la alegra y el triunfo. Ya pas el tiempo de juzgar las cosas con la oscura mentalidad humana. Hemos de tener el corazn siempre abierto a todos los pensamientos del Espritu Santo, guardando la fortaleza y la simplicidad del corazn. Con el Salmo 3 expresamos nuestra confianza de que el Seor nos sostenga. En realidad son muchos los enemigos que se levantan contra nuestra vida espiritual, muchas fuerzas que se oponen a nuestra intimidad filial con Dios: mundo, demonio y carne. Y al vernos a veces tan abatidos, muchos creen y dicen que ya no nos protege Dios. Pero no es verdad. El Seor es nuestro escudo y nuestra gloria. l mantiene alta nuestra cabeza, pues cuando lo invocamos, l nos escucha des-de su monte santo. Podemos, pues, dormir tranquilos, pues el Seor nos sostiene y nos guarda. Aos pares Apocalipsis 3,1-6.14-22: Yo llamo, y si alguno me abre, entrar y comeremos juntos. Dos de las Iglesias aludidas en el Apocalipsis reciben reproche: una por su falta de cuidado y otra por su tibieza. Son deficiencias permanentes en unas u otras partes de la Iglesia. Tambin en nuestros das. Los fundamentos habituales de la esperanza vacilan, y lo que era interpretado antes con un sentido puramente religioso, adquiere con frecuencia un valor y un sentido profanos. La fe entonces palidece. Dios parece que est ausente. Tenemos necesidad de que se nos despierte el sentido religioso y misterioso de los acontecimientos cotidianos y de los futuros escatolgicos. Hemos de abrir las puertas de nuestro corazn a Cristo, tener gran intimidad con l, corresponderle con un gran amor al que l nos ha tenido y nos tiene. Con el Salmo 14 confesamos que aquel que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua, el que no hace mal al prjimo, ni difama a su vecino, el que ora por la conversin de los impos y honra a los que temen al Seor, el que no es usurero, ni acepta soborno contra el inocente, se nunca fallar, pues el Seor est con l y le sostiene con su fuerza. Lucas 19,1-10: El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido. No viene solamente para hacerse amigo de la gente justa y buena. Comenta San Agustn: Acaso Zaqueo posea justamente sus riquezas? Leed y ved. Era el jefe de los publicanos, es decir, aquel a quien se entregaban los tributos pblicos. De ah sac sus riquezas. Haba oprimido a muchos, a muchos se las haba quitado, mucho haba almacenado. Entr Cristo en su casa y le lleg la salvacin, como as le dice el Seor: hoy lleg la salvacin a esta casa. Contemplad ahora en qu consiste la salvacin. Primeramente deseaba ver al Seor, y como era de estatura pequea, la muchedumbre se lo impeda, por lo que l se subi a un sicmoro y vio lo que pasaba. Jess lo mir y dijo: Zaqueo, baja, conviene que yo me detenga en tu casa... Queras verme al pasar, pues hoy me encontrars habitando en tu casa. Entr en ella el Seor. Lleno de gozo dijo Zaqueo: Dar a los pobres la mitad de mis bienes... Y si a alguno quit algo, le devolver el cudruplo. Se infligi a s mismo

una condena, para no incurrir en la condenacin. Por lo tanto, vosotros, con lo que tenis que proceda del mal, haced el bien (Sermn 113,3). Mircoles Aos impares 2 Macabeos 7,20-31: El Creador del universo os devolver el aliento y la vida. Siete hermanos, junto con su madre, sufren el martirio por no abandonar la fe de Israel y romper con la Alianza. Comenta San Agustn: Uno solo es el Dios de los tres nios del horno de Babilonia y el de los Macabeos; a los primeros los libr del fuego, a los segundos los dej morir en el tormento. Cambi de parecer? Amaba ms a los primeros que a los segundos? Mayor fue la corona concedida a los Macabeos. Ciertamente aquellos escaparon del fuego, pero les estaba reservando los peligros de este mundo; para stos, en cambio, acabaron en el fuego todos los peligros. No haba tiempo ya para ninguna otra prueba; solo para la coronacin. En consecuencia los Macabeos recibieron ms. Sacudid vuestra fe, aplicad los ojos del corazn, no los de la carne. Tenis, en efecto, otros ojos interiores; son obra del Seor, que abri los ojos de nuestro corazn cuando os otorg la fe. Preguntad a esos ojos quines recibieron ms: los Macabeos o los tres nios. Pregunto a la fe. Si pregunto a los hombres, amantes de este mundo, dirn: yo quisiera estar con aquellos tres nios. Es la respuesta de un alma dbil. Avergnzate ante la madre de los Macabeos, pues ella prefiri que sus hijos muriesen, porque saba que no moriran (Sermn 286,6). Con el Salmo 16 oramos al Seor, haciendo nuestros los mismos sentimientos de los Macabeos, cuando por el martirio pasan de este mundo al otro: Al despertar, Seor, me saciar de tu semblante. Seor, escucha mi apelacin, atiende a mis clamores, presta odo a mis splicas, que en mis labios no hay engao. Mis pies estuvieron firmes en mis caminos, y no vacilaron mis pasos. Yo te invoco porque t me respondes, Dios mo, inclina el odo y escucha mis palabras. Gurdame como a las nias de tus ojos, a la sombra de tus alas escndeme. Pero yo con mi apelacin vengo a tu presencia, y al despertar me saciar de tu semblante. Aos pares Apocalipsis 4,1-1: Santo es el Seor, soberano de todo, el que era y el que es. Juan, valindose de imgenes de los antiguos profetas de Israel Isaas, Ezequiel y Daniel contempla a Dios en su majestad real. El Seor est rodeado del mundo espiritual y de la Iglesia, simbolizada por los ancianos, que cantan eternamente su gloria. Explica San Cesreo de Arls: Los ancianos significan la Iglesia, como dice Isaas: cuando l sea glorificado en medio de sus ancianos (24,23). Ahora bien, los veinticuatro ancianos son los prepsitos y los pueblos. En los doce Apstoles se indica a los prepsitos y en los otros doce el resto de la Iglesia... De la Iglesia salen los herejes relmpago y voces, pues salieron de entre nosotros (1 Jn 2,19). Pero tambin hay en ese texto otro significado, a saber, que los rayos y voces indican la predicacin de la Iglesia. En las voces reconoce las palabras, en los relmpagos los milagros... El mar semejante al cristal es la fuente del bautismo; delante del trono quiere decir, antes del juicio. Pero por trono se entiende a veces, el alma santa, tal como est escrito: el alma del justo es la sede de la sabidura (Prov 12,23). Otras veces significa a la Iglesia, en la que Dios tiene su sede... Los ojos [de los animales] son los mandamientos de Dios, que tienen la facultad de ver el pasado y el futuro. En el primer animal, semejante a un len, se muestra la fortaleza de la Iglesia; en el novillo, la pasin de Cristo. En el tercer animal, que es semejante a un hombre, se representa la humildad de la Iglesia; porque ella no se jacta en absoluto con un sentimiento de orgullo, aun cuando posee la adopcin filial. El cuarto animal representa a la Iglesia, semejante a un guila, es decir, volando libremente y elevada por encima de la tierra por dos alas, levantada por los dos Testamentos o por los dos mandamientos (Comentario al Apocalipsis 4).

Por eso alabamos a Dios con el Salmo 150, comenzando por el trisagio: Santo, Santo, Santo es el Seor, soberano de todo. Alabad al Seor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento. Alabadlo por sus obras magnficas, alabadlo por su inmensa grandeza, alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y ctaras, alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompetas y flautas, alabado con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes. Todo ser que alienta alabe al Seor. Lucas 19,11-28: Por qu no pusiste mi dinero en un banco? Hemos de hacer fructificar los dones que hemos recibido de Dios. Hemos de rendir cuentas de ellos al mismo Dios que nos los ha otorgado. Comenta San Agustn: Sabemos de qu modo amenaza aquella misericordiosa avaricia del Seor, que por doquier busca extraer ganancias de su dinero, y que dice a su siervo perezoso, que entorpece las ganancias del Seor: siervo malvado, por tu boca te condenas... Nosotros no hemos hecho otra cosa que dar el dinero del Seor, y l ser el exactor no solo de aquel criado, sino de todos nosotros. Cumplamos, pues, el oficio del que va delante dando, sin usurpar el del exactor (Sermn 279,12). Jueves Aos impares 1 Macabeos 2,15-29: Queremos vivir segn la Alianza de nuestros padres. La resistencia de los judos fieles, que sufren la persecucin de los paganos, se concretiza en Matatas, el padre de los Macabeos. l se rebela contra los oficiales encargados de obligar a la apostasa. Marca con su actitud fiel el comienzo del enfrentamiento armado. La adhesin a Dios vale ms que todas las riquezas del mundo. Esto es lo que nos ensea la lectura de hoy. El poderoso mundo quiere comprar a Matatas, para que renuncie a sus principios religiosos y siga los paganos. Pero el precio del servicio de Dios es mucho mayor que todos los bienes de este mundo. San Ireneo dice: El servir a Dios en nada afecta a Dios, ni tiene Dios necesidad alguna de nuestra sumisin. l es, por el contrario, quien da la vida, la incorrupcin y la gloria eterna a los que le siguen y sirven, beneficindolos por el hecho de seguirle y servirle, sin recibir de ellos beneficio alguno (Contra las herejas 4). Esto es lo que, arriesgando sus vidas y perdindola a veces, hicieron aquellos judos piadosos para observar fielmente la ley santa del Seor. Con el Salmo 49 proclamamos la felicidad de ser fieles al Seor, como aquellos judos piadosos de la lectura anterior: Al que sigue buen camino le har ver la salvacin del Dios. El Dios de los dioses, el Seor habla: convoca la tierra de oriente a occidente. Desde Sin, la hermosa, Dios resplandece. Congregadme a mis fieles, que sellaron mi pacto con un sacrificio. Proclame el cielo su justicia, Dios en persona va a juzgar. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altsimo, e invcame el da del peligro: yo te librar, y t me dars gloria. Nosotros tambin nos vemos tentados como aquellos judos perseguidos, que son para nosotros una gran ejemplo. Tambin el mundo quiere que demos culto a muchos dolos que pone en nuestro camino, como son el dinero, el poder, los honores, la fama, el placer... Aos pares Apocalipsis 5,1-10: El Cordero fue degollado y con su sangre nos ha comprado de toda nacin. El Cordero que nos ha comprado con su sangre es Cristo, muerto y resucitado, el nico que puede abrir el libro, esto es, el nico que sabe hacer patentes los secretos de Dios sobre el porvenir de la Iglesia y del mundo. Escribe San Cesreo de Arls: Cantan un cntico nuevo, es decir, profieren pblicamente su profesin de fe. Es verdaderamente una novedad el que el Hijo de Dios se haga hombre, muera, resucite y suba al cielo y conceda a los hombres la remisin de los pecados. Pues la ctara, es decir, una cuerda tensa sobre la madera, significa la carne de Cristo unida a la pasin; mas la copa representa la confesin y la

propagacin del nuevo sacerdocio. La apertura de los sellos es el desvelamiento del Antiguo Testamento (Comentario al Apocalipsis 5). Con el Salmo 149 cantamos nosotros al Seor un cntico nuevo, y as resuena su alabanza en la asamblea de los fieles, se alegra Israel, la Iglesia, por su Creador y por su Redentor, los hijos de Sin y de la Iglesia por su Rey. Alabemos su nombre con danzas, cantmosle con tambores y ctaras, porque el Seor ama a su pueblo. Dios nos entreg a su Unignito para redimirnos, y l adorna con la victoria a los humildes. Festejemos su gloria, cantemos jubilosos en la asamblea litrgica, con vtores a Dios en la boca. Esto es un honor para todos sus fieles, para toda la Iglesia. Lucas 19,41-44: Jess llora por su amada Jerusaln, que no ha comprendido su gran amor, y prev los castigos que le vendrn. Es un gran misterio. Adoremos los designios del Seor. Es verdad que la Iglesia de Jesucristo es el Israel de los tiempos nuevos. Es verdad que los apstoles eran todos judos, as como la mayor parte de los miembros de las primeras comunidades cristianas. Pero tambin es cierto que el pueblo judo, tanto en sus representantes cuanto en sus instituciones, rechazaron la salvacin mesinica que les ofreca el Seor, como herederos de las promesas. Es un misterio. Israel no entr en la conversin suprema que Jesucristo exiga de l para que fuera el gran instrumento de su misin universal. El pueblo judo rechaz a Jesucristo, y por eso l llora. Orgenes dice: hay que ver ante todo la significacin de sus lgrimas. Todas las bienaventuranzas de las que Jess habl en el Evangelio las confiesa l mismo con su ejemplo, y lo que ense lo prueba con su propio testimonio... Conforme a lo que ha dicho: bienaventurados los que lloran (Mt 5,5), l llor para plantar tambin el fundamento de esta bienaventuranza. Llor sobre Jerusaln, diciendo: si hubieras conocido tambin t la visita de la paz (Comentario al Evangelio de San Lucas 38,1-2). Tambin a nosotros nos puede pasar algo semejante si no sabemos discernir en las vicisitudes de nuestra vida lo que conduce a la paz, si no correspondemos con gran amor al inmenso amor que Cristo nos tuvo y nos tiene. Viernes Aos impares 1 Macabeos 4,36-37.52-59: Celebran con alegra la consagracin del altar, con ofrendas y holocaustos. Tras la victoria de los fieles resistentes, Judas Macabeo purifica el templo, y el pueblo celebra con jbilo su consagracin. El templo de Jerusaln es el centro del culto a Yav. A l acude todo piadoso israelita de cualquier parte del pas para contemplar el rostro de Dios, y es para los fieles objeto de un amor conmovedor. Por eso cuando el templo es profanado por el rey Antoco, que instala en l un culto idoltrico pagano, los judos se sublevan para defenderlo, y el primer objetivo de su guerra santa es justamente purificar el templo, para reanudar en l el culto tradicional. Cuando muere Cristo el velo de aquel antiguo templo venerable se rasga, para significar que el culto antiguo ha sido sustituido por otro culto ms espiritual y perfecto: el de Cristo, el de la Iglesia. Con todo, al principio, los apstoles simultaneaban su culto eucarstico con las oraciones en el templo. Pero en el ao 70 sufre una completa destruccin, que significa en forma decisiva que su funcin ha terminado ya. Y nunca ha sido reconstruido. Alabamos al Seor con un cntico del libro 1 Crnicas 29: Alabamos, Seor, tu nombre glorioso. Bendito eres, Seor, Dios de nuestro padre Israel, por los siglos de los siglos. Tuyos son, Seor, la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor y la majestad, porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. T eres Rey y Soberano de todo: de ti viene la riqueza y la gloria. T eres el Seor del universo, en tu mano est el poder y la fuerza, t engrandeces y confortas a todos. Aos pares Apocalipsis 10,8-11: La Palabra de Dios ha de ser primero asimilada y luego proclamada. Esto es lo que significa en ese lugar del Apocalipsis comer el libro. La historia es el producto del encuentro de dos libertades: la de Dios y la del hombre. Y Dios tiene unos planes acerca de este

encuentro, sobre todo desde que Jesucristo pronunci su S incondicional a la nueva Alianza. San Cesreo de Arls comenta: En la boca se entienden los cristianos buenos y espirituales; en el vientre, los carnales y lujuriosos. Por consiguiente, cuando se predica la palabra de Dios, ella es dulce para los espirituales, pero para los carnales para los cuales, segn el Apstol, su Dios es el vientre (Flp 3,19) la palabra es amarga y spera (Comentario al Apocalipsis 10). Las Escrituras consuelan, efectivamente, no porque ellas descubran de antemano la evolucin de los acontecimientos previstos por Dios, sino porque ayudan a revelar el sentido profundo de la presencia de Dios en los acontecimientos que viven los hombres. Con unos versos del Salmo 118 decimos qu dulce al paladar tu promesa, Seor! Mi alegra es el camino de tus preceptos, ms que todas las riquezas. Tus preceptos son mi delicia, tus decretos son mis consejeros. Ms estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata. Qu dulce al paladar tu promesa: ms que miel en la boca. Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegra de mi corazn. Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos. Lucas 19,45-48: Habis convertido la Casa de Dios en una cueva de bandidos. Jess se indigna ante la profanacin del templo, que ha de ser Casa de oracin. Es una leccin para nosotros. El respeto al templo ha de ser ahora mayor an que entonces. Es ahora el lugar de la reactualizacin sacramental del sacrificio redentor del Calvario, y all est Cristo realmente presente en el sagrario. Es el lugar de la oracin y de la vida sacramental de la Iglesia. Dice San Ambrosio: l expuls a los cambistas. Pero, de quin son figura estos tratantes sino de los que procuran enriquecerse con los tesoros del Seor, no tratando de distinguir lo que es un bien de lo que es un mal? El gran tesoro del Seor es la divina Escritura, ya que en el momento de partir l, distribuy los denarios entre sus servidores y les reparti los talentos (Mt 25, 14; Lc 19,13)... Si existe el tesoro de las Escrituras, es evidente que se puede hablar tambin de los intereses de la Escritura (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib. IX,18). Las mesas de los cambistas caen por tierra para poner en su lugar la mesa del Seor [la Eucarista], y es destrozada el ara con el fin de puedan surgir los altares (ib. 20). Sbado Aos impares 1 Macabeos 6,1-13: Muero de tristeza, por el dao que hice en Jerusaln. Antoco Epifanes, el perseguidor, es atacado por una enfermedad, lejos de su pas, y muere reconociendo que sufre el castigo de sus faltas. El pueblo de Dios a lo largo de su historia pasa por la experiencia de la persecucin; sta no perdona al Hijo de Dios, que ha venido a salvar al mundo, y es odiado por l. Todo culmina en su pasin y muerte en Cruz. Tambin sus discpulos sufren persecucin a lo largo de los siglos. Pero, los perseguidos vencieron siempre, incluso cuando fue motivada la persecucin por los pecados del pueblo. La historia muestra el fin de los perseguidores, unos convertidos, como es el caso de San Pablo, prodigio admirable al comienzo del cristianismo; otros despechados y doloridos por su fracaso, como es el caso de Juliano el Apstata y de tantos otros. Confiemos siempre en el Seor. Pasan los hombres, pasan los perseguidores, pero Dios, Cristo y su Iglesia permanecen para siempre. Con el Salmo 9 cantamos al Seor que nos defiende de los enemigos: Gozar, Seor, de tu salvacin. Te doy gracias, Seor, de todo corazn, proclamando todas tus maravillas. Me alegro y exulto contigo y toco en honor de tu nombre. Porque mis enemigos retrocedieron, cayeron y perecieron ante tu rostro. Reprendiste a los pueblos, destruiste al impo y borraste para siempre su apellido. Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron, su pie qued prendido en la red que escondieron. l no olvida jams al pobre, ni la esperanza del humilde perecer.

Aos pares Apocalipsis 11,4-12: Los dos testigos se oponen a los dos bestias. Habla el Apocalipsis de dos Bestias malignas y de dos testigos fieles de Cristo que les resisten y combaten. Comenta San Cesareo de Arls: stos son los dos que estn, no los que estarn. Los dos candelabros es la Iglesia, pero por causa del nmero de los dos Testamentos dijo dos; de igual modo que dijo cuatro ngeles para significar la Iglesia, aun cuando sean siete, siguiendo el nmero de los ngeles de la tierra, y as toda la Iglesia es representada por los siete candelabros, si bien enumera uno o ms de uno segn los lugares. Zacaras contempl un solo candelabro de siete brazos (4,2-14), y estos dos olivos, es decir, los dos Testamentos, vierten el aceite en el candelabro, es decir en la Iglesia. As como en el mismo lugar tiene los siete ojos la gracia septiforme del Espritu Santo, que estn en la Iglesia y observan atentamente toda la tierra... Si alguno hiere o quisiera herir a la Iglesia, con las oraciones de su boca ser consumido por el fuego divino, ya sea en el presente para su correccin, ya sea en el siglo futuro para su condenacin (Comentario al Apocalipsis 11). Con el Salmo 143 decimos: Bendito el Seor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la pelea. Mi bienhechor, mi alczar, mi baluarte donde me pongo a salvo; mi escudo, mi refugio, que me somete los pueblos. Dios mo, te cantar un cntico nuevo, tocar para ti el arpa de diez cuerdas; para ti que das la victoria a tu pueblo escogido y salvas a tus siervos. T salvas a la Iglesia, a todas las almas que en ti confan. Lucas 20,27-40: No es Dios de muertos, sino de vivos. En la enseanza de este Evangelio, Jess afirma la realidad maravillosa del mundo nuevo y reafirma la resurreccin. Comenta San Ambrosio: Los saduceos, que eran la parte ms detestable de los judos, tientan al Seor con esta cuestin. Abiertamente l les reprende entonces su malicia y, en un sentido mstico, retuerce su posicin, precisamente con la doctrina de una castidad ejemplar, tomando pie del problema que ellos le propusieron, ya que, segn la letra, una mujer debera casarse, aun contra su voluntad, para que el hermanos del difunto le diese un heredero. De aqu el dicho la letra mata (2 Cor 3,6), como una propagadora de vicios, mientras que el Espritu es el maestro de la castidad... Para la sinagoga la ley, literalmente tomada, es muerte, mientras que aceptada en sentido espiritual, la hace resucitar (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib. IX, 37 y 39). Recibiendo esa doctrina con verdadero espritu de fe, vivamos de tal modo que tengamos una resurreccin gloriosa. Semana 34 En lugar de este ltimo domingo del tiempo ordinario, se celebra la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo. Pero en las ferias de esta semana 34, se emplean las siguientes oraciones: Entrada: Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos, y a los que se convierten de corazn (Sal 84,9). Colecta: Mueve, Seor, los corazones de tus hijos, para que, correspondiendo generosamente a tu gracia, reciban con mayor abundancia la ayuda de tu bondad. Ofertorio: Recibe, Seor, estos dones sagrados que nos mandaste consagrar a tu nombre, y para que ellos nos hagan gratos a tus ojos, concdenos obedecer siempre tus mandatos.

Comunin: Alabad al Seor todas las naciones, firme es su misericordia con nosotros (Sal 116,1-2); o bien: Sabed que yo estoy con vosotros todos los das, hasta el fin del mundo (Mt 28,20). Postcomunin: Dios todopoderoso, ya que nos has alegrado con la participacin en tu sacramento, no permitas que nos separemos de ti. Lunes Aos impares Daniel 1,1-6.8-20: Excelencia de la ascesis cristiana. Para Daniel y los otros jvenes judos que estaban con l la vida en la corte dificultaba gravemente la fidelidad a la ley. Pero actuaron consecuentemente y Dios los premi, pues no solo les dot de buen aspecto, sino que los colm de toda clase de sabidura, de forma que ante el rey quedaron por encima de los dems. Por ello el ascendiente de Daniel en la corte fue extraordinario. Dios premia siempre a quien es fiel a sus mandatos, y lo premia a veces ya en esta vida, pero con toda certeza en la otra. En todo caso siempre el hombre fiel tiene la conciencia en paz, pues ha cumplido con su deber principal, que es obedecer a Dios. La vida asctica, bien llevada, nos conduce a los premios eternos, pero ya en esta vida los pregustamos, gozando de una mayor libertad de espritu, la libertad propia de los hijos de Dios. El cntico de los tres jvenes, en Daniel 3, nos sirve de Salmo responsorial: Bendito eres, Seor, Dios de nuestros padres. Bendito tu nombre santo y glorioso. Bendito eres en el templo de tu santa gloria, Bendito eres sobre el trono de tu reino. Bendito eres t que, sentado sobre querubines, sondeas los abismos. Bendito en la bveda del cielo. Siempre hemos de cantar himnos de alabanza y de accin de gracias al Seor por el bien que constantemente hace a su Iglesia y a nosotros en particular. Aos pares Apocalipsis 14,1-3.4b-5: Llevar en la frente el nombre de Cristo y de su Padre. Cristo es descrito en el Apocalipsis rodeado de sus elegidos, los mrtires, que cantan un cntico nuevo. San Cesreo de Arls explica: Nosotros entendemos aqu el nombre de Cristo y se muestra su semejanza que la Iglesia adora en verdad: la hostilidad de los herejes [que la Iglesia sufre] es semejante a la que sufri l; stos son los que, persiguiendo espiritualmente a Cristo, sin embargo participan en la gloria del signo de la Cruz de Cristo. Por esto es por lo que se ha dicho que el nombre de la bestia es un nmero humano (Comentario al Apocalipsis 14). Cantamos con el Salmo 23: Del Seor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: l la fund sobre los mares, l la afianz sobre los ros. Quin puede subir al monte del Seor? Quin puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazn, que no confa en los dolos. se recibir la bendicin del Seor, le har justicia el Dios de salvacin. ste es el grupo que busca al Seor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. El creyente que admira el poder, la grandeza y la sabidura de Dios en la creacin, no puede quedar silencioso. Ha de reconocer y agradecer abiertamente que en todas las criaturas resplandece la inmensa bondad de Dios. Ha de ver su presencia en toda la creacin, y de modo especial en los templos, que son como recordatorios de la presencia de Dios entre los hombres, y sobre todo en el sagrario: Cristo est realmente presente en el sacramento de la Eucarista. Lucas 21,1-4: La generosidad de los pobres: el bolo de la pobre viuda. La viuda entrega de su indigencia. Suele decirse que solo se da aquello que se tiene; pero ella solo posee lo que ha dado. Oigamos a San Agustn:

Mucho abandon quien se despoj de la esperanza del siglo, como aquella pobre viuda, que deposit dos ochavos en el cepillo del templo. Segn el Seor nadie ech ms que ella... Quin se dign poner los ojos en ella? Slo Aquel que al verla no mir si la mano estaba llena o no, sino el corazn... Nadie dio tanto como la que nada reserv para s (Sermn 105,A,1). Martes Aos impares Daniel 2,31-45: Dios suscitar un Reino eterno. Interpreta Daniel el sueo de la estatua colosal, construida con diversos materiales. Su explicacin muestra la historia como colisin de fuerzas simbolizadas en los diversos imperios, que se oponen a la instauracin del Reino por excelencia, el Reino de Dios, el de Cristo, el de los Santos. La piedra que cae y destruye la estatua es para algunos el monotesmo yavista, sublimado en Cristo, opuesto a la idolatra la estatua de los grandes imperios. Es un Reino nuevo, llamado a extenderse rpidamente sobre toda la tierra. Por lo mismo hay que dar a esa piedra un significado mesinico, en su sentido pleno. Cristo es la piedra angular, que desecharon los constructores, pero que ha venido a ser el punto clave del Reino espiritual de Dios. Sigue como Salmo responsorial el cntico de los tres jvenes, en Daniel 3: Criaturas todas del Seor, bendecid al Seor; ngeles del Seor, bendecid al Seor; aguas del espacio, ejrcitos del Seor, bendecid al Seor. Toda la naturaleza debe ser un canto de alabanza al Dios providente y eterno que, no obstante haberse manifestado a los patriarcas y profetas de Israel, sigue Altsimo y trascendente, sentado sobre querubines, que penetra con su mirada lo ms profundo de los abismos. Su trono real es el firmamento de los cielos. Desde all asiste majestuoso, desplegando su providencia sobre su pueblo y sobre los justos. Por eso toda la naturaleza, desde los ngeles hasta las bestias, y los mismos seres inanimados, deben alabarlo sin fin. Nosotros, los hombres cristianos, con mayor razn, pues tenemos ms dones que los que recibieron los justos en el Antiguo Testamento: tenemos a Cristo, sus sacramentos, su Iglesia y su mensaje de santidad. Aos pares Apocalipsis 14,14-19: Llega la hora de la siega. Se acerca la venida gloriosa de nuestro Seor Jesucristo, que ya en su primera venida logr la victoria sobre las fuerzas del mal. El juicio de Dios es tan grande y perfecto, tan justo y misericordioso, como Dios mismo. Comenta San Cesreo de Arls: Describe, pues, a la Iglesia en su gloria, que se hace blanca especialmente despus de las llamas de la persecucin. Tena en su cabeza una corona de oro fino. stos son los ancianos con las coronas de oro. Y en su mano una hoz afilada. En efecto, esta hoz separa a los catlicos de los herejes, a los santos de los pecadores, tal como dice el Seor de los segadores. Pero hay que pensar que el segador visto en la nube blanca es especialmente Cristo en persona. Quin es el vendimiador que viene detrs de l, si no es el mismo Cristo, pero en su cuerpo que es la Iglesia? Quiz no nos equivocamos si vemos en estos tres ngeles que salieron el triple sentido de las Escrituras: histrico, moral y espiritual; pero en cuanto a la hoz hay desacuerdo. Y arroj al grande en el lagar de la clera de Dios. No en el gran lagar, sino que l arroja al mismo grande en el lagar, es decir, a todo orgulloso (Comentario al Apocalipsis 14,14-19). Con el Salmo 95 aclamamos al Seor, que llega a regir la tierra. Decid a los pueblos: el Seor es Rey, l afianz el orbe y no se mover; l gobierna a los pueblos rectamente. Algrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los rboles del bosque, delante del Seor, que ya llega, ya llega a regir la tierra, regir el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. En nuestro Seor Jesucristo confiamos, pues a l le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra (Mt 28,18). Nos abandonamos a su inmensa misericordia y bondad.

Lucas 21,5-11: No quedar piedra sobre piedra. Jess anuncia la destruccin del templo de Jerusaln. Comenta San Ambrosio: Existe, sin embargo, otro templo, construido con piedras preciosas y adornado con ofrendas... l hace referencia a la sinagoga de los judos, cuya vieja construccin se disolvi cuando surgi la Iglesia. Pero en verdad, tambin en cada hombre existe un templo, que se derrumba cuando falla la fe y, especialmente, cuando se lleva hipcrita-mente el nombre de Cristo, sin que un afecto interior corresponda a tal nombre. Quizs sea sta la exposicin que mayores bienes me reporta a m. Porque, de qu me sirve saber el da del juicio? Y puesto que tengo conciencia de tantos pecados, de qu me aprovecha el que Dios venga si no viene a mi alma ni a mi espritu, si no vive en m Cristo, ni l habla en m? Por esta razn Cristo debe venir a m, su venida tiene que llevarse a cabo en mi persona. La segunda venida del Seor tendr lugar al fin del mundo, cuando podamos decir: el mundo est crucificado para m y yo para el mundo (Gal 6,14) (Tratado Sobre el Evangelio de San Lucas lib.X, 6 y 7). Mircoles Aos impares Daniel 5,1-6.13-14.16-17.23-28: Aparecieron unos dedos de mano escribiendo en el muro. El banquete de Baltasar le ofrece a Daniel una nueva oportunidad de mostrar su sabidura, al descifrar la inscripcin. El relato intenta convencer a los judos y a nosotros de que los acontecimientos de la historia de los hombres son otros tantos eslabones, encadenados entre s, que aceleran la llegada del fin. Existe, por tanto, una estrecha conexin entre la historia de los hombres y el designio de la salvacin de Dios. La religin de los adivinos de Baltasar es incapaz de conocer el sentido y la finalidad de la historia, porque el dios que ellos adoran es caduco, no existe. Nadie puede competir con Dios, ni en ciencia ni en poder, y, sobre todo, nadie puede impunemente ofenderlo con actos sacrlegos. Sigue como canto responsorial Daniel 3, es decir, la alabanza a Dios de los tres jvenes en el horno: Sol y luna bendecid al Seor. Astros del cielo, lluvia y roco, vientos todos, fuego y calor, fros y heladas... bendecid al Seor. l es digno de nuestras aclamaciones por las innumerables maravillas que ha realizado en la historia de la salvacin, en nuestra historia presente, en nuestra propia alma, con infinita misericordia. Por eso merece toda nuestra correspondencia en el amor. Aos pares Apocalipsis 15,1-4: Cantaban el cntico de Moiss, el cntico del Cordero. Como los israelitas cantaron a Dios despus de cruzar el mar Rojo, as tambin cantan los que han vencido en este mundo a la Bestia y han llegado al cielo. La Bestia es el enemigo sobre el que ellos han triunfado por el poder de Cristo. Y sus fieles, en el cielo, recordando sus pasadas calamidades, cantan gozosos un cntico de victoria, un himno de accin de gracias. Este canto es un eco de otras alabanzas que se encuentran en el Antiguo Testamento, en las que se canta la grandeza y santidad del Creador del mundo, as como la justicia omnipotente del Seor, que tiene en sus manos las riendas de la historia. Dice San Cesreo de Arls: Es el canto de uno y otro Testamento, que cantan stos de los que acabamos de hablar... El templo, ya lo hemos dicho, significa la Iglesia (Comentario al Apocalipsis 15,3). Unidos a ellos cantamos tambin nosotros con el Salmo 97: Grandes y admirables son tus obras, Seor, Dios soberano de todo. Cantad al Seor un cntico nuevo, porque ha hecho maravillas; su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Seor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia; se acord de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Retumbe el mar y cuanto contiene, la tierra y cuantos la habitan; aplaudan los ros, aclamen los montes. Ante el Seor que llega para regir la tierra. Regir el orbe con justicia y los pueblos con rectitud.

Lucas 21,12-19: Todos os odiarn por causa de mi nombre, pero ni un cabello de vuestra cabeza perecer. En las persecuciones que sufrimos, de tal modo se cumplen las palabras de Cristo, que aquellas no destruyen nuestra esperanza, sino que la confirman. El final de los tiempos vendr precedido de una persecucin violenta contra los discpulos de Jess. Pero stos recibirn del mismo Cristo una forma de expresarse y una sabidura tales, que sern capaces de resistir hasta el martirio. Con su perseverancia salvarn sus almas. Comenta San Agustn: El que nos cre nos dio garantas aun sobre nuestros propios cabellos. Si Dios cuenta nuestros cabellos, cunto ms contar nuestras costumbres! Ved que Dios no desprecia ni siquiera vuestras cosas ms insignificantes. Si las despreciara, no las creara. En efecto, l cre nuestros cabellos, que tiene contados... Por qu, pues, temes a un hombre, t, hombre que te hallas en el seno de Dios? Procura no salir de tal seno. Cualquier cosa que sufras all dentro te servir de salvacin, no de perdicin (Sermn 62,15). Jueves Aos impares Daniel 6,11-27: Dios envi a su ngel a cerrar las fauces de los leones. Daniel es condenado a ser arrojado vivo en el foso de los leones, pues a pesar de la prohibicin real, tres veces al da, segn la santa costumbre de Israel, eleva su oracin al nico Dios vivo y verdadero. Es preservado maravillosamente por el Seor, y el rey entonces proclama su fe en el verdadero Dios. La lectura de hoy seala la necesidad de la oracin, su grandiosa eficacia, y el valor de su fiel asiduidad, cuando se eleva en los tres momentos tradicionales del sacrificio del templo. Una vez ms comprobamos que la providencia de Dios est sobre todas las vicisitudes de la vida y, sobre todo, que nunca ha quedado desmentida la proteccin solcita con que guarda a sus siervos fieles. Con textos de Daniel 3 unimos de nuevo nuestra oracin a la de los tres jvenes: Rocos y nevadas, tmpano y hielos, escarchas y nieves, noche y da, luz y tinieblas, rayos y nubes... bendecid al Seor. Bendiga la tierra al Seor. Sigamos tambin nosotros alabando al Seor por sus innumerables beneficios. Escribe San Bernardo: A quien humildemente se reconoce obligado y agradecido por los beneficios, con razn se le prometen muchos ms. Pues el que se muestra fiel en lo poco, con justo derecho ser constitudo sobre los muchos; as como, por el contrario, se hace indigno de nuevos favores quien es ingrato a los que ha recibido antes (Sermn sobre el Salmo 50). Aos pares Apocalipsis 18,1-2.21-2319,1-3,9: Ha cado Babilonia, la gran ciudad. Los elegidos entonan en el cielo un cntico eterno. Babilonia, smbolo del imperio mundano hostil al Reino, est condenada a la destruccin. Y el Seor se mantiene fiel a sus designios de salvacin sobre los hombres. Escribe San Cesreo de Arls: Es que las ruinas de una sola ciudad pueden contener todos los espritus impuros y todo pjaro impuro, o aquel tiempo en que la misma ciudad cayese, el mundo entero sera abandonado a los espritus y a los pjaros impuros y stos habitarn en las ruinas de una sola ciudad? No existe ciudad alguna que solo contenga almas impuras, a no ser la ciudad del diablo, en la cual habita toda impureza en los hombres malos de toda la tierra. Los reyes que dijo que perseguan a Jerusaln son los hombres malos que persiguen a la Iglesia. Cada vez que os nombrar a Babilonia, hermanos queridsimos, no entendis una ciudad construda con piedras, porque Babilonia significa confusin, como se ha repetido varias veces; pero reconoced que con este nombre se designa a los hombres soberbios, ladrones, lujuriosos e impos, recalcitrantes en sus pecados; por el contrario, cada vez que vosotros oyseis el nombre de Jerusaln, que quiere decir visin de paz, entended por ella los hombres santos que pertenecen a Dios (Comentario al Apocalipsis 18,1-3).

Con el Salmo 99 aclamamos al Seor y convocamos la tierra entera a servir al Seor con alegra, a entrar en su presencia con vtores. Pues el Seor es Dios. l nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebao. Entremos por sus puertas con accin de gracias, por sus atrios con himnos, dndole gracias y bendiciendo su nombre. El Seor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades. Correspondmosle con todo nuestro amor, asocimonos a la liturgia de los ngeles y santos. Cantemos jubilosos los salmos en nuestra liturgia cristiana, en la que hemos de participar con mente y corazn. Lucas 21,20-28: Jerusaln ser pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora. La profeca relativa al final de los tiempos augura primero el cerco de la ciudad santa por obra de los poderes paganos. Luego llegar la hora de los gentiles, en la que se desencadenar la persecucin contra la Iglesia. Pero el triunfo es de Cristo y de su Iglesia. La misma historia de la Iglesia nos conforta en esta esperanza: ella sigue en pie y permanece, mientras que sus perseguidores perecieron y pasaron. Comenta San Ambrosio: De hecho, Jerusaln fue asediada y tomada por los ejrcitos romanos, y por eso los judos creyeron que se haba cumplido entonces la abominacin de la desolacin (Mt 24,75; Dan 9,27), ya que los romanos arrojaron al templo la cabeza de un puerco, mofndose de las observancias rituales de los judos. De ah algo que yo no dira ni siquiera en estado de delirio. Y es que la abominacin de la desolacin es el execrable acontecimiento propio del anticristo, puesto que l, con sus funestos sacrilegios, mancha el santuario de las almas y, sentado, como sigue la narracin en el templo, se quiere apropiar del trono del Dios onmipotente. Y en un sentido espiritual se nos previene muy atinadamente que debemos estar preparados, ya que l [el anticristo] desea poner la marca de su perfidia sobre el corazn de cada uno, y, falsificando las Escrituras, quiere hacer ver a travs de stas que l es Cristo. Y entonces es cuando llegar la desolacin, puesto que muchos, cayendo en el error, se separarn de la verdadera religin (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.X, 15 y 16). Viernes Aos impares Daniel 7,2-14: Vi venir una especie de hombre entre las nubes del cielo. Las cuatro bestias simbolizan cuatro reinos o colectividades nacionales que se oponen al reino de los santos. Se anuncia el fin prximo de los grandes imperios terrestres, el ltimo de los cuales, en particular, somete a una cruel tirana al pueblo elegido, y se suscita la confianza de un Reino de Dios prximo, gracias a la misericordia de un Hijo del Hombre y del pueblo de los santos. Cristo se apropi de este ttulo de Hijo del Hombre en su predicacin, y aludi a su final aparicin solemne en las nubes del cielo (Mt 16, 27; 24,10; 26,64; Mc 13,26; Lc 21,27; Ap 1,7; 14,14). Seguimos con el cntico de los tres jvenes, de Daniel 3: Montes y cumbres, cuanto germina en la tierra, manantiales, mares y ros, cetceos y peces, aves del cielo, fieras y ganados... bendecid al Seor. Evoquemos cuanto se ha dicho sobre la alabanza divina y accin de gracias, y vivamos lo que describe Casiano: Cuando el alma recuerda los beneficios que antao recibi de Dios y considera aquellas gracias de que le colma en el presente, cuando dirige su mirada hacia el porvenir sobre la infinita recompensa que prepara el Seor a quienes le aman, le da gracias en medio de indecibles transportes de alegra (Colaciones 9). Aos pares Apocalipsis 20,1-4.1121,2: Los muertos fueron juzgados segn sus obras. Vi la nueva Jerusaln que descenda del cielo. Despus de la victoria de Dios sobre los espritus del mal, se hace alusin al juicio final, y aparecen los mrtires como asesores de Cristo Juez. Luego, con el cielo nuevo y la tierra nueva, estalla la alegra eterna del universo renovado. El Apocalipsis anuncia para entonces mil aos de perfecto reinado de Cristo. Y San Cesreo de Arls comenta:

Estos mil aos deben ser comprendidos como los aos que van desde la venida de Nuestro Seor. Durante estos aos el Seor prohibe al diablo que extrave a los pueblos que estn destinados a la vida eterna, para que puedan reconciliarse con Dios aquellos a los que antes haba extraviado... Solamente los soberbios e impos sern seducidos, pero los humildes y verdaderos cristianos no sern seducidos. Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos (Mt 20,16)... Por falsos profetas se entiende a los herejes o los falsos cristianos. En verdad, despus del tiempo en que el Seor ha sufrido, la Bestia y los falsos profetas mueren y son enviados al fuego hasta que se cumplan los mil aos desde la venida del Seor... La nueva Jerusaln... Ha dicho todo esto a propsito de la gloria que la Iglesia tendr despus de la resurreccin (Comentario al Apocalipsis 20-21). Con el Salmo 83 decimos: Mi alma se consume y anhela los atrios del Seor, mi corazn y mi carne retozan por el Dios vivo... Anhelemos los altares del Seor de los ejrcitos, nuestro Rey y nuestro Dios. Dichosos los que viven en su casa, alabndolo siempre. Dichosos los que encuentran en l su fuerza y caminan de baluarte en baluarte. Confiando en el Amor que el Seor nos tiene, no hemos de temer nada, si tambin nosotros hemos correspondido con gran amor al que el Seor nos tiene. Lucas 21,29-33: Cuando veis que suceden estas cosas, sabed que est cerca el Reino de Dios. La cada de Jerusaln fue un gran impulso providencial de Dios a su Iglesia, porque le ha obligado a abrirse decididamente a las naciones y a establecer un culto espiritual, liberado del particularismo del templo. Cada etapa de la evangelizacin del mundo, vinculada a cada etapa de la humanidad, es tambin un jaln en la historia de salvacin que se consumar en la venida final de Cristo. Cada conversin del corazn, mediante la cual el hombre se abre ms y ms a la accin del Espritu del Resucitado, es una nueva manifestacin de la venida de Cristo. Cada asamblea eucarstica, reunida precisamente hasta que vuelva con pleno poder el Hijo del Hombre sobre la nube, es el jaln por excelencia de ese acontecimiento. Hemos de conocer los signos de los tiempos, como se conoce por los brotes de la higuera y de los rboles que la primavera est cerca. Sbado Aos impares Daniel 7,15-27: El poder real y el dominio ser entregado al pueblo de los santos del Altsimo. No obstante las persecuciones del mundo, la victoria es de nuestro Seor. Al fin se les har justicia a los fieles, ya que la irresistible Autoridad divina arrebatar el dominio al perseguidor y lo dar a los santos para siempre. El desquite de stos ser total, y llegar como fruto de una gran paciencia. Oigamos a San Cipriano: Esta virtud de la paciencia derrama sus frutos con profusin y exuberancia por todas partes. La paciencia es la que nos recomienda y guarda para Dios; modera nuestra ira, frena la lengua, dirige nuestro pesar, conserva la paz, endereza la conducta, doblega la rebelda de la pasin, reprime el orgullo, apaga el fuego de los enconos, contiene la prepotencia de los ricos, alivia la necesidad de los pobres... Es la que fortifica slidamente los cimientos de nuestra fe, y levanta en alto nuestra esperanza... Ella nos lleva a perseverar como hijos de Dios, imitando la paciencia del Padre (Tratado de la paciencia 20). Sigue como canto responsorial el de los tres jvenes, en Daniel 3: Hijos de los hombres, bendecid al Seor. Bendiga Israel al Seor. Sacerdotes del Seor, siervos del Seor, almas y espritu justos, santos y humildes de corazn... bendecid al Seor. As hemos de proceder en nuestros das, de modo que toda nuestra vida sea una alabanza continuada al Seor. Y cuando nuestros labios no puedan manifestar nuestro jbilo, que venga expresado en todo por nuestras obras, y que eleve nuestro pensamiento al Seor, alzando hacia l constantemente breves oraciones o jaculatorias. Aos pares

Apocalipsis 22,1-7: Ya no habr ms noche, porque el Seor irradiar luz sobre ellos. Se describe la gloria de la nueva Jerusaln. Dios unitrino y la misma humanidad de Cristo resplandecen en medio de la ciudad y son su nica Luz. Comenta San Cesreo de Arls: El monte elevado, al cual San Juan dijo que haba ascendido, representa el Espritu. La ciudad de Jerusaln, que l dijo haber visto all, es figura de la Iglesia; es la que el mismo Seor mostr en el Evangelio cuando dijo: no puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte (Mt 5,14). Y cuando dice que ella tiene una luz semejante a una piedra preciossima, ved en ella la gloria de Cristo. En las doce puertas y en los doce ngeles reconoced a los apstoles y a los profetas... Y puesto que esta ciudad que es descrita representa a la Iglesia, que est extendida por toda la tierra, se dice que ella tiene tres puertas en cada una de las cuatro partes a causa del misterio de la Trinidad. En la vara de oro mostr a los hombres de la Iglesia, frgiles en la carne, pero que tienen por fundamento una fe luminosa... Lo que dice de la ciudad de oro, el altar de oro y las copas de oro, se trata de la Iglesia por su recta fe. Y el recipiente muestra la pureza de esta fe... (Comentario al Apocalipsis 22). Con el Salmo 94 decimos: Venid, aclamemos al Seor, demos vtores a la Roca que nos salva, entremos a su presencia dndole gracias, aclamndolo con cantos. Porque el Seor es un Dios grande, soberano de todos los dioses. Tiene en sus manos las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes, suyo es el mar, porque l lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Entremos, postrmonos por tierra, bendiciendo al Seor, Creador nuestro. l es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebao que l gua. Dejmonos guiar por l y as llegaremos a la Jerusaln celeste, llamada visin de paz. Lucas 21,34-36: Vigilancia y oracin son las actitudes necesarias para esperar la venida del Seor. Jesucristo nos anuncia en cada pgina del Evangelio un mensaje de esperanza. Cristo mismo es nuestra nica esperanza. l es la garanta plena para alcanzar los bienes prometidos. l nos muestra cul debe ser el objeto principal de nuestra esperanza: el tesoro de la herencia incorruptible, la felicidad suprema de la posesin eterna de Dios. Escribe San Basilio: El nico motivo que te queda para gloriarte, oh hombre, y el nico motivo de esperanza consiste en hacer morir todo lo tuyo y buscar la vida futura en Cristo (Homila 20 sobre la humildad). Pero la esperanza no es posible, como dice San Agustn, si no hay amor (Sobre la fe, la esperanza y la caridad 117). Y en el atardecer de nuestra vida, como dice San Juan de la Cruz, seremos examinados sobre el AMOR. Asuncin de la Virgen Mara 15 de agosto, solemnidad Entrada: Una seal grandiosa apareci en el cielo: una Mujer con el sol por vestido, la luna bajo sus pies y en la cabeza una corona de doce estrellas (Ap 12,1). O : Alegrmonos todos en el Seor al celebrar este da de fiesta en honor de la Virgen Mara: de su Asuncin, se alegran los ngeles y alaban al Hijo de Dios. Colecta (como la oracin del ofertorio y la postcomunin, procede del Misal anterior, desde 1950): Dios todopoderoso y eterno, que has elevado en cuerpo y alma a los cielos a la inmaculada Virgen Mara, Madre de tu Hijo, concdenos, te rogamos, que aspirando siempre a las realidades divinas, lleguemos a participar con ella de su misma gloria en el cielo.

Ofertorio: Llegue a tu presencia, Seor, nuestra humilde oblacin, y por la intercesin de la Santsima Virgen Mara, que ha subido a los cielos, haz que nuestros corazones, abrasados en tu amor, vivan siempre orientados hacia ti. Comunin: Me felicitarn todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por m (Lc 1,48-49). Postcomunin: Despus de recibir los sacramentos que nos salvan, te rogamos, Seor, que, por intercesin de la Virgen Mara, que ha subido a los cielos, lleguemos a la gloria de la resurreccin. En la Virgen Mara, asunta en cuerpo y alma a los cielos, se ha consumado plenamente el misterio Pascual de Cristo. Ella nos ha precedido en el tiempo como ndice de la capacidad regenerante y glorificadora de la obra de Cristo sobre la naturaleza humana. Apocalipsis 11,19.12,1-6.10: Una Mujer vestida de sol, la luna por pedestal. Mara, Arca Nueva y Viva de la Nueva Alianza, realizadora de la presencia del Emmanuel en medio de su pueblo y entronizada, al fin, en la bienaventuranza. Ella es el signo plenamente logrado de la obra redentora de Cristo. Comenta San Germn de Constantinopla: Ya que por medio de ti, oh santsima Madre de Dios, han cobrado esplendor los cielos y la tierra, acaso es posible que, con tu trnsito, dejas a los hombres privados de tu asistencia? En modo alguno podemos pensarlo. Puesto que cuando habitabas en el mundo no eras ajena a las costumbres celestiales, de igual modo, despus de haber emigrado de entre nosotros, no te has distanciado en espritu del tenor de vida de los seres humanos (Homila 1 sobre la Dormicin, 13, 109-110). Con el Salmo 44 proclamamos: De pie a tu derecha est la Reina enjoyada con oro de Ofir... Prendado est el Rey de tu belleza... Las traen entre alegra y algazara, van entrando en el palacio real... 1 Corintios 15,20-26: Primero resucita Cristo, como primicia, despus todos los cristianos. La Asuncin plena de Mara en cuerpo y alma a los cielos, triunfo pleno de la obra de Cristo en Ella, es tambin un ndice consumado de nuestra vocacin de resucitados para Cristo y para la eternidad. Comenta Modesto de Jerusaln: Finalmente, tal como corresponda a la gloriossima Madre de Aquel que es dador de vida y de inmortalidad, le fue concedida la vida eterna y la participacin en la incorruptibilidad de su Hijo: Cristo, en efecto, nuestro Dios y Salvador, la resucit de la muerte, hacindola subir del sepulcro y la elev junto a S en los cielos del modo que solo l conoce (Sermn sobre la Dormicin 14). Lucas 1,39-56: El Poderoso ha hecho obras grandes por m: enaltece a los humildes. Grandes son las prerrogativas de la Virgen Mara, sobre todo su Maternidad divina, con todo lo que antecede y sigue a la misma. Escribe Antoco Estratagio: Desde el tiempo en que nuestro Seor Jesucristo, el Hijo de Dios, gracias a su bondad para con nosotros, se dign aparecer en el mundo, naciendo de la santa e inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen Mara, nos ha concedido el don de la fortaleza necesaria para combatir al diablo, a fin de que, para quien lo desea, resulte ms fcil alcanzar la virtud de la virginidad a pesar de que su prctica sea ardua y laboriosa. A los que de veras aman a Dios se les otorga un feliz resultado y unos dones an mayores, de acuerdo con su promesa. Nadie, sin embargo, puede alcanzar una virtud tan excelsa, si no tiene amor y si no posee la humildad debida, como lo atestigua Aquella que es totalmente inmaculada, la siempre alabada y gloriossima Madre de Dios, al entonar su cntico de alabanza en el que dice: mi alma engrandece al Seor (Homila 21). Todos los Santos 1 de Noviembre, solemnidad

Entrada: Alegrmonos todos en el Seor al celebrar este da en honor de todos los Santos. Los ngeles se alegran en esta solemnidad y alaban a una al Hijos de Dios. Colecta (del Misal anterior): Dios todopoderoso y eterno, que nos has otorgado celebrar en una misma fiesta los mritos de todos los Santos, concdenos, por esta multitud de intercesores, la deseada abundancia de tu misericordia y tu perdn. Ofertorio (tomada del Misal de Pars de 1738): Dgnate aceptar, Seor, las ofrendas que te presentamos en honor de todos los Santos, y haz que sintamos interceder por nuestra salvacin a todos aquellos que ya gozan de la gloria de la inmortalidad. Comunin: Dichosos los limpios de corazn, porque ellos vern a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarn los hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5,8-10). Postcomunin (del Misal de Pars de 1738): Seor, te proclamemos admirable y el solo Santo entre todos los Santos; por eso imploramos de tu misericordia que, realizando nuestra santidad por la participacin en la plenitud de tu amor, pasemos de esta mesa de la Iglesia peregrina al banquete del Reino de los cielos. Hoy la Iglesia en su liturgia nos presenta un cuadro plstico de lo mejor de la humanidad redimida por Cristo: la Iglesia triunfante ya en la Jerusaln celeste. Son los Santos de todos los tiempos. Tambin los Santos que solo Dios conoce. De ellos, algunos han sido proclamados oficialmente por la Iglesia y se les da culto; otros, la mayora, nos son desconocidos, pero santos tambin y por eso hoy los veneramos a todos en una misma solemnidad. Son un ejemplo para nosotros y nuestros intercesores. Apocalipsis 7,2-4.9-14: Vi una muchedumbre inmensa, que nadie poda contar, de toda nacin, razas, pueblos y lenguas. El destino eterno del hombre se libra a diario en la vida temporal, cualquiera que sea su raza, la condicin y estado de cada hombre. 1 Juan 3,1-3: Veremos a Dios tal cual es. La santidad cristiana es siempre una iniciativa del de Amor de Dios sobre el hombre, aunque queda bajo la responsabilidad de los propios hombres el secundar esa iniciativa y esa eleccin, respondiendo con amorosa conciencia de hijos de Dios. Mateo 5,1-12: Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa ser grande en el cielo. Las bienaventuranzas evanglicas son el camino autntico que Cristo nos ha garantizado con su vida y con su gracia para la santidad cristiana. Son la semblanza modlica del propio Corazn de Jesucristo. La voluntad de Dios es nuestra santificacin. Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto (Mt 5,48). Dice San Agustn: A Cristo lo han imitado los santos mrtires hasta el derramamiento de su sangre, hasta la semejanza con su pasin; lo han imitado los mrtires, pero no solo ellos. El puente no se ha derrumbado despus de haber pasados ellos; la fuente no se ha secado despus de haber bebido ellos. Tenedlo presente, hermanos: en el huerto del Seor no solo hay las rosas de los mrtires, sino tambin los lirios de las vrgenes, y las yedras de los casados, as como las violetas de las viudas. Ningn hombre, cualquiera que sea su gnero de vida, ha de desestimar su vocacin; Cristo ha sufrido por todos. Con toda verdad est escrito de l: Nuestro Salvador quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (Sermn 304). Y San Cipriano: Pedimos y rogamos que nosotros que fuimos santificados en el bautismo, perseveremos en esta santificacin inicial (Tratado sobre la oracin 11-12).

Solemnidad de Jesucristo, Rey del universo Domingo de la Semana 34 La larga serie de los Domingos del Tiempo Ordinario, y todo el Ao litrgico, se concluye con la grandiosa solemnidad de Cristo Rey. Entrada: Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabidura, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza. A l la gloria y el poder, por los siglos de los siglos (Apoc 5,12.16). Colecta (de nueva composicin): Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del universo, haz que toda la creacin, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te glorifique sin fin. Ofertorio (del Misal anterior): Te ofrecemos, Seor, el sacrificio de la reconciliacin de los hombres, pidindote humildemente que tu Hijo conceda a todos los pueblos el don de la paz y de la unidad. Prefacio: (del Misal anterior): Porque consagraste Sacerdote eterno y Rey del Universo a tu nico Hijo, nuestro Seor Jesucristo, ungindolo con leo de alegra, para que, ofrecindose a s mismo como vctima perfecta y pacificadora en el altar de la cruz, consumara el misterio de la redencin humana; y, sometiendo a su poder la creacin entera, entregara a tu majestad infinita un reino eterno y universal: el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, del amor y de la paz. Comunin: El Seor se sienta como rey eterno, el Seor bendice a su pueblo con la paz (Sal 28,10-11). Postcomunin (de nueva composicin): Despus de recibir el alimento de la inmortalidad, te pedimos, Seor, que quienes nos gloriamos de obedecer los mandatos de Cristo, Rey del Universo, podamos vivir eternamente con l en el Reino del cielo. CICLO A El Evangelio nos presenta a Cristo en el juicio final separando las ovejas de las cabras. Las primeras a la derecha y las segundas a la izquierda. Esto ha motivado la eleccin del pasaje de Ezequiel sobre Dios Pastor que juzga a su rebao. La segunda lectura nos habla de Cristo que devuelve a Dios Padre su Reino. El reino de Cristo no es de este mundo (Jn 18, 36), pero se inicia o se rechaza aqu, cuando por la fe o la incredulidad aceptamos o rechazamos su mensaje de salvacin. Ezequiel 34,11-12.15-17: A vosotros, ovejas mas, os voy a juzgar. La Realeza mesinica del Corazn de Jesucristo, en su etapa de encarnacin y de humillacin redentora, se realiz por va de amor y de sacrificio; como Buen Pastor, que dio su vida por sus ovejas (Jn 10,11). El juicio del Seor se har sobre los delitos, injusticia y opresin con respecto a las ovejas pobres y dbiles por parte de las ms fuertes y poderosas. Hacer justicia equivale a salvar las ms dbiles de la opresin por parte de las ms poderosas. El Seor asume la defensa de estas ovejas humildes, rectifica lo tortuoso, asegurando la salvacin. Consiguientemente se toma como canto responsorial el Salmo 22: El Seor es mi Pastor, nada me puede faltar, en verdes praderas me hace recostar. Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me gua por el sendero justo, por el honor de su nombres. Prepara una mesa ante m, en frente de mis enemigos, me unge la cabeza con perfume y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompaan todos los das de mi vida y habitar en la Casa del Seor por aos sin trminos.

1 Corintios 15,20-26.28: Devolver el Reino a Dios Padre, para que Dios sea todo en todos. Con su sacrificio salvador nos brind Jess la posibilidad de librarnos de nuestros pecados y de sus degradantes consecuencias. Po XI en la encclica Quas primas, en la que instituy en 1925 la solemnidad de Cristo Rey, dice: Es necesario que Cristo reine en la inteligencia del hombre, la cual, con perfecto acatamiento, ha de asentir firme y constantemente a las verdades reveladas y a la doctrina de Cristo. Es necesario que reine en la voluntad, la cual ha de obedecer a las leyes y preceptos divinos. Es necesario que reine en el corazn, el cual, posponiendo los afectos naturales, ha de amar a Dios sobre todas las cosas y solo a l estar unido. Es necesario que reine en el cuerpo y en sus miembros, que como instrumentos, o en frase del apstol San Pablo, como armas de justicia para Dios (Rom 6,13), deben servir para la interna santificacin del alma. El texto anterior de San Pablo en la Carta primera a los Corintios, en el que se contempla el Reinado de Cristo, es ampliamente comentado por los Padres, como puede apreciarse en la siguiente sntesis: El Reino de Cristo se asentar y jams llegar a su fin (Teodoreto de Ciro), porque l comienza a reinar eternamente en todos los sentidos (San Jernimo). El ltimo enemigo, la muerte, ser destrudo (San Juan Crisstomo). El sometimiento de Cristo al Padre significa que toda criatura aprender a someterse a Cristo, quien a su vez se somete voluntariamente al Padre (Ambrosister). Del mismo modo que nosotros nos sometemos a la gloria de su Cuerpo reinante, el Seor somete a s mismo todas las cosas (San Hilario de Poitiers). Algunos rechazaban el trmino sometimiento referido al Hijo, sin entender que el sometimiento del Hijo al Padre revela la bendicin de nuestra madurez espiritual (Orgenes). Cuando las Escrituras dicen que el Hijo es menor que el Padre, se refieren a su condicin de hombre. Pero cuando sealan que es igual al Padre, se refieren a su divinidad (San Agustn y San Gregorio Nacianceno). El Seor hace suyas incluso nuestras adversidades, cargando con nuestros sufrimientos (San Basilio). Los Santos Padres trataron de responder tanto a las confusiones de los paganos, como a las exageraciones arrianas respecto al texto paulino aludido (Teodoreto de Ciro y Mario Victorino). San Pablo est pensando en la dispensacin divina de la Encarnacin cuando dice que el Hijo, que es verdadero Dios, se ha sometido voluntariamente al Padre (San Juan Crisstomo). Es necesario que l haga su reino tan evidente, para que sus enemigos no se atrevan a negar que l reina (San Agustn). Cristo no deja de reinar cuando pone a todos sus enemigos bajo sus pies (San Gregorio Nacianceno y San Cirilo de Jerusaln). La nueva vida que ahora comienza por medio de la fe, proseguir mediante la esperanza, hasta que llegue un momento en que la muerte se vuelva victoria (San Agustn). Cuando seamos capaces de recibir a Dios, entonces Dios ser para nosotros todo en todas las cosas (Orgenes). Dios ser la consumacin de todos nuestros deseos (San Agustn y Orgenes). Esta es madurez hacia la cual nos apresuramos (San Gregorio Nacianceno). Cuando todos los santos sean glorificados en el coro de todas las virtudes, y Dios sea todo para todo el mundo (San Jernimo y San Agustn) (cf. La Biblia comentada por los Santos Padres, Ciudad Nueva, Madrid 2001, pg. 230). Mateo 25,31-46: Se sentar en el trono de su gloria y separar a unos de otros. Sobre nuestra existencia pesa un momento decisivo: el encuentro final con Cristo Rey, Seor de cielos y tierra. l ha de juzgar nuestras vidas, con el modelo de su Amor... Y de este juicio depender nuestra suerte eterna. San Juan Crisstomo dice: Ahora ha venido en deshonor, en injurias e ignominias; mas entonces se sentar en el trono de su gloria. Es que como la cruz estaba tan cerca y la cruz pareca el suplicio ms ignominioso, de ah que trate l de levantar a sus oyentes y les ponga ante los ojos el tribunal, y delante del tribunal la tierra entera. Y no es ste el modo nico por el que da tono de espanto a su palabra, sino el hecho de mostrarnos vacos los cielos. Porque todos los ngeles -dice- vendrn en su acompaamiento, y

tambin ellos dar testimonio de cuanto sirvieron, enviados por el Seor, en la salvacin de los hombres. De todos modos ha de ser espantoso aquel da (Homila 79,1, sobre San Mateo). CICLO B El Reino de Cristo no es de este mundo (tercera lectura). l es el Hijo del Hombre al que Daniel vio venir sobre las nubes investido con una realeza eterna y universal (primera lectura). San Juan en el Apocalipsis nos presenta a Cristo como prncipe de los reyes de la tierra (segunda lectura). Cristo es la razn de nuestra fe, el aval de nuestra esperanza y el centro de nuestra caridad. Coronamos el ao litrgico con una vivencia intensa del Reinado de Jesucristo. Daniel 7,13-14: Su poder es eterno. No cesar. La investidura real del Hijo del Hombre coronar la victoria de Dios y de su pueblo sobre las fuerzas del mal y congregar a todos los que han vivido en la fe de Cristo. Como Israel somos santos y reinaremos en la medida en que en que servimos a Dios. El Reino eterno de Dios destruir las potencias adversas que actan mediante el imperio del despotismos, de la agresividad, de la recproca destruccin y de la idolatra. La entronizacin del Hijo del Hombre ser para todos los pueblos, naciones y lenguas el quebrantamiento de toda esclavitud y un servicio que es fruicin del Reino divino universal de la libertad. Con el Salmo 92 aclamamos al Seor que reina, vestido de majestad, el Seor vestido y ceido de poder. As est el orbe firme y no vacila. Su trono est firme desde siempre y l es eterno. Sus mandatos son fieles y seguros, la santidad es el adorno de su casa por das sin trminos. Apocalipsis 1,5-8: El prncipe de los reyes de la tierra nos ha convertido en un reino y nos ha hecho sacerdotes. La humanidad entera ha quedado emplazada para la Parusa: el retorno de Cristo Rey para juzgar a vivos y muertos. La realidad de Cristo, expresin perfecta de la accin del Dios del universo, es contemplada y celebrada en los momentos esenciales que abarcan el pasado, el presente y el futuro de la historia de la salvacin. La realeza de Cristo converge hacia el Reino del Padre y en la realeza de Cristo viene realmente hasta nosotros el Reino del Padre. Juan 18,33-37: T lo dices: soy Rey. La realeza de Cristo est por encima de los criterios y moldes humanos. Es Reino de salvacin. Reino de amor. La Cruz nos revela quin es el Padre y quin es Jess, la comunicacin interpersonal de amor que se difunde en el hombre. En la medida en que la Cruz es para nosotros palabra y verdad, la muerte de Cristo nos salva, la fe acoge su acto redentor y mediante esta fe de los hombres, Cristo puede reinar en ellos. Testigos de la realeza de Jesucristo vivimos en la esperanza nuestra vocacin de eternidad. Nuestro vivir de cada da no debe desmentir nuestra condicin de elegidos para el Reino del Hijo muy amado del Padre. Pero esta realeza de Cristo hay que vivirla en la interioridad y en el amor. CICLO C El ttulo de la Cruz: Jess nazareno, Rey de los judos (tercera lectura) evoca la uncin de David como rey de Israel. Cristo descendiente de David. Pero Jess es mucho ms que Rey de los judos; es, como indica San Pablo, imagen de Dios invisible, primognito de toda criatura, Cabeza del Cuerpo que es la Iglesia y quien hizo la paz por la sangre de su Cruz (segunda lectura). 2 Samuel 5,1-3: Ungieron a David como rey. Histricamente David fue el rey segn el corazn de Dios, para el pueblo de Israel. Fue, al mismo tiempo, una figura de Cristo Rey para la humanidad rescatada. Dios, que conoce de antemano el destino de cada hombre y pueblo, haba elegido a David como jefe de su pueblo. Samuel lo ungi rey. De pastor de ovejas pas a ser pastor del pueblo elegido. Cristo, ms an, ser el Ungido del Seor para ser el Buen Pastor, que conoce a sus ovejas y ella le conocen a l. Es el Buen Pastor que va en pos de la descarriada y da su vida por la salvacin de la humanidad, a la que rescata del pecado. Es Rey de reyes y Seor de los que dominan.

Jerusaln es la ciudad del rey David. La Iglesia, nueva Jerusaln, es la gran familia que salv Cristo y reina sobre ella, por eso cantamos jubilosos con el Salmo 121: Qu alegra cuando me dijeron: vamos a la Casa del Seor, vamos a la Iglesia, a la asamblea litrgica. Colosenses 1,12-20: El Padre nos ha trasladado al Reino de su Hijo querido. La razn suprema de la realeza del Corazn de Cristo est en su filiacin divina. Dice San Juan Crisstomo: Los beneficios recibidos son mltiples: adems del propio don con el que nos gratifica, nos da tambin la virtud necesaria para recibirlo... Dios no solo nos ha honrado hacindonos partcipes de la herencia, sino que nos ha hecho dignos de poseerla. Es doble, pues, el honor que recibimos de Dios: primero el puesto, y segundo el mrito de desempearlo bien (Homila sobre Colosenses 1,12). Y ms adelante dice l mismo: El Hijo de Dios no solamente ha creado todo, sino que l conserva todo; de modo que si suspendiera un solo momento la accin de su voluntad soberana, todo volvera a la misma nada de la que l ha sacado todo lo que existe... Por la palabra plenitud es necesario entender la divinidad de Jesucristo... La eleccin de esta expresin se ha hecho para indicar mejor que la esencia misma de la divinidad resida en Cristo (ib. 17 y 19). Y San Agustn: La Cabeza es nuestro mismo Salvador, que padeci bajo Poncio Pilato y ahora, despus que resucit de entre los muertos, est sentado a la diestra del padre. Y su Cuerpo es la Iglesia... Pues toda la Iglesia, formada por la reunin de los fieles porque todos los fieles son miembros de Cristo, posee a Cristo por Cabeza, que gobierna su Cuerpo desde el cielo (Comentario al Salmo 56,1). Lucas 23,35-43: Seor, acurdate de m cuando llegues a tu Reino. Toda la realeza salvfica del Corazn redentor de Cristo Jess gira en torno al Calvario. Es la realeza que nos redime con su inmolacin amorosa y nos salva con su resurreccin pascual. Comenta San Agustn: Miremos la Cruz de Cristo. All estaba Cristo y all estaban los ladrones. La pena era igual, pero diferente la causa. Un ladrn crey, otro blasfem. El Seor, como en un tribunal, hizo de juez para ambos; al que blasfem lo mand al infierno; al otro lo llev consigo al Paraso. Cristo en la Cruz es considerado Rey: acurdate de m cuando llegues a tu Reino. Cristo rein desde la Cruz. La participacin en la realeza de Cristo es consustancial a la vida cristiana, con tal que lo reconozcamos en medio de las tribulaciones, en su Cruz, como el buen ladrn (Sermn 335,2). En los tres ciclos se puede meditar tambin el texto siguiente de Orgenes: Sin duda, cuando pedimos que el reino de Dios venga a nosotros, lo que pedimos es que este reino de Dios, que est dentro de nosotros, salga afuera, produzca fruto y se vaya perfeccionando. Efectivamente, Dios reina en cada uno de los santos, ya que stos se someten a su ley espiritual, y as Dios habita en ellos como en una ciudad bien gobernada. En el alma perfecta est presente el Padre, y Cristo reina en ella, junto con el Padre, de acuerdo con las palabras del Evangelio: vendremos a l y haremos morada en l. Este reino de Dios que est dentro de nosotros llegar, con nuestra cooperacin, a su plena perfeccin cuando se realice lo que dice el Apstol, esto es, cuando Cristo, una vez sometidos a l todos sus enemigos, entregue a Dios Padre su reino, y as Dios lo ser todo para todos. Por esto, rogando incesantemente con aquella actitud interior que se hace divina por la accin del Verbo, digamos a nuestro Padre que est en los cielos: Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino (Tratado sobre la oracin 25).