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GENERACIÓN DEL 27. TEATRO LORQUIANO

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LITERATURA ESPAÑOLA TEMA 5

LA GENERACIÓN DEL 27.

CARACTERÍSTICAS Y TRAYECTORIA DE LOS POETAS DEL 27.

EL TEATRO LORQUIANO

Con la generación del 27, la poesía española alcanza un momento de esplendor;


estamos ante una cima poética que culmina la conocida como “Edad de plata” de la
literatura española y que sitúa a la lírica española en la modernidad.

Esta grupo poético –compuesta, entre otros, por Pedro Salinas, Jorge Guillén, Federico
García Lorca, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Rafael
Alberti- tiene una fuerte conciencia de generación por su coetaneidad, su afinidad de
gustos estéticos, su formación académica y cultural (es la “generación de los poetas-
profesores”) y su relaciones personales de amistad (también ha sido conocida como “la
generación de la amistad”). Por todo ello forman un grupo de poetas bien
cohesionados.

El hecho aglutinador se produce en 1927 –fecha que da nombre a la generación-


cuando se conmemora el tercer centenario de la muerte de Góngora. Hubo numerosos
homenajes al poeta barroco cordobés, por ejemplo la publicación de un bello número
de la revista Litoral donde colaboraron poetas y prosistas, pintores como Picasso o
Juan Gris (que diseñó la cubierta) o músicos como Falla, quien compuso una página
musical, pero sobre todo se recuerda la celebración que se realizó en el Ateneo de
Sevilla y que reunió gran parte de estos poetas. Vieron en Góngora características
coincidentes con los gustos de la época: la libertad de imaginación, la supremacía de la
metáfora, el claro elitismo y la poesía pura (depuración de los sentimientos).

Desde un punto de vista ideológico y socio-cultural, la generación se puede definir


como liberal, progresista y universitaria. Un interesante punto de encuentro fue la
Residencia de estudiantes (“la colina de los chopos” de Juan Ramón Jiménez) en el
Madrid de los años 20; la Residencia fue un foco cultural importantísimo, que heredera
de la Institución Libre de enseñanza, difundía una educación liberal, laica y tolerante.
Figuras de grandes profesores y conferenciantes pasaron por allí, como Marie Curie,
Albert Einstein, Le Courbisier,…) Allí vivieron Lorca, Dalí, Buñuel, Severo Ochoa, …

Inmersos en su época – la década de los 20-, e influidos por las vanguardias, sus temas
predilectos eran el cine, el progreso de las máquinas, los nuevos inventos y el sentido
lúdico de la vida.
Sus maestros inmediatos fueron: Ortega y Gasset (el guía intelectual), Ramón Gómez
de la Serna (el espíritu vanguardista) y Juan Ramón Jiménez (“el poeta más querido y
escuchado”).

Esta generación aglutina también un grupo de mujeres artistas que se caracterizan por
su rebeldía ante el papel que la sociedad reservaba a la mujer. Son rebeldes y
transgresoras y se las conoce como “Las sinsombrero”. Son, entre otras, Maria Teresa
León, Ernestina de Champourcin, Concha Méndez, Maruja Mallo (pintora), Josefina de
la Torre.

ETAPAS Y EVOLUCIÓN CONJUNTA.

1.- ETAPA INICIAL. LA DÉCADA DE LOS 20: en busca de la poesía pura

Esta década coincide con las primeras publicaciones de la generación y es esta una
época de tanteos. En estos primeros años coinciden varias tendencias:

- las vanguardias: clara influencia del ultraísmo y del creacionismo (como vemos en
Manual de espuma de Gerardo Diego o Presagios de Salinas)

-la poesía pura: caracterizada por la abstracción de la lírica, la descontextualización de


la palabra poética, libre de anécdota. En palabras del poeta francés Paul Valèry la
poesía pura es “todo lo que permanece en el poema después de haber eliminado lo que
no es poesía”. Son claros representantes de esta corriente Salinas o Jorge Guillén en
Cántico. La metáfora será ahora un poderos instrumento de la poesía que, en el
concepto de Ortega, es una operación puramente intelectual, que asocia dos o más
elementos normalmente alejados, aunque se requiere intuición y un salto en la
imaginación para captar el poema intuitivamente.

-neogongorismo: con el acercamiento a Góngora podemos ver esta corriente en


poemarios como Cal y canto de R. Alberti.

Paralelamente producen también versos de tono becqueriano como El Romancero de


la novia de Gerardo Diego y de poesía popular de cancionero tradicional y romances
como Marinero en tierra de Rafael Alberti o Romancero gitano de Federico García
Lorca.

2.- LA REHUMANIZACIÓN DE LA LÍRICA. LOS AÑOS 30: la rehumanización de la lírica.

Tras 1927, y tras el culto a Góngora, los poetas alcanzan su madurez, y comienzan a
sentirse cansado de aventuras formalistas. Se inicia entonces el periodo de
rehumanización de la lírica –con temas más humanos. Frustraciones, sentimiento
amoroso, inquietud existencial,…- Coincide esta época con un mayor compromiso
político y social por parte de los autores (Alberti se afilia al Partido comunista).

Reciben importante influencia del poeta chileno Pablo Neruda que en estos momentos
está en España y cuyo compromiso social y político será un referente en estos
momentos. Neruda dirige la revista Caballo verde para la poesía, exponente de la
llamada “poesía impura”.

Es la etapa del surrealismo y de la expresión onírica, de la metáfora irracional o imagen


visionaria

Corresponden a esta época Poeta en Nueva York de F. G. Lorca, Sobre los ángeles de R.
Alberti o La destrucción y el amor de V. Aleixandre.

3.- ETAPA DEL EXILIO

Terminada la guerra civil, la generación queda escindida; la mayor parte de los poetas
salen hacia el exilio, en su mayor parte hacia el continente americano. Federico García
Lorca ha sido asesinado. En España permanecen Gerardo Diego, Vicente Aleixandre y
Dámaso Alonso; estos poetas realizaron una labor de enlace con las nuevas
generaciones de gran magnitud en aquella España arrasada donde costó mucho
continuar la labor artística.

En los años 40 continúa el proceso de rehumanización de la lírica; los acontecimientos


históricos de estos años (guerra civil, Segunda Guerra Mundial, bomba de
Hiroshima,…) no dejaban lugar a la poesía minoritaria de los años 20. Estamos en las
antípodas de la poesía pura y los poetas recogen el sufrir humano (“humanismo
angustiado”)

En España aparecen en 1944 dos grandes poemarios de la generación: Hijos de la ira


de Dámaso Alonso y Sombras del paraíso de Vicente Aleixandre.

En el exilio los temas que trataron son de gran variedad como el compromiso político,
la búsqueda de una nueva vida en tierra extraña, la nostalgia de la patria perdida,
temas humanos universales,…

Destacamos Retornos de lo vivo lejano de Rafael Alberti o Desolación de la quimera de


Luis Cernuda.

A partir de 1960 incorporan temas más filosóficos y de tono más escéptico. Tras la
llegada de la democracia a nuestro país en 1975, regresaron Jorge Guillén y Rafael
Alberti.

A esta etapa pertenece Final de J. Guillén.


CARACTERÍSTICAS DE SU POÉTICA: Vanguardia y tradición

La generación del 27 representa una síntesis perfecta entre vanguardia y tradición; en


palabras de Alberti “no fue una generación parricida” y mantienen un equilibrio
integrador entre distintas corrientes.

Eran grandes conocedores de la tradición literaria, en la que, como críticos y


profesores, habían buceado. Así encontramos influencia de la lírica tradicional
(Romancero, Cancionero, la poesía de Lope de Vega), de los clásicos cultos (Garcilaso,
Fray Luis), descubren el gongorismo, de la lírica intimista de Bécquer.

Pero, a la vez, beben de la modernidad (las vanguardias y Gómez de la Serna).

Son vanguardistas de la tradición. Así dice Gerardo Diego: “No. No debemos huir de
nada. El arte se ha de hacer buscando, reuniendo, integrando. Hacemos décimas,
hacemos sonetos, hacemos liras porque nos da la gana. Magnífica razón, única plena
del artista. No podemos contrariar la gana. La gana es sagrada. Y es lógico, por la
misma razón que los pintores se obstinan hoy en dibujar bien y los músicos en
aprender contrapunto y fuga. Pero hay una diferencia con nuestros razonables abuelos
del XVIII. Para ello la estrofa, la sonata o la cuadrícula eran una obligación. Para
nosotros, no. Hemos aprendido a ser libre. Sabemos que esto es equilibrio y nada
más”.

Su poesía es, pues, una síntesis de equilibrios: entre lo intelectual y lo emocional, entre
la pureza estética y la autenticidad humana, entre lo culto y lo popular, entre lo
universal y lo español.

En su poesía se produce también una renovación lingüística y estilística de gran calado.


Junto a formas clásicas como el soneto, el romance o la décima se utiliza el verso libre
o versículo. El ritmo brota ahora de la organización del poema y se basa en la
reiteración de ideas, palabras, estructuras sintácticas.

Las metáforas se enriquecen poderosamente y da lugar a las imágenes visionarias,


cuya peculiaridad está en que la relación entre los términos real e imaginario la
establece el autor recurriendo al significado emocional que estos tienen para él, de ahí
que al lector pueda parecerle irracional.

Con todo ello, la poesía de la generación del 27 alcanza cimas de notable


excepcionalidad.
Poetas del 27

PEDRO SALINAS

(Madrid, 1892 – Boston, 1951). Doctor en Letras, su vida estuvo enteramente dedicada a la
docencia universitaria. Exiliado a raíz de la guerra, ejerció también en diversas universidades
americanas.

La poesía es para él un modo de acceso a las honduras de la realidad, a la esencia de las cosas y
experiencias vitales. De ahí sus palabras: “La poesía es una aventura hacia lo absoluto”.

Trayectoria poética:

Sus primeros libros son Presagio (1923), Seguro azar (1929). Pueden inscribirse éstos en una
línea de poesía pura. La huella de Juan Ramón Jiménez es perceptible en muchos poemas; en algunos,
aparecen aquellos temas de raíz futurista: la máquina de escribir, la bombilla eléctrica.

Vienen luego sus dos obras maestras, La voz a ti debida (1933) y Razón de amor (1936). Con
ellas adquiere Salinas su talla definitiva y su condición primordial: la de gran poeta del amor. Abordó
este tema con tal sutileza que supo, como pocos, ahondar en el sentimiento amoroso. En Salinas el
amor es una prodigiosa fuerza que da plenitud a la vida y dota de sentido al mundo. Es enriquecimiento
del propio ser y enriquecimiento de la persona amada.

Tras la guerra, aparecerán en América dos libros de poemas: El contemplado 1946) y Todo más
claro (1949).

JORGE GUILLÉN

(Valladolid, 1893 –Málaga, 1984). Su vida transcurre paralela a la de su fraternal amigo Salinas.
Catedrático de Literatura en varias universidades españolas y americanas tras su exilio. Al término de la
dictadura, regresa a España donde se le concede el Premio Cervantes en 1977.

Guillén es el máximo representante de la poesía pura, lo que llevó a realizar una estilización de
la realidad. Como Salinas, parte realidades concretas para extraer de ellas las ideas o sentimientos más
quintaesenciados. Su estilo está al servicio de dicha depuración. Es un lenguaje sumamente elaborado,
sometido a un riguroso proceso de eliminación y selección; lenguaje desprovisto de halagos, que
renuncia a la musicalidad fácil. Su lectura resulta difícil dada su extrema condensación; sin embargo su
calidad artística es asombrosa.

Obra:

Cántico hasta 1950, Guillén es autor de este único libro, iniciado en 1919 y publicado por primera vez en
1928. En ediciones sucesivas va creciendo y los nuevos poemas se van insertando de forma meditada
entre los anteriores. La palabra Cántico, que le da título, supone una acción de gracias o de alabanza. Su
poesía es expresión de entusiasmo ante el mundo y ante la vida: “Ser. Nada más. Y basta. Es la absoluta
dicha”. El poeta se complace la contemplación de todo lo creado: “el mundo está bien hecho”.

En 1959, Guillén inicia su nuevo ciclo poético, Clamor, que se opone en cierto modo a Cántico.
El título corresponde ahora a gritos de protesta ante los horrores y las miserias del momento histórico.
El optimismo del poeta no le impide ver las “discordancias” del mundo; ahora afirmará: “Este mundo del
hombre está mal hecho”.

Los nuevos poemas de este ciclo claman contra la confusión las injusticias, la miseria, la opresión, las
guerras, el terror atómico, ... El estilo sigue siendo tan riguroso como antes. Pero nos hallamos lejos de
la “poesía pura”. (“¿Yo puro? Nunca. ¡Por favor!/ La pureza para los ángeles “)

GERARDO DIEGO

(Santander, 1896 – Madrid 1987). Catedrático de Lengua y Literatura en distintos institutos


españoles. En 1925 obtuvo el Premio Nacional de Literatura “ex aequo” con Alberti. En 1979, se le
concede el Premio Cervantes.

Obra:

Su obra sorprende, ante todo, por su variedad de temas, de tonos y de estilos. En síntesis, su
obra presenta dos direcciones: la poesía de vanguardia y la poesía clásica. Ambas modalidades han
sido cultivadas paralelamente por el autor, aunque con un progresivo dominio de la segunda.

Su primer libro Romancero de la novia (1918) está impregnado aún d un tono becqueriano. Ese
mismo año comienzan sus experiencias vanguardistas, destaca como representante español del
Creacionismo. A esta vanguardia (creada por Vicente Huidobro), corresponden sus libros Imagen y
Manual de espumas, compuestos entre 1918 y 1922. Encontramos una poesía de libre imaginación, una
poesía que quiere crear una realidad autónoma, un mundo propio.

Sin embargo, por los mismos años, prosigue su obra de corte tradicional. Versos humanos
reúne canciones, glosas, sonetos, entre éstos el espléndido al ciprés de Silos. En fin, la línea clásica
alcanza su cumbre con el libro Alondra de vedad (1941), magnífico conjunto de sonetos.

DÁMASO ALONSO

(Madrid, 1898 – Madrid,1990). Se licenció en Derecho y se doctoró en Letras. Enseñó Lengua y


Literatura españolas en universidades alemanas, inglesas y norteamericanas. Tras la guerra civil pasa a la
Universidad de Madrid como catedrático de Filología Románica. Fue director de la Real Academia
Española desde 1968 hasta 1982. En 1978 se le concede el Premio Cervantes. De su faceta como
investigador y crítico hay que destacar sus estudios sobre Góngora. Al ser uno de los poetas que
permanece en nuestro país tras la guerra civil, ejerce un importante magisterio sobre las nuevas
generaciones.
Obra:

El propio autor se ha llamado a sí mismo “poeta a rachas”. Acompañó a los poetas del 27 como
fraternal compañero y crítico, pero sus creaciones se hallan separadas por largos lapsos de tiempo.

Su primer libro, Poemas puros, poemillas de la ciudad, (escrito entre 1918 y 1921) responde a
un concepto de poesía pura. Veinte años más tarde, en 1944, Dámaso Alonso sorprende con un libro
estremecedor, Hijos de la ira . Obra fundamental de la posguerra, se sitúa en el centro de lo que el
propio autor ha llamado “poesía desarraigada”; es decir, la que componen aquellos para quienes el
mundo es un caos y una angustia; se trata, pues, de poesía existencial. Hijos de la ira es un inmenso
grito de protesta, una queja hiriente, contra la crueldad, el odio, la injusticia; es también un conjunto de
preguntas a Dios sobre el sentido de la vida y sobre la mísera condición del hombre. Entre los poemas
de este libro deben destacarse “Insomnio” y “Mujer con alcuza”.

VCENTE ALEIXANDRE

(Sevilla, 1898 - Madrid, 1984). Vive su infancia en Málaga (“ciudad del paraíso”). Estudió
Derecho y comercio, pero desde 1925, su precaria salud lo mantiene alejado de toda actividad
profesional. Se ha dedicado por entero a la poesía. Fue uno de los pocos miembros del grupo del 27 que
permaneció en España terminada la guerra, y su presencia ha supuesto un profundo y decisivo
magisterio en la poesía posterior. En 1977 recibe el Premio Nobel de Literatura como reconocimiento a
toda su obra y como reconocimiento a toda su generación.

Su vocación poética se despertó leyendo un libro de Rubén Darío. Conoce luego a Machado y a
Juan Ramón, cuya influencia queda manifiesta en su poesía inicial. El descubrimiento del surrealismo
marcará buena parte de su producción. Define la poesía como comunicación. Lo más característico de su
estilo son las metáforas visionarias (imágenes cósmicas) y el verso libre o versículo amplio.

Trayectoria:

Su visión inicial del hombre es radicalmente pesimista; el hombre es la criatura más penosa del
universo: es sólo imperfección, dolor, angustia. Y su aspiración profunda sería volver a la tierra y
fundirse con la Naturaleza. Esto da a muchos de sus poemas una singular fuerza telúrica. A esta primera
etapa corresponde Pasión de la tierra, que entra de lleno en el surrealismo.

En La destrucción o el amor, la pasión amorosa se confunde con la pasión por una muerte
liberadora: de ahí la construcción identificativa del título. Encierra esta obra algunos de los poemas
amorosos más intensos que se han escrito en nuestra lengua.

Sombra del paraíso (1944) es la obra cumbre de Aleixandre. Desde este destierro, el poeta
recuerda o imagina un prodigioso edén, libre de sufrimiento y de muerte. Es la visión del cosmos en su
gloria, antes de la aparición del hombre. Su publicación en 1944 –el mismo año que Hijos de la ira-
constituyó uno de los acontecimientos literarios de la posguerra.

Posteriormente escribe Historia del corazón, obra en la cual el hombre es ahora mirado
positivamente, sigue siendo una criatura desvalida que sufre, pero ahora el poeta admira “su quehacer
valiente y doloroso”. En Poemas de la consumación (1968) el anciano poeta canta con un tono a la vez
sereno y trágico la consumación de su existencia.
FEDERICO GARCÍA LORCA

(Granada 1898- Granada, 1936). En Granada inició carreras de Letras y de Derecho; además
estudio música con pasión y fue amigo entrañable de Manuel de Falla. En 1919 se instala en la
Residencia de Estudiantes, de Madrid y traba relaciones con escritores consagrados (Juan Ramón) con
artistas jóvenes ( Dalí, Buñuel, ...) y con los poetas que constituirían su grupo poético. Su personalidad y
su obra lo sitúan pronto a la cabeza del grupo. Durante el curso 1929-1930, marcha a Nueva York como
becario. De regreso a España, funda en 1932, La Barraca, grupo teatro universitario con el que recorre
los pueblos de España representando obras clásicas. Su labor le ha granjeado la máxima admiración
pero también mezquinas envidias y odios, que condujeron a su asesinato a comienzos de la guerra civil.

La personalidad de Lorca ofrece un doble rostro: de un lado, su vitalidad arrolladora,


desbordante de simpatía; de otro, un íntimo malestar, un dolor de vivir. Ese malestar y frustración late
en toda su obra. El tema del destino trágico, la imposibilidad de realización del deseo, sería el elemento
que da unidad a su producción poética y teatral.

Obra:

POESÍA

Entre sus primeros libros, destacamos Poema del cante jondo que presenta “la Andalucía del
llanto”. En 1928 aparece publicado Romancero gitano que alcanza un rotundo éxito. El poeta canta
fraternalmente a la raza gitana, marginada y perseguida. Este constructor de mitos que fue Lorca eleva
el mundo de los gitanos a la altura de mito moderno, parejo en fuerza a los grandes mitos clásicos. Con
el Romancero ilustra el tema del destino trágico que late en toda su obra. En realidad, según Lorca, en el
libro hay un solo personaje que es “la pena que se filtra”. Alcanza con esta obra un lenguaje inolvidable,
inconfundible. Es el punto más alto de la fusión de lo culto, de lo vanguardista y de lo popular. Junto al
metro tradicional castellano, las metáforas son tremendamente audaces.

La estancia en los Estado Unidos (1929-1930), precisamente en el momento dramático del


crack de la bolsa neoyorkina, es un hito crucial en la vida de Lorca. En nueva York, el poeta ve el poder
del dinero, la esclavitud del hombre por la máquina, la injusticia social, la deshumanización, la raza
marginada de los negros. Estos son los temas que componen su obra Poeta en Nueva York, compuesta
durante su estancia en esta ciudad, aunque publicada póstumamente. Se incorpora a su obra un acento
social, en efecto los poemas son desgarrados gritos de dolor y de violenta protesta. Formalmente, la
conmoción espiritual y la protesta encuentran un cauce adecuado, la técnica surrealista.

Destacamos de entre sus últimos poemas otra de sus piezas maestras Llanto por Ignacio
Sánchez Mejías, grandiosa elegía por aquel torero que fue amigo de los del 27.

TEATRO
Federico García Lorca ensanchó notablemente la entrada de elementos líricos en el teatro en
proporción nunca alcanzada en el teatro anterior. Tanto su obra dramática como su poesía comparten
temas y elementos del universo lorquiano. Hay una constante temática que ha sido definido de distintas
maneras: el amor imposible, la frustración, la muerte, el mito del deseo inalcanzable, la oposición
deseo-realidad, el enfrentamiento entre el principio de libertad y el principio de autoridad.
Lorca concibe el teatro como un espectáculo total donde el ritmo, la plasticidad y el lenguaje
escénico cobran especial fuerza dramática. Cree además en el teatro como función educadora y así crea
la generosa empresa de La Barraca (en la década de los 30 y tras su regreso de Nueva York), para llevar
obras de teatro por los pueblos de España.

Comienza su andadura teatral con El maleficio de la mariposa (1920): se trata de una obra
simbolista donde los personajes son insectos (un cucaracho se enamora de una mariposa). Se dramatiza
la aspiración de una ideal y su fracaso. “Y es que la Muerte se disfraza de Amor”, dirá Lorca explicando la
obra. Su estreno en Madrid supuso un fracaso estrepitoso.
Mariana Pineda (1927) lleva a la escena la historia de la heroína granadina ejecutada en 1831,
durante el reinado de Fernando VII, por haber bordado una bandera liberal. Amor y libertad son armas
del héroe lorquiano (frecuentemente femenino), armas que terminan destruyendo a quien las porta.

FARSAS: Escribe farsas y teatro infantil vinculado con su pasión por el teatro de títeres y donde
combina lo popular y lo guiñolesco y entra en escena lo grotesco. Destacamos La zapatera prodigiosa
(historia de una joven zapatera casada con un viejo celoso; nuevamente se trata de una ilusión
insatisfecha) y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín.

ETAPA VANGUARDISTA: Hacia 1930 Lorca vive una crisis vital y estética. El teatro que escribe en
estos años está próximo al surrealismo y es de difícil simbolismo y comprensión. Mantiene relación con
el ciclo poético de Poeta en Nueva York. Destacamos Así que pasen cinco años (se intenta dramatizar
mediante fugas sucesivas la huida del tiempo y la frustración del personaje que no puede realizar sus
sueños) y El público (obra inacabada ).

PLENITUD: Coincide esta etapa con la experiencia de La Barraca. Los personajes protagonistas
de sus siguientes obras son siempre mujeres cuya marginación social es un tema común de las cuatro.
Son obras de destino trágico, de fuerza y de pasión.
En Bodas de sangre (1933) la Novia se escapa con Leonardo el mismo día de su boda. Con la
muerte violenta de los hombres y la soledad de las mujeres se cumple el fatum que gravita sobre la obra
desde el comienzo. Los elementos míticos de la obra, como la presencia de la luna, refuerzan el carácter
de tragedia.
Yerma (1934) es la tragedia de la mujer estéril que paulatinamente se va llenando de odio y
silencio. El destino vence de nuevo. Aparece el tema de la castidad, de la honra en la mujer y el anhelo
de realización que choca contra la moral.
Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores (1935) desarrolla el tema de la espera inútil del
amor. Presenta la tragedia de las “señoritas solteras de provincias”. Según Antonio Gala, en esta obra
“todo parece bordado más que escrito; es una tragedia suave”.
La casa de Bernarda Alba fue terminada en Junio de 1936, apenas dos meses antes de la
muerte de su autor. Se estrenó en 1945 en Buenos Aires y no vio un escenario español hasta 1964. Tiene
como subtítulo “Drama de mujeres en los pueblos de España”. Bernarda tiraniza a sus cinco hijas que
anhelan la realización en el amor. Se plantean dos actitudes vitales enfrentadas: - la que defiende una
forma de vida dominada por las apariencias, convenciones sociales y moral tradicional que se basa en el
autoritarismo (que representa Bernarda); - y la que proclama por encima de todo la libertad del
individuo (que simboliza Adela, la menor de las hijas). Otros temas son la hipocresía social (el qué dirán),
la marginación de la mujer, la represión sexual, el tema de la honra, la opresión de la sociedad frente a
libertad del individuo. Uno de sus mayores aciertos lo encontramos en el lenguaje y en la intensidad de
la expresión dramática, en la fuerza de los elementos líricos de su lenguaje y en su prosa depurada que
ha llevado a hablar de “realismo poético”.
RAFAEL ALBERTI

(Cádiz, 1902 – Cádiz, 1999). Su infancia gaditana, del Puerto de Santa María, marca el color y la
musicalidad de su obra. En 1917 se traslada con su familia a Madrid. En estos años se dedica a la pintura,
pero pronto la poesía será su actividad casi exclusiva. En 1925 gana el Premio Nacional de Literatura
(junto a G. Diego) con su obra Marinero en tierra. En 1927, una honda crisis espiritual le hace perder la
fe; cuatro años más tarde se afilia al Partido comunista. Tuvo una participación activa en la guerra y al
acabar ésta se exilia. Tras unos meses en París, vive en Argentina y en Roma. En 1977, puede regresar a
España, donde recibirá el Premio Cervantes en 1983.

Su poesía asombra por la gran variedad de temas, tonos y estilos. En su obra alternan la poesía
pura, lo tradicional, lo barroco, lo vanguardista, el humor, el juego, la angustia o la pasión política.

Trayectoria:

Su primera etapa aparece bajo el signo de la lírica popular. Destaca su obra Marinero en tierra
su inspiración básica es la nostalgia de la tierra gaditana, de su mar, de sus salinas, recordados desde
Madrid con vehemente deseo de evasión y añoranza. Los versos rezuman luz, blancura y gracia.

En 1927 aparece Cal y canto, libro que supone un notable giro hacia el barroquismo y la
vanguardia. Con ello pretende rendir un homenaje a Góngora, a la vez que incluye poemas audazmente
vanguardistas. De raíz vanguardista es también Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos
(1929), dedicado a grandes figuras del cine mudo.

Asombroso el salto que da hacia Sobre los ángeles (producido entre 1927 -1928). El poeta sufre
en esta época una honda crisis que da como resultado los versos oníricos de este libro. Se aprecia en él
la singularidad del lenguaje de estirpe surrealista; como en el caso de Lorca, la imagen surrealista se
presta admirablemente para expresar una honda zozobra interior.

A partir de 1931 inicia una línea de poesía social y política: El poeta en la calle, Entre le clavel y
la espada. La obra compuesta durante el exilio es abundante, destaquemos Retornos de lo vivo lejano,
libro de añoranza de la tierra dejada atrás; A la pintura, donde el estilo se adapta prodigiosamente a la
índole de los pintores cantados; Roma, peligro para caminantes.

LUIS CERNUDA

(Sevilla, 1902 – Méjico, 1963). Fue alumno de Pedro Salinas en la Universidad de Sevilla. Vivió
luego en Madrid. Durante la guerra apoyó activamente la causa republicana y en 1938 se exilió. Fue
profesor en diversas universidades inglesas y norteamericanas. Vive luego en Méjico, donde muere.
Se caracteriza Cernuda por una personalidad solitaria y dolorida, por una sensibilidad
exacerbada; admite ser un inadaptado con cierta vena rebelde.

Su poesía tiene un sustrato romántico. El tema principal de sus versos se encuentra en un


doloroso divorcio entre su anhelo de realización personal (el deseo) y los límites impuestos por el
mundo que le rodea (la realidad). Sus temas dominantes serán, por ello, la soledad, el ansia de una
belleza perfecta, la añoranza de un mundo habitable, el amor. La angustia consiguiente permite hablar
de una poesía metafísica. Su estilo se despega de las modas y emprenderá un camino inconfundible y
solitario. Cultiva el versículo y rechaza la rima. Su lengua poética es densa y sugerente, aunque huye de
brillantes metáforas. Quizá sea el poeta de su generación que sigue una trayectoria más individual con
influencias de poetas alemanes e ingleses.

Obra:

Su obra queda reunida, desde 1936, bajo el título común de La realidad y el deseo, que como ya
se ha explicado resultan ser los límites de sus anhelos y por tanto una biografía espiritual. El volumen así
llamado fue engrosándose con obras nuevas en ediciones sucesivas. Destacamos títulos como Los
placeres prohibidos (1931), su tono más personal lo adquiere con Donde habite el olvido, título inspirado
por un desolado verso de Bécquer. Ya en el exilio compone Las nubes, en una evocación de la patria
perdida, Desolación de la quimera (1962), que cierra su producción, y lo hace de tal manera que se ha
defendido la idea de que este libro es el más influyente sobre los poetas españoles posteriores.

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