Cmo

se

escribe

la

microhistoria
Justo Serna y Anaclet Pons Cmo se escribe la microhistoria. Ensayo sobre Carlo Ginzburg. Madrid, Frnesis, 2000. ndice del libro Ctedra-Universitat de Valncia,

1. Una filosofa de la composicin 2. El ensayo como forma 3. boli 4. Dios est en lo particular? 5. AntiWhite

6. La microhistoria, instrucciones de uso

Una filosofa de la composicin

"... podemos estar mirando una pieza de un puzzle tres das seguidos y creer que lo sabemos todo sobre su configuracin y color, sin haber progresado lo ms mnimo: slo cuenta la posibilidad de relacionar esta pieza con otras (...); pero no bien logramos, tras varios minutos de pruebas y errores, o en medio segundo prodigiosamente inspirado, conectarla con una de sus vecinas, desaparece, deja de existir como pieza" George Perec

Qu es un rompecabezas? La palabra inglesa puzzle significa enigma y, por tanto, sugiere la idea de desciframiento, de resolucin. Puzzle, adems, designa un tipo especial de juego, el juego de paciencia --como nos indican los diccionarios--, en la medida en que el jugador ha de soportar serenamente los contratiempos que le provocan mltiples piezas desordenadas, en vecindad incongruente, sin aparente significado, en fin. Cuando nos empeamos en encajar ese rompecabezas, la nica facilidad que nos concede su fabricante es el conocimiento del todo, es decir, nos proporciona una reproduccin fotogrfica o referente gracias al cual identificamos esas piezas como detalles o partes de un conjunto descompuesto. Ahora bien, ms all del juego en s, la idea que sugiere ha sido frecuentemente empleada para representar o ilustrar una imagen del conocimiento. Thomas S. Kuhn, por ejemplo. En ese sentido y tomado como metfora, el rompecabezas servira para describir el proceso de investigacin,

aquel proceso en que alguien, armado sobre todo de paciencia, se obstina en aclarar un enigma, en resolver un problema. Sin embargo, la analoga en la que se basa esa imagen, y sobre la que Kuhn se extiende para matizarla, para precisarla, para mejorarla, es menos evidente de lo que parece, puesto que nosotros mismos como jugadores conocemos la totalidad, conocemos ese referente que es el modelo de la reconstitucin y de la combinacin de las piezas. En cambio, el proceso real del conocimiento humano es ms azaroso, entre otras cosas porque carecemos de una gua externa que nos permita resolver unvocamente la incgnita, porque ignoramos los lmites, los contornos precisos de ese todo. Pero no slo eso. Las piezas --esas piezas tambin metafricas-en las que estara fracturado el conjunto no encajan necesaria y perfectamente, no son partes solidarias y congruentes que debamos poner de un nico modo. As es, mientras en la composicin del rompecabezas slo hay una solucin, en el ejercicio del saber humano operamos tentativa y provisionalmente, optando por aquella que pensamos mejor dentro de las posibles. Algo muy parecido es lo que hace Paul Veyne cuando, utilizando la metfora del mosaico, se pregunta Cmo se escribe la historia y se responde que no es una reconstruccin de sus piezas, dado que stas son siempre indirectas e incompletas. Tal vez sea ms adecuado representarnos el conocimiento a partir de otra metfora, en este caso la del restaurador, tomada ahora de Julian Barnes. El profesional que se ocupa de restaurar una obra de arte, un lienzo antiguo, pongamos por caso, debe lavar la superficie, retirar el barniz, eliminar el exceso de pintura, para devolverle al espectador el cuadro original, el cuadro que el artista tuvo ante sus ojos. Sin embargo, como dice uno de los personajes

de Barnes, no tenemos criterio para saber cundo hay que detenerse en el proceso de depuracin de la obra. "Es inevitable --aade-- que vayas un poquito demasiado lejos o te quedes algo corta. No hay forma de saberlo exactamente". Cuatro profesionales que restaurasen trozos distintos de un mismo lienzo se detendran en momentos diferentes del proceso, aunque, bien es verdad, los resultados no seran tan contradictorios como pudiera pensarse. Es decir, estn adiestrados en las mismas tcnicas y comparten unos criterios similares, porque todos ellos se han formado bajo una disciplina comn. Pero la decisin de cundo detenerse no es universal ni incontrovertible, siendo, como concluye ese personaje, una opcin ms artstica que cientfica. Hay o, mejor, hubo un cuadro real, el que vio el artista, esperando ser revelado, exhumado, pero no hay modo de que dicho lienzo reaparezca incontestablemente. Siempre habr controversia, siempre habr liza acerca de cundo detener el proceso de restitucin. Las metforas del rompecabezas y del restaurador proponen dos epistemologas diferentes acerca del conocimiento del todo y acerca de la posibilidad de acceder a l, e ilustran posiciones distintas en el mbito de la disciplina histrica. Ambas tienen que ver con problemas tales como la realidad, el documento, la representacin, la verdad y, en fin, el proceso de investigacin. Por lo que ahora nos interesa, una de esas posiciones recientes en lo concerniente al todo y a su acceso es la que se expresa en la microhistoria, una corriente en la que la investigacin podra representarse bajo la forma de un puzzle o de un mosaico sin contornos precisos o de acuerdo con la imagen de la restauracin sin referente cierto, seguro. Sin embargo, la microhistoria misma parece aquejada tambin de una imprecisin, vale decir, es una

corriente que, concebida como un todo, tiene algo de evanescente. Y ello, en parte, porque ha experimentado una suerte paradjica, dado que son muchos quienes aluden a ella sin que sepamos siempre de qu hablan cuando hablan de microhistoria. Tal vez un modo operativo de presentarla tentativamente, al menos en principio, sea el que nos propona Omar Calabrese, haciendo uso por su parte de otra metfora tambin procedente del arte, la del detalle y el fragmento.

Cuando queremos representarnos una obra de arte, sta constituye un todo, un conjunto, un sistema dotado de partes, de elementos, de porciones. Si conocemos efectivamente la totalidad, las partes que la constituyen son detalles de la misma; en cambio, cuando esa totalidad se ignora, esas partes son fragmentos. Por ejemplo, cuando de un lienzo se nos da una reproduccin fotogrfica parcial, hablamos de detalle; por contra, cuando de una obra de arte que fue un todo slo ha subsistido alguna de sus porciones (un resto de vasija, pongamos por caso), entonces hablamos de fragmento. Un detalle es un corte, una seccin que se hace de algo entero; un fragmento, que procede del latn frangere, alude a algo que se ha roto: no es una seccin artificial, deliberada, es una fraccin circunstancial, accidental, una fractura fortuita. Si no contamos con todas las fracciones, la totalidad est in absentia, y si queremos reconstruirla procederemos tentativamente, aadiendo partes y completando vacos. El propsito es el de conocer el conjunto al que perteneca y, por tanto, la meta es la de relacionar esos restos entre s. Anotaba Omar Calabrese que hay ciencias humanas que operan fragmentariamente: si el detalle alude a un proceso hipottico-deductivo, el fragmento se refiere,

por el contrario, a un proceso inductivo-abductivo, segn la expresin que el italiano toma de Charles Sanders Peirce. La historia, tal y como la concibe Carlo Ginzburg, que al decir de Calabrese y de tantos otros es el mejor exponente de la microhistoria, sera una disciplina que funcionara por fragmentos: una averiguacin, una pesquisa que pone en relacin conjetural vestigios, huellas, indicios. La semitica, el psicoanlisis, la arqueologa o una cierta crtica del arte se empearan igualmente en una progresin azarosa que trata de reconstruir hipotticamente un sistema ausente, un puzzle sin contornos precisos, un lienzo a restaurar y de cuyo estado original no tenemos noticia segura, indiscutible...

Reseas del libro: Pueden leerse, entre otras, la de Francisco Vzquez Garca ("Culturas"- Diario de Sevilla) y la de Carlos Garca Gual (Babelia - El Pas). Vase: http://www.uv.es/apons/indicis.html

El libro de Justo Serna y Anaclet Pons, Cmo se escribe... lo publica Ctedra en su coleccin Frnesis, una prestigiosa coleccin interdisciplinaria en la que el volumen comparte vecindad editorial con Prost, con Heidegger o con Adorno. El propio y distinguido comit de lectura que tuvo la obra antes de ser publicada avala su importancia e

interdisciplinariedad: desde Jon Juaristi hasta el propio microhistoriador Carlo Ginzburg la aprobaron elogiosamente (vase la referencia en la pgina 22 del volumen). Pero hay, adems, numerosos indicios propiamente externos. Figura en algunas de las principales bibliotecas universitarias de Europa y de Amrica Latina y muchos programas universitarios incorporan el libro y el nombre de sus autores estn presentes en temarios historiografa: tendencias histricas actuales, de varios profesores, en la Universidad de Zaragozai[i]; el mster de historia, de la Universidad Autnoma de Sinaloa (Mxico)ii[ii]; el curso de posgraduado de la Universidad Nacional de Quilmes (Argentina) impartido de la Dra. Beatriz Moreyraiii[iii]; o el curso de doctorado del Dr. Fernando Andrs Robres en la Universidad Autnoma de Madridiv[iv]. La prensa peridica ha dado cuenta de este volumen, como arriba se indica. Por ejemplo, Francisco Vzquez, reputado filsofo de la Universidad de Cdiz, se haca eco de nuestro libro en una resea elogiosa que nos dedicaba en el Diario de Sevillav[v]. An ms elogiosa fueron la mencin y la resea de Carlos Garca Gual en El Pas-Babelia. El afamado catedrtico ensalzaba nuestro libro porque sus pginas amplan y enriquecen los horizontes del ensayo, de magnfica precisin y penetrante estilo. Con un minucioso y certero anlisis de la complejidad del texto y de su posicin en la historiografa actual, lo ubican muy diestramente en el marco intelectualvi[vi]. Por su parte, el historiador modernista James Amelang se extenda sobre nuestro libro en un detallada resea aparecida en la Revista de Libros.vii[vii]. Tambin la prensa extranjera se ha hecho eco de nuestra libro. Por ejemplo, el semanario Brecha, importante publicacin cultural de Uruguay, que en su nmero 829, contiene una minuciosa resea de nuestra investigacin a cargo de Diego Sempolviii[viii]. Sin embargo, la referencia ms importante hecha a nuestro libro por alguna publicacin peridica es la que se hace en History and Theory, con toda seguridad la revista de historiografa ms importante del mundo. All, en su seccin Books in summary tuvo recepcin nuestra obra con una extensa referencia a sus contenidos y valores. Entre 1997 y 2001, dicha revista incluy un total de 83 libros en dicha seccin. La mayora eran libros publicados por editoriales anglosajonas y slo 16 (19%) estaban

escritos en otras lenguas, de los cuales nicamente cuatro (en cinco aos) en castellano. En el ao 2001 slo incluy un libro editado en castellano reseas, en la mencionada libro y seccin: Cmo se escribe la y microhistoriaix[ix]. Pero, en fin, fuera de esas referencias, de estas nuestro nuestros anlisis historiogrficos metodolgicos hechos sobre la microhistoria han sido citados por otros autores dedicados a la historiografa e historia cultural. Josep Fontana, Julio Arstegui, Enrique Moradiellos, entre otros, destacan nuestra aportacin al estudio y al anlisis de este enfoquex[x].

i[i] Vase http://fyl.unizar.es/Medieval/Historiog.htm Curso impartido por Dr. Carlos Mazo Prez, Dr. Guillermo Fats Cabeza, Dr. Manuel Medrano Marqus, Dr. Jos Luis Corral Lafuente, Dr. Carlos Laliena Corbera, Dr. Gonzalo Pasamar Alzuria.

ii[ii] Vase http://historia.uasnet.mx/pag_maestria_histo_reg1.htm

iii[iii] Vase http://www.unq.edu.ar/vposgrado/2002/constc.htm

iv[iv] Vase http://www.uam.es/departamentos/filoyletras/hmoderna/71945.htm

v[v] Francisco Vzquez Garca, Pesquisa sobre Ginzburg, Diario de Sevilla-Culturas, 29 de junio de 2000, p. 11. . Deca que el texto de Serna y Pons, escrito con amenidad y talento, es una reconstruccin del pensamiento de Ginzburg elaborada a partir de un meticuloso anlisis de su obra crucial: (...) se recomponen todos los fragmentos del mosaico ginzburgiano. No falta casi nada

vi[vi] Garca Gual acababa volviendo a destacar que el sugerente, denso y gil anlisis de Justo Serna y Anaclet Pons sita muy sabiamente el quehacer de Ginzburg Carlos Garca Gual, El maestro de la microhistoria, El Pas-Babelia, 28 de octubre de 2000, p. 12.

vii[vii] James S. Amelang, Formas de historia cultural" de Peter Burke. "Ojazos de madera: Nueve reflexiones sobre la distancia" de Carlo Ginzburg. "Cmo se escribe la microhistoria: Ensayo sobre Carlo Ginzburg" de Justo Serna y Anaclet Pons, Revista de libros, nm. 64 (marzo de 2002).

viii[viii] Diego Sempol, ltimo llamado para Menocchio, Brecha (Uruguay), nm. 829. Vase http://www.brecha.com.uy/sic/n829/midrohist.html

ix[ix] Fuente: "Index to Volumes 36-40 (1997-2001)", History and Theory, 41 (febrero, 2002), pp. 93-147. Para calibrar la importancia de dicha seccin, cabe sealar que aparecieron resmenes de libros de Peter Burke, Paul Thompson, Jerzy Topolski, John Inglis, Keith Jenkins, Donald R. Kelley, etc.

x[x] Vanse Josep Fontana, La histria dels homes. Barcelona, Crtica, 2001. Julio Arstegui, La investigacin histrica: teora y mtodo. Barcelona, Crtica, 2001. Enrique Moradiellos, Las caras de Clo. Madrid, Siglo XXI, 2001.

Vanse las palabras que a nuestro ensayo se dedican en Isabel Burdiel y Manuel Prez Ledesma Liberales, agitadores y conspiradores (Biografas heterodoxas del siglo XIX. Madrid, Espasa, 2000, p. 29: Brillante, y mendricamente erudito, el ensayo de Justo Serna y Anaclet Pons sobre el anlisis microhistrico.