Elementos de Umberto Eco
Elementos de Umberto Eco
Elementos de Umberto Eco
Un lector tipo que el texto no slo prev como colaborador, sino que incluso intenta crear. (pg. 17) Es el que sabe atenerse al juego. Se le invita a conmoverse con las ilusiones perdidas del narrador. (pg. 22). Tiene curiosidad y gusto por la reconstruccin histrica no erudita.120 Lector modelo de segundo nivel. Se da cuanta d que estas evocaciones siguen un orden, que estos repentinos embrayages o conmutaciones siguen un rtmo.51 se pregunta ms: Cmo debo identificar (por conjetura) o incluso como debo constituir al autor modelo para que mi lectura tenga un sentido? 126 Lector emprico. Puede leer de muchas maneras, y no existe ninguna ley que le imponga como leer, porque a menudo usa el texto como un recipiente para sus propias pasiones. (pg. 16) lee al principio, sin determinar las conexiones temporales, el antes y el despus. (42) Autor modelo. Es una voz que habla afectuosamente (o imperiosa, o subrepticiamente) con nosotros, que nos quiere a su lado, y esta voz se manifiesta como estrategia narrativa. Como conjunto de instrucciones que nos imparten a cada paso y a las que debemos obedecer cuando decidimos comportarnos como lector modelo. (22-23) para reconocer el autor modelo es preciso leer muchas veces, y algunas historias haya que leerla una e infinitas veces. Autor emprico. Penetrar en la vida privada de personas que sentimos que hemos llegado a amar como amigos ntimos. Narrador.es la voz que-narra, y que la voz narrante no sea necesariamente la voz del autor. (21) es una figura ambigua porque no es el personaje que dice Yo en el libro escrito por otro, sino que se presenta, ms bien, como quien ha escrito fsicamente lo que estamos leyendo, y por lo tanto encarna tambin el autor modelo. (38) Analepsis. Parece reparar un olvido del narrador. 40 Prolepsis. Es una manifestacin de impaciencia narrativa. 40 Fabula. Es solo el contenido de su narracin. Este contenido tiene una forma, un a organizacin simple. 44. La fabula se comunica a travs de un discurso narrativo. Trama. Podramos decir que fabula y trama no son una cuestin de de lenguaje. Son estructuras casi traducibles tambin a otro sistema semitico, y, en efecto, puedo contar la misma fabula organizada segn la misma trama, a travs de una parfrasis lingstica. 45
Solo cuando los lectores empricos hayan descubierto al autor modelo, ellos se habrn convertido en el lector modelo cabal. 37 Algo que No est en las palabras sino que est entre las palabras [] 39 Una continua alternancia de miradas hacia atrs y miradas hacia adelante. 39 En un texto narrativo la trama puede faltar, pero la fabula y el discurso no. 45 Naturalmente tambin el discurso forma parte de la estrategia del autor modelo.45 El lector modelo encuentra y atribuye al autor modelo lo que el autor emprico quiz ha descubierto por pura serenpidad. 53 La extensin de una composicin literaria, debe ser lo suficientemente breve como para poder leerse de una sola tirada, ya que si la lectura se hace dos veces, las actividades mundanas interfieren destruyendo al punto toda totalidad. Con esto no quiero decir que la velocidad sea un valor en s: el tiempo narrativo puede ser tambin retardador, o cclico, o inmvil esta apologa de la rapidez no pretende negar los placeres de la dilacin. Seis propuestas para el prximo milenio. ITALO CALVINO 59 Algunas de las tcnicas de dilacin o moderacin del ritmo que el autor concretizas son las que deben per El tiempo del discurso es, por tanto, el efecto de una estrategia textual en interaccin con la respuesta del lector al que impone un tiempo de lectura. 68. En la narrativa es ciertamente difcil establecer [] cual es el tiempo del discurso y el tiempo de lectura, pero es indudable que a veces la abundancia de las descripciones, la minuciosa de los particulares de la narracin, no tiene tanto una funcin de representacin como de moderacin del tiempo de la lectura, para que el lector adquiera ese ritmo que el autor juzga necesario para el disfrute de su texto. 69. A veces la coincidencia de los tres tiempos (de la fabula, del discurso y de la lectura) se persigue para finalidades poco artsticas. 70. Se considera que el dialogo representa el caso tpico de identidad entre tiempo de la fbula y el tiempo del discurso. Forman parte de la dilacin narrativa muchas descripciones, de cosas, personajes o paisajes. El problema es para qu sirven a fines de la historia. 77 La dilacin sobre lo dej vu sirve para permitirle al lector que se identifique con el personaje y suee como l.77
Una larga dilacin para no decir nada, nada por lo menos que concierna al desarrollo de la fabula. Slo para decir que tiempo, ensueo y memoria pueden fundirse y que el deber del lector es perderse en el torbellino de su indistincin.80 Pero hay tambin una manera de detenerse en el texto, y perder tiempo en l, para traducir el espacio. Una de las figuras retoricas menos definidas y analizadas es la hipotiposis.80 Pacto ficcional. Lo que Coleridge llamaba la suspensin de la incredulidad. El lector tiene que saber que lo que se le cuenta es una historia imaginaria, sin por ello pensar que el autor est diciendo una mentira. [] nosotros aceptamos el pacto ficcional y fingimos que lo que nos cuenta ha acaecido de verdad. 85 Parece ser, pues, que al leer historias de ficcin, nosotros suspendemos la incredulidad con respecto a ciertas cosas, y no con respecto a otras. 87 Pero se han analizado casos de denominada self-voiding fiction, es decir de textos narrativos que exhiben su misma imposibilidad.91 Parece, pues, que el lector debe conocer muchas cosas sobre el mundo real para poderlo adoptar como fondo de un mundo ficticio. Si as fuera, un universo narrativo seria una extraa tierra: por una parte, en cuanto nos narra slo la historia de algunos personajes, generalmente en un lugar y tiempo definidos, debera presentarse como un pequeo mundo, infinitamente mas limitado que el mundo real; pero por otra, al contener el mundo real como fondo, aadindole slo algunos individuos y algunas propiedades y acontecimientos, es mas vasto que el mundo de nuestra experiencia. En un cierto sentido, un universo ficcional no acaba con la historia que cuenta, sino que se extiende indefinidamente.94 Nos sentimos tentados continuamente a dar forma a la vida usando esquemas narrativos, [] demuestra la fuerza de las presuposiciones existenciales. En cualquier aseveracin que contenga nombres propios o descripciones definidas, se supone que el destinatario adopta como indiscutible la existencia de sujetos de los que se predica algo. 111 Se trata de una tendencia tan natural por parte de todo ser humano. 111 U n problema que ha hecho derramar mares de tinta a lgicos y filosficos, es el del rgimen ontolgico de los personajes y de los objetos que aparecen en una novela, y el del significado de la aseveracin P es verdadero cuando p es una proposicin que no concierne al mundo real sino a un mundo ficcional. 116
Narrativa natural. Se da narrativa natural cuando contamos una secuencia de acontecimientos realmente sucedidos, que el locutor cree que han sucedido, o quiere hacer creer que han sucedido realmente.[] Es narrativa natural el relato que podra hacer sobre lo que me paso ayer, una noticia del peridico134. Narrativa artificial. Estara representada por la ficcin narrativa, la cual finge solamente, como se ha dicho, decir la verdad o presume decir la verdad en el mbito de un universo de discurso ficcional. [] Reconocemos la narrativa artificial a causa del paratexto, es decir, de todas esas informaciones que rodean al texto, desde el ttulo hasta las indicaciones sobre la cubierta que dicen Novela. 134 En la ficcin narrativa se mezclan de manera tan estrecha referencias exactas al mundo real que, despus de haber habilitado un poco en una novela, y haber confundido, como es justo, elementos fantsticos y referencias a la realidad, el lector no sabe ya exactamente dnde se encuentra. 139 El primero consiste en proyectar el modelo ficcional sobre la realidad, esto es, en pocas palabras, creer en la existencia real de personajes y sucesos ficticios.139
Bibliografa ECO, Umberto, Seis paseos por los bosques narrativos, segunda edicin, Editorial Lumen, Espaa, 1994, pg. 160.