Este documento describe las doctrinas básicas de la Iglesia de Santidad Pentecostal. Cubre temas como la conversión, la santificación, el bautismo en el Espíritu Santo, la sanidad divina y la segunda venida de Cristo. Explica que la conversión implica el arrepentimiento, la fe, la regeneración, la justificación y la adopción. Luego profundiza en la santificación y el bautismo en el Espíritu Santo como experiencias distintas pero relacionadas.
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Este documento describe las doctrinas básicas de la Iglesia de Santidad Pentecostal. Cubre temas como la conversión, la santificación, el bautismo en el Espíritu Santo, la sanidad divina y la segunda venida de Cristo. Explica que la conversión implica el arrepentimiento, la fe, la regeneración, la justificación y la adopción. Luego profundiza en la santificación y el bautismo en el Espíritu Santo como experiencias distintas pero relacionadas.
Descripción original:
Powerpoint of the first 5 chapters of the Book Doctrinas Basicas de la Iglesia (spanish)
Este documento describe las doctrinas básicas de la Iglesia de Santidad Pentecostal. Cubre temas como la conversión, la santificación, el bautismo en el Espíritu Santo, la sanidad divina y la segunda venida de Cristo. Explica que la conversión implica el arrepentimiento, la fe, la regeneración, la justificación y la adopción. Luego profundiza en la santificación y el bautismo en el Espíritu Santo como experiencias distintas pero relacionadas.
Este documento describe las doctrinas básicas de la Iglesia de Santidad Pentecostal. Cubre temas como la conversión, la santificación, el bautismo en el Espíritu Santo, la sanidad divina y la segunda venida de Cristo. Explica que la conversión implica el arrepentimiento, la fe, la regeneración, la justificación y la adopción. Luego profundiza en la santificación y el bautismo en el Espíritu Santo como experiencias distintas pero relacionadas.
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1-Doctrinas Básicas de la Iglesia de Santidad Pentecostal
2-La Conversión (El Arrepentimiento y la Fe)
3-La Conversión (La Justificación y la Regeneración) 4-La Conversión (La Adopción) 5-La Santificación (Negativo y Positivo) 6-La Santificación (Ilustraciones Bíblicas) 7-La Santificación (El Tiempo de la Santificación) 8-El Bautismo en el Espíritu Santo (Profecía y Símbolo) 9-El Bautismo en el Espíritu Santo (Cumplido en los Hechos) 10-El Bautismo en el Espíritu Santo (La Obra del Espíritu en el Mundo, el individuo y la iglesia) 11-La Sanidad Divina (La Base Bíblica y Principios Fundamentales) 12-La Sanidad Divina (Objeciones y Direcciones Prácticas) 13-La Segunda Venida de Cristo (El Arrebatamiento) 14-La Segunda Venida de Cristo (El Regreso de Cristo con sus Santos) 15-La Segunda Venida de Cristo (El Reino Milenial) DOCTRINAS BÁSICAS DE LA IGLESIA DE SANTIDAD PENTECOSTAL Introducción – un Vistazo General Desde su organización como cuerpo eclesiástico, la Iglesia de Santidad Pentecostal ha definido, aceptado, enseñado, y predicado cinco doctrinas bíblicas como básicas y fundamentales en la experiencia y la fe del cristiano. Tres de estas doctrinas son expresiones de experiencia personal que se creen necesarias para que uno se goce de una plena comunión con Dios. Estas tres doctrinas son las más importantes entre las cinco porque tienen que ver con nuestra salvación personal y nuestro destino en la eternidad. Tratan del tremendo problema del pecado, nuestra liberación de ello, y nuestro progreso y crecimiento espirituales como hijos de Dios. •La Primera de las tres doctrinas de la conversión. Ha sido llamada también el ‘‘Nuevo Nacimiento’’. La Palabra ‘‘Conversión’’ significa ‘‘Un cambio radical, mediante el poder de Dios, del pecado a la virtud.’’ Se puede definir como El Acto de la Gracia Libre de Dios por el cual Dios, por Jesucristo, Perdona y Quita Todas Las Transgresiones y Regenera en Uno la Vida de Jesús. ‘‘De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios’’ (Juan 3:3). ‘‘Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio’’ (Hechos 3:19). La Conversión es el primer paso de un pecador rebelde, perdido, y arrepentido hacia Dios. Tiene que ser un paso firme y sincero, porque sobre ello descansan todas las demás experiencias y relaciones que uno puede tener con Dios. Esta obra de gracia, pues, trata exclusivamente de los pecados, las transgresiones, las iniquidades del pecador, los hechos malos que él ha cometido contra la ley de Dios. La Segunda de estas doctrinas de experiencia es la de la Santificación. Es: la divina obra de gracia por la cual el pecado que fue heredado de Adán es crucificado y destruido, y el corazón llega a ser puro y limpio de toda maldad. Es una obra definida e instantánea que tiene por fin la liberación del recién nacido hijo de Dios del dominio y del poder del pecado. Significa la terminación de la guerra civil entre el nuevo hombre, Cristo, y el viejo hombre, la carne. Proporciona condiciones óptimas para el progreso y el crecimiento del cristiano en la gracia y el conocimiento del Señor. La experiencia de la santificación trata, pues, no de pecados cometidos sino del pecado heredado, la raíz de maldad que el corazón humano trae consigo desde su nacimiento. Vea los siguientes: Mateo 5:8; Juan 15:2; Romanos 6:6; Hebreos 12:14. La Tercera de las doctrinas de experiencia es el Bautismo en el Espíritu Santo. Esta experiencia personal es el cumplimiento de la promesa del padre. Es el investimiento del poder de lo alto para que los creyentes sean testigos eficaces de Cristo. El Espíritu Santo, siendo el agente ejecutivo de la gracia de Dios para con el hombre, toma parte en todas las obras de Dios. Efectúa muchas obras pre- pentecostales en el corazón. Es el Espíritu que redarguye del pecado, llama al pecador, regenera al corazón, efectúa la transformación del alma y produce la nueva creación en Cristo. El Espíritu Santo es aquel que provoca la crisis entre el nuevo hombre y el viejo hombre en el corazón recién convertido. Esta crisis produce tal desesperación en el hombre que él exclama como el apóstol Pablo: ‘‘¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?’’ El mismo Espíritu que provoca el conflicto también lo resuelve, crucificado al viejo hombre y purificando al corazón por la sangre de Cristo. Esto es la santificación. Ninguna de estas actividades del Espíritu, sin embargo, representa la llenura del Espíritu en su plenitud bautismal como fue profetizada por Joel, reiterada por Juan el Bautista, afirmada por Cristo, y cumplida en el Día de Pentecostés. Este poderoso bautismo representa una dimensión nueva y amplia en el Espíritu Santo. Representa la morada de la Trinidad del cielo en el hombre y produce tal gozo, paz, victoria, y abundancia espiritual que llega a ser nada menos que ríos de agua viva que corren de los adentros para afuera. Vea: Mateo 3:11; Lucas 24:49; Hechos 1:8; Hechos 2:1-4. Un análisis breve de estas tres doctrinas y experiencias básicas, pues, revela lo siguiente: La Conversión es la primera obra de la gracia de Dios en el hombre. Representa el amanecer de la vida espiritual, la vida de Dios en el hombre. En ella, el pecador se arrepiente, es perdonado, regenerado, justificado, adoptado como hijo en la familia de Dios, y hecho participante en la naturaleza divina. La Santificación es una segunda obra definida de la gracia de Dios. Tiene que ver no con los pecados cometidos ni con transgresiones contra la ley de Dios, sino con el pecado inherente, la condición de depravación innata en el hombre. Es la crucifixión del viejo hombre, la naturaleza carnal, la fuerza negativa en el hombre que impide el desarrollo y el crecimiento de Cristo en el cristiano. El Bautismo del Espíritu Santo es el don de amor de Cristo para con todos los redimidos. Es la mayor demostración del amor de Cristo para con los suyos. Es un investimiento de poder para que el cristiano sea un testigo eficaz de Cristo y la salvación que él ha traído al mundo. El bautismo en el Espíritu no tiene que ver con el pecado en sí porque el problema del pecado se resuelve en toda su amplitud en la conversión y la santificación. La cuarta doctrina básica de la iglesia es la sanidad divina. Creemos en la sanidad del cuerpo porque creemos en un Dios sobrenatural, un Dios que ama a todos los hombres, un Dios que ha efectuado una redención cuya fin es traer vida abundante a toda persona. La enfermedad es un trastorno del orden natural y divino que Dios estableció en el principio. Aunque el hombre no será librado de ‘‘deterioración física’’ hasta en la vida futura, creemos que la sanidad por intervención directa de Dios es un privilegio que los hijos de Dios podemos gozar por fe en su amor, su compasión, y su poder. Vea: Isaías 53:5; Mateo 8:16, 17; Marcos 16:17, 18. La quinta y última de las cinco doctrinas básicas de las Iglesia de Santidad Pentecostal es una creencia firme en la segunda venida de Cristo a este mundo. Creemos en la venida inminente, personal, y pre- milenial de nuestro Señor Jesucristo. La palabra ‘‘inminente’’ significa que la segunda venida de Cristo está cerca, que puede ocurrir en cualquier momento (Mateo 24:29-44; Marcos 13:32-37; Tito 2:13). La palabra ‘‘personal’’ significa que el ‘‘mismo Jesús’’ quien fue ‘‘tomado al cielo así vendrá’’ como fue visto ‘‘ir al cielo’’ (Hechos 1:11). La palabra ‘‘pre-milenial’’ significa que él vendrá antes del milenio, cuando los ‘‘bienaventurados y santos’’ de la primera resurrección vivirán y reinarán con Cristo por ‘‘mil años’’ (Apocalipsis 20:4-6). Habrá dos etapas en la segunda venida de Cristo: la primera con el propósito de arrebatar a sus santos que están listos y preparados para su venida antes de la gran tribulación (Mateo 24:40-44; I Tesalonicenses 4:13-18; Apocalipsis 3:10, 11; 4:1-2), y la segunda etapa al final de la gran tribulación cuando Cristo volverá con sus santos para destruir las huestes del anticristo, juzgar las naciones del mundo, e inaugurar el reinado milenial de Cristo (Mateo 25:31-33) II Tesalonicenses 2:8; Apocalipsis 19:11-21; 20:1-6). La actitud correcta del cristianismo hacia la venida de Cristo debe ser la de amar su venida (II Timoteo 4:8), velar y orar siempre para ser digno de escapar las cosas que vendrán sobre la tierra durante la gran tribulación (Lucas 21:36), orar por su venida (Mateo 6:10; Apocalipsis 22:20), y fielmente esperar su venida. LECCIÓN II LA CONVERSIÓN ‘‘El Arrepentimiento y la Fe’’
Es el primer paso hacia Dios, una obra de la gracia de
Dios que resulta en un cambio radical, una transformación en la naturaleza humana, y la restauración de la imagen de Dios en el hombre. Aunque la conversión es una sola obra de Dios, una sola experiencia en el corazón, abarca cinco elementos distintos que queremos reconocer. Son: (1) el arrepentimiento, (2) la fe (3) la regeneración (4) la justificación (5) la adopción. Todos estos elementos son partes o componentes de una sola casa o edificio. En esta lección, queremos ocuparnos de dos de estos elementos –El Arrepentimiento y –La Fe. El Arrepentimiento El llamado al arrepentimiento es una nota dominante en la proclamación divina tanto en el Antiguo Testamento como lo es en el Nuevo testamento. El llanto de angustia, ‘‘Ay de mí, que soy hombre inmundo’’, es resultado fiel de una proclamación importunante. ‘‘Vuélvete, oh rebelde Israel, dice Jehová; no haré caer mi ira sobre ti, porque misericordioso soy yo, dice Jehová’’. La confesión humilde de David, ‘‘Yo he pecado’’, se produjo por el mensaje acusador de Natán, el profeta y siervo de Dios. No puede hacer profunda convicción por el pecado, remordimiento de conciencia, ni reconocimiento de la maldad, si no hay antes una fiel proclamación para el arrepentimiento. El arrepentimiento fue predicado por: Juan el Bautista Mateo 3:1, 2. Jesús Mateo 4:17; Lucas 13:1-5. Al ascender al cielo, Jesús mandó a que se predicara el arrepentimiento en su nombre (Lucas 24:47). Dios el Padre Hechos 17:30
El exige a todos los hombres en todo lugar a que se
arrepientan. Saturadas con la mundanalidad y la indiferencia, las multitudes tiene que oír de nuevo la urgencia del llamado, ‘‘Arrepentíos, que el reino del cielo se acerca’’. A- El significado del arrepentimiento 1- Cambio de mente: Tal cambio que se produce también un cambio radical en la vida. Es un auto juicio en la presencia de la bondad y la santidad de Dios. Es un despertar de la conciencia a la realidad del pecado y al mismo tiempo abandono de ello. Este cambio de mente se ilustra en la parábola de los hijos, Mateo 21:29. Se ilustra también en el caso del hijo pródigo, Lucas 15:11-32, y el publicano, Lucas 18:10-14. 2- Un dolor profundo por haber ofendido a Dios. Una palabra hebrea traducida arrepentimiento significa ‘‘sentir dolor, pesar, suspirar, gemir’’. Este dolor de corazón demuestra ingredientes tales como humillación (Levítico 26:41); contrición (Lucas 18:13, Esdras 9:3, Salmo 6:6), quebrantamiento (Salmo 51:17), confesión (Salmo 51:4). El arrepentimiento que produce dolor y pesar del corazón no es lo que se llama penitencia. Esto se refiere a obras humanas para pagar un pecado por temor a un castigo o juicio. Aquello se refiere a un profundo pesar por toda una vida de pecar, y no tanto por temor al juicio sino por haber pecado contra un Dios de amor, bondad y misericordia. 3- Abandono del pecado. Una palabra hebrea traducida arrepentimiento significa ‘‘dar vuelta’’. El hijo pródigo dijo: ‘‘Me levantaré’’… y se levantó. El arrepentimiento es un corazón no solamente quebrantado por el pecado, sino un corazón apartado del pecado. Confesamos el pecado a Dios (Salmo 38:18), y abandonamos el pecado (Isaías 55:7). Nos volvemos a Dios (I Tesalonicenses 1:9, Hechos 26:18). Se ve con claridad, pues, que un arrepentimiento genuino y bíblico es algo que involucra todas las áreas de la personalidad humana. En el cambio de mente, el intelecto reconoce el pecado por lo que es, se pone de acuerdo con lo que Dios dice y admite con honestidad que se equivocó de camino. En sentir gran dolor, el corazón o el mundo de las emociones se estremece, se conmueve por sus graves ofensas contra Dios. En el abandono del pecado, la voluntad del hombre toma una decisión, cambia de dirección y propone con firmeza seguir a Cristo y el camino de rectitud. B. ¿Cómo se produce el arrepentimiento? 1. Es un don divino. Aunque sea extraño, el arrepentimiento no se produce por medio de amenazas y juicio, sino por la bondad y la misericordia de Dios (Romanos 2:4, Jonás 4:2). El arrepentimiento es el don de Dios; no es la obra de un hombre incrédulo, ni tampoco es alguna carga que llevamos para conmover a Dios a misericordia. Más bien, está involucrado en el plan de la gracia de Dios. Cristo es demostrado como aquél que murió, que sufrió, quien llevó todos los pecados, y Dios aparece como un padre, quebrantado de corazón, rogando a su hijo errante a que vuelva a la casa (Jeremías 31:18-30; II Corintios 5:20, 21). 2. El castigo o disciplina de Dios muchas veces produce el arrepentimiento. Esto no es el camino que Dios prefiere y lo usa como un último recurso. Dios usa la enfermedad, pérdida de amigos, familiares, bienes y circunstancias adversas para producir un ambiente propicio para la obra del Espíritu Santo. C. La importancia del arrepentimiento 1. La Biblia presenta el arrepentimiento como esencial para la salvación. Dios no puede cambiar el corazón si el hombre no antes cambia su mente. El hombre al arrepentirse crea un ambiente propicio para que Dios convierta el alma. ‘‘Arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados’’ (Hechos 3:19). 2. El arrepentimiento no solamente es un acto que abre la puerta a la salvación sino es una actitud que debe de manifestarse en el cristianismo y en toda la Iglesia de Cristo. En sus cartas a las siete iglesias, Cristo amonesta a cinco de ellas a que se arrepientan. Efeso había dejado su primer amor. Pérgamo era culpable de sensualidad y pretensiones sacerdotales y tuvo que escoger entre el arrepentimiento y el juicio Tiatira tuvo que deshacer las prácticas abominables de Jezabel y fue llamada al arrepentimiento o sufrir tribulación Sardis, como muchas hoy en día, tuvo un hombre mas estaba muerta. Sólo el arrepentimiento la podía salvar Laodicea, símbolo de la Iglesia organizada y apóstata de nuestros días, había sido desechada. Su única posesión de valor, Cristo, estaba afuera habiendo sido expulsado. El llamó a la Iglesia al arrepentimiento. El arrepentimiento de un santo errado se ve en Lucas 22:61, 62, y el de una congregación fracasada en II Corintios 7:8-11. Nadie puede llegar a una perfección impecable en esta vida. Arrepentimiento y confesión de pecados particulares y generales son necesarios (Salmo 51:3, 4). El hecho de que podemos pecar en cualquier momento debe de influir grandemente en nuestra vida para que seamos humildes, contritos, y arrepentidos. Sólo así podemos alcanzar misericordia divina (Salmo 51:17; Proverbios 28:13). La Fe La fe sigue al arrepentimiento como la fruta sigue la flor. El arrepentimiento, sincero y genuino que sea, es inútil, si no es acompañado con fe. Sin fe, el arrepentimiento se convierte en indiferencia o desesperación. La fe es vital porque conduce al alma arrepentida a Dios, primero para recibir su perdón, luego para apropiarse de sus recursos espirituales que aseguran victoria diaria y santidad. Cristo vio y reconoció la fe como una virtud de sobresaliente valor. A. Definición de la Fe La Biblia contiene muchas descripciones de la fe pero sólo una definición de ella. En Hebreos 11:1 se nos dice, ‘‘Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve’’. El Manual de la Iglesia de Santidad Pentecostal dice que: ‘‘La fe es el resultado de la persuasión divina efectuada por las promesas de Dios’’. Hay por lo menos tres elementos involucrados en el significado de la fe: 1. Conocimiento. ‘‘En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron’’ (Salmo 9:10). ‘‘Así que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios’’ (Romanos 10:17). Es necesario que uno entienda lo que Dios ha dicho y hecho a favor del hombre. Para tener fe en las promesas de Dios, primero hay que conocerlas. Uno no puede tener fe en Cristo como Salvador sin saber quién es él y qué es lo que él ha hecho para salvar al hombre. 2. Asentimiento. Ponerse de acuerdo. ‘‘Bien, Maestro, verdad has dicho’’ (Marcos 12:32), ‘‘Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová’’ (II Samuel 12:13). ‘‘He pecado… he aquí yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera’’ (I Samuel 20:21). La mente y el corazón del pecador convicto se ponen de acuerdo con lo que Dios ha dicho y confiesan que Dios es veraz. 3. Apropiación. El acto de entregar un regalo no es completo ni efectivo hasta que el recibidor por un acto de voluntad reciba lo ofrecido. ‘‘Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios’’ (Juan 1:12). ‘‘Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él’’ (Colosenses 2:6). La mente puede creer en Jesús sin que el corazón lo haga. La fe sin obras está muerta. Apropiar es recibir lo que Dios le ofrece a uno. B. La necesidad de la fe para salvación 1. La fe es esencial para que uno se salve. ‘‘El que no cree ya ha sido condenado’’ (Juan 3:18). Esta es la fe que confía exclusivamente en Cristo como Salvador, y no busca una mezcla de obras (Efesios 2:8-10; Tito 3:5; Romanos 4:4). No es fe en algo, ni fe en cualquier cosa, ni fe en una iglesia, credo, o sistema religioso que salva, sino fe en Cristo, el Hijo de Dios, quien murió por los pecados. Fe en cualquier cosa que no sea Cristo sólo produce defraudación y pérdida. La fe es válida solamente cuando une el alma pecaminosa a un Señor fuerte, todo-suficiente y capaz de salvar. 2. La fe y las obras. Se ha establecido que la fe que salva al pecador arrepentido es pura y sin obras. No admitimos ningún conflicto entre Pablo (Romanos 4:1-12) y Santiago (Santiago 2:14-26). Pablo considera el asunto desde el punto de vista de Dios y afirma que somos justificados y salvos solamente por fe en los méritos de Jesús y su sangre derramada en la cruz. Santiago lo considera desde el lado humano y dice que somos justificados o creídos por los hombres por medio de las obras que fluyen de nuestra fe. El arrepentimiento y la fe colocan al pecador delante de Dios en una situación favorable, y propicia para que él efectúe su poderosa obra en el corazón. El perdón divino fluye hacia el pecador cual manantial de gracia. Todos los pecados, grandes y pequeños, visibles y ocultos, son perdonados. Olvidados, y echados lejos de la memoria de Dios. Tan grande, tan amplio, y majestuoso es el perdón de Dios en Cristo que el pecador está de pie delante de la presencia divina inocente y como si nunca hubiera pecado (Isaías 55:7; Miqueas 7:19; Hechos 3:19). LECCION 3 LA CONVERSIÓN ‘‘La justificación y la Regeneración’’
En esta lección, vamos a considerar dos elementos
más de los que componen la conversión. Son la justificación y la regeneración. La justificación A. El significado de la justificación 1- El vocablo ‘‘justificar’’ es un término judicial que significa absolver, declarar justo, o pronunciar sentencia favorable de aceptación. Una definición completa sería: ‘‘La justificación es un acto de la gracia libre de Dios, por medio de la cual Dios perdona todos nuestros pecados y nos acepta en calidad de justos ante su presencia, solamente en virtud de la justicia de Cristo imputada o atribuida a nosotros y recibida por fe. ‘‘Justificado’’ es el veredicto de Dios, y nadie lo puede contradecir o negar (Romanos 8:34). 2- Las Escrituras usan la palabra. Justificar es: declarar inocente a aquél que es inocente (Deuteronomio 25:1). También es atribuir justicia al que ha sido justificado (Romanos 4:2-8). 3- La justificación, pues, consiste en dos elementos: a. El perdón de los pecados y la eliminación de su culpa y castigo. Es difícil para nosotros entender la actitud de Dios hacia el pecado. A nosotros nos parece fácil perdonar porque somos indiferentes al pecado. Pero con Dios es distinto. El pecado es enemigo de Dios en todas sus formas y manifestaciones. b. La atribución de la justicia de Cristo y restauración al favor de Dios (Romanos 3:22; Filemón 18). ‘‘El milagro del evangelio consiste en que Dios acude a los impíos con una misericordia que es toda justa, y capacita a los impíos, por la fe, y a pesar de lo que son, a iniciar una relación con él en la cual la justicia se hace posible para ellos’’. B. El método de la justificación. 1- Negativamente- no es por obras de la ley (Romanos 3:20). No hay justificación por las obras ni aun por obedecer la ley. ¿Por qué es que la ley no puede justificar al hombre? ‘‘Porque por la ley es el conocimiento del pecado’’. La ley simplemente abre los ojos del pecador a la realidad de su pecado, pero no puede quitarlo. Solamente puede intensificarlo; lo hace extremadamente pecaminoso. La ley cierra la boca de todo hombre, declara que todos son culpables delante de Dios, y señala a Cristo como la única puerta de salvación. 2- Positivamente- La justificación descansa sobre tres basas firmes. a. La gracia gratuita de Dios. Esto es la fuente y el origen de la justificación (Romanos 3:24). La palabra ‘‘gratuita’’ significa que es nada sin que nosotros pongamos algo para merecerla. La gracia es amor infinito que se expresa por medio de bondad infinita’’. b. La sangre de Cristo Jesús. Este es el fundamento de nuestra justificación. La gracia de Dios hacia los pecadores se ve en el hecho de que él mismo, por medio de la expiación de Cristo, pagó toda la pena por el pecado, por lo cual puede perdonar con justicia el pecado sin tener en consideración el mérito y demérito del pecador. Hay una relación definida entre nuestra justificación y la muerte de Jesús. Su muerte fue un acto de perfecta justicia, porque satisfizo la ley de Dios; fue también un acto perfecto de obediencia. Cristo expió nuestra culpa, satisfizo la ley, tanto mediante la obediencia como por el sufrimiento, y se convirtió en nuestro sustituto, de manera que al ser nosotros unidos a él por fe, su muerte se convierte en la nuestra; su justicia, nuestra justicia; su obediencia, nuestra obediencia. Los méritos de Cristo que sobreabundan son atribuidos al hombre. c. Por fe en Jesús- la condición de la justificación. ¿Cuál es el instrumento por medio del cual el hombre se adueña de la justicia de Cristo? Respuesta: ‘‘Por la fe en Cristo’’. La fe es la mano que recibe o toma lo que Dios ofrece. ‘‘Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo’’ (Gálatas 2:16) ‘‘Mas al que no obra, sino crece en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia’’ (Romanos 4:5). La regeneración
La definición y la naturaleza de la regeneración
La definición a. La regeneración es un acto divino que imparte al pecador penitente una vida nueva y espiritual en unión con Cristo. b. La palabra ‘‘regeneración’’ significa ‘‘renacimiento, nueva creación, nacer de nuevo, o un nuevo comienzo’’. ‘‘De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es;…’’ (Creación)- II Corintios 5:17. c. Es una experiencia espiritual, ‘‘regeneración’’ quiere decir resucitar de un estado de muerte causado por las tentaciones y pecados a una nueva vida en Cristo. Es el acto por el cual llegamos a ser copartícipes de la naturaleza divina. Es la restauración en nosotros de la perdida imagen de Dios. ‘‘Regeneración,’’ por tanto, significa que Cristo está en nosotros y que él es nuestra vida. ‘‘El que tiene al Hijo, tiene la vida’’ (I Juan 5:12). La naturaleza de la generación a. El Nuevo Testamento describe la regeneración de la siguiente manera: un nacimiento (Juan 3:8); una limpieza (Tito 3:5); una renovación (Romanos 12:2); una creación (II Corintios 5:17); una resurrección (Efesios 2:5, 6). Se notará que los términos aquí expresados son simples variantes de un gran pensamiento de regeneración; es decir, la comunicación divina de nueva vida al alma del hombre. La religión de Jesucristo ‘‘es la única religión que profesa tomar la naturaleza caída del hombre y regenerarla inculcando en ella la vida de Dios’’. b. La regeneración no proviene de lo que el hombre hace sino de lo que Dios hace en el hombre. Medios humanos, tales como reformación moral; medios eclesiásticos, tales como bautismo en agua, confirmación, membresía en una iglesia, ritos y ceremonias; todos son inútiles y vanos para transformar el corazón humano. La naturaleza humana no puede elevarse por sobre si misma. ‘‘Lo que es nacido de la carne, carne es.’’ Dios imparte vida al pecador y le hace partícipe en la naturaleza divina (II Pedro 1:4; II Corintios 5:17). La necesidad de la regeneración 1. Toda persona, sea quien sea, necesita una regeneración de su corazón. El pecado y la depravación moral es la experiencia común de todos (Romanos 5:12; II Corintios 5:14; Romanos 3:23). La universalidad de la muerte comprueba la universalidad del pecado. 2. El hombre es incapaz de crear para sí una justicia adecuada delante de Dios. ‘‘Lo que es nacido de la carne, carne es,’’ y no puede ser otra cosa que la carne (Juan 3:6). ‘‘Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?’’ (Jeremías 13:23). La más alta educación, la cultura más desarrollada, ni la comodidad económica pueden mejorar la condición espiritual sin Dios. 3. La santidad de Dios demanda la regeneración en el hombre. Como la fuerza dominante en toda la creación, la santidad divina no tolera ni da lugar al pecado en ninguna de sus formas ni manifestaciones. Los medios de la regeneración 1. Lo que le toca al hombre a. Sentirse profundamente conmovido y perturbado por su condición pecaminosa.
b. Arrepentirse con todo su mente, alma y corazón con
el consecuente confesión y abandono de pecado.
c. Entregarse a Cristo en una total redención a la
voluntad divina. 2. Lo que le toca a Dios a. El Espíritu y la palabra de Dios en estrecha unión, actúan como agentes del milagro divino para crear un ser nuevo (II Corintios 5:17; Juan 1:13).
b. El Espíritu de Dios testifica o asegura al pecador
arrepentido de que sus pecados son perdonados y que es aceptado como hijo de Dios. LECCIÓN 4 LA CONVERSIÓN ‘‘La adopción’’ Vamos a considerar ahora el quinto y el último de los elementos que componen la maravillosa experiencia de la conversión. Hablamos de nuestra adopción como hijos de Dios y miembros de la gran familia de Dios. Primero, hay que distinguir bien la regeneración y la adopción. La regeneración es un cambio interno obrado en nosotros por el Espíritu de Dios que resulta en una nueva naturaleza semejante a la de Dios. La adopción es el acto de Dios por el cual él admite a los recién nacidos a las condiciones y los privilegios de hijos por un acto soberano. El catecismo de Westminster describe la adopción como ‘‘un acto de la gracia libre de Dios por el cual comos recibidos y colocados entre los hijos de Dios con un derecho a todos los privilegios de los hijos’’. (Huiothesia, Huio-hijo, thesia-colocar) –colocar un hijo. Hay casos en el Antiguo Testamento de la adopción. El pequeño Moisés fue adoptado hijo de la hija de Faraón (Éxodo 2:10). Abram propuso a Dios la adopción de su mayordomo, Eliécer, como hijo de heredero (Génesis 15:2). Luego, se ve el acuerdo entre Abram y Sara para adoptar el hijo de Agar (Génesis 16:1-3). El tiempo de la adopción A-Pasado –‘‘Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad’’. (Efesios 1:4, 5). En el propósito eterno de Dios, nuestra adopción existía aun antes de la creación, pero hay que distinguir entre la predestinación y el cumplimiento de ella. Por ejemplo, Cristo fue escogido como Salvador antes de la fundación del mundo pero llegó a ser Salvador cuando murió en la cruz. B-Presente –Somos adoptados cuando creemos. 1. ‘‘Ahora somos hijos…’’ (I Juan 3:2). 2. ‘‘Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús’’ (Gálatas 3:26). 3. ‘‘…a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios’’(Juan 1:12). C-Futuro –Nuestra adopción será consumada en la resurrección y la venida de Cristo. ‘‘Y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo’’ (Romanos 8:23). Puntos de semejanza y diferencia entre la adopción humana y la adopción espiritual. A-Semejanzas. 1. El niño adoptado se toma de otra familia. Nosotros, como adoptados espirituales, también somos transportados de la familia de Satanás a la familia de Dios. 2. El niño adoptado tiene nueva relación para con la persona que lo adopta. Por la adopción espiritual nosotros entramos en una relación nueva con Dios. Recibimos ‘‘la adopción de hijos’’ ‘‘Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!’’ (Gálatas 4:5, 6). 3. El niño adoptado se convierte en heredero del que lo adopta. Está en el lugar de hijo. Los cristianos, habiendo sido adoptados por Dios, somos sus herederos. Heredamos de él y nuestra herencia es incorruptible, inmaculada e inmarcesible. ‘‘Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo’’ (Gálatas 4:7). B. Diferencias: 1. La adopción humana se permite para beneficio de los que no tienen hijos. En cambio, Dios adopta hijos, no porque no los tiene, sino porque quiere tener más hijos. Sus hijos son una familia innumerable, sin embargo, sigue engrandeciéndose. 2. En la adopción humana, siempre se busca al niño más amable y más atractivo. Pero en el carácter moral de los que Dios adopta, no hay nada atractivo; todo es repulsivo. Son sus enemigos, culpables de alta traición contra el Rey de gloria. Llevan la imagen de Satanás. 3. A pesar de muchas cualidades excelentes en los niños adoptados, nunca pueden asimilar la imagen física ni la disposición de sus padres. Con tal adopción no hay vínculos de naturaleza. Con los hijos de Dios, sin embargo, es diferente. Los que son nacidos por el Espíritu de Dios reciben también la naturaleza divina. Como un hijo nacido se parece a los padres, asó los hijos de Dios se gozan de su vida, su amor, y su disposición. ‘‘Como tú, así eran ellos; cada uno parecía hijo de rey’’ (Jueces 8:18). Y el propósito de Dios en cada hijo de él es que sea formada en cada uno de ellos la perfecta imagen de su Hijo, Cristo Jesús, para que él ‘‘sea el primogénito entre muchos hermanos’’ (Romanos 8:29). Las bendiciones de la adopción A. Acceso libre hacia Dios Dios siempre da a sus hijos la bienvenida a su presencia. Les invita a venir a él confiadamente al trono de su gracia (Hebreos 4:16 B. Fraternidad con Cristo Los adoptados somos hermanos de Cristo. Todo el proceso de la adopción es por medio de Cristo, y la paternidad de Dios es inseparable de la fraternidad de Cristo. ‘‘El sea el primogénito entre muchos hermanos’’ (Romanos 8:29). C. Libertad y dignidad en Cristo. La libertad es otro privilegio de la adopción. Somos libres de la ley y del pecado. Antes éramos esclavos, entregados a la servidumbre. ‘‘Así que ya no eres esclavo sino hijo’’ (Gálatas 4:7). Pero el hijo no es libre para hacer lo que quisiera. Siendo libre del reinado del pecado, la tiranía de Satanás, y la maldición de la ley, el hijo adoptado es libre para adorar a Dios y libre para servir a Dios. Y en esta libertad hay dignidad y honor. ‘‘Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé’’ (Isaías 43:4). Somos el tesoro de Dios, sus joyas, sus primogénitos (Éxodo 19:5; Hebreos 12:23). Los ángeles son nuestra guardia (Hebreos 1:14) y somos hechos de la sangre real del cielo (I Juan 3:9). Nuestro escudo es de destacado realce. Lleva la imagen del león para valor (Proverbios 28:1), la paloma para mansedumbre (Cantares 2:14), y el águila para volar (Isaías 40:31). Somos para la alabanza de la gloria de Dios y estamos en el centro y al frente de todos los propósitos divinos ahora y para siempre. D. Objeto de cuidado y protección divina. ‘‘Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen’’ (Salmo 103:13). ‘‘Porque sol y escudo es Jehová Dios; gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad’’ (Salmo 84:11). ‘‘y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados’’ (Romanos 8:28). Si Dios, que tiene todas las cosas bajo su dominio, hace que todas caminen para bien de sus hijos, ¿qué más puede pedirse o desearse? Con seguridad pueden éstos regocijarse por su cuidado y protección. E. Castigados en amor por su bien espiritual El Padre celestial nos castiga ‘‘para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad’’ (Hebreos 12:10). Los padres carnales, debido a su imperfección, a menudo se equivocan en la aplicación del castigo. Puede ser que sean impulsados por la pasión o gobernados por el capricho, o pueden tener fines impropios. Dios es infinitamente perfecto y sabio. Los motivos que le impulsan son dignos de su naturaleza. El hace las cosas bien. ‘‘Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo’’ (Hebreos 12:6). F. Una herencia gloriosa reservada Un aspecto de esta herencia es la redención de nuestro cuerpo. ‘‘Nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo’’ (Romanos 8:23). ‘‘Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto moral se vista de inmortalidad’’ (I Corintios 15:53). En la casa eterna de nuestro Padre, participaremos de la gloria de Cristo y compartiremos con él todo el honor, el poder, y la autoridad que el Padre le ha dado. ‘‘Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos; para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible…’’ (I Pedro 1:3, 4). LECCIÓN 5 LA SANTIFICACIÓN ‘‘Negativo y Positivo’’
En las lecciones anteriores, nos ocupamos de la
conversión, el primer paso de un pecador hacia Dios. En esta lección, queremos comenzar nuestro estudio de la santificación, la segunda experiencia de la gracia de Dios en el corazón. Definición y explicación A. ¿Qué es la santificación? Es una experiencia espiritual, definida, instantánea y subsiguiente a la conversión, que limpia o purifica al cristiano de toda impureza y quebranta el poder y dominio del pecado original en su corazón (I Juan 1:7- 9). Esta definición abarca solamente el aspecto crítico o negativo de la experiencia sin tomar en cuenta el aspecto progresivo. El aspecto negativo es de suma importancia porque sin ello no puede haber crecimiento y desarrollo en la vida cristiana. Lo vamos a considerar primero. La definición dice que en la experiencia de la santificación, el poder y el dominio del pecado original es quebrantado en el corazón del cristiano. Ahora bien, nos queda preguntar: ¿Qué es el pecado original? B. El pecado original es el pecado que está en el hombre cuando nace, el cual le es transmitido por herencia desde la caída de Adán. Cuando Adán pecó, llegó a ser no solamente pecador, sino pecaminoso, porque la simiente de la maldad fue sembrada en su corazón. Su primer hijo nació en la semejanza de su padre, y por el pecado que había en él llegó a ser asesino. La sentencia de muerte pasó a toda persona porque toda persona, estando en Adán, participó del pecado de Adán. Esto lo aclara Pablo en Romanos 5:12, ‘‘Por tanto, como el pecado entró al mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron’’. En Romanos 5:19, Pablo afirma que ‘‘por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores’’. El pecado de Adán resultó en la corrupción de todo hombre nacido en el mundo. Esta simiente del pecado heredado es la fuente de todo el pecar en nuestra vida. Es ilegal en esencia y produce ilegalidad en conducta. 1. Varios nombres por el pecado original A- El viejo hombre (Romanos 6:6) B- El cuerpo de muerte (Romanos 7:24) C- Animo carnal (designios de la carne) (Romanos 8:7) D- La naturaleza carnal E- EL cuerpo del pecado (Romanos 6:6) F- La raíz de amargura (Hebreos 12:15) G- El corazón de piedra (Ezequiel 11:19) Estos varios nombres o títulos nos dan un cuadro compuesto de algo terrible en el corazón humano, una fuerza corrupta, implacable, irresistible, dominante, destructora, dura, fría e inhospitable. Es la serpiente satánica, astuta y engañosa, que odia a Dios y que está en contra de todo lo que es santo, puro, pacífico, y agradable. 2. El Pecado Original Los Pecados Cometidos Un contraste entre estos dos aspectos del pecado nos aclara que, de verdad, el pecado existe en dos maneras en el corazón.
El Pecado Los Pecados
Condición Original Los actos Actuales Heredado Cometidos Un Principio de fuerza Practicados La Raíz El Fruto La Fuente El Arroyo que Fluye La Simiente Ilegal Los Hechos Ilegales El pecado es singular y se refiere al principio de maldad que está en el corazón cuando nace la persona. Los pecados son plurales y se refieren a las muchas transgresiones que uno ha cometido contra Dios en su vida. No somos condenados por el pecado, porque no somos responsables personalmente por ello. Pero los pecados que cometemos sí nos condenan porque infringen la santa ley de Dios y nos separan de Dios. Somos pecaminosos de carácter y naturaleza al nacer, pero llegamos a ser pecadores perdidos y culpables cuando por nuestra voluntad transgresamos las leyes de Dios. La persona convertida deja de pecar en su vida diaria pero todavía es pecaminosa porque le queda la carne, la raíz, o la potencia del pecado original. El necesita la experiencia de santificación para que esa fuerza que le impulsa hacia el pecar sea destruida. El cristiano que no se santifica será un cristiano débil, fluctuante, derrotado, y sin madurez espiritual. Es un cristiano indeciso porque hay dos fuerzas contrarias batallando en su ser buscando la supremacía –la fuerza del nuevo hombre (Cristo) que se introdujo en la conversión, y la fuerza del viejo hombre que todavía está en el corazón. C. Ejemplos bíblicos de la existencia de dos naturalezas en el corazón del hombre convertido. 1- Abraham (Génesis 17:1). Dios llama a su siervo a un andar perfecto. El asunto de Agar e Ismael había traído fracaso y ruptura de comunión con Dios. Abraham amaba a Dios, pero no con un amor perfecto. 2- David (Salmo 51). David reclama perdón por sus pecados tan horrendos (vs. 1, 9, 14), pero también reconoce su estado pecaminoso (vs. 2, 3, 5), luego reclama la pureza (vs. 2, 7, 10). 3- Isaías (Isaías 6). El profeta era hombre de Dios, pero en la presencia de la gloria y la santidad de Dios, se ve como inmundo y confesó su inmundicia. La palabra del serafín era: ‘‘Es quitada tu culpa (conversión), y limpio tu pecado (santificación). 4- Israel (Ezequiel 36:26). Una promesa de renovación espiritual que cambiará la naturaleza pecaminosa del pueblo; un corazón de piedra hecho corazón de carne. 5- Israel (Oseas 11:7). ‘‘Mi pueblo está adherido a la rebelión’’. Esto es el testimonio y la confesión de todo cristiano que no ha recibido la liberación del viejo hombre. 6- Corintios (I Corintios 3:1-3). Estos versículos declaran un estado deplorable en la iglesia de Corinto: santos, hijos de Dios, pero carnales. No hemos de entender que todos eran así porque en 1:2, Pablo habla de los ‘‘santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos…’’ En capítulo 3:16, Pablo declara que algunos son ‘‘templo de Dios y que el Espíritu de Dios mora en vosotros’’. En 6:11, Pablo declara que ‘‘ya habéis sido lavados, y habéis sido santificados’’. Los versículos 1:4-7 hablan de un estado espiritual muy avanzado, madurez espiritual que viene a consecuencia de una pureza interna y externa y una intimidad estrecha con el Señor. 7- Gálatas (Gálatas 5:17). Dos fuerzas potentes que se oponen en un mismo corazón. Una verdadera guerra civil que deja al cristiano agotado, confuso, e indeciso. 8- Romanos (Romanos 8:5-9). Había quienes andaban en la carne y otros que andaban en el Espíritu la diferencia entre los santificados y los no santificados. 9- Santiago (Santiago 4:8). ‘‘Pecadores, limpiad las manos; y vosotros de doblado ánimo, purificad los corazones’’. En una vida alejada de Dios, el pecador lleva sus pecados sobre las manos. Por esto, se le amonesta a que limpie las manos. Esto resulta de una confesión y abandono de sus pecados. El de doblado ánimo es el cristiano no santificado. Tiene dos mentes, dos pensamientos, dos naturalezas. Debe de purificar el corazón para que quede con una sola mente, la mente de Cristo. Encontramos la misma idea en Salmo 24:3, 4. ‘‘¿Quién subirá al monte de Jehová? y ¿quién estará en el lugar de su santidad? El limpio de manos y puro de corazón’’. 10- Pablo (Romanos 7:24). Lamentaba la presencia y el poder de un ‘‘cuerpo de muerte’’ en sus miembros que batallaban contra el nuevo hombre. Pablo, en desesperación, reclamaba la liberación de ese mal. Al escribir esto, Pablo estaba personalizando la experiencia de todo cristiano, porque el gran apóstol había experimentado esa gloriosa liberación de los santificados hacía tiempo. 11- Viejo hombre (Romanos 6:6; Efesios 4:22-24; Colosenses 3:9, 10). El viejo hombre, sinónimo con la vida corrupta, pasiones depravadas, y rebelión contra Dios, produce suma preocupación en la vida de un hijo de Dios que desea ardientemente servir a Cristo en santidad. Este viejo hombre se clava en la cruz, es crucificado, se inutiliza para que no estorbe más el crecimiento del nuevo hombre que es Cristo. Con estas referencias bíblicas, se puede comprender que en la vida del recién convertido, hay una lucha feroz creada por la presencia de dos fuerzas o naturalezas que se oponen. La experiencia de la santificación es la provisión divina para que se resuelva este conflicto. La crisis en la santificación el aspecto negativo Afirmación doctrinal El Manual de la Iglesia de Santidad Pentecostal hace esta afirmación de fe en su Énfasis Doctrinal: ‘‘Creemos que Jesucristo derramó su sangre no sólo para nuestra justificación y el perdón de los pecados cometidos, sino también para la completa limpieza del creyente justificado de todo el pecado inherente y de su corrupción subsiguiente (o siguiente a la regeneración el nuevo nacimiento). Este es el lado negativo de la santificación, el lavado, o destrucción del principio del pecado, la circuncisión del corazón para posibilitar nuestro amor al Señor con todo nuestro corazón y alma. Es la crucifixión del ‘‘hombre viejo’’, la destrucción de la mente carnal, la purificación del árbol frutal para que produzca más fruta. Es la limpieza de todo pecado, de toda maldad’’. El Manual de la Iglesia sigue con esta afirmación: ‘‘Creemos que la santificación completa es una segunda obra de gracia, definida, e instantánea, que se recibe por fe de parte del creyente plenamente justificado’’. Esto es el aspecto crítico y negativo de la experiencia, un acto definido e instantáneo, algo que sucede y se acaba dentro de un lapso de tiempo (preferiblemente corto) bien definido e identificable. La crisis es definición El Diccionario de Oxford dice que la santificación es ‘‘la acción del Espíritu Santo en santificar o hacerle santo al creyente, por la implantación de virtudes cristianas y la destrucción de afectos pecaminosos’’.
El Diccionario de Webster define la santificación como
(1) hacer sagrado o santo, poner aparte para uso santo o religioso. (2) Librar del pecado, limpiar de corrupción moral, purificar. El Diccionario Century dice que la santificación es ‘‘el acto de la gracia de Dios por el cual los afectos del hombre son purificados y el alma es limpiada del pecado y consagrada a Dios’’. Este concepto concuerda con el sentido que se encuentra en los siguientes pasajes bíblicos: Juan 17:17, ‘‘Santifícalos por tu verdad’’; Romanos 6:6, ‘‘Nuestro viejo hombre es crucificado con él, para que el cuerpo de pecado sea destruido’’. Las palabras santificar, crucificar, y destruir son del tiempo pretérito, indicando una obra definida e instantánea. En I Tesalonicenses 5:23, ‘‘Y el Dios de paz os santifique en todo’’, el verbo santificar también es del tiempo pretérito, así indicando una obra definida e instantánea. Aunque el proceso total de la santificación comienza en la conversión y termina en la glorificación, hay, subsecuente a la conversión, una definida crisis espiritual en la cual una obra específica de limpieza se hace en el corazón. La crisis (lo negativo) en práctica Trata exclusivamente del viejo hombre, la mente carnal, el principio de pecado. a. Es la fuerza original que se opuso a Dios en el principio. Es ‘‘ateista porque rechaza a Dios; es idólatra porque se adora a sí mismo’’. b. Es la perversión, la corrupción de nuestro ser normal a tal punto que reaccionamos en contra de todo lo que sea de Dios. ‘‘Por cuanto la mente carnal es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede’’ (Romanos 8:7). 2- El Nuevo Testamento tres palabras gráficas para presentar el método de Dios en tratar con esta fuerza pecaminosa en el corazón humano. a. Limpiar o purificar – Hechos 15:9 b. Crucificar o crucifixión – Romanos 6:6 c. Circuncidar o circuncisión – Colosenses 2:11. Esto nos hace pensar en la ‘‘circuncisión del corazón’’ usada en Deuteronomio y en los profetas. 3-Esta obra es potencial para cada cristiano porque fue incluida en la muerte de Cristo. ‘‘En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre’’ (Hebreos 10:10). En la mente de Dios, toda persona que acepta a Cristo por fe es también librada del poder original. Notemos, sin embargo, que la experiencia llega a ser vigente y real en el corazón en el momento de crisis cuando el viejo hombre muere. 4-¿Cómo se obtiene la ‘‘crisis’’ de la santificación? a. El cristiano siente en su alma la fuerza contraria; se agudiza el conflicto interno entre el espíritu y la carne; la corrupción y la carnalidad salen a la vista. El creyente clama: ‘‘¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?’’ (Romanos 7:24). b. El Espíritu Santo presenta a Cristo como el glorioso libertador el santificador. Se descubre el poder de la sangre de Cristo para limpiar la fuente corrompida del pecado y el egoísmo en el corazón. El gran ‘‘YO’’ es crucificado, la rebelión humana es quebrantada, y el corazón es circuncidado de sus amores y pasiones viejos. c. Se debe destacar que la santificación en su aspecto negativo, es decir, como limpieza, crucifixión, o circuncisión espiritual, es un acto de la gracia divina por medio de la muerte y la sangre de Cristo. Es por medio de nuestra identificación con Cristo en su muerte. No es por obras; no es por mortificación del cuerpo, ni por prácticas ascéticas. Es de gracia y esa por fe en la sangre preciosa de Jesús. La experiencia se recibe por un acto de fe. ‘‘Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro’’ (Romanos 6:11). El proceso en la santificación el aspecto positivo El lado positivo de la santificación 1. Muchos pasajes de la Biblia (Colosenses 1:10; II Pedro 3:18; I Tesalonicenses 3:12) y una buena parte de la teología cristiana se preocupan por el crecimiento y la madurez espiritual del cristiano. 2. Las partes en letra itálica de los siguientes versículos ilustran el aspecto progresivo de la santificación: a. ‘‘No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento’’ (Romanos 12:2). b. ‘‘…limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios’’ (II Corintios 7:1). c. ‘‘Y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno’’ (Colosenses 3:10). d. ‘‘Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo…’’ (Romanos 8:29). e. ‘‘Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo’’ (Efesios 4:13). 3. El aspecto positivo es el continuo crecimiento y desarrollo de esa potencial divina que fue implantada en la regeneración. B- Descripciones de lo positivo en la santificación.
1. Es un crecimiento. ‘‘Antes bien, creced en la gracia y
el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo’’ (II Pedro 3:18). Varias etapas de este crecimiento se ven en I Juan 2:12-14: ‘‘hijitos’’, ‘‘jóvenes,’’ ‘‘padres’’. 2. Es una carrera (Filipenses 3:13, 14; Hebreos 12:1-3). 3. Es una metamorfosis. ‘‘Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor’’ (II Corintios 3:18). C. De la santificación, pues, se puede afirmar lo siguiente: 1. Nuestra santificación tiene comienzo en la regeneración con la implantación de la vida de Dios en nosotros. 2. No podemos crecer en esa santidad por la presencia de una fuerza contraria que obstaculiza progreso el viejo hombre. 3. Es una experiencia definida e instantánea; el viejo hombre se crucifica y se destruye el poder que impide el progreso en la vida del Cristiano. 4. Sin impedimentos, la santidad crece en toda su belleza, hermosura, y gracia desarrollando la imagen de Cristo. Amen.