Topicos Especiales en Economia Aplicada
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APLICADA - 530027
Economía de la felicidad: perspectivas y
hallazgos
Economía y Felicidad
La gran Paradoja
Dante A. Urbina
Introducción
• El economista común se halla inmerso la mayor parte del día en cerros de fórmulas, índices y
estadísticas buscando en cada momento el tomar las decisiones más “racionales” y “eficientes”.
• ...Sin embargo, hay momentos en los que experimenta una profunda duda sobre su
contribución real al bienestar humano. Evidentemente sabe de los grandes progresos
económicos y materiales de la humanidad, pero no puede evitar que también vengan a su
mente las muestras de una ve cada vez una mayor insatisfacción en el hombre, de su
degradación moral y espiritual, de cómo el vacío y el sinsentido se apoderan de su alma y de
cómo la tensión y la ansiedad se convierten en las constantes de su vida. En ese momento,
perplejo y preocupado, se pregunta del por que de todo ello.
• ...Entonces agita la cabeza y se dice “debo de dejar de pensar en tonterías, eso es para
idealistas y filósofos; yo soy hombre serio que se ocupa de cosas más precisas e importantes”;
y así, una vez soslayado el problema, vuelve a su labor profesional o a un ultra especializado
trabajo teórico, según sea el caso. Pero la cuestión ya se ha puesto sobre la mesa y pide a
gritos una respuesta, en especial de aquellos que piensan en la economía como una ciencia
social al servicio del hombre y su bienestar.
Introducción
• Varios economistas se han preocupado por la relación entre
progreso económico y felicidad. Uno de ellos es el británico
Richard Layard quien en su libro “El secreto de la felicidad”
(2003) hace una comparación estadística entre el PBI por
habitante y la felicidad promedio en los Estados Unidos
durante el periodo 1946-1991, llegando al curioso resultado
de que, mientras el ingreso se triplicó, el índice de bienestar
auto percibido se mantuvo relativamente congelado,
bajando de 2,35 a 2,2. Esta conclusión resulta
especialmente inquietante para los economistas liberales,
que creen que a mayor ingreso y consumo, mayor felicidad.
¿cuál es el por qué de esta gran contradicción?
• Una primera explicación es la basada de la tesis de la “renta relativa” la cual
plantea que, de ser posible tal elección, un individuo preferiría un aumento del
50% en su ingreso sin que aumente el de nadie más a un aumento del 100%
en el de todas las personas de su entorno incluido él. Evidentemente se trata de
una hipótesis y no de una ley universal, pero tiene alto poder explicativo en la
conducta de los individuos y, bajo ciertas restricciones, es muy difícil
oponérsele.
• ...Y es que el bienestar que nos dan los bienes que consumimos dependen no
sólo de la utilidad que nos proporcionan sino también (y en muchas ocasiones,
principalmente) de la imagen o prestigio social que nos brindan. Piénsese en
el espeluznante caso de una chica se compra un hermosísimo y, obviamente,
carísimo, vestido rojo para asistir a una fiesta. Entra a la fiesta y le cae el
baldazo de agua fría de constatar que todas las chicas de la fiesta tienen un
vestido igual o más bonito. ... Y este no es un fenómeno aislado, sino más bien
intrínseco y estructural en el desarrollo económico de los grupos y naciones.
¿cuál es el por qué de esta gran contradicción?
• Una segunda explicación es la de la “adaptación hedónica” (hipótesis
expuesta en los cursos de Psicología para economistas, de acuerdo con la
cual los individuos rápidamente se adaptan a sus nuevas circunstancias, con
lo que después de gozar de mayores niveles de consumo e ingreso, vuelven
a su estado inicial de satisfacción (¿o de insatisfacción?). imagínese por
ejemplo a un individuo que se gana la Tinka. Se vuelve loco, salta, llama a
todos sus amigos, hace un fiestón...
• ...El rico que busca ser feliz consumiendo cada vez más y más bienes tiende por ello
mismo a crearse más necesidades y, por tanto, a sentirse más insatisfecho, como un
hombre que busca calmar su sed bebiendo agua salada o un hámster que intenta
adelantarse a la rueda que él mismo está accionando con sus propias fuerzas.
¿cuál es el por qué de esta gran contradicción?
• En quinta instancia se sostiene que a medida que aumenta
nuestro ingreso, no precisamente porque nos esforzamos en
tener cada vez más, se reduce el consumo de los llamados
“bienes relacionales”. En efecto, en el afán de hacernos más
ricos se reducen nuestras relaciones con nuestros amigos y
el tiempo que le dedicamos a nuestra esposa (o) e hijos.
• Pero lo más trágico es que no es sólo es nuestra ambición
sino también el inevitable desarrollo de la tecnología lo que
nos condena a ello. Y es que todo paso hacia el progreso
técnico transforma nuestra dependencia para con los demás
seres humanos en dependencia para con las máquinas.
¿cuál es el por qué de esta gran contradicción?
• La tecnología comienza a ofrecemos sustitutos de las relaciones
humanas: los hijos no necesitan ya de padres que lo críen y
eduquen pues tienen a la televisión, la computadora, el internet y
los video juegos; las familias ya no necesitan reunirse para
compartir una agradable comida puesto que el microondas permite
cocinar un día para toda la semana y que venga cada uno y se
caliente lo suyo; quien quiera tener hijos ya no necesita conocerse y
enamorarse con esa persona especial. ni construir una bonita familia
y casarse. basta con que recurra a la fecundación artificial y/o a un
“vientre de alquiler”. Lo más trágico es que tarde nos hemos dado
cuenta de que el amor y el calor humano, tan necesarios para la
felicidad, no son productos que puedan ser fabricados por una
empresa o creados por la tecnología y es muy difícil hallar el camino
de retorno.
¿cuál es el por qué de esta gran contradicción?
• Por último, y todavía más grave desde un punto de vista
trascendente, el progreso económico tal como lo vivimos y
conceptualizamos tiende por su misma dinámica a socavar las
condiciones morales y espirituales necesarias para que el hombre
pueda alcanzar su felicidad. Pues, ¿cómo podría un sistema basado
en la desmedida ambición, la envidia, el egoísmo, la emulación y la
nada competencia crear una sociedad de “hombres buenos y
felices”?, ¿cómo podría un progreso que cultiva sistemáticamente y
justifica como “racionales” todos estos vicios ser la solución a los
problemas del hombre y constituirse como el camino hacia la
felicidad, necesariamente ligada a condiciones de paz, amor,
solidaridad y virtud? Pretenderlo sería tanto como creer que la
mejor forma de expulsar demonios es llamar a Belcebú, que es el
príncipe de los demonios.
Impresión final del autor
• Al leer esta última crítica es probable que el lector ortodoxo me acuse de satanizar el progreso económico
y cual Inquisición, el “Santo Tribunal de la Economía Liberal” querrá poner este artículo en el “índice de los
prohibidos" y hasta quemarme vivo, tildándome de hereje y blasfemo. ...
• De ningún modo me opongo al desarrollo económico en sí mismo pues también puede constituirse como
una poderosa arma para librar al hombre de su pobreza material y moral, pero sí me opongo con todas mis
fuerzas al progreso económico tal y como se está llevando a cabo puesto que exige un sinnúmero de
sacrificios humanos al dios Desarrollo. ...
• Así pues, no creo en aquello que habría dicho Keynes de que, para llegar al anhelado bienestar. debamos
“disimular ante nosotros mismos y ante cada uno que lo bello es sucio y lo sucio es bello. porque lo sucio
es útil y lo bello no lo es. ...
• Más bien creo en un progreso económico más humano, basado en lo cualitativo antes que, en lo
cuantitativo, y coincido con Juan Pablo II cuando decía: “No es malo el deseo de vivir mejor, pero es
equivocado el estilo de vida que se presume como mejor, cuando está orientado a tener y no a ser, y que
quiere tener más no para ser más, sino para consumir la existencia en un goce que se propone como fin
en sí mismo. Por esto, es necesario esforzarse por implantar estilos de vida, a tenor de los cuales la
búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, así como la comunión con los demás hombres para un
crecimiento común sean los elementos que determinen las opciones del consumo, de los ahorros y de las
inversiones”.