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El Chocolate Como Elemento Fundamental de La Magia

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Curso:

El Chocolate en México.
El chocolate como elemento fundamental de la
magia amorosa.
Andrea PérezJuárez.
• Por su textura grumosa, color y sabor el
chocolate fue usado frecuentemente para la
preparación de pócimas y bebedizos que se
emplearon en encantamientos y conjuros
reaccionados con magia amorosa o
destinadas a causar algún mal.
• Los conocimientos detrás de este tipo de
practicas solían pasar de generación en
generación, las madres enseñaban a sus hijas
como preparar el chocolate y usarlo para
atraer a los hombres amorosa y
sexualmente, preservar a sus maridos y
amantes y buscar venganza por alguna
ofensa que hubieran realizado contra ellas.
• Este fue el caso de una denuncia presentada ante el Santo Oficio en
1705 por una esclava mulata, quien testifico que su ama la también
mulata Francisca de Ágreda y su hija Juana practicaban la Hechiceria
amorosa para atraer al amante de Francisca, para lograrlo se valían
de pócimas preparadas a base de chocolate, añadiendo vello púbico,
canas, uñas y saliva de Agreda junto con el pelo de su hija, la mezcla
era dada a beber al amante pues se pensaba que la mezcla de las
partes del cuerpo de ambas ayudaría a potenciar el efecto de la
pócima. El amante era párroco de un pueblo habitado en su mayoría
por indios llamado Santa María.
• Fue común que las mujeres principalmente mulatas negras e indias
se valieran de pócimas, conjuros y bebedizos para controlar a lo
hombres, estos les aseguraba estabilidad social y económica.
• También las españolas recurrían a estos conjuros valiéndose de vecinas y
amigas para que es recomendaran brujas o hechiceras a quienes
pudieran encargar estos trabajos. Una de estas mujeres fue Gerónima de
Varaona, una hechicera mulata que sirvió de recadera de Doña Luisa de
Gálvez quien le dio media hogaza y cuatro panecillos para que los
entregara en casa de una india llamada María de Zumagra a cambio de
ciertos polvos rituales para hechizos, la mulata volvió con tres paquetes
de polvos, uno para que Gálvez lo espolvoreara en la ropa del hombre
que deseaba y los otros dos para echarlos en la comida y el chocolate.
• Posteriormente Doña Luisa se lavo con agua los sobacos y las “partes
pudendas”, mientras otra mujer hizo la mezcla del polvo con el agua
empleada para este fin y el chocolate. Muy probablemente Gerónima no
se negó a esta petición por que Gálvez tenía fama de violenta pues la
apodaban “La machete”, pues en una ocasión había arrancado una
lengua (no se informa de quien) con un machete.
• En otras ocasiones la finalidad de los
hechizos era “desenojar” al esposo o
amante para evitar la violencia que
ejercían sobre las mujeres, este fue el
caso de Luisa de Gálvez quien buscando
defenderse de los maltratos de un
hombre, recurrió a la india Anita para que
le proporcionara un hechizo con esta
finalidad. El ritual consistía en lavarse los
genitales y revolver el agua con polvos y
chocolate para dárselo a beber. Estas
mezclas buscaban amansar al hombre en
cuestión y otorgar a la mujer que
realizaba el conjuro un poder gradual
sobre este como una estrategia para
defenderse y evitar recibir golpes,
insultos, violaciones y otros tipos de
agresiones.
Algunos hombres también se valieron
de la fama de las mulatas para
solicitarles favores sexuales aunque
ellas no dieran motivo para tales
insinuaciones, este fue el caso de Rosa
de Arevillaga, mulata de veintiocho
años quien era esclava de una monja
en el Convento de Santa Catarina
Mártir, que envió una carta al Tribunal
acusando a su confesor el padre
Francisco de Castellanos por haberla
tratado de seducir llamándola “ su
alma, su vida, su Rosa de Jericó” y
como lo rechazo la acuso de haber
echado polvos para enamorarlo en el
chocolate que le sirvió.
Debido a esta
asociación de las
mujeres
principalmente
mulatas, negras y
mestizas con el uso
del chocolate para
realizar hechizos,
conjuro y amarres,
fue común que los
hombres tuvieran
desconfianza a
beberlo y en mas de
una ocasión las
acusaran incluso sin
contar con pruebas
de hechizarlos.
• La bebida fue empleada también para realizar venganzas, preparando bebidas rituales que se
usaban para envenenar, causar enfermedades y asesinar. Ese fue el caso de María de Santa Inés
descrita por testigos como una “ mulata tuerta, de piel oscura”, que tenía una reputación en
toda la ciudad de ser violenta y asesina.
• Era conocida en la capital como “La Panecito” porque había rumores de que utilizaba pasteles
de chocolate embrujados para asesinar a sus enemigos. Pascual Pinto, un mestizo casado que
dirigía una tienda en el frente de su casa, afirmó que la gente llamaba a Santa Inés ''La
Panecito’’ porque le hizo un hechizo a una mujer de otro barrio con un pastel de chocolate
embrujado.
• La hermana de Pinto, una mujer de treinta años. casada con un sastre, confirmo la reputación
violenta de Santa Inés, alegando que la gente la llamaba ‘‘La Panecito’’ porque le puso un
hechizo a un pastel de chocolate y se lo dio a una enemiga. Agregó que las autoridades habían
castigado a de Santa Inés con el destierro por haber cooperado en la muerte a golpes de otra
mujer Cecilia de Arriola, porque su esposo Juan la obligó a hacerle su chocolate matutino.
• Según los informes, también se vengó de un enemigo con un embrujo del pastel de chocolate
pues Teresa de Solorzano, una mulata soltera de treinta años, contó a las autoridades de la
Inquisición que Cecilia de Arriola infligió una enfermedad sobrenatural a la sirvienta india de su
vecina después de una serie de discusiones entre las dos mujeres. La sirvienta supuestamente
sufrió náuseas y disnea después de comer el pastel embrujado y murió poco después.
• Como puede observarse si bien María participo en este
asesinato y tenia fama de bruja, sus conocimientos
fueron empleados también por Cecilia, pues se valió de
ellos para vengarse a la vez de la sirvienta de su vecina
por la discusión que había sostenido con ella. El chocolate
se empleo así de muy diversos modos y tuvo un papel
importante en la satisfacción de necesidades vitales en la
sociedad.
Así observamos que el chocolate estuvo
relacionado frecuentemente con practicas
mágicas y destinadas a satisfacer deseos
afectivos y sexuales.
• Otro caso de magia amorosa en el que su protagonista fue acusada de realizar
rituales magia- religiosos para atraer el amor de los hombres fue el de la mulata
Leonor de Isla, quien se valía de Chocolate para lograra atraerlos y así conseguir
dinero que le permitiera sostenerse y asegurarse de que uno de sus amantes no
la abandonara.
• Presentada por la española Juana de Valenzuela, la acusación se presento ante
los inquisidores acusándola de valerse de la magia para retener a Francisco
Bonilla, pues durante un tiempo en que había vivido con ella observo que Leonor
había discutido con él, rompiéndose la relación, por lo que la mulata recurrió al
rezo de una oración para hacer que el volviera a su lado, aquello no tardo en
suceder y ante los hechos confeso que lo había hechizado, para someterle
formaba una combinación de cenizas de vellos de su cuerpo quemados y sangre
menstrual que revolvía en el chocolate para dárselo a beber y que con el mismo
fin, tostaba y molía un junquillo, “que es una yerba que se diçe que es macho y
hembra”, que vertía también en el.
A estos cargos se sumarian los de prostitución pues
todos los días sahumaba su casa con una palma bendita y
un junquillo, rociándola con agua bendita. Esto lo hacía,
según se lo había confesado “para que vinieran hombres a
su casa y tener dineros” (Inquisición, 1622, fol. 16v). A
menudo, hacía el sortilegio de las habas pues era
conocido su talento para desentrañar los secretos del
presente y del provenir. Leonor misma ‘había visto’ su
porvenir, nada halagador por cierto, con las habas, éstas le
habían pronosticado que sería castigada con doscientos
azotes por sus hechicerías. Juana de Valenzuela decía
“que es cosa pública y notoria que la dicha Leonor de Ysla,
mulata libre, es única en el oficio de hechicera, y que en
esta voz y opinión la tienen en esta ciudad, y que es muy
escándalo en esta materia” (Inquisición, 1622, fol. 15r).
Además de estas acusaciones se probó
que enseñaba sus conocimientos un
grupo de mujeres para que los pusieran
en prácticas y se valía de la hechicería,
los conjuros y la adivinación para
sostenerse, por lo que llego a
representar un peligro para la sociedad
y fue condenada a ser procesada en un
auto de fe público, recibir 200 azotes y
ser desterrada del lugar donde vivía,
valiéndose así la Inquisición de ejemplo
para advertir que aunque estas practicas
llegaron a ser comunes si eran
denunciadas y probadas podrían derivar
en graves castigos.

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