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Baterson

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2 parte.

LOS FUNDAMENTOS: BATESON Y EL GRUPO DE PALO


ALTO

 EL SURGIMIENTO DE LA TERAPIA FAMILIAR


La terapia familiar no nace de la mano de un genio creador sino que
empieza a practicarse por parte de distintos investigadores y
terapeutas, en diversos puntos de los EE. UU., en la década de los
50. Pero el que más destaca es el equipo de Palo Alto.
En esos años parecía que había llegado el tiempo para el tratamiento
conjunto de la familia. Sin embargo, el nuevo formato de
intervención requería también de un nuevo marco conceptual.
Las teorías psicoanalíticas de la época más bien eran un obstáculo
para el verdadero trabajo conjunto. Fueron las aportaciones del
equipo de Palo Alto, y la inspiración intelectual de su líder,
Gregory Bateson, las que supusieron el nacimiento de un nuevo
modelo, el sistémico, al mismo tiempo que aparecía el nuevo
formato de la terapia familiar.
 GREGORY BATESON (1904-1980)

Gregory Bateson nació el 9 de Mayo en Grantchester, Inglaterra,


y creció en una ambiente intelectual. Su padre era un genetista, y
Gregory (le puso ese nombre en honor a Gregor Mendel) ya
desde niño coleccionaba fósiles e insectos, a menudo en
compañía de la familia Darwin con la que pasaban tiempo
juntos. Estudió zoología, y llegó realizar en 1926 (su primera
publicación) un trabajo sobre genética con su padre. Sin
embargo, los intereses de Bateson se inclinaron hacia la
Antropología. Al licenciarse empezó un trabajo de campo en la
Nueva Bretania, sin demasidado éxito, y a continuación consiguió
una beca para viajar a Nueva Guinea donde estudió los Iatmul,
una tribu de cazadores de cabeza que desarrollaba un curioso
ritual, llamado Naven, con el que tituló su libro recopilatorio de la
experiencia (Bateson, 1936).
Allí conoció a la famosa antropóloga Margaret Mead, con quien se casaría
en 1936 y compartiría sus inquietudes durante este período marcadamente
antropológico. Pero ya entonces, Bateson empezó a acuñar algunos
conceptos, como el de simetría y complementariedad que luego aplicaría a
la interacción familiar. Así pudo entender determinados patrones repetitivos
que se daban en algunas tribus, a los que describió en términos
comunicacionales.
En ese mismo año Bateson y Mead parten para Bali, donde observaron el
curioso caso de las madres, que estimulaban a sus hijos, y cuando éstos
respondían los ignoraban. Esto se contempló también como un patrón
repetitivo de comunicación incongruente, que más tarde observaría, junto
con su equipo, en las familias de los esquizofrénicos.
Al regresar a EE. UU., Bateson y Mead consultaron con el hipnoterapeuta
Milton Erickson para que les ayudara a comprender los fenómenos de
trance observados en Bali y que habían podido filmar. Erickson les
convenció de que los estados de trance observados (por ej. alucinaciones
inducidas por hipnosis, parálisis, amnesia, etc.), concebidos
tradicionalmente como fenómenos mentales intrapsíquicos, dependen de
procesos interaccionales similares a los que organizan la conducta humana
fuera del dilema. Ello contribuyó seguramente a una visión más
interaccional de la psicopatología. Más adelante el papel de Erickson es
también muy relevante en el surgimiento y desarrollo del modelo sistémico.
El universo conceptual de Bateson se expandió enormemente con su
participación en la Conferencia Macy, coordinada en 1942 por el
neurofisiólogo Warren McCullogh, y a la que asistieron Norbert Wiener y
John Von Neumann, entre otros.
Bateson reconoce repetidamente su deuda a estos autores y para con la
cibernética en todo lo que escribió posteriormente. En particular, resalta la
gran innovación que supuso la noción de retroalimentación, y su utilidad
para describir la actividad humana en términos comunicacionales e
interaccionales.
En 1951 Bateson publica, junto al psiquiatra Jurgen Ruesch con quien
colaboró durante unos años, su primera obra sobre el área de la salud
mental: Comunicación: La matriz social de la psiquiatría. En esta obra
ya se hallan los cimientos para el proyecto de investigación sobre las pautas
de comunicación en la esquizofrenia que convocó al equipo de Palo Alto al
año siguiente. Se aplica a la psicopatología el nuevo cambio conceptual que
abandona conceptos como sustancia material, energía y contenido para
basarse en los procesos comunicativos, los patrones interaccionales
como claves explicativas de la actividad humana, tanto normal como
anormal.
 EL EQUIPO DE PALO ALTO

A este grupo se debe la aplicación de los conceptos sistémicos a la


comprensión de la familia y la adopción del modelo sistémico para
fundamentar la terapia familiar.
-En 1949 Bateson fue contratado como etnólogo en el Hospital de la
Administración de Veteranos de la ciudad californiana de Palo Alto. Desde
allí consiguió financiación de la Fundación Rockefeller para estudiar la
comunicación y sus niveles. Se centró en la esquizofrenia en virtud de su
anterior colaboración con Ruesch, y por tratarse de un problema social
lento, para el que se disponía de fondos para realizar la investigación.
Para llevar a cabo el proyecto, convocó a unos jóvenes e inquietos
investigadores interesados en el tema:
1. Jay Haley (licenciado en comunicación por Standford,
posteriormente psicoterapeuta familiar)
2. John Weakland (antropólogo, posteriormente psicoterapeuta
familiar).
3. William Fry (psiquiatra).
En 1954 se les unió el prestigioso psiquiatra Don Jackson, y
siguieron juntos hasta 1962, financiados intermitentemente por diversas
fundaciones.
Podemos destacar las siguientes características de este grupo:
• Interdisciplinar: su objeto de estudio es un problema clínico, la
esquizofrenia; pero su metodología y su concepción teórica es
mucho más amplia que la de la psiquiatría o la psicología.
• Centrado en la investigación: no se plantea como intento por
desarrollar una nueva modalidad de psicoterapia. La terapia es
parte de la investigación. La respuesta de la familia a las
propuestas de los terapeutas es una observación tan útil como
la observación más naturalista también practicada.
• Interés teórico más allá de la clínica o la psicología: la
comunicación como patrón de comportamiento de los seres
vivos.
 ALGUNAS NOCIONES FUNDACIONALES

El rasgo fundamental del modelo sistémico es su visión de los


problemas y la actividad humana como inter-personal, dejando de
lado la tradición clínica, psicológica y psiquiátrica, que se centra en la
explicación intra-personal. Este cambio requiere también un cambio en
los esquemas explicativos empleados.
Las nuevas teorías sistémicas y cibernéticas aportan los elementos para
ello. Los conceptos tradicionales, como “yo”, “autoestima”, “personalidad”,
“defensa”, “intención”, “voluntad”, “conciencia”, etc., no pueden
proporcionar esta visión más global.
Considerar la familia como un sistema supone centrarse en las
interacciones actuales entre sus miembros, en lugar de estudiar a cada
uno por separado. La motivación no se sitúa dentro del individuo, ni
proviene del pasado. Las acciones de una persona se explican por lo que
acaban de hacer otras. Lo que hace un padre tiene que ver con lo que
acaba de hacer su hija. Sus pensamientos y sus emociones parecen estar
en función de qué hacen los que lo rodean.
De esta forma, el paciente, es visto como parte de un sistema complejo y
su síntoma es explicado en función de la dinámica del sistema
actualmente, no de lo que ocurre en su intrapsique.
Así, el paciente es identificado por el sistema como tal, pero el objeto
de estudio e intervención es una familia en la que se dan unas pautas
comunicacionales, en esas “ocurre” que uno de los miembros se comporta
de forma sintomática. El mismo síntoma es visto como una
comunicación, un eslabón más de la cadena interaccional.
La noción de patrón interaccional sugiere que las acciones de un
miembro influyen en la de los demás, y éstas a su vez en el primero
formando una pauta recurrente. Esta idea parte de la concepción de la
familia como sistema cibernético que se retroalimenta de sus propias
acciones. Cada acción es a la vez input y output para nuevas acciones en
un proceso recurrente que permite a la vez mantener un cierto estado de
equilibrio en el sistema.
Para explicar un problema, hay que encontrar la causa que lo antecede y lo
genera. Pero si consideramos problemas recurrentes (casi todos los
problemas clínicos), y los consideramos en el contexto interaccional en que
aparecen (habitualmente, la familia), veremos que forman parte de un patrón
interaccional. Identificar una causa (o incluso varias) supone una enorme
simplificación. El modelo sistémico emplea la causalidad circular, en la
que se tiene en cuenta como las consecuencias influyen, a su vez, en las
causas. De esta forma, la consecuencia deviene también causa, lo que pone
en evidencia la poca utilidad de “causas” y “consecuencias”, y que se
requieren nuevos conceptos, sobretodo si tenemos en cuenta más de dos
interactuantes. Desde una óptica circular las nociones de responsabilidad, o
culpa son cuestionadas. Los sistémicos conceptualizan los problemas en
términos de patrones interaccionales complejos y recurrentes.
Desde esta perspectiva resulta demasiado simplista decir que una madre
sobreprotectora crea ansiedad en su hijo. Más bien podemos decir que
ambos forman parte de un patrón en el que (podemos comenzar con uno o
con otro) los miedos del niño despiertan la atención preocupada de la madre,
lo cual exacerba los miedos del niño, lo cual preocupa todavía más a la
madre, y así sucesivamente.
Podríamos incorporar en el esquema lo que dice o hace el padre cuando
está presente, cuando los observa, o bien simplemente cuando se lo cuenta
la madre. Y así ir asumiendo niveles crecientes de complejidad. Este patrón
(irreducible a una de sus partes) es la unidad de análisis y de intervención,
aunque el punto de entrada pueda ser actuar en tan sólo uno de los
comportamientos o actitudes.
El modelo sistémico se centra en las interacciones actuales de todos
los miembros de la familia (o los sistemas relevantes), en lugar de buscar
las causas pasadas de los síntomas. Éstos se entienden como una
comunicación congruente con la dinámica del sistema, y se insertan en un
patrón interaccional complejo. Son estos patrones los que caracterizan a
una familia como una entidad supraindividual, o sistema.
 DON JACKSON (1920 - 1968)

Cuando Jackson se unió al grupo de Bateson, en 1954, ya era


un reconocido psiquiatra formado en Nueva York con Sullivan
que ejercía casualmente en Palo Alto, su lugar natal. Más que
un influjo teórico, fue precisamente su práctica clínica la que lo
llevo a lo sistémico. Observó una serie de fenómenos clínicos
que le hicieron postular la presencia de mecanismos
homeostáticos a nivel familiar, más allá de lo intrapsíquico.
Básicamente, los fenómenos observados (y que se dan aún
hoy en la clínica con cierta frecuencia) fueron estos:
“En la entrevista familiar conjunta, se observan presiones
para mantener como incuestionable la definición de quién
es el que tiene un problema y cuál es el síntoma a tratar.
Muchos intentos por explorar otras cuestiones o
problemas despiertan estas presiones o recelos.”
Esta observación sugiere que el problema es una parte integrante de la vida
familiar, un elemento clave para su nivel de equilibrio actual. La resistencia se
pone al servicio de mantener dicho equilibrio.
“Cuando un paciente empieza a mejorar, a veces surgen problemas en
otro miembro de
la familia. Por ejemplo, después de que un señor con problemas de
alcholemia,deje la bebida y se rehabilite, la esposa se deprime.
Naturalmente, ello puede aumentar la
probabilidad de recaída del miembro que había empezado a mejorar.”
Jackson entiende que el síntoma estaba cumpliendo una función en la
dinámica del sistema, y ahora que no existe el sistema se desequilibra, y sólo
se estabiliza con la aparición de un nuevo síntoma.
Esta visión requiere concebir la familia como un todo que tiene unos 18
parámetros de funcionamiento, y al alejarse de ellos aparecen movimientos
correctivos (retroalimentación negativa) para restablecer la homeostasis
(equilibrio) familiar. Estos mecanismos homeostáticos son la base de la
resistencia al cambio (orientada a mantener el equilibrio).
Esta noción de resistencia al cambio no es nueva en la psicoterapia,
pero la novedad radica en basarla en la homeostasis de la familia como
sistema, en lugar de explicarla en función de la dinámica intrapsíquica.
Así, las resistencias no son sólo conductas o actitudes del paciente sino
que pueden ser interacciones entre cualquiera de los miembros de la
familia (o entre ellos y el terapeuta).
Al presentar estas ideas en el congreso de la American Psychiatric
Association de 1954, con el trabajo titulado “The Question of Family
Homeostasis” (la cuestión de la homeostasis familiar), Bateson le invitó a
formar parte de su equipo inmediatamente, por la coincidencia de ideas.
Su incorporación fue en realidad muy fructífera al ser uno de los
miembros más activos.
En 1958 fundó el Mental Research Institute (MRI) ubicado en el mismo
edificio que trabajaba Bateson y su equipo. Este instituto estaba más
orientado a la práctica y estudio de la terapia familiar. Aunque
Bateson no se unió al MRI, su segunda esposa Louis si lo hizo, al igual
que Haley y Weakland
El MRI llegó a ser, a finales de los 60 y en los 70, una de las
escuelas de terapia sistémica más importantes (y lo es aún
hoy). Con el grupo de Bateson compartieron espacio físico y
personal de servicios hasta que se terminó la investigación en
1962. Jackson dirigió el MRI, hasta su muerte en 1968.
Además de los innumerables libros, capítulos y artículos que
escribió, una de sus contribuciones más importantes fue la
fundación, conjuntamente con Ackerman y Haley, de la revista
Family Process, probablemente la de más peso en terapia
familiar sistémica.
LA INFLUENCIA DE MILTON ERICKSON (1904 - 1980)

El famoso hipnoterapeuta fue muy consultado por los miembros del equipo de
Palo Alto, pero su impacto trasciende en mucho lo que aportó en aquellos
años, incluso va más allá del propio modelo sistémico.
Hoy en día se le considera una de las figuras más influyentes del siglo XX en
el campo de la psicoterapia. Podemos apreciar la inspiración de Bateson y su
grupo a través de sus propias palabras:
“Estamos prestando considerable atención a la hipnosis. Innumerables
fenómenos que aparecen como síntomas esquizofrénicos —alucinaciones,
delirios, alteraciones de la personalidad, amnesias, etc.-, pueden aparecer
temporalmente en sujetos normales hipnotizados”. (Bateson, Jackson, Haley,
y Weakland, 1956, pág. 49 de la trad. al cast.)
Erickson les mostró cómo estos fenómenos que observaron en los
esquizofrénicos implican una situación en la que se dan instrucciones
contradictorias pero a distinto nivel lógico (dentro/fuera del trance hipnótico),
como ocurre frecuentemente en el propio proceso de inducción al trance. Por
ejemplo, antes de iniciar la inducción se le dice al sujeto que no tiene que
hacer nada voluntariamente, pero en la inducción se le dice que levante la
mano, etc.
LA COMUNICACIÓN Y SUS NIVELES

Una de las principales características del modelo sistémico es su


énfasis en la comunicación. Centrarse en la comunicación permite
estudiar la interacción, lo que ocurre entre las personas, en lugar de lo
que ocurre dentro de ellas.
En efecto, a diferencia del concepto de conducta, que habitualmente se
entiende referida a un individuo, la comunicación, ya por su naturaleza,
necesita dos o más interactuantes. Concebir la actividad humana como
comunicación supone partir de la idea de que lo que hacemos, sea lo
que sea, tiene un valor de mensaje, está en relación a otro. Por otro
lado, la conducta, foco habitual de la psicología, se entiende distinta de
la cognición y la emoción. Contrariamente, la noción de mensaje implica
necesariamente la de significado. Toda acción tiene un significado, bien
sea algo que se manifiesta de forma motora, verbal o emocional. Todo
mensaje debe ser decodificado.
Se sigue de este planteamiento lo que se conoce como primer
axioma de la comunicación: es imposible no comunicar.
Toda actividad humana es comunicación, y aunque si que es
posible no emitir conductas, no es posible no tener actividad.
Cualquiera que sea la actividad (estar inmóvil, dormirse, irse,
desmayarse, etc.) tiene valor de mensaje.
Bateson concibió la comunicación en dos niveles lógicos distintos,
la clase y sus miembros. Todo mensaje aporta información acerca
de cada uno de estos niveles. En el nivel de la clase, indica que
tipo de mensaje se trata. El nivel de los miembros, lógicamente
inferior, lo constituye el contenido del propio mensaje.
El nivel de definición de la relación se transmite habitualmente
de forma analógica, en lo no-verbal (expresión facial, postura,
gesto), lo para-verbal (tono de voz), y sobretodo el contexto o
situación.
Es distinto pedir un vaso de agua cuando uno no se encuentra
bien (lo cual también se expresa en lo no- verbal y para-verbal), o
si el que lo pide es un anciano con dificultades de movilidad, o
bien si se hace “por capricho”. También es distinto si se pide a
alguien de la familia o bien se trata de un pasajero a la azafata
del avión. Y a la vez, es distinto si cuando lo pide las azafatas
están visiblemente ocupadas atendiendo una situación de
emergencia. Además, el tono (amable o despectivo) y la postura
corporal y gestualidad con que se dice, todo ello, nos informa de
qué tipo de mensaje se trata, y de la propuesta relacional que
hace. El contenido, o aspecto digital del mensaje, se codifica
en función de lo analógico. Debemos saber de que tipo de
mensaje se trata, antes de poder entender qué nos dice.
La comunicación, en virtud de su carácter analógico definitorio de la
relación, nos sitúa siempre en una posición. Y cuando respondemos
confirmamos o no esa propuesta.
Eso supone, que nosotros estamos implicados en nuestra comunicación.
Cada mensaje dice algo de nosotros mismos (además de lo que diga el
propio contenido), y por tanto, compromete potencialmente el sentido de
identidad de los participantes. No es posible escapar a ello puesto que
cualquier intento en este sentido, comunica también algo y, por tanto, nos
define. Por el hecho de distinguir dos niveles en la comunicación, se
plantea la cuestión de si son, o no, coherentes entre sí. Lo que estipula la
Teoría de los Tipos Lógicos es que cuando hay una incongruencia entre
estos niveles, es decir un miembro de una clase que contradice o niega la
clase, se da una paradoja.
PROPIEDADES SISTÉMICAS DE LA FAMÍLIA
La visión de la familia como un sistema implica la aplicación de algunos
principios de la Teoría General de Sistemas a la familia. Veamos cuáles
son sus implicaciones:

Propiedades sistémicas de la familia. –


 La familia como sistema abierto:
La familia como conjunto de individuos dinámicamente
estructurados, cuya totalidad genera normas de
funcionamiento, en parte independiente de las que rigen el
comportamiento individual. El sistema es abierto en tanto
intercambia información con el medio. –
 Totalidad
• El cambio en un miembro afecta a los otros, puesto que sus
acciones (y significados) están interconectadas con las de los
demás mediante pautas de interacción (interdependencia).
• Las pautas de funcionamiento del sistema familiar no son
reducibles a la suma de los individuos (no-sumatividad).
 Límites
• El sistema se compone de varios subsistemas, entre los que
existen límites con una permeabilidad de grado variable
. . . . . . . . . . difusos - - - - - - - - - - - - claros -------------------- rígidos
 Jerarquía
La familia está estructurada jerárquicamente de acuerdo con varias
formas de organización.
 Retroalimentación
 • La conducta de cada miembro influye en la de los demás en
forma de feedback positivo (favorecedor) o negativo (corrector).
 Equifinalidad
• Se puede llegar a una misma pauta de interacción a partir de
orígenes y caminos muy diversos. El estado final es independiente
del estado inicial.
 Tendencia a estados constantes
• La necesidad de economizar favorece la aparición de
redundancias comunicacionales, que con el tiempo dan lugar a
reglas interaccionales que pueden llegar a convertirse en
parámetros del sistema.
• Con cada movimiento interaccional disminuye el número de
variedades comunicacionales posibles (proceso estocástico).
• Los mecanismos que preservan el mantenimiento de las reglas
interaccionales se consideran homeostáticos por su función de
mantener un determinado equilibrio.
INTERACCIÓN DIÁDICA Y TRIÁDICA
Ya en sus años antropológicos en Nueva Guinea, Bateson propuso una
forma de clasificar las interacciones entre pares de personas (díadas)
que ha seguido siendo empleada hasta la actualidad, mostrando gran
utilidad:
1. La interacción complementaria se basa en la aceptación, y a
menudo disfrute, de la diferencia entre la posición superior (no nos
referimos a superioridad en el sentido convencional) de un miembro y
la inferior del otro. La conductas que intercambian son diferentes pero
encajan. Por ejemplo, uno ordena y el otro obedece, uno pide consejo
o ayuda, y el otro la proporciona, uno cuida y el otro busca ser
cuidado, uno toma la iniciativa y el otro le sigue. Pueden darse estos
patrones entre padres e hijos, maestros y alumnos, médicos y
enfermos, y en las parejas (entre otros).
2. En la interacción simétrica, los participantes tienden a situarse en el
mismo nivel, a mantenerse en igualdad. Cualquiera de los dos puede
ofrecer consejo, tomar la iniciativa, etc.
Generalmente, estos patrones no son rígidos sino que evolucionan o
varían en función de los contextos o el estadio de desarrollo de
los interactuantes.
Por ejemplo, la relación entre un jefe y su subordinado es
complementaria en el trabajo, pero puede ser simétrica mientras toman
un café y hablan de fútbol. Asimismo, la relación entre un niño y sus
padres empieza siendo muy complementaria (no podía ser de otra
forma, lo alimentan, lo visten, deciden todo en su vida) pero con el
tiempo esto tiene que variar a medida que el niño va creciendo. De tal
forma, que cuando los padres son mayores, el hijo adopta el papel de
cuidador y se invierten, progresivamente, los papeles. El peligro de la
complementariedad es que se vuelva rígida. Que la diferencia entre la
posición superior y la inferior no evolucione e impida, así, el desarrollo
del que se encuentra “abajo”.
En las relaciones simétricas se puede dar la cooperación e incluso
pequeñas alternancias de interacciones complementarias breves
(con alternancia también en la posición de ambos miembros) pero
el peligro de la simetría es la escalada. Si uno de los dos empieza a
hacer movimientos en los que se sitúa “por encima” del otro, por
ejemplo dar instrucciones u órdenes, de forma que no permite
cierta alternancia o negociación como sería propio de una situación
de igualdad, ello resulta inaceptable y supone una provocación
irresistible para el otro. De hecho, cada mensaje de este tipo
estimula una respuesta similar en el otro, en un patrón que se
conoce como escalada simétrica. Si las consideramos tal cual, las
escaladas simétricas son un patrón interaccional que en sí
mismo lleva a la disolución de la díada o su destrucción. En
efecto, se dan algunos casos en los que este tipo de interacción
lleva a que un cónyuge mate al otro.
En la escena internacional, es común ver como el intercambio de
amenazas termina con la guerra. Pero también existen muchas
díadas que conviven con la escalada simétrica, y el conflicto que
conlleva, durante años.
A menudo en la clínica se ven no sólo las situaciones caracterizadas
por la rigidez sino también otras caracterizadas por la inestabilidad.
Es lo que se conoce como simetría inestable, situación en la que
uno suele imponerse al otro pero el otro no se acaba de
conformar y lucha por mantener su posición. En estas situaciones
conflictivas lo más común es correr en busca de terceros que sirvan
de aliados. Las díadas acostumbran a articularse en función de un
tercero. Y en una familia los candidatos más probables son los hijos,
pero también puede ser el perro, el televisor, Internet, un amante, el
trabajo, la suegra, etc. En la terminología sistémica, se distingue entre
alianzas, las proximidades naturales entre miembros de la familia (por
ej., el padre y el hijo disfrutan viendo el fútbol mientras la madre no), y
coaliciones (asociaciones entre miembros en contra de otro).
Cuando la coalición implica reclutar a uno de los hijos en contra del
otro progenitor, se conoce como triangulación, y suele tener efectos
perjudiciales para el hijo en cuestión puesto que gran parte de su
energía se dedica al conflicto parental, en lugar de dedicarla a
afrontar los retos evolutivos de su propia vida.
EL CICLO VITAL DE LA FAMILIA
En la psicología tradicional se considera el ciclo vital del individuo,
desde que nace (e incluso como feto) hasta su muerte. Pero el modelo
sistémico se centra en la familia como sistema que se transforma
con el tiempo. Desde esta perspectiva, el ciclo vital más allá del
individuo. El ciclo vital de una familia se concibe como una serie de
transiciones familiares en las que ocurre una re-negociación de las
reglas interaccionales. Para la familia más típica o normativa (padre,
madre, hijos) se describen las siguientes etapas:
 Cortejo: en esta etapa se da un ajuste entre dos pautas de
interacción, dos visiones del mundo, la de cada miembro de la
pareja, que representa en cierto modo el sistema de su familia de
origen.
 Primeros años de matrimonio: es el tiempo en que se forma la
alianza conyugal, se establecen las reglas de interacción
(distribución de tareas, roles, etc.), y se regula la relación con
familias de origen de ambos cónyuges.
 Nacimiento y primeros años de los hijos: se re-organizan las
tareas y roles, empiezan a aparecer las tríadas (alianzas,
coaliciones), se re-definen las relaciones con "abuelos".
 Hijos en edad escolar: es la etapa de la socialización de la
familia, formación de rituales y se estipula la participación de los
hijos en las tareas familiares.
 Adolescencia y emancipación de los hijos: se requiere una re-
definición de la relación entre los padres y el joven adulto, supone
también un cierto re-encuentro de la pareja, al mismo tiempo que
se convierten en cuidadores de sus familias de origen.
 Retiro y vejez: una vez los hijos han creado sus propias familias se
produce el llamado síndrome de "nido vacío", los padres deben re-organizar
su vida en tareas no laborales, y con la edad pasan de ser cuidadores a
precisar cuidados.
Estas etapas hablan de generalidades que hay que ajustar a cada familia en
concreto. De hecho, cada día son menos las familias tradicionales y más
variadas las formas de convivencia familiar. Algunas de estas variaciones del
ciclo vital normativo deben tener en cuenta situaciones como el divorcio (y las
familias reconstituidas), las familias monoparentales, la adopción, las parejas
inter-étnicas, las parejas homosexuales y, por supuesto, la muerte, la
enfermedad y el duelo.
Lo que debe quedar claro es que el modelo sistémico intenta contextualizar
el problema en el momento del ciclo vital que se produce, e investigar si
cumple
alguna función para estabilizar el sistema ante la transición vital que
corresponda. Por ejemplo, un joven adulto que tiene un problema serio
(psicosis, drogas, etc.) puede congelar el ciclo vital y hacer que los padres
tengan que seguir haciendo de padres, impidiendo el avance del ciclo de vida
a la fase en la que él sale de casa y forma una nueva familia.

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