San Cristóbal, ha sido en 2019, fiesta de primer orden y, como nunca antes, motivo de regocijo in... more San Cristóbal, ha sido en 2019, fiesta de primer orden y, como nunca antes, motivo de regocijo internacional. La Habana ha llegado a su edad adulta y toma lugar entre las grandes urbes del mundo contemporáneo. De los confines de la tierra, han venido a celebrar sus 500 años autoridades entendidas en las artes, las ciencias, la historia… para exaltar la epifanía de una ciudad que quiere convivir en paz con gentiles y conversos, viajeros y lugareños, americanos, africanos y europeos. Tentados todos a volver al mismo lugar y al mismo amanecer para que el malecón desnudo nos regale un verso y una canción de nuevo. Porque la música ha estado presente desde el momento fundacional de La Habana (16 de noviembre de 1519), en ese cuadro, imaginado por Vermay, en el que el sacerdote, quizás entonando la Salve, bendijo y clamó por misericordia para unos y otros, conquistados y conquistadores. Lo mismo harían los Cabildos de «nación» el Día de Reyes, cantando sus músicas de matriz africana, en aquella fiesta que conmemoraba el anuncio del evangelio de «la buena voluntad para el género humano». Dicha armonía se evidencia en la pintura Do, Re, Mi, Ifá, del artista cubano Eduardo Miguel Abela Torrás, quien se inspira en las sonoridades cubanas para dedicarnos una pieza única, donde una suerte de ajiaco-mural parece resumirse a través de colores y sonidos. Esa pasión por el festejo y la música, ese carácter mestizo, indomable, alegre pero intenso encarnó en el siglo XIX en un icónico personaje citadino: Cecilia Valdés, pues, a fin de cuentas, la tradición refiere que «Habana» es nombre de mujer. El maridaje entre Cirilo Villaverde-novelista y Gonzalo Roig-músico, fue estudiado por nuestra editora, Viviana Reina Jorrín quien, con auxilio del análisis filológico, fundamentó el valor patrimonial de esa zarzuela cubana por antonomasia. Otro tanto, hace Eduardo Díaz al mostrarnos la trayectoria de la Orquesta del Gran Teatro de La Habana; ambos trabajos avalados por el Colegio Universitario San Gerónimo. En tanto referente de belleza añeja, pasión juvenil y vanguardia perenne, esta Habana Clásica fue engalanada por tercera vez por Marcos Madrigal y el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas. Para ello, se eligió como compositor en residencia a un habanero de prosapia artística, Don Aldo López-Gavilán del Junco. Él, junto a su padre Guido y los colegas del gremio Bárbara Llanes, Alejandro Falcón y Philip Glass estrenaron obras que resonaron en las salas del Centro Histórico. Como aporte al rescate de la memoria cultural, luego de tantísimos años, fue escuchada la música de Joaquín Ugarte, el más antiguo maestro de capilla de la Parroquial Mayor —contemporáneo de Salas y Pagueras en la segunda mitad del siglo de las luces—, de quien por fin hemos encontrado su obra y que publicamos en exclusiva en «Pentagramas del pasado». «A Contratiempo» también incluye noticias de los festivales de Música Contemporánea y Mozart-Habana; comenta la puesta de versiones cubanas de obras de Mendelssohn, Donizetti, Galuppi, Marius Díaz... Al cierre, una muestra de la pericia del mecánico-afinador de pianos italiano Francesco Brucchietti, en foto artística de su compatriota Fabrizio Sansoni. Así ha honrado la música el quinto centenario de la otrora villa de San Cristóbal de La Habana, que dio vida a las habaneras con sus sones de ida y vuelta, atizó el erotismo de la rumba e inspiró La Catedral, de Mangoré. Ella es la ciudad infinita, que resurge siempre no como mítica ave fénix, sino transculturada en ángel de la Jiribilla que ruega por nosotros. Y sonríe. Obliga a que suceda, porque la certeza se engendra en lo que nos rebasa.
Miriam Escudero Directora de El Sincopado Habanero
San Cristóbal, ha sido en 2019, fiesta de primer orden y, como nunca antes, motivo de regocijo in... more San Cristóbal, ha sido en 2019, fiesta de primer orden y, como nunca antes, motivo de regocijo internacional. La Habana ha llegado a su edad adulta y toma lugar entre las grandes urbes del mundo contemporáneo. De los confines de la tierra, han venido a celebrar sus 500 años autoridades entendidas en las artes, las ciencias, la historia… para exaltar la epifanía de una ciudad que quiere convivir en paz con gentiles y conversos, viajeros y lugareños, americanos, africanos y europeos. Tentados todos a volver al mismo lugar y al mismo amanecer para que el malecón desnudo nos regale un verso y una canción de nuevo. Porque la música ha estado presente desde el momento fundacional de La Habana (16 de noviembre de 1519), en ese cuadro, imaginado por Vermay, en el que el sacerdote, quizás entonando la Salve, bendijo y clamó por misericordia para unos y otros, conquistados y conquistadores. Lo mismo harían los Cabildos de «nación» el Día de Reyes, cantando sus músicas de matriz africana, en aquella fiesta que conmemoraba el anuncio del evangelio de «la buena voluntad para el género humano». Dicha armonía se evidencia en la pintura Do, Re, Mi, Ifá, del artista cubano Eduardo Miguel Abela Torrás, quien se inspira en las sonoridades cubanas para dedicarnos una pieza única, donde una suerte de ajiaco-mural parece resumirse a través de colores y sonidos. Esa pasión por el festejo y la música, ese carácter mestizo, indomable, alegre pero intenso encarnó en el siglo XIX en un icónico personaje citadino: Cecilia Valdés, pues, a fin de cuentas, la tradición refiere que «Habana» es nombre de mujer. El maridaje entre Cirilo Villaverde-novelista y Gonzalo Roig-músico, fue estudiado por nuestra editora, Viviana Reina Jorrín quien, con auxilio del análisis filológico, fundamentó el valor patrimonial de esa zarzuela cubana por antonomasia. Otro tanto, hace Eduardo Díaz al mostrarnos la trayectoria de la Orquesta del Gran Teatro de La Habana; ambos trabajos avalados por el Colegio Universitario San Gerónimo. En tanto referente de belleza añeja, pasión juvenil y vanguardia perenne, esta Habana Clásica fue engalanada por tercera vez por Marcos Madrigal y el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas. Para ello, se eligió como compositor en residencia a un habanero de prosapia artística, Don Aldo López-Gavilán del Junco. Él, junto a su padre Guido y los colegas del gremio Bárbara Llanes, Alejandro Falcón y Philip Glass estrenaron obras que resonaron en las salas del Centro Histórico. Como aporte al rescate de la memoria cultural, luego de tantísimos años, fue escuchada la música de Joaquín Ugarte, el más antiguo maestro de capilla de la Parroquial Mayor —contemporáneo de Salas y Pagueras en la segunda mitad del siglo de las luces—, de quien por fin hemos encontrado su obra y que publicamos en exclusiva en «Pentagramas del pasado». «A Contratiempo» también incluye noticias de los festivales de Música Contemporánea y Mozart-Habana; comenta la puesta de versiones cubanas de obras de Mendelssohn, Donizetti, Galuppi, Marius Díaz... Al cierre, una muestra de la pericia del mecánico-afinador de pianos italiano Francesco Brucchietti, en foto artística de su compatriota Fabrizio Sansoni. Así ha honrado la música el quinto centenario de la otrora villa de San Cristóbal de La Habana, que dio vida a las habaneras con sus sones de ida y vuelta, atizó el erotismo de la rumba e inspiró La Catedral, de Mangoré. Ella es la ciudad infinita, que resurge siempre no como mítica ave fénix, sino transculturada en ángel de la Jiribilla que ruega por nosotros. Y sonríe. Obliga a que suceda, porque la certeza se engendra en lo que nos rebasa.
Miriam Escudero Directora de El Sincopado Habanero
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Porque la música ha estado presente desde el momento fundacional de La Habana (16 de noviembre de 1519), en ese cuadro, imaginado por Vermay, en el que el sacerdote, quizás entonando la Salve, bendijo y clamó por misericordia para unos y otros, conquistados y conquistadores. Lo mismo harían los Cabildos de «nación» el Día de Reyes, cantando sus músicas de matriz africana, en aquella fiesta que conmemoraba el anuncio del evangelio de «la buena voluntad para el género humano». Dicha armonía se evidencia en la pintura Do, Re, Mi, Ifá, del artista cubano Eduardo Miguel Abela Torrás, quien se inspira en las sonoridades cubanas para dedicarnos una pieza única, donde una suerte de ajiaco-mural parece resumirse a través de colores y sonidos.
Esa pasión por el festejo y la música, ese carácter mestizo, indomable, alegre pero intenso encarnó en el siglo XIX en un icónico personaje citadino: Cecilia Valdés, pues, a fin de cuentas, la tradición refiere que «Habana» es nombre de mujer. El maridaje entre Cirilo Villaverde-novelista y Gonzalo Roig-músico, fue estudiado por nuestra editora, Viviana Reina Jorrín quien, con auxilio del análisis filológico, fundamentó el valor patrimonial de esa zarzuela cubana por antonomasia. Otro tanto, hace Eduardo Díaz al mostrarnos la trayectoria de la Orquesta del Gran Teatro de La Habana; ambos trabajos avalados por el Colegio Universitario
San Gerónimo.
En tanto referente de belleza añeja, pasión juvenil y vanguardia perenne, esta Habana Clásica fue engalanada por tercera vez por
Marcos Madrigal y el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas. Para ello, se eligió como compositor en residencia a un habanero de prosapia artística, Don Aldo López-Gavilán del Junco. Él, junto a su padre Guido y los colegas del gremio Bárbara Llanes, Alejandro Falcón y Philip Glass estrenaron obras que resonaron en las salas del Centro Histórico. Como aporte al rescate de la memoria cultural, luego de tantísimos años, fue escuchada la música de Joaquín Ugarte, el más antiguo maestro de capilla de la Parroquial Mayor —contemporáneo de Salas y Pagueras en la segunda mitad del siglo de las luces—, de quien por fin hemos encontrado su obra y que publicamos en exclusiva en «Pentagramas del pasado».
«A Contratiempo» también incluye noticias de los festivales de Música Contemporánea y Mozart-Habana; comenta la puesta de versiones cubanas de obras de Mendelssohn, Donizetti, Galuppi, Marius Díaz... Al cierre, una muestra de la pericia del mecánico-afinador de pianos italiano Francesco Brucchietti, en foto artística de su compatriota Fabrizio Sansoni.
Así ha honrado la música el quinto centenario de la otrora villa de San Cristóbal de La Habana, que dio vida a las habaneras con sus sones de ida y vuelta, atizó el erotismo de la rumba e inspiró La Catedral, de Mangoré. Ella es la ciudad infinita, que resurge siempre no como mítica ave fénix, sino transculturada en ángel de la Jiribilla que ruega por nosotros. Y sonríe. Obliga a que suceda, porque la certeza se engendra en lo que nos rebasa.
Miriam Escudero
Directora de El Sincopado Habanero
Porque la música ha estado presente desde el momento fundacional de La Habana (16 de noviembre de 1519), en ese cuadro, imaginado por Vermay, en el que el sacerdote, quizás entonando la Salve, bendijo y clamó por misericordia para unos y otros, conquistados y conquistadores. Lo mismo harían los Cabildos de «nación» el Día de Reyes, cantando sus músicas de matriz africana, en aquella fiesta que conmemoraba el anuncio del evangelio de «la buena voluntad para el género humano». Dicha armonía se evidencia en la pintura Do, Re, Mi, Ifá, del artista cubano Eduardo Miguel Abela Torrás, quien se inspira en las sonoridades cubanas para dedicarnos una pieza única, donde una suerte de ajiaco-mural parece resumirse a través de colores y sonidos.
Esa pasión por el festejo y la música, ese carácter mestizo, indomable, alegre pero intenso encarnó en el siglo XIX en un icónico personaje citadino: Cecilia Valdés, pues, a fin de cuentas, la tradición refiere que «Habana» es nombre de mujer. El maridaje entre Cirilo Villaverde-novelista y Gonzalo Roig-músico, fue estudiado por nuestra editora, Viviana Reina Jorrín quien, con auxilio del análisis filológico, fundamentó el valor patrimonial de esa zarzuela cubana por antonomasia. Otro tanto, hace Eduardo Díaz al mostrarnos la trayectoria de la Orquesta del Gran Teatro de La Habana; ambos trabajos avalados por el Colegio Universitario
San Gerónimo.
En tanto referente de belleza añeja, pasión juvenil y vanguardia perenne, esta Habana Clásica fue engalanada por tercera vez por
Marcos Madrigal y el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas. Para ello, se eligió como compositor en residencia a un habanero de prosapia artística, Don Aldo López-Gavilán del Junco. Él, junto a su padre Guido y los colegas del gremio Bárbara Llanes, Alejandro Falcón y Philip Glass estrenaron obras que resonaron en las salas del Centro Histórico. Como aporte al rescate de la memoria cultural, luego de tantísimos años, fue escuchada la música de Joaquín Ugarte, el más antiguo maestro de capilla de la Parroquial Mayor —contemporáneo de Salas y Pagueras en la segunda mitad del siglo de las luces—, de quien por fin hemos encontrado su obra y que publicamos en exclusiva en «Pentagramas del pasado».
«A Contratiempo» también incluye noticias de los festivales de Música Contemporánea y Mozart-Habana; comenta la puesta de versiones cubanas de obras de Mendelssohn, Donizetti, Galuppi, Marius Díaz... Al cierre, una muestra de la pericia del mecánico-afinador de pianos italiano Francesco Brucchietti, en foto artística de su compatriota Fabrizio Sansoni.
Así ha honrado la música el quinto centenario de la otrora villa de San Cristóbal de La Habana, que dio vida a las habaneras con sus sones de ida y vuelta, atizó el erotismo de la rumba e inspiró La Catedral, de Mangoré. Ella es la ciudad infinita, que resurge siempre no como mítica ave fénix, sino transculturada en ángel de la Jiribilla que ruega por nosotros. Y sonríe. Obliga a que suceda, porque la certeza se engendra en lo que nos rebasa.
Miriam Escudero
Directora de El Sincopado Habanero