Geopolítica e Imperialismo
Geopolítica e Imperialismo
Geopolítica e Imperialismo
I.S.F.D 109
1º Historia
Profesor: Luis Brindizi
Alumno: Mauricio Bej
Introducción
El siguiente trabajo se propone explicar las complejas redes de interacciones y dinámicas que
vinculan la geopolítica con el imperialismo, esclareciendo como estas interconexiones no solo
forman parte, sino que han moldeado el proceso histórico.
Si bien la intersección entre la geopolítica y el imperialismo sigue siendo relevante en la
comprensión de decisiones políticas y la creciente tensión internacional, este trabajo se centrará en
los momentos históricos cruciales en los cuales estos se hayan visto entrelazados, explorando
ejemplos emblemáticos de expansión territorial y su relación con las consideraciones geopolíticas y
el vasto marco teórico que encuadra el multifacético esquema mundial del siglo XIX y XX.
1-El Imperialismo
Si bien se puede entender al imperialismo como la concepción teórica que sostiene el dominio de
unas naciones sobre otras, existe una tendencia historiográfica a señalar ciertas limitaciones sobre el
termino, situándolo en el marco del proceso de expansión económica que tuvo lugar en Europa a
mediados del siglo XIX; más específicamente, la expresión “era del imperialismo” denomina al
período que va de 1871 a 1914, siendo el “reparto de África” el episodio imperialista más
importante de la época. La Conferencia de Berlín en 1884, donde se fijaron las regulaciones en la
colonización y el comercio europeo en África, suele considerarse como el punto de partida en la
repartición de Africa. A fines del siglo XIX, Europa era poseedora de casi 23 millones de
kilómetros cuadrados en posesiones coloniales, estas incluían al continente africano entero a
excepción de Etiopía, Liberia y Saguia el Hamra. Entre 1885 y 1914, el Reino Unido había tomado
cerca del 30% de la población africana bajo su control, mientras que el 15% correspondía a Francia,
el 9% a Alemania, el 7% a Bélgica, y tan solo el 1% para Italia. Evidentemente, el Reino Unido fue
el que mejor supo aprovecharse del modelo imperialista, a principios del siglo XIX, Londres
funcionaba como el centro de la economía mundial; la división del mundo se había establecido, el
Reino de Italia parecía haber llegado tarde y el Imperio Alemán se veía fuertemente descontento en
relación a las demás potencias europeas.
La Conferencia de Berlín intensificó las rivalidades existentes y sirvió en función de la creación
alianzas entre las naciones del continente; las tensiones entre las potencias imperiales llevaron a una
serie de conflictos que finalmente terminaron en la declaración de guerra de Austria-Hungria a
Serbia el 28 de Julio de 1914; la Primera Guerra Mundial había comenzado y el imperialismo había
sido su preludio.
El Darwinismo Social
El esfuerzo incansable de Spencer por probar que la naturaleza humana era producto de la
evolución, abrió el camino al determinismo racial. Spencer sostenía la idea de que existía una ley
universal de desarrollo, lo que lo llevo a afirmar que “…la civilización en lugar de ser en artefacto,
es parte de la naturaleza…”. La diversidad de la conducta y de la cultura humana forman parte, por
lo tanto, de esta ley universal, de tal forma que Spencer sobreestimó los efectos hereditarios como
elementos causales de la conducta; de esta manera, el siglo XIX es el responsable de la
discriminación racial basado en supuestos teóricos y poco probadas causas científicas, elementos de
los cuales el imperialismo se aprovechó.
La idea evolucionista de seres inferiores biológica y culturalmente terminaría por legitimar el
avance industrial y la proletarización de los “pueblos primitivos”.
La Antropología
El pensamiento antropológico de la segunda mitad del siglo XIX no permanece ajeno a la
producción científica de la época, sino que comparte las ideas directrices del progreso, y de la
evolución, y pretende construir una ciencia positivista, objetiva y universal.
La escuela antropológica funcionalista surge a principios del siglo XX en Inglaterra; el espíritu
empirista del funcionalismo pretendía convertir a la antropología en una disciplina científica. Los
fundadores de esta nueva corriente, tanto Malinowski como Radcliffe-Brown, creían que la teoría
evolucionista podía explicar el progreso social.
La escuela funcionalista fue severamente criticada por estar al servicio del imperialismo y sus
prácticas coloniales, se considera que su supuesta proclamación de independencia ideológica solo
era un intento de encubrir su compromiso con el orden dominante; en definitiva, lo que la
antropología funcionalista trato de demostrar a través de sus postulados teóricos, era que las
sociedades primitivas se mantenían estancadas, sin alteraciones; el imperialismo y su necesario
“contacto” entre culturas produce un reordenamiento de las partes en cuestión, en donde las
“sociedades primitivas” tenderán hacia el equilibrio y la armonía del sistema.
Friedrich Ratzel
La influencia directa de la corriente evolucionista impregna el total de la obra del geógrafo alemán;
se plasma es la concepción de la “vida” del Estado como un proceso de lucha incansable por la
supervivencia, que conduce a la “selección natural”. Ratzel propuso la teoría del “espacio vital” o
“Lebensraum”; la cual propone que la tendencia a ocupar espacios cada vez mayores se encuentra
en la base del motor del progreso histórico; a medida que los estados se vuelven más grandes, no
solo crece su territorio, sino también su fuerza colectiva, su capital, su poder, y finalmente, su
longevidad.
La interpretación posterior de la teoría del “espacio vital” adoptada en la política alemana por
propagandistas del imperialismo como el general Friedrich Von Bernhardi y el geógrafo Karl Ernst
Hausofer se encargó de caracterizar al concepto de “Lebensraum” como una lucha racial por el
territorio, se identificó explícitamente a Europa del Este como el nuevo hábitat nacional del pueblo
alemán; la Segunda Guerra Mundial aparece como el cumplimiento de una “necesidad biológica”,
la adquisición de nuevos territorios permite la protección y preservación de la supremacía racial
alemana; de este modo el “Lebensraum” pierde su sentido original y se ve convertido en el
emblema de la lucha contra la degeneración racial por la propaganda nazi.