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J.M.SAIZ, Clm.economía. Num. 17, pp. 43-55 Mujer y mercado de trabajo español. ¿Un cambio estructural? José Manuel Saiz Álvarez Universidad Nebrija Resumen El trabajo femenino tiene una gran importancia en todos los países del mundo sin excepción. Caracterizado por su precariedad, baja retribución en términos relativos, reducido nivel de capacitación y no reconocimiento social en muchos casos, las reformas legislativas que se han realizado en el mercado de trabajo para impedir dicha situación todavía son insuficientes. En el trabajo se reflexiona sobre si, tras las reformas laborales que se han realizado en España, se ha producido un cambio estructural en el trabajo femenino en nuestro país. En este sentido, la creación de procesos intensivos en tecnología, y en los que es necesaria una formación especializada, sería positivo para que el trabajo femenino pueda mejorar su situación a medio plazo. Palabras clave: trabajo femenino, tecnología, salario, especialización. Clasificación JEL: J20, J30, J71 Women and Spanish Labour Market. A structural change? Abstract Women's work is of great importance in all countries of the world without exception. Characterized by insecurity, low pay in relative terms, low level of training and no social recognition in many cases, legislative reforms have been made in the labor market to prevent this situation are still insufficient. The paper reflects on whether, after the labor reforms that have taken place in Spain, there has been a structural change in women's work in our country. In this sense, the creation of technology-intensive processes, and in which specialized training is required, it would be good for the working women to improve their situation in the medium term. Key words: female labour, technology, salary, specialization. JEL Classification: J20, J30, J71 43 Artículo recibido en noviembre 2010 y aceptado en diciembre 2010. J.M. SAIZ (2010): MUJER Y MERCADO DE TRABAJO ESPAÑOL. ¿UN CAMBIO ESTRUCTURAL? 1.- Introducción. El papel de la mujer en el mercado laboral mundial es determinante, sobre todo en los países en vías de desarrollo, al constituir un mecanismo de sustento básico para la familia. Aunque el trabajo realizado por gran parte de ellas no computa en el Producto Interior Bruto (PIB) como actividad generadora de valor añadido, el trabajo femenino sustenta gran parte de la actividad económica en todos los países del mundo. En el caso español, la situación laboral de la mujer se caracteriza, entre los factores más destacables, por: (1) una baja tasa de ocupación laboral; (2) la existencia, según los sectores que se consideren, de fuertes diferencias salariales entre hombres y mujeres; (3) una elevada temporalidad producida tanto por motivos familiares (maternidad) como estacionales (cosechas agrícolas); y (4) una alta tasa de desempleo. Estas características se han ido manteniendo en el tiempo a pesar de los esfuerzos para disminuir la brecha de género entre hombres y mujeres en lo que respecta al mercado laboral. El Consejo Europeo de Lisboa, del 15 y 16 de junio de 2000, estableció que, en lo que respecta al trabajo femenino, la tasa de empleo ha de ser del 60 por ciento para el año 2010, siendo la media europea un 55,55 por ciento. Sin embargo, la triple-C actual, formada por la combinación de crisis económica, crisis financiera y crisis de credibilidad en política económica, impide que se haya logrado ese objetivo. De ahí que se necesiten reformas estructurales en el mercado de trabajo para conseguirlo. 45 Clm.economía. Num. 17 La situación laboral de la mujer varía en función del nivel educativo que alcance, su situación familiar, el sector en el que trabaja (o pretende trabajar) y las necesidades financieras de la familia. A medida que la globalización económica se ha ido expandiendo por el mundo, la importancia del papel de la mujer directiva en las empresas ha ido aumentando (Philbrick y Fitzgerald, 2007). Esta situación ha sido más importante en los países más industrializados del mundo (G-8), frente a los países en vías de desarrollo que siguen, en lo que se refiere al trabajo femenino, unas estructuras tradicionales. El objetivo de este trabajo es doble. Así, por un lado es (1) analizar las características y la evolución del mercado de trabajo femenino para el caso español, haciendo especial hincapié en aspectos tales como el papel de la mujer en la familia y la relación entre la mujer y la precariedad laboral; y (2) reflexionar sobre el impacto futuro que previsiblemente tendrán las reformas laborales en el trabajo femenino, así como las medidas de cambio estructural que habría que tomar para mejorar la posición de la mujer en el mercado de trabajo. Finalizaremos con una valoración sobre las perspectivas de futuro de dicho mercado. 2.- Mujer y familia. 46 Desde los inicios de la Revolución Industrial hasta principios del siglo pasado, el papel de la mujer en el mercado de trabajo ha sido siempre complementario al del hombre, sin que este último pierda su protagonismo. Este papel dominante del hombre en esta materia ha venido dado no sólo por factores culturales y educativos propios de la época, sino, y lo que es más importante, por el uso social dominante existente entonces. Los movimientos feministas nacidos a principios del siglo XX intentaron cambiar dicha situación a favor de la mujer, pero el avance conseguido en materia laboral ha sido limitado y se espere que no cambie de forma drástica en un futuro cercano. Esto se debe al rol social establecido que no es fácil que cambie si no varía la estructura interna de pensamiento en la sociedad, cambian las creencias descriptivas de las personas o sociedades que los sostienen y existen nuevas relaciones con respecto a los estereotipos y a los prejuicios existentes (González, 2010). J.M. SAIZ (2010): MUJER Y MERCADO DE TRABAJO ESPAÑOL. ¿UN CAMBIO ESTRUCTURAL? Desde un punto de vista sociológico, el cambio social se puede producir tanto desde una revolución social desde abajo hacia arriba (efecto N de MacClelland) como desde arriba hacia abajo (efecto dictatorial). Dicha revolución social, entendida como un cambio social profundo y generalizado, lleva hacia modificaciones en las estructuras económicas y sociales de los países, y aleja a la sociedad de la denominada anomía social que, por lo general, suele ser negativa para los distintos grupos sociales existentes, incluidas las mujeres. Aunque dicho cambio de roles en la mujer puede venir impulsado e impuesto por el poder político, la imposición de leyes mediante Decretos-leyes no son efectivos en la práctica si la sociedad no cambia sus estructuras. Así, cuando se produce esta dicotomía entre los intereses de la defensa de los derechos (y obligaciones) de las mujeres por grupos de presión que buscan sus propios intereses políticos y particulares y el conjunto de la sociedad, se provoca el efecto contrario al deseado por el poder político. De ahí que sea la sociedad quien demande los cambios y que no vengan impuestos por grupos de presión que, por lo general, son minoritarios y alejados de la realidad social. Como demuestra Lassibille (1990), la participación de la esposa en el mercado de trabajo aumenta las diferencias entre los hogares más ricos y pobres de una sociedad, al participar más en el mercado de trabajo las mujeres con estudios universitarios y con experiencia previa en anteriores trabajos realizados antes de su salida temporal del mercado de trabajo por, entre los casos más destacables, su maternidad y la educación de los hijos. La división de las tareas en el seno familiar determina que, a lo largo de todo su ciclo vital, la mujer dedique más tiempo que el hombre a la familia. Como resultado, según demuestran Maté et al (2002), al tener la mujer una vida laboral más corta y discontinua, tiende a presentar menos incentivos para invertir en educación especializada orientada al mercado de trabajo. Como resultado, y una vez que la mujer se ha mantenido fuera del mercado de trabajo durante un período de tiempo prolongado, es más difícil que pueda acceder de nuevo a él. Realidad que se generaliza aún más en edades laborales más maduras. 47 Clm.economía. Num. 17 Una de las vías más utilizadas para la inserción de la mujer en el mercado de trabajo viene dado por la puesta en marcha de políticas de conciliación laboral. De hecho, la necesidad de una conciliación laboral es importante porque “las mujeres avanzan menos que los hombres en los puestos directivos por sus menores insumos de capital humano en formación y experiencia profesional, por la existencia de barreras estructurales (sociales y culturales) en relación con su formación y promoción, y por los múltiples roles que deben desempeñar como directivas y madres” (Burke, 2007, p. 113). La ausencia de políticas efectivas de conciliación laboral en el mercado de trabajo lleva a largo plazo hacia una reducción de las tasas de natalidad (cuadro 1) que, en casos extremos cuando no se alcanza el crecimiento cero poblacional (2,1 hijos por mujer), provoca que la pirámide poblacional pase a ser en forma de hucha a medio plazo y en forma de pirámide invertida a largo plazo, con el impacto negativo consiguiente en el sistema de pensiones. De ahí que la conciliación laboral sea fundamental para el sostenimiento, incluso, del propio Estado del Bienestar1. Cuadro 1. Principales indicadores de natalidad Año 1976 1986 1996 2006 2009 Nacimientos Tasa Bruta de Natalidad Indicador Coyuntural de la Fecundidad 676.718 438.303 361.947 481.295 492.931 18,74 11,37 9,17 10,92 10,73 2,80 1,56 1,16 1,38 1,40 Fuente: Instituto Nacional de Estadística (2010). La dificultad para conciliar vida laboral y familiar por parte de la mujer, se observa en un estudio realizado por Martínez-Granado 48 1) El actual Estado del Bienestar ha pasado históricamente por tres etapas. (1) La Etapa de los Procedimientos Indiferenciados de Garantía (ahorro, mutualidad, seguro privado, asistencia pública y responsabilidad) que se inicia en la Revolución Industrial y finaliza a principios del siglo XIX; (2) La Etapa de los seguros sociales, que se inicia a mediados del siglo XIX y finaliza en la década de 1930, y (3) La Etapa de la Seguridad Social que se inició en el II Reich de la recién unificada Alemania con el canciller Otto Eduard Leopold von Bismarck (1815-1898) con la aprobación de la Ley de Seguro Obligatorio contra Accidentes y Enfermedades el 15 de julio de 1883, Ley que se amplió con la Ley del Seguro de Vejez e Invalidez (1889) y tras su fallecimiento con el Código de Seguros Sociales (1901)(Nugent, 1997). Este sistema de seguro social bismarckiano se generalizaría por toda Europa tras la aprobación el 20 de noviembre de 1942 por parte del Gobierno Atlee del primer Informe Beveridge titulado “Informe al Parlamento acerca de la Seguridad Social y de las prestaciones que de ella se derivan”). Realizó un segundo informe titulado “Pleno empleo en una sociedad libre”, pero tuvo un impacto menor. J.M. SAIZ (2010): MUJER Y MERCADO DE TRABAJO ESPAÑOL. ¿UN CAMBIO ESTRUCTURAL? (2001) quien demuestra empíricamente que la elasticidad de oferta de trabajo con respecto a los salarios es positiva, significativa y varía con las características personales de la mujer, aumentando con la edad y con la presencia de los hijos en el hogar. En segundo lugar, la elasticidad de la oferta de trabajo frente a las otras rentas del hogar tiende a ser negativa y a aumentar con la edad. La presencia de hijos en el hogar hace desaparecer la sensibilidad de las horas de trabajo frente a las otras rentas familiares y disminuye la oferta de trabajo femenina. Junto a la necesidad de una conciliación laboral efectiva, el cambio de la familia tradicional a nuevas formas de unión y de relaciones de convivencia ha cambiado el papel social de la mujer de forma acelerada en el siglo XXI. Dicho cambio se ha producido no sólo desde una visión económica, en la que en la familia tradicional suele existir un doble sostenimiento económico a la misma, mientras que en la familia monoparental el sostenedor económico es único. Nuevas formas de familia que se han acelerado tras la disminución de trabas burocráticas para conseguir la separación y el divorcio a partir de la Ley 30/1981, de 7 de julio y posteriores modificaciones; el fomento y protección de las parejas de hecho (Ley 5/2002, de 16 de diciembre), y el reconocimiento legislativo de los derechos para parejas en convivencia del mismo sexo (Ley 13/2005, de 1 de julio). Tanto en la familia tradicional como en las nuevas formas de uniones y relaciones civiles de convivencia, han de enfrentarse con el problema de la conciliación entre la vida laboral, familiar y personal2. 3.- Mujer y precariedad laboral. En lo que respecta a la precariedad laboral, la Consejo Europeo (2003) distingue entre tres tipos de empleo: (a) Empleo de alta calidad, caracterizados por tener salarios iguales o por encima de la media, seguridad en el empleo y posibilidades de promoción profesional; (b) 2) Este hecho a pesar de la creciente importancia de la familia monoparental. En concreto, en 2009 hubo 175.000 matrimonios y 98.359 divorcios. El número de nulidades matrimoniales fue insignificante (Zenit, 2010). El máximo número de divorcios que ha habido desde la aprobación de la Ley 30/1981, de 7 de julio, sobre la legalización de las separaciones y el divorcio, se dio en 2006 con 126.952 divorcios que fue debido a la entrada en vigor el 8 de julio de 2005 de la reforma del Código Civil que reguló el “divorcio exprés” y descongestionó la situación judicial de miles de casos en espera de resolución judicial. A partir de 2007 se inició una tendencia decreciente que sigue hoy en día. 49 Clm.economía. Num. 17 Empleos de bajo salario y reducida productividad, con salarios por debajo del 75 por ciento del salario medio, reducida seguridad en el empleo y casi inexistentes posibilidades de promoción profesional; y (c) Empleos precarios (Dead-end Jobs), con una elevada inseguridad laboral y sin ninguna posibilidad de promoción. En este último tipo de empleos Grecia y España son los países europeos con un mayor nivel de precariedad laboral (Perrons et al, 2000), lo que lleva en estos países hacia un impacto negativo en términos de crecimiento económico sostenible a través del consumo. El empleo femenino en el mercado laboral español se caracteriza tanto por su precariedad como por estar segmentado o segregado con respecto al masculino, tanto en un sentido vertical (apenas hay mujeres en puestos directivos) como horizontal (se concentran en determinados trabajos, sobre todo agricultura familiar, empleo doméstico y personal de limpieza) (Castaño et al, 1999: p. 33)(Torns, 1999: pp. 153-155, ambos citados por García y Rendón (2004, p. 31). A esto se unen los mayores niveles de analfabetismo femenino que incluso cuadruplica al de los hombres3 y que impide a la mujer acceder a empleos de alta calidad. De hecho, la tasa de analfabetismo en España alcanza el 2,15 por ciento, mientras que el 10,27 por ciento no tiene estudios. Esta situación es especialmente grave en Andalucía, en donde un 18,05 por ciento de la población es analfabeta o no tiene estudios4 (Goerlich y Mas, 2006). Por otra parte, uno de los factores que influyen en el desempleo femenino en sociedades multiculturales, como es el caso de la sociedad española tras los fuertes flujos migratorios de las últimas décadas que se han acelerado en el siglo XXI con la globalización económica, viene dado por la raza y la pertenencia a clases sociales de estratos bajos. Este hecho influye decisivamente en la inserción del individuo en la pobreza, llegándose a extremos en el Tercer Mundo. Así, en el caso mexicano, un indígena tiene una probabilidad del 57 por ciento de vivir en pobreza extrema, comparado con la probabilidad del 16 por ciento para el resto de la población” (Banco 50 3) Así, por ejemplo, en la provincia de Jaén el 8 por ciento de la población femenina es analfabeta mientras que se reduce al 2,5 por ciento en los hombres. En la provincia de Córdoba dichos porcentajes se reducen al 6,5 y 2 por ciento, respectivamente. 4) De hecho, los tres municipios con el mayor porcentaje de analfabetos de España se encuentran en las provincias de Cádiz (Puerto Serrano (12,45 por ciento) y Algodonales (12,29 por ciento)) y Granada (Algarinejo (11,18 por ciento)). J.M. SAIZ (2010): MUJER Y MERCADO DE TRABAJO ESPAÑOL. ¿UN CAMBIO ESTRUCTURAL? Mundial, 2007) constituyendo tanto las políticas estatales como las realizadas por instituciones religiosas y Organizaciones no Gubernamentales (ONG) sin ánimo de lucro, las únicas salidas factibles para evitar estas situaciones de discriminación. Cuando la situación de discriminación se hace insostenible, y cuando el individuo desea mejorar sus condiciones de vida, es cuando se produce la emigración a países más desarrollados esperando encontrar nuevas oportunidades. La mujer no está exenta de esta realidad, siendo ella quien, en muchas ocasiones, da el primer paso, ya sea por motivos familiares (dar nuevas oportunidades a sus hijos, mejorar la situación económica de la familia, pagar deudas contraídas con anterioridad,…) como personales (deseo de autosuperación, adquisición de formación especializada, autosatisfacción personal,…). A medida que la brecha de pobreza se ha ido agrandando, más fuertes han sido los incentivos para emigrar al extranjero buscando nuevas oportunidades. Tal y como se observa en el cuadro 2 se observan diferencias de género entre la petición de visados por parte de la población inmigrante. Así, mientras que las mujeres son mayoría tanto en los casos de reagrupación familiar como en la petición de visados de estudios, la mayoría de la petición de visados para los hombres viene dada por el trabajo. Podríamos concluir así, que dados estos patrones de conducta, la población inmigrante se caracteriza por seguir patrones tradicionales de comportamiento, aunque los datos relacionados con el trabajo pueden estar distorsionados debido a la población de origen musulmán (principalmente marroquíes) cuya población femenina no desarrolla su actividad económica fuera del hogar, al seguir las obligaciones de la nikâh5. Cuadro 2. Visados otorgados por España a mujeres inmigrantes (2008) Total Hombres Mujeres Total Reagrupación familiar Trabajo Estudios 288.140 128.825 159.315 103.422 41.284 62.185 130.917 66.121 64.796 49.546 19.801 29.745 Fuente: Pajares (2009, p. 35). 5) En el matrimonio islámico (nikâh) la mujer contrae la obligación de cuidar del hogar y de los hijos, a cambio de recibir de éste la dote (sadâq o mahr) y la nafaqa, esto es, todo aquello que es necesario para la manutención y sin despilfarro de una criatura humana (comida, alojamiento y ropa). Cuando la mujer incumple dichas obligaciones se convierte en una mujer rebelde (nasiza) y pierde la nafaqa. Otra forma de perder la nafaqa es negarse a tener hijos (Fierro, 1989). 51 Clm.economía. Num. 17 En definitiva, el empleo femenino viene caracterizado por un mayor grado de precariedad laboral, así como, y dependiendo de los sectores considerados, por una discriminación salarial a favor del trabajo masculino. Esto hace que sea necesaria la realización de reformas laborales que mejoren esta situación del trabajo femenino en España. 4.- Reformas laborales y trabajo femenino. La participación de la mujer en el mercado laboral está socialmente aceptada en España. Así, según el Consejo General de las Cámaras de Comercio (2008), un 76,8 por ciento de los directivos de empresas familiares considera como un hecho normal que la mujer trabaje en la organización, estando totalmente en contra únicamente un 7,7 por ciento, siendo Cataluña la Comunidad Autónoma en donde se cuenta con un mayor porcentaje de mujeres en las plantillas. Así, mientras que en un 20,7 por ciento de empresas familiares catalanas cuentan con un porcentaje de mujeres en plantilla superior al 75 por ciento, en Canarias y la Comunidad Valenciana, en el otro extremo, un 60 por ciento de sus empresas tienen menor del 25 por ciento de mujeres en plantilla. Sin embargo, en la cultura empresarial española todavía falta desarrollar aún más el potencial de la mujer, sin que dicho desarrollo pase necesariamente por la equidad e igualdad en el número de puestos de trabajo en una organización. En efecto, “necesitamos una cultura que sepa valorar y aprovechar las diferencias entre hombres y mujeres, que al mismo tiempo sea capaz de ir más allá de la equidad creando condiciones estructurales que permitan a la mujer desarrollar y aportar sus habilidades y conocimientos en todos los niveles de la organización” (Peris-Ortiz, 2010, p. 163-164). 52 Para lograr dicho objetivo es necesario que la mujer pueda tanto conciliar su vida laboral y familiar, así como impulsar su incorporación al espíritu emprendedor como un valor propio e innato de la clase empresarial. De ahí que sea bueno el fomento de incubadoras y aceleradoras de empresas que hagan J.M. SAIZ (2010): MUJER Y MERCADO DE TRABAJO ESPAÑOL. ¿UN CAMBIO ESTRUCTURAL? compatibles dichos objetivos, cuyo impulso ha de venir desde las Administraciones Públicas en sus distintos niveles con el apoyo de la empresa privada. Sin embargo, en el Real Decreto-ley 10/2010, de 16 de junio, de medidas urgentes para la reforma del mercado de trabajo, únicamente en el artículo 3 que regula el fomento de la contratación indefinida, se tratan medidas para reducir el desempleo femenino. Así en dicho artículo únicamente se modifica la disposición adicional primera, apartado 2, letra a), de la Ley 12/2001, de 12 de julio, de medidas urgentes de reforma del mercado de trabajo y la mejora de su calidad, para incluir a las mujeres desempleadas cuando se contraten para prestar servicios en profesiones u ocupaciones con menor índice de empleo femenino. Dicho con otras palabras: en el espíritu de la Ley no está la creación de nuevos puestos de trabajo femenino, sino la igualdad entre hombres y mujeres en aquellos trabajos en los que los hombres sean mayoría. A esto se unen las bonificaciones en la cuota empresarial de la Seguridad Social establecidas en el artículo 10 de la Ley 10/2010 que apenas discriminan positivamente a la mujer en su cuantía6. Por ello considero que la última reforma laboral del actual Gobierno es insuficiente y ha sido otra oportunidad perdida para fomentar el empleo femenino, aunque haya habido una discriminación positiva en este sentido en términos de mayor generosidad en la bonificación (200 euros anuales en ambos casos). Como resultado de todo ello, el grado de empleabilidad de la mujer sigue siendo inferior al del hombre. En efecto, para el caso español, en el primer trimestre de 2008 las tasas de actividad entre 25 y 29 años eran del 90% para los hombres y del 82% para las mujeres, mientras que entre 50 y 54 años eran del 89% para los hombres y del 59% para las mujeres. La tasa de actividad media de las mujeres seguía siendo bastante más baja que la de los hombres, pero se debía principalmente a las cohortes de edades más avanzadas (Pajares, 2009). 6) En concreto, 800 euros anuales durante tres años, o su equivalente diario, en el caso de contratación de jóvenes desempleados entre 16 y 30 años, ambos inclusive, mientras que en el caso de las mujeres desempleadas dicha bonificación alcanza los 1.000 euros anuales durante tres años, o su equivalente diario. En el caso de desempleados mayores de 45 años dichas bonificaciones alcanzan, con el mismo límite temporal de tres años, los 1.200 y 1.400 euros, en el caso de desempleados varones y mujeres, respectivamente. 53 Clm.economía. Num. 17 5.- Conclusión: ¿Hacia un cambio estructural? Aunque se han producido avances en materia de igualdad de derechos laborales entre hombres y mujeres en la economía y sociedad española, quedan todavía flecos pendientes cuyo cambio, en caso de producirse, será a largo plazo al confluir en él factores sociales y económicos. Entre los primeros caben destacar los cambios que se tendrían que realizar en los criterios del rol social de la mujer, y con respecto a los económicos tendría que conseguirse mantener los niveles de rendimiento, eficiencia y rentabilidad en la empresa sin que se vean disminuidos por la necesidad de una conciliación entre vida laboral y familiar por parte de la mujer. En este sentido, la tecnología puede ayudar a conseguirlo mediante el teletrabajo en casa y la comunicación virtual con la organización en tiempo real mediante videoconferencia y redes privadas virtuales (VPN, del inglés Virtual Private Networks). Para que se produzca un cambio estructural en la situación del empleo femenino en nuestro país ha de darse a partir de un cambio de modelo productivo en el que primen los procesos intensivos en capital y en tecnología, frente a aquellos caracterizados por la utilización intensiva de mano de obra, en muchas ocasiones no cualificada. A medida que en los procesos se vaya introduciendo la tecnología irá aumentando la calidad de los mismos, así como la necesidad de mano de obra especializada que dará un mayor valor al producto o servicio realizado. En dicho proceso la mujer tiene ventajas, al ser cada vez mayor el número de mujeres que estudian en centros universitarios en donde reciben un tipo de formación que luego, de forma ideal, ha de aplicarse en el mercado laboral. 54 La mayor movilidad conseguida gracias a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) ayudará a la conciliación y tenderá a aumentar la productividad en las empresas, sin que la mujer tenga que renunciar a su papel en el mercado de trabajo y en la familia, tal y como lo ha estado haciendo hasta ahora. Por eso, pienso que a pesar de los avances tecnológicos y la rápida evolución de la economía, los valores de la sociedad se mantienen por más tiempo inalterados, al ser los pilares sobre los que se sustenta la sociedad, por lo que no es previsible que haya fuertes cambios estructurales en el papel de la mujer, tanto en el mercado de trabajo como en la sociedad. El futuro nos lo dirá. J.M. SAIZ (2010): MUJER Y MERCADO DE TRABAJO ESPAÑOL. ¿UN CAMBIO ESTRUCTURAL? Referencias. BANCO MUNDIAL (2007): Oportunidades económicas para pueblos indígenas en América Latina, Washington. CASTAÑO, C. et al (1999): Diferencia o discriminación. La situación de las mujeres españolas en el mercado de trabajo y el impacto de las tecnologías de la información, Madrid: Consejo Económico y Social. CONSEJO EUROPEO (2003): Resolución del Consejo de 15 de julio de 2003 sobre el capital social y humano-Formación del capital social y humano en la Sociedad del Conocimiento: aprendizaje, trabajo, cohesión social e igualdad entre hombres y mujeres (2003/C/ 175/02), Bruselas. CONSEJO GENERAL DE LAS CÁMARAS DE MADRID (2008): PYME familiar. Puente al futuro, Madrid. FIERRO, I. (1989): “La mujer y el trabajo en el Corán y el Hadiz”, en Colección del Seminario de Estudios sobre la Mujer, 13, Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid, pp. 35-49. GARCÍA, C. y RENDÓN, T. 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