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CONTENIDO Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . vii INTRODUCCIÓN. EL SISTEMA FLUVIAL LERMA-SANTIAGO DURANTE EL FORMATIVO . . . . . 1 . . . . . . . . . . . . . . . . 19 Y EL CLÁSICO TEMPRANO. RECUENTO DE UNA REUNIÓN ACADÉMICA Laura Solar Valverde LA TRADICIÓN CAPACHA. EVALUACIÓN Y PERSPECTIVAS 1 DESDE EL VALLE DE COLIMA María Ángeles Olay Barrientos, Saúl Alcántara Salinas, Laura Almendros López CARACTERIZACIÓN DE LA CERÁMICA DEL FORMATIVO MEDIO Y TARDÍO ENCONTRADA 2 . . . . . . 43 . . . . . . . . . . . . . . . 57 EN LA COSTA DE JALISCO Y NAYARIT Y EL ALTIPLANO ADYACENTE Joseph B. Mountjoy EL FORMATIVO TERMINAL EN EL VALLE DE COLIMA A LA LUZ DE 3 LAS EXPLORACIONES RECIENTES María Ángeles Olay Barrientos 4 LA OCUPACIÓN TEMPRANA EN EL NORTE DE NAYARIT Y SUR DE SINALOA . . . . 85 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109 Luis Alfonso Grave Tirado MATERIALES DEL FORMATIVO Y DEL CLÁSICO TEMPRANO EN LA COSTA SUR 5 DE NAYARIT María de Lourdes González Barajas, José Carlos Beltrán Medina 6 FORMATIVO TERMINAL Y CLÁSICO TEMPRANO EN EL CAJÓN, NAYARIT Raúl Barrera Rodríguez, María de Lourdes González Barajas . . . 131 TUMBAS DE TIRO EN LA TIERRA CALIENTE MICHOACANA Y LA TRADICIÓN 7 OCCIDENTAL DE LAS TUMBAS DE TIRO . . . . . . . . . . . . . 151 María de Lourdes López Camacho, Salvador Pulido Méndez 8 LA CULTURA BOLAÑOS DURANTE EL PERIODO DE TUMBAS DE TIRO 1 A 440 D.C. . . 167 María Teresa Cabrero, Carlos López Cruz EL FORMATIVO TERMINAL Y EL CLÁSICO TEMPRANO EN EL VALLE DE 9 MALPASO-JUCHIPILA (SUR DE ZACATECAS) . . . . . . . . . . . 181 Achim Lelgemann 10 FASE RINCONADA: PRIMERAS DISCUSIONES SOBRE UN DESARROLLO CULTURAL TEMPRANO EN LA REGIÓN SUR DEL CAÑÓN DE JUCHIPILA, ZACATECAS . . . . . . . . 207 Armando Nicolau Romero, Miguel Ángel Nicolás Careta LA EXTENSIÓN ORIENTAL DE LA TRADICIÓN DE TUMBAS DE TIRO. ALGUNOS RASGOS DE 11 . . 217 . . . . . . 243 LOS COMPLEJOS FUNERARIOS TEMPRANOS EN EL CENTRO Y SUR DE ZACATECAS Laura Solar Valverde 12 LA SECUENCIA CRONOLÓGICA DE LA TRADICIÓN TEUCHITLÁN Christopher S. Beekman y Phil C. Weigand EL FORMATIVO TARDÍO EN LOS BAJÍOS DE GUANAJUATO Y QUERÉTARO 13 . . . 267 Juan Carlos Saint-Charles Zetina, Laura Almendros López, Luz María Flores Morales, Fernando González Zozaya REACOMODOS CULTURALES EN EL VALLE DE ACÁMBARO AL FINAL DEL FORMATIVO: 14 LA FASE MIXTLÁN Y SU SIGNIFICADO A NIVEL LOCAL Y GLOBAL . . . . . . 287 Veronique Darras, Brigitte Faugère SECUENCIA CRONOLÓGICA Y CARACTERIZACIÓN CERÁMICA DE LOMA ALTA DURANTE 15 EL FORMATIVO Y Patricia Carot CLÁSICO TEMPRANO . . . . . . . . . . . . . 319 AGRADECIMIENTOS Este libro es un buen ejemplo de que el tiempo no simplemente pasa, sino vuela. Desde la reunión académica que le dio origen han transcurrido casi cinco años y numerosos cambios, que impactaron favorable y desfavorablemente el proceso de su publicación. Debo un agradecimiento especial a todos los autores que participan en el volumen, en primer lugar por su voto de confianza, en segundo lugar por su paciencia. El segundo Seminario-Taller sobre Problemáticas Regionales se planeó y organizó con el respaldo de Alejandro Martínez†, entonces Coordinador Nacional de Arqueología del INAH, y de Luis Alberto López Wario, entonces Director de Planeación, Evaluación y Coordinación de Proyectos de la CNA. Al relevar el cargo de coordinación de la misma dependencia, Laura Pescador permitió continuar con la preparación del evento y proporcionó el respaldo institucional necesario. Mi reconocimiento a la solidaridad y buen ánimo de Lorenza López Mestas, Peter Jiménez y Ángeles Olay, quienes apuntalaron desde el comienzo la organización del seminario con su consejo experto acerca del tema de la reunión. El encuentro tuvo como escenario las majestuosas instalaciones del Museo Regional de Guadalajara, en ese momento encabezado por Martelva Gómez, quien puso a disposición del evento no sólo los espacios del museo sino también a su equipo de colaboradores, un apoyo invaluable en la organización. Martelva además acogió con gusto la propuesta de realizar un montaje museográfico temporal para reflejar las problemáticas a discutir durante los cuatro días que duró la reunión. Para materializar la exhibición, que permaneció en la Sala de Exposiciones Temporales del museo por algunas semanas, se contó con el sabio y desinteresado apoyo de Otto Schöndube, quien elaboró el guión, hizo la curaduría y supervisó el montaje. Todos los investigadores participantes enriquecieron las discusiones y aportaron desde su perspectiva personal al tema general, en un ambiente de cordialidad, interés y respeto. Por ello resulta desafortunado que algunos no pudieron extender su contribución a este volumen. Un agradecimiento a todos por su entusiasmo y colaboración. Durante la realización del foro se contó con el auxilio logístico y apoyo moral de Lucy Valverde, Patricia Murrieta, Luz Evelia Campaña, Francisco Solar y la Chiri, quienes resolvieron todas las exigencias cotidianas. Una siguiente fase, la de preparación de este libro, sufrió algunos tropiezos en lo institucional, pero dado el compromiso adquirido con los autores asumí nuevamente la tarea de formar el volumen, consciente de mis límites y falta de preparación profesional en ello. La última parte de ese trabajo se completó durante mi estancia en la Universidad de Gotemburgo, Suecia, en 2008, auspiciada por el Programa Alban de la Unión Europea (Programa de Becas de Alto Nivel de la Unión Europea para América Latina, beca número E07D401927MX), por ello considero justo un reconocimiento a ambas instituciones. Ya concluida la obra, Efraín Cárdenas y Otto Schöndube aceptaron revisarla puntualmente como parte del proceso de dictamen general. Ambos investigadores realizaron observaciones interesantes y sugerencias útiles, todas ellas orientadas siempre a mejorarla. Por su generosa contribución, muchas gracias. Años después del impulso inicial para formar este volumen, su publicación no sería posible sin la intervención de Rafael Pérez Miranda, Secretario Técnico del INAH, quien accedió a apoyarla como un producto íntegramente institucional. Ningún libro ve la luz sin el empuje de un equipo de facilitadores y ejecutores. En la última etapa, esta labor recayó en Héctor Toledano, Director de Publicaciones de la Coordinación Nacional de Difusión del INAH, quien la asumió con determinación pese a las circunstancias poco convencionales de su manufactura. En cuanto a los errores técnicos y estéticos, son exclusivamente responsabilidad de la editora. LAURA SOLAR VALVERDE EL SISTEMA FLUVIAL LERMA-SANTIAGO DURANTE EL FORMATIVO Y EL CLÁSICO TEMPRANO: RECUENTO DE UNA REUNIÓN ACADÉMICA LAURA SOLAR VALVERDE UNIVERSIDAD DE GOTEMBURGO CENTRO INAH ZACATECAS El foro académico del que resultó esta obra fue impulsado por la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH, cuando Alejandro Martínez Muriel† encabezaba la dependencia. Él recibió con entusiasmo la idea de organizar un programa de reuniones para abordar problemáticas del pasado mesoamericano desde una perspectiva regional; esto con la finalidad de auxiliar el análisis e interpretación de los distintos universos empíricos dentro de esas regiones, pero también con la intención de extraer criterios sobre qué aspectos del quehacer arqueológico en cada área requerían más apoyo institucional. La primera parte de la propuesta fue brindar a los investigadores de diversas zonas culturales un entorno favorable para el diálogo y la retroalimentación, a partir de un hilo conductor delimitado en el tiempo y en el espacio, con la convicción de que esto pondría al descubierto tanto los avances como los obstáculos que enfrenta la disciplina en cada lugar. El primer tema en la larga lista fue el análisis del fenómeno Coyotlatelco en el centro de México, en torno al cual se organizó el primer Seminario Taller sobre Problemáticas Regionales, celebrado en el Museo Nacional de las Culturas en agosto de 2004. Los objetivos y resultados de ese encuentro quedaron plasmados en la publicación de sus memorias (INAH 2006). Al año siguiente se dio continuidad al programa de reuniones, esta vez con la intención de analizar los posibles vínculos entre las sociedades prehispánicas del occidente y centro norte de México durante los últimos siglos antes de Cristo y los primeros de nuestra era, cuando fraguaron en ambas regiones desarrollos distintivos que les dieron una personalidad cultural propia dentro del mosaico mesoamericano. Estos desarrollos se conocen, respectivamente, como la Tradición de Tumbas de Tiro —para el Occidente— y Chupícuaro —para el Bajío y otras porciones del centro de México. Debido a que esa amplia región es presidida por uno de los sistemas fluviales más importantes de la República Mexicana, para abordar el tema se tomó como referencia la arqueología a lo largo del ‘eje’ que forman los ríos Lerma y Santiago, con sus principales tributarios norteños (Figura 1), además de la serie de cuencas lacustres al sur, que en tiempos remotos formaron parte de aquel sistema hidrológico (cf. Tamayo y West 1964:104). Esto involucra la porción central del estado de Nayarit, el norte y oriente de Jalisco, sur de Zacatecas, sur de Guanajuato, norte de Michoacán y sur de Querétaro. La mayoría de los trabajos presentados en el foro y ahora en este libro enfocan sitios y regiones vinculados directamente con ese sistema 2  LAURA SOLAR VALVERDE Principales ríos que integran el sistema fluvial Lerma-Santiago: (A) Chapalagana/Huaynamota (B) Valparaíso/Bolaños (C) Malpaso/Juchipila (D) Verde Grande (E) Turbio (F) Guanajuato (G) Laja Otros ríos del Occidente mencionados en el libro: (H) Baluarte (I) Acaponeta (J) San Pedro ZACATECAS SINALOA  13  12 H I  16 A  11  10 J  15 9 NAYARIT 8 7 5 Océano Pacífico Principales sitios y regiones mencionados en el libro: (1) Apatzingán, Mich. (2) Valle de Colima, Col. (3) Tuxcacuesco, Jal. (4) Autlán, Jal. (5) Tomatlán, Jal. (6) Mascota, Jal. (7) Puerto Vallarta, Jal. (8) Punta Mita, Nay. B 6 JALISCO  14  22  21 AGS.  17 C  18  19 20   23  25 F E 4 3 COLIMA  24 D 30  2 1 (9) San Blas, Nay. (10) Amapa, Nay. (11) Peñitas y Coamiles, Nay. (12) Chametla, Sin. (13) Mazatlán, Sin. (14) La Yesca, Nay. (15) San Martín de Bolaños, Jal. (16) Valparaíso, Zac. (17) El Teúl, Zac. (18) Tepizuasco, Zac. (19) Las Ventanas, Zac. GUANAJUATO G  28 27  26  QUERÉTARO 29  MICHOACÁN (20) Cerro Encantado, Jal. (21) Etzatlán, Jal. (22) Teuchitlán, Jal. (23) Valle de Atemajac, Jal. (24) León, Gto. (25) Guanajuato, Gto. (26) Valle de Acámbaro, Gto. (27) Salvatierra, Gto. (28) Salamanca, Gto. (29) San Juan del Río, Qro. (30) Loma Alta, Mich. Figura 1. Principales sitios, regiones y ríos mencionados en el libro. EL SISTEMA FLUVIAL LERMA-SANTIAGO DURANTE EL FORMATIVO Y EL CLÁSICO TEMPRANO...  fluvial, pero también estuvieron representadas otras áreas que no precisamente se articulan con él hidrográficamente, aunque sí en cuanto a su historia cultural. Así, enriquecen el presente volumen trabajos sobre las planicies costeras de Sinaloa, Jalisco y Nayarit (al norte y sur de la zona de desembocadura del Santiago en el Pacífico), el valle de Colima y el oriente de Michoacán.1 Complejos culturales tempranos del Occidente: preludio de una red panregional Al ampliar los límites geográficos de la convocatoria también se tuvieron que ampliar los límites cronológicos, ya que es precisamente en aquellas tierras bajas y valles intermontanos donde se ha registrado con mayor claridad la ocupación sedentaria más antigua del Occidente. En el primer capítulo de este libro, Ángeles Olay, Saúl Alcántara y Laura Almendros retoman la discusión sobre la antigüedad de lo Capacha y las reflexiones sobre el carácter de sus principales elementos diagnósticos, además de aportar información novedosa producto de trabajos de rescate recientes en el valle de Colima. El análisis de lo Capacha se ha enriquecido en los últimos años con las investigaciones de Joseph Mountjoy en varios sitios de la costa de Jalisco y Nayarit, y con los magníficos 1 El Segundo Seminario-Taller sobre Problemáticas Regionales se realizó en el Museo Regional de Guadalajara del 19 al 22 de septiembre de 2005, con la participación de investigadores de las siguientes instituciones: Universidad Nacional Autónoma de México (Institutos de Investigaciones Antropológicas e Investigaciones Estéticas), Universidad de Guadalajara (Centro Universitario de la Costa), Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Universidad de Bonn, Universidad de París I, Universidad de Colorado en Denver, Centro Nacional de la Investigación Científica (CNRS Nanterre) de Francia y El Colegio de Michoacán. Por parte del INAH, estuvieron representados la Dirección de Salvamento Arqueológico y los Centros de Colima, Guanajuato, Jalisco, Nayarit, Querétaro y Zacatecas. Con escasas excepciones, los trabajos que se presentaron y discutieron en aquella ocasión conforman este libro. hallazgos realizados también por él en el municipio de Mascota, Jalisco. En el segundo capítulo de esta obra el investigador ofrece una caracterización puntual de la cerámica temprana en esa área, y discute sobre las diferencias sutiles entre contextos, que podrían ser claves para afinar cronologías. También subraya la importancia de trabajar a una escala ‘micro’ si se quiere construir una base firme para enfoques mayores. Además de las lagunas en torno a la antigüedad de lo Capacha, persiste una incertidumbre sobre los alcances de la distribución de su cerámica diagnóstica. Este problema no es menor, pues lleva de la mano la discusión sobre qué tan atrás en el tiempo se puede rastrear la integridad del Occidente como área cultural distintiva, por encima de sus matices internos. Las dificultades para distinguir límites son intrínsecas de lo social, de modo que ese obstáculo permea cualquier enfoque sobre el pasado arqueológico en esta región como en cualquier otra. Hasta ahora, según lo muestran los autores del primero, segundo y quinto capítulos de esta obra, las formas y estilos decorativos diagnósticos de la cerámica Capacha se han registrado principalmente en la llanura costera del Pacífico, al norte hasta la zona de San Blas, Nayarit, y por el sur hasta Colima, donde también se han localizado en el valle principal del estado. Tierra adentro se han recuperado varios ejemplares de cerámica Capacha tan lejos como en El Opeño (cf. Oliveros 2004), en el noroeste de Michoacán, y en el capítulo doce Beekman y Weigand reportan cerámica similar para el valle de Tequila, Jalisco. Al menos estilísticamente, parece existir también una relación genérica de los materiales recuperados recientemente en Apatzingán con Capacha, como lo refieren en el séptimo capítulo Lourdes López y Salvador Pulido. La posibilidad de encontrar contextos tan antiguos y cultural- 3 4  LAURA SOLAR VALVERDE saqueada y de las presuntas ofrendas que debió contener únicamente se recuperó, además de la pieza mencionada, una figurilla de barro que Martínez (ibid.:62) considera semejante a otra ilustrada por Piña Chán procedente de Tlatilco. Los investigadores occidentalistas no son ajenos a los paralelismos entre el desarrollo de las culturas contemporáneas Olmeca y Capacha (cf. Mountjoy 1994, Olay et al. en este volumen), pero este fenómeno requiere un foro de discusión aparte. Por ahora basta decir que el estado de Guerrero parece representar otra zona de traslape de ambas. mente relacionados con lo Capacha en otros extremos del territorio michoacano, por ejemplo en la misma Tierra Caliente y aun en la planicie costera, no está fuera de toda proporción, especialmente si se toman en cuenta hallazgos como el que reporta Guadalupe Martínez Don Juan (1990) en Chilpancingo, Guerrero, donde se localizó una tumba de forma muy semejante a las que ilustran aquí López y Pulido, de la cual se extrajo una vasija miniatura que la autora considera de “tradición olmeca” pero que en varios aspectos recuerda la cerámica Capacha (Figura 2). Lamentablemente esta tumba fue a b 0 2 cm Figura 2. Tumba localizada en Chilpancingo, Guerrero, por Guadalupe Martínez Don Juan. (a) Planta y corte de la tumba, (b) vasija miniatura. Tomado de Martínez 1990, figs. 2 y 4. EL SISTEMA FLUVIAL LERMA-SANTIAGO DURANTE EL FORMATIVO Y EL CLÁSICO TEMPRANO...  Otra interrogante en torno a lo Capacha es su probable vinculación con las primeras manifestaciones del fenómeno de las tumbas de tiro. La relación no es sintomática, pero existen algunos indicios, como señalan Olay, Alcántara y Almendros en el primer capítulo de esta obra. El tema nuevamente nos conduce al hallazgo ya mencionado en Guerrero, que no es el único realizado hasta ahora en ese lugar (cf. Martínez Don Juan 1990:63-64, Weitlaner 1948:78). Tal como añaden López y Pulido respecto a tumbas similares en Michoacán, si bien los sepulcros en forma de ‘botella’ o ‘campana’ no corresponden a la forma ‘típica’ de la tumba de tiro y cámara tan bien representada en el altiplano nayarita, el centro de Jalisco y el sur de Zacatecas, sí constituyen una variante común de la misma tradición, que también se manifiesta en los sitios dentro del ‘núcleo’ de concentración de las tumbas de tiro más complejas (cf. Corona 1954:46, Bell 1971:713, Galván 1976:10, fig.3b; Weigand 1989, fig.9).2 Nuevamente, se impone la dificultad de definir los límites de la extensión de este rasgo, ya que al admitir que esas variantes pueden inscribirse en el mismo fenómeno cultural que las demás, el rastreo de la frontera meridional del Occidente, en cuanto a la existencia de tumbas de tiro en territorio mesoamericano, lleva cada vez más lejos (cf. Weitlaner 1948). Volviendo a lo Capacha, con seguridad el tiempo permitirá recuperar más datos para ampliar la perspectiva sobre la cronología y la extensión espacial de esta expresión material tan antigua. Por ahora siguen pesando los vacíos de información arqueológica en regiones muy amplias, precisamente aquellas que permi- 2 Otro ejemplo del tipo de tumbas que presentan López y Pulido, más cercano al área de Apatzingan, se refiere a Jiquilpan, Michoacán y aparece en Schöndube, Otto “Informe provisional sobre el hallazgo accidental de una tumba de bóveda en el sitio conocido como Casita de Piedra, en Jiquilpan de Juárez, Mich.”, Boletín del Centro de Estudios Lázaro Cárdenas, vol.II, núm. 1, pp. 31-52, Jiquilpan de Juárez, Michoacán, México, 1979 [Nota del Dictaminador]. tirán acotar los alcances de éste y otros rasgos característicos del Occidente, es decir, las que se ubican fuera del área nuclear. El Formativo tardío y Clásico temprano: Homologías culturales y singularidades regionales Mientras en la planicie costera y territorios adyacentes se habla de un desarrollo arcaico —e.g. González y Beltrán en el quinto capítulo de este libro— y más tarde de lo Capacha, tierra adentro es hasta el Formativo tardío (ca. 400 a.C.) que inicia la secuencia de ocupación en la mayoría de los sitios (Figuras 3 y 4). Es también en los siglos previos al inicio de nuestra era cuando alcanza su apogeo la construcción de tumbas de tiro y cámara en el Occidente, pero además se distribuye un complejo de artefactos —frecuentemente asociado con esa arquitectura funeraria subterránea, pero no siempre— que involucra materiales de diversos orígenes, y conceptos similares expresados también por medios semejantes. Uno de los materiales más importantes, por sus implicaciones ideológicas y económicas, es la concha, como ilustran en el sexto capítulo Raúl Barrera y Lourdes González a propósito de las tumbas de tiro rescatadas en el sureste nayarita, así como Tere Cabrero y Carlos López en el octavo capítulo, referente a los hallazgos en el cañón de Bolaños. Otros bienes de prestigio cuya distribución alcanzó un radio considerable durante esa época son la obsidiana, la pizarra y las piedras verde azules de procedencia diversa (cf. López Mestas 2007), además de minerales como el cinabrio (que reporta Ángeles Olay en el tercer capítulo de este volumen) y otros de varios colores empleados como pigmentos. Entre los materiales de origen orgánico, que se intuyen por la presencia de artefactos para procesarlos o consumirlos, o bien por su hallazgo 5 6  LAURA SOLAR VALVERDE Colima (cf. Olay et al. en este volumen) Tradición Capacha 1200-800 a.C. (según I. Kelly inicio ca. 1900 a.C) Posible extensión de Capacha hasta ca. 500 a.C. Fase Ortices 400 a.C.-ca. 250 d.C. Fase Comala ca. 200 d.C.-500 d.C. Costa de Jalisco y Nayarit (cf. Mountjoy en este volumen) (*por sitios) Los Coamajales, Jal. (mpio. de Mascota) 1000 a.C. El Conchal y La Capilla, Nay. (mpio. de San Blas) 900 a.C. El Pantano, Jal. (mpio. de Mascota) 800 a.C. El Conchal, Nay. (mpio. de San Blas) 800 a.C. El Embocadero II, Jal. (mpio. de Mascota) 700 a.C. La Pedrera, Jal. (mpio. de Pto. Vallarta) 500 a.C. Ixtapa, Jal. (mpio. de Pto. Vallarta) 300 a.C. La Pintada II, Jal. (mpio. de Tomatlán) 100 a.C.-200 d.C. La Pintada, Jal. (mpio. de Tomatlán) 100 a.C. -200 d.C. La Pedrera, Jal. (mpio. de Puerto Vallarta) 100 a.C. -200 d.C. El Pozo de doña Amparo, Jal. (mpio. de Pto. Vallarta 100 a.C.-200 d.C. Sur de Sinaloa, norte de Nayarit (cf. Grave en este volumen) Complejo Chinesco 200 a.C.-200/250 d.C. Fase Gavilán/Tierra del Padre 250-500 d.C. Bahía de Banderas (cf. González y Beltrán en este volumen) Fase Tuxcacuesco 380 a.C.-220 d.C. Complejo Chinesco 0-200/250 d.C. Fase Tierra del Padre/Gavilán 250-500 d.C. Cañón de Bolaños (cf. Cabrero y López en este volumen) Periodo de Tumbas de tiro 1-500 d.C. Centro de Jalisco (cf. Beekman y Weigand en este volumen) Fase San Felipe 800 a.C.-300 a.C. Fase El Arenal 300 a.C.-200 d.C. Sub fase El Arenal tardío 110 a.C.-130 d.C. Fase Ahualulco ca. 150-300 d.C. Subfase Tabachines tardío ca. 300-500 d.C. Cañón de Juchipila (cf. Nicolau y Nicolás en este volumen, Lelgemann en este volumen) Fase Rinconada 150 a.C.-130 d.C. Fase Apozol 250-300 d.C. Fase Huanusco 300-400 d.C. Tierra Caliente michoacana (cf. López y Pulido en este volumen) Sitio El Orejón ca. 400 d.C. Valle de Acámbaro (cf. Darras y Faugère en este volumen) Fase Chupícuaro reciente (400-100 a.C.) 100-0 a.C. ¿hiato? Fase Mixtlán 0-250 d.C. Loma Alta (cf. Carot en este volumen) Sub fase Loma Alta 1-2 (150 a.C. -250/350 d.C.) Sub fase Loma Alta 3 (350-550 d.C.) Figura 3. Secuencias y cronologías específicas, de acuerdo con los datos presentados por los diversos autores en este volumen. EL SISTEMA FLUVIAL 7LERMA-SANTIAGO DURANTE EL FORMATIVO Y EL CLÁSICO TEMPRANO...  Fechas Colima Sur Sinaloa Nte. Nayarit Costa Bahía de Banderas Tradición Capacha Occidental Jalisco y sur de Nayarit* 900 a.C. Coamajales El Conchal La Capilla El Conchal El Pantano 800 a.C. Embocadero 1500 a.C. 1200 a.C. 1000 a.C. 700 a.C. 400 a.C. Jalisco Centro de Jalisco ? Zacatecas MalpasoJuchipila Michoacán El Orejón Loma Alta Guanajuato Valle de Acámbaro Fase San Felipe 600 a.C. 500 a.C. Cañón de Bolaños La Pedrera Fase Ortices Tuxcacuesco Ixtapa Chupícuaro reciente 300 a.C. 200 a.C. Complejo Chinesco 100 a.C. Chinesco 0 100 d.C. 200 d.C. 300 d.C. 400 d.C. 500 d.C. Fase Comala Fase Gavilán/ Tierra del Padre Fase Tierra del Padre Pintada Pintada II Pedrera Pozo Doña Amparo Fase El Arenal Periodo de Tumbas De Tiro Fase Ahualulco Tabachines Tardío Fase Rinconada Subfase Loma Alta 1-2 F. Apozol Fase Huanusco El Orejón Figura 4. Cronología comparativa de secuencias regionales en el sistema fluvial Lerma-Santiago y otras porciones del Occidente durante el Formativo y el Clásico temprano, con base en los datos presentados por los diversos autores en este volumen. Subfase Loma Alta 3 Mixtlán 8  LAURA SOLAR VALVERDE excepcional en excavaciones arqueológicas, destacan el tabaco, el algodón (cf. Cabrero 2005, López y Ramos 2006) y en la tumba de Huitzilapa, Jalisco, se encontraron vestigios de agave y de papel amate (Benz et al. 2006). Esta gama de artículos que el arqueólogo recupera en forma residual, es tan sólo la punta de la madeja de una red de intercambio con una cobertura enorme, alimentada por recursos tanto de la planicie costera como de las sierras y valles del occidente, noroccidente y centro norte de México. Estos recursos con frecuencia tuvieron que recorrer grandes distancias para arribar a su destino final. Para reconstruir las vías por las que circularon estos bienes de prestigio, es imprescindible afinar las esferas de distribución cerámica, que son indicadoras de otro tipo de nexos más allá de los suntuarios. Éstas exhiben pautas de comportamiento que no siempre coinciden con las de los patrones funerarios, que son los más utilizados como principal rasgo correlativo. Con frecuencia, estilos cerámicos que se han recuperado dentro de tumbas de tiro aparecen también en contextos funerarios distintos, ya sea en los mismos sitios o en otros donde no se ha confirmado la existencia de arquitectura subterránea. Este es el caso de la cerámica chinesca, la cual se identificó por primera vez como parte del ajuar funerario de las tumbas de tiro en el altiplano nayarita (Furst 1966), una asociación que también se observó recientemente en el extremo oriental del mismo estado, como ilustran Raúl Barrera y Lourdes González en el sexto capítulo. Sin embargo, actualmente se sabe que la distribución de la cerámica chinesca alcanza por lo menos la planicie costera nayarita y sinaloense, como mencionan Alfonso Grave, Lourdes González y José Beltrán en el cuarto y quinto capítulos, y en el extremo septentrional de su dispersión no se han encontrado aún tumbas de tiro. Teresa Cabrero también ha recuperado algunas figuras y vasijas cerámicas de ese estilo en las tumbas del cañón de Bolaños, el cual constituye hasta ahora el límite oriental de su distribución. No obstante su importancia, se carece aún de una investigación orientada a la definición precisa del estilo chinesco, a delimitar su distribución y a desglosar sus asociaciones, para aproximarse un poco más a su significado cultural. Por ahora, sin embargo, su presencia en sí es un apoyo como marcador cronológico diagnóstico del periodo que aquí se trata, a la vez que denota vínculos inequívocos entre la planicie costera y sitios tierra adentro. Retomando el interés por definir las provincias cerámicas que constituyen los eslabones de las redes mayores, en el cuarto y quinto capítulos Alfonso Grave, Lourdes González y José Beltrán describen los complejos de artefactos que caracterizaron a los desarrollos culturales de la costa de Nayarit y sur de Sinaloa en diversas épocas. La riqueza de recursos en los ecosistemas costeros y de estuario sirve a los autores como principal argumento para comprender la prolongada y continua ocupación de estas tierras bajas, además de su éxito en el intercambio interregional. Durante los primeros siglos de nuestra era, aquellos lugares compartieron la producción de una cerámica policroma de estilo distintivo (tipos Chametla policromo temprano en el sur de Sinaloa, Gavilán policromo y Huanacaxte policromo en Nayarit), de la cual se han encontrado imitaciones, así como aparentes importaciones, tan lejos como en el extremo norte de Jalisco (Cabrero 2005: 69, 79, 96) y sur de Zacatecas (Jiménez y Darling 2000: 170, 172, 174, cf. Grave, Nicolau y Nicolás, y Solar en este volumen). Esto una vez más alude a una relación que en algún momento sostuvo la población de la llanura costera del Pacífico con regiones lejanas tierra adentro hacia el oriente, del mismo modo que lo hace el arribo a estas últimas de ejemplares del estilo chinesco y abundantes ornamentos de concha, como se EL SISTEMA FLUVIAL LERMA-SANTIAGO DURANTE EL FORMATIVO Y EL CLÁSICO TEMPRANO...  mencionó antes. Es lo más seguro que la distribución de productos y estilos cerámicos en este eje poniente-oriente se vincule con una estrecha interacción entre los asentamientos humanos en las cuencas y barrancas asociadas al río Santiago, a través de la Sierra Madre Occidental y penetrando eventualmente por sus afluentes norteños. Pero todavía hacen falta investigaciones en esas áreas conectivas.3 En el lapso de cuatro o cinco siglos alrededor del inicio de nuestra era, parece incrementar notoriamente la densidad poblacional y complejidad cultural en la mayoría de las regiones del Occidente, y para territorios allende el río Santiago constituye la primera fase de ocupación sedentaria discernible hasta ahora. En el octavo capítulo Cabrero y López exponen los detalles de este fenómeno en lo que toca al norte de Jalisco, mientras que en los tres capítulos siguientes Achim Lelgemann, Armando Nicolau y Miguel Ángel Nicolás, así como la editora de este volumen, ofrecen conjuntamente un panorama de las ocupaciones más tempranas en el sur de Zacatecas y sus vínculos interregionales. Este fenómeno de ‘avance sincrónico’ del modo de vida agrícola sedentario al norte y noroccidente, fue planteado hace tiempo por Charles Kelley (1974:20-21) como un proceso de difusión blanda o difusión gradual. Su modelo cuenta, desde el punto de vista de quien escribe esta introducción, con el apoyo de cada vez más evidencia empírica, no sólo acerca de su manifestación material sino de su acontecer paulatino. Sobre esto último, es útil señalar que las fechas más tempranas obtenidas por Tere Cabrero (2005) en contextos sellados de tumbas 3 Cuando se organizó la reunión académica de la que surge este volumen, Carlos López Cruz iniciaba un proyecto de prospección en los alrededores del río Santiago, en Jalisco; sus resultados apoyarán mucho a la resolución de esta problemática. Por su parte, desde mediados de los años setenta del siglo XX la Misión Arqueológica Belga ha realizado recorridos y excavaciones en las inmediaciones del río Chapalagana, pero desafortunadamente aún no se han divulgado con detalle los materiales recuperados. de tiro en el cañón de Bolaños (ca. 100 d.C.) y las que presentan Nicolau y Nicolás en este volumen, son tardías comparadas con las fechas registradas con más frecuencia entre las ofrendas procedentes de sepulcros de ese tipo en el centro de Jalisco. Esto sugiere que transcurrió un lapso de aproximadamente tres siglos entre la consolidación de esta costumbre en el corazón del Occidente y su adopción progresiva por grupos humanos en otras latitudes. Como es de esperar, la adopción paulatina de las tumbas de tiro y otros conceptos vinculados permitió la transformación y adaptación de los rasgos locales, imprimiendo un sello propio en la expresión de una tradición por lo demás alóctona. En palabras de Charles Kelley, rasgos de una cultura mesoamericana básica se irían transformando gradualmente mediante la selección y adopción de algunos aspectos, el rechazo de otros y la adición de nuevos por parte de grupos de agricultores aldeanos de orígenes diversos (Kelley idem) (Figura 5). Esto se aprecia en los complejos cerámicos de la época al norte del río Santiago, los cuales son sin duda una derivación del Occidente pero con matices locales, como puede observarse en los capítulos ya mencionados. La existencia de sepulcros de tiro y cámara por el norte hasta el valle de Valparaíso y por el oriente hasta el valle de Tlaltenango y el cañón de Juchipila, todos ellos en el estado de Zacatecas, permite definir mejor los alcances de la esfera de distribución de esta tradición funeraria, por lo menos durante su periodo de mayor profusión en los primeros siglos de nuestra era. Si a ello se suman los hallazgos en Michoacán presentados por López y Pulido en este libro, y se da el beneficio de la duda al territorio poco explorado de Guerrero, se puede replantear la expansión del fenómeno de las tumbas de tiro a territorios muy por afuera del habitual ‘arco’ de distribución (Figura 6). 9 10  LAURA SOLAR VALVERDE 10 F3 G2 D4 F2 G1 D3 F1 D5 H1 15 9 8 14 7 D2 E2 D1 E1 13 6 TIME 11 12 1500 YEARS PLUS A2 C1 4 2 1 5 3 1 A1 B1 SPACE 750 KM PLUS, SE to NW BASIC MESOAMERICAN ITEMS 1 2 3 4 5 EVOLVED MESOAMERICAN TRAITS 6 7 8 9 10 LOCALLY DEVELOPED TRAITS 11 12 13 14 15 Figura 5. Modelo de ‘difusión blanda’ o ‘difusión gradual’ (soft diffusion) propuesto por J. Charles Kelley (1974, fig.1). EL SISTEMA FLUVIAL LERMA-SANTIAGO DURANTE EL FORMATIVO Y EL CLÁSICO TEMPRANO...  Figura 6. Alcances de la distribución de las tumbas de tiro. El área sombreada representa el ‘arco’ que durante mucho tiempo se consideró circunscribía la presencia de este patrón funerario (cf. Kelly 1948:67, Furst 1966, Long 1966, Bell 1971, 1972, 1974:159; Schöndube 1980b:173). La línea punteada encierra sitios y regiones trabajados en las últimas décadas donde también se manifiestan rasgos de esta tradición, basándose en las contribuciones que integran este volumen. La inclusión del suroeste de Jalisco y oeste de Guerrero es especulativa, ya que su comportamiento arqueológico se desconoce. Esa ampliación de los alcances conocidos de esta singular arquitectura funeraria, particularmente en lo que toca a su extremo oriental, permite repensar la posibilidad de traslape de dos tradiciones representativas del Formativo, comúnmente consideradas excluyentes en sus expresiones materiales y su trasfondo cultural: la multicitada tradición de las tumbas de tiro, distintiva del Occidente, y Chupícuaro, con núcleo en la serie de cuencas asociadas al curso del Lerma medio. tumbas de tiro, pero asociados a un sistema de enterramiento distinto, caracterizado por la inhumación de individuos en posición extendida, en depresiones rectangulares y a poca profundidad (Bell 1974:152). La combinación singular de esos hallazgos le inspiró una reflexión interesante: Aunque no hay tumbas de tiro en el Cerro Encantado, el complejo completo de las ofrendas funerarias de las tumbas de tiro está presente: grandes figuras huecas de cerámica, vasijas policromas de cerámica con decoración muy elabo- La confluencia de dos desarrollos culturales rada, soportes de pizarra para espejos de mosaico de pirita y trompetas de caracol [...] No hay duda de que en el Preclásico tardío la gente del área alrededor de Teocaltiche estuvo en contacto con Durante su breve exploración del Cerro Encantado en los Altos de Jalisco (Figura 1), Betty Bell (1972, 1974) recuperó numerosos artefactos del complejo característico de la tradición de aquella del área de las tumbas de tiro alguna distancia al oeste y que el contacto fue directo, porque el contenido del complejo distintivo de las ofrendas funerarias es idéntico en ambas áreas. 11 12  LAURA SOLAR VALVERDE Muy probablemente compartieron hasta cierto punto la ideología que subyace a ese complejo, pero fuera de eso la relación más fuerte entre el Cerro Encantado y otros grupos parece darse al sureste y noroeste [Bell ibid.:154]. Respecto al sureste, Bell menciona que las prácticas de enterramiento del Cerro Encantado podrían relacionarse con Chupícuaro pues con esta cultura se comparten otros aspectos, por ejemplo algunos elementos arquitectónicos y varias formas cerámicas (1972:1239, 1974:152, 162-163), de ahí que considera más fuertes los vínculos hacia esa área. Pero la contundente manifestación del complejo de artefactos característico de las tumbas de tiro parece sugerir más bien la confluencia de dos ideologías, cuya integración se percibe no sólo en la coexistencia de artefactos, sino también en la adaptación de rasgos o en la reproducción de conceptos semejantes por medios distintos, denotando percepciones simbólicas compartidas (Otto Schöndube comunicación personal 2005). Como ejemplo se puede mencionar la tendencia a incluir en las ofrendas de las tumbas de tiro representaciones de perros a partir de su reproducción en cerámica o en piedra, mientras que en el Cerro Encantado se localizaron tres esqueletos de esos animales en el panteón excavado por Bell (1974:152). Otro elemento común en el simbolismo funerario de las tumbas de tiro es la presencia del átlatl, y agarraderas de estos instrumentos se localizaron también entre las ofrendas del Cerro Encantado (Bell idem) y se han reportado en Chupícuaro (Porter 1956:564, Figs. 25 d, e, 27 w, z cit. Ekholm 1962:184, Schöndube 1980a:166-167). Además, Bell (ibid.: 163) encuentra evidencias de cremación en Teocaltiche, una práctica que ella considera ligada a Chupícuaro (en este volumen, Carot la reporta para el sitio de Loma Alta), pero que actualmente está bien documentada en relación con las tumbas de tiro, por ejemplo en el cañón de Bolaños y en la costa de Jalisco (cf. Cabrero 2005, Mountjoy y Sandford 2006). En lo referente a las relaciones del Cerro Encantado hacia el noroeste, Bell (1974:163164) observa similitudes entre los diseños producidos en su cerámica y algunos ejemplares pintados en la cerámica de la rama Súchil de la cultura Chalchihuites. Una correlación directa entre estas regiones es discutible, pero en los últimos años sí se ha reconocido un parentesco entre algunas de las formas reportadas en Teocaltiche y cerámica procedente del cañón de Juchipila (Jiménez 1989:10-12, 1995:39-40, Jiménez y Darling 2000:168-169), accidente geográfico que separa el sur de Zacatecas de los Altos de Jalisco. A su vez, esas formas parecen emanar, no de Chupícuaro propiamente, sino de una derivación tardía de éste, patente en el complejo cerámico Morales reconocido por Beatriz Braniff (1972, 1998) en las cercanías del río Laja, en Guanajuato, y el complejo cerámico Mixtlán del valle de Acámbaro y el Bajío (ver Darras y Faugère, Saint Charles et al. en este volumen) de los cuales son contemporáneas (cf. Jiménez 1989:12, 1995:40, Jiménez y Darling ibid.:169, fig. 10.15) (Figura 7). Es importante señalar que aquella cerámica emparentada con Morales (o Mixtlán) que se ha registrado en los asentamientos del Juchipila forma parte del complejo más temprano ubicado hasta el momento en el sur de Zacatecas, constituyendo “una cultura basal para los primeros siglos de nuestra era” (Jiménez 1989:12). Esta cultura, tal como se refleja en los capítulos diez y once de este volumen, adoptó también el patrón funerario de las tumbas de tiro. Por su parte, más que con la lejana cultura Chalchihuites, en técnica decorativa, acabado y motivos (zoomorfos, geométricos y abstractos), la cerámica de Teocaltiche también guarda similitud con ejemplares de los complejos Morales (cf. Braniff 1998: 95), Mixtlán y Loma Alta 1-2, especialmente con los tipos policromos blanco y EL SISTEMA FLUVIAL LERMA-SANTIAGO DURANTE EL FORMATIVO Y EL CLÁSICO TEMPRANO...  a d e b c f Figura 7. Formas cerámicas emparentadas. (a-c) Cerro Encantado, fotografías tomadas en el Museo de Lagos de Moreno, Altos de Jalisco; (d-f) vasijas del complejo Morales, imágenes tomadas de Braniff 1998, láminas 3, 4 y 8 respectivamente. negro sobre rojo, como son descritos por Darras, Faugère y Carot en sus respectivas contribuciones a este volumen. Sin embargo, una distinción importante consiste en el alto desarrollo de la técnica al negativo en el Cerro Encantado, lo que nuevamente vincula su tradición alfarera con la del Occidente. Esta técnica, ausente o casi nula en Chupícuaro, se adopta o imita en las cuencas del Lerma medio precisamente durante las fases Morales, Mixtlán y Loma Alta 1-2, en los inicios de nuestra era, como nos muestran los últimos tres capítulos del libro. El posible traslape de dos desarrollos culturales, que percibió Bell en los Altos de Jalisco, 13 14  LAURA SOLAR VALVERDE también fue subrayado por Otto Schöndube hace tres décadas (1980b:173): Comparando el mapa que se refiere a la zona de la tradición de las Tumbas de Tiro, con el de los sectores de influencia de la cultura Chupícuaro, se ve que ambas se excluyen mutuamente, con la salvedad de una posible confluencia hacia Jalisco y su frontera con Zacatecas. Gracias a los avances en el estudio de ambas regiones, hoy sabemos que dicha confluencia tuvo lugar, no durante el apogeo de Chupícuaro y la fase temprana de las tumbas de tiro, sino algunos siglos después, cerca del inicio de nuestra era, a través de desarrollos culturales derivados de aquéllos. Todo lo anterior resalta la importancia de reactivar la investigación en el Cerro Encantado y otros sitios en los alrededores de Teocaltiche, ya que esta porción de los Altos ofrece la oportunidad de profundizar en la convergencia de dos expresiones culturales fundamentales para la historia del Occidente y del Bajío, distinguibles pero no necesariamente incompatibles, como señalaron Betty Bell y Otto Schöndube en su momento. Procesos de impacto regional en el sistema fluvial Lerma-Santiago A principios de la década de los setenta del siglo XX, cuando Bell realizó sus exploraciones, existía un vacío de información entre el Cerro Encantado y las áreas nucleares de las dos tradiciones con las cuales la investigadora encontraba relación, de ahí que no pudo llegar a presentar argumentos concluyentes. Afortunadamente, en las últimas tres décadas se han incrementado los proyectos arqueológicos en los valles y cañones del norte de Jalisco y sur de Zacatecas, y ocurre lo mismo en el valle de Acámbaro, la cuenca de Zacapu y los bajíos guanajuatense y queretano, como demuestran varios capítulos que integran esta obra. Es de esperar que esos avances permitan reflexionar, desde una perspectiva renovada, sobre varios temas que atañen a la arqueología del sistema fluvial Lerma-Santiago. Los trabajos en las cuencas vinculadas al Lerma medio han puesto en evidencia transformaciones regionales hacia los primeros años después de Cristo, perceptibles a partir de modificaciones en el patrón de asentamiento, y en el caso particular del valle de Acámbaro en una disminución poblacional, según exponen Darras y Faugère en este volumen. Se han propuesto varias hipótesis para explicar estos cambios, aunque las mismas autoras se inclinan por una alteración del medio derivada de la paulatina inundación del valle y la formación de un lago que habría cubierto un sector importante de aluviones y obligado la reubicación de los asentamientos. Por su parte, de acuerdo con Carot el sitio de Loma Alta experimenta al mismo tiempo un primer episodio importante de ocupación, aunque el desarrollo alcanzado en su cerámica es indicador de una industria alfarera ya madura, la cual integra, como se dijo antes, técnicas y motivos que parecen exhibir vínculos hacia diferentes áreas. Más al norte y al oriente, Saint Charles et al. perciben también el cambio de era como un periodo de transformaciones culturales en varios sitios del Bajío, donde se generalizó la adopción del complejo Mixtlán, mientras que en el valle de San Juan del Río, Querétaro, los complejos cerámicos reflejan una afiliación a la tradición alfarera de la Cuenca de México. Es sugerente la sincronía de estos procesos de cambio, ya que también coincide con la adopción de patrones culturales plenamente mesoamericanos ―agrícolas y aldeanos― en los asentamientos del sur de Zacatecas y norte de Jalisco, como se expuso antes, los cuales parecen reflejar: 1) un incremento demográfico EL SISTEMA FLUVIAL LERMA-SANTIAGO DURANTE EL FORMATIVO Y EL CLÁSICO TEMPRANO...  alimentado por una población proveniente de áreas al sur, 2) una transformación regional relacionada con la adopción generalizada del modo de vida aldeano por parte de la población local, o bien, 3) una mezcla de ambos procesos. La última de estas opciones resulta más congruente con la evidencia material, que en apariencia refleja, como ya se ha dicho, una transmisión eficiente de información cultural que permitió la conjunción de rasgos tanto de la tradición de tumbas de tiro como de los estilos cerámicos Morales-Mixtlán, reflejando por un lado el vínculo ancestral con el Occidente, y por otro la integración reciente de grupos agrícolas descendientes de la tradición Chupícuaro. La plausible concatenación de todos los fenómenos enunciados, vista a gran escala, constituiría la primera fase del proceso de expansión de la frontera mesoamericana hacia el centro-norte y hacia el noroccidente, de modo que las causas y consecuencias de los cambios culturales que se perciben en cada localidad tienen implicaciones regionales amplias, que la arqueología del Bajío y del Occidente aún no terminan de explorar. Adenda al foro académico Uno de los objetivos de la reunión académica fue caracterizar los principales complejos cerámicos de la época e intentar definir mejor sus límites geográficos y cronológicos. Desafortunadamente no fue posible avanzar mucho en esa línea, debido nuevamente a que los vacíos de información arqueológica entre las regiones mejor conocidas impiden percibir los alcances de sus interacciones inmediatas. Desde luego, este escenario es menos problemático que en décadas anteriores, gracias a que en los últimos años se ha incrementado el estudio de sitios específicos, muchos de ellos en regiones apenas conocidas arqueológicamente. Al mismo tiempo, se aprecian cada vez más los frutos de proyectos de larga duración que han mantenido desde hace años programas intensivos de excavación y análisis de materiales, algunos de los cuales enriquecen este libro. Tal exploración puntual del Occidente ha ido reduciendo dilemas cronológicos y vacíos temáticos que eran apremiantes, logrando así una mejor caracterización de su diversidad interna. En otro sentido, quedó expuesto durante el Seminario que en los últimos años ha disminuido la tendencia a enfocar las problemáticas de toda la región desde una perspectiva global. Este enfoque, común durante la primera mitad del siglo XX, es también necesario si se quiere identificar la posición relativa de los grupos y rasgos que dan personalidad al Occidente, entre sí y con respecto a otras áreas culturales aledañas y aun distantes. Al discutir conjuntamente sobre cómo subsanar esta carencia, se llegó a un consenso interesante: es difícil abordar la correlación interregional sin la existencia de una base de datos de referencia que permita la revisión conjunta de la cultura material de varias regiones, por lo tanto el reconocimiento de semejanzas y diferencias, especialmente en las tradiciones y estilos cerámicos que enriquecen los complejos locales. Desde luego, están las publicaciones, pero éstas representan procesos lentos y limitados en cantidad o calidad gráfica. También son útiles los encuentros académicos, especialmente si en ellos se exhiben materiales —como se hizo en la reunión que dio origen a este libro— por la riqueza de la confrontación visual y táctil. Pero en su mayoría la información que se produce o comparte en ese contexto es efímera, ya que casi nunca se lleva una documentación completa de esos intercambios intelectuales. De común acuerdo, se concluyó que una herramienta básica para construir secuencias locales en los lugares cuya exploración ha 15 16  LAURA SOLAR VALVERDE iniciado recientemente, así como para anclar con mayor seguridad las ya existentes en un contexto mayor —global—, sería la consulta de muestrarios cerámicos de diversas áreas. Conscientes de los problemas implícitos a las ceramotecas tradicionales (ubicación, capacidad de almacenaje, operación y mantenimiento), se propuso, como una sustitución igualmente útil y por demás práctica, la creación de una Ceramoteca virtual del Occidente, que potenciara los estudios correlativos al ser diseñada, organizada y alimentada siguiendo la lógica de las necesidades clasificatorias y analíticas del arqueólogo. Para su ejecución, ofrecieron apoyo todos los participantes. Desafortunadamente, en su momento esta propuesta no provocó en la institución el eco que merecía, y a pesar de su viabilidad no llegó a materializarse. Esperemos que, en un futuro no muy lejano, el empuje de los investigadores y el peso abrumador de las lagunas de conocimiento empírico allanen el camino para replantear y alcanzar una meta tan indispensable como ésa. El objetivo de estas páginas es mostrar algunos temas que se abordaron durante la reunión académica y que por múltiples motivos no se encuentran reflejados en alguna de las exposiciones que integran el volumen. También se pretende dejar constancia de aquellos aspectos en los cuales hizo falta profundizar un poco más durante el encuentro, y otros que saltaron a la vista como líneas pendientes, en algunos casos urgentes, de investigación futura. En síntesis, aquellas perspectivas importantes que, de no ser por estas líneas, quedarían excluidas de la memoria del encuentro. Sobre el abundante y fructífero trabajo que sí está plasmado en el libro, dejo al lector, sin alargar más este preámbulo, la oportunidad de explorar los capítulos que lo componen, los cuales, no obstante los casi cinco años que han transcurrido desde su preparación original, aún constituyen una visión actual de los avances en la investigación del Occidente, el Noroccidente y El Bajío, en relación con esta etapa temprana de la historia mesoamericana. ◈ Referencias bibliográficas BATRES, Leopoldo 1903 Visita a los monumentos arqueológicos de La Quemada, Zacatecas, México. Imprenta de la Vda. de Francisco Díaz de León. BELL, Betty B. 1971 “Archaeology of Nayarit, Jalisco and Colima”, en Gordon Ekholm e Ignacio Bernal (eds.) 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