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Acción política feminista en Colombia: Una
pluralidad conflictiva1
Angélica Bernal Olarte2
Escuela Superior de Administración Pública (ESAP)
ORCID: 0000-0002-8068-2034
Theodora Stankova3
Investigadora independiente
ORCID: 0009-0000-4121-9111
Artículo de reflexión derivado de investigación
Recibido: 22-04-2022 - Aprobado: 24-06-2022
Resumen
El artículo busca describir y analizar distintas expresiones de la lucha feminista
contemporánea en el contexto colombiano. Lejos de ser un movimiento unívoco, el
feminismo en Colombia ha encontrado diversas vías de expresión determinadas por
las temáticas de interés propias de las organizaciones, por las regiones en las que
tienen lugar, por las formas organizativas que han adquirido, rasgos que, puestos en
conjunto han transformado al feminismo en un campo conflictivo y en permanente
disputa.
1
Un reconocimiento especial a las feministas que apoyaron este trabajo con sus saberes y opiniones;
asimismo, a Claudia Ortiz por su invaluable apoyo en la sistematización de la información empírica
recolectada.
2
Politóloga y magíster en Estudios Políticos de la Universidad Nacional de Colombia, Doctora en
Filosofía de la Universidad Autónoma de Barcelona y profesora de la Escuela Superior de Administración
Pública (ESAP). Correo: angelicaf.bernal@esap.edu.co
3
Filóloga de la Universidad de Sofía, magister en Ciudadanía y DDHH de la Universidad de Bogotá Jorge
Tadeo Lozano e investigadora independiente. Correo: theodora.stankova@gmail.com
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Palabras clave: Feminismos, Colombia, mujeres, política, movimiento social,
interseccionalidad.
Feminist political action in Colombia: A conflictive plurality
Abstract
This article seeks to describe and analyze different expressions of the contemporary
feminist struggle in the Colombian context. Far from being a univocal movement,
feminism in Colombia has found diverse ways of expression determined by the issues
of interest of the organizations, by the regions in which they take place, by the
organizational forms they have acquired, features that, taken together, have
transformed feminism into a conflictive field in permanent dispute.
Key words: Feminisms, Colombia, women, politics, social movement, intersectionality.
Ação política feminista na Colômbia: Uma pluralidade conflitante
Resumo
Este artigo busca descrever e analisar diferentes expressões da luta feminista
contemporânea no contexto colombiano. Longe de ser um movimento unívoco, o
feminismo na Colômbia encontrou diversas formas de expressão, determinadas pelas
questões de interesse das próprias organizações, pelas regiões em que ocorrem, pelas
formas organizacionais que adquiriram, características que, em conjunto,
transformaram o feminismo em um campo conflituoso em permanente disputa.
Palavras-chave: Feminismos, Colômbia, mulheres, política, movimento social,
interseccionalidade.
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Introducción
La historia reciente de Colombia difícilmente puede ser caracterizada mediante un
adjetivo: aquí conviven el horror de la guerra, la desesperanza política, la desigualdad
social y económica, pero también, la acción colectiva y valiente de las víctimas de la
guerra que se resisten a callar y buscan justicia, voces críticas que no han cedido al
miedo y han buscado detener un conflicto interno armado que en su actual etapa
supera las cinco décadas y ha dejado millones de víctimas. Colombia es un país
contradictorio y difícil de leer y ello se refleja en la complejidad de las dinámicas
sociales que rara vez se pueden interpretar con las usuales herramientas analíticas de
las ciencias sociales.
El feminismo colombiano no es ajeno a esa conflictividad social y hace parte de esas
dinámicas en las que conviven la tradición y la vanguardia, la cooptación y la
resistencia; la lucha política, el miedo y la diferencia. Es reflejo del contexto social,
político y económico en el que surge. Este movimiento político no se puede nombrar
en singular como feminismo, sino que necesariamente debe ser reconocido en su
pluralidad, en sus múltiples expresiones, estrategias y prioridades temáticas. A lo largo
del texto se buscará explorar en varias direcciones dicha pluralidad para describir las
particularidades que hacen del feminismo un movimiento social con múltiples
dimensiones, actoras, estrategias y objetivos.
La categoría feminismos hace referencia al conjunto de personas, grupos,
organizaciones y acciones colectivas que consideran que la desigualdad histórica que
han enfrentado las mujeres es producto de una injusticia política que puede ser
transformada y, de hecho lo ha sido, especialmente en los ámbitos legales formales.
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Ese conjunto no se caracteriza por la unidad ni en objetivos, agentes, estrategias
políticas o escenarios de actuación, por el contrario, se caracteriza por el conflicto que
causan las diferencias y las desigualdades entre las mujeres y los objetivos por los que
propugnan, así como los recursos que usan en sus luchas.
Hoy en día en Colombia las diversas expresiones del feminismo provienen de conflictos
que tuvieron lugar en el marco de la llamada segunda ola en un periodo histórico que
comprende desde mediados de los años setenta (1975) hasta el año 2011 cuando se
realiza el XII Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLAC) en Bogotá. En
ese periodo se pueden hacer subdivisiones, pero aquí basta decir que desde los
primeros años de ese lapso de tiempo el feminismo colombiano parecía adoptar
ciertos rasgos característicos que lo acompañan hasta la actualidad.
Con este objetivo central de nombrar y debatir las diferencias políticas al interior del
feminismo, se recogieron voces, puntos de vista y trayectorias de activistas y
académicas feministas colombianas y latinoamericanas que viven en el país y que han
hecho parte y alimentado los debates políticos feministas en Colombia.
Antecedentes: La segunda ola en Colombia
En Colombia como en la mayor parte de América Latina, los feminismos de la segunda
ola se alimentaron de la experiencia política de las mujeres provenientes de partidos
de izquierda y de movimientos sindicales, pero también de quienes procedían de la
academia. Muchas de ellas no podían expresar sus reclamos como “mujeres” allí y
decidieron desarrollar otras formas de expresión política que les permitiera juntarse
con otras, sin la estrechez de las estructuras partidarias jerárquicas, que reproducían el
orden masculino hegemónico. En Colombia algunas de ellas buscaron estar en los dos
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escenarios, no se desvincularon del partido y militaban en organizaciones feministas.
Este es el antecedente de lo que serán los feminismos de los años 80, 90 y el comienzo
del nuevo siglo.
Los trabajos que han reconstruido el camino feminista en América Latina y en
Colombia son múltiples y muy relevantes. Trabajos como los de Yuderkys Espinosa
(2010, 2012), Ochy Curiel (2008), Lola Luna (1994), Francesca Gargallo (2004), Doris
Lamus Canavate (2010, 2012), Diana Gómez (2011), María Emma Wills (2007), María
Cristina Suaza (2008) entre otras, han caracterizado al feminismo de acuerdo con
tipologías, periodos de tiempo, tipo de objetivos de lucha y estrategias políticas. Como
punto de partida se toma el trabajo de María Cristina Suaza Soñé que soñaba: una
crónica del movimiento feminista en Colombia de 1975 a 1982 que describe los
orígenes de algunos de los rasgos políticos más predominantes del feminismo
colombiano, heredados del I EFLAC celebrado en 1981 en Bogotá.
Por otra parte, Lamus (2010) analiza el periodo de 1975 a 2005 en un rico y profundo
estudio acerca de las expresiones feministas de carácter nacional así como algunas
expresiones de carácter local. Gómez y Wills (2006) analizan casi el mismo periodo
1970 a 2005 y proponen una periodización de la segunda ola del feminismo en
Colombia.
Estas divisiones temporales cobran un sentido en tanto permiten observar las
dinámicas políticas, las estrategias y los objetivos que fueron tomando cursos
diferentes debido a las rupturas y conflictos. En todo caso, la preparación y el
desarrollo del I EFLAC celebrado en Bogotá se consideran un hito histórico para el
feminismo en Colombia, pero también en Latinoamérica por su valor simbólico como
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punto de iniciación de los encuentros y desencuentros entre feministas de la región
por más de 30 años.
Desde muy temprano fue posible identificar algunas de las vertientes feministas
posteriores: las que optaron por afirmar su autonomía frente al Estado y los partidos
políticos, incluidos los de izquierda, con un ánimo de construir nuevas formas de
acción política, retando lo establecido incluso desde sus vidas personales; y las que
decidieron que podían seguir con la causa feminista dentro de los partidos o el Estado.
Cuando se hace mención a la categoría autonomía en este texto, se hace referencia a
la opción política de construir de manera independiente las formas organizativas, las
estrategias de acción, las agendas políticas y la financiación de las acciones colectivas.
No se refiere a una autodeterminación individual en los términos de la teoría liberal
clásica, sino a la decisión política de tomar distancia de lo que se consideran las
estructuras jerárquicas de opresión que han mantenido a las mujeres y otros grupos
sociales en condiciones de desigualdad y explotación tales como el Estado, los partidos
políticos, las organizaciones internacionales, entre otros.
Esta tensión no es exclusiva del caso colombiano sino que, como lo señala Espinosa, el
feminismo en América Latina ha enfrentado, por un lado, a algunas feministas que
veían como un desarrollo “natural” llevar la luc a política a la política institucional y
con ello al Estado, y otras que tomaron la línea opuesta de no reconocerlo como
interlocutor válido ni a la política institucional como escenario de lucha dado su
carácter patriarcal. Sobre las primeras Espinosa afirma:
Contra todo pronóstico y a nombre de “las mujeres” el feminismo ganó su espacio en las
instituciones, aprendió la lengua de los aparatos estatales y supraestatales, puso en
agenda reivindicaciones puntuales y desarrolló su propia tecnocracia experta. Las
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beneficiarias de las políticas hacia las mujeres –mujeres blancas-mestizas, profesionales,
heterosexuales de clase media y alta–, auguraron un mejor futuro para todas.4
La contraparte de la autonomía en este campo de sentido es la idea de
institucionalización que de acuerdo con Lamus es la
Organización creciente, regulación, formalización, la burocratización, especialización del
discurso y, por tanto, la existencia de un conjunto de estructuras, instancias, a escala
global, nacional y local, que definirá las reglas de juego dentro de las cuales las
demandas de las mujeres circularán. Si bien este proceso va a permitir la
internacionalización del movimiento y la intensificación de las relaciones entre las
mujeres en el mundo, la institucionalización alentará e implicará nuevos y antiguos
desequilibrios en las relaciones de poder entre las mujeres organizadas y
profesionalizadas.5
Para algunas autoras este proceso inicia en el año 1975 cuando se declaró el Año
Internacional de la Mujer en el marco de la conferencia Mundial sobre la Mujer
realizada en México, cuando se proclamó el Decenio de las Naciones Unidas para la
Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz. Se realizaron también las conferencias mundiales en
Copenhague (1980), Nairobi (1985) y Beijing (1995). Esta última, referente para la
agenda de igualdad de género, mediante su Declaración y Plataforma de Acción
impulsó una serie de objetivos estratégicos y medidas para el logro de la igualdad de
género6, entre las que se puede destacar el de crear oficinas de la mujer en los
gobiernos.
4
Espinosa, Y. Los desafíos de las prácticas teórico-políticas del feminismo latinoamericano en el
contexto actual. En M. Daza, R. Hoetmer y V. Vargas (eds.). Crisis y movimientos sociales en nuestra
América: cuerpos, territorios e imaginarios en disputa. Lima: Programa Democracia y Transformación
Global, 2012, Pág. 3.
5
Lamus, D. De la subversión a la inclusión: Movimientos de mujeres de la segunda ola en Colombia,
1975-2005. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2010, Págs. 64-65.
6
ONU Mujeres. Conferencias mundiales sobre la mujer. http://www.unwomen.org/es/how-wework/intergovernmental-support/world-conferences-on-women [Fecha consulta: 4 de febrero 2023].
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Este proceso coincide con los esfuerzos locales por lograr una salida al conflicto
armado que a la altura de los años noventa había cobrado ya innumerables víctimas en
una coyuntura de escalada de la guerra alimentada por los dineros del narcotráfico
que permearon la vida política, social y económica del país. En dicho contexto el
proceso de paz con varias guerrillas, entre ellas el M19, terminó en la convocatoria a
una Asamblea Nacional Constituyente que formuló la Constitución de 1991.
Diferentes expresiones del feminismo buscaron incidir de una manera articulada para
lograr la elección de mujeres como constituyentes, influir en la redacción del texto de
la nueva constitución y hacerse visibles como actoras políticas y movimiento social. Los
logros centrales tuvieron que ver con la formulación de varios artículos que establecen
el reconocimiento de la igualdad efectiva entre hombres y mujeres y la prohibición de
la discriminación por razones de sexo que fueron incluidos en la Carta Política. Ello, sin
embargo, se logró con profundos costos en términos de rupturas que tuvieron que ver
con la imposibilidad de lograr un acuerdo para presentar una lista única de feministas
para competir en la elección de constituyentes, la pluralidad de prioridades de acuerdo
con objetivos políticos, las estrategias de incidencia e incluso las diferencias regionales
y el señalamiento de un posible centralismo del feminismo bogotano.
A esta coyuntura crítica le siguió una notable proliferación de iniciativas mucho más
cercanas al Estado y a la cooperación internacional. El gobierno nacional y varios
gobiernos locales recogieron lo estipulado en la Constitución y en los compromisos de
Beijing y abrieron oficinas de asuntos de la mujer que se extendieron a lo largo de la
década de los noventa, algunas de las cuales perviven hasta el día de hoy. En palabras
de Lamus, “en este proceso el discurso inicial pierde beligerancia y radicalidad y queda
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inscrito en el proyecto democrático liberal, al parecer el único disponible para articular
las diversas formas de resistencia a la subordinación”7. La responsabilidad en la
transformación de las condiciones de desigualdad de las mujeres se trasladó al Estado
que cooptó no solamente algunas de las reivindicaciones feministas, especialmente la
incorporación de las mujeres urbanas, blancas y de clases medias a la educación y el
mercado de trabajo, sino que dejó sin liderazgos a los grupos, ya que sus principales
figuras fueron contratadas.
Desde luego el reconocimiento de derechos básicos a las mujeres han implicado que el
Estado asuma la responsabilidad de tomar medidas de acción afirmativa, sin embargo,
esto en primer lugar, no benefició a grandes masas de mujeres cuyas problemáticas no
se vinculan únicamente a su condición de mujeres, sino que tienen que ver con el
racismo estructural, la desigualdad económica, entre otros aspectos; y en segundo
lugar, se señala lo contradictorio que resultaba buscar transformar un sistema injusto
precisamente desde la estructura creada para reproducirlo.
El proceso de institucionalización no solo tuvo como escenario crítico al Estado sino
también a la cooperación internacional en tanto muchos de sus recursos se destinaron
al apoyo de iniciativas académicas y sociales para desarrollar proyectos “con enfoque
de género”. En ese sentido, las académicas feministas jugaron un rol puesto que,
desde su lugar, en particular en centros como la Universidad Nacional, lograron abrir
un centro de estudios específicos para los asuntos de género, muy vinculado al tema
del “desarrollo”. En ese marco surge el Grupo Mujer y Sociedad que, mediante
diversas actividades, pero sobre todo con su revista En Otras Palabras, alimentó
7
Lamus, D. De la subversión a la inclusión: Movimientos de mujeres de la segunda ola en Colombia,
1975-2005. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2010, Pág. 9.
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muchos de los debates feministas durante aproximadamente dos décadas.
Algunos de sus esfuerzos se encaminaron a demostrar el carácter científico de su
trabajo, a partir de la adopción de la categoría género y su uso en proyectos de
investigación, de desarrollo y, en general, en las políticas públicas. Esta tendencia no
fue exclusiva de Colombia ya que en otros países los estudios de género tuvieron un
desarrollo similar al provenir de la financiación de la cooperación internacional. Ello no
sin críticas constantes de parte de otros sectores que denunciaban la pérdida de fuerza
política de las reivindicaciones, ya que la adopción de la categoría género implicó una
pérdida de radicalidad y, en cierto sentido, la cooptación de las banderas de lucha.
Por otro lado, se promovió por parte de la cooperación el surgimiento de múltiples
ONGs que competían por los fondos de financiación, con lo que se profesionalizó el
activismo y se copó el campo de acción política. En palabras de Lamus, las ONGs son
un “aparato burocrático-administrativo, generalmente con cuadros profesionales muy
calificados, terminaron confundiéndose con la “sociedad civil”, y los propios
movimientos sociales, invadidos por el fenómeno de la ONGización, abandonaron su
sentido crítico, reivindicativo, demandante, y “privatizaron” el movimiento”8.
El problema no se limitaba a recibir recursos de actores tan señalados como la
cooperación estadounidense o europea, que en cierto sentido buscaban ocultar su
injerencia en la política interna de los países, sino incluso que las agendas eran
impuestas por los financiadores a las ONGs a cambio de recibir sus recursos con lo cual
se priorizaban temáticas en ocasiones ajenas al contexto colombiano. En este clima y
8
Lamus, D. De la subversión a la inclusión: Movimientos de mujeres de la segunda ola en Colombia,
1975-2005. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2010, Pág. 75.
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de manera paralela surgieron una gran diversidad de organizaciones grupos e
iniciativas que se reconocían como feministas tales como la Red de Educación Popular
entre Mujeres (REPEM); la Red de Derechos Sexuales y Reproductivos, y la Red Mujer y
Hábitat; y se mantenían con fuerza otras organizaciones como la Red Nacional de
Mujeres, La Ruta Pacífica de las Mujeres, la Asociación Nacional de Mujeres
Campesinas e Indígenas de Colombia (ANMUCIC), la corporación Casa de la Mujer y la
Fundación de Apoyo Comunitario (FUNDAC) en Bogotá; Centro de Atención para la
Mujer y la Infancia (CAMI) de Cali, la Organización Femenina Popular (OFP), de
Barrancabermeja, la Fundación Mujer y Futuro de Bucaramanga, entre muchas otras.
Asimismo, surgen iniciativas de mujeres organizadas por la búsqueda de la paz, en
primer lugar, ante el recrudecimiento de la guerra fruto de la ruptura del proceso de
paz (2002) entre el gobierno y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC); en segundo lugar, frente a la escalada bélica que supuso el plan
estadounidense para fortalecer la acción del Estado colombiano en la guerra contra el
narcotráfico (Plan Colombia) que sirvió para fortalecer la estrategia contrainsurgente y
generó una creciente violación de derechos humanos por parte de las fuerzas del
Estado, así como las innumerables infracciones al derecho internacional humanitario
tanto por las guerrillas y los paramilitares. Finalmente, la llegada al poder en el año
2002 de Álvaro Uribe, quien explicaba la compleja situación del país como un
problema de terrorismo y narcotráfico, alejó aún más las posibilidades de detener la
confrontación armada.
La acción de las organizaciones feministas en su conjunto logró hacer visibles las
innumerables afectaciones que el conflicto armado en la vida de las mujeres y sus
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familias tales como el desplazamiento forzado, la militarización de la vida cotidiana, el
control sobre la vida privada y pública de las mujeres, la esterilización y el aborto
forzados, la violencia sexual como estrategia de control territorial, la tortura y la
desaparición forzada entre otras situaciones que hacían aún más difícil la situación de
las mujeres negras, afrodescendientes, indígenas, campesinas, pobres, lesbianas y
transgeneristas. Las mujeres como víctimas directas o indirectas, como madres o
familiares de víctimas, como activistas políticas y como parte de la sociedad clamaron
por la negociación de una salida política y negociada al conflicto armado.
Es posible destacar por lo menos cinco grandes iniciativas de mujeres que buscaban
aportar en la construcción de la paz: La Red Nacional de Mujeres (1991), la
Organización Femenina Popular (1972), la Ruta Pacífica de las Mujeres (1995), la Mesa
Nacional de Concertación de Mujeres (2000) e Iniciativa de Mujeres por la Paz (2001).
Estos grupos se diferenciaron según sus formas de entender la construcción de la paz.
Algunas reivindicaban el pacifismo como estrategia política, otras priorizaban superar
el conflicto social y económico; y finalmente, algunas de ellas quisieron participar en la
negociación entre el gobierno de Uribe (2002-2010) y los paramilitares. Más que
diferencias políticas estas cuestiones se convirtieron en hondos conflictos que
obstaculizaron los esfuerzos de acción conjunta, a excepción tal vez de la realización en
25 de julio de 2002 de la llamada “gran marc a de mujeres por la paz” que llevó a
miles de mujeres de todo el país a las calles bogotanas, para exigir un acuerdo de paz
entre los actores en conflicto.
Un último factor de debate en el feminismo colombiano se ha dado alrededor del
sujeto de lucha del feminismo. La mujer, como categoría política, se pensaba como un
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otro homogéneo y opuesto al sujeto hombre; como un sujeto ahistórico e idéntico,
paradójicamente tal como el discurso patriarcal había representado a las mujeres a lo
largo de la istoria occidental. Para Espinosa, “las denuncias acerca de los privilegios
de las mujeres blancas de clase media y heterosexuales fueron formuladas
intermitentemente desde mediados de los 80 por feminismo latinoamericano y
caribeño comprometido con los sectores populares”9. En síntesis, cuestionaban al
inexistente sujeto mujer poniendo en evidencia las diferencias y profundas
desigualdades existentes entre mujeres dada la existencia de opresiones vinculadas al
racismo, al clasismo y al heterosexismo.
Las feministas acogieron la lucha basada en la identidad como si el ser mujer fuera algo
dado fuera del régimen político. De nuevo paradójicamente, estos feminismos
reprodujeron lo que en principio querían cuestionar: la biologización y naturalización
de la diferencia sexo-genérica. Mujeres negras, indígenas, pobres, no heterosexuales
cuestionaron al feminismo y sus objetivos y estrategias políticas, pero, por encima de
todo, reclamaron su prerrogativa de hablar por sí mismas, sin representantes. Ha
tomado mucho tiempo reconocer que muchas no solo enfrentan la opresión por
razones de sexo/género, sino que además son ubicadas en un orden racial de acuerdo
con preceptos racistas. Además, las feministas como parte de un determinado orden
social no escapan a las determinaciones racistas, heterosexistas y clasistas del resto de
la sociedad, lo que en muchos momentos pudo llevar a que no se reconocieran como
iguales las voces de mujeres racializadas o empobrecidas.
9
Espinosa, Y. Los desafíos de las prácticas teórico-políticas del feminismo latinoamericano en el
contexto actual. En M. Daza, R. Hoetmer y V. Vargas (eds.). Crisis y movimientos sociales en nuestra
América: cuerpos, territorios e imaginarios en disputa. Lima: Programa Democracia y Transformación
Global, 2012, Pág. 6.
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Los feminismos de hoy: ¿Caminos, redes o rompecabezas?
En la primera década de 2000 y hasta el 2016 las continuidades y similitudes de los
debates planteados en el apartado anterior son evidentes, sin embargo, dos
características pueden perfilarse como marcas de identidad de esta última etapa: los
cambios en el contexto político del país, sobre todo marcado por la negociación con la
guerrilla de las FARC para terminar el conflicto armado, por un lado; y por otro, y en
directa relación, la proliferación de colectivos que se reivindican como feministas, pero
tienen vínculos y estrategias de acción mucho más conectadas con otros movimientos,
en especial movimientos antirracistas, campesinos, grupos de víctimas del conflicto
armado, comunidades indígenas, movimientos populares, nuevos partidos, entre
otros.
De nuevo el hito que marca este periodo desde el punto de vista de este trabajo es un
EFLAC que tuvo lugar en Bogotá en el año 2011; aunque hay que retroceder hasta el
año 2008, cuando se realizó el encuentro XI en México D.F. A ese encuentro asistieron
colombianas, pero además se hizo público el libro de María Cristina Suaza Soñé que
soñaba: una crónica del movimiento feminista en Colombia de 1975 a 1982 que fue
presentado por su autora en un escenario cargado de nostalgia dados los reencuentros
entre algunas de sus protagonistas. Tal vez ese acontecimiento, unido a que el
encuentro XII representaría el aniversario 30 (1981-2011), llevó a que se decidiera que
el encuentro se realizara en Colombia. Las asistentes asumieron la organización y esto
llenó de esperanza a varios colectivos que se quisieron sumar a la organización del
evento.
La organización del XII EFLAC evidenció la necesidad de realizar un encuentro nacional
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en el que se debatiera sobre el feminismo en el país y de tejer lazos para la acción
política articulada. Ese encuentro se llevó a cabo en Bucaramanga (Santander) en
octubre de 2010 y su organización estuvo a cargo de la Fundación Mujer y Futuro,
organización feminista de gran trayectoria y reconocimiento en el movimiento. En el
evento participaron alrededor de 130 asistentes, en su mayoría provenientes de
Santander, Antioquia, Bogotá, Pereira, Popayán, Cali y la Costa Caribe. Allí se debatió
acerca de las diferentes expresiones de feminismo, la violencia contra las mujeres, la
diversidad, los derechos y la participación política, el aborto legal y seguro en el país,
entre otras temáticas. Parte de la relevancia de este encuentro estuvo en que no se
había realizado un evento de este tipo desde 1979. Si bien algunas de las participantes
señalaron en su momento que en esas memorias quedaban consignadas los puntos
centrales de la agenda feminista en Colombia, el encuentro no trascendió y no se ha
vuelto a realizar ningún ejercicio parecido.
En 2011 en Bogotá se realizaron finalmente dos encuentros: de un lado, el XII EFLAC y
de otro, el Encuentro Latinoamericano y del Caribe de Acción y Prácticas Feministas
(ELCAP) organizado por una pluralidad de expresiones feministas de mujeres jóvenes,
artistas y de sectores populares10 quienes plantearon críticas a la organización del
EFLAC, en particular “el elevado costo de la participación, la poca apertura en su
planeación, el manejo de los recursos y otras de más hondo calado que tienen que ver
con las lógicas excluyentes de la financiación externa y el debilitamiento de las
10
Aunque participaron más organizaciones en el desarrollo del Encuentro, la comisión coordinadora del
ELCAP estuvo compuesto por el Movimiento La Sureña, Colectiva Feminista Dessujetadas, Colectiva
Juana Julia Guzmán, Colectiva Feminista de Educación Popular, Colectivo Rexiste Riot Grrrl y feministas
independientes.
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energías emancipatorias del movimiento que ésta supone”11.
Sus organizadoras reconocieron que en parte el encuentro alternativo tenía que ver
con el debate entre feminismo institucional y las propuestas de autonomía aunque no
se reconocía como el eje principal del evento. Sobre el XII EFLAC y su realización se
puede decir que sirvió como animador de los debates entre quienes se decantaban por
un feminismo cercano al Estado, desarrollado por ONGs y financiado por entidades de
cooperación, y otras propuestas con intenciones políticas de tomar distancia de todas
las expresiones institucionalizantes del activismo feminista.
Posteriormente, y tal vez por el convulsionado contexto potenciado por la mesa de
negociación política para terminar el conflicto con las FARC, los esfuerzos de muchas
organizaciones, grupos e iniciativas ciudadanas se orientaron a apoyar esa iniciativa y a
exigir que no se suspendiera el diálogo, como había sucedido en el pasado. El
optimismo de lo alcanzado allí, incluso la conformación de una comisión de género
para pensar asuntos relacionados con la situación de las mujeres como víctimas y
como ciudadanas, requirió esfuerzos de muchas feministas, lo que descuidó otros
asuntos como la violencia contra las mujeres, la despenalización del aborto o las
medidas de reconocimiento de derechos a personas lesbianas, gais, bisexuales y
transgeneristas, que siguen siendo asuntos de hondo calado político, todo el tiempo
amenazados por las ideas religiosas y de sectores conservadores que aún hoy en día
quieren restar legitimidad a cuestiones básicas vinculadas con la libertad y la
autonomía individual, pero también con los derechos colectivos de pueblos indígenas y
11
Colectiva Juana Julia Guzman. “Encuentro Latinoamericano y del Caribe de Acción y Prácticas
Feminista: 18 al 21 de Noviembre de 2011”. http://las-juanas.blogspot.com.co/2011/06/encuentrolatinoamericano-de-accion-y.html [Fecha consulta: 4 de febrero 2023].
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comunidades negras.
Los trabajos citados en el apartado anterior llegan hasta el año 2005, así que con el
objetivo de analizar el periodo posterior se realizó un trabajo de recopilación de
información con fuentes primarias de modo que se pudieran tener opiniones y
percepciones de feministas que hoy se identifican como tales y siguen haciendo
política feminista a nivel individual, en grupos u organizaciones. Para este fin, se
realizaron cuatro entrevistas semiestructuradas y se obtuvieron 113 respuestas a una
encuesta realizada en Internet; a continuación, se analizan los resultados más
relevantes de las dos estrategias metodológicas.
En primer lugar, se indagó por un símbolo que representara al feminismo actual en el
país y se encontró que la mayor parte de las activistas consultadas piensan que es una
serie de caminos (42,5%), seguida por la idea de una red (28,3%) y luego un
rompecabezas o puzzle (10,6%), como las respuestas más frecuentes. Estas
representaciones dan cuenta de una conciencia colectiva del movimiento feminista
como algo plural que está lejos de la univocidad u homogeneidad. El cruce de caminos
es una metáfora interesante en tanto da cuenta que cada expresión tiene un curso
propio que en ciertos momentos puede llegar a cruzarse (sin mezclarse) con otras
expresiones del movimiento. En cuanto a la imagen de la red, esta parecería
representar cierta estructura de coordinación y comunicación, lo que contradice los
resultados generales del presente trabajo. Finalmente, en cuanto al rompecabezas, se
destaca la respuesta de una de las entrevistadas:
Yo siento que es más bien un rompecabezas, es decir que no todas las piezas son iguales
y digamos hay una sombrilla general que es denominarse feminista, aunque esos
feminismos son tan diversos y tan plurales (que) a veces se encuentran a veces no,
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entonces sí, me imagino más un rompecabezas de piezas particulares y la particularidad
tiene que ver con el lugar de enunciación, es decir, hay feminismo popular, hay
feminismo o de género, ay feminismo académico, ay feminismo antiracista… Hay
feministas en el lesbianismo, hay algunas lesbianas feministas, hay compañeras afros
negras, que se asumen como feministas.12
Esta metáfora no solo reconoce la diversidad que constituye al movimiento, sino sobre
todo da cuenta de las desiguales maneras de actuar, de entender la opresión y, en
consecuencia, de priorizar temáticas de lucha política. De estas representaciones
queda claro que difícilmente se puede hablar de un movimiento feminista nacional,
sino de distintas expresiones feministas, cada una con sus particularidades. Así, la
siguiente cuestión que fue abordada fue el tema de las diferencias regionales o
territoriales desde la llamada tensión centro/periferia plantada por Lamus:
Una de las discusiones más frecuentes en las redes y proyectos nacionales es la que
denomino nudo geopolítico y cultural, por las relaciones de poder que se generan entre
las regiones y el papel que su localización juega en el mapa de las jerarquías geográficas
nacionales. Este nudo se expresa entre los grupos como la tensión
centro(s)/periferia(s).13
Sobre ese tema algunas de las feministas consultadas expresaron que “el feminismo
institucional es el más reconocido en el país”14 y que “ ay algunas ONGs y plataformas
con gran poder económico y político que influyen sobre las decisiones de colectivos
regionales o con menor capacidad económica”15. Otros aspectos que se plantearon
fueron:
Las organizaciones de carácter "nacional" que se concentran en Bogotá tienden a llevar
12
Entrevista No 2.
Lamus, D. De la subversión a la inclusión: Movimientos de mujeres de la segunda ola en Colombia,
1975-2005. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2010, Pág. 256.
14
Encuesta.
15
Encuesta.
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el liderazgo y la vocería por las mujeres en Colombia, o las organizaciones feministas en
Colombia. Existen muchas iniciativas feministas más regionales que tienen influencia en
lo local y no son convocadas en otros espacios de intercambio en donde seguramente
podrían ampliar las discusiones y posicionar otros temas y estrategias de trabajo quizá
más urgentes para las mujeres en Colombia.16
Con respecto al feminismo en las regiones, desde los territorios, claramente tú vas al
Cauca y ves el ejercicio que acen muc as mujeres… es un ejercicio feminista, desde el
accionar, desde las prácticas, desde el ejercicio de transformar imaginarios, hacer
realidades, transformar una serie de violencias sistemáticas, especialmente con las
mujeres afrodescendientes y más por el tema de conservación y respeto al territorio, y
el territorio se entiende también como el cuerpo de ellas.17
Siempre hemos tenido una percepción de que tenemos aquí en Cali un feminismo muy
dado a la acogida entre nosotras, y por lo menos hemos hecho el intento de que sea un
feminismo también donde nos sintamos bien, donde las relaciones sean pues lo más
respetuosas posibles y también reconocemos que en eso influye el que seamos
provincia, frente a Bogotá por ejemplo.18
Estos ejemplos apuntan a una sensación de concentración de recursos, vocerías
políticas y posicionamiento en algunas organizaciones ubicadas en Bogotá, con
proyección nacional, pero que difícilmente realmente recogen las diversidades
territoriales, en donde el feminismo es ejercido desde distintas ópticas y por diferentes
actoras. Ligada a esa reflexión se indagó sobre la cuestión de las formas organizativas
que necesariamente llevan a la pregunta por la substitución del protagonismo de los
grupos autónomos menos formales por la iniciativa en la actividad política de parte de
las ONGs. De hecho, algunas de las entrevistadas ven la institucionalización como la
principal característica del movimiento feminista en Colombia, tanto en la capital como
en las regiones:
Yo no me atrevería a decir que las regiones tienen una particularidad casi esencial por
16
Encuesta.
Entrevista No 3.
18
Entrevista No 4.
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ser región, yo creo que también ay de todo. … Yo creo que (las ONGs) tienen un poder
bastante fuerte todavía en las regiones. Yo creo que el tema de la autonomía no se ha
debatido suficientemente, yo creo que, así como pueden decir que son autónomamente
en términos de que tal vez no hay una jefa, pero sí dependen, por ejemplo, de los
financiamientos con la cooperación, o sí dependen de ciertas lógicas también de ONGs
… Yo sí creo que en términos geopolíticos Bogotá sigue siendo centro, y eso no
solamente en términos del feminismo, yo creo que en casi todos los movimientos y
todas las dinámicas sociales, pero tampoco me atrevo a decir que las regiones tienen
una particularidad, que salgan de la institucionalización. … Yo creo que ay que
complejizar un poco más, solamente de hacer esa relación entre Bogotá y las regiones,
habría que profundizar más como cada experiencia que supone en términos de su
apuesta política, en términos de su forma organizativa, inclusive en la articulación que
hacen, con cuáles movimientos, si hay articulación con otros movimientos.19
En tercer lugar, se agrupan respuestas y reflexiones vinculadas a la estructuración de la
agenda política, cuestión que resultó de la mayor complejidad en tanto más que
temáticas acerca de las situaciones de opresión o desigualdad que pueden llegar a ser
consideradas prioridades para la acción política, se encontraron respuestas acerca de
quienes deciden los contenidos:
La agenda feminista no es tan "popular" como quisiéramos y muchas veces se queda en
quienes lideran ONGs, en este sentido, es en la gestión de recursos y la articulación con
agencias de cooperación que determinados temas toman mayor relevancia.20
Hay discursos que son importados, desde fuera, pero hay diferentes niveles del fuera, y
una de las tesis que yo manejo, es que aquí hay una serie de países en América Latina
que gozan de hegemonías enunciativas porque determinadas condiciones históricas les
han permitido estar mejor, acercarse más al proyecto moderno, como por ejemplo
Argentina o ciertos sectores de México, de Chile, de Brasil y estos son como países
bisagras, son la entrada de determinados discursos y a través de ellos hacia los
movimientos en América Latina, en específico movimientos feministas.21
¿Por qué llegan los derechos sexuales y reproductivos? ¿Por qué llega el tema del
aborto, la economía del cuidado? ¿Por qué llega el tema de desarrollo? … Son las
19
Entrevista No 2.
Encuesta.
21
Entrevista No 1.
20
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políticas neocoloniales que llegan a América Latina, es más, a los países llamados del
tercer mundo, nosotras emos sido el laboratorio de esas políticas. … (El proceso de)
cómo se va desarrollando toda la política del desarrollo y cómo es que va penetrando a
los países y a los movimientos sociales… yo creo que eso ay que entenderlo
históricamente.22
Estas respuestas
acen énfasis en el rol que
an llegado a tener las “agendas
importadas” en Colombia, una influencia que a significado la efectiva “cooptación del
movimiento” feminista debido a la institucionalización del discurso por medio de la
dependencia económica e ideológica del Estado o de la cooperación internacional. En
este sentido, los contenidos de las agendas más que temas que generan consensos
entre las feministas –como la paz (en el que incluso no hay una sola mirada)– se
vuelven escenarios de debate y confrontación, pues en ocasiones tienen mucho más
que ver con la fuente de financiación de turno que con una reflexión política acerca de
qué tipo de tema debe valorarse como prioritario de acuerdo con los retos políticos
impuestos en las coyunturas.
Aquí se menciona también la limitación que supone la dependencia de recursos
financieros y de otro tipo para la estructuración de una agenda feminista crítica, pues
en muchas ocasiones la agenda se construye a partir de una reacción a estímulos
externos, más no de debates profundos en el interior del movimiento:
Nosotras somos feministas porque lo queremos, por una posición política, pero ese
feminismo lo tenemos que hacer además de la sobrevivencia, ¿sí?, además de lo que
tenemos que hacer para ganarnos la vida. Entonces es un feminismo que a muchas nos
ha marcado nuestra vida y nos ha orientado nuestra vida, pero que lo de los recursos, y
cuando digo recursos también me refiero al tiempo especialmente, no nos permiten, a
veces, una fortaleza tal como para dedicarnos a hacer debates en torno a una agenda
feminista, o si queremos esto o no queremos lo otro, vamos como respondiendo a lo
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más urgente de cada momento histórico en la vida local o nacional, o internacional.23
Finalmente, y como cierre de este ejercicio, aunque no a manera de conclusión sino de
pregunta abierta, se plantea una temática que por su complejidad seguirá copando los
debates más encendidos entre activistas feministas y es el reconocimiento de las
diferencias y desigualdades entre mujeres en Colombia:
Yo creo que en términos de los temas de la perspectiva política que se proponen pienso
que hay mucho de feminismo de la diferencia, mucho, o sea del mujerismo, ¿no?, de la
esencialización del ser mujer, el asunto del tema del cuidado, y creo que eso es una cosa
que ha marcado mucho, por ejemplo, experiencias. Bueno, no quiero decir nombres,
pero, por ejemplo, yo te puedo decir que en Medellín hay una incidencia fundamental
de lo que es el feminismo de la diferencia y que las mujeres nos vamos a articular y
somos bonitas todas, etcétera.24
Esta identificación del feminismo con un sujeto único de acción choca con una realidad
de profundas desigualdades entre mujeres, determinadas por la matriz de opresión en
donde las relaciones de poder y, por tanto, de subordinación por razones de
asignación racial, clase social, sexualidad y sexo/género, no solo no permiten la
anhelada sororidad armónica, sino que ahondan los conflictos y las distancias. Además,
en ocasiones parece incuestionable la idea de que la lucha central es por las cuestiones
de género y que cualquier otra cuestión amenaza con desmantelar el campo de acción
feminista. Prevención que paulatinamente se va desarmando tanto porque se acogen
algunos de los reclamos de las feministas racializadas, pobres o campesinas o no
heterosexuales, aunque también se encuentran mecanismos para neutralizar el poder
subversor que sus luchas pueden llegar a tener en el seno del feminismo:
Es la imposibilidad del feminismo (desde) esa razón moderna, como yo le llamo la razón
23
24
Entrevista No 4.
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colonial: por más que den lugar a que las mujeres negras o indígenas que se quejan y las
ponen en un panel, eso es lo más que va a poder llegar, no pueden hacer otra cosa, eso
es todo; es multiculturalismo liberal, no hay otra salida que esa, y ahí también ha sido
una debilidad también de los movimientos antiracistas que … que venían de grupos
racializados, que durante todos los 80s y los 90s prácticamente el discurso fue de
inclusión o sea pedirle a las feministas y decirles: es que no hay mujeres negras, sin
analizar ¿por qué no, cuáles son las condiciones que hacen que esto sea imposible? Pero
más allá de eso, las implicaciones que eso tendría, si solamente nos quedáramos en la
inclusión, eso al final lo que nos llevaría es a un camino de blanqueamiento de las
mujeres negras, o sea que a ellas se les abran los espacios para que lleven a cabo un
mensaje y orientaciones políticas que son de blanqueamiento, que son de
modernización.25
En ese sentido, esa inclusión acrítica que describe la entrevistada puede ser
identificada con las estrategias que hoy en día suelen presentar algunas expresiones
del movimiento que apelan a la interseccionalidad como una herramienta para
entender las opresiones que enfrentan las mujeres en sus diversidades y diferencias.
Este es, sin embargo, un camino incierto como es señalado en otra entrevista:
Para mí la interseccionalidad es coger, todas esas diferencias, ¿no? y que se consideren
en política pública, en lo que sea. Yo creo que cuando estamos hablando de eliminar las
opresiones es otra cosa, o la interseccionalidad lleva más a una lógica inclusiva de la
diferencia, de ejes de diferencia. Yo creo que la otra opción es eliminar el racismo que te
lleva a otro tipo de política que es entender cómo es que funcionan las opresiones y los
sujetos más jodidos de esas opresiones, pero además qué tienen que ver uno con otro, y
ahí sí yo puedo derivar una política transformadora, si eso es lo que yo quiero, ¿no?
Entonces yo creo que no es casual que la interseccionalidad sea lo más famoso, porque
eso cae perfecto en lo políticamente correcto de reconocer los ejes de diferencia.26
Al igual que se ha denunciado en la acción del Estado, los partidos políticos
tradicionales o los movimientos sociales históricos el llamado al reconocimiento de las
diferencias entre mujeres dentro del feminismo no es a asumirlas como identidades
25
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dadas que hay que incluir, sino que es necesario evidenciar las relaciones de poder que
son causa de esas diferencias y que continúan significando para ciertos grupos sociales
enfrentar condiciones de subsistencia mucho más difíciles. No obstante, se reconoce
que es justamente esta apertura del feminismo, aunque muchas veces parcial y
superficial, que da vía libre a una mirada crítica desde el interior del movimiento:
El que hoy haya mujeres, negras, indígenas, de clases populares, que le estén
disputando al feminismo la teoría que produce, eso es gracias a la apropiación feminista,
porque fue gracias a que hubo procesos de democratización y de ampliación del
feminismo cuando todo el movimiento, el feminismo popular va a hacer feminismo en
las comunidades, y de ahí surgimos la mayoría de nosotras, las que hoy nos nombramos
como feministas antirracistas y decoloniales. Llegamos a ese mundo feminista que se
nos abrió en términos de inclusión, vengan y entren a esta agenda que digamos es la
lucha de las mujeres, y a fuerza de estar ahí y darnos cuenta de que esa agenda no nos
servía… de abrir los ojos y ver las imposibilidades reales de esa supuesta
democratización del feminismo, es ahí que entonces comenzamos a buscar otras vías y a
nombrar, buscar un nombre propio.27
El debate de la autonomía, aunque tardío dentro del feminismo colombiano, parece
ser un tema importante para el futuro del movimiento en el país, que además está
estrechamente ligado a las agendas políticas que surgen, o deben surgir, de la
diversidad de sujetas y de las opresiones que ellas viven. El feminismo como corriente
política parece, sin embargo, tener un horizonte esperanzador en tanto cada vez son
más los colectivos que desde el arte, el ciberespacio, los grupos estudiantiles,
movimientos ciudadanos y las colectivas de jóvenes recrean la acción política feminista
en Colombia.
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Cierre
La pretensión de este escrito es aportar en un debate siempre cambiante que se nutre
de nuevas miradas de manera permanente. El feminismo es un movimiento dinámico
que debería mantener su perspectiva autocrítica para evitar la reproducción de viejas
prácticas políticas que restan a su capacidad transformadora. Lo que nos muestran los
feminismos negros, comunitarios, populares, de las disidencias sexuales, entre otros,
es la necesidad de pensar las relaciones sociales de dominación como productos
complejos de una matriz de poder racista, capitalista y sexista de modo que su
desestructuración
debe
partir
de
la
solidaridad
entre
luchas
y
no
la
compartimentalización de estas ni un separatismo de los sujetos de la lucha, como
alternativa posible para que los ideales de igualdad, libertad y solidaridad que han
defendido los feminismos se materialicen en una vida digna para cada ser humano.
Listado de fuentes primarias
Cuatro entrevistas estructuradas y 113 respuestas a una encuesta realizada en Internet
con académicas y activistas feministas que hacen política feminista a nivel individual,
en grupos u organizaciones en Colombia.
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