BRIGANTIUM, 2003, vol. 14, pp. 117-138
DOCUMENTACIÓN Y ARQUEOLOGÍA DEL ORO CASTRERO:
ACERCA DE F. MACIÑEIRA Y EL TORQUES DE CAPELA_DA
(SAN XIAO DE MONTOXO, CEDEIRA, A CORUÑA)
OSCAR GARCÍA VUELTA
Departamento de Prehistoria. Centro de Estudios Históricos-CSIC
XOSÉ-LOIS ARMADA PITA
Departamento de Humanidades. Universidade da Coruña
Resumen. Llevamos a cabo un estudio tecnológico del torques encontrado en San Xiao de Montoxo (Cedeira, A Coruña) y publicado inicialmente por Federico Maciñeira, así como una exposición de los documentos relacionados con su adquisición por parte del
Museo Arqueológico Nacional y una revisión historiográfica de la obra de Maciñeira en lo concerniente a la arqueología del oro. El
objetivo es mostrar algunas alternativas a la vía tipológica en arqueología del oro, como el estudio tecnológico basado en la observación directa (para conocer el proceso de fabricación) y el análisis historiográfico/documental (para clarificar las condiciones del
hallazgo de un elevado número de piezas).
Abstract. We carry out a technological study of the gold torc found at San Xiao de Montoxo (Cedeira, A Coruña) and firstly
published by Federico Maciñeira, as well as a presentation of the documents related to his purchase by the Museo Arqueológico
Nacional and a historiographical review of the work by Maciñeira concerning gold archaeology. The aim is to show some
alternatives to the typological view in gold archaeology, such as the rechnological study based on direct observation (to know the
fabrication process) and the historiographical/documental analysis (in order to clarify the find condirions of a high number of pieces).
INTRODUCCIÓN
En la práctica, el desarrollo de una investigación
sobre arqueología del oro, y en especial sobre arqueología del oro del Noroeste Peninsular, se encuentra
con un buen número de factores limitadores largamente expuestos (Balseiro, 1999). Entre éstos
destacan la dispersión y la dificultad de acceso al
material arqueológico, su desigual grado de estudio
y la carencia de información sobre sus contextos,
cronologías y modos de recuperación.
Afortunadamente, en los últimos años una
importante renovación metodológica en el estudio
de los materiales ha dado lugar a nuevos caminos de
interpretación, reactivando el debate en esta disciplina. Sin embargo, dos tareas fundamentales continúan aún pendientes para el adecuado desarrollo de
la investigación.
La primera es la sistematización de toda la información documental disponible sobre las piezas y
hallazgos, en la actualidad dispersa y parcialmente
inédita. La segunda, la revisión crítica y actualizada
de los conceptos y estudios anteriores en la materia,
frecuentemente apoyados en una observación indirecta o inadecuada de los materiales y que han
contribuido en algunos casos a la pervivencia de
interpretaciones y conceptos erróneos.
Aunque recientemente se han realizado aportaciones críticas sobre la arqueología del Noroeste de
la Península Ibérica (Fernández-Posse, 1998), no
contamos aún con una síntesis dedicada específicamente a la arqueología del oro en esta zona,
ocupándose los últimos trabajos en una visión
panorámica de la investigación a nivel peninsular
(Perca, 1999) o en un análisis historiográfico
general (Acuña Castroviejo, 1996; Alonso Troncoso, 1995). Son todavía menos los estudios que
contribuyen al mejor conocimiento documental y
contextual de las piezas o a la publicación de ejemplares hasta ahora inéditos (Ladra, 1997-98 y
1999a; Grupo de Arqueoloxía da Terra de
Trasancos, 2000).
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OSCAR GARCÍA VUELTA / XOSE-LOIS ARMADA PITA
FIGURA 1. Torques de San Xiao de Montoxo.
A falta de esta labor, el trabajo que exponemos
supone una aportación en esta línea, integrando el
estudio documental e historiográfico con una nueva
revisión del material arqueológico, donde se prima
su lectura técnica y tecnológica sobre otros aspectos
que hasta la fecha se han demostrado insuficientes
para su estudio, como por ejemplo la tipología
(Armbruster y Perea, 2000).
FIGURA 2. Localización del hallazgo.
Tomamos como ejemplo el torques de la sierra de
A Capelada (San Xiao de Montoxo, Cedeira, A
Coruña), conservado en el Museo Arqueológico
Nacional. Este torques es uno de los que cuenta con
un mayor volumen de información sobre procedencia, fecha y modo de recuperación; desde el
punto de vista tecnológico ofrece además unas
características que lo convierten en una pieza
singular.
Por otra parte, la historia y avatares del presente
hallazgo enlazan con una de las figuras claves para
el estudio de la arqueología gallega, Federico
Maciñeira, cuya contribución a la arqueología del
oro del Noroeste también se analiza en estas
páginas.
Para la realización de este trabajo, nos hemos
apoyado en un nuevo estudio topográfico del
torques mediante su observación con lupa binocular en el M.A.N., documentando los resultados
de este proceso con fotografía macro. En los apartados documental e historiográfico tomamos
como base la revisión de la documentación exis-
Documentación y arqueología del oro camello: acerca de E Maciñeira y el Torques de Capela
(San Xiao de Montoxo, Cedeira, A Coruña)
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tente en el Archivo del Museo Arqueológico
Nacional (García Vuelta, e/p), así como la conservada en el archivo de la familia Maciñeira, y el
estudio de la obra de este mismo autor (Armada,
e/p). En cuanto al análisis contextual, aportamos
también los resultados obtenidos en una visita al
lugar del hallazgo para clarificar las condiciones de
recuperación y su eventual relación con yacimientos
arqueológicos de la zona.'
FEDERICO MACISTEIRA Y
LA ARQUEOLOGÍA DEL ORO
Por diversos valores y circunstancias, detenidamente expuestos en otro lugar (Armada, e/p), la
figura de Federico Maciñeira puede calificarse como
excepcional en la historiografía arqueológica del
Noroeste peninsular. En momentos de considerable
aislacionismo científico, en los cuales el precario
estatuto institucional de la arqueología otorgaba un
destacado protagonismo a eruditos y aficionados,
Maciñeira se muestra como una personalidad renovadora, sirviendo de enlace entre los historiadores y
anticuaristas decimonónicos (Murguía, Villaamil,
Saralegui...) y los hombres del Seminario de
Estados Galegos, que bajo la batuta de Cuevillas -y
más tarde Bouza Brey- ejercieron una crucial
influencia en la arqueología de las décadas posteriores.
La actividad arqueológica de Maciñeira se
prolonga de forma sostenida durante más de 50
años, desde 1890 hasta su muerte en 1943. Durante
todo este tiempo desarrolla una intensa tarea de
prospección y recuperación de material arqueológico, cuyos resultados van saliendo a la luz con
notable celeridad en algunos casos; a ello se unen
algunas excavaciones -sobre él se ha dicho (Bouza,
1947) que efectúa en Galicia la primera excavación
sistemática con fines puramente científicos- funda-
1 Agradecemos a D. Federico Maciñeira Teijeiro, nieto del arqueólogo ortegano, la colaboración ofrecida durante nuestro
estudio, así como las facilidades prestadas por el Departamento
de Protohistoria y Colonizaciones y el Archivo documental del
M.A.N. Debemos mencionar y agradecer igualmente la colaboración de Alberto López Fernández, del Grupo de Arqueoloxía
da Terra de Trasancos, en lo concerniente a la definición del
lugar del hallazgo.
FIGURA 3. Federico Maciñeira.
mentalmente en túmulos y en el entorno de Estaca
de Bares, que en su opinión había sido una importante estación portuaria desde tiempos prehistóricos. Concede además destacada importancia al
estudio de materiales y a la representación gráfica
del registro -son admirables algunos de sus dibujos
y fotografías-, configura una importante colección
de piezas que dona a su muerte a la Universidad de
Santiago de Compostela y desarrolla una intensa
labor en el proceso de institucionalización de la
arqueología.
Son los aspectos citados algunos de los que
confieren una destacada importancia a esta personalidad. No es el presente, sin embargo, el marco
adecuado para desarrollar pormenorizadamente
todas y cada una de estas facetas, analizadas ya en
otro lugar (Armada, e/p). Nos limitamos aquí a
una breve exposición de las aportaciones de
Maciñeira a lo que hoy denominamos arqueología del
oro, concepto que, justo será decirlo, no era de uso
común en su época. En este sentido, cabe también
destacar que no estamos ante un autor que a lo
largo de su vida haya mostrado un interés preferente por la orfebrería antigua, puesto que nunca
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OSCAR GARCÍA VUELTA / XOSÉ-LOIS ARMADA PITA
llegó a ofrecernos un estudio monográfico en la
línea de los escritos por Villaamil o Cuevillas. Bien
al contrario, son otros los temas que le ocuparán con
mayor frecuencia, entre ellos el megalitismo, la
geografía antigua y navegación prehistórica, las
factorías salazoneras romanas o las romerías y
folclore vinculados al santuario de San Andrés de
Teixido.
No obstante, ello no resta interés a una aproximación historiográfica en la línea de la aquí
expuesta. Contamos, al menos, con dos aspectos que
merecen ser comentados en una revisión de sus
aportaciones en arqueología del oro. El primero,
aquellas referencias que a lo largo de sus publicaciones encontramos a piezas desaparecidas; testimonios de mayor o menor validez y fiabilidad pero que
en todo caso merecen una adecuada sistematización
en un momento como el presente, donde apremia la
necesidad de catálogos exhaustivos con toda la
información que podamos obtener, incluso acerca
de hallazgos hoy perdidos. El segundo aspecto
engloba su reflexión teórica y metodológica sobre la
arqueología del oro, formulada básicamente con
motivo de la publicación del torques que aquí estudiamos, pero también tangencialmente expuesta,
en lo que atañe a las primeras etapas metalúrgicas,
al estudiar los contextos tumulares de As Pontes (A
Coruña).
Con respecto a las piezas desaparecidas, siguiendo
una ordenación cronológica debemos aludir en
primer término al hallazgo de algún tipo de adorno,
tal vez una diadema, encontrado por unos trabajadores ingleses que realizaban estudios en la zona de
As Pontes. Al publicar el torques de Capelada,
Maciñeira anota a pie de página: "En una mámoa de
la notable estación de Puentes de García Rodríguez
(número 1 de las de mi carta arqueológica de la comarca),
parece que también se encontró un torques ha cosa de
treinta años, que llevaron los halladores: unos ingleses que
estudiaban un ferrocarril minero y registraron el túmulos"
(Maciñeira, 1923: 11).
Aunque incurre en un desfase de más de 10
años en lo que atañe a la fecha de violación del
túmulo, vuelve el autor ortegano sobre el mismo
hecho en un artículo posterior (Maciñeira, 192913:
23). En efecto, en él nos precisa que ello se
produjo "allá por el 1880"; añade que el túmulo se
sitúa en el lugar llamado La Mdmoa, medio km al
Suroeste de Medoñas da Mourela en dirección
FIGURA 4. Supuesta lúnula de Cerdido (según Saralegui).
ascendente, ya en la cumbre de la colina; nos dice
también que es de tipo cairn o gals-gals, es decir,
con coraza pétrea y carente de dolmen; y, en fin,
indica que junto al citado adorno o joya salió "una
pequeña espada de cobre o bronce" (1929b: 23).
Aunque Maciñeira practica una reexcavación en
torno a 1892, los datos más reveladores en este
particular le son transmitidos por su peón, quien
previamente había trabajado junto a los ingleses
en la excavación del túmulo. La hipótesis más
plausible en este caso, de ser verídicos los datos
referidos, es que estuviésemos ante una pieza
Calcolítica, probablemente una diadema o una
gargantilla, que formaría parte de un ajuar similar
al localizado en un túmulo muy próximo a éste, el
n° 240 de Veiga dos Mouros (As Pontes), también
sin cámara, donde fueron recuperados una
diadema, un puñal de lengüeta y al menos cuatro
puntas palmela (Pérez Outeiriño, 1995: 112;
Bóveda, 1998: 131; Comendador, 1998: 24).
Si bien lo hace de forma esporádica y ocasional, el
autor ortegano no deja de mencionar una de las
piezas más misteriosas -pero también más citadade la arqueología del Noroeste: la supuesta lúnula
de Cerdido, que Maciñeira (1923: 6s), al igual que
Saralegui, denomina torques.
Dado que se fundió tras su hallazgo, poco puede
decirse con fundamento acerca de esta pieza; al
igual que la de Allariz, también desaparecida, fue
ubicada por López Cuevillas (1932a) en época
castreña, pero sobre la base de la ilustración ofrecida por Saralegui (1894: 31) parece haberse
impuesto en los últimos tiempos la opinión de que
Documentación y arqueología del oro castreño: acerca de E Maciñeira y el Torques de Capela
(San Xiao de Montoxo, Cedeira, A Coruña)
estamos ante una lúnula de inicios de la Edad del
Bronce (Almeida, Bóveda y Vilaseco, 1995: 30;
Casal y Bóveda, 1996: 243, 249; Bóveda, 1998:
134s). Esta interpretación cuenta a su favor con el
supuesto contexto tumular en el cual, al parecer,
aparecieron las piezas de Cerdido y Allariz, pero
soslaya un dato crucial transmitido por Saralegui
(1894: 283) y del cual sí se hacen eco tanto Maciñeira (1923: 6) como López Cuevillas (1932a: 136),
cual es el peso del objeto, nada más y nada menos
que 700 g.
Nada sabemos acerca de la fiabilidad del dibujo
ofrecido por Saralegui -no consta que viese la pieza
directamente- ni del crédito que pudiera merecer el
testimonio de quien dijo haberla encontrado en
algo parecido a un barrow.2 Pero el peso sí es un
dato que podría haber obtenido con relativa fiabilidad una persona de la época cuyos conocimientos
arqueológicos fuesen nulos. Aunque hay torques
que superan los 700 g, no son muy frecuentes, y
desde luego no conocemos lúnulas del Bronce
Inicial que alcancen tales dimensiones ponderales.
Los modelos continentales no exceden los 300 g y
los irlandeses rondan los 40 o 50 g (Taylor, 1980:
25-44; Eiroa et al., 1999: 263); la única lúnula hoy
conocida en la Península que incuestionablemente
podemos fechar en en el Calcolítico-Bronce, la de
Cabeceiras de Basto (Braga, Minho), se sitúa en
44'8 g (dato tomado de Comendador, 1998: 49).
Remates de densidad algo mayor (sencillos botones
bitroncocónicos) que los cierres de pestaña que
suelen presentar las lúnulas de inicios del Bronce
los vemos en el ejemplar de Viseu, ya de época
castreña, aunque su peso (59'6 g según Silva, 1986:
253) sigue distando muchísimo del que Saralegui
ofrece para el torque -como él lo denomina- de
Cerdido. No queremos decir con esto que la cuestión quede resuelta a favor de un encuadramiento
concluyente en época castreña o romana, sino que ateniéndonos sobre todo a su supuesto peso- sigue
2 Podría decirse que esta procedencia cumular se asume demasiado a la ligera, teniendo en cuenta que en la publicación se
afirma que la pieza "se encontró en las inmediaciones de otro monumento de esa clase [barroca] en San Martín de Cerdido" (Saralegui,
1894: 283). En caso de que la noticia fuese rigurosamente
cierta, queda claro aquí que la relación sería de proximidad y
no de inclusión.
121
siendo complejo dilucidar qué fue lo que realmente
apareció en Cerdido.
Igual o mayor problema plantea otra información
publicada por Maciñeira y referida a varios
hallazgos de piezas de oro en Viveiro (Lugo). Su
origen se encuentra en una serie de cartas que un
culto vecino de esta localidad, Jacobo Araújo,
remite a Murguía en 1867. Este último le facilita
las cartas a Maciñeira para que aproveche los datos
de interés arqueológico que en ellas se ofrecen, y
que el autor ortegano resume en un artículo que
publica años más tarde (Maciñeira, 1930). El caso es
que en una de dichas cartas, con fecha del 8 de mayo
de 1867, se alude a dos empuñaduras de espada
realizadas en oro; los datos que sobre ellas se ofrecen
resultan confusos, aunque en una se describe la
presencia de "una especie de greca de espirales serpenteantes a la manera de postas, defectuosamente expresados"
y de la otra se concreta que apareció "en la cima de
un coto muy elevado... llamado el Castelo, enterrada al
pie de unas peñas colosales, a las cuales va la gente vulgar
de estos campos en romería el día de San Martín..."; al
parecer, su hoja pudo haber sido de hierro y todavía
conservaba la vaina; en una carta anterior (11 de
enero del mismo año) había manifestado con
respecto a la primera de las empuñaduras que fue
hallada por un labrador en el castro de Esteiro y que
pesaba catorce onzas (Maciñeira, 1930: 226s). Una
noticia de este género podría llevar a pensar en
empuñaduras con guarniciones y elementos decorativos en oro, como las de Guadalajara -para la cual
se baraja Asturias como procedencia alternativa- o
Abía de la Obispalía (Almagro Gorbea, 1972;
Pingel, 1992: 52s); en esta dirección apunta
Balseiro (1994: 314), anotando su posible relación
con espadas del Bronce Final y su hipotética ubicación ca. 1200-800 ane. Pero sin más datos todo
cuanto se diga al respecto resulta arriesgado.
Mayor crédito merece otra noticia, ofrecida por
Araújo en el mismo lugar, referente al hallazgo de
"un trozo de oro finísimo" de "13 onzas y media" de
peso en el juncal de Portochao, también en Viveiro,
dado que, a decir de Maciñeira (1930: 227), en
dicha carta el erudito vivariense dibuja claramente
un torques. Según este mismo autor: "No ofrece, por
todo ello, duda su interpretación, ya que el dibujo representa
las tres circunstancias más peculiares de estas áureas joyas
protohistóricas: semicírculo penanular; remates esféricos o
quizá de bellota o perilla, y alambre arrollado a la
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OSCAR GARCÍA VUELTA
varilla. Sin que de los demás detalles secundarios, (aun
cuando entre las vueltas del alambre arrollado marque
unos puntos), podamos decir nada, cual de sus dimensiones" (Maciñeira, 1930: 227). A posteriori este
torques ha pasado a incluirse entre los pertenecientes al tipo ártabro, desconociéndose su paradero
(Acuña y Casal, 1984-85: 266). Como posiblemente procedentes de Viveiro se han publicado
también un torques íntegro y un fragmento de otro,
proponiéndose que el que se conserva entero, de
tipo ártabro, pudiera ser éste del que habla Maciñeira (Balseiro, 1994: 60-65, 168-175, 187s).
Otro posible torques pudiera serlo el "gran aro de
oro" aparecido en el que Maciñeira (1905) denomina
castro de San Saturnino, que probablemente se corresponde con el que en bibliografía más reciente
(Fernández Caínzos, 1987: 116s) aparece citado
como As Croas. Al parecer, la pieza salió en torno a
1845 al cavar en el recinto castreño con motivo de
labores agrícolas y fue vendida por su hallador al
cura párroco de Lamas; a partir de informaciones
orales de los habitantes del lugar, Maciñeira (1905:
88) deduce que debía tratarse de un brazalete o de
un torques. Particular interés reviste la alusión a
una fíbula aparecida en este mismo castro; el propio
Maciñeira pudo examinarla, clasificándola como
perteneciente al tipo Sabroso, "desprovista del correspondiente alfiler, pero con expansión lateral practicada en
gotera para descanso de aquel, de sección cuadrangular,
remate terminado en botón semiesférico con pequeño apéndice y superficie lisa, excepto en el lomo del puente, donde
presenta un pobre motivo ornamental, de aspecto arcaico y
tema geométrico, consistente en una serie de rayas paralelas poco profundas que se cortan en ángulo recto,
formando un cuadriculado" (Maciñeira, 1905: 88). Si
la clasificación de este autor es correcta, estamos
ante una noticia de cierta relevancia, dado que hasta
el momento en Galicia sólo se habían identificado
fíbulas tipo Sabroso en ámbito meridional, concretamente en Traía. y Sta. Trega (Silva, 1986: 188;
Cortegoso, 2000: 131).
Hasta aquí la exposición de aquellas referencias
mínimamente detalladas que encontramos en la
obra de Maciñeira a piezas de oro actualmente
desaparecidas El segundo aspecto al que antes nos
referimos es la reflexión teórica y metodológica de
este autor en lo que atañe a la arqueología del oro.
No es mucho lo que puede decirse en este sentido,
pero cabe adelantar que de los denominadores
/ XosE-Lois ARMADA PITA
compartidos por buena parte de los estudios de la
época sobre orfebrería en Galicia, algunos de ellos
analizados por Comendador (1996: 55-58), al
menos dos se encuentran en la obra de este investigador: el interés por el tema atlántico y la discusión
sobre el modo de utilización de los objetos. El texto
clave para el análisis de la cuestión es sin duda el
consagrado al torques de Capelada (Maciñeira,
1923), aunque también pueden entreverse algunas
perspectivas en aquellos trabajos que consagra a las
estaciones tumulares de As Pontes.
En algunos de estos túmulos había practicado
excavaciones Santiago de la Iglesia en julio de
1893; el autor de tales trabajos, médico erudito
afincado en Ferrol, tardó tiempo en difundir sus
resultados, y cuando se decidió a hacerlo fue por
medio de unas escuetas notas, ya que "la cultura de
la mayor parte de España no le tolera á un médico que
dedique sus ocios veraniegos á estas cosas propias de
hombres descentrados, á estas cosas que para nada sirven"
(Iglesia, 1907: 59). Sin embargo, la relevancia de
los hallazgos fue tal -como hoy muy bien sabe la
arqueología gallega- que pronto aparecieron
mencionados en trabajos de Saralegui (1894) o del
propio Maciñeira, autores a cuya disposición puso
desde un primer momento los datos obtenidos.
En uno de los túmulos (el 240 de Veiga dos
Mouros) apareció una diadema de oro que podemos
ver frecuentemente citada en trabajos de Maciñeira
y de otros autores. Las circunstancias del descubrimiento son confusas, en particular en lo que atañe a
la composición del resto del ajuar, pues si bien se da
por seguro el hallazgo de un puñal de espigo, los
pareceres sobre el número de puntas palmela que
acompañaban a estos dos objetos oscilan entre tres y
cinco (Pérez Outeiriño, 1995: 112). El propio S. de
la Iglesia ofrece el siguiente comentario: "Lanza de
cobre, de 140 * 40 milímetros, encontrada por mí al
desmontar un tumulus en la llanura de Vilavella
(Puentes de García Rodríguez), juntamente con la
diadema de oro número 27 y las flechas números 19, 20,
21 y 22. Estas cinco piezas..." (Iglesia, 1907: 63). El
médico ferrolano comete aquí un pequeño desliz,
puesto que la diadema no lleva el número 27 en su
catálogo, sino el 26, y además al describirla eleva el
número de puntas palmela a cinco: "Diadema de oro
de 20 quilates, 19 gramos de peso, 345 milímetros de
longitud, de la forma de los cuellos llamados tirillas, con
los extremos redondeados y uno de ellos roto por el azadón
Documentación y arqueología del oro castreño: acerca de E Maciñeira y el Torques de Capeta
(San Xiao de Montoxo, Cedeira, A Coruña)
al ser hallado, junto con la lanza y flechas números 18,
19, 20, 21 y 22, en la base de un pequeño turnaba, que
no llegaba á un metro de alto, en la llanura de Vilavella,
en mis exploraciones de 1893" (Iglesia, 1907: 64). Por
lo demás, resulta interesante constatar ya una cierta
atención a aspectos técnicos ("parece obtenida con
laminador y no con martillo de piedra ó bronce", ibid.) y
la misma preocupación por la función de la pieza,
que considera diadema a través de la comparación
con el ejemplar de Cueva de los Murciélagos
(Iglesia, 1907: 67).
Aunque no tengamos evidencias para la resolución
de estas controversias, a través de las publicaciones
de la época podemos dar como seguras algunas cosas:
que en el área de As Pontes son al menos tres los
túmulos que dieron materiales metálicos (Iglesia,
1907; Comendador, 1998: 24-26), que la diadema
estaba acompañada por un puñal y cuatro o cinco
puntas palmela y que todos estos materiales metálicos salieron en túmulos de tierra limpia, o al menos
sin estructura central visible, y de reducidas dimensiones (Iglesia, 1907; Casal y Bóveda, 1996: 243).
En todo caso, ya en sus primeras publicaciones, a
fines del siglo XIX, se hace eco Maciñeira de estos
descubrimientos, si bien apenas es objeto de breves
comentarios la diadema en sí misma; únicamente
cabe anotar unas someras reflexiones expuestas en el
citado estudio del torques de Capelada, donde igualmente anota su paralelismo con el ejemplar de Cueva
de los Murciélagos (Abuñol, Granada) y señala el
gran adelanto tecnológico que la pieza revela, ya que
por su excelente laminación "los plateros dudaban que
no lo hubiese sido al moderno laminador de cilindro (...),
aun cuando por su absoluta carencia de ornamentación
denuncie en esta materia la fase inicial del arte" (Maciñeira, 1923: 12).
La diadema, no obstante, es objeto de breves citas
en numerosas ocasiones, a raíz de digresiones interpretativas sobre el horizonte Calcolítico o Eneolítico,
que en la obra de Maciñeira aparece perfectamente
definido en ergologías (vaso campaniforme, metalurgia, etc.) y estructuras (cintas, túmulos sin
cámara, etc.). Este proceso cultural se contempla
desde una perspectiva marcadamente atlantista, en
Ja. que se confiere un peso considerable a los
contactos marítimos relacionados con el aprovisionamiento de metal y en el que, además, los fenicios
ocupan, según Maciñeira, un importante papel a lo
largo de un dilatado período de tiempo. El de los
123
contactos atlánticos es, sin duda, un tema clásico en
la historiografía arqueológica del siglo XX que ya
encontramos presente en las publicaciones iniciales
del autor. En la misma dirección apuntan López
Cuevillas y Bouza Brey (1929), así como buena parte
de la investigación peninsular desde P. Bosch
Gimpera; autores todos ellos que irán allanando el
camino de cara a la generalización del concepto de
Bronce Atlántico, de uso común desde las publicaciones de Santa-Olalla y MacWhite (FernándezPosse, 1998: 24ss). Estos precedentes historiográficos favorecerán la interpretación de buena parte de
la orfebrería atlántica del Bronce desde análogos
presupuestos atlantistas, en los cuales el trasiego de
mineral se presenta como un motor fundamental
para los contactos e intercambios (Comendador,
1996: 57s).
Merecen en la obra de Maciñeira un tratamiento
más detallado los torques castreños, a los cuales se
consagran unas cuantas páginas al estudiar la pieza
cuya investigación aquí nosotros retomamos. Las
primeras páginas del artículo se dedican estrictamente a la presentación del torques, efectuada de
forma detallada y ejemplar: atención al lugar y
condiciones del hallazgo, medidas, peso e incluso
ciertas precisiones -en algunos casos acertadassobre aspectos tecnológicos. A continuación
encontramos ya una exposición relativamente
amplia sobre la problemática de los torques
castreños.
Una vez se leen las páginas consagradas de modo
directo al estudio de la pieza, se puede comprobar
seguidamente que los grandes interrogantes y
problemas que se planteaba la investigación del
momento -y en algunos casos también la actualestán presentes en el artículo: la cronología, la existencia de talleres y su definición, las relaciones de
dependencia/ruptura con respecto a las producciones del resto de Europa y el tipo de uso que
recibían las joyas. Unos breves comentarios sobre
estas cuestiones nos servirán para concluir el
presente capítulo; nos atenemos en buena medida al
orden de exposición seguido por el propio Maciñeira.
Todo su discurso se elabora en un constante
comentario y discusión de las obras de otros
autores que se han ocupado del tema, y que
aparecen citados a lo largo del artículo (Villaamil,
Oviedo Arce, Murguía, Ricardo Severo, Alves
124
OSCAR GARCÍA VUELCA / XOSÉ-LOIS ARMADA PITA
Pereira, Mélida, Berlanga, José Forres, Bosch
Gimpera...). El primer asunto que plantea es la
fuerte personalidad de los torques castreños, cuyos
elementos diferenciadores le llevan a proponer, en la
línea de otros autores, "la existencia de un grupo especifico de torques, probablemente labrados en el noroeste
ibérico" (Maciñeira, 1923: 9). Se observa ya un
notable interés por las cuestiones tipológicas, tan
queridas por la investigación posterior, en la
medida en que llega a hablar de un grupo ortegalés,
compuesto por el ejemplar de Capelada y otros dos
a su parecer idénticos: el de Croa de Riotorro
(Mondoñedo) y otro del cual tiene fotografía
aunque "por lamentable descuido" sin anotación de
procedencia; en esta línea, se insinúan ya algunos
elementos y asociaciones recurrentes (remates piriformes, aros de sección romboidal con adelgazamiento en los extremos...) (Maciñeira, 1923: 9s).
En lo referente a los aspectos funcionales, el autor
ortegano recoge un amplio ramillete de propuestas:
adornos para el cuello, los brazos o las piernas,
elementos de intercambio, piezas de carácter monetario, condecoraciones militares, etc. No negando
que pudiesen a veces funcionar como bienes de
intercambio, Maciñeira no concede crédito a la
opción monetarista, puesto que "no habría para qué
darles formas tan inutilmente complicadas" (1923: 16).
Y es que en este particular su opinión es concluyente: "...yo sigo sustentando en el presente caso el criterio
primitivo; esto es, que son collares rígidos, llenando por
tanto la misma función suntuaria que los clásicos
torques" (1923: 17). Los ejemplares castreños
serían, así pues, una adaptación regional de un
concepto de amplia difusión, lo cual vendría dado
porque "el genio gallego disponiendo relativamente de
abundancia de oro nativo, quiso hacer gala de su originalidad y de su riqueza, apartándose del modelo
común..." (1923: 19). Naturalmente que desde una
perspectiva estrictamente presentista estas apelaciones al genio gallego pueden parecer disparatadas,
pero lo cierto es que son pauta frecuente en la historiografía de la época, tanto en la gallega como en la
de otras muchas partes de la Península.
La cronología se considera un aspecto crucial. El
mencionado investigador recoge las opiniones de
diversos autores y trae a colación producciones
procedentes de contextos tumulares como el
comentado de As Pontes, insinuando con ello una
tradición remota que desde sus orígenes podría
venir desarrollándose sin solución de continuidad.
Tras hacerse eco de los pareceres más dispares
expresa su conformidad con quienes proponen
como incuestionable la fabricación indígena de los
torques.
En momentos donde los criterios evolutivos acostumbraban a explicarlo casi todo, Maciñeira
concluye igualmente que los torques abiertos de
varilla lisa son los más antiguos, mientras que los
ornamentados podrían considerarse un paso previo
a los de alambre enrollado; esto le permite definir
las producciones castreñas como "tipos de transición",
ya que "por estas apartadas tierras debió de operarse la
evolución en ellos de la varilla lisa a la exornada con el
alambre enroscado" (1923: 20).
En las últimas páginas, el estudio anota lo extendido que debió estar el uso de los torques en época
castreña, como probarían las estatuas de guerreros,
y propone para el torques de Capelada una posición
intermedia en la secuencia cronológica de las
producciones noroccidentales, ya que por su
acabada técnica no puede situarse entre los más
antiguos. Finaliza Maciñeira expresando sus concordancias con Vicente Risco, para quien los ejemplares castreños son una evolución gallega de los
tipos del Hallstatt, suposición que vendría fortalecida, en el presente caso, por el cercano hallazgo de
la empuñadura de antenas de Alcaiás.
En suma de cuentas, puede concluirse de todo lo
expuesto que la arqueología del oro no llega a
vertebrar la labor de Maciñeira en ningún momento
de su trayectoria como arqueólogo, ya que son
otros, bastante diferentes, los ámbitos temáticos a
los que presta atención. No puede decirse, en este
sentido, que nos encontremos ante un autor influyente en la investigación sobre orfebrería, ya que su
atención a este campo se da en ocasiones muy
concretas y suele vincularse a la aparición de nuevos
ejemplares o al registro de noticias relativas a piezas
perdidas.
Pero al mismo tiempo cabe subrayar que cuando
el arqueólogo ortegano consagra atención a esta
materia, lo hace con notable rigor y competencia. En
el aspecto técnico y descriptivo, exhibe la misma
meticulosidad que aplica a otras manifestaciones del
registro, ofreciendo fotografías y descripción de
medidas, pesos, alteraciones y procesos técnicos de
fabricación. En el plano interpretativo demuestra
igualmente intuición, espíritu analítico y amplios
Documentación y arqueología del oro castreño: acerca de E Maciñeira y el Torques de Capela
(San Xiao de Montoxo, Cedeira, A Coruña)
125
conocimientos bibliográficos, atreviéndose a
sustentar opiniones personales. Contemplado en el
contexto de su época, naturalmente comparte con
otros autores una serie de prejuicios, carencias y
limitaciones análogas a las que puedan encontrar en
la investigación actual quienes se encarguen de
juzgarla décadas más tarde.
EL TORQUES DE CAPELADA:
SU HALLAZGO, ADQ1UISICION
E INVESTIGACIONES POSTERIORES
Descripción: torques de oro, con forma de "C"
abierta y completo, aunque notablemente deformado. Se conserva en el Museo Arqueológico
Nacional (inventario 32. 707). Está compuesto por
un aro macizo de sección cuadrado-romboidal y
terminales piriformes voluminosos, huecos. Fue
decorado en la práctica totalidad de su superficie a
punzón, con un punteado irregular y superficial.
Dimensiones y peso: la notable deformación del
ejemplar impide un análisis adecuado de sus
proporciones básicas originales; en su estado actual,
presenta un diámetro máximo de 19'5 cm, con un
desarrollo de 37'5 cm.
En sección romboidal, el aro tiene un grosor
máximo de 1'3 cm, siendo su grosor en la zona
próxima a los terminales de 0'95 cm. Los terminales tienen 3 cm de longitud, su diámetro máximo
es de 2'6 cm en su zona central y de 1'4 cm en su
parte posterior. Pesa 311'2 g.3
FIGURA 5. Torques de San Xiao de Montoxo.
FIGURA 6. Panorámica del valle de Montoxo.
El hallazgo
El lugar del descubrimiento se sitúa en las estribaciones altas de la sierra de A Capelada, en la
parroquia de San Xiao de Montoxo, dentro de los
límites administrativos actuales del ayuntamiento
de Cedeira, encuadrado en la comarca natural del
cabo Ortegal.4 Según los datos ofrecidos por
3 El peso original de 363 g transmitido por Maciñeira (1923: 7)
fue rebajado a este valor pot F. Álvarez-Ossorio (1954: 46). Por
nuestra parte, hemos realizado un nuevo pesado de la pieza,
empleando dos tipos de balanza disponibles en el Gabinete
Numismático del MAN; en el primer caso el aparato de precisión empleado no permitió la obtención de datos, al superar el
peso de la pieza su capacidad de medida; el segundo peso se
obtuvo con una balanza de platos, coincidiendo con el
propuesto por Álvarez-Ossorio.
FIGURA 7. Detalle de aro del torques, donde se observa el corte
producido, según Maciñeira, durante la recuperación de la pieza,
así como huellas de martillado sobre las aristas de la varilla.
4 Aunque esta pieza aparece frecuentemente mencionada como
"torques de Ortigueira", hemos adoptado aquí la denominación
de torques de Capelada, por ajustarse en mayor grado a la
realidad geográfica de su hallazgo.
126
OSCAR GARCfA VUELTA
Maciñeira, el punto exacto del hallazgo es un
terreno pedregoso, de media ladera, en las
cercanías de un peñasco llamado A Pena do Sol, que
marcaría en estos momentos un punto destacado en
el paisaje y estaría situado en la misma ladera
natural donde se recuperó el torques, en un paraje
conocido como Chao dos Agueiros y Costoso (Maciñeira, 1923: 5s).
La pieza fue descubierta por un agricultor en
torno a 1919 o 19205, en el transcurso de labores de
acondicionamiento de una servidumbre de parcelas,
a unos 80 cm de profundidad. El torques vio la luz
por un golpe de azada, responsable según Maciñeira
de la deformación y el corte que presenta actualmente en el aro (fig. 7); habría sido encontrado "de
plano entre el terreno de aluvión", sin estar asociado a
estructuras arquitectónicas ni a otro tipo de materiales, siendo esto interpretado por el citado autor
como consecuencia de un arrastre por agentes naturales desde su emplazamiento original (Maciñeira,
1923: 6). El lugar del descubrimiento se emplaza
aproximadamente 1 km al NE del castro de Alcaiás
(n° 21 en la carta arqueológica de Maciñeira),
también en Montoxo, y cercano asimismo al de
Croa de Carracedo (n° 22 en la citada carta) (cf.
Maciñeira, 1935).
Desde una perspectiva comarcal, el lugar está
situado en una zona de evidente interés arqueológico. Ciñéndonos únicamente a las más relevantes
ergologías metálicas de época castreña, cabe
subrayar que en el citado castro de Alcaiás y en su
entorno más inmediato -en el lecho de un
riachuelo- aparecieron respectivamente un hacha
de hierro (Maciñeira, 1934: 14) y una empuñadura
de antenas (Maciñeira, 1909) que fue a parar a la
colección Maciñeira, hoy depositada en el Departamento de Historia I de la Universidad de
Santiago. A su vez, en la playa de A Basteira, en el
limítrofe término municipal de Cariño, se encontraron un posible colgante o amuleto de bronce
con forma de hachita y prótomo de toro (Luengo,
1964; Armada, 2001), hoy en el Museo Arqueolóxico Provincial de A Coruña, y un magnífico puñal
de antenas (Meijide, 1984-85), que desgraciadamente continúa en manos privadas. Merece
5 En su estudio sobre el torques, este autor afirma que se habría
recuperado "hace tres año? (Maciñeira, 1923: 5).
/ xosE-Luis ARMADA PITA
reseñarse igualmente el hallazgo, en el mismo
Montoxo, de un tesorillo de unas 440 monedas
romanas, de las cuales Maciñeira sólo llega a
recoger la descripción de cuatro o cinco (Maciñeira,
1929a). En fin, tampoco es descartable que la desaparecida lúnula o torques de Cerdido, también
cerca de Montoxo, pudiera datar de época castreña,
tal como arriba comentamos (Saralegui, 1894;
López Cuevillas, 1932a; Pérez Outeiriño, 1995:
117).
Nuestra visita a la zona del hallazgo, en compañía
de Alberto López Fernández, tuvo como objetivo
concretar en el espacio las condiciones de su localización, visualizando sobre el terreno las informaciones ofrecidas por Maciñeira y aclarando la eventual relación con los castros más próximos. La
primera cuestión a plantear era la identificación
segura del castro de Alcaiás (fig. 9), topónimo no
reflejado en el Mapa Topográfico Nacional' ni en
publicaciones más recientes; salimos de dudas
consultando el artículo de F. Maciñeira sobre el
tesorillo de monedas aparecido en la zona, donde
se expone que su localización se produjo en las
proximidades del lugar de Vilarnovo, "como a un
kilómetro de distancia, en dirección Noroeste, del castro
protohistórico das Alcayás" (Maciñeira, 1929a: 58).
Teniendo en cuenta este dato, el citado yacimiento
se corresponde necesariamente con el denominado
El Castro en el MTN (N: 43° 39' 25" / W: 7° 58'
30"); a decir de Maciñeira, en su interior se
encontró un hacha de hierro, la empuñadura de
antenas apareció en el riachuelo inmediato -Rego do
Castro en el MTN- y a un 1 km en dirección NE-E
se localizó el torques El otro castro mencionado
por Maciñeira al publicar esta última pieza, el de
Croa de Carracedo (fig. 10), está situado en la zona
de Montoxo Vello-Vieiteiras, en las proximidades
6 Los castros del término municipal de Cedeira han sido publicados recientemente por Ramil, Tomás y López (2000), aunque
con errores de bulto en lo que se refiere a las coordenadas
geográficas de los yacimientos, al ofrecer para cuatro castros
(Cheda de Abaixo, Riba, Os Castras y A Croa) las mismas coordenadas (N: 43° 40' 04" / W: 7° 56' 10"), correspondientes a
un punto que no está situado en el ayuntamiento de Cedeira,
sino en el limítrofe de Ortigueira. En otros castros también se
cometen errores en coordenadas.
7 En adelante empleamos la abreviatura MTN para referirnos a
este documento. El vuelo fotogramérrico data de 1972 y la
primera edición es de 1981.
o discontinuo).
128
OSCAR GARCÍA VUELTA / XOSÉ-LOIS ARMADA PITA
FIGURA 9. Castro de Alcaiás.
de la carretera Cedeira-Ortigueira (N: 43° 38' 50" /
W: 7° 57' 10").
Tuvimos oportunidad de recoger las informaciones orales de dos personas del entorno que ya
vivían cuando se produjo el descubrimiento. Uno
de los informantes, de 92 años y residente en
Cimadevila, nos indicó que nada recuerda acerca
del hallazgo de piezas en Agueiros-Costoso-Pena
do Sol, aunque sí sabe que aparecieron objetos
muy antiguos en el castro de Alcaiás; nos precisó
además que la Pena do Sol es la misma que en el
MTN aparece mencionada como Pena Bendición (N:
43° 39' 05" / W: 7° 58' 02"). La otra informante, de
87 años y natural de Cheda de Arriba, nos comentó
que en la Pena da Bendición corría agua natural -hoy
desviada a unos depósitos cercanos- y que la gente
acudía a ella a rezar; sí creer haber escuchado que
en sus proximidades salieron "cousas de valor".
Puede concluirse, así pues, que se conserva una
memoria muy difusa del hallazgo que poco añade a
los datos ya conocidos y publicados.
En todo caso, a falta de una mayor determinación en los datos a nuestra disposición, no es
posible mencionar un punto concreto en el que
situar la localización del torques Por esta razón, en
el mapa hemos indicado una zona que se puede
corresponder aproximadamente con el lugar del
hallazgo, según los datos que ofrece Maciñeira
(como 1 km al NE de Alcaiás, no lejos de Pena do
Sol y no lejos tampoco de Croa de Carracedo).
Teniendo en cuenta la alusión a "un peñascoso rellano"
(Maciñeira, 1923: 5), y una vez comprobadas las
características de la zona, nos inclinamos a creer que
el punto estaría más bien al E de Alcaiás, en las
inmediaciones de Agueiros-Costoso-Pena do Sol,
FIGURA 10. Castro de Croa de Carracedo.
donde sí podemos encontrar algunos terrenos de
estas características. Es conveniente indicar, por
otro lado, que la Pena do Sol no es hoy -como lo era
en tiempos del investigador ortegano- un peñasco
destacado en el paisaje, sino que está enclavada en
medio de un eucalipral y rodeada de maleza (fig.
11).
Aunque luego volveremos sobre esta cuestión,
cabe caracterizar al torques de Capelada como un
depósito arqueológico aislado, en posible relación
con uno de los dos castros más cercanos. En este
sentido, merece destacarse nuevamente el hallazgo
del tesorillo de monedas romanas en la zona de
Vilarnovo, igualmente en el entorno del castro de
Alcaiás, en cuanto que constituye un patrón de
deposición -presencia de monedas, recipiente
metálico como elemento de contención y proximidad a uno o más castros- en cierto modo similar
a otros hallazgos como el tesoro Bedoya, cuyas
condiciones de recuperación y adquisición por el
Museo de Pontevedra se aclaran en un trabajo
reciente (Grupo de Arqueoloxía da Terra de
Trasancos, 2000).
Avatares de la pieza
La noticia del hallazgo se mantuvo inicialmente
en secreto, aunque pronto llegó a conocimiento de
E Maciñeira a través de un amigo personal, que
toma los datos del hallazgo del propio descubridor,
cuyo nombre no se menciona (Maciñeira, 1923:
5s). Desconocemos si Maciñeira visitó el lugar de
aparición del torques, aunque no resulta improbable, dada la relativa precisión de sus informaciones. La descripción de ciertas características de
la pieza en momentos previos a su adquisición
Documen ción y arqueología del oro castreño: acerca de F. Maciñeira y el Torvas de Capela
(San Xiao de Montoxo, Cedeira, A Coruña)
129
bien entendido que le tendré a V al corriente de la negociación
si como confío el poseedor no se desprende de ella sin mi conocimiento".
Maciñeira reitera la petición de una valoración
para la adquisición del torques en otra carta a R.
Mélida fechada el 21 de marzo del mismo año,
rogando premura en la negociación para que la
pieza "no salga de España".
"... como quiera que no conviene demorar mucho la negociación, nuevamente me permito rogarle que se digne decirme hasta
cuando podría llegar a ofrecerse por el mismo; con el bien enten-
FIGURA 11. Pena do Sol o Bendición.
dido -repítale- que de todas las gestiones que practiquen tendrá
apunta también a que Maciñeira no se limitó a
transmitir los datos de su informador, sino que la
revisó personalmente bastante antes de dicha
adquisición, como indica la información que a
continuación exponemos.
En los primeros meses del año 1922, Maciñeira
informó a J.R. Mélida, director del Museo Arqueológico Nacional, de la existencia del ejemplar y de
su posible venta o destrucción de no ser adquirido,
recomendando su ingreso en el Museo; en estos
momentos, el torques permanecía aún en manos
de su descubridor'. El primer documento que
conservara& de estas gestiones es una carta
manuscrita del autor ortegano a Mélida, fechada el
día 24 de febrero de 1922. En este documento se
aportan los primeros datos sobre el hallazgo, así
como una fotografía del mismo.
le incluyo la fotografía de un nuevo torques aparecido
en Galicia, del cual solo yo conozco la existencia y que por
circunstancias especiales se tiene oculto sin que quiera darse
publicidad al hallazgo.
Es de oro magnífico, pesa 363 gramos, tiene Om 39; pero
carece de todo elemento decorativo en la superficie del aro, salvo
un imperfecto punteado. Está admirablemente trabajado, y la
sección del aro es de losange. Aparece deformado en el aro por el
golpe de azadón al tropezar con el objeto en el fondo de una
zanja, en la vertiente de una montaña.
Como quizá se pudiese adquirir, desearía me informasen
hasta cuanto podría ofrecerse por tan interesante joya, con el
8 Esta documentación se conserva en el Archivo del M.A.N., en
el expediente 1922/11; los documentos recogen los primeros
trámites de adquisición del torques, incluyendo también parte
de la correspondencia entre Maciñeira y R. Mélida previa a la
compra inicial de la pieza por parte del propio Maciñeira.
V detallado conocimiento."
El día 22 de diciembre de 1922, Maciñeira
informa a J.R. Melida de que ha adquirido el ejemplar, pudiendo iniciarse las gestiones para su
compra definitiva por parte del M.A.N.
"El torques está ya en mi poder y tan pronto como ultime
unos detalles que me permitan disponer en absoluto del mismo,
trataremos de la forma de que vaya para el museo. Ya v se
servirá decirme la manera de enviarlo..."
Aunque el 2 de febrero de 1923 Mélida indica
mediante correspondencia a Maciñeira los pormenores para la adquisición de la pieza', aún
tendremos que esperar hasta el año 1924 para la
finalización de esta gestión, desconociéndose hasta
el momento los motivos de tan considerable retraso;
mientras tanto, Maciñeira publica su estudio en el
Boletín de la Real Academia Gallega de 1923, que
supone la base de todas las interpretaciones posteriores del torques.
El 24 de abril de 1924, evaluado el ejemplar
desde la sección primera del M.A.N., el torques
ingresa definitivamente en el Museo, que paga por
él 2.500 pts.1°
Por lo demás, y en otro orden de cosas, este
trámite significa en su día una profundización de
las relaciones de Maciñeira con instituciones científicas de ámbito estatal, iniciadas años atrás. Muy
joven había adquirido el arqueólogo ortegano la
9
Documento conservado en el Archivo de Don F. Maciñeira
Teijeiro.
10 Archivo del M.A.N. Expediente 1924 /15.
130
OSCAR GARCIA VUELTA / XOSÉ-LOIS ARMADA PITA
distinción de Académico Correspondiente de la
Real Academia de la Historia, institución cuyo
boletín acogió su temprano artículo sobre insculturas rupestres (Maciñeira, 1902). A la Academia
envió asimismo la fotografía de una inscripción
medieval procedente de Ortigueira; igualmente
otros investigadores de la época hicieron llegar a
esta misma institución sus informes y aportaciones
sobre la arqueología de la zona (Rasilla y González,
2000: 109, 113, 125-27, 144s, 162).
Historiografía e interpretaciones
Como vimos anteriormente, las primeras referencias al torques proceden de la correspondencia
mantenida entre E Maciñeira y J.R. Mélida desde el
año 1922. En 1923, el autor ortegano publicó su
estudio sobre el hallazgo, que ha servido como
base para la mayor parte de los trabajos posteriores, que aunque han matizado algunos de sus
planteamientos en determinados aspectos técnicos
o formales de la pieza -como su peso, propuesto
inicialmente en 363 g y rebajado posteriormente
por Álvarez-Ossorio a 311'2 g (1954: 46 )-, se han
basado en los datos de Maciñeira para interpretarla".
Así pues, el torques figuró con esta información
en diversos inventarios de la sección primera del
M.A.N. En 1932, quedó integrado en el primer
inventario sobre torques de E López Cuevillas, que
sitúa el momento de su hallazgo en 1922 (López
Cuevillas, 1932b: 9). Este autor trasciende la
propuesta de una escuela "ortegalesa" esbozada
por Maciñeira y encuadra la pieza en otra más
amplia que acabará de matizar en su fundamental
trabajo Las Joyas Castreñas, publicado en 1951,
aunque en esta obra el autor equivoca su número
de inventario y cambia la fecha de su hallazgo a
1923 (López Cuevillas, 1951: 27).
Ateniéndose a la forma de los terminales, la clasificación de Cuevillas integra nuestra pieza en el
grupo de torques con remates en perilla, localizada
preferentemente en el Norte de Galicia; este
grupo, excesivamente extenso, será matizado
11 Estas matizaciones han tenido desigual repercusión en la investigación posterior, asumiéndose indistintamente el peso ofrecido por
Maciñeira (Prieto, 1996; Reboredo, 1996) o el propuesto por
Álvarez-Ossorio (Ladra, 19996; García Vuelta, e/p).
posteriormente basándose en el estudio de los
mismos elementos, aunque incluyendo otros parámetros estructurales y ornamentales, como la
morfología de los aros o la presencia de decoración.
Así, L. Monteagudo (1952: 289) separa de éste el
grupo "Ártabro", con terminales piriformes y
alambre enrollado en el aro. En 1954, F. ÁlvarezOssorio (1954: 45), publica un breve estudio del
torques de Capelada a partir de su observación
directa; este autor sitúa su hallazgo en 1922 y
rebaja notablemente el peso del torques, de 363 a
311'2 g. En la década de los 60, E Bouza definirá el
grupo "Nordoriental Galaico", caracterizado por
torques con aros de sección cuadrado-romboidal y
terminales en perilla, sin decoración (Bouza, 1965:
10). A finales de estos años, K. Raddatz, en una
clasificación orientada básicamente a las piezas de
plata, organiza los torques castreños en tres grupos
básicos, nuevamente en atención a la forma de los
terminales; Capelada se incluiría en su grupo B,
formado por torques con remates en perillas
(Raddatz, 1969).
En la década de los 80, los trabajos de A. Hartmann suponen una ruptura con la línea anterior,
presentando un nuevo corpus documental que
apunta una nueva estrategia en los planteamientos
de la investigación (Hartmann, 1982); el torques de
Capelada se incluye en esta obra, aportando los
primeros datos de composición de la pieza, que
queda incluida en el grupo de oros N/NC de este
autor, como veremos más adelante. Pese a esto,
continúa el predominio de la interpretación tipológica, matizando los grupos básicos anteriores o definiendo otros nuevos para grupos insuficientemente
estudiados; a este respecto, destaca la clasificación
de Silva (1986) para los torques del Noroeste de
Portugal.
Las nuevas aportaciones de los años 90 incluyen al
torques de Capelada en diversos morfotipos, como
el C2a de Pérez Outeiriño (1990: 142s), tomando
en consideración la forma de varilla y terminales.
En 1996, la clasificación de Prieto, que incluye la
decoración como factor de variabilidad, lo integra
en su tipo IIIB1 (Prieto, 1996: 214). Hay que
señalar, sin embargo, que las muestras parciales
empleadas por algunos autores, o la falta de publicación hasta la fecha de un catálogo completo de los
ejemplares, ha continuado provocando notables
carencias en cuanto a este tipo de sistematiza-
Documentación y arqueología del oro castreño: acerca de E Maciñeira y el Torques de Capela
(San Xiao de Montoxo, Cedeira, A Coruña)
ciones, pues numerosas piezas permanecen hasta la
fecha prácticamente inéditas o sólo en tiempos muy
recientes han sido objeto de un estudio detallado
(Ladra, 1997-98 y 1999a).
En esta década, observamos también una diversificación de los estudios, que abarcan otros aspectos
de interpretación (Castro, 1990 y 1995; Ladra,
1999b) o que contribuyen al conocimiento documental y técnico de las colecciones existentes en los
museos (Balseiro, 1994; Ladra, 1997-98); las
últimas publicaciones con referencia al torques de
Capelada han continuado esta línea (Reboredo,
1996; García Vuelta, e/p).
Finalmente, en lo que respecta a la interpretación
general de los torques castreños, los más recientes
trabajos han comenzado a negar explícitamente la
funcionalidad de la tipología como objetivo per se en
la investigación, señalando que la variabilidad
morfológica es precisamente una de las características que definen a los torques castreños y proponiendo el estudio tecnológico de los materiales
como camino alternativo y complementario para su
conocimiento, como veremos más adelante
(Armbruster y Perca, 2000).
131
FIGURA 12. Huellas de pulido y desgaste de la superficie del
torques en la zona central del aro.
ESTUDIO TECNOLÓGICO
La necesidad de un nuevo estudio topográfico del
torques radica en apuntar ciertos datos, como la
reconstrucción del proceso de fabricación, sus posibles alteraciones postdeposicionales o la
presencia/ausencia de elementos como el desgaste
que confirmen el uso del ejemplar.
Para este apartado, hemos recurrido a su observación directa en el Museo Arqueológico Nacional,
empleando como método de observación una lupa
binocular para la realización del estudio topográfico. Los resultados se han documentado con fotografía macro.
Estudio topográfico. El proceso de fabricación
La estructura de la pieza permite su división en
dos elementos estructurales, aro y terminales, que
analizamos por separado.
a) Aro: se realizó a partir del martillado y batido
de una barra de sección cuadrado-romboidal,
fabricada a partir de una aleación Au-Ag; los
análisis de composición química obtenidos sobre
FIGURA 13. Huellas de pulido, desgaste y huellas de martillado
en la zona central interior del aro.
una muestra extraída de este elemento fueron realizados por A. Hartmann, sin que se hubiesen efectuado comprobaciones anteriores de la pureza del
metal (Maciñeira, 1923: 7). Los resultados del autor
alemán ofrecen una composición de 17 % Ag; 3'5
% Cu y 0'035 % Sn12 . A este respecto, el alto
porcentaje de Ag y la presencia de Sn en la composición podría indicar un oro de origen secundario,
probablemente extraído de pláceres fluviales;
muestra sin embargo un contenido bajo en Cu,
alejado de los valores del grupo TC definido por
este autor. La aleación del ejemplar de Capelada se
integraría en el grupo N/NC de Hartmann, definido por oros con cantidades de plata por debajo
12 Hartmann, 1982. Análisis Au 1860. Aunque el autor no indica
la zona de la pieza analizada, las marcas de la extracción son
visibles en uno de los tramos laterales del aro.
132
oSCAR GARCÍA
FIGURA 14. Aspecto general de la zona de soldadura
aro - terminal.
FIGURA 15. Detalle de la soldadura aro - terminal.
FIGURA 16. Aspecto general de uno de los terminales del
torques.
VUELTA / XOSÉ-LOIS ARMADA PITA
del 20% y un bajo contenido en Cuy Sn; al mismo
grupo pertenecerían ejemplares que parecen
presentar diferencias cronológicas, como los de
Vilas Boas, Astorga o Burela (Castro, 1990: 153).
El cuerpo de la barra presenta, como en muchos
otros ejemplares, un adelgazamiento intencional
del centro a los extremos, realizado probablemente
mediante martillado; en su zona central, el grosor
máximo del rombo del aro es de 1'25 cm, medida
que se rebaja en algunas zonas intermedias de los
laterales hasta 0'85 cm. El aro vuelve a ensancharse
hasta los 0'95 cm en la zona próxima a los terminales. Otra característica de este elemento, ya
anotada por Macifieira, es que presenta los laterales
prácticamente planos, a diferencia de los de un
buen número de ejemplares, donde las caras del aro
son acusadamente cóncavas.
Conseguidas sus proporciones finales, la varilla
se dobló en forma de "C", repasando mediante
martillado o batido las zonas de arista y puliendo
posteriormente su superficie. Aunque se ha
mencionado la ausencia de huellas de martillado, sí
pueden constatarse restos de este proceso, que
produjo en algunas zonas ligeras rebabas de metal,
disimuladas probablemente por batido. La pieza,
posteriormente, fue sometida a un pulido superficial en sentido lineal, bien apreciable en la zona
central del aro, que contribuye, junto al trabajo de
batido, a dificultar la visualización de los procesos
previos.
Por otro lado, en otra zona de la pieza podemos
observar algunas marcas muy atenuadas, identificables como posibles huellas de una herramienta de
forma cuadrangular que pudo ser empleada en la
ejecución de estos repasos, que fueron realizados, en
cualquier caso, en un momento anterior a la estampación de la decoración, que se superpone claramente a estas huellas.
El último paso previo a la decoración del ejemplar
fue probablemente la unión de la varilla a los terminales mediante soldadura; destaca la gran regularidad de la superficie en la zona de unión, ya apuntada por Maciñeira (1923: 7), no observándose
restos de material soldante, probablemente eliminados por el trabajo de pulido de acabado que se
realizó sobre el torques.
b) Terminales: están fundidos y posteriormente
decorados. Son huecos, del tipo piriforme voluminoso con punta truncada, aunque con paredes
Documentación y arqueología del oro castreño: acerca de E Maciñeira y el Torques de Capela
(San Xiao de Montoxo, Cedeira, A Coruña)
gruesas, a diferencia de otros terminales de este
tipo. Presentan además su parte posterior plana,
con un orificio para la entrada de la varilla de aproximadamente 1 cm de lado.
Los terminales no presentan elementos de sonajero en el interior, como hemos observado en otras
piezas, y tampoco orificios que puedan interpretarse
claramente como respiraderos para la evacuación de
gases durante el proceso de fabricación, al estilo de
torques como los del lote de Cangas de Onís del
M.A.N, como en ocasiones se ha defendido. En uno
de los terminales, sin embargo, sí apreciamos una
pequeña perforación circular, con rebabas suavizadas al exterior, que aunque podría interpretarse
como tal, pudo también haber sido realizada como
prueba de comprobación de la pureza del metal. En
cualquier caso, el pulido final que experimentó la
pieza hace muy difícil aventurar una conclusión
definitiva a este respecto.
Decoración
La ornamentación del torques se realizó una vez
acabada su estructura; la técnica elegida fue la
estampación de motivos circulares mediante
punzones simples, recubriendo la práctica totalidad
de la pieza.
Aunque dicha técnica es frecuente como parte de
la decoración de numerosos ejemplares, tanto en
terminales como en aros, generalmente se persigue
la elaboración de formas geométricas, como círculos
concéntricos, bandas verticales u horizontales,
triángulos, etc.; el ejemplar de Capelada es el único
conocido que presenta una clara e intencional
disposición irregular en los motivos, que se distribuyen de una forma aleatoria por la superficie del
torques, provocando un efecto final de "nube de
puntos", sin que observemos proporción ni regularidad ni en el número ni en su disposición; supone
una excepción la parte posterior plana de los terminales, que no presenta ornamentación, al igual que
en la punta frontal de los mismos, aunque en este
caso la ausencia bien puede producirse por el fuerte
desgaste en esta parte de la pieza.
Como herramientas, el artesano empleó al
menos dos punzones simples distintos. Uno de
ellos, con punta de forma circular convexa (fig. 17,
n°1), fue utilizado para cubrir la mayor parte de la
superficie; un segundo punzón, de punta circular
FIGURA 17. Detalle de huellas de los diferentes punzones
utilizados en la elaboración de la ornamentación de la pieza.
FIGURA 18. Detalle de la disposición de los motivos
ornamentales sobre la superficie del aro en la zona próxima
a los terminales.
FIGURA 19. Huellas de cortes y extracciones de metal en la
superficie de la pieza.
133
OSCAR GARCÍA VUELTA / XOSE-LOIS ARMADA PITA
134
uso que se pueden observar en la zona central del
aro, que afectan principalmente a los lados interiores. Estas huellas se confunden en ocasiones con
las del pulido de la pieza, que en algunas zonas ha
dejado una superficie reticulada que prácticamente
borra los motivos ornamentales. Otra zona afectada
por el desgaste es la parte frontal de los terminales,
aunque éste puede deberse a la gran exposición de
esta zona de la pieza.
Contextos, formas y fechas.
La interpretación del banano.
FIGURA 20. Detalle de las huellas de pulido final de la pieza en
la parte central del aro.
probablemente cóncava, se usó en la ejecución del
relleno de algunas zonas del aro, dejando unas
huellas más ligeras que el anterior y contando con
una menor presencia en la pieza (fig. 17, n°2).
Podemos observar algunas concentraciones de
huellas muy próximas o solapadas, en disposición
lineal o circular y en muchos casos arbitraria, fruto
de golpes rápidos y reiterados. También observamos
repasos en la decoración, realizados en algunas
ocasiones con golpes dispersos y superficiales que se
superpoThen a las huellas anteriores.
Una vez terminada la decoración, las huellas
dejadas por los punzones se suavizaron con el pulido
final del torques, que eliminó las rebabas producidas y que contribuyó a suavizar la superficie del
metal.
Alteraciones y desgaste
En la actualidad, el aro presenta una notable
deformación, provocada según Macifieira durante la
extracción de la pieza, que habría sido golpeada con
una azada (fig. 7). Sin embargo, aun aceptando esta
causa para la mayor parte de las afecciones superficiales, también pueden observarse otras debidas
presumiblemente a un intento de torsión y corte del
aro, producidas probablemente tras el descubrimiento de la pieza.13
La utilización del torques previa a su deposición
parece confirmada por las huellas de desgaste por
13 La intencionalidad es clara, aunque no podemos precisar por la
naturaleza del metal en qué momento fueron realizadas.
Cualquier intento de interpretación del hallazgo
debe pasar necesariamente por su análisis contextual y cronológico, dos aspectos muy problemáticos en el estudio de la orfebrería castreña del
Noroeste. Como ya hemos visto, ha sido la opción
tipológica la que ha marcado profundamente la
investigación del torques de Capelada. Aunque
consideramos que una adecuada sistematización de
todos los ejemplares es necesaria para el conocimiento de la orfebrería castreña, estamos de acuerdo
con la opinión que invalida a este tipo de estudios
como un argumento definitivo (Armbruster y
Perea, 2000). Si bien es posible encuadrar todos los
ejemplares en determinadas escuelas, grupos y morfotipos, los resultados difícilmente pueden someterse a
una clasificación estricta y definitiva, teniéndose
que recurrir al empleo de variantes de clasificación
que inevitablemente engloban o excluyen determinadas características de los objetos, variando significativamente en cada caso las estadísticas resultantes. En muchas ocasiones, la inclusión de
aspectos como la iconografía o la ornamentación
(Prieto, 1996), nos lleva inevitablemente al
concepto de "piezas singulares". En el caso del
torques de Capelada, una de ellas, esta singularidad
estaría constituida por su decoración, desconocida
en otros ejemplares.
En lo relativo al análisis contextual de esta
pieza, sin relación aparente con materiales o
estructuras arqueológicas, cabe decir que presenta
los mismos problemas de interpretación que
muchas otras. El hallazgo de Capelada puede definirse como un depósito arqueológico aislado, que
se localiza como otros muchos hallazgos en las
inmediaciones de un yacimiento arqueológico, en
este caso a 1 km al NE del castro de Alcaiás, en
Documentación y arqueología del oro castreño: acerca de E Maciñeira y el Torques de Capeta
(San Xiao de Montoxo, Cedeira, A Coruña)
FIGURA 21. Mapa de distribución de paralelos formales de la
pieza: 1. Torques de San Xiao de Montoxo, Capelada.
2. Valadouro. 3 y 4. Croa de Riotorto, Teixeira, Riotorto
5. Monte do Lago, Masma, Mondoñedo. 6 y 7. Santa María de
Foxados, Curtis S. Fisreus, Curtis. 9. San Vicente de Curtis,
Vilasanrar. 10. Melide (dos fragmentos). 11. Santiago de Xubial
(Melide). 12. 0 Incio. 13. Sin Procedencia (MAN). (Según Ladra,
1999a: 28).
Montoxo". Frecuentemente se ha señalado que la
falta de contextos definidos, tan común en la orfebrería castreña, actúa como un factor limitador de
la investigación (Balseiro, 1999), aunque recientemente también se ha anotado que esta característica debe ser empleada precisamente como un
elemento definitorio en la arqueología del oro
castreño (Armbruster y Perea, 2000). A este
respecto, pensamos que la sistematización de toda
la documentación disponible, que frecuentemente,
como en nuestro caso, relaciona indirectamente los
hallazgos con lugares arqueológicos, que apunta en
ocasiones a la existencia de depósitos de orfebre o
que los sitúa directamente en el interior de castros,
como en el caso de algunos hallazgos en el de
Masma (Mondoñedo), unido a un mayor conocimiento del registro arqueológico castreño, que ya
ha producido algunos hallazgos en contexto en
diversas regiones, como los ejemplares de Sta.Trega,
14 Es posible, por otro lado, que la pieza sufriese algún movimiento desde su lugar de deposición original, como indicó
Maciñeira (1923: 6), aunque cualquier opinión sobre este tema
es arriesgada.
135
Troña o Viladonga, tiene aún mucho que aportar en
el análisis de la cuestión. Es fundamental también
un estudio detenido de las asociaciones de materiales, problema que enlaza con el de la determinación cronológica de las piezas
Pensamos que la datación de estos ejemplares no
puede ser establecida desde una perspectiva exclusivamente formal. Teniendo en cuenta las asociaciones entre objetos observamos una falta de estructuración clara respecto a los tipos básicos de aros y
terminales.
Conocemos más de una decena de ejemplares que
responden al tipo básico del torques de Capelada,
en ocasiones formando parte de hallazgos aislados,
aunque a veces recuperados junto a otras piezas. En
el inventario figuran los dos fragmentos de la
comarca de Melide (López Cuevillas, 19326: 110;
1951: 24, lam. 6); el torques de San Vicente de
Curtis, del que conservamos una reproducción
(Iglesia, 1907: 65; López Cuevillas, 1951: 24); el de
Santa María de Foxados, hoy en el Museo de Pontevedra (López Cuevillas, 1951: 25s); dos de los tres
torques recuperados en 1878 en el castro de Masma
(Mondoñedo), en asociación con un torques de
varilla circular y remates en doble escocia (López
Cuevillas, 1951: 30s); dos procedentes de la Croa de
Riotorto, en Mondoñedo (López Cuevillas, 1951:
31); el descubierto en 1867 en Santiago de Xubial
(Melide), hoy en la Real Academia de la Historia
(López Cuevillas, 1951: 36; Ladra, 1999a); o un
ejemplar del grupo de torques con procedencia
desconocida del MAN (n°1972/113/6), de gran
semejanza con el torques de Valadouro 1 (Bouza,
1965), y que se ha asociado con ejemplares con
terminales en doble escocia e hilo enrollado en el
aro (Ladra, 1997-98: 66).
Aunque las diferencias entre éstos objetos radican
básicamente en la forma del terminal o en la disposición de la decoración sobre el aro, como uno de los
fragmentos de Mondoñedo (Balseiro, 1994; Prieto,
1996), en ocasiones también son estructurales,
como en el caso del torques de A Coruña, conservado en el M.A.N (n°16.855), que presenta varilla
mixta cuadrado-romboidal con tramos de hilos
trenzados independientes y remates piriformes
(Cuevillas, 1932b: 104 y 1951: 27; ÁlvarezOssorio, 1954: 27).
El problema cronológico, no resuelto hasta la
fecha, es frecuentemente obviado con la cuestión
ÓSCAR GARCfA VUELTA / XOSÉ-LOIS ARMADA PITA
136
de la pervivencia de ciertas formas -que pocas veces
podemos definir- y resuelto parcialmente empleando la "sencillez técnica" como criterio de datación. Así, para el ejemplar de Capelada se han
propuesto unas fechas que oscilan desde inicios de
la Edad del Hierro a la romanización, situándose la
datación más aceptada en la II Edad del Hierro
(Maciñeira, 1923: 12s) y apuntándose en las más
recientes publicaciones fechas que varían entre los
ss. III y I ane (Reboredo, 1996: 125).
A este respecto, apoyamos la inclusión de nuevos
criterios de análisis, como el estudio detenido de la
tecnología empleada en la fabricación de los
objetos, como fuente de nuevos datos; esta línea de
trabajo, que contaba ya con algunos precedentes
(Blanco, 1957), está aportando nuevas e interesantes informaciones (Armbruster, 2001). Recientemente, Armbruster y Perea (2000: 107) han señalado, apoyándose en el estudio de una amplia
muestra obtenida entre torques con terminales en
doble escocia, la ausencia de una relación vinculante
entre la morfología y técnica en los torques
castreños, así como la posibilidad de emplear este
tipo de criterios en la argumentación cronológica,
como han apuntado algunos autores (Ladra, 1999b:
143).
La propuesta de estas autoras defiende que la
presencia de aros y terminales macizos, el uso de la
técnica de la cera perdida y la fusión adicional
(casting on) para la unión de los terminales son
rasgos de tendencia que definen los torques pertenecientes a una fase temprana de la Edad del
Hierro. Por su parte, técnicas como la soldadura
para la fijación de los terminales, los huecos de
unión en los mismos y la aparición de remates
huecos y técnicas ornamentales como la filigrana,
de origen mediterráneo, situarían las piezas en un
momento más avanzado de la Edad del Hierro
(Armbruster y Perea, 2000: 112).
Un ejemplo de los primeros sería ejemplar de
Astorga en el MAN (n°16854); entre los segundos
podría incluirse el ejemplar de Capelada, que
integra todos estos elementos, a pesar de la dificultad que presenta la observación del proceso de
unión de sus terminales. La pieza quedaría pues
encuadrada en la II Edad del Hierro, en una fecha
que con los datos disponibles no podemos concretar
con más exactitud, probablemente entre los siglos
IV a I ane.
-
CONCLUSIONES
Pensamos que la sistematización de la documentación disponible sobre los hallazgos es una labor
fundamental para el avance de la investigación en
orfebrería castreña. Esta tarea debe afectar no sólo a
los museos que conservan las piezas, sino a los
diversos archivos y colecciones institucionales y
privadas, en buena parte inéditas o parcialmente
estudiadas. Esta labor, cuya extensión aportará un
nuevo repertorio de datos que permitirán reintepretar numerosas piezas y conjuntos hasta la fecha
sumidos en la más absoluta confusión, debe
completarse además con un adecuado análisis historiográfico para encuadrar correctamente la interpretación crítica de los datos obtenidos.
La realización de nuevos estudios de materiales,
aportando nuevos tipos de datos al repertorio existente, es otra tarea importante para la formulación
de renovadas teorías apoyadas en formas distintas
de interpretación, como el análisis tecnológico de
los objetos. Es fundamental una adecuada divulgación de los resultados, que no deben formar parte de
archivos cerrados, como en muchas ocasiones ha
sucedido. La conjunción de todas estas tareas, entre
otras, producirá un significativo avance en la disciplina. Uno de los objetivos fundamentales de este
artículo ha sido ofrecer un botón de muestra de lo
que, en nuestra opinión, debe ser la labor a
realizar.15
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