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BRIGANTIUM, 2003, vol. 14, pp. 117-138 DOCUMENTACIÓN Y ARQUEOLOGÍA DEL ORO CASTRERO: ACERCA DE F. MACIÑEIRA Y EL TORQUES DE CAPELA_DA (SAN XIAO DE MONTOXO, CEDEIRA, A CORUÑA) OSCAR GARCÍA VUELTA Departamento de Prehistoria. Centro de Estudios Históricos-CSIC XOSÉ-LOIS ARMADA PITA Departamento de Humanidades. Universidade da Coruña Resumen. Llevamos a cabo un estudio tecnológico del torques encontrado en San Xiao de Montoxo (Cedeira, A Coruña) y publicado inicialmente por Federico Maciñeira, así como una exposición de los documentos relacionados con su adquisición por parte del Museo Arqueológico Nacional y una revisión historiográfica de la obra de Maciñeira en lo concerniente a la arqueología del oro. El objetivo es mostrar algunas alternativas a la vía tipológica en arqueología del oro, como el estudio tecnológico basado en la observación directa (para conocer el proceso de fabricación) y el análisis historiográfico/documental (para clarificar las condiciones del hallazgo de un elevado número de piezas). Abstract. We carry out a technological study of the gold torc found at San Xiao de Montoxo (Cedeira, A Coruña) and firstly published by Federico Maciñeira, as well as a presentation of the documents related to his purchase by the Museo Arqueológico Nacional and a historiographical review of the work by Maciñeira concerning gold archaeology. The aim is to show some alternatives to the typological view in gold archaeology, such as the rechnological study based on direct observation (to know the fabrication process) and the historiographical/documental analysis (in order to clarify the find condirions of a high number of pieces). INTRODUCCIÓN En la práctica, el desarrollo de una investigación sobre arqueología del oro, y en especial sobre arqueología del oro del Noroeste Peninsular, se encuentra con un buen número de factores limitadores largamente expuestos (Balseiro, 1999). Entre éstos destacan la dispersión y la dificultad de acceso al material arqueológico, su desigual grado de estudio y la carencia de información sobre sus contextos, cronologías y modos de recuperación. Afortunadamente, en los últimos años una importante renovación metodológica en el estudio de los materiales ha dado lugar a nuevos caminos de interpretación, reactivando el debate en esta disciplina. Sin embargo, dos tareas fundamentales continúan aún pendientes para el adecuado desarrollo de la investigación. La primera es la sistematización de toda la información documental disponible sobre las piezas y hallazgos, en la actualidad dispersa y parcialmente inédita. La segunda, la revisión crítica y actualizada de los conceptos y estudios anteriores en la materia, frecuentemente apoyados en una observación indirecta o inadecuada de los materiales y que han contribuido en algunos casos a la pervivencia de interpretaciones y conceptos erróneos. Aunque recientemente se han realizado aportaciones críticas sobre la arqueología del Noroeste de la Península Ibérica (Fernández-Posse, 1998), no contamos aún con una síntesis dedicada específicamente a la arqueología del oro en esta zona, ocupándose los últimos trabajos en una visión panorámica de la investigación a nivel peninsular (Perca, 1999) o en un análisis historiográfico general (Acuña Castroviejo, 1996; Alonso Troncoso, 1995). Son todavía menos los estudios que contribuyen al mejor conocimiento documental y contextual de las piezas o a la publicación de ejemplares hasta ahora inéditos (Ladra, 1997-98 y 1999a; Grupo de Arqueoloxía da Terra de Trasancos, 2000). 118 OSCAR GARCÍA VUELTA / XOSE-LOIS ARMADA PITA FIGURA 1. Torques de San Xiao de Montoxo. A falta de esta labor, el trabajo que exponemos supone una aportación en esta línea, integrando el estudio documental e historiográfico con una nueva revisión del material arqueológico, donde se prima su lectura técnica y tecnológica sobre otros aspectos que hasta la fecha se han demostrado insuficientes para su estudio, como por ejemplo la tipología (Armbruster y Perea, 2000). FIGURA 2. Localización del hallazgo. Tomamos como ejemplo el torques de la sierra de A Capelada (San Xiao de Montoxo, Cedeira, A Coruña), conservado en el Museo Arqueológico Nacional. Este torques es uno de los que cuenta con un mayor volumen de información sobre procedencia, fecha y modo de recuperación; desde el punto de vista tecnológico ofrece además unas características que lo convierten en una pieza singular. Por otra parte, la historia y avatares del presente hallazgo enlazan con una de las figuras claves para el estudio de la arqueología gallega, Federico Maciñeira, cuya contribución a la arqueología del oro del Noroeste también se analiza en estas páginas. Para la realización de este trabajo, nos hemos apoyado en un nuevo estudio topográfico del torques mediante su observación con lupa binocular en el M.A.N., documentando los resultados de este proceso con fotografía macro. En los apartados documental e historiográfico tomamos como base la revisión de la documentación exis- Documentación y arqueología del oro camello: acerca de E Maciñeira y el Torques de Capela (San Xiao de Montoxo, Cedeira, A Coruña) 119 tente en el Archivo del Museo Arqueológico Nacional (García Vuelta, e/p), así como la conservada en el archivo de la familia Maciñeira, y el estudio de la obra de este mismo autor (Armada, e/p). En cuanto al análisis contextual, aportamos también los resultados obtenidos en una visita al lugar del hallazgo para clarificar las condiciones de recuperación y su eventual relación con yacimientos arqueológicos de la zona.' FEDERICO MACISTEIRA Y LA ARQUEOLOGÍA DEL ORO Por diversos valores y circunstancias, detenidamente expuestos en otro lugar (Armada, e/p), la figura de Federico Maciñeira puede calificarse como excepcional en la historiografía arqueológica del Noroeste peninsular. En momentos de considerable aislacionismo científico, en los cuales el precario estatuto institucional de la arqueología otorgaba un destacado protagonismo a eruditos y aficionados, Maciñeira se muestra como una personalidad renovadora, sirviendo de enlace entre los historiadores y anticuaristas decimonónicos (Murguía, Villaamil, Saralegui...) y los hombres del Seminario de Estados Galegos, que bajo la batuta de Cuevillas -y más tarde Bouza Brey- ejercieron una crucial influencia en la arqueología de las décadas posteriores. La actividad arqueológica de Maciñeira se prolonga de forma sostenida durante más de 50 años, desde 1890 hasta su muerte en 1943. Durante todo este tiempo desarrolla una intensa tarea de prospección y recuperación de material arqueológico, cuyos resultados van saliendo a la luz con notable celeridad en algunos casos; a ello se unen algunas excavaciones -sobre él se ha dicho (Bouza, 1947) que efectúa en Galicia la primera excavación sistemática con fines puramente científicos- funda- 1 Agradecemos a D. Federico Maciñeira Teijeiro, nieto del arqueólogo ortegano, la colaboración ofrecida durante nuestro estudio, así como las facilidades prestadas por el Departamento de Protohistoria y Colonizaciones y el Archivo documental del M.A.N. Debemos mencionar y agradecer igualmente la colaboración de Alberto López Fernández, del Grupo de Arqueoloxía da Terra de Trasancos, en lo concerniente a la definición del lugar del hallazgo. FIGURA 3. Federico Maciñeira. mentalmente en túmulos y en el entorno de Estaca de Bares, que en su opinión había sido una importante estación portuaria desde tiempos prehistóricos. Concede además destacada importancia al estudio de materiales y a la representación gráfica del registro -son admirables algunos de sus dibujos y fotografías-, configura una importante colección de piezas que dona a su muerte a la Universidad de Santiago de Compostela y desarrolla una intensa labor en el proceso de institucionalización de la arqueología. Son los aspectos citados algunos de los que confieren una destacada importancia a esta personalidad. No es el presente, sin embargo, el marco adecuado para desarrollar pormenorizadamente todas y cada una de estas facetas, analizadas ya en otro lugar (Armada, e/p). Nos limitamos aquí a una breve exposición de las aportaciones de Maciñeira a lo que hoy denominamos arqueología del oro, concepto que, justo será decirlo, no era de uso común en su época. En este sentido, cabe también destacar que no estamos ante un autor que a lo largo de su vida haya mostrado un interés preferente por la orfebrería antigua, puesto que nunca 120 OSCAR GARCÍA VUELTA / XOSÉ-LOIS ARMADA PITA llegó a ofrecernos un estudio monográfico en la línea de los escritos por Villaamil o Cuevillas. Bien al contrario, son otros los temas que le ocuparán con mayor frecuencia, entre ellos el megalitismo, la geografía antigua y navegación prehistórica, las factorías salazoneras romanas o las romerías y folclore vinculados al santuario de San Andrés de Teixido. No obstante, ello no resta interés a una aproximación historiográfica en la línea de la aquí expuesta. Contamos, al menos, con dos aspectos que merecen ser comentados en una revisión de sus aportaciones en arqueología del oro. El primero, aquellas referencias que a lo largo de sus publicaciones encontramos a piezas desaparecidas; testimonios de mayor o menor validez y fiabilidad pero que en todo caso merecen una adecuada sistematización en un momento como el presente, donde apremia la necesidad de catálogos exhaustivos con toda la información que podamos obtener, incluso acerca de hallazgos hoy perdidos. El segundo aspecto engloba su reflexión teórica y metodológica sobre la arqueología del oro, formulada básicamente con motivo de la publicación del torques que aquí estudiamos, pero también tangencialmente expuesta, en lo que atañe a las primeras etapas metalúrgicas, al estudiar los contextos tumulares de As Pontes (A Coruña). Con respecto a las piezas desaparecidas, siguiendo una ordenación cronológica debemos aludir en primer término al hallazgo de algún tipo de adorno, tal vez una diadema, encontrado por unos trabajadores ingleses que realizaban estudios en la zona de As Pontes. Al publicar el torques de Capelada, Maciñeira anota a pie de página: "En una mámoa de la notable estación de Puentes de García Rodríguez (número 1 de las de mi carta arqueológica de la comarca), parece que también se encontró un torques ha cosa de treinta años, que llevaron los halladores: unos ingleses que estudiaban un ferrocarril minero y registraron el túmulos" (Maciñeira, 1923: 11). Aunque incurre en un desfase de más de 10 años en lo que atañe a la fecha de violación del túmulo, vuelve el autor ortegano sobre el mismo hecho en un artículo posterior (Maciñeira, 192913: 23). En efecto, en él nos precisa que ello se produjo "allá por el 1880"; añade que el túmulo se sitúa en el lugar llamado La Mdmoa, medio km al Suroeste de Medoñas da Mourela en dirección FIGURA 4. Supuesta lúnula de Cerdido (según Saralegui). ascendente, ya en la cumbre de la colina; nos dice también que es de tipo cairn o gals-gals, es decir, con coraza pétrea y carente de dolmen; y, en fin, indica que junto al citado adorno o joya salió "una pequeña espada de cobre o bronce" (1929b: 23). Aunque Maciñeira practica una reexcavación en torno a 1892, los datos más reveladores en este particular le son transmitidos por su peón, quien previamente había trabajado junto a los ingleses en la excavación del túmulo. La hipótesis más plausible en este caso, de ser verídicos los datos referidos, es que estuviésemos ante una pieza Calcolítica, probablemente una diadema o una gargantilla, que formaría parte de un ajuar similar al localizado en un túmulo muy próximo a éste, el n° 240 de Veiga dos Mouros (As Pontes), también sin cámara, donde fueron recuperados una diadema, un puñal de lengüeta y al menos cuatro puntas palmela (Pérez Outeiriño, 1995: 112; Bóveda, 1998: 131; Comendador, 1998: 24). Si bien lo hace de forma esporádica y ocasional, el autor ortegano no deja de mencionar una de las piezas más misteriosas -pero también más citadade la arqueología del Noroeste: la supuesta lúnula de Cerdido, que Maciñeira (1923: 6s), al igual que Saralegui, denomina torques. Dado que se fundió tras su hallazgo, poco puede decirse con fundamento acerca de esta pieza; al igual que la de Allariz, también desaparecida, fue ubicada por López Cuevillas (1932a) en época castreña, pero sobre la base de la ilustración ofrecida por Saralegui (1894: 31) parece haberse impuesto en los últimos tiempos la opinión de que Documentación y arqueología del oro castreño: acerca de E Maciñeira y el Torques de Capela (San Xiao de Montoxo, Cedeira, A Coruña) estamos ante una lúnula de inicios de la Edad del Bronce (Almeida, Bóveda y Vilaseco, 1995: 30; Casal y Bóveda, 1996: 243, 249; Bóveda, 1998: 134s). Esta interpretación cuenta a su favor con el supuesto contexto tumular en el cual, al parecer, aparecieron las piezas de Cerdido y Allariz, pero soslaya un dato crucial transmitido por Saralegui (1894: 283) y del cual sí se hacen eco tanto Maciñeira (1923: 6) como López Cuevillas (1932a: 136), cual es el peso del objeto, nada más y nada menos que 700 g. Nada sabemos acerca de la fiabilidad del dibujo ofrecido por Saralegui -no consta que viese la pieza directamente- ni del crédito que pudiera merecer el testimonio de quien dijo haberla encontrado en algo parecido a un barrow.2 Pero el peso sí es un dato que podría haber obtenido con relativa fiabilidad una persona de la época cuyos conocimientos arqueológicos fuesen nulos. Aunque hay torques que superan los 700 g, no son muy frecuentes, y desde luego no conocemos lúnulas del Bronce Inicial que alcancen tales dimensiones ponderales. Los modelos continentales no exceden los 300 g y los irlandeses rondan los 40 o 50 g (Taylor, 1980: 25-44; Eiroa et al., 1999: 263); la única lúnula hoy conocida en la Península que incuestionablemente podemos fechar en en el Calcolítico-Bronce, la de Cabeceiras de Basto (Braga, Minho), se sitúa en 44'8 g (dato tomado de Comendador, 1998: 49). Remates de densidad algo mayor (sencillos botones bitroncocónicos) que los cierres de pestaña que suelen presentar las lúnulas de inicios del Bronce los vemos en el ejemplar de Viseu, ya de época castreña, aunque su peso (59'6 g según Silva, 1986: 253) sigue distando muchísimo del que Saralegui ofrece para el torque -como él lo denomina- de Cerdido. No queremos decir con esto que la cuestión quede resuelta a favor de un encuadramiento concluyente en época castreña o romana, sino que ateniéndonos sobre todo a su supuesto peso- sigue 2 Podría decirse que esta procedencia cumular se asume demasiado a la ligera, teniendo en cuenta que en la publicación se afirma que la pieza "se encontró en las inmediaciones de otro monumento de esa clase [barroca] en San Martín de Cerdido" (Saralegui, 1894: 283). En caso de que la noticia fuese rigurosamente cierta, queda claro aquí que la relación sería de proximidad y no de inclusión. 121 siendo complejo dilucidar qué fue lo que realmente apareció en Cerdido. Igual o mayor problema plantea otra información publicada por Maciñeira y referida a varios hallazgos de piezas de oro en Viveiro (Lugo). Su origen se encuentra en una serie de cartas que un culto vecino de esta localidad, Jacobo Araújo, remite a Murguía en 1867. Este último le facilita las cartas a Maciñeira para que aproveche los datos de interés arqueológico que en ellas se ofrecen, y que el autor ortegano resume en un artículo que publica años más tarde (Maciñeira, 1930). El caso es que en una de dichas cartas, con fecha del 8 de mayo de 1867, se alude a dos empuñaduras de espada realizadas en oro; los datos que sobre ellas se ofrecen resultan confusos, aunque en una se describe la presencia de "una especie de greca de espirales serpenteantes a la manera de postas, defectuosamente expresados" y de la otra se concreta que apareció "en la cima de un coto muy elevado... llamado el Castelo, enterrada al pie de unas peñas colosales, a las cuales va la gente vulgar de estos campos en romería el día de San Martín..."; al parecer, su hoja pudo haber sido de hierro y todavía conservaba la vaina; en una carta anterior (11 de enero del mismo año) había manifestado con respecto a la primera de las empuñaduras que fue hallada por un labrador en el castro de Esteiro y que pesaba catorce onzas (Maciñeira, 1930: 226s). Una noticia de este género podría llevar a pensar en empuñaduras con guarniciones y elementos decorativos en oro, como las de Guadalajara -para la cual se baraja Asturias como procedencia alternativa- o Abía de la Obispalía (Almagro Gorbea, 1972; Pingel, 1992: 52s); en esta dirección apunta Balseiro (1994: 314), anotando su posible relación con espadas del Bronce Final y su hipotética ubicación ca. 1200-800 ane. Pero sin más datos todo cuanto se diga al respecto resulta arriesgado. Mayor crédito merece otra noticia, ofrecida por Araújo en el mismo lugar, referente al hallazgo de "un trozo de oro finísimo" de "13 onzas y media" de peso en el juncal de Portochao, también en Viveiro, dado que, a decir de Maciñeira (1930: 227), en dicha carta el erudito vivariense dibuja claramente un torques. Según este mismo autor: "No ofrece, por todo ello, duda su interpretación, ya que el dibujo representa las tres circunstancias más peculiares de estas áureas joyas protohistóricas: semicírculo penanular; remates esféricos o quizá de bellota o perilla, y alambre arrollado a la 122 OSCAR GARCÍA VUELTA varilla. Sin que de los demás detalles secundarios, (aun cuando entre las vueltas del alambre arrollado marque unos puntos), podamos decir nada, cual de sus dimensiones" (Maciñeira, 1930: 227). A posteriori este torques ha pasado a incluirse entre los pertenecientes al tipo ártabro, desconociéndose su paradero (Acuña y Casal, 1984-85: 266). Como posiblemente procedentes de Viveiro se han publicado también un torques íntegro y un fragmento de otro, proponiéndose que el que se conserva entero, de tipo ártabro, pudiera ser éste del que habla Maciñeira (Balseiro, 1994: 60-65, 168-175, 187s). Otro posible torques pudiera serlo el "gran aro de oro" aparecido en el que Maciñeira (1905) denomina castro de San Saturnino, que probablemente se corresponde con el que en bibliografía más reciente (Fernández Caínzos, 1987: 116s) aparece citado como As Croas. Al parecer, la pieza salió en torno a 1845 al cavar en el recinto castreño con motivo de labores agrícolas y fue vendida por su hallador al cura párroco de Lamas; a partir de informaciones orales de los habitantes del lugar, Maciñeira (1905: 88) deduce que debía tratarse de un brazalete o de un torques. Particular interés reviste la alusión a una fíbula aparecida en este mismo castro; el propio Maciñeira pudo examinarla, clasificándola como perteneciente al tipo Sabroso, "desprovista del correspondiente alfiler, pero con expansión lateral practicada en gotera para descanso de aquel, de sección cuadrangular, remate terminado en botón semiesférico con pequeño apéndice y superficie lisa, excepto en el lomo del puente, donde presenta un pobre motivo ornamental, de aspecto arcaico y tema geométrico, consistente en una serie de rayas paralelas poco profundas que se cortan en ángulo recto, formando un cuadriculado" (Maciñeira, 1905: 88). Si la clasificación de este autor es correcta, estamos ante una noticia de cierta relevancia, dado que hasta el momento en Galicia sólo se habían identificado fíbulas tipo Sabroso en ámbito meridional, concretamente en Traía. y Sta. Trega (Silva, 1986: 188; Cortegoso, 2000: 131). Hasta aquí la exposición de aquellas referencias mínimamente detalladas que encontramos en la obra de Maciñeira a piezas de oro actualmente desaparecidas El segundo aspecto al que antes nos referimos es la reflexión teórica y metodológica de este autor en lo que atañe a la arqueología del oro. No es mucho lo que puede decirse en este sentido, pero cabe adelantar que de los denominadores / XosE-Lois ARMADA PITA compartidos por buena parte de los estudios de la época sobre orfebrería en Galicia, algunos de ellos analizados por Comendador (1996: 55-58), al menos dos se encuentran en la obra de este investigador: el interés por el tema atlántico y la discusión sobre el modo de utilización de los objetos. El texto clave para el análisis de la cuestión es sin duda el consagrado al torques de Capelada (Maciñeira, 1923), aunque también pueden entreverse algunas perspectivas en aquellos trabajos que consagra a las estaciones tumulares de As Pontes. En algunos de estos túmulos había practicado excavaciones Santiago de la Iglesia en julio de 1893; el autor de tales trabajos, médico erudito afincado en Ferrol, tardó tiempo en difundir sus resultados, y cuando se decidió a hacerlo fue por medio de unas escuetas notas, ya que "la cultura de la mayor parte de España no le tolera á un médico que dedique sus ocios veraniegos á estas cosas propias de hombres descentrados, á estas cosas que para nada sirven" (Iglesia, 1907: 59). Sin embargo, la relevancia de los hallazgos fue tal -como hoy muy bien sabe la arqueología gallega- que pronto aparecieron mencionados en trabajos de Saralegui (1894) o del propio Maciñeira, autores a cuya disposición puso desde un primer momento los datos obtenidos. En uno de los túmulos (el 240 de Veiga dos Mouros) apareció una diadema de oro que podemos ver frecuentemente citada en trabajos de Maciñeira y de otros autores. Las circunstancias del descubrimiento son confusas, en particular en lo que atañe a la composición del resto del ajuar, pues si bien se da por seguro el hallazgo de un puñal de espigo, los pareceres sobre el número de puntas palmela que acompañaban a estos dos objetos oscilan entre tres y cinco (Pérez Outeiriño, 1995: 112). El propio S. de la Iglesia ofrece el siguiente comentario: "Lanza de cobre, de 140 * 40 milímetros, encontrada por mí al desmontar un tumulus en la llanura de Vilavella (Puentes de García Rodríguez), juntamente con la diadema de oro número 27 y las flechas números 19, 20, 21 y 22. Estas cinco piezas..." (Iglesia, 1907: 63). El médico ferrolano comete aquí un pequeño desliz, puesto que la diadema no lleva el número 27 en su catálogo, sino el 26, y además al describirla eleva el número de puntas palmela a cinco: "Diadema de oro de 20 quilates, 19 gramos de peso, 345 milímetros de longitud, de la forma de los cuellos llamados tirillas, con los extremos redondeados y uno de ellos roto por el azadón Documentación y arqueología del oro castreño: acerca de E Maciñeira y el Torques de Capeta (San Xiao de Montoxo, Cedeira, A Coruña) al ser hallado, junto con la lanza y flechas números 18, 19, 20, 21 y 22, en la base de un pequeño turnaba, que no llegaba á un metro de alto, en la llanura de Vilavella, en mis exploraciones de 1893" (Iglesia, 1907: 64). Por lo demás, resulta interesante constatar ya una cierta atención a aspectos técnicos ("parece obtenida con laminador y no con martillo de piedra ó bronce", ibid.) y la misma preocupación por la función de la pieza, que considera diadema a través de la comparación con el ejemplar de Cueva de los Murciélagos (Iglesia, 1907: 67). Aunque no tengamos evidencias para la resolución de estas controversias, a través de las publicaciones de la época podemos dar como seguras algunas cosas: que en el área de As Pontes son al menos tres los túmulos que dieron materiales metálicos (Iglesia, 1907; Comendador, 1998: 24-26), que la diadema estaba acompañada por un puñal y cuatro o cinco puntas palmela y que todos estos materiales metálicos salieron en túmulos de tierra limpia, o al menos sin estructura central visible, y de reducidas dimensiones (Iglesia, 1907; Casal y Bóveda, 1996: 243). En todo caso, ya en sus primeras publicaciones, a fines del siglo XIX, se hace eco Maciñeira de estos descubrimientos, si bien apenas es objeto de breves comentarios la diadema en sí misma; únicamente cabe anotar unas someras reflexiones expuestas en el citado estudio del torques de Capelada, donde igualmente anota su paralelismo con el ejemplar de Cueva de los Murciélagos (Abuñol, Granada) y señala el gran adelanto tecnológico que la pieza revela, ya que por su excelente laminación "los plateros dudaban que no lo hubiese sido al moderno laminador de cilindro (...), aun cuando por su absoluta carencia de ornamentación denuncie en esta materia la fase inicial del arte" (Maciñeira, 1923: 12). La diadema, no obstante, es objeto de breves citas en numerosas ocasiones, a raíz de digresiones interpretativas sobre el horizonte Calcolítico o Eneolítico, que en la obra de Maciñeira aparece perfectamente definido en ergologías (vaso campaniforme, metalurgia, etc.) y estructuras (cintas, túmulos sin cámara, etc.). Este proceso cultural se contempla desde una perspectiva marcadamente atlantista, en Ja. que se confiere un peso considerable a los contactos marítimos relacionados con el aprovisionamiento de metal y en el que, además, los fenicios ocupan, según Maciñeira, un importante papel a lo largo de un dilatado período de tiempo. El de los 123 contactos atlánticos es, sin duda, un tema clásico en la historiografía arqueológica del siglo XX que ya encontramos presente en las publicaciones iniciales del autor. En la misma dirección apuntan López Cuevillas y Bouza Brey (1929), así como buena parte de la investigación peninsular desde P. Bosch Gimpera; autores todos ellos que irán allanando el camino de cara a la generalización del concepto de Bronce Atlántico, de uso común desde las publicaciones de Santa-Olalla y MacWhite (FernándezPosse, 1998: 24ss). Estos precedentes historiográficos favorecerán la interpretación de buena parte de la orfebrería atlántica del Bronce desde análogos presupuestos atlantistas, en los cuales el trasiego de mineral se presenta como un motor fundamental para los contactos e intercambios (Comendador, 1996: 57s). Merecen en la obra de Maciñeira un tratamiento más detallado los torques castreños, a los cuales se consagran unas cuantas páginas al estudiar la pieza cuya investigación aquí nosotros retomamos. Las primeras páginas del artículo se dedican estrictamente a la presentación del torques, efectuada de forma detallada y ejemplar: atención al lugar y condiciones del hallazgo, medidas, peso e incluso ciertas precisiones -en algunos casos acertadassobre aspectos tecnológicos. A continuación encontramos ya una exposición relativamente amplia sobre la problemática de los torques castreños. Una vez se leen las páginas consagradas de modo directo al estudio de la pieza, se puede comprobar seguidamente que los grandes interrogantes y problemas que se planteaba la investigación del momento -y en algunos casos también la actualestán presentes en el artículo: la cronología, la existencia de talleres y su definición, las relaciones de dependencia/ruptura con respecto a las producciones del resto de Europa y el tipo de uso que recibían las joyas. Unos breves comentarios sobre estas cuestiones nos servirán para concluir el presente capítulo; nos atenemos en buena medida al orden de exposición seguido por el propio Maciñeira. Todo su discurso se elabora en un constante comentario y discusión de las obras de otros autores que se han ocupado del tema, y que aparecen citados a lo largo del artículo (Villaamil, Oviedo Arce, Murguía, Ricardo Severo, Alves 124 OSCAR GARCÍA VUELCA / XOSÉ-LOIS ARMADA PITA Pereira, Mélida, Berlanga, José Forres, Bosch Gimpera...). El primer asunto que plantea es la fuerte personalidad de los torques castreños, cuyos elementos diferenciadores le llevan a proponer, en la línea de otros autores, "la existencia de un grupo especifico de torques, probablemente labrados en el noroeste ibérico" (Maciñeira, 1923: 9). Se observa ya un notable interés por las cuestiones tipológicas, tan queridas por la investigación posterior, en la medida en que llega a hablar de un grupo ortegalés, compuesto por el ejemplar de Capelada y otros dos a su parecer idénticos: el de Croa de Riotorro (Mondoñedo) y otro del cual tiene fotografía aunque "por lamentable descuido" sin anotación de procedencia; en esta línea, se insinúan ya algunos elementos y asociaciones recurrentes (remates piriformes, aros de sección romboidal con adelgazamiento en los extremos...) (Maciñeira, 1923: 9s). En lo referente a los aspectos funcionales, el autor ortegano recoge un amplio ramillete de propuestas: adornos para el cuello, los brazos o las piernas, elementos de intercambio, piezas de carácter monetario, condecoraciones militares, etc. No negando que pudiesen a veces funcionar como bienes de intercambio, Maciñeira no concede crédito a la opción monetarista, puesto que "no habría para qué darles formas tan inutilmente complicadas" (1923: 16). Y es que en este particular su opinión es concluyente: "...yo sigo sustentando en el presente caso el criterio primitivo; esto es, que son collares rígidos, llenando por tanto la misma función suntuaria que los clásicos torques" (1923: 17). Los ejemplares castreños serían, así pues, una adaptación regional de un concepto de amplia difusión, lo cual vendría dado porque "el genio gallego disponiendo relativamente de abundancia de oro nativo, quiso hacer gala de su originalidad y de su riqueza, apartándose del modelo común..." (1923: 19). Naturalmente que desde una perspectiva estrictamente presentista estas apelaciones al genio gallego pueden parecer disparatadas, pero lo cierto es que son pauta frecuente en la historiografía de la época, tanto en la gallega como en la de otras muchas partes de la Península. La cronología se considera un aspecto crucial. El mencionado investigador recoge las opiniones de diversos autores y trae a colación producciones procedentes de contextos tumulares como el comentado de As Pontes, insinuando con ello una tradición remota que desde sus orígenes podría venir desarrollándose sin solución de continuidad. Tras hacerse eco de los pareceres más dispares expresa su conformidad con quienes proponen como incuestionable la fabricación indígena de los torques. En momentos donde los criterios evolutivos acostumbraban a explicarlo casi todo, Maciñeira concluye igualmente que los torques abiertos de varilla lisa son los más antiguos, mientras que los ornamentados podrían considerarse un paso previo a los de alambre enrollado; esto le permite definir las producciones castreñas como "tipos de transición", ya que "por estas apartadas tierras debió de operarse la evolución en ellos de la varilla lisa a la exornada con el alambre enroscado" (1923: 20). En las últimas páginas, el estudio anota lo extendido que debió estar el uso de los torques en época castreña, como probarían las estatuas de guerreros, y propone para el torques de Capelada una posición intermedia en la secuencia cronológica de las producciones noroccidentales, ya que por su acabada técnica no puede situarse entre los más antiguos. Finaliza Maciñeira expresando sus concordancias con Vicente Risco, para quien los ejemplares castreños son una evolución gallega de los tipos del Hallstatt, suposición que vendría fortalecida, en el presente caso, por el cercano hallazgo de la empuñadura de antenas de Alcaiás. En suma de cuentas, puede concluirse de todo lo expuesto que la arqueología del oro no llega a vertebrar la labor de Maciñeira en ningún momento de su trayectoria como arqueólogo, ya que son otros, bastante diferentes, los ámbitos temáticos a los que presta atención. No puede decirse, en este sentido, que nos encontremos ante un autor influyente en la investigación sobre orfebrería, ya que su atención a este campo se da en ocasiones muy concretas y suele vincularse a la aparición de nuevos ejemplares o al registro de noticias relativas a piezas perdidas. Pero al mismo tiempo cabe subrayar que cuando el arqueólogo ortegano consagra atención a esta materia, lo hace con notable rigor y competencia. En el aspecto técnico y descriptivo, exhibe la misma meticulosidad que aplica a otras manifestaciones del registro, ofreciendo fotografías y descripción de medidas, pesos, alteraciones y procesos técnicos de fabricación. En el plano interpretativo demuestra igualmente intuición, espíritu analítico y amplios Documentación y arqueología del oro castreño: acerca de E Maciñeira y el Torques de Capela (San Xiao de Montoxo, Cedeira, A Coruña) 125 conocimientos bibliográficos, atreviéndose a sustentar opiniones personales. Contemplado en el contexto de su época, naturalmente comparte con otros autores una serie de prejuicios, carencias y limitaciones análogas a las que puedan encontrar en la investigación actual quienes se encarguen de juzgarla décadas más tarde. EL TORQUES DE CAPELADA: SU HALLAZGO, ADQ1UISICION E INVESTIGACIONES POSTERIORES Descripción: torques de oro, con forma de "C" abierta y completo, aunque notablemente deformado. Se conserva en el Museo Arqueológico Nacional (inventario 32. 707). Está compuesto por un aro macizo de sección cuadrado-romboidal y terminales piriformes voluminosos, huecos. Fue decorado en la práctica totalidad de su superficie a punzón, con un punteado irregular y superficial. Dimensiones y peso: la notable deformación del ejemplar impide un análisis adecuado de sus proporciones básicas originales; en su estado actual, presenta un diámetro máximo de 19'5 cm, con un desarrollo de 37'5 cm. En sección romboidal, el aro tiene un grosor máximo de 1'3 cm, siendo su grosor en la zona próxima a los terminales de 0'95 cm. Los terminales tienen 3 cm de longitud, su diámetro máximo es de 2'6 cm en su zona central y de 1'4 cm en su parte posterior. Pesa 311'2 g.3 FIGURA 5. Torques de San Xiao de Montoxo. FIGURA 6. Panorámica del valle de Montoxo. El hallazgo El lugar del descubrimiento se sitúa en las estribaciones altas de la sierra de A Capelada, en la parroquia de San Xiao de Montoxo, dentro de los límites administrativos actuales del ayuntamiento de Cedeira, encuadrado en la comarca natural del cabo Ortegal.4 Según los datos ofrecidos por 3 El peso original de 363 g transmitido por Maciñeira (1923: 7) fue rebajado a este valor pot F. Álvarez-Ossorio (1954: 46). Por nuestra parte, hemos realizado un nuevo pesado de la pieza, empleando dos tipos de balanza disponibles en el Gabinete Numismático del MAN; en el primer caso el aparato de precisión empleado no permitió la obtención de datos, al superar el peso de la pieza su capacidad de medida; el segundo peso se obtuvo con una balanza de platos, coincidiendo con el propuesto por Álvarez-Ossorio. FIGURA 7. Detalle de aro del torques, donde se observa el corte producido, según Maciñeira, durante la recuperación de la pieza, así como huellas de martillado sobre las aristas de la varilla. 4 Aunque esta pieza aparece frecuentemente mencionada como "torques de Ortigueira", hemos adoptado aquí la denominación de torques de Capelada, por ajustarse en mayor grado a la realidad geográfica de su hallazgo. 126 OSCAR GARCfA VUELTA Maciñeira, el punto exacto del hallazgo es un terreno pedregoso, de media ladera, en las cercanías de un peñasco llamado A Pena do Sol, que marcaría en estos momentos un punto destacado en el paisaje y estaría situado en la misma ladera natural donde se recuperó el torques, en un paraje conocido como Chao dos Agueiros y Costoso (Maciñeira, 1923: 5s). La pieza fue descubierta por un agricultor en torno a 1919 o 19205, en el transcurso de labores de acondicionamiento de una servidumbre de parcelas, a unos 80 cm de profundidad. El torques vio la luz por un golpe de azada, responsable según Maciñeira de la deformación y el corte que presenta actualmente en el aro (fig. 7); habría sido encontrado "de plano entre el terreno de aluvión", sin estar asociado a estructuras arquitectónicas ni a otro tipo de materiales, siendo esto interpretado por el citado autor como consecuencia de un arrastre por agentes naturales desde su emplazamiento original (Maciñeira, 1923: 6). El lugar del descubrimiento se emplaza aproximadamente 1 km al NE del castro de Alcaiás (n° 21 en la carta arqueológica de Maciñeira), también en Montoxo, y cercano asimismo al de Croa de Carracedo (n° 22 en la citada carta) (cf. Maciñeira, 1935). Desde una perspectiva comarcal, el lugar está situado en una zona de evidente interés arqueológico. Ciñéndonos únicamente a las más relevantes ergologías metálicas de época castreña, cabe subrayar que en el citado castro de Alcaiás y en su entorno más inmediato -en el lecho de un riachuelo- aparecieron respectivamente un hacha de hierro (Maciñeira, 1934: 14) y una empuñadura de antenas (Maciñeira, 1909) que fue a parar a la colección Maciñeira, hoy depositada en el Departamento de Historia I de la Universidad de Santiago. A su vez, en la playa de A Basteira, en el limítrofe término municipal de Cariño, se encontraron un posible colgante o amuleto de bronce con forma de hachita y prótomo de toro (Luengo, 1964; Armada, 2001), hoy en el Museo Arqueolóxico Provincial de A Coruña, y un magnífico puñal de antenas (Meijide, 1984-85), que desgraciadamente continúa en manos privadas. Merece 5 En su estudio sobre el torques, este autor afirma que se habría recuperado "hace tres año? (Maciñeira, 1923: 5). / xosE-Luis ARMADA PITA reseñarse igualmente el hallazgo, en el mismo Montoxo, de un tesorillo de unas 440 monedas romanas, de las cuales Maciñeira sólo llega a recoger la descripción de cuatro o cinco (Maciñeira, 1929a). En fin, tampoco es descartable que la desaparecida lúnula o torques de Cerdido, también cerca de Montoxo, pudiera datar de época castreña, tal como arriba comentamos (Saralegui, 1894; López Cuevillas, 1932a; Pérez Outeiriño, 1995: 117). Nuestra visita a la zona del hallazgo, en compañía de Alberto López Fernández, tuvo como objetivo concretar en el espacio las condiciones de su localización, visualizando sobre el terreno las informaciones ofrecidas por Maciñeira y aclarando la eventual relación con los castros más próximos. La primera cuestión a plantear era la identificación segura del castro de Alcaiás (fig. 9), topónimo no reflejado en el Mapa Topográfico Nacional' ni en publicaciones más recientes; salimos de dudas consultando el artículo de F. Maciñeira sobre el tesorillo de monedas aparecido en la zona, donde se expone que su localización se produjo en las proximidades del lugar de Vilarnovo, "como a un kilómetro de distancia, en dirección Noroeste, del castro protohistórico das Alcayás" (Maciñeira, 1929a: 58). Teniendo en cuenta este dato, el citado yacimiento se corresponde necesariamente con el denominado El Castro en el MTN (N: 43° 39' 25" / W: 7° 58' 30"); a decir de Maciñeira, en su interior se encontró un hacha de hierro, la empuñadura de antenas apareció en el riachuelo inmediato -Rego do Castro en el MTN- y a un 1 km en dirección NE-E se localizó el torques El otro castro mencionado por Maciñeira al publicar esta última pieza, el de Croa de Carracedo (fig. 10), está situado en la zona de Montoxo Vello-Vieiteiras, en las proximidades 6 Los castros del término municipal de Cedeira han sido publicados recientemente por Ramil, Tomás y López (2000), aunque con errores de bulto en lo que se refiere a las coordenadas geográficas de los yacimientos, al ofrecer para cuatro castros (Cheda de Abaixo, Riba, Os Castras y A Croa) las mismas coordenadas (N: 43° 40' 04" / W: 7° 56' 10"), correspondientes a un punto que no está situado en el ayuntamiento de Cedeira, sino en el limítrofe de Ortigueira. En otros castros también se cometen errores en coordenadas. 7 En adelante empleamos la abreviatura MTN para referirnos a este documento. El vuelo fotogramérrico data de 1972 y la primera edición es de 1981. o discontinuo). 128 OSCAR GARCÍA VUELTA / XOSÉ-LOIS ARMADA PITA FIGURA 9. Castro de Alcaiás. de la carretera Cedeira-Ortigueira (N: 43° 38' 50" / W: 7° 57' 10"). Tuvimos oportunidad de recoger las informaciones orales de dos personas del entorno que ya vivían cuando se produjo el descubrimiento. Uno de los informantes, de 92 años y residente en Cimadevila, nos indicó que nada recuerda acerca del hallazgo de piezas en Agueiros-Costoso-Pena do Sol, aunque sí sabe que aparecieron objetos muy antiguos en el castro de Alcaiás; nos precisó además que la Pena do Sol es la misma que en el MTN aparece mencionada como Pena Bendición (N: 43° 39' 05" / W: 7° 58' 02"). La otra informante, de 87 años y natural de Cheda de Arriba, nos comentó que en la Pena da Bendición corría agua natural -hoy desviada a unos depósitos cercanos- y que la gente acudía a ella a rezar; sí creer haber escuchado que en sus proximidades salieron "cousas de valor". Puede concluirse, así pues, que se conserva una memoria muy difusa del hallazgo que poco añade a los datos ya conocidos y publicados. En todo caso, a falta de una mayor determinación en los datos a nuestra disposición, no es posible mencionar un punto concreto en el que situar la localización del torques Por esta razón, en el mapa hemos indicado una zona que se puede corresponder aproximadamente con el lugar del hallazgo, según los datos que ofrece Maciñeira (como 1 km al NE de Alcaiás, no lejos de Pena do Sol y no lejos tampoco de Croa de Carracedo). Teniendo en cuenta la alusión a "un peñascoso rellano" (Maciñeira, 1923: 5), y una vez comprobadas las características de la zona, nos inclinamos a creer que el punto estaría más bien al E de Alcaiás, en las inmediaciones de Agueiros-Costoso-Pena do Sol, FIGURA 10. Castro de Croa de Carracedo. donde sí podemos encontrar algunos terrenos de estas características. Es conveniente indicar, por otro lado, que la Pena do Sol no es hoy -como lo era en tiempos del investigador ortegano- un peñasco destacado en el paisaje, sino que está enclavada en medio de un eucalipral y rodeada de maleza (fig. 11). Aunque luego volveremos sobre esta cuestión, cabe caracterizar al torques de Capelada como un depósito arqueológico aislado, en posible relación con uno de los dos castros más cercanos. En este sentido, merece destacarse nuevamente el hallazgo del tesorillo de monedas romanas en la zona de Vilarnovo, igualmente en el entorno del castro de Alcaiás, en cuanto que constituye un patrón de deposición -presencia de monedas, recipiente metálico como elemento de contención y proximidad a uno o más castros- en cierto modo similar a otros hallazgos como el tesoro Bedoya, cuyas condiciones de recuperación y adquisición por el Museo de Pontevedra se aclaran en un trabajo reciente (Grupo de Arqueoloxía da Terra de Trasancos, 2000). Avatares de la pieza La noticia del hallazgo se mantuvo inicialmente en secreto, aunque pronto llegó a conocimiento de E Maciñeira a través de un amigo personal, que toma los datos del hallazgo del propio descubridor, cuyo nombre no se menciona (Maciñeira, 1923: 5s). Desconocemos si Maciñeira visitó el lugar de aparición del torques, aunque no resulta improbable, dada la relativa precisión de sus informaciones. La descripción de ciertas características de la pieza en momentos previos a su adquisición Documen ción y arqueología del oro castreño: acerca de F. Maciñeira y el Torvas de Capela (San Xiao de Montoxo, Cedeira, A Coruña) 129 bien entendido que le tendré a V al corriente de la negociación si como confío el poseedor no se desprende de ella sin mi conocimiento". Maciñeira reitera la petición de una valoración para la adquisición del torques en otra carta a R. Mélida fechada el 21 de marzo del mismo año, rogando premura en la negociación para que la pieza "no salga de España". "... como quiera que no conviene demorar mucho la negociación, nuevamente me permito rogarle que se digne decirme hasta cuando podría llegar a ofrecerse por el mismo; con el bien enten- FIGURA 11. Pena do Sol o Bendición. dido -repítale- que de todas las gestiones que practiquen tendrá apunta también a que Maciñeira no se limitó a transmitir los datos de su informador, sino que la revisó personalmente bastante antes de dicha adquisición, como indica la información que a continuación exponemos. En los primeros meses del año 1922, Maciñeira informó a J.R. Mélida, director del Museo Arqueológico Nacional, de la existencia del ejemplar y de su posible venta o destrucción de no ser adquirido, recomendando su ingreso en el Museo; en estos momentos, el torques permanecía aún en manos de su descubridor'. El primer documento que conservara& de estas gestiones es una carta manuscrita del autor ortegano a Mélida, fechada el día 24 de febrero de 1922. En este documento se aportan los primeros datos sobre el hallazgo, así como una fotografía del mismo. le incluyo la fotografía de un nuevo torques aparecido en Galicia, del cual solo yo conozco la existencia y que por circunstancias especiales se tiene oculto sin que quiera darse publicidad al hallazgo. Es de oro magnífico, pesa 363 gramos, tiene Om 39; pero carece de todo elemento decorativo en la superficie del aro, salvo un imperfecto punteado. Está admirablemente trabajado, y la sección del aro es de losange. Aparece deformado en el aro por el golpe de azadón al tropezar con el objeto en el fondo de una zanja, en la vertiente de una montaña. Como quizá se pudiese adquirir, desearía me informasen hasta cuanto podría ofrecerse por tan interesante joya, con el 8 Esta documentación se conserva en el Archivo del M.A.N., en el expediente 1922/11; los documentos recogen los primeros trámites de adquisición del torques, incluyendo también parte de la correspondencia entre Maciñeira y R. Mélida previa a la compra inicial de la pieza por parte del propio Maciñeira. V detallado conocimiento." El día 22 de diciembre de 1922, Maciñeira informa a J.R. Melida de que ha adquirido el ejemplar, pudiendo iniciarse las gestiones para su compra definitiva por parte del M.A.N. "El torques está ya en mi poder y tan pronto como ultime unos detalles que me permitan disponer en absoluto del mismo, trataremos de la forma de que vaya para el museo. Ya v se servirá decirme la manera de enviarlo..." Aunque el 2 de febrero de 1923 Mélida indica mediante correspondencia a Maciñeira los pormenores para la adquisición de la pieza', aún tendremos que esperar hasta el año 1924 para la finalización de esta gestión, desconociéndose hasta el momento los motivos de tan considerable retraso; mientras tanto, Maciñeira publica su estudio en el Boletín de la Real Academia Gallega de 1923, que supone la base de todas las interpretaciones posteriores del torques. El 24 de abril de 1924, evaluado el ejemplar desde la sección primera del M.A.N., el torques ingresa definitivamente en el Museo, que paga por él 2.500 pts.1° Por lo demás, y en otro orden de cosas, este trámite significa en su día una profundización de las relaciones de Maciñeira con instituciones científicas de ámbito estatal, iniciadas años atrás. Muy joven había adquirido el arqueólogo ortegano la 9 Documento conservado en el Archivo de Don F. Maciñeira Teijeiro. 10 Archivo del M.A.N. Expediente 1924 /15. 130 OSCAR GARCIA VUELTA / XOSÉ-LOIS ARMADA PITA distinción de Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia, institución cuyo boletín acogió su temprano artículo sobre insculturas rupestres (Maciñeira, 1902). A la Academia envió asimismo la fotografía de una inscripción medieval procedente de Ortigueira; igualmente otros investigadores de la época hicieron llegar a esta misma institución sus informes y aportaciones sobre la arqueología de la zona (Rasilla y González, 2000: 109, 113, 125-27, 144s, 162). Historiografía e interpretaciones Como vimos anteriormente, las primeras referencias al torques proceden de la correspondencia mantenida entre E Maciñeira y J.R. Mélida desde el año 1922. En 1923, el autor ortegano publicó su estudio sobre el hallazgo, que ha servido como base para la mayor parte de los trabajos posteriores, que aunque han matizado algunos de sus planteamientos en determinados aspectos técnicos o formales de la pieza -como su peso, propuesto inicialmente en 363 g y rebajado posteriormente por Álvarez-Ossorio a 311'2 g (1954: 46 )-, se han basado en los datos de Maciñeira para interpretarla". Así pues, el torques figuró con esta información en diversos inventarios de la sección primera del M.A.N. En 1932, quedó integrado en el primer inventario sobre torques de E López Cuevillas, que sitúa el momento de su hallazgo en 1922 (López Cuevillas, 1932b: 9). Este autor trasciende la propuesta de una escuela "ortegalesa" esbozada por Maciñeira y encuadra la pieza en otra más amplia que acabará de matizar en su fundamental trabajo Las Joyas Castreñas, publicado en 1951, aunque en esta obra el autor equivoca su número de inventario y cambia la fecha de su hallazgo a 1923 (López Cuevillas, 1951: 27). Ateniéndose a la forma de los terminales, la clasificación de Cuevillas integra nuestra pieza en el grupo de torques con remates en perilla, localizada preferentemente en el Norte de Galicia; este grupo, excesivamente extenso, será matizado 11 Estas matizaciones han tenido desigual repercusión en la investigación posterior, asumiéndose indistintamente el peso ofrecido por Maciñeira (Prieto, 1996; Reboredo, 1996) o el propuesto por Álvarez-Ossorio (Ladra, 19996; García Vuelta, e/p). posteriormente basándose en el estudio de los mismos elementos, aunque incluyendo otros parámetros estructurales y ornamentales, como la morfología de los aros o la presencia de decoración. Así, L. Monteagudo (1952: 289) separa de éste el grupo "Ártabro", con terminales piriformes y alambre enrollado en el aro. En 1954, F. ÁlvarezOssorio (1954: 45), publica un breve estudio del torques de Capelada a partir de su observación directa; este autor sitúa su hallazgo en 1922 y rebaja notablemente el peso del torques, de 363 a 311'2 g. En la década de los 60, E Bouza definirá el grupo "Nordoriental Galaico", caracterizado por torques con aros de sección cuadrado-romboidal y terminales en perilla, sin decoración (Bouza, 1965: 10). A finales de estos años, K. Raddatz, en una clasificación orientada básicamente a las piezas de plata, organiza los torques castreños en tres grupos básicos, nuevamente en atención a la forma de los terminales; Capelada se incluiría en su grupo B, formado por torques con remates en perillas (Raddatz, 1969). En la década de los 80, los trabajos de A. Hartmann suponen una ruptura con la línea anterior, presentando un nuevo corpus documental que apunta una nueva estrategia en los planteamientos de la investigación (Hartmann, 1982); el torques de Capelada se incluye en esta obra, aportando los primeros datos de composición de la pieza, que queda incluida en el grupo de oros N/NC de este autor, como veremos más adelante. Pese a esto, continúa el predominio de la interpretación tipológica, matizando los grupos básicos anteriores o definiendo otros nuevos para grupos insuficientemente estudiados; a este respecto, destaca la clasificación de Silva (1986) para los torques del Noroeste de Portugal. Las nuevas aportaciones de los años 90 incluyen al torques de Capelada en diversos morfotipos, como el C2a de Pérez Outeiriño (1990: 142s), tomando en consideración la forma de varilla y terminales. En 1996, la clasificación de Prieto, que incluye la decoración como factor de variabilidad, lo integra en su tipo IIIB1 (Prieto, 1996: 214). Hay que señalar, sin embargo, que las muestras parciales empleadas por algunos autores, o la falta de publicación hasta la fecha de un catálogo completo de los ejemplares, ha continuado provocando notables carencias en cuanto a este tipo de sistematiza- Documentación y arqueología del oro castreño: acerca de E Maciñeira y el Torques de Capela (San Xiao de Montoxo, Cedeira, A Coruña) ciones, pues numerosas piezas permanecen hasta la fecha prácticamente inéditas o sólo en tiempos muy recientes han sido objeto de un estudio detallado (Ladra, 1997-98 y 1999a). En esta década, observamos también una diversificación de los estudios, que abarcan otros aspectos de interpretación (Castro, 1990 y 1995; Ladra, 1999b) o que contribuyen al conocimiento documental y técnico de las colecciones existentes en los museos (Balseiro, 1994; Ladra, 1997-98); las últimas publicaciones con referencia al torques de Capelada han continuado esta línea (Reboredo, 1996; García Vuelta, e/p). Finalmente, en lo que respecta a la interpretación general de los torques castreños, los más recientes trabajos han comenzado a negar explícitamente la funcionalidad de la tipología como objetivo per se en la investigación, señalando que la variabilidad morfológica es precisamente una de las características que definen a los torques castreños y proponiendo el estudio tecnológico de los materiales como camino alternativo y complementario para su conocimiento, como veremos más adelante (Armbruster y Perca, 2000). 131 FIGURA 12. Huellas de pulido y desgaste de la superficie del torques en la zona central del aro. ESTUDIO TECNOLÓGICO La necesidad de un nuevo estudio topográfico del torques radica en apuntar ciertos datos, como la reconstrucción del proceso de fabricación, sus posibles alteraciones postdeposicionales o la presencia/ausencia de elementos como el desgaste que confirmen el uso del ejemplar. Para este apartado, hemos recurrido a su observación directa en el Museo Arqueológico Nacional, empleando como método de observación una lupa binocular para la realización del estudio topográfico. Los resultados se han documentado con fotografía macro. Estudio topográfico. El proceso de fabricación La estructura de la pieza permite su división en dos elementos estructurales, aro y terminales, que analizamos por separado. a) Aro: se realizó a partir del martillado y batido de una barra de sección cuadrado-romboidal, fabricada a partir de una aleación Au-Ag; los análisis de composición química obtenidos sobre FIGURA 13. Huellas de pulido, desgaste y huellas de martillado en la zona central interior del aro. una muestra extraída de este elemento fueron realizados por A. Hartmann, sin que se hubiesen efectuado comprobaciones anteriores de la pureza del metal (Maciñeira, 1923: 7). Los resultados del autor alemán ofrecen una composición de 17 % Ag; 3'5 % Cu y 0'035 % Sn12 . A este respecto, el alto porcentaje de Ag y la presencia de Sn en la composición podría indicar un oro de origen secundario, probablemente extraído de pláceres fluviales; muestra sin embargo un contenido bajo en Cu, alejado de los valores del grupo TC definido por este autor. La aleación del ejemplar de Capelada se integraría en el grupo N/NC de Hartmann, definido por oros con cantidades de plata por debajo 12 Hartmann, 1982. Análisis Au 1860. Aunque el autor no indica la zona de la pieza analizada, las marcas de la extracción son visibles en uno de los tramos laterales del aro. 132 oSCAR GARCÍA FIGURA 14. Aspecto general de la zona de soldadura aro - terminal. FIGURA 15. Detalle de la soldadura aro - terminal. FIGURA 16. Aspecto general de uno de los terminales del torques. VUELTA / XOSÉ-LOIS ARMADA PITA del 20% y un bajo contenido en Cuy Sn; al mismo grupo pertenecerían ejemplares que parecen presentar diferencias cronológicas, como los de Vilas Boas, Astorga o Burela (Castro, 1990: 153). El cuerpo de la barra presenta, como en muchos otros ejemplares, un adelgazamiento intencional del centro a los extremos, realizado probablemente mediante martillado; en su zona central, el grosor máximo del rombo del aro es de 1'25 cm, medida que se rebaja en algunas zonas intermedias de los laterales hasta 0'85 cm. El aro vuelve a ensancharse hasta los 0'95 cm en la zona próxima a los terminales. Otra característica de este elemento, ya anotada por Macifieira, es que presenta los laterales prácticamente planos, a diferencia de los de un buen número de ejemplares, donde las caras del aro son acusadamente cóncavas. Conseguidas sus proporciones finales, la varilla se dobló en forma de "C", repasando mediante martillado o batido las zonas de arista y puliendo posteriormente su superficie. Aunque se ha mencionado la ausencia de huellas de martillado, sí pueden constatarse restos de este proceso, que produjo en algunas zonas ligeras rebabas de metal, disimuladas probablemente por batido. La pieza, posteriormente, fue sometida a un pulido superficial en sentido lineal, bien apreciable en la zona central del aro, que contribuye, junto al trabajo de batido, a dificultar la visualización de los procesos previos. Por otro lado, en otra zona de la pieza podemos observar algunas marcas muy atenuadas, identificables como posibles huellas de una herramienta de forma cuadrangular que pudo ser empleada en la ejecución de estos repasos, que fueron realizados, en cualquier caso, en un momento anterior a la estampación de la decoración, que se superpone claramente a estas huellas. El último paso previo a la decoración del ejemplar fue probablemente la unión de la varilla a los terminales mediante soldadura; destaca la gran regularidad de la superficie en la zona de unión, ya apuntada por Maciñeira (1923: 7), no observándose restos de material soldante, probablemente eliminados por el trabajo de pulido de acabado que se realizó sobre el torques. b) Terminales: están fundidos y posteriormente decorados. Son huecos, del tipo piriforme voluminoso con punta truncada, aunque con paredes Documentación y arqueología del oro castreño: acerca de E Maciñeira y el Torques de Capela (San Xiao de Montoxo, Cedeira, A Coruña) gruesas, a diferencia de otros terminales de este tipo. Presentan además su parte posterior plana, con un orificio para la entrada de la varilla de aproximadamente 1 cm de lado. Los terminales no presentan elementos de sonajero en el interior, como hemos observado en otras piezas, y tampoco orificios que puedan interpretarse claramente como respiraderos para la evacuación de gases durante el proceso de fabricación, al estilo de torques como los del lote de Cangas de Onís del M.A.N, como en ocasiones se ha defendido. En uno de los terminales, sin embargo, sí apreciamos una pequeña perforación circular, con rebabas suavizadas al exterior, que aunque podría interpretarse como tal, pudo también haber sido realizada como prueba de comprobación de la pureza del metal. En cualquier caso, el pulido final que experimentó la pieza hace muy difícil aventurar una conclusión definitiva a este respecto. Decoración La ornamentación del torques se realizó una vez acabada su estructura; la técnica elegida fue la estampación de motivos circulares mediante punzones simples, recubriendo la práctica totalidad de la pieza. Aunque dicha técnica es frecuente como parte de la decoración de numerosos ejemplares, tanto en terminales como en aros, generalmente se persigue la elaboración de formas geométricas, como círculos concéntricos, bandas verticales u horizontales, triángulos, etc.; el ejemplar de Capelada es el único conocido que presenta una clara e intencional disposición irregular en los motivos, que se distribuyen de una forma aleatoria por la superficie del torques, provocando un efecto final de "nube de puntos", sin que observemos proporción ni regularidad ni en el número ni en su disposición; supone una excepción la parte posterior plana de los terminales, que no presenta ornamentación, al igual que en la punta frontal de los mismos, aunque en este caso la ausencia bien puede producirse por el fuerte desgaste en esta parte de la pieza. Como herramientas, el artesano empleó al menos dos punzones simples distintos. Uno de ellos, con punta de forma circular convexa (fig. 17, n°1), fue utilizado para cubrir la mayor parte de la superficie; un segundo punzón, de punta circular FIGURA 17. Detalle de huellas de los diferentes punzones utilizados en la elaboración de la ornamentación de la pieza. FIGURA 18. Detalle de la disposición de los motivos ornamentales sobre la superficie del aro en la zona próxima a los terminales. FIGURA 19. Huellas de cortes y extracciones de metal en la superficie de la pieza. 133 OSCAR GARCÍA VUELTA / XOSE-LOIS ARMADA PITA 134 uso que se pueden observar en la zona central del aro, que afectan principalmente a los lados interiores. Estas huellas se confunden en ocasiones con las del pulido de la pieza, que en algunas zonas ha dejado una superficie reticulada que prácticamente borra los motivos ornamentales. Otra zona afectada por el desgaste es la parte frontal de los terminales, aunque éste puede deberse a la gran exposición de esta zona de la pieza. Contextos, formas y fechas. La interpretación del banano. FIGURA 20. Detalle de las huellas de pulido final de la pieza en la parte central del aro. probablemente cóncava, se usó en la ejecución del relleno de algunas zonas del aro, dejando unas huellas más ligeras que el anterior y contando con una menor presencia en la pieza (fig. 17, n°2). Podemos observar algunas concentraciones de huellas muy próximas o solapadas, en disposición lineal o circular y en muchos casos arbitraria, fruto de golpes rápidos y reiterados. También observamos repasos en la decoración, realizados en algunas ocasiones con golpes dispersos y superficiales que se superpoThen a las huellas anteriores. Una vez terminada la decoración, las huellas dejadas por los punzones se suavizaron con el pulido final del torques, que eliminó las rebabas producidas y que contribuyó a suavizar la superficie del metal. Alteraciones y desgaste En la actualidad, el aro presenta una notable deformación, provocada según Macifieira durante la extracción de la pieza, que habría sido golpeada con una azada (fig. 7). Sin embargo, aun aceptando esta causa para la mayor parte de las afecciones superficiales, también pueden observarse otras debidas presumiblemente a un intento de torsión y corte del aro, producidas probablemente tras el descubrimiento de la pieza.13 La utilización del torques previa a su deposición parece confirmada por las huellas de desgaste por 13 La intencionalidad es clara, aunque no podemos precisar por la naturaleza del metal en qué momento fueron realizadas. Cualquier intento de interpretación del hallazgo debe pasar necesariamente por su análisis contextual y cronológico, dos aspectos muy problemáticos en el estudio de la orfebrería castreña del Noroeste. Como ya hemos visto, ha sido la opción tipológica la que ha marcado profundamente la investigación del torques de Capelada. Aunque consideramos que una adecuada sistematización de todos los ejemplares es necesaria para el conocimiento de la orfebrería castreña, estamos de acuerdo con la opinión que invalida a este tipo de estudios como un argumento definitivo (Armbruster y Perea, 2000). Si bien es posible encuadrar todos los ejemplares en determinadas escuelas, grupos y morfotipos, los resultados difícilmente pueden someterse a una clasificación estricta y definitiva, teniéndose que recurrir al empleo de variantes de clasificación que inevitablemente engloban o excluyen determinadas características de los objetos, variando significativamente en cada caso las estadísticas resultantes. En muchas ocasiones, la inclusión de aspectos como la iconografía o la ornamentación (Prieto, 1996), nos lleva inevitablemente al concepto de "piezas singulares". En el caso del torques de Capelada, una de ellas, esta singularidad estaría constituida por su decoración, desconocida en otros ejemplares. En lo relativo al análisis contextual de esta pieza, sin relación aparente con materiales o estructuras arqueológicas, cabe decir que presenta los mismos problemas de interpretación que muchas otras. El hallazgo de Capelada puede definirse como un depósito arqueológico aislado, que se localiza como otros muchos hallazgos en las inmediaciones de un yacimiento arqueológico, en este caso a 1 km al NE del castro de Alcaiás, en Documentación y arqueología del oro castreño: acerca de E Maciñeira y el Torques de Capeta (San Xiao de Montoxo, Cedeira, A Coruña) FIGURA 21. Mapa de distribución de paralelos formales de la pieza: 1. Torques de San Xiao de Montoxo, Capelada. 2. Valadouro. 3 y 4. Croa de Riotorto, Teixeira, Riotorto 5. Monte do Lago, Masma, Mondoñedo. 6 y 7. Santa María de Foxados, Curtis S. Fisreus, Curtis. 9. San Vicente de Curtis, Vilasanrar. 10. Melide (dos fragmentos). 11. Santiago de Xubial (Melide). 12. 0 Incio. 13. Sin Procedencia (MAN). (Según Ladra, 1999a: 28). Montoxo". Frecuentemente se ha señalado que la falta de contextos definidos, tan común en la orfebrería castreña, actúa como un factor limitador de la investigación (Balseiro, 1999), aunque recientemente también se ha anotado que esta característica debe ser empleada precisamente como un elemento definitorio en la arqueología del oro castreño (Armbruster y Perea, 2000). A este respecto, pensamos que la sistematización de toda la documentación disponible, que frecuentemente, como en nuestro caso, relaciona indirectamente los hallazgos con lugares arqueológicos, que apunta en ocasiones a la existencia de depósitos de orfebre o que los sitúa directamente en el interior de castros, como en el caso de algunos hallazgos en el de Masma (Mondoñedo), unido a un mayor conocimiento del registro arqueológico castreño, que ya ha producido algunos hallazgos en contexto en diversas regiones, como los ejemplares de Sta.Trega, 14 Es posible, por otro lado, que la pieza sufriese algún movimiento desde su lugar de deposición original, como indicó Maciñeira (1923: 6), aunque cualquier opinión sobre este tema es arriesgada. 135 Troña o Viladonga, tiene aún mucho que aportar en el análisis de la cuestión. Es fundamental también un estudio detenido de las asociaciones de materiales, problema que enlaza con el de la determinación cronológica de las piezas Pensamos que la datación de estos ejemplares no puede ser establecida desde una perspectiva exclusivamente formal. Teniendo en cuenta las asociaciones entre objetos observamos una falta de estructuración clara respecto a los tipos básicos de aros y terminales. Conocemos más de una decena de ejemplares que responden al tipo básico del torques de Capelada, en ocasiones formando parte de hallazgos aislados, aunque a veces recuperados junto a otras piezas. En el inventario figuran los dos fragmentos de la comarca de Melide (López Cuevillas, 19326: 110; 1951: 24, lam. 6); el torques de San Vicente de Curtis, del que conservamos una reproducción (Iglesia, 1907: 65; López Cuevillas, 1951: 24); el de Santa María de Foxados, hoy en el Museo de Pontevedra (López Cuevillas, 1951: 25s); dos de los tres torques recuperados en 1878 en el castro de Masma (Mondoñedo), en asociación con un torques de varilla circular y remates en doble escocia (López Cuevillas, 1951: 30s); dos procedentes de la Croa de Riotorto, en Mondoñedo (López Cuevillas, 1951: 31); el descubierto en 1867 en Santiago de Xubial (Melide), hoy en la Real Academia de la Historia (López Cuevillas, 1951: 36; Ladra, 1999a); o un ejemplar del grupo de torques con procedencia desconocida del MAN (n°1972/113/6), de gran semejanza con el torques de Valadouro 1 (Bouza, 1965), y que se ha asociado con ejemplares con terminales en doble escocia e hilo enrollado en el aro (Ladra, 1997-98: 66). Aunque las diferencias entre éstos objetos radican básicamente en la forma del terminal o en la disposición de la decoración sobre el aro, como uno de los fragmentos de Mondoñedo (Balseiro, 1994; Prieto, 1996), en ocasiones también son estructurales, como en el caso del torques de A Coruña, conservado en el M.A.N (n°16.855), que presenta varilla mixta cuadrado-romboidal con tramos de hilos trenzados independientes y remates piriformes (Cuevillas, 1932b: 104 y 1951: 27; ÁlvarezOssorio, 1954: 27). El problema cronológico, no resuelto hasta la fecha, es frecuentemente obviado con la cuestión ÓSCAR GARCfA VUELTA / XOSÉ-LOIS ARMADA PITA 136 de la pervivencia de ciertas formas -que pocas veces podemos definir- y resuelto parcialmente empleando la "sencillez técnica" como criterio de datación. Así, para el ejemplar de Capelada se han propuesto unas fechas que oscilan desde inicios de la Edad del Hierro a la romanización, situándose la datación más aceptada en la II Edad del Hierro (Maciñeira, 1923: 12s) y apuntándose en las más recientes publicaciones fechas que varían entre los ss. III y I ane (Reboredo, 1996: 125). A este respecto, apoyamos la inclusión de nuevos criterios de análisis, como el estudio detenido de la tecnología empleada en la fabricación de los objetos, como fuente de nuevos datos; esta línea de trabajo, que contaba ya con algunos precedentes (Blanco, 1957), está aportando nuevas e interesantes informaciones (Armbruster, 2001). Recientemente, Armbruster y Perea (2000: 107) han señalado, apoyándose en el estudio de una amplia muestra obtenida entre torques con terminales en doble escocia, la ausencia de una relación vinculante entre la morfología y técnica en los torques castreños, así como la posibilidad de emplear este tipo de criterios en la argumentación cronológica, como han apuntado algunos autores (Ladra, 1999b: 143). La propuesta de estas autoras defiende que la presencia de aros y terminales macizos, el uso de la técnica de la cera perdida y la fusión adicional (casting on) para la unión de los terminales son rasgos de tendencia que definen los torques pertenecientes a una fase temprana de la Edad del Hierro. Por su parte, técnicas como la soldadura para la fijación de los terminales, los huecos de unión en los mismos y la aparición de remates huecos y técnicas ornamentales como la filigrana, de origen mediterráneo, situarían las piezas en un momento más avanzado de la Edad del Hierro (Armbruster y Perea, 2000: 112). Un ejemplo de los primeros sería ejemplar de Astorga en el MAN (n°16854); entre los segundos podría incluirse el ejemplar de Capelada, que integra todos estos elementos, a pesar de la dificultad que presenta la observación del proceso de unión de sus terminales. La pieza quedaría pues encuadrada en la II Edad del Hierro, en una fecha que con los datos disponibles no podemos concretar con más exactitud, probablemente entre los siglos IV a I ane. - CONCLUSIONES Pensamos que la sistematización de la documentación disponible sobre los hallazgos es una labor fundamental para el avance de la investigación en orfebrería castreña. Esta tarea debe afectar no sólo a los museos que conservan las piezas, sino a los diversos archivos y colecciones institucionales y privadas, en buena parte inéditas o parcialmente estudiadas. Esta labor, cuya extensión aportará un nuevo repertorio de datos que permitirán reintepretar numerosas piezas y conjuntos hasta la fecha sumidos en la más absoluta confusión, debe completarse además con un adecuado análisis historiográfico para encuadrar correctamente la interpretación crítica de los datos obtenidos. La realización de nuevos estudios de materiales, aportando nuevos tipos de datos al repertorio existente, es otra tarea importante para la formulación de renovadas teorías apoyadas en formas distintas de interpretación, como el análisis tecnológico de los objetos. Es fundamental una adecuada divulgación de los resultados, que no deben formar parte de archivos cerrados, como en muchas ocasiones ha sucedido. La conjunción de todas estas tareas, entre otras, producirá un significativo avance en la disciplina. Uno de los objetivos fundamentales de este artículo ha sido ofrecer un botón de muestra de lo que, en nuestra opinión, debe ser la labor a realizar.15 BIBLIOGRAFÍA ACUÑA CASTROVIEJO, E (1996): "Historiografía e investigación da cultura castrexa en Galicia", en J. M. Hidalgo (Coord.), A cultura castrexa galega a debate, Tui, pp. 25-39. ACUÑA CASTROVIEJO, F. y CASAL GARCÍA, R. (198485): "Un novo torques de aramios enrolados", Brigantium 5, pp. 261-269. ALMAGRO GORBEA, M. (1972): "La espada de Guadalajara y sus paralelos peninsulares", TP 29, pp. 55-82. ALMEIDA, M., BÓVEDA, M. J. y VILASECO, X. I. (1995): "Galicia diferent place: da cronoloxía do ouro precastrexo e outros tópicos", en Historia Nova III, Santiago, pp. 25-33. 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