Espacio, Tiempo y Forma, Señe III, H.'' Medieval, t. 13, 2000, págs. 177-213
Castillos, poder feudal
y reorganización espacial
en la Transierra madrileña
(siglos xii-xiii)
IÑAKI MARTÍN VISO *''
RESUMEN
Algunos castillos de la Transierra
madrileña en los siglos xii y xiii son
herederos de los husün musulmanes,
pero se convierten en esa época en
centros de poder señorial sobre unas
débiles comunidades. No obstante,
sólo su transformación en concejos
permitirá la supervivencia de algunos
de ellos, aunque se observa también
un desplazamiento del habitat hacia el
llano, resultado de la formación de un
nuevo sistema productivo basado en la
agricultura cerealfstica y la propiedad
feudal, por lo que el papel de los
castillos es limitado. En las zonas
serranas su relevancia es aún menor y
nunca estructuraron el paisaje, labor
que ejercieran los sexmos de la Tierra
de Segovia.
ABSTRACT
Some castles of the Madrid's
Transierra in the xii"" and xiif"
centuries are inheritors of the muslim
husün, but they viere converted during
this age in centres of a lordship power
which was imposed to the weak
communities. However, only some of
them could survive through their
conversión In town counciis (concejos),
although there is also an habitat's
displacement to the plain, that is the
result of the new producing system
based on the grain agrículture and the
feudal property, so the role of the
castles was reduced. In the mountain
áreas the landscape was never
structured by castles, but by the rural
distrícts (sexmos) ofthe Segovia's
Land.
* Universidad Nacional de Educación a Distancia.
^ Este trabajo se ha realizado gracias a una beca postdoctoral de la Comunidad de Madrid
dentro del proyecto «Poblamiento y territorio en la región de IVladrid (siglos x-xiii)». Se utilizan las
siguientes abreviaturas: AVI: GAMBRA, A., Alfonso VI. Cancillería, curia e imperio, León, 1998;
AVIII: GONZÁLEZ, J., El reino de Castilla en la Época de Alfonso VIII, Madrid, 1960; DCMS: VILLAR
GARCÍA, L.M., Documentación medieval de la catedral de Segovia (1115-1300), Salamanca, 1990;
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El objeto del presente estudio es el análisis de los castillos en un espacio «reconquistado». Este proceso supone la conquista militar por parte de
los cristianos de áreas hasta entonces insertas en el conjunto de alAndalus, muchas de las cuales en realidad jamás habían estado en manos
de las formaciones políticas del norte peninsular. El concepto de «reconquista» es, por tanto, una creación ideológica que interpreta, desde la clave
de los vencedores, una agresión sobre zonas ajenas a los reinos cristianos.
Existe una oposición de fondo entre dos sistemas sociales diferenciados:
uno tributario, el andalusí, donde el aparato central de poder se relacionaba con las comunidades de campesinos mediante la articulación del tributo,
sin la presencia de una clase social aristocrática rentista; otro feudal, el
cristiano, en el que las relaciones de producción están poderosamente influidas por la existencia de derechos señoriales sobre el campesinado, que
interfieren la relación entre el poder central y las comunidades ^. Teniendo
en cuenta simplemente el aspecto militar de la conquista, los castillos ocupan un papel primordial por su carácter de centros neurálgicos de la defensa del territorio. Pero si se acepta el trasfondo social que está en el origen del fenómeno de la «reconquista», los castillos, lejos de constituir una
suerte de mera línea fronteriza, se convierten en elementos de primer orden
en la reorganización feudal de un nuevo espacio '^.
El castillo no es el único elemento que permite la configuración del
nuevo espacio feudal. No obstante, su preeminencia en el paisaje social
se relaciona siempre con los mecanismos utilizados por los grupos de
poder para establecer su control. Fuera de los castillos existen también
aldeas, espacios campesinos, zonas de uso comunal, etcétera '*. Pero no
r///: GONZÁLEZ, J., Reinado y diplomas de Femando III, Córdoba, 1980-86; OMS: MARTÍN, J.L.,
Orígenes de la orden militar de Santiago (1170-1195), Barcelona, 1974; PRCT: GARCÍA LUJAN,
J.A., Privilegios reales de la catedral de Toledo (1086-1462), Toledo, 1982; SJ: AYALA MARTÍNEZ, C .
de (comp.), Libro de privilegios de la Orden de San Juan de Jerusalén en Castilla y León (siglos
xii-xv), Madrid, 1995.
^ GuiCHARD, P., «El problema de la existencia de estructuras de tipo «feudal» en la sociedad
de al-Andalus (el ejemplo de la región valenciana)», en VV.AA., Estructuras feudales y feudalismo
en el mundo mediterráneo, Barcelona, 1984, pp. 117-138.
' El primer tipo de análisis, del que hay abundantes ejemplos, parece considerar únicamente
las razones geo-estratégicas, a veces nada claras, por lo que ciertos autores hablan de un «síndrome Maginot». Vid. BAZZANA, A., Maisons d'al-Andalus. Habitat medieval et structures du peuplement dans l'Espagne oriéntale, Madrid, 1992, especialmente, vol. I, p. 388.
^ BARCELÓ, M., «LOS husün, los castra y los fantasmas que aún los habitan», en MALPICA, A.
(ed.), Castillos y territorios en al-Andalus, Granada, 1998, pp. 10-41. No se pretende aquí realizar
un estudio exhaustivo de los procesos de trabajo campesino, pero nos parece indudable la importancia fundamental de éstos y de la perspectiva que adopta el referido autor. Por tanto, es
éste un estudio dedicado sólo a las formas de poder, sobre todo por las dificultades que aún existen para interpretar adecuadamente los procesos de trabajo campesino.
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Castillos, poder feudal y reorganización espacial en la Transierra madrileña...
cabe duda de que la influencia de las fortalezas, como centros del poder
señorial, es evidente. En consecuencia, no se pretende un mero estudio tipológico de las estructuras constructivas de los castillos, sino sobre todo
su función dentro de las formas de control social. En este sentido, una
cuestión de interés es su relación con el incastellamento, proceso bien estudiado en Italia y que se ha propuesto como una de las claves explicativas del denominado «feudalismo mediterráneo», en el que se englobaría
el conjunto peninsular ^. Las reflexiones sobre este fenómeno son escasas
en la península ibérica ^. En general se niega que el incastellamento iuem
un proceso realmente activo en las zonas del noroeste ^, aunque parece
aceptarse en el caso catalán ^ y se ha supuesto en Navarra un proceso similar en las zonas conquistadas a los musulmanes ^.
Por otra parte, no hay que olvidar que la sociedad andalusí generó también fortificaciones y que la posterior construcción social feudal se basó,
aunque sólo fuera para destruirla, en la estructura espacial previa, que dejó
una huella, más honda en los primeros tiempos de la «repoblación», es
decir, de la colonización cristiano-feudal de los espacios conquistados, que
en fechas posteriores. Ahora bien, la distinta articulación social dotaba a los
espacios de un contenido distinto, que no se conservó tras la colonización
cristiana, donde las transformaciones son muy profundas.
Si el objeto de análisis son los castillos y su relación con las fuerzas sociales y con la reorganización del espacio, el área elegida es la Transierra
madrileña. Se trata de un espacio sin personalidad propia durante estos siglos. En época musulmana no era más que una parte de la Marca Media
{al-tagr al-awsat), cuyo centro era Toledo. Tras la conquista, formaba parte
del reino de Toledo, pero en su interior convivían instancias señoriales
muy vanadas, sin que hubiera uniformidad interna ni una delimitación nítida de este espacio, que pertenecía a la Transierra. De hecho, Madrid no
^ TouBERT, P., «Les féodalités méditerranéennes: un probiéme d'histoire comparée», en
Structures féodales et féodalisme dans l'occident méditerranéen (x?-xiif siécles), Roma, 1980, p. 7.
^ A pesar de las afirmaciones de GLICK, T.F., From muslim fortress to christian castle. Social
and cultural change In medieval Spain, Mancliester, 1995, pp. 106-107 acerca del impacto del
debate sobre el incastellamento en el desarrollo de la investigación sobre la península ibérica,
parece claro que sólo incide en los estudios sobre al-Andalus, curiosamente una sociedad que difícilmente puede sufrir, por su carácter no feudal, un proceso de ese tipo. Más acordes con la realidad de los espacios cristianos son las reflexiones de PARIAS ZURITA, V . , «Acerca de la génesis de
las aldeas mediterráneas». Historiar, 4, 2000, pp. 84-98.
' MÍNGUEZ, J.M.", «El incastellamento, veinte años después», en BARCELÓ, IV!. y TOUBERT, P.
(eds.), L'incastellamento, Roma, 1998, pp. 7-12.
" BoNNASsiE, P., Cataluña, mil años atrás, Barcelona, 1988.
" LARREA, J.J., La Navarra du iV au xiF siécle. Peuplement et société, París-Bruselas, 1998.
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es más que una creación del siglo xix en correspondencia con la formación
de la capitalidad del estado liberal. Esta indefinición y heterogeneidad
puede ser, sin embargo, de enorme utilidad, ya que muestra comportamientos diferentes en un marco no muy extenso (unos 8.000 kms.^), lo
que permite observar y analizar los fenómenos a través de distintos prismas. De todos modos, hay que ser conscientes de la artificiosidad del territorio elegido, al menos en la Edad Media, que se hace más evidente
por la necesidad de introducir algunos castillos muy cercanos a los límites
de la región, pero externos a ella, como Olmos, Oreja y Uceda, en las actuales provincias de Toledo y Guadalajara, que intervienen en el desarrollo histórico de la Transierra madrileña.
Los trabajos de P. Guichard, A. Bazzana y P. Cressier ^° acerca de los
castillos andalusíes (husün) y su relación con el territorio han proporcionado un modelo sobre el espacio rural que ha roto con los esquemas preestablecidos. El centro castral sería el eje de un territorio subordinado, en el
que se inscriben formas de poblamiento como las alquerías (qurá), en
manos de la comunidad, con una fuerte dispersión y sin una delimitación
nítida de sus confines, así como rahals, que corresponden a propiedades
aristocráticas. Éstas últimas pueden llegar a constituir el patrimonio de
una aristocracia latifundista, en términos siempre relativos, pero nunca
rentista, sino firmemente vinculada al aparato central del estado. El territorio resultante no surge de la iniciativa del poder central, sino de la organización de las comunidades campesinas que fueron las creadoras de los
husün, al menos en su mayor parte. La toponimia de estos centros en la
región valenciana (Sharq al-Andalus) es mayoritariamente prerromana,
frente a lo que sucede con las alquerías, lo que probaría una cierta antigüedad del modelo revitalizado en época musulmana " . Los husün son ti-
'" BAZZANA A., CRESSIER, P. y GUICHARD, P., Les cháteaux ruraux d'al-Andalus. Histoire et archéologie des husün du sud-est de l'Espagne, Madrid, 1988. GUICHARD, P., «El problema de la
existencia»; Ídem, Les musulmans de Valence et la Reconquéte (xi-xiii siécles), Damasco, 1990;
ídem, «La formación de al-Andalus», en MALPICA A. y QUESADA T., Los orígenes del feudalismo en
el mundo mediterráneo. Granada, 1995, pp. 57-67. BAZZANA, A., «Typologie: les habitáis fortifiÉs du
Sharq al-Andalus», en Castrum 1: Habltats fortlfiés et organlsatlon de l'espace en Méditerranée
médiévale, Lyon, 1983, pp. 19-27; ídem, «Hisn et terhtoire dans l'organisation du peuplement islamique dans al-Andalus», en BARCELÓ, M . y TOUBERT, P. (eds.), L'lncastelíamento, pp. 179-204.
CRESSIER, P., «Fonction et évolution du réseau castral en Andalousie oriéntale: le cas de
l'Alpujarra», en Castrum 3. Guerre, fortlficatlon et habitat dans le monde méditerranéen au Moyen
Age, Madrid, 1988, pp. 123-134; ídem, «Remarques sur la fonction du cháteau islamique dans
l'actuelle province d'Almeria á partir des textes et de l'archeologie», en BARCELÓ, M . y TOUBERT, P.
(eds.), L'lncastelíamento, pp. 233-248.
"
Según M. Acién Almansa, la formación de hüsun en la zona meridional de la península
estaría relacionada en buena medida con la conformación de grupos aristocráticos protofeudales
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Castillos, poder feudal y reorganización
espacial en la Transierra
madrileña...
pológicamente variados, pero responden en general a las necesidades de
defensa de unas comunidades campesinas no militarizadas, donde juega
un papel relevante el albácar como centro de refugio de la población. El
poder central se limita a establecer una vinculación con las comunidades,
instituyendo la figura de un alcaide en los centros más importantes; se
trata de un delegado del poder central, sin posibilidades de actuar autónomamente y que debe reconocer que son las comunidades las que poseen en realidad estos centros fortificados. De esta manera, el modelo de
hisn se inserta sin problemas en la sociedad tributaria y segmentaria que
se defiende para al-Andalus.
Este modelo, descrito aquí muy someramente, ha supuesto un enorme
avance en la investigación, ya que además ha venido acompañado por
una reconsideración general sobre la sociedad andalusí. No obstante, las
investigaciones que se están llevando a cabo ponen de relieve la rigidez
del mismo. Los estudios realizados por H. Kirchner en Mallorca revelan
que pueden existir redes de alquerías sin husün y que estos tienen en
ocasiones funciones muy limitadas, lejos de la centralidad otorgada por
los estudios ya señalados ^^. Por otra parte, los husün son extremadamente variados, no sólo en su tipología constructiva, sino en relación con
las comunidades, y no se debe excluir la influencia del aparato estatal andalusí en la conformación de algunos de estos lugares, que no responden a la lógica de los espacios creados por las comunidades. También
debe destacarse la excepcionalidad de la región valenciana, tomada como
ejemplo de este modelo, donde la red de husün es muy densa, circunstancia que responde a una realidad tardía, inmediatamente anterior a la
conquista cristiana del segundo tercio del xiii. Se ha supuesto que, ante la
debilidad del poder central, las propias comunidades campesinas respondieron mediante la fortificación, creando incluso alquerías fortificadas, con
el objetivo de buscar un pacto de rendición que impidiera su expulsión por
parte de los cristianos ^^ Lo cierto es que otras áreas, como la región de
entre la población mozárabe y por las luchas generadas con la fitna de finales del siglo IX y principios dei X. Vid. «Poblamiento y fortificación en el sur de al-Andalus. La formación de un país de
husün», en /// Congreso de Arqueología Medieval Española, Oviedo, 1989, vol. I, pp. 135-150 y
Entre el feudalismo y el Islam. Umar Ibn Hafsun en los historiadores, en las fuentes y en la historia. Jaén, 1994.
^^ «Husün y alquerías campesinas en las islas orientales de al-Andalus», en BARCELÓ, M . y
TouBERT, P. (eds.), L'incasteliamento, pp. 249-269 y «Redes de alquerías sin husün. Una reconsideración a partir de los asentamientos campesinos andalusíes de las islas orientales», en MALPICA,
A. (ed.). Castillos, pp. 450-469.
"
TORRÓ, J., «Fortificaciones en Yibal Balansiya. Una propuesta de secuencia», en MALPICA,
A. (ed.), Castillos, pp. 385-418.
181
INAKI MARTIN VISO
Huesca ^'^, responden a una red mucho menos densa, algo que también
ocurre en la Transierra madrileña.
Determinados husün en la región madrileña son el resultado de una política auspiciada por el aparato central andalusí. Se conocen las fundaciones o fortificaciones de algunos centros, como Madrid, Talamanca y
Calatalifa (Villaviciosa de Odón). Los dos primeros debieron ser objeto de
dicho proceso durante el emirato de Muhammad I hacia el año 860 ^^, mientras que Calatalifa {Qal'at Ja/;7a=castillo del califa) es fortificada por Abd
al-Rahman III en el año 940 ^'^. Las razones de esta política parecen ser variadas. En primer lugar, se pretendía fortalecer una zona fronteriza que
podía ser atacada por los ejércitos cristianos ^^. Talamanca controlaba la
ruta del Jarama, Madrid la del Manzanares y Calatalifa la del Guadarrama.
En este contexto parece coherente la creación de un sistema de atalayas,
orientado hacia el norte y que delimitaba el espacio bajo control andalusí ^^.
Su pertenencia al entramado de poder andalusí es muy evidente, ya que
"
SÉNAC, P., « D U hisn musulmán au castrum chrétien. Le peuplement rural de la Marche
Supérieure et la Reconquéte aragonaise», en LALIENA CORBERA, C . y UTRILLA UTRILLA, J . F . (eds.),
De Toledo a Huesca. Sociedades medievales en transición a finales del siglo xi (1080-1100),
Zaragoza, 1998, pp. 113-130.
'^ Así lo señala Ibn Hayyan. Vid. MANZANO MORENO, E., La frontera de al-Andalus en época de
los omeyas, Madrid, 1991, p. 168.
"5 VIQUERA, M." J . y CORRIENTE, F., eds.. Crónica del califa 'Abdarrahman III an-Nasir entre los
años 912 y 942 (al-Muqtabis V), Zaragoza, 1981, 309.
"
Es el caso de la campaña del año 860 de Ordoño I contra Talamanca, donde apresó a su
reyezuelo o la del año 932 de Ramiro II contra Madrid o la victoria del año 940 en la zona de
Talamanca sobre un ejército cristiano. Vid. «Crónica albeldense», en G I L FERNÁNDEZ, J . et alii,
Crónicas asturianas, Oviedo, 1985, XV, 11; PÉREZ DE URBEL, J . (ed.), Sampiro. Su crónica y la
monarquía leonesa en el siglo x, Madrid, 1959, 22; Al-Muqtabis V, 307. Sobre la función geoestratégica, véase GONZÁLEZ, J., Repoblación de Castilla la Nueva, Madrid, 1975, vol. I, pp. 34-53;
ZOZAYA, J., «El Islam en la región madrileña», en Madrid del siglo ix al xi, Madrid, 1990, pp. 195203;
SÁEZ LARA, F., MALALANA, A. y MARTÍNEZ LILLO, S . , «Poblamiento y red viaria en la Marca
Media. Un comienzo de aproximación», en // Congreso de Arqueología Peninsular, Zamora, 1999,
vol. IV, pp. 537-554.
"
Se conocen los restos de las atalayas de El Vellón, Venturada, Arrebatacapas
(Torrelaguna) y El Berrueco en la zona del Jarama, al norte de Talamanca, y posiblemente hubiera
dos más en Torrelaguna y El Molar, todas ellas en relación con el tagráe Talamanca. En la zona
de la Sierra de Hoyo del Manzanares estarían las de Torrelodones y Collado de la Torrecilla, vinculadas a Madrid y/o Calatalifa. Todas ellas presentan ciertas similitudes constructivas y debieron
levantarse en el siglo x con el apoyo de las comunidades locales, pero bajo la iniciativa omeya.
Vid. CABALLERO, L. y MATEO, A., «El grupo de atalayas de la sierra de Madrid», en Madrid del siglo
IX al XI, pp. 65-77; SÁEZ LARA, F., «Catálogo de los castillos, fortificaciones y recintos amurallados
medievales de la comunidad de Madrid», en Castillos, fortificaciones y recintos amurallados en la
comunidad de Madrid, Madrid, 1993, pp. 114-125; MALALANA UREÑA, A., MARTÍNEZ LILLO, S . y SÁEZ
LARA, F., «La ruta del Jarama y su entorno en época andalusí», en SEGURA GRAÍÑO, C . (ed.).
Orígenes históricos de la actual comunidad autónoma de Madrid. La organización social del espacio en la Edad Media, I, Madrid, 1995, pp. 154-164; RETUERCE VELASCO, M., «Carta arqueológica de la meseta andalusí según el referente cerámico», BEM, 8, 1994, p. 45.
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espacial en la Translerra
madrileña...
existen gobernadores omeyas en Madrid y Talamanca en el siglo x y
Calatalifa es una base de operaciones para las aceifas hacia el norte ^^.
Otros autores han postulado una razón diferente, la formación de una línea
fortificada que aislara a la revoltosa Toledo, en conflicto permanente con el
poder omeya en los siglos ix y principios del x. Apoyándose en los beréberes de la zona (los banu Salim), leales a Córdoba, se estableció una organización de fortines que actuaba a modo de frontera interior ^°. Pero aún
siendo importantes estos factores, también hay que considerar que la iniciativa omeya tenía como objetivo básico, que permite la obtención de los
otros, la consecución del control efectivo sobre una zona hasta entonces
poco dominada por los omeyas. Formar centros desde los cuales establecer el entramado tributario y consolidar la vinculación de los poderes beréberes de la zona con Córdoba era una finalidad esencial para el éxito de
cualquiera de las otras opciones «geoestratégicas». El hecho de controlar
las rutas es importante para la selección de estos centros, pero más aún lo
es el dominio sobre áreas de fuerte potencialidad agraria, que podían generar un importante tributo ^\
De todos modos, hay indicios de estructuras previas. En Talamanca
se han hallado restos que se identifican con el período visigótico ^^, mientras las excavaciones en Calatalifa arrojan la presencia de cerámica andalusí del siglo ix, lo que se corresponde con la preexistencia del lugar
antes de su fortificación ^3. Más conflictivo es el caso de Madrid, donde el
registro arqueológico no ha proporcionado datos sobre un asentamiento
previo, siendo indudable la impronta ideológica de ciertos estudios que
pretendían negar el carácter musulmán de este núcleo ^'^. De hecho,
"
Al Muqtabis V, 293.
2° El principal defensor de esta teoría es MANZANO MORENO, E., La frontera, pp. 168-170 y 305.
^^ Así en las inmediaciones de Madrid existen aldeas medievales con nombres claramente
árabes, quizás herederas de las qurá, como Carabanchel, Alcobendas, Alcorcón y Getafe, donde
pudo haber una alquería en el término de La Aldehuela. Se conoce además un yacimiento de
esta época en el aeropuerto de Barajas, que debía responder a este modelo (RETUERCE VELASCO,
M., «Carta aí'queológica», pp. 43-44). En las cercanías de Talamanca existían en 1580 cuatro aldeas despobladas con claros nombres árabes: Alberrache, Ballunquera, Espartal y Aristón; TORRES
BALBÁS L., «Talamanca y la ruta olvidada del Jarama», BRAH, CXLVI, 1960, pp. 237-238.
^^ LANDETE, M.J., «Los restos arqueológicos en Talamanca de Jarama», Revista de
Arqueología, 18, 1982, pp. 6-9; HERMIDA, M.= C , GÓMEZ, L. y ARÉVALO, A.I., «Talamanca del Jarama
en la Edad Media», AIEIVI, XXX, 1991, pp. 423-430; SÁEZ LARA, F., «Catálogo», pp. 223-226.
2^ RETUERCE VELASCO, M., «La cerámica islámica de Calatalifa: apuntes sobre los grupos cerámicos de la Marca Media», Boletín del Museo Arqueológico Nacional, II, 1984, pp. 117-136;
PÉREZ VIGENTE, D., «Excavaciones arqueológicas en Calatalifa», en Madrid del siglo ix al xi, pp.
141-144; SÁEZ LARA, F., «Catálogo», pp. 146-147.
2^ CABALLERO ZOREDA, L. et allí, «La muralla de Madrid. Excavaciones y estudios arqueológicos
(1972 a 1982)», EPAM, 2, 1983, pp. 14-16; SEGURA GRAÍÑO, C , «Madrid en la Edad Media.
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INAKI MARTIN VISO
MAPA 1. fífUSUN Y POBLADOS EN ALTURA (SIGLO XI)
Madrid sirve como metáfora para el resto de los casos, ya que no se trata
de un mero reaprovechamiento de las estructuras previas, sino de una
transformación total del contenido de aquéllas. Los husün, algunos de los
cuales, como Madrid, derivarán en ciudades (madma), son núcleos con
nuevas funciones que jerarquizan el espacio, crean territorios subordina-
Génesis de una capital 8737-1561)», en JULIA, S., RINGROSE, D. y SEGURA, C , Madrid, historia de
una capital, Madrid, 1995, pp. 17-25.
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Castillos, poder feudal y reorganización espacial en la Translerra madrileña...
dos y se hallan en la órbita primero de los omeyas y después de la taifa toledana. Son nodulos del poder central. Es posible que Olmos (Ulms) responda a esa doble condición de organización del espacio agrario y dominio del poder central ^^.
Un caso similar es el de Alcalá {Qal'at abd-al-Salam), cuya fundación
se debió producir hacia el siglo ix, sustituyendo al antiguo centro visigodo
de Complutum. Dejando de lado la posible permanencia de población en el
antiguo núcleo, lo cierto es que se genera un nuevo núcleo, como lo demuestra el topónimo, claramente árabe ^^, en el que se combinan las necesidades defensivas y la existencia de un asentamiento civil ^'^. La posible
función de control de la cuenca del Henares y la vía hacia Zaragoza tendría como principal eje a Guadalajara. No hay que desestimar el hecho de
que esta fortificación se levante en una zona de intensa actividad agraria,
donde se habían concentrado varias villae tardorromanas ^^ y en una zona
en la que se advierte de la presencia de numerosas alquerías, conocidas
por la arqueología o por la toponimia ^^. Es muy probable que hubiera una
consolidación del modelo de hisn en esta zona a partir del siglo ix mediante una «tribalización» de las comunidades, ya que no parece tratarse
del centro principal del dominio omeya en la zona. Muy similares serían los
pequeños centros de Ribas y Cervera ^°, posiblemente insertos en el terri-
2'" Esta fortaleza se halla en El Viso de San Juan (Toledo) con una ocupación ya existente en el
siglo IX. MARTÍNEZ LILLO, S., «Primeros materiales arqueológicos del castillo de Olmos. El Viso de San
Juan (Toledo)», en / Congreso de Historia de Castilla-La Mancha, Ciudad Real, 1988, vol. V, pp. 95104; Ídem, «El poblado fortificado de Olmos (Walmus)», en IVIadrid del siglo ix al xi, pp. 131-140.
^'^ AciÉN, M., «La fortificación en al-Andalus», Archeologia Medievale, XXII, 1995, pp. 11-12
considera que las fortificaciones denominadas qal'at serían asentamientos nuevos creados por
los conquistadores.
2' TORRES BALBÁS, L., «Estudios de arqueología e historia urbana. Complutum, Qal'at'abd-alSalam y Alcalá de Henares», BRAH, CXLIV, 1959, pp. 155-188; PAVÓN, B., Alcalá de Henares medieval. Arte Islámico y mudejar, Madrid 1982, pp. 52-60; ZOZAYA, J., «Excavaciones arqueológicas en
Qalat Abd-al-Salam (Alcalá de Henares)», NAHisp, 17, 1983, pp. 411-529; TURINA, A., «El castillo de
Alcalá de Henares», en Madrid del siglo ix al xi, pp. 189-194; SÁEZ LARA, F., «Catálogo», pp. 92-95.
2" GoRGES, J.G., Les villas iiispano-romaines.
Inventaire et problemátique
archéologlques,
Madrid, 1979, pp. 300-302.
^^ Se ha excavado el yacimiento de «Las Fuentecillas», en San Fernando de Henares, que
sería una qarya, que presenta una ocupación entre los siglos ix al xii. Vid. BERMEJO CRESPO, J . L . y
MUÑOZ LÓPEZ-ASTILLEROS, K., «Una explotación agrícola en el territorio de los Banu Sallm: excavaciones en «Vereda de Sedaño» o «Las Fuentecillas» (San Fernando de Henares, Madrid)»,
BEM, 8, 1994, pp. 205-225; Ídem, «El yacimiento medieval de «Vereda de Sedaño» o «Las
Fuentecillas» (San Fernando de Henares, Madrid). Campañas de excavaciones de 1989 y 1990»,
EPAM, 10, 1995-96, pp. 111-119. En la confluencia entre el Henares y el Jarama se conocen los
núcleos despoblados hacia el siglo xv de Daralcalde, Aldovea y Vaciabotas, todos ellos de origen
árabe; TORRES BALBÁS, L., «Talamanca», p. 237.
3° PAVÓN MALDONADO, B., «Las fortalezas Islámicas de Ribas de Jarama y Cervera (Madrid)»,
AIEM, XVII, 1980, pp. 19-24; SÁEZ LARA, F., «Catálogo», pp. 206-207; RETUERCE VELASCO, M.,
«Carta arqueológica», pp. 47-50. Ambos parecen estar ocupados desde el siglo ix.
185
INAKI MARTIN VISO
torio {iqlim) de Madrid, pero quizás en relación con la actividad de las connunidades campesinas de la zona. Su cercanía a los cursos fluviales del
Henares y el Jarama no respondería a una decisión estratégica del poder
central, sino de las propias comunidades en relación con las necesidades
de agua de la zona. Un caso similar debió ser el de Uceda, población alejada de posibles rutas geoestratégicas, pero que controla una zona de
vega del río Jarama, en torno a Patones y Torrelaguna. Se han hallado
restos cerámicos musulmanes en su castillo, situado en un córrete separado actualmente de la población ^\ En este caso se aprecia una posible
relación con formas cástrales de organización del espacio, ya que se domina igualmente el altiplano que se levanta desde Uceda hacia el sur,
muy apropiado para los pastos, generando una economía complementaria
entre ganadería y agricultura ^^.
Pero si estos husün parecen corresponder a una agrupación campesina, vinculada mediante otros centros al poder andalusí (Madrid, Guadalajara), los castillos más meridionales sugieren otras hipótesis. Así,
Oreja, Alboer y Alarilla se encuentran dominando la ribera del Tajo que
en esta zona es relativamente abrupta, sin permitir zonas de vega ^^.
Siguen la estructura de un asentamiento fortificado, pero su origen puede
ser más tardío, al menos en el caso de Oreja, donde los materiales cerámicos más tempranos son del siglo xi 3*. Es posible que la cerámica únicaniente nos esté dando una información sobre el poder central. En cualquier caso, tampoco figura en la documentación escrita hasta el período
cristiano. Son pequeños asentamientos, probablemente muy relacionados
con zonas más al sur, implantados por la lógica del poder central, que
busca el control sobre el Tajo, bien por motivos militares, bien por motivos
fiscales.
Se observa, por tanto, una notable heterogeneidad y una dudosa eficacia geoestratégica, que sólo interviene en determinados casos y de ma-
^' RETUERCE VELASCO, M., «Carta arqueológica», p. 42.
^2 Sobre la articulación de los castres en la actividad de las comunidades campesinas del
norte peninsular, vid. MARTÍN VISO, I., Poblamiento y estructuras sociales en el norte de la península ibérica (siglos vi-xiii), Salamanca, 2000 y FERNÁNDEZ MIER, M., Génesis del territorio en
la Edad Media. Arqueología del paisaje y evolución histórica en la montaña asturiana, Oviedo,
1999.
^^ LARREN IZQUIERDO, H., «Apuntes para el estudio del sistema defensivo del Tajo: Oreja,
Alarilla y Alboer», BEM, 2, 1988, pp. 87-95; «El castillo de Oreja (Toledo)», en Madrid del siglo ix
alXI, pp. 105-114; SÁEZ LARA, F., «Catálogo», pp. 88-91; RETUERCE VELASCO, M., «Carta arqueológica», pp. 43-44, 46 y 65.
="* RETUERCE VELASCO, M., La cerámica andalusí de la meseta, Madrid, 1998. Alarilla y Alboer
sólo presentan cerámicas del siglo x en adelante.
186
Castillos, poder feudal y reorganización espacial en la Transierra madrileña...
ñera muy distinta a la que se había sostenido, debido a que lo importante
no es tanto el control frente al extraño, sino el dominio efectivo de unas comunidades, las cuales podían estar ya ocupando estos centros, quizás
con la excepción de Madrid. Las relaciones con el poder son muy dispares
y también con el territorio. Se puede hablar de dos tipos de funciones que
emanan del hisn. Por un lado, las que se establecen desde la lógica del
estado: control político de la zona, establecimiento de tributo y consolidación de un asentamiento de carácter «urbano», cuya máxima expresión
es Madrid. Por otro, las generadas desde las comunidades campesinas, a
veces instigadas por grupos beréberes: defensa de unas comunidades autónomas respecto del estado, control de los espacios irrigados y formación
de pequeños asentamientos de una mayor importancia que las qurá, pero
sin llegar al status de madma. La diferente intensidad de estas funciones
afecta a la heterogeneidad de los husün y a su propio desarrollo posterior.
En el siglo xi, el aumento del peligro cristiano debió favorecer el desarrollo
de Madrid como centro neurálgico del poder central toledano. En cambio,
otros centros mantuvieron unas funciones muy similares, pero se integraron en el dominio madrileño, como quizás ocurrió con Ribas ^^ Las fortalezas meridionales comenzaron a crecer, sin que ello supusiera un considerable aumento de su capacidad de integración de los territorios situados
entre el Tajuña y el Tajo.
A pesar del desarrollo del modelo de hisn, existen áreas dentro de la
Transierra madrileña que no poseen una organización similar. Una de ellas
corresponde a los espacios situados en el piedemonte serrano y en el
Sistema Central. Configuran un arco que va del nordeste al suroeste
donde se encuentran las tierras más altas de la región. Sus condiciones
geográficas se adaptan mejor a la ganadería, con rutas trashumantes que
pasan por sus tierras ^^. Es también un espacio que parece situarse fuera
del control andalusí, como lo comprueba la localización de las atalayas,
que tendría una relación más estrecha con los sectores más meridionales
de la Extremadura castellano-leonesa como Ávila y Segovia, igualmente
poco o nada dominados por las formaciones políticas cristianas. En algunos puntos de esta zona se desarrolla un modelo de poblados en alto,
sobre todo en la zona del Real del Manzanares (Cancho del Confesio-
^^ Ribas aparece a mediados del xii dentro del término de Madrid: «illo castello quod est in
termino de Maiarid et vocatur Ribas»; PRCT, doc. 20 (1154.07.11). No obstante, cabe plantear
dudas acerca de si esta situación se puede retrotraer al período musulmán.
^^ La ganadería ya era conocida en época musulmana, según el testimonio de Al-Himyari;
GLICK, T.F., Cristianos y musulmanes en la España medieval (711-1250), Madrid, 1991, p. 135.
HERNÁNDEZ JIMÉNEZ, F., «La travesía de la Sierra de Guadarrama en el acceso a la raya musulmana del Duero», Al-Andalus, XXXVIll, 1973, pp. 69-185 y 415-454.
187
INAKI MARTIN VISO
nario), sierra de la Cabrera (Cerro de la Cabeza) y en el curso del
Alberche (Peña Muñana y Cerro Almoclón) ^'^. Son pequeños núcleos situados en altura, con defensas muy rudimentarias que complementan las
condiciones naturales, con un reducido espacio de habitat, que se relacionan con el control de pasos ganaderos y con la propia articulación de
espacios menores destinados a esa actividad, donde habría una pequeña
trashumancia local. Se asemejan a los poblados «encaramados» que se
han localizado en otras áreas y que se han puesto en relación con la actividad campesina durante los siglos VI en adelante ^^, como se observa
en «El Cancho de El Confesionario» (Hoyo de Manzanares), cuyo origen
se remonta a la época visigótica. Es notoria la influencia andalusí, como se
observa en la presencia de restos cerámicos, si bien la ausencia de elementos como la cerámica vidhada, propia de grupos dirigentes cercanos a
la estructura del poder central, nos sitúa ante unas comunidades con una
cierta capacidad de autonomía. Este tipo de habitat, al que quizás habría
que añadir otros posibles hallazgos, convive con otro disperso e inestable,
íntimamente ligado a la explotación ganadera de estos territorios. Es muy
probable que hubiera una intervención por parte de las comunidades extremaduranas, en especial Segovia, que serían la base de su posterior
expansión.
Otra zona donde se detecta la ausencia de husün es la situada al sudeste de la región, en un triángulo formado por los cursos fluviales del
Henares, el Jarama, el Tajuña y el Tajo. Al contrario que en los sectores
serranos, estamos ante una zona de ocupación andalusí con amplios recursos agrícolas, en especial las vegas de los ríos. Aquí se observa la
existencia de redes de alquerías sin husün. Así, en «La Marañosa» (San
Martín de Vega) o en Valderradelas (Chinchón) ^^ el registro arqueológico
nos muestra la presencia de qurá situadas sobre carretes, pero sin que
^^
CABALLERO ZOREDA, L. y MECÍAS PÉREZ, G . , «Informe de las excavaciones del poblado me-
dieval del Cancho del Confesionario, Manzanares el Real (Madrid)», NAHisp, 5, 1977, pp. 325-332;
SÁEZ LARA, F., «Catálogo», pp. 78-79 y 144-145.
^^ Vid. AciÉN ALMANSA, M., «La fortificación», GUTIÉRREZ LLORET, S., La Cora de Tudmir, de la
Antigüedad Tardía al mundo islámico. Poblamiento y cultura material, Madrid, 1996, pp. 275 y ss.
y CASTILLO ARMÉNTEROS, J . C , La campiña de Jaén en época emiral (s. viii-x), Jaén, 1998. Este «encaramamiento» se ha observado también en diversas áreas de la península italiana, como
Calabria, Cerdeña o Toscana. De todas formas, la aplicación de este modelo ha sido criticada recientemente por BARCELÓ, M., «Los husün, los castra», p. 25 y CARA BARRIONUEVO, L. y RODRÍGUEZ
LÓPEZ, J.M.°, «Introducción al estudio crono-tipológico de los castillos almerienses» en MALPICA, A.
(ed.). Castillos, pp. 170 y ss.
''" BARRIL VIGENTE, M., «Prospecciones en La Marañosa y San Martín de la Vega (Madrid)»,
AIEM, XIX, 1982, pp. 581-603; RETUERCE VELASCO, M., «Carta arqueológica», pp. 50-51; Ídem, La
cerámica.
188
Castillos, poder feudal y reorganización espacial en la Translerra madrileña...
aparezcan elementos defensivos. Su cercanía y control sobre los cursos
fluviales estaría en relación con su capacidad para la explotación de las
fértiles vegas. Este tipo de poblamiento era básicamente disperso y permanecerá en los siglos xii y xiii a través de los numerosos «valles» que
dan lugar a ciertos topónimos. Así sucede con el valle de Sálvanos, entre
el Tajuña y el Tajo, fuera de cualquier ámbito de influencia de castillo alguno '^°. Es interesante observar la frecuente existencia de topónimos prerromanos (Sálvanos), bastante abundantes en el territorio de Alcalá:
Tielmes, Arganda, Loeches, Ambite, etcétera "^ Este dato puede incidir
en una cierta continuidad de las explotaciones y de las comunidades, pero
sin duda hubo importantes transformaciones en el período andalusí.
Por lo tanto, el panorama que se observa es muy complejo, aunque se
adapta siempre a las estructuras sociales tributarias y a la segmentación.
El modelo de hisn no era único, pero abarcaba la mayor parte del territorio
y, sobre todo, se trataba de las zonas mejor controladas por el aparato político central.
La conquista cristiana del territorio se produjo en 1085, cuando cae el
reino de Toledo en manos de Alfonso VI. El final de la política de parias
conllevó la elección de una opción más agresiva, que incluía la conquista
efectiva del territorio, dejando de lado las incursiones de castigo y botín
que aún se documentan en la época de Fernando I '*2. La estrategia de los
cristianos se vio favorecida por las luchas intestinas dentro de la taifa toledana durante los años 1075 a 1085 '^^. La conquista de la ciudad de Toledo
supuso un fuerte impacto en la mentalidad de los andalusíes: por primera
vez caía en manos de los cristianos una ciudad que articulaba un importante sector fronterizo. Con ella, y posiblemente sin violencia, también cayeron las fortalezas que articulaban el espacio de la taifa. Las crónicas cristianas hablan de la ocupación de los lugares de Madrid, Olmos, Talamanca
y Uceda y la repoblación de Buitrago en la Transierra madrileña '"'. Se tra-
"" Aparece ya en 1103, en la donación que Alfonso VI realiza a la iglesia de Toledo, texto
donde parece describirse un sistema de carácter hidráulico que estaría en la base del territorio, de
carácter campesino: «et insuper Val de Salvares, cum toto suo termino, sicut tendit usque a las
Alcarrias cum suis aquis dulcibus salsis et amaris...»; AVI, doc. 174. Otros casos pueden ser los de
Valderacete, Rinconada de Perales o más al norte Valdetorres y Valdelecha.
"
Cuando en 1214 Alfonso VIII restituye una serie de aldeas «in termino de Alcalá» al arzobispo de Toledo, un buen número de ellas posee topónimos prerromanos como: Lueches,
Bielcfies, Arganda, Tielmes, Caravanna, Orusco y Henbit; PRCT, doc. 44.
"2 SANTOS COCO, F., Historia Silense, Madrid, 1921, pp. 78-79.
"^ Un relato preciso es el de GONZÁLEZ, J., Repoblación, vol. I, pp. 69-83.
"'' JIMÉNEZ DE RADA, R., Historia de rebus Híspanle sive Historia Gothica (FERNÁNDEZ VALVERDE,
J. ed.), lili, XI: «Set in finibus regni Castelle Aldefonsus, qui cepit Toletum, cepit etiam Talaveram,
189
INAKI MARTIN VISO
taba de los puntos principales del dominio toledano, aunque siempre vistos
desde la perspectiva cristiana. El control del territorio se establecía a partir de una red de oppida que aparecen en documentos inmediatamente
posteriores a la conquista. Así, en 1127 se señalan como pertenecientes al
territorio arzobispal de Toledo los oppida de Olmos, Madrid, Alcalá, Uceda,
Talamanca y Buitrago "^ y en 1138 figura también Calatalifa '"^.
Es interesante observar la «repoblación» de Buitrago. Aunque se ha
supuesto la ocupación de este lugar en época musulmana, el registro
arqueológico no ha proporcionado vestigios que sostengan esa afirmación. Los restos del castillo son posteriores y, a lo sumo, reflejan en algunas zonas la fortaleza del siglo xii '*''. Sin embargo, Buitrago posee un
topónimo prerromano y aparece en 1076 en la delimitación del espacio
sepulvedano '*^. Ya entonces parece ser algo más que un mero asentamiento, dado que controla un territorio. Su localización en la zona serrana explica en buena medida la ausencia de restos cerámicos islámicos, debido a que se encontraba en una zona influida por el aparato
político andalusí, pero no inserta en el mismo. Se sitúa en un recodo del
río Lozoya, sobre un pequeño altozano, por lo que podía tratarse, y
siempre como hipótesis, de un asentamiento en cerro que controlaba un
paso ganadero, que es también una vía de comunicación hacia la submeseta norte '^^. Durante ios siglos viii al xi debió ir consolidando su centralidad en esta comarca donde no hay trazas de ocupación musulmana.
Sería una comunidad muy similar a las del norte de la cordillera, como
Sepúlveda, cuyos grupos dirigentes fueron asumiendo un papel protagonista en las relaciones sociales, dominando un territorio ™. Al igual
Maquedam, Sanctam Eulaliam et Alfanum, populavit Scalonam, cepit Magerítum, Canales et
Ulmos, Talamancam, Uzetam, Guadalfaiaram, Fitam et Alocaríam, populavit Buytragum».
FITA, F., «Bula inédita de Honorio II», BfíAH, Vil, 1885, pp. 335-337.
«
FITA, F., «Madrid en el siglo xii», BRAH, VIII, 1889, doc. 2.
*
"
LÓPEZ DEL ÁLAMO, M.= F. y RUBIO VISIERS, M." J., «Las murallas de Buitrago de Lozoya», en
VALDÉS, F. (ed.), Mayrit. Estudios de arqueología medieval madrileña, Madrid, 1992 pp. 33-43;
SÁEZ LARA, F., «Catálogo», pp. 132-143.
'" AVI, doc, 40: «efe Lozoiha usque huc quantum Butrago habuit in sua potestate».
'" Se ha supuesto que sería el puerto (Fag Tarik) que atravesó Tariq para traspasar la sierra
y conquistar Olmedo. IBN IDARI AL MARRAKUSI, Historia de al-Andalus (FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, F.,
ed.), Málaga, 1999, p. 30; CHALMETA, P., Invasión e islamización. La sumisión de Híspanla y la formación de al-Andalus, Madrid, 1994, p. 158.
^° Se ha defendido que quizás hubiera una repoblación hacia el año 940, cuando se produce
la de Sepúlveda, pero no deja de ser una hipótesis; vid. LOMBANA DOMÍNGUEZ, N., «El enclave estratégico de Buitrago de Lozoya y su evolución histórica (siglos x al xv)», en SEGURA GRAÍÑO, C ,
Orígenes históricos, p. 114. Parece que su situación estuvo, de todas formas, muy vinculada a lo
que sucede en las zonas más meridionales de la Extremadura castellano-leonesa, también opacas
al registro escrito hasta una fecha similar, y donde se estarían creando núcleos que centralizaban
190
Castillos, poder feudal y reorganización espacial en la Transierra madrileña...
que los lugares antedichos, la integración en la órbita de Castilla se realizó a través del expediente de la «repoblación», que reconoce su centralidad y el papel de los grupos dirigentes locales, pero que ha de someterse al nuevo poder. Es éste el responsable de la construcción de
una nueva fortaleza que sustituye a la primitiva existente, posiblemente
realizada en materiales pobres, siguiendo el modelo de asentamientos
en alto, y que engloba una nueva villa.
El control de la región madrileña es inestable al menos durante la primera mitad del siglo xii. Los almorávides conquistaron Alcalá la Vieja y
Oreja en 1109 y 1113 respectivamente. Desde ambas bases hostigaron de
forma continuada el proceso de colonización de la Transierra. En 1118 el
arzobispo toledano don Bernardo conseguirá rendir la fortaleza de Alcalá
la Vieja, que pasará a su dominio señorial ^\ pero Oreja seguirá siendo un
foco de inestabilidad hasta su toma por Alfonso Vil en 1139 ^^. Sólo a partir de ese momento se da un impulso a la colonización señorial del territorio. Dicho proceso se realizó posiblemente con la expulsión de la mayoría
de la población autóctona, que optó por marchar del territorio conquistado.
La cesión de Alfonso VI de todas las mezquitas de la Transierra y de sus
bienes en beneficio del arzobispado de Toledo es un reflejo de la desposesión que sufren los musulmanes ^^. De todos modos, el mantenimiento
de buena parte de la toponimia árabe y la existencia de una producción
agraria parecen ser elementos que matizan esa desbandada musulmana.
Es posible que algunos de los habitantes, sobre todo los de condición social inferior ^'^ y algunas posibles pequeñas comunidades mozárabes, permanecieran en la región, aunque la documentación es oscura en este
punto.
Un dato que debe tenerse en cuenta es el control de los castillos por la
monarquía. La mayor parte de las fortalezas que se conocen en el siglo xii
amplias áreas, al tiempo que se formaba un entramado defensivo en las zonas fuera del control de
cualquier aparato político central. Vid. BARRIOS GARCÍA, Á . , «Repoblación de la zona meridional del
Duero. Fases de ocupación, procedencias y distribución espacial de los grupos repobladores»,
SHHM, III, 1985, pp. 55-56; MÍNGUEZ, J . M . " , «La repoblación de los territorios salmantinos», en
MARTÍN, J.L., Historia de Saiamanca. II. Edad iVIedia, Salamanca, 1997, pp. 27-45.
"
PoRRES MARTÍN-CLETO, J . (ed.). Anales Toledanos I y II, Toledo, 1993, p. 100; PRCT, doc.
10 (1125.02.10).
'^^ MAYA SÁNCHEZ, A. (ed.), «Chronica Adefonsi Imperatoris» en Chronica Hispana Saeculi XII.
Pars /, II, 50-63.
=3 AVI, doc. 101 (1089.11.09).
^^ D E IVIIGUEL, J . C , La comunidad mudejar de Madrid, Madrid, 1989, pp. 19-23. No obstante,
en Toledo los mudejares parecen ser cautivos liberados o sus descendientes que se crean como
grupo con la reconquista del siglo xiii; MOLÉNAT, J.P., Campagnes et monís de Toléde du xif au xv^
siécle, Madrid, 1997, pp. 27-35.
191
INAKI MARTIN VISO
estaban en manos del rey, aunque muchas de ellas se mencionan por primera vez en el registro escrito precisamente cuando son enajenadas. Esta
situación tendría su origen en el control de los husün por el poder central,
en este caso por la taifa de Toledo. Su rendición en 1085 equivalía a la cesión de los derechos sobre tales núcleos. De esta manera, el monarca
castellano se aseguraba el control del territorio del aparato político centralizado. La coyuntura de constantes luchas por el dominio de la
Transierra trajo consigo que estos centros adquiriesen una función defensiva que hasta entonces no había sido tan destacada. En estos momentos
de incertidumbre política, la monarquía mantuvo el dominio directo sobre
las fortalezas, con la notable excepción de Alcalá. Será tras la caída de
Oreja y el desvanecimiento del peligro almorávide cuando comience una
auténtica reorganización señorial.
El dominio político de la Transierra madrileña pasaba necesariamente por
la formación de una nueva estructura social, es decir, que la única garantía
de integración del territorio era la feudalización del mismo ^^. Esta razón impulsó que desde 1140 en adelante la monarquía traspasara sus derechos
en buena parte de los castillos a determinados señores ^'^. Los beneficiarios
de esta política fueron muy diversos: señores eclesiásticos (arzobispo de
Toledo, obispo de Segovia), órdenes militares (Santiago, San Juan) o determinados nobles (Gocelmo de Ribas, Fernando Martínez), aunque estos últimos normalmente acabaron cediendo su dominio señorial a otras instituciones. También intervinieron ciertos concejos; Madrid se convirtió en el más
importante de la zona, aunque las dimensiones de su Tierra eran muy inferiores a la de los grandes concejos extremaduranos. Parece haber controlado algunos castillos, como Ribas ^^, y sobre todo amplió y transformó su propia cerca. Segovia intervino igualmente, pero su ámbito de actuación quedó
circunscrito a las zonas serranas y únicamente controló el castillo de
Calatalifa, inscrito en el sexmo segoviano de Casarrubios ^°. Pocos fueron los
recintos fortificados que quedaron fuera del proceso señohalizador. Sólo
Buitrago y Uceda se mantuvieron durante este período en el realengo ^^,
'•^ MÍNGUEZ, J.M.', Las sociedades feudales, 1. Antecedentes, formación y expansión (siglos vi
ai XIII), Madrid, 1994, pp. 224-225.
^•^ Vid. PASTOR, R. et alii, «Poblamiento, frontera y estructura agraria en Castilla la Nueva
(1085-1230)», Cuadernos de Historia de España, XLVII-XLVIII, 1968, pp. 180-184.
"
GONZÁLEZ, J., Repoblación, vol. I, p. 125; PRCT, doc. 20 (1154.07.11); FITA, F., «Madrid en
el siglo xii», doc. 7 (1154.08); AVIII, doc. 705 (1201.06.10).
^° El castillo de Calatalifa liabía sido donado por Alfonso Vil a la iglesia de Segovia en 1136,
pero en 1181 Alfonso VIII lo entrega al concejo segoviano, cediendo al prelado una cuarta parte de
las rentas en la ciudad de Segovia. DCMS, docs. 21 y 62.
^' Aunque Uceda fue donada por la reina doña Urraca a don Fernando García de Hita en 1119
{OI\/IS, doc. 3), su cesión no supuso una señorialización ya que permanece en manos de la mo-
192
Castillos,
poder
feudal
y reorganización
espacial
en la Transierra
madrileña...
además del caso ya señalado de Madrid. Estos lugares generaron pequeños
concejos realengos, que articularon feudalmente el territorio. La dinámica de
relaciones vasalláticas que se generaba con esta política de cesiones permitía la consolidación del dominio castellano en la zona. Pero también la implantación señorial, que en muchos casos se realizó mediante la llegada de
élites foráneas, conllevó una serie de cambios en las relaciones sociales de
producción, alterando el anterior equilibrio para crear uno nuevo.
Donaciones regias de castillos (ss. xii-xiii)
Castillo
Uceda
Alcalá la Vieja
Calatalifa
Olmos
Cervera
Alboer
Ribas
Oreja
Alarilla
Paracuellos
Talamanca
Beneficiario
Fernando García de Hita
Arzobispo de Toledo
Obispo Segovia/Gocelmo de Ribas
Orden de San Juan
Obispo de Segovia
Conde Ronce
Arzobispo de Toledo
Orden de Santiago
Orden de Santiago
Fernando Martínez
Arzobispo de Toledo
Año
1119
1125
1136
1144
1150
1153
1154
1171
1172
1175
1188
Referencia
CMS, doc. 3
PRCT, doc. 10
DMCS, doc. 21
SJ, doc. 51
DMCS, doc. 46
OMS, doc. 19
PRCT, doc. 20
OMS, doc. 47
OMS, doc. 52
OMS, doc. 74
AVIII, doc. 490
Estas transformaciones trajeron consigo la formación del castillo feudal que era representación del poder, centro de captación de rentas y
eje de la organización del poblamiento y de la actividad productiva y, en
algunas ocasiones, también de la articulación política ^°. Apenas se
construyeron nuevas fortificaciones durante este período ^\ por lo que
normalmente se reaprovecharon las estructuras preexistentes. Pero
éstas habían surgido en un contexto social absolutamente diferente, el
musulmán, de base tributaria y segmentaria, por lo que los castillos debieron readaptarse. Internamente se observan cambios generalizados:
narquía, como lo demuestran ciertos documentos sobre excúsalos y molinos a principios del xin
(AVIII, docs. 764 y 776) y el propio fuero de Uceda, concedido por Fernando III en 1222 (FITA, F.,
«Fueros de las villas de Uceda, Madrid y Alcalá de Henares», BRAH, IX, 1886, pp. 230-232.
™
BAZZANA, A . , CRESSIER, P. y GUICHARD, P., Les cháteaux
ruraux,
p. 165 BARCELÓ, M . ,
«Feudalismo e historia medieval», en BARCELÓ, M . et alii, Arqueología medieval. En las afueras del
«medievalismo», Barcelona, 1988, p. 28.
"'' Únicamente aparecen como nuevas fortificaciones Navas del Rey, que en realidad es poco
más que un torreón de reducidas dimensiones, Perales de Tajuña y quizás, aunque son bastante
dudosos y desde luego tardíos (siglo xiii), Fuentidueña del Tajo y Santorcaz, así como la pequeña
atalaya de El Torreón de Torritón, en Torremocha del Jarama. Vid. SÁEZ LARA, F., «Catálogo», pp.
162-169, 198, 208, 218-220 y 242-243.
193
INAKI MARTIN VISO
pérdida de funciones del albácar, formación de recintos señoriales específicos y abandono de buena parte de las funciones de habitat ^'^, que,
o bien se desplazaron a lugares cercanos (Uceda) o simplemente fueron
desapareciendo desde finales del xii ^^ No obstante, hubo situaciones
diferentes, sobre todo en aquellos lugares que consiguieron convertirse
en concejos. Así, en Madrid se mantuvo una cerca urbana, más amplia
que la musulmana, mientras el antiguo alcázar musulmán se convertía
en una residencia señorial en manos de los tenentes regios de la ciudad ®'*. En Talamanca, las murallas se conservaron defendiendo el pequeño entramado urbano, sin que se pueda hablar de la construcción de
un bastión señorial, ya que jamás alcanzó una importancia que lo hiciera necesario '^^. En cualquier caso, sobre la base del primitivo hisn se
fue levantando una nueva construcción adaptada a la nueva estructura
social.
El castillo controlaba generalmente un territorio que, al menos en un
primer momento, se presenta homogéneo desde el punto de vista señorial.
Los husün también debieron poseer un espacio bajo su control, pero éste
no se basaba en el «dominio señorial» ni debía estar perfectamente delimitado, como ocurre en los siglos xii y xiii. Así, en 1139, al poco de ser
conquistada. Oreja recibe un fuero regio, a fin de consolidar el dominio
cristiano, en el que se señalan con precisión sus términos ^^. Quizás la
base de estos territorios estuviera en el período musulmán, pero, cambiaron su contenido y dimensiones, llegándose incluso a crear algunos de
nuevo cuño ^^, como sucedió en Alarilla (Fuentidueña del Tajo), cuyo te-
"^ GuiCHARD, P., «El problema», pp. 125-127; BAZZANA, A., CRESSIER, P. y GUICHARD, P., Les
cháteaux ruraux, p. 30; GLICK, T.F., From muslim fortress, pp. 150-151.
'^^ Esta reducción del tamaño y de las funciones es palpable en los castillos situados en la
cuenca del Tajo, como Oreja y Alboer, aunque los restos que quedan son escasos y mayohtariamente bajomedievales. No obstante, la población se mantuvo en Oreja durante este período, como
lo demuestra la existencia de tumbas excavadas en roca de tipo bañera. Vid. LARRÉN IZQUIERDO, H.,
«Apuntes» y «El castillo de Oreja (Toledo)».
CABALLERO ZOREDA, L. et aüi, «Las murallas de Madrid», pp. 9-182; SÁEZ LARA, F.,
"
«Catálogo», pp. 170-181.
<== SÁEZ LARA, F., «Catálogo», pp. 223-227.
'^'^ OMS, doc. 9: «Términos preterea castello Aurelie tales habere concedo: videlicet ab eo
loco ubi Saramba descendit in Tago usque ad Fontlculam et inde ad Ocaniolam, inde vero ad
Ocaniam maiorem et inde a Noblelas, inde vero ad ambas Noblelas, et inde ad Alharella, inde vero
ad montem de Alcarrias quomodo descendit Talunia in Saramba».
^
En la zona sur de Portugal se observa una situación parecida, con castillos de origen musulmán que articulan territorios, los cuales inicialmente debieron responder a la antigua articulación
espacial, pero no resistieron la reorganización fomentada por los cristianos. BOSSELLIER, S.,
Naissance d'une identité portugaise. La vie rurale entre Tage et Guadiana de l'lslam a la
Reconquéte (x'-xiv" siécles), Lisboa, 1999, pp. 136-137.
194
Castillos, poder feudal y reorganización espacial en la Transierra madrileña..
MAPA 2. CASTILLOS (SIGLOS XII-XIII)
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• Ca stillos
• Castillos que eciben fuero
"
rritorio se creó a partir de los de Oreja, Almoguera (Guadalajara) y Zorita
(Guadalajara) ^'^.
De todas formas, la definición de los territorios fue menos estable en
las zonas serranas, donde no se detectan husün, provocando conflictos
*=" OMS, doc. 57 (1172-82), donde se señala que Alfonso Vil «pobló Alfariella et cepit de termino de Aurelia et de Almoguera et de «Qoríta et dedit proprium terminum Alfariella».
195
INAKi MARTIN VISO
por su control ^^. Esta situación se repite en las zonas en torno al Jarama
que componen el sur de la Tierra de Madrid y el sexmo segoviano de
Valdemoro, donde también fue necesaria la intervención regia para delimitar el espacio ^°. Por tanto, la posesión de derechos sobre un castillo
equivalía al disfrute de los mismos sobre un espacio, donde se ejercía un
dominio señorial, destacando el papel de recolector de rentas ~'^. Esta función se fortalecía ante la ausencia de competencia señorial en los espacios controlados por los castillos, por lo que éstos se convertían, al menos
en la antigua zona de husün, en los puntos clave para la señorialización y
la colonización de las tierras. Las funciones de tipo defensivo no se perdieron, como lo demuestra la resistencia ofrecida a los ataques almohades ^2, pero es indudable que su peso es menor y se concentra en los
principales puntos de poder político de la zona, es decir, en Madrid. De
todos modos, el mantenimiento de estas funciones repercutió en que se
otorgaran los derechos sobre los castillos a determinados miembros de la
aristocracia, muy especialmente a las órdenes militares, que controlaron
los castillos de la zona sur, que componían una primera línea defensiva
(Olmos, Oreja, Alboer y Alarilla). Pero el resultado final fue la formación de
encomiendas, es decir, de estructuras señoriales, alejadas del contenido
meramente defensivo.
Por tanto, el control de los castillos aseguraba la posesión de derechos señoriales sobre un territorio, creando «nichos señoriales». La «repoblación», que no fue otra cosa que la colonización feudal del territorio,
se realizó en la Transierra madrileña siguiendo un modelo aplicado a otras
zonas en este mismo período, es decir, la cesión de derechos a los señores y la existencia de una gran propiedad feudal ''^. Así surgen distintos
«nichos señoriales» a partir del dominio de un castillo, que pueden ser
concejos de realengo (Madrid, Uceda), señoríos eclesiásticos (Talamanca,
'^'' El más conocido es el largo pleito por la posesión del Real del Manzanares, sobre el que
se tratará más adelante. También surgen problemas, posiblemente con la intervención indirecta del
concejo abulense, en el valle del Alberche entre la villa de Escalona y su aldea de Cadalso de los
Vidrios; MALALANA UREÑA, A., Escalona medieval (1083-1400), Madrid, 1987, pp. 34-35 y 118-123.
™ FUI, docs. 557 (1235.08.13) y 649 (1239.06.20).
' ' Tal papel es evidente en el castillo de Olmos cuando la orden de San Juan acuerda con los
vecinos de lllescas (Toledo) que den a dicho castillo «en aloxor cada año, de cada quartejón II fanegas, una de trigo e otra de cevada...e este aloxor deven ellos traer a su costa al castillo de
Olmos, el día de sant Estovan»; SJ, doc. 288 (1243.05).
'2 Anales Toledanos, pp. 163-164.
"
GONZÁLEZ, J., Repoblación, vol. II, p. 170 y ss.; MOLÉNAT, J.P., Campagnes, pp. 77-79;
LALIENA CORBERA, C , «Expansión territorial, ruptura social y desarrollo de la sociedad feudal en el
valle del Ebro, 1080-1120», en LALIENA CORBERA, C . y UTRILLA UTRILLA, J . F . (eds.), De Toledo a
Huesca, pp. 208 y ss.; LARREA, J.J., La Navarro.
196
Castillos, poder feudal y reorganización espacial en la Transierra madrileña...
Alcalá) o encomiendas (Oreja, Olmos, Paracuellos). Algunos de estos lugares recibieron fuero por parte del rey o de sus señores. La concesión
toral representaba un apoyo a la jerarquía del castillo sobre el territorio, reconociendo la persistencia de la función habitacional. Posteriormente los
señores mantuvieron estos derechos e incluso pudieron dar otros nuevos,
fortaleciendo el «punto central» de su dominio aunque la dinámica posterior favoreció el auge de nuevos lugares. A pesar de la tendencia a generar espacios homogéneos en el plano señorial, es también cierto que aparecen ciertas anomalías, es decir, nuevos señores dentro de dichos
territorios ^*. Esto es mucho más evidente en las zonas donde el modelo
de hüsun había sido menos fuerte y, por consiguiente, la delimitación de
los ámbitos señoriales fue mucho más compleja ^^.
Mediante este dominio se produjo el proceso de colonización del espacio, llevado a cabo por pobladores cristianos, si bien no cabe desestimar la
posibilidad de que hubieran permanecido ciertos grupos marginales de origen musulmán o mozárabe. En cualquier caso, la mayor parte de los habitantes autóctonos debieron abandonar las tierras e irse hacia otras zonas
de al-Andaíus ^^ Se hizo necesaria la adaptación de los procesos de trabajo campesinos a las nuevas exigencias de los señores, dando lugar a
cambios en los cultivos y en el diseño de los espacios. Este proceso es
fundamental a la hora de comprender la nueva estructura socio-económica, pero su estudio no puede abordarse aquí en profundidad. Se observa
en general la formación de cultivos de secano, especialmente cerealísticos, en la mayor parte de la zona sedimentaria, manteniéndose, en cambio, la ganadería en la Sierra. Sin embargo, esta actividad se halla ahora
en manos de poderosos señores, en especial del concejo de Segovia estableciéndose rutas de trashumancia y un control por parte de los grupos
dominantes. El cereal se convierte en el producto principal, cultivado en un
régimen de pequeña propiedad por familias nucleares, supeditadas a los
"
Un caso puede ser la pertenencia de Cervera al obispo segoviano primero y ai palentino
después; DCMS, doce. 46 (1150.12.13), 81 (1190.03.16) y 83 (1190.03.17). Otro ejemplo es ia
concesión de Valnegrai y Vilianueva del Jarama a Santo Domingo de Silos en 1083, y ia formación
del burgo de San Martín, en Madrid, por parte de dicha abadía en 1126, todo ello en los términos
del concejo madrileño; VIVANCOS GÓMEZ, M . C , Documentación del monasterio de Santo Domingo
de Silos (954-1254), Burgos, 1988, docs. 20 y 42.
^^ Así sucede en el Tajuña bajo, donde aparecen, dentro de un espacio propio del concejo segoviano, bienes del obispo de Segovia y de ia orden de San Juan; DMCS, docs. 45 (1150.02.12)
y 136 (1240.12.28) y SJ, doc. 100 (1168.03).
'"^ Este vacío demográfico dificultará las labores de coionización, que no se acelerarán hasta
el siglo XIII. GRAÑEDA MIÑÓN, P. et alii, «La minería medieval ai sur del Sistema Central: Madrid y su
entorno», en / Jornadas sobre Minería y Tecnología en la Edad Media peninsular, Madrid, 1996, p.
254.
197
INAKI MARTIN VISO
derechos señoriales sobre la tierra que generan el pago de la renta ^^. Las
aldeas cristianas definen, en consecuencia, sus límites con precisión, para
saber quiénes cultivan qué solares y a qué señor pertenecen ^^. Al mismo
tiempo, se producirá una tendencia hacia la concentración de los asentamientos, lo que da lugar a la desaparición de antiguas alquerías y a la formación de nuevos núcleos ^^. De todos modos, el hecho de que exista
una cierta homogeneidad señorial permitirá que aldeas enteras pertenezcan a un único señor, facilitando así su dominio, pero se necesita entonces
delimitar los términos con otras aldeas vecinas. Las zonas de regadío en
las vegas de los ríos también se ven considerablemente alteradas. Los
molinos en las riberas del Jarama bajo, del Tajuña o del Tajo se encuentran en manos señoriales, que convierten un antiguo elemento de utilización comunitaria en un instrumento de captación de rentas, modificando su
articulación interna ^°.
La formación de «nichos señoriales» a través del control de castillos es
una característica común pero con un resultado no siempre idéntico. La dinámica feudal implanta una serie de diferencias entre los distintos castillos
y no todos son equivalentes. En la cúspide se encuentran centros urbanos,
como Madrid, auténtico eje regional que se constituye como «comunidad
de Villa y Tierra» en el siglo xiii ^^ Este concejo de realengo no posee
unas dimensiones similares a los grandes centros de la Extremadura cas-
"
Sirvan como ejemplo los censos que han de pagar los campesinos de Humanes de Madrid
en 1173 a Pelayo Pérez de Frómista: «ut in unoquoque anno yugo bovum dent mihi unum cafiz de
cevera, medietatem ordecei et medietatem tritici. AHÍ vero qui non arant dent mihi HIT fanegas de
cevera, medietatem tritici et medietatem ordecei» {SJ, doc. 110). Esta aldea pasará poco después a ser controlada por el comendador sanjuanista de Olmos. Vid. BARQUERO GOÑI, C , «La organización social del espacio entre Madrid y Toledo: el ejemplo de Humanes de Madrid durante los
siglos XII y xiii», en SEGURA GRAÍÑO, C . (ed.), Orígenes históricos, pp. 75-90.
™ Aunque el origen de la aldea cristiana haya sido una qarya, como reflejaría la toponimia, el
nuevo asentamiento posee funciones nuevas y una articulación con el espacio diferente. Vid.
MOLÉNAT, J.P., Campagnes, pp. 111-117; BOSSELLIER, S., Naissance, pp. 146-149.
^^ Un caso de desaparición es el de «Las Fuentecillas» (San Fernando de Henares), que
sería una alquería musulmana, que deja de habitarse en el siglo xii; BERMEJO CRESPO, J . L . y MUÑOZ
LóPEZ-AsTiLLEROS, K., «Una explotación agrícola». Por el contrario, el poblamiento disperso en el
denominado valle de Sálvanos da lugar en el siglo xiii a la formación de Villarejo de Sálvanos; SAÉZ
LARA, F., «Catálogo», p. 254.
™ En la concesión de! castillo de Alboer al conde don Ponce se señala ya que se dona «cum
fiuviís et molendinis»; O/WS, doc. 19 (1153.11.18). También se habla de una «zuda» que se encontraba «sub muro istius castellí de Alfareíia» y que es cedida a San Vicente de Toledo; OMS,
doc. 33 (1167.01.19). Los molinos eran ya un instrumento claramente señorial en el XMI, cuando
don Sancho, arcipreste de Sepúlveda, funda dos capellanías en la iglesia de Segovia dotándolas
con casas en Morata de Tajuña y molinos en el río Tajuña; DC/WS, doc. 136 (1240.12.28).
"' GiBERT, R., Eí concejo de Madrid. Su organización en ios sigios xii ai xv, Madrid, 1949;
ROMERO FERNÁNDEZ-PACHECO, J.R., «Madrid, 1086-1500. Notas sobre el espacio, su organización y
ocupación», en SEGURA GRAÍÑO, C . (ed.). Orígenes históricos, pp. 41-60.
198
Castillos, poder feudal y reorganización
espacial en la Transierra
madrileña...
tellano-leonesa, pero se ajusta mejor a los concejos que se crean en el
reino de Toledo, hecha la excepción de Toledo y Cuenca. Surge una élite
concejil muy vinculada a la monarquía, al tiempo que existe un auge comercial, palpable ya en el xiii. El primitivo recinto musulmán será ampliado
con una muralla que es ya una fortificación de la villa. El otro núcleo urbano de época musulmana, Talamanca, no tendrá un desarrollo semejante, aunque mantendrá hasta bien entrado el siglo xiii una cierta preponderancia, que le permitirá crear un territorio propio. Por otro lado, la mayor
parte de los castillos ejercen de centros de poder rural, cuyo ámbito de influencia se extiende por un territorio próximo donde se configura un poder
señorial recibiendo además concesiones torales. Por último, determinados centros, que en realidad debían ser pequeños puntos defensivos, tendrán un protagonismo menor. Aunque inicialmente formaron núcleos de
poder señorial (Alarilla, Alboer, Ribas), su decadencia es temprana. Hacia
finales del xii debieron perder toda su funcionalidad ^^. Esto se debería a
que las transformaciones de la feudalización rompieron el esquema social
en el que se basaban (caso de Ribas) o porque simplemente eran centros
defensivos desprovistos de un control efectivo del territorio, como sucede
con Alarilla, cuyo término es creado «ex novo» y del que carecía en época
musulmana.
Las razones de esta jerarquización son variadas. No se debe desdeñar
la herencia musulmana, ya que todos los husün no pertenecían a una categoría uniforme. No obstante, es la propia dinámica feudal la que establece esa división. Por un lado, hay que tener en cuenta los intereses señoriales, que pudieron privilegiar ciertos centros sobre otros, como debió
suceder con Alarilla y Alboer respecto a Oreja. Tampoco es posible olvidar
la distinta fuerza de los señores; los nobles que recibieron castillos no
consolidaron posteriormente su dominio, mientras que las órdenes militares y los señores eclesiásticos, en especial el arzobispo de Toledo, más
fuertes, fueron capaces de llevar adelante esa iniciativa, como pone de
manifiesto la encomienda de Paracuellos, un islote santiaguista. En esta
circunstancia participa el interés de la monarquía por fortalecer determinadas instituciones que garanticen la articulación de la región en la Corona
de Castilla y también la predilección de los magnates por consolidar sus
dominios en áreas más seguras y mejor colonizadas. Por otra parte, el
poder monárquico apoyó la existencia de un concejo de realengo en
Madrid, al que defendió de la expansión segoviana, pero también de la
"^ Por ejemplo, Ribas aparece en 1201 simplemente como «aldea de Magerito»; AVIII, doc.
705.
199
INAKI MARTIN VISO
formación de núcleos señoriales en su interior, situación que pervivió en la
Baja Edad Media.
La evolución de las zonas serranas difiere de cuanto sucede en la
cuenca sedimentaria, ya que no se parte del modelo de husün, sino de
una ocupación del espacio a través de ciertos asentamientos en altura y
una red poco consolidada de pequeños núcleos con una base ganadera
en un ámbito que no controlaba el poder andalusí de manera directa. Esta
situación de partida trae consigo que no exista una red de castillos feudales en los siglos xii y xiii similar a la de la cuenca sedimentaria. Es cierto
que durante este período se debió realizar la fortificación de Buitrago de
Lozoya, con el objetivo de conformar un centro que controlara el paso ganadero. Es muy posible que hubiera una infraestructura previa, lo que motivó la «repoblación» del lugar y la organización de una suerte de pequeño
concejo de montaña que integraba básicamente el valle que rodea dicha
localidad ^3. Pero constituye prácticamente la excepción, ya que sólo se
pueden documentar otros dos recintos en la zona. Uno de ellos es
Calatalifa, dentro del sexmo de Casarrubios, donado al concejo segoviano.
Muy probablemente se trata de un añadido al primitivo dominio sobre el
área por parte de Segovia, cuyas miras estaban en la zona ganadera y no
en este espacio sedimentario. Por otra parte, el castillo de Navas del Rey
es un pequeño torreón que apenas ejerció labor alguna de jerarquización
socio-espacial.
El tipo de habitat cambió sustancialmente. Los asentamientos en altura
fueron abandonados mientras se generaron otros en las zonas más llanas, como se pone de relieve en Cadalso de los Vidrios ^*. La desaparición
de estos núcleos se engloba en el proceso de subordinación de las comunidades autóctonas, que habían segregado estos lugares con funciones
de control del territorio, pero dentro de sus limitadas capacidades. La llegada de los nuevos señores trastocó este modelo, ya que los centros de
dirección se encontraban fuera del espacio regional y las prácticas ganaderas se englobaban en recorridos trashumantes entre una y otra zona
de la cordillera. El abandono de estos lugares no alteró la existencia de un
habitat disperso y poco estable, muy relacionado con la ganadería y con
83 GONZÁLEZ, J., Repoblación, vol. I, pp. 299-300.
"" El asentamiento de Peña Muñana se abandona, pero en los siglos xii y xiii se ocupan
zonas de llanura, como se documenta en la necrópolis de «La Mezquita»; BENITO LÓPEZ, J . E . et alii,
«Aportación al estudio de las necrópolis medievales en la meseta: «La IVIezquita» (Cadalso de los
Vidrios, Madrid)», en // Congreso de Arqueología Peninsular, vol. IV, pp. 561-566. Un caso muy similar es el «Cancho del Confesionario» con la formación de los núcleos de Manzanares; FUI, doc,
767 (1248.09.24).
200
Castillos, poder feudal y reorganización espacial en la Transierra madrileña...
una baja demografía. Es muy probable que durante todo el siglo xii no hubiera una colonización por parte de los señores feudales, pero ésta se intensificó a partir del segundo tercio del xiii, como se observa en el Real del
Manzanares. En cualquier caso, esta colonización competitiva, anterior a
las que se han detectado en zonas de la Extremadura castellano-leonesa ^^, no afectó a un modelo de poblamiento en pequeños asentamientos,
que perduró durante la Baja Edad Media. El análisis del sexmo de
Casarrubios y del Real del Manzanares revela esa tipología de asentamientos, que sólo tardíamente llevarán a la creación de pequeños «lugares
centrales» '^'^.
La ocupación de este espacio se llevó a cabo por los concejos extremaduranos, especialmente por Segovia. En la zona más septentrional de
la región se conoce la intervención del concejo de Sepúlveda en algunos
lugares ^^. Pero es el concejo segoviano el que se hace con el mayor número de tierras- Prácticamente controla toda la zona occidental de la
Transierra madrileña (sexmos de Valdelozoya y Casarrubios), con un entrante en las zonas meridionales del sexmo de Valdemoro, que ya se encuentran en el área sedimentaria. En cuanto al Real del Manzanares, su
disputa con el concejo de Madrid abarcó todo el siglo xiii, como consecuencia de los intereses contrapuestos de ambas instituciones ^^. Aunque
en 1152 Alfonso Vil donó este espacio a Madrid, no lo hizo expresamente ^^. Segovia era un concejo más fuerte y debía estar actuando sobre el
terreno, a lo que se añadía la debilidad de su rival. La expansión sobre
este territorio era lógica, ya que respondía a los intereses ganaderos de
"= BARRIOS GARCÍA, Á , «Poder y espacio social: reajustes del poblamiento y reordenación del
espacio extremadurano en los siglos XIM-XV», en Despoblación y colonización del valle del Duero,
siglos viii-xx. IV Congreso de Estudios Medievales, León, 1995, pp. 235-244.
" • ^ MARTÍNEZ MORO, J., La Tierra en la comunidad de Segovia. Un proyecto señorial urbano
(1088-1500), Valladolid, 1985, pp. 68-74; CARRASCO TEZANOS, Á . , «Estructura y articulación social
del poblamiento en la Sierra de Madrid en el siglo xv: el Real del Manzanares y los sexmos de
Casarrubios y Lozoya», en SEGURA GRAÍÑO, C . (ed.), Orígenes históricos, pp. 91-109.
"
Así, en 1300 la villa de El Berrueco y los pueblos de Cardoso, El Vado y Colmenar de
Sepúlveda pasan al concejo de Sepúlveda, aunque los tres pueblos volverán al mayorazgo de los
Mendoza; LOMBANA DOMÍNGUEZ, N., «El enclave», pp. 118-119. En 1305 el concejo de Sepúlveda
exime del pago de derechos a todos los que vivan o vayan a morar los lugares de Roblegordo,
Colladillo y Somosierra; SÁEZ, E., Colección diplomática de Sepúlveda, Segovia, 1956, doc. 15.
"" Vid. TORMO, E., «El estrecho cerco del Madrid de la Edad Media por la admirable colonización segoviana», BRAH, CXCVIIl, 1946, pp. 47-205; GONZÁLEZ, J., Repoblación, vol. I, pp. 301307; PASTOR, R., «Apuntes para el estudio de los conflictos por el espacio ganadero del concejo de
Madrid en el siglo xiii», en I Jornadas de estudios sobre la provincia de Madrid, Madrid, 1979, pp.
678-683; MARTÍNEZ MORO, J., La Tierra, pp. 18-21; PANADERO ACEDO, C , «Los límites del territorio
de Madrid (siglos xi-xiii)», en SEGURA GRAÍÑO, C . (ed.). Orígenes íiistóricos, pp. 61-74.
"^ DOMINGO PALACIO, T . , Documentos del archivo general de la villa de Madrid, Madrid, 1889,
pp. 11-13.
201
INAKI MARTIN VISO
MAPA 3. ZONAS BAJO CONTROL
SEGOVIANO
ALTITUD
WWfMás
lie 1.200 mts.
De 800 a 1.200 mts.
Menos (le 800 mts.
O
10
20
30
Kms.
los segovianos y se situaba entre Valdelozoya y Casarrubios. Allí se llevó
adelante una política de colonización que, a partir de los asentamientos
preexistentes, como se comprueba por la toponimia ^°, buscaba la fijación
^° Frente a la opinión de que estos territorios estaban sin habitantes (GONZÁLEZ, J . ,
Repoblación, vol. I, p. 300), se observa la persistencia de topónimos de origen árabe como
Alpedrete o Galapagar, aunque su escaso número indicaría una débil estructura del habitat concentrado. De todos modos, el propio interés por el control del Real del Manzanares sería un síntoma de que no estaba yermo.
202
Castillos, poder feudal y reorganización
espacial en la Transierra
madrileña...
de núcleos y la puesta en cultivo de las tierras ^\ La confrontación con
Madrid no se hizo esperar ya que los madrileños acudieron al rey para
quejarse de tal comportamiento, lo que motivó la actuación de éste ^^.
Durante la segunda mitad del xiii, el Real del Manzanares se mantuvo bajo
el dominio directo del rey, con usufructo segoviano y madrileño, hasta que
en el xiv este territorio se señorializó.
La colonización segoviana tiene su continuación en un impulso más
amplio y colectivo, como son los quiñones, que abarcaban todos los sexmos ^3. Sin embargo, su actividad sobrepasa los límites temporales que
nos hemos marcado. Los quiñoneros también actuaron en el sexmo de
Valdemoro, una zona igualmente conflictiva entre los concejos de Segovia
y Madrid y la orden de Santiago ^'*. Se trata de otra área donde el modelo
de husün no se había desarrollado con fuerza; es la zona del Jarama bajo
y su confluencia con los ríos Tajuña y Tajo. Un área de potencialidad agraria, muy vinculada a las vegas de los ríos, donde las comunidades andalusíes no habían segregado castillos. Es posible que su dominio por parte
de Segovia provenga de la indefinición de este espacio, que no se relacionaba directamente con ninguna fortaleza, por lo que no se pudo seguir
la política de formación de «nichos señoriales» homogéneos. Aquí el antiguo habitat disperso de las alquerías se fue concentrando en determinados lugares, en especial en el actual núcleo de Valdemoro.
La colonización segoviana buscaba la señorialización, en nombre del
concejo, de todas las tierras que estaban bajo su influencia. Es destacable
el predominio de las áreas de potencialidad ganadera, que se relacionan
con los intereses de las élites concejiles de los lugares de la Extremadura
castellano-leonesa. Muy probablemente la influencia de Segovia proceda
de antes de la conquista y la posesión de estos territorios se fundamente
en su capacidad para controlar estas áreas que actuaban al margen del
poder central andalusí. No recibió para ello título alguno, sino que simplemente se incorporaron a su área de influencia, transformándose en el siglo
XIII en sexmos de su Tierra. Su protagonismo militar durante el siglo xii,
cuando las milicias segovianas conformaban uno de los principales com-
'^ Así, en 1249, tras la intervención inicial de Fernando III contra los segovianos, éstos, según
dice el concejo de Madrid, habían recomenzado su actividad, que incluye formar ciertas pueblas «e
pusieron vinnas e árboles, e que labraron en aquellos lugares que yo mandé derribar»; FUI, doc.
784.
^^ FUI, doc. 767 (1248.09.24) y 784 (1249.08.24).
'^ AsENJO GONZÁLEZ, M.', «LOS quiñoneros de Segovia (siglos xiv-xv)», en En la España
Medieval. Estudios en memoria del profesor D. Salvador de Moxó, Madrid, 1982, vol. II, pp. 57-82.
"* Los oficiales regios tuvieron que delimitar esta zona en 1208; AVIII, docs. 828, 829 y 830.
203
INAKI MARTIN VISO
ponentes del ejército castellano, permitió que la situación se consolidase ^^ e incluso hubo una donación de aldeas en la Tierra de Alcalá, que no
fructificó ^^. Los intereses de Segovia estaban en ese espacio ganadero y
en su disfrute, para lo cual no recurrieron a la formación de castillos, ya
que el principal castillo no era otro que la propia villa castellana.
Por tanto, las zonas donde no se había llevado a cabo la implantación
de husün tuvieron una evolución distinta que afectó al papel de los castillos. También el curso del Alberche se encuentra dentro de esta dinámica. Hasta la formación del monasterio de Valdeiglesias en el siglo xiii,
que concentró parte del poblamiento y creo una instancia señorial local
propia no asentada en un castillo sino en un centro religioso ^^, el área
estuvo en manos del concejo de Escalona. El principal escollo fue el
control de Cadalso de los Vidrios, entendido no como la actual localidad, sino como todo el pequeño tramo de valle en torno a ella. En
Cadalso tiene bienes la orden de San Juan ^^ y el límite con el concejo
abulense se trazaba en sus inmediaciones ^^. La formación de una aldea
concentrada, proceso que se inicia en el siglo xii y cristaliza en el xiii, favoreció el crecimiento agrario de un centro relativamente alejado de
Escalona, cuya fuerza era muy inferior al poderoso concejo de Ávila.
Quizás bajo la instigación de éste, Cadalso de los Vidrios buscó segregarse de Escalona, aunque no consiguió su objetivo hasta la Baja Edad
Media ^°°. De cualquier forma, el poblamiento aquí es similar al de los
sexmos segovianos, con una fuerte presencia ganadera, escasa presencia de poblamiento árabe, hábitats dispersos que se concentran hacia el
siglo XIII y un predominio de los topónimos romances ^°\
El modelo de dominio señorial a través del control de los castillos no
es uniforme en el espacio de la Transierra madrileña, pero tampoco constituye un elemento inmóvil. Durante el siglo xiii, en las zonas serranas, se
aprecia un movimiento de colonización, que se apoya en la formación de
^^ Vid. AsENJO GONZÁLEZ, WI.', «Sociedad urbana y repoblación de las tierras de Segovia al
sur de la sierra de Guadarrama», en En la España Medieval. Estudios en memoria del profesor
D. Claudio Sánchez-Albornoz, vol. 1, Madrid, 1986, pp. 126-128.
98 /\W//,doc. 547 (1190.03.25).
^''
SÁEZ LARA, F., «Catálogo», p. 210.
síi SJ, docs. 164 (1188.09.19) y 347 (1272.05.08).
'^^ AVIII, doc. 365 (1181.04.21): «...usque ad capud de Buena, et inde ad Cadafaisso...».
™ WlALALANA UREÑA, A., Escalona, pp. 118-122; BN, mas. 13.094, f. 134 (1232) y RAH,
Colección Salazar, M-142, f. 122 (1233).
'"'
PÉREZ LÓPEZ, M . y LÓPEZ RODRÍGUEZ, P., «Análisis topónimico-arqueológico de contexto
medieval en el sector SO. de la Comunidad Autónoma de Madrid. El valle del Alberche. Primera
aproximación», en // Congreso de Arqueología Peninsular, vol. IV, pp. 567-576.
204
Castillos, poder feudal y reorganización espacial en la Transierra madrileña...
núcleos más concentrados y en la puesta en explotación de determinadas
zonas (muy evidente en el caso de los quiñones segovianos), buscando
un aumento de los ingresos fiscales que proviene del ejercicio de la jurisdicción sobre esta área por parte de los concejos, que complementa los
intereses de tipo ganadero, los cuales se mantuvieron presentes durante
todo este período. De igual manera, se observa cómo en esta centuria
decae el sistema de castillos, muchos de los cuales pierden todas sus funciones. El alejamiento de la frontera en el primer tercio del xiii, con el retroceso generalizado de las posiciones musulmanas, hasta el punto de formarse la nueva frontera en la Andalucía bética, podría explicar este
fenómeno ^°^. Sin embargo, es una hipótesis que únicamente se justificaría
en aquellos castillos que tuvieran una función básicamente militar, circunstancia que, como se ha señalado, no era en absoluto común. Las razones
deben encontrarse en la consolidación del sistema feudal en la región.
La creación de espacios agrarios es fundamental. Los asentamientos
en altura no son propicios para una agricultura de secano con campos cultivados por pequeñas familias. Es más lógica una localización en aldeas cercanas a los campos, que permiten una fácil comunicación con los mismos,
dentro de un mundo rural «enceldado», donde los límites aldeanos se han
señalado con precisión, a fin de configurar perfectamente el ámbito de actuación de cada señor. Por tanto, la adecuación a los nuevos cultivos genera una bajada del habitat, que ya se había fomentado con la consolidación del castillo como residencia eminentemente señorial desde el
siglo XII ^°^. No obstante, las excavaciones realizadas muestran cómo hasta
principios del xiii ciertos castillos funcionaron como asentamientos ^°'*.
Por otra parte, el castillo sirvió de base para la creación de un aparato
productivo suficientemente consolidado, por lo que era necesario que hubiera un control directo sobre éste. El señor disfrutaba de su «dominio señorial» ^°5 , es decir de su capacidad para imponer rentas sobre el conjunto del campesinado, gracias a ser el poseedor de los derechos derivados
del castillo. Una vez que ha madurado el nuevo sistema de producción.
'°^ PASTOR, R. et alii, «Poblamiento, frontera», p. 191.
^"^ También en el Aragón posterior a la conquista los asentamientos cristianos tienden a descender, situándose en las pendientes o a los pies de los antiguos hüsun, reconvertidos en castillos
señoriales. SÉNAC, P., «Du hisn musulmán».
^"^ Son los casos de Alcalá la Vieja, Calatalifa, Olmos u Oreja, aunque los materiales demuestran un paulatino empobrecimiento. Vid. SÁEZ LARA, F., «Catálogo»; MARTÍNEZ LILLO, S., «El
poblado».
™^ Utilizamos aquí los conceptos definidos por ESTEPA DÍEZ, C , «Formación y consolidación
del feudalismo en Castilla y León», en En torno al feudalismo hispánico. I Congreso de Estudios
Medievales, Ávila, 1987, pp. 157-256.
205
INAKI MARTIN VISO
éste no necesita de un control tan directo, sino que puede funcionar con
una cierta autonomía, sin la intervención señorial, liaciendo la importante
salvedad de la captación de renta, que influye en los procesos de trabajo
campesino y los altera. En este sentido, la tendencia es hacia la obtención,
por parte de la nobleza, de un «señorío jurisdiccional», donde el factor
por el que se obtiene la renta no es el control directo sobre el campesino,
sino el ejercicio de la jurisdicción. Esto es muy evidente en los concejos de
realengo. El monarca, como señor superior, había creado un instrumento
intermedio en el que delegaba su capacidad señorial y parte de la jurisdicción, pero se reservaba un papel superior en dicha jurisdicción, ya que
el concejo estaba vinculado a su persona y, dada esa relación, podía exigir ciertas rentas. Otros concejos menores, como Talamanca o Alcalá de
Henares se articulaban por el mismo mecanismo, pero era el arzobispo
de Toledo el que ejercía el papel de señor de la comunidad, por encima
del cual seguía funcionando el rey.
Precisamente el arzobispo de Toledo representa un ejemplo de la concentración señorial. Determinados señores se hicieron con el control de
amplias áreas, como sucede también con los concejos de Segovia y
Madrid y con la orden de Santiago. Esta situación difiere de la inicial dotación de castillos, en la que los monarcas beneficiaron a numerosos nobles particulares. Desde el último tercio del xii se aprecia la paulatina concentración del poder señorial en muy pocas manos. De esta forma, el
castillo perdía buena parte de su centralidad, ya que se integraba en una
estructura superior, donde se diluye su papel. Son las opciones de estos
señores las que pueden llevar a la desaparición de ciertos castillos o a
los cambios de sus funciones. Así, Alarilla se convierte en un punto de
gravamen de la actividad comercial que atraviesa el Tajo, gracias al cual la
orden de Santiago obtuvo pingües beneficios ^°^. La función de control del
territorio se pierde y con ella toda funcionalidad del recinto amurallado.
En cambio, parece más interesante para el señor el desarrollo de
Fuentidueña del Tajo, localidad con unas condiciones más acordes con
las nuevas necesidades señoriales. Esta misma orden permitirá también el
deterioro de Oreja y Alboer, pero preservará como mero centro señorial el
'"" En el siglo xii existía ya un portazgo que gravaba las mercancías que pasaban el Tajo por
Alarilla, enumerándose un amplio elenco de las mismas; OMS, doc. 58 (1172-1182; MARTÍN, J.L.,
«Portazgos de Ocaña y Alarilla», AHDE, XVII, 1962, pp. 519-526. En 1206 Alfonso VIII prohibió el
paso del Tajo con mercancías por otros lugares que no fueran Toledo, Alarilla o Zorita, favoreciendo de esta manera la centralidad del puente, pero no de la fortaleza. TORRES BALBÁS, L.,
«Castillo de Fuentidueña», BRAH, CXL, 1957, pp. 41-43; MALALANA UREÑA, A., «Puentes-fortaleza
en el Tajo; el tramo Zorita de los Canes (Guadalajara)-Castros (Cáceres)», BAM, 4, 1989, pp.
195-222.
206
Castillos, poder feudal y reorganización espacial en la Transierra madrileña...
castillo de Malsobaco (Paracuellos del Jarama), desde el que se articula
una pequeña encomienda entre las Tierras de Madrid y de Alcalá. Por
tanto, para estos pocos señores, el castillo deja de ser un elemento relevante, que sólo mantiene su funcionalidad en casos muy específicos y
como mera residencia señorial.
Todo ello favorece que en el siglo xiii los castillos pierdan su «centralidad», aunque en la Baja Edad Media se producirá un nuevo auge, si bien
con otras características. Esta decadencia se plasma en los concejos «encastillados». Varios de los castillos del siglo xii recibieron fueros por parte
del rey o de otros señores, configurándose como concejos. Algunos de
estos lugares obtendrán posteriormente un fuerte desarrollo. Es el caso de
Madrid, cuyo fuero de 1202 se constituyó como el elemento sustentante
del desarrollo de la «comunidad de villa y tierra» posterior ^°^ . Algo más
tardío fue el caso de Alcalá de Henares, pero su fuero de 1223, que sustituye al primitivo de 1135, se refiere al burgo de San Justo y no al primitivo hisn y buscaba el fortalecimiento del nuevo núcleo ^°^ . Ambos lugares
constituyen sendos éxitos y se conformarán como centros urbanos, uno de
los cuales, Madrid, estaba en la órbita del realengo. Su expansión espacial
es evidente en el siglo xiii, cuando desborda el primitivo centro musulmán
y se crean nuevas instituciones señoriales como el monasterio de Santo
Domingo el Real. Existe un apoyo por parte de los señores a estos centros, que se convierten en ejes de importantes jurisdicciones que subsumen otras inferiores. Pero tampoco debe desdeñarse el propio desarrollo
interno de los grupos más dinámicos de ambas localidades. En el caso
madrileño, la importancia adquirida como centro de vías de comunicación
y la participación de sus milicias en las guerras del siglo xiii expresan la
importancia creciente de sus élites dominantes. En Alcalá fue primordial el
aspecto comercial, que el arzobispo toledano, con el apoyo del rey, no
dudó en fortalecer ^°^.
Otros concejos pudieron mantener sus posiciones, aunque sin alcanzar
el grado de desarrollo de los dos lugares señalados. Buitrago de Lozoya
^
El concejo de Madrid recibió el fuero de Toledo en 1118, pero era un breve fuero que
permitió la constitución del concejo. Fue sustituido en 1202 por otro de Alfonso VIII que señala una
serie de normas, que se amplió en 1222, sirviendo de base para la formación de la «comunidad de
villa y tierra». SEGURA GRAÍÑO, C , «Madrid en la Edad Media», pp. 79-80; FITA, F., «Fueros de las
villas», pp. 233-235 DOMINGO PALACIO, T . , Documentos, pp. 19-63 y 65-69.
'^
El texto lleva el expresivo encabezamiento: «Privilegium de foris Sancti Justi apud
Alcalam»; FITA, F., «Fueros de las villas», pp. 236-239.
'''" Ya en 1184 Alfonso VIII concedió, a ruegos del arzobispo de Toledo, «feríam singulis
annis perpetuo in Sancto Justo de Alcalá celebrandam»; PRCT, doc. 3 1 .
207
INAKI MARTIN VISO
se mantuvo como un pequeño núcleo que articulaba un espacio muy reducido, mientras que Talamanca, que recibe en 1223 su fuero por el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada " ° , conserva buena parte de su «centralidad» por los derechos de paso por el puente que atravesaba el
Jarama. En cambio, Calatalifa sufrió una decadencia más fuerte. Los niveles arqueológicos detectan un paulatino abandono, que se acelera en
este período. En 1270 el concejo de Segovia había donando a García
Martínez, notario del rey, «el viso de Calatalifa»''''''; la utilización del nombre «viso» parece dar a entender que se hallaba ya deshabitado. En 1302
aparece como una de las zonas donde se distribuye tierra a los quiñoneros
segovianos 'i^^, lo que induce a pensar en su desaparición como castillo y
aún más como «punto central», aunque pueda sobrevivir como una pequeña aldea "^. Algo parecido sucede con Oreja, cuyo castillo aunque sobrevive en la Baja Edad Media, se ha convertido en una residencia señorial sin influencia sobre el poblamiento y con una importancia dentro del
conjunto santiaguista muy inferior a la villa de Fuentidueña del Tajo, que
recibe fuero en 1328 ^^'*. Estos fracasos ejemplifican las razones de la disminución de peso de los castillos, ya que son tanto las necesidades productivas, que favorecen localizaciones en el llano, como las opciones señoriales las que explican dicho proceso.
El proceso de abandono de los castillos fue paulatino. Las funciones de
control señorial permitieron que se mantuvieran las estructuras constructivas, adaptadas a un papel muy secundario en la Baja Edad Media. En
cuanto a su papel como asentamientos, hubo un fuerte retroceso, que en
determinados casos (Alboer, Ribas, Cervera) supuso una rápida pérdida
de su función habitacional. En otros casos, hubo una fase intermedia, en la
que el castillo se convirtió en una aldea con un número de pobladores similar al de otros núcleos de su entorno (Calatalifa, Oreja), para posteriormente, en la segunda mitad del xiii y en el xiv perder toda su población. De
1 " FiTA, F., «Madrid desde el año 1228 hasta el 1234», BRAH, VIII, 1886, pp. 417-418.
"'
D/WCS, doc. 181.
^'2 AsENjo GONZÁLEZ, M.", «LOS quiñoneros», pp. 79-81.
^" De hecho, su iocalización se perdió en la Edad Moderna y sólo las excavaciones realizadas desde los años 80 han permitido situar el lugar en el término de Villaviciosa de Odón. Su
pérdida de centralidad es lógica, ya que el punto señorial principal es Segovia y las características de su asentamiento no se ajustan a las pueblas que, como El Espinar (Segovia), buscaba realizar el concejo.
RIVERA CARRETAS, M., La encomienda, el priorato y ia vilia de Uclés en la Edad Media
'"
(1174-1310). Formación de un señorío de la Orden de Santiago, Madrid-Barcelona, 1985, doc.
245: «Sepan quantos esta carta vieren cómo nos don Vasco Rodríguez por la gracia de Dios maestre de la Orden de la Cavallería de Santiago, por fazer bien e merget al congio e los ornas
bonos de Fuente Duenna...».
208
Castillos, poder feudal y reorganización
espacial en la Transierra
madrileña...
todos modos, hubo algunos lugares que sobrevivieron como núcleos de
población. Así sucede con Buitrago de Lozoya, IVladrid, Talamanca o
Uceda. Pero en todos estos casos se produce una adaptación a la reorganización feudal de la Transierra madrileña, ya que se trata de sedes de
concejos, de realengo o señorializados, que sirven como articuladores del
espacio, es decir, se convierten en entes feudales. No obstante, sufren
importantes cambios relacionados con su nuevo contenido social, como
se ob.serva en el crecimiento de Madrid como centro urbano o en el desplazamiento del habitat en Uceda dentro de la propia altura.
En general se aprecia un descenso altitudinal del habitat, creándose
nuevos centros de población en zonas llanas cercanas a los castillos. Es
allí donde se van a crear los nuevos asentamientos, mejor adaptados a las
necesidades del nuevo sistema social. El apogeo de algunos de estos núcleos los llevará a convertirse en villas aforadas, desde las que el señor
ejerce su jurisdicción a través de un órgano interpuesto. Cuando esto sucede, el papel del antiguo castillo es subsidiario, con una tendencia a su
abandono. Los casos más claros son los de Alcalá de Henares y
Fuentidueña del Tajo.
El núcleo de la actual Alcalá surge del denominado burgo de San
Justo, en una zona que posiblemente coincida con el solar de la ciudad
tardoantigua de Complutum. Durante el período musulmán se desarrolló el
hisn de Qal'at abd-al-Salam o Alcalá la Vieja, situado en un cerro en la orilla oriental del Henares. Quizás pudo permanecer algún tipo de habitat
poco estructurado o ciertas funciones cultuales en la llanura al otro lado
del río, debido a la perduración de la tradición religiosa en torno al martirio
de los niños santos Justo y Pastor, cuyo sacrificio se supone que se ejecutó en Complutum''''^. Lo cierto es que desde el siglo xii se conoce la
presencia de un burgo de San Justo o de Santiuste, en una zona más
llana, amparado por el poder señonal del arzobispo de Toledo, y donde
hay una intensa actividad comercial. Este núcleo sufre una fuerte expansión durante el siglo xiii, recibiendo un fuero y convirtiéndose de hecho en
el principal centro demográfico de la comarca y en el punto concentrador
de la jurisdicción señorial, que abarcaba un territorio, anteriormente ligado
'"
Vid. MÉNDEZ MADARIAGA, A . y RASCÓN MARQUÉS, S., "Complutum y el bajo Henares en
época visigoda», en /// Congreso de Arqueología Medieval Española, Oviedo, 1989, vol. II, pp. 96102, TORRES BALBÁS, L., «Estudios de arqueología», pp. 163-164; CASTILLO OREJA, M.A., «Alcalá de
Henares, una ciudad medieval en la España cristiana (siglos xiii-xv)», en La ciudadhispár}ica durante los siglos XIII alXVI, Madrid, 1985, vol. II, pp. 1.060-61. De todas formas la continuidad de una
población mozárabe es una hipótesis endeble y, en cualquier caso, sería un pequeño núcleo de
tipo religioso.
209
IÑAKI M A R T I N V I S O
a la fortaleza de Alcalá la Vieja "^. Por el contrario, los pobladores del
cerro abandonan el lugar y el castillo se convierte en residencia señorial y
símbolo de su poder durante la Baja Edad Media ^^^, mientras la nueva
urbe se rodea de un recinto amurallado ^^^. Es obvio que la nueva localización surgió como un núcleo mejor adaptado a las condiciones agrícolas,
cercano a las tierras de secano del norte y al curso del Henares, en su
vega más fértil, por el sur. Su auge permitió el desarrollo de actividades
comerciales, favorecidas por el paso de una vía que conectaba Zaragoza
con las regiones del sur. El arzobispo de Toledo no dudó entonces en favorecer el desarrollo de este lugar a fin de garantizar la obtención de mayores rentas. Una vez consolidado, se procedió a su aforamiento, creando
un concejo que servía a sus intereses de señor jurisdiccional.
Fuentidueña del Tajo presenta rasgos similares, aunque su desarrollo
como villa nunca alcanzó el grado urbano de Alcalá de Henares. La fortaleza de Alarilla era el castillo más cercano, sito sobre un córrete de 596
mts. de altitud en la orilla meridional del Tajo. Su importancia como centro
señorial se desplazó al control del puente que permitía el paso de mercancías por el río. Fuentidueña aparece como aldea de Alarilla en 1167,
cuando Alfonso VIII cedió sus derechos al monasterio de San Vicente de
Toledo, cinco años antes de la donación del castillo ^^^. Aunque la orden
de Santiago se hizo con el control de ambos lugares, es posible que su
evolución conjunta se rompiera ya en el xii. Fuentidueña del Tajo fue creciendo durante este período siguiendo el modelo de concentración del poblamiento, que se plasma también en el cercano valle de Sálvanos ^^°. De
nuevo las condiciones son mejores para el aprovechamiento agrario y para
la formación de un incipiente mercado. En 1234 Fernando III prohibe las
ferias en Fuentidueña del Tajo organizadas por la orden de Santiago, en
defensa de los privilegios de otros centros ^'^\ Este dato demuestra el auge
"'' Vid. CASTILLO GÓMEZ, A., Alcalá de Henares en la Edad Media: territorio, sociedad y administración (1118-1515), Alcalá de Henares, 1989, pp. 118-122.
"^ TuRiNA, A., «El castillo», pp. 190-191.
' ' " Esto sucedería en 1253; SÁEZ LARA, F., «Catálogo», p. 100.
'"
OMS doc. 33: «aldeas illas querum altera Fons Domine vocatur, altera vero Estremera
nuncupantur, cum illa albergeria que est iuxta vadum de Alfarella, cum villariis circumadiacentibus.
Sunt etiam iste aldee in termino de Alfarella...».
'2° En 1214 un acuerdo entre el arzobispo de Toledo y el maestre de Santiago fija los derechos sobre las Iglesias de Estremera, Fuentidueña y Sálvanos (posiblemente Villarejo de Sálvanos,
ya que se no se menciona como «Val de Salvanés»); RIVERA GARRETAS, M., La encomienda, doc.
72. Parece claro que se está produciendo una concentración del poblamiento, aunque en el caso
de Fuentidueña y Estremera debió ser anterior, dado que en 1167 aparecen como aldeas; OMS,
doc. 33.
'^' HERNÁNDEZ, F.J., Los cartularios de Toledo. Catálogo documental, Madrid, 1985, doc. 441.
210
Castillos, poder feudal y reorganización espacial en la Transierra madrileña.
MAPA 4. DESCENSO ALTITUDINAL DEL
HABITAT (SIGLO XIII)
1. ALCALÁ
DEHENARMS
Burgo de
San J u s t o 9
2. iliirillii-l iniiiiiliii'iía
del)
\IMIÍII:I
creciente de esta localidad, que se plasma en 1328 cuando recibe estatuto de villa. Sin embargo, el texto habla de «e/ nuestro castillo de Fuente
Duenna» que deberá poblarse ^^2. Esta situación ha llevado a considerar la
posibilidad de un fenómeno de incastellamento tardío ^^^. El hecho de que
sea un castillo es accidental, ya que lo que otorga «centralidad señorial»
es su papel como villa. Es muy probable que se haya producido ya el
abandono de Alarilla, actualmente una ermita, como centro señorial, por lo
que la orden de Santiago ha creado otro nuevo centro. Los restos de este
castillo muestran claramente que estamos ante un castillo típicamente señorial, donde hay sitio sólo para diez o doce casas, ampliándose el núcleo
'^2
RIVERA CARRETAS, M., La encomienda, doo. 245: «E porque morades e el nuestro castillo
de Fuente Duenna».
^^^ MoLÉNAT, J-P., Campagnes.
211
INAKI MARTIN VISO
de población a sus pies y sin amurallamiento ^^^. La nueva fortaleza de
Fuentidueña, cuyo origen quizás esté en el siglo xiii es simplemente una
residencia señorial y un símbolo de su poder, no un asentamiento, y funciona según las pautas de otros castillos de la época, siendo más importante la organización de la villa ^^5
Por tanto, el papel de los castillos en la Transierra madrileña durante
los siglos XII y xiii es muy variado. En primer lugar, hay una zona, el territorio serrano, donde no se registran apenas castillos, a excepción de
Buitrago de Lozoya, en la que el poblamiento «encaramado» desaparece,
frente a lo que sucede en la cuenca sedimentaria, donde se registran casi
todas las fortalezas. Se trata de la herencia de una organización socio-espacial previa, de época musulmana, donde el dominio por parte del aparato central andalusí era dispar en cada zona, al mismo tiempo que eran
distintos los tipos de aprovechamiento de la tierra y del poblamiento por
parte de las comunidades, pero también influye la dinámica feudal y colonizadora y las opciones señoriales. La persistencia de los castillos durante este período se divide en tres fases. La primera sería el control del territorio por parte de la monarquía castellana, que utiliza los castillos como
puntos de asentamiento de su poder. Pasado el peligro almorávide, se
produce una segunda fase que es la cesión de los castillos a los señores
y su conversión en puntos de formación de señoríos, perdiendo las fortalezas buena parte de su función habitacional ^^s (jna tercera fase es la
consolidación del sistema feudal, donde los castillos dejan de ser un elemento esencial, ya que no se adaptan a las necesidades productivas y no
sirven como elementos señoriales en el marco del poder jurisdiccional, por
lo que el papel central recaerá en las villas. Sólo aquellos lugares que
consiguieron reformularse como villas sobrevivieron, pero dejaron de ser
meros castillos ^'^\
'2*
TORRES BALBÁS, L., «Castillo de Fuentidueña»; CARRERO PÉREZ, L.M.^", El castillo y /a villa
de Fuentidueña del Tajo, Madrid, 1990, pp. 64 y ss.; SÁEZ LARA, F., «Catálogo», pp. 162-169.
'^^ De Inectio, el propio fuero parece poner de manifiesto la existencia de un concejo de
Fuentidueña previo sin una estrecha relación con el castillo, la cual se establece mediante el fuero
pero en unos términos de vinculación señorial: «E por que labredes e reapredes el dicho castillo
cada que cumpiler e mester fuer et nos acolados a nos el dicho maestre en él cada que y llegarmos yrado e pagado, e después de días de nuestra ¡da, que acoiades en él al que fuer maestre la
Orden de Santiago con Dios e con Orden»; RIVERA CARRETAS, M., La encomienda, doc. 245.
™ Como recientemente ha señalado BOSSELLIER, S., Naissance, pp. 143-144, la dominación
castral en los primeros tiempos de la conquista cristiana y de la reorganización social del espacio
el castillo es importante ya que es un «símbolo de poder» que se adapta al señorío.
"'
Un desarrollo muy similar se observa en la Transierra de Extremadura, especialmente en
las zonas más septentrionales, BERNAL ESTÉVEZ, Á . , Poblamiento, transformación y organización
social del espacio extremeño (siglos xiii al xv). Marida, 1998.
212
Castillos, poder feudal y reorganización espacial en la Transierra madñleñíi...
El estudio de la zona serrana ofrece la posibilidad de observar una
evolución en la que los castillos no juegan ningún papel en el proceso feudalizador. En realidad, son las villas y las aldeas los elementos espaciales
dominantes en el paisaje social de la Transierra madrileña en el siglo xiii y
a veces, como ocurre con Segovia, la villa es exterior a la región. Por
tanto, el protagonismo de los castillos se reduce a los primeros momentos
de la reorganización social del espacio madrileño. Su función, lejos de ser
un mero apéndice militar de un engranaje más amplio, se centra en el dominio señorial. Quizás es entonces cuando más se pueden acercar al modelo del incastellamento, ya que son centros de poder señorial que sirven
a la colonización del espacio. Pero no son núcleos habitacionales importantes, a excepción de ciertas villas posteriores, que pierden su condición
de mera fortaleza. Por tanto, es muy difícil hablar de un incastellamento de
la zona, a lo que se une el hecho de que el número de castillos es bastante bajo, frente a lo que ocurre en determinadas regiones de Italia ^^'^,
por lo que es lícito replantearse el papel que ha jugado este fenómeno en
la consolidación del feudalismo de un área «mediterránea».
'^'' Así, sólo en la Toscana se han localizado 2.212 castillos para toda la época medieval;
FRANCOVICH, R. «Introduzione», en FRANCOVICH, R. y GINATEMPO, M.= (eds.), Castelli. Storia e archeologia del potere nella Toscana medievale. Volume I, Florencia, 2000, p. 9. De todos modos, el
estudio de la región madrileña en comparación con otras áreas del Mediterráneo será objeto de un
próximo análisis.
213