Las tensiones de la sociología latinoamericana: entre la teoría y la
formación profesional
Avance de investigación en curso
GT 17. Pensamiento latinoamericano y teoría social
ANA MARÍA BAUTISTA JIMÉNEZ (Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa)
EDGAR DANIEL LÓPEZ CANO (Universidad Veracruzana campus Xalapa)
Resumen
El siguiente trabajo es la síntesis preliminar de dos investigaciones sobre el estado actual de la
sociología en México a partir del tratamiento teórico y formativo. A partir de la propuesta de Hugo
Zemelman, se hace una revisión de las principales corrientes teóricas latinoamericanas para destacar su
vigencia y utilidad en la realidad latinoamericana. Posteriormente, destacar la ausencia de formación
profesional de los estudiantes de sociología. Concluyendo con las principales tensiones: como saber
reflexivo frente a ella misma; como saber científico frente a las llamadas “ciencias”; como saber
disciplinario frente las demás “ciencias sociales”; como saber profesional frente a la universidad; como
práctica social frente a la sociedad; como saber crítico frente al Estado; como saber instrumental frente
al mercado laboral.
Palabras Clave: Tensión, Teoría sociológica latinoamericana, formación profesional.
Introducción: Pensar América Latina
Una tensión –en el sentido que nos interesa aquí– significar: un estado de oposición u hostilidad latente
entre personas o grupos humanos, como naciones, clases, razas, etc. (RAE). Este concepto puede ser
abarcado desde las ciencias naturales hasta las ciencias sociales, por ello recurrimos a él, puesto que la
primera pregunta que nos realizamos, en nada podría caracterizarse de ingenua ¿Existe una Sociología
Latinoamericana?
Quienes asumen una posición como metodólogos, recurren a los criterios de universalidad, objetividad,
sistematicidad, falibilidad, racionalidad, responderían que no. Quienes creyendo en las antítesis de los
criterios anteriormente señalados, responderían acertadamente. Sin embargo, no podemos recurrir a
posturas tan torpes y ortodoxas, sobre todo cuando se trata de nuestra realidad: la realidad
latinoamericana.
En 1996, la Comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias sociales, con la publicación
del reporte Abrir las ciencias sociales (Wallerstein et al., 2010) analizó detalladamente estos criterios,
destacando:
1] Las implicaciones de rechazar la distinción ontológica entre los seres humanos y la
naturaleza […]; 2] las implicaciones de negarse a considerar al estado como origen de las únicas
fronteras posibles y/o primarias dentro de las cuales la acción social ocurre y debe ser analizada;
3] las implicaciones de aceptar la tensión interminable entre el uno y los muchos, lo universal y
lo particular, como un rasgo permanente de la sociedad humana y no como un anacronismo; 4]
el tipo de objetividad es plausible a la luz de las premisas presupuestas por la ciencia. (p. 84)
Hasta ese momento tienen la razón, pero que la comunidad de científicos sociales estadunidenses
“pueda aportar, una vez más, soluciones creativas” (cursivas agregadas, p. 108) no lo consideramos el
medio indicado, ya que nos representa un cliché académico. No creemos por tanto, que la sociología,
para ser una “verdadera” ciencia social, deba ser más “agringada”. Es por este motivo, que analizamos
2
las propuestas teóricas latinoamericanas, para destacar las fortalezas, vigencia y aplicación de las
mismas, de cara a las realidades que enfrenta constantemente la sociología en América Latina.
A pesar de la crudeza en sus argumentos, cuando Hugo Zemelman se pregunta qué nos impide pensar
con claridad (problemática planteada por Immanuel Wallerstein) dice:
¿Qué es lo que nos impide hoy actuar con energía? ¿Qué es lo que explica que hoy tanta gente en
América Latina se sienta derrotada? Para comenzar la intelectualidad en estos países está
derrotada, y esa derrota, esa sensación de derrota se está transmitiendo a las nuevas generaciones.
En lugar de asumir sus errores, de asumir sus culpas, pero no en un sentido simplemente ético
sino histórico. Se deben reconocer los errores cometidos en el pasado: ¿Por qué se fracasó en
tantos frentes, en tantas coyunturas que se han dejado pasar? ¿Por qué ocurrió lo que ocurrió?
Éstas son preguntas que las ciencias sociales no se están contestando, ni siquiera planteando.
(Zemelman, 2004, p.92)
Lo anterior entra a colación cuando la resultante de esta derrota es a partir de la enseñanza y el
aprendizaje teórico. El verdadero reto es pensar epistémico (Zemelman, s/f, pp.7-15): partir de la duda
(construir el conocimiento desde lo que no se conoce), tomar distancia de los conceptos y –agregamosteorías que manejamos, no confundir el problema con el objeto, saber leer (cómo un autor, construyó su
problema y cómo lo termina teorizando), recurrir al pensamiento crítico, tomar la figura del sujeto
como creador y potencializador en la construcción de la historia.
Hay que dejar en claro que la realidad siempre está fuera de los límites de la teoría, sin embargo, al
momento de teorizar se parte de la realidad. El tiempo de la realidad, no es el mismo que el de la teoría
y viceversa; advirtiendo que “al no haber conciencia que se está dando un desajuste entre la teoría y la
realidad que se pretende denotar, resulta que estamos inventando realidades” (Zemelman, s/f, p.2).
En nuestra disciplina ¿cómo se está enseñando la teoría? La tendencia, aunque duela decirlo, es
enciclopedista. Se privilegia el aprendizaje antes que la enseñanza, la información, antes que el
conocimiento. Se enseña teoría sociológica como si fueran tablas de multiplicar, pero en vez de
números se sustituyen por conceptos y categorías. Provocando lo que Hugo Zemelman denomina Los
jinetes del apocalipsis:
El miedo, pero antes que miedo, la ignorancia. La ignorancia, el miedo, el miedo que nace de la
ignorancia, la ignorancia que genera apatía, la apatía que genera aislamiento, el aislamiento que
lleva a las personas a replegarse en sí mismas y a exaltar, a veces, con pseudodiscursos teóricos,
el repliegue a las relaciones primarias. (Zemelman, 2004, p.93).
Lo mismo desde la perspectiva latinoamericana, ¿en qué momento las teorías del desarrollismo, el
colonialismo interno y el dependentismo, dejaron de ser precisamente ello, teorías, para convertirse en
categorías? ¿Por qué causa tanto escándalo pensar en una propuesta propia? ¿En qué momento se
retiraron de los planes de estudio?
Pensar la teoría sociológica latinoamericana es precisamente ello. Pensemos nuevamente en el
desarrollismo (lo que algunos autores llaman el estructuralismo de la CEPAL1), el colonialismo
interno, el dependentismo y desde una visión real la Investigación- Acción- Participativa (I.A.P.).
Teoría sociológica latinoamericana: del desarrollismo a la Investigación Acción Participativa
No se sabe a ciencia cierta en que momento la sociología ha tenido “crisis”, puesto que con esta noción
fue que se deslegitimo las corrientes teóricas durante la década de 1970 hasta 1990, que a continuación
analizamos desde una perspectiva alternativa, cuando el común denominador de todas es: a) la
influencia externa (no únicamente sociológica) de tradiciones de pensamiento de otros países, b) la
recreación de dichas tradiciones al caso latinoamericano, c) la innovación en las formas de pensar de
1
Comisión Económica para América Latina
3
los intelectuales latinoamericanos a partir de experiencias e inquietudes propias. Asimismo, la
especificidad es un elemento clave, puesto que hace consciente que cada país es diferente, aparte de la
relación que guarda como América Latina en su conjunto.
La pregunta inicial sería ¿Qué sentido tendría volver a un pensamiento que incluso se ha catalogado de
inservible, anacrónico, sin sentido? Esta pregunta no va en un sentido de retórica nostálgica. Una de las
grandes ventajas del pensamiento latinoamericano es la interdisciplinariedad, si por ello entendemos
que el conocimiento de una disciplina, abreve e influya en otra y sobre todo, un apoyo institucional.
Hasta la actualidad, la teoría del desarrollo representa una propuesta más de la economía que de la
sociología ¿Dónde radica su interés por los sociólogos? Sin duda por el tema de la industrialización y la
modernización.
Los orígenes de dicho pensamiento se pueden ubicar en las figuras de Raúl Prebisch en Argentina y
Octavio Rodríguez en México, impulsando el nacionalismo industrial desde la Comisión Económica
para América Latina (CEPAL) después del periodo de posguerras, con la finalidad de “superar los
desequilibrios estructurales provocados por la heterogeneidad o la escaza integración productiva de las
economías latinoamericanas” (Tirado, 2010, p.24). Destacando que el agente propulsor de la
productividad no sería el mercado, sino el Estado.
Junto con la generación de destacados intelectuales, como Celso Furtado, Jorge Méndez, Carlos
Castillos, Jorge Ahumada, Anibal Pinto, Victor Urquidi, Cristóbal Lara, José Antonio Mayobre,
Manuel Balboa y Dudley Seers (Zapata, 2001, p.147) conformaron un sustento teórico y una aplicación
práctica como modelo de desarrollo, llevada a cabo mediante la Industrialización por Sustitución de
Importaciones (o Modelo de Sustitución de Importaciones).
Conceptual y prácticamente, la teoría del desarrollo fue fructífera como lo muestra el ejemplo anterior,
sin olvidar otras nociones como: el desequilibrio estructural de balanza de pagos, la vulnerabilidad
externa, la tendencia al subempleo, la heterogeneidad estructural, las relaciones centro-periferia, entre
otros. Éste último, es el que más ha perdurado en nuestra disciplina, puesto que:
[L]as estructuras productivas de la periferia y el centro se caracterizan por su
complementariedad y por la naturaleza desigual de sus relaciones. Es decir, las relaciones entre
centro y periferia no se dan en un contexto de igualdad sino de desigualdad y de subordinación.
¿Por qué? Esencialmente porque si la economía periférica es heterogénea, especializada y poco
tecnificada, la economía central es homogénea y diversificada a la vez que posee altos niveles
de tecnificación: tal situación condiciona la existencia, en la periferia, de sectores de alta y de
baja productividad, así como la concentración de las exportaciones en uno o dos sectores. Por su
parte en el centro, la economía tiende hacia la homogeneidad en términos de sus niveles de
productividad del trabajo y hacia la diversificación de las exportaciones. También existe
innovación tecnológica constante. (Zapata, 2001, pp. 149-150, cursivas agregadas)
¿Cuál fue la deuda de este concepto, así como el olvido de esta teoría? Primero, “hoy se piensa y se
analiza, con razón, en términos de centros-que-tienen-periferias y de periferias-que-tienen centros”
(González Casanova, 2002, p. 10). Segundo, la perspectiva política y cultural fue carente, lo cual fue
caldo de cultivo para la influencia del estructural funcionalismo, con la implementación del dualismo
estructural; diferenciando entre “sociedades tradicionales” y “sociedad industriales de masas”. Tercero
–y finalmente- cuando decidieron incorporar “los aspectos sociales del desarrollo” a mediados de 1950
(Ledda y Loyo, 1979, p.20) eran evidentes los movimientos sociales de liberación y la instauración
regímenes militares.
Por tales motivos era necesario incorporar nuevas visiones, sin duda otra nueva teoría se estaba
gestando y una nueva generación desde la academia –esta vez de la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (FLACSO)- se estaba formando con base en el paradigma del materialismo histórico:
la dependencia.
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En 1989, Enrique de la Garza Toledo escribió su citado artículo “Historia de la epistemología, la
metodología y las técnicas de investigación en la sociología mexicana” como parte del aniversario
número 50 de la Revista Mexicana de Sociología (Foro latinoamericano por excelencia desde 1939).
En dicho artículo destacaba que el período de mayor producción académica fue el dependentista (19661982), asimismo, coincide con la llegada a la dirección de la Revista de Pablo González Casanova. De
este período destacan los trabajos de Enzo Faletto, André Gunder Frank, Enrique Valencia, Theotonio
Dos Santos, así como la polémica Ruy Mauro Marini-Fernando H. Cardoso y José Sierra2 entre muchos
otros.
El 30 de Abril de este año, tuvimos una entrevista con Enrique de la Garza, para preguntarle sobre la
vigencia de su artículo, una de las preguntas era sobre la presencia actual de la teoría de la dependencia
(como parte de período que había analizado), a lo que respondió que se había agotado porque “no se
supo abrir suficientemente”, puesto que la teoría de la dependencia “no supo cómo incorporar lo que
estaba en ascenso” dado que seguía insistiendo en lo que de la Garza denomina el método “históricoestructural” sin desarrollar una “teoría del actor social o de la identidad o de la subjetividad” y “frente a
los nuevos fenómenos macros tampoco pudo dar una respuesta”, como la revolución tecnológica,
tampoco en el cambio de la organización del trabajo y la flexibilidad. La gente que estaba investigando
nuevos temas “no encontró inspiración en la dependencia y fue sustituía por una gran dispersión”. Es
decir, no había un nuevo paradigma.
Con los argumentos de De la Garza, podemos tener una idea del porqué la dependencia pasó de una
teoría a una categoría que “consistió en revelar las falsas bases teóricas y estructurales que hacen
nugatorio cualquier nacionalismo o lucha por la independencia que ignore el carácter mundial del
desarrollo capitalista, y los obstáculos estructurales necesarios y sistémicos a los que se enfrentan
cualquier proyecto de construcción de estados-nación cada vez más justos e industrializados”
(González Casanova, 2002, p. 11). Como lo demuestra el argumento anterior, uno de los elementos
claves que cuida y nunca deja de demarcar el dependentismo –a pesar de su reducción de teoría a
categoría- es la coyuntura.
Nuevamente, la figura de la generación es la que hace que no estemos de acuerdo con esta reducción
pues, por ejemplo, en el caso de Ruy Mauro Marini, la influencia que ejerció sobre sus contemporáneos
(algunos mencionados arriba) como Vânia Bambirra, para posteriormente influenciar a intelectuales de
la talla de Jaime Osorio, Cristóbal Kay, Emir Sader, Eder Sader, Orlando Caputo, Thomas Vasconi,
Nelson Gutiérrez, Ana Esther Ceceña, Márgara Millán, Francisco López Segrera, Esthela Gutiérrez
Garza y Adrián Sotelo Valencia, así como a destacados representantes del pensamiento crítico
contemporáneo como Otto Kreye, Immanuel Wallerstein, Giovanni Arrighi, Ronald Chilcote, Samir
Amin, Pierre Salama y Vladimir Dadydov (Martins, 2008, p.20) dan prueba de la fortaleza de este
pensamiento, sin embargo la dureza con la que se ha descalificado habla de la fuerte ignorancia de
contenidos de sus jueces.
Como se sabe la dependencia guarda relación directa con otros conceptos que por economía de espacio,
no podremos discutir, por ejemplo en la obra de Ruy Mauro Marini destacan: cooperación antagónica,
subimperialismo, superexplotación del trabajo, plusvalía extraordinaria, etcétera, destacando el diálogo
constante con la obra de Marx y destacando la especificidad de Brasil y sus movimientos sociales.
Otro representante es Enzo Falleto, quien desde la CEPAL, también ayudará a fortalecer al
dependentismo, contra los argumentos que presentó recientemente Enrique de la Garza, Faletto si
incorporó otras visiones para analizar las faltas que él comenta, así como las deudas que dejó el
2
Serra, J. y Cardoso, F. H “Las desventuras de la dialéctica de la dependencia” y Marini, R. M. “Las razones del
neodesarrollismo (Respuesta a F. H. Cardoso y J. Serra) en Revista Mexicana de Sociología (1979) Número extraordinario,
Instituto de Investigaciones Sociales / Universidad Nacional Autónoma de México, México.
5
desarrollismo, desde la sociología del poder y de los actores sociales (de corte touraineano) (Garretón,
2009, p. 17).
Con la implementación de los golpes de estado (Brasil, 1964; Argentina, 1966; Chile, 1973) es donde
se dice la teoría de la dependencia fracasa con la implementación del modelo neoliberal –no sólo en
esos países sino alrededor de gran parte de los países de América Latina- argumentado su incapacidad
de predictibilidad para dichos eventos, sin embargo los trabajos de dichos autores (Faletto, 2008;
Marini, 2009) dan muestra que no es un evento que se dio de una noche a otra, sino que correspondía a
múltiples coyunturas (revueltas internas, huelgas de sindicatos, influencia de los Estados Unidos en las
decisiones estructuras del país).
Era por ello que los dos autores, en la última etapa de su vida, estaban convencidos de la capacidad que
ejercía nuestra disciplina –no sólo práctica, sino académica- de transformar el mundo, mediante un
visión multidimensional y comprometida, Marini (2009, pp. 245) llamaba a “negarse a ser un mero
agente de los grupos que someten las mayorías a la explotación y la opresión, para asumir
decididamente el partido de esas mayorías”, Faletto (2008, p. 366), con escazas semanas de vida, nos
dejó como legado “constituir los temas actuales y futuros de la sociología”. Pedir un mundo más justo,
equitativo, feliz, no hace ni más, ni menos científica a la sociología, la hace más humana.
Tal es la demanda que desde la publicación de su obra La democracia en México (1965) hasta la
actualidad, ha estado latente en los escritos de Pablo González Casanova, no podríamos identificar una
propuesta de él, puesto que su obra más que generar un corpus teórico, nos llama a participar y
contribuir en el debate sobre los métodos, categorías y técnicas de investigación (Roitman, 2008, p.
174).
Respecto a La democracia en México abre brecha en lo que algunos autores denominan la “sociología
crítica”. En dicho texto, González Casanova, introduce un tema tratado de manera descriptiva por los
antropólogos y de manera estadística el sistema político mexicano: el marginalismo y la vida indígena.
De igual forma introduce con originalidad su concepto de colonialismo interno. Hay que destacar que
dicho concepto no se debe de confundir con los factores reales de poder (caudillos y caciques, ejército,
iglesia y empresarios) así como el factor de dominio (las intervenciones estadunidenses) (González
Casanova, 1965, pp. 27-47 y 48-55). Asimismo tampoco se debe de confundir con su clásica definición
de colonia3.
Por tal motivo, el sociólogo mexicano no titubea en afirmar, que “el problema indígena es
esencialmente un problema de colonialismo interno”. (González Casanova, 1965, p. 73).
Posteriormente, en su trabajo Sociología de la explotación (escrito en 1969) podemos destacar una
definición de puño y letra del autor que incorpora otras problemáticas (sumadas a las descritas en La
democracia…) generadas por este fenómeno como la discriminación, el racismo, la segregación, la
deshumanización, la explotación, etcétera. Dice:
3
González Casanova dice: a)un territorio sin gobierno propio; b) que se encuentra en una situación de desigualdad
respecto de la metrópoli donde los habitantes sí se gobiernan así mismos; c) que la administración y la
responsabilidad de la administración conciernen al Estado que la domina; d) que sus habitantes no participan en
la elección de los más altos cuerpos administrativos, es decir, que sus dirigentes son designados por el país
dominante, e) que los derechos de sus habitantes, su situación económica y sus privilegios sociales son regulados
por otro Estado; f) que esta situación a lazos naturales sino “artificiales”, producto de una conquista, de una
concesión internacional, y g) que sus habitantes pertenecen a una raza y a una cultura distinta de las dominantes,
y hablan de una legua también diferente (González Casanova, 2009, p. 136; Cfr. González Casanova, 2006, p.
410).
6
El colonialismo interno corresponde a una estructura de relaciones sociales de dominio y
explotación en entre grupos culturales heterogéneos, distintos. Si alguna diferencia específica
tiene respecto de otras relaciones de dominio y explotación (ciudad-campo, clases sociales), es
la heterogeneidad cultural que históricamente produce la conquista de unos pueblos por otros, y
que permite hablar no sólo de diferencias culturales (que existen entre la población urbana y
rural y en las clases sociales), sino de diferencias de civilización (González Casanova, 2009, p.
146).
Estas son algunas de las precauciones que Fernando Castañeda Sabido en sus trabajos (1995, 2004,
2008) y en entrevista (realizada en Diciembre de 2012) nos argumenta al momento de tratar de leer y
utilizar la obra de Pablo González Casanova puesto que descubre un problema que no aparecía en los
discursos modernizadores de los gobiernos priistas desde 1940 hasta 1970: “el problema del
multiculturalismo, el problema de que la modernidad no tiene una respuesta clara a aquellas otras
culturas, que, a lo mejor son en parte modernas, pero que violentan muchos de los elementos de la
modernidad”. Por ello, Castañeda, afirma que lo que pudo anunciar –aunque tardíamente- La
democracia en México, fue la aparición del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional en enero de
1994.
Recurriendo a la figura de generación no podríamos afirmar que existe –quizá su contemporáneo
Rodolfo Stavenhagen, así como Víctor Flores Olea pudieran representar un grupo minúsculo, pero cada
quien entablo su línea de investigación- dado que no existe una continuidad o un programa de trabajo
posterior a sus principales ideas, generando lo que coloquialmente conocemos como “sagrada palabra”.
Pablo González Casanova no tiene la culpa de ello, sino como enunciábamos arriba, se deriva de la
carencia de lectura y análisis en su obra. De igual manera, el concepto de colonialismo interno no ha
sido reducido sino ampliado y actualizado por su propio autor lo que da señales de vigencia y poco
deterioro.
Destacando las fortalezas del trabajo de Pablo González Casanova –sobre todo su concepto de
Colonialismo interno- no podemos concordar que la sociología –así como las demás ciencias socialesse reduzca al análisis y vigencia de los principales conceptos que rigen la realidad social, olvidando los
debates internacionales en materia de metodología, epistemología y técnicas de investigación. Vemos
con buenos ojos la incorporación al debate internacional de las propuestas “poscoloniales” y/o
“decoloniales”, empero, no ahondaremos al respecto. Tenemos que dejar en claro que compartimos la
responsabilidad política alrededor de toda su obra.
Esa misma responsabilidad (y conciencia) se encuentra en la obra de Orlando Fals Borda, quien critica
el cientificismo tradicional que sigue impregnando a la sociología -cercano a las ciencias naturalesacostumbrada a la coerción por medio de los criterios metodológicos y el uso de instrumentos y
técnicas para fundamentar su trabajo, muchas veces establecidos por una minoría (coaccionada al
mismo tiempo por élites de poder y universitarias) conocidas como “comunidades científicas”4. Fals
Borda destaca que su configuración es colectiva y –sobre todo- humana, lo cual disgustaría a cualquier
“verdadero” científico dado que puede conducir a la equivocación, el error.
4
Al respecto se puede consultar la clásica obra de Thomas Kuhn (2012) La estructura de las revoluciones
científicas, Fondo de Cultura Económica, México; así como la cantidad de trabajos referidos a su obra. Desde la sociología
los trabajos sobre la ciencia de Robert K. Merton (1964) Teoría y estructuras sociales, Fondo de Cultura Económica,
México y La sociología de la ciencia (1985) Alianza Editorial, Tomo 1, Madrid, son nodales al respecto. Algunas visiones
alternativas las encontramos en trabajos como el de Ana M. González Ramos y Teresa González de la Fe (2005)
“Especialización cultural y estructura social de las comunidades científicas” en Revista Internacional de Sociología,
Tercera Época, 42, Septiembre-Diciembre, pp. 39-67. Madrid, Centro de Estudios Sociales Avanzados, y Lidia Girola
(1996) “Tradiciones interrumpidas y comunidades disciplinarias en la sociología mexicana”, en Estudios sociológicos Vol.
XIV, núm. 40, enero-abril, 1996. México, El Colegio de México
7
Como hemos visto, el desarrollismo y la dependencia nos ofrecen una teoría, el colonialismo interno un
concepto, Orlando Fals Borda nos da un método (sin olvidar la discusión teórico-conceptual): la
Investigación-acción participativa (IAP).
Legado que no sólo impactó la ciencia social latinoamericana; contemporánea de las propuestas que
hemos mencionado y que tuvo aplicación en distintos países del mundo (India, las Filipinas, Estados
Unidos, por ejemplo). La figura generacional es amplia: Ezequiel Ander Egg, Rodríguez, Carlos
Rodrigues Brandão, Carlos Núñez, José María Quintana, que no olvidan la perspectiva educativa
(herencia de Paulo Freire), o trabajos como los de Hellen Callaway, Peter Park. Todos contribuyen, ya
sea, desde la psicología, la pedagogía y la sociología, asimismo ha habido un impulso por parte de
instituciones (Park, 2005, pp.135-171; Rubio y Varas, 2004, pp.125-138).
La investigación “en tanto que se trata de un procedimiento reflexivo, sistemático, controlado y crítico
que tiene por finalidad estudiar algún aspecto de la realidad, con una expresa finalidad práctica”, en lo
que se refiere a la acción “en cuanto que la forma de realizar el estudio es ya un modo de intervención,
y el propósito de la investigación está orientado a la acción” y participativa, “por ser una actividad en
cuyo proceso están involucrados tanto los investigadores (equipo técnico) como los destinatarios del
programa, que yo no son considerados como objetos de la investigación, si no como sujeto activos de la
misma (Ander Egg, 1990: 32 en Rubio y Varas, 2004, 132).
Como bien es sabido, la IAP está dirigida para marginados, campesinos, indígenas y personas
vulnerables. Sus principios son: 1) Parte de problemas que la misma comunidad establece,
evidentemente prácticos y no del interés del investigador, quien no debe recurrir a “camuflarse” de
campesino u obrero, sino “ser reconocido y respetado por las bases y sus organizaciones políticas y
gremiales como quien es” (Park, 2005, 79). Rompiendo el convencionalismo científico de sujetoobjeto, sustituyéndolo por el de sujeto-sujeto. 2) A partir de la experiencia y la información recabada
previamente por el investigador, se emplean estrategias y técnicas como “el teatro del oprimido”,
lecturas grupales de cuentos o textos que se adecuen a la realidad que enfrentan, proyección de
materiales audiovisuales que reflejen la cotidianidad de la comunidad para generar conciencia y
fomentar la capacidad crítica de los participantes con el fin de “conocer para transformar” (Rubio y
varas, 2004, p. 133). 3) Una vez asumida esta conciencia, “el objeto de estudio tradicional de la
investigación social (la población) se convierte en sujeto que investiga” (Ídem, p. 134) se pasa al
análisis de resultados, la toma de decisiones vía consenso, la forma de planificación y actividades a
realizar, para finalmente, 4) Dar una devolución sistemática (Park, 2005, p.76) (no asistencialista)
mediante un lenguaje simple, denotando –y teniendo durante todo el proceso de investigación, una
actitud humilde (lo cual hace falta en la sociología), generando un compromiso entre los agentes e
investigadores (técnicos) y los sectores populares, lo cual refleja que no es un trabajo terminado sino
perfectible.
Este compromiso, de igual forma está dirigido a grupos insurgentes o iconoclastas, que
complementando la IAP, parten de la elección de temas y prioridades, la posibilidad de creación y
originalidad y la determinación de grupos claves, así como la identificación con ellos (Fals Borda,
2009, pp.244-45). La falta de compromiso en la sociología, hace que exista una “tendencia a usar
eufemismos y barbarismos innecesarios que, como es de esperarse, disfrazan la realidad.”(Ídem, p. 237)
Fals Borda destaca que los estudios sociológicos deben afrontar los grandes problemas, puesto que al
momento de hacerlo, es igual un forma de acción política, afectando los intereses de la colectividad,
por lo cual su propuesta de Fals Borda es abordar la sociología como ciencia política dado que si se
hace “bien”, se puede hablar sensu stricto de una sociología científica (Ídem, p.238). No abordaremos
al respecto, sin embargo lo dejamos como evidencia para posteriores discusiones de orden
epistemológico, teórico, científico, político o sociológico.
La sociología se ha engolosinado con los métodos como el inductivo, el hipotético-deductivo e incluso
el hermenéutico, nuevamente aparece el problema de la reducción, la IAP es más que un concepto
8
desarrollado como hemos argumentado. El recorrido que hemos hecho por las teorías sociológicas
latinoamericanas, no sólo refleja un problema de ignorancia, de interés, de discusión teórica, de
generación, sino como veremos a continuación de formación, de formación profesional.
El análisis de la formación profesional
Eliot Freidson apunta que para realizar planteamientos respecto al concepto de profesión, se debe
puntualizar los dos usos que a éste se le dan:
Primero.- Amplio estrato de ocupaciones relativamente prestigiadas pero de muy diversa índole,
cuyos miembros han tenido algún tipo de educación superior y se identifican más por su estatus
educativo que por sus habilidades ocupacionales específicas. Segundo.- como un número de
ocupaciones que tienen más o menos en común rasgos característicos institucionales e
ideológicos particulares (Freidson, 2007, pp. 65-66).
De lo anterior, se desprende el término profesionalismo, entendido como la forma de organizar una
ocupación, misma que genera identidades ocupacionales a partir de la separación de ocupaciones. En
cuanto a la definición institucional, la profesión corresponde a la forma distintiva de ocupación
organizada. En cualquiera de los usos, el común denominador es que los miembros deben tener
características distintivas de la ocupación a ejercer, los cuales son adquiridos en alguna institución de
educación superior que dota cierto estatus, según la ocupación.
La profesión debe tener un plan definido y práctico, que se ejerce públicamente y tiene ocupaciones
correspondientes a un conocimiento especializado, según el grupo profesional determinado. Desarrolla
tareas profesionales especializadas, pues los profesionales, tienen como objetivo, generar aportaciones
para la sociedad.
En el marco de la globalización, la profesión mantiene una continuidad simbólica de las
trasformaciones que han trascurrido desde su conformación, a lo que ahora son, dentro de los marcos
económicos y políticos.
“En los nuevos ordenamientos del mercado de trabajo, la profesión se define como un grupo de
individuos pertenecientes a una disciplina que se adhieren a patrones éticos establecidos por
ellos mismos, aceptados por la sociedad y como poseedores de un conocimiento y habilidades
especiales obtenidos en un proceso de aprendizaje muy reconocido y derivado de la
investigación educativa y entrenamiento de alto nivel, preparados para ejercer este
conocimiento y habilidades en beneficio de otros individuos” (Fernández, 2007, p. 25).
La formación profesional es un conjunto de procesos sociales de preparación y conformación del
sujeto, con fines precisos para un posterior desempeño en el ámbito laboral. Es en este proceso donde
se obtiene el conocimiento, habilidades, actitudes, valores culturales y éticos. Conocimientos
correspondientes y necesarios en el perfil profesional, determinados en el ejercicio de la profesión.
La formación profesional se caracteriza por su historia particular; una normatividad legal,
administrativa y académica con orientaciones específicas según la disciplina. Por lo tanto se busca un
comportamiento académico característico. La formación se otorga en marcos educativos a partir de
prescripciones institucionales que regulan las actividades consideradas como necesarias. En la cual, se
avala la preparación mediante certificados y títulos profesionales.
Fernández Pérez señala que en nuestro país (México), la formación de profesionales ha tenido diversas
orientaciones, que dependen y cambian, según los contextos sociales. 1) Formación liberal.- en este
momento predomina la visión general y humanista, espiritualista del desarrollo individual; 2)
formación modernizante y tecnocrática.- convergencia del modelo liberal, la exposición del aparato
estatal, pero también la demanda de incorporación de contenidos científicos, privilegiando el sentido
profesional; 3) formación técnico-científica.- desligó la formación universitaria de un proyecto político
9
y cultural y 4) formación profesional técnico-productivista.- aquí se ha intentado implantar políticas
neoliberales (Ídem, p.27).
La vinculación de los alumnos con la profesión, es a través de la formación que reciben en las
instituciones de educación superior, donde el tipo de orientación, no es determinado por las
asociaciones de profesionistas, sino por el Estado. En nuestro país “las asociaciones profesionales […]
no definen el cuerpo básico de conocimientos del campo que tendría que ser enseñado en las
instituciones de educación superior” (Ídem, p.30).
La manera de enseñanza de las profesiones, se da a partir de modalidades de transmisión masiva,
posibilitada por la estructura escolar que da forma a las bases sociales. La cultura profesional, debe
tomar en cuenta no sólo las condiciones nacionales, sino de manera paralela, los avances tecnológicos,
las políticas internacionales, las comunicaciones, los mercados de trabajo, pero sobre todo, los
requerimientos de la sociedad. De esta forma, los contenidos de la sociología, teóricos y
metodológicos, tendrán significancia si esto se toma en consideración, a la hora de elaborar sus planes
de estudio y sobre todo, en el interior de las aulas de clase.
Cabría preguntar ¿Hacia dónde va la profesión sociológica? Si lo que hay en las universidades, “son
profesores de sociología, y no sociólogos” (Freidson, 2007, p.48).
En México, el tipo de orientación profesional que corresponde a las Ciencias Sociales, se apega a la
técnico- científica, donde, tanto los académicos, pero sobre todo los estudiantes, están desvinculados de
proyectos políticos y culturales. Observando un divorcio entre la preparación teórica y metodológica,
haciendo que la sociología mexicana, en cuanto a profesión se refiere, transite lejos de los problemas
sociales. “Los profesionales de las ciencias sociales, son considerados cada vez menos administradores
de los saberes relevantes que debieran utilizarse para el mejoramiento social” (Pacheco, 2005, p. 137).
Por lo tanto, el reconocimiento y pertenencia a la comunidad de sociología, ha perdido relevancia en el
marco de las autoridades intelectuales con relación a la generación de conocimiento. Esto refleja el
poco reconocimiento entre las comunidades profesionales y por lo tanto, la evasión de
responsabilidades académicas y profesionales que se prevén para el futuro.
La problemática de la profesión, es una situación que con dificulta las instituciones atienden, dado que
sus preocupaciones son las políticas educativas y aquello que corresponde a la burocracia de los
sistemas educativos, para nada, temas de formación.
Observaciones finales: las tensiones de la sociología latinoamericana
Como se pudo observar a lo largo de nuestro trabajo, el referente teórico, nos invita a pensar
nuevamente la teoría sociológica latinoamericana, tal como lo propone Zemelman, desde una postura
epistémica, evitando los jinetes del apocalipsis y teniendo presente la noción de desfase. A partir de
estas ideas claves, es como podemos destacar nuestra idea de “reducción” tal como lo hemos
demostrado a través de la revisión del desarrollismo, el dependentismo, el colonialismo interno y la
Investigación-Acción Participativa, que desemboca en la formación profesional dirigida a partir de
políticas de Estado.
Por tal motivo, es pertinente destacar la figura de generación, puesto que dichas políticas han
atomizado al estudiante y homogeneizado el conocimiento, lo cual merma la transición, transmisión y
permanencia de nuestro pensamiento, que para nada resulta ser un “etnocentrismo académico” sino una
realidad construida histórica y socioculturalmente. La figura generacional parte de las características de
sujeto. Esto demuestra una triple tensión. En primer lugar dentro de nuestra propia disciplina, pues al
perder la capacidad analítica, se pierde la imaginación, la innovación y el interés, entrando en
confrontación con la capacidad reflexiva de la misma; al perderse esta capacidad, la mofa por parte de
otras “ciencias” es inmediata, con frases por demás despectivas y conocidas, lo que pone en jaque la
cientificidad de la disciplina y que paradójicamente, las mismas “ciencias sociales” (con quien
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comparte historia, teoría y finalidad) contribuyen a este desprestigio, es decir la lucha de saberes
autónomos sigue latente, tal cual siglo XIX.
Dichos conocimientos se dan dentro de una institución, la universidad. En esta tensión, los principales
actores son los las propias instituciones, los planes de estudio, los docentes y los estudiantes, lo que
impacta directamente a la formación profesional. Dicha formación debe enfrentar al inmediato
cotidiano o la sociedad, poniendo en práctica su saber profesional. De igual forma –como lo ha
demostrado la revisión teórica de este trabajo– el discurso sociológico es, por naturaleza crítico, lo cual
llega a ser por momentos, un lastre para el Estado, quien a pesar de perder injerencia en el mercado
laboral, sigue poniendo a prueba la capacidad instrumental de la sociología.
De lo anterior podemos inferir que la sociología vive en constantes tensiones: como saber reflexivo
frente a ella misma; como saber científico frente a las llamadas “ciencias”; como saber disciplinario
frente las demás “ciencias sociales”; como saber profesional frente a la universidad; como práctica
social frente a la sociedad; como saber crítico frente al Estado; como saber instrumental frente al
mercado laboral.
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Entrevistas realizadas durante el transcurso de los años 2012-2013
Castañeda Sabido, F. (2012), Director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad
Nacional Autónoma de México.
Garza Toledo, E. (2013), Profesor Investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana unidad
Iztapalapa.