UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
Programa de Maestría y Doctorado en Música
Facultad de Música
Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico
Instituto de Investigaciones Antropológicas
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES
(SIGLOS XVIII-XXI)
TESIS
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE:
DOCTORADO EN MÚSICA (ETNOMUSICOLOGÍA)
PRESENTA:
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO
TUTOR PRINCIPAL
ETNOL. GONZALO CAMACHO DÍAZ (Facultad de Música, UNAM)
MIEMBROS DEL COMITÉ TUTOR
DRA. VICTORIA ELI RODRÍGUEZ (Facultad de Geografía e Historia, Universidad
Complutense, Madrid)
DRA. LIZETTE AMALIA ALEGRE GONZÁLEZ (Facultad de Música, UNAM)
DR. ANTONIO GARCÍA DE LEÓN (Facultad de Filosofía y Letras, UNAM)
CIUDAD DE MÉXICO,
JUNIO 2017
UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis
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autor o autores. Cualquier uso distinto como el
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titular de los Derechos de Autor.
A Leni
Quisiera agradecer a todas aquellas personas que han hecho posible de
una manera u otra este trabajo. A mi tutor Gonzalo Camacho por creer en este
proyecto, por su sabiduría y su amistad. A los miembros de mi Comité Tutor
por la dedicación y apoyo que he recibido de ellos durante estos años. A los
miembros del tribunal de tesis, Marina Alonso, Alfonso Padilla y Fernando
Nava por las valiosas sugerencias que me hicieron para mejorar este trabajo.
Al coordinador de Posgrado, Roberto Kolb, por su implicación en todos
estos años con mi proceso doctoral, su competencia y eficacia en la gestión, por los
logros obtenidos para nuestra Facultad, y por su amistad y cercanía. A Lizette
Alegre por su amistad, sus ánimos, sus comentarios e indicaciones, por compartir
sus conocimientos de manera generosa y atenta. A Victoria Eli por su cariño,
su entusiasmo, y su continua disposición a brindarme la ayuda que necesitara.
A Miriam Escudero por todo el apoyo que me ha dado para el acceso a centros
documentales en Cuba.
A la UNAM, por permitirme realizar este doctorado, por ser un ejemplo de universidad pública. Me siento muy honrado de formar parte de esta comunidad universitaria. A la Coordinación de Estudios de Posgrado, por todas
las ayudas que ofrece a los doctorantes en la realización de su labor investigadora.
Al personal del Posgrado en Música de la UNAM por la información y gestión
de trámites administrativos, y a todos los bibliotecarios y archiveros de los centros
documentales que visité, por las facilidades que me han ofrecido en mi trabajo.
A Mirna y Juan Antonio por su amistad, cariño y por todos los ánimos
que he recibido de ellos en los momentos más complicados. A Estela, Fernando
y Fernanda, por su amistad y cálida acogida en mis estancias en La Habana,
por su maravilloso ático y su inspiradora azotea de El Vedado desde la cual se
concibió parte de esta obra entre sorbitos de un ron que sabe allá como en ningún
sitio.
A Rubí Oseguera, Andrés Moreno de San Andrés Tuxtla, a Fredy y
Claudio Naranjos Vega y su abuelo Andrés Vega de Boca de San Miguel, a
Julio Corro y Cirilo Promotor de Tlacotalpan y a todos los músicos jarochos que
con su música me transmitieron unas emociones que inmediatamente entraron en
resonancia con las mías propias flamencas. Gracias por hacerme entender que
nuestras músicas tienen un alma compartida que los siglos no han logrado siquiera disimular. Los chaneques, al igual que el duende hicieron de las suyas.
A mi hijo Hugo por su paciencia y comprensión por todas las horas que
esta tesis le ha robado y a mis padres por su cariño y por su apoyo siempre
incondicional. A Emilia, por su cariño, sus ánimos, su ayuda y por abrirnos las
puertas de su hogar y permitir que lo convirtiéramos en un centro de operaciones
para llevar a cabo este trabajo.
A Leni por estar ahí siempre, por compartir el entusiasmo en construir
lo que parecía una quimera, una bendita utopía que se está haciendo palpable,
por todos estos años sin vacaciones y fines de semana sin poder salir a tomar el
sol, por su amor, por todo …
CONTENIDOS
INTRODUCCIÓN
Antecedentes
Planteamiento del problema
Justificación
Estado de la cuestión
Marco teórico y metodológico
Contenido de la tesis
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
El jarabe
Primeras noticias del jarabe
Música de los insurgentes
Expansión geográfica del jarabe
Jarabe como sonecito del país y baile nacional
El Jarabe en obras escénicas mexicanas
El jarabe en obras escénicas extranjeras
El polémico jarabe de “El proceso del can-can”
El jarabe de la ópera Carmen
Las partituras del jarabe en el siglo XIX
1
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47
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51
Métrica del jarabe
El zapateado
El jarabe y otros sonecitos mexicanos en Cuba
El jarabe en España
El jarabe americano o veracruzano en España
El jarabe español o andaluz
Las boleras del jarabe
El jarabe de Cádiz
El jarabe como cante flamenco
Descripciones del jarabe y el zapateado en México
Las descripciones
Descripción 1ª. Costumbres y trajes nacionales. Los rancheros (1844)
Descripción 2ª. Costumbres y trajes nacionales. La jarochita (1844)
Descripción 3ª. Life in California (1846)
Descripción 4ª. Doña María de Jesús Moctezuma (1849)
Descripción 5ª. Fandango en zacatecas (1849)
Descripción 6ª. Costumbres mexicanas (1850)
Descripción 7ª. Escenas de la vida mexicana (1850)
Descripción 8ª. With the french in Mexico (1867)
Descripción 9ª. Revista de la semana anterior (1868)
Descripción 10ª. Una boda en Mérida (1869)
Descripción 11ª. Un baile de tarima en Jicaltepec, Nautla (1874)
Descripción 12ª. El jarabe de “El proceso del can-can” (1877 y 1882)
Descripción 13ª. Life of a Rancher (1877)
Descripción 14ª. El jarabe mexicano (1877)
Descripción 15ª. Un fandango en Veracruz (1886)
Descripción 16ª. Bailado en función de un prestidigitador (1892)
Descripción 17ª. Tamalada en Hacienda de la Soledad (1892)
Descripción 18ª. Cuentos de mi tierra (1904)
Descripción 19ª. Fiestas patronales en Martínez de la Torre (1904)
Descripción 20ª. Memoria de mis tiempos (1906)
Descripción 21ª. Bailes populares en Tuxtepec (1912)
Descripción 22ª. Un ingenio (1919)
Análisis de las descripciones del jarabe
55
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67
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70
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89
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100
100
103
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
El punto y el zapateo cubano en el siglo XIX
Primeras noticias del zapateo y del punto
El zapateo y el punto en entornos rurales
Caleseros cantando zapateos
Las compañías de legua y los músicos ambulantes
El zapateo y el punto interpretado por todos
El zapateo y el punto en entornos urbanos
El zapateo en la música de salón
El zapateo en los teatros cubanos
La guajira cubana
La décima en la tradición campesina cubana
El zapateo, el punto y la guajira cubana en México
El zapateo, el punto y la guajira cubana en España
Descripciones de guateques del siglo XIX
Las descripciones
Descripción 1ª. “Los guajiros de La Habana” (1834)
Descripción 2ª. “Un bailecito de campo” (1838)
Descripción 3ª. “Velar a un mondongo” (1838)
Descripción 4ª. Mi viaje a Tierradentro (1840)
Descripción 5ª. Fiestas en La Matilde (1844)
Descripción 6ª. “An Adventure in Cuba” (1844)
Descripción 7ª. “Los guajiros” (1844)
Descripción 8ª. “Recuerdos de un viage a la isla de Cuba” (1845)
Descripción 9ª. Cantares de Cuba (1854)
Descripción 10ª. “Yankee travels through the Island of Cuba” (1856)
Descripción 11ª. “Costumbres. Bailes” (1859)
Descripción 12ª. “Historia de un brivón dichoso” (1860)
Descripción 13ª. “Crónica en Don Junípero” (1863)
Descripción 14ª. “Cuba with pen and pencil” (1871)
Descripción 15ª. “Costumbres cubanas” (1874)
Descripción 16ª. “Cantares de Vuelta-abajo” (1875)
Análisis de las descripciones de guateques
Similitudes entre prácticas musicales en México y Cuba
111
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116
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170
171
171
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173
174
174
176
177
177
181
CAPÍTULO 3. LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
La guajira española
La guajira en la época de la flamencomanía
Las guajiras en las zarzuelas
Las guajiras de salón
Difusión geográfica por toda España
¿Cubanismo o anticubanismo tras el 98?
El baile de la guajira
Las guajiras españolas en México y Cuba
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
Estructura armónico-rítmica
Análisis de alturas
Criterios analíticos
El jarabe loco
Corpus de análisis
Patrones predominantes sobre la dominante
Patrones predominantes sobre la tónica
El zapateado jarocho
Corpus de análisis
Patrones predominantes sobre la dominante
Patrones predominantes sobre la tónica
El punto cubano
Corpus de análisis
Patrones predominantes sobre la tónica
Patrones predominantes sobre la dominante
El zapateo cubano
Corpus de análisis
Patrones predominantes sobre la tónica
Patrones predominantes sobre la dominante
La guajira española
Corpus de análisis
Patrones predominantes sobre la dominante
Patrones predominantes sobre la tónica
Paradigmas compartidos
Análisis conjunto
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190
190
195
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201
205
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235
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246
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254
256
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263
263
265
270
274
274
277
281
283
284
Corpus de análisis
Patrones compartidos sobre la tónica
Patrones compartidos sobre la dominante
Análisis interválico de variaciones instrumentales
284
285
288
295
Intervalos ascendentes
Intervalos descendentes
Comparación con otras expresiones musicales
295
296
296
Análisis rítmico de variaciones instrumentales
298
El jarabe loco
El zapateado jarocho
El punto cubano
El zapateo cubano
La guajira española
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
Análisis de alturas de coplas
Criterios de análisis
Análisis 1º. Guajiras “Vida mía”
Corpus de análisis
Representación estructural de paradigmas
Descripción de los paradigmas
Resultados del análisis
Análisis 2º. Guajiras de “Los de Cuba”
Corpus de análisis
Distribución estructural de paradigmas
Descripción de los paradigmas
Resultados del análisis
Análisis 3º. Guajiras/Punto “Tengo una china en Matanzas”
Corpus de análisis
Distribución estructural de paradigmas
Descripción de los paradigmas
Resultados del análisis
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300
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302
303
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353
354
358
Análisis 4º. Guajiras de “Pobre Cuba desdichada”
359
Corpus de análisis
Distribución estructural de los paradigmas
Descripción de los paradigmas
Resultados del análisis
360
361
362
368
Análisis 5º. Guajira “El arroyo que murmura”
Corpus de análisis
Resultados del análisis
Análisis 6º. Coplas del jarabe loco y el punto cubano
Corpus de análisis
Distribución estructural de los paradigmas
Descripción de los paradigmas
Resultados del análisis
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
En torno a los orígenes del jarabe
En torno a los orígenes del zapateo y del punto cubano
En torno a los orígenes de la guajira española
CONCLUSIONES
369
370
371
372
373
374
377
380
387
388
400
421
437
BIBLIOGRAFÍA, ÍNDICES Y ANEXOS
BIBLIOGRAFÍA
Libros y artículos en revistas
Hemerografía
Partituras
Recursos electrónicos
Fonogramas
Emisiones radiofónicas y conferencias
ÍNDICES DE TABLAS E ILUSTRACIONES
Tablas
Figuras
Ilustraciones
451
451
469
473
475
475
477
479
479
480
481
ANEXOS
Anexo I. Centros documentales consultados
México
Cuba
Francia
España
Reino Unido
Estados Unidos
Anexo II. Catálogo de partituras
Jarabe
Punto cubano
Zapateo cubano
Guajira cubana
Guajiras
483
483
483
483
484
484
484
484
485
485
487
488
489
490
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
INTRODUCCIÓN
I NTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
Durante más de tres siglos, España ejerció una dominación y control sobre
la mayoría del continente americano. La invasión y el saqueo de estos territorios
desde finales del siglo XV tuvieron devastadoras consecuencias para los pueblos
que los habitaban y trajo consigo –entre otros desenlaces– un genocidio cultural
no suficientemente mesurado por la historiografía oficial. El encuentro de diversos
modelos epistémicos provocó la configuración de un espacio cultural –ahora llamado hispanoamericano– en ambas orillas del Atlántico. En este contexto, las músicas circularon durante siglos sin más obstáculo que las censuras y condenas que
ejercía impíamente el poder eclesiástico. Sones y bailes viajaron, adquiriendo rasgos
de cada uno de los territorios donde se asentaron, formando con el tiempo parte
del repertorio considerado propio de cada lugar. Mucha de la música actual puede
ser entendida a partir de estos procesos.
Esta tesis pretende, a través de ejemplos concretos, poner de relieve los estrechos lazos que durante siglos unieron a varias culturas musicales en el contexto
hispanoamericano y analizar en profundidad algunas de las formas en las que se
articularon. Para ello, de entre todos los microsistemas musicales que se fueron
configurando en este espacio cultural –que replican de forma cuasi fractal otros
sistemas de mayor abstracción–, planteo la existencia de uno que involucra, como
1
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
mínimo, a un conjunto de expresiones musicales presentes en tres países distintos,
México, Cuba y España. Estas son: el jarabe loco y el zapateado jarocho, el punto
y el zapateo cubano, y la guajira española. Abordo su estudio en un ámbito temporal que abarca desde finales del siglo XVIII hasta la actualidad. Muestro que, a
pesar de que se encuentran en tres países diferentes y que el periodo estudiado es
bastante amplio, comparten características que permiten relacionarlas.
Una gran parte del corpus musical analizado se corresponde con música del
siglo XIX que es bastante desconocida hoy día. Desafortunadamente dicho repertorio ha carecido de interés para ser estudiado por la musicología o la etnomusicología. Es posible que la delimitación a veces cerrada que se ha dado en estas disciplinas sea una de las razones por la que ambas hayan asumido que no les corresponde la tarea de emprender estudios profundos de los mismos. No obstante, en
trabajos precedentes he mostrado que sí es posible un conocimiento de música del
pasado denominada popular, contrastando los vestigios escritos con la música viva.
Para ello, ha sido necesario el uso de un enfoque transdisciplinar, mismo que aplico
en esta tesis.
Es así que, para mostrar la existencia de dicho sistema, desde una mirada
etnomusicológica utilizo dos enfoques analíticos que se complementan. Por un
lado, una exhaustiva búsqueda y análisis de documentos históricos que abarcan
todo el espectro temporal en estudio y, por otro, el análisis musical paradigmático
de un amplio corpus compuesto por partituras del siglo XIX y transcripciones
tanto de grabaciones antiguas como de música viva. El resultado de ambos análisis
nos proporciona claves para entender la pervivencia de analogías en territorios tan
distantes.
Los resultados develados en esta tesis contradicen algunos de los postulados
suscritos en la investigación sobre estas expresiones musicales. Dicho contraste me
lleva a plantear una reflexión final sobre el modo en que se ha construido el conocimiento musicológico en México, Cuba y España, y la vigencia que en la investigación actual siguen teniendo estas fuentes.
2
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
INTRODUCCIÓN
ANTECEDENTES
Desde hace un par de décadas he dedicado mis trabajos de investigación al
estudio de la música andaluza –más específicamente del flamenco– y su devenir a
lo largo de los últimos siglos. En ese camino ha sido muy común encontrar escritos
que hablan de la influencia “gitana”, “árabe” o “judía” en dicha música. La información sobre los aportes de otras culturas musicales –como las de África subsahariana o las de América– ha sido escasa, a pesar del evidente contacto cultural que
existió por siglos entre estos continentes y España. En el transcurso de mis investigaciones, y especialmente en el desarrollo de mi tesis de maestría (2009) –en
donde analicé la petenera española en el siglo XIX–, fui encontrando evidencias
de algunas relaciones musicales entre Andalucía y territorios americanos. Una vez
concluido dicho trabajo, pude comprender que la influencia que músicas de México tuvieron en la andaluza –y por ende en la española– era más importante de la
que inicialmente podía intuir. Estas relaciones musicales que poco a poco se iban
desentrañando, entraban en sintonía con el espacio cultural compartido descrito
por Antonio García de León bajo la denominación de “Caribe afro-andaluz” en su
obra El mar de los deseos (2002).
Esta realidad estimuló que la motivación principal a la hora de plantear esta
tesis doctoral fuera el continuar con el análisis de algunos de estos lazos. Me enfrentaba a un mundo inexplorado –pues eran prácticamente nulos los trabajos dedicados a los vínculos entre música mexicana y andaluza–, por lo que en los estadios iniciales de esta investigación realicé un planteamiento amplio, aun siendo
consciente de la imposibilidad de abarcar completamente los temas propuestos.
Era necesario el establecimiento de un marco de referencia más general como
punto de partida, de este modo, el título inicial de mi proyecto de tesis fue “La
aportación de la música de México en la conformación del flamenco”. En el transcurso de la investigación fui concretando y acotando más el objeto de estudio,
llegando al punto de centrarme únicamente en un par de expresiones musicales
que forman o han formado parte del flamenco: el jarabe –hoy en desuso en el
mismo– y la guajira flamenca y sus vínculos con algunas expresiones musicales
3
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
pertenecientes a la música jarocha de Veracruz, en concreto el jarabe loco y el zapateado.
Esta delimitación pronto fue insuficiente pues con los datos se hizo cada
vez más presente la necesidad de incluir expresiones musicales de Cuba. Si bien,
como he expuesto, las relaciones musicales entre México y Andalucía apenas han
sido abordadas desde la musicología, no sucede lo mismo con las existentes entre
la música cubana y la andaluza. La literatura musicológica cubana así como la flamencológica, han referido los vínculos entre las músicas de ambos territorios,
como se verá en el siguiente apartado. De este modo, y debido a las notables similitudes estructurales que encontré entre dos expresiones musicales cubanas –el
punto y el zapateo– y las arriba mencionadas, se hizo necesario ampliar el ámbito
de mi investigación. Gracias a los apoyos recibidos por la Coordinación de Posgrado de la Facultad de Música de la UNAM en los años de doctorado, tuve la
posibilidad de realizar dos estancias de investigación en Cuba, las cuales me permitieron acceder a diversos materiales, tanto musicales como documentales, que
de otra forma me hubiera sido imposible conseguir. El ámbito de la tesis quedó
finalmente delimitado en el estudio de estas cinco expresiones musicales: el jarabe
y el zapateado jarocho, el punto y el zapateo cubano, y la guajira española1.
A la par que iba desarrollando esta investigación pude realizar algunos trabajos relacionados con el análisis de otras expresiones musicales compartidas entre
México y España, tales como el fandango (Camacho Díaz, Reyes Zúñiga, y otros
2016), o el sonecito del país denominado el churripampli (Hernández Jaramillo y
Reyes Zúñiga 2017), en donde se profundiza en el entendimiento de dichos lazos
desde una perspectiva similar a la de esta tesis. Ambas publicaciones me aportaron
mucha más claridad sobre el modo en que diversos repertorios circularon y fueron
apropiados en diferentes territorios. Todo ello me permitió ir refinando las herramientas y metodologías de estudio para este tipo de fenómenos.
1
Al no disponer de suficiente documentación musical del jarabe en el ámbito flamenco, lo excluyo del corpus de análisis musical, aunque sí expongo la documentación histórica localizada
sobre el mismo.
4
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
INTRODUCCIÓN
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
Teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente, las preguntas fundamentales
a las que trata de dar respuesta esta tesis son las siguientes: ¿Comparten las expresiones musicales en estudio rasgos o estructuras musicales de manera que se pueda
considerar que forman un sistema musical de transformaciones? Y si es así, ¿de
qué manera se puede explicar que éstas presenten similitudes a pesar de la distancia
tanto geográfica como temporal? La hipótesis de trabajo planteada para tratar de
satisfacer las preguntas de investigación se puede enunciar de la siguiente forma:
El jarabe loco y el zapateado veracruzano, el punto y el zapateo cubano, y las guajiras, de México, Cuba y España, respectivamente, están relacionados formando un
sistema musical de transformaciones fruto de los intercambios musicales y culturales que se produjeron entre los tres países durante siglos. Aunque cada expresión
musical fue adquiriendo rasgos propios según el territorio donde se cultive, y pese
a los cambios que han tenido a lo largo del tiempo, han seguido conservando algunas estructuras musicales compartidas.
La delimitación temporal de este estudio abarca desde los últimos años del
siglo XVIII –donde se tienen ya noticias de alguna de estas expresiones musicales–
hasta las primeras décadas del siglo XX, puesto que es el periodo en el que identifico más similitudes entre ellas –tanto musicales como performáticas–. A partir de
ese momento, cada expresión musical tomará de forma más marcada un rumbo
propio que las hará quedar definidas con sus fisonomías actuales. Aunque es un
tema muy interesante, no es objeto de este trabajo realizar una descripción detallada de las manifestaciones y formas de estas expresiones musicales fuera de este
espectro temporal.
5
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
JUSTIFICACIÓN
Habitualmente cuando se habla de repertorios compartidos entre distintos
territorios de Hispanoamérica se hace de manera general, incluso en modo de enlistado, sin que se aporten datos concretos. La contribución de esta tesis a la investigación musical se da en, por lo menos, dos niveles de abstracción: en el primero,
se muestra una gran cantidad de información sobre rasgos específicos –tanto musicales como historiográficos– de cada una de las expresiones musicales estudiadas.
Este hecho no es menor si se toma en cuenta el número –cinco– y su proveniencia
–tres países diferentes–. En un segundo, se aportan datos que permitirán un mejor
entendimiento sobre los grandes sistemas musicales regionales en los que se enmarcan actualmente, esto es, el son jarocho, la denominada música campesina cubana y el flamenco. Por tanto, el interés que despierta es de carácter transnacional.
La metodología y los resultados obtenidos contribuyen a debates actuales
concernientes al cuestionamiento de tajantes dicotomías que tradicionalmente
oponen a las prácticas de la musicología y la etnomusicología y su consecuente
trasfondo político: acercamiento histórico vs. enfoque etnográfico; la oralidad vs.
la escritura; música “académica” vs. música “folclórica” o “tradicional”; análisis
musical vs. análisis cultural, etc. También se contribuye a la discusión sobre el
modo en que se ha construido y se construye conocimiento en la investigación
musical, haciendo un cuestionamiento de ciertos postulados que hasta ahora perviven y que siguen siendo admitidos. A partir de ejemplos concretos, se muestra
que rompiendo con prejuicios, y con cierta creatividad, es posible la combinación
de estrategias metodológicas para un mejor entendimiento de la realidad.
Por último, este trabajo tiene también el ánimo de despertar el interés de los
intérpretes hacia géneros como la zarzuela, o la música de salón del siglo XIX, de
los cuales las expresiones musicales en estudio formaron parte y que, pese a ser
muy populares en su época y de trascendental importancia para su difusión geográfica y la conformación de ciertos repertorios orales, en la actualidad sus representaciones son minoritarias en relación con otras manifestaciones de música llamada académica.
6
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
INTRODUCCIÓN
ESTADO DE LA CUESTIÓN
Aunque se han realizado trabajos de investigación concernientes a las distintas expresiones musicales abordadas en esta tesis, encuentro que la mayoría de
ellos no ha planteado un estudio riguroso y profundo de las mismas, y tampoco he
hallado algún trabajo que haya descrito, de alguna u otra manera, los vínculos que
pueden existir entre todas ellas. En este apartado presento de manera muy general
cuáles han sido los principales planteamientos de los trabajos precedentes. Algunos
de ellos son analizados con más detalle en el capítulo sexto, donde abordo la temática de la construcción del conocimiento musicológico o etnomusicológico
desde el siglo pasado sobre música denominada popular y/o de tradición oral.
En términos generales, dentro de la investigación mexicana es aceptada la
idea de que el jarabe ha sido una de las prácticas musicales relevantes de México,
pues ha tenido una importante presencia en diversas culturas musicales en casi
todo el país. Al hacer una revisión sobre estudios recientes2 –de este siglo XXI–
que hablan sobre el jarabe del siglo XVIII y XIX, ya sea como tema secundario o
central, encuentro que en la mayoría de ellos hay un consenso en el relato que se
ha escrito del mismo. Es así, que se habla de su “origen” o “procedencia” como
un tema ya “sabido”. Dicha “historia” del jarabe fue construida a partir de trabajos
de investigación realizados sobre todo en la primera mitad del siglo pasado, que
aún son recurrentemente citados en textos actuales. Tan es así que hoy día son
considerados fuentes obligadas para cualquier interesado en adentrarse en el estudio de la música mexicana.
El escrito que suele ser tomado como referencia en el estudio del jarabe es
el titulado El Jarabe. Baile popular mexicano del investigador Gabriel Saldívar (1937).
El aporte de Saldívar fue muy novedoso, pues fue una de las primeras investigaciones que sustentan sus hipótesis con documentos de los siglos XVIII y XIX,
principalmente del Archivo General de la Nación, y con partituras del siglo XIX.
2
Hago la aclaración que me interesa ceñir esta revisión a trabajos o ediciones recientes, pues esta
“actualidad” aporta perspectiva al cuestionamiento sobre el modo de conocimiento que se está
produciendo.
7
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
El uso de estas fuentes le proporcionó gran autoridad y casi todas sus afirmaciones
han sido consideradas “demostradas” con estos documentos, sin hasta el momento
ser cuestionadas. Además de éste, otros trabajos que son recurrentemente citados
al hablar del jarabe son de Gabriel Saldívar (1934), Manuel M. Ponce (1937), Otto
Mayer-Serra (1941) o Vicente T. Mendoza (1956), entre otros.
Uno de los temas más recurrentes en los trabajos que refieren al jarabe es la
casi unánime atribución hispánica a su origen, que pone de manifiesto el consenso
ya señalado. Es habitual encontrarlo descrito como un derivado de expresiones
musicales que los autores consideran españolas como fandangos, seguidillas, tiranas, boleras, canarios, jotas o zambras. Entre los trabajos más recientes que sostienen este origen están (Vázquez Valle 2002; Sánchez Azuara 2003; Chamorro
Escalante 2006; Pareyón 2007; González 2007; Paraíso 2010).
A pesar de que el jarabe es considerado una de las expresiones musicales
mexicanas más importantes y longevas (González 2007, 340), es sorprendente que
haya pocos estudios actuales centrados en el mismo. Uno de ellos bastante reciente
y que dedica algunas páginas al jarabe del pasado, es la tesis doctoral de Gabriela
Mendoza-García titulada Bodily Renderings of the Jarabe Tapatio in Early Twentieth-Century Mexico and the Millennial United States: Race, Nation, Class, and Gender (2013). Este
trabajo aporta un amplio estado del arte que muestra cómo han sido las construcciones discursivas de la noción jarabe y tapatío a lo largo de la historia mexicana,
tanto por autores de inicios del siglo XX como actuales (2013, 3-10). Muchos de
los autores que refiere son los ya mencionados y ella también reconoce que han
sido recurrentemente citados en los estudios sobre la música y el baile de México.
Por otro lado, analiza el modo en que fue utilizada esta expresión músico-dancística a lo largo del siglo XIX. Dado que dicha revisión la realiza con el objetivo de
mostrar cómo estos discursos están relacionados con narrativas políticas, no “toma
partido” por ninguna de las historias construidas del jarabe que expone, es decir,
se desmarca de estas narrativas. Esa sección constituye un buen material de referencia para todo el que quiera acercarse al jarabe, no obstante, dado que éste no
aparece citado en otros trabajos actuales, entiendo que aún es bastante desconocido en la musicología mexicana. A excepción de Mendoza-García, ninguno de los
8
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
INTRODUCCIÓN
autores citados pone en duda los postulados sobre los orígenes del jarabe propuestos por Saldívar o Mendoza, a pesar de que éstos únicamente fueron enunciados,
sin ser sustentados con algún tipo de análisis. A este respecto abundaré en el sexto
capítulo.
En lo que concierne a la denominada música campesina cubana, a lo largo
del siglo pasado y hasta nuestros días, diversos musicólogos –sobre todo cubanos–
, han dedicado algunas de sus investigaciones a su estudio. En general, en todas
encuentro conclusiones bastante similares. La primera es la concepción mayoritaria
de que la música campesina tiene un origen hispánico (Iraizoz 1929; Grenet 1939;
Merino 1945; Linares Savio ca. 1960; 1967; 1999; León ca. 1960; 1964, Moldes
1975; Fernández 1975; Pérez Sanjurjo 1986; Évora 1997; 2003; Linares Savio y
Núñez Núñez 1998; Manuel 2004; Ledón Sánchez 2003; Sublette 2007; Ramos
Venereo 2013; Carrió 2014; Stavans 2014; Rodríguez Ruidíaz 2015; entre otros).
Esta afirmación es justificada mediante una serie de argumentos, entre los que destaco: a) el empleo de la décima como forma estrófica surgida en España, b) la
presencia de instrumentos cordófonos también considerados oriundos de dicho
país, c) el uso de estructuras armónicas modales supuestamente características de
ciertas regiones hispanas o d) los flujos migratorios que llegaron a Cuba desde España.
Más allá de que la búsqueda de los orígenes de ciertas expresiones musicales
me parezca una tarea infructuosa y casi imposible de abordar con rigor, me gustaría
analizar la lógica argumentativa que estos trabajos utilizan para justificar las afirmaciones enumeradas. Si bien el último de estos argumentos puede ser, en cierta
medida, razonable para reforzar la hipótesis de una procedencia española de esta
música, los tres primeros no me parecen tan determinantes. Para refutar tal afirmación recurro al planteamiento de algunas preguntas: ¿Puede considerarse que,
por el hecho de emplearse en Cuba en el siglo XIX instrumentos cordófonos como
guitarras, tiples, arpas o violines supuestamente procedentes de España, la música
interpretada con ellos en entornos campesinos también necesariamente haya llegado desde dicho país? ¿El hecho de que los campesinos de Cuba empleen la dé-
9
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
cima en sus cantos, necesariamente implica que esas canciones llegaran desde España por el único hecho de que supuestamente unos siglos antes Vicente Espinel
había creado allí dicha estrofa? ¿Las estructuras armónicas modales son exclusivas
de la música de España y más específicamente de la andaluza? o por el contrario
¿son estructuras ampliamente difundidas por toda Hispanoamérica y por otras regiones europeas, asiáticas o norteafricanas?
Este planteamiento hispanocéntrico está palpable además en otro hecho:
para describir el origen del punto y del zapateo, solo se admite una circulación
musical unidireccional, desde España hasta Cuba. Esta es una visión simplificada
y reduccionista de los flujos culturales y musicales que durante siglos se produjeron
dentro del contexto iberoamericano, y distorsiona una realidad bastante más compleja, según se vislumbra en trabajos de investigación recientes (García de León
2002; Reyes Zúñiga y Hernández Jaramillo 2013; Reyes Zúñiga 2015).
Aunque ésta es la tendencia predominante, también hay investigadores que
han defendido que esta música es un producto meramente nacional sin que haya
habido una intervención directa de músicas provenientes de España o bien, que su
influencia no haya sido tan marcada. Por ejemplo, específicamente sobre el zapateo
y el punto, Eduardo Sánchez de Fuentes (1874-1944) sostiene que: “es donde menos se nota tal influencia [hispánica]” (1923, 49) y, sobre la guajira afirma que:
“pertenece al sector más puro de nuestra música autóctona, libre de toda influencia
extranjera” (1937, 23). Otros han cuestionado estos postulados hispanocéntricos,
aunque sin profundizar en la justificación de sus enunciados, o presentar algún tipo
de análisis histórico o musical. El pianista e investigador cubano Cecilio Tieles ya
advierte en 1994 que la musicología cubana ha encasillado a las distintas expresiones de Cuba en dos grandes grupos: lo español y lo africano, de una manera genérica: “Cuando en la musicología cubana se definen los antecedentes culturales cubanos como africano y español, se hace una definición demasiado general y difusa.”
(Tieles Ferrer 2007 [1994], 177). También realiza un cuestionamiento serio acerca
de la unanimidad epistemológica que se había mantenido hasta el momento: que
la música campesina cubana es de origen español, y que en ella no hubo participación de personas provenientes de África. Para ello formula estas dos cuestiones:
10
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
INTRODUCCIÓN
Se reconoce y establece, por los musicólogos cubanos, el origen hispánico de la música
campesina cubana. […] ¿Es, realmente, la música campesina música española pura llegada de la península, o un producto del quehacer musical panhispanico? En ambos casos,
¿es música exclusivamente de tipo europeo o, por el contrario, con alguna influencia
africana? (Tieles Ferrer 2007 [1994], 116)
En cuanto a la investigación sobre la guajira española, ha existido unanimidad en la consideración de su origen cubano (Núñez Núñez 2002; López Ruiz
2007; Hurtado Torres y Hurtado Torres 2009; Hayes 2009; Bonilla Roquero 2012;
Bernal Montesinos 2013; Castro Buendía 2014; entre otros)3, y más concretamente
su procedencia del punto cubano. Uno de los estudios más recientes es la tesis
doctoral de Guillermo Castro Buendía (2014). Este autor dedica una sección a la
guajira y a sus vínculos con el punto y la guajira cubana. Realiza una revisión histórica de la guajira en España basada en noticias de prensa principalmente, y comenta diferentes partituras desde el siglo XIX, así como algunas grabaciones fonográficas. De cada una de ellas expone un breve análisis musical descriptivo. No
incluye ningún análisis comparativo, más allá de comentar ciertas semejanzas entre
algunas de ellas o con otras expresiones musicales. Bajo mi criterio, no son suficientes para demostrar el vínculo entre la guajira española con estas expresiones
musicales cubanas, como justifico detalladamente en el capítulo sexto.
Un número escaso de autores ha realizado estudios monográficos sobre las
músicas que circularon en lo que Antonio García de León denomina el Caribe afroandaluz (1992). De acuerdo con dicho autor, en esta región hay un cancionero compartido, fragmentado y conformado a partir de las relaciones comerciales y socioculturales que se instauraron desde el siglo XVI con la invasión de los españoles.
En su libro El mar de los deseos vincula específicamente las expresiones musicales
que yo abordo en esta tesis, entre otros rasgos, por la presencia de la décima:
El comercio y la navegación explican igualmente la difusión de una planta musical propia, más específicamente caribeña, para la décima cantada que va a tener su principal
soporte en alguno de los llamados puntos de navegante de origen claramente portugués,
expandidos desde las islas de Madeira y Azores, y que se va a expresar en un canon
3
Cito en esta relación únicamente algunos de los trabajos más recientes.
11
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
musical marinero que aún se utiliza con ligeras variantes para la improvisación de la décima espinela en Cuba, Canarias y Nueva Orleáns (el punto guajiro), Santo Domingo (el
galerón), Andalucía (la guajira), Puerto Rico (el punto), en Venezuela oriental y los Llanos
colombianos (el galerón), en Panamá (la mejorana) y en el cancionero jarocho de Veracruz
(el zapateado y el jarabe loco). (2002, 193)
Sostiene que comparten un lenguaje entre ellas: “no cabe duda de que estamos ante un lenguaje compartido, o ante los restos de un género común dispersado, estallado en un inmenso continente cultural cuya coherencia suele pasar muchas veces desapercibida.” (2002, 9). Asimismo, Ricardo Pérez Monfort habla de
estos vínculos musicales entre Andalucía y los países de este área (1993; 2007),
apuntando también que se conformaron históricamente: “Sin embargo lo que hoy
sucede en un tablado andaluz, es muy distinto a lo que acontece en una tarima
veracruzana. Pero la distancia tal vez fuese menor en la medida en que nos alejáramos en el tiempo pasado.” (1993, 99). En el libro Música latinoamericana y caribeña,
las musicólogas Victoria Eli y Zoila Gómez, con la finalidad de establecer aproximaciones y relaciones de prácticas musicales de dicha región, emplearon la categoría de “complejos genéricos”. Uno de ellos, el que denominaron “complejo del
punto” incluyó al jarabe, el punto y el zapateo (1995)4. Otro autor que desde el
siglo XIX ya había puesto de manifiesto las relaciones musicales en este territorio
es José Quintín Suzarte (1881). No obstante estas obras, considero que se hace
necesario analizar casos concretos que develen detalles sobre el modo en que se
dieron estas relaciones. Uno de mis aportes con este trabajo es precisamente estudiar uno de estos casos, a partir del cual se podrán ir afinando las aseveraciones
generalistas que se han realizado. Solo con análisis más detallados podremos conocer mejor cómo fueron estos procesos que tanta inquietud han despertado en la
investigación musical.
4
Para la elaboración de su propuesta, las autoras toman como punto de partida otras investigaciones que ya planteaban la existencia de sistemas, relaciones, y transformaciones en la música
latinoamericana. Algunas de éstas son (Vega 1944; Slonimski 1947; Ramón y Rivera 2007
[1977]; León 1974; entre otros). Me parece pertinente por lo menos enunciarlos en este lugar
como antecedentes.
12
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
INTRODUCCIÓN
Se puede concluir, por tanto, que en la mayoría de las obras comentadas en
este apartado, observo una serie de pautas recurrentes, entre las que destaca que
han estado regidas por una constante y obstinada búsqueda de los orígenes de los
géneros musicales. Este relato ocupa una parte considerable de estos trabajos de
investigación, y los vínculos u orígenes propuestos suelen estar basados en interpretaciones etimológicas, en meras suposiciones o en prejuicios. De estos últimos
destaca el de la concepción eurocéntrica –o hispanocéntrica para ser más precisos–
en la mayoría de ellos, según la cual el origen de las expresiones musicales americanas es siempre español. Bajo mi punto de vista, hay una ausencia de rigor en la
mayoría de trabajos de investigación, pues los argumentos aportados no son lo
suficientemente sólidos para sostener las afirmaciones que realizan. Otros aspectos
como la escasez de análisis musicales, la ausencia cuasi generalizada de una revisión
crítica de los trabajos de investigación precedentes o, si se me permite el neologismo, el refritismo imperante en la mayoría de trabajos sobre esta temática, serán
abordados con más profundidad en el capítulo sexto.
MARCO TEÓRICO Y METODOLÓGICO
Uno de los planteamientos centrales de esta tesis es el concepto de sistema
musical de transformaciones propuesto por el etnomusicólogo Gonzalo Camacho.
Dicho concepto permite entender las prácticas musicales de una cultura musical
dada tomando en cuenta no solo los parámetros formales de la música, sino otras
dimensiones sociales. Para comprender cómo éstas se insertan en una cultura musical, es vital conocer los códigos que operan en la organización de los géneros,
dotaciones instrumentales y ocasiones perfomativas, tomando en cuenta el conjunto de procesos y relaciones que entran en juego en la producción de los hechos
musicales. En palabras de Camacho:
Por sistema musical entendemos un conjunto de hechos musicales dentro de una estructura que permite incorporar información codificada, a partir del juego entre la semejanza
13
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
y la diferencia. El contraste de las características permite que los rasgos que sobresalen
por su disparidad se carguen de significado. Desde este punto de vista los sonidos, las
estructuras musicales, los géneros, las dotaciones instrumentales y las ocasiones performativas están dispuestos de acuerdo a ciertos códigos y formas gramaticales que funcionan
como organizadores del fenómeno sonoro, constituyendo vínculos con otras dimensiones sociales. Se funda de esta manera un gran sistema comunicativo. (Camacho Díaz
2007, 169)
Al ser una categoría analítica, este concepto puede ser aplicado de una manera flexible y creativa dependiendo de la problemática que se quiera resolver. Por
ejemplo, la etnomusicóloga Lizette Alegre (2005) investiga el modo y lugar que la
expresión musical llamada vinuete ocupa en el sistema musical de la comunidad de
Chilocuil en la Huasteca Potosina (México). En su estudio muestra que esta expresión musical se inserta únicamente en las ocasiones performáticas que están vinculadas al ciclo ceremonial de la comunidad, a diferencia de otras que se interpretan
en otros ámbitos. A partir de lo anterior, Alegre no solo hace un análisis de las
estructuras sonoras del vinuete, sino que dilucida las significaciones que se le atribuyen al formar parte de este ciclo. Por otro lado, la también etnomusicóloga Lénica Reyes en su tesis doctoral (2015), emplea una interpretación analítica de esta
concepción de sistema para dar cuenta de una expresión musical, la malagueña,
que presenta diversas variantes en diferentes culturas musicales que han pervivido
en un ámbito temporal de algo más de un siglo. Para ello, analiza la lógica estructural que la constituye como una entidad, mostrando cómo estas variantes se insertaron a lo largo del siglo XIX en México y España, y cómo fue modificada e
interpretada en distintos ámbitos sociales (2015, 17).
El concepto de sistema lo empleo en esta tesis para plantear que un conjunto
de expresiones musicales comparten –o han compartido– una serie de semejanzas
en estructuras sonoras y/o performáticas, aunque tienen denominaciones distintas.
Éstas pertenecen a un área sociocultural histórica compartida que comprende al
menos tres países. Por consiguiente, el foco principal se pone en la identificación
de aquellos rasgos que son compartidos entre todas ellas desde una perspectiva
sincrónica. Si bien el planteamiento de un estudio histórico es muy importante en
esta tesis, no atiende tanto al análisis de las sucesivas transformaciones que cada
14
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
INTRODUCCIÓN
una de ellas individualmente ha experimentado a lo largo del tiempo hasta llegar a
sus manifestaciones actuales, como en el caso de Reyes, sino a la identificación de
rasgos compartidos en prácticas musicales, algunas de las cuales han desaparecido
en la actualidad.
Dado que algunas de las expresiones musicales abordadas en esta tesis son
conocidas desde finales del siglo XVIII, es necesario recurrir a fuentes históricas –
tanto documentales como musicales– que nos aporten información sobre las mismas. Para el análisis de estas fuentes se hace necesario el empleo de herramientas
propias de disciplinas como la microhistoria, los estudios de subalternidad o las
recientes aproximaciones al conocimiento de lo sonoro en prácticas musicales del
pasado. A continuación expongo los planteamientos de estas disciplinas que me
sirven en algún momento para el desarrollo de esta tesis.
Comienzo con uno de los postulados que la etnomusicóloga Ana María
Ochoa ofrece en su investigación sobre la escucha de la música popular del siglo
XIX en Colombia (2014). Ochoa argumenta que los documentos históricos que
hablan de la música de su tiempo son, en cierta forma, modos de inscripción tecnológica de lo sonoro que permiten aproximarnos a su entendimiento, a diferencia
de otros planteamientos que niegan la posibilidad de acceder a esta dimensión en
la música del pasado que no fue “grabada”. No obstante, dicha inscripción no está
libre de subjetividad, puesto que la escucha de los autores que la producen está
atravesada por su posición ideológica, política o religiosa y, en consecuencia, este
hecho también condiciona el modo de inscripción reflejado en los documentos
que producen. De esta manera, podemos encontrar distintas formas de inscripciones sonoras. Coincido con Ochoa en que las fuentes documentales dan cuenta de
lo sonoro del pasado y por ese motivo concedo gran importancia a las descripciones documentales que aluden a las expresiones musicales en estudio. También
comparto que es importante tener en cuenta el lugar de la enunciación desde donde
se produce dicha inscripción a la hora de interpretar las referencias históricas. Por
tanto, considero que disponer de un corpus documental amplio, conformado por
una diversidad de autores que se adscriban a distintas épocas, lugares, posiciones
ideológicas, políticas o sociales, nos dará la posibilidad de extraer de dichos textos
15
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
aquellos elementos que aparecen en una mayoría de ellos y que podríamos considerar paradigmáticos. Con todo ello, dispondremos de un abanico de escuchas más
extenso del que podremos extraer información útil. Las facilidades que la tecnología nos ofrece desde hace algunos años en el acceso a las fuentes –digitalización de
fondos, acceso remoto, herramientas de búsqueda y catalogación, etc.–, es fundamental para confeccionar corpus documentales mayores, y de esta forma sortear
ciertas dificultades que los estudiosos de la música llamada “popular” del pasado
tenemos.
Todas las expresiones musicales aquí estudiadas son en algún momento descritas como música “popular”, “campesina”, “del pueblo”, de “léperos”, de “gitanos”, entre otros; es decir, música interpretada por sectores subalternos de la sociedad5. Para hacer frente a la problemática de que ellos no sean quienes producen
los textos o documentos históricos, es decir, que son representados a través de la
mirada e ideología de personas normalmente provenientes de los estratos dominantes, coincido con Lénica Reyes cuando plantea que para el estudio de estos
documentos puede ser útil acudir a propuestas que se han realizado en el campo
de los estudios de la subalternidad y la microhistoria, entre otros (Reyes Zúñiga
2015, 361)6. Uno de los autores sugeridos es el historiador Ranahit Guha quien,
5
En esta tesis utilizo los términos hegemónico y subalterno entendiendo que hay grupos humanos que son poseedores del capital económico y otros que no lo tienen, con todo lo que esto
implica en una relación de desigualdad en el consumo material y cultural. Parto de la premisa
de que ambas categorías no definen grupos homogéneos, sabiendo incluso que ésto complejiza
su uso. Tal y como entiendo con autores como Ginzburg, las relaciones entre lo hegemónico
y subalterno no están basadas en términos de actividad/pasividad, al contrario, nos encontramos ante una dinámica circularidad cultural compleja. Soy consciente que hay un vivo debate
que se hace desde diversos enfoques que cuestiona el uso de unas u otras categorías (Alegre
González 2015), pero incluir dicha discusión rebasaría totalmente el tema central de esta tesis.
6
Estas propuestas coinciden con algunas planteadas por la musicóloga Natalia Bieletto, quien
en su tesis doctoral (2015) y en un artículo posterior (2016), habla también del empleo de
estudios de subalternidad y performance para un acercamiento interpretativo a las fuentes documentales de música popular del pasado. Es comprensible que haya ciertas coincidencias casi
simultáneas en ambas autoras, puesto que éstas son corrientes que han estado en el centro de
debate en la academia, tanto en Estados Unidos –lugar donde Bieletto desarrolló su tesis doctoral– como en México, aunado a que ellas, así como yo mismo, estamos lidiando con una
misma problemática.
16
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
INTRODUCCIÓN
para su estudio de la insurgencia campesina en la India colonial, propone el tratamiento de los documentos históricos como si fueran textos narrativos, siendo así
posible, por tanto, el análisis de las combinaciones de sus elementos discursivos:
“[…] La crítica debe, por lo tanto, empezar no denunciando una tendencia sino
examinando los componentes del discurso, vehículo de toda ideología, por la manera en que pudieran haberse combinado para describir cualquier figura particular
del pasado” (2002, 53). Para su análisis, retoma los conceptos de funciones e indicios
utilizados por Roland Barthes (1993) en el estudio de textos históricos:
Los componentes de ambos tipos de discurso y las variantes discutidas hasta ahora son
lo que denominaremos segmentos. Confeccionados con el mismo material lingüístico,
es decir, conjuntos de palabras, de extensión variable, son de dos clases que pueden
designarse, según su función, como indicativos e interpretativos. Esta diferenciación implica asignarles, dentro de un texto, el papel respectivamente de informar y de explicar.
[…] La diferencia entre ellas corresponde a la que existe entre los dos componentes
básicos de cualquier discurso histórico, que utilizando la terminología de Roland Barthes,
llamaremos funciones e indicios. Los primeros son los segmentos que ordenan la secuencia
lineal de una narrativa. Contiguos, operan en una relación de solidaridad en el sentido de
implicación mutua y reúnen conjuntos cada vez mayores que se combinan para elaborar
la narración agregada. Los segundos se pueden considerar como la suma de microsecuencias a cada una de las cuales, al margen de su importancia, debiera ser posible asignar
nombres mediante una operación metalingüística, usando términos que puedan o no
pertenecer al texto estudiado. (Guha 2002, 53-54)
A partir de lo anterior, expone que las funciones corresponden con el eje
sintagmático –o metonímico–, y los indicios al eje paradigmático –o metafórico–
del discurso. En este sentido, explica que un texto puede ser predominantemente
metonímico o metafórico dependiendo del número de componentes identificados
en dichos ejes. En este análisis y haciendo una homología entre una oración y narración, el autor sugiere que dentro de las fuentes, los indicios están reflejados por
adjetivos o epítetos, y las funciones por verbos (2002, 58). A partir de estos conceptos Guha ejemplifica su proceder analizando algunos documentos del siglo
XIX. En el análisis de los documentos históricos que utilizo en esta tesis, presto
atención a las funciones, es decir, a las acciones y hechos. De ellos extraigo, por
ejemplo, aquellos elementos perfomáticos que me ayuden a entender las prácticas
17
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
musicales en estudio y poder así relacionarlas entre sí. Las interpretaciones de los
autores –que reflejan el locus de enunciación que Ochoa también enfatiza– es decir, los adjetivos, son leídos con mucha cautela, y más bien para lo que pretendo
demostrar en esta tesis son ignorados en algunas ocasiones7.
Otro autor que ha sido de mucha utilidad y me ha inspirado para acercarme
sin temor a las fuentes históricas en el estudio de la música, es el historiador Carlo
Ginzburg (2010 [1976]; 2003). Interesado en el debate sobre la posibilidad de conocimiento de las culturas llamadas subalternas del pasado, en tanto que solo tenemos acceso a ellas a través de su representación en los documentos históricos,
plantea que desarrollando estrategias analíticas sí es posible su estudio: “Hay que
admitir que cuando se habla de filtros e intermediarios deformantes tampoco hay
que exagerar. El hecho de que una fuente no sea «objetiva» (tampoco un inventario
lo es) no significa que sea inutilizable.” (2010 [1976], 19). Motivado en parte por el
trabajo de Mijail Bajtin (2003 [1965]), retoma el concepto de circularidad cultural:
“[…] si aceptamos la hipótesis de circularidad, tenemos que admitir que ésta impone al historiador criterios de verificación distintos a los habituales. Esto se debe
al hecho de que cultura dominante y culturas subalternas juegan una partida desigual […].” (2010 [1976], 275). Para lograr este fin se ayuda de la noción de paradigma indiciario, proponiéndose escudriñar y:
[…] atrapar el elemento ‘dialógico’ subyacente en todos estos testimonios y discursos, y
a través de este mismo elemento, y de otra serie de procedimientos oblicuos, indirectos,
indiciarios y a contrapelo, acceder finalmente y de alguna manera a esa misma cultura de
las clases subalternas, pero vista y reconstruida desde su propio punto de vista (Aguirre Rojas
2003, 46-47).
7
El lector debe recordar los objetivos centrales de mi estudio, si bien, parecería que podría estar
dejando escapar información interesante sobre los actores sociales que producían y/o vivían
esta música, mi prioridad es demostrar que las expresiones estudiadas están relacionadas entre
sí. En este sentido, creo que el material que se ofrece aquí queda disponible para ser analizado
desde diversas perspectivas. Estoy seguro que muchas de las fuentes mostradas son valiosas
para el entendimiento de la vida musical en la sociedad decimonónica iberoamericana.
18
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
INTRODUCCIÓN
En el contexto de la investigación sobre música latinoamericana este fenómeno ha sido reconocido con anterioridad, por ejemplo por la musicóloga Victoria
Eli, cuando argumenta que la música teatral sale de los escenarios para formar parte
de la vida cotidiana:
El proceso de transculturación que se vivió en América provocó un gran intercambio de
elementos estructurales en el lenguaje formal de la música y un verdadero muestrario en
las maneras de cantar y bailar. Seguidillas, fandangos, polos, carambas, cuandos, tiranas,
fines de fiesta y mojigangas, entre otros, junto a canciones, guarachas, contradanzas,
jarabes, sones, yaravíes y tonadas se difundieron por suelos de América generando un
repertorio que adquirió una vida propia, ajeno al entorno teatral del que tomaron parte.
(2010, 96)
Una de las aplicaciones que le he dado a dicha noción en otras publicaciones
(Reyes Zúñiga y Hernández Jaramillo 2013; Hernández Jaramillo y Reyes Zúñiga
2017) ha sido poner la mirada tanto en las fuentes documentales, como en las partituras y transcripciones. Creo firmemente que dentro de la música escrita, al igual
que en los documentos, también es posible encontrar dichas huellas, esos “elementos estructurales” que nos comenta Eli en la cita anterior. Para ello, tomo en cuenta
tanto el análisis de las diferencias y semejanzas estructurales que revela el análisis
musical, como otros elementos, entre ellos, el tipo de fuente tipográfica, la ocasión
musical donde podía ser interpretada dicha partitura, anotaciones, sucesión de correcciones en manuscritos, información que aparece en las portadas, etc.
A lo largo de los años he ido desarrollando estrategias teórico-metodológicas junto con Lénica Reyes que permitieran resolver problemáticas de investigación sobre música llamada “popular” del pasado que no habían sido resueltas. Es
posible decir que no ha habido investigaciones que hayan develado información
tan detallada sobre las expresiones musicales estudiadas como la que nosotros hemos aportado con nuestro enfoque. La experiencia que he adquirido con dichos
trabajos en estos años me permite proponer la idoneidad de este marco teóricometodológico –que se ha nutrido de algunos autores anteriormente mencionados–
para el estudio de la música que abordo en esta tesis.
19
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Nuestro planteamiento parte de la integración de los resultados del análisis
de fuentes documentales históricas, y del análisis de documentos musicales (escritos o grabados). Como vimos anteriormente, autores como Ochoa o Bieletto, aseguran la posibilidad de un acercamiento a diferentes dimensiones de la música del
pasado a través de documentos históricos. Nosotros ampliamos dicha premisa aseverando que hay muchas obras8, piezas, canciones, sones, etc. llamadas “populares” que fueron escritas en notación musical y que el estudio de sus partituras nos
permite conocer dicha música, por lo menos en su dimensión estructural. La experiencia que hemos tenido nos demuestra que de la música llamada “popular” que
realmente fue popular en tiempos pasados –en el sentido que eran músicas de
moda y por ende presente en diversas ocasiones musicales9–, es muy probable encontrar vestigios musicales escritos que nos ofrezcan información relevante acerca
de cómo pudieron haber sonado. Con sorpresa hemos visto que muy pocos musicólogos o etnomusicólogos consideran de utilidad estas partituras –aun cuando su
cantidad es muy elevada–, en el sentido de considerarlas como una inscripción
sonora solvente de esta música. Quizás al pensarlas como música “popular”, con
el prejuicio de concebir que esta música era “oral”, numerosos estudiosos opinan
que estas partituras responden solo a “inspiraciones” o préstamos que los compositores hacen de “temas populares” (González Sánchez 2011; Castro Buendía
2014), cuando los resultados de nuestras investigaciones nos han mostrado que
realmente son una minoría las obras cuyos compositores tuvieron estos planteamientos. Pareciera que el hecho de ser producidas desde la notación musical occidental ya es motivo para no tomarlas en cuenta.
Quizás el factor más decisivo a la hora de poder realizar estas afirmaciones
ha sido el empleo de un análisis musical estructural: el análisis paradigmático. Si
bien hoy día puede ser denostado por algunos investigadores por ser considerado
caduco o pasado de moda, puedo aseverar que constituye una herramienta muy
8
Llevamos años recorriendo numerosos archivos de diversos países y hemos recolectado varios
miles de partituras de este tipo de repertorio.
9
La circularidad de la que nos habla Ginzburg explica el hecho de que músicas supuestamente
“orales” estén presentes en ocasiones musicales donde sí llegaron a escribirse en partituras.
20
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
INTRODUCCIÓN
útil y pertinente para el estudio de la música del pasado. En este punto incluyo el
matiz de que no lo entiendo únicamente tal y como Ruwet lo formuló en la década
de los sesenta, sino que ha sido necesario complementar el mismo con nuevas
propuestas metodológicas que hemos realizado para adaptar esta herramienta a los
requerimientos específicos del corpus estudiado. En este sentido hemos propuesto
formas de segmentación, de agrupación de segmentos, adaptaciones para el análisis
de diversos aspectos musicales y contextuales, así como nuevas propuestas de representación de resultados incluyendo una serie de indicadores estadísticos que nos
hacen palpable información importante que a simple vista puede no ser percibida10.
Aunado a esto, hemos diseñado y programado la herramienta informática SAAP
(Software de Automatización del Análisis Paradigmático) que recoge todos los
aportes que hemos hecho a la metodología, y que ha permitido el análisis de corpus
compuestos por decenas de obras musicales (Hernández Jaramillo y Reyes Zúñiga
2012; Hernández Jaramillo 2015).
Las estructuras sonoras que podemos extraer del análisis paradigmático difícilmente darán cuenta de aspectos importantes de la producción sónica, como la
dimensión tímbrica, las peculiaridades vocales o los modos de interpretación, pero
siendo consciente de que es imposible obtener un conocimiento completo, sí al
menos podemos lograr un acercamiento trascendental de otros aspectos característicos de estas músicas del pasado. Un método que nos ha servido para corroborar la “fiabilidad” de las partituras, ha sido la inclusión de la comparación de éstas
con música oral que fue grabada y/o que sigue viva actualmente. La comparación
de las estructuras contenidas en las viejas partituras con las que se encuentran en
las músicas “vivas”, ofrece por lo general un alto grado de similitud11. Al igual que
comenté sobre el análisis de fuentes documentales, es un elemento trascendental
el poder disponer un corpus de estudio amplio. Afortunadamente, como también
he mencionado, hoy día es posible tenerlo al alcance, situación que hace poco más
10
A este análisis musical paradigmático y sus nuevas propuestas metodológicas dedico íntegramente mi tesis doctoral de la Universidad de Sevilla (2015).
11
En algunos casos esta similitud es prácticamente íntegra.
21
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
de una década no era posible. Enfatizo este hecho, pues a mayor tamaño muestral,
más contundencia ofrecen los resultados12. En este sentido, no se puede caer en lo
que lamentablemente es una práctica común en la investigación musicológica, que
es formular generalizaciones sobre esta música basadas solamente en una obra o
en un número muy reducido de ellas. Lo aprendido a lo largo de estos años no ha
sido siguiendo “recetas”, sino que lo hemos ido adaptando a partir de las distintas
problemáticas que surgían dependiendo de las particularidades de las expresiones
musicales investigadas. De este modo, si bien en esta tesis tomo como punto de
partida lo anterior, en el camino tuve que realizar ajustes en las estrategias o enfoques en momentos específicos.
En el caso concreto que aquí analizo me enfrento principalmente a dos problemáticas. En primer lugar la ausencia de bibliografía que aborde el estudio conjunto de estas expresiones musicales y, en segundo lugar, que éstas han quedado
prácticamente restringidas en la actualidad al ámbito de la oralidad13. Al emprender
la labor de realizar el análisis musical de estas expresiones musicales de tiempos
pasados –incluso anteriores a las grabaciones fonográficas– hay que resolver un
par de cuestiones: el problema de localizar partituras de las mismas, y el de determinar si éstas pueden ser “fiables”, es decir, representativas de lo que la gente cantaba o tocaba en la época en entornos orales, para poder de esta manera ser comparadas con los repertorios actuales. Las etapas o fases de las que consta mi proceder son las siguientes:
12
Quiero aclarar que no estoy desdeñando la importancia del carácter cualitativo del análisis. Más
bien considero que es enriquecedor tomar en cuenta ambos aspectos, el cualitativo y el cuantitativo.
13
Tanto el jarabe loco como el zapateado en Veracruz forman parte de los denominados sones
jarochos, el punto y el zapateo –este último prácticamente desaparecido en la actualidad– pertenecen a la tradición musical campesina cubana, y la guajira en España está circunscrita esencialmente al ámbito flamenco.
22
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
INTRODUCCIÓN
1ª. Recopilación de fondos documentales, musicales y audiovisuales relacionados
con el objeto de estudio. Esta tarea se realiza en diversos archivos y bibliotecas14, tanto de manera presencial15 como mediante acceso online, y también en
ocasiones por la adquisición de dichos fondos. Esta documentación se puede
clasificar en cuatro categorías: a) Partituras desde el siglo XIX (unas ciento cuarenta partituras en total) para la configuración del corpus de análisis; b) publicaciones periódicas desde finales del siglo XVIII de diversos países como México, Cuba, España, Estados Unidos o Francia (más de mil cien referencias
analizadas); c) documentación escrita proveniente de publicaciones como libros, novelas, crónicas de viajeros, recopilaciones de poesías, etc.; d) Material
audiovisual compuesto por películas, documentales y grabaciones fonográficas
necesarias para la definición del corpus de análisis musical.
2ª. Catalogación de toda la documentación recopilada. Dada la enorme cantidad
de información es necesario emplear un sistema para su catalogación, localización y acceso. Para ello empleo tanto hojas de cálculo como una aplicación
informática de autoría propia, específicamente diseñada para clasificar, relacionar, localizar, visualizar y manejar la documentación.
3ª. Análisis documental conforme al marco teórico definido. En esta fase se realiza
un análisis de los elementos performáticos que encuentro en diversas descripciones de las prácticas musicales.
4ª. Análisis musical. Se emplea el análisis paradigmático con el software SAAP
sobre diferentes elementos musicales como las alturas, los intervalos, o el ritmo.
5ª. Redacción del trabajo de investigación y sus conclusiones, conjuntando los resultados de los diferentes análisis realizados.
14
15
En el anexo I aparece la relación de los centros documentales consultados.
Las facilidades que nos proporciona el Posgrado de Música de la UNAM ha hecho posible la
realización de prácticas de campo y la estancia en centros documentales de diversos países.
23
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
CONTENIDO DE LA TESIS
El contenido de esta tesis está organizado en tres secciones. La primera de
ellas está dedicada al análisis de fuentes documentales históricas y consta a su vez
de tres capítulos dedicados cada uno de ellos a los territorios involucrados en este
trabajo: México, Cuba y España. Con este análisis se muestra el papel que cada una
de las expresiones musicales ha tenido en el pasado en las ocasiones musicales, así
como los actores sociales involucrados. También se muestra la circulación que estos repertorios tuvieron en los países citados. En la segunda sección expongo los
distintos análisis musicales realizados. Por un lado los referidos a las variaciones
instrumentales –en el cuarto capítulo– y, por otro a las coplas –en el quinto–. Para
cada uno de los análisis se especifican los criterios analíticos que se han tomado, el
corpus seleccionado así como los resultados obtenidos con diferentes niveles de
detalle. La tercera sección consta de un capítulo donde se ponen en diálogo los
resultados del análisis documental y musical. También se contrastan dichos resultados con lo que tradicionalmente se ha escrito en la literatura musical sobre las
distintas expresiones musicales. Esta labor es imprescindible en un trabajo doctoral, para cuestionar hasta qué punto la investigación precedente se ha construido
sobre argumentos sólidos, y si las teorías que han ido circulando a lo largo del siglo
XX hasta nuestros días pueden seguir teniendo vigencia en esta época.
Por último, me gustaría señalar algunos criterios formales que he seguido en
este trabajo. En las citas que incluyo he respetado tanto la ortografía original, aunque puede diferir de la aceptada como correcta en la actualidad, como las posibles
erratas de imprenta y los estilos tipográficos originales. El estilo de citación que
empleo es Chicago, incluyendo las referencias en el propio texto, excepto cuando
la cita se refiere a una fuente hemerográfica de la que desconozco el autor. En ese
caso, para facilitar la lectura y referencia de fuentes la incluyo a pie de página indicando el nombre de la publicación, la ciudad, la fecha completa y la página.
24
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
PRIMERA PARTE: ANÁLISIS DOCUMENTAL DE FUENTES HISTÓRICAS
P RIMERA PARTE
ANÁLISIS DOCUMENTAL DE FUENTES
HISTÓRICAS
25
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
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JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
C APÍTULO 1. E L JARABE Y EL ZAPATEADO EN V ERACRUZ
CAPÍTULO 1
EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN MÉXICO
En este capítulo analizo las referencias documentales encontradas del jarabe
y el zapateado veracruzano. El objetivo principal es dar cuenta del importante papel que tuvo el jarabe en México y en cierto momento también en España y Cuba.
La diversidad de ocasiones musicales y de actores sociales que lo interpretaron
habla de una dinámica circulación de los códigos performáticos subyacentes en él.
Como se muestra, el jarabe es discursivamente asociado a un estamento social
subalterno, sin embargo, en la práctica esto no ocurrió así, estando presente en
diferentes estratos sociales. Sin pretender hacer una “historia” del jarabe –pues
rebasaría los límites de esta tesis doctoral–, este capítulo demuestra con datos la
intensa presencia que éste ha tenido en el siglo XIX y reúne una gran cantidad de
información del pasado que puede ser de utilidad a los interesados en el tema. El
uso de estas fuentes ayuda a obtener información trascendente que me permite
vincular estas expresiones musicales mexicanas con otras de Cuba y España. Al
final del capítulo se ofrece una sección donde se aportan descripciones de cómo
era interpretado el jarabe y el zapateado, cuyo análisis nos permitirá posteriormente
identificar elementos performáticos compartidos con otras prácticas musicales en
estudio, como el punto o el zapateo cubano.
27
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
EL JARABE
En este apartado hago un breve repaso de algunas fuentes documentales
que refieren al jarabe en México. Para ello comienzo analizando sus primeras menciones y su difusión geográfica por todo el país. También enfatizo el análisis de
algunos temas como su inclusión en diversas obras escénicas como arquetipo de
música netamente mexicana, sus formas métricas como un elemento característico
del mismo, o alguna de sus variantes referidas durante el periodo analizado.
PRIMERAS NOTICIAS DEL JARABE
Las primeras referencias del jarabe en México hasta ahora encontradas lo
sitúan en los escenarios en los últimos años del siglo XVIII. Una de las más antiguas la aporta la investigadora Maya Ramos, quien localiza una crítica al baile del
jarave interpretado en el Coliseo de México por la artista María Loreto Rendón. De
acuerdo con Ramos, al reverso de un programa de teatro del 17 de mayo de 1787
custodiado en la Biblioteca Nacional de México16, se puede leer: “En este día bailó
Loreto el jarave con la cuchillada y otras posturas del mismo estilo, en términos más
obscenos aún que en lo antiguo, y después bailó el suán, que es de igual carácter”
(2013, 173). Años más tarde el jarabe se siguió presentando en el Coliseo en varias
ocasiones de acuerdo con la información que nos aporta Enrique de Olavarría y
Ferrari (1895a, 139-142). Menciona, por ejemplo, una función de maromeros o
equilibristas en 1790, donde: “el payaso bailará el jarabe, vestido de mujer, en la
misma maroma”17, o el anuncio, en verso, del baile y canto del jarabe como un
“son del país”:
16
La autora indica la siguiente referencia: Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional, Asuntos
de Teatro, vol. 1412, f. 263v.
17
Aunque, según Armando de María y Campos esta representación es del año 1791; en su libro
Los payasos, poetas del pueblo. El circo en México muestra una reproducción del programa de teatro
de esta función en (1939, 21). También Maya Ramos (2010, 173) afirma que es de 1791 y que
corresponde con la función a beneficio de “La Romanita” (FRBN, Asuntos de Teatro, vol.
1402).
28
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
Las lanchas y Boleras tan graciosas,
y otros sones del país, ya conocidos,
Jarabe y Bergantines cantarán,
las que Acosta y Morales bailarán. (1895a, 140-141)
Asimismo, señala que el jarabe se presentó en funciones a beneficio de los
miembros de la compañía del Coliseo en ese mismo año, por ejemplo, en la función
a beneficio del “primer galán” Juan de Lagenheim: “bailó el Jarabe y una Tiranita
Ana Maguei y Espíndola”; en el beneficio de Fernando Gavila: “Entre pieza y pieza
se bailaron el Jarabe de la tierra, unas Boleras, un Solo a la inglesa y El fandanguillo
de Cádiz.”; en el “beneficio de Juan Moreno, primer gracioso, Miguel de Ayala,
segundo, y José Duque, tercer galán”, donde “Amenizaron la función los sainetes
El Oso y La Venta y los bailables El esqueleto, El jarabe y El fandanguillo.”; en el
beneficio de Gerónimo Marani “Las boleras y los bailes de la tierra Bergantines y
Jarabe”; o bailado a dúo: “Machuca bailó La muerte de Arlequín y La Bamba, y
Arízar y la Magueyito El Jarabe” (1895a, 142).
El 27 de agosto de 1792 también está presente en el beneficio de Ana Maguei y Espíndola18, donde “la misma interesada desempeñará los agradables baylecitos nombrados xarave, bergantín y fandango andaluz.” (Ramos Smith 2013, 181). Por
otro lado, en el reglamento del teatro de este mismo año se incluye en la lista de
sones de baile prohibidos en los intermedios de las obras (Ramos Smith 2013, 181):
“Con respecto a los bailes de los intermedios, en el reglamento interno se estipuló
“que sin superior permiso no pueden vailarse los sones o tocatas de la tierra como
jarave, tama[mani]les, garbanzos, etcétera”, lo cual, como era costumbre, no se acató”
(FRBN, Asuntos de Teatro, vol. 1410, f. 26v)19.
Armando de María y Campos (1959, 192) y posteriormente Maya Ramos
relatan la denuncia de un incidente acaecido en una función en el año de 1793
relacionado con el jarabe. En la descripción del suceso, Ramos destaca el entusiasmo que generaba su baile (2013, 189):
18
19
En ocasiones su primer apellido también aparece como Maguey.
En otra publicación de Ramos (2010, 103), aparece esta misma cita con una referencia diferente: (FRBN, Asuntos de Teatro, vol. 1410: 33-36 y 337r).
29
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
En los beneficios el repertorio incluía ballets y danzas de la corte, pero destacaban los
bailes “del país” como el jarabe, que gozaba de gran popularidad entre casi todos los
sectores del público. Queda un curioso ejemplo del entusiasmo que despertaba, no solo
en los espectadores del mosquete y las cazuelas, sino hasta en las dos de clase acomodada
que ocupaban las bancas de luneta. El 21 de septiembre de 1793, el juez de teatro Cosme
de Mier y Trespalacios informó al virrey de que:
Al tiempo de baylar el jarabe en la comedia de ayer, dixo en voces altas y descompuestas don Juan Rueda: “mi alma, Dios te guarde”. Otra: por lo que dispuse
inmediatamente arrestar su persona y asegurarla en la cárcel de corte juntamente
con la de don José Barbieri, que incitaba a Rueda y en voz baxa le apuntaba lo
que había de decir.
Este hecho fue público como que estaban sentados los dos en la primera banca:
por lo mismo me pareció digno de alguna demostración, pues ya en algunas otras
ocasiones he advertido algún exceso de esta clase que no he podido castigar por
la incertidumbre del culpado.
Participo a Vuestra Excelencia todo lo ocurrido en este caso, para que se sirva
disponer lo que sea de su superior agrado. […] (AGN, Historia, vol. 478, exp. 6
ff. 3-4r.)
Parece ser que estos incidentes relacionados con la interpretación del jarabe
no fueron aislados. La investigadora citada nos relata las medidas que la autoridad
seguía proponiendo para controlar o incluso prohibir el “indecentísimo vaile del
jarave” (2013, 281):
Para vigilar el orden se comisionó a los regidores del Ayuntamiento, que debían asistir
por turno y rendir un informe al virrey. Uno de ellos comentó que:
advertí vastante exceso de vozes obcenas en los intermedios del entremés y vaile
particularmente en el último a que después de la propensión natural dio ocasión
la desenvoltura con que se acostumbra el jarave y otras piezas del país que no me
acuerdo determinadamente, y el poco cuidado de la tropa que estaba para conservar el orden…
Otro regidor, aún más severo, opinó que esas funciones debían prohibirse, pues las representaciones de tema religioso “se inventaron para el debido recuerdo y justo desaogo
de la piedad cristiana en las familias regladas y principalmente en las comunidades religiosas, y de ninguna manera en los teatros o asientos públicos”, y sugirió que si se continuaren, porque no se puedan escusar, las autoridades deven impedir, como lo hize la
30
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
referida noche, que se mesclen con la representacion del coloquio principalmente en sus
intermedios, el indecentísimo vaile del jarave y otros por este estilo, ni entremeses ridículos, que quando menos disipan la moralidad de aquellos actos (íbid. [Archivo Histórico
del Distrito Federal], exp. 34, s.fr.).
Por otro lado, Gabriel Saldívar proporciona una letra de un jarabe fechado
en 1795 (1934, 273). Está compuesta por versos octosílabos y es publicada junto
con otras coplas de boleras y seguidillas –expresiones musicales que estuvieron de
moda en los teatros de la época–. Este hecho refuerza la idea de que ya gozaba del
gusto generalizado del público. Estos versos son:
Adiós carita de cielo
por tiempo de noche buena,
pareces la luna llena
que alumbras mi desvelo.
No seas ingrata conmigo,
Mátame siempre mirando,
mátame de cuando en cuando.
De acuerdo con Georges Baudot y María Agueda Méndez (1997, 112), esta
misma copla aparece en un expediente de la Inquisición de 1797. No puedo decir
si se trata del mismo expediente consultado por Saldívar o no20, pero hay dos elementos que llaman la atención: el primero y el más evidente, que la fecha es diferente. El segundo de ellos es que en la referencia de Baudot y Méndez aparecen
como letras de jarabe otras coplas –a continuación de la arriba transcrita– que también están presentes en el texto de Saldívar. La diferencia es que él las pone con el
título de “boleras”, y las fecha, al igual que el jarabe, en 1795. Corresponden con
una estrofa de seguidilla seguida de una cuarteta imperfecta:
Con los ojos del alma
20
Saldívar no indica la fuente exacta donde obtuvo esta copla. En la bibliografía final de su libro
enlista una serie de documentos que consultó en el Archivo General de la Nación de México
para el apartado del jarabe, pero no especifica cuál de los documentos corresponde con estos
versos. Desafortunadamente es muy difícil inferir el expediente solo por el título de los documentos.
31
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
te miro siempre,
aunque con los del cuerpo
no pueda verte.
Ay zape, zape,
del poder de tus ojos
no hay quien se escape.
Muerta me tienes el alma,
y estoy con tan buena fe,
que aunque me mata el mirarte,
siempre te quisiera ver.
Ya entrando en el siglo XIX, encuentro al jarabe bailado en ocasiones musicales diferentes de las escénicas. En una fábula escrita en verso en La Gazeta de
México de 1802, lo mencionan en la celebración de una boda junto al tango, la
bamba o el fandango, como un baile zapateado:
Con tal respuesta al novio, cosa es clara,
saldrìan los colores à la cara,
pero calló prudente,
por no desazonar à tanta gente,
y porque ya el festin con alegrìa
llenando de gustosa melodìa,
suspendia los vientos.
Eran los instrumentos
una cierta figura de atabales
compuestos de canillas de animales:
zapatearon el tango,
la bamba, y el fandango,
sin faltar el jarave,
ni todo quanto cabe
en un festin alegre y sazonado:
pero la novia à todo muestra enfado,
afeando el sarao y concurrencia.21
Otra referencia del jarabe fuera del ámbito escénico, la aporta Mariana Masera, quien nos presenta un expediente inquisitorial que contiene una referencia al
21
Gazeta de México, 6 de diciembre de 1802: 34-35.
32
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
jarabe en un baile dentro de la iglesia en honor a San Gonzalo en el año 1816 (2013,
69):
Resultó igualmente que a las horas del Baile en la Yglesia se llenaba esta de mirones y
curiosos, especialmente de soldados, que se ponían al coro, donde alguna vez acompañaba el órgano a los Saltarines: que bailaban el Jarave, la Yndita y Los Negritos, que en
Megico me parece que llaman la Tinga, bailes todos profanos y provocativos (AGN, Indiferente virreinal, caja 2075, exp. 8, fo 1.27r.).
Maya Ramos refiere que en esa misma fiesta se bailó “el paso del jarabe”
(1998, 392):
[23 de febrero de 1816, recibido en la Inquisición el 24]
Ilustrísimo Señor
Habiéndome dicho que en esta capital había una devoción nueva a San Gonzalo en el
convento de Santo Domingo, que se bailaba al tiempo de rezarle, me pareció cosa muy
extraña y aun supersticiosa y ridícula; quise por mí mismo desengañarme y con ocasión
de estar manifiesto el Divinísimo Señor Sacramentado en dicha iglesia los días 15, 16,
17, 18, el último, estando yo haciendo oración, observé que frente, o delante de la capilla
de San Vicente Ferrer, llegó una mujer (de la ínfima plebe) y se puso a bailar; después de
ésta llegaron otras como seis y también bailaron todas a un mismo tiempo, con distintos
movimientos, y una de ellas parecía que bailaba el paso de jarabe.22
En el año de 1818, otro expediente de la Inquisición menciona a un son con
el nombre de jarabe: el dormido. Esto es un indicador de que ya en estos años se
comienza a utilizar la denominación jarabe de manera polisémica, denotando, además del son con dicho nombre, un compendio de sones23.
Ilustrísimo señor, En las diligencias que practiqué contra el Baile del Cristo pacífico,
de donde resultó el baile y contradanza del Vals, informé a vuestra señoría ilustrísima
que tanto el dicho Vals como el Jarabe dormido son bastantemente malos e indecentes,
22
Los documentos que cita sobre este caso son del “Boletín AGN XVI Nº 4 (145): 535-536 y
539-540 (527-585), sin fuente, como ‘legajo de documentos sueltos publicados en este boletín’”
(Ramos Smith 1998, 393).
23
Esta doble significación del témino jarabe se mantiene hasta nuestros días.
33
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
pues en el dicho Jarabe se representa un enamorado de una mujer casada, y hacen acciones que indican lo bastante el pecado, con lo que abren los ojos a la indecencia.
(Baudot y Méndez Herrera 1997, 65)
De estos años data la partitura de jarabe más antigua hasta ahora encontrada,
el jarave del dúo “Contenga usted” de Los dos gemelos de Manuel Corral. El musicólogo Juan José Escorza lo data entre 1815 y 1816 y lanza la hipótesis de que este
jarabe pudo ser una transcripción de los bailes que Corral pudo escuchar en la
época (Escorza 1989, 68-70). Durante todo el siglo XIX serán numerosas las partituras del jarabe que se publicarán como veremos más adelante.
MÚSICA DE LOS INSURGENTES
En estos primeros años del siglo, el jarabe –junto a otros sonecitos del país–
aparece como parte del repertorio adoptado por el movimiento insurgente. Saldívar aporta un documento sobre la Conspiración de Valladolid en 1813, donde se
hace patente este hecho (1934, 278-279):
En los documentos de la averiguación que practicó la Inquisición sobre la Conspiración
de Valladolid en 1813, se encuentran otros testimonios muy a propósito para nuestro
objeto. En su declaración Joaquín Ponce de León, cantor de la Catedral de aquella ciudad
dice, refiriéndose a un baile que celebraron varios insurgentes, que lo más del día lo
ocuparon en juego y algunos ratos en baile y algo de canto, parte que estuvo a cargo de
él, su mujer y un Camarena, acompañando Vergara con la vihuela, habiéndose ejecutado
una marcha de Corral (a Morelos, musicada en colaboración con Elízaga), las mañanitas,
unas boleras con letra indiferente, que las mañanitas es una composición insurgente; que
en los bailes en casa del Prevendado García “se cantó en los mismos términos y además
el jarabe cuya composición musical se dice ser insurgente, pero con letra indiferente,
como la que dice:
Ausente por quien lloro,
la distancia considero, etc.”
No solo se interpretó en las calles y fiestas, el investigador Otto Mayer Serra
aporta una cita del Diario de México del 24 de febrero de 1814, de un lector que se
quejaba de la presencia del jarabe insurgente en los escenarios (1941, 106):
34
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
Cuando esté el expectador admirando cosas que al ver él merecía por sus crímenes (sic): ¿no le hara mayor impresión este horroroso expectáculo con el bello contraste
que le hace el intermedio de un sonecito del país y más del que comunmente se les
acomoda, cual es el jarave insurgente, baylado con la manifiesta torpeza y liviandad con
que lo hacen los cómicos en aquellos provocativos movimientos del cuerpo, en el ay de
su tonada, después del trage indecente con que acomodan la figura a lo que dice o intenta
el placer nada moral que se recibe? ¿Dexarían los retóricos de fino gusto de extrañar esta
impropiedad y poca proporción en el acomodar los intermedios, cuando se precia nuestro teatro de la delicadeza y gusto?.
Alguna de las letras de jarabe que posiblemente tenía que ver con este movimiento aparece reflejada en la prensa:
[…] los léperos entre varios versos que sobre esto compusieron para cantar su jarave
favorito, cantaban este que ha podido conservar un amigo mio en la memoria:
Lorenzo, Francisco y Diego
sin salir del consulado,
han hecho mas insurgentes
que Allende y el cura Hidalgo.
Bien sabido es, que cuando se refieren los sucesos de un pueblo en las jácaras y romances, es por la profunda impresion que ha causado en sus moradores.24
El Manuscrito de Mariana Vasques, encontrado por el musicólogo Jesús Herrera, contiene un par de jarabes datados, según él, entre 1820 y 1840 (2005, 9).
Uno de ellos aparece con el título “Jarabe” y el otro como “Jarave Ynsurgente”, y
ambos contienen una sección que corresponde al canto, aunque no se incluye la
letra. Considero importante el hecho de que ya en esas fechas circulaban jarabes
escritos para ser interpretados en los hogares. También se menciona en la siguiente
narración de 1828: “Empezaron á tocar los músicos el jarave insurgente pero gritó
Zurita, no, no, no quiero ese: tóqueme vd. maestro el chiquito: se los tocaron la
24
“Impreso” Águila Mejicana (Ciudad de México), 19 de mayo de 1826: 2.
35
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Carlota y la Diez reales, porque los músicos no lo sabían”25. Años más tarde, Guillermo Prieto (1818-1897) también lo refiere en un artículo titulado Noche buena
(1871, 3):
Ven, por Dios…entre tu gente
No la pasarás tan mala,
Tia Pepa canta la Atala:
Baila el jarabe insurjente.
En la investigación musical mexicana encuentro un consenso a la hora de
apuntar que los jarabes acompañaron a los insurgentes en sus luchas tanto contra
los españoles como contra las sucesivas invasiones extranjeras que se dieron a lo
largo del siglo XIX. Gabriel Saldívar lo expresa de esta manera:
El Jarabe era armonizado por el estrépito de la fusilería y los gritos de entusiasmo de las
huestes insurgentes que conquistaron la libertad de nuestro suelo, y llegó a declarársele
composición insurgente y por tanto condenable. Durante la Guerra del 47 el invasor
yanqui, también los aires del Jarabe daban nuevos bríos renovaban las fuerzas de nuestros soldados. En la Intervención Francesa, eran las mismas melodías las que empujaban
a los héroes a grandes proezas; y en la Revolución de 1910 eran los acentos populares
los que levantaban el entusiasmo y enardecían los ánimos de los rebeldes combatientes.
(1937, 3)
También Pablo Castellanos enfatiza este hecho (1969, 7):
Para expresar su patriotismo, durante las guerras de Independencia los compositores
mexicanos recurrieron a los arreglos de Jarabes. En aquellos momentos de intensa agitación en contra de los españoles, atraía su atención la música del pueblo, que precisamente había sido tan hostilizada por las autoridades coloniales.
25
Diálogos Críticos-Alegóricos entre un cohetero y un tamborilero. Tomo 4 (México), 26 de marzo de 1828:
256.
36
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
EXPANSIÓN GEOGRÁFICA DEL JARABE
Desde las primeras décadas del XIX el jarabe tuvo una amplia difusión geográfica, y conforme el siglo avanzaba lo encuentro prácticamente por todo el territorio nacional, incluso en California que fue por años un estado mexicano
(Robinson 1846, 51-54; Lugo 1950 [1877], 33-35; Field 1914, 79; Robinson 1959
40; entre otros). Como ejemplo de esta expansión, refiero el libro México en 1827,
donde Henry George Ward menciona al jarabe interpretado en diferentes ubicaciones del país, como Sonora26: “The favourite dances are the jarave, boleros, and
the waltz, in which they introduce very fantastical figures, and pretty simple songs.”
(1828a, 566); en la feria de San Agustín de las Cuevas del año 1826 –camino de
Ciudad de México hacia Cuernavaca– en una pelea de gallos:
Here they exercise the usual privilege of the one-shilling gallery, by applauding most
vociferously the performances of any lady, whose style of dancing happens to please
them, and by calling occasionally for the Jarave, the Petinera, or other dances of the
country, with an exhibition of which they are not unfrequently gratified (1828b, 300301).
También señala que es bailado por soldados en una cena en la casa del general Guadalupe Victoria en Veracruz, el 14 de diciembre de 1823:
[…] In the mean time a constant communication was kept up between the Thetis and
the town, by the Mocambo road; Mr. Hervey and General Victoria exchanged visits, and
on the 14th the whole Commission dined at the General's house, which, in the evening,
presented a curious scene; for although there was not a woman in Veracruz, we had the
music of all the regiments playing in the Patio, while the soldiers danced the Jarave, and
other national dances, until a very late hour. (1828a, 177)
Centrándonos en este estado de la República Mexicana, el jarabe es ya por
esa época uno de los sones que aparecen habitualmente en los fandangos o fiestas.
26
En el apéndice de su libro, Ward incluye el diario del coronel Simon Bourne Notes on the State
of Sonora and Cinaloa escrito en 1825. De este relato es donde se extrae el fragmento del baile
del jarabe en Sonora.
37
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
En 1844 Manuel Payno narra que es bailado en todos los fandangos por la china
poblana: “No hay fandango donde no baile ese jarabe, ese palomo y esos sones
cuyos autores jamas se conocen, tan alegres y tan bulliciosos.” (1844a, 166). En la
misma obra también aparece el jarabe interpretado en un concierto en Jalapa por
una orquesta compuesta por bajos, un arpa y jaranas de diferentes tamaños (1844b,
485):
[…] Hace algun tiempo que varios individuos alegres se reunieron y formaron una sociedad filarmónica, sociedad que estudiaba multitud de piezas y sonatas, y salía por las
noches de luna á vagar, esparciendo por las calles de Jalapa torrentes de dulces sonidos
y de sentidas harmonías; otras veces se reunian en alguna casa y pasaban ratos tan alegres,
como puedes figurarte. […] La orquesta se compone simplemente de jaranitas, un par
de bajos y cuando mas una harpa. Las jaranitas, que creo son cinco, van disminuyendo
en tamaño hasta que el requinto es un juguetillo tan pequeño que parece imposible se
pueda tocar en él.
El concierto comenzó por uno de esos lindos wals […]. Multitud de composiciones
modernas se tocaron; pero donde mas noté la dulzura de estos instrumentos fué en el
jarabe: ¡qué alegría y qué voluptuosidad en las variaciones!27
También en ese mismo año, en un poema de José María Esteva se hace
referencia a que se baila el “tapatío” en un fandango jarocho (1850, 189 y 191).
Como se verá más adelante en el apartado dedicado a las descripciones del jarabe,
su presencia en los fandangos veracruzanos era habitual en esta época.
JARABE COMO SONECITO DEL PAÍS Y BAILE NACIONAL
Desde sus primeras menciones el jarabe es calificado como sonecito de la
tierra o del país, y esta consideración perdurará durante las primeras décadas del
siglo XIX. Diversas fuentes documentales constatan este hecho, por poner algunos
ejemplos, cito un programa de teatro de 1807: “el roro, la jarana, el jarave y otros
sonecitos de nuestro país”28, o esta otra noticia de 1813: “el son de la tierra el
27
Resulta interesante la alusión que se hace en esta cita a las variaciones instrumentales, pues está
en correspondencia con las que aparecen en las partituras del jarabe de la época.
28
“Bayle” Diario de México, 26 de julio de 1807: 345-348.
38
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
llamado el Jarabe” (Olavarría y Ferrari 1895a, 182). Posteriormente también será
considerado como el baile nacional, como lo muestra esta cita: “En fin lo que divirtió muchisimo á los heroes de la fiesta, como á los demas, fueron las danzas
nacionales llamadas petenera, gato y jarave. Verdad es que jamas no pudieron haberlo hecho mejor las bailarinas y aun bailarines.”29, o en esta otra de 1842 firmada
por Fidel, pseudónimo de Guillermo Prieto: “-¡Música! ¡Jarabe!!! Rasgan los bandolones el baile nacional.” (1842, 2-3). Este autor incluso llega al extremo de considerar al “alegrísimo jarabe” la única música propiamente mexicana: “¿Será su
culpa, que en vez de la Marsellesa, de: Dios salve al rey, y de todos esos himnos
que formulan el regocijo ó la plegaria solemne de un pueblo, no tengamos verdaderamente nuestro mas que el alegrísimo jarave?” (1845, 29).
Ya en el siglo XX, en una entrevista realizada a la bailarina mexicana Carolina Delgado “La Sitala” para el periódico Buffalo Express en 1901, se dice cómo el
jarabe aún en esa fecha es considerado el baile nacional, y cómo se ha empleado
con fines militares para enardecer a los soldados antes del combate. No pude dilucidar si es una entrevista falsa, satírica, o cierta, pero lo relevante en este caso es el
lugar que se le da a esta expresión musical. Transcribo parte de la entrevista:
Reporter.– ¿Y cuál es el baile predilecto de usted?
Sitala.– Todos me agradan; pero el baile de mi predilección es el jarabe, por cuanto tiene
de netamente mexicano, como lo indica el nombre, formado por las palabras jara y ave
que significan flecha con plumas. En el estado de Toluca hay una hacienda que se llama
del Jaral, y precisamente de allí es de donde se surtía de flechas el ejército mexicano.
Reporter.– ¿Y este baile se usa en todo México?
Sitala.– ¡Oh, ya lo creo! El jarabe es el verdadero canto nacional y el verdadero baile
nacional. Cuando el General Manuel Sánchez Marmol, aquel que dijo el discurso en San
Fernando y que murió hace apenas dos meses, quería enardecer á sus soldados, no hacía
que mandar tocar al jarabe, dar un zapateo, y allá iban sus guerrilleros á coger franceses
con sus lazos, porque es de advertir á usted que Sánchez Mármol era un valiente guerrillero y experto lazador.
En los tiempos modernos no se vive en México sin el jarabe; muchas personalidades le
deben su popularidad, como Don Telesforo García, Don Victoriano Agüeros, D. Luis
29
“Coliseo. Representación en obsequio de la legación inglesa” Águila Mexicana (Ciudad de México), 7 de enero de 1824: 4.
39
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Curiel y el Padre Amado que ahora precisamente acaba de irse á España con una joven
á aprender á bailar seguidillas.
Si el gobierno de Santa Anna cayó, fué por sus tendencias democráticas de sabor enteramente ruso. Y si el Plan de Ayutla tuvo un término tan desastroso, fué porque iniciaba
una revolución en la que, por toda la plataforma se prometía acabar con el jarabe en toda
la República.30
En septiembre de 1910 encuentro al jarabe ocupando el rol de baile nacional
en uno de los actos de celebración del centenario de la Independencia, en una fiesta
en el Castillo de Chapultepec organizada por Carmen Romero Rubio, esposa del
presidente Porfirio Díaz:
Mrs. Diaz, wife of the President, gave a beautiful garden party at Chapultepec castle,
which was profusely decorated and illuminated for that occasion. A platform had been
erected in one of the halls, where over fifty young ladies and young men of Mexico's
elite gave a concert, the instruments used being mandolins, guitars, and harps. Then
others danced dressed in Indian costumes of bright colors and rich materials the typical
dances, as the "Jarabe," and also in Spanish costumes the “Jota” and " Sevillanas." Afterwards the military band played, and we all danced until a late hour and also had a very
delicious supper. (Godoy 1919, 125-126)
A propósito de este evento, en la prensa mexicana se comenta que el jarabe
tenía mucho tiempo sin ser bailado en las reuniones sociales “de gran distinción”,
y que a los asistentes extranjeros al evento les parecerá un baile muy “original”:
El detalle de que, en el sarao que ofrecerá á la sociedad distinguida de la capital la señora
Doña Carmen Romero Rubio de Díaz, va á ser bailado un jarabe tapatío, […], por típico,
original, pues seguramente que desde las épocas de su Alteza Serenísima el General Santa
Ana y de S. M. Doña Carlota Amalia, Emperatriz de México no se había vuelto á bailar
un jarabe en una reunión social de gran distinción. Efectivamente, se dice que la infortunada esposa de Maximiliano quiso ver de cerca el baile tapatío, y en un sarao, una
pareja en aristocrática zapateó un jarabe en presencia de la Emperatriz, para satisfacer su
curioso deseo. En cuanto á su excelencia el Presidente Santa Ana, era muy afecto á las
costumbres nacionales, y tuvo la idea en cierta ocasión, según se asegura, de que una
pareja de tapatíos bailara en su presencia, jarabe, durante una reunión social selecta.
30
“México en Buffalo: Reportazgo al estilo yankee” Cómico (Ciudad de México), 9 de junio de
1901: 4-5.
40
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
Por qué ahora no se ha de repetir la humorada de aquellas lejanas épocas, tanto más
cuanto que al baile de Chapultepec asisirán, seguramente, los delegados extranjeros al
Centenario y el Cuerpo diplomático, para cuyos miembros constituirá el zapateo una
originalidad.
También bailarán una jota varias parejas. El jarabe lo bailará la señorita Ana Elena Algara
y el señor Carlos Rincón Gallardo. La jota será bailada por dos parejas: señorita María
Mendía y su compañero, Juanita Cuevas, y el suyo. […]
Se ha formado una estudiantina que figurará en el sarao, como uno de los principales
elementos. La constituyen señoras y señoritas distinguidas, […]31.
Este carácter nacional hizo que compositores renombrados como lo incluyeran en varias de sus obras, como Julio Ituarte (ca. 1880), Ricardo Castro (1895),
o Manuel M. Ponce (Barrón Corvera 2004, 60 y 71).
EL JARABE EN OBRAS ESCÉNICAS MEXICANAS
En la segunda mitad del siglo XIX, el jarabe no solo se presentó en los teatros como un número de baile independiente, sino que fue integrado dentro de
numerosas obras escénicas representadas en México, la mayoría de ellas compuesta
en dicho país. Según Maya Ramos “el jarabe mexicano alcanzó su auge en esos años:
tomó parte en los ballets románticos como toque de ‘color local’ y en su ejecución
se lucieron por igual las estrellas mexicanas y europeas.” (2013 [1995], 32-33). Además, cita algunas de las bailarinas nacionales y extranjeras que lo bailaron:
Los bailes mexicanos, por su parte, sobrevivieron sobre todo en los teatros populares y
gozaron siempre de la aceptación del público, aunque algunos críticos se quejaron de
que se estaban adulterando por su contacto con las modas europeas. A principios del
siglo XX tuvieron gran auge y aceptación. Uno de estos bailes, el jarabe –vigente en el
escenario desde la época virreinal– mantuvo una popularidad inalterable. En su ejecución se habían distinguido, durante la primera mitad del siglo, numerosas estrellas del
ballet nacionales y extranjeras, entre quienes destacaron María de Jesús Moctezuma, Dorotea López, Celestina Thierry, Giovanna Ciocca, Rosa Espert y Annetta Galletti. A par-
31
“En el sarao que la señora Romero Rubio de Díaz dará en el Alcazar de Chapultepec, se bailará
un jarabe tapatío” El Tiempo (Ciudad de México), 2 de septiembre de 1910: 3.
41
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
tir de la década de 1880 brilló particularmente con Felipa López, en espera de la consagración que, ya entrado el siglo XX, alcanzaría al formar parte del repertorio de Anna
Pavlova. (Ramos Smith 2013 [1995], 44)
Menciono a continuación alguna de las obras en las que estuvo presente
según los programas de teatro o las crónicas publicadas en la prensa de la época.
En 1853 el bailable La viuda caprichosa, ó no hay nada peor que un rio manso incluye en
su sexto número un jarabe, que es bailado por la pareja formada por “la Sra. Martinez y el Sr. Maiquez”32. Con la temática de los paseos –que se realizaban en la
época por algunos canales de la Ciudad de México y en los que era costumbre la
presencia de músicos interpretando sones del país– aparece el jarabe bailado por
dos parejas en la ópera Un paseo a Santa Anita de Antonio Barili, representada en el
Gran Teatro Nacional de Ciudad de México en 1859. Tal y como aparece anunciado, éste y los otros bailes nacionales que también se incluyen en esta obra, se
interpretan con “bandolones y jaranitas” bajo la dirección del músico mexicano
Sabas Contla:
GRAN TEATRO NACIONAL
OPERA MEXICANA
Estraordinaria funcion para el juéves 17 de Noviembre de 1859
ORDEN DE LA FUNCION.
Por primera vez se pondrá en escena la ópera cómica de costumbres mexicanas, y en
dos actos, original de los Sres. D. José Casanova y D. Víctor Landaluce, música del Sr.
Don Antonio Barili, titulada:
UN PASEO A SANTA ANITA.
Cuando el argumento lo exija, habrá dos parejas para bailar el JARABE y otros bailes
nacionales, los cuales serán acompañados por una música de bandolones y jaranitas colocadas en el foro, ensayados y arreglados escrupulosamente por el Sr. D. Sabás Contla.
Para mayor efecto y propiedad, el distinguido artista mexicano Sr. Serrano ha pintado
Una decoracion de Santa Anita,
Viéndose en último término EL PUENTE DE JAMAICA.33
32
33
El Universal (Ciudad de México), 2 de febrero de 1853: 4.
La Sociedad (Ciudad de México), 16 de noviembre de 1859: 4.
42
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
En el Teatro de Hidalgo de la Ciudad de México el 4 de enero de 186334 se
representa la obra Una boda en Ixtacalco o el casamiento de los indios, donde se baila un
jarabe “cuando la escena lo pida” acompañado de la música de los bandolones35.
Ilustración 1. Cartel de la obra Una boda en Ixtacalco (Teatro de Hidalgo, 4 de enero de 1863)36
En la obra Lola la mexicana en la féria de San Juan de José de Jesús Cordero
aparece el jarabe y el palomo bailados en un fandango que se organiza con motivo
de la boda de la protagonista, según nos describe una crónica de 186737. También
se anuncia, un par de años más tarde, el jarabe dentro de la obra Los plagiarios de la
Malintzin, donde es interpretado “cuando la comedia lo exige” por Tranquilino
Herrera y Pepita Pérez de manera similar a como se anunciaba en Un paseo a Santa
Anita (Ramos Smith 2013 [1995], 55):
34
Según cartel teatral custodiado en el Centro de Estudios de Historia de México.
Esta obra seguiría siendo representada años después según la información de un cartel del 27
de enero de 1889 del Gran Teatro de Guerrero.
36
Cartel en el Centro de Estudios de Historia de México, http://www.archivo.cehmcarso.com.mx/janium-bin/janium_zui_print.pl?i=/janium/JZD/LXI1/5/714/1/LXI-1.5.714.1.0001.jpg (último acceso: 3 de noviembre de 2016).
37
El Siglo Diez y Nueve (Ciudad de México), 30 de diciembre de 1867: 3.
35
43
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Por primera vez la interesante y preciosa comedia de costumbres populares, original y
escrita en verso por un poeta mexicano, quien la dividió en dos actos y le puso por título:
LOS PLAGIARIOS DE LA MALINTZIN.
En el segundo acto, cuando la comedia lo exige, se cantarán CANCIONES
POPULARES MEXICANAS, y se bailará el aplaudido JARABE por la Srita. Perez y el
Sr. Herrera.38
A finales de siglo el jarabe continuaba formando parte de algunas obras escénicas. Otra obra que también se desarrolla en el paseo de Santa Anita es el “gracioso cuadro mexicano” titulado Una fiesta en Santa Anita estrenada en 1887 según
nos relata Enrique de Olavarría:
En el beneficio de Isidoro Pastor, en la noche del 29, resucitó las viejamente aplaudidas
zarzuelas El Postillón de la rioja, y Los dos ciegos con su jota de El Ta y el Te….. y se
presentó por primera vez en las tablas y en el gracioso cuadro mexicano de Peza y Arcaraz, Una fiesta en Santa Anita la niña Felicidad Pastor, hija del beneficiado. Muy bella
estaba aquella pobre criatura de catorce abriles apenas, con el lindísimo traje de las chinas
mexicanas; fué colosalmente aplaudida al recitar unos hermosos versos escritos para ella
por Juan de Dios Peza, y en el jarabe, que bailó con muchísima gracia. (Olavarría y Ferrari
1895b, 34)
En 1898 se baila en el Teatro de la Paz de San Luis Potosí un “Jarabe zapateado” en la zarzuela Los Chinacos de los “Sres. Rodríguez Balauzarán y Zamora”
(Justiciero [pseud.] 1898, 2-3), y en 1900 Virginia Fábregas y Francisco Cardona
obtienen un gran éxito en el Teatro Arbeu bailando un jarabe dentro de la obra La
cuarta plana: “En el jarabe final, el público pidió “bis” y premió con palmas á Virginia Fábregas y al señor Cardona”39.
También formó parte de obras donde, de alguna forma, está presente la relación de México con Andalucía. En 1858 se representa en el Teatro de Oriente de
la Ciudad de México el bailable El andaluz y la mexicana que se compone de los
bailes el jarabe, la pasadita, el palomo y el majo.
38
El Siglo Diez y Nueve (Ciudad de México), 14 de marzo de 1869: 3. También aparece anunciado
en El Constitucional (Ciudad de México), 13 de marzo de 1869: 3.
39
“En Arbeu. El beneficio de anoche” El Imparcial (Ciudad de México), 15 de septiembre de
1900: 2.
44
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
Ilustración 2. Cartel de El andaluz y la Mexicana (Teatro de Oriente, 21 de enero de 1858)40
Esta obra también se anuncia en 1860 en el Gran Teatro Nacional de la
Ciudad de México, incluyendo en esta ocasión también al jaleo andaluz41. Durante
ese mismo año y el siguiente se representa en el Teatro Principal de la misma ciudad
la obra México y Andalucía, que también incluye los sones del palomo y el jarabe,
aunque desconozco si algún baile andaluz formaba parte de la misma: “El espectáculo terminará con la pieza de baile nominada: MEXICO Y ANDALUCIA La
que será adornada con varios sonecitos del país, ejecutandose entre ellos el Jarabe
y el Palomo”42. Hay noticias de la representación de esta obra también en 1861 y
1863, donde el jarabe obtiene un gran éxito43. Como estamos viendo, el jarabe y el
palomo fueron compañeros inseparables en multitud de funciones durante el siglo
XIX.
40
Cartel en el Centro de Estudios de Historia de México, http://www.archivo.cehmcarso.com.mx/janium-bin/janium_zui_print.pl?i=/janium/JZD/LXI1/2/233/1/LXI-1.2.233.1.0001.jpg (último acceso: 5 de noviembre del 2016).
41
Diario Oficial del Supremo Gobierno (Ciudad de México), 12 de febrero de 1860: 4. Se repite el 16
de febrero.
42
Diario Oficial del Supremo Gobierno (Ciudad de México), 15 de septiembre de 1860: 4.
43
El Siglo Diez y Nueve (Ciudad de México), 7 de febrero de 1863: 4.
45
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
En todas estas obras es habitual que el jarabe se interprete “cuando lo requiera la escena”, con una instrumentación compuesta por bandolones o jaranas.
Este hecho puede explicar que no haya localizado partituras de los jarabes de estos
bailables. Puede pensarse que los músicos interpretarían el jarabe sin necesidad de
leer las partituras.
EL JARABE EN OBRAS ESCÉNICAS EXTRANJERAS
En México también encuentro noticias referentes a la inclusión del jarabe
en obras extranjeras, principalmente españolas. Una de ellas es La perla gaditana,
dirigida por José Gispert, donde es bailado “por el cuerpo de baile” (Díaz Meoqui
1856a, 4). A Gispert, también lo encuentro ejecutando con Rosa Espert el “jarabe
mexicano” y el palomo en la Ciudad de México ese mismo año de 1856:
GRAN TEATRO NACIONAL
Gran funcion extraordinaria para el viérnes 12 de Septiembre de 1856 á beneficio de
Doña Rosa Espert.
[...]
Séptimo y último.– Se presentará la Srta. Espert acompañada del Sr. Gispert, y ejecutarán
a instacias de muchas personas que lo han solicitado, los célebres bailes nacionales conocidos por los nombres de: EL JARABE MEXICANO y EL PALOMO. (Díaz Meoqui
1856b, 4)
Otra obra española que cuenta con un jarabe es la zarzuela La venta del Puerto,
que se representa en el Gran Teatro Nacional de Ciudad de México en 1859 y,
como se puede ver en el anuncio en prensa, se especifica que el jarabe bailado es
el mexicano, junto al palomo nuevamente: “Cuando la escena lo pida, se cantará la
JOTA y varios sonecitos del país, entre ellos el JARABE Y EL PALOMO.”44.
44
Diario Oficial del Supremo Gobierno (Ciudad de México), 18 de febrero de 1859: 4.
46
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
EL POLÉMICO JARABE DE “EL PROCESO DEL CAN-CAN”
Considero oportuno mencionar un curioso hecho acaecido en 1875, cuando
la empresa del Teatro Arbeu decide introducir un jarabe mexicano en la obra española El proceso del can-can. En la primera función se bailó en sustitución de la jota
original como deferencia al público mexicano y, en las sucesivas interpretaciones
se añadió a la obra completa. Desde el estreno, esta decisión inició una polémica
reflejada en la prensa, que aporta datos interesantes sobre la consideración del jarabe en esa época. Según la crónica periodística, el estreno fue todo un éxito y el
jarabe tuvo que ser repetido:
La empresa del teatro Arbeu está de enhorabuena y nosotros se las enviamos doble […].
La verdadera, la esperada, la gran novedad tuvo efecto en la funcion de la noche, con la
representacion de la zarzuela, revista de bailes, que tiene por título “El proceso del Cancan.” […]
Figuran en la obra para completar la revista, comparsas de lanceros ingleses, de aragoneses que siguen á Rondalla y de andaluces que forman la escolta de Bolero y Seguidilla:
un cuerpo de baile que ejecuta los diferentes que son objeto de la revista; cuatro negritos
que bailan el tango habanero; y una pareja mexicana, que baila el jarabe del país, con el
cual se ha sustituido por la empresa una jota del original. […]
Justo es consignar que la conocida bailarina mexicana Pio Quinta, ejecutó con gracia y
con limpieza admirables, los pasos del Jarabe, luciendo en rico calzado, un lindo modelo
de los afamados diminutos piés de las tapatías. El público aplaudió con furor esta novedad introducida por la empresa y pidió la repeticion del Jarabe.45
La polémica se refleja cuando, días más tarde, Guillermo Prieto publica
como “Fidel” en El eco de ambos mundos un artículo en verso vindicando al jarabe
interpretado en esta obra (1875, 2). Según el autor la pieza interpretada es un “remedo grosero” del auténtico jarabe nacional y con este preámbulo: “con motivo
de una falsificacion de pulquería, del jarabe nacional, hecho en el teatro de Arbeu,
en la pieza titulada «El Proceso del Can-can.»”, relata lo siguiente:
¿Eso es jarabe, blasfemos?......
¿Y á ese insolente saltar,
45
“Compañia de zarzuela” La Colonia Española (Ciudad de México), 14 de julio de 1875: 2-3.
47
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
y á esos destemplados gritos
que huelen á tinacal,
Y á ese remedo grosero
Del populacho, llamais
Flor de nuestra linda tierra
Y jarabe nacional?....
[…]
Pero el jarabe…. El jarabe,
En toda su mesmedá,
Es el baile de los hombres
Que saben lo que es amar;
Es el baile de las hembras
Que el alma y el cuerpo dán
Dempues de pedazos de alma
Por un indino regar…….
[…]
A ese estilo es el jarabe;
Déjenlo vdes. En paz…..
Si nó comprenden su injundia,
Ni lo saben pespuntear;
Saquen á luz como puedan
El bolero y el can-can,
Y retocen en las tablas
Hasta que no puedan mas,
Sin que profanen inicuos
Al jarabe nacional.46
Seis días después llega la respuesta a este artículo desde el periódico La colonia española, defendiendo las buenas intenciones de la compañía española y criticando el “patrioterismo” que a su juicio esgrime Fidel, incluyendo una reflexión
sobre la mexicanidad del jarabe, al que incluso el autor lo vincula con el zapateado
español.
Con una indignacion que no merece llamarse patriótica, sino patriotera, exclaman EL
ECO DE AMBOS MUNDOS y otros diarios de esta capital que la compañía de zarzuela
46
En este artículo aparecen inscripciones sonoras (Ochoa Gautier 2014) que tratan de representar la jerga de los estratos sociales que interpretan el jarabe.
48
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
ha calumniado los bailes nacionales de México, con otras expresiones duras y ofensivas,
con que nuestros colegas, aparte de la justicia ó injusticia de la crítica, empiezan cometiendo una mala accion.
Se presenta en el país una compañía artística española: pone en escena una revista de
bailes nacionales y extranjeros; y deseando hacerse agradable á los mexicanos, introduce
entre los bailes el Jarabe. Busca para la ejecucion á la pareja mexicana que la opinion le
señala como más popular, y acompaña el baile con música popular mexicana y comparsas mexicanas. ¿Es noble contestar á ese rasgo de cortesía con ofensas y con dicterios?
[…].
Y volviendo al baile, despues de saludar al poeta con la respetuosa simpatía á que una
vez más lo hace acreedor nuestro el lindo romance sobre el Jarabe, ¿en dónde está la
pregonada nacionalidad de éste? ¿Es oriundo del Anáhuac ó lo trajeron al país los españoles? ¿Qué otra cosa es en efecto el Jarabe, fuera de los aires de can-can, que se han
introducido recientemente en todos los bailes populares del mundo, que el zapateado
español, con todos sus incidentes del sombrero, el pañuelo, la gala que se da á la bailadora
y las coplas con que se anima?47
Un par de días después llegará la contrarréplica en El eco de ambos mundos
refiriéndose, en tono irónico, a esta última comparación del jarabe con el zapateado
español:
Quedamos convencidos de que en México no hay bailes nacionales, de que el jarabe
porque nació del zapateado, no es baile mexicano, como no es española la lengua española porque deriva del árabe y de otras lenguas; que México de rodillas pidió, suplicó á
la compañía del Sr. Villalonga que nos ilustrase en materia de arte y de bailes nacionales;
que es una mala acción no gustar del «Proceso del can can;» que el Sr. Villaseñor y su
compañera de baile son los tipos mas populares de México, y que nuestro pueblo habla
exactamente lo mismo que los andaluces, aragoneses, gallegos, navarros, madrileños, etc.
etc., es decir, que es un políglota fenomenal.
Estamos convencidos de todo esto; primero porque lo dijo la «Colonia Española,» y
segundo porque lo reprodujo el «Pájaro Verde.»48
A lo que La colonia española responde al día siguiente:
47
48
“Compañia de zarzuela” La Colonia Española (Ciudad de México), 23 de julio de 1875: 3.
“Gacetilla” El Eco de Ambos Mundos (Ciudad de México), 25 de julio de 1875: 3.
49
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
El Eco abriga hace tiempo la pretension de querer nacionalizarlo todo, y no hay tarea
más difícil que ésta, porque nada, absolutamente nada hacen los mexicanos para procurarse una literatura propia; y en cuanto á las costumbres, á los bailes y á otras cosas, nada
podrán hacer durante muchos siglos.49
Ilustración 3. El jarabe en El proceso del can-can. Programa de Teatro Arbeu, 1º de febrero de 188050.
Aparte de esta porfía, las crónicas periodísticas hablan del éxito del jarabe
en esta zarzuela. En 1880 se vuelve a representar en Ciudad de México en el teatro
Arbeu, y en 1882 en el Teatro Principal, incluyendo de nuevo el jarabe con mucho
éxito: “Lo que más ha llamado la atencion al público realista en el novísimo ‘Proceso
del Can-can,’ es el jarabe” (Chavarri 1882, 1). En 1892, es decir diez años después,
este jarabe continúa representándose en dicha obra, bailado por Felipa López y
Tranquilino Herrera:
Siempre es de ordenanza que el primer acto del “Proceso,” pase entre aplausos y gritos,
pidiendo repeticion; así ha sucedido en estas noches en el teatro Principal; Josefina Lluch
ha hecho una elegante “Seguidilla,” y Felipa López ha bailado un jarabe de verdad rumboso; Felipa sabe pespuntear el palomo y vestir el traje de china y repicar con los piés sobre
49
50
“Gacetilla” La Colonia Española (Ciudad de México), 26 de julio de 1875: 3.
Cartel en el Centro de Estudios de Historia de México, http://www.archivo.cehmcarso.com.mx/janium-bin/janium_zui_print.pl?i=/janium/JZD/LXI1/10/1311/1/LXI-1.10.1311.1.0001.jpg (último acceso: 3 de noviembre de 2016).
50
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
la escena que da calosfríos al público patriótico, y luego Tranquilino, el legendario Tranquilino, no olvida su aficion á las chinampas y baila el jarabe como el más empedernido
valedor.
Ah, entónces mis valedores y compatricios rujen de puritito entusiasmo, y piden ¡otro! y
estarían jarabeando hasta el fin de la velada, si otros bailables no reclamaran el trámite.
(Chavarri 1892, 1)
EL JARABE DE LA ÓPERA CARMEN
La ópera Carmen de Georges Bizet (1838-1875) también contó con un jarabe
al ser representada en la Ciudad de México en 1889. En este caso, el intérprete fue
un caballo cuyo baile provocó grandes aplausos entre el público51:
En la desdichada Carmen de Bizet, quien se llevó los honores del mayor aplauso fué el
profesor de equitación Sr. Falco, que montando un precioso alazán de carne y hueso, y
vistiendo el legendario traje de alguacil, se presentaba en el último acto al frente de la
cuadrilla, pedía la llave del toril y hacía á su jaco bailar el jarabe. (Olavarría y Ferrari
1895b, 103)
LAS PARTITURAS DEL JARABE EN EL SIGLO XIX
Durante todo el siglo XIX se componen en México diversos jarabes, y algunos de ellos nos han llegado hasta nuestros días en partituras manuscritas o editadas, constituyendo las mismas un elemento trascendental para su investigación.
Aparte de los de Corral y los que aparecen en el Manuscrito de Mariana Vasques antes
referidos, en este apartado comentaré brevemente algunos otros de los que se compusieron en este periodo. Gabriel Saldívar en sus libros Historia de la música en México
(1934) y sobre todo en El Jarabe. Baile popular mexicano (1937) aporta diversos manuscritos y partituras editadas sobre el jarabe de la primera mitad del siglo XIX.
51
De este modo, la propuesta escénica que recientemente ha hecho el sevillano Salvador Távora
al incluir el baile de un caballo jerezano en su versión de Carmen, tuvo su precedente mexicano
un siglo antes.
51
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
El manuscrito titulado Jarabe arreglado para piano por M. J, y que Saldívar califica como “Jarabe De un Ms. de principios del S. XIX” (1934, 279-281), únicamente contiene variaciones –al igual que sucediera con la partitura de Corral–, sin
copla, aunque en él aparece la siguiente anotación: “fin para el berso y luego buelbe
al principio”. Por tanto, si bien solo se codifican en notación musical las variaciones, no cabe duda de que este jarabe también contiene una copla, aunque el compositor no la escriba explícitamente. Esta circunstancia pudiera deberse a que la
copla del jarabe era conocida y reconocible, en cuyo caso no sería necesario transcribirla, simplemente cantarla en el debido momento, quedando plasmado en la
partitura únicamente las variaciones instrumentales fruto de la creatividad del compositor. Las variaciones de esta obra constan de dos compases con una estructura
rítmica sesquiáltera, donde el primer compás está construido armónicamente sobre
la dominante y el segundo sobre la tónica. Como veremos en el capítulo cuarto
esta estructura armónico-rítmica corresponde con la del jarabe loco actual.
Un segundo manuscrito es el titulado Jarabe puesto para piano-fortte por el C. José
de Jesús González Rubio y lo dedica a su amigo y compañero el C. José María López (Saldívar
1934, 283-289). Al igual que el anterior, aunque no contiene letra, también incluye
las siguientes anotaciones: “Lugar del verso”, “Lugar del 2º verso”, y al final de la
obra: “Lugar del estribillo”, hecho que refuerza aún más la hipótesis planteada anteriormente.
Ilustración 4. Anotación al final del manuscrito del jarabe de José de Jesús González Rubio
52
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
Relacionado con esta obra, Saldívar incluye un tercer manuscrito que contiene los “Temas que sirvieron a González Rubio para el arreglo del Jarabe anterior.
(Colección de la Sra. E.O.B. de Saldívar.)” (1937, s.p. [N. 3 de la sección de
ilustraciones]). Este jarabe únicamente contiene variaciones instrumentales, muy
similares a las de Rubio.
Otro de los jaraves de las primeras décadas del siglo XIX es el que se encuentra en el manuscrito titulado Colección de piezas de musica escogidas a dos guitarras (SMMS
M2), localizado por el investigador John Koegel en la Biblioteca Sutro en California
(Koegel 1999). De acuerdo con el autor, esta obra puede ser posterior a la segunda
o tercera década del XIX, y era un jarabe para ser tocado con guitarra séptima:
Significantly, the collection ends with a Mexican jarabe that includes precise tuning indications for the seven-string guitar. The music notation, however, is not as precise or
complete for this jarabe; rather, it gives an initial melodic and rhythmic model followed
by improvisational models. (1999, 596-598)
Otro jarabe de la primera mitad del siglo XIX se encuentra contenido en la
Colección de 24 Canciones y Jarabes Mexicanos arreglados para piano por Johann Augusto
Böhme en Hamburgo ([s.a.] ca. 1840). También de estos años es la obra Variaciones
sobre temas del jarabe mexicano del músico José Antonio Gómez Olguín (1805-1876).
Esta partitura sí contiene la melodía de copla con su letra compuesta por versos
octosílabos. Tuvo una amplia difusión anunciándose en la prensa de la siguiente
forma:
Ilustración 5. Anuncio del jarabe de José Antonio Gómez52
52
Diario del Gobierno de la República Mexicana (Ciudad de México), 10 de junio de 1841: 4. Este
anuncio se publicó en otros periódicos y estuvo varios días circulando entre sus lectores.
53
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Manuel Payno con el pseudónimo de “Yo”, menciona en un artículo de
prensa la ejecución del Jarabe con variaciones para piano interpretado en 1849 por el
pianista y compositor austriaco Henri Herz. El autor resalta su “atrevimiento” por
incluir música mexicana entre repertorio europeo, iniciativa que desató el entusiasmo del público asistente:
TERCER CONCIERTO DEL SR. HENRI HERZ.
[…]
El Sr. Herz tocó después una fantasía sobre el precioso tema irlandés La última Rosa, y
entre la música irlandesa y francesa é italiana introdujo la música mexicana mas sandunguera, mas bulliciosa, mas subversiva, el Jarabe.– ¡Un jarabe tocado por Herz! ¡Qué profanacion, qué atentado contra el buen gusto, contra la aristocracia!..... pues bien, que
digan lo que quieran los hombres del buen tono, no hagais caso, íd, aunque os cueste
una onza de oro, á escuchar el jarabe tocado por Herz. ¡Dios mio! ¡qué variaciones tan
encantadoras, qué acentos de placer tan vivos! ¡qué alegría tan franca y tan ingénua!– El
efecto que produjo en la concurrencia, fué mágico. Al principio el público creyó que era
Bellini y Rossini quienes hablaban en el piano, y guardó ese respetuoso silencio que indica que en todas partes del mundo se tributa al génio una veneracion religiosa; pero
apenas fue reconocido el jarabe nacional cuando del cielo del teatro brotó un torrente
de aplausos, una tempestad de alegría que comunicó su electricidad á los palcos y al patio.
Los hombres sonaban las manos, las lindas jóvenes hacian todavía otra cosa mejor, reian,
y sus ojos, su fisonomía toda, espresaban el contento y la sorpresa. ¿Herz tocando jarabe,
el músico de Viena, el discípulo protegido de Napoleon, tocando un sonecito de los
Tapatíos y de los Poblanos? Este es un acontecimiento notable, digno de mencionarse.
Los aplausos fueron tan repetidos y las instancias del público tan vivas, que el Sr. Herz
tuvo que salir de nuevo á tocar. ¿Y qué tocaría?... Bah, para un músico, para un talento,
esto es cosa de poca monta. Un momento de inspiracion y está el negocio concluido.
El Sr. Herz la tuvo. La Norma, los Puritanos, la Lucia, la Semiramis, todo lo mas dificil
de la música italiana lo ejecutó, mezclando en estos fragmentos, el bullicioso jarabe; pero
de una manera tan natural, que cualquiera, sin estar en los antecedentes, habria creido
que el son que repicaba nuestras bandurrias en los bailecitos, formaba parte esencial de
las composiciones de los maestros italianos. Como nosotros dimos al Sr. Herz el consejo
de que introdujera en sus variaciones algunos aires nacionales, nos alegramos que hayan
producido buen efecto, y lo felicitamos por su brillante triunfo. En el prócsimo concierto
tocará algunas otras piezas de ese género, que serán sin duda acogidas con entusiasmo.
¿Qué, el Sr. Herz, que ya tiene idea de la música nacional, no hará alguna ó algunas
composiciones que podamos llamar mexicanas? Esperemos que sí, y aun se lo aconsejamos, interesados en que aumente su gloria y el aprecio que justamente le tienen nuestros
compatriotas. (Payno 1849, 231)
54
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
En las últimas décadas del siglo aparece el jarabe en algunas colecciones de
sonecitos o aires nacionales mexicanos. Está incluido en Al pueblo mexicano de Miguel Ríos Toledano (ca. 1884)53 y en 21 sonecitos del país de autor desconocido ([s.a.]
ca. 1900).
Ilustración 6. Portada de Al pueblo Mexicano
(M. Ríos Toledano)54
Ilustración 7. Portada de 21 sonecitos del
país (Autor desconocido)55
MÉTRICA DEL JARABE
En ocasiones, las fórmulas métricas presentes en las expresiones musicales
pueden ser un elemento que ayuden a su caracterización, permitiéndonos establecer un vínculo entre fuentes documentales y musicales. En el caso del jarabe encuentro información relevante. En 1807 se publican en la prensa mexicana unas
53
En esta obra podemos encontrar cuatro jarabes. El “Nº 1. Jarabe. Favorito Mexicano general
de toda la República” que contiene una copla de versos octosílabos, y otros tres “jarabes tapatíos”, los números 7, 8 y 9.
54
Partitura en Biblioteca de las Artes, CENART, Sala de Fondos especiales (P12118).
55
Partitura en Biblioteca de las Artes, CENART, Sala de Fondos especiales (P14135).
55
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
coplas para ser cantadas en el estribillo del jarabe con el título “Estrivillos para el
jarave de los léperos” firmadas por “M. B. ó el Aplicado”56. Estas coplas consisten
en una sucesión de versos hexasílabos narrando una historia. Un par de días después se publica la continuación de estas coplas: “Sigue el estrivillo para jarave”57.
La publicación de estas coplas es un indicio de que el sonecito del jarabe debía
tener un estribillo característico, y que probablemente su melodía debía ser conocida por los lectores. Resalta el hecho de que sus versos fueran hexasílabos, pues
revisando las fórmulas estróficas que aparecen en otras referencias del jarabe unos
años después, encuentro que se publican letras del jarabe en versos octosílabos58.
Del mismo modo, en la descripción de una fiesta en 1828 donde se baila el jarabe,
se escriben las letras que se cantan, y también corresponden con versos octosílabos. Sin embargo, continuando el relato se menciona “oiga vd. el estrivillo que les
cantaron despues de los versos” y se incluyen a continuación una serie de versos
hexasílabos ([s.a.] 1828, 254-255)59.
Estos hechos, unido a la anotación del manuscrito del jarabe de González
Rubio que mostré en la ilustración 4, me permiten afirmar que el jarabe era una
canción de versos octosílabos con un estribillo característico compuesto de versos
hexasílabos y que, probablemente, su copla debería poseer una melodía específica
bien conocida. Una serie de documentos de una época bastante posterior parece
corroborar esta afirmación. Antonio García Cubas (1832-1912) también refiere
que el jarabe tiene un estribillo en la descripción de un baile en Nautla, Veracruz
en 1874 “Cántase el estribillo; concluido el cual, cambian de posición las parejas”
(1874, 212). Otra fuente, en este caso de Guillermo Prieto, que describe un baile
donde se canta el jarabe incluye una copla de versos octosílabos y un estribillo con
versos hexasílabos (1906, 346). Y ya en 1919, en una novela de Cayetano Rodríguez
Beltrán (1866-1939) titulada Un ingenio, se describe un fandango donde el estribillo
56
Diario de México (Ciudad de México), 6 de noviembre de 1807: 295-296.
Diario de México (Ciudad de México), 8 de noviembre de 1807: 303-304.
58
Águila Mejicana (Ciudad de México), 19 de mayo de 1826: 1-3.
59
Este escrito está firmado: “México, 26 de marzo de 1828”.
57
56
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
del jarabe es una parte reconocible, realizando las parejas que bailan una figura
coreográfica específica:
En concluyendo la copla, siguió el estribillo de El jarabe, y las parejas iniciaron la “cadena”, cruzándose en gallardeos las mujeres con los hombres, para tomar la contraria,
que al hacerlo, daban vuelta en redondo taconeando con repiques los pies en la sonora
“tarima”; y allá se iba el canto quejumbroso y dulzón del obligado estribillo:
Escuchen señores.
Que les cuento a ustedes
una tramoyita
que hay en las mujeres:
como todas tienen
patio de gallinas,
riegan el maíz
entre la cocina;
cogen la gallina,
le meten el dedo,
y así es como saben
si ya tienen huevo.
De ahí se la llevan
a cualquier esquina,
y con la canasta tapan,
tapan la gallina.
Según pone el huevo
se lo van juntando,
y así de ese modo
se va “enculecando”,
y así que la ven
que ya está “culeca”,
la llevan a un rincón,
donde está mejor,
y la recomiendan
a San Salvador.
Piden diez pollitos
y un cantador,
y a las tres semanas
que se levantó.
La dueña le dice
a la otra vecina:
si supieras, mi alma,
sacó mi gallina
ocho o diez pollitas
57
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
¡qué cosa tan fina!
Siempre a una pollita,
que se me enfermó,
le cayó pepita;
mi hija la curó,
y un pollito giro
que se me extravió,
ayer en el patio
muerto apareció.
Y me he imaginado,
y supongo yo,
que fue el tacuazín
el que lo mató
porque la cabeza
na más le mascó. (Vid. García de León 2009 [2006], 197-198)
Este estribillo consiste en una larga sucesión de versos hexasílabos seguidos,
de forma análoga a las publicadas en la prensa en 1807. Antonio García de León
recopila algunos de los versos más populares de los que se cantan actualmente en
el jarabe loco de Veracruz, incluyendo también estas “retahílas hexasílabas” (2009
[2006], 89), además de otras estrofas de versos octosílabos. En la actualidad, por
tanto, se continúan empleando las dos estructuras métricas descritas en el jarabe
del siglo XIX. Dos de las coplas más habituales en el jarabe loco son las siguientes
(2009 [2006], 88-89):
Éste es el Jarabe loco
que a los muertos resucita,
salen de la sepultura
meneando la cabecita.
Éste es el primer jarabe
que compuso Lucifer,
el que se lleva las almas
al infierno a padecer.
…
Cogollo de lima,
ramo de laurel,
cómo quieres china
que te venga a ver,
si salgo de guardia
voy para el cuartel
mis calzones blancos
los voy a vender
…
58
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
Dicho autor explica la presencia de un estribillo “fijo” en el jarabe loco veracruzano como un “resto” de obras escénicas del siglo XVII:
Asimismo, y además de estos lechos, persisten en la estructuración compleja de la lírica
campesina de toda la gran región, restos muy evidentes de fragmentos de viejos romances y partes extraídas de la literatura teatral, cuyos temas centrales todavía son posibles
de rastrear en las colecciones del siglo XVII. Estos “restos escénicos” persisten en estribillos fijos, como los del Jarabe Loco, en donde se cantan, después de las coplas octosílabas, versos de seis y cinco sílabas (y que recuerdan los hexasílabos de algunas tonadillas
del XVII, como la del Baile de la maestra de niñas: “Lo primero que hagan,/ niñas de esta
era,/ es pedir a todos/ coches y meriendas...”), o como el estribillo de “Malhaya la vieja”
atribuido a su antecesor, El pan de manteca, en los fandangos de Medellín y El Tejar en
1781. (2009 [2006], 48)
A esta explicación genérica añado algo más de concreción, en el sentido de
que demuestro que los propios jarabes de inicios del XIX ya tenían ese característico estribillo hexasílabo.
Por otro lado, las coplas octosílabas y hexasílabas que García de León recopila se emplean en el son del jarabe loco al ser cantado. En la actualidad, la música
del jarabe loco también se utiliza en Veracruz como música “de fondo” mientras
los versadores improvisan y recitan sus décimas. En ninguna fuente documental
del siglo XIX he encontrado el empleo de la décima como una forma estrófica del
jarabe.
En cuanto a los versos característicos del jarabe loco que aporta García de
León, encuentro indicios en el siglo XIX de que algo similar se cantaba en el jarabe.
En 1869 Guillermo Prieto publica un poema donde menciona el verso “que a los
muertos resucita” al referirse al jarabe (1869, 493). Este verso también aparece en
la primera copla del jarabe loco actual que acabo de mostrar:
III
¡Ya es tiempo, maestrito!
No esperéis en esos grupos,
Que de entusiasmo palpitan,
El jarabe turbulento
Que a los muertos resucita,
Ni el currucú del palomo,
59
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Ni del durazno la chispa,
Ni del lindo sombrero ancho
Las coplas provocativas:
No señor, bailan scotish,
Se pasean las cuadrillas
Y cuando mas, se rempujan,
Compases de las dancitas, […].
También aparece este verso en 1877 en la lectura pública denominada El
jarabe mexicano que ofrece el dramaturgo español José Zorrilla (1817-1893) en Madrid:
Y al romper en un jarabe
la zambrera jaranita….
¡Santa Bárbara bendita!
¿Se arde Méjico? ¡Quién sabe!
el calor es tropical.
Y es el baile de la tierra,
y opinión es general,
de que ahuyenta toda cuita,
y que tal virtud encierra
que los muertos resucita….
¿y qué pueblo, pesiatal
no se agita y despepita
con su baile nacional? (1877, 88)
Precisamente en estos años aparece la primera mención al término jarabe loco
que encuentro. Está contenida en una noticia periodística de 1870: “Simpático Monitor, no vayas á tomarla por cencerradada, solo porque no está en el tema del
Quelele ó en el del jarabe loco.”60.
60
El Boquiflojo (Ciudad de México), 2 de enero de 1870: 3.
60
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
EL ZAPATEADO
Encuentro noticias del zapateado como un son desde el año 1843 donde
aparece citado por Frances Erskine Inglis (1804-1882), mejor conocida por Madame Calderón de la Barca. Deja un testimonio de su baile, junto con el jarabe y
otros sones, en una fiesta celebrada en una hacienda cerca de la Ciudad de México:
“Hay otro baile, llamado “El Toro”, cuya letra no es muy interesante, y el “Zapateado” que bailó con mucha gracia uno de los caballeros, acompañándose al mismo
tiempo con la guitarra.” (1987 [1843], 117-118). En otro documento de 1872 se
menciona cómo se baila el “zapateo” en Veracruz: “El jarocho de Tierra-caliente
puntea su bandurria en serena noche de luna bajo el techo de hojas de palma,
mientras bailan alegres el zapateo sus ardientes morenas, luciendo la belleza tropical.” (Prellezo 1872, 2). Años después, el crítico musical francés afincado en México, Alfredo Bablot expone cómo el carácter de los pueblos y las ideas imperantes
en cada periodo pueden influir en la producción musical de las diferentes naciones.
Menciona que el “zapateado veracruzano” es diferente que el jarabe jalisciense o
michoacano:
El carácter de los pueblos y sus instituciones políticas y sociales ejercen una influencia
directa sobre las diversas formas que afecta el arte: las escuelas musicales se han engendrado con el contacto de las ideas dominantes en ciertas épocas progresistas, de las corrientes intelectuales y de las reacciones literarias. Hérold siguió el impulso que imprimió
á su genio la transformacion de la literatura que se produjo en los últimos años de la
Restauracion francesa.
La música ofrece un carácter peculiar, no solo en los pueblos que constituyen una misma
entidad nacional, sino en las diversas localidades de un país: las jotas de Aragón son
distintas de los fandangos andaluces en su ritmo y sus movimientos cadenciosos; entre
nosotros, el zapateado veracruzano es diverso del jarabe michocano ó jalisciense: las
melopeas escocesas se diferencian escencialmente de las gigas de Irlanda […]. (Bablot
1881, 1)
En la crónica de una actuación circense en Orizaba (Veracruz) en 1884, aparece un caballo bailando el zapateado. Lo interesante de la nota –además de que
61
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
confirma la práctica de realizar bailes ejecutados por caballos como vimos anteriormente en el jarabe de Carmen– es la asociación que se hace de este zapateado
con el que bailan los jarochos o los charros de tierra adentro:
Dice El Reproductor de Orizaba:
“El tiempo se está manifestando hostil á esta excelente compañía de circo. No ha constado una sola noche buena. Esperamos que pronto levante el temporal que sufrimos,
para que nuestras familias puedan disfrutar de esta diversion.
Además de Bell, que, inagotable, parece no gastarse jamás, la compañía cuenta con artistas excelentes, caballos y otros animales notables amaestrados y su coleccion de fieras.
[…]
Pero sobre todo, el precioso caballo Africa, tanto en figura como en habilidad, merece
cuantos elogios se le tributen. Eduardo Orrin debe contemplar con el gozo de un verdadero amateur la arrogante estampa, finas extremidades y la negra y aterciopelada piel
de su caballo, debe tambien estar satisfecho de la docilidad y habilidad de su discípulo,
sobre todo, cuando baila ese zapateado de tal modo que pudiera avergonzar al charro
mejor de tierra adentro ó al jarocho de costa.61
En 1896 encuentro otra curiosa noticia donde el baile del zapateado y el
jarabe nacional es empleado para probar la solidez del suelo del salón de baile del
Palacio de Minería. Una semana antes de un baile que se celebrará en dicho salón
“en obsequio al señor presidente de la República”, se realiza una prueba que consiste en traer un batallón del ejército y hacerlo desfilar por el mismo “á paso veloz”
y seguidamente se les hace ejecutar algunos bailes:
Como sabrán nuestros lectores, habían circulado en el público diversos rumores relativos
á la inseguridad del piso del gran salon en que ha de verificarse el baile que el 16 del
actual se dará en el espléndido palacio de Minería, en obsequio del señor presidente de
la República […].
El batallon, como hemos dicho, practicó diversas evoluciones, á paso veloz, despues de
las cuales, rompió filas, y ejecutó varias piezas de baile, y entre otras el zapateado y el
jarabe nacional.62
61
62
“Gacetilla. El Circo Orrin” El Nacional (Ciudad de México), 13 de noviembre de 1884: 2.
“Gacetilla. La prueba oficial del salon del baile en Minería” El Siglo Diez y Nueve (Ciudad de
México), 10 de septiembre de 1886: 2
62
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
También relacionado con el zapateado encuentro otras curiosas noticias en
la prensa. La primera es de 1891 y los protagonistas son unos monjes misioneros
de Tula (Hidalgo) quienes, además de oficiar misas y realizar algunos exorcismos,
organizaron una fiesta en la que tiene presencia el zapateado:
Tres misioneros apostólicos estuvieron últimamente en la religiosa hacienda del Salto,
cerca de Tula Hidalgo, para decir misas y arrojar algunos diablos de algunos cuerpos de
pecadores. De la primera sacaron algunos pesos y de los segundo otro tanto en plata
contante, pues vendieron cruces á los infelices sirvientes á razón de cuatro reales cada
una.
En la tardecita del último día de misión, tuvieron los reverendos un baile á cielo abierto
y en plena calle de la hacienda, en que el zapateado fué la pieza preferida.
Y después?.....63
La segunda de ellas es la propuesta de que el zapateado –junto al jarabe–
esté presentes en la Exposición de París como bailes “típicos” de México:
París, Mayo 11 de 1897. […]
Como la Exposición estará abierta de noche, los directores de los teatros se están preocupando ya de lo que harán para no perder la concurrencia. Los Sres. Bertrand y Gaihlard
han tenido la idea de hacer que se forme en ella una calle, en donde se establezcan toda
clase de espectáculos.
Se reconcentrarán allí todos los placeres artísticos, y ojalá que esta vez venga á París, una
banda de música militar mexicana, lo mismo que unas lindas chinas y una orquesta típica
para los bailes mexicanos: el zapateado, el jarabe, etc., esto tendrá éxito si se arregla de
un modo perfecto.64
Por último, la noticia de un equilibrista en una función de circo que baila el
zapateado en la cuerda floja:
Gran éxito está alcanzando la […] compañía de circo que dirije el chispeante clown Pedro López, «Pepino,» y que tiene su carpa levantada frente al Circo Teatro Orrin.
63
64
“Noticias. Los frailes se divierten” La Patria (Ciudad de México), 22 de septiembre de 1891: 3.
“La Exposición de 1900” El Contemporáneo (San Luis Potosí), 3 de junio de 1897: 2.
63
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Entre los artistas figura ventajosamente Miguel Robladillo, que baila el zapateado en la
cuerda floja y hace otras muchas suertes de gran mérito.65
Aparte de estas noticias aparecen algunas ya del siglo XX donde el zapateado
es referido claramente como un son jarocho más: “las jarochas lucen su donaire en
la Media Bamba, el Zapateado, el Lascabel, el Curripití, el Canelo, el Zacamandú,
etc.”66; “desplegaron toda su acostumbrada habilidad en la ejecución de La Bamba,
El Zapateado, El Fandanguito, El Toro y otros varios sones que llaman mucho la
atención de los espectadores”67. En esta época también se menciona que el zapateado es un baile “genuino” de Campeche:
Campeche, Julio 27 de 1898 –Sr. Don Francisco Montes de Oca, Director de EL
POPULAR.– México.
El baile popular de anoche, del cual hablé á vd. en mi telegrama pasado, resultó muy
concurrido y correcto. La gente del pueblo se manifestó contentísima y se bailó el zapateo y el jarabe, los bailes genuinos de por estos rumbos.68
Respecto a la estructura métrica del zapateado, se suelen emplear décimas.
Vicente Ruiz Maza comenta en 1954: “A este son pertenece el canto de cualquier
décima lo que hace suponer que en la antigüedad esta música y baile sustituía al
romance” (Vid. García de León 2009 [2006], 231). En los documentos históricos
analizados únicamente he localizado una copla del zapateado veracruzano con una
décima, correspondiente a la descripción de un fandango en la novela Un ingenio de
Rodríguez Beltrán antes citada, y referida también por García de León (2009
[2006], 202-203). En el zapateado jarocho actual se siguen cantando décimas.
65
“El Circo Metropolitano” Diario del Hogar (Ciudad de México), 11 de diciembre de 1904: 3.
“Puebla” Diario del Hogar (Ciudad de México), 7 de junio de 1904: 2.
67
“Alumbrado eléctrico en Tuxtepec” El Diario (Ciudad de México), 9 de mayo de 1912: 6.
68
“El Sr. Baranda en Campeche” El Popular (Ciudad de México), 30 de julio de 1898: 1.
66
64
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
EL JARABE Y OTROS SONECITOS MEXICANOS EN CUBA
Durante todo el siglo XIX encuentro diversas referencias que hablan de la
presencia del jarabe y otros sones considerados mexicanos en Cuba. No es de extrañar que el intercambio cultural y musical entre ambos países fuera intenso, dada
la cercanía geográfica. Factores como la masiva emigración –voluntaria o forzada–
de mexicanos a la isla, o la continua movilidad de artistas desde la segunda mitad
del siglo XVIII, propiciaron estos procesos de intercambio. Se tiene constancia
que artistas mexicanos como Luz Vallecillo llevaron repertorio considerado popular mexicano a los teatros cubanos, por ejemplo el son de la morena, anunciado de
esta manera: “Bayle, gracioso, mexicano, La morena.”69, o bien “Bayle del Reyno
La morenita”70.
La noticia más antigua hasta ahora encontrada del jarabe en Cuba la proporciona el investigador Rine Leal, ubicándolo en el año 1801 como parte del repertorio de los artistas de la maroma o también llamados volantines, indicando que
era una de las canciones de moda de la época. Los datos que utiliza Leal son las
crónicas que recoge del periódico El Regañón de la Habana de ese mismo año: “Esta
tradición, que llena páginas del entretenimiento ligado al Circo, va a mantenerse
casi sin variaciones hasta nuestros días, mezclándose con payasos y canciones populares de moda, como La cucaracha, El jarabe o El melón, anotados por el cronista
de 1801.” (Leal 1975, 207)71.
La presencia de los sones mexicanos en Cuba trasciende el ámbito escénico
y también son escuchados en otros espacios. En 1839 un relato recoge las quejas
de un cubano por la cantidad de música que le rodea y que le interrumpe el sueño
desde primeras horas de la mañana. Entre estas canciones, además de las propiamente cubanas menciona el pan de jarabe, que es un son presente en México desde
algunas décadas antes.
69
El aviso (La Habana), 15 de enero de 1807 (Vid. Ortiz Nuevo 2012, 23).
El aviso (La Habana), 8 y 10 de febrero de 1807 (Vid. Ortiz Nuevo 2012, 24).
71
Cita a El regañón (La Habana), 29 de diciembre de 1801.
70
65
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
,,Apenas el aurora reluciente
Baña en luz las tinieblas del oriente,
es decir, á eso de las seis de la mañana, cuando estoy en lo mejor de mi sueño, después
de haber velado hasta las horas mas avanzadas de la noche, no por mi gusto sino por
una imperiosa y cruel necesidad, empieza mi vecina de la derecha, que como toca de
memoria y sin escuela, es la mas intrépida é incansable, á repetir por la milésima vez las
danzas cubanas y las piecesitas del país, interpoladas con la cachucha, el pan de jarabe y
que se yo cuantas otras novedades, ejercicio que suele durar dos horitas largas; mis hijos
se despiertan sobresaltados y llorando, y arman con el desentonado y estrepitoso piano
el concierto mas infernal que puede V. figurarse, cosa que mal de mi grado me obliga á
dejar la cama á toda prisa. ([s.a.] 1839a, 48-49)
También hubo presencia en Cuba de un son llamado el buscapiés, que tiene la
misma denominación que otro existente en Veracruz. En Cuba se vincula a los
entornos rurales y también es conocido como zapateado buscapiés. En el capítulo
siguiente profundizo más sobre este buscapiés o buscapié cubano. Específicamente referente al jarabe, hay constancia de su representación teatral en el Teatro Principal
de La Habana según una referencia de Serafín Ramírez de 1887. Aunque no menciona fechas específicas, por los datos que aporta sobre los integrantes de la compañía, así como por el repertorio enumerado, se puede inferir que el periodo referido estaría entre 1810 y 1834:
Estas funciones terminaban siempre con un sainete como «El marido desengañado ó la
horchata», «Los maridos engañados y desengañados», «El soldado traga-balas», los «Guatimbas y Musimarenas», «El peon de tierra adentro», las «Preciosas ridículas», «Herir por
los mismos filos», y alguna tonadilla como la de «D. Celedonio y Dª Toribia», «El chasco
de la Burra», «El trípili trápala», «El caramelo», «Los panaderos», y un baile como el
«Fandango», el «Minuet», el «Jarabe», la «Cachucha», el «Caballito jaleado», &c. (Ramírez
1887, 74)
También encuentro un texto de 1855 donde se afirma que el jarabe mexicano, entre otras expresiones musicales de aquel país, fue introducido en Cuba
desde México por presidiarios:
En épocas mas recientes se mejoró el estado de la moral pública estrechándose cada vez
mas el círculo en que aun campeaba la indecencia de las canciones unidas al baile, unas
66
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
veces creacion de la gente mestiza del pais; otras importada por los presidiarios de Méjico, como el jarabe y algunas en que solo descollaba la lubricidad en la letra ó en el
equívoco, y eran las mas. (Bachiller y Morales 1855, 81)72
EL JARABE EN ESPAÑA
Desde mediados del siglo XIX tenemos constancia de la presencia del jarabe
en diversas ocasiones musicales en España, sobre todo en el entorno escénico. Se
ha presentado con diferentes denominaciones, e incluso aparecieron versiones del
jarabe llamadas españolas como veremos a continuación. Su popularidad no es de
extrañar si nos atenemos al gusto que existió en España por las canciones provenientes de América durante toda la primera mitad del siglo XIX. Su aparición escénica se sitúa en el marco de lo que Lénica Reyes denomina Época de los bailables
(2015, 165-173), debido a que el baile se convierte en el protagonista absoluto de
la escena española a partir de la cuarta década del siglo.
EL JARABE AMERICANO O VERACRUZANO EN ESPAÑA
En las primeras menciones del jarabe en España suele denominarse jarabe
americano o jarabe veracruzano. La primera referencia que he encontrado hasta el momento que hable de éste en los escenarios españoles es del año 1838. Se interpreta
en una función de teatro en Santa Cruz de Tenerife:
Hoy domingo 5 del corriente, se celebrarà à beneficio de la música de esta capital una
escogida funcion dispuesta en los términos siguientes:
[…]
72
Esta idea es retomada dos años después por José de la Torre en el libro Lo que fuimos y lo que
somos o La Habana Antigua y Moderna (1857, 115).
67
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
En los intermedios se tocarán varias piezas de música; se cantará por el Sr. Navarro,
como aficionado, una aria, a peticion de varios filarmónicos; se bailará el jarabe americano y se dará fin con la graciosísima pieza.
QUIERO SER CÓMICO. […].73
En dicha ciudad también aparece otra de las referencias más antiguas del
jarabe americano. Esta cita de 1847 es importante pues en ella se dan detalles sobre
su interpretación, se describe como una danza con movimientos seductores:
Otra muger, cuya hechicera gracia se lleva siempre tras sí los multiplicados aplausos de
los espectadores, la Sra. Castejon, en el jarabe americano, danza de flexibles, mórbidos y
seductores movimientos, entusiasmó hasta tal grado al público, que varios jóvenes se
dirigieron al palco de la Presidencia pidiendo el Ole bailado por ella el próximo domingo,
á lo que se accedió inmediatamente. Palmadas estrepitosas la obligaron á salir de nuevo
y repitió una copla de su baile encantador, retirándose coronada de bravos y de aplausos.74
Como veremos más adelante, esta descripción de cómo se baila el jarabe
contrasta con las que se realizan en la misma época en México. Mientras que aquí
aparece como una “danza” con movimientos “flexibles, mórbidos y seductores”,
en México se describe como un baile que destaca por el ágil movimiento de pies, a
la vez que el resto del cuerpo permanece rígido. En 1850 se programa durante
varias semanas en el Teatro de la Comedia de Madrid la obra Un día de toros en El
Puerto o también denominado Los toros del Puerto con coreografía de Manuel Guerrero: “Bailables de que se compone. […] 4º y último. El Jarabe Americano, por la
señorita Vargas y cuerpo de baile”75. Al año siguiente encuentro esta pieza anunciada en el Teatro Principal de Barcelona en los siguientes términos: “Baile.– Los
toros del puerto y el Jarabe veracruzano, dirigido por el Sr. Pavia.”76. Como se
observa, el calificativo de “americano” se ha cambiado por “veracruzano”, además
73
“Teatro” El Atlante (Santa Cruz de Tenerife), 5 de agosto de 1838: 4.
“Revista Teatral” La Aurora (Santa Cruz de Tenerife), 26 de junio de 1847: 32.
75
Diario Oficial de Avisos de Madrid (Madrid), 24 de septiembre de 1850: 4.
76
El Sol (Barcelona), 14 de octubre de 1850: 3. Al año siguiente sigue representándose esa obra
con el jarabe veraruzano (“Crónica teatral” El Sol (Barcelona), 6 de julio de 1851: 3).
74
68
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
se destaca uno de sus números, precisamente el jarabe. Quizás este es un indicador
de que era popular y por ello era empleado como reclamo publicitario. El nombre
del director citado en la primera referencia puede darnos un indicio sobre la circulación del repertorio, pues se sabe que la familia de artistas Pavía estuvo en México
dando funciones ya en el año 1843 (Ramos Smith 1991, 328-329), incluso, abrieron
una escuela de baile en dicho país (Olavaría y Ferrari 1961a [1895], 70)77. De vuelta
en México, en 1855 los Pavía ponen en escena esta misma obra, pero con un cambio, el jarabe que interpretan ya no es el “veracruzano”: “En vez de la Sra. Montoro, que se enfermó, bailó una de las Pavías los Toros del Puerto y el Jarabe,
arrancando algunos aplausos. Su Jarabe no es el de la tapatía, ni el de la poblana,
sino que tiene carta de naturaleza andaluza. Así agradó bastante.”78. Curiosamente,
la misma obra que en España es anunciada indistintamente como jarabe americano
o veracruzano, al interpretarse en México cinco años más tarde, el periodista deja
claro que este jarabe no es como los mexicanos sino que más bien es algo propio
de Andalucía. Por lo que se infiere que, al ser llevado a los escenarios por artistas
españoles, al menos en el baile ya está operando una serie de transformaciones que
lo hacen distinguible del que se realiza en México.
También está presente en una “comedia en un acto de género andaluz” titulada La cigarrera de Cádiz, representado durante los meses de octubre y noviembre
de 1850 en el Teatro de la Comedia de Madrid. En este caso es acompañado con
guitarra según se anuncia: “LA CIGARRERA DE CADIZ, Cuya protagonista
desempeñará la señorita Vargas, que bailará el Zapateado de Cádiz y el Jarabe Americano, cantada por el señor Pardo con acompañamiento de guitarra.”79.
77
Gracias a la labor de búsqueda hemerográfica de José Luis Ortíz Nuevo en la prensa cubana
de la primera mitad del siglo XIX sabemos que también estuvieron presentes en los teatros
cubanos en 1837, 1838, 1842, 1843, 1846 y 1847 (Ortiz Nuevo 2012).
78
El Siglo Diez y Nueve (Ciudad de México), 23 de mayo de 1855: 4.
79
Diario Oficial de Avisos de Madrid (Madrid), 5 de octubre de 1850: 4.
69
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
En la ciudad de Valencia, en 1854, el jarabe es interpretado en el Teatro
Principal, denominándose “Jarabe Veracruzano”80 o “Jarave de Veracruz”81. El jarabe también está incluido en otra obra inspirada en Cádiz, titulado De Cádiz al
Puerto. Como vemos, este bailable no fue el único de ambientación gaditana en la
que se incluye el jarabe. Este hecho nos reitera la importancia que tuvo Cádiz en
esta época como huésped de repertorio procedente del continente americano, y
particularmente de México.
EL JARABE ESPAÑOL O ANDALUZ
Conforme pasan los años, las denominaciones del jarabe de “americano” o
“veracruzano” en España se irán diluyendo y transformando poco a poco a las de
“español” o “andaluz”. Parece ser que la popularidad que obtiene el jarabe en estos
años anima a los compositores a incluirlo en sus obras, donde aparece con estos
nuevos calificativos. Sin denominación de “origen” lo encuentro, por ejemplo, en
Madrid dentro del juguete cómico bailable Los Boleros en Londres82, en donde se
incluye un jarabe –junto a otras piezas (Bedoya 1854, 5). Esta obra se presenta en
otras ciudades de España, como en Murcia83. En este año de 1851 aparece también
en la zarzuela Por seguir a una muger de Joaquín Gaztambide (1822-1870) con el
nombre de la “Canción del Jarave”. De igual modo, es incluido en la obra Un día
de fiesta en Sevilla representada en el Teatro del Príncipe en Madrid durante la navidad de ese mismo año84. Manuel Guerrero realiza la coreografía de la obra Los
ventorrillos de la Puerta de Tierra de Cádiz, compuesta por Joaquín Gaztambide en
80
Función del 4 de enero. Visto en la Base de datos de Carteles teatrales valencianos del siglo XIX,
Parnaseo, Universidad de Valencia: http://parnaseo.uv.es/carteles/imagencartel2.asp
?id=0662.jpg (último acceso: 8 de febrero de 2016).
81
Función del 22 de abril. Visto en Ibídem, http://parnaseo.uv.es/carteles/imagencartel2.asp
?id=0519.jpg (último acceso: 8 de febrero de 2016).
82
El Clamor Público (Madrid), 3 de septiembre de 1851: 3. Núm 2196
83
La Paz de Murcia (Murcia), 31 de enero de 1866: 1.
84
“Diversiones publicas” Diario Oficial de Avisos de Madrid (Madrid), 23 de diciembre de 1851: 4.
70
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
1852, que finaliza con el “Jarabe del Café, bailable final por la señorita Quintero,
el señor Guerrero y todo el cuerpo de baile.”85.
También en 1852 aparece en Valencia formando parte de una composición
de Carlos Atané titulada La Flor de la Canela. En el cartel de una de las funciones
donde se representa esta obra se especifica que es un “paso español” cantado por
el coro del teatro: “El Jarabe; primer paso español que baila la primera bailarina
doña María Edo, acompañada del director, y será cantado por el cuerpo de coros”86. Según las crónicas, tuvo mucho éxito el jarabe de esta obra:
La señorita Edo, que tanto ha llamado la atención de este público por la gracia y precisión
con que ejecuta los pasos mas difíciles del baile francés, y que tanta copia de aplausos ha
recogido desde su aparición en este teatro, ha conseguido una verdadera ovación en la
noche del sábado, en el baile andaluz, titulado: La Flor de la Canela. En honor de la
simpática bailarina, debemos decir que con la misma gracia ejecuta los voluptuosos movimientos del baile español, como los rápidos, difíciles y elegantes pasos de la escuela
francesa.La señorita Edo salió á la escena con tanto desenfado y soltura como pudieran
hacerlo la Petra Cámara y la Nena. Bailó El Jarabe, con suma gracia, y el público prorumpió en estrepitosos aplausos, pidiendo la repetición. La señorita Edo puede lisongearse
de haber conseguido en Valencia un triunfo tan espontáneo como merecido.87
En 1851 se interpreta el jarabe en Barcelona, presentado como novedad:
“GRAN TEATRO DE LICEO.– […] Seguirá el baile nuevo El jarabe, por la Sra.
Alegría Constantí y el Sr. Gispert, acompañados por el cuerpo de baile.”88, y una
semana después, los mismos artistas lo ejecutan –presentado como “baile español
nuevo”– en el Teatro Nuevo de la población cercana de Gracia: “Y terminará la
funcion con el baile español nuevo, llamado El jarabe, por la señora Alegria Constantí del Gran Teatro del Liceo, y el espresado señor Gispert, acompañándoles el
cuerpo de baile de dicho Teatro del Liceo.”89. A propósito de las representaciones
85
“Diversiones publicas” Diario Oficial de Avisos de Madrid (Madrid), 14 de marzo de 1852: 4.
Ver la Base de datos de Carteles teatrales valencianos del siglo XIX, Parnaseo, Universidad de Valencia:
http://parnaseo.uv.es/carteles/imagencartel2.asp?id=2435.jpg (último acceso: 8 de febrero de
2016).
87
“La Edo en el Baile Nacional” Correo de Teatros (Madrid), 30 de septiembre de 1852: 2-3.
88
El Áncora (Barcelona), 7 de julio de 1851: 112.
89
“Espectáculos” El Áncora (Barcelona), 15 de julio de 1851: 240.
86
71
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
del jarabe en el Teatro del Liceo, transcribo una crónica en la que se relata la suspensión de una de las funciones por el alboroto generado en el público, al solicitar
éste la repetición de la interpretación del jarabe. La presidencia del espectáculo no
accedió a dicha petición de acuerdo a una norma que regía el teatro y que no permitía la repetición de obras. Sin duda el jarabe tuvo que gustar mucho al público
barcelonés, aunque el periodista que escribe la crónica no fuera de tal opinión:
Hemos oido referir que anteayer noche en el teatro del Liceo el señor Concejal que
presidia, mandó suspender la función sin concluirse el programa de la misma. Parece que
después de haberse ejecutado el baile titulado el Jarabe, pidió el público, como de costumbre, su repetición. La presidencia no tuvo por conveniente acceder á los deseos del
público, pero sin manifestarlo por los medios acostumbrados; este porfió; entonces el
señor presidente puesto de pié en su palco dirige la palabra al público diciendo: «Silencio!
silencio! no han de venir aquí cuatro díscolos á incomodar á todo un público; y sino
callan mando suspender la funcion. » En vano se trató de proseguir, el público silbaba,
tosia, etc. Por remate de fiesta el presidente cumplió su amenaza, mandando bajar el
telón y despidiendo al público; y al cruzar el pórtico hubo alguna manifestación de desagrado, y todo concluyó en paz.
Puesto que por los bandos vigentes sobre teatros se previene que no se permitirá la
repeticion de ninguna pieza, reprobamos nosotros que nunca, nunca, bajo ningún pretesto ni motivo se permita hacer lo que está espresamente prohibido.
Además el baile dicho del Jarabe es de aquellos que no su repetición, sino ni aun ponerse
en escena se debió permitir.90
En este mismo año de 1851 el jarabe aparece anunciado en Mallorca ya
como un baile andaluz por la misma pareja Alegría-Gispert91. En 1859, en la representación de La hija del Guadalquivir en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona, es
anunciado como “un baile nuevo”:
Funcio dramática ordinaria num. 182 de abono, para hoy sábado 19 de marzo.
[…] En el intermedio del 3º al 4º acto se ejecutará el baile nuevo en un acto compuesto
espresamente para la célebre bailarina española doña Manuela Perea (Nena), por el primer bailarín y director D. Ricardo Moragas, puesto en música por el profesor señor
90
91
El Áncora (Barcelona), 31 de julio de 1851: 484.
Diario Constitucional de Palma (Palma de Mallorca), 13 de septiembre de 1851: 4.
72
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
Pujadas, con el titulo «La hija del Guadalquivir.» Contiene los siguientes bailables :—1.º
Jarabe por las señoras Corríols, Rosales, Catalá y Martinez, y los señores Mauri, Casaban,
Portas y Prous […].92
Aunque esta obra estaba compuesta expresamente para Manuela Perea “La
Nena”, no está ella entre las siete personas que bailan el jarabe. Sí estará presente
tres años más tarde en otra obra, Celos y caliá de Ricardo Moragas: “Dio un concierto la simpática pianista Eloísa D' Hervil, y se presentó la tan renombrada bailarina Manuela Perea, haciendo el baile nuevo titulado Celos y caliá, compuesto y
dirigido por Ricardo Moragas.” (Cambronero 1896, 309). Según una crónica de
una representación de esta obra en Palma de Mallorca de 1867, sabemos que incluía
un jarabe, en este caso interpretado por la “Sra. Martínez”:
Del «Diario de Palma» del 29 de octubre, tomamos lo siguiente:
«El baile nuevo, del género andaluz, puesto ayer noche en escena en este teatro y en que
hizo su estreno la primera pareja Montero-Moragas, obtuvo el éxito que era de esperar,
atendidos los especiales conocimientos que en esta materia posee el compositor y director del cuerpo coreográfico, D. Ricardo Moragas. Efectivamente, en todos los bailables
de que se compone Celos y caliá se vé el espíritu que anima á su autor de presentar en
escena una variada suerte de pasos á cual mas difíciles, ejecutados ya por parejas solas,
ya en conjunto, que no pueden menos de llamar la atención del espectador. Todos indistintamente fueron aplaudidos, mereciendo particular mención la señora Montero en
el Ole de la Zarabanda, y la Sra. Martínez en el Jarabe, y sobre todo el Sr. Moragas quien,
repetimos, nos ha dado una primera muestra en el día de ayer de lo mucho que conoce
el difícil arte del baile.
La concurrencia llamó á las tablas á dicho señor justamente con el demás personal de
que se compone el cuerpo coreográfico.».93
También encuentro una referencia al jarabe sevillano en una representación en
el Teatro Iturbide de la Ciudad de México en 1857, incluido en otra obra de ambientación andaluza94: “El Sr. D. Luis Pavía, director del ramo de baile ha dispuesto
92
La Corona (Barcelona), 19 de marzo de 1859: 4.
La España Musical (Barcelona), 7 de noviembre de 1867: 3.
94
Aunque esta obra se representa en México, la cito en este apartado pues el jarabe bailado se
considera español.
93
73
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
para esta función el PRECIOSO RECREO NUEVO DE COSTUMBRES
SEVILLANAS, compuesto de las piezas siguientes: […] CUARTO - JARABE
SEVILLANO […]”95. Un año más tarde se interpreta en Ciudad de México la obra
titulada La feria de Sevilla, según se anuncia en la prensa mexicana: “en cuyo final se
bailará el Jarabe español”96.
Ilustración 8. Cartel de La Feria de Sevilla (Gran Teatro Nacional de Ciudad de México, 30 de mayo de
1858)97
En la década de los setenta continúa su presencia en los teatros españoles,
en este caso formando parte de El torero y la maja tanto en Murcia98, como en Madrid99. En 1897 se publica en La Unión Mercantil de Málaga el anuncio de una academia de bailes andaluces y flamencos donde aún en esa época se enseña el jarabe
(Pérez-Muñoz Sanz 2009, 120)100.
95
Diario de Avisos (Ciudad de México), 27 de enero de 1857: 3.
Diario Oficial del Supremo Gobierno (Ciudad de México), 26 de mayo de 1858: 4.
97
Cartel en Centro de Estudios de Historia de México, http://www.archivo.cehmcarso.com.mx/janium-bin/janium_zui_print.pl?i=/janium/JZD/LXI1/3/299/1/LXI-1.3.299.1.0001.jpg (último acceso: 6 de noviembre del 2016).
98
La Paz de Murcia (Murcia), 17 de Noviembre de 1871: 4. José Gerardo Navarro (2003, 80) cita
este mismo programa en su libro, pero lo referencia en otra fecha, el 28 de mayo de 1871: 4.
No obstante, en dicho periódico no aparece este programa.
99
Diario Oficial de Madrid (Madrid), 31 de enero de 1874: 4. También se repite el 1 de febrero.
100
A propósito de esta referencia, Guillermo Castro Buendía en su tesis doctoral ofrece una
datación errónea indicando que es de 1907. La citación de la referencia también es incorrecta
96
74
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
En calle Tomás de Cózar./ (del número no me acuerdo;/ en la casa situada/ frente a un
colegio)/ Hay Academia de bailes/ andaluces y es lo cierto/ que sin saber dar un paso/
quisiera ser académico./ Allí enseña Ana Martín/ sevillanas y boleros,/ soleares, peteneras, jarabe, jota, jaleo,/ madrileña con mantilla/ y muchos bailes flamencos [...]
Ya en el siglo XX, en 1902, se sigue bailando el “jarabe andaluz” de acuerdo
con un diario de Palma de Mallorca: “Després d’es lunch na Carmeta sa modista,
exdeixeble de n’Agostinet ballá es Jarabe Andaluz amb tots els aires de catalinera.”101
LAS BOLERAS DEL JARABE
Además de estas referencias, también aparecen en España las boleras del jarabe. En las primeras décadas del siglo XIX era habitual realizar creaciones basadas
en las boleras a las que se le intercalan fragmentos de alguna otra expresión musical
que estuviera de moda. Así, por ejemplo, también tenemos las boleras de la bola, las
boleras de las habas verdes o las boleras del zorongo, entre otras102. En este caso no he
localizado documentación musical de las boleras del jarabe, pero puedo imaginar
que debía contener algún pasaje característico de éste. Dicha obra aparece anunciada en el año 1849 en el Teatro de Variedades de Madrid103, y en ocasiones se la
refiere también como boleras del jarabe americano104. El hecho de que aparezcan estas
boleras del jarabe, es un indicio que me hace pensar que el jarabe en España debía
tener una melodía característica.
pues únicamente refiere el nombre del libro donde se incluye el ensayo sin mencionar ni el
título del mismo ni el nombre de su autora (2014, 373-374).
101
La Roqueta (Palma de Mallorca), 15 de septiembre de 1902: 14.
102
Benito Mas y Prat menciona varias boleras que contienen otras expresiones musicales –entre
ellas la del jarabe americano– en su “antigua lista de los intermedios de baile” (1882, 58).
103
Diario Oficial de Avisos de Madrid (Madrid), 7 de mayo de 1849: 4.
104
Diario Oficial de Avisos de Madrid (Madrid), 21 de junio de 1849: 4.
75
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
EL JARABE DE CÁDIZ
Otra variante del jarabe aparecida en España se denomina jarabe de Cádiz.
En 1846 es anunciada la venta de su partitura en la prensa madrileña, y es presentado como una novedad: “El bonito jarabe Gaditano, jaleo andaluz nunca oído en
esta córte, y sevillanas”105. Diversas fuentes documentales nos indican que esta
obra tuvo que ser popular en España, interpretada en muchos teatros del país,
desde el año 1849, donde se presenta como un baile nuevo106. En esas mismas
fechas también se representa el jarabe gaditano en los teatros de la Ciudad de México. Por ejemplo, en una función en el Teatro Principal en 1859: “será terminado
el espectáculo con el baile andaluz titulado: Los toros del puerto y Jarabe gaditano.”107.
El jarabe de Cádiz continuó interpretándose en teatros españoles por un
tiempo considerable. En 1860 es cantado en Granada por el “cantor andaluz” Antonio Giménez108, y en 1881 es bailado en una Plaza de Toros de Palma de Mallorca109. El año siguiente se interpreta en Alicante y Alcoy el Jarabe de Cádiz de
Tomás Damas (1825-1890) a dos guitarras por el “terceto Boix”110, una agrupación
de guitarra, bandurria y laúd que había obtenido muchos éxitos en España111, y en
1883 repiten su concierto en Salamanca112.
Afortunadamente sí hay disponibles partituras de esta expresión musical: el
Jarabe de Cádiz de Tomás Damas y el Jarabe Gaditano de Manuel Fernández Grajal
incluido en el Álbum de aires populares de España en 1866. Con ellas podemos conocer
su música, pues estas partituras comparten las mismas estructuras melódicas que
105
Diario de Madrid (Madrid), 18 de septiembre de 1846: 3.
Diario Oficial de Avisos de Madrid (Madrid), 24 de diciembre de 1849: 4.
107
La Sociedad (Ciudad de México), 23 de junio de 1859: 3.
108
La Alhambra (Granada), 12 de diciembre de 1860: 4. También se menciona en (Rioja 2008, 12).
109
La Opinión (Palma de Mallorca), 30 de abril de 1881: 4.
110
El Graduador (Alicante), 19 de septiembre de 1882: 3 y en El Serpis (Alcoy), 8 de octubre de
1882: 2.
111
El Eco de la Provincia (Alicante), 21 de septiembre de 1882: 3.
112
El Fomento (Salamanca), 22 de enero de 1883: 3.
106
76
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
hacen al jarabe de Cádiz reconocible respecto a otros jarabes españoles, como el
Jarave de Joaquín Gaztambide (1851) o el de Isidoro Hernández (1883).
EL JARABE COMO CANTE FLAMENCO
Las referencias al jarabe en España que hemos visto hasta este momento
están circunscritas a un entorno teatral, sin embargo, también nos han llegado documentos que indican que el jarabe fue considerado un cante flamenco más en un
determinado periodo del siglo XIX. José Velázquez y Sánchez113 menciona al jarabe en 1849 como integrante del repertorio de los cantaores andaluces en Sevilla.
En este texto describe la alegría que un cantaor provoca en los oyentes al cantar el
jarabe:
[…] cuando entona la caña, sus melancólicas cadencias vibran en el alma de todos los
espectadores, y la dan esa languidez suave, que tanto favorece al amor: cuando las playeras; un sentimiento melancólico se apodera de todos los corazones: cuando los polos,
y jarabes, una alegria bulliciosa sigue á cada equívoco á cada final de la frasecilla algo
truanesca y maliciosa en que siempre se descubre un rasgo feliz de esa fértil y privilegiada
imaginación de este pueblo encantador que mora en el mediodia de nuestra hermosa
España. (Adame y Muñoz 1849, 27)
En la tesis doctoral de Antonio Bonilla aparece la siguiente cita: “Ya en 1849
Estébanez Calderón nombra a los jarabillos zapateados como baile español de origen americano.” (2012, 44). Incomprensiblemente al tratarse de una tesis doctoral,
Bonilla no menciona la fuente de donde toma esta afirmación. No he podido localizar hasta el momento en qué obra de Estébanez Calderón aparece. Sí encontré
que Benito Mas y Prats en su artículo sobre bailes de palillos, menciona los jarabillos114. Más rotunda es la siguiente referencia donde se describe una reunión de
113
Aunque el libro está firmado por Serafín Adame Muñoz, en la contraportada de la obra se
especifica que José Velázquez y Sánchez comenzó esta obra, y por enfermedad tuvo que continuarla Serafín Adame, a partir de la página 33. La referencia está en la página 27, por tanto es
atribuible al primer autor.
114
La Ilustración Española y Americana (Madrid). 30 de julio de 1882: 59.
77
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
artistas flamencos en Madrid en 1853, donde se menciona al jarabe como uno de
los cantes que interpretaron junto a cañas, rondeñas, etc.:
Música flamenca. No se trata de la escuela de ningún compositor de la escuela de los
Tínctor y Josquin Desprez: la música flamenca que motiva esta gacetilla, es la que en la
tierra de María Zantísima se conoce con este nombre Sin perjuicio de hablar mas detenidamente en nuestra próxima Revista musical, queremos decir hoy cuatro palabras acerca
de la fiesta puramente nacional que se verificó antes de anoche en los salones de Venzano, calle del Baño.
Los protagonistas fueron lo más escogido entre los flamencos que se hallan actualmente
en Madrid; así es que los aficionados pudieron admirar tres escuelas diferentes á la vez.
Ejecutaron con el más admirable y característico primor, todo el repertorio andaluz de
playeras, cañas, jarabes, rondeñas, seguidillas afandangadas, etc., etc. [...]
La reunión se componía de más de cien personas de todas clases y condiciones; diputados, gobernadores de provincia, literatos, capitalista, y hombres de ciencia. Sentados
alrededor de una gran mesa, estaban los artistas de sombrero calañés, cantando y tocando
la guitarra, con grande aplauso del entusiasmado concurso.
No faltó el ambigú nacional, profusamente servido con los manjares de la tierra (y pescados de la costa) y regado con el popular manzanilla.
El sarao duró desde las nueve de la noche hasta las tres de la madrugada. (Velaz de
Medrano 1853a, 4)
Al día siguiente el autor publica una crónica más extensa de esta fiesta flamenca en la que nos da más detalles de la misma, por ejemplo que “Todos los
artistas eran oriundos de las Andalucías: Santa Maria, Villegas, Juan de Dios, Farfan
y Luis Alonso” o que el jarabe se canta ya avanzada la fiesta: “Asi es que, á hora
muy avanzada de la noche, las playeras, cañas, jarabes, rondeñas, tangos y seguidillas afandangadas llegaban á su apogeo, y el bailoteo se sostenia cada vez mas animado.” (Velaz de Medrano 1853b, 2). Hay noticias que estos artistas ofrecieron
más funciones en Madrid en esas fechas.
Por tanto, el jarabe ya es cantado por cantaores flamencos solo unos años
después de las primeras referencias de su presencia en España. En 1867, se representa en Cádiz la obra Palmas y luces o Una boda de flamencos, donde se le incluye junto
a otros bailes flamencos:
78
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
Teatro del Balón. 1867
Variada y divertida función para el LUNES 17 de junio de 1867 […]
3º El nuevo juguete cómico del género andaluz, titulado:
PALMAS Y LUCES O UNA BODA DE FLAMENCOS.
En el que se bailará por todo el cuerpo coreográfico, el jarabe, el zapateado y la soledad
cantándose por Teodoro Guerrero, conocido por El Quiqui, acompañado á la guitarra
por el maestro Juan Trujillo, cantares alusivos al género del juguete. (Barberán 2013)
Años después, en un diálogo de la zarzuela El Pañuelo de Manila, de 1884,
uno de los personajes muestra su entusiasmo por el flamenco –género de moda en
esos años en España– resaltando que el cante que más le gusta es el jarabe
(Cuartero 1884, 12):
ROB.
El canto flamenco es un canto muy hondo que no pueden comprenderlo
más que los verdaderos artistas; por eso no pueden cantarlo los del Teatro
Real; porque esos, como todo lo dicen en latin, no tienen gracia para interpretar el divino cante, creado por la naturaleza sin necesidad de ningún maestro de música! Por eso yo me entusiasmo al oir las sevillanas. Aplaudo si
cantan malagueñas ¡Pateo si oigo peteneras! Y me quito la ropa cuando cantan, (Cantando, bailando y quitándose la chaqueta.)
Abreme la puerta,
qué puerta tan dura...
MAN.
ROB.
MAN.
ROB.
MAN.
ROB.
MAN.
ROB.
Bé! Esto es arte, sobrino, lo demás son pamplinas.
TÍO, que se está usted desnudando.
Pero lo que más me gusta es el jarabe.
Pues precisamente hay una botica cerca y se lo traeré á usted del mejor.
Si el jarabe que á mí me gusta es un canto andaluz.
Ya!
Tú verás cuando te lleve á Sevilla cómo te entusiasmas al oir el cante.
Pero tio…
No hay tio pásme usté el rio; tú te vienes a Sevilla conmigo, y allí te has de
casar con una flamenca.
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DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
En el siglo XX, el musicólogo Manuel García Matos considera al jarabe
como una “especie flamenca”, vinculada a expresiones musicales americanas:
Hubiese intentado en vano hacer, para traerlo aquí, un estudio que por extenso abarcase
las influencias del folklore americano sobre el arte flamenco. Insuficientes todavía los
conocimientos que poseo respecto a varios extremos relacionados con tal cuestión. Temeridad indisculpable hubiera sido el atreverme siquiera a iniciar dicho intento. La problemática de trabajo que plantea tal estudio se percibe con solo evocar los nombres de
las especies flamencas que paralelamente encontramos en América designando otros
tantos cantos o músicas allí existentes:
El polo.
El medio polo (de existencia dudosa).
La caña.
La media caña y la policaña (también de existencia oscura).
Los tangos.
El zapateado.
La guajira.
El corrido.
El jarabe.
La milonga.
La vidalita.
La colombiana.
La rumba.
y otros que, por su menor relieve y trascendencia, como cantes, no cito. (1984, 98).
El análisis documental devela que el jarabe fue durante algunos años parte
integrante del flamenco, no obstante, hoy día –como mencioné en la introducción–
está en desuso.
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JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
DESCRIPCIONES DEL JARABE Y EL ZAPATEADO EN MÉXICO
En este apartado expongo una relación de fuentes documentales que dan
información sobre la práctica del jarabe y el zapateado en diversas ocasiones musicales. Soy consciente que estas descripciones están mediadas por la mirada costumbrista de escritores que pertenecen a estratos hegemónicos, quienes tratan de
presentar las prácticas artísticas como un producto fijo (Ochoa Gautier 2014, 111).
No obstante, considero que es posible obtener información valiosa de estos elementos estereotipados, que nos dan cuenta de rasgos performáticos presentes en
su performance, una vez filtrados de aquellos que reflejan valoraciones subjetivas
o juicios de valor de los autores, tal y como Guha sugiere (2002). Presento dichos
textos de manera cronológica, mostrando no solo los elementos performáticos o
inscripciones sonoras más relevantes contenidos en ellas, sino todos aquellos otros
extra musicales que proporcionan información sobre las condiciones, el ambiente
y las dinámicas sociales presentes en su ejecución. Estos elementos performáticos
son analizados tras presentar las veintidós descripciones seleccionadas.
LAS DESCRIPCIONES
DESCRIPCIÓN 1ª. COSTUMBRES Y TRAJES NACIONALES. LOS RANCHEROS (1844)
Sin dar una localización exacta, en 1844 se describe la celebración de la boda
de un ranchero en la que se interpretan diferentes sones, entre ellos el jarabe, tocados por jaranas. Se mencionan las técnicas instrumentales que se emplean en la
interpretación de dichos sones: el “rasgado” y el “pespunteado”.
Terminada la mesa, el hijo del juez de paz ó el notario, que regularmente hacen las veces
de bastoneros, disponen el baile, que lo rompen los novios, y después pasan á colocarse
en el tálamo que se les pone. En el discurso de aquel se cantan y bailan el palomo, artillero, tapatio, aforrado, el caballo, el adiós, y los jarabes tocados con las jaranitas y con
el nombre de rasgado y pespunteado. La poesía campestre tiene en donde ejercitarse, y
el ingenio de músicos y concurrentes hace esfuerzos inauditos para lucir. (Revilla 1844,
556)
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DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
DESCRIPCIÓN 2ª. COSTUMBRES Y TRAJES NACIONALES. LA JAROCHITA (1844)
En este relato se describe cómo se desarrollan los fandangos en Medellín
(Veracruz) y se nombran algunos de los sones jarochos, entre ellos al tapatío. Aunque no se especifica la palabra jarabe, hay dos elementos que me permiten tomar
en cuenta esta descripción: en primer lugar, el jarabe en México es asociado a lo
tapatío, así que podría ser factible pensar que está hablando de un “tipo” de jarabe.
El segundo factor es que se relata la costumbre de la gala –se especifica en el texto
cuando se dice “dando una galita”–, una práctica que está muy asociada al baile del
jarabe y también al zapateo –como veremos en el siguiente capítulo–.
Los sones que se bailan entre los jarochos, son unos compuestos por ellos mismos, y
otros españoles ó del interior de la república, descompuestos á su antojo y arreglados
para sí; de manera que bailan el canelo, la tusa, la guanábana &c., lo mismo que la manola,
el agualulco, y el tapatío. Las jarochitas bailan casi todo del mismo modo, pero con mucha
gracia, y algunas veces que en ciertos sones como la bamba, admira agilidad con que taconean y hacen mil movimientos, llevando un vaso lleno de agua en la cabeza sin que se
derrame una sola gota, ó formando de una banda que tienen en el suelo, unos grillos que
ajustan á sus piés y que desatan luego sin hacer uso ninguno de sus manos.
Comunmente cuando empieza la música á tocar un son, se levantan de sus asientos ocho
ó diez bailadoras; se ponen de pié sobre un tablado elevado á algunas pulgadas del suelo,
dan una vuelta y comienzan á bailar. Una de ellas (y muchas veces todas, según lo requiere el sonecito) canta, contestando á los versos de alguno de los músicos, y estos
diálogos son las mas veces graciosísimos. […]
Segun se ve, se dan de este modo sus celos, sus citas y hasta se declaran sus amores.
Cuando las jarochitas bailan, suelen los jarochos ponerles sus sombreros, galantería que
tienen ellas en mucha estima, y á algunas he visto yo bailar el machete y la chamarra del
que las pretende. Mientras la jarochita tiene un solo sombrero, baila con él poniéndoselo
en la cabeza; pero si le dan otro ú otros, entonces los tiene todos en la mano. Despues
que se acaba el son los recogen sus respectivos dueños, dando una galita á la bailadora.
En la temporada de Medellin los hombres decentes son los que se posesionan de los
bailes de las jarochitas, las aplauden, les tercian sus bandas, les ponen sus sombreros á
las mas bonitas, y les dan sus galas; habiendo algunos tan generosos, que sin sacar provecho alguno de su prodigalidad, llenan de oro la mano de la bailadora. (Esteva 1844,
234-235).
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JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
DESCRIPCIÓN 3ª. LIFE IN CALIFORNIA (1846)
En 1846, Alfred Robinson en el libro Life in California: During a residence of
several years in that territory realiza una descripción detallada del baile del jarabe en un
fandango celebrado en California. Se relata el modo de bailarlo, por ejemplo, describe los sonidos percusivos que se producen al zapatear como “armoniosos” y
ejecutados con destreza. También menciona los instrumentos utilizados, la gestualidad de los bailadores y menciona, de nuevo, la práctica de la gala.
Senor Bandini had his house bendecida, or blessed, during our stay here, and G. and
myself were invited to attend. The General, his officers, with many friends and their
families, were present. The ceremony took place at noon, when the chaplain proceeded
through the different apartments, sprinkling holy water upon the walls, and uttering
verses in Latin. This concluded, we sat down to an excellent dinner, consisting of all the
luxuries the place afforded, provided in Don Juan's best style. As soon as the cloth was
removed, the guitar and violin were put in requisition, and a dance began. It lasted, however, but a little while, for it was necessary for them to spare their exertions for the
evening fandango. So poco a poco, all gradually retired to their homes.
At an early hour the different passages leading to the house were enlivened with men,
women, and children, hurrying to the dance; for on such occasions it was customary for
every body to attend without waiting for the formality of an invitation. A crowd of leperos was collected about the door when we arrived, now and then giving its shouts of
approbation to the performances within, and it was with some difficulty we forced our
entrance. Two persons were upon the floor dancing “el jarabe.” They kept time to the
music, by drumming with their feet, on the heel and toe system, with such precision,
that the sound struck harmoniously upon the ear, and the admirable execution would
not have done injustice to a pair of drumsticks in the hands of an able professor. The
attitude of the female dancer was erect, with her head a little inclined to the right shoulder, as she modestly cast her eyes to the floor, whilst her hands gracefully held the skirts
of her dress, suspending it above the ankle so as to expose to the company the execution
of her feet. Her partner, who might have been one of the interlopers at the door, was
under full speed of locomotion, and rattled away with his feet with wonderful dexterity.
His arms were thrown carelessly behind his back, and secured, as they crossed, the points
of his serape, that still held its place upon his shoulders. Neither had he doffed his "sombrero," but just as he stood when gazing from the crowd, he had placed himself upon
the floor.
The conclusion of this performance gave us an opportunity to edge our way along towards the extremity of the room, where a door communicated with an inner apartment.
Here we placed ourselves, to witness in a more favorable position the amusements of
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DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
the evening. The room was about fifty feet in length, and twenty wide, modestly furnished, and its sides crowded with smiling faces. Upon the floor were accommodated
the children and Indian girls, who, close under the vigilance of their parents and mistresses, took part in the scene. The musicians again commencing a lively tune, one of
the managers approached the nearest female, and, clapping his hands in accompaniment
to the music, succeeded in bringing her into the centre of the room. Here she remained
a while, gently tapping with her feet upon the floor, and then giving two or three whirls,
skipped away to her seat. Another was clapped out, and another, till the manager had
passed the compliment throughout the room. This is called a son and there is a custom
among the men, when a dancer proves particularly attractive to any one, to place his hat
upon her head, while she stands thus in the middle of the room, which she retains until
redeemed by its owner, with some trifling present. During the performance of the
dances, three or four male voices occasionally take part in the music, and towards the
end of the evening, from repeated applications of aguardiente they become quite boisterous and discordant.
[…] These fandangos usually hold out till daylight, and at intevals the people at the door
are permitted to introduced their jarabes and jotas. (Robinson 1846, 51-54)
DESCRIPCIÓN 4ª. DOÑA MARÍA DE JESÚS MOCTEZUMA (1849)
La siguiente narración, de 1849, se desarrolla después de que el autor deja
claro al lector que el jarabe es uno de los sones más notables de México. Menciona
que es bailado por una china y un ranchero y describe con detalle la vestimenta de
ambos. Habla específicamente de la interpretación del baile, fragmento que expongo a continuación:
Muger y hombre, en cuanto oyen los acentos de la guitarra, comienzan á mover rápidamente los pies al compás de la música; se acercan, se retiran, se engañan, se entusiasman,
baten con los pies el pavimento con rapidez, y por último, su entusiasmo y fatiga cesa
con los últimos acentos de los picarescos versos, y con los estrepitosos aplausos de los
circunstantes. (RR [pseud.] 1849, 3).
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JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
DESCRIPCIÓN 5ª. FANDANGO EN ZACATECAS (1849)
El siguiente texto describe a una china bailando jarabes “subversivos” en un
fandango en Zacatecas y, de nuevo, aparece la práctica de la gala. Tal y como se
describe, los hombres solicitan que las bailadoras le bailen a su sombrero, provocando gran excitación en los asistentes.
Los fandangos de las chinas son para desmorecerse de placer: ármanse en el mentado
barrio del Rebote, en el Tanque de los Patos, por los alrededores de la casa del Cobre,
por donde se proporciona.
El colonche de color de púpura rebosa en los vasos y jícaras. El Pescadito, músico afamado, hace reir con sus jarabes subversivos, y los gravedosos mineros, fumando luengos
puros, se estasían con las mudanzas y el zapateo de las bailadoras.
Alguna vez en insurgente círculo hay un barretero arriscado que arroja su sombrero en
medio de la pieza, y escita á alguna, bailadora á que le dance á su sombrero.
La china va y viene al rededor del sombrero, describiendo círculos lascivos, arrullándolo,
camelándolo como si fuera cristiano como nosotros. El indolente barretero de vez en
cuando hace saltar un chorro de pesos á los pies de la bailarina, que le devuelve el filtro,
y el infrascrito se queda muy satisfecho y sin un centavo en el bolsillo. Esta costumbre
escita de vez en cuando competencias, que acaban por etiquetear á los circunstantes. (RR
[pseud.] 1849, 452).
DESCRIPCIÓN 6ª. COSTUMBRES MEXICANAS (1850)
El siguiente relato describe un fandango realizado con motivo de un velorio
en Orizaba (Veracruz). Este texto aporta información performática, tanto de la
música como del baile del jarabe.
El jarabe sobre todo es una escena de lo mas original: la música se compone de dos partes,
una de las cuales es cantada y la otra ejecutada por los instrumentos; mientras se canta la
estrofa, el compas de la música es mas lento y el sonido mas piano; entretanto los bailadores uno enfrete de otro, van de derecha á izquierda, y viceversa, sacudiendo contra el
suelo ligeramente con las puntas de los piés; la danza es mimica y va de acuerdo con las
palabras de la estrofa. En el momento que esta ha sido cantada, las guitarras aligeran el
compas y aumentan el sonido; los dos bailarines se acercan mas y ejecutan el zapateado.
Este zapateado consiste en un redoble vivísimo de las puntas y talones de los piés contra
el suelo, dejando al mismo tiempo ir y venir el medio del cuerpo hácia atras y adelante,
cuyos movimientos ofenden al pudor. Algunas veces este jarabe se baila entre cuatro. Las
85
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
coplas tienen su sentido disfrazado, sus retruécanos significativos, y muchas de ellas manifiestan la agudeza é inteligencia natural de estas gentes.115
DESCRIPCIÓN 7ª. ESCENAS DE LA VIDA MEXICANA (1850)
La siguiente descripción se encuentra en el libro La Tierra Caliente116. Escenas
de la vida mejicana de Lucien Biart (1829-1897), y narra el baile del jarabe en dos
fandangos en Alvarado (Veracruz). En el primero se habla sobre la instrumentación, recursos performáticos del canto y baile y la práctica de la gala:
A las nueve de la noche marchamos al baile. La orquesta, compuesta de dos jaranas (bandolines), tocaba la monótona y lúgubre sonata que tararean todas las bocas de Tierras
calientes. Sobre un tablado de pocos piés de extension, levantado delante de la casa designada, dos ó tres bailarinas ejecutaban la danza nacional que se conoce con el nombre
de jarabe. Sin cambiar de sitio, recto el cuerpo, giraban sin ondulaciones de un lado para
otro, miéntras marcaban el compas á golpes precipitados con los piés. Aquella danza,
que nada tenía de expresiva ni agradable, duró lo ménos un cuarto de hora. En el interior
de la casa corría con profusion el aguardiente de caña, único refresco que se ofrecía á los
convidados. Por lo demas, actrices y espectadores conservaban extraña seriedad. A no
saberlo, era fácil tomar por ceremonia fúnebre la diversion favorita de las Tierras calientes. Aquel baile en medio de la calle, iluminado por un farol de papel colgado en un
poste; aquellos rostros negros ó curtidos; aquellos abigarrados trajes; aquellas mujeres de
torso inmóvil, agitando los desnudos piés de modo que resonasen en el tablado; todo
esto formaba un cuadro extraño, cuyos fantásticos efectos no puede reproducir la pluma.
Al fin se levantó gravemente uno de los espectadores, colocó su ancho sombrero en la
cabeza de una bailarina y volvió á sentarse; otro, y en seguida otro, hicieron lo mismo.
A los pocos momentos, la elegida se encontró con cinco ó seis sombreros que sostenía
en equilibrio sin moderar el movimiento de los piés. Pronto la colocaron otros sombreros debajo de los brazos, en las manos, entre los dientes, en todas partes donde podía
sostenerlos; y durante esta pantomima, todo el mundo conservó imperturbable seriedad.
Cargada así la bailarina, ejecutó un paso difícil que coronó su triunfo, y los músicos
callaron. Cada cual recogió entónces su sombrero, dando á la jóven una moneda, no
como paga, sino como muestra de aprobacion: como se ve, en Tierra caliente los aplausos tienen más valor intrínseco que entre nosotros. Exceptuando la animacion gradual
115
“Variedades. Costumbres mexicanas” El Siglo Diez y Nueve (Ciudad de México), 24 de marzo
de 1850: 331.
116
Una de estas descripciones está en el libro Fandango. El ritual del mundo jarocho a través de los siglos
de Antonio García de León (2009 [2006], 160-162) y él fecha este evento en 1850.
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JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
producida por el aguardiente, aquellas escenas debían repetirse sin variar hasta la mañana.
(1862, 24-25)
En el segundo relato enfatiza la gestualidad rígida del cuerpo de la bailarina
y la seriedad en sus gestos. Describe la coreografía “del nudo” con la música del
jarabe, que consiste en elaborar con los pies un nudo con una cinta. Esta práctica
sigue viva hoy día, sobre todo en el son de la bamba.
La noche era oscura; insectos fosforescentes (pyrophorus angustipennis), llama dos en Tierra
caliente cucullos, sembraban el aire de brillantes estrellas ó se agrupaban en los árboles
inmediatos, pareciendo flores de fuego agitadas por la brisa. Despues de algunos acordes
preliminares, la guitarra dejó oir al fin el Jarabe; en seguida salieron las jóvenes vestidas
con el traje de Alvarado, falda con volantes, peineta cachirulo y camisa de lienzo fino
escotada; los insectos fosforescentes, diamantes animados con que habían adornado su
cabellera, despedían extrañas luces sobre sus espresivos y cobrizos rostros. El tio Diaz
fijó en el tabique de bambú dos velas, cuya vacilante luz era toda la iluminacion de aquel
baile en las sabanas. Las gentes de la granja, una docena de personas próximamente, se
agruparon alrededor del tablado, envueltas hasta la barba en sus mantas de lana, cubiertas
con sus anchos sombreros y el machete al costado. La lumbre de sus cigarros iluminaba
por momentos sus rudas fisonomías con grandes ojos brillantes y semi-salvajes; en seguida quedaba todo en sombra. […]
Pidieron á la jóven la danza del nudo. Mucho había oido hablar de este prodigio coreográfico, pero nunca lo había visto ejecutar; insistí como los otros, y Pepa inclinó la cabeza
en señal de asentimiento.
Una hoguera de leña resinosa, encendida á corta distancia, iluminó vivamente la escena;
casi deploré aquella invocacion que destruía el efecto fantástico producido por los insectos luminosos. Una jóven desarrolló la faja de crespon de la China que reemplaza en
aquellas gallardas cinturas los lazos y cordones, la extendió sobre el tablado y preludió la
guitarra. Ya he dicho que el Jarabe es un baile poco expresivo, en el que ni el movimiento,
ni la apostura, ni las miradas recuerdan la provocacion de las bailarinas españolas. En
vez de repicar las castañuelas, desconocidas en Tierra caliente, quedan pegados al cuerpo
los inmóviles brazos; apénas si se digna sonreir la bailarina. Pepa, siguiendo el compas,
parecía que se limitaba á pisar la faja, y de pronto, sin bajarse, sin mirarla, la rechazó. La
faja pasó de mano en mano. Los ágiles piés de la bailarina habían hecho un nudo en el
centro. Los espectadores manifestaron su aprobacion golpeando sobre el primer objeto
que encontraron á su alcance, y en seguida volvieron á colocar la faja sobre el tablado.
Tratábase de deshacer el nudo tan hábilmente tejido. El sudor corría por la frente de la
jóven, cuya fina camisa, pegada al cuerpo, dibujaba sus bellas formas; pero realizó con
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DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
igual éxito la segunda parte de su trabajo. Volvieron á resonar los aplausos, y se presentaron otras bailarinas. ([18--][1862], 61-63)
DESCRIPCIÓN 8ª. WITH THE FRENCH IN MEXICO (1867)
Esta breve narración de 1867 describe el baile del jarabe en una fonda de
Veracruz.
In the evening we strolled down to one of the fondas in the town [Paso del Macho,
Veracruz] to see the Indian population dance the “Jarabe,” and where much amused. It
is a dance peculiar to the Terre Chaude, far from ungraveful, and resembling a slow sort
of Sir Roger de Coverley; however, the heat was so stifling, and the place so crowded,
that we did not remain many minutes. (Elton 1867, 13-14)
DESCRIPCIÓN 9ª. REVISTA DE LA SEMANA ANTERIOR (1868)
El siguiente texto corresponde con la descripción de un fandango donde se
canta el jarabe acompañado por la guitarra.
Asistimos hace poco á un fandanguito, en que no faltaron sus envueltos ni su pulque de
fresa, sus chiles polkos ni sus frijoles custodiados por un rábano hecho hombre el mas
cuco y perfecto, y una lechuga inversa, convertida en polluela coquetísima.
Hubo sus bombas de sobremesa y sus bromas, entre las cuales á un pollon amarillo de tez
y escasas carnes, barba rala y ojos hundidos, sumido de pecho y delgados brazos terminando en dedos largos puntiagudos, dijeron: “Cante vd. costumbres”
–¡Costumbres! gritaron en coro
Trajeron la guitarra, templó el jóven, ensayó su acompañamiento, y comenzó como á
declamar con la voz natural, siempre acompañado de los sones de la guitarra. […]
Cantó de la misma manera el Paseo de la Viga y eran los cantos y el retimbaleo del jarabe en
la canoa, los tuidos de los carruajes y el proclamar de las vendimias.– ¡Al buen coco!
¡fresco!
Cantando.– Si porque me viste probe
Me tratas de despreciar
Hemos visto ilesias
Mas altas que Catredá. (Prieto 1868, 201-202)
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JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
DESCRIPCIÓN 10ª. UNA BODA EN MÉRIDA (1869)
La siguiente descripción relata una boda campestre en Mérida donde se baila
el jarabe. En esta cita se habla con detalle de la gestualidad y la técnica de los bailarines, y de la serie de códigos que conocen los actores sociales en su interpretación.
Despues de su acostumbrada introduccion de un waltz ó contradanza, sin baile, los músicos tocaron el Jarabe, baile nuestro, antiguo y popular que se compone de zapateo
alternado con otro paso ó movimiento ménos vivo que dá al jarabe cierto tono de desmayo y melancolía. Un apuesto mozo se acercó invitando con una cortesía á una mestiza,
la cual descolgándose la toca de que se encargó una compañera suya, salió á lucir, sobre
todo, un lindo pié con zapatito azul celeste y una trenza del mas lustroso y negro azabache.
El jarabe, como todos los bailes aquí propiamente populares, se ejecuta manteniéndose
la mujer siempre á regular distancia frente al hombre, y cambiando de lugar alternadamente de un extremo á otro, á paso medido y acorde con la música. La mujer conserva
en el baile una inalterable seriedad y cuando le parece, hace una cortesía al bailador y
vuelve á su asiento sin que nadie pueda obligarla á mas, por entonces; pero el bailador
que en ese caso, tiene qué invitar á otra, puede ser relevado mediante una simple cortesía
que un nuevo bailador le haga para continuar éste con la misma bailadora, si permanece
en el puesto.
Despues de la primera pareja en el jarabe, se siguieron otras, distinguiéndose los bailadores entre sí por su mayor ó menor agilidad en los variados y acordes movimientos de
este acompasado ejercicio de las piernas en que yo, ni de chico ni de grande, acerté á dar
palotada. Al jarabe siguió el Colonté que mucho se le parece, aunque tiene éste la añadidura de levantar las manos y sonar los dedos á modo de castañuelas. En seguida tocaron
los Aires, cuyo baile, que tengo por el mas antiguo del pueblo, me parece uno de los
ménos variados en su paso, aunque de los mas alegres del país, tanto que siempre lo
recuerda, principalmente en las humildes fiestas de las gentes del campo. (Carrillo 1869,
261-262).
DESCRIPCIÓN 11ª. UN BAILE DE TARIMA EN JICALTEPEC, NAUTLA (1874)
Este texto es un testimonio de Antonio García Cubas, quien asistió a un
fandango en Jicaltepec, Veracruz (1874). Algunos de los elementos que se relatan
coinciden con otras descripciones que hemos visto anteriormente, como la práctica
89
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
de la gala. También se mencionan prácticas performáticas del jarabe y la dotación
instrumental:
Una arpa, un bandolón y una jarana eran los instrumentos á cuyos primeros acordes se
disponian al baile las parejas, subiéndose á la tarima. Ejecutaba la música alegres sones,
muchos de ellos pertenecientes á bailes pantomímicos; pero los más arrebatadores y bulliciosos como el jarabe. La gracia y la destreza de los que bailan, consiste en no perder el
compás, y en imitar con la planta de los piés el ritmo musical. Cántase el estribillo; concluido el cual, cambian de posición las parejas. El ingenio, la sátira y un fin cáustico se
revelan en las estrofas, cuya gracia y mordacidad aumentan los cantantes con su picaresco modo de decir.
Muchos de aquellos versos pude coger al vuelo, como se dice vulgarmente, y retener en
la memoria; pero no todos son para escritos, pues para ello seria preciso mojar la pluma
en tinta colorada: sin embargo, muchos hay que pueden trasladarse al papel, tales como
los siguientes, que revelan el carácter de un pueblo muy semejante, bajo muchos aspectos, al andaluz: […]
Según ántes he manifestado, los cantores con su ademan picaresco é intencional hipocresía provocan la hilaridad de los oyentes. Al entonar las estrofas revelan o fingen la
mayor serenidad, y con una indiferencia, verdaderamente estóica, lanzan el verso más
picante y mordaz, cerrando humildemente los ojos cual si se viesen agobiados por el
sueño. Propónense muchas veces, y por largo tiempo, una competencia de improvisacion, frecuentemente de pié forzado, y entonces los mayores desatinos se adunan á una
chispeante gracia.
Uno de los bailes más notables es el que se conoce con el nombre de la banda. Extienden
sobre la tarima una banda de seda en toda su longitud, y á poco, los que bailan, sin perder
el compás y el ritmo musical, la enredan con los piés, tejiendo tres lazos simétricos, de
los cuales el del centro es de mayor amplitud. Tejida ya la banda en forma de guirnalda,
la colocan en la cabeza de la jarocha que con ellos toma parte en el susodicho baile.
Otras veces, entusiasmado alguno de los asistentes por el atractivo de los ojos picarescos
de la jarocha ó por su destreza en el baile, se aproxima á ella y le coloca su ancho sombrero
en la cabeza. Si solo es uno el que hace uso de esta galantería, la jarochita continúa bailando con el sombrero puesto; mas si hubiere varios imitadores, aquella no permite, para
no inferir ofensas, que uno ó mas sombreros se sobrepongan al primero; y en tal caso,
prosigue bailando con un solo sombrero puesto, y los otros en las manos.
Concluido el baile, la que ha sido objeto de aquellas atenciones, toma asiento en el estrado, conservando los sombreros y esperando, á que sus dueños lo demanden. Cada
cual pide el suyo, entregando á la que los ha honrado, una ó varias monedas de plata á
90
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
guisa de gala, con lo cual llega aquella á reunir muy buenas propinas. (García Cubas 1874,
212-217)117
DESCRIPCIÓN 12ª. EL JARABE DE “EL PROCESO DEL CAN-CAN” (1877 Y 1882)
He hablado anteriormente del estreno en México de la “revista fantástica de
bailes” titulada El proceso del can-can, y de la polémica desatada por la inserción del
jarabe en la misma. En las notas de prensa concernientes a este hecho se hacen
algunas descripciones del baile y ciertos señalamientos que considero interesantes
rescatar aquí. En primer lugar, la prensa favorable a esta adhesión se encarga de
transmitir a los lectores la idea de que el baile del jarabe es una recreación del modo
en que se baila en ambientes populares118. Aunque estamos ante una propuesta
escénica que contiene probablemente una buena dosis de estereotipos, considero
que estos elementos puestos en diálogo con otras descripciones podrán darnos
información sobre aquellos que eran característicos en su performance. En el primero de los fragmentos que selecciono se mencionan algunos de estos elementos,
como el empleo del sombrero, del pañuelo o la práctica de la gala:
¿Qué otra cosa es en efecto el Jarabe, fuera de los aires de can-can, que se han introducido recientemente en todos los bailes populares del mundo, que el zapateado español,
con todos sus incidentes del sombrero, el pañuelo, la gala que se da á la bailadora y las
coplas con que se anima?119
Otra de las notas corresponde con una representación de esta zarzuela siete
años más tarde de su estreno en México. En esta crónica periodística se describen
con detalle los recursos coreográficos empleados en el jarabe:
Lo que más ha llamado la atencion al público realista en el novísimo “Proceso del Cancan,” es el jarabe. Preséntase una pareja moreliana legítima, el charro con su puro en la
117
Antonio García de León rescata este texto en su libro Fandango. El ritual del mundo jarocho a
través de los siglos (2009 [2006], 180-181)
118
Recuérdese que en la página 49 de esta tesis se incluye una nota de La Colonia Española (Ciudad
de México) del 23 de julio de 1875, en donde se explica que se buscó una pareja mexicana “y
acompaña el baile con música popular mexicana y comparsas mexicanas”.
119
“Compañia de zarzuela” La Colonia Española (Ciudad de México), 23 de julio de 1875: 3.
91
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
boca y su indispensable zarape, la china con su castor de cortes amarillos y su rebozo de
bolita. Suenan los primeros acordes del jarabe y el público se [no se entiende], comienza
el pespunteo, la china se sube sobre las puntas de los piés y baila los nacionales brincos
con mil figuras diversas; el charro echa sus brazos atrás y comienza á entretejer sus piés,
á zapatear, á torcerse, á dar de punta y talon y el público grita entusiasmado, creyendo
que va á bordo de la canoa en los paseos de Santa Anita; sigue el arpa produciendo los
plañideros sonidos del jarabe; el charro tira el sombrero á los piés de la ampona china y
entónces, resuena otro grito extentóreo del público; cada espectador aplaude, vocifera,
goza, figurándose que asiste á uno de esos fandangos que en la ciudad de las chinampas,
hacen estallar los vasos de pulque y terminan saliendo á relucir el afilado puñal, el curvo
tranchete y la temible chaveta; más todavía el charro no ha terminado sus proezas, de
improviso se arrodilla, y en esa difícil posicion continúa el baile, llevando perfectamente
el compás y haciendo resonar el escenario con el golpe de sus durísimas rodillas; entónces el entusiasmo del público no reconoce límites, un grito general se escucha, que hace
temblar el teatro y entre las aclamaciones y los roncos gritos, apénas se perciben los
sonidos del arpa que llora las últimas notas del jarabe. (Chavarri 1882, 1)
DESCRIPCIÓN 13ª. LIFE OF A RANCHER (1877)
La siguiente descripción tiene lugar en Los Ángeles (California) a finales del
siglo XIX y es realizada por José del Carmen Lugo, quien pasó casi toda su vida en
su rancho de San Bernardino. En su testimonio detalla que en el baile del jarabe se
hacía la práctica de la gala.
There were different types of dances, for instance:
El Jarabe, which was danced by a man and a woman. After dancing for a short time the
woman would retire and another would step forth, and another and another, until the
man would give place to another male dancer. […]
I forgot to say that when a lady was prominent for her skill and grace in El Son or El
Jarabe, the men placed their hats on her head, one on top of the other; and when she
could carry no more on her head she took them in her hands; and when she could take
no more they threw them at her feet. Then they threw their mangas, or wraps, on the
floor for her to honor them by dancing on them.
When she retired to her seat, each man had to ransom his hat or other property with
money, giving the lady what he could afford or wished to give. Here enter pride and the
desire to shine; and as a result no one gave her less than a peso, and some gave as much
as ten, fifteen, or twenty pesos. (Lugo 1950 [1877], 33 y 35)
92
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
DESCRIPCIÓN 14ª. EL JARABE MEXICANO (1877)
El escritor español José Zorrilla habla de las características del jarabe en un
poema llamado “El Jarabe Mexicano”. A lo largo de sus versos describe su ejecución, la instrumentación que lo acompaña, e incluso se menciona su “origen”.
EL JARABE MEJICANO
Cuando al fin de primer dia
de la mejicana fiesta
entré en la sala, la orquesta
en un jarabe rompia.
Dirá aquí alguno: ¿que es esto
de romper en un jarabe?
¿y qué orquesta es ésta, puesto
que por lo escrito se sabe
que esta es una fiesta rústica
fuera de la capital?
Aunque sencilla y bien puesta
aquí tal cuestión, no quita
que sea una cuestión esta
de esplicacion muy espuesta
á ser poquísimo esplícita,
si ha de ser breve y cabal;
porque componen la orquesta:
un bandolón, una arpita,
una guitarra dispuesta
para cuerdas de metal,
una alegre jaranita,
flauta y cornetin. ¿Qué tal?
¿Y el jarabe? Ser no debe
ningún jarope cordial,
pues se baila y no se bebe
y lo toca orquesta tal,
y en sus pasos y en su música
no hay azúcar, sino sal.
93
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Su tañido y su bailado
son los dos tal para cual;
repicado y no rasgueado,
bien batido y taconeado
con rapidez sin igual,
aunque hijo de zapateado,
no es procaz, ni desgarrado,
y es un baile original.
Por los pies es muy movido;
pero de brazos cruzado
y en el gesto comedido,
ni cernido, ni jaleado,
no anda en él menospreciado
el decoro personal.
Pero largo, sostenido,
de mudanzas complicado
cual de notas bien nutrido,
mueve, atrae, encanta, incita
y marea, exalta, escita,
y electriza y arrebata;
y se sube á la cabeza,
aunque por los pies empieza;
y caldea, aunque no irrita:
y es veneno, aunque no mata:
y aunque pica, no hace mal. (Zorrilla 1877, 86-88)
DESCRIPCIÓN 15ª. UN FANDANGO EN VERACRUZ (1886)
El siguiente texto habla sobre un huapango o fandango en Veracruz celebrado en el año de 1886. Pongo el énfasis en el lugar donde acontece: una tarima
puesta en el suelo con los músicos y bailadoras alrededor, alumbrados por varias
lámparas de gas en la noche veracruzana.
Veracruz, Febrero 15 de 1886. Sr. D. Filomeno Mata.– México.
Apreciable Director: […]
Dadas las ocho de la noche, Florinda y yo por delante, seguidos siempre por el Sr. Bellot
y Alfonso, y esta vez por nuestro viejo canoero tío Deborán, nos encaminábamos por
94
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
aquella calle que en otra vez describí, sembrada de césped, con dirección al baile ó guapango.
A poca distancia de la casa en que iba á tener lugar esa diversion, se veian en la calle unos
seis postes que sostenían un techo de ramas verdes, del cual pendian dos hermosos faroles con sus lámparas de gas. El suelo estaba cubierto por una gran tarima y en contorno
de ésta los asistentes ocupados ya por las bailarinas y músicos; se veían grupos de gente
formando las paredes de aquel salon, se puede decir; por lo que Alfonso, al notar esa
masa tan compacta, hizo ver al respetable Sr. Bellot, las dificultades que habiamos de
tener para penetrar en aquella fiesta, supuesto que se veía mucha concurrencia en la
puerta y que además haría mucho calor. […]
Inmediatamente dispararon algunas armas de fuego en señal de que principiaba el guapango y rompió la música anunciando el alegre zapateado.
Francisca, mujer de Abundio el canoero del paso, se presentó en la tarima con otra jóven
á lucir su gracia y habilidad. Era aquella una mujer como de veinte años, alta y esbelta
como una palma real; su traje blanco con adornos rojos, hacía resaltar su tez tostada,
negra y reluciente como un charol inglés.
–Hé aquí –exclamó Alfonso– una Vénus negra! Esa simpática jóven reune todas las cualidades que exigen los poetas deseosos de encontrar una belleza perfecta, exeptuando el
color de su piel.120
DESCRIPCIÓN 16ª. BAILADO EN FUNCIÓN DE UN PRESTIDIGITADOR (1892)
El baile del siguiente jarabe es interpretado por una artista que causa furor
en la función de un prestidigitador en Ciudad de México121. El cronista describe
varios aspectos relacionados a lo performático: el vestuario, la gestualidad y la técnica –bailado en puntas–, y también habla de las ausencias que, a su juicio, faltaron
para lograr una excelente ejecución del jarabe: “falta la jarana y la vihuela y el verso
y la tonada”.
Bosco, el conocido prestidigitador ha vuelto á México despues de muchos años de ausencia y se presentó el miércoles último en el teatro Principal. […]
Despues de las suertes entre las que fué estrepitosamente celebrada la desaparicion de
una mujer dentro de un saco, los espectadores pudieron gozar de una sorpresa de lo
mejor que ha traido el faquir del teatro Principal.
120
“Carta de María” Diario del Hogar (Ciudad de México), 3 de marzo de 1886: 2.
Maya Ramos plantea la hipótesis de que puede ser Felipa López. Ella también habla del gran
furor que provocó esta bailarina en las funciones del Bosco (2013 [1995], 222).
121
95
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Es una chica alta, esbelta, garbosa, que baila el jarabe como no habiamos visto jamás, ni
en las chinampas, ni á bordo de las canoas, ni en los fandangos de mayor rumbo, ni entre
los valedores mas templados de nuestros populosos barrios.
Vestida con rojo castor de cortes verdes, con rebozo de bolita y camisa de cambray,
sembrada de randas y relindos, sale á la escena. ¡Válgame Dios! Terciando su rebozo,
levantando la falda y dejando asomar una enagua llena de finos embutidos y un pié de
mexicana, calzado de seda azul con la indispensable cáliga y adornado de brillantes lentejuelas.
Y el jarabe principia y la china aquella, zapatea moviéndose como una anguila, alzando
el castor y sobre las puntas de los piés; parece bordar sobre el suelo el baile nacional.
Aquellos piés que lanzan chispas, heridas las lentejuelas por la luz, se mueven con rapidez
vertiginosa, se entrelazan, se confunden, se pierden entre los encajes.
El público aplaude loco de entusiasmo, la bailadora, con sus movimientos serpentinos,
se acerca á su pareja, se planta el jarano, y estirando el cuello y dando vueltas en torno
del charro, como quien pide un beso, y más pespuntea, y más salta, y el foro, herido por
el pequeño pié, responde al eco de esa armonía que hace cosquillas, que hace latir el
corazon de todo mexicano.
¡Qué guapas son las chinas de mi tierra. Nunca habiamos visto bailar así un jarabe, pero
hace falta la jarana y la vihuela y el verso y la tonada.
¡Bravo! ¡bravo! hemos repetido con el público, así, así se pespuntea, así brincan las de la
trenza larga, por eso el valedor arroja su sombrero como un homenaje á la sal y al garbo
de las chicas mexicanas. (Chavarri 1887, 1)
DESCRIPCIÓN 17ª. TAMALADA EN HACIENDA DE LA SOLEDAD (1892)
La siguiente narración describe una fiesta en una hacienda celebrada por
miembros de la clase hegemónica. El baile del jarabe y un zapateado es ofrecido
como espectáculo a unos estadounidenses. Los personajes que lo bailan son un
charro y una china, ambos “bien vestidos”.
El miércoles último, el Sr. Jorge Carmona ofreció una tamalada en su Hacienda de la
Soledad, á las familias de los higienistas americanos.
A las tres y media de la tarde llegaron los invitados á aquella finca, en cuya puerta los
esperaba el propietario de ella.
En un extremo del patio, seis monteros, elegantemente vestidos, de bota fuerte, pantalón
blanco, casacas rojas los unos y verdes los otros, y con lujosos espadines pendientes de
cintos de galon de oro, tocaban la “cita de cazadores.”
La casa estaba profusamente adornada con banderas de todas las naciones, objetos de
arte, plantas, flores, etc.
96
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
Varios salones fueron convertidos en comedores, y habia allí lugar para ciento cincuenta
personas.
El baile comenzó á las cuatro y media de la tarde y á las cinco pasaron los invitados á los
comedores, en donde de les sirvieron tamales, atoles, dulces, frutas, pasteles, pulque curado y champagne.
A las seis terminó el baile, y entónces un charro y una china bien vestidos, bailaron un
jarabe y un zapateado que entusiasmó á los americanos.
A las seis y cuarto abandonaron los invitados la Hacienda, para regresar á esta capital.122
DESCRIPCIÓN 18ª. CUENTOS DE MI TIERRA (1904)
El relato siguiente se desarrolla en un fandango en Veracruz. En esta descripción se mencionan elementos de diversa índole que intervienen en la performance del fandango, desde el lugar donde se realiza, la instrumentación, la indumentaria de los asistentes, los sones que se mencionan. En este caso particular,
destaco el baile de un zapateado jarocho123.
En la noche, el aire se embalsama con el perfume desprendido de los jazmines y de las
rosas, de los súcailes y de los nardos; la población entona lánguidas canciones, y no pocas
veces llega en alas del terral, el juguetón rasgueo del arpa ó de la jarana que pespuntean
algun sonecito costeño. […]
Salgamos de la población, dejemos á los habitantes adormecidos perezosamente en las
hamacas que cuelgan de los corredores, ó que formen estrados en las casas; dirijámonos
al campo y atendamos á si llega el rumor de algun fandango…
Sí, allá donde se oyen tantas voces, donde ladran los perros, es seguro que se baila. Vamos.
II
Alrededor de un entarimado se hallan dispuestas unas bancas, en las que descansan de
sus fatigas las bailadoras.
En los cuatro ángulos del entarimado se alzan los postes, sostenes al mismo tiempo del
techo y de cuatro faroles, luces más que suficientes para alumbrar la escena.
La concurrencia es numerosa: las jarochitas lucen sus enaguas limpísimas de percal, sus
pañoletas de punto con que velan su seno, hermoso siempre; dejan ver los redondos
brazos más ó menos tostados por el sol; y adornadas con valiosos cachirulos que arrojan
122
123
“Tamalada” El Monitor Republicano (Ciudad de México), 3 de diciembre de 1892: 3.
Esta descripción se repite en La Opinión (Veracruz), 18 de septiembre de 1904: 2.
97
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
mil rayos de diversos colores, son las reinas del baile, lo que pudiéramos llamar el primer
término.
En segundo lugar, los jarochos, caballeros en sus andantes unos, á pie otros, pero decidores y con chistes oportunos.
La orquesta formada por una harpa y una jarana, ha enmudecido porque las opiniones
son de lo más contrario que se pueda imaginar. Quién pide butaquito, quién siriqui, aquel
bamba, el de más allá tusa, y todo es barullo y algazara.
Quizá no hubiera tenido buen fin la fiesta, si ña Rosaliana, la más vieja de aquellos contornos; no hubiese gritado dominando todas las voces:
–Zapateao, y no hay jijo de un rejego que hable máj.
–Bien, doña, dijo ñor Crijpin, el harpista, y el zapateado dejó oir sus notas harmoniosas.
Las jarochitas abandonaron sus asientos ocuparon el centro del tablado, y entre aplausos
continuó el baile. Con la cabeza erguida, garboso el cuerpo, avanzaban, retrocedían y
daban vuelta llevando siempre el compás con un taconeo particular que hacía vibrar
intensamente la madera. Los jarochos entusiasmados, colocaban sus lujosos sombreros
galoneados en las cabezas de las bailadoras, y las coplas se sucedían unas á otras. (Rivera
1893, 2)
DESCRIPCIÓN 19ª. FIESTAS PATRONALES EN MARTÍNEZ DE LA TORRE (1904)
Esta referencia más que una descripción, es un anuncio de las fiestas patronales de Martínez de la Torre, en Veracruz. Se interpretan diversos sones jarochos:
zapateado, cascabel, curripití, zacamandú, canelo, o la media bamba.
Desde el 24 del mes actual hasta el Iº de Julio próximo, tendrán lugar en Martínez de la
Torre, (Veracruz), solemnes fiestas religiosas y civiles en honor del patrón del puerto
San Juan Bautista.
Según me informaron, habrá tapadas de gallos, carreras de caballos, en burro, y de gatos,
regatas en el anchuroso río del Palmar, y lo que constituye el principal encanto de los
forasteros: esos famosos bailes de tarima, en que las jarochas lucen su donaire en la
Media Bamba, el Zapateado, el Lascabel, el Curripití, el Canelo, el Zacamandú, etc., al
son de aires populares de intención picaresca, que entona un coro de cantadores y cantadoras, y de las notas alegres de bien pespunteadas jaranas.124
124
“Puebla” Diario del Hogar (Ciudad de México), 17 de junio de 1904: 2.
98
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
DESCRIPCIÓN 20ª. MEMORIA DE MIS TIEMPOS (1906)
En sus memorias, Guillermo Prieto aporta una descripción detallada de la
gestualidad de los bailadores del jarabe, explica los elementos que caracterizan a un
buen ejecutante y habla de ciertas coreografías que se dan en su baile.
El jarabe, al que muchos eruditos asignan genealogía morisca, por poco que se observe,
tiene que traducirse en ese albor de amor, flor de la Primavera, del corazón inmortal en
su esencia, seductor y tierno hasta no más.
Es la invitación y el requiebro, el canto del ave y el piafar y el caracoleo del caballo salvaje.
Vedlos: se reconocen, se espían, se acercan y suena la copla:
Oigasté, güerita santa,
La de la mascada negra:
Dígale usté á su mamá
Que si quiere ser mi suegra.
Mientras dura el canto accionan los bailadores y se establece una corriente inmaterial de
miradas, de caricias y de besos capaz de incendiar un poste de cantería.
Durante el verso se subentiende la correspondencia y sigue el zapateo, que es como el
acuerdo, la rabia y la convulsión del placer; se repican los pies, se descoyunta el cuerpo;
el retambaleo es como la desarticulación del individuo que al fin, rendido, descansa en
el éxtasis al murmurio de una música apagada y discreta.
El drama de amor termina con un estribillo espigramático y cancanesco que sirve como
de caricatura al himno erótico:
Estaba una vieja
En su balconcito
Gritándole al gato:
Bichito, bichito…
para que hiciera aplicaciones y comentarios la malicia de los concurrentes.
La gran prueba de los buenos bailadores de jarabe, es que la parte superior se conserve
rígida, agarrotada y sin inflexión, mientras los pies se desmorecen y desporrondingan en
posturas increíbles, en pespuntes y rasgueos, en el escobeteo y la cuchillada. Y para hacer
visibles las condiciones mencionadas, había bailadores que llevaban un vaso de agua en
la cabeza que sostenían sin derramar una gota, teniendo atados á los pies puñales y cuchillos que esgrimían con rara habilidad. (Prieto 1906, 345-347)
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DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
DESCRIPCIÓN 21ª. BAILES POPULARES EN TUXTEPEC (1912)
Esta es una pequeña noticia encontrada en la prensa que informa sobre la
celebración de fandangos en la localidad oaxaqueña de Tuxtepec. Se mencionan
los sones jarochos bailados, entre ellos el zapateado, así como los instrumentos
musicales utilizados.
BAILES POPULARES
Los bailes de tarima habidos anoche en las avenidas de 5 de Mayo é Independencia
resultaron concurridos por multitud de jarochitas que al son del retintín del requinto y
del punteo de la guitarra desplegaron toda su acostumbrada habilidad en la ejecución de
La Bamba, El Zapateado, El Fandanguito, El Toro y otros varios sones que llaman mucho la atención de los espectadores, habiéndose además, conservado inalterable el orden
durante toda la noche.125
DESCRIPCIÓN 22ª. UN INGENIO (1919)
En el libro Fandango. El ritual del mundo jarocho a través de los siglos, Antonio
García de León reproduce un fragmento de la novela de Cayetano Rodríguez Beltrán titulada Un ingenio, en donde se habla del jarabe y el zapateado en dos momentos. En el primero, se mencionan ambas expresiones en un diálogo donde se habla
de una bailadora:
—¿Charo?... ya re ejo: esa relamía que porque baila el “jarabe” con cáa patáa que rompe
la tarima, se codea con los bailaores en la cadena y le hace ñudo a la banda en el “són”
de la “bamba”, la mientan en el estribillo, le jechan “galas” a carretáas, baila el “zapateáo”
con un vaso de agua en la cabeza, ya se va criendo una señorona de alto copete... (García
de León 2009 [2006], 187)
El segundo es más extenso y tiene muchos detalles sobre la performance de
un fandango y aspectos performáticos del jarabe:
125
“Alumbrado eléctrico en Tuxtepec” El Diario (Ciudad de México), 9 de mayo de 1912: 6.
100
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
Poco a poco y a prima noche iban llegando los invitados y concurrentes; los que tomaron
la delantera fueron los “vendedores” de aguardiente, licores, refrescos y golosinas, quienes en mesas traídas para el efecto, colocaban la vendeja a campo raso; después comenzaron a llegar los bailadores y sus compañeras, […]; los músicos, como de costumbre,
llegaron los últimos; primero se presentó el del violín, un viejo enteco, ennegrecido, y
pintojo del rostro aguileño y de las manos huesudas por fuerza de la pigmentación anormal que le salpicaba la piel con manchas blancas lechosas; pisándole los talones al
“pinto”, apareció el de la “jarana”, mozo avispado y metido en carnes, de rostro redondo,
con parte de los dientes superiores al aire por tener labio leporino que le obligaba a
hablar gangoso y en falsete; tras de este filarmónico se allegó al grupo el de la guitarra,
panzón, regordete y rojo por las frecuentes libaciones de aguardiente con su punta de
alumbre, cojo de un pie a causa de las niguas que le comieron a cercén casi todos los
dedos, y tuerto del izquierdo por unos perdigones que en él se le metieron al disparo de
su carabina cargada más de la medida cabal; el del “requinto” y el del arpa concurrieron
juntos por vivir en el mismo “rancho”; el del “requinto” era alto como una chimenea y
erguido como una “yagua”, por lo que el instrumento de cuerda, hecho con el caparazón
de un armadillo, resultaba juguete de poca monta en sus hábiles manos de tañedor incansable […].
Cuando estuvieron juntos todos los músicos, que alcanzaron a cinco, se acomodaron en
un ángulo de la fila de asientos, lugar destinado para la “orquesta”: el del violín fue rascando las cuerdas con el arco repetidas veces sin sacar ninguna consonancia; el de la
“jarana” probó algunos registros; el de la guitarra echó no pocos tientos; el del “requinto” pespunteó menudo y el del arpa tintineó no y bordoneó hondo; con ese preludio, las bailadoras tomaron sitio unas después de otras en toda la extensión de los “tablones”, los cantadores se encuclillaron haciendo rueda a los músicos, con los sombreros
echados sobre los ojos y las manos prestas para ponerlas a guisa de bocina a ambos lados
de los mofletes y aventar coplas y chillar estribillos; los concurrentes se instalaron donde
hubo espacio para ellos; pero fuera de la “tarima” para dejarla libre a la hora del “jaleo”,
acodándose en los asientos cerca de las bailadoras. […]
Concluidos los registros, templados los instrumentos, el “jarabe” hizo oír sus acordes
con acompasados tonos, y después de los primeros sones, se oyeron voces atipladas y
aguardentosas que cantaban el prólogo de la esta:
Comienza con diplomacia
mi amor a desvanecer,
como en ti reina la gracia,
encantadora mujer,
pareces árbol de acacia
cuando empieza a orecer.
101
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Dos garridas mozas, con sus respectivas parejas, ocuparon el centro de la “tarima”, y
puestas en fila y cada una enfrente de su compañero, podían verse en todo su esplendor
las gallardías y gentilezas de sus cuerpos campesinos […]; pero el taconeo repetido y
sonoro obligaba a dejar la contemplación de esos graciosos detalles para concentrarla en
los pies, calzados con zapatos bajos de no muy alto tacón, término y asiento de la modelada pierna...
Los mancebos vestían pantalón y camisa, blancos como armiño, banda de burato y zapatos con rechino; bailaban con el sombrero puesto y con las manos cruzadas por la
espalda a lo alto de la cintura.
En concluyendo la copla, siguió el estribillo de El jarabe, y las parejas iniciaron la “cadena”, cruzándose en gallardeos las mujeres con los hombres, para tomar la fila contraria,
que al hacerlo, daban vuelta en redondo taconeando con repiques los pies en la sonora
“tarima”; y allá se iba el canto quejumbroso y dulzón del obligado estribillo: […]
Mencho, que andaba metido hasta los codos en el “fandango”, gritó, al concluir el último
verso del jarabe: “¡Bomba!”... Entonces los músicos enmudecieron y las parejas tomaron
asiento, para después de corto reposo, ser relevadas por otras guapas bailadoras.
En el intervalo, se hace el gasto de copas de aguardiente por los músicos, bailadores y
cantadores; las mujeres entran en murmuraciones y en paliques, y ya que todos han bebido de lo fuerte, vuelven a la “tarima”, discurren por ella cortejando a las mozas del
cotarro, ofreciendo bailar con unas, prometiendo “galas” y prodigando “flores” a otras,
hasta que los músicos, al cabo de nuevo y fastidioso templar, se arrancan con El pájaro
Cú... (García de León 2009 [2006], 195-198)
También se continúa hablando del zapateado en este fandango, y se transcribe una de sus letras, que corresponde con una décima si cambiamos de orden
los dos últimos versos:
Cuando le llegó su vez al Zapateado, por riguroso orden de reglamento para estos bureos,
[…].
Salió Quico a la “tarima” para hacerle cumplida pareja a “Charo”, y ahí de los dos bailadores agotando toda la inimitable destreza de sus piernas, todo el ruidoso taconeo de sus
pies y todos los gentiles tornos de sus cuerpos cimbradores y gallardos. Quico con los
brazos y las manos cruzados a la espalda, el busto echado fuera y el sombrero hacia la
nuca, brincaba y zapateaba nutrido, cantando alto y sonriendo alegre ante “Charo”, que
repetía los cambios y los zapateos al compás de la música y el verso:
Espero que se acredite
por la josticia mi fallo,
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JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
con respeito a los caballos
de Camalote y Cocuite,
don José y don Juan Enríquez,
hombres caracterizáos,
a obligarse han obligáo
con requisitos de ley,
cumpliendo lo contratáo
en marzo día veintiséis...
Y así se iba la décima lánguida y bien timbrada. (Vid. 2009 [2006], 202-203)
ANÁLISIS DE LAS DESCRIPCIONES DEL JARABE
Como el lector habrá percibido, estas descripciones incluyen copiosa información sobre ocasiones musicales donde intervienen el jarabe y el zapateado. Con
el objeto de poder comparar estas prácticas musicales con las de Cuba –que muestro en el capítulo siguiente–, la selección de rasgos performáticos que realizo de las
mismas se debe restringir a aquellos elementos paradigmáticos contenidos en varias de estas narraciones. Para facilitar la referencia a cada una de las descripciones,
las cito con su número entre llaves.
Entre los instrumentos más habituales en la interpretación de jarabes y zapateados están la jarana, el arpa y la guitarra, aunque en ocasiones también aparece
el bandolón, el violín, la flauta o el cornetín. Estos instrumentos realizan dos tipos
de técnicas distintas, por un lado el rasgueado, y por otro el punteado, que en las
descripciones aparecen con las denominaciones “pespunteado” {1; 18; 19}, “repicado” {14} o “punteo” {20}. Estas dos técnicas se complementan: mientras que
el rasgueo soporta la línea armónico-rítmica, el pespunteado o punteo se encarga
de las variaciones instrumentales y quizás también de seguir la melodía del canto,
de acuerdo con las descripciones. En la correspondiente al fandango en un velorio
en Orizaba, Veracruz {6}, se ofrecen más detalles del papel de los instrumentos
en el jarabe, explicando que los músicos tocan de dos maneras diferentes dependiendo si se está cantando o no. En la parte cantada, los instrumentos reducen el
volumen y la música es más lenta; y una vez finalizada la copla comienza la parte
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DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
instrumental, donde se acelera el ritmo, se aumenta el sonido y los bailadores zapatean con viveza. Este rasgo coincide con las prácticas que actualmente se realizan
en los fandangos jarochos.
Normalmente las descripciones se sitúan en fandangos o fiestas campestres
en las que no falta la comida y la bebida, como el pulque o aguardiente. Los recintos
que se describen suelen ser cubiertos, como estancias {3} o fondas {8} iluminadas
con faroles {18} o lámparas de gas {15}. La presencia de la tarima es habitual en
estas descripciones, situándose los cantadores y bailadores alrededor de ella {15;
18}. Se menciona que los locales están abarrotados de gente y que suele hacer un
intenso calor {8; 15}. En cuanto a los horarios que se mencionan, son o bien por
la tarde {3; 15; 17} o por la noche {18; 20} y pueden alargarse hasta el amanecer
{3; 7; 20}. Para comenzar la fiesta se disparan armas {15}.
El baile siempre se describe como un baile de pareja, aunque en una ocasión
se menciona que lo pueden bailar cuatro {6}. En cuanto al carácter del baile, un
par de descripciones coinciden en apuntar que éste es un baile “comedido” {14},
que “es una danza poco expresiva, sin movimientos de cadera, sin posturas lascivas” {7}, contrastando con el carácter del canto que en algunos fandangos se describe como picaresco {11; 19} o con coplas de doble sentido {6}. En una ocasión
se describe que el jarabe tiene un sonido plañidero {12}.
Los bailadores bailan con las manos cruzadas atrás {3; 12; 14; 22} y en el
fandango en Alvarado se menciona que la bailadora tiene “los brazos inmóviles se
pegan a lo largo del cuerpo” {7}, y que “apenas si la bailarina se digna sonreír”
{7}. En otra descripción se expone como cualidad de los buenos bailadores “que
la parte superior se conserve rígida, agarrotada y sin inflexión, mientras los pies se
desmorecen y desporrondingan en posturas increíbles, en pespuntes y rasgueos, en
el escobeteo y la cuchillada” {20}. Esta cualidad era mostrada en ocasiones portando un vaso lleno de agua en la cabeza sin que se derramara {20; 22} como
muestra del dominio de esa rigidez corporal.
En el velorio de Orizaba se describe cómo se bailan cada una de las partes
musicales. Mientras se está cantando se realizan movimientos mímicos de acuerdo
a la letra cantada, y cuando termina el canto llega el zapateado con un “redoble
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JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
vivísimo de las puntas y talones de los piés contra el suelo, dejando al mismo
tiempo ir y venir el medio del cuerpo hácia atras y adelante” {6}. Otras descripciones mencionan algo similar :“En el zapateo: se repican los pies, se descoyunta el
cuerpo” {20}; “se acercan, se retiran, se engañan, se entusiasman, baten con los
pies el pavimento con rapidez” {4}; “avanzaban, retrocedían y daban vuelta llevando siempre el compás con un taconeo” {18}, o la “mujer siempre á regular
distancia frente al hombre, y cambiando de lugar alternadamente de un extremo á
otro, á paso medido y acorde con la música” {10}. Los bailadores se relevan conforme se van cansando {13}, y en un par de ocasiones se menciona que este relevo
se realiza al terminar el estribillo {11; 22}, especificando en esta última que al grito
de “¡Bomba!” la música cesa, se bebe, se hacen comentarios y se cambian las parejas {9; 22}.
Aparte de estas descripciones coreográficas, también se describe el empleo
de ciertos elementos de la indumentaria en el baile del jarabe. Uno de ellos es el
uso del sombrero del bailador, que, o bien coloca encima de la bailadora, a la que
se le van acumulando sombreros uno encima del otro {2; 3; 12; 13; 18}, o bien le
arroja el sombrero al suelo para que ella le baile {5; 12; 16}. Ella o bien los tira al
suelo {13} o los devuelve a los bailadores {2}. El hombre rescata su sombrero
dándole –o arrojándole al suelo– la llamada gala, consistente en dinero, regalos,
incluso oro {2; 5; 12; 13; 22}. También se menciona que ella puede extender en el
suelo su chal o sarape para bailar sobre él {7; 13}. Se describe la coreografía del
nudo, que consiste en hacer y deshacer un nudo con su faja o chal {7; 11}.
En las descripciones correspondientes a entornos escénicos aparecen elementos similares como el empleo del sombrero, el pañuelo o la gala {12}, pero
también algunos elementos coreográficos que no aparecen en los fandangos y fiestas populares. Por ejemplo, en El proceso del can-can {12} se menciona que ella “baila
con puntas” o que él se pone de rodillas y zapatea con las mismas, o en la función
de prestidigitador se dice que ella “más pespuntea, y más salta” {16}. En estos
entornos es habitual encontrar que los bailadores van vestidos de china y de charro
{16; 17}.
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DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
En este capítulo he realizado el análisis documental de un gran número de
fuentes que refieren al jarabe y al zapateado principalmente en el siglo XIX, que
me ha permitido obtener las conclusiones que expongo a continuación. Por un
lado, he podido corroborar una parte del relato que se ha descrito del jarabe en
investigaciones precedentes. El jarabe aparece en México a finales del siglo XVIII
con denominaciones como “jarave” o “xarave”, reconocido como un sonecito del
país y bailado tanto en ámbitos escénicos como en ocasiones musicales festivas.
Posteriormente, en el siglo XIX el jarabe se convierte en uno de los bailes favoritos
en diversas ocasiones musicales en México, siendo prácticamente unánime la consideración de que es una producción mexicana. Fue moneda de cambio en diferentes conflictos bélicos que sufrió México durante el siglo XIX: fue adoptado por
insurgentes, por conservadores, por revolucionarios, por emperadores, o por personas de diferente afiliación política, económica o religiosa, sin embargo nunca se
puso en cuestión su consideración de música del pueblo, música de todos. Las
fuentes evidencian la relevancia que tuvo en diferentes ámbitos de la vida social y
cultural mexicana en prácticamente todos los estamentos sociales, pero siempre
asociado a una producción del “pueblo” e incluso a “lo mexicano”. De hecho,
como se mostró en las descripciones de representaciones escénicas, se trata de reproducir escenas de “baile popular”, basadas principalmente en estereotipos.
Por otro lado, identifico otros muchos aspectos que no he encontrado referidos en ningún trabajo de investigación musical precedente, por tanto son aportes
de este trabajo, los cuales expongo a continuación. Si bien no es posible establecer
una procedencia social del jarabe, pues las fuentes nos remiten simultáneamente a
ámbitos diversos que hacen muy difícil, casi inútil, la tarea de asignar este origen,
la atribución consensuada que apunta a estratos subalternos podría ser leída como
un indicador de la importancia que tuvieron las prácticas musicales de dichos colectivos en la vida social del México decimonónico. En este sentido, la relevancia
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JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
de tomar en cuenta la circularidad cultural (Ginzburg 2003) no es solamente para
nombrar presencias sónicas –circularidad ente lo oral y lo escrito–, sino para romper con la idea aun generalizada en los estudios musicales de que las producciones
culturales de dichos estratos no entran en lo que se suele denominar “arte” o “música culta”. He mostrado que compositores académicos reconocidos –como Manuel M. Ponce– incluyeron al jarabe en algunas de sus obras. Es ahí donde cabe
preguntarse ¿qué sentido adquiere la denominación “pueblo” o “lo mexicano” en
cada ocasión musical, incluyendo los salones burgueses, salas de concierto o teatros? Aunque esta pregunta no puede ser aquí respondida, creo pertinente enunciarla dadas las incongruencias que afloran al contrastar los discursos oficialistas de
las “historias de la música” con los datos obtenidos en las fuentes documentales.
La presencia del jarabe en los teatros de la República es intensa y duradera.
Lo encontramos bailado en numerosas obras habitualmente por una pareja vestida
de china y de charro y acompañados instrumentalmente por jaranas o bandolones.
Este hecho unido a que se baila “cuando la escena lo pida” me hace pensar que la
música de estos jarabes no estaba escrita. Las únicas partituras del jarabe que he
encontrado en México corresponden con obras de concierto o arreglos para piano
que en ocasiones no incluyen la melodía de la copla o del estribillo, por lo que
considero que éstas eran suficientemente conocidas, no siendo necesaria su codificación.
Otro fenómeno importante que devela el análisis documental es la constatación de que, a diferencia de lo que podría pensarse, la representación de algunas
óperas o zarzuelas no necesariamente seguía estrictamente la partitura del compositor, sino que era posible la incorporación y supresión de números o partes para
tratar de adaptarse a los gustos del público. Esta dinamicidad la he mostrado con
los ejemplos de los jarabes insertados en El proceso del can-can o en Carmen. En esta
última obra, Lénica Reyes también encontró que en su momento se le agregaron
malagueñas (2015, 186).
Asimismo, con las fuentes históricas ha sido posible obtener diferentes inscripciones sonoras (Ochoa Gautier 2014) que facilitan la realización de un análisis
métrico de las coplas del jarabe. A partir de dicho análisis, he podido establecer
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DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
una relación directa entre jarabes del siglo XIX con el jarabe loco que actualmente
se conserva en la tradición oral viva en Veracruz, pues ambas emplean las mismas
dos formas métricas: coplas con versos octosílabos y estribillo, en forma de retahíla, con versos hexasílabos. A su vez, no he encontrado referencias que indiquen
que el jarabe se cante con décimas en el siglo XIX. Esta estrofa sí era habitual en
el zapateado, son que a finales del siglo ya estaba constituido como un son jarocho.
La exhaustiva búsqueda documental también me ha permitido matizar la datación
de algunas referencias del jarabe, o conocer que el término “jarabe loco” ya era
empleado desde hace casi siglo y medio al igual que uno de los versos más característicos del mismo: “que a los muerto resucita”.
Me ha sido posible identificar algunos ejemplos específicos de movilidad
artística entre México, España y Cuba, hecho que propició la difusión de sones
considerados mexicanos en estos países, entre ellos el jarabe. La documentación
localizada constata la presencia de éste en Cuba desde principios del siglo XIX, y
en territorio español al menos desde la década de los treinta, ejecutado en entornos
escénicos como un número de baile –excepto en una ocasión que aparece cantado
a guitarra–, y según las crónicas fue del gusto del público español. Si bien en los
primeros momentos el jarabe es presentado en España como una expresión musical proveniente de América y más concretamente de Veracruz, se observa que
desde los primeros momentos estuvo vinculado a obras de temática andaluza, interpretado junto a otros bailes de esa región. He podido demostrar que un gran
número de bailables y zarzuelas de mediados de siglo incluyeron al jarabe, las cuales
fueron representadas por todo el territorio nacional, y también tuvieron presencia
en teatros mexicanos. Los documentos nos ofrecen indicios para pensar que los
artistas españoles, al coreografiar el nuevo baile, necesariamente introdujeron
transformaciones. De este modo, una pieza que en España se anuncia como jarabe
americano, al ser representada en México por los mismos artistas, no es identificada por los cronistas como un baile mexicano, sino como andaluz. El jarabe perduró en España hasta los primeros años del siglo XX, y durante este periodo, fueron apareciendo algunas variantes consideradas plenamente andaluzas, como el jarabe de Cádiz o el jarabe sevillano. Otro de los aportes que presento en este trabajo
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JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 1. EL JARABE Y EL ZAPATEADO EN VERACRUZ
es que el jarabe formó parte del flamenco durante algunas décadas en esta época.
Este hecho es prácticamente ignorado por los aficionados al flamenco y la flamencología. Actualmente no se conserva con tal nombre en el flamenco, ni tampoco
tengo constancia de que se interprete aún en alguna región de España.
Por último, el análisis de algunas descripciones de las ocasiones musicales
del jarabe y del zapateado en México, revela una serie de rasgos paradigmáticos que
ayudan tanto a su caracterización, como a su comparación con elementos presentes
en prácticas musicales de otros territorios como Cuba. De esta forma es posible
identificar los componentes compartidos dentro del sistema, como veremos en el
siguiente capítulo.
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DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
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JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
C APÍTULO 2. E L PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
CAPÍTULO 2
EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
En este capítulo expongo el resultado del análisis realizado a más de dos
centenares de publicaciones periódicas y otros documentos del siglo XIX que hablan sobre el punto y el zapateo cubano. Uno de los objetivos es mostrar que estas
expresiones musicales tuvieron una importante presencia en diferentes ámbitos
sociales cubanos, al grado de ser consideradas símbolos nacionales. Al igual que
sucediera con el capítulo anterior, mi intención no es presentar una “historia” del
punto y el zapateo cubano, no obstante, considero que la documentación reunida
aquí constituye un aporte para los interesados en la música cubana del pasado, pues
en la bibliografía existente apenas aparecen referencias de estas expresiones musicales en el siglo XIX. Los documentos analizados muestran cómo desde las referencias más antiguas el zapateo y el punto estuvieron vinculados con prácticas musicales de los campesinos cubanos, aunque también los encuentro en entornos escénicos y otros ámbitos de la sociedad cubana decimonónica. Por otro lado, del
mismo modo que en el capítulo anterior, analizo las prácticas musicales descritas
en las fiestas donde se desarrollaron estas expresiones musicales, así como su difusión internacional en las últimas décadas del siglo, centrando mi atención a su presencia en México y España.
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DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO EN EL SIGLO XIX
El zapateo y el punto han tenido diferentes denominaciones y significaciones a lo largo del tiempo, y desde sus primeras referencias encuentro definiciones
que hablan sobre sus rasgos característicos. En las distintas ediciones del Diccionario
provincial casi razonado de vozes y frases cubanas de Esteban Pichardo Tapia (1799-1879)
que se publicaron durante el siglo XIX, se fueron describiendo cuáles han sido los
apelativos predominantes de estas expresiones musicales en cada periodo. En la
primera edición de 1836 aparecen tres nombres para la misma práctica musical: se
designa zapateo al baile, punto al acompañamiento musical y ay o ey al canto. Asimismo, se especifica que si se realiza de una forma particular, el baile se denomina
atajaprimo126:
AY. N. s. m. Canto vulgar y muy comun, cuyas letrillas principian regularmente con esta
interjecion, y en que los trovadores campesinos compiten entusiasmados y á gritos. El
acompañamiento músico instrumental, que frecuentemente es de guitarra, harpa ó tiple,
se llama PUNTO ú PUNTO DE HARPA, así como la parte vocal el AY Ó EY. La del
báile es conocida con el nombre de ZAPATEO, que, aunque rústico, está muy generalizado; cuando en él se imita al guagiro con sombrero de guano, machete al cinto y gesto
amenazante y azorado por los silbos de los espectadores, entonces el báile se llama
ATAJAPRIMO. (Pichardo 1836, 22)
En la tercera edición de esta obra, “notablemente aumentada y corregida”,
de 1862, se aporta más detalles en la definición del ay. En ella se incluye otra denominación para el canto: el llanto; por otro lado, se especifica que la denominación
punto de harpa hace referencia a las variaciones instrumentales que se realizan. También se mencionan algunas de las técnicas que son empleadas en el baile del zapateo, sus rasgos musicales, y una ligera descripción de su coreografía:
Ay-El Ay.– N.s.m. Canto vulgar mui común y favorito de los campesinos, cuyas letrillas
[décimas regularmente] [corchetes en el orignal] principian las más de las vezes con esta
interjeccion, y en que compiten los trovadores entusiasmados y a gritos, acompañados
126
Denominación muy similar al término afloja primo que también aparecerá más adelante en este
capítulo.
112
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
del Tiple, guitarra o harpa. Dícenle otros el Ey o el Llanto. No deja de ser sentimental,
en el modo mayor y compás de dos por cuatro o compasillo. Llámase Punto de harpa
una variacion del mismo con poca diferencia: el Zapateo es la parte del baile, que se
acomoda a los sones esplicados y a otro particular idéntico, distinguiéndose el punteado,
escobillado, &c…el cual, aunque rústico, está mui generalizado: nada de figuras, si se
exeptúa alguna vuelta de cuerpo para presentarse inmediatamente a su pareja de frente
a continuar el ejercicio incansable de los piés, cuyo sonsonete, por más variaciones que
ejecuten, no han de perder jamás el compás, hasta que aparece un nuevo Zapateador a
relevarle, bastando un saludo o inclinacion de cabeza para ser obligado a retirarse.
Cuando en este báile se imita al Guajiro con sombrero de guano, machete al cinto y gesto
amenazante y azoado por los silbos de los espectadores; entónces se titula Atajaprimo.
(Pichardo 1862 [1836], 18)
Esta descripción se mantiene en la cuarta edición “correjida y mui aumentada” de 1875, en la que también se matiza su estructura musical: “en el modo
mayor y compás de 3/8” (Pichardo 1875 [1836], 55-56). Como se puede ver, dista
mucho de la descripción anterior, donde se hablaba de un compás binario. En la
definición del Atajaprimo se indica “Véase Zapateo” (1875 [1836], 25). Una obra de
Francisco Puig y de la Puente (1839-1917), a través de su seudónimo Julio Rosas,
recoge referencias similares a las que expone Pichardo en su diccionario:
En casi todas las casas se oían los sonidos de las cuerdas del melancólico tiple acompañando á los que punteaban ó escobilleaban el vivaz zapateo y á los que cantaban las
décimas de los montunos ó guajiros, canto favorito de nuestros campesinos, y conocido
en todos los pueblos de Cuba por el llanto y por el ay ¡por ser esta interjeccion con la
que casi siempre se empiezan las coplas! (1873, 96-97)
La denominación de Ay perduró en las fuentes documentales al menos hasta
finales de siglo según el siguiente fragmento de Serafín Ramírez:
En cuanto á las canciones criollas, así como al ¡Ay! y Zapatéo de nuestros güajiros, muy
por el contrario, se han conservado, hasta nuestros días al menos, sin sufrir la más pequeña alteración ni en su estructura ni en el corte y proporciones de sus melodías. (Ramírez 1891, 120)
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DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
PRIMERAS NOTICIAS DEL ZAPATEO Y DEL PUNTO
Las primeras referencias del zapateo que he localizado aparecen en la prensa
y en diversas publicaciones de la isla a partir de 1834. En ese año se publica en el
Diario de La Habana un romance titulado “Los guajiros de La Habana. 2ª parte”127,
donde se narra con detalle el desarrollo de una fiesta en la que se baila el zapateo
al compás del tiple y el calabazo128. Un año más tarde, en un texto que narra la
emigración de los campesinos a las ciudades, se mencionan los bailes propios del
campo, como el zapateo, el buscapiés –al que me referiré más adelante– o el afloja
primo.
BAILES DEL CAMPO.— En los bailes del campo es dónde tiene el hombre que confesar que si lo bueno agrada al inteligente, lo ridículo divierte a todo el mundo. Tiempo
hubo en que el guajiro conociendo que sus robustos miembros y la constitución de su
estatura no era lo más apto para presentarse a los elegantes movimientos de la voluptuosa
danza, se limitaban al inocente “zapateo”, al ligero “buscapiés” y el rústico “afloja
primo”. El siglo XIX que había de ilustrar una de las ciencias del catálogo de los conocimientos humanos con grandes adelantos, les separó de aquellos divertimentos para
fijar sus ávidos ojos en los placeres de las ciudades. Los campesinos no quieren el “zapateo” por las mismísimas razones que despreciará nuestra juventud al venerable “minuet”, todo es industria [...].129
Como ya he comentado, en las primeras referencias documentales encuentro el término punto o punto de harpa aplicado al acto de realizar el preludio instrumental o variaciones melódicas empleando la técnica del punteado. Sin embargo,
desde 1840 también aparece esta acepción referida al canto con que se acompañaba
el baile zapateo, por ejemplo en el “romance cubano” de Ramón Vélez y Herrera
(1808-1886) titulado Elvira de Oquendo o los Amores de una Guajira (1840, 32):
127
Diario de La Habana (La Habana), 27 de abril de 1834: 1-2.
En el apartado del análisis de las descripciones del zapateo y el punto aparece transcrito parte
de este romance.
129
Diario de La Habana (La Habana), 28 de agosto de 1835. (Vid. Ortiz Nuevo 2012, 435).
128
114
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
El alegre zapateo,
Mientras que al son de las arpas
Y del patético tiple
El hermoso punto cantan.
En años sucesivos encuentro otros ejemplos: “se reúnen en cuadrilla á cantar el punto al son del tiple y de la guitarra” (Salantis [pseud.] 1852, 51); ‘Cuidar de
su familia, cantar el zapateo ó el punto, y atender á las faenas de su casa constituían
sus únicas distracciones” (Molina 1856, 19).
Los documentos nos muestran cómo el punto y el zapateo van adquiriendo
cada vez más relevancia en el panorama musical de la Isla. En 1844 se menciona
que todo el mundo en Cuba baila el zapateo: “Everybody in Cuba,” said he, –“that
is, every body who is any body –plays on the guitar, as a matter of course, and
dances the zapateo.” (Sargent 1843, 225), y en 1854, Ramón de Palma (1812-1860)
considera que el punto, junto con la contradanza y otros cantares relacionados con
los “bailes africanos”, son las músicas “propias de Cuba”:
Dos especies de cantares hay propios de Cuba, el uno con el nombre genérico del punto,
al cual se ajustan las décimas y bailes de los guajiros, y el otro que sigue el aire y compás
de la contradanza mas culto y variado, como que es el de uso en las ciudades. Podria
agregarse una tercera especie, mezcla tal vez de estos mismos aires, y los lúbricos bailes
africanos, pero esta pertenece á una clase demasiado baja y limitada. Las otras melodías
que se conocen con el nombre de canciones, aunque con algún colorido local, siguen el
mismo estilo en su composición que las de Italia, en cuyo pais nacieron, extendiéndose
después á toda Europa. (Palma 1854a, 246)
Una idea similar expresa José María de la Torre (ca. 1815-1873) unos años
más tarde de la siguiente forma “Se sabe que la música y el baile provinciales del
día son el zapateo y la contradanza: fuera de algunas canciones de no poco mérito.”
(1857, 113).
115
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
EL ZAPATEO Y EL PUNTO EN ENTORNOS RURALES
Tal y como se ha podido ver en todas las citas anteriores, el zapateo y el
punto son prácticas musicales asociadas a los entornos rurales. De acuerdo con las
descripciones, no podían faltar en las fiestas, y su canto acompañaba a los campesinos en sus labores diarias. Durante el siglo XIX –y aún en la actualidad– se denominan guateques, changüís o fandangos a las fiestas organizadas en pueblos o
en el campo, donde la gente se divertía, se relacionaba, acompañados de comida y
bebida y donde el canto, y sobre todo el baile, no podía faltar. En estas fiestas el
zapateo tuvo un papel protagonista como muestro en el apartado de descripciones
de los guateques más adelante en este capítulo, donde analizo una serie de fuentes
documentales del siglo XIX que dan cuenta de estas ocasiones musicales.
CALESEROS CANTANDO ZAPATEOS
El trabajo de los caleseros y arrieros los llevaba a un constante transitar entre
las ciudades y los campos, y tenían fama en esta época de ser buenos intérpretes
de tiple, con el que amenizaban los largos periodos de espera que conllevaba su
oficio. Del mismo modo, el canto del punto y el zapateo fueron estrechamente
asociados a ellos: “El calesero tenia tambien que saber tocar el tiple y bailar el
zapateo, y sobre todo chiflar. ¿Cómo podía concebirse un calesero sin estas habilidades, cuando eran ellas las que le recomendaban con las negritas de la casa?”
(Estrada y Zenea 1880, 29). El escritor español José E. Triay en su descripción “El
calesero”, comenta que: “El calesero es, casi siempre, negro, y se llama José” (1881,
108), y en ella enfatiza su carácter sociable, sus conquistas amorosas y su afición a
esta música:
José no aprendió a leer, porque le estorbaba lo negro; pero sabía tocar el punto en la
guitarra, y acompañaba con ella el zapateo, cuando bailaba, en el campo. Tambien cantaba unas décimas muy sabrosas que le enseñaron en el ingenio; y en la cocina y en el
zaguan, contaba sus cuentos, que tenían el privilegio, con gracia ó sin ella, de hacer reir.
(1881, 110)
116
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
Ilustración 9. El quitrín (Grabado de Francisco Mialhe)130
Otro ejemplo lo encuentro en la siguiente cita, donde el escritor se queja de
la cantidad de música que hay en las casas de sus vecinos y en las calles, entre ella
la que realizan caleseros tocando tiples:
[…] hay además en la susodicha cuadra un aficionado al violin, que ya ha hecho, segun
dicen, considerables progresos; un profesor de flauta, y un negro cocinero que en sus
ratos ociosos aprende á tocar el clarinete. Omito por no ser difusa, en este inventario de
las riquezas musicales de mi vecindad, los caleseros tañedores de tiples y los negritos
bozales que tocan la trompa. ([s.a.] 1839a, 48)
En algunas descripciones se menciona que en el cajón del coche o quitrín,
además de aperos y herramientas para el mantenimiento y manejo del mismo, no
130
Grabado en Viaje pintoresco alrededor de la isla de Cuba (Mialhe ca. 1838).
117
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
debía faltar el tiple, que quizás su pequeño tamaño lo hacía idóneo para ser portado
allí:
Perdióse el amo entre la concurrencia, y el calesero se dirigió á un café á cuya puerta
estaba su quitrín: entró en él, tomó un vaso de aguardiente, encendió su tabaco, sacó del
cajon del carruaje un tiple pequeño adornada con una moña de cintas, y se pasó á tocar
el zapateo y el ¡ay! como para entretener el tiempo. (El observador parlante [pseud] 1838,
43)
En esta otra referencia de 1880 también se constata este hecho:
En el cajon de quitrín llevaba siempre el calesero, sogas para amarrar el caballo, y presintas de cuero, clavos y puntillas por si se rompía alguna barra.
Tambien llevaba el melancólico tiple en que tocaba el zapateo y el punto cubano y á cuyo
son bailaban los demas caleseros en una misma cuadra, mientras sus amos permanecían
de visita. (Estrada y Zenea 1880, 32)
Parece ser que los zapateos y puntos no era la única música que los caleseros
tocaban con el tiple según se muestra en esta descripción de 1859, donde se toca
un vals con este instrumento:
We undertook a ball in the evening, but neither the boys nor I were good musicians, and
the young ladies had no piano to play. There was also too small a number of men to
form a regular dance; but though the obstacles were great, “omnia vincit amor,” and the
driver of the carriage (calesero) was called in, and with a small guitar, called tiple, played
a waltz very skilfully. (Philalethes 1856, 171)
Por tanto, estos profesionales jugaron un papel muy importante en la difusión de los repertorios por la geografía cubana en tiempos donde el ferrocarril era
aún un medio de transporte escaso y limitado. Sus desplazamientos entre ciudades
necesariamente implicaron la movilidad de la música que portaban, que probablemente consistiría en los temas de moda, entre ellos el zapateo.
118
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
LAS COMPAÑÍAS DE LEGUA Y LOS MÚSICOS AMBULANTES
El zapateo habitualmente formaba parte del repertorio de las denominadas
compañías de la legua. Consistían en compañías artísticas ambulantes que iban realizando pequeñas representaciones teatrales, circenses o musicales de una población
a otra, en ocasiones en improvisados auditorios. Durante todo el siglo XIX es frecuente encontrar estas compañías no solo en Cuba, sino también en México, España y otros países de América (Ramos Smith 2010). Estos artistas propiciaron que
las obras que triunfaban en los teatros de las capitales llegaran a un público rural,
el cual, de otra manera, no hubiera tenido acceso a estas representaciones. En este
sentido, constituyeron un factor fundamental en la propagación geográfica de los
repertorios musicales y teatrales. Su actividad nos ayuda a entender el hecho de que
unos meses después del estreno exitoso de alguna obra, ésta fuera conocida dentro
de una amplia área geográfica. En la siguiente descripción de una de estas representaciones se refleja la precariedad con la que solían realizarse.
Así vestido, se regocijaba mi hombre con la idea de que las muchachas del pueblo no se
desdeñarían de bailar con él un zapateo. Monté en mi potro y partimos ambos á galope:
al cabo de media hora nos pusimos en el pueblo: dejamos nuestros caballos en una posada y nos encaminamos hácia el teatro.
“Era este una hermosa valla de gallos, en la que aquella noche se representaba una comedia por cómicos de la legua. Casi todo el edificio estaba lleno de espectadores, menos
una parte del fondo en la que empezaba á levantarse un tablado pequeño con cuatro
bastidores, y un telon en el cual se veían pintadas varias figuras tan emblemáticas, que
hubiera sido empresa dificil querer interpretarlas. […] Ocho velas de sebo en sus candeleros de cobre enclavados en otro tubo del mismo metal que pendía del techo, y formando en junto una especie de araña que el viento tenía en continuo movimiento eran
todo el alumbrado, sin que me olvide de las candilejas de aceite, que había sobre el tablado frente á los dos músicos y entre los bastidores. (Arcadio [pseud.] 1839, 70-71)
Estas funciones también eran conocidas como maromas cuando en ellas actuaban maromeros o equilibristas. En la siguiente referencia de 1866 se menciona
al zapateo bailado en una de estas representaciones:
Felizmente pasó la borrasca y ya casi de noche se volvieron á la posada por si habia
novedad, y tomar chicha preparándose para ir á la Maroma. Ya Ia Chata, mui compuesta,
119
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
se habia marchado y á poco de haberse encendido las luminarias, los cuatro se encaminaron al punto de reunión. El aparejo de la Maroma estaba en un patio grande, y al frente
principal una especie de palco bajo pequeño para el Capitán con un farolón de papel
blanco y colorado. Los Maromeros eran tres, un muchacho que andaba sobre la cuerda
tensa con la balanza sugetada por dos ayudantes, un payaso de color, regordete, jaspeada
la cara de cascarilla, pujando gracias y dichos de plomo, tan tontos como él, y el protagonista ó principal, llamado Ciriaco, que nunca pudo dar siquiera un salto de dama sin
caer [en la arena por fortuna.] [corchetes en el original] La orquesta, traida por los mismos, se componia de un tiple, una guitarra y un calabazo. Por preámbulo instaron á la
Chata que bailara el Zapateo y después la Jurga; porque lo hacia mui bien: este baile inmigrado recientemente de Costa-Firma, le ejecutaba la Chata con alguna coquetería, á
tiempo de entrar los cuatro, pagando Andrés el real de cada uno. (Pichardo 1866, 316318)
EL ZAPATEO Y EL PUNTO INTERPRETADO POR TODOS
Es habitual encontrar en la investigación musicológica referencias a que el
zapateo y el punto son expresiones musicales practicadas por campesinos blancos
(Galán 1997 [1983], Manuel, The "Guajira" between Cuba and Spain: A study in
continuity and change 2004, López Ruiz 2007, Bernal Montesinos 2013). De hecho, algunas de las fuentes de la época también hacen alusión a esta distinción. Por
ejemplo, en el artículo titulado Costumbres cubanas de Pascual de Riesgo (1874) se
habla, entre otras cosas, de la celebración de un guateque en el campo. Dicho artículo viene acompañado por un grabado 131 , que muestro en la ilustración 10,
donde se especifica en el pie: “El guateque. Baile de campesinos blancos” (1874,
45), y en la descripción que lo acompaña, se dice: “[…] se forma una idea exacta
de la más que modestia del local en que los blancos celebran su Guateque en el campo
[…]” (1874, 42). Sin embargo, en el texto también se menciona la presencia de un
negro tocando la marimba: “En el salon de baile, en un rincón, se vé la orquesta,
compuesta de tres jóvenes, dos de ellos blancos y el otro negro, ocupando tres
sillas de madera, y tocando uno un tiple, otro una bandurria y el negrillo una marimba, de la que saca tan gran partido.” (1874, 42).
131
Copiado directamente de una fotografía, según se comenta en la publicación.
120
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
Ilustración 10. “El guateque, baile de campesinos blancos”132
Si tomo al pie de la letra lo que fuentes como esta nos dicen, podría pensar
que, en efecto, estas prácticas campesinas son exclusivamente de blancos o mestizos. No obstante, el tomar en cuenta el locus de enunciación de estas fuentes –las
cuales, como ya se ha dicho, en su mayoría son producciones de corte costumbrista–, ayuda a tener una mayor perspectiva de la realidad. Es evidente que en esta
descripción se pretende crear una imagen estereotipada de esta práctica en la que
se quieren fijar roles, encasillando al negro en un papel secundario –músico–, frente
al blanco –centro de las miradas en el baile–. Un dato que nos corrobora esta afir-
132
La Ilustración Española y Americana (Madrid), 22 de enero de 1874: 45.
121
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
mación es el hecho que esta publicación es pro-esclavista, pues en el mismo artículo se alega irónicamente que: “Nos detenemos en estos pormenores para hacer
comprender cuánto es lo que sufren esos pobres negros en Cuba, tan compadecidos por
los que ni los conocen, ni conocen su vida, sus costumbres, su modo de ser, la manera
con que se desliza su existencia en aquella hermosa tierra […]” (1874, 42).
Ya comenté en la introducción de la tesis que una de mis estrategias para
filtrar qué elementos pueden ser subjetivos o interesados en las fuentes históricas
es contar con un corpus lo más amplio posible donde se contrasten diferentes miradas, tendencias ideológicas, etc. En efecto, analizando otras fuentes de la época
se nos devela una realidad muy distinta, pues en ellas aparecen todo tipo de personas interpretando estas músicas. He mostrado anteriormente cómo los caleseros
solían ser esclavos negros, y en otros documentos de esta época también se relata
cómo negros o mulatos interpretan el zapateo. En 1839, por ejemplo, se mencionan tocando el tiple y arpas en una fiesta en un pueblo “Y aun se alegraba, porqué
en fin en Madruga solia bailarse con mejor ó peor música, según estaba mas ó
menos ronco el tiplecillo del negro Alejo ó las graves harpas de dos mulatos filarmónicos que por lo comun acompañaban todas las fiestas del lugar.” ([s.a.] 1839b,
233). En un libro de viajes de 1845 aparecen negros cantando el zapateo: “Les
nègres de l’avant-garde se mirent à chanter gaîment un zapateo” (Jonnès 1845,
311). En 1861 aparece publicada en España la explicación de la “palabra americana” güiro de la siguiente forma: “Güiro, especie de calabaza que rajada, y corriendo un palillo sobre sus rajas, produce un sonido monótono á cuyo compás
bailan el zapateo los negros y campesinos de las Antillas.” (Clavé 1861, 168). Con
éstas y algunas otras descripciones que muestro más adelante en este capítulo, se
evidencia que el negro no ocupa un papel secundario o nulo en la ocasión musical
del zapateo como comenta Riesgo, sino que también puede ser protagonista del
mismo. En definitiva, el zapateo no fue una práctica exclusiva de campesinos blancos o mestizos.
122
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
EL ZAPATEO Y EL PUNTO EN ENTORNOS URBANOS
Durante el siglo XIX también encuentro documentos que constatan la presencia del zapateo y el punto en las ciudades. Anteriormente he expuesto una cita
donde se hacía patente la presencia de los caleseros en las calles, molestando a un
vecino con el tañer de sus tiples, y en esta otra noticia aparecida en una publicación
periódica de 1870, el autor también se queja de lo molesto que pueden ser, no los
caleseros sino los organilleros en las calles de La Habana. Menciona al zapateo,
entre otras músicas de moda, formando parte del repertorio interpretado por un
organillo:
¿Pues no ha de tener? exclamo yo, que estoy echando los bofes contra los organillos y
los organilleros. Acaso, ¿no envuelve perjuicio de tercero el tocar el organillo por las
calles á todas horas del día y á muchas de la noche, y el derecho de tocarlo no anula ó
deroga otros muchos derechos que creíamos tener los ciudadanos tranquilos?
Por de pronto, no me negará nadie que dos amigos que se encuentran en la calle, tienen
el derecho de detenerse, no interrumpiendo el tránsito, y enterarse mútuamente de la
salud de las familias respectivas, ó tratar de sus negocios. Pero, cuando llegan á lo mas
interesante de la conversación, ¡zas! se paran un organillero y sus acompañantes, y el uno
haciendo brotar del instrumento atronadoras armonías, y los otros ayudando al efecto
musical con redobles y castañeteos producidos de mil maneras diferentes, obligan á los
que querian hablar á irse á otra parte con la conversación, siendo los filarmónicos impertinentes, los que debieran irse con la música á otra parte.
Luego, aunque uno sea también partidario de Euterpe, y quiera hacer uso de su derecho
en su casa, no incomodando á los demás, ¿es dueño de conseguirlo? ¡Qué disparate!
¡Siéntense ustedes al piano, si lo saben tocar, ya para recrearse con una buena composición de Gottschalck ó de Chopin, ya para cantar una tierna melodía de cualquier autor,
si son cantores, y verán como, á lo mejor del recreo ó del estudio, tienen que renunciar
á su derecho, por habérsele antojado á un desalmado organillero detenerse en la calle y
decir: ¡aquí estoy yo, dispuesto á no consentir en todo el barrio mas música que la mia!
En efecto, el hombre suelta un vals, luego una danza, despues un zapateo, mas tarde una
galop, y vuelta á empezar, todo con bien ruidoso acompañamiento, y ustedes se ven en
la precision de abandonar su piano ó su canticio, todo porque un organillero crée ejercer
un derecho al anular el que tiene todo el mundo de hacer en su casa lo que le convenga
ó acomode. (Martínez Villergas 1870, 442)
123
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Ya en el siglo XX en una memoria titulada La prostitución en Cuba y especialmente en La Habana aparece una alusión a las prácticas musicales de las prostitutas
de La Habana. Se menciona que cantan el punto, y además, en estos primeros años
de la independencia, se realiza una distinción bastante clara de los géneros españoles y los cubanos como el punto:
FISONOMÍA INTERIOR DE LA PROSTITUCION
[…] Indiferente á la curiosidad que despierta, la mujer canta, bosteza, habla con su vecina
ó compañera, atisba á su lenón que la acecha en el Café de la esquina próxima y muchas
veces se queda dormida en su poltrona. Sus actos todos revelan el hastío ó el interés.
Hasta hace un lustro sus apodos favoritos eran provinciales españoles, sus cantos también. La jota, la petenera, la malagueña, los aires típicos de allende el mar, rasgaban el
espacio en las calles en que vivían; de cierto tiempo acá sus canciones preferentes son
las del país, la rumba criolla, el punto guajiro se entonan por doquier, pero con monótono y africanado estribillo que hace pierdan su fisonomía local al vibrar en ese ambiente.
Diríase de una anacreóntica de Virgilio al ser vertida á través de la boca trágica de Medusa. (Alfonso 1902, 59)
EL ZAPATEO EN LA MÚSICA DE SALÓN
El zapateo cubano formó parte del repertorio interpretado en los salones
cubanos. La musicóloga María Teresa Linares ya advirtió de esta circunstancia
cuando comenta que: “Todos los libros hablan de este baile como un baile de mucha gracia, pues salían distintas parejas al centro del salón y cada una de estas parejas representaba figuras diferentes” (1967, 28). Diversas fuentes documentales
constatan este hecho, por ejemplo la composición de obras, sobre todo para piano,
que incluyen el zapateo. En 1854 el pianista Louis Moreau Gottschalk (1829-1869)
visita Cuba ofreciendo diversos conciertos. En uno de ellos estrena la obra Adiós a
Cuba que según Francisco Echeverría contiene motivos del zapateo cubano (1989,
27). También hay noticias que compuso otro zapateo titulado Recuerdos de la Vuelta
Abajo (Starr 1995, 181) tras una visita a las plantaciones de tabaco de la Vuelta
Abajo. No he podido localizar ninguna de estas dos partituras.
124
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
Ilustración 11. Grabado de José White133
También aparece en el Potpourrí cubano para violín y piano del año 1859134
del compositor José White (1836-1918) y en el popurrí titulado Una tarde de mamarrachos de Lino A. Boza Vázquez (1836-1899) de 1860. La musicóloga Franchesca
Perdigón explica que los temas incluidos en esta última obra correspondían con
piezas populares del momento:
Un parte requiere Una tarde de mamarrachos (1860) del propio Boza por tratarse de un
popurrí. Este género, junto a los divertissements, predominaron en el repertorio que era
interpretado en el salón, teatro y retretas. La composición es interesante pues enlaza una
serie de cantos y danzas como La Bayamesa, el Cocoyé, el Zapateo cubano, entre otros, que
fueron populares en su momento. El título sugiere, además, que las músicas que integran
la composición eran lo que podía escucharse simultáneamente en los carnavales o mamarrachos que tenían lugar en la ciudad de Santiago de Cuba en la segunda mitad del
siglo XIX. (Perdigón 2015, 23-24)
133
Ilustración titulada Joseph White, 1er Prix de violon au Conservatoire de Paris (1856). Né à Matarzas,
île de Cuba, en gallica.BnF.fr / Bibliothèque Nationale de France. Visto en http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b84259090/ (último acceso: 11 de enero de 2017).
134
Cecilio Tieles propone esta datación basándose en que es interpretada en algunos conciertos
en ese año (2007 [1994], 311-312).
125
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Otra partitura de zapateo que fue interpretada en los hogares de sociedad
fue el Zapateo Cubano de José Lino F. de Coca (1830-¿?) incluido en la obra Primera
colección de legítimos bailes y danzas americanas para piano 135 (ca. 1880). Además de ser
editada, esta obra también circuló en copias manuscritas, tal y como lo demuestra
la siguiente cita:
En la biblioteca de Lydia Cabrera se guarda una colección encuadernada de piezas musicales que en su portada, hecha a pluma, expresa: “A la señorita Doña Julia Pereira.
Recuerdo que le dedica su hermano Arturo en el día de su Santo y como prueba del
mucho cariño que le profesa. Isla de Cuba, Ciego de Avila 16 de febrero de 1884.” Se
trata del regalo de un hombre blanco con dotes de fortuna a una niña “bien” a fines de
la era colonial. Y ¿qué contiene el cuaderno? Piezas musicales de muy variados géneros.
Las Tres Gracias, polka para piano de Tomás Ruiz. El laberinto, danza por Enrique Plumas.
Despacito, otra danza de Carlos Anckermann. Zapateo Cubano, arreglo para piano de J. L.
F. de Coca. Recuerdos de Cuba, lanceros, cuya quinta parte se titula “El negro Rafael”, a lo
que sigue “La Caringa”, para terminar con “El negro bueno”. Amar es Vivir, dos danzones de Raimundo Valenzuela. Otro danzón de Valenzuela titulado nada menos que
Arará. Un “danzón coreado” de Enrique Guerrero con el título de Otro golpe de Fambá […].
(Castellanos y Castellanos 1994, 400)
Además de éstas, otras partituras del zapateo circularon por los salones cubanos en el siglo XIX, algunas de las cuales forman parte del corpus de análisis y
en la sección correspondiente hablaré con más detalle de ellas. Todos estos datos
contrastan con lo que aparece en el libro Escritos sobre música cubana, pues en el
apartado “La música de salón del siglo XIX en Cuba: Un panorama” (Casanova
Oliva 2015, 79-105) no se menciona al zapateo ni a ninguna otra expresión musical
“popular”, sin embargo, como se ha mostrado, sí estuvo muy presente en los salones cubanos.
135
Esta obra forma parte del corpus de análisis y será comentada en el capítulo correspondiente.
126
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
EL ZAPATEO EN LOS TEATROS CUBANOS
Aunque desde principios del siglo XIX se constata la presencia del zapateado andaluz o español en los teatros habaneros136, no sería hasta la década de los
cuarenta cuando un zapateado considerado propiamente cubano formaría parte de
los programas teatrales, el zapateado buscapiés. Como ya comenté, el baile del buscapié,
buscapiés o zapateado buscapiés fue muy popular en Cuba137, según las fuentes documentales, al menos desde la década de los cuarenta del siglo XIX138. La bailarina
Fanny Elssler (1810-1884) lo interpretó en la función de despedida del público
cubano en 1842. Según nos narra una crónica, lo había aprendido expresamente
como deferencia y agradecimiento al público cubano.
El último adiós.— Con este título hemos visto anunciado en el diario de ayer la última
función de la sublime hija del Rhin, que se verificará el domingo próximo. En ella bailará
la hechicera Hada, el Zapateado Buscapié cubano que ha aprendido en esta semana para
dar una prueba al público habanero del aprecio que hace de los favores que le ha prodigado como a ninguna otra artista.139
136
En (Ortiz Nuevo 2012) podemos encontrar numerosos anuncios de funciones teatrales donde
está presente este zapateado en los teatros cubanos.
137
En Veracruz, México, también existe un son denominado del mismo modo, el buscapiés.
138
No obstante, Antonio Bachiller y Morales (1812-1889) escribe que en 1803 ya era popular en
la sociedad cubana: “Los bailes de esa época no se parecían a los actuales: ni el africano danzón,
ni las obleas, ni el dormido fueron conocidos: principiábase por un minuet, que en el de noviembre
de 1803 tuvo que ser de Corte. Seguíanle las gavotas y contradanzas ensayadas con muy complicadas figuras: formando las parejas los bastoneros de damas y caballeros. El vals y la galop terminaban los saraos. En los bailes de temporada y familiares, solían resucitar alguna alemanda y aun
escabullirse un vergonzante buscapié; pero se bailaba con preciso aprendizaje: no era un caos de
seres que se movían a compás, aun tan muelle y tenuemente que hoy parece que los mueven
alambres contra la voluntad de los desdeñosos danzantes.” (1881, 149-150). Aun así, es necesario decir que no he encontrado alguna fuente de la época que corrobore este dato.
139
Diario de La Habana (La Habana), 22 de mayo de 1842 (Vid. Ortiz Nuevo 2012, 315). Tengo
motivos para cuestionar la datación que ofrece Ortiz Nuevo de esta publicación, aunque el
autor ofrece las mismas fechas en un trabajo anterior (2002, 140). De acuerdo con las fuentes
que he consultado, se informa que esta función fue en el mes de abril en lugar de mayo, por
ejemplo, en la siguiente crónica de teatro del periódico Baton-Rouge gazette de Louisiana del 23
de abril de ese año, se informa de su salida de La Habana hacia Nueva Orléans a finales de
127
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Una segunda crónica de esta misma función certifica el agrado que despertó
la Elssler al incluir este baile y, al igual que la anterior, enfatiza que el buscapiés era
considerado como un baile cubano:
Última función de Mademoiselle Elssler […]
Mas lo que ansiaba el público esa noche era ver bailar a Fanny El Zapateado y Fanny lo
bailó sin música, porque ésta no se oía, no pudiendo contenerse el público, y al compás
de los gritos y de los aplausos fue como imitó de un modo sorprendente, inesperado,
algunos pasos y posiciones del Buscapiés cubano.140
La noticia de dicha función traspasó las fronteras y en una de las crónicas
de un diario de Nueva York resaltan la presencia del baile del zapateado como el
baile popular de Cuba, enfatizando el furor que causó en el público. Es interesante
la descripción que hacen del baile y el tratamiento exótico que le dan:
Havana, April 30th, 1842.
[…] Fanny Elssler has taken her last adieu. […] Fanny danced on this occasion the popular dance of the country, the “Zaveteodo,” which is the most curious and original thing
she has ever done, –Just think of her dancing with her toes turned inward, Indian like.
This dance wil throw Paris into a ferment of curiosity and delight. Se acquired this pas,
renowed for its unequalled difficulties, in three lessons, and did it only out of compliment to the country. The enthusiasm it excited exceeded all bounds. At its close a signal
was given, and without Fanny’s dreaming of it, the stage was converted into “Olympus”
and a kind of Apotheosis began141.
El investigador Francisco Rey identifica este zapateado buscapié con el zapateo cubano, y proporciona el fragmento de una partitura editada del zapateado
buscapié que supuestamente bailó Fanny Elssler.
[…] Esa influencia se advierte, desde luego, en la danza, proceso que tuvo como apoyatura básica el gusto por el «color local» y lo exótico aupado por el Romanticismo. Lo
primero dio paso a lo que podría denominarse «la vertiente campesina», gracias a la cual
dicho mes: “VARIETIES.– […] Fanny Elsller will leave Havana about the last of this month
for New Orleans” (p. 2).
140
La Prensa (La Habana), 27 de abril de 1842 (Vid. Ortiz Nuevo 2012, 318).
141
The New York Herald (Nueva York), 17 de mayo de 1842: 2. Esta cita confirma que la última
función que ofrece Elssler en Cuba no puede ser en el mes de mayo.
128
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
se produjo la incorporación del zapateo –también llamado entonces zapateado o buscapié
cubano– al repertorio circunstancial de algunos bailarines foráneos (mujeres y hombres)
que actuaron en la isla. (2004 [2002], 48)
Sin embargo, comparando esta partitura con otras del zapateo cubano del
siglo XIX, se advierte que no existen similitudes estructurales, por lo que considero
que el buscapiés no puede ser considerado un zapateo cubano.
Unos años más tarde, en 1848, aparece de nuevo en la prensa el buscapié en
la escena cubana, en este caso junto al zapateo. Se trata de las descripciones de los
conciertos que Rita Leonarda Valente, archiduquesa de Macurijes, ofrece en La
Habana. En dichos anuncios y crónicas se especifica que en cada parte del espectáculo la artista recrea un ambiente distinto con sus atuendos y bailes característicos, desde los salones de París hasta las fiestas campestres:
Sociedad Habanera.— [...] cantaré y bailaré al estilo y con los trajes adecuados que de
tiempo inmemorial se acostumbra en aquellos pueblos de mi tránsito, donde las vicisitudes humanas me concedieron el soberano título que me condecora. Me acompañará
un joven enamorado que pretende mi mano, el cual si me gana en cuerpo no me excede
en edad, pero antes de concedérsela le he exigido esa prueba de su cariño [...].
Programa:
1º.— Apareceré vestida de hombre en traje de elegante con cetro de paño negro y tendré
un diálogo interesante con mi esposo futuro y concluiré con el vals al compás de la
música del Progreso.
2º.— Con adornos y traje de aldeana tendré otro diálogo con el mismo joven. Bailaré el
Zapateo con tiple y después cantaré unas décimas en competencia con mi querido
amante.
3º.— Por último apareceré en traje de guajiro con un famoso gallo que recibirá pelea y
cuantas apuestas quieran cazarle, cerrando la función con el gracioso baile de el Papalote.142
Como vemos, en la segunda escena, baila el zapateo con el tiple acompañado
del recitado de décimas empleando un “traje de aldeana”, sin embargo en la tercera,
142
Diario de la Marina (La Habana), 8 de junio de 1848. (Vid. Ortiz Nuevo 2012, 391-392).
129
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
que también se desarrolla en ámbitos rurales, baila el papalote con “traje de guajiro”143. En una de las crónicas de las actuaciones de Rita publicada en la Sociedad
Habanera se dan más detalles de cómo baila el zapateo, al que denominan “zapateado”, pero aquí se especifica que lo baila con traje de “guajiro”:
La Enanita.— [...] cuando bailó el zapateado (en los salones de la Sociedad Habanera)
vestida de guajiro, con sus bracitos a la espalda, los bravos y las palmadas sinceros, leales,
sonaron de nuevo, pero su triunfo completo fue en el papalote, cuando el público la vio
bailar y accionar con tanta gracia, y saltar luego y agitarse al compás de las palmadas y al
ruido delicioso de las pesetas que caían a sus pies, especie de fuego graneado con que la
obsequiaban los concurrentes, admirándola y haciendo al mismo tiempo una obra de
caridad. Ritilla Leonarda hoy es pobre, antes de un año tendrá un buen capital.144
Aunque en la noticia de la función de Rita que he expuesto anteriormente
no aparece el buscapié, si lo hará en sucesivas funciones, como en la siguiente, que
se desarrolla un mes más tarde en un pueblo. Es interesante el énfasis que se hace
al recordar que la representación tendrá la misma “galantería” que las que hace en
la capital. El buscapié aparece en una escena de guajiros en la valla de gallos tratando de ser recreado como baile propio de los ámbitos rurales.
Regla – Teatro del Paraíso.— Rita Leonarda, archiduquesa de Macurijes inaugurará el
sábado 22 el nuevo teatro de este pueblo con la primera función que la microscópica y
complaciente Ritilla se ha propuesto dar a sus amigos reglanos que no se portarán menos
galantes que los de la capital…
El programa es el siguiente: Primera Parte.— Diálogo en traje elegante parisiense que
terminará con un vals y varias suertes gimnásticas. Segunda Parte.— En traje de aldeana
varios diálogos, concluyendo con un zapateo al uso del campo. Tercera Parte.— La escena del guajiro y la valla de gallos, terminando con el parloteo y buscapié.145
143
Como dato relevante, en la búsqueda documental realizada sobre el jarabe, encuentro una
referencia que lo vincula con el papalote: “El obispo Espada, de la Habana, no toleró á un
fraile de San Agustín que se valiera de la pantomima para condenar al baile titulado «Papalote»
del género del jarabe” (B. [pseud.] 1875, 2).
144
La Prensa (La Habana), 13 de junio de 1848 (Vid. Ortiz Nuevo 2012, 393-394).
145
Gaceta de La Habana (La Habana), 21 de julio de 1848 (Vid. Ortiz Nuevo 2012, 393).
130
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
Unas semanas más tarde llegan a Madrid los ecos de la actuación de Rita.
En el diario La España se habla del éxito que la artista goza en La Habana y reproduce el contenido del cartel de la función que dio el 13 de julio. El programa presentado es muy similar al anterior, salvo que añade una parte en la que también
recrea una escena andaluza donde canta La Colasa.
–HABILIDADES DE UNA ENANITA. Como saben ya nuestros lectores, está entreteniendo actualmente á los habitantes de la Habana una enanita de aquel pais llamada
Rita Valiente, cuyas diminutas proporciones, al mismo tiempo que la perfecta configuracion de su persona, admira á cuantos la ven. Parécenos curioso el cartel en que anuncian sus funciones, y le transcribimos á continuacion:
«La archiduquesa de Marcuirges Rita de Leonarda Valente.– Al público de la Habana.
El jueves 13 del corriente, ¡ilustrado y generoso público! daré otra funcion en los hermosos salones de la Sociedad Habanera, llevando de ella en mi corazón grabados gratos
recuerdos á otros puntos donde sus habitantes quieren tambien verme, contemplarme y
favorecerme. En esa esposicion me esforzaré en demostrar mis nuevas habilidades, y
haré ver con ellas que para Rita Leonarda nada hay difícil mas que el arte de agradar,
aunque la naturaleza le negó sus dones y el atractivo de su rival el general inglés, y aunque
tenia anunciada esta funcion para el sábado 8, motivos poderosos y el deseo de ver por
primera vez llenos los salones, me han hecho trasferirla para el jueves 13. El programa
de ella es el siguiente:
Primera parte. Diálogo en trage de elegante parisiense, que terminará en un wals y varias
suertes gimnásticas.
Segunda parte. En trage de aldeana tendré otro diálogo divertido que concluirá con un
gracioso zapateo cantando al uso del campo.
Tercera parte. A peticion de muchas personas repetiré la escena del guagiro en la valla
de gallos, y terminaré con el paleteo [esta palabra no se entiende bien en el original] y
buscapié.
Cuarto y último. Pa la gente é Dios y para la de tierra la gente crua dedico esta última
parte. Un diálogo andaluz en trage de maja y con mi rica moña y peineta tercia, y con
toito el zalero de una verdadera andaluza cantaré la graciosa cancion de la Colasa, y si se
presentase algun ga[no se entiende] á jalearme, tenga entendido, que sí no es mi gusto
sabré pintarle un jabeque y limpiarle los pelos á la vara, pues para todo voy dispuesta.»146
Analizando los programas de las funciones de Valiente, se pone de manifiesto que existe una distinción entre el buscapié y el zapateo. Este hecho unido a
146
La España (Madrid), 27 de agosto de 1848: 2.
131
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
la ausencia de similitudes estructurales en su música me lleva a afirmar que la identificación de ambas expresiones como lo hace Rey, no es del todo precisa. Como
vemos, además del buscapié, también el zapateo forma parte de las representaciones escénicas en esta época, no solo en pequeños escenarios sino también en los
principales teatros. Constancia de esto nos la da esta referencia del año 1844 –solo
unos años después de las primeras descripciones del zapateo en entornos rurales–
, donde aparece anunciado como un baile en el Teatro del Tacón en La Habana,
incluido dentro de la obra La Guajira o una noche en un ingenio:
Teatro.— La pieza cómica del Sr. Millán La Guajira o una noche en un ingenio de que
ya hemos hablado se pondrá por fin en escena en la función que tiene dispuesta para su
beneficio Don Antonio Rosal. Se nos ha dicho que saldrán en dicha pieza los dos primeros graciosos de la compañía, Don Francisco Covarrubias y Don Vicente González,
circunstancia que llevará a muchos al teatro. También Dª María Arroyo en la segunda
escena bailará el Zapateado Cubano acompañada con arpa, tiples, guitarras y güiros, según se acostumbra en nuestros campos, lo que no dejará de llamar mucho la atención
[...].147
Unos días más tarde, la misma artista lo sigue bailando: “Se presentará Dª
María Arroyo, con la disposición que le es natural, bailará el verdadero
ZAPATEADO CUBANO llamado de María Belén, que le acompañarán con arpa,
tiple, guitarra y güiro”148. Todos estos zapateos escénicos tratan de recrear o imitan
explícitamente los bailes campestres, empleando la misma instrumentación que
aparecen en los guateques, como también señala Francisco Rey: “Para interpretar
dicha danza, los artistas vestían por lo general el traje típico de la guajira o el guajiro
cubanos, o una aproximación más o menos fiel al mismo.” (2004 [2002], 48-50).
Otra muestra de este hecho es la siguiente descripción:
147
Faro industrial de La Habana (La Habana), 28 de julio de 1844 (Vid. Ortiz Nuevo 2012, 421).
Diario de La Habana (La Habana), 4 de agosto de 1844 (Vid. Ortiz Nuevo 2012, 420). En
relación a esta denominación de María Belén, la partitura del zapateo cubano incluida en la
obra Álbum regio que comentaré más adelante, finaliza con una sección con la anotación “María
Belén” y que presenta una estructura armónica diferente a la característica del zapateo. Quizás
corresponda con una variante del zapateo de moda en esa época.
148
132
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
Gran Teatro de Tacón.— Compónese la segunda parte de una piecesita del Sr. [Francisco Javier] Blanchié tan jocosa y salada que proporciona momentos deliciosos, en ella
se verá perfectamente imitada una de las costumbres de nuestros campos, bailando y
cantando dos guajiros al compás del güiro y del tiple el zapateo y otros bailes [...].149
Francisco Rey resalta que estas representaciones del zapateo en los teatros
solía proporcionarle mucho éxito a sus intérpretes: “Resulta interesante comprobar
cómo la interpretación del zapateo, cualquiera fuera el bailarín que lo ejecutara, por
lo general provocaba en los criollos un gran entusiasmo, hasta el punto de solicitarse su repetición” (2004 [2002], 48-50). De acuerdo con dicho autor, de los artistas extranjeros que lo interpretaron en Cuba en el siglo XIX, están Rosa Espert y
José Gispert, pareja que ya mencioné bailando el jarabe mexicano en México ese
mismo año de 1856, y el jarabe llamado español en España en 1851:
Otros bailarines extranjeros [además de Fanny Elssler] que interpretaron el zapateo en
nuestros teatros fueron el francés Gabriel Ravel, la española Rosa Espert junto al cubano
Manuel Betancourt –este último un bailador– (1856), de nuevo Rosa Espert acompañada
por el español José Gispert (1856 y 1857), los españoles Isabel Osorio y Carlos Atané –
junto a un cuerpo de baile– (1860). La francesa mlle. Desirée y el español Eduardo Velarde (1864), entre otros. (Rey Alfonso 2004 [2002], 75)
En estos primeros años de presencia del zapateo en los teatros, en ocasiones
se le refiere como el zapateado criollo, quizás para diferenciarlo del zapateado andaluz
o el zapateado de Cádiz que también estaba muy presente en esa época en los
mismos escenarios: “Guanabacoa Baile Salón de las Ilusiones.— [...] se bailará por
una máscara un zapateado criollo que tocarán otros dos en sus guitarras y luego
variaciones.”150. De todas formas, según la siguiente crónica, ambas expresiones
estaban bien delimitadas teniendo cada una de ellas una forma diferente de bailarlo
como se indica en la siguiente cita:
149
150
Diario de La Habana (La Habana), 9 de octubre de 1846 (Vid. Ortiz Nuevo 2012, 423).
La Prensa (La Habana), 5 de marzo de 1848. (Vid. Ortiz Nuevo 2012, 452).
133
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Resollar por la herida.— […] Zapateado, dijimos, es impropio, y lo es, porque siendo el
baile provincial debe aplicársele el nombre provincial; nuestro zapateo se diferencia del Zapateado de Cádiz en el modo de bailarlo como las dos palabras se diferencian en su
terminacion. El zapateo es un baile, el zapateado es otro; nosotros no conocemos el zapateado, como los andaluces no conocen el zapateo. […] La civilización no destruye nunca
los rasgos característicos de las costumbres nacionales; nunca se bailará el zapateo como
rigodón, aunque quieran vestir con blusa á todos los guajiros.151
En la temporada de 1853 en el teatro del Tacón se estrenó la zarzuela Apuros
de un bautismo, de Rafael Otero (1827-1876), y de acuerdo con las musicólogas Victoria Eli y Consuelo Carredano dicha obra contiene un zapateo (2010, 204-205).
Otra obra que lo incluye, siguiendo a Rine Leal, es Don Canuto Ceibamocha o El
guajiro generoso de Antonio Medina y música de Antonio Figueroa, de 1864, “donde
a los negros bozales se unen guajiros del Wajay, décimas, zapateo, y como es de
esperar una historia sentimental de amores contrariados que se resuelve en plena
melopea” (Leal 1975, 255)152. Según los investigadores Jorge e Isabel Castellanos,
en 1863 se estrena una obra de José Socorro León (1831-1869) llamada Garrotazo
y tente tieso “donde se mezclan los campesinos blancos con esclavos de nación, negros criollos, chinos ‘de Manila’, españoles y hasta norteamericanos y donde todos
bailan al compás del zapateo.” (1994, 223). Otra puesta en escena que tuvo mucho
éxito fue La boda de Pancha Jutía y Canuto Raspadura de Bartolomé Crespo Borbón
(1811-1871). Fue publicada por primera vez en 1847 y llevada a escena en 1848.
Años más tarde, en el año 1867 fue representada de nuevo con gran éxito y siguiendo a dichos autores, en la prensa se habla de algunos de los números que
gustaron mucho, entre ellos, el zapateo y el punto: “Causó verdadero furor en la
concurrencia el zapateo, el congo y el punto criollo. La Banda de Bomberos se
lució tocando un potpourrí de minstrels. Fue una función enteramente tropical”
(1994, 223)153. En el Diario de la Marina podemos ver el anuncio de dicha obra:
151
Diario de la Marina (La Habana), 31 de mayo de 1849: 3.
También las musicólogas Victoria Eli y Consuelo Carredano citan esta obra (2010, 206).
153
Los autores incluyen en la nota al pie que esta noticia aparece en El Siglo, 12 de septiembre de
1867.
152
134
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
Teatro de Villanueva.
Función para hoy martes 10.–
[…]
LA BODA DE PANCHA JUTIA CON CANUTO RASPADURA.
Además habrá su parte de
BAILE CONGO Y ZAPATEO CUBANO.
Precios y horas: los de costumbre.154
Ilustración 12. Ilustración de Pancha Jutía y Canuto Raspaura en una marquilla cigarrera155
Dado que no he tenido acceso a esta obra, no puedo afirmar que desde 1847
ya se interpretaba con estos números musicales, pues añadir o modificar números
de baile y música de moda a las obras para tener más éxito fue una práctica común
en el siglo XIX y principios del XX como mostré en el capítulo anterior. Podría
pensarse que sí estaban a partir de la descripción de dos fuentes. En primer lugar,
los autores Castellanos mencionan: “Recuérdese, además, que en esta obra, por
primera vez en la historia de la escena cubana, campesinos blancos le hacen coro
154
Imagen en Hemispheric Institute E-Misféric, http://hemisphericinstitute.org/hemi/es/e-misferica-52/martiatuterry (último acceso: 15 de abril del 2017).
155
Imagen consultada en EnCaribe. Enciclopedia de Historia y Cultura del Caribe, http://www.encaribe.org/es/article/bartolome-crespo-borbon/252 (último acceso: 15 de abril del 2017).
135
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
a la música de los negros de nación. […] Entonces todos los presentes, negros y
blancos, se mueven al mismo son” (1994, 222). La segunda referencia la aporta
Rine Leal, quien dice al respecto de esta obra: “Con este gallego azucarado la música es también importante del teatro y los guajiros (que hablan como tales) rascan
sus bandurrias o tiples y cantan sus décimas” (1975, 273). Queda abierta cualquiera
de las dos posibilidades. Lo que sí es evidente es que estas expresiones musicales
eran muy gustadas por el público asiduo a los grandes teatros.
Leal afirma que fueron, en mayor medida, los sainetes escritos en el periodo
de 1838 a 1868 los que insertaron en los teatros cubanos a personajes característicos, músicas, bailes y habla “popular” cubanas de la época. En este sentido, es muy
probable que el zapateo y punto hayan estado presentes en varias de estas obras:
[…] retrataron su momento y lo llevaron a la escena junto a la atmósfera, el ritmo, el
idioma cubano, y de esta manera juegan un papel decisivo en el teatro cubano. […]
Con ellos entran en escena el negro y el campesino, el desclasado, el inmigrante español
y hasta el francés, el chino, el alemán o el irlandés, el cazafortunas, el comerciante y el
capitalista, el acreedor y la heredera y, desde luego, la actualidad nacional vista en forma
jocosa. Y como corona, el choteo criollo, la música y los bailes y, sobre todo, el habla
popular. (1975, 258)
El proceso del oso, de Ramón Morales Álvarez con música de Enrique Guerrero (1818-1887), es un “ajiaco-bufo-lírico-bailable” estrenado en el teatro Torrecillas el 28 de enero 1882 (Morales Álvarez 1882). Jorge e Isabel Castellanos resumen la obra de este modo:
[…] Terpsícore convoca a todos los bailes cubanos del momento para enjuiciar al danzón “El Oso”. Hay un largo desfile de ritmos europeos, criollos, afrocubanos: el lancero,
el minué, el can-cán, el zapateo, la danza, el danzón. Y también de acentos lingüísticos
variadísimos. (1994, 230).
Al inicio de la obra podemos leer que se convoca a los bailes de las provincias de Cuba y extranjeros que están “aplatanados” en la isla. (Morales Álvarez
1882, 4). El personaje del Zapateo es el primero en llegar junto con un personaje
136
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
llamado María Belén156 cantando el punto con acompañamiento de tiple y güiro.
En el libreto se pueden leer las décimas que interpreta el Zapateo, haciéndose evidente que él es un guajiro que trabaja en los campos:
(Los anunciados aparecen de brazo, seguidos de guajiros con tiple y güiro vienen cantando Punto. Los personajes ejecutan los bailes de su nombre.)
MUSICA
(Terminado el baile, Dª Maria Belén se coloca junto á las bailarinas, y Zapateo al concluir
su parlamento se sitúa junto á los abogados […].)
ZAPATEO. Nuestras cunas se mecieron
en la campiña dichosa
de la tierra más hermosa
que jamás los ojos vieron
Los vicios no se atrevieron
á turbar nuestro retiro,
y al son del tiple y el güiro
la vida alegre pasamos
y la delicia formamos
del inocente guajiro (Morales Álvarez 1882, 6-8).
Argeliers León indica que esta presencia escénica continúa hasta los primeros años del siglo XX, donde diversos grupos musicales de La Habana cultivan los
cantos de los campesinos, tratando de imitar su atuendo:
Hasta grupos de la capital, de negros inclusive, imitaron estos cantos del campesinado,
tomaron la guitarra y el laúd, se vistieron de guayabera, sombrero de yarey, o un jipi, un
machete, que no formaba callos en las manos, colgando decorativamente del cinto, y
unas botas y espuelas que no se irían a clavar en caballo alguno, y en estos grupos cantaban sus décimas, y se nombraron con los nombres de maderas cubanas; «La Yaya», «El
Jiquí», «El Tibisí». (León 1964, 52)
156
Recuérdese la cita del Diario de La Habana del 4 de agosto de 1844, donde se anuncia que se
pondrá en escena el zapateo cubano “llamado de María Belén”. Con este dato es factible pensar
que la presencia de este personaje aluda al zapateo con ese nombre.
137
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Todos los documentos expuestos en este apartado muestran con claridad la
circularidad musical de la que nos habla Ginzburg. Aunque se ha descrito el zapateo o el buscapiés como un baile de los campesinos, al mismo tiempo que se interpreta en los campos también está presente en salones y teatros tanto cubanos como
extranjeros. Gracias a ello, ha podido llegar hasta nuestros días valioso material en
forma de partituras y documentos, que nos permiten obtener información sobre
sus prácticas musicales.
LA GUAJIRA CUBANA
En los últimos años del siglo XIX surge en Cuba una nueva expresión musical denominada guajira o guajira cubana. Según Olavo Alón “las guajiras y las criollas representan por lo general versiones urbanas de los cantos del campesinado de
Cuba o dedicados a él” (ca. 1986, 6). Por su parte, Eduardo Sánchez de Fuentes
comenta en el siguiente texto que las guajiras cubanas vienen del punto y del zapateo, así como alguna de las diferencias que tiene con éstos:
Tenemos nuestra Guajira similar de la española ya mencionada y nacida de nuestro Zapateo y Punto. Diferenciase de éstos, en que su ritmo, dentro del compás de “seis por
ocho” y a veces con alguna combinación del de “tres por cuatro”, como la española, es
más lento, conservando siempre su melodía el sello netamente cubano, sin los adornos
ni cadencias que caracterizan a las de la hermosa Andalucía.
Así como el Zapateo y Punto cubano se escriben siempre en modo mayor, en la guajira se
observa que su primera parte, generalmente, se escribe en menor y su segunda en mayor,
siendo de este corte las más conocidas en nuestro país. (1923, 56)
Las primeras obras que encuentro con este nombre provienen de la pluma
de José Marín Varona (1859-1912), quien las incluye en varias de sus zarzuelas y
obras para piano. Dichas obras se enlistan en un catálogo de partituras de guajiras
138
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
(Marín Varona ca. 1899b) y son las siguientes157: El brujo, La ganzúa de Juan José, La víspera de San Juan, El hijo de Camagüey, Luz y
sombra, Punto de Vuelta abajo, Décimas del 10 de
octubre, o Mi bandera. Las dos primeras están
datadas en el año 1896 y sobre todo la guajira de El brujo tuvo una gran popularidad
tanto en Cuba como fuera de sus fronteras,
como muestro más adelante.
Una guajira muy popular de estos
años es la titulada Un arroyo que murmura incluida en la obra Toros y gallos de Jorge
Ánckermann Rafart (1875-1941) estrenada
en 1899. Algunos autores consideran a
Ilustración 13. Fotografía de Marín Varona
en partitura de Pot-pourrí de aires cubanos
Ánckermann el creador de la guajira cubana
(Luis Salas Romero, 1908)
con esta obra (Hernández 1986, 189; Díaz
Ayala 2002, 84; Ledón Sánchez 2003, 19;
Fernández-Larrea 2007, 97; Manuel 2004; Iturria Savón 2014, 17; Stavans 2014,
304-305); entre otros, sin embargo, si atendemos a las fechas, Marín Varona ya
había compuesto guajiras cubanas algunos años antes.
Si bien esta expresión musical se denomina del mismo modo que la guajira
española, las estructuras musicales de algunas de las guajiras de Marín Varona y
otras posteriores siguen los patrones del punto o del zapateo cubano y no los de la
guajira española –tal y como mencionaba Sánchez de Fuentes–, como veremos en
la sección de análisis musical. De hecho, algunas de estas primeras guajiras finalizan
con un zapateo cubano, por ejemplo El arroyo que murmura de Ánckermann o La
ley del hambre de Gaspar Agüero (1873-1951). También es significativo que en la
partitura de la guajira Luz y sombra, Marín Varona incluye al inicio la siguiente anotación de tempo: “Tiempo de zapateo cubano” (ca. 1899a, 2).
157
Algunas de éstas pude localizarlas y son analizadas en el capítulo correspondiente.
139
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Ilustración 14. Inicio de la guajora “Luz y sombra” (J. Marín Varona)
La guajira cubana en el siglo XX tuvo un camino musical muy diferente al
de sus inicios, incluso apareciendo versiones en compás binario, por ello, y por la
delimitación temporal impuesta en esta tesis, ésta queda excluida del análisis, sin
embargo, dado que al menos las de los primeros años están relacionadas musicalmente con el zapateo considero necesario al menos incluir esta pequeña reseña de
sus primeras referencias.
LA DÉCIMA EN LA TRADICIÓN CAMPESINA CUBANA
Dado que la décima es un elemento sustancial en el punto y el zapateo, me
parece pertinente abrir un breve apartado exponiendo algunos de los documentos
que hablan de su presencia desde el XIX en las prácticas musicales cubanas denominadas campesinas158. Desde los primeros años del siglo XIX en Cuba aparecen
referencias en la prensa que ponen de manifiesto la costumbre de cantar décimas
acompañadas de guitarras y clave, como por ejemplo el siguiente anuncio de 1812:
D. Manuel Marcurbeano, y D. Mariano del Rey Aguirre, baylaràn muy bien la Perinola
según indica el Reparon nùm. 6; el primero, irà cargado de un par de Perniles y cinco ó
seis lonjas de jamón, y el segundo de un clave y una guitarra para cantar las famosas
158
Esto no implica que no haya existido antes dicha práctica. El objetivo de este breve apartado
es destacar lo que las fuentes primarias de esta época dicen al respecto de la décima en ámbitos
campesinos.
140
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
décimas que compuso en bien del alma. El concurso será inmenso y grandes las carcajadas cuando el buen D. Mariano rompa el bayle con su coleta tiesa. (El amigo del Pernil
[pseud.] 1812)
La afición por cantar décimas tuvo que estar muy extendida en Cuba en
aquellos primeros años del siglo. Uno de los indicadores de dicha popularidad lo
encuentro en las referencias sobre la publicación y venta de pliegos de cordel u
hojas volantes que incluían décimas. Estos documentos contenían una serie de
poesías o letras de canciones populares y eran vendidos habitualmente de forma
ambulante, lo que los hacía muy populares. En el relato Excursión a la Vuelta Arriba
publicada en 1838 se habla de un arriero que canta décimas aprendidas de un pliego
de cordel:
[…] y como centinela de todo el arriero que sentado sobre un aparejo en la orilla del
camino fumaba cantando con soñolienta voz las trovas ó décimas que se venden en la
puerta de la Muralla y que fabrica Polanco, interrumpiendo el silencio religioso é inspirador de la noche de los trópicos. (Vivanco 1838, 182)
Además de estas hojas, también se publicaron libros que contenían recopilaciones de décimas. En 1845 aparece en la prensa un anuncio de uno de ellos y,
como se intuye por los títulos, sus décimas tenían una temática campesina:
EL GUAJIRO ENAMORADO.— Se está concluyendo la impresión en la imprenta de
Torres de un cuadernito de décimas glosadas con aquel título, para el uso de los campesinos de Cuba. Las glosas llevan títulos adecuados a la obrita tales como El tiple, El gallo,
El caballo, Los bandos azul y punzó, El Zapateo y la Danza, La valla de los gallos, La
correspondencia, La ausencia, etc. Su precio será un real sencillo.159
No es de extrañar que se publiquen libros con ese tópico, pues desde las
primeras décadas del siglo ya se habla del canto de los campesinos cubanos en sus
jornadas de trabajo en las haciendas tabacaleras160. Diversas descripciones refieren
159
160
La Prensa (La Habana), 9 de noviembre de 1845 (Vid. Ortiz Nuevo 2012, 443).
Memorias de la Real Sociedad Económica de La Habana (La Habana), 28 de febrero de 1818: 44.
141
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
que el cantar décimas es una práctica propia de ellos y que las cultivan en “todas
sus tareas cotidianas” para expresar todo un abanico de sentimientos:
¡Cuan hermoso es el tipo del verdadero guagiro! En la Habana suele confundírsele con
el isleño de las cercanías, que como él labra la tierra; es verdad que algo se le parece, pero
este no es el guagiro verdadero, este no es el que conviene a vuestro cuadro. Nuestros
guagiros son los naturales de Cuba, los que han visto la luz en sus campos siempre verdes, que bailan con notable gracia el zapateo, que tocan el tiple, que hacen versos, malos
ó buenos, ó los aprenden apénas saben hablar, para cantarlos en sus reuniones, en la
soledad de los montes, en todas sus tareas cotidianas. El metro de Espinel, que se presta
cual ninguno al canto, es su metro único, i el sentido de sus décimas revela el estado de
sus amores: las hai de celos, de esperanzas, de desprecio, de quejas, de enojos, de reconvenciones, de ausencia; las hai para pedir el dulce sí i tambien para otorgarlo ó negarlo.
Oh! cuantos rasgos de una belleza admirable se hallan esparcidos en ese conjunto de
produciones espontáneas, sin lima, sin mas arte que el gusto adquirido por la recitacion,
regularmente de pésimos modelos; nadie ha recojido ni se ha ocupado de esos cantos
populares, de esas obras nacidas en la oscuridad i condenadas al olvido. (Balmaseda 1874,
374)
Es conocida y admirada la capacidad de improvisación y memoria que tienen
los campesinos, y así lo constatan diversos escritos del siglo XIX, como por ejemplo el siguiente: “Su memoria es tan prodigiosa que, ademas de los versos que él
mismo compone, sabe tantas coplas y tantas décimas, que si se pusiese á entonarlas
una tras otra, se estaría cantando cien años seguidos.” (Santacruz y Montalvo 1844),
o este otro: “Los amores rústicos se inician casi siempre con el canto del ay, teniendo el guajiro en la memoria mas décimas que las que caben en este volumen.”
(García de Arboleya 1859, 274-275) . En 1854, el escritor y periodista Ramón de
Palma (1812-1860) en su obra Cantares de Cuba dedica unos párrafos a la poesía
popular, destacando también la facilidad que tienen los campesinos cubanos para
crear y memorizar décimas:
No todos [los guajiros] han recibido tal vez del cielo el donde la inspiración para improvisar, pero sí muy buen oido, asi para la música como para la poesía, aprendiendo á
cantar y á bailar desde que nacen. Desde su mas tierna infancia hacen acopios de décimas
para todos los casos y sentimientos, y nada hay tan común como verlos en reunión provocarse á la competencia, apurando conceptos y sutilezas, á la manera de los ergotistas
142
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
personages de Calderón y Tirso, ó de los vates y bardos en sus líricos certámenes. (Palma
1854a, 246)
Asimismo, en la cuarta sección de su escrito expresa su sorpresa al advertir
que pocos eruditos habían tenido la inquietud por recopilar las coplas improvisadas
en la “rica mina de poesía” que suponen los campos cubanos.
No sabemos si las décimas citadas habrán sido compuestas así desde su origen, ó trastornadas después por los cantores y copistas; de esta manera las hemos oido cantar, y
muchas á ellas semejantes se oyen á cada paso en boca de nuestros improvisadores.
De admirar es que tan rica mina de poesía como la que ofrece la gente de nuestros campos, permaneciese sin explotar tan largo tiempo. En efecto, no sabemos de ningún otro
que antes de nuestro distinguido é ilustrado amigo D. Domingo Delmonte, hubiese fijado la consideración en la parte poética y pintoresca, así del carácter, como de las costumbres de nuestros guajiros. A él debemos el primer acorde de poesía verdaderamente
local que ha producido la lira cubana, y siempre que se toque esta materia, será menester
rendir á su delicado ingenio el elogio y respeto que merece. (Palma 1854c, 279)
De hecho, Ramón de Palma no deja de manifestar su asombro al recalcar
que estas coplas son creadas por personas que han tenido poca instrucción académica:
¿No es de admirar, que hombres destituidos de todos conocimientos, pues ni leer saben
las tres cuartas partes de ellas por lo ménos, se expresen de una manera tan culta, poética
y razonada? En nuestras mismas ciudades se oyen canciones groseras y desaliñadas, ejendros de la lubricidad y la ignorancia, cuya letra adultera la sentida aunque muelle expresión de la música á que se acomodan; pero en los campos muy rara vez se vé descender
la poesía á tan bajo empleo; los puntos son así mismo de composición delicada y melancólica, y los bailes carecen de todo movimiento descompuesto, considerándose mas bien
como muestra de agilidad y buen oido. (Palma 1854c, 278)
A pesar de estas consideraciones, al parecer la décima campesina fue despreciada por las élites urbanas, no obstante, años más tarde algunos escritores
como Anselmo Suárez y Romero (1818-1878) también se percataron de la calidad
literaria que poseían:
143
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Y no solo los guajiros, amigo mio; gentes más cultas que ellos hacen tambien lo mismo.
Ahora días me dió la gana de empezar á recoger décimas. Encargué á mis conocidos que
me diesen cuantas les vinieran á las manos, porque pensaba hacer una coleccion y hasta
imprimirlas ¡pues cómo se burlaron de mí! “Mire usted, recoger décimas del monte, décimas de guajiros para que se rian por ahí.” No me zumbaba otra cosa en los oidos. Unos
me las copiaban tan mal que ni ellos mismos las entendian; otros me las prometian y
luego se olvidaban; otros se negaban abiertamente desde el principio. (Suárez y Romero
1859, 190)
EL ZAPATEO, EL PUNTO Y LA GUAJIRA CUBANA EN MÉXICO
Las fuentes documentales nos indican, que el punto, el zapateo y la guajira
cubana estuvieron presentes en México, sobre todo interpretados en escenarios,
aunque también los encuentro en otros ámbitos. Formaron parte, por ejemplo, del
repertorio de la compañía de los bufos habaneros en sus frecuentes actuaciones en
dicho país. Según Alejo Carpentier, el teatro bufo cubano fue muy importante para
la música cubana al incorporar en sus representaciones algunas expresiones musicales campesinas:
Lo importante de esta evolución del teatro bufo cubano, es la cabida cada vez mayor que
de a los géneros musicales de la Isla. […] Se rascan güiros. Siempre aparece un personaje
tocando el tiple. La seguidilla, el villancico, el aria tonadillesca, han cedido su puesto a la
guajira, la guaracha, a la décima campesina, a la canción cubana […]. (1988 [1946], 156)
Gracias a este movimiento, resalta dicho autor, estos “bailes campesinos”
fueron “sacados a la luz, difundidos y mezclados” (1988 [1946], 170). En este
punto no concuerdo completamente con Carpentier, pues como mostré anteriormente, al menos desde la década de los cuarenta, el zapateo ya formaba parte de
representaciones escénicas y tuvo cierta difusión incluso internacional161. Los bufos habaneros llevaron esta música campesina a los escenarios mexicanos en sus
161
Por ejemplo, según Francisco Rey, Fanny Elssler lo bailó en Nueva York en 1842 (2004
[2002], 50).
144
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
sucesivas giras por este país. Aunque hay constancias de que desde 1868 actuaron
en tierras mexicanas (Eli Rodríguez 2010, 120), no es hasta mayo de 1898 cuando
los encuentro cantando el punto en algunas de las funciones que ofrecieron en
Veracruz: “El sábado beneficio del distinguido actor Sr. Gonzalo Hernández, con
el estreno ‘De cuba al Paraíso’ y ‘Caneca’, bailes, guarachas, puntos y canciones.”162,
y un mes más tarde actúan interpretando la guajira en el Circo Orrín de la Ciudad
de México, donde permanecieron en cartelera más de dos meses con un rotundo
éxito:
La aparición de los Bufos Cubanos en Orrin. ¡Que diablo! No todo ha de ser música di
camera ni aticismos impecables. Hay que dejar que el banjo castañetee en el alma el
cascabeleo jacarandoso de la guajira, el ritornelo enamorado de la guaracha y el voluptuoso cadereo de la habanera!163
No deja de llamar la atención que se atribuía un carácter erótico a estas representaciones, incluso, podemos ver cómo algunos cronistas de la época no ocultaban su fascinación por las bailarinas que actuaban con la compañía. En la siguiente cita se habla de una de ellas:
En Orrin los Bufos Cubanos siguen encandilando á la gente del bronce, amante de regodeos pecaminosos.
El redoble regocijado de los timbales, los aires vivaces y ligeros, el sonoro vibrar de los
cornetines, los ritornelos constantes de las guajiras y las guarachas, cosquillean el corazón; y el balanceo de caderas de cierta cubanita ojinegra y pequeña, de anca redonda y
ojo de venado, trae mareados á mas de cinco.
Si los Bufos Cubanos nos dieran más baile y menos recitados, más música típicamente
cubana y menos canciones mexicanas, se captarían muchas simpatías.
Baile, mucho baile es lo que hace falta!164
Parece que Enrique Olavarría también refiere el zapateo cubano bailado por
esta bailarina a la que pone nombre, Rosa Bea:
162
“Agencia Teatral de Manuel Castro y Comp.” Diario del Hogar (Ciudad de México), 6 de mayo
de 1898: 3.
163
“Causerie” La Patria (Ciudad de México), 5 de junio de 1898: 1.
164
“Causerie” La Patria (Ciudad de México), 26 de junio de 1898: 1.
145
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Entre los actores se distinguían Gonzalo Guerrero, Arozamena, la Novoa y Rosa Bea;
era ésta una muy hermosa y escultural mulata, que arrebataba en el zapateo cubano, por su
belleza, su gracia y la furibunda intención provocativa de sus movimientos y actitudes; el
público especialísimo y de hombres solos que asistía a las funciones de los susodichos Bufos, se enloquecía de deleite con Rosita Bea, y pedía y volvía a pedir repeticiones del
zapateo, en el cual la actriz lucía unos lindísimos pies, lindísimamente calzados, y unos
tobillos, y aún algo más, de unas piernas torneadas, y bien hechas y movidas, tanto como
bien hechos y movidos eran sus brazos, sus muslos, sus pechos, su cabeza, sus labios,
sus ojos, todo su ser y toda su figura dignas de Salomé que cortó la cabeza al Bautista.
(Olavarría y Ferrari 1961b [1895], 1862-1863)
En la prensa de la época encuentro que, en su estancia en el Orrín, el zapateo
también es bailado por esta compañía junto con la guajira, en este caso la que forma
parte de la zarzuela El brujo de José Marín Varona:
EN EL CIRCO ORRIN.
Dos bonitas funciones dieron el domingo los Bufos Habaneros. La representación de
en la noche á que concurrimos agradó mucho, en lo general. La orquesta es muy aplaudida onda vez que toca sus rumbosos danzones; el zapateo cubano bailado por la Sra.
Lema y el Sr. Guerrero mereció los honores de repetición; el dusttino algo vulgarcito de
“El Brujo”, cantado por la Sra. Novoa y el Sr. Colombo también fué repetido, y atronadores fueron los aplausos que este último recibió cuanto cantó sus bonitas guajiras. Se
vió obligado á repetirlas muchas veces.
La concurrencia salió bastante complacida.165
Tal fue el éxito que tres meses después de su despedida de la Ciudad de
México, aparecen a la venta las partituras de algunos de los temas con los que
quizás fueron favoritos del público: “Entre las novedades de mayor mérito […]
Danzones, Guarachas y Guajiras, de los Bufos Habaneros, para piano solo ó piano
y canto.”166. Incluso cuatro años después siguen resonando los ecos de estas actuaciones en el Orrín, según se desprende de la siguiente crónica de un diario de la
Ciudad de México en la que se habla de sus representaciones en el teatro Payret de
165
Diario del Hogar (Ciudad de México), 12 de julio de 1898: 3.
El Popular (Ciudad de México), 18 de octubre de 1898: 2. Estas guajiras cubanas también son
anteriores a El arroyo que murmura.
166
146
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
La Habana en 1902. En ella, la prensa se hace eco de su interpretación en la guajira
de El brujo incluyéndose una copla de la misma:
Payret el teatro rojo está hoy ocupado por una compañía de Bufos Cubanos, como aquella que vimos no ha muchos años en Orrin. Blanquita Vázquez, aquella linda cubana de
la referida compañía que vimos en México, es hoy la primera figura de la de aquí. Blanquita es hermosa, y aunque no es una gran cantante, pues en los Bufos no hace falta la
voz, tiene una corte de admiradores que la aplauden á rabiar.
Payret se está haciendo de moda en la sociedad habanera y ya las damas de la aristocracia
no se desdeñan de ir á oir las gajiras de “El Brujo,” aquellas guajiras que tanto aplaudíamos:
“Como quieres que te abra
la puerta de mi bohío,
si aquí espero á la mulata
dueña del corazón mío….”167
En 1917 actuarán de nuevo los bufos en el Teatro Lírico de la Ciudad de
México, anunciando en su repertorio zapateos y guajiras: “Sensacional debut del
Cuadro de BUFOS CUBANOS […] RUMBAS, DANZONES, ZAPATEOS,
GUAJIRAS”168. Por la siguiente crónica del concierto de despedida sabemos que
actuaron en dicho teatro durante más de medio año gozando de gran éxito. Asimismo, nos informa que, además de la guajira, interpretaron el punto:
Los Bufos Cubanos se Despidieron en el Lírico
Con lucida velada, muy bien concurrida por la colonia veracruzana, a la que, bajo su
patrocinio efectuó su beneficio el maestro Mario Sánchez, se celebró anoche en el Teatro
Lírico la función de despedida de la compañía de “Bufos Cubanos” que, por más de seis
meses actuaron con éxito satisfactorio en el mencionado coliseo. […]
167
El Imparcial (Ciudad de México), 16 de julio de 1902: 2. No he podido localizar la partitura
original de esta zarzuela, pero sí la guajira que Varona incluye dentro de su obra Pot-pourrí
Cubano en la que aparece únicamente escrito el primer verso con una letra muy similar a la que
aparece en la noticia anterior: “Ay! no esperes, no que yo abra” (Marín Varona ca. 1910, 6).
Esta similitud podría sugerirnos que corresponde con la misma guajira.
168
“Teatros” El Pueblo (Ciudad de México), 17 de mayo de 1917: 8.
147
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
La sala del “Lírico” por algún tiempo, quedará saturada de las dolientes o alegres melodías de ese género musical tan típico, con que rién o lloran los isleños, igual a los cadenciosos acordes de voluptuoso “danzón” que de sentimental “guajira” o regocijado
“punto.”.169
Además de los bufos habaneros, otros artistas cantaron guajiras cubanas en
México ya entrado el siglo XX. Por ejemplo, en 1911 se interpretan guajiras y jarabes en una fiesta en Tacubaya, a la cual, según el autor de esta crónica, acudieron
personas de diversos estratos sociales. Da la impresión de que estas guajiras son
las cubanas y no las españolas, pues se mencionan junto a “huarachas cubanas” y
rumbas.
Bajo la Luz Espléndida de Una Tarde Azul se
Efectuó la Kermesse Obrera en Tacubaya.
Como si la Fiesta Fuera un Pacto de Amistad, se Reunieron en la Alameda las
Clases Ricas y el Simpático Gremio Obrero
[…] Como práctico de puerto, le conduje á donde una orquesta punteaba huarachas
cubanas, rumbas y guajiras, entre valses y jarabes, que menudas parejas de fluz azul y
rebozo cruzado, bailaban á sus anchas.170
En las dos primeras décadas del siglo XX se hará muy popular en México el
barítono Felipe Llera (1877-1942) cantando las guajiras cubanas. En 1907 canta
guajiras y malagueñas en una tertulia:
ANIMADA TERTULIA
El viernes por la tarde, con motivo de haber sido el día de días del señor ingeniero Don
Mateo Plowes, se reunión en la magnífica quinta que en San Angel posee dicho caballero,
un selecto y escogido grupo de sus amistades. […]
Se hizo buena música por la señorita Artemisa Elizondo, celebrada pianista, quien ejecutó algo de su muy selecto repertorio. El conocido barítono mexicano Don Felipe
169
170
El Pueblo (Ciudad de México), 20 de octubre de 1917: 4.
El Imparcial (Ciudad de México), 24 de julio de 1911: 1.
148
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
Llera, hizo las delicias de los concurrentes, cantando, con el talento y gracia por él acostumbrados, una infinidad de piezas, como solos de ópera, danzas, guajiras, malagueñas,
etc.171
En una crónica de teatro de un diario de 1911 se anuncia a dicho artista
cantando guajiras en el Teatro Alcázar de la Ciudad de México. Resalta el hecho
de que el autor de esta noticia hace una distinción del tipo de música que interpreta
Llera, por un lado lo que llama “música seria” y, por otro, las danzas y guajiras:
Además, para amenizar el espectáculo, el conocido cantante señor Felipe Llera, que goza
de cierta reputación entre nuestras principales familias, cantará no solamente música seria, sino sus bien interpretadas danzas y graciosas guajiras que se amoldan á todos los
gustos.172
En 1913 canta de nuevo en México tras regresar de Cuba. El anuncio enfatiza que trae nuevas guajiras de la isla: “Reaparecerá el gran barítono y canzonetista
mexicano, señor Felipe Llera, quien acaba de llegar procedente de la Perla de las
Antillas, trayendo un nuevo repertorio de hermosas guajiras y cantos populares.”173. Esta referencia es una muestra más de la incesante circulación de repertorios musicales, en este caso entre Cuba y México. En el mes siguiente se siguen
destacando sus guajiras: “El señor Llera con sus hermosas guajiras y alegres colombianas, contribuirá al mejor éxito de este concierto, tan variado como selecto.”174.
Además de las noticias referentes a representaciones escénicas, encuentro
que estas expresiones musicales cubanas también estuvieron presentes en entornos
domésticos mexicanos. Además de la venta de partituras que he mencionado, se
escucharon en los fonógrafos de la Ciudad de México, como lo constata un artículo
publicado en el mismo año de 1911. En dicho escrito el autor se queja de que su
171
“De sociedad” El Tiempo (Ciudad de México), 7 de abril de 1907: 2.
El Diario (Ciudad de México), 23 de octubre de 1911: 5.
173
El Imparcial (Ciudad de México), 2 de febrero de 1913: 12.
174
El Diario. Suplemento dominical (Ciudad de México), 9 de marzo de 1913: 8.
172
149
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
vecina cubana compra discos de música de su país, entre las que están las guajiras,
para reproducirlos diariamente:
Una de las mayores plagas que nos ha traído la civilización, es el fonógrafo, y que me
perdonen los que impresionan discos, los que los venden, y los que los compran.
Tengo una vecina cubana, que todos los días compra un nuevo disco, cubano por supuesto, y cuando dá rienda suelta á su amor patrio, ó hay que irse del hotel, ó marcarse
una rumba.
En cuanto siente un ataque agudo de añoranza, ya se sabe, fonógrafo que te tienes y
guajiras que te oyes. (Capella 1911, 1)
Asimismo, también encuentro que en la prensa mexicana se publican algunas coplas de guajiras cubanas o décimas que evocan o aluden a ambientes guajiros,
por ejemplo en (Domínguez 1874, 3; Farrés 1901, 1; 1904, 15).
Es interesante mencionar que el factor racial también estuvo presente en las
crónicas que hablan de estas expresiones musicales cubanas en México. Por ejemplo, la guajira cubana es referida en algunos documentos que he hallado como un
canto propio de cubanos afrodescendientes.
En México el negro no es el hijo maldito de una raza de párias
ES EL REDIMIDO DE LA CIVILIZACIÓN
Es una enseñanza real, efectiva, consoladora, la que entraña el último jurado, en que el
asesino Samuel Hampton, el victimario de un pobre negro, salió condenado á la pena
capital. Sí. Es una muestra real de nuestro progreso. […]
¡Cuántas veces un rostro bronceado oculta sentimientos, más notables que un blanco
rostro; cuántas veces de esos labios deformes salen pensamientos mejores y más altos,
expresados en palabras más dulces, y cuántas veces esas mismas bocas que cantan melancólicamente la guajira, que repiten de manera inconsciente un son salvaje, son más
sinceras, y resultan más notables que las afeitadas bocas de muchos reyes del Dollar.
¡Cuántos blancos quisieran tener el corazón de un negro!175
En la siguiente entrevista publicada en México a un novillero cubano, le
preguntan si canta guajiras, a lo que responde que aunque es “negrito de La Habana”, a él no le gusta eso:
175
El Popular (Ciudad de México), 22 de noviembre de 1907: 1.
150
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
La tarde del lunes visitó nuestra redacción el matador de novillos Pedro Pérez “Facultades”, en compañía del diestro retirado “Frascuelillo”.
Durante la conversación que con él tuvimos, nos refirió que es originario de la Isla de
Cuba, y que, la afición á los toros, lo llevó á España, donde ha toreado como novillero
en casi todas las plazas de la península ibérica. […]
Cuando le preguntamos si cantaba rumbas, guajiras y guarachas, nos contestó: “Cá, no
señor; aunque soy negrito de la Habana, á mó no me gusta eso; lo que encanta son los
toros, y por eso los brillantes y la cadena de oro que gasto los he ganado frente á los
toros, cosa que no hubiera podido hacer cantando guajiras”.176
EL ZAPATEO, EL PUNTO Y LA GUAJIRA CUBANA EN ESPAÑA
El zapateo, el punto y las guajiras cubanas también estuvieron presentes en
España en el siglo XIX. Prueba de ello son, tanto la publicación de diversas partituras, sobre todo de zapateos en la segunda mitad del siglo XIX como la constante
presencia de cubanos en territorio hispano o de españoles –artistas, militares, repatriados, entre otros– que han regresado tras una estancia en la isla. Respecto a
las partituras, la más antigua de un zapateo cubano que he localizado se encuentra
dentro de la obra Álbum regio (Díaz y de Comas ca. 1855), editado al parecer en La
Habana pero enviado a España a la reina Isabel II, a quien está dedicada esta obra:
“El Album Regio que el exponente con la mayor veneracion tiene el alto honor de
elevar hasta la Real Persona de V.M., contiene: setenta y cinco escudos que con
sus respectivos colores, […] y diversas piezas de Música de su humilde composicion.” (ca. 1855, [s.p.]).
176
“El matador de novillos ‘facultades’ en nuestra redacción” El Diario (Ciudad de México), 2 de
enero de 1913: 8.
151
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Ilustración 15. Zapateo cubano en el Álbum regio177
José Inzenga (1828-1891) también lo incluye en su obra Ecos de España, en
una recopilación de partituras de músicas características de las regiones españolas,
incluidas las de la isla de Cuba (1874, 77-80). Titula la pieza Zapateo del monte (Baile
de guajiros) y, como muestro en la sección de análisis musical, es similar a los demás
zapateos cubanos de la época. Años más tarde, en 1898, se publica un artículo
sobre el zapateo cubano en la revista madrileña Blanco y negro, en el que se incluye
una partitura anónima del mismo (Monteverde 1898, [s.p.]).
Posteriormente, se editan otras partituras de zapateos cubanos en España,
como la obra Guajira (Zapateo cubano) (ca. 1910) del guitarrista andaluz Luis Soria
177
Partitura en Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico, http://bvpb.mcu.es/es/consulta/registro.cmd?id=398061 (último acceso 4 de enero 2017).
152
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
(1851-1935) que contiene tanto las variaciones como la copla característica del zapateo cubano, o el Zapateo cubano (aires populares) (1905) de Anselmo González del
Valle (1852-1911). En 1914 encuentro noticias de otro zapateo cubano en tierras
españolas titulado Un guateque en Sibanicú del compositor Román de San José (1877¿?), que es interpretado por la Banda Municipal de Santa Cruz de Tenerife en un
“Concierto público”178. También el punto cubano se incluye en un juguete lírico
estrenado en 1888 titulado Los de Cuba (Falcón y Liern 1894, 3), compuesto por
Ángel Rubio (1846-1906) y Enrique López-Marín de Insausti (1868-1919).
Ilustración 16. Zapateo cubano
(A. G. del Valle)179
Ilustración 17. Guajira. Zapateo cubano
(L. Soria)180
Además de estas partituras de zapateos y puntos presentes en España, aparece una noticia en Madrid en el año 1873 de un “baile guajiro” ejecutado en una
178
La Gaceta de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 16 de julio de 1914: 2. Esta obra se programa
en conciertos de la misma banda en diversas ocasiones hasta abril de 1915, según anuncios
publicados en La gaceta de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife) y La Opinión (Santa Cruz de Tenerife).
179
Partitura en la Biblioteca Nacional José Martí de La Habana, Fondos de Música (c786.10).
180
Partitura en la Biblioteca Nacional de Catalunya (78-Fol-C 36/36).
153
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
variada función: “JARDINES DE LA ALHAMBRA.– A las nueve.– Gran función, compuesta de zarzuela, cante flamenco, ejercicios gimnásticos, concierto de
guitarras, baile francés, baile guajiro, etc., etc.”181.
También localizo bastantes noticias de personas procedentes de Cuba, tanto
cubanos como repatriados, que cantan guajiras. Considero que éstas son un buen
indicador tanto de la popularidad y presencia de la guajira en la sociedad española
de la época, como del vínculo sentimental que esta expresión musical representaba
con la tierra hermana cubana. Comienzo con un artículo publicado en 1896 en
Santiago de Compostela, titulado Mi vecina, donde el autor –al igual que sucedía en
otro relato mostrado en el apartado anterior– se queja de los bailes que su vecina
hace por las noches, y en los que interviene una persona que ha llegado de Cuba y
baila el “pateado”, que imagino se refiere al zapateo, y canta guajiras del General
Maceo.
Casi, casi me parecía imposible encontrar una casa donde vivir á mi gusto libre de las
impertinencias de los huéspedes ó inquilinos.
Y ni que fuera cosa del Diablo, mi mala sombra siempre me había de llevar allí donde
hubiese estudiantes ó gente de más ó menor humor.
En el término de tres meses me vi precisado á mudas otras tantas veces de domicilio,
debido al bullicioso carácter de los inquilinos que honraban aquellas casas que mi mala
suerte me deparaba.
Lo peor de la danza era á las noches precisamente cuando yo me entretenía en escribir
unas cuartillas para el periódico en que colaboraba entonces. Después de la cena el comedor se convertía en salón de baile, en el que solía tomar parte activa una fregona que
hacia poco tiempo regresara de Cuba y sabía bailar el pateado –como ella decía– y arrancaba de aquellos, por unas guagiras alusivas á Maceo, multitud de aplausos en medio del
mayor reegocijo y entusiasmo. Así es que con tanto ruido se me hacía completamente
imposible coordinar bien las ideas, y más de una vez tuve que suspender mi comenzada
labor y meterme en cama á disgusto. (Fernández González 1896, 1)
181
La Independencia Española (Madrid), 2 de junio de 1873: 3. También se anuncia en la edición del
día 4.
154
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
En este mismo año, en una noticia publicada en la prensa se habla de la gran
cantidad de cubanos confinados en la prisión de Ceuta y se hace mención de que
cantan “décimas guajiras” a todas horas:
Desde Ceuta,
Sr. Director de LA LEALTAD NAVARRA.
Una misma cosa son.
Entre cubanitos sentenciados por delitos comunes, prisioneros de guerra y deportados,
tenemos en Ceuta al pié de seis centenas.[…]
Los cantares cubanos hieren á todas horas nuestros oídos… Las décimas guajiras son
hoy la característica de Ceuta… Hasta los pizpiernos las cantan por la calle. […]
Y luego diremos que no tienen razón los cubanitos cuando dicen que, en punto á cultura,
están muy por encima de los peninsulares.
Por eso se sienten zaheridos, escarnecidos y vilipendiados cuando se les dice que son
españoles.
[…] El Corresponsal.
Ceuta 7 de septiembre de 1866.182
La siguiente noticia habla de la emoción que produce el canto de guajiras y
tangos de dos mujeres cubanas, quienes visitan el Balneario de Alzola en Guipúzcoa en la temporada estival:
No quiero dar á ustedes lista de concurrentes a este Balneario por que la mayor parte
serían desconocidos de los lectores de EL CASTELLANO y nunca le veo gracia a estas
exhibiciones. Hay muchas personas, algunos personajes, y no pocas personillas de inmenso atractivo y garbo, entre ellas dos jóvenes cubanas, Mercedes y Tita Arechavala,
que cantando guajiras y tangos hacen conmover los corazones.183
Además de los cubanos, también encuentro a otros colectivos procedentes
de Cuba que cantan guajiras, como artistas o repatriados llegados tras la derrota en
la guerra en 1898. Por ejemplo, en 1899 se publica el anuncio del arribo a Madrid
de unos artistas que tuvieron bastante éxito en Cuba, quienes traen consigo obras
182
La Lealtad Navarra (Pamplona), 13 de septiembre de 1896: 2. Parece que la fecha de 1866 en
la que aparece datada la noticia es una errata de la edición, debiendo ser el año correcto 1896.
183
El Castellano (Salamanca), 7 de agosto de 1904: 2.
155
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
cubanas desconocidas en España. Este anuncio también da cuenta, explícitamente,
de la circulación de repertorios por el espacio atlántico.
Desde hace días se encuentran en Madrid los artistas Josefa Naranjo, José López (Pirolo),
un hermano de éste y la tiple conocida en la Habana por el nombre de Carmencita, y
también conocida en Madrid por haber trabajado años anteriores en el teatro Eslava.
Todos estos artistas gozaban en la isla de Cuba, y especialmente en la Habana, de gran
popularidad.
Todos ellos se dedicaban á hacer el repertorio de obras de negros catedráticos y de otras
puramente cubanas, en las que abundaban el danzón, el bilongo, guarachas y otros números musicales propios de la isla de Cuba.
El repertorio de obras es desconocido en Madrid, tales como El velorio de la Merced,
El fonógrafo y otras, algunas chistosísimas.184
En ese mismo año de 1899 se organiza en Cádiz una función benéfica a
favor de la Cruz Roja para obtener fondos necesarios para la repatriación de españoles en Cuba. Tras la guerra, algunos colectivos españoles quedaron en la isla en
condiciones precarias, por lo que se organizaron eventos de este tipo para poder
socorrerlos. En esta función se cantan guajiras:
Hace meses que están en Cádiz varias familias de estas islas, que al ser repatriadas de las
perdidas Antillas españolas, se encontraron allí sin tener recursos para regresar á su patria.
La Cruz Roja, toma á su cargo la humanitaria obra de repatriar á aquellos paisanos, sacándolos al mismo tiempo de la miseria en que están, y organizó primero la estudiantina que recorrió las calles el domingo anterior, y después, para anoche, un velada en el
teatro, con el concurso de los artistas de la Compañía de zarzuela y de los Sres. D. Francisco Miranda, D. Juan Buenafuente y D. Agrícola E. García, y como era de esperar el
público correspondió á tan noble llamamiento, viéndose ocupadas casi todas las localidades del coliseo. […].
La Sra. Alonso, que gustosa se prestó á contribuir á esta parte de concierto, cantó la
preciosa romanza de la zarzuela El cabo primero, valiéndole la esmerada interpretación que
hizo de ella una nutrida salva de aplausos, y los honores de la repetición; pero el público
184
“Artistas de La Habana” La Correspondencia de España (Madrid), 8 de julio de 1899: 2.
156
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
gratamente impresionado continuaba aplaudiendo y ella, correspondiéndole, cantó unas
guagiras cubanas, que le valieron nuevas ovaciones.185
No podía faltar en esta tesis la clásica noticia de un altercado entre dos personas por ver quien canta mejor, en este caso es la guajira la que está en el centro
de tal trifulca. Lo protagonizan en Salamanca dos repatriados de Cuba que terminaron con algo más que palabras:
Ayer tarde al obscurecer, después de haberse entregado á continuadas libaciones en varios establecimientos de vinos del Arrabal del Puente, Antonio Panadero y Bernabé Ramos, con domicilio en las Peñuelas de San Blas, empezaron á disputar, por cuál de los
dos cantaba mejor guajiras.
A los pocos momentos de tramarse de palabras pasaron á vías de hecho, resultando los
dos con heridas de arma blanca: el Antonio con nada menos que ocho en la cabeza y
cara y Bernabé una en la cara y varias erosiones en diferentes partes del cuerpo. […]
Los dos son repatriados de Cuba.186
La siguiente noticia, de 1900, menciona cómo en Mahón (Menorca, Islas
Baleares), con motivo del carnaval, se forma una “comparsa de negros” que trata
de recrear el ambiente campesino cubano. Es relevante que varios de los integrantes de dicha comparsa son soldados repatriados. Al final de la noticia encuentro un
dato importante: las letras de guajiras y “punto de La Habana” que cantan son
repartidas a la gente en la calle, casinos y teatros del lugar.
EL CARNAVAL
Momo manda y Terpsícore domina. Estamos en el período álgido del carnaval; en plena
época de saltos y locura; en la plenitud de la broma; en la dictadura del placer: ni mas ni
menos.
[…]; si bien lo más saliente al público, hasta hoy, fué la comparsa de negros organizada
por la «Estudiantina Mahonesa», que dirije el músico del Regimiento de Baleares, D. José
Martinez; en la que figuran varios soldados repatriados de la gran antilla, y paisanos de
buen humor; representando á los trabajadores de un ingenio de Cuba, con el dueño y el
mayoral de la Hacienda al frente; vistiendo el traje muy típico, de sombrero de jipijapa,
calzón, machete, zapato guajiro, brazaletes, y al son de guitarras y güiros coreaban, con
185
186
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 9 de marzo de 1900: 2.
Noticiero Salmantino (Salamanca), 10 de abril de 1899: 2.
157
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
la harmonía y ritmo vago que se requiere, unas preciosas guajiras y un tango, bailado por
unos criollitos con bastante desenvoltura, movimiento significativo de caderas y miradas
expresivas; lo mismo que vimos en algunos ranchos de las asoladas haciendas que, hasta
poco despues del principio de la última guerra, habian cultivado y elaborado, con gran
exceso, la caña, el azúcar, el tabaco y el yarey.
La letra impresa de las referidas guajiras y del punto de la Habana, era repartida al público
en las calles, en los casinos y en los teatros.187
En la prensa es común encontrar referencias de repatriados que cantan lo
aprendido en su estancia en Cuba: “era el asombro de Benimeli por su maestría en
cantar guajiras y tangos y todas las canciones aprendidas de los mambises que había
espachurrado á centenares”188. En el siguiente relato, un soldado de Cuba le lleva
serenata a su amada cantándole las guajiras que aprendió en la Isla:
Joselillo, acompañado de algunos amigos cantaba al pié de la reja de su novia; Joselillo
estuvo en Cuba, luchó en la manigua y se repatrió cuando perdimos aquella palma de
tierra sobre la que ondeó nuestro pabellón y murieron nuestros hermanos. Allí, arrullado
por aquel murmullo del mar acariciado por aquellas brisas, aprendió las Guajiras dulces
que adormecen el espíritu y nos saturan de nostalgia. Vino á España, cumplidos los años
de servicio, le licenciaron, y cuando llegó á su pueblo pudo cantar al pié de la reja de su
novia aquellas Guajiras que aprendió en la tierra cubana.189
Si ya era popular la guajira, puede pensarse que tras el año 98 y la vuelta de
repatriados y contingentes militares desplazados a la Isla, ésta se populariza aún
más, si cabe. En 1908 se habla directamente de este hecho en un artículo referente
a la recopilación de cantos de la región de Murcia, recién publicada por José Verdú.
En éste, el periodista alaba dicha labor por el temor que se tiene de que desaparezca
la música local ante la popularidad que están adquiriendo músicas foráneas, como
las guajiras traídas desde Cuba por los soldados españoles190:
187
El Bien Público (Mahón), 26 de febrero de 1900: 1-2.
La Voz de Alicante (Alicante), 16 de noviembre de 1904: 2.
189
Diario de Tortosa (Tortosa), 8 de junio de 1904: 1.
190
Puede que la presencia de la guajira en tierras murcianas permanezca hoy día en el denominado trovo de la región de Cartagena. Esta práctica consiste en la improvisación popular de
188
158
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
La importante casa editorial de los señores Vidal, Llimona y Boceta –editores artistas
que por su pujanza y desinterés patriótico honran á España– acaba de dar á luz, primorosamente editada, una colección de Cantos populares de Murcia y su huerta, recopilados y transcritos por el maestro Verdú. […].
Era, pues de la mayor urgencia, recojer y coleccionar con mano hábil esta riqueza local,
ya que la mayor parte de todos estos cantos, tonadillas y bailes ha pasado á la historia y
los pocos que el pueblo recordaba todavía están siendo sustituídos desde hace algunos
años por las habaneras y guajiras importadas de Cuba por nuestros soldados, por los
tangos andaluces y sobre todo por los anodinos couplets á la francesa: ¡le dernier cri de la
civilización; cantados bailados y sicalipticalizados! (Martí 1908, 1)
En ese mismo año se presenta en Alicante el solista de armónica cubano
Rafael Vega que triunfa interpretando las guajiras con dicho instrumento: “Anoche
debutó el negro Vega, notabilísimo en su trabajo. […] Las guajiras que interpretó
fue lo que más complació al selecto auditorio.”191. Al día siguiente aparece una
crónica de sus actuaciones donde de nuevo se destacan las guajiras que “nos importa” desde Cuba:
El repertorio de Vega es extenso, copioso, y abarca los aires populares y las altas creaciones clásicas de su tierra cubana; nos importa Rafael Vega unas emocionantes guajiras,
exquisito manjar que el público saborea poniendo una religiosa atención cuando el artista
nos la sirve. La ovación que Vega escucha á la conclusión es tan ruidosa como merecida.192
Unos días más tarde continúan los elogios a las guajiras de Vega: “El mulato
Vega, concertista de armónica, consigue arrancar grandes aplausos con sus bonitas
guajiras.”193. Por otra parte, en 1911 se tocan zapateos y guajiras cubanas interpretadas en una fiesta organizada en la embajada de Cuba en Madrid. En esta reunión
Margarita Rayneri –esposa del embajador– interpreta al piano un zapateo y canta
unas guajiras:
coplas con diferentes fórmulas estróficas, entre las que está la décima. Cuando el trovero la
emplea, se suele acompañar con la música de la denominada guajira trovera, muy similar a la
guajira flamenca actual.
191
Diario de Alicante (Alicante), 1 de octubre de 1908: 1.
192
Diario de Alicante (Alicante), 2 de octubre de 1908: 1.
193
Heraldo de Alicante (Alicante), 9 de octubre de 1908: 3.
159
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
El noveno aniversario de nuestra Independencia fue hermosamente celebrado en la capital de la antigua metrópoli, por los elementos representativos de la colonia cubana allí
residente.
El señor Justo García Vélez, Ministro de Cuba en España, y su interesantísima esposa,
la señora Margarita Rayneri de García Vélez, gala de la mejor sociedad madrileña, invitaron cariñosameme a dicha representación a un almuerzo de carácter íntimo, que resultó
más tarde, con el concurso de otras familias cubanas, una simpática fiesta. […]
Después, en unión de un pequeño grupo de familias cubanas de las que asistieron a
cumplimentar á nuestro Ministro, pasaron los que habían asistido al banquete á los elegantes salones de nuestra Legación, donde la señora Rayneri de García Vélez dejó oir,
ejecutados magistralmente al piano, algunos trozos escogidos de música.
Nuestro típico zapateo criollo fué escuchado con intensa emoción, mezcla de tristeza y
alegría, y algunas «guajiras», que cantó la señora Rayneri, fueron escuchadas con intensa
delectación y aplaudidas con entusiasmo. Así, en deliciosa intimidad, transcurrió para los
cubanos nuestra fiesta nacional en la capital de España.194
Ilustración 18. Foto de Margarita Rayneri de García Vélez195
194
195
“Vida Cubana. Cuba en Madrid” Cuba en Europa (Barcelona), 15 de junio de 1911: 14.
En Cuba en Europa (Barcelona), 15 de Junio de 1911: 2.
160
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
DESCRIPCIONES DE GUATEQUES DEL SIGLO XIX
Al igual que en el capítulo anterior, en este apartado presento una selección
de textos que describen cómo se desarrollaban los guateques en el siglo XIX, una
de las ocasiones donde se practicaron las expresiones musicales en estudio, y posteriormente expongo un análisis donde se extraen los elementos que podrían considerarse paradigmáticos.
LAS DESCRIPCIONES
DESCRIPCIÓN 1ª. “LOS GUAJIROS DE LA HABANA” (1834)
Los guajiros de La Habana es el título de un romance de Gil Martínez Verde
publicado en el Diario de La Habana en 1834. Describe una fiesta que se desarrolla
en casa de un guajiro llamado Frasquito196 donde aparecen muchos elementos relevantes. Por ejemplo, se menciona el cante del Ay por décimas acompañado por
guitarras, tiple y calabazo –los aficionados cantan por décimas en honor a la reina
regente de España María Cristina y su hija, la reina Isabel II–. También se menciona
la práctica de la gala, momento en que a la persona que canta le dan regalos como
tabaco, vino o flores. Transcribo únicamente la segunda parte del romance publicada el 27 de abril, pues no pude localizar la primera en números anteriores de
dicho diario.
Volvió del pueblo Frasquito
con algunos camaradas,
cuyos briosos caballos
compiten en paso y marcha
Cada uno trae delante
á su novia o á su hermana,
196
Quizás en la primera parte del romance se describa dicha estancia. Este romance pudo ser
localizado en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional José Martí de La Habana gracias a la
referencia que José Luis Ortiz Nuevo hace del mismo en su trabajo Tremendo asombro (2012,
434).
161
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
que á bailar un zapateo
no hay quien las saque ventaja.
Ellas vienen por supuesto,
á cual mejor ataviadas,
con los adornos guardados
para los días de gala.
Túnicos de olan batiste,
ò muselina arrengada,
zapato y medias de seda,
collar, peineta ó guirnalda.
Los aretes de oro fino
llevan, y de seda mantas,
que en el campo hay siempre fresco,
cuando se aprocsima el alba.
Camisa y calzón los hombres,
de lienzo blanco, ó de arabia
visten, y machete en cinta,
con la guarnición de plata.
Del mismo metal la espuela,
sombrero fino de paja,
pañuelo al cuello, y zapatos
de blanco becerro calzan.
No se olvidan las vejiga,
con vainillas perfumadas,
de grande y rico tabaco
provistas, que no haga falta.
Cantando llegan el ¡ay!
el ¡ay! que penetra el alma,
cuando de la boca sale
de alguna linda zagala.
Desmóntanse á cual primero,
ilumínase la sala,
uno coge el tiple, y otros
el calabazo y la guitarra.
Viva ISABEL Y CRISTINA
todos á una voz esclaman,
y el que lo contrario sienta,
que dé, si es guapo, la cara.
Que rompa el baile Frasquito,
que es el dueño de la casa,
162
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
con la preciosa Juanita:
que salga al punto, que salga.
Esto dicen y en el puesto
por un brazo me lo plantan,
Frasquito se regocija
y de rogar se hace Juana.
Oyese los instrumentos,
resuena el ¡ay! en la sala,
y una décima amorosa
los aficionados cantan.
Juanita con mucho garbo,
aunque parece cortada,
empieza ya á escobillear
al compás de la guitarra.
Frasquito, como quien quiere
agradar á su adorada,
zapatea, escobillea,
y echa el resto de las mudanzas.
El chiqui chichiqui agudo
del calabazo acompaña
al de los pies, que ligeros
se mueven y no descansan.
Mas y mas los bailadores
se enardecen y entusiasman
y cuando el mozo se acerca,
se le aleja la muchacha.
Pero en cambio cuando el mozo
retrocede y se separa,
ella le busca y persigue,
hasta que por fin se ablanda.
Unos les ponen sombreros,
otros pañuelos y mantas,
y al devolverlos reciben
de cada dueño su gala.
A Juanita la releva
otra graciosa muchacha,
y al instante á mi Frasquito
lo reemplaza el que la ama.
Y asi sucesivamente
van ocupando la plaza,
163
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
entrando uno cuando sale
á bailar quien mas le agrada.
Todo es placer y alegría,
y después de todas bailan,
que se cante, dice unos,
mientras el lechon se asa.
Que se cante, dicen otros,
pero que no sean bobadas,
sino cosas que merezcan
ser oídas y alabadas.
Este Perico que sabe
producir, y que bien canta,
que unas décimas produzca
sobre lo que ahora pasa.
Y como elogie á las Reinas
que gobiernan las Españas,
como lo merecen ellas,
le daremos una gala.
Si, que cante, si, que cante,
dice Rosita su amada,
pero, laitica, cuidado,
que la cosa es delicada.
Perico, sin replicar,
toma al punto la guitarra,
la templa, y pensando un poco,
suelta la voz, y asi canta:
,,La esperanza ya perdida
,,hemos vuelto á recobrar:
,,la justicia ha de triunfar,
,,la ley será obedecida.”
[…]
Bravo! ¡Bravo! Dicen todos,
cumplamos nuestra palabra:
vamos dándole al cantor
la bien merecida gala.
Este un tabaco le dá,
otro con amor le abraza,
aquella le da una rosa
otra un clavel le regala:
Frasquito un vaso de vino,
164
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
del que llevó de La Habana,
y Rosita una aceituna
le brindan con mucha gracia.
Algunos hay que en el hombro
dándole recias palmadas,
con entusiasmo le dicen:
¡Que bueno está, camarada!
Que se metan y verán
por donde les dará el agua,
porque Isabel y Cristina
daremos la colorada.
Pues vamos al lechon,
que ya tengo buenas ganas,
y en nuestro suelo no deben
tener lugar las bravatas;
Porque Isabel y Cristina
nuestras Reinas adoradas,
no tienen aquí contrarios,
que á dar se atrevan la cara.
Pues el que mas y el que ménos
conoce las estruchadas,
sabe lo que le conviene,
y los dedos no se mama.
DESCRIPCIÓN 2ª. “UN BAILECITO DE CAMPO” (1838)
En 1838 se publica un relato titulado Un bailecito de campo donde se describe
una fiesta en la población de Guanabo acaecida un par de años antes. En ella se
baila el zapateo en diversos momentos intercalados por valses o por el “fandango
español”. Se describe la dotación instrumental, así como aquellos códigos imprescindibles que los bailarines conocen para su ejecución, e incluso se menciona la
práctica de la gala.
He dicho que nos sorprendió en nuestras meditaciones por que gritó con su voz descomunal sala, sala, é incontinenti comenzaron á moverse todos para el zapateo. La música
hasta entonces invisible, comenzó á tocar; y como mi compañero estaba desprevenido,
hizo la mueca mas graciosa que he visto en mis dias. Como era un baile ordinario, se
reducía toda ella á una guitarra y un tiple que por fortuna estaba bien punteado.– ¿Pero
165
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
esto no se oirá al comenzar la danza? me dijo á media voz el habanero. Iba á responderle,
cuando el baile campestre principió.
Daba gusto ver la agilidad y soltura de nuestros guajiros buscando en sus diversas posiciones y movimientos el aplauso general, con figuras tan originales y bien acordadas que
honrarían al mejor maestro de baile. Los zapateadores son incansables, y tienen en sus
reglas de política que rigorosamente observan. Nadie puede quitar del puesto á ninguno
de los bailadores sin que la mujer halla dado la vuelta, que consiste en cambiar de puesto:
dió la maldita casualidad de que se descalzara el zapato á la bailadora, y nuestro poeta
con la mayor galantería le cubrió el pié con el sombrero que conservaba puesto mientras
bailaba, hincando una rodilla delante de ella para que á la vez que se cubría tuviera que
apoyarse. Apenas iba á continuar el baile, un apasionado de dicha jóven puso en su hombro un pañuelo, señal de su complacencia porque lo hacía bien, y cuando aquel concluyó,
se dirigió ella hacia donde él estaba sentado, y con la mayor gracia y zandunga, bailó un
instante para devolverle su prenda y recibir la gala. ¡Bravo, divino! esclamó mi compañero. Nuestro poeta después que se sentó la dama le ofreció un refresco que aceptó
gustosa, y consistía en un vasito de vino blanco, panetela y agua.
Así que los zapateadores nos dejaron claro, empezamos los paganos y corrimos á citar las
muchachas del pueblo para la danza y el vals, antes de que volvieran á quitarnos la oportunidad. Comenzó pues la música, y bien se deja conocer que luego que empezó el embullo
de la danza no era posible oirla: así bailamos, cuando menos una ó dos horitas, con el
mayor contento y regocijo; pues apenas los vivificantes sones de la guitarra hirieron los
oidos de la concurrencia punteando la bien ponderada danza Con qué te lavas la cara, volaron los mozos vestidos de corto, requisito sine qua no se les permite bailar, á colocar sus
compañeras en sus puestos, en seguida se principió con el consabido ajiaco, y una que
otra figura que algunos mal intencionados apellidan diarios viejos.
Concluida la danza, entró un vals; y habiendo pedido un fandanguito de España que bailaron las jóvenes primorosamente; volvió el zapateo que nunca estuvo mas divertido.
Reuniéronse alrededor del tocador los mozos cantadores, y acompañándose con algunos
golpecitos en la guitarra, llevaron perfectamente el compás. ([s.a.] 1838b, 251-252)
DESCRIPCIÓN 3ª. “VELAR A UN MONDONGO” (1838)
Del mismo año que la descripción anterior, ésta se desarrolla durante una
reunión campestre en la que se hace la matanza de un lechón y de una ternera y la
posterior preparación del mondongo. En el transcurso de su elaboración se hace
presente la música y el baile del zapateo. Además del tiple, también aparece el güiro
como instrumento acompañante, y en esta narración se detallan, asimismo, algunos
elementos de su performance:
166
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
Por su turno van llegando algunos rezagados, y á lo lejos se oye una voz que desentonadamente canta una décima: –Ahí viene ño Pepe el mocho; dice una guajirita que no ha
visto parir mas que seis ocasiones el coco que su padre sembró el día de su nacimiento.–
Güenas noches, caballeros; dice este llegando, y que bien jiée el mondongo.– Muy güeñas
noches, ño Pepe, responden veinte voces á la vez; ¿y el güiro? le preguntan.– Aquí lo
traigo, yo nunca ando desprevenío.
Es de advertir que este lo Pepe es un guajiro con mas cuartos que la casa de Correos,
con mas levas que el buey Limon, campesino trovador, que arrea maloja dos ó tres días
en el año, y lo restante de él se anda de estancia en estancia cantando y tocando el güiro;
sin embargo, todos le quieren y le buscan porqué sabe décimas para dar zelos, para despreciar, para enamorar, &c., […]. Pero volvamos al trovador aparecido que está preguntando: ¿Quién toca el tiple? – Yo lo puntearé, contesta ño Silvestre, álias Cangrina, feo
como el rostro del pobre y desabrido como el “perdone por Dios, hermano” del poderoso. Se levanta, toma el tiple y se ponen á tocar y cantar que aquello es cosa de oirse:
tocan y cantan hasta que se concluye la limpia del mondongo y se entrega á la cocinera
para que le aderece. […].
Luego que concluyen la limpia del mondongo, se trasladan á la sala que adornan como
veinte taburetes forrados de cuero, unos se sientan, otros se ponen en cuclillas y principia
el zapateo, baile lleno de animacion, honesto á veces, picante otras, pero siempre divertido. Se ve á un diestro zapateador hurtar la vuelta al que baila, y sucederle escobillando
para atrás y para adelante con admirable presteza, obteniendo en premio que alguna de
las presentes le arroje un pañuelo cifrado con sus iniciales y varios bordados alegóricos;
mientras la compañera, de ojos negros y graciosas formas, de suelto y garboso talle, viva,
ligera, recogiendo airosamente con la punta de los dedos su túnico de muselina, á veces
persiguiendo al hombre, (que así llaman al bailador), otras huyéndole, escapándose después para cruzar por sus espaldas y esperarle á la vuelta de frente, se asemeja á un pez
que meneando la cola parece volar entre dos aguas sin que la vista pueda seguir sus
movimientos, y que torna con igual rapidez al punto de donde partió. A esta bailadora
le reemplaza en seguida alguna guajira desmadejada, que se mueve por resorte, con los
brazos caídos y la cabeza baja, formando su deagaire un constraste divertido con las
frenéticas zapatetas de su turbulento compañero, quien con la mayor destreza se enlaza
y desenlaza los piés con un pañuelo atado por sus puntas que le arrojó algun tunante; y
así pasan la noche con algunos intervalos para tomar café. ([s.a.] 1838a, 366-367)
167
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
DESCRIPCIÓN 4ª. MI VIAJE A TIERRADENTRO (1840)
Esta breve descripción es narrada por un habanero que se ve inmerso en un
baile campestre celebrado en la casa del cura de un pueblo. Se menciona la dotación
instrumental, en la que además de guitarras y tiples aparecen otros instrumentos
como violines o flautas:
No hay en el mundo cosa tan agradable, como un baile campestre. Esto no lo comprenderán mis jóvenes paisanos que no han salido nunca de la Habana. […]
De repente se gritó, al zapateo, al zapateo! y como por encanto dos guitarras, una flauta,
un violin y tres tiples, comenzaron á tocar el baile que se pedía, con tanta viveza, animación y compás que no pude contener mi alegría cuando el cura que por su carácter no
bailabla y á quien le correspondía de ley abrir el baile, me prefirió como huésped para
que le sostituyera, dándome de compañera la mas linda y graciosa monterita que verán
mis ojos. ([s.a.] 1840, 235-236)
DESCRIPCIÓN 5ª. FIESTAS EN LA MATILDE (1844)
En 1844 se publica una descripción de las fiestas campestres que se realizan
en un cafetal llamado La Matilde. Nos habla sobre la austeridad del lugar donde se
realizaban los bailes y su deficiente iluminación. Asimismo, menciona la dotación
instrumental y la ubicación de los músicos.
La Matilde es un pintoresco cafetal situado en el partido de San Marcos [...]
Los bailes seguían a este interesante espectáculo, los había para todas las clases, pero
confieso en verdad que lo más deleitoso para el alma era asistir al baile de los campesinos.
Figúrese el lector una sala cuadrada sin adorno, una docena de bancos rotos, colocados
simétricamente para recibir a los concurrentes, pendiente de la llave principal un candil
con cuatro mechas y pegadas a la pared diez o doce velas amarillas de cera, y tendrá una
idea casi exacta del estrado. En una esquina dos taburetes de cuero y en ellos sentados
el que toca el tiple y el que acompaña con el güiro. A una voz rompen el zapateo y en
montón hombres y mujeres se abalanzan a los bancos, y para el murmullo y una pareja
sale al frente para romper el baile. […].197
197
Diario de Avisos (La Habana), 13 de mayo de 1844 (Vid. Ortiz Nuevo 2012, 440).
168
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
DESCRIPCIÓN 6ª. “AN ADVENTURE IN CUBA” (1844)
En este relato, hecho por un estadounidense, se comenta –quizás de manera
exagerada– que todo el mundo en Cuba toca la guitarra y baila el zapateo. Se describe cómo se desarrolla el baile del zapateo, la práctica de la gala, es decir, los
regalos que los hombres dan a las mujeres que a su parecer bailan bien, y también
la forma en la que se hace burla de los bailadores que no lo hacen tan bien.
“Everybody in Cuba,” said he, –“that is, every body who is any body–plays on the guitar,
as a matter of course, and dances the zapateo.”
“But what is the zapateo?”
“It is simply a sort of backward and forward shuffle, dance to a quick and spirited measure, and in which two at a time only engage, keeping it up until one or the other is tired,
when his or her place is taken by some one of the Company. At first sight one would
think it was an easy matter to catch the step, but in reality it requires long study and
frequent practice to accomplish it with even tolerable grace. The feet follow the music
so nicely that as they strike the floor you could catch the tune from the shuffle alone;
and the best dancers introduce varieties, which, like the shakes and flourishes in singing,
so disguise the original movement with ornamental additions that you would hardly recognize to what family it belonged. Well, to this dance the Creoles seem devoted body
and soul. No entertainment is complete without it. For whole nights and days they will
dance it without any apparent relaxation of enthusiasm, without any sign of fatigue. To
surpass all competitors in dancing the zapateo is glory enough for any Creole lady or
gentleman. Nor is excellence of this kind wholly without its reward, It is customary for
a looker-on, if he be peculiarly charmed with the dancing of a lady, to put his Straw hat
upon her head, or throw his handkerchief over her arm, afterward redeeming it with a
present of some kind, which, according to his generosity, may be a silver rial, or a gold
ounce. I have seen a lady almost cover with hats and handkerchiefs in the course of a
dance. As soon as it is ended, she holds up the article for the owner to claim. He, perhaps, says, “da una vuelta” –she whirls round him, going once more through the familiar
steps, then stops and receives the gift of her admirer. Many a time have I known a beautiful Young Creole carry from a ball a hundred dollars in gold, tied up in the corner of
her handkerchief, the guerdon of her superior dancing. To refuse a gift on such an occasion would be an affront to the gentleman who made it.”
“But is there no reward for the gentleman who excel, as well as for the ladies?”
“Occasionally the ladies amuse themselves by presenting a sugar-plum or an orange, but
it is rare that the male dancers receive gold or silver. Sometimes when a man dances
extremely awkwardly, hats and handkerchiefs are showered upon him in mockery. He is
obliged to receive them and offer them for redemption, and then his gifts are found to
169
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
consist of half-smoked cigars, bits of orange peel, nut-shells, and all the worthless and
despised things that can be found.”. (Sargent 1843, 225)
DESCRIPCIÓN 7ª. “LOS GUAJIROS” (1844)
En la obra Viaje a la Habana de María de las Mercedes Beltrán Santa Cruz y
Cárdenas Montalvo y O’Farrill (1789-1852), quien utilizó el seudónimo de Condesa de Merlín, se dedica un capítulo a los guajiros, donde la autora ofrece una
descripción detallada de su baile y su música:
El baile de los guagiros es sencillo y ardiente como su vida. Dos personas, hombre y
mujer, principian este baile, que consiste en un paso sencillo marcado enérgicamente de
tiempo en tiempo por patadas en el suelo que llevan el compás de la música, que es
también muy sencilla, y que carece del acorde mayor y del acorde relativo. Pero cuánta
pasión en los ojos y en las actitudes del guagiro! cuan agradable sencillez en la postura
de la guagira! Sus manos sostienen ligeramente por ambos lados los pliegues de su vestido echándolo hacia adelante á la manera de flores tímidas que cierran sus pétalos al
calor del sol. El guagiro con los dos brazos atrás, con la muñeca izquierda agarrada con
los dedos de la mano derecha, con los ojos vivos y la actitud fiera, se adelanta hacia la
mujer, que se vá retirando al mismo tiempo, hasta que al fin la alcanza; entonces finge
retirarse, y es perseguido á su vez por su compañera, hasta que al fin se juntan, y el baile
toma un carácter delirante que dura hasta su conclusión. Los bailarines no se detienen
nunca hasta que los espectadores observan sus cansancio, y son reemplazados por otros;
pero los primeros no dejan de bailar sino uno después de otro á compás, y sin que la
música cese. Por lo general el hombre es reemplazado muchas veces antes que la mujer.
(Santacruz y Montalvo 1844, 39)
DESCRIPCIÓN 8ª. “RECUERDOS DE UN VIAGE A LA ISLA DE CUBA” (1845)
Antonio Ferrer del Río (1814-1872) fue un escritor español que narra una
expedición a los ingenios del interior de la isla en época de la elaboración del azúcar. Realiza una descripción de los gustos y atuendo de los guajiros que asisten a
un baile en Guanajay, en la provincia de Artemisa, donde se baila el zapateo cantado con décimas. En su intento de buscar alguna referencia que sirva para lograr
un entendimiento de sus lectores, asocia el baile del zapateo con un paso específico
del baile de rigodones:
170
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
En Guanajay asistí á un baile de guajiros ú hombres de campo: éstos no salen de su zapateo,
baile originalísimo, y que si con algo tiene remota semejanza, es con el adelante dos de los
rigodones en sus figuras, y con el zapateado en sus pasos. Al compás de la música con
que bailan, entonan estrañas décimas á las reinas de sus corazones. Toda la felicidad de
un guajiro consiste en tener un caballo veloz en la carrera, espuela de plata, y machete con
puño de lo mismo: unid á esto pantalón y camisa de lista, faja blanca, sombrero de paja
de ala ancha y zapatos de becerro blanco con cintas de colores, y habréis formado cabal
idea de su trage. (Ferrer del Río 1845, 228)198
DESCRIPCIÓN 9ª. CANTARES DE CUBA (1854)
La obra Cantares de Cuba dedica una amplia descripción de la vida de los
guajiros, y en la siguiente cita se presenta una síntesis del escenario ideal de la ocasión musical del zapateo, nombrando así la dotación instrumental –tiple, arpa, calabazo–, el baile, los improvisadores, etc.
En ninguna parte está tan en su centro como en el baile: allí, donde posee un auditorio
que lo escucha, y donde los ojos de las bellas están pendientes de él para lisonjear su
vanidad. El arpa ó el tiple puntean el cubano zapateo, y el calabazo acompaña los compases. Mientras alguna bella y diestra bailarina ocupa el centro de la sala, los improvisadores de mas fama, los cantores acreditados rodean al que toca el instrumento, y se entabla la lírica contienda. Allí son las flores, las pruebas de voz, resistencia y fecundidad,
las sutilezas y los improntu de ingenio. (Palma 1854b, 262-263)
DESCRIPCIÓN 10ª. “YANKEE TRAVELS THROUGH THE ISLAND OF CUBA” (1856)
En esta narración el autor intenta hacer una descripción del baile de un zapateo del que fue testigo en una fiesta de campo. Habla de la gestualidad y coreografía de los bailadores, así como de la dotación instrumental. Asimismo, se plantea
los orígenes del zapateo asociando sus rápidos movimientos a danzas de África.
On the evening of the same day, I compensated myself for the disgust experienced in
the morning, by asserting at a ball of simply country people (monteros), and could I transmit my impression to you faithfully, you would greatly enjoy the novelty of the party. I
do not know whether the origin of the zapateo could be traced or not. The movements
198
Esta cita se repite en La América (Madrid), 27 de octubre de 1864: 13.
171
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
are too quick for Spanish gravity, but bear a strong resemblances to the dances of the
Africans. This dance is performed by dragging the feet along the ground, and now and
then striking it heavily with the heels, jumping forward and backward, and assuming
difficult attitudes, and strange postures at the regular sound of music, produced by a
guitar and an instrument made of the hard skin of a fruit called calabazo. The women
sometimes turned her back to the man, who would then take off his hat and throw it at
her feet, and even kneel down and implore her favors in a beseeching attitude. Several
couples performed in succession, and each tried to excel the preceeding ones in the
violence of their attitudes, the quickness of their movements, and the intensity if the
noise produced by their heees in striking them against the floor. (Philalethes 1856, 177178)
DESCRIPCIÓN 11ª. “COSTUMBRES. BAILES” (1859)
En la obra Manual de la isla de Cuba. Compendio de su historia, geografía, estadística
y administración, su autor José García de Alboleya (¿?-1871) dedica un apartado a las
costumbres de la isla y sus bailes. Indica que en el campo hay dos tipos de bailes,
los “de música” donde se bailan contradanzas y valses, y los guateques donde exclusivamente se baila el zapateo. Ofrece una descripción bastante precisa y resumida del zapateo y de su canto.
Costumbres
[…]
Bailes.– Llámanse bailes de música en el campo los públicos de convite ó de pension donde
hay orquesta y se bailan contradanzas y walses, para distinguirlos de los changüis ó guateques, reuniones con carácter de familiares en que solo se baila el zapateo al son del tiple,
la guitarra ó el arpa, y del canto de los guajiros. El zapateo es un baile peculiar á la Isla
aunque algo parecido al zapateado de la Península: hay zapateo punteado y escobillado, y
también de ataja primo, todos sin figuras, á excepcion de alguna vuelta de cuerpo para dar
de nuevo frente á la pareja. Cuando la mujer quiere que descanse su compañero hácele
un saludo y en el momento es reemplazado aquel por otro guajiro.
El acompañamiento músico del zapateo se llama punto de harpa ó simplemente punto; y el
canto, generalizadísimo en toda la Isla, se conoce por el llanto y por el ay, interjeccion
que precedia á todas las coplas. Estas consisten en décimas compuestas á veces por los
mismos guajiros sobre temas de galanteos amorosos y á ocasiones de sátira y de celos.
El tema se expresa en una redondilla no cantable sino en la copla que se hace de ella en
las décimas cuyo último verso es precisamente uno de los del tema.
172
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
En estas reuniones cantan indistintamente, pero uno á uno, todos los que quieren hacerlo como en las Rondeñas de Andalucía, prorumpiendo los oyentes en gritos de entusiasmo para celebrar y jalear al cantante y á la bailadora. Los guajiros son incansables en
el canto del ay: la mujer acompaña con él sus quehaceres domésticos, y el hombre le hace
resonar por los caminos, vaya á caballo ó en carreta, tanto de dia como en el silencio de
la noche. (García de Arboleya 1859, 274-275)
DESCRIPCIÓN 12ª. “HISTORIA DE UN BRIVÓN DICHOSO” (1860)
La escena que se narra en el siguiente texto trascurre durante la celebración
de un bautizo. Describe el comienzo del baile del zapateo, el carácter del canto que
lo acompaña, proporcionando unas coplas del mismo, así como la dotación instrumental.
Repartido que fue el resto de la moneda entre los demás concurrentes, y despues de
haber tomado los unos cerveza y los otros distintos refrescos, sacó un tiple D. Toribio
que era acreditado músico en el instrumento, y comenzó á rascarlo dando al aire un
zapateo, que llevó el contento á todos los que allí se encontraban. No bien lo oyó otro de
los concurrentes, que por nombre llevaba el de Simon, cuando acudió á toda prisa con
un calabazo, del cual comenzó á sacar un son acomodado al del tiple; y soltando en seguida Toribio una voz no desgraciada, en aquel aire lastimero que consigo llevan los
cantares del campo de Cuba, fijando al mismo tiempo una tierna mirada en una doncella
de diez y ocho abriles y de muy buena traza que al frente tenia, cantó la siguiente décima,
que, sin duda por tener puntas de poeta, habia compuesto él mismo, la cual decia:
Si mi canto lastimero,
Ingrata, no te conmueve,
En blanco pecho de nieve
Llevas coraza de acero
Si de amor ausente muero,
Ya que fortuna decida
Que por ti correspondida
Esta pasion nunca sea,
Permite al menos te vea
Para sustentar la vida.
Mil palmadas recompensaron al de las trovas su trabajo; y continuando el son de los
instrumentos que las acompañaban, salió al medio de la sala un moceton, despues de
haberse despojado del machete que llevaba al cinto; sacó un pañuelo del bolsillo, arrojólo
173
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
en la falda de la misma cuyas ausencias lamentaba Toribio, y sabiendo esta todo el compromiso que la accion del pañuelo la ponia, se puso en pié y comenzó á ejecutar con el
mancebo el baile á que la invitaba, con tanta gracia y desembarazo, que dejaba muy atrás
todas esas figuras y posiciones estudiadas que en bailes de más cultura tienen cabida.
Siguió D. Toribio entonando otras décimas improvisadas, que demostraban su pasion
por aquella que parecia entusiasmarle y sacarle más y más de quicio, á medida que con
más fuego apuraba el rústico zapateo, y todos estaban colgados del baile, sin que se oyese
en la sala otra cosa que algunos ligeros rumores de aprobacion que se sucedian de vez
en cuando (Piña 1860, 38-40).
DESCRIPCIÓN 13ª. “CRÓNICA EN DON JUNÍPERO” (1863)
En esta narración el autor describe el espacio escénico de un pueblo construido en una carpintería. En esta modesta estancia, se representa una función en
la que se incluyen obras que estaban en boga en la época, la cual finaliza con el
baile del zapateo.
He vivido algunos meses en los alrededores de un pueblo que tenia un edificio con mas
aplicaciones, que conocimientos reunía el barón de Humboldt.
El destino primitivo de la tal casa era una carpintería; pero de noche, gracias á algunas
lámparas de aceite y á que despejaban el local arrimando á un lado las ruedas y camones
de carretas, quedaba trasformada la carpintería en un Liceo, cuyo presidente nato era el
teniente pedáneo. Este Liceo tenía,como es natural, un escenario muy cuco, con telón
de platilla pintada de almagre y en el centro un adorno de papel plateado, desprendido
acaso y sin acaso de alguna pieza de género de «cuarenta varas garantizadas.»
Comenzaba la función con «el Puñal del Godo,» seguía con un acto del «Rey Monge»,
continuaba con una escena del Trovador, luego medio acto de D. Juan Tenorio y terminaba lo del escenario con un zapateo cubano bailado por Dª Inés y D. Juan. Concluida
la representación, comenzaba la danza del público al son de la orquesta, cuyo personal
era el siguiente: Director, el talabartero, primer violin, el sacristán, cornetín, el maestro
de escuela, timbalero, el boticario y san se acabó. (Bachiller Linaza [pseud.] 1863, 311)
DESCRIPCIÓN 14ª. “CUBA WITH PEN AND PENCIL” (1871)
En esta obra, Samuel Hazard dedica unas líneas a los bailes campestres y
describe a grandes rasgos en qué consisten los guateques. Menciona la dotación
instrumental, así como alguno de los códigos que emplean las mujeres durante el
174
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
baile del zapateo. Esta descripción incluye una ilustración (1871, 541) que incluyo
a continuación del texto.
The country dances, however, are something especially peculiar, many old-fashioned
customs and figures being retained, although the usual waltzes and contra-dances are
danced, too, under the name of bailes de música, while the former are known as changüis or
guateques, and are less formal, being the social meetings of intimate friends or neighbors.
The special dance is the one known as the zapateo, and is peculiar to this island. It is
danced to the music of the harp, the guitar, or the songs of the guajiros, by both women
and men, and has a good many peculiar figures, the principal object appearing to me, to
be for the women to see how many men they can tire out, as they give every now and
then a signal to their vis à vis “to leave”, when he is replaced by another. A low humming
or singing is kept up by those present, broken every now and then by the loud plaudits
of the spectators at he succes of some dancer. (Hazard 1871, 540-541)199
Ilustración 19. “El zapateo” en Cuba with pen and pencil de Samuel Hazard
199
Esta nota se repite en 1896, en (Quesada y Northrop 1896, 596).
175
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
DESCRIPCIÓN 15ª. “COSTUMBRES CUBANAS” (1874)
Algunos fragmentos de esta narración de Pascual de Riesgo ya han sido referidos en el apartado que denominé “El zapateo y el punto interpretado por todos”. Viene acompañada del grabado que mostré en la ilustración 10, donde aparecen reflejados muchos de los elementos que menciona. Describe un guateque al
que acuden campesinos de fincas cercanas, y se comenta que estas reuniones eran
ocasiones propicias para las galanterías y las miradas de los jóvenes. Se describe la
dotación instrumental utilizada y algunos elementos performáticos del baile.
Delante de la taberna donde se celebra el Guateque, por la parte exterior, se vé un mundo
de negras y negros viejos ó niños, mulatos y mulatas, y algunos chinos vendiendo dulces,
refrescos y chucherías, entre una algazara infernal, cantos, risotadas, dichos alegres y
bailoteos, entre los caballos, carros, carretas, quitrines y volantes de los asistentes al Guateque, que van penetrando ó han penetrado, á la taberna y salon de baile.
En el salon de baile, en un rincón, se vé la orquesta, compuesta de tres jóvenes, dos de
ellos blancos y el otro negro, ocupando tres sillas de madera, y tocando uno un tiple,
otro una bandurria y el negrillo una marimba, de la que saca tan gran partido, que ¡hasta
ay, camaráa!– Las guajiras, jóvenes de edad, luciendo sus modestas galas, ocupan todos
los bancos, las mamás fumando sendos tabacos de la Vuelta-Abajo, y las jóvenes desgranando maní tostado y comiéndoselo, obsequio de los galantes jóvenes guajiros, á los cuales
se vé amontonados en un extremo del salon, mirando á las muchachas, sonriendo y cuchicheando entre sí, pero sin acercarse a ellas, como si las tuvieran miedo.
Un negro viejo, esclavo del dueño de la taberna, sirve refrescos y café á las niñas que
asisten al Guateque, hasta que, al fin, descíñense los machetes, que se depositan en manos
de cualquiera de los concurrentes de cierta edad, se acerca un guajiro á una donosa guajirita,
la saluda, haciéndola una reverencia y quitándose el jipijapeño sombrero, que inmediatamente se vuelve á poner, y tornándola la espalda, sin más ceremonia, se coloca en el
centro de la sala, á donde le ha seguido la guajirita saludada, y comienza el zapateo, el baile
predilecto del campesino de Cuba, entre la atención general del auditorio.
¡Qué gravedad y qué ligereza á la vez! ¡Qué avanzar, qué retroceder, qué escobillar, qué
zapatear, cuánta gracia y cuánta sencillez! ¡Con qué inocente coquetería coge y levanta
ligeramente su vestido la donosa guajirita, para que todos vean y admiren sus diminutos
y bien calzados piececillos cubanos! ¡Cómo sigue el rumbo que la traza su compañero de
zapateo, siempre los ojos fijos en el suelo, siempre coloreada por el rubor! ¡Qué entusiasmo el de los jóvenes guajiros! ¡Que ponerla sus sombreros de jipijapa ó de yarei sobre
la cabeza, y tirárselos á sus piés, en señal de aplauso!
176
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
Los bailadores dan la vuelta, al fin, en señal de conclusion, se saludan mútuamente, y se
separan en el centro del mismo salon, y el zapateo ha concluido, empezándole otras parejas
del mismo modo, hasta las dos de la mañana, que todos ván á cenar al salon del ambigú,
del que salen luego las familias para tomar sus caballerías ó vehículos respectivos, regresando á sus fincas á las tres ó las cuatro, con la fresquita de la mañana, un tanto soñolientos y cansados, pero satisfechos siempre de las horas que con tal alegría acaban de
transcurrir para ellos. (Riesgo 1874, 42)
DESCRIPCIÓN 16ª. “CANTARES DE VUELTA-ABAJO” (1875)
La última descripción que incluyo en este apartado forma parte del libro
Cantares de Vuelta-abajo recopilados por un guajiro, de autor anónimo, donde se recoge
una serie de poesías y cantares campesinos. En el prólogo se habla del guajiro, sus
cantos por décimas, los instrumentos musicales que lo acompañan y destaca el
sentimiento con que cantan sus coplas.
El guajiro, ese tipo de nuestros campos, que aún se conserva en toda su pureza en la
Vuelta-Abajo, vá desapareciendo de los departamentos Central y Oriental y del territorio
de las Villas, donde existía; el guajiro es la representación genuina del pueblo de Cuba en
sus campos, y las décimas, que acompañado del tiple y del güiro, entona, son asimismo
los cantos populares del país. El sentimiento, que es el alma de la poesía, lo posee en alto
grado el guajiro, y se revela en esos cantares que expresan sus impresiones, sus amores,
su constancia, sus celos, su afán, el deseo que le anima y la esperanza risueña con que se
hace superior á las contrariedades. ([s.a.] 1875 [1871], 3)
ANÁLISIS DE LAS DESCRIPCIONES DE GUATEQUES
Una vez mostrada la selección de descripciones donde el zapateo es protagonista, resumo en las siguientes líneas –del mismo modo que realicé en el capítulo
anterior– los principales rasgos performáticos que pueden ser de utilidad para mi
análisis. En ocasiones también hago mención de aspectos puntuales que no necesariamente aparecen en estas descripciones sino en otros documentos que he ido
exponiendo a lo largo de este capítulo y que contribuyen al análisis. Cabe recordar
que dichas descripciones suelen provenir de personas pertenecientes a entornos
sociales hegemónicos: escritores, viajeros o periodistas narran con todo detalle un
177
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
mundo para ellos pintoresco, que –con la debida cautela sobre su veracidad histórica– ofrecen a los investigadores una fuente muy valiosa para la comprensión de
estas prácticas musicales del pasado.
Las descripciones que aparecen en los documentos analizados nos refieren
que en el entorno rural cubano había principalmente dos tipos de reuniones musicales, los “bailes de música” donde se interpretaban valses y contradanzas, y los
guateques o changüís donde exclusivamente se baila el zapateo {11; 14}. Los guateques, eran fiestas organizadas en estos ámbitos que solían realizarse de noche, y
se ofrecían bebidas como café y refrescos a los asistentes {2; 12; 15}, que se congregaban en precarios recintos habilitados para tal fin, que consistían en salas llenas
de sillas {3} y con un espacio para el baile, iluminadas con candiles o lámparas de
aceite {5; 13}. Los músicos suelen tener una zona reservada, colocándose los cantadores alrededor de ellos, y van cantando de manera solista uno tras otro {2; 9;
11}. Las descripciones de la indumentaria corresponden con las representaciones
iconográficas de la época, en el caso de los guajiros se puede resumir de esta forma:
“pantalón y camisa de lista, faja blanca, sombrero de paja de ala ancha y zapatos
de becerro blanco con cintas de colores” {8}. Otro elemento del vestuario típico
del campesino que aparece es el machete {1; 8; 12; 15}, siempre cargado para las
labores agrícolas, el hombre se suele despojar de él para comenzar el baile {12; 15}.
En la iconografía de la época efectivamente aparece habitualmente el guajiro con
el machete. Esta descripción coincide con la que Pichardo indica en su diccionario.
Respecto a las mujeres hay menos descripciones de su vestimenta {1}, resaltando
el vestido como un elemento empleado en el baile {7; 15}.
Los instrumentos que aparecen en estas descripciones suelen ser principalmente el tiple {1; 2; 4; 8; 11; 14; 15}, el arpa {8; 13}, la guitarra {1; 3; 9; 13}, y el
güiro o calabazo {4; 8; 9; 11; 15}, aunque también aparecen puntualmente otros
instrumentos como la bandurria {14}, el violín {3; 12}, la flauta {3}, el cornetín
{12}, el timbal {12} o la marimba {14}. Los dos primeros solían ejercer la función
de instrumentos punteadores de las variaciones instrumentales. En las primeras
referencias a la música del zapateo se denominó punto de arpa –o punto de
“harpa”– al acto de puntear la melodía, aunque lo realice un instrumento diferente
178
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
al arpa, como por ejemplo el tiple {2; 3; 9}. También la bandurria fue empleada
años más tarde para realizar esta labor melódica en el acompañamiento del zapateo
según indican diversas fuentes documentales, como la siguiente: “Que traigan la
bandurria para que Lola cante una tonada de la Vuelta-arriba” (Victoriano
Betancourt 1867, 39), o esta otra: “¿por qué no se dedica á la bandurria, que todavía
es tiempo, aprendiendo en pocos dias el fácil y acompasado zapateo criollo?”
(Almanzor [pseud.] 1876, 298).
En estas descripciones apenas se menciona cómo era la música –aparte de
las alusiones a su carácter punteado–. En una ocasión se comenta que se produce
un “regular sound of music” {10}, y en otra que es “muy sencilla, y que carece del
acorde mayor y del acorde relativo.” {7}. Respecto al canto, se le describe con
calificativos como “lastimero” {12} o “con sentimiento” {16}.
Parece unánime el hecho de que el baile es ejecutado siempre en pareja de
hombre y mujer {5; 7; 10; 14}, en el que los bailadores se van relevando de forma
sucesiva. Normalmente es la mujer la que decide los relevos de los hombres, mediante una serie de señales que pueden ser el realizar ella una vuelta {2}, o hacer
un saludo al hombre {11}. En general los relevos se realizan cuando alguno se ve
cansado {7}, incluso en ocasiones se describe que el ánimo de la bailadora es intentar ver cuántos hombres puede cansar {14}. Durante el baile la guajira sostiene
el vestido con sus manos y lo va echando para adelante {7} o lo levanta ligeramente
{15}, mientras que el hombre baila con las manos atrás {7}. Estos movimientos y
posturas también coinciden con las fuentes iconográficas. En uno de los textos
aparece una curiosa descripción de una de las mudanzas que realizan: “se adelanta
hacia la mujer, que se vá retirando al mismo tiempo, hasta que al fin la alcanza;
entonces finge retirarse, y es perseguido á su vez por su compañera, hasta que al
fin se juntan, y el baile toma un carácter delirante que dura hasta su conclusión”
{7}. En cuanto a las técnicas coreográficas que se describen en el zapateo son
básicamente dos: el escobillado y el taconeo o zapateo {1; 3; 11; 15}.
Respecto al carácter del baile del zapateo, por lo general es descrito como
“lleno de animacion, honesto á veces, picante otras, pero siempre divertido” {3},
179
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
que es bailado con “agilidad y soltura en el baile” {2} y “con tanta gracia y desembarazo, que dejaba muy atrás todas esas figuras y posiciones estudiadas que en
bailes de más cultura tienen cabida” {12}. Por el contrario, en alguna crónica se
describe como un baile “sin figuras, á excepcion de alguna vuelta de cuerpo para
dar de nuevo frente á la pareja” {11}. Esta última descripción parece no haber sido
resultado de la observación del autor, sino que probablemente fue tomada del diccionario de Pichardo de 1836, que menciona algo muy similar: “nada de figuras, si
se exeptúa alguna vuelta de cuerpo para presentarse inmediatamente a su pareja de
frente” (1862 [1836], 18).
Ciertos elementos de la indumentaria de los guajiros, como los pañuelos o
sombreros, servían para realizar una serie de señales conocidas por todos. En ocasiones se relata que el pañuelo se emplea para hacer la invitación al baile, arrojando
el hombre el pañuelo a la dama con quien desea bailar {12}, en otras, es puesto en
el hombro o el brazo de la mujer por el hombre como señal de que es buena bailadora, gesto que ella devuelve tras bailarle un rato {2; 6}. En otras más es arrojado
por la mujer al bailador como señal de premio {3}, incluso también se describe un
significado opuesto, siendo arrojados pañuelos y sombreros en señal de burla
cuando el bailador lo hace mal {6}. El sombrero es también un elemento que juega
un papel importante en la performance. El hombre le pone el sombrero en la cabeza a la dama para invitarla al baile {15} o bien si le gusta cómo está bailando ella
{6}. A veces la invitación al baile se realiza arrojándole a ella el sombrero en lugar
de colocárselo en la cabeza {10; 15}.
Los hombres suelen dar la gala a las bailadoras por su buena labor, ofreciéndole una serie de regalos que van desde maní tostado {15} hasta oro y plata {6}.
En una ocasión se menciona que es el que canta el que recibe la gala de los asistentes {1}.
180
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
SIMILITUDES ENTRE PRÁCTICAS MUSICALES EN MÉXICO Y CUBA
Una vez realizado el análisis de documentos tanto en México como en Cuba,
es palpable que existen numerosas similitudes entre las prácticas musicales de estos
dos países. Quizás un primer paralelismo que destaco es el hecho de que, tanto el
jarabe como el zapateo cubano han servido a los discursos nacionalistas que se
construyeron a lo largo del siglo XIX como un recurso más para la exaltación de
identidad y pertenencia a un territorio, y tal vez por eso sus elementos performáticos hayan sido fijados cada vez más hasta convertirse en estereotipos que hoy día
no pueden disociarse de estas músicas. Dichos rasgos actúan, junto con los discursos que se construyeron sobre éstas expresiones musicales, como elementos paradigmáticos de lo mexicano y lo cubano.
En cuanto a elementos performáticos presentes en ambos países, observo
una serie de analogías, que se pueden resumir en las siguientes:
1ª.
El baile se realiza en parejas, las cuales se van relevando durante el
discurrir de la fiesta.
2ª.
Si bien los movimientos de pies se describen como ágiles y enérgicos,
la parte superior del cuerpo se mantiene rígida.
3ª.
En la posición de los brazos también hay coincidencias, mientras ellos
las tienen en la espalda sujetas unas a otras, ellas las emplean para agarrar la falda.
4ª.
Los instrumentos empleados también son similares, arpas, guitarras y
cordófonos pequeños como jaranas o tiples.
5ª.
Las técnicas instrumentales son las mismas, pues algunos instrumentos
tienen la función de puntear variaciones y otros de rasguear.
6ª.
En el baile también se realizan técnicas semejantes, pues en ambos se
zapatea y escobillea.
181
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
7ª.
En ambos emplean algunos elementos de la vestimenta en el momento
del baile, como el sombrero o el pañuelo.
8ª.
El bailador o los asistentes premian a la bailadora con la gala.
9ª.
El baile es un momento donde la mujer demuestra su destreza o sus
habilidades.
10ª. En ocasiones, las coplas tienen un carácter picaresco.
11ª. Los guateques y fandangos200 suelen ser reuniones o fiestas campestres
donde además de música y baile, hay comida y bebida. La gente participa jaleando y animando a los bailadores y músicos.
12ª. En ambos se lanzan bombas, donde se improvisan versos.
La iconografía de estos festejos también nos ayuda a visualizar las evidentes
analogías entre ellos. A continuación muestro dos grabados del zapateo y del jarabe
donde se aprecian algunas de estas similitudes.
200
En Cuba también se empleó el término “fandango” para referirse a estas fiestas musicales. En
diversas fuentes documentales se constata este hecho, por ejemplo en la siguiente que corresponde con un poema de 1850 “Esta noche en Maney Duro Camaradas, hay fandango” (Oliete
1850, Vid. Ortiz Nuevo 2012, 283). En 1861, otro poema menciona al fandango como una
fiesta de guajiros donde se baila el zapateo: “En el fandango de anoche / Quedóse hechizado
viendo / Bailar á una guajirita / El criollo zapateo.” (Palma 1861, 77-78). También en la obra
Cantares de Vuelta-abajo recopilados por un guajiro aparece el término fandango como sinónimo a
guateque en varias décimas de las recopiladas, entre ellas: “y al fandango nos irémos, / y con
gusto bailarémos / al son del tiple y el güiro.” (1875 [1871], 39), entre otras.
182
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
Ilustración 20. El zapateo (Francisco Mailhe)201
Ilustración 21. El jarabe202
201
202
Grabado en Viaje pintoresco alrededor de la isla de Cuba (Mialhe ca. 1838).
Grabado en (Zamacois 1861, s.p.).
183
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
José Quintín Suzarte (1819-1881) vincula ya en el siglo XIX diversos bailes
campesinos americanos, entre ellos el jarabe jarocho, el zapateo cubano y el punto:
“En toda la América española existe el mismo baile popular campesino, alternando
con el canto, y el mismo tipo guajiro con más o menos variantes. El jarocho mexicano llama jarabe a su zapateo y son al punto de nuestros montunos.” (1881, 61).
No es de extrañar que haya realizado tal afirmación dada las evidentes analogías
encontradas en ambos países. A su vez, Ricardo Pérez Monfort también apunta
ciertas analogías en prácticas musicales festivas del siglo XIX en diversos países
americanos:
Sin embargo ciertas reglas o figuras en la coreografía, como las “galas”, o la elaboración
de moños con los pies durante el zapateo, o la irrupción del baile y la música para dar
lugar a las llamadas “bombas”, comunes tanto en fiestas cubanas como portorriqueñas,
venezolanas, veracruzanas y yucatecas del siglo XIX, nos hablan de otro tipo de parentesco –propio quizá de la región caribeña. (Pérez Monfort 1993, 103).
Como ya dije en el capítulo introductorio, solo con la identificación de rasgos paradigmáticos específicos en las ocasiones musicales en estudio –trascendiendo ciertas generalidades que otros autores han expresado–, me es posible
enunciar con más precisión qué rasgos son específicos de un territorio y cuáles son
compartidos en la región del Caribe afroandaluz. Esta información es complementada más adelante con los resultados obtenidos mediante el análisis paradigmático
musical, para determinar cómo se articulan estos elementos dentro del sistema musical propuesto.
184
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
Al igual que sucediera en el capítulo anterior, tanto la localización de una
gran cantidad de fuentes documentales del siglo XIX referidas al zapateo cubano,
como su posterior análisis, me ha permitido tener un panorama de sus prácticas
musicales en este periodo mucho más amplio, completo y preciso que el descrito
en trabajos de investigación precedentes. En éstos aparecen referencias sobre todo
a su presencia en entornos escénicos y urbanos. En esta tesis realizo un análisis
integral de todos los ámbitos donde estuvieron presentes el zapateo y el punto,
tanto nacionales como internacionales, y los mecanismos en los que se articularon
sus prácticas en cada uno de ellos. Todo ello me ha permitido obtener las conclusiones que expongo a continuación y que en su mayoría son aportaciones de esta
tesis.
He mostrado que desde sus primeras referencias, en la década de los treinta
del siglo XIX, el zapateo y el punto presentan una serie de rasgos característicos
que los distinguían de otras expresiones musicales cubanas. Es así que fueron llamados por el modo en que comenzaba el canto –el ay–, el modo de bailarlo –el
zapateo– y sus variantes –como el atajaprimo–, o el modo de interpretarlo instrumentalmente –punto o punto de harpa–. De este modo, el punto y el zapateo cubano aparecen como expresiones que combinan la poesía, la música y el baile. Sus
coplas son a veces improvisadas –empleando la décima como forma estrófica predilecta–. La dotación instrumental que se utiliza es bastante estable el tiple casi
siempre aparece–, y su baile posee una serie de reglas bien establecidas y reconocidas por la sociedad de la época.
Tenemos noticias del zapateo cubano desde 1834, sin embargo en el capítulo anterior mostré que el jarabe está presente en Cuba desde al menos tres décadas antes de esta fecha. Con toda la cautela que hay que tener con las dataciones,
hasta el momento puedo enfatizar que en Cuba estaban presente ciertas estructuras
sónicas muy similares al zapateo desde antes de que tengamos noticias del mismo
como tal.
185
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Si bien fueron, y en cierto modo siguen siendo hoy día, encasillados al estereotipo del campesino cubano– el guajiro y su pareja, la guajira– lo cierto es que
no solo se interpretaban en los ámbitos rurales, pues los documentos demuestran
que tuvo presencia en las ciudades y en los teatros nacionales y extranjeros de
forma casi simultánea. En este sentido, en las ciudades no solo fueron practicados
por los caleseros, como los relatos costumbristas reflejan, sino también por artistas
y aficionados en tertulias y reuniones de sociedad. Constancia de esto nos la da su
presencia en partituras de consumo cotidiano para la conocida como música de
salón. El punto y el zapateo también estuvieron presentes en los escenarios mexicanos y españoles, incluso en este último país se publicaron algunas partituras. Sin
ánimo de simplificar los complejos procesos de circularidad musical, creo legítimo
decir que fueron los artistas de la legua, las compañías teatrales urbanas, los arrieros
y caleseros, y los relatos costumbristas los que en mayor medida contribuyeron
ampliamente a su difusión en diferentes ámbitos sociales y ocasiones musicales de
Cuba. Las fuentes documentales y su análisis me han permitido identificar y describir en este capítulo algunos de estos procesos.
Al igual que ocurrió con el jarabe, esta presencia transversal habla de la gran
dinamicidad que tuvieron dichas prácticas para instalarse casi en un mismo tiempo
en diversos estamentos sociales cubanos. Como hemos visto, el hecho de que en
lo discursivo el zapateo y el punto sean asociados a entornos campesinos, en la
práctica no se cumple del todo, de manera que lo que se denomina “campesino”
puede tener diferentes significaciones dependiendo de los lugares donde se interpreten. Así pues, si bien no es objeto de esta tesis estudiar dichas significaciones,
reconocer esta polisemia permite cuestionar la arraigada tendencia que existe en la
investigación musical a encasillar, a priori, expresiones musicales del pasado a determinadas clases sociales. De este modo, considero más preciso definir al zapateo
y al punto cubano como una música y baile de temática campesina que estuvieron
presentes en diversos estratos sociales decimonónicos cubanos. No obstante, al
igual que sucede con el jarabe, el hecho de que las descripciones aludan recurrentemente a la figura del campesino, es un indicio de que las producciones musicales
186
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 2. EL PUNTO Y EL ZAPATEO CUBANO
de los estratos subalternos tuvieron un papel relevante en la conformación de la
cultura cubana.
El análisis de las descripciones de los guateques o changüís me ofrece elementos para poder realizar una comparación con prácticas que tuvieron un camino
paralelo en México. Si bien solo es posible acceder a ellas a través de miradas hegemónicas, examinar el énfasis que se hace en diversos textos sobre determinados
rasgos y acciones (Guha 2002), permite hacer una caracterización sobre los elementos paradigmáticos que las constituyeron, como ciertas reglas de comunicación
que tienen los bailadores, la dotación instrumental, el tipo de baile o algunas prácticas como la de la gala.
Respecto a la dicotomía zapateo–punto, otro de los aportes de este trabajo
es la constatación de que durante el siglo XIX fue el zapateo el verdadero protagonista, quedando el punto prácticamente relegado al papel de ser el canto del zapateo, como nos muestran los documentos analizados en este capítulo. También
los repertorios escénicos de estas expresiones musicales y las partituras localizadas
avalan este hecho. Sin embargo, entrando en el nuevo siglo esta tendencia se invierte, el zapateo va perdiendo vigencia y en los ámbitos escénicos la guajira cubana
y posteriormente otras expresiones musicales como la criolla o la clave van ocupando
su lugar, mientras que el punto va también adquiriendo cada vez más popularidad,
quizás ayudado por la aparición de artistas que lo ponen de moda, e incluso lo
comienzan a grabar. No obstante, parece que en la memoria colectiva de los cultivadores del punto, al menos hasta hace pocas décadas, perduró la idea de que el
zapateo fue el protagonista en tiempos pasados. Así se desprende del testimonio
de algunos intérpretes de dicha música, por ejemplo, en una entrevista que realiza
Rhyna Moldes a músicos de la población de Alquízar, provincia de La Habana, se
comenta que “’Del zapateo sale toda la música guajira’, dice Ramón Milán, el guitarrista, otro de estos ‘exponentes auténticos’, de Victoria de las Tunas, Oriente.”
(1975, 15). También el repentista Alexis Díaz-Pimienta afirma que el punto es una
derivación del zapateo (2001, 119).
Otros de los aportes que he expuesto en este capítulo son, entre otros: el
proporcionar una extensa base documental que puede ser empleada en el futuro
187
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
por otros investigadores; el demostrar que el zapateo y el punto no eran exclusivamente música de campesinos blancos o mestizos; el señalar que el zapateado buscapiés no es un tipo de zapateo cubano; el mostrar la tremenda influencia que el
zapateo cubano tuvo en la gestación de la guajira cubana –hecho no suficientemente reconocido en la musicología–; el caracterizar de manera muy detallada elementos coreográficos y performáticos de las prácticas del zapateo y el punto en los
guateques del campo; o identificar un sorprendente número de éstos elementos
performáticos coincidentes con las prácticas del jarabe que se realizaban en los
fandangos en México en la misma época.
188
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 3. LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
C APÍTULO 3. L AS GUAJIRAS EN E SPAÑA
CAPÍTULO 3
LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
A diferencia de las expresiones musicales de México y Cuba analizadas en
los capítulos anteriores, las cuales estaban asociadas principalmente a ambientes
rurales, las guajiras en España estuvieron identificadas como un fenómeno eminentemente escénico, aunque también la podemos encontrar en otros ámbitos performativos. Si bien siempre en España se asignó una connotación cubana a la guajira, desde las primeras referencias aparece como un cante y baile flamenco, “típicamente” andaluz. No obstante, la temática de sus letras habitualmente hacía referencia a la recreación de ambientes o escenas cubanas, con una mezcolanza de
admiración y añoranza hacia un mundo descrito como bucólico e idílico. Las guajiras españolas fueron incluidas en zarzuelas, se editaron numerosas partituras y
fueron protagonistas de las primeras grabaciones fonográficas. Siguió, con mayor
o menor popularidad, cultivándose durante todo el siglo XX y goza de buena salud
dentro del flamenco más contemporáneo, siendo un recurso propicio donde plasmar nuevas inquietudes expresivas de este arte. Dado que no he podido localizar
descripciones que den cuenta de elementos perfomáticos paradigmáticos que sean
susceptibles de ser comparados con los de las demás expresiones musicales que
abordo en esta tesis, en este capítulo no incluiré la sección de análisis de descripciones como en los dos anteriores.
189
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
LA GUAJIRA ESPAÑOLA
En este apartado muestro brevemente lo que las fuentes documentales nos
cuentan sobre la guajira española, durante el último cuarto del siglo XIX y primeros
años del siglo XX. Expongo las distintas ocasiones musicales donde participa, así
como su popularización y difusión por todo el territorio nacional. Según los documentos analizados, en estos años el relato que se construye sobre la guajira nos
narra que tiene su procedencia en Cuba. De ser así, me pregunto por qué no adquirió la denominación del zapateo o el punto, pues, como he mostrado, el término
guajira no se empleará en Cuba para designar a una expresión musical hasta casi
dos décadas después que en España. Siguiendo esta lógica, surge la interrogante
sobre por qué en España se la nombra con este término. No he podido dar respuesta a la misma, por tanto, este asunto quedará pendiente para futuras investigaciones.
LA GUAJIRA EN LA ÉPOCA DE LA FLAMENCOMANÍA
La primera mención en España al término “guajira” referido a obras musicales corresponde con la pieza La Guajira. Americana coreada (1861, 168) de José
Anselmo Clavé (1824-1874), en la que se incluye la siguiente copla alusiva al zapateo cubano:
Si á tu conuco vas,
Niña, por caridad,
Un zapateo báilame
De mi güiro al compás.
Esta pieza está escrita en compás binario, y en general no tiene las estructuras sonoras características de la guajira española que comparten numerosas músicas
que tienen dicha nominación. Si bien en la sección de análisis musical muestro
dichas estructuras, por ahora es pertinente decir que una de sus características es
estar escrita en compás sesquiáltero. Otra obra con este nombre la encuentro en
uno de los números de la zarzuela El viaje de Europa de Tomás Bretón (1850-1923)
190
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 3. LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
en 1874. Esta pieza también es binaria, por tanto, pese a su nombre, no la considero como guajira. Lo mismo sucederá con el número denominado “guajira” de la
zarzuela Artistas en miniatura (1879) de Isidoro Hernández (1847-1888), también
binaria. Estas tres obras son un buen ejemplo que nos recuerda que hay que tener
cautela con los nombres de las expresiones musicales del pasado, pues no necesariamente están asignados para definir una estructura musical específica203. En este
sentido, defiendo que es trascendental el conocimiento del repertorio de música
del pasado denominada “popular” al hablar de él, práctica que es poco frecuente
en la investigación musical, pues este desconocimiento puede fácilmente ocasionar
diversas confusiones o simplificaciones de procesos musicales. Por un lado, no
tengo elementos para explicar las razones que tuvo Bretón para llamarla de ese
modo, pues la letra incluida en la partitura no aporta elementos suficientes para
comprender su denominación. Dado que no he podido localizar el libreto, queda
como línea abierta el conocer si éste hace alusión a Cuba. Por otro, la letra incluida
en la pieza de Hernández sí nos da elementos para pensar que el nombre de este
número alude a la guajira como una mujer campesina cubana. Su letra dice así:
Yo soy guajirita
venida de allá
y aquí echo de menos
mi cafetal (1879, 1)
Aparte de estas obras, en 1878 comienzan a aparecer en la prensa y otros
documentos referencias de la guajira en España. En estas primeras noticias, ya es
considerada una expresión musical más del flamenco, como muestra este anuncio
de venta de partituras para piano en Córdoba:
En la calle Bataneros núm. 9, frente á Santa Clara, se pasa á domicilio á dar lecciones de
solfeo, piano y órgano; también se afinan pianos por mensualidades anticipadas; también
hay arreglado para piano todo lo concerniente al género andaluz, ó cómo vulgarmente
203
Ya otras investigaciones ponen de manifiesto esta problemática, por ejemplo (Reyes Zúñiga
2015, 291-294).
191
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
se dice flamenco, como son soleares, guajiras, perteneras, malagueñas y seguirillas, sevillanas, todo bastante arreglado y con puntualidad.204
De acuerdo con los documentos, también en la zona de Córdoba, el primer
cantaor flamenco que encuentro interpretando guajiras en su repertorio fue “El
guagiro”. No he podido encontrar datos bibliográficos suyos que nos den información sobre si su apelativo tiene alguna relación con el cante de las guajiras o con
Cuba:
–El Guagiro.– El aplaudido cantador llamado así, que últimamente agradó mucho en el
Café del Recreo, se dijo hace días que había muerto en Montilla, y se ha sabido despues
que marchó sano y salvo de aquella ciudad y que se encuentra en Sevilla con mucho
gusto de sus amigos y de los aficionados, que aplauden esto más que sus «guagiras.».205
En ese mismo año de 1878 aparece otro relato en la que la guajira es cantada
por cantaores flamencos:
–¡Aquí los cantaores,–
dice con gracia,
–que tengo entre mis manos
una guitarra.
¡Arza, Manolo!
con lagrimitas vivas
cántame un polo.
[…]
Afuera penas,
y allá va una guajira
que es de las buenas.206
En los primeros años de la década de 1880, también en Córdoba, las guajiras
siguen apareciendo citadas junto a otros cantes flamencos como malagueñas, polos
o la soleá, todas ellas cantadas en la celebración de una boda:
204
Diario de Córdoba (Córdoba), 8 de noviembre de 1878: 4.
Diario de Córdoba (Córdoba), 18 de agosto de 1878: 2.
206
“Variedades” La Patria (Ciudad de México), 10 de noviembre de 1878: 2.
205
192
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 3. LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
.– Brindo, dice un mozo crúo, –por los novios que convian, –y por Córdoba, y por toa – la
gente, y por la familia.- Y todos son agasajos –á los novios, que allí privan, –y sigue el
baile y la fiesta, –y el rumor y la alegría; y se cantan malagueñas, – soleás, polos, guajiras, –
los tocadores no cesan, y los cantaores gritan, –los mozos enamoran, –y las mozuelas
cautivan.207
Asimismo, en 1882 en un diario de Alicante se publica lo siguiente: “Para
varias familias flamencas no hay más canciones patrióticas que las peteneras, las malagueñas y las guajiras.”208, siendo esta cita otro indicio que ratifica la idea de que la
guajira ya es una de las expresiones musicales o palos reconocidos como característicos del flamenco en la época no solo en la región de Andalucía. Otro ejemplo lo
encuentro en esa misma ciudad, cuando son anunciadas unos años más tarde en
una función flamenca:
Lo flamenco.
En la horchatería «Alicantina» de la plaza de la Constitución, habrá esta tarde y esta
noche grandes conciertos de baile y canto flamenco.
La flamencomanía se ha apoderado de ciertas gentes, y quieras que no, los vecinos de la
Plaza de la Constitución tendrán que oir soleares, peteneras, guajiras y tangos, con su
correspondiente zapateao y sevillanas.
Para fin de fiesta se representará la escena bufa «El Alcalde» que será lo mejor de la
noche.
¡Viva el rumbo!209
Las guajiras también fueron protagonistas de las primeras grabaciones fonográficas. En 1896 aparecen noticias en la prensa de algunas de estas grabaciones:
“guajiras cantadas por Antonio Revuelta”210, o las “Guajiras grabadas por Eusebio
Cacho”211. En la sección de análisis musical analizo en profundidad algunas de
estas grabaciones. Su popularidad en el flamenco se extiende al menos hasta las
207
Diario de Córdoba (Córdoba), 26 de octubre de 1883: 2.
El Constitucional (Alicante), 5 de octubre de 1882: 1.
209
La Unión Democrática, 13 de junio de 1886: 3.
210
“Gacetilla” El bien público (Mahón), 7 de octubre de 1896: 3.
211
El Noticiero de Soria (Soria), 5 de diciembre de 1896: 2.
208
193
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
primeras décadas del siglo XX, siendo un cante habitual en las funciones en los
cafés cantantes:
Tratábase de una nueva cantaora que se traía una serie de guajiras, guarachas, tangos y
cantes americanos, que volvía locos á los habituales al café. Cuando otra cantaora quiso
proseguir la fiesta, fué acogida con un tumulto de gritos y silbidos que la obligó á retirarse
de mal talante, y no hubo más remedio que acceder á lo que la concurrencia solicitaba
con tal imperio y con tan malas formas.212
Basándome en la información contenida en la base de datos de grabaciones
de flamenco del Centro Andaluz de Documentación de Flamenco, realizo un análisis cuantitativo de la música contenida en dichas grabaciones. En la siguiente gráfica muestro los palos flamencos más grabados entre los años 1897 y 1915. Se
observa que la guajira ocupa el sexto lugar, sin duda fruto de su popularidad en el
flamenco de este periodo.
Gráfica 1. Porcentaje de grabaciones de cada palo entre 1897-1915
212
La Ilustración Artística, 15 de enero de 1900: 46.
194
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 3. LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
Importantes artistas flamencos la tuvieron entre sus palos favoritos, por
ejemplo Rosario Monje “La Mejorana” (1862-1922) como indica esta cita: “Es ésta
antigua bailaora, y en sus buenos tiempo se llamó La Mejorana. Su hermano Víctor,
un guitarrista formidable, rasgueaba en el instrumento aquellas guajiras que La Mejorana supo cantar á maravilla.”213, o también el cantaor José María Rodríguez de la
Rosa “El Niño Medina” (1875-1939), como él mismo expresa en una entrevista
publicada en 1913:
¿Cuales son tus canciones más predilectas?
–Las Malagueñas, toda vez que como antes te he dicho soy entusiasta de señor Chacón y
este es el único que las canta admirablemente; de el he copiado parte de sus estilos.
También me gustan las Seguidillas sintiendo delirios por las Guajiras, que a fuer de verdad
han sido as que mas renombre me han dado elevándome al puesto que ocupo. Las Guajiras, son mis más predilectas canciones y por consiguiente, sin jactancia de ninguna clase,
puedo asegurarte que con ellas pueden competir con Chacón, Manolito Torres y con
todos los mejores cantadores de aires andaluces.214
LAS GUAJIRAS EN LAS ZARZUELAS
Además de su protagonismo en el ámbito flamenco, la guajira formó parte
de numerosas zarzuelas y obras escénicas desde los primeros años de presencia en
España. En el año 1878, el tenor cómico alicantino Emilio Carratalá, quien había
permanecido largas estancias tanto en México como en Cuba con la compañía de
Joaquín Gaztambide215, regresa a España desde La Habana según aparece en la
prensa en mayo de ese año216. Al poco tiempo de llegar es contratado para la campaña veraniega del Teatro de los Jardines del Buen Retiro, protagonizando la obra
213
La Correspondencia de España (Madrid), 11 de febrero de 1911: 4.
La Información (Almería), 24 de diciembre de 1913: 4.
215
Serafín Ramírez en su libro La Habana Artística (1891, pág. 264), detalla que de 1868 a 1869
estuvo en Cuba la compañía de Gaztambide, y Carratalá aparece en la lista de artistas de la
compañía.
216
Así se menciona, por ejemplo, en El Globo (Madrid), 3 de mayo de 1878: 4, o en La Época
(Madrid), 12 de mayo de 1878: 3.
214
195
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Panchita o la negra raspaura donde “desempeñará el papel de la negrita”217. Según el
diario El Globo, el 28 de agosto se estrena en este teatro el pasillo cómico-lírico
titulado Panchita en el muelle de la Habana de Federico Chueca y Joaquín Valverde,
obra que al parecer fue escrita expresamente para Carratalá218 en la que también
interpreta un papel de mujer. Tanto el nombre como la cercanía de fechas podrían
indicar que ambas obras están relacionadas. En esta última se especifica que él
canta un par de guajiras:
JARDIN DEL BUEN RETIRO.– El juguete cómico-lírico bailable en un acto y en
verso, titulado Panchita en el muelle de la Habana, estrenado anoche, es solamente un pretexto para que el señor Carratalá cante dos guajiras vestido de mujer, negra por añadidura.219
Al parecer tuvo éxito con dicha interpretación pues unos días más tarde se
menciona que “fué muy aplaudido en diferentes escenas por lo bien que interpretó
el tipo de negra.”220. Dado que en este verano del 78 es cuando aparecen las primeras menciones del éxito del cante de las guajiras en España, tanto en los escenarios madrileños por parte de Carratalá, como en el flamenco como mostré anteriormente, unido al hecho de que dicho tenor había actuado numerosas veces en
Cuba, no sería descabellado presentar a este artista como una figura trascendente
en la difusión de esta expresión musical en España. Si bien este tipo de afirmaciones difícilmente pueden ser demostradas, enunciarlas sirve para enmarcar los procesos que las fuentes documentales van bosquejando.
En la época de esplendor del denominado género chico también encuentro
diversas zarzuelas que incluyen guajiras y, de acuerdo con la información, hay dos
217
La Época (Madrid) 5 de julio de 1878: 4. También se representa esta obra en el mismo escenario a finales de agosto según aparece en La Correspondencia de España (Madrid), 29 de agosto
de 1878: 3. A tenor del título de esta obra, ¿será esta obra una secuela de la titulada La boda de
Pancha Jutía y Canuto Raspadura citada anteriormente y que tanto éxito tuvo en Cuba? Sobre este
aspecto y sobre si esta obra estuvo presente también en Cuba se podría profundizar más en el
futuro.
218
La Época (Madrid). 29 de agosto de 1878: 4.
219
El Globo (Madrid). 29 de agosto de 1878: 4.
220
Revista europea (Madrid), 1 de septiembre de 1878: 288.
196
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 3. LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
variantes: 1) guajiras que formaban parte de la obra y eran escritas por el compositor y, 2) guajiras añadidas a la obra original, que eran cantadas por intérpretes
flamencos. Para entender la segunda variante, hay que tomar en cuenta que era un
hecho habitual que artistas flamencos formaran parte de las representaciones del
género chico. Dicha presencia puede ser la explicación de que en ocasiones las
crónicas mencionan el éxito de una guajira u otra expresión musical considerada
flamenca cantada en una zarzuela, sin que aparezca esa pieza en la edición de su
partitura. Este hecho ocurre, por ejemplo, en Flamencomanía:
En las representaciones de la zarzuela Flamencomanía que se está poniendo estas noches
en el teatro de Recoletos, llama la atención el cantaor flamenco, conocido por El segundo
Gayarre, que es muy aplaudido, teniendo que repetir cartageneras, guajiras y malagueñas.221
Como se ve, en la anterior noticia están mencionadas las guajiras dentro de
esta zarzuela, pero en su partitura no aparecen (Rubio Laínez 1883). En el siguiente
relato de Eduardo de Palacio, se explica que a algunos cantaores flamencos en
ocasiones se les solicitaba que cantaran “guajiras de género chico”, o sea, aquellas
popularizadas en zarzuelas:
¿Quién no conocía en el pueblo la gracia del compadre Dieguiyo, que imitaba lo mismo
el canto del ruiseñor y del canario y de otras aves parleras y «canónicas», ó canoras, que
las fermatas del pollino, y las murmuraciones de la rana como las romanzas del perro y
los jipíos del gato enamorado?
Así como á otros les pedían que cantasen malagueñas convencionales ó guajiras de género chico, á Dieguito le decían:
–Dieguiyo, has algún animal (Palacio 1896, 330).
Por tanto, se evidencia que los límites entre el género lírico y el flamenco en
esa época no eran tan rígidos como se ha pensado hasta ahora, y esta premisa será
de trascendental importancia para entender procesos musicales ocurridos tanto en
el flamenco como en la música académica española, como veremos en el capítulo
221
La Correspondencia de España (Madrid), 23 de junio de 1886: 3.
197
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
de análisis musical222. Esta cita de Eduardo de Palacio es reflejo también del grado
de popularidad que las guajiras llegaron a tener. En numerosas crónicas de conciertos y funciones de zarzuela también se constata el éxito que tenían entre el
público: “En «La banda de trompetas» hicieron reir en grande, á pesar de lo larga
y algo pesada que es la escena del sonambulismo Las guajiras, bien cantadas por el
Sr. Soucase, fueron repetidas.”223; “El cartel de la función de anoche en nuestro
teatro era La Revoltosa, El Morrongo y Los niños llorones. En la primera, Nina
Martínez cantó y bailó admirablemente las guajiras y el público le hizo repetir el
número”224.
Fueron, junto con los tangos, habaneras o guarachas, la banda sonora propia
de escenas de ambientación cubana o en las que cantaban o bailaban personajes
cubanos en el periodo finisecular. En un interesante artículo de Ramiro Blanco
publicado en 1900 titulado “El género chico, toda una juguetería” se pone de manifiesto este hecho de manera explícita. El autor realiza una crítica a lo “trivial” que
resulta la creación de juguetes y otras obras del género chico, ofreciendo, de manera
irónica, una especie de manual de instrucciones de cómo componer estas obras,
con los elementos que debe incluir todo aquel que quiera tener éxito con las mismas. Los consejos que da si se quieren incluir personajes americanos son los siguientes: “Todo el que viene de América tiene obligación de cantar y bailar si se
tercia, un tango ó guajira. Se ha perdido Cuba, pero sus tangos zarzueleros ¡qué se
han de perder!”225. Por tanto, estas expresiones musicales fueron consideradas paradigmáticas de los cantos americanos en España.
Aunque probablemente haya muchas más, las zarzuelas españolas que he
localizado que contienen guajiras o que éstas se interpretaron en sus representaciones son las siguientes, presentadas en orden cronológico:
222
Este hecho también se muestra en la tesis de la etnomusicóloga Lénica Reyes, quien analiza
las malagueñas del siglo XIX, y encuentra este mismo fenómeno (2015, 329-348).
223
Diario de Avisos de Segovia (Segovia), 23 de noviembre de 1902: 1.
224
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 26 de diciembre de 1902: 2.
225
El Chisme (Ciudad de México), 30 de junio de 1900: 3.
198
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 3. LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
1878.- Panchita o la negra raspaura (Desconocido)
1878.- Panchita en el muelle de la Habana (F. Chueca y J. Valverde)
1883.- La tela de araña (Manuel Nieto)
1883.- Flamencomanía (Ángel Rubio)
1887.- Manzanilla y dinamita (José Echegaray)
1888.- Los de Cuba (Ángel Rubio y Enrique López-Marín de Insausti)
1889.- Los zangolotinos (Manuel Fernández Caballero)
1890.- Una boda en el ingenio (Desconocido)
1890.- Guerra europea (Gregorio Esteban Mateos y Santos)
1892.- El cosechero de Arganda (Ángel Rubio)
1893.- Jai Alai (José María Alvira y Almech)
1894.- Boda, tragedia y guateque o el difunto de Chuchita (P. M. Marqués)
1896.- La banda de trompetas (Tomás López Torregrosa)
1897.- La revoltosa (Ruperto Chapí)
1897.- El arco iris (Joaquín Valverde Sanjuán y Tomás López Torregrosa)
1897.- La agente alegre (Desconocido)
1897.- Madrid, castillo famoso (Gregorio Esteban Mateos y Santos)
1901.- El Mississipi (E. Montero)
1901.- La guajira (Ruperto Chapí)
1905.- La mulata (J. Valverde Sanjuán, Calleja y Lleó)
1905.- ¡Pícara lengua! (Joaquín Valverde Sanjuán)
1906.- La cacharrera (M. Fernández Caballero y Mariano Hermoso)
1906.- Las alegres modistillas ó el botijo de Alicante (A. Saco del Valle)
1909.- La alegría del batallón (J. Serrano)
LAS GUAJIRAS DE SALÓN
La guajira también aparece en los repertorios que se interpretan en los salones españoles. Estaba de moda cantarlas en fiestas y eventos de sociedad, como
por ejemplo en esta reunión celebrada en 1889 en Córdoba, ciudad donde he localizado la mayoría de guajiras cantadas en este tipo de celebraciones, como muestro a continuación: “La graciosa Vicenta Usano […], se dejó escuchar á la guitarra,
199
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
cantando con sin igual donaire, tangos guagiras y malagueñas que en alguna ocasión no pudimos oir á causa de los aplausos y de los ¡olés!”226. También en Córdoba
tenemos otra crónica de una de estas fiestas donde acude “lo más selecto de la
buena sociedad cordobesa” donde se bailan rigodones y sevillanas, y se cantan las
guajiras:
Desde las nueve y media de la noche hasta las últimas horas de la madrugada, se bailaron
muchos rigodones por numerosas parejas; tuvimos ocasión de admirar la gracia y el donaire con que bailaron las sevillanas las simpáticas y encantadoras señoritas Mariana
Poole y María Baquera, y aplaudimos á la última por la sal y gusto con que cantó las
malagueñas y las guajiras, tan populares en esta tierra, siempre celebrada por sus típicas
y genuinas costumbres.227
En 1896 se cantan guajiras en un baile organizado en Baena (Córdoba) con
motivo de la visita de un diputado: “Después hubo guajiras y malagueñas, cantadas
con toda la gracia del suelo andaluz por la señorita Isabel Valero y otras señoritas
[…]”228. En la Feria de Córdoba del año siguiente se organiza una reunión a la que
asisten personas de “buena sociedad” y en la que tampoco faltan las guajiras cantadas por Maruja Baquera229: “Maruja Baquera nos deleitó además cantando unas
inspiradas guajiras con mucho sentimiento y mucho estilo.230. Ya entrado el nuevo
siglo, siguen apareciendo crónicas similares en poblaciones como Córdoba, Jerez
de la Frontera u Orihuela231.
226
“Miscelaneas” El Adalid (Córdoba), 2 de mayo de 1889: 3.
Diario de Córdoba (Córdoba), 28 de julio de 1891: 2-3.
228
Diario de Córdoba (Córdoba), 5 de mayo de 1896: 1.
229
Desconozco si tiene parentesco con María Baquera, mencionada anteriormente en otra de
estas reuniones.
230
El Comercio de Córdoba (Córdoba), 29 de mayo de 1897: 1, año XXIII, nº 5413. Se repite esta
noticia en Se repite esta nota en el Diario de Córdoba del 30 de mayo.
231
El Defensor de Córdoba (Córdoba), 15 de octubre de 1900: 1; Diario de Córdoba (Córdoba), 19 de
enero de 1901: 2-3, año LII, nº 15030. Sección “Gacetillas”; El Guadalete, 28 de septiembre
de 1905: 2; El Diario (Orihuela), 20 de marzo de 1906: 3; Diario de Córdoba (Córdoba), 1 de
noviembre de 1910: 1; entre otros.
227
200
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 3. LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
Otra muestra de la intensa presencia de la guajira en estos espacios es la gran
cantidad de partituras que se publicaron en esta época para diversas formaciones
instrumentales, como puede verse en el catálogo de guajiras de la época que expongo en el anexo II. Son numerosas, además, las composiciones de guajiras para
guitarra que aparecen en esta época, formando parte del repertorio de prácticamente todos los guitarristas españoles, incluyendo los flamencos232. Algunos de los
guitarristas de esta época de los que tengo noticias que tenían a las guajiras en su
repertorio son Francisco Sánchez, Pedro Aguilera Morales, José Ribera, José Martínez Toboso (1857-1913), Francisco Díaz Fernández “Paco el de Lucena” (18591898), Esteban Juez (1874-¿?), Purificación Cots, Enriqueta García Liaño, Joaquín
Salguero Herrera, o Andrés Segovia Torres (1893-1987), entre otros. Asimismo, la
guajira formaba parte del repertorio incluido en algunos métodos de guitarra que
se publican por estos años, por ejemplo los de Rafael Marín (1902) o Eduardo
Matallana (ca. 1907).
DIFUSIÓN GEOGRÁFICA POR TODA ESPAÑA
Como se ha expuesto en esta tesis, el fenómeno de rápida difusión geográfica y asimilación de músicas importadas a España desde América en esta época
era habitual. La guajira no fue la excepción. Los documentos analizados hablan de
la presencia de la guajira prácticamente en toda la geografía nacional, por ejemplo
éste de 1904, donde se narra una romería en un territorio tan periférico como Asturias:
SANTA ANA DE MONTAREST
[…]
Las sentidas notas de la gaita acompañando melodiosas pravianas, las alegres giraldillas
y las melosas guajiras que por do quier escuchábamos, embargaron de tan agradable
modo nuestro ánimo que, sin darnos cuenta de ello, llegamos á las primeras casas del
232
En esta época la categoría de flamenco aplicada a un guitarrista es bastante difusa, al menos
en cuanto al repertorio que interpretan, pues prácticamente todos incluyen tanto obras flamencas de plena popularidad en la época, como música “no flamenca”. Quizás la definición del
guitarrista flamenco debiera atender más a la técnica instrumental que emplea en su interpretación, o a la actividad de acompañamiento al cante o bailes flamencos.
201
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
pueblo, donde oímos por última vez al orfeón cantando siempre. (Roque [pseud.] 1904,
115)
A partir de la información que he ido analizando en esta tesis puedo resaltar
un par de hechos que sin duda propiciaron la expansión de las guajiras. En primer
lugar, la actividad de compañías itinerantes fue determinante para ello, como mostré en los capítulos anteriores. Su labor de ser portadores de las músicas de moda
de pueblo en pueblo quizás no ha sido suficientemente ponderada aún en los estudios musicológicos. La guajira aparece entre el repertorio de algunas de estas
compañías en España:
Llegó una tropa de comediantes á cierta aldea aragonesa, y en cuanto salió por la calle el
“Matachorizos” ó payaso tocando el tambor, los chicos del pueblo se lanzaron á la plaza
llenos de júbilo y alborozo, dando brincos y gritando.
–¡Piculines, piculines! ¡Viva el “Matachorizos!”
En menos que canta un gallo se llenó la plaza de espectadores; las mujeres llevaban sillas
y bancos para sentarse, los chicos sentábanse en el suelo á usanza mora, y los hombres
presenciaban el espectáculo de pie, para poder escabullirse más fácilmente en el momento que tocaban á “aflojar la mosca.”
El director de la compañía dió un toque de corneta y con el mismo instrumento acompañó á la tiple unas guajiras patrióticas.233
En segundo lugar, el fenómeno de la trashumancia también contribuyó a
que los repertorios fueran portados de unos territorios a otros. En la península
ibérica esta actividad consistía en el traslado del ganado, sobre todo bovino, de
norte a sur del país o viceversa, dependiendo de la estación del año, para garantizar
que siempre tuvieran pastos para alimentarse. En el siguiente artículo sobre la copla
charruna, un tipo de poesía popular, el autor describe cómo en los encuentros entre
pastores trashumantes se mezclaban aires de diferentes regiones, entre ellos las
guajiras:
233
El Imparcial (Ciudad de México), 28 de marzo de 1910: 6.
202
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 3. LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
No quiere esto decir que vivamos en un aislamiento selvático, sino que sabemos resistir
el contacto; á las veces deletéreo de la cultura contemporánea y, tomando de ella lo que
nos importa, conservamos aquello que mantiene viva nuestra personalidad, aun dentro
de Castilla.
En lo que atañe á la literatura popular, y especialmente á la copla charruna, objeto de
estas líneas, la lucha que el espíritu local sostiene es verdaderamente encarnizada. Nuestros ganaderos trashuman desde las frescas montañas de Asturias y León hasta las feraces
riberas del Guadiana y, al regresar á los pastizares del campo de Salamanca en los esquileos sanjuaniegos, no es caso raro el que se deje oir en rodeos y majadas una extraña
sinfonía en que se juntan aires de zampoña, tréboles, alboradas y giraldillas, con rasgueo
de guitarra, «cantes jondos», guajiras y habaneras; ni sería difícil encontrar entre los curtidos zagalones que espuman la hirviente caldereta, tal cual bolero trasnochado, injerto
en flamenco y como tal, curado de espanto. (Maldonado 1910, 2)
La enorme difusión de la guajira y otras expresiones musicales de la época
contrasta con la idea del musicólogo Peter Manuel, que defiende que las músicas
de diferentes regiones estuvieron bastante incomunicadas debido a los “primitivos” caminos que había en España, además de que los mismos estaban “infestados” de ladrones: “Distinctions between musical traditions of different towns and
regions were (and in many respects remain) even more marked, especially since
until the late 1800s Spanish roads were primitive and infested with robbers.”
(Manuel 2004, 155). Los resultados del análisis documental avalan mis discrepancias con tal afirmación de Manuel, que, por cierto, no aporta un solo dato que la
sustente.
Acompañando a la música, también las coplas de guajiras circularon por España. Las podemos encontrar, por ejemplo publicadas tanto en pliegos de cordel234
como en la prensa, donde aparecen versos y noticias de compositores que se especializaron en escribir letras de guajiras, como el poeta cordobés Guillermo Belmonte Müller (1851-1929):
234
Como por ejemplo el titulado Guajiras del pintor publicado probablemente en la década de
1890. Manuel García Matos data en esta década la aparición de pliegos de cordel con el nombre
de guajiras (1984, 108-109).
203
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Guillermo Belmonte Müller no es tan conocido en Córdoba como debiera serlo, á causa
de su excesiva modestia. […] maneja como nadie, permítase la palabra, el cantar llamado
guajira.
Sus composiciones de ese género circulan de boca en boca en toda Andalucía y, no
obstante, el nombre del autor permanece ignorado para el vulgo, como ocurre siempre
con la poesía popular. […]
Las Guajiras canarias encierran imágenes bellísimas, pensamientos nuevos, y sobresalen
especialmente por su sabor popular, que les dá encantos indescriptibles.235
Resulta sorprendente la gran difusión que tuvieron sus coplas, pues encuentro casi una treintena de publicaciones de ellas entre los años 1892 y 1901 tanto en
España como en México, por ejemplo, la siguiente publicada en El defensor de Córdoba:
España, jardín del mundo
que el sol llena de alegría
y tú, hermosa Andalucía,
jardín de España fecundo:
recibíd mi amor profundo;
y mis dichas y pesares,
en la tierra y en los mares,
en mis triunfos y derrotas,
dejadme escuchar las notas,
de vuestros dulces cantares. (1899, 3)
También encuentro noticias curiosas en relación a las letras de guajiras como
la siguiente de El comercio de Córdoba, donde se da cuenta de unas mujeres que cantan
guajiras consideradas “pornográficas” en 1897:
Pornografía.– Hace tiempo que recorren las calles de nuestra población dos mujeres, las
cuales se dedican á cantar guajiras con letras pornográficas. Creemos que los dependientes de la autoridad deben prohibir esas coplas, pues ofenden á la moral y hablan muy
poco a favor de la cultura de nuestro pueblo.236
235
236
Diario de Córdoba (Córdoba), 19 de julio de 1901: 1.
El Comercio de Córdoba (Córdoba), 3 de junio de 1897: 3.
204
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 3. LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
¿CUBANISMO O ANTICUBANISMO TRAS EL 98?
Justo en los meses posteriores a la independencia cubana hubo voces españolas que renegaron de todo lo cubano, incluyendo las guajiras a pesar de su éxito.
En la siguiente cita, el autor propone realizar ciertos cambios una vez que se consume la pérdida de los últimos territorios americanos:
España poseía desde hace muchos años una isla llamada Cuba, otra llamada Puerto Rico,
otras llamadas Marianas ó de los Ladrones y otras que se denominan Filipinas.
Digo poseía porque á la cuenta hoy las posee por saldo, digamoslo así, y está muy próximo
el momento en que no las posea, ni por saldo ni de ningún modo, sino que pasen á ser
del dominio de los nuevos ingleses que nos han tocado en suerte. […]
¿Quién va á ser capaz, en adelante, de bailarse una «habanera» por todo lo alto, cuando
precisamente las habaneras son las que nos han hecho bailar en la cuerda floja?
Nada; primera revolución coreográdica. Se suprime la habanera y se la sustituye por el
jaleo pobre, único baile á que tenemos derecho los españoles. […]
Del «Certamen nacional» tendremos que suprimir aquello de
«no hay mejor café
que el de Puerto Rico»;
porque dicho café ha sido un café con tostada y nos ha salido por una friolera.
¿Guajiras? ¡No hablen ustedes de guajiras, por Dios! Cuando más, cuando más, canten
ustedes soleáes ó saetas á la muerte y pasión de nuestra pobre integridad nacional. […]
El punto de la Habana, ejecutado por todos los aprendices del arte de tocar la guitarra,
será sustituído por al marcha de Cádiz, que es la marcha que nos hace marchar de todos
lados. (Fray Cándido [pseud.] 1898, 2)237
A finales de año, otro artículo sugiere que deberían desaparecer las músicas
relacionadas con Cuba del panorama musical español:
[…] pero lo que es las colonias españolas, esas no volverán á inquietarnos más con su
manigua, su sol abrasador, su clima mortífero, sus tagalos y sus mambises.
No, no volverán, ni podremos enorgullecernos con las hermosas criollas, á las que hemos dedicado tantos epítetos, ni podremos tampoco saborear como cosa propia los ricos
tabacos de la Vuelta de Abajo, ni los aromáticos cafés de caracolillo.
¿Qué más?
237
Este artículo se repite en La Autonomía (Reus) del 18 de agosto de 1898, y en La Región Extremeña (Badajoz), 23 de agosto de 1898.
205
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
¿No es una vergüenza que en nuestros programas de bailes figuren habaneras?
Eso debe desaparecer, sí señor.
Las danzas, habaneras, americanas, tangos y guajiras, deben bailarlas exclusivamente los
norteamericanos.
Nosotros tenemos bastante con los aires nacionales, hasta que también dejen de serlo.
(Aguilera [pseud.] 1898, 1)
Paradójicamente, la guajira fue considerada también como un tema plenamente español tan solo unas décadas después de su popularización en este país,
como se muestra en una crónica de un concierto de guitarra que ofrece la guitarrista
Purificación Cots en el Círculo del Recreo en Salamanca, donde se considera una
“cosa española”: “Fué muy aplaudida en todos los números muy particularmente
en los Panaderos y guajiras, lo que nos confirma nuestra opinión de que la guitarra
se ha hecho para tocar cosas españolas y regionales.”238. Pese a todo, la guajira en
España continuó teniendo una connotación cubana y parece que era importante
enfatizar que fueron aprendidas, o bien directamente en la isla, o de personas
oriundas de la misma emigradas a España. Podría ser que este hecho aportara un
plus a quien las interpreta, quizás como marchamo de autenticidad. Este hecho
aparece tanto antes como después de la independencia de Cuba. Por ejemplo, en
el siguiente texto se enfatiza que son “recogidas de boca de los guajiros”:
Cuando no se calmaba llorando, se desahogaba cantando guajiras, de las que tenía un
riquísimo repertorio, recogidas de boca de los guajíros; algunas eran sátiras intencionadas, y á veces mordaces y cruentas, contra los peninsulares, y de éstas se servía para
maltratar indirestamente á su marido, el cual, lejos de incomodarse, tomaba el asunto
por el lado musical y gracioso.239
También en este otro fragmento de una novela de 1913 se destaca que la
persona que las canta las había aprendido de un marino, que a su vez las había
escuchado recientemente en Cuba.
238
239
El Castellano (Salamanca), 8 de julio de 1904: 2.
Diario de Alicante (Alicante), 5 de noviembre de 1909: 2.
206
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 3. LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
Cantaba unas guajiras; el marino se las había enseñado; el las traía recientes por haberlas
escuchado en Cuba hacía poco, y gustaba de que su novia las cantase; no tenía consuelo
una voz de esas magníficas, pero su timbre suave y argentino encantaba á cuantos la
oían.240
Este vínculo que la guajira española se resistió a perder con Cuba también
se percibe en el afán por recrearla lo más similar a “como se realiza en aquel país”,
como vimos en la noticia de la comparsa de negros mostrada en el capítulo anterior. Esto mismo se muestra también en el siguiente fragmento de un relato, en el
que se trata de recrear el sonido del güiro con un rallador: “A mis instancias, ofreció
cantar algo: y ni corta ni perezosa, pidió un rayador, y utilizándolo á manera de
güiro, se arrancó por unas guajiras en italiano que partían los corazones.”241. En
una crónica de un concierto en el Ateneo de Mahón en 1914, el periodista comenta,
quizás como recurso literario, que el canto de la guajira traslada al oyente a un
ambiente típico del campo cubano.
Al terminar la citada sinfonía y con ella el concierto, el público mostró tan insistentes
deseos de que se prolongase tan hermosa fiesta y a ello accedieron la señorita de Merino
cantando con inimitable gracia y expresión unas guagiras que hacían surgir la visión del
bohío escondido entre los palmares bajo el radiante cielo tropical y templaban nuestra fría
noche de Enero con brisas cálidas de aquellos países amados el sol […].242
En otra crónica, esta vez de la actuación en Tenerife de la cantante Pastora
Rojas Monje “Pastora Imperio” (1887-1979) –hija de Rosario “La Mejorana” antes
citada–, se enfatiza que para cantar bien las guajiras el intérprete debe de haber
nacido en Cuba. A pesar de que, a oídos del periodista, Pastora Imperio no cantara
exactamente un punto cubano, se destaca la “gracia” en su interpretación que a su
juicio suplió estas carencias:
240
El Diario Palentino (Palencia), 26 de noviembre de 1913: 3.
Por ahí te pudras (Cádiz), 16 de febrero de 1909: 2-3.
242
La Voz de Menorca (Mahón), 8 de enero de 1914: 3.
241
207
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Las guajiras, cantadas por Pastora Imperio, gustaron mucho; pues aunque no fuera exactamente el punto cubano, ella con su gracia original suplió algunos detalles y se hizo aplaudir estruendosamente, que no es cosa tan fácil de cantar guajiras quien no ha nacido en
la perla antillana.243
En la segunda década del siglo XX se extiende en España este gusto por
tratar de cantar las guajiras de una manera “fiel” a cómo se realiza en Cuba. Algunos compositores españoles publican guajiras tituladas Guajiras cubanas, incluidas
normalmente en colecciones de cantos y bailes españoles, como por ejemplo en
Cantos de mi patria. Gran colección de cantos y bailes españoles de Eduardo Moreno Manella (1902), en Primera colección de cantos y bailes populares españoles de Modesto y Vicente Romero (ca. 1911), o en la Colección española de cantos y bailes de Severino García
Fortea (1913).
Ilustración 22. Cantos de mi Patria
(E. Manella)244
Ilustración 23. Colección española de
cantos y bailes (S. García Fortea)245
243
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 1 de octubre de 1910.
Partitura en Biblioteca Nacional de España (MP/314/8).
245
Partitura en Biblioteca Nacional de España (MP/2688/8).
244
208
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 3. LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
También se edita un rollo para pianola titulado Guajira cubana popular (ca.
1929) que corresponde –como muestro en la sección de análisis musical– con la
guajira de la zarzuela Los de Cuba. Algunos cantaores flamencos también graban las
guajiras con esta denominación, como Manuel Escacena (1914). Es curioso que
algunas de estas guajiras “cubanas” se consideren un canto español todavía en esta
época, años después de la independencia de Cuba.
Por lo anterior, observo que se produce una especie de confusión con las
denominaciones de estas expresiones musicales, pues aunque estas obras se titulan
“guajiras cubanas”, contienen las estructuras musicales propias de las guajiras españolas246. Valdría la pena recordar cómo en el capítulo anterior mostré que las
crónicas cuentan que los cubanos en España cantan guajiras, y nunca puntos o
zapateos. Esto se ve con claridad en la noticia de los soldados cubanos prisioneros
en Ceuta en 1896, en la que, según el periodista, cantaban guajiras, sin embargo las
primeras guajiras cubanas que conozco, como mostré en el capítulo anterior, datan
precisamente de ese año. Es probable que estos prisioneros realmente cantaran
puntos o zapateos que el oyente español identificó como guajiras. Dado que en la
guajira española se emplea la décima, y la temática de sus coplas frecuentemente
alude a ambientes campesinos cubanos, unido a las similitudes musicales que tiene
con el zapateo, el punto y la guajira cubana –como se muestra en la sección de
análisis musical–, es probable que al ser escuchadas estas expresiones musicales en
España, se las identificara a todas con el nombre de “guajiras” que es el término
con el que los oyentes españoles estaban más familiarizados. Otro caso que ilustra
claramente esta circunstancia lo encontramos en la zarzuela Los de Cuba, en cuyo
libreto se indica que en una escena se canta un punto cubano (Falcón y Liern 1894,
22), sin embargo, años más tarde este número sería conocido en España con el
nombre de guajiras247. Por tanto, bajo este razonamiento, en ocasiones es difícil
discernir si la pieza musical a la que refieren las fuentes documentales españolas
246
En el capítulo cuarto justifico con el análisis musical el por qué considero estas obras como
guajiras españolas y no cubanas.
247
En la sección de análisis musical muestro este hecho con más detalle.
209
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
con el nombre de guajira, es realmente una guajira española, un zapateo, un punto
o una guajira cubana.
EL BAILE DE LA GUAJIRA
En la mayoría de referencias documentales que he mostrado hasta el momento aparece la guajira en España como una expresión musical cantada, pero
también fue objeto de creación coreográfica en estos años. Parece ser que las guajiras que se incluían en zarzuelas muchas veces eran bailadas. Para no hacer interminable la relación de documentos que acreditan este hecho citaré brevemente
algunos de ellos. En el libreto del juguete cómico-lirico El cosechero de Arganda, estrenado el 19 de junio de 1888 en el teatro de Recoletos de Madrid, se describe la
guajira como una pieza que “se canta y baila”:
Raf.
Pil.
Raf.
Silv.
Dol.
Raf.
Dol.
[…]
Raf.
No. Voy á cantar con usted unas guajiras cubanas… Porque ya saben ustedes que
yo casi, casi, nací en Cuba…
(¿Si yo no voy á saber!...)
(Sígueme á mi, que no hay cuidado.)
La guitarra.
Yo los oiré á ustedes
No: usted será el complemento de la orquesta. Los negros se acompañan de una
especie de tamboril. Lleve usted el compás de estos dos abanicos sobre un sombrero de copa cualquiera… el de don Silvestre, por si marca usted demasiado
fuerte.
Perfectamente. (Aunque mejor golpearía en su cabeza que en su sombrero).
Atención, que esto se canta y se baila (Silvestre toca la guitarra y Dolores lleva el
compás con los abanicos sobre el sombrero de copa).
[Cantan la guajira] […]
Silv. ¡De Cuba!... ¡De Cuba legitimo!
Raf. ¡Y lo creo que de Cuba! (Bebiendo.)
Dol. ¡Yo me he entusiasmado tanto!...
Silv. ¡Si, que me has apabullado el sombrero! (Jackson Veyan 1897 [1892], 23-25)
Este hecho se confirma en la crónica de una representación de dicha zarzuela en Santa Cruz de Tenerife en 1892: “La Sra. Fontany fue aplaudida, tanto en
210
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 3. LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
la romanza como en las guajiras que cantó y bailó con mucha expresión en unión
del Sr. Infante.”248. En 1898, en la crónica de un concierto en Palma de Mallorca
se menciona cómo las guajiras de El arco iris son bailadas con éxito: “El público
aplaudió los numerosos chistes de la obra y la Sra. Mesejo tuvo que repetir las
guajiras que se canta y se baila por todo lo alto.”249.
También encuentro multitud de noticias referentes a que las famosas guajiras de La revoltosa eran acompañadas casi siempre de baile: “La simpática Pepita
Alcocer, cantó y bailó las guagiras de «La Revoltosa,» mereciendo los honores de
la repetición.”250; “Con justicia se hizo aplaudir las guajiras que volvió á cantar con
la intervención de la señorita Marín, que las bailó.”251; “Merece mención Consuelo
Taberner que entusiasma trabajando y siente el calor de la sala, hasta el punto de
desquiciarse. Por sufragio universal, volvió á cantar y bailar todas las guagiras sin
demostrar fatiga.”252; “La señorita Cerdeño, bien cantando las guajiras y para no
necesitar ayuda, se lanzó á bailarlas”253; “Nina, muy salada cantando sus guajiras y
bailándolas.”254; “Magdalena Domingo fué también aplaudida en las guajiras que
cantó con gracejo y bailó muy bien.”255; “En La revoltosa cantó y bailó las guajiras
Carmen Hernández, pero parecía distraída ó no se ha familiarizado con el papel.”256; “La graciosa Sra. Montiel tuvo que repetir las guajiras y el baile.”257; “Por
cierto que este actor en el bailable de las guajiras sufrió un desavío en el pantalón,
que á no andar listo hubiera dado lugar á un chiste en acción, poco edificante.”258,
etc. Tal vez sea importante mencionar que la guajira de esta zarzuela no tiene una
alusión cubana sino flamenca. En la partitura de otra zarzuela cómica titulada La
248
“Teatro” El Liberal de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 15 de febrero de 1892: 3.
La Unión Republicana (Palma de Mallorca), 31 de enero de 1898: 3.
250
La Unión Republicana (Palma de Mallorca), 4 de enero de 1899: 3.
251
La Rioja (Logroño), 13 de junio de 1899: 2.
252
La Rioja (Logroño), 20 de marzo de 1900: 2.
253
La Rioja (Logroño), 25 de abril de 1900: 2.
254
El Porvenir Segoviano (Segovia), 9 de julio de 1900: 2.
255
El Defensor de Córdoba (Córdoba), 17 de junio de 1902: 3.
256
La Rioja (Logroño), 15 de enero de 1904: 2.
257
Heraldo de Alcoy (Alcoy), 15 de marzo de 1904: 2.
258
Heraldo de Alcoy (Alcoy), 22 de noviembre de 1904: 1.
249
211
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
mulata, al comenzar la guajira aparece escrita expresamente la indicación “bailan”
(Valverde Sanjuán ca. 1905, 4):
Ilustración 24. Fragmento de la partitura de la guajira de La mulata
Además de estas guajiras bailadas en zarzuelas, también las encuentro en
otros ámbitos, por ejemplo en 1888 en una “zambra gitana” organizada en
Orihuela (Alicante) con motivo de una boda donde las guajiras se bailan por lo
flamenco:
La boda gitana, que vino de Murcia el miércoles pasado, con objeto de solemnizar el
acontecimiento, organizó en el teatro una zambra gitana compuesta de canto y baile
flamenco. […]
Rompió el baile la novia, Dolores Leandro, llevando por pareja á su tio Roque, con una
malagueña cartagenera.
Siguió á esta pareja Josefa y Luis, hijos de Miguel Fernandez, organizador de la funcion.
Luego infinidad de parejas bailaron guajiras, y un número del «Arte de los Toros.» […]259
En 1898 se anuncia que se bailarán “guajiras flamencas” en una función de
bailes españoles en Córdoba:
[…] En la función que celebrará la sociedad “Unión Juvenil”, el domingo 23 del corriente, se anuncia tomará parte el notable profesor de baile don José Varo y varias de
sus aventajadas discípulas, ejecutándose el Bolero español, Manchegas dobles, La perla
de Aragón, Peteneras gaditanas, Guajiras flamencas y el wals Sobre las Olas. […]
(Obregón y González 1898, 1)
259
“Sueltos y noticias” El Día (Orihuela), 19 de febrero de 1888: 3.
212
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 3. LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
Algunos maestros como José Otero crearon coreografías de guajiras, y en
su Tratado de bailes comenta lo siguiente:
Hace tiempo que estaba queriendo poner en baile las Guajiras por ser una música y cante
antiguo y muy conocido de nosotros, siendo el cante popular de Cuba. […] Yo no recuerdo habérselas visto bailar á nadie, aunque creo haber oído decir que hay quien las
baila.
La música de las Guajiras no es todo lo alegre que requieren los bailes andaluces, pero
como hoy está en moda ponerle baile á todos los cantes flamencos, y las Guajiras las
hemos oído a muchísimos cantadores de oficio, pues hubo una época que las hizo célebres y populares en toda España el simpático Pepe Riquelme (1912, 232-233).
En esta obra incluye una partitura de guajira que finaliza con un zapateado
de dieciséis compases que se van acelerando, pues comienza con la indicación
“vivo”, cambiando a “más vivo” en los últimos ocho compases.
LAS GUAJIRAS ESPAÑOLAS EN MÉXICO Y CUBA
Las noticias sobre la presencia de guajiras españolas en México y en Cuba
que he encontrado se refieren principalmente a las representaciones de zarzuelas
que las contienen. Por ejemplo, en la crónica del estreno de la zarzuela La tela de
araña en el teatro Arbeu de la Ciudad de México en 1884, se subraya la calidad de
la guajira que contiene260:
260
Además de esta referencia, encuentro más menciones de su representación en México: El
Monitor (Ciudad de México), 14 de mayo de 1885: 4; El Socialista (Ciudad de México), 6 de junio
de 1886: 4; El Foro (Ciudad de México), 30 de abril de 1887: 4; El Siglo Diez y Nueve (Ciudad de
México), 2 de agosto de 1890: 2; El Municipio Libre (Ciudad de México), 30 de septiembre de
1890: 3; La Patria (Ciudad de México), 29 de octubre de 1890: 3; Le Trait d’Union (Ciudad de
México), 29 de enero de 1891: 3; El Siglo Diez y Nueve (Ciudad de México), 24 de diciembre de
1892: 3; Periódico oficial del Partido del Carmen (Campeche) 29 de enero de 1893: 4; El Eco Social
(Ciudad de México), 29 de agosto de 1894: 4; El Diario del Hogar (Ciudad de México), 4 de
marzo de 1896: 3; El Siglo Diez y Nueve (Ciudad de México), 18 de marzo de 1896: 3; La Iberia
213
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
La Tela de Araña, es una obra encantadora. La música del maestro Nieto parece un
ramillete de flores tropicales, y la comedia es una filigrana conteniendo elegantísimos
versos debidos á las inspiradas plumas de los autores Calixto Navarro y Javier Govantes
de Lamadrid. […]
La guajira con que comienza el segundo acto es admirable; […]. (Titania [pseud.] 1884)
En 1897 se estrena La banda de trompetas en el Teatro Principal de la Ciudad
de México y el éxito de la guajira fue incuestionable261:
La piecesita estrenada anoche en el Principal es de las que durarán mucho tiempo en el
cartel; su libro es regocijadísimo y hace reír de buena gana.
En la escena del sonambulismo, la culminante de la obra, se pudo apreciar el derroche
de humorismo del Sr. Carlos Arniches, autor de la letra y la inspiración del maestro Torregrosa, por una preciosa guajira que fué bisada á instancias del público, lo mismo que
un coro escrito con mucho talento artístico.
La obra fué muy aplaudida, distinguiéndose en su desempeño Cirés Sánchez. (Gavilanes
[pseud.] 1898).
(Ciudad de México), 13 de septiembre de 1910: 3; La Iberia (Ciudad de México), 15 de diciembre de 1910: 2. También se anuncia su venta en El Diario del Hogar (Ciudad de México), 8 de
octubre de 1896: 4; 10 de octubre de 1896: 4; 8 de diciembre de 1896: 4;
261
Esta zarzuela se representó en numerosas ocasiones en México en años sucesivos. Entre las
noticias de sus representaciones que encuentro, menciono estas fuentes: La Voz de México
(Ciudad de México), 18 de agosto de 1897: 3; La Patria (Ciudad de México), 4 de julio de 1897:
3; El Correo Español (Ciudad de México), 6 de julio de 1897: 2; El Correo Español (Ciudad de
México), 7 de julio de 1897: 3; El Correo Español (Ciudad de México), 9 de julio de 1897: 3; El
Correo Español (Ciudad de México), 10 de julio de 1897: 3; El Correo Español (Ciudad de México),
15 de julio de 1897: 3; El Correo Español (Ciudad de México), 18 de julio de 1897: 3; El Correo
Español (Ciudad de México), 23 de julio de 1897: 3; El Correo Español (Ciudad de México), 21
de agosto de 1897: 3; El Correo Español (Ciudad de México), 25 de agosto de 1897: 3; El Correo
Español (Ciudad de México), 4 de septiembre de 1897: 3; El Correo Español (Ciudad de México),
18 de septiembre de 1897: 3; El Correo Español (Ciudad de México), 13 de octubre de 1897: 3;
El Correo Español (Ciudad de México), 23 de enero de 1898: 3; El Correo Español (Ciudad de
México), 1 de junio de 1898: 3; El Popular (Ciudad de México), 18 de agosto de 1898: 1; Diario
del Hogar (Ciudad de México), 27 de enero de 1899: 3; El Popular (Ciudad de México), 5 de abril
de 1899: 1; El Alacrán (Ciudad de México), 17 de febrero de 1900: 3; El Correo Español (Ciudad
de México), 12 de octubre de 1900: 3; El Imparcial (Ciudad de México), 12 de septiembre de
1901: 2; El Correo Español (Ciudad de México), 30 de julio de 1913: 4; El Pueblo (Ciudad de
México), 12 de mayo de 1916: 5; El Pueblo (Ciudad de México), 18 de junio de 1916: 5.
214
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 3. LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
Además de las mencionadas, otras zarzuelas representadas en México que
contienen guajiras fueron: Flamencomanía262, Manzanilla y dinamita263, La revoltosa264,
La mulata265, ¡Pícara lengua!266, La cacharrera267, o La alegría del batallón268.
262
El Monitor Republicano (Ciudad de México), 22 de julio de 1888: 4; The Two Republics (Ciudad
de México), 5 de agosto de 1888: 4; La Patria (Ciudad de México), 19 de agosto de 1888: 4; El
Monitor Republicano (Ciudad de México), 26 de agosto de 1888: 4.
263
El Municipio Libre (Ciudad de México), 9 de agosto de 1888: 3; El Municipio Libre (Ciudad de
México), 10 de agosto de 1888: 3; El Municipio Libre (Ciudad de México), 14 de agosto de 1888:
3; La Voz de México (Ciudad de México), 15 de agosto de 1888: 3; La Patria (Ciudad de México),
25 de agosto de 1888: 4; El Monitor Republicano (Ciudad de México), 8 de febrero de 1896: 2; El
Diario del Hogar (Ciudad de México), 7 de diciembre de 1902: 3; La Patria (Ciudad de México),
16 de febrero de 1905: 3.
264
El Municipio Libre (Ciudad de México), 26 de febrero de 1898: 2; El Municipio Libre (Ciudad de
México), 2 de marzo de 1898: 3; Frégoli (Ciudad de México), 14 de marzo de 1898: 2 y 6; El
Correo Español (Ciudad de México), 24 de marzo de 1898: 3; La Patria (Ciudad de México), 1 de
abril de 1898: 3; El Popular (Ciudad de México), 11 de abril de 1898: 4; El Municipio Libre (Ciudad de México), 17 de abril de 1898: 3; La Patria (Ciudad de México), 1 de mayo de 1898: 3;
El Municipio Libre (Ciudad de México), 12 de mayo de 1898: 3; La Patria (Ciudad de México),
29 de mayo de 1898: 3; El Popular (Ciudad de México), 10 de junio de 1898: 1; La Patria (Ciudad
de México), 3 de julio de 1898: 3; El Tiempo (Ciudad de México), 14 de agosto de 1898: 3; El
Correo Español (Ciudad de México), 11 de septiembre de 1898: 3; La Patria (Ciudad de México),
20 de octubre de 1898: 3; El Popular (Ciudad de México), 2 de febrero de 1899: 3; La Patria
(Ciudad de México), 7 de julio de 1899: 3; El Popular (Ciudad de México), 8 de marzo de 1900:
2; El Diario del Hogar (Ciudad de México), 7 de diciembre de 1900: 3; El Imparcial (Ciudad de
México), 20 de agosto de 1901: 1; El Popular (Ciudad de México), 23 de diciembre de 1901: 3;
El Tiempo (Ciudad de México), 3 de mayo de 1902: 3; El Popular (Ciudad de México), 28 de
abril de 1903: 3; El Popular (Ciudad de México), 2 de enero de 1904: 3; La Patria (Ciudad de
México), 2 de febrero de 1905: 3; La Patria (Ciudad de México), 24 de marzo de 1906: 1; El
Diario (Ciudad de México), 25 de junio de 1907: 3; El Correo Español (Ciudad de México), 21 de
enero de 1908: 3; El Diario (Ciudad de México), 23 de agosto de 1909: 6.
265
La Patria (Ciudad de México), 10 de junio de 1905: 3; La Patria (Ciudad de México), 18 de
junio de 1905: 3; El Correo Español (Ciudad de México), 5 de julio de 1905: 3; La Patria (Ciudad
de México), 18 de junio de 1905: 3; La Voz de México (Ciudad de México), 27 de julio de 1905:
2; La Voz de México (Ciudad de México), 8 de agosto de 1905: 2; La Opinión (Veracruz), 7 de
septiembre de 1905: 3; La Opinión (Veracruz), 31 de diciembre de 1905: 1; El Popular (Ciudad
de México), 8 de diciembre de 1906: 2; El Correo Español (Ciudad de México), 10 de julio de
1905: 3.
266
El Popular (Ciudad de México), 19 de septiembre de 1906: 3.
215
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Aparte de estas guajiras, encuentro más referencias que muestran la presencia de esta expresión musical en México. En 1898 Agustín Guzmán dedica un
poema a la artista Luisa Obregón en la que menciona que baila la guajira (1898, 5):
Cuando baila la guajira con un chiste
que nos hace de contento estremecer,
el encanto de su gracia quien resiste?
¿quién no aplaude sin poderse contener?
En 1906 se interpreta la guajira –aunque desconozco si es la española o la
cubana– en una función familiar:
Aniversario de la Sociedad Mutualista Miguel Negrete.
En atenta y elegante esquela acabamos de recibir la siguiente invitación:
“Los que suscribimos tenemos la honra de invitar á usted, á nombre de esta Sociedad,
para que con su apreciable familia se sirva concurrir la noche del lunes 26 del presente á
una Velada familiar que, con motivo del 7º Aniversario de su fundación tendrá verificativo en su salón de sesiones (Rinconada del Callejón de Barreteros ó Capilla) y el cual
comenzará á las 8 y media de la noche, bajo adjunto programa. […]
7º “Guajira.” Pieza de violín y piano por los señores Antonio Sánchez y Manuel Ríos.269
También encuentro que la guajira es interpretada como pieza concertística
de guitarra ejecutada por un par de intérpretes. El primero es el guitarrista José
267
El Popular (Ciudad de México), 15 de abril de 1906: 2; El Imparcial (Ciudad de México), 1 de
mayo de 1906: 2; La Opinión (Veracruz), 11 de mayo de 1906: 1; La Opinión (Veracruz), 17 de
mayo de 1906: 2.
268
El Correo Español (Ciudad de México), 22 de mayo de 1909: 2; La Iberia (Ciudad de México),
23 de mayo de 1909: 2; La Opinión (Veracruz), 19 de julio de 1909: 2; La Patria (Ciudad de
México), 4 de enero de 1910: 7; La Iberia (Ciudad de México), 16 de julio de 1910: 2; La Patria
(Ciudad de México), 3 de septiembre de 1910: 7; El Correo Español (Ciudad de México), 7 de
octubre de 1913: 3; The Mexican Herald (Ciudad de México), 16 de septiembre de 1915: 4; El
Pueblo (Ciudad de México), 12 de enero de 1916: 8; El Pueblo (Ciudad de México), 21 de agosto
de 1918: 7; El Nacional (Ciudad de México), 19 de septiembre de 1916: 6; El Informador (Guadalajara, México), 17 de julio de 1921: 6.
269
El Popular (Ciudad de México), 26 de febrero de 1906: 2.
216
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 3. LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
Luis Castillo Velasco quien, como se ve en la siguiente cita, la integra en su repertorio en un concierto de guitarra en San Luis Potosí: “El Sr. Castillo Velasco, en el
difícil instrumento de la guitarra logró entusiasmar al público con la brillante ejecución del Tango y de las Guajiras”270. Al año siguiente también las interpreta en
la Ciudad de México:
Una audición
En la casa del señor Lic. D. Ezequiel A. Chávez, Subsecretario de Instrucción Pública,
se verificará esta noche una audición de carácter íntimo.
El programa es el siguiente:
[…]
VIII. a. Preludio XV. Chopin. b. Romanza (Barcarola Veneciana). Mendelsohn. c. Minuetto. Boccherini. d. Amor. Villanueva. e. Guajiras. Guitarra, señor José Castillo Velasco.271
El segundo guitarrista es el español Guillermo Gómez, afincado en México
desde principios de siglo, realizó numerosas composiciones y conciertos de música
española y flamenco en dicho país. Hay constancia de la interpretación de las guajiras en algunos de sus conciertos, por ejemplo, en el Centro Asturiano de la Ciudad
de México en 1910: “El señor Gómez, Director de la Tuna, ejecutará solo en guitarra, el Vals Capricho, de Tárrega y las Guajiras, Malagueñas y Preludio en Mi
menor, del que es autor el mismo ejecutante.”272. En 1914 se publica en el Diario
Oficial de los Estados Unidos Mexicanos el registro de diversas obras de autor, entre las
que se encuentran las “Guajiras Flamencas,” para piano de este compositor273. En
1917 lo encuentro dirigiendo una banda de música en el Hipódromo de la Condesa:
Domingo 21 de enero de 1917, a las 3 p.m. en punto.
Gran festival de música y sport.
Concierto monstruo por una banda de 200 profesores, dirigidos por el señor Guillermo
Gómez.
270
El Contemporáneo (San Luis Potosí), 17 de mayo de 1904: 2.
El Correo Español (Ciudad de México), 3 de octubre de 1905: 2.
272
“Centros españoles” El Diario (Ciudad de México), 28 de diciembre de 1910: 6.
273
Diario Oficial de los Estados Unidos Mexicanos (Ciudad de México), 27 de enero de 1915: 1.
271
217
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Se ejecutará el nuevo arreglo de AIRES POPULARES ANDALUCES, en los cuales el
autor ha cambiado los temas y coplas de malagueñas, tangos, soleares y guajiras; conservando el mismo corte de sus antiguos arreglos de la popular música de Andalucía.274
Ilustración 25. Portada de la partitura de Aires Andaluces de Guillermo Gómez275
Pude localizar la partitura de Aires Andaluces y, como bien lo dice la cita contiene unas guajiras. También encontré una grabación de 1951 de esta obra interpretada por orquesta dirigida por el mismo Gómez276. Esta obra es analizada en el
capítulo correspondiente. En 1918 de nuevo interpreta sus Guajiras flamencas a la
guitarra en una fiesta privada en la Escuela Libre de Homeopatía:
274
El Pueblo (Ciudad de México), 19 de enero de 1917: 5. Se repite la nota el día del evento, el 21
de enero en el mismo diario.
275
Colección propia.
276
Vista en John Donald Robb Folk Archive. Center for Southwest Research, Zimmerman Library,
University of New Mexico, Albuquerque. URL: http://econtent.unm.edu/cdm/compoundobject/collection/RobbFieldRe/id/7805/rec/1 (último acceso: 13 de noviembre de 2016).
218
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 3. LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
También la dirección, profesores y alumnos de la Escuela Libre de Homeopatía organizó una fiesta que tendrá lugar en el salón de actos de la escuela, en la que serán distribuidos premios a los alumnos más aprovechados en el año escolar que termina, así como
los otorgados por el licenciado Espinosa Mireles, a los vencedores en el concurso a que
convocó la “Confederación Cooperativa Nacional”.
El programa de la fiesta es el siguiente: […]
III. a. “Idilio Gitano,” G. Gómez. Viola de Amor.– b. “Serenata Arabe.” Tarrega.– c.
“Guajiras Flamencas,” G. Gómez.– Guitarra, señor G. Gómez.277
También encuentro anuncios de la venta de discos de guajiras flamencas en
México, como por ejemplo las Guajiras de los de Cuba de Antonio Pozo “El Mochuelo” (1868-1937)278, o las Guajiras de Manuel Escacena279. Además, en una entrevista a la bailarina Adelina Iris en el diario El país de la Ciudad de México, comenta que interpreta “hondas” guajiras de la siguiente forma: “me dedico con la
mejor voluntad del mundo. Los couplets de moda, los jipíos andaluces, las peteneras que desgarran las entrañas y las hondas guajiras, se familiarizan conmigo cada
día más.” (Interim [pseud.] 1913). Otro ejemplo aparece en la noticia siguiente,
donde la guajira flamenca es cantada por Francisco García “El Piripitipi” junto con
las malagueñas:
En el elegante Salón mejicano, de la calle del Empedradillo, trabaja actualmente con gran
aplauso del público, la popular murga “Los [no se entiende]”, quienes consiguen todas
las noches ser ovacionados por la mucha gracia con que cantan intencionados couplets,
pero muy especialmente logran el favor del auditorio, parodiando la típica orquesta de
Xochimilco, vistiendo los clásicos trajes del país, donde derrochan el ingenio y en el
género flamenco, que Francisco García, el Piripitipi, canta con verdadera maestría, cautivando con malagueñas y guajiras.
Además de esta notable variedad, se exhiben vistas cinematográficas bellísimas, que están
llamando la atención.280
277
El Pueblo (Ciudad de México), 12 de octubre de 1918: 2.
El Diario (Ciudad de México), 3 de diciembre de 1911: 8. Se repite el anuncio el 17 de diciembre de 1911: 8.
279
El Diario (Ciudad de México), 4 de febrero de 1912: 12.
280
El Correo Español (Ciudad de México), 31 de agosto de 1909: 2.
278
219
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
En un ambiente de la vida doméstica, en un relato se menciona como alguien silba una guajira acompañándose con la vihuela. Se describe que es una guajira “en re”, lo que hace pensar que es una guajira española al ser esta afinación
muy típica de éstas en esa época.
Tomás antes de comer, mientras ponían la sopa, hizo lo de siempre: se sentó en el butaquito sin quitarse el sombrero, afinó su vihuela, rasgueó algunos acordes, y, muy á la
sordina, trató de sacar de oído el acompañamiento en re de una guajira, llevando la melodía con un discreto silbido […] (Tick Tack [pseud.] 1906).
En México también se publican algunas coplas de guajiras, por ejemplo la
titulada “guajiras andaluzas” del citado Belmonte Müller, compuesta de ocho décimas dedicadas, cada una de ellas a una provincia andaluza (1892, 1)281. Salvador
Rueda dedica una guajira promulgando su deseo de que Cuba permanezca unida a
España (1895, 171)282. Esta guajira fue contestada unos días más tarde con otras
que, en sentido contrario, ensalzaban las aspiraciones de libertad del pueblo cubano
(Domínguez Lowan 1895, 1-2).
Respecto a la presencia de la guajira española en Cuba, en el Museo Nacional
de la Música de La Habana se conservan los manuscritos orquestales de las obras
que se representaban en el Teatro del Tacón. Allí pude localizar la partitura de la
zarzuela Los de Cuba, y la de La tela de araña, lo que indica que se representaron en
este teatro. En el manuscrito orquestal de Los de Cuba aparecen en la “parte de
apuntar” tres anotaciones que deben corresponder a distintas representaciones de
esta obra en La Habana. Ésta son: “Teatro Albisu. 1º de abril de 1889”, “Teatro
Albisu Habana 1º abril 1890”, y “Benefº de [ILEGIBLE] Abril 1º 1892”. En la
parte de flautín de nuevo aparece una anotación “Se estrenó el 1º de abril de 1889”.
En la partichela de clarinete 1º aparece anotado “Mayo 1893 Albisu”, en la de cornetín aparece “Habana y abril 18 del 89”, y en la de fagot aparece la anotación
“Mexico. 3 de Septiembre 1892”. Esta última nota es probablemente un indicador
281
Estas coplas también se publicarán en El Correo Español (Ciudad de México) del 23 de agosto
de 1892, y en La Patria Ilustrada (Ciudad de México) del 31 de octubre de 1892. Una de ellas la
trascribo en la contraportada de esta tesis.
282
Se publica también en El Diario del Hogar (Ciudad de México) del 4 de julio de 1895.
220
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 3. LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
de que este manuscrito viajó a México y luego volvió a La Habana. Es interesante
que hay una coincidencia en las fechas de representación de varios años, en el día
primero de abril. No obstante, desconozco si esto responde a alguna razón o efemérides en especial.
Ilustración 26. Teatro del Tacón. Grabado en (García de Arboleya 1859)
221
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Los documentos que he analizado en este capítulo nos hablan de que la
guajira está presente en España desde el último cuarto del siglo XIX, principalmente en ámbitos escénicos. Podría considerarse “joven” si se compara con la longevidad del jarabe en México o el zapateo en Cuba. La guajira española estuvo muy
vinculada con expresiones musicales cubanas como el punto, el zapateo o la guajira
cubana. Se incluyó en zarzuelas como paradigma de lo cubano en algunas ocasiones pero también de lo andaluz en otras. Además, las guajiras no solo fueron consideradas como una forma cantada sino que también se compusieron coreografías
para ser bailadas, sobre todo aquellas que formaron parte de zarzuelas. Fue una
pieza predilecta en el repertorio de los guitarristas y diversos músicos compusieron
guajiras para otras formaciones instrumentales. A su vez se publicaron innumerables coplas de guajiras que circularon en diversos diarios de España y México, así
como en recopilaciones de canciones, en libros y en pliegos de cordel.
Desde las primeras referencias se constata su adscripción al flamenco, convirtiéndose en uno de los palos más populares del momento. He incorporado el
análisis estadístico para vislumbrar que las guajiras tuvieron cuantitativamente un
peso importante en las producciones fonográficas de esta época siendo de los cantes más grabados. La participación de artistas flamencos en zarzuelas no ha sido
apenas mencionada en trabajos de investigación precedentes, ni tampoco el hecho
de que éstos interpretaban guajiras de zarzuelas en sus espectáculos flamencos
fuera del teatro. Todo ello demuestra que en esa época los límites entre el flamenco
y el género lírico no estaban tan marcados como sostiene la musicología y la flamencología.
De acuerdo con las fuentes, otras ocasiones donde también se interpretaron
fueron en las fiestas y reuniones de estratos sociales hegemónicos, principalmente
en Andalucía. Además, hay noticias de que se cantaban en estamentos subalternos
por toda la geografía española como en fiestas y celebraciones de los gitanos, en
los carnavales, en fiestas o romerías de algunos pueblos españoles o en reuniones
222
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 3. LAS GUAJIRAS EN ESPAÑA
de pastores trashumantes. Precisamente esta actividad de la trashumancia fue uno
de los medios de difusión de la guajira.
Con esto vemos que, a pesar de que algunas voces que aclamaban un “anticubanismo” tras la pérdida de la guerra, las guajiras ya estaban muy asimiladas en
la sociedad española y no disminuyó su vigencia. De hecho, fueron cantadas por
excombatientes españoles y repatriados de la Isla tras la independencia. En los años
sucesivos incluso era muy apreciado que las guajiras fueran traídas de Cuba o que
personas cubanas las interpretaran en España. Las descripciones encontradas en
ciertas fuentes, nos dan la pista para pensar que la categoría “guajira” podía en
ocasiones referirse al punto, al zapateo o a la guajira cubana. Este hecho se corrobora con el análisis musical que expongo en los siguientes capítulos.
A diferencia de lo que sucediera con las expresiones musicales estudiadas en
los dos primeros capítulos, la presencia de la guajira española en otros países como
Cuba y México se limitó casi exclusivamente a los ámbitos escénicos. Esta expresión musical sigue viva en España, principalmente como parte del repertorio flamenco, donde se sigue cantando, bailando e interpretando en temas instrumentales.
223
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
224
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
SEGUNDA PARTE: ANÁLISIS MUSICAL
S EGUNDA PARTE
ANÁLISIS MUSICAL
225
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Esta segunda sección de la tesis la dedico al análisis comparativo de una serie
de obras –tanto partituras como grabaciones– pertenecientes a las distintas expresiones musicales en estudio, con el objeto de identificar las estructuras que pudieran ser compartidas entre ellas. La presencia de dichas estructuras da cuenta de la
circularidad que tuvieron estas músicas en diversos ámbitos sociales. Asimismo
son indicios que nos hablan de la intensa relación existente entre diversos colectivos en el contexto hispanoamericano. De igual modo, el contraste entre las estructuras compartidas y aquellas específicas de cada música, me permite entender cómo
operaron los procesos de cambio musical en cada lugar. La posibilidad de identificar estos rasgos específicos y compartidos me da pie a plantear que todas estas
expresiones conforman un sistema musical de transformaciones.
Consta de dos capítulos: el cuarto, dedicado al análisis de las variaciones
instrumentales de las piezas que componen el corpus, y el quinto, dedicado al análisis paradigmático de alturas de las partes cantadas, que denomino de aquí en adelante coplas. En los distintos tipos de análisis expuestos aplico diferentes criterios
de acuerdo a las peculiaridades de cada uno de ellos y son detallados en su momento.
226
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
SEGUNDA PARTE: ANÁLISIS MUSICAL
Dado que la metodología de análisis paradigmático y su representación está
descrita con detalle en mi tesis doctoral de la Universidad de Sevilla, considero
suficiente recordar a manera de resumen que sus fases principales son las siguientes:
[…] segmentación, agrupación por similitud y definición de los paradigmas. A grandes
rasgos, podemos definir a la segmentación como el proceso de dividir una frase o secuencia musical en unidades discretas que se denominarán segmentos. Una vez segmentada la pieza, se procede a la agrupación de los segmentos por algún criterio de similitud.
De cada grupo de segmentos se puede definir un paradigma que contiene un conjunto
de elementos constantes y variantes. Estos últimos serán los elementos susceptibles de
ser sustituidos unos por otros en un mismo contexto (conmutación), conformando clases de equivalencia (Hernández Jaramillo 2015, 46).
Es importante aclarar que en los análisis paradigmáticos, en ocasiones se
mostrarán “paradigmas” que constan solo de un segmento. Soy consciente que
esto podría considerarse inadecuado dada la definición de paradigma que Arom
proporciona (Arom 2001 [1991], 209). No obstante, hay momentos en que es pertinente dividir un paradigma en subgrupos de segmentos para mostrar con más
claridad el modo en que está operando la construcción, ya sea de la copla o del
motivo instrumental. De este modo, es posible que queden subgrupos con un solo
segmento.
En la descripción del corpus de análisis se indicará si la obra musical corresponde a una partitura o una transcripción de audio, su nombre, codificación interna, autor y año de composición o grabación. Siempre que sea posible se incluye
un enlace para poder escuchar la pieza. Para ello se emplea un código de barras
tipo QR que al ser escaneado por algún dispositivo móvil –smartphone o tablet–,
reproduce automáticamente la pieza. En caso de que no se disponga de un dispositivo móvil también se podrá escuchar introduciendo el código de la obra en la
página web http://www.sonidosolvidados.org/tesis. Toda esta información de las
piezas del corpus de análisis aparecerá visualmente de la siguiente forma:
227
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Tabla 1. Información de las piezas musicales que componen corpus de análisis
Nº
Cód.
Pieza
Escuchar
1
ZC310
Potpourrí cubano. Zapateado
José White
[1859]
La información que aparece es:
§ Nº de pieza del corpus.
§ Código de la pieza. Si no dispone de la aplicación de escaneo de códigos
QR, se puede escuchar la obra introduciendo este código en el sitio web.
§ Icono que indica si la pieza es grabación
o partitura
.
§ Nombre de la pieza.
§ Autor.
§ Año de composición o grabación.
§ Código QR. Escaneando este código se comienza a escuchar la pieza en su
dispositivo móvil.
228
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
C APÍTULO 4. A NÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
CAPÍTULO 4
ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES
INSTRUMENTALES
En la sección de análisis documental mostré cómo en México y Cuba no
podía faltar un músico que punteara la guitarra, arpa o tiple, y en España esa función la realizaba principalmente el guitarrista. La estructura general de las expresiones musicales estudiadas consiste en intercalar motivos instrumentales y coplas
cantadas. En este capítulo me centro en el análisis de las variaciones instrumentales
que se ejecutan para comenzar las piezas, en las cesuras entre algunos versos de las
coplas o intercaladas entre ellas. En ocasiones estas obras son concebidas completamente instrumentales.
El objeto de este capítulo es analizar estas variaciones desde diversas perspectivas para identificar si existen analogías, en su construcción melódica, entre las
músicas de los tres territorios que estudio. Planteo un primer análisis armónicorítmico para presentar el marco estructural sobre el cual éstas se construyen. En
segundo lugar, incluyo el análisis paradigmático de las variaciones tanto por expresión musical individual como en su conjunto. Posteriormente, realizo un análisis
interválico, y, por último, el análisis de sus estructuras rítmicas.
229
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
ESTRUCTURA ARMÓNICO-RÍTMICA
Antes de comenzar los análisis de alturas, interválicos y rítmicos de las variaciones instrumentales, considero oportuno mostrar brevemente las estructuras
armónico-rítmicas más habituales sobre las que se construyen las mismas. Las expresiones musicales en estudio se basan en una estructura rítmica sesquiáltera, habitualmente notada como una sucesión de dos compases en 6/8 y 3/4 respectivamente, aunque en ocasiones el compás de 6/8 suele codificarse como dos de 3/8
–sobre todo en la guajira española–. Asimismo, pueden escribirse en dos compases
de 6/8. En la siguiente tabla se representan las estructuras armónicas predominantes por cada expresión musical:
Tabla 2. Estructura armonico-rítmica de las variaciones instrumentales
Primer compás (6/8)
Segundo compás (3/4)
V
I
Jarabe loco
Zapateado jarocho
V
I
V
Punto cubano
Zapateo cubano
Guajira cubana
Guajira española
IV
I
I
IV
V
I
IV
V
V
I
Como puede comprobarse, las expresiones musicales veracruzanas y la guajira española comparten una estructura muy similar consistente en una sucesión de
dominante-tónica, aunque en las primeras haya una tendencia a terminar el segundo compás sobre la subdominante. Las expresiones musicales cubanas, por el
contrario, invierten esta estructura básica, construyéndose sus variaciones sobre
230
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
tónica-dominante, incluyendo en ocasiones la subdominante al final del primer
compás. Estas variaciones suelen estar en modo mayor, aunque en el punto, la
guajira cubana y la española es posible encontrarlas también en modo menor. Esta
inversión estructural es uno de los rasgos que diferencian claramente al jarabe loco,
zapateado jarocho y guajira española del zapateo, el punto y la guajira cubana.
En la página 209 comenté que determinadas obras españolas que tienen el
título de “guajiras cubanas” se aproximan más al modelo de la guajira española,
pues están construidas principalmente sobre la estructura dominante-tónica en lugar de tónica-dominante. Éste rasgo estructural es uno de los elementos que justifican tal afirmación. De todos modos, en la “guajira cubana” incluida en la Colección
española de cantos y bailes de Severino García Fortea (1913), el compositor durante
unos compases invierte la estructura de la guajira española para seguir el modelo
cubano, incluyendo una secuencia de variaciones muy similares a las del zapateo.
Este guiño, es un indicio que nos podría explicar el porqué del calificativo “cubana” de la pieza.
Quizás puede sorprender que en este aspecto la guajira española sea más
parecida al jarabe o zapateado que al zapateo, punto o guajira cubana con quien
estuvo tan relacionada, como vimos en la sección de análisis documental y veremos
en el de análisis musical de las coplas. Éste puede ser un indicador de que la guajira
española no es una copia tal cual del punto o del zapateo sino que, aunque esté
relacionada con ellos, operaron unos cambios musicales hasta su conformación
definitiva. En este caso, puedo plantear la hipótesis de que esta transformación
puede venir por la codificación que los guitarristas flamencos realizan al tener la
necesidad de acompañar a la guitarra un cante nuevo para ellos. Quizás por el conocimiento que tenían del jarabe, incorporado al flamenco desde hacía unas décadas, emplearon las mismas estructuras de éste al nuevo cante, la guajira. Desafortunadamente, con la información que dispongo no me permite confirmar en su
totalidad esta hipótesis.
231
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
ANÁLISIS DE ALTURAS
La construcción melódica de las variaciones varía ligeramente según las distintas expresiones musicales, pudiéndolas distinguir en dos grupos según si se improvisan o no. En el primero están el jarabe, el zapateado, el punto y el zapateo,
cuyos intérpretes realizan dos funciones diferentes. Por un lado, algunos músicos
se encargan de producir una base armónico-rítmica con instrumentos cordófonos,
habitualmente jaranas en las expresiones jarochas, o guitarras en el caso del punto,
los cuales van rasgueando o haciendo pequeñas frases melódicas intercaladas entre
los rasgueos. En las obras pianísticas esta función la suele realizar la mano izquierda.
Por otro lado, están los instrumentistas encargados de construir las variaciones melódicas sobre esta estructura armónico rítmica. En el jarabe y el zapateado
se ha empleado para esta función el arpa, la guitarra de son o la leona. Los músicos
jarochos van improvisando las variaciones continuamente de principio a fin, incluso mientras se canta. La construcción melódica que realizan se basa habitualmente en la ejecución de una nota por cada uno de los doce tiempos de los que se
compone la variación –duración de una corchea cada una–, aunque también se
pueden emplear otras estructuras rítmicas, como expondré más adelante. En el
punto y el zapateo se suele emplear el laúd, que sustituyó al tiple, la bandurria o el
arpa. En este caso, a lo largo del siglo XX se ha ido adquiriendo un nivel de virtuosismo bastante considerable, siendo habitual el empleo de figuras rítmicas como
la semicorchea o incluso la fusa. A diferencia de los jarochos, el instrumentista
cubano no toca estas variaciones mientras se está cantando. El(la) cantador(a) espera el final de la sección de improvisación mediante una señal sonora realizada
por el instrumentista, en cuya última variación antes de dar paso al cante se emplean notas más largas –corcheas– finalizando en una blanca o negra con puntillo.
Una vez que concluye cada sección de canto, el improvisador hace otra señal sonora característica tras la cual comienza de nuevo sus variaciones hasta que decide
dar paso a la siguiente sección cantada. El papel del improvisador es fundamental
pues suele ser el encargado de controlar la ejecución de la pieza. Es habitual que se
232
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
realicen unas pocas variaciones entre las secciones cantadas, aunque si el instrumentista considera que el(la) cantador(a) necesita algo más de tiempo para improvisar los siguientes versos, puede alargar esta sección instrumental. En el caso de
obras pianísticas, este rol melódico frecuentemente lo desempeña la mano derecha.
En el segundo grupo estarían las guajiras españolas, que siguen un comportamiento ligeramente diferente. Para el acompañamiento musical o las obras de
concierto suele emplearse una guitarra que cumple las dos funciones instrumentales comentadas, punteado y rasgueado. Aunque el guitarrista flamenco también
puede improvisar las variaciones –también llamadas falsetas–, lo habitual es que
reproduzca modelos ya conocidos, tras los cuales realiza una rueda armónica característica para dar entrada al cante –a modo de señal– y la mantiene hasta que el
cante termina. Normalmente estas variaciones se ejecutan con el dedo pulgar, ejerciendo la misma función que la plumilla, espiga, púa o plectro en el punteado de
los jarabes, zapateados, puntos o zapateos. Estas secuencias tocadas con el pulgar
son las que van a permitir el análisis comparativo de las variaciones instrumentales
de todas estas expresiones musicales, que muestro a continuación. A lo largo del
siglo XX esta técnica de punteo con el pulgar ha ido cambiando, sobre todo tras la
revolución de la guitarra flamenca en la década de los setenta que llevan a cabo
guitarristas como Paco de Lucía o Manolo Sanlúcar, predominando actualmente
otro tipo de técnicas. En las guajiras pianísticas u orquestales se suele reproducir
esta construcción instrumental que se hace en la guitarra.
CRITERIOS ANALÍTICOS
Para llevar a cabo este análisis, tomo la decisión de no consolidar las alturas
iguales dentro de un segmento, por tanto todas las que el intérprete realice serán
tenidas en cuenta. Me di cuenta que si consolidaba, el nivel de abstracción era elevado y se perdían detalles del modo de construcción de cada motivo. Por esta razón
decidí aplicar un mayor nivel de detalle al análisis respecto a si las alturas fueran
consolidadas.
233
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Las tonalidades de todas las obras se han unificado a do mayor. Asimismo,
las alturas en octavas diferentes son consideradas idénticas. Respecto a la segmentación, inicialmente planteé una división por variación completa, o sea, considerando los dos compases que la componen. Las diferentes estructuras armónicas
sobre las que se construyen las variaciones dependiendo de la expresión musical a
la que correspondan, hacen inviable una comparación de las variaciones completas.
Por tanto, el criterio de segmentación es por cada compás en lugar de por variaciones completas –dos compases–. De esta forma, puedo analizar conjuntamente
todos aquellos segmentos que se construyen sobre la tónica por un lado, y los que
van sobre la dominante por otro, de todas las expresiones musicales.
Analizando estas variaciones, percibo que hay una serie de patrones característicos de cada expresión musical, no obstante también identifico numerosos
patrones compartidos entre todas ellas. Por tanto, planteo primero el análisis de
las variaciones de cada una de las expresiones musicales en estudio, y posteriormente un análisis conjunto del corpus completo. Para ello, el análisis se divide
siempre en dos, el de los patrones que se construyen sobre la tónica y el de aquellos
que lo hacen sobre la dominante.
La agrupación de segmentos se realiza por el criterio de similitud, dividiendo
estos segmentos en una serie de grupos. Estos grupos a su vez se subagruparán en
paradigmas aplicando un criterio de similitud más detallado. Dado que el número
de patrones es muy elevado, y para no hacer tediosa al lector esta sección, para
cada uno de los análisis presento la siguiente información:
1ª. El corpus musical empleado.
2ª. Los cinco grupos mayoritarios encontrados, mostrando el porcentaje de
segmentos que pertenecen a cada uno de ellos.
3ª. De cada uno de estos cinco grupos muestro algunos de sus paradigmas
más representativos.
234
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
EL JARABE LOCO
Como ya dije, las variaciones instrumentales del jarabe loco, así como las del
zapateado jarocho, suelen realizarse con la guitarra de son, también denominada
requinto.
CORPUS DE ANÁLISIS
Del jarabe loco no he encontrado partituras antiguas, por esta razón el corpus seleccionado comprende únicamente grabaciones tanto recientes como antiguas, recopiladas en la producción discográfica titulada Acervos en movimiento (Sevilla
Villalobos 2012).
Tabla 3. Corpus de análisis de variaciones del jarabe loco
Nº
Cód.
Pieza
Escuchar
1
JL801
Jarabe (Acervos en movimiento CC71 T-02)
Desconocido
2
JL802
Jarabe (Acervos en movimiento Q.6./-05)
Desconocido
3
JL803
Jarabe (Acervos en movimiento Q.4.T-18)
Juan Pólito Baxin
4
JL804
Jarabe Loco (Acervos en movimiento 128 B.3.T-05)
Desconocido
5
JL805
Jarabe (Acervos en movimiento WC19-01)
Desconocido
235
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
6
JL806
El Jarabe
Cirilo Promotor
[1996]
7
JL807
Jarabe loco
Claudio Vega
[2014]
8
JL808
El jarabe loco
Conjunto Alma Jarocha
[1994]
9
JL810
Jarabe loco
Los tigritos de Tlacotalpan (Gabriel y Rubén Hernández Sosa)
[ca. 1979]
10
JL811
Décimas sobre el fandango
Desconocido
[ca. 1992]
11
JL812
Décimas Al Sombrero Jarocho
Mariano Martínez Franco
[1994]
236
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
PATRONES PREDOMINANTES SOBRE LA DOMINANTE
Como mostré, las variaciones del jarabe loco constan de dos compases y se
construyen sobre la estructura armónica dominante-tónica. Analizo en primer lugar los segmentos correspondientes al primer compás de las variaciones.
Grupos de paradigmas
El total de segmentos correspondientes a la sección sobre la dominante de
las variaciones instrumentales del corpus son 974, de los cuales 414 son diferentes,
que son agrupados según su similitud estructural. Este número es bastante elevado
debido a que las piezas realizan una variación tras otra, pudiendo contener una
pieza hasta ciento cincuenta variaciones. Del total de grupos resultantes, en la siguiente gráfica muestro la proporción que representan los cinco grupos mayoritarios respecto del total de segmentos:
Figura 1. Grupos de paradigmas de patrones sobre la dominante del jarabe loco
A continuación, de cada uno de estos cinco grupos mayoritarios muestro
alguno de sus paradigmas más significativos:
237
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Tabla 4. Paradigmas predominantes sobre la dominante del jarabe loco
Nº
Segmentos
Paradigma
1a
2a
238
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
2b
2c
239
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
3a
4a
240
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
5a
241
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
PATRONES PREDOMINANTES SOBRE LA TÓNICA
Los segmentos incluidos en este análisis corresponden con los segundos
compases de las variaciones del jarabe loco.
Grupos de paradigmas
El total de segmentos correspondientes a la sección sobre la tónica de las
variaciones instrumentales del corpus son 970, de los cuales 361 son diferentes.
Los cinco grupos mayoritarios comprenden el 40% del total de segmentos como
se muestra en la siguiente gráfica:
Figura 2. Grupos de paradigmas de patrones sobre la tónica del jarabe loco
Los paradigmas mayoritarios de esto cinco grupos son los siguientes:
242
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
Tabla 5. Paradigmas predominantes sobre la tónica del jarabe loco
Nº
Segmentos
Paradigma
1a
1b
243
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
1c
2a
3a
244
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
4a
5a
245
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
EL ZAPATEADO JAROCHO
La estructura armónica del zapateado jarocho es la misma que la del jarabe
loco.
CORPUS DE ANÁLISIS
Al igual que con el jarabe, selecciono cuatro grabaciones antiguas y un par
de piezas más recientes.
Tabla 6. Corpus de análisis de variaciones del zapateado jarocho
Nº
Cód.
Pieza
Escuchar
1
ZJ813
Zapateado (Acervos en movimiento 045 Q.6.T-12)
Desconocido
2
ZJ814
Zapateado (Acervos en movimiento 076 Q.7.T-14)
Desconocido
3
ZJ844
El Zapateado (CD. De la mera mata)
Andrés Vega
[2012]
4
ZJ845
El zapateado (CD: Pilares del viejo son)
Cirilo Promotor
[2010]
5
ZJ846
Zapateado (Acervos en movimiento B.1.T-08)
Desconocido
6
ZJ847
Zapateado (Acervos en movimiento Q.2.T-04)
Desconocido
246
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
PATRONES PREDOMINANTES SOBRE LA DOMINANTE
El total de segmentos correspondientes a la sección sobre la dominante de
las variaciones instrumentales del corpus son 519, de los cuales 258 son diferentes.
Grupos de paradigmas
La mitad de los segmentos están englobados en los cinco grupos mayoritarios según se muestra en la siguiente gráfica:
Figura 3. Grupos de paradigmas de patrones sobre la dominante del zapateado jarocho
Describo a continuación algunos de los paradigmas más significativos de
estos cinco grupos:
247
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Tabla 7. Paradigmas predominantes sobre la dominante del zapateado jarocho
Nº
Segmentos
Paradigma
1a
1b
248
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
2a
3a
3b
249
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
4a
5a
250
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
PATRONES PREDOMINANTES SOBRE LA TÓNICA
El total de segmentos correspondientes a la sección sobre la tónica de las
variaciones instrumentales del corpus son 515, de los cuales 264 son diferentes.
Grupos de paradigmas
Los segmentos comprendidos en los cinco grupos mayoritarios apenas suponen el 30% del total. Esto muestra que en el zapateado jarocho hay una gran
variabilidad de patrones.
Figura 4. Grupos de paradigmas de patrones sobre la tónica del zapateado jarocho
Muestro a continuación algunos de los paradigmas más significativos de estos cinco grupos mayoritarios.
251
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Tabla 8. Paradigmas predominantes sobre la tónica del zapateado jarocho
Nº
Segmentos
Paradigma
1a
1b
2a
252
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
3a
4a
5a
253
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
EL PUNTO CUBANO
Como ya he mencionado, en los puntos actuales las variaciones que realiza
el laúd son de un gran virtuosismo. Debido a esto, a efectos de análisis no tengo
en cuenta este tipo de variaciones pues no pueden ser comparadas con las otras
expresiones musicales en estudio. Donde sí encuentro formas de construcción melódica similares al resto es tanto en las grabaciones más antiguas, como en los dos
últimos compases antes de que comience el canto de las recientes. En éstas, el
intérprete, a modo de señal al cantador para anunciar el fin de la sección instrumental, realiza unas variaciones menos ornamentadas y virtuosas. Aunque normalmente he transcrito la ejecución del laúd, en alguna pieza del corpus también lo
realizo del acompañamiento punteado que va haciendo la guitarra.
CORPUS DE ANÁLISIS
El corpus de análisis de variaciones instrumentales está compuesto tanto
por partituras como por grabaciones. Entre las partituras incluyo un punto y una
de las guajiras cubanas más antiguas dada la similitud de ésta con el punto. Las
catorce grabaciones seleccionadas corresponden a diversas épocas, desde las primeras de Martín Silveira a principios del siglo XX. Para la titulada ¿Quién debe mandar en casa? transcribo variaciones tanto del laúd solista y de la guitarra acompañante.
Tabla 9. Corpus de análisis de variaciones del punto cubano
Nº
Cód.
Pieza
Escuchar
1
PC838
Punto con la tonada del tartamudo (CD: Pueblo Cubano)
Desconocido
[1962]
2
PC839
Punto (CD: Pueblo Cubano)
Desconocido
[1962]
254
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
3
PC840
¿Quién debe mandar en casa? [Guitarra]
Conjunto de guitarras de Ojeda
[2013]
4
PC857
¿Quién debe mandar en casa? [Laúd]
Conjunto de guitarras de Ojeda
[2013]
5
PC841
Controversia 1 (CD: Te invoca mi sueño herido. Décimas y punto
cubano)
Desconocido
[2003]
6
PC842
El toro y la mapa - El pocero
Luis Gómez
[1999]
7
PC843
Fumar ayuda a la salud de los viejos
Grupo Debosón
[2002]
8
PC849
Tonada matancera (CD: Puntos y tonadas)
Yoyo Medina
[1986]
9
PC850
Tonada de la risa (CD: Puntos y tonadas)
Yoyo Medina
[1986]
10
PC851
Tonada quivicareña Beromo (CD: Puntos y tonadas)
Manuel Rivero y Sergio Hernández
[1986]
11
PC852
Tonada sin estribillo (CD: Puntos y tonadas)
Félix Pimentel
[1984]
12
PC853
Tonada quivicareña. El flamboyán. Laúd (CD: Puntos y tonadas)
Manuel Rivero y Sergio Hernández
[1986]
255
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
13
PC854
Seguidilla
Conjunto Los Pinares
[ca. 1985]
14
PC855
Décimas sobre el café Gutiérrez y la cerveza Cristal (CD: Puntos y
tonadas)
Gerardo Badías "Goyito"
[1989]
15
PC278
El otro hijo de Liborio. Punto Guajiro
Librada Ochoa Planas
[ca. 1959]
16
PC365
Luz y sombra. Guagira a dos voces
J. Marín Varona
[ca. 1896]
PATRONES PREDOMINANTES SOBRE LA TÓNICA
El total de segmentos correspondientes al primer compás del punto, sobre
la tónica, son 221, de los cuales hay 106 diferentes.
Grupos de paradigmas
Los cinco grupos mayoritarios comprenden casi dos tercios del total de segmentos según se muestra en la siguiente gráfica.
256
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
Figura 5. Grupos de paradigmas de patrones sobre la tónica del punto cubano
A continuación muestro los paradigmas más representativos de cada grupo.
Tabla 10. Paradigmas predominantes sobre la tónica del punto cubano
Nº
Segmentos
Paradigma
1a
257
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
1b
1c
2a
258
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
3a
4a
5a
259
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
PATRONES PREDOMINANTES SOBRE LA DOMINANTE
El total de segmentos correspondientes a la sección sobre la dominante de
las variaciones instrumentales del corpus son 221, de los cuales 120 son diferentes.
Grupos de paradigmas
La mitad de los segmentos están englobados en los cinco grupos mayoritarios según se muestra en la siguiente gráfica.
Figura 6. Grupos de paradigmas de patrones sobre la dominante del punto cubano
En la siguiente tabla muestro los paradigmas más representativos. En el primer grupo incluyo todos aquellos segmentos que se emplean para señalar al cantador que debe comenzar a cantar. Únicamente muestro el segmento más habitual
en el paradigma 1a.
260
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
Tabla 11. Paradigmas predominantes sobre la dominante del punto cubano
Nº
Segmentos
Paradigma
1a
2a
2b
261
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
3a
4a
5a
262
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
EL ZAPATEO CUBANO
Como ya comenté, las variaciones del zapateo cubano, al igual que las del
punto, se construyen sobre la estructura armónica tónica-dominante.
CORPUS DE ANÁLISIS
El zapateo es la expresión musical en estudio de la que disponemos de documentación musical más antigua, sobre mediados del siglo XIX. El corpus combina obras editadas en partituras con tres grabaciones de zapateos del siglo pasado
ejecutados con un laúd. Las quince partituras seleccionadas provienen de diversos
compositores, abarcando un espectro temporal amplio. Incluyo los dos zapateos
con que concluyen las guajiras El arroyo que murmura de Jorge Ánckermann y La ley
del hambre de Gaspar Agüero.
Tabla 12. Corpus de análisis de variaciones del zapateo cubano
Nº
Cód.
Pieza
1
ZC310
Potpourrí cubano. Zapateado
Escuchar
José White
[1859]
2
ZC184
Primera colección de legítimos bailes y danzas americanas. Nº 1 Zapateado cubano
José F. L. de Coca
[ca. 1880]
3
ZC195
Zapateo Cubano
Gabriel Vilá
[1897]
4
ZC196
Zapateo del Monte. Baile de Guajiros (Cuba)
José Inzenga
[1874]
263
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
5
ZC261
Álbum Regio. Zapateo Cubano
Desconocido
[1855]
6
ZC263
La ley del hambre. Nº 3. Zapateo
Gaspar Agüero
[1896]
7
ZC272
El zapateo (En Blanco y negro, 1898)
Desconocido
[ca. 1898]
8
ZC308
Zapateo cubano
Jaime Prats
[ca.1890]
9
ZC309
Zapateo cubano
Ramón Moreno
[s.f.]
10
ZC162
Zapateo Cubano
Anselmo González del Valle
[1905]
11
ZC311
Potpourrí cubano. Zapateo
Laureano Fuentes
[ca. 1898]
12
ZC312
El zapateo cubano
F. Rojas (Arreglo)
[s.f.]
13
ZC354
Una tarde de mamarrachos. Zapateo
Lino Antonio Boza Vázquez
[1860]
14
ZC359
Álbum de música - Zapateo cubano
Desconocido
[ca. 1919]
264
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
15
ZC364
El arroyo que murmura. Zapateo
Jorge Ánckermann
[1899]
16
ZC833
Zapateo nº 1 (CD: Pueblo cubano)
Desconocido
[1962]
17
ZC834
Zapateo nº 2 (CD: Pueblo cubano)
Desconocido
[c1962]
18
ZC835
Zapateo, laúd solo (CD: Cancionero Hispano-Cubano)
Desconocido
PATRONES PREDOMINANTES SOBRE LA TÓNICA
El total de segmentos correspondientes a la sección sobre la tónica de las
variaciones instrumentales del corpus son 376, de los cuales 146 son diferentes.
Grupos de paradigmas
Los cinco grupos mayoritarios suponen casi el 60% del total de segmentos
del corpus.
265
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Figura 7. Grupos de paradigmas de patrones sobre la tónica del zapateo cubano
A continuación muestro los paradigmas más representativos de estos grupos. Llama la atención que el patrón más repetido, el representado en el grupo 1
(paradigmas 1a, 1b y 1c), aparece en la mayoría de obras del corpus, por lo que se
puede considerar como un patrón característico del zapateo cubano.
Tabla 13. Paradigmas predominantes sobre la tónica del zapateo cubano
Nº
Segmentos
Paradigma
1a
266
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
1b
1c
2a
267
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
3a
268
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
4a
4b
5a
269
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
PATRONES PREDOMINANTES SOBRE LA DOMINANTE
El total de segmentos correspondientes al segundo compás de las variaciones del zapateo cubano de las piezas del corpus son 372, de los cuales 164 son
diferentes.
Grupos de paradigmas
Los cinco grupos mayoritarios constituyen algo más del 40% del total, según
se muestra en la siguiente gráfica:
Figura 8. Grupos de paradigmas de patrones sobre la dominante del zapateo cubano
Muestro a continuación algunos de los paradigmas característicos de estos
cinco grupos.
270
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
Tabla 14. Paradigmas predominantes sobre la dominante del zapateo cubano
Nº
Segmentos
Paradigma
1a
1b
271
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
1c
2a
272
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
2b
3a
4a
5a
273
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
LA GUAJIRA ESPAÑOLA
En la introducción de este apartado he comentado brevemente la forma en
que el guitarrista flamenco construye las variaciones instrumentales en la guajira.
Aquí, el arte de la improvisación no es tan habitual y las variaciones o falsetas se
aprenden y reproducen, a diferencia de las demás expresiones musicales en estudio.
Por tanto, no es de extrañar que variaciones que realizan algunos guitarristas decimonónicos como Eustasio Matallana, Rafael Marín o Luis Soria, las siguieron ejecutando guitarristas flamencos como Ramón Montoya, Agustín Castellón “Sabicas”, Manuel Serrapí “Niño Ricardo”, Manuel Castaño “Maestro Castaño”, entre
otros.
CORPUS DE ANÁLISIS
El corpus seleccionado también combina guajiras publicadas en partituras
escritas para piano o guitarra –correspondientes a obras de salón o zarzuelas–, con
toques flamencos grabados a principios del siglo pasado. Como comenté, aunque
a lo largo del siglo se han mantenido alguna de estas variaciones, en la guitarra
flamenca actual predomina otra serie de técnicas instrumentales que hace que la
inclusión en el corpus de alguna de estas obras no sea pertinente.
Tabla 15. Corpus de análisis de variaciones de la guajira española
Nº
Cód.
Pieza
Escuchar
1
GU05
La Gloria de Andalucía, pot-pourri flamenco. Guajiras
Manuel del Castillo
[ca. 1900]
2
GU13
Guajiras
A. López y Villanueva
[ca. 1910]
274
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
3
GU15
Guajiras Populares
Desconocido
[ca. 1900]
4
GU16
Qué benditas me parecen (Guajira malagueña)
Desconocido
[ca. 1970]
5
GU19
Guajiras
Daniel Fortea
[ca. 1940]
6
GU20
Guajiras
Eustasio Matallana
[ca. 1909]
7
GU24
Guajiras
Rafael Marín
[1902]
8
GU38
Guagiras
V. García del Peral
[ca. 1902]
9
GU31
Las Guajiras
Otero y Sopeña
[1912]
10
GU39
Guagiras Populares
Luis Foglietti
[1905]
11
GU34
Verdaderas Güagiras Cubanas
Severino García Fortea
[1913]
12
GU40
Guajiras populares
José Mª Guervós
[1920]
275
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
13
GU01
La banda de Trompetas - Güajira
Tomás López Torregrosa
[1896]
14
GU37
Guajiras de Madrid cómico
Desconocido
[1912]
15
GU43
Guajiras
Adela del Valle
[ca. 1910]
16
GU47
Cantos de mi patria - Guagiras cubanas
E M. Manella
[1902]
17
GU816
Guajiras Vida mía
Manuel López [Acompañando a “El Mochuelo”]
[ca. 1908]
18
GU826
En un manicomio oí (guajiras) (CD: Flamenco con raíces sudamericanas)
Enrique López [Acompañando a Niño de Cabra]
19
GU827
Hombre aquí la malanga crece (CD: Flamenco con raíces sudamericanas)
Pepito Cibera [Acompañando a Niño Escacena]
20
GU828
Ve conmigo matancera
Telesforo del campo
[1919]
21
GU829
El manicomio (Guajiras)
Telesforo del campo
[1919]
22
GU824
Un piropo a las mujeres. Guajira Nº 2
Domínguez [Acompañando a Juan Ríos "El Canario"]
[ca. 1914]
276
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
23
GU830
Vida mía (Disco Pathé 12204)
Guitarrista desconocido [Acompañando a “El Mochuelo”]
[ca. 1905]
24
GU818
Guajiras
Guitarrista desconocido: [Acompañando a "La Rubia"]
[ca. 1905]
25
GU820
Guajiras de los de Cuba (Zonophone X-52024)
Guitarrista desconocido [Acompañando a El Mochuelo]
[ca. 1905]
26
GU821
Cuándo vendrá la mañana (Guajiras)
Guitarrista desconocido: [Acompañando a "La Rubia"]
[ca. 1905]
27
GU163
Los de Cuba (Parte instrumental)
Ángel Rubio
[1920]
PATRONES PREDOMINANTES SOBRE LA DOMINANTE
El total de segmentos correspondientes a la sección sobre la dominante de
las variaciones instrumentales del corpus son 185, de los cuales 68 son diferentes.
Grupos de paradigmas
Los segmentos contenidos en los cinco grupos mayoritarios constituyen
más del 75% del total. Este número tan elevado es un indicio de la escasa variabilidad que existe en las falsetas de las guajiras debido a que no suelen ser improvisadas. A esto se une el hecho de que existen patrones característicos que se realizan
con frecuencia.
277
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Figura 9. Grupos de paradigmas de patrones sobre la dominante de la guajira española
Muestro a continuación los paradigmas más característicos de estos grupos.
Como se puede comprobar los segmentos del primero constituyen más del 40%
del total, y representan una de las variaciones características de la guajira española.
Tabla 16. Paradigmas predominantes sobre la dominante de la guajira española
Nº
Segmentos
Paradigma
1a
278
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
1b
2a
3a
279
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
4a
5a
280
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
PATRONES PREDOMINANTES SOBRE LA TÓNICA
El total de segmentos correspondientes a la sección sobre la tónica de las
variaciones instrumentales del corpus son 185, de los cuales 52 son diferentes.
Grupos de paradigmas
Al igual que sucediera con los patrones sobre la dominante, los cinco grupos
mayoritarios constituyen el 60%.
Figura 10. Grupos de paradigmas de patrones sobre la tónica de la guajira española
Muestro a continuación los paradigmas más característicos. En el grupo 1
aparecen segmentos con los que termina una de cada tres variaciones de guajiras.
281
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Tabla 17. Paradigmas predominantes sobre la tónica de la guajira española
Nº
Segmentos
Paradigma
1a
1b
2a
3a
4a
282
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
5a
5b
PARADIGMAS COMPARTIDOS
Una vez mostrados los paradigmas predominantes de las distintas expresiones musicales, tanto sobre la tónica como sobre la dominante, los comparo para
identificar analogías entre ellos. En la siguiente tabla represento en cada fila cada
una de las similitudes que detecto, indicadas por los paradigmas correspondientes
de las distintas expresiones musicales, representadas por columnas. Por ejemplo,
la primera fila de la tabla de paradigmas sobre la tónica indica que el paradigma 1b
del zapateado jarocho es muy similar al 1b del zapateo cubano. Los paradigmas
marcados con el símbolo (*) no han sido mostrados anteriormente pues no están
entre los que más segmentos contienen. Sobre la dominante hay un paradigma que
aparece en todas las expresiones musicales, del que hablaré más adelante.
Tabla 18. Paradigmas similares en todo el corpus sobre la tónica
Jarabe loco
Zapateado jarocho
Punto cubano
1b
(*)
7a
3a
1a
5a
4a
3a
5a
1a
5a
1a
2a
4a
283
Zapateo cubano
1b
1a
2a
3a
4a
4b
Guajira española
2a
3a
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Tabla 19. Paradigmas similares en todo el corpus sobre la dominante
Jarabe loco
Zapateado jarocho
Punto cubano
Zapateo cubano
Guajira española
3a
5a
1a
1a
1a
2a
5a
1a
1b / 1c
2a
5a
1b
4a
1b
4b(*)
6a(*)
ANÁLISIS CONJUNTO
El análisis conjunto de variaciones instrumentales lo divido en dos. Por un
lado comparo todos aquellos segmentos construidos sobre la tónica, y por otro los
que van sobre la dominante. Por tanto los primeros compases del jarabe loco, zapateado jarocho o guajira española serán comparados con los segundos compases
de los zapateos, puntos y guajiras cubanas, y viceversa. Para cada uno de estos dos
análisis muestro los patrones –en forma de segmentos o de paradigmas– compartidos en al menos tres expresiones musicales.
CORPUS DE ANÁLISIS
El corpus está formado por todas las piezas pertenecientes a los corpus de
variaciones instrumentales expuestos en los apartados anteriores. En total son 78
piezas y más de 4500 segmentos como se refleja en la siguiente tabla:
Tabla 20. Número de patrones de alturas distintos en variaciones instrumentales por expresión musical
Expresión musical
Jarabe loco
Zapateado jarocho
Punto cubano
Zapateo cubano
Guajira española
Total
Nº de piezas
11
6
16
18
27
Segmentos tónica
970
515
221
376
185
Segmentos dominante
974
519
221
372
185
78
2267
2271
284
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
PATRONES COMPARTIDOS SOBRE LA TÓNICA
Los 16 patrones compartidos en más de dos expresiones musicales distintas
se muestran en la siguiente tabla. Es de destacar que seis de ellos aparecen en todas
las expresiones musicales.
Tabla 21. Patrones predominantes en el corpus completo sobre la tónica
Jarabe
loco
Zapateado
jarocho
Punto
cubano
Zapateo
cubano
Guajira
española
1
√
√
√
√
√
2
√
√
√
√
√
3
√
√
√
√
√
4
√
√
√
√
√
5
√
√
√
√
√
Nº
Paradigma
285
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Jarabe
loco
Zapateado
jarocho
Punto
cubano
Zapateo
cubano
Guajira
española
6
√
√
√
√
√
7
√
√
√
√
8
√
√
√
√
9
√
√
√
√
10
√
√
√
11
√
√
√
Nº
Paradigma
286
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
Nº
Jarabe
loco
Paradigma
Zapateado
jarocho
Punto
cubano
Zapateo
cubano
√
√
12
√
13
√
√
14
√
√
√
√
√
15
√
16
287
√
√
√
√
Guajira
española
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
PATRONES COMPARTIDOS SOBRE LA DOMINANTE
Muestro a continuación los 18 patrones compartidos en más de dos expresiones musicales distintas. Los dos primeros de ellos aparecen en todas ellas.
Tabla 22. Patrones predominantes en el corpus completo sobre la dominante
Jarabe
loco
Zapateado
jarocho
Punto
cubano
Zapateo
cubano
Guajira
española
1
√
√
√
√
√
2
√
√
√
√
√
3
√
√
√
√
4
√
√
5
√
√
Nº
Paradigma
288
√
√
√
√
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
Nº
Jarabe
loco
Paradigma
Zapateado
jarocho
Punto
cubano
Zapateo
cubano
Guajira
española
6
√
√
√
√
7
√
√
√
√
8
√
√
√
9
√
√
√
10
√
√
√
289
√
√
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Nº
Jarabe
loco
Paradigma
Zapateado
jarocho
Punto
cubano
Zapateo
cubano
Guajira
española
11
√
√
√
12
√
√
√
13
√
√
√
14
√
15
√
√
√
√
√
16
290
√
√
√
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
Nº
Jarabe
loco
Paradigma
Zapateado
jarocho
Punto
cubano
17
√
√
18
√
√
Zapateo
cubano
Guajira
española
√
√
A la hora de valorar los resultados obtenidos por el análisis conjunto de los
patrones de las variaciones instrumentales –tanto de segmentos sobre la tónica
como sobre la dominante– hay que tener presentes algunos aspectos que enumero
a continuación:
1. Estoy comparando los primeros versos de unas expresiones musicales
con los segundos de otras y viceversa, por lo que el modo de construcción melódica del instrumentista puede diferir, o sea, no es la misma intención realizar un patrón de comienzo de la variación que hacerlo sobre
la mitad de la misma –en el segundo compás–.
2. La diversidad de fuentes que estoy comparando, que van desde obras de
zarzuela hasta grabaciones de cante flamenco o realizadas en zonas rurales cubanas o mexicanas.
291
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
3. El grado de detalle del análisis. El criterio de no consolidar las alturas
implica que estamos comparando los segmentos con un nivel de detalle
mayor.
4. Las variaciones analizadas suelen ser fruto de la improvisación del músico, por lo que podría pensarse, a priori, que el conjunto de estructuras
posibles puede ser amplio.
5. Estas variaciones son realizadas por diversos instrumentos con número
de cuerdas, afinaciones y técnicas de ejecución diferentes. Este hecho a
veces restringe las posibilidades de digitación de determinadas alturas, lo
cual repercute en el modo de construcción melódica. Por ejemplo, la guitarra de son jarocha tiene una afinación propicia para que el músico se
apoye en los bordones sin necesidad de pulsar ningún traste, lo que provoca que la melodía que va hilando contenga constantemente intervalos
de tercera o quinta como veremos a continuación, por el contrario, la
afinación de la guitarra flamenca hace más complicado que estos intervalos se produzcan. Por tanto, estas restricciones organológicas y las
consiguientes adaptaciones a las mismas que los instrumentistas tienen
que hacer para solventarlas, provocan pequeños cambios musicales.
Sobre este quinto aspecto me gustaría profundizar un poco más puesto que
en los resultados del análisis conjunto se vislumbra un ejemplo muy claro de este
hecho. Si nos fijamos en las variaciones instrumentales completas más frecuentes
en el zapateo cubano –figura 11– y de la guajira española –figura 12– se observa
que el segundo compás de la del zapateo es muy similar al primer compás de la
guajira, ambas sobre la dominante.
292
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
Figura 11. Variación instrumental más frecuente del zapateo cubano
Figura 12. Variación instrumental más frecuente de la guajira española
De hecho, el patrón correspondiente al segundo compás del zapateo –figura
13– también es el más habitual de los patrones sobre la dominante del zapateo
(paradigma 1a). En la tabla 19 antes mostrada se comprueba cómo este patrón es
también es el más habitual del zapateado jarocho, y es compartido por todas las
expresiones musicales en estudio, incluida la guajira (paradigma 1b). Sin embargo
se advierte que el primer compás de variación más frecuente de la guajira –figura
14– tiene una pequeña variación cambiando la secuencia sol–fa por fa–mi, por eso
lo incluí en un paradigma distinto, el 1b.
Figura 14. Patrón más habitual sobre
la dominante de la guajira
Figura 13. Patrón más habitual sobre
la dominante del zapateo cubano
Esta ligera transformación puede explicarse si analizamos la manera en que
técnicamente se tendría que ejecutar el patrón del zapateo en la guitarra. Aunque
los patrones que muestro aquí están transpuestos a la tonalidad de do, en la práctica
la guajira se toca en la guitarra en la o antiguamente en re como se muestra en las
siguientes ilustraciones:
293
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Figura 15. Patrón más habitual sobre
la dominante de la guajira en re
Figura 16. Patrón más habitual sobre
la dominante de la guajira en la
Tanto si se toca en re o en la, la digitación es muy similar desplazando todo
una cuerda. La primera altura se toca pulsando una cuerda al aire, la segunda en el
cuarto traste –dedo meñique–, la tercera en el segundo traste y el problema viene
en la cuarta altura. Si se hiciera como en el zapateo habría que pulsar el segundo
traste también para hacer el la o el mi respectivamente, sin embargo con la transformación que se introduce no es necesario pulsar este segundo traste, sino la
cuerda al aire, por lo que la altura producida es un par de semitonos inferior, sol o
re. La quinta altura se realiza con el meñique que quedó libre después de la segunda,
y la última altura es igual que la tercera sobre el segundo traste. El patrón resultante
si bien no es idéntico al del zapateo, no implica ningún cambio estructural sustancial. Suele ser la primera falseta de guajira que nos han enseñado a todos los guitarristas flamencos.
Teniendo en cuenta todo ello, considero que el hecho de que en el análisis
conjunto existan ocho estructuras de alturas compartidas en todas las expresiones
musicales y más de una treintena que aparecen en tres de ellas o más, es un dato
significativo, dada la diversidad del corpus analizado. El hecho de que la construcción melódica de las variaciones instrumentales sea similar en tres culturas musicales distintas no es casual, sino que hay una lógica subyacente compartida, no escrita,
que los músicos conocen y aplican en sus composiciones, independientemente de
que sean improvisadas o fruto de una elaboración previa a la interpretación. Encuentro aquí un indicio más de que estas músicas estuvieron relacionadas.
294
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
ANÁLISIS INTERVÁLICO DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
Realizo un análisis interválico de las notas contenidas en las variaciones instrumentales de las piezas del corpus completo. Para ello hago un análisis cuantitativo de los tipos de intervalos que aparecen, tanto ascendentes como descendentes,
en cada expresión musical. Expongo los resultados por separado.
INTERVALOS ASCENDENTES
En la figura 17 se muestra la frecuencia de aparición de cada intervalo ascendente en las variaciones instrumentales de las piezas del corpus. Como puede
verse, hay una tendencia muy similar en las cinco expresiones musicales, siendo
predominantes los intervalos de segunda mayor, tercera menor y tercera mayor.
Los intervalos mayores de una cuarta justa son más extraños, predominando sobre
todo en el jarabe y el zapateado jarocho donde, como comenté anteriormente, la
técnica instrumental de apoyar la melodía en los tres bordones de la guitarra de
son, produce este tipo de intervalos. En estas expresiones musicales son excepcionales los intervalos de segunda menor, mientras que en el resto son más habituales,
teniendo un peso superior al 10% en cada una.
Figura 17. Intervalos ascendentes en variaciones instrumentales por expresión musical
295
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
INTERVALOS DESCENDENTES
La tendencia general de los intervalos descendentes es muy similar a la de
los ascendentes, como vemos en la figura 18. Es en estos intervalos descendentes
donde se nota más diferencia de las guajiras respecto al resto. En ésta predomina
sobre todo el intervalo de segunda mayor (55%) y segunda menor (18%). En el
resto, también es la segunda mayor el intervalo más habitual junto con la tercera
menor. En el punto son bastante comunes también los intervalos de cuarta justa
(13%) y quinta justa (9%).
Figura 18. Intervalos descendentes en variaciones instrumentales por expresión musical
Observamos que la tendencia que describen las cinco expresiones musicales
es bastante similar, lo cual puede ser un indicador más de las similitudes que poseen
sus variaciones instrumentales.
COMPARACIÓN CON OTRAS EXPRESIONES MUSICALES
Para hacer más patente que estas expresiones musicales tienen una tendencia
interválica similar, considero pertinente la comparación de este análisis interválico
con otros similares de expresiones musicales pertenecientes a los mismos territorios de los estudiados. En este caso, retomo los resultados del análisis interválico
que Lénica Reyes presenta en su tesis doctoral tanto de la malagueña como del
296
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
fandango, presentes en España y en México. Reyes presenta en el siguiente diagrama el porcentaje de intervalos tanto ascendentes como descendentes (2015,
125).
Figura 19. Intervalos de malagueñas y fandangos en la tesis de Lénica Reyes
Como vemos, la malagueña y el fandango tienen una distribución muy similar entre ellos, y ésta difiere sensiblemente de las expresiones musicales abordadas
en esta tesis. Predominan los intervalos de segunda, tanto ascendentes como descendentes, mientras que en las estudiadas aquí, los intervalos de tercera –sobre
todo los ascendentes– son también muy frecuentes. En intervalos mayores a una
tercera también se nota una diferencia, pues en la malagueña y el fandango apenas
se realizan.
297
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
ANÁLISIS RÍTMICO DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
Como ya expuse anteriormente, las variaciones de las expresiones musicales
en estudio están basadas en un patrón sesquiáltero, con la sucesión de dos compases, uno de 6/8 y otro de 3/4. Los instrumentistas suelen emplear una amplia gama
de estructuras rítmicas sobre todo en el punto, el zapateo y la guajira. Estas estructuras se suelen combinar con las que realizan los demás instrumentos, tanto de
cuerdas como percusivos, produciendo una especie de polirritmia. Un ejemplo de
ello lo encuentro en la partitura del Zapateo cubano de Anselmo González del Valle.
En la cabecera de la primera página, de manera independiente a la propia partitura,
aparece una indicación que podría corresponder con la rueda de acordes características que el autor indica a aquellos pianistas que deseen interpretar el zapateo sin
variaciones. Se compone de los cuatro compases siguientes:
Figura 20. Estructura rítmica indicada en la anotación de Zapateo cubano (A. G. del Valle)
En esta anotación se esbozan dos patrones rítmicos, una entre las notas conectadas en la parte superior y la otra por las conectadas en la inferior. La parte
inferior es similar al sonido percusivo que suelen ejecutar las claves en el punto o
zapateo. Superpuestas estas dos estructuras, forman un patrón de doce corcheas,
que, como veremos a continuación, es el patrón mayoritario.
Figura 21. Patrones rítmicos en la anotación de Zapateo cubano (A. G. Del Valle)
El corpus de análisis es el mismo que el usado en el de alturas. Realizo primero un análisis individual y luego uno conjunto. Represento solo las diez estructuras mayoritarias, así como el porcentaje de variaciones que las contienen.
298
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
EL JARABE LOCO
La estructura más habitual –con diferencia– en la construcción de las variaciones es la sucesión de corcheas (72%), marcando cada uno de los doce tiempos
de la rueda armónica. Como vemos, el resto de estructuras rítmicas difieren poco
de la mayoritaria. Tampoco se perciben diferencias significativas entre las estructuras rítmicas del primer compás de la variación respecto del segundo.
Tabla 23. Patrones rítmicos de variaciones completas del jarabe loco
Patrón rítmico
Frecuencia
72,24%
2,84%
2,84%
2,03%
1,72%
1,11%
1,11%
1,01%
0,91%
0,91%
299
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
EL ZAPATEADO JAROCHO
La estructura rítmica más repetida es la misma que en el jarabe, aunque con
una frecuencia algo menor. En estas estructuras hay una mayor presencia de la
figura de negra. Esto puede deberse a que dado que el tempo en que se ejecuta el
zapateado es superior, se intercalan en las variaciones notas más largas. De esta
forma se va creando un juego rítmico que presenta mayor diversidad. La última
estructura mostrada es la más frecuente en las guajiras como se verá a continuación.
Tabla 24. Patrones rítmicos de variaciones completas del zapateado jarocho
Patrón rítmico
Frecuencia
67,23%
5,27%
3,39%
2,45%
1,88%
1,32%
0,94%
0,94%
0,75%
0,75%
300
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
EL PUNTO CUBANO
El punto cubano también realiza mayoritariamente el patrón de doce corcheas –excluyendo las virtuosas variaciones que se realizan como se comentó anteriormente– aunque en menor proporción. También aparecen estructuras rítmicas
“de cierre” en los segundos compases, que indican el final de la sección instrumental para dar paso a la copla. Éstos se caracterizan por dejar uno o dos tiempos de
silencio al final.
Tabla 25. Patrones rítmicos de variaciones completas del punto cubano
Patrón rítmico
Frecuencia
48,54%
9,62%
4,60%
2,51%
2,09%
2,09%
1,67%
1,67%
1,26%
1,26%
301
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
EL ZAPATEO CUBANO
La estructura rítmica predominante es la misma que en las anteriores expresiones musicales, aunque con una frecuencia significativamente menor. Es característico el empleo de la negra con puntillo que no es tan habitual en el jarabe loco,
zapateado jarocho o punto como acabamos de ver.
Tabla 26. Patrones rítmicos de variaciones completas del zapateo cubano
Patrón rítmico
Frecuencia
26,79%
12,44%
3,35%
3,35%
3,35%
2,87%
2,39%
2,39%
2,39%
1,91%
302
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
LA GUAJIRA ESPAÑOLA
A diferencia de las anteriores, el patrón rítmico de doce corcheas no es el
predominante, aunque si es de los más empleados. El mayoritario corresponde con
una estructura donde están bien marcados los tres tiempos fuertes del segundo
compás, produciendo un efecto de viveza –primer compás– y serenidad –el segundo–. El resto de estructuras rítmicas de la guajira son bastante similares a las
de las anteriores expresiones musicales.
Tabla 27. Patrones rítmicos de variaciones completas de la guajira española
Patrón rítmico
Frecuencia
13,08%
12,04%
8,90%
4,71%
2,62%
2,62%
2,62%
2,09%
1,57%
1,57%
303
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
En el análisis de estructuras rítmicas predomina el patrón de doce corcheas,
aunque dependiendo de la expresión musical, el porcentaje de variaciones que lo
emplean difiere como se muestra en el siguiente diagrama:
Figura 22. Porcentaje del patrón de doce corcheas por expresión musical
Es probable que varios factores tengan que ver en este hecho. El primero
es que el jarabe loco y el zapateado son pensados principalmente para ser bailados,
por lo que es importante mantener una estructura rítmica que marque claramente
los doce tiempos de cada variación. El músico que puntea por tanto, funge como
“metrónomo” para el resto de participantes en la práctica musical. Se podría pensar
que lo mismo debería suceder con el zapateo cubano donde las fuentes documentales nos hablan de su carácter eminentemente bailable, sin embargo, hay que tener
en cuenta que la mayoría de obras del corpus son partituras para piano. Aunque
están reflejando las mismas estructuras de alturas que las empleadas por el tiple o
arpa en los guateques, el cambio de contexto implica necesariamente cierta adecuación, que produce ligeras transformaciones estructurales. Los patrones rítmicos
de las variaciones de los zapateos de piano pueden ser algo más flexibles, pues
suelen ser obras de concierto pensadas para ser escuchadas, no bailadas. Sin embargo, dadas las inscripciones sonoras que encuentro en los documentos que hablan de los guateques del siglo XIX, donde se describe que el movimiento de pies
está en concordancia con lo que hace la música, puede ser un indicio de que el
punteado del zapateo en estos ámbitos debía ser muy similar al realizado en los
304
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
fandangos jarochos actuales. De hecho, la variación característica del zapateo que
ha quedado plasmada en las partituras sí contiene los doce pulsos. Aunque el zapateo de la bailadora o bailador no necesariamente tenga que marcar estos doce
tiempos, sí es importante que el instrumentista los realice para que, los acentos que
puedan improvisar los que bailan siempre “concuerden” en un pulso instrumental
en las polirrítmias que generan.
Por otro lado, observo cómo en las expresiones musicales donde las variaciones se improvisan la tendencia a realizar este patrón rítmico es alta, mientras
que en las que incluyen obras no improvisadas como el zapateo cubano y las guajiras españolas el porcentaje decrece considerablemente. Quizás en los toques improvisados el disponer de una estructura rítmica prácticamente fija, propicia que el
foco de atención del músico se centre en la construcción de alturas, sin tener que
preocuparse además de improvisar patrones rítmicos.
Estas dos hipótesis las establezco a partir de los resultados estructurales y
estadísticos obtenidos, así como de mi experiencia como músico instrumentista.
305
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
La realización de los análisis incluidos en este capítulo ha sido posible gracias
al empleo de herramientas analíticas de otras disciplinas como la estadística, que
me ha permitido identificar tendencias estructurales. También la utilización del
software SAAP es fundamental, no solo para realizar el análisis paradigmático, sino
para la extracción de datos de diferentes rasgos analíticos de las fuentes musicales
para la elaboración de estadísticas. Ambos permiten vislumbrar, por ejemplo, el
grado de improvisación que opera en la construcción melódica de las variaciones
en las diferentes expresiones musicales en estudio.
He realizado diversos análisis estructurales de las variaciones instrumentales
de las músicas en estudio: armónico-rítmico, de alturas, interválico y rítmico, y he
mostrado interesantes conclusiones que se pueden extraer de los mismos. Estas
variaciones ocuparon un lugar muy importante en las prácticas musicales según
extraemos de las fuentes documentales, sobre todo en Cuba donde no podía faltar
el tiple que realizara el “punto de arpa”. Están construidas sobre una estructura
armónico-rítmica sesquiáltera de dos compases. En el jarabe loco, el zapateado y
la guajira española tienen la estructura armónica construida sobre la secuencia dominante–tónica, mientras que en el punto, el zapateo o la guajira cubana esta secuencia se invierte. Esta estructura rige el modo en que el músico debe producirlas.
Esta información es de gran relevancia a efectos analíticos, y no la he encontrado
referida en ningún trabajo (etno)musicológico.
Este hecho modificó mi planteamiento inicial de comparar las variaciones
completas, teniendo que partir dichas variaciones en dos, de manera que pudieran
analizarse por separado aquellos compases con estructura armónica sobre la tónica
por un lado y los que van sobre la dominante por otro. Los resultados de estos dos
análisis demuestran la existencia de más de treinta estructuras compartidas en al
menos tres de las expresiones musicales en estudio, de las cuales ocho de ellas están
presentes en todas. También he mostrado cómo restricciones organológicas y téc-
306
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 4. ANÁLISIS MUSICAL DE VARIACIONES INSTRUMENTALES
nicas, provocan que algunas de estas estructuras compartidas deban ser transformadas ligeramente para adecuarlas a los recursos que dispone el músico en su ejecución. Esto se muestra con claridad en la construcción de la falseta característica
de la guajira española a partir, probablemente, de la variación característica del zapateo cubano.
Los resultados del análisis interválico también reflejan estas restricciones
técnicas que en ocasiones favorecen la aparición o la ausencia en la secuencia melódica de determinados intervalos. Muy revelador ha sido el contraste de los resultados del análisis interválico de estas expresiones musicales con repertorios similares presentes en la misma época en los mismos territorios: la malagueña y el fandango. En éstas predominan los intervalos conjuntos de segunda, mientras que en
las estudiadas en esta tesis es más frecuente el uso del intervalo de tercera. Esta
tendencia similar confirma el vínculo estructural entre todas ellas.
El análisis rítmico también reveló el empleo de estructuras compartidas en
todas las expresiones musicales. La aplicación del análisis estadístico a algunos de
estos resultados, proporciona datos que me ayudaron a entender el modo en que
pudieron producirse ciertas transformaciones, como por ejemplo las del zapateo
tras el proceso de recontextualización de su producción musical.
El análisis detallado de rasgos musicales concretos como los abordados en
este capítulo, nos aporta datos reveladores que quizás con un análisis más genérico
hubieran pasado desapercibidos. La conjunción de estos indicios con los que extraje del análisis documental de fuentes históricas, permite tener un mayor conocimiento de las expresiones musicales estudiadas. Considero que la cantidad de estructuras compartidas es reflejo de la relación que estas músicas tuvieron en el pasado y constituye un argumento más para considerar que todas ellas conforman un
sistema de transformaciones.
307
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
308
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
C APÍTULO 5. A NÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
CAPÍTULO 5
ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
En este capítulo expongo el resultado del análisis musical paradigmático de
alturas realizado a una serie de coplas de las expresiones musicales en estudio. La
copla es un elemento que habitualmente aparece en todas ellas, cantada entre las
secciones instrumentales, aunque en algunas, como el zapateo cubano o la guajira
española, también es frecuente encontrar piezas completamente instrumentales.
En este análisis, por un lado comparo conjuntamente coplas de las expresiones
musicales cubanas con la guajira española y por otro, coplas del jarabe loco y el
punto cubano. Muestro que el grado de similitud de las coplas del zapateo, punto
o guajira cubana con algunas guajiras españolas es, en muchos casos muy grande.
Lo mismo sucede con algunas coplas del jarabe y el punto. No obstante, también
queda patente que hay una gran diversidad en las coplas pues es un momento
donde los intérpretes tienen libertad de improvisación y/o composición. En este
sentido, la secuencia armónica que les subyace puede ser muy variada, por tanto,
excluyo el análisis armónico en tanto que no constituye un elemento susceptible
de comparación. En el corpus seleccionado se incluyen tanto obras que fueron
escritas –en zarzuelas, obras de salón, métodos de guitarra, etc.– como grabaciones
de artistas flamencos o cubanos. Esto también nos permite constatar el grado de
fidelidad de las interpretaciones orales respecto a lo escrito y viceversa.
309
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
ANÁLISIS DE ALTURAS DE COPLAS
A partir de mi experiencia adquirida por el estudio de diversas expresiones
musicales del pasado que han estado presentes en la región del Caribe afroandaluz,
puedo sugerir, de modo general, que éstas –e incluso las actuales– se pueden clasificar según si sus coplas presentan una melodía característica o no. Las coplas del
primer caso consisten en un patrón melódico bien definido y característico, por el
que los oyentes pueden reconocer dicho tema y que, si bien puede ir cambiando
más o menos en el trascurso del tiempo, los intérpretes no tienen mucha libertad
a la hora de introducir cambios en el mismo. Un ejemplo de expresiones musicales
o canciones de esta forma es la petenera (Hernández Jaramillo 2009, 2015, Reyes
Zúñiga 2011), o el churripampli (Hernández Jaramillo y Reyes Zúñiga 2017). Por
el contrario, el segundo tipo está definido por la creatividad de los compositores y
cantantes, quienes pueden proponer nuevas melodías para las coplas –tanto en
modo mayor como en menor– sin tener que estar sujetos a un canon rígido. En
estas últimas, los rasgos que hacen reconocible a la expresión musical son otro tipo
de elementos musicales, tales como la armonía, ritmo, ámbito dónde se ejecutan,
temática de la letra, etc. Un ejemplo de expresión musical con coplas de este tipo
es la malagueña (Reyes Zúñiga 2015).
Las expresiones musicales en estudio en esta tesis pertenecen a este segundo
grupo, pues encuentro una diversidad de estructuras melódicas en sus coplas. Este
rasgo está muy marcado en las que se realizan en el jarabe y en el zapateado y
difícilmente encontramos modelos de éstas en las expresiones de los otros países.
Respecto a las coplas de la guajira en relación con las del punto, zapateo o guajira
cubana, Peter Manuel afirma que no existen coplas compartidas: “The melodies of
the guajira do not correspond to any known punto tunes” (2004, 145). Sin embargo, tras el análisis que he realizado, sí he encontrado que algunos modelos melódicos de coplas fueron compartidos entre guajiras españolas, zapateos, puntos y
guajiras cubanas, en concreto en cuatro coplas que analizo en este capítulo. En la
actualidad se continúan interpretando algunos de ellos en ambas orillas del Atlántico, con sus peculiaridades propias en cuanto a instrumentación, técnica vocal,
310
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
etc., pero manteniendo todavía una misma estructura. Este hecho nos muestra que
hubo determinadas coplas que gozaron de tal popularidad que llegaron a convertirse en modelos muy estables y, es reflejo, además, del estrecho vínculo que hubo
entre ambos países.
Analizo seis modelos de coplas. La justificación de haberlos seleccionado
obedece a tres motivos: El primero atiende al hecho de que algunas coplas de guajiras españolas fueron muy populares en su época y se interpretaron en diversas
ocasiones musicales –zarzuelas, flamenco, etc.– (análisis 1º). El segundo, es debido
a que algunas coplas de guajiras españolas presentan bastante similitud con otras
de puntos, zapateos y guajiras cubanas –como he comentado anteriormente– (análisis 2º al 5º). El tercero, obedece a la similitud entre algunas coplas del jarabe loco
y del punto cubano. Expondré cada uno de los análisis incluidos en este apartado
siguiendo la siguiente estructura:
1º. Descripción de la copla analizada, incluyendo documentación referente
a la misma y a sus compositores o intérpretes a lo largo del tiempo.
2º. Corpus de obras musicales que lo componen.
3º. La distribución estructural de los paradigmas identificados en todas las
piezas del corpus. Una vez realizado el análisis paradigmático y obtenido
los paradigmas, se muestra una tabla que contiene la representación estructural de éstos. En la primera columna se muestran qué versos son
cantados en cada estrofa. En el resto de columnas aparecen las coplas
del corpus y las diferentes estrofas interpretadas en caso de haber más
de una. En las intersecciones aparecen los paradigmas cantados en el correspondiente verso. Cada uno de estos paradigmas son descritos detalladamente en el siguiente apartado. Aparecen en negrita los paradigmas
que no son mayoritarios.
4º. Descripción detallada de cada uno de los paradigmas. Empleo dos indicadores de similitud de los segmentos que componen los paradigmas, el
311
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
ICS (Índice de cohesión de segmentos) de cada paradigma, y el ICG (Índice de cohesión general) para el conjunto de paradigmas (2015, 112120).
5º. Exposición de los resultados del análisis.
CRITERIOS DE ANÁLISIS
Los criterios seguidos para los análisis de alturas de coplas son los siguientes:
1º. Unificación tonal. Las coplas mayoritariamente están en modo mayor,
salvo un caso, el cual alterna modo menor y mayor. En el caso de las
coplas en mayor, se transponen todas a una tonalidad unificada, a do mayor, con el fin de simplificar la comparación de las distintas piezas así
como su representación gráfica. La pieza excepcional se transcribe a la
menor. Esta acción de unificación tonal no afecta al resultado del análisis
estructural.
2º. Segmentación por verso. Considero al verso como la unidad mínima de
comparación. En otros trabajos anteriores he demostrado que este tipo
de segmentación funciona bien para este tipo de repertorios (2015, 204).
3º. Consolidación de alturas iguales consecutivas dentro de un segmento.
Las alturas consecutivas iguales en un mismo segmento las considero
como una sola. En este análisis no se llegará al nivel de detalle de considerar número de repeticiones de una altura como hice en el análisis de
variaciones instrumentales, que puede estar determinado por la estructura silábica de cada verso.
4º. Descarte de ornamentos. Para el nivel de detalle definido en el análisis
no considero necesario incluir los distintos ornamentos que aparecen en
las partituras o interpretado en las grabaciones.
5º. Unificación de octavas. Considero que alturas en diferentes octavas son
equivalentes.
312
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
ANÁLISIS 1º. GUAJIRAS “VIDA MÍA”
Esta guajira fue de las más populares en España a finales del siglo XIX, y se
denominó de esta manera debido a que contiene el verso “Vida mía”, que se intercala varias veces entre los demás de cada estrofa. La
referencia musical más antigua que encuentro de esta
guajira está contenida en la zarzuela Boda, tragedia y
guateque ó el difunto de Chuchita compuesta por Pedro
Miguel Marqués (1843-1918). Esta zarzuela es un
cuadro de costumbres cubanas cuya trama ocurre en
Villa Clara (Cuba) en 1865 y la guajira se interpreta en
el número seis titulado “Dúo”. Se estrenó en el Teatro Eslava de Madrid el 9 de enero de 1894 con un
sonado éxito. La prensa de la época resalta sobremaIlustración 27. Miguel Marqués
en El País (Madrid), 30 de
nera el dúo en el que aparece la guajira, cantado por
enero de 1890: 3
Lucrecia Arana y José Ripoll:
Forman ambos buena pareja, por lo menos cantando: y se comprenderá la causa de esto,
sabiendo que ella es la Srta. Arana y él el Sr. Ripoll, los cuales casan muy bien al desempeñar un preciosísimo dúo, que anoche causó verdadero entusiasmo en el público que
llenaba total mente el teatro. […]
Del famoso dúo entre la tiple y el Sr. Ripoll ya he hablado antes; pero debo insistir en
citarlo, porque es una pieza musical soberbia. El público aclamó con vivísimas manifestaciones á los dos artistas y al maestro Marqués, presente en el palco escénico.283
Otra crónica publicada el día siguiente en El Heraldo de Madrid también pone
de manifiesto el tremendo éxito que tuvo esta obra. Aún más, en ella, la guajira es
considerada por el crítico una “joya musical”.
283
“Veladas musicales” La Época (Madrid), 10 de enero de 1894: 2.
313
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
La romanza del primer cuadro y el duo del tercero son dos joyas musicales que arrebataron á la concurrencia y que valieron al maestro ser llamado con insistencia al proscenio.
[…]
En resumen, y como hemos dicho al comenzar estas líneas, aunque una parte del público, como vióse desde que se levantó la cortina, iba predispuesto á que fracasase la
Boda, la tragedia y el guateque, el sainete agradó á la inmensa mayoría, que hizo presentarse á los autores á la conclusión seis ú ocho veces consecutivas. (L. 1894, 3)
Un par de meses más tarde también triunfa esta obra en Barcelona, donde
se anuncia como “nuevo sainete lírico de excelente éxito”284, diciendo la prensa
frases como: “va lograr un éxit tan gran; que autors poden estar satisfets que lo
públich l’ hagués de acabar.”285.
Años después encuentro esta guajira cantada y grabada con bastante asiduidad por artistas flamencos en la primera década del siglo XX, si bien en la actualidad ya no se canta. En estas grabaciones se percibe una transformación lírica, pasando de emplear una décima a una cuarteta, aunque sí se conservará el verso “vida
mía”. Antonio Pozo “El Mochuelo” fue uno de los cantaores flamencos que más
discos grabaron y vendieron en la primera década del siglo XX. Cantó esta guajira
habitualmente y la grabó para diversas casas discográficas286. En el corpus de análisis únicamente incluyo una de estas grabaciones. Otro artista que la interpretó fue
Antonio Ortega Escalona “Juan Breva” (1844-1918), quien fue uno de los más
populares y afamados cantaores flamencos del último cuarto del siglo XIX. En
1910, realizó una serie de grabaciones fonográficas entre las que incluyó una guajira. Solía llevarlas en el repertorio según la información que encuentro en la prensa,
como esta noticia de 1895:
Juan Breva, el famoso cantaor andaluz que durante muchos años hizo las delicias de la
gente flamenca de Sevilla, nos dio anoche, acompañado por el Pichilí (bonito mote) y el
celebre tocaor Juan Zurita, una agradable sesión de cante jondo, en el patio del Casino.
284
“Espectáculos” La Dinastía (Barcelona) 16 de marzo de 1894: 3.
“Espectáculos” La Tomasa (Barcelona), 15 de marzo de 1894: 162.
286
Como Pathé (nº matriz 12218), Zonophone (nº X-52234 y 552121), Odeón (nº 41175) o
Homophone (nº 7096).
285
314
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
[…] Agradó mucho á la concurrencia el estilo de Juan Breva, que canta con sentido
acento las guajiras y malagueñas.287
En el corpus de análisis incluyo también una guajira cantada por Encarnación Santiesteban “La Rubia”288, artista que grabó muchos discos de flamenco en
estos primeros años de siglo. Otro cantaor que interpreta y graba esta guajira es
Manuel Reina “El canario chico”. Reina no únicamente se circunscribió al arte
flamenco sino que también cantó repertorio lírico, y solía interpretar las guajiras
habitualmente según las crónicas de algunas de sus actuaciones:
Teatro Principal.
Habiéndosele propuesto al célebre cantador andaluz Manuel Reina (Canario Chico), por
varios admiradores de nuestro paisano José Sanchez (Marmolista), una competencia entre ambos, el primero la ha aceptado, con la condición de que cada uno ha de acompañarse con su guitarra.
Dicha competencia tendrá lugar esta noche en el Teatro Principal, cantándose malagueñas de varios estilos, murcianas, cartageneras, guajiras, granadinas, almerienses y otros
muchos cantos que han de ser del agrado del público.289
Esta copla de guajira también la localizo en varias partituras de esta época,
cuyos títulos casi siempre contiene calificativos como “populares” o “célebres”.
En el corpus de análisis incluyo cuatro de ellas: Guajiras populares manuscrito de
autor desconocido localizado en el Archivo provincial de Cádiz (ca. 1900), Guajiras
para canto y guitarra (populares) de Daniel Fortea (1878-1953) (ca. 1920), Célebres guagiras de Antonio Alba (1873-1940) (ca. 1910) y las Guagiras populares arregladas para
piano con letra de Luis Foglietti (1877-1915) (ca. 1905).
Asimismo los motivos melódicos de esta copla son empleados por algunos
compositores en obras orquestales, como por ejemplo en Tres piezas de concierto op.
6. nº 2 Guajiras de Enrique Fernández Arbós (1863-1939), o la Guajiras nº 1 Danza
cubana (1924) del violinista gallego Manuel Quiroga Losada (1892-1961), ambas
para violín y orquesta, o Cubana incluida en Cuatro canciones españolas de Manuel de
287
“Una velada por lo flamenco“ La Región Extremeña (Badajoz), 14 de julio de 1895: 3.
Disco Victor 62289-A.
289
La Crónica Meridional (Almería), 29 de noviembre de 1896: 2.
288
315
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Falla (1876-1946). Estas obras no están incluidas en el análisis pues me interesa
destacar el modo en que fue definida como copla cantada. No obstante, todos
estos documentos son un indicador de que esta guajira fue muy popular en su
tiempo.
Aunque no he localizado ninguna música similar a la de esta guajira en Cuba,
Antonio Iraizoz publica en 1929 que en la guerra de 1868 las décimas fueron empleadas por el movimiento insurgente para expresar sus sentimientos de libertad:
“‘La décima del campamento’, indignada, virulenta, se repetía de boca en boca; en
los breves ocios de la guerra.” (1929, 149). Entre estas décimas incluye el verso
“vida mía”: “Famosísimas fueron las décimas de Roa, durante la guerra del 68,
‘Vida mía’, eco real de la manigua inflamada por la rebeldía.” (1929, 150), y transcribe cinco décimas con un último verso muy similar, siempre terminando en “vida
mía”. La primera de estas décimas es la siguiente:
¡VIDA MÍA!
Cuando el patriota soldado
así que la noche llega,
al grato sueño se entrega,
por la fatiga agobiado;
yo, de desvelo asediado,
en la noche obscura y fría,
tan silenciosa y sombría,
alzo al cielo mi querella,
y a la luz de cada estrella
“yo pienso en ti, vida mía”. (1929, 150)
La única referencia musical que he localizado es una grabación de “El Mochuelo” titulada “Al amanecer el día” incluido en el CD Flamenco con raíces sudamericanas (2013), que refiere a la tropa cubana y termina precisamente con este verso
“yo pienso en ti, vida mía”. En este caso, la copla que canta no se parece musicalmente con las demás del “Vida mía”. Años más tarde, también en Cuba, una crónica periodística de 1913 menciona que una guajira es cantada dentro de la representación de Don Juan Tenorio de José Zorrilla. La estructura lírica corresponde con
las coplas de la guajira “vida mía” posteriores a la obra de Marqués.
316
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
Pero lo extraordinario fué en la escena del cementerio, en la que se arrancó por guajiras:
(Música)
Mármol en quién doña Inés
en cuerpo y sin alma existe.
¡Vida mía!
Mármol en quien doña Inés
en cuerpo y sin alma existe,
deja que un triste, que un triste,
venga á llorar á tus pies.290
CORPUS DE ANÁLISIS
El corpus de análisis seleccionado está compuesto por nueve obras que se
muestran en la tabla 28. Consiste en cinco partituras y cuatro grabaciones fonográficas de artistas flamencos. Algunas de estas piezas contienen más de una copla,
por tanto el número total de coplas analizadas es de dieciocho. Antes de pasar a la
explicación sobre el modo en que se realizan estos modelos, sugiero al lector escuchar dichas obras.
Tabla 28. Corpus de guajiras “Vida mía”
Nº
Cód.
Pieza
Escuchar
1
GU277
Boda, tragedia y guateque o el difunto de Chuchita
Pedro Miguel Marqués
[1894]
2
GUC15
Guajiras populares
Desconocido
[ca. 1900]
3
GUC19
Guajiras populares
Daniel Fortea
[ca. 1940]
290
“Visto y leído. ‘Don Juan Tenorio’” El Pueblo (Valencia), 16 de enero de 1913: 1.
317
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
4
GUC22
Célebres guagiras
A. Alba
[ca. 1910]
5
GUC39
Guagiras populares
Luis Foglietti
[1905]
6
GUC815
Dime si me quieres mucho
Manuel Reina "Canario chico"
7
GUC816
Vida mía
El Mochuelo
8
GUC817B
Porque te lavas la cara (Guajiras)
Juan Breva
9
GUC818
Si Dios se entera de todo
La Rubia
REPRESENTACIÓN ESTRUCTURAL DE PARADIGMAS
La representación estructural de los paradigmas resultantes del análisis se
muestra en la tabla 29. He separado la tabla en dos secciones dependiendo de la
estrofa empleada para la copla. En la primera aparece únicamente la zarzuela de
Marqués que contiene una décima (versos 1º a 10º) y dos veces el verso que denomino puente P (el “Vida mía”) tras los versos cuarto y décimo. En la segunda sección represento el resto de obras, que emplean una cuarteta. Mantengo en ambas
secciones, por filas, una equivalencia en cuanto a los versos que se interpretan, de
manera que pueda ser comparada la estructura de paradigmas a nivel global.
318
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
Tabla 29. Estructura de paradigmas en coplas de guajiras “Vida Mía”
Se emplean únicamente cinco patrones en todas las obras, cuatro para los
versos (paradigmas 1 al 4) y un quinto para el verso puente (paradigma 5). Para el
verso inicial he decidido diferenciar los patrones en dos paradigmas diferentes, el
1a y el 1b, como veremos a continuación, aunque son muy similares. La obra de
Marqués consta de dos partes prácticamente simétricas, ambas terminadas por el
verso P. En la segunda parte se repite el paradigma 3a tres veces en los versos
séptimo al noveno. El resto de obras, únicamente dos de ellas realizan una repetición del primer verso, las Guajiras populares de autor desconocido y las de Luis Foglietti. Lo habitual es que se canten los dos primeros versos seguidos y tras ello el
verso P. La única excepción es el cante de Juan Reina “El canario chico”, que en
dos de sus coplas suprime este primer “vida mía”. Posteriormente, todas hacen un
pequeño interludio de varios compases tras este primer “vida mía” para cantar a
continuación los cuatro versos de la estrofa seguidos, finalizando de nuevo con
“vida mía”. Pese a la transformación que se realiza para adaptar la copla de diez
versos en una de cuatro, se observa en la tabla anterior que hay una gran estabilidad
estructural en cuanto a repeticiones y distribución de los versos al ser cantados, y
también en los paradigmas que se ejecutan. Prácticamente no hay excepciones en
este modelo tan estable, siendo el ICG del corpus bastante alto, un 75.49%.
319
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
DESCRIPCIÓN DE LOS PARADIGMAS
A continuación expongo detalladamente cada uno de los paradigmas de alturas identificados, así como los segmentos que lo componen. Delante de cada uno
de los segmentos aparece el número de ocurrencias, o sea, el número de veces que
aparece en las obras del corpus.
Paradigma 1a
Este primer paradigma corresponde con la copla de Marqués, que cada sílaba del primer verso la canta sobre la nota sol. En todas las guajiras posteriores
veremos cómo se realizan ligeras transformaciones a este patrón (paradigma 1b).
Paradigma 1b
Prácticamente todas las obras realizan el mismo patrón sobre la altura sol al
igual que la obra de Marqués, pero introduciendo un la en la penúltima sílaba.
Segmentos
Paradigma
Este paradigma podría haberse unificado con el anterior, sin embargo he
decidido separarlos, para resaltar las dos maneras características de comenzar la
320
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
copla. Presenta una estructura muy estable realizándose de la misma manera un
94,44% de las veces. Los dos únicos cambios se deben a Juan Breva. El ICS de
este paradigma es 72.97 %.
Paradigma 2a
El segundo verso de esta guajira se canta en dos ocasiones, y en ambas se
realiza de una forma muy similar, con la única excepción de la parte final. En todas
las obras, excepto la de Marqués, la primera vez que se canta es seguida por el
paradigma 5a (primer “vida mía”), mientras que la segunda vez que se canta precede al 3a (tercer verso). La forma de enlazar con cada uno de ellos es lo que provoca el final diferente, por ello decido separarlos en dos paradigmas diferentes, el
2a (precedente del 5a) y el 2b (precedente del 3a). Aunque en la obra de Marqués
la primera repetición no precede al “vida mía”, tiene la misma estructura de las
demás obras. Las únicas excepciones son que tanto Fortea como La Rubia en una
ocasión cantan los segundos versos como el paradigma 2a. Este paradigma es el
siguiente:
Segmentos
Paradigma
321
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
En la primera clase de equivalencia, el segundo valor corresponde a la obra
de Marqués, y el do-re lo realiza Fortea. En la segunda clase de equivalencia, los dos
últimos valores que contienen un re sostenido corresponden con la interpretación de
Manuel Reina, quien minoriza el final de este verso. Lo realiza de dos formas diferentes, debido a que al no cantar el “Vida mía” tras este segundo verso, finaliza en
la altura do para enlazar con el siguiente.
El segmento más sencillo corresponde con la obra más antigua, la de Marqués. El ICS de este paradigma es 42.44 %.
Paradigma 2b
El paradigma refleja que este verso se realiza casi siempre de la misma forma.
La variación la realiza Manuel Reina, quien lo canta como aparece en el segundo
de los segmentos.
Segmentos
Paradigma
En este sentido, el ICS de este paradigma es muy alto, del 90.41 %.
Paradigma 3a
En este paradigma aparecen diversas formas de inicio, y por otro lado, hay
solo dos modos de finalización. De éstos el mayoritario es el que termina en mi, el
cual se encuentra en las interpretaciones de Marqués, El Mochuelo, La Rubia, Foglietti y el manuscrito de autor desconocido.
322
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
Segmentos
Paradigma
El ICS de este paradigma es 72.37 %
Paradigma 4a
Todos los intérpretes realizan el último verso de la estrofa prácticamente de
la misma manera, excepto El Mochuelo y La Rubia, por eso el ICS del paradigma
es bastante alto, un 90.39 %.
Segmentos
Paradigma
323
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Paradigma 5a
Este paradigma representa el verso “vida mía” que se añade a las coplas.
Todos los intérpretes –excepto la partitura de Antonio Alba– lo hacen de la misma
manera.
Segmentos
Paradigma
El ICS de este paradigma es 86.48 %
RESULTADOS DEL ANÁLISIS
Una vez finalizado el análisis de esta copla, la primera conclusión es la tremenda estabilidad estructural de todas las obras del corpus, por ejemplo, tal y como
se observa, todos los versos, a excepción del paradigma 2a, tienen un modo de
finalización muy definido. Reflejo de dicha estabilidad se observa en el ICG, que
tiene más del 75%. Todas las obras del corpus contienen unos patrones muy similares pese a que estamos comparando conjuntamente obras de zarzuela, de salón y
grabaciones de artistas flamencos en un intervalo de más de veinte años. La transformación que se produce entre la obra de Marqués y las posteriores para adaptar
el canto de una estrofa de diez versos a otra de cuatro, no implica cambios estructurales significativos.
324
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
ANÁLISIS 2º. GUAJIRAS DE “LOS DE CUBA”
El 18 de agosto de 1888 se estrena en el Teatro Felipe de Madrid el juguete
cómico-lírico en un acto titulado Los de Cuba (Falcón y Liern 1894, 3). Con libreto
de Manuel Falcón y Rafael María Liern y música de Ángel Rubio (1846-1906) y
Enrique López-Marín de Insausti (1868-1919), en el argumento intervienen personajes –que se hacen pasar por cubanos–. Al final de la obra el personaje del guajiro
y María, así como los integrantes del coro –todos encarnando personajes cubanos–
, cantan puntos. Localicé una copia manuscrita de la versión orquestal de esta zarzuela en el fondo de partituras orquestales del Teatro de Tacón en el Museo Nacional de la Música en La Habana, hecho que constata su representación en este
teatro. Aunque los documentos estaban bastante deteriorados, en las distintas partes instrumentales la guajira está referida como “Punto cubano” o como “Punto
de La Habana”.
Ilustración 28. Anotaciones en el manuscrito de Los de Cuba
Esta misma denominación también aparece en el libreto (Falcón y Liern
1894, 22) como comenté en el capítulo tercero. Algo similar aparece en la reducción para piano (Rubio Láinez y López-Marín de Insausti 1888), donde aparece
como “Canto cubano”, aunque, como veremos a continuación, también se le conoció posteriormente con el nombre de guajira.
Analizando las letras de las coplas, advierto que en la segunda de ellas aparece el nombre femenino de Rufina, a la que no se hace referencia en ningún momento en la obra ni corresponde con el nombre de ninguno de los personajes de
la misma. Este indicio me llevó a pensar que quizás esta copla no estuviera compuesta expresamente para el argumento de la obra sino que se hubiera tomado una
325
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
ya existente. Realizando una búsqueda documental localicé una publicación previa
al estreno de la zarzuela donde aparecen un par de coplas similares a dos de las tres
empleadas en Los de Cuba. Se trata del libro titulado Cantares de Vuelta-abajo recopilados por un guajiro, cuya primera edición se publicó en La Habana en 1871 (1875
[1871]), donde se recopilan una serie de “décimas recogidas en los campos” así
como “algunas poesías inéditas” (1875 [1871], 4) que se presentan agrupadas por
temas. En la sección de coplas que abordan temas relacionados con las monterías,
es donde aparecen las dos coplas similares a las de la zarzuela291. Muestro estas
coplas a continuación:
Coplas en Cantares de Vuelta-abajo
Ya imagino que me encuentro
dando dilatadas vueltas
bajo las palmas esbeltas
que se elevan monte adentro.
Ya supongo que en el centro
de esos florecientes montes,
oyendo de los sinsontes
los dulces y alegres trinos,
veo entre ceibas y espinos
los cubanos horizontes.
Coplas en Los de Cuba
Pronto vendrá la mañana292
en que la neblina densa
extienda su capa inmensa
sobre la verde sabana
las zeivas americanas
se alzaran sobre los montes
los melodiosos sinsontes
trinaran acá y allá
y el sol iluminará
los cubanos horizontes.
Cuando esté de andar cansado
y de vocear esté ronco,293
me sentaré sobre el tronco
de algún mamey colorado.
Contemplaré embelesado
los guayos de la colina,
y sobre la blanca y fina
cáscara de un anoncillo,
con la punta del cuchillo
Cuando me sienta cansado
y de vocear este ronco
Me sentaré sobre el tronco
de algún mami colorado
contemplaré embelesado
la sabana y la colina
y sobre la verde y fina
cáscara del mamoncillo
con la punta del cuchillo
grabaré: Isabel Rufina.
pondré el nombre de Rufina.
291
Coplas nº VI y X ([s.a.] 1875 [1871], 17-18).
En el libreto este verso aparece como “Ya llegará la mañana” (Falcón y Liern 1894, 22).
293
Quizás la acción de vocear tenga sentido en las actividades propias de las monterías.
292
326
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
En Los de Cuba se canta una tercera letra a coro, la cual aparece a modo de
una transcripción sonora del modo de hablar que se le solía asociar a la población
afrodescendiente en Cuba. La copla es la siguiente:
Don José aquí soy venío
Tan solo pa noticiarle
Que acabamos de amarrarle
Aquel añojo peldío.
Don Juan, á donde usted dio
Pa topar ese ternero
Me lo encontré en el venero
Metido en el moniatal
Y para echarlo al corral
Le atoje al perro Lucero. (Falcón y Liern 1894, 23)
Resulta curioso que no hay ningún personaje negro en la escena, ni tampoco
se hace referencia a las labores ganaderas que menciona la copla, por lo que al igual
que las dos precedentes, este es un indicio claro de que no es una copla compuesta
para el argumento de la obra sino que fue tomada de alguna ya existente. También
se incluye un estribillo que hace alusión directa a la acción de puntear el instrumento mientras se está cantando en lugar de rasguearlo:
Guajirito de mi pensamiento
canta canta despacito
la guitarra no has de rasguear
porque el punto pide puntear
La letra de la primera copla la encuentro en un “cuento patriótico cubano”
publicado en el Diario del Hogar en 1896, donde en la descripción de la rutina diaria
de los campesinos guajiros se mencionan que cantan un punto cubano con la copla
que aparece en Los de Cuba:
Grato es ver á aquellos soncillos guajiros, al amanecer, cuando los gallos cantan el avemaría, cuando la campana del ingenio vecino llama al trabajo á sus labradores, levantarse
diligentes de los catres y correr presurosos á preparar la yunta, el yugo y el arado con que
emprender la pesada tarea cotidiana, mientras que la guajira atiza la candela en el fogón
para hacer servir el sabroso café que servirá de desayuno.
327
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Pero también hiere el alma verlos ufanos salir al campo, precedidos de sus bueyes; trabajar pacientes bajo los rigores de un sol ecuatorial que caldea la tierra y tuesta los cuerpos bañados de sudor, en tanto que las bocas con voz melancólica, cantan al sol del dulce
punto cubano:
“Pronto vendrá la mañana
en que la neblina densa,
extienda su capa inmensa
sobre la verde sabana.
Las ceibas americanas
se alzarán sobre los montes,
los melodiosos sinsontes,
cantarán aquí y allá,
y el sol libre alumbrará
los cubanos horizontes.” (Castro 1896, 1)
Hay que ser cautos a la hora de asignar certeza histórica a esta fuente. No
puedo inferir que los campesinos cubanos cantaran esta copla específica pues dicho cuento se publica en una fecha posterior al estreno de Los de Cuba y su popularización en España, y podría ser que el autor pusiera en boca de los campesinos
esta conocida copla de guajira. De todas formas, localizo esta letra un año más
tarde de esta publicación, incluida en la partitura del Zapateado Cubano de Gabriel
Vilá publicada en La Habana (1897).
La popularidad de esta zarzuela se extendió durante mucho tiempo en España según indican las numerosas referencias hemerográficas a la misma. María
Montes, la actriz y cantante que triunfó durante años con esta zarzuela aparece
interpretándola en 1894 en Logroño. La prensa menciona que ha sido la “mayor
atracción” de la temporada con la consideración de cantaora flamenca294, y se denomina guajira a esta pieza:
La nombradía de María Montes, ha sido la mayor atracción de la temporada y en «El
lucero del alba,» «Los de Cuba,» y «Charito,» se ha hecho aplaudir mucho en su (para
294
Estamos en plena época del llamado flamenquismo. El flamenco se hace muy popular en todos
los ámbitos de la música española (Reyes Zúñiga 2015, 178-190).
328
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
nosotros) nuevo aspecto de cantaora, repitiendo los tangos, guajiras, guarachas y malagueñas que cantó. Es muy guapa y tiene unos pañolones magníficos como pocas de las
llamadas en el teatro «tiples de mantón de Manila.»295
En efecto, tanto el punto como la guaracha que están incluidas en Los de
Cuba se realizan al modo flamenco. En el libreto de la obra aparece que al inicio de
la escena VIII se canta una guaracha y aparece la siguiente indicación escenográfica:
“María viene vestida de cantaora de café, pañuelo en talle y muchas flores en la
cabeza”. A continuación, María dice lo siguiente: “¡Olé, olé! ¡Viva tu persona! Vino,
venga vino… y siga la juerga… Yo también me bailo. Oye, niño, vaya por tu persona esta guarachita.” (Falcón y Liern 1894, 17). Todo esto denota la interpretación
de esta pieza a lo flamenco.
Ilustración 29. Cartel de Los de Cuba (Teatro Principal de Granada, 27 de diciembre de 1895)296
Unos años más tarde también en Logroño, se indica en la siguiente crónica
que esta guajira se conoce en la ciudad desde hace años, y que algunos números
incluidos en esta zarzuela pertenecen al “género flamenco”:
TEATRO
Con una regular entrada, hizo anoche su debut la compañía de zarzuela cómica que dirigen los señores Riquelme y Ruiz de Arana. […]
Los de Cuba, es un apropóstico elegido para la presentación de Riquelme, que fué acogido desde su aparición con espontáneos aplausos, continuando mereciéndolos después
por su maestría en el género flamenco, ejecutado á la perfección en su hermosa guitarra.
295
La Rioja (Logroño), 27 de marzo de 1894: 2.
Cartel en Universidad de Granada, Fondo Antiguo: http://hdl.handle.net/10481/27115 (último acceso: 5 de marzo del 2017).
296
329
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Terminó imitando á varios actores, distinguiéndose al caracterizar á su compañero de
fatigas, Julio Ruiz, y, sobre todo, al hacernos oír con rara propiedad el fonógrafo.
Los tangos y las guajiras de la zarzuelita son familiares desde hace años para casi todos
los concurrentes. Sin embargo, son bonitos y agradan […]. (Fray Cirilo [pseud.] 1902, 2)
Algunos años más tarde encuentro a varios cantaores flamencos interpretando esta guajira y grabándola en los primeros registros fonográficos. Antonio
Pozo ”El Mochuelo” las llevó en su repertorio habitual durante años, realizando
varias grabaciones fonográficas de la misma con el título que no deja dudas de su
procedencia: “Guajiras de los de Cuba”297. Encuentro algunos anuncios de la venta
de estos discos también en México: “NOVEDADES para Diciembre en Discos
Dobles “COLUMBIA” de 10 pulgadas á $1.75 […] C 2111) Guajiras de los de
Cuba por El Mochuelo”298. En una entrevista a este cantaor publicada el día 13 de
noviembre de 1933 en el diario madrileño La Voz, comenta los temas más populares en su etapa de juventud refiriendo a esta guajira:
No hay español con edad de cuarto de siglo para arriba que no recuerde -unos, de más
cerca; otros, de más lejos- aquella “farruca” que llegó por el abuso a atormentar los oídos
de la Península [...]. Ni la guajira aquella que alcanzó una multiplicación infinita:
Pronto vendrá la mañana
en que la neblina densa,
en que la neblina densa,
en que la neblina densa,
¡y ay ay!…
La cantaora Encarnación Santiesteban “La Rubia” también graba esta guajira en los primeros años del siglo. Con el nombre de esta artista hay discrepancias
en la investigación de flamenco. Esta guajira aparece en un par de discos de recopilaciones de cantes antiguos, y en el titulado Antología de cantaores malagueñas apa-
297
La incluida en el corpus es la editada por Zonophone (X-52024, Matriz 763 y). También las
grabó para Discos Odeón (13.248), realizando una línea melódica idéntica y con un ligero
cambio en la letra, pues cambia “Rufina” por “Cristina”.
298
El Diario (Ciudad de México), 3 de diciembre de 1911: 8.
330
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
rece como “La Rubia de Málaga” (2005 [ca. 1905]), mientras que en el disco Flamenco con raíces sudamericanas aparece como “Encarnación Lagos “La Rubia”. No es
objeto de esta investigación dilucidar su identidad real, por lo que me referiré a ella
de aquí en adelante como “La Rubia”.
Antonio Ortega Escalona “Juan Breva” también las grabó para la casa Zonophone con el nombre de “Con qué te lavas la cara” acompañado a la guitarra
por Ramón Montoya (1910). Aunque como estoy mostrando esta guajira llevaba
más de dos décadas cantándose, el flamencólogo Guillermo Castro comenta a propósito de esta guajira de Juan Breva que “es un modelo nuevo con algunos giros
melódicos que recuerdan a las rancheras mexicanas.” (Castro Buendía 2014, 1170),
sin profundizar más en su estudio299.
Además de estas interpretaciones en los primeros años del siglo XX, esta
guajira ha seguido siendo cantada en el flamenco hasta las últimas décadas. Al menos un par de artistas flamencos la han llevado en su repertorio. Juan Ramírez
Sarabia “Chano Lobato” (1927-2009), fue un cantaor gaditano que solía interpretar
la segunda copla y el estribillo, con el que terminaba sus guajiras acelerando el
tempo hasta convertirlas en bulerías. Otro artista flamenco que la ha interpretado
hasta tiempos recientes es Jesús Heredia Flores, que la grabó en 1995 con el título
“Le vas a decir al lechero” (1995), donde emplea unas letras originales muy diferentes a las de la obra original, incluso con una métrica diferente. Canta un estribillo
que también tiene un tempo más vivo. Considero que esta aceleración final no es
una aportación original de estos cantaores flamencos, pues, como mostré en el
capítulo tercero, el maestro de bailes andaluces José Otero publica en 1912 la descripción coreográfica del baile de la guajira, indicando que se terminará con un
zapateado con tempo más vivo.
Estos dos cantaores flamencos más recientes realizan ligeras adaptaciones
en la copla, por ejemplo, Chano Lobato en el estribillo sustituye el verso “porque
el punto pide puntear” por “porque el cante pide puntear”, que, si bien se convierte
en una sentencia que no tiene mucho sentido, al menos puede tener algo más para
299
El autor no especifica qué giros melódicos son los similares, ni a qué obra se refiere dentro
del vasto universo de la “ranchera”.
331
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
ellos que el original. Chano Lobato también sustituye el término “mamoncillo” por
“guajirillo”, quizás porque el término original puede tener otras connotaciones en
el contexto gaditano y andaluz. Todos estos cambios, en conjunción con los musicales que expongo a continuación, forman parte de los procesos de asimilación
que los artistas flamencos han hecho de este punto cubano.
En España también he localizado esta copla unas décadas después en un
rollo de pianola datada entre 1929 y 1936300 con el nombre de Guajira cubana (ca.
1929). Esta obra forma parte del corpus de análisis.
En Cuba he ubicado esta copla en una grabación titulada “Tonada quivicareña. El flamboyán”, cantado a dúo por Manuel Rivero y Sergio Hernández (2013
[1986]). Este registro fue realizado en Quivicán (provincia de La Habana) en 1986.
Está incluida dentro del CD que acompaña a la publicación Puntos y tonadas de
Zobeyda Ramos Venereo (2013). En esta obra, la autora expone brevemente los
distintos tipos de puntos que existen. En el denominado punto central –en el que
incluye este tema–, comenta que es habitual cantar un estribillo de cuatro versos,
aunque en la grabación de Rivero y Hernández no aparezca:
Estas tonadas generalmente llevan un estribillo al final del canto, que funciona como
cierre.
Las tonadas con estribillo, aunque son cantadas fundamentalmente en el estilo de punto
central, también pueden encontrarse en estilo occidental, pues en ocasiones se canta una
décima con las características de este estilo seguida o antecedida de un estribillo en forma
de cuarteta. (2013, 12-13)
En el punto de Los de Cuba incluyen este estribillo de cuatro versos tras el
canto de tres décimas. No entraré en divagar sobre si Ángel Rubio pudo conocer
un punto de este tipo y recodificarlo en versión orquestal, o viceversa, que debido
a la popularidad de esta zarzuela en Cuba, el pueblo terminara cantándola como
sucedió en España con los cantaores flamencos. El caso es que, el hecho de con-
300
Datación ofrecida por la Biblioteca Nacional de España.
332
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
tener estribillo y que éste es típico del tipo de punto que cantan Rivero y Hernández, es un indicio más –además de las similitudes estructurales que expongo a continuación– de que ambas obras necesariamente están relacionadas de algún modo.
CORPUS DE ANÁLISIS
Un total de nueve obras componen el corpus de análisis. Además de la obra
original y el rollo de pianola, se incluyen seis grabaciones de cantaores flamencos,
cuatro de ellas de principios de siglo y las dos más recientes antes referidas, y la
grabación del punto cubano de Rivero y Hernández.
Tabla 30. Corpus de guajiras “Los de Cuba”
Nº
Cód.
1
GUC163
Pieza
Escuchar
Los de Cuba. Punto cubano
Ángel Rubio y Enrique López-Marín
[1888]
2
GUC42
Guajiras cubanas
Rollo de pianola
[ca. 1929]
3
GUC820
Guajiras de los de Cuba
El Mochuelo
[ca. 1905]
4
GUC825
Guajiras de los de Cuba
El Mochuelo
5
GUC821
Guajiras de los de Cuba
Encarnación Santiesteban "La Rubia"
[ca. 1905]
6
GUC817
Porque te lavas la cara (Guajiras)
Juan Breva
[1910]
333
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
7
GUC819
Guajiras
Chano Lobato
[ca. 1990]
8
GUC822
Le vas a decir al lechero (Guajiras)
Jesús Heredia
[1995]
9
PC848
Tonada quivicareña. El flamboyán
Manuel Rivero y Sergio Hernández
[1986]
DISTRIBUCIÓN ESTRUCTURAL DE PARADIGMAS
En la siguiente tabla se muestra la distribución estructural de paradigmas de
las coplas del corpus.
Tabla 31. Estructura de paradigmas en coplas de “Los de Cuba”
Verso
1º
2º
2º
2º
3º
4º
5º
6º
7º
8º
9º
10º
e1
e2
e3
e4
e4
e5
e6
e7
e8
Rubio
1a
2a
3a
3b
4a
5a
1a
2a
3a
3b
4a
5b
6a
7a
6a
8a
Pianola
1a
2a
3a
3b
4a
5a
1a
2a
3a
3b
4a
5b
6a
7b
6a
8a
Moch. 1
1b
2a
3a
3b
4a
5a
1a
2a
3a
3b
4a
5b
6a
7a
6a
8a
Moch. 2
1b
2a
3a
3b
4a
5a
1a
2a
3a
3b
4a
5b
6a
7a
6a
8a
Rubia
1a
2a
3a
3b
4a
5a
1a
2a
3a
3b
4a
5b
6a
7a
6a
8a
Breva
1a
2a
3a
3b
4a
5a
1a
2a
3a
3b
4a
5b
Chano
1b
2a
3a
3b
4b
5b
2a
3a
3a
3b
4a
5b
6a
7a
6a
8b
8b
Heredia
1a
2a
3a
3b
4c
5a
1c
2a
3a
3b
4c
5b
6a
7a
6a
7a
9a
10a
9a
10a
334
Punto
1a
2a
3c
4a
5c
1a
2a
3c
3c
4a
5c
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
Lo primero que llama la atención es que todas las obras –a excepción del
punto de Rivero donde se hacen once– cantan doce versos, los diez de la copla
repitiendo el segundo tres veces de manera consecutiva. En cada fila se representa
cada uno de los versos cantados de la copla (1º a 10º, con el verso 2º que se repite
dos o tres veces consecutivas), y los cuatro del estribillo (E1 a E4). Represento en
negrita los paradigmas que experimentan alguna transformación respecto al patrón
más común en las obras del corpus.
La décima que se canta en esta copla se divide en dos secciones simétricas
de seis versos cada una, separadas por una pausa entre ellas, –a excepción del punto
de Rivero que únicamente tiene cinco en la primera sección–. En la tabla, la primera sección comprende los primeros cuatro versos, incluyendo las repeticiones
del segundo verso –una en el punto de Rivero y dos en el resto–, y la segunda
sección va desde el quinto al décimo. La estructura simétrica de esta guajira es
bastante común en algunos puntos cubanos (Galán 1997 [1983], 34, Ramos
Venereo 2013, 14). El hecho de que la cesura ocupe el mismo lugar en la zarzuela
que en puntos cubanos es otro indicio para pensar que Ángel Rubio realmente se
inspiró en los puntos cubanos, o directamente copió alguno existente. En cada una
de las secciones de seis versos se emplean cinco patrones de alturas diferentes (paradigmas 1 al 5). Uno de ellos –el tercero– al repetirse en el verso octavo –excepto
en el punto de Rivero– incluye un “ay” por lo que añade unas alturas adicionales.
Por esta razón decido diferenciarlo, e identificarlo como paradigma 3b. Estos patrones se repiten de forma similar en las dos secciones, excepto el último (paradigma 5a) que varía ligeramente en la segunda sección (paradigma 5b) para finalizar
la copla.
En algunas obras se interpreta un estribillo de cuatro versos. El primer y el
tercer verso se cantan siguiendo el mismo patrón (paradigma 6a), y en el último,
los artistas flamencos más recientes hacen ligeras variantes (paradigma 8b). Jesús
Heredia no usa décimas en su copla, pero sí mantiene los 10 versos cantados. Su
estribillo consta de seis versos octosílabos en lugar de los cuatro versos con esquema silábico 11-8-11-8 del original. Para ello introduce modelos melódicos propios para estos versos adicionales (paradigmas 9a y 10a).
335
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
DESCRIPCIÓN DE LOS PARADIGMAS
Se describen a continuación los distintos paradigmas resultantes del análisis,
cuya secuencia he mostrado en la tabla anterior.
Paradigma 1a
Decido separar el comienzo de esta obra en tres paradigmas, el 1a, 1b y 1c.
El 1a lo cantan todos a excepción de El Mochuelo, Chano Lobato (paradigma 1b)
y Jesús Heredia en una ocasión (paradigma 1c).
Segmentos
Paradigma
Consta de seis segmentos diferentes que se repiten 15 veces en total. Los
dos últimos corresponden con el punto de Rivero. En la primera clase de equivalencia, en un 93.33% de las ocasiones aparece un fa o un fa#, por lo que el patrón
336
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
mayoritario de este paradigma está muy definido: sol–fa ó fa#–sol–la–sol. A su vez,
también es muy similar al comienzo de la guajira “vida mía”, como vimos anteriormente. El ICS de este paradigma es del 62.36 %.
Paradigma 1b
No es un paradigma en sentido estricto, en tanto que consta de una secuencia invariable de alturas, pero he decidido separar estos segmentos para denotar
esta manera “simplificada” de interpretación. Tanto El Mochuelo como Chano
Lobato realizan este primer verso de una manera más sencilla en cuanto al número
de alturas que emplean, únicamente tres, sol–la–sol. Estas alturas forman parte de
los elementos constantes del paradigma anterior.
Paradigma 1c
Este es un caso similar que el anterior, he decidido separar este segmento
en otro grupo de los anteriores dado que su comportamiento no es tan similar.
Únicamente lo canta Jesús Heredia en el quinto verso de la siguiente forma:
Paradigma 2a
Todas las obras excepto las de El Mochuelo y Chano Lobato comienzan
con la nota mi, aunque El Mochuelo en ocasiones también realiza el mi. Respecto
al final del paradigma, el último final re–mi lo realiza Chano Lobato. El punto de
Rivero (cuarto segmento) invierte la secuencia de alturas re–mi que realizan los demás para concluir.
337
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Segmentos
Paradigma
El ICS de este paradigma es 53.80%.
Paradigma 3a
Este paradigma corresponde con la primera repetición del segundo verso en
todas las obras menos en el punto de Rivero. Tiene un patrón muy estable de hasta
siete alturas consecutivas en todas las obras. Esto hace que tenga un ICS muy alto
del 89.33%. Mientras que El Mochuelo y Juan Breva siguen fielmente el modelo
de Rubio (primer segmento), Chano Lobato y la obra para pianola empieza una
vez en fa y otras dos en sol. El resto de obras comienzan en sol. En cuanto al final
del paradigma, la mayoría de obras terminan en fa excepto Chano Lobato y Jesús
Heredia –aunque este cantaor también termina en sol otra vez–.
338
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
Segmentos
Paradigma
Paradigma 3b
Representa la segunda repetición del segundo verso en todas las obras excepto en el punto de Rivero. Estructuralmente es muy similar al paradigma 3a, la
razón en separarlos viene del hecho de que en esta segunda repetición se cierra el
verso añadiendo un “ay ay ay”, lo que implica la adición de dos o tres alturas finales,
habitualmente re–sol–fa. La única variación la realiza El Mochuelo que en tres ocasiones canta el mi.
Segmentos
Paradigma
Al igual que el paradigma 3a el ICS es muy alto, del 94.84% debido a la
similitud con la que lo realizan todas las obras.
339
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Paradigma 3c
Este grupo representa únicamente la interpretación de los versos 2, 7 y 8 del
punto de Rivero, de nuevo, más que un paradigma es un segmento sin variaciones.
Los dos paradigmas anteriores eran muy estables, y, aunque esta obra realiza un
patrón muy similar, he decidido separarlo para visualizar más claramente las diferencias que existen entre ellos.
Paradigma 4a
Este paradigma siempre se ejecuta de la misma forma, una serie de notas
sobre la altura de la, o bien terminando en do en el caso del punto de Rivero. Las
dos únicas excepciones son Chano Lobato –representado en el paradigma 4b– y
Jesús Heredia –representado en el paradigma 4c–. El ICS de este paradigma es
57.66%.
Segmentos
Paradigma
Paradigma 4b
Chano Lobato, aunque una vez lo canta como en el paradigma 4a, realiza la
secuencia siguiente.
340
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
Paradigma 4c
Jesús Heredia lo interpreta de dos formas diferentes, incluyendo únicamente
una altura para finalizar. El ICS es por tanto elevado, un 92%.
Segmentos
Paradigma
Paradigma 5a
La mayoría de las obras cantan el cuarto verso con este paradigma, excepto
Chano Lobato y Jesús Heredia que lo hacen con el paradigma 5b y el punto de
Rivero que se representa en el paradigma 5c. La Rubia es la única intérprete que
comienza en sol. Es un paradigma muy estable con un ICS del 90.54%.
Segmentos
Paradigma
Paradigma 5b
Este paradigma es muy similar al 5a salvo en el final. Es el que se emplea
para finalizar la décima. Es donde aparecen más variaciones, de ahí que el valor del
341
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
ICS baje a un 59.47%. Comienzan con sol La Rubia, Chano Lobato y Jesús Heredia,
y en fa Juan Breva. La segunda clase de equivalencia se debe a que Juan Breva canta
un fa y Chano Lobato un fa-mi-fa.
Segmentos
Paradigma
Paradigma 5c
El punto de Rivero interpreta este paradigma para concluir ambas secciones
cantadas en la que se divide la obra. Es muy similar al 5a incluyendo algunas alturas
adicionales. El ICS es de un 90 %.
Segmentos
Paradigma
342
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
Paradigma 6a
Representa el verso de comienzo del estribillo. El Mochuelo y La Rubia lo
ejecutan de manera idéntica a la obra de Ángel Rubio (primer segmento). Chano
Lobato hace los dos valores últimos de la segunda clase de equivalencia, “simplificando” ligeramente la sucesión de alturas del patrón mayoritario. El ICS de este
paradigma es de 84.21%.
Segmentos
Paradigma
Paradigma 7a
Todas las obras hacen prácticamente lo mismo –excepto la obra de pianola
que realiza el paradigma 7b–. De nuevo El Mochuelo canta fielmente el patrón de
Rubio, mientras que Chano Lobato hace una ligera variante –primera clase de equivalencia– y Jesús Heredia otra –segunda clase de equivalencia–. El ICS del paradigma es del 77.76%.
343
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Segmentos
Paradigma
Paradigma 7b
La obra para pianola realiza una variante respecto al paradigma anterior de
la siguiente forma:
Paradigma 8a
El verso final del estribillo lo he separado en dos subparadigmas el 8a y el
8b. El primero es el que se realiza en la partitura de Rubio, en la de pianola y en las
grabaciones de El Mochuelo y La Rubia. Son muy similares, a excepción del final
donde El Mochuelo y La Rubia bajan las alturas una octava, aunque respetando la
estructura original. Para la representación paradigmática no tengo en cuenta estas
diferencias de octavas del final. El ICS es del 69.88%.
Segmentos
Paradigma
344
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
Paradigma 8b
De esta forma termina únicamente Chano Lobato el estribillo de cuatro versos. Tiene un ICS del 95.61% al variar únicamente la altura de comienzo.
Segmentos
Paradigma
Paradigma 9a
Tanto este segmento como el siguiente corresponden con la ampliación del
estribillo que realiza Jesús Heredia. Lo canta de la siguiente forma:
Paradigma 10a
Con este segmento finaliza Jesús Heredia su estribillo:
RESULTADOS DEL ANÁLISIS
Del análisis –tanto documental como musical– de esta guajira se pueden
extraer interesantes conclusiones. La primera es el hecho de denominar una misma
pieza indistintamente como punto cubano o como guajira –incluso como punto
345
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
de La Habana en algunas partichelas del manuscrito de Los de Cuba–. Si bien en la
obra de Los de Cuba aparece como punto cantado por personajes cubanos, retomando letras propias de los puntos, posteriormente se la conoció como una guajira. Esta denominación indistinta, punto o guajira, no implica cambios sustanciales
en la estructura de alturas, más bien al contrario, las diferencias entre las obras
cantadas por artistas flamencos respecto a la partitura de Rubio son mínimas. Tampoco hay grandes diferencias con el punto de Rivero y Hernández, que comparten
tres de los cinco patrones de la copla y los dos restantes son bastante similares. En
este sentido el ICG de todo el corpus de 76.97 %, lo que indica un modelo bastante
estable.
Por otro lado, si comparamos esta obra con otros puntos y zapateos cubanos, encontraremos una distribución estructural de la copla muy similar a algunos
puntos, con dos secciones simétricas de seis versos cada una intercaladas por diversas variaciones instrumentales. También en este sentido, el primer verso de esta
obra es idéntico a la copla más característica del zapateo cubano.
En cuanto a las obras españolas, otro hecho a destacar es la enorme similitud
estructural entre la obra escrita para la zarzuela y las posteriores versiones aprendidas de forma oral. Los cantaores flamencos más cercanos a la época en la que
esta zarzuela era representada –El Mochuelo, La Rubia y Juan Breva–, están reproduciendo de manera casi fidedigna la partitura original, quizás porque es muy probable que conocieran esta pieza dada su popularidad en la época. Las guajiras de
Chano Lobato y Jesús Heredia son la que más transformaciones presentan. Quizás
ellos no tuvieron acceso a la versión original sino a las que otros cantaores iban
realizando de la misma. Esta es una nueva muestra de la estrecha relación que
puede existir entre lo escrito y lo oral. No es de extrañar que en ese entonces los
cantaores flamencos adaptaran a sus repertorios números de zarzuelas –como
muestran algunos documentos expuestos en la sección de análisis documental–.
En este caso dicha adaptación fue factible dada la cercanía musical del punto y la
guajira. En este sentido también es destacable que en la zarzuela, tanto la guaracha
interpretada previamente como el punto se realicen de una forma flamenca. Todo
esto evidencia la existencia de vasos comunicantes entre zarzuela y flamenco en
346
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
pleno auge del flamenquismo, fruto de lo cual aún hoy día se ven sus efectos, pues
podemos seguir escuchando esta obra más de un siglo después en las gargantas de
los cantaores flamencos sin apenas cambios. La música viva, por tanto, sigue reflejando lo plasmado en partituras decimonónicas.
Además de estos paradigmas donde aparecen los cambios que los cantaores
flamencos –sobre todo los más recientes– van realizando sobre las obras anteriores, me parece oportuno resaltar cómo también se hace una serie de transformaciones referentes a la duración de las notas. En las versiones flamencas modernas
se juega con estas duraciones, sosteniendo y alargando hasta el máximo ciertas notas, como muestra de virtuosismo. En las siguientes figuras se muestran algunos
ejemplos, comparando la partitura de Los de Cuba con la interpretación de Jesús
Heredia. En las zonas sombreadas se percibe este hecho.
Figura 23. Copla en “Los de Cuba” (Ángel Rubio, 1888)
Figura 24. Copla en “Le vas a decir al lechero” (Jesús Heredia, 1995)
347
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
ANÁLISIS 3º. GUAJIRAS/PUNTO “TENGO UNA CHINA EN MATANZAS”
En el transcurso de la investigación he localizado algunos puntos en Cuba
cuya copla tiene una gran similitud melódica con guajiras de España. Mostré un
ejemplo de esto en el análisis anterior de Los de Cuba, y en este tercer análisis presento otro de ellos, el correspondiente con la guajira que he denominado “Tengo
una china en Matanzas”, al ser esta una de las letras populares de la misma. Considero que esta similitud no es casual, y que nos encontramos ante un ejemplo más
de la estrecha relación que hubo entre estas expresiones musicales en los primeros
años del siglo pasado.
La primera vez que encuentro esta melodía es en una obra de Anselmo González del Valle (1852-1911). Nacido en La Habana e hijo de un empresario español
que hizo su fortuna con el negocio tabaquero en Cuba a mediados del siglo XIX,
cuando tenía 11 años fue enviado a Asturias para que completara su formación
académica. Aunque hereda los negocios y tierras de su padre en Cuba, tal parece
que no los administra él directamente y permanece en España hasta su muerte en
1911301. En su obra como compositor, además de numerosos arreglos de zarzuelas
y recopilaciones de música popular asturiana, aparecen un par de obras relacionadas con Cuba: Guajiras populares y Zapateo cubano302. La primera de ellas no he podido
localizarla, y de la segunda ubiqué un ejemplar en la Biblioteca Nacional José Martí
en La Habana (González del Valle 1905). Se trata de una edición española publicada en Oviedo que también se vendió en Cuba303. En la portada aparece la siguiente dedicatoria: “Dedicado á su amigo el Sr. Juán A. Bances. Presidente del
Centro Asturiano de La Habana”. Este dato, unido a los negocios que tenía en
Cuba puede ser un indicio de que tuvo un asiduo contacto con la isla y probablemente con la música que se iba editando allí, dada su afición a coleccionar partituras
301
Visto en la web: Coleccionista de vitrolas de puros Juan Alberto Berni González, http://www.jabernicoleccionismo-vitolas.com/1C.5.18_La_saga_de_los_Cabanas_Carvajal.htm (último acceso: 4
de agosto de 2016).
302
Basado en la relación de obras del autor que aparece al final de la edición de su obra Zapateo
cubano (González del Valle 1905, 12).
303
En la portada de la partitura aparece el sello del establecimiento habanero que probablemente
la vendió: “José Giralt. Almacén de música. O’Reilly 81 · Habana”.
348
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
musicales. Aunque se publica en España como acabo de mencionar, tengo constancia de la interpretación de esta obra en Cuba. Un par de años después de dicha
publicación se interpreta en un concierto en La Habana:
EL TEATRO EN AMÉRICA
Habana.–
[…]
–En el Salón-López ha dado un concierto el joven y laureado pianista asturiano Benjamín Orbón, que fue muy aplaudido.
En el programa figuraba el Zapateo cubano, una bella transcripción del notable maestro
D. Anselmo González del Valle, hijo de Cuba, que desde hace largos años, como pocos
ignorarán, tiene en Oviedo su residencia.304
En el libro El folk-lor en la música cubana de Eduardo Sánchez de Fuentes se
incluyen las dos primeras páginas de una partitura titulada “Zapateo y punto cubano” sin especificar autor (1923, 52-53). Este fragmento es idéntico a uno del
zapateo cubano de González del Valle, concretamente el que va de los compases
25 al 94. En la copla que comienza en el compás 61, en la partitura del libro de
Sánchez de Fuentes aparece la anotación “Punto”, y en el compás 91 vuelve a
indicarse “Zapateo”305. No me es posible determinar si esta partitura incluida en el
libro está copiada directamente del zapateo de González del Valle, o si por el contrario este compositor lo copia de una obra previa.
Unos años más tarde de la obra de González del Valle se publican en España
un par de guajiras que contienen una copla similar. La primera es una obra para
piano de Rafael Gil y Asensi cuya primera copla comienza “Tengo una china en
Matanzas”. Esta letra aparece décadas antes en el semanario satírico Gedeón306, con
304
El Arte del Teatro (Madrid), 15 de marzo de 1907: 17.
En el zapateo de González del Valle no aparecen las letras de las coplas en la partitura ni
indicaciones de cuándo comienzan, pero el autor sí incluye algunas anotaciones al inicio de
algunas de ellas como “Con forza e ben cantato” (1905, 6), “cantando con molta espanssione”
(1905, 7), “a tempo cantando sempre con molta espanssione” (1905, 8), lo que denota que
estas partes correspondientes a la copla eran conocidas por los intérpretes.
306
“Guajiras viejas arregladas. Para laborantes y «simpatizadores»” Gedeón (Madrid), 19 de noviembre de 1896: 3.
305
349
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
ligeros cambios respecto a la que aparece en la partitura, aunque conserva el fenómeno lingüístico del laísmo. La comparativa de las dos letras es la siguiente:
Letra de la partitura
Tengo una china en Matanzas
de mi gusto y afición
yo la entregué el corazón
por ver si hallaba esperanza
la prometi dos estancias
y una gran tienda de ropa
Letra en Gedeón
Tengo una china en Matanzas,
de mi gusto y afición;
la entregué mi corazón
por ver si hallaba esperanzas.
Se quiso venir con chanza,
pretendió tomarme el pelo,
como en La Habana no hay otra
para vender y comprar
y me llegó a contestar
gran puñado son tres moscas
pensaba darme canguelo
y dejarme sin un cuarto,
pero aunque de ella estoy harto
la he largado el gran camelo.
Esta letra también la encuentro en el relato de Pio Baroja (1872-1956) titulado “Los últimos románticos” perteneciente a la trilogía El Pasado de (1906), aunque en esta ocasión aparece mencionada como una “canción cubana” en lugar de
“guajira”, y es interpretada junto a otras expresiones musicales españolas como las
malagueñas o las peteneras (1906, 189):
–Vamos, don Garcías, una canción española.
Pipot se hizo rogar un poco; luego cogió la guitarra y comenzó á tañerla. Con una habilidad consumada cantó malagueñas, peteneras y una canción cubana que fué la que más
gustó, que comenzaba diciendo:
Tengo una china en Matanzas
de mi gusto y afición.
Otra obra que contiene el modelo melódico de esta copla es la titulada Verdaderas Güajiras Cubanas, composición para guitarra solista de Severino García Fortea ya referida anteriormente (1913). En la obra Tres piezas de concierto op. 6. nº 2
Guajiras de Enrique Fernández Arbós antes mencionada, el autor también parece
retomar esta melodía, en concreto los dos primeros versos de la misma, en una
sección de esta obra.
350
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
Además de éstas, también identifico este modelo melódico en un par de
puntos cubanos307. En el archivo del Museo Nacional de la Música de La Habana
localizo un manuscrito de una obra titulada Punto de Eduardo Sánchez de Fuentes
autografiado por el propio autor. La copla que emplea es muy similar a la que
aparece en el zapateo de González del Valle, y en la guajira de Gil y Asensi, elogiando la belleza de una veguera308, aunque con ligeras variantes. Llama la atención
que la letra de la copla incluida en este punto no es una décima propiamente dicha,
sustituyendo la redondilla inicial por una cuarteta. La letra de este punto, comparada con la de Anselmo González del Valle y la de Gil y Asensi es la siguiente:
Anselmo G. del Valle
Vi bajar á una veguera
De Cuba por la sabana
Más linda que una mañana
En tiempo de primavera
¡La he visto tan hechicera!
Si la vista no me engaña,
Tú eres de aquella cabaña
Que a lo lejos se divisa,
En donde mece la brisa
La tierna flor de la caña
Gil y Asensi
De Cuba para la Habana
Vi bajar á una Veguera
Más fresca que una mañana
En tiempo de Primavera
La pregunté que si era
Nacida en la Montaña
No señor en la Cabaña
Que a lo lejos se divisa
En donde bate la brisa
La rica flor de la Caña
E. Sánchez de Fuentes
De Cuba para la Habana
Vi bajar á una veguera
Más linda que una mañana
En tiempo de primavera
Yo le pregunté si era
Nacida en la montaña
No señor en la cabaña
Que a lo lejos se divisa
En donde mece la brisa
La tierna flor de la caña
Esta letra que emplea Sánchez de Fuentes aparece de manera idéntica en
algunas obras anteriores como el Zapateo cubano de Gabriel Vilá (1897), donde es
cantada con la melodía de la copla característica del zapateo cubano. Las pequeñas
307
Expongo únicamente dos aunque hay algunos otros que comparten estructuras de esta copla,
como por ejemplo el titulado Un bebedor de aguardiente, interpretado por el grupo “Parranda
Espirituana” (2011).
308
Con este término se denominaban también a las campesinas cubanas.
351
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
variantes que se muestran entre éstos autores podría ser consecuencia de la circulación de esta copla, quizás debido a su popularidad309. Actualmente se sigue cantando esta letra en el repertorio de diversas formaciones corales, con la copla característica del zapateo con un arreglo que realizó Electo Silva (1995 [1994]).
El segundo de los puntos que canta esta melodía es el grabado por Jesús
Orta Ruiz “El Indio Naborí” (1922-2005) y el “Grupo guajiro de guitarras” con el
título de Cuba (Punto cubano) (2012). El Indio Naborí, nacido de una familia campesina, fue uno de los poetas e intérpretes principales del punto cubano durante el
siglo XX. Interpreta este bello tema probablemente con letra compuesta por él
mismo, pero la música es muy similar al resto de obras que conforman este análisis.
CORPUS DE ANÁLISIS
En la siguiente tabla se muestran las cinco piezas que componen el corpus
de análisis, el zapateo cubano de González del Valle, las dos partituras de guajiras
mencionadas, y los puntos de Sánchez de Fuentes y el Indio Naborí. Excluyo el
Punto y zapateo que aparece en el libro de Sánchez de Fuentes por ser idéntico al
zapateo de González del Valle.
Tabla 32. Corpus de análisis de la guajira/punto ”Tengo una China en Matanzas”
Nº
Cód.
1
ZCC162
Pieza
Escuchar
Zapateo Cubano
Anselmo González del Valle
[1905]
2
GUC25
Guagiras
Rafael Gil y Asensi
[ca. 1912]
309
En la portada del zapateo de González del Valle aparece la indicación “Aires populares”.
352
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
3
GUC34
Verdaderas Güajiras Populares
Severino García Fortea
[1913]
4
PCC164
Punto
Eduardo Sánchez de Fuentes
[ca. 1920]
5
PCC832
Cuba (Punto cubano)
El Indio Naborí
DISTRIBUCIÓN ESTRUCTURAL DE PARADIGMAS
La representación estructural de los paradigmas resultantes en el análisis se
muestra en la siguiente tabla:
Tabla 33. Estructura de paradigmas en coplas de “Tengo una china en Matanzas”
Verso A. G. Del Valle
1º
1a
2º
2a
1º
1a
2º
2a
3º
3a
4º
4c
5º
6º
7º
8º
9º
10º
9º
10º
Gil y Asensi
1a
2a
1a
2a
3c
4d
1a
2a
3c
4d
5a
4d
5a
4d
S. G. Fortea
1a
2a
1a
2a
3a
4a
6a
7a
6a
7a
3c
4a
S. de Fuentes
1a
2a
1a
2a
3b
4b
1a
2a
1a
2a
3b
4b
I. Naborí
1a
2a
3a
4a
1a
2a
1a
2a
3a
4a
Todas las obras menos la del Indio Naborí comienzan con una repetición
de los dos primeros versos, y solo una, la de Gil y Asensi terminan con la repetición
de los dos últimos. Normalmente hay cuatro patrones (paradigmas 1 al 4) que se
repiten –aunque con variantes dependiendo de los autores– excepto la obra de
353
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
García Fortea que introduce un par de patrones distintos al resto (paradigmas 6a y
7a). Como se puede ver, las estructuras de los dos puntos son muy similares entre
sí siguiendo una estructura bastante común en otros puntos. El cantante hace dos
pequeñas cesuras tras los versos cuarto y sexto, formando tres bloques de versos
de la forma 4+2+4, estructura común en algunos puntos (Ramos Venereo 2013,
14).
DESCRIPCIÓN DE LOS PARADIGMAS
A continuación expongo con detalle cada uno de estos paradigmas.
Paradigma 1a
Todas las obras comienzan de la misma forma excepto las guajiras de García
Fortea (segundo segmento) que añade una pequeña frase al inicio. El ICS de este
segmento es del 81,17%.
Segmentos
Paradigma
Paradigma 2a
De nuevo todas las obras realizan el mismo segmento excepto el punto de
Sánchez de Fuentes (segundo segmento), quien incluye un par de alturas adicionales a mitad del verso. El ICS de este paradigma es 88,74%. La estabilidad que presentan tanto este paradigma como el anterior le confieren a este grupo de piezas
un comienzo muy estable, estructuralmente hablando.
354
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
Segmentos
Paradigma
Paradigma 3a
He dividido el paradigma 3 en tres subparadigmas (3a, 3b y 3c), pues aunque
se parecen mucho –sobre todo los dos primeros–, la claridad en la exposición de
resultados aconsejaba realizar dicha división. En este paradigma 1a sus segmentos
se diferencian únicamente en el comienzo, y lo realizan el punto del Indio Naborí
(primer valor de la clase de equivalencia), las guajiras de García Fortea (segundo
valor) y el zapateo de González del Valle (tercer valor), es decir, tres obras de expresiones musicales diferentes. El ICS de este paradigma es también bastante alto
81,30%.
Segmentos
Paradigma
Paradigma 3b
Aunque no es propiamente un paradigma, está separado en grupo por cuestiones de claridad, como ya se especificó. Es un segmento que aparece en el punto
355
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
de Sánchez de Fuentes, y de alguna forma sigue el patrón fa–mi–re al igual que en
el paradigma 3a:
Paradigma 3c
Este paradigma lo realizan las dos guajiras, tanto de García Fortea –en una
ocasión– como la de Gil y Asensi. El ICS es 70,83%.
Segmentos
Paradigma
Paradigma 4a
Con este paradigma se concluye la copla y es en el que aparece más diversidad, de ahí que lo haya dividido en cuatro. El 4a lo hacen García Fortea (guajiras)
y el Indio Naborí (punto) y tiene un ICS del 64%.
Segmentos
Paradigma
356
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
Paradigma 4b
Corresponde con el punto de Sánchez de Fuentes, que finaliza de dos formas diferentes. El ICS de este paradigma es 57,14%.
Segmentos
Paradigma
Paradigma 4c
El zapateo de Anselmo González del Valle termina de la siguiente forma:
Paradigma 4d
Este final aparece en la guajira de Gil y Asensi:
Paradigma 5a
Este verso únicamente lo realiza Gil y Asensi en el noveno verso.
357
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Paradigma 6a
Como ya comenté, tanto este paradigma como el siguiente los realiza la guajira de Severiano García Fortea en la posición en que deberían estar los paradigmas
1 y 2.
Paradigma 7a
Este grupo consta de un segmento, el cual tiene la siguiente forma:
RESULTADOS DEL ANÁLISIS
En este análisis ha sido posible comparar piezas de tres expresiones musicales distintas, un zapateo, dos puntos y dos guajiras españolas y se ha podido
comprobar que todas tienen una estructura bastante similar, sobre todo en el comienzo, donde los dos primeros paradigmas son prácticamente idénticos en todas.
El ICG de este análisis es del 84.94%. También resalto el hecho de que nuevamente
se han combinado obras escritas en partitura con una grabación, con casi un siglo
de diferencia.
La estructura de paradigmas del manuscrito de Sánchez de Fuentes es muy
similar a la que realiza el Indio Naborí y otros puntos cubanos, por lo que es probable que este compositor retomara la melodía de esta copla de alguna ya existente,
armonizando su acompañamiento.
358
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
ANÁLISIS 4º. GUAJIRAS DE “POBRE CUBA DESDICHADA”
La grabación más antigua de un punto o guajira cubana que he podido localizar es la de Martín Silveira, quien en la primera década del siglo XX comienza a
realizar una serie de registros fonográficos. Me centro en una grabación titulada A
Cuba (guajiras), grabada el 5 de marzo de 1907310 en La Habana (1907), que consta
de tres décimas alusivas a la injerencia de Estados Unidos en los asuntos cubanos
en los primeros años de la república. La voz de Silveira es acompañada únicamente
por un laúd. El escritor Antonio Iraizoz realiza una clasificación de los tipos de
décimas en Cuba, y sitúa a Silveira como ejemplo de compositor de coplas populares e improvisadas:
En la décima criolla debemos distinguir tres tipos:
a) La eminentemente popular, espontánea, que improvisa el cantor los días de fiesta, o
compone el carretero para distraer su aburrimiento del camino o el guajiro amoroso
cuando se dirije a la mujer que le agrada. Sus vulgares conceptos, superficialidad de ideas,
vocablos improcedentes y barbarismos reducen su valor al puramente folklórico que
puedan tener. Ejemplo de ella las de Martín Silveira, y la de “carretero” muy repetida que
comienza:
“Levántate, Rafael,
Si eres hombre “campista”
Y pasarás por tu vista
El campo al amanecer.” (Iraizoz 1929, 144)
Revisando la discografía flamenca de la época, localizo un par de grabaciones de guajiras bastante similares ésta, las cuales son interpretadas por dos cantaores flamencos de los que apenas hay información bibliográfica o escritos que hablen de ellos en la historia del flamenco. El primero es Juan Ríos, también conocido
como “El canario”, que graba un par de guajiras muy parecidas a la de Silveira
tituladas El pensamiento de un soltero y Un piropo a las mujeres. El segundo es Telesforo
310
Visto en Discography of American Historical Recordings, http://adp.library.ucsb.edu/index.php/matrix/detail/600000159/O-14-A_Cuba (último acceso: el 22 de marzo de 2016).
359
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
del Campo, también conocido en su época como “Niño del Campo”, quien el 28
de mayo de 1919311 graba la guajira titulada Ven conmigo matancera para la casa Victor
en La Habana (1919b). Él mismo acompaña su cante con la guitarra flamenca,
intercalando secciones instrumentales y cantadas, durante las cuales únicamente
emplea la guitarra al final de cada verso para marcar el acorde de terminación o
para realizar pequeñas variaciones entre las pausas del cante. Éstas se basan en un
punteo muy similar al que se realiza en los puntos cubanos. En esta guajira se emplea exclusivamente la técnica del punteado, a diferencia de otros guitarristas flamencos que la alternan con otras como rasgueos, arpegios, etc. El hecho de grabar
en La Habana puede ser un indicio de que este cantaor conoció esta guajira al oírla
directamente de otros artistas cubanos, o que tuviera acceso a las grabaciones de
Martín Silveira u otras similares. La letra que canta ya había sido grabada anteriormente por Pastora Pavón “La Niña de los Peines” (1917), pero la música es diferente, por lo que parece que adapta letras ya existentes a unas melodías de guajira
diferentes.
CORPUS DE ANÁLISIS
El corpus de análisis lo componen estas tres obras. Si bien Juan Ríos graba
dos guajiras diferentes que siguen este modelo como acabo de comentar, únicamente transcribo una de ellas dado que ambas son prácticamente idénticas. Las
dos guajiras de Ríos son iguales, por lo que únicamente incluyo en el corpus de
análisis una de ellas.
311
Visto en Discography of American Historical Recordings, http://adp.library.ucsb.edu/index.php/matrix/detail/600001959/G-2779-Ven_conmigo_Matancera (último acceso: 22 de
marzo de 2016).
360
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
Tabla 34. Corpus de análisis de la guajira “Pobre Cuba desdichada”
Nº
Cód.
1
PCC809
Pieza
Escuchar
A Cuba (Guajiras)
Martín Silveira
[1907]
2
GUC823
El pensamiento de un soltero (Guajiras)
Juan Ríos “El Canario”
[ca. 1915]
3
GUC828
Ven conmigo matancera (Guajiras)
Telesforo del Campo
[1919]
DISTRIBUCIÓN ESTRUCTURAL DE LOS PARADIGMAS
Cada intérprete canta tres coplas prácticamente iguales, por esta razón transcribí solo una copla de cada uno.
Tabla 35. Estructura de paradigmas de la guajira “Pobre Cuba desdichada”
Verso
1º
2º
1º
2º
3º
4º
Martín Silveira
1a
2a
3a
4a
5a
6a
Juan Ríos
Telesforo del Campo
1b
2b
2c / -
2c
2c
5b
6b
Parte instrumental
5º
6º
7º
8º
9º
10º
1a
2a
3a
4a
5a
6a
1b
2b
2c
2c
5b
6b
361
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Las tres piezas tienen una estructura lírica similar. Martín Silveira repite los
dos primeros versos de cada décima al igual que Telesforo del Campo. Juan Ríos
realiza un pequeño cambio pues únicamente repite el segundo verso en las dos
primeras décimas, y no realiza ninguna repetición en la tercera y última, quizás
debido a la duración limitada del disco de pizarra.
Los tres artistas cantan los cuatro primeros versos y tras una pequeña pausa
instrumental se cantan seguidos los últimos seis, empleando una estructura muy
similar a la que mostré en la de Los de Cuba. Al analizar los patrones melódicos que
se emplean aparecen las primeras diferencias entre Martín Silveira y los cantaores
flamencos. Silveira emplea una estructura con seis patrones diferentes (paradigmas
1a, 2a, 3a, 4a, 5a y 6a) tanto para cantar los cuatro primeros versos con la repetición
del primero y el segundo, como para los seis últimos. Los cantaores flamencos
emplean una estructura melódica muy estable que consta de cuatro de los seis patrones diferentes de Silveira. Tiene una secuencia de comienzo (paradigma 1b) y
otros dos de terminación (paradigmas 5b y 6b) y los versos intermedios sobre un
patrón con dos variantes (paradigmas 2b y 2c). A continuación detallo cada uno de
los paradigmas para poder apreciar de manera más detallada los cambios musicales
que existen entre estas tres interpretaciones.
DESCRIPCIÓN DE LOS PARADIGMAS
Paradigma 1a
Martín Silveira siempre comienza sus décimas de la misma forma, representado en este segmento, con una sucesión de notas en la misma altura de do.
Paradigma 1b
Los cantaores flamencos comienzan la copla de una manera más diversa que
Silveira. Aunque Telesforo del Campo lo hace a veces igual que Silveira, se suele
362
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
añadir la altura si intercalada entre el do. Juan Ríos en ocasiones comienza con un
sol para subir a continuación hasta do, en lugar de empezar en do directamente (primera clase de equivalencia). Los segmentos que aparecen son:
Segmentos
Paradigma
El ICS es de del 27.58% pues hay bastante variedad en este paradigma.
Paradigma 2a
Martín Silveira realiza siempre este verso de la siguiente forma:
363
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Paradigma 2b
Los cantaores flamencos realizan este paradigma similar a Silveira pero con
ligeras variantes, añadiendo alturas adicionales y obteniendo de esta forma unas
frases con más variedad de alturas. Los dos últimos segmentos –realizados ambos
por Telesforo del Campo– incluso contienen la misma secuencia que Silveira. El
ICS es del 65.98%.
Segmentos
Paradigma
Paradigma 2c
Este paradigma es el que realizan los cantaores flamencos entre los dos paradigmas de comienzo (1b y 2b) y los dos de finalización (5b y 6b). Es prácticamente igual al 2b, pero la razón para diferenciarlo radica en la parte inicial del
mismo que se realiza ligeramente diferente según el patrón que le precede. El ICS
es del 74.09%.
364
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
Segmentos
Paradigma
Paradigma 3a
Al igual que en los dos anteriores, Silveira realiza siempre del mismo modo
este verso.
Paradigma 4a
En este verso Silveira lo realiza siempre de la misma forma.
Paradigma 5a
Este penúltimo paradigma de Silveira es muy estable, únicamente variando
la forma de terminar. El ICS es del 92.44%.
365
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Segmentos
Paradigma
Paradigma 5b
Tanto Juan Ríos como Telesforo del Campo realizan este paradigma de manera prácticamente idéntica, variando, al igual que Silveira, únicamente en la terminación, que la realizan en mi –la mayor parte de las veces– o en fa. La tendencia
descendente del patrón es coincidente con lo que interpreta Silveira, aunque los
flamencos la realizan empleando más alturas diferentes. El ICS es de 95.24%.
Segmentos
Paradigma
Paradigma 6a
El último paradigma es donde Silveira realiza más variaciones. De hecho las
seis veces que lo interpreta lo hace de manera distinta, por lo que el ICS resultante
es bastante bajo, de un 42.50%. El patrón mayoritario de este paradigma es la secuencia re–do–fa–mi–do–sol.
366
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
Segmentos
Paradigma
Paradigma 6b
Los cantaores flamencos realizan cambios al inicio y al final de este paradigma, conservando una zona central bastante definida. El paradigma resultante es
bastante similar al de Silveira. Aunque este último suele terminar con do–fa–mi–do–
sol, también en alguna ocasión realiza la variante do–re–do–sol. El ICS es del 88.25%.
Segmentos
Paradigma
367
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
RESULTADOS DEL ANÁLISIS
Con estos resultados podemos extraer varias conclusiones. En primer lugar,
se comprueba que los versos cantados en la sección central por Silveira respecto a
los cantaores flamencos son bastante diferentes, y, por otro lado, que los paradigmas de comienzo y final de la copla son muy parecidos. Esta similitud estructural
–el ICG es del 76.46%– muestra que estas piezas están relacionadas, por lo que
caben plantear dos hipótesis: que los flamencos la aprendieron de los guajiros o
viceversa. Dado que estas guajiras no son similares a otras guajiras flamencas de la
época312 y a que el acompañamiento musical que realiza Telesforo del Campo es
más similar al punteado del laúd que a falsetas de guitarra flamenca, me decanto
por la primera de las hipótesis. En ese caso, el flamenco realiza una transformación
consistente en simplificar el número de frases (cuatro patrones distintos en lugar
de seis), vistiendo cada una de ellas de una manera más elaborada que Silveira.
Estos cambios musicales se ven claramente en los resultados del análisis comparativo.
También podemos observar que la guajira de Silveira tiene una estructura
melódica muy definida. Esto puede deberse a que el cantador se tiene que concentrar en improvisar la letra de los versos que está cantando más que en realizar improvisaciones también en el plano melódico del canto. La melodía de la copla no
es improvisada, de hecho Silveira va ejecutando con el laúd la misma melodía que
canta.
Este análisis ha puesto de manifiesto también el hecho de que una restricción impuesta por la tecnología –en este caso la duración limitada de la placa de
pizarra– puede alterar la estructura musical. La guajira de Juan Ríos comienza con
un largo preludio musical a la guitarra y un “ay” prolongado que le obliga quizás al
final de la obra a suprimir la repetición de un verso para concluir a tiempo. En su
otra guajira “Un piropo a las mujeres” tiene tiempo de terminar por lo que no tiene
la necesidad de suprimir ningún verso.
312
De hecho este tipo de guajiras está en desuso actualmente en el flamenco.
368
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
ANÁLISIS 5º. GUAJIRA “EL ARROYO QUE MURMURA”
En el segundo capítulo expuse cómo hay algunos investigadores que consideran a Jorge Ánckermann el creador de la guajira cubana con la obra El arroyo que
murmura de 1899, aunque, como también mostré, Marín Varona ya había compuesto varias obras con esta denominación algunos años antes. La popularidad de
esta obra llega hasta nuestros días, y a lo largo del tiempo han aparecido diversas
versiones que retoman su melodía, como por ejemplo, la del compositor mexicano
Manuel M. Ponce (1882-1948), quien incluye motivos de esta guajira al menos en
un par de obras: la Rapsodia cubana nº 1 y el segundo movimiento de la Suite cubana
titulado “Plenilunio”.
Quizás un hecho que es bastante desconocido tanto para los amantes de la
música cubana como a los del flamenco es que hubo un cantaor que realizó su
propia versión flamenca de esta obra, el ya mencionado Telesforo del Campo. Se
trata de la guajira titulada El manicomio que graba en La Habana para la casa Victor
(1919a)313. El propio cantaor se acompaña con la guitarra, como era habitual en él.
Es relevante que Telesforo no usa las letras de Ánckermann, sino que la letra de la
primera copla es la misma que la que empleaba habitualmente en sus guajiras el
cantaor flamenco Cayetano Muriel “El Niño de Cabra” (1870-1947), coetáneo de
Telesforo, aunque Cayetano la canta con una melodía diferente. Al igual que sucede
en la guajira Ven conmigo matancera, se observa cómo Telesforo retoma letras ya
cantadas en las guajiras flamencas y las canta con otra música que quizás aprendiera
en Cuba.
Me parece interesante incluir en este capítulo el análisis comparativo de la
obra original con la versión flamenca de Telesforo del Campo, para dilucidar qué
grado de “fiabilidad” tiene esta grabación.
313
La grabación se realizó el mismo día que Ven conmigo matancera, antes mencionada.
369
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
CORPUS DE ANÁLISIS
El corpus de análisis únicamente está compuesto por dos piezas:
Tabla 36. Corpus guajiras “El arroyo que murmura”
Nº
Cód.
Pieza
1
GC336
El arroyo que murmura
Escuchar
Jorge Ánckermann
[1899]
2
GUC829
En un manicomio oí
Telesforo del Campo
[1919]
Para mostrar el análisis comparativo de las coplas, en lugar de la representación paradigmática, expongo ambas melodías conjuntamente en la figura 25, indicando mediante zonas sombreadas aquellas ligeras transformaciones que se producen de una a otra. Esta pieza comienza en modo menor en sus cuatro primeros
compases para, tras una breve transición instrumental, terminar en modo mayor
los seis restantes.
370
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
Figura 25. Comparación de las melodías de “Un arroyo que murmura” y “El manicomio”
RESULTADOS DEL ANÁLISIS
Observamos que son prácticamente idénticas. Únicamente una altura es diferente, además de la duración de alguna nota que Telesforo alarga. La estructura
371
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
de repeticiones de versos también es similar, con la única salvedad que Ánckermann –a diferencia de Telesforo del Campo– realiza una repetición de los cuatro
primeros versos.
El arroyo que murmura
a
b
c
d
En el manicomio
a
b
d
c
e
f
g
h
i
j
a
b
d
c
e
f
g
h
i
j
Figura 26. Estructura de versos de “Un arroyo que murmura” y “El manicomio”
Estas similitudes estructurales evidencian nuevamente la relación tan estrecha, en este caso entre esta guajira cubana –en algunas versiones llamada punto– y
la guajira flamenca. Como comenté en el análisis anterior, es muy probable que
Telesforo del Campo conociera y aprendiera de primera mano esta guajira. El resultado es que en ambos países, con diferente denominación, se estuvo cantando
la misma melodía, aunque en la actualidad, que yo conozca, nadie canta esta guajira
en el flamenco.
ANÁLISIS 6º. COPLAS DEL JARABE LOCO Y EL PUNTO CUBANO
Además de las similitudes estructurales que existen entre las guajiras españolas y las expresiones musicales cubanas mostradas en los análisis anteriores, también identifico semejanzas melódicas entre coplas del jarabe loco y algunos puntos
cubanos. Quizás las más evidentes se dan entre las coplas del jarabe que emplean
estrofas octosílabas y las de algunos de los denominados puntos fijos.
Centrándome en el análisis, lo primero que llama la atención es la presencia
de una estructura rítmica característica en el canto de estas coplas –tanto en los
jarabes como en los puntos– representada en la figura 27 y que se realiza en el 78%
de los versos. También concuerda con la estructura armónica: el primer y tercer
compás van sobre la dominante y el segundo sobre la tónica.
Figura 27. Estructura rítmica en las coplas analizadas del jarabe y el punto cubano
372
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
Si tenemos en cuenta que la estructura armónica de las variaciones instrumentales en el jarabe y el punto están invertidas, implica que el jarabe debe comenzar la copla en el primer compás y el punto en el segundo –en ambos casos sobre
la dominante–. Sin embargo, en ocasiones la copla del punto comienza en el primer
compás –sobre la tónica–. Para ajustar este aparente desajuste armónico, en el
punto se agrega al comienzo un pequeño verso de tres o cuatro sílabas de forma
que el primer verso pueda comenzar en el segundo compás, como puede verse en
la ilustración 31, donde el punto comienza con el verso “Ay viejecita”. Con este
mecanismo, el cantante del punto realmente canta una estrofa, digamos de diez
versos y medio. En ningún trabajo sobre el punto he encontrado que se describa
este fenómeno lírico, que puede estar provocado por este ajuste de la melodía de
la copla del jarabe loco dentro del esquema armónico del punto.
CORPUS DE ANÁLISIS
El corpus de análisis está compuesto por cuatro grabaciones del jarabe loco
y tres de puntos. En la siguiente tabla se muestran estas piezas:
Tabla 37. Corpus de análisis de coplas del jarabe loco y el punto cubano
Nº
Cód.
Pieza
1
JLC859
Jarabe loco
Escuchar
Conjuntos Tlalixcoyán y Medellín
2
JLC860
Jarabe loco
Los nacionales de Jacinto Gatica
3
JLC861
Jarabe loco
Los pregoneros del puerto
373
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
4
JLC864
Jarabe loco
Conjunto Tierra Blanca de Chico Barcelata
5
PCC858
Tonada Camayegüana. Pt. 1
Los guajiros
6
PCC862
¿Quién debe mandar en casa? [Copla]
Zoila Gómez y Jilguero de Cienfuegos
7
PCC865
Nuestra madre y el tiempo
El indio Nabori y su grupo guajiro de guitarras
DISTRIBUCIÓN ESTRUCTURAL DE LOS PARADIGMAS
Los cuatro jarabes del corpus contienen tres letras diferentes mostradas en
la siguiente tabla:
Tabla 38. Coplas del jarabe loco
Verso
A
B
C
D
E
F
Copla 1
Copla 2
Copla 3
Para cantar el jarabe
para eso me pinto yo
para rezar el rosario
mi hermano el que se murió
ese si era santolario
no pícaro como yo
Este es el jarabe loco
que a los muertos resucitan
salen de la sepultura
meneando la cabecita
Voy a cantar el jarabe
como se canta allá abajo
por dónde quiera lo cantan
pero les cuesta trabajo
La que denomino copla 1 la realizan todas las piezas del corpus. Como se
puede observar, el número de versos difiere entre las coplas, sin embargo los intérpretes siempre cantan el mismo número de versos: diez. Esto se consigue repitiendo determinados versos. En la siguiente tabla muestro qué verso de la estrofa
corresponde a cada uno de los diez versos cantados en cada una de las obras. Como
374
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
puede comprobarse, aunque la estrofa tenga el mismo número de versos –copla 2
y 3–, la estructura de repeticiones puede diferir:
Tabla 39. Orden de los versos cantados en el jarabe loco
Verso
Copla 1
Copla 2
Copla 3
1º
A
A
A
2º
B
B
B
3º
B
B
B
4º
A
A
A
5º
B
B
B
s
6º
C
C
C
7º
D
D
D
8º
E
A
A
9º
F
B
B
10º
C
A
C
En todas las obras se realiza una cesura después del quinto verso, formando
dos secciones simétricas de cinco versos. En las obras del corpus, la primera de las
secciones suele ser cantada por un intérprete solista, mientras que la segunda sección se realiza a dos o tres voces. Para este análisis únicamente tendré en cuenta
esta segunda sección de cinco versos, pues mientras que el intérprete solista suele
cantar una línea melódica con algunas improvisaciones, el coro la realiza de una
manera más regular, lo que facilitará la identificación de estructuras compartidas.
De las diversas voces que el coro suele realizar, considero únicamente aquella que
emplea las mismas alturas que los intérpretes del punto cubano. La estructura de
paradigmas de las obras de jarabe loco analizadas es la siguiente:
Tabla 40. Estructura de paradigmas de las coplas del jarabe loco
Conjuntos Tlalixcoyán
y Medellín
Copla 2
Los nacionales de
Jacinto Gatica
Copla 1
Copla 2
Pregoneros
del puerto
Copla 1
Conjunto Tierra Blanca
de Chico Barcelata
Verso
6º
Copla 1
Copla 1
Copla 3
1b
1a
1a
1a
1a
1a
1a
7º
2b
2g
2e
2e
2g
2e
2e
8º
1b
1a
1a
1a
1a
1a
1a
9º
2a
2a
2e
2e
2e
2e
2e
10º
2a
2d
2a
2a
2d
2a
2a
Respecto a los puntos cubanos, en la obra del grupo Los guajiros se interpreta una décima dividida en dos secciones simétricas de seis versos cada una. En
375
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
la primera se cantan los cuatro primeros versos de la décima incluyendo la repetición de los dos primeros. También se incluye este verso tetrasílabo: “Por favor”
antes de las dos repeticiones del primer verso –como anteriormente referí–. En la
siguiente tabla aparece denominado con la letra P. Los seis últimos versos los cantan empleando unas estructuras armónicas distintas a las tratadas en este análisis.
La pieza de Zoila Gómez y el Jilguero de Cienfuegos tiene esta misma estructura simétrica, sin incluir el verso P al inicio. En este caso, Zoila canta un punto
libre al que responde él cantando un punto fijo, que es el analizado aquí. La última
décima la cantan a medias, ella los cuatro primeros versos y él los seis últimos, que
también analizo (copla 2).
De la obra del Indio Naborí, únicamente transcribo cuatro versos cantados
a coro, el primero es también corto (P) y se repite. La estructura de paradigmas de
estas obras es la siguiente:
Tabla 41. Estructura de paradigmas de las coplas del punto cubano
Verso
Los guajiros
P
Zoila Gómez y Jilguero de Cienfuegos
El indio Nabori
Copla 1
Copla 2
1d
-
-
1d
1º
1a
1c
-
2a
2º
2f
2a
-
-
P
1d
-
-
1d
1º
1b
1c
-
-
2º
1b
2c
-
2a
3º
1a
3a
-
-
4º
2c
3a
-
-
Cesura
5º
4a
1c
1c
-
6º
5a
2c
2a
-
7º
4a
1c
1c
-
8º
5a
2c
2c
-
9º
4a
3a
3a
-
10º
5a
2c
2c
-
376
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
DESCRIPCIÓN DE LOS PARADIGMAS
El análisis estructural devela que hay dos estructuras compartidas entre el
jarabe loco y el punto cubano, representadas en los paradigmas 1 y 2. Un ejemplo
de segmentos que componen el primer paradigma, tanto del jarabe loco como del
punto es mostrado en la siguiente ilustración. En este caso el segmento del punto
corresponde al jarabe de Los pregoneros del puerto, mientras que el del punto se
canta en el punto de Los guajiros.
Ilustración 30. Patrones similares en coplas del jarabe loco y el punto cubano. Ejemplo 1314
Otro ejemplo de esta similitud de patrones, en este caso del paradigma 2
aparece en los segundos versos de la siguiente ilustración, donde comparo un fragmento del jarabe loco de los conjuntos Tlalixcoyán y Medellín con el punto cubano
del Indio Naborí.
Ilustración 31. Patrones similares en coplas del jarabe loco y el punto cubano. Ejemplo 2
314
En las muestras de audio, y en las demás que incluyo en este apartado, he alterado las grabaciones originales para unificarlas a una misma tonalidad. Este mecanismo ayuda a que auditivamente se perciban mejor las semejanzas.
377
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
En este caso, no solo comparten las alturas, sino también la componente
rítmica. Además del segundo verso, si analizamos el primero también percibimos
una tremenda similitud. En este caso el punto parece estar construido una tercera
superior al jarabe. Si tenemos en cuenta que estas piezas han sido grabadas a varias
voces separadas entre ellas por terceras, y que para este análisis únicamente he
transcrito una de ellas, la similitud se hace más evidente.
A continuación muestro algunas representaciones de estos dos paradigmas,
aquellos en los que participan obras de ambas expresiones musicales.
Paradigma 1a
Para mayor claridad en la exposición de resultados, he decidido dividir este
paradigma en dos, el 1a y el 1b, aunque son muy similares entre sí. La diferencia
principal es que el 1a finaliza con do–si y el 1b lo hace con re–si.
El paradigma 1a lo componen cuatro segmentos diferentes. Los dos primeros corresponden con obras de jarabe, el tercero es ejecutado por jarabes y puntos
y el cuarto aparece en el punto únicamente.
Segmentos
Paradigma
378
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
Paradigma 1b
Este paradigma está compuesto por dos segmentos prácticamente idénticos,
el primero de un jarabe y el segundo de un punto.
Segmentos
Paradigma
Paradigma 2a
Del segundo grupo de paradigmas selecciono éste que contiene segmentos
de jarabes –segmentos 1, 3 y 5– y puntos –segmentos 2 y 4–. El comienzo de los
segmentos suele realizarse con un si–re, aunque un segmento comienza por una
secuencia sol–si que corresponde con una tercera inferior de la secuencia mayoritaria. Considero que éstas son equivalentes, pues en la construcción melódica de esta
copla se suelen emplear secuencias por terceras que a veces aparecen en las segundas o terceras voces. Por ese motivo denoto la primera clase de equivalencia con
corchetes en lugar de llaves. Con esta consideración, este patrón es muy estable
teniendo cinco alturas fijas, conformando la secuencia si–re–do–si–sol.
379
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Segmentos
Paradigma
RESULTADOS DEL ANÁLISIS
El resultado del análisis paradigmático nos muestra que algunos patrones
empleados en las coplas del jarabe loco y el punto son prácticamente idénticos. He
mostrado en qué consisten estas similitudes estructurales, que dado lo evidente que
resultan, considero que no pueden atribuirse a la casualidad. El jarabe loco –al igual
que otros sones jarochos como la bamba– comienza a ser interpretado y popularizado por conjuntos, tríos y grupos de mariachi a finales de la década de los treinta
del siglo pasado. Tuvieron una difusión muy importante en discos, películas y en
la radio, sobre todo en la emisora mexicana XEW, que tenía cobertura en Cuba en
esta época (Pérez Monfort 2007, 206; Sublette 2007, 478-479). Artistas cubanos
como El Negro Peregrino y su Trio (1967) graban el jarabe loco adaptado a su
estilo. Por todo ello, el jarabe loco probablemente sería escuchado en Cuba en esta
época. Por tanto, hay que tener cautela a la hora de poner el énfasis en contactos
culturales de siglos pasados la existencia de estas similitudes melódicas entre coplas
del jarabe loco y el punto, pues fenómenos de difusión más reciente también pudieron tener que ver en estos procesos. Sea como fuere, puedo concluir que éstas
son fruto del intercambio musical de ambos territorios.
En el capítulo anterior mostré algunos de los mecanismos que las secciones
instrumentales deben realizar para adaptar melodías del punto o zapateo a las de la
380
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
guajira o jarabe, que tienen estructuras armónicas invertidas. En este análisis aparece otra de estas adaptaciones que los artistas deben realizar, en este caso referido
a la copla: la adición de un semiverso de cuatro compases al inicio de la misma para
“sincronizarla” con la estructura armónica. Este hecho es un indicio de que probablemente la copla del jarabe fue adaptada para cantarla como punto y no al contrario.
En este capítulo he realizado seis análisis musicales comparativos entre una
serie de coplas correspondientes a diversas expresiones musicales. Lo primero que
llama la atención es que pese a que estas obras aparecen en zarzuelas, música de
salón, cante flamenco, o puntos y guajiras cubanas, durante un periodo temporal
de algo más de un siglo, no solo ha sido posible analizarlas conjuntamente, sino
que los resultados han revelado una gran similitud estructural entre todas ellas.
Esto muestra que, en el plano musical, los límites entre los zapateos, puntos o
guajiras cubanas y las guajiras españolas por un lado, y entre el jarabe loco y el
punto cubano por otro, no estuvieron tan marcados como se pensaba, sino que,
por el contrario, se produjeron préstamos y reelaboraciones que explican la presencia de estas estructuras compartidas. Esto está en sintonía con lo que mostré en
la sección de análisis documental donde una misma música podía ser denominada
de diferente forma.
También los resultados del análisis vuelven a confirmar lo que algunas investigaciones precedentes ya apuntaban (Reyes Zúñiga 2011; 2015; Hernández
Jaramillo y Reyes Zúñiga 2017), en el sentido de que los límites entre lo oral y lo
escrito tampoco están tan marcados como se suele transmitir desde los estudios
musicológicos. He mostrado cómo el hecho de que tanto en partituras como en
grabaciones de artistas que no saben leer partituras, se realizan unos patrones me-
381
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
lódicos prácticamente idénticos. Estos resultados empíricos son de suma trascendencia a la hora de emprender estudios de músicas orales del pasado. Puedo afirmar, por tanto, que lo escrito sí puede reflejar lo oral de manera muy fidedigna y
viceversa en el nivel estructural.
Otra conclusión importante es la apertura de los artistas flamencos en
cuanto a la incorporación de nuevos repertorios, provengan de zarzuelas o de cantos cubanos en este caso. Como mostré, los cantaores flamencos estuvieron muy
involucrados en las zarzuelas en la época del género chico y más aún en la del
género ínfimo. Van adaptando los números más populares de las zarzuelas a sus
cantes, quizás estimulado por la incipiente industria discográfica que imponía la
necesidad de repertorios continuamente novedosos a principios del siglo. Sucede
lo mismo con Telesforo del Campo que adapta al flamenco un par de guajiras cubanas, empleando letras de guajiras flamencas ya existentes. También observo que,
si bien los cantaores de inicios del XX son tremendamente fieles a las estructuras
de las músicas escritas, los más recientes realizan una serie de transformaciones
acordes a los cambios estilísticos que experimenta este arte a lo largo del siglo XX.
El análisis paradigmático detallado que he realizado muestra cómo operaron algunos de estos mecanismos de transformación. Estas transformaciones también sucedieron en el plano lírico además de en el melódico.
El análisis también ha develado que aunque se canten estrofas con diferente
número de versos, mediante la combinación de las repeticiones los artistas se adaptan a la estructura melódica, que no varía. Otra conclusión importante es que las
letras de las coplas que analizo las he encontrado indistintamente empleadas en
puntos, zapateos o guajiras. He demostrado cómo las coplas de los puntos o guajiras incluidos en algunas zarzuelas se han retomado de algunas ya existentes en
Cuba desde bastantes años antes. El hecho de que no exista una correlación entre
el texto de dichas coplas y el argumento, y que el nombre de los personajes que se
mencionan en las coplas no corresponde con los de la obra, es un indicio de estos
préstamos. Cuando en el análisis documental se localizan estas coplas en textos
previos, se reafirma este hecho. En las coplas del punto de Los de Cuba se percibe
con mucha claridad esta circunstancia, y, en menor medida en las de la guajira de
382
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 5. ANÁLISIS MUSICAL DE LAS COPLAS
Boda, tragedia y guateque ó el difunto de Chuchita. Al hilo de este tema, también ha sido
muy revelador conocer que la única guajira española que tiene estribillo –la de Los
de Cuba–, tiene una melodía muy similar a la de un tipo de punto cubano que también suele contener estribillo.
Por último, la presencia de estructuras compartidas en las coplas del jarabe
loco y del punto cubano es un indicio más de las estrechas relaciones que distintas
culturas musicales tuvieron en el pasado. Se deduce que son las coplas del jarabe
loco las que tratan de adaptarse a las estructuras armónico-rítmicas del punto, recurriendo en ocasiones a la introducción de un semiverso que permita la correcta
sincronización armónica de las secuencias.
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DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
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JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
TERCERA PARTE: REFLEXIONES EN TORNO A LA CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO MUSICOLÓGICO
T ERCERA PARTE
REFLEXIONES EN TORNO A LA
CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO
MUSICOLÓGICO
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DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
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JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
C APÍTULO 6. E L CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
CAPÍTULO 6
EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
En este capítulo planteo una serie de reflexiones acerca de cómo se ha ido
construyendo el conocimiento en la investigación sobre las músicas del pasado.
Tomando como punto de partida el análisis de trabajos que encuentro sobre las
expresiones musicales en estudio, me centro en uno de los aspectos recurrentes en
este tipo de investigaciones que consiste en la búsqueda de sus “orígenes”. Para
ello, realizo una revisión de las teorías que se han ido elaborando al respecto desde
algunos incipientes trabajos decimonónicos hasta tesis doctorales recientes. Analizo las propuestas elaboradas en cada uno de los territorios en estudio, México,
Cuba y España acerca de este tema, contrastando los postulados que se han enunciado desde el siglo XX hasta el momento con los resultados obtenidos en esta
tesis. Dado que en diversas ocasiones las fuentes del pasado nos proporcionan una
visión de la realidad muy diferente de lo que se ha aceptado en la musicología,
intento aportar respuestas a esta divergencia. Estas discrepancias que encuentro
me obligan a realizar este ejercicio para abrir la puerta a una discusión y cuestionamiento sobre la vigencia que tienen en la actualidad algunos de los planteamientos
mantenidos por décadas. Por tanto, los comentarios que aquí expongo pretenden
visibilizar esta realidad y proponer una reflexión constructiva hacia la misma.
387
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
EN TORNO A LOS ORÍGENES DEL JARABE
En las fuentes documentales encontradas del siglo XIX, tal y como se vio
en el primer capítulo, hay una aceptación generalizada sobre la procedencia mexicana del jarabe. Pongo aquí un ejemplo:
Habiendo hablado del baile en general, dirémos algo del baile en México. Nos solamente
hemos tenido como nuestros todos los bailes españoles, sino multitud de bailes, hijos
esclusivos de México, y que se les llama generalmente sonecitos del país; escluidos, en
verdad, absolutamente de las tertulias de gran tono, pero de mucho uso entre el pueblo.
El mas notable de todos es el jarabe. […] En el jarabe, ven algunos barbárie, embrutecimiento, falta de educación; nosotros lo consideramos simplemente como una costumbre
nacional del pueblo de México, porque es un absurdo creer que en los trages y en cierta
especie de bailes consiste el atraso y la falta de civilización de un pueblo. ([s.a.] 1849, 2,
3)
No obstante, si bien son pocas, hay que decir que encuentro algunas referencias que vinculan al jarabe con el zapateado considerado español. Por ejemplo,
Niceto de Zamacois, en 1861, menciona su semejanza: “Nadie ignora en este pícaro mundo, que Jarabe es esa bebida […] y nada mas propio que la aplicacion de
este nombre, al baile que en esta divina tierra se usa, tan parecido al Zapateado
español.” (1861, 3-4). José Zorrilla va más allá y afirma que el jarabe es hijo del
zapateado “aunque hijo de zapateado, no es procaz, ni desgarrado, y es un baile
original.” (1877, 87).
Contrario a lo que se decía de forma generalizada en el siglo XIX, desde los
primeros trabajos de la musicología mexicana del siglo XX se ha argumentado que
el jarabe tiene un origen español, aludiendo a diversas expresiones musicales como
posibles ancestros del mismo. Por ejemplo, el compositor Manuel M. Ponce, en
una entrevista en 1921, afirma que el jarabe es el zapateado español: “Hizo el Maestro la advertencia de que, dentro de la aceptación amplia que debe otorgarse a la
palabra danza, no procede en rigor, incluir el jarabe, que no es sino el zapateado
388
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
español”315. Años más tarde, Gabriel Saldívar en su libro El Jarabe (1937) afirma
con rotundidad que tiene sus “orígenes” en las danzas zapateadas españolas, en
concreto dice que deriva de las seguidillas, del fandango y de la zambra.
Indudablemente que los orígenes del Jarabe se encuentran en las danzas zapateadas españolas, principalmente en la Seguidilla, cuyos albores se apuntan por el siglo XVI; en el
Fandango, de la misma edad; en la Zambra, danza morisca que sufrió en el XVI influencia americana, según el decir de autoridades peninsulares, y en otras danzas semejantes.
(Saldívar 1937, 3)
Más adelante, en esa misma obra, este autor afirma que el sarao es la “predecesora inmediata” del jarabe, y que su nombre proviene del jarabe gitano:
[…] Y las danzas zapateadas como la Seguidilla, el Fandango y similares, estaban muy
lejos de ser bailes cortesanos; por lo cual juzgamos que en nuestro medio, fue esta forma
del Sarao la predecesora inmediata del Jarabe, y acaso pudiera pensarse en alguna relación
entre las palabras Sarao y Jarabe, aunque en mi concepto no existe, ya que la segunda,
aplicada a la danza de este nombre, nos vino de España, donde se denominaba Jarabe
Gitano desde mediados del siglo XVIII a una degeneración licenciosa de la Seguidilla,
tanto en la letra como en los movimientos; quedando con esto perfectamente aclarado
el uso de esta palabra entre nosotros, y ya pueden por ello estar tranquilos los etnólogos
y músicos que dudaban y se hacían cruces sobre su origen y procedencia, cayendo por
tierra todas las elucubraciones que hasta ahora se han hecho sobre el punto. (Saldívar
1937, 4-5)
De este modo, el jarabe tendría como antecedentes el sarao o jarabe gitano,
la seguidilla, el fandango o la zambra, todas ellas llevadas a México por los españoles y, en su razonamiento, estas danzas fueron modificadas poco a poco en un
nuevo contexto y por actores sociales que tenían un distinto “temperamento”
(1937, 4). Como se puede apreciar, Saldívar remarca que existió una aportación
mexicana en la formación del jarabe, debido a la presencia de ciertos rasgos que no
315
“El maestro Ponce habla acerca de la labor que tan entusiastamente ha llevado acabo. Una
entrevista con el eminente compositor” El Informador (Guadalajara), 1 de agosto de 1921: 4.
389
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
se encuentran en las expresiones musicales españolas. Para sustentar dicha afirmación se basa en un escrito sobre la música mexicana de Juan N. Cordero, “Música
Razonada: Estética, vol. V”, del que transcribe lo siguiente:
Desde luego aparecen como diferenciales de la música española, por una parte, la irregularidad de los Incisos que en aquélla no existe, y por otra el compás, que en aquella es
ternario normalmente. […].
En vano se buscarán en otros tiempos los rasgos característicos que acabo de señalar.
Verdad es que la Jota y el Fandango pueden haber contribuído en mucho a la creación….
Pero ni el Jarabe es la Jota o el Bolero, ni en los citados bailes españoles podrán encontrarse los signos típicos que al principio señalé en los nuestros, sobre todo las intencionadas y lánguidas aspiraciones en mitad de los incisos, y la irregularidad sistemática.
(1937, 16-17)
Dos décadas después, Vicente T. Mendoza en el libro Panorama de la música
tradicional de México retoma de Saldívar la idea de que el jarabe procede del jarabe
gitano:
Los autores que han profundizado en su estudio aseguran que desciende del jarabe gitano, y su aparición parece datar de finales del siglo XVII o principios del XVIII; el
hecho es que a los albores del XIX ya circulaba ampliamente por el centro del país.
Durante la época colonial y hacia 1787 se le utilizaba para atraer a los léperos al cuartel
de bandera, “donde caían como moscas”. (1956, 72)
Gerónimo Baqueiro Foster, en una publicación sobre la música de Tabasco,
encuentra en las seguidillas su antecedente: “Las seguidillas que, más o menos, se
bailaron en Nueva España durante tres siglos, fueron originando, en lento proceso,
otros géneros de los cuales proceden los jarabes mexicanos, que se caracterizan por
haber conservado el ritmo de aire generador.” (1985 [1952], 46). En la misma página afirma que también el fandango surge de las seguidillas. Asimismo, en su artículo “La música popular de arpa y jarana en el Sotavento veracruzano” de 1952,
especifica que hay tres tipos de jarabes, y cada uno deriva de una expresión musical
española anterior, las seguidillas, el fandango y el zapateado:
Ya desde mucho antes, fundado en investigaciones cuidadosamente hechas, publiqué en
El Nacional, a partir del domingo 29 de julio de 1948, en tres inserciones del suplemento
390
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
dominical o revista de cultura, un estudio, al cual intitulé “La genealogía del Jarabe”, y
en uno de cuyos párrafos dije esto: “Sin pretender que sea la última palabra, en los viejos
y auténticos jarabes mexicanos se encuentran tres tipos: el derivado de las seguidillas, de
las boleras y el bolero, derivados a su vez de la primera; el derivado del fandango o, mejor
dicho, de los fandangos, y los que nacieron o fueron originados por El zapateado, entendiendo que nos referimos al viejo zapateado español. […]”. (Vid. García de León 2009
[2006], 289)
Dichos autores han sido tomados como referentes por parte de la investigación de la música mexicana. La etnóloga e historiadora Marina Alonso en su libro
La “Invención” de la música indígena de México (2008) hace una revisión crítica a los
estudios sobre música indígena que se dieron desde principios del siglo XX316. Entre los trabajos que revisa están las obras de Gabriel Saldívar y Vicente T. Mendoza
dada la importancia que tuvieron sus planteamientos para la etnomusicología mexicana pues, de acuerdo con Alonso, ellos marcaron “los principios” sobre los cuales se sustentaron los estudios en dicha disciplina (2008, 27). En esta revisión
Alonso también encuentra un marcado hispanocentrismo en dichos autores, aunque ella igualmente enfatiza el matiz en la obra de Saldívar, con el cual se resalta la
aportación de las culturas mexicanas en la conformación de la música llamada popular, como el jarabe:
Por lo general, la musicología y los estudios del folklore en México han buscado los
orígenes de los géneros musicales en lo hispano. Aunque Saldívar no logra escapar totalmente a esta tendencia, el objetivo de encontrar “el alma nacional” en la música le
permite aventurar otras hipótesis, como la que sostiene que los géneros musicales y las
danzas son transformados de acuerdo al sentir del pueblo que los crea […]. (2008, 90)
De este modo, si bien la diferencia encontrada en Saldívar es relevante y no
debe de ser ignorada, encuentro que, al igual que Mendoza y Baqueiro, sus postu-
316
Dicha revisión la realiza con el objeto de mostrar que las culturas musicales denominadas
indígenas, y también las llamadas populares, adquirieron su fisonomía actual (carácter, dotaciones instrumentales, usos, repertorios) a partir de las ideas difundidas por las políticas culturales que se instauraron desde la segunda década del siglo XX.
391
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
lados, señalados de forma tan categórica y específica al establecer un origen o procedencia al jarabe, no vienen acompañados de los elementos documentales o analíticos suficientes que les permitieran sostener tales afirmaciones. Aunque no se
puede negar que los tres intentaron sostener varias de sus hipótesis con documentos y ciertos análisis –especialmente destaca la investigación histórica de Saldívar–
, las referentes a los “orígenes” españoles, que son las que interesa discutir en esta
sección, no están sustentadas, solo son enunciadas como hechos incuestionables317.
No obstante, es muy importante exponer los planteamientos de dichos autores
porque, como bien dice Alonso, han sido referentes en la investigación musical
mexicana y los encontramos citados una y otra vez aún en investigaciones realizadas tanto en el pasado siglo como en éste. A continuación muestro el modo en que
sus ideas han llegado a la investigación musical en este siglo XXI, específicamente
en trabajos que han hablado del jarabe.
Comienzo por la entrada del término jarabe que aparece en el Diccionario
enciclopédico de música en México escrito por el musicólogo Gabriel Pareyón (2007).
En éste se explica el origen del jarabe y su recorrido histórico y, por el modo en el
que está enunciado el texto, pareciera que dicho proceso es ya una cuestión resuelta, cerrada. Aunque sea extensa la cita, vale la pena poner algunos fragmentos
donde habla de su proceso:
Jarabe (del árabe, sharàb, de shàrib, beber; dícese del cocimiento de agua con azúcar, en
un punto menos consistente que el almíbar). Baile tradicional mexicano que deriva de
formas españolas muy en boga durante el virreinato (boleras, canarios, jotas, tiranas,
seguidillas, zambras); si bien su antecedente más importante y directo es el fandango*
andaluz, claramente reconocido por su estilo de zapateado. […] En un principio el jarabe
se bailaba en grupo y era llamado sarao por los criollos, pero alrededor de 1765 se estableció su nombre definitivo. […] El jarabe gatuno fue prohibido por el Tribunal de la
Santa Inquisición, debido a sus “maneras deshonestas” y “meneos de gente broza”.[…]
317
Es importante hacer la aclaración que estos hechos no demeritan los aportes que ambos autores han realizado a la investigación musical mexicana. Si bien en ocasiones es posible no
compartir algunas de sus premisas, es innegable que ambos han realizado una gran contribución de fuentes y datos que son de mucha importancia para el entendimiento de la música
mexicana y para la investigación incluso en nuestros días.
392
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
Así, el jarabe terminó por convertirse en canto de guerra contra los realistas en la Independencia (1810-1821). Sin embargo, la música del jarabe continuó mostrando con claridad su origen hispano, que puede encontrarse en la música de conjuntos de violín, arpa
y guitarras, como en el cuaderno para guitarra de Antonio Martín de Villegas (Códice
Saldívar II), que data de la segunda mitad del siglo XVII. Particularmente se distingue el
vínculo del jarabe con los antiguos canarios, danzas originadas en las Islas Canarias alrededor de 1620. Más tarde el fandango, como derivación inmediata de los canarios, pudo
familiarizarse con las boleras*, llamadas según su origen teatral o popular, con un apelativo complementario: boleras de medio paso, bolera seca, bolera dulce o bolero jarabe o
jarabe americano. […] El jarabe, por su lado, siguió su propio desarrollo después de la
emancipación y conservó su intensidad nacionalista. (Pareyón 2007, 530)
Para Pareyón no hay duda que el jarabe deriva de música española, sin embargo, cuando enuncia la lista de “formas” no queda claro cómo es esta derivación.
Tal y como lo enuncia no es posible saber si se refiere a estructuras sonoras, líricas,
coreográficas, etc. Desglosemos su afirmación: en primer lugar, indica que deriva
de las boleras, canarios, jotas, tiranas, seguidillas y zambras. Después de esta lista,
afirma que el antecedente más inmediato del jarabe es otra expresión que no está
incluida en la enumeración anterior: el fandango, y más concretamente, el fandango
andaluz. Posteriormente vincula al fandango como “derivación inmediata” del canario. En esta lógica ya no queda claro si deriva inmediatamente del fandango –el
cual a su vez “deriva” directamente del canario–, pero también el jarabe deriva del
canario y de todas las demás expresiones musicales enlistadas. La bibliografía que
utiliza para escribir esta entrada incluye diversas fuentes del siglo pasado, incluyendo las de Saldívar y Mendoza mencionadas.
César Sánchez Azuara, en su libro Huapango. El son huasteco y sus instrumentos
en los siglos XIX y XX (2003), abre un apartado en el que habla del jarabe y repite
las teorías establecidas sobre su origen español por Saldívar, Mendoza y otros
como Jas Reuter o Rubén M. Campos (2003, 116-119):
Por la degeneración de las letras de ciertas seguidillas y tonadillas escénicas aparece una
variedad de son que conocemos como jarabe (Saldívar 1987: 2009). Saldívar sostiene que
los orígenes de nuestro jarabe se encuentran tanto en las danzas españolas zapateadas
llamadas seguidillas y en el fandango del siglo XVI como también en la zambra, danza
393
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
morisca y en el sarao como los predecesores inmediatos (Saldívar 1989: 9 Véase ilustración 26). […] A mediados del siglo XVIII aparecen los primeros jarabes “hechos al estilo
español”, sin ninguna influencia americana. (2003, 117)
Tal y como realiza su exposición, se evidencia que Sánchez Azuara está de
acuerdo con los autores que utiliza pues en ningún momento muestra un cuestionamiento sobre lo expuesto. De hecho, él tampoco aporta estudios, análisis o reflexiones propias sobre este tema. Por otro lado, el investigador Raúl Eduardo
González en su artículo “El jarabe ranchero” (2007) dedica los primeros párrafos
a comentar los orígenes y etimología del jarabe; también utiliza referencias de Saldívar y Mendoza pero no para hablar de su procedencia. No obstante, cita a La
Enciclopedia de México en la cual se hace patente que se repiten las mismas ideas
mostradas anteriormente:
Baile popular mexicano derivado del fandango, la seguidilla, la zambra y otras modalidades españolas. El baile popular de grupos se llamó originalmente sarao, pero más tarde
se difundió la expresión jarabe, usada a mediados del siglo XVIII. Fue muy gustado el
jarabe gatuno, prohibido por las autoridades virreinales a causa de sus influencias africanas.
Los insurgentes entonaron el jarabe como canción guerrera, varias de cuyas modalidades
–en música y baile– se divulgaron a mediados del siglo XIX. (2007, 340)
El etnomusicólogo Arturo Chamorro, en su libro Mariachi antiguo, jarabe y
son, habla también de los antecedentes del jarabe y sin sorpresa repite la misma idea
sobre su origen enunciado por Saldívar:
Según las referencias de Gilbert Chase (1959: 268) y Gabriel Saldívar (1937: 3), el jarabe
tiene sus orígenes en formas tradicionales de danza española, tales como la seguidilla y
el fandango, incorporando el típico elemento andaluz, que es el zapateado. Saldívar
agrega que de estas danzas zapateadas se derivaron el «huapango mestizo» y el «baile de
tarima», que se conoce como jarabe en Nayarit, Durango, Colima, Michoacán y Jalisco
(2006, 82).
Después de exponer esta idea, Chamorro no añade comentarios que indiquen algún tipo de desacuerdo. En el cuarto capítulo vuelve a retomar la idea del
origen planteada por Saldívar, y realiza un cuestionamiento añadiendo un matiz a
394
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
la idea de que el jarabe proviene del zapateado español, pero lo hace solo respecto
del baile:
[…] Después de esto resulta difícil conformarse con el argumento tautológico de que los
sones y jarabes se zapatean, argumento en el cual Gabriel Saldívar (1989: 3) se apoya
para reconocer y documentar un origen español del zapateado, especialmente asociado
con las seguidillas y el fandango, o bien, un origen moro que parte de la zambra. Es
indudable la presencia del zapateado español, de origen andaluz, pero también hay que
reconocer la importancia de la corporalidad, que a final de cuentas es lo que da sentido
a la existencia rítmica de sones y jarabes (2006, 98-99).
A partir de esta reflexión Chamorro reafirma la idea del origen español
enunciado por Saldívar, añadiendo el matiz que el aporte indígena y mestizo al
jarabe es el zapateado:
Según Gabriel Saldívar (1989: 3), el origen del jarabe se encuentra en las danzas zapateadas españolas, principalmente en la seguidilla; mexicanas son las aportaciones mestizas
e indígenas en zapateados vigorosos, que son el huapango y el «baile de tarima», que se
conoce como jarabe en Nayarit, Durango, Colima, Michoacán y Jalisco. Otro predecesor
del jarabe es el sarao, de origen africano, al que Saldívar (ídem) se refiere en un documento, de 1697, de una fiesta pública organizada por don Felipe de Rivas […]. (2006,
100)
En el libreto que acompaña al fonograma Música campesina de Los Altos de
Jalisco (Vázquez Valle 2002), editado por el INAH, se hace una breve referencia a
la historia del jarabe de esta forma.
Su origen se remonta al siglo XVIII mexicano y aparece unido estrechamente a boleras y
tiranas; sin embargo, al decir de los investigadores, su ascendencia directa debe encontrarse en el jarabe gitano de España que tuvo gran aceptación en nuestro territorio, tanto
así, que para mediados de este siglo, aparecieron los primeros jarabes creados en México
siguiendo el modelo español.
A principios del siglo XIX, como lo comprueban prohibiciones de autoridades virreinales y procesos de la Inquisición, en México estaba ya muy difundida una forma llamada
jarabe gatuno, la cual, según don Vicente T. Mendoza, tenía la estructura siguiente; una
introducción instrumental, una copla y un estribillo de ésta (2002, 14).
395
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Como se puede observar, se atribuye ahora su origen al jarabe gitano, afirmación que realiza Saldívar, aunque no lo cita. Por otro lado, el investigador peruano Nicomedes Santacruz igualmente alude a esta teoría:
Tratemos, pues el jarabe, cuyo origen se remonta al siglo XVIII mexicano, y aparece
unido estrechamente a las hispanas boleras y tiranas. Sin embargo, al decir de investigadores de Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, su ascendencia directa
debe encontrarse en el jarabe gitano de España que tuvo gran aceptación en territorio
mexicano; tanto así que para mediados del siglo XVIII aparecieron los primeros jarabes
mexicanos creados bajo el modelo español (Santa Cruz 2004, 260)
Ricardo Pérez Monfort también hace suyas las tesis de la descendencia del
jarabe, asociándolas con el pan de jarabe y el jarabe gatuno, y apoya su argumentación
con citas de Mendoza y Saldívar, además de edictos del Archivo General de la
Nación (2007, 19, 125-126). La investigadora Raquel Paraíso, haciendo nuevamente referencia a Saldívar, entre otros autores, relata que uno de los antecedentes
del jarabe es la seguidilla española de la siguiente forma:
Desde mediados del siglo anterior, los sones aparecieron entremezclados con otras formas de música popular, como la seguidilla, el jarabe y el fandango. Saldívar y Reuter,
entre otros, establecen las similitudes entre jarabes y sones y señalan los antecedentes
comunes de ambos géneros. Los primeros jarabes mexicanos, originalmente derivados
de las seguidillas españolas, aparecieron hacia mediados del siglo XVIII […]. (2010, 156)
En la flamencología también se ha hecho referencia a los orígenes del jarabe.
En la obra Flamenco de ida y vuelta de Romualdo Molina y Miguel Espín se afirma
que surgen de la “fusión” de zapateados “autóctonos” con andaluces: “Zapateados
autóctonos que se funden con otros de raíz andaluza para producir los xarabes:
jarabe gatuno, jarabe abajeño de Michoacán, jarabe guacamaya, jarabe tapatío de
Jalisco, utilizado como segundo himno nacional.” (Vid. Bonilla Roquero 2012,
113). Esta cita aparece referida en la tesis doctoral de Antonio Bonilla sin ningún
cuestionamiento, sin embargo, en ese mismo trabajo da otra versión completamente diferente a esta teoría de Molina y Espín. Según Bonilla, el zapateado español supuestamente habría llegado a América en el siglo XVI y allí se encontró con
396
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
el “xarabe” que era un “zapateado autóctono”, es decir, prehispánico. Bonilla propone dicha teoría tan sorprendente sin aportar ni un solo argumento que la sostenga, como debía esperarse de una tesis doctoral:
En tiempos de conquista, el zapateado español viaja a América, encontrándose con equivalentes autóctonos como los xarabes. A finales del siglo XVII los xarabes o jarabes
entran en el repertorio de danzas de los teatros y durante el siglo XIX conviven y combinan con los zapateados, transitando desde la escena al pueblo llano. (2012, 44)
Por último, es importante enfatizar que estas concepciones hispanocéntricas
han sido difundidas en medios masivos de comunicación, convirtiéndose este saber en una verdad que circula en los hogares que los escuchan. Por ejemplo, en
algunos programas de radio se puede evidenciar este hecho (Mejía y Bravo 2004)
o en fonogramas, como ya mostré anteriormente.
En esta breve exposición se muestra cómo en trabajos de investigación recientes se ha considerado el asunto del “origen” del jarabe como algo resuelto por
los investigadores. Si bien estos trabajos no se han centrado específicamente en el
jarabe, ha faltado en general una capacidad de cuestionamiento en el manejo crítico
de sus fuentes318. Es muy evidente que Saldívar y Mendoza no aportaron ningún
argumento sólido que les permitiera realizar la afirmación de que el jarabe es un
derivado de formas españolas tan específicas. De hecho, como se puede ver, esta
lista fue creciendo y al final la cantidad de formas musicales de las que acabó derivando es tan grande que hace difícil entender que apenas haya existido un cuestionamiento de dichos postulados.
Al ser estos autores pilares en el desarrollo de la investigación musical mexicana –como ha mostrado Alonso–, se les ha concedido una autoridad como la
que refiere Hans-Georg Gadamer: "Thus acknowledging authority is always connected with the idea that what the authority says is not irrational and arbitrary but
318
En la introducción mencioné alguna excepción (Mendoza-García 2013).
397
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
can, in principle, be discovered to be true" (2013, 292), o también se puede enunciar que se les ha atribuido un capital cultural irrefutable (Bourdieu 2002 [1979]).
Dicha autoridad concedida ha podido ser uno de los problemas pues ha evitado
hacer cuestionamientos y plantear hipótesis nuevas.
Esto no quiere decir que no se haya construido conocimiento sobre el jarabe
pues, como muestro en el capítulo primero, varios investigadores han aportado
documentos y partituras muy interesantes datados desde el siglo XVIII que refieren a esta expresión musical, los cuales aportan información sobre el devenir del
jarabe a lo largo del tiempo. En este sentido, hasta el momento las fuentes no nos
dicen nada de este origen, pues en ninguna de ellas se habla, por ejemplo, del multicitado jarabe gitano. Desconozco si éste estuvo presente en México. No he hallado
ninguna evidencia y no conozco que nadie haya aportado algún dato que ponga de
manifiesto la existencia de dicho jarabe. Por otro lado, no es descabellado pensar
que si hubiera sido popular en España probablemente algún rastro hubiera dejado.
Sin embargo, tampoco he encontrado dato alguno hasta el momento en este país,
y al igual que en México, ningún investigador ha develado algún dato concreto que
demuestre su existencia. La única referencia del jarabe gitano en España aparece
en una obra de Felipe Pedrell, el Diccionario Técnico de la Música, donde se dice: “Jarabe gitano. Seguidillas gitanas que bailan y cantan los gitanos de Cádiz con letras
licenciosas que, según parece, dieron el nombre á esta canción y baile” (1894, 240).
En la misma obra de Pedrell, al hablar del jarabe gatuno afirma: “Se dice que proviene de nuestro zapateado.” (1894, 240). No sería de extrañar que, ante la autoridad que tuvo Pedrell en la academia, Saldívar y Mendoza hubieran retomado de él
esta afirmación. Sea como fuere, como se ve en la cita, de nuevo se aporta un
postulado sin proveer alguna referencia que pueda sustentarlo.
Como complemento a esta reflexión, al hacer una revisión de algunas fuentes primarias e investigaciones musicológicas que hablan sobre las músicas conocidas que estuvieron en el siglo XVIII en España y/o México (Minguet y Yrol
1774, Corona Alcalde s.f., Robles Cahero s.f.), no he encontrado alguna que haga
referencia directa al jarabe gitano en México. Por ejemplo, si revisamos el repertorio que aparece en cancioneros de música de vihuelistas como Santiago de Murcia
398
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
del que se sabe que su música estuvo en México319, vemos que no hay ninguno que
hable de zapateados o jarabes gitanos (Russell 1995; Vera Aguilera 2016). Son habituales en el siglo XVIII las menciones de canarios, zarambeques, cumbés, jácaras,
fandangos, españoletas, folías, marizápalos, minuetes, etc., pero no jarabe gitano
ni zapateados. En este punto lanzaría la siguiente cuestión: En caso de que realmente hubiera existido ese jarabe bailado por los gitanos de Cádiz, ¿por qué no
considerar que se trata del jarabe “americano” que, como concluyo en esta tesis,
estuvo presente en el flamenco sobre mediados del XIX? Esta podría ser una hipótesis igualmente correcta que la planteada por Saldívar, pues Pedrell no ofrece
datación a la práctica del jarabe gitano, pero el empleo del tiempo verbal presente
“bailan y cantan” es un indicio de que esta práctica se seguía realizando en ese
momento, en 1894.
Por otro lado, como mostré a lo largo de todo el capítulo primero, en el
siglo XIX apenas hay alusiones a este origen español, más bien se tuvo al jarabe
como un producto netamente mexicano, considerado un sonecito del país o aire
nacional. En este sentido, se evidencia un cambio de pensamiento desde la segunda
década del siglo XX en el que el hispanocentrismo entra con fuerza en los estudios
sobre música mexicana, al punto que pervive hoy día. En las conclusiones finales
retomo este aspecto.
Un elemento a tomar en cuenta para entender dicho cambio, es que en el
siglo XX no había tanto acceso a las fuentes del pasado como en la actualidad.
Esto no explica el auge del hispanocentrismo, pero sí el uso diferente que se le
daba a las fuentes primarias. Hoy día, las condiciones han cambiado: el acceso casi
inmediato a la información, tanto de trabajos académicos de diversas partes del
mundo como la concerniente a archivos y hemerotecas digitales; la movilidad que
nos permite visitar distintos países en un tiempo considerablemente más corto que
antes; la apertura a realizar trabajos transdisciplinarios con nuevos marcos teóricometodológicos, etc., son factores que nos aportan perspectivas más amplias. No
319
El mismo Gabriel Saldívar encontró un manuscrito que contenía música de dicho autor en
una librería de libros viejos. A dicho manuscrito se le conoce como Códice Saldívar N. 4
(Russell 1995, 3-4).
399
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
obstante considero que también llevan implícito una mayor responsabilidad. Todo
esto me hace plantear la siguiente pregunta ¿por qué no se ha tomado en cuenta la
información que se ha encontrado hasta el momento sobre la música de esa época?
Una de las respuestas podría ser la asignación de autoridad ya enunciada, la cual ha
cerrado la curiosidad de cuestionar lo que se nos ha dicho. Otra podría ser que el
conocer cómo son las músicas populares del pasado no es un tema de mucho interés, baste ver la escasez de investigaciones que se hacen al respecto. No obstante,
creo que es también un tema complejo que no podría resolver en este trabajo. En
las conclusiones finales de este capítulo también retomo estas cuestiones.
EN TORNO A LOS ORÍGENES DEL ZAPATEO Y DEL PUNTO CUBANO
A lo largo del capítulo segundo he mostrado algunos documentos que hacen
referencia a que el punto y el zapateo eran producciones autóctonas cubanas bien
diferenciadas de otras expresiones musicales españolas. Por ejemplo, mostré cómo
en la prensa cubana se comentaba en 1849 que el zapateo cubano no era lo mismo
que el zapateado de Cádiz “El zapateo es un baile, el zapateado es otro; nosotros
no conocemos el zapateado como los andaluces no conocen el zapateo.” 320. También expuse cómo en las actuaciones de Rita de Leonarda Valente en 1848 no
existía ninguna confusión cuando bailaba el zapateo cubano y cuando interpretaba
otros temas andaluces. Por otro lado, en la descripción undécima de los guateques
campestres mostré cómo José García de Arboleya declaraba que el zapateo cubano
es un baile propio de Cuba que presenta cierta semejanza al zapateado: “El zapateo
es un baile peculiar á la Isla aunque algo parecido al zapateado de la Península”
(García de Arboleya 1859, 274-275). A su vez, en 1854, Ramón de Palma expone
de manera contundente que el punto y el zapateo no se parecen a las canciones y
bailes españoles:
320
Diario de la Marina (La Habana), 31 de mayo de 1849: 3.
400
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
[…] Nosotros no conocemos todos los aires de las canciones españolas, ni todos los
bailes, pero hemos oido y visto algunos y ni aquellas ni estos encontramos que guardan
semejanza con los puntos y el zapateo. Las canciones de la Península son regularmente
alegres, estimulantes y salerosas; el aire de los puntos por el contrario, es melancólico,
lánguido y lastimero: la guitarra ríe y el tiple se lamenta. En cuanto al baile, aunque el
zapateo de aquí sea vivo y de tanta dificultad como algunos zapateados de España, carece
de la gracia, el contoneo y voluptuosidad indefinibles de los bailes andaluces, que son
famosos en toda Europa. El guajiro parece haber heredado mas bien el carácter grave y
las inclinaciones caballerescas de los antiguos pobladores: parecido al árabe en la figura
y los afectos, carece sin embargo de la gracia exterior que parece haber dejado la presencia de aquel pueblo en los lugares de la Península, aunque extraños á su origen, donde
mas se sostuvieron (Palma 1854d, 296).
En otra entrega de su artículo, de Palma expresa que, si bien encuentra ciertas similitudes entre los cantos campesinos cubanos y los andaluces, identifica elementos propios en los primeros que los diferencian de los segundos, como el empleo de la décima exclusivamente en lugar del romance:
Estas palabras, este tono, este cantor, elevan la imaginación á mas altas consideraciones
y delicados sentimientos, y ¿cuáles son, nos preguntamos, los orígenes de estos cantos,
de estas trovas populares, de estas poéticas y arábigas costumbres que parecen naturales
en las gentes de nuestros campos?
¿Quién al oir los sones quejumbrosos del sentido tiple, y la voz del montero que atraviesa
por las sabanas montado en el volador caballo, y con el formidable machete á la cintura,
no se remonta á la época de la edad media ó de la morisca Andalucía, y piensa oir algún
errante trovador pulsar su laúd á las puertas de un castillo, ó ver un armado abencerraje
atravesar en busca de sus amores la vega famosa de Granada?—
Costumbres son estas tan románticas como poéticas y caballerescas, y que no sabemos
de otro pueblo que en la actualidad las tenga iguales.
En Andalucía es muy común entre las gentes del campo cantar trovas y romances, y aun
bailar al son del canto y de la guitarra como lo hacen nuestros guajiros, habiéndose introducido aquí sin duda esa costumbre con los primeros pobladores, que por la mayor
parte eran andaluces. Sin embargo, esta poesía popular ha adquirido un carácter especial
en Cuba, así en las formas como en las ideas. El llamado romance, muy propio para el
relato de aventuras, tan común en España, es desconocido en nuestros campos, donde
no se usa otro metro que la décima, cuyo asunto mas común es el de amores. El hombre
de nuestros campos, así como nuestra naturaleza, presenta también sus especialidades.
La mujer, el caballo y el machete, son sus tres pasiones, ó mejor dicho, sus tres accesorios
in dispensables, pues sin ellos no hay guagiro posible, y si existe, es incompleto. Después
401
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
vienen el perro, el tiple, el canto y el zapateo, que si no le son del todo necesarios, le
sirven de complemento. ¿Cuál es el campesino de otra nación que presenta esta variada
mezcla, esta profusión de caracteres en que se adviertan los rasgos del árabe, del trovador
y del aventurero? Agregúese á esto el campestre y aislado bohío en que vive casi á la
intemperie; las inmensas y abrasadas sabanas que atraviesa con su caballo; las enmarañadas selvas y los palenques donde suelen presentarse peligrosas aventuras; las tempestades
preñadas de huracanes y de rayos, los torrentes, las montañas y las noches de tenebrosa
oscuridad: […]. (Palma 1854b, 243-247)
Quizás la primera referencia encontrada que realiza una atribución directa
del zapateo a músicas procedentes de España, aparece en una obra del año 1857
titulada Lo que fuimos y lo que somos de José María de la Torre. En este caso, el autor
apunta específicamente a la región de la Mancha, aunque sostiene que tras las transformaciones que tuvo el zapateo se le puede considerar una expresión musical cubana: “El origen de la música del zapateo parece ser las manchegas de Castilla la
Nueva. El origen de la danza es también de la Península, pero uno y otro han
sufrido tal variación, que puede decirse que hoy constituyen una especialidad cubana.” (1857, 113). En una anotación al pie aclara que su atribución está basada en
la similitud del “lastimero ¡Ay!” que escucha en tierras manchegas, con el que se
realizaba en Cuba para comenzar el zapateo:
En nuestro viaje a la Península en 1851, hicimos especial estudio para ver de encontrar
el origen de nuestros usos y costumbres, y poniendo atención a algunas tonadas en la
Mancha o sea en Castilla la nueva, confesamos que a veces creíamos estar oyendo el
lastimero ¡Ayl de nuestros campesinos, aunque ayudado de guitarra, en vez del provincial
tiple. (1857, 113-114)
En la última década del siglo, en 1891, Serafín Ramírez hace una crítica a la
atribución de De la Torre, argumentando que la música del zapateo no tiene “ninguna semejanza” con los bailes españoles:
No sabemos que semejanza pudo notar el señor La Torre, que á más de su ilustración
literaria era un buen músico, entre el zapatéo cubano y las manchegas de Castilla, y entre
la contradanza y otros aires de la Península para buscar y encontrar en ellos su orígen. Por
nuestra parte ninguna analogía, ninguna semejanza hallamos entre nuestros bailes y cantos populares y el zorcico del vizcaino, la muñeira del gallego, las torras y parrandas del
402
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
murciano, el fandango, olé, sevillanas, rondeñas y el vito andaluz, y aún menos con la
jota del aragonés y valenciano; como tampoco la hallamos entre la jácara, zarabanda, el
rastrojo, la gorrona, el hermano Bartólo y el colorin colorado, bailes puramente españoles, y aquellos nuestros ya citados (p. 30) los papeles, el sungambelo, el bien me sabe, el
voy á amarrar mi buey, el caramelo, etc.
Enhorabuena la suposición refiriéndose á nuestros boleros, tiranas y polos, pero aseverarlo en cuanto al zapatéo de nuestros campesinos, y á la contradanza criolla nos ha
parecido un gran error. (1891, 156-157)
Siguiendo su exposición, Ramírez añade que el sentimiento musical cubano
difiere mucho de los españoles, aunque ambos comparten muchos elementos culturales:
Es indudable que nacidos nosotros de peninsulares, viviendo y educándonos con ellos
hasta el punto de formar una sola familia, nuestra lengua, nuestra religión y costumbres,
nuestro modo de ser, en fin, había de ser como es, uno solo; y era lógico también que el
sentimiento musical no se marcaba cómo una rara excepción. Sin embargo, difiere, pero
muy mucho, y no parece sino que condiciones especialísimas quizás del clima, ó tal vez
otras que no alcanzamos á comprender, han dispuesto todo lo contrario saltando á vista
de la generalidad esa misma variación que señaló y llamó la atención al señor La Torre,
y que puede estimarse como una especialidad sumamente estimable de la música de
Cuba. (1891, 157)
Ya en el siglo XX, en 1923, Eduardo Sánchez de Fuentes se une a las críticas
de Ramírez hechas a De la Torre, asegurando que el zapateo y el punto son de las
expresiones musicales cubanas donde menos se ve la influencia española.
Existe otro baile típico que ya apenas se cultiva en nuestra Isla y que solo en nuestros
campos de tierra adentro podemos encontrar, refugiado acaso en algún rústico bohío,
en uno de esos días en que las rudas labores del campesinado tienen una tregua y se
rememoran las tradiciones nacionales.
El Zapateo, que así se llama este nuestro baile típico campestre, se escribe en compás de
“seis por ocho” y su desarrollo melódico es interrumpido frecuentemente, para dar lugar
a la llamada décima, que al son del tiple y del güiro entona el enamorado guajiro, improvisando diversas estrofas dedicadas la dueña de su corazón. […]
El notable músico y literato Serafín Ramírez, en su obra titulada “La Habana Artística”,
fustiga justificadamente al escritor José María de la Torre, autor de “lo que fuimos y lo
que somos”, por lo que dice, erróneamente, acerca del origen de nuestro Zapateo. […]
403
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Siempre hemos dicho que la raíz de origen de nuestra música es española.
Nacidos nosotros de peninsulares, como afirma atinadamente Ramírez; viviendo y educándonos con ellos, hasta el punto de formar una sola familia, con una misma lengua,
religión y costumbres, claro es que la influencia hispana tiene que reflejarse en todo lo
nuestro y con relación a los cantos populares, ya dejamos dicha la positiva influencia que
sobre ellos ha ejercido la música del sur de España, esto es, la andaluza, pues los cantos
regionales del norte en nada han pesado en nuestro folk-lor.
Ahora bien; es lo cierto que tratándose del Zapateo y Punto Cubano, es donde menos se
nota tal influencia, sostenible, en cambio, en los Boleros y otros aires típicos, sin que esta
circunstancia nos lleve a asegurar ni a negar que en la formación de estos ritmos hayan
actuado elementos aborígenes. Ello es, como juiciosamente indica el citado escritor, que
tenemos forzosamente que pensar en derivaciones, influencias del trópico, condiciones
de mixtificación acaso inexplicables, que pudiéramos dar origen a este género de música,
el más original y característico de nuestra tierra. (Sánchez de Fuentes 1923, 47-50)
Unos años más tarde, en una conferencia ofrecida en la Academia Nacional
de Artes y Letras de La Habana el 7 de febrero de 1939, defiende firmemente que
la guajira cubana es plenamente “autóctona”, estando “libre de toda influencia extranjera”, y que fue llevada desde Cuba a España:
Nuestra famosa Guajira, que, como sabéis, pertenece al sector más puro de nuestra música autóctona, libre de toda influencia extranjera, y que al trasplantarse a España, en los
comienzos de nuestra organización folklórica, sufrió ligera variante, es uno de los ritmos
más característicos de nuestro suelo (Sánchez de Fuentes 1937, 22-23).
Además de Sánchez de Fuentes, uno de los primeros autores del siglo XX
que escribe sobre el zapateo y el punto es Antonio Iraizoz, quien, en contraposición con el anterior considera los cantos españoles y africanos como los “ancestros” de estas expresiones musicales:
[…] Pero en todas [las variantes del punto] flota una suave melancolía, la ingénita melancolía del alma cubana, que anhela ser risueña y la risa no pasa del disimulo; por ley de
contraste su aparente jocosidad es el reactivo de viejos y acendrados pesares; la inconstancia de la fortuna, las repetidas quiebras de sus ilusiones y las fatigas de la lucha por la
existencia y por el ideal patriótico, fijaron el sedimento de tristeza que llegó con sus
ancestros, en las gitanerías de los andaluces, en la “morriña” de los gallegos y en la candente lágrima del esclavo. (Iraizoz 1929, 148-149)
404
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
En ese mismo año, Pedro Henríquez escribe también sobre los posibles orígenes de la guajira cubana: “Está relacionada con el antiguo baile del zarandillo,
llevado de América a España en el siglo XVII” (1989 [1929], 438). Respecto al
zarandillo, el músico Emilio Grenet en la obra Popular Cuban music afirma que es “a
specie of Guajira”, y pretende mostrar cómo esta canción española comparte ciertos patrones rítmicos con el zapateo (1939, 16). Asimismo, aborda en esta obra los
orígenes de la música campesina. Para él, los “elementos” de la música cubana son,
o bien españoles o bien “negros” y, siguiendo esta lógica, dado que no considera
la música campesina como música de negros, “indudablemente” debe ser música
española. Otros argumentos que ofrece para defender su teoría son el empleo de
instrumentos supuestamente españoles, el modo de cantar similar al que se realiza
en Andalucía o la terminación sobre la dominante.
A slight knowledge of the songs of the Cuban peasant brings the realization that the
melody is absolutely opposite to that of the negro, who can be said to have no other
voice than that of his drums (we are referring to the African native). If the elements of
our music are either negro or Spanish, there is no doubt that the Cuban peasant’s song
is an echo of Spain. And, if we also observe the instrument with which the peasant
accompanies himself, the sound register in which his voice moves, the color of this voice
and the dynamics of the song, we cannot but associate it with the singing of Andalusia
which we are hearing so much lately in Cuba. Note how evenly in the dialogue between
the voice and instrument (and the instrument is typically Spanish), one complements the
other. Lastly observe the ending of our guajiras and puntos, always on the dominant.
(Grenet 1939, 14)
En esta línea hispanocéntrica, localicé en el Museo Nacional de la Música de
La Habana un recorte de prensa de un artículo titulado “Breve historia de los bailes
cubanos” publicado en la revista Bohemia en 1945. El autor de dicho artículo,
Adolfo G. Merino, también emplea la dicotomía entre músicas de España y África
para argumentar que el zapateo es una “degeneración” de las manchegas españolas,
de manera similar a lo apuntado por De la Torre casi un siglo antes:
El zapateo.
Se tiene en general, la creencia que el zapateo, es la más típica de todas nuestras danzas
y bailes. Nada más lejos de la verdad, el zapateo, ciertamente, es la más típica danza, pero
405
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
de nuestros campesinos, siendo una degeneración de las manchegas de Castilla la Nueva,
España. Para que un baile en Cuba sea genuinamente criollo, debe contar en sus elementos de composición con los aires españoles y africanos, porque son esos dos troncos
fundamentales que los forma la nacionalidad cubana.
La décima guajira que inspira y dá vida al zapateo, no es más que un pretexto, para que
el campesino cubano, desarraigo de la tierra, eleve su lamento. Triste y monótona es la
décima cubana.
El nombre mismo del baile, da idea de su ejecución. Es un zapatear constante, en el cual
los talones marcan el ritmo y el compás de la música. El baile es ejecutado por una pareja
de hombre y mujer y sus pasos son cortos permaneciendo el hombre con las manos
cruzadas en lo bajo de la espalda. Hombre y mujer guardan una distancia bastante considerable, en relación con todos los otros bailes cubanos. Por su composición y movimientos, el zapateo no es más que una expresión de los bailes de Andalucía. Hoy día,
puede afirmarse que el zapateo ha desaparecido de los campos de Cuba, absorbido por
un nuevo elemento bailable, más alegre y lleno de sátira, el son oriental. (Merino 1945,
s.p.)
El escritor Alejo Carpentier, en su obra de referencia para la musicología
titulada La música en Cuba, otorga al zapateo un origen “netamente” andaluz: “Junto
a esos bailes africanoides, existía el zapateo, de origen netamente andaluz” (1988
[1946], 47). A continuación especifica un poco más y comenta que los puntos y
canciones campesinas son derivados de los romances andaluces y extremeños, de
manera análoga a lo escrito el siglo anterior por Ramón de Palma como acabamos
de ver: “El zapateo subsiste en Cuba, como patrimonio casi exclusivo del campesino blanco, formando un bloque particular con sus puntos, décimas y canciones,
directamente derivados del romance andaluz y extremeño.” (1988 [1946], 48). Aunado a esto, data la presencia de los zapateos en Cuba desde principios del siglo
XVIII, aunque quizás se está refiriendo a cualquier baile que se zapatee: “Existen
referencias precisas de bailes de zapateo, dados en Cuba en los primeros años del
siglo XVIII” (1988 [1946], 48).
En 1959 el musicólogo Odilio Urfé considera al zapateo, el punto o la guajira “géneros supervivientes” de los españoles:
En correspondencia con su noción de las prioridades, en este escrito Urfé otorgó al
factor español absoluta preponderancia. Resumiendo: sus principales ideas al respecto
son tres, a mi juicio. Una califica al zapateo, la guajira, el punto y los romances como
406
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
supervivencias hispanas, no los considera auténticamente cubanos, pues ellos son, “géneros supervivientes donde la influencia española se hace sentir en la música cubana. La
famosa cadencia guajira y ciertos giros melódicos de raigambre folklórica española, unidos a otros populares provenientes del teatro lírico costumbrista hispánico, constituyen
el mejor y mayor aporte a nuestro acervo”. (Vid. Gómez Cairo 2010, 30)321
Por su parte, el musicólogo Argeliers León indica, en su obra Música folklórica
cubana (1964)322, que la música campesina cubana “estará influenciada por las inmigraciones de isleños, naturales de Islas Canarias” (1964, 51), sin embargo más adelante matiza que no es posible determinar de qué región española procede:
Empieza a concretarse una música que va a mantenerse muy influenciada por la música
española pero sin poder determinarse esta influencia como procedente de alguna región
determinada de España […] De manera que no puede decirse hoy que la música guajira
venga directamente de una región determinada de España” (León 1964, 51-52).
La musicóloga María Teresa Linares en su Ensayo sobre la influencia española en
la música cubana (ca. 1960) sostiene que “El punto guajiro, que desciende de géneros
andaluces asimilados por los isleños, tiene un parentesco cercano con el Galerón
venezolano, que, según Ramón y Rivera, fue llevado por marineros de galeones
españoles.” (ca. 1960, 8). Comienza dicho ensayo advirtiendo que las teorías sobre
los orígenes españoles o africanos de las músicas cubanas no han sido sustentadas
por análisis musicológicos: “Tradicionalmente se ha dicho que nuestras melodías
son de origen español y nuestros ritmos son negros. Esa afirmación somera no
parte de un análisis musicológico detenido.” (ca. 1960, 8). Por ello, trata de aportar
algunos elementos analíticos a su planteamiento hispanocéntrico: “El principal elemento de estilo español que encontramos en el Punto Guajiro es la tendencia modal.” (ca. 1960, 8). Un poco más adelante explica con más detalle este proceso
aportando una justificación musicológica, con la cual sustenta su origen en el flamenco:
321
La fuente primaria que cita Gómez Cairo y que no he podido localizar es: Urfé, Odilio: “Factores que integran la música cubana”, Islas, Revista de la Universidad Central de Las Villas, vol. II,
n. 1, Santa Clara, Cuba, Sept.-Dic. 1959: 7-21, pág. 14.
322
Este mismo texto está en otra de sus obras llamada Música guajira (León ca. 1960).
407
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
El cante jondo llega al campesino cubano a través de las Islas Canarias. Todo el que haya
oído cantar a un isleño, habrá notado la impostación nasal y aguda, y el estilo melismático
de su entonación. Sus giros lucen desentonados hasta que llegan al reposo de una cadencia. Este mismo estilo de impostación se nota en cantores de puntos guajiros y pinareños
(zonas de Pinar del Rio, La Habana y parte de Matanzas), y lo que les da esa sensación
de inestabilidad tonal, es, precisamente, la característica de la ausencia de sensible, que
no resuelve en la tónica.
El punto guajiro en la provincia de Camagüey conserva características de la bulería y de
otros géneros de ritmos rápidos y de “giusto”. (ca. 1960, 10)
Para reafirmar esta teoría, Linares se apoya en Gilbert Chase para concluir
que la guajira es el resultado de la modificación de la petenera por “ritmos negros”:
Gilbert Chase en “The Music of Spain” hace notar que la petenera vino y volvió modificada a la madre patria. Modificada por ritmos negros, tomando aquí el nombre de guajira. No nos detenemos en buscar qué elementos negros pueden haber influido en el
Punto, pero sí creemos notable esta cita al concordar con nuestras observaciones en
cuanto a la semejanza de ellos con peteneras y bulerías. (Linares Savio ca. 1960, 11)
Llegados a este punto, es necesario decir que el cante jondo o flamenco se
va conformando como tal en la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo
XX, por lo que difícilmente pudo intervenir en los cantos campesinos cubanos que
se conocen desde tiempos anteriores, y es menos probable aunque haya podido
llegar a Cuba a través de Canarias, donde la gente nunca cultivó el cante flamenco
en su cotidianidad. Por otro lado, es importante mencionar que el flamenco del
siglo XIX es muy diferente al del siglo XX, conocimiento que ha sido producto de
recientes investigaciones. En este sentido, cuando Linares y otros investigadores
encuentran el origen en el flamenco, con la premisa de que el flamenco del siglo
XX es parecido al XIX o incluso considerar su existencia en el XVIII caen en una
imprecisión seguramente no intencional –por ejemplo, las bulerías como tal no
aparecen hasta el siglo XX–. Por todo esto, las semejanzas que puedan existir entre
la música campesina y el cante jondo tendrían que replantearse en otros términos
diferentes del origen. En otros trabajos suyos, Linares mantiene el origen canario
del punto: “Proviene de las Islas Canarias y fue acogido por el campesino blanco
de la zona Occidental de Cuba.” (Linares Savio 1967, 27), o sobre el del zapateo,
408
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
que viene de Andalucía: “Es de origen andaluz, desciende de varios bailes españoles” (Linares Savio 1967, 28).
Rhyna Moldes en su libro Música folklórica cubana dedica el tercer capítulo a
la música guajira, donde sostiene el origen español del zapateo: “El zapateo, efectivamente, proviene de España y se introduce en todas las colonias de América. Al
llegar a Cuba sufre un proceso de acriollamiento y se convierte en el “zapateo cubano” (1975, 15). A esto, añade el mismo argumento expuesto años antes por Carpentier sobre la procedencia de la música guajira: “La música ‘guajira’ de Cuba se
ajusta melódicamente a un patrón fijo, (llamado por los campesinos “tonada”) basado en el romance, en el romance andaluz y extremeño que es su vínculo más
directo.” (1975, 15). En ese mismo año, la investigadora Niza Fernández afirma
que el zapateo tiene un “indudable” antecedente español, aunque –al igual que
León–, considera que es complicado poder determinar la “procedencia exacta” del
mismo: “Debido a esta fusión y sedimentación de los aportes hispánicos es que
hoy nos resulta imposible precisar la procedencia exacta de manifestaciones de
nuestro folklore, de indudable antecedente ibérico, como el zapateo.” (1975, 2).
No obstante, lo vincula con bailes andaluces por sus “gestos´” y algunas técnicas
coreográficas: “pudiera ser una variante de la expresión coreográfica andaluza por
el taconeo, los cortos pasos de los bailarines y el ritmo general de los gestos.” (1975,
18). En la misma obra expone un argumento idéntico al de María Teresa Linares
sobre los orígenes andaluces y canarios del punto, por lo que puede que esta obra
no sea tanto un trabajo de investigación propia, sino un compendio de estudios
sobre música cubana:
Nuestro punto tiene cercano parentesco con géneros andaluces como peteneras, bulerías
y seguidillas. Pero no podemos olvidar que esos galeones españoles que cita Ramón y
Rivera partían de los puertos de Cádiz o Sanlúcar haciendo escala en Islas Canarias; además, la inmigración de agricultores canarios a las tierras que colonizaba España. De ahí
que también tengan características notables de cantos isleños, como es el tono agudo y
nasal, adornos e inflexiones vocales difíciles de transcribir a la notación actual por desviarse de nuestra afinación temperada, la cual establece cierta elasticidad en la producción
del sonido. (Fernández 1975, 16-17)
409
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
En la década de los ochenta, Natalio Galán en su libro Cuba y sus sones defiende también el origen español del punto. Comienza la obra afirmando que la
música popular cubana proviene de la española renacentista, y más concretamente
de la castellana, andaluza o canaria: “La fuente de la música popular cubana lo fue
la popular española renacentista con sus tradiciones mozárabes, frescas todavía
cuando el descubrimiento” (1997 [1983], 17). Para justificar su posicionamiento
hispanocentrista ofrece una enumeración de rasgos, los cuales según él son comunes en ambos países:
Cuba acepta la más arraigada tradición musical española por medio de las trovas de sus
guajiros. De allá vienen ciertas filiaciones:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
La semicadencia, por modal, arcaica.
El unísono del tiple con la voz cantante (monofonía).
Gangosidad en el canto (árabe).
La prevalencia del arpa y guitarra (homofonía).
La subdivisión ternaria del compás.
El cortejar, pretexto de fiesta. (1997 [1983], 31-32)
Explica que el punto cubano fue traído por los primeros españoles en el
siglo XVII y los campesinos “blancos” lo conservaron, aunque a principios del
siglo pasado comienzan a surgir algunas variantes urbanas del mismo:
Él [el guajiro] era, en el campo, quien encerraba en su tradición los primeros puntos que
importaron los colonos del siglo XVII. De éstos descendía y, aunque criollo rellollo, de
sus padres recordaba una tradición castellana, canaria, andaluza. Negar el negro era pan
de todos los días [del guajiro], su crueldad encontrando catarsis en la cuchufleta racista.
[…] Ya establecidas las guerras separatistas el campo alcanzó su madurez sociopolítica
que influyó en su música y comenzaron a surgir otras montunas y guajiras mulatas con
resultantes híbridas urbanas, si bien el punto cubano mantuvo su hispanidad sin participar el africano, quien le utiliza en las ciudades con otras intenciones y rica resultante.”
(1997 [1983], 31).
Este matiz racial que introduce en esta cita –y que también lo veremos en
otros investigadores más adelante– lo vuelve a expresar cuando afirma de un modo
rotundo que: “La influencia del negro en el punto auténticamente guajiro no existe,
410
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
dejando de llamarse así y hay que denominarle punto de clave o la clave, encontrándosele en las ciudades, entre la gente de color […]” (1997 [1983], 56). Sobra
decir que esta distinción racial carece de fundamento, pues todo tipo de colectivos
sociales interpretaron los zapateos y puntos como mostré en el capítulo segundo.
Otro argumento que sostiene Galán es que el punto cubano estuvo presente en
España en el siglo XVIII a partir de la asunción de que el denominado punto de La
Habana ya era interpretado en aquel país en esa época.
La actividad del punto cubano debió ser intensa durante el siglo XVIII para que en su
segunda mitad se la escuche en España como «punto de La Habana» o «punto habanero».
Es la primera pieza de convicción musical mostrando el reflejo de lo cubano en la metrópoli. (1997 [1983], 29)
De este modo, al igual que otros investigadores –como veremos– identifica
al punto cubano con el punto de La Habana, y de éste también hace derivar a la
guajira española: “La guajira parte del punto setecentista, a él se debe. Se la cultiva
en España semejante a Cuba; para ambas fue fenómeno folklórico repleto de variedades sujeto a tónica y dominante.” (1997 [1983], 50).
Si bien estas teorías deben ser entendidas dentro de un contexto y una época
determinada, observo que en trabajos más recientes de la musicología cubana se
siguen retomando los postulados de María Teresa Linares sin cuestionamiento alguno. En 1986 Elena Pérez Sanjurjo sostiene que “El zapateo es el baile nacional
del campesino cubano. Es de origen enteramente andaluz, aunque en varias provincias de España, sus danzas regionales son zapateadas.” (1986, 311). Unos años
más tarde, Tony Évora, en su obra Orígenes de la música cubana. Los amores de las cuerdas
y el tambor incluye exactamente el mismo texto sobre el punto guajiro que aparece
en el trabajo de Niza Fernández antes comentado (1975, 16-17) –la que a su vez
retoma los argumentos de Linares–, cuando indica que tiene un “cercano parentesco con géneros andaluces como las peteneras, las bulerías y las seguidillas”
(Évora 1997, 45). De igual modo, justifica este hecho por las continuas migraciones
de canarios y andaluces:
411
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
En el origen del punto guajiro intervinieron infinidad de cantares populares hispánicos,
especialmente los canarios y la intersección canario-andaluza a través de sucesivas oleadas de arribo como en ciertas fases de transición. La migración de canarios y andaluces,
que se mantuvo constante durante todo el período colonial. Estos elementos nutrientes
se transformaron y reestructuraron como muestras de un modo de cantar que a su vez
se arraigaron y sedimentaron, conformando gradualmente aspectos de una conciencia
nacional en el ámbito rural. (Évora 1997, 42-43)323
En 1998 se publica el libro La Música Entre Cuba y España escrito por María
Teresa Linares y Faustino Núñez. Se estructura en dos partes bien diferenciadas
tituladas La ida y La vuelta escritas cada una de ellas por los dos autores mencionados. En la primera parte, Linares dedica el primer capítulo a la música campesina
de Cuba y realiza un repaso de algunas fuentes históricas procedentes de relatos de
viajeros o bibliografía de la época. Trata de argumentar la procedencia hispánica
de esta música por el empleo de la décima en las coplas, así como por la presencia
de instrumentos cordófonos en su interpretación, ambos elementos propios –según la autora– de la música y lírica española. En la segunda parte del libro, Núñez,
al estudiar los elementos de la música de Cuba presentes en las Islas Canarias, comienza a plantearse algunas preguntas sobre esta unidireccionalidad de España a
Cuba de los flujos musicales del pasado:
¿Cómo es posible que un género, el punto campesino, atribuido a los canarios que poblaron la isla de Cuba durante el siglo XIX, regrese de nuevo a su tierra de origen, Canarias, tal y como se interpreta en Cuba? ¿Cuándo y de qué manera partió de Cuba el
dichoso punto? No será que nunca existió en Canarias hasta que regresó de Cuba. Esto
es, en mi opinión, lo más probable. (1998, 207)
Un año más tarde se publica la obra El punto cubano de María Teresa Linares,
donde dedica su primer capítulo titulado “El posible origen” a analizar la procedencia de la música campesina (1999, 15-36). Añade al fandango como uno de los
323
Se repite este párrafo idéntico en otro libro del mismo autor publicado en 2003, añadiendo lo
siguiente: “No toda la música cubana ha disfrutado del mismo grado de popularidad. Hay todo
un folclor campesino, originado en España, que apenas es conocido fuera de la isla.” (Évora
2003, 83).
412
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
posibles antecedentes del punto, y concluye el capítulo de la siguiente manera: “Es
decir, podemos encontrar, en varios géneros de canto y baile españoles –como la
rondeña, la bulería, la petenera, y fundamentalmente el fandango–, elementos estructurales ya presentes, desde la época de la conquista y colonización, en el punto
cubano” (1999, 36).
Siguiendo esta revisión cronológica, en mi libro La música preflamenca afirmaba indubitadamente que los “cantos guajiros” tenían un origen hispánico (2002,
147). Sin embargo, como se hace evidente en esta tesis, mis planteamientos de
investigación han cambiado considerablemente en estos tres lustros.
En 2004, el musicólogo Peter Manuel publica un artículo dedicado a la guajira titulado The “Guajira” between Cuba and Spain: A study in continuity and change en el
que retoma parte de las aseveraciones que aparecen en algunas de las últimas obras
que he referido (Linares Savio y Núñez Núñez 1998; Linares Savio 1999). Defiende
el origen hispánico del punto con argumentos similares a los de Linares y otros
autores, incluyendo un matiz racial similar al que realiza Galán: “The Hispanic origins of the punto are overt in the use of these instruments [guitarra, laúd y bandurria], in the genre’s association primarily with white or mulatto guajiros, and in the
predominance of the ten-line decima verse form” (2004, 139). Aunque comenta
que no se han encontrado los orígenes de las melodías características del punto,
afirma que sí se han planteado de manera “plausible” los referidos a otras características musicales del mismo: “While the origins of the punto cubano's distinctive
melodies, or tonadas, have not been documented, other features have been plausibly
traced, in ways that may contribute to an appreciation of their historical trajectories
beyond the realm of the punto itself.” (2004, 142). Entre ellas, cita algunos rasgos a
los que le atribuye “raíces moras”, como la práctica de intercalar secciones cantadas
con instrumentales realizadas con el laúd, y otras de corte renacentista o anterior,
como el empleo del modo mixolidio o el doblar la melodía cantada con el instrumento punteado (2004, 142). El ensayo de Manuel es un ejemplo de cómo los
postulados sobre los orígenes hispánicos del punto planteados por la musicología
cubana han sido aceptados y adoptados por académicos de otros países.
413
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Otro trabajo que repite la idea de que el punto proviene de la tradición española y que está presente en los campesinos cubanos desde principios del siglo
XVIII es el también publicado en los Estados Unidos escrito por Ned Sublette,
quien comenta: “By the early eighteenth century, these peasants had developed a
creolized song form derived from the traditions of Spain, which came to be called
the punto guajiro.” (2007, 91). Afirma que, además del punto también al zapateo
le sucedió algo similar: “Though the main emphasis of the punto guajiro was on
the singing, the guajiros danced the zapateo, brought from Spain.” (2007, 93).
En algunas publicaciones de estos últimos años se siguen manteniendo todas estas ideas. En la obra titulada Puntos y tonadas de la musicóloga Zobeyda Ramos
se dedican unas breves líneas a hablar del origen del punto: “La presencia en la Isla
de este complejo genérico está muy relacionada con el antecedente musical hispánico de nuestra cultura y, especialmente, con el aporte canario como parte de todo
el antecedente peninsular e insular de España” (2013, 9). Orlando Carrió también
apunta que “El zapateo tiene sus orígenes en el zapateado traído por los españoles,
el cual en seguida adquiere características nacionales.” (Carrió 2014, 50). En 2015
el compositor cubano Armando Rodríguez Ruidíaz realiza un trabajo, aún inédito,
titulado El origen de la música cubana. Mitos y realidades, donde trata de indagar sobre
diversos aspectos de la música cubana. Residente en los Estados Unidos, encuentra
en este país el acceso a una gran cantidad de fuentes documentales y comienza a
cuestionar algunas de las teorías mantenidas hasta el momento en la musicología
cubana: “En este proyecto me propuse abordar el surgimiento y desarrollo de algunos de los primeros géneros de la música popular cubana autóctona, sobre los
cuales pienso que existe todavía bastante oscuridad en cuanto a la definición de sus
características y evolución” (2015, 3). El primer capítulo lo titula “Punto y zapateo,
¿canario o andaluz?” y en el mismo cuestiona la procedencia canaria de la música
campesina cubana dado que en las Islas no hay tradición histórica de poesía improvisada:
La procedencia canaria del punto y el zapateo, creencia bastante arraigada en el pueblo
cubano, parece a simple vista una suposición acertada debido al significativo asentamiento de inmigrantes canarios en los campos de Cuba, donde se desarrollaron precisamente ambos géneros autóctonos de canto y danza. Pero a pesar de la aparente exactitud
414
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
de esa tesis, un análisis más riguroso del asunto pone en evidencia ciertos detalles que
parecen desmentirla. El más simple argumento en su contra lo constituye el hecho de
que en la historia de las Islas Canarias no parece existir un género basado en la improvisación poético-musical que pudiera haber sido tomado como base para el desarrollo
posterior del punto cubano. (2015, 8)
Plantea que podría ser más factible que estas músicas tuvieran un origen
andaluz por varios factores, como por ejemplo la importancia que tuvo Sevilla
como el principal puerto mercantil español con los puertos americanos, la presencia de poesía improvisada en el trovo alpujarreño, o la existencia de bailes zapateados. Es de alabar el ejercicio de cuestionamiento sobre las teorías establecidas que
realiza este investigador, sin embargo, no acaba de deslindarse de la idea de un
origen hispánico del punto cubano.
También desde la flamencología se ha sostenido la teoría de la procedencia
hispánica de la música guajira. Por ejemplo, el flamencólogo Guillermo Castro
Buendía explica en su tesis doctoral el origen hispánico del punto cubano:
Parece que el origen del punto cubano está en los campesinos canarios establecidos en
Cuba, quienes crearon este género una vez que asimilaron elementos de la música andaluza. El aporte africano le dio su carácter criollo, teniendo vida propia según parece desde
el siglo XVII ó XVIII. (2014, 415)
En otra sección de su tesis apunta a que quizás fuera la expresión musical
conocida como canario la que pudo ser el antecedente del punto: “Quizás el canario
fue llevado por viajeros españoles al nuevo mundo, donde pudo generar en Cuba
el Punto Guajiro o Punto Cubano” (2014, 184). Por último, al igual que Natalio
Galán, considera que el punto de La Habana es un tipo de punto cubano: “En el
siglo XIX fueron muy cultivados en España los puntos cubanos, sobre todo el
Punto de la Habana.” (2014, 1154), y sostiene esta datación por la presencia de
partituras del punto de La Habana en España en esta época:
Al respecto del punto cubano hemos encontrado en el siglo XIX algunas partituras españolas en las que se cantan melodías descritas como Punto de La Habana, y también
otras en las que se considera un tipo de acompañamiento. Sus cadencias melódicas recuerdan mucho a las guajiras flamencas, aunque su ritmo está a medio camino entre el
415
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
tanguillo y el tango-habanera, algo que también podemos encontrar en la guajira cubana
y otros estilos de la isla. (2014, 1155)
Una vez realizada una revisión de distintos postulados referentes al origen
del punto y del zapateo, considero pertinente y revelador incluir algunas muestras
de cómo esas ideas se difunden y llegan a la opinión pública, la cual los asume
como ciertos. Los tres ejemplos que selecciono, nos pueden ofrecer una muestra
del saber llamado “popular” que en la actualidad se tiene sobre los orígenes del
punto y el zapateo. En primer lugar expongo un artículo publicado en el periódico
habanero Trabajadores en 1987 donde el autor expone abiertamente la influencia del
flamenco en los cantos campesinos cubanos:
DIFÍCIL pensar en la rumba, en el guaguancó o el son, sin hacer referencia a los ancestros yorubas o dahomeyanos. Imposible también separar de este acervo cultural la raíz
hispana que nos dejó el cante jondo, el flamenco y esas melodías andaluzas que tanto
adorno dieron a la guaracha y a la tonada campesina. (Rivero García 1987)
Un segundo ejemplo que muestro corresponde a un folleto promocional del
proyecto denominado El punto cubano y otras tradiciones campesinas: rescate y difusión de
la nueva provincia de Mayabeque (2012-2015) del que participa el Instituto Cubano de
la Música entre otros organismos. Encuentro en el mismo el siguiente texto sobre
el origen del punto cubano:
La décima y los cantos populares vinieron en barco desde la península ibérica y al pisar
tierra cubana el campesino los hizo suyo, los mezcló con el pulsar de las cuerdas del laúd,
el tres y la guitarra y entre guateques y canturías nació el Punto Cubano, expresión auténtica de nuestra identidad nacional. (2012, 8)
416
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
Ilustración 32. Folleto del programa “El punto cubano y otras tradiciones campesinas”
El tercer ejemplo que muestro es el testimonio de un bailarín, Rubén Rodríguez Savón, en una entrevista realizada por Gervasio G. Ruíz y publicada bajo el
título Los bailes cubanos, en la que el entrevistado afirma sin ningún género de dudas
que el zapateo es de origen andaluz:
El zapateo, una reliquia.Adrede hemos dejado para lo último el más típico de los bailes cubano: el zapateo, danza
de indudable y entrañable sabor guajiro, hoy casi olvidada hasta por nuestros campesinos
jóvenes.
–Digamos algo del zapateo- rogamos a nuestro entrevistado–Es, evidentemente de origen andaluz. Se baila individualmente o por parejas sueltas. Su
música es la décima criolla, amenizada por la guitarra, el tiple y el güiro. Como reza el
cantar, hay que bailarla a punta y tacón. En realidad, solo los pies marcan el ritmo. En el
zapateo todo lo hacen los pies. Hoy se baila en los guateques guajiros, habiendo quedado
como una reliquia de nuestra típica coreografía.324
324
Esta fuente corresponde con un recorte de periódico custodiado en el Museo Nacional de la
Música de La Habana en el que no aparecía ni nombre de publicación ni fecha.
417
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Ilustración 33. Fragmento del artículo "Los bailes cubanos" de Gervasio G. Ruíz
En esta sección he mostrado que las fuentes del siglo XIX que hablan sobre
el zapateo y el punto cubano muestran dos tendencias: 1) están los autores que
afirman que es herencia española y, 2) que es una producción cubana. No obstante,
la mayoría de los escritores que se decantan por la primera opción, hacen la aclaración que ha recibido influencias propias de la Isla. Desde la década de los cuarenta del siglo XX adquiere fuerza la concepción hispanocentrista, la cual pervive
hoy día. De este modo, es una idea generalizada, no solo en la musicología cubana
sino en todos los ámbitos sociales en Cuba, considerar a la música guajira o campesina como paradigma de música hispánica, en contraposición a la música de origen africano. Quizás, como sugiere Cecilio Tieles, esta dicotomía puede ser la causante de simplificar los procesos culturales y reducir únicamente a dos las posibilidades en cuanto a la supuesta procedencia de las músicas cubanas. Desde que este
investigador lanzara hace dos décadas el cuestionamiento acerca de las teorías hispanocéntricas y raciales, parece que la investigación no ha tomado el testigo y no
418
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
ha tratado de responder a las preguntas que Tieles planteaba. Aunque de manera
tibia, tanto Faustino Núñez (2002) como Armando Rodríguez (2015, 8) hayan expresado cierto recelo a la “historia oficial” establecida para el zapateo y el punto,
es evidente el dominio de la teoría hispanocentrista.
Tomando en cuenta lo anterior, quisiera realizar la siguiente reflexión. La
sola presencia de determinados elementos supuestamente provenientes de España
–como los cordófonos o la estrofa de la décima– en un territorio, no es condición
suficiente para justificar que las producciones musicales que realicen sus habitantes
necesariamente hayan llegado desde aquel país. Bajo esta lógica, si, por ejemplo,
un chef en Francia hiciera una nueva propuesta culinaria donde empleara la patata,
el tomate y el pimiento, ¿Podríamos afirmar que dicho plato proviene de América
por el mero hecho de emplear ingredientes con un origen americano, o más bien
deberíamos considerarlo como una propuesta original y creativa de nuestro cocinero francés? ¿Podemos afirmar que el flamenco hunde sus raíces en la música del
Perú por el mero hecho de que desde hace casi cuatro décadas se emplea en su
música el cajón peruano, o más bien habría que considerarlo como un recurso
instrumental más, que los músicos flamencos emplean en su proceso creativo, independientemente de su procedencia?
Unido al hispanocentrismo y a las connotaciones raciales, también destacaría
la práctica habitual de relacionar músicas del pasado por la coincidencia en su denominación. Al igual que sucediera en México con las atribuciones de parentesco
del jarabe al jarabe gitano, vemos cómo en Cuba se alude al punto de La Habana
como una expresión musical vinculada al punto, sin que ninguno de los autores
aporten pruebas musicales que justifiquen suficientemente tal similitud (Galán
1997 [1983]; García Matos 1984; Manuel, 2004; Castro Buendía 2014). Además se
menciona que el punto de La Habana estuvo presente en España en el siglo XVIII.
Sin embargo, al igual que sucede con el jarabe gitano, nadie ha aportado ningún
documento que avale esta presencia en dicha época325.
325
Únicamente conozco documentos sobre el punto de La Habana desde la cuarta década del
siglo XIX.
419
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Para entender el por qué se han mantenido estos planteamientos alrededor
del punto y el zapateo es necesario considerar las circunstancias especiales en las
que se ha desarrollado la investigación musical en Cuba en las últimas seis décadas.
En estos años de bloqueo –por llamarlo de una manera amable–, la falta de medios
y recursos han hecho que la investigación en este país se pueda considerar una
labor heroica. El ejercicio de retomar aquellos planteamientos presentados por autoridades musicológicas como Carpentier, León o Linares se puede entender
cuando es realizado en un medio donde las dificultades para investigar son considerablemente mayores que en otros países. Este pensamiento lo avalo con la experiencia personal de desarrollar labores de investigación en diversos archivos habaneros, donde la falta de medios hace más difícil la digitalización de fondos o de
catálogos, la óptima conservación de los fondos, o un acceso a internet muy limitado, con todo lo que ello supone. A pesar de esto, Cuba siempre ha sido un referente en la producción intelectual y artística y ha sabido estar a la vanguardia. En
este sentido, si tomamos en cuenta el cambio de paradigma del que hice alusión en
la investigación mexicana, encuentro plena coincidencia en los tiempos y modos
de articular un razonamiento sobre los orígenes en la música. Sería interesante corroborar si este cambio se da de igual modo en otros países de América, lo que
podría hablarnos de un nacimiento generalizado, si se me permite, de una “época”
hispanocentrista. De nuevo, esto no lo enuncio como una afirmación sino como
una pregunta que, como ya he dicho, queda abierta a futuras investigaciones.
Al igual que percibí en la investigación sobre el jarabe, bajo mi punto de
vista lo que no debería de tener justificación, es cómo en la actualidad académicos
de Estados Unidos o España, con todos los medios y corrientes epistemológicas
disponibles, pueden realizar afirmaciones sobre la música americana mostrando un
desconocimiento, y enunciando frases categóricas como si fueran verdades establecidas. Sorprende que se sigan sosteniendo determinados planteamientos sin
cuestionamiento, pues con un mínimo análisis, tanto de las fuentes históricas como
de música viva que tenemos accesible desde casa, se pueden vislumbrar ciertas
inconsistencias.
420
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
EN TORNO A LOS ORÍGENES DE LA GUAJIRA ESPAÑOLA
En el caso de la guajira española, en las fuentes históricas ha habido unanimidad en considerarla como proveniente de Cuba como vimos en el tercer capítulo. Por esta razón, en esta sección comentaré brevemente alguno de los últimos
trabajos de investigación que han abordado este tema. Comienzo con una fuente
que, a pesar de no ser especialmente reciente, resulta relevante por la figura de
autoridad que la produce. El musicólogo español Manuel García Matos, afirmaba
el siglo pasado que la guajira española viene del punto cubano: “[…] Y es que del
punto guajiro cubano con sus cantares en décimas, procede el de España, naturalmente: el punto de La Habana, y por guajiro, el nombre de punto acaba trocándose
aquí en el de guajira, pues que ésta deriva del punto, como en Cuba sucede con la
guajira propia” (1984, 108). Quizás del campo de la musicología es de los pocos
investigadores que le han dedicado algunas líneas a la guajira, pues, como ya se
dijo, ésta se inserta en la categoría de música flamenca. Por esta razón, para analizar
lo que se ha dicho sobre los orígenes de la guajira en el siglo XXI, retomo los
trabajos que son considerados referentes en la investigación sobre la música del
flamenco.
Faustino Núñez en su artículo “Cuba en la música española y andaluza” se
centra en el “cordón umbilical” musical que existió entre Cuba y España (2002,
268). De la guajira menciona que “está inspirada en el punto cubano y su estructura
rítmica, melódica y armónica, con algunas variantes, se encuentra íntimamente relacionada con este género” (2002, 299). No obstante, Núñez intenta ir atrás en el
tiempo y plantea una línea evolutiva de géneros musicales predecesores de ésta.
Pese a no aportar ninguna demostración de los diversos flujos musicales y la filogénesis que describe, resalta el hecho que el autor la presenta a modo de teoría:
En su origen, la podemos emparentar con el zarandillo, género del siglo XVIII español
que utiliza igualmente la décima y el compás de amalgama 6x8 + 3x4, descendiente quizás de la zarabanda que también utilizó este compás. Según esta teoría la guajira tiene su
origen en una danza americana del siglo XVII (zarabanda) que pasa a Andalucía en el
XVIII (zarandillo), que vuelve a América (punto de La Habana) para regresar de nuevo
a España, a finales del XVIII, en forma de guajira. (Núñez Núñez 2002, 299)
421
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Muestro en el siguiente esquema su lógica argumentativa:
Figura 28. Esquema de orígenes de la guajira según Faustino Núñez
Soy de la opinión que el establecer filiaciones de forma tan simplista sobre
complejos procesos de intercambio y disputas materiales y simbólicas que ocurrieron entre ambos países, sin mostrar argumentos que vayan más allá de una mera
coincidencia en el uso de la sesquiáltera debería de ser cuestionado, por lo menos,
por la comunidad académica. Las dataciones que aporta tampoco me parecen rigurosas, pues no he encontrado evidencias de la guajira en España a finales del
siglo XVIII –ni tampoco he encontrado que alguien las haya aportado– y, además,
es necesario decir que hay constancia de la presencia de la zarabanda antes del siglo
que él propone. Por consiguiente, considero que esta teoría no está suficientemente
justificada.
Un par de años más tarde Peter Manuel sostiene que la guajira española no
proviene directamente del punto cubano del siglo XIX, argumentando que, aunque
el punto y la guajira flamenca comparten algunos rasgos, existen otros que los distinguen. Éstos son tres: a) que ninguna melodía de coplas de guajira corresponde
con alguna de los puntos, b) que la guajira no emplea el modo mixolirio y c) que la
guajira aflamencada tiene más melismas y floriteos y un tratamiento instrumental
más elaborado que el de los puntos. Estas diferencias le llevan a plantear que la
guajira flamenca, más que derivar directamente del punto, lo hizo presumiblemente
de otras formas antiguas españolas (2004, 145-146). Entre ellas plantea –al igual
que Molina y Espín– que sus orígenes se pueden encontrar en la tonadilla escénica:
422
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
“the early flamenco guajira appears to have had roots in tonadilla songs” (2004,
149) y más concretamente del zarandillo. Otro de los posibles antecedentes que
menciona es el punto de la Habana, que considera un estilo de punto cubano presente en España en el siglo XVIII: “In the latter 1700s a tune known as ‘punto de
La Habana’ or ‘punto habanero’ (Havana-style punto) came to be popular in Spain,
documenting that a punto cubano style had already coalesced and had even returned
to the metropole.” (2004, 142).
Respecto de estas atribuciones, considero que el autor parte de una premisa
equivocada, pues los argumentos que ofrece para descartar la posibilidad de que el
punto cubano estuviera directamente vinculado con la guajira española, bajo mi
punto de vista no son suficientes. Además de que sí existen coplas compartidas
entre el punto y la guajira española –como he mostrado en la sección de análisis
musical–, las estructuras armónico-rítmicas de ambas expresiones musicales son
prácticamente idénticas. Por otro lado, la presencia de melismas en el cante es propio del estilo y la estética del flamenco, un rasgo interpretativo que no debe ser
pertinente para identificar o descartar relaciones entre expresiones musicales. Por
otro lado, en esta búsqueda de antecedentes de la guajira en la propia música hispánica retoma a autores como Molina, Espín o Galán que no justifican sus teorías
respecto a la música de las tonadillas, el zarandillo o el punto de La Habana.
En 2007, Luis López Ruiz comenta que la guajira flamenca proviene de
Cuba, aunque refiere a otras investigaciones –sin especificar cuáles– que afirman
que primero existieron en España, fueron a Cuba y volvieron posteriormente:
“Guajira. De guajiro, campesino blanco de Cuba y canción popular que ellos cantan. La guajira es un cante aflamencado que arranca del folklore cubano, aunque,
según recientes investigaciones, la guajira existió primero en España de donde fue
a Cuba y de allí volvió evolucionada” (López Ruiz 2007, 53). En otro trabajo reciente de Michelle Heffner Hayes se cita que la guajira es un ejemplo de “sones de
negros” y está influenciada por Cuba: “The guajira is a Cuban-influenced flamenco
form, an example of the “son de la negritude” or the cantes de ida y vuelta” (Hayes
2009, 135). Andrés Bernal encuentra los antecedentes de la guajira en las tonadillas
423
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
–aunque él menciona el término “tonalidades”– del siglo XVIII: “En las tonalidades escénicas del siglo XVIII, ya se advierten aires primitivos cubanos en unas
canciones populares que más tarde se denominaron guajiras, nombre debido a los
campesinos blancos de la isla de Cuba llamados guajiros” (2013, 183), pese a lo
interesante que podría resultar esta afirmación, no profundiza más en el tema, ni
muestra a qué “aires primitivos cubanos” se refiere, ni en qué tonadillas aparecen.
Es decir, escribe una afirmación que no tiene ningún sustento.
Los pianistas David y Antonio Hurtado Torres también abordan el estudio
de los orígenes de la guajira en su obra La llave de la música flamenca, indicando que
“El Punto Cubano es el antecesor más inmediato de la Guajira flamenca” (2009,
262). Explican cómo surge la guajira flamenca de la siguiente manera:
Su fisonomía actual, flamenca, se fraguó en Cuba en el siglo XIX, siendo su antecedente
más inmediato y reciente el Punto Cubano, pero sus elementos musicales principales ya
estaban presentes en España, desde el siglo XVI, en aires de procedencia afroamerindia
en los que se aprecia un evidentísimo parecido con la Guajira. Dos aires, son el Cumbé
y la Zarabanda donde más claramente se ven estos rasgos:
§
§
El ritmo hemiólico
Un patrón armónico improvisatorio basado en la alternancia de los grados V
y I del Modo Mayor, sobre el cual se articulan las melodías del canto. (2009,
258)
De este modo vinculan la guajira con dos expresiones musicales “del siglo
XVI”, por el hecho de compartir dos rasgos musicales. Esto es enunciado de una
manera contundente. Sin embargo, es evidente que la presencia de estos dos rasgos
musicales compartidos no es un argumento suficiente para realizar una afirmación
de tal trascendencia, pues por esta misma lógica diversas expresiones musicales de
esa época serían ascendentes de la guajira.
En dos tesis doctorales españolas recientes también se habla de los orígenes
de la guajira. Por un lado, Antonio Bonilla identifica la guajira flamenca con el
punto cubano: “En el contexto de la consolidación de las formas cubanas, el Punto
Guajiro es lo que, desde la perspectiva flamenca, se suele llamar Guajira.” (2012,
424
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
117). Por otro, Guillermo Castro también realiza otra afirmación referente al posible pasado musical de las guajiras basándose en “coincidencias estructurales”. En
este caso las emparenta con las peteneras y las seguidillas, al igual que algunos autores cubanos como mostré anteriormente:
Los primeros modelos de peteneras preflamencas cantadas por El Mochuelo y la Rubia
tienen 10 tercios, algo que ocurriría en la guajira si suprimiésemos el tercio preparatorio
y las repeticiones al final. Estas coincidencias estructurales entre las peteneras y las guajiras, y a su vez su semejanza con las seguidillas, de las que tomaron sus pasos de baile,
indican un pasado musical común no tan alejado como el que ahora podemos encontrar
entre ambos estilos, los cuales fueron evolucionando de forma muy diferente a lo largo
del siglo XX. (Castro Buendía 2014, 1167)
En primer lugar, tal y como se ve, Buendía presenta su argumento como
algo que él resuelve a partir de comparaciones estructurales. El problema es que el
autor toma en consideración únicamente un parámetro, la estructura lírica, para
relacionar las peteneras con las guajiras. Tomando en cuenta las características de
la música iberoamericana se hace evidente que es necesario contemplar más rasgos
como alturas, ritmo, armonías, etc., para poder inferir que la coincidencia en un
elemento concreto pueda significar una posible relación en el pasado. Hoy día es
sabido que formas líricas similares están presentes en una diversidad de expresiones musicales dispersas en toda la región. Además, el análisis métrico que expone
no es correcto. De las peteneras que analiza, efectivamente, se cantan diez versos
por estrofa, pues, aunque ésta es una cuarteta con un verso agregado, con las repeticiones en su interpretación, resultan un total de diez versos. A su vez, la estrofa
de las guajiras que analiza es una décima, pero de igual modo, con las repeticiones
que se producen al ser cantadas suman más de diez versos. Por tanto, no coincide
ni la métrica de las estrofas de las peteneras y las guajiras, ni el número de versos
que se cantan con las repeticiones. ¿Por qué suprimir los versos que se repiten de
la guajira y no de las peteneras? Este criterio no lo explica el autor. Por otro lado,
he realizado dos tesis dedicadas al estudio de las peteneras del siglo XIX, una de
maestría y otra doctoral en la Universidad de Sevilla (2009; 2015), en las que analicé
un corpus amplio de peteneras. Comparando los resultados de esos trabajos con
425
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
los de la presente tesis, puedo afirmar que las guajiras y las peteneras presentan
notables diferencias entre sí en diversos rasgos musicales como armonías, coplas,
variaciones instrumentales, métrica, o temática. Continuando con el análisis de esta
cita, considero que relacionar dos expresiones musicales tan diferentes como las
seguidillas y las guajiras por la similitud de sus pasos de baile es también muy temerario, máxime cuando no indica qué pasos son, ni a qué tipo de seguidillas o
guajiras se refiere.
En otra parte de su tesis trata de buscar necesariamente un descendente flamenco al zarandillo y concluye que es la guajira “la que tiene más posibilidades”.
Para mostrarlo, realiza un análisis de las secuencias armónicas de éstas y otras expresiones musicales, y concluye, paradójicamente, que no es el zarandillo, sino el
canario el que más se parece a la guajira –sin realizar ningún comentario sobre el
resultado tan diferente al de su enunciación inicial–. También le asigna al canario
la posible paternidad del punto cubano –como mostré anteriormente–:
De las modalidades estudiadas en modo Mayor, a la hora de buscar un posible estilo
flamenco que haya heredado sus formas, es la guajira flamenca la que tiene más posibilidades. Estilo de sonoridad afín a algunas modalidades anteriormente vistas, podemos
comparar su estructura con los esquemas armónico-rítmicos de la zarabanda y los canarios, con los que comparte escritura rítmica (6/8-3/4). También ponemos el zarambeque
aunque sea ternario y el Zarandillo aunque armónicamente no sea igual:
Guajira flamenca:
V-V / I-I-I / V-V / I-I-I
Zarabanda: (2:3)
I-IV / I-V-V / I-V / I-V-V
Zarambeque (3)
-I-I / I-V-V / I-I-I / I-V-V
Canarios: (2:3)
variante
I-IV / I-I-I / IV-V- / I-I-I
I-IV/I-I-I/I-V-/I-I-I
Canarios: (3:2)
I-I-I / I-IV / I-I-I / I-V / (I-I-I)
Zarandillo:
-I-I / IV-IV / I-I-I / IV-IV
426
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
Como vemos, es el canario el que más se acerca a la guajira, aunque no es exactamente
igual. Es más elemental armónicamente. Quizás el canario fue llevado por viajeros españoles al nuevo mundo, donde pudo generar en Cuba el Punto Guajiro o Punto Cubano,
antecedente importante de la guajira flamenca. También pudo transmitirse el canario
bajo alguna otra forma musical con el nombre de zapateado. Lo veremos más adelante.
(2014, 184)
Si vemos el análisis armónico que expone, resulta también difícil entender
la similitud que dice encontrar entre el canario (cualquiera de los dos que expone)
y la guajira, pues en su esquema no presenta la subdominante, que sí aparece en
los canarios. Concluye diciendo que no son exactamente igual, y se va inmediatamente a elaborar una hipótesis del origen del punto. De este modo, su análisis así
presentado pierde todo su sustento. Unas páginas más adelante vuelve a reafirmar
esta idea:
En los estilos en modo Mayor, son los canarios los que más se parecen a las guajiras
flamencas, aunque hay que suponer un paso intermedio en la América hispana, en este
caso Cuba, antes de su nacimiento flamenco. También los canarios parecen estar en la
base del zapateado flamenco y en los zapateos americanos que luego generaron los tanguillos y luego el tango flamenco. (2014, 191)
Resulta sorprendente que, aunque no haya podido demostrar con contundencia las similitudes armónicas, continúe sosteniendo esta argumentación. Aún
más, en ningún momento vuelve a mencionar los vínculos estructurales que había
encontrado con las peteneras y seguidillas que le permitían hablar de un pasado
musical común del que hizo referencia. En este sentido, el hilo argumentativo que
teje para explicar los orígenes de la guajira resulta muy fragmentado.
No conforme con esto, en dos lugares distintos de la tesis habla sobre el
compás de la guajira cubana, indicando que es binario, y en los dos especifica compases diferentes: “No confundir con la guajira cubana, que presenta un compás de
4/4.” (2014, 796); “En Cuba la llamada guajira tiene un compás binario, generalmente un 6/8, aunque también es posible el 2/4.” (2014, 1156). Si bien en la actualidad existen guajiras cubanas binarias, no todas han seguido este patrón rítmico
–como ya mostré anteriormente– para realizar esta afirmación.
427
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Con esta premisa, en sus conclusiones comenta lo siguiente sobre las guajiras de zarzuelas: “Las partituras de guajiras cantadas en zarzuelas aparecen en compás binario, con tonalidad en modo menor y modo Mayor, aproximándose más al
modelo cubano de guajira que al estilo flamenco.” (2014, 1176). Esta afirmación
contiene un triple error. El primero, que como ya he mostrado a lo largo de este
trabajo las primeras guajiras cubanas no son binarias sino que siguen la estructura
rítmica del zapateo, el punto o la guajira española326. El segundo, que las guajiras
cubanas aparecen en los últimos años del siglo XIX, dos décadas después de las
zarzuelas que analiza Castro. El tercer error viene motivado porque en su corpus
de análisis incluye únicamente dos obras llamadas guajiras de las zarzuelas El viaje
de Europa y Artistas en miniatura, las cuales, como expliqué en el tercer capítulo, no
siguen los patrones musicales de la guajira sino los del tango o habanera. A este
tipo de situaciones me refería cuando hacía el apunte en dicho capítulo, de que es
necesario conocer bien el repertorio que se analiza antes de realizar comparaciones
y generalizaciones, pues como se ha demostrado en diferentes ocasiones, el nombre de una pieza no necesariamente designa una estructura musical. Si no se toma
esto como punto de partida, se producen afirmaciones erróneas de este tipo que
solo producen desinformación y confusión.
Además de estos orígenes de la guajira que aparecen en los trabajos académicos, también me gustaría mostrar, al igual que hice en el caso de Cuba y México,
cómo el conocimiento que se ha ido construyendo es difundido y permea en la
sociedad que va recibiendo esa información. Pongo por ejemplo una emisión radiofónica en Radio Exterior de España en 2013 titulado “Guajiras” dentro del programa Música de las Américas (Vergara 2013). En dicho programa se intercala la selección musical con la narración sobre la historia de la guajira. La directora y presentadora Mikaela Vergara va exponiendo afirmaciones tales como que el punto
llegó a Cuba desde Canarias, que las obras de guajiras compuestas por músicos
académicos son inspiraciones del folklore, o que el flamenco asimiló “danzas”
americanas como la guajira. La música emitida se compone únicamente de un repertorio de música académica, quedando excluida toda interpretación de música
326
Las guajiras cubanas binarias surgirán varias décadas después.
428
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
no escrita. De las guajiras se comenta lo siguiente, en línea con lo que la investigación ha dicho:
Si bien se refiere a un género musical originario de Cuba, que a su vez tiene su pasado
remoto en las Canarias, al mismo tiempo la guajira es un palo del flamenco y es que a
finales del siglo XIX se produjo un aflamencamiento de aires y de tonadas que procedían
de la perla del Caribe, de Cuba, y que se tamizaron a través de la óptica flamenca. Eran
piezas en principio bailables que después evolucionaron hacia motivos más cantables y
menos pensados para ser bailados. (Vergara 2013).
Hace un par de años escribí un artículo sobre el papel del fandango en el
flamenco del siglo XIX y lo subtitulé The untold story (2016). Dicha denominación
estuvo motivada porque en el transcurso de la investigación la información que iba
obteniendo de las fuentes documentales decimonónicas me contaba una historia
antagónicamente distinta a la que la flamencología ha mantenido hasta el momento. Ya en dicho trabajo analicé de qué forma se había ido construyendo el
conocimiento para que se hubiera producido esta discrepancia, y llegué a la conclusión de que eran dos los motivos principales que la habían causado. Por un lado,
la investigación había estado guiada por prejuicios y, por otro, que se había regido
por una visión lineal y evolucionista (2016, 71). Ambas situaciones han provocado
una simplificación de la realidad y la aparición de afirmaciones taxativas que rara
vez se presentan acompañadas de un sustento documental y analítico. Al revisar
los trabajos de investigación sobre la guajira percibo que algo similar ha sucedido.
A diferencia de lo que pasó con el jarabe o el zapateo y el punto cubano, con la
guajira española se percibe una unanimidad entre lo que dicen las fuentes documentales históricas y lo que la investigación ha mantenido hasta nuestros días
acerca de la procedencia cubana de la guajira española. No obstante, algunos investigadores encuentran la necesidad de retrotraer dicho origen a expresiones musicales del siglo XVIII y buscar posibles ancestros de la misma, y es frecuente encontrar la afirmación que músicas españolas fueron a Cuba y volvieron posteriormente. Esto se refleja en las taxonomías de palos flamencos, donde se las engloba
429
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
en los denominados “cantes de ida y vuelta”. Pareciera que con llamarlas “de ida y
vuelta” se está concediendo el aporte americano, pero no nos equivoquemos, la
direccionalidad inicial siempre es la misma: la ida es siempre desde España327.
Aquellos que han vinculado la guajira con expresiones musicales como el
cumbé, la zarabanda, el zarandillo o el canario lo hacen incluyendo algún argumento musical. El problema es que tienen en cuenta unos rasgos musicales tan
generales que no son suficientes para sostener tales afirmaciones. Esta falta de rigor, unido al desconocimiento generalizado de otras culturas musicales es un problema extendido que acarrea históricamente la flamencología. Ni siquiera las recientes tesis doctorales sobre flamenco han podido escapar de estas prácticas por
lo que, a mi juicio, están aportando más confusión, si cabe, en el conocimiento del
flamenco del pasado. Aunado a esto, pervive en los estudios flamencológicos una
necesidad de crear obras enciclopédicas que pretenden resolver “todo” en una
obra328. Baste ver el siguiente comentario que los hermanos Hurtado insertan en
su libro:
Este libro pretende entregar al lector inteligente la Llave (la Clave) y la Luz, al mismo
tiempo, para que, apartado de las meras apariencias y de los errores comunes mantenidos
por la oscuridad y su inercia ciega, penetre en el conocimiento verdadero del origen del
Flamenco y su auténtica dimensión. (2009, 439)
También se observa esta tendencia en la tesis –que después se convirtió en
libro– de Castro Buendía, cuando algunos de sus objetivos son: “Analizar y explicar las características musicales de todos los estilos flamencos, realizando una clasificación de los mismos atendiendo a estas características.”, y “Estudiar la música
327
Hay excepciones en los estudios del flamenco con respecto al modo en que se usa esta categoría, por ejemplo, Faustino Núñez sostiene la posibilidad de que música de América llegara a
España. No obstante, lo cierto es que son pocos los que se detienen a pensar en el uso de esta
categoría.
328
Es necesario decir que en el año 2002 escribí un libro denominado La música preflamenca. Introducción a la formación y evolución de los diferentes estilos del flamenco a través de la documentación musical
escrita (2002). Aunque siempre lo plantee como un libro a modo de introducción a los temas
tratados y no como algo cerrado, sí realicé una aproximación panorámica en la que abarqué
muchos aspectos.
430
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
coetánea al nacimiento del género flamenco que pueda relacionarse con él, para así
compararla y poder descubrir posibles influencias mutuas.” (2014, 19). Ambas son
obras que pretenden resolver lo relacionado al origen del flamenco, tarea que evidentemente es imposible de cumplir, y menos aun cuando se aplica este nivel de
rigor para sostener sus argumentos. Quizás también la carencia de marcos teóricos
y metodológicos adecuados, les impide adentrarse al estudio de la música del flamenco de un modo más consistente.
Por último, otro aspecto que he encontrado en la difusión del conocimiento
producido por la flamencología es que muy rara vez es puesto en cuestión. Hay un
hábito en repetir citas e ideas de modo acrítico, aun si éstas entran en contradicción
con lo que el autor enuncia. Puede que el problema radique en la asignación de
autoridad, que ya he mencionado, a personajes que son reconocidos como poseedores de un capital cultural legítimo, y más aún si tienen títulos universitarios
(Bourdieu 2002 [1979]).
Tras el análisis de las teorías comentadas en este capítulo observo en ellas
una serie de pautas recurrentes. En primer lugar, estos trabajos se han regido por
una constante y obstinada búsqueda de los orígenes de géneros musicales. Este
objetivo ocupa una parte considerable de los trabajos de investigación, y los vínculos u orígenes propuestos suelen estar basados en prejuicios, en interpretaciones
etimológicas o en meras suposiciones. De éstos, como vimos, está la concepción
eurocéntrica –o hispanocéntrica para ser más precisos– naturalizada en la mayoría
de ellos, según la cual el origen de las expresiones musicales americanas es siempre
español. Considero que el propio empleo del término “ida y vuelta” sigue teniendo
esa connotación. El segundo aspecto que destaco es la falta de análisis musicales
que respalden suficientemente las conclusiones que en ellos aparecen. Éstos suelen
ser o bien descriptivos, o bien reducidos. El tercero de los puntos es la ausencia
431
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
cuasi generalizada de una revisión crítica de los trabajos de investigación precedentes. Por lo general, difícilmente encontraremos un cuestionamiento de los resultados o las metodologías seguidas para su obtención. Todo esto da pie a un último
aspecto que me gustaría resaltar, como es –si se me permite el neologismo– el
refritismo imperante en la mayoría de trabajos sobre esta temática.
Si bien el objetivo de este capítulo no puede asumir la tarea de buscar respuestas definitivas y/o profundas, el ejercicio de exponer y analizar el modo en
que se fue tejiendo un relato sobre las músicas en estudio permite pensar ciertos
caminos que podrían seguirse en futuros trabajos. En primer lugar, el negar alguna
aportación directa de músicas americanas a las españolas es una muestra más de la
colonialidad vigente en los esquemas de pensamiento en la academia y, por lo
mismo, hacer una reflexión profunda implicaría introducirse en los estudios de giro
decolonial que se están produciendo en diversos lugares de América Latina. Lizette
Alegre en su tesis doctoral Etnomusicología y decolonialidad. Saber hablar. El caso de la
danza de inditas de la Huasteca advierte que los estudios con esta perspectiva aplicados
a la música latinoamericana son relativamente recientes en la etnomusicología y
que éstos se han producido desde diversas aproximaciones (2015, 14). En su tesis,
provee un estado del arte sobre algunos de dichos enfoques e indica que: “Uno de
los temas mayormente tratados en los estudios sobre la reproducción de la colonialidad en música se refiere a los procesos de construcción de identidad nacional
y las prácticas en torno a lo musical desde los ámbitos académicos e institucionales”
(2015, 15). Como se ha mostrado a lo largo del capítulo, el cambio de paradigma
en las investigaciones musicales sobre las músicas aquí estudiadas –el hispanocentrismo– coincide con la época en la que se dieron con fuerza estos discursos de
construcción de lo nacional desde lo institucional, en concordancia con lo señalado
por Marina Alonso (2008, 19). Aunque parezca paradójico, las razones por las que
se construyó “lo nacional” en diversos países de América acudiendo a toda costa a
lo hispánico, no debieron ser producto de una simple casualidad. Y menos lo es el
hecho de que hoy día esta visión siga vigente en las investigaciones.
Algunos académicos que desarrollan estudios con perspectiva decolonial se
han preguntado sobre el papel de las universidades y el modo en que se siguen
432
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
propagando las lógicas colonialistas329. Por ejemplo, Santiago Castro-Gómez, partiendo de la premisa de que las universidades reproducen un “modelo epistémico
moderno/colonial” al que denomina “hybris del punto cero” (2007, 81)330, lanza la
siguiente interrogante: “¿existe una alternativa para decolonizar la universidad, liberándola de la arborización que caracteriza tanto a sus conocimientos como a sus
estructuras?” (2007, 84). Para él la respuesta está en “la transdisciplinariedad y el
pensamiento complejo, como modelos emergentes desde los cuales podríamos
empezar a tender puentes hacia un diálogo transcultural de saberes.” (2007, 80). Es
decir, sin ánimo de simplificar su planteamiento, sugiere el integrar aquellos conocimientos propios de las culturas que fueron dominadas y que han sido excluidos
de dicho modelo epistémico. A su vez y en concordancia con lo anterior, Catherine
Walsh explica que el campo de las ciencias sociales ha servido para reproducir las
prácticas imperialistas, las cuales, desde una premisa universalista y positivista han
ignorado “saberes derivadosde lugar y producidos a partir de racionalidades sociales y culturales distintas.” (2007, 103). De un modo similar que Castro-Gómez,
Walsh propone que debe de tomarse en cuenta la inclusión de dichos saberes que
se generan en campos extra-académicos, no como un simple añadido más, al estilo
“multiculturalismo epistémico”, sino “como un pensamiento/conocimiento plural
desde la(s) diferencia(s) colonial(es), conectado por la experiencia común del colonialismo y marcado por el horizonte colonial de la modernidad” (2007, 110).
En el terreno de lo musical y más aún, en el entorno iberoamericano, lo
anterior entra en correlación con lo enunciado por el musicólogo Aurelio Tello,
quien plantea que no es pertinente mantener paradigmas propios de la musicología
tradicional aplicados al estudio de la música colonial de América Latina:
329
Le debo el conocimiento de algunos de estos autores a la tesis doctoral de Lizette Alegre
(2015) quien, entre otras cosas, expone en su primer capítulo las principales premisas de los
estudios de giro decolonial.
330
Santiago Castro-Gómez explica: “De hecho, la hybris es el gran pecado de Occidente: pretender hacerse un punto de vista sobre todos los demás puntos de vista, pero sin que de ese punto
de vista pueda tenerse un punto de vista.” (2007, 83).
433
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Tenemos que pensar en el nacimiento de una nueva cultura signada por el mestizaje, el
sincretismo y la fusión. Sí tuvimos un genuino barroco americano, precisamente como
resultado de las nuevas condiciones en que floreció la cultura de nuestros pueblos y la
convergencia de civilizaciones. (2011, 238)
Podría parecer obvia la premisa, pero es muy frecuente que esta se ignore,
pues si estamos tratando con música que se produjo en contextos creados a partir
de mixturas y de saberes diversos, no cabe seguir insistiendo en imponer un solo
camino lineal respecto a su origen. El zapateo, el jarabe, el zapateado, el punto, e
incluso algunas guajiras llevadas a España son músicas que surgen en América331,
con “ingredientes” constitutivos diversos, eso es seguro. Hablando con propiedad
no es una música de “origen” español. La pasividad con que se representa a los
actores sociales que vivieron su música, caricaturizando su creatividad y agencia no
debería de ser admisible en la investigación musical, y menos en la iberoamericana.
A lo largo de la tesis he mostrado la movilidad y aceptación que tuvieron estas
músicas en los lugares donde viajaron. El intentar conocer el modo en que se insertaron estas músicas en distintos colectivos sociales y cómo fueron vividas, es,
desde mi punto de vista, una tarea más interesante que enunciar un origen.
Por otro lado, se evidencia también la vigencia de la distinción racial al momento de describir expresiones musicales. Lo he puesto de manifiesto con el caso
del zapateo, donde, a pesar de que los documentos muestran que fue una música
interpretada también por negros, su presencia generalmente se borra de su historia.
La insistencia en enfatizar que es una música producida por blancos o mestizos es,
por lo menos sorprendente, y creo que es un indicio más de la permanencia de un
331
Si bien no podríamos denominar a este repertorio como música barroca o colonial, es evidente
que son producto de procesos generados por historias políticas y sociales que vienen de este
periodo. De cualquier modo, ya el mismo Tello nos recuerda lo difícil de establecer una periodización homogénea en América Latina, pues hubo tiempos y procesos diferentes en los diversos países. Por ejemplo, en el caso que nos toca, México entró al periodo independiente
muchos años antes que Cuba. No obstante esta dificultad, dicho autor insiste en que la categoría de música colonial, en sus términos simples ayuda a hablar “en relación a una música
creada, interpretada, usada y difundida en América y desde América” (2011, 239).
434
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CAPÍTULO 6. EL CONOCIMIENTO DE LAS MÚSICAS DEL PASADO
imaginario racial discriminatorio, en el que pareciera que lo negro debe de ser asociado a música de tambores o bailes “lascivos” para ser reconocidos. Para profundizar en este tema, considero que también resultarían pertinentes los enfoques decoloniales.
En definitiva, en este capítulo, más que ofrecer respuestas en torno a la
construcción del conocimiento sobre las expresiones musicales que abordo en este
trabajo, enuncio algunas de las reflexiones que surgieron a partir de las incongruencias encontradas entre los postulados vigentes y mis resultados. Considero que es
importante ponerlas en la mesa de debate para intentar que entre todos podamos
dar un giro en la forma en la que se siguen reproduciendo malas praxis en la investigación y lógicas colonialistas en la academia.
Desde hace años, en el proceso de elaboración del marco teórico-metodológico que empleo en esta tesis y que comenté en el capítulo introductorio, las
fuentes documentales y los resultados analíticos nos han invitado –a Lénica y a mí–
a cuestionar algunos postulados de la producción (etno)musicológica precedente.
Nuestra decisión ha sido siempre escuchar las fuentes primarias aunque esto implicara remar a contracorriente. Esto implica asumir una posición epistemológica
diferente de la que ha imperado en la academia. En esta tesis me he encontrado
con la misma situación, a tal grado que llegué a la conclusión que era importante
reflexionar sobre las discrepancias entre los resultados y la literatura precedente.
Una de las conclusiones que puedo enunciar es que un camino posible para crear
nuevo conocimiento sin quedarnos instalados en el refritismo es realizar este ejercicio de cuestionamiento y tomar en cuenta voces que han sido ignoradas. La contundencia de los resultados de esta tesis y el afloramiento de un conocimiento desconocido me reafirma que el camino no debe estar muy equivocado, si se escapa
de la “hybris del punto cero” se puede vislumbrar nuevas realidades del pasado.
435
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
436
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CONCLUSIONES
C ONCLUSIONES
CONCLUSIONES
Imaginemos a un aficionado en una peña flamenca disfrutando del cante de
una guajira. Podría resultarle sorprendente si le dijéramos que aquello que escucha
está muy relacionado a un jarabe loco o a un zapateado que pueden estar cantando
a miles de kilómetros los jarochos en un fandango en Veracruz, o a un punto interpretado por guajiros en Cuba al improvisar sus décimas. No obstante, si escuchara algún punto, jarabe o zapateado, quizá en aquellos sonidos reconocería algo
que le sonara familiar. Algo similar experimenté en primera persona cuando tuve
la oportunidad de asistir a mi primer fandango en Veracruz, o cuando en clase de
requinto jarocho, mi maestro Claudio Vega me enseñó una variación del jarabe
loco idéntica a una clásica falseta de guajira que yo interpreto como guitarrista flamenco. Pese a que pareciera que la música de estos tres países es muy diferente, en
realidad todas ellas custodian los recuerdos de un camino común por el que en
algún momento transitaron estas compañeras de viaje.
Fue tal mi sorpresa, que se despertó en mí un profundo interés en conocer
las razones de tal similitud. Este fue uno de los alicientes que motivaron la realización de esta investigación. Las preguntas a las que pretendía dar respuesta en el
desarrollo de esta tesis fueron: ¿Comparten las expresiones musicales en estudio
rasgos o estructuras musicales de manera que se pueda considerar que forman un
437
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
sistema musical de transformaciones? Y si es así, ¿De qué manera se puede explicar
que éstas presenten similitudes a pesar de la distancia tanto geográfica como temporal? Para tratar de dilucidar estas cuestiones planteé la siguiente hipótesis de trabajo:
El jarabe loco y el zapateado veracruzano, el punto y el zapateo cubano, y las guajiras,
de México, Cuba y España, respectivamente, están relacionados formando un sistema
musical de transformaciones fruto de los intercambios musicales y culturales que se produjeron entre los tres países durante siglos. Aunque cada expresión musical fue adquiriendo rasgos propios según el territorio donde se cultive, y pese a los cambios que han
tenido a lo largo del tiempo, han seguido conservando algunas estructuras musicales
compartidas.
El uso del concepto sistema musical de transformaciones (Camacho Díaz
2007) me permitió pensarlas a todas no solo como entes aislados que presentan
similitudes –esto hubiera sido, a mi modo de ver, una simplificación de la realidad
que no daba respuesta a todas mis interrogantes–, sino como expresiones que solo
se pueden explicar tomando en cuenta su historia compartida, sus procesos, relaciones y préstamos de información de diverso tipo, no solo sonora, sino cultural.
En este sentido, no fueron pensadas como objetos abstractos, sino como producciones creadas por actores sociales específicos, quienes en cada ocasión musical les
daban vida, impregnándoles de códigos y modos particulares de existencia. Soy
consciente de que en esta tesis únicamente estoy abordando una parte de un sistema mayor que involucra algunas expresiones musicales de otros países americanos como Puerto Rico, Colombia, Venezuela, Panamá, etc. Queda por tanto como
un punto abierto para futuros trabajos de investigación el continuar investigando
sobre estas músicas y sus relaciones históricas.
Dado que estas expresiones musicales han tenido una larga presencia en la
historia musical de cada país, fue necesario considerar una amplia delimitación
temporal, a partir de sus primeras referencias, que datan de finales del siglo XVIII,
hasta nuestros días. Al iniciar la investigación encontré que había un vacío de estudios profundos que me aportaran respuestas, es decir, me topé con un descono-
438
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CONCLUSIONES
cimiento considerable. Para resolver las cuestiones planteadas partí de la experiencia previa que he adquirido con el estudio de repertorios del pasado compartidos
entre México y España, considerados “populares”. No sería honesto decir que mi
experiencia la he adquirido de modo solitario, ésta ha sido en su mayoría gracias al
trabajo en equipo con mi colega Lénica Reyes, con quien he emprendido un ambicioso proyecto de investigación a largo plazo donde los repertorios compartidos
entre México y España son uno de los protagonistas. A partir de ese proyecto hemos ido construyendo un marco teórico metodológico que permitiera abordar las
problemáticas encontradas en cada caso de estudio. De este modo, esta tesis tomó
como base este marco. Inicialmente, una de las premisas fue recurrir al análisis de
todos los elementos posibles que puedan aportar algo de información sobre las
músicas en estudio. En este caso se revelaron como pertinentes el análisis tanto de
documentos escritos como musicales.
En los textos localizados en México y Cuba hallo un abundante caudal de
inscripciones sonoras de prácticas musicales en el sentido que Ana María Ochoa
refiere. De ellas encontré pormenorizadas descripciones no solo de la dimensión
sonora, sino también de aquellos elementos performáticos que a juicio del escritor
resultaban más relevantes, como espectador de las mismas. El acercamiento al estudio de estas fuentes supuso un ejercicio exegético siguiendo el enfoque analítico
que propone Ranahit Guha, en el que hubo que ir tamizando los elementos aportados por la subjetividad del inscriptor, para quedarme con aquellas acciones que
permanecieron impresionadas en el papel. Gracias a esta interpretación analítica ha
sido posible conocer que lo que los narradores estaban inscribiendo a ambas orillas
del Caribe era básicamente un mismo relato. De tal modo, en ocasiones estos textos pudieron haber sido intercambiables con la simple sustitución de términos
como “guajirita”, “guajira” o “guajiro” por “jarochita”, “jarocha” o “jarocho” o
viceversa. Es decir, encontré descripciones repletas de indicios que desbordaron
las expectativas iniciales de localizar los rasgos que hermanan estas músicas,
abriendo a la investigación musical nuevas perspectivas. En este sentido, los materiales aquí proporcionados quedan a disposición para que puedan ser analizados
para entender mejor las sociedades decimonónicas iberoamericanas.
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DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
La identificación de indicios, tal y como nos propone Carlo Ginzburg, supuso una tarea apasionante. Imagino que viví la misma emoción que un arqueólogo
siente cuando va retirando con su pincel capas de polvo de la pieza hallada bajo
tierra y puede empezar a percibir qué nuevos conocimientos sobre el pasado devela. Encuentro en dichas descripciones técnicas coreográficas, posturas, gestos,
instrumentos, vestimenta, formas de relacionarse y comunicarse entre los bailadores, sentimientos e intenciones y otros tantos elementos muy similares entre los
jarochos y los guajiros. Los continuos flujos migratorios, la movilidad de los artistas
y la intensa presencia de todas las expresiones musicales estudiadas en distintas
ocasiones musicales –siendo utilizadas en diversos momentos como moneda de
cambio en la construcción de símbolos de identidad nacional– durante el siglo
XIX, pudieron haber contribuido a ello.
Mediante la aplicación de este marco teórico-metodológico, cuya base epistemológica parte del cuestionamiento del conocimiento precedente, así como la
aplicación de la tecnología, o el empleo de herramientas del análisis estadístico, he
podido encontrar nueva información sobre las expresiones musicales aquí estudiadas que hasta el momento no era conocida. En este sentido, los datos que esta tesis
presenta constituyen una aportación original que servirán a otras investigaciones
interesadas en la temática aquí abordada.
Una propuesta innovadora que introduzco en esta tesis es el empleo de códigos de barras QR que una vez escaneados con un smartphone o tablet reproducen
el audio de las piezas y fragmentos musicales analizados. En caso de no disponer
de estos dispositivos, también he habilitado un sitio web donde indicar el código
de la pieza y poder escucharla. Soy de la idea que es importante que en la exposición
y divulgación de trabajos de investigación se incorporen nuevas herramientas tecnológicas que faciliten el seguimiento y comprensión de los argumentos expuestos.
Un pilar fundamental sobre el que se edifica esta tesis es el análisis musical
paradigmático –tal y cómo lo he ido adaptando a mis necesidades–. Lejos de ser
un análisis caduco, en la tesis demuestro que ampliando su concepción y adaptándolo a las nuevas necesidades analíticas, resulta una herramienta muy valiosa para
el conocimiento de las músicas del pasado llamadas “populares”. En este sentido,
440
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CONCLUSIONES
Lénica Reyes y yo hemos desarrollado el software SAAP, incorporando continuamente nuevas funcionalidades y herramientas analíticas. Sin el empleo de dicho
software, no hubieran sido posibles algunos de los análisis expuestos en este trabajo. Ha sido posible comparar obras muy diversas en cuanto a ocasión musical –
zarzuelas, obras de salón, flamenco y punto cubano–, espacio temporal –siglo y
medio–, o geográfico –México, Cuba y España–. Los resultados de este análisis
musical me han permitido concluir que, en lo estructural, todas las músicas en estudio son bastante similares. Pero es una similitud que no se puede definir desde
la simpleza, sino desde la complejidad social desde donde se dieron estos préstamos musicales. Las semejanzas encontradas están de forma dispar en los siguientes
niveles musicales: en las variaciones instrumentales y en las coplas.
El análisis de las variaciones instrumentales demuestra que hay bastantes
similitudes estructurales en todas las expresiones musicales en aspectos como alturas, ritmo o intervalos. El haber encontrado que el jarabe loco, el zapateado y la
guajira española emplean un esquema armónico-rítmico inverso al del zapateo y
punto cubano fue la clave para poder comparar sus variaciones. Esto es significativo si se tiene en cuenta que se compararon los compases de inicio de unas con
los finales de otras. La localización de ocho patrones idénticos que comparten todas las expresiones musicales en estudio y treinta y cuatro que están presentes al
menos en tres de ellas, nos muestra que un tipo de lógica común opera de algún
modo en la producción instrumental. Especialmente significativo ha sido descubrir
que la falseta más característica de la guajira flamenca está directamente relacionada
con la variación más característica del zapateo cubano. En este caso, el primer
compás de esta falseta de guajira corresponde con el segundo compás de la del
zapateo –ambos sobre la dominante–. El guitarrista flamenco únicamente incluye
una pequeña transformación a esta variación, provocada tal vez por una restricción
técnica interpretativa. Las variaciones instrumentales de las guajiras flamencas están ligeramente más próximas a las del zapateo cubano que a las del punto cubano.
Respecto a los resultados del análisis musical de las coplas, se muestra cómo
las similitudes de alturas aparecen sobre todo entre las expresiones musicales cu-
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DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
banas y la guajira española, en concreto encontré cuatro melodías de coplas compartidas entre Cuba y España. También algunas estructuras de las coplas de los
puntos son prácticamente idénticas a otras del jarabe loco. Otro de los aportes de
este análisis es constatar la apertura del flamenco de la época a incorporar en sus
repertorios números de zarzuelas y viceversa.
La obtención de estas conclusiones del análisis musical tan reveladoras, sorprendentes y desconocidas ha sido gracias al enfoque definido a lo largo de los
últimos años, que ha permitido considerar como un elemento analítico válido una
serie de partituras que desde el siglo XIX han plasmado sobre el papel algunas de
las expresiones musicales estudiadas. Tomando en cuenta el concepto de circularidad cultural (Ginzburg 2003), entendemos a la codificación en notación musical
de estas músicas como una forma más de apropiación por parte de colectivos hegemónicos. El contraste de estos documentos con otras fuentes sonoras, incluso
las interpretaciones de estas expresiones musicales que actualmente se continúan
realizando, ha mostrado que pueden contener un alto grado de fiabilidad. Por
tanto, la posibilidad de disponer de registros musicales de estas músicas del pasado
consideradas “orales”, aunque sean mediados por el filtro que la notación musical
impone, abre un ilusionante mundo de posibilidades para el conocimiento sonoro
de las mismas. Los resultados de esta tesis así lo confirman: Las partituras del siglo
XIX están recogiendo lo que unos años más tarde se grabaría o lo que incluso hoy
día se sigue cantando. Me han permitido conocer que las guajiras que algunos cantaores flamencos han interpretado hasta fechas recientes son las mismas que un
siglo antes se habían convertido en arias de zarzuela muy populares; conocer que
algunos puntos cubanos también los encontramos en zarzuelas decimonónicas, o
interpretados por artistas flamencos; o conocer que la famosa guajira cubana El
arroyo que murmura de Ánckermann también se incorporó al repertorio flamenco.
Todo este conocimiento ha sido aportado por este trabajo, pues no lo he encontrado descrito con anterioridad en la literatura (etno)musicológica. Por otro lado,
estos resultados ratifican lo que ya en otros trabajos realizados –tanto por mi como
por Lénica Reyes– hemos encontrado en otras expresiones musicales: a) que los
límites que se establecieron a finales del XIX entre la zarzuela y el flamenco eran
442
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CONCLUSIONES
bastante difusos; b) conocer algunos de los procesos que éste último articula para
incorporar nuevos repertorios a su concepción estética, y c) constatar la pertinencia
del análisis del repertorio zarzuelístico como fuente de información sobre músicas
“orales” del pasado.
El resultado de estos análisis muestra cómo se hace complicado pensar que
la presencia de tal cantidad de elementos compartidos sea únicamente fruto de la
casualidad. Estos resultados también confirman lo que otros autores como Eli Rodríguez, Pérez Monfort o García de León han escrito a finales del siglo pasado
sobre las relaciones entre distintas expresiones musicales en el entorno caribeño.
Nos toca a los investigadores continuar trabajando en esta línea para seguir dando
pasos en la construcción del conocimiento en lugar de estancarnos e instalarnos
permanentemente en lo que denomino el refritismo epistémico. Disponer de un amplio soporte documental en el que apoyarse para poder realizar estas afirmaciones
hace posible ir desgranando elementos más específicos y detallados que van incorporando matices a los primeros planteamientos más genéricos que aportaron estos
autores en sus obras. En la medida de mis posibilidades y ciñéndome al ámbito de
este trabajo, he ido deshebrando esta compleja y casi desconocida realidad musical
para –de manera colateral a los objetivos principales de esta tesis– poner de manifiesto algunos aspectos que matizan el conocimiento previo que teníamos de las
mismas, los cuales resumidamente expongo a continuación.
En general no es posible vincular ninguna de estas expresiones musicales a
un colectivo social específico, pues las fuentes nos remiten de manera casi simultánea a ámbitos diversos que hacen muy difícil, casi inútil, la tarea de asignarles una
procedencia o una adscripción concreta. El considerar al zapateo o al jarabe como
música de origen campesino, por ejemplo, es algo muy difícil de probar. Lo que sí
puedo afirmar es que esta presencia simultánea puede ser leída como una muestra
más de la circularidad cultural, la cual evidencia que las producciones subalternas
fueron muy importantes para el desarrollo de la vida musical de toda la sociedad
decimonónica de estos tres países. Esto no es menor, pues cada vez más se evidencia la urgente necesidad de reescribir las páginas de las historias “oficiales” de
la música, en las que con una mirada clasista se menosprecia el papel de diversos
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DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
colectivos sociales en la constitución de la llamada música occidental. Considero
que atribuyendo “pruebas” de dichos aportes con casos concretos es como se pueden desarticular los falsos relatos generalizados que se cuentan en “la historia de la
música”.
Encuentro a las músicas en estudio presentes en prácticamente todos los
estamentos sociales, y en el caso del jarabe y el zapateo, encumbradas como “música nacional”. Han sido apropiadas por toda una sociedad y en cada uno de sus
colectivos estas acepciones adquieren una significación diferente. Tanto el jarabe
como el zapateo jugaron un papel político importante en momentos de conflictos
bélicos en diversos sentidos, siendo apropiados por insurgentes, conservadores,
españolistas, antiespañolistas, revolucionarios o mambises. En los ámbitos escénicos, todas estas expresiones fueron frecuentemente estereotipadas: el jarabe cantado por léperos, el zapateo por campesinos o las guajiras por cantaoras de café.
Otro rasgo común a todas ellas es la difusión geográfica por muchos rincones de
sus respectivos países. Los documentos nos han aportado información para comprender algunos de los factores que propiciaron esta movilidad, como las compañías grandes y las de legua, la labor de arrieros o caleseros, la trashumancia, los
militares y repatriados, entre otros.
Además de estos aspectos aplicables a todas las expresiones musicales en
estudio, esta tesis también revela ciertas particularidades de cada una de ellas que
considero oportuno destacar en estas conclusiones, por lo que aportan al conocimiento histórico de las mismas. Del jarabe en México tenemos noticias desde finales del siglo XVIII en ámbitos escénicos, considerado un sonecito del país y en
ocasiones censurado por la Inquisición. El análisis documental del jarabe me permitió conocer que se insertó en numerosos bailables, zarzuelas y óperas, aunque
no siempre los compositores escribieron su música pues era conocida por los intérpretes que lo ejecutaban, habitualmente jaraneros y bandolonistas. Estas obras
escénicas no siempre eran estáticas, sino que podían contar con la inclusión o eliminación de números. Este hecho lo constaté tanto con la guajira como con el
jarabe, que llegó a formar parte, por ejemplo, de la ópera Carmen. Estuvo presente
en Cuba desde los primeros años del siglo XIX y en España hacia la tercera década
444
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CONCLUSIONES
del siglo, donde es presentado como una expresión musical proveniente de América y más concretamente de Veracruz, aunque las fuentes documentales nos indican que los artistas españoles introducen transformaciones que lo hacen un producto nuevo y original. En este país también estuvo vinculado a obras de temática
andaluza y durante un periodo de tiempo formó parte del flamenco, aunque cayera
en desuso posteriormente. El análisis métrico de sus coplas reveló un par de hechos importantes. El primero de ellos es que la presencia de un estribillo formado
por una sucesión indeterminada de versos hexasílabos permite establecer una relación directa entre distintos jarabes del siglo XIX recogidos en partituras con el
jarabe loco que actualmente se conserva en la tradición oral viva de la región jarocha. El segundo es que el empleo de la décima no es habitual en los jarabes del
siglo XIX, a diferencia de sones jarochos como el fandanguito o el zapateado. De
éste último aparece constancia documental de su existencia en el jarocho desde los
años setenta del siglo XIX.
Del zapateo cubano encuentro noticias en Cuba unas tres décadas después
de la presencia del jarabe en este país, y sus primeras descripciones se ubican en
entornos campesinos, aunque poco después también es habitual encontrarlo en los
teatros y salones de las ciudades cubanas. El análisis de las descripciones de los
guateques me ha permitido conocer que el baile del zapateo tenía una serie de reglas
o códigos bien conocidos por las personas que lo practicaban, muchos de los cuales
eran muy similares a los presentes en el baile del jarabe en los fandangos mexicanos. Asimismo la dotación instrumental que acompañaba al baile del zapateo estaba formada por tiples, arpas, guitarras y güiros, que empleaban las técnicas del
punteado y del rasgueado. Otro hecho a destacar es el protagonismo que tuvo el
zapateo frente al punto durante el siglo XIX. Formó parte de numerosas obras
escénicas, y tuvo gran influencia en la gestación de la guajira cubana, aunque siempre se ha solido atribuir al punto este papel. Tanto el zapateo como el punto estuvieron presentes en México y en España donde compositores de este país publican
diversas partituras del zapateo. Otros de los aportes de este análisis documental
han sido el poder demostrar que no era exclusivamente música de campesinos
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DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
blancos, y constatar que el zapateado buscapiés no corresponde estructuralmente
con el zapateo cubano pese a la similitud etimológica.
Según las fuentes documentales, la guajira es conocida en España al menos
desde 1878 y siempre estuvo muy vinculada con el zapateo, el punto o la guajira
cubana. De hecho, todo parece indicar que en ocasiones una misma música se
podía denominar indistintamente guajira, punto o zapateo. Esta afirmación se fortalece tanto por lo encontrado en las fuentes documentales como en el análisis
musical. Fue incluida en numerosas zarzuelas, algunas de ellas tomando prestadas
décimas populares ya existentes en Cuba, así como en obras de salón para diversos
instrumentos, sobre todo el piano y la guitarra. Además de ser cantada, se hicieron
coreografías de la guajira, sobre todo de las incluidas en zarzuelas. Desde los primeros años forma parte del flamenco, siendo uno de sus palos más populares y
grabados. Esta tesis también revela que el zapateo constituyó un elemento muy
importante en la conformación de la guajira española, y no únicamente el punto
cubano como desde la flamencología reciente se está afirmando. También formó
parte del repertorio interpretado en fiestas de sociedad, romerías, verbenas, música
callejera o ambulante, etc. Estuvo muy de moda y fue apreciado que las guajiras las
interpretaran cubanos o personas que hubieran estado en la Isla como excombatientes, repatriados o artistas. Es muy significativo que las guajiras “cubanas” aparecían en colecciones de “cantos españoles” incluso años después de la independencia. Pareciera que los españoles, pese a perder dicho territorio, quisieron conservar como “propio” algo de allá que no podía ser arrebatado, como era la música
y la evocación a aquellos ambientes que ésta les traía. La difusión de la guajira
española por México y Cuba se limitó a entornos escénicos, al ser ejecutada en las
zarzuelas que las contenían.
Por todo lo expuesto, puedo establecer la siguiente tesis: El jarabe loco y el
zapateado veracruzano, el punto y el zapateo cubano, y las guajiras, de México,
Cuba y España, respectivamente, están relacionados formando un sistema musical
de transformaciones. En el aspecto musical se comprueban estas relaciones en el
plano estructural, aunque las similitudes entre ellas no se dan en modo uniforme.
Mientras que en las coplas encuentro más similitud entre la guajira española, el
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JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
CONCLUSIONES
punto, el zapateo o la guajira cubana, en las secuencias melódicas que hacen los
instrumentistas en todas las expresiones musicales –incluidas las mexicanas–, aparecen un alto número de patrones idénticos o muy similares. Los rasgos musicales
analizados son suficientes para asegurar que todas ellas estuvieron relacionadas entre sí. El análisis documental muestra cómo sus ocasiones musicales son análogas
–especialmente las del jarabe y el zapateo– y cómo los intercambios musicales y
culturales que se produjeron entre los tres países durante siglos propiciaron la conformación de dicho sistema. Aunque cada expresión musical fue adquiriendo rasgos propios según el territorio donde se cultive, y pese a los cambios que han tenido a lo largo del tiempo, el análisis de partituras del siglo XIX con música viva
ha mostrado que se siguen conservando algunas estructuras musicales compartidas.
Todas estas conclusiones y la enunciación de esta tesis me permitieron contrastar los resultados con los que hasta el momento la investigación musical había
propuesto sobre estas músicas. Este ejercicio me mostró que entre ambos existe
una gran disparidad, y que es necesario un cuestionamiento del lugar epistemológico desde donde se ha construido –y aún se construye– el conocimiento. El hispanocentrismo, la concepción evolucionista, los prejuicios, la falta de rigor científico, la ausencia de una revisión crítica de fuentes, el refritismo epistémico, el clasismo, incluso el racismo, son algunos de los obstáculos que han propiciado estas
divergencias.
Los estudios con perspectiva decolonial permiten preguntarnos cómo desde
la academia se siguen reproduciendo lógicas colonialistas. Asimismo nos animan a
mantener una continua actitud crítica para plantear nuestras investigaciones desde
un lugar distinto, así como desplazar el foco de atención a otros aspectos que, no
por haber sido bastante invisibilizados hasta el momento, son menos importantes.
Escapar de la lógica colonialista me ha permitido trabajar sin cortapisas ni restricciones prejuiciosas con mi objeto de estudio, y obtener abundante información
original sobre estas músicas “populares” del pasado.
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DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Espero con este trabajo de investigación haber contribuido a tener una mejor comprensión de nuestras músicas y estimulado a otros investigadores para que
continúen esta senda, desde el convencimiento de que lo que está por contar es
aún más bonito que lo ya contado, por tanto ¡démosle vida a nuestros sonidos
olvidados!
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BIBLIOGRAFÍA, ÍNDICES Y ANEXOS
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BIBLIOGRAFÍA, ÍNDICES Y ANEXOS
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BIBLIOGRAFÍA
B IBLIOGRAFÍA
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EMISIONES RADIOFÓNICAS Y CONFERENCIAS
González Sánchez, Alicia. La Historia del Flamenco. Conferencia dentro del Curso
Grandes Temas del Flamenco. Granada: Universidad de Granada, 2011. (último
acceso: 6 de febrero de 2015).
Mejía, Cruz, y Antonio Bravo. Lira XIX. 10. La Visión culta del jarabe. 30 de 11 de
2004. https://e-radio.edu.mx/Lira-XIX?id_podcast=2669 (último acceso:
30 de enero de 2017).
Vergara, Mikaela. Programa "Guajiras" en Música de las Américas. 10 de noviembre de
2013. http://www.rtve.es/alacarta/audios/musica-de-las-americas/musica
-americas-guajiras-10-11-13/2144194/ (último acceso: 2016 de febrero de
26).
477
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
478
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
ÍNDICES DE TABLAS E ILUSTRACIONES
Í NDICES DE TABLAS E ILUSTRACIONES
ÍNDICE DE TABLAS E ILUSTRACIONES
TABLAS
Tabla 1. Información de las piezas musicales que componen corpus de análisis ...................... 228
Tabla 2. Estructura armonico-rítmica de las variaciones instrumentales .................................... 230
Tabla 3. Corpus de análisis de variaciones del jarabe loco ............................................................ 235
Tabla 4. Paradigmas predominantes sobre la dominante del jarabe loco.................................... 238
Tabla 5. Paradigmas predominantes sobre la tónica del jarabe loco ............................................ 243
Tabla 6. Corpus de análisis de variaciones del zapateado jarocho ............................................... 246
Tabla 7. Paradigmas predominantes sobre la dominante del zapateado jarocho ....................... 248
Tabla 8. Paradigmas predominantes sobre la tónica del zapateado jarocho ............................... 252
Tabla 9. Corpus de análisis de variaciones del punto cubano ....................................................... 254
Tabla 10. Paradigmas predominantes sobre la tónica del punto cubano .................................... 257
Tabla 11. Paradigmas predominantes sobre la dominante del punto cubano ............................ 261
Tabla 12. Corpus de análisis de variaciones del zapateo cubano .................................................. 263
Tabla 13. Paradigmas predominantes sobre la tónica del zapateo cubano ................................. 266
Tabla 14. Paradigmas predominantes sobre la dominante del zapateo cubano ......................... 271
Tabla 15. Corpus de análisis de variaciones de la guajira española .............................................. 274
Tabla 16. Paradigmas predominantes sobre la dominante de la guajira española ...................... 278
Tabla 17. Paradigmas predominantes sobre la tónica de la guajira española .............................. 282
Tabla 18. Paradigmas similares en todo el corpus sobre la tónica ............................................... 283
479
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Tabla 19. Paradigmas similares en todo el corpus sobre la dominante ....................................... 284
Tabla 20. Número de patrones de alturas distintos en variaciones instrumentales por expresión
musical ................................................................................................................................................... 284
Tabla 21. Patrones predominantes en el corpus completo sobre la tónica ................................. 285
Tabla 22. Patrones predominantes en el corpus completo sobre la dominante ........................ 288
Tabla 23. Patrones rítmicos de variaciones completas del jarabe loco ........................................ 299
Tabla 24. Patrones rítmicos de variaciones completas del zapateado jarocho ........................... 300
Tabla 25. Patrones rítmicos de variaciones completas del punto cubano ................................... 301
Tabla 26. Patrones rítmicos de variaciones completas del zapateo cubano ................................ 302
Tabla 27. Patrones rítmicos de variaciones completas de la guajira española ............................ 303
Tabla 28. Corpus de guajiras “Vida mía” ......................................................................................... 317
Tabla 29. Estructura de paradigmas en coplas de guajiras “Vida Mía” ....................................... 319
Tabla 30. Corpus de guajiras “Los de Cuba”................................................................................... 333
Tabla 31. Estructura de paradigmas en coplas de “Los de Cuba” ............................................... 334
Tabla 32. Corpus de análisis de la guajira/punto ”Tengo una China en Matanzas” ................. 352
Tabla 33. Estructura de paradigmas en coplas de “Tengo una china en Matanzas” ................. 353
Tabla 34. Corpus de análisis de la guajira “Pobre Cuba desdichada” .......................................... 361
Tabla 35. Estructura de paradigmas de la guajira “Pobre Cuba desdichada” ............................. 361
Tabla 36. Corpus guajiras “El arroyo que murmura”..................................................................... 370
Tabla 37. Corpus de análisis de coplas del jarabe loco y el punto cubano .................................. 373
Tabla 38. Coplas del jarabe loco ........................................................................................................ 374
Tabla 39. Orden de los versos cantados en el jarabe loco ............................................................. 375
Tabla 40. Estructura de paradigmas de las coplas del jarabe loco ................................................ 375
Tabla 41. Estructura de paradigmas de las coplas del punto cubano .......................................... 376
FIGURAS
Figura 1. Grupos de paradigmas de patrones sobre la dominante del jarabe loco .................... 237
Figura 2. Grupos de paradigmas de patrones sobre la tónica del jarabe loco ............................ 242
Figura 3. Grupos de paradigmas de patrones sobre la dominante del zapateado jarocho ....... 247
Figura 4. Grupos de paradigmas de patrones sobre la tónica del zapateado jarocho ............... 251
Figura 5. Grupos de paradigmas de patrones sobre la tónica del punto cubano ....................... 257
480
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
ÍNDICES DE TABLAS E ILUSTRACIONES
Figura 6. Grupos de paradigmas de patrones sobre la dominante del punto cubano ............... 260
Figura 7. Grupos de paradigmas de patrones sobre la tónica del zapateo cubano .................... 266
Figura 8. Grupos de paradigmas de patrones sobre la dominante del zapateo cubano ............ 270
Figura 9. Grupos de paradigmas de patrones sobre la dominante de la guajira española ........ 278
Figura 10. Grupos de paradigmas de patrones sobre la tónica de la guajira española .............. 281
Figura 11. Variación instrumental más frecuente del zapateo cubano ........................................ 293
Figura 12. Variación instrumental más frecuente de la guajira española ..................................... 293
Figura 13. Patrón más habitual sobre la dominante del zapateo cubano .................................... 293
Figura 14. Patrón más habitual sobre la dominante de la guajira ................................................. 293
Figura 15. Patrón más habitual sobre la dominante de la guajira en re ....................................... 294
Figura 16. Patrón más habitual sobre la dominante de la guajira en la ........................................ 294
Figura 17. Intervalos ascendentes en variaciones instrumentales por expresión musical ......... 295
Figura 18. Intervalos descendentes en variaciones instrumentales por expresión musical ...... 296
Figura 19. Intervalos de malagueñas y fandangos en la tesis de Lénica Reyes ........................... 297
Figura 20. Estructura rítmica indicada en la anotación de Zapateo cubano (A. G. del Valle) . 298
Figura 21. Patrones rítmicos en la anotación de Zapateo cubano (A. G. Del Valle) ................ 298
Figura 22. Porcentaje del patrón de doce corcheas por expresión musical ................................ 304
Figura 23. Copla en “Los de Cuba” (Ángel Rubio, 1888) ............................................................. 347
Figura 24. Copla en “Le vas a decir al lechero” (Jesús Heredia, 1995) ........................................ 347
Figura 25. Comparación de las melodías de “Un arroyo que murmura” y “El manicomio” ... 371
Figura 26. Estructura de versos de “Un arroyo que murmura” y “El manicomio” .................. 372
Figura 27. Estructura rítmica en las coplas analizadas del jarabe y el punto cubano ................ 372
Figura 28. Esquema de orígenes de la guajira según Faustino Núñez ......................................... 422
ILUSTRACIONES
Ilustración 1. Cartel de la obra Una boda en Ixtacalco (Teatro de Hidalgo, 4 de enero de 1863)
................................................................................................................................................................... 43
Ilustración 2. Cartel de El andaluz y la Mexicana (Teatro de Oriente, 21 de enero de 1858) .... 45
Ilustración 3. El jarabe en El proceso del can-can. Programa de Teatro Arbeu, 1º de febrero de
1880. ......................................................................................................................................................... 50
Ilustración 4. Anotación al final del manuscrito del jarabe de José de Jesús González Rubio .. 52
481
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
Ilustración 5. Anuncio del jarabe de José Antonio Gómez ............................................................. 53
Ilustración 6. Portada de Al pueblo Mexicano (M. Ríos Toledano) .............................................. 55
Ilustración 7. Portada de 21 sonecitos del país (Autor desconocido) ............................................ 55
Ilustración 8. Cartel de La Feria de Sevilla (Gran Teatro Nacional de Ciudad de México, 30 de
mayo de 1858)......................................................................................................................................... 74
Ilustración 9. El quitrín (Grabado de Francisco Mialhe) ............................................................... 117
Ilustración 10. “El guateque, baile de campesinos blancos” ......................................................... 121
Ilustración 11. Grabado de José White............................................................................................. 125
Ilustración 12. Ilustración de Pancha Jutía y Canuto Raspaura en una marquilla cigarrera ..... 135
Ilustración 10. Fotografía de Marín Varona en partitura de Pot-pourrí de aires cubanos (Luis
Salas Romero, 1908) ............................................................................................................................ 139
Ilustración 14. Inicio de la guajora “Luz y sombra” (J. Marín Varona) ....................................... 140
Ilustración 15. Zapateo cubano en el Álbum regio ........................................................................ 152
Ilustración 16. Zapateo cubano (A. G. del Valle) ........................................................................... 153
Ilustración 17. Guajira. Zapateo cubano (L. Soria)......................................................................... 153
Ilustración 18. Foto de Margarita Rayneri de García Vélez .......................................................... 160
Ilustración 19. “El zapateo” en Cuba with pen and pencil de Samuel Hazard .......................... 175
Ilustración 20. El zapateo (Francisco Mailhe) ................................................................................. 183
Ilustración 21. El jarabe ...................................................................................................................... 183
Ilustración 22. Cantos de mi Patria (E. Manella) ............................................................................ 208
Ilustración 23. Colección española de cantos y bailes (S. García Fortea) ................................... 208
Ilustración 24. Fragmento de la partitura de la guajira de La mulata ........................................... 212
Ilustración 25. Portada de la partitura de Aires Andaluces de Guillermo Gómez .................... 218
Ilustración 26. Teatro del Tacón. Grabado en (García de Arboleya 1859)................................. 221
Ilustración 23. Miguel Marqués en El País (Madrid), 30 de enero de 1890: 3 ............................ 313
Ilustración 28. Anotaciones en el manuscrito de Los de Cuba ..................................................... 325
Ilustración 29. Cartel de Los de Cuba (Teatro Principal de Granada, 27 de diciembre de 1895)
................................................................................................................................................................. 329
Ilustración 30. Patrones similares en coplas del jarabe loco y el punto cubano. Ejemplo 1 .... 377
Ilustración 31. Patrones similares en coplas del jarabe loco y el punto cubano. Ejemplo 2 .... 377
Ilustración 32. Folleto del programa “El punto cubano y otras tradiciones campesinas” ....... 417
Ilustración 33. Fragmento del artículo "Los bailes cubanos" de Gervasio G. Ruíz .................. 418
482
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
ANEXOS
A NEXOS
ANEXOS
ANEXO I. CENTROS DOCUMENTALES CONSULTADOS
MÉXICO
×
×
×
×
×
Biblioteca Nacional (Ciudad de México)
Hemeroteca Nacional (Ciudad de México)
Biblioteca de la Facultad de Música. UNAM (Ciudad de México)
Biblioteca de las Artes del CENART (Ciudad de México)
Centro de Estudios de Historia de México (Ciudad de México)
×
×
×
Biblioteca Nacional José Martí (La Habana)
Archivo del Museo Nacional de la Música (La Habana)
Archivo del Centro para la investigación y el desarrollo de la música
cubana, CIDMUC (La Habana)
Archivo Nacional de Cuba (La Habana)
CUBA
×
483
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
FRANCIA
×
Biblioteca Nacional de París
×
×
×
×
×
×
×
×
×
Biblioteca Nacional de España (Madrid)
Real Academia de Bellas Artes San Fernando (Madrid)
Sociedad General de Autores de España (Madrid)
Biblioteca Histórica de Madrid
Biblioteca Musical de Madrid
Hemeroteca Municipal de Sevilla
Universidad de Sevilla. Fondo Antiguo
Biblioteca del Conservatorio de Sevilla
Biblioteca del Conservatorio de Barcelona
ESPAÑA
REINO UNIDO
×
×
×
British Library (Londres)
Cambridge University Library
Oxford University Library
ESTADOS UNIDOS
×
Library of Congress
484
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
ANEXOS
ANEXO II. CATÁLOGO DE PARTITURAS
Se enumeran a continuación el catálogo de partituras de las diferentes expresiones musicales localizadas en esta investigación. Se muestran únicamente las
obras anteriores a 1920. Se han excluido aquellas guajiras qué, aunque tengo constancia de que se ejecutaron durante la interpretación de alguna obra escénica, en la
partitura de la misma, no aparecen.
JARABE
Fecha Obra
ca. 1816 Dúo Contenga vd., de los gemelos. Jarave
ca. 1820 Manuscrito de Manuscrito de Mariana Vasques. Jarabe
ca. 1820 Manuscrito de Manuscrito de Mariana Vasques. Jarave Ynsurgente
ca. 1830 Colección de piezas de musica escogidas a
dos guitarras. Jarave
Autor
Manuel Corral
Desconocido
Editado
Manuscrito
Manuscrito
Desconocido
Manuscrito
Desconocido
Manuscrito en Biblioteca Sutro (California,
EEUU)
ca. 1841 Variaciones sobre el tema del jarave mexicano
ca. 1843 24 canciones y jarabes. Nº 14 El jarabe
José Antonio Gómez Olguín
Desconocido
1846
Jarabe gaditano
ca. 1849 El jarabe
ca. 1850 Jarabe puesto para el piano-forte
Desconocido
Henri Herz
Jesús González Rubio
ca. 1850 Jarabes mexicanos. El Jarabe Mexicano
Desconocido
ca. 1850 Jarave (que sirvió de inspiración al de González Rubio)
Desconocido
ca. 1850 Jarabe arreglado para piano
M. J.
1850
Un día de toros en El Puerto o Los toros del
Puerto. Jarabe americano
1850
La cigarrera de Cádiz. Jarabe americano
ca. 1851 Por seguir una muger. Nº 36 Canción del Jarabe
1851
Los Boleros en Londres. Jarabe
Hamburgo: Almacén
de Música de J. A.
Böhme
Manuscrito [en libro
"El jarabe" de Gabriel
Saldívar]
México: M. Murguía y
Cia
Manuscrito [en libro
"El jarabe" de Gabriel
Saldívar]
Manuscrito en Biblioteca Museo de Historia
(Ciudad de México)
Desconocido
Desconocido
Joaquín Gaztambide
Desconocido
485
Madrid: Casimiro Martín
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
1852
1852
ca. 1854
1856
1857
1857
ca. 1858
ca. 1858
1858
ca. 1859
1859
1859
ca. 1860
1860
ca. 1861
ca. 1861
ca. 1863
1866
ca. 1867
1869
ca. 1871
ca. 1872
1883
ca. 1884
1887
ca. 1895
1898
ca. 1900
ca. 1900
1900
[s.f.]
Los ventorrillos de la Puerta de Tierra de
Cádiz. Jarabe del café
La Flor de la Canela. Jarabe
De Cádiz al Puerto. Jarabe
La perla gaditana. Jarabe
Lola la mexicana en la féria de San Juan
Jarabe sevillano
El andaluz y la mexicana. Jarabe mexicano
La Ranchera de San Miguel el Grande ó La
feria de San Juan de los Lagos - Jarabe mexicano
La feria de Sevilla. Jarabe español
Un paseo a Santa Anita. Jarabe
La venta del Puerto. Jarabe
La hija del Guadalquivir. Jarabe
El jarave de Cádiz con acompañamiento de
guitarra
México y Andalucía. Jarabe
¡La condenación de los peladitos! (Jarabe
Nacional)
Juanito el contrabandista - El jarabe mexicano
Una boda en Ixtacalco ó El casamiento de
los indios
Álbum de Aires Populares de España. Nº 5
Jarabe Gaditano
Celos y caliá. Jarabe
Los plagiarios de la Malintzin
El torero y la maja. Jarabe
Jarabe
Flores de España. Jarabe (baile)
Al pueblo mexicano. Nº 1 El Jarabe
Una fiesta en Santa Anita
Aires Nacionales Mexicanos - Jarabe
Los Chinacos. Jarabe zapateado
Colección de jarabes, sones y cantos populares
21 Sonecitos del país. El Jarabe
Joaquín Gaztambide
La cuarta plana. Jarabe
El millón de pesos. Jarabe mejicano
Desconocido
Desconocido
Desconocido
Desconocido
Desconocido
José de Jesús Cordero
Desconocido
Desconocido
Desconocido
Desconocido
Antonio Barili
Desconocido
Desconocido
Tomás Damas
Desconocido
Desconocido
Desconocido
Desconocido
Manuel Fernández Grajal
Desconocido
Desconocido
Desconocido
Tomás León
Isidoro Hernández
Miguel Ríos Toledano
Alcaráz
Ricardo Castro
Desconocido
Clemente Aguirre
Desconocido
486
Madrid: Antonio Romero
Madrid: Pablo Martín
Ciudad de México:
Wagner y Levien
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
ANEXOS
PUNTO CUBANO
Fecha
1888
Obra
Los de Cuba - Guaracha y Punto Cubano
Autor
Rubio y Marín
Editado
Manuscrito en Museo Nacional de la
Música (La Habana)
ca. 1896
La Ganzúa de Juan José - Guajira
José Marín Varona
La Habana: Anselmo López
ca. 1901
1913
Punto cubano
El Cucalambé. Punto cubano
Manuel Mauri Esteve
J. Pallás
1913
Bajo el árbol del mamey. Punto para piano
J. Cruz
La Habana: Anselmo López
[s.f.]
Punto
Eduardo Sánchez de
Fuentes
Manuscrito en Museo Nacional de la
Música (La Habana)
[s.f.]
Punto Carretero
Eduardo Sánchez de
Fuentes
Manuscrito en Museo Nacional de la
Música (La Habana)
[s.f.]
Desde mi batea. Punto cubano
Floro Zorrilla
La Habana: Tipografía musical
487
La Habana: Anselmo López
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
ZAPATEO CUBANO
Fecha
1844
1847
Obra
María Belén. Zapateado cubano
La boda de Pancha Jutía y Canuto Raspadura.
Zapateo
Autor
Desconocido
Bartolomé Crepso
Borbón
1853
1855
Apuros de un bautismo. Zapateo
Album Regio. Zapateo Cubano
Rafael Otero
Desconocido
1859
Potpourrí cubano. Zapateado
José White
1860
Una tarde de mamarrachos. Zapateo
Lino Antonio Boza
Vázquez
1863
1864
Garrotazo y tente tieso. Zapateo
Don Canuto Ceibamocha o El guajiro generoso. Zapateo
José Socorro León
Antonio Figueroa
1874
Zapateo del Monte. Baile de Guajiros (Cuba)
José Inzenga
Barcelona: Andrés
Vidal y Roger
ca. 1880
Primera colección de legítimos bailes y danzas
americanas. Nº 1 Zapateado cubano
José F. L. de Coca
Madrid: Casimiro
Martín
1882
ca. 1890
ca. 1890
El proceso del oso. Zapateo
Zapateo cubano
Guajiras (zapateo cubano)
Enrique Guerrero
Jaime Prats
Luis Soria
1890
National, patriotic and typical airs of all lands Zapateo Cubano
John Philip Souza
Philadelphia: H.
Coleman
1896
La ley del hambre. Nº 3 Zapateo
Gaspar Agüero
ca. 1897
Zapateo Cubano
Gabriel Vilá
Manuscrito en Museo Nacional de la
Música (La Habana)
La Habana: Anselmo López
ca. 1898
El zapateo [En "Blanco y negro", 1898]
Desconocido
ca. 1898
1899
Potpourrí cubano. Zapateo
El arroyo que murmura. Zapateo cubano [final]
Zapateo Cubano
Laureano Fuentes
Jorge Ánckemann
1905
ca. 1919
[s.f.]
[s.f.]
Anselmo González del
Valle
Álbum de música - Zapateo cubano
Zapateo cubano
Desconocido
Ramón Moreno
El zapateo cubano
F. Rojas [Arreglo]
488
Editado
La Habana: Vicente
Díaz y de Comas,
redactor.
La Habana: Edelmann y Cª
Edición Pacoli
Barcelona: Juan
Ayné
Madrid: Blanco y
negro
Oviedo: Victor
Saenz
La Habana: J. Girald e hijo
La Habana: Viuda
de Carreras y Cía.
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
ANEXOS
GUAJIRA CUBANA
Fecha
ca. 1896
Obra
Luz y sombra. Guagira a dos voces
Autor
José Marín Varona
ca. 1899
ca. 1899
Popurri cubano. Guagiras de El Brujo
Popurri cubano. Guagiras de El hijo de Camagüey
José Marín Varona
José Marín Varona
ca. 1899
ca. 1899
ca. 1899
ca. 1899
1899
1907
La víspera de San Juan
Punto de Vuelta abajo
Décimas del 10 de octubre
Mi bandera
El arroyo que murmura. Guajira
Guajira
José Marín Varona
José Marín Varona
José Marín Varona
José Marín Varona
Jorge Ánckemann
Alberto Villalón
1909
La ley del hambre. Nº 3 Guajira
Gaspar Agüero
Manuscrito en Museo Nacional de la
Música (La Habana)
1912
Los veteranos. Guajira típica para canto y
piano
Francisco Vélez Alvarado
Matanzas: Ignacio
Pina
[s.f.]
Bajo el ardiente sol. Danza y guajira
Eduardo Sánchez de
Fuentes
[s.f.]
Guajira
Eduardo Sánchez de
Fuentes
La Habana: Excelsior Music Co.
[s.f.]
Pot-pourrí de aires cubanos. Aire de guajira
Luis Salas Romero
La Habana: J. Girald e hijo
[s.f.]
[s.f.]
Soy cubano. Guajira criolla
Romance del ingenio antiguo (Tpo Guajira)
Luis Casas Romero
Eduardo Sánchez de
Fuentes
[s.f.]
Junto a un cañaveral. Guajira
Rosendo Ruíz Suárez
489
Editado
La Habana: Anselmo López
La Habana: Anselmo López
La Habana: Ediciones musicales C. N.
C.
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
GUAJIRAS
Fecha
1878
Obra
Panchita en el muelle de la Habana
Autor
Federico Chueca y Joaquín Valverde
Editado
1878
1883
Panchita o la negra raspaura. Guajiras
La tela de araña. Nº 5 Preludio e introducción.
Acto 2º sueño y guajira
Desconocido
Manuel Nieto
1884
Seis danzas americanas. Nº 1 La Guajira
Ricardo Carbonell
1887
1889
Manzanilla y dinamita - Guajiras
Los zangolotinos - Guajiras
José Echegaray
Manuel Fernández Caballero
ca. 1890
Nuevo método práctico de guitarra - Guajira 1
Eustasio Matallana
Madrid: Orfeo Tracio
ca. 1890
Nuevo método práctico de guitarra - Guajira 2
Eustasio Matallana
Madrid: Orfeo Tracio
ca. 1890
Guajira popular
Anselmo González del
Valle
Turín: Marcello
Capra
ca. 1890
ca. 1890
Guerra europea. Nº 5 Guajira
Guajiras
G. Mateos
Juan Parga
Madrid: Zozaya
Málaga: López y
Grifo
ca. 1890
1890
Guajiras de mediana para guitarra, Op.5
Pot pourri de aires andaluces para piano - Peteneras, Guajiras, Panaderos
Juan Parga
Eduardo Lucena
1890
1891
1892
1893
Una boda en el ingenio - Guajiras
Guagiras
El cosechero de Arganda
Jai Alai - Guajiras
1894
Boda, tragedia y guateque ó el difunto de Chuchita
Desconocido
Trinidad Moreno Cruz
Ángel Rubio
José María Alvira y Almech
Pedro Miguel Marqués
Madrid: Romero y
Marzo Editores
Barcelona: Andrés
Vidal y Roger
Cádiz: Juan Pedro
Parodi
Madrid: Zozaya
ca. 1895
Guajiras (para Sexteto)
Eduardo Lucena
Manuscrito en Archivo Histórico
Provincial de Cádiz
1896
1896
ca. 1897
La banda de Trompetas. Nº 4 Güajira
Guajira de Loreto Prado
Cantos Españoles. La Cubanita (Guajira)
Tomás López Torregrosa
Ángel Rubio
G. Arias
Madrid: Zozaya
1897
La Revoltosa. Nº 3bis Guajiras
Ruperto Chapí
Madrid: Sociedad
Anónima Casa Dotesio
1897
Madrid, castillo famoso - Guajiras
Mateos
490
Madrid: Pablo Martín
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
ANEXOS
1897
ca. 1899
La agente alegre - Guajiras
Guajiras para guitarra sola
Desconocido
Desconocido
ca. 1899
ca. 1900
¿Diré que sí?
La Gloria de Andalucía, pot-pourri flamenco.
Guajiras
Desconocido
Manuel del Castillo
ca. 1900
ca. 1900
Pot-pourri de aires andaluces - Guajira
Guajiras para piano
Manuel del Castillo
Eduardo Fuentes
ca. 1900
Guajiras Populares
Desconocido
Manuscrito en Archivo Histórico
Provincial de Cádiz
1900
Guajiras, op. 6, nº 2
Enrique Fernández Arbós
Mainz: Druck y B.
Schott's Söhne
1901
El Mississipi. Nº 2 Covita y Homobono
(tiempo de guajiras)
E. Montero
1901
La Guajira. Nº 6 Allegreto
Ruperto Chapí
Madrid: Sociedad
de Autores Españoles
Manuscrito en la
Biblioteca Nacional
de España (Madrid)
Guagiras
V. García del Peral
Manuscrito en la
Biblioteca Musical
de Madrid
1902
Método de Guitarra - Güajiras (Flamenco fácil)
Rafael Marín
Madrid: Dionisio
Álvarez
1902
Método de Guitarra - Güajiras (Flamenco más
difícil)
Rafael Marín
Madrid: Dionisio
Álvarez
1902
Cantos de mi patria Gran colección de cantos y
bailes españoles - Guagiras cubanas
Eduardo Moreno Manella
1903
Guajiras populares, nº 3
José Mª Guervós
Madrid: Sociedad
de Autores Españoles
Madrid: Sociedad
Anónima Casa Dotesio
Elegía (Guajiras)
José L. del Castillo Velasco
Arques
Luis Foglietti
ca. 1902
ca. 1904
1904
1905
Guajiras de concierto
Guagiras Populares
1905
La Mulata. Nº 6 Guajiras y Danzón
Valverde (Hijo), Calleja y
Lleó
¡Pícara lengua! - Guajiras
Guajira para violín y piano
Joaquín Valverde (Hijo)
Antonio Sánchez y Manuel Ríos
1905
ca. 1906
491
Sevilla: Enrique
Bergalli
Sevilla: Enrique
Bergali
Sevilla: Agustín M.
Lerate
Madrid: Sociedad
Anónima Casa Dotesio
Barcelona: Vidal
Llimona y Boceta
DE JARABES, PUNTOS, ZAPATEOS Y GUAJIRAS.
UN SISTEMA MUSICAL DE TRANSFORMACIONES (SIGLOS XVIII-XXI)
ca. 1906
1906
Guajiras para Loreto Prado
Las alegres modistillas ó el botijo de Alicante
Ángel Rubio
Artur Saco del Valle i Flores
1906
La Cacharrera - Guajiras
Manuel Fernández Caballero y Mariano Hermoso
Palacios
1907
Guajira
Baldomero Fernández
Casielles
ca. 1908
Dos Guajiras Populares. En la Manigua (Guajira Popular)
Agustín Sánchez Arista
Madrid: Ildefonso
Alier
ca. 1908
Dos Guajiras Populares - Guacacoa
Agustín Sánchez Arista
Madrid: Ildefonso
Alier
ca. 1909
Guajiras
Eustasio Matallana
Madrid: Ildefonso
Alier
ca. 1909
1909
Guajiras
La Alegría del Batallón - Canción y Guajiras
Francisco Tárrega
José Serrano
ca. 1910
Celebres Guagiras, op. 77
Antonio Alba
Madrid: Unión Musical Española
ca. 1910
Guajiras para guitarra
Antonio López Villanueva
Barcelona: Sindicato Musical Barcelonés Dotésio
ca. 1910
Aires andaluces. Potpourrí para piano - Guajira
Guillermo Gómez
México: Repertorio
Wagner S. A.
ca. 1910
ca. 1910
Guajiras clásicas
Guajiras
Joaquín Salguero Herrera
Adela del Valle
1910
Guajiras
Francisco Alonso
Manuscrito en el
Centro de Documentación Musical
de Andalucía
1910
Guajiras para banda
Francisco Alonso
Manuscrito en el
Centro de Documentación Musical
de Andalucía
1910
Guajiras populares, nº 2
José Mª Guervós
Madrid: Sociedad
Anónima Casa Dotesio
1910
Primera colección de cantos y bailes populares
españoles - Guajira Española
Modesto y Vicente
Romero
Madrid: Ildefonso
Alier
492
Madrid: Ildefonso
Alier
Buenos Aires: Imprenta musical Ortelli Hermanos
JOSÉ MIGUEL HERNÁNDEZ JARAMILLO. TESIS DOCTORAL
ANEXOS
1910
Primera colección de cantos y bailes populares
españoles - Guajira Cubana
Modesto y Vicente
Romero
Madrid: Ildefonso
Alier
ca. 1912
Obras escogidas de autores clásicos y modernos. Guagiras populares para piano con letra
Desconocido
Madrid: Faustino
Fuentes
1912
Guajiras [En Madrid cómico, 4 de agosto de
1912]
Desconocido
Madrid: Madrid
Cómico
1912
Las Guajiras
Otero y Sopeña
Sevilla: Tip. de la
guía oficial
1912
Guagiras
Rafael Gil y Asensi
Madrid: Ildefonso
Alier
1913
Colección española de cantos y bailes. Nº 6
Guajiras cubanas
Severino García Fortea
Madrid: Ildefonso
Alier
1914
La Criolla (Guajira)
Antonio Castells Casas
Madrid: Faustino
Fuentes
1920
Célebres guajiras populares
José Mª Guervós
Madrid: Sociedad
Anónima Casa Dotesio
[s.f.]
Mi gitano (Guajira)
Baldomero Fernández
Casielles
[s.f.]
[s.f.]
[s.f.]
[s.f.]
[s.f.]
[s.f.]
[s.f.]
[s.f.]
[s.f.]
[s.f.]
[s.f.]
Guajiras
Perlita (Guajiras)
Por España. Potpourri
Guajiras
Guajiras flamencas para piano
Tango
De Cádiz para la Habana. Guajira bailable
Guajiras
Guajiras
Genio de Andalucía (Guajiras)
Guajiras de salón
Domingo Bonet
Francisco Sánchez
Goñi
Guillermo Gómez
Guillermo Gómez
Luis Soria
Mefistófeles
Nicolás Torres
Ramón Torrón
Serrano
Esteban Juez
493