ESPACIO,
TIEMPO
Y FORMA 10
AÑO 2017
ISSN 1131-7698
E-ISSN 2340-1354
SERIE I PREHISTORIA Y ARQUEOLOGÍA
REVISTA DE LA FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA
ESPACIO,
TIEMPO
Y FORMA 10
AÑO 2017
ISSN 1131-7698
E-ISSN 2340-1354
SERIE I PREHISTORIA Y ARQUEOLOGÍA
REVISTA DE LA FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA
DOI: http://dx.doi.org/10.5944/etfi.10.2017
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La revista Espacio, Tiempo y Forma (siglas recomendadas: ETF), de la Facultad de Geografía e
Historia de la UNED, que inició su publicación el año 1988, está organizada de la siguiente forma:
SERIE I
SERIE II
SERIE III
SERIE IV
SERIE V
SERIE VI
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— Prehistoria y Arqueología
— Historia Antigua
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— Historia Moderna
— Historia Contemporánea
— Geografía
— Historia del Arte
Excepcionalmente, algunos volúmenes del año 1988 atienden a la siguiente numeración:
N.º 1
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N.º 3
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— Historia Contemporánea
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— Geografía
— Historia Moderna
ETF no se solidariza necesariamente con las opiniones expresadas por los autores.
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Madrid, 2017
SERIE I · pREhISTORIa y aRqUEOlOgía N.º 10, 2017
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DEpóSITO lEgal
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ARTÍCULOS
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MAŶRĪT DURANTE LOS SIGLOS IX-XI.
ARQUITECTURA MILITAR,
POBLACIÓN Y TERRITORIO
MAŶRĪT DURING THE IX-XI CENTURIES.
MILITARY ARCHITECTURE, POPULATION AND LAND
Antonio Malalana Ureña1
Recibido: 29/1/2016 · Aceptado: 02/10/2017
DOI: http://dx.doi.org/10.5944/eti.10.2017.15940
Resumen
El texto analiza, desde una perspectiva integral, la evolución de Madrid andalusí.
A partir de su fundación, en el siglo IX, hasta el siglo XI, el hábitat original, surgido
alrededor del primitivo recinto emiral, impulsado por el emir Muḥammad I,
crecerá como un ḥiṣn hasta trasmutar en una madīna. Aquí, se estudiará, no solo
la arquitectura militar, también la planta «urbana» del asentamiento, junto al
peril económico desarrollado por sus pobladores. Igualmente, rompiendo un
corsé historiográico, hemos pretendido delinear, dentro de lo posible, los límites
territoriales de Maŷrīṭ.
Palabras clave
Madrid andalusí; arquitectura militar emiral; jurisdicciones territoriales; patrones
de asentamiento; viajes de agua; economía andalusí; Marca Media; Taifa de Toledo;
siglos IX-XI.
Abstract
This article examines, from a holistic perspective, the evolution of Islamic Madrid.
From its founding in the ninth century to the eleventh century, the original habitat,
emerged around the early emiral enclosure, powered by emir Muḥammad I, ḥiṣn
to grow as a transmute in madīna. Here, you will explore not only the military
architecture, too «urban» plant the settlement, alongside economic proile
developed by its inhabitants. Similarly, breaking a historiographical corset, we
have tried to outline, as far as possible, the territorial limits of Maŷrīṭ.
Keywords
Islamic Madrid; military architecture; territorial jurisdictions; settlement patterns;
Qanāts; islamic economics; Marca Media; Taifa of Toledo; IX-XI centuries.
1. Facultad de Humanidades y CC de la Comunicación. Universidad CEU San Pablo; <malalana.hm@ceu.es>.
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ANTONIO MALALANA UREñA
La historiografía relativa a Madrid andalusí, siglos IX-XI, nos muestran
algunas tendencias invariables: los estudios se han centrado principalmente en la
arquitectura militar; cada espacio intervenido arqueológicamente, cada solar, se
interpreta como un yacimiento único, por lo que, a veces, los informes soportan
conclusiones incoherentes; y, inalmente, carecemos de suicientes estudios globales,
cuyos contenidos, desafortunadamente, suele ser bastante reiterativos.
A partir de aquí, nuestro texto pretende abordar las características generales de
Madrid entre los siglos IX-XI, en donde intentaremos distinguir la evolución real a
lo largo de las tres fases políticas: emirato, califato y reinos de taifas. Igualmente,
creemos necesario hablar de otros tantos aspectos, prioritarios, habituales para otros
ejemplos andalusíes, como la coniguración y desarrollo del hábitat, la estructura
del territorio dependiente, junto al peril de la economía local.
La propuesta metodología aúna distintas técnicas de investigación. Lógicamente,
el paso previo es la compilación y análisis de la literatura cientíica, de la bibliografía
publicada, cuyo resultado será la presentación de un rápido examen historiográico;
posteriormente, revisaremos las fuentes escritas, principalmente las narrativas, como
crónicas, descripciones geográicas y relatos de viajes; y inalmente, exploraremos
las memorias de las intervenciones arqueológicas, mayoritariamente depositadas
en sus correspondientes archivos.
Desde nuestro punto de vista, creemos que es imprescindible entrar en el análisis
de cuatro aspectos:
Si bien ya conocemos sobradamente, por las fuentes, el hecho de la fundación de
Madrid, deberíamos dar una vuelta a los condicionantes políticos que promovieron la
creación de este establecimiento militar, ijándonos en la elección del emplazamiento
o valorando las circunstancias del marco temporal. Como es lógico, esta fase no
puede desligarse de un concienzudo estudio local de la arquitectura militar andalusí
y su compleja evolución.
Aunque es una labor espinosa, intentaremos plantear alguna hipótesis
concerniente al modelo del hábitat «urbano» surgido a partir del siglo IX,
comprobando como dicho modelo evolución durante el califato y la taifa toledana.
Insistiendo en la idea la correcta contextualización de nuestra investigación,
aunque de lenta y compleja coniguración, para al-Andalus es trascendental la
organización administrativa territorial. Habitualmente tres son los niveles: alquería,
iqlīm –a la cabeza se sitúa una fortaleza o ḥiṣn– y kūra/madīna. En este punto,
convendría aclarar el lugar que le corresponde a Maŷrīt en al-Andalus. El paso inal
sería la delimitación del territorio administrado por Madrid y desentrañar, hasta
donde sea asequible, la organización rural.
Pese a los escasos datos disponibles, hoy por hoy, podríamos dar algunas
pinceladas del modelo económico local.
En los primeros párrafos de este estudio, ya señalábamos la exigencia
metodológica de repasar las fuentes narrativas árabes. Lo cierto es que las referencias
a Madrid, en crónicas y descripciones geográicas, no colman nuestros deseos de
información; incluso algunos de los datos expuestos se repiten de manera secuencial.
Si tuviéramos que calibrar la importancia de Maŷrīt en función de las citas, ésta sería
lacónica. No obstante, dicha circunstancia parece «corregirse» ligeramente a partir
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MAŷRīT DURANTE LOS SIGLOS IX-XI. ARqUITECTURA MILITAR, PObLACIÓN y TERRITORIO
de la capitulación de Toledo (1085), cuando Madrid, pese a ser descrita como una
pequeña población bien amurallada, perece atraer algo más a los escritores árabes.
El primer referente para Madrid es J. Oliver Asín, autor de varios estudios
de contenido toponímico (Oliver Asín 1948 y 1959), temática que tendría su
continuación en F. Corriente (1990) y M.J. Rubiera (1990). Diferente perspectiva
es aquella que narra la historia de Maŷrīt ajustada a las citas aportadas por las
fuentes, imprescindible, pero insuiciente (Rubiera 1986. Viguera 1992. Martínez
Salvador 1992. Marín 2001). Finalmente, y aunque no menos relevante, recogemos
algunas investigaciones globales, alguno de cuyos ejemplos podrían ser los estudios
publicados por J.A. Souto (1994, 1998) o G. Turienzo (2010).
Indistintamente, conviene realizar un breve recorrido por los autores, que
podríamos reconocer como de referencia. El índice de trabajos es extenso, y aunque
esta circunstancia podría demostrar una fructífera producción, mayoritariamente,
los textos son el resultado de la exposición de resultados obtenidos tras las
intervenciones arqueológicas. Para no dejar a ninguno fuera, quizá sería lo
más sencillo, acudiremos a las bibliografías especializadas (Gabaldón, Aguado y
Jiménez 2000. Martínez Salvador, Jiménez Gadea y Valdés 1992) o a las revisiones
historiográicas (al-Mudayna 1985. Mazzoli-Guintard 2011). En cualquier caso, y
aunque este no es el lugar, es ineludible elaborar una propuesta diferenciada, pues
las anteriormente citadas son insatisfactorias, pues unas deberían ser actualizadas
y otras, por su notoria parcialidad, tendrían que ser matizadas.
Finalmente, conviene citar algunos de los autores que creemos, a nuestro juicio,
indispensables para comprender la progresión de la investigación del Madrid
andalusí. Lógicamente, empezamos por dos de los clásicos, E. Tormo (1945) y J.
Oliver Asín (1959), a los que seguirán otros, como: L. Caballero et alii (1983), B. Pavón
Maldonado (1985-85), E. Manzano (1990), F. Valdés (1992), C. Segura Graiño (1993,
1994 y 2004), A. Malalana (1998; 1999 y 2011), M. Retuerce (2000, 2004 y 2014), C.
Mazzoli-Guintard (2009; 2010; 2011a; 2011b y 2011c), E. Andreu (2001, 2007 y 2011),
E. Andréu y V. Paños (2012) y J.M. Castellanos (2015).
1. UN HỊSṆ EMIRAL COMO ORIGEN DE MAŶRĪṬ
Poniendo cierto orden en los datos disponibles y aceptando la literalidad de los
textos árabes, Madrid surge a mediados del siglo IX. Ibn Ḥayyān, cronista del siglo
XI, es quien atribuye su fundación al impulso reorganizador y constructivo en la
frontera media. Lo hace como ḥiṣn, cuyo recinto fue ediicado mediante la aplicación
de una orden directa del Muḥammad I. Así aparece registrado en el tomo Muqtabis
II-2, Ibn Ḥayyān maniiesta que, en el año 237 H. (852-853), preocupado por la paz
de los musulmanes, el emir impulsaría la protección de la frontera mediante la
reconstrucción o construcción de una serie fortiicaciones: como la ediicación de la
fortaleza (ḥiṣn) de Istīraš (Esteras de Medinas) y «la coraza» de Medinaceli. Además,
«él fue quien ordenó a la población de Tulaytula (Toledo) ediicar el castillo (ḥiṣn) de
Talamanka y las dos sendas fortalezas (ḥušūn) de Maŷrīṭ y Binna Furāṭa (Peñafora)»
(Turienzo, 2010: 60). La traducción de M.J. Viguera, incorpora otros detalles, en
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concreto añade una cualidad para la fortaleza de Esteras, la de granero fortiicado,
pues en su interior se almacenarían «las cosechas de Medinaceli»; y recalca la idea
de transferir la responsabilidad constructiva a los toledanos (Viguera 1992: 15).
El emir perseguía un doble efecto: estabilizar las fronteras septentrionales
(Valdés 1992: 145) e integrar los territorios insumisos a su poder. Una extensa región,
equivalente a las actuales provincias de Madrid, Guadalajara y buena parte de la
Toledo, comenzaría a dinamizarse más eicazmente a partir de la intervención de
Muḥammad I. La actuación estatal sobre tres de las fortalezas (ḥuṣūn), Talamanca,
Madrid y Peñafora, tendría más una acción «reconstructiva» que una ediicación de
nueva planta, impresión que podría ser cierta tanto para Talamanca, en donde habría
que tener en cuenta el precedente visigodo, como para Peñafora (Souto 1994: 356;
1998: 95-96). En cualquier caso, los tres ejemplos tienen una clara vinculación con la
red viaria del centro peninsular, incluidos los pasos de la Sierra, rutas de penetración
de una hipotética ayuda enviada por los reinos cristianos para socorrer a Toledo.
Las élites toledanas, al igual que ocurría en otras ciudades, como Zaragoza o
Mérida, no asimilaron la existencia de un poder centralizado. Las consecuencias
serán notables, pues sofocar, por la fuerza de las armas, la inercia rebelde de Toledo,
supondría una agotadora tarea para el estado cordobés. En cualquier caso, para
evitar futuras indisciplinas se tomaron diferentes iniciativas. La principal sería la
creación de una disuasoria red ambivalente de fortalezas. Al-Andalus permanecería
protegida, indistintamente, tanto de los enemigos externos como de los internos.
Es lo que E. Manzano identiica como fronteras interiores, cuyo foco, para este caso,
era Toledo. El cerco sobre la ciudad lo formaban, principalmente, Calatrava, Zorita,
Talavera, Peñafora, Talamanca y Madrid (Manzano 1990: 127).
Por tanto, junto a las motivaciones políticas, el emplazamiento escogido para
fundar Madrid tiene un marcado carácter estratégico. Finalmente, la meseta
elegida para erigir la fortiicación emiral dominaría uno de los principales vados
del Manzanares, desplegando cierta proyección vigilante sobre determinadas rutas y
pasos de la Sierra. En cualquier caso, el recinto, de unas ocho hectáreas, demasiado
amplio para conceptuarlo como castillo e insuiciente para considerar como una
ciudad, nos indica que el ḥiṣn podría equivaler a una ciudadela.
1.1. ARQUITECTURA MILITAR
Desde el punto de vista arquitectónico militar, el recinto emiral madrileño debe
incluirse dentro de las fortiicaciones erigidas a partir del modelo constructivo
emeritense, en concreto la alcazaba de Mérida, pero con otros ejemplos más cercanos
geográicamente, como serían las defensas erigidas en Toledo y en Talavera. Sin
embargo, cabe cierto matiz, al tener en cuenta el aparejo isódomo con alternancia
de soga y el tizón, deberíamos tomar como referente la mezquita de Córdoba;
concretamente, los restos de la fase la impulsada por el emir ‘Abd al-Raḥmān I, en 786
(Maril 1999: 189-192 y 193), y la obra del alminar de Hisām I (788-789) (Hernández
1975: 130-132, lám. XXIII. León 2008: 67. Azuar 2005: 152).
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MAŷRīT DURANTE LOS SIGLOS IX-XI. ARqUITECTURA MILITAR, PObLACIÓN y TERRITORIO
FIg. 1. ÁNgulO SuRESTE DEl RECINTO EMIRAl.
PlANTA DIbujADA POR juAN góMEz DE MORA
INCluIDA EN El PlANO DEl PROYECTO PARA El
Paredón del Parque (1625). AVM.
FIg. 2. PlANTA CON TORRES EN lA CuESTA DE
lA VEgA. PlANO DEl CuARTO bAjO DE lA CASA
DE MAlPICA, juNTO A SANTA MARíA [quE ES El
DuquE DE MEDINA SIDONIA]. SIglO XVIII. AhN,
SECCIóN NOblEzA.
FIg. 3. PlANTA DE lA PuERTA DE lA VEgA (AhPM).
ESPACIO, TIEMPO Y FORMA
Por consiguiente, la alcazaba de Mérida surge como un
referente icónico para la población local, pues sus fuertes muros
actuarán de recordatorio permanente de la acción del gobierno
andalusí. No obstante, sus arquitectos construirán una fortaleza
que sería el resultado de la mezcolanza de distintas inluencias
arquitectónicas. La planta regular y las torres cuadrangulares
sería una implantación en al-Andalus de modelos orientales, de
gran tradición en el limes romano, con fortalezas bizantinas muy
similares en el norte de África fechadas entre los siglos VI y VII
(Pringle 1981. Soler y Zozaya 1989. Martínez 1991. Valdés 1995: 283;
1996: 464; 2001: 349-349).
Empero, si nos ijamos en la antigua arquitectura militar
emeritense, pude que la inspiración también tuviera fuertes
raíces locales. A inales del silgo V, el dux Salla y el obispo Zenón
impulsaron distintas actuaciones de mejoras para la ciudad, entre
las que se incluía una profunda remodelación de las murallas
de la ciudad (Alba Calzado, 1996: 372). Además de las torres
cuadrangulares, la nueva obra se identiicaba por su aparejo,
caracterizado por el empleo de los sillares a soga y tizón.
En deinitiva, el peril de la muralla emiral parecería ser el
relejo, en un espejo, de la muralla visigoda. Así podemos
contemplarlo dentro de la alcazaba, en donde, el resultado visible
de las intervenciones arqueológicas, nos permite comparar ambas
construcciones.
Una última cualidad, implantada en la alcazaba emeritense, es
la utilización de una serie de ediicaciones como cantera local. El
uso de material espoliado –spolia- supone una esceniicación, tanto
de la ruptura, como de la continuidad ligada al establecimiento de
una nueva forma de gobierno, que pretende justiicar, reairmar y
legitimar (Valdés 1995: 295. Cressier 2001: 311 y 323. Zozaya 2013).
El particular ejemplo de Madrid, al adaptarse a la meseta,
pretende delinear una planta regularizada. El perímetro incluye
torres de planta cuadrangular, quizá algún raro ejemplo de
tipo semicircular (igs. 1 y 2), distribuidas secuencialmente,
pero desempeñando funciones, indistintamente, de lanqueo y
como contrafuertes. Los lienzos y las torres forman una unidad
constructiva.
Con el in de acceder al interior del recinto, el perímetro
disponía, que sepamos, de tres puertas, de la Vega (ig. 3), Arco de
Santa María (ig. 4) y de la Sagra (ig. 5), todas de acceso directo y
lanqueadas con sendas torres cuadrangulares; más un portillodesagüe adintelado localizado en las cercanías a la puerta de la
Vega.
La estructura fortiicada, cuenta con cimentación, excavada
en caja y adaptada a la compleja topografía. El desarrollo vertical
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FIg. 4. ARCO DE SANTA MARíA Y TRAMO DE lA CAllE DEl FACTOR. CROquIS DE CRISTObAl VIllAREAl, 1549. AChV.
se asienta, además de la propia cimentación, en
una ancha base con tres hiladas escalonadas.
El material empleado para los revestimientos
exteriores es el sílex. El tratamiento de las piezas
pétreas, quizá por la propia característica del
sílex, demuestran una técnica poco depurada,
por lo que se hará necesaria la regularización de
las hiladas. Sin embargo, en uno de los tramos
documentados dentro del recinto del Museo
de las colecciones reales, la Puerta de la Sagra y
FIg. 5. PuERTA DE lA SAgRA. DETAllE DE lA VISTA FRONTAl DE lA
VIllA DE MADRID SObRE El RíO MANzANARES. ANTON VAN DER una las torres de lanqueo, puede constatarse la
WYNgAERDE, 1562. AbAjO: VISTA DESDE El INTERIOR DEl RECINTO.
técnica del spolia (ig. 6), piezas de granito, quizá
(Fotografía del autor).
extraídas de un importante ediicio público o de
la villa romana documentada, junto al Puente
de Segovia, durante las obras de la M-30. El
empleo de material de acarreo en esta puerta no
es casual, pues, como arco triunfal, recordaría,
a todos aquellos que lo transitasen, quien les
gobernaba.
El ambiente político que empujo a los emires,
fundamentalmente a Muḥammad I, a restructurar
la organización territorial de la Marca Media, se
va a repetir a lo largo del siglo X, principalmente
en los primeros momentos del califato de ʿAbd alRaḥmān III. Además, cada vez son más frecuentes
las acciones de los ejércitos cristianos en tierras
andalusíes, algunas de cuyas incursiones han tienen la ciudad de Toledo como destino,
sobre todo cuando intentan socorrer a las oligarquías que se oponen al poder cordobés.
Ramiro II de León es el rey más insistente, así lo maniiesta la Crónica de Sampiro, tanto
que llegaría a ocupar Madrid, permaneciendo en este enclave el tiempo necesario para
destruir sus murallas y saquear la población (Pérez de Urbel 1952: 322-323).
En el año 936, el califa encargaría a Ahmad ibn Yaḥyà al-Layṯī la restauración
y la defensa de Madrid (Pérez de Urbel 1952: 408). Del primer recinto madrileño,
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FIg. 6. ARMERíA, TORRE DE FlANquEO DE lA PuERTA DE lA SAgRA Y lIENzO. (Fotografía Arqueomedia).
FIg. 7. FRENTE DE lA CuESTA DE lA VEgA. (Fotografía del autor).
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FIg. 8. AMPlIACIóN DEl RECINTO EMIRAl. CIMENTACIóN EN lA CAllE bAIléN. (Fotografía Arqueomedia).
el tramo entre la Puerta de la Vega y la primera de las torres conservadas, hoy
Parque de Muhammad I, se observa que la fábrica de la muralla no es homogénea,
coexistiendo distintos tipos de materiales, sílex y caliza, y dos aparejos, ahora es
frecuente el empleo de sillares bien trabajados colocados a tizón (ig. 7). Dichas
diferencias nos impulsan a especular con la idea de una profunda reparación, quizá
ejecutada en este momento.
Otro de los momentos, políticamente relevante, se encuentra en un periodo que
se extiende entre los últimos años de ʿAbd al-Raḥmān III y los primeros de al-Ḥakam
II, cuando se conigura una línea de fortalezas que atraviesa al-Andalus, desde las
costas de Huelva (Tarifa) y Málaga (Marbella) hasta Gormaz (Soria), siendo alguna
de las etapas El Vacar (Córdoba) y Baños de la Encina (Jaén); itinerario que también
habría incluido Madrid. El objetivo era el alojamiento de un ejército reclutado en
el Magreb con destino a ser acantonado en el campamento fronterizo de Gormaz.
Así, en su marcha desde el norte de África, por el interior de al-Andalus, se evitaría
cualquier tipo de contacto con la población andalusí (Acién 1992: 267; 1995: 20-21).
Así lo conirmaría un pasaje de Rawd al-Qirtas de Ibn Abī Zar’ (1964: I, 170).
Durante la intervención de la Calle Bailén se documentaría una robusta estructura
que fue interpretada como los restos de un ediicio erigido mediante la técnica de
tapial (ig. 8). Dicha construcción habría pertenecido a una fortiicación, quizá
como resultado de una ampliación del recinto emiral andalusí (Malalana 1998)
y podría desempeñar distintas funciones, todas ellas facilitadas por un espacio
cerrado, acotado por una muralla y diáfano. El nuevo recinto sería muy útil, tanto
para el acantonamiento temporal de contingentes militares, como para dar refugio,
en momentos de crisis, a la población extramuros y al ganado. La fecha de esta
construcción, según los análisis de termoluminiscencia, sería de la segunda mitad
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FIg. 9. ATAlAYA TAIFA, PlAzA DE ORIENTE. (Fotografía Arqueomedia).
del siglo X y podría coincidir con el momento del traslado del ejército reclutado
en el Magreb.
La desintegración del Califato daría paso a las Taifas. La de Toledo será una de
las más poderosas, muy extensa territorialmente y con un gran prestigio cientíicocultura. Asimismo, como consecuencia de la revolución agrícola del siglo XI, por
la disposición de mayores y mejores recursos para la subsistencia, la demografía
progresa y el nivel de vida mejora considerablemente. Los hábitats, urbanos y
rurales, crecen. Maŷrīt es un claro ejemplo, aunque su crecimiento sería anárquico,
pues sus pobladores ocuparan, sin ningún ordenamiento o defensa, las distintas
mesetillas que rodean la ciudadela erigida en el siglo IX. En parte, y para solucionar
el hándicap de un asentamiento desprotegido, se erigirá una atalaya. Este último
referente para la arquitectura militar andalusí fue hallado durante la excavación
de la Plaza de Oriente (ig. 9). La estructura, instalada en un lugar relevante, sobre
el Arroyo del Arenal, no solo debería salvaguardar un punto ciego formado por el
cauce, pues a través de él se podría acceder directamente al corazón de los arrabales;
también estaría justiicada por la protección de los Caños del Peral, una reserva
acuífera vital para los madrileños.
La estructura, que fue datada mediante análisis de termoluminiscencia, aporta
una fecha en torno a la década de los 80 del siglo XI (Andréu y Retuerce 1995). La
torre, que se adapta perfectamente a la topografía, es de planta cuadrangular de 3,65
m. de largo por 3,40 m. de ancho, conservándose una altura máxima de 2,90 m. Toda
ella se levantaba sobre una zarpa de 15-20 cm de ancho, cuya altura oscila entre los
0,75 m y los 1,20 m de alto. El aparejo general es de mampostería, con piedras de
caliza y sílex de pequeño y mediano tamaño, reforzada en las esquinas con sillares
del mismo material. A in de darle una unidad a toda la supericie, las paredes
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exteriores fueron revestidas con cal. La base de la estructura es de construcción
maciza conseguida con un mortero de pequeños cantos y sílex, cuya inalidad es
la de dotarle de robustez.
1.2. EL HÁBITAT INTRAMUROS DEL ḤIṢN
Todos estos lugares dependían de un ḥiṣn o una madīna: Maŷriṭ. Al margen de la
arquitectura militar, ya comentada anteriormente, nos queda por analizar el hábitat
conformado a la sombra de la ciudadela, población que se constituye, gradualmente,
a lo largo de varios siglos. Con todo, en este momento nos surge un interrogante;
realmente el Madrid andalusí podría ser descrito como una ciudad. Si aceptamos
las referencias de Ibn Ḥayyan, lógicamente Madrid es una medina que suma algunas
de las características enumeradas por Torres Balbas, (1987: 76), Viguera, (1998: 19) y
Mazzoli-Guintard (2000: 39), como: recinto murado, mezquita alhama, baños, etc.
Por el contrario, desde el punto de vista urbanístico, tengo dudas razonables para
inscribir Madrid en la lista de ciudades andalusíes.
En la actualidad, disponemos de datos signiicativos para enumerar las
características generales del solar andalusíes. Esta favorable situación ha sido
posible, gracias al conocimiento adquirido como consecuencia de las numerosas
intervenciones arqueológicas realizadas en las últimas décadas. Pese la literatura
cientíica editada, creemos que los resultados, aunque valiosos, por desgracia, han
sido exhibidos de forma dispersa, sin coherencia y descontextualizados. Desde el
punto de vista historiográico, observamos: sesgos metodológicos; arbitrariedades
bibliográicas, bien por un desconocimiento –ignorancia–, bien por su ocultamiento
-mala fe-, que, en ambas circunstancias, demuestran una praxis equivocada; y una
redundante visión de la historia de Madrid.
Por consiguiente, un primer paso sería la sistematización de las conclusiones
expuestas por los arqueólogos, tanto en las memorias e informes, como en la
literatura cientíica publicada como consecuencia de la actividad arqueológica.
Sólo a partir de la ordenación y contextualización de los datos será posible la
reconstrucción de la particular historia local.
Como preámbulo, identiicaremos los lugares excavados y aunque nos centraremos
en aquellos con resultados positivos, también deberíamos tener presente aquellos
inmuebles con contribución negativa. Con toda seguridad, algunos de estos
espacios han sido alterados como consecuencia de la coniguración del Madrid de
la Reconquista, por ejemplo, por la construcción de la muralla del siglo XII, y por las
lógicas mutaciones urbanas impulsadas por la capitalidad. Frente a una conclusión
común, que, apuesta por un arrasamiento generalizado del asentamiento andalusí,
cabe el planteamiento de otras hipótesis. Por ejemplo, podemos especular con
la existencia de zonas no ocupadas, reservadas a las actividades agropecuarias, o
con construcciones endebles, sin cimentación y erigidas con materiales precarios
y efímeros. Una primera deducción nos impediría encontrar paralelismos entre
Madrid y Toledo.
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En cualquier caso, retrocediendo en nuestra narración, conviene presentar un
rápido y somero inventario de las intervenciones con resultado positivo para los
siglos IX-XI. Una relación previa fue relatada por D. Pérez (2009), inventario que debe
ser actualizado con algunas matizaciones, como la identiicación de los excavadores
o la agrupación de los solare dentro de unos ámbitos urbanos reconocibles.
Con respecto al interior del primer recinto o recinto emiral, varias son las
intervenciones: Cuesta de la Vega (Caballero et al. 1983: 38-64. Priego y Retuerce
1985. Retuerce 1985a), Calle de Bailén (Andreu y Retuerce 1995 y 1996; Andréu y
Malalana 1997), la Armería (Andreu 1999-2000), calle del Factor y Almudena c/v a
Mayor.
Para los espacios extramuros, a parte de la Cuesta de la Vega (Almagro y Caballero
1977. Caballero et al. 1983: 38-64. Priego y Retuerce 1985. Retuerce. 1985a), sorprende
que el conjunto de inmuebles intervenidos se localice en los entornos de algunas de
las parroquias citadas en fuero de Madrid. El inmediatamente cercano es el que se
extiende entre el lado oriental de los recintos defensivos andalusíes y las parroquias
de San Juan, Santiago y San Nicolás, ocupando la colina y los alrededores de los
Altos de Rebeque: Plaza de Oriente (Retuerce y Sánchez Meseguer 1992. Andréu
y Retuerce 1995 y 1996. Andréu y Malalana 1997), Plaza de Ramales (Mena et al.
2000), calle Requena (Escuela de Música Reina Sofía) (Serrano y Torra 2001), calles
Amnistía (Serrano 1993), Noblejas, Santiago y Espejo (Caballero et al. 1983: 81-98).
En el contexto de la colina de San Andrés: calle Angosta de los Mancebos
(Retuerce 1985b. Rontomé, 1995), Plaza de la Morería (García Muñoz 1990), Plaza de
Carros (Caballero, Priego y Retuerce 1984. Priego, 1990), Casa de San Isidro (López,
Serrano y Vallespín 1989. Vallespín 1992 y 2004. Vallespín et al. 1990), Capilla del
Obispo (Yáñez, Serrano y López 1992. Serrano y Torra 2004. Peña, 2009), Plaza de
la Paja, Plaza de San Andrés (Yáñez 2009) y entorno de la Plaza de la Cebada; junto
a las excavaciones relacionadas con el II Recinto o muralla cristiana, como en las
calles Don Pedro (Yáñez y López 1996), Cava Baja (Soler 1987. Soler y Turina 1990.
Fernández Ugalde 1993; 1994 y 1996. Fernández Ugalde y Serrano 1995-1996. Yáñez
y López, 1996) y Almendro (Serrano y Torra 2003).
En las colaciones de San Justo y San Pedro, teniendo con denominador común el
arroyo de San Pedro: Calle del Rollo (Serrano y Yañez 1996), Plaza del Rollo (Menasalvas
y Pérez Vicente 1992), Casa de Iván de Vargas (Calle Letamendi, 1) (Hernández y
Jiménez 2008), calles Humilladero, Segovia (Casa del Pastor) (Fernández Gabaldón
1987. Pérez Vicente 1990. Pérez y Bueno 2000) y Nuncio (Ísmodes et al. 2013).
Otras de las intervenciones, aunque sus resultados, para esta fase sean negativos,
nos pueden ayudar a esbozar los límites de solar habitado por los andalusíes
madrileños. Como el entorno del Teatro Real y Plaza de Isabel II. En este límite
se encuentra la calle de Mesón de Paños, espacio extramuros al II Recinto, cuyos
números 11-15 fueron derribados en la década de los cincuenta, permitiendo, sin
actuación arqueológica, la documentación de parte de la muralla castellana (López
Jaén 1970: 19). Para este mismo ámbito, disponemos de la información aportada
en otras actuaciones, como en las calles Santiago (Caballero et al. 1983: 64-81) y
Escalinata (Priego 1989).
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Un ejemplo, diferente, pero muy positivo
para la historia local, lo encontramos en la
intervención realizada en el inmueble número
68 de la calle Toledo. Aquí, y tras muchos años
de especulaciones, serían documentados
numerosos inhumaciones siguiendo el rito
coránico, información que conirmaba los
datos que indicaban la localización, en este
entorno, de una de las necrópolis de Maŷrīt
(Murillo 2009). Aún sin un contexto claro,
añadiremos una estela emiral tardía (921)
hallada, supuestamente, en el barrio de la
FIg. 10. CuESTA DE lA VEgA, AgujEROS DE POSTES PARA CAbAñA Almudena (Martínez Núñez 2011: 185-187) y
(RETuERCE 1985A).
que perteneció al enterramiento de Darīr b.
Ibrāhīm (Martínez Núñez 2015: 147).
En deinitiva, contamos con tres áreas que aportan conjuntos
homogéneo, casi continuados, de intervenciones y, por tanto,
zonas cuyos hallazgos demuestran la presencia del hábitat andalusí,
como: en el interior del primer recinto, que emerge como conjunto
ciertamente signiicativo; la calle Bailén y las plazas de Oriente y
Ramales, junto a otras excavaciones dispersas, aquí la información
extraída es muy útil; y la colina de San Andrés, junto a los ejes
formados por Cava Baja-Almendro y Mancebos-Don Pedro. Un
último grupo, aunque parecen formar un damero, precisamente por
su disposición aleatoria, está formado por las excavaciones realizadas
en las proximidades de los ejes integrados por las calles Segovia y
del Sacramento.
Dicho esto, verdaderamente, cuales son los resultados aportados
por los arqueólogos que han venido trabajando desde mediado
de la década de los setenta del pasado siglo: principalmente, y
casi exclusivamente, un amplio conjunto de «silos» basurero.
Cronológicamente, aunque abarcan todos los periodos, emiral, califal
y taifa, comúnmente, parecen haber sido rellenados o colmatados,
según lo interpretemos, durante el siglo XI. Y sin menospreciar la
calidad, el valor museístico, ni la importancia del patrimonio mueble
desenterrado (cerámica, vidrío, hueso tallado, piezas de ajedrez, la
FIg. 11. CAllE CAVA bAjA, 22, ESTRuCTuRA maqueta de una puerta de terracota, etc.), este tipo de unidades
PARA DEPOSITAR gRANDES CONTENEDORES
estratigráicas, a priori, no ofrecen datos contundentes, o sí, para la
CERÁMICOS (SOlER, 1987).
historia de Madrid. Dicho esto, surge un alarmante interrogante:
¿dónde están las ediicaciones?
Al margen de los «silos», y fuera de la ciudadela, escasos son los vestigios que
podamos relacionar con algún tipo de estructura o ediicación, como: los agujeros
para postes en Cuesta de la Vega (ig. 10) (Retuerce 1985a: 56; 2014: 24); una estructura
para asentamiento de grandes contenedores cerámicos (ig. 11) (Soler 1987. Soler
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y Turina 1990); y una vivienda en cueva en la Plaza de Carros (ig. 12) (Caballero,
Priego y Retuerce 1984. Priego 1990).
Un tercer conjunto de unidades, algunas únicas, se relacionan con el
abastecimiento de agua, como los pozos artesianos y la red de viajes. En ambos casos,
todas las unidades estaban colmatadas. Mientras que, para los primeros, podemos
entender que fueron cerrados, los rellenos eran muy similares a los «silos»; para los
segundos, todo indica que fueron inutilizados concienzudamente, pues las distintas
capas que cegaron los viajes estaban niveladas y apelmazadas. Volviendo a los pozos,
estos se asignarían según la planta, circular, para el abastecimiento general de la
población, o cuadrangular, que tradicionalmente integran el complejo sistema de
irrigación andalusí. La constante recuperación de fragmentos de cangilones nos
permite pensar en la presencia habitual de las norias de sangre. Por el tamaño de los
pozos, los ingenios levantados se acercan más al modelo de pequeña propiedad, de
granjas familiares. Contrariamente, en la zona cigarralera de Toledo, estas norias,
casi monumentales, se asocian a las almunias, propiedad de familias de prestigio.
Si nos concentramos en el espacio excavado de la Plaza de Oriente y de los Altos de
Rebeque, podríamos, inclusos, establecer un patrón de propiedad para esta parte
del Madrid andalusí. Pozos de planta cuadrangular han sido documentados en Cava
Baja 32 (Ugalde y Serrano 1995-1996: 134), Nuncio 13 (Ísmodes et al. 2013), Capilla del
Obispo, aunque este podría asociarse al viaje (Yáñez, Serrano y López 1992: 300), etc.
Con respecto a los qanāts, en Madrid identiicados como «viajes de agua»,
es antiquísimo sistema de captación, canalización y abastecimiento de agua. De
cronología andalusí, disponemos de dos pequeños tramos, uno en la Plaza de Carros
(ig. 13) (Caballero, Priego y Retuerce 1984 y 2000b. Priego 1990) y un segundo en
Cava Baja 30 (ig. 14) (Malalana 2011: 174-178). Aunque pertenecen al mismo sistema,
por la topografía, se trata de distintos ramales. Técnicamente, el viaje consiste en
una zanja excavada con paredes periladas a plomada, aunque trazando secciones
distintas, una ele invertida en Plaza de Carros, rectangular en Cava Baja 30. Como
elementos comunes, disponen de un andén (natural o sobre pasarela de madera),
que tiene como destino facilitar las labores de mantenimiento y saneamiento, y el
canal propiamente dicho. Este último, cuenta con unas cualidades interesantes.
Una vez excavada la sección, sobre su fondo, fueron colocadas una serie de piezas
pétreas amorfas, cuya disposición lo convierten en la base de dicho canal. Asimismo,
en un punto intermedio se ha dispuesto varias piezas para crear un pequeño dique
o represa de nivelación que retendrá y contendrá ligeramente el caudal. Dicho
procedimiento posibilita que las impurezas arrastradas o en suspensión puedan
depositarse en el lecho, limpiando así de arenillas u otros elementos. En ningún
momento, el dique perjudica la circulación, ni estanca el caudal, por contra, facilita
una corriente, más o menos regulada, junto a la oxigenación y puriicación del agua.
Al margen de lo indicado en los párrafos anteriores y a pesar de las hectáreas
excavadas, resulta imposible abordar el urbanismo de Maŷrīt. Dejando a un lado, el
perímetro emiral, la planta actual de la ciudad es una herencia del Madrid impulsado
a partir del siglo XII, sin ningún nexo con lo andalusí. Por ejemplo, es habitual
documentar silos en el viario, como en la calle Amnistía (ig. 15) (Serrano 1993).
Igualmente, ante la falta de estructuras ediicadas, esencialmente viviendas, tampoco
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podemos adivinar la trama urbana. No debemos
adjudicar una visión simple que encuentra la
respuesta, ni en el completo arrasamiento del
solar andalusí, ni a las nivelaciones constantes
de cada uno de los inmuebles intervenidos.
Ante tal dilema, deberíamos busca soluciones
y propuestas alternativas. Quizá, la respuesta
esté en no intentar comparar Maŷrīt con otras
ciudades tipo, como Toledo, sino deinir un
modelo diferenciado.
En primer lugar, hasta la fecha, no hemos
podido identiicar estructuras, en supericie,
FIg. 12. PlAzA DE CARROS, ACCESO A uNA VIVIENDA EN CuEVA.
(Fotografía del autor).
que puedan ser identiicadas como vivienda.
Frente al terco silencio de los datos emerge
sendas modalidades contrapuestas, la vivienda en cueva,
como la de Plaza de Carros (ig. 12) –con otro ejemplo
parecido en el yacimiento de la Ermita de la Virgen de la
Torre (Vicálvaro) (Ucatescu 2011-2013)– y las ediicaciones
con materiales efímeros, como la cabaña de postes de Cuesta
de la Vega (Retuerce 1985a). En cualquier caso, este tipo
de construcciones integrarían, a partir de una ediicación
principal, conjuntos independientes, granjas unifamiliares,
con otros ediicios anexos, como corrales y molinos de
sangre, rodeadas por tierras de labor, fundamentalmente
huertos irrigados.
Asimismo, ante la falta de datos más completos, lo que sí
parece comprobado es la preferencia por la utilización de los
diversos cerros que rodean la fortiicación principal y que
estos actúan como hitos para la agrupación de la población:
son los Altos de Rebeque y los cerros de las Vistillas y San
Andrés. Relacionado con éste último emplazamiento,
contamos con la única necrópolis identiicada (ig. 16),
documentalmente, y constatada arqueológicamente, cuyo
espacio que lo distingue es el Mercado de la Cebada. Aquí,
FIg. 13. PlAzA DE CARROS, VIAjE DE AguA.
antes de su ediicación, se localizaba, al menos hasta el siglo
(Fotografía del autor).
XVII, el «osario de los moros» (AHN, Consejos, MPD, 2121).
2. CARACTERÍSTICAS DEL TERRITORIO, PRIMERO DE UN ḤIṢN,
POSTERIORMETE DE UNA MADĪNA, DURANTE LOS SIGLOS IX-XI
Mucho ha avanzado el conocimiento del proceso de islamización en la Comunidad
de Madrid. Dejando a un lado las noticias que sobre nuestro territorio aportan las
crónicas, la arqueología nos ha legado abundantes datos. Para comprender este
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FIg. 15. CAllE AMNISTíA, SIlO (SERRANO 1993).
avance basta con revisar la bibliografía (Zozaya 1979; 1980;
1990 y 2004. Manzano 1990. Turina y Retuerce 1997).
FIg. 14. CAllE CAVA bAjA, 30, VIAjE DE AguA
Para este periodo, el de la España musulmana, entre
(FERNÁNDEz ugAlDE 1993).
los años 711 y 1085, el espacio político de la Comunidad
Madrid encaja dentro de la Frontera Media, en donde
los accidentes geográicos, como la Sierra y el Tajo, o la cercanía de la ciudad de
Toledo, van a determinar algunas de las características de su historia. Dicho esto,
otros elementos del paisaje, no menores, como son las cuencas del Guadarrama,
Manzanares, Jarama, Henares y Tajuña, no solo determinan el entorno, sino que
deinen el modelo de poblamiento y de organización del espacio. Con todo, tampoco
debemos de dejar al margen el poblamiento hispanovisigodo preexistente, pero
planteando algunas dudas: existe continuidad en el uso los espacios heredados o
emergen hábitats diferenciados; la nueva jerarquización de la red viaria condicionará
esta estructura; cómo y cuándo podemos interpretar que dichos territorios fueron
realmente islamizados; qué consecuencias directas tiene el enfrentamiento entre el
centro (Córdoba) y la periferia (Toledo) o entre al-Andalus y los reinos cristianos del
norte. A partir de aquí, los lugares más signiicativos serían Talamanca, Calatalifa,
Alcalá la Vieja, Madrid, Olmos, Alamín, Peñafora, Guadalajara, Maqueda, Oreja, etc.
Como punto de partida para nuestra relexión, tomaremos las referencias en los
textos de al-Rāzi, Ibn Ḥayyān, al-Idrīsī, Yāqūt y al-Ḥimyarī. Lógicamente, Madrid
es un ḥiṣn, pero algunos datos, sobre todo a partir del gobierno de ʿAld al-Raḥmān
III, nos muestran un status diferente, el de madīna.
El cronista Ibn Ḥayyan, a través de la narración del Muqtavis V, incluye Madrid
en una lista de las 18 ciudades fronterizas, equiparándola con Guadalajara, Zorita,
Talavera y Toledo, aunque, lógicamente debemos salvar las distancias con respecto
a las dos últimas, especialmente con Toledo. En alguno de estos pasajes, es muy
sugestivo comprobar cómo se recalca la función de madīna y de territorio fronterizo
–Ṯagr Maŷrīṭ o Marca de Madrid– al citar algunos de sus gobernadores (al menos
seis): año 929-930, ʿAbdallāh ibn Muḥammad ibn ʿAbdallāh; año 937, Aḥmad ibn
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FIg. 16. CAllE TOlEDO, 88, NECRóPOlIS ISlÁMICA (MuRIllO 2009).
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ʿUmar; año 937, Aḥmad ibn ʿAbdallah ibn Abī ʿĪsa; año 937, Muḥammad ibn ʿAlī;
año 939-940, Sa’īd ibn Maŷma’; año 939-940, al-Fatḥ ibn Yaḥyà (Ibn Ḥayyān 1981).
El concepto madīna, no solo encierra un cambio de status, sino que también
implica que cuenta con toda una serie de elementos, imprescindibles, para que
pueda ser considerada como tal. L. Torres Balbas estable que la madīna estaría
formada por un núcleo principal, protegido por un recinto fortiicado, formando una
unidad urbana. Además, en ella se identiicarían una mezquita mayor, un mercado
interior, alhóndiga, baños, zoco, etc.; es decir, todo lo apropiado para generar focos
dinamizadores de vida religiosa y comercial que se proyectan, tanto hacia el interior
de la ciudad, como en los territorios que la circundan (Torres Balbas 1987: 76). La
madīna también es un espacio de poder ligado a un territorio, siendo la sede de la
autoridad ejercida sobre él (Viguera 1998: 19; Mazzoli-Guintard 2000: 39).
Al-Idrīsī, geógrafo del siglo XII, destaca de Madrid como principales caracterizas,
que se trata de una pequeña villa bien poblada, que contaba una mezquita catedral
(al-Idrīsī 1866: 229. Al-Ḥimyarī 1963: 359-360). Dato que podría cruzarse con las
nóminas de lugares relevantes ganados por Alfonso VI, como consecuencia de la
capitulación de Toledo (1085), prácticamente la totalidad de los territorios de los
Ibn Ḏi-l-Nūn, desde Talavera a Guadalajara, más Fafḥṣ al-Luŷŷ (Ciudad Real) y todos
los distritos de San María (Albarracín) (Ibn al-Kardabūs 2008: 105-106). La lista
de lugares es extensa y relevante, como Talavera, Maqueda, Santa Olalla, Alamín,
Escalona, Madrid, Atienza, Canales, Olmos, Talamanca, Uceda, Guadalajara, Hita,
Buitrago, Calatalifa, Uclés, Berlanga, etc. (Ximenez de Rada 1985: 85 y 136. Pelayo
de Oviedo 1913: 328).
Otra forma de calibrar el lugar que ocupó Maŷrīṭ en al-Andalus, camino que
también nos puede ayudar a entender un poco más el ascenso de este enclave a
madīna, es la recuperación de las iguras ilustres del Madrid andalusí. Al margen
de los gobernadores, disponemos de una serie de nombres que demuestran el nivel
cultural alcanzado por alguno de los musulmanes madrileños. En primer lugar,
podemos citar algunos cadíes, su mención no implica que este cargo existiera en
Maŷrīṭ, pero sí que oriundos de ella ejercieron el cadiazgo en otros lugares. Igualmente
podemos hablar de los ulemas. Su presencia puede ayudar, junto con otros datos,
a conocer el ritmo de la islamización de al-Andalus. Curiosamente, Maŷrīṭ nos ha
dejado un interesante personaje conocido como Maslama de Madrid (Maslama B.
Aḥmad Al-Maŷriṭī), cuya herencia intelectual se centraría en las matemáticas. Por
otro lado, también conocemos algunas familias notables (Oliver Asín, 1951. Rubiera,
1986. Viguera 1992. Marín 1995 y 2001. Mazzoli-Guintard 2011c. Vernet y Catalá,
1965. Rius, 2009).
Diferente asunto sería delinear los límites territoriales del ḥiṣn Maŷrīṭ,
posteriormente madīna Maŷrīṭ. Dibujar el mapa de las tierras gobernadas desde
Madrid es una labor compleja (Manzano 1990. Mazzoli-Guintard 2010. Lázaro,
Maquedano y Turienzo-Veiga, 1993). En cualquier caso, sería más sencillo delimitar
el dominio del ḥiṣn que el de la madīna. Como hipótesis, podríamos establecer
una relación entre los alfoces constituidos como consecuencia de la colonización
castellano-leonesa del Reino de Toledo y los distritos andalusíes.
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Por otra parte, teniendo como referencia los trabajos de I. Martín Viso (20002003), sobre todo sus mapas, en uno de ellos dibuja las jurisdicciones territoriales
de la Comunidad de Madrid en 1300, identiicando los territorios de Madrid, Alcalá,
Talamanca, Buitrago, Uceda y Escalona. En este mapa aparecen toda una serie
de territorios en disputa entre los concejos de Segovia y Madrid, que, entre otras
consecuencias, desemboca en la creación de un nuevo espacio, el Real de Manzanares
(Martín Viso, 2003: 95); y falta Calatalifa, que, tras fracasar su repoblación, en 1161,
sería anexionado al segoviano (Martín Viso 2003: 79). Es decir, y aunque falta por
precisar los límites de Alcalá y Oreja, Maŷrīṭ habría tenido como vecinos los ḥuṣūn
de Talamanca, Alamín y Calatalifa. Por otro lado, sería necesario profundizar en
la función de una serie de fortalezas, como las de Buitrago, Uceda, Paracuellos,
Ribas, etc.
El dilema está en constatar si realmente la estructura territorial andalusí es
una foto ija o el territorio pudo trasmutar tras la incorporación de Madrid a
Castilla. Lo lógico sería conservar la estructura articulada en torno a la madīna,
manteniéndose esta como cabeza del territorio. Sin embargo, el proceso identiicado
como Repoblación supuso el difuminado, al menos en parte, de la organización
territorial andalusí y la implantación de una nueva. Cartas de población, fueros
y otros documentos son una fuente inestimable para intentar poner orden en
nuestro trabajo.
Por lo tanto, no estaría demás incluir los datos que tenemos, salvo Madrid,
escasos son los lugares a tener en cuenta. Pocas son la referencia y estas aparecen
demasiado dispersas, como Navalvillar (Colmenar Viejo), Pista de Motos (Villaverde),
la Virgen de la Torre (Vicálvaro-Vallecas) y La Gavia (Vallecas).
Ahora nos interesa centrarnos en los cauces luviales, pues a lo largo de los
cursos aparecen registrados la mayor parte de los asentamientos y de la actividad
económica desarrollada. Uno de los que más fascinación ha suscitado es el Jarama,
con varios trabajos de conjunto (Torres Balbas, 1960; Malalana, Sáez y Martínez,
1995; Martínez, Sáez y Malalana, 1997), entre otras cuestiones, porque habría servido,
en algún tramo, como la línea de demarcación entre distritos. Asimismo, el modelo
estructurado a lo largo del Jarama, aunque es excepcional y está directamente
vinculado a la defensa de la ciudad de Toledo, podría sernos muy útil para entender la
organización del espacio en otras cuencas. En el centro del valle se ubica Talamanca
un hábitat amurallado; cuyo emplazamiento, a orillas del Jarama y en el llano, ejerce
el control directo sobre un puente cuya primera construcción podría ser romana.
Además, en los cortados de los márgenes del rio, sobre mesetas aisladas, surgen
distintas fortalezas, como las de Uceda y Paracuellos, junto a un conjunto de atalayas
de las que se conserva las de El Vellón, Venturada, Arrebatacapas y El Berrueco.
Queda aún por aclarar que ocurre con Buitrago, aunque existen ciertas pruebas
que conirmarían que parte de su perímetro murado podría fecharse en el siglo XI.
Al margen de la red jerarquizada de fortiicaciones, con recintos amurallados,
fortalezas y atalayas, a lo largo del cauce surgen, distintos tipos de hábitats de
carácter rural y de dedicación agropecuaria. Incluso, tendríamos los primeros
fenómenos documentados de islamización temprana.
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En el entorno del Paracuellos, incluimos establecimientos de menor entidad.
Como pequeñas granjas, la primera de ellas La Huelga, emplazada en una zona llana
de la vega del Jarama y distanciada a menos de un kilómetro del cauce. El yacimiento
incluía restos de habitación, identiicados como la zona residencial, algunos silos
y una necrópolis, que podría tener un carácter familiar. La datación, aproximada,
nos llevaría a una ocupación de inales del siglo VIII y los dos primeros tercios del
IX (Vigil-Escalera 2004 y 2007: 261). El Soto, separada kilómetro y medio de La
Huelga, en donde también encontramos una fase de ocupación con una cronología
similar. En ambos casos se constata una ocupación continuada desde los siglos IV-V
(Vigil-Escalera 2007: 263).
En el mismo Jarama se encuentra el yacimiento de Vereda de Sedano, en San
Fernando de Henares, lugar que formaría parte de un conjunto de explotaciones
agrícolas de la vega, enclavado en las cercanías de transitada vía y en una posición
dominante sobre el río (Bermejo y Muñoz 1994: 1995-1996). En este caso, por los
materiales cerámicos, tenemos un hábitat con una cronología, al menos, taifa. Ahora
añadimos un dato documental adicional. Gracias a un documento mozárabe de
1244, sabemos de la existencia de una alquería. El texto, que recoge la transacción
por una yugada de tierra, indica que esta se vende en «la alquería de los Viveros, de
la ciudad de Madrid» (González Palencia 1926-1930: II, doc. 564).
A partir de San Fernando de Henares el sistema se simpliica, aunque todavía nos
encontramos con varias fortalezas, como Cervera, que controla la desembocadura
del Henares en el Jarama, casi enfrentada a la de Ribas (Pavón 1980), aquí podría
situarse uno de los hitos de Maŷrīṭ, entre otras justiicaciones por situarse en uno
de los límites de los Faḥṣ (Fernández Montes 2004: 193). Y, más al sur, siguiendo una
disposición muy similar a la de Cervera, probablemente otra en Titulcia, dominando
la conluencia de los ríos Tajuña y Jarama.
En la margen izquierda de este río se ubica la fortaleza de Ribas. Sí aceptamos la
literalidad de un documento de 1155, parece que este castillo debería incluirse dentro
de los límites de Maŷrīṭ: «illo castello quod est in termino de Maiarid et vocatur
Ribas» (García Luján 1982: doc. 20). Siguiendo el curso del río hacia el sur, y en la
misma margen izquierda, dos lugares, incluidos en el fuero madrileño, aportan
nuevas referencias. Con su interpretación se hace aún más creíble esta hipótesis. J.
Oliver interpretaría en su momento que los topónimos Salmedina y Vaciamadrid,
como Faḥṣ al-Madīna –dehesa concejil de la ciudad- y Faḥṣ al-Maŷriṭ –dehesa concejil
de Madrid (Oliver Asin 1948), un único espacio con dos aprovechamientos distintos,
agrícola y ganadero (Fernández Montes 2004: 191).
Entre el Jarama y el Manzanares, tenemos el yacimiento de Ermita de la Virgen
de la Torre, Torrepedrosa (Vicálvaro-Vallecas), que podríamos interpretarlo como
una alquería, cuyo hábitat primitivo, en su fase emiral, mantiene la estructura de
cabañas junto a una serie de silos, mientras que para los siglos X-XI se documentan
distintos elementos de explotación de áridos y hornos metalúrgicos, junto a una
cueva excavada (Uscatesco 2011-2012: 205-206).
Ya en el Manzanares, al margen de Mayrit, aguas abajo, parece estructurarse una
ocupación algo más compleja, que incluye un asentamiento menor, Pista de Motos,
y la alquería de La Gavia.
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Pista de Motos, con una ocupación muy dilatada que abarca desde la Edad de
Hierro hasta Alta Edad Media, está localizada en el distrito de Villaverde. Se sitúa
en la margen derecha del rio, sobre la Terraza Compleja de Butarque, es decir en la
conluencia del Manzanares y el Arroyo de Butarque (Domínguez y Vírseda 2009:
331). En el cuadrante meridional del área excavada fueron localizados varios silos,
que por su material, pertenecerían a una fase de ocupación durante la segunda
mitad del siglo V. Además, a poca distancia, se localizaron dos enteramientos de
rito coránico, que formarían parte de una granja (Vigil-Escalera 2007: 260-261).
Justo en frente, en el otro margen, tenemos La Gavia, un importante yacimiento
con una ocupación casi permanente desde la II Edad del Hierro. Para la fase andalusí
(siglos X-XI), han sido documentadas tres zonas diferenciadas: extracción de áridos,
espacio de enterramientos y «silos» basureros. La población, protegida por la
fortiicación del cerro, viviría en las viviendas escavadas en cuevas de la base del
cerro (Malalana y Morín, 2014), siguiendo un patrón similar al documentado en
los Casares (Ribas de Saelices, Guadalajara) (García-Soto, Ferrero y Guillén 2004).
3. LA ECONOMÍA LOCAL
La economía desarrollada en la medina y su entorno, aunque centrándonos
más en el periodo taifa, conirma una sociedad de carácter agropecuario, pero con
otras actividades, probablemente complementarias, como las manufactureras.
Los análisis carpológicos, antracológicos y palinológicos, aunque escasos, son
reveladores, conirmarían el binomio agrícola secano-regadío. Para los primeros,
las especies identiicadas son la cebada, está sería la principal, el trigo y, en menor
medida, el centeno y la escanda. Un dato interesante lo encontramos en una de
las fatwūas del cordobés Ibn ʿAttāb (m. 462 H/ 1069). Se trata de un agricultor que
reclamaba a su «amo», a quien habría conocido en Córdoba, cierta deuda sobre el
trigo: «Je ne te donnerai pas de blé, car son prix est deux fois plus cher à Cordoue
qu’à Madrid, mais je consens à te verser l’équivalence du prix qu’il avait à Madrid».
Ambos discutían sobre el precio estipulado en el lugar de origen y sí este debería
de respetarse (Guichard y Lagardére 1990: 218).
Para el regadío, al menos en la Plaza de Oriente, se constatan los cultivos de
huerta, «ubicados casi con seguridad en el área excavada», con especies como el
melón, las coles, el ajo, las leguminosas (haba) y árboles frutales. Dentro de esto
últimos, los estudios han identiicado el manzano, el cerezo y la higuera. Igualmente,
tenemos datos para cerrar la triada mediterránea, con la vid y el olivo (Andreu y
Retuerce 1995: 119. Ísmodes et al. 2013: 297).
Tampoco han sido habituales los estudios de fauna, aquellos que los realizados
aportan datos interesantes, extrapolables a otras zonas de la Marca Media. Los retos,
recuperados de los rellenos de los silos, determinan que la mayor parte, alrededor
de la cuarta parte de las muestras, pertenecen a ovicápridos, tanto ovejas, como
cabras. Destacan igualmente, una proporción llamativa de restos de conejo, o la
presencia del cerdo (Chaves et al. 1989: 221. Ísmodes et al. 2013: 299-300). Otras
intervenciones, como en la alquería de La Gavia, complementan algunos datos
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aportados de la excavación de la calle Nuncio, en donde la vaca tiene una posición
destacada.
Salvo los individuos adultos y los jóvenes machos ovicápridos, la ganadería
no tiene como destino el consumo cárnico. El interés se centra en los productos
derivados, como la lana y las pieles, junto los lácteos. En cualquier caso, asistiríamos
a la elaboración de una serie de productos, entre los que encontrarían la vestimenta
y el calzado, o los quesos, cuyos excedentes se destinarían al mercado local. Algunos
de estos productos pueden llegar a implicar, no solo ciertas habilidades artesanales,
sino también la utilización de algún tipo de instalaciones. En el territorio de Uclés,
dentro del espacio organizado a lo largo del río Cigüela, uno de los establecimientos
excavados, Corrales de Mocheta (Carrascosa, Cuenca), contaba con una tenería
(Valero, Gallego y Gómez 2010).
Finalmente, y aunque la referencia sea ciertamente tardía, el geógrafo magrebí
al-Ḥimyarī (ca. siglo XV), destacaría la calidad en la manufactura de las marmitas,
muy apropiadas para la cocción, alargándose su uso hasta veinte años; y aquellos
alimentos que en ellos se cocinasen mantendrían el calor durante más tiempo (alḤimyarī 1938: 216; 1963: 359-360).
CONCLUSIONES
El Madrid andalusí surge, en el siglo IX, por el impulso del emir Muhamma I,
quien, en un intento por organizar y dinamizar la Marca Media, crearía una serie
de fronteras interiores para poder gobernar la ciudad de Toledo, poco proclive
al régimen emiral cordobés. Nuestro enclave nace como emplazamiento militar,
aunque el recinto ediicado sobrepasaría el caliicativo de castillo o fortaleza, y
su arquitectura es una clara proyección del modelo implantado y difundido a
partir de la alcazaba de Mérida. Como todo enclave, tiene su propia evolución,
que alcanzaría su máxima expresión durante el periodo taifa. Primero, el recinto
emiral se ampliaría por su lado septentrional con un espacio diáfano, cercado con
muros de tapial, destinado como lugar de acantonamiento temporal de tropas y
para guarecer a la población extramuros y a los rebaños. Posteriormente, y como
consecuencia de la situación política, una fuerte presión militar desde los reinos
cristianos sobre la Taifa de Toledo, Mayrit completaría sus defensas, al menos, con
una atalaya ediicadas para proteger y vigilar el Arroyo del Arenal.
Desde el punto de vista poblacional, alrededor del primer recinto, surge, se
desarrolla y desparrama un particular hábitat. La estructura urbana, por identiicarla
de alguna manera, no puede compararse con la de Toledo, pues, utilizando los
cerros como espacios aglutinadores, la población se articula y vive en una sucesión
de granjas, con ordenación «urbana» y un viario aún por deinir. Las viviendas se
construyen con materiales efímeros, con poca o ninguna cimentación, algunas
incluso se sustentan con postes y otras son excavadas en el subsuelo (igs. 10 y 12).
Estas humildes ediicaciones, sin embargo, contrastan, con los objetos exhumados
de los silos, bienes inmuebles que demuestran, al menos durante el periodo taifa,
un importante poder adquisitivo. Una consecuencia de lo expuesto en los párrafos
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anteriores se centra en la categoría de Maŷrīt, ḥiṣn o madīna. Lógicamente, creemos,
así se recoge en el Muqtabis V, como consecuencia de la organización militar y
administrativa impulsada por ʿAbd al-Raḥmān III para la Marca Media, nuevamente
por la inconstante lealtad de la ciudad de Toledo, Madrid aparece como una de las
medinas fronterizas. Hoy en día, conocemos un poco más el distrito directamente
administrado, con, al menos, dos alquerías, la de La Gavia y la Ermita de la Virgen
de la Torre.
En cualquier caso, los pobladores andalusíes, al margen de manufacturas de
prestigio, se dedicaban a compatibilizar actividades de carácter agropecuario,
combinando el binomio secano y regadío. Un buen número de tierras dedicadas a
la irrigación, con cultivos de huerta y frutales, se encontraban localizadas dentro
del propio solar teóricamente ocupado por la medina. Asimismo, como actividad
complementaría tenemos la ganadería, no solo con rebaños de obicápridos,
mayoritarios, sino también con la cría del cerdo.
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SERIE I PREHISTORIA Y ARQUEOLOGÍA
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La Prehistoria a través del videojuego: representaciones,
tipologías y causas · The Prehistory through the Videogames:
Representations, Tipologies and Causes
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El arte de morir: Una aproximación a las concepciones del deceso
humano en el Paleolítico Superior europeo · The Art of Death:
Exploring the Conception of Human Demise in the European Upper
Palaeolithic
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CARlOS ARTEAgA & CORINA LIESAu & ROSARIO GARCíA &
ESTEFANíA PéREz & RObERTO MENDuIñA & JORgE VEgA &
CONCEPCIóN blASCO
The Ditched Enclosure of Camino de las yeseras (Madrid): A
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MANuEl AlEjANDRO CASTIllO POVEDA
Arqueografía del sitio arqueológico Vista al Cerro (A-516 VC)
(La Fortuna de San Carlos centro-Norte de Costa Rica), esbozos de un
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LluíS PéREz GARCIA
113 VíCTOR
Las interpretaciones arqueológicas y la aparición de fortiicaciones
en el período protohistórico de Corea (300 a.C. – 300 d.C.) · The
Archaeological Interpretations and the Emergence of Fortiications
in the Protohistoric Period of Korea (300 bC – 300 AD)
ÁNgElES GuTIéRREz bEhEMERID
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escultórico-arquitectónica de carácter funerario
en el Conventus Cluniensis · Funerary Type Sculptural-Architectural
Decoration in the Conventus Cluniensis
MADuRgA AzORES
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La caricaturización del simposio en una pintura nilótica: La Casa del
Médico de Pompeya (VIII 5, 24) · The Caricature of the Symposium in a Nilotic
Painting: The Casa del Medico of Pompeii (VIII 5, 24)
ANTONIO MAlAlANA UREñA
219 Maŷrīt
durante los siglos IX-XI. Arquitectura militar, población
y territorio · Maŷrīt during the IX-XI Centuries. Military Architecture,
Population and Land
JOSé PéREz SAlguERO
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Los candiles cerámicos como indicadores de la minería
medieval andalusí en Sierra de Lújar (Granada) · Ceramic Candles as
Indicators of Andalusí Medieval Mining in Sierra de Lújar (Granada)