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REVISTA DEL MUSEO DE LA PLATA 2017, Volumen 2, Número 2: 59-76 Material arqueológico en la Colección “Hald” de Dinamarca Svend Aage Buus 1 1 Arqueólogo egresado de la Universidad de Copenhague, Njalsgade 80, 2300 Copenhague S, Dinamarca svbuus@yahoo.dk REVISTA DEL MUSEO DE LA PLATA / 2017, Volumen 2, Número 2: 59-76 / ISSN 2545-6377 ISSN 2545-6377 UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA - FACULTAD DE CIENCIAS NATURALES Y MUSEO Revista del Museo de La Plata 2017 Volumen 2, Número 2: 59-76 Material arqueológico en la Colección “Hald” de Dinamarca Svend Aage Buus1 1 Arqueólogo egresado de la Universidad de Copenhague, Njalsgade 80, 2300 Copenhague S, Dinamarca; svbuus@yahoo.dk. RESUMEN. En el 2010 se desarrolló una investigación sobre materiales arqueológicos procedentes de la Argentina, ubicados hoy en los depósitos del Museo Nacional de Copenhague, Dinamarca. De las aproximadamente 6.700 piezas arqueológicas que se encuentran en dicha institución, 508 fueron enviadas por Charles Hald al Museo Nacional danés durante la década del 1930. La procedencia de estos materiales es muy vaga y el propio museo tampoco pudo reconocer en sus inventarios los lugares descriptos. Bajo la consulta de los mismos, presentada ahora como la “Colección Hald”, se localizó una extensa correspondencia entre el museo y el coleccionista Hald. El análisis de estas cartas dio a conocer los lugares de procedencia del material en las actuales provincias de Buenos Aires, La Pampa, y Río Negro. A su vez, éstas muestran el contexto en el cual algunos artefactos fueron encontrados, lo que facilita un estudio mayor de este material, que por la mayoría son artefactos líticos identificados como bolas de boleadoras, morteros y puntas de proyectil. Gracias a este análisis, los materiales de la Colección Hald han podido recobrar su contexto geográfico, lo que facilita su puesta en valor y una investigación más profunda. Palabras clave: Colección de museo, Museo Nacional de Dinamarca, Región Pampeana, Correspondencia de cartas, Artefactos líticos. ABSTRACT. Climatic changes in the Eastern Pampean Region during the last 1000 years. A synthesis with emphasis on the zoogeographic information. A synthesis of the zoogeographic information provided especially by the mammals in relation to the climatic change during the last 1000 years in the eastern pampean region, is provided. During the Medieval Thermal Maximum (MTM) in the Pampas, the mammals record indicates higher temperatures than today; these conditions led to the southward displacement of chacoan micromammals. The Little Ice Age (LIA) is known in Argentina almost exclusively through faunal observations in the eastern Pampas. The faunal records point to semiarid to arid conditions with temperatures lower than today. They are more frequent and significant from the late eighteenth until the second half of the nineteenth centuries. In recent years the extension of the southern distribution of numerous plant and animal species has been observed in the Pampean region; this change is attributed to the increase in temperature. Key words: Museum Collection, National Museum of Denmark, Pampas Region, Letter’s correspondence, Lithic artefacts. 60 Rev. del Museo de La Plata, 2017, Vol. 2, Núm. 2: 59-76 Introducción En el Museo Nacional de Dinamarca, situado en Copenhague, se logró investigar un vasto material arqueológico proveniente de Argentina. De acuerdo a la información relevada en la investigación de los materiales arqueológicos efectuada en el año 2010, se llegaron a identificar aproximadamente 6.700 piezas de diferentes regiones argentinas, existiendo además materiales etnográficos y paleontológicos que suman un total de cerca de 6.900 piezas argentinas, en la que varias aún faltan ser investigadas. Esta colección arqueológica está formada por su mayoría de piezas líticas y algunas óseas, procedentes de la región pampeana y patagónica. Además de piezas cerámicas, en su mayoría procedentes de la región de Cuyo y la Puna argentina. Son varios los coleccionistas que desde finales del 1800 donaron objetos históricos al museo danés. En su mayoría aparecen donados por un coleccionista llamado Niels Fock; un antropólogo e investigador que trabajó para el Museo Nacional danés en la década del 1960 y cuyas investigaciones fueron enfocadas en el norte argentino. El material proveniente de Argentina nunca estuvo en exhibición, ni tampoco fue analizado profesionalmente. La causa de esto es que en Dinamarca en la actualidad, no existe una línea de estudios arqueológicos enfocados en Latinoamérica. El instituto más cercano para estudiar estas piezas sería el de “Lenguas y Culturas Indígenas”, perteneciente al departamento TORS1 de la Universidad de Copenhague. Pero dicho departamento trabaja con los estudios de la lengua indígena en las sociedades mayas y aztecas, tomando a la arqueología solo como sustento de las investigaciones lingüísticas de estas sociedades prehispánicas y actuales. Por lo tanto no existe actualmente una institución científica en Dinamarca que pueda analizar el nombrado material argentino. El acercamiento al material arqueológico comenzó cuando se obtuvo el permiso de investigarlo por seis meses en mayo del 2010. Esta investigación parte de las descripciones en los registros de inventarios del Museo Nacional de Copenhague, además de los documentos referentes conservados en dicho museo, que tratan sobre el ingreso de estas piezas al mismo. Estos documentos son identificados como los Journal Numre ó números de inventario. Revisando el registro del museo apareció otro coleccionista llamado Charles Hald (Figura 1), quien también ingresó una cantidad importante de materiales arqueológicos, pero en la década de 1930. De esta colección se reconocen 508 piezas arqueológicas, provenientes de la región pampeana y patagónica. Esta persona junto con Niels Fock, son los mayores contribuyentes de la colección argentina hoy del museo danés. Seguidamente nos concentraremos en el material donado por Charles Hald (en adelante C.H.). Por lo tanto, es de interés personal y del Museo Nacional danés dar a conocer este material ingresado a dicho museo desde Argentina, y así poder aportar a investigaciones arqueológicas actuales y futuras. Figura 1. El coleccionista y maestro Charles Hald en su sulky (Foto: Museo Nacional de Copenhague). 1 Department of Cross-Cultural and Regional Studies, Copenhagen University, Denmark Svend Aage Buus 61 Al consultar los números de inventario, los Journal Numre, se halló una correspondencia de cartas entre el coleccionista C.H. y el inspector del museo de aquel entonces, Thomas Thomsen. La mayor parte de estas cartas son enviadas por C.H. desde Argentina y muy pocas cartas fueron halladas con firma del inspector del museo. Tenemos la suerte de que dicha correspondencia se ha conservado y hemos podido encontrar información del hallazgo del material en Argentina, incluyendo mapas, croquis y una foto del coleccionista (Figura 1), que pertenece a la sección etnográfica del Departamento de Culturas del Mundo y Tiempos Modernos del Museo Nacional danés2. Esto nos provee de una cantidad de información sobre la procedencia geográfica del material arqueológico presente en este trabajo. La mencionada sección está relacionada con las investigaciones sobre Latinoamérica, que actualmente dirigen la curadora e investigadora Mille Gabriel y la investigadora Inge Schjellerup, ambas trabajando para el Museo Nacional danés. Para obtener mayor conocimiento de los trabajos arqueológicos en las zonas descriptas por estos coleccionistas, nos contactamos con investigadores del Museo de La Plata, quienes nos asesoraron con varias fuentes de trabajos, que aportaron datos significativos para esta investigación. Por su parte, los materiales de la Colección Hald describen un período de la historia argentina donde gran parte de la región pampeana y patagónica había sido habitada por los pueblos originarios y donde los colonos recién llegados de Europa empezaban a establecer sus chacras (Bjerg et al.1999). Cuando C.H. llegó a la zona en los años 1920, los indígenas ya estaban integrados a la sociedad argentina. Además, la agricultura se había expandido hasta la Patagonia, achicando las posibilidades de caza para los nativos y estos migrando más hacia el sur (Raffino & Bárcena 1999: 274), por lo cual C.H. nunca obtuvo contacto directo con estas sociedades del pasado. Este trabajo presenta un análisis sobre el material arqueológico, identificado a través de la correspondencia enviada por C.H. a Dinamarca. Primeramente, se hará una breve introducción a las correspondencias, además de un breve análisis de su perfil como coleccionista para obtener mayores referencias del material y verificar de esta manera su contexto geográfico. Luego se analizará el propio material identificándolo con las características de la región pampeana argentina. Se debe tener en cuenta que gran parte de estos materiales provienen de recolecciones superficiales selectivas, sin ser apropiadas científicamente por el coleccionista aquí nombrado, por lo que varios datos asociados a un contexto arqueológico son imprecisos. Además que varias de las piezas depositadas en el museo danés, están aún sin rotular. Aún así, este material forma parte del patrimonio cultural, tanto por Argentina como por Dinamarca, y no deben de ser excluidos, a priori de proyectos de investigaciones. Todas estas piezas arqueológicas de la colección Hald, brindan un gran potencial de información sobre la distribución geográfica en las regiones nombradas, además de la presencia de objetos arqueológicos poco frecuentes en la actualidad. Si bien no se logra identificar las piezas en un contexto determinado, cabe entender que esta colección proporciona una fuente de evidencia útil para futuras investigaciones en la reconstrucción del pasado prehispánico argentino (Bonomo et al. 2009: 70). Las correspondencias La correspondencia entre C.H. y el inspector del Museo Nacional danés, comprende 72 cartas enviadas desde marzo de 1930 hasta marzo de 1941. Estas cartas fueron encontradas en los inventarios del Museo Nacional de Copenhague y figuran bajo la siguiente identificación, según el año de inventariado: Jr.Nr.75/30; Jr.Nr.141/32; Jr.Nr.18/35; Jr.Nr.7/36-37; Jr.Nr.5/38. En estos inventarios aparecen los artefactos registrados por el museo, con números que comienzan con la letra “O”, por 2 Institute of Modern History and World Culture, Copenhagen University. 62 Rev. del Museo de La Plata, 2017, Vol. 2, Núm. 2: 59-76 Oldtidsgenstand (objeto antiguo). Para esta investigación, se siguió con la numeración de cada objeto hecha por el museo, para mejor referencia en el análisis. Los objetos no inventariados se nombrarán como SIN – sin inventariar -. Junto a estas cartas, C.H. envió un mapa de la provincia de Buenos Aires y uno de la provincia de Río Negro, en los que marcó una cruz en los lugares de Maquinchao, Bahía San Blas, Tte. Origone, Tres Picos, y Copetonas (Figura 2). Se interpreta que éstos fueron los lugares más importantes de su colección, tal como se verificará más adelante en el texto. Aparte de esto, también envió varias pinturas que él mismo había elaborado sobre la región, donándolas al museo y amigos. Las correspondencias relatan el afán de C.H. por los artefactos arqueológicos de las pampas, de tal manera que procuraba contactarse con gente del “interior”; esto quiere decir en las provincias de La Pampa y Río Negro; y de ese modo poder enviar más material prehispánico hacia el museo danés. Además de contener una gran descripción de los lugares de hallazgos, las cartas contienen el desarrollo de una amistad literaria entre Hald y Thomsen, que demuestran una historia de sentimientos y anécdotas de su viaje por la Argentina. Estas cartas delatan la formalidad y respeto mutuo entre los dos caballeros al principio del contacto y la cercanía de ambas personalidades en las últimas cartas enviadas entre ellos. Esta intimidad facilita datos personales y específicos de la vida del coleccionista Hald, además de datos sobre su relación con los compatriotas radicados en la pampa argentina para esa época. Esta relación social llevaría a otro tipo de análisis sobre la identidad de los daneses que vivieron en la Argentina entre los años 1930 y 1940. Thomas Marius Thomsen (en adelante T.T.) fue un personaje ilustre en la historia del Museo Nacional danés. Fue arqueólogo y etnógrafo y se destacó por su labor como inspector de la colección etnográfica de la institución desde 1921. Ingresó a trabajar para el Museo Nacional como asistente en 1894, destacándose en los estudios arqueológicos donde efectuó sus primeras excavaciones en su país hacia 1905-07. Finalmente, gracias a su minuciosa excavación en 1921, fue hallada “La niña de Egtved”, una de las actuales exhibiciones más conocidas de dicho museo nacional danés (Thomsen 1929). Se interesó también por las colecciones de la monarquía danesa provenientes de Brasil, que hoy forman la colección de pinturas del holandés Albert Eckhout, únicas en el museo danés (Thomsen 1938; Whitehead et al.1989). Estas últimas forman parte de la sala actual de exposición Latinoamericana en el nombrado museo. T.T. falleció en 1941, año que finaliza la correspondencia nombrada. Era una relación muy especial que tenía con el coleccionista C.H., siendo éste tan solo un maestro rural. Posiblemente T.T. le dio importancia a Hald por el interés del material recibido desde Argentina, siendo la primera colección grande que obtuvo el museo danés desde Argentina, presumiblemente con la esperanza de armar una sala única con objetos de este país, que aun no se ha concretado. C.H. tenía 63 años cuando comenzó a intercambiar correspondencia con el inspector del museo T.T. en el año 1930. No se sabe si con el correr de los años C.H. perdió ese afán de coleccionar y enviar material a Dinamarca, ya que a finales de la década de 1930 fueron entregados menos materiales al museo que al principio. O simplemente no haya tenido la economía suficiente para enviarlo, como vagamente comenta en sus cartas. Sin embargo, continuó escribiéndole a T.T. un par de años más hasta su fallecimiento en 19413, mismo año que T.T. Por lo que se entiende de la correspondencia, las piezas arqueológicas eran enviadas en cajones por tren, como paquetes privados. Aunque en algunos casos parece ser que el consulado danés de ese entonces previó un subsidio para concretar los pagos del envío por barco. Hald nombra que tuvo contacto con el cónsul de la época, Christian Carbel, quien cumplió esas funciones en Buenos Aires desde 1918 hasta 1935, quien además participó mucho en fomentar la inmigración danesa en 3 El pastor Jensen nombra en su bibliorafia (Jensen 2012:64) haber sepultado a su maestro de infancia Charles Hald en Necochea por 1941. Svend Aage Buus 63 Argentina (Bækhøj 1948: 169). Esta persona fue un contacto importante para C.H., ya que las correspondencias muestran que fue ayudado a través del consulado, para conseguir enviar por barco el material elegido. A fin de reconstruir la procedencia de los materiales, se ha indagado sobre los nombres de personas con quien C.H. se reunió en sus recorridos mencionados en las correspondencias. A base de estos nombres, que por la mayoría eran nativos daneses radicados como chacareros o estancieros en la zona, ha sido posible ubicar sus lugares de vivienda y de ese modo proceder al conocimiento del material. Se trata de 50 personas, de los cuales dos no pertenecen a la zona de la colectividad danesa, ubicada al sur de la provincia de Buenos Aires. Estos son Aage Toft, radicado en Hucal, provincia de La Pampa, quien también tuvo un lazo con el Museo Nacional de Dinamarca según C.H.; y Thomas Jensen radicado en el pueblo de Maquinchao, provincia de Río Negro. Las correspondencias demuestran que C.H. a comienzos de su estadía en Argentina, posiblemente en 1918, se movilizó fuera de la colectividad para poder integrarse más en “el interior”, también llamada por él “la zona indígena”. Posiblemente esta visita haya provocado el interés del coleccionista en las piezas prehispánicas. Finalmente terminó por radicarse al sur de la provincia de Buenos Aires. Su idea, según las correspondencias, era convocar a estos daneses tan alejados, pero a su vez tan allegados a las poblaciones indígenas, a enviar materiales arqueológicos a Dinamarca y entregarlas al inspector del museo danés. Figura 2. Mapa de la década de 1930 sobre la provincia de Buenos Aires, donde C.H. marcó cruces (ver ciruculos a color) en los lugares que había hallado sus colecciones (Museo Nacional de Copenhague). 64 Rev. del Museo de La Plata, 2017, Vol. 2, Núm. 2: 59-76 El perfil del coleccionista Hald En la correspondencia citada, C.H. destaca un área que hoy se caracteriza por ser el núcleo de la colectividad danesa en el país: una gran zona agrícola al sur de Buenos Aires, donde se ubican las actuales ciudades de Tandil, Tres Arroyos, y Necochea (Figura 2). Estas tres ciudades forman entre sí un triángulo geográfico en medio de la pampa bonaerense conocido por dicha colectividad como el “triángulo danés” (Bækhøj 1948: 100). El señor Hald era un maestro danés que emigró a la Argentina en una época donde la colectividad danesa tuvo su mayor plenitud (1910-1930). Él se trasladaba en su sulky, tal cual se lo observa en la figura 1, recorriendo pueblos de las antiguas estaciones de ferrocarril y estancias establecidas por daneses de la región. En estos recorridos fue encontrando material arqueológico que luego menciona en las correspondencias. El análisis de esta correspondencia identifica a Hald como un danés de edad ya mayor, que por el año 1914 emigra a la Argentina con la idea de viajar y conocer nuevos mundos. Esto lo logró a base de dos labores: la de ser maestro rural danés en la colectividad danesa ya radicada en la zona; y la de pintar retratos geográficos de la pampa para luego venderlos. Algunos de estos cuadros aún se conservan en los depósitos del Museo Nacional danés, aunque todavía no han sido identificados. Siendo que no tenía ninguna carrera académica, los daneses de la zona aceptaban su posición como maestro de escuela rural para sus niños, yendo de chacra en chacra visitando campesinos daneses, a cambio de casa y comida. C.H. se identifica con una frase de aquella época: “tener una educación literaria y un interés profesional”4. Esto demuestra el interés que luego aplica a sus hallazgos arqueológicos. No se quedaba más que un par de meses en cada chacra. De esa manera viajaba por varios lugares del país y conocía grandes áreas de la pampa. Especialmente dentro de la provincia de Buenos Aires. Esto le permitía conocer gente y de esa forma preguntar sobre “lugares antiguos”, además de obtener más información sobre estos materiales. Un nombre común en sus correspondencias es el de Christian Bjerre, quien vivió en Copetonas, lugar donde se ubicaba su estancia, situada cerca de un posible sitio indígena. De ahí él describe, a través de un croquis, el lugar del establecimiento y los nombres de los pueblos visitados (Figura 3). En este croquis C.H. describe los caminos antiguos, situados por el Río Quequén Salado, entre los pueblos de Oriente y Copetonas, más la chacra de Christian Bjerre, con los resultados que se presentarán más adelante. Otra persona importante nombrada en las correspondencias es el Doctor Gunner Kjær. A esta persona también le interesó lo histórico, por lo cual ayudó, según lo relatado por C.H., al conocimiento sobre el material prehispánico recolectado. En su primera carta, escrita el 16 de marzo de 1930, C.H. describe un pequeño pueblo llamado San Mayol, cerca de la actual ciudad de Tres Arroyos. En esta correspondencia él relata que su primer viaje fue a una lejana región cerca de Bahía San Blas, ubicada al sur de la provincia de Buenos Aires. Allí vivió con una familia danesa, los Blomquist, donde recorrió los médanos cercanos a dicho pueblo, coleccionando materiales arqueológicos. Más tarde se radicó un par de años en Tres Picos, zona serrana de La Ventania, para luego asentarse en el nombrado pueblo de San Mayol. Desde esta estación ferroviaria, envió las primeras cajas de materiales arqueológicos que había coleccionado hasta entonces. Desde allí se movió a los lugares donde más tarde se formaron los centros culturales actuales de la inmigración danesa. Lugares como Aparicio (1907), Necochea (1921), Orense (1925) y Tres Arroyos (1949), que hoy son representativos para esta colectividad, figuran en el registro del museo. Es posible que C.H. quisiese una relación más activa entre los daneses de la zona y el Museo Nacional danés, para recobrar el pasado prehispánico de donde ellos habitaban, pero no se conocen otros daneses interesados en enviar materiales arqueológicos a Dinamarca. En cambio, hubo otros 4 Carta del 17 diciembre 1930 Svend Aage Buus 65 materiales arqueológicos procedentes de Mendoza (por Ove Back en Carmesa), Patagonia (por Ludvico van Platen en Chubut y Pedro Dade en Puerto Deseado, entre otros), y el Litoral (por Ulf Mønsted en Eldorado) que sí fueron entregados al museo por descendientes daneses radicados en dichas regiones, en cantidades menores. Pero de la provincia de Buenos Aires, Hald es el único donante al museo danés. Figura 3. Croquis sobre los hallazgos de un establecimiento prehispánico al borde del Río Quequén Salado, entre los pueblos de Orense y Copetonas, además de marcar la estancia del danés Christian Bjerre hacia la derecha (Museo Nacional de Copenhague). Las descripciones de C.H. no son exactas, dado que él no tenía un conocimiento arqueológico para evaluar las piezas. Es posible que T.T. le hubiese dado algún consejo de qué información tomar del material, una vez coleccionado. Pero al no tener las cartas enviadas por el inspector al coleccionista, no es posible verificar esto. Hald obtuvo su conocimiento sobre estos artefactos, basándose en libros de la época, sin tomar en cuenta el contexto arqueológico. Es así que C.H. intenta dar una descripción del material encontrado en la Pampa, basándose en el artículo de Félix Outes (Outes 1905). El coleccionista relaciona su descripción con dicho artículo, tomando las figuras nr.4-6, 54, 87, 88, 89, 92, 96, 108, del artículo, como referentes para clasificar el material en sus envíos. Quien haya introducido la descripción al registro del museo, probablemente tomó en cuentas las cartas de C.H. y copió la información por él descripta, sin verificar su veracidad. De este modo, la información provista por los inventarios del museo, son solamente evaluadas según el conocimiento de Hald, perdiéndose el rastro del contexto original del material. Es probable que el interés de C.H. le llevara a conseguir el libro de los Anales del Museo Nacional, para hacer una descripción más útil y que fuera valorada por el museo danés, pero los lugares y tipos de materiales presentados en el artículo de Outes, no coinciden con los 66 Rev. del Museo de La Plata, 2017, Vol. 2, Núm. 2: 59-76 hallados por C.H. También causa extrañez que Hald nombre en sus cartas conocer la existencia de profesionales de la Universidad de La Plata trabajando en la zona de Claromecó, sin nombrarlos o citar sus trabajos. El análisis de la correspondencia refleja el vago conocimiento que Hald tenía sobre trabajos arqueológicos, aunque su amplio interés en el tema lo llevó a buscar artículos como el de Outes. A continuación, se presenta la Colección Hald en su contexto geográfico y se analiza tipológicamente. Análisis del material de Hald Las 508 piezas que C.H. entregó al Museo Nacional danés en su estadía por Argentina, provienen de la región pampeana. Los registros del museo muestran el siguiente panorama de sitios de los artefactos enviados por C.H. Estas piezas arqueológicas inventariadas por el museo danés, están registradas desde el número O.6407 hasta el O.8548, donde en varios casos aparecen los nombres de pueblos conocidos de la provincia de Buenos Aires. Para dicho análisis, destacamos la información del año de colección, el número de registro de piezas, la cantidad por año, y el número de inventariado, que se demuestra en el siguiente esquema: Año de colección Charles Hald 1930 Charles Hald 1932 Charles Hald 1934 Charles Hald 1935 Charles Hald 1936 Noetzell 1946 Charles Hald 1937 Charles Hald 1938 Sin inventariar Total Número de registro O.6407-6670 O.6883 O.7067-7122 O.7123-7205 O.7580-7601 O.7559 & 7560 O.7957-7960 O.8547-8548 Cantidad 268 1 52 84 24 2 10 2 67 510 artefactos Identificación del inventariado Journal 75/30 Journal 141/32 Journal 18/35 Journal 18/35 Journal 7/36 Journal 138/36 Journal 7/37 Journal 5/38 Se deben nombrar dos artefactos inventariados, que no pertenecen a la Colección Hald, pero que de igual manera se ubican junto a dicha colección. Se trata de dos bolas de boleadoras provenientes de San Mayol agregados a la colección en 1936, que fueron entregados por un coleccionista llamado Karl Noetzell. Aunque no haya mayores datos sobre esta persona, ni tampoco nombrada por C.H. en sus correspondencias, el registro indica el mismo sitio desde el cual C.H. enviaba los materiales, lo que hace pensar que fue una persona convocada por Hald para enviar material a Dinamarca, lo cual lo hizo en forma directa y no a través de C.H. Por esta causa, estas dos piezas se incluyen a la Colección Hald, sumando 510 objetos en total. Del total de los materiales registrados durante la investigación, se encontraron 67 piezas que siguen sin ser inventariados por el museo danés, pero que se incorporan a la cantidad investigada. Éstos posiblemente también hayan sido enviados por C.H., ya que en algunos casos tenían pegado una pequeña etiqueta reconociendo el nombre del lugar de encuentro (p.ej. Copetonas), con la misma letra de las etiquetas de materiales ya inventariadas (Figura 4). De estas 67 piezas, 9 figuran con una etiqueta nombrando el lugar de procedencia, lo que facilita su procedimiento en el análisis. Por otro lado, 71 piezas de la colección total figuran sin mostrar procedencia de sitio, estén o no inventariadas, lo cual se incluye en el análisis como “sin procedencia”. Bajo estas consideraciones, ha sido posible identificar las piezas investigadas por su procedencia, logrando formar una estadística sobre el material analizado (Tabla 1). Por otro lado, 32 artefactos que están inventariados por el museo, no han sido ubicados aún, por lo que figuran como “faltante” (missing). Esto se debe a que han sido puestos en otros depósitos por Svend Aage Buus 67 equivocación, posiblemente en el etnográfico, como ha sucedido con otros materiales ubicados erróneamente junto a los artefactos argentinos, aunque no lo fueran. Así mismo se guarda su descripción en los inventarios, por lo que se describen con el tipo de material y el lugar de encuentro. Entre estos se hallan cuatro cuentas de vidrio del sitio Maquinchao, en Rio Negro, que aun no han sido localizadas. Por último, cuatro bolas de boleadoras y una mano de mortero fueron canjeados por materiales desconocidos, entregadas al Museo de Rantenbracht Yolas Museum für Volk de Colonia, Alemania, en el año 1939, y al Museum of Natural History de Denver Colorado, EEUU, este último con fecha desconocida. Por las razones mencionadas, estas piezas no se incorporan a la cantidad investigada, ya que no figuran más como parte del museo danés. Figura 4. Bola de boleadora sin inventariar con la etiqueta indicando el lugar que se encontró, en este caso “Copetonas” (Fotografía del autor). El material y su contexto geográfico Las pampas argentinas integran una gran área geográfica, donde se encuentran varios ríos y arroyos, por lo cual leer que C.H. encontró un artefacto al lado de un arroyo, es insuficiente para determinar su precedencia actual. Sin embargo, el coleccionista hace referencia de sus hallazgos mencionando las viejas estaciones de ferrocarril. Siguiendo los nombres de estas estaciones los materiales pueden recobrar su procedencia geográfica (Figura 2 y Figura 3). En total los sitios identificados son 27: 25 dentro de la provincia de Buenos Aires y 2 en la provincia de Rio Negro (Tabla 1). La mayor parte parece provenir de Bahía San Blas, ubicado al sur de la provincia de Buenos Aires. Aquí se encontraron 277 piezas que hacen un 65% del total, la mayoría entregados en 1930. Fue el año en que C.H. más material envió: dos cajas con 268 artefactos. El próximo envío ocurrió en 1932 con una pieza sola, identificada como lanza, siendo una punta de proyectil grande, registrada con el número O.6883; proveniente de San Mayol. La tercera entrega ocurrió en 1934, con 52 piezas; y en 1935 llegó a Dinamarca la segunda encomienda más importante, con 84 objetos. Luego le siguieron las encomiendas del año 1936, con 24 piezas, además de las dos bolas de boleadoras de Noetzell; la del año 1937 con 10 piezas, y la última en el año 1938, con solo dos piezas. Al haber materiales que no cuentan con una procedencia clara, es difícil elaborar un gráfico que determine fijamente la cantidad de piezas hallada en cada sitio. Sin embargo, en varias descripciones de los inventarios figuran materiales procedentes de dos lugares: Bahía San Blas y Tte. Origone. Esto genera dudas sobre el verdadero lugar de origen. En el mapa de la figura 2, enviado en conjunto con la 68 Rev. del Museo de La Plata, 2017, Vol. 2, Núm. 2: 59-76 correspondencia, C.H. marcó una cruz tanto al sitio de Bahía San Blas como el de Tte. Origone. C.H. añade que Bahía San Blas es una zona de médanos y que por esa zona se ubican asentamientos y cementerios indígenas. En sus correspondencias también señala que por Tte. Origone él mismo encontró varios molinos, sin más detalle alguno. Sin embargo, en los inventarios se registran 9 piezas solamente provenientes de este sitio, referidas con el número O.6452, O.6453; O.6454; y O.6455 del inventario. Son cuatro piezas grandes que pesan 5,2 kg; 5 kg; 2 kg; 1,1 kg respectivamente (Figura 5). En este caso, el material cobró su procedencia geográfica gracias a la descripción brindada en las correspondencias en relación al inventario del museo, que se nombra haber encontrado estas piezas en específico en el mencionado lugar. Tabla 1: Registro de los materiales identificados durante la investigación, ilustrando su lugar de origen y cantidad. Nro. inventario 75/30 141/32 18/35a 18/35b 188/36 Noetzell 7/36 7/37 5/38 SIN TOTAL Sitios Falcon Tte.Origone Copetonas Tres Picos Gral. Roca Tandil San Mayol B. San Blas Aparicio El Perdido Maquinchao Claromecó Guisasola Divisorio Barrow Cristiano Muerto Ochandio Orense S. Fco. Belloq Dorrego San Cayetano El Zorro Sierra de la Ventana Bajo Hondo Lartigau La Negra Necochea TOTAL sin procedencia faltantes TOTAL 4 9 7 7 19 6 3 198 1 1 11 4 6 6 1 1 7 2 2 73 6 3 10 7 3 5 1 1 8 1 6 1 4 2 6 1 4 1 1 2 27 268 0 0 1 2 0 52 0 2 84 0 0 2 5 3 24 4 0 10 0 0 2 58 0 67 4 9 23 7 19 7 15 277 1 1 11 3 10 13 3 6 1 1 8 1 4 2 6 1 4 1 1 439 71 32 510 Una problemática se originó al verificar que en la práctica los inventarios nombran varios materiales procedentes de ambos sitios, Bahia San Blas y Tte.Origone, sin relatar una identificación clara en las correspondencias, aparte de los molinos ya mencionados. Sin embargo, C.H. menciona haber pasado mayor tiempo en Bahía San Blas que en Tte. Origone. A esta razón, se ha decidido establecer la cantidad concentrada en un solo lugar para aclarar el plantel de procedencia geográfica en Svend Aage Buus 69 general, ubicándolo en el análisis como provenientes solo de Bahía San Blas. Esto en razón de que C.H. obtendría más material dedicando más tiempo en el mismo lugar, que usando poco tiempo en Tte. Origone. Este dato coincide con la cantidad de hallazgos que provienen de Bahía San Blas hoy ubicado en las despensas del Museo de La Plata (Farro 2008; Outes 1907; Torres 1915, 1922; Vigniati 1931; Di Prado 2016). Igualmente, hay que tener en cuenta que objetos provenientes de Bahía San Blas pueden sin embargo provenir de Tte.Origone. Un análisis del material existente en el Museo de La Plata, junto con los del museo de Copenhague, darán mejores resultados de esta evaluación, pero dada su magnitud, no es posible incluirlo en el marco de este trabajo. Figura 5. Molinos encontrados por C.H. en Tte. Origone, tal como C.H. menciona en las correspondencias (Fotografías del autor). Sólo dos sitios de los 27 registrados, se destacan como procedentes de la provincia de Río Negro en la Patagonia. Estos son Maquinchao y Gral. Roca. El resto provienen de la provincia de Buenos Aires (Figura 2 y Tabla 1). De estos dos sitios se registraron 11 piezas para Maquinchao y 19 piezas para Gral. Roca, lo que hace un total de 30 piezas procedentes de Patagonia (8% del total). Por otra parte, la misma confusión se hace notar en los inventarios del museo, donde figuran “Rio Negro” y “Gral.Roca” como descripción de distintos objetos. Posiblemente se refiera solamente a la ciudad de Gral. Roca, tomando esta como lugar más específico que toda la provincia de Rio Negro. El material de Maquinchao hoy se representa sólo por las 7 puntas de proyectil (Figura 6) localizadas por C.H. en la estancia del mismo nombre, donde trabajaba como capataz un danés llamado Thomas Jensen. Estas puntas están inventariadas con los números que van del O.6662 al O.6668. Cuatro son de cuarzo, una de sílice, y dos de obsidiana. Miden entre 2 y 5 cm de largo. Ninguna coincide con las elegidas por C.H. del libro de Outes (Outes 1905). Por otro lado, faltarían ubicar las 4 cuentas previamente mencionadas, que pertenecen a este poblado. Figura 6. Puntas de proyectil encontradas por C.H. en la Estancia Maquinchao en el pueblo del mismo nombre, sin contexto exacto (Fotografías del autor). Vale la pena aclarar, que las correspondencias mencionan un material procedente del sitio Hucal, en la provincia de La Pampa, entregado por Aage Toft, ya referido. A Aage Toft sólo se lo conoce por la correspondencia de C.H. y no ha sido identificado en los inventarios del museo danés, y tampoco sus piezas en los depósitos del museo. Por ello se decidió no incluir material alguno de este lugar, por más que haya una posibilidad de que figuren dentro de la categoría “sin procedencia”. 70 Rev. del Museo de La Plata, 2017, Vol. 2, Núm. 2: 59-76 Tal como se mencionó anteriormente, la colección más grande que trajo C.H. proviene de Bahía San Blas. En este lugar se hallaron 179 puntas de proyectil, 3 bolas de boleadoras, 27 puntas de proyectil grandes; 45 raederas; 1 mano de molino, que por lo observado también funcionaba como yunque (O.7191)5. Además se destacan 13 tiestos cerámicos y dos restos óseos humanos de un mismo cráneo (Figura 10) con 23 piezas que aún faltan inventariar. Como particularidad, el registro total de la colección cuenta con 7 perforadores identificados, en donde solo uno fue encontrado en Necochea y el resto todos son de Bahía San Blas. Bahía San Blas fue el único sitio en que C.H. pudo extraer tiestos cerámicos. Se tratan de los números del O.6434-O.6440 y O.6669-O.6670; más los inventariados como O.7187-O.7190. Ocho tiestos obtienen figuras incisas en la superficie negra y solo uno tiene marcas naturales sin figuras, en una superficie colorada. Todo esto demuestra la importancia que tiene Bahía San Blas como sitio arqueológico, por la cantidad y variedad de materiales, según este análisis y lo descripto por Hald. El pueblo de Copetonas figura en este análisis como el segundo lugar con más artefactos, sumando 23 piezas (Tabla 1). Esta colección fue enviada dentro de las primeras encomiendas y conforman 17 bolas de boleadoras, 1 mano de mortero, 2 morteros y 3 yunques. En base al croquis previamente presentado (Fiura 3) pudieron ser identificados 4 objetos mencionados por C.H. en las primeras cartas de 1930, identificados como O.6445 (mortero); O.6446, O.6447 y O.6448 (yunques). Allí, según relata, existió un fuerte o establecimiento prehispánico del que C.H. observó - muros de adobe hasta un metro de altura, formando varias estructuras cuadradas -. En ese lugar - pasa el rio Quequen Salado dejando un acantilado de hasta 20 m de altura, varios kilómetros antes de que comiencen a verse los médanos - (Figura 3). Comenta además que una comisión del Museo de La Plata estuvo presente unos años antes de haber mandado esta carta datada en marzo de 1930. Este dato coincide con lo descripto por Matarrese en su tesis, donde nombra que Aparicio, Frenguelli e Imbelloni estuvieron realizando trabajos de campo desde la desembocadura del arroyo Claromecó hasta las proximidades de la ciudad de Bahía Blanca por el año 1924, por lo que incluye al lugar descripto por Hald (Matarrese 2014: 19). En la colección se encuentran dos piedras utilizadas para afilar instrumentos de puntas. Se tratan de dos piezas identificadas con el número O.6456 encontrada en el pueblo de Falcon y O.6457 encontrada en Tte. Origone (Figura 7). Junto a la primera se encontró una nota donde menciona haber sido encontrada en Falcon en 1918, por labores de arado. Estas piedras de materia prima basáltica son nombradas “afiladores” en este trabajo, ya que es una piedra bastante sutil y en ambas caras se encuentran ranuras por donde pasarían las puntas a ser afiladas. Ejemplos de esta clase de instrumentos se encuentra en la colección etnográfica del Museo de La Plata utilizados por los Selk’nam (Gusinde 1982). Existe una descripción en las correspondencias, aunque han sido confundidas por C.H. como piedras para encender fuego. Figura 7. Afiladores O.6456 y O.6457 (Fotografias del autor). 5 Esta pieza es una “mano de molino” que está partida en dos, inventariada como dos piezas, por lo que ha sido incorporada al museo ya fracturada; aunque por su cavidad lo transforma más en “yunque” (ver Matarrese 2014). Svend Aage Buus 71 Un objeto diferente en todo el material es la pieza O.7589 (Figura 8), identificada como “mano” en los inventarios. Es el único artefacto encontrado en el pueblo de Bajo Hondo, cerca de Bahía Blanca. Este artefacto tiene forma cónica y pesa 504 gramos, 11 cm de largo y 7,1 cm de ancho en la base. Su contextura es de piedra granito bien pulida con dos franjas de hendiduras como posible función de atar. C.H. hace referencia específicamente a esta pieza en una carta datada el 01 de febrero de 1936, en donde hace un dibujo del objeto explicando el lugar de hallazgo, en un valle cerca de Bajo Hondo, por la desembocadura del río Sauce Grande. Varios hallazgos se han hecho en la década del 1960’ ante investigaciones dadas por Antonio Austral, donde posiblemente este objeto se pueda comparar en la descripción dada por este autor como “industria palomarense” (Austral 1965). Figura 8. Carta escrita por Charles Hald, con dibujo del artefacto O.7589, única pieza del pueblo Bajo Hondo que se encuentra hoy en la Colección Hald del Museo Nacional de Copenhague (Fotografía del autor). También menciona C.H. que en este pueblo se desarrolló una batalla importante “entre la Guardia Nacional y los indígenas”, destacando esta pieza como posible uso en este hecho. De todos modos, no se ha podido localizar información que certifique este evento en relación al objeto. Más que nada fue una pieza delegada por algún conocido suyo, según la descripción de la carta, sin aportar mas información al respecto. Como en las cartas menciona que en sus viajes iba preguntando a sus conocidos quiénes de ellos tenía material arqueológico para entregar al Museo Nacional de Dinamarca, así, alguno que otro se acordaba y le entregaba un artefacto, sin especificación alguna más que “encontrada en el campo”. Esto mismo pudo haber pasado con la pieza mencionada. Los siguientes sitios con mayores cantidades de hallazgos son San Mayol (con 15 piezas), Divisorio (con 13 piezas), y Guisasola (con 10 piezas). Los demás poseen cantidades inferiores a 10 piezas por sitio. Estas piezas fueron enviadas a mediados de la década del 1930. Según los inventarios estudiados, figura que en la encomienda de 1934 fueron otorgados 52 artefactos, la mayoría provenientes de San Mayol, Copetonas, Guisasola, Claromecó, y Divisorio (Tabla 1). Estos son registrados con los números del O.7067 al O.7122 y llevan el inventario Journal Numre 18/35, que los identifica como registrados en 1935. En rigor, la siguiente entrega fue hecha en 1935, con 84 artefactos registrados con números que van del O.7123 al O.7205, pero registrados de la misma forma que la anterior: Journal Numre 18/35. Ambos registros forman un total de 136 materiales inventariados con un mismo número. Probablemente el primer envío se haya retrasado, juntándose con el segundo, por lo cual el museo llegó a registrarlo con un solo número de información. Esto puede confundir los datos de llegada de los artefactos al museo. Es importante que el inventariado de cada encomienda esté separado, para poder rastrear la procedencia del material. En las correspondencias se 72 Rev. del Museo de La Plata, 2017, Vol. 2, Núm. 2: 59-76 nombran objetos que han sido enviados desde una misma localidad, por ejemplo Copetonas (Tabla 1), pero en diferentes años. Al estar inventariado en un mismo número, puede confundir los detalles descriptos sobre los objetos mencionados en las correspondencias, mezclandose datos por ser del mismo sitio, pero en diferentes hallazgos. Otros datos registrados en el Museo Nacional sobre los materiales encontrados por Hald, figuran en una revista titulada Geografisk Tidsskrift, que para la década del 1930 servía como órgano de información de la institución. Aquí C.H. es nombrado en el nro.35 (año 1932), nro.37 (año 1934), nro.40 (año 1937), y el nro.42 (año 1939). En el primero de dicho ejemplar figura una pequeña nota de saludo que agradece el aporte - del Señor Hald en Argentina, que previamente ha enviado materiales antiguos de las zonas recorridas por él, lo que ha motivado a los daneses allí a interesarse por el museo; además de regalar cuatro cuadros de paisajes (pintados por él)6 -. Otra nota explica que el museo recibió varios artefactos indígenas; entre otros, bolas de boleadoras y puntas de proyectil, que dificulta saber si se tratan de los mismos o de otros faltantes. Dado que su mayor ingreso fue en el año 1930 y estas notas se publicaron cuatro años más tarde, es posible que dicho material haya perdido información de su procedencia y se haya registrado equivocadamente e incluso mezclado en otras colecciones, faltando entre la cantidad actual. Existe otra pieza extraña identificada como percutor, que aún no ha sido inventariada, por lo cual figura como “faltante” en nuestro análisis. Esta piedra consiste en un bloque de 7 kg de piedra granito, 20,5x32, 5x15 cm, con una anotación en la superficie en fibra con el dato “V-1 1960”, sin ninguna explicación extra (Figura 9). Posiblemente se trate de la misma pieza que C.H. hace referencia en una carta datada el 20 mayo 1935, cuando explica haber encontrado una gran piedra de 28x15 cm por del arroyo Cortadero, cerca de Divisorio. Igualmente, este dato coincide con la descripción de la pieza nr.O.7108 del inventario, siendo el único objeto de una medida grande (31x8 cm.), similar a la presentada aquí, que también proviene de Divisorio. Solo que este número figura como “faltante” en nuestro análisis, sin comprobar su morfología. Es probable que todos los datos coincidan en ser una misma pieza, dando la seguridad de que este objeto si proviene del sitio Divisorio. Figura 9. Bloque de piedra granito de 7 kg, sin inventariar, identificada como percutor, posiblemente proveniente de Divisorio (Fotografía del autor). Las piezas óseas de la Colección Hald se identifican con el número O.7205 y provienen de los médanos de Bahía San Blas. Comprenden un cráneo con deformación en forma de tabular recta y una mandíbula con 6 molares. El cráneo mide 10x13 cm. (Figura 10). En la carta datada el 07 de mayo de 1934, C.H. comenta que recibió un cráneo humano de Bahía San Blas, al que va a mandar junto con 6 Geografisk Tidsskrift, Bind 35: 2, 1932 [traducción del danés por el presente autor]. Svend Aage Buus 73 unas bolas de boleadoras y un huevo de ñandú. Las bolas son las 3 identificadas como O.6423; O.6428; y O.7194. Aún falta localizar este huevo de ñandú. En la carta del 24 de abril de 1935, el inspector T.T. responde que el cráneo es especial, por lo que quiere probar de hacer una exposición, mientras el huevo fue donado al Museo Zoológico. Figura 10. Cráneo y mandíbula juntos procedente de los médanos de Bahía San Blas; artefacto O.7205 (Fotografía del autor). Otro material que se destaca en cantidad son las 111 bolas de boleadoras identificadas, en donde 25 de éstas aun no están inventariadas, aunque varias contienen una etiqueta nombrando el lugar de procedencia. De este modo, 6 se identifican procedentes de Copetonas, 2 de San Mayol, y 1 de Cristiano Muerto, lo cual refiere la zona agraria de los daneses en las cercanías de Tres Arroyos, por lo que deduce ser un material obsequiado a C.H. por los propios chacareros con quien Hald se encontraba viviendo y no encontrados por él mismo. La boleadora además de tener una función para la caza y la guerra, no la identifica con un lugar fijo y por lo tal no se puede fijar en una procedencia de uso (Gonzalez 1953; Boltovsky 2002). Aquí solo nos atenemos a la proveniencia dictada por C.H. Distinto se lo ve a los morteros y las manos de mortero, objetos que identifican una función doméstica: el de moler los alimentos u otros productos en un lugar fijo, lo cual se los puede identificar con una procedencia propia. De las 19 manos identificadas, la mayoría proviene de la zona de Divisorio y Guisasola. Solo 2 provienen de Sierra de La Ventana, 1 de Tte. Origone, 1 de Tandil, y 1 de Tres Picos, es decir de la zona serrana. De los 11 morteros identificados en el registro, 3 provienen de San Mayol y 3 de Guisasola, y 2 de Coptonas. En tanto en Tres Picos, Dorrego, y Lartigau, solo se encontró un mortero en cada sitio. Este dato logra deducir que sea más frecuente encontrar morteros y manos en la zona agraria (14 manos y 6 morteros) que en la zona serrana de La Ventana (5 manos y 3 morteros) que en la zona serrana, lo que por la extracción de recursos líticos suena ilógico. Sin embargo, estudios relacionados a la extracción de recursos líticos en la zona, explican un proceso de intercambio de material lítico, propuesto como litificación, donde identifican ser un hábito común durante el holoceno tardío transportar tanto manos como morteros desde las zonas serranas hacia las tierras llanas (Martinez & Mackie 2004). De la zona serrana, C.H. explica en un croquis entre sus correspondencias, que ubicó otro asentamiento indígena en las cercanías de Tornquist (Figura 11). Se observa que arriba del dibujo del pueblo, C.H. anota el hallazgo de un “fuerte indígena” cerca de la estancia llamada “Estancia Chica”. En el mismo croquis hace notar las diferentes chacras y estancias, según la nacionalidad. Según esto, yendo hacia la derecha, en dirección al sitio “Tres Picos”, se pasa por una chacra alemana, danesa, italiana y española. Igualmente, en esta zona solo se identifican 5 bolas de boleadoras, 1 mortero, y 1 74 Rev. del Museo de La Plata, 2017, Vol. 2, Núm. 2: 59-76 mano de mortero proveniente de Tres Picos, además de 3 bolas de boleadoras, 2 manos de mortero y 1 percutor procedente del sitio Sierra de La Ventana. En el museo también se encuentran una boleadora de tres piedras procedentes de este sitio, que están unidas a una cuerda de cuero. Lamentablemente ésta aún no ha sido localizada por el museo, aunque figuren inventariadas. De todos modos, estos materiales, posiblemente otorgados por los chacareros de esas estancias, además de la poca densidad de material, deja duda sobre un establecimiento indígena en esta zona. Figura 11. Croquis de una de las cartas donde se observa la zona serrana de La Ventana, ubicando diferentes chacras y notándose el pueblo de Tornquist abajo a la izquierda (Museo Nacional de Copenhague). Palabras Finales Vale destacar que los materiales presentados de la Colección Hald, hoy ubicados en los depósitos del Museo de Copenhague, tienen validez para ser investigados en detalle, por su magnitud y en algunos casos por su rareza. Su descripción puede ser comparada con investigaciones actuales de los mismos sitios que C.H. menciona en sus correspondencias. Este trabajo se concentró en identificar el material arqueológico del Museo Nacional de Copenhague, con el propósito de poder contextualizar con exactitud las piezas presentadas. Las 510 piezas que comprenden hoy la Colección Hald, provienen de 27 lugares diferentes, donde se identifican un total de 111 bolas de boleadoras, 245 puntas de proyectil pequeño, 28 puntas de proyectil grande, 45 raederas, 7 perforadores, 19 manos, 8 percutores, 11 morteros, 7 molinos, 8 yunques, 2 afiladores, 13 tiestos cerámicos, y las 4 cuentas de vidrios aún sin localizar. Además del cráneo con su mandíbula. De todos estos artefactos, gran parte provienen de Bahía San Blas (277 piezas) y Copetonas (23 piezas), ambos sitios bien descriptos en las correspondencias de Charles Hald y marcadas en el mapa adjunto. Solamente los sitios de Tres Picos (7 piezas) y Tte.Origone (9 piezas), marcadas también en el mapa, no coinciden como lugares de mayores hallazgos. Svend Aage Buus 75 Las 72 cartas que C.H. envió al Museo Nacional de Dinamarca dan un mejor detalle del registro del material analizado en este trabajo, que la información brindada por los inventarios del museo. Gracias a los croquis y la descripción de piezas en particular en las correspondencias de Hald, ha sido posible identificar la procedencia geográfica y la tipología de varias de las 510 piezas analizadas, y estas relacionadas con el número de inventario otorgado por dicho museo. Posiblemente un análisis más centrado en el material lítico de estas piezas y el sitio de hallazgo, pueda identificar ciertos grupos sociales tomando en cuenta la cantidad de piezas halladas por sitio. Sea así Bahía San Blas como sitio de hallazgos más frecuente en comparación con el sitio aledaño de Tte. Origone de menos hallazgos; y lo mismo de Copetonas en comparación con Christiano Muerto. Agradecimientos Gracias al aporte de la División de Arqueología del Museo Nacional de La Plata, dirigida por Laura Miotti y Mariano Bonomo, más el Depósito 25 dirigido por Ana Igareta, hemos podido obtener información válida sobre sitios arqueológicos de las provincias citadas, que fueron comparados con la zona en la que el coleccionista C. Hald se había desplazado, actualizando el origen de las piezas argentinas del Museo Nacional de Dinamarca. A los dos revisores anónimos que enriquecieron el ms con sus comentarios. 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