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La Procrastinación

La Procrastinación "No hagas hoy lo que puedas dejar para mañana", es el lema de quienes procrastinamos: postergar lo más posible una tarea importante que sabemos que tenemos que hacer, y que realmente vamos a hacer tarde o temprano. La causa principal de la procrastinación parece ser una dificultad en manejar adecuadamente las emociones, o, como yo suelo llamarlo, la idea errónea de que para hacer algo hace falta que tengamos ganas de hacerlo. La procrastinación es el resultado de una dificultad emocional: la manera en la que algunas personas enfrentan la ansiedad y el temor ocasionados con llevar a cabo una tarea, que pueden verse causados por una infinidad de causas: miedo al fracaso, miedo al éxito, o una forma de resistencia a la autoridad. La procrastinación funciona a raíz de una lucha entre el sistema límbico y la corteza pre-frontal del cerebro. Dicho así, suena complicado, pero se puede resumir en que el sistema límbico (la zona que incluye el centro de placer del cerebro) se pelea con la corteza pre-frontal (la zona que se dedica a planificar las cosas), y cuando el sistema límbico gana, elegimos una tarea placentera a corto plazo por encima de la que nos otorgará satisfacción a largo plazo. Eso significa que nuestro cerebro se vuelve adicto a la procrastinación, como a cualquier otra cosa que genere cortos impulsos de dopamina. La dopamina modifica las neuronas de tu cerebro y hace que sea más probable que repitas la acción que la ocasionó. En consecuencia, la principal manera de evitar la procrastinación es estar conscientes de lo que hacemos en el momento en que tomamos esta decisión, ya que de lo contrario, estamos permitiendo que nuestro sistema límbico decida por nosotros, y ya sabemos cómo termina eso. Lo peor de la procrastinación ni siquiera es la pila de tareas sin hacer acumulándose hasta el último minuto, sino que realmente no nos sentimos bien cuando lo hacemos, aunque nuestro sistema límbico así lo crea. El ciclo de retraso genera una sensación de culpabilidad, ansiedad, pánico y cansancio, y genera estrés en las personas que lo sufren. Sin embargo, éstas están atrapadas en el ciclo. Joseph Ferrari, profesor de psicología en la Universidad DePaul, dice que "decirle a un procrastinador crónico que 'simplemente lo haga' es como decirle a una persona deprimida 'alégrate'."