LITERATURA
2º
LATINA
BACHILLERATO
Realizado por:
Miguel Ángel Benjumea Pulido
Profesor de Griego del I.E.S.
"Isidro de Arcenegui y Carmona"
(Marchena - Sevilla)
Curso 15 / 16
http://departamentogriego.isidrodearceneguiycarmona.es
c.e.: departamentogriego@hotmail.com
Índice
Página
Esquema del Tema 1 (Teatro): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Esquema del Tema 2 (Lírica): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Esquema del Tema 3 (Historiografía): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Esquema del Tema 4 (Épica): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Esquema del Tema 5 (Oratoria): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Esquema del Tema 6 (Novela): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Esquema del Tema 7 (Fábula, Sátira, Epigrama): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Esquema del Tema 8 (Factores de la Romanización en el territorio de la actual Andalucía):
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Tema 1: El Teatro (Plauto, Terencio): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Tema 2: La Lírica (Catulo, Horacio, Ovidio): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Tema 3: La Historiografía (Tito Livio, César, Salustio, Tácito): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Tema 4: La Épica (Virgilio, Lucano): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Tema 5: La Oratoria (Cicerón, Quintiliano): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Tema 6: La Novela (Petronio, Apuleyo): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Tema 7: La Fábula (Fedro), la Sátira (Juvenal) y el Epigrama (Marcial): . . . . . . . . . . . . . .
Tema 8: Factores de la Romanización en el territorio de la actual Andalucía: . . . . . . . . . . .
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Anexo I: Textos del Teatro: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Anexo II: Textos de la Lírica: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Anexo III: Textos de la Historiografía: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Anexo IV: Textos de la Épica: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Anexo V: Textos de la Novela: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Anexo VI: Textos del Epigrama: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Anexo VII: El cuento de Eros y Psique: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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2º Bachillerato :P
Miguel Ángel Benjumea Pulido
Curso 2015-16
I.E.S. “Isidro de Arcenegui y Carmona”
Tema 1. El teatro (Plauto, Terencio, Séneca)
I.- Introducción:
1.- Los comienzos:
A.- Capacidad del romano para la comedia: Aguda visión de la realidad, captación de la parte risible del hombre y un
espíritu crítico.
B.- Influencia: Se adaptan las obras griegas por el contacto con sus costumbres.
C.- Primeras dramatizaciones: Fabulae atellanae, Versos fesceninos, Saturae y Mimos.
D.- División del teatro romano:
* Comedias: Paliatas y togatas.
* Tragedias: Coturnatas y pretextas.
2.- Evolución:
A.- Comedia: De la comedia plautina del humor cercano al pueblo pasa al helenismo intelectual de Terencio.
B.- Tragedia: De escaso favor del público aficionado más a la comedia y a los espectáculos circenses, quedó relegada
a la recitación en círculos cultos.
3.- Aspectos Técnicos:
II.- Plauto:
1.- Persona:
* El lugar: Pasa de teatros portátiles a edificios fijos.
* Los actores: Son varones sin máscaras y con pelucas.
De época arcaica, nació del pueblo.
2.- Obras: “La olla” - “El soldado fanfarrón” - “Anfitrión”.
3.- Escritor:
*
*
*
*
Adaptador del repertorio y de la técnica griega a las necesidades latinas.
Uso de personajes estereotipos: joven irreflexivo, viejo avaro, etc.)
Experto dominador del abanico de la lengua de la calle: insultos, extranjerismo, lirismo, obscenidades, etc.
Estructura de gags.
III.- Terencio:
1.- Persona:
Liberto africano de época republicana.
2.- Obras: “Eunuco” - “Los hermanos” - “El verdugo de sí mismo” - “Andría” - “Hecyra”
3.- Escritor:
* Adaptador más fiel del repertorio y de la técnica griega. Demasiado griego.
* Personajes y situaciones estereotipados.
* Introduce: + psicología y personajes + humanizados.
- comicidad: suprime juegos de palabras, groserías, etc.
* Estructura continua.
IV.- Séneca:
1.- Persona: Filósofo cordobés de época imperial.
2.- Obras:
* Tiene otras obras filosóficas y morales.
* Tragedias: “Medea”- “Fedra” - “Edipo” - “Agamenón”
3.- Escritor:
* Brillantez descriptiva, pero excesiva disgresión con fuerza en los detalles.
* Introduce: - acción y caracteres menos definidos.
+ pasión radical, rígidos en sus convicciones.
* De gran influencia en s. XVI y XVII.
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Curso 2015-16
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I.E.S. “Isidro de Arcenegui y Carmona”
Miguel Ángel Benjumea Pulido
Tema 2. La lírica (Catulo, Ovidio, Horacio)
I.- Evolución de la lírica latina:
1.- Lírica popular: Los versos fesceninos y los himnos no derivaron en poesía culta.
2.- Origen lírica culta en época republicana: Nace a recreación de la lírica helenística griega.
A.- Poemas cortos.
B.- Más interés por la forma, introduciendo versos griegos y abandonando los latinos.
C.- Temas amatorios con léxico delicado.
3.- Época imperial: Poesía ideológica: engrandecimiento de ROMA.
A.- Poemas a imitación formal y contenido de la lírica arcaica griega (Arquíloco, Safo, Alceo...).
B.- Ideal literario es el “decor”: armonía entre belleza, elegancia, forma, contenido.
C.- Poesía es algo vital al autor.
4.- Lírica Postclásica: Aunque se producen composiciones de calidad, no llegan a las anteriores.
II.- Catulo:
1.- Persona: Del final de época republicana; Familia ilustre y bien relacionado.
2.- Obra: Composiciones en 3 grupos:
3.- Escritor:
* Poesías cortas: de metros variados y temas urbanos.
* Poemas largos: temas más mitológicos e ideológicos.
* Epigramas: ataques personales.
* Apasionamiento de su vida reflejado en su obra.
* Adecuación del léxico a los temas:
* Poesías cortas: estilo refinado y descriptivo con elegancia, ternura, desdén.
* Poemas largos: estilo elevado, solemne, griego, erudito, pulido.
* Epigramas: estilo directo, punzante, popular y grosero.
III.- Ovidio:
1.- Persona: Del principio del imperio y de familia del orden ecuestre, pero muerto en el exilio.
2.- Obra: Hacemos 3 grupos:
A.- Poemas amatorios:
B.- Poemas etiológicos:
C.- Poemas del destierro:
“Amores” - “Heroidas” - “Ars amandi”...
“Metam orfosis” y “Fastos”
“Tristia” y “Desde el Ponto”
3.- Escritor: Hacemos los mismos 3 grupos:
A.- El poeta amatorio:
* Obras frías, artificiosas, pero describen la sociedad de las damas.
B.- El poeta etiológico:
* El ideal es la fuerza creadora y transformadora del Universo.
* La belleza está en los pequeños cuadros de cada diferente historia.
C.- El poeta del destierro: * Nostalgia del pasado // aspereza presente // esperanzado futuro.
* Relatos amenos, delicados, destreza en el uso del lenguaje.
D.- Su “Metamorfosis” fue de gran influencia en el Renacimiento.
IV.- Horacio:
1.- Persona: Del principio del imperio y de familia de libertos, mejoró gracias a protección de Mecenas.
2.- Obra: “Épodos” - “Sátiras” - “Odas” - “Epistulae” -...
3.- Escritor:
*
*
*
*
Sus
Sus
Sus
Ars
4.- La posteridad:
épodos son violentos, desgarrados contra públicos y privados, brujas,...
sátiras son de fino humor contra las debilidades ajenas y propias.
Odas son melancólicas, epicúreas, poéticas, un puerto tranquilo.
Poetica: cómo escribir poesía: docere et delectare.
* De enorme fama en el Renacimiento (incluso sus himnos en la Iglesia).
* Aforismos: “Beatus ille”, “Carpe diem”, “Diffugere nives”.
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2º Bachillerato :P
Miguel Ángel Benjumea Pulido
Curso 2015-16
I.E.S. “Isidro de Arcenegui y Carmona”
Tema 3. La Historiografía (César, Salustio, Tito Livio, Tácito)
I.- Introducción:
1.- Las fuentes:
A.- Literatura Griega:
a.- Se dedicó a la historia de Roma sólo como un elemento más de la historia griega.
b.- Fue menospreciada por el orgullo nacional romano.
B.- Documentos:
a.- Documentos públicos religiosos: Contenían datos de los acontecimientos anuales (anales).
b.- Documentos públicos oficiales: Contenían datos de leyes, censo, listado de cónsules, etc.
c.- Documentos privados: Loas de los grandes hechos de los antepasados, oraciones fúnebres, etc.
2.- Finalidad de la historiografía romana: Lo importante es la grandeza de Roma.
3.- Valor histórico de esa historiografía: Dudoso valor por sus manipulaciones: vale más la Finalidad que el Rigor histórico.
II.- César:
1.- Persona:
Personaje explosivo del final de la república que murió asesinado en el 44 a.C.
2.- Obras: “La Guerra de las Galias” - “La Guerra Civil”, 1 poema, 1 tragedia y otras obras.
3.- Escritor:
III.- Salustio:
1.- Persona:
* Presenta los acontecimientos favorables a sí mismo, por lo que su rigor queda en entredicho.
* Estilo vivaz y dramático, aunque sobrio en un latín puro.
* De pensamiento transparente, con lúcida visión de la realidad.
Del final de la república, fue un plebeyo acomodado de escaso acierto político.
2.- Obras: “La Conjuración de Catilina” - “La Guerra de Yugurta”
3.- Escritor:
*
*
*
*
Es un historiador moralista al condenar la corrupción.
Intenta explicar las causas, las consecuencias y la cadena espiritual y lógica de los hechos.
Es una hª dramática con una lucha entre la valentía y la “virtus” de los personajes.
Es una hª psicológica con análisis de la psicología individual y colectiva.
IV.- Tito Livio:
1.- Persona: Entre la República y el Imperio, es un noble educado en las costumbres severas de los viejos tiempos.
2.- Obra:
* Quedan sólo 35 libros de sus 142 sobre “Ab urbe condita” = “Desde la fundación de Roma”.
3.- Escritor:
* Fuentes: Lector de obras anteriores. No viaja.
* Su verdad: Aún sabiendo lo legendario de algunas leyendas, acepta la tradición. Estas leyendas embellecen
su relato.
* Su intención: La grandeza de Roma y la vuelta a sus costumbre, la librarán de su decadencia.
* Su estilo: Gusta del discurso porque refleja la pasión del personaje.
Aún con grandes periodos retóricos, es fluido, variado y abundante.
V.- Tácito:
1.- Persona: A caballo entre el s. I y II, pertenece a la clase equestre con formación retórica.
2.- Obra:
“Anales” - “Historias” - “Germania” - “Diálogo de oradores” - “Vida de Agrícola”.
3.- Escritor:
* Fuentes: Actas, libelos y testimonios directos.
* Su método: Cribó y clasificó todos estos datos con imparcialidad.
* Su filosofía:
La historia como ejemplo y modelo de lo bueno y lo malo.
Indefinición política y religiosa.
* Su estilo: Suma de cuadros sucesivos en torno a la psicología de un personaje.
Rico vocabulario con arcaísmos, neologismos y giros poéticos.
Lleva al límite la concisión (elipsis, braquilogías, supresión verbal, etc)
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Curso 2015-16
I.E.S. “Isidro de Arcenegui y Carmona”
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Miguel Ángel Benjumea Pulido
Tema 4. La épica (Virgilio, Lucano)
I.- Introducción:
1.- De la épica griega a la épica latina:
* Se da el género heroico y didáctico.
* Épica griega oral y tradicional // épica latina consciente y voluntaria.
* Épica griega legendaria // épica latina ideal patriótico.
2.- Precursores:
A.- Livio Andrónico: Épico heroico. Esclavo que tradujo Odisea para la escuela.
B.- Nevio: Épico heroico histórico. Cuenta causa “Guerras Púnicas” con ferviente orgullo nacional.
C.- Ennio: Épico heroico. Introduce el hexámetro. El protagonista es el carácter del Pueblo Romano.
D.- Lucrecio: Épico didáctico. Enseña los principios del átomo, del alma humana y cosmología.
II.- Virgilio:
1.- Persona:
* De época imperial y familia modesta, recibe educación esmerada.
* Llena su obra de recuerdos de infancia y “Locus amoenus”.
* “Églogas”. Pastores cantando sus penas políticas con anhelo de paz y sus cuitas amorosas.
* “Geórgicas”. Épica didáctica sobre cultivo en el campo. Abundan los cuadros campestres y el bienestar de
la vida dura, sencilla, pero pacífica del campo.
* “Eneida”. Cuenta el viaje de Eneas desde Troya al Lacio a imitación de la épica homérica:
* Primeros 6 cantos: el viaje de Eneas a imitación de la Odisea.
* Últimos 6 cantos: las luchas con aborígenes hasta establecerse en el Lacio.
2.- Obra:
3.- Escritor:
* En todas sus obras muestra su enorme sensibilidad (paisajes, los secundarios, etc.)
A.- “Eneida”:
* Ideológicamente busca la restauración moral + austeridad de antaño = Pax romana.
* Sensibilidad psicológica que ahonda en los corazones de los personajes.
* Sus personajes:
* Eneas: Fríamente supera su egoísmo en favor del destino de Roma.
* Dido: Su espíritu permanece en toda la obra.
* Turno: Típico héroe épico: valeroso, feroz, sincero y violento.
* Los dioses: Más majestuosos y con jerarquía similar al imperio.
* Comedido uso de recursos compensado con su sensibilidad, lirismo y perfección formal.
* Aporta amor, generosidad y fraternidad entre los hombres anunciando una cercana actitud
cristiana.
III.- Lucano:
1.- Persona:
*De época imperial y cordobés sobrino de Séneca. Vivió el ambiente imperial y por eso murió.
2.- Obra:
* “Farsalia”. Guerra civil entre César y Pompeyo.
3.- Escritor:
*
*
*
*
Épico histórico. Bien documentado, muestra causas sociales y morales de la guerra.
No dioses, sólo el trajín político con sus ansias de libertad y críticas al déspota César (Imperio).
Describe geografía, etnografía, astrología, magia.
Historiador en verso con estilo impetuoso y desigual.
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Miguel Ángel Benjumea Pulido
Curso 2015-16
I.E.S. “Isidro de Arcenegui y Carmona”
Tema 5. La oratoria (Cicerón, Quintiliano)
I.- Introducción:
1.- Evolución de la Oratoria: Necesidad de un clima democrático.
A.- Época Preclásica:
B.- Época Clásica:
C.- Época Imperial:
2.- La Retórica:
*
*
*
*
*
*
*
*
Estilo latino seco y directo // Estilo helenizante que se impuso.
Se convierte en la disciplina fundamental en la formación de un romano.
Máximo esplendor por los continuos conflictos políticos.
Desaparece la necesidad de una oratoria y queda refugiada en las escuelas.
El ciudadano romano fue adicto a la oratoria:
Cursus honorum.
La labor del rethor.
Ejercicios prácticos: Suasoriae // controversiae
II.- Cicerón:
1.- Persona:
* Del final de la república.
* Fulminante carrera política // pero envuelto en una agitada revolución política.
2.- Obra:
* 4 grupos:
A.- Discursos: “Catilinarias” - “Filípicas” - “Verrinas”
B.- Tratados de Retórica: “De oratore” - “Brutus” - “Orator”
C.- Tratados de Filosofía: “De legibus”
D.- Epístolas.
3.- Escritor:
* En la forma: De un estilo florido y ampuloso pasa al ritmo, cadencia y armonía.
* En el fondo: El discurso debe Instruir, Agradar y Conmover.
* Propaga la cultura griega latinizándola.
* haciéndola más práctica.
* adecuándola al vocabulario latino.
III.- Quintiliano:
1.- Persona:
* De época imperial.
* Viejo profesor de Retórica que acaba por escribir tratados según su experiencia.
2.- Obra: “Institutio oratoria”
3.- Escritor:
* Programa completo de la formación del orador: vasto conocimiento cultural desde la infancia.
* Une la moral a la elocuencia.
* Recomienda la elocuencia natural.
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Miguel Ángel Benjumea Pulido
Tema 6. La novela (Petronio, Apuleyo)
I.- Introducción:
1.- Origen tardío.
2.- Antecedentes griegos:
* Odisea, Herodoto, “cuentos milesios”, Los “Idilios” de Teócrito, Menandro.
* Novela Griega: “Quéreas y Calírroe”, “Efesíacas”, “Dafnis y Cloe”.
II.- Petronio:
1.- Persona: * De época del principio del imperio
* ¿El cónsul amigo de Nerón?
2.- Obra: “Satiricón”, obra no completa con pequeñas narraciones intercaladas.
3.- Escritor:
*
*
*
*
Tono libre según las circunstancias.
Describe con ironía y sensibilidad los trapos sucios de la hipócrita alta sociedad romana.
Adecuación del lenguaje al personaje.
Uso del lenguaje hablado.
III.- Apuleyo:
1.- Persona:
* Numidio (argelino) del s. II d.C.
* Retórico y filósofo.
2.- Obra:
* Otras obras: “De magia” - “Apología”
* “El Asno de oro o Metamorfosis”
3.- Escritor:
* Forma:
* Inserta continuos cuentos dentro del cuento.
* Adecuación de términos filosóficos griegos al lenguaje latino.
* Lenguaje artificioso y rebuscado, pero expresivo.
* Contenido: * El espíritu intenta librarse de la sensualidad hasta llegar a la revelación mística.
* De enorme influencia en la posteridad: Sobre todo el cuento de “Eros y Psique”.
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I.E.S. “Isidro de Arcenegui y Carmona”
Tema 7. La Fábula (Fedro)
-
La Sátira (Juvenal)
-
El Epigrama (M arcial)
I.- La fábula:
1.- El patito feo:
* Desarrollado por, en y para las clases sociales humildes.
* Refleja el transcurrir mediocre y vulgar de la vida diaria.
* La transmiten los mercaderes y esclavos.
2.- Fedro:
A.- Persona: *Esclavo de Augusto que se dedicó a la enseñanza.
B.- Obra:
* “Fábulas esópicas”
* Pasa de las típicas fábulas esópicas de animales a escenas más cotidianas de Roma.
C.- Escritor:
* Refleja la opresión del débil por el poderoso.
* Su pasión le priva de claridad expositiva y poesía.
II.- La sátira:
1.- Definición:
* “Ensalada moral”
2.- Los precursores: * Lucilio:
* Horacio:
* Persio:
3.- Juvenal:
* Usa un tema central para criticar a todo el que rebasa la justa medida.
* Sátiras de fino humor contra las debilidades ajenas y propias.
* Ataque virulento contra todos.
A.- Persona: * A caballo entre el s. I y II d.C.
B.- Obra:
*16 sátiras sobre la vida en Roma.
* Destaca la descripción de la miserable vida de los esclavos y clientes.
C.- Escritor: * Vida personal tranquila // violencia de sus palabras.
* Defensor de una Roma de moral tradicional // crítica a lo extranjero y nuevo.
* Ataca los extravíos de la alta sociedad lo mismo que los errores de los humildes.
III.- El epigrama:
1.- Acepciones del término: * Inscripción funeraria - composición corta - ataque personal.
2.- La lengua latina se presta a estas composiciones agresivas y mordaces. Estuvieron de moda en Roma desde Catulo.
3.- Marcial:
A.- Persona: * Hispano del s. I d.C. fue un pobre parásito al servicio de los poderosos.
B.- Obra:
* “14 libros de epigramas”
C.- Escritor: *
*
*
*
Su condición de parásito no le permitía ser transparente.
Su arte es condensar en pocos versos el ajetreo de la vida romana.
Natural, espontáneo // pero preciso y agudo.
Magistrales sus aguijones finales.
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Miguel Ángel Benjumea Pulido
Tema 8. Factores de la romanización en el territorio de la actual Andalucía.
I.- INTRODUCCIÓN:
1.- Definición:
* Es el proceso de aculturación que experimentaron las diversas regiones conquistadas por Roma, por el
que dichos territorios incorporaron los modos de organización político-sociales, las costumbres y las formas culturales emanadas de
Roma.
2.- Introducción histórica: * Desde la 2ª Guerra Púnica (-218 / -201), Roma pisó territorio hispánico.
* Hispania Citerior (Tarraconensis ==> Gaellica ==> Cartaginensis ==> Balearica).
* Hispania Ulterior (Lusitania y Baetica).
3.- División territorial de Hispania:
II.- EL TERRITORIO DE LA ACTUAL ANDALUCÍA:
* Andalucía está formada por la mayor parte de la Baetica y por el sur de la Tarraconensis.
III.- FACTORES DE LA ROM ANIZACIÓN:
* La urbs es el modelo de organización social romana y la exportaron a todos los territorios.
* Introducían lengua, servicios públicos, oficios religiosos, espectáculos y comercios “urbanitas”.
1.- La urbanización:
2.- El ejército:
* Se crearon urbes alrededor de los campamentos.
* Los soldados fueron el transmisor de la lengua latina y sus costumbres.
3.- La red de comunicación:
4.- La lengua:
* Las grandes redes de comunicación hacían más fácil la interrelación entre las urbes.
* La lengua latina se impuso sobre las lenguas nativas gracias a los funcionarios, comercio y soldados.
5.- El derecho de ciudadanía:
* Obtener el derecho de ciudadanía otorgaba grandes privilegios, por lo que impulsaba a
los nativos a seguir las costumbres romanas.
6.- La religión:
* La homogeneización religiosa contribuyó a la asunción de la forma de vida romana.
7.- La cultura:
* Usos romanos cotidianos pasaron a las poblaciones indígenas: vestimenta, ajuar, monedas, métrica, etc.
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Miguel Ángel Benjumea Pulido
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I.E.S. “Isidro de Arcenegui y Carmona”
Tema 1 “El Teatro (Plauto, Terencio, Séneca)”
I.- Introducción
1.- Origen: Existía en Roma una antigua tradición teatral de tipo popular donde se manifestaba el carácter jocoso
del pueblo latino. Estas primeras dramatizaciones populares fueron:
* Fabulae Atellanae: Representaciones con máscaras que caricaturizaban personajes estereotipados.
* Versos fesceninos: Epitalamios de coro de jóvenes y doncellas intercambiando puyas de carácter picante.
* Saturae, revoltijos de poesías y escenificaciones cortas de diversos ritmos.
* Mimos: Representaciones en honor de la diosa Flora con procaces imitaciones.
Cuando los romanos entraron en contacto con el teatro griego de Magna Grecia, los ediles organizadores de los juegos
encargaron a escritores la adaptación de obras griegas para representarlas en los mismos.
Estas representaciones se llamaban fabulae y podían ser tragoediae o comoediae. A su vez, éstas se dividían en
tragoediae cothurnatae (de acción griega) y en tragoediae praetextae (de acción latina); las commoediae se dividían en
comoediae palliatae (de acción griega) y en comoediae togatae (de acción latina). La hipocresía romana hizo más exitosa
las obras de acción griega, pues el público romano no admitía ver en escena a un ciudadano romano engañado o
ridiculizado por un esclavo. En las commodiae palliatae todo estaba permitido: viejos verdes, jóvenes sin escrúpulos,
esclavos avispados, esclavas incitantes, que acaban casándose con el protagonista...
2.- La evolución de la comedia:
La comedia romana es una adaptación de la Comedia Nueva griega: griega es
la escena y griegos los personajes. Sin embargo, las obras están salpicadas de alusiones a la realidad romana: magistrados
romanos, barrios de Roma, etc. Esta ficción contentaba a todos y no engañaba a nadie. En cambio, la comoedia togata,
de tema y ambiente puramente romanos, jamás encontró eco en el gran público.
Pero se produjo una lenta decadencia de la comedia palliata. El público exigía una renovación del repertorio, pero
los autores seguían repitiendo los argumentos griegos y helenizando su estilo, eliminan frases y escenas que consideran
de mal gusto, restringen el papel de la música y atienden a la unidad global de la obra, que gana en arte, pero pierde en
atractivo popular. La fábula palliata agonizaba, pues, por exceso de helenismo y falta de inventiva, e hizo que el público
se desviara a espectáculos menos intelectuales como los desfiles de animales amaestrados.
3.- Evolución de la tragedia:
Las primeras representaciones tienen lugar en Roma a mitad del siglo -III a
imitación de las de la Magna Grecia y los autores de tragedias son meros adaptadores de modelos griegos.
Las tragedias romanas eran generalmente cothurnatae, pero las clases elevadas rehusaban mezclarse con la plebe en
el teatro, el pueblo prefería la comedia y, más tarde, los espectáculos del anfiteatro o del circo. Como consecuencia, la
tragedia pasó del teatro a los salones de declamación, destinados a minorías selectas.
La tragedia latina nunca estuvo a la altura de la griega, ni en número de obras, ni en calidad literaria. Pero, por ser
más asequible al público moderno, influyó más en el renacimiento de este género en el teatro europeo.
4.- Aspectos técnicos: En el siglo -III surgieron los primeros teatros, simples tablados provisionales, instalados en
un rincón de una plaza, cerca de algún templo. Su escenario (pulpitum) era sobrio, sin telón ni decorados con un público
heterogéneo y bullicioso, al que un heraldo solía mandara callar.
Los actores eran varones y representaban varios papeles en la misma obra. No usaban máscara, el atavío y las pelucas
caracterizaban a los distintos personajes. El coro no fue restablecido, pero los personajes cantan muy a menudo y en la
época de Plauto el público romano estaba ya acostumbrado a los diversos ritmos de la poesía griega.
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II.- Tito Maccio Plauto (-254 // -184)
1.- La persona:
Parece que nació hacia el año -254 en el norte de Italia. Su vida está rodeada de leyendas y se dice
de él que ejerció diversas profesiones y conoció alternativamente la pobreza y la opulencia. Fue hombre salido del pueblo,
conocedor de sus gustos, capaz de hablarle en un lenguaje popular y asequible y dotado de la erudición necesaria para
adaptar el repertorio cómico griego y su técnica teatral a las necesidades romanas.
2.- La obra: Compuso abundantes comedias, pero de esta producción nos quedan sólo 21 títulos. Todos sus
argumentos están tomados de la Comedia Griega Media o Nueva: un joven de familia rica se enamora de una esclava de
origen desconocido; un esclavo astuto intrigante le ayuda en sus amoríos; el azar muestra de modo imprevisto que la joven
es de nacimiento libre y... todos contentos.
Sus títulos: Mostellaria, Pseudolus, Aulularia, Trinummus, Menaechmi, Amphitruo, Miles gloriosus, etc.
3.- El escritor:
La monotonía del tema convencional queda compensada por su gran capacidad de invención: La
acción se ciñe al tema general, pero a base de gags; Plauto alarga las escenas interesantes; añade otras que le parecen
divertidas; cada escena, cada episodio, forma un todo casi independiente del resto y es un prodigio de vida y perfección.
Los personajes son convencionales: joven irreflexivo, derrochador, apasionado; viejo conservador, avaro; matronas
serias y virtuosas; jovencitas que sólo piensan en el amor y el matrimonio; esclavo avispado y trapacero; traficante de
esclavos brutal, avaro; parásito rastrero; soldado fanfarrón; prostituta diestra en las artes de su oficio... De entre todos
ellos destaca el esclavo, personaje mezcla de desinterés y de heroísmo que soporta todo con tal de cumplir su misión de
cuyo éxito está completamente convencido por ser consciente de su capacidad para urdir engaños. La infinita libertad de
que goza en escena entraba dentro del campo de la pura fantasía.
El mérito indiscutible de Plauto no está en la acción ni en los caracteres, sino en su lenguaje hablado: el insulto
grosero, expresión apasionada, obscenidad o extranjerismo. Pero este lenguaje no es realista; sus insultos, cariñitos,
palabrería absurda, comparaciones incongruentes es un lenguaje literaturizado.
Su sentido escénico aseguró un éxito de siglos a Plauto que supo unir la savia joven de Roma con el aliento cultural
de Grecia, logrando familiarizar el espíritu latino con los aspectos más poéticos de la cultura griega.
III.- Publio Terencio Afer (c. -190 // -159)
1.- La persona:
P. Terencio Afer, joven esclavo africano, recogido, liberado y educado por su dueño Terencio
Lucano en un ambiente cultivado, se inició muy joven en la literatura griega y, al contrario que Plauto, apenas mantuvo
contacto con el pueblo.
2.- La obra: Dejó 6 obras, todas ellas con títulos griegos: Andría, Hecyra, Eunuchus, Heautontimoroumenos,
Phormio y Adelphoe.
3.- El escritor:
Los tipos y argumentos son parecidos a los de Plauto, pero sus acciones no avanzan a saltos, como
en Plauto, sino progresivamente, a veces con lentitud, y el interés se mantiene hasta el final. No caricaturiza a los
personajes, ya que la urbanidad y un rígido convencionalismo social preside todas sus actuaciones.
Trató de imitar el equilibrio escénico y la agudeza psicológica de Menandro, por eso lo interesante de su teatro radica
en las novedades que introdujo: más psicología y menos comicidad.
A.- Más psicología:
Los monólogos no sirven para que un personaje explique las estrategias para salvarse
del apuro, sino para reflejar la vida interior de este personaje y su evolución psicológica.
Muestra a sus personajes como seres humanos (lo cual da contenido moral a su teatro). Sus relaciones humanas están
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presididas por la ternura, por el buen trato entre personajes de diferentes edades, condiciones social o profesiones. Nos
permite seguir la evolución de los diversos sentimientos en el ser humano sosteniendo la tesis de que el hombre no es tan
malo como parece, es un hombre normal, con sus virtudes y sus defectos y que se hace comprensivo con las debilidades
ajenas y siente el impulso del amor al prójimo.
B.- Menos comicidad: El teatro de Terencio no alcanza la comicidad del de Plauto. No persigue la risa, sino
la sonrisa comprensiva del espectador. Al quedar reducida la vis cómica, motivó que el gran público huyera del teatro
hacia otro tipo de espectáculos.
La comedia de Terencio quedó para ser leída por los eruditos por su pureza, por su perfección en la construcción,
por su delicadeza y buen gusto de estilo. Todas estas cualidades permitieron clasificar la comedia latina entre los grandes
géneros literarios de Roma y en todas las literaturas modernas de inspiración clásica.
IV.- Séneca (-1 // 65)
1.- La persona:
Nació en Córdoba. En Roma estudió retórica y filosofía. Se apasionó pronto por los estudios
filosóficos. Se introduce en la alta sociedad, en donde consigue brillar por su gran talento. Fue tutor el emperador Nerón,
cuyos instintos depravados intentó encauzar, pero al final, Nerón le ordenó suicidarse.
Su vida estuvo llena de contrastes, vivió en el ambiente mundano y fastuoso de la corte imperial y, en cambio, fue
capaz de llegar al ascetismo más riguroso.
2.- La obra: Cultivó diversos géneros literarios. De hecho nos han llegado diversidad de obras: tres Consolaciones,
varios tratados filosóficos y científicos y 9 tragedias.
Estas 9 tragedias atribuidas a Séneca nunca fueron escritas para su representación, sino para ser recitadas en lecturas
públicas. El teatro de Séneca se inspira en los grandes trágicos. Su Agamemnon recuerda a Esquilo; Oedipus y Phoenissae,
a Sófocles; Hércules furens, Troades, Medea y Phedra, a Eurípides.
3.- El escritor:
Séneca admiraba a los clásicos, pero se rindió al gusto literario de su época. Verdadero artista del
estilo hablado con una lengua elegante y un estilo conciso.
La composición de sus obras es un tanto descuidada, pródiga en digresiones, sin proporción entre las diversas partes
y con transiciones bruscas. Su fogosa imaginación ofrece infinita variedad literaria: a veces, la monotonía del conjunto
queda compensada por la fuerza en los detalles, la espontaneidad y el entusiasmo; otras veces recurre a adornos
innecesarios, ampulosidad, tintes sobrecargados y juegos de palabras inoportunos.
En sus tragedias, pierden importancia la acción y los caracteres, pero analiza con detalle las pasiones de sus héroes,
que son demasiado rígidos en sus convicciones y reacciones desde las primeras escenas hasta la catástrofe final. Sustituye
la puesta en escena por una gran brillantez descriptiva, que llega en ocasiones a resultar recargada. Tal sucede en la pintura
de situaciones patéticas, escenas sangrientas, sacrificios mágicos o evocaciones de los muertos. En sus coros alternan las
más realistas y luminosas visiones de la naturaleza con las reflexiones morales.
A pesar de esto fue la tragedia de Séneca y no la tragedia griega el antecesor del drama francés, italiano e isabelino
que en los siglos XVI y XVII suscitó el nacimiento del teatro clásico europeo.
Tras la muerte de Nerón se produjo en Roma una reacción clasicista, que perjudicó la fama de Séneca, que encuentra
pocas simpatías en Tácito y Quintiliano. En cambio, los primeros representantes literarios del cristianismo vieron en él
un precursor. Aunque sus obras no invitan a la devoción ni a la caridad, es indudable que Séneca presenta el pensamiento
pagano en su forma moral más noble y elevada.
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Tema 2. La Lírica latina (Catulo, Ovidio, Horacio)
I.- Introducción. Evolución de la lírica latina:
1.- La lírica popular:
Se tienen noticias de cantos populares e himnos a los dioses. Pero esta poesía popular no pudo
engendrar una lírica nacional y literaria, pues el paso natural quedó sesgado por la influencia griega en el siglo -III.
2.- Nacimiento de una lírica erudita: En el primer tercio del siglo -I se forma en Roma un grupo de poetas, llamados
poetae novi impulsa el nacimiento de una nueva poesía lírica siguiendo los metros y las directrices de la lírica griega.
Después de ellos la poesía lírica sólo seguirá los modelos griegos. Sus modelos griegos son preferentemente los poetas
del período helenístico, sobretodo Calimaco. Sus gustos literarios pueden resumirse de la siguiente forma:
* Poemas cortos que pueden reducirse a un sólo dístico (2 versos).
* Temas intrascendentales y máxima perfección formal.
* Gusto por las cosas menudas y los diminutivos.
* Temas preferentemente amatorios.
3.- Época de Augusto: A la poesía intrascendental, juvenil y desenfadada de los poetae novi sucede en Roma la
poesía reflexiva del círculo de Mecenas caracterizada por:
* El ideal literario ya no es el lepor, la gracia, la feliz ocurrencia, sino el decor, la belleza que resulta de la proporción
armónica, de la elegancia de estilo.
* Los modelos griegos a imitar no son exclusivamente los alejandrinos, sino más bien los del período arcaico: Safo,
Alceo, Anacreonte y sobre todo Arquíloco.
* La poesía deja de ser un pasatiempo para convertirse en algo vital; hay una consciencia de la importancia y
trascendencia de su obra poética.
4.- Lírica postclásica: Tras la muerte de Ovidio en el 18, la lírica latina dio pocas producciones de cierta calidad
hasta el renacimiento de la literatura latina en el siglo IV. Entre estas producciones podemos citar a los poetae novelli que,
en tiempos del emperador Adriano (117-138), llegan en sus artificiosas composiciones a escribir versos que puedan ser
leídos al revés. Apenas se conservan algunos breves fragmentos de estos autores.
II.- Caius Valerius Catullus (-85 // - 35)
1.- La persona:
Su breve vida, que no rebasó los treinta años, se identifica con su obra. De su apasionada vida
sacó la sustancia de sus versos, dictados por sus vivencias amorosas, por su odio, su entusiasmo, su alegría o la
desesperación que lo empujó a una muerte prematura.
Nació en Verona de una ilustre familia. Antes de establecerse en Roma conoció a la noble Clodia, tan bella como
disoluta y mezclada constantemente en escándalos políticos y privados. Esta mujer, a quien Catulo llama Lesbia en sus
poemas, prendió al fogoso joven en las redes de su seducción convirtiéndose en su musa y en su tormento por sus
constantes traiciones y su lujuria sin freno.
No participó en política, pero esta época turbulenta proporciona a Catulo sobrados temas para su inspiración satírica.
Con epigramas hirientes y mordaces contra César y Pompeyo.
2.- La obra: El libro actual de Catulo es una colección de 116 poesías que podemos agrupar en: 60 poesías cortas
(1-60), 8 poesías largas (61-68) y 48 epigramas (69-116).
Las poesías cortas en ritmos variados se caracterizan por ser poesías de ocasión en estilo refinado, simpático, ligero
y descriptivo. Las poesías largas se caracterizan por un estilo elevado, erudito y artístico propio de la tragedia o de la
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odi et amo. quare id faciam, fortasse requiris.
nescio, sed fieri sentio et excrucior.
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épica, con el matrimonio como tema común. Los epigramas, en dísticos elegíacos, despliegan un estilo directo y punzante.
3.- El escritor:
En sus poemas desfilan sus momentos de alegría sin límites, de entusiasmo desbordado, de
jugueteo amable, de alusiones impertinentes al marido de su amante. Frente a esa felicidad, los momentos de desilusión,
de desesperación suicida, de ira incontenible. Las plegarias dulces alternan con las furiosas invectivas y éstas con las más
humildes palabras de retractación y arrepentimiento. Amores febriles y odios feroces libran en el corazón del poeta una
lucha irracional.
Esa imposibilidad de olvidar a la mujer amada, a pesar de que ya no la estima, constituye la mayor tragedia para
Catulo, que se debate impotente entre las llamas del amor y del odio, que arden abrasadoras en su corazón destrozado.
Las invectivas de Catulo, dictadas por su desbordado ímpetu juvenil, son por lo general caricaturas exageradas y
ridículas, de las que son objeto predilecto sus rivales amorosos, sus propios compañeros de disipación, sus protectores
e incluso, cegado por horribles celos, y, ante sus traiciones repetidas, llega a utilizar insultos tabernarios y a lanzar las
acusaciones más infamantes sobre Lesbia.
III.- Quintus Horatius Flaccus ( -65 // -8)
1.- La persona:
Nace en el año -65 en una granja de los alrededores de Venusa, donde la cultura romana se había
nutrido de la savia griega. Allí se modelaron para siempre sus aficiones a la vida campestre; allí retorna con frecuencia
su pensamiento en los años de la madurez. De aquí nace el continuo locus amoenus, deseo añorado del alma de Horacio.
Llegó a Roma a los 12 años y se orientó hacia la filosofía. Para poder vivir, trabajó de scriba quaestorius. Virgilio
le presentó a Mecenas, su protector. Pronto surgió entre ellos una amistad íntima, que duró hasta sus muertes. Mecenas
le obsequia con una finca. En este sereno refugio, en medio de los montes, transcurrieron los días más plácidos del poeta.
Allí, libre de apuros económicos, pudo colmarse su amor a la naturaleza, alejado del mundanal ruido y de los molestos
convencionalismos de la vida de la ciudad. Y allí floreció la mayor y mejor parte de su poesía.
2.- La obra:
A.- Épodos: Forman un libro con 17 composiciones en ritmo yámbico. Es una visión crítica de lo malo de la
vida pública.
B.- Sátiras: Forman 2 libros con 18 sátiras. Es un canto a la vida ajena a toda ambición, sencilla, honesta y
rural. Es una exposición de los problemas de la conducta moral.
C.- Odas:
Forman 4 libros con 103 composiciones en versos melios. Estas composiciones, denominadas
Carmina, representan la madurez artística del poeta. Las odas reflejan el sentimiento de fuerza y de seguridad del romano
dominador del mundo.
D.- Carmen Saeculare: Es un canto para los Ludi Saeculares. En él contempla la grandeza de Roma, la gloria
de la nueva época desde el punto de vista moral, las alegrías de la paz, la concordia de las familias, la fertilidad de los
matrimonios, la purificación de las costumbres.
E.- Epistulae: Forman 2 libros con 22 cartas en las que torna a la filosofía de sus Sátiras., dulcificada por el paso
del tiempo.
F.- Ars poetica:
Es un tratado sobre estilo, elementos, géneros y cometidos de la poesía.
3.- El escritor:
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odi et amo. quare id faciam, fortasse requiris.
nescio, sed fieri sentio et excrucior.
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Los primeros Epodos son violentos y agresivos contra figuras de la vida pública. Algunos son simples narraciones
de hechos obscenos, repugnantes, vicios, supersticiones o brujerías. Su poesía es un tanto enfática, retórica, externa y
artificiosa.
La sátira horaciana tiene un limpio lenguaje, a su donaire, a su fino humor. No sólo satiriza las faltas y debilidades
ajenas, sino también las propias, lo cual le gana las simpatías de los lectores y aplaca las iras de los satirizados.
En las Odas consigue altos vuelos poéticos: su melancolía, su sentimiento epicúreo de la vida, su carácter escéptico,
su renuncia a toda ambición, el sensato disfrute de los placeres de la vida, se convierten en objetos de conmovida
contemplación artística. El vivir contento con poco, el aprovechar el momento fugitivo (carpe diem), el esperar constante
de la muerte, se tornan bellas imágenes, armoniosos acordes, que vibra impulsada por palpitantes experiencias internas.
Horacio no se dejó arrastrar nunca por la pasión. Su aspiración ética mantiene un rumbo constante hacia la calma,
la perfección espiritual, el «puerto tranquilo». Sólo el pensamiento de su patria y de los héroes que la hicieron grande con
sus virtudes suscitan en él los ecos más vibrantes, que resuenan sonoros en las odas nacionales, destinadas a celebrar a
Augusto, a Roma y al Imperio.
Se inspira en los poetas griegos arcaicos. Si con sus Epodos había pretendido ser el Arquíloco romano, con las Odas
intentará emular a Alceo, con quien se sentía plenamente identificado. Obra suya es la claridad y precisión de la expresión
artística, la adecuación entre la melodía y la representación, la elaboración de la expresividad de la lengua, la feliz
elección y difusión de los epítetos y el primor de sus imágenes.
4.- Horacio y la posteridad: Representó el nuevo espíritu latino y anticipó el desarrollo del espíritu y de la poesía
Moderna.
Su fama se equiparó a la de Virgilio en la antigüedad, en la que penetró en las escuelas, llegando a ser decisiva su
influencia en la formación de muchas generaciones de poetas. Permaneció silenciado en el primer tercio de la Edad Media,
resurgiendo con fuerza en la época Carolingia, de la que datan los manuscritos que poseemos. Su poesía se transmitió
gracias a las escuelas, especialmente en Francia. En el Renacimiento aumenta su fama, multiplicándose las traducciones,
los comentarios y las ilustraciones musicales de sus odas. Penetró en la propia Iglesia, algunos de cuyos himnos fueron
modelados según sus estrofas santas y laicas.
En España han sido innumerables sus traductores e imitadores. Sobre su influencia en nuestra literatura escribió
Menéndez y Pelayo su tratado Horacio en España.
También debemos a él algunos de los aforismos más poéticos y humanos conocidos, como “Beatus ille”, “Carpe
diem”, “Diffugere niues”.
IV.- Publius Ovidius Naso (-43 // 18)
1.- La persona:
El más fecundo de los poetas romanos nació de una antigua y acaudalada familia del orden
ecuestre, recorrió los primeros escalones del cursus honorum, se casó dos veces, se divorció otras tantas y, por fin,
encontró en Fabia, su tercera esposa, el afecto que lo acompañó toda su vida. Las iras imperiales, provocadas por su
conducta o por sus versos, lo desterraron al Mar Negro, en donde el poeta se deshizo en llantos inútiles, muriendo en el
exilio a los sesenta años.
2.- La obra:
En la vida literaria de Ovidio podemos distinguir tres épocas perfectamente deslindadas:
A.- Poemas eróticos:
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B.- Poemas etiológicos:
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C.- Poemas del destierro:
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nescio, sed fieri sentio et excrucior.
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a.- Amores.
b.- Heroidas.
c.- De medicamine faciei feminae.
d.- Ars amandi.
e.- Remedia amoris.
a.- Metamorphosis.
b.- Fasti.
a.- Tristia.
b.- Ex Ponto.
3.- El escritor:
A.- Poemas eróticos:
a.- Amores: Entre los años 23 y 15 a. de C. compuso 3 libros de elegías títulados Amores. Pinta la
frivolidad de la alta sociedad imperial describiendo tópicos literarios como: el velar a la puerta de la amada, el mensaje
rechazado, la toilette de la dama, la enfermedad, las noches demasiado cortas, la infidelidad, los celos, la milicia del amor,
etc.
En estos poemas no existe un auténtico sentimiento amoroso. Sólo hay galantería fría y artificiosa, pero es un valioso
documento para conocer la vida de la sociedad refinada.
b.- Heroidas: Hacia el año 15 a. C. Ovidio inicia una nueva serie de elegías amorosas titulada Heroidas,
15 cartas enviadas por algunas mujeres famosas de la leyenda a sus amantes: Penélope a Ulises, Briseida a Aquiles, etc.
Todas las elegías están impregnadas de retórica.
c.- De medicamine faciei femineae: Nos ha llegado la quinta parte, unos cien versos. En ellos vemos
expuestos los afeites y recursos de las damas elegantes para deslumbrar a los también refinados varones de su tiempo.
d.- Ars amandi:
En el Ars amandi pretende enseñar cómo se conquista y se retiene el amor.
El amor del que Ovidio pretende ser maestro es un mero amor sensual dirigido a las que menos lo necesitaban, más
a las semiprofesionales del arte de la seducción que a las virtuosas matronas romanas, a las que invita, con solemne y
regocijado humorismo, a mantenerse al margen de su Ars.
e.- Remedia amoris:
Da consejos para desarraigar del alma la pasión amorosa.
B.- Relatos etiológicos:
a.- Metamorphosis:
Las Metamorfosis de Ovidio representan la culminación de su obra poética y ocupan
un lugar destacado en la historia de la literatura universal. A pesar de dar la impresión de ser un mero complejo de
narraciones míticas, constituyen un verdadero poema científico-filosófico.
A través de sus doce mil hexámetros, repartidos en 15 libros, va contando las metamorfosis o cambios físicos que
se producen en la Mitología clásica, pero podemos distinguir un hilo conductor, que va desde la conversión del caos en
el mundo organizado hasta la transformación de César en astro, al final del poema.
Ideológicamente, pretendió componer una especie de historia del Universo, vista a través de la infinita serie de las
transformaciones legendarias.
Para valorar adecuadamente esta obra hemos de prescindir, por tanto, de su estructura de conjunto y hemos de
limitarnos, pues, a contemplar aislados los innumerables episodios patéticos, graciosos, amables o dramáticos de cada
metamorfosis. Hay en la obra cuadros de matices delicadísimos, llenos de inefable seducción, de viva religiosidad, de
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delicadeza y de ternura conyugal.
Entre las metamorfosis descritas, que sobrepasan el número de 250, son numerosas las historias de amor tierno e
inocente y los amores extraños, como el que despierta en Pigmalión la bella estatua que él mismo ha modelado. Es curiosa
la historia de Narciso, que se muestra esquivo con la ninfa Eco, por estar ensimismado en la contemplación de su propia
imagen. No faltan las pasiones delictivas, como la de Medea, o los amores que acaban en tragedia, como los de Píramo
y Tisbe, los relatos fantásticos, como el de Faetón conduciendo el carro del Sol, o la negra desolación de Níobe en medio
de sus hijos atravesados por las flechas de Apolo y Diana o la penetración psicológica, como en el análisis del alma
conturbada de Medea o la poesía épica, como en la descripción del rapto de Proserpina.
En cada uno de estos relatos hemos de buscar los pequeños detalles, en los que despliega su fantástica imaginación
poética, para adornarlos con los más bellos colores. Son esos pequeños detalles que de él han aprendido los mejores
poetas, dotados, como él, del don de la observación y de una imaginación colorista y sensual.
b.- Fasti:
El poema consiste en una serie de elegías en 6 libros que intentan explicar las fiestas y
conmemoraciones del calendario romano. La inspiración poética de Ovidio lucha con la aridez del tema y en raras
ocasiones consigue superarla.
C.- Poemas del destierro:
a.- Tristia
b.- Ex Ponto: Son las elegías del destierro y en ellas son los mismos los procedimientos
retóricos, idénticas las amplificaciones, las variaciones, metáforas y alusiones mitológicas. Similares son también el juego
frívolo de agudezas verbales y los lugares comunes sobre el poder del tiempo y la nostalgia de la tierra natal.
El recuerdo morboso de un pasado inolvidable, en medio del agobio de un presente sombrío y la esperanza en un
mañana radiante, en el que el perdón imperial le devolverá a su dorado ambiente, lo invade todo.
4.- Ovidio y la posteridad:
Gozó de gran prestigio en su época y en la Edad Media su fama sólo cede ante la de Virgilio, siendo considerado
también como mago. En el Renacimiento aumenta su influencia, llegando ésta a la cima en el teatro del siglo XVII, que,
como el arte y la poesía de toda Europa bebe en la fuente inagotable de sus Metamorfosis, obra que ha nutrido la
inspiración de los artistas más famosos del mundo, proporcionándoles infinitos temas para sus creaciones.
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Tema 3. La Historiografía latina: César, Salustio, Tito Livio, Tácito
I.- Introducción: Orígenes y Fuentes.
1.- Fuentes: El período que va desde los últimos años del siglo -III hasta el final de la República ha sido fecundo
en historiadores de Roma, primero en lengua griega, después en el idioma nacional. Los primeros analistas latinos
utilizaron como fuentes la literatura griega y documentos romanos.
A.- La literatura griega:
Se interesó por Italia desde los tiempos más remotos. La Odisea menciona ya
algunos pueblos de Sicilia; Hesíodo cita a Telégono, el legendario fundador de Tusculum; Hecateo de Mileto nos ofrece
una primera descripción del país; Antíoco de Siracusa hace la primera mención de Roma; Filiste de Siracusa es autor de
la primera Historia General de Sicilia e Italia; Timeo de Tauromenium escribe desde los orígenes de Roma hasta el
comienzo de la primera Guerra Púnica.
Estas obras griegas han desaparecido casi por completo, pero el elemento extranjero, romano, era estudiado en la
medida en que guardaba alguna relación con la historia principal. Los representantes de la Analística y su orgullo nacional
romano no podían encontrar satisfacción en una historiografía extranjera, que trataba los asuntos de Roma de pasada o
emitiendo sobre ellos juicios poco halagadores.
B.- Los documentos:
Hay documentos públicos y privados, y los primeros en religiosos y políticos.
a.- Documentos públicos:
a.- Documentos públicos religiosos: Cada Colegio Religioso tenía su archivo en el que custodiaba sus
estatutos, documentos y fórmulas rituales. Los más importantes documentos eran los Anales Pontificum, tablas en las que
se indicaban cada año los días fastos y nefastos o los principales acontecimientos del año. Contenían, pues, los elementos
esenciales de una verdadera historia: los datos.
b.- Documentos públicos oficiales: Los Colegios de Magistrados guardaban documentos de interés
general: decisiones, censos, empadronamientos, listas de magistrados, además de las leyes, tratados, etc.
b.- Documentos privados: Las familias nobles (Fabios, Claudios, Valerios, Cornelios, etc.) disponían de
archivos particulares, de imágenes de los antepasados que enumeraban sus hechos gloriosos y los cargos alcanzados. Las
oraciones fúnebres (laudationes fúnebres) constituían la historia de cada familia.
2.- Valor histórico de la Analística:
A.- De los documentos: El valor histórico de estos documentos es muy problemático, pues el recuerdo del pasado
y lo que cada familia quiere atraer sobre sí, con ayuda de mentiras y artificios altera la gloria de las acciones y de las
magistraturas de sus ancestros.
B.- De la finalidad: Las primeras obras latinas están influidas por las tendencias políticas del momento, carecen
del más elemental sentido crítico y están plagadas de falsificaciones descaradas. Para los Analistas, la Historia es un
instrumento de gobierno donde lo único que les interesa es la Historia de Roma, las cuestiones internacionales tan sólo
interesan en cuanto afectan a su nación. La historiografía posterior no es menos nacionalista, aunque sí algo más crítica,
objetiva y psicológica.
II.- Cayo Julio César (-100 // - 44aC).
1.- La persona:
Cayo Julio César nace el año -100 en el seno de la ilustre familia romana de los Julios,
descendientes, según la tradición, de Iulus, hijo de Eneas y nieto de la diosa Venus. Ocupó los puestos políticos y militares
de mayor relieve, hasta el punto de que su biografía se confunde con la historia del mundo romano de su época. Con
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Julio César “De Bello Gallico” I, I,1
Gallia est omnis diuisa in partes tres
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Pompeyo y Craso formó el primer triunvirato y llevó a cabo, como procónsul de las Galias, la conquista de este país, al
que convirtió en provincia romana. Para evitar que se convirtiera en u tirano, una conjuración acabó con su vida en los
Idus de marzo del año -44.
2.- La obra: En su Comentarios acerca de la Guerra de las Galias, César narra los sucesos en que intervino
personalmente e intenta captarse la confianza del lector dando al relato un tono objetivo e imparcial y rinde homenaje a
sus colaboradores, e incluso a sus enemigos. Para sus contemporáneos, César no era un historiador, sino un caudillo que
había publicado su diario de campaña. La obra comprende siete libros.
Años después, tras sus victorias de Farsalia, Tapso y Munda, dueño ya de Roma, comenzó a escribir sus Commentarii
de bello civile, en los que narra la guerra civil contra Pompeyo.
César encarna el prototipo del escritor romano polifacético, escribió además Bellum Hispaniense, Africum et
Alexandrinum, una tragedia (Edipo), un poema a Hércules, otro sobre su viaje a España, algunos epigramas, un tratado
gramatical Sobre la Analogía y un Anticatón, en dos libros.
3.- El escritor:
Como historiador, su veracidad plantea problemas un tanto complejos. Presenta sus actos del
modo más favorable para él. Intenta probar constantemente que se vio obligado a la conquista de la Galia libre, atenúa
sus fracasos, censura o elogia a sus colaboradores militares según las necesidades de su política y de su prestigio personal,
al hacer justicia a algunos de sus adversarios galos subrayaba su propio mérito. Por ello, a pesar de su valor histórico
indiscutible, a veces hay que leer entre líneas.
A.- El estilo:
La creación literaria de César se caracteriza, en su conjunto, por su estilo sencillo y
transparente, en el que destaca su claridad de pensamiento, su lúcida visión de la realidad y una pureza de lengua
inigualada. Por todo ello, puede considerársele como uno de los más geniales artífices de la lengua latina.
La imaginación de César es tan vivaz y dramática, que parece haber sido testigo ocular de los acontecimientos.
César adopta en los discursos la forma del estilo indirecto. En estos discursos muestra una gran sobriedad y claridad
lógica en sus deducciones, sugiriendo reacciones psicológicas, que producen la impresión de algo vivo. En los momentos
más patéticos recurre al estilo directo.
III.- C. Salustio Crispo ( -86 // - 35)
1.- La persona:
Nace el año -86 en Amiterno. Hijo de padres plebeyos pero acomodados que le permitieron darle
una educación similar a la que recibían los jóvenes nobles. En Roma lleva una vida privada agitada y una vida pública
dominada por la pasión de lograr la popularidad y jalonada de desengaños.
Salustio es nombrado procónsul cum imperio de Numidia y le proporciona una ocasión de conocer a fondo el país,
la vida y costumbres de sus habitantes y de realizar un saqueo sistemático en provecho propio.
En la última etapa de su vida, la riqueza mal conseguida le proporcionará una independencia y un ocio, que le
permitirá consagrarse a la literatura.
2.- La obra: Su primera obra es la Conjuración de Catilina porque considera el hecho memorable, tanto por la
novedad del mismo como por el peligro a que llevó a la República, pero lo que más le importaba era mostrar al desnudo
la corrupción de la nobleza romana.
Otra obra fue la Guerra de Yugurta. Pero la obra maestra de Salustio, en la que se cimentó su prestigio en la
antigüedad era sus Historias. Constaba de 5 libros de los que nos quedan varios fragmentos con 4 discursos y 2 cartas.
Todos los fragmentos nos muestran al historiador en la plenitud de su arte. Refería la guerra de Sertorio, la guerra de los
esclavos y la guerra contra Mitridates.
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3.- El escritor:
Historiador y moralista, hay en sus obras una constante condena de la corrupción, pública y
privada, de su época. Ahora bien, su vida propia está en completa contradicción con las ideas de moralidad que propugna
en sus escritos.
A.- Su concepción de la Historia:
Salustio es en la Historiografía Latina lo que Tucídides es en la Griega.
Intentó dar a la Historia un matiz filosófico, tratando de explicar las causas, las consecuencias y la concatenación
espiritual y lógica de los hechos narrados.
a.- La virtus: El elemento dramático subjetivo del riesgo se manifiesta tanto en la elección de los temas
como en el curso del relato. Salustio siente una ferviente admiración por la virtus de los antepasados, afirma que el destino
privilegiado de Roma es obra del valor de unos pocos, pero también calibra la fortuna, cuyo capricho gobierna a los
pueblos. Para Salustio, el acontecer histórico se debate entre ambas fuerzas, la iniciativa humana y el soplo favorable o
adverso de la fortuna. El predominio de una u otra fuerza se va poniendo de relieve según la ocasión, el propósito o el
comportamiento psicológico de los personajes interviniente en el devenir histórico.
b.- La psicología: Una de las características más notable de Salustio es el análisis psicológico como factor
forjador del devenir histórico.
1º.- La psicología individual:
Su espíritu de observación y perspicacia analiza minuciosamente el estado
psicológico que conduce a cada hombre y este estudio íntimo del alma y la justificación psicológica del proceder de cada
personaje lo consigue usando procedimientos ya empleados por la mayoría de los historiógrafos griegos: retratos,
discursos y cartas.
2º.- La psicología colectiva: También es un gran observador de los entes colectivos (partidos políticos o clases
sociales) y de todos sus comportamientos inherentes a las guerras civiles: abuso en la victoria para fines personales,
transgresión de todo principio ético o religioso mientras se invoca a los dioses, inconstancia política de algunos
prohombres, que militan siempre en el partido que acaba de vencer.
Todo ello en un continuado esfuerzo por mostrarse imparcial. Fustiga con la misma violencia a la nobleza, por su
orgullo de casta, por la fanática defensa de sus privilegios, que al pueblo, por su incapacidad para toda visión política de
altura y para toda empresa constructiva,
IV.- Tito Livio (-59 // 17)
1.- La persona:
Nace Tito Livio en Padua el año -59 y su familia pertenecía a la nobleza provincial. Se educa en
el seno de esta nobleza provincial, en la de las costumbres severas de los viejos tiempos, el respeto profundo a la religión
y un fuerte espíritu de casta.
Nunca se dejó seducir por los viajes, cosa rara entre los historiadores antiguos. Su vida transcurrió plácidamente y
ya en vida gozó de gran fama, como lo demuestra la anécdota de que un gaditano hizo un viaje ex profeso a Roma para
conocer a Livio personalmente.
2.- La obra: “Ab urbe condita” es un proyecto ambicioso, desproporcionado para las fuerzas de un solo historiador.
No obstante, fue llevado hasta casi su final animado por el éxito de su publicación y por su popularidad creciente. Trabajó
sin desmayo en esta empresa gigantesca durante unos cuarenta años, dispuesto a narrar toda la historia interior y exterior
de Roma, desde su fundación hasta la muerte de Augusto, en 150 libros, pero escribió 142, de los que se han perdido 107.
El azar y no la selección han hecho llegar hasta nosotros los libros I-X (orígenes de Roma y su primera época hasta la
tercera Guerra Samnita y libros XXI-XLV (2ª Guerra Púnica, conquista de Macedonia por L. Emilio Paulo).
3.- El escritor:
A.- Fuentes: Tito Livio es un historiador de gabinete, un lector infatigable, que no viaja ni conoce personalmente
los escenarios en donde tienen lugar los hechos que describe. Su método consiste en leer las obras de sus predecesores,
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en elegir de entre las diversas versiones la que le parece más verosímil o en transcribirlas todas, cuando no se atreve a
pronunciarse por ninguna de ellas. En cuanto a los documentos oficiales no despiertan en él interés alguno.
B.- La NO búsqueda de la verdad en Livio: La infancia de los pueblos, lo mismo que la de los individuos, siente
tanto o más interés por la leyenda que por la realidad. La imaginación y el sentimiento desfiguran los hechos y carece de
sentido la distinción entre lo verdadero y lo falso.
Al comenzar a escribir el primer libro de su obra, en el que relata la fundación de Roma y la época monárquica, Tito
Livio se enfrenta con una muralla impenetrable de leyendas, profundamente arraigadas en el sentir romano.
No se le oculta a Livio que poetas e historiadores de épocas precedentes han falseado la Historia para halagar el
orgullo de las familias encumbradas, pero en vez de hacer una crítica, acepta la tradición tal como la han establecido las
generaciones que forjaron el poderío de Roma. Para imponer esta tradición, su labor consiste en hacerla verosímil, ya que,
para él, lo verosímil es la medida de lo verdadero. Con toda la habilidad y agudeza de juicio de que era capaz, hace pasar
esta tradición por el tamiz de la razón, suprimiendo, las contradicciones más flagrantes, eligiendo y armonizando los datos
suministrados por las diversas fuentes y procurando establecer entre unos y otros las relaciones lógicas necesarias. Con
todos estos elementos crea un todo seguido, en el que todo enlaza tan armoniosamente, que hay que admitirlo o rechazarlo
en bloque.
C.- Los fines de su historia: En el prólogo de su obra, el mismo Livio explica claramente los fines que en ella
persigue: superar a sus predecesores, faltos de técnica literaria y hacer ver cómo Roma ha caído en la presente
degeneración moral y está condenada a un hundimiento inevitable, «como edificio minado en sus cimientos», a no ser que
vuelva a la senda de las antiguas virtudes nacionales, que la hicieron tan poderosa.
No se trata de defender intereses personales ni de partido, ni de adular la vanidad de una familia ilustre, ni de abogar
por el Senado o por la plebe. Se trata de servir a la patria entera. Es el espíritu de Roma, no el de la Historia, el que alienta
esta obra.
D.- Su estilo: Es natural que un espíritu sagaz y con sentido del arte, como Livio, invente formas variadas para
evitar la monotonía. La idea central está plasmada unas veces en discursos, otras en algún episodio curioso o dramático.
No le importa que los hechos sean o no auténticos, ni le importa forzar un poco la verdad, si ello contribuye a la belleza
del relato.
La educación de Livio fue la de un retórico, por eso abusa de los discursos y por eso muestra las pasiones que deciden
los hechos, pasiones que los oradores excitan o moderan en sus discursos. En Livio, todos los personajes son consumados
oradores, hasta los simples soldados, los rudos labriegos o pueblos no romanos. Por ello no pudo evitar que muchos de
ellos suenen a artificiales y falsos.
Aunque, el estilo de Livio mantiene una estructura periódica muy exagerada, su relato es fluido y sosegado.
4.- Tito Livio y la posteridad:
En vida gozó de gran fama, que, como él mismo confiesa, le prestó fuerzas y ánimo
para proseguir su gigantesca empresa y durante toda la Antigüedad, su autoridad y su crédito estaban fuera de toda duda.
Por haber dado su forma definitiva a la tradición del romano-tipo, éste constituyó durante siglos la imagen del “Romano
Ejemplar” ya sea verdadera o falsa.
V.- Tácito (55 // 120):
1.- La persona:
P. Cornelio Tácito es un típico noble romano. Pertenece a una familia de la clase de los caballeros
y recibió una excelente educación oratoria. Íntegro por naturaleza y educación, logró pronto la fama por su elocuencia.
Su carrera política fue muy regular: alcanzó el rango senatorial y procónsul en Asia. Sólo a partir de esta fecha se dedicó
a escribir historia.
2.- La obra:
Tácito se propuso narrar los acontecimientos que precedieron inmediatamente a su época, es decir,
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la evolución del sistema del principado, creado por Augusto, la exaltación del poder personal, que tuvo lugar bajo sus
sucesores, y la progresiva desaparición de la influencia política del Senado.
Su formación retórica le impulsó a escribir el Diálogo de los oradores, brillante ensayo de crítica literaria.
La vida de Agrícola es un verdadero elogio fúnebre en honor de suegro Agrícola, gobernador de Britania, caído en
desgracia con Domiciano. Supone esta obrita una violenta censura contra Domiciano y una defensa de los funcionarios
que habían servido fielmente bajo un príncipe despótico sin participar en su tiranía.
La Germania es un estudio de la situación y las costumbres de los germanos.
Las Historias narran los años 69 a 96 de la historia de Roma que transcurre entre la muerte de Nerón y la de
Domiciano. Sólo han llegado hasta nosotros los cuatro primeros libros y el comienzo del quinto.
Los Anales narran los años 14 a 68 de la historia de Roma que transcurre entre la muerte de Augusto y la de Nerón.
Se conservan los libros I-IV y XI-XVI (el último con lagunas) y algunos fragmentos del V y VI.
3.- El escritor:
A.- Las fuentes: Tácito muestra en todas sus obras una gran pasión por la información exacta y comprobada
y para ello contaba con las Actas del Senado y las Actas diarias del Pueblo Romano; con las memorias de algunos
personajes importantes; libelos contra los emperadores impopulares; y los testimonios directos de personas supervivientes.
B.- Su método:
Su tarea, pues, consistió más en cribar, clasificar y enjuiciar esta información, que en la
búsqueda de datos. Su principal mérito radica en haber utilizado todas estas fuentes con gran imparcialidad, con gran
sinceridad y sin ánimo de engañar.
C.- Su filosofía:
El objetivo de la historia para Tácito es de carácter moral. Se trata de salvar del olvido
las virtudes y de censurar los vicios. Ya en el prefacio de sus Historias advierte al lector que hallará en ellas «junto a
relatos atroces, ejemplos de virtud dignos de las antiguas edades» e ideológicamente, ve esa virtud personal independiente
a cualquier régimen político, pues no llega a decidirse entre la idea romana de un Estado dirigido por el Senado y el
concepto helenístico de un imperio universal. Sus ideas religiosas son muy vagas
D.- Su estilo: Sus obras se presentan en cuadros sucesivos, compuestos en torno al estudio psicológico de un
personaje. Mas estos retratos no aparecen aislados de los acontecimientos, como algo marginal de los mismos, sino que
se precisan y enriquecen con ellos, de modo que da la sensación de que los hechos sólo sirven de fondo y marco al tema
central, constituido por el individuo retratado. Su relato semeja en estas ocasiones una novela psicológica.
Su rico vocabulario está esmaltado de arcaísmos, neologismos y giros poéticos. Lleva al límite la concisión y
supresión de los elementos de la frase. Es continuador, pues, de Tucídides y Salustio.
Su estilo, lleno de vivacidad y dramatismo es, pues, conceptista, poético, irregular y asimétrico. Es, con Virgilio y
Séneca, el autor latino más cargado de pasión y de sentimiento.
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Tema 4 “La épica latina (Virgilio, Lucano)”
I.- Introducción:
1.- La épica griega como fuente: Frente a una épica griega de tipo oral y tradicional como la Ilíada o la Odisea, la
épica latina es siempre una literatura de CONSCIENTE y voluntaria elaboración poética.
Así, la épica latina se nutre de los modelos griegos. En la forma acabará siendo una poesía en verso dactílico, de estilo
solemne, personajes elevados y tono grandilocuente. Pero en los temas a tratar es puramente romana y así cantará, como
en casi todos los géneros literarios, la grandeza de Roma, una grandeza que rebasa los límites de la propia ciudad de Roma
y se eleva hasta un ideal patriótico de tipo nacional: Su historia se remonta desde la fundación de Roma hasta la conquista
del mundo.
2.- Los precursores:
A.- Livio Andrónico (c. -284 // - 204):
Esclavo griego que enseñaba en Roma la lengua
griega. Con objeto de contar con un texto bilingüe, que le ayudase en sus enseñanzas, tradujo al latín, en versos saturnios,
la Odisea. Se conservan 46 versos.
B.- Gneo Nevio (a. -235 // - 201):
Con su poema “Bellum Punicum” en versos saturnios,
creó no sólo la epopeya nacional romana, sino también el primer poema épico histórico: la leyenda de Eneas hasta las
Guerras Púnicas. Toda la obra está impregnada en un ferviente orgullo nacional.
C.- Quintus Ennius (-239 // - 169):
Escribió un extenso poema épico en 18 libros, titulado
“Anuales” de los que nos queda 628 versos. Cuenta desde la llegada de Eneas al Lacio hasta sus días. Su protagonista no
es ningún héroe personal, sino todo el pueblo romano. Mérito suyo es haber introducido en la poesía latina el hexámetro.
D.- Lucretius Caro (-99 // -55): Escribió una obra didáctica titulada “De rerum natura” en
6 libros. Los libros I y II desarrolla los principios básicos del átomo: “Nada nace de la nada y nada vuelve a la nada”. Los
libros III y IV son tratados de psicología y afirma que el alma está compuesta de materia y por tanto mortal. En los libros
V y VI estudia la cosmología, el nacimiento del mundo y del hombre.
II.- Publius Vergilius Maro (-71 // -19)
1.- La persona:
Nació en Mantua, en el seno de una familia de condición modesta. Niño de salud delicada, de gran
sensibilidad y de precoz inteligencia creció medio de la naturaleza: una vida sencilla en el campo, con animales, verdes
prados y bosques sombríos. Su obra está poblada de estos recuerdos infantiles y llena de ese amor inmenso a los seres
animados e inanimados de la naturaleza.
2.- la obra:
Virgilio compuso 3 obras: las Bucólicas o Églogas, las Geórgicas y la Eneida.
A.- Las Églogas: Virgilio imita en estas breves composiciones a Teócrito. Son 10 poemas de unos 100 versos
cada uno que en un contexto bucólico, unos pastores hablan de sus pasiones amorosas, curiosidades científicas y
mitológicas, pero sobre todo del anhelo de paz y descanso en medio de una naturaleza hermosa y fértil.
Las Églogas más originales son las personales: A Virgilio le expropiaron sus tierras y luego el emperador Augusto
le indemnizó con otras. En la Égloga IX canta su infortunio. En la Égloga I agradece al emperador su gesto, pero opone
su felicidad a la triste suerte de aquellos que han sido víctimas del cruel despojo.
B.- Las Geórgicas:
Es una épica didáctica en 4 libros sobre la agricultura: El primero está dedicado a la
agricultura en general. El segundo a la viticultura y al cuidado de los árboles frutales, especialmente el olivo. El tercero
estudia el tema pecuario: la cría de bueyes, caballos, ovejas y otros animales. En el último trata de la vida de las abejas,
cuya miel era importante en una economía sin azúcar. En este libro abundan más los consejos morales y los cuadros
campestres que los consejos técnicos. La vida social de la colmena le sugiere el paralelismo entre la ciudad de las abejas
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Virgilio, Eneida XI, 362
Nulla salus bello; pacem te poscimus omnes
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y un Estado humano bien organizado como el que se avecina con Augusto.
Augusto encargó el poema para ayudar al retorno a la vida agrícola que libraría Roma del exceso de población inútil.
Por ello, en la obra no aparece el latifundio ni su explotación por medio de esclavos. El dueño trabaja personalmente su
pequeña propiedad. Ese es el ideal de vida sencilla, humilde y honesta que el poeta ofrece a sus contemporáneos.
C.- La Eneida:
En 12 cantos a imagen de las 2 grandes obras homéricas en una estructura claramente
perceptible, canta en los 6 primeros libros, a imitación de la Odisea, el deambular de Eneas por el Mediterráneo y en los
6 siguientes, a imitación de la Ilíada, los combates en tierras italianas con los aborígenes.
3.- El escritor:
Toda la obra de Virgilio está compuesta en versos hexamétricos, verso propio de la épica, pero
más que de obras épicas, bien podemos hablar de lírica porque toda su producción está llena de una sensibilidad más
propia de la lírica que de la épica.
A.- Las Bucólicas de Virgilio presentan unos pastores menos idealizados, de hecho se sirve de los cantos
bucólicos para hablar de sí mismo y de sus amigos y la situación naciente de paz.
B.- Hemos de reconocer que Virgilio trabajó en las Geórgicas sobre un tema que no ofrecía ya grandes
posibilidades de originalidad. En cambio, su gran talento poético consiguió crear el prototipo ideal del pequeño propietario
rural, libre e independiente, que a fuerza de desvelos y de perseverancia llega a vivir a su gusto en un medio apacible y
riente, a cuya creación ha contribuido él mismo con su esfuerzo personal. El labriego ideal de las Geórgicas quedó en lo
sucesivo como labriego-tipo en la literatura y en la vida.
C.- La Eneida:
Sólo si se lee la Eneida en latín original, se es capaz de apreciar su sencillez, su musicalidad,
su sensibilidad. Todas las demás apreciaciones que hagamos serán tan sólo un erudito presumir.
a.- Pax romana: Virgilio se asoció con entusiasmo al movimiento promovido por Augusto en pro de una
restauración moral y cívica de Roma que pretendía restaurar la vieja religión y la austeridad de costumbres de antaño,
consideradas como exponente de las gloriosas generaciones en un momento que, al acabar tantas guerras civiles, había
creado un clima de paz apropiado para el desarrollo de las letras.
En este momento que se busca la paz, Eneas es el héroe que no ama las armas, no ama la violencia, aunque la sufre;
la guerra aparece como un mal que hay que evitar y así el llanto de la madre de Euríalo después de haber perdido a su hijo
en una acción bélica es un poderoso alegato contra las armas; las súplicas de Drances a Turno parecen las súplicas del
pueblo romano dirigidas a Augusto y recoge uno de los mensajes más profundos del poema: “nulla salus bello, pacem
te poscimus omnes”
b.- Una sensible psicología: Virgilio inserta formas dramáticas y líricas dando una profundización
psicológica a los caracteres. La sensibilidad y delicadeza de Virgilio es superior a su fuerza. El alma de Virgilio no le
permite hurtarse a los dolores e infortunios de sus personajes. El poeta llora y sufre con ellos.
Amor por la naturaleza, simpatía y piedad por los infortunios humanos, por los menesterosos es un sentimiento nuevo
en la poesía romana. Virgilio se hace así el poeta del corazón, de la dulce y delicada melancolía, que comprende la
fragilidad de las cosas humanas.
c.- Sus personajes:
a.- Eneas:
Eneas es un personaje poco épico. La finalidad de la obra
presenta a un Eneas frío, débil siempre a la voluntad de los dioses, sumiso a su deber, incapaz de revelarse en favor de
sí mismo. Consigue superar su egoísmo y se pone al servicio de la historia: es el héroe que tiene un pasado (Troya) y un
futuro (Iulo), pero no un presente propio. Quizás se espera de él un calor más humano, una resignación a su destino tras
una lucha entre su voluntad individual y su deber, pero ni siquiera.
b.- Dido:
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Aunque su historia se ciñe al canto IV, su espíritu permanece en toda
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la obra. Es la gran creación de Virgilio, sin duda. Mujer honesta, vital, enamorada, apasionada, fogosa, ardiente, humana.
g.- Turno:
Es un guerrero épico con las cualidades del Héctor homérico:
valeroso, sincero, desafortunado y las del Aquiles: feroz, irascible, violento, con escaso dominio de sí mismo.
d.- Los dioses:
Han perdido espontaneidad y han ganado majestuosidad. Júpiter
yo no es el primero entre iguales, sino la máxima jerarquía y la asamblea de los dioses se somete a él. Su voluntad rige
todo y coincide con el destino.
d.- Un estilo: Virgilio usa moderadamente los recursos: helenismos, arcaísmos, metáforas, aliteración, sus
hermosos símiles, etc. Por ello, la originalidad de Virgilio no es inmediata y hay que buscarla en su perfección formal y
en su sensibilidad. Sobre el sangriento campo de batalla de la epopeya, Virgilio hace brotar toda su sensibilidad y su amor
a la naturaleza a todo cuanto puede suscitar en el ánimo la ternura o la melancolía.
e.- Virgilio y la posteridad: Virgilio aporta el amor, la bondad, la generosidad, la fraternidad entre los
hombres. Es el anuncio de la actitud cristiana ante la vida, con sus dolorosas meditaciones y su inmenso amor al prójimo.
Virgilio, padre de Occidente, ha trazado un cuadro de la Antigüedad con lo que ella tiene de más bello y es el precursor
de los tiempos actuales, en lo que tienen de mejor, de más noble, de más generoso. La Eneida, griega por la inspiración,
romana por el espíritu que la anima, cristiana casi por el corazón, es la obra que canta el pasado añorado de Roma, su
presente glorioso y el porvenir de la Humanidad, henchida de ese amor universal al hombre, presentido ya por el alma
generosa y el corazón inmenso de un poeta inmortal.
III.- Marcus Anneus Lucanus (39 // 65 )
1.- La persona:
Lucano, sobrino de Séneca, nació en Córdoba, pero se crió en Roma en el ambiente de la corte
imperial. Auténtico niño prodigio, a los 21 años era poeta laureado y amigo de Nerón. El éxito de sus poemas en las
lecturas públicas suscitó la envidia del emperador y fue obligado a suicidarse. Tenía entonces 26 años.
2.- La obra: Nos legó una epopeya, probablemente inacabada, en 10 cantos: “Farsalia”. Relata la guerra civil entre
César y Pompeyo. En los 6 primeros libros describe la Roma de su tiempo y enumera las fuerzas en lucha, presenta a los
principales jefes y relata las operaciones que precedieron a la batalla de Farsalia, descrita en el libro séptimo. En los tres
últimos cantos se refieren las consecuencias de la victoria de César: asesinato de Pompeyo, éxitos tardíos e inútiles de
Catón y triunfo de César.
3.- El escritor:
Lucano representa un retorno de la epopeya romana primitiva, de tema puramente patriótico, ya
que sustituyó el tema mítico y lejano por otro histórico, casi contemporáneo.
Los tres primeros cantos son de gran imparcialidad; en los demás, ensalza a los pompeyanos y refleja su añoranza
de la libertad republicana. Los dioses, en cuya existencia no cree el poeta, no intervienen en la acción.
Lucano es un verdadero historiador en verso. Tiene sentido de la historia, se documenta bien y traza un admirable
cuadro de las causas sociales y morales que provocaron la contienda civil. Su curiosidad científica nos aporta datos
curiosos sobre geografía, etnografía, astrología y magia.
Su estilo es impetuoso y desigual. A veces aflora en él una retórica fatigosa y enfática; otras veces el poeta llega a
la concisión mordaz, al entusiasmo, a la plenitud. Posee imaginación poderosa, sobre todo visual, pródiga en recursos
efectistas, y muestra un gusto excesivo por lo truculento y horrible, y por la violencia.
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Virgilio, Eneida XI, 362
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Tema 5. La oratoria (Cicerón, Quintiliano)
I.- Introducción:
1.- Evolución de la Oratoria:
La oratoria, tanto la política como la forense, necesita de un clima democrático para
crecer lozana y floreciente, de ahí que fuera en época republicana cuando se dio el gran auge del discurso y que fuera en
época imperial cuando se adormeciera en las escuelas.
A.- Época Preclásica: La época preclásica se caracteriza por una rivalidad entre los que prefieren un estilo
romano (discursos bruscos, cortados, secos y directo al grano) y los que prefieren una influencia griega (con la imposición
de unas normas fijas). Se impuso el estilo helenizante y a partir de entonces, la Retórica se convierte en la disciplina
fundamental en la formación integral del ciudadano romano y ni siquiera decaerá cuando la Oratoria pierda su vigencia
bajo el régimen imperial.
B.- Época Clásica:
La época de Cicerón fue políticamente la más agitada de toda la historia de Roma. La
Oratoria, que se hace imprescindible para defender las propias ideas políticas y refutar las contrarias, vive su época de
esplendor en estos años de tensión y adquiere una perfección que ya no será superada.
C.- Época Imperial:
Con la instauración del régimen imperial, cesaron las rivalidades electorales y las
campañas de captación de votos y, con ello, disminuyó la actividad oratoria. La retórica se refugia en las escuelas; pero,
falta de contraste con la realidad, se convierte en puro artificio, llena de afectación y carente de vida.
2.- La Retórica o el arte de enseñar la oratoria:
En la república romana, la carrera política se iba forjando en el Foro,
en las Asambleas del Pueblo y en el Senado. Para subir por los peldaños del cursus honorum, los candidatos debían poner
a prueba constantemente sus dotes de persuasión. Hasta para las dotes de mando de un general se complementaba su
capacidad para pronunciar vibrantes arengas a sus tropas.
Esta enseñanza del bien hablar se impartía en las escuelas de retórica, en la enseñanza superior, a la que tenían acceso
exclusivamente los jóvenes pertenecientes a familias acomodadas y con pretensiones políticas.
El rhetor completaba la educación básica, impartida por el litterator y el grammaticus, enseñando a sus discípulos
la técnica oratoria. En las escuelas de retórica los alumnos componían, memorizaban y recitaban discursos sobre temas
ficticios. Los ejercicios contribuían a desarrollar la agilidad mental, la facilidad de palabra y la capacidad dialéctica del
alumno y le daban la disciplina necesaria para exponer los argumentos de un modo adecuado. El maestro corregía la
pronunciación, el tono de voz, los gestos y cuantos defectos observase.
Estos ejercicios se denominaban suasoriae o controversiae. Las suasoriae, ejercicios para principiantes, eran
consultas imaginarias hechas a personajes famosos, históricos o legendarios, que deben explicar las razones que les
indujeron a tomar una decisión en un momento determinado. Las controversiae, en cambio, eran prácticas oratorias
destinadas a alumnos de nivel más avanzado y tenían generalmente un contenido jurídico. Luego completaba esta
formación en el Foro, donde escuchaba los discursos de oradores famosos.
3.- El entusiasmo romano por el hablar: Los romanos sentían verdadero entusiasmo por la oratoria. El pueblo
escuchaba extasiado las disputas políticas y los discursos constituyen un elemento importante en la exposición de todos
los géneros literarios. Tal es la importancia que los romanos daban a la oratoria que publicaban los discursos más o menos
improvisados ante un público.
II.- Marcus Tulius Cicero (-106 // -43)
1.- La persona:
Ha llegado hasta nuestros tiempos una imagen de Cicerón, envuelta en las brumas nebulosas del
favor y el odio de los partidos políticos de su época, imagen que, a veces, se ha interpuesto en la imparcial apreciación
de su producción literaria. Se le ha reprochado su vanidad, la constante glorificación de sí mismo, la ceguera en reconocer
su incapacidad como hombre de Estado y de acción.
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Cicerón, Catilinaria 1,1
Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?
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Marco Tulio Cicerón nació en la ciudad de Arpino. A los 25 años pronunció su primer discurso (Pro Quinctio) y al
año siguiente defendió a Roscio Amerino en un proceso por asesinato. Estas dos actuaciones públicas le abrieron las
puertas de la fama. Su amor a la gloria lo empujó hacia los cargos públicos. Para conseguirlos contaba con un arma,
infalible en aquella época, la elocuencia.
Tras la conjuración de Catilina fue condenado al destierro y a los 18 meses se hizo aprobar por el Senado el regreso
de Cicerón rodeado de un halo de gloria y popularidad, considerado como el salvador en quien estaban fijas las miradas
y las esperanzas de todos. Los sicarios de Marco Antonio le decapitaron el 7 de diciembre del año -43. La cabeza y la
mano derecha de Cicerón fueron expuestas en la tribuna de las arengas, en aquel foro en el que tantas veces había tronado
la voz de uno de los más grandes oradores de la humanidad.
2.- La obra:
Podemos agrupar toda su producción en 4 grupos:
A.- Los discursos: “Las Verrinas”, “Las Catilinarias”, 4 discursos en contra de Catilina, “Las Filípicas”: 14
discursos en contra de Marco Antonio llamados Filípicas en recuerdo de las que Demóstenes pronunció contra Filipo de
Macedonia.
B.- Los tratados de retórica:
“De oratore”, 3 libros acerca de la formación del orador, “Brutus”, una historia
de la elocuencia romana, “Orator”, un retrato del orador “ideal”.
C.- Los tratados filosóficos: “De re publica”, describe un gobierno ideal, “De legibus”, “De natura deorum”,
“De fato”, doctrina sobre el destino, “De senectute”, “De amicitia”.
D.- Epístolas:
Escribió cartas (donde manifiesta sin reservas todo cuanto inspiraba sus sentimientos y sus
acciones y nos traza un perfecto cuadro del ambiente en que se mueven los personajes más ilustres de su tiempo y un
estudio de los mismos) y una Consolación.
3.- El escritor:
Tras los primeros estudios y ejercitaciones, aparece un Cicerón con un estilo asiático, florido,
ampuloso y redundante. La reflexión y la edad le darán el sedimento necesario. Una vez formado definitivamente, se nos
muestra como un orador excepcional.
En cuanto a la forma, sus discursos ofrecen una variedad, brillantez, abundancia, ritmo, cadencia y armonía realmente
inimitables.
En lo que se refiere al fondo, Cicerón considera que un discurso debe instruir, agradar y conmover al mismo tiempo.
¿Cómo lo consigue?
* Instruir: Aportando hechos, argumentos y testimonios contundentes.
* Agradar: Despertando la atención con variedad de tonos: es vivaz, agresivo a veces, tranquilo a ratos; emplea
digresiones, lugares comunes, ejemplos, anécdotas, reflexiones filosóficas o literarias; todo ello condimentado con la salsa
picante de chistes, juegos de palabras, alusiones, parodias, e incluso caricaturas.
* Conmover: Impresionando a su auditorio con recursos inagotables de su fina sensibilidad y de su imaginación
desbocada; lo patético interviene a menudo, unas veces sentido, otras, artificioso.
4.- Cicerón y el humanismo de Occidente: Los discursos constituyen una mina inagotable de ciencia jurídica, un
archivo magnífico sobre el ambiente político y social de la época.
En sus tratados sobre Retórica, Política y Filosofía expresó la cultura helénica, pero le fue preciso adaptar a las
formas romanas todo aquello que había aprendido entre los griegos; de esta forma, naturalizó en latín la cultura helénica,
constituyendo así, de una manera definitiva, el latín como lengua de las ideas generales.
Esta cultura helenística, adaptada a la buena sociedad romana, es la base y la fuente inagotable del humanismo de
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todos los tiempos. Los griegos la crearon; los romanos, y más que ninguno Cicerón, le dieron su carácter y su valor actual.
Para realizar esta maravillosa adaptación de la cultura helenística a la lengua de su patria, Cicerón tuvo que recurrir
ampliamente al procedimiento de cargar las palabras latinas de sentido griego.
Gracias a esta magnífica conjunción de sus conocimientos con sus grandes dotes literarias, fundó una forma nueva
de la cultura griega y ha podido ser el maestro indiscutible del humanismo occidental que, a través de él, perdió quizá su
sabor peculiar, pero logró convertirse en patrimonio universal de la humanidad.
III.- Marcus Fabius Quintilianus (30? // d. 95)
1.- La persona:
Nació en Calagurris (Calahorra, Logroño), en la Hispania Tarraconense; en Roma llegó a ser un
abogado famoso y abrió allí una escuela de retórica, que alcanzó pronto tan gran prestigio, que el emperador Vespasiano
le nombró maestro oficial de este arte, con una asignación anual a cargo del Estado. El emperador Domiciano le confió
la educación de sus sobrinos y el emperador Trajano le honró con su amistad.
Luchó por implantar de nuevo los preceptos oratorios ciceronianos, por lo que tuvo que atacar a Séneca. Se
caracterizó siempre por su honradez profesional, manifestada en el fiel cumplimiento de sus deberes y en una entrega
entusiasta a la formación de la juventud.
2.- La obra: Su obra “Institutio oratoria”, tratado en 12 libros acerca de la formación del orador, fue escrita al final
de toda una vida consagrada plenamente a la práctica judicial y al profesorado. Constituye un prodigio de claridad y
solidez, como reflejo que es de su gran experiencia personal. Es una exaltación del clasicismo, en su forma más pura.
Como hombre con gran vocación para la enseñanza, tenía algunas curiosas “viejas” ideas de hace 2 milenios:
* Abolición de los castigos corporales.
* Cooperación de padres y maestros en la educación del niño.
* Grupos reducidos de alumnos para que el profesor pueda atenderlos individualmente.
* La educación del niño debe empezar antes de los 7 años.
3.- El escritor:
Une la moral a la elocuencia, y la decadencia de la oratoria es una simple consecuencia de la
corrupción de costumbres.
Exige al orador una vasta cultura. Aboga por la gradual dificultad de los ejercicios escolares, con temas inspirados
en la realidad. Quintiliano aconseja a los preceptores una atención delicada en el estudio de la psicología del niño y el más
exquisito tacto en la dirección de su inteligencia. Insiste en que la educación debe comenzar desde la cuna. Aboga por
la formación intelectual y profesional en una escuela pública, bajo un maestro experto. Es partidario del esfuerzo
continuado, regular y progresivo, sin altibajos, acomodado a la capacidad y al temperamento de cada discípulo. Y, ante
todo, muestra su preocupación constante por su salud moral.
Este realismo y equilibrio moral le acercan a los clásicos. Recomienda la elocuencia natural, sin falsas afectaciones
y adornos innecesarios, aunque escribe en la lengua complicada de su época, llena de metáforas, de rasgos ingeniosos y
de imágenes brillantes, en un intento de hacer más expresivo su pensamiento. Hereda, pues, la influencia de los autores
postclásicos y, sobre todo, de Séneca en la prosa latina.
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Tema 6. La Novela (Petronio, Apuleyo)
I.- Introducción:
1.- Posibles orígenes: El relato en prosa sobre temas ficticios, tan generalizado en la literatura actual, fue poco
cultivado en Grecia y Roma. Este género literario no se desarrolla hasta época tardía. Sus orígenes son un tanto oscuros
e incluso no hallamos, ni en griego, ni en latín, un término específico para designar la novela.
Ya Heródoto del s. -V inserta en su obra relatos más o menos novelescos y anécdotas curiosas. En los s. -IV // -III
circulaban en el mundo griego ciertos relatos (“cuentos milesios”) acerca de los cuales sólo se sabe que eran de carácter
burdo y probablemente inmoral. Más tarde, en la época alejandrina proliferan los episodios novelescos y las intrigas
amorosas en numerosas obras en verso, como los Idilios de Teócrito o las comedias de Menandro.
Al mismo tiempo, en las escuelas de Retórica se ejercitaba a los discípulos en el desarrollo de temas puramente
imaginarios, como simple práctica oratoria. De hecho, los novelistas antiguos fueron rétores que buscaron tan sólo una
evasión en el hecho de escribir una novela.
2.- Antecedentes: El género parece haber nacido en Grecia y hemos conservado sólo 5 muestras: Quéreas y Calírroe
de Caritón de Afrodisiade del s. -I, Efesíacas o Antea y Habrócomes de Jenofonte de Éfeso del s. I, Leucipa y Clitofonte
de Aquiles Tacio de finales del s. II, Dafnis y Cloe de Longo de Lesbos de finales del s. II y Etiópicas o Teágenes y
Cariclea de Heliodoro de Émesa del s. III.
II.- Petronio (¿...? // ¿...?):
1.- La persona:
No sabemos quién es. La hipótesis más verosímil identifica al autor del Satiricón con el cónsul,
contemporáneo y amigo íntimo de Nerón, que cayó en desgracia y se vio obligado a suicidarse.
Tácito (An., XVI, 18-19) nos describe así su historia: “Se pasaba los días durmiendo y dedicaba las noches a sus
quehaceres y a satisfacer sus gustos. Pero no era considerado como disipador y calavera, como la mayor parte de los que
malgastaban su hacienda, sino como un caprichoso refinado.” En el relato de Tácito no se menciona el Satiricón, sin
embargo, las referencias y datos contenidos en esta famosa novela parecen identificar al autor del Satiricón con el original
personaje que nos describe Tácito.
2.- La obra: De esta novela picaresca y de aventuras, en 20 libros, sólo se conservan parte del libro XIV y los libros
XV y XVI. Refiere las andanzas de un joven disoluto con tres compañeros. En la trama van intercaladas procaces
narraciones, en la línea de las fábulas milesias, como “El muchacho de Pérgamo” o “La viuda de Éfeso”. El fragmento
más largo corresponde al “Banquete de Trimalción” rebosante de comicidad y fuerza satírica, magistral caricatura de la
burda suntuosidad de los libertos convertidos en nuevos ricos.
3.- El escritor:
Obra de tono muy libre y de gran originalidad. Con fina ironía y sensibilidad nos pinta el
desenfreno de la “alta” sociedad en tiempos de Nerón, saca a la luz pública todos los trapos sucios de una sociedad
hipócrita.. Hay en la obra una perfecta adecuación entre la conducta de los personajes y sus palabras, que corresponden
exactamente a su extracción social y a su nivel intelectual. Imita el lenguaje hablado por las gentes de su época, de suerte
que esta obra constituye una importante fuente de conocimiento del latín vulgar.
III.- Apuleyo (125 - c. 180)
1.- La persona:
Este extraño ingenio púnico, que supo conjugar la fina espiritualidad helénica con la solidez
romana, nació hacia el año 125 en Madaura (actual Argelia), hijo de un funcionario. Estudió Retórica en Cartago, Filosofía
en Atenas y en Roma se inició en los Misterios de Isis. De vuelta a África, casó con una rica viuda entrada en años y fue
acusado por sus parientes de haberla seducido por medio de la magia. A partir del año 170 se pierden sus huellas. Terminó
sus días probablemente en Cartago, durante el reinado de M. Aurelio, entre los años 170 //180.
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Apuleyo, El asno de oro III, 25, 1
Vime no tornado en ave, sino en asno
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2.- La obra: Apuleyo solía jactarse de sus variados conocimientos. Nos dice que él rinde culto a las nueve Musas
con el mismo entusiasmo y que compone poemas en todos los géneros literarios.
A.- Discursos y obras filosóficas:
“Pro se de magia”, discurso conocido con el nombre de “Apología”.
“Florida” pequeña antología de algunos pasajes brillantes de sus discursos y conferencias. Los tratados filosóficos
carecen de originalidad, son, en general, obras de divulgación, casi traducciones o resúmenes de doctrinas del platonismo
medio.
B.- Su novela:
“Metamorphoseon libri XI”, conocida con el nombre más popular de Asinus aureus (El asno
de Oro), constituye no sólo su creación más famosa, sino una de las obras maestras de la literatura universal. Se trata de
una novela de aventuras de tipo milesio, sensual y mística al mismo tiempo, en la que se acumulan contradicciones y
contrastes de fondo y forma, reflejo del espíritu complejo de su autor y de su época.
Narra las aventuras de Lucio en viaje por Tesalia que al pretender transformarse en ave, se convierte durante algunos
meses en asno, por haberse equivocado de ungüento mágico. Con esta apariencia, pero conservando sus facultades
humanas, salvo la palabra, entra al servicio de distintas personas hasta volver a su forma original gracias a los misterios
de Isis. Dentro de la novela se cuentan varias historias, una de esas historias, la más interesante, verdadera joya literaria,
es la de Psiquis y Cupido, que ha sido objeto de numerosas traducciones y paráfrasis en múltiples idiomas y en la que
culminan las dotes narrativas de Apuleyo.
3.- El escritor:
En el desarrollo de esta obra, dentro de su crudo realismo sensual, matizado de prácticas mágicas,
se puede vislumbrar una ascensión constante del espíritu, que intenta liberarse de la sensualidad, del amor materialista
y pervertido, hasta llegar a la revelación mística en los más logrados episodios de Psiquis y Cupido, en su nueva
transformación en hombre, gracias a la intervención de la diosa Isis, y en la apoteosis final de la liberación y purificación
del iniciado en los misterios de esta diosa.
En efecto, existe una gran diferencia entre el libro XI, impregnado de sorprendente fervor religioso y los diez
anteriores, en los que se van acumulando fábulas, anécdotas y descripciones, con el único objetivo de complacer la
imaginación.
Por lo demás, brota por doquier en la novela su ingenio desbordado, repleto del más sano y cautivador realismo,
expresado en un lenguaje que, aunque artificioso y rebuscado, es muy expresivo.
4.- Apuleyo en su época y en la posteridad:
Apuleyo es el autor más representativo de toda una época literaria,
caracterizada por una amplia erudición, pero en la decadencia progresiva del viejo espíritu creador romano.
Tiene una habilidad extraordinaria para la traducción al latín de la terminología filosófica griega, por lo que comparte
con Cicerón y los demás filósofos latinos la gloria de haberla transmitido a las lenguas modernas. Es, pues, uno de los
grandes intermediarios en la proyección de la cultura griega al mundo occidental moderno.
Grande en su siglo y muy estimado por sus conciudadanos, su fama se extendió pronto a todo el mundo romano y
perduró en toda la Edad Media. Pero su iniciación en los misterios orientales le granjearon fama de brujo.
Las repercusiones en la literatura española son notables. La primera traducción hecha al castellano es obra de Diego
López de Cartagena y fue impresa en Sevilla, hacia 1513. Fue tan popular, que se publicaron otras cinco ediciones antes
del 1601 y aparecen menciones de esta obra en continuos autores.
El cuento de Psiquis y Cupido tiene tal repercusión que fue traducida en verso por Juan de Mal-lara y por Funes
Villalpando. Se sabe que Lope de Vega escribió la comedia Psiquis y Cupido, que inspiró posiblemente a Calderón Ni
amor se libra de amor y dos autos sacramentales con el mismo tema. Antonio Solís, en Triunfos de Amor y Fortuna;
Cornelia, en el drama Psiquis y Cupido; Hartzenbusch, en la zarzuela El amor enamorado se inspiran también en este
tema. Las imitaciones o influencias más o menos directas del mismo son incesantes.
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Vime no tornado en ave, sino en asno
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Tema 7. La Fábula (Fedro). La Sátira (Juvenal). El Epigrama (Marcial)
I.- LA FÁBULA
1.- El patito feo de los géneros literarios: Hemos visto cómo los grandes poetas romanos pertenecían a determinados
círculos literarios y se movían en las altas esferas de una sociedad privilegiada. La fábula y su mundo poético se
desenvuelven, en cambio, en las capas más humildes de la sociedad. Fedro, el primero y el más importante cultivador de
este género literario entre los romanos, pasó tan desapercibido por la literatura “oficial” de su tiempo, que nada se dice
sobre su persona.
Ya en Grecia, frente a la epopeya, que representa el lado noble, aristocrático y heroico de la vida y cuyos personajes
eran los héroes y los dioses, la fábula (también en su característico aspecto de apólogo en que intervienen los animales)
representa a los hombres vulgares, insignificantes, que necesitan el disfraz de animales en lo que tienen en común con
el hombre. La fábula, mediante esa audaz ficción escénica, también transporta a los oyentes o a sus lectores a una época
mítica, fantástica y seductora, en la que aún hablaban los seres inanimados, los animales y las plantas.
Fueron sus transmisores los mercaderes y los esclavos (esclavo fue Esopo, el gran fabulista griego). En su conjunto,
las fábulas esópicas constituyen una especie de reivindicación satírica del pueblo más humilde frente a los privilegiados.
Este espíritu reivindicativo aparece con perfiles aún más definidos en los cinco libros de las Fabulae Aesopiae de Fedro.
Probablemente fue este espíritu el que atrajo al poeta hacia este tipo de literatura, que surge en los umbrales del
Imperio, cuando ya no se podía expresar con entera libertad lo que se pensaba. Fedro, plebeyo y poeta de la plebe, aparece
por ello sin conexión alguna con el resto de los poetas de su tiempo.
2.- Gaius Iulius Faedrus:
A.- La persona:
Su nombre no es mencionado por sus contemporáneos. Esclavo, como Esopo, había nacido
en Macedonia, en la ladera del monte Pierio, consagrado a las Musas. Vino muy joven a Roma como esclavo de Augusto,
que lo manumitió en consideración a su cultura. Probablemente se dedicó a la enseñanza y el hecho de que en ésta se
hiciera aprender a los niños fábulas esópicas, pudo haber influido en el nacimiento de su vocación poética.
B.- La obra: Los cinco libros comprenden 143 fábulas. Los libros I y II se atienen más a Esopo: el lobo y el
cordero, la zorra y el cuervo, el asno y el león, el pavo y la corneja, la rana y el buey, etc., donde expone la amarga historia
del débil, expuesto constantemente al ataque de los poderosos. Pero, a medida que avanza en su obra, se va
independizando del modelo griego llegando a introducir escenas de la vida cotidiana romana como el paseo de Tiberio
o la conversación de Pompeyo y el soldado.
C.- El escritor:
Fedro va ampliando gradualmente el horizonte de sus modelos griegos. El tema de la opresión
del débil por el poderoso es en él algo obsesionante. Su espíritu satírico está en él tan arraigado, que le priva la mayor
parte de las veces de la serenidad y la claridad de visión necesarias a la verdadera poesía.
Cada fábula es una imagen plástica de contenido práctico y moral, que presenta a lo vivo escenas inolvidables de
personas y animales, como la del ciervo que contempla en la fuente su frondosa cornamenta o la del mulo que, orgulloso
de su carga de oro, camina cuellierguido haciendo tintinear sus cascabeles.
Prescindiendo de las fábulas más logradas, el conjunto ofrece cierta aridez, razón principal del escaso favor de que
gozaron entre sus contemporáneos, aunque sí han tenido gran influencia en los fabulistas posteriores, sobre todo en el s.
XVIII. Están escritas en senarios yámbicos, no muy espontáneos, pero cuidadosamente elaborados, en un lenguaje bastante
puro, expresado con sencillez, propiedad y concisión.
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Fedro, II, VI, 1
Contra potentes nemo est munitus satis
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II.- LA SÁTIRA
1.- Sátira y satíricos: El espíritu crítico, base de la sátira, es innato en el hombre y su expresión literaria aparece
ya en épocas muy remotas de la literatura. En Grecia destacaron en este género Arquíloco y Aristófanes.
Ahora bien, los romanos, que estaban dotados de un espíritu mordaz y polémico extraordinario, desarrollaron en
grado sumo este género literario y le imprimieron el sello de su carácter combativo y cáustico. El objetivo primordial de
la sátira (“revoltijo”, “ensalada”) no es hacer reír, aunque frecuentemente lo consiga, sino dar lecciones morales, dirigir
la vida de los hombres; busca la ética práctica, basándose en la censura de los vicios sociales. Esta censura está envuelta
en ironía, acritud e indignación y se expresa en un estilo desenfadado y burlesco.
“La sátira nos pertenece por completo”, exclama con orgullo Quintiliano. Nace este género en Roma en el último
tercio del siglo -II. Su creador fue Lucilio (-180 // -105) que compuso 30 libros de sátiras, en hexámetros dactílicos, de
los que sólo quedan unos 1400 versos. Murió en Nápoles y fue honrado con funerales públicos.
Fue él quien desarrolló este género literario, en el que logró combinar la burla hiriente con la lección moral. Cada
una de sus sátiras se centra en una idea general: precepto político o literario, doctrina moral o cuadro pintoresco. En ellas
censura indistintamente a los magistrados venales, a los poetastros demasiado helenizantes, a los nobles ineptos, el lujo
exagerado y ridículo, todo lo que rebasa la justa medida.
Su moral es la que le dicta el sentido común y está impregnada de esa sabiduría popular plasmada en fábulas y
proverbios. Su pesimismo aflora en su crudeza implacable y violenta.
Tras Lucilio, la sátira no da señales de vida durante más de un siglo. Renace gracias a Horacio y, otro siglo más tarde,
es continuada por Persio (34//62), poeta que rompe con el tono amable e indulgente de Horacio y se lanza a un ataque
virulento contra los vicios insensatos de sus contemporáneos. Persio, incapaz de admitir las razones que explican el
comportamiento humano y los defectos de los individuos censurados, pretende transformarlo todo. El resultado de su ciega
incomprensión fue una sátira desabrida, despiadada, expresada con realismo brutal, exento de adornos y de matices,
oscura, conceptista y de escaso atractivo artístico.
2.- Decimus Iunius Iuvenalis (d. 65 // d. 128):
A.- La persona: Nació en Aquino y se dedicó a la abogacía, parece que sufrió un destierro y estuvo
relacionado en Roma con algunos hombres de letras, entre ellos Marcial. Empezó a publicar sus obras hacia el año 100,
en el reinado de Trajano.
B.- La obra: Dejó 16 sátiras de extensión muy desigual en 5 libros. Todas ellas son violentos ataques contra
las costumbres de su tiempo y contra los abusos de los reinados precedentes, especialmente el de Domiciano.
C.- El escritor:
Su vida tranquila y placentera contrasta con la violencia que rezuman sus escritos. Juvenal
no es un filósofo como Persio, ni un estilista como Horacio, ni un político como Lucilio. La fuente principal de sus sátiras
es la vida cotidiana.
Su mentalidad de rétor en ejercicio le lleva a desarrollar sus temas hasta el final. Cada vez que describe una faceta
pintoresca de la vida romana, nos ofrece un verdadero cuadro de conjunto, compuesto en función de una idea central. La
escena más conocida es la de la agobiante vida en Roma.
Pero con una mentalidad xenófoba y misógino, sólo hace aparecer en escena cierta clase de tipos y situaciones: los
afeminados, las mujeres, los aduladores extranjeros prestos a practicar el intrusismo profesional y a suplantar “a los
descendientes de Rómulo”, el “poderoso caballero don dinero” de la nueva clase de libertos que han hecho fortuna, el
pobre que malvive en un desván destartalado, la circulación callejera, bulliciosa y enloquecedora, en la que el viandante
se juega constantemente el tipo, mientras el rico se hace llevar en litera sobre las cabezas de una plebe miserable, la
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proliferación abusiva de las religiones exóticas. Por eso sueña Juvenal con una Roma estrictamente latina y, por antítesis
con la Roma cosmopolita, ve su ideal en las pequeñas ciudades de Italia, en donde aún hallan asiento las sencillas
costumbres aldeanas de los primitivos tiempos.
Su tremendo pesimismo sólo tiene en cuenta los aspectos negativos y sombríos de la sociedad, para él el hombre no
es feliz a causa de los demás hombres. Para él, todas las mujeres son impúdicas, derrochadoras, pedantes, tiránicas, crueles
y frívolas. Opina que no se reconocen los verdaderos méritos de los intelectuales. Fustiga con la misma virulencia los
extravíos monstruosos de la alta sociedad y los pintorescos errores de las clases menesterosas, la miseria y la injusticia
social.
Ahora bien, para combatir tamaños males, Juvenal propone unos remedios rebosantes de candor inefable: el retorno
masivo a la vida rústica primitiva, a la simplicidad de antaño, o bien, a la vida militar, ruda pero sana, repleta del culto
a la fortaleza heroica. Si algún insensato, añade, prefiere quedarse a vivir en Roma, sólo le queda el recurso supremo de
hacerse poeta satírico, para denunciar toda la podredumbre y degradación de esta ciudad maldita, ya que, aunque le falte
talento, la indignación le dictará versos.
D.- La fama de Juvenal:
La obra de este último representante de la sátira romana alcanzó en su época
un éxito prodigioso. Primero resultaba divertida, por su exagerada y caricaturesca visión de la realidad; más tarde fue una
fuente de argumentos para los moralistas; por último fue utilizada por los Padres de la Iglesia como flagelo contra los
vicios del mundo pagano.
III.- EL EPIGRAMA:
1.- Introducción:
En su más primitiva y etimológica acepción, el vocablo epigrama significa una inscripción corta (con frecuencia un
dístico elegíaco) que se inscribía sobre algo. Epigramas son pues las inscripciones funerarias, los exvotos y las
inscripciones sobre monumentos.
En época helenística, el epigrama pasa a ser una composición corta de tema variado. El actual concepto de epigrama,
el epigrama satírico, se debe al hispano Marcial. En sus manos el epigrama se convierte en una composición corta, festiva
y agridulce, apropiada para el ataque personal o la crítica social. Se ha hecho clásica la definición que de epigrama hizo
Juan de Iriarte en el s. XVII:
A la abeja semejante
para que cause placer
el epigrama ha de ser
pequeño, dulce y punzante.
El epigrama había sido cultivado ya por Catulo, en el siglo -I, siguiendo la tradición de los poetas alejandrinos, que
habían practicado profusamente este género literario, pródigo en ataques personales y en ironía demoledora. La concisión
de la lengua latina se prestaba maravillosamente a estas pequeñas composiciones agresivas, cuya mordacidad terminaba
con un alfilerazo hiriente. Por ello estuvieron de moda en Roma desde los tiempos de Catulo.
2.- Marcus Valerius Martialis (c. 40 - c. 104):
A.- La persona: Nació en Bílbilis (Calatayud), en la Hispania Tarraconense. Acabó sus estudios en Roma,
en donde fijó su residencia, subyugado por los incentivos que esta gran ciudad ofrecía a su natural viveza. Para ganarse
la vida tuvo que ponerse al servicio de los poderosos, adularlos, divertirlos, soportar las humillaciones y desventuras
inherentes a su condición de parásito adulador y pedigüeño.
Satírico nato, dotado prodigiosamente del don de la observación aguda y penetrante y del sentido de la comicidad,
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su natural pereza y posiblemente la necesidad de la improvisación oportuna le incitaron a elegir un género literario más
breve y ágil que la sátira propiamente dicha. Compuso, pues, epigramas, poemitas cortos que se convierten en este poeta
en sinónimo de broma mordaz, ingeniosa y cáustica.
B.- La obra: Marcial nos ha dejado dos obras:
* “Liber de spectaculis”:
El poeta celebra las maravillas del anfiteatro Flavio (o Coliseo).
* “XIV libri epigrammaton”:
Son más de quinientos epigramas, reunidos en 14 libros. El epigrama satírico se
daba en los doce primeros libros. La temática es la vida romana de cada día de finales del s. I vista bajo el prisma mordaz
e irónico de Marcial. El XIII (Xenia) recoge los versos que a modo de dedicatoria acompañaban a los regalos que se
cruzaban los romanos en las fiestas Saturnalia. El XIV (apophoreta) es una colección de poesías que iban con los regalos
que se sorteaban al final de los banquetes.
C.- El escritor:
Su situación de parásito no le permitía a Marcial adoptar un tono de moralista. La brevedad
de los epigramas tampoco se prestaba a extensos desarrollos teóricos. Introduce, en cambio, una novedad en este género:
cuando el ataque es grosero y violento, Marcial tiene la delicadeza de designar a sus víctimas con pseudónimos, rasgo tan
inconcebible en su época, que algunos críticos actuales sólo ven en él un simple truco literario destinado a picar la
curiosidad del lector.
Su obra nos brinda una panorámica abigarrada y pintoresca de la vida cotidiana en la Roma de su tiempo:
espectáculos públicos, banquetes lujosos, vida galante, gracias y desgracias de los parásitos, vida de las gentes humildes,
ajetreo de la vida urbana... Demuestra una admirable maestría en la pintura de estas vivaces escenas, expresadas en los
escasos versos de un epigrama. Es plenamente consciente de su mérito y así lo manifiesta a menudo en sus prefacios,
aunque reconoce que practica un “género menor” y “se divierte” con “insignificancias”.
Sólo pretende agradar, sin producir tedio, y lo consigue plenamente, ya que su obra está llena de naturalidad, exenta
de vana retórica, palpitante de vida, de espontaneidad y de desenvoltura. Cada uno de sus epigramas es una imagen rápida
y fugaz de la sociedad circundante. La precisión y agudeza de sus observaciones queda reflejada a veces en una sola
palabra, que las condensa con toda su fuerza. El aguijón final sirve para redoblar el efecto y excita la curiosidad. Cuando
el poema es algo más largo, le permite esbozar un retrato o una escena, que termina en una brusca antítesis.
Todos sus epigramas rebosan ingenio, vivacidad y pintoresquismo y constituyen un intento constante de armonizar
la paradoja y la realidad.
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Curso 2015-16
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Miguel Ángel Benjumea Pulido
Tema 8. Factores de la Romanización en el territorio de la actual Andalucía
1.- INTRODUCCIÓN:
1.- Definición:
Romanización es el proceso de aculturación que experimentaron las diversas regiones conquistadas por Roma, por
el que dichos territorios incorporaron los modos de organización político-sociales, las costumbres y las formas culturales
emanadas de Roma.
Hispania ha sido siempre considerada como la provincia más romanizada de Occidente. El grado de intensidad de “la
romanización” en las distintas zonas de la geografía hispana fue diferente, según la fecha más o menos temprana en que
los romanos conquistan el territorio y del talante más o menos hostil de los aborígenes. En la provincia Bética, zona
coincidente en gran parte con la actual Andalucía, se produce la coincidencia de los dos factores que potencian la
absorción de la romanización. La Bética fue la zona de Hispania más romana, era una pequeña Italia en Hispania
2.- Introducción histórica:
La segunda guerra Púnica (-218/-201) decidió los destinos de España, dudosa en esa época entre las influencias
oriental, helénica, celta y africana. La Segunda Guerra Púnica comenzó cuando Cartago capturó la ciudad hispánica de
Saguntum, aliada nominal de Roma. Publio Cornelio Escipión el Africano, aprovechando que los cartagineses estaban
diseminados por toda la zona sudoriental de Hispania, toma Carthago Nova (actual Cartagena) en el año -209, y derrota
en Baecula a Asdrúbal. A partir de entonces empieza la romanización de Hispania mediante una transformación en la vida
técnica, agrícola e industrial, las costumbres, el vestido y la organización. La religión romana, con sus dioses patrios y
extranjeros que iba cobijando, convivió en la Península con las divinidades indígenas. Se impuso la lengua latina,
importada por legionarios, colonos y administrativos.
3.- División territorial de Hispania:
Tras la expulsión de los cartagineses de la península Ibérica, Hispania quedó dividida en
Hispania Citerior (desde el NE hasta Cartagena) e Hispania Ulterior (hacia el Sur). Augusto en
el -27 dividió la Ulterior en dos nuevas provincias Lusitania (capital Emerita Augusta) y Bética
(capital Corduba) y llamó Tarraconense a la Citerior (capital en Tarraco).
El emperador Caracalla a comienzos del siglo III desgajó de la
Tarraconense la provincia Gaellica, que comprendía el NO peninsular. Diocleciano, en el siglo
IV, creó la Cartaginense (centro y este peninsulares, más las islas Baleares) desgajada también
de la Tarraconense. A fines del siglo IV las Baleares pasan a ser provincia insular llamándose
Balearica. Por otro lado, el norte de África fue englobado en ese siglo como parte de España
con el nombre de Mauritania Tingitana, con capital en Tingis (actual Tánger). Consecuencia
de todo ello, en el siglo V Hispania se componía de 7 provincias:
Lusitania, Baetica, Gaellica, Tarraconensis, Cartagenensis, Balearica, Maurtania Tingitana.
En el máximo esplendor del Imperio romano, Hispania estaba dividida en tres provincias.
El Senado romano controlaba la Bética y el emperador la Lusitania y la Tarraconense.
II.- LA BAETICA Y EL SUR DE LA TARRACONENSIS:
La Bética es la zona de la gran parte de la actual Andalucía. La Bética es la provincia romana de la península Ibérica
creada por Augusto en el -27 y toma su nombre del río Baetis (actual Guadalquivir) y cuya capital fue Hispalis, hoy
Sevilla. Su nombre completo era Provincia Hispania Ulterior Baetica y estaba constituida por el centro y oeste de
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Andalucía, sur de Extremadura y parte de Ciudad Real, aunque el rico distrito minero de Castulo (cerca de Linares, en
Jaén) pasó en el -7 a la Tarraconense. Era una de las zonas más romanizadas de Hispania y su administración correspondía
al Senado, si bien a finales del Imperio la autoridad imperial se hizo preponderante. Tuvo 4 distritos con capitales en
Hispalis, Gades (Cádiz), Astigi (Écija) y Corduba (Córdoba), destacando Hispalis como capital de Hispania durante el
Bajo Imperio (siglos IV y V). Provincia fértil en agricultura, minería y comercio, fue lugar de asentamiento de colonos
romanos desde su conquista, y en ella nacieron Trajano (y probablemente también su pupilo Adriano), Séneca, Lucano,
Mela y Columela.
En la Bética había una cultura parecida a la romana y un desarrollo cultural similar, ya que compartían aspectos de
la civilización griega.
La otra zona romana de la actual Andalucía es el sur de la provincia de la Tarraconensis.
III.- FACTORES DE LA ROMANIZACIÓN:
Los factores que hicieron posible este proceso fueron los siguientes:
1.- Fomento de la urbanización:
El pueblo romano era principalmente urbano: vivían en la urbs y ése era el modelo de población que exportaron a
todo el Imperio. No entendían la civilización si no era en las ciudades, así, establecían en las provincias a los veteranos
de guerra, la mayoría de las veces en ciudades creadas ex professo para ellos (las colonias). Desde la primera, Itálica,
fundada por Escipión en el -26, la creación de éste tipo de ciudad de nueva planta o junto a núcleos de población
preexistentes fue constante, sobretodo en la época de César y de Augusto; en ellas está el origen de muchas ciudades
españolas, como Mérida, Barcelona, Zaragoza, Cáceres, Valencia, Palma, Tarragona, Elche, etc.
Además, los romanos potenciaron el crecimiento de las ciudades indígenas, otorgando a muchas de ellas el status
jurídico privilegiado de municipium, que en algunos casos suponía la concesión de la ciudadanía romana a sus habitantes.
Su fin era que los hispanos abandonaran sus aldeas y se concentraran en las ciudades y así se integraran con más facilidad
en el estilo de vida romano, y fueran más fáciles de controlar.
En las ciudades, los hispanorromanos se impregnaban de la cultura romana: aprendían la lengua latina, practicaban
los cultos religiosos oficiales (el culto a Roma y al emperador), se beneficiaban de los servicios públicos (acueductos,
alcantarillados, mercados, tremas, etc.) y existían espectáculos típicos romanos (teatro, carreras de carros y caballos,
luchas de gladiadores), para los que los romanos construyen magníficos recintos en las ciudades importantes. Así mismo
podían mandar a sus hijos a las escuelas, participar en las instituciones (en las asambleas y, caso de que fueran ricos, en
el Senado y en las Magistraturas), etc.
La prueba de la eficacia de este factor de romanización es que allí donde la concentración urbana fue mayor, la
romanización fue también más temprana y más intensa.
2.- El ejército:
Desde distintos enfoques, un factor decisivo de la romanización cultural fue el ejército, pues además de ser el
instrumento fundamental de control y dominio de las provincias, los legionarios fueron el transmisor fundamental de la
lengua latina.
O se crea un núcleo urbano alrededor de los campamentos, pues sus cuarteles atraían a sectores marginados de la
población indígena, comerciantes y mujeres (las parejas mixtas eran abundantes)o se crea un núcleo urbano ex professo
para los veteranos de guerra; efectivamente, al licenciarse los soldados, recibían casa y tierras donde establecerse. Éste
fue el caso de las dos grandes ciudades de Hispania: Itálica, para los veteranos de la segunda guerra Púnica, y, Mérida
para los de las guerras Cántabras.
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También el ejército contribuyó más a la asimilación de las zonas más pobres y menos civilizadas con el reclutamiento
de hispanos como mercenarios y para los hispanos era una manera de ganarse la vida y obtener la ciudadanía romana. Una
vez romanizados, estos soldados ya veteranos volvían a su tierra y se convertían en focos de romanización.
3. La red de comunicaciones:
El pueblo romano sostuvo un gran mantenimiento de una tupida red de calzadas por todo el imperio, reforzada con
puentes y túneles. Los móviles de ese esfuerzo eran estratégicos, económicos y políticos y esta extensa red de
comunicaciones facilitaba la comunicación entre las distintas regiones, impulsando de esta manera el desarrollo del
comercio entre todas ellas y, por tanto, la romanización.
En España las calzadas más importantes (actuales autopistas y autovías) eran las llamadas Vía Augusta, que se dirigía
desde Cádiz por el Valle del Guadalquivir a la costa Mediterránea, y por ella continuaba hasta la Galia (y después a
Roma); o las que iban enlazando las capitales de las distintas provincias, como la Vía de la Plata, que unía Astorga,
Mérida y Sevilla. Aparte de las calzadas mayores había multitud de caminos que cruzaban de un lado a otro de cada
provincia. Los restos de su característico empedrado se pueden encontrar por toda España, al lado o debajo de nuestros
caminos y carreteras. Algunos de los puentes siguen aguantando el tráfico actual, como el de Córdoba o el de Andújar.
Los abundantísimos vestigios de estas obras públicas constituyen una de las muestras más características, elocuentes
y perdurables de nuestra romanidad.
4.- La lengua:
La lengua latina logró imponerse a las demás lenguas nacionales (excepto al euskera que se habla en la zona norte)
por medio de los funcionarios, del ejército, de la enseñanza y del culto religioso y sobre todo a través de las relaciones
comerciales ya que era la lengua universal en los países del Mediterráneo.
La adopción de la lengua latina en todos los ámbitos de la vida fue al principio en igualdad con las lenguas
prerromanas y luego, con exclusividad, si bien es verdad que se mantuvieron variantes dialectales, pero que no alteraron
la unidad alcanzada.
5.- El derecho de ciudadanía:
El derecho de ciudadanía constituía la aspiración común de todos los pueblos sometidos, ya que conllevaba grandes
privilegios.
Un hito en el proceso romanizador fue la concesión por el emperador Vespasiano (69/79) del ius latii o derecho de
ciudadanía latina, para todos los hispanos libres de origen indígena. Tal medida fue ampliada en el 212 por el emperador
Caracalla al convertir a todos los habitantes libres del Imperio en ciudadanos romanos mediante la Constitutio
Antoniniana. En Hispania, para esas fechas, casi por unanimidad, la población se ‘sentía’ romana.
6.- La religión:
La romanización se mostró también en la penetración de la religión romana y, sobre todo, de las religiones orientales
importadas por Roma (culto de Cibeles, Mitra, cristianismo).
7.- Cultura:
Aspectos simple de la vida cotidiana romana pasaron al uso corriente de los indígenas: vestimentas y ajuares; las
construcciones, ya en obras públicas, ya en vivienda privada; el uso de los nombres romanos con su praenomen, nomen
y cognomen; el uso de la moneda y métrica romanas; la aceptación del Derecho Romano frente a las costumbres tribales;
las prácticas comerciales y asociacionistas (collegia); en la llegada de hispanos a Roma como emperadores, magistrados
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o literatos; o en la presencia de hispanos como legionarios desde Britania a Mesopotamia.
La inserción de la Península en el mundo romano supuso una mayor apertura a los intercambios comerciales y
culturales con el Mediterráneo y más allá, en una identificación con los habitantes también romanizados de Asia, África
y resto de Europa. Todavía en torno al año 500 el sur peninsular se resistirá a la penetración germánica y mantendrá lazos
de unión con el Imperio romano de Oriente, que posibilitarán la reconquista bizantina de la zona y su mantenimiento hasta
el siglo VII, como una consecuencia de ocho siglos de historia y tradición en torno a la idea y al nombre de Roma.
“Andaluces” romanos fueron: los emperadores itálicos Trajano o Adriano;el filósofo cordobés Lucio Anneo Séneca
o su sobrino, el poeta épico Lucano, el geógrafo algecireño Pomponio Mela, y el agrónomo gaditano Columela.
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I.- Textos del Teatro:
Aulularia
ACTO I ESCENA I
(Euclión, Estáfila)
EUCLIÓN.-
¡Sal, te digo, venga, sal! Por Hércules que te saldrás fuera de aquí, lechuzona! que andas siempre espiándome con esos
ojos saltones!
ESTÁFILA.- ¡Ay! desgraciadita de mí... ¿por qué me pegas?
EUCLIÓN.¿Por qué te pego? Para que seas una desgraciadita y termines tu mala vida como te mereces.
ESTÁFILA.- Pero ¿a santo de qué me has echado ahora de la casa?
EUCLIÓN.¿Te tengo que dar yo a ti explicaciones, cardo borriquero? ¡Vete lejos de la puerta!... Mira, cómo anda... no sabes la
que te va a caer... Por Hércules, que si agarro un garrote o un aguijón voy yo a hacer que aligeres ese paso de tortuga.
ESTÁFILA.- (al público) Que los dioses me ahorquen mejor que servir en tu casa en estas condiciones.
EUCLIÓN.Pero, cómo rezonga para ella sola, la tunanta. Hercle, esos ojos te los voy a arrancar, canalla, para que no puedas estar
al acecho de todo lo que hago. Aléjate ahora mismo... más, ...todavía más, ...más! Eh, alto ahí! Si te mueves de aquí
lo gordo de un dedo o el ancho de una uña, antes que yo te dé permiso, por Hércules que de inmediato te mandaré a
que te crucifiquen. (al público) No creo haber visto nunca a una vieja más marrullera que ésta; le temo más que a mis
pecados, no sea que, si ando descuidado, me sorprenda con sus mañas y se entere de dónde está el oro escondido. Hasta
en el cogote tiene ojos, la lechuzona. (bajando la voz) Ahora voy a ver si el oro está tal y como lo dejé. Ay, ...pobrito
de mí, cuántos desasosiegos me trae mi tesorito (entra en casa).
ESTÁFILA .- Por Castor, no me explico qué le ha pasado al amo, que brujería o qué locura. No lo puedo yo entender: se ha
acostumbrado a echarme de casa así, a insultos y golpes; diez veces al día. Por Pólux, que no sé que perra le ha cogido
al hombre.
(Secreteando al público) Se pasa las noches en vela y los días enteros se los pasa sentado en casa como un zapatero
cojo.
Y tampoco se me ocurre cómo voy a seguir ocultando la desgracia de la hija del amo, que ya cualquier día le toca parir.
Me parece que lo mejor que puedo hacer es echarme una soga al cuello y quedarme tiesa, como una I mayúscula.
ACTO I ESCENA II
(Los mismos)
(Saliendo de la casa) Ya salgo de la casa más aliviado, después que he visto que, allá dentro, todo sigue en orden. (A
Estáfila) Vuelve adentro ahora mismo, vigílame bien la casa y cuida de lo que hay dentro.
ESTÁFILA.- Ja, claro, ¿por qué no? ¿Que cuide de lo que hay dentro?... Como alguno no se lleve las paredes... porque aquí en
nuestra casa no hay otra cosa de valor para los ladrones: no está más que llena de aire y de telarañas.
EUCLIÓN.Vaya si Júpiter, por tu cara bonita, no me hace un rey Filipo o un Darío, tía bruja, ¡las telarañas esas quiero yo que me
guardes! Pobre soy, lo confieso y me aguanto; me aguanto con lo que los dioses me dan. (Guiños al público, risita
cómplice) ¡Pasa adentro! Atranca la puerta; volveré en un santiamén. No dejes entrar en casa a nadie que no conozcas.
Y, por si a alguno se le ocurre venir a buscar fuego, apaga la lumbre; así no habrá motivo ¡ para que nadie venga a
pedirlo. (Amenazante) Si, cuando yo vuelva, el fuego está vivo, te apago yo a ti. El agua... dices que se nos ha vertido,
si alguno te la pide. El cuchillo, el destral, el mazo del mortero, el mortero, los pucheros y las cacerolas, esas cosas que
los vecinos siempre andan a pedir prestado... dices... que han venido ladrones y que se lo han llevado. En una palabra,
en mi casa, cuando yo no esté, no quiero que entre nadie. Vamos que, aunque venga a llamar a la puerta la diosa
Fortuna, te prohíbo que la dejes pasar.
ESTÁFILA.- Por Pólux, que me parece a mí que ésa tiene poco interés en entrar, ni siquiera se ha acercado a nuestra casa, y eso que
vive ahí, bien cerquita.
EUCLIÓN.Calla y vete adentro.
ESTÁFILA .- Callo y voy.
EUCLIÓN.Cierra la puerta con los dos cerrojos; volveré enseguida. (Estáfila entra en la casa). Por Hércules, que me voy de muy
mala gana; pero yo sé lo que me hago. Es que el concejal de nuestra curia dijo que iba a repartir una moneda de plata
por barba. Si me quedo aquí y no voy a pedirla, estoy seguro de que enseguida todo el mundo pensará que tengo oro
en mi casa. Porque nadie va a creerse que un hombre pobre como yo desprecie una monedita, por pequeña que sea.
Y es que aunque yo he puesto mucho cuidado en ocultar mi secreto, para que nadie lo sepa, parece que todo el mundo
está enterado. Porque todos me saludan más atentamente que me saludaban antes; se me acercan, se paran conmigo,
me dan apretones de mano... me preguntan que qué tal me encuentro, que qué haces, que cómo te van las cosas... En
fin me voy a donde iba. Quiero volver a casa tan pronto como pueda. (Sale de escena por la derecha).
EUCLIÓN.-
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Textos de la Literatura Latina
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ACTO II ESCENA VII (Euclión, Congria)
EUCLIÓN.-
CONGRIA.EUCLIÓN.-
(Volviendo del foro. Trae una minúscula bolsita de incienso y unas coronas de flores, ya mustias.) Quería yo hoy echar
la casa por la ventana, sin reparar en gastos, para celebrar la boda de mi hija por todo lo alto. Llego al mercado y
pregunto a cuánto están los peces; me dicen: tanto, ...caros; pregunto por el cordero, ...caro; la carne de vaca,
...carísima; la ternera, el atún, el cerdo... todo por las nubes. Y más caro aún teniendo en cuenta que yo no llevaba un
duro en el bolsillo. M e voy de allí de mal humor, porque no había quien comprara nada. Así es que a todos aquellos
sinvergüenzas les hice un corte de mangas... ¡que se fastidien! Después, por el camino, me puse yo a cavilar conmigo
mismo: “Si te metes en muchos gastos en un día de fiesta, luego pasas necesidad el resto de los días, si antes no has
e-co-no-mi-za-do”. En fin que, cuando le expuse este razonamiento a mi corazón y a mi vientre, mi mollera llegó a la
misma conclusión que yo: que daré a mi hija a casar con el mí-ni-mo gasto posible. Así es que he comprado fiado estos
granitos de incienso y las coronitas de flores. Pondré todo esto en el altar, como ofrenda a nuestro dios Lar, para que
bendiga las bodas de la niña. (Se oye ruido y jaleo en el interior de la casa de Euclión). (Aterrorizado) Pero ¿qué estoy
viendo?, ¿nuestra casa abierta de par en par? ¡Y qué alboroto hay dentro! Pobre de mí, ¿pues no me están desvalijando?
(Se mueve aturdido por la escena).
(Desde dentro de la casa de Euclión). Una olla más grande..., si se puede..., pídesela a la vecina; esta es pequeña, no
cabe nada.
(Muy aturdido, lloriqueando). ¡Ay de mí! ¡Por Hércules!, me muero, me raspan el oro... buscan la olla. Estoy perdido
si no me apresuro a correr a toda prisa allá adentro. (Cae de hinojos) ¡Apolo!, ¡Socórreme! Échame una mano,
atraviesa con tus flechas a esos saqueadores de tesoros, si es verdad que has ayudado a alguno en asuntos como este...
(Vuelve en sí tras su enajenación). Pero ¿estaré majareta?, ¿me paro a rezar en vez de salir a la carrera antes de que
me arruinen? (Entra corriendo en su casa).
ACTO III
ESCENA IV
EUCLIÓN.-
¡Por fin se han ido! Dioses inmortales, en buen fregado me he metido... Mala cosa, el pobre que se mete en tratos con
un hombre rico... mala cosa. Megadoro me está poniendo todas las zancadillas que puede. Haciéndose el generoso
conmigo, me ha metido en casa a esa banda de cocineras y saltimbanquis para que me ratearan esto. (Señala la olla)
Pobre de mí..., si hasta el gallo estaba compinchado; el gallo de la vieja, de la brujona de Estáfila, ha estado a punto
de echarlo todo a perder. ¡Pues no va y se pone, el jodío del gallito, a escarbar con las uñas por donde estaba enterrada
ésta! (Señala la olla). ¿Cómo os lo podría explicar?, me dio un vuelco el corazón... Agarro mi garrota, le arreo, y lo
dejo tieso: ¡Por ladrón! (Secreteando al público) Por Pólux, para mí que las cocineras le habían prometido una
recompensa al gallo, si averiguaba dónde estaba escondida la olla. Pero yo las he dejado con las ganas; las he
derrotado: maté al gallo y se han quedado con el rabo entre las piernas. (Dándose cuenta que se acerca Megadoro).
Vaya..., ahí está mi futuro yerno, Megadoro, que vuelve del foro. Ahora ya no me atrevo a darle el esquinazo, sin
pararme con él y saludarle.
ACTO IV
ESCENA IX
(Euclión)
(Euclión, Licónides)
(Entra en escena enajenado, lloriqueando) Ya no estoy vivo... me han matado... me han asesinado (Llora) ¿Adonde
iré?... ¿Adonde no iré...? ¿A quién? ¿Quién? (Se deja caer en el proscenio) Quem? Quis?... Nescio, nihil uideo, caecus
eo... (Llora) No sé nada..., no veo nada..., voy ciego, no sé adonde ir..., ni dónde estoy..., ni quién soy... (Se levanta
y a trompicones se dirige al patio de butacas, a los espectadores) Por favor, os lo ruego... os lo suplico... os lo
imploro..., ¡ayudadme, decidme quién me la ha cogido! (A un espectador) Dímelo tú, tú tienes cara de buena persona...
te creeré... (Cambiando progresivamente el tono de patética tristeza hacia otro de cabreo patético). ¿Qué pasa?, ¿por
qué os estáis riendo? ¡Os conozco a todos! Sé que aquí hay muchos ladrones. Sí, y con esos disfraces que os ponéis,
con esos vestiditos que lleváis, lo disimulan y se sientan por ahí, entre vosotros como personas decentes... ¿Qué...?
¿Ninguno tiene mi olla...? ¡Me vais a matar! (A otro espectador) Dime tú quién la tiene..., ¡dímelo! ¿No lo sabes?...
Ay, pobrecito de mí.. (Retirándose hacia el escenario). Estoy arruinado... me voy destrozado... ¡Cuántas lágrimas, y
tristezas, y desgracias me ha traído este día...! ¡Hambre y miseria!. Soy el más desgraciadito que hay encima de la
tierra... ¿Qué me queda en la vida?... He perdido todo el oro que yo guardaba con tanto cariño... Yo, que no me gasté
ni una perrita, que no me di ni un gustito... Y ahora otros se estarán corriendo una buena juerga a costa mía, a costa
de mi oro y de mi ruina... ¡No lo puedo aguantar! ¡Yo me mato!... (Sigue sollozando).
LICÓNIDES.- (Que ha salido de casa de Megadoro, oyendo las últimas palabras y sollozos de Euclión). ¿Quién es el hombre que
aquí, ante nuestras puertas, gimiendo llora y se lamenta? (Lo anterior tragicómico, luego pasa a un tono más llano).
Yo diría que es Euclión. Me he caído con todo el equipo. La cosa se ha descubierto. M e parece... que está al corriente
de que su hija está pariendo. No sé qué hacer, si irme o quedarme... si acercarme o salir corriendo... Por Pólux que no
sé qué hacer...
EUCLIÓN.-
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ACTO IV
ESCENA X
EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.-
¿Quién anda hablando ahí? (Se seca un poco las lágrimas).
Soy yo, un desgraciado.
Yo sí que soy un desgraciado, que a mí me han caído encima ruinas y desgracias muy grandes... (Vuelve a sollozar).
Anímate, hombre...
¿Que me anime...? ¡No sé cómo puedo hacerlo!
(Con sinceridad teatral). Pues... porque de esa fechoría, que ha llenado tu espíritu de amargura, he sido yo el autor...
lo confieso.
(Incorporándose de pronto, no dando crédito a lo que acaba de oír). ¿Qué-es-lo-que-te-he-oí-do...?
La verdad.
Pero... ¿Qué mal te he hecho yo, jovencito, para que te portaras de esa manera y me buscaras la ruina a mí y a mi pobre
familia?
Un dios me empujó, un dios fue el que me arrastró hacia ella...
¿Cóoomo...?
Confieso que he pecado y que debo cargar con mi culpa; por eso vengo a suplicarle que con benevolencia me perdones.
¿Cómo te atreviste a hacer una cosa semejante, a tocar lo que no era tuyo?
Qué le vamos a hacer... Lo hecho, hecho está, y lo que ya no se haya hecho, no puede hacerse... Supongo que los dioses
lo habrán querido así; porque estoy seguro que si ellos no lo hubiesen querido, no habría sucedido.
Pues yo, en cambio.... supongo que los dioses están deseando que te ahorque a la puerta de mi casa... (Subiendo de
intensidad).
(Mimoso) ¡No digas esas cosas!
Entonces ¿porqué, si era mía, tuviste que tocármela sin mi consentimiento?
Es que... lo hice... por culpa del vino y del amor.
¿Serás sinvergüenza? ¡Menuda disculpa!... Y has tenido el valor de presentarte a mí con semejante copla, descarado...
Pues si eso fuera legal, y tú te pudieras disculpar con lo del vino y el amor, iríamos por allí a pleno día quitándole las
alhajas a las señoras; y luego, si nos pillan, decimos que estábamos borrachos y que lo hemos hecho por amor. Muy
baratos van el vino y el amor, si el borracho y el amante pueden hacer lo que les dé la gana...
Pero he venido por propia voluntad a pedirte perdón por mi locura.
A mí no me gustan los individuos que, después de hacer la fechoría, vienen a disculparse. Tú bien sabías que no era
tuya, que no tenías que tocarla...
Pues ya que me atreví a trajinármela, no voy a echarme atrás: pase lo que pase, me quedaré con ella.
¿Que vas a quedarte, en contra de mi voluntad, con la que es mía?
No pretendo quedármela sin tu consentimiento, pero me parece que lo normal es que sea para mí. Además, en cuanto
te lo explique. Euclión, tú también estarás de acuerdo en que lo mejor es que me la quede yo.
¡Ya está bien, por Hércules. Ahora mismo te llevo ante el pretor, a ponerte una denuncia, si no me devuelves...
¿Qué tengo yo que devolverte?
Lo que has robado, que es mío...
¿Qué yo he robado algo tuyo...? ¿De dónde? ¿Qué es lo que te he robado?
Anda que no lo sabes tú bien... mal rayo de Júpiter te parta, si tú no lo sabes.
Como no me digas con más exactitud lo que andas buscando...
Te lo diré: la olla con el oro, eso es lo que te estoy reclamando; la olla que tú mismo has dicho que me birlaste!
¡Por Pólux!, yo no he dicho eso, ni tampoco lo hice!
(Al borde de su desesperación) ¿Ahora dices que no...?
Por supuesto que digo que no: ni sé qué es lo del oro, ni lo de la olla esa, ni nunca lo he sabido.
Aquella que cogiste del bosque de Silvano; vamos, desembucha... Venga devuélvemela. Estoy dispuesto a repartirla
contigo, la mitad para cada uno... mira que no me quiero enfadar contigo, aunque seas un ladrón. Vamos, trae acá.
Estás desvariando, si me llamas ladrón. Yo pensé, Euclión, que estabas enterado de otro asunto que tiene que ver
conmigo. Es una cuestión de suma importancia, de la que quiero hablarte con calma, si tienes tiempo.
Primero júrame que tú no robaste ese oro.
Lo juro.
Y que no sabes quién lo ha robado.
Te juro que no lo sé.
Y que si supieras quién lo ha robado, me lo dirías.
Te lo diría.
Y que no te repartirías con él el oro y encubrirías al ladrón...
EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.-
LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.-
(Euclión, Licónides)
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Miguel Ángel Benjumea Pulido
LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.-
LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.-
EUCLIÓN.LICÓNIDES.EUCLIÓN.LICÓNIDES.-
Curso 2015-16
I.E.S. “Isidro de Arcenegui y Carmona”
No...
¿Y, si me engañas, qué?
Entonces que el gran Júpiter haga conmigo lo que quiera.
Me doy por satisfecho. Y cuéntame ya de una vez lo que quieres.
(Grandilocuente). Por si no estás bien enterado de qué familia soy, te diré que ahí vive mi tío Megadoro. Mi padre fue
Antímaco; yo me llamo Licónides, y Eunomía es mi madre...
(Le corta, fastidiado de tanta presentación). Conozco a tu familia. Di de una vez qué se te ofrece. Eso es de lo que me
quiero enterar.
Tienes una hija...
Esto también lo sé; ahí en casa la tengo.
Tengo entendido que la tienes prometida a mi tío Megadoro...
Estás al corriente de todo.
Pues, mi tío me ha mandado que te diga que no piensa casarse con ella.
(Espantado) ¿Qué no piensa casarse con ella, ahora que estaba todo preparado? ¿Ahora se le ocurre repudiarla, con
la boda ya organizada? ¡Que los dioses eternos y las diosas, todos los que haya, le echen la maldición a tu tío!
(Llorando con rabia) Por culpa suya hoy me he quedado yo, desgraciadito, sin nada de oro, pobrecito de mí...
Tranquilízate y no eches maldiciones. Y ahora, para que esta situación se os resuelva bien y felizmente a ti a y a tu hija,
pronuncia estas palabras: “Que los dioses lo hagan”.
(Poco convencido). “Que los dioses lo hagan”.
“Que los dioses lo hagan también para mí.” Escucha lo que he de decirte: No hay hombre alguno tan ruin que, cuando
ha reconocido su culpa, no sienta vergüenza y quiera justificarse. Ahora, Euclión, te suplico: si yo, obrando
alocadamente, te he deshonrado a ti y he deshonrado a tu hija, perdóname y concédemela por esposa, como mandan
las leyes. Confieso que en la noche de la fiesta de Ceres, impulsado por el vino y por el ardor de la juventud, violé a
tu querida hija...
(Llorando con muchos aspavientos) ¡Ay de mí! ¿Qué nuevo crimen te estoy oyendo...?
¿A qué vienen esos lloros, si te he hecho abuelo el mismo día de la boda de tu hija? Echa cuentas: Tu hija ha parido
al noveno mes cumplido después de aquello. Por eso mi tío Megadoro renuncia a ella en favor mío.
¡Ahora sí que me han dado la puntilla: de ésta me muero! Todas las desgracias me caen encima... Voy adentro a
convencerme de que todo eso es verdad... (Entra en su casa gimoteando).
Enseguida iré yo. Parece que las cosas empiezan a llegar a buen puerto... Pero aún no sé dónde se habrá metido mi
esclavo Estróbilo. Voy a esperarle aquí un poco más; después entraré en casa de Euclión. Así le daré tiempo a que se
entere de mi fechoría por boca de la vieja aya nodriza de su hija, porque ella sí que está al tanto del asunto.
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I.E.S. “Isidro de Arcenegui y Carmona”
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II.- Textos de la Lírica:
I.- Catulo (-85 // -35)
2.- El pajarito de Lesbia
Pajarito, delicia de mi amada,
con quien suele jugar y tener en su regazo,
y a quien, inquieto, ofrece la yema de sus dedos
para incitarle a agudos picotazos,
cuando, en su intensa nostalgia de mí,
le agrada entregarse a no sé qué pasatiempo
para consolarse, imagino, de su dolor,
cuando se calma su profunda pasión:
poder jugar contigo, como ella hace,
y aliviar las tristes cuitas de mi alma
sería para mí tan agradable como dicen
fue para la veloz doncella la manzana de oro
que le aflojó el cinturón largo tiempo ceñido.
cuando se entere del total de nuestros besos.
7.- Besos de Lesbia
Me preguntas, Lesbia, cuántos besos
tuyos me bastarían y sobrarían.
Cuantos infinitos granos de arena Libia
hay en Cirene, rica en laserpicio,
entre el abrasador templo de Júpiter
y la sagrada tumba del legendario Bato,
o cuantas estrellas en la noche callada
contemplan los furtivos amores de los hombres,
tantos besos tuyos bastarían
y sobrarían al loco Catulo;
así los curiosos no podrán contarlos
ni hechizarlos con malévola lengua.
11.- Ruptura definitiva con Lesbia
3.- Muerte del pajarito
¡Llorad vosotros, Venus y Cupidos
y todos los hombres sensibles!
Ha muerto el pajarito de mi amada,
el pajarito, delicia de mi amada,
a quien quería más que a sus propios ojos:
era dulce como la miel, conocía a su
dueña como una hija a su madre
y no se separaba de su regazo,
sino que, saltando de aquí para allá,
solamente a su dueña piaba.
Ahora va por un camino tenebroso
hacia un lugar de donde nadie regresa.
¡Enhoramala vosotras, malditas tinieblas
del Orco, que devoráis todas las cosas bellas:
me habéis robado a mi bello pajarito!
¡Qué desgracia, que ahora por tu culpa,
pobre pajarito, los ojos de mi amada
están rojos e hinchados de llorar!
5.- Besos para Catulo
Vivamos, querida Lesbia, y ámemonos,
y las habladurías de los viejos puritanos
nos importen todas un bledo.
Los soles pueden salir y ponerse;
nosotros, tan pronto acabe nuestra efímera vida,
tendremos que vivir una noche sin fin.
Dame mil besos, después cien,
luego otros mil, luego otros cien,
después hasta dos mil, después otra vez cien;
luego, cuando lleguemos a muchos miles,
perderemos la cuenta para ignorarla
y para que ningún malvado pueda dañarnos,
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Furio y Aurelio, acompañantes de Catulo,
bien penetre en la lejana India,
donde la costa es batida por las aguas orientales
que resuenan a lo lejos,
bien en Hircania o en la afeminada Arabia,
o entre los Sagas o entre los flecheros Partos
o en las aguas que colorea el Nilo
de siete bocas,
bien atraviese los altos Alpes
para admirar los trofeos del poderoso César
o el Rin a su paso por la Galia o los terribles
y lejanos británicos,
vosotros, dispuestos a afrontar tales aventuras
y lo que disponga la voluntad de los dioses,
comunicad a mi amada este breve y
no agradable mensaje:
que viva y lo pase bien con sus amantes,
esos trescientos que estrecha a la vez en sus brazos,
sin amar de verdad a ninguno, pero rompiendo por igual
los ijares de todos,
y que no busque, como antes, mi amor,
que por su culpa ha muerto como una flor
al borde de un prado, cuando el arado
la troncha al pasar.
16.- En defensa de su honradez
Os daré por el culo y me la mamaréis,
mamón de Aurelio y marica de Furio,
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Miguel Ángel Benjumea Pulido
que me creísteis poco decente,
porque mis versos son ligeros.
Que el poeta piadoso debe ser decente,
pero de ninguna manera sus versos,
pues sólo tienen sal y gracia,
si son ligeros y poco decentes
y si pueden excitar las cosquillas
no digo de los Jovencitos, sino de esos
velludos incapaces de menear sus duros lomos.
¿Vosotros, porque leísteis muchos miles
de besos, creéis que no soy hombre?
Os daré por el culo y me la mamaréis.
32.- Alíviam e, Ipsitila
Por favor, mi dulce Ipsitila,
mi delicia, mi encanto,
invítame a tu casa en la siesta.
Si lo haces, procura que
nadie eche el cerrojo de la puerta
ni a ti se te ocurra salir fuera.
Quédate en casa y dispónte a
echar nueve polvos seguidos.
Y, si aceptas, invítame ya:
en la cama estoy recién comido y lleno
atravieso boca arriba la túnica y el manto.
41.- Am eana está loca
Ameana, muchacha muy follada,
me ha pedido diez de los grandes,
esa muchacha de repulsiva nariz,
la querida del manirroto de Formias.
¡Parientes que estáis a su cargo,
convocad a médicos y amigos!:
la muchacha no está bien de la cabeza
ni pregunta a su espejo qué cara tiene.
42.- Devuélvem e m is escritos
¡Acudid, endecasílabos, todos,
de todas partes, acudid todos!
Una desvergonzada puta me toma por loco
y dice que no me devolverá mis
escritos, si no os parece mal.
Persigámosla y exijamos que los devuelva.
I.E.S. “Isidro de Arcenegui y Carmona”
o algo todavía peor que eso!
Pero no creamos que esto es suficiente.
Gritad otra vez más fuerte:
“¡Puta asquerosa, devuelve los escritos,
devuelve, asquerosa puta, los escritos!”
Pero nada conseguimos, nada la inmuta.
Habrá que cambiar de modos y maneras,
a ver si podéis conseguir algo más,
para, si no otra cosa, sacar los colores
a la cara dura de esa perra:
“¡Proba y pudorosa señorita, devuelve los escritos!”
43.- Belleza de Lesbia
Salud, Joven, que no tienes nariz pequeña,
ni pies bonitos, ni ojos oscuros,
ni dedos largos, ni boca seca,
ni lengua demasiado elegante,
querida del manirroto de Formias,
¿A ti la provincia te tiene por bonita?
¿A ti se te compara con mi Lesbia?
¡Oh tiempos sin gusto ni sensibilidad!
51.- Flechazo
Aquél me parece igual a un dios,
aquél, si es posible, superior a los dioses,
quien sentado frente a ti sin cesar te
contempla y oye
tu dulce sonrisa; ello trastorna, desgraciado
de mí, todos mis sentidos: en cuanto te
miro, Lesbia, mi garganta queda
sin voz,
mi lengua se paraliza, sutil llama
recorre mis miembros, los dos oídos me
zumban con su propio tintineo y una doble noche
cubre mis ojos.
El ocio, Catulo, no te conviene,
con el ocio te apasionas y excitas demasiado:
el ocio arruinó antes a reyes y
ciudades florecientes.
52.- ¡Vivir para ver!
¿Preguntáis quién es? Aquella que veis
contonearse indecentemente y reírse como
un pesado payaso con boca de galgo.
Acosadla y exigidle que los devuelva:
“¡Puta asquerosa, devuelve los escritos,
devuelve, asquerosa puta, los escritos!”
¿Qué te ocurre, Catulo? ¿Qué esperas para morir?
En la silla curul se sienta la escoria de Nonio
y por su consulado jura en falso Vatinio:
¿Qué te ocurre, Catulo? ¿Qué esperas para morir?
58.- ¡Qué diferencia, Lesbia!
¿Te importa un bledo? ¡Mierda, puta barata
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I.E.S. “Isidro de Arcenegui y Carmona”
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Celio, mi Lesbia, aquella Lesbia,
la Lesbia aquella, a la que sólo Catulo
quiso más que a sí mismo y que a todos los suyos,
ahora en las esquinas y callejuelas
descapulla a los magnánimos nietos de Remo.
85.- Am or y odio
Odio y amo. ¿Por qué es así, me preguntas?
No lo sé, pero siento que es así y me atormento.
87.- El am or de Catulo
70.- Juram ento de amor
Mi amada dice que no preferiría para casarse a otro hombre
que no fuera yo, ni aunque se lo solicitara el mismo
[Júpiter.
Lo dice, pero lo que una mujer dice a un amante apasionado
hay que escribirlo en el viento y en el agua corriente.
72.- Am or y pasión
Me decías en otro tiempo, Lesbia, que sólo conocías
a Catulo, y que ni a Júpiter anteponías a mí.
Entonces te quise no sólo como el hombre corriente a su
querida, sino como un padre a sus hijos y yernos.
Ahora te conozco; por tanto, aunque me abrasa una pasión
mayor, vales y significas mucho menos para mí.
¿Cómo es posible?, me dices. Porque una infidelidad así
obliga al amante a desear más, pero a querer menos.
75.- No es posible
Hasta tal punto ha cambiado mi alma, Lesbia, por tu culpa
y de tal manera se ha perdido por su misma lealtad,
que ya no puede quererte por muy virtuosa que seas,
ni dejar de desearte por mucho mal que me hagas.
Ninguna mujer puede decir que ha sido tan sinceramente
querida como Lesbia lo ha sido por mí.
Ningún pacto fue jamás respetado con una lealtad tan grande
como la que yo he mantenido en mi amor hacia ti.
88.- El incesto de Gelio
¿Qué hace Gelio, el que se excita con su madre
y su hermana y pasa la noche despierto y sin ropas?
¿Qué hace el que no permite ser marido a su tío?
¿Tienes idea del enorme crimen que estás cometiendo?
Estás cometiendo, Gelio, un delito tan grande que no pueden
lavarlo ni Tetis, límite del mundo, ni Océano, padre de
[las ninfas?
89.- Delgadez de Gelio
Gelio está flaco. ¿Cómo no? Si vive con una madre
tan condescendiente y saludable, con una hermana
tan hermosa, con un tío tan condescendiente y con tantas
jovencitas en la familia, ¿cómo no iba a estar flaco?
Aunque sólo tocara lo que no está prohibido tocar,
de sobra te explicarás por qué está flaco?
92.- Prueba de amor
80.- Gelio, mam ón
¿Cómo podría yo explicar, Gelio, por qué esos labios de
[rosa
se te vuelven más blancos que la nieve invernal,
cuando sales de casa por la mañana y cuando en los largos
[días
de verano te levantas a las dos de una indolente siesta?
Yo no sé qué ocurre de verdad: ¿será cierto lo que se
[cuchichea
que devoras la parte gruesa y tiesa de un hombre?
Sí, es verdad: lo proclaman los ijares destrozados del pobre
Víctor y tus labios manchados de la leche ordeñada.
83.- Ceguera del marido
Lesbia me maldice en presencia de su marido:
esto produce al idiota un gran placer.
Burro, ¿no te das cuenta? Si, olvidada de mí, callara,
estará curada: el que ahora gruña y hable indica
no sólo que se acuerda de mí, sino que, y es mucho más
[grave,
está enojada, es decir, que se abrasa y por eso habla.
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Lesbia me critica continuamente y nunca deja de
hablar de mí. Que me muera, si Lesbia no me quiere.
¿Cómo lo sé? Porque a mí me ocurre otro tanto; la maldigo
continuamente, pero que me muera si no la quiero.
107.- Reconciliación con Lesbia
Si alguna vez le sucede a uno algo que desea con fuerza
y no espera, su corazón siente una alegría especial.
Por eso me es agradable y más querido que el oro,
que vuelvas, Lesbia, a mí que te deseo.
Has vuelto a mí que te deseaba y no te esperaba y vuelves
tú a mí. ¡Oh día especialmente señalado!
¿Quién en el mundo es más feliz que yo? ¿O quién podrá
hablar de algo más deseable que mi vida?
109.- Pacto de amor
Me prometes, vida mía, que este amor
nuestro será feliz y eterno entre nosotros.
¡Dioses poderosos, haced que sus promesas sean verdaderas
y que sus palabras sean sinceras y de corazón,
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para que podamos mantener durante toda la vida
este pacto eterno de sagrada relación!
112.- A Nasón
Eres mucho hombre, Nasón, pero no es mucho hombre
[quien
te acompaña: Nasón, tú eres mucho... maricón.
II.- HORACIO (-65 // -8)
I-4
El crudo invierno se dulcifica con el blanco retorno de la primavera y de Favonio
y los rodillos hacen deslizarse al mar las barcas enjutas
y el ganado no se goza ya en los establos ni el campesino junto al fuego
ni las praderas encanecen con la blanca escarcha.
Ya venus Citerea conduce su carro bajo la alta Luna
y, unidas a las Ninfas, las Gracias encantadoras
golpean la tierra en alternado ritmo mientras que el rutilante
Vulcano visita las forjas laboriosas de los Cíclopes.
Ahora es tiempo de enlazar nuestros lustrosos cabellos con el mirto verde
o con las flores que producen la esponjosa tierra;
ahora es tiempo de sacrificar a Fauno, bajo la sombra de los bosques sagrados,
ya pida una cordera o si así lo prefiere, un cabrito.
La pálida muerte deja la misma huella en la cabaña de los pobres
y en los alcázares reales. Opulento Sextio:
la vida tan breve nos impide entrar en largas esperanzas.
Pronto pesarán sobre ti la noche y los Manes, vanos nombres,
y la morada sin cuerpo de Plutón. Tan pronto como entres allí
no sortearás con los dedos la realeza del vino
ni admirarás al adolescente Licidas por quien la juventud se abrasa
ahora toda y luego las doncellas amarán.
I-11
No quieras saber, pues ello nos está vedado, qué fin para mí y para ti
han señalado los dioses, Liconoe, ni los babilonios
cálculos interrogues. ¡Cuánto mejor es sufrir todo lo que pueda suceder!
Ora Júpiter te conceda más de un invierno, ora sea éste el último
que ahora quebranta el mar Tirreno contra los acantilados de desgastadas rocas,
sé prudente, filtra tus vinos y, ya que la vida es corta,
ajusta esperanza larga. Mientras hablamos, el tiempo celoso huyó.
Atiende al día presente y no te fíes lo más mínimo del porvenir.
I-25
Con menos frecuencia golpean tus ventanas cerradas
con piedras continuas los jóvenes encanallados,
ni te quitan los sueños ni ama
tu puerta el umbral,
que antes tan fáciles movía
goznes. Oyes menos, cada vez menos:
“¿mientras, siendo tuyo, pereciendo durante largas noches,
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Lidia mía, duermes?”
Pronto, vieja desgreñada llorarás en una calleja
solitaria sobre los desprecios de los mujeriegos,
mientras que el viento de Tracia redoble su bacanal bajo
un cielo sin luna
y mientras la quemazón del amor y del deseo
que pone en furor a las yeguas
volverá tu hígado ulcerado
no sin queja,
porque la floreciente juventud con la yedra verde
se goza y con el oscuro mirto,
y los follajes mustios al camarada del invierno,
al Euro, ofrece.
II-3
Acuérdate de conservar tu alma ágil en las esperanzas
de la suerte y no menos alejado de una alegría
insolente en la prosperidad,
¡oh, Delio!, cuyo destino es morir.
¡Bien hayas vivido una pertinaz tristeza,
ya en los días festivos, tumbado en lejana
pradera, hagas tu felicidad
con un Falerno de añeja solera!
¿Para qué el pino inmenso y el plateado álamo
buscan asociar la sombra hospitalaria de sus ramas?
¿Por qué la corriente fugitiva salta
con esfuerzo en el lecho de los arroyos?
Ordena que traigan aquí los vinos, los perfumes,
las flores asaz efímeras del grato rosal mientras
lo permitan tu condición, tu edad y
los hilos negros de las tres hermanas.
Tendrás que abandonar los pastizales reunidos
con tus compras y tu casa y tu villa que baña
el amarillo Tíber. Sí: todo lo abandonarás y
un heredero será el dueño de tantas riquezas acumuladas.
Entre ser rico y sobrepasar al viejo Inaco,
o ser pobre y de ínfimo origen, no hay diferencia
para quien tiene una sola vida bajo el cielo.
Será víctima prometida al inmisericorde Orco.
Todos somos empujados al mismo sitio,
para todos es agitada en la urna la misma suerte.
Más tarde, o más temprano, saldrá y nos hará
subir a la barca para el eterno destierro.
III-30
He concluido un monumento más durable que el bronce,
más alto que la regia arquitectura de las Pirámides,
y que no sabrán destruir ni la lluvia corrosiva ni
el Aquilón impotente, ni la cadena
inconmensurable de los años, ni el paso fugaz de los tiempos.
No moriré del todo. Y una buena parte de mi ser
será sustraída a Libitina, diosa de las exequias. Sin descanso seré ensalzado,
siempre joven por las alabanzas de la posteridad mientras
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el pontífice suba al Capitolio con la virgen silenciosa.
Se dirá de mí que, en el país en donde resuena el impetuoso Aufido
y en donde Dauno, pobre de agua, sobre rústicos
pueblos reinó, fui el primero que adoptó el canto eolio
a las cadencias itálicas y que llegó a poderoso
de humilde origen que era. Guarda un orgullo
que justifican mis méritos, Melpómene, y ven de buen grado
a ceñir mi cabellera con laurel délfico.
IV-7
Huyeron las nieves y vuelve ya el césped a los campos,
y a los árboles su cabellera.
La tierra toma su nuevo aspecto y los ríos, decreciendo,
corren a lo largo de sus orillas.
Las Gracias con las Ninfas y sus dos hermanas osan
guiar desnudas las danzas.
No esperes cosas inmortales. Es el consejo que te dan el año y la hora
que se llevan al día bienhechor.
Los fríos se endulzan con el soplo de los Céfiros, la Primavera desaparece bajo los pasos del Verano
que perecerá también tan pronto como
el Otoño, padre de los frutos, haya venido a derramar sus dones. Y pronto esta carrera vuelve
a traer el solsticio de invierno.
Sin embargo, las rápidas lunas reparan los daños que causa el cielo;
pero nosotros, una vez que hemos descendido
a donde está Eneas el Padre, y a donde están el rico Tulo y Anco,
no somos más que polvo y sombra.
¿Quién sabe si al total esperado hoy los dioses
agregarán los instantes de mañana?
Todos los bienes que tú has dado con corazón amigo escaparán
de las manos ávidas de un heredero.
Una vez que hayas sucumbido, y Minos haya dictado sobre ti
su sentencia irrevocable,
ni tu nacimiento, Torcuato, ni tu elocuencia, ni tu piedad,
te harán revivir.
En efecto. Diana no libra de las tinieblas infernales
al casto Hipólito.
Y Teseo no tiene fuerzas para romper las cadenas
de su querido Piritoo.
III.- PROPERCIO (-*48 // -*1?)
(Cf. Quevedo y su Cerrar podrá mis ojos la postrera; y Bécquer y su rima LXXVIII amor eterno.)
I-19
No yo ahora tristes temo, Cintia mía, los Manes,
ni retardo el destino debido a la postrera hoguera;
pero que acaso mi funeral carezca de tu amor,
este temor me es más cruel que los funerales;
No tan levemente el niño Amor se posó en mis ojos
que mis cenizas estén libres de tu amor olvidado.
Allí, el héroe Filácides de su agradable esposa
no pudo quedar olvidadizo en las tenebrosas regiones,
sino que, ansioso de tocar los goces del amor, con falsas manos
el tesalio a la antigua casa llegó sombra.
Allí, sea lo que llegue a ser, siempre seré llamado tu imagen:
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atraviesa también las costas del destino mi gran amor.
Allí que vengan el coro de las hermosas heroínas
que dio a los argivos héroes el botín dárdano;
de las que ninguna habrá sido para mí, Cintia, a tu belleza
más grata, y (permítalo la Tierra, justa así)
aunque los hados te retrasen una larga vejez,
sin embargo, tus huesos serán queridos a mis lágrimas :
¡que tú, viva, puedas sentirlo en mis cenizas!
Entonces para mí la muerte en ningún lugar amarga sería.
¡ Cuánto temo, Cintia, que despreciada mi pira,
el injusto Amor te aleje de mis cenizas
y te obligue también a secarte forzada las lágrimas que te caen!
Una muchacha firme es doblegada por las amenazas continuas.
Por lo cual, mientras sea posible, gócemenos amándonos:
no es suficiente nunca un largo amor.
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IV.- Textos de la Historiografía:
Tito Livio, Ab urbe condita I, 24-26 (El combate de los Horacios y los Curiacios)
[24]
(1) Coincidió que había, entonces, en ambos ejércitos tres hermanos gemelos, muy parejos en edad y fuerza. Es comúnmente
admitido que fueron los Horacios y los Curiacios, y prácticamente no hay en la antigüedad hecho más conocido; sin embargo, aun
siendo tan notorio el hecho, persiste la incertidumbre sobre los nombres: a qué pueblo pertenecían los Horacios y a cuáles los Curiacios.
Hay historiadores a favor de ambas versiones; veo, sin embargo, que la mayoría llama Horacios a los romanos: yo me inclino a
seguirlos. (2) Los reyes plantean a los gemelos que luchen con sus armas por su patria respectiva: la supremacía estará donde esté la
victoria. No hay objeciones. Se acuerda el lugar y la hora. (3) Antes de llevar a cabo el combate, se firmó un acuerdo entre romanos
y albanos en el que se estipulaba que el pueblo cuyos ciudadanos resultasen vencedores en aquel combate ejercería sobre el otro una
autoridad no cuestionada.
Cada tratado tiene sus propias cláusulas, pero todos se realizan con un procedimiento idéntico. (4) En este caso se procedió, según
dice, así (y no se recuerda ningún otro tratado más antiguo): “el fecial preguntó al rey Tulo lo siguiente: “Rey, ¿me ordenas que
formalice un tratado con el pater patratus del pueblo albano?” El rey se lo ordena y él prosigue: “Reclamo de ti, rey, la hierba sagrada.”
“Toma hierba pura”, dice el rey. (5) El fecial trajo de la ciudadela la hierba pura. Acto seguido, hizo al rey esta pregunta: “Rey, ¿me
designas tú a mí como enviado real en representación del pueblo romano de los quirites, e incluyes en tal misión a mis ayudantes y a
mis utensilios sagrados?” Respondió el rey: “Sí, en la medida en que se haga sin menoscabo de mis derechos y los del pueblo romano
de los quirites.” (6) El fecial era Marco Valerio; hizo pater patratus a Espurio Fusio, tocándole la cabeza y los cabellos con la hierba
sagrada. El pater patratus tiene por misión pronunciar el juramento, es decir, sancionar el tratado, y lo hace con un texto complejo
expresado en una larga fórmula ritual que no vale la pena reproducir. (7) A continuación, después de recitar las cláusulas, dice:
“Escucha, Júpiter; escucha, pater patratus del pueblo albano; escucha tú, pueblo albano. Tal como esas cláusulas han sido públicamente
leídas de la primera a la última según estas tablillas de cera sin malicia ni engaño, y tal como han sido en este lugar y en este día
perfectamente comprendidas, el pueblo romano no será el primero en apartarse de ellas. (8) Si es primero en apartarse de ellas por
decisión pública y por malicia y engaño, entonces ese día tú, Júpiter, hiere al pueblo romano como yo ahora voy a herir a este cerdo
en este lugar y en este día; e hiérele con tanta más contundencia cuanto mayor es tu fuerza y tu poder.” (9) Dicho esto, golpeó al cerdo
con la piedra de sílice. Igualmente, los albanos recitaron sus fórmulas rituales y su juramento, por medio de su dictador y de sus
sacerdotes.
[25] (1) Concluido el tratado, los gemelos, según lo acordado, empuñan las armas. Al animar cada bando a los suyos recordándoles
que los dioses de su patria, la patria, los padres, los ciudadanos que han quedado en la ciudad y los que están en el ejército tienen, en
ese momento, los ojos puestos en sus armas y en sus manos, ellos, fogosos ya por temperamento y henchidos por los gritos de aliento,
avanzan hasta el medio de las líneas. (2) Habían tomado asiento, a un lado y otro, delante de su campamento los dos ejércitos, exentos
de peligro inmediato pero no de preocupación; en efecto, en el valor y la suerte de unos pocos hombres estaba en juego la supremacía.
Por eso, quedan en tensión y en suspenso prendidos de aquel espectáculo en absoluto agradable.
(3) Se da la señal y, con las armas prestas, los jóvenes, tres de cada lado, como batallones en formación de combate, se lanzan
al choque asumiendo el coraje de dos grandes ejércitos. Unos y otros llevan presente no su propio riesgo, sino el poder o la esclavitud
de su pueblo y el destino de su patria, que habrán de ser, en adelante, los que ellos hayan labrado. (4) Nada más resonar las armas al
primer choque y brillar las espadas relucientes, un estremecedor escalofrío recorre a los espectadores; la esperanza no se inclina a una
parte ni a otra y se les corta el aliento y la palabra. (5) Trabados, acto seguido, en un combate cuerpo a cuerpo, ofreciendo a la vista
no sólo ya el movimiento de los cuerpos y el amago incierto de las armas ofensivas y defensivas, sino también las heridas y la sangre,
dos romanos se desplomaron uno tras otro, mientras que los tres albanos quedaban heridos. (6) Al caer aquéllos, el ejército albano lanzó
un grito de júbilo; las legiones romanas, perdida toda esperanza pero no libres de inquietud, estaban angustiadas por la suerte de su
único superviviente al que habían rodeado los tres Curiacios. (7) Afortunadamente, éste estaba liso, en inferioridad evidentemente él
solo frente a todos a la vez, pero temible para cada uno por separado. Por eso, para obligarlos a luchar separadamente, emprendió la
huida en la idea de que lo iban a perseguir según a cada uno se lo permitieran sus heridas. (8) Se había alejado ya un cierto trecho del
lugar del combate y, al mirar hacia atrás, observa que le siguen muy distanciados entre sí y que uno está a corta distancia. (9) Se vuelve
violentamente contra él y, mientras el ejército albano grita a los Curiacios que ayuden a su hermano, ya el Horacio, eliminado su
adversario, buscaba, victorioso, una segunda pelea. Entonces, con un griterío semejante al de los que animan a los suyos ante un éxito
inesperado, los romanos alientan a su combatiente y él se apresura a liquidar el combate. (10) Antes de que el tercer Curiacio, que ya
no estaba lejos, pudiese alcanzarlo, da muerte al segundo. (11) Quedaba ya, igualada la lucha, uno de cada bando, pero no tenían la
misma moral ni las mismas fuerzas: uno, ileso y dos veces vencedor, afronta lleno de valor su tercera pelea; el otro, arrastrando un
cuerpo agotado por la herida, agotado por la carrera, vencido ya por la muerte de sus hermanos ante sus propios ojos, se ofrece a su
adversario victorioso. (12) Aquello no fue un combate. El romano grita, fuera de sí: “He ofrecido dos víctimas a los manes de mis
hermanos; la tercera la voy a ofrecer a la causa de esta guerra, para que el pueblo romano domine sobre el albano.” Hunde su espada
en vertical en el cuello del Curiacio que a duras penas sostenía las armas y, una vez abatido, lo despoja.
(13) Los romanos acogen al Horacio con ovaciones y enhorabuenas. Su alegría era tanto más intensa cuanto desesperada había
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sido la situación. Se dedican, después, unos y otros a enterrar a los suyos, con ánimo bien distinto: unos habían ensanchado su poder,
los otros habían pasado a dominación extranjera. (14) Los sepulcros existen aún en el lugar en que cayó cada uno; los dos romanos
en un mismo sitio, más cerca de Alba; los tres albanos en dirección a Roma, pero distantes entre sí, según se desarrolló el combate.
[26] (1) Antes de marcharse de allí, Metio, ateniéndose al tratado, pregunta a Tulo cuáles son sus órdenes. Tulo le manda que mantenga
en armas a la juventud; que recurrirá a sus servicios en caso de guerra con los Veyos. Sin más, los ejércitos volvieron a casa.
(2) Iba el Horacio en cabeza, mostrando ante sí los despojos de los tres gemelos albanos. Su hermana, una doncella que había
estado prometida a uno de los Curiacios, le salió al encuentro delante de la puerta Capena y, al reconocer sobre los hombros de su
hermano, el manto guerrero de su prometido que ella misma había confeccionado, se suelta los cabellos y entre lágrimas llama por su
nombre a su prometido muerto. (3) Encolerizan al orgullos joven los lamentos de una hermana en el momento de su victoria y de una
alegría pública tan intensa. Desenvaina, pues, la espada y atraviesa a la muchacha mientras la cubre de reproches: “Marcha con tu amor
a destiempo a reunirte con tu prometido -dice-, ya que te olvidas de tus hermanos muertos y del que está vivo, ya que te olvidas de tu
patria. Muera de igual modo cualquier romana que llore a un enemigo.”
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IV.- Textos de la Épica:
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La muerte de Euríalo y Niso (Eneida, IX, 367-449):
Entretanto enviados en avanzadilla los jinetes desde la ciudad Latina,
mientras el resto de la tropa en el campo formada se demora,
avanzan y al rey Turno las respuestas llevaban,
trescientos, todos con escudos, siendo Volcente el guía.
Y ya se acercaban al campamento y a sus muros subían,
cuando a lo lejos a éstos doblando por un sendero a la izquierda ven
y el casco a Euríalo, en la brillante sombra de la noche,
traicionó descuidado y opuesto a los rayos brilló.
No por azar fue visto. Grita desde su tropa Volcente:
“¡Paraos, soldados! ¿Cuál la causa del sendero? ¿O quiénes estáis en armas?
¿O a dónde hacéis el camino?” Nada ellos responden a su vez,
sino aceleran la huida a los bosques y confían en la noche.
Se lanzan los jinetes a los desvíos conocidos
aquí y allí, y toda salida con vigilante rodean.
El bosque era a todo lo ancho de zarzas y encina negra
erizado, que densos espinos habían rellenado por-todas-partes;
una perdida vereda brillaba por sus ocultos senderos.
A Euríalo, las tinieblas de los ramajes y el pesado botín
le estorban y le engaña el temor de la dirección de los caminos.
Niso se va; y ya ignorante se había escapado del enemigo
y de los lugares que luego del nombre de Alba fueron llamados
albanos (allí el rey latino tenía sus establos):
cuando se paró y en vano buscó al amigo ausente:
“Euríalo, desgraciado, ¿por qué sitio te he perdido?,
¿o por dónde te seguiré?” de nuevo todo el ambiguo camino desandando
de la engañosa selva y a la vez hacia atrás las huellas
observadas recorre y por las zarzas silenciosas vaga.
Oye caballos, oye estrépitos y las señales de los que le persiguen;
y no pasa mucho tiempo, cuando un clamor a sus oídos
llega y ve a Euríalo, a quien ya toda la tropa
con el engaño del lugar y de la noche, producido un repentino ataque,
emboscado lo coge y que en vano intentaba muchas cosas.
¿Qué hacer? ¿Con qué fuerza al joven, con qué armas atreverse
a rescatarlo? ¿Acaso dispuesto a morir al medio de las espadas
lanzarse y acelerar por las heridas una hermosa muerte?
Más rápido blande la lanza con su contraído brazo
mirando a la alta Luna y así en voz alta ruega:
“Tú, diosa, tú presente socorre a nuestro esfuerzo,
honor de los astros y guardiana Latonia de los bosques.
Si en tus altares alguna vez por mí mi padre Hírtaco alguna
ofrenda te llevó; si alguna yo mismo con mis cazas aumenté
o la colgué de tu cúpula o los clavé de tus sagrados techos,
permíteme desbaratar este grupo y guía mis armas por el aire.”
Había dicho, y haciendo fuerza con todo su cuerpo el hierro
lanzó. La lanza volando azota las sombras de la noche
y llega contra la espalda de Sulmón vuelto y allí
se quiebra, y con la madera astillada el corazón le atraviesa.
Se vuelve él, vomitando del pecho un río caliente,
helado y hace-latir sus ijares en largas palpitaciones.
Miran dispersos. Por esto más aguerrido el mismo
he aquí otra lanza calibraba bajo el extremo de la oreja.
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Mientras se estremecen, va la lanza hasta Tago por la sien de parte a parte
rechinando y se clavó tibia en el cerebro atravesado.
Se enfurece atroz Volcente y no ve en ningún lado de la lanza
al autor ni en dónde ardiente lanzarse pueda.
“Tú sin embargo entretanto con cálida sangre el castigo me
pagarás de ambos”, dijo; al tiempo desenvainada la espada
ataca a Euríalo. Entonces en verdad asustado, demente,
grita Niso y no se esconde en las oscuridades
más, ni tanto dolor puede soportar:
“¡A mí, a mí, estoy aquí, yo que lo hice, contra mí volved el hierro,
oh rútulos! El engaño es todo mío y a nada se atrevió éste
ni nada pudo; al cielo y a los astros que saben esto pongo por testigo;
sólo a un infeliz amigo demasiado amó.”
Tales palabras decía, pero la espada impulsada con fuerza
atraviesa las costillas y rompe su blanco pecho.
Cae Euríalo de muerte, y por su hermosos miembros
corre la sangre y sobre los hombros su cabeza caída descansa:
como cuando una purpúrea flor cortada por el arado
languidece muriendo, o la amapola de cansado cuello
inclinó la cabeza cuando por la fuerte lluvia se ve pesada.
Pero Niso se lanza en medio y por medio de todos al único,
a Volcente ataca, en Volcente solo se detiene.
En torno a éste reuniéndose los enemigos, de cerca aquí y allí
lo acosan. Ataca no menos y hace girar su espada
relampagueante, hasta que en la boca del rútulo que gritaba
la clavó de frente y muriendo la vida quitó al enemigo.
Entonces se arrojó sobre su exánime amigo
él atravesado, y allí por fin descansó en plácida muerte.
¡Afortunados ambos! Si algo mis versos pueden,
ningún día nunca os privará del tiempo memorioso,
mientras la casa de Eneas la roca inamovible del Capitolio
habitará y el poder tendrá el padre romano.
El final de la Eneida: Cara a cara de Eneas y Turno (Eneida, XII, 887-918):
Eneas ataca por contra y el arma blande
enorme arbórea, y así habla en su cruel pecho:
“¿Qué demora hay ahora, además? ¿O por qué ya, Turno, retrocedes?
No a la carrera, se ha de luchar de cerca con las crueles armas.
Conviértete en cualquier apariencia y atráete cualquier cosa con la que
o por tu ánimo o por tu habilidad tengas fuerzas; elige con tus alas
seguir los altos astros o esconderte oculto en la hueca tierra.”
Aquél su cabeza agitando: “No me asustan tus encendidas
palabras, fiero; los dioses me asustan y Júpiter hostil.”
no hablando más ve una enorme roca,
una roca antigua, enorme que yacía casualmente en el campo,
puesta como linde para el campo para evitar las disputas por las tierras
Apenas doce elegidos la elevarían del cuello
cuales cuerpos de hombres ahora produce la tierra;
Aquél la lanzaba contra su enemigo cogida con mano temblorosa
levantándola el héroe bien alto y lanzado a la carrera.
Pero ni se conoce a él corriendo ni a él marchando
ni al que levantaba y movía la enorme roca con su mano;
las rodillas se resbalan y su fría sangre se cuaja de frío.
La propia piedra del hombre, rodando por el aire vacío,
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ni recorrió todo el espacio ni llevó golpe.
y como en sueños, cuando cerró los ojos la lánguida
quietud en la noche, en vano alargar la impaciente carrera
parecemos querer y en medio de los intentos del angustioso
sucumbimos; la lengua no tiene fuerza, ni las fuerzas conocidas
en el cuerpo bastan ni la voz o las palabras le siguen:
Así a Turno, a donde quiera que buscó un camino con su valor
la cruel diosa le niega el éxito. Entonces en su pecho pensamientos
varios se revuelven; mira a los Rútulos y la ciudad
y duda con miedo y tiembla perseguir la muerte,
y no dónde escaparse, ni con qué fuerza dirigirse al enemigo
ni ve en ningún lado el carro o a su hermana, el auriga.
El final de la Eneida: La muerte de Turno (Eneida, XII, 919-952):
Eneas blande la funesta arma contra el que duda,
eligiendo la fortuna con sus ojos y con todo su cuerpo
de lejos (la) arroja. Nunca lanzadas por una máquina de asalto
a la muralla así las piedras resuenan ni con un rayo tan grande
estallan los chasquidos. Vuela como negro torbellino
llevando la lanza la dura muerte y rompe los filos
de la coraza y las puntas últimas del escudo de siete (capas);
Por medio del fémur rechinando atraviesa. Cae del golpe
el enorme Turno a tierra, dobladas las rodillas.
Se levantan los Rútulos con gemido y gime todo
el monte alrededor y la voz a lo ancho los bosques profundos devuelven.
Aquél, suplicante, sus ojos en tierra y su diestra rogando
tendiendo hacia arriba “En verdad lo merecí y no suplico;” dice
“haz uso de tu suerte. Si de tu padre desgraciado alguna
preocupación puede conmoverte, te ruego (fue también para ti tal
padre, Anquises) que te compadezcas de la vejez de Dauno
y a mí, o si mi cuerpo privado de luz prefieres,
devúelveme a los míos. Venciste y que vencido tiendo las manos
los Ausonios vieron; Lavinia es tu esposa,
no dirijas más lejos tus odios.” Se paró aguerrido en armas
Eneas volviendo los ojos y su diestra reprimió;
y ya y ya más las palabras habían comenzado a doblegar
al que dudaba, cuando apareció por encima del hombro el desgraciado
tahalí y refulgieron los cinturones gracias a los botones conocidos
del joven Palante, a quien, vencido por una herida, Turno
había derribado y sobre sus hombros las enseñas enemigas llevaba.
Aquél, después de que en sus ojos los recuerdos del cruel dolor
y los despojos se clavó, encendido por la furia y la ira
(él) terrible “¿Acaso tú, de aquí, vestido con los espolios de los míos,
te escaparás de mí? Palante a ti con esta herida, Palante
te inmola y toma venganza de tu criminal sangre.”
Esto diciendo el hierro bajo el pecho adversario esconde
enardecido; y se le liberan del frío sus miembros
y la vida con un gemido huye indignada bajo las sombras.
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VI.- Textos de novela:
Final del libro II y principios del III de las “Metamorfosis” o “El asno de oro” de Apuleyo
Después de dicho esto, mi criado me dijo que era ya tarde, y como también yo estaba alegre, levánteme luego de la mesa, y tomada
licencia de Birrena, titubeando los pasos, me fui para casa, y llegando a la primera plaza un aire recio nos apagó el hacha que nos
guiaba; de manera que, según la obscuridad de la noche, tropezando en las piedras, con mucha fatiga, llegamos a la posada. Como
llegamos junto a la puerta, yo vi tres hombres, valientes de cuerpo y fuerzas, que estaban combatiendo en las puertas de casa. Y aunque
nos veían, no se espantaban ni apartaban siquiera un poquillo; antes, mucho más y más echaban sus fuerzas, a menudo porfiando
quebrar las puertas; de manera que no sin causa a mí me parecieron ladrones y muy crueles. Cuando esto vi, eché mano a mi espada,
que para cosas semejantes yo traía conmigo, y sin más tardanza salté en medio de ellos, y como a cada uno hallaba luchando con las
puertas, dile de estocadas, hasta tanto que ante mis pies, con las grandes heridas que les había dado, cayeron muertos. Andando en esta
batalla, el ruido despertó a Andria y abrióme las puertas; yo, fatigado y lleno de sudor, lánceme en casa, y como estaba cansado de
haber peleado con tres ladrones, como Hércules cuando mató al Gerión, acostóme luego a dormir.
............
(En el juicio) Después de esto, levantóse uno de los jueces, el más antiguo y comenzó a hablar al pueblo en esta manera:
-- Sobre este crimen y delito, que de veras se debe punir y vengar, el mismo que lo cometió no lo puede negar; pero una sola causa y
solicitud nos resta: que sepamos quiénes fueron los compañeros de tan gran hazaña, porque no es cosa verosímil que un hombre solo
matase a tres tan valientes mancebos. Por ende, me parece que la verdad se debe saber por cuestión de tormento.
Pero aquella vieja, que con sus plantos y lloros turbaba todo, dijo:
-- Señores: antes que me pongáis en la horca a este ladrón, matador de mis tristes hijos, permitidme que sean descubiertos sus cuerpos
muertos, que aquí están; porque contemplada y vista su edad y disposición, más justamente os indignéis a vengar este delito.
A esto que la vieja dijo concedieron. Y luego uno de los jueces me mandó que con mi mano descubriese los muertos que estaban
en el lecho. Yo, excusándome que no lo quería hacer, porque parecía que con la nueva demostración instauraba y renovaba el delito
pasado, los porteros me compelieron que por fuerza y contra mi voluntad lo hubiese de hacer, y tomáronme la mano poniéndola sobre
los muertos, para su muerte y destrucción; finalmente, que yo, constreñido de necesidad, obedecía a su mandato, y aunque contra mi
voluntad, arrebatada la sábana, descubrí los cuerpos.
¡Oh buenos dioses! ¡Oh qué cosas vi! ¡Oh qué monstruo y cosa nueva! ¡Qué repentina mudanza de mi fortuna! Como quiera que
ya estaba destinado y contado en poder de Proserpina, y entre la familia del infierno, súbitamente, atónito y espantado de ver lo
contrario que pensaba, estuve fijos los ojos en tierra, que no puedo explicar con idóneas palabras la razón de aquella nueva imagen
que vi. Porque los cuerpos de aquellos tres hombres muertos eran tres odres hinchados, con diversas cuchilladas. Y recordándome de
la cuestión de antenoche, estaban abiertos y heridos por los lugares que yo había dado a los ladrones. Entonces de industria de algunos
detuvieron un poco la risa, y luego comenzó el pueblo a reír tanto, que unos, con la gran alegría, daban voces; otros se ponían las manos
en las barrigas, que les dolían de risa, y todos, llenos de placer y alegría, mirándome, hacia atrás se partieron del teatro.
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VII.- Textos de epigrama:
Marcial I, 47
Ha poco era médico; ahora es enterrador Diaulo.
Lo que como enterrador hace, lo había hecho también como médico.
Marcial II, 87 Dices que las bellas muchachas arden de amor por ti,
tú, Sexto, que cara de lo que navega bajo el agua tienes.
Marcial III, 9
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Versos contra mí se dice que escribe Cinna:
no escribe aquél de quien los versos nadie lee.
Marcial XI, 64 No sé por qué tanto escribes a tantas muchachas, Fausto.
Esto sé, que ninguna muchacha te escribe.
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El cuento de Eros y Psique
[28] “Éranse, en cierto país, cuyo nombre no recuerdo, un rey y una reina que tenían tres hijas, las tres muy hermosas. Pero por
encantadoras que fuesen las dos mayores era todavía posible hallar en el idioma de los mortales fórmulas de elogio adecuadas al valor
de su encanto; mientras que la menor era de una perfección tan rara, tan maravillosa, que no hay palabra alguna para expresarlo
dignamente. Los habitantes del país, y aun los del extranjero, acudían a su palacio en considerable número, atraídos por la fama de tanto
prodigio, y al contemplar su incomparable hermosura, quedaban confusos admirándola. Llevábanse la diestra mano a los labios, y con
el índice atravesado sobre el pulgar se arrodillaban a sus pies para adorarla con religioso respeto, exactamente como si fuese la propia
Venus.” Extendiose la fama, en las ciudades inmediatas y comarcas de alrededor, de que la diosa salida del seno azulado del mar entre
el rocío de las espumosas olas, se dignaba poner a la vista de los mortales su poder, o que, por lo menos, a consecuencia de la influencia
creadora de los astros, la tierra, en competencia con el líquido elemento, había engendrado otra Venus con su flor de virginidad.
[29] Esta creencia fue extendiéndose rápidamente. De las islas inmediatas corrió esta voz a otros países y por fin extendiose por
el mundo entero. De todas partes llegaban, después de largos viajes y dilatadas travesías por mar, innumerables personas ávidas de
contemplar esta gloriosa maravilla. No iban ya las gentes a Gnido, ni a Paphos; no desembarcaban ya en Citerea para contemplar a la
diosa. Suspendiéronse sus sacrificios, cerráronse los templos, fueron hollados los almohadones, abandonadas sus ceremonias. Nadie
coronaba ya sus estatuas, y sus solitarios altares fueron deshonrados con una fría ceniza. A la hermosa niña dirigen ahora sus oraciones;
bajo forma humana adoran hoy a la incomparable diosa, y al amanecer el día se ofrecen víctimas y festines a <---> Venus, se invoca
su nombre. Y, sin embargo, ella no es Venus. Cuando aparece en la calle, el pueblo, a porfía, le ofrece guirnaldas, arroja flores a su
paso, le dirige invocaciones. Al ver que los honores propios de los dioses eran vendidos tan extremadamente a una simple mortal, la
verdadera Venus ardió en despecho. No pudo contener su indignación y moviendo la cabeza con estremecimientos de concentrada
cólera, dijo para sí:
[30] — ¿Quien, yo? ¡Yo, Venus, espíritu superior de la naturaleza, origen y germen de todos los elementos, yo, que fecundo el
universo entero; yo, compartir con una muchacha los honores debidos a mi suprema categoría! ¡Así he de ser considerada! ¡Mi nombre,
sagrado en el cielo, ha de ser profanado y hollado en la tierra! ¡Así, pues, los homenajes que se ofrecían a mi divinidad, he de
compartirlos con otra! ¡Ver a los hombres dudando si es a ella o a Venus que deben adorar! ¿Y quien me representa a mí entre los
mortales? ¿Una criatura de limitada vida? ¡Será inútil que el famoso pastor, cuya justa y sabia sentencia confirmó Júpiter, me prefiriese
a las otras dos diosas, por mis invencibles encantos? ¡No; este triunfo no será dudoso! ¡Que tiemble, quienquiera que sea, que usurpe
mis honores! ¡Venus hará que se arrepienta de su insolente hermosura!
“Llamó en seguida a su hijo, al niño alado cuya audacia y perversidad desafía la moral pública, y que armado de arco y flechas
recorre, durante la noche, las casas forasteras, poniendo disgusto entre esposos, cometiendo impunemente los más graves desórdenes
y no haciendo jamás una acción laudable. A pesar de que él, por su malicia innata, se inclina siempre al mal, todavía su madre le excita
con palabras. Condújole a la ciudad en cuestión y presentó a sus ojos a Psiquis [---] (nombre de la joven doncella).
[31] Explícale cómo la belleza de esta muchacha rivaliza con la suya y las hablillas a que da lugar. Su indignación estalla en
gemidos de despecho. “— Hijo mío, le decía, en nombre de la ternura que te une a mí, por las dulces heridas de tus flechas, por las
sagradas llamas con que haces arder deliciosamente los corazones, venga a tu madre; pero, véngala plenamente y, como hijo obediente
y respetuoso, castiga esta rebelde<< belleza. Por encima de todo, te dirijo una súplica, dígnate cumplirla: que esta niña se inflame, en
la más violenta pasión, para el último de los hombres, para un infeliz condenado por la fortuna a no tener posición social, ni patrimonio,
ni vida tranquila; es decir, para un ser tan innoble, que no haya otro más miserable, ni tanto, en el mundo entero.
“Así dijo, y con los labios entreabiertos, prodigó a su hijo largos y fervientes besos. Luego, dirigiendose a la ribera que el mar
baña con sus ondas y besando con sus rosados pies la húmeda superficie de las onduladas olas, sentose, y su carro avanzó
majestuosamente por el azulado cristal del profundo O céano.“Al primer deseo que pasa por su mente, las divinidades del mar se
apresuran a rodearla con sus homenajes, como si alguien se lo hubiese previamente mandado. Las nereidas, cantando en coro; Portuna,
con su erizada azul barba; Salacia dejando caer abundantes peces de los pliegues de su vestidura; el pequeño Palemon, montado en
un delfín; los tritones, que saltan entre las olas... Uno, arranca melodiosos acordes de su sonora concha; otro, con una tela de seda, le
protege de los ardores del importuno sol; otro sostiene un espejo frente a los ojos de la diosa; otros nadan bajo el agua, dando impulso
a su carroza...“Tal es el cortejo que acompaña a Venus cuando visita el ancho Océano.
[32]“Sin embargo, Psiquis, a pesar de su maravillosa hermosura, ningún fruto obtiene de tanta adoración. Todo el mundo la
contempla, todos la colman de elogios, pero no hay un rey, ni un principe, ni aun un plebeyo que solicite su mano. Todos admiran,
realmente, esta figura digna de una diosa, pero como admirarían una estatua. Tiempo hacía ya que sus dos hermanas, cuya belleza no
había sido tan celebrada, habían hecho brillantes matrimonios con monarcas, mientras Psiquis, condenada al celibato, queda en la casa
paterna llorando su soledad y su abandono. Los sufrimientos físicos uníanse a las heridas del corazón, y esta belleza, que había sido
admirada por todos los pueblos, llegó a serle detestable. “Su infeliz padre se desesperaba. Creíase perseguido por la malevolencia de
los dioses, y temeroso de su cólera, interrogó al antiguo oráculo del dios que se adora en Miileto. Ofreció a esta poderosa divinidad
oraciones y víctimas en favor de la abandonada noncella, implorando esposo para ella. Pero Apolo, le dijo en latín (a pesar de que el
fundador del templo de M ileto fue un griego) las siguientes palabras:
[33] —Pon a tu adorable hija sobre una roca, pomposamente adornada, para una boda funeral. No esperes un yerno hijo de madre
mortal, sino un espantoso dragón, cruel y horrible, que recorre velozmente el espacio, esparciendo por todas partes fuego y sangre, que
impone pavor al mismo Júpiter y, terror de los dioses, hace retroceder las tenebrosas olas de la Estigia laguna. “El monarca, feliz en
otro tiempo, regresó a su palacio, después de oír el divino oráculo, abatido y triste, explicando a la reina los funestos presagios del
destino. “Extendiose la desolación y el llanto durante varios días; pero el fiel cumplimiento del oráculo se acercaba. Preparan ya, para
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la infortunada doncella, la pompa de su mortuorio himeneo. La antorcha nupcial es sustituida por negruzcos cirios de color de hollín
y ceniza. El sonido de la flauta nupcial es reemplazado por los quejumbrosos acentos del lidio; y los alegres cantos del matrimonio se
cambian en lúgubres gemidos. La joven desposada enjuga su llanto con el mismo traje de boda. La triste fatalidad que pesa sobre esta
familia, excita la simpatía de la ciudad entera, y espontáneamente, el sentimiento popular decreta, con justo motivo, un duelo público.
[34]“Sin embargo, la necesidad de cumplir las órdenes del cielo, condujo a Psiquis al fatal suplicio que le era destinado.
Cumpliose con profunda pena el ceremonial de este fúnebre himeneo, y fueron trasladados [---] estas vivientes mortajas, seguidas de
todo el pueblo. Psiquis, la desventurada Psiquis, acompaña, no su boda, sino su propio cortejo fúnebre; y mientras sus padres, abatidos,
vacilan en consumar este acto de inhumanidad, aliéntales su propia hija con estas palabras:— ¿Por qué atormentáis vuestra desdichada
vejez con el continuo llanto? ¿Por qué abreviar con no interrumpidos sollozos vuestra existencia, que es la mía? ¿Por qué deshonrar
con lágrimas, por mi culpa, vuestro venerable rostro? Castigar vuestros ojos es matar los míos. ¿Por qué os arrancáis los cabellos? ¿Por
qué desgarrar vuestro pecho el uno, la otra sus entrañas? ¡Estos serán, pues, los gloriosos goces que mi belleza os habrá causado! ¡La
cruel envidia os alcanza con mortal furor; hasta ahora no lo comprendéis! Cuando todas las gentes me rendían honores de diosa, cuando
una voz unánime me apellidaba segunda Venus, ¡ah!, entonces era cuando debíais gemir, derramar lágrimas y compadecerme ya, como
herida de muerte. Hoy lo siento, lo veo, únicamente me ha perdido el nombre de Venus. Acompañadme, colo-cadme sobre la roca que
el hado me señala. Tengo afán por cumplir este feliz matrimonio; tengo prisa, para conocer al noble esposo a que pertenezco. ¿Por qué
retardarlo? ¿Por qué evitar la proximidad del que ha nacido para causar la admiración del mundo entero?
[35] “Así habló la doncella; calló luego y con paso firme confundiose con la muchedumbre que la seguía. Llegan ya a la roca
destinada. Es una escarpada montaña, en cuya cumbre colocan a la muchacha y la dejan abandonada. Después de dejar junto a ella las
velas nupciales que han servido para iluminar la ceremonia, y que son apagadas en medio de gran llanto; volvióse todo el mundo
apesadumbrado a sus respectivos hogares. Los infelices padres, abatidos por tan dolorosa pérdida, se encerraron en el fondo de su
palacio y se condenaron voluntariamente a eternas tinieblas. “Psiquis, temblando de espanto en la cumbre de la montaña, lloraba a
mares. De pronto, el delicado hálito de Céfiro agita amorosamente los aires y hace ondular las vestiduras de Psiquis, hinchando
suavemente sus pliegues. Levantada sin violencia, siente Psiquis que una dulce brisa la arrastra suavemente. Resbala por una pendiente
insensible hacia un profundo valle que está bajo sus pies, hasta hallarse muellemente recostada en mitad del césped esmaltado de flores.
LIBRO QUINTO
[1]“Tendida sobre el tupido y fresco césped, Psiquis se sobrepuso a su profunda turbación y se entregó a un dulce descanso.
Reanimada por un sueño reparador, se levantó con sosegado espíritu. Descubrió un bosque cubierto de altos y copudos árboles y en
mitad de él una fuente de cristalinas aguas. En la ribera que sus aguas bañan se levanta un admirable palacio, no construido por mortales
manos, sino con arte propiamente divino. Al ver su entrada, no cabía duda de que era la mansión de alguna divinidad, tanto era su
esplendor y magnificencia. En efecto, el artesonado, esculpido artísticamente en marfil y naranjo, es sostenido por columnas de oro.
Los muros están revestidos de bajo-relieves de plata, que representan fieras y otras suertes de animales. Esto es lo que aparece al
visitante al llegar al umbral del palacio. Fue necesario un mortal de maravilloso talento, ¿qué digo?, fue preciso un semidiós, o mejor,
una divinidad, para extremar de tal modo tan espléndida labor y para colocar, comunicándoles vida, tantos animales salvajes sobre tan
gran superficie de plata.
El piso es un mosaico de piedras preciosas, divididas en infinitos trozos y decoradas con mil colores. ¡Qué placer tan exquisito,
qué suprema felicidad hollar perlas y diamantes! El resto de este inmenso y vasto edificio es, igualmente, de incalculable valor. Los
muros, revestidos de oro macizo, brillan con el reflejo que le es propio; puede afirmarse que si el sol le rehusaba su luz, el mismo
palacio proveería a tal necesidad; tan deslumbradora luz despiden todos los departamentos, galerías, puertas... Todo lo demás es de
una riqueza que responde a la magnificencia del edificio; se diría que el propio Júpiter mandó construir este divino palacio, para habitar
entre los mortales.
[2]“Incitada por el encanto de tan hermoso paraje, acercose Psiquis poco a poco, hasta que, con paso atrevido, franqueó el umbral,
y cediendo al atractivo de tanta maravilla, recorre con ojos admirados toda la mansión. En los pisos altos ve galerías de perfecta
arquitectura, conteniendo considerables tesoros. Lo que no se halla allí es inútil buscarlo en parte alguna. Pero mas que tan admirables
riquezas sorprendía todavía en mayor grado un hecho extraordinario; ni cadenas, ni barreras, ni guardias protegían tanto tesoro.
Mientras se entrega con placer infinito a esta contemplación, una voz, salida de invisible criatura, hirió sus oídos:— ¿Por qué, soberana
mía, os maravilláis de tanta opulencia? Todo lo que contempláis, vuestro es. Entrad, pues, en estas habitaciones, descansad en una de
estas camas de vuestra fatiga y se os servirá el baño, cuando lo ordenéis. Nosotros, cuya voz oís, somos consagrados a vuestro servicio;
cumpliremos escrupulosamente vuestros mandatos, y terminados los cuidados que vuestra persona demanda, estará preparado el regio
festín que se os destina.
[3]“Psiquis reconoció la bienhechora influencia de alguna divinidad protectora, y, siguiendo los invisibles consejos, descansó un
rato y entró luego en el baño, desapareciendo completamente sus fatigas. Vio, de pronto, junto a ella, una mesa semicircular, y juzgando
que era una comida preparada para confortar sus fuerzas, sentose a ella. Vinos deliciosos como néctar, platos variados y abundantes
manjares, se presentaron a sus manos, sin que apareciera figura humana, alguna: como traidos por un hálito oculto. En efecto; ella no
veía a nadie; sólo oía palabras que se perdían en el aire, y la servían intangibles voces. Después de la excelente comida, entró un músico
invisible que cantó; otro tocó la lira. Y no se veía el instrumento ni el artista. Luego, hizó vibrar sus oídos un coro, ejecutado por gran
numero de voces; y aunque no se veía ninguna criatura humana, era evidente que existía un coro.
[4] Terminados estos obsequios, y viendo que se acercaba la noche, se retiró a descansar.“Entrada ya la noche, sobresaltola un
ligero miedo. Temblando por su virginidad en medio de tal aislamiento, sintió miedo y espanto. Y más que las desgracias que pueden
afligirla, la turba el desnudarse. Estaba ya allí su desconocido esposo; había entrado ya en la cama, y haciendo de Psiquis su esposa,
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se retiró precipitadamente antes de despuntar la aurora. Un instante después, las voces, que esperaban tras la puerta de la habitación,
prodigaron sus cuidados a la joven esposa, cuya virginidad acababa de sucumbir. Y así continuó largo tiempo su vida. Por efecto natural
de la costumbre, esta existencia se le hizo placentera, y los acentos de las misteriosas voces la consolaban en su abandono.
“Y entretanto sus padres envejecían en el pesar, sin que nada amenguase sus dolores. Extenderé [---¿diose?]la noticia de la
aventura de Psiquis hasta llegar a oídos de sus dos hermanas, y al punto, tristes y afligidas, abandonaron sus cosas y se apresuraron
a la de sus padres para consolarles. [5] Esta misma noche, habló el esposo a Psiquis, con estas palabras (porque, aunque invisible, no
dejaba de tocarla y de oírla): Psiquis, mi dulce amiga, mi adorada compañera; la despiadada fortuna te amenaza con pavoroso peligro;
y te aconsejo que tomes todas las precauciones imaginables para esquivar su golpe. Tus hermanas, desesperadas con la idea de tu
muerte, están ya en busca de tus huellas, y pronto llegarán a estas montañas. Si por casualidad oyes sus lamentos, nada respondas, no
te atrevas tan sólo a mirarlas. Del contrario, me afligirías con una gran pena, y tú sufrirías las más rigorosas desgracias.
Psiquis oyó la recomendación, prometiendo seguir la voluntad de su marido. Pero una vez desapareció el esposo, pasose todo el
día gimiendo y repitiendo tristemente que ahora, más que nunca, llegaba su perdición: ¡Cómo! vivir encerrada, enclaustrada en esta
cárcel! ¡Qué le importan riquezas y agasajos, si se veía privada del trato con los demás mortales! ¡No poder ofrecer tranquilizadores
consuelos a sus propias hermanas, que tanto por ella se afigían! ¡Si ni un instante podía verlas! Rehusó aquel día la comida, el baño,
todo lo que podía comunicarle fuerzas, y derramando copioso llanto se retiró a la cama.
[6]“Al poco rato llegó su esposo, algo más temprano que de ordinario; púsose a su lado, y abrazándola, llorosa todavía, la riño
con estas palabras:— ¿Esto es lo que me has prometido, Psiquis? ¿No puede tu marido confiar un ti? De día, de noche, aun en los brazos
de tu esposo, no dejas de llorar cruelmente. Pues bien, haz en adelante lo que te plazca, y ya que buscas tu desdicha, satisface tus
caprichos. Pero recuerda, por lo menos, cuando llegues a un tardío arrepentimiento, cuán seriamente te previne.
“Entonces, ella, a fuerza de ruegos, y amenazando con darse la muerte, obtuvo de su marido el deseado permiso de ver a sus
hermanas, de endulzar su duelo, de hablar con ellas. Así, las súplicas de su nueva esposa, obtienen su consentimiento; además, le
concede permiso para disponer de todo el oro y las riquezas que quiera. Pero al propio tiempo, le recomienda, amenazándola repetidas
veces con las mas duras penas, que jamás ceda a los perniciosos consejos de sus hermanas, y que no intente, jamás, descubrir la figura
de su esposo. Añadió, que esta sacrílega curiosidad la precipitaría desde lo alto de su dicha a los abismos del mal, y la privaría para
siempre de sus brazos. “Dió gracias a su marido y, ya mas contenta:— Cien veces morir, dijo, que renunciar a nuestra dulce unión,
porque te amo. Sí, sí, quienquiera que seas, te amo tiernamente. Te amo como a mi vida; y el mismo Cupido no es comparable a ti.
Pero, te lo suplico; concede una última gracia a mis súplicas. Ordena al Céfiro que conduzca aquí mis hermanas, en la misma forma
que a mí me trajo. Y le cubrió de seductores besos, prodigándole las más vivas caricias, estrechándole fuertemente en sus brazos. A
sus caricias une las más apasionadas frases:— Dulce amigo, le dice, tierno esposo, alma adorada de tu Psiquis. Había venido para
desplegar la energía y el poder de Venus, pero sucumbió en su calidad de marido, y accedió a todo lo que ella le pidió. Luego, al rayar
el alba, desvanecióse de los brazos de su esposa.
[7]“Entretanto, las dos hermanas, sabiendo el lugar y la roca donde fue abandonada Psiquis, llegaron a ella presurosas, y una vez
allí derramaban abundantes lágrimas y se golpeaban el pecho. Sus sollozos resonaban por las rocas, y las montañas repetían
dolorosamente su eco. No cesaban de llamar, por su nombre, a su desventurada hermana. Mas al agudo grito de tan tristes voces que
descendían hacia el valle, Psiquis, trastornada, fuera de sí, salió corriendo del palacio:— ¿Por qué, les dijo, os atormentáis con tan tristes
lamentos? Son inútiles; he aquí la hermana que lloráis. D ad término a vuestros lúgubres acentos, secad vuestros ojos anegados en
lágrimas: ya podéis abrazar a la hermana cuya muerte deplorabais.
Entonces llamó a Céfiro y le comunicó la orden de su marido. Inmediatamente, dócil a su palabra, las levantó con suave soplo
y las condujo sin el menor daño. Se abrazan, se besan largamente en sus impacientes transportes, y sus lágrimas, detenidas al principio,
corren nuevamente ante tanta dicha.— Basta de llanto, les dijo; entrad en esta casa, en mis penates, y reponeos de vuestra aflicción en
compañía de vuestra querida Psiquis.
[8] Y así hablando, hízoles visitar las prodigiosas bellezas de este dorado palacio; hízoles oír esta muchedumbre de voces que
son sus fieles domésticos, les ofreció, para reparar sus fuerzas, un suntuoso baño y la delicada abundancia de una mesa digna de los
dioses. Y mientras saboreaban esta prodigalidad de celestes riquezas, germinaba ya la envidia en el fondo de sus corazones. “Una de
ellas acabó por hacerle con cretas y comprometidas preguntas; que quién era el dueño de tan divinas maravillas; cuál era el nombre
y la condición de su marido. Pero Psiquis guardose de violar la promesa conyugal y no dejó salir secreto alguno de su corazón.
Improvisó una mentira: dijo que era un gallardo mozo cuyas mejillas estaban ya cubiertas por tupido vello y que pasaba la mayor parte
del tiempo cazando en la llanura y en el monte. Y temiendo que si se alargaba la entrevista corría peligro de olvidar la tácita resolución
que había tomado, llamó otra vez a Céfiro y después de regalarles abundantes alhajas de oro y collares de piedras preciosas le ordenó
que de nuevo se las llevara;
[9] cosa que ejecutó en seguida. Nuestras buenas hermanas, camino de su casa, se inflamaban ya en la negra y venenosa envidia,
hablando entre sí animadamente.— Ve, acabó por decir una de ellas, ¡cuán ciega y cruel es la fortuna! Diosa injusta, has querido que
siendo hijas de los mismos padres tengamos tan diferente fortuna. Nosotras, las mayores, nos hemos casado con extranjeros, que nos
tienen como humildes criadas. Separadas de todo lo que nos vio nacer, de nuestra patria y de nuestros padres, vivimos en el destierro.
Por el contrario, esta chiquilla, último fruto de una fecundidad que ella agostó, vive en la mayor opulencia! ¡Hela aquí esposa de un
dios, cuando ni siquiera sirve para aprovecharse convenientemente de tan abundantes bienes! ¿Has visto, hermana mía, cuántas cosas
preciosas encierra aquel palacio? ¿Cuántos adornos, cuántos deslumbrantes vestidos?, ¿qué refulgente pedrería? ¿Y por fin, cuánto
oro no pisas a cada instante? Si además, como afirma, posee un marido tan bello como todo eso, no hay en el mundo criatura más feliz.
Si el tiempo fortifica el amor de su marido es capaz de convertirla, un día, en diosa. No lo dudes, así será: su aire y su modo de andar
lo indican claro. Ya su mirada se dirige siempre al cielo y se presiente la diosa en la mujer que es obedecida por espíritus invisibles
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y tiene poder sobre los vientos. ¡Yo, por el contrario, cuan desgraciada soy! En primer lugar el esposo que me guardó el destino es más
viejo que mi padre: luego es más calvo que una calabaza; más pequeño que una garrapata y más déspota que un tirano.
[10]“— Yo, replicó la otra, tengo entre mis brazos un marido que está hecho pupa, inutilizado por la gota y que por este motivo
casi nunca me rinde sus encantos. Paso casi todo el día, frotando sus dedos rígidos y duros como una piedra; empleo mis delicadas
manos en preparar mal olientes lociones, tocando asquerosos lienzos y fétidas cataplasmas. No desempeño a su lado el papel de esposa,
sino el de hermana de la Caridad. A ti toca discurrir hasta cuándo debemos aguantar pacientemente nuestra esclavitud: en cuanto a mi
no puedo soportar más que tanta prosperidad haya ido a parar a tan indignas manos. Recuerda, en efecto, con cuánto orgullo y
arrogancia nos trató. La misma solicitud que puso en hacernos contemplar tan impertinentes maravillas, indica cómo se ha apoderado
la vanidad de su corazón. ¿Y tantas riquezas como nos ha arrojado? U na miseria a regañadientes. Pronto se ha cansado de nuestra
presencia y nos ha hecho desaparecer: ha sido un soplo, un silbido. O dejo de ser mujer, o pierdo la vida en el empeño, o yo la he de
precipitar de tan alta fortuna: y si a ti te duele, como es de suponer, la afrenta que nos ha inferido, discurriremos entre las dos el
procedimiento más enérgico. Ante todo, conviene no enseñar a nuestros padres, ni a nadie, los regalos que traemos, y hay que hacer
creer, luego, que no hemos podido averiguar si está viva o muerta. Bastante hay con que hayamos debido presenciar nosotras cosas
tan humillantes; no hay necesidad de enterar a nuestra familia ni a nadie de la pompa que la rodea. El oro y los tesoros no dan felicidad
alguna si nadie lo sabe. ¡Ah! ya irás sabiendo, buena pieza, que nosotras somos tus hermanas mayores y no tus esclavas. Por de pronto,
volvamos a nuestros maridos: regresemos a nuestros modestos, humildes penates, y cuando tengamos maduramente discutido el plan,
iremos otra vez bien prevenidas a castigar tanto orgullo.
[11]“Un proyecto de depravación debía ser del agrado de tan ruines criaturas. Ocultan los valiosos regalos que les hizo Psiquis
y mesándose los pelos y arañándose el rostro (que lo merecían bien, por cierto) empezaron nuevamente sus lamentos, pura ficción. Y
cuando hubieron renovado toda la desesperación de sus padres, les abandonaron bruscamente. Ardiendo en despecho hasta la locura,
regresan a sus casas y empiezan a discurrir contra su inocente hermana los más malvados proyectos; un verdadero fratricidio.
“Entretanto, Psiquis recibe nuevas instrucciones de su misterioso marido en sus conversaciones nocturnas: — No percibes, a lo
lejos, los peligros que dispone la Fortuna contra ti. Toma con antelaeión grandes precauciones, porque intenta atacarte duramente.
Pérfidas Furias despliegan increíbles esfuerzos para arrastrarte hacia sus criminales designios. Lo que más les preocupa es llegar a
descubrir mi rostro: pero ya te lo dije antes: si lo ves una sola vez, ya nunca más lo verás. Así, pues, si estas detestables hembras vienen
aquí con malévola intención (y yo sé que vendrán) evita todo trato con ellas. Si tu ingenua candidez y tu sensibilidad te impiden
rehusarlo, prométeme, al menos, que nada, querrás oír ni nada responderás concerniente a tu marido. Porque nuestra familia va a
aumentarse, y este seno, que es todavía el de una niña, nos anuncia otro, destinado a ser un dios si conservas ocultos nuestros secretos:
un simple mortal si lo profanas
[12]“A esta noticia iluminose de alegría el semblante de Psiquis. Llenola de gozo la esperanza de dar a luz a un ser divino;
estremecíase de orgullo pensando en su futuro infante y en el glorioso nombre de madre: contaba con ansiedad los días que faltaban,
los meses pasados. Sintió nuevas sensaciones; le sorprendió el desarrollo de su seno y que, a consecuencia de una pequeña punzada,
se desarrollase su vientre de tal modo. Mas ya la pestilente pareja, las dos abominables Furias, navegan con homicida rapidez,
impacientes y tragando bilis. Todavía el nocturno marido de Psiquis le dio otra advertencia:— He aquí el ultimo día, le dijo: llega el
momento decisivo. La doble enemistad del sexo y de la sangre ha encendido la guerra; está ya levantado el campamento; el ejército
entra en batalla; la trompa guerrera da la señal, y, espada en mano, tus hermanas vienen a asesinarte. ¡Cuántas desgracias nos amenazan,
Psiquis, oh, mi dulce Psiquis! Apiádate de tu destino y del mío, persiste religiosamente en tu discreción si quieres salvar esta casa, tu
marido, tú misma y nuestro inocente primogénito, del furibundo desastre que nos amenaza. Estas criminales mujeres, cuyo odio contra
ti les ha inspirado proyectos homicidas, hollan con sus pies los lazos de la sangre. No te es ya permitido llamarlas humanas. Guárdate
de verlas y de oírlas cuando desde lo alto de estas rocas, como sirenas, harán resonar estas montañas con sus funestos acentos.
[13] “Respondiole Psiquis con la voz entrecortada por lágrimas y suspiros.— Tiempo ha tienes recibidas de mí pruebas innegables
de mi fidelidad y mi discreción; en estas nuevas circunstancias te probaré otra vez que sé sostener una firme resolución. Ordena
solamente a Céfiro que cumpla su misión, y para compensar la prohibición que sobre mí pesa, de contemplar tu divina imagen,
permíteme, a lo menos, la presencia de mis hermanas. Te lo suplico por los flotantes y perfumados rizos de tus cabellos, por tus tiernas
mejillas, tan delicadas y parecidas a las mías, por tu pecho que arde en no sé qué desconocida llama. Por la inmensa pasión con que
deseo conocer los rasgos de tu semblante en el infante que llevo en mis entrañas, te suplico que te dejes vencer por mis fervientes
súplicas. Concédeme el placer de abrazar a mis hermanas, y reanima con esta alegría el corazón de Psiquis, que te es caro y sólo vive
para ti. No, jamás intentaré descubrir tu rostro; ya no son obscuras para mí las tinieblas de la noche; te poseo, luz de mi vida.”
Enternecido por estas palabras, y por sus dulces abrazos, el esposo secó con sus cabellos las lágrimas que vertía Psiquis, y le
concedió su petición. Antes de iniciarse la aurora desapareció.
[14]“Apenas llegadas, las dos cómplices hermanas, sin visitar siquiera sus padres, se encaminan a la roca. Trepan a ella
precipitadamente, y sin esperar la brisa que las debía transportar, se lanzaron al espacio con insolente temeridad. Pero Céfiro, que no
olvidaba los mandatos de su rey, recibiolas, aunque a pesar suyo, en el seno de una veloz brisa, hasta dejarlas en el suelo. Sin perder
tiempo, se dirigieron presurosas al palacio, abrazan a su víctima, llamándola (¡infames!) su querida hermana, y mientras disimulan con
afectuosos modales una montaña de odio que palpita en el fondo de su corazón, le dirigen tiernas palabras:— Vamos, Psiquis, no eres
ya una niña como antes: ya has pasado a madre. ¿Ya sabes tú el tesoro que llevas en tus lindas entrañas? ¡Cuánta alegría para la familia!,
¡cuánta para nosotras! ¡Qué felicidad será para nosotras criar esta hermosa alhaja! Si corresponde, como no puede por menos, a la
hermosura de su padre y de su madre, será ciertamente otro Cupido.
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[15] Así, con fingido afecto, se apoderan insensiblemente del corazón de su hermana. “Para descansar del largo viaje les ofrece
sillas, y en seguida, solícita, manda preparar baños tibios. Por último las acompaña a un magnífico comedor, donde encuentran los más
exquisitos manjares, los más raros y maravillosos platos. Manda que toque una lira, y se oyen los acordes de una lira; una flauta, y vibra
el sonido de una flauta; pide un coro, y un coro llena los aires, y toda esta música, ejecutada por invisibles seres, acaricia con tierna
armonía los corazones de los oyentes. Pero era tanta la maldad, la perversión de las dos hermanas, que ni esta melodía, dulce como
la miel, les apaciguó sus odiosos designios. Procurando perder a su hermana entre sus redes, encaminaron la conversación a este
propósito. Con afectada indiferencia le preguntan quién es su marido, de qué familia y de qué condición. Psiquis, olvidando en el exceso
de su candidez sus anteriores propósitos, inventó una nueva historia. Dijo que su marido era de una ciudad inmediata, que tenía muy
lucrativos negocios, que estaba en edad ya madura y que le asomaban ya canas. Luego, según había hecho la otra vez, las colmó de
ricos presentes y las confió de nuevo al alado Céfiro.
[16]“Pero al regresar a sus casas, llevadas en volandas por la tranquila brisa, se comunican sus reflexiones:— ¿Qué me dices,
hermana, del ridículo cuento de la embustera? El otro día era un mozo que apenas sombreaba su barba el naciente vello; hoy es un
anciano de edad madura, de plateados cabellos. ¿Quién es, pues, este ser que en tan corto tiempo ha envejecido? Hermana mía, una
de dos, o es un pérfido embuste todo ello, o Psiquis no conoce a su esposo. Sea lo que quiera, importa arrebatarle pronto su opulenta
posición. Si desconoce a su marido, con seguridad que es un dios, y otro dios promete entonces su parto. Y si realmente llega a ser
proclamada madre de un dios, pasaré sin tardanza un nudo a mi cuello y me ahorcaré. Mientras tanto, volvámonos a ver a nuestros
padres y discurramos, a manera de exordio, una mentira que tenga apariencia de verosimilitud.
[17] Así irritadas, apenas dijeron dos palabras a sus padres.
Pasaron la noche agitadas, sin dormir, furiosas. Al amanecer vuelan a la roca y descienden rápidamente, gracias al consabido
auxilio de Céfiro. Y restregando sus párpados para provocar algunas lágrimas, empiezan de nuevo su asedio con esta hipocresía:— Tú
vives contenta y feliz en tu ignorancia, desconoces el peligro que te amenaza. Pero nosotras, que con no interrumpido celo pensamos
en tu porvenir, vivimos cruelmente atormentadas por los peligros que te rodean. Efectivamente, hemos sabido (sin caber duda alguna)
un secreto que nos es imposible ocultarle por el mucho interés con que compartimos tus penas y tus infortunios. Imagínate una enorme
serpiente de mil abultados repliegues, cuya garganta está repleta de terrible veneno y que abre unas fauces de profundidad aterradora;
he aquí el esposo que por la noche descansa furtivamente a tu lado. Ahora acuérdate del oráculo de la pitonisa que proclamó que estabas
destinada a casarte con un cruel monstruo. Varios campesinos, los cazadores de la comarca, y casi todos los de la ciudad, le han visto
por la noche nadar en las aguas del cercano río, después de consumir su pasto.
[18] Según todos afirman, poco tiempo te dejará disfrutar de sus complacencias y halagos; el día en que llegará a término tu
embarazo, te devorará con tu delicado hijo. Ahora, a ti te toca discurrir: ver si te conviene creer a tus hermanas, que tiemblan por tu
adorada existencia, escapar de la muerte y vivir entre nosotras sin temor a peligro alguno, o si prefieres tener por sepultura las entrañas
del despiadado monstruo. Y si te place el aislamiento de esta comarca, sin otra compañía que espíritus, entre clandestinos amores, con
envenenadas y peligrosas noches, con los abrazos de un ponzoñoso reptil, nosotras, cuando menos, habremos cumplido con nuestro
deber de cariñosas hermanas.
“Ingenua y sensible, sintió la pobre muchacha, con tan aterradora revelación, alterarse profundamente su corazón. De tal modo
se conturba su ánimo, que ya fuera de sí, olvidó las advertencias de su esposo y las promesas que le hizo, precipitándose así en el más
profundo abismo de infortunios. Trémula, pálida y casi sin sentidos, murmuró con apagada voz estas entrecortadas palabras:
[19] — Sí, sois mis tiernas hermanas y permanecéis fieles a las leyes que os impone esta ternura. ¡Dios mío! Los que afirman tales
horrores tal vez no han inventado ninguna leyenda. Porque jamas he visto el rostro de mi esposo; ignoro cuál es su patria. Sólo oigo
su voz por las noches. Me oculta su condición, y antes de llegar el alba desaparece. He aquí mi triste destino, y cuando decís que es
un monstruo, tenéis razón; así lo creo también. Tiene singular empeño en que no descubra su rostro y me amenaza con las mayores
desgracias si tengo la curiosidad de intentarlo. Ahora, si podéis socorrer y salvar a vuestra pobre hermana de este peligro, venid en mi
auxilio, porque si la negligencia sigue a la previsión, quedan destruidos los beneficios que esta última prometía. Rendida con tanta
facilidad la plaza, y viendo en descubierto el alma de su hermana, las infames mujeres renunciaron a poner en juego los secretos resortes
que habían imaginado en la obscuridad, y, espada en mano, francamente, se apoderan de su espíritu, tan sencillo como turbado, para
consumar su crimen.
[20] Una de ellas dice:— Los lazos de la sangre nos obligan a no considerar ningún peligro cuando se trata de tu bienestar. No
conocemos más que un medio de salvación; largo tiempo lo hemos reflexionado: helo aqui: toma un puñal bien afilado, afina todavía
su filo pasándolo suavemente por la palma de la mano, y ocúltalo secretamente en tu cama, en el sitio exacto donde tú te acuestas.
Procúrate una lámpara, llenada completamente de aceite para que brille con luz viva, y colócala detrás de la cortina que os cubre. Estos
preparativos debes hacerlos en el mayor misterio. Cuando él haya entrado y, tendido en la cama, disfrute las dulzuras del primer sueño,
que reconoceráás en su respiración profunda, salta tú del lecho: descalza y de puntillas, muy quedamente, despacio, saca la lámpara
del obscuro rincón en que la habrás dejado y aprovecha las índicaciones que te dará su luz para reconocer el momento oportuno para
llevar a cabo tu atrevida empresa. Entonces, empuñando el arma de doble filo, levanta con decisión la mano, y con vigoroso esfuerzo,
hiere a esta terrible serpiente de manera que separes su cabeza del cuello. Nosotras te ayudaremos; en cuanto hayas asegurado tu
salvación con su muerte, nos apresuraremos a venir a tu lado y te sacaremos de aquí, llevándonos contigo todas estas riquezas. Y con
un himeneo, conforme a tus deseos, te enlazaremos, humana criatura, con un marido de tu condición.
[21] Estas incendiarias palabras comunicaron su fuego al corazón de Psiquis; púsose furiosa, y entonces ellas la abandonaron,
temerosas de permanecer cerca del teatro de tan sangrienta tragedia. La suave brisa que las transporta, ordinariamente, las conduce más
allá de la roca, y, rápidamente, escapando con la velocidad del rayo, emprenden su camino y desaparecen.
“Pero Psiquis, que ellas han dejado sola, no queda sola ya; las despiadadas Furias la persiguen, y las ideas de desesperación,
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hierven ya en su corazón como las olas del mar. A pesar de su firme decisión, mientras sus manos disponen los criminales preparativos,
duda aún. La resolución se debilita, mil sentimientos la agitan: la impaciencia, la indecisión, la audacia, el terror, la desconfianza, la
cólera; y, en resumen, en un mismo ser, detesta el repugnante reptil y adora al esposo. Declina el día, y se apresura a disponer lo
necesario, para el crimen. “Llegó la noche y también el esposo. Después de una primera victoria en amorosa lucha, se ha rendido a un
profundo sueño.
[22] Entonces, Psiquis, que sentía por momentos desfallecer su fe, y su alma y su cuerpo, fue reanimada por la implacable
Fatalidad. Robusteciose en su decisión; va a buscar la lámpara y enarbola el puñal. La audacia ha cambiado su sexo. Ya la luz, que se
acerca, ha iluminado el secreto esposo. ¡Qué espectáculo! Psiquis ve, entre todos los monstruos, al más dulce, al más amable: es el
mismo Cupido en persona; es este dios tan hermoso que descansa en el más dulce abandono. Ante esta visión, la misma lámpara avivó
solícita su luz, y el hierro del sacrilego puñal hizose más radiante. “Este cuadro anonadó a Psíquis, fuera de sí, el rostro convulsivo,
pálida, temblorosa, dejose caer de rodillas. Intenta ocultar el arma, hundiéndola en su seno: y lo habría hecho, ciertamente, si el acero,
ante tan creul atentado, no hubiese resbalado de sus imprudentes manos. A pesar de su abatimiento y su desespero, sosegose poco a
poco su espíritu, y tranquilizose completamente, cuando hubo contemplado repetidas veces la suavidad de este divino rostro. “Admira
esta radiante cabeza, esta noble cabellera perfumada de ambrosía, este cuello blanco como la leche, estas mejillas deslumbrantes de
frescura y salpicadas de graciosos bucles, mientras otros descansan sobre la frente y la nuca. Es tan refulgente su brillo, que la luz de
la lámpara palidece. En las espaldas de este dios revoloteador, brillan dos pequeñas alas de delicadeza exquisita, donde el encarnado
de la rosa armoniza con el blanco del lirio. Aunque están en reposo, el dulce y suave plumón que las festonea se agita ligeramente con
tierno murmullo. El resto de su cuerpo es brillante y bruñido como marfil, hasta tal punto, que la misma diosa Venus puede estar
orgullosa con tal hijo. “Al pie de la cama reposaba el arco, el carcax y las saetas, dóciles instrumentos de este poderoso dios.
[23] Psiquis se abismó en su contemplación. En su curiosidad examina, maneja y admira las armas de su esposo: salta una flecha
del carcax y ensaya su punta en el pulpejo del pulgar. Al sostenerla tiemblan sus dedos: ha hecho, sin embargo, un ligero esfuerzo, y
se hunde lo bastante para que en la superficie de su piel aparezcan algunas gotas de rosada sangre. Y Psiquis, sin saberlo, se obliga a
enamorarse del amor, y queda encadenada por la más ardiente pasión a aquel que hace nacer las pasiones. Inclinose ávidamente sobre
él, con la boca amorosamente entreabierta, y le prodiga fogosamente los más tiernos y rendidos besos, pero con gran temor de
interrumpir sa sueño. “Embriagada con tantas delicias, herida en el corazón, su alma vaga indecisa. De pronto, la lámpara (¿fue negra,
perfidia?, ¿fueron culpables celos?, ¿fue el deseo de tocar tan maravilloso cuerpo y, en cierto modo, besarlo?) deja caer una gota de
ardiente aceite sobre el hombro derecho de la divinidad. ¡Lámpara audaz y temeraria! ¡Ah!, ¿no era sobrado honor para ti rendir tu
misión al amor? Quemas al dios que encieudeSe toda llama, tú, que fuiste inventado por un amante para gozar, aun en la noche, de
adorados encantos. “Al dolor de la quemadura, despertó el dios con sobresalto, y al ver que han hecho vil traición a su secreto, remonta
el vuelo sin proferir una sola palabra, para escapar de las manos y las miradas de su esposa.
[24] Pero Psiquis, en el mismo instante de imciar el vuelo, se agarró fuertemente con ambas manos a la pierna derecha de la
deidad. La infortunada recorre con él la aérea carrera, no le abandona, atraviesa las altas nubes; pero, fatigada al fin, se deja caer,
resbalando dulcemente, hasta llegar al suelo. El dios, que todavía la adoraba, no la dejó abandonada; voló a lo alto de un cercano ciprés,
y así le habló, profundamente emocionado: “—Inocentemente, Psiquis, olvidé yo los mandatos de mi madre; en vez de inspirarte, según
su deseo, una fuerte pasión para un hombre plebeyo y sin fortuna, en vez de condenarte a un indigno matrimonio, preferí volar hacia
ti como amante. En esto obré ligeramente, ya lo sé, y el dios, cuyas flchas son tan lisonjeadas, se ha herido con sus propias armas: hice
de ti mi esposa. ¿Qué razón hay para que vieras en mí un monstruo?n ¿para que tu amo [¿mano?] cortase con el acero una cabeza
animada por ojos que te adoran? ¡Cuántas veces he invocado tu prudencia! ¡Cuántas benévolas advertencias te he prodigado!... Tus
dignas consejeras no tardarán en expiar las perniciosas lecciones que te han dado. En cuanto a ti, he aquí tu castigo; mi huida. Y se
remontó por los aires, desapareciendo de Psiquis.
[25]“Arrodillada en tierra, siguiendo cuanto pudo con sus ojos el vuelo de su esposo, exhalaba en amargas lamentaciones el llanto
de su corazón. Cuando con veloz impulso huho franqueado el dios una larga distancia hasta perderse de vista, corrió Psiquis
precipitadamente a arrojarse al cercano río. Pero el indulgenle río, en honor, sin duda, al dios que inflama las mismas aguas, y también
por un sentimiento de miedo, la levanta en sus ondas sin causarle daño alguno y la coloca suavemente sobre el florido césped que
decora sus orillas. “En tal momento, por casualidad, el rústico dios Pan estaba sentado en un cerro próximo al río. Habíase provisto
de unas cañas que dieron origen a la ninfa Canna, y reuniéndolas, le enseñaba a reproducir toda suerte de sonidos. Cerca de la orilla
jugueteaban las cabras paciendo y retozando sobre la hierba. El dios de los pies de macho cabrío vio a Psiquis doliente y abatida. Sabía,
ya su aventura y llamándola tiernamente le prodigó consoladoras palabras:— ¡Pobre, niña! Yo no soy más que un campesino, un pastor
de cabras, pero mis dilatados años han originado valiosa experiencia. Pues bien, si no me engañan mis conjeturas (que es precisamente
lo que los sabios llaman el don de adivinación) este paso incierto y vacilante, esta excesiva palidez de tu rostro, estos continuos suspiros
y estos ojos anegados en lágrimas delatan claramente un sufrimiento amoroso. Y siendo así, óyeme: no persistas en quererte dar la
muerte violenta. Seca tus lágrimas: calma tu dolor y, cuanto antes, ofrece el homenaje de tus oraciones a Cupido, el más poderoso de
los dioses. Como es joven, voluptuoso y sensible, una tierna sumisión te ganará su favor.
[26]“Así habló el dios pastor. Psiquis no le respondió; únicamente le adoró como una divinidad protectora y siguió su camino.
Después de andar fatigosamente largo rato siguiendo un sendero desconocido fue a salir cerca de una ciudad donde reinaba el marido
de una de sus hermanas. Psiquis, al darse cuenta de ello, hizo anunciar su llegada a esta hermana. La recibió en seguida y hechos los
cumplidos y las caricias del caso, le preguntó el motivo de su presencia. Psiquis habló así:
“— Sin duda recuerdas el consejo que me diste junto con la otra hermana; me dijisteis que un monstruo, con falso nombre de
marido, pasaba las noches conmigo y me persuadisteis a que le matase con un puñal de doble filo, antes de que devorase a la infeliz
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Psiquis. Yo hallé prudente vuestra proposición, pero cuando acerqué a su rostro la lámpara que debía alumbrarme, quedo atónita ante
tan maravillosa y sobrenatural visión; era el hijo, el propio hijo de la misma Venus; era Cupido mismo que descansaba en apacible
sueño. Enajenada por el encanto arrobador de tal espectáculo y turbada por un acceso de violento amor, no pude refrenar mis
impetuosos deseos. De pronto, ¡horrible infortunio!, la lámpara dejó caer una gota de hirvienle aceite sobre su hombro. Despertole el
brusco dolor y viéndome armada, con hierro y fuego: “Márchate, me dijo: tu crimen es odioso; abandona al instante mi lecho y vete
con lo tuyo. Contraeré matrimonial enlace con tu hermana (y pronunció tu nombre) y le ofreceré los acostumbrados presentes para
sancionar este himeneo. Y ordenó en seguida a Céfiro que me llevase fuera de su morada.
[27]“No había terminado todavía Psiquis cuando la otra, excitada por la loca pasión y la criminal envidia que la atormentaba,
inventó una mentira para engañar a su esposo, y pretextando la muerte de unos parientes se puso en camino inmediatamente. Llegó
jadeante a la roca y, aunque en aquel momento la brisa era contraria, cegada por la impaciencia: “Recíbeme Cupido, recibe una esposa
digna de ti, gritaba orgullosa, y tú, Céfiro, conduce a tu soberana. Y se arrojó con furia al espacio. Pero no llegó al valle. Las angulosas
rocas destrozaron su cuerpo y dispersaron sus miembros. Obtuvo la muerte que merecía. Sus dispersas entrañas ofrecieron pasto a las
aves de rapiña y a las fieras.
“El castigo de la segunda hermana no tardó en llegar. “En efecto, Psiquis prosiguió su errante peregrinación y llegó a la ciudad
donde vivía la otra hermana. Aguijoneada por una falaz historia y desesperada para [por] sustituir a la hermana menor con un criminal
enlace corre a la roca con gran prisa, precipítase como la otra y tiene el mismo final.
[28]“Mientras Psiquis da la vuelta al mundo sólo pensando en encontrar a Cupido, éste, enfermo de la herida, gemía sepultado
en el lecho de su propia madre. Entonces fue cuando este pájaro blanco que nada besando con sus alas la superficie de las olas, la
gaviota, se decidió a hundirse en el agua. Fue a encontrar a la nermosa V enus, que se bañaba nadando en el fondo del Océano, y
refugiándose a su lado le hizo saber que su hijo estaba gravemente herido de una quemadura, y agobiado de pena. Que estaba en cama,
con pocas esperanzas de curación; que todo el universo murmura y profiere lujuriosas lamentaciones; que se habla mal de Venus y de
su familia sin que nadie de ella se deje ver mientras el hijo pasa la vida en el monte con una mujer de mala vida y la madre se divierte
bañándose bajo las olas; entretanto ni voluptuosidad, ni gracias, ni jugueteos amorosos; todo abandonado; todo adquiere carácter salvaje
y hosco. Ya no hay bodas, ni casamientos, ni matrimonios bien avenidos, ni rubicundos niños. Reina un increíble desorden, se hacen
los juramentos con escandaloso desdén. “Así vino a herir los oídos de Venus, difamando a su hijo, este pájaro parlanchín, que es la
curiosidad encarnada. “Venus, encolerizada, respondió:— ¡Así, pues, mi excelente hijo tiene ya una querida! Hazme saber, tú, el único
que con fidelidad me sirves, hazme saber, te digo, el nombre de la que ha chiflado a un chiquillo imberbe e inocente. ¿Es alguna de
las Ninfas? ¿Alguna Hora? ¿Alguna Musa? ¿Una de las Gracias que están a mi servicio?
El locuaz pájaro no se hizo esperar:— Señora, le respondió, no lo sé a punto fijo: pero creo que es una muchacha que, si mal no
recuerdo, se llama Psiquis. Está enamorado de ella locamente.—
¡Cómo! ¿Es posible, exclamó Venus indignada, que ame a esta Psiquis, rival de mis encantos, y que pretende arrebatarme el
nombre? ¡Es decir, que el imbécil cree que soy una tercera, y que precisamente le hice conocer a esta muchacha para que se enamorase
de ella.
[29]“Esto murmurando, sale precipitadamente del mar y se dirige al instante a su magnífico palacio. Encontrando a su hijo
enfermo, como le han dicho, empieza a gritar ya desde la puerta:—¡He aquí una honrada conducta, excelente para recomendar mi
familia y tu moralidad! ¡Buen principio! ¡Empezar pisoteando las órdenes de tu madre, de tu reina! ¿Por qué no has avergonzado a mi
rival con un amor indigno? ¿Y te parece decente que un chiquillo de tu edad la tome por esposa? ¡Eres demasiado joven para querer
imponerme una nuera que sea rival mía! Sin duda te habrás creído, petimetre, conquistador en agraz, tiranuelo ridículo, que sólo tú
puedes hacer chiquillos y que yo ya pasé la edad para ser madre. Pues tengo mucho gusto en participarte que tendré pronto otro hijo
que valdrá mucho más que tú. Y, finalmente, para mayor verguenza tuya, adoptaré a uno de mis lacayos; y a él le daré tus alas, tu
antorcha, tu arco y tus flechas. Es un armamento de mi propiedad y no te lo confié para que lo empleases según estás haciendo. No creas
que todo ello haya sido pagado con la fortuna de tu padre.
[30] Pero has sido muy mal criado desde chiquitín y has tomado mucha petulancia. ¡Cuántas veces no has castigado con
irreverencia a los que tienen más años que tú! A mí misma, a tu madre (parricida), ¿no me aguijoneas cada día? ¿No me has herido mil
veces? ¿No me has despreciado, como si no tuviera marido conocido? ¿Y no tienes miedo a tu padrastro, que es un aguerrido militar?
Pero, ¡cá! Para hacerme rabiar te portas galantemente con él y le procuras muchachas. ¡Ah! Ya te haré yo arrepentir de tus calaveradas.
Este casamiento que has hecho te va a escocer. No sera todo miel. “Y ahora, ¿qué me queda para hacer, si soy la burla de todo el
mundo? ¿Dónde me he de ocultar? ¿Cómo he de castigar a esta víbora? Para satisfacer los caprichos de este muñeco, ¿habré de implorar
el auxilio de la Sobriedad, mi eterna enemiga? ¿He de ir a hacer buenas migas con una mujer tan tosca, y desaliñada? T iemblo al
pensarlo. No obstante, la venganza trae consuelo, y no quiero desdeñarlo. Sí, apelaré a la Sobriedad y a nadie más. Ella castigará como
Dios manda a ese pillín; vaciará tu carcax, desarmará tus flechas, quitará la cuerda del arco y apagará tu antorcha. Y en cuanto a tu
cuerpo, ya caerá bajo su poder, por medios más o menos violentos. “La expiación de mi injuria no será completa hasta tanto que te
habrá rapado estos cabellos, cuyos dorados bucles tantas veces he acariciado, hasta que te habrá cortado estas alas, que empapé con
el néctar de mi seno. [31]“Y dicho esto, salió furiosa de su palacio. La cólera le removió la bilis y, ¡que cólera la de Venus!... Encontró
a Ceres y a Juno que, al verle tan encendido el rostro, le preguntaron la causa de este feroz aspecto, que tanto enturbia sus encantos
y el brillo de sus hermosos ojos.— Llegáis a propósito, les dijo; mi corazón está tan exaltado, que cometería cualquier locura. Os suplico
que pongáis toda vuestra diligencia en encontrar a Psiquis, que ha huido, no sé adonde. Porque, sin duda, que no ignoráis el famoso
escándalo que trastorna mi casa, así como la fuga del que ya no quiero llamar mi hijo. “Entonces las diosas, enteradas ya de lo que
ocurría, procuraron calmar la violenta excitación de Venus.— Pero, ¿qué irreparable daño, señora, ha cometido vuestro hijo, para
oponeros así a sus gustos e intentéis [intentar] perder a su adorada? ¿Qué crimen es, por favor, el enamorarse de una linda muchacha?
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¿No sabéis qué cosa es un mozo adolescente? ¿No os acordáis ya de esta edad? ¿Creéis que todavía es un chiquillo, porque tiene aire
infantil? Y como madre, como mujer de talento que sois, ¿querréis siempre vigilar atentamente sus amoríos, reprocharle sus galanterías,
contrariar sus inclinaciones y prohibir a este precioso muchacho vuestras prácticas y vuestros goces? ¿Qué dios, qué mortal sufrirá que
mientras disemináis por todos los pueblos los más tiernos deseos, prohibáis el amor a vuestro hijo y le castiguéis su pasión por las
mujeres? Esto todo el mundo lo hace. De esta manera, las diosas, temerosas de las flechas de Cupido, desempeñaban la misión de
defender al ausente, a quien querían tener propicio. Pero Venus, indignada de que tomasen a broma la afrenta que la humillaba,
abandonó su compañía y emprendiendo de nuevog su precipitada marcha, encaminose al mar.
LIBRO SEXTO
[1]“Entretanto, Psiquis corría afanosa díaiia y noche, en busca de su esposo, sin descansar nunca, y creciendo el deseo cada vez
más en su corazón. Por irritado que le hallara, quería, si no enternecerle con las caricias de una esposa, por lo menos quitarle el enojo
con las súplicas de una esclava. “Viendo un templo a lo lejos, en la cumbre de una escarpada montaña:— ¡Quién sabe, pensaba, si vive
allí mi señor y dueño! Y se dirige súbitamente, con ardor, hacia donde le arrastran, con múltiples fatigas, la esperanza y el deseo.
Cuando ha trepado valerosamente a tan prodigiosa altura, entra en el santuario. Encuentra espigas de trigo amontonadas, otras trenzadas
en corona y algunas de cebada. También vio hoces y un aparejo completo para la siega: pero todo revuelto y en confusión, como ocurre
cuando el cansancio vence a los segadores. Psiquis deshace cuidadosamente el montón; separa cada objeto y los pone en orden,
convencida de que, lejos de despreciar el templo ni el ceremonial de ninguna divinidad, debe implorar, por el contrario, la benévola
compasión de todas ellas.
[2]“Ceres, la fecunda, la ve ocupada en este trabajo, celosa y activa:— ¡Ah, desgraciada Psiquis! exclama. Venus busca
afanosamente tus huellas por todo el universo; su furor y el deseo de encontrarte son inexplicables. Quiere castigarte con el último
suplicio, y para vengarse pone a contribución todo su poder. Y tú, entretanto, cuidas mis intereses antes que tu salvación. Entonces,
Psiquis, se arrodilló a sus pies, barrió el suelo con sus cabellos, y lavando con abundantes lágrimas los pies de la diosa, imploró su
protección, con las más fervientes súplicas. “Por vuestra mano, que fecunda la tierra, por las alegres ceremonias de la siega, por los
secretos misteriosos de las gavillas, por el carro arrastrado por dragones que os obedecen, por los surcos de la fértil Trinacria, por los
demonios de Proserpina [---], por la tenebrosa escena de su lúgubre himeneo, por las antorchas, a cuya luz salisteis de los infiernos
después de verla, por todas las restantes consagraciones que vela con misterioso silencio el santuario ático de Eleusis: tomad bajo
vuestra protección la vida de la infortunada Psiquis, que os invoca rendidamente. Permitid que me oculte, aunque sea por breves días,
en este montón de espigas; hasta que el tiempo haya calmado el cruel furor de aquella poderosa diosa, o que, por lo menos, un corto
descanso haya reanimado mis abatidas fuerzas.
[3]“Ceres le respondió:— Tus lágrimas y tus súplicas me han emocionado. Bien quisiera yo socorrerte, pero Venus es de mi
familia; fuertes lazos de amistad nos unen desde largo tiempo: es una excelente mujer y no puedo arriesgarme a disgustarla. Sal, pues,
en seguida de mi templo, y conténtale con que no te retenga prisionera, como debía hacer. Viéndose rechazada contra su esperanza,
alejóse Psiquis con el corazón doblemente desolado. Volvió hacia atrás, y a través de un poblado bosque, que se extendía al pie de un
valle, descubrió un templo de elegante arquitectura. No queriendo despreciar ocasión ninguna de mejor suerte, acercose, indecisa, a
las sagradas puertas, para implorar a la divinidad. Ve soberbias ofrendas y vestidos bordados en oro, suspendidos en las ramas de los
árboles y en las puertas, testimoniando, con los detalles de la gracia obtenida, el nombre de la diosa a que han sido consagrados.
Entonces, poniendo una rodilla en tierra y abrazando el altar, tibio aún, pronunció esta invocación, después de secar su llanto:
[4]“Esposa y hermana del gran Júpiter: así habitéis vuestro antiguo templo de esta Samos, que se glorifica con haberos visto nacer,
haber sido vuestro primer llanto y haberos amamantado; ya frecuentando las felices viviendas de la altiva Cartago, que os adora en la
figura de una doncella subida por un dragón a los cielos; sea presidiendo los célebres muros de Argos, cerca de la ribera del Juaco
[Ínaco] que desde tiempo inmemorial os proclama esposa del señor de las tempestades y reina de las diosas: vos, a quien veneran en
Oriente hajo el de Zigia [--] y en Occidente bajo el de Lucina: sed para mí, en mi extrema desdicha, Juno protectora: considerad el triste
estado a que me han conducido todas las fatigas que he debido soportar: libradme del inminente peligro que me amenaza. Y si no llego
al abuso, permitid que os suplique el auxilio que no negáis nunca a las mujeres encinta que están en peligro. “Así suplicaba cuando
se le presentó Jnno en todo el imponente destello de su divinidad, hablándole así:— ¡Con qué placer, por lo que más quiero, deseo
conceder lo que me pides! Pero, ¿puedo contrariar la voluntad de Venus, mi nuera, que siempre he querido como una hija? ¿Es decente
obrar así? En todo caso, me lo impide también la ley que prohíbe amparar, contra la voluntad de su dueño, al esclavo que ha escapado
de la casa.
[5] Esta nueva contrariedad aniquila a Psíquis. No encontrando a su alado esposo, y sin esperanza de lograrlo, se entrga a estas
meditaciones:— ¿Qué alivio puedo obtener en mi desdicha, cuando las mismas diosas, a pesar de su buena voluntad, no pueden
interesarse en mi salvación? Rodeada por tantos peligros, ¿adónde dirigiré mis pasos? ¿Bajo qué techo ni en qué tinieblas puedo
ocultarme para escapar a la sagaz mirada de la poderosa Venus? Es preciso, Psiquis, que te armes de indomable valor. Ten fuerzas
bástantes para renunciar a un resto de engañadora esperanza. Entrégate voluntariamente a tu soberana: tu sumisión, aunque tardía,
abatirá su cólera y su crueldad, ¿Sabes tú, si aquel que buscas, hace tiempo está acaso en el palacio de su madre? Decidiose, pues, al
azar de una capitulación incierta, o mejor, al de una segura pérdida: y meditó cómo debía empezar sus futuros ruegos.
[6]“Venus, renunciando a los medios de investigación terrenales, quiso subir al Olimpo. Ordena equipar el carro que Vulcano,
el maravilloso orfebre que había fabricado con todo el cuidado y todo el talento de que es capaz y que le había presentado como regalo
de boda, antes de efectuar su himeneo. Es una hermosa labor en que la lima, al adelgazar el metal, le ha sacado mayor brillo, y a la que
esta misma falta de oro realza su valor. Numerosas palomas descansan alrededor del departamento de la diosa; cuatro de ellas avanzan
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alegremente, deslumbrantes de blancura y, torciendo sus irisados cuellos, pasan la cabeza por un brillante aro de refulgente pedrería.
Al aposentarse la diosa, emprenden contentas su vuelo. El carro de la diosa es seguido por numerosos pájaros, que retozan y juegan,
en confuso murmullo. Otros pájaros de dulce canto anuncian la llegada de la diosa con suaves y tiernos acordes. Se separan las nubes
y el cielo abre las puertas a su hija. El sublime empíreo recibe con entusiasmo a la diosa, y el armonioso cortejo de la poderosa Venus
no teme el encuentro de las águilas, ni de los rapaces buitres.
[7]“Inmediatamente se dirige al palacio de Júpiter y en tono soberbio reclama los servirios de Mercurio, el de voz sonora, que
necesita para sus proyectos. El negro entrecejo de Júpiter indica que consiente en ello. Triunfante, desciende Venus del cielo,
acompañada de Mercurio; la bella solicitante le dirige estas palabras:— Hermano mío; bien sabes que tu hermana Venus nada hizo
jamás sin la presencia de Mercurio; por otra parte, no ignoras que hace tiempo ando buscando, sin éxito, la esclava que se oculta de
mí. No me queda, pues, otro recurso que pregonar públicamente, por tu boca, que será recompensado quien la descubra. Te suplico
que satisfagas cuanto antes mis deseos y que indiques claramente la seña que permite reconocerla, a fin de que si más tarde acusamos
a alguien por haberla ocultado, no pueda justificar su acción, pretextando ignorancia.— Y diciendo esto, le presentó un papel, con el
nombre de Psiquis y otras indicaciones. Y hecho esto, volviose a su morada.
[8]“M ercurio no tardó en obedecer. Recorre todos los pueblos, el mundo entero, y anuncia en estos términos el deseo de la
diosa:— Una esclava llamada Psiquis, hija de un rey y perteneciente a Venus, ha escapado. Se suplica al que la detenga o pueda indicar
su escondite, que lo prevenga a M ercurio, encargado de la presente publicación, detrás de las pirámides murcianas [--]. Recibirá, en
premio de sus informes, siete dulces besos de la propia Venus y uno especial, más delicioso que los anteriores, dado con la lengua sobre
los labios. Cuando Mercurio publicó este anuncio, el deseo de tan preciada recompensa excitó a todos los mortales con extraordinaria
solicitud. Esta circunstancia destruyó la última indecisión de Psiquis. “Acercábase ya a las puertas de la soberana, cuando vio
adelantarse a una de las esclavas de Venus, llamada la Costumbre, que empezó a desgañitarse, gritando:— Por fin te has enterado,
detestable esclava, de que tienes dueña. Fiel a tus escandalosos desórdenes, ¿aparentarás ignorar cuántas fatigas hemos sufrido
persiguiéndote? Has venido a caer, afortunadamente, en mis manos; en las garras del Infierno; serás castigada como merece tu indigna
rebelión.
[9] Y la cogió bruscamente por los cabellos y la arrastró, sin que la infeliz opusiera resistencia. “Introducida y llevada a presencia
de Venus, estalló la diosa en larga y sonora risa: tal era su terrible cólera. Y meneando la cabeza y rascándose la oreja
derecha:— Finalinente, dijo, te has dignado venir a saludar a tu suegra. ¿Tal vez has venido a ver a tu marido, peligrosamente enfermo
de la herida que le causaste? Pero sosiégate: voy a recibirte como merece una tal nuera. ¿Dónde están, dijo, la Inquietud y la Tristeza,
mis dos esclavas?— Entraron éstas y sometieron a Psiquis a sus torturas. Por orden de la diosa, flagelaron cruelmente a Psiquis, hasta
anonadarla, con los más repugnantes maleficios, y la presentaron de nuevo a los ojos de la diosa. “Venus echose a reír de nuevo:— ¡He
aquí el vientre cuya plenitud debe encantarme y decidirme a la indulgencia¡ ¡De aquí debe salir el glorioso fruto que me procurará la
dicha de ser abuela! ¡Felicidad suprema, en efecto, oírse llamar abuela en la edad más florida y saber que el hijo de una miserable
esclava es nieto de Venus! Pero, ¿qué estoy diciendo? Estoy loca. No será mi nieto. El matrimonio es nulo: ha sido consumado en pleno
bosque, sin testigos, sin consentimiento de los padres. No debe ser considerado legítimo, y el niño, por lo tanto, es un bastardo. Eso
suponiendo que le dejemos tiempo de llegar al mundo.
[10]“Y dicho esto, lanzose sobre ella. Le desgarra las vestiduras, le arranca los cabellos y le golpea la cabeza con furiosa
violencia. Manda en seguida traer trigo, cebada, avena, garbanzos, lentejas y habas. Todo lo mezcla y confunde, hasta formar una sola
masa. Y dirigiéndose a Psiquis:— Cuando no se es más que una esclava y fea, por añadidura, le dijo, creo que el único modo de
procurarse algún amante, es desplegar todo el celo posible en su servicio. Pues bien, quiero probar yo misma si aprovechas para el caso.
Separa de ese montón las semillas que he mezclado; pon cada una aparte, y antes de esta noche examinaré tu labor.— Y señalándole
la enorme masa de granos, salió para asistir a unas bodas. “Psiquis no intenta, tan sólo, poner sus manos en el confuso y laberíntico
montón: consternada por la crueldad de tal prueba, guarda silencio. Entonces la hormiga, este pequeño insecto que habita el campo,
apreciando tan gran dificultad se apiada de las desdichas de la esposa de un dios y se indigna con semejante crueldad de una suegra.
Corre activamente de una parte a otra; convoca y reúne a todas sus vecinas: “Amigas mías, hijas activas de la fecunda tierra, les dijo,
invoco vuestra compasión. Venid solícitas y laboriosas a prestar auxilio a una rara belleza, esposa del Amor. Inmediatamente, a
numerosas bandadas, semejantes a las olas del mar, se precipitan unas tras otras. Con sin igual ardor separan, grano a grano, todo el
montón, y después de hacer tantos montones distintos como especies de semillas hay, escapan rápidamente.
[11] Al llegar la noche regresó Venus del festín de bodas ahíta de libaciones, esparciendo fuerte olor de bálsamo y ceñido el
cuerpo con radiantes rosas. Al ver la diligencia empleada en este maravilloso trabajo:— No has sido tú, ¡pícara!, exclamó: no han sido
tus manos las que han hecho esta labor; es la Perfidia que te ha ayudado para desgracia tuya y suya. Y echándole un pedazo de pan duro
se fue a la cama. “En esto Cupido, cautivo y encerrado en una habitación en el fondo del palacio, era severamente vigilado. En parte,
para que su petulancia y sus locuras no enconasen la herida, y en parte para que no viese a su adorada. Así separados, bajo un mismo
techo, pasaron ambos una noche cruel.
Apenas la Aurora montó en su carro, Venus llamó a Psiquis y le dijo:— ¿Ves este bosque? Sigue en toda su longitud la ribera de
un río que tiene su fuente no lejos de aquí. Hermosas ovejas, cuyo vellón resplandece como el oro, pacen en él sin vigilancia de pastor
alguno. Inmediatamente arréglate como creas del caso para traerme un copo de lana de su hermoso vellón. Tal es mi voluntad.
[12]“Partió Psiquis presurosa, pero no para cumplir esta orden, sino para precipitarse contra las rocas del río y hallar así descanso
a sus sufrimientos. Pero desde el fondo del río, una verde caña, órgano de melodiosa armonía, dejó dulcemente vibrar, por inspiración
divina, estas tiernas palabras de favorable augurio:— Psiquis, a quien han perseguido tantas desdichas, no profanes la santidad de mis
ondas con tu muerte, y, además, no te acerques a las formidables ovejas que en estas riberas se apacientan. Cuando el ardiente sol les
ha comunicado su calor, las domina una brutal fiereza, y con sus agudos cuernos, su robusta frente, y a veces con sus venenosas
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mordeduras, causan la más espantosa, muerte a los hombres. Pero por la tarde, debilitado ya el ardor de los rayos solares, y calmado
el furor de estos animales por las frescas emanaciones del río, podrás, bajo este alto plano que se alimenta conmigo de las aguas del
mismo río, ocultarte sin temor de ser vista. Y cuando las ovejas, apaciguando su ardor, buscarán reposo entre el follaje de los vecinos
árboles, encontrarás dorada lana adherida a todas las ramas.
[13]“Así, enseñó la caña a la infeliz Psiquis, sencilla y piadosamente, el medio de asegurar su salvación. “Con estas instrucciones,
que merecían gratitud, librose de caer en la desesperación. Observolas atentamente y obtuvo con facilidad los copos de oro, guardolos
en el seno y los llevo a Venus. “El éxito de esta segunda prueba no secundó los deseos de Psiquis, y no le valió una lisonjera aceptación.
Venus frunció las cejas, y, sonriendo amargamente, dijo:— Esto es ya un abuso; aquí se descubre la mano de un pérfido consejero. Mas
ahora voy a examinar, decididamente, si tienes verdadera fuerza de voluntad y una prudencia digna de elogio; ¿ves aquella escarpada
roca, que desde lo alto domina toda la montaña? Allí brota, en negros torbellinos, una tenebrosa fuente, que, después de recorrer el
vecino valle, se arroja a la laguna Estigia para alimentar las roncas aguas del Cocito. Pues bien, trepa hasta ella, acércate al nacimiento
del manantial y llena con su helada agua esta botellita que me devolverás en seguida. “Y con estas palabras le dio un frasco de bruñido
cristal, amenazándola con terribles castigos.
[13]“Psiquis, con el mejor celo, llegó con paso rápido a la cumbre de la montaña deseando encontrar allí el término de su
deplorable existencia. Pero apenas llegó a la proximidad de la roca señalada, descubre la inmensidad de su tarea y los obstáculos
dispuestos a darle muerte. En efecto, la roca se elevaba a inconcebible altura y era imposible subirla por lo escarpado y resbaladizo.
En esta pendiente brotaban las terribles aguas que, apenas salidas de la agujereada roca, resbalaban a lo largo de la falda de la montaña
y trazándose un estrecho desfiladero, en donde se encajonaban, caían escapando a la vista, al próximo valle. Por ambos lados, entre
las rendijas de las rocas salían furiosos dragones, de alargado cuello y ojos desmesuradamente abiertos, que sin un instante de reposo,
mantenían astuta vigilancia. Y además, estas aguas, que tenían voz, advertían también del peligro. “¡Retírate! ¿Qué haces? ¡Prudencia!
¿?Dónde vas? ¡Cuidado! ¡Huye! ¡Vas a morir!...” Así decían lúgubremente. Ante la imposibilidad de la empresa, quedó Psiquis alelada.
Su cuerpo estaba allí, pero no sus sentidos. Y agobiada por un peligro a que no podía escapar, no le quedaba ni el último consuelo de
las lágrimas.
[15] Los sufrimientos de esta inocente alma no escaparon a la clarividencia de los favorables dioses. De pronto, un ave real de
Júpiter, la sagaz águila, desplegó sus alas y fue a colocarse a su lado. Recordó que en otro tiempo, obedeciendo a su amo y dirigida
por el Amor, arrebató a un joven frigio destinado a copero del dios. Y quiso aprovechar la oportunidad para honrar a Cupido, prestando
su auxilio a su apurada esposa. Abandonando el alto empíreo, revolotea ante los ojos de la muchacha:—Inocente como sois y extraña
a tales pruebas, ¿creéis posible obtener una sola gota de esta fuente tan terrible como sagrada? ¿Tenéis confianza en acercaros siquiera?
¿No habéis oído decir que los mismos dioses, incluso Júpiter, temen las ondas del Estigio [--], y que los juramentos que los mortales
hacéis por los dioses, los dioses los hacen por la majestad del Estigio? Dadma el frasco. Apodérase de él y pronto lo llena. En efecto;
balanceando sus majestuosas alas que extiende a derecha e izquierda como grandes ramas pasa por entre los dragones de afilados
dientes y de vibrátil dardo. Y cuando las temibles aguas le amenazan para que se retire sin profanarlas, les engaña hábilmente, diciendo
que viene por voluntad de Venus y que en esta ocasión es ministro de su voluntad. Así le facilitaron la empresa.
[16] Psiquis tomó satisfecha el frasco lleno y lo llevo a Venus. Pero tampoco esta vez pudo desarmar la cólera de la implacable
diosa. Pues ésta, amenazándola con más penosas y difíciles pruebas, así la apostrofa con infernal sonrisa:— Veo que eres una hechicera
profundamente versada en la ciencia de los maleficios, puesto que tan rápidamente has cumplido mis órdenes. Pero mira, palomita,
lo que debes hacer ahora. Toma esta caja y dirígete con ella a los infiernos, a los sombríos penates del mismo Orco. Presenta luego
la caja a Proserpina y dile: Venus suplica que le enviéis un poco de vuestra hermosura, aunque sólo sea la necesaria para un día; porque
ella ha gastado toda la suya cuidando a su hijo enfermo. Y vuelve en seguida sin tardanza porque necesito perfumarme para, asistir a
una función teatral en la morada de los dioses.
[17]“Entonces sintió Psiquis que su existencia tocaba a su último término. Y sin hacerse ilusión ninguna comprendió hasta la
evidencia, que la mandaban a la muerte. ¿Cómo dudarlo si con sus propios pies debía encaminarse al Tártaro, a la mansión de los
manes? Sin vacilar dirígese a la primera alta torre que distingue, para precipitarse desde ella, porque, se decía a sí misma, es el camino
más corto y más agradable para bajar al infierno. Pero la Torre profirió estas palabras:— ¿Por qué, niña, buscas la muerte en este
precipicio? ¿Por qué sucumbes sin reflexión ante esta última y peligrosa experiencia? Si tu alma se separa del cuerpo, descenderás
verdaderamente a las profundidades del Tártaro, pero no saldrás ya de allí por ningún medio. Óyeme:
[18] Lacedemonia, noble ciudad de Acaya, no está lejos de aquí; el Tenaro [--] pasa por ella entre sueltos senderos. Búscalo: es
un respiradero de los imperios de Plutón y sus franqueables puertas indican un camino que nadie recorre. Una vez pasado su umbral
llegarás en línea recta al palacio de Orco si no abandonas el camino. Pero, ante todo, no emprendas tu peregrinación a través de las
tinieblas con las manos vacías. Debes llevarte dos tortas de harina de cebada amasada con miel, y un par de monedas en la boca.
Además, cuando hayas recorrido buena parte del camino que conduce a los muertos, encontrarás un asno cojo, cargado de leña, guiado
por un conductor cojo también. Este te pedirá que recojas algunas ramas que le han caído de la carga; sin responderle una sola palabra
continúa tu camino. Inmediatamente llegarás al río de los muertos. Allá está dispuesto Caronte, que exige adelantado el precio del
pasaje y sólo con esta condición transporta a los viajeros de una a otra orilla en su remendada barca. “¡Es preciso que, aun en el seno
de la muerte, viva la avaricia! ¡Que el mismo Plutón, poderosa divinidad, no haga nada sin dinero! Es preciso que el pobre deba
procurarse el precio del pasaje, y si por desgracia no lleva la moneda, no puede morir apaciblemente.” Darás una moneda a este
repugnante viejo a título de peaje; pero haciendo de modo que con su mano la tome directamente de tus labios. Hay más todavía; al
surcar las encrespadas olas, un viejo, que nada muerto en la corriente, levantará a ti sus manos putrefactas, rogándote que le subas a
la barca. Pero no sientas compasión por él; está prohibido.
[19] Una vez llegados a la orilla opuesta, y después de andar poco rato, encontrarás a unas viejas hilanderas que te rogarán que
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Textos de la Literatura Latina
Curso 2015-16
Literatura Latina
I.E.S. “Isidro de Arcenegui y Carmona”
2º Bachillerato :$
Miguel Ángel Benjumea Pulido
les ayudes a tejer un poco de tela. Es preciso que no te aventures a hacerlo. Estas y otras celadas te prepara la malévola Venus, para
que tus manos dejen caer siquiera una de las tortas. Y no creas que la posesión de estas golosinas deba serte indiferente. Con una de
las dos que pierdas, ya no podrás ver jamás la luz del día. En efecto, encontrarás un enorme perro, de gigantesca y triple cabeza,
monstruo inmenso y formidable, que con sus roncos ladridos aturde sin peligro a los muertos, a los que no pueden hacer daño. Centinela
avisado, guarda la silenciosa morada de Plutón, apartado en el umbral de las galerías de Proserpina. Dominarás su cólera echándole
una de las tortas, y así continuarás fácilmente tu camino. Dirígete a Proserpina, que te recibirá dulce y benévola, hasta el punto de
invitarte a que te instales cómodamente y pruebes una excelente comida. Pero tú siéntate en el suelo, y para todo regalo, pide un poco
de pan negro. Entonces da cuenta de tu mensaje, y tomando lo que ofrezca, emprende tu regreso. Después de pagar al avaro barquero
la moneda que te reservabas y franqueado el río, sigue tu primer camino, y pronto verás nuevamente el cielo con sus coros de estrellas.
Pero hay un consejo, cuya observación te he de recomendar muy especialmente: y es que te guardes de abrir la caja que llevas, este
tesoro de belleza divina, oculta cuidadosamente.
[20] Esto profetizó la previsora Torre. “Sin dilación, se dirigió Psiquis al Tenaro. Cuidó de llevar consigo las dos monedas y las
dos tortas; y descendió rápidamente por el infernal sendero. Cruzose sin abrir boca con el arriero cojo y pagó su peaje al barquero. No
presta oídos al muerto que sobrenada; desprecia las insidiosas súplicas de las hilanderas; adormece el furor del terrible perro con una
torta, y penetra, finalmente, en el palacio de Proserpina. En su hospitalaria recepción, ofrécele la diosa un delicado asiento, una
excelente mesa; todo lo rehúsa, y sentándose en el suelo, a sus pies, se contenta con pan duro, y transmite la embajada de Venus.
Proserpina le entrega de nuevo la caja, misteriosamente llena y bien cerrada. Con la golosina de la segunda torta, cierra la boca del
terrible can, paga al barquero la segunda moneda y sale apresurada de los infiernos. Contempla de nuevo con admiración la blanca luz
celeste, y a pesar de su afán en terminar su misión, una temeraria curiosidad se apodera de su espíritu. “¡Cómo!, decía; heme aquí en
posesión de la belleza de las diosas, y seré tan necia que no tomaré un poquitín para mí. Tal vez este sea un medio de dar contento al
encanto que yo adoro.
[21] Y , diciendo esto, abrió la caja. Ninguna belleza contenía; pero apenas levantó la tapa, desprendióse un vapor letárgico,
verdadero sueño de la Estigia, que se apoderó de ella; derramose por sus miembros una nube espesa y soñolienta, y cayó tendida en
tierra en mitad del camino. Inmóvil, en el suelo, no era más que un cadáver dormido. Pero el Amor, cicatrizada ya su herida, iba
recobrando las perdidas fuerzas, y no pudiendo soportar la larga ausencia de Psiquis, escapóse de la habitación, donde le tenían cautivo,
por la estrecha ventana. Remontó el vuelo con sus alas robustecidas por el largo descanso, en dirección a su amante. Apresurose a
librarla de esta soporífera influencia, y encerró de nuevo al Sueño en la caja donde anteriormente residía, y rozando a Psiquis con una
de sus flechas, sin hacerle daño alguno, la despertó.— ¡Mira, pues, infeliz criatura, le dijo, cómo una nueva curiosidad había causado
otra vez tu perdición! Pero no tardes; ejecuta con diligencia la misión que te ha encomendado mi madre, Yo velaré sobre lo demás.
Y dicho esto, el alado amante de Psiquis, emprende su vuelo, mientras ella presenta a Venus el obsequio de Proserpina.
[22] Durante este tiempo, Cupido, en un exceso amoroso, y temiendo, por el enfadado aspecto de su madre, ser entregado en
manos de la Sobriedad, recurrió a sus características armas. Con rápido vuelo remontose a la celeste bóveda, dirige sus ruegos al gran
Júpiter y pleitea su causa directamente. Júpiter toma entre sus manos las delicadas mejillas de Cupido, y acercándolas a su boca para
besarlas, le dice: Bien sabes, mi señor hijo, que nunca has respetado las prerrogativas que me conceden los demás dioses sin excepción;
tú hieres con repetidos golpes este corazón donde se elaboran las leyes de los elementos y las revoluciones de los astros: sin cesar lo
deshonras con intrigas amorosas entre los mortales, faltando así a las leyes, a la ley Julia en particular, y a la moral pública. “M e
comprometes con escandalosos adulterios, que lastiman mi reputación y mi honor. Me impones metamorfosis tan innobles como
indignas de mi augusta persona; haces de mi una serpiente, un pájaro, fuego, una fiera, un toro... No obstante, me acuerdo de que soy
un bonachón, que has crecido en mis brazos y te concederé todo lo que me pides; pero a condición de que sepas guardarte de tus rivales
y que si hay actualmente sobre la tierra alguna maravillosa beldad, recompensarás por ella mi indulgencia actual.
[23] Y dicho esto ordenó a Mercurio para que convoque inmediatamente todos los dioses a una sesión, declarando que el Inmortal
que deje de concurrir sin causa justificada, pagará diez mil escudos de multa. Gracias a este temor, llenose todo el celeste, anfiteatro,
y sentado en su alto trono, Júpiter les habló así:— Dioses conscriptos, cuyos nombres figuran en los registros de las musas, bien sabéis,
sin que os quepa duda alguna, que este doncel ha sido criado con mis propios cuidados. En sus primeras mocedades tuvo movimientos
e impulsos de rebelión, por cuyo motivo creí necesario poner freno a sus iniciativas. De algún tiempo acá da que hablar diariamente
a todo el mundo y se hace famoso por sus adulterios y desórdenes de todo género. Quiero que no tenga ocasión para repetirlo y para
contener este libertinaje de la juventud quiero encadenarle en las leyes del himeneo. Se ha enamorado de una muchacha y ha marchitado
su inocencia. Sea, pues, para él; que la conserve; que se case con Psiquis y goce eternamente de su afecto.— Y dirigiendo su mirada
a Venus:— Y tú, hija mía, le dice, no te entristezcas. Nada temas para la alta alcurnia de tu casa; no se trata de una alianza temporal,
el matrimonio no será desequilibrado ni ilegitimo; tú figurarás en su celebración, jurídicamente; corre de mi cuenta.
[24] Al punto manda a Mercurio que vaya en busca de Psiquis y la suba a los cielos. Presentándole una copa de ambrosía, le dice
estas palabras:— Bebe, Psiquis, y seas inmortal. Jamás Cupido romperá los lazos que a ti le unen; desde este instante os enlazo con el
nudo del matrimonio. “Súbitamente presentose un magnífico festín de bodas. En el lecho de honor estaba Cupido con Psiquis en sus
brazos; luego Júpiter con Juno, y así los demás dioses, según su categoría. Pronto corrió el néctar, que es el vino de los dioses. A Júpiter
presentábale la copa el joven pastor, su copero; Baco servía a los demás Inmortales. Vulcano preparaba la comida en sus hornos; las
Horas tendían una alfombra de rosas y otras flores; las Gracias derramaban bálsamos y las M usas hacían oír sus armoniosas voces.
Apolo preludió en la cítara; Venus, a sus cadenciosos acordes, ejecutó preciosas danzas, después de distribuir la orquesta de este modo:
las M usas cantaban en coro, un Sátiro tocaba la flauta y un discípulo de Pan tocaba el caramillo. De este modo y con tal ceremonia pasó
Psiquis, jurídicamente, a la potestad de Cupido, y, a los nueve meses, tuvieron una niña, que se llama la Voluptuosidad.”
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