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PERIFERIAS, FRONTERAS Y DIÁLOGOS Actas del XIII Congreso de Antropología de la Federación de Asociaciones de Antropología del Estado Español Tarragona, 2–5 de septiembre de 2014 Edita: Universitat Rovira i Virgili ISBN: 978-84-697-0505-6 http://wwwa.fundacio.urv.cat/congres-antropologia/ Esta obra está bajo una licencia Attribution-NonCommercial-ShareAlike 3.0 Unported de Creative Commons. Para ver una copia, visite http://creativecommons.org/licenses/ by-nc-sa/3.0/ o envíe una carta a Creative Commons, 171 Second Street, Suite 300, San Francisco, California 94105, USA. PRESIDÈNCIA DEL CONGRÉS/ PRESIDENCIA DEL CONGRESO Joan Prat Carós (Catedrático Emérito de la URV) COMITÈ CIENTÍFIC / COMITÉ CIENTÍFICO Luis Álvarez Munárriz (AMA) Malena Collado Sánchez (AIBR) Olatz González Abrisketa (ANKULEGI) Nieves Herrero Pérez (AGANTRO) Juana Ibáñez Gambero (ICA) Celeste Jiménez de Madariaga (ASANA) Ana María Rivas Rivas (IMA) Beatriz Santamarina Campos (AVA) Montserrat Soronellas Masdeu (ITA) Pedro Tomé Martín (AACyL) COMITÈ EXECUTIU/COMITÉ EJECUTIVO Agustí Andreu Tomàs Yolanda Bodoque Puerta Dolors Comas d’Argemir Cendra Josep Maria Comelles Esteban Sílvia Ferreres Català Joan Josep Pujadas Muñoz Jordi Roca Girona Montserrat Soronellas Masdeu SECRETARIA TÈCNICA/SECRETARÍA TÉCNICA Natalia Alonso Rey Raquel Rabassa Figueras (FURV) Gemma Sánchez Altès (FURV) COMITÈ ASSESSOR/ COMITÉ ASESOR Agustí Andreu Tomàs Yolanda Bodoque Puerta Lina Casadó Marín Dolors Comas d’Argemir Cendra Josep Maria Comelles Esteban Susan M. Di Giacomo María Isabel Gracia Arnáiz Mercedes González Minguillón Neus Jávega Bernad Lídia Martinez Flores Angel Martínez Hernáez Gaspar Maza Gutiérrez Jordi Moreras Palenzuela Joan Josep Pujadas Muñoz Joan Prat Carós Jordi Roca Girona Oriol Romaní Alfonso Montserrat Soronellas Masdeu Jaume Vallverdú Vallverdú REPENSANDO LAS FRONTERAS CULTURALES EN LAS SOCIEDADES DE LA GLOBALIZACIÓN Coordinado por Francisco José Cuberos Gallardo, Emma Martín Díaz, Beatriz Padilla PERIFERIAS, FRONTERAS Y DIÁLOGOS XIII Congreso de Antropología de la FAAEE PAISAJES ÉTNICOS EN LAS PERIFERIAS URBANAS LATINOAMERICANAS: SOBRE LA CONSTRUCCIÓN Y MUTACIÓN DE ESPACIOS RESIDENCIALES EN BUENOS AIRES Susana M. Sassone smsassone@gmail.com CONICET(Argentina) « …le spectacle du monde m'enchante et m'inquiète, j'aimerais le comprendre mieux, en chaque lieu et dans son ensemble. Il ne me paraît pas possible de comprendre un lieu sans ses acteurs, sans ses voisins, sans ses héritages … Il met en jeu des éléments en interaction, acteurs d'un côté, lieux de l'autre; un milieu de l'action; des échanges avec l'environnement ... Les acteurs ont des intérêts, des stratégies et des tactiques, des règles de vie et du vivre ensemble, des croyances, des symboles et des représentations qui les guident, des moyens d'agir non moins inégaux… » Roger Brunet (1996 :26) 1. Introducción En muchas de las áreas metropolitanas del mundo, desde los años noventa, la migración se ha multiplicado y diversificado. Las ciudades globales, tanto del Norte como del Sur, están indisolublemente asociadas a ese torrente humano; son las que algunos investigadores llaman gateways, esto es, las que comparten una combinación de factores históricos y de oportunidades para atraer grandes cantidades de nuevos migrantes (Price y Benton Short 2007a y 2007b, Singer 2008 y 2009, Glick Schiller y Çaǧlar (2011). La literatura especializada comenzó a utilizar el término gateways para referirse al poder de atracción y al carácter de puertas a la inmigración internacional. En ellas, el impacto en áreas centrales, los suburbios y las periferias ha sido grande. Incrementaron las demandas de escuelas, de servicios de salud y hasta comenzaron a requerirse servicios varios, incluso en algunos casos la enseñanza de la lengua. Como sea, también ciudades 1298 de menor jerarquía están sumidas en estos multiformes procesos socio-espaciales por la presencia migratoria. En ese orden de ideas, los estudios de la relación ciudad - migración comprenden un complejo entramado de vínculos sociales y de formas de espacialización, particularmente signados por los mecanismos, las adaptabilidades y las flexibilidades de la globalización y el transnacionalismo. Es que en el capital social de los migrantes se articulan estrategias culturales de reproducción identitaria del origen en el nuevo destino. Por nuestra parte, habíamos profundizado primeramente en la potencialidad de los estudios de los migrantes en las ciudades de destino (Sassone y De Marco, 1994) y en ese camino, más adelante en el tiempo, pudimos desarrollar propuestas teóricas sobre la relación migración y ciudad, a partir de la concepción del migrante como actor de transformación urbana (Sassone 2000; 2002; 2010) en contextos de transnacionalismo. Quisimos y queremos ver al migrante actor. Por ello, queremos recordar que desde el mundo académico del Norte, en 2006 el Max-Planck- Institut für ethnologische Forschung, organizó el Workshop Migration and City-Scale, coordinado por las antropólogas Nina Glick Schiller y Ayse Çaǧlar, que resultó altamente interesante para nuestra línea de trabajo que llevaba casi 10 años para ese entonces. Nuestra preocupación quedó convalidada con esas lógicas científicas en debate y afortunadamente, los resultados del mismo están plasmados en el libro Locating Migration. Rescaling Cities and Migrants (2011). Las autoras nos dicen en la introducción que dentro de la literatura migratoria hay muchos estudios de migración hacia las ciudades y sobre la vida de los migrantes en las ciudades pero muy poco acerca de la relación de los migrantes y las ciudades. Es más, Çaǧlar y Glick Schiller (2011:2) indican que “[i]ncreasingly, […] international migrants have become significant actors in the reconstitution of the daily life, economics and politics of cities throughout the world…Migration, when considered locally, is a part of this global restructuring and reimagining of urban life”. La globalización y el neoliberalismo hacen a este contexto emergente desde hace varias décadas y este nuevo escenario ha sido concebido por destacados intelectuales como el de la aldea global de M. McLuhan y Powers (1996), el de la modernidad desbordada de Arjun Appadurai (1996), el de la sobremodernidad de Marc Augé (1993a), o el de la modernidad líquida de Zygmaut Bauman(2000). Con esas lecturas, se redimensionan las cuestiones sociales y se pone en valor la fuerza de los lugares como sostiene Richard Florida (2009). 1299 Cuando se habla de migrantes en ciudades globales en tanto actores, nos estamos refiriendo a buscar explicaciones, a través de microespacialidades y microtemporalidades, que nos hablen de los lugares, con sentido de identidad. Los lugares se dibujan en paisajes que son étnicos porque se construyen a partir del accionar, el sentir, el usar y el valorar de los migrantes y cada lugar ofrece diferentes paisajes. En esta oportunidad, trabajamos sobre uno de los procesos más rápidos de las dinámicas actuales: la periurbanización (los otros dos son la segregación y la gentrificación). El objetivo de esta ponencia es identificar y explicar la conformación y multidimensionalidad de los paisajes étnicos en espacios residenciales de migrantes bolivianos en la periferia metropolitana de Buenos Aires. El tratamiento metodológico de triangulación aplicado combina técnicas cuantitativocartográficas que alumbran sobre la distribución de las concentraciones, la observación in situ y las técnicas de recolección de fotografías que captan el mundo de las prácticas sociales en espacios de vecindad y se complejizan con el abordaje etnográfico, para construir trayectorias migratorias, mediante entrevistas en profundidad a los migrantes. Se analizan y comparan dos casos de estudio de periferia metropolitana, con implantaciones residenciales de migrantes bolivianos, una gestada en los años setenta, consolidada: Gregorio de Laferrere (partido La Matanza) y la otra, en formación, desde fines de los años dos mil: Paradas Robles-Arroyo de la Cruz (partido Exaltación de la Cruz). Esta ponencia se organiza en tres apartados: en primer lugar, se trata desde una perspectiva teórica la relación entre la periurbanización metropolitana y la formación de paisajes étnicos; en segundo lugar, se analiza la estructura metropolitana de Buenos Aires para poner eln valor el periurbano como espacio de inserción residencial de la migración boliviana. El tercer apartado trabaja sobre las dos áreas de residencia boliviana en la periferia metropolitana, caracterizadas por temporalidades y por estrategias de apropiación diferentes, aunque con un mismo interés de anclaje territorial, la búsqueda de un habitar urbano sostenible a escala familiar y comunitario. 1300 2. Periferia metropolitana y paisajes étnicos Las implantaciones residenciales de migrantes en las grandes ciudades demuestran la formación de espacios diferenciados (por origen, por clase, por religión), que van desde las áreas centrales, pasando por las áreas suburbanas hasta las periferias. En todos, aparecen marcas culturales, más o menos tangibles, expresión de esa identidad de origen o identidad étnica. Así entendemos los Little Italy y los China Town, que se derraman por multiplicidad de ciudades globales, expresiones consolidadas de paisajes étnicos, uno de los dos pilares conceptuales de esta ponencia. El otro se focaliza en la inscripción espacial de los migrantes en las periferias urbanas. Nosotros vemos que las periferias no son necesariamente externas al espacio urbano, hay periferias internas en el sentido de exclusión territorial en varias escalas intraurbanas, como los barrios y hasta en ciertas calles. Aquí estamos hablando de paisaje étnicos en las periferias metropolitanas, por tanto, materializados y son en la imaginación geográfica, a través de las modalidades de apropiación del espacio. Las periferias “metropolitanas” han sido frecuentemente caracterizadas como un espacio social fragmentado, donde se pueden percibir con cierta claridad los efectos polarizadores de una sociedad estratificada o segmentada por sus condiciones socioeconómicas de propiedad y acceso a los recursos que ofrece la modernidad para el desarrollo. Sin embargo, la “periferia metropolitana” no es sólo el efecto o producto de la instalación o asentamiento de los migrantes en el espacio metropolitano, sino que también es el lugar o hábitat donde interactúan, a partir de su instalación, los grupos asentados, generando nuevos lazos de vecindad y transmitiendo nuevos comportamientos culturas (o “culturas urbanas”) de generación en generación. Para explicar la conformación de paisajes étnicos, es necesario identificar el dónde de las concentraciones de migrantes y pensar en términos de la noción de lugar tan preciado en la geografía cultural. El lugar es, en la concepción humanística, un foco con significación o intención determinable, tanto cultural como individualmente. Anne Buttimer (1980) lo definió como “asiento espaciotemporal” y se explaya en la conceptualización cuando dice que el lugar es tal cuando hay lazos solidarios y afectivos que confieren cierta estabilidad al individuo y al grupo. En contrapartida, Relph (2000) había introducido el concepto de “no lugar” (placeness) entendido como “espacio de flujos cuando desaparece la trama urbana acumulada y heredada en los diferentes períodos históricos”, al que Augé (1993b) dio nueva dimensión recientemente. Para de Castro (1997) el 1301 lugar geográfico es escenario y desplazamiento; el hombre establece una relación dialéctica con el medio. Es el hombre que los crea para anclar ciertas conductas. El paisaje étnico, con sus distintas variables, se identifica a través de “lugares” donde la cultura del migrante es la que otorga identidad territorial. Dice Claval: “El espacio donde se despliega la vida social deja de ser res nullius. El grupo se lo apropia primero colectivamente. Cuando anexa un territorio deshabitado o que se piensa vacío, sus representaciones organizan una ceremonia, izan por primera vez los colores nacionales y erigen un monumento, por más modesto que sea – a menudo un simple montículo de tierra y piedras – para marcar su paso, solemnizar el evento y certificarlo ante las eventuales disputas. En un espacio poblado, la toma de posesión se expresa por la delimitación de fronteras y la multiplicación de marcas que evocan la identidad común: cruces, iglesias, monumentos a los muertos o arquitecturas típicas. Es como si se escribiera en todas partes la misma proclamación de pertenencia” (Claval, 1999: 186-187). Esta propuesta teórica de Claval es muy poderosa como para poder sumar evidencias empíricas como las que aquí trabajamos. Por su parte, la antropología también se ocupa del tema de la mano de Arjun Appadurai 1(1996) cuando definió “paisaje étnico”; dice que la posibilidad de moverse y la realidad de llevar dicha movilidad a cabo funcionan en el imaginario y en las prácticas de los migrantes o de los posibles migrantes. El paisaje étnico presenta como una paradoja y lo primordial es que se globalizó. Es decir, los sentimientos [ellos y todo lo que comprenden la imaginación geográfica], cuya mayor fuerza reside en su capacidad para producir intimidad hacia un Estado político y convertir la localidad en un escenario para la puesta en escena de la identidad, se extendieron y se hallan dispersos por espacios vastos e irregulares en razón de que, si bien los grupos se mueven y se mudan (migraciones), se mantienen vinculados unos con otros a través de sofisticadas capacidades mediáticas (nuevos medios de comunicación) [en el contexto del transnacionalismo]. Cosgrove (2002: 78), desde la geografía nos dice: “El tratamiento del paisaje como un proceso en el que las relaciones sociales y el mundo natural se constituyen mutuamente en la formación de escenas visibles, espacios vividos y territorios regulados democratiza y politiza lo que, de otro modo, sería una exploración natural y descriptiva de morfologías físicas y culturales. Así pues, se 1 No hemos ubicado este trabajo de Arjun Appadurai (1996). Global ethnoscapes: Notes and queries for a transnational anthropology, pero hemos encontrado síntesis de esta categoria tan poderosa, que lo propone junto a otros tipos de paisajes : el mediático, el tecnológico, el financiero y el ideológico. 1302 introducen en el estudio del paisaje cuestiones de identidad, expresión, actuación e incluso conflicto”. No podemos avanzar en esta conceptualización pero sin duda queda mucho por reflexionar y probar. 3. Buenos Aires: estructura metropolitana e inscripción residencial de los migrantes bolivianos El principal centro urbano de la Argentina es Buenos Aires y su región metropolitana, por su importancia política, económica, social y cultural en el sistema urbano nacional y en el sistema global de ciudades. Buenos Aires, donde vive el 30% de los habitantes del país, es un escenario privilegiado para el objetivo de investigación propuesto en esta ponencia. Con sus 15 millones de habitantes, es una megaciudad, una ciudad global y una gateway. La Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA), de extensa y desordenada expansión, no coincide espacialmente con los límites político-administrativos impuestos por la legislación, ya que como los grandes centros urbanos mundiales, el tejido urbano excede la ciudad central y se extiende sobre varias unidades jurisdiccionales vecinas. Diversos estudios (Difrieri, 1981; Romero y Romero, 2000; Vapñarsky, 2000; Torres 2001, entre otros) han analizado, explicado y fundamentado la creciente concentración y expansión. El RMBA comprende la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Capital federal de la Argentina), como área nuclear AC y 40 partidos contiguos (municipios), pertenecientes a la provincia de Buenos Aires donde residen los 12 millones restantes2. Esos municipios se dividen en dos grupos: los que forman el Gran Buenos Aires (GBA) o Área Metropolitana3 (AMBA) que se corresponden con las primera y segunda coronas. La tercera corona recibe también el nombre de 2 La división político-administrativa primaria de la Argentina comprende la Ciudad Autónoma de Buenos Aires CABA y 23 Provincias. La división secundaria presenta diferencias de acuerdo a las autonomías constitucionales. En el caso de la CABA, cada unidad interna es la comuna, sobre todo para los censos y las funciones de administración local. Por su parte, la provincia de Buenos Aires se subdivide en partidos y el resto de las 22 provincias, en departamentos. 3 El Gran Buenos Aires o Area Metropolitana comprende la CABA más los 24 partidos, pertenecientes a la provincia de Buenos Aires, divididos en: a) la primera corona (12 municipios) conformada por Avellaneda, General San Martín, Hurlingham, Ituzaingó, La Matanza, Lanús, Lomas de Zamora, Morón, Quilmes, San Isidro, Tres de Febrero y Vicente López; y b) la segunda corona (12 municipios) integrada por Almirante Brown, Berazategui, Esteban Echeverría, Ezeiza, Florencio Varela, José C. Paz, Malvinas Argentina, Merlo, Moreno, San Fernando, San Miguel y Tigre. 1303 Periferia Metropolitana4 (PMBA); su población corresponde a solo una parte de la jurisdicción municipal y el resto es población rural. En los últimos treinta años, la población en la Ciudad de Buenos Aires ha permanecido estable en valores cercanos a los 3 millones de habitantes, aunque su participación relativa pasó del 27% al 19%. La primera corona reúne casi el 40% de la población de la Región, la segunda ronda el 30% y la tercera fue aumentando desde un 10% a casi un 14% (Tabla 1) desde 1980. Tabla 1.Región Metropolitana de Buenos Aires: Población total y porcentajes según la estructura metropolitana, 1980-2010 1980 1991 2001 División interna Población % Población % Población % 2010 Población Área Central 2.922.829 26,8 2.965.403 24,1 2.776.138 21,1 2.890.151 19,48 Primera corona 4.073.709 37,4 4.301.470 34,9 4.300.881 32,6 5.763.717 38,84 Segunda corona 2.769.502 25,4 3.667.854 29,7 4.384.122 33,3 4.152.998 27,99 Tercera corona 1.127.395 10,4 1.396.956 11,3 1.713.595 13 2.032.160 13,69 RMBA 10.893.435 100 12.331.683 100 13.174.736 100 14.839.026 100,00 % Fuente: Elaboración personal sobre la base de la información censal. En particular, son los cambios en el mercado inmobiliario los que marcan el ritmo de crecimiento, unido al crecimiento industrial, a la prestación de servicios de todo tipo y a la expansión de las vías rápidas de circulación, junto al crecimiento del parque automotor. En cuanto al desarrollo del mercado del suelo urbano cabe consignar que las viviendas plurifamiliares se han densificado por las crecientes inversiones dentro del sector de la construcción en la Ciudad Central, así como en las nuevas centralidades en la primera y segunda coronas. Las villas de emergencias, los asentamientos precarios y las urbanizaciones populares también han avanzado; estas últimas por la proliferación de viviendas de interés social o de loteos populares en sectores de bajos ingresos (Cravino, 2006; Fernández Wagner, 2008). A ello se suma el desproporcionado crecimiento de las urbanizaciones privadas para las clases más acomodadas (Vidal-Koppmann, 2007). Todas estas transformaciones responden a los 4 La tercera corona constituye el área que llamamos Periferia Metropolitana: no está totalmente urbanizada y allí se localizan franjas periurbanas de uso agropecuario intensivo, mezclado con uso del suelo urbano. La integran 16 partidos: Berisso, Brandsen, Campana, Cañuelas, Ensenada, Escobar, Exaltación de la Cruz, General Las Heras, General Rodríguez, La Plata, Luján, Marcos Paz, Pilar, Presidente Perón, San Vicente y Zárate. 1304 desplazamientos poblacionales internos, desde el resto del país y -como es sabido- de inmigrantes provenientes del resto de Latinoamérica como de otras latitudes. La RMBA cuenta con el 8,33 % de extranjeros sobre el total de su población, superior a la media nacional de casi el 5% (2010). Cabe indicar que se trata de una distribución altamente desigual pues hay comunas de la Ciudad de Buenos Aires o municipios de la RMBA con porcentajes superiores al 10 por ciento e inclusive algunos con un 25 % de extranjeros con respecto al total de habitantes de la jurisdicción considerada. Las primeras colectividades son la paraguaya, la boliviana y la peruana, muy activas en su dinámica, aunque cuenta con migrantes internacionales de todos los continentes, algunos llegados recientemente como coreanos, chinos y senegaleses. De todos los extranjeros que viven en el país, el 68% reside en la RMBA, por lo cual podemos decir que es modelo para el estudio de la concentración y diversidad migratoria (Sassone y Matossian, en prensa). Entre todos estos colectivos, el boliviano reúne rasgos dominantes de interés científico por la extensión de su distribución en el territorio argentino y su concentración en la RMBA, por la variedad y casi exclusividad de predominio en algunos nichos laborales como la construcción, la industria de la costura, la venta en ferias, la producción y comercialización de la producción hortícola, por la fuerza de su identidad andina visible en el espacio público, por su poder asociativo y por su religiosidad popular, además de su condición transnacional paradigmática. Desde los años ochenta residen en la Región Metropolitana de Buenos Aires más del 61 por ciento de la migración boliviana del total nacional. Ya en los años cincuenta, los bolivianos habitaban en el Sur de la Ciudad de Buenos Aires, en asentamientos precarios, las denominadas “villas de emergencia” y, por las políticas de erradicación de los años sesenta y setenta, muchos de ellos se relocalizaron en los partidos bonaerenses (La Matanza, Merlo, Moreno, Florencio Varela) que integran el aglomerado, como lo indicaba Mugarza (1985). En 2010, los bolivianos en la RMBA eran 211.593 de los 345.272 de la Argentina, mantenían el porcentaje de poco más del 61%, era la segunda colectividad en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y también la segunda en toda la RMBA, detrás de la colectividad paraguaya. Según la estructura metropolitana se comprueba la siguiente distribución: en el AC había un 36,21% de todos los bolivianos residentes en la RMBA, en la primera corona estaba el 38,28%, en la segunda corona residía el 15,66% y en la tercera corona había un 9,85%. 1305 Tabla 2. Región Metropolitana de Buenos Aires: Población total, extranjera y boliviana (totales y porcentajes) 2010 División interna Población total Extranjeros Bolivianos B/PT % B/E % Ciudad Autónoma de Buenos 2.890.151 381.778 76.609 2.65 20.07 Aires AC Porción bonaerense del 9.916.715 742.859 114.146 1.15 15.37 AMBA (1) Periferia Metropolitana 2.032.160 111.170 20.838 1.032 18.74 PMBA(2) Región Metropolitana 14.839.026 1.235.807 211.593 1.43 17.12 RMBA Notas: (1) comprende la primera y segunda corona de los municipios colindantes a la Ciudad de Buenos Aires; (2) es la tercera corona de los municipios que integran la metrópolis pero donde los espacios urbanos se combinan con los espacios rurales. En el encabezado de la tabla (B) significa Bolivianos, (PT) Población total y (E) Extranjeros. Fuente: Elaboración personal sobre la base de información censal. El porcentaje de bolivianos por partido con respecto a los extranjeros de la RMBA presentaba en 2010 una media de 17,12% por ciento (Tabla 2 y Figura 1). Figura 1. Fuente. Sassone y Matossian, en prensa Por encima de ese valor, puede apuntarse que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como Área Central AC tenía un 20 % y luego la tercera corona casi el 19 %. Por su parte, si se analiza el 1306 reparto del total de bolivianos con respecto al total de bolivianos totales de la RMBA, por comunas y partidos, se advierte que había alta concentración en la comuna 8 (barrios Villa Soldati, Villa Lugano y Villa Riachuelo) con 9,62%, en la 7 (barrios Flores y Parque Chacabuco) con 9,25% y en la 9 (Liniers, Mataderos y Parque Avellaneda) con un 5,05%. La pauta espacial demuestra que en la primera corona había mayores porcentajes en La Matanza (23% del total que vivía en la RMBA) y en Lomas de Zamora (7%). Por su parte, sobresalían Esteban Echeverría (2,61%), Almirante Brown (2,31%), Merlo (2,38%) y Florencio Varela (2,03%), en la segunda. En la tercera corona (periferia metropolitana) se destaca el municipio La Plata con casi el 5% de los bolivianos de la región; en general, el resto de los municipios (como Escobar, Pilar y Exaltación de la Cruz) tenían bajos montos y baja proporción de extranjeros. Esta singular presencia de bolivianos en el periurbano metropolitano desde hace unos 30 años, convoca al análisis pues se advierten dinámicas socioespaciales en esta interface ciudad-campo, donde el habitar también se juega en esa doble lógica. 4. Estrategias de apropiación y paisajes étnicos en la periferia metropolitana 4.1. Gregorio de Laferrere: periferia consolidada 4.1.1. Proceso de periurbanización Gregorio de Laferrere es una de las localidades del partido de La Matanza5. Este es el municipio más extenso (325,71 km2) y más poblado de la Región Metropolitana de Buenos Aires, donde residían 1.775.816 habitantes en 2010, de los cuales el 10 por ciento (171.682) eran extranjeros, el doble que la media nacional. Las colectividades más numerosas, en orden de importancia, eran: paraguayos (77.807), bolivianos (47.932) e italianos (16.098), seguidos mucho más lejos por peruanos, uruguayos y españoles (entre 10.000 y 5.000). La Matanza es una jurisdicción compleja, con indicadores socio-económicos que lo sindican como de clase media a pobre (excepto en la localidad Ramos Mejía, con un patrón residencial de familias más acomodadas). Este partido es uno de los que tienen un alto porcentaje de villas de emergencia, según Cravino (2006:36). Estas villas primero se formaron en la Ciudad de Buenos Aires, unas en los comienzos Son en total 15, además de la mencionada: San Justo (cabecera), Ramos Mejía, Aldo Bonzi, Rafael Castillo, Ciudad Evita, González Catán, La Tablada, Lomas del Mirador, Isidro Casanova, Tapiales, 20 de junio, Villa Eduardo Madero, Villa Luzuriaga, Virrey del Pino. 5 1307 en torno al puerto de Buenos Aires, en el barrio Retiro, luego se levantaron otras en el Sur de la Ciudad, en el llamado Bajo Flores (la parte anegable del barrio Flores), sobre todo, y más tarde el fenómeno se difundió en toda la región. Diferentes estudios indican que fueron poblaciones pauperizadas formadas por los migrantes internos y por los inmigrantes de los países vecinos, que por no tener posibilidades de acceso a una vivienda, fueron conformando esta forma de asentamiento irregular donde no existía ningún tipo de servicio de agua y electricidad ni de pavimentos. A medida que la ciudad de Buenos Aires desbordaba de habitantes, más allá de los límites fijados por el Gobierno Nacional, luego de la llamada federalización de esta ciudad y a comienzos del siglo XX, las poblaciones se fueron desplazando hacia pueblos próximos (San Martín, San Isidro, Quilmes, Morón) y se fueron loteando las tierras rurales, aumentando en contrapartida las tierras urbanas. El tendido de las numerosas líneas de ferrocarril, que tenían sus cabeceras en la ciudad central, contribuyó a favorecer el nacimiento de nuevas urbanizaciones pues ofrecían un modo de transporte para llegar a la ciudad central. Así nació la llamada localidad Gregorio de Laferrere6 el 4 de mayo de 1911, según lo manifiesta Corso (1979 y 1984), de acuerdo a la primera documentación presentada en la ciudad de La Plata, por los señores Pedro Luro, Honorio Luque y Gregorio de Laferrere, donde se solicitaba al Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, la aprobación de las pruebas de agua y topografía consiguientes, para fundar un pueblo en el Km 24,3 del entonces Ferrocarril Buenos Aires (Línea Belgrano Sur). El día 13 del mismo mes y año, el Poder Ejecutivo resolvía aprobar los planos presentados. En febrero de 1912 los nombrados se presentaron y decían:"... que se han firmado los contratos para la inmediata construcción de 100 chalets que servirán de base para la formación del nuevo pueblo. Dentro del proyecto están comprendidos los servicios de luz eléctrica, aguas corrientes, gas y teléfonos. En el año 1913 ya están construidos veinte chalets y son vendidos en pública subasta por el martillero Arturo Etchegaray” (Corso, 1984). El día 12 de marzo de 1913 el Ferrocarril dio el nombre de Laferrere a la parada Km. 24,3 del Ramal Buenos Aires - González Catán y recién en 1967 se habilitó con pavimento la ruta provincial 21, aumentando la accesibilidad para la población residente. Laferrere fue declarada ciudad en 1973. Este es el comienzo de una larga historia de formación Sus límites son la calle Carlos Casares (límite con la ciudad de Isidro Casanova), el Río Matanza (límite con el Partido de Esteban Echeverría), la calle Calderón de la Barca (límite con González Catán) y las calles Llorena y Llavallol (límite con Rafael Castillo). Tiene una superficie cuadra de 23,27 km2. El censo de 1980 le dió una población de 118.000 habitantes. 6 1308 de esta localidad en la que sucedieron numerosos loteos y ventas de tierras. Se dice que aún no ha terminado el proceso de regularización notarial de uno de los tantos loteos que hizo la empresa Lucchetti entre los años sesenta y setenta en las áreas suburbanas de la región, pero ello amerita consultar en profundidad fuentes específicas en estudios futuros. 4.1.2. Concentración residencial de bolivianos La historia deja muchas veces tramos invisibilizados: la historia no contada. Aun cuando falta mucho por relevar en este proyecto de investigación, han sido los propios migrantes bolivianos los que nos han relatado cómo llegaron a esta localidad. Fue en los años setenta cuando el Gobierno nacional de aquella época emprendió la erradicación de las villas de emergencias de la ciudad central. Fue así que topadoras avanzaron sobre las villas. Para el caso de los bolivianos, se puso en marcha un plan de repatriación en acuerdo con el gobierno boliviano, como lo indicaban los diarios de la época; desde la estación de Retiro salían trenes hacia la frontera con Bolivia con familias enteras. Otra alternativa la recuerda Valenzuela (2010): “Durante los años 70 tuvo lugar el apogeo de la política de erradicación, cuando se mudaba a los pobladores de los asentamientos a complejos de vivienda (Fuerte Apache, Luis Piedrabuena, Soldati, Savio) o se tiraban abajo las casas para construir complejos en las mismas villas”. Sin embargo, existió otro camino de relocalización; según las entrevistas realizadas por esta autora a migrantes bolivianos residentes en la localidad de Laferrere entre los años 2000 y 2003, varios relataron que frente a la grave situación de inestabilidad residencial y teniendo una residencia anterior en la villa de emergencia de Lugano, a donde llegaban las topadoras, aparecían personas que les ofrecían llevarlos en “colectivos” hasta Gregorio de Laferrere, para ofrecerles la compra de lotes en cuotas. Son los caso de H. (mujer, 57 años, Laferrere, 2003)7, o el de A. (varón, 57 años, Laferrere, 2003), que nos contaban que ésa había sido su historia y las de varios de sus familiares y paisanos que llegaron para instalarse en Laferrere; allí pudieron comprar un lote, construyeron una casilla de madera en él, empezaron a pagar las cuotas hasta que poco a poco pudieron hacer su casa de mampostería. Aun en el año 2003 (momento de las entrevistas) no habían podido regularizar su situación dominial. Eran dueños de la vivienda pero no del lote. Fernández Wagner (2008: 36.37) dice que: 7 Cada entrevistado es identificado con una inicial al azar seguido de sexo, edad, lugar y año de la entrevista) 1309 “[l]a compra en un lote en cuotas en la periferia de las grandes ciudades y la progresiva autoconstrucción de la vivienda había constituido una de las formas más extendidas de acceso e integración social … Además, urbanizar (técnicamente producir suelo) tenía un costo ínfimo, por lo que los loteadores podían perfectamente financiar la venta hasta en 100 cuotas… En Buenos Aires ese fue el caso de famosos loteadores como Kanmar, Vinelli y Lucchetti entre otros.” El problema de la escrituración se ha convertido en un cuello de botella, aun con la vigencia de la llamada Ley Nº 24.374, llamada Ley Pierri , orientada a establecer un régimen de regularización dominial en favor de ocupantes que acreditasen la posesión pública, pacífica y continua durante 3 años, con anterioridad al 1/1/92 en inmuebles urbanos que tengan como destino principal el de casa habitación única y permanente (sancionada el 7 de setiembre de 1994); la migrante boliviana H. (mujer, 57 años, Laferrere, 2003) nos indicaba en 2003 que, luego de 25 años transcurridos de haber comprado el lote, no tenían la escritura de su propiedad. Para complementar estas apreciaciones que dan cuenta de la fuerza de las redes migratorias, en entrevistas realizadas en el barrio Charrúa ( Barrio Pompeya, Ciudad Autónoma de Buenos Aires), que fue en su origen una villa y sobrevivió a las topadoras (Sassone, 2002; Bertone de Daguerre, 2003 y 2005), debe decirse que también población de este emblemático barrio boliviano pudo acceder a la compra de lotes en Laferrere y abocarse a la autoconstrucción de sus viviendas; pero C.(varón, 75 años, Charrúa, 2002) tenía su casa en Laferrere pero había decidido quedarse en Charrúa pues lo sentía “su lugar”, aunque su vivienda era pequeña y estaba uno de los pasillos más escondidos de Charrúa. Algunos de sus hijos, al conformar sus propias familias, se habían instalado en Laferrere, con viviendas más amplias, con terrenos más grandes y la posibilidad de disponer de jardines. Hasta aquí un poco de historia. La colectividad boliviana en Gregorio de Laferrere es una de las más numerosas dentro de la Región Metropolitana y así lo hemos corroborado (Sassone, 2002). La colectividad ha crecido y se ha consolidado a tal punto que Laferrere es un espacio referente boliviano; más aún desde noviembre de 2013, funciona uno de los tres viceconsulados de Bolivia de la RMBA en la sede de la Asociación Boliviana Laferrere (se abrieron otros dos: uno en la ciudad de La Plata y el otro en la ciudad de Escobar). Esta localidad se divide en varios barrios (Figura 2), aunque la presencia boliviana se localiza en torno a la ruta provincial 21 y al eje ferroviario con cabecera en la estación Laferrere. Valores próximos al 50 % de los habitantes son de origen boliviano y si a ellos se suma su descendencia argentina, de primera y segunda 1310 generación, no cabe duda, que esta localidad es un barrio boliviano. El patrón residencial, entonces, es de alta concentración étnica y por tanto de homogeneización por origen. La distancia espacial se acopla a la distancia social y hay un sentir boliviano. La implantación residencial se ha gestado de modo individual, mediante la compra de loteos baratos, en cuotas y mediante la autogestión de la construcción de la vivienda. Un hecho dominante propio de la colectividad boliviana es la práctica de estrategias de ayuda mutua como el ayni y el anticrético, con el objetivo de contar con una vivienda en alquiler o en propiedad. Como una de las ocupaciones muy propias de los migrantes bolivianos que habían llegado en los años ochenta y noventa era la construcción, muchos de los migrantes bolivianos varones estaban vinculados a ese oficio. Ello facilitó que el levantamiento de las viviendas contara con la ayuda de los paisanos. En Laferrere, hay una fuerte identificación de esta migración con varios nichos laborales: la costura en las casas para las mujeres, la comercialización de verduras (que empezó con la venta al menudeo en la calle: la figura de la “boliviana de la esquina”) pero en los últimas años puede hablarse de la emergencia de microemprendimientos como de un empresariado étnico. En cuanto a los microemprendimientos, figuran las llamadas verdulerías (comercios de venta de frutas y verduras en fresco) y los puestos de venta en las ferias de venta de vestimenta como de otros productos de consumo propios de la cocina boliviana (todo tipo de condimentos, maíces y papas llegadas desde el país de origen). La economía familiar, en estos rubros, supone la complementación del varón y la mujer, bajo el modelo de una empresa familiar. También Laferrere es uno de los soportes del funcionamiento de la Feria Urkupiña en el complejo de ferias de la llamada La Salada, en el vecino partido Lomas de Zamora, pues la familia que dio nacimiento a la misma reside en esta localidad8. 4.1.3. Paisaje étnico y fronteras Como lo hemos indicado, el paisaje étnico se despliega en la vida social. Entonces, veremos cómo se ha producido y permanece la apropiación colectiva de la migración boliviana en Laferrere. Primero, debemos indicar que no es toda la localidad la que está dentro de este territorio boliviano. Es llamado Laferrere centro, al Sur y Laferrere centro, al Norte, como lo muestra la figura 3. Hacia el sur, incluye el barrio Luján, el barrio Don Juan, Villa Adriana y 8 Entrevistas varias realizadas a los bolivianos que llevaban adelante estas actividades (relevamiento 2000-2003 por la autora de la ponencia). 1311 parte del Barrio La Loma. Por su parte, el sector del barrio “El 24” sobre el eje de la ruta 21. Las dos figuras que incluimos pertenecen al relevamiento de los años 2000-2003, aunque visitas recientes que buscan analizar el modelo actual hablan de la permanencia de este patrón residencial. 1312 Un segundo componente de la conformación del paisaje étnico es la actividad comercial. En este aspecto, deben destacarse que la feria comercial en la estación Laferrere, siguiendo el modelo mini ferias La Salada, saladitas o también como se han dado en llamar “boliyopin”. La actividad febril, la multiplicación de puestos y hasta el cuidado por indicar de algún puestero/a que todo está en orden. Nuevamente las redes se vuelven potentes, pues como las ferias no funcionan todos los días, podemos encontrar quienes tienen sus puestos de lunes a viernes en Laferrere, mientras que el domingo mantiene un puesto en la Feria de la Colectividad boliviana de Escobar. El paisaje de esta feria como la de las cientos que se replican en la RMBA como en otras ciudades del país es singular y propio de la cultura boliviana. Así podemos verlas en La Cancha de Cochabamba, pero esta “ilegalidad” viene unida a una creciente “inseguridad”. Además, de vestimentas sobre todo deportivas que llevan marcas de grandes firmas internacionales son un signo de la bolivianidad pero mucho más lo son los puestos que venden todo tipo de condimentos y alimentos propios de la cocina boliviana. Aquí creemos que está la marca cultural por excelencia de esta migración transnacional y esos productos son la muestra de la circulación permanente con el país de origen. El tercer elemento del paisaje étnico se apoya en las actividades deportivas y religiosas. Con respecto al deporte, el futbol es el motor de las redes de paisanaje, donde haya bolivianos, surgirá un equipo de futbol. FRADEBOL está en la localidad Gregorio de Laferrere y allí se desarrollan campeonatos de futbol donde se reúnen a miles de migrantes bolivianos, desde distintos puntos de la RMBA. Cada sábado y domingo se movilizan hacia el campo de juego que se localiza sobre la ruta provincial 21. Por su parte, la otra instancia que define el paisaje étnico son las expresiones de la religiosidad popular que se viven como fiestas. Estas actúan como marca de una ruptura colectiva, particularmente clara y significativa en el desarrollo ordinario de los días (Duvignaud, 1974 apud Claval, 1999: 113). Varias devociones se celebran: San Bartolomé, Nuestra Señora de Urkupiña y Nuestra Señora de Copacabana. Estas fiestas se manifiestan mediante procesiones, bailes, música y espectáculos. Cada uno es, a la vez, actor y espectador y vive un momento de intensa emoción, de comunión y evasión. El pueblo boliviano utiliza el baile como forma de expresión de su identidad cultural. A través de las danzas, se forja una resistencia cultural que trasciende hasta nuestros días con sensualidad, gracia y belleza. En Laferrere, hay varios grupos: Fraternidad 1313 Folclórica y Cultural Tinkus Masis Laferrere, Caporales Renacer de Laferrere y Caporales Virgen de Copacabana de Laferrere. La vida boliviana tiene sus fronteras en este modelo de anclaje territorial que termina donde ya no residen los bolivianos. Pero hay fronteras internas, propias de la estructura urbana: la línea férrea constituye una frontera interna por lo cual el pasaje a un lado y otro de las dos Laferrere está en la estación ferroviaria. Otra externa ya se localiza hacia Isidro Casanova, la vida termina en la Avenida Carlos Casares pues hay extensiones de tierra no urbanizadas, como manchas relictuales del campo. Y esa localidad no ha sido un foco de concentración para esta migración; allí no operan las redes. Hacia González Catan, la vida boliviana se da hasta Villa Adriana (Figura 3). 4.2. Parada Robles y Arroyo de la Cruz: Periferia metropolitana en formación Este sector es un ejemplo propio de la interface campo-ciudad y, como tal, ofrece diversidad de usos, desde los productivos a los residenciales, sobre todo por su proximidad al RMBA. Los bolivianos también son actores en la formación de este periurbano metropolitano, por una expansión en derrame, que formó un tejido abierto y disperso, con accesibilidad relativa con el área central pero superior a nivel de la vinculación entre las ciudades y pueblos de esa periferia. Cabe consignar que hemos comenzado a trabajar sobre esta área pues es de reciente formación y por tanto tenemos valoraciones de tipo descriptivo por la fase exploratoria de la investigación9. Parada Robles (Figura 4) es una las localidades del partido de Exaltación de la Cruz, una de las que más ha crecido, por la presión inmobiliaria, favorecida por la prolongación de la autopista en la ruta 8 para conectar Pilar con Pergamino. Esta vía rápida también se convertirá en un factor dinamizador para el desarrollo de urbanizaciones privadas como las que ya se están afincando; es el caso de Los Pinares. La pavimentación de otras rutas, como la 192 entre Parada Robles y Capilla del Señor y la 193 que vincula Capilla del Señor con Zarate, más otras rutas internas, modifican la accesibilidad de la comarca. Bober (2010: 93) indica que en Parada Robles han aumentado las viviendas permanentes de personas que trabajan en Buenos Aires; en 1991-2001 la variación intercensal fue del 104% y queda por estudiar la variación en 2001-2010. 9 Este acápite del trabajo es un primer aporte del trabajo de terreno que hemos realizado con el Ingeniero Pedro Aboitiz (INTA) quien nos ha presentado a residentes del área, tanto argentinos como a los mismos migrantes bolivianos y sus familiar a quienes hemos visitado, tanto en Parada Robles como Arroyo de la Cruz (Marzo y Abril 2014) . 1314 Por su parte, Arroyo de la Cruz es un parador de una línea ferroviaria inactiva, donde se observa hay un proceso similar pero por el aumento de producciones intensivas junto a asentamientos de vivienda social construidos por el municipio. Los separa esa nueva urbanización privada (ya mencionada) del tipo country, llamado Los Pinares10. El paisaje (las figuras 4 y 5 son representativas del paisaje que no se puede captar 1:1) en menos de 10 km ofrece fuertes fracturas de uso y de cohabitación de grupos de alta heterogeneidad socio-residencial por clase y por origen pues allí se han asentado grupos bolivianos, dedicados a la producción hortícola y a la comercialización del rubro en los mercados mayoristas próximos. Figura 4. Parada Robles y Arroyo de la Cruz y su entorno Según el sitio http://www.urbanizacion.com/norte/partidosnorte/exaltaciondelacruz/clubdecampo/ pinarescountryclub.htm, este club de campo está formado por 252 hectáreas con 709 lotes de 1500 m2 a 3000 m2 de superficie, donde se destacan los pinos y una cancha de golf con 17 lagunas artificiales. En abril 2013 (fecha de la consulta) no esta plenamente desarrollado y se prevee la construcción de un club house, Kids club house, pileta climatizada y plaza de juegos. En el área deportiva contara con 10 canchas de tenis, 4 cancha de fútbol, cancha de golf de 18 hoyos, gimnasio y sector hípico. En el área de educación se construirá una sede del Wellspring school, colegio bilingue. Tendrá un área comercial.En infraestructura de servicio encontramos corriente eléctrica, gas natural, teléfono, alumbrado interno y caminos pavimentados. 10 1315 Por tanto, el paisaje local y la vida cotidiana se ven atravesadas por multiplicidad de actores que pugnan por el espacio y postulan nuevos usos: el municipio, los organismos nacionales como el INTA que asiste a los productores, empresas prestadoras de servicios, los residentes locales y sus diferentes expectativas, los prestadores de servicios de la salud y la educación, en fin, un escenario complejo. Pero veamos el caso de las familias bolivianas en el área. Éste es un enclave migratorio familiar (consideramos la dupla Parada Robles-Arroyo de la Cruz); las pocas entrevistas realizadas evidenciaron que hay algo en común, en su mayoría son familias de origen rural que provienen de Potosí, de la misma provincia Nor Chichas, del municipio de Cotagaita y del distrito Toropalca (Pancoche, Saropalca, Utun Palca) y otros varios más que se alinean en un largo valle en plena montaña donde la agricultura y ganadería se une al trabajo en las minas. Los más antiguos migrantes (grupo etario superior a los 60 años) tuvieron la ya probada migración por etapas de las que hablaba el sociólogo Juan Manuel Villar en 1973: Potosí - Jujuy en el tabaco -Mendoza en las cosechas de frutas y vides - Buenos Aires en el cinturón norte: Escobar, Pilar, Garín, etc. Figura 5. Parada Robles. El pueblo, instituciones representativas y presencia boliviana: una expresión de paisaje étnico a través de las tecnologías de la información: el uso de Google Earth 1316 Fuente: El trabajo de campo se ha realizado en colaboración del Ingeniero Agrónomo Pedro Aboitiz (INTA) quien preparó varios informes y de uno de ellos resultó la imagen de la figura 4, que aquí se incluye. Estas familias llegaron a Parada Robles y a Arroyo de la Cruz, hace menos de 20 años, empujados por los intereses de la inversión inmobiliaria orientada hacia las urbanizaciones privadas. Algunas familias residieron antes en Escobar (caso modelo), en el barrio llamado Lambertuchi (ex barrio Lucchetti en la Localidad de Matheu), pero en busca de mantener su condición de agricultores fueron en busca de nuevas tierras. Julie Le Gall (2011) y Andres Barsky (2013) han estudiado en detalle estos patrones geográficos en torno a Escobar y Pilar. Allí está el nodo organizador de un área de producción y comercialización hortícola que se ha difundido en las municipalidades vecinas (Pilar, Exaltación de la Cruz, General Rodríguez, Baradero, etc.) a partir de los años noventa en busca de tierras pues ya no podían arrendar las que tenían en los primeros municipios mencionados y buscaban otras menos caras pero tampoco lejos de los mercados mayoristas para dar salida a su producción. Otras de las conclusiones que podemos adelantar es que, por ser grupos pequeños, gozan de baja visibilidad, a nivel metropolitano pero de visibilidad creciente a nivel local. También en el plano social, las redes de paisanaje son fuertes no sólo por estar dedicados a la misma actividad, sino que están unidos por prácticas religiosas evangélicas, a través de la Iglesia Cristiana Evangélica. El centro está en Escobar y de él dependen los 10 llamados anexos, uno es el de Arroyo de la Cruz, conjuntamente con Lima, Matheu, Barrio Mirador, Benavidez, Garín, Loma Verde, Rio Luján, Parque Industrial y Rodríguez. Cada primer domingo de mes todos concurren al mismo servicio en la sede de esta iglesia en el barrio Lambertucchi en Escobar. El periurbano es territorio de competencia por el uso del suelo y la idea de paisaje supone hablar de fragmentos del espacio. Así la idea de periferia incluye la idea de frontera, de barrera, de muro y, a la vez, de contacto, de vínculo. El solo hecho de reconocer la existencia de este tipo de paisaje habla de fronteras culturales, materiales y/o simbólicas, que se negocian o suponen estados de tensión con la sociedad local. Y vaya si las hay pues aquí conviven residentes estables, migrantes bolivianos y nuevos residentes de la llamada migración por amenidad, por marcar los más visibles, sin considerar otros actores públicos y privados. Concidimos con Cosgrove (2002:80 y82) cuando dice “Las relaciones entre el paisaje y la identidad étnica son mucho más profundas que la presencia visible de “forasteros, intrusos” en una escena paisajística… la escena visible hace algo más que simplemente reflejar la imposición 1317 de distinciones culturales previas, sirve para regular y poner orden en las relaciones sociales”. ¿Por qué sostenemos esto? En rigor de verdad, en este tipo de periferia en formación, la presencia migratoria es difusa pero no por ello altamente relevante a la hora del control del espacio y del paisaje. Estos grupos de productores bolivianos son parte de la economía local y de la vida urbana y rural de Exaltación de la Cruz. Ellos producen y se vinculan con los circuitos del sector y, a la vez, sus familias, sus hijos en particular, interactúan en la vida local en las escuelas, ámbitos de fuerte sociabilización. Conclusiones La combinación entre el multiforme y explosivo desarrollo de las metrópolis del mundo occidental y la deconstrucción de “verdades sociales” básicas para las ciencias sociales presuponen la consolidación de un nuevo reto intelectual: el estudio de la ciudad se ha transformando, por un lado, en un interés por la identidad, el significado, el consumo y la imaginación geográfica y, por otro, en una preocupación por analizar cómo las personas -nacidas en ella y no- responden a la experiencia urbana. En cuanto a la construcción de identidades y la dialéctica unificación / diversificación se tiende a comprobar que los inmigrantes procedentes de países empobrecidos buscan las grandes ciudades para aprovechar compartir los beneficios sociales en las sociedades receptoras, pero permaneciendo fieles a sus culturas de origen y manteniendo contactos estrechos entre ellos y separados del resto; he aquí que la separación implica la diferenciación a través de paisajes étnicos que, precisamente se distinguen por fronteras materiales y por fronteras intagibles como lo son las relaciones sociales, como puede suceder dentro del conjunto social. Aquí es la demarcación cultural la que motoriza las interacciones. Los dos casos estudiados demuestran cómo se puede ser parte de la construcción de las periferias: en el caso de Laferrere, una periferia metropolitana hoy consolidada, se gestó a partir de la relocalización forzosa por las políticas públicas de vivienda y por qué no decirlo, de exclusión de la pobreza y en el caso de Parada Robles-Arroyo de la Cruz se trata de una periferia metropolitana en formación de relocalización por presión del mercado inmobiliario. El primero habla más de homogenización socio-espacial y fronteras visibles en el paisaje y en la geografía del cotidiano, mientras que en el segundo, estamos ante un caso de heterogeneidad socioespacial, en un ambiente de tensión y de inestabilidad. Las redes sociales facilitaron la elección 1318 de las áreas para residir y, aún más, la localización ya existente de connacionales condicionó nuevas elecciones: es mejor vivir en un barrio donde ya viven otros bolivianos, lejos de las áreas centrales. El “estar en el mundo” de los migrantes, justificado desde una postura fenomenológica y cultural, permite identificar varios tipos de paisajes: los residenciales, los comerciales, los del ocio, los festivos y los de la religiosidad. Cada uno tiene su temporalidad, tiene sus ritmos, tiene su funcionalidad económica y sus representaciones. Estos paisajes hablan de fragmentos, de rupturas y de modos de reestructurar y reinventar la vida urbana a través de procesos migratorios. Bibliografía Agostino, H. (2003) Los inmigrantes que eligieron vivir en La Matanza. San Justo: Universidad Nacional de La Matanza. Secretaría de Extensión Universitaria. Junta de Estudios Históricos, Geográficos y Estadísticos. Appadurai, A. (Ed.). (1996). Modernity al large: cultural dimensions of globalization (Vol. 1). U of Minnesota Press [En español: La modernidad desbordada. Dimensiones culturales de la globalización. México: Fondo de cultura económica. 2001]. Augé, M. (1993a). 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