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ACADEMIAS BARROCAS ESPAÑOLAS

2006, REFLEXIÓN SOCIAL Y POLÍTICA EN LAS ACADEMIAS ESPAÑOLAS DEL SIGLO XVII. DOS ACADEMIAS ARAGONESAS

Tesina de doctorado dirigida por doña Carmen Sanz Ayán centrada en las academias literarias y de otros tipos en la España del siglo XVII. Se desarrolla el caso concreto de dos academias aragonesas del reinado de Felipe III.

REFLEXIÓN SOCIAL Y POLÍTICA EN LAS ACADEMIAS ESPAÑOLAS DEL SIGLO XVII. DOS ACADEMIAS ARAGONESAS TESINA DE DOCTORADO DE DAVID RAMÍREZ MURIANA DIRIGIDA POR CARMEN SANZ AYÁN DEPARTAMENTO DE HISTORIA MODERNA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID MADRID, SEPTIEMBRE 2006 A mi madre, por su inalterable confianza y su constante apoyo Para Elena, por su paciencia y comprensión, y, sobre todo, por su compañía ÍNDICE PRIMERA PARTE: LAS ACADEMIAS ESPAÑOLAS DEL SIGLO XVII Introducción y justificación del tema…………………………………………………….. Pág. 7 CAPÍTULO I. ESTADO DE LA CUESTIÓN………………………………………….... Pág. 7 1. El estudio de las academias, una aproximación historiográfica……………………….. Pág. 11 1.1. Introducción: antecedentes y líneas de investigación………………………….... Pág. 11 1.2. Recuperación del interés por las academias barrocas………………………….... Pág. 12 1.3. Los estudios sobre academias en la primera mitad del siglo XX……………….. Pág. 14 1.4. El gran salto en el estudio de las academias: las obras de referencia…………… Pág. 17 1.5. Las nuevas líneas de investigación……………………………………………… Pág. 21 1.6. Otros estudios sobre académicas………………………………………………… Pág. 28 CAPÍTULO II. CARACTERÍSTICAS DE LAS ACADEMIAS DEL SIGLO XVII…… Pág. 33 1. Introducción……………………………………………………………………………. Pág. 33 2. Origen y antecedentes de las academias españolas del siglo XVII……………………. Pág. 37 3. Organización de las academias barrocas del siglo XVII.…………………………........ Pág. 42 3.1. La jerarquía en la academia: los cargos y sus funciones………………............... Pág. 43 3.2. Aceptación y expulsión de académicos y público……………………………….. Pág. 50 3.2.1. La asistencia y participación de mujeres……………………………....... Pág. 54 3.3. Lugar de reunión y días en que se celebran las sesiones………………………… Pág. 56 3.4. Los académicos: sus deberes y sus derechos……………………………………. Pág. 61 4. Certámenes y concursos literarios………………………………………………………Pág. 67 CAPÍTULO III. LAS ACADEMIAS ESPAÑOLAS DEL SIGLO XVII Y SU CLASIFICACIÓN……………………………………………………………………….. Pág. 71 1. Tipos de academias……………………………………………………………………. Pág. 71 2. Academias literarias …………………………………………………………………… Pág. 78 2.1. Academias literarias de Madrid…………………………………………………. Pág. 82 2.2. Academias literarias de Sevilla.…………………………………………………. Pág. 93 2.3. Academias literarias de Valencia…………………………………………………Pág. 94 2.4. Academias literarias de Aragón…………………………………………………. Pág. 98 2.5. Otras academias literarias españolas…………………………………………….. Pág. 100 3. Academias humanísticas……………………………………………………………….. Pág. 105 3.1. Academias humanísticas de Valencia…………………………………………… Pág. 109 3.2. Academias humanísticas de Aragón…………………………………………….. Pág. 112 1 3.3. Academias humanísticas de Madrid…………………………………………….. Pág. 114 3.4. Otras academias humanísticas españolas…………………………………………Pág. 116 4. Algunas academias ficticias……………………………………………………………. Pág. 117 CAPÍTULO IV. LA DISCUSIÓN SOCIAL Y POLÍTICA EN LAS ACADEMIAS…… Pág. 121 1. Querellas y rivalidades………………………................................................................ Pág. 121 1.1. El trasfondo político de las disputas…………………………………………….. Pág. 126 2. Senderos de la reflexión política en las academias…………………………………….. Pág. 130 2.1. Las diferentes caras de la crítica política…………………………………........... Pág. 131 2.1.1. Las reflexiones sobre las formas de buen gobierno……………….......... Pág. 131 2.1.2. Los asuntos históricos: entre la pedagogía y la crítica…………….......... Pág. 134 2.1.3. La crítica hermética: Las Academias morales de las Musas……………. Pág. 136 2.1.4. La crítica política de la que nunca supimos su origen académico………. Pág. 150 2.2. La apología del poder……………………………………………………………. Pág. 154 2.2.1. La constante apología de la monarquía..………………………………… Pág. 154 2.2.2. La apología de la nobleza……………………………………………….. Pág. 159 3. La reflexión social en las academias…………………………………………………… Pág. 161 3.1. Las formas serias de la reflexión social…………………………………………. Pág. 161 3.2. La sátira social…………………………………………………………………… Pág. 168 4º-Academias y renovación científica. Las academias de los novatores…………………. Pág. 172 SEGUNDA PARTE: DOS ACADEMIAS ARAGONESAS DEL REINADO DE FELIPE III Introducción………………………………………………………………………………. Pág. 177 CAPÍTULO V. CONTEXTO HISTÓRICO: EL REINADO DE FELIPE III…………… Pág. 179 1. La España de Felipe III………………………………………………………………… Pág. 181 2. La política exterior……………………………………………………………………... Pág. 195 2.1. Relaciones internacionales: la Pax Hispanica.....................…………………….. Pág. 195 2.2. Disensiones sobre política exterior en el seno de la Monarquía Hispánica………………………………………………………………………………Pág. 201 CAPÍTULO VI. LA ACADEMIA PÍTIMA CONTRA LA OCIOSIDAD…………………. Pág. 207 1. Los miembros de la academia…………………………………………………………. Pág. 209 2. Características técnicas……………………….……………………………………….. Pág. 215 2.1 Los cargos y sus funciones………………………………………………………. Pág. 215 2 2.2. Aceptación de académicos y público……………………………………………. Pág. 217 2.3. Derechos y obligaciones de los académicos: premios y castigos……………….. Pág. 217 2.4. Otras características……………………………………………………………… Pág. 220 3. Los trabajos de la Academia Pítima Contra la Ociosidad………………...................... Pág. 223 3.1. Principales temáticas……………………………………………......................... Pág. 224 3.1.1. Asuntos religiosos……………………………………………………….. Pág. 225 3.1.2. Asuntos científicos, históricos, literarios y otras disciplinas…................ Pág. 226 3.1.3. Sujetos sobre el funcionamiento de la propia academia………………… Pág. 228 3.1.4. Sujetos con reflexión política………………………………………........ Pág. 230 3.1.5. Sujetos con reflexión social……………………………………………… Pág. 236 CAPÍTULO VII. LA ACADEMIA DE HUESCA………………………………………… Pág. 241 1. Los miembros de la Academia de Huesca………………………………...................... Pág. 244 2. Características técnicas.………………………….…………………………………….. Pág. 257 2.1. La jerarquía en la academia: los cargos y sus funciones………………………… Pág. 257 2.2. Aceptación de académicos y público……………………………………………. Pág. 264 2.3. Derechos y obligaciones de los académicos: premios y castigos……………….. Pág. 265 2.4. Otras características……………………………………………………………… Pág. 267 3. Los trabajos de la Academia de Huesca……………………………………………….. Pág. 270 3.1. Principales temáticas…………………………………………………………….. Pág. 272 3.1.1. Sujetos religiosos.……………………………………………………….. Pág. 273 3.1.2. Sujetos sobre cuestiones de moral………………………………………. Pág. 274 3.1.3. Sujetos de contenido ligero o trivial…………………………................. Pág. 275 3.1.4. Sujetos referidos al funcionamiento de la academia……………………. Pág. 277 3.1.5. Sujetos con reflexión política…………………………………………… Pág. 279 3.1.6. Sujetos con reflexión social……………………………………………… Pág. 287 3.1.7. Sujetos sobre temas científicos, de erudición o de historia…................... Pág. 292 Conclusiones…………………………………………………………………................... Pág. 295 APÉNDICES……………………………………………………………………………… Pág. 301 Bibliografía……………………………………………………………………………….. Pág. 377 Fuentes antiguas de la Biblioteca Nacional………………………………………………. Pág. 387 Fuentes electrónicas………………………………………………………………………. Pág. 391 3 4 PRIMERA PARTE LAS ACADEMIAS ESPAÑOLAS DEL SIGLO XVII 5 6 CAPÍTULO I. ESTADO DE LA CUESTIÓN 1. Introducción y justificación del tema El objetivo de este trabajo es abrir una nueva perspectiva de análisis sobre unas organizaciones, las academias barrocas, que tuvieron una gran repercusión e influencia social en España durante el siglo XVII y que, sin embargo, han sido tradicionalmente menospreciadas por la historiografía. La inmensa mayoría de los estudios sobre academias, especialmente hasta la década de 1970, se han centrado en el aspecto literario y los investigadores han sido generalmente especialistas en literatura buscando alguna aportación de estas juntas a la época de oro de las letras españolas. De hecho, el mismo factor de que las academias barrocas coincidieran con el momento de mayor esplendor de la literatura castellana ha sido en gran medida causa de la poca valoración que tradicionalmente se ha dado a su producción. En la mayoría de las ocasiones, la literatura generada en las academias ha sido criticada por su escasa calidad y su frivolidad, aunque algunos han señalado el valor de estas reuniones como lugares de difusión y de perfeccionamiento de las corrientes literarias de la época y también se han encontrado algunas aportaciones interesantes por su contenido e incluso por su trascendencia. Pero posiblemente la contribución más importante de las academias a la producción literaria del Siglo de Oro sea aquella que no se conoce, porque es muy probable que obras de gran categoría, algunas de ellas de los principales representantes de la literatura áurea española, tuvieran su origen en estos centros, ya que sabemos que literatos como Lope de Vega, Calderón, Quevedo, Góngora y muchos otros eran asiduos asistentes a ellas. El problema es que esto es muy difícil de comprobar por la falta de documentación escrita, ya que la mayoría de los papeles de las sesiones se han perdido, y seguramente un gran número de academias ni siquiera levantaba actas ni guardaba los trabajos presentados por sus integrantes. A pesar de todo, sabemos que aportaciones trascendentales a la teoría literaria española, como el Arte Nuevo de Hacer Comedias de Lope de Vega, fueron encargadas y leídas allí. Estas juntas también resultan útiles para el análisis de las corrientes literarias de la época, ya que, como veremos más adelante, en estos centros había “partidos” de poetas: eran frecuentes los grupos culteranos o gongoristas enfrentados a conceptistas como Quevedo. También se hablaba sobre teatro o se escribían obras, en las que 7 se aprecia el pleno triunfo de la comedia nueva y, más tarde, la aparición de un movimiento de admiradores de Calderón al que imitaban y ensalzaban. En las últimas décadas, como veremos en el desarrollo de este capítulo, han experimentado un gran desarrollo nuevas perspectivas de aproximación a las academias más allá de los aspectos literario o filológico, aunque éstos no han sido en ningún caso abandonados, sino que muy por el contrario han seguido desarrollándose con fuerza renovada. Una de las corrientes que ha alcanzado mayor repercusión en los últimos años se ha preocupado por insertar las academias dentro de la evolución del conocimiento y por valorar sus aportaciones al desarrollo de la ciencia y del saber durante el siglo XVII. Esta línea de estudio ha prestado menos atención a las juntas de carácter meramente lúdico y literario y se ha centrado en aquellas que tenían preocupaciones más profundas y más amplias. En este tipo de academias se ha establecido una división temporal en dos períodos, el primero abarcaría aproximadamente los setenta primeros años del siglo XVII, mientras que el segundo eclosionaría en las tres últimas décadas del siglo, para desarrollarse plenamente en la primera mitad del XVIII. El primer periodo se caracterizó por un tipo de academia posthumanista y de pretensiones universales, según el modelo italiano, cuyos objetivos incidían más en el aspecto didáctico que en el meramente lúdico, aunque la conclusión por ahora es que su aportación fue poco notable, porque, en la mayoría de las ocasiones, se limitó a un vano muestrario de erudición y a una interminable cita de autoridades que abortaron su creatividad. El segundo periodo fue el que vio el nacimiento de las academias de los novatores en las últimas décadas de siglo. Estas organizaciones se abrieron a las nuevas corrientes científicas y sirvieron en ocasiones de complemento e incluso de alternativa a la universidad, muy controlada por los diversos poderes tradicionales y mucho más refractaria a las novedades, especialmente si éstas provenían del extranjero y suponían un cuestionamiento de los dogmas de la rígida ortodoxia. Sin embargo, el objetivo de nuestro trabajo es, como ya hemos dicho, abordar las academias desde una perspectiva diferente. Nuestra aproximación al mundo académico se aleja de los aspectos literarios y científicos, pretendemos sondear en estas organizaciones elementos de índole política y social. Si las líneas de estudio pendientes sobre la aportación de las academias a la literatura e incluso al saber barroco y preilustrado son muchas, los estudios para analizar la discusión política y social que allí se produjo son realmente escasos, limitándose a trabajos sobre personajes que, 8 entre sus muchas actividades, participaban en este tipo de juntas, pero en los que el tema académico es secundario. Como veremos en este capítulo, sí se ha escrito algún artículo sobre las disputas políticas en estos círculos, pero su brevedad obligaba a un ejercicio de síntesis y, por tanto, a un análisis muy general y forzosamente superficial. Como veremos en los siguientes capítulos, en las academias se reflejaban muchos de los problemas sociales y políticos que preocupaban a la sociedad de la época, aunque las reflexiones de este tipo estaban limitadas, como en tantos otros lugares, por el rígido control ideológico de la época que establecía fuertes barreras a la libre expresión y fomentaba la autocensura o, si ésta no era suficiente, la censura directa. A lo largo de nuestra investigación nos toparemos con recomendaciones de evitar la crítica política y las discusiones ideológicas, con normas y sanciones en los reglamentos de muchas academias cuyo objetivo era evitar estos problemas, e incluso con avisos de las autoridades políticas mostrando su preocupación por el cariz de ciertos debates académicos. También encontraremos vacíos en las actas que curiosamente corresponden con algunos de los “asumptos” que podrían tener un contenido más crítico. Hay que tener en cuenta, especialmente en lo referido a las academias más típicamente literarias, que algunos aspectos de crítica social y política aparecen distorsionados por la necesidad de darle un toque lúdico y festivo imprescindible en estas reuniones, que no debemos olvidar tenían como objetivos primordiales divertir y entretener. A pesar de estas y otras limitaciones, es evidente en muchas de las composiciones poéticas y de los discursos que las preocupaciones presentes en la sociedad también tenían su reflejo en estas organizaciones, bien fuese por medio de exposiciones serias y razonadas, las menos de las veces, o bien por medio de composiciones satíricas y burlescas, las más frecuentes. El fin principal de este trabajo es abrir una puerta y profundizar en una nueva línea de estudio de las academias del siglo XVII: el análisis de la reflexión social y política. Una perspectiva, que, si bien había sido sugerida con anterioridad, todavía sigue pendiente. La tarea presenta notables obstáculos, por cuanto hay muy pocos apoyos historiográficos que nos sirvan de guía, y muy a menudo nos hemos visto perdidos en una inmensa maraña de fuentes documentales de imposible análisis por falta de tiempo. Por esa razón, decidimos centrar nuestro estudio de fuentes primarias en los fondos de la Biblioteca Nacional, sin duda el lugar con más número de 9 actas académicas, manuscritas o impresas, de todo el país, y realizar una cata general sobre decenas de volúmenes en busca de elementos que pudieran ser útiles para el objetivo de nuestro estudio. Decidimos, también realizar una segunda parte del trabajo en la que hemos diseccionado de forma sistemática dos volúmenes manuscritos que contienen las actas de dos academias aragonesas, para que nuestra investigación tuviese un punto de referencia y mayor concreción. La elección de estas dos academias no ha sido casual. En primer lugar, decidimos que las dos debían pertenecer a un mismo ámbito geográfico y político, para dar unidad a un trabajo que abarcaba un ámbito de estudio demasiado amplio. El hecho de que el espacio elegido haya sido Aragón también está justificado, ya que en esa región existía una corriente de pensamiento entre los promotores y participantes en las academias que defendía la necesidad de que estas reuniones fuesen algo más que meros centros de diversión, la idea general era que los académicos debían aprovechar estos cenáculos para luchar contra la ociosidad compartiendo sus conocimientos y ampliando sus saberes, por lo que consideramos que en las academias aragonesas existían más posibilidades de encontrar reflexiones de carácter social y político que, por ejemplo, en las de Madrid, aparentemente mucho más centradas en el aspecto lúdico y meramente literario. También creímos adecuado que las dos academias se hubiesen celebrado en los primeros años del siglo con el mismo objetivo de unidad y concreción ya señalado, y como posible punto de partida para futuros estudios que podrían analizar la evolución cronológica posterior. Por último, la elección también tuvo un carácter meramente instrumental, ya que ambos volúmenes manuscritos pertenecían a los fondos de la Biblioteca Nacional y, aunque sí habían sido analizados anteriormente desde el punto de vista literario, nunca se había intentado diseccionarlos con el objetivo que perseguimos en nuestro trabajo. En este primer capítulo, nos ocuparemos de trazar una breve semblanza de la evolución de los estudios sobre las academias del siglo XVII y de ir señalando las novedades y las principales aportaciones que se han ido produciendo sobre este tema. 10 2. El estudio de las academias, una aproximación historiográfica CO NT Pá EN ID gin O as 11 UL -3 11 OC 2 TO 12 CAPÍTULO II. CARACTERÍSTICAS DE LAS ACADEMIAS DEL SIGLO XVII 1. Introducción Las academias del siglo XVII eran básicamente reuniones de amigos o personas con inquietudes similares que se juntaban para compartir conocimientos. Sus objetivos eran muy variados, y abarcaban desde la discusión de temas eruditos o de carácter científico, hasta el mero entretenimiento. Pero estas juntas también tenían ciertas características que las diferenciaban de otro tipo de tertulias más informales y que les concedían un carácter propio. Existían una serie de normas y unos sistemas de organización, que regulaban los asuntos a tratar y el orden en que éstos serían abordados, establecían unos cargos que preparaban y dirigían las sesiones, exigían una serie condiciones para ser miembro, seleccionaban a los posibles candidatos, les imponían unos deberes y obligaciones, reglamentaban la asistencia de público, el lugar de reunión y, en algunos casos, hasta la comida y bebida que les sería servida a los asistentes. Por supuesto, la regulación de cada academia era diferente y tenía sus requisitos y objetivos, que se especificaban, en ocasiones, en unos estatutos propios que se redactaban en el momento de la fundación, aunque es posible en que en algunas de ellas no se pusiesen por escrito. El mecenazgo era otra de las características comunes de las academias. Casi siempre era un noble, un potentado, una institución pública o incluso el rey, quien organizaba estas reuniones, unas veces con carácter periódico, otras de forma ocasional, y quien patrocinaba las actividades de la academia, dotándolas de un lugar de reunión, ofreciéndoles ciertas facilidades e incluso financiando a los ponentes. El mecenazgo estatal fue común en todo el siglo XVII y en todo el territorio español, pero fue quizás en Madrid durante el reinado de Felipe IV cuando alcanzó su momento más espléndido y esto en gran medida pudo deberse a la voluntad de Olivares de convertir al nuevo rey en un ejemplo de protector de las letras y el arte, y a su corte en un foco cultural: “Iluminados por el esplendor reflejo de su mecenazgo, los principales poetas, dramaturgos y artistas de la época habían de gravitar en torno suyo, enalteciendo su gloria y dando brillo a su reinado”.1 Las academias que tenían mayor aceptación, las que verdaderamente atraían multitudes, eran las literarias, reuniones en las que los escritores demostraban su habilidad con la poesía, el teatro o con otras ramas de las letras. En su gran mayoría trataban temas superficiales, cómicos o satíricos, y su objetivo principal era divertir a los 1 Elliott, J. y Brown, J. Un palacio para el rey. Ed. Taurus, 2003, Madrid. p. 40. 33 asistentes. A menudo se realizaban certámenes o concursos para medir la habilidad de los participantes y se premiaba a los que se consideraba mejores. Podría pensarse que este tipo de entretenimiento estaba reservado a una élite social cultivada. Sin embargo, no era así, igual que sucedía con la comedia, los certámenes poéticos levantaban pasiones entre todos los grupos sociales, y rara era la fiesta pública en la que no se celebraba uno. En estas ocasiones los académicos salían de su lugar de reunión habitual y se trasladaban a otros lugares a los que podía asistir más público. La atracción popular por los concursos poéticos queda patente en una anécdota de las fiestas celebradas en Valencia por la canonización de Santa Teresa y señalada por el cronista de las mismas: “hubo tan grande concurso de gente a ver el certamen poético, que algunos soldados de la guardia del virrey que estaban prevenidos para oponerse a la furia del pueblo, apenas pudieron hacerle resistencia”.2 Las academias literarias se hicieron tan populares en España durante el siglo XVII, que las hubo en casi todas las ciudades grandes y medianas del país, y raro era el acontecimiento social o político que no se celebraba con la convocatoria de un certamen poético, muy a menudo organizado por una de estas juntas. Los escritores que eran miembros destacados de estas organizaciones gozaban de un prestigio y un respeto social difíciles de alcanzar de otra forma. En numerosos prólogos o presentaciones de obras de literatos del siglo XVII, los prologuistas resaltan la pertenencia del autor a tal o cual academia y la buena estima que de él se hizo allí. Otras academias no eran literarias, su objetivo era más bien ampliar los conocimientos de sus miembros reflexionando sobre cuestiones muy variadas como asuntos militares, discusiones de moral pública, aspectos filosóficos, religiosos o políticos. En ocasiones los participantes eran personas especializadas en las materias que se trataban, en otras eran eruditos deseosos de trasmitir y ampliar sus conocimientos. Tanto en unas como en otras, se trataban temas que despertaban interés social, se celebraban las victorias militares, se conmemoraban acontecimientos felices para la familia real como el nacimiento de un nuevo hijo o un matrimonio, se reflexionaba sobre técnica literaria, se alababan las virtudes de santos o de personajes ilustres e infinidad de motivos más. En muchos casos participaban en los debates figuras de una enorme talla intelectual, está demostrada la asistencia a academias de los princi2 Citado por Carreres y Calatayud en Las fiestas valencianas y su expresión poética (siglos XVIXVII), Madrid, 1949, p. 396. 34 pales representantes del Siglo de Oro español, personajes como Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Góngora, Calderón y un larguísimo etc. Y no es una cuestión baladí, porque muchos de ellos eran más que meros escritores, tenían amplísimas nociones de filosofía, de historia, de política, de teología, de ciencias de la naturaleza y de las más variopintas ramas del conocimiento, por lo que algunas de sus obras pueden considerarse auténticos tratados del conocimiento y sus reflexiones creaban escuela y tenían una gran influencia en todos los estratos sociales. Por no hacer referencia a sus propias actividades políticas. Además, muchos de los académicos pertenecían a la nobleza y tenían importantes puestos en la administración, integrando los diferentes partidos que dividían la corte y el gobierno, y era previsible que las disputas políticas se reflejasen en estas actividades donde participaban y, a menudo, competían. Sin embargo, para desentrañar este tipo de mensajes en las obras académicas que no fueron posteriormente firmadas y publicadas, nos encontramos con grandes dificultades. La más importante sea quizás el hecho de que eran reuniones esencialmente orales, y los escritos que se hacía para ser leídos en ellas en la mayoría de las ocasiones no se recopilaban, por lo que resulta imposible saber qué se trató en las sesiones a no ser por referencias indirectas o porque alguno de los papeles se publicase más tarde corregido y en él se hiciese referencia a su origen. Se han localizado en términos relativos muy pocas fuentes en comparación con la inmensa actividad académica del siglo XVII. Conocemos muy pocas actas y estatutos, sobre todo teniendo en cuenta la enorme cantidad de organizaciones de las que tenemos constancia, a través de las fuentes más variadas. Por otro lado, en ocasiones nos es muy difícil identificar algunas obras cuyo origen posiblemente está en las academias, pero que han llegado hasta nosotros a través de publicaciones posteriores. Solamente podemos saberlo con certeza cuando el autor hace una referencia explícita de que esa obra fue expuesta en una de esas reuniones o cuando otras personas, a través de cartas o de otro tipo de escritos, han dejado constancia de que esas obras tuvieron ese origen, o al menos esa primera presentación en público. En otros casos sólo podemos suponerlo, por referencias indirectas o por semejanzas con otras obras que sí sabemos que fueron expuestas allí. Otro tipo de dificultad lo encontramos en el uso de seudónimos. Los académicos seguían la costumbre italiana de utilizar nombres supuestos, y de muchas obras conservadas en las actas desconocemos la identidad real de sus autores. 35 De todos estos aspectos nos ocuparemos en este capítulo, con el objetivo de situar claramente el marco de nuestro estudio y poder analizar de la forma más clara posible el complejo y atomizado universo de las academias del siglo XVII español. 36 2. Origen y antecedentes de las academias españolas del siglo XVII La palabra academia es de origen griego, y proviene del nombre que le puso Platón a un gimnasio que adquirió en las cercanías de Atenas y en el que hubo un santuario dedicado a Academo, un rico potentado ateniense que estableció en un huerto de su propiedad una escuela de gimnasia, que más tarde pasó a ser de propiedad pública y se convirtió en el lugar de reunión preferido por los filósofos de la ciudad. Platón fundó en ese lugar una prestigiosa escuela de filosofía a la que dio el nombre de Academia en honor de su primer propietario. Allí mantuvo reuniones periódicas con sus discípulos y desarrolló una gran actividad de enseñanza y discusión filosófica durante dos decenios. La academia se convirtió en el más famoso y prestigioso lugar de formación intelectual de toda Grecia y pasó a la posteridad como referente de enseñanza.3 El origen de las academias modernas debemos buscarlo, como en tantas otras ocasiones, en Italia.4 Allí, en la ciudad de Florencia, se fundó en 1442 en casa de Marsilio Ficino, máximo exponente del humanismo renacentista, una escuela de estudios platónicos patrocinada por Cosme de Medici. Ficino puso el nombre de academia a esta escuela en honor a la que mantuvo Platón. La academia neoplatónica de Ficino, como es bien sabido, se empeñó en la recuperación de las obras de este filósofo griego y del corpus hermético, y en el intento de presentar la prisca theologica de los antiguos como una preparación o una anticipación del cristianismo y conseguir, de esta manera, recuperar la armonía entre filosofía y religión, que había desaparecido en Europa en los últimos siglos, según Ficino, a causa del enfoque básicamente natural del aristotelismo escolástico. El ejemplo de la academia de Ficino cundió, y se expandió con la misma velocidad que lo hizo el neoplatonismo, primero por Italia y, más tarde por el resto de Eu- 3 Cesare Ripa en su Iconología publicada en 1618 en Padua afirmaba refiriéndose a la forma de representar la alegoría de la Academia: “Estará sentada en medio de un patio umbrío o en la zona arbolada de una villa en memoria de la primera Academia, que tuvo su origen en la villa de un noble personaje llamado Academo; en cuya amena posesión, no lejos de Atenas, se reunían los platónicos con su divino Platón, discurriendo allí sobre los estudios que más les complacían (...) el nombre de Academia se deriva del propio de aquel héroe platónico llamado Academo, en cuya villa los platónicos se reunían. Esta asamblea fue la primera a la que se llamó Academia y por ella todas las restantes reuniones de sabios se han llamando así hasta nuestros tiempos (...) añadiendo al de Academia algún otro nombre que se elige por ser ambicioso y excelso, o por ser grave, modesto, amable, caprichoso o irónico; acostumbrándose a hacer esto entre los modernos muy frecuentemente” ed. Akal, Madrid, 1987. pp. 60-61) 4 Un clásico sobre las academias italiana es el amplísimo estudio: Maylenderr, M. Storia delle accademie d’Italia, L. Cappelli, Bologna, 1926-1930, 5 vols. reeditada también en Bologna por Arnaldo Farni en 1971, también en 5 volúmenes. 37 ropa. Si en un principio el término se usó sólo para referirse a la casa de Ficino, pronto fue utilizado para cualquier escuela que se fundamentase en las enseñanzas neoplatónicas y que se alejase, por tanto, del escolasticismo que dominaba las universidades europeas del momento. El mecenazgo fue uno de los elementos que heredaron las academias posteriores a la de Ficino. Personajes poderosos, generalmente de la nobleza, siguieron el ejemplo de Cosme de Medici y patrocinaron este tipo de reuniones. En España, como veremos más tarde, casi todas contaban con la protección de un mecenas. De entre las famosas academias italianas que se fundaron en Italia en el siglo XV nos interesa especialmente para nuestro estudio la que fundó y patrocinó el gramático Pomponio Leto, porque es la primera que conocemos en la que los académicos utilizaron seudónimos. Las razones que explican esta circunstancia no están muy claras, mientras unos afirman que fue resultado de la persecución que ordenó el papa II contra la institución, otros opinan que fue precisamente la adopción de seudónimos lo que motivó la persecución, por los temores del pontífice a un conciliábulo de miembros desconocidos.5 A partir de entonces, las diferentes academias comenzaron a adoptar la costumbre de la junta romana de ocultar los nombres de los académicos bajo seudónimos, hábito que ha dificultado y dificulta su estudio. En Italia, las numerosas organizaciones existentes experimentaron desde finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI una evolución en sus dedicaciones. Nuevos temas fueron ocupando la preocupación de sus miembros, que se alejaron progresivamente de la discusión filosófica y teológica, especialmente, tras el estallido de la Reforma protestante, que hizo peligroso el debate religioso. Las academias se dedicaron cada vez más a fomentar los estudios filológicos y sobre todo a la literatura. La poesía, el teatro y otras ramas literarias ocuparon progresivamente su tiempo y se generalizaron las competiciones poéticas y la representación de obras dramáticas, que, a menudo, se improvisaban de forma espontánea. En algunos casos los debates profundos desaparecieron completamente de las sesiones y se convirtieron principalmente en centros de diversión y entretenimiento. Este tipo de reuniones se multiplicó en la Italia del siglo XVI, atrayendo a la aristocracia que encontraba en ellas un medio excelente con el que ocupar su tiempo. 5 Ambas opiniones señaladas y citadas en King, W. F. Prosa novelística y academias literarias en el siglo XVII. Madrid, 1963. Pág. 12. 38 Sin embargo, siguieron existiendo academias con objetivos más ambiciosos. Entre ellas destacó la Accademia della Crusca fundada en Florencia en 1582, que tuvo como dedicación principal el estudio y depuración de la lengua italiana, sus trabajos dieron como resultado la publicación en 1612 de un Vocabulario, que ha sido durante siglos una referencia en el estudio del italiano.6 Y no fue esta la única junta literaria italiana del siglo XVI, e incluso del XVII, que se ocupó de temas serios, en ocasiones comprometidos y peligrosos.7 Sin embargo, la mayoría derivó por caminos más lúdicos y menos trascendentes. Paradójicamente, si bien los contenidos eran cada vez más superficiales, su estructura interna se fue complicando progresivamente y adoptaron unas normas que regulaban todos los aspectos de su organización: los requisitos que debían cumplir sus miembros, los cargos existentes, los lugares de reunión, la periodicidad y duración de las sesiones, los temas tratados, los ponentes, etc. Las academias italianas alcanzaron un grado de complejidad organizativa notable durante el siglo XVI y en el siglo XVII, que fue heredado por las que se fundaron en otros países. La fuerte relación existente entre Italia y España durante el siglo XVI tuvo necesariamente que influir en la aparición de academias en nuestro país. Gran parte de Italia pertenecía a la Monarquía Hispánica. El reino de Nápoles, Sicilia, Cerdeña y el Milanesado estaban entre los territorios culturalmente más activos del imperio español y, además, las relaciones entre la Monarquía y otros Estados italianos, como Génova, Venecia o los Estados Pontificios eran muy estrechas, por lo que no es de extrañar que las modas y corrientes que en ellos se desarrollaban llegasen con poca tardanza a España, donde existía una gran admiración por la espléndida cultura italiana. 6 José Sánchez en Academias literarias del Siglo de Oro español, ed. Gredos, Madrid, 1961 (pp. 11 y 12), nos explica que el vocablo crusca significa salvado o afrecho, y que “en esta asociación todos los muebles del salón donde se reunían los socios eran alegóricos a una panadería (...). Así pues en este laboratorio harinero se formó el mejor diccionario italiano, se cernió la lengua italiana, desechando el salvado, y se separó el acemite, recogiendo la harina pura, con la que desde aquellos tiempos se han amasado los mejores panes candeales, es decir lo mejores libros. (...) El nombre latino de la sociedad es Academia Furfuratorum, o de los afecheros. Con lo que nos quiere indicar que el fin de aquella academia fue el de depurar el italiano. su obra más conocida fue su célebre Vocabulario, publicado en 1612, que todavía se consulta por su gran autoridad”. 7 King, op. cit. (p. 15) nos señala como en la Academia de los Lincei, fundada en Roma en 1603 se ocuparon de la física, la matemática y otras ciencias y se llegó incluso a defender a Galileo de la persecución a la que lo sometió la Iglesia. 39 Parece que las primeras academias se crearon en nuestro país datan de la primera mitad del siglo XVI8 y que tuvieron una evolución respecto de sus actividades similar a la que se dio en Italia, es decir, al principio predominaron los debates sobre temas serios y profundos, y más tarde fueron imponiéndose los de carácter más lúdico. De las reuniones españolas del siglo XVI la primera conocida es la que se reunía en la casa de Hernán Cortés durante el reinado del emperador Carlos V, y de la que tenemos constancia gracias a la información que nos da Pedro de Navarra en sus Diálogos muy sutiles y Notables publicados en Zaragoza en 1567,9 que, según indica el autor, escribió en dicha academia. Por el contenido de los Diálogos..., los debates debían tratar temas humanísticos de gran profundidad.10 Existen pocas referencias tan explícitas como la de Navarra a la existencia de otras organizaciones de este tipo en España hasta finales del siglo XVI, pero el propio Navarra nos indica que existieron, lo que sí hay son abundantes comentarios sobre la celebración de academias y tertulias, aunque poco concretas, en otros autores.11 Una de las más importantes de las que se reunieron en España a mediados del siglo XVI fue la que se formó bajo el patrocinio del duque de Alba desde 1553 hasta 1568. A esta academia acudían en exclusiva nobles con la intención de llenar su tiempo de ocio compartiendo conocimientos de una amplia gama de asuntos que abarcaban desde la literatura hasta la política. La mayoría de los asistentes eran miembros jóvenes de grandes casas nobiliarias, aunque también acudieron personajes de más edad.12 8 Existe otro tipo de reuniones de sabios y de tertulias privadas anteriores a estas, pero por su organización no parecen ser el origen de las academias que nos interesan, en King, op. cit. pp. 21 y 22 se hace referencia a ellas. 9 Fol. 39 r/v, citado en King. op. cit, pp. 22 y 23. 10 No se conoce con certeza en qué ciudad se reunía esta academia, sólo tenemos la referencia de Pedro de Navarra de que lo hacía en la corte de Carlos V, Sánchez, op. cit (p. 198) basándose en este dato afirma: “el lugar de las reuniones de la Academia de Cortés también continua siendo inseguro. Se cree que fue primero en Madrid y después en Sevilla, o más bien, en el cercano pueblo de Castilleja de la Cuesta, donde Cortés murió el 2 de diciembre de 1547. También pudo haber sido en Toledo, donde el emperador pasaba largas temporadas.” 11 Sánchez en Academias…op.cit, pp. 199-201 señala por su nombre varias academias sevillanas de la segunda mitad del siglo XVI, pero no aparecen de forma clara las fuentes en las que se basa, en todo caso sí parece que Sevilla fue en el siglo XVI uno de los mayores centros literarios de España, si no el mayor. 12 Sobre esta academia hay un amplio estudio realizado por Santiago Martínez Hernández en su tesis doctoral sobre el Marqués de Velada [Don Gómez Dávila y Toledo, II marqués de Velada, y la corte en los reinados de Felipe II y Felipe III (1553-1616) Tesis doctoral publicada por el Departamento de Historia Moderna de la Universidad Complutense de Madrid en 2002], que fue más tarde publicada con el mismo título: Junta de Castilla y León, Salamanca, 2004. 40 Contemporánea a la de Alba fue la Academia de don Diego de Acuña, también formada por nobles.13 En los últimos años del siglo XVI encontramos noticias algo más claras sobre la existencia de otras reuniones, entre ellas podemos destacar la Academia Imitatoria y la Academia de los Humildes en Madrid.14 Pero es sin duda la Academia de los Nocturnos de Valencia la más famosa y conocida de todas las juntas españolas del siglo XVI, porque se conservan sus estatutos y las actas de sus sesiones.15 Se desarrolló desde octubre de 1591 hasta abril de 1594 y mantuvo ochenta y ocho sesiones, siempre en miércoles. La mayoría de su actividad fue poética, y las composiciones trataban generalmente de temas festivos, a excepción de unas pocas de carácter religioso; la prosa fue poco común, aunque era la forma de escribir la mayoría de los temas de carácter serio que se trataron. Por lo que sabemos, no celebró concursos o certámenes poéticos, que serán tan habituales en las academias españolas del siglo XVII. A la Academia de los Nocturnos pertenecieron la mayoría de las personalidades valencianas del momento. Fue en el siglo XVII cuando proliferaron de forma espectacular estas organizaciones en España, por las actas y estatutos que conocemos y por las numerosísimas referencias de todo tipo que tenemos, no debió de existir ninguna ciudad de tamaño grande o mediano en la que no se desarrollase una o varias juntas de cualquiera de sus tipos. Durante este siglo, en innumerables casas de grandes y medianos nobles tenían lugar reuniones de amigos y conocidos, muchas veces periódicas, en las que se debatía sobre las más diversas cuestiones, aunque el tema estrella fue la literatura, muchas de estas reuniones se convirtieron en academias. 13 Santiago Martínez Hernández en su tesis doctoral (Don Gómez Dávila y Toledo...op. cit. p 125) nos indica “La Academia de Alba rivalizó en la corte con la que presidía don Diego de Acuña, gentilhombre de Cámara del Rey y en la que andaban otros caballeros notables”. Este mismo autor nos señala que en este momento “...se fueron consolidando las academias, no solo en Madrid, sino en muchas otras ciudades vinculadas a gobiernos virreinales como Nápoles, en urbes principales como Sevilla, Zaragoza, Valencia y Toledo.” (p.122) 14 Sánchez, op. cit. (pp. 26-36) y King, op. cit. (pp.28-32) señalan las pruebas sobre la existencia de esta y otras Academias a finales del siglo XVI. 15 Madrid, Biblioteca Nacional, MS. R32-34 (3 vols.). En los últimos años las actas han sido editadas y publicadas en sucesivos volúmenes: Actas de la Academia de los Nocturnos, IVEI, Valencia 1987– . Vol. I (Sesiones 1-16). Vol. II (Sesiones 17—32). Vol. IV (Sesiones 49-64). Vol. V (Sesiones 65-76). Estudio introductorio, edición crítica y notas de Jose Luis Canet, Evangelina Rodríguez, Josep Lluis Sirera. Publicados por Edicions Alfons el Magnanim 1988-. 41 3. Organización de las academias barrocas del siglo XVII Para conocer como se organizaban las academias es necesario tener en cuenta que las hubo de diverso tipo con estructuras diferentes. Unas se fundaban con ánimo de perdurar, con miembros más o menos fijos y con una cierta periodicidad de sus reuniones, mientras que otras eran esporádicas, generalmente convocadas para celebrar un acontecimiento de índole política, social o de otro tipo, y no tenían ninguna intención de prolongar sus sesiones. Por tanto, las formas de organización de ambos tipos son en muchos aspectos diferentes, aunque tenían elementos en común. Como es lógico las reglas de las academias permanentes establecían una serie de condiciones más complejas y se ocupaban de más aspectos que las de ocasión y nos ofrecen mayor información. Por esta razón, nos centraremos en este capítulo principalmente en las reglas de funcionamiento de las primeras o al menos de las que en el momento de su creación tenían la intención de perdurar. La mejor fuente para conocer cómo se organizaban la encontramos en los estatutos, el conjunto de normas que establecían sus pautas de funcionamiento y que se redactaban generalmente con anterioridad a la fundación de la institución o durante la primera de sus reuniones. Los estatutos podían ser más o menos exhaustivos, y profundizar en unos aspectos más que en otros, según lo que los fundadores entendiesen necesario. De esta manera, se podía dar más importancia a los asuntos formales, a los temas tratados, o incluso a aquellos sujetos de debate que quedaban prohibidos para evitar problemas. No todas las normas incluidas en los estatutos eran anteriores a la apertura de la Academia, cuando convenía se añadían leyes nuevas para mejorar el funcionamiento o para solucionar los problemas que habían surgido en el desarrollo de las sesiones. Lo que no está claro es si todas las academias tenían estatutos escritos o muchas de ellas se organizaron simplemente con unas reglas no escritas que todos sus miembros conocían, cosa esta última que es probable debido a la escasez de documentos conservados. En todo caso, teniendo en cuenta que seguían el ejemplo de las juntas italianas, es lógico que tuviesen, como tenían éstas, una regola, en nuestro caso unos estatutos, aunque, por desgracia, no nos han llegado muchos. De entre los pocos completos que conservamos hemos escogido los tres más famosos, que reproducimos en su integridad en los apéndices16 para tener una base de referencia sólida a la hora de desarrollar las formas de organización y porque también nos serán útiles en el 16 Apéndices I, II y III. 42 estudio de otros aspectos como la elección de los temas o la celebración de certámenes que serán abordados más adelante. 3.1. La jerarquía en la academia: los cargos y sus funciones El primer aspecto que regulaban los estatutos era, generalmente, el de la organización administrativa o jerárquica, especialmente los cargos y la función de cada uno de ellos. Cada junta tenía una forma de coordinarse propia, sin embargo, existían una serie de cargos que eran casi siempre comunes: presidente, secretario, fiscal, portero, etc., aunque las funciones, la forma de elección, la duración de su puesto, su poder y otros aspectos en ocasiones eran muy diferentes. La mayoría de estos cargos existían tanto en las academias permanentes como en las de ocasión. El presidente era generalmente la cabeza administrativa, el cargo más importante de cuantos existían, en ocasiones, el puesto recaía en el protector o mecenas de la organización y, cuando esto sucedía, sus poderes eran realmente grandes. Este es el caso descrito en los estatutos de la Academia de los Nocturnos de Valencia que se celebró durante la última década del siglo XVI. Vamos a utilizar esta fuente, al menos en lo referente al reglamento, aunque se escape por unos pocos años del periodo de nuestro estudio, porque es un ejemplo excelente de organización de una academia al estilo italiano y, con seguridad, sus normas fueron muy similares a las de otras del siglo XVII. Sus estatutos establecían que el cargo de presidente correspondía a don Bernardo Catalán de Valeriola,17 que era a la vez el fundador y el mecenas, ya que las reuniones se celebraban en su casa,18 tenía amplios poderes, entre ellos elegir a los demás cargos y a sus sustitutos,19 cambiar el día de celebración de las sesiones,20 aprobar o rechazar las obras de los académicos21 y poseía la propiedad total del libro de la academia que recogía las actas de cada reunión, 22 entre otras muchas potestades. El cargo de presidente pertenecía a Bernardo Catalán a perpetuidad, en caso de que tuviese que faltar, él mismo tenía la potestad de nombrar a su sustituto con la 17 No es común en academias periódicas posteriores que los estatutos especifiquen el nombre de la persona que va a ocupar el puesto de presidente, porque éste generalmente era temporal y se sucedían en él diferentes personas. 18 Apéndice I, artículo II. 19 Apéndice I, artículos V, X, y XIII. 20 Apéndice I, artículo X. 21 Apéndice I, artículo XII. 22 Apéndice I, artículo VI. 43 única condición de que el elegido fuese un académico.23 Al final de los estatutos aparece un añadido posterior en el que se indica que Catalán debía trasladarse a la corte y que nombraba a don Gaspar Mercader como su sustituto durante todo el tiempo que él no pudiese asistir a las sesiones. Pero no en todas las academias los poderes del presidente eran tan amplios. En el extremo opuesto a los Nocturnos podríamos situar la Academia Pítima Contra la Ociosidad, fundada en 1608 por el conde de Guimerá. Hemos incluido sus estatutos en los apéndices de este capítulo.24 En esta junta al presidente se le llama promovedor, porque, se especifica, es uno más de los académicos y está en igualdad con ellos,25 además, cada promovedor sólo ostentará el cargo por una semana y luego se sorteará el siguiente entre los otros miembros.26 Sus potestades consistían en elegir los temas,27 imponer castigos a los académicos cuyo comportamiento no fuese el correcto,28 decidir los premios en los certámenes, aunque nunca por un importe superior a cinco escudos,29 realizar y leer las sentencias de los certámenes30 y, por último, una de sus más importantes prerrogativas era la de gozar de voto de calidad en caso de empate en las votaciones.31 Las funciones del presidente adoptaban también el rango de obligaciones contraídas por el hecho de ostentar dicho cargo, no pudiendo renunciar a ellas y con la posibilidad de ser castigado si lo hacía,32 aunque para imponer una pena al promovedor era imprescindible la aprobación unánime de los académicos.33 Como hemos visto, las diferencias respecto de la figura del presidente en ambas academias son notables. Vamos a utilizar un tercer ejemplo de estatutos, completamente distinto a las anteriores y muy útil para ampliar la gama de posibilidades. Se 23 Apéndice I, artículo XI. Apéndice II. 25 Apéndice II, artículo 4. 26 Apéndice II, artículos 16 y 42. 27 Apéndice II, artículo 4. 28 Apéndice II, artículo 22. 29 Apéndice II, artículo 21. 30 Apéndice II, artículos 24, 29 y 38. 31 Apéndice II, artículos 30 y 43. 32 Apéndice II, artículos 44,45 y 46. 33 Parece que en otras academias de Aragón fue también común el que los diferentes cargos no fuesen fijos y que los que los ostentaban no tuvieran especiales prerrogativas, era una forma de evitar las discusiones y las envidias, así aparece reflejado en el segundo discurso que dio Lupercio Leonardo de Argensola en una academia de Zaragoza y que ha sido trascrito en el apéndice V. De hecho muchas otras de las características de esta academia aparecen en dicho discurso, por lo que se puede deducir que en Aragón este tipo de academias fue común o, al menos, que la Pítima no fue ninguna excepción. 24 44 trata en este caso de la Academia Peregrina de Madrid, que, por lo que sabemos, nunca llegó a celebrase y quedó sólo en proyecto. Los estatutos son lo único que conocemos de esta junta,34 fueron redactados por Sebastián de Medrano, miembro comprobado o sospechado de otras academias, y son de una sorprendente ambición en cuanto a sus pretensiones, por lo que podemos situar a la Peregrina en el límite al que pocas o, posiblemente, ninguna otra reunión española llegó. Por esta razón sus estatutos son tan útiles, ya que representan un nivel de organización administrativa y un compendio tal de campos de estudio que la harían comparables a las más complejas academias de Italia de su tiempo. Como se explica en el apartado dedicado a los oficios de la academia: “Hase de tratar en la Academia de las siete Artes liberales en siete días de la semana y en cuatro semanas del mes; cada uno de los días según el arte que le tocare de una facultad de cada uno de ellos, como se verá más adelante.”35 La figura del presidente, entendida como la hemos visto en los dos ejemplos anteriores no existe como tal en la Academia Peregrina. Según establecen los estatutos las funciones y prerrogativas presidenciales se reparten aquí entre varias categorías de miembros. En primer lugar, existían tres mecenas y protectores que aparecen especificados por sus nombres, el Duque de Híjar, el Conde de Oñate y el Conde de Sástago,36 al menos uno de ellos debía estar siempre presente en las sesiones o tenía que haber un sustituto nombrado por ellos, en caso contrario no podían celebrarse las reuniones.37 Los tres señores protectores debían poseer una llave del archivo38 y los estatutos establecen que tenían la potestad de ampliar la duración de las reuniones si lo consideraban necesario.39 En segundo lugar, existía un juez encargado de resolver los problemas que se presentasen en cada sesión,40 éste debía asistir siempre o nombrar un sustituto en caso de ausencia,41 sobre el juez recaía el voto de calidad en caso de empate en las votaciones,42 al igual que los señores protectores, el juez tenía la facultad de alargar las sesiones cuando correspondía. Por otra parte, la Academia 34 Apéndice III. Apéndice III, oficios de la academia. 36 Apéndice III, oficios de la academia. 37 Apéndice III, obligaciones de los Officiales de la Academia, artículo 1º. 38 Apéndice III, leyes y reglas de la academia, artículo 2º. 39 Apéndice III, leyes y reglas de la academia, artículo 9º. 40 Apéndice III, Oficios de la Academia. 41 Apéndice III, Obligaciones de los Officiales de la Academia, artículo 1º. 42 Apéndice III, leyes y reglas de la academia, artículo 7º. 35 45 Peregrina está dividida por facultades, cada una de ellas dedicada a uno de los siete artes liberales, con un presidente perpetuo que proponía a los miembros43 y nombraba un fiscal, también podía alargar las sesiones si era necesario.44 Por tanto, en la Peregrina, señores protectores, Juez y presidentes de facultad se repartían las funciones que en otras academias correspondían al presidente. Esta academia tiene un nivel de complejidad administrativa mayor que las anteriores y, como veremos, esto se evidenciará en casi todos los aspectos de su estructura. En todo caso, con las funciones y potestades que tuviera, parece que la figura del presidente fue común en todas las academias del siglo XVII, y así aparece referido en infinidad de fuentes. Bien de forma explícita o implícita, todo el mundo daba por hecho que una academia del tipo que fuese debía tener un presidente y éste podía ser fijo o periódico. 45 Sánchez remarca que en las academias aragonesas de mediados del siglo XVII celebradas en casa de nobles los mecenas no presidían las reuniones y nos indica que en la del Conde de Andrade las sesiones las presidían alternativamente distintas personas,46 que es lo mismo que sucedía en la Pítima. La presidencia era en algunos casos honorífica, esto sucedía, por ejemplo, cuando el rey asistía a una sesión académica, en estos casos el presidente no tenía que sepamos ninguna función específica salvo la de representación.47 43 Apéndice III, Oficios de la Academia. Apéndice III, leyes y reglas de la academia, artículo 9º. 45 La figura del presidente se copió, como tantas otras cosas, de las academias italianas y desde las primeras noticias de existencia de academias en España se asocia siempre a ellas la figura del presidente, valga como ejemplo la siguiente cita que Juan Rufo escribió en 1596 (Las seiscientas apotegmas y otras obras en verso de Juan Rufo ed. Agustín G. de Amezúa, Madrid, 1923, p. 16): Fundose en Madrid la Academia Imitatoria, cuyos principios parece que prometían que había de durar como imitadora de las famosísimas de Italia, porque el presidente, aunque era muchacho, era rico y principal, y siendo con esto poeta y de buen ingenio, acariciaba con liberalidad y cortesía a los hombres de aquella profesión. Esforzaba también las esperanzas de este noble edificio la multitud de personas eminentes que le servían de columnas, y, finalmente, el concurso de oyentes calificados, Grandes, títulos y ministros del Rey, que iban a oír con aplauso y atención. Pues como tras todo esto la Academia susodicha acabase tan en flor que no cumplió un año de noviciado y le preguntase el señor de la Horcajada la causa de haberse logrado tan mal, respondió: “Como el presidente era niño, murió la Academia de alferecía” Hemos elegido esta cita porque en la última frase se señala de forma implícita la importancia del presidente para una academia. En todo caso las referencias, como ya se ha señalado son abundantísimas. 46 Sánchez, J. Academias literarias... op. cit. p. 283. 47 Un caso extremo de presidencia honorífica lo encontramos en la Real Academia a los Años De Carlos II, celebrada en Valencia en 1669 (publicada ese mismo año en Valencia, hemos consultado el ejemplar de la Biblioteca Nacional 3/62212), que fue presidida por los retratos de los reyes: “Siendo presidentes y protectores las S.S.C.C.R.R. Y A.A. M.M. de los S.S. R.R. Carlos y Mariana, en las asistentes luces de su sombra, en la venerada asistencia de sus retratos”. 44 46 En la Academia de los Nocturnos el presidente tenía la facultad de nombrar un consiliario con el que consultaba todas las tareas que debía realizar, dicho consiliario tenía su silla junto a la del presidente.48 En la Academia Pítima no existe ningún cargo similar a éste, sin embargo, en la Peregrina hay entre los oficios “…dos assistentes, que tomen las órdenes, aduiertan las dificultades y reparen los daños…”49 Éstos, al igual que los protectores y el juez, también tenían la facultad de alargar las sesiones.50 Una figura que es común a estas tres y que también debió ser general a casi todas las demás, es la del secretario, cuya principal función era la redacción de las actas de las sesiones. En ocasiones, tenía incluso que escribir o recopilar en ellas todas las obras presentadas, este es el caso de la de los Nocturnos de Valencia en cuyos estatutos se establece el nombramiento de un secretario y se especifican sus tareas.51 En la Pítima Contra la Ociosidad, sin embargo, eran los propios académicos los que debían entregar copia escrita de sus obras y la labor del secretario era simplemente levantar acta de quienes lo habían hecho y quienes no para poder reclamar a los morosos.52 En la Academia Peregrina se incluye un secretario entre los cargos: “…para escriuir lo que se ordenare, para repartir los assumptos que diere el presidente, y recoger los escritos…”53 La labor de secretario no era, a pesar de lo que pudiera parecer, exclusivamente burocrática, gozaba de gran predicamento y en muchas ocasiones los secretarios de las academias eran personas de enorme prestigio, baste recordar que Lope de Vega fue en ocasiones secretario de algunas de las academias que se celebraron en Madrid como la del Conde de Saldaña.54 Otro de los puestos prácticamente fijo en las academias era el de portero. Los estatutos de la Academia de los Nocturnos exigían que: “…cualquier persona que pretenda entrar en la Academia, de más de aquellos que somos instituidores della, tenga la obligación de hacer una 48 Apéndice I, artículo V. Apéndice III, Oficios de la Academia. 50 Apéndice III, leyes y reglas de la academia, artículo 9º. 51 Apéndice I, artículo VI. 52 Apéndice II, artículo 15. 53 Apéndice III, Oficios de la academia. 54 King Prosa novelística... op. cit Pág. 45. 49 47 petición y dalla al portero que será nombrado, para que la dé al señor presidente...”55 En la Academia Peregrina también se establece la necesidad de nombrar “…un portero para abrir y cerrar, y avisar de los que pretendieren entrar…”56 y más adelante se especifica: “…que el portero no pueda franquear la puerta a ninguna persona que no sea de los Académicos que se admitieren, sin orden, a lo menos, de uno de los señores protectores, a quien dará aviso de los que pretendieren entrar para que dispongan a su elección…”57 El caso de la Pítima Contra la Ociosidad era un poco diferente, en un principio los estatutos tenían una exigencia idéntica a las anteriores: “…que si alguno hubiere que quisiere entrar en dicha Academia haya de dar memorial de su pretensión al portero y este los presente al promovedor...”58 Sin embargo, parece que en este caso la figura del portero no era genérica, sino que estaba asignada a una persona en concreto que viene ya especificada en los propios estatutos: “…y en ausencia del reverendo in Cristo padre Mosén, etc. haya de ser portero el paje que aquel día le tocare hacer de guarda...”.59 Cómo vemos la tarea del portero consistía básicamente en restringir el acceso al espacio físico en el que se celebraban las sesiones y, también, en recoger las solicitudes de ingreso de aquellos que aspiraban a ser académicos o espectadores y presentarlas a la autoridad correspondiente, que en los casos referidos variaba entre un protector y el presidente. Un cargo también muy común era el de fiscal, especialmente en aquellas academias que celebraban concursos o certámenes. Las funciones del fiscal consistían por, lo general, en valorar la labor de los académicos. En la Academia Peregrina se indica que el presidente de cada facultad debía nombrar a un fiscal cada cuatro sesiones para que éste: 55 Apéndice I, artículo VIII. Apéndice III, oficios de la Academia. 57 Apéndice III, Obligaciones de los oficiales de la Academia. 58 Apéndice II artículo 3. 59 Apéndice II, artículo 31. 56 48 “...censure con todo rigor y argumentos lo que le pareciere que puede tener alguna duda”.60 En la Academia Pítima el fiscal recibía el nombre de censor y su cargo se sorteaba entre los académicos junto al del promovedor, su función era: “...llevar en un papel las faltas de los académicos, y aparte las del promovedor; y las lea, las primeras antes de que él salga, y después las del promovedor, cuando entrare de nuevo”.61 El fiscal era especialmente importante en los certámenes, y su función era hacer un vejamen crítico sobre las composiciones de los concursantes en tono generalmente satírico, por esta razón debía ser un escritor considerado y respetado por todos los reunidos.62 Había academias que no poseían un fiscal, es el caso de la Academia de los Nocturnos, que no celebraba certámenes ni, por tanto, se escribían vejámenes. En la Peregrina se señalan otros cargos que eran menos comunes, pero que podían repetirse en otras organizaciones, especialmente en academias permanentes, que necesitaban una estructura organizativa un poco más compleja. Uno de ellos es el de juez, del que ya hemos hablado y que en la Peregrina asumía alguna de las funciones que en otras academias podían corresponder al presidente, e incluso al secretario o al fiscal. En la misma junta también se incluían varios oficios más: “…un bibliotecario y archivero, que cuyde de los libros y guarde los papeles…”63 “...que si fuese necesario algún libro sea obligado de buscarle...”.64 “...un maestre de ceremonias […] para la observancia de las órdenes, reglas y leyes...”65 “... que guarde con todo rigor y haga guardar cualquiera de las cosas ordenadas, y asista siempre a la disposición y cumplimiento de ellas…”.66 “…que el tesorero no gaste nada sin librança de un Señor protector…”.67 60 Apéndice III, Oficios de la Academia. Apéndice III, artículo 48. 62 Kenneth Brown publicó un interesante artículo en el que explicaba la forma y la evolución de los vejámenes académicos: “Aproximación a una teoría del vejamen de academia en castellano y catalán en los siglos XVII y XVIII: de las academias españolas a la enciclopedia francesa” en De las academias a la enciclopedia. Edicions Alfons el Magnanim, Valencia, 1993. Pp. 225-262. 63 Apéndice III, Oficios de la Academia. 64 Apéndice III, Obligaciones de los Officiales de la Academia. 65 Apéndice III, Oficios de la Academia. 66 Apéndice III, Obligaciones de los Officiales de la Academia. 67 Apéndice III, obligaciones de los Officiales de la Academia. 61 49 Aunque este último cargo no aparece específicamente señalado en los oficios de la academia sí se hace referencia a él cuando se explican las obligaciones de cada uno de ellos. Hasta aquí los principales cargos que podían completar la jerarquía de una academia del siglo XVII. Como se ha visto existen grandes diferencias y un mismo puesto puede tener una importancia muy distinta según se trate de una u otra junta. No tenemos certeza de si en algunas academias, una misma persona podía ocupar dos o más oficios, lo que sí es seguro es que esto estaba prohibido en otras, por ejemplo, en la Academia Pítima se especifica claramente,68 por lo que suponemos que habría otras academias en las que se daría el supuesto contrario. Para acabar este apartado hemos incluido unos consejos que leyó Lupercio Leonardo de Argensola en una academia de Zaragoza, resultan muy aleccionadores y, entre otras sugerencias, alertaban sobre los problemas que podía acarrear la elección de cargos. Se ha sugerido que estos discursos pudieron ser leídos para la Academia de los Anhelantes, pero como veremos en su momento otros autores niegan esta posibilidad, en todo caso, tras leerlos nos recuerdan tanto al funcionamiento de la Academia Pítima que parecen recoger una serie de preceptos que eran habituales entre las academias aragonesas: “…Bien quisiera yo, señores, que moderasen vuesas mercedes los nombres que usan en esta Academia; que no llamasen al que preside Presidente, al que escribe Secretario, ni al que impugna o corrige fiscal, sino que cada cual de vuesas mercedes hiciese este oficio en su propio nombre, y que estos oficios no se diesen por elección y votos, sino por suerte, que con lo primero se quitaría grande ocasión a la fisga, y con lo segundo otros inconvenientes. Y porque dicen que la suerte es ciega, podríanse enmendar sus yerros, no durando el oficio más de una semana; que si el tenerle es honra, así se comunicaría a todos y cada cual tendría ocasión de mostrar su ingenio proponiendo y tratando de la manera que sabe…”69 3.2. Aceptación y expulsión de académicos y público Otro de los aspectos a los que se da especial importancia en los estatutos que conocemos es a la aceptación de miembros y al acceso de oyentes. Nos estamos refiriendo en este caso a las juntas privadas, celebradas en casa de particulares o en otros 68 Apéndice II, articulo 49. “Discursos Pronunciados en una academia de Zaragoza”, incluidos en un tomo de la Biblioteca Nacional (Ms. 8755 folios 135-146) llamado Libro de varias cosas en prosa, de hombres insignes en letras y política y de razón de estado... Ambos discursos han sido incluidos completos en los apéndices (apéndice V). 69 50 lugares de acceso restringido, y especialmente a las de carácter permanente, porque debemos tener en cuenta que, como se verá más adelante, había sesiones de academias y certámenes públicos cuya única limitación para participar era la entrega de una obra literaria —aunque es cierto que éstas estaban sometidas a una selección previa— y a las que el acceso era libre. Las normas para aceptar el ingreso de nuevos académicos eran, en ocasiones, muy estrictas y como hemos visto recaía sobre el portero la labor de recoger las peticiones y trasladarlas al presidente o a quien correspondiese para que tomase la decisión, bien personalmente o bien a través de consulta al pleno, sobre la aceptación o el rechazo de la solicitud. Eran las literarias las que más interés despertaban, a ellas acudían escritores de gran prestigio, atraídos por la figura del patrocinador o invitados por amigos, o simplemente para elogiarse mutuamente o para competir entre ellos, a veces de forma despiadada. La presencia de estas figuras de las letras servía de aliciente a muchos jóvenes o novatos, que deseaban asistir a las mismas juntas para aprender o para ir dándose a conocer y ganar fama. Quizás por esta razón, en ocasiones eran tan estrictas las normas de admisión y se establecían unos pasos muy severos para la aceptación de nuevos miembros. Los tres estatutos que hemos trascrito tienen entre sus normas las condiciones para la admisión de nuevos miembros. La Academia de los Nocturnos de Valencia exigía que cualquier nuevo pretendiente: “...lo haya de proponer el señor presidente y votando todos ad aurem, se escoja el parecer de los más”.70 En la Pítima la condición se hace aún más dura, ya que se exigía la unanimidad de los académicos para aceptar un nuevo ingreso: “…que la recepción de las personas que de aquí en adelante se quisieran adjuntar a dicha congregación hayan de ser primero habeadas nemine discrepante por escrutinio de habas…”.71 Pero era en la Peregrina donde se restringía la admisión con unas condiciones realmente estrictas: “…que no pueda tener nombre de académico ninguno que no sea insigne o famoso en la facultad que professare, o por hauer estampado libro, escrito comedia, o sacado a la luz alguna obra grande aprouada por tal y que baste a darle nombre…”72 70 Apéndice I, artículo VIII. Apéndice II, artículo 34. 72 Apéndice III, Leyes y reglas de la Academia, artículo 1º. 71 51 Además, se establecían una serie de exigencias a todos los miembros de una sorprendente dureza: se prohibía que ninguno pudiese publicar una obra sin que antes recibiera la aprobación y censura de su facultad;73 que de cualquier libro o papel que imprimiesen en el futuro debían entregar dos copias a la Academia, una de ellas para gastos y la otra para la biblioteca;74 que cada académico diera a la organización un libro de los que hubiese publicado con anterioridad a su ingreso,75 y a escritores de comedia les obligaba a que estableciesen en el contrato con el autor de comedias — nombre por el que se conocía a los empresarios teatrales— que se diera un tanto de la ganancia de cada representación a la academia.76 Como se cree que la Peregrina no llegó a celebrar ninguna sesión, no sabemos si estas condiciones hubiesen podido ser de aplicación práctica, ni tampoco parece que ninguna otra academia española del siglo XVII impusiera unas exigencias tan leoninas a sus miembros. Sin embargo, el hecho de que se estableciesen tales condiciones en un documento escrito que pretendía ser el reglamento de una academia real da idea de la atracción que ejercían estas organizaciones y de los esfuerzos que podían llegar a hacer los pretendientes para ser admitidos en ellas. Era algo común que a las academias del siglo XVII acudiese público y éste, en ocasiones, incluía a personajes de altísima consideración social,77 e incluso al mismo rey.78 La presencia de la gran nobleza a menudo ocasionaba conflictos, parece que los partidos de corte se reflejaban también en las academias y esto ocasionaba dispu73 Apéndice III, Leyes y reglas de la Academia, artículo 2º. Apéndice III, Leyes y reglas de la Academia, artículo 3º. 75 Apéndice III, Leyes y reglas de la Academia, artículo 4º. 76 Apéndice III, Leyes y reglas de la Academia, artículo 5º. 77 Juan Pérez de Guzmán señala en “Academias literarias de ingenios y señores bajo los Austrias, en España moderna. Vol. VI, Madrid 1894, p. 91 en referencia a la Academia del conde de Saldaña que “eran de los más asiduos el duque de Cea, sobrino del Mecenas, el duque de Pasatrana, el conde de Salinas, el Príncipe de Esquilache, los marqueses de Alcañices, Povar, Peñafiel, Almazán, Velada y Orani, los duques de Híjar y Medinaceli, y los condes de Olivares, de Villamor, de Rebolledo y de Santillana”. Esto nos da una idea de cómo debió de participar la nobleza española en las academias durante el siglo XVII. 78 Está comprobado que el rey participó como oyente en algunas academias, baste el siguiente documento: “epítome de algunos papeles escritos en diferentes asuntos en la ilustre Academia de Madrid” incluido en Compendio histórico de diversos escritos en diferentes asuntos escrito por Jacinto de Aguilar y Prado y publicado en Pamplona en 1629 fols. 45r a 60r (Citado por Sanchez, J. en Academias literarias... op. cit. pp. 70-80) uno de cuyos apartados es una dedicatoria que se titula de la siguiente manera: “Dedicatoria. A la Magestad católica del rey de las España, Felipe IV, monarca soberano. Díjose en su real presencia”. Elliot y Brown (Un palacio para el rey, ed. Taurus, 2003 p. 42) señalan que “en la primavera de 1622 el nuevo rey honró con su presencia la Academia de Madrid, uno de los más florecientes de tales círculos”. Además, como veremos más adelantes, algunas sesiones académicas se trasladaron en ocasiones a los diferentes palacios reales. 74 52 tas que, como veremos en los siguientes capítulos, podían llegar a suponer la desaparición de la propia organización, sirva como ejemplo el siguiente de Lope de Vega en una carta de abril de 1612 al duque de Sessa en la que le informaba de la apertura de una nueva academia a la que él denomina del Parnaso, pero que será luego conocida como Academia Selvaje, patrocinada por don Francisco de Silva; Lope hablaba con elogios de la organización y con cierta amargura advertía que “...no hubo señores; que aún no deben saberlo; durará hasta que lo sepan...”.79 Las referencias a disputas dentro de las academias serán tratadas más adelante, lo que ahora nos interesa principalmente es saber qué requisitos pedían las academias para aceptar la entrada de oyentes a sus sesiones. Al igual que hemos visto con la aceptación de miembros, la admisión de público estaba en ocasiones restringida y las condiciones para franquear el acceso podían venir especificadas en los estatutos. En el caso de la Academia de los Nocturnos era así, para poder asistir a la academia cualquier persona ajena a ella se exigía: “...que cualquiera persona que pretenda entrar en la academia, de más de aquellos que somos instituidores della, tenga obligación de hacer una petición y dalla al portero que será nombrado, para que la dé al señor presidente, el cual consultándola con el consiliario y los demás académicos le reciba si lo mereciere y si no se le despida con palabras de mucho comedimiento...”80 De nuevo en la Pítima las condiciones son algo más duras o al menos más concretas y limitadoras: “...que ninguno pueda tener asiento en la academia que no sea de ella, sino que sea el que quisiere entrar título, o caballero muy notable, o de particular respeto y obligación...”81 Aquí, de nuevo se exigía que la admisión se decidiese por votación mayoritaria de los académicos reunidos y se señalaba que si alguien se saltaba estas condiciones el promovedor debía dar por concluida la sesión. La Peregrina también consentía la asistencia de personas ajenas a la organización, pero para ello debían contar con el visto bueno de al menos uno de los protectores y parece también que la admisión 79 Epistolario de Lope de Vega y Carpio, ed. Agustín G. de Amezúa, Madrid, 1935-1943, Vol. III (1941), p. 102, carta 87. 80 Apéndice I, artículo VIII. 81 Apéndice II, artículo 10. 53 debía ser aprobada por votación,82 por otra parte, también se establecía que cada mes hubiese un acto público de cada facultad.83 Por lo que sabemos de otras academias parece que el acceso de público era frecuente, así aparece reflejado en numerosas fuentes de la época, por ejemplo, en la obra de Vélez de Guevara El Diablo Cojuelo. Entre las aventuras de los protagonistas está la asistencia a una academia que se celebraba en Sevilla en la casa del conde de la Torre Ribera y Saavedra.84 En este breve relato se muestra cómo el acceso era en cierta medida libre para el público y cómo los asistentes podían participar en las sesiones y ser invitados a formar parte de la academia de forma permanente si se consideraba que su intervención había sido meritoria. 3.2.1. La asistencia y participación de mujeres Otro aspecto que aparece en el fragmento que acabamos de referir de El diablo Cojuelo y que no ha sido tratado de forma específica por ningún trabajo hasta el momento es la asistencia a estas organizaciones de mujeres. El relato de Vélez de Guevara, que conocía bien el mundo de las Academias, nos muestra como algunas estaban formadas tanto por hombres como por mujeres, que participaban en las lecturas igual que los académicos varones, concretamente nos habla de Ana Caro “dézima musa sevillana” que lee una Silva dedicada al Fénix, esta señora fue bien conocida en el mundo literario de la época en Sevilla y en Madrid, y es muy probable que la anécdota esté recogida de un episodio real. También señala otro aspecto importante, la participación de damas “tapadas”, es decir de damas que asistían como público, pero ocultando su identidad. Parece que esto era algo bastante común en las juntas literarias que, como ya se ha dicho, despertaban un gran interés y se consideraban una forma excelente de divertirse y pasar un buen rato.85 Apéndice III, Obligaciones de los officiales de la Academia, artículo 5. Apéndice III, Leyes y reglas de la Academia, artículo 10. 84 En los apéndices (apéndice IV) hemos incluido este fragmento de la referida obra de Vélez de Guevara, en su versión de la edición de 1641. 85 Sobre la asistencia de damas tapadas hay varias referencias más en la literatura, por ejemplo Castillo Solorzano, asiduo asistente a las academias madrileñas, describe una sesión en Las harpías de Madrid (Ed. Castalia, Madrid, 1985. p. 138) e incluye el siguiente comentario: “En breve tiempo se llenó la sala de poetas, de músicos y de los mayores señores de la corte, no faltando algunas damas que de embozo quisieron gozar de aquel buen rato por acreditarse de buenos gustos”; otro ejemplo, menos directo por no ser un escritor de la época, está incluido en la obra de Julio Monreal Cuadros viejos, colección de pinceladas, toques y esbozos, representando costumbres españolas del siglo XVII , Madrid, 1878, pp. 359-385 se trata de una recreación de una academia y uno de sus párrafos dice “a la par de los ingenios habían entrado algunas damas tapadas con sus mantos, pues las había que gustaban de oír aquellos sabrosos certámenes, y aún de tomar parte en ellos, no sólo en persona, sino remitiendo sus versos para que fueran públicamente 82 83 54 La asistencia de mujeres como público es un hecho incontrovertible. Existen demasiadas referencias para ni siquiera dudarlo. El público femenino fue frecuente en las academias de todas las ciudades españolas a lo largo de todo el siglo XVII y también en el siglo anterior, incluso conocemos alguna que se celebró exclusivamente para público femenino.86 Lo que despierta más dudas es su participación directa como miembros, que, aunque también se daba, como se verá a continuación, no está muy claro hasta qué punto esto era algo excepcional. Al principio la participación de mujeres en las juntas de Italia estuvo prohibida, pero con el tiempo esto fue cambiando y, por ejemplo, la famosa Accademia degli Intronati modificó sus estatutos en 1614 para admitirlas.87 En las organizaciones españolas, casi todos los miembros que han podido ser identificados eran varones, sin embargo, también existen pruebas de que algunas mujeres participaron activamente en su formación y desarrollo. De las tres juntas de las que hemos estudiado los estatutos, en los Nocturnos de Valencia,88 los académicos eran todos varones, al menos los que aparecen referidos en las actas. Sin embargo, en la Pítima Contra la Ociosidad la labor de las mujeres fue esencial, en primer lugar, porque dos de ellas, la condesa de Eril y la condesa de Guimerá fueron fundadoras de la organización y colaboraron activamente en ella.89 Hemos encontrado escasísimas referencias a la participación femenina en estas organizaciones, aunque tampoco lo hemos investigado con profundidad porque no es el motivo de nuestro trabajo. Frente a la casi ausencia de mujeres, hay infinidad de varones localizados, esto nos hace suponer que el número de académicas fue muy inferior al de académicos, sin embargo, sí hemos podido confirmar algunos casos. Sabemos que existieron en Salamanca unas Reuniones musicales y poéticas de Doña Agustina de Torres patrocinadas por esta misma señora; y también en Salamanca y a finales del siglo XVI se celebraron unas tertulias que presidía el duque de Alba y a leídos”, este autor demuestra en esta obra tener un altísimo conocimiento del funcionamiento de las academias literarias del siglo XVI por lo que la cita es adecuada. 86 La Academia de las Señoras se celebró en 1698 en Valencia con ocasión de la boda del marqués de la Casta con la hija de los condes de Zavalla, recibe este nombre porque estuvo dedicada al público femenino que asistió al matrimonio y que a su vez componía la asistencia de la academia (Académica fiesta en obsequio de las Señoras... Executose en Valencia para el día 30 de Abril de 1698. Citada en Más i Usó “Academias Valencianas...” op. cit. p 215). 87 King, W. F. Prosa novelística… op. cit. p. 15 88 Pasqual Mas i Usó “Academias Valencianas durante el Barroco” en De las Academias a la Enciclopedia, Edicions Alfons el Magnànim, Valencia, 1993, p. 177, nos aclara que en las academias valencias las mujeres sólo participaron como espectadoras. 89 Sánchez, J. Academias literarias... op. cit. pp. 252 y 259-260. 55 las que asistía la Condesa de Ficallo.90 En la Primera Academia de Huesca celebrada en 1595 se cita entre sus miembros a Jacinta Nisa y a Ana Vicenta de Mendoza. 91 En una reunión conocida como Academia de Granada celebrada en 1662 en dicha ciudad, encontramos entre sus participantes a doña Josefa Bernarda de Aragón.92 En la Academia del Jardín de Apolo una de las composiciones está firmada por “una dama de esta Corte”.93 Entre los miembros de la Academia de la Real Aduana celebrada en 167894 aparece un académico, cuyo nombre es casi con toda seguridad un seudónimo, llamado Ana Grama, resulta extraño sin embargo, porque todos los demás participantes aparecen nombrados con sus nombres auténticos.95 Por tanto, la asistencia y participación de mujeres está demostrada, aunque no sabemos con seguridad qué papel jugaron ni si éste fue más relevante de lo que hemos podido comprobar. Es posible que, en ocasiones, o incluso con frecuencia, las mujeres formasen parte esencial de muchas academias y ocupasen los puestos más preeminentes en algunas de ellas, un indicio en este sentido es de nuevo una obra literaria de la época, se trata de La dama beata de José Camerino, en la que se describen varias sesiones académicas que reúnen tanto a hombres como mujeres, en una de ellas la protagonista Lucinda actúa de presidente.96 3.3. Lugar de reunión y días en que se celebran las sesiones El lugar de reunión de las academias literarias del siglo XVII era generalmente, como ya hemos mencionado, alguna casa particular, muy a menudo la del propio fundador y protector, que solía ser un noble con posibilidades económicas al que le gustaban las letras o cualquier otro campo del conocimiento y que quería practicarlos junto a los grandes escritores o sabios del momento o, en todo caso, una persona gustosa de reunirse con sus amigos para debatir sobre cualquier asunto, literario o no literario. 90 Sánchez, J. Academias literarias... op. cit. pp. p. 295. Idem p. 251. 92 Idem p.291. 93 Jardín de Apolo, recogida por don Melchor de Fonseca y Almeida, Madrid, 1655. Ejemplar de la Biblioteca Nacional R/1551, Fol. 29, de los que siguen al Vexamen, porque en este libro hay dos partes que comienzan la foliación desde 1. 94 Signatura R/722 de la Biblioteca Nacional de Madrid. 95 En caso de ser un seudónimo podría perfectamente ser un hombre, y lo más probable es que lo fuera, pero por si acaso lo dejamos señalado. 96 Editada en Madrid por Pablo de Val, 1655, la academia en que Lucinda es presidente se describe en las páginas 89-113 (ejemplares en la biblioteca Nacional: R/2227 y R/3058). 91 56 Muchas de las actas y documentos académicos que conocemos comienzan señalando el lugar de reunión y en la mayoría de los casos se trata de casas particulares.97 De los tres estatutos que hemos analizado en este capítulo, conocemos el lugar de reunión de la Academia de los Nocturnos y de la Pítima Contra la Ociosidad, sin embargo, no hay ninguna indicación sobre el de la Academia Peregrina, lo que es otro indicio para suponer que esta organización no llegó nunca a celebrar ninguna sesión. La de los Nocturnos se reunía en “...las casas del ilustre D. Bernardo Catalán, nuestro mui caro y mui amado académico...”98 Mientras que la Academia Pítima celebraba sus sesiones en las propiedades del conde D. Gaspar Galcerán de Castro y Pinós, Conde de Guimerá, que, por supuesto, era miembro y protector del grupo.99 Como acabamos de señalar, existen muchos documentos académicos, especialmente de juntas ocasionales reunidas para celebrar algún acontecimiento, en los que se indica como lugar de reunión una casa particular, pero también los hay de reuniones celebradas en lugares públicos como conventos,100 universidades,101 en palacio102 97 Los ejemplos conocidos de academias celebradas en casas particulares son muy numerosos, existen bastantes actas publicadas o manuscritas en las que a menudo se indica el lugar y la fecha de la reunión, señalaremos algunas de ellas: Academia que se celebró a diez y ocho de Enero en casa del señor doctor don Francisco de Adda..., signatura VE/93/29 de la Biblioteca Nacional de Madrid; Academia que se celebró en Badajoz en casa de don Manuel Meneses y Moscoso cauallero de la orden de Calatrava..., signatura R/4080 de la Biblioteca Nacional de Madrid; Academia que se celebró en casa de D. Melchor Fonseca y Almeida en trece de Febrero..., signatura R/5728(1) de la Biblioteca Nacional de Madrid; Academia que se celebró por carnestolendas, iueves de febrero de este año de 1675 en casa del licenciado D. Gabriel de Campos..., signatura R/16931 (2) de la Biblioteca Nacional de Madrid; Festiva Academia, celebridad poética... en casa de Don Rodrigo Velázquez de Carvajal..., signatura U/3145 de la Biblioteca Nacional de Madrid; Academia a que dio assumpto la religiosa y catholica acción que el Rey... executó el día 20 de Enero de este año de 1685 Celebróse el día 3 de Febrero en casa de don Pedro de Arce..., ed. Sebastián de Armendariz, Madrid, ¿1685? [está disponible en el fondo antiguo de la biblioteca de Filología de la UCM, signatura FLL 10975(6)], existen muchas más y también sabemos que las academias se reunían en casas de particulares a traves de referencias en cartas, poemas, obras literarias etc, que sería imposible referir en su totalidad, y que remitimos a los siguientes capítulos de este estudio en los que enumeraremos las principales academias del siglo XVII en las diferentes ciudades y regiones españolas como Madrid (se celebraron academias muy famosas en las casas del conde de Saldaña, de don Francisco de Silva, de Francisco de Medrano, de don Francisco de Mendoza, etc.), Toledo (en casa del conde de Fuensalida), Aragón (además de la que hemos estudiado del conde de Guimerá, hubo academias en las casas del conde de Lemos, del conde de Andrade, del príncipe de Esquilache), Valencia (en las casas del conde de Alcudia, del marqués de Villatorcas), etc. 98 Apéndice I, artículo II. 99 King, W. F. Prosa novelística… op. cot. p. 65. 100 Por ejemplo tenemos una Academia que celebraron los ingenios de Madrid el día 11 de Enero de 1682 en la casa Professa de los Padres Clérigos Reglares..., signatura 3/3088 de la Biblioteca Nacional de Madrid; otro ejemplo es una academia incluida en un conjunto de celebraciones que encontramos en Descripción de las fiestas que al primero y puríssimo instante de la Concepción 57 o incluso en instituciones como la Real Aduana103 y, por supuesto, las convocadas como parte del programa de fiestas públicas celebradas en las ciudades. 104 La inmensa mayoría de todas estas reuniones eran en realidad justas y certámenes literarios más que academias propiamente dichas.105 Respecto a los días de celebración de las sesiones, como es lógico, sólo nos interesa lo concerniente a las academias permanentes, con el objeto de saber con qué periodicidad se juntaban y en qué momentos. Los estatutos que hemos estudiado nos demuestran que al menos algunas tenían reuniones periódicas fijadas en días y horas concretos: la Academia de los Nocturnos se reunía los miércoles por la noche,106 de ahí su nombre; 107 la Pítima se reunía: “...todos los días a las dos horas después del mediodía, por espacio de una hora...”.108 Por su parte, la Academia Peregrina, de haberse abierto, hubiera mantenido sesiones todos los días de la semana, también por espacio de una hora, ampliable a otra por decisión del protector, el Asistente, el juez o el presidente.109 Sin embargo, parece que otras academias permanentes no tenían unos horarios tan estrictos y ni siquiera existían días fijos de celebración de las sesiones, sino que se reunían cuando el señor que las patrocinaba tenía a bien convocarlas. Esto parece de Nuestra Señora consagró el Real Convento de San Francisco de Granada, signatura DGmicro/2604 de la biblioteca Nacional de Madrid. 101 Academia que se celebró en la Universidad de Salamanca en tres de enero de 1672, signatura DGmicro/29699 de la Biblioteca Nacional de Madrid. 102 Además del famosísimo certamen literario del Palacio del Buen Retiro de 1637, del que trataremos más adelante, hubo otras academias, posiblemente menos concurridas, que se celebraron en casa del rey, por ejemplo Academia que se celebró en Palacio en la real presencia de sus magestades, signatura VE/125/6 de la Biblioteca Nacional de Madrid. 103 Academia que se celebró en la Real Aduana desta Corte, signatura R/722 de la Biblioteca Nacional de Madrid. 104 Relación de fiestas que la imperial Ciudad de Toledo hizo al Nacimiento del Príncipe N.S. Felipe IV deste nombre, Madrid, 1605; Relación de las fiestas que insigne villa de Madrid hizo en la canonización de...San Isidro, Madrid, 1622. 105 Si se quiere más información sobre estas celebraciones, existe un índice exhaustivo de 139 justas poéticas y libros de fiestas en el número 5 de los Cuadernos Bibliográficos del C.S.I.C. Siglos de Oro: índice de justas poéticas, introducción y bibliografía por José Simón Díaz, índice de autores por Luciana Calvo Ramos, Madrid, 1962. 106 Apéndice I, artículos IIII y VII. 107 Cómo nos indica Sánchez en Academia literarias... op. cit, p. 226, gracias a un discurso del Canónigo Tarras, uno de los miembros de la academia, sabemos que las reuniones no fueron siempre nocturnas, algunas se celebraron al mediodía, y desde mayo hasta octubre de 1592 se suspendieron las sesiones porque las noches eran muy cortas. 108 Apéndice II, artículo 20 y se insiste en ello en el artículo 35. 109 Apéndice III, Oficios de la academia y Leyes y reglas de la Academia, artículo 9. 58 deducirse de la siguiente carta de Lope de Vega al duque de Sessa en la que se queja de la impuntualidad del conde de Saldaña en una sesión de la academia que celebraba en su casa, dicha reunión tuvo lugar un sábado 19 de noviembre de 1611: “...llamonos a las seys y vino a las diez; salieron tales los poetas de hambre, cansancio y frío, lodos y quexas, que no sé si habrá segunda...”.110 Se refiere Lope a que no sabe si habrá segunda reunión, porque ésta que describe era la primera de una nueva temporada de actividad de la organización tras un período sin reunirse. De este comentario se puede deducir que la siguiente reunión no tenía fecha prefijada y además parece que era el duque quien convocaba a los asistentes cada vez que se debía celebrar una sesión. Sobre el aspecto físico de las estancias en las que se desarrollaban las academias tenemos muy pocas referencias directas, pero en esto nos es de gran ayuda la literatura de la época. Salas Barbadillo, asiduo asistente a las academias literarias de Madrid, escribió una novela llamada La Casa del Placer Honesto que se enmarca dentro de las colecciones de cuentos al estilo italiano inspirados en el Decamerón, tan frecuentes en el XVII. La obra trata sobre un grupo de personas que se reúnen en una casa para narrar historias y mantener conversaciones, en este caso el marco es una academia en toda regla, aunque no se la denomine así, y según King se trata de la primera colección de historias cortas en la que se utiliza una estructura decididamente académica.111 La novela relata las experiencias de cuatro jóvenes estudiantes en Salamanca que deciden trasladarse a Madrid y establecerse en una casa donde mantener reuniones y formase. Los cuatro protagonistas redactan una serie de normas y celebran una sesión pública al mes presidida por uno de ellos. En esta obra se incluye una fantástica descripción de la estancia en la que se celebran las sesiones: “…Con toda prisa los de la Casa del Plazer de tres piezas bajas que tenían de moderado espacio hizieron una grande, en ésta levantaron un teatro en medio, vara y media del suelo, cercaron toda su circunferencia de unas gradas de madera, a la traza de los teatros cómicos; en la parte que estava enfrente de la puerta -y era como si dixéssemos cabecera de aquella sala- pusieron a la mano derecha una cátedra y a la izquierda un trono iguales en altura; buscaron en la Corte más colgaduras, de que la adornaron, vistiendo el suelo, por ser ya verano, de frescas rosas y floridas yervas. Las ventanas correspondían a un jardín, y enfrente de ellas, se veían dos fuentes de maravilloso artificio y no pequeño golpe de agua. Guardada, pues, por todas partes de los rayos del sol y alentada 110 111 Epistolario de Lope de Vega y Carpio, op. cit. pags, 77-78, carta 64. King, W. F. prosa novelística… op. cit. p. 124. 59 del fresco que de las fuentes salía, recogiendo de paso el aliento de unos jazmines, estaba su sitio ameno y apacible…”.112 Además, la sala se adornaba los días de fiesta y representaciones: “…El día de Santiago estuvo la pieça muy bien adornada con una imagen del bulto del Santo a cavallero, y grande variedad de versos latinos y españoles. No huvo más tapicería por aver repartido por la pieça, desde el techo hasta el lugar donde se sentavan, más de quatro mil ramilletes, puestos por tal orden entre unas hojas de árboles que vestían las paredes, que parecieron fruto dellas mismas…”113 Se trata de una academia ideal, y seguramente muy pocas debían ser tan confortables y tan a propósito para el fin que tenían. De hecho existen referencias de todo lo contrario, baste recordar las palabras de Lope de Vega sobre la Academia del conde de Saldaña que hemos citado poco más arriba, o el comentario que hizo Castillo Solorzano sobre la estancia en la que mantuvo sus primeras reuniones la junta que posteriormente pasaría a ser la de don Francisco Mendoza a la que llama “estufa de sudores”.114 En todo caso, suponemos que la gran mayoría de ellas debieron situarse en un punto intermedio entre ambos extremos. Sabemos que algunas de ocasión celebradas en lugares públicos, especialmente las de público selecto, estuvieron decoradas con profusión y con gran atención a los detalles.115 En muchas organizaciones las sesiones se amenizaban con música,116 y con representaciones teatrales, con lo que es de suponer que los lugares de reunión necesitaban una infraestructura mínima para poder realizar estas actividades. Teniendo en cuenta que a finales del siglo XVII se hizo muy habitual el tipo de academias azarzueladas, en el que cada sesión adquiría un carácter teatral con una escenografía muy compleja, que a veces necesitaba de diferentes escenarios a diversas alturas, con la 112 Salas Barbadillo A. J. de. La Casa del Placer Honesto, University of Colorado Studies, Vol XV, number 4. Boulder (Colorado), 1927. pp.333-334. 113 Idem p. 405. 114 Citado en King, W.F. prosa novelística... op. cit pag 57. 115 Más i Usó (“Academias valencianas durante el Barroco” en De las academias a la Enciclopedia Edicions Alfons el Magnànim, Valencia. 1993) hablando de las academias de ocasión azarzueladas celebradas en Valencia a finales del siglo XVII, nos señala: “para llevar a cabo estas fiestas académicas se decoraba la Diputación con gran espectacularidad, cuidándose con todo detalla la ubicación de académicos, público, músicos, bailarines e invitados, como si de una verdadera representación teatral se tratase”. 116 La presencia de la música en las academias era muy frecuente, un estudio detallado sobre esta cuestión lo encontramos en: Sanhuesa Fonseca, M. Armería del ingenio y recreación de los sentidos: la música en las academias literarias españolas del siglo XVII. Separata de la Revista de Musicología, Vol. XXI, nº 2, Diciembre de 1998, Madrid 1999. La autora remarca que “tanto en la academias literarias como en las de carácter científico, no dejará de aparecer la música, ya sea de manera física en la propia academia o en los escritos de sus integrantes” (p. 3) y a lo largo del artículo nos presenta numerosos ejemplos. 60 salida de músicos y bailarines y con una fuerte tendencia hacia la espectacularidad,117 resulta evidente que, al menos en estos casos los lugares de reunión debían tener unas condiciones adecuadas. 3.4. Los académicos: sus deberes y sus derechos Para terminar de explicar de forma general la organización de las academias del siglo XVII vamos ahora a estudiar las normas que debían acatar sus miembros. Como ya hemos visto, eran personas interesadas por los asuntos que allí se debatían, en ocasiones se trataba de amigos, mientras que otras veces eran seleccionados por sus conocimientos o prestigio. Una vez dentro, debían también cumplir una serie de reglas. A imitación de las italianas, en muchas academias españolas los miembros debían escoger un seudónimo por el que serían conocidos y que será el que, desgraciadamente, conste en muchas de las actas. A causa de esta costumbre, el estudio de estas organizaciones se complica muchísimo, porque a menudo desconocemos qué personaje se escondía detrás de cada apodo. La adopción de seudónimos estaba consignada en los estatutos de los Nocturnos,118 que, además, especificaban que debía ser un nombre conforme al de la Academia, por lo que entre ellos encontramos a “Silencio”, “Sombra”, “Miedo”, “Sosiego”, “Tinieblas”, “Soledad”, “Sueño”, “Recogimiento” o “Temeridad”;119 las normas de la Academia Pítima también exigían la utilización de nombres supuestos,120 sin embargo, esta obligación no aparecía señalada en los estatutos de la Peregrina, no sabemos si porque esta organización iba mucho más allá de los límites de una academia ordinaria destinada al entretenimiento o simplemente era algo que se daba por hecho y que, en caso de haberse inaugurado, sus miembros habrían adoptado nombres supuestos de manera automática. Una de las prerrogativas común entre los miembros de muchas juntas, al menos de aquellas de las que conocemos reglas, era la de votar en las decisiones que se consideraban importantes, entre ellas, como ya se ha estudiado, la aceptación de nuevos 117 Para ampliar información sobre este tipo de academias resulta de especial utilidad el siguiente artículo: Vellón Lahoz, J. y Más i Uso, P. “Teatro de Academias, Academias en el teatro” en Studia Aurea. Actas del III Congreso de la AISO, Toulousse-Pamplona, 1996 pp. 413-421. 118 Apéndice I, artículo III. 119 La lista de los nombres de los miembros de la academia y sus seudónimos los podemos consultar en: Sánchez, J. Academias literarias... op. cit, pp. 223, 225 y 226. Ésta es una de las academias de las que conocemos con certeza la identidad que se esconde detrás cada nombre supuesto. 120 Apéndice II, artículo 1. 61 integrantes, la concesión de premios o la adopción de castigos a otros académicos. Sin embargo, como sucede en muchos otros aspectos, existen grandes diferencias entre las distintas organizaciones. En la Academia de los Nocturnos, en la que el presidente tenía un gran poder y tomaba por su cuenta gran parte de las decisiones, los miembros tenían derecho a voto para la aceptación de oyentes y de nuevos colegas,121 pero el resto de las resoluciones correspondían en exclusiva al presidente. En la Pítima, mucho más igualitaria, casi todas las decisiones debían tomarse a través de sorteo o de votación, de esta manera, se sorteaba semanalmente por teruelo la elección del promovedor122 y, en caso de incomparecencia del elegido por la razón que fuese, también se sorteaba a su sustituto;123 se elegía por habas al censor,124 y también se sometía a votación toda nueva ley “o qualquiera otra cosa” y si la mayoría la rechazaba no podía volver a proponerse;125 se votaba también la admisión de miembros, que tenía que ser por unanimidad,126 y de oyentes, por mayoría;127 se podía expulsar por votación mayoritaria a cualquier miembro que hubiese hablado contra la academia128 o que se hubiese comportado de forma inadecuada,129 al presidente también se le podía castigar, pero había de hacerse a través de una votación unánime,130 además, en los estatutos se especifica que tanto el portero como el secretario tenían voto en todas las cosas131 y, lo que es más llamativo, que toda aquella persona a la que se hubiese permitido asistir a las reuniones tenía también derecho a votar (artículo 62). En la Peregrina solamente se concreta la necesidad de votar para laurear a los miembros más eminentes, votación por mayoría,132 y para la admisión de asistentes,133 en otros aspectos parece deducirse también como necesaria la aprobación de los académicos, aunque no se especifica la forma, éstos son la aceptación de miem- 121 Apéndice III, artículos VIII y IX. Apéndice II, artículo 16. 123 Apéndice II, artículo 6. 124 Apéndice II, artículo 48. 125 Apéndice II, artículo 47. 122 126 Apéndice II, artículo 34. 127 Apéndice II, artículo 10. 128 Apéndice II, artículo 56. 129 Apéndice II, artículo 22. 130 Apéndice II, artículo 46. 131 Apéndice II, artículo 61. 132 Apéndice III, Leyes y reglas de la Academia, artículo 7. 133 Apéndice III, Obligaciones de los officiales de la Academia, artículo 5. 62 bros134 o la aprobación previa a su publicación de cualquier obra escrita por un académico.135 En muchas ocasiones, los miembros de una academia tenían la posibilidad de ser premiados si se consideraba que su labor había sido meritoria. La forma más habitual para ganar premios eran los concursos o certámenes en los que los académicos competían entre ellos mostrando sus habilidades, esto era especialmente común en las academias literarias, como se verá más tarde. También la concesión de trofeos estaba generalmente regulada en los estatutos o en las bases del certamen, aunque esto no era siempre así, por ejemplo, en las normas de los Nocturnos no había ninguna referencia a premios ni tampoco parece que se celebrasen certámenes, ya que no se conserva ningún vejamen o sentencia criticando o vanagloriando las obras de los académicos, como era común cuando había concursos.136 En la Pítima sí aparece regulado en los estatutos el método para otorgar premios y la cuantía máxima de los mismos, así, se señala que serán concedidos según lo merezcan las obras y que sólo se hará un encargo por persona, además, se especifica que no era obligatorio entregar sujetos en los certámenes.137 Se concedían tres premios con las categorías de primero, segundo y tercero, según la calidad de las obras,138 que podían ser pecuniarios si lo decidía el presidente, aunque sin superar un máximo de cinco escudos,139 lo que no está muy claro es si los ganadores los decidía un jurado, el presidente o el conjunto de los académicos por votación, por lo que dice el artículo 21, podríamos inclinarnos por pensar que era el presidente quien valoraba y elegía las obras galardonadas, sin embargo, el artículo 22 señala que había ocasiones en que las obras se presentaban a votación de los académicos y seguramente estas ocasiones eran los certámenes. Los estatutos de la Peregrina también establecían la concesión de trofeos, los requisitos para lograrlos y el ceremonial de entrega, aunque de nuevo aquí la ambición 134 Apéndice III, Leyes y reglas de la Academia, artículo 1. Apéndice III, Leyes y reglas de la Academia, artículo 2. 136 Sin embargo, sí existen tres justas literarias patrocinadas por don Bernardo Catalán de Valeriola, presidente de la academia, y que fueron publicadas en 1602, aunque King opina que no lo hizo en el ámbito de los Nocturnos (Prosa novelística... op. cit. p. 87). Estas tres justas han sido reproducidas por Salvador Cáceres y Zacarés en Bernardo Catalán de Valeriola. Autobriografía y justas poéticas, Valencia, 1929, pp. 153-344. 137 Apéndice II, artículo 9. 138 Apéndice II, artículo 9. 139 Apéndice II, artículo 21. 135 63 supera con mucho lo que conocemos de otras juntas. En esta organización se pretendía seguir el modelo de las mejores academias italianas: “...que se laureen los hombres insignes, como se acostumbra en las Academias famosas de Italia...”140 Pero no bastaba aquí con ganar un certamen, sino que se exigían una serie de condiciones muy estrictas: “…que el que mereciera esta honra y grado... aya hecho, o aya de hacer doçe actos, como los poetas cómicos, de doçe comedias aplaudidas por grandes, los pintores doçe pinturas admirables. O todos, cada uno en su facultad sacado a la luz alguna obra sumamente perfecta, o sustentado doçe veces conclusiones públicas de las materias que en su arte se le señalaren con la aprouación de todos los Señores protectores, asistentes, Juez y Académicos...”141 Para conseguir el premio era necesaria una votación por mayoría. Es curioso que se exceptúe de estos requisitos al poeta heroico al que se le concedía el premio con un solo poema que en opinión de los demás miembros fuese lo suficientemente bueno para considerarlo “famoso”.142 También se establece que el lauro se otorgue con “magestad y pompa” y que el premiado entregue a la Academia un retrato suyo “para que en ella queden memorias de su fama”.143 Las noticias sobre premios son muy numerosas en diferentes fuentes. Por lo general se entregaban guantes, cortes de paño fino, objetos de plata, una piedra preciosa, un bolsón de oro, etc. Ocurría a menudo que el valor real de los objetos concedidos era bastante menor de lo prometido.144 En algunas juntas había otro tipo de acciones para premiar la labor destacada de alguno de sus más eminentes miembros, por ejemplo, en una academia aragonesa se dio un tratamiento muy especial a uno de sus poetas, algo así como el lauro del que nos hablaba la Peregrina, pero con una plasmación práctica muy particular que nos narra Manuel Román en el prólogo de Lyra poética, la obra póstuma del poeta Vicente Sánchez, que publicó el mismo Román en 1688: “poeta eminente entre los de su edad, fue tan aplaudido que todos los años en el nacimiento del Señor, iba a su casa la Academia con solemne 140 Apéndice III, Leyes y reglas de la Academia, artículo 6. Apéndice III, Leyes y reglas de la Academia, artículo 7. 142 Idem. 143 Apéndice III, Leyes y reglas de la Academia, artículo 8. 144 Ejemplos de premios los tenemos en Sanchez, J. Academias literarias... op. cit. pp. 14-15 y en King, W. F. Prosa novelística... p. 91. 141 64 pompa a renovar su memoria con clarines y antorchas encendidas, honor que a nadie se concedió”.145 Al igual que podían recibir premios si destacaban en su labor, los académicos también podían ser castigados si incumplían sus obligaciones o si se comportaban de forma poco adecuada. Las disputas eran muy habituales, por eso, en algunas organizaciones se impusieron estrictas normas de comportamiento para intentar reducir los roces entre sus integrantes. Otra razón para establecer castigos fue luchar contra el absentismo, algo a lo que se da mucha importancia en algunos de los estatutos que conocemos. La inasistencia debió de ser muy común y para evitarla se imponían severas condiciones a los miembros que faltaban, llegando en ocasiones a la expulsión. En la Academia de los Nocturnos de Valencia se ordenaba que ningún académico podía faltar a las sesiones “...so pena de ser tenido por descuidado y de poca constancia...”.146 En la Pítima Contra la Ociosidad las puniciones iban más allá de la consideración y la estima, el absentismo durante tres sesiones se castigaba con la expulsión, 147 además, se establecían castigos por otros motivos: aquel académico que no entregaba sus trabajos por dos semanas no se le permitía asistir a la tercera si no llevaba lo atrasado; también se sancionaba a aquellos académicos que habían hablado mal de la academia148 y a los que escribían sátiras,149 en ambos casos la pena era la expulsión; se consideraba motivo de castigo un comportamiento indecente o inapropiado y la pena correspondía imponerla al presidente, el cuál también podía resultar castigado si lo decidía la unanimidad de los académicos. En la Peregrina, como hemos visto, la lista de obligaciones era bastante exhaustiva, sin embargo, no se concretan las penas en las que incurrirían los académicos en Lyra poética “de Vicente Sánchez natural de la Imperial ciudad de Zaragoza. En Zaragoza, 1688”, citado en Sánchez, J. op. cit p. 267. Sánchez señala que esta academia era la Segunda Academia de Huesca, a la que nosotros hemos llamado Academia de Huesca (porque la primera se celebró en el siglo XVI y no entra en nuestro ámbito de estudio), pero esto resulta imposible porque esta academia se desarrolló en 1608 y este poeta según nos indica Latassa “nació en Zaragoza antes de la mitad del siglo XVII” (cita tomada de la entrada “Sánchez, Vicente” Las bibliotecas de Latassa (op. cit. ) accesible en formato electrónico a través de la dirección: http://155.210.60.15/latassa/Latassa_obra.html). 146 Apéndice I, artículo VII. 147 Apéndice II, artículo 58. 148 Apéndice II, artículo 56. 149 Apéndice II, artículo 57. 145 65 caso de dejación de sus deberes, solamente se explicita que los oficiales debían cumplir sus funciones con “...todo rigor, pena de que podrá qualquiera Señor de los protectores excluir al que no obseruare lo que tuviere a su cargo.”150 Sobre el resto de los integrantes no existe ninguna mención específica, aunque seguramente se habría establecido un reglamento disciplinario de haber comenzado a funcionar la organización, porque entre sus cargos se incluía un maestro de ceremonias para que ”…guarde con todo rigor y haga guardar qualquiera de las cosas ordenadas, y asista siempre a la disposición y cumplimiento de ellas…”.151 Por lo que parece evidente que era necesario establecer las penas en caso de incumplimiento. Hasta aquí hemos analizado la forma de organización de las academias españolas del siglo XVII: los diferentes oficios con sus obligaciones y privilegios, las normas de aceptación y rechazo de miembros o de oyentes, el lugar de reunión y los días de celebración de sesiones, así como los deberes y derechos de los académicos. Para completar esta visión global hemos considerado útil incluir entre los apéndices152 la descripción de una sesión tal y como la escribió Vélez de Guevara en un pasaje de su novela El diablo Cojuelo, de quien sabemos a ciencia cierta que participó en diversas juntas y que debía conocer muy bien el mundo académico. En este breve relato aparecen muchos de los aspectos que hemos tratado en este capítulo y nos permite hacernos una idea de cómo esta estructura organizativa podía llevarse a la práctica. 150 Apéndice III, Obligaciones de los Officiales de la Academia. Apéndice III, Obligaciones de los Officiales de la Academia, artículo 3. 152 Apéndice IV. 151 66 4. Certámenes y concursos literarios Hemos decidido incluir este epígrafe en este lugar del trabajo para aclarar qué eran los certámenes antes de profundizar sobre los tipos de academias, porque de otro modo podemos caer en ciertos errores derivados de la confusión frecuente entre los conceptos de certamen y academia. Un certamen era básicamente una competición poética o literaria convocada para celebrar algún asunto relevante o simplemente para divertirse con el ingenio de los magníficos poetas y literatos de la época. Los certámenes podían ser convocados por alguna persona, grupo de personas o institución de forma independiente y sin relación alguna con ninguna academia, o bien ser concursos convocados en el seno de las academias para que compitiesen sus miembros. Y de aquí proviene principalmente la confusión entre unos y otros, porque resulta en ocasiones realmente difícil diferenciar entre una academia de ocasión, celebrada para conmemorar un acontecimiento social y político, de un certamen poético que también haya sido convocado para festejar cualquier suceso. No sabemos, ni siquiera, si los propios contemporáneos tenían clara la diferencia entre ambos términos o si más bien, como parece, la línea que les separaba era tan borrosa que a menudo se confundían. Entre la historiografía actual también existen diferencias de interpretación sobre la correcta clasificación de muchas de estas celebraciones conmemorativas. Según King no había diferencias entre certamen y academia de ocasión, la verdadera diferencia radicaba en que hasta mediados del siglo XVII estas celebraciones eran llamadas certámenes, mientras que a partir de entonces se les comenzó a llamar academias, aunque eran básicamente iguales: “…antes de, digamos 1650, el concurso poético se llamaba casi exclusivamente “certamen” o “justa”, mientras que el término “academia” se reservaba para la organización literaria que duraba –o esperaba durarmás de un día”.153 Señala King la única excepción a esta regla: la famosa Academia del Buen Retiro de 1937, que según él recibe el nombre de academia porque en realidad era una reunión especial de la Academia de Francisco de Mendoza. Sin embargo, para otros autores como Más i Usó154 existían diferencias claras entre los certámenes y las academias literarias —aunque en cierta medida fueron desa153 King, W. F. Prosa novelística… op. cit. p. 93. Mas i Usó, P. “Academias valencianas durante el barroco” en De las academias a la Enciclopedia: el discurso del saber en la modernidad, Edicions Alfons el Magnànim, Valencia, 1993. Pp. 194, 197, 198, 200 y 201. 154 67 pareciendo en la segunda mitad del XVII—, en primer lugar, en los certámenes se otorgaban premios, mientras que en las academias de ocasión no, por lo que éstas últimas no acaban en sentencia. Precisamente porque lo que primaba en los certámenes era la consecución de un galardón, el vejamen tiene una importancia mayor en ellos que en las academias de ocasión, mientras que en éstas la estructura prima más el cuerpo central que el vejamen.155 Señala también que en las segundas se solían repartir los asuntos previamente a cada uno de los académicos, mientras que en los certámenes no.156 Además, Mas i Usó parece también establecer una diferencia en cuanto al lugar de celebración, indicando que las academias se celebraban en casas privadas, mientras que los certámenes tenían lugar generalmente en lugares públicos.157 Por otra parte nos cita la diferenciación que algunos contemporáneos señalaron entre estos dos tipos de celebraciones, asignando a cada uno de ellos una diferente divinidad clásica: las academias se relacionan con Apolo, el dios griego de la sabiduría; mientras que los certámenes se relacionan con Marte, el dios de la guerra.158 Sin embargo, como hemos visto y como veremos a lo largo de nuestro trabajo estas diferencias no son en absoluto nítidas y claras. Existieron academias, denominadas así por sus contemporáneos, en las que se otorgaron premios, baste recordar la Academia del Buen Retiro de 1637 o los estatutos de las academias que hemos estudiado en este capítulo. También se celebraron numerosas academias de ocasión en lugares públicos y otras tuvieron extensos vejámenes. Es cierto que los certámenes poéticos, aunque durante el siglo XVII estuvieron muy unidos a las academias, tienen un origen diferente y, al menos en España, anterior al de las propias academias. La costumbre de celebrar justas poéticas deriva de los puys de los trovadores provenzales o catalanes,159 y existen concursos poéticos en España muy anteriores a las noticias sobre las primeras academias.160 El caso es que durante el siglo XVII se hizo tan habitual la celebración de certámenes poéticos en las academias literarias que ambos nombres llegaron a asociarse. Además, los certámenes de este siglo adoptaron en gran medida las formas de organización académi155 Idem. p. 194., insiste en ello en p. 197. Idem. pp. 194-195. 157 Idem. p. 198. 158 Idem pp.200-201. 159 Ethel May Williams “The development of the Literary Tertulia”, tesis doctoral inédita, Cornwell, 1934, p. 62, citada por King en prosa literaria… op. cit p. 85. 160 King pone como ejemplos un certamen celebrado en Valencia en 1474 en honor de la Virgen y una serie de justas celebradas en Sevilla entre 1531 y 1534 en honor de San Juan Evangelista, San Pedro, San Pablo y Santa María Magdalena, prosa novelística... op. cit. pp. 85 y 86. 156 68 cas, por lo que en casi todos los concursos poéticos existía un presidente, un secretario, un fiscal, etc. También era costumbre que los participantes adoptasen seudónimos. Todos estos elementos, y sobre todo el factor de que los propios contemporáneos denominases de las dos maneras a acontecimientos que en realidad eran muy similares nos dificultan sobremanera establecer una clara diferencia entre ellos. En todo caso es importante señalar que la celebración de justas poéticas en el siglo XVII era muy habitual en multitud de acontecimientos públicos y privados y que muy a menudo eran completamente ajenos al ámbito de las academias literarias. En casi todas las fiestas de aquella época se incluía como parte del programa uno o más certámenes poéticos, y eran siempre uno de los entretenimientos preferidos por los asistentes de todos los sectores sociales. Los certámenes, celebrados en el ámbito de una academia o fuera de él, poseían unas características que eran comunes a casi todos ellos. En primer lugar, se convocaban por medio de un cartel, en el que generalmente se indicaban los asuntos sobre los que habían de tratar las composiciones y las normas que tenían que cumplir los participantes, así como quienes eran las personas que ocupaban los principales cargos, que, como ya hemos visto, eran análogos a los de las academias (presidente, secretario, fiscal...). La celebración pública de la justa estaba estructurada en diversas secciones. Comenzaban casi siempre con un discurso de apertura que generalmente leía el presidente, en este discurso solía haber una dedicatoria, bien al organizador del concurso o a otro personaje, también era habitual una oración o invocación. Seguían las premáticas, en las que se ponían algunas condiciones a los concursantes y que generalmente se adornaban con socarronerías y comentarios jocosos. A continuación, venían las cédulas que consistían en pequeñas historias o anécdotas graciosas relacionadas con la academia y sus participantes. El presidente se ocupaba de todos estos prolegómenos, aunque no siempre tenían este orden ni estos apartados. Tras los prolegómenos, venía la lectura de las obras de los concursantes. Dependiendo del tipo de certamen, se leían todos los trabajos presentados a concurso, aquellos que habían sido seleccionados o solamente aquellos que habían sido premiados o distinguidos por su mérito en el caso de los certámenes con asistencia masiva de participantes. Por último, el fiscal leía el vejamen o la sentencia, que criticaba de forma burlesca a los concursantes y sus obras y que era uno de los momentos preferidos por el público. Esta última parte podía ir acompañada por la entrega de los premios a los ganadores. 69 Muchas academias de ocasión, como veremos en el siguiente capítulo, coinciden con esta estructura y con esta organización, y se celebraron tanto en lugares públicos como en casas privadas. Además, algunas academias periódicas celebraban justas y torneos literarios que podemos definir como certámenes. 70 CAPÍTULO III. LAS ACADEMIAS ESPAÑOLAS DEL SIGLO XVII Y SU CLASIFICACIÓN 1. Tipos de academias En este apartado del trabajo enumeraremos y describiremos brevemente las principales academias españolas del siglo XVII de las que tenemos noticias. Hemos utilizado un criterio de clasificación basado en las materias o temas de los que se ocupaban y, secundariamente, en función del lugar de España en que se reunían, y de la periodicidad de sus sesiones. Damos a los criterios de la localización y de periodicidad una importancia secundaria porque el objetivo de nuestro estudio es analizar la reflexión y la crítica social y política que pudo hacerse en estas organizaciones, y para ello resulta más útil conocer los asuntos de los que se ocupaban. Además, la periodicidad y la clasificación por ciudades ya están ampliamente desarrolladas en otras obras.161 Por tanto, el criterio de diferenciación esencial para nosotros será el temático, que ha sido el menos utilizado, ya que la mayoría de los estudios sobre academias se han centrado especialmente en el aspecto literario, incluso en aquellas organizaciones cuyos objetivos o temas de reunión abarcaban campos más amplios. Creemos, por tanto, que esta catalogación es de especial utilidad porque nos puede ayudar a percibir pautas comunes respecto del objetivo de nuestra investigación y servir de referencia a posteriores trabajos más ambiciosos cuyo fin sea el análisis de estas juntas atendiendo a otros rasgos distintos de su faceta literaria. Hemos diferenciado aquí dos grandes tipos, aunque a menudo resulta difícil la inserción de las diferentes organizaciones a causa del concepto de saber de la época, más multidisciplinar y no tan especializado como en los siglos posteriores. El primer gran grupo es el de las academias literarias, las más numerosas y las más populares en el siglo XVII, estas organizaciones tenían como objetivo la práctica de las diferentes ramas de la literatura y, en la mayoría de las ocasiones, se ocupaban de temas superfluos e intrascendentes por lo que entre las composiciones abundan especialmente aquellas de carácter humorístico o amoroso. Los miembros de estas reuniones pretendían mostrar sus habilidades como escritores, a la vez que aprendían y se enseñaban mutuamente las técnicas poéticas, narrativas y dramáticas, Esencialmente en los libros de Sánchez Academias literarias… op. cit. y King Prosa novelística… op. cit. 161 71 esto provocaba muy a menudo grandes rivalidades, unas veces por desavenencias personales, otras por diferencias de estilo, e incluso por motivos partidistas y políticos.162 Es cierto que en estas reuniones predominaba la superficialidad de los temas y una especial preocupación por la forma, sin embargo, ya sabemos que la literatura barroca española tiene una complejidad y una polisemia, a veces ocultas en mil recovecos, que le dan enorme riqueza, y era común la costumbre de meditar sobre la realidad de forma burlesca y satírica por medio de metáforas y juegos de palabras que podían esconder mensajes demoledores y de una profundidad sorprendentes. Los literatos de la época se especializaron en burlar las mil censuras existentes por medios en ocasiones tan complejos que sus mensajes son a menudo insondables. Además, muchos de ellos eran más que meros escritores, tenían una cultura tan vasta y un dominio de ramas tan variadas del conocimiento, que sus obras mezclan historia, mitología, filosofía, teología, moral, política, ciencias y cualquier otra disciplina. No en vano se ha denominado a esa época el Siglo de Oro, o mejor aún, los Siglos de Oro de la cultura española. Por todo esto, resulta interesante sondear las composiciones que realizaron las academias literarias que hemos conseguido localizar, aunque es importante comenzar señalando que de la mayoría de ellas no se conservan papeles y, por tanto, es extremadamente difícil conocer y estudiar el contenido de sus trabajos. El segundo gran grupo temático corresponde a lo que hemos dado en llamar las academias humanísticas, que eran aquellas que tenían por objetivo explicito profundizar en las diferentes ramas del conocimiento humano. Estas juntas fueron mucho menos populares ya que no despertaban ese interés derivado del mero entretenimiento que atraía tanto en las literarias, sin embargo, sí hubo bastantes, especialmente en algunas zonas de España. Los miembros de estas organizaciones eran generalmente personas eruditas, a veces expertos en alguna ciencia o en algún campo del conocimiento sobre el que daban lecciones a los demás asistentes, mientras que aprendían de lo que los otros les aportaban. Estas academias también incluían debates literarios y celebraban certámenes, sin embargo, eran más ambiciosas que las academias meramente literarias, su objetivo último era formar personas instruidas en las letras y las ciencias humanas, y hacerlo de forma más interactiva que en las es162 Sobre las disputas en las academias y su posible motivación política hay muy pocos estudios realizados, quizás el más específico sea el artículo de M. Romera-Navarro “Querellas y rivalidades en las Academias del siglo XVII” publicado en Hispanic Review vol. IX, 1941, pp. 494-499. En el capítulo siguiente desarrollaremos este tema con mayor profundidad. 72 cuelas o en la universidad, como dijo Lupercio de Argensola en su ya referido discurso pronunciado en una academia de Zaragoza: “…En las escuelas el maestro lee, los discípulos oyen, siempre una materia continua; él manda, ellos obedecen, de donde procede menos gusto. En estas juntas y conversaciones todos somos maestros y discípulos, todos mandamos y todos obedecemos, comunicando las profesiones diversas y tomando cada uno lo que fuese menester para la suya. El que profesa letras ayuda al que profesa armas, y éste al otro. Aquí el que lee historia refiere lo que había en ella digno de reprensión y alabanza, así en el ejemplo como en el estilo. Lo mismo hace el que gusta de los poetas: consúltanse las dudas, mézclanse cuentos, motes, risas y finalmente, no poniendo cuidado en aprender, se halla uno enseñado en lo que conviene, como el que navega durmiendo y despierta en el puerto sin haber padecido el trabajo de la navegación...”.163 Dentro de las academias de tipo humanístico se produce una evolución notable en el transcurso del siglo XVII, y las que empiezan siendo academias del tipo italiano, centradas en un concepto global y unitario del conocimiento, que incluía todas las ramas del saber tratadas de forma desorganizada y sin un criterio de sistematización, van adquiriendo durante la segunda mitad de siglo unos presupuestos más sistemáticos y especializados y, ya en el siglo XVIII, acabarían desembocando en el tipo de reales academias y sociedades científicas propias de la ilustración en las que el método y la aplicación de las disciplinas tenían un carácter mucho más ordenado y racional. Somos conscientes de que la división entre academias literarias y humanísticas es discutible, en gran medida, como ya hemos señalado, debido al concepto tan amplio del saber predominante en el siglo XVII, heredado del Renacimiento, pero no lo es menos que cualquiera otra de las formas de clasificación que se han utilizado, y nos parece más acertada y clarificadora que el método de considerar a todas las academias por igual, generalmente como organizaciones literarias, sin distinguir entre los objetivos que perseguían sus fundadores y sus miembros.164 Además, consideramos que entre los propios contemporáneos existía una percepción de la diferencia entre las academias meramente literarias y aquellas que seguían el modelo humanístico 163 Ms. 8755 folios 135-146, de la Biblioteca Nacional, este discurso está incluido en su totalidad en los apéndices (documento V). 164 Este tipo de diferenciación no se ha hecho de forma explicita en las obras de King (Prosa novelística... op. cit) ni de Sánchez (Academias literarias... op. cit) que siguen siendo en gran medida los libros de referencia para aquellos que busquen un compendio de la labor académica en la España del seiscientos. 73 italiano, así nos lo indicaba Cristóbal Suárez de Figeroa en su obra Plaza Universal, publicada en 1615: “…Siendo tan conocida la agudeza de los ingenios Españoles, felicísimos en todas facultades, sólo podré decir en razón deste discurso, les sería importantísimo, para cultivarse y perficionarse del todo; valerse deste género de juntas o Academias, al modo de Italia; donde concurriendo sujetos insignes, no sólo en letras humanas, sino también en varias ciencias, pudiese cualquiera dar lo que tuviese, y recibir lo que le faltase, siendo discípulo en una profesión el que en otra fuese maestro. Supuesto quedarían así todos ricos, y las ciencias divididas por la flojedad de los hombres se juntarían en una sola. En esta conformidad descubrieron los años pasados algunos ingenios de Madrid semejantes impulsos; juntándose con este intento en algunas casas de señores, mas no consiguieron el fin. Fue la causa quizá, porque olvidados de lo principal, frecuentaban solamente los versos aplicados a diferentes asumptos…”.165 Como indica Suárez Figueroa, en Madrid la inmensa mayoría de las academias optaron por un modelo de junta dedicada a la poesía. Es cierto que muchas de las composiciones que aparecen en las actas o publicaciones de las academias literarias abarcan campos del conocimiento muy amplios, tales como la política, la filosofía, la moral, la religión, etc., pero también lo es que el marco en el que se leyeron y el objetivo que perseguía era básicamente literario y lúdico más allá de la profundidad o de la trascendencia de su contenido. De igual manera, como ya se ha dicho, en las academias que hemos considerado como humanísticas era frecuente la práctica de la literatura, pero esto se hacía como una actividad más, unas veces más frecuente y otras menos, pero no era la base de sus actividades, sino que sus objetivos eran esencialmente más didácticos que lúdicos y la literatura se utilizaba a menudo como una rama más del conocimiento, aunque no faltaban las ocasiones en que se practicaba con el objetivo de romper con la monotonía y ofrecer momentos de diversión a los académicos. Por otro lado, sabemos que las academias que hemos llamado humanísticas fueron derivando según avanzaba el siglo hacia la especialización, sin embargo, en este caso no nos parece posible realizar una diferenciación clara entre las academias humanísticas al modelo de las de Italia y las academias de finales del siglo de carácter más científico, dado que se trató de una lenta transformación que ni siquiera culminó 165 Plaza universal de todas ciencias y artes, Parte traducida de Toscano, y parte compuesta por el Doctor Cristóbal Suárez de Figueroa Texto preparado por Enrique Suárez de Figaredo. Impreso por Luis Sánchez, Madrid, 1615. p. 166. 74 con el fin del siglo XVII, sino que continuó durante buena parte del setecientos.166 Por esta razón hemos preferido, no dividirlas en dos tipos diferentes. Por último, hemos decidido introducir un tercer tipo un tanto especial, ya que no obedece como los dos anteriores a un criterio temático, sino a su propio origen, se trata de las academias ficticias.167 Con este nombre nos referimos a juntas de las que tenemos conocimiento por su aparición en alguna obra literaria y que en la mayoría de los casos nunca existieron, sin embargo, en ocasiones puede tratarse de la descripción de reuniones reales que no han dejado otras evidencias de su existencia o, también, de referencias a academias que conocemos pero a las que se ha dado otro nombre y otro lugar de celebración. Hemos decidido incluir este tipo de academias porque, como veremos más adelante, incluyen en ocasiones valiosos ejemplos de crítica social y política. Respecto de las formas de clasificación que en nuestro trabajo serán secundarias, la localización y la periodicidad, la primera no requiere mayor explicación que agrupar a las academias en función de la ciudad en la que celebraban sus sesiones. En cuanto a la segunda, la frecuencia de las reuniones ha sido un modelo de clasificación recurrente entre quienes se han dedicado al estudio de las academias, aunque con algunas diferencias, ya que dependiendo del autor se han señalado más o menos tipos, nosotros estableceremos tres categorías: • El primer tipo corresponde a las academias periódicas, es decir aquellas organizaciones que se reunían con relativa frecuencia o que, como la Peregrina, pretendían hacerlo. Pedro Álvarez de Miranda (“Las academias de lo novatores” en De las academias a la Enciclopedia op. cit., pp. 165-300) insiste en la continuidad del movimiento académico español de los siglo XVII y XVIII y resta importancia en la formación de las academias ilustradas de la segunda mitad del siglo XVIII a la influencia de las academias francesas. En referencia a las academias del tipo que hemos llamado humanístico que se celebraron desde 1680 hasta la segunda mitad de siglo XVIII nos dice: «Hoy que la vamos conociendo mejor hemos de seguir admitiendo que es una etapa poco brillante, indecisa y a veces exasperadamente lenta en sus avances, lastrada aún por mucho peso muerto y no menos mediocridad. Pero hemos de afirmar a reglón seguido que sin explotarla bien no pueden ser conocidos los orígenes de la Ilustración española, en el doble sentido que a esa expresión, “orígenes”, cabe dar: en cuanto a fase preparatoria de aquella y en cuanto a sustrato que permite conectar con unas raíces culturales propias que tienen mucho más peso que el que una historiografía tradicional obsesionada por las influencias foráneas (léase francesas) les ha querido reconocer» p. 266. 167 Este tipo lo hemos tomado de la obra de Sánchez (Academias Literarias… op. cit.). 166 75 • La segunda categoría incluirá las academias de ocasión o de circunstancias, es decir, aquellas que se reunieron solamente una vez para celebrar algún acontecimiento. Como hemos visto en el capítulo anterior, en este caso diferenciar entre academia y mero certamen literario es a menudo muy difícil, nosotros consideraremos en este apartado aquellas a las que los propios contemporáneos llamaron así y las que han sido consideradas de esta forma por los especialistas. • En el tercer tipo, al que llamaremos academias no periódicas, incluiremos aquellas que, aunque se reunieron más de una vez, no tuvieron una periodicidad, sino que fueron juntas celebradas en el mismo lugar en distintos momentos para conmemorar acontecimientos diferentes y, aparentemente, sin relación de continuidad entre ellas. En realidad, lo que conocemos de este tipo son documentos que describen academias de ocasión diferentes con un mismo lugar de celebración, pero hemos decidido darles una categoría especial porque es posible que pudiesen ser academias periódicas de las que sólo se han conservado las actas de algunos de sus certámenes o sesiones especiales. Señalaremos a cuál de estos tres modelos pertenece cada organización dentro de su descripción. Hay que tener en cuenta que muchas veces, la falta de información nos obliga a considerar a algunas de ellas como de ocasión o no periódicas, aunque es posible que en ciertos casos fueran academias periódicas que mantuvieron más reuniones de las que no se han conservado noticias. Para la realización de este capítulo hemos trabajado esencialmente con dos tipos de fuentes. En primer lugar, como base del esqueleto en torno al cual se articula el capítulo, hemos utilizado las fuentes bibliográficas e historiográficas existentes,168 aceptando la descripción de muchas de las academias que en ellas aparecen, porque 168 La mayoría de las obras bibliográficas que hemos utilizado para la realización de este apartado ya han sido citadas en notas anteriores, pero las recordaremos aquí para facilitar su consulta, de especial utilidad han sido Siglos de Oro: Sánchez, J. Academias literarias del Siglo de Oro español, Editorial Gredos, Madrid, 1961; King, W. F. Prosa novelística y Academias literarias en el siglo XVII, Anejos del Boletín de la Real Academia Española, Anejo X, Madrid, 1963; Índice de justas poéticas, Mas i Usó, P. Academias y justas literarias e la Valencia Barroca: teoría y práctica de una convención, Reichenberger, Kassel 1996; Cuadernos Bibliográficos del C.S.I.C. nº 5, Madrid 1962, introducción y bibliografía por José Simón Díaz, índice de autores por Luciana Calvo Ramos; Tuñón de Lara (Coordinador) Historia de España. La Frustración de un imperio (1746-1714) Vol. V, Labor, Barcelona, 1982; Barella, Julia “Bibliografía: Academias literarias”, en Edad de Oro, VII (1988) pp. 189-195; Actas de la Academia de los Nocturnos, Vol. I (sesiones 1-16), edición de Jose Luis Canet, Evangelina Rodríguez Cuadros y Jose luis Sierra, Valencia: Edicions Alfons el Magnànim IVEI, 1988, pp. 35-36, hay un útil cuadro resumen de academias literarias españolas con las principales academias desde mediados del siglo XVI hasta finales del XVII. Otras fuentes serán citadas según vaya siendo necesario. 76 de otro modo nuestro estudio se tornaría inabarcable. Sin embargo, éste capítulo no es un simple resumen de información historiográfica, también hemos realizado un amplio trabajo con las fuentes documentales disponibles, hemos incluido otras academias localizadas en los fondos de la Biblioteca Nacional que no aparecen en las fuentes historiográficas consultadas y hemos consultado muchos documentos originales de las academias referidas por la historiografía con la intención de completar su información y poderlas clasificar dentro del grupo de las academias literarias o humanísticas; o bien para fecharlas o conocer a algunos de sus miembros. No hemos podido, por cuestión de tiempo y espacio, investigar en otras fuentes como los archivos privados o de otras instituciones públicas, al igual que tampoco teníamos posibilidades de seguir la pista de las encuadernaciones que nos pueden ofrecer noticias sobre los dueños de los libros, especialmente en el caso de que éstos hubieran pertenecido al rey. Son aspectos que nos pueden ofrecer nuevos datos y documentación inédita de utilidad, pero que tenemos que postergar para una investigación más amplia y ambiciosa. En este capítulo hemos preferido resumir al máximo la información sobre cada una de las academias a las que vamos a referirnos, porque el objetivo de nuestro estudio no es repetir aquello que aparece en otros libros ni realizar un compendio exhaustivo sobre miembros, sesiones, actas, etc. de las diferentes academias españolas del siglo XVII, sino utilizar aquellos elementos que nos puedan dar pistas sobre las formas de reflexión social y política que se dieron en estas organizaciones. A pesar de ello, como se verá, se ha tratado algunas academias con mayor profundidad que otras, porque hemos querido prestar una atención suplementaria a aquellas sobre las que existe muy poca información en otros estudios. 77 2. Academias literarias La actividad de este tipo de academias se extendió por toda la geografía española, y también por otros territorios del imperio, aunque esto último escapa a nuestro campo de análisis. Tuvieron una tremenda aceptación y prestigio y cualquier aficionado a las letras o aspirante a literato añoraba pertenecer a una de estas organizaciones, tanto para aprender de sus miembros más prestigiosos como para difundir su nombre. Incluso los escritores de mayor prestigio consideraban un honor pertenecer a las principales academias y haber cosechado triunfos en ellas, así lo atestiguan muchas referencias en los prólogos de sus obras.169 Casi todos los grandes literatos españoles del siglo XVII, como veremos en este apartado, pertenecieron a una o varias juntas, y la mayoría de ellos eran asiduos asistentes. Algunas de estas organizaciones debatían sobre teoría de la literatura en todas sus ramas, para ello se encargaba a un académico destacado un discurso sobre poética, dramática o narrativa y luego se debatía sobre él. De estas academias salieron documentos tan trascendentales para la cultura española como el Arte Nuevo de Lope de Vega, que marcó las reglas de la comedia nueva, que siguió el teatro español durante más de un siglo, y que dio como resultado algunas de las mejores obras dramáticas de la historia de nuestro país, este discurso de Lope se titulaba Arte Nuevo de Hacer Comedias en este tiempo, dirigido a la Academia de Madrid y comenzaba de la siguiente manera: “Mándanme, ingenios nobles, flor de España, Que en esta junta y academia insigne En breve tiempo excederéis no sólo A las de Italia, que envidiando a Grecia, Ilustró Cicerón del mismo nombre, Junto al Averno lago, si no a Atenas, Adonde en su platónico liceo Se vio tan alta junta de filósofos; Que un arte de comedias os escriba Que al estilo del vulgo se reciba...”.170 Existen muchos más casos de discursos, unos en verso como éste de Lope y otros en prosa que tratan sobre teoría literaria y que resultan muy interesantes para conocer la evolución de las técnicas literarias en la España del siglo XVII.171 Como afirma King (prosa novelística… op. cit, pág. 96) “tan populares eran las academias entre los escritores, que uno de los más importantes espaldarazos que un poeta podía conferir a otro era destacar su éxito como poeta académico”. 170 Lope de Vega y Carpio Rimas, Madrid, 1609. Nosotros hemos sacado el texto de la siguiente edición: Obras escogidas de Lope de Vega, Vol. II, ed. Aguilar. Madrid, 1987. pp. 1008-1011. 169 78 Sin embargo, la mayoría del tiempo de las sesiones académicas no se ocupaba en la teoría, sino en practicar la literatura. Como ya hemos visto, lo habitual era que a cada académico se le encargase un tema o sujeto para que lo leyese en la siguiente sesión, en la mayoría de las ocasiones se pedían composiciones poéticas, ya que la habilidad y la maestría en la versificación era lo que más apreciaban estas organizaciones. Los poetas competían entre ellos por mostrar su dominio de la técnica y a veces las rivalidades se exasperaban hasta hacer inviable la propia existencia de muchas academias. Fue, por tanto, la poesía la reina y señora de las juntas literarias, los asuntos encargados eran muchas veces meras excusas para que el poeta en cuestión se luciese ante el pleno, cosas tan absurdas como “una dama llamada Cloris, a quien por tener enfermos los ojos mandó un médico que le cortasen los cabellos”172 o “Catorze coplas, todas de apodos a una dueña”173, sin embargo, también había composiciones serias que podían escribirse como homenaje a alguna persona relevante de la época o del pasado, a algún acontecimiento político o social destacado, a una victoria militar etc. En las academias también se realizaban representaciones teatrales, especialmente en las de ocasión y en aquellas que formaban parte de un programa de fiestas públicas, aunque también fueron comunes en las sesiones ordinarias de las juntas periódicas.174 En ocasiones se representaban comedias famosas de escritores conocidos, algunas de ellas con notables escenografías y con música y bailes.175 Sin embargo, 171 Otro escrito de Lope, esta vez en prosa que trata sobre la nueva poesía también tuvo probablemente su origen en una academia ya que se presenta como Repuesta a un papel que escribió un señor de estos reinos en razón de la nueva poesía, el texto que hemos utilizado lo hemos obtenido de Lope de Vega Obras escogidas. Poesía y Prosa Vol. II ed. Aguilar, Madrid, 1987. También existen tres discursos de don José Pellicer Tovar que se conservan en forma manuscrita incluidos en un volumen de la Biblioteca Nacional (Signaturas 2235, Vol. I) y que ha trascrito Sánchez (Academias literarias... op. cit pp. 80-92) sobre teoría dramática y poética. Conocemos un “Discurso sobre la poética escrito en el abrirse la Academia Selvage, por el Ardiente”, que era el apodo de Lope en esta academia y que aparece en Sánchez pp. 101- 106. Pero los ejemplos podían ser muchos más. 172 Asunto que refiere Lope de Vega en una de sus cartas al duque de Sessa, Epistolario de Lope de Vega... op. cit. Vol. III p. 78. 173 Academia que se celebró en esta corte en amante iubilo y vassalla demostracion de los desposorios de sus magestades (que Dios guarde) el rey nuestro señor Carlos II con la reina nuestra señora doña Maria Luisa de Borbon, el mes de noviembre de mil seiscientos y setenta y nueve. Sign: 2/34892 de la Biblioteca Nacional. 174 Para ampliar la información sobre el teatro en las academias literarias y para conocer algunos ejemplos de academias con representaciones teatrales ver Vellón Lahoz, J. y Más i Uso, P. “Teatro de Academias, Academias en el teatro” en Studia Aurea. Actas del III Congreso de la AISO, Toulousse-Pamplona, 1996 pp. 413-421. 175 Ídem p. 417 señala: “En 1690 existe e Valencia una academia formada con la advocación de la Virgen de los Desamparados y San Francisco Javier, de la que forman parte Francisco Figuerola y José Ortí i Moles, que contiene superintendencias de música y danza. Este hecho nos indu- 79 no siempre se trataba de obras ya consagradas, existió otro tipo de representaciones que exigía una enorme habilidad poética, eran las comedias de repente, en las que los académicos interpretaban una obra improvisando diálogos y situaciones. La mejor manera para comprender en qué consistían las comedias de repente es acudir a la descripción de una de ellas por parte de uno de sus participantes, se trata de Duque de Estrada,176 un aventurero asiduo participante a las juntas de su tiempo y que nos regala varias escenas académicas en su obra autobiográfica Comentarios del desengañado de sí mismo,177 entre ellas consta un divertido episodio de una sesión de la organización que mantenía el Conde de Lemos en Nápoles en 1611,178 el texto está incluido en los Apéndices.179 Incluso las propias sesiones de algunas academias fueron adquiriendo, según avanzaba el siglo, la forma de representaciones teatrales en las que había tablados, escaleras, bailes y música, y en la que los poetas aparecían por diferentes lugares para recitar sus versos. Estas academias acabaron dando lugar a “academias azarzueladas” que en ocasiones requerían montajes tan elaborados que obligaban a trasladar ce a sospechar que en las fiestas celebradas en Valencia con motivo del segundo matrimonio de Carlos II, la representación de la comedia calderoniana La fiera, el rayo y la piedra corriera a cargo de la mencionada academia, pues, además, la obra estaba acompañada de loa, baile entremesado y mojiganga de Figuerola y de un entremés de Ortí”. Sobre la aparición de la música en las academias, María Sanhuesa Fonseca (Armería del ingenio y recreación de los sentidos: la música en las academias literarias españolas del siglo XVII. Separata de la Revista de Musicología, Vol. XXI, nº 2, Diciembre de 1998, Madrid, 1999. pp. 33 y 34) nos indica qué “...frente a una mayoría abrumadora de academias de contenido literario, es preciso señalar la existencia de círculos académicos de contenido musical, como aquellos en los que se movía Espinel, o la Academia del príncipe de Esquilache –con los compositores-intérpretes que escribían obras para las sesiones- , los saraos y máscaras de la Academia del Marqués de Xamaica, o la Música y la Danza como temas tratados en las reuniones de la biblioteca valenciana del Marqués de Villatorcas. La teoría musical también se hace presente en las disertaciones de los académicos, con el discurso de Manuel Ledesma ante los Nocturnos de Valencia, el Memorial dirigido por Juan de Espina a Felipe IV, los tratados del círculo de Jayme de Ciervo, la cuidadosa reglamentación de algunos de los tópicos más usuales de la teoría de los estatutos de la proyectada Academia Peregrina, o la asistencia efectiva de teóricos como Pietro Cerone, Fr. Pedro Maldonado o Félix Falcó de Belaochaga a las sesiones de diversos cenáculos de la centuria.”, como vemos, por tanto, la música estaba presente tanto en las academias literarias como en las que hemos llamado humanistas, en las primeras como parte del espectáculo, mientras que en las segundas también se trataba como una materia de estudio más. 176 Para profundizar en la interesante figura de Duque de Estrada, además del estudio introductorio de sus Comentario del desengañado... de Castalia, podemos acudir a un libro que analiza las obras autobiográficas de varios soldados españoles de los siglos XVI y XVII, entre ellos Duque de Estrada: Cassol, A. Vita e Scrittura. Autobiografie di soldati spagnoli del Siglo de Oro, Colección “Il Filarete. Pubblicazioni della facotà di lettere e Filosofia dell’Università degli Studi di Milano”, LED (Edizioni Universitaria di Lettere, Economia e Diritto), Milan, 2000. 177 Duque de Estrada, D. Comentarios del desengañado de sí mismo. Vida del mismo autor ed. Castalia, Madrid, 1982. 178 Existe un estudio sobre esta academia de Green, O. H. “The Literary Court o the Conde de Lemos at Naples” en Hispanic Review, 1 (1933), 290-308. 179 Apéndice VI. 80 las reuniones a lugares más espaciosos.180 Según avanza el siglo XVII se aprecia en las actas de muchas juntas como van aumentando las acotaciones al margen indicando la entrada de músicos y bailarines. Más difícil es encontrar novelas que se escribiesen para ser leídas en las academias, aunque las hubo. Además, la relación entre estas organizaciones y las novelas tuvo otras facetas. Cómo señala King, la prosa novelística logró por primera vez el status de forma literaria principal en el siglo XVII español,181 y dentro de ella existió un tipo de novela corta que se ha dado en llamar novela cortesana, poco apreciada por la crítica literaria contemporánea que la deplora por “la convencionalidad de las situaciones” y por “el sentimiento trivial del conjunto”182, este subgénero tiene sus orígenes en la novela Bizantina y en Boccaccio, ya que el Decamerón se utilizó como modelo para enmarcar en una trama unitaria colecciones de cuentos. Las novelas cortesanas no mantienen la unidad de la novela realista, sino que están formadas por secciones casi autónomas que pueden incluir poesías, piezas dramáticas, debates, relatos cortos, etc., y es de aquí de dónde proviene la conexión con las academias: “si la novela requería bellos adornos en forma de poesía ingeniosa, discursos eruditos, debates morales, brillantes despliegues de ingenio, etc., ¿qué mejor fuente de material que la proporcionada por las frecuentes reuniones académicas?”183, de esta manera surgió la “novela académica”, que consistía en “poco más que extensas relaciones de las reuniones académicas, unidas por el más ligero hilo argumental” 184. De estas novelas nos ocuparemos en el apartado de las academias ficticias. A continuación, vamos enumerar y describir de forma muy breve las principales academias literarias que conocemos de las muchas más que con seguridad hubo en 180 Vellón Lahoz, J. y Más i Uso, P. “Teatro de Academias...” op. cit., pp. 417-420 explica la génesis y desarrollo de las academias azarzueladas. 181 King, W. Prosa Novelística… op. cit., p. 105. 182 Ambas opiniones recogidas de la prestigiosa Historia crítica de la literatura española coordinada por Francisco Rico en su volumen 3 Siglos de Oro: Barroco, capítulo 5 “La novela picaresca y otras formas narrativas” escrito por Carlos Vaíllo. 183 King, W. Prosa novelística… op. cit., p. 111. 184 Ídem p. 111. Carlos Vaíllo en la ya referida historia crítica de la literatura española, Vol. 3 también se refiere a lo que King llama novela académica, aunque sin otorgarle la categoría de subgénero propio, indica que en la novela cortesana “buena parte de los marcos refleja en su estructura miscelánea las sesiones de las influyentes Academias literarias, donde se fomenta la novela corta al enhebrarla con comedias, certámenes poéticos, noticias eruditas, juegos de sociedad o fiestas” p. 459. 81 España la lo largo del siglo XVII,185 las agruparemos por ciudades y señalaremos cuál fue su periodicidad. 2.1. Academias literarias de Madrid. • Academia del Condestable de Castilla. Parece que fue una academia periódica, al menos hay referencias a ella en diversos momentos entre 1604 y 1611.186 • Academia del Conde de Saldaña. Fue una junta de carácter periódico que se reunió durante bastantes años, el conde de Saldaña era don Diego Gómez de Sandoval, el segundo hijo del duque de Lerma. Se ha tendido generalmente a indicar su inicio en 1611 por una carta de Lope de Vega ya referida en nuestro trabajo en la que Lope escribe al duque de Sessa: “El de Saldaña ha hecho una academia y esta es la primera noche...”187. Sin embargo, como señala King basándose en Cometarios del desengañado de Duque de Estrada, ya existía una academia del Conde muchos años antes, seguramente sobre 1605,188 por lo que lo más probable es que esta academia tuviese diferentes períodos de actividad. Según Duque de Estrada, a ella “asistían los más floridos y sutiles ingenios de España”, entre ellos Lope de Vega. King aventura que quizás fue ésta la Academia de Madrid en la que Lope escribió su Arte Nuevo. Sabemos que en ella participaban también grandes personajes de la época como los duques de Feria y Pastrana.189 Duró hasta abril de 1612 cuando una gran disputa acabó con ella.190 No conocemos sus estatutos, que puede que no existieran, tampoco se han identificado actas, aunque seguramente muchos escritos bien conocidos hayan tenido su origen en esta academia. • Academia de Madrid. Existe polémica sobre si esta academia existió con este nombre o si se conoce así a otras juntas que existieron en la Corte. En todo caso, si existió como tal fue una academia periódica que se reunió durante mucho tiempo, para Sánchez fue la de mayor duración y de más influencia de las que 185 Como ya se ha indicado existen otras obras que se ocupan de analizar en profundidad algunas de estas academias y a las que se puede acudir en busca de más información, de entre ellas destacamos las de Sánchez, Academias literarias... op. cit., y la de King Prosa novelística... op. cit. 186 Las fuentes con referencias a esta academia aparecen en Sánchez, op. cit., pp.158-159. 187 Epistolario de Lope de Vega y Carpio, op. cit. Vol. III pag. 76. 188 King, W. op. cit., pp. 42-43. En este sentido Sanchez, op. cit p. 44 afirma que el Conde de Saldaña tuvo dos academias diferentes, una hacia 1605 y otra en 1611. 189 Epistolario de Lope de Vega… op. cit. Vol. III 79. 190 Epistolario de Lope de Vega… op. cit. Vol. III, p.100. Sobre esta y otras disputas hablaremos en el capítulo IV de este trabajo. 82 hubo en Madrid, 191 mientras que otros autores como King piensan que la prolongación y distancia en el tiempo de las referencias a la Academia de Madrid obedecen a que se menciona con este nombre a diferentes organizaciones, las más importantes en la corte en cada uno de esos momentos. 192 Si hacemos caso a la teoría de Sánchez, la Academia de Madrid tuvo varios mecenas protectores, entre ellos Félix Arias Girón, Sebastián Francisco de Medrano, Francisco de Mendoza y otros; además debieron pertenecer a esta organización en uno u otro momento las mayores glorias de la literatura española del siglo XVII, entre ellos Lope de Vega, Tirso de Molina, Guillén de Castro, Vélez de Guevara, Quevedo, Góngora, Calderón de la Barca y un largo etc. Cómo ya hemos dicho se conocen muchos escritos que afirman haberse compuesto para la Academia de Madrid, sea ésta una o varias organizaciones diferentes,193 unos pocos de estos trabajos parece que abarcaron otros aspectos más allá de la mera literatura, por lo que podríamos haber incluido esta junta en la sección de academias humanísticas, pero parece ser que la dedicación literaria fue tan abrumadora que preferimos incluirla aquí. • Academia Selvaje. Fue otra organización de carácter periódico, patrocinada por don Francisco de Silva, de ahí su nombre, aunque en sus inicios se llamó a esta reunión Academia del Parnaso. Duró desde 1612 hasta 1614.194 Sabemos que Pedro Soto de Rojas leyó en la primera sesión un discurso sobre poesía, en el que afirma que a ella concurrían los “mayores ingenios de España que al presente estaban en Madrid” 195, no sabemos muy bien quienes podían ser, aunque diferentes fuentes nos hablan de Lope, Cervantes, Góngora o Quevedo.196 191 Sánchez, op. cit., pp. 46-100. King (op. cit., p. 44) afirma: “me parece arriesgado concluir que cuando Lope u otro escritor de la época habla de la «Academia de Madrid», que no está refiriéndose a la Academia de Saldaña, la Selvaje, la de los Humildes u otra ya conocida. Todos sus contemporáneos sabrían de qué organización se trataba; no era preciso concretar más”. También Miguel Romero Navarra, en un artículo en Hipanic Review ( Vol. IX, 1941 p. 494), opinaba que la Academia de Madrid era la de Saldaña. 193 Además de el Arte Nuevo de Lope, podemos encontrar en la obra de Sánchez (pp. 46-100) gran cantidad de ellos, algunos trascritos en su totalidad o en parte. 194 Sobre estas fechas hay plena coincidencia, Lope indica su comienzo en otra de sus cartas al duque de Sessa (Epistolario…op. cit. p. 102) y la academia se cierra cuando su patrocinador parte a la guerra en Lombardía. 195 Pedro Soto de Rojas, Desengaño de amor en rimas, Madrid, 1623, fol. 181. 196 Estas fuentes están referidas por Sánchez (pp. 107-111). 192 83 • Academia del duque de Pastrana. Conocemos que existía una junta en casa de este noble por una referencia de Lope en La Dama Boba (1613).197 Como don Francisco de Silva, el promotor de la Academia Selvaje, era hermano del duque de Pastrana, King afirma que es posible que la academia a la que se refiere Lope sea ésta,198 sin embargo, Sánchez cree que la Selvaje y la del duque de Pastrana son dos organizaciones distintas, lo cual es también posible.199 • Academia de Francisco de Medrano. Esta organización periódica mantuvo su actividad entre 1617 y 1622.200 Como ya hemos visto, para Sánchez esta no fue sino una etapa más de la Academia de Madrid. Conocemos sus miembros y parte de su actividad gracias a una recopilación de poemas y comedias escritos por el propio Medrano que fueron publicados en Milán con el nombre de Favores de las Musas, abre la obra con una carta introductoria en la que enumera a los participantes en su academia, entre ellos Lope, Guillén de Castro, Vélez de Guevara, Quevedo, Calderón, Tirso de Molina o Góngora. Podríamos suponer que alguna de las composiciones de estos autores tuvo su origen en esta academia, aunque sea imposible saber cuáles. Sabemos por referencias indirectas que en la Academia de Medrano se celebraron justas poéticas201 y que su actividad se basó principalmente en composiciones de tipo ligero y divertido. Parece, como veremos más adelante, que varias de las composiciones poéticas que se incluyen en la obra de Gabriel del Corral, La Cintia de Aranjuez, fueron escritas por el autor para esta academia.202 • Academia de Antonio de Vega. Una o varias academias literarias se celebraron en Casa de Antonio de Vega, según se desprende de un soneto titulado A una Academia que se hizo en casa de Antonio de Vega Confesso, por el título del volumen en el que se encuentran las composiciones la academia se debió de celebrar sobre 1619,203 y es posible incluso que en dicha casa se celebrase una aca- 197 III jornada, escena III, Octavio enumera a Miseno las obras literarias que halló en poder de Nise, entre ellas hay una “canción que Luis Vélez dijo en la Academia del duque de Pastrana”. La edición utilizada para esta nota corresponde al volumen IX de Grandes Genios de la Literatura Universal. Félix Lope de Vega, estudio de Ramón Esquer Torres, ed. Club Internacional del Libro, Madrid, 1989, p. 253. 198 King, op. cit., p. 48. 199 Sanchez, op. cit., p. 160. 200 King, op. cit., p. 49. 201 King, op. cit., p. 54. 202 King, Prosa… op. cit., p. 117. 203 El tomo que contiene las referencias a esta academia se llama Nuevas de la corte cuando el rey D. Felipe Tercero mandó prender a d. Rodrigo Calderón, en el castillo de Montanches y el Du- 84 demia periódica, pero no conocemos ningún dato que nos pueda confirmar este extremo, por tanto la calificamos como academia de ocasión. • Academia de Francisco de Mendoza. También fue una junta periódica que comenzó a celebrarse en la primavera de 1623 y que tuvo una vida muy larga, de al menos 14 años.204 De nuevo Sánchez considera a esta organización sólo una etapa de la Academia de Madrid. Para conocer sus posibles miembros tenemos como referencia un vejamen de Pantaleón de Rivera,205 que menciona a Castillo Solorzano y otros menos famosos. En este vejamen también se nos da una idea de sus actividades que tienden hacia la poesía ligera y divertida, aunque se celebraron también certámenes más serios en honor de varios santos o personajes reales.206 Parece ser que también se leyeron algunos discursos sobre temas no literarios, entre ellos los dedicados a los deberes de un privado, las virtudes morales y al significado de algunos poemas clásicos,207 por esto podríamos incluir esta reunión en el apartado de academias humanísticas, pero no lo hacemos porque parece que su labor principal fue la de divertirse con la poesía cómica y satírica, y que estos discursos son algo meramente anecdótico, en todo caso lo señalamos para volver a insistir en la delgada línea que separa a las juntas que hemos llamado humanistas y las que consideramos literarias. • La Academia del Buen Retiro de 1637. Esta reunión literaria de ocasión es una de las academias más estudiadas de todas las que se celebraron en España durante el siglo XVII.208 En realidad fue un certamen poético que formó parte de un amplísimo programa de fiestas celebrado en Madrid entre los días 15 al 24 de febrero de ese año, que hay que situar dentro de la estrategia política de Olivares.209 Los festejos, además del certamen, incluyeron impresionantes espectácu- que de Lerma se retiró hecho Cardenal, y quedó el confesor fray Luis de Aliaga en la Valía, MS 5913 de la Biblioteca Nacional. 204 King, pp. 57 y 58. 205 Trascrito por Sánchez en Academias literarias... op. cit. como parte de la producción de la Academia de Madrid (pp. 57-69). 206 King, op. cit., p. 60. 207 King, op. cit p. 61. 208 Existen varios manuscritos de esta academia, el más accesible esta en la Biblioteca Nacional MS. 10293, además ha sido publicado por Antonio Pérez Gómez: Academia burlesca del Buen Retiro a la Magestad de Philipo IV el Grande, Madrid, 1952. 209 Los diferentes motivos que dieron lugar a estas celebraciones son recogidos por J. Elliott y Jonathan Brawn (Un palacio para el rey ed. Taurus, 2003, Madrid. p. 211): “...las fiestas podían ahora celebrarse en parte como un tributo a la princesa de Carignano, quien acababa de llegar a Madrid en noviembre. Y mejor aún podían servir para conmemorar un importante suceso en los anales de los Habsburgo: la elección en Ratisbona el 22 de diciembre de 1636 del cuñado de Felipe, el rey de Hungría, como Rey de Romanos, lo que virtualmente le aseguraba la sucesión al 85 los en los que se gastó una fortuna, sufragada por la monarquía, el concejo y numerosos mecenas privados. Hubo mascaradas, carreras de cañas, riquísimas escenificaciones con fantásticas tramoyas, danzas, corridas de toros, representaciones de comedias, y un sinfín más de divertimentos. El certamen propiamente dicho se celebró en los jardines del Buen Retiro y fue presidido por Luis Vélez de Guevara, siendo el secretario Alfonso de Batres y Francisco de Rojas el fiscal, se celebró en un extraordinario escenario que representaba el monte Parnaso y que había sido diseñado por el ingeniero o tramoyista del Rey Cossimo Lotti, una de las carísimas incorporaciones del monarca en su labor de fomento de las artes; contó además con música, y las composiciones que en él se leyeron fueron en su gran mayoría de carácter cómico y satírico, aunque también hubo alguna exaltando la figura del monarca, como la oración que leyó el presidente en honor de Felipe IV y que reproduce en el pasaje de El diablo Cojuelo que incluimos en los apéndices.210 Fue publicado con un cartel en el que se explicaban los “asumptos” y las leyes, y contiene todos los elementos propios de un certamen: discurso de apertura, premáticas, memoriales, las obras escogidas y el vejamen. King opina que este certamen recibe el nombre de “academia” porque en realidad fue una sesión y pública de la Academia de Mendoza. 211 • Academia Castellana. Parece que se trató de una junta periódica, pero lo único que conocemos de ella es un vejamen que escribió Cáncer y Velasco alrededor de 1649. Cotarelo y Mori opina que se trataba aún de la Academia de Mendoza, pero King cree que no existe ninguna prueba para sustentar esa teoría.212 • Academia por la llegada de Mariana de Austria en 1649. Parece que se trata de una junta literaria de ocasión o de un certamen poético celebrado por una aca- título imperial. Olivares empleó entonces toda su formidable capacidad de persuasión y mando para conseguir que todo estuviese listo para una serie de festejos que habrían de celebrarse durante la temporada de Carnaval, del 15 al 24 de febrero. Reflexionando más tarde sobre el inusitado número de fiestas celebradas esa temporada, Monani llegó a la conclusión de que se debían al empeño de Olivares de disipar la melancolía congénita del rey y también de demostrar que tan capaz era de organizar festejos, justas y mascaradas como de llevar los asuntos de Estado. Pensaba, además, que también iban destinadas a reforzar la moral y a mostrar a la princesa de Carignano, francesa de nacimiento, que a España le sobraba el dinero y podía gastarlo en otras cosas además de en la guerra. Otros compartían, al parecer, esta opinión y se mostraban conformes en que uno de los objetivos de los festejos fue causar impresión ante la opinión internacional (...) Esta explicación no es inverosímil. Olivares siempre había sido consciente de la importancia de manipular la opinión pública, y hay que considerar los festejos celebrados en el Buen Retiro durante 1637 como otra finta en la campaña de propaganda que sostenía contra los franceses.” 210 Apéndice IV. 211 King, op. cit., p. 93. 212 King, op. cit., pp. 62 y 63. 86 demia periódica que se reunió para celebrar la venida de la Mariana de Austria el 5 de noviembre de 1949 tras casarse con Felipe IV, la reunión tuvo lugar tres días después, el 8 de noviembre, y la presidió don Agustín de Palacios. El contenido se limita a composiciones divertidas y festivas.213 • Academia del conde de Aliaga. Es una junta de ocasión para celebrar el nacimiento del conde y el cumpleaños de la duquesa de Monteleón y dedicada a la duquesa de Terranova. La fecha es incierta, aunque Sánchez se inclina por la segunda mitad del siglo XVII. Está compuesta en su totalidad por trabajos de carácter satírico.214 • Academia del conde de Torresvedrás. reunión de ocasión celebrada en 1652 en homenaje al conde, recién fallecido.215 • Jardín de Apolo, Academia celebrada por diferentes ingenios. Conocemos esta organización por un ejemplar impreso en 1655 en Madrid.216 Debió celebrarse el año anterior a su publicación y los papeles fueron recogidos y llevado a la imprenta por don Melchor de Fonseca y Almeida, en cuya casa como veremos más adelante, se celebraron varias academias de ocasión. El volumen impreso está dedicado al Marqués de Basto, Duarte de Alburquerque Coello, y recoge, o bien los papeles de una junta de ocasión, o bien un certamen celebrado por una academia periódica. Contiene cedulillas, escritas por don Joseph de Cordoua y Figueroa, y oración, de Melchor de Fonseca y Almeida, tras la que comienzan las composiciones de los académicos. Son todas composiciones insustanciales, la mayoría sobre asuntos jocosos (a un hombre alto, a un albañil que se enamoró de una ciega...) o de contenido amoroso, aunque también hay alguna más profundas, como un soneto “Al tiempo” de Juan Vélez de Guevara, un romance “A Cleopatra, viendo muerto a Marco Antonio; y muerte que se dio ella” de Ambrosio de Arce, otro romance “Al sentimiento que hizo Pompeyo de aver quedado vencido de César” de Francisco Pérez de Amaral, y otro “A Séneca desangrándose” de Juan Lozano. Una curiosidad es que algunos de los autores no se identifican por sus nombres, dos firman como “un aventurero”217 y “otro aventurero”218. Otro 213 El documento manuscrito está en la Biblioteca Nacional (MS. 3657), Sánchez op. cit p.154157 ha trascrito la introducción y las cédulas. 214 Sánchez, Academias literarias... op. cit., pp. 117-132. 215 Referida por Sánchez op. cit., p. 161. 216 Ejemplar de la Biblioteca Nacional R/1551. 217 Fol. 45. 218 Fol. 47. 87 elemento curioso de este volumen es que el Vejamen, obra de un tal Carlos Magno, con seguridad un seudónimo, está incluido en medio del libro, entre los folios 45 y 76, y luego siguen más composiciones, aunque comienza la foliación otra vez desde 1. No sabemos a qué se debe esto, quizás son trabajos de dos academias diferentes, o quizás las composiciones que siguen al vejamen no fueron premiadas o aceptadas en el libro de honor. Entre estas últimas hay una que firma “una dama de esta corte”219. • Academias de Melchor Fonseca y Almeida. Existen varias publicaciones de cuatro juntas de ocasión que se celebraron en casa de este personaje en 1661 y 1662, lo que nos puede hacer suponer que mantuvo una academia permanente o periódica en su casa y que se publicaron las actas de algunos certámenes. Muchos de los participantes coinciden en más de una reunión y generalmente en las cuatro, se turnan los cargos de presidente, secretario y fiscal. Además, esta misma persona recogió y mandó publicar Jardín de Apolo, los papeles de otra academia de 1654, que hemos mencionado algo más atrás. Uno de los tomos localizados contiene dos sesiones celebradas en casa de Fonseca y Almeida.220 La primera de ellas es Academia que se celebró en siete de enero, al feliz nacimiento del serenisimo príncipe D. Carlos, N.S, se trata de un certamen de 1662 (si bien en este tomo y en el que analizaremos después, la fecha está equivocada y pone 1652), se celebró con ocasión del nacimiento de un nuevo heredero, el príncipe Carlos, tras la muerte de Felipe Próspero. Todas las composiciones tratan sobre la buena nueva del nacimiento, con reiteradas alabanzas a los padres y recuerdos emocionados al fallecimiento del anterior primogénito. Contiene cedulillas, oración y vejamen. Su presidente es el propio don Melchor de Fonseca y Almeida. La segunda academia de este volumen tuvo lugar el 23 de abril de 1662 y no parece celebrar nada en especial. El presidente es don Luis Antonio de Oviedo y Herrera, el secretario don Fermín Sarasa (quien participó también en la reunión anterior con unas quintillas “al oroscopo del Príncipe nuestro Señor” 221) y el fiscal don Luis Nieto (fue también secretario de la Academia al nacimiento del príncipe Carlos). Son composiciones de asuntos amorosos en su mayoría, que se alternan con otros motivos poco trascendentes, sin embargo, la primera tiene un 219 Fol. 29, de esta segunda parte. Dos ejemplares en la biblioteca Nacional: R/5193 y R/5728. 221 R/5193 (1) pp. 91-94. 220 88 contenido un poco más ambicioso: “Desprecia Paris robador de Elena los vaticinios de su muerte, y de la ruina de Troya”, mientras que a la segunda se le puede intuir cierto contenido político o al menos didáctico, se trata de una redondilla del conde de Villamediana, que es glosada por don Diego de Sotomayor quien aconseja mantener discreto el sentimiento amoroso. Recordemos que se pensaba que Juan de Tassis, conde de Villamediana, se enamoró de la reina doña Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV, y tras el asesinato del conde en 1622 corrieron rumores sobre si este sentimiento había sido la causa de su muerte. Hay en la biblioteca Nacional otro tomo encuadernado en pasta verde que contiene cuatro academias que se celebraron en diferente momento en casa de este señor,222 las dos últimas son las mismas que incluye el tomo anterior, y contiene el mismo error en la fecha de la academia al nacimiento del príncipe Carlos, por tanto se puede colegir que se trata de un ejemplar de la misma edición. En la primera junta de este volumen, celebrada el 13 de febrero de 1661, el presidente es don Francisco Pinel y Monroy. Contiene cedulillas, oración y vejamen, los asuntos son variados, todos de contenido superficial y, a menudo, cómico. La segunda se celebró el seis de enero de 1661, y la presidió don Juan Alfonso Guillén de la Carrera. También contiene las partes propias de los certámenes: cedulillas, oración y vejamen. La mayoría de las composiciones desarrollan temas intrascendentes, aunque alguna se ocupa de asuntos más serios, por ejemplo, Don Josef de Ledesma escribe un romance titulado “Exclamación a Marco Antonio en la acción de mostrar al pueblo romano la Toga de Julio César, manchada con su sangre en odio de Bruto”223, y don Sebastián de Olivares Vadillo recita un soneto titulado “Porque se dieron las armas de Aquiles a Ulises prudente, y no a Ayaz Thelamon, Capitan Valeroso”224. • Academias de la Real Aduana. Hemos encontrado varios certámenes o academias de ocasión que se celebraron en la Real Aduana de Madrid, por lo que podemos suponer que se utilizaba este edificio como marco de algunas celebraciones públicas. 222 R/5728 de la Biblioteca Nacional. R/5728(2) fols. 20v-21v. 224 Idem fol. 30r. 223 89 La primera que hemos localizado se titula Academia que se celebró en día de Pascua de Reyes, en este certamen fue presidente don Melchor Fernández según aparece en un tomo publicado en 1674.225 Además de las correspondientes cédulas, oración y vejamen, está formada por diferentes composiciones de temas variados, la mayoría son asuntos intrascendentes y jocosos, aunque también hay otros más serios con contenido histórico o amoroso, incluso alguno analiza el prudente gobierno de la Reina Mariana y augura un gran reinado a Carlos II.226 La segunda academia celebrada en este mismo marco tuvo ocasión en 1678, organizada por el ayuntamiento.227 La mayoría de las composiciones son de tipo festivo, aunque también hay algunas de temas serios, por ejemplo hay una interesante composición, que analizaremos más adelante, sobre aquellos rasgos del Sol que debe imitar un buen monarca en la que se ofrecen consejos de gobierno,228 también hay poemas heroicos. • Academia que se celebró por carnestolendas, iueves de febrero de ese año de 1675 en casa del licenciado D. Gabriel de Campos.229 Esta junta de ocasión o certamen se celebró el 21 de febrero de 1675 presidida por el mismo don Gabriel de Campos. Contiene invocación, cédulas, oración y vejamen. La oración alterna la música con la recitación. Los asuntos son variados, predominan los temas cómicos y amorosos, aunque también se incluye alguna composición dedicada a temas históricos, como una “descripción de la navegación de Cortés a las Indias, y Razonamiento que hizo a sus soldados en ocasión de no querer proseguir la conquista”. Todos los participantes se identifican por sus nombres, salvo el autor de la última composición, que, además, curiosamente está escrita en latín. • Academia que se celebró en esta corte en amante iubilo y vassalla demostracion de los desposorios de sus magestades (que Dios guarde) el rey nuestro señor Carlos II con la reina nuestra señora doña Maria Luisa de Borbon, el mes de noviembre de mil seiscientos y setenta y nueve. Academia literaria de ocasión 225 Existen en la Biblioteca Nacional Varios ejemplares diferentes con estas signaturas: R/141, R/15565, R/16931(éste ha sido el que hemos consultado en este trabajo), R/9454, VE/219/68. Existe otro ejemplar en la Biblioteca Complutense con la signatura FLL 10975(10). 226 Ejemplar de la biblioteca Nacional VE/219/68 fols. 36v-42r. 227 Hay en la Biblioteca Nacional varios ejemplares: 3/72371, R/722, VE/125/15 (este último ha sido el que hemos utilizado). 228 Ejemplar de la Biblioteca Nacional VE/125/15, pp. 46-51. 229 Dos ejemplares de la Biblioteca Nacional: 2/65023(2) y R/16931(2). 90 formada en su mayoría por composiciones cómicas y festivas y también por poemas laudatorios y apologéticos a la figura de los reyes.230 • Academias de los padres clérigos reglares. Existen dos academias que se celebraron en el convento de los padres clérigos reglares en los años 1681 y 1682, suponemos que se trata del mismo convento. Una tuvo lugar el 25 de mayo de 1681,231 y la presidió el padre Gerónimo Pérez de la Morena, estuvo dedicada a don Antonio Álvarez de Toledo, duque de Huéscar. Empieza con una dedicatoria y con las cedulillas escritas por el secretario, don Pedro Vexarano Cordero, continúa una oración escrita por el presidente y se pasa a los asuntos con una elegía en latín del padre Juan Pedro Boseli. Todos los participantes en la academia se identifican por su nombre, no usan seudónimos. Las composiciones tratan de asuntos varios, unos cómicos, otros curiosos (por ejemplo don Juan de Vera Villarroel explica el origen de la fiesta del Trapillo) y otros de temas amorosos, los asuntos tratados parecen meras excusas para practicar la poesía. Acaba la academia con el vejamen escrito por el fiscal don Manuel Ordóñez de la Puente, y con un romance de otro miembro de la Academia que no había participado en esta sesión. Parece que se trata de una academia de ocasión, aunque cabe la posibilidad de que fuese un certamen que celebró una academia periódica. La otra la se presentaba de la siguiente manera: “...celebraron los ingenios de Madrid el día 11 de Enero de 1682 e la casa Professa de los padres clérigos reglares, ministros de los enfermos agonizantes. En obsequio de la sagrada púrpura del eminentísimo y reverendísimo señor don Salvo Mellini...”.232 La presidió el padre Jerónimo Péres de la Morena, el secretario fue don Marcos de Guzmán y el fiscal don Joseph Baptista de Suelves. Consta de veintiún asuntos precedidos de invocación, introducción, cedulillas y oración, y acaba con un vejamen. Todos los asuntos son composiciones poéticas en honor del cardenal Mellini. Igual que nos pasa con la anterior, no sabemos si se trata de otra academia de ocasión, o de un certamen que celebró una academia periódica que se reunía en casa de los clérigos reglares. 230 El ejemplar consultado fue impreso por García de la Iglesia, A. y se encuentra en la Biblioteca Nacional, Sign. 2/34892. 231 Academia que se celebró en el convento de los padres clérigos reglares, ministros de los enfermos, vulgo agonizantes...Tenemos varios ejemplares en la Biblioteca Nacional: Dgmicro/33249, 3/72164, 3/72200, VE/54/49. 232 Dos ejemplares de esta academia en la Biblioteca Nacional: 2/34892(1) y 3/3088. 91 • Academia por el cumpleaños de la Reina Madre. Su título es Academia que se celebró a los años de la Reyna Madre Nuestra Señora el día veinte y dos de diziembre de mil seiscientos ochenta y uno en casa de don Agustín de Campo.233 Es una junta de ocasión para conmemorar el cumpleaños de Mariana de Austria en la que participan los diferentes criados de su Real Casa, identificándose. Se trata de varias composiciones, unas laudatorias y otras jocosas, de felicitación a la reina madre por su aniversario o de alabanza por el amor y educación que ofreció a su hijo el rey. • Academia de don Pedro de Arce. Su título es Academia a que dio assumpto la religiosa, y catholica accion, que el Rey nuestro Señor (Dios le guarde) executó el dia 20 de Henero de este año de 1685.234 Se celebró en casa de don Pedro de Arce y su presidente fue don Andrés Sánchez de Villamayor. El motivo por el que se celebró esta academia el día 3 de febrero de 1685 fue festejar el comportamiento del rey Carlos II unos días antes: “…encontrando en el campo un sacerdote, que llevaba el Viatico, le diò su carroza, y le acompañò à pie...”235. Se trata de una academia de ocasión o un certamen, con cedulillas, oración y vejamen. La oración, dada por el presidente, alterna la poesía con la música. En los asuntos está siempre presente la religión y la descripción de la “hazaña” del rey al mostrarse tan caritativo y tan pío. Una curiosidad de esta academia es que una de las composiciones está escrita en bable, “...en estilo asturiano”, teniendo en cuenta que en la reunión participaba el asturiano Bances Candamo, es posible que hubiese más personas del mismo origen y que esta composición fuese un pequeño homenaje a la “patria chica”.236 Otros de sus miembros fue Pedro de Arce y muchos otros son también personajes cercanos a la corte. Todos los participantes en el certamen se identifican por sus nombres, sin usar seudónimos. La presencia de la música se hace muy habitual en estas juntas de final de siglo, como vimos en el capítulo anterior. Quizás tenga que ver con el gusto teatral cortesano de la época en el que el teatro palaciego musical tiene cada vez más espacio. 233 Ejemplar de la Biblioteca Nacional, sign. VE/106/8 Varios ejemplares en la Biblioteca Nacional con las siguientes signaturas: VE/93/9, VE/124/23. 235 Ejemplar de la Biblioteca Nacional VE/124/23, fol.1. 236 Op. Cit. VE/124/23 fols. 24r-26r. 234 92 • Academia que se celebró en Palacio en presencia de sus magestades.237 Localizada en la Biblioteca Nacional, esta junta se reunió el 20 de febrero de 1700, todavía durante el reinado de Carlos II. Contiene una dedicatoria a los reyes, introducción y cédulas, oración y vejamen; las composiciones alternan poesías laudatorias a la figura de los reyes, presentes en la reunión, y versos jocosos y divertidos sobre varias materias. Hubo también música, de hecho se inició con unas coplas, y en la oración dada por el presidente hay anotaciones sobre la entrada de la música,238 teniendo en cuenta que a la reunión asistieron los monarcas, es factible que entre sus integrantes estuviese Sebastián Durán, compositor de palacio. • Academia de Diego Xuárez. Más que una academia, parece una tertulia casi familiar y de poca entidad.239 • Academia de Joseph Reynalte. Sin más información que una referencia de Francisco López Zárate.240 2.2. Academias literarias de Sevilla • Academia de Ochoa. Junta literaria periódica que se celebró en Sevilla los últimos años del siglo XVI y los primeros del XVII. Parece ser que Cervantes asistía a ella y puede que alguna de las composiciones que allí escribió fuese en gran parte causante de su enemistad con Lope de Vega.241 • Academia de san Juan de Alfarache. Parece que fue esta una junta literaria de ocasión o un certamen que se reunió en 1606 como parte de las fiestas en honor de Santa Leocadia. Conocemos esta reunión por una carta que escribió Cervantes a don Diego de Astudillo Carrillo, en la que describe las fiestas y sabemos por ella que hubo un certamen poético, un torneo y una representación teatral. En el certamen participaron doce poetas, cada uno con un apodo, parece que Cervantes utilizó el nombre de Mantenedor.242 • Academia que se dio en Sevilla...en festejo de carnestolendas. Existen dos academias con este mismo título pero con fechas diferentes, una de 1666 y otra de 237 Signatura de la Biblioteca Nacional VE/125/6 Ídem fol. 8r. 239 Referida por Sánchez op. cit., p. 160. No tenemos ninguna otra referencia de ella. 240 Referida por Sánchez op. cit., p. 161. 241 Sánchez, op. cit. p. 201-203, se incluye un soneto atribuido a Cervantes en el que ataca a Lope de Vega. 242 Toda esta información ha sido extraída de Sánchez, op. cit pp. 209-212. 238 93 1667,243 por lo que es posible que se celebrase cada carnaval, pero no tenemos constancia segura más que de estos dos años.244 Se trata en realidad de certámenes poéticos con composiciones ligeras y divertidas, la oración de apertura fue acompañada de música en la de 1666. 2.3. Academias literarias de Valencia • Academia de los Adorantes. Reunión fundada por un miembro de la Academia de los Nocturnos, Carlos Boil,245 sobre 1600, es posible que antes. Se trató de una academia periódica,246 que no admitía oyentes y a la que sólo podían pertenecer nobles. Era una junta puramente literaria en la que exclusivamente se trataban temas amorosos, y en la que todos los miembros debían comprometerse a adorar fielmente a una dama, de ahí su nombre. • Academia de la Sapiencia. Se celebró en la universidad en 1606, se la conoce a través de un libro de Pedro Royo perdido hoy, Memòria de lo que se praticà any 1606, en la elecció de la Acadèmia de Nuestra Señora de la Sapiència. Fue una reunión de ocasión y no tenemos datos sobre lo que en ella se trató. 247 • Academia de 1639. De esta junta de ocasión sabemos que se celebró en este año y que en ella participó el jurista valenciano Lorenzo Mateu y Sanz que actuó como secretario.248 Se conserva una introducción en verso de Mateu Sanz.249 • Academia de 1643. Tampoco tenemos más datos de esta organización más allá de que se celebró en este año y de que también participó en ella Lorenzo Mateu Sanz.250 243 La de 1667 está disponible en la Biblioteca Nacional con la signatura R/8112. No he podido consultar la de 1666, por lo que toda la información sobre ella la he obtenido de Sánchez 213215. 244 Sánchez, op. cit., p. 213 deduce de las Cedulas de la de 1666 que esta academia se celebraba todos los años. 245 La única fuente que nos ofrece datos sobre esta academia es el Prefacio de la obra de Carlos Boïl Segunda parte de la Sylva de los versos y Loas de Lisardo... Valencia, Miguel Prats, 1600. Hemos sacado la información de Mas i Usó, P. “Academias Valencianas...” op. cit., pp.183-185 y de Sánchez, op. cit., pp. 228 y 229. No tenemos más datos sobre esta organización. 246 Lo sabemos porque en el prefacio de Boïl se especificaba que no podían justificarse tres faltas. 247 Màs I Usó en “Academias valencianas...” p. 186 más que una academia propiamente la considera como una “reunión literaria esporádica”. 248 Más i Usó “Academias...” op. cit., pp. 191 y 192 y Martí Grajales, F. Diccionario biográfico y bibliográfico de los poetas que florecieron en el reino de Valencia hasta el año 1700. Madrid 1927, p. 42. 249 Ms. 3.746 de la Biblioteca Nacional. 250 Más i Usó P. op. cit., p. 191 94 • Academia de los Soles o Sol de Academias. Esta junta tuvo lugar en 1658 y parece que mantuvo dos sesiones, la segunda fue en 1659,251 aunque no fue una reunión periódica u ordinaria, sino una academia de ocasión que se repitió. Sin embargo, parece que hubo otras sesiones preparatorias además de las dos principales para repartir los temas y establecer las normas.252 Parece que su creación respondía a la nostalgia de los poetas valencianos que mostraban gran interés en restaurar las academias que tanta importancia habían tenido en la ciudad a finales del siglo XVI y en los primeros años del XVII, en este proceso de recuperación jugó un importante papel Francisco de la Torre Sevil, que también estará presente en otras organizaciones valencianas posteriores y que ya había participado en juntas en Zaragoza y Huesca. • Academia de la Encarnación. Esta academia de ocasión se celebró en el convento carmelita de la Encarnación en 1665253 para conmemorar el ingreso del Virrey de Valencia Pedro Álvarez de Toledo en la Orden de Calatrava y también su nombramiento por el rey como embajador en Roma. Esta reunión también fue organizada por Francisco de la Torre Sevil, y aunque no se tienen muchos datos parece que su estructura fue muy similar a la de un certamen.254 • Academia a los años de Carlos II. Esta junta de ocasión se celebró en 1669,255 en el Palacio Real de Valencia por el cumpleaños del rey.256 En ella también par- 251 Sánchez op. cit pp. 228-229 considera la academia de 1658 como academia de ocasión sin ninguna continuidad, pero Mas i Usó (“Academias valencianas...” op. cit., p 192 asegura que “José Sánchez, parafraseando mal a Francisco Martí Grajales, piensa que la edición de 1658 y 1659 no tienen nada que ver; error que ha venido sembrando confusiones y sospechas entre los investigadores recientes”. 252 Mas i Usó, P. pp. 193-195. Este autor también considera la Academia de los Soles como un punto de inflexión en las academias valencianas, que a partir de este momento se alejaron del patrón más academicista de Los Nocturnos y tomaron una forma más cercana a las academias de ocasión, en las que se mezclan las características de la academia clásica y de los certámenes literarios. 253 Ese mismo año también se celebró en Valencia un certamen inmaculista que ha sido estudiado por Pilar Pedraza en Barroco efímero en Valencia. Ayuntamiento, Valencia 1982. No la incluimos, porque en su título no se utiliza el término academia sino el de certamen. 254 Mas i Usó, P. pp. op. cit. 195-196. 255 Hemos respetado la fecha que da Más i Usó para la celebración de esta academia porque consideramos que siendo uno de los especialistas que más ha estudiado las academias valencianas, seguro que tiene una razón válida para ello. A nosotros, sin embargo, esta fechas nos ofrece dudas, por la información del volumen que hemos consultado (Ejemplar de la Biblioteca Nacional 3/62212), parece que esa es la fecha de publicación, no de celebración, porque en la academia en su página 4 se dice “Pues la fiesta es de años y de siete...” teniendo en cuenta que Carlos II nació el 6 Noviembre (según se confirma en esta misma academia en la página 6) de 1661 debemos suponer que la reunión se celebró el día de su cumpleaños o en los días inmediatamente anteriores o posteriores, no parece lógico que se celebrase meses después. 95 ticipó Francisco de la Torre y Sevil, y presentaron sus composiciones varios poetas valencianos del momento. Sánchez afirma que se reunía anualmente para conmemorar el mismo acontecimiento,257 sin embargo, Mas i Usó no hace ninguna mención a este asunto ni señala ninguna otra academia celebrada con este motivo en años consecutivos anteriores o posteriores, salvo una sesión especial de la Academia Desamparados San Javier celebrada en 1691.258 La reunión la presidieron los retratos de los reyes Carlos y Mariana. Tuvo dos secretarios, uno se ocupó de la oración, el conde de Alcudia, y el otro del vejamen, don Francisco de la Torre. Se divide en siete asuntos heroicos, la mayoría en honor de los reyes; siete asuntos líricos, siete jocosos y siete variados. Dependiendo de los casos, un asunto puede haber dado lugar a una o varias composiciones, todas ellas en verso. • Academia de la Noche de San Pedro. Junta de ocasión que se celebró en marzo de 1680 con motivo de la boda del rey, el único documento que se conserva es el vejamen,259 que está escrito en prosa y verso y en el que aparecen los participantes en la academia. • Academia a las Sacras felices bodas de sus Magestades. Celebrada en marzo de 1680 en el Palacio Real, se trató, lógicamente, de una academia de ocasión para conmemorar la boda del rey.260 No tenemos más datos. • Academia del Parnaso. Se celebró en 1680 y probablemente fuera una junta de ocasión.261 Contó con música y bailes,262 aunque fueron las poesías su núcleo central, entre sus participantes están el poeta Manuel Martí y Pedro Valterra. 256 Varios ejemplares en la Biblioteca Nacional con las signaturas: DGmicro/3282, DGmicro/29689, DGmicro/42097, 2/43853, 3/62212. 257 Sánchez, op. cit, pp. 230-231. 258 Mas i Usó Op. cit., p. 213 y 214. 259 Vexamen. Escrivióse para la noche de San Pedro año 1679 siendo virrey de Valencia el Duque de Veraguas. En Título Poesías varias de el Conde Buñol y Zervellón De la Librería del señor Conde de Clavijo, Vizconde de Aldegüela. Ms. (HSA: Ms. B2.488, pp. 225-251 v.) Citado en Mas I Usó, “Academias Valencianas...” op. cit., p 200. 260 Oración a una Academia que se celebró en el RI a las sacras felizes bodas de sus Magestades en el 1 de Marzo de 1680. En Titulo. Poesías varias del Conde de Buñol Ms. cit. fols. 20v-28v, poema 14. Citado en Mas i Usó p 200. 261 Más i Usó (“Academias valencianas...” op. cit., pp. 201 y 202) no lo aclara ni tampoco señala sus fuentes. 262 Algo que para más i Usó (“Academias valencianas...” op. cit., pp. 201 y 202) representa una notable novedad, por lo que debemos suponer que no se dio en Valencia hasta este momento, sin embargo, como hemos visto y veremos más adelante, en otros lugares esto fue una práctica frecuente desde bastante tiempo atrás. 96 • Academia de la Condesa de Peñalba. Junta literaria de ocasión dedicada a Manuela de Mingot y Rocafull, condesa de Peñalba, que se celebró en 1685. 263 Esta organización ya está próxima a las academias azarzueladas en las que la escenografía y la música cobran una gran importancia, lo cual se puede apreciar en las acotaciones que aparecen en el volumen publicado. Se trataron 21 asuntos, en su mayoría amorosos, tratados de forma jocosa o mitológica.264 • Academia de Martín Valonga. Se trató de una junta literaria de ocasión celebrada en casa de Martín Valonga hacia 1695, tuvo una estructura de concurso similar a la de cualquier certamen.265 • Academia a San Nicolás de Bari. De nuevo nos encontramos ante una academia de ocasión celebrada hacia 1695 en casa de Nicolás de Castelví, conde de Castelar. Su estructura es la típica de un certamen poético según se evidencia en el vejamen, única parte que se conserva.266 • Academia de las Señoras. Se celebró en 1698 para celebrar la boda del marqués de la Casta con la hija de los condes de Zavalla, por tanto estamos ante una junta de ocasión. Recibe este nombre porque está dedicada al público femenino que acudió al matrimonio y que a su vez asistió a esta reunión.267 Se trata de una “academia azarzuelada” típica, todo está en función de la representación teatral como se indica en las acotaciones al margen que van indicando el ritmo de las lecturas, la salida de bailarines y de la música.268 La celebración consistió en un diálogo en prosa entre José Ortí Moles y Antonio Ladrón de Pallás, acompañado 263 Academia que se celebró en la ciudad de Valencia en la Alcaydia del Real Palacio, casa de don Luys Juan de Torres y Centellas... Valencia, Vicente Cabrera, 1685. Citada en Mas i Usó, op. cit., p. 208. 264 Más i Usó (“Academias valencianas...” op. cit., pp. 209 y 210) considera esta academia como otro punto de inflexión en el que las academias literarias valencianas viraron definitivamente hacia el tipo azarzuelado: “En la Academia de la Condesa de Peñalba cabe resaltar el inicio de las academias azarzueladas. Hasta aquí la presencia de la música era circunstancial, pero ahora, junto con los diálogos, acotaciones y la disposición de los académicos más bien parece que se acuda a la academia a hacer ostentación, que poesía...” 265 Mas i Usó “academias Valencianas...” op. cit., p 214. 266 Vexamen que dio don Josef Ortí en casa de don Nicolás de Castelvi, Conde de Castellar, en fiesta que se consagró su devoción al santo de su nombre, San Nicolás de Bari, Obispo de Neri, en su propia casa. Citado en Mas i Usó, “Academias valencianas...” op. cit, p. 215. 267 Académica fiesta en obsequio de las Señoras... Executose en Valencia para el día 30 de Abril de 1698. Citada en Más i Usó “Academias Valencianas...” op. cit., p 215. 268 Más i Usó (“Academias Valencianas op. cit., p. 216) afirma que “La Academia a las señoras/1698 es la constatación de que el modelo de academias azarzueladas se ha impuesto totalmente entre las academias de ocasión”. 97 por coplas cantadas por Pedro Valterra, que se fueron alternando con los poemas recitados por los diferentes poetas, los asuntos de los académicos o con bailes. 2.4. Academias literarias de Aragón • Academia del príncipe de Esquilache. Junta literaria periódica que se reunía en Casa de Francisco de Borja, que fue nombrado virrey de Perú por Felipe III, cargo que ocupó de 1615 a 1621, y desde el que realizó importantes reformas.269 Según Sánchez, este noble se retiró a Zaragoza y allí formó esta organización cuya actividad giraba en torno al poeta zaragozano Vicente Sánchez, muchas de cuyas composiciones en esta academia fueron publicados postumamente en Lyra Poética,270 en este libro vienen algunas referencias a los miembros de la junta, todos poco conocidos. • Academia del conde de Lemos. Academia literaria periódica que debió celebrarse entre 1631 y 1652271 y que conocemos gracias a dos vejámenes del poeta José Navarro272 y a la obra Rimas de Juan de Moncayo.273 En estas obras aparecen referidos algunos de los miembros de la organización, muchos de ellos nobles como el duque de Híjar o el conde de Andrade, y se explica el tipo de composiciones que allí se hacían, por lo general festivas. • Academia de Tarazona. De esta junta sólo hay referencias indirectas,274 se sabe que era miembro don Martín Miguel Navarro, el poeta aragonés y canónigo de Tarazona que vivió entre 1600 y 1644. Sabemos por la carta de Ustarroz referida en la nota anterior que estaba en funcionamiento en 1634, pero no tenemos más datos ni sobre su duración ni sobre sus integrantes. 269 Fue también un poeta destacado, muchos de sus sonetos y una pequeña biografía están disponibles en la Biblioteca Virtual Cervantes a través de la dirección: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/79159620118027495222202/index.htm. 270 Sánchez, V. Lyra poética, Zaragoza, 1688. Ejemplar de la Biblioteca Nacional R/39622. 271 Según Sánchez, J. Academias... op. cit., pp. 277-278. 272 Navarro, J. Poesías Varias. Zaragoza, 1654 en la imprenta de Miguel de Luna. No hemos consultado el original, pero sí hemos leído los dos vejámenes que están transcritos en el estudio de Jose María Castro y Calvo, Justas poéticas aragonesas del siglo XVII. Zaragoza, 1937, págs. 40-57. 273 Moncayo, J. Rimas, publicado por Diego Dormer, en la Plaza de la Seo, 1652. 274 Una carta de don Juan Francisco Andrés de Ustarroz de septiembre de 1634 dirigida a Martín Miguel Navarro incluye la siguiente cita “hanme dicho que en esta ciudad tienen Vms. una academia donde hay cosas grandes. Presidiendo tal Apolo, no será mucho que haya numerosas musas; aunque yo le juzgo a usted más ocupado en sus Discursos políticos que en los versos”, citada en Sánchez, Academias... op. cit., p. 282. 98 • Academia del Marqués de Ossera. Conocemos esta academia gracias a la obra Rimas de Juan de Moncayo, que incluye “Varias Octavas en alabanza de la poesía y de los académicos, presidente en una academia que hubo en casa del marqués de Ossera, año 1641” 275. No podemos saber por el contenido de estas octavas si se trató de una junta literaria periódica o de ocasión, aunque si atendemos a la referencia más bien parece lo segundo que lo primero.276 • Academia del conde de Aranda. Félix de Latassa en el volumen II de sus Memorias literarias de Aragón nos indica que a mediados del siglo XVII Juan Lorenzo Ibáñez escribió: “Un juicioso y agudo vejamen, que dio en la Academia que tenía en Zaragoza en su casa el Excmo. Sr. Conde de Aranda, y en él trata en prosa y verso de los literatos y poetas…”277 A continuación indica los nombres de los participantes, entre ellos el duque de Híjar y el Marqués de la Torre. No tenemos más referencias que ésta sobre dicha organización, por tanto sólo podemos suponer que se trató de una academia de tipo literario por la existencia de certámenes, demostrada por la composición de un vejamen, aunque, como ya hemos estudiado, certámenes se celebraron en todo tipo de academias, tampoco sabemos si se trató de una academia periódica o de ocasión. • Academia del conde de Andrade. El conde de Andrade era hijo primogénito del conde de Lemos, y cabe la posibilidad de que esta organización fuese una continuación de la de su padre.278 Se trató de una junta literaria periódica que debió de celebrarse a mediados del siglo XVII, al menos con seguridad sabemos que mantuvo reuniones anteriores a 1648, porque Vicencio Juan de Lastanosa actuó ocasionalmente como presidente en ella,279 y murió ese año. Fue periódica con total 275 Moncayo, J. Rimas op. cit., pp. 168-171. Sin embargo Sánchez op. cit., p. 283, sin explicar la razón de porqué utiliza el plural, afirma que Juan de Moncayo fue presidente en algunas de las reuniones de la Academia del marqués de Ossera. 277 Esta entrada está disponible en Internet gracias a la Universidad de Zaragoza, que ha patrocinado una versión digital de la biblioteca de Latassa, se accede a través de la dirección: http://155.210.60.15/latassa/Latassa.html (Edición electrónica a cargo de Manuel José Pedraza Gracia, José Angel Sánchez Ibáñez y Luis Julve Larraz, Zaragoza, 1999), y en el vínculo “Acceso a bibliografía” se busca al autor correspondiente por orden alfabético. También se ha publicado esta misma versión electrónica en CD ROM. 278 Sánchez, op. cit., pp. 283, indica esta hipótesis como una posible explicación al hecho de que ambas academias tengan los mismos miembros. 279 Lo indica Sánchez op. cit., p. 283, sin citar sus fuentes. 276 99 seguridad,280 además, así se indica en el segundo de los vejámenes de José Navarro que ya han sido referidos en la Academia del conde de Lemos: “...Vengo en Romería del Parnaso y traigo cartas de favor para la Academia del Excelentísimo señor Conde de Andrade, por si acaso en ella pueden lucir también mis versos. En día pasados tuvisteis un presidente florido en el ingenio...”.281 2.5. Otras academias literarias españolas • En Granada se reunieron varias juntas durante el siglo XVII de las que han llegado a nosotros algunas noticias. Existe un Manuscrito titulado Poetica Silva282 que tuvo su origen en la Academia de Granada, con poemas de Agustín de Tejada, Pero Rodríguez de Ardilla, Gregorio Morillo, Gutierre Lobo, Andrés del Pozo, Juan Montero, Juan de Arjona, Luis de Bavia, Francisco de Faria, Antonio Mira de Amescúa, Pedro de Cáceres, el Conde de Salinas y Pedro de Granda Venegas, más otros poemas anónimos que algunos expertos atribuyen a Lope, Góngora, Argensola y Francisco de Castroverde.283 Hemos encontrado otras referencias a esta organización, posiblemente sea a la que se refiere Hurtado y Palencia cuando nos indica que ya en 1600 existían noticias sobre una academia de don Pedro Granada Venegas;284 y el poeta granadino Pedro Soto de Rojas escribió antes de 1627 un “soneto a los académicos de Granada”285, es probable que esta misma reunión. Este autor incluye en su obra Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos un discurso de Sebastián López Hierro de Castro286 en el que se refiere a la Academia.287 También en Granada, en 1661, tuvo lugar una Academia que se celebró en la ciudad de Granada en ocho de diciembre al nacimiento del príncipe don Car- 280 Sánchez, op. cit, p. 283 nos indica que sus reuniones las presidieron alternativamente varias personas. 281 Navarro, J. Poesías varias, op. Cit. trascrito en Castro y Calvo, J. M Academias aragonesas... op. Cit., p. 51. 282 R.M. 6.898 Real Academia de la Lengua. 283 Osuna Rodríguez, M. I. La Poetica Silva, edición y estudio. Departamento de Literatura Española de la Universidad de Córdoba, 1998. 284 Hurtado y Palencia Historia de la Literatura española, Madrid, 1943, p. 548. 285 Sánchez, op. cit., p. 290 nos indica que fue recogido en 1627 por Ignacio de Toledo y Godoy en un manuscrito llamado Variedad de sonetos recogidos de diferentes autores. 286 Cuñado y primo de Sebastián Cortizos, el banquero judeoconverso portugués, uno de los principales asentistas de la monarquía furente el reinado de Felipe IV y Carlos II, con quien colaboró en sus negocios. 287 Granada, 1652, fols. 38r-38v, existe también una publicación moderna de Antonio Gallego Morell, Obras de Pedro Soto de Rojas, Madrid 1950, pp. 418-419. Ambos citados por Sánchez op. cit., p. 290, que incluye una cita con las referencias bibliográficas. 100 los.288 Parece que fue una junta de ocasión, presidida por Alfonso de la Cueva Benavides y que tuvo como secretario a Nicolás de Cervantes y Erviás Calderón. El lugar de celebración fue la casa de Pedro de Córdoba y Valencia. El volumen impreso consiste en una sucesión de poemas de exaltación al príncipe y a la dicha de su nacimiento, intercalados con composiciones jocosas. En 1662 tenemos referencias de otra Academia celebrada en casa de don Pedro Alfonso de la Cueva y Benavides, en homenaje a don Francisco Fernández de la Cueva, duque de Alburquerque,289 se trata de una junta literaria de ocasión presidida por don Juan de Trillo y Figueroa, y cuyo secretario fue don Gaspar Afán de Ribera. También en 1662 hay un programa de fiestas publicado por Baltasar de Bolívar con el título Descripción de las fiestas que al primero y purissimo instante de la Concepción de Nuestra Señora consagró el Real Convento de San Francisco de Granada,290 que incluye una academia de ocasión. El 12 de febrero de 1664 se celebró otra junta en casa de don Rodrigo Velázquez de Carvajal publicada con el título de Festiva Academia, Celebridad Poética, 291 presidida por don Juan de Trillo y Figueroa. En este caso no está claro si se trató de una academia de ocasión o simplemente de una sesión de una academia periódica, no tiene cédulas ni Vejamen, ni tampoco hay fiscal, además contiene un aspecto curioso porque cada uno de los asuntos o composiciones acaba con una redondilla jocosa del secretario don Francisco Velázquez de Carvajal. En esta academia la música se alterna con la recitación. En conjunto toda esta academia tiene una estructura muy original que bien merecería un estudio más profundo desde el punto de vista literario. • En Salamanca tuvo lugar en 1668 una Academia que se celebró a diez y ocho de enero en casa del señor don Francisco de Adda, conde de Salas.292 Tal señor era rector de la Universidad de Salamanca y es posible que la junta fuese periódica y que esta reunión fuese un certamen, pero no tenemos más noticias que nos confirmen esta posibilidad. Las composiciones tratan temas muy variados, algunos 288 Disponible en la Biblioteca Nacional con las signaturas R/6550(1) y VE/157/49. Espejo poético en que se miran las heroicas hazañas...Impreso en Granada en la Imprenta Real, 1662, ejemplar en la Biblioteca Nacional R/6550(2). 290 En la Biblioteca Nacional hay varios ejemplares disponibles, con las siguientes signaturas: DGMicro/2604, 2/65023(1), 3/2391, 8/22948, R/6550(3), VE/133/10, VE/155/44. 291 Ejemplar de la Biblioteca Nacional U/3145. 292 Se puede consultar en la Biblioteca Nacional a través de la signatura VE/93/29. 289 101 absurdos y divertidos, otros hablan de seres mitológicos como el Fénix o de personajes históricos como Heráclito o Pompeyo, también hay poemas de amor, etc. En realidad parecen excusas para ejercitar la poesía. Ha llegado hasta nosotros otra reunión Salmantina bajo el titulo Academia que se celebró en la Universidad de Salamanca en tres de enero de 1672.293 Se trata de una academia de ocasión (quizás fue un certamen de una academia periódica) que se celebró en casa del rector, Luis de Losada, presidida por Gaspar de Medina Ordóñez, siendo secretario Manuel de Sousa Moreyra y fiscal Antonio de Villafañe. Además de la introducción, la oración y el vejamen, la academia se compone de poesías y canciones que desarrollan los diversos asuntos, en su mayoría intrascendentes. Entre los asuntos hay algunos dedicados a personajes históricos como el Cid o Hernán Cortés, aunque son muy superficiales y tópicos. • En Cádiz el 22 de diciembre de 1672 tuvo lugar una Academia con que el Excelentísimo Señor Marqués de Xamaica celebró los felices años de su magestad294 (la regente Doña Mariana de Austria), academia de ocasión en la que se mezclan las composiciones poéticas y la música, casi todas exaltando la figura de la reina y la de su hijo. • En Badajoz, en 1683, hemos consultado una Academia que se celebró en Badajoz en casa de don Manuel de Meneses y Moscoso cauallero de la orden de Calatrava.295 La presidió Gómez de la Rocha y Figueroa, fue secretario Manuel Zavala y fiscal Francisco Felix de Vega y Cruzat. Se trata de una academia de ocasión compuesta por composiciones poéticas de carácter alegre y superficial que concluye con un vejamen compuesto por el fiscal. • En Toledo también existieron academias en el siglo XVII, ya en 1602 existía una academia patrocinada por el conde de Fuensalida según aparece en los Comentarios del desengañado de Diego duque de Estrada, gracias a este autor conocemos algunos de sus miembros y sabemos que los académicos, además de dedicarse a las labores típicas, también ejercitaban las armas y practicaban juegos: “Hízose una academia de que era presidente el conde de Fuensalida, el señor más rico y principal de Toledo, donde además de los caballeros que en ella escribían, lucían Benavente y (celebrado en letrillas y bai- 293 Se puede consultar en la Biblioteca Nacional con las signaturas: DGmicro/29699, DGmicro/32809, 2/33459. 294 Se puede consultar en la Biblioteca Nacional con las signaturas R/11778 y R/35415. 295 Hay varios ejemplares en la Biblioteca Nacional disponibles a través de las siguientes signaturas: 2/34892(5), r/4080, VC/1045/23, VC/1045/24, VE/114/30. 102 les) Mateo Montero, de excelentes y graciosos conceptos; Joseph de Medina Abasco, sonoro y elegante; don Juan Baca de Herrera, terso y grave; Barrionuevo, autor de entremeses, en que han lucido después en la Corte y tenido opinión de únicos todos, sin otros muchos que excuso aquí. [...] Ejercitábamos también armas, justar, tornear, correr lanzas al estafermo, sortija, cañas y toros, en que particularmente arriesgaba con mi gusto la vida...” 296 La información sobre esta junta ha sido ampliada por Jose Manuel Blecua, quien ha publicado sus estatutos, recogidos en un manuscrito de la biblioteca Universitaria de Barcelona, en un breve artículo sobre ella.297 Más información sobre las academias toledanas de comienzos de siglo la aportó Gregorio Marañón en un artículo que desgraciadamente solamente abarca hasta 1614.298 Además de la academia del conde de Fuensalida, nos habla de otra en casa del conde de Mora a la que acudía, entre muchos otros, Lope de Vega cuando estaba en Toledo, esta misma academia se reunía en el Palacio de Buenavista cuando el tiempo era bueno. • De ciudad Real se conservan al menos los papeles publicados de una academia celebrada el primero de mayo de 1678.299 Fue presidida por Martín de la Vera Cimbrón, siendo el secretario Juan Manuel Ruiz Pardo y el fiscal Andrés Romo de Ontova. Por lo que dice el prólogo, parece tratarse de una academia de ocasión sin lazo alguno con una academia periódica. Muchos de los asuntos son composiciones poéticas jocosas e intrascendentes, aunque hay algunos de contenido político-social que analizaremos en el siguiente capítulo, y también los hay de tema histórico. • En Barcelona sabemos que se celebraron también varias academias en esta época y se conservan algunos de los escasísimos vejámenes de academia en catalán conocidos,300 leídos en las fiestas celebradas por la Academia de Santo Thomas 296 Duque de Estrada, D. Comentarios del desengañado de sí mismo. Vida del mismo autor. Castalia, Madrid, 1982. Pp. 93-94. 297 Ms. 753, fols. 397-399, de la Biblioteca Universitaria de Barcelona, publicado por Jose Manuel Blecua Jose Manuel Blecua: “La Academia del conde de Fuensalida” NRFH, vol. XV, 1961, pp. 459-462. También incluido en Sobre poesía de la Edad de Oro. Gredos, Madrid, 1970. Aunque Gregorio Marañón (en el artículo de la nota siguiente) indica que este manuscrito ya había sido publicado por Salas, nosotros no hemos encontrado esa primera publicación. 298 Gregorio Marañón “Academias toledanas en tiempos de El Greco”, en Papeles de Son Armadans, Vol. I, 1956, pp. 13-26. 299 Se conserva un ejemplar en la Biblioteca Nacional insertado en un volumen que contiene varias academias publicadas: signatura 2/34892. 300 Han sido estudiados por Kenneth Brown en varios artículos: “Context i text del vexamen d’acadèmia de Fransecs Fontanella” en Llengua é Literatura, Vol. 2, 1987, pp. 173-252; y “El barroc literarii catalá i castellà: contextos, textos i intertextos” en El barroc catalá. Actes de las 103 para celebrar el día del santo en 1643, fiestas de las que también tenemos noticia por un documento de época.301 • En Murcia parece que hubo una academia en casa del marqués de Espinardo de la cual debieron de salir gran parte de las composiciones incluidas en la obra Academias del Jardín de Jacinto Polo (Madrid, 1630).302 • En Argamasilla hubo una academia literaria de gran raigambre y duración, de la que Jose María Asensio y Toledo estudió sus miembros durante el siglo XVII.303 jornades celebrades a Girona els dies 17,18 i 19 de 1987. Cuadernos Cresa, 1987, pp. 513-530. pp. 513-530. 301 “Notificació de las festas que feren la Academia de S. Thomas en son día del any de 1643...” Ms. 968 de la Biblioteca Universita Barcelonesa, fol. 378. 302 Esta hipótesis la desarrolla Jose María Cossio según explica King (Prosa novelística… op. cit., pp.129-133. 303 Asensio y Toledo, J. M. “Los académicos de Argamasilla”, en Nuevos documentos para ilustrar la vida de Miguel de Cervantes, Sevilla, 1884. 104 3. Academias humanísticas Las academias que hemos dado en llamar humanísticas eran menos numerosas que las literarias y gozaban de una popularidad y una atracción para el público muy inferiores, sin embargo, su número no fue en absoluto despreciable, especialmente en algunas ciudades o regiones españolas. Los asistentes a estas organizaciones, tanto académicos como espectadores, eran personas cuyo objetivo generalmente iba más allá del de pasar un rato divertido, buscaban ampliar sus conocimientos en las más diversas materias y solían ser personas formadas y con inquietudes intelectuales y científicas, es lógico, por tanto, que estas reuniones no atrajesen la gran masa popular que acompañaba a las academias literarias. Por estas mismas razones, no era habitual que las academias humanísticas saliesen de sus lugares habituales de reunión para celebrar sesiones especiales en escenarios de mayor capacidad como sucedía con muchas juntas literarias en los días de fiestas públicas. Normalmente se reunían, igual que todas casi las academias, en casa de algún mecenas protector, un personaje de la nobleza influyente en su ciudad, y los participantes, menos numerosos, solían ser también nobles dispuestos a compartir sus saberes o a aprender de quienes sabían más que ellos. Como ya hemos señalado, este tipo de organizaciones fueron más habituales en unos lugares de España que en otros, por ejemplo Aragón destaca por el número, la duración y la calidad de sus academias humanísticas y Valencia por su número, sin embargo, en Madrid fueron muy poco frecuentes, al menos por lo que sabemos hasta el momento. No podemos establecer las causas de estas diferencias, solamente podemos hacer meras elucubraciones, quizás en Madrid, por ser la corte y sede de las instituciones de gobierno, los mecanismos de control y censura de todas las actividades del pensamiento y la cultura eran más rígidos que en otras zonas más alejadas de los grandes centros del poder, y, por tanto, era más difícil mantener juntas cuyos temas de debate y estudio podían a menudo chocar con la línea de pensamiento predominante en la corte y resultar incómodos para el poder político y religioso. Es posible que los mecenas madrileños prefiriesen sostener academias literarias para escapar de la ociosidad sin necesidad de comprometer su posición con actividades que pudiesen ser consideradas peligrosas por los resortes de control del gobierno o de la Iglesia. Sin embargo, estas diferencias también pueden ser debidas a la enorme atracción que ejercían sobre los literatos algunas ciudades, como Madrid, sede del poder político, o Sevilla, con su inmensa actividad económica, debido a las grandes posibilida- 105 des de medrar que ofrecían, ya que en ellas se concentraba una élite muy rica y en muchos casos desocupada y dispuesta a gastar parte de su dinero en patrocinarlos. La concentración de escritores en estas dos ciudades, especialmente de los más brillantes, provocaba que el nivel de los literatos que permanecían en otras regiones más periféricas fuese, en términos generales, inferior, por lo que quizás no resultase tan atractivo organizar tertulias exclusivamente poéticas, y se optara a menudo por reuniones que abarcaban campos del conocimiento más amplios. Resulta significativo que los lugares en los que hubo una mayor proliferación de academias humanísticas fuesen Aragón y Valencia, dos territorios con una personalidad jurídica propia, en los que el poder de la monarquía estaba más limitado que en la Corona de Castilla y en los que no había posibilidades de aprovecharse de la enorme actividad económica relacionada con el imperio americano, mientras que en Castilla, especialmente en Madrid y Sevilla el predominio de las academias literarias fue absolutamente abrumador. También pueden resultar relevantes otros factores para hallar una explicación a la localización geográfica de los diferentes tipos de academias. En Aragón existía una corriente de pensamiento muy extendida obsesionada por la lucha contra la ociosidad, a la que consideraba como principal causa de todos los vicios, y que defendía que el mejor arma para derrotarla era el trabajo intelectual, un trabajo intelectual amplio y ambicioso del que la literatura también formaba parte, pero que abarcaba muchas otras disciplinas. Esta corriente de pensamiento tiene su mejor exponente en los discursos de Lupercio Leonardo de Argensola ante una academia aragonesa,304 ambos incluidos en los apéndices,305 aunque en muchos otros documentos salidos de las academias de Aragón se insiste en esta misma línea, como veremos más adelante. En Valencia, por su parte la corriente de renovación científica de los novatores tuvo un amplio desarrollo a partir del último tercio del siglo XVII, lo que se reflejó en las academias, que pasaron a ejercer una labor paralela a la de la universidad, unas veces complementándola y otras en abierta discrepancia con ella. La renovación científica en Valencia tuvo que buscar nuevos medios de difusión, ya que las rígidas estructuras del saber universitario se mostraban refractarias a las nuevas corrientes 304 Ambos discurso se encuentran recogidos en forma manuscrita en un tomo de la Biblioteca Nacional llamado Libro de varias cosas en prosa, de hombres insignes de letras y política y de razón de Estado, referencia Ms. 8755, folios 135-146. 305 Apéndice V. 106 europeas, que identificaban con la heterodoxia religiosa y filosófica, y las academias fueron en gran medida una vía de escape para los novatores valencianos.306 El caso es que las academias humanísticas españolas se ocuparon de campos muy amplios del conocimiento, que, como acabamos de decir, no excluían a la literatura, pero a la que consideraban como una materia más, y, a veces, simplemente un medio por el cual se podía conseguir que los otros saberes fuesen asimilados con mayor facilidad, como asegura Lupercio Leonardo de Argensola en el primero de los discursos ya mencionados. Los motivos de interés fueron muy diversos e incluyeron el arte, las ciencias, la política, la religión, las matemáticas, la estrategia, el armamento y la logística militares, la filosofía en todos sus campos, la jurisprudencia, la música y la danza; la historia, los asuntos sociales, la teoría y la práctica literarias, y muchos otros aspectos referentes a la erudición o a la actualidad social y política. Algunos de estas materias se desarrollaban de forma teórica y práctica, como ya hemos visto que sucedía con la literatura y con la música, y sorprendentemente ocurría lo mismo con la disciplina militar, según se señala en el discurso de Argensola las habilidades físicas podían también ponerse a prueba en torneos y luchas, igual que se hacía con la poesía, y para estas competiciones también se publicaban carteles como en los certámenes poéticos: “…Y no contentándose los académicos con ejercitar solamente las fuerzas de su ingenio, quieren también ejercitar las del cuerpo y la destreza de las armas. Y así uno de ellos ha propuesto mantener un torneo de a pie a los caballeros académicos y a otros cualesquiera en la forma que se verá en su cartel…”.307 Como veremos en siguientes capítulos, la política y la actualidad social también se trataban, sin embargo, estos temas podían acarrear problemas, incluso en los territorios de la Corona de Aragón, y existen avisos muy concretos que desaconsejaban con gran contundencia la crítica política, avisando de las consecuencias que se podían derivar de ella para los miembros que la ejerciesen y para la propia organización. En el segundo discurso de Argensola advierte que “...se debe evitar el tratar del gobierno público presente...” porque señala que “...jamás han faltado delatores y malsines...” y pone como ejemplo el caso en el que él mismo tuvo que aplacar el 306 Para más información sobre los debates científicos que tuvieron lugar en Valencia en los últimos años del siglo XVII resulta de gran utilidad el artículo de Pascual Mas i Usó “Academias valencianas...” op. cit. que resume las luchas internas en la universidad entre profesores innovadores y oficialistas y el recurso a las academias como vía de escape para el desarrollo de las nuevas corrientes. 307 Ver apéndice V. 107 enfado del virrey y del Justicia de Aragón por ciertos papeles y versos que creían salidos de esa academia en los que se criticaba al gobierno. La reflexión y la crítica por cuestiones políticas de actualidad existieron en estas academias, al igual que en las academias literarias, Pero siempre con los límites impuestos en la época a la libertad de expresión, y que en ocasiones provocaban el disimulo de la reprobación bajo mil disfraces, o simplemente el soterramiento la crítica con otro tipo de reflexiones. También se desaconsejaba explícitamente en algunas juntas humanísticas el uso de la sátira por el peligro que suponía de enfrentamiento y de división entre los académicos. La sátira fue motivo de grandes disputas y de notables enfrentamientos en numerosas academias, especialmente en las literarias, donde los poetas, bien por motivos personales bien por divergencia de intereses, se enfrentaban a base de composiciones satíricas, lo que provocó la disolución de más de una organización y en ocasiones dio lugar hasta a enfrentamientos armados.308 Por este motivo Lupercio Leonardo de Argensola advierte en su discurso: “...los que escribieren versos, amen los panegíricos y aborrezcan las sátiras, que aunque se les ofrezca más copiosa materia para reprender que alabar hay peligro en esa virtud, porque describiendo los vicios se suele topar con los viciosos que ofendidos son causa de muchos disgustos...”.309 Las prevenciones contra el uso de la sátira son bastante frecuentes en Aragón, por ejemplo, en los estatutos de la Academia Pítima contra la Ociosidad se prohíbe expresamente el uso de la sátira310 y se castiga con la expulsión de la academia a quien se saltase esa prohibición.311 A continuación, como hicimos con las juntas literarias, enumeraremos y describiremos brevemente las organizaciones de carácter humanístico que conocemos, separándolas por regiones, y prestaremos especial atención a aquellos contenidos en los que se puede intuir reflexiones de tipo social y político. 308 Recodemos la carta que escribió Lope de Vega al duque de Sessa sobre la última sesión de la Academia de Saldaña (Epistolario de Lope de Vega editado por A. González de Amezúa, Volumen III, carta 86, p. 101.) en la que afirma que ...”se mordieron poéticamente un licenciado Soto, granadino, y el famoso Luis Vélez; llegó la historia hasta rodelas y guardar a la puerta; hubo príncipes de una parte y de otra; pero nunca Marte miró tan opuesto a las señoras Musas”. 309 Ver apéndice V. 310 Apéndice II, artículo 17. 311 Apéndice II, artículos 56 y 57. 108 3.1. Academias humanísticas de Valencia • Academia de los Montañeses del Parnaso. Fue una junta periódica que pretendía recoger el testigo del modelo de academias italianas que había estado presente en Valencia con gran éxito representada por la Academia de los Nocturnos, desaparecida en 1594.312 Fue fundada por Guillén de Castro, quien también era su presidente, y contó entre sus miembros a otros destacados participantes de los Nocturnos, que en muchos casos mantuvieron los mismos pseudónimos que habían utilizado en esa organización. Fue, al igual que aquella, una academia esencialmente dedicada a los asuntos literarios, sin embargo, también se trataban otras materias, Felipe Picatoste nos indica que se conservan muchos trabajos de esta academia, en que se honraba a ilustres poetas, o se discutían puntos de arte o ciencia. En ella leyó Andrés Rey de Artieda muchas de sus composiciones, y Manuel de Ledesma su discurso sobre la excelencia de las matemáticas. 313 Esta academia debió de fundarse hacia 1615 según nos refieren Sánchez314 y su duración es incierta, aunque King315 indica que hacia 1619 ya no debía existir, porque ese año Guillén de Castro se trasladó a Madrid. • Academia de Játiva o del Académico Pensil. Junta de ocasión que se celebró en 1669 en la ciudad de Játiva,316 a la que acudieron intelectuales y personas preeminentes de la política valenciana. Curiosamente todos los asuntos están escritos en prosa,317 y la estructura tiene una característica peculiar consistente en que después de cada uno de ellos el secretario Vicente Texedor y Belvís realizó un Sánchez, J (Academias... op. cit., p. 227) señala “El origen de esta academia fue un intento de resucitar la Academia de los Nocturno...”. Mas i Usó (“Academias valencianas...” op. cit pp.186 y 187) detalla más el objetivo y el modelo que pretendía seguir los Montañeses: “Tanto la periodicidad, la jerarquización de sus componentes, como la existencia de seudónimos delatan un modelo de academia claramente inspirado en los Nocturnos. Es relevante que los Montañeses se constituyeron, Según Juan Yagüe de Salas como «academia nuevamente resucitada», pues ello evidencia también la continuación del modelo académico italiano difundido por la Academia de los Nocturnos”. 312 313 Picatoste, F Estudios sobre la grandeza y decadencia de España, Madrid, 1887, vol. I, pág. 98. Sánchez, J, op. cit p. 227. 315 King, W. F. Prosa novelística... op. cit pp. 78-79. Mas i usó coincide con esta datación, “Academias...” op. cit., p 174. 316 Publicada como Académico Pensil de las musas. Dispuesto y compuesto en el breve plazo de nueve días Valencia, Francisco Ciprés, 1669. Citado en Mas i Usó, op. cit., p. 196. 317 Según Mas i Usó la elección de la prosa “vino determinada por el poco tiempo (nueve días) del que dispusieron los poetas”, sin embargo, en muchas academias periódicas el tiempo normal era de tan sólo siete días y gran parte de los asuntos se realizaban en verso. Este autor justifica su explicación al comparar estos nueve días con los quince que eran de rigor en los certámenes poéticos (“Academias valencianas...” op. cit., pp.197 y 198). 314 109 comentario que acababa con una estrofa en verso.318 No hemos tenido la oportunidad de consultar este volumen por lo que no conocemos de que trataron los catorce asuntos de que se compone, sin embargo, la hemos incluido en el apartado de academias humanísticas porque en esta organización peculiar ve Mas i Usó un acercamiento a lo que serán las academias científicas del último cuarto del siglo XVII.319 • Academia del Alcázar. Esta academia, a la que Más i Usó considera la academia valenciana más importante del siglo XVII320 se fundó en 1681321 y se trataba de una academia humanística en su forma más típica, sus objetivos eran luchar contra la ociosidad, ampliar conocimientos y fomentar la amistad, entre las materias tratadas estaban la política, la literatura, la religión, las matemáticas, el arte militar, la filosofía moral, la jurisprudencia, la literatura, la erudición, etc., aunque King opina que “...fomentó el ingenio irónico, urbano, sofisticado y mostró poco interés por la discusión seria y profunda”.322 Tuvo al menos cuatro presidentes Francisco Figuerola, el conde de Cervellón, José Ortí Moles y Jaime Fuster, aunque respecto a los cargos lo más relevante es la introducción de un puesto nuevo, los superintendentes, que estaban encargados de una sola materia (poesía, política, historia, representación y música). Los miembros de esta academia eran reconocidos admiradores de don Pedro Calderón de la Barca, con quien mantuvieron algún contacto, a la muerte del genial dramaturgo realizaron y publicaron un libro en su honor al que titularon Fúnebres elogios.323 • Academia de Nuestra Señora de los Desamparados y San José. Celebrada en 1685, parece una junta de ocasión, en la que se tocaron de manera un tanto super- 318 Esta curiosa estructura la hemos encontrado también en otra obra de la Biblioteca Nacional que ha sido ya referida en este capítulo: Festiva Academia, Celebridad Poética localizable con la signatura U/3145. 319 “Academias valenciana...” op. cit., p198 y 199. Nosotros no hemos podido consultarla, en los catálogos de la Biblioteca Nacional aparece un volumen de esta academia, pero desgraciadamente está ilocalizable. 320 “Academias valencianas...” op. cit p. 202. 321 De este año es el primer documento que se conserva de esta Academia y Sánchez (Academias... op. cit., p. 229) se basa para la asignación de esta fecha en un estudio de José Enrique Serrano y Morales: “Noticia de algunas academias que existieron en Valencia durante el siglo XVII” en Revista de Valencia, I, (1880-1881). La fecha es confirmada por Mas i Usó (Academias...” op. cit., p. 174), que es posiblemente quien más ha estudiado las academias valencianas, aunque nos indica que Vicente Ximeno en su recopilación de escritores del reino de Valencia situaba el origen de esta academia en 1670 (p. 202). 322 King. W. F. Prosa novelística…op. cit., p. 79. 323 Fúnebres elogios a la memoria de Don Pedro Calderón de la Barca, escritos por algunos apasionados suyos del Alcázar... Valencia, 1681. 110 ficial diversas materias, entre ellas temas científicos, Mas i Usó afirma que aunque los asuntos tomaran como jocosos temas científicos, de los textos conservados se desprenden conocimientos y comentarios que requieren dominio del tema que se trata.324 • Academia Matemática. Junta periódica creada en 1687 que se mantuvo activa al menos hasta 1690. Se reunió primero en casa de Baltasar Íñigo y más tarde en el palacio del Alcázar. A esta organización acudían los más destacados miembros de la corriente renovadora preilustrada de los novatores y su actividad corrió paralela en muchas ocasiones a la de la Universidad de Valencia, con la que realizó actos compartidos o complementarios. Parece ser que en realidad fue creada por algunos científicos de la universidad que no podían desarrollar allí sus inquietudes debido a la fuerte censura y control ideológico contra todo aquello que se saliese de la rígida ortodoxia oficial.325 En esta academia además de temas matemáticos se desarrollaron otras ciencias.326 • Academia del Marqués de Villatorcas o Academia Desamparados San Francisco Javier. Creada en 1690,327 mantuvo sus reuniones al menos hasta 1692, reuniéndose en casa del Marqués de Villatorcas. Esta organización, como la anterior, también estuvo muy relacionada con la Universidad, de la que ejercía una labor complementaria.328 Las materias que se trataron en ella fueron la política, las matemáticas, la poesía, la música y la danza. La academia celebró una sesión extraordinaria en honor del cumpleaños del rey en noviembre de 1691329 y es posible que celebrase otra a la muerte de Pedro Calderón de la Barca.330 Mas i Usó, P. “Academias valencianas...” op. cit., p. 210. Mas I Usó “Academias valencianas...” p. 210-211. Sobre este mismo asunto hay mucha más información en el artículo de Vicente Peset “La Universidad de Valencia y la renovación científica española (1687-1727)” en Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura, nº XLII, pp. 7099. Castellón, 1966 326 Álvarez de Miranda P. “Las academias de los novatores” en De las Academias a la Enciclopedia op. cit p. 286. 327 Sánchez (op. cit., p. 230) señala que a su primera reunión asistió el Virrey de Valencia Luis Moscoso Orovio y Mendoza, que poco después partió hacia Madrid. 328 Mas i Usó op. cit p. 214 señala que “...la actitud descrita es un exponente claro de la inquietud intelectual de la época que no se dejaba encauzar en la universidad y, aun perteneciendo a esta institución docente, vio en las academias la salida del anquilosamiento”. También en el referido artículo de Vicente Peset (“La universidad de Valencia y la renovación...” op. cit.) se analiza esta función de renovación científica paralela al estudio universitario. 329 Más i Usó op. cit., p. 213 y 214. El autor nos indica que la celebración de sesiones extraordinarias, a las que el denomina como academias de ocasión dentro de la academia periódica, se hizo frecuente a finales del siglo XVII y nos recuerda que también se dio en la Academia Matemática y en la del Alcázar, por lo que suponemos que no debió se ser usual con anterioridad, aunque, 324 325 111 • Academia del conde de Cervellón. Don Juan Basilio Castelví, conde de Cervellón y Marqués de Villatorcas, era hijo del anterior y reunió una academia en su casa parece que desde 1699, a la que pertenecía Manuel Martí, quien seguramente era el alma de esta organización.331 Entre sus miembros había historiadores, juristas, bibliógrafos, filósofos y científicos. • Reunión en casa de Félix Falcó de Belaochaga. No podemos decir que fuese esta una academia como tal, quizás se tratase solamente de tertulias informales en casa de este señor, lo único que sabemos de ellas es que estaban dedicadas a la práctica y la observación de la astronomía.332 3.2. Academias humanísticas de Aragón • Academia Pítima Contra la Ociosidad. De esta academia ya hemos analizado con detalle sus estatutos y más tarde profundizaremos en su producción estudiando las actas contenidas en un volumen manuscrito conservado de la Biblioteca Nacional.333 Se trató de una academia periódica de las que consideramos humanística por la amplitud de los asuntos tratados, aunque también tuvo actividad literaria. Se reunió en casa del conde de Guimerá en Frescano durante el verano de 1608. Sabemos la identidad de algunos de sus miembros, pero de la mayoría sólo conocemos su seudónimo. No repetiremos los principales cargos de la institución ni sus normas pues ya las hemos estudiado en el capítulo anterior, sobre el contenido de sus reuniones profundizaremos en otro lugar de este trabajo. • Academia de los Anhelantes. No hemos identificado actas ni documentos de esta organización, sólo referencias de otras fuentes,334 aunque sí conocemos alguna de las obras que vieron la luz en ella y que fueron publicadas.335 Algunos opinan como ya hemos visto, en otros lugares sí fue común que las academias celebrasen sesiones especiales y certámenes, tanto en su lugar normal de reunión como fuera de el. 330 Sánchez menciona tal hecho, pero duda de si fue una reunión de esta academia o un acto independiente de ella, op. cit p. 230. 331 Álvarez de Miranda, P. “Las academias de los novatores” en De las academias a la enciclopedia. op. cit., p. 285-286. El autor nos da conocimiento de esta academia a través de las noticias biográficas de Juan Martí. 332 Álvarez de Miranda. P. “Las academias de los novatores” en De las academias a la enciclopedia. op. cit., p. 287. 333 Ms. 9396. 334 Sánchez en Academias... (pp. 243-250) nos indica las diversas fuentes. 335 Hay un Discurso si conviene que se restituya en Zaragoza la casa pública que está accesible en la Biblioteca Nacional con la signatura R/3597, y sobre el que trataremos más adelante. También en 1636 Juan Andrés de Ustarroz publicó en Lérida Mausoleo que construye la Academia de 112 que fue ésta la junta en la que Argensola leyó sus dos famosos discursos, que hemos incluido en los apéndices,336 sin embargo no parece que fuese así.337 Por las referencias que existen, debió tener una duración muy prolongada, parece seguro que se mantuvo activa entre 1628 y 1652.338 De lo que conocemos de esta academia la mayoría son referencias literarias, aunque el discurso sobre la conveniencia de restituir la casa pública (ver nota sobre las obras publicadas) y la posibilidad, muy incierta, de que los discursos de Argensola fuesen leídos en ella nos inducen a incluirla entre las academias humanísticas. Se conoce la identidad de muchos de sus miembros, aunque parece que fue Ustarroz quien promovió esta organización y de quien dependió su desarrollo y su fin.339 • Academia de Huesca. Se trata de una academia periódica que se reunió en esta ciudad entre 1610 y 1612, muchas de las obras que se leyeron en ella se conservan en un volumen manuscrito en la Biblioteca Nacional.340 Conocemos los nombres y los seudónimos de sus miembros, y, a pesar de que no se han encontrado sus estatutos, las actas confirman que presidente, fiscal y secretario ostentaban su cargo por un mes y que el portero recibía una retribución económica por sus servicios. Las reuniones cambiaban cada mes de lugar de celebración. Su actividad literaria fue muy amplia, aunque la consideramos humanística porque además de sus composiciones en verso, muchas de ellas sobre asuntos filosóficos, religiosos, científicos, políticos etc., hay una gran cantidad de discursos en prosa sobre los más diversos temas. Su producción fue seria aunque de poca calidad literaria y por lo general superficial en el contenido, con una fuerte tendencia a la erudición y al virtuosismo. La academia celebraba a menudo certámenes, sin embargo no se conservan vejámenes, oraciones ni carteles. Los asuntos tratados los estudiaremos con detalle en otro capítulo de este trabajo. los Anhelantes de la real ciudad de Zaragoza a la Memoria del Doctor Baltasar Andrés de Ustarroz. 336 Así lo cree Sánchez, Academias... op. cit., pp. 244-245 337 Aurora Egido (“Las academias literarias de Zaragoza en el siglo XVII”, en La literatura en Aragón, Zaragoza, 1984, p. 103 y siguientes) descarta que estos discursos pertenecieran a la Academia de los Anhelantes. 338 King en Prosa... pp. 73-74 indica estas fechas, aunque Sánchez, sin explicar mucho la razón amplía la fecha de inicio hasta finales del siglo XVI (Academias... op cit p. 245) 339 King, Prosa... op. cit., p 74. 340 Ms. 3672 fols. 4-330, 341-368. 113 3.3. Academias humanísticas de Madrid El conocimiento de las academias humanísticas madrileñas es muy escaso. Por supuesto, está la Academia de Matemáticas, fundada por Felipe II en 1582, que se dedicó a la cosmografía y a la arquitectura y que estuvo dirigida en sus primeros tiempos por el gran arquitecto Juan de Herrera. Sin embargo, a pesar de su nombre, no era una academia del tipo que estamos estudiando, sino una institución de enseñanza de carácter oficial y muy ligada a la corte (su localización estaba a cien metros escasos de Palacio), que había sido fundada a instancias del rey para ocuparse de las cartas náuticas y astronómicas o los instrumentos de navegación, asuntos de esencial importancia para la Monarquía, especialmente tras la incorporación de Portugal. Su nombre se debía a que el fin esencial de esta institución era plasmar en el plano todos los aspectos posibles del mundo, para darles una aplicación útil, para lo cual las matemáticas eran esenciales. Los profesores de la academia eran expertos geógrafos y matemáticos, y los alumnos eran miembros de la nobleza cortesana. A finales del siglo XVI la academia pasó a depender directamente del Consejo de Indias, y se mudó a Valladolid el tiempo que Lerma trasladó a esa ciudad la Corte. Con el tiempo la institución fue aumentando su reglamentación para mejorar su eficacia y resulta llamativo el carácter tan especializado que tuvo, a diferencia de otros centros educativos, por no hablar de las demás academias barrocas españolas, cuyo saber cenacular era bastante más difuso.341 Respecto al tipo de academias humanísticas que estudiamos en este apartado, el caso más relevante es sin duda el de la nonata Academia Peregrina, cuyos estatutos, redactados por Sebastián Francisco de Medrano, hemos analizado ya detenidamente y que aparecen transcritos en los apéndices. Como hemos visto, se trataba de una junta al más puro y ambicioso estilo italiano que pretendía desplegar un amplísimo campo de estudios, con diferentes facultades y días dedicados a cada materia. Por desgracia, nunca llegó a inaugurarse, y son muy escasas las noticias de otras organizaciones de tipo humanístico que se reuniesen en Madrid hasta finales del siglo. Sánchez nos refiere la Academia de Joseph Reynalte, caballero de la Orden de Santiago, que posiblemente fue literaria como muchas otras que se celebraban en la ciudad, 341 Para más información sobre esta institución se pueden consultar los siguientes trabajos: Lafuente, A. Guía del Madrid científico. Ciencia y Corte publicado por el CSIC, Madrid, 1998, pp. 106-116; Simón Díaz, J. Historia del Colegio Imperial de Madrid. Vol. I, Instituto de Estudios Madrileños, Madrid, 1952, pp. 47-52; López Piñero, Navarro Brotons y Portela Marco Materiales para la Historia de las ciencias de España, ss. XVI-XVII, Pre-textos, Valencia 1976, pp. 8 y 2123. 114 Aunque la referencia que nos da Sánchez viene acompañada de un soneto que incluye el siguiente cuarteto “Aquí sí, que se trata lo infinito, pues las ciencias están en su elemento, apurado de Apolo el sacro aliento, y mexorado con cristiano rito”.342 Posiblemente esto no indique nada, pues muchas composiciones de academias literarias contenían alusiones parecidas, pero aquí queda consignado. Parece que en los últimos años de la centuria se reunieron academias de novatores que pretendían la difusión de las nuevas corrientes científicas europeas y que se formaron en torno a una serie de mecenas como el Marqués de Villena, el marqués de Mondéjar o el duque de Montellano.343 Sin embargo, estas organizaciones son muy poco conocidas, quizás sean las menos estudiadas de todas las que hubo en España, ya que sólo sabemos de su existencia gracias a la Censura que realizó el doctor Diego Mateo Zapata a los Diálogos philosóficos en defensa del atomismo de Juan Nájera, publicado en 1716. “Bolviendo a lo que inconsolablemente siente el Padre Palanco, se aya introducido esta nueva philosofía en España, y assi en el activo, subtil, prompto y comprehensivo ingenio de los Españoles, puedo asegurar que desde el año 87 que entré en la corte avía en ella las publicadas célebres tertulias que ilustraban y adornaban los hombres de más dignidad, representación y letras que se conocían, como eran el excelentísimo señor Marqués de Mondéjar; el señor Don Juan Lucas Cortés, del Consejo Real de Castilla; el señor don Nicolás Antonio, cuya sabiduría, erudición y inteligencia parece que se llegó más alla de lo possible, como lo acredita su grande Bibliotheca Hispana; el señor Joseph de Faria, embajador de Portugal; el Doctor Don Antonio de Ron; el Abad don Francisco Barbará; el Doctissimo y nobilissimo Don Francisco Ansaldo, Cavallero Sardo; los cuales como de todas ciencias, trataban de la Philosofía Moderna. Siguiose a Esta la que Quotidianamente se tenía en casa del Excelentísimo y eruditissimo señor Duque de Montellano, Grande de España, Presidente vigilantísimo de Castilla, del Gavinete y Consejo de Estado de su Magestad, en cuya presencia se conferían los systemas Philosóficos de Cartesio y Maignan, en que todos los doctos que asistían discurrían, puesta siempre la indispensable atención en la pureza de nuestra Santa Fe.” 344 342 Sánchez, J. Academias Literarias... op. cit p. 161 López Piñero J. M. “La ciencia en la España de los siglos XVI y XVII” en Historia de España. La Frustración de un imperio, Vol. 5, dir. Tuñón de Lara, ed. Labor, p 406. 344 Hemos tomado la cita: Álvarez de Miranda. P. “Las academias de los novatores” en De las academias a la enciclopedia... op. cit pp. 290-291. 343 115 3.4. Otras academias humanísticas españolas Conocemos muy poco acerca de la existencia de academias humanísticas en otros lugares de España, aunque sabemos que las hubo. Los ejemplos más estudiados corresponden a los últimos años del siglo XVII y mantienen una continuidad hasta derivar en las academias científicas típicas de la ilustración. Éste es el caso de la Academia de los Desconfiados de Barcelona, iniciada en 1700, aún bajo el reinado de Carlos II, y que era un claro ejemplo del tipo de academias humanísticas barrocas de finales del XVII. Esta institución acabó convirtiéndose en la Academia de las Buenas Letras de Barcelona en 1752 cuando Fernando VI le otorgó el título de Real Academia y la puso bajo su patronazgo.345 En la ciudad de Sevilla, como ya hemos visto, se reunieron numerosas juntas literarias a lo largo de todo el siglo, aunque posiblemente también hubo organizaciones de carácter más didáctico y no dedicadas exclusivamente al entretenimiento. Parece que la academia que reunió el pintor Francisco Pacheco en su taller durante toda la primera mitad del XVII pudo ser de este tipo, es cierto que se ocupó en gran parte de literatura, pero también de las diferentes disciplinas artísticas. Algunos de los más destacados nombres del siglo de Oro español pudieron acudir a esta tertulia, entre ellos Cervantes, Lope de Vega o Velázquez.346 Desde 1697, también en Sevilla, se reunía una Tertulia en casa del médico Juan Muñoz y Peralta,347 compuesta por médicos y hombres de ciencia, que se convirtió en la Regia Sociedad de Medicina y otras Ciencias en 1700 al aprobar Carlos II sus reglamentos, la primera institución científica oficial de España.348 Para más información sobre esta institución: Martín de Riquer “Breve historia de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona”, Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, nº XXV (1953), pp. 275-300. También en García Dini, E. “Pablo Ignacio de Dalmases y la Academia de los Desconfiados de Barcelona”, Miscelanea di studi ispanici, Pisa, 1969. 346 Sánchez, J. Academia literarias... op. cit pp. 208 y 209. 347 López Piñero J. M. “La ciencia en la España de los siglos XVI y XVII” en Historia de España. La Frustración de un imperio, Vol. 5, dir. Tuñón de Lara, ed. Labor, p 407; También López Piñero, Navarro Brotons, V. y Portela Marco, E. Materiales para la historia de las ciencias en España, ss. XVI-XVII, Pre-textos, Valencia , 1976, pp. 8 y 21-22. 348 Alvarez de Miranda, P. “Las academias de los novatores” en De las Academias a la Enciclopedia op. cit., p. 273. 345 116 4. Algunas academias ficticias Como su nombre indica, estas juntas no existieron, se trata simplemente de organizaciones inventadas incluidas en obras literarias del siglo XVII. Sin embargo, es importante recordar que muchos de los escritores que las imaginaron eran asiduos asistentes a academias y que, en ocasiones, parte o la totalidad de las sesiones descritas en estas obras son reales aunque se han modificado ciertos aspectos, como el nombre, el lugar de reunión, la identidad de los asistentes, etc. Hemos incluido esta tipología, recogida en el trabajo de Sánchez sobre las academias del XVII,349 por diferentes razones a las que movieron a éste autor. Nosotros pretendemos extraer de ellas algunos ejemplos de análisis social y político que consideramos de interés y que pueden orientarnos sobre lo que sucedía en algunas juntas. Haremos un pequeño resumen de las academias ficticias más importantes del siglo XVII, aunque no entraremos en los aspectos literarios, formales o estilísticos, limitándonos a señalar los atributos más básicos: autor, obra en la que aparece y una leve descripción de su contenido. Mencionaremos solamente aquellas obras en las que las academias constituyen el marco esencial del argumento, es decir, las que pueden ser consideradas como novelas académicas según el criterio que ya hemos explicado más atrás. También nombraremos otras obras en las que alguna junta forme parte de la trama, aunque de estas últimas, para no ampliar demasiado el campo de atención de este apartado, sólo referiremos aquellas que nos han servido para la realización de este trabajo. • El Prado de Valencia.350 Esta obra es en realidad una novela pastoril publicada en 1600, aunque la incluimos porque está íntimamente ligada a la Academia de los Nocturnos de Valencia. Su autor Gaspar Mercader, conde de Buñol, fue miembro de esa organización y muchas de las poesías que recitan los pastores protagonistas son composiciones allí leídas. Según King, en esta novela “los elementos típicos de la novela pastoril han sido reducidos a una mera esquematización; su puesto es ocupado por las distracciones y la poesía académicas.”351 349 Sánchez, J. (Academias literarias... op. cit.) realiza una división un tanto extraña en su obra, y concede un apartado propio a las academias ficticias, pero sólo en el caso de las de Madrid, las de las demás ciudades están todas integradas en el mismo epígrafe junto a las no ficticias, sean del tipo que sean. 350 Mercader Gaspar, El Prado de Valencia, Valencia, 1600. 351 King, W. F. Prosa… op. cit., p. 115. 117 • Academia de La Casa del Placer Honesto. Esta junta, aparece en la obra de Salas Barbadillo La casa del Placer Honesto, publicada en Madrid en 1620 y puede ser considerada la primera colección española importante de historias cortas según el modelo del Decameron de Boccaccio,352 así como la primera colección en la que se utiliza una estructura claramente académica.353 La obra se centra en una organización que crearon en Madrid cuatro estudiantes de la universidad de Salamanca que se trasladaron a la corte, hartos de malgastar el tiempo en unos estudios que no les interesaban, para dar rienda suelta a sus pasiones intelectuales y a sus inquietudes. Parece que Salas Barbadillo pretendía mostrar su ideal de cómo debía ser una academia, frente a las que existían en realidad en Madrid durante el siglo XVII, tan dependientes del dinero y patrocinio de la nobleza, lo que en gran medida condicionaba su producción poética, porque importaba más la satisfacción y el halago a los mecenas que la calidad de las composiciones y el talento de los poetas.354 • La Cintia de Aranjuez.355 Al igual que sucedía con El Prado de Valencia, esta obra, publicada en Madrid en 1629, es una novela pastoril en la que la mayoría de las composiciones incluidas fueron escritas para una academia literaria, la que patrocinó Francisco de Mendoza en Madrid.356 El marco pastoril, parece tan sólo una excusa para dotar a la novela de una estructura conocida y aceptada en la época. Incluye un certamen con varias composiciones de elogio al Conde Duque de Olivares. • La Huerta de Valencia.357 Esta obra de Castillo Solorzano, publicada también en 1629, es una colección de cuentos al estilo del Decamerón cuyo hilo argumental 352 Place, E. B. estudio de La casa del placer honesto, en University of Colorado Studies, XV, número 4, Boulder Colorado, enero 1927, p. 317. 353 King, W. F. Prosa novelística… op. cit, p. 124. 354 King (ídem p. 125) lo explica así: “La insistencia en las ordenanzas y en otros pasajes del libro de que todos los miembros han de tener talento literario y dinero suficiente para desarrollar ese talento libremente parecer ser reacción natural de un escritor de grandes dotes, irascible y sin recursos, frente a las academias del siglo XVII formadas, por una parte, de ricos pero incompetentes aficionados y, por otra, de escritores profesionales obligados por razones pecuniarias a rendir homenaje a la estupidez.” 355 La edición que hemos utilizado es la siguiente: Corral, G. de, La Cintia de Aranjuez, Joaquín de Entrambasaguas editor, Consejo Superior de Investigaciones científicas, Madrid, 1945. 356 King afirma (Prosa… op. cit., p 117) que esta novela: “…fue fruto de la vinculación del autor a una academia concreta, el grupo madrileño de Francisco de Mendoza. Como confiesa el autor abiertamente el autor en el prólogo, todos los versos incluidos en el libro fueron escritos antes de que estuviese preparado el marco prosístico”. 357 Castillo Solorzano, A. de, La Huerta de Valencia. Rimas y prosas en las academias de ella, Valencia, 1629. 118 de unión de los diferentes relatos es una academia, en opinión de King, “en realidad Castillo consagró tan escasa energía e ingenio a los marcos en que aparecen sus relatos, que el lector se pregunta por qué se tomó la molestia de inventarlos, en vez de presentar las novelas como entidades separadas, a la manera de las Novelas ejemplares de Cervantes”.358 • Las Academias del Jardín.359 Esta obra se desarrolla también en un entorno académico, aunque en este caso está muy bien trazado y “se convierte en el elemento dominante del libro”360. Contiene composiciones que posiblemente provenían de una junta que debió patrocinar el marqués de Espinardo, Juan Fajardo y Usodemar, en Murcia, y de hecho parece que el libro contiene composiciones de diversos autores.361 • Auroras de Diana. Esta obra de Pedro Castro y Anaya, publicada en Madrid (1631), también enmarca su argumento en una serie de Academias que se ofrecen a una dama en su residencia campestre. • Academia de los animales. Esta curiosa academia formada por animales aparece en la obra de Salas Barbadillo La peregrinación sabia (Córdoba, 1635). La hemos incluido en los apéndices.362 • Academias Morales de las Musas.363 Esta es una de las academias ficticias más interesante que hemos encontrado: bajo la apariencia de una novela académica o pastoril subyace una demoledora crítica social y religiosa que analizaremos en profundidad más adelante. Otra obra de Enríquez Gómez, El siglo Pitagórico (1644), también reproduce una sesión académica.364 Parece ser que este autor, que pasó gran parte de su vida exiliado, participó en una o varias academias de Madrid.365 King, Prosa… op. cit., p. 127. Polo de Medina S. J. Las academias del jardín, Madrid, 1630. 360 King, Prosa novelística… op. cit., p 129. 361 King (Prosa… op. cit., pp. 129-133) explica esta teoría y desarrolla el contenido de este libro. 362 Apéndice VII. 363 Henríquez Gómez, A. Academias morales de las musas, dirigidas a la Magestad Cristianissima de D. Ana de Austria… Bourdeos. 1642. (Ejemplar original en la biblioteca Nacional con la signatura R. 8095, aunque nosotros hemos utilizado otra edición del siglo XVIII: Academias morales de las musas. dirigidas al gloriosísimo santo y nuevo apostol de la indias s. Francisco Xavier, timbre esclarecido de la sagrada compañía de jesus. Por Antonio Enríquez Gómez. Barcelona imprenta de Rafael Figueró. 1704). 364 Parte de ella viene trascrita en la obra de Sánchez (Academias… op. cit., pp. 188-192. 365 King (op. cit pp. 171-172) cree que posiblemente fue miembro de la Academia de Medrano 358 359 119 • Cítara de Apolo y Parnaso de Aragón. Obra de Ambrosio Buendía, publicada en Zaragoza en 1650, también tiene un marco académico y King opina que “da la impresión de ser una velada historia de la formación de una academia aragonesa, pero el velo no es nunca los suficientemente transparente para permitir la identificación del grupo”.366 • Navidad de Zaragoza. Otra obra enmarcada en una academia, publicada en Zaragoza en 1654, cuyo autor fue Matías de Aguirre, miembro de la Academia del Conde de Lemos y es posible que las composiciones tengan conexión con esta organización.367 • Academia de La Dama Beata. En esta obra de José Camerino,368 se describe una sesión académica presidida por la protagonista, Lucinda. • El Entretenido.369 Se trata de una sucesión de sesiones académicas unidas por una trama muy débil. La calidad de las composiciones poéticas y de los discursos es muy baja según King.370 Prosa novelística… op. cit., p139. Así lo sugiere King (prosa novelística… pp.139-143) 368 Editada en Madrid por Pablo de Val, 1655 (ejemplares en la biblioteca Nacional: R/2227 y R/3058). 369 Sánchez Tórtoles, A. El Entretenido. Primera Parte. Repartido en catorce noches desde la víspera de Navidad hasta el día de Reyes. Celebradas en Metáfora de Academias, de verso, y de prosa, en que se ostentan varios asuntos muy provechosos y entretenidos. Madrid, 1673. 370 Prosa… op. cit., p. 145. 366 367 120 CAPÍTULO IV. LA DISCUSIÓN SOCIAL Y POLÍTICA EN LAS ACADEMIAS El objetivo de este capítulo es aportar una visión general de las formas de reflexión social y política que se dieron en las academias españolas de siglo XVII. Resulta imposible por falta de espacio y tiempo completar un análisis sistemático de todos los documentos conservados, pero hemos querido al menos realizar una aproximación a diversas fuentes con el objetivo de hacernos una idea de las posibilidades que se nos ofrecen para un estudio más amplio y metódico. Como veremos en las siguientes páginas, estas organizaciones no supusieron precisamente la culminación del pensamiento del Siglo de Oro, sin embargo, creemos que tampoco fueron únicamente esas fábricas de mala literatura, vana erudición y tópicos morales que muy a menudo se ha creído. Entre los muchos papeles que se conservan podemos encontrar elementos interesantes, incluso algunos de ellos podrían, tras una rigurosa investigación, resultar más sustanciosos de lo que parecen a primera vista. Para alcanzar nuestro propósito hemos optado por secuenciar y clasificar por tipos aquellos elementos de debate social y político localizados entre las muchas fuentes consultadas, de manera que si bien no los desarrollaremos con detenimiento, al menos intentaremos mostrar una guía de las posibles sendas de investigación que podrían derivarse de cada uno de los apartados propuestos. Creemos además que este capítulo, de contenido más general resulta imprescindible para la realización de la parte final de este trabajo, en la que nos centraremos en una época y una zona geográfica mucho más concreta: dos academias aragonesas celebradas a mitad del reinado de Felipe III, será entonces cuando sistematizaremos y profundizaremos mucho más en el estudio y análisis de las fuentes. 1º- Querellas y rivalidades Sobre las disputas que tuvieron lugar en las academias del siglo XVII existen suficientes testimonios para asegurar que se dieron con frecuencia y que algunas de ellas llegaron en ocasiones a la violencia física. Los motivos fueron variados, en ocasiones se trataba de enemistad personal entre sus miembros, otras veces eran provocadas por las sátiras que se leían en las sesiones y, a menudo, se trataba de rivalidades que iban más allá de lo personal, como las diferencias de estilos o la adscripción al grupo de seguidores de poetas célebres enfrentados. Las evidencias apuntan que en algunos casos hubo tuvieron también un trasfondo político, parece que a veces en estas juntas se reproducía la división por partidos o por sectores nobiliarios. 121 Riñas se dieron en todo tipo de academias,371 aunque las más fuertes y de las que hay más noticias tuvieron lugar en las literarias, lo que resulta lógico, ya que eran las más concurridas y que con frecuencia el entretenimiento consistía en satirizar a los participantes.372 Aunque hay indicios de disputas en todos los lugares en que se celebraron estas juntas, parece que en unas ciudades fueron más numerosas y graves que en otras. Seguramente Madrid alcanzó un poco honorable primer puesto, al menos si atendemos a las fuentes que se conservan, pero esto tampoco es extraño porque era la sede de la Corte y por tanto el centro de mayor actividad cultural y literaria en toda España, por lo que sus cenáculos atraían a mucho público, incluidos los grandes nobles, y en ellos se juntaban las plumas más privilegiadas del país, que a menudo mantenían fuertes rivalidades. Suárez de Figueroa se quejaba en 1615: “...Nacieron de las censuras, fiscalías y emulaciones, no pocas vozes y diferencias, passando tan adelante las presunciones, arrogancias y arrojamientos, que por instantes no sólo ocasionaron menosprecios y demasías, sino también peligrosos enojos y pendencias, siendo causa de que cesasen tales juntas con toda brevedad”.373 Y como él, numerosos escritores de la época hacen referencia al mismo asunto.374 Destacan las cartas que envió Lope de Vega a lo largo de su vida, especialmente las que escribió a su protector el duque de Sessa, algunas de las cuales ya han sido citadas en capítulos anteriores.375 El dos de marzo de 1612 Lope avisaba a su protector de que el ambiente en los círculos académicos era bastante tenso: 371 Sobre las disputas en las academias literarias existe un breve artículo de gran utilidad: Romera Navarro, M. “Querellas y rivalidades en las academias del siglo XVII” en Hispanic Review, Vol. IX, 1941, pp. 494-499. 372 La costumbre de satirizar a los académicos fue con toda seguridad la causa de muchas de las disputas, a este respecto Agustín, G. de Amezúa señala en su estudio de las cartas de Lope que el momento más comprometido era la lectura del vejamen: “...entrábase en la parte final y más arriscada de la academia: el discurso resumen de sus actos, a cargo casi siempre del presidente de ella, conocido con el nombre de Vejamen. Éste era el momento de mayor peligro para la vida de la academia, porque, como su título indica, sacábase a colación en el tal vejamen los defectos, faltas, caídas y demás imperfecciones de los vates actuantes, y allí era de ver como se encendían las pasiones, se vengaban las atrasadas ofensas, se fustigaba más o menos jocosamente al adversario y, en fin de cuentas, entre vejador y vejados se armaba la gresca y jollín, con palabras y denuestos primero, con violencias, puñadas y mojicones después. Entonces los señores y caballeros, que hasta entonces habían servido de mirones y de figuras de paramento del acto académico entraban por propio derecho en él; quiero decir que como cada poeta tenía su señor que le protegía y amparaba, creíase obligado éste, llegada la hora de la zambra, a salir en su defensa como valedor de su musa...” (p. 80). 373 Plaza Universal, (1615) ed. Perpignan, 1630, fol. 70. Citado en Romera Navarro, op. Cit. P. 495. 374 Romera Navarro, op. Cit. Nos ofrece testimonios de Duque de Estrada, de Góngora, Lope, Castillo Solorzano, Pantaleón de Ribera, 375 Las cartas de Lope fueron compiladas y estudiadas por Agustín G. De Amezúa: Epistolario de Lope de Vega, ed. Real Academia Española, 4 vols. Primera edición de 1935. 122 “Las academias están furiosas: en la pasada se tiraron los bonetes dos licenciados; yo lei unos versos con unos antojos de Zervantes que pareçian guevos estrellados mal echos.”376 Pocos días más tarde, a principios de abril, refería una anécdota en la que la disputa derivó en enfrentamiento físico: “Sólo me cuentan de las Academias, donde acuden todos los señores y muchos de los poetas. Un mes puede haber que fui a ver estos, como yo creo que escribi a Vexª; despues aca me refieren creze aquel exerçiçio, si bien mas de los que oyen que de los que hablan y escriben. Esta última se mordieron poeticamente un licenciado Soto, granadino, y el famoso Luis Vélez; llegó la historia hasta rodelas y aguardar a la puerta; hubo príncipes de una parte y de otra; pero nunca Marte miró tan opuesto a las señoras mussas.”377 De nuevo Lope, aunque esta vez no en una de sus cartas, sino en su novela La Dorotea, se queja de la atmósfera viciada de estas reuniones: “...juntarse a murmurar los unos de los otros debe traer gusto; pero parece embidia y en muchos ignorancia...”.378 Podemos acudir a otras fuentes para corroborar la gravedad que en ocasiones alcanzaban las peleas y pleitos. En un volumen manuscrito de la Biblioteca Nacional, que contiene una crónica de lo acontecido en España entre febrero de 1636 y septiembre de 1641, se sugiere que el dramaturgo Rojas Zorrilla fue asesinado a puñaladas a causa de las burlas que incluyó en un vejamen: “Este dia [24 de abril de 1638] sucedió la desgraciada muerte del poeta celebrado D. Francisco de Rojas alevosamente, sin que se aya podido penetrar la causa del omicidio si bien el sentimiento asido general por su mocedad.” 379 “A corrido voz por la corte que la muerte sucedida en dias passados del poeta Francisco de Rojas hubo origen del bejamen que se hizo en el palacio del Retiro las carnestolendas pasadas de donde quedaron algunos cavalleros enfadados con el dicho” 380 Una estupenda descripción del ambiente de rivalidad lo encontramos en La peregrinación sabia de Salas Barbadillo, en uno de cuyos capítulos desarrolla una academia cuyos participantes son animales. Este autor era asiduo asistente a estas reuniones, por lo que su opinión estaba basada en el conocimiento empírico. Su relato está protagonizado por personajes arquetípicos representados por diferentes bestias, que376 Epistolario de Lope de Vega op. cit. vol III. p. 95. Epistolario de Lope de Vega op. cit. vol III. p. 102. 378 Lope de Vega y Carpio Obras completas. La Dorotea. Vol. II. pp. 1603-1743. 379 MS. 2339. Fol. 222r. 380 MS. 2339. Fol. 229r. 377 123 dando así más o menos a salvo de que nadie pudiese sentirse personalmente ofendido. Hemos incluido su narración entre los apéndices,381 porque consideramos que explica de forma muy adecuada, si bien un poco extrema, la atmósfera que se respiraba en algunas juntas, con una mezcla de soberbia, envidias, rencores, maledicencias y competencias de todo tipo. Hubo enemistades que dieron mucho juego en las academias, Romera Navarro nos destaca las de Lope y Góngora, Lope y Cervantes, Lope y Pellicer, Quevedo y Montalbán, Quevedo y Góngora, Quevedo y Jáuregui, etc.382 Kenneth Brown realizó un estudio sobre la rivalidad entre Pantaleón de Rivera y Alarcón en la Academia de Francisco de Mendoza,383 y la lista podría ser larguísima, sobre todo si tenemos en cuenta que muchas veces el antagonismo entre dos poetas célebres se trasladaba a sus seguidores.384 Si, como hemos visto, Madrid fue un lugar en el que los conflictos estaban a la orden del día, otros sitios, sin embargo, destacaban por las medidas adoptadas para prevenir enfrentamientos los enfrentamientos. En Aragón, por ejemplo, podemos encontrar en los estatutos, actas y trabajos, numerosas prohibiciones del uso de las sátiras y leyes cuyo objetivo era evitar los roces, pero, a pesar de todas estas precauciones, continuaron existiendo problemas. En las actas de la Academia de Huesca uno de los académicos, el Religioso, escribió un “…soneto que el señor presidente me mando hiziere y dio por sujeto en que reprehenda a cierta persona no mormure de la Academia y esto con charidad…”385 en el que se lanza una fuerte reprimenda, aunque la utilización de un nombre supuesto, Fabio,386 sugiere que pudo tratarse de una admonición general dirigida a todos los 381 Apéndice VII. “Querellas y rivalidades”, op. cit. pp. 494-499. 383 “Pantaleón frente a Alarcón” en Segismundo, nº XLI-XLII, pp. 51-67. 384 Sánchez (Academias literarias del Siglo de Oro... op. cit. pp. 40-41) describe uno de estos enfrentamientos que implicó a muchos poetas, algunos de ellos muy célebres, es muy representativo de las rivalidades y enemistades personales presentes en las academias: “En Marzo de 1623, para elogiar los méritos y la inesperada visita a Madrid del Príncipe de Gales, fue encargado Juan Ruiz de Alarcón de escribir una relación de las fiestas que la corona dio a favor del príncipe inglés en la capital española. Para ello Alarcón contaba con la colaboración de doce poetas. La parte correspondiente a Alarcón no agradó, y, en efecto, le acusaron de plagio, pues la obra no era suya, sino versos refundidos y adaptados, y todos de mal gusto, por añadidura. Era Ruiz de Alarcón en esos tiempos miembros de la Academia de Madrid, y fue en dicho centro donde se reunieron los enemigos acusadores, actuando de jueces, para juzgar la propiedad literaria y el acto de quasi-plagiarismo del dramaturgo mexicano. En el día señalado, cada socio apareció con una décima censurando a Alarcón. Se conocen dieciséis de estas décimas. El capitán del lado opuesto de Alarcón era Quevedo, que también contaba con Lope, Mira de Mescua, Vélez de Guevara, Francisco de Cascales, Jauregui y otros.” 385 Ejemplar de la BN Ms. 3672 fol. 89r 382 124 miembros de la organización o, al menos, que no se quiso personalizar la crítica en una sola persona: “Por cierto (señor Fabio) yo no creo Pensar de la academia a mormurado Porque muestra quan poco a alcanzado Del provecho se saca de este empleo Exercicio de ingenio es si lo veo Mayor en mi vida, y no admirado Me tiene, la virtud aya juntado Tanta grandeza para su trofeo Procure que su lengua se reporte Y acreciente su corto entendimiento Porque con charidad es bien lo diga Que diziendo lo contrario tema al norte Que me guia, porque en su pensamiento Que aquesta correction su fin consiga.”387 En todo caso, parece que las rivalidades y disputas fueron más escasas en las juntas de Aragón por el celo que a menudo pusieron sus fundadores y miembros en evitarlas. Además de establecer estrictas reglas en sus estatutos, en algunas se eliminaron los vejámenes y se limitaron los concursos para no perjudicar la convivencia, como se ha visto en los estatutos de la Academia Pítima Contra la Ociosidad.388 En la misma línea están los discursos que realizó Argensola en una academia aragonesa, en los que recomendaba huir del uso de la sátira a la que consideraba una amenaza para la armonía de la institución: “…[Los académicos] amen los panegíricos y aborrezcan las sátiras, que aunque se les ofrecerá más copiosa materia para reprender que alabar hay peligro en esta virtud, porque describiendo los vicios se suele topar con los viciosos, que ofendidos son causa de muchos disgustos…”389 Argensola prevenía a quienes le escuchaban contra los murmuradores y fisgones a los que despreciaba: 386 Sánchez (Academias literarias... op. cit. p. 265) atribuye el apodo de Fabio a don Pedro de Apaolaza, arzobispo de Zaragoza, se basa para ello en el siguiente asunto incluido en las actas “discurso breve de la norabuena a Fabio del Arzobispado de Zaragoza” en el folio 346 v, sin embargo, como veremos en el capítulo siguiente nosotros creemos que el nombre de Fabio es genérico, no asignado a nadie en particular y que se utiliza a menudo en la academia como receptor de discursos y poesías de muy diferente tipo. 387 Actas de la Academia de Huesca, volumen de la Biblioteca Nacional Ms.3672, fol 89r. 388 Se pueden consultar estos estatutos en el apéndice II. El artículo 17 prohíbe expresamente la utilización de la “sátira ni cosa que alegue murmuraciones” y más adelante, posiblemente debido a que esta norma se inclumplió, se añadieron a los estatutos dos nuevos artículos que señalaban sanciones para este tipo de faltas: en el artículo 56 se establece que si se probaba que uno de los miembros había hablado mal de la academia sería expulsado, siempre que la mayoría estuviese de acuerdo con esa pena, y en el artículo 57 se señala la misma pena para aquellos que hubiesen utilizado la sátira. 389 Ver apéndice V. 125 “Otro linaje hay que se burla, o como dicen los andaluces, fisga de esta junta. No creo que ninguna de vuestras mercedes temerá este espantajo; y al que temiere dirémosle con Horacio: Invidiam Placare paras virtute relicta.”390 1.1. El trasfondo político de las disputas El primero en sugerir el carácter político de muchas de las querellas que se produjeron en las academias españolas fue Juan Pérez de Guzmán y Gallo,391 sin embargo, la falta de pruebas evidentes que demuestren la conexión de estas disputas con las que tenían lugar entre facciones cortesanas y nobiliarias ha llevado a otros autores a poner en duda sus conclusiones.392 Aunque no existen pruebas incontrovertibles de que allí se reprodujesen las divisiones por partidos que tenían lugar en otros ámbitos de la vida pública española, sí hay indicios en esa dirección. Teniendo en cuenta la asistencia a algunas juntas de los principales representantes de las facciones nobiliarias, en ocasiones enfrentados entre sí, es bastante probable que muchas de las disputas que en ellas se dieron estuvieran influidas por las diferencias políticas, y así parece indicarlo el comentario que hacía Lope de Vega al duque de Sessa en una de sus frecuentes cartas, escrita el 15 abril de 1612: “Oy a comenzado una famosa Academia, que se llama El Parnaso, en la sala de don Francisco de Silva; no hubo señores; que aún no deben de saberlo: durará hasta que lo sepan”.393 En estas palabras Lope da menos importancia a las rivalidades literarias y personales entre los poetas que a las provocadas por la presencia de los nobles. En nuestra opinión este comentario contradice las opiniones que afirman que la competencia 390 Ver apéndice V. “Las academias literarias del siglo de los Austrias” en La Ilustración española y americana, nums. 31-33, agosto-septiembre, 1880, pp. 83 y siguientes. 392 Willard F King (Prosa novelística... op. cit. p.47) señala en referencia a la opinión de Pérez de Guzmán que “El hecho de que muchas academias fuesen creadas por un señor poderoso como Saldaña, que a ellas asistiesen otros ilustres nobles, como Feria, Pastrana, y que, como señala Lope, estos nobles contendiesen entre sí en las academias, ha llevado a creer a Pérez de Guzmán que las organizaciones eran creadas fundamentalmente con fines políticos: un noble como el padre de Saldaña, el duque de Lerma, que aspiraba al supremo poder, podía muy bien reconocer la conveniencia de vincular a sí y a su causa la lealtad de escritores famosos patrocinando su academia. Las acaloradas disputas que deshicieron muchas academias posiblemente fueran motivadas, pues, por las actividades de nobles que deseaban destruir el foco de propaganda del enemigo. El argumento es ingenioso y tal vez contenga su miga de verdad, pero no existen pruebas directas de tales maquinaciones políticas tras la creación de las academias españolas. Y no es necesario buscar controversias políticas ocultas tras las pugnas en el seno de las academias; la literatura del siglo XVII revela suficientes envidias profesionales entre personas como Góngora y Lope, Quevedo y Montalbán, Lope y Cervantes, etc. para crear, sin otros motivos, la tensa atmósfera característica de muchas academias”. 393 Epistolario de Lope de Vega op. Cit. vol. III p. 102. 391 126 entre poetas era causa suficiente para explicar las disputas sin necesidad de buscar otros motivos. Sabemos que, ya desde el siglo XVI, estas organizaciones fueron un medio utilizado por algunos de los grandes protagonistas de la lucha política, para atraerse una clientela de aristócratas de menor posición en busca de padrino, y también de poetas que le ayudasen en la faceta publicística. Esto sucedía en la Academia que patrocinó el duque de Alba en las décadas de 1550 y 1560, a la que acudían exclusivamente nobles, la gran mayoría jóvenes con necesidad de labrarse un porvenir en la corte, aunque también algunos de mayor edad y posición. Parece que los lazos que allí se crearon perduraron muchos años después de su disolución, posiblemente no con un carácter de partido, pero sí que dio lugar a largas amistades entre algunos de los que serían más tarde personajes claves en la política española a los que, posiblemente, esta organización aportó una relación de camaradería y complicidad típica de los círculos exclusivos. Además, sus miembros participaron, mientras funcionó y después de su dispersión, en la lucha entre bandos y, más tarde, algunos de ellos formaron partidos políticos de gran influencia en el gobierno, manteniendo el espíritu de grupo que habían adquirido allí.394 La Academia de Alba también fue un reflejo de otra lucha que iba más allá de las camarillas políticas, y que tenía su origen en un movimiento que estaba provocando una lenta pero profunda conmoción en los cimientos de la sociedad: el ascenso de la 394 En 2002 Santiago Martínez Hernández defendió su tesis [Don Gómez de Dávila y Toledo, II Marqués de Velada, y la corte en los reinados de Felipe II y Felipe III (1553-1616), Departamento de Historia Moderna de la Universidad Complutense de Madrid, 2002. Fue publicada por la Junta de Castilla y Leónn, Salamannca, 2004.] en la que se estudian con detenimiento las relaciones cortesanas y las facciones políticas en la segunda mitad del siglo XVI y comienzos del siglo XVII, en este trabajo hay un capítulo dedicado a la Academia del duque de Alba en la que el autor realiza interesantes aportaciones sobre el trasfondo político de esta organización, como núcleo de cohesión entre sus miembros “...la constitución de esa compañía o academia en la que se dieron cita, junto a algunos veteranos nobles, unos jóvenes caballeros de incierto porvenir, todos ellos amparados por el duque y algunos de ellos integrantes en el futuro de un cohesionado grupo político, que podríamos situar, sino al margen de las tan manidas disputas entre las facciones albista y ebolista, si al menos, en un primer momento en un lugar escasamente definido y que osciló largo tiempo entre ambas opciones” (p. 116), señalando también que la propia división de facciones de la corte se vio reflejada en la academia, cuyos miembros oscilaron según las circunstancias y sus propios intereses: “No podemos afirmar que la academia existiese como una facción cortesana al margen de las pugnas entre albistas y ebolistas puesto que no fue un bando político en sí mismo, si bien todos sus miembros tomaron partido en numerosas ocasiones por alguno de ellos [...]. No obstante sí que constituyó un grupo cohesionado dentro de la corte, si bien la edad media de sus miembros, todos ellos entre veinte y treinta años, y su carencia de experiencia política no les permitió hasta muy tardíamente tener un acceso casi en exclusividad a la privanza del rey, y por consiguiente a la principal fuente de poder e influencia política. A pesar de todo continuaron denominándose Academia en su abundante correspondencia, distinguiéndose de esta forma de los demás grupos cortesanos y reconociéndose como una nueva opción política y social que operaba entre bastidores...” (p. 120). 127 nobleza de toga, basada en los méritos y cuyo triunfo cuestionaba la propia existencia de la aristocracia tradicional. Esta junta fue en sí misma una consecuencia de esa lucha sorda entre una institución vieja que se consideraba destinada por naturaleza a ocupar los puestos de dirección política, y la nueva burocracia salida de las universidades que reclamaba una mejor posición dada su creciente importancia en el funcionamiento de los engranajes de la monarquía. El hecho de que todos sus miembros fuesen nobles de sangre y de que se considerasen la élite por derecho natural con una posición que debían defender, se reforzaba por la amenaza que percibían cada vez más peligrosa, de ese nuevo grupo social que iba arrebatándoles paulatinamente parcelas de poder.395 Como vemos, la existencia de un trasfondo político es algo que venía de lejos y que ya estaba presente en las primeras academias españolas. En el siglo XVII esta característica seguramente se volvió aún más clara con la creciente influencia y popularidad que adquirieron. La lógica nos dice que lo más probable es que los representantes de las principales facciones no dejasen de utilizar unas juntas con tanto prestigio entre todos los grupos sociales, a las que acudían con entusiasmo los miembros de la aristocracia, atraídos por el tirón de los poetas más célebres o los grandes pensadores del momento. Por tanto, no es de extrañar que en ocasiones las mismas rivalidades que existían en la corte también diesen lugar en ellas a fuertes enfrentamientos. En 1611 el humanista, cronista y poeta extremeño Cristóbal de Mesa en sus Rimas, advierte de las continuas disputas que tenían lugar en las academias patrocinadas por los grandes nobles, y en su comentario, que reproducimos a continuación, se puede intuir que el carácter de estas peleas iba más allá de meras divergencias sobre gustos y estilos poéticos: “Si alguno dellos hace una Academia Hay setas, competencias y porfías, Más que en Inglaterra o en Bohemia, Algunas hemos visto en nuestros días Que mandado les han poner silencio, como si escuelas fueran de herejías.”396 395 Santiago Martínez Hernández (Don Gómez Dávila y Toledo... op. cit. p 123) pone de relieve la importancia de esta lucha social para la propia existencia de la junta: “Las academias, y especialmente la Academia [del duque de Alba], tuvieron una gran significación política y social hasta el punto de constituirse en bastiones de la aristocracia y en las principales fuentes del proselitismo nobiliario a favor de la cortesanía consustancial al ser noble. Constituyeron uno de los principales soportes de las reivindicaciones de la nobleza hacia un gobierno compartido con el rey, del que estuvieran excluidos los letrados, destacando por su carácter de solidaridad nobiliaria y facción política, muy próxima en su ideología a las francesas. Esto se manifestó en una polémica recurrente en la corte, representada en la creciente rivalidad entre la pluma y la espada sobre si la cortesanía se aprendía o era innata...” 396 Cristóbal de Mesa, Rimas, Madrid, 1611, fol. 218 r/v. 128 Parece claro que muchas de las discusiones debieron surgir de temas más importantes que la poesía o el uso de la sátira, y que en algunos casos provocaron tal escándalo y adquirieron un tono tan peligroso y delicado, posiblemente por su carácter político, que “mandado les han poner silencio / como si escuelas fuesen de herejías”. Y no es esta la única evidencia que tenemos de que una autoridad superior intervenía preocupada por los rumores que salían de la actividad de estas organizaciones. Baste acudir de nuevo al discurso de Argensola, donde el autor avisa a los académicos de la preocupación del gobierno por ciertas críticas políticas a ellos atribuidas: “…Jamás han faltado delatores y malsines: de esta verdad tenemos experiencia porque los señores Virrey y Justicia de Aragón, mal informados, hablaban de esta junta aplicándole ciertos versos y libelos, y que aquí se censuraba el gobierno público. Quisieron saber de mí la verdad y como tiene tanta fuerza no sólo perdieron esta opinión, pero alabando lo que aquí se hace, creen que la república tiene en vuestras mercedes defensores de la virtud y maestros que, con su ejemplo, enseñarán a cada cual a contentarse dentro de sus límites.”397 Por esta razón Argensola recomienda que no se trate de política e insiste en que existen muchos otros temas de interés que pueden ser de más utilidad y no causan problemas. La preocupación por estos asuntos también tuvo, en ocasiones, su reflejo en algunos estatutos, por ejemplo en el artículo 53 de los de la Academia Pítima se especifica que no es necesario establecer “ley particular para castigar delitos contra cualquier cosa política” 398, señalando implícitamente con ello que eran suficientes los cas- tigos ya reglamentados para penalizar cualquier atentado contra la correcta convivencia de la organización. 397 398 Ver apéndice V. Ver apéndice II. 129 2º-Senderos de la reflexión política en las academias Tras lo estudiado en el apartado anterior, podemos deducir que en muchas academias se trató de política —lo que en bastantes de ellas dio lugar a problemas internos, que llegaron a provocar el fin de algunas juntas, y externos, a raíz de la preocupación que despertó entre las autoridades el cariz de los debates— y también conocemos los continuos avisos sobre la inconveniencia de tratar esa materia. Posiblemente estas circunstancias explican la escasez de documentos académicos de este tipo, y más aún de otros con críticas directas al gobierno. Como explicaba Argensola en su discurso: “…Sea un concurso honesto y una conversación varia, en la cual no mucho se ha de evitar el tratar del gobierno público presente, que la murmuración del amigo o del vecino, porque como dice aquel filósofo: Nec silemtium tutum est a calumnia…”.399 La reflexión política eligió, por lo que sabemos, otros caminos menos peligrosos. En ocasiones se conformó con la exposición de censuras que no atacaban directamente una actuación gubernamental o una persona concreta, sino que tomaban la forma de discursos o poesías con conceptos universales, muchas veces ni siquiera centradas en un país o un momento concreto, sino aplicables al buen gobierno de la República, las facultades que debía tener un rey o un valido, etc. Otras veces la crítica se ocultó bajo una apariencia inocente, en ocasiones de forma tan hermética que resulta extraordinariamente difícil percibirla, de hecho, lo más probable es que muchos de estos mensajes ocultos sigan en la oscuridad sin que nadie haya sido capaz aún de intuir el significado real de los pensamientos de su autor. Y, en la mayoría de los casos, esa reflexión se limitó a la alabanza del poder, ahora sí, de forma abierta y sin tapujos, puesto que no existían riesgos en ello. La apología está presente en muchísimas academias, unas veces se dirige a los grandes nobles, bien para pagar los favores de patrocinio y mecenazgo, algo muy común entre los poetas; otras veces adquiere la forma de exaltación de la monarquía, presente en infinidad de academias, especialmente en aquellas de ocasión que se convocaron para celebrar algún acontecimiento relevante como un matrimonio un cumpleaños real, o un éxito militar o diplomático. 399 Ver apéndice V. 130 2.1. Las diferentes caras de la crítica política 2.1.1. Las reflexiones sobre las formas de buen gobierno Una de los medios más frecuentes de tratamiento de la materia política en las academias del siglo XVII fue la de discursos o composiciones literarias aconsejando a los reyes y a sus ministros sobre las mejores maneras de actuar en sus puestos y recordándoles sus obligaciones. En general, los documentos que se conservan de este tipo son muy cuidadosos en no censurar directamente a los receptores de sus mensajes, aunque es posible, en algunos de ellos, atisbar la sombra de la crítica, ya que por la fórmula de enumerar y explicar las virtudes del buen gobernante, muchas veces se pone en evidencia las carencias del que no las posee. Es un medio no muy arriesgado y a la vez didáctico de señalar defectos. A menudo, los consejos tomaban la forma de barrocas metáforas en las que se comparaba al gobernante con un elemento de la naturaleza o con un héroe mítico o histórico y se enumeraban aquellas características que debería poseer. De este tipo de composiciones vamos a mostrar dos ejemplos. El primero es una canción en la que se compara, en su presencia, a Carlos II con el Sol y, a través de esta metáfora, se ofrecen recomendaciones para el buen gobierno.400 La idea de transmitir mensajes pedagógicos a este rey a través de la simbología y la iconografía estuvo presente desde los primeros años de su educación, siempre atendiendo a sus evidentes carencias intelectuales. El mentor real, Ramos del Manzano, publicó en 1672 el libro Reinado de menor edad y de grandes reyes en el que se utilizan estas técnicas, adaptadas a la edad y a las posibilidades del monarca.401 El poema que hemos seleccionado, leído en una academia celebrada en 1678 en Madrid, contiene una serie de advertencias y recomendaciones que en algunos casos podrían incluso ser interpretadas como una velada crítica, ya que en esa fecha la corte vivía una situación muy complicada. Tras las experiencias de Nithard y de Valenzuela, Carlos II había sido declarado mayor de edad, aunque el poder real estaba en manos de Don Juan José, hermano bastardo del rey. En este turbulento contexto, con la monarquía sumida en una profunda crisis y amenazada en el exterior, no resulta descabellado “Que calidades del Sol son las que más necesariamente ha de imitar un monarca”, en Academia que se celebró en la Real Aduana, Imprenta del Reyno, Madrid, 1678 (Signatura de la Biblioteca Nacional VE/125/15 pp.) 46-51). Hemos incluido la canción entera en los apéndices de este trabajo: apéndice VIII. 401 Sanz Ayán, C. Pedagogía de reyes: el teatro paplaciego en el reinado de Carlos II. Real Academia de la Historia, Madrid, 2006. pp. 29-31. En este mismo libro se nos describen otros métodos didácticos utilizados para transmitir mensajes al rey, principalmente el teatro. 400 131 atribuir intencionalidad a algunas de las comparaciones. Por ejemplo, ¿qué querría decir el autor con estas estrofas?: “…Guarde que la más leve Sombra no le desdore, Que el Sol, cuando se eclypsa, Es negro blanco de las atenciones... [...] Nunca el Sol Iunto a ssi objetos viles pone; si vapores levanta, en el aire se deja los vapores….”402 ¿Qué o quienes podrían ser estas sombras o estos objetos viles capaces de eclipsar la luz o de estropear el aura del monarca? ¿Quizás se trata de un aviso para no repetir los errores de la regencia? ¿Tal vez estaba hablando de los validos de Mariana de Austria, o quizás del propio hermano bastardo del rey? Resultaría extremadamente arriesgado y acientífico llegar a cualquier conclusión sin realizar un estudio detallado sobre el autor de los versos, los miembros de la academia, las posibles tendencias políticas allí presentes y muchos otros aspectos sobre los que no tenemos información ni tiempo para profundizar, pero lo que sí podemos afirmar es que el poeta está avisando al monarca para que se rodee de personas honestas y sin tacha, porque de no hacerlo así las consecuencias las pagará el propio rey y su reino. Otros de los consejos de esta misma canción contrastan realmente con las capacidades y aptitudes de Carlos II, se le pide que sea un mecenas liberal con aquellos cuyos méritos destaquen: “…En dignas eminencias anticipe favores que el Sol, aun en su infancia, Lo primero que ilustra son los montes...”403 Que se exprese de manera correcta: “…Sea quanto un rey hable, limpio explendor acorde, Y copiando al Sol, sean Estrellas aun los ecos de sus vozes...”404 Que sea prudente al pronunciarse y al dejarse aconsejar: “…Que en un rey los consejos Son luzimiento y orden Dize el Sol, quando firman La conducta de un año signos doze…”405 402 Ver apéndice VIII. Ver apéndice VIII. 404 Ver apéndice VIII. 405 Ver apéndice VIII. 403 132 Qué promueva y practique las armas y las letras: “…Alientos de a las armas, (que el Sol venció Fitones) Y a las letras que el mismo De nueve ingenios fabricó su Corte….”406 Qué sea firme en sus resoluciones: “…Es de un rey la palabra La que imperios compone Que si el Sol un instante Bolviera atrás, como quedara el Orbe?...”407 Como se puede comprobar, la composición es aparentemente muy correcta, sólo expone aquellas actitudes que pueden favorecer la labor del monarca y le avisa sobre otras que podrían perjudicarle, pero teniendo en cuenta las capacidades de la persona a la que iban dirigidas y la situación de la monarquía, sería posible intuir reproches y críticas. Más evidente se observa la crítica en un discurso incluido en las actas de la Academia Pítima contra la Ociosidad, que estudiaremos con más profundidad en el siguiente capítulo, en el que se reflexiona sobre “…la poca seguridad de Privados” y “...de donde venga que los mas de los Príncipes soberanos se entreguen tanto a algún hombre en particular, como se ve cada día...”,408 en este caso los reproches son evidentes, el autor se anda poco por las ramas, cierto que esta academia era un círculo restringido de amigos, y que no estaba presente el propio rey, como ocurría en el ejemplo anterior. Sin embargo, no hay que otorgarle poco valor, teniendo en cuenta que se escribió a mitad de la privanza de Lerma, cuando el valido estaba en la cúspide de su poder. Hubo otro discurso sobre los deberes del Privado que debió ser leído en la madrileña Academia de Mendoza,409 lugar, sin duda, más complicado para la crítica política, ya que se celebraba en Madrid, que era la corte, durante la primera parte del valimiento del omnipotente Olivares, pero, por desgracia, no conocemos su contenido. 406 Ver apéndice VIII. Ver apéndice VIII. 408 Está trascrito en el apéndice XIV. Este discurso será analizado con mayor detenimiento en el capítulo siguiente de este trabajo. 409 King, W. F. Prosa novelística… op. cit. pág, 91. 407 133 2.1.2. Los asuntos históricos: entre la pedagogía y la crítica Otro elemento típico de las academias del siglo XVII, especialmente de aquellas que hemos dado en considerar humanísticas, aunque se dio en todas, fue el debate histórico. Mediante el estudio de acontecimientos famosos o la narración de los hechos de grandes personajes era posible dar consejos y avisos sobre las malas prácticas de gobierno sin exponerse a los riesgos del análisis de sucesos políticos contemporáneos. Criticando o glosando actitudes y personas del pasado, nadie tenía por qué sentirse personalmente aludido, pero sí podían recogerse interesantes consejos aplicables a su tiempo, que, a menudo, contradecían o reafirmaban las líneas de actuación del gobierno. Argensola, en el discurso al que tantas veces nos hemos referido, desaconsejaba a sus oyentes tratar directamente de asuntos relacionados con la política por el peligro de incurrir en faltas que pudiesen acarrear consecuencias indeseadas, sin embargo, animaba con insistencia a los académicos a ocuparse de la historia, porque esta ciencia ofrecía unas posibilidades de formación muy provechosas y difíciles de encontrar en otra materia: “...que tengan por sustento ordinario la lección de historia, porque sin ella siempre son los hombres niños. E ignorar uno las historias de su tierra y de sus mayores es ignorancia tan grande como no haberse visto jamás en el espejo, ni saber en su imaginación que manera de rostro tiene, y aún peor, porque es como ignorar los dedos de sus manos, y los miembros de que consta su cuerpo...” 410 Y remarcaba, más adelante, que las enseñanzas de esta disciplina tenían especial utilidad para el presente, porque estudiando los errores y aciertos que cometieron los pueblos que nos precedieron y las consecuencias que de ellos se derivaron, era posible imaginar el resultado de las acciones que se querían acometer y, de este modo, elegir el mejor camino: “...más de la historia de los persas, medos, asirios, griegos, romanos y finalmente en todas las otras, atrevidamente se han de escudriñar todos sus rincones y hacer que sirvan para la ocurrencia de nuestro servicio público y particular…”411 La idea acerca de la función pedagógica de la historia es algo que podemos encontrar en diferentes momentos del siglo XVII, muy interesantes en este sentido son las obras que publicó en 1652 y 1666 Juan de Zabaleta en las que argumentaba que los ejemplos representativos del pasado tenían un gran valor en la enseñanza de las personas,412 incluyendo la de los príncipes, y aconsejaba representarlos en forma de 410 Ver apéndice V. Ver apéndice V. 412 Sanz Ayán recoge las ideas de Zabaleta en su discurso de ingreso en la Academia de la Historia (Pedagogía de Reyes en el teatro palaciego en el reinado de Carlos II, Real Academia de la Historia, Madrid, 2006. p. 27): “Ya en 1666 Juan de Zabaleta (1612-c. 1670) hombre de juicio y 411 134 comedia para hacerlos más accesibles “…mayormente cuando los príncipes son moços…”.413 En las academias, de tipo tanto humanístico como literario, era común la costumbre de debatir sobre estas materias a través de discursos y poesías, y así lo hicieron, como hemos visto en el capítulo anterior de este trabajo, muchas juntas madrileñas, entre ellas la de Madrid, la de Mendoza, las celebradas en la Real Aduana, etc.; otras de Valencia, como la del Alcázar, la del marqués de Villatorcas o la del conde de Cervellón; de Aragón, como la Pítima o la de Huesca; de Salamanca como la de don Francisco de Adda, etc. Seguramente sólo en un porcentaje pequeño de las ocasiones estos relatos tenían una intencionalidad política, sin embargo, el aspecto didáctico es algo intrínseco al estudio histórico y así se consideraba también, como ya hemos comprobado, en el setecientos. El tipo de composiciones más común eran poesías cortas, que por lo general repetían los tópicos del momento sobre los grandes episodios del pasado. De este tipo es la “Exclamación a Marco Antonio en la acción de mostrar al pueblo romano la Toga de Julio César, manchada con su sangre en odio de Bruto”414, leída en Madrid en 1661 en casa de Melchor Fonseca y Almeida, o las que se presentaron durante el carnaval de 1675 en casa del licenciado don Gabriel de Campos, también en Madrid, entre las que había una “descripción de la navegación de Cortés a las Indias, y Razonamiento que hizo a sus soldados en ocasión de no querer proseguir la conquista”.415 Si a primera vista pudiera parecer que estas composiciones no tienen mayor interés, es posible que un análisis exhaustivo de sus autores y de los componentes de las juntas en las que se leyeron nos ofrezcan indicios de posibles mensajes ocultos, porque las dos academias señaladas pertenecen al círculo de criptojudíos activos en la corte y no podemos descartar que este factor influyera en los contenidos de sus trabajos. Entre las fuentes consultadas, también hemos encontrado algún ejemplo en el que se compara un suceso histórico con un acontecimiento político del momento. Se trata de una composición escrita por un “cavallero del Abito de Santiago”, leída en una virtudes incuestionables para sus contemporáneos, había dado a la imprenta una obra titulada El emperador Cómodo. Historia discursiva según el texto de Herodiano en la que defendía, igual que en El Conde Matisio (1652), que la historia por medio de casos famosos podía enseñar al hombre –y de paso al príncipe-, a corregir las faltas. Para que sus contenidos pudieran llegar con más facilidad a los gobernantes, un método recomendado entre otros era el teatro que se representaba ante ellos”. 413 Citado en Sanz Ayán op. cit. p 27. 414 R/5728(2) fols. 20v-21v. 415 Dos ejemplares de la Biblioteca Nacional: 2/65023(2) y R/16931(2), hemos utilizado este último en el que el asunto se trata en las páginas 42-47. 135 academia celebrada en 1678 en Ciudad Real, un año después de la toma del poder por parte de Don Juan José de Austria y del apartamiento forzoso de la madre de Carlos II de las tareas de gobierno. Contiene los siguientes versos: “...A tu tercero abuelo Un retiro devoto, Grande y ultima hazaña de su esfuerço; Otro retiro tu Lograste tan a tiempo, Que fue mayor victoria, Pues de ti y del amor fue vencimiento...” 416 Si no hemos interpretado mal el significado de estos versos, parece que el autor elogia a Felipe III por el retiro de Lerma y lo compara con el de Mariana de Austria, aunque, como es bien sabido, en realidad tal suceso no fue voluntad del rey, como parece sugerir el poema, sino que se debió a la imposición de su hermanastro, quien tuvo que marchar sobre Madrid con sus tropas para conseguir que el débil monarca se pusiese bajo su tutela, apartándolo del influjo materno. Hemos incluido completa esta interesante composición entre los apéndices, porque contiene diversos elementos que ya hemos analizado y otros que analizaremos a lo largo de este capítulo.417 Otra forma típica de estudio histórico en las academias eran los discursos pero como vamos a analizar varios en el siguiente capítulo, aquí solamente lo dejamos referido. No podemos realizar en este apartado una investigación sistemática sobre posibles contenidos políticos en trabajos de este tipo, ya sean en verso o en prosa, pero no queremos dejar de señalar que ese es un campo casi virgen que podría regalarnos algunas sorpresas. 2.1.3. La crítica hermética: Las Academias morales de las Musas Para desarrollar este punto nos encontramos, como en tantas otras ocasiones cuando estudiamos el Barroco, con la enorme dificultad que supone el sacar a la luz posibles mensajes ocultos bajo una apariencia inocente, y con la complejidad que ofrecen los diferentes niveles de lecturas y la multiplicidad de significados presentes en la literatura, en la oratoria y en todo tipo de representaciones artísticas de esta época. Por esta razón, hemos optado por centrarnos en un solo ejemplo que resulta muy representativo, y muy sugerente, de lo que se podría encontrar debajo de algunas “En alabanza de Carlos Segundo nuestro Gran Monarca” en Academia que se celebró en Ciudad Real el primero de mayo de 1678. Ejemplar de la Biblioteca Nacional insertado en un volumen que contiene varias academias publicadas: signatura 2/34892. (Fols. 15r-16r de esta academia. Cada academia empieza foliada desde 1). 417 Ver apéndice IX. 416 136 otras composiciones. Se trata de una academia de las que hemos denominado ficticias, es decir, una reunión que no existió tal cual, sino que forma parte de una obra literaria. Fue aprobada y publicada en España a mediados del siglo XVII y su contenido crítico pasó inadvertido para la mayoría de sus contemporáneos y de quienes en épocas posteriores ese acercaron a ella. El mensaje, oculto tras una inocente academia pastoril, es demoledor y de una virulencia tan combativa contra la Inquisición, la Iglesia y el conjunto de la sociedad española del siglo XVII que resulta realmente sorprendente. La obra en cuestión es Academias morales de las Musas,418 escrita por Antonio Enríquez Gómez y publicada en 1642 en su exilio de Burdeos, y presentada bajo la apariencia de cuatro academias o justas poéticas entre pastores. Jose Guillermo García Valdecasas publicó en 1971 un lúcido estudio para desentrañar sus mensajes ocultos y sus niveles de lectura más profundos,419 aunque algunas de las conclusiones, como veremos, han sido posteriormente puestas en cuestión por otros autores. Impresa por primera vez en Burdeos en 1642, logró la aprobación inquisitorial en 1646 para ser publicada en España. El censor la consideró una obra entretenida de galanteos pastoriles compuesta por poemas y comedias de contenido inocente. Sin embargo, según la interpretación de García Valdecasas, su trasfondo político es un ataque despiadado a la Santa Inquisición y también a las estructuras sociales, políticas y jurídicas que sustentaron al Santo Oficio. Lo cierto es que esta crítica estaba tan oculta bajo una apariencia bucólica, que no sólo logró engañar a los censores, sino que nadie, al menos de manera pública y manifiesta, la ha hallado a lo largo de tres siglos, incluyendo, como resalta García Valdecasas, a algunos de los más renombrados exégetas de la literatura del Siglo de Oro como Nicolás Antonio, Amador de los Ríos, Menéndez Pelayo o Angel Valbuena y Prat.420 Estos autores, y algunos más que han analizado las líneas de las Academia Morales, no han percibido sus mensajes políticos, sino una extensa reflexión filosófica de ámbito general, pero quizás no se deba tanto a lo hermético de los versos, sino más bien a la escasa atención que posiblemente han prestado a su estudio. Teniendo en Henríquez Gómez, Antonio. Academias morales de las musas… Burdeos. 1642. (Ejemplar en la biblioteca Nacional con la signatura R. 8095. Para el presente trabajo hemos utilizado tanto esta primera edición, como una posterior, publicada en Barcelona en 1704, signatura de la Biblioteca Nacional 7/15935, en cada caso señalaremos qué volumen hemos utilizado en nuestras notas). 419 García Valdecasas Andrada, Jose Guillermo. Las “Academias morales” de Antonio Enríquez Gómez. (Críticas sociales y jurídicas en los versos herméticos de un “judío” español en el exilio). Anales de la universidad Hispalense-Publicaciones de la Universidad de Sevilla. 1971. 420 García Valdecasas J. G. Academias... op. cit. pp. 8 y 9. 418 137 cuenta la cantidad de autores y el inmenso volumen de las obras literarias que se realizaron en la España barroca, no es extraño que muy pocos estudiosos se hayan detenido a analizar cuidadosamente las obras de un autor secundario como éste. Y menos sorprendente resulta, cuando comprobamos que las interpretaciones de autores sobre los que se han escrito miles de páginas, como Calderón o Quevedo, siguen siendo tan polémicas y, a veces, antitéticas, aunque Enríquez Gómez no está, ni mucho menos, a la altura de éstos en creatividad ni en capacidad de dotar de niveles de lectura a sus composiciones. Si aún no se han clarificado los mensajes de La vida es sueño, después de tanta tinta gastada en ello, es comprensible que, salvando las distancias, nadie haya percibido la crítica en una obra menor como Las Academias Morales, a la que hasta tiempos recientes no se ha prestado casi atención. En este sentido también podemos entender la propia autorización inquisitorial. Salvo que el censor fuese amigo del autor y dejase pasar conscientemente las críticas, lo más probable es que no estuviera sobre aviso de los antecedentes políticos de Enríquez Gómez y, por tanto, no es raro que, pensando enfrentarse a una obra de carácter meramente literario, no buscase terceras y cuartas lecturas a los mensajes contenidos en ella.421 Una última razón que explicaría la incomprensión acerca de los mensajes contenidos en Las Academias… es que al ser la primera obra que publicaba este autor,422 nadie que no conociese las causas de su exilio tendría por qué estar alerta de su intención de realizar un ataque contra la Inquisición. No ocurrirá lo mismo con sus obras posteriores, en las que el Enríquez Gómez expone abiertamente sus opiniones, especialmente en su Política Angélica,423 donde arremete de forma abierta y feroz 421 Sin embargo, a veces resulta extraño que no despertase recelos, porque hay momentos en los que el autor parece hacer una confesión de sus intenciones, en el prólogo avisa al lector de una manera poco prudente si pensamos que su objetivo era mantener el secreto de sus críticas: “...Extrañaras (y con raçon) aber dado à la emprenta este Libro, en estrangera patria, respondate la Elegia que escribi sobre mi peregrinaçion: si no boluntaria, forçosa: y sino forçosa, ocasionada por algunos, que ynficionando la Republica reciprocamente falsos, venden por antidoto, el beneno, à los que militan de baxo del Solio. No pretendo justificarme desluciendo la seguridad de mi espiritu, pretendo asegurarme de que vibo en la justificaçion de mi verdad, que si la sangre de Seneca inmortalizò su virtud, yo te aseguro que la mia en esta parte, sin pedir vengança, se ynmortaliçe à pesar de muchos Nerones: quisiera ymitar a Dauid y Iob, a uno en la paciençia, y a otro en el sufrimiento, tolerando con valor la ymbidia de los Satanes encarnados, y Saules sin zetro, pero (Lector piadoso), quien podrà merecer los espirituales ynpulsos, de tan çelebres Varones? Dexalos que obren, y a mi que padezca [...]. Dixo bien el Principe de los poetas Lusitanos, Luis de Camoes, que toda la tierra era patria del hombre, si governaba sus acçiones con justicia...”. (Prologo de la primera edición, ejemplar de la Biblioteca Nacional R. 8095, el prólogo no viene foliado, el fragmento trascrito corresponde a los sus dos últimos párrafos) 422 Anteriormente a su exilio había estrenado comedias, entre ellas Engañar para reinar y La soberbia de Nembrot, ambas políticamente muy comprometidas contra Olivares y que algunos autores, como veremos más tarde, consideran que fueron en gran medida el motivo de su huida a Francia. 423 Rouen, 1647. 138 contra el Santo Oficio. No sabemos la razón por la que el autor prefirió ser tan hermético en su primera obra, fue quizás su esperanza de poder volver a España sin aumentar el riesgo de ser castigado, tal vez simplemente quiso ejercitar una costumbre muy arraigaba en la literatura del Siglo de Oro y decidió dotar la obra de un contenido críptico o es posible que esperase que, como ocurrió, ocultando la crítica pudiera ver el libro publicado en España con el beneplácito inquisitorial, imaginamos su satisfacción ante la ironía de ver el nihil obstat en una obra cuya columna vertebral era el ataque contra esa institución.424 Es necesario hacer un discreto recorrido por la vida de Antonio Enríquez Gómez, para entender su aversión hacia el Tribunal y su forma de expresarla. Su Abuelo, Diego de Mora, era un judío converso que murió relajado en 1588, por ello, y como medio de protección, su padre, Diego Enríquez Villanueva, se cambió el apellido. No le sirvió de mucho, pues tuvo el mismo fin. Los dos fueron acusados de apostasía y en ambos casos el proceso les costó la vida. Estos antecedentes debieron influir de forma decisiva sobre el pensamiento de Antonio Enríquez, pero no fueron los únicos motivos. Pasó su infancia y juventud entre Cuenca y Sevilla y más tarde se instaló en Madrid. Allí asistió en julio de 1632 al Auto de fe organizado en la Plaza Mayor en el que también estuvieron presentes los reyes. El espectáculo debió resultarle espeluznante, en él fueron quemadas siete personas y otras cuatro en estatuas, acusados de haber azotado de forma ceremonial un crucifijo. Posiblemente, el delito fue una maquinación inquisitorial, y así lo creía Antonio Enríquez: Kenneth Brown [“Genio y figura de seis poetas sefardíes de Amsterdam, Hamburgo y Livorno de los siglos XVII-XVIII en. Jewish studies at the turn of the twentieth century. Vol. II. Judaism from the Reinassance to Modern Times Actas del 6º congreso de la European Associations for Jewish Studies, Toledo, 1998. Edición de Tarragona Borrás y Ángel Sáenz Badillos, Brill Academic Publishers, Leiden, Holanda, 1999. pp. 471-472] comenta sobre la paradoja de la aprobación inquisitorial: «El tomo de las Academias se encabeza con una Dedicación a cargo de Francisco Sazedón, y va dirigida a D. Juan de Goyeneche, “sindico de la Santa Provincia de Burgos, del Orden de Nuestro Padre San Francisco, y Administrador de los Puertos Secos de Castilla”. Le sigue una “Aprobación” del padre M. Fray Juan Bautista Palacio, del Orden de la Santísima Trinidad, Calificador del Santo Oficio. Unos preliminares de sello más católico y castizo no podían encontrarse. [...] Unas treinta páginas más adelante en el texto, como si fueran contertulios de una academia literaria madrileña, albano, Álvaro y Danteo recitan tres epigramas, los sonetos sobre los bíblicos Adán, Enoch y Noé. Estos mismos sonetos, acompañados de veintitrés adicionales, todos sobre héroes y heroínas de la Torá, aparecen en un manuscrito milanés de procedencia holandesa. […] Los 26 sonetos son asimismo un pequeño cancionero unitario además de un fuerte testimonio, en forma manuscrita, del atractivo que siente el poeta por una hagiografía judía militante, justa y heroica. Su temática es la necesidad de que hubiera una monarquía sabia y prudente, de validos como Moisés. Los héroes y las heroínas véterotestamentarios son pasajeros, peregrinos, exiliados, y víctimas también, tales como son las voces del alterego del autor conquense en varias obras suyas. Incluso se percibe una llamada mesiánica en el soneto nº 13, “En alabanza de Judá”». 424 139 “No se contentan estos Saúles con afrenta, quieren sangre, deuoran- do como lobos crueles las obejas ignocentes. Aconsegan a los Reyes, que salgan a ver en publicos teatros lastimosas tragedias, lloran ruinas y fomentanlas…”425 García Valdecasas cree que le afectó mucho el hecho de que asistieran los monarcas al espectáculo, pues entre los judíos y los conversos españoles siempre se pensó en los reyes como en sus protectores, y hasta los exiliados tendieron a justificar a los monarcas, considerándolos mal aconsejados cuando aprobaban algún acto contra los conversos.426 Parece que así lo creyó también Antonio Enríquez en esta ocasión, los que “aconsegan a los Reyes” eran posiblemente los inquisidores. Posteriormente, marchó a Francia y allí publicó, a lo largo de la década de 1640, algunas de sus obras, entre ellas las Academias morales de las musas.427 Otro auto de fe tuvo especial importancia en su vida, el celebrado en Sevilla en 1660. En él fue quemado en efigie el propio Antonio Enríquez Gómez, condenado por “judaizante fugitivo”,428 acusación que según Valdecasas, a tenor de las opiniones del acusado escritas en sus obras, no parece real, pues, si bien era muy crítico con la Inquisición, parece que siguió considerándose cristiano.429 Citado en Garcia Valdecasas, op. cit. Las Academias… pág. 21. García Valdecasas (op. cit. p. 21) afirma: “ Los cristianos nuevos que se refugiaron lejos de España achacaban la culpa de sus males a la plebe. Con excepción de alguna injuria dedicada a Isabel la Católica –no a don Fernando-, por mucho que se revise la literatura sefardí no se encontrarán invectivas contra la realeza hispana y sí muchos elogios…” 427 Las razones de su exilio voluntario no están nada claras, la mayoría de los autores, entre ellos Valdecasas, creen que huyó por motivos religiosos, mientras que otros piensan que el auténtico motivo de su fuga fue político, en este sentido McGaha [“Antonio Enríquez Gómez and the court of Olivares” Texto y espectáculo: nuevas dimensiones críticas de la comedia, editores Pérez Pisonero y Semidey, University of texas at El Paso, El Paso (Texas), 1990. p. 48] afirma «I shall argue [...] that Enríquez Gómez feld Spain not because he feared the Inquisition but because he feared arrest for having libeled and possibly conspired against Olivares». 428 Manuscrito del Archivo Histórico Nacional, sección de Inquisición (cartas al Consejo) Legajo 2993 (sin más referencias posibles pues están sin numerar los documentos contenidos en cada legajo). Citado en García Valdecasas. op. cit. Pág. 31. 429 Existen diferencias entre los historiadores que se han ocupado de este autor sobre su carácter judaizante. La historiografía judía opta mayoritariamente por considerar que Enríquez Gómez fue siempre judío y que tuvo que ocultar esa condición para salvar su vida, esta opinión, muy difundida en las nuevas corrientes historiográficas que pretenden recuperar la herencia de la cultura sefardí, tiene su origen en los trabajos de Révah [“Un pamphlet contre l’Inquisition d’Antonio Enríquez Gómez: la seconnde partie de la Política Ángelica (Rouen, 1647)” en Revue des Études Juives, nº 121, 1962, pp. 81-168]. Otros autores como García Valdecasas (op. cit. 1971) opinan que se mantuvo fiel al cristianismo. En ambos casos parece que las dos opiniones tienen algo de deseo y de identificación personal con el autor. El caso es que en los últimos años se ha despertado el interés por este escritor y en algunos de los estudios a él dedicados se ocupa una gran parte a indagar en su biografía para, entre otras cosas, clarificar este aspecto, podemos señalar a este respecto: Cordente Martínez, H. Origen y genealogía de Atonio Enríquez Gómez, alias don Fernando de Zárate (poeta y dramaturgo conquense del Siglo de Oro), Alcana Libros, Cuenca 1992; McGaha, M. The Perfect King. El rey más perfecto. Por Antonio Enríquez Gómez. Bilingual 425 426 140 Poco más sabemos de él, parece ser que tres años después estaba de vuelta en España. El 15 de marzo de 1663 se le instruyó con su consentimiento un proceso por apostasía. Teniendo en cuenta que cuatro días más tarde murió, es muy factible suponer que no reconoció su condición de judaizante y fue por ello torturado, lo que le causó la muerte. Otros estudiosos creen, sin embargo que murió en el exilio en Ámsterdam.430 Con esta biografía parece lógico que el autor de Las academias morales… no sintiese un gran cariño hacia el Santo Oficio y no es sorprendente que el objetivo auténtico de un libro como éste, con muchos elementos autobiográficos, fuese denunciar la hipocresía, la rapacidad y la crueldad de esta institución. Las Academias morales… se presentan como una justa poética,431 pero “el pretendido certamen bucólico es tan sólo el disfraz de un cónclave proscrito”,432 algo que no resulta extraño ya que “el disfraz pastoril tenía ya una larga tradición como encubrimiento de significados ocultos, sociales y religiosos”433. Enríquez Gómez nos avisa sutilmente de sus intenciones en el prólogo: “Doctrina es de Logicos, (Lector amigo), si lo fueres en mis academias, no ay duda, que alcançaré justiçia; si no en todo lo que escribo, en lo que desee escribir”434 y también sugiere, con recovecos dialécticos, que él mismo se verá complacido si son pocos los que comprenden el autentico significado de la obra: Press, Tempe (Arizona), 1991; Santos, T. (editora), Antonio Enríquez Gómez, El siglo pitagórico y vida de don Gregorio Guadaña, Cátedra, Madrid, 1991. 430 Las versiones sobre la muerte de Antonio Enríquez Gómez vienen explicadas en García Valdecasas, op. Cit. Págs 113 y 114. 431 La estructura de la obra está perfectamente resumida en McGaha, M. The Perfect King. El Rey más Perfecto. Por Antonio Enríquez Gómez.: Bilingual Press, Tempe (Arizona), 1991, XXV: The book is divided into four sectionns, all of which follow the same overall plan: 1) a stylized description of a dawn in the mountains of Cuenca; 2) the arrival of a group of peasants who recite typical pastoral poems about love and jealousy; 3) the arrival of someone who describes a perilous adventure he has just successfully completed; 4) the celebration of a poetry contest or “Academy”; and 5) the performance of a play. Furthermore, each one of the four sections has a single overriding them. Academia I is mainly concerned with the tragedy of exile; Academia II is a rather jaundiced commentary on humann nature; Academia III is devotes principally to social criticism (unequal distribution of wealth, oppression of the pour, class distinctions based on ancestry); and the concluding Academia suggest the proper philosophical response to all of the above, contrasting the laughter of Democritus with the tears of Heraclitus. 432 García Valdecasas, op. Cit. Pág 42. 433 Alonso de Miguel, A. “La mezcla de géneros en las Academias Morales de las Musas de Antonio Enríquez Gómez. La tradición pastorial” en Los judaizantes en Europa y la literatura castellana del Siglo de Oro, editor Fernando Díaz Esteban. Letrúmero, Madrid, 1994. p 37. 434 Prólogo de la primera edición, volumen de la BN R. 8095, el prólogo no viene foliado, este fragmento corresponde a su primer párrafo. 141 “No duda la Oficina de mi yngenio (o hablando mas propiamente) mi entendimiento que la gobierna, ser yncapaz, para que la labor desta obra, salga a gusto de todos, bastará que algunos la estimen, y yo estimara también que fueran los escogidos, pero no los llamados”435 Por medio de este proverbio bíblico parece mostrar el deseo de que la gran mayoría no comprenda el significado de libro,436 cosa que, si damos por buena la relectura socio-política, sucedió sin duda, quizás más de lo que el propio autor hubiese deseado. Es posible, como en otras academias ficticias, que este cenáculo fuese una imagen distorsionada de otro real al que asistiera el autor antes de su exilio, es posible, pero no tenemos ningún indicio que nos permita defender esta teoría, más allá de que parece que la vida literaria y social de Enríquez Gómez fue muy intensa, así como su actividad política de oposición a Olivares, y es posible que esta labor se desarrollase en algún tipo de cónclave clandestino.437 La espina dorsal de la obra es un coloquio entre los dos personajes principales, Albano, siempre triste ante los males del mundo pero partidario de mejorarlo, y Danteo, que se ríe continuamente de esos males, pero que no cree posible luchar contra ellos. La crítica a la situación del mundo es omnipresente en el diálogo entre los dos personajes, considerando que la ley natural ha sido alterada por las convenciones y normas sociales, que han provocado un desbarajuste en la posición que por justicia corresponde a cada hombre según sus méritos: “…Si conocer pretendes este mundo, Mira llenos de bienes los tyranos, Como si fueran dioses soberanos, Y mira mendigando con pobreza Á los que por virtud tienen nobleza: À unos les sobra mucho, a otros nada, (Ó república grande!) gouernada Por la inmensa de Dios sabiduría: Esta desigualdad de monarquía…”438 435 Prólogo de la primera edición, volumen de la BN R.8095, el prólogo no viene foliado, este fragmento corresponde al segundo párrafo de su segunda página. 436 García Valdecasas. Pág. 40. 437 McGha (“El prólogo de las Academias Morales de las Musas de Antonio Enríquez Gómez” Homenaje a Alberto Porqueras Mayo, Reichenberger, Kassel, 1989. p 313) afirma sobre su huida a Francia: “Las razones de su huida eran más bien políticas que religiosas. Durante la década de 1630 Enríquez había estrenado una serie de comedias como Engañar para reinar y La soberbia de Nembrot que constituían un ataque durísimo contra el comportamiento personal y la política de Felipe IV y el Conde-Duque de Olivares. Varios pasajes en las Academias indican que salió de España al descubrir que un amigo le había traicionado, dando falso testimonio sobre él a las autoridades, lo que le hizo pensar que estaba en una situación francamente peligrosa”. 438 Henríquez Gómez, Antonio. Academias morales de las musas… Barcelona, 1704. Academia I, pág 34. [La mayoría de estas citas de las Academias... han sido sacadas de una edición de Barce- 142 También fustiga la hipocresía de quienes poseen la riqueza: “…El rico, que de auariento Rebienta, no dá limosna, Basta que reze y que ayune (…) El rezar está en la boca, El ayuno en no gastar, Y la limosna en la bolsa…”439 Se suceden las críticas a la complicación de las leyes, a los vericuetos y corrupción de la administración de justicia, a la tremenda desigualdad económica de la sociedad y a otros muchos problemas del siglo XVII tantas veces denunciados por pensadores y literatos del momento. “…Vno decía: guardenme justicia; Otro: denme traslado, Para que me defienda mi abogado. Vn hombre oí, que se desgaznataua, Y ninguno sus voces escuchava, Mas iba mál vestido, Y se hizo aborrecer de aborrecido: Y tuvieron razón, si se repara, Que la pobreza tiene mala cara: Llegó un rico, y al punto le escucharon, Y antes de ver pap[e]l le despacharon. Yo digo la verdad, uno dezia; Yo la digo también, le respondia Otro en voz alterada, (no ay burlar con verdad empapelada) con mi verdad me entiendo; otro decia: la verdad defiendo, y andava la verdad tan vozeada, que se fue de corrida y enfadada. Yo dixe en mi, que veo? Si es virgen la verdad tan casta, y bella, Como podrá llegar esta doncella Intacta al Solio, ò Talamo divino Siendo manoseada en el camino de tanto pleyto amante?...”440 Otro tipo de críticas, menos generalizadas en la época, aunque también frecuentes, hacen referencia a los conceptos de honor y honra. Frente al honor heredado por la san- lona de 1704, en el caso de que la cita esté tomada tal cual del libro de García Valdecasas lo señalaremos, y es importante remarcar que el ejemplar utilizado por García Valdecasas es una edición de 1690 que pertenece a la Biblioteca Universitaria de Sevilla (88/99). En las notas que no aparezca esta referencia sigo utilizando el ejemplar de la edición de 1704 de la Biblioteca Nacional signatura 7/15935. 439 Academia II, pág. 183, citada en García Valdecasas. 440 Henríquez Gómez, A. Ed. 1704. op. cit. Academia III págs 244-245. 143 gre, Enríquez Gómez se muestra partidario de un honor basado en la propia virtud, en los méritos personales: “…Los linages que passaron Honran, pero no aprovechan; Virtud propia es la que vale, Y no la virtud ajena. Libelos infamatorios Contra la naturaleza Vende el mundo a quantos usan Vivir mal por su nobleza…”441 En estos versos se diferencia entre la “honra” como prestigio social, producto de la herencia pero sin provecho interior, y virtud u honor como elementos de mejora personal que sí aprovecha. La honra del linaje no aporta nada más que prestigio social, sin embargo, la virtud nos hace mejorar como personas y aquí es donde se encuentra la auténtica nobleza y el verdadero honor. El autor insiste en esta idea a menudo a lo largo de este libro, en el siguiente caso puede también interpretarse como crítica de la limpieza de sangre: “…Jamás blasones de sangre, porque no hay mayor nobleza que la virtud soberana casta esposa de la ciencia...”442 Esta idea de honor frente a honra no es en absoluto original del autor, recordemos por señalar algún caso representativo, que por esas mismas fechas443 Calderón de la Barca escribió El Alcalde de Zalamea, donde encontramos afirmaciones muy parecidas, por ejemplo cuando Don Lope le recuerda a Pedro Crespo que su condición de villano le obliga a soportar las humillaciones del capitán y se produce el siguiente diálogo: “…DON LOPE ¿Sabéis que estáis obligado a sufrir, por ser quien sois, estas cargas? CRESPO Con mi hacienda, Pero con mi fama, no. Al rey la hacienda y la vida se han de dar; pero el honor 441 Henríquez Gómez, A. Ed. 1704. op. cit. Academia. IV Romance a los tormentos del Siglo. p. 402. 442 Henríquez Gómez, A. Ed. 1704. op. cit. Romance a los tormentos del siglo, pág. 402. 443 Sobre la fecha de composición del Alcalde de Zalamea: Halkoree, P. El Alcalde de Zalamea, “Critical Guides to Spanish Texts, Londres, Gran Cutler y Tamesis Book, págs. 14-15. Citado en Díez Borque, J. M. “Análisis crítico de El Alcalde de Zamalea” en El Alcalde de Zalamea, edit. Castalia, Madrid, 1976, pág. 55. 144 es patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios….”444 El honor es la dignidad personal y es una cuestión íntima, no relacionada con el linaje ni la posición social. Si queremos otro ejemplo de fecha aún más temprana, pero de igual peso en la literatura española, baste recordar Fuente Ovejuna de Lope de Vega, que nos presenta un comendador, Fernán Gómez, de alta alcurnia nobiliaria pero carente de cualquiera de las virtudes que se presuponen en la nobleza, y un pueblo, villano pero digno, que no soporta la humillación y que se rebela contra ella en defensa de su honor. Vemos, por tanto, que esta distinción entre la honra y la virtud, si bien menos habitual que las críticas al dinero como corruptor de la sociedad, es algo que sí aparece en la literatura con cierta frecuencia. Hasta este momento, por tanto, hemos visto ataques contra la moral y las costumbres de la época, sin embargo, nada que realmente no estuviese ya dicho y sostenido por una parte importante de los pensadores y moralistas del momento, y nada que necesitase ser vestido con el traje de la metáfora o de las segundas intenciones. Las críticas peligrosas, las dirigidas contra el Santo Oficio (y quizás contra el gobierno de Olivares), son las que se ocultan tras una apariencia inocente, las que se acogen verdaderamente al hermetismo del que hemos hablado anteriormente. García Valdecasas ha desentrañado minuciosamente las continuas referencias a la Inquisición. Su primera conclusión es que los campesinos reunidos en los montes de Cuenca para recitar sus poemas son en su mayoría cristianos nuevos perseguidos, al igual que los dos protagonistas Danteo y Albano. A este último, además, lo identifica con el propio Enríquez Gómez.445 En un largo romance en el que Albano explica su vida hay unos cuantos versos en los que es fácil reconocer las peripecias del autor: “…Ay de mi! que vine al mundo à solicitar tragedias, à conquistar tiranias, y à adornarme de miserias. [...] Naci llorando el delito antes que le cometiera siendo de mis propios males naturalmente profeta. [...] En el mar de mi delito aun voy corriendo tormenta, 444 Calderón de la Barca, P. El Alcalde de Zalamea, edit. Castalia, Madrid, 1976, págs 187-188. García Valdecasas, op. Cit. Págs 71-84. Esta identificación entre Albano y el autor es actualmente aceptada por los especialistas. 445 145 que en el baxèl de la vida las que passan siempre quedan. Si río, lloro mis males, pues como si ajenos fueran, los disfraço con la risa porque nadie los entienda. [...] Aquellos que más quería solicitaron mi afrenta, si es afrenta echar a fondo el baxel de la inocencia. En el tribunal del mundo, falsos testigos me alteran, animos viles me oprimen, perros de bazán me cercan. Sin ofender a ninguno, ponen mis bienes en venta, y en la almoneda del siglo, solos los males me dejan. Peregrino en las desdichas, fatigando ajenas tierras, me abrió los ojos al daño el Angel de la experiencia. Lloré mi perdida fama, en cambio de otra mas buena si la merece tener mi noble naturaleza...”446 Recordemos como Enríquez Gómez vino al mundo con el estigma de cristiano nuevo y descendiente de condenados por apostasía, algo que le ha acompañado “en el baxel de la vida”. El Santo Oficio, “el tribunal del mundo” le acusó por las falsas denuncias de gentes próximas a él y temiendo ser condenado y sufrir la confiscación de sus “bienes”, tuvo que exiliarse de su país, “fatigando agenas tierras” para escapar al castigo. Existen una serie de palabras claves para entender los mensajes ocultos de Las Academías Morales de las Musas… que García Valdecasas nos revela. Los inquisidores son denominados “Saúles”, “Satanes encarnados”, “Luceros”, “doctores”, etc.; la Inquisición recibe los nombres de “Tribunal” (con diversas formas: “Tribunal de la razón divina”,”Tribunal sagrado”, “Tribunal del mundo”, etc.) “la compañía”, “esa dama”, “Venus”, “ramera”, etc. Con estos avisos nos es fácil comprender el significado real de muchos de los versos recitados por los diferentes personajes de Las Academias…, veamos algunos ejemplos: “…La hipocresía (pieça poderosa) Á lo divino juega, es milagrosa; Es tan buena esta dama, Que adquiere adoración, riqueza y fama…”447 446 Henríquez Gómez, A. Ed. 1704. op. cit. Romance a los tormentos del siglo, pág. 400-401. 146 En los siguientes Danteo se queja de habér sido demasiado confiado y de cómo, por no tomar precauciones frente a la Inquisición, tuvo que sufrir una experiencia muy dolorosa, “sentida”: “…Entendí ser astrologo lucido, Y por no andar en cuenta con Luceros, Gané no poca parte de sentido…”448 Aunque en esta misma elegía hay otros mensajes que no han llamado la atención de García Valdecasas y que parecen ir en la línea de quienes opinan que el destierro y las desgracias de Henríquez Gómez tenían más relación con su actividad contra Olivares que por motivos religiosos: “…Quise ser estadista, y los primeros negocios del estado, me dexaron ignorando los casos verdaderos. Los políticos todos me acabaron, estoy para llorar, señor amigo, de ver que me perdieron, y ganaron. No tiene nuestro ser más enemigo, que su propio apetito, y quando llega à querer governar, à mandar digo. Tan sumamente en el poder se ciega, que si no tiene grande entendimiento, en la tormenta deste mar se anega. Pocos andan con luz, muchos a tiento, que en este abismo siempre deseado, es ciego quien no sabe el valimiento…”449 Hay muchas más citas en las que Garcia Valdecasas nos descodifica los mensajes ocultos, aunque destaca sobre todas el siguiente soneto, llamado Albano á la tirania de Antioco, por su hermetismo y por la complejidad de la explicación: “…Esta leona que sangrienta vino à introducir al mundo nuevos males, Hydra cruel la llaman los mortales, salteadora de todo peregrino. Ramera vil, que sale en el camino à despertar delitos sensuales, es su titulo propio, porque iguales caminante su error a su destino. Tuvo el mundo a sus pies, y su caída, tyranica ambición de sus errores, dando la muerte a muchos les dio vida. Guardate de sus traças superiores, 447 Henríquez Gómez, A. Ed. 1690. op. cit. Academia II, pág 159 (estractado de García Valdecasas). 448 Henríquez Gómez, A. Ed. 1704. op. cit. Academia IV, A la risa de Demócrito, pág 360. 449 Henríquez Gómez, A. Ed. 1704. op. cit. Academia IV, pp. 360-361. 147 que cuando mas de oveja està vestida, Sus lobos pensamientos son mayores…”450 La explicación que hace de este soneto de García Valdecasas abarca ocho páginas que no reproduciremos aquí, 451 simplemente daremos algunas de las claves que utiliza. La Hydra cruel o ramera vil sería la Inquisición, que busca y hasta provoca delitos para condenar a inocentes, ha introducido nuevos males a causa de su labor contraproducente potenciando la heterodoxia y las dudas de fe. Esta ramera asalta a todo peregrino (cristiano nuevo que debe exiliarse), salteadora porque sólo busca robarle sus bienes. Hasta el título tiene implícito un mensaje oculto, ya que el tirano balilonio Antíoco Epífanes fue el destructor del Templo y realizó una tremenda persecución religiosa entre los judíos. En otro apartado del libro el autor se queja de la decadencia de la ciencia en España a causa del peligro que supone cualquier novedad que pueda inquietar a la Inquisición. Uno de sus personajes describe oposiciones a cátedra en la universidad: “…Salime del Palacio, y fuyme luego à ver tocar a fuego los juizios de los doctos, cuya lumbre era toda opinion y pesadumbre: auia oposiciones, y los premios (rarísimos blasones) por favores se davan, y los necios en ellos se entregaban. Habló un sabio sentencias milagrosas, que en el siglo son oy muy peligrosas, y respondió un tropel de necios luego: quemen essas verdades en el fuego: de la Catedra baxe esse ignorante: calló el doctor y se bajó al instante. Yo dixe a un cierto anciano que me oia: assi se trata la sabiduria? Imperio tiene un barbaro arrogante en un hombre tan sabio? Y al instante me respondio el Anciano: Amigo, yo he nacido mas temprano, muy tarde aveis venido, oid, ved y callad, si sois servido, que en este siglo loco el que sabe mas poco, como tenga dinero, es noble, es docto, es cuerdo, es cavallero; y el Sabio de mas porte, si no tiene, a ser fabula viene desta grande mentira, 450 451 Henríquez Gómez, A. Ed. 1704. op. cit. Academia III, pág 267. García Valdecasas, op. Cit. Págs 87-95. 148 que caduca tal vez, si no delira…”452 En una carta, que por su especial interés hemos incluido completa en los apéndices, Danteo explica a Albano la necesidad de exiliarse, ya que la vida en España se ha vuelto insegura: “…Ya no es la patria, no, segura esfera, Es un errante pielago furioso; Sin viento brama, y sin razón se altera…”453 Por culpa de los inquisidores: “…Son diablos encarnados, y traydores, Deuotos de la madre Vericinta, No siendo, no, romanos senadores. Con dos reglones de secreta tinta Hazen mas mal que la langosta fiera, Hidra que tala quanto el Mayo pinta…”454 Manos ejecutoras de una institución cuyo principal objetivo es la rapiña: “…Destos fulleros, con industria, y arte, Se alimenta cruel, y vengativa, Y tus bienes carissimos reparte…”455 Por ello felicita a Albano que supo ver el peligro y escapó, se determina, por tanto, a seguir sus pasos y escapar de esta peligrosa España: “…Dichoso tu, que en brazos de la fama Bolaste hasta los rayos del Oriente, Huyendo del incendio de esta llama. Disteme exemplo para ser prudente, Pues seguirte los pasos determino, Sepultando esta luz en Occidente…”456 Sin embargo, la realidad es diferente a como la cree Danteo, Albano desde el exilio se queja de la ausencia y le carcome la nostalgia de su tierra, en la introducción a la desgarrada Elegía a la Ausencia de la patria, el autor afirma: “hubo assumpto à la ausencia de la patria, destierro no, pues en el cuerdo, y fuerte, no viene a ser destierro, sino muerte”.457 452 Henríquez Gómez, A. Ed. 1704. op. cit. Academia III, El peregrino, pág 247-248. Ver apéndice X. 454 Ver apéndice X. 455 Ver apéndice X. 456 Ver apéndice X. 457 Henríquez Gómez, op. cit. edición 1704, Academia I, p. 64. La Elegía... completa está trascrita en el apéndice XI. 453 149 Es esta la elegía a la que nos remite el autor en el párrafo del prólogo que hemos trascrito más arriba, y por tanto se le puede otorgar un carácter autobiográfico.458 Con esta extensa explicación sobre el ejemplo de Las Academias Morales de las Musas, hemos querido poner de manifiesto que la profundización en el estudio de las academias, ficticias o no, nos ofrece grandes posibilidades potenciales de descubrir múltiples significados y señalar que en ocasiones una lectura en clave hermética de algunas de las composiciones en ellas leídas podría llevarnos a interesantes interpretaciones. 2.1.4. La crítica política de la que nunca supimos su origen académico En este punto del trabajo haremos brevemente un ejercicio especulativo, que no resulta ni fuera de lugar ni tampoco excesivamente arriesgado. Teniendo en cuenta el gran número de academias que hubo en España durante el siglo XVII, de las que seguramente conocemos sólo una porción pequeña, la gran popularidad que tenían, especialmente entre los nobles, los literatos y las personas ilustradas, y que la gran mayoría o bien no recopilaban los “asuntos” que leían sus miembros, o bien éstos se han perdido, podemos colegir con poco margen de duda que la mayoría de los papeles que se leyeron en las academias son desconocidos para nosotros. También sabemos que a ellas, como ya hemos visto, pertenecían miembros destacados de la corte y partidarios de las diferentes facciones políticas y algunos de los más lúcidos pensadores y analistas de de la época, muchos de ellos destacados litera458 Sobre el carácter autobiográfico de la elegía y de otras partes de Las academias morales hay un interesante estudio de J. Ignacio Díez Fernández: “Biografía y literatura en la elegía «A la ausencia de la patria» de Antonio Enríquez Gómez: una lectura” en eHumanista. Vol. I, 2001. El autor de este artículo otorga un carácter autobiográfico a la elegía, pero pone muy en duda su posible contenido político y la crítica social, dándole un significado más intimista, así en las conclusiones afirma: “Es difícil no proyectar sobre la interpretación del poema los datos que se conocen de la biografía de Enríquez Gómez y es posible que también pueda resultar difícil, desde el final del siglo XX, no buscar una referencia política en la elegía. Sin embargo, una lectura atenta del poema puede deparar no pocas sorpresas, comenzando por el concepto de libertad. En la elegía no hay reflexiones políticas, ni religiosas, sino un lamento por una situación que parece irremediable y que se ofrece al lector como exemplum a contrario. No parece que en el prólogo de las Academias Enríquez haya sugerido una lectura en clave de la elegía, sino, más bien, el autor ofrece a sus lectores una explicación por la publicación del libro en Francia: se ha visto obligado a huir. [...] Esa exaltación de la patria, del origen, resulta muy interesante en un autor de origen judío y que, probablemente conocería, en él o en otros, la escisión de dos culturas, de dos lenguas y de dos religiones. Sin embargo, el poema, en su afán de universalidad, de altura moral, evita las consideraciones y se limita a cantar y contar las penalidades íntimas del destierro. [...] La elegía en términos personales, parece suponer un esfuerzo por trascender una contradicción vital: el resultado es un poema que, más que explicar con claves una conducta individual, reflexiona, dentro de la tradición literaria, sobre la alienación que provoca el exilio.” En nuestra opinión la elegía contiene numerosos mensajes que pueden ser leídos en clave política, aunque lo mejor es que cada uno saque sus propias conclusiones y por ello hemos estimado conveniente incluirla, sin cortes que puedan alterar su significado o interpretación, en el apéndice XI. 150 tos. Con total seguridad Cervantes, Luis Vélez de Guevara, Lope de Vega, Tirso de Molina, Guillén de Castro, Quevedo, Góngora, Villamediana, Rojas Zorrilla, Pantaleón de Rivera, Calderón de la Barca, Castillo Solorzano, Cáncer y Velasco y un largo etc., asistieron a las diferentes academias de Madrid y de aquellas otras ciudades en las que vivieron. No resulta nada descabellado pensar que los escritos que allí leyeron muchos de estos autores pudieran tener un contenido político, ya fuese serio o jocoso, aunque en las literarias, donde primaban las poesías cuyo objetivo era divertir, lo más probable es que en la mayoría de las ocasiones la crítica adoptase la forma de la sátira. ¿Cuántas de las sátiras políticas de Juan de Tassis, conde Villamediana, o de Quevedo fueron escritas para leerse en alguna de estas juntas o como resultado de las experiencias allí vividas? Teniendo en cuenta el volumen de composiciones, sobre todo satíricas, de carácter político que estos dos poetas tan comprometidos, el primero contra Lerma y sus criaturas y el segundo al servicio del duque de Osuna y más tarde con su tormentosa relación con Olivares; así como su asistencia a numerosas academias en las que seguro que se ofrecía materia de sobra que inspirase sus lacerantes versos, podemos suponer que algunas de sus poesías tuvieron allí su origen.459 De hecho, conocemos composiciones de Villamediana que hablan explícitamente de las academias y que se mezclan con otras de carácter político, como un volumen manuscrito con composiciones suyas que se conserva en la Biblioteca Nacional,460 que comienza con un soneto escrito poco después del retiro del duque de Lerma por Felipe III. Recordemos que Juan de Tasis fue uno de los personajes de la corte que más crítico se mostró con las políticas del valido al que dedicó todo tipo de insulto e injurias, incluso después de que fuese apartado del poder en 1918.461 Con Rodrigo Calderón, Secretario de Estado de Lerma y su principal apoyo en el valimiento, fue especialmente cruel, escribiendo sátiras difamatorias contra él incluso después de 459 Teófanes Egido ha hecho una interesante recopilación de sátiras políticas en la España del XVII, centrándose especialmente en Villamediana, Quevedo y Cortés Osorio, aunque aparecen muchas composiciones que fueron atribuidas a éstos y ahora se piensa que sus verdaderos autores fueron otros: Sátiras políticas de la España Moderna, Alianza Editorial, Madrid, 1973. 460 Nuevas de la Corte, cuando el Rey D. Felipe III, mando prender a D. Rodrigo Calderon, en el Castillo de Montanches y el Duque de Lerma se retiro hecho Cardenal, y quedo el confesor fray Luis de Aliaga en la valia” Ms. 5913. 461 Juan de Tassis, conde de Villamediana fue, sin embargo, aliado de Lerma desde los tiempos finales del reinado de Felipe III y ayudó al futuro valido en su acercamiento al joven heredero, ya que Tassis era correo mayor de Felipe II. Una vez en el poder el duque de Lerma mostraría una gran confianza en Villamediana, a quien encargó las negociaciones con Inglaterra que precedieron el tratado de 1604 y a quien nombró embajador en Francia. La relación entre ambos se estropeó en la década de 1610 y Villamediana se convirtió en un feroz crítico del valido. 151 muerto. En el citado soneto se refiere al retiro de Lerma, a quien el rey consiguió el capelo cardenalicio para que no fuese juzgado, y al encierro de Calderón en el castillo de Montánchez en 1619, antes del proceso que le costó la vida: “Móntanchez, un herrero fanfarrón Por solo parecer buen oficial De los hierros que hizo un Cardenal Quiere forjar de nuevo un Calderón Perdió la cabellera la ocasión Por más que se acogió a la Casa Real Ya llegó intruso en fuero Clerical Le ha Valido la Iglesia por ladrón Dicen que ya ve el Rey, y está dudoso Pues se deja morder de un perro blanco Sin nunca echar de ver que está rabioso De Bujarrones ánda el año franco No hay ladrón que no viva temeroso Esto hay de nuevo y que el gobierno es manco.”462 El tercer soneto de este volumen se titula “en ocasión de una academia que se hizo en casa de Antonio de Vega”463, y entre las muchas composiciones que siguen a ésta hay un gran número de poemas satíricos de contenido político. Aunque no sabemos si alguna de ellas tuvo relación también con cualquier junta no es demasiado arriesgado suponer que así pudo ser. Lo mismo ocurre con los siguientes versos en los que Villamediana fustiga al conde de Saldaña, segundo hijo de Lerma, que poseía este título por su boda con doña Ana de Mendoza. Como ya hemos estudiado, Saldaña fue promotor de una de las más importantes academias de Madrid a comienzos del siglo XVII y es muy probable que Tassis asistiese a ella antes de su partida a Italia en 1611, porque por esas fechas aún mantenía buena relación con Lerma y todavía no había comenzado su aluvión de diatribas contra el valido y su entorno. En los siguientes versos le critica a él y a Calderón por su conocida afición al juego, que practicaban a menudo con el rey: “Castigo despacio, señor a Saldaña, pues con arte y maña profanó el palacio. Salga el cartapacio de los Calderones, y de otros ladrones que andan en la tanda. Anda, niño, anda, que Dios te lo manda.”464 462 Ms. 5913. Fol. 1r. Ms. 5913. Fols. 1v. y 2r. 464 Manuscrito de la Biblioteca Nacional, Ms. 10917, fols.121v-122r. 463 152 Otros autores han sugerido también que las organizaciones que estamos estudiando fuesen el origen de conocidos escritos de reflexión social y política. En este mismo sentido, Willard F. King aventura que parte de la obra de Baltasar Gracián, en concreto los dos discursos “Del señorío en el decir y en el hacer” y “Hombres de plausibles noticias” incluidos en El discreto, pudieron escribirse para una posible y aún no identificada reunión en casa de Vicencio Juan de Lastanosa, el famoso coleccionista y mecenas aragonés.465 Es cierto, como señala King, que resulta improbable que un personaje como Lastanosa, tan interesado en todas las ramas del saber, no asistiese habitualmente a ninguna academia y es muy posible que tuviese una en su propia casa, a la que acudían tantos personajes relevantes, entre ellos Gracián. Pondremos un último ejemplo, de inferior rango a los anteriores, sobre la posible crítica o reflexión política nacida de estos cenáculos, es un soneto quejándose de una decisión gubernamental, el cierre de los teatros en 1598 tras la muerte de Felipe II. Lo incluye Sánchez en su obra sobre las academias,466 escrito por un tal Ochoa que mantenía a finales del siglo XVI y principios del XVII una academia en su casa de Sevilla, a la que algunos autores creen que acudía Cervantes.467 No hay certeza de que dicho soneto fuese leído en tal junta, pero es muy probable que así fuese, porque se lo dirige a otros escritores: “Poetas graduados en sonetos los que coméis las puntas de los guantes buscando por la calle consonantes y a solo el consonante estáis sujetos; Los que por parecer hombres discretos, habláis latín delante de ignorantes, y de un librillo, alivio de viandantes, hurtáis los dichos y sacáis concetos Si, como puede Dios no lo remedia, presto veremos todos aquel día en que representéis vuestra tragedia. Indicios hay bastantes, y a fe mía, que, pues ayer quitaron la comedia, mañana han de quitaros la poesía.”468 King (Prosa novelística…op. cit. p. 78) afirma: “Recordando los dos discursos o razonamientos académicos de Gracián en El Discreto (“Del señorío en el decir y en el hacer” y “Hombres de pausibles noticias”), nos inclinamos a creer que estas dos piezas seguramente –y quizás mucho más de la obra de Gracián- derivan directamente de debates académicos sostenidos en casa de Lastanosa. Pero por tentadoras que sean estas deducciones, no existe todavía un testimonio fidedigno que permita atribuir a las academias literarias privadas del siglo XVII una obra tan madura e ilustrada”. También E. Correa Calderón es de la opinión de que estos y otros trabajos de Gracián vieron la luz en la academia de Lastanosa (Baltasar Gracián. Su vida y su obra, Biblioteca Románica Hispánica, Madrid, 1961. pp. 36 y 170. 466 Sánchez, J. Academias barrocas... op. cit. p. 203. 467 Sánchez (p. 202) nombra entre ellos a Rodríguez Marín. 468 Citado en Sánchez, Academias... op. cit., p. 203. 465 153 Hemos querido con este apartado de nuestro trabajo solamente abrir una puerta a la posibilidad de que parte de la crítica política del siglo XVII que conocemos pudo ser concebida bien para leerse en las academias o bien como respuesta a estímulos allí recibidos por sus autores. Esta es una investigación que necesitaría más tiempo y recursos, y que daría pocos frutos, pues resulta muy difícil, y en la mayoría de los casos imposible, saber dónde y cuándo se escribieron muchas de las composiciones de este tipo que han llegado hasta nosotros. Hemos querido solamente sugerir la posibilidad de que parte de la producción, tanto en prosa como en verso, de estas organizaciones no fuese tan baladí ni tan inocente como muy a menudo se ha pensado, y hasta pudiera ser que algunas obras de gran peso en el Siglo de Oro, esenciales para la formación de nuestra herencia cultural, naciesen allí. 2.2. La apología del poder Al contrario de lo que pasa con la crítica, para encontrar escritos laudatorios en las academias barrocas españolas no hay que sondear infinidad de fuentes, buscar dobles significados ni lanzar hipótesis o conjeturas. La adulación es una constante en estas organizaciones, casi siempre dirigida al poder, bien fuese el político, representado por la monarquía y por el gobierno, o el social y económico, especialmente a los nobles que ejercían como mecenas de los poetas y literatos que pululaban por estas reuniones. En este epígrafe estudiaremos las formas que en ellas adoptó la apología y complementaremos este análisis con algunos ejemplos de los muchos que pueden encontrarse en las actas y demás papeles que se conservan. 2.2.1. La constante apología de la monarquía Casi siempre que en un “asunto” aparecía la figura del rey, la referencia se acompañaba de halagos, exaltaciones y parabienes, que reflejaban esa idea, general en la sociedad del siglo XVII, de que el monarca estaba por encima de la crítica. Incluso en las escasas invectivas, veladas o abiertas, contra el gobierno de turno solía dejarse de lado la figura del rey, por mucho que las políticas y el valido dependiesen enteramente de la voluntad real. En la España moderna imperó la opinión de que si el Estado actuaba de forma perjudicial para los intereses del país y el monarca no lo impedía era porque estaba engañado e incluso prisionero del privado o de la camarilla cortesana dominante. 154 Como hemos visto el apartados anteriores, en las academias existieron críticas a la actitud de la corona, casi siempre ocultas bajo la forma de consejos o metáforas históricas, bien fuese por su indolencia, por su despreocupación o por su desmesurada ambición, sin embargo, éstas eran absolutamente minoritarias en comparación con las alabanzas que recibían. La apología, por supuesto alcanzaba su nivel máximo en las ocasiones en que el monarca o cualquier miembro de la familia real acudía en persona a una sesión académica, en estos casos, primero solía hacerse en la presentación un elogio a sus personas. Ejemplos de este tipo tenemos varios, el más conocido es seguramente la academia celebrada con motivo de las fiestas del Buen retiro del año 1637, de las que hemos hecho un breve apunte en el capítulo III de este trabajo, explicando las posibles razones que motivaron estos festejos y en qué consistió la academia que en ellos se celebró. Ante la presencia de Felipe IV, el presidente, el literato sevillano Luis Vélez de Guevara, leyó la “oración”, escrita por él mismo, y que incluía el siguiente soneto que el autor también utilizó más tarde en su novela El diablo Cojuelo: “Aquel que, más allá de hombre, vestido de sus propios augustos esplendores, al sol por virrey tiene, y en mayores climas su nombre estrecha esclarecido; Aquel que sobre un céphiro nacido, Entre los ciudadanos moradores del Betis, a quien más que pació flores plumas para ser pájaro ha bebido; aquel que a la luz y a tornos desafía, en la mayor palestra que vio el suelo, cuanta le ve estrellada monarquía, es, a pesar del bárbaro desvelo, Filipo el Grande, que, árbitro del día, está partiendo imperios con el Cielo.”469 Otro ejemplo de este tipo es la dedicatoria que leyó don Jacinto Aguilar y Prado en una sesión de la Academia de Madrid a la que también asistió Felipe IV, rey, como sabemos, muy interesado en todo tipo de actividades lúdicas, especialmente si éstas estaban relacionadas con la poesía o el teatro. Hemos incluido esta dedicatoria en los apéndices para conocer el tipo de discurso que se ofrecía al monarca cuando asistía a una academia.470 En ocasiones, las composiciones realizadas en honor regio eran tan exageradas y contradecían tanto la realidad objetiva que cabría preguntarse si los autores no es469 Tomado de El diablo Cojuelo. Novela de la otra vida traducida a ésta por Luis Vélez de Guevara.... Madrid, 1641. Ejemplar de la Biblioteca Nacional R/31.688. Fols. 110v – 111r. 470 Apéndice XII. 155 condían algo de chanza o de sarcasmo en ellas. Algo semejante podría sospecharse de estos versos dedicados a Carlos II en una academia celebrada en Madrid en 1679 en honor a su boda con Maria Luisa de Orleáns: “…Apolo sacro, Carlos Glorioso, Español Anibal, Scipion valiente [...] ynclito joven, y joven eminente nunca vencible, vencedor si solo [...] El milagro mayor de la belleza se alista en tu vandera peregrina, tan gallarda en amor, y gentileza...”471 El contraste de la imagen del rey y sus capacidades reales con lo que se expone en estos versos es tan grande que resulta factible (aunque poco probable) pensar que el sentido del humor del poeta se disparó al describir los méritos de ese “joven eminente”. También hay algunas composiciones en las que se puede percibir un trasfondo interesante acompañando la alabanza. Por ejemplo, en una Academia que se celebró en la ciudad de Granada en ocho de Diciembre al nacimiento del principe don Carlos472 hay una composición que rezuma preocupación por la trágica situación de la monarquía a finales del reinado de Felipe IV y que denota un alivio casi nervioso por la llegada de un heredero. Recordemos las tribulaciones que atravesó el país en un contexto de continuas derrotas militares en el exterior durante las décadas de 1640 y 1650, de sublevaciones internas gravísimas, especialmente las de 1640 en Portugal y Cataluña que se prolongaron durante lustros, y de una crisis económica endémica. A todo ellos se sumó, tras la muerte del príncipe Baltasar Carlos en 1646, la inquietud por la ausencia de un heredero varón, que pareció resolverse en noviembre de 1657 con el nacimiento de Felipe Próspero. Sin embargo, el vástago real dio pruebas de su débil salud desde el primer momento y, el 1 de noviembre de 1661, sin llegar a cumplir los cuatro años, murió. La preocupación se tornó en pánico, con un rey anciano cuyos tres hijos varones habían muerto a temprana edad, solamente el embarazo de la reina Mariana de Austria ofrecía alguna esperanza. Menos de una semana después “Cuatro octavas acrosticas, que digan al rey nuestro señor Don Carlos Segundo al intento”, en Academia que se celebró en esta corte en amante iubilo y vassalla demonstracion de los desposorios de sus magestades (que Dios guarde) el rey nuestro señor Carlos II con la reina nuestra señora doña Maria Luisa de Borbon, el mes de noviembre de mil seiscientos y setenta y nueve, impreso por A. García de la Iglesia, Madrid, 1679. Hemos utilizado un ejemplar conservado en la Biblioteca Nacional, signatura: 2/34892, que no está foliado, el fragmento trascrito pertenece al “Asunto VII”. 472 Publicada en Granada en 1661 (ejemplar de la Biblioteca Nacional R/6550) 471 156 de la muerte del anterior heredero, nació el futuro Carlos II y el sentimiento de alivio fue general en toda España. El fragmento del poema que reproducimos a continuación refleja todos estos estados de ánimo de forma tan vivida, que a pesar de su escasa calidad resulta muy interesante: “…Príncipe dichoso, Prodigioso niño, Que soys ya tan grande Aun siendo tan chico. Parabien os doy De que ayays nacido, Uno solo a vos, Y a mi me doy cinco. Venisteys al mundo Estando afligido En tiempo, que malo! A tiempo, que lindo! Nacimiento y muerte De vos, y hermanito, A un tiempo lloramos, Y a un tiempo reimos. Que uno mismo soys Creen infinitos, Y ay la diferencia Que de un muerto a un vi.on [vivo.] Hallamos en vos el niño perdido, pero sabe dios que costó de gritos. Dizenme que soys Señor como un pino, Hazed presto muchos, Y aun mas mas crezido...”473 Podríamos señalar muchos ejemplos como los anteriores a lo largo del siglo XVII, pero alargaríamos innecesariamente la extensión de este epígrafe, simplemente daremos noticia de papeles conservados que contienen composiciones de este tipo, tanto de academias periódicas como de ocasión, algunas celebradas para conmemorar acontecimientos en el seno de la familia real o en honor de cualquiera de sus miembros. Respecto de las juntas de carácter permanente, como ya hemos visto, han llegado hasta nosotros muy pocos trabajos, aunque entre ellos podemos señalar algunos, por ejemplo, dos certámenes organizados por la Academia de Madrid,474 uno con motivo 473 Ejemplar de la Biblioteca Nacional sig. R/6550. fols. 7r/v. Sánchez (Academias..., op. cit. p 56) considera que este certamen es obra de la Academia de Madrid, sin embargo, King (Prosa novelística... op. cit. p. 60) cree que fue celebrado en la Academia de Mendoza. Como ya vimos en el capítulo anterior, para este segundo autor no existió como tal una Academia de Madrid sino que se usó este nombre para denominar a las principales tertulias que existíeron en la corte durante gran parte del siglo XVII. 474 157 del nacimiento de la infanta Margarita en 1623,475 y el otro, de 1625, contiene cien coplas escritas por Joseph Pellicer bajo el título “Panegírico al Rey Nuestro Señor”.476 Los casos de academias de ocasión festejando sucesos de este tipo son mucho más numerosos, gracias a que con frecuencia sus actas acabaron en la imprenta. Citamos unos cuantos: en 1649 se celebró una para conmemorar la llegada de Mariana de Austria tras casarse con Felipe IV, la reunión tuvo lugar el 8 de noviembre, y la presidió don Agustín de Palacios;477 existe también una Academia que se celebró en siete de enero, al feliz nacimiento del serenisimo príncipe D. Carlos, N.S.,478 de 1662, todos los “asuntos” tratan sobre la buena nueva, con reiteradas alabanzas a los padres y recuerdos emocionados al fallecimiento del anterior primogénito, Felipe Próspero. Durante la regencia de Mariana de Austria se convocaron varias juntas en las que encontramos composiciones en honor de la reina: en Cádiz en 1672 tuvo lugar una Academia con que el Excelentísimo Señor Marqués de Xamaica celebró los felices años de su magestad,479 en la que abundan los poemas laudatorios dedicados a ella; también conocemos una Academia que se celebró en dia de Pascua de Reyes480 presidida por don Melchor Fernández, según aparece en un tomo publicado en 1674, se leyó una canción que alababa el “prudente gobierno de la Reina Mariana y augura un gran reinado a Carlos II”.481 Del mismo tipo es otra junta dedicada a la madre del monarca, pero ya finalizada su regencia: Academia que se celebró a los años de la Reyna Madre Nuestra Señora el día veinte y dos de diziembre de mil seiscientos ochenta y uno en casa de don Agustín de Campo.482 Está formada por una serie de composiciones, escritas por los diferentes criados de su Real Casa, unas jocosas y otras laudatorias, felicitándola o alabando el amor y educación que ofreció a su hijo el rey. 475 Incluido en: Anastasio Pantaleón de Ribera, Obras, Madrid, 1632. Fols.44v-48r. Conocemos estas coplas por una referencia incluida en Biblioteca formada de los libros y obras de don Juan Pellicer de Ossau y Tovar... Valencia 1671 (hemos sacado la referencia de Sánchez Academias... op. cit. p. 80). 477 El documento manuscrito está en la Biblioteca Nacional (MS. 3657), Sánchez op. cit. pp.154157 ha transcrito la introducción y las cédulas. 478 Dos ejemplares en la biblioteca Nacional: R/5193(1) y R/5728(3). 479 Se puede consultar en la Biblioteca Nacional con las signaturas R/11778 y R/35415. 480 Existen en la Biblioteca Nacional Varios ejemplares diferentes con estas signaturas: R/141, R/15565, R/16931, R/9454, VE/219/68. Existe otro ejemplar en la Biblioteca Complutense con la signatura FLL 10975(10). 481 Ejemplar de la biblioteca Nacional VE/219/68 fols. 36v-42r. 482 Ejemplar de la Biblioteca Nacional, sig. VE/106/8 476 158 2.2.2. La apología de la nobleza También los nobles eran constantemente objeto de elogio en las academias. En la mayoría de las ocasiones se trataba de la pleitesía debida por los literatos a sus mecenas, algo que, como sabemos era una constante entre los autores del siglo XVII, como puede comprobarse en las dedicatorias que llenan los prólogos de los libros publicados entonces o en infinidad de versos laudatorios en los que los poetas mostraban gratitud hacia sus protectores, incluso cuando estos ya habían muerto, como hizo Quevedo con “el Grande Osuna”.483 La correspondencia de Lope de Vega con el duque de Sessa es una fuente excelente para comprobar la situación de dependencia de muchos escritores, entre las cartas hay algunas en las que el poeta, que cree haber perdido el favor del noble, pide perdón y le suplica encarecidamente que le restituya su protección con una sumisión que resulta en ocasiones humillante. Estas relaciones también están presentes en las Academias del siglo XVII. Muchos certámenes comenzaban con un discurso de apertura en el que solía haber una dedicatoria, bien al organizador del concurso o a otro personaje influyente, costumbre que se repitió a lo largo de todo el siglo XVII. Referiremos solamente algunos ejemplo, sin detenernos en ellos, porque en estas composiciones hay, por lo general, poca materia aprovechable para el objetivo de nuestro trabajo, en su gran mayoría no son más que una sucesión de lisonjas y adulaciones carentes de elementos de reflexión destacables. Hemos escogido sólo tres, uno de comienzos, otro de mediados y un último de finales de siglo, aunque podríamos referir muchas más. El primero lo escribió Soto de Rojas, apodado el “Ardiente”, para inaugurar la Academia Selvaje, se trata de un discurso sobre poética que comienza agradeciendo al mecenas con todo tipo de halagos la protección que ofrecía a la junta: “…El año de 1612 en Madrid, se abrió la Academia Selvaje, así llamada porque se hizo en casa de don Francisco de silva, aquel lúcido ingenio, aquel ánimo generoso, calidad de la casa de Pastrana, lustre de las musas, mayor trofeo de Marte, que parece movió toda aquella guerra solo para contrastar aquel valor…”484 El segundo data de 1635 y consiste en una “…oración en la Academia de Madrid, siendo su presidente don Joseph Pellicer de Tovar, cronista de Castilla i León, dedicada al 483 El magnífico soneto que Quevedo dedicó a la memoria de don Pedro Téllez de Girón, tercer duque de Osuna, a quien el literato sirvió hasta su muerte en 1624, es una inmejorable muestra de devoción hacia la figura de un protector. Este soneto y una cuidada y estudiada selección de la poesía de Quevedo puede consultarse en Francisco de Quevedo Un Heráclito cristiano canta sola a Lisi y otros poemas, edición y estudio de Lía Swartz e Ignacio Arellano, Crítica, Barcelona, 1998. 484 Citado en Sánchez Academia... op. cit p. 100. 159 ilustrísimo Señor Don Sebastián Xuarez de Mendoça, Conde de la Coruña, Marqués de Tarifa, Gentil-hombre de la Cámara de su Magestad i su Mayordomo”,485 en la que se repiten hasta la saciedad las alabanzas al conde. Por último, en la ya estudiada Academia que se celebró en esta corte en amante iubilo y vassalla demonstracion de los desposorios de sus magestades...486 en 1679 también se comienza con una dedicatoria “Al excelentissimo señor don Francisco Antonio Casimiro....” similar a las anteriores. Estos discursos, algunos breves dedicatorias y otros extensas peroratas, solían limitarse a metáforas floridas y laudatorias, que en muchos casos caían en el ridículo de tan exageradas que eran, y a frases huecas de exaltación de la persona y el linaje del homenajeado.487 485 Citada en Sánchez Academias... op. cit p. 80. Ejemplar de la biblioteca Nacional, Sign: 2/34892 487 Habíamos pensado incluir un discurso de este tipo en los apéndices, pero por el poco interés de su contenido hemos preferido no hacerlo, si alguien quiere consultarlo se trata de una dedicatoria que Escribió Aguilar y Prado para ser leída en la Academia de Madrid “A los excelentísimos señores duques de Medinaceli, &c. duque de Lerma, &c. duque de Hijar, &c. en la insigne Academia de Madrid” (en Compendio histórico de diversos escritos en diferentes asuntos, Pamplona, 1629. Fols. 45r-60r. Han sido trascritos por Sánchez en Academias... op. cit. pp. 77-79), es muy parecida a la dedicatoria que escribió este mismo autor e honor del rey y que sí hemos incluido en los apéndices (apéndice XII), aunque mucho más larga y aburrida. 486 160 3º-La reflexión social en las academias En este apartado del trabajo nos ocuparemos de las formas de reflexión social que se dieron en las academias españolas del siglo XVII, que, al igual que pasó con la política, son en muchos casos superficiales y tópicas, y en la mayoría de las ocasiones se limitan a la satirización de meros prototipos sociales en lacerantes composiciones poéticas cuyo único objetivo era servir de diversión. El estudio serio sobre aspectos sociales es menos frecuente, sin embargo, también nos encontraremos con discursos preocupados por analizar algunos de los males que afectaban a la sociedad del momento, e incluso interesantes debates sobre ciertos aspectos polémicos en los que se mezclaban la moral y el interés público. 3.1. Las formas serias de la reflexión social Tanto en las juntas literarias como humanísticas hemos encontrado meditaciones graves sobre asuntos sociales, en las primeras generalmente se trata de composiciones poéticas breves, mientras que en las segundas la forma más habitual es la del discurso cuya extensión puede variar entre una página y varias decenas de folios. En ocasiones, muy pocas según hemos podido averiguar, estas organizaciones se convertían en lugar de debate sobre aspectos polémicos de la actualidad social, en el que los académicos tomaban partido y defendían su postura. De este tipo es una curiosa disertación que la Academia de los Anhelantes llevó a la imprenta,488 en ella, uno de sus miembros, “El Victorioso”, examina la conveniencia de reabrir un prostíbulo en Zaragoza. Vamos a dedicar unas líneas a este documento porque, tanto por su extensión, más de treinta páginas, como por su contenido, que llega a recordarnos en ocasiones a una controversia periodística actual, nos ha parecido especialmente interesante. Tal escrito es respuesta a otro que “...en dias pasados dio a la estampa una persona grave y docta desta ciudad...”,489 quizás también miembro de esta academia y en el que se solicitaba la restitución de la casa pública para tener controlado el vicio y como forma de acotar los malos instintos y evitar que se desbocasen y provocaran peores efectos. El Victorioso, siguiendo el modelo del discurso académico más típico, acude a numerosas autoridades civiles y religio- 488 Discurso si conviene, o no se restituya en Zaragoza la casa pública. Dalo a la estampa el Victorioso en nombre de la Academia de los Anhelantes, publicado por Pedro Verges, Zaragoza, 1637. Está disponible en la Biblioteca Nacional: signatura: R/3597. 489 Ídem p. 3. 161 sas para justificar la inconveniencia de ese remedio, y también se basa en antecedentes similares que tuvieron lugar en otras ciudades con el fin de “...probar, que no se impiden ni escusan mayores males, antes crecen y se aumentan mediante la casa pública [...] para atajar mayores torpeza es medio cuerdo impedir, y atajar los pasos a las menores.”490 Entre las razones que da para sostener esta postura, argumenta que su propia existencia favorecía e incitaba a muchos hombres a acudiir a ella: “…no siempre los hombres sensuales hallarán comodidad para efectuar sus torpes deseos; pero si se da lugar a que aya tienda abierta de sensualidad, a vista de la ocasión cercana, muchos que de otra suerte no cayeran, se rendirán miserablemente a la fuerza de la ocasión…”.491 Además creía que tal negocio desataría las pasiones de los jóvenes antes de tiempo y provocaría una competencia, que haría que las prostitutas se volviesen más atrevidas e intrépidas en la caza de clientes que si estuvieran esparcidas en diferentes lugares de la ciudad. Por otro lado, opinaba que la casa pública fomentaría el proxenetismo y las riñas callejeras entre chulos y delincuentes. Posteriormente, el Victorioso pasaba a rebatir uno por uno los argumentos expuestos en el otro impreso sobre los peligros que suponía el que no existiese un lupanar. Señalaba que el prostíbulo no evitaba que aumentasen las violaciones y las infidelidades con mujeres casadas, sino que por el contrario su desaparición había provocado que muchos hombres lascivos hubiesen contraído matrimonio para aplacar sus instintos. También negaba que la existencia del lupanar disminuyese la sodomía, y ponía como prueba la gran cantidad de prostitutas que eran tratadas en los hospitales por problemas anales cuando la casa pública estaba abierta, y recordaba: “...después de averse cerrado la mancebia, a penas se sabe aver castiga- do este Santo Tribunal [la Inquisición] a persona alguna por sodomía…”492 El Victorioso consideraba que el aumento del número de prostitutas que se había dado en Zaragoza tras el cierre de la casa pública no era un efecto causaconsecuencia, sino que había sido provocado por la relajación de las costumbres y la permisividad que se habían instalado en la ciudad, por ejemplo, al permitir que las mujeres fuesen embozadas y pudieran así ocultar su identidad, él opinaba que las 490 Ibidem p.6 y 7. Ibidem p.8. 492 Ibidem p. 21. 491 162 autoridades debían promover los castigos públicos a las prostitutas para disuadirlas de ejercer tal oficio. El autor del otro impreso, entre los argumentos a favor de reabrir el prostíbulo incluía la opinión de San Agustín, quien dijo que este medio público ponía “ ...estanco a mayores males de luxuria”493. El Victorioso opinaba que San Agustín no se refería a las casas públicas, sino a las prostitutas que ejercen su labor en la calle, y que, además: “...caso de que hablase el Santo de las rameras que moran en lupanares, respondo: que el mismo santo, siendo ya mas anciano, y aviendo examinado mejor este punto, se apartó de su primera opinión...”494 Y realiza un detallado análisis de la obra del santo para apoyar su argumentación. Contra el ejemplo de la “...resolucion que tomó el gran pontifice Pio V en tiempo que la ciudad e Roma bullia de rameras; y fue: reduzirlas, y estrecharlas en ciertos barrios, para que así juntas viviesen como en Casa Pública…”495 responde que el papa se vio obligado a tomar aquella medida a causa de la caótica situación en la que se hallaba entonces Roma y que no se atrevió a aplicar medidas más severas para evitar motines y altercados. Respecto al argumento de que otros reinos han permitido la existencia de estas casas, el Victorioso indicaba “...que a lo malo y vicioso no lo puede autorizar ni bonificar la costumbre ni el tiempo…”496 y exponía una larga serie de casos de diferentes épocas y países en los que se sacó los prostíbulos de las ciudades. También señalaba algunos ejemplos en los que se hizo lo contrario y se derivaron de ello malas consecuencias. Por último, cita una extensa lista de autoridades que corroboran la idea de que los burdeles suponen un perjuicio social y un peligro para la moral y las costumbres. Este documento, sin alejarse del tipo de discurso académico típico, plagado de referencias a las autoridades y de exageradas demostraciones de erudición, nos demuestra que también se debatían asuntos de actualidad que preocupaban a amplios sectores de la sociedad, y en los que se mezclaban los aspectos morales con otros más pragmáticos y utilitaristas. 493 Ibidem 26. Ibidem p. 27. 495 Ibidem p. 30. 496 Ibidem p. 32. 494 163 Sin embargo, el modelo más frecuente, especialmente en las juntas que hemos denominado humanísticas, era diferente. Comparte con el anterior su índole moral, aunque no lo hace ligado a ningún acontecimiento inmediato, sino que era más generalista y se limita a criticar los diferentes vicios por su carácter intrínsicamente dañino para el ser humano. La continua presencia de estas alocuciones nos informa sobre cuáles eran los problemas que más preocupaban a la élite social, porque no debemos olvidar que sus miembros solían ser nobles con una alta formación intelectual. Se aprecia una especial inquietud por la propagación de costumbres nocivas en su mayoría provocadas por la ociosidad, por ejemplo el juego —un asunto muy recurrente en los discursos, prueba de que era una lacra muy extendida y de graves consecuencias— o como la pereza, la lujuria y muchas otras faltas en las que caían las personas por carecer de una actividad de provecho que llenase su tiempo. El rechazo que mostraban hacia la inactividad y los avisos de los males que de ella se derivaban quizás fuesen un síntoma de que el papel social de la nobleza se estaba desvirtuando y de que le costaba encontrar acomodo y razón de ser en un entramado social en el que cada vez tenía menos sentido un grupo que había perdido la función de protector. Los nobles que formaban las academias fomentaban la actividad, especialmente la formación intelectual, el ejercicio de las armas y aquellos pasatiempos que suponían algún tipo de provecho para quien los realizaba, y luchaban contra la indolencia y el parasitismo porque intuían que era un cáncer que amenazaba con demoler su estamento y su propia posición de privilegio en la sociedad. Tal vez eran un reflejo del pensamiento de un nuevo grupo social emergente, el de la nobleza de toga formada por nuevos nobles y advenedizos, que debían su ascenso social a su formación intelectual y sus méritos profesionales, y que reclamaba una posición más relevante en el gobierno y la administración, cuyos puestos, estaban en gran medida reservados a la nobleza tradicional, a la que consideraban poco dispuesta al trabajo. En el capítulo siguiente analizaremos algunos de estos discursos y comprobaremos su gran peso en el conjunto de la labor de dos juntas aragonesas, una de ellas con un nombre muy representativo del problema que acabamos de señalar, la Academia Pítima contra la Ociosidad. Pero los avisos contra los vicios no se limitaban a aquellos que afectaban en exclusividad a la nobleza, sino que incluían todos los problemas sociales de la época. Eran frecuentes los alegatos contra la envidia, la ignorancia, la ingratitud, la soberbia, etc. Tanta insistencia en la conveniencia de la preservación y respeto de los valores morales es, como ya hemos dicho, una prueba de la frecuencia con que éstos se vulneraban. Por último, haremos referencia por su originalidad a un tipo diferente de discurso, a medias entre la investigación histórica y el estudio costumbrista de la tradiciones popula- 164 res, fue leído en la Academia de los padres clérigos reglares celebrada en Madrid el 25 de mayo de 1681497, en él, don Juan de Vera Villaroel explica el origen de la fiesta del Trapillo, que se celebraba anualmente desde 1521 para conmemorar una agria disputa ente barrios y villas que tuvo lugar ese año en una romería en la ermita de San Marcos, situada en los arrabales de Madrid. En las juntas propiamente literarias no se daban discursos como los que hemos visto hasta ahora, aunque también es posible encontrar en ellas algunos ejemplos de reflexión seria sobre aspectos sociales. Por ejemplo en una academia de ocasión reunida en Ciudad Real en 1678 uno de los asuntos encargados pedía una “ Lamentación a las ruinas de Ciudad Real, ocasionada de la expulsión de los moriscos, y ahora por la falta de Garañones”498. El problema morisco en España se prolongaba desde la rebe- lión de Granada en 1566, a partir de aquel momento, el deterioro de la coexistencia con la mayoría cristiana fue prácticamente irresoluble. La población de la península Ibérica desconfiaba de una minoría de imposible integración a la que veía como una amenaza latente, en primer lugar porque su mera presencia en un país cristiano era considerada como una ofensa a las alturas que podía conllevar un castigo, pero, además, la idea de que los moriscos pudiesen actuar como una quinta columna en una siempre temida invasión turca era algo que nunca dejó de contemplarse y que producía terror. A estas consideraciones se añadían otras más pragmáticas, además de la desconfianza propia entre dos sociedades cerradas e intolerantes, había numerosos incentivos económicos y rencores sociales que alentaban el deseo entre la población española de expulsar a los moriscos: en Valencia y Aragón estos intereses se sustanciaban en el anhelo de las capas sociales más empobrecidas de apoderarse de sus tierras y en el de aquellos propietarios que les habían arrendado terrenos de recuperar sus usufructos; en Castilla la minoría provocaba un especial rechazo por “trabajar demasiado, gastar poco y no dejar de tener hijos”499. Por todos estos motivos podemos concluir que existía una autentica presión popular por solventar de una vez el problema. El duque de Lerma, valido de Felipe III y auténtica cabeza del gobierno, cedió ante ella y publicó una serie de decretos en 1609 y 1610 por la que debían 497 Academia que se celebró en el convento de los padres clérigos reglares, ministros de los enfermos, vulgo agonizantes...Tenemos varios ejemplares en la Biblioteca Nacional: Dgmicro/33249, 3/72164, 3/72200, VE/54/49. 498 Academia que se celebró en Ciudad Real el primero de mayo de 1678. Ejemplar de la Biblioteca Nacional insertado en un volumen que contiene varias academias publicadas: signatura 2/34892, Fols. 37r-38v de esta academia, porque cada una comienza la numeración desde 1. 499 Elliott, J. H. “La península Ibérica, 1598-1648” en Historia del mundo moderno. Vol. IV, La decadencia española y la guerra de los Treinta Años, 1610-1648-59. Cambridge University Press. Ed. Sopena. Barcelona, 1976, p.317. 165 abandonar el país de manera inmediata y para siempre. Las consecuencias económicas y demográficas, más allá del inmenso drama humano que supuso, son aún motivo de discusión, aunque la idea general es que fueron muy graves, especialmente para el reino de Valencia. En Castilla, la medida afectó sobre todo a las zonas urbanas en las que los moriscos se habían especializado en los trabajos más humildes, como pequeños artesanos o muleros. Las dos composiciones que incluimos a continuación hablan precisamente del efecto que la expulsión supuso para la economía de Ciudad Real, que, según los autores, cayó en un estado de postración del que, casi setenta años después, no había logrado recuperarse. La primera insiste en la riqueza de la que disfrutaba la población antes de que se aplicasen los decretos y en como la salida de estos pobladores con sus burros trajo la ruina. “...Fue Ciudad Real con Arabes Grande, y opulentisima Que la ganancia solida En mas moros enseña la politica. Diole progenia arabiga Con inconstancia infidas, Mercaderes solicitos, Y agricultura en todos mas solicita. Mas el zelo catolico En Real, y Austral Basilica, El dia de abril dezimo Cantò a los moros sicilianas visperas. Los moriscos al Africa Passaron; y Fuefrigida Fue de los asnos tránsito, Y en Madrid partición huvo y particula Pero estraño, y perdonenme Meditacion mas licita, Que aya por asnos lagrimas, Y por moriscos tanta endecha misera...”500 La segunda trata los mismos asuntos pero incide especialmente en describir la miseria en la que se ha sumido la ciudad en la que faltan personas y animales que mantengan los campos: “...Ya son portillos los que fueron muros, Caìdos ya sus altos obeliscos, Por la expulsión fatal de los moriscos; Siendo zelo más santo, que severo, Del que de los Felipes fue el Tercero, Aunque diga el refran con elegancia, Que mientras son mas moros, mas ganancia. [...] La falta del morisco, y garañones, La han puesto en tal estado, Que solo le han quedado 500 Academia que se celebró en Ciudad Real… op. cit. Fol. 37r. 166 De lo que fue señales En huertas corralajos, y erreñales, Y al ver tu desconsuelo, Mis lagrimas te dizen hasta el suelo: Ay de ti Ciudad Real, como lloras, Si vès quanto por puntos te empeoras...”501 Otro asunto que tenía un puesto fijo en la temática de todas las academias, tanto literarias como humanísticas, era la religión. Los papeles conservados están llenos de composiciones o discursos sobre temas bíblicos, exaltación de los dogmas católicos y alabanzas a santos y personajes destacados de la Iglesia. Era muy habitual la convocatoria de certámenes poéticos por cualquier celebración religiosa,502 unos organizados como sesiones normales de carácter monográfico y otros en fiestas públicas, patrocinados por ellas o con participación de sus miembros, y también, como hemos visto en el capítulo III, se convocaron muchas academias de ocasión para conmemorar acontecimientos de este tipo. En el capítulo que cierra este trabajo veremos el enorme peso que tenían los temas religiosos en los trabajos de dos academias humanísticas de Aragón, que nos pueden servir de referencia sobre lo que ocurría en otras juntas. 501 Idem Fols. 38r y 38v. Con una nada sistemática cata hemos hallado en la Biblioteca Nacional muchos certámenes poéticos de carácter religioso, que en gran medida son verdaderamente difíciles de diferenciar de las academias de ocasión celebradas por los mismos asuntos: Certamen poético en honor de la venerable madre Sor Catharina Thomasa... (sig. R/39795), Certamen angelico en la grande celebridad de la dedicación del nuevo y magnifico templo que su grave convento de religiosos... (sigs: R/8630, R/16925, R17587, R/17590, R/17601, R/27768, VC/38/11, VE/1209/15), Certamen historico por la patria del esclareciido proto martir español San Laurencio... (2/70695, 3/32198), Certamen poetico a las fiestas de la traslación de la reliquia de San Ramón Nonato... (R/17826, R/20236), Certamen poético que celebro la Hermandad de los escrivanos reales de la ciudad de Granada a la Purísima Cnncepción de N. Señora... (DGmicro/20739, 3/41930, 8/20320, U/2826), Fiestas que la insigne ciudad de Valenciia ha hecho por la beatificación del Santo Fray Luis de Beltrán... (R/6310, R/8218, R11581), Justa lieteraria, o sagrado infloxo, en la solemne, quanto deseada canonizacion del Pasmo de la Caridad, el Glorioso Patriarca, y Padre de Pobres San Juan de Dios... (7/107919, R/15239), Justa literaria, certamen poético en la canonización de S. Juan de Dios... (2/43819) , Traslación de las reliquias del glorioso Pontífice S. Orencio... (2/8930), Certamen poético. Sagrada justa que a honra, gloria de la Inmaculada Concepcion de la Virgen Madre Maria... (3/33211), Dias Sagrados y geniales, celebrados en la canonización de San Francisco de Borja... (Catálogo manual. Autores: Fomperosa y Quintana, Alcaraz Pardo...) Epinicio sagrado, certamen olympico aureo: en la solemne dedicacion de la ynsigne capilla que al glorioso apostol S. Andres... (2/10720, 7/15461, 7/22341, DGmicro/30577), Certamen que se dedicó a la Venerabilisima Imagen de N.S. de la Soledad... (R/25577), Certamen poetico de Nuestra Señora de Cogullada... (2/64961, 2/66294, R/3077, R/4491, R/7315), Certamen poetico que celebró el insigne Colegio de Teologos del Sacro Monte de Granada, en la colocación de la nueva imagen de su Pagrono... (Publicación: Granada, Francisco de Ochoa, Registro procedente del antiguo Catálogo), Certamen poetico que celebró la Hermandad de los escrivanos reales de la ciudad de Granada, a la Purísima Concepción de N. Señora... (3/41930, 8/20320, U/2826, DGmicro/20739), Certamenn angelico en la grande celebridad de la dedicación del nuevo, y magnifico templo... (R/8630, R/16925, R/17587, R/17590, R/17601, R/27768, VC/38/11, VE1209/15). Muchas más pueden encontrase en Siglos de Oro: Índice de justas poéticas, Cuadernos Bibliográficos del C.S.I.C. nº 5, Madrid 1962, introducción y bibliografía por José Simón Díaz, índice de autores por Luciana Calvo Ramos. 502 167 3.2. La sátira social Las academias, especialmente las literarias, eran muy propensas a usar la sátira. Como vimos al comienzo de este capítulo, las desavenencias y enemistades entre los poetas daban a lugar a aceradas críticas personales que a menudo derivaban en agrias disputas. Pero este tipo de composiciones, muchas veces también tenían un contenido social y se utilizaban para mofarse de ciertos grupos o estereotipos sociales resaltando y exagerando sus defectos. Las composiciones poéticas y discursos de este tipo son tan abundantes que podrían ser materia de un estudio específico para sistematizarlos y formar un cuadro de personajes prototípicos que nos servirían para completar algunas claves sobre el pensamiento del momento, sobre todo teniendo en cuenta que los tópicos sociales son en gran medida un reflejo, si bien distorsionado y exagerado, de una serie de problemáticas que afectan o preocupan a la sociedad que los crea. Las sátiras de las academias españolas del siglo XVII tienen una serie de características generales que reflejan la idiosincrasia de la sociedad española del Barroco y que también están presentes en la literatura del Siglo de Oro y en otras fuentes del momento. En primer lugar cabe destacar un machismo omnipresente fruto de la concepción que se tenía sobre la mujer en el Antiguo Régimen. En las composiciones académicas es un motivo de exaltación amorosa constante, pero en muchas ocasiones los elogios y las alabanzas se sustituyen por brutales críticas misóginas, casi siempre en forma de sátiras, que pueden ir dirigidas contra una persona en particular o contra el género femenino en general. En todo caso, el machismo se dio tanto en las composiciones laudatorias como en las satíricas, prevaleciendo la idea de la superioridad del hombre y del sometimiento de la mujer al varón en todos los aspectos de la vida. Las segundas tienden a incidir en una serie de tópicos como la inconstancia, la superficialidad, la promiscuidad, el carácter sibilino, la avaricia, etc., o se ceban en los defectos físicos o la edad de ciertas mujeres y toman la forma de discursos en prosa y de poesías, siendo estas últimas las más abundantes. Ejemplos de este tipo tenemos muchos, casi todos en la línea de estos versos extraídos de los papeles de una academia celebrada en Valencia en 1669: “…Bien puedo amiga Crisalta, Esta vez, aunque en chacota, De ti jugar a pelota, Viéndote con tanta falta. En la fiesta has porfiado, Entrar a todo despecho, Que es fuerça tenga gran pecho Quien tanta espalda ha criado. [...] Pero en fin a toda ley, Ponte de espaldas, gibada, 168 Que es bien, quien se halla cargada Le buelva la espalda al rey. Y además, cosa es sabida, Que de espaldas te prometo, De tu fealdad, y defeto Puedes dar buena salida. Cubrete con manto, y faldas, Porque asi aunque te maldigan, Y de ti mucho mal digan,, Lo dirán a tus espaldas....”503 Otra de las características de la sátira social presente en las academias es su carácter aristocratizante y elitista. Son generales las composiciones que se mofan de los grupos sociales desfavorecidos, incluido el estrato más bajo de la nobleza formado por los hidalgos pobres que nada tienen más que su título, veamos el siguiente ejemplo de una academia madrileña de la segunda mitad del siglo XVII: “…Un mayorazgo raido con la renta en profecia, en el hambre carcomido, tan desnudo su vestido, que de verdad le servia. Afilado de quixadas, barba medio Capuchina, sus palabras muy mascadas, y ya sus carnes tragadas de su hambre siempre canina. Con un sombrero aranbel, por dos cuartos alquilado, su capa antiguo dosel, y en fin todo tan aquel, que es un como se llamado. De aquí para alli buscava, de acá para allá mentia, a todo el mundo engañava, a qualquiera sonsacaba, y en qualquier son se metia. Perpetua gorra previene, dando gorradas quinientas, con la pança al trote viene, y aunque muchas deudas tiene, tiene muy pocas parientas...”504 También abundan sátiras sobre las minorías marginadas, bien fuesen pobres, delincuentes o personas con taras mentales o físicas que les impedían una normal integración social. De este último tipo extractamos unas seguidillas sobre los enanos “Respondese a una fea y corcobada, que deseando estar en la fiesta, y no pudiendo escusar que la vean, pregunta que será mas conveniente, estar de cara o volverse de espaldas” en Academia a los felizes años de Carlos II, Valencia, 1669. Ejemplar de la Biblioteca 3/62212, pp. 78-79. 504 “En diez quintillas se pintara un Cavallero Buscon en la Corte” en Academia que se celebró en esta corte en amante iubilo y vassalla demostracion de los desposorios de sus magestades... Impresor A. García de la Iglesia, Madrid, 1679. Asunto III (volumen sin foliar) Ejemplar de la Biblioteca Nacional, sign: 2/34892. 503 169 leídas en una academia que se celebró en palacio en 1700 y a la que asistió el rey Carlos II: “...No sé que en los enanos Nada aya bueno, Sino es uno que tiene Medina, tuerto. Estos animalillos, según presumo No entraron en el Arca cuando el diluvio. De tu etimología No hallo más nota Que ser de los Palacios Las perinolas. Cuya fealdad murmuran Hasta las dueñas, Por ser la única cosa Que no es bien hecha. Si serán de las ranas Hijos bastardos Por lo que se parecen a renaquajos? Como tienen torcidas entrambas piernas, No endereçan los passos a cosa buena. Quebrantar el ayuno Con un enano, Por ser parva materia, No es quebrantarlo...”505 Tampoco son infrecuentes las poesías sobre eclesiásticos carentes de vocación religiosa que utilizan sus cargos para prevaricar o mal vivir alejados de los preceptos de la Iglesia, aquí también se aprecia la tendencia aristocratizante que hemos señalado, ya que en la inmensa mayoría de las ocasiones los protagonistas de estas sátiras son miembros del bajo clero. A continuación incluimos un fragmento de unas divertidísimas coplas en macarronea dedicadas a un sacristán pobre, de escasa moralidad y menos escrúpulos: “…Mentecate sacristane tu qui los cabos de velas, faciendo que los apagas, in mitis in faltriqueram. Tu qui del vinagerorum maiorem partem apruebas, y acordatus del absolve vadis a absorvere eas. Tu qui cum facie de Baco cum tragos hanc vitam llevas, 505 Academia que se celebró en Palacio en real presencia de sus magestades... Madrid, 1700. Fols 17v y 17r (ejemplar de la Biblioteca Nacional, signatura VE/125/6). Seguidillas escritas por don Ioseph de Borja, caballero de la orden de Montesa, Maestre de Campo General y gobernador de las ciudades de Orhiuela y Alicante. 170 & habes propter salutem, el requiem versus tabernam. Tu qui facies versos malos vis famam quasi Poetam, & ad cecos pillas nunmos, Propter xacaras perversas. Espantaje de Ficulnea, Sacristane de Comedia, vestitus totus de Maulis, que hallantur en las mareas. Quid vis cum esso vigotes, que assimilantur de veras, ad hysopum qui ad responsos in proprijs manibus llevas. Et cum bonete tan malo, que trae roñam à fanegas, & in illo mas de mile cabernis, & ratoneras. Tole, tole de delante tuem figuram, y piensa, que estoy atemorizatus tantum de mirarte cerca...”506 Existen numerosísimos ejemplos de sátira social en los papeles académicos que se han conservado y, seguramente, al igual que sugerimos en su momento con la sátira política, es muy posible que algunas de las conocidas composiciones de este tipo de los grandes autores del Siglo de Oro tuvieran su origen allí. Volvemos a insistir en que una recopilación sistemática y comparada de poesías como las que hemos visto podría dar lugar a un interesante cuadro de tipos sociales que nos ayudaría en la comprensión de la mentalidad de la época y que sería un nada despreciable complemento de otras fuentes de la época, tanto documentales como artísticas. “En ocho coplas un bexamen à un sacristan en acarrone” en Academia que se celebró en esta corte en amante iubilo y vassalla demonstracion de los desposorios de sus magestades... op. cit. Asunto VIII (Volumen sin foliar). 506 171 4º-Academias y renovación científica. Las academias de los novatores El papel que jugaron las academias, especialmente desde la segunda mitad del siglo XVII, en la renovación de la ciencia española es un tema que ha despertado bastante interés en las últimas décadas. Muchos autores han defendido que la Ilustración española y el salto científico del siglo XVIII, sobre todo a partir del reinado de Carlos III, no fueron fenómenos completamente impuestos desde arriba e importados como se había creído en buena medida hasta entonces, sino que hundían sus raíces en un lento proceso que incluso era anterior a la instauración de la dinastía de los Borbones en el trono español. En este proceso jugaron un importante papel los novatores, un grupo de intelectuales que durante las dos últimas décadas del reinado de Carlos II y las dos primeras del de Felipe V recogieron e introdujeron en España las nuevas corrientes científicas experimentales y la filosofía antiaristotélica. Sin embargo, no obtuvieron casi repercusión en el mundo universitario español del momento, rígidamente controlado por la Iglesia y las autoridades políticas, y que seguía fielmente la tradición aristotélica. Por esta razón, las academias del tipo humanístico se convirtieron en un cauce de expresión alternativo en el que transmitir e intercambiar sus conocimientos. En este punto queremos insistir en que estas organizaciones no fueron algo único y restringido al siglo XVII, sino que tuvieron su origen, como ya hemos visto en las que ya existían en el siglo XVI, que eran esencialmente idénticas a ellas, y que también se mantuvieron durante buena parte del siglo XVIII, evolucionando durante todo ese periodo desde aquel modelo basado en el humanismo italiano hacia un tipo de organización más especializada y más científica. Por esta razón y a pesar de las grandes diferencias, existe un nexo de unión, casi una continuidad, entre estas juntas y las Reales Academias, las Academias Militares y las Sociedades de Amigos del País, que en la segunda mitad del siglo XVIII cambiaron el panorama científico de nuestro país. Es importante, por tanto, tener en cuenta que, además del patrocinio real y la imitación de modelos extranjeros, especialmente franceses, este tipo de organizaciones plenamente ilustradas tuvieron unos antecedentes y unas raíces que se hundían en las academias del XVII, sobre todo en las de los novatores y en aquellas especializadas en temas científicos que surgieron a finales de ese siglo.507 507 Para profundizar sobre la importancia de las academias de los novatores en la renovación científica española Vid. el artículo de Pedro Álvarez de Miranda “Las academias de los novatores” en De las academias a la Enciclopedia, op. cit . Pp. 263-300. También se puede acudir al artículo de Aurora Egido “De las academias a la Academia” en The fairest flower... op. cit. Pp. 85-94. 172 En interés por la ciencia estuvo presente en las juntas españolas desde que tenemos noticias de ellas, por poner un ejemplo del siglo XVI, como nos recuerda Álvarez de Miranda sobre las muy bien estudiadas actas de la Academia de los Nocturnos “...podemos leer en ellas un discurso sobre medicina, otro sobre matemáticas, otro sobre música, otro, en fín —y bien interesante, por cierto—, de asunto lingüístico...”508. A lo lar- go de todo el siglo XVII encontramos este tipo de documentos en las que formaron los novatores de las últimas décadas, pero también están presentes en otras anteriores. Por ejemplo, en la Pítima Contra la Ociosidad de 1608 hay, como veremos en el siguiente capítulo, un discurso en latín explicando la causa por la que el aceite flota sobre el agua y otros líquidos,509 y otro día se asigna a uno de sus miembros una lección de anatomía.510 Y en la mayoría de las academias humanísticas de la primera mitad de siglo, e incluso en algunas de las literarias, encontramos discursos o composiciones poéticas sobre temas históricos o sobre el arte militar. Sin embargo, es cierto que el estudio científico adquirió una nueva dimensión en las academias de los novatores de finales del siglo XVII presentes en diversas ciudades españolas como Madrid, Valencia, Sevilla o incluso Barcelona. En Madrid sabemos que se formaron en torno a una serie de mecenas como el Marqués de Villena, el marqués de Mondéjar o el duque de Montellano,511 aunque conocemos muy poco de ellas. En Sevilla se formó en 1697 una tertulia de médicos y “se convertiría tres años después en la primera institución científica oficial de España: sus constituciones fueron aprobadas –nótese bienpor Carlos II en 1700”.512 En Barcelona se inició el 3 de Junio de ese mismo año, aún bajo Álvarez de Miranda, P. “Las academias de los novatores” op. cit. p 271. “...explicare et redere causam cui oleum supernatet acuam et omnias alias sustantias liquidas...”, Signatura de la Biblioteca Nacional Ms. 9396. Fol 36r-v. 510 “… se le pidio a Felino que lea una lecion de anatomia explicando las principales partes del hombre y su distincion...”, Ms. 9396. Fol 6v. Otra referencia sobre este mismo asunto la encontramos en el Fol. 112: “”Miércoles 16 del corriente: Felino leyo la lección de anatomia”. 511 La referencia a estas academias la hemos sacado de: López Piñero J. M. “La ciencia en la España de los siglos XVI y XVII” en Historia de España. La Frustración de un imperio, Vol. 5, dir. Tuñón de Lara, ed. Labor, p 406. Aunque en el capítulo III de este trabajo, en el apartado de las academias humanísticas de Madrid, ofrecemos una información más detallada sobre lo que de ellas se conoce. 512 Álvarez de Miranda, P. “Las academias de los novatores” op. cit. P. 273-283. Sobre esta academia este autor afirma (pp. 282-283) “...en pocos casos como éste se ve más claro que los nuevos saberes se profesaban al margen de la institución universitaria, cuando no en abierto enfrentamiento con ella: los fundadores de aquella primera academia moderna eran de los llamados “médicos revalidados”, es decir, de aquellos que, teniendo un conocimiento práctico de su facultad por haberla ejercido con otro médico, obtenían el título mediante una reválida. No hay que decir que tal grupo estaba en continuo enfrentamiento con los médicos de formación teórica salidos de las universidades, quienes, encasillados en su galenismo dogmático, reaccionaron violentamente contra las nuevas doctrinas de la medicina química espagírica profesadas por sus modernizantes colegas: los años fundacionales están envueltos en constantes polémicas, y en intrigas del sector universitario encaminadas a desprestigiar a la flamante tertulia, o sencillamente a hundirla.” 508 509 173 el último de los Austrias, la Academia de los Desconfiados, en torno a don Pablo Ignacio de Dalmases y Ros que fue el embrión de la que andando el tiempo, sería la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona.513 Aunque son, sin duda, las reuniones valencianas las que mejor conocemos y sobre las que más se ha estudiado.514 Las más destacadas fueron la Academia Matemática, creada en 1687 y que duró por lo menos hasta 1690, a ella asistieron los más destacados novatores valencianos y su actividad corrió paralela a la de la Universidad, en la que los científicos no podían desarrollar plenamente sus inquietudes debido a la fuerte censura.515 También destacó la Academia del Marqués de Villatorcas o Academia Desamparados San Francisco Javier, en actividad desde 1690 hasta 1692, como la anterior, igualmente estuvo muy relacionada con la Universidad, de la que ejercía una labor complementaria.516 513 Álvarez de Miranda, op. cit. p. 387. En el capítulo III de este trabajo hemos incluido una breve referencia sobre cada una de ellas. 515 Mas I Usó “Academias valencianas...”, pp. 210-211. Sobre este mismo asunto hay mucha más información en el artículo de Vicente Peset “La Universidad de Valencia y la renovación científica española (1687-1727)” en Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura, nº XLII, pp. 7099. Castellón, 1966 516 Mas i Usó op. cit p. 214 señala que “...la actitud descrita es un exponente claro de la inquietud intelectual de la época que no se dejaba encauzar en la universidad y, aun perteneciendo a esta institución docente, vio en las academias la salida del anquilosamiento.” También en el referido artículo de Vicente Peset (“La universidad de Valencia y la renovación ...” op. cit.) se analiza esta función de renovación científica paralela al estudio universitario. 514 174 SEGUNDA PARTE DOS ACADEMIAS ARAGONESAS DEL REINADO DE FELIPE III 175 176 Introducción El objetivo de esta segunda parte de nuestro trabajo es aplicar de forma práctica todos los aspectos que hemos analizado en los capítulos anteriores, especialmente los referentes a la reflexión social y política, concretándolos en el estudio de dos academias aragonesas, la de Huesca y la Pítima Contra la Ociosidad. Dos juntas de comienzos de siglo XVII del tipo que hemos dado en llamar humanístico, porque se ocupaban de una amplia gama de asuntos, desde la reflexión filosófica y religiosa hasta la mera utilización de la literatura con fines lúdicos. De ambas se conservan sendos volúmenes manuscritos, que contienen parte de las actas y algunos de los asuntos presentados por los académicos, a lo que en el caso de la Pítima Contra la Ociosidad se añaden los estatutos. Por lo que sabemos, de muy pocas academias periódicas del siglo XVII se conserva tanto material escrito original como de estas dos. Creemos que se trata de documentos muy esclarecedores para sacar conclusiones sobre el tipo de reflexión política y social que se hacía en estas organizaciones, sobre todo si los ponemos al lado de los materiales dispersos que hemos podido ir sacando de otras juntas y que hemos analizado en los capítulos anteriores. Haremos un análisis detallado de estos manuscritos con la intención de diseccionar aquellos documentos que nos informen sobre el objeto de nuestro estudio. Por esta razón, el resto de papeles serán mencionados solamente si aportan algo a nuestra investigación, nos ocuparemos principalmente de los que contengan información complementaria sobre las características técnicas de estas organizaciones y, sobre todo, de aquellos con elementos de reflexión política o social. También haremos un estudio de las actas, con el objetivo principal de saber qué otros “assumptos” o “sujetos” que no se conservan fueron encargados y quiénes eran las personas que participaron en estas academias. Cuando sea necesario nos apoyaremos en otras fuentes para ampliar la información biográfica de los académicos. Hemos elegido estas dos juntas porque nos permiten enfocar nuestro estudio en un mismo ámbito geopolítico, el reino de Aragón, y en un periodo concreto de tiempo, el reinado de Felipe III, exactamente el eje central de ese reinado. Consideramos que el análisis detallado de dos fuentes tan cercanas y similares puede ser un primer paso para una investigación más ambiciosa, cuyo recorrido exacto no somos aún capaces de avanzar, pero que podría adentrarse en esta centuria y ampliar el campo geográfico. 177 Antes de comenzar con el estudio de los dos volúmenes manuscritos mencionados creemos necesario mostrar una visión general del contexto socio-político en el que se escribieron. Por ello el primer capítulo de esta segunda parte del trabajo será un resumen de la situación española durante el reinado de Felipe III, prestando especial atención a sus años centrales, 1608-1612, que coinciden con las fechas entre las que se escribieron las actas de las dos academias que estamos analizando. En este capítulo intentaremos destacar aquellos aspectos que despertaron el interés de los integrantes de nuestras dos juntas. Asuntos como la privanza, la dedicación a tareas productivas, la política internacional, o acontecimientos como la expulsión de los moriscos, formaban parte de las preocupaciones de buena parte de la sociedad de su tiempo y también fueron debatidas en las dos reuniones que centrarán nuestra atención. 178 CAPÍTULO V. CONTEXTO HISTÓRICO: EL REINADO DE FELIPE III El de Felipe III ha sido posiblemente el más descuidado por la historiografía de los cinco reinados de su dinastía, quizás por su corta duración, apenas 23 años, comparada con los largos periodos que estuvieron en el trono los otros cuatro Austrias españoles, o tal vez por la imagen de período transición entre dos gobiernos claramente ofensivos en política exterior, el de su padre Felipe II y el de su hijo Felipe IV, lo que puede haber retraído a los historiadores extranjeros, más interesados en etapas en las que la actividad europea e imperial era mucho más intensa, y a los propios especialistas españoles, atentos a otros periodos en los que la política de la Monarquía Hispánica prometía mayores logros, aunque acabasen en rotundo fracaso, o incluso en un reinado como el del Carlos II que, a aunque también ha sido tradicionalmente menospreciado por la historiografía, contiene ciertos elementos que le dotan de atractivo como son la situación de máxima decadencia de un gran imperio o los síntomas de reforma y de recuperación que se dieron desde 1680, e incluso antes en ciertas zonas de España. A pesar de este desinterés relativo se han realizado, por supuesto, estudios de este periodo. La visión del reinado del tercer Habsburgo español ha sido en lo referente a la política interior tradicionalmente muy negativa, tanto por la situación de crisis en la que se encontraba la monarquía, como, sobre todo, por la labor de gobierno que ejerció Lerma hasta 1618 y posteriormente su hijo y mermado sucesor en el valimiento, el duque de Uceda. En lo referente a la política exterior sí se han apreciado desde el primer momento ciertos aspectos positivos, que, si bien fueron desaprovechados, abrieron nuevas perspectivas y permitieron organizar la ofensiva general que se desató tras el estallido de la guerra de los Treinta Años y, muy especialmente, a partir de 1621 con un nuevo monarca en el trono. La idea tradicional de la historiografía respecto de este reinado la resumía John Lynch, en su opinión “Felipe III fue el monarca más perezoso de la historia de España”1 quien delegó el poder en el “duque de Lerma, su amigo más íntimo y su confidente, hombre escasamente más apto que el monarca para el ejercicio del poder”2 al que “no parecían interesarle mucho los detalles de gobierno y cuando estallaba una crisis reaccionaba habitualmente afirmando su intención de retirarse a la vida religio1 2 Lynch, J. Los Austrias, RBA, Madrid, 2005. p. 427. Idem. p. 427. 179 sa o se metía en cama y se abandonaba a su hipocondría crónica... Lerma quería el poder no para gobernar, sino para adquirir prestigio y, sobre todo, riqueza”.3 Esta visión tan crítica y negativa ha sido matizada en los últimos años por historiadores que se han especializado en el estudio de esta etapa y han mostrado nuevas facetas tanto de las personas del rey y del favorito, como de su labor de gobierno, y han destacado otros aspectos que le dieron cierto dinamismo, por ejemplo, los cambios en la administración, los intentos de reforma fiscal en Castilla y en otros reinos, o la intensa actividad política de las Cortes castellanas, estos especialistas, aunque a menudo no coinciden en sus conclusiones, ofrecen una visión diferente a la tradicional de un gobierno en el que la rapiña y la desgana fueron la norma, y nos presentan unas instituciones más activas y empeñadas en buscar soluciones a los grandes problemas con los que se enfrentaba la monarquía.4 3 Idem. p. 428. Entre los estudio más exahustivos sobre este reinado publicados en la última década podemos destacar los siguientes: Bernardo J. García García, (La Pax Hispánica: política exterior del Duque de Lerma, Leuven University Press, Leuven, 1996) ha destacado que Lerma superó sus carencias por medio de una labor de coordinación con los presidentes y secretarios de los consejos y dejándose aconsejar por un grupo de colaboradores íntimos muy preparados, además, en contra de la opinión tradicional sobre la indolencia del valido, este historiador defiende que el duque llevó a cabo una agotadora labor de gobierno con jornadas de trabajo que en ocasiones alcanzaban las dieciséis horas diarias. Ildefonso Pulido Bueno (La Real Hacienda de Felipe III, Artes Gráficas Andaluzas, Huelva, 1996), ha destacado la labor de reforma económica que el nuevo régimen intentó poner en práctica y considera que su fracaso no fue solo debido a la mala labor de rey y valido sino a una serie de complejas circunstancias que no permitieron aplicar las medidas propuestas. Paul Hallen (Felipe III y la Pax Hispanica, 1598-1621: el fracaso de la gran estrategia, Alianza Editorial, Madrid, 2001), ofrece una versión muy diferente sobre el rey, al que consideraba muy implicado en las decisiones políticas. Antonio Feros (El Duque de Lerma: realeza y privanza en la España de Felipe III, Marcial Pons, Historia, 2002) destaca en el haber del período el reformismo aplicado sobre el sistema polisinodial, con un recurso generalizado a las juntas, que alivió el atasco constante que provocaba la lentitud de los consejos, y la vitalidad de las Cortes de Castilla, cuyo papel ha sido minusvalorado por la historiografía, y que durante el reinado de Felipe III se mantuvieron muy activas frente a muchas de las políticas del privado; también considera que la propia institución del valimiento supuso un cambio notable a destacar en el sistema de gobierno de la monarquía y que Lerma, además de su actividad privada en torno al monarca, ejerció un papel activo en todos los frentes del gobierno; muy interesante en el libro de Feros es el estudio de las diferentes posturas que surgieron en la sociedad española y los debates que se desataron sobre el valimiento. 4 180 1. La España de Felipe III En lo que sí coinciden todos los historiadores es en la desastrosa situación que se encontró el monarca en 1598 cuando heredó el trono. El primer problema y quizás el más grave era la crisis de la hacienda que limitaba cualquier medida política o militar que los nuevos gobernantes quisieran poner en práctica. Los problemas financieros derivaban esencialmente de la incapacidad de la Corona de Castilla para afrontar las demandas de dinero que los crecientes gastos de gobierno exigían. Porque recordemos que Castilla y sus posesiones de ultramar subvencionaban casi en exclusiva la política imperial de la Monarquía Hispánica, mientras que los otros reinos, tanto peninsulares como extrapeninsulares se limitaban a aportar unos recursos económicos que, en la mayoría de los casos, apenas bastaban para cubrir los gastos que su propia administración y, a veces, su defensa.5 Las constituciones particulares y los diferentes Parlamentos y Cortes de los demás territorios les protegían frente a las exigencias monetarias del rey y éstos se mostraban dispuestos a defender sus privilegios con uñas y dientes.6 Por tanto, era Castilla la que sufragaba buena parte de la política exterior de la monarquía con sus recursos internos y con los metales americanos. Sin embargo, la economía castellana había entrado en crisis en las últimas décadas del siglo XVI y ésta se agravó notablemente por los efectos de la terrible peste de 1599, que supuso una pérdida de población de 500.000 personas, casi el 10 % del total, con las consiguientes consecuencias para la recaudación fiscal y para todos los sectores de la economía. La agricultura, ya antes de la sangría demográfica de 1599, había sufrido periodos de sequía y malas cosechas en 1593-1594 y 1597-1598. Además, los precios fijos de los productos agrícolas impuestos por el gobierno, los rendimientos decre- 5 En el caso de Nápoles como ha resaltado Giovani Muto, la recaudación también sufragaba buena parte de su defensa (Muto, G. Il regno di Napoli sotto la diminazione spagnjola, separata de La Contrarriforma e il seicento, Milan, 1989). 6 Jonh Elliott (“La península Ibérica” en Historia del mundo moderno., La decadencia española y la Guerra de los Treinta años, Vol. IV, Cambridge University Press, ed Sopena, Barcelona, 1992. p. 310.) lo explica así: “Castilla, cabeza de la monarquía, llevó durante demasiado tiempo el peso impuesto al país por el imperialismo habsburgués y podía legítimamente esperar que los otros reinos le ofreciesen una ayuda más efectiva. Sin embargo, los que esto argumentaban subestimaban fácilmente algo que los otros reinos no podían fácilmente olvidar. Porque si Castilla contribuía más que el resto al sostenimiento del imperio español, disfrutaba también de la más ventajosa posición dentro del mismo, no solamente desempeñando los cargos más lucrativos, sino jugando un papel preponderante en el trazado de las grandes directrices políticas”. 181 cientes causados por la roturación de malas tierras y las cada vez más pesadas tasas del trigo, dieron como resultado una escasa productividad del campo. Por otro lado, los pueblos castellanos estaban perdiendo población a causa de la emigración. La excesiva presión que ejercían los recaudadores y los oficiales de reclutamiento se unían a las exigencias de los nobles, que traspasaban sus obligaciones fiscales sobre la espalda de sus vasallos. De manera que, a menudo, los pueblos debían endeudarse para hacer frente a estos pagos, y cuando sobrevenía un año de malas cosechas las consecuencias eran terribles. La situación era tan angustiosa que había comenzado la desmembración de tierras comunales y la privatización de baldíos, que no se ponían en cultivo sino que quedaban presos en manos de las oligarquías locales. Por todo ello muchos campesinos prefirieron marcharse a la ciudad, donde al menos estaban libres de tanta carga impositiva. Preferían deambular por las calles en busca de una oportunidad para salir adelante, dedicándose a la picaresca, a la mendicidad o ponerse bajo la protección de las instituciones caritativas de la Iglesia. La industria castellana, tan floreciente durante la primera mitad del siglo XVI, estaba prácticamente en la ruina a causa de la subida de los precios, que le restó competitividad frente a los productos extranjeros, y la situación se agravó por la inestabilidad financiera provocada por la manipulación de la moneda de vellón. A esto se unía el aumento de los salarios tras la crisis demográfica de 1599, por lo que muchos de los antiguos propietarios industriales decidieron refugiar sus capitales en la inversión en tierras, menos expuesta a los vaivenes de la coyuntura económica, fomentando la idea, ya ampliamente extendida, de la poca disposición de los españoles al trabajo productivo. A mediados del siglo XVII hasta los grandes centros pañeros de Segovia y Toledo estaban en decadencia y los mercados castellanos habían sido colonizados por mercaderes extranjeros cuyas manufacturas eran sustancialmente más baratas. Además, los mercados americanos, tradicionalmente receptores de mercancías castellanas, tanto materias primas como productos elaborados, habían disminuido considerablemente su demanda, porque México desarrolló su propia industria y porque la producción agrícola peruana cubrió muchas de las necesidades de los habitantes del Nuevo Mundo. En el aspecto financiero, las campañas exteriores desatadas por Felipe II en la última etapa de su gobierno aumentaron los gastos de la monarquía de tal forma que el 182 Estado se vio obligado a declarar la bancarrota en 1596, con lo que los enormes intereses de la deuda se consolidaron restándose de los ingresos de los años siguientes. La situación hacendística que se encontró el nuevo rey era insostenible. De las tres fuentes principales de ingresos que tenía la corona, los impuestos castellanos, la plata americana y los subsidios eclesiásticos derivados de la cesión del diezmo, gran parte estaba ya hipotecada con antelación, y pertenecía a los banqueros genoveses, de los que dependía enteramente la monarquía para realizar a tiempo sus pagos en el exterior.7 Ante una situación semejante cabría esperar una respuesta a la altura de las circunstancias, y ésta no se produjo. El nuevo rey carecía de la energía y la voluntad necesarias para la dirección de un imperio como el español, y mucho menos en una coyuntura como la descrita. Abrumado por las tareas a su cargo optó por delegar el gobierno en un colaborador íntimo, el duque de Lerma, quién, a pesar de su disposición y sus iniciales ansias reformistas, fracasó en la tarea y se vio superado por un estado de cosas que hubiera requerido mayor preparación y aptitudes de las que él poseía. La principal preocupación del valido desde que recibió la máxima confianza del monarca fue la de cerrar el círculo en torno a éste, de forma que controlase a todas las personas con acceso a él. Para ello, la primera medida fue procurar el alejamiento de los antiguos consejeros de Felipe II, licenciando a casi todos los miembros de la junta privada que auxiliaba al anterior rey. También se organizó para acaparar los cargos importantes de la Casa Real y repartir el resto entre sus familiares y criados y, por último, se convirtió en el intermediario necesario entre los consejos y las demás instituciones y el rey, un paso que nadie podía saltarse.8 Paralelamente, Lerma intentó protegerse de la posible amenaza de la alta nobleza reforzando su linaje, acumulando títulos para él y para sus hijos y estableciendo una 7 Belenguer, E. El imperio hispánico 1479-1665, Grijalbo-Mondadori, Barcelona, 1995. p 337: “En octubre de 1598 de los 9.731.405 ducados de ingresos, casi la mitad, 4.634.239, están afectos al pago de juros, pertenecen a esas rentas, que no sin ironía, los contables de la función pública motejan de entrada y por salida, hipotecadas por adelantado. Y con los cinco millones restantes poco se puede hacer si las previsiones de gasto reales ya andan en más de once”. 8 Antonio Feros (El duque de Lerma... op. Cit. p. 203) resalta que el objetivo de Lerma era “trascender el marco institucional y los mecanismos oficiales que regulaban el proceso de toma de decisiones en la monarquía hispana. Para lograrlo necesitaba crear una posición específicamente suya en la maquinaria monárquica que no pudiese ser amenazada o controlada por los demás servidores públicos... Lerma tenía que controlar el proceso consultivo que caracterizaba a la monarquía convirtiéndose en único intermediario entre el rey, los consejeros y las instituciones que representaban a los reinos.” 183 serie de alianzas matrimoniales con las más influyentes familias castellanas como los Medina Sidonia, los Condes de Lemos y Miranda, los Enríquez y los Mendoza. Además, el valido actuó como el mejor defensor de la aristocracia, a la que devolvió las tareas de gobierno, que le habían sido en parte arrebatadas por Felipe II en favor de una serie de burócratas profesionales de la baja y media nobleza, cuyos méritos residían en su formación y capacidad. De hecho, se ha considerado que Lerma estaba en buena manera prisionero de la grandeza castellana y de los títulos, que vieron su oportunidad de regresar a la Corte, de donde habían sido excluidos por el anterior rey, y de acceder a un provechoso conjunto de mercedes y privilegios a las que habían tenido que renunciar.9 También distribuyó de forma estratégica los diferentes puestos claves de la administración y del Estado entre sus familiares, muchos de ellos producto de las alianzas matrimoniales mencionadas, y entre sus criados, para asegurar su docilidad y tener en sus manos todos los resortes del poder. Un gobierno de hechuras que el valido controlaba con habilidad.10 Pero si Lerma fue muy hábil en hacerse con los hilos que movían toda la maquinaria de la monarquía no lo fue tanto a la hora de aplicar medidas que solucionasen los enormes problemas a los que ésta se enfrentaba. Y, sin embargo, el reinado comenzó con unas perspectivas reformistas muy prometedoras. En 1600 el Consejo de Elliott (“La península Ibérica...” op. cit. p. 311) respecto al dominio que la nobleza ejercía sobre el valido nos explica que “Lerma era como un pájaro en una jaula de oro; el rehén de un pequeño grupo de magnates castellanos y andaluces, se sostenía, y él lo sabía bien, merced al apoyo de treinta y dos grandes y del reducido círculo de la aristocracia castellana compuesto por unos ciento veinte nobles, entre duques, marqueses y condes...El valido temeroso de menoscabar los fuertes intereses de los que se veía rodeado, comprendió que el mejor medio de conservar el poder era no ejercerlo demasiado y contentarse con un pródigo patronazgo de sus amigos, relaciones e incluso de sus enemigos potenciales.” 10 El sistema de reparto de cargos lo resume A. Simón Tarrés (“El reinado de Felipe III: el gobierno de la Monarquía” en Historia de España. La España de los Austrias, Vol. VI, Espasa Calpe, Madrid, 2004. p. 396): “Este entramado gubernamental fue reclutado, en primer lugar, dentro de los miembros su linaje o de las familias con que había establecido alianzas matrimoniales. Así el Conde de Miranda, consuegro de Lerma, fue nombrado presidente del Consejo de Castilla en 1599; el conde de Lemos, yerno y sobrino del duque, ocupó desde 1603 la presidencia del Consejo de Indias; el arzobispo de Toledo, su tío y antiguo protector, accedió a una plaza en el Consejo de Estado en 1599 y ejerció de inquisidor general a partir de 1608. Estos y otros familiares ocuparon virreinatos, presidencias, o secretarías de consejos y otros cargos relevantes. El segundo componente del gobierno de hechuras de Lerma fueron sus «criados» o personas de confianza, que, tras estar al servicio personal del valido, desempeñaron funciones en la administración del reino. Entre ellos Rodrigo Calderón, que había sido su escudero; J. Bautista de Acevedo, ayo de sus hijos; Juan de Ciriza, su contador; Tristán de Ciriza, Íñigo Ibáñez de Santa Cruz y el doctor Juan González Centeno, sus secretarios; Tomás Angulo, también su contador; Juan Pascual su hacendista; Juan de la Serna, su camarero. Finalmente, Lerma propició la colaboración de otros personajes que, si bien procedían de los ministerios de Felipe II, se los supo ganar para su círculo de clientelas.” 9 184 Estado, la institución más importante del sistema polisinodial, fue reorganizado y comenzó a reunirse una vez por semana aumentando considerablemente su actividad, además sus miembros, pertenecientes como ya hemos dicho a las grandes familias castellanas, no estaban sometidos al valido y fueron elegidos en gran medida por su competencia. En el Consejo de Guerra se incorporó a personas de gran preparación en la materia y con ganas de trabajar y en los demás consejos permitió una mayor presencia de la pequeña nobleza de toga, muy apta para las labores administrativas. Aunque, posiblemente, la reforma más destacada fue la normalización de las juntas como órganos de agilización de la labor de los consejos. Estaban compuestas por algunos miembros del consejo correspondiente y por especialistas, que provenían de otros órganos de la administración, y su labor era tratar los asuntos más urgentes para evitar la acumulación y retraso que el sistema tradicional de consulta implicaba. Las juntas no fueron una novedad de esta época, Felipe II ya había recurrido a ellas para hacer frente a la parálisis administrativa, pero la diferencia fue que ahora dejaron de convertirse en una excepción y pasaron a formar parte del funcionamiento normal del gobierno. Durante el reinado se produjo un crecimiento y una profesionalización en la administración estatal destacables, tradicionalmente se ha pensado que esto se debió a que ante la despreocupación de rey y valido por las tareas de gobierno, los consejos y otras instituciones tuvieron que asumir esa tarea y lo hicieron con mayor independencia y eficacia. Sin embargo, estudios actuales defienden que la labor de rey y valido, con más o menos impulso, fue activa en este reforzamiento institucional y que ambos, principalmente Lerma, jugaron una activa labor en el desarrollo y puesta en práctica de las políticas, una realidad muy alejada de la acusación de dejación que a menudo ha recaído sobre el valido.11 11 Con más o menos valoración de la fuerza y eficacia de las decisiones adoptadas, están entre este grupo los mencionados trabajos de Bernardo García, Ildefonso Pulido, Paul Allen y Antonio Feros, entre otros. Bernardo García (La Pax Hispánica... op. cit. pp.19-20) afirma sobre este asunto: “El intenso trabajo diario que requería la privanza, sobre todo en los primeros años del reinado, pronto empezó a hacer mella en la salud de Lerma. Así, a jornadas de despacho de doce o dieciséis horas, les sucedían desarreglos provocados pro la fatiga, el estrés, los reveses políticos, los excesos festivos y los numerosos viajes, que llegaban a ocasionar notables retrasos en el despacho de la enorme cantidad de cartas y de papeles que recibía diario en su escritorio, y, en ocasiones, la necesidad le llevó incluso a dar audiencia desde la misma cama. (...) A los largo del reinado hubo una evolución en cuanto a la intervención de Lerma y sus hechuras en el control de la información y el despacho de los negocios, pero también en cuanto a la participación directa del monarca en estas tareas, que fue incrementando su relación con los secretarios de los consejos mientras se acentuaba el progresivo desgaste de la privanza del duque”. 185 Sin embargo, las medidas gubernativas que Lerma puso en práctica para afrontar los problemas de la monarquía no fueron lo audaces que la situación requería, y, sobre todo, no tuvieron la continuidad necesaria, ya que el valido no quiso abrir frentes que podrían haber desatado una fuerte oposición. No se atrevió a afrontar una reforma fiscal profunda para conseguir que los demás territorios de la monarquía financiasen parte de la política imperial y descargar así a Castilla de una carga que no podía soportar. Tampoco supo recortar ninguno de los privilegios de la nobleza para que este cuerpo social también realizase sacrificios en pos del bien común, ni siquiera, más allá de unos tímidos intentos, logró que abandonasen su vida parasitaria en la corte y regresasen a sus posesiones para reactivarlas económicamente.12 Se limitó a realizar una petición de donativos voluntarios a la nobleza castellana para evitar cargar con más impuestos al reino,13 aunque esta política, además de poco eficaz estuvo asociada a la concesión de mercedes y por tanto se pude considerar que resultó más perjudicial que beneficiosa. Lerma optó por soluciones a corto plazo, que no hicieron sino empeorar la situación general. En primer lugar, ante la evidencia del endeudamiento de la hacienda y los problemas financieros que afectaban a la monarquía no puso en marcha un programa eficaz de control del presupuesto, ni encontró nuevas fuentes efectivas de ingreso.14 El gasto de la corte y del gobierno continuó aumentando durante todo el reinado, y gran parte de los ahorros que supuso la política exterior pacifista, especialmente tras la Tregua de 1609 con las Provincias Unidas, se fueron por el desagüe de otras partidas como el enorme despilfarro de la corte, la corrupción y el pago de los intereses de la creciente deuda. Los remedios aplicados para aumentar la recaudación de la hacienda, si aliviaban la carencia de efectivo a corto plazo, eran desastrosos a medio y largo, y resultaron claramente peores que la inactividad. Lerma acudió a la venta de cargos y merce- Antonio Feros (El duque de Lerma… op. cit. pp. 168-170) considera que entre las razones del traslado a Valladolid estaba la de reducir el tamaño de la corte y obligar a gran parte de la nobleza que pululaba por ella en busca de mercedes a volver a sus propiedades. En este mismo sentido Elliott (“La península Ibérica…” op. cit. p. 315) recuerda que en una consulta de 1609 el gobierno de Lerma intentó abordar el problema de la despoblación rural, sugiriendo a los terratenientes que abandonasen la corte y volviesen a sus tierras, para alentar a sus vasallos a permanecer allí. La medida no obtuvo ningún resultado, porque la corte ejercía una atracción irresistible para unos y las ciudades para los otros. 13 Antonio Feros El duque de Lerma… op. cit. p. 280. 14 En 1603 se creó la Junta de Desempeño General con poder total sobre las finanzas de la monarquía, pero en lugar de conseguir reducir los gastos y aumentar los ingresos fue, como veremos, un foco de corrupción que empeoró la situación y tuvo un enorme coste político para el gobierno 12 186 des,15 a la enajenación de jurisdicciones reales y a la devaluación monetaria para obtener ingresos rápidos.16 La venta de cargos, como es lógico, supuso una mayor hipoteca sobre los ingresos de los años siguientes y no hizo más que aumentar la cuenta de gastos fijos; la enajenación de las rentas reales redujo los ingresos de los años venideros empeorando aún más las perspectivas económicas; y la manipulación del vellón, que en 1599 por primera vez se acuñó con cobre puro sin mezcla de plata, tuvo unas consecuencias desastrosas para Castilla, porque expulsó la plata de la circulación, acabó con la paridad de monedas, y trajo consigo unas alteraciones inflacionistas que arruinaron la economía, con lo que ello suponía también para la recaudación.17 La lucha entre las Cortes de Castilla y el gobierno central sobre el tema de la manipulación monetaria fueron constantes durante todo el reinado. Los procuradores sabían que la medida tenía unos efectos catastróficos sobre la economía del reino y desde el primer momento se opusieron firmemente a ella, condicionando la concesión de los subsidios de millones, al compromiso del gobierno de no devaluar la moneda.18 En 1601 el rey consiguió un servicio de 18 millones de ducados tras una durísima negociación, en la que el rey y el valido tuvieron que viajar a varias ciudades para conseguir sus votos, prometiendo que los impuestos serían gastados en lo comprometido, y accediendo a la constitución de una comisión para fiscalizar el uso que 15 Antonio Feros (el duque de Lerma… op. cit. p 278-279) insiste en que a pesar de que las instituciones económicas y las juntas creadas desde el mismo inicio del reinado desaconsejaban la concesión de mercedes reales porque suponían una carga creciente para los ingresos de la hacienda, el gobierno de Lerma las aumentó desde los primeros años de su ascenso a la privanza para ganarse voluntades y asentar su facción. Este mismo autor nos recuerda, que más adelante el valido quiso poner fin a la desmesurada concesión de mercedes, pero la dinámica interna de la Monarquía se lo impidió (pp. 341-343) y que incluso la decisión de restaurar el cargo de Contador General de Mercedes para evitar que una sola persona cobrase más fue un fiasco, porque ese mismo cargo se convirtió en fuente de favoritismo. Además, el rey, por sugerencia de Lerma, dio la orden a los consejos para que redujesen la concesión de favores, intentando crear la conciencia de que servir a la corona era una obligación que debía hacerse voluntariamente, pero se desató tal oposición a esta medida que no tuvo ningún efecto. 16 El juego con el valor de la moneda de vellón suponía unos ingentes ingresos para la corona de manera inmediata, Belenguer (op. cit. p. 338) nos recuerda que la hacienda se quedaba con el 50 % de aquellas emisiones. 17 Antonio Feros (El duque de Lerma… op. cit. pp. 280-281) afirma que Lerma no era partidario de acudir a la manipulación monetaria, sin embargo, lo hizo a menudo y parece que fueron las Cortes las que le obligaron a no recurrir a tan peligroso remedio. 18 Las Cortes tenían en el servicio de millones, establecido por primera vez en 1590, un arma muy eficaz de negociación, porque su concesión no era prorrogable y el rey debía negociar cada nueva concesión con las Cortes. Como señala Antonio Feros (op. cit. p. 285): “…dada la imposibilidad de imponer nuevos tributos sin consentimiento de las Cortes, estas comenzaron a jugar un papel más activo en la política a seguir por la monarquía.” 187 se hacía de ese dinero.19 En 1607 se convocaron de nuevo Cortes para una nueva concesión de 17 millones y medio de ducados por siete años, pero esta vez, la asamblea expuso una condición esencial para acceder: el cese de la acuñación de mala moneda. Las consecuencias de la manipulación monetaria se habían hecho ya evidentes y los procuradores vieron que esa medida era peor que cualquier impuesto.20 El gobierno tuvo que acceder, por lo que se quedó sin el dinero en efectivo que el juego con la moneda le aportaba y se vio incapaz de afrontar sus compromisos inmediatos, como consecuencia tuvo que declarar la suspensión de pagos, en realidad una nueva bancarrota tan sólo diez años después de la última. La bola de nieve del déficit no hacía más que aumentar, la quiebra suponía la transformación de la deuda flotante en consolidada e hipotecaba más aún los ya de por sí hipotecadísimos ingresos de la hacienda. La exigencia de la no acuñación de mala moneda se repitió en las Cortes de 1617, esta vez con el compromiso de un plazo: la asamblea votaría una nueva asignación de 18 millones a cambio de la promesa firme de no acudir a la manipulación monetaria durante las dos próximas décadas y del compromiso de reformar la política general del gobierno. Otras medidas, más difíciles pero sin duda más acertadas que el juego con las acuñaciones, carecieron del impulso y la continuidad necesarias para resultar efectivas. El intento de hacer tributar a territorios exentos pertenecientes a la propia Castilla no surtió efecto alguno, la extensión de los millones a Vizcaya fracasó y acabó con cualquier otra medida futura en este sentido. Y el aumento de la recaudación en los otros reinos peninsulares despertaba, como ya hemos señalado, una férrea oposición entre las instituciones locales que lo interpretaban como una vulneración de sus constituciones. De hecho, resultaba muy difícil exigir una mayor contribución fiscal a los territorios periféricos cuando éstos pensaban que el gobierno hacía dejación de sus obligaciones en ellos, desde el comienzo del reinado la actuación del bandidaje en Cataluña alcanzó una virulencia inusitada y el valido hizo oídos sordos a las peticiones de ayuda.21 En 1616 se decidió a tomar medidas sobre este asunto y de paso 19 Belenguer El imperio hispánico... op. cit. pp. 338-340. Belenguer op. cit. pp. 347-349. 21 Elliott (“La Península Ibérica...” op. cit. p. 320): “Lerma no sólo fracasó en conseguir la unidad y cooperación entre los diferentes estados de la península ibérica sino que estuvo muy cerca de eludir todas sus responsabilidades hacia ellos. Entre 1600 y 1615 Cataluña asolada por el bandidaje, se vio sumida en la anarquía, pero Lerma se encogía de hombros «Aquí la gente no se dedica más que a jugar, cazar e ir al teatro y a nadie parece importarle nada», se lamentaba un catalán enviado por la ciudad de Barcelona a una importante misión en Madrid.” Sin embargo, Antonio Feros (El duque de Lerma… op. cit. p. 294) asegura que la renuncia a tomar medidas firmes para obligar a los demás reinos peninsulares a tributar fue debida a que se consideró que 20 188 intentó aumentar la tributación de la corona, nombró un nuevo y estricto virrey, el duque de Alburquerque, quien inició una brutal campaña de represión de la delincuencia, incluidos aquellos nobles que prestaban apoyo o patrocinaban a los bandidos. Estas medidas levantaron la férrea oposición de la Diputació, comisión permanente de las Cortes, compuesta por una oligarquía corrupta que sólo servía los intereses de los aristócratas,22 que se opuso alegando que el gobierno central estaba vulnerando las constituciones catalanas. Lerma optó por sustituir a Alburquerque por el duque de Alcalá, pero el sucesor levantó aún más oposición, porque aumentó la reclamación del quinto real a las ciudades que no lo pagaban, y en 1620 esta medida incluyó a Barcelona, que se negó en rotundo y, de hecho, cuando el rey murió esta ciudad seguía sin pagar. También intentó a lo largo del reinado aumentar la fiscalidad en Portugal con la creación de instituciones encargadas de la hacienda, compuestas exclusivamente por castellanos, pero parece que su efectividad fue muy reducida y en 1607 dejaron de funcionar. Tuvo más éxito en Nápoles, donde se incrementó considerablemente la recaudación por encima de los gastos, aunque su aportación era tan escasa que apenas sirvió para aliviar algo las penalidades económicas de la monarquía.23 El incremento general de los impuestos en los territorios no castellanos hubiera requerido una política que combinase la diplomacia con la firmeza que el gobierno de Lerma no parecía capaz de llevar a cabo, por lo que nunca consiguió la reforma fiscal imprescindible para mejorar la hacienda. De las medidas de política interior tomadas por el gobierno de Lerma, la más famosa fue sin duda la expulsión de los moriscos aprobada en 1609 y completada en aproximadamente dos años con un éxito logístico notable. Se trataba de una minoría presente en toda la península, pero especialmente representativa en Aragón y Valencia. Su asimilación era a todas luces imposible, tanto porque la mayoría de ellos, aunque teóricamente convertidos desde hacía un siglo al cristianismo, seguían practicando la religión, la lengua y las costumbres islámicas y se negaban a integrarse en la sociedad española a la que sentían ajena, como porque la mayoría cristiana recelaéstas podrían dar lugar a una crisis política sin precedentes: “…era fundamentalmente la conciencia de estos peligros y no una dejación, la que determinó la política lermista hacia los reinos castellanos. 22 Lynch, Los Austrias, op. cit. p. 473. 23 Según Bernardo García (La pax hispanica… op. cit. pp. 186-187) “…el éxito de las reformas introducidas por en Conde de Lemos en la hacienda de Nápoles se convirtió en el mejor paradigma para quienes creían en el desempeño general de la monarquía”. 189 ba de ellos considerándolos una amenaza constante, un enemigo interior dispuesto a unirse a una siempre temida invasión turca, o a apoyar a los piratas berberiscos que realizaban incursiones periódicas en las costas peninsulares. Por supuesto, la amenaza morisca era algo más imaginado que real, sin embargo, algunos acontecimientos llevaron al gobierno a tomársela muy en serio, como los cada vez más frecuentes negocios entre los piratas argelinos y comerciantes ingleses y holandeses que les suministraban pertrechos navales, o los contactos confirmados entre moriscos y franceses, que hicieron temer que estuviesen adquiriendo armas del país vecino para llevar a cabo una sublevación simultánea a un ataque exterior desde los Pirineos o desde el mar. A pesar de que también existían sectores que se oponían a la siempre contemplada medida de la expulsión,24 el gobierno contaba con el apoyo de la inmensa mayoría de la población y de todos los grupos sociales. Además, la situación en 1609, tras la ratificación de la Tregua de los Doce Años con los holandeses, permitía asignar los medios materiales necesarios para llevarla a cabo, la paz permitía distraer para esta tarea las tropas y los barcos necesarios.25 La puesta en práctica de la expulsión supuso un sorprendente ejemplo de eficacia y de coordinación logística, y conllevó considerables réditos propagandísticos para el gobierno del valido. Sin embargo, las consecuencias económicas fueron muy negativas, especialmente para la Corona de Aragón, y en concreto para Valencia, dónde todos los grupos sociales salieron perjudicados con la pérdida de un cuarto de su población. En el reino de Aragón la medida afectó gravemente a algunas zonas y supuso la ruina de muchos pueblos y tierras de cultivo. En la Corona de Castilla la pérdida de 90.000 habitantes vino a recrudecer la crisis demográfica, muy aguda desde la epidemia de 1599, y se hizo más fuerte en las 24 Parte de la Iglesia, incluido el inquisidor general, era contraria a tal medida porque, además de conservar las esperanzas de conversión, consideraba que algunos de los moriscos eran cristianos sinceros y que su emigración a un país islámico les llevaría sin ninguna duda abandonar la fe católica, de hecho el propio papa Paulo V se negó a aprobar la expulsión. Sin embargo, la mayoría de la Iglesia española estaba totalmente a favor de la disposición porque pensaban que la permanencia de una minoría no cristiana suponía perjuicios mayores que su desaparición. Otro de los sectores que se negaban a la medida era aquella parte de la nobleza para la que trabajaban los moriscos y de los que cobraban cuantiosas rentas, pero Lerma se mostró muy comprensivo con ellos y les hizo una serie de concesiones con las que consiguió que se dieran por satisfechos. 25 Antonio Feros (El duque de Lerma… op. cit. pp. 356-368) considera que estos dos acontecimientos tuvieron una estrecha relación y que se explican el uno al otro, según su punto de vista la expulsión de los moriscos fue utilizada como una baza propagandística del Valido para apagar las críticas que despertaba la Tregua de los Doce Años, considerada por muchos como un peligroso precedente y una derrota para la Monarquía. Aprovechar el rechazo que provocaban los moriscos y presentarse como la persona que había conseguido uniformar completamente España bajo la fe católica, reforzaba de tal manera su figura que muchos se lo pensarían dos veces antes de atacar su política exterior acusándole de ceder ante los herejes holandeses. 190 ciudades ya que los moriscos castellanos se dedicaban principalmente a oficios urbanos. 26 Como hemos visto, las medidas que aplicó Lerma no fueron las que las graves circunstancias aconsejaban, salvo quizás la política de Paz en el exterior, que supuso un respiro considerable a la hacienda, aunque, como también hemos ya estudiado, estos beneficios fueron en gran medida desaprovechados por otras actuaciones gubernativas y por el derroche general de la corte. A pesar de ello, el valido controló bien el nivel de crítica que sufría su gestión, al menos hasta la década de 1610, cuando los fracasos comenzaron a acumularse. Los primeros años del reinado, Lerma supo aprovechar las ansias de cambio tras el largo y autoritario gobierno de Felipe II, además de afianzarse en el puesto de valido y de cerrar el círculo en torno al monarca, se ganó el favor de la alta nobleza a la que benefició todo lo que pudo. Sin embargo, la institución del valimiento despertó opiniones encontradas desde el primer momento de su instauración y durante toda su vigencia,27 y Lerma era consciente de la necesidad de estar muy alerta ante las opiniones que pudiesen perjudicarle, por lo que dejó muy claro desde el primer momento que reprimiría con dureza a todo aquel que intentase criticar o amenazar su privanza.28 En este sentido, la actividad propagandística de Lerma fue realmente muy activa durante todo el reinado, ensalzando los méritos de su política pacifista y fomentando tratados políticos, los espejos de favoritos, que justificaban la necesidad del valimiento como soporte de la monarquía,29 también supo explotar una política de gestos públicos que mostrasen claramente que contaba con el pleno apoyo del monarca. Eliott “La Península Ibérica...” op. cit. p. 317-319. Tomás y Valiente (Los validos en la monarquía española del siglo XVII, Siglo XXI. Madrid, 1990) señala tres posiciones respecto al valimiento, una que lo defendía como apoyo necesario para el rey; otra que lo aprobaba siempre y cuando la soberanía plena del rey no se viese socavada en ningún momento y el valido contase en sus actuaciones con la supervisión y consentimiento del rey, y una tercera que lo rechazaba de plano al considerar que su existencia era perjudicial para la monarquía. Otra obra muy interesante para comprender las opiniones que despertó entre los contemporáneos la institución del valimiento es: Elliott, J. y Brocliss, L. (directores) El mundo de los validos, Taurus, Madrid. 1999; recomendamos especialmente los artículos de antonio Feros “Imágenes de maldad, imágenes de reyes: visiones del favorito real y el primer ministro en la literatura política de la Europa moderna, 1580-1650” (pp. 293-320) y el de Jonathan Brown “Imágenes del privado en Inglaterra, Francia y España” (pp. 321-335). 28 Antonio Feros (El duque de Lerma... op. cit. pp. 308-309) señala que el caso de Íñigo Ibáñez de Santa Cruz fue muy representativo, antiguo secretario y protegido del valido, fue arrestado en 1602 por enviar al confesor real un memorial en el que acusaba a las dos principales criaturas de Lerma, Franqueza y Calderón de estar destruyendo la monarquía. 29 Feros, A. El duque de Lerma, op. cit, pp. 215-220. 26 27 191 A pesar de todo ello no pudo evitar que las críticas fueran aumentando paulatinamente a lo largo de los veinte años que se mantuvo en el poder, ni que se desarrollase una potente facción cortesana contraria al pacifismo. Dejando de momento el tema de la política exterior, que será analizado más adelante, las críticas a su gobierno se centraron especialmente en la corrupción, mostrando el contraste entre la catastrófica situación de la hacienda y la acumulación de riquezas en manos del valido y de sus protegidos.30 La primera gran crisis que este asunto conllevó tuvo lugar en 1607, cuando el privado hubo de sacrificar a su principal colaborador para salvar su propio puesto. En 1603 se había creado una junta de desempeño cuyo objetivo era buscar remedios a la deuda pública, en ella estaba integrado Pedro de Franqueza, mano derecha de Lerma, y otras hechuras como Ramírez de Prado y Álvarez Pereira. En lugar de mejorar la situación, la junta sólo logró empeorarla, pero también sirvió para que los mencionados se llenasen los bolsillos, el escándalo estalló a finales de 1606 y en 1607 alcanzó proporciones realmente peligrosas cuando se comprobó que los protegidos de Lerma habían utilizado la institución para enriquecerse con la concesión de mercedes y que incluso habían enviado informes falsos al Consejo de Estado sobre la situación de las finanzas.31 Teniendo en cuenta que el escándalo vino a coincidir con la crisis financiera que llevó a la bancarrota y que en estos momentos la Reina Margarita se mostraba abiertamente hostil contra el poder del valido, Lerma sólo pudo salir del atolladero asegurando que había sido engañado por sus subordinados y que él no tenía ninguna responsabilidad. Franqueza y Ramírez de Prado, fueron puestos bajo vigilancia secreta por el valido en 1606, y en 1607 fueron encarcelados, se les confiscaron sus bienes y Franqueza murió preso siete años después.32 En el momento en el que centramos este estudio, el eje del reinado, la oposición al valido estaba aumentando de forma considerable reforzada por este escándalo y por la crisis financiera. 30 Antonio Feros (pp. 327-335) defiende que si bien resulta indiscutible que la corrupción fue una constante durante el gobierno de Lerma, no fue esencialmente más fuerte que en otros periodos anteriores, la diferencia radica en que los enemigos del valido vieron en este tema un medio de desgastar su poder. 31 El 13 de febrero de 1606 Franqueza y Ramírez de Prado enviaron un informe (consulta de desempeño) asegurando al rey que habían conseguido poner las bases para una recuperación total de la monarquía (Feros, p. 316) 32 La vigilancia de las actividades de corrupción de los tres miembros de la junta de desempeño fueron dirigidas por Fernando Carrillo, a quien Lerma también encargó un informe sobre los crímenes de Franqueza que fue el que le costó la orden de detención por parte del monarca, como indica Antonio Feros (El duque de Lerma op. cit. p. 325) “…la estrategia de Lerma fue presentarse a sí mismo como el protector del bien común, como un ministro real que estaba dispuesto a perseguir a sus propios clientes si estos incumplían sus obligaciones hacia el monarca y sus reinos.” 192 A pesar de su estrategia de desvincularse de las actividades de sus criaturas, a partir de entonces la oposición contra el duque no hizo más que crecer, aunque éste tenía firmemente asidos todos los resortes del poder y supo defenderse de quienes se le enfrentaban. Sus enemigos se centraron en la figura del sustituto de Franqueza en la “privanza del privado”, Rodrigo Calderón, una persona que también tenía entre sus costumbres la de aprovechar el poder en beneficio propio, quien consiguió la máxima confianza del duque y se convirtió en su mano derecha y, por tanto, en una de las personas más poderosas de la monarquía. La facción antilermista fue aumentando su influencia con personajes de la talla de Pedro Aliaga, confesor real, o de Juan de Acuña, presidente del consejo de Castilla, incluso parece que el propio hijo de valido, el duque de Uceda, estaba ya a la altura de 1612 entre quienes querían acabar con su poder. En este contexto hay que entender la cédula real de 1612 en la que Felipe III plasmó por escrito y, por tanto, institucionalizó la forma de gobierno que había funcionado desde el comienzo del reinado, ratificando el poder de Lerma, cuyas órdenes igualó con las suyas propias, en lo que ha sido considerado como la delegación de firma: “Desde que conozco al duque de Lerma le he visto servir al rey mi padre, que aya gloria, y a mí con tanta satisfacción de entreambos que cada día me hallo más satisfecho de la buena cuenta que me da de todo lo que le encomiendo y mejor servido de él; y por esto, y lo que me ayuda a llevar el peso de los negocios, os mando que cumpláis todo lo que el duque os dijere u ordenare, y que se haga lo mismo en ese Consejo, y podrásele decir todo lo que quisiere saber de él, que aunque esto se ha entendido así desde que yo sucedía en estos Reinos, os lo he querido encargar y mandar agora”33 Pero si la cédula supuso un reforzamiento del privado, también levantó una gran polémica y escándalo en los círculos políticos de la monarquía, incluso entre aquellos tratadistas favorables al valimiento, que consideraron que esta orden suponía compartir la soberanía.34 A pesar de la orden real, el duque no consiguió recuperar su fuerza precedente, la oposición contra él siguió aumentando e, incluso, en los años siguientes el monarca dio las primeras muestras de pérdida de confianza en su ministro. Durante 1613 y 1614, Felipe III ignoró sus recomendaciones sobre la asignación de cargos y, en 1615, dos de sus enemigos declarados, el conde de Benavente y Luis de Aliaga, pasaron a formar parte del Consejo de Estado, al que también se habían ido adhiriendo partidarios de una política exterior belicista como Baltasar de Zúñiga. AGS, Est., leg. 4126/fol. 59 “Copia de lo que su Majd. ordenó al consejo de Estado por Octubre de 1612 tocante al duque de Lerma”. Trascrito en Feros, A. op. cit. p. 207. 34 Belenguer, E. El imperio hispánico... op. cit. pp. 360-361. 33 193 Por estas fechas la facción antilerma estaba bien consolidada en la corte, encabezada por su hijo el duque de Uceda. La combinación de una serie de factores adversos acabó precipitando la destitución del valido y su sustitución por Uceda: la cada vez peor situación de la hacienda, las conflictivas Cortes castellanas abiertas en 1617, la rebelión de Bohemia que supuso el comienzo de la Guerra de los Treinta Años, y el creciente escándalo por la corrupción de Rodrigo Calderón y del propio Lerma, que en 1618 había sido nombrado cardenal por el papa, lo que le blindaba frente a una posible incriminación judicial, pero a la vez sentenciaba el final de su control de todos los mecanismos cortesanos en torno al rey.35 El gobierno del nuevo favorito no significó un cambio de política radical, ni la aplicación de atrevidas reformas para mejorar la desastrosa situación, fue en realidad una continuación de la etapa anterior, aunque con un recorte de los poderes del valido, ya que la cédula de 1612 fue abolida y además se desató una guerra de facciones en la corte.36 Hubo que esperar a la llegada al trono de Felipe IV en 1621, con un renovado equipo de colaboradores, para apreciar cambios significativos en todos los frentes de la monarquía. Feros (p. 430): “Un cardenal, la máxima autoridad eclesiástica, no podía servir personalmente a un monarca, y un mes más tarde de ponerse su nuevo hábito Lerma se vio obligado a renunciar a todos sus oficios de palacio... pasaron a manos del duque de Uceda”. 36 Feros op. cit. pp.378: “La caída de Lerma no propició la apertura de un nuevo régimen de facción única, sino la aparición de diversos grupos e individuos que buscaban poder e influencia. De hecho desde 1618 hasta 1621 a lo que asistimos es a una verdadera guerra de todos contra todos”. 35 194 2. La política exterior 2.1. Relaciones internacionales: la Pax Hispanica Si hacemos caso de la opinión de Hugh Trevor-Roper entre la última década del siglo XVI y la Primera del XVII alcanzó el poder en los diferentes países europeos una nueva generación de gobernantes, una generación de paz. Las circunstancias aconsejaban un replanteamiento de las líneas generales en la política internacional de las potencias europeas, aunque “para la nueva generación la paz no era tan sólo una necesidad; era también apetecible en sí misma: podía disfrutarse. Los príncipes de la época se vanagloriaron de la paz, lo mismo que sus predecesores se habían jactado de la guerra”.37 Sin embargo, en otro de sus trabajos él mismo nos avisa de que “este amor por la paz no era ni auténtico ni sincero sino que se debía a una combinación de debilidad y necesidad (...) España firmaba los tratados de paz con las mayores reservas”.38 Lo cierto es que el reinado de Felipe III comparado con el de su padre, Felipe II, o con lo que sería a partir de 1621 el de su hijo, Felipe IV, puede ser calificado de pacífico. Y, sin embargo, objetivamente, nos encontramos con que de los 23 años que duró, raro es el año en el que la monarquía no se viese implicada en algún conflicto. Hasta 1604 no se firmó la paz con Inglaterra, uno de los tratados a los que más importancia otorgó el valido,39 y hasta 1609 no se acordó la tregua con las Provincias Unidas, momento en el que se data el comienzo de la Pax Hispanica,40 una situación 37 Trevor-Roper, H. "El siglo del Barroco" en La época de la expansión. Europa y el Mundo desde 1559 hasta 1660. Labor. Madrid. 1992. P. 34. 38 Trevor-Roper, H. “España y Europa” op. cit. p.186. Además nos dice que estos tratados ni siquiera obedecían a una línea claramente marcada por el valido, sino que debía seguir la estela otros negociadores con mayor visión política, como sucedió con la Paz de Londres de 1604 con Inglaterra, o la Tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas, en los que la iniciativa, lejos de partir de Lerma o de Felipe III fue consecuencia de las gestiones de otro gobernante: el archiduque Alberto, gobernador de los Países Bajos Trevor-Roper, H. “España y Europa” op. cit. p.186: “...el archiduque Alberto, teóricamente independiente, pero de hecho celosamente controlado por España, consiguió en esto imponer su voluntad... y merece ser recordado como artífice de los tres tratados que pusieron termino a las desastrosas guerras de Felipe II”. No parece, sin embargo, que estas paces se estableciesen con tan poca intervención y planificación del valido, más bien todo indica, como veremos a continuación, que éste las consideró entre los objetivos fundamentales de su política, lo mismo que el mantenimiento general de la paz a partir de 1609. 39 García, B. La pax Hispánica... op. cit. p. 48: “...a lo largo de los restantes años del reinado, la conservación de esta paz siempre se consideró algo incuestionable, pese a los distintos motivos de conflicto que fueron surgiendo, no sólo respecto al trato que recibía los católicos ingleses, sino también por los asentamientos coloniales en la Virginia y las islas Bahamas, o las polémicas obras de teoría política escritas por el propio Jacobo I, pues se trataba de un instrumento esencial para la política exterior de la monarquía”. 40 Las visiones sobre la idea de la instauración de la pax hispanica varían, para Bernardo García (La pax…op. cit. p. 85) “…los últimos acuerdos alcanzados con Inglaterra y las Provincias Uni- 195 de ausencia de conflictos exteriores que el valido consideraba el único contexto posible en el que llevar a cabo una reforma general de la hacienda. Tras la consecución del acuerdo con los holandeses, se pusieron en marcha nuevas medidas de desempeño y se establecieron medios para reducir los gastos militares, a la vez que se procuraban reforzar las defensas en las diferentes posesiones europeas. Una vez conseguida la tregua, Lerma dio un giro a su política exterior, reactivando el frente mediterráneo en detrimento del norte de Europa. Así, en el momento en el que estamos centrando esta segunda parte del trabajo, los años 1608-1612, los ojos de la monarquía volvían a dirigirse hacia el mundo islámico en busca de campañas de prestigio y propaganda que reforzasen la posición del valido. Pero a pesar de la firma de la tregua, ese mismo año, en el Sacro Imperio, la Unión Evangélica, formada por los príncipes protestantes alemanes, y la Liga Católica estuvieron al borde del enfrentamiento, y, por su puesto con la intervención de las dos grandes potencias continentales: Francia apoyando el bando protestante y España aliada por lazos dinásticos y religiosos con la Liga. Paralelamente, Saboya abandonó su tradicional alianza española para acercarse a Enrique IV con la intención de obtener apoyo francés en su objetivo de apoderarse de Milán. Sólo el providencial asesinato de Enrique IV a manos de Ravaillac el 14 de Mayo de 1610 pudo evitar la guerra. Tras la muerte del primer Borbón Francia volvió a los enfrentamientos internos entre facciones nobiliarias, mientras que la nueva regente, María de Médicis, se mostraba mucho más amistosa con España de lo que lo había sido su predecesor. Tanto que un año después se acordó el doble matrimonio dinástico: el joven rey de Francia y el heredero español se casarían cada uno con la hermana del otro.41 das, estrechando la amistad con Francia y evitando la implicación directa en la radicalización política y religiosa que agitaba al imperio, sin descuidar la provechosa correspondencia de intereses con la hermana de los Habsburgo austríacos. En esta fase de transición, el concepto de quietud se llena de contenido y nos permite hablar de una nueva Pax Hispanica”. Sin embargo Antonio Feros (El duque… op. cit p. 369) tiene una visión diferente: “En contra de muchos historiadores que han definido el periodo que se abre con la firma de la tregua como la pax hispánica, la realidad era bien otra. La diferencia entre la llamada pax romana impuesta por Augusto y la promovida por Felipe III y Lerma fue que la primera era el resultado de la de la dominación de Roma, de su intratable superioridad, mientras que la segunda era el resultado de la debilidad, de los crecientes problemas con los que se enfrentaba la monarquía hispánica”. 41 Bernardo García (La pax… op. cit pp. 89-90) afirma que la política exterior de Lerma tuvo siempre la intención de mantener la paz con Francia para lograr la estabilidad continental y para ello se entablaron continuas negociaciones, pero “cualquier aproximación debía hacerse bajo un estricto plano de igualdad, evitando la menor concesión a la preferencia y procurando que la balanza de las dos potencias –la competencia equilibrada entre la Monarquía Católica y Francia- no fuese empleada por los otros Estados en su propio beneficios”. 196 La desaparición de Enrique IV supuso la eliminación del principal rival de Felipe III. La paz fue mantenida en el futuro por medio de un magnífico sistema diplomático cuyos brazos se extendían de un lado al otro del continente. De esta forma, España, por medio del soborno y de la ostentación, se convertía en el espejo en el que se querían ver reflejadas todas las cortes europeas, el punto de referencia de toda la alta nobleza continental, la clase rectora de la política interior y exterior en cada uno de sus Estados. Sin embargo esta situación provocó otra de signo contrario. Un nuevo estrato social, con menos poder, pero más dinámico y en rápido crecimiento, el de las clases medias y la pequeña nobleza, que controlaba la actividad económica en los Estados más dinámicos de Europa: Inglaterra y los Países Bajos, reaccionó en sentido absolutamente contrario al del alto estamento nobiliario: en Holanda el resentimiento antiespañol no dejó de crecer a pesar de la tregua, la guerra y la rivalidad económica habían dejado demasiadas huellas; por su parte en Inglaterra se desató en esa clase social un arraigado odio tanto hacia España como hacia su propia corte por su “ostentación, su inmoralidad y su parasitismo”. El malestar de este emergente grupo social provocaría en un futuro no muy lejano terribles convulsiones en el edificio social inglés.42 Pero como ya hemos señalado la paz no duró mucho, se reprodujo continuamente en espacios limitados y tanto España como sus enemigos se implicaron. Venecia sufría desde antiguo en su comercio las acometidas de los uskoks, corsarios albaneses y bosnios vasallos del archiduque Fernando de Estiria. Aprovechando la situación de tranquilidad en el continente, en 1613 el gobierno de la República decidió solventar este problema y se lanzó a la guerra contra la piratería. Pero pronto este conflicto arrastró a otro: la guerra por tierra contra el archiduque. Como era previsible el resto de Europa se implicó también, por un lado Fernando era aliado de España y, por otro, todos los enemigos de la monarquía veían en el acoso a Venecia la mano hispana. Pronto Saboya se implicó y tropas holandesas comandadas por Mauricio de Nassau lucharon en favor de Venecia. En nuestro país el partido de la guerra apostaba claramente por la intervención abierta contra Saboya y contra Venecia. Sin embargo este conflicto local pronto se solventó sin mayores consecuencias para la paz internacional. Si bien esta crisis se resolvió sin excesivo menoscabo al prestigio de la monarquía en Europa, no sucedería lo mismo con la que se desató en Mantua en 1614. Tras la 42 Trevor-Roper, H. “España y Europa…” op. cit. pp.190-191. 197 muerte del duque Francisco II Gonzaga sin hijos varones, la ley sálica imperante en el ducado establecía la sucesión en la rama colateral de su hermano. Sin embargo, Carlos Manuel de Saboya, reivindicó que la ley sálica no tenía validez en el territorio de Monferrato, por lo que exigía que éste pasase a su nieta, hija del fallecido duque. Esta crisis puso de manifiesto las grietas que comenzaban a hacerse evidentes en la estructura imperial de la Monarquía Hispánica en Europa. Saboya había sido siempre un fiel aliado de los Habsburgo, principalmente de la rama española. La historia estaba repleta de pruebas de la colaboración entre ambas dinastías: la batalla de San Quintín, en la que Felipe II logró derrotar a los franceses fue dirigida por Manuel Filiberto de Saboya; y el propio Carlos Manuel Había estado casado con Catalina Micaela, la adorada hija de Felipe II, hasta la muerte de ésta. Sin embargo, ahora las relaciones entre Saboya y España se habían enfriado de tal manera que el saboyano no dudaba en buscar alianzas con los tradicionales enemigos de la Monarquía Hispánica. El conflicto por Monferrato finalizó en 1615 por medio de la firma de la Paz de Astí entre la monarquía y Saboya, considerada una auténtica humillación para España por casi todo el mundo. El acuerdo suponía un trato de igual a igual entre ambos Estados, algo ya de por sí suficiente para exaltar a los partidarios de reputacionismo en el seno de la monarquía; pero, además, concedía mayores ventajas a Saboya, que fue la auténtica vencedora en esta paz.43 Tan deshonroso se consideró el tratado que inmediatamente fue denunciado por don Pedro de Toledo, marqués de Villafranca y nuevo gobernador de Lombardía tras el cese del marqués de Hinojosa a quien se consideró responsable del acuerdo, quien por medio de la conquista de Vercelli puso las bases para una paz más honrosa, la de Pavía de 1617, que restablecía la situación anterior. En 1618, sin embargo, estalló un conflicto de consecuencias mucho más graves. Bohemia era sede de uno de los electores imperiales, y su corona recaía tradicionalmente en la rama Habsburgo, pero los problemas de descendencia del emperador Matías ponían en el aire el futuro del trono bohemio y por ende el del Imperio. Por ello, los agentes españoles ya se habían preocupado en 1617 de asegurar la sucesión en manos de un fiel aliado: el archiduque Fernando de Estiria, a quien Matías, su tío, El propio Lerma quiso distanciarse de semejante acuerdo: “Cuando las noticias del acuerdo entre Hinojosa y Carlos Manuel llegaron a la corte española, Lerma trató de distanciarse todavía más del gobernador de Milán, en un esfuerzo por salvar su prestigio con el rey. De hecho en la reunión en la que el Consejo de Estado discutió el tratado, Lerma fue el más crítico con Hinojosa… [y ] pidió que se repudiase el tratado de Astí” (Feros, A. el duque de Lerma… p. 419). 43 198 había designado emperador. La cuestión era de importancia fundamental para España, por la tradicional alianza con el Imperio, pero sobre todo por la necesidad vital de mantener las comunicaciones entre Flandes e Italia. En mayo de 1618 estalló la crisis cuando la nobleza protestante de Bohemia tiró por la ventana los ministros católicos, instauraron un gobierno revolucionario y buscaron un nuevo candidato a su corona que fuese contrario a los intereses católicos y españoles. El elegido fue el líder de la Unión Evangélica, Federico V, elector del Palatinado, lo que suponía una seria amenaza para el bando católico y para la política exterior española.44 Se produjo entonces una reacción en cadena, súbitamente todos los enemigos de España parecieron conjurarse para acabar con su hegemonía continental. En la Valtelina, paso clave para las comunicaciones hispanas, los protestantes suizos masacraron a sus compatriotas católicos y cortaron el camino entre Milán y el Tirol. Por su parte Holanda establecía una alianza con Venecia con el claro objetivo de plantarle cara a España. Lo más curioso del asunto fue que mientras tenían lugar los sucesos de Bohemia, el colegio electoral estaba votando la sucesión del recién fallecido Matías, y sin más problemas Fernando fue elegido Emperador, con su propio voto bohemio del que aún no se sabía desposeído. Los electores protestantes, fueron incapaces de ponerse de acuerdo. Federico supo más tarde de la oferta de Bohemia y, no sin dudarlo, la aceptó. Pero de nuevo los protestantes de la Unión Evangélica no se mostraron muy diligentes a pesar de que el bando católico no estuvo preparado para atacar hasta 1620. Fernando II tardó bastante en organizar su partido, pero contó con la sorprendente, e involuntaria, ayuda de Luis XIII que medió para que la Unión y la Liga llegaran a una tregua. La preocupación principal del rey francés era evitar que España se implicara de lleno en el conflicto, y lo que logró fue simplemente dar tiempo al bando Habsburgo para lanzar con éxito la ofensiva. Ésta tuvo lugar en noviembre de 1620. El día ocho las tropas de Maximiliano de Baviera, aliado de Fernando, derrotaron al ejército de Federico en la batalla de la 44 La gravedad del asunto la resume Koenigsberger (. "La Guerra de los Treinta Años. Un conflicto civil europeo" en La época de la expansión... op. cit. p. 162.) señalando las peligrosas implicaciones de tal elección: “...Federico V era sobrino de Mauricio de Nassau y yerno de Jacobo I de Inglaterra. Nadie sabía en qué medida los sentimientos de familia y de religión podían conseguir la alianza de las dos grandes potencias protestantes. Si Federico lograba sustituir a Fernando como rey de Bohemia, habría una mayoría protestante en el colegio electoral, y quizás un emperador protestante”. 199 Montaña Blanca, a las afueras de Praga. Poco antes, el gobernador español de Milán se había ocupado de hacer resurgir al bando católico de la Valtelina, que devolvió el golpe masacrando a sus paisanos protestantes y reabrió las comunicaciones hispanas. Parecía que las cosas volvían donde estaban, sin embargo la Pax Hispanica no se restauró. Las razones hay que buscarlas en el interior de la monarquía. Recordemos que en la Corte española había dos facciones claramente diferenciadas, una la dirigía el Duque de Lerma, valido del rey y en el poder desde la subida al trono de éste. La otra concentraba a gran parte de los hombres más prestigiosos de la nobleza castellana que se oponían frontalmente a la política pacifista del valido. Lerma había procurado apartar de la corte a sus principales opositores políticos, pero a la vez utilizar sus valiosos servicios. Optó por mandarlos a las cortes europeas como embajadores o como gobernadores en las posesiones extrapeninsulares. Ellos eran quienes formaban el grueso del partido de la guerra. Zúñiga, Bedmar, Oñate, Feria, Osuna…, opinaban que la causa de la paz perjudicaba a la monarquía, que era aprovechada por sus adversarios, principalmente holandeses e ingleses, para tomar ventaja en el entramado comercial y debilitar las bases del imperio de ultramar. Todos ponían su mirada en el año de 1621 en el que finalizaba la tregua con los rebeldes flamencos, como la fecha adecuada para reiniciar la ofensiva. Por ello, desde su privilegiada posición en el entramado de la política internacional provocaban conflictos y alentaban a los posibles sectores aliados para no estar desprevenidos en el momento decisivo. Todos los frentes europeos debían mantenerse preparados para entrar en acción en caso de ruptura de la paz. El más importante miembro del partido de la guerra, Baltasar de Zúñiga, abandonaba en 1617 su puesto como embajador español en la corte imperial y regresaba a Madrid. Aquí está una de las principales causas de la caída del ya muy debilitado Lerma. El partido de la guerra iba ganando posiciones en el Consejo de Estado, y ello a pesar de que tanto el rey como los sucesores del Valido no eran partidarios de la reanudación de las hostilidades. La situación política interna española tuvo su influencia en que no se restaurase la Pax Hispanica, pero el factor decisivo fue la continuación del conflicto en el seno del Imperio, donde Maximiliano de Baviera, como pago a sus servicios contra Federico, había obtenido del emperador la cesión del Palatinado superior y la dignidad de elector del Palatinado. Los príncipes protestantes no estaban dispuestos a consentir semejante crecimiento de la influencia católica, por lo que esto suponía de aumento del poder imperial en detrimento del suyo propio. Por ello, liderados por los electores 200 de Sajonia y de Brandeburgo, hicieron frente común y no aceptaron la cesión. La respuesta de Maximiliano supuso el definitivo estallido del conflicto. Sus ejército, comandados por Tylly entraron en el Palatinado renano, mientras que otro ejército español hacía lo propio desde los Países Bajos. La Guerra de los Treinta Años ya no podría ser frenada. 2.2. Disensiones sobre política exterior en el seno de la Monarquía Hispánica Si bien está claro que en 1621 la facción belicista era el partido más influyente en el gobierno de la monarquía, las cosas eran muy diferentes a la muerte de Felipe II.45 En 1598 parecía imprescindible un cambio de política. La opinión general era que o se ponía fin a la sangría económica y se racionalizaba la administración, o las consecuencias serían irreversibles: “...no sólo por necesidad, sino también por conveniencia, está bien a Vuestra Magestad apaciguar el mundo y tratar de conservar sus reinos en paz, y enriquecerlos con esto, y desempeñarse a sí...”46 Y éste no era sólo el pensamiento de las Cortes y de los directos perjudicados por la espiral del gasto. La necesidad de cambios en todas las esferas de la política se habría paso también entre la alta nobleza, en cuyo seno se consideraba que ya era hora de poner fin al personalista gobierno del anterior rey, y de cambiar muchas cosas en el edificio de la monarquía. La idea la explicaba Martín de Padilla, adelantado mayor de Castilla: “Ahora el mundo va a ver lo que valen los españoles, ahora que tienen las manos libres y ya no están supeditados a una sola cabeza que creía saber todo lo que se podía saber y trataba a todos los demás como si fueran unos torpes.”47 La llegada del nuevo rey supuso, entre otras cosas, la vuelta de la grandeza castellana a la toma de decisiones políticas en la monarquía. En este retorno de la alta nobleza al gobierno fue sobre todo debido a la influencia de Lerma. El valido llegó con la idea de modificar la política, impuesta desde los Reyes Católicos, de privile- En opinión de Bernardo García (La pax hispanica… op. cit. p 192) la política de pacificación “…no era uno más entre esa multitud de remedios que se proponían entonces al rey, al valido y a sus consejeros, sino que formaba parte de una amplia corriente de opinión, consolidada en Castilla a fines de la década de 1590, que abogaba por un cambio de tendencia en los compromisos internacionales de la Monarquía hacia una política de reducción de tensiones que estableciera como interés prioritario la recuperación y la seguridad del sistema español”. 46 Álamos de Barrientos, B. Discurso político al rey Felipe III al comienzo de su reinado. Citado en García, B. La Pax Hispanica... op. cit. pp. 29-30. 47 Citado en: Kamen, H Una sociedad conflictiva: España, 1469-1714. Altaya. Madrid 1996 (edición original de 1983). p. 317. 45 201 giar a los letrados de la baja nobleza y de las clases medias para los altos puestos en la administración. En su opinión debía ser la grandeza la que asumiera el control del régimen. A su vez, otras instituciones tradicionales reflotaron en tiempos de Felipe III. Se restableció plenamente el sistema de consejos, que había decaído en los últimos años del reinado de su padre; se permitió una considerable recuperación de la iniciativa de las Cortes y se apoyó una revisión en profundidad de la política general de todo el entramado imperial. Fue sin duda el valimiento la institución más novedosa dentro de la Monarquía Hispánica. Carlos V y, mucho más aún, Felipe II pusieron en práctica gobiernos fuertemente personalistas, asumiendo ellos la responsabilidad máxima en los asuntos más importantes. El nuevo rey, sin embargo, no se sentía atraído por las tareas de la política cotidiana, prefirió delegar el gobierno en otros hombres, dando prioridad sobre todos a Lerma. Pero la institución del valido no fue sólo una consecuencia de la pereza real. Según Tomás y Valiente,48 el valimiento fue producto de la ineficacia del sistema polisinodial, que a comienzos del siglo XVII ya mostraba grandes disfunciones. Un entramado del tamaño y los frentes de la Monarquía Hispánica, necesitaba de una maquinaria burocrática mucho más fluida, por ello surgió en su cúspide un ministro superior que gozaba de la amistad y la confianza del monarca. Sin embargo no debemos pensar que se pasó del gobierno personalista del rey al del valido, esto no fue así, al menos en el caso de Lerma. El duque conocía sobradamente su inexperiencia y sus fuertes carencias, por ello “su intervención en la política se basó en la experiencia de otros hombres de Estado”49. Tradicionalmente se ha pensado que la labor del favorito se dirigió esencialmente a mantener entretenido al monarca, ofrecerle su apoyo y descargarle de las pesadas responsabilidades que recaían sobre su cargo, a ello, y a asegurar su propio poder, alejando de la corte a cuantos supusieran una amenaza y rodeándose de un grupo de criaturas que le debían su posición, dedicó todos sus esfuerzos, dejando en buena medida la tarea efectiva de gobierno en manos de personas más competentes.50 48 Tomás y Valiente, F. Los validos en la monarquía española del siglo XVII. Siglo XXI. Madrid, 1990. 49 García García, B. “El duque de Lerma o el arte de la privanza cortesana” en Revista de Historia 16. Número 203, marzo 1993. 50 Kamen, H. Una sociedad... op. Cit. pp. 319-320: “la excesiva atención prestada por los historiadores al fenómeno del valido y en particular a las actividades de Lerma ha desviado la aten- 202 Según Kamen, de las 739 reuniones del Consejo de Estado celebradas entre 1600 y 1618, Lerma sólo asistió a 22. Así, en su opinión, la política internacional quedó en manos de los grandes, reunidos en el Consejo de Estado, si bien bajo la supervisión del rey y del valido.51 Esta opinión muy extendida, ha sido en las últimas fechas puesta en duda, de hecho, parece que la participación directa del valido, e incluso del propio monarca según avanzaba su reinado, en el diseño y aplicación de las políticas fue muy activa, y que controlaban estrechamente las decisiones del Consejo. 52 Lerma, a lo largo de su reinado, tomó como bandera la del mantenimiento de la paz para enderezar la peligrosa situación heredada de los conflictos de Felipe II y, aproximadamente hasta 1611, consiguió que su facción se mantuviese unida y controló férreamente la posibilidad de expresión de cualquier otra corriente contraria a su política. La guerra en los Países Bajos era una sangría insostenible, y lo peor era que ni siquiera se obtenían resultados positivos. Desde 1598 hasta 1604 cada campaña militar había fracasado por los motines de unas tropas a las que no se pagaba. Para solucionar esta situación Ambrosio Spinola se hizo cargo del Ejército de Flandes y logró, en 1604, la toma de Ostende, pero el preció fue demasiado alto, no sólo por la desorbitada cantidad económica que supuso, sino por las decenas de miles de hombres que perecieron antes de la capitulación. En 1606 se sublevaron de nuevo las tropas, echando a perder gran parte de lo conseguido. Spinola advertía a Felipe III que no había más solución que “...poner fin a esta guerra, larga y costosa...”.53 Y esta opinión la compartían la mayoría de los hombres fuertes de la monarquía, desde el Archiduque Alberto, hasta el consejo de Estado. Es cierto que existía una corriente política que opinaba que la paz con las Provincias Unidas sería un peligroso ejemplo para otros territorios de la monarquía, pero también lo es que la coyuntura era tan grave que parecía que no quedaba otro camino. ción del aspecto más llamativo de todo el periodo: que durante veinte años España vivió bajo el curioso dualismo de una ruptura entre corte y gobierno”. 51 Kamen, H. Una sociedad... op. Cit. p. 320. 52 Bernardo García (La Pax Hispánica... op. cit. pp. 19-20) nos aclara que “...La presencia intermitente del valido en las sesiones ordinarias del Consejo de Estado no puede considerarse como una muestra de desinterés hacia las responsabilidades de gobierno, puesto que su principal tarea se halla en la distribución de los papeles hacia los consejos, juntas especiales u oficiales correspondientes, y en el asesoramiento directo («a boca»), pero no «dictado», de las resoluciones del monarca, como creían algunos contemporáneos.” 53 Citado en Kamen Una sociedad conflictiva op. cit. p 330. 203 Por tanto parece claro que al comienzo del nuevo reinado no existían muchas divergencias sobre la urgencia de tomar caminos diferentes en la política exterior.54 Cabe preguntarnos ¿por qué cambió tanto la situación en sólo quince años? La respuesta no es fácil, en ella se mezclan muchos factores, desde la oposición al valido hasta los cambios en el panorama internacional. Pero en realidad, el factor determinante fue que la Paz no aportó los resultados apetecidos. La nueva política pretendía, al menos teóricamente, la regeneración económica de la monarquía, especialmente de la debilitada Castilla. Además, para Lerma la política pacifista era una garantía del mantenimiento del propio valimiento, ya que cada tratado era un éxito propagandístico y servía para ensalzar la figura del fundador de la Pax Hispanica. Claro que esto podía romperse si, como en la Paz de Astí, un pequeño ducado como Saboya imponía condiciones de igual a igual a la Monarquía Hispánica. Lo cierto es que, a pesar de la paz, el saneamiento económico no se produjo. Ni las juntas de Arbitrios y de Desempeño General, ni la reestructuración de los gastos militares acometida por Lerma, fueron suficientes para conseguir nivelar las cuentas. Además la posición exterior de la monarquía se debilitó en numerosos puntos. La Tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas fue mucho mejor aprovechada por los holandeses que por los españoles. Los comerciantes neerlandeses supieron sacar partido de la ambigüedad del tratado, en el que no se cerraron claramente las puertas al comercio holandés con los territorios extraeuropeos de la monarquía, incluso en las cláusulas secretas se barajaba la posibilidad de introducir a los holandeses en la administración del imperio ultramarino. El tratado con las Provincias Unidas fue deliberadamente ambiguo. Ambas partes pretendían sacar partido a la situación. Era un ínterin para reanudar las hostilidades en una situación ventajosa. La monarquía esperaba, gracias a la recuperación económica, lograr un rearme que le permitiera en 1621 obligar a los holandeses a plegarse a sus condiciones o bien conquistar definitivamente las provincias rebeldes. Pretendía también el ficticio propósito de convertir a la Hansa en la organización comercial dominante en el Báltico, área de especial importancia para España por ser el lugar de suministro de pro54 Es cierto, sin embargo, que existió siempre una facción reputacionista fuerte y contraria a la política de pacificación y que se hizo oír desde las primeras medidas, especialmente desde 1604, tras la firma del tratado que ponía fin a la guerra con Inglaterra, como señala Bernardo García (La Pax Hispanica... op. cit. p. 47): “La Paz de Londres suscitó importantes críticas, porque, según sus detractores, se trataba de un acuerdo firmado con un príncipe hereje en su propio reino, que salía mucho más beneficiado gracias a las amplias concesiones hechas por influencia del archiduque Alberto y el duque de Lerma para conseguir la paz a cualquier precio”. 204 ductos imprescindibles, entre ellos los pertrechos navales sin los cuales la Armada se debilitaría de forma considerable, y con ella se vería comprometido el control del imperio americano. Otro objetivo del acuerdo era conseguir el desbloqueo del Escalda que había estrangulado económicamente a Amberes, y conseguir así la reactivación de una ciudad que, hasta la rebelión de 1566, fue el más importante foco comercial y financiero de Europa, y con ello alcanzar también la recuperación de los deprimidos Países Bajos españoles. Por último se pretendía fomentar, durante el periodo que durase la tregua, las rencillas religiosas entre católicos y protestantes en las Provincias Unidas para provocar una situación de guerra civil. Ninguno de estos objetivos se alcanzó. Los neerlandeses, sin embargo, supieron manejar mucho mejor la imprecisión y ambigüedad del acuerdo. En la práctica lograron mantener el bloqueo del Escalda, con lo que la supremacía económica europea pasó a Ámsterdam. Acabaron con las disensiones internas entre gomaristas y arminianos con el triunfo de los primeros, y, por tanto, de la línea protestante más dura y más agresiva contra España. Y, por último, consiguieron penetrar en el imperio ultramarino hispánico por su flanco más débil: el portugués. Si bien la Tregua fue utilizada por Lerma como una más de sus bazas propagandísticas, lo cierto es que el bando reputacionista dentro del gobierno de la monarquía, protestó enérgicamente por las grandes concesiones otorgadas a los holandeses y aunque el valido aún mantenía un férreo control sobre la disidencia, ya comenzaban a vislumbrase grietas en su propia facción que se hicieron evidentes a partir de 1610.55 La ruptura de la facción lermista y el surgimiento de nuevas facciones cortesanas y políticas fueron imparables desde ese momento, especialmente la encabezada por Uceda, el hijo del valido, y Aliaga, confesor del rey, que decidió enfrentarse abiertamente al favorito en 1612.56 El cénit de la indignación de los enemigos del valido llegó en 1615 con la Paz de Astí. A partir de este momento se alzó públicamente con gran fuerza la corriente belicista, encabezada por los grandes embajadores españoles en Europa que formaban el partido de la guerra.57 Feros, A. El duque de Lerma… p. 398. Feros, A. El duque de Lerma… p. 410. 57 “La paz de Astí fue la primera gran crisis –más importante en efecto que la tregua con Holandade su dominio [el de Lerma], lo que permitió que otros ministros (los duques de Alba, Osuna e Infantado) tuvieran legitimidad suficiente para pedir al rey un cambio radical en la política de la monarquía en Europa, proponiendo a Felipe III seguir las estrategias y objetivos diseñados durante el reinado de su padre” Feros, A. El duque de Lerma… p. 420. 55 56 205 Baltasar de Zúñiga era la cabeza del belicismo, y gozaba de un inmenso prestigio en todos los ámbitos de la monarquía por su posición, su experiencia y sus reputados logros políticos. Fue él el principal responsable de la caída de Lerma, no por su intervención directa en la conspiración que depuso al valido, sino por su labor de desprestigio y crítica a la política de éste y la denuncia de su inusitada corrupción. La caída de Lerma no supuso la toma del poder por el partido belicista. Hasta la muerte de Felipe III en 1621, fue el duque de Uceda, primogénito de Lerma y protagonista de su caída, quien se mantuvo en el poder. Sin embargo, la fuerza de la facción comandada por Zúniga era enorme y resultaba evidente que tras la muerte del rey nada podría frenar su ascenso al primer plano del gobierno. Hasta el propio Felipe III al final de su vida había cambiado completamente de opinión sobre el rumbo que debería tomar la política exterior de la monarquía, “...si me diera vida el cielo, cuan de otra suerte gobernara...”58. Poco antes de morir llamó a su hijo para darle instrucciones sobre el gobierno, aconsejándole que reiniciara la guerra contra las Provincias Unidas y que aprendiera de los errores por él cometidos: “Les encargo y mando que con las veras y fuerzas posibles asistan, de- fiendan y conserven los dichos estados de Flandes ... pues tanto importa para la conservación de los demás reinos y estados de Italia, Indias Occidentales y Orientales y conservación de la casa de Austria...”59. La facción reputacionista había triunfado plenamente. 58 59 Citado en Belenguer, H. El Imperio Hispánico.... Op. Cit. p 370. Citado en Belenguer, H. El Imperio Hispánico.... Op. Cit. p. 373. 206 CAPÍTULO VI. LA ACADEMIA PÍTIMA CONTRA LA OCIOSIDAD Esta academia se reunió en torno al conde de Guimerá, don Gaspar Galcerán de Castro y Pinos en el verano de 1608 en la localidad de Frescano, baronía perteneciente al dicho señor donde, a menudo, pasaba los meses de verano dedicado a algunas de sus actividades favoritas, relacionadas con el estudio y la investigación, al menos eso se deduce del hecho de que muchas de las numerosas obras que realizó las escribiese en ese lugar y siempre en junio, julio o agosto de diferentes años. 60 Los papeles de esta organización se conservan en un volumen manuscrito de la Biblioteca Nacional61 compuesto por 248 folios desordenados en los que podemos distinguir varios bloques: • Preámbulo y estatutos de la organización (fols. 1 r – 5 v). Los estatutos comienzan en el fol. 3 r, y sus 35 primeros artículo fueron escritos por una misma mano, mientras que del 36 al 63 los escribió otra persona. Parece que al comienzo de la academia se establecieron unas normas sin numerar, y que luego, según se iban haciendo visibles nuevas necesidades se fueron añadiendo nuevas reglas y se numeraron para no crear confusión, ya que están anotadas de forma desordenada al margen. • Primer bloque de actas (fols. 5 v-8 v. Corresponde a las actas de la organización levantadas entre los días 9 y 14 de junio de 1608. • Primer bloque de trabajos de la academia (fols. 9 –110 v). Conjunto de papeles entregados por los miembros de la academia, aunque no corresponden exactamente con el orden cronológico de los encargos de las actas. • Segundo bloque de actas (fols. 111 r – 118 v). Abarcan desde el 15 de junio hasta el 18 de julio de 1608. • Segundo bloque de trabajos de la academia (fols. 119 r – 242 v). De nuevo no se corresponde con el orden cronológico de encargo. • Tercer bloque de actas (fols. 243 r – 248 r). Corresponden al período final de la academia, posiblemente desde el 20 de julio, aunque en las actas sólo se indica “Semana sexta, promovedor quinto, y abarcan hasta el 8 de agosto de 1608. To- 60 En la información que aparece en la entrada de Las bibliotecas de Latassa... op. cit. correspondiente a la entrada “Galcerán de Castro de Aragón y Pinos” incluida en los apéndices (apéndice XIII) se enumeran diversas obras que fueron escritas en esa localidad durante el verano. 61 Biblioteca Nacional de Madrid Ms. 9396. Siempre que a lo largo de este epígrafe dedicado a la Academia Pítima Contra la Ociosidad señalemos en las citas foliación, nos estamos refiriendo a este mismo volumen, a no ser que se señale expresamente otra cosa. 207 dos los folios siguen un orden cronológico salvo el último, fol. 248, que son las actas del 30 de julio, que por alguna razón se han descolocado. Sabemos que corresponde a ese día porque comienza de la siguiente manera: “...oy juebes a 30 del dicho se juntaron el promovedor Galcerio, mi señoras las condessas, Marcio, el desseosso continuo, Felino, africano, Sireno, Julio Cesar el portero presento al promovedor una suplica el qual mando botalla y resulto de las abas admitida”.62 Sabemos que este folio es de julio porque las actas del 30 de ese mes faltan de su lugar, también porque el promovedor es “Galcerio”, cargo que le correspondía en ese momento, y además porque el 1 de agosto aparece por primera vez el nombre de “Erilido” (Fol. 245 r) por lo que podemos suponer que la nueva petición aceptada corresponde a esta persona. Por otro lado, resultaría muy extraño un papel del 30 de agosto y ninguno anterior a partir del día 8 de ese mes. De esta academia afortunadamente se conservan los estatutos, casi todas sus actas y un gran número de trabajos, quizás todos los que fueron entregados. En este apartado vamos a analizar cuidadosamente este volumen manuscrito, primero para conocer la composición y organización de esta junta, y más tarde para estudiar detenidamente el contenido de los trabajos presentados y de aquellos otros que se pidieron y o bien no se conservan o quizás no fueron realizados o entregados. 62 BNM, MS. 9396, fol. 248 r. 208 1. Los miembros de la academia Uno de los problemas más importantes que encontramos para analizar los papeles de esta organización es que no conocemos los nombres de la gran mayoría de sus miembros, sólo sabemos su seudónimo, sin noticias de qué personas podían ocultarse detrás. Por fortuna conocemos quien fue su mecenas y protector, el conde Guimerá, don Gaspar Galcerán de Castro y Pinos de quien hemos conseguido mucha información que detallaremos a continuación. Sin embargo, de los otros miembros de la academia apenas sabemos nada y los diferentes estudios que se han ocupado de esta organización se contradicen a menudo o chocan con la información que aparece en otras fuentes. Don Gaspar Galcerán de Castro, Conde de Guimerá, que tenía en la academia el seudónimo de “Galcerio”, fue un hombre con unas notables inquietudes intelectuales y científicas que se dedicó con gran pasión al estudio de numerosas disciplinas, especialmente la historia, la genealogía, la arqueología y la numismática, y fue un reconocido coleccionista. Es el tipo de persona en busca de ese saber universal que perseguía el humanismo renacentista, por lo que consideraba necesario e interesante cualquier campo del conocimiento, y esto se reflejará, como veremos, en los trabajos de una academia que sin lugar a dudas giraba en torno a su persona, a pesar de estar organizada de una forma igualitaria y sin jerarquía internas, más allá de las establecidas por unos cargos administrativos que cambiaban periódicamente de titular. En las Bibliotecas de Latassa hay una larga entrada dedicada a él, en la que se narran sus antecedentes familiares, se explica su biografía y de describen sus numerosas obras, la entrada completas ha sido incluida en los apéndices,63 aunque aquí vamos a extractar algunos párrafos para contrastarlos con las informaciones que nos ofrecen otras fuentes. “Galceran de Castro, de Aragon y Pinós (Don Gaspar).-- Nació casualmente en Barcelona el 15 de Noviembre de 1584. Su casa en Zaragoza estuvo en la calle del Coso, como lo refiere el Cosmógrafo Labaña en su Viaje MS. de Aragon. […] Fué hijo de D. Felipe Galcerán de Castro, Vizconde de Evol, Illa y Canet, Diputado del Reino de Aragon en 1552, de quien trata Estevan en el Nobiliario MS. de este Reino, y de D.ª Ana de Aragon y de Borja, su primera hermana, hija de los Duques de Villahermosa D. Martin y doña Luisa de Borja […]. Poseyó don Gaspar los títulos y Estados de Conde de Guimerá, Vizconde de Evol, de Alquel, Foradat, Illa, Canet y Ausbell, y las Baronías de la Roca, Fréscano, Fraella, Vicien, Albero y otras, y pretendió sucesion en los Ducados de Villahermosa y de Luna, Baronías de Areños, Pedrola, Torrellas y otras, y ser cabeza de la antigua y noble casa de Pinós. Tuvo el Conde una feliz aplicacion á las ciencias, y sus estudios le grangearon mucha alaban63 Apéndice XIII. 209 za. Fué docto historiador y anticuario, y ornamento nobilísimo de Cesaraugusta, como dice el Cronista Andrés en la Defensa de la Pátria de San Lorenzo, página 3. No dió menor al Reino de Aragon cuando fué su Diputado, y ejerció otros cargos municipales para darle á conocer su piedad, discrecion, literatura y amor que profesaba á su Pátria. En estas circunstancias acabó de juntar una numerosa Biblioteca y un Museo muy selecto, que lograron aprecio, no solo por la copia de libros y medallas, sino por lo rico y raro de uno y otro, por lo esquisito de manuscritos, medallas, inscripciones y otras curiosidades; pues solo la gran parte de inscripciones de que trató el Secretario Gerónimo Zurita, y el sabio D. Antonio Agustin, que pararon en el gabinete del Conde, pudo dar fama á su museo, de que tratan D. Gregorio Mayáns en la Vida del citado don Antonio Agustin, página 77, núm. 125; don Vincencio Juan de Lastanosa en sus Medallas; el Arcediano Dormér en los Prog. de la Historia, pág. 238, col. 2, y D. Miguel Eugenio Muñoz en la Grandeza de la casa de Luna, pág. 163, número 21, márg. y pág. 28, fol. 2, en la que advierte que el Conde fué uno de los eruditos varones de la nacion, un caballero de gran literatura, y un literato de sí tan célebre como humano, laborioso y favorecedor de los estudiosos, que conservaba amistad y correspondencia con los hombres sábios y virtuosos, como lo convencen cuatro cartas del docto Martin de Velasco, dirigidas al Conde con fechas de 1628 Y 1629, que publicó en 1775 don Melchor de Azagra en sus Cartas eruditas desde la pág. 126, y otras cartas de que se hará mencion. El referido Dormer dice tambien que fué historiador y anticuario insigne, y diligentísimo observador de las antigüedades romanas. Con estas ocupaciones supo servir bien á Su Rey y á su Pátria, y hacerse grato á todos hasta su muerte, acaecida el 15 de Julio de 1638, en la que pasaron gran parte de sus libros y papeles al Convento Mayor de San Agustin de Zaragoza, y otra á la Casa del Duque de Hiiar que heredó á la de Guimerá, pues aunque el Conde estuvo casado con D.ª Isabel Inés de Eril, hija de D. Felipe, primer Conde de Eril, y de D.ª Cecilia Semanat, no dejó hijos; legando por su testamento cerrado que otorgó ante el Notario Pedro Gerónimo Martinez de Azarve, en 10 de Junio de 1638, sus Estados á doña Francisca de Pinós y Fenollet, viuda de don Juan Francisco Cristóval Fernandez de Hijar, Duque de Hijar y Conde de Belchite; se mandó enterrar en el Real Convento de Predicadores de Zaragoza.”64 La información de Latassa es muy útil y completa para conocer su biografía y, como se puede comprobar en los apéndices, muy detallada sobre su obra, sin embargo, en algunos aspectos se contradice con la que otras fuentes ofrecen de este personaje. Adolphe Coster, que hizo un breve estudio sobre esta academia,65 sugiere que dos de sus miembros, “Julio César” y “Erilido”, eran los hijos del conde, mientras que Latassa afirma que murió sin hijos, quizás éstos muriesen antes que su padre. 64 Gómez Uriel, Miguel, Bibliotecas antigua y nueva de escritores aragoneses de Latassa aumentadas y refundidas en forma de diccionario bibliográfico-biográfico. Edición electrónica a cargo de Manuel José Pedraza Gracia, José Angel Sánchez Ibáñez y Luis Julve Larraz. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, Facultad de Filosofía y Letras, 1999. Reproducción electrónica de la edición de: Zaragoza: Calisto Ariño, 1884-1886, 3 vols. (disponible en CD-ROM en la biblioteca de la facultad de Filología B de la UCM, sig. CD-143, y también a través de Internet: http://fyl.unizar.es/latassa/latassa.html). 65 Coster, A. Una academia aragonesa. La “Pítima contra la Ociosidad” (1608), Huesca, 1912 210 Otra posibilidad nos la ofrece Cristóbal de Castro en un libro en el que se ocupa de diversas mujeres relevantes de la época de los Austrias españoles, entre ellas Inés de Eril, condesa de Guimerá, mujer de Gaspar Calcerán,66 aunque queremos señalar todas nuestras reservas sobre este libro que contiene numerosos errores y confusiones, sin embargo, en el aspecto genealógico parece, y decimos parece, estar bien informado y sus datos coinciden en gran medida con los de Latassa, al menos en lo referente a los ascendientes, aportando información complementaria sobre los padres y familiares del conde. Según este autor el conde tuvo un hijo, Esteban, y, aunque no lo explicita, se deduce que con otra mujer diferente de la condesa, cosa que suponemos porque después de la muerte de don Gaspar sucedió un largo pleito sucesorio en el que Esteban luchó contra la acusación de ilegitimidad, y que acabó por ganar siendo reconocido como don Esteban de Galcerán de Pinos Castro Gurrea y Aragón de Borja y “obtuvo asiento, dentro del brazo de la nobleza, en las Cortes del Reino de Aragón, que se celebraron el año 1646”.67 Resulta extraño, sin embargo que este hijo, probablemente bastardo, participase en una reuniones académicas a las que también asistía la mujer del conde, además, Coster habla de dos hijos. Dejando aparte la cuestión de los posibles vástagos, el artículo de las Bibliotecas de Latassa nos confirma que Gaspar de Galcerán era una persona de una considerable erudición y, sobre todo, de incansable inquietud y curiosidad que le impelían a ejercitar de forma constante el estudio y la investigación. Sabemos que fue un hombre muy trabajador, en el aspecto intelectual al menos, que mostró un gran rechazo por la ociosidad, además de por el preámbulo que escribió para la Pítima por la ingente obra que salió de su mano, aunque es cierto que gran parte de ella, especialmente todo lo relacionado con su genealogía familiar, debió hacerla para sustentar su reclamación sobre el condado de Villahermosa. Años después de las actividades de la academia que estamos estudiando, el conde pasó a formar parte del círculo de eruditos que se formó en torno al mecenas oscense Vicencio Juan de Lastanosa, aunque fuese a distancia, y ambos mantuvieron una abundante correspondencia en la que trataban especialmente de dos de los temas que más les interesaban: la numismática y las antigüedades. Lastanosa, hijo de uno de los miembros de la Academia de Huesca, que estudiaremos en el siguiente capítulo, entró en contacto con Guimerá con tan sólo veinte años, cuando el conde tenía ya más 66 Castro, C. de, Mujeres del imperio (segunda serie), Espasa-Calpe, Madrid 1943, el espacio dedicado a doña Ines de Eril a parca las págs. 163-189. 67 Castro, C. de, Mujeres... op. cit. p. 183. 211 de cuarenta, pero establecieron una estrecha relación por la coincidencia de gustos e intereses que ambos tenían y Lastanosa heredó algunos de sus valiosos manuscritos.68 Como nos indica Latassa, el Conde también mantuvo alguna actividad política, fue diputado del Reino de Aragón y ocupó diversos cargos municipales en Zaragoza. También parece que fue sobrino del virrey de Aragón y arzobispo de Zaragoza don Tomas de Borja y que tomó parte en las campañas organizadas para contener a los franceses de Bearn que realizaban incursiones a este lado de los Pirineos durante el reinado de Enrique IV. Su actividad política podría haber tenido influencia incluso en la corte si, como dice Cristóbal de Castro, fue menino de la Reina Margarita de Austria.69 También pertenecieron a la academia las Condesas de Guimerá y de Eril. Tanto King70 como Sánchez,71 basándose seguramente en la mencionada obra de Coster, señalan que la primera era hija de la segunda, por lo que la de Guimerá era doña Inés Isabel de Eril y la segunda sería Cecilia de Semenat, aunque Cristóbal de Castro afirma que ambas eran hermanas, Inés y Bárbara de Eril y acompaña su aseveración de bastante información sobre sus vidas. Ambas, según este último autor, catalanas e hijas de los condes de Eril, don Felipe de Eril y Aymeric y doña Cecilia de Semenat, de quienes Bárbara heredó el título.72 No podemos asegurar quien está en lo cierto. King73 pone en duda que a pesar de firmar los estatutos y de asistir a las reuniones estas dos señoras participasen en las actividades de la academia, sin embargo, parece que sí lo hicieron si atendemos a diversas anotaciones en las actas, por ejemplo el 30 de julio de indica: “...El promovedor mandó a la condesa de Eril que por la falta que hiço de botar contra ley, como lo es publicamente; le dio por penitencia escribiese una carta a la condesa de Guimerá. Riñendola por el descuydo de que ha tenido en no dar la carta de quatro semanas ha se le pidio”74 68 Así se indica en la información que el Círculo de Estudios Altoaragoneses de la Diputación de Huesca ofrece sobre el círculo lastanosino y que puede ser consultada en Internet en la siguiente dirección: www.iea.es/000_estructura/index.php?id=1685. 69 Castro, C. de Las mujeres del imperio... op. cit. pp. 177-178. Ya hemos indicado que tenemos muchas reservas sobre esta fuente, por tanto hemos puesto en condicional esta información. 70 King, W. F. Prosa novelística… op. cit p. 66. 71 Sanchez, J. Academia literarias... op. cit p. 259. 72 Castro, C. de, Mujeres... op. cit pp. 164, 165, 171 y 172. Como hemos dicho esta obra es de poca fiabilidad, pero como seguramente King y Sánchez se han basado en Coster, y éste último también contiene bastantes inexactitudes en sus datos podemos dar a una fuente tanta, o tan poca, fiabilidad como a la otra. 73 Prosa... op. cit p. 66. 74 BNM, MS. 9396, fol. 248 r. 212 Además existen varias referencias a premios y castigos que se les impusieron. Cristóbal de Castro va más allá y afirma que la Condesa de Eril es autora de unos versos latinos a Santa Inés y algunos comentarios a Virgilio que figuran entre los papeles, porque la letra coincide con la de la firma “Condesa de Eril” que cierra los estatutos, pero nosotros no somos capaces de asegurar tal coincidencia.75 Del resto de los miembros de la organización sabemos muy poca cosa, más allá de meras suposiciones, porque en el volumen manuscrito a la mayoría se les menciona solamente por sus seudónimos: el “Africano”, “Julio César”, “Erilido”, “Sócrates”, “Felino”, “Marcio”, “Silvano Montoso”, el “Deseoso Continuo”, el “Deseoso Caminante”, “Sireno”, “Fileno”, “Fortunato”, “Anfriso”, el “Indeterminado” y “Juanes Riveranus Ripacursus”, de estos dos últimos sólo tenemos su solicitud de ingreso, pero no sabemos si ésta fue aceptada.76 Los miembros fundadores de la junta firmaron con sus respectivos seudónimos al final de los estatutos, fueron: promotor “Galcerio”, “Marcio”, “Felino”, el “Deseoso”, y secretario “Anfriso”.77 Los demás se fueron incorporando en diferentes momentos según se señala en las actas. También hay un tal Licenciado Aragall, nombre que posiblemente correspondía a uno de los apodos mencionados anteriormente, pero no sabemos a cual.78 El “Africano” se llamaba Alejandro Calast, o Alejandro Calaff Soldevilla según una nada clara afirmación de Cristóbal de Castro,79 no hemos encontrado más información sobre esta persona. Coster afirma que Socrates era el monje cisterciense Lucas Freyre, del que tampoco hemos encontrado más información, sin embargo, Cristóbal de Castro afirma que en realidad se llamaba Fray Lucas Laguardia.80 La información sobre los académicos, como se puede comprobar, es escasa y a menudo contradictoria, pero podemos suponer con cierta seguridad que se trataba en su mayoría de familiares, amigos y miembros de la casa del conde de Guimerá, que formaron esta organización para defenderse del aburrimiento las tardes de verano en la hacienda de Frescano. Esta información es importante a la hora de analizar e interpretar los trabajos de la academia. En realidad sus participantes tienen características que les diferencian de los miembros de la Academia de Huesca que estudiaremos 75 Castro, C. de, Mujeres... op. cit. pp.163-164. BNM, MS. 9396, fols. 52 r y 54 r. 77 Ibidem, fol. 5 r. 78 Su nombre aparece al final de los estatutos (Ibidem, fol. 5r) pero no se señala si era miembro de la junta o si fue sólo un testigo ajeno a ella. 79 Mujeres... p. 169. 80 Mujeres... p. 169-170. 76 213 más adelante, y también tienen otros rasgos similares a ellos. Las diferencias consisten esencialmente a la categoría social del conde y sus familiares, un linaje de la alta nobleza aragonesa, mientras que, como veremos, en la oscense todos los miembros pertenecían a una oligarquía urbana generalmente formada por pequeña o media nobleza. Las similitudes estarían en sus funciones, ya que el conde de Guimerá ocupó diversos cargos municipales en Zaragoza, por lo que a pesar de su alta alcurnia su puesto era equivalente al de varios académicos de Huesca, aunque es cierto que Zaragoza era una ciudad mucho más grande e importante en la época. Otro punto en común es que parece que participó (junto a algún miembro de la Academia de Huesca, como veremos más tarde) en la defensa del reino frente a la amenaza de los franceses a comienzos del siglo XVII. Sin embargo debemos recordar que Gaspar Galcerán de Castro fue además diputado del reino de Aragón, y que incluso pudo tener participación en las facciones de la corte, ya que según Cristóbal de Castro fue menino de la Reina Margarita. Del resto de los académicos de la Pítima, aquellos que pertenecían a la casa del conde, seguramente eran profesionales liberales y eclesiásticos contratados por sus oficios y conocimientos,81 por lo que sus funciones debían ser, como veremos, similares a las de algunos académicos de Huesca. Esta comparación tiene importancia a la hora de llegar a conclusiones sobre la similitud o diferencias entre las opiniones y reflexiones vertidas en las dos organizaciones. En todo caso parece que todos los académicos eran expertos en los temas que exponían en la junta según se desprende del preámbulo: “…me pareze a proposito que pues entre los que concurrimos aqui ay variedad de profesiones que para tratar dellas y comunicar (lo que uno sabe) con el otro escogieremos alguna ora del dia en donde por via de repeticion uno de nosotros por su turno dijere algo delo que a estudiado con que seria pasar con mas gusto la sequedad y pesadumbre el Aldea y cada uno se abilitaria en su profesion para otras ocasiones pasando un rato del en tan oneroso exercicio […] este pequeño rato sera de alivio de lo que traera el cansancio y pesadumbre a unos las repeticiones de sus leyes y canones, a otros de su filosophia y teologia y a mi la obligacion de mi casa…”tratar dellas y comunicar (lo que uno sabe) con el otro escogieremos alguna ora del dia en donde por via de repeticion uno de nosotros por su turno dijere algo delo que a estudiado con que seria pasar con mas gusto la sequedad y pesadumbre el Aldea y cada uno se abilitaria en su profesion para otras ocasiones pasando un rato del en tan oneroso exercicio […] este pequeño rato sera de alivio de lo que traera el cansancio y pesadumbre a unos las repeticiones de sus leyes y canones, a otros de su filosophia y teologia y a mi la obligacion de mi casa…”82 81 82 Sánchez Academias... op. cit. pp. 258-259. BNM, MS. 9396, fol. 2 r. 214 2. Características técnicas En el segundo capítulo de este trabajo analizamos pormenorizadamente los estatutos de esta academia por lo que no vamos a repetir aquí lo que ya hemos visto, simplemente haremos un breve resumen de las características estudiadas y añadiremos algunos aspectos nuevos que aparecen en las actas y que nos pueden servir de ayuda a la hora de completar la información sobre el funcionamiento de la institución. Esta junta funcionó durante el verano de 1608 en la localidad de Frescano,83 situada en las proximidades de la frontera entre Zaragoza y Navarra, perteneciente a la baronía del mismo nombre que recaía en la herencia familiar del conde, y dónde, según los indicios señalados al comienzo de este epígrafe, solía pasar los meses cálidos en compañía de su familia y otros allegados. A pesar de ser el mecenas y organizador de la reunión, Gaspar de Galcerán era, según los estatutos, un miembro más con los mismos derechos y obligaciones que los demás y no tenía en teoría ningún trato de preferencia o mayor poder que nadie durante el desarrollo de las sesiones, que se celebraban por las tardes durante los meses de junio, julio y principios de agosto. 2.1 Los cargos y sus funciones Respecto de los cargos, en la Pítima Contra la Ociosidad nos encontramos con los que eran habituales en casi todas las academias periódicas de la época, presidente, fiscal, secretario y portero, aunque existían algunas características frecuentes en las de Aragón que se alejaban de lo habitual en otros territorios, e incluso tenía algunos aspectos únicos. El cargo de presidente, en esta organización recibía el nombre de promovedor porque uno de los objetivos de esta junta era alcanzar la completa igualdad jerárquica de todos los académicos, con independencia de sus cargos en ella o de su posición 83 Así se indica en el preámbulo y en las actas de la academia, la fecha de comienzo y duración es clara, siempre y cuando las actividades de esta junta no se prolongaran después de la fecha en que acaban los papeles, pero esto es poco probable porque en las propias actas se enuncia el fin de la academia (BNM, MS. 9396, fols. 245v y 246 r), o incluso en años sucesivos o anteriores durante los veraneos en Frescano, pero de eso no tenemos ninguna evidencia. Cristóbal de Castro (Mujeres de un Imperio... op. cit. pp. 163-189, confunde esta organización con los Anhelantes de Zaragoza y considera que el nombre de Pítima Contra la Ociosidad es el título de los estatutos de esa junta, y además indica que dichos estatutos fueron publicados en 1606 por las condesas de Eril y Guimerá (pp. 163 y 164), cosa que es evidentemente un error. Cabría la posibilidad, si acaso, de que los Anhelantes existiese por estas fechas, aunque no hay pruebas de ello, y a lo mejor se podría suponer que algunos de sus miembros siguieron sus actividades durante el verano para no perder esa costumbre, pero esto no es más que una conjetura sin ninguna base. También es posible que la Pítima existiese con ese u otro nombre en Zaragoza, porque Latassa indica que ese es el nombre de una academia que ambas condesas fundaron en 1607 en Zaragoza. 215 social en la vida cotidiana, y se consideraba que el nombre de presidente otorgaba una preeminencia no deseada. Para lograr este fin se establecía que el dicho cargo sólo duraba una semana y luego se sorteaba entre los otros miembros. La función del promovedor consistía en elegir los temas a tratar, imponer los castigos a los académicos que se comportasen de manera inadecuada, y en los certámenes tenía que escribir y leer las sentencias (que es como se denominaba a los vejámenes para quitarles el contenido crítico e incluso satírico del que se pretendía huir para evitar disputas), y también establecía los premios para quienes salían ganadores, con la única limitación de que éstos no superasen los cinco escudos. La única prerrogativa que le daba un estatus superior al de los demás académicos era que poseía voto de calidad en caso de empate en las votaciones. Las mencionadas funciones se consideraban obligaciones y no se podía renunciar a ellas durante la semana en que correspondía este puesto. El promovedor también podía ser castigado, pero para ello era necesario que la sanción fuese aprobada por votación unánime de los demás académicos. Otro cargo habitual en las académicas y que también existía en esta era el de secretario, que aquí tenía por misión redactar las actas de las sesiones y anotar qué académicos había entregado sus trabajos y quiénes no para luego reclamárselos o solicitar las pertinentes sanciones. También había un portero, al que todo aquél que quería entrar en la académica debía presentar una solicitud que éste entregaba al promovedor de turno. En esta organización, la persona que ocupaba este cargo estaba decidida desde el momento de su fundación y parece que fue un religioso, ya que así se indica en los estatutos,84 aunque más tarde “Julio César” solicitó que se le concediese a él tal puesto: “Entendido tengo vaca en esta academia el lugar de portero mayor, y teniendo desseo de aprobechar de esa doctissima junta, ya que no aciendo oyendo, pues mi entendimiento no basta para mas y visto esto, suplico a vuestras mercedes me admitan en dicho oficio, que yo hofrezco serbir a vuestras mercedes en lo que mis fuerzas bastaren”85 Y fue admitido porque a partir de ese momento en las actas la función de portero corresponde a este seudónimo. El fiscal recibía el nombre de censor y su cargo se sorteaba al igual que el del promovedor. Su labor consistía en anotar las faltas de los académicos, incluidas las del promovedor. A diferencia de lo que era común en otras academias, en ésta no BNM, MS. 9396, fol. 4 r, artículo 31: “...en ausencia del reverendo in Cristo padre mosén, etc. haya de ser portero el paje que aquel día le tocare hacer guardia...”. 85 Ibidem, fol. 48 r. 84 216 correspondía al fiscal la realización de las sentencias de los certámenes, sino que, como hemos visto era función del promovedor. No existían más oficios. 2.2. Aceptación de académicos y público Para que uno nuevo miembro se incorporase a la organización se precisaba la aprobación unánime de todos los participantes, que se decidía por votación de habas. El pretendiente podía o bien ser recomendado por algún otro académico o bien presentar su propia solicitud de ingreso. En las actas encontramos varias de estas solicitudes, algunas de ellas no sabemos cómo se resolvieron,86 pero otras sí, por ejemplo la siguiente del 1 de julio: “...ese dia se leyo una suplica en versos latinos como se allara en los papeles de dicha semana y por ella fue admitido en la Academia Socrates...”87 También se permitía la asistencia de público, aunque su presencia estaba estrictamente regulada en los estatutos, porque se exigía que toda persona que quisiera asistir a las sesiones fuese noble o una persona de reconocido prestigio: “...que ninguno pueda tener asiento en la academia que no sea de ella, sino que sea el que quisiere entrar título, o caballero muy notable, o de particular respeto y obligación...”.88 Cada asistente como público también estaba sometido a la decisión de la junta por medio de una votación mayoritaria, en este caso no era necesaria la unanimidad. Por último se señalaba que si alguien se saltaba estas condiciones el promovedor debía decretar la suspensión de la academia. 2.3. Derechos y obligaciones de los académicos: premios y castigos Las obligaciones y derechos de los académicos vienen recogidas de forma bastante detallada en los estatutos y a menudo podemos ver en las actas de qué manera se llevaban a la práctica. Respecto de las obligaciones existían una serie de exigencias que se consideraban inexcusables, al menos en los estatutos, y se señalaban castigos en caso de contravención. En teoría no se podía faltar a las sesiones, de hecho había severas puniciones para los absentistas. Estaba regulado que si un académico no asistía a más de tres sesiones sería expulsado, aunque luego en las actas se aprecia que la realidad era 86 Ibidem, fols. 52 r y 54 r. Ibidem, fol. 114 r. 88 Ibidem, fol. 3 v, artículo 10. 87 217 mucho más laxa, de hecho nos encontramos continuamente con académicos que han faltado en más de tres ocasiones y no hay noticias de ninguna expulsión. Incluso el promovedor, cuya asistencia se consideraba de especial importancia se ausentaba en ocasiones, aunque en este caso sí que se tomaban medidas, así ocurrió el 4 de agosto: “...se juntaron Erilido, Galcerio y el Deseoso Continuo, no acudio Marcio y en su lugar se saco según ley otro promobedor el cual fue Felino y por no aver acudido se determino que no se le llamase y se saco otro que fue el Desseosso continuo...”89 También se establecía en las leyes que la entrega de los asuntos era obligatoria y se penaba a todo académicos que eludía sus obligaciones durante dos semanas con la prohibición de asistir a la tercera, sin embargo, de nuevo en esto había una gran diferencia entre la teoría y la práctica real, en las actas encontramos continuamente académicos que no entregan sus sujetos y algunos por periodos mucho más prolongados de los límites señalados, por ejemplo a finales de julio se señala que “Felino” lleva seis semanas sin entregar la glosa de un soneto que se le pidió.90 Una de los aspectos en los que insistían las leyes era evitar las disputas, para ello se prohibía expresamente a todos los participantes hablar mal de la academia o utilizar la sátira, y ambas faltas estaban sancionadas con la expulsión. No hemos encontrado ningún caso en el que se impusiese un castigo tan severo, aunque sí hay una sanción por utilizar la sátira: “...El mismo día se presentó un papel en verso el qual leydo y visto que contrabenia las leyes dela academia por tener algo de satira de comun parecer se delibero se quemase y asi se hizo porque no quedase memoria del y se le mando dar eso por respuesta.”91 También se consideraba motivo de penalización todo comportamiento indecente, o haber recomendado el ingreso en la academia de una persona inadecuada, en estos casos el promovedor se encargaba de establecer las sanciones según su gravedad, sobre esto hay alguna anotación en las actas, por ejemplo el 10 de junio se consigna lo siguiente: “...se dio a Felino por penitencia por haber inducido a un mal sujeto entrase en la academia que quente el caso y pida perdon en verso el que mejor y mas a proposito le biniere. Por el propio delito se mando a Anfrisio secretario escriviere las impertinencias que dijere e hiziere el deseoso.”92 89 Ibidem, fols. 245 r/v. Ibidem, fol. 244 v. 91 Ibidem, fol. 116 v. 92 Ibidem, fol. 5 v. 90 218 Respecto de los derechos de los académicos también están ampliamente regulados y encontramos numerosos ejemplos en las actas. Los académicos tenían la prerrogativa de participar en casi todas las decisiones que se adoptaban en la institución por medio de votaciones: la elección o sustitución del promovedor, cualquier nueva ley, la admisión de miembros y público, la expulsión de cualquier persona, los castigos al promovedor, etc. Es muy curioso que también el público tuviera derecho a participar en las votaciones, es así como se comprenden las estrictas normas que hemos ya señalado para la aceptación de oyentes. También era muy habitual la entrega de premios a los ganadores de los certámenes periódicos que organizaba la academia. Los premios tenían una cuantía máxima de cinco escudos, y ésta se establecía según el mérito de la obra, los estatutos disponían que en cada certamen se premiaran las tres mejores, con categorías de primera, que se decidían por votación del pleno de la junta. Sin embargo, en las actas hay varias anotaciones sobre premios y éstos por lo general no consistían en dinero sino en diferentes objetos y no siempre existían las tres categorías mencionadas, por ejemplo el miércoles 11 de junio se convoca un certamen y se ofrece un único premio para el ganador: “...y para animar y levantar el gusto a esto ofrece dar e señal de premio al que mejor lo hiziere un estuche con caja y yerrros dorados...”93 Se conservan entre los papeles de la academia dos carteles del mismo certamen, más concretamente parecen convocatorias enviadas a dos de los miembros de la junta para participar en el mismo concurso, quizás se convocaba de manera individual a cada académico, en dichos papeles el promovedor proponía el tema, los premios y el plazo de entrega de los trabajos: “No sera justo dexar perder lo bueno, digo bueno pues que por los sertamenes tenemos papeles tan buenos como los que hasta ahora an llegado y confio que para onrrarme llegaran aunque el sujeto no sea tan abundante como los passados por lo menos no sera tan trabajoso y ansi se pide en prosa o verso castellano algo en alabanza de la gloriosa virgen (i martir)94 santa Cecilia disiendo y alabando su vida y martirio dando al que mejor talle y lanza truxiere una dosena de agujetas de seda de Napoles y al que tras el viniere una figura de nuestra señora y al que ocupare el tersero lugar un brinco de bidrio abiendose de dar los papeles sabado por todo el dia. En nuestra academia a 10 de las calendas de agosto de 1608. Marcio Promovedor.”95 93 Ibidem, fol. 6 r. El texto entre paréntesis sólo aparece en el escrito del folio 190. 95 Ibidem, fols. 21 r y 190 r. 94 219 2.4. Otras características Ya hemos señalado que el lugar de celebración de las sesiones era la hacienda del conde de Guimerá en Frescano, que sepamos nunca se reunió la junta en ningún otro sitio. En el aspecto de la periodicidad vemos que de nuevo hay diferencias entre lo establecido en los estatutos y la práctica real anotada en las actas de las sesiones. Las leyes establecían que la academia se reuniese todos los días a las dos de la tarde por espacio de una hora, sin embargo, en las actas se puede comprobar que hubo días en los que no se reunió. Ya hemos visto que esta junta celebraba certámenes, aunque con la intención de evitar las disputas y rencores se sustituyó el habitual vejamen por una sentencia en la que, de forma razonada, se analizan los méritos y deméritos de cada uno de los trabajos, teniendo especial cuidado de no resultar ofensivo y evitando la sátira. Otro aspecto interesante era la posibilidad de presentar trabajos de forma voluntaria aparte de los sujetos pedidos por el promovedor, esta facultad estaba regulada y permitida por los estatutos, aunque debían presentarse al promovedor para que los leyese y considerase si eran dignos de la academia. Entre los papeles hay un extenso discurso de este tipo que comienza de la siguiente manera:96 “...como deseo no perder ocasión de esta pudiere aprovecharme en los exercicios de la Academia y como uno de los que las leyes es permitido, sea el de azer papeles voluntarios, me a parezido azer este para dar motivo a que otros en emulacion mia se dispongan a azerlo y aventajandome se consiga el fruto que desta junta se espera, pero no quiero negarme la gloria que puedo pretender de aver sido el primero que a rompido el y el ielo y a abierto el camino...”97 Sin embargo, no encontramos sujetos de repente, seguramente porque chocaban con la intención de seriedad y profundidad en los temas que, como veremos, era una de las características esenciales de esta academia. Las composiciones de repente tenían generalmente una finalidad lúdica, dar rienda al ingenio o a la habilidad poética de los académicos, y en la Pítima se presta muy poca atención a la poesía y mucho menos aún a los asuntos superficiales y divertidos. También hay que destacar que aunque los trabajos conservados están escritos en castellano o latín y los estatutos establecían que las sesiones debían desarrollarse en esos dos idiomas, también se permitía la entrega de sujetos en catalán porque algu- 96 97 Ibidem, fols. 204 r –206 v. Ibidem, fol. 204 r. 220 nos miembros eran catalanes, cosa que se aprecia en las evidentes dificultades con el castellano que delatan muchos de los papeles del volumen que estamos estudiando. Insistimos en uno de los rasgos más reseñables de esta organización, su intención de mantener la total igualdad entre todos los miembros, incluido el propio mecenas que había fundado y ofrecía la infraestructura necesaria para su celebración, y que se reflejaba también en la limitación de poderes otorgados al promovedor. Por último, es destacable otra característica que no parece habitual, se trata de la preparación de la junta para el final de sus sesiones. El cinco de agosto hay una curiosa anotación en las actas en la que se señala que la academia estaba a punto de clausurarse y se establece una etapa final en la que no se elegirían nuevos cargos ni se encargarían nuevos sujetos, simplemente se recopilarían los asuntos pendientes para cerrar el libro de sesiones: “...Propuso el dicho que pues todas las cosas an de tener fin y esta en particular por ocupaciones que se an de ofrezer a los Academicos, y que todo lo mas que esto puede durar es una o dos semanas que para que no quede esto imperfecto que de aquí en adelante no se den sujetos de nuevo, sino que los dados se recojan y aviendolos recevido se cierre el libro _____ y ______ [ilegible] De los actos de la Academia, y que en este interin sea promovedor perpetuo Erilido quedando con livertad de azer observar las leyes como quisiere, que no de desazellas ni azer otras de nuevo, ni aya lugar de admitir suplicacion de ninguno que quisiere entrar en la academia, lo qual fue aprovado y alavado por todos.”98 Dos días después, hay una rectificación de esta decisión, al menos en el aspecto formal, ya que se considera que la elección de promovedor atentaba contra los estatutos y se viene a corregir ese fallo: “...Por quanto la election hecha en persona de Erilido promovedor se dudava si estava canonicamente hecha por aber electo contra una ley que disponia havia de ser a jueves, por tanto y por hazer las cosas legitimamente se han deliberado unanimes y conformes que se elija [ilegible] _________ se haga promovedor de la persona de dicho Erilido como despues se haze dicha election nombrando dicho Erilido el qual tenga el officio con los pactos y condiciones susodichos... [aparte con otra letra] mas se hordena que el promovedor que agora es no pueda hablar palabra en cosa ni tenga voto sobre si a los papeles.”99 Resulta sorprendente esta preocupación por respetar meticulosamente las normas en una organización agonizante que mantuvo su última sesión al día siguiente y que luego se disolvió, esto nos da una idea de la importancia que se concedía al aspecto formal en este tipo de asociaciones, incluso en las que, como es el caso, estaban compuestas por un reducido grupo de allegados, aunque, como hemos visto, esto se 98 99 Ibidem, fols. 245 v y 246 r. Ibidem, fols. 246 r/v. 221 contradice con la laxitud con que se trataron las faltas de asistencia y la no entrega de los encargos pedidos, cosas ambas que estaban duramente sancionadas por los estatutos y que, sin embargo, en la práctica no fueron motivo de la aplicación de penas tan duras como las estipuladas. 222 3. Los trabajos de la Academia Pítima Contra la Ociosidad Podemos incluir esta junta, sin ningún género de dudas, en el grupo de las academias humanísticas de tipo italiano cuyo objetivo era alcanzar las más altas cotas de conocimiento y erudición, un fin didáctico con muy pocas concesiones de carácter lúdico. Esta organización es una prueba evidente de que las academias literarias y las academias humanísticas eran sustancialmente diferentes, a pesar de que hubiese muchas reuniones eclécticas en las que la pedagogía se confundía con el mero entretenimiento, como será el caso de la Academia de Huesca que estudiaremos más adelante. En la Pítima encontramos una amplia variedad de temáticas en los trabajos conservados y en los encargos consignados en las actas, pero casi siempre destacan la profundidad de contenidos, la formación del autor en la materia tratada o, al menos, una considerable erudición en cada uno de los trabajos. Entre los papeles encontramos asuntos religiosos, históricos, científicos, sociales, políticos, jurídicos, morales, etc., casi siempre tratados en forma de discursos en prosa, porque la academia prestó poca atención a la poesía y menos aún a temas de carácter ligero. Aunque el resultado final de los trabajos no fuese de gran brillantez, no se puede negar que los encargos eran ambiciosos y que los académicos aspiraban a alcanzar un saber humanístico, esa forma de saber basada en la idea de explorar todas las caras posibles del conocimiento para descubrir la verdad. Si bien acabamos de señalar que los trabajos no alcanzaron una gran brillantez, esto no significa que sus contenidos fuesen banales o que sus autores no tuviesen los suficientes conocimientos sobre los temas tratados. Sin duda, que la mayoría de los académicos eran especialistas o al menos iniciados en muchas de las materias que trataban y podemos afirmar que el nivel de casi todos los trabajos es aceptable y en algunos casos notable. Una de las características más sorprendentes de esta reunión es que no se aprecian especiales precauciones a la hora de tratar asuntos de carácter político, algunos, como veremos, bastante comprometidos, esto es algo poco común en este tipo de organizaciones, en las que son muy habituales las recomendaciones de mesura a la hora de tratar sobre política o incluso los avisos de evitar completamente este tipo de cuestiones para no despertar suspicacias entre las autoridades, baste para corroborar esto acudir de nuevo a los discursos de Argensola que hemos estudiado de forma recurrente.100 Sin embargo, en esta junta no encontramos estas prevenciones, y cree100 Ver apéndice V. 223 mos que puede deberse al carácter privado de este cónclave, formado seguramente por familiares, criados y allegados del conde de Guimerá, un círculo estrecho en el que posiblemente existía una cierta afinidad en las opiniones políticas o, al menos, había la suficiente confianza para suponer que las ideas allí expresadas no trascenderían fuera de ese contexto y, por supuesto, no serían motivo de maliciosas denuncias o delaciones. En ocasiones, todos o varios de los miembros realizaron trabajos sobre un mismo asunto, esto ocurría cuando se organizaban los ya mencionados certámenes, que en esta junta vienen a sustituir lo que en otras academias, por ejemplo en la de Huesca, serían las sesiones monográficas. Por supuesto en estos casos los académicos no se centraban en la disciplina o disciplinas en las que eran expertos, sino que tenían que ceñirse al encargo realizado por el promovedor de turno. En todo caso, estos concursos no tenían nunca como tema un asunto especializado, sino que versaban sobre asuntos religiosos o de otro tipo de los que, en mayor o menor grado, todos los académicos tenían conocimientos suficientes para realizar sus escritos.101 Como vemos la amplitud y profundidad de los temas tratados encajan bien con la finalidad que se perseguía al fundar la academia expresada en el preámbulo que abre el volumen, es decir, pasar el tiempo evitando la ociosidad y trasmitiendo cada uno sus saberes a los demás para aprovecharse mutuamente. 3.1. Principales temáticas En el presente apartado realizaremos un estudio de los trabajos que se realizaron para esta academia, tanto aquellos que conocemos porque se han conservado entre los papeles contenidos en el volumen que estamos estudiando, como aquellos otros que aparecen anotados en las actas de las sesiones pero no han llegado hasta nosotros. Las materias tratadas fueron muchas, aunque nosotros las englobaremos en una serie de categorías que nos permitirán realizar un estudio lo más sistemático posible, siempre atendiendo al objetivo final de nuestro trabajo, analizar las formas de reflexión social y políticas en estas organizaciones. Por lo que nos centraremos fundamentalmente en estos papales y el resto los mencionaremos sin profundizar en sus contenidos. 101 Los temas de los certámenes que se conservan fueron los siguientes: la beatificación de fray Luis Beltrán (Ibidem, fol. 6 r), alabanza a santa Cecilia (Ibidem, fols. 21 r y 190 r), a la devoción de la virgen y mártir santa Inés (Ibidem, fol. 111 v), comentarios de unos versos de Virgilio (Ibidem, fols. 62 r- 79 r). 224 Hemos establecido cinco grandes categorías en las que se pueden incluir casi todos los papeles de la academia y que nos facilitaran su estudio. Algunos trabajos de las actas no se adaptan a esta clasificación, pero son una pequeña minoría y además tratan asuntos que no tienen interés para nosotros. De los cinco apartados en que hemos dividido esta sección del capítulo los tres primeros abarcan la inmensa mayoría de los papeles, pero no les dedicaremos una atención especial, simplemente los describiremos de forma general, señalando aquellos aspectos que consideremos interesantes, pero sin analizarlos pormenorizadamente. En primer lugar nos referiremos a los asuntos religiosos que incluyen también la mayoría de los certámenes, por lo que casi todos los miembros de la organización escribieron algún papel de este tipo. Después analizaremos los dedicados a diferentes disciplinas científicas, historia, literatura y otras materias de erudición, también muy abundantes. En tercer lugar, estudiaremos los que tratan sobre el funcionamiento de la propia academia, que son frecuentes en este tipo de reuniones. Por último, nos centraremos con mucha mayor atención en las dos categorías que más importancia tienen para nuestro trabajo, la reflexión política y la reflexión social. En estos dos apartados, en los que se incluye un número mucho menor de papeles que en las anteriores, sí analizaremos pormenorizadamente cada uno de ellos y trascribiremos en los apéndices los que consideremos de especial relevancia. 3.1.1. Asuntos religiosos Una gran parte de los trabajos entregados por los académicos tratan sobre asuntos religiosos, aunque en su mayoría corresponden a los certámenes (uno a la beatificación de fray Luis Beltrán, otro en alabanza a santa Cecilia y otro a la devoción de santa Inés) de los que se conservan numerosos folios y las sentencias que escribieron los promovedores de turno.102 Los trabajos que entregaron los académicos consistieron en su mayoría en discursos en prosa castellana o latina alabando las virtudes y los hechos de estos personajes, aunque también existen composiciones poéticas. Se conservan en el volumen otros encargos centrados en asuntos religiosos de diversa índole,103 aunque nos son tan numerosos en términos relativos como lo serán en la Academia de Huesca que estudiaremos a continuación, posiblemente porque en esta última varios de los miembros eran religiosos. Sabemos con seguridad que en la 102 Las sentencias están en los Ibidem, fols. 177 r-180 v, 187 r-188 v y 233 r-234 v. Ibidem, fols. 130-132 Discurso sobre los clavos de Cristo. Ibidem, fols. 237-242 discurso sobre cuál es la más antigua de las religiones. 103 225 Pítima también había algún clérigo, por ejemplo el primer portero,104 y posiblemente alguno más, como hemos visto en el apartado dedicado a estudiar las personas que componían la junta. Otros trabajos de este tipo no fueron incluidos en el libro de la academia y no los conocemos, aunque aparecen anotados en las actas.105 3.1.2. Asuntos científicos, históricos, literarios y otras disciplinas Muchos de los papeles de esta academia se centran en desarrollar diferentes campos del conocimiento que abarcan desde el estudio de la historia hasta la anatomía o la física, pasando por el estudio de los clásicos o la genealogía. Suponemos que estos trabajos corresponden a aquellas materias en las que los diferentes académicos eran aficionados o incluso expertos. Hay que insertar estos discursos en esa concepción de conocimiento universal típica del humanismo italiano, que se desarrolló en las academias de ese país durante el Renacimiento y que fue copiado en España durante la segunda mitad del siglo XVI y buena parte del XVII, y de las que la Pítima es un ejemplo evidente. Estos papeles siguen la formulación típica de las academias humanistas con continuo recurso a las autoridades, divagaciones y una falta evidente de método científico, y en ellos se aprecia claramente que primaba el aspecto oral de los discursos, por lo que los autores estaban en ocasiones más atentos a la elocuencia y la retórica que al rigor del contenido, aunque no por ello debemos despreciarlos, ya que como algunos especialistas han señalado, estas organizaciones fueron un interesante paso en la formulación y recopilación del saber de su tiempo, previo a la sistematización que comenzó en el siglo XVIII, y un antecedente, algo caótico sin duda, de la enciclopedia.106 En el aspecto estrictamente científico la academia alcanzó un nivel difícil de encontrar en otras organizaciones de este tipo de comienzos de siglo, algunos de sus trabajos encajarían en las academias científicas que se desarrollaron en la segunda mitad del XVII, es el caso de un curioso discurso en latín del “Deseoso Continuo” 104 Así se señala en los estatutos: artículo 31, Ibidem, fol. 4 r. En Ibidem, fol. 113 v se mencionan varios asuntos de materia religiosa en latín que no se conservan entre los papeles. 106 Rodríguez, E. “Del saber cenacular a la Ilustración” en De las academias a la Enciclopedia op. cit. pp.45-46: “...queremos defender éstas [las academias] como centros significativos de una actitud vocacionalmente enciclopédica, como un espacio donde se sientan las bases de una cierta formalización del pensamiento y del saber, si bien dentro de un marcado manierismo y repetición de las fórmulas y del recurso a las autoridades y dentro también de un humanismo sometido a un ejercicio retórico en donde, al final, es intercambiable la habilidad para demostrar un principio filosófico o poder discutir un hecho histórico o argumentar una trivialidad sonrojante con la de lograr hacer rimar lo menos burdamente posible algunos endecasílabos.” 105 226 explicando la razón por la que el aceite flota sobre el agua y otros líquidos, 107 o de una lección de anatomía encargada el 13 de junio a “Felino” en la que debía explicar las diferentes partes del cuerpo humano y sus características.108 El nivel de erudición y conocimiento de los miembros de esta organización queda patente en muchos otros papeles, por ejemplo hay un extenso trabajo en el que se hace una traducción literal del prefacio de la Historia Natural de Plinio, 109 varios explicando una égloga y otros versos de Virgilio,110 la traducción de los Diálogos morales de Plutarco.111 También hay algunos discursos interesantes sobre historia, además del ya mencionado sobre cuál es la más antigua de las religiones, hay otro extensísimo que desarrolla el nacimiento de las diferentes formas de gobierno y la evolución de los títulos y dignidades nobiliarias.112 Partiendo de la antigüedad explica como surgió el título de rey: “...Plutarco en los libro de su República donde dize que al principio del mundo a todos los que gobernaban llamaban tiranos y biendo la diferencia que habia de los que lo hazian bien o mal quedaronse los tales con este nombre y a los buenos les pusieron en de Rey...”113 Y continúa con la evolución de la monarquía hasta llegar a los tiempos de la antigua Roma y da una curiosa explicación sobre la diferencia entre rey y emperador: “...que en quanto antigüedad de nombre la tiene mayor el rey que no el emperador y aun en jurisdicion pero no en grado mayor de dignidad, porque aunque mas moderna la del emperador por el gran poder que los tales en tiempo antiguo tuvieron binieron a ser ensalzados mas, pero la jurisdicion del rey es mas absoluta porque este tiene los vasallos sujetos a el y el emperador es señor de vasallos libres...”114 Explica cómo durante la república el emperador era sólo el jefe del ejército, elegido anualmente y cómo “Julio César” fue el primero en darle a ese título nuevos poderes y un significado diferente, también analiza las diferentes magistraturas romanas y luego da un salto en el tiempo para situarse en el nacimiento de la Casa de BNM, MS. 9396, fols. 36 r/v “...explicare et redere causam cui oleum supernatet acuam et amnis alias sustantias liquidas...”. 108 Ibidem, fol. 8 r. 109 Ibidem, fols. 139 r-144 r:“Versión y traduccion literal del prefacio que aze Caio Plinio Sigundo en el principio del primer libro intitulado De natural historia a su emperador y señor Vespasiano”. 110 Pertenecientes a un certamen cuyos trabajos abarcan: Ibidem, fols. 62 r- 77 v, y cuya sentencia está en los fols 78 r y 79 r. 111 Ibidem, fol. 115 r. 112 Ibidem, fols. 215 r-220 v. 113 Ibidem, fol. 215 r. 114 Ibidem, fol. 215 v. 107 227 Austria. A partir de entonces el discurso se centra en explicar el grado de importancia de las diferentes dignidades nobiliarias así como su evolución en el tiempo, comenzando por la más alta, la de archiduque, y descendiendo en la escala por los títulos, hasta la simple hidalguía. Posteriormente describe los cargos de designación, civiles y militares, y, por último, engloba todos los títulos y dignidades que ha tratado en tres grupos: los que son para el gobierno y administración de la República, en su opinión los más importantes, que comienzan por el emperador y el rey; los que tienen como misión el gobierno de la milicia, y un último conjunto en el que incluye aquellos que han mantenido el cargo o la dignidad, pero no se emplean en ellos. Vista la conclusión del discurso podríamos pensar que el autor está reclamando la obligación de la nobleza de ejercer aquellas funciones sociales que fueron la razón de su encumbramiento social, y que en este momento había pasado en gran medida a ser simplemente honoríficas, pero no podemos asegurar que tuviese esta intención porque no se aprecia un carácter reivindicativo, más bien un mero análisis histórico de la evolución del estamento nobiliario. Como vemos la junta no puede ser acusada precisamente de frivolidad, es uno de los mejores ejemplos de académica típicamente humanística del tipo italiano de las que hubo en la España del siglo XVII. Todos estos trabajos merecerían una mayor atención y un estudio más profundo para conocer los niveles de conocimiento de sus autores y el dominio de las diferentes disciplinas que desarrollaron comparándolos con los que se impartían en las universidades y escuelas de la época, pero esto no corresponde al objetivo de nuestro trabajo y no podemos, por falta de tiempo y espacio, dedicarles más atención, aunque es una línea de investigación que podría deparar conclusiones interesantes. 3.1.3. Sujetos sobre el funcionamiento de la propia academia Como era habitual en este tipo de organizaciones, muchos de los papeles se dedicaban a diferentes asuntos relacionados con la propia junta, tanto de cuestiones de funcionamiento y disciplinarias como discursos alabando sus trabajos o explicando a alguien cómo funcionaba y cuáles eran sus objetivos. Se conservan algunos de estos trabajos mientras que otros los conocemos por las anotaciones de las actas, muchos de ellos ya los hemos visto al estudiar sus características técnicas para completar la información que nos daban los estatutos sobre su funcionamiento, por tanto aquí solamente los mencionaremos. Como es lógico, en su inmensa mayoría estos asuntos se trataban en forma de discurso o de carta, pero tam- 228 bién encontramos algunos más originales como el siguiente encargado a “Silvano Montoso”: “...se le dio por sujeto que hiziese un Hieroglífico o emblema en alabanza y significación de lo que en la Academia se professa y cumplira con el sin dallo pintado con toda perfecion por la semana que biene.”115 Varios de estos papeles corresponden a solicitudes de ingreso, en concreto hay dos firmadas por el “Indeterminado” y por “Julio César Español”,116 y en las anotaciones de las actas también se señalan algunas peticiones de ingreso, por ejemplo la que realizó “Sócrates” el 1 de julio: “...ese dia se leyo una suplica en versos latinos como se allara en los papeles de dicha semana y por ella fue admitido en la Academia Socrates...”117 En otras ocasiones, este tipo de trabajos versaban sobre las labores de la junta, pero adoptaban formas realmente complejas: “A socrates se le dio por sujeto que hizziesse un discurso latino en alabanza de las letras y trate de la variedad de ciencias y lenguas y sujetos que concurren en la Academia y esto sea en verso exametro latino.”118 Y es que este “Sócrates”, que como hemos visto unos identifican con fray Lucas Freyre y otros con Fray Lucas Laguardia, era una persona de notable erudición, según King debía ser el más culto y capacitado del grupo, 119 aunque tras analizar el expediente del Conde de Guimerá no nos atrevemos a hacer una afirmación tan rotunda. Diferentes a los que acabamos de mencionar, pero pertenecientes también a este grupo hay otros papeles que hemos analizado anteriormente, como la penitencia pedida a “Felino” por haber inducido a una persona inadecuada a que ingresase en la academia,120 o el discurso voluntario que entre otras cosas habla precisamente de la posibilidad que había de presentar trabajos voluntarios.121 115 Ibidem, fol. 115 r. Ibidem, fols 52 r y 54 r El papel del “Indeterminado” está firmado también por “Erilido” y no sabemos si la misma persona utilizó los dos apodos o si “Erilido” pudo firmar por ser quien recomendaba al nuevo académico. 117 Ibidem, fol. 114 r. 118 Ibidem, fol. 114 v. 119 Prosa novelística... op. cit. p 66. 120 BNM, MS. 9396, fol. 5v. 121 Ibidem, fols. 204 r-206 r. 116 229 3.1.4. Sujetos con reflexión política Este tipo de papeles, que son a los que en buena medida va orientado nuestro estudio, no son tan frecuentes como los que hemos analizado en los apartados anteriores y, sin embargo, son extrañamente comprometidos para lo que era habitual en las academias de esta época, especialmente en las de Aragón, dónde ya hemos estudiado que existía una idea generalizada sobre la conveniencia de evitar este tipo de materias para no provocar malentendidos o denuncias ni levantar suspicacias entre las autoridades, cosa que, como explicaba Argensola en sus discursos, podía comprometer seriamente el futuro de cualquier junta. De hecho, como veremos cuando analicemos el volumen de la Academia de Huesca, lo normal era que hubiese un especial cuidado a la hora de desarrollar cualquier asunto relacionado con la política, sobre todo si de él se desprendía cualquier atisbo de crítica, pudiendo llegar a la autocensura con la eliminación de alguno de los sujetos pedidos por el presidente de turno y su sustitución por otro diferente. Por estas razones resulta sorprendente y muy singular el contenido de alguno de los trabajos de esta academia, en donde se analizan aspectos de política contemporánea de manera muy crítica y con escasas precauciones. Hemos llegado a la conclusión de que esta forma de obrar, tan infrecuente en otras organizaciones análogas, puede deberse a que esta junta estaba circunscrita a un grupo muy limitado de personas, casi todas ellas posiblemente con fuertes nexos de unión y de afinidad, lo que reducía considerablemente los peligros de dar lugar a disputas y denuncias. Además de ser una academia con muy pocos miembros, la Pítima tenía la característica de celebrarse en una localidad pequeña, Frescano, en la residencia veraniega del señor de la baronía a la que pertenecía, el Conde de Guimerá, y podemos considerar que entre sus miembros había familiares, criados y allegados del conde, por lo que había una complicidad y una confianza mutua, además de una también probable afinidad ideológica, que ofrecían cierta seguridad para poder expresar libremente opiniones políticas. Esto no sucedía en la Academia de Huesca, como veremos más adelante, más abierta, extensa y permeable que ésta, y en la que se instituyeron mecanismos de control mucho más fuertes que aquí. Para entrar directamente en materia comenzaremos con el más sorprendente de los trabajos que se ocupan de política, está además repetido en dos versiones diferentes, una en castellano, probablemente la original, y la otra en latín,122 hemos incluido 122 La versión castellana corresponde a: Ibidem, fols. 43 r-45 r y latina a los 46 r-47r. 230 la primera íntegramente en los apéndices.123 Se trata de una carta que “Silvano Montoso” debe traducir en la que se analiza: “...de donde a mi pequeño discurso, proceda la poca seguridad de Privados le diga tambien de donde venga que los mas de los Príncipes soberanos se entreguen tanto a algun hombre particular, como se ve cada dia...”124 No sabemos exactamente quien fue el verdadero autor de esta carta, porque no fue el propio Silvano, ya que éste escribió la versión latina, que es una traducción, y hay algunos términos que no descifra del original en castellano.125 La carta en castellano es casi con total seguridad, obra de “Galcerio”, es decir, del conde de Guimerá, con lo que se puede deducir que las ideas contenidas son suyas.126 Sólo el encabezamiento que acabamos de transcribir nos da idea de lo comprometido del contenido del discurso, sobre todo teniendo en cuenta que estamos en 1608, en el eje del valimiento del duque de Lerma, cuando el privado aún ejercía plenamente su control sobre todos los mecanismos del poder y mantenía la máxima influencia sobre el rey. Un momento además muy comprometido, porque el año anterior se habían producido dos acontecimientos especialmente graves para la posición de Lerma: el escándalo de la Junta de Desempeño, que supuso la caída de Pedro Franqueza y de Ramírez de Prado, las dos principales hechuras de Lerma, y la bancarrota que evidenció la desastrosa situación de la hacienda. Por ello, el valido estaba particularmente atento a cualquier atisbo de crítica para frenar en seco la organización de todo movimiento de oposición, algo que aún tardaría varios años en lograr organizarse de una forma realmente efectiva. Es cierto que las voces críticas con Lerma eran cada vez más frecuentes, y también lo es que la institución del valimiento había desatado desde el primer momento un intenso debate entre los tratadistas que la consideraban un ataque a la soberanía del rey y los que consideraban que era un apoyo necesario para éste, pero hasta entonces el duque había sabido amortiguar la voz de aquellos que se le oponían y amplificar sobremanera la de quienes le apoyaban. La virulencia con la que actuaba Lerma contra quienes osaban poner en duda su función en el entramado del gobierno de la monarquía quedaría clara en 1609 con su reacción ante la publicación por parte del padre Juan de Mariana en Colonia de la versión latina de su Tratado y discurso sobre la moneda de vellón y de algunos desordenes y abusos y su co123 Apéndice XIV. BNM, MS. 9396, fol. 43 r. 125 Ver apéndice XIV. 126 En el BNM, MS. 9396, fol. 32 r hay una anotación firmada por “Galcerio” con una letra casi idéntica a la de esta carta en castellano. 124 231 rrespondiente traducción al castellano, libro en el que lanzaba un demoledor ataque contra las políticas del valido e incluso contra su propia existencia. El duque encargó a Pedro Mansó, presidente del Consejo de Castilla, una censura del libro quien propuso que fuese retirado por difamar al monarca y a sus próximos, y el resultado de su informe supuso la prohibición de publicar la versión castellana y la apertura de un proceso judicial contra Mariana que fue condenado a arresto domiciliario.127 Por supuesto que una carta como la que se incluye entre los papeles de esta academia no era ni de lejos una amenaza como la impresión y distribución de un tratado semejante. Además, la Pítima no se celebraba en Castilla, sino en un reino con instituciones propias que escapaba en buena medida al control directo de la corte y, sobre todo, insistimos en el carácter privado de esta reunión, que hacía bastante difícil que las opiniones allí expuestas trascendieran a ningún otro sitio. Sin embargo, resulta llamativo y debemos destacarlo que algunas de las ideas que el padre Mariana incluiría más tarde en su tratado las encontramos en esta carta. En primer lugar aparecen críticas que recuerdan a las que sobre el despotismo el jesuita ya había escrito en su célebre De rege et de regis institutione de 1599 y que repetiría en el mencionado tratado, señalando la obligación del príncipe de someterse a las leyes morales y justificando el tiranicidio. En el discurso que estamos analizando no se llega tan lejos, pero se recuerda a los reyes que no son dioses: “...ussa digo, de aquellos nombres que son recuerdo a los que mayores peligros corren de ser tocados de la ultima landre humana la idolatria, el querer ser idolatrados, es mayor que el idolatrar. a los reyes que dioses de la tierra quisso Dios dar este advertimiento como de quien cuyda mas. no solo por ellos sino tambien por la conservacion de todos, que depende dellos, para que entiendan que aunque sean Reyes y señores tienen sobre si Rey y Señor y que respecto de aquel no son nada que esto dize el atributo qui est. que todo es nada y menos que no es, solo el es qui est. que aunque sean dioses de la tierra y adorados como tales tienen sobre si Dios tan Dios dellos como del pastor, plugiere a el que no los adorassemos mas que a Dios....”128 Y por tanto deben recordar que el poder absoluto corresponde solamente a Dios y que los reyes no deben en ningún caso convertirse en señores absolutos de sus súbditos: “...de suerte que todo lo criado vestidura es de Dios, y el que se figura señor absoluto de cosa alguna ussurpa a Dios la vestidura, la capa le quita de los hombros, porque señor, para mostrar Dios quien es y que es sobre todo y todos, si esse fuese su intento, en la creacion de todo lo mostro...”129 127 Feros, A. El duque de Lerma... op. cit. pp. 399-403. BNM, MS. 9396, fols. 43 v-44 r. 129 Ibidem, fol. 44 v. 128 232 Y entrando después de lleno en la cuestión del valimiento sugiere que los reyes que se comportan como señores absolutos, abrumados por la carga que esto supone necesitan apoyar sus responsabilidades en otros a los que sitúan a su misma altura para liberarse de unos deberes que no se ven capacitados para ejercer: “...Agora pues sobre todo lo otro vengo a mi respuesta a la pregunta de v.m. De donde venga el entregarse a algun Privado hela va de golpe Dios sea con ella, es por mission divina que los que no se reconozen y se olvidan que tienen sobre si otro Dios, otro Rey, otro Señor, que necesitan a los suyos, que la adoracion que a ellos solos se les debe la den a una estatua de metal comun, a exemplo de Nabucodonosor, que quien tal aze que tal pague, que los tales en pena de tal, reverencien ellos mismos a mesma estatua...”130 Y avisa que las consecuencias derivadas de tal dejación de las obligaciones propias son responsabilidad de quien no ha sabido hacer el correcto uso de los deberes de su cargo, es decir del rey, por que si éste actuase de forma adecuada y asumiese sus funciones actuaría según la ley natural y todos se beneficiarían de ello, mientras que dejando el gobierno y la soberanía en manos de otro al que no le corresponden corre el riesgo incluso de perder su propio reino: “...Dije pena, Dije mal, no viniendo pena de mano de Dios en esta vida, aun las que por nuestros desvarios nos suceden, que no sea advertimiento y medicina, pero esto sera como cada uno ussare y se aprovechare dello. Porque si se reconoziere y rescatare del cautiverio a si y a los suyos (suyos solo, y no de otro, que aquí esta el toque, el cargo y el peligro) abra sido medio del desengaño como lo que a Nabucodonosor la prueba de su estatua, y preservacion de mil enfermedades, que le pueden sobrevenir de tal entrego a un hombre particular. Y si duerme en la porfia caera en ella en castigo suyo, y en escarmiento de otros, para que prueben ellos quienes no son en dejando de ser suyos y los suyos quien son en siendo de otro señor.”131 Como vemos los mensajes contenidos en el mencionado discurso no son precisamente inocuos y suponemos que de haber llegado a manos de personas afines al valido podrían haberse derivado serias consecuencias para su autor. Éste es sin duda el trabajo más sustancioso en materia política que hemos encontrado en esta academia, aunque no el único. Del resto destaca otro cuyo objetivo es analizar la conveniencia de trazar un mapa del reino de Aragón, que comienza exponiendo motivos prácticos y deriva en una curiosa disertación protonacionalista sobre los agravios sufridos por este reino de parte de Cataluña.132 El autor de este discurso lo inicia señalando que la existencia de un mapa siempre supone ciertos peligros para 130 Ibidem, fol. 44 v. Ibidem, fol. 45 r. 132 Ibidem, fols 38 r-39 v. Puede consultarse el discurso entero en los apéndices (apéndice XV). 131 233 la región cartografiada, porque facilita la labor de cualquier potencial enemigo que pretenda invadirla: “No es pequeña consideración lo que se abentura en hacer un mapa particular de una provincia porque no ai ninguna por remota o apartada que sea de fronteras de enemigos asi por mar como por tierra que deje de abenturar mucho el príncipe o señor o republica della en tener echo mapa pues con el se muestran las entradas, fuerças, disposiciones y sitios por donde pueden ser entrados de los enemigos [...] y no es pequeña ventaja según esto el estar sin mapa pues en la era de ahora ai tantas de las otras probincias con los cuales se puede saber los secretos dellas y no abiendole de la que se abita los otros comunmente ignoraran lo que ai en ella.”133 A continuación resume en una las ventajas que un mapa supone para cualquier región o reino: “...abiendole se pueden apurar muchos puntos de istoria volver una provincia por su reputacion si acaso la a tenido perdida y cobrar nuevo nombre y fama...”134 A partir de ese momento, excusando dar su opinión sobre la conveniencia o no de la realización del mapa, continua su discurso explicando cuáles deberían ser la pautas a seguir en caso de que se decidiese que sí se debía cartografiar el reino de Aragón. Por tanto abandona ya el carácter genérico de su disertación y se centra directamente en su tierra, insistiendo en la necesidad, antes de nada, de fijar de forma muy clara y correcta las fronteras del reino y después resaltar si importancia histórica en el proceso de la reconquista: “...conbiene que lo primero se ponga en la declaracion de los lados los reinos y titulos y preminencias que los reies de españa nuestros señores gozan y an gozado a costa de la sangre [y] braços de los naturales deste pequeño reino abiendo tenido principio en la restauracion e inbasion contra los moros...”135 Es en este momento en el que empieza la discusión de tipo territorial con Cataluña, ya que considera que el mapa de Aragón debería contener una serie de puntualizaciones y matizaciones para frenar las pretensiones catalanas sobre el condado de Ribagorza: “Llegando más a lo particular y tomando exemplar de lo que cataluña a echo me pareçe que seria bien dirigir sus pisadas en contraposicion que an echo de poner todo lo que pretenden que antiguamente fue de su condado como es contando lo que es de Aragón el condado de Ribagorça...”136 133 Ibidem, fol. 38 r. Ibidem, fol. 38 r. 135 Ibidem, fol. 38 v. 136 Ibidem, fols. 38v-39r. 134 234 Y va más allá porque comienza a exponer argumentos históricos para reclamar que de hecho debería ser Aragón quien reclamase parte de los territorios catalanes como propios, concretamente la franja de terreno que se extiende hasta Noguera Pallarresa: “...para defender el daño que en cortes generales podrian hacer en la pretension que monçon es cataluña sera bien que se desinie con distintion lo que antiguamente poseyo aragon de cataluña que aunque muchas de las antiguas limitaciones solo se estiendan asta nogera ribagorçana se puede tener por cierto como despues probare que llegaba asta la pallaresa...”137 Se puede comprobar por lo que dice en esta parte del discurso que la disputa fronteriza entre ambos territorios debía haber alcanzado en esos momentos una intensidad considerable y que existía la posibilidad de que Cataluña reclamase en Cortes la anexión de todo el territorio que se extendía hasta Monzón. Por ello el autor se esfuerza en demostrar acudiendo a la historia, al derecho consuetudinario y a ciertas peculiaridades culturales y sociales de la Ribagorza leridana que todos esos territorios tienen mucha mayor afinidad con Aragón que con Cataluña, también acude a las cuencas hidrográficas para defender su teoría. Por último, acaba el discurso señalando la imperiosa necesidad de que en el mapa se incluyan una serie de informaciones sobre los derechos de propiedad (señoríos, bienes comunales) así como las características físicas de la zona (tipos de agua, sustrato mineral, riqueza natural, etc.). En el margen del último folio del discurso hay una curiosa glosa de la misma mano que dice lo siguiente: “Aunque botero diga que es tierra seca la maior parte della no por eso deja de ser muy fertil pues lo que se pasa desde la tierra pedregosa asta osera aunque no es regadio los pastos son de grandisima sustancia para el ganado y se azen grandes cojidas de trigo.”138 No podemos asegurar hasta qué punto este discurso tiene relación con el mapa de Aragón que tan sólo dos años después comenzó a trazar el cartógrafo portugués Juan Bautista Labaña,139 pero podemos suponer que la disputa territorial con Cataluña había estimulado un debate sobre la conveniencia de cartografiar el reino de Aragón y dotarse así de una defensa histórico geográfica ante las pretensiones catalanas. El hecho de que un discurso en principio tan inocuo como la conveniencia de cartografiar una región, derivase en una diatriba tan combativa y centrada en un conflicto 137 Ibidem, 39 r. Ibidem, fol. 39 v. 139 Este mapa ha sido estudiado por Agustín Hernando, La imagen de un país: Juan Bautista Labaña y su mapa de Aragón (1610-1620), Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 1996. 138 235 fronterizo tan concreto como el límite geográfico entre Lérida y Huesca, es un indicio de que la cuestión tenía gran actualidad en el momento y que debía ocupar a gran parte de la oligarquía aragonesa, recordemos que la residencia habitual de buena parte de los asistentes a esta academia era Zaragoza y que allí el conde de Guimerá ocupaba puestos de bastante responsabilidad en el municipio y en las Cortes de Aragón, de las que fue diputado. Por ello creemos que posiblemente de este debate abierto en la sociedad aragonesa provino el encargo a Labaña para que realizase el mapa del reino, labor que le ocupó durante diez años. Hasta aquí hemos expuesto lo más relevante de la reflexión política que se realizó en la Pítima contra la Ociosidad, no es, en términos de volumen de papel, muy amplia, pero tiene la suficiente profundidad y contenido para considerarla un caso extraño entre las academias aragonesas de su tiempo, en las que como hemos visto y veremos en la de Huesca, existían grandes prevenciones para desarrollar este tipo de materias. 3.1.5. Sujetos con reflexión social Al igual que sucedía con los del punto anterior, los papeles con reflexión social son escasos en comparación con otros que ya hemos analizado. Sin embargo, hay un asunto de este tipo que puede ser considerado el principal objetivo de la organización si atendemos a su nombre y a las ideas contenidas en el preámbulo que abre sus estatutos, una preocupación, por otro lado, habitual en las academias aragonesas: la ociosidad y los males que de ella se derivan. El volumen manuscrito que estamos estudiando comienza con una extensa disertación del conde de Guimerá en la que expone los motivos por los que él y los otros miembros fundadores decidieron crear la junta, su primer párrafo dice lo siguiente: “La ociosidad madre de los vicios, enemiga de la virtud, madrastra de los buenos, encuentro y hazar de los honestos, padrastro de los recogidos, es la que roe, consume y devoralos entendimientos aplicados a lo bueno, y los tuerze y encamina a la anchura de los males, transformandolos de Angeles de gracia y luz, en demonios tiznados trayendolos a la perdicion y condenacion, y de la mejor joya y de mas valor quel hombre tiene que es el alma la vuelve de barro bil y vajo sin valor ni ser...”140 Algunos de los papeles conservados y de los encargos consignados en las actas se ocupan de este mismo asunto, especialmente de uno de los más perjudiciales males que se derivaban de la ociosidad, el juego.141 140 141 BNM, MS. 9396, fol. 1 r. Se encargan discursos contra el juego en: Ibidem, fols. 117 v y 244 r. 236 Cabría preguntarnos por qué entre las organizaciones del reino de Aragón existía una preocupación tan intensa sobre este aspecto que no hemos podido apreciar en las academias de otros lugares de España. Hay una serie de razones que podrían, —cada una por separado o la combinación todas ellas—, ofrecernos una respuesta. En primer lugar debemos recordar que las academias aragonesas tenían una especial predilección por ocuparse de temas serios, entre ellos los problemas sociales, y el asunto de la vida improductiva lo era. En el conjunto el país existía una gran preocupación por un creciente parasitismo que afectaba a todos los grupos que integraban la sociedad del momento, desde los más altos, entre los que destaca una nobleza que muchos contemporáneos consideraban en gran medida absentista y rentista dada a los excesos y el lujo, y que además era vista como punto referencia y admiración por el resto del cuerpo social; hasta los más bajos, entre los que había cundido la idea de que era más práctico y menos fatigoso malvivir en busca de cualquier oportunidad o dedicarse a la mendicidad que trabajar unas tierras que eran de otros y en donde la presión fiscal ahogaba cualquier posibilidad de mejora.142 Es cierto que era un problema especialmente intenso en Castilla y debería haber sido en sus academias dónde más perceptible fuese esta preocupación, sin embargo, ya hemos comprobado que de las juntas castellanas de las que tenemos noticias o sobre las que se conservan documentos, la gran mayoría eran de carácter literario, con muy poco debate serio y, por tanto, la reflexión sobre estos asuntos sólo aparece en forma de poesías satíricas o jocosas dedicadas a pícaros o personajes marginales (no así a grandes nobles absentistas y despilfarradores, suponemos que porque precisamente ellos eran quienes patrocinaban las reuniones), y no abundaban los discursos serios analizando la problemática social, fuera de sitio en unos cenáculos dedicados principalmente a actividades lúdicas o, como mucho, al estudio de la literatura. Por ello resulta comprensible que en el reino de Aragón, lugar en el que estas reuniones eran serias y se ocupaban de asuntos Eliott, J. “La península Ibérica…” op. cit. p. 316: “Si el trabajo manual y la dedicación a empresas lucrativas eran menospreciadas por una sociedad que glorificaba los ideales de la aristocracia y de la Iglesia, la cruda realidad de la vida castellana no favorecía precisamente un cambio de actitud. La proporción de hidalgos respecto del resto de la población era muy alta y especialmente en el norte de Castilla; las leyes sobre la herencia y la propiedad del suelo contribuyeron a mantener un mercado estático y dejaron el control del suelo en una clase de poderosos terratenientes poco interesados en la mejoras agrarias; el desempleo crónico de una economía agraria mal organizaba fomentaba la negligencia y la apatía; los bruscos cambios monetarios, un sistema fiscal arbitrario y el beneficio fácil que ofrecían la compra de censos y juros bloqueaban toda iniciativa financiera; Y, si la Iglesia, el ejército y una burocracia parásita, absorbían una gran proporción de la población que se dedicaba a ocupaciones económica mente improductivas, la economía se veía, por otra parte, incapaz de proveer otras salidas”. 142 237 sociales en mayor medida que en ningún otro territorio,143 se hayan conservados más documentos de este tipo. Una segunda razón para explicar la preocupación por la ociosidad y la enorme valoración del trabajo productivo entre la nobleza aragonesa (baja, media y alta) puede residir en su alejamiento de las tareas de gobierno, ya que los castellanos copaban los cargos de la administración central, los puestos políticos y el entorno del monarca. Quizás con esta valoración del esfuerzo y la exaltación del trabajo estaban reclamando una mejor posición en el entramado de la monarquía, prometiendo mejores resultados de su gestión de los que en ese momento estaba ofreciendo un gobierno de castellanos. Una nobleza aragonesa que además podía tener especiales motivos de queja contra un gobierno como el de Lerma que se había preocupado bastante poco por contentarla, cosa que sí había hecho en otros territorios españoles. Recordemos que Lerma favoreció a la alta nobleza castellana, pero además también se preocupó de procurarse el apoyo de la nobleza valenciana y catalana, como quedó patente en las visitas de rey y valido para las Cortes que se celebraron en ambos territorios a principios de reinado. Allí el duque de Lerma hizo grandes concesiones de mercedes y favores, y el agrado de los grupos que dominaban estas asambleas se reflejó en las inéditas partidas monetarias que concedieron al rey. Algo que no sucedió en el reino de Aragón, a cuyas Cortes el valido prestó bastante poca atención y de las que no sacó prácticamente ninguna concesión. Lo mismo ocurrió también con el tema de la expulsión de los moriscos, que benefició a Cataluña en términos relativos ya que al no haber un número significativo de exiliados entre sus población, su posición económica y demográfica salió reforzada respecto a la de los otros dos reinos de la Corona de Aragón, y ya hemos comentado cómo se esforzó Lerma en compensar a la nobleza valenciana por las grandes pérdidas que para ellos supuso esta medida. Cabe la posibilidad de que los grupos dominantes del reino de Aragón se sintiesen agraviados con el valido y su gobierno por menospreciarles en comparación con el trato dispensado a sus vecinos y que esto fuese también una fuente de resentimiento que, además de reflejarse en la crítica política contra la propia institución del valimiento que hemos visto en el punto anterior, también favoreciese una crítica más general contra un sistema al que consideraban injusto porque despreciaba los méritos y el 143 Ya hemos visto que en el reino de Valencia hubo academias de las que hemos dado en llamar humanísticas, pro que en realidad eran en su mayoría una combinación entre las literarias y las académicas, y tenían una tendencia menor que las academias aragonesas al debate social. 238 esfuerzo y favorecía a una nobleza teóricamente derrochadora y holgazana como la castellana. Otra razón que podría ayudarnos a comprender el interés en este asunto es que entre el grupo dominante de la política aragonesa, al que pertenecía el conde de Guimerá, y que también integraban como veremos después los miembros de la Academia de Huesca si bien en un plano más local, quizás existía una especial preocupación por el posible contagio que se estaba produciendo o que se podía producir en Aragón de la tendencia rentista de Castilla, una tendencia que había acabado con la industria de esa corona y frenaba cualquier mejora en el sector agrícola, y que inducía a todo aquel con capacidad de ahorro a invertir en censos y juros que ofrecían una seguridad y una rentabilidad difíciles de alcanzar en cualquier otra actividad económica en una coyuntura tan inestable como la que atravesaba España. Una preocupación que alcanzaba al propio Consejo de Finanzas que consideraba que mientras la situación no cambiase era prácticamente imposible conseguir la reactivación económica,144 y que provocó gran alarma entre un amplio sector de la intelectualidad española, reflejada en la oleada de arbitrios que inundó el reinado de Felipe III. No es de extrañar que la extensión de la actitud rentista y la inactividad preocupase a una clase dirigente como la aragonesa que además no estaba respaldada como la castellana por las remesas de metales que venían de América y que vivía principalmente de lo que su propio territorio era capaz de producir. Sobre asuntos sociales hay algunos papeles más, aunque su contenido tiene poco interés para nosotros porque se centran en asuntos muy específicos de legislación como por ejemplo, un discurso sobre si el papa podía dispensar la ruptura matrimonial en caso de consumación145 o un análisis sobre las diferencias entre la carta de tercios y la encomienda,146 u otros tan llamativos como cuál es la mejor arma para un desafío.147 Eliott, J. “La península Ibérica...” op. cit. p. 315: “Estos juros, junto a los censos eran comprados por todos aquellos que tenían dinero para ahorrar, es decir, los cargos oficiales, miembros de las poderosas oligarquías municipales, intermediarios de las zonas rurales y los conventos y fundaciones religiosas deseoso de invertir sus ingresos. El resultado fue la creación en Castilla de una clase de rentistas que vivía confortablemente esperando sus rentas anuales.- Los hábitos de los inversionistas de estas clases sustraían grandes sumas de dinero a los canales que habitualmente habrían enriquecido la vida económica de la nación. Según el Consejo de Finanzas, los censos y los juros ofrecían mejores réditos que el capital invertido en el comercio, la agricultura o la industria, y hasta tanto se siguiese fomentando estas inversiones no había esperanzas fundadas de que la economía castellana resurgiera”. 145 BNM, MS. 9396, fols. 198 r-201 v. 146 Ibidem, fol. 112 v. 147 Ibidem, fol. 244 v. 144 239 240 241 CAPÍTULO VII. LA ACADEMIA DE HUESCA El Volumen de la Academia de Huesca, perteneciente a los fondos de la Biblioteca Nacional,148 consta de 444 Folios, la mayoría de ellos manuscritos, y no todos corresponden a documentos de esta organización. Se trata de un conjunto de hojas desordenadas, aunque podemos distinguir varios bloques que nos ayudarán en nuestro análisis. • Hasta el folio 330 v, son papeles que recogen sujetos encargados a los académicos, posiblemente aquellos que fueron premiados y se consideraron dignos de entrar a formar parte del libro de oro de la junta. • Entre los folios 331 r y 340 v encontramos una comedia titulada Peligrar en los remedios, una larga composición poética firmada por el “Retraído”, y, por último, un informe tachado con el siguiente encabezamiento: “Don Enrique de Castilla, en que da cuenta del verdadero Estado, que tienen las cosas del señor Don Juan de Austria; y las razones y motivos solo reservados al padre Everardo Ynquisidor General, quantos en esta materia se han discurrido por su Exª // A 17 de Noviembre de 1668.”149 Podemos asegurar por la letra que estos tres documentos fueron escritos por la misma persona, por lo que descartamos cualquier conexión con la Academia de Huesca, a no ser que esta organización se prolongase sesenta años, cosa de la que no tenemos ningún indicio, más allá del insuficiente hecho de que la composición poética esté firmada con seudónimo. • Entre los folios 341 r y 360 v encontramos un primer paquete con las actas de la academia. Desde el folio 341 al 359 están ordenados y se incluyen todas las actas levantadas por los sucesivos secretarios desde el 14 de agosto de 1610, día en el que se reunió por primera vez,150 hasta el viernes 3 de junio de 1611. El folio 360 es diferente. En el recto encontramos un acta del día 23 de Junio en la que se señala el nombramiento del “Desfavorecido” como presidente y la convocatoria de una sesión ordinaria para el día 26 de ese mismo mes, para la que se encargan sujetos a los académicos. En el vuelto sólo hay tres anotaciones del secretario, son actas reducidas a la mínima expresión, la primera posiblemente corresponde la referida sesión del día 26 y dice: 148 Ms. 3672. En las siguientes citas de este apartado, cuando se cite foliación corresponderá a este volumen, a no ser que se indique expresamente otra cosa. 149 Ibidem, fol. 340 r. 150 Ibidem, fol. 341 r: “...se ajunto la academia de la ciudad de Huesca y se hallaron en el primer ajuntamiento los señores...”. 242 “Señalose academia para el martes que sera 1 de julio diose por sujeto general a san Esteban Protomartir y también a nuestra señora del Carmen a ambos”. Abajo, con la misma letra, pero con seguridad con diferente tinta, lo que parece indicarnos que se escribió otro día, dice: “Señalo el señor presidente academia para el martes que contamos a 22 de Julio 1611”. Aparte con otra letra aparece la tercera y última anotación: “Señalose academia para el 8 de mayo de 1612 y en ella se nombró por señor presidente al Solitario y su Merced nombró por fiscal al melancolico y secretario al Modesto señalando academia para el miércoles 16 de mayo y dio por sujeto” Acaba así, bruscamente, sin especificar el referido sujeto, la que es el acta conservada de esta academia de fecha más tardía. Es realmente sorprendente el enorme salto de tiempo que se produce entre las anotaciones segunda (anterior al 22 de julio de 1611) y la tercera (del 8 de mayo de 1612 o posterior). • Los folios 361-365 corresponden a más trabajos de los académicos con diferentes temas. • El folio 366 retoma las actas continuando tal y como se dejaron en el folio 359, es decir desde el 3 de junio de 1611, y se suceden hasta la convocatoria del 13 de junio. En el folio 368 acaban las actas. • Desde el folio 369 hay un conjunto de papeles desordenados que contienen discursos, un auto de fe, diversas composiciones, etc. Algunos de estos papeles también pertenecen a la producción de la academia, por ejemplo hay un discurso del “Solitario”, pero con seguridad otros son posteriores, a no ser que la academia perdurase mucho más tiempo del que hasta ahora se ha pensado, porque, por ejemplo, entre las composiciones hay un soneto que se titula: “Al tumulo que la ciudad de Çaragoça hizo para celebrar las exequias funerales del principe Baltasar Carlos”.151 • A partir del folio 395 hay un conjunto de papeles impresos ya del reinado de Carlos II. Desgraciadamente el volumen no incluye los estatutos de la Academia, aunque es seguro que esta organización los tuvo, porque en las actas se encarga el siguiente sujeto: “El modesto en un discurso anime a la guarda de las leyes de la academia”.152 151 Ibidem, fol. 383 r. 243 Además, en una anotación de las actas de una sesión ordinaria, tras enumerar los premios, se comenta lo siguiente: “…luego se leyeron las constituciones como de costumbre…”. 153 Podemos afirmar, por tanto, que estas leyes tomaron la forma de un reglamento escrito, aunque el documento no se conoce. Como veremos algo más adelante, aspectos como la elección de cargos, los lugares de reunión, la periodicidad de las sesiones, etc., pueden deducirse de muchas de las anotaciones de las actas, e incluso es posible conocer qué actitudes estaban prohibidas gracias a la existencia de recomendaciones y sanciones por haber incumplido algunos de los preceptos de obligado acatamiento. 152 153 Ibidem, fol. 358 v. Ibidem, fol. 352 v. 244 1. Los miembros de la Academia de Huesca No está muy claro cuanto tiempo se reunió esta organización, sabemos que su primera sesión la mantuvo el 14 de agosto de 1610 y el último papel que podemos fechar con certeza es del 8 de mayo de 1612, aunque entre medias tenemos un vació de documentos de casi un año. Antes de entrar en ningún otro tipo de aspectos consideramos necesario exponer la información que hemos conseguido reunir sobre las personas que participaron en esta academia, porque puede ser importante a la hora de sacar conclusiones y aventurar hipótesis sobre el contenido de los documentos. La primera fuente de información ha sido, como es lógico, las actas, en las que se anotan los miembros que se van incorporando a la organización. Sin embargo, las actas sólo nos permiten conocer el nombre, el apodo y los asuntos que les fueron encargados, sin ninguna ampliación biográfica, salvo en ocasiones los títulos o el oficio de las personas citadas, por lo que hemos tenido que acudir a otras fuentes para saber algo más de ellos. Dado que ninguno de los miembros de esta junta han permanecido en la memoria histórica como personajes relevantes, la información sobre ellos es muy limitada, y en muchos casos no hemos sido capaces de encontrar ninguna otra nota sobre su trayectoria. De nuevo aquí, nos ha sido de gran utilidad diccionario biográfico que Miguel Gómez Uriel confeccionó a partir de la Biblioteca de Latassa, y que el departamento de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza ha editado en formato electrónico,154 trabajo de inestimable ayuda a la investigación que debería ser imitado por otras instituciones universitarias y archivísticas de nuestro país. Comenzaremos por identificar a cada uno de los miembros, señalando el lugar en el que aparecen en las actas y la fecha de incorporación a la organización, y, posteriormente, expondremos la información que hemos conseguido de ellos por otras fuentes. En el primer papel de las actas, correspondiente al 14 de agosto de 1610, se presenta a los miembros fundadores de la Academia (así como la primera elección de cargos y la primera asignación de sujetos, aunque de estos aspectos nos ocuparemos 154 Gómez Uriel, Miguel, Bibliotecas antigua y nueva de escritores aragoneses de Latassa aumentadas y refundidas en forma de diccionario bibliográfico-biográfico. Edición electrónica a cargo de Manuel José Pedraza Gracia, José Angel Sánchez Ibáñez y Luis Julve Larraz. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, Facultad de Filosofía y Letras, 1999. Reproducción electrónica de la edición de: Zaragoza: Calisto Ariño, 1884-1886, 3 vols. (disponible en CD-ROM en la biblioteca de la facultad de Filología B de la UCM, sig. CD-143, y también a través de Internet: http://fyl.unizar.es/latassa/latassa.html). 245 más adelante). La organización comenzó con once participantes, pero uno de ellos solamente debió asistir a esta reunión: “A 14 de agosto de 1610 se ajunto la academia de la ciudad de Huesca y se hallaron en el primer ajuntamiento los señores: Don justo de Torres --------- el Ausente. El doctor Monpahon -------- el Callado ¿Martin del Molino? -------- el Agenado [aparece tachado] Vicencio Climente ----------- el Olvidado El doctor [Jayme] Ram ------ el Solitario Martin de Luna --------------- el Humilde Juan Miguel de Luna -------- el Melancolico George Salinas menor ------- el Tardo155 Martin de Burgueda menor -- el Desdichado Diego Antonio Femat -------- el Casto Sebastian de Canales --------- el Presto” 156 El “Agenado”, como se señala, aparece tachado y no vuelve a ser mencionado en sesiones posteriores, por lo que damos por sentado que si bien participó en la apertura de la Academia, por las razones que fuese, dejó la organización. El doctor Ram tiene de nombre Jayme, según aparece en el folio 366. En las actas de las siguientes sesiones se van anotando las sucesivas incorporaciones. El 22 de agosto de 1611 se admitió a tres nuevos miembros:157 • “Fray Luis Coscon ... el Alegre” • “Juan [Jerónimo] de Heredia... [el Dissuadido]” • “Vicencio Castilla ... el U[niversal]” La inclusión entre corchetes de Jerónimo en lugar de Juan de Heredia, obedece a que, según lo que aparece en otros papeles de las actas y en diferentes fuentes, se deduce que ambos fueron hermanos y que el “Disuadido” era Jerónimo, aunque el secretario debió de equivocarse al incluir el nombre en las actas, sin embargo esto tampoco está claro, porque otras fuentes se refieren a Jerónimo de Heredia como gobernador de Aragón.158 En BNM, Ms. 3672, fols. 357 r 359 r y 366 v se le denomina el “Tardío”. Ibidem, fol. 341 r. 157 Ibidem, fol. 341 v. 158 Realmente la confusión sobre el nombre de estos dos hermanos es grande. En: Ibidem fol. 39 un soneto del “Disuadido” aparece marcado con el nombre de Jerónimo de Heredia, y en el fol. 359 r. se vuelve a insistir en que el “Disuadido” es Jerónimo de Heredia. Además en un texto citado por Sánchez (Academias... op. cit. pp.261-262) del geógrafo portugués Juan Bautista Labaña asistente a una de las sesiones se explica que ambos eran hermanos y que el académico era un estudiante de nombre Jerónimo y no Juan, que era el gobernador. También, tanto Sanchez (p. 262) como King (Prosa... op. cit. p. 68) señalan que el “Disuadido” era Jerónimo de Heredia, por lo que el gobernador debía ser Juan. Sin embargo, en las Bibliotecas de Latassa... (Op. cit. Buscar por la H) aparece la siguiente entrada sobre Jerónimo de Heredia: “Caballero aragonés de la casa de los Señores de Cetina, primer Justicia de las Montañas en 1585, cuyo oficio se instituyó en las Cortes de Monzón de este año contra los bandoleros y ladrones. Se distinguió por su valor y otras prendas personales, y por estos méritos le dio S. M. el oficio principal de Gobernador de 155 156 246 En este primer folio falta un trozo de papel, con lo que alguna información se ha perdido. El seudónimo de Jerónimo de Heredia (el “Disuadido”) no aparece, lo conocemos por su inclusión en otros papeles de la academia,159 lo mismo sucede con el de Vicencio Castilla.160 Enumeramos a continuación por orden cronológico las incorporaciones de los restantes académicos: • “A 4 de septiembre fue admitido Esteban López de Silves. Con nombre del Desfavorecido.”161 • “Pidio ser admitido Vicencio Ram en 23 de septiembre y se admitio y tomo por atributo el Aldeano.”162 • El 14 de noviembre de 1610 : “Se fabeo a Juan Agustin de Lastanosa y quedo admitido y llama el Modesto.”163 • Ese mismo día o al día siguiente: “Se propuso a mizer Juan Luis de Armilla y fue admitido. Tomo por nombre el Afligido.”164 • “Ajuntose la Academia a sabado 4 de diziembre, propusose a Bartolome Santolarria fabeose y admitiose. Tomo por nombre el Encoxido.”165 • “En 18 de diziembre 1610 [subrayado en el original]166 se junto la Academia y se propuso en ella la persona de Lorenzo Ximenez, tomo por nombre el Rustico.”167 • El domingo 26 de diciembre de 1610: “presentose en la Academia la persona de Jusepe Velazquez quedo admitido y tomo por nombre el Sincero.”168 Aragón”, así que si este es el mismo, se deduce que el gobernador era Jerónimo, mientras que el académico debió ser Juan. 159 Ver la nota anterior. 160 En este folio sólo se conserva del seudónimo la primera letra: “U”, el resto se ha perdido. Sabemos que es el universal porque no hay ningún otro seudónimo en las actas que comience por esa letra y además este apodo es motivo de encargos desde este primer folio de las actas. 161 BNM, Ms. 3672, fol. 343 v. 162 Ibidem, fol. 344 v. 163 Ibidem, fol. 346 v. 164 Ibidem, fol. 346 v. La duda sobre el día concreto proviene del factor de que en la admisión de Lastanosa se señala que era sábado, mientras que en la de Armilla se dice que era domingo. 165 Ibidem, fol. 248 r. 166 Siempre que en el futuro subrayemos algunas palabras de una cita se dará por sentado que aparecen así en el original. 167 Ibidem, fol. 350 r. 168 Ibidem, fol. 351 r. 247 • “Juntose la Academia en 3 de Henero 1611 presentose en ella la persona del doctor Marco Antonio Esporrin tomo por nombre el Riterado.”169 • El 24 de enero: “...se propuso a don Vicencio Sillan quedo admitido y tomo por nombre, o, apellido el Temeroso.”170 • “Juntose la academia 21 de febrero 1611 dia lunes, votose la admision de Lupercio Torralba y fue admitido y tomo por nombre el Aconsolado.”171 • El 13 de marzo: “Domingo Lumbierre fue admitido y tomo por apellido el Imaginativo.”172 • El mismo día: “...el canónigo Gómez pidió ser admitido y lo fue y se llama el Sufrido.”173 Sabemos que se llamaba Francisco Gómez por una referencia posterior.174 • “Pidió ser admitido Tomas Doria175 en 28 de marco y tomo por atributo el Agradecido.”176 • “Juntase la Academia a 2 de mayo Propuso el señor presidente a Diego Jerónimo Campa para entrar en la Academia quedo admitido tomo el atributo el Amante”177 Existen otros dos miembros de la academia de los cuáles no hemos podido averiguar la fecha de incorporación, son: • Mosén Sada, el Religioso.178 • Mosén Gironza, el Eclesiástico.179 Además de estos académicos aparecen en los papeles dos porteros: 169 Ibidem, fol. 351 r. Ibidem, fol. 352 v. 171 Ibidem, fol. 354 v. 172 Ibidem, fol. 356 v. 173 Ibidem, fol. 356 v. 174 Ibidem, fol. 366 r. 175 En otros lugares de l volumen (Ibidem, fol. 359 r.) este académico aparece nombrado como Tomás de Oria. Sin embargo, Tanto King (Prosa... p. 68) como Sánchez (Academias... p. 262) asignan a este académico el nombre de Tomas de Oña, por lo que es posible que hayamos entendido mal la grafía. 176 BNM, Ms. 3672, fol. 356 v. 177 Ibidem, fol. 358 r. 178 Hemos localizado trabajos suyos en: Ibidem fols. 18 r, 85 r, 89 r, 117 r y 162 r, en las actas se le menciona por primera vez en el fol. 346 r correspondiente a la sesión del 28 de octubre de 1610, por lo que era miembro de la Academia desde muy temprano. 179 Localizado un trabajo suyo en: Ibidem, fol. 16 r. Al igual que sucede con el anterior, se incorporó a la organización en fecha temprana, porque la primera referencia a él en las actas coincide con el fol. 346 r correspondiente al 28 de octubre de 1610. 170 248 • El “Rudo”, del que no hemos podido averiguar el nombre, parece que fue el primer portero de la organización. Además del trabajo de portero también participaba en las sesiones como un académico más, porque, como veremos, entre los trabajos hay varios suyos. • El licenciado Aspa que se incorporó a la academia el 13 de marzo de 1611: “...tomó apellido el Puntual”.180 Sánchez considera que hay otro miembro, un tal “Fabio”,181 atribuye ese apodo a don Pedro de Apaolaza, arzobispo de Zaragoza, en cuyo honor celebra una sesión la academia, la referencia a la que se refiere Sánchez es un sujeto que se da el 14 de noviembre de 1610 que dice: “El señor presidente en un discurso breve de la norabuena a Fabio del Arçobispado de Çaragoça”. Este sujeto se pide en el folio 346 v, sin embargo, creemos que “Fabio” es un nombre genérico no asignado a nadie en particular que se utiliza a menudo en la academia como receptor de discursos y poesías de muy diferente tipo. El único discurso parecido lo hemos encontrado en Fol. 173 r, y su título es: “Carta a la elección de Pio en el arçobispado de Çaragoça” Que se repite en el Fol. 347v del 20 de noviembre: “…una carta dando la norabuena del Arçobispado de Çaragoça a Pio”. Tampoco hay ninguna referencia en todas las actas a la incoporación de “Pío”, ni aparece ningún trabajo suyo entre los papeles de la academia, por tanto no lo consideraremos un miembro de la organización, quizás asistió como público ese día a la academia y por eso el presidente le escribió esa carta de enhorabuena, porque como veremos más adelante, una de las funciones del presidente era la de realizar comunicaciones de parte de la Academia a personas ajenas a ella, incluidos los que asistían como público. Son en total treinta y dos personas, que sepamos, que en algún momento son miembros de la academia, sin embargo, sólo hemos podido encontrar información complementaria de algunos de ellos. Señalamos a continuación aquellos datos biográficos que hemos encontrado de los miembros de esta organización. 180 181 Ibidem, fol. 356 v. Academias literarias... op. cit. p. 265. 249 De don Justo de Torres, el primer presidente de la academia, tenemos varias noticias que lo sitúan como un destacado militar y un literato de cierta importancia en su época.182 En Las bibliotecas de Latassa se dice de él: “Torres y Mendoza (D. Justo de).-- Señor de la baronía de Sigüés, hijo de Huesca, y caballero militar pío y esforzado, como dice D. Miguel Batista de Lanuza, en la Vida de la V. M. Isabel de Santo Domingo, pág. 482. Adelantó D. Justo los estudios y servicios de sus mayores en Cataluña, Lombardía y otras partes. En 1614 mereció alabanza su lanza en el torneo de á caballo, por la beatificacion de Santa Teresa de Jesús, y en el que tambien tuvo Zaragoza en 1630 por la venida de la señora reina de Bohemia, de que tratan el Licenciado Felices de Cáceres, págs. 32, 167 y otras, en su Caballero de Avila, y D. Luis Diez de Aux, en las fiestas celebradas con dicho motivo, páginas 12, 63 y otras, el Canónigo Leonardo en la Relacion de aquel torneo, págs. 34, 35 y otras, y el historiador Aynsa en la Traslacion de las reliquias de San Orencio, pág. 110. Siendo Maestre de Campo del tercio viejo de Aragon, defendió con 800 hombres la plaza de Salsas 40 dias, y con el mismo valor obró en su recuperacion, como escribió Dormer en la dedicatoria de sus Anales, número 9, y en otros sucesos de guerra. En estos tiempos no pudo ocultarse su mérito, como en el lucido acompañamiento que ejecutó en 1632 de la Princesa de Cariñan, de Orden de S. M. Véase al citado Lanuza. En este tiempo fué nombrado Virey de Mallorca, donde sirvió á Su Magestad con particular honor. Consta que escribió: 1.º-- Un libro de torneos, como tambien lo refiere el Cronista Andrés en su Aganipe, donde igualmente lo alaba, página 60. Tambien trabajó: 2.º-- Poesías diversas. Fr. Pedro Martin, en su Certámen poético de 1618, le imprimió, pág. 42, b, un soneto, y en página 82 unas sextinas. El citado Aynsa, página 208, una cancion, y el referido Diez de Aux, pág. 63, una cancion, y página 114 el segundo premio que ganó.”183 En el referido Aganipe de Juan Francisco Andrés se hace la siguiente alabanza a las virtudes de este académico: “Don justo de Torres y Mendoza por quien Huesca podrán, y Zaragoza dividirse uniformes los laureles, pues en el Ebro, y el Isuela tanto se oyó su dulce canto, y alternando la pluma con la espada, á una, y otra la dexó ilustrada. Este, que en Cataluña, y Lombardía mostró su valentía, rigiendo Celtiberos Esquadrones, la muerte rigurosa eclipsó su Camena religiosa, devota, dulce y pia: que amorosas pasiones jamas su tierno afecto describia, por que en Dios toda el alma se embebia.”184 King (Prosa... op. cit. p. 69) lo considera autor “…de cierta importancia dentro de las letras aragonesas”. 183 Gómez Uriel, Miguel, Bibliotecas antigua y nueva de escritores aragoneses de Latassa op. cit. (En la letra T del índice). 184 Andrés J. F. Aganipe de los cisnes aragoneses celebrados en el clarín de la fama. Zaragoza, 1781. De nuevo existe una versión electrónica a cargo de Manuel José Pedraza García, José An182 250 Como señor de una baronía es, que sepamos, el académico de más alta posición social y cabe la posibilidad de que fuese el mecenas y organizador del grupo, algo parecido al conde de Guimerá en la Pítima, aunque con la sustancial diferencia de que no ponía la casa para la celebración de las sesiones (salvo, como veremos, cuando le correspondía como presidente) ni parece que el resto de los miembros tuviese una situación de subordinación o dependencia de él, como sí sucedía en la otra organización. Parece ser que Justo de Torres participó activamente en las campañas para contener una posible invasión francesa de la Corona de Aragón que se organizaron durante 1609, dónde coincidió con el mencionado Conde de Guimerá.185 Sobre el doctor Mophaón, el primer fiscal de la academia, hemos encontrado la siguiente reseña en las Bibliotecas de Latassa: “Mompahon (D. Juan de).-- Capitan de gente de armas en 1592. Habia nacido en la ciudad de Huesca de una casa ilustre, Señora de Campiés y de otros bienes. En aquel tiempo asistió con su compañía en las montañas de Jaca á contener á muchos franceses luteranos, que cometian mil excesos y vejaciones, de que tratan nuestros historiadores. Llevó por Alférez á D. Lorenzo Abarca, y con este motivo escribieron ambos á la ciudad de Huesca una Carta que satisfaciese sus cuidados y conservase la memoria de estos acontecimientos. El título de aquella es: Carta sobre la rota de los luteranos, con fecha de Biescas y Enero á 20 de 1592. Se conserva en el archivo de la referida ciudad de Huesca, bajo la rúbrica: «De diversas escrituras sub. lit. V.» como se vé por el Indice ó Cabreo del archivo de la misma, estampado en folio en ella por Juan Nogués, 1648, pág. 48, número 470. Aynsa, en la Hist. de Huesc., hace memoria de este escritor, pág. 489 y siguiente y lo alaba: Digno es de este lugar el nombre del Doctor D. Lorenzo Juan Mompahon, Catedrático de vísperas de cánones de la Universidad de Huesca y Canónigo de su Catedral; pues no solo fué benemérito de la jurisprudencia, sino tambien de la poesía, y de él se conservan unos curiosos versos con el título de: Censura y sentencia dada en el certámen que la Universidad de Huesca celebró á la venida de las reliquias del Obispo San Orencio á esta ciudad, en la Relacion de esta translacion, escrita por el citado Aynsa.”186 El siguiente académico sobre el que hemos encontrado información es Juan Miguel de Luna, el “Melancólico”, que fue según se señala en las Bibliotecas de Latassa un poeta destacable: “Luna (Licenciado Juan Miguel de).-- Natural de Huesca, donde recibió el grado de Licenciado en artes, y ya lo era en 1613, segun la respuesta que he visto de enhorabuena que dió la Universidad de esta ciudad al Dr. D. Martin Andrés, su Catedrático Jurisperito de la plaza de Auditor de Rogel Sánchez Ibáñez y Luis Julve Larraz de la Facultad de Filosofía y Letras la Universidad de Zaragoza. Este estracto está disponible en http://155.210.60.15/Aganipe/Aganipe29.html. 185 Así lo indica Cristóbal de Castro (Mujeres del imperio... op. cit. pp.179-180), aunque volvemos a señalar nuestras más serias reservas sobre la fiabilidad de esa fuente. 186 Gómez Uriel, Miguel, Bibliotecas antigua y nueva de escritores aragoneses de Latassa op. cit. (En la letra M del índice). 251 ta, con fecha de Roma a 14 de Julio de 1613. Al mismo tiempo tenía claro ingenio en la poesía. En 1609 escribió: 1.º-- Una invencion y comedia en alabanza del Obispo San Orencio por la traslacion de sus reliquias á la ciudad de Huesca, desde la de Aux. en las fiestas que aquella celebró con este motivo. El historiador Aynsa, en la Relacion de aquellas, pág. 87 del lib. 3, cap. 3, advierte que fué trabajo bien acepto, y que el Maestro Dimas Perez lo hizo representar á sus discípulos en la plaza de la Iglesia Mayor de Huesca, delante de un grande concurso de gentes. 2.º-- Poesías diversas. Muchas se estamparon en certámenes literarios. En el celebrado en la referida ciudad con aquel motivo, é impreso en 1612, hay en la pág. 209 una bella cancion suya, en las 224 y 225 muchos y muy curiosos tercetos. En las 228 y 229 un soneto. En la 237 unos ingeniosos geroglíficos, y en las 253, 255 y 256 se publicó su alabanza y premio. El Cronista Andrés, en su Aganipe, dice de él, pág. 59: Honor célebre goza en el parnaso y sublime fortuna el ingenioso Juan Miguel de Luna, dulce Paternio y elegante Baso; éste que en las contiendas parnaseas de laurel le adornaron las pimpleas, que la grata armonía demostracion suave merecía; porque su grave plectro el Dios intonso lo bañó de electro.”187 No hemos podido consultar el referido libro Poesías varias, pero atendiendo a su fecha de publicación, 1612, y a su contenido, poesías de diverso tipo y jeroglíficos, no arriesgamos mucho al suponer que lo más probable es que alguna tuviese su origen en los trabajos presentados por el autor para la Academia de Huesca. King también le destaca como un autor de cierta importancia dentro de las letras aragonesas.188 Quizás otro miembro, Martín de Luna, el “Humilde”, era familiar suyo. El siguiente académico sobre el que tenemos referencias es George (o Jorge) de Salinas, el “Tardío” o “Tardo”, sobre él se dice lo siguiente en las Bibliotecas de Latassa: “Salinas y Azpilcueta (D. Jorge de).-- Hijo de Huesca, de una distinguida familia. Siguió en su Universidad los estudios, y los completó en la de Salamanca. Fué Doctor jurisperito, Catedrático de código y Rector de aquella. En su Catedral tuvo la dignidad de Prepósito, y su método religioso, erudito y poético, logró aprecio, no solo en dicha ciudad y reino de Aragon, sino en Roma, Madrid y otras partes, segun el Cronista Fray Gerónimo de San Josef, en una carta suya que va en la Parafrasis poética de la casta Susana, que escribió su sobrino el Doctor D. Manuel de Salinas, advirtiendo tambien que supo asimismo hurtarse de estas alabanzas. Sus escritos son: 187 Gómez Uriel, Miguel, Bibliotecas antigua y nueva de escritores aragoneses de Latassa op. cit. (En la letra L del índice). No incluimos la referencia del Aganipe de Andrés, porque está completa en esta reseña. 188 Prosa... op. cit., p. 69. 252 1.º-- Discurso sobre los derechos y preheminencias de la dignidad de Prepósito de la Santa Iglesia Cathedral de Huesca, en defecto de su Dean. Su fecha es 24 de Abril de 1647. Se imprimió en folio, sin año ni lugar de edicion. 2.º-- Poemas diferentes. El P. Baltasar Gracian, en el discurso 54 de la Agud. y Art. de Ingen., pág. 293, edicion de Barcelona de 1757, le imprimió una poesía española sobre la religion del Cármen, y la celebra. El historiador Aynsa acuerda tambien su nombre en las Fiestas de San Orencio, y Andrés, en el Aganipe, págs. 61 y 62. Fuéle muy parecido en sus prendas y pensamientos su Hermano D. Vicente de Salinas, Jurado antes, y despues Justicia de Huesca en 1648, cuyo mérito ponderó el citado Padre Gracian, pág. 177.”189 En el Aganipe de Juan Francisco Andrés se elogia a Jorge de Salinas por su gran erudición, su labor científica y sus dotes de poeta: “Don Jorge de Salinas Azpilicueta prepósito de Huesca, Adelantado del Parnaso encumbrado, cuya vena erudita su apellido científico acredita; y el renombre de célebre poeta su acento regalado, ya sea en asunto lírico, ó sagrado; pudiera el rubio Dios, que nació en Delos envidiarlo en sus claros paralelos; porque su luz radiante de tanta vena envidia lo elegante.”190 De don Sebastián de Canales, el “Presto”, primer secretario de la academia, solamente hemos encontrado una pequeña referencia a su nombre en los protocolos notariales del Archivo Provincial de Huesca, que nos informa de que era prior de esta ciudad.191 Es posible que fuera familiar de Juan de Canales, quien por esas mismas fechas era un notable jurista de Huesca del que sí hay referencias en las Bibliotecas de Latassa.192 De Fray Luis de Coscón, el “Alegre”, las Actas nos informan que era “...Caballero del Sanctorden de San Juan”.193 189 Gómez Uriel, Miguel, Bibliotecas antigua y nueva de escritores aragoneses de Latassa op. cit. (En la letra S del índice). 190 Andrés J. F. Aganipe de los cisnes aragoneses... op. cit. Versión electrónica, disponible a través de Internet: http://155.210.60.15/Aganipe/Aganipe29.html. 191 Archivo Histórico Provincial de Huesca, Protocolos Notariales, Pascual Almaçor, nº 3094, folios 206 v. La referencia dice: “...nosotros Sebastian de Canales, Jayme de Silbes, Martin Joan Felizes, Pedro de Ardebinos y Francisco Ferrer justicia, prior y jurados de Osce por el poder del consejo a nosotros dado...”. Estos protocolos notariales están disponibles en una versión electrónica del Gobierno de Aragón: www.aragob.es/edycul/patrimo/etno/etnohistoria/0024.htm. 192 En las Bibliotecas de Latassa (op. cit. buscar por la letra C) se dice de Juan de Canales: “Buen humanista y Jurisperito de Huesca, donde recibió el grado de Doctor en esta facultad y patrocinó causas con mucho crédito. Despues fué Lugarteniente de la Córte del Justicia de Aragon y Consejero criminal y civil de este Reino, cuya Magistratura ejerció en 1627”. 193 BNM, Ms. 3672, fol. 341 v. 253 De Jerónimo de Heredia, el “Disuadido”, sabemos que era estudiante y hermano del gobernador Juan de Heredia, aunque como ya hemos visto existe confusión entre el nombre de estos dos hermanos.194 En todo caso podemos asegurar que su familia era una de las más ilustres de la ciudad de Huesca dado el cargo de gobernador de Aragón que poseía su hermano. Vicencio Ram, el “Aldeano”, creemos que pudo ser: “...Vicencio Ram de Montoro y Montserrt al que Felipe III de Aragón (IV de Castilla) en 1643 concedió el título de Conde de Montoro, dirigiendo la expatriación de los moriscos de la región de Alcañiz y siendo virrey de Mallorca y Consejero Supremo de Aragón”.195 Casi con seguridad debió ser familiar de otro académico sobre el que no hemos encontrado información, el doctor Jayme Ram, el “Solitario”. Es muy posible que ambos perteneciesen al mismo linaje que don Gaspar Ram, A quien Latassa considera de ilustre familia.196 De Juan Agustín de Lastanosa sabemos que fue el padre del destacado mecenas, escritor y arqueólogo aragonés Vicencio Juan de Lastanosa, por lo que suponemos que al menos parte de las inquietudes del hijo pudieron deberse a la influencia del padre a pesar de que éste murió en 1619, cuando Vicencio sólo tenía 12 años. Es seguro que Juan Agustín participó activamente en la vida cultural de Huesca, porque además de su pertenencia a esta academia hay más referencias de ello, por ejemplo sabemos que en 1609 fue uno de los organizadores de las fiestas celebradas por la traslación de las reliquias de San Orencio.197 En todo caso podemos asegurar que su 194 Según una cita del geógrafo y cartógrafo Portugués, Juan Bautista Labaña, reproducida en Sánchez (Academias... op. cit. pp.261-262): “...se elegeo para Presidente Dm. Hieronimo de Heredia, estudant, Irmao do Governador Dm. Joao de Heredia…”. 195 Cita tomada de la historia de la villa de Montoro de Mezquita según aparece en la dirección electrónica www.maestrazgo.org/montoro/historia.htm. 196 Sobre este personaje Gómez Uriel nos dice en su refundición de las bibliotecas de Latassa (op. cit, buscar por la letra R): “hijo de Barbastro y de la ilustre familia de su apellido, divisada con un ramo verde en campo de oro. Leyó artes y teología en la universidad de Huesca, donde las habia estudiado. Doce años tuvo su cátedra de vísperas de teología y cuatro la de prima, de la que pasó á otra de la universidad de Barcelona erigida para que él la leyese, con 2.000 reales de plata de salario, segun consta de una carta de su sobrino D. Juan Ram, y más originalmente del auto auténtico del Consejo de Cien de esta ciudad, que refiere dicha institucion y lo poseia el citado D. Juan. Repitió despues la enseñanza en la mencionada universidad de Huesca en su cátedra de prima, y en este tiempo fué nombrado vicario general del ejército de Su Majestad en Italia, administrador general de los hospitales militares y confesor del gobernador de los Estados de Milan, D. Pedro de Aragon. Despues obtuvo el arciprestado de Daroca, dignidad de la metropolitana de Zaragoza, donde continuó con la fama de teólogo y orador distinguido”. 197 Así lo indicaba Amada y Torregrosa según aparece en el siguiente artículo de Alberto del Río Nogueras (“Literatura y fiestas en la Huesca del Siglo de Oro” en Signos. Arte y cultura en Huesca. De Forment a Lastanosa. Siglos XVI-XVII, congreso celebrado del 9 de julio al 12 de Octubre de 1994 por la Diputación y el Ayuntamiento de Huesca. Ayuntamiento de Huesca, 1994. p. 147): «El olfato mecido por el aroma del incienso de las ceremonias eclesiásticas o por el olor de un 254 familia era una de las más ricas e influyentes de las que formaban la oligarquía que dominaba la ciudad de Huesca.198 Diego Antonio Femat, el “Casto”, era caballero y participó en las mismas fiestas por la traslación de las reliquias de San Orencio, según lo señala Francisco Diego de Aynsa en su descripción de los festejos.199 Juan Luis de Armilla sólo sabemos que debió pertenecer a la pequeña o media nobleza según el título “mizer” que le otorgan las actas.200 De Bartolomé Santolarria, el “Encogido”, lo único que hemos podido encontrar es una referencia en la que Willard F. King dice de él que fue un autor de cierta importancia para las letras aragonesas,201 sin embargo no viene citado en Las bibliotecas de Latassa, ni hemos encontrado más noticias sobre él, por lo que no sabemos muy bien porque le otorga esa categoría. En las referidas Bibliotecas... sí aparece un Josef Santolarría que bien pudiera ser familiar suyo y sobre el que dice que perteneció a un linaje distinguido de la ciudad de Huesca.202 A Marco Antonio Esporrín, el “Retirado”, las actas le otorgan el título de doctor, aunque no especifican en qué. En las Bibliotecas de Latassa aparece otro Esporrín (Juan Jaime) que pudo ser un familiar, del que se dice que, además de señor de San Torcat, Secretario de la Santa Inquisición de Aragón y Diputado de este Reino gran tiesto de almoradux que ya el padre de Vicencio Juan de Lastanosa, Juan Agustín de Lastanosa, percursor de su hijo en el ars topiaria, había exhibido en 1609 con ocasión de la traslación de las reliquias de san Orencio y “de tal manera compuesto que mostraba la figura de un navío con sus jarcias y en medio del avia un San Lorenço de bulto»”. 198 El Instituto de Estudios Altoaragoneses de la diputación de Huesca ha desarrollado en Internet el Proyecto Lastanosa, con mucha información biográfica y bibliográfica sobre Vicencio Juan de Lastanosa, en su biografía se afirma (www.iea.es/000_estructura/index.php?id=1678) “Vicencio Juan de Lastanosa, cuya familia, procedente de Monzón, se había establecido en Huesca a mediados del siglo XVI, pertenecía a la oligarquía que dominaba en esta época la ciudad y el Concejo. Poseyó diversas propiedades urbanas y rusticas, que constituían una de las bases de su riqueza. En el año 1628 vio reconocida su infanzonía y la de su familia en la Real Audiencia de Aragón”. Citado en Río y Nogueras, A. del, “Literatura y fiestas...” op. cit. p, 145: «En el coso oscense y en 1609, el 5 de octubre concretamente, se pudo observar a Diego Antonio Femat caballero, “sobre un espantoso dragón que estaba armado sobre un carro de cuatro ruedas y tan bien fingido que parecía natural. Echaba el dragón por la boca y por otras muchas partes llamas de fuego; iva rodeado de unas figuras espantosas que también echavan de sí fuego, las cuales movían el carro”». 200 El Diccionario de la RAE (Vigésima primera edición, 1992) define la entrada “micer” de la siguiente manera: “Titulo antiguo honorífico de la corona de Aragón, que se aplicó también a los letrados de las islas Baleares”. 201 King, Prosa... op, cit. p. 69. 202 Gómez Uriel, Miguel, Bibliotecas antigua y nueva de escritores aragoneses de Latassa op. cit. (En la letra S del índice) 199 255 en 1652, fue juez de varios certámenes literarios. Lo más interesante para nosotros es que señala que pertenecía a un linaje ilustre.203 De Lupercio Torralba, el “Aconsolado”, solamente hemos conseguido averiguar que fue “infanzón de Huesca” según se señala en un protocolo notarial de enero de 1613 sobre una deuda que el susodicho mantenía con un platero de Zaragoza.204 El segundo portero de la academia, apellidado Aspa y cuyo seudónimo era el “Puntual”, era licenciado, porque así nos lo indican las actas.205 El “Sufrido” según se señala también en las actas era religioso y poseía una canonjía, ya que se refieren a él como el “canónigo Gómez”.206 De mosén Sada, el “Religioso”,207 y de mosén Gironza, el “Eclesiástico”,208 solo sabemos que las actas les otorgan este título, por lo que eran o bien clérigos (lo más probable si atendemos a sus seudónimos), o bien nobles de segunda fila, o posiblemente ambas cosas. Los colocamos en último lugar porque no sabemos su fecha de incorporación a la academia. La poca información que hemos conseguido sobre estas personas puede tener alguna relevancia para el objetivo de nuestro trabajo, pues parece que todos los que hemos podido localizar eran nobles, de la nobleza media y baja, o religiosos, y posiblemente lo mismo ocurría con los demás académicos. Sabemos que alguno de ellos, y posiblemente casi todos, pertenecían a ilustres familias de la oligarquía que dominaba Huesca a comienzos del siglo XVII, una ciudad con 5.000 o 6.000 habitantes a cuya cabeza se encontraban una serie de linajes de la pequeña y media nobleza dueños de propiedades urbanas y rústicas y poseedores de algunos señoríos en las cercanías, o mercaderes y miembros de profesiones liberales, que copaban los cargos municipales y los principales beneficios eclesiásticos. El Concejo gobernaba Huesca, y a su frente estaban el Prior de Jurados y el Justicia de Huesca, casi todos los puestos se renovaban anualmente el 31 de octubre. Entre sus competencias estaban la administración de justicia en la ciudad y otros lugares de la comarca, y armar milicias 203 Gómez Uriel, Miguel, Bibliotecas antigua y nueva de escritores aragoneses de Latassa op. cit. (En la letra E del índice) 204 Las artes en Aragón en el siglo XVII según el archivo de Protocolos Notariales de Zaragoza de 1613 a 1696, Dir. G. M. Borrás Gualis, coordinación y edición: A. I. Bruñen, L. Julve y E. Velasco. Institución Fernando el Católico (CSIC) y Diputación de Zaragoza, Zaragoza, 2005. Libros en Red, disponible en http://ifc.dpz.es. 205 BNM, Ms. 3672, fol. 356 v. 206 Ibidem, fol. 356 v. 207 Trabajos suyos hay en: Ibidem, fols. 18 r, 85 r, 89 r, 117 r, 162 r. En las actas se le menciona por primera vez en el fol. 346 r. 208 Un trabajo suyo en: Ibidem fol. 16 r, también aparece por primera vez en las actas en el fol. 346 r. 256 concejiles.209 Debemos tener en cuenta estos aspectos a la hora de analizar las posibles motivaciones de las opiniones plasmadas en los diferentes trabajos de la junta. 209 La historia de la ciudad de Huesca en el siglo XVII viene resumida en el mencionado Proyecto Lastanosa del Instituto de Estudios Altoaragoneses de la Diputación de Huesca, y es accesible en Internet a través de la dirección: www.iea.es/000_estructura/index.php?id=1633. 257 2. Características técnicas En este apartado profundizaremos en los aspectos organizativos de esta academia con más profundidad de lo que lo hemos hecho en la Pítima Contra la Ociosidad, porque los estatutos de esta última fueron suficientemente analizados en el capítulo II. Como ya se ha indicado, no conocemos sus estatutos, así que tendremos que extraer toda nuestra información del material que sobre este aspecto aparece disperso a lo largo de las actas. Para analizar su organización utilizaremos el mismo esquema que usamos en el capítulo II, por tanto, estudiaremos qué cargos existían, cuáles eran sus funciones y la manera en que se elegían y turnaban; seguiremos con las normas de aceptación y expulsión de académicos, la asistencia de público, después prestaremos atención a la periodicidad de sus reuniones y a los lugares en los que éstas se llevaban a cabo, y acabaremos con los deberes y derechos de los académicos. 2.1. La jerarquía en la academia: los cargos y sus funciones En el primer papel de las actas ya aparecen los cargos principales que tenía la Academia: un presidente (don Justo de Torres), un fiscal (el doctor Monpahon) y un secretario (Sebastián de Canales). Se especifica que el de presidente es electivo, y que en la votación participaban todos los miembros, sin embargo, no queda aquí claro cómo son designados el fiscal y el secretario, aunque parece que son votados de igual manera que el primero.210 La designación de los secretarios y fiscales, y la duración de las presidencias se aclaran más adelante en las propias actas. El 12 de septiembre se realiza la siguiente elección: “se eligió por presidente al Callado y nombro por censor al Ausente y por secretario al Solitario”.211 Como vemos el primero lo es por un mes y es él mismo quien elige a los otros dos. Esto se confirma en siguientes presidencias, especialmente en la cuarta: “En 14 de nobiembre se junto la Academia y se hizo nominación de presidente en la persona del olvidado y su merced nombro fiscal al melancolico y secretario al desdichado”.212 Y en la novena: 210 BNM, Ms. 3672, fol. 341 r. Ibidem, fol. 344 r. 212 Ibidem, fol. 346 v. 211 258 “...el sufrido presidente de la Academia que entró en 14 de Abril de 1611 y nombró al señor Callado por fiscal y al señor Religioso por Secretario”213. En otras ocasiones no se señala tan explícitamente la forma de nombramiento de estos dos cargos, pero en la mayoría también parece intuirse.214 Cada presidencia duraba aproximadamente un mes, y en el periodo que abarcan las actas se suceden once consecutivas y otras dos descolocadas, una muy posterior, tras un prolongado vacío temporal sin papeles, posiblemente por pérdida de éstos y no porque la academia dejase de celebrarse, porque no hay ninguna referencia en las anotaciones sobre un periodo de inactividad. Las fechas y los nombramientos son los siguientes: • Primera presidencia, 14 de agosto de 1610: presidente Justo de Torres (el “Ausente”), fiscal el doctor Monpahon (el “Callado”) y secretario Sebastián de Canales (el “Presto”). • Segunda presidencia, 12 de septiembre de 1610: presidente el doctor Monpahon (el “Callado”), fiscal Justo de Torres (el “Ausente”), secretario Jayme Ram (el “Solitario”).215 • Tercera presidencia, 12 de Octubre de 1610: presidente Antonio Femat (el “Casto”), fiscal el doctor Monpahon (el “Callado”) y secretario Vicencio Clemente (el “Olvidado”).216 • Cuarta presidencia, 14 de noviembre de 1610: presidente Vicencio Clemente (el “Olvidado”), fiscal Juan Miguel de Luna (el “Melancólico”) y secretario Martín de Burgueda (el “Desdichado”).217 213 Ibidem, fol. 357 r. Al no conocer los estatutos no tenemos plena certeza de la forma de elección del fiscal y del secretario, y aunque hemos optado por la opción de que eran nombrados directamente por el presidente, en algunas ocasiones, sin embargo, podría deducirse que eran elegidos por los académicos de la misma manera que éste. Los casos que nos hacen dudar son los siguientes: en la tercera presidencia (Ibidem, fol. 345 r.) se indica “…se hizo nominación de presidente en el Casto y fiscal en el Callado y secretario el Olvidado…”, más explícito aparece en la séptima presidencia (Ibidem, fol. 354 r) en la que se indica “…eligieron Presidente al Señor Melancolico nombraron fiscal al Rustico y por secretario al Afligido…”. Esta fórmula es minoritaria en las actas respecto de la que hemos dado por válida, porque lo que parece menos probable es que se utilizasen ambas, ya que en los estatutos que conocemos las instrucciones son siempre claras respecto a este tipo de cuestiones y nunca dan varias opciones. 215 Ibidem, fol. 344 r. 216 Ibidem, fol. 345 r. 217 Ibidem, fol. 346v. 214 259 • Quinta presidencia, 13 de diciembre de 1610: presidente Jerónimo de Heredia (el “Disuadido”), fiscal Justo de Torres (el “Ausente”) y secretario Martín de Luna (el “Humilde”).218 • Sexta presidencia, 16 de enero de 1611: presidente Jaime Ram (el “Solitario”), fiscal doctor Monpahon (el “Callado”) y secretario Juan Agustín de Lastanosa (el “Modesto”).219 • Séptima presidencia, 14 de febrero de 1611: presidente Juan Miguel de Luna (el “Melancólico”), fiscal Lorenzo Jiménez (el “Rústico”) y secretario Juan Luis de Armilla (el “Afligido”).220 • Octava presidencia, 13 de marzo de 1611: presidente Justo de Torres (el “Ausente”), fiscal Jerónimo de Heredia (el “Disuadido”) y secretario a Jaime Ram (el “Solitario”).221 • Novena presidencia, 14 de abril de 1611: presidente Francisco Gómez (el “Sufrido”), fiscal el doctor Monpahon (el “Callado”) y secretario mosén Sada (el “Religioso”).222 • Décima presidencia, 19 de mayo de 1611: presidente Juan Agustín de Lastanosa (el “Modesto”), fiscal Jaime Ram (el “Solitario”) y secretario Lupercio Torralba (el “Aconsolado”).223 • Undécima presidencia, 23 de Junio de 1611: presidente Esteban López de Silves (el “Desfavorecido”). No se indican ni el fiscal ni el secretario.224 • Presidencia del 8 de mayo de 1612: presidente Jaime Ram (el “Solitario”), fiscal Juan Miguel de Luna (el “Melancólico”) y secretario Juan Agustín de Lastanosa (el “Modesto”).225 • Presidencia no especificada, la fecha posiblemente sea el 13 de Junio de 1611, porque son papeles anteriores a los de la del “Desfavorecido”, resulta extraño por tanto que sólo diez días después se eligiese nuevo presidente. Por esta razón, cabe la posibilidad de que la que hemos considerado undécima no correspondiese a 1611 (no se incida el año) sino que sea un folio descolocado, quizás de 1612 co- 218 Ibidem, fol. 349 r. Ibidem, fol. 352 r. 220 Ibidem, fol. 354 r. 221 Ibidem, fol. 356 r. 222 Ibidem, fol. 357 r. 223 Ibidem, fol. 358 v. 224 Ibidem, fol. 360 r. 225 Ibidem, fol. 360 v. 219 260 mo el anterior, pero no estamos seguros. En esta sección del volumen el desorden de los folios es evidente. No se conoce quien resultó elegido en ninguno de los cargos, solamente se enumeran los académicos participantes.226 Las labores del presidente no aparecen especificadas, seguramente lo estuviesen en los estatutos, pero por lo que se indica en las actas podemos deducir algunas de ellas. La primera, como hemos ya visto, era probablemente la de nombrar al fiscal y al secretario. También parece que era el encargado de aportar la casa en la que se reunía la academia, que cambiaba, por tanto, cada mes de ubicación. Sobre esto tenemos tres menciones: en las presidencias del 16 de enero de 1611, del 14 de abril de 1611 y del 23 de Junio.227 Aunque no siempre sucedía así, porque también hay un caso en el que la junta se celebra en casa de otro académico.228 Otra de sus funciones era la de encargar los sujetos al resto de participantes. Esto lo sabemos, además de porque era algo común en otras academias, por ejemplo en la Pítima, porque así se refleja en las actas en diversas ocasiones. El 24 de enero de 1611, correspondiendo el cargo al “Solitario”, se indica: “...propuso el señor presidente en el tiempo de su presidencia no hubiere versos y se resolvio lo mismo”229. Más claramente se señala esta facultad el 19 de mayo: “...se nombró señor presidente al señor Modesto [...] y dio su merced los sujetos siguientes...”230. El 8 de mayo 1612 se puede leer una anotación prácticamente idéntica: “...se nombró por señor presidente al Solitario y su Merced dio por sujetos...”.231 Además, muchos de los trabajos que contiene el volumen manuscrito confirman este punto con indicaciones como las siguientes en sus títulos: “ Romance que el presidente me mando hiziera...”232, “canzionzillas que me manda el señor presidente hiciera...”233, “Discurso que mandó hazer el señor presidente sobre...”234, “Discurso que me man226 Ibidem, fol. 366. v. Ibidem, fol. 352 r, Ibidem, fol. 357 r, 360 r. 228 El 14 de mayo de 1611 se nombra presidente al “Ausente” y, sin embargo, se convoca la academia en casa del “Callado”, no sabemos si esto era lo normal y los tres casos señalados con antelación fueron casualidades, pero teniendo en cuenta que son tres contra uno es más fácil suponer que en esta ocasión el presidente no podía ofrecer su casa por la razón que fuese. 229 BNM, Ms. 3672, fol. 352 v. 230 Ibidem, fol. 358 v. 231 Ibidem, fol. 360 v. 232 Ibidem, fol. 16 r. 233 Ibidem, fol. 44 r. 227 261 dó el señor presidente...”235, etc. Los ejemplos de este tipo son muchos más, pero basta con los citados para considerar que, sin lugar a dudas, entre sus atribuciones estaba la de señalar los sujetos. También era el encargado de convocar la academia, señalando el día de la siguiente sesión, de esto hay numerosas evidencias aunque sólo transcribiremos las dos más explícitas, la primera cita contiene juntas ésta y las anteriores atribuciones: “En 19 de mayo se nombró señor presidente al señor Modesto y nombro por fiscal al señor solitario y por secretario al Aconsolado y ese dia señalo su merced academia 23 de mayo de 1611 y dio su merced los sujetos siguientes...”.236 La otra se centra solamente en la convocatoria: “Señalo el señor presidente academia para el martes que contamos a 22 de Julio 1611”.237 Por último, incluiremos una última atribución que es quizás la más original y menos frecuente, se trata del deber de representar, defender o patrocinar a la academia ante instituciones ajenas a ella. Esta labor se deduce de algunas anotaciones presentes en las actas, por ejemplo, en la sesión celebrada el 18 de diciembre de 1610, entre el público debió asistir el gobernador, y uno de los asuntos ordena: “el señor presidente en cinco octavas de raçon de la instrucción de la cademia al señor gobernador...”238. En el mismo sentido, el 7 de enero de 1611 se establece que el presidente debía hacer una solicitud para que la academia acompañase un paso en las procesiones de Semana Santa: “leyose un memorial en el qual se pedia se acompañara las procesiones en la Semana Santa y resolviose se acompañaran las dos y que el señor presidente pida el paso que a su merced le parezca y en esto todos conformes lo resolvieron”.239 Sobre las funciones del fiscal tenemos muy pocas noticias. No hemos encontrado vejámenes y, como veremos mas adelante, los premios y castigos se decidían por votación entre los académicos. Suponemos que su labor debía ser similar a las que hemos visto en la Pítima, es decir, controlar la asistencia de los académicos y tomar nota de las ocasiones en que infringían las reglas, aunque no tenemos pruebas de 234 Ibidem, fol. 49 r. Ibidem, fol. 58 r. 236 Ibidem, fol. 358 v. 237 Ibidem, fol. 360 v. 238 Ibidem, fol. 350 r. 239 Ibidem, fol. 353 v. 235 262 ello.240 La única referencia a sus atribuciones que hemos encontrado en las actas es una que nos indica que en caso de ausencia del presidente, él era en encargado de sustituirle: “Señalose academia para lunes a 13 y por aberse de ausentar el señor presidente quedo en su lugar el señor fiscal”.241 Lo mismo ocurre con el secretario, sus tareas con seguridad se especificaban en los estatutos, pero al no conocerlos, sólo podemos hacer suposiciones basadas en lo que ocurría en otras organizaciones similares y apoyarlas en algunos indicios que nos dan los papeles conservados. Por ejemplo, sabemos que era el encargado de redactar las actas porque esa función era común a casi todas las academias y, además, cada mes, coincidiendo con el cambio de cargos, varía la letra con la que éstas se redactaban. Para terminar de confirmarlo, la caligrafía es coincidente en todos los casos con la de los papeles conservados en el libro de cada uno de los miembros nombrados para ese cargo. De esta manera, las actas de la primera presidencia, en la que era fiscal el “Callado”,242 están escritas por la misma mano que la “Estanca al contento que he tenido de la venida de mi hermano”243 o un soneto en latín,244 escritos ambos por este mismo académico. También es lógico pensar que el secretario se ocupaba de recopilar y adjuntar los asuntos que habían sido seleccionados para permanecer entre los papeles de la academia, ya que él era quien llevaba el registro y por tanto el que mejor podía controlarlo. Otro cargo era el de portero, a lo largo de las actas aparecen dos, el primero es el “Rudo”, del que no sabemos el nombre, y que suponemos que fue quien tuvo ese oficio desde la fundación de la organización, el inicio de su trabajo no se menciona en ningún sitio, por lo que su nombre y designación debían estar señalados en los estatutos. Tenía un sueldo, de veinte reales, aunque solicitó un aumento porque consideraba que sus muchas tareas meritaban más paga, lo sabemos porque se pidió el día 16 de enero de 1611 que expusiese las razones que motivaban su petición de aumento de sueldo,245 y entre ellas decía: 240 Resulta lógico pensar que en ambas academias las atribuciones del fiscal fuesen similares porque las dos pertenecían a la misma zona geográfica y eran muy cercanas en el tiempo, además, coincidían en muchos aspectos de su organización. 241 BNM, Ms. 3672, fol. 366 v. 242 Ibidem, fols. 341 r-344 r. 243 Ibidem, fol. 109 r. 244 Ibidem, fol. 147 r. 245 “El Rudo en un romanze de raçones por que se le deva aumentar el salario de la academia” Ibidem, fol. 352 v. 263 “Estas y otras desventuras hacen que el salario mengue y que los veinte reales valgan poco más de nueve”246 El 14 de febrero siguiente se confirma que se había aceptado su petición porque se le encomienda el siguiente sujeto: “El Rudo portero en un romanze agradezca a la academia el haberle aumentado el salario”.247 El portero entregaba trabajos, así que los dos mencionados no fueron encargos ocasionales motivados por la subida de sueldo, porque hay también otros papeles suyos, por ejemplo: “Discurso que mandó hazer el señor presidente de la Academia al Rudo, en que dize quan malo es el juego de la Polla y los disgustos y daños que causa”.248 Conocemos con cierta exactitud cuáles eran sus tareas porque las explica en el referido romance dando las razones por las que se le debía subir el salario. En primer lugar se ocupaba de guardar la entrada a la academia: “Ya las puertas del Parnaso guarda y la entrada concede solo aqueste prudente y sabio, que por serlo se le debe”249 También tenía como misión satisfacer las necesidades de los demás académicos, eso parece deducirse de los siguientes versos: “Ya a la mesa de los Dioses, asiste a lo que se offrece compitiendo en este officio con el bello Ganimedes”250 Era el encargado de controlar y hacer el escrutinio de las votaciones: “Ya los votos da y los cuenta quando algo votar se quiere con salvas y cortesias del tocado y sin bonete”251 También se ocupaba de hacer las anotaciones en el libro de oro de la academia, sin embargo no hemos encontrado anotaciones con su letra en los papeles conserva“Romance en que el Rudo portero de la Academia da razones por donde se le deve subir su salario” Ibidem, fol. 216 r. 247 Ibidem, fol. 354 v. 248 Ibidem, fol. 213 r. 249 Ibidem, fol. 216 r. 250 Ibidem, fol. 216 r. 251 Ibidem, fol. 216 r. 246 264 dos, por lo que se puede suponer que había otro volumen del que se ocupaba el portero: “Ya como fiel secretario lo que se juzga y resuelve escribe en el Libro de Oro que más que el Sol resplandece”252 Hacía los encargos que el presidente le pedía, generalmente entregar sujetos a los académicos que no habían asistido: “También lleva los sujetos que le manda el presidente con ayres, lluvias y lodos, que ya chinelas no tiene”253 El 13 de marzo de 1611, por alguna razón que no se especifica, el “Rudo” fue sustituido en sus funciones: “…admitiose por portero el licenciado Aspa tomo apellido el Puntual…”.254 Es de suponer que mantuvo las funciones y condiciones de su predecesor, aunque no podemos asegurarlo. 2.2. Aceptación de académicos y público La Academia comenzó con once miembros que asistieron a la primera sesión y que aparecen en el primer papel de las actas,255 más el portero al que no se menciona, y los demás se fueron incorporando posteriormente en los momentos que ya hemos señalado. No se explican los pasos que requería la admisión, pero de las anotaciones de las actas se deduce que los aspirantes podían solicitarla ellos mismos o ser presentados por algún académico,256 tampoco sabemos si se hacía de forma oral o escrita, aunque hemos encontrado entre los trabajos presentados un discurso de agradeci- 252 Ibidem, fol. 216 r. Ibidem, fol. 216 r. 254 Ibidem, fol. 356 255 Recordemos que eran once si admitimos como tal el que aparece tachado, posiblemente un tal Martín del Molino, apodado el “Agenado”. 256 En la mayoría de los casos no se señala si el pretendiente lo solicitaba por sí mismo o mediante interposición de un tercero, pero en algunos se especifica como se realizó la petición de ingreso. La primera fórmula la encontramos en BNM, Ms. 3672, fol. 344 v, en el que Vicencio Ram “pidió ser admitido”, o en dos ocasiones en el fol. 356 v: “el canonigo Gomez pidio ser admitido” y “pidio ser admitido Tomas Doria”. La segunda se utiliza también varias veces: “se propuso a mizer Juan Luis de Armilla y fue admitido” (fol. 346 v), “propusose a Bartolomé Santolarría...” (fol. 348 r), “se propuso a don Vicencio Sillán...” (fol. 352 v), “propuso el señor presidente a diego Jeronimo Campi para entrar en la academia”. 253 265 miento del “Afligido” por “...el honor de admitirle en ella”257. Lo que es seguro es que cada nuevo ingreso se votaba por la junta al completo utilizando habas blancas y negras, porque así se señala en diversas ocasiones.258 Respecto de la asistencia de público a la academia tenemos algunas referencias externas y ciertas evidencias en las actas que nos indican que, al menos en algunas sesiones, se permitió, aunque es muy posible que fuese algo habitual. Sabemos por una cita que incluye Sánchez en su libro que el 13 de diciembre de 1610 asistió el geógrafo Portugués Juan Bautista Labaña259 como oyente: “Os estudiantes y fidalgos curiosos de esta ciudade ha 4 mezes, que instituirao nella hua academia de Poesía, era Presidente della Vicencio Clemente, e a os 13 de dezembro me convidarao para ella onde se lerao a alguns versos, e discursos boms, e se elegeo para Presidente Dm. Hieronimo de Heredia, estudant, Irmao do Governador Dm. Joao de Heredia, essy lo fecem todos los mezes, elegendo también fiscal, e secretario, como fizerao dita noute”260 A la siguiente sesión, celebrada el 18 de diciembre, parece que asistió entre el público el gobernador Heredia, hermano del “Disuadido”, que en ese momento ocupaba la presidencia de la academia, porque entre los sujetos encomendados estaba el siguiente: “El señor Presidente en cinco octavas de raçon de la instrucion de la Academia al señor gobernador y en la p.ª traduzca tres o cuatro versos de Oracio que son los primeros de la epistola p.ª del Lib. 2º”261 2.3. Derechos y obligaciones de los académicos: premios y castigos Todos los participantes tenían derecho a pedir premio por sus composiciones, éste consistía en su inclusión en el libro dorado de la academia, como se indica ya en la segunda sesión que celebró la junta el 22 de Agosto: “Pidio el callado ser admitido su discurso en el libro dorado, botose quedó admitido” 262 En adelante es habitual que en las actas de cada nueva reunión, tras la enumeración de los sujetos asignados se señalen las composiciones y discursos galardonados. La forma habitual era la misma que acabamos de ver, el secretario nombraba cada 257 Ibidem, fol. 171. Ibidem, fols. 341 v, 346 v, 348 r, 354 v. 259 Labaña es autor de un mapa de Aragón que ha sido estudiado por Agustín Hernando, La imagen de un país: Juan Bautista Labaña y su mapa de Aragón (1610-1620), Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 1996. 260 Citado en Sánchez Academias Literarias... op. cit. pp. 261-262. 261 BNM, Ms. 3672, fol. 350 r. 262 Ibidem, fol. 342 r. 258 266 trabajo para el que se había pedido premio e indicaba a continuación el resultado de la votación, que, al igual que la admisión de miembros, se realizaba con habas blancas y negras.263 En muchas ocasiones se aceptaba la solicitud, aunque también había otras en que no,264 incluso a veces para aceptar una obra se pedía primero que se realizasen correcciones: “Pidio el Melancolico ser premiado su soneto botose quedo admitido con condizion que repare ciertas faltas”265 Era también habitual que al comienzo de cada sesión se leyesen las composiciones premiadas en la anterior: “Juntose la academia lunes a 14 de febrero de 1611 y leyeronse los papeles premiados como es costumbrre...”266 Un aspecto curioso es que esta academia mantenía reuniones extraordinarias cuyo único objetivo era el de realizar votaciones: “...diose por sujeto general a Sant Buenaventura y señalose dia para estos papeles el biernes a 10 de junio y para premiar otros el lunes a 6 de dicho mes”.267 También se señalaban castigos para quienes vulnerasen las leyes de la academia. A través de las sanciones aplicadas podemos saber algunas de las obligaciones que se establecían en los estatutos. Estaba prohibido faltar a las sesiones, porque en las actas hay penitencias para los miembros que se ausentaban consistentes en la asignación de nuevos trabajos,268 o en la retirada temporal del derecho a pedir premios,269 la reiteración de las ausencias podía suponer la exclusión.270 La realización y entrega de los asuntos debía ser también obligatoria y no hacerlo en ocasiones suponía una peni- En Ibidem, fol. 344 r hay una anotación al margen en la que se puede leer: “Pidieron premios el Callado presidente, el Ausente fiscal, el Solitario secretario y el Melancolico y se premiaron botandose con abas blancas y negras” 264 Por ejemplo, en Ibidem, fol. 343 r se señala: “Pidio el desdichado ser premiado y se hizo [la votación], aunque en esto no lo fue...”. En otros casos aparece la lista de solicitudes y en los caso en que ésta ha sido aceptada aparece la anotación “quedo premiada”, en el resto no hay nada escrito, esto se puede ver en el fol. 353 v. 265 Ibidem, fol. 343 r. 266 Ibidem, fol. 353 v. 267 Ibidem, fol. 366 r. En el recto y el vuelto de este mismo folio aparecen señalados los premios concedidos en esta sesión extraordinaria del lunes 6 de junio. 268 Ibidem, fol. 344 r. 269 En Ibidem, fol. 366 v: “...es constitución que los que han faltado a esta academia no puedan pedir premio a los papeles hasta esta tercera academia del señor Modesto”. 270 En Ibidem, fol. 360 r: “...el Casto diga en un discurso si ha de bolber a la Academia y si no buelbe lo que sirvira le borren della”. 263 267 tencia consistente generalmente en una disculpa por escrito a la junta, 271 sin embargo, según se aprecia por las anotaciones de los diferentes secretarios, era bastante habitual que los académicos no entregasen sus trabajos o faltasen a las juntas.272 Existía en esta organización un especial cuidado por evitar disputas y para ello hay una gran insistencia en evitar la murmuración, la sátira y cualquier situación que pueda conllevar enfrentamiento. Además del soneto que escribió el “Religioso” para reprender “...a cierta persona no mormure de la academia...”273, que hemos trascrito completo en el capítulo IV, algún otro trabajo trata este tema,274 incluso hay anotaciones de las actas en este mismo sentido, por ejemplo, en una de las primeras reuniones que celebró la academia se insiste en: “...no mober rumor ni inquietudes en la election de Presidente...”.275 Sobre el uso de la sátira hay un curioso castigo: “ Pidio premio el Tardo a la satira de la luna 1ª academia del señor melancolico y fue satirizado”276 2.4 Otras características La ubicación de esta academia cambiaba periódicamente, las reuniones se celebraban en casa de alguno de sus miembros, a menudo en la del presidente, ya hemos visto que con cada nueva presidencia la junta se trasladaba a la residencia del elegido,277 aunque en ocasiones lo hacía a la de otro académico.278 No conocemos las causas de una u otra elección, posiblemente la norma fuese celebrar las sesiones en el domicilio del presidente salvo cuando, por las razones que fueran, éste no pudiese ofrecerlo en cuyo caso se elegía otro emplazamiento. En Ibidem, fol. 351 v: “El Rustico en cinco tercetos se escusará por no haber traydo papel al sujeto general”; en el fol. 355 r: “...el Olvidado se disculpe en un discurso breve del olvido que ha tenido de hazer a los sujetos de las academias pasadas...” 272 A lo largo de todas las actas hay bastantes referencias a faltas de asistencia o a la no entrega de los trabajo pedidos, muy claramente se aprecia en los folios 349 v 359 r en los que se enumeran los encargos o los nombres de los académicos y junto a muchos de ellos hay anotaciones del tipo “no trajo papel”, “trajo papel”, “no vino”, “no lo trajo”. 273 Ibidem, fol. 89 r. 274 En Ibidem, fol. 248 r: “El Aflixido en una carta escriva los males que un murmurador causa”. 275 Ibidem, fol. 342 r. 276 Ibidem, fol. 355 v. 277 Ibidem, fols. 352 r, 357 r, 360 r. 278 Como hemos señalado en una nota anterior, el 14 de mayo de 1611 se nombra presidente al “Ausente” y, sin embargo, se convocó la academia en casa del “Callado”. 271 268 También existen en las actas referencias sobre actividades llevadas realizadas a espacio abierto participando en fiestas públicas, así ocurrió en la semana santa de 1611 según se deduce de la ya citada resolución del 7 de febrero: “leyose un memorial en el qual se pidia se acompañara las procesiones en la Semana Santa y resolviose se acompañaran las dos y que el señor presidente pida el paso que a su merced le parezca y en eso todos conformes lo resolvieron”279 En cuanto a la periodicidad, lo habitual era que la organización se reuniese una vez a la semana, sin un día fijo: las primeras cuatro sesiones se celebraron en sábado (14, 21 y 28 de agosto, y 4 de septiembre)280, pero la quinta fue en domingo (12 de septiembre)281, y las siguientes en viernes (17 de septiembre)282, jueves (23 y 30 de septiembre)283, martes (5 de octubre)284, etc., esta irregularidad se mantuvo durante todo el periodo que abarcan los papeles. Tampoco se cumplió estrictamente la costumbre de una junta por semana, en ocasiones había un periodo de dos semanas entre una y otra285 o había varias la misma semana286. Es curioso que en marzo de 1611 haya un periodo en que la academia era convocada cada dos días (7, 9, 11, 13)287 y luego se volvió a una reunión semanal. A partir de finales de mayo de 1611 no podemos estar seguros de la periodicidad porque aumenta el desorden de los papeles y posiblemente muchos se perdieron. Como hemos visto no existe una pauta fija para las convocatorias, pero lo que si parece deducirse de las actas es que al final de cada sesión se establecía, posiblemente por consenso, el día fijado para la siguiente.288 Como vemos, la Academia de Huesca estaba organizada según un modelo muy similar al de otras juntas del momento, especialmente a algunas de Aragón como la estudiada Pítima Contra la Ociosidad. Era muy igualitaria, sus cargos cambiaban periódicamente, cada mes, y los candidatos eran elegidos mediante votación democrática entre los académicos, los poderes del presidente estaban muy limitados y 279 Ibidem, fol. 353 v. Ibidem, fols. 341 r, 341 v, 343 r y 343 v. 281 Ibidem, fol. 344 r. 282 Ibidem, fol. 344 r. 283 Ibidem, fols. 344 v y 345 r. 284 Ibidem, fol. 345 r. 285 Por ejemplo de la reunión del 12 de octubre de 1610 se pasó a la del 28 de ese mismo mes (Ibidem, fols. 345 r y v. 286 Por ejemplo, en un período de nueve días, entre en 4 y el 13 de diciembre de 1610, hay tres sesiones: los días 4, 8 y 13 (Ibidem, fols. 348 r – 349 r); y en enero de 1611 la academia se reúne el 14 y en 16. 287 Ibidem, fols. 355 v y 356 r, 288 Casi de manera sistemática, el secretario escribía al final de las actas de cada sesión el día de la próxima reunión. 280 269 también estaba sometido a la crítica, tanto negativa como positiva,289 además tanto él como el fiscal y el secretario debían entregar trabajos como los otros miembros y también se sometían a votación sus premios,290 y cualquier decisión presidencial más allá de las ordinariamente establecidas debía también someterse a la aprobación del pleno.291 No parece, según se deduce de la información que hemos encontrado sobre los diferentes integrantes o del contenido de las actas, que hubiese un mecenas protector y patrocinador de posición social superior a los demás como era habitual en otras academias, por el contrario, da la sensación de que esta organización fue formada por un grupo de amigos o conocidos de similar condición, todos miembros de la nobleza media y baja, que tenían ganas de divertirse y pasar el tiempo de forma productiva. Los académicos eran todos hombres, no existe una sola mención en las actas a la participación de mujeres en los trabajos de la junta, aunque es muy posible que sí se permitiese su asistencia como público.292 289 En Ibidem, fol. 123 se critica un soneto muy malo realizado por el presidente, en el fol. 169 hay un discurso del “Modesto” dando la enhorabuena al “Casto” por lo bien que ha transcurrido su presidencia, 290 En Ibidem, fol. 344 hay una anotación al margen que dice: “Pidieron premios el Callado presidente, el ausente fiscal, el Solitario secretario y el Melancolico y se premiaron botandose con abas negras y blancas”. 291 En Ibidem, fol. 352 v encontramos la siguiente entrada en las actas: “propuso el señor presidente en el tiempo de su presidencia no huviese versos y se resolvio lo mismo”. 292 Ya hemos comentado la sesión en la que el presidente parece querer agradar a la dama de la que está enamorado, Sabina Aznárez, posiblemente entre el público, poniendo una referencia a ella en todos los asuntos que encarga a los académicos (Ibidem, fol. 345 r/v). 270 3. Los trabajos de la Academia de Huesca Al igual que ocurría con la Pítima Contra la Ociosidad, en la Academia de Huesca los asuntos tratados y la forma de hacerlo abarcaban una amplísima gama de posibilidades, estamos de nuevo ante una organización de las que podemos definir como humanística del tipo italiano, interesada por un conocimiento de ámbito universal en el que todo cabe, poco sistemático y muy desordenado, que a menudo se quedaba en la superficie de los asuntos tratados o en la vana erudición consistente en citar continuamente a autoridades. Gran cantidad de los papeles conservados, sin embargo, tiene un carácter tan ligero e intrascendente y con tan pocas pretensiones, que puede ser perfectamente equiparable con la producción de las más superficiales academias literarias de esta época, salvo por la exclusión de la sátira, que en esta junta estuvo muy controlada para evitar disputas internas. Los trabajos tienen, en general, un nivel más bajo que los de la Pítima, al menos en lo que se refiere al interés de su contenido en los aspectos de reflexión social y política y en los temas científicos. Aunque, como veremos en este epígrafe, también hay algunos destacables y, sobre todo, aparecen en las actas referencias a otros sujetos que no se conservan y que nos inducen a pensar que se trataron asuntos que pudieron ser comprometidos, hay ciertos elementos de las actas que indican que se evitó conscientemente tratar este tipo de cuestiones y que incluso se censuraron y cambiaron algunos de los encargos. En todo caso, dado el carácter de los discursos y composiciones que componen el volumen manuscrito que estamos estudiando, la descripción que el “Humilde” realizó sobre el funcionamiento de la academia parece demasiado generosa: “...siendo admitido a tan dichoso ajuntamiento, donde los sabios enseñan, los ygnorantes (como yo) callan y aprenden, los unos corrixen con modestia y los otros se corrixen con su exemplo, los unos con dichos y hechos muestran su talento, y los otros se admiran y procuran a fuerça del trabajo ymitalles y como prudentes maestros nos empieçan a enseñar por lo mas facil (pues nadie en el mundo nacio aprendido)...”293 Generalmente en cada reunión se trataban una enorme variedad de materias, sin ninguna conexión entre ellas, aunque también se celebraron sesiones monográficas en las que el presidente encargaba un “sujeto general”294 y cada académico traía un “Carta a un aficionado de la Academia diciendole como se procede en ella”, Ibidem, fol. 142 r. Hemos incluido esta carta completa en los apéndices (Apéndice XVIII) porque resulta de interés para este y otros aspectos de los que tratamos en este trabajo. 294 En las actas encontramos sesiones monográficas los días 30 de septiembre (Ibidem, fol. 345 r) y 4 de diciembre (Ibidem, fol. 348 r) de 1610, y los días 3 de enero (Ibidem, fol. 351 r), 7 de febrero (Ibidem, fol. 353. 7 de marzo (Ibidem, fol. 355 v), 28 de marzo (Ibidem, fol. 356 v), 19 de 293 271 trabajo sobre él, en estos casos el tema era a menudo religioso,295 pero no siempre.296 El presidente tenía la posibilidad de elegir uno o varios temas y también podía dar una línea argumental común a todos los trabajos que debían entregarse en la siguiente sesión, esto, por ejemplo, pasó el 12 de octubre de 1610, el primer día de la presidencia del “Casto” (Diego Antonio Femat), quien solicitó discursos y composiciones poéticas sobre diferentes temas, pero todos ellos incluían una referencia a cierta señora, Sabina Aznárez, de quien el “Casto” estaba enamorado y a la que pretendía agradar, es muy posible que estuviese entre el público de esa sesión.297 Los trabajos fueron muy diferentes en cuanto a su forma, muchos estaban escritos en verso, utilizando una amplia variedad de composiciones poéticas, entre las que destacaban los sonetos,298 otros eran discursos en prosa, muy abundantes a lo largo de todas las actas, algunos tomaban la forma de cartas, 299 también eran muy frecuentes los jeroglíficos y las glosas.300 Casi todos los papeles están escritos en castellano, mayo (Ibidem, fol. 358 v), 10 de junio (Ibidem, fol. 366 r) y 1 de julio (Ibidem, fol. 360 v) de 1611. 295 Vida del Padre San Buenaventura, vida y martirio de San Jerónimo; vida y martirio de San Vicente; San Juan Evangelista y san José; sobre el Stabat Mater o un salmo de Job; San Agustín, y Esteban Protomartir y Nuestra Señora del Carmen. 296 La sesión monográfica del 10 de Junio de 1611 estuvo dedicada a la soberbia y a la siguiente redondilla (Ibidem, fol. 353 v): “Que el propio conocimiento tenga su dificultad que mucho si al pensamiento preside la voluntad y duerme el entendimiento”. 297 Ibidem, fol. 345 r/v. 298 Entre las composiciones conservadas: sonetos (Ibidem, fols. 30 r, 39 r, 51 r, 64 r, 72 r, 77 r, 79 r, 89 r, 91 r, 110 r, 125 r, 126 r, 147 r), romances (Ibidem, fols. 16 r, 84 r, 123 r, 216 r), sextillas (Ibidem, fols. 47 r, 52 r), octavas (Ibidem, fols. 54 r, 128 r), canciones (Ibidem, fol. 62), estancias (Ibidem, fols. 67 r, 109 r), villancicos (Ibidem, fol. 70 r), décimas (Ibidem, fols. 73, 114 r, 138, 140), esdrújulos (Ibidem, fol. 74 r), redondillas (Ibidem, fol. 92, 113), liras (Ibidem, fol. 94), tercetos (120 r). 299 Entre los trabajos encontramos cartas en Ibidem, fols. 117 r, 130r, 142 r, 173 r, 198 r. 300 Jeroglíficos sobre temas religiosos, sobre ciertos pecados, sobre personajes, etc. encontramos en Ibidem, fols. 75-76, 232, 263-273, 321-330. En cuanto a las glosas ya hemos señalado que se hizo una sesión monográfica en la que una parte del encargo consistía en glosar unos versos (Ibidem, fol. 353 v) y en el mismo sentido hallamos un encargo para la sesión del 3 de junio de 1611 (Ibidem, fol. 359 v): “que el Disuadido en 4 octabas glose estos versos el tiempo buela como el pensamiento huye la vida sin parar un punto el nascer al morir esta tan junto que de vida sigura no hay momento.” En realidad estos versos han sido extraídos de una octava incluida en un libro de Juan de Orozco y Covarrubias publicado en Segovia en 1598, y que debió tener bastante éxito en su momento porque hubo dos ediciones posteriores, otra de Segovia de 1591 y una de Zaragoza de 1604. Posiblemente fuese de esta última de la que se sacaron los versos, aunque entre los papeles no hay ninguna referencia a su origen, ni se señala su autor, ni se aclara que se han juntado versos suel- 272 aunque existe algún sujeto en latín,301 así como traducciones de versos latinos302 o el de recitar otros de memoria.303 La gran mayoría de los sujetos se pedían en la sesión anterior y los académicos disponían de unos días para realizarlos, aunque también era habitual la solicitud de sujetos “de repente” que tenían que ser escritos y recitados sin preparación previa,304 éstos últimos solían ser más breves y pretendían poner a prueba su capacidad de improvisación y su ingenio. Un ejemplo de este tipo es el discurso que se le encargó al “Humilde”, siendo secretario, en el que debía destacar alguna ventaja de la ignorancia, el resultado fue el siguiente: “Como para sufrir a un necio sea menester un particular don de Dios por ser la cosa mas pesada del mundo, parece tenerle el ygnorante pues su corto caudal no da lugar a distinguir el poco que el otro tiene y su ygnorancia le hace sufra lo que sin ella fuera imposible.”305 3.1. Principales temáticas Los asuntos sobre los que trató esta organización fueron, como ya se ha señalado, muy variados, aunque podemos establecer una serie de categorías en las que englobar los diferentes trabajos y que nos permitirán alcanzar mejor nuestro objetivo, destacando y profundizando en aquellos que tengan algún interés para nosotros y descartando el resto. Para esta tarea tenemos dos tipos de fuentes, por un lado los sujetos entregados por los académicos y, por otro, las actas que hacen referencia a los encar- tos, aunque sobre esto no hay duda porque son exactamente iguales a los de Orozco (pertenecientes a Emblemas morales libro 2º emblema IX), que dicen así: El tiempo vuela como el pensamiento, huye la vida sin parar un punto, todo está en un continuo movimiento, el nacer del morir está tan junto que de vida segura no hay momento y aun el que vive en parte es ya difunto. Pues como vela ardiendo se deshace comenzando a morir desde que nace. Sobre este libro hay un interesante artículo de la Revista virtual de la Fundación Universitaria Española escrito por Julián Gallego y accesible en Internet a través de la siguiente dirección: http://fuesp.com/revistas/pag/cai0204.html. 301 En BNM, Ms. 3672, folio 147 hay un soneto en latín del “Callado”. 302 Ibidem, fol. 350 r: “El señor Presidente en cinco octavas de raçon de la instrucion de la Academia al señor gobernador y en la p.ª traduzca tres o cuatro versos de Oracio que son los primeros de la epistola p.ª del Lib. 2”. 303 “El señor Tardio nos declare en un discurso de memoria aquel verso de David domine nememinneris delicta juventutis mehe” Ibidem, fol. 357 r. 304 Existen composiciones de repente en Ibidem, fols. 108 r, 113 r, 123 r, y una parte del libro contiene una serie de composiciones “de repente” de la presidencia del “Olvidado”: 195-213, en las actas hay más referencias a encargos de este tipo. 305 “Discurso de repente en el que diga algún bien de la ignorancia”, Ibidem, fol. 108 r. 273 gos realizados en cada una de las sesiones. Como es lógico, los primeros nos permiten profundizar en el contenido, mientras que los segundos sólo nos indican los diferentes temas desarrollados. Por desgracia, algunos de los asuntos que podrían resultar de mayor interés para este trabajo sólo los conocemos por las actas, por lo que no podemos saber que tratamiento se les dio. En el estudio de los papeles de esta junta señalaremos más categorías que las que establecimos para agrupar los trabajos de la Pítima, porque esta organización se prolongó durante mucho más tiempo y, por tanto, dio a la luz más trabajos que la primera, además, como fue una organización más ecléctica, a medio camino entre las academias literarias y las humanísticas, la gama temática fue más amplia. Aún así intentaremos dar una clasificación lo más amplia posible para no perdernos en la gran variedad de asuntos y centrarnos especialmente en aquellos que nos interesan para nuestro trabajo. Hay cuatro categorías temáticas que podemos considerar sin lugar a dudas como las más frecuentes, son los trabajos sobre asuntos religiosos, los de aspectos de moral general, los que se centran en el funcionamiento de la propia academia y, por último, aquellos que se ocupan de banalidades sin más objetivo aparentemente que el de mostrar la habilidad poética o divertir a la concurrencia. Además de estos, encontramos otras categorías con menor número de papeles, pero sin duda, más interesantes para nuestro objetivo, son los asuntos políticos, aquellos de carácter social y por último los que tienen relación con el conocimiento de las disciplinas científicas, la erudición y la historia. 3.1.1. Sujetos religiosos Son posiblemente los más numerosos entre los trabajos conservados, y los encargos más frecuentes a lo largo de las actas. En este grupo se incluyen todo tipo de composiciones poéticas y discursos en prosa, así como jeroglíficos, juegos e incluso alguna actividad pública de la academia, como acompañar los pasos de Semana Santa. La religión, por tanto, era una de las principales preocupaciones de la organización. Debemos recordar que por lo que hemos podido averiguar al menos seis de sus miembros (el doctor Monpahon, Jorge de Salinas, Sebastián de Canales, Luis Coscón, mosén Sada y mosén Gironza) eran religiosos o tuvieron alguna dignidad eclesiástica a lo largo de su vida, y posiblemente algún académico más podría ser incluido en esta lista. Si a esto le unimos la omnipresencia de la religiosidad en casi todos los aspectos de la vida durante la Edad Moderna, y con especial incidencia en el ba- 274 rroco español, no nos puede sorprender que gran parte del tiempo de una organización como esta, que en buena medida había sido creada con al intención de debatir sobre el conocimiento humano y de educar en los valores predominantes, estuviese dedicado a la materia religiosa. Entre los abundantes sujetos de este tipo encontramos algunos de tipo general,306 composiciones discursos y poesías dedicados a personajes destacados de la Iglesia como San Francisco,307 Santa Mónica,308 San Buenaventura,309 San Jerónimo,310 San Nicolás,311 San Vicente,312 San Agustín,313 San Nicolás obispo,314 etc.; otros a protagonistas del Viejo y Nuevo Testamento,315 a diversos pasajes bíblicos316 y a elementos del dogma católico.317 Ninguno de estos papeles tiene gran importancia para el objeto de este trabajo por lo que no profundizaremos más en ellos. 3.1.2. Sujetos sobre cuestiones de moral Son también muy abundantes y denotan la gran atención que mostraron los académicos de Huesca por la formación del espíritu en los valores cristianos. En este apartado vamos a incluir solamente aquellos trabajos de contenido general que traten sobre los males causados por los pecados capitales o por las desviaciones éticas de la conducta que, por su carácter universal, puedan ser válidos para cualquier época o lugar, y también de los que se ocupen de ensalzar y valorar las cualidades positivas de las personas. Dejaremos para el apartado sobre cuestiones sociales aquellos papeles que se ocupen de vicios o costumbres concretos que, por su frecuencia en la España del siglo XVII, preocupaban especialmente a los contemporáneos. Este punto 306 Discurso a la religión (Ibidem, fol. 18), soneto pidiendo perdón a los pecados (Ibidem, fol. 39 r), cancioncillas a la Cruz (Ibidem, fol. 44), canción al triunfo de la Cruz (Ibidem, fol. 67). 307 A este santo está dedicados muchos papeles conservados, posiblemente fue motivo de una sesión monográfica. Ibidem, fols. 28-36 y 277-281. 308 Ibidem, fol. 37. 309 Ibidem, fols. 74, 77. Al Doctor Seráfico la academia le dedicó una sesión monográfica el 10 de junio de 1611 según se señala en las actas (Ibidem, fol. 366 r). 310 Ibidem, fols. 95-105. En las actas se señala que la academia también le dedicó una sesión monográfica el 3 de enero de 1611 (Ibidem, fol. 351 r). 311 En Ibidem, fols. 149-150 hay varios discursos y composiciones dedicados a “San Nicolas obispo de Mirreha”. 312 Ibidem, fols. 184-194, también se le dedicó una sesión monográfica el 4 de diciembre de 1610 (Ibidem, fol. 348 r). 313 Ibidem, fols. 254-263, pertenecientes a otra sesión monográfica del 19 de mayo de 1611 (Ibidem, fol. 358 v) 314 Ibidem, fol. 345 r. 315 Ibidem, fols. 40-45, 47, 49, 64, 68, 316 Ibidem, fols. 55, 54, 70, 71. 317 Ibidem, fols. 51, 52, 56, 58. 275 del trabajo trata, por tanto, de conceptos morales universales, inherentes a la naturaleza humana y que han preocupado desde siempre a quienes se han interesado por la conducta de las personas. La mayoría toman la forma de discursos sobre los males de la hipocresía, 318 la cólera,319 vanagloria,320 la ingratitud,321 la lujuria,322 la envidia,323 la lascivia, 324 la soberbia,325 etc. o alabando las virtudes de la discreción,326 la modestia,327 etc. Hemos mencionado algunos de los que se conservan entre los papeles de la Academia, aunque en las actas se hacen muchos más encargos de este mismo tipo. En ocasiones, estos trabajos también tomaban la forma de jeroglíficos en los que la clave estaba en la explicación que ofrecía una moraleja,328 o incluso de composiciones poéticas en las que se reflexiona sobre los mismos asuntos.329 Se trata en todos los casos de disertaciones de carácter general o adivinanzas con una clara intención didáctica, pero que ofrecen pocas posibilidades para el fin de nuestro trabajo, así que tampoco nos ocuparemos con más profundidad de ellos. 3.1.3. Sujetos de contenido ligero o trivial Este tipo de contenidos son muy frecuentes entre los papeles conservados de la academia y entre los encargos de las actas, tanto o más que los de carácter religioso, pero la diferencia es que aquí estamos abarcando una amplísima gama de temas, mientras que los sujetos religiosos formaban una categoría claramente definida y relacionada. En este apartado incluimos sujetos muy distintos a los que englobamos por la difusa y discutible característica de que en ellos prima más la forma que el contenido, su objetivo principal es divertir más que enseñar y, a menudo, los temas 318 Ibidem, fol. 85. Ibidem, fol. 134. 320 Ibidem, fol. 162. 321 Ibidem, fol. 220. 322 Ibidem, fols 239-241. 323 Ibidem, fol. 244. 324 Ibidem, fol. 300. 325 Varios discursos entre los fols. 321 y 330, porque fue sujeto general el 7 de febrero de 1611 (Ibidem, fol. 353 v). 326 Ibidem, fol. 118. 327 Ibidem, fol. 297. 328 Se conservan varios jeroglíficos a la soberbia en los fols. 321-330, y en las actas se piden varios más, por ejemplo uno a la envidia en el fol. 352 r. 329 En Ibidem, fol. 125 hay un soneto a la presunción y en el 128 cuatro octavas a ser uno reportado. 319 276 son meras excusas para mostrar las habilidades poéticas o para alardear de ingenio y ocurrencias. Son, por tanto, el tipo de trabajos que llenaban las academias literarias, aunque en este caso con ciertas diferencias respecto de otras juntas que hemos tratado en capítulos anteriores. En primer lugar hay una diferencia de calidad, ya que, como se explicó, los mejores poetas y literatos españoles se concentraron principalmente en torno a la corte o en ciudades, como Sevilla o Toledo, con una intensa actividad económica, hacia las que se sentían atraídos por las enormes posibilidades que ofrecían, por tanto en las reuniones de zonas periféricas, como es el caso de la que estamos estudiando, los miembros eran aficionados a la literatura pero generalmente su nivel era inferior. Otra diferencia consistía en que el uso de la sátira estaba muy controlado en la Academia de Huesca, porque se consideraba que podía dar lugar a disputas y afectar negativamente al funcionamiento de la organización como ocurría con las continuas querellas que tuvieron lugar en las reuniones literarias madrileñas o de otras ciudades españolas. Aquí encontramos algunos trabajos jocosos e incluso satíricos, pero son poco frecuentes y se tiene cuidado de que no resulten ofensivos y que nadie se pueda sentir personalmente aludido. La sátira debía estar expresamente prohibida y castigada en los estatutos y ya hemos visto el caso en el que el “Tardío” pedía premio por una sátira que había realizado a la luna y como respuesta “fue satirizado” por los otros académicos.330 Las obras jocosas que se conservan entre los papeles o bien se refieren a personajes ficticios o hacen gala del machismo omnipresente en la sociedad de la época incidiendo en los tópicos sobre las mujeres y dado que todos los académicos eran hombres, no había peligro de ofender personalmente a ninguno.331 Entre los trabajos que hemos incluido en este apartado hay típicas poesías de amor,332 otras de carácter más humorístico sobre aventuras sentimentales o amores 330 Ibidem, fol. 355 v. Hay varios papeles con contenido machista, unos más jocosos que otros, pondremos algunos ejemplos: “Soneto que me mando hacer el señor presidente a Celia dandole culpa que deje a Fabio pobre a quien adora, por elegir a Danteo rico, a quien aborrece” (Ibidem, fol. 79), “Discurso en el que digo la cosa que es mas insufrible en una mujer” (Ibidem, fol. 111), “Discurso que me manda el señor presidente diga que auiendose uno de casar qual sea mejor con mujer hermosa y necia que fea y discreta” (Ibidem, fol. 164), “Discurso en que se me manda diga los daños que causan las muchas galas en las mujeres” (Ibidem, fol. 176), “Discurso de la razon porque habiendo mujeres de tan buen entendimiento no se les permite interpretar las divinas letras” (Ibidem, fol. 226). 332 Entre otras: “Soneto al dulce mirar de Clarinda” (Ibidem, fol. 110), o “A las manos de mi dama” (Ibidem, fol. 121). 331 277 no correspondidos,333 algunas sobre acontecimientos personales de los académicos,334 unas cuantas sobre temas más serios o profundos,335 y muchas más sobre los más diversos asuntos, algunos de ellos inclasificables.336 Todos los ejemplos mencionados pertenecen a papeles que se conservan en el volumen manuscrito que estamos estudiando, y son sólo una parte de los muchos más que podíamos incluir perfectamente en este apartado. En las actas se aprecia claramente que la inmensa mayoría de los sujetos encargados por los diferentes presidentes podrían estar incluidos dentro de este apartado por sus escasas pretensiones y su banalidad, alguno de ellos resulta realmente muy curioso, como un discurso, que por desgracia no se conserva, en que se le pide al “Olvidado” que explique lo siguiente: “...qué se sabe de Don Quixote si se esta aun encantado si se caso y lo demas que se supiere de su historia...”.337 Pero en general tampoco aportan nada sustancial en cuanto a las formas de reflexión política y social en la academia, más allá de confirmar ciertos elementos ya mencionados como el machismo, la importancia dada al honor en los asuntos amorosos y otros aspectos que son de sobra conocidos por otras fuentes. 3.1.4. Sujetos referidos al funcionamiento de la academia En este apartado se pueden también incluir un número no desdeñable de los papeles conservados, así como de los encargos realizados en las actas, aunque su frecuencia es menor que la de los tres grupos que hemos analizado primero. Algunos de ellos ya han sido mencionados en el estudio de las características técnicas de esta academia o en los capítulos anteriores, cuando hemos estudiado de forma general cómo se organizaban este tipo de instituciones. Intentaremos ser más sistemáticos con los documentos que integran esta categoría de lo que lo hemos sido para las tres Por ejemplo: “Redondillas riñendo a un barbero que por averme traydo la navaja se detuvo mas de lo ordinario en hazerme la barba, causando esta dilación no haver podido hablar a Cloris” (Ibidem, fol. 92), “redondillas al gusto que me ha causado la mudança de mi dama” (Ibidem, fol. 113), “Soneto a la ingratitud de una dama” (Ibidem, fol. 126), “Decimas a los celos” (Ibidem, fols. 138 y 140), 334 “El religioso escriva una carta a un agente suyo trayga cuenta con su hacienda” (Ibidem, fol. 117), “Estanca al contento que he tenido de la venida de mi hermano” (Ibidem, fol. 109). 335 “Discurso a los bienes de la paciencia con larga enfermedad” (Ibidem, fol. 182), “Al daño que hacen los ojos” (Ibidem, fols. 60 y 61). 336 Señalaremos unos cuantos más para hacernos una idea de la variedad de temas: “Discurso en que el señor presidente me manda considere ser rico y como tal disponga de mucha acienda por razon dello” (Ibidem, fol. 82), “Romanze a los bienes que se siguen de no vivir en lugares cortos” (Ibidem, fol. 84), “Liras que me mando hiziera el señor presidente quexandome de una larga enfermedad que aflixe a una dama” (Ibidem, fol. 94), “A unas oras de una dama” (Ibidem, fol. 107), “Dezimas riñendo a Clori porque siempre me pide”, etc. 337 Ibidem, fol. 350 v. 333 278 anteriores para corroborar algunos de los argumentos que hemos ido exponiendo a lo largo de este trabajo y para ello los hemos clasificado en cuatro tipos con el objetivo de aclarar sus contenidos. Además, utilizaremos ahora tanto los sujetos entregados por los académicos y que se han conservado, como los encargos anotados en las actas y que no han llegado hasta nosotros. El primer tipo corresponde a aquellos papeles cuyo objetivo era evitar querellas y salvaguardar la convivencia dentro del grupo. Como ya hemos visto, en la Academia de Huesca, como en otras de Aragón, hubo una especial preocupación porque no estallasen esas disputas que tanto repercutían en las juntas de otros lugares de España y así se demuestra en varios de los papeles entregados por los académicos, por ejemplo un discurso en el que el “Afligido” señala los males que se derivan de la murmuración, 338 así como en varias anotaciones de las actas que ya hemos referido y por tanto no es necesario repetir aquí. Un segundo tipo corresponde a los sujetos que son penitencias impuestas por el presidente a los académicos que han incumplido sus deberes con la organización y que se establecían seguramente atendiendo a lo reglamentado en los estatutos. Estos castigos corresponden a dos tipos de contravención de las normas: las faltas de asistencia y no haber traído los sujetos encargados en la sesión anterior. Por lo general consistían en la exposición de una disculpa ante el pleno de la junta, que podía ser según lo desease el presidente bien un discurso en prosa o bien una composición poética.339 El tercer grupo corresponde a papeles cuyo propósito es explicar el funcionamiento y fines de la academia, bien para mostrárselos a una persona ajena a la organización o bien para recordar a sus miembros los objetivos por los que ésta fue fundada. Aunque la forma más habitual que toman estos trabajos es la de discurso, también se pidieron composiciones poéticas. Se trata poco menos que de melifluas sucesiones de halagos y felicitaciones por el buen funcionamiento de la junta y por el enorme provecho intelectual y moral aporta a todos sus integrantes.340 338 “El afligido en un discurso /o/ carta diga los males que causa el mormurar” (Ibidem, fol. 198). 339 De este tipo tenemos dos entre los trabajos de los académicos: “Cinco tercetos escusandose de no haver traido versos a San Jerónimo.” (Ibidem, fol. 120) y “El Olvidado disculpa una falta” (Ibidem, fol. 136); y otros dos diferentes anotados en las actas: “El Olvidado se disculpe en un discurso breve del olvido que ha tenido de hazer a los sujetos de las academias pasadas” (Ibidem, fol. 355 r) y “El Casto diga en un discurso si ha de bolber a la Academia y si no buelbe lo que sirvira le borren della” (Ibidem, fol. 360 r). 340 Entre los trabajos conservados de los académicos hay tres discursos de este tipo: “...en el que se diga lo bien que procede la academia” (Ibidem, fol. 122), “Carta a Fabio dándole razón y 279 El último tipo es más amplio que los anteriores y contiene sujetos en los que se habla de acontecimientos puntuales sucedidos en las sesiones y otros en los que se comentan aspectos concretos del funcionamiento de la academia o se sugieren ciertos cambios. Hemos incluido aquí trabajos de muy diverso tipo: un romance de repente que encargó el presidente para comentar un soneto que él mismo había compuesto,341 un discurso de enhorabuena al “Casto” por su buen hacer durante el tiempo que le correspondió la presidencia,342 un discurso de agradecimiento del “Afligido” por haber sido admitido en la academia,343 y la petición que realizó el portero para que se le subiera el sueldo, así como su agradecimiento una vez le fue concedida tal solicitud.344 3.1.5. Sujetos con reflexión política La inmensa mayoría de los papeles conservados de la Academia de Huesca pueden ser incluidos en los apartados anteriores, sólo unos pocos tienen algún interés para lo que es el objetivo esencial de nuestro trabajo, estudiar las formas de reflexión política y social en estas organizaciones. Además, en las actas hay indicios de que hubo una especial preocupación por evitar cualquier tipo de polémica de carácter político, por ello, en este apartado prestaremos tanta atención a los trabajos presentados por los académicos y que conocemos, como a aquellos que no han llegado hasta nosotros, pero que aparecen señalados entre los sujetos encargados por los diferentes presidentes. El título de este epígrafe es “sujetos con reflexión política” y no “sujetos sobre política”, porque en ocasiones, aunque contienen elementos de este tipo, pretendían desarrollar otros aspectos. No hay un solo trabajo en todo el volumen dedicado expresamente a analizar cuestiones de política contemporánea, y los casos que podelengua de lo bien que se procede en esta academia” (Ibidem, fol. 130) y “Carta a un aficionado de la academia diciendole como se procede en ella” (Ibidem, fol. 142). Y además de éstos hay otro encargo anotado en las actas: “El señor presidente en cinco octavas de razon de la instrucción de la Academia al señor gobernador” (Ibidem, fol. 350 r). 341 “Romance que el señor presidente me mando hazer al infelice succeso de un soneto suyo” (Ibidem, fol. 123). 342 “Discurso que el señor presidente me mando hazer dando parabien al señor Casto de lo bien que se a habido en el tiempo de su presidencia” (Ibidem, fol. 169). 343 “Discurso del Afligido a lo bien que le parecio la Academia quando le hizieron el honor de admitirle en ella y desto quiere mostrar su contento según le mando el señor presidente” (Ibidem, fol. 171). 344 “Romance en el que el Rudo portero de la Academia da razones por donde se deve aumentar su salario” (Ibidem, fol. 216). El papel que contiene el agradecimiento no se conserva, pero viene anotado en las actas: “El Rudo portero en un romanze agradezca a la Academia el haberle aumentado el salario” (Ibidem, fol. 354 v). 280 mos considerar más próximos a este objetivo que están consignados en las actas no se conservan. Parece que la junta se regía por esa idea plasmada en los discursos de Argensola345 de que lo más prudente era evitar los debates políticos porque de ellos sólo podían derivarse problemas tanto en el seno de la junta como a los ojos de las autoridades civiles. De los asuntos más llamativos que aparecen en las actas pero que no se conservan, el primero trata sobre la expulsión de los moriscos decidida en abril de 1609 y cuyo decreto para Aragón fue publicado en Zaragoza el 29 de mayo de 1610. En este reino la población morisca se concentraba especialmente en las regiones de Zaragoza y Huesca,346 en esta última especialmente en una serie de pueblos al sur y oeste de la capital. La salida de la península de los moriscos aragoneses se efectuó en su mayoría desde el puerto de los Alfaques en Tarragona hacia el norte de África, aunque muchos de los de Huesca fueron expulsados hacia Francia a través de los pasos pirenaicos de Somport, Roncesvalles y Vera.347 Sólo conocemos el título de los dos sujetos que encargó el presidente de la academia y sus destinatarios. El primero dice así: “...un soneto al piadoso zelo que ha tenido el rey en la expulsión de los moriscos”348 Fue encomendado el 28 de agosto de 1610 al doctor Monpahón quien, como hemos visto en la información obtenida sobre los académicos, era capitán de gente de armas y ya había participado activamente en 1592 en la contención de los franceses que hostigaban las montañas de Jaca, por lo que podemos suponer que también fue movilizado para poner en práctica el decreto de expulsión en los territorios de Huesca y que por ello fue elegido para explicar cómo se desarrolló este importante acontecimiento. El otro es un encargo del mismo día en el que se pide al Juan Miguel de Luna que escriba: “...quatro octavas aconsolando a Favio que ha perdido mucha hazienda por esta expulsión”349. Ambos trabajos, si llegaron a realizarse, se han perdido, por lo que no sabemos cómo fueron, ni si contenían reflexiones más profundas o con más contenido que los 345 Apéndice V. Ver el mapa sobre asentamientos moriscos a principios del siglo XVII en Simón Tarrés “El reinado de Felipe III...” op. cit. p. 409. 347 Simón Tarrés, A . “El reinado de Felipe III...” op. cit. p. 417. Sobre la suerte de los moriscos que fueron expulsados a través de los Pirineos, unos 13.400, Lynch (Los Austrias... op. cit p. 464) nos indica que “...las autoridades francesas, exasperadas, les llevaron en tropel al puerto de Adge para embarcarlos y les obligaron a pagar derechos de tránsito y el pasaje de la travesía.” 348 BNM, Ms. 3672, fol. 343 r. 349 Ibidem, fol. 343 r. 346 281 tópicos al uso en el momento. Es una pena no conservarlos, porque Aragón fue, después de Valencia, el reino más afectado por la expulsión, ya que los moriscos suponían entre la quinta y la séptima parte de la población total del reino, 350 pero la proporción era mucho mayor si nos centramos en las regiones en las que habitaban, que en gran medida quedaron en la ruina y en las que la falta de mano de obra propició la sustitución de los cultivos intensivos por otros extensivos.351 El otro caso es un sujeto que aunque parece de reflexión general, podemos fácilmente establecer una conexión de su contenido con la actualidad política. Es un caso muy representativo de la determinación de la academia de no entrar en polémicas sobre estos asuntos, la petición, realizada el 28 de febrero de 1611 en la primera presidencia de don Juan Miguel de Luna, el “Melancólico”, era la siguiente: “El Rustico fiscal en un discurso diga porque de ordinario la voluntad y el poder no van juntos”.352 Por razones que no se especifican pero que podemos adivinar, el asunto fue tachado y sustituido por otro de carácter completamente intrascendente: “El Rustico fiscal quexandose de Flora que con muestras de amor fingidas ha burlado y entretenido a el y otro galan diga en una canción que con conozer su deslealtad le es imposible apartarse de su amor”.353 Es un caso único en las actas, ningún otro sujeto aparece tachado y sustituido, y teniendo en cuenta el tema sobre el que trataba, se puede intuir que la causa de su anulación era la crítica implícita a Felipe III que contenía. Algo que comenzaba a cundir en publicaciones y panfletos, y que se había convertido en un motivo de preocupación para el gobierno desde que, en 1609, Juan de Mariana intentase publicar una edición castellana de su obra Tratado y discurso sobre la moneda de vellón y de algunos desórdenes y abusos, en la que, bajo el pretexto de la manipulación monetaria se realizaba una crítica integral a la forma de gobierno de la monarquía, y que fue seguida en los tres años siguientes por numerosas obras de contenido tanto o más rotundo. Entre ellas destacan los Aforismo sacados de la Historia de Plubio Cornelio Tácito escrita por Arias Montano y publicada también en 1609, que llegaba a afirmar que lo más negativo para un reino era contar con un monarca carente de voluntad y dominado por un valido ambicioso, o los libros de Agustín de Rojas, Fray Jerónimo 350 Lynch (Los Austrias... op. cit. p. 462.) los sitúa en un quinto de la población, mientras que Simón Tarrés (. “El reinado de Felipe III...” op. pp.421-422). habla de la sexta o la séptima parte de la población. 351 Simón Tarrés, A. “El reinado de Felipe III...” op. pp.421-422. 352 BNM, Ms. 3672, fol. 354 v. 353 Ibidem, 354 v. 282 Gracián de la Madre de Dios y fray Juan Márquez, en los que se exponían implícitamente numerosas opiniones contrarias a muchas de las medidas gubernamentales.354 En este turbulento ambiente no resulta extraño que en una organización que pretendía evitar la polémica de carácter político se decidiese no encargar un discurso tan comprometido y que podía ser motivo de problemas posteriores. Por tanto, los dos ejemplos más relacionados con la actualidad política no se conservan y, uno de ellos, casi con total seguridad, ni siquiera llegó a escribirse. Del resto de trabajos de la academia muy pocos contienen algún aspecto en el que se pueda intuir alguna referencia política, especialmente en sentido crítico. El que quizás resulte más interesante consiste en una serie de composiciones poéticas cuyo propósito era exhortar al rey a la conquista de Jerusalén, que debieron formar parte de una sesión monográfica sobre ese mismo asunto.355 Tal propuesta, a todas luces descabellada y ajena a las posibilidades de la monarquía, posiblemente no era más que una mera excusa para la competición poética, pero debemos recordar que el gobierno de Lerma, como compensación a la política pacifista europea puso sus ojos en el Mediterráneo para otro tipo de acciones que podían reportar dos resultados positivos: por un lado, asegurar las costas peninsulares frente a la constante amenaza de la piratería argelina y, por otro, servir de justificación ideológica y propagandística de lo que se consideraba que era una de las principales razones de ser de las monarquía, la defensa del catolicismo. El hecho de renunciar a la lucha contra los herejes europeos, podía ser compensado con una renovada ofensiva contra el Islam.356 Pero más allá de la inserción del tema en un cambio de objetivos ideológico-propagandísticos, lo que resulta más curioso de estas composiciones es su propio contenido, ya que en ellas se pueden intuir diferencias notables entre los académicos sobre las líneas generales de la política exterior. A pequeña escala y, por supuesto, con un carácter limitado y anecdótico, podríamos llegar a pensar que en el seno de la junta había una división entre académicos «pacifistas» y «reputacionistas», según su forma de afrontar el 354 Antonio Feros (El duque de Lerma... op. cit. pp. 399-406) ha estudiado y resumidos las críticas políticas contenidas en todos estos libros y el despertar, entre 1609 y 1612, de una corriente de opinión, cada vez más fuerte, contraria a Lerma y a la línea de su gobierno. 355 Varios académicos presentaron trabajos sobre este mismo asunto: BNM, Ms. 3672, fols. 62, 65, 72, 73, 78. 356 Feros, A. El duque de Lerma... op. cit. p. 354: “La estrategia de paz en Europa requería que Lerma y sus aliados buscasen una «identidad» distinta a la que presentaba a la monarquía hispana como defensora del catolicismo en un contexto europeo crecientemente herético. Como han destacado algunos historiadores esta nueva identidad consistía en una imagen de España como la encargada de proteger la cristiandad del enemigo turco, lo que implicaba una creciente atención a la situación del Mediterráneo, y la promoción de una ideología anti-islámica como elemento definidor de la propia monarquía y su proyección exterior”. 283 tema. La mayoría de las composiciones son bastante neutras en este sentido, limitándose a desarrollar, con más o menos acierto, el tema pedido. Pero en algunas parece intuirse un trasfondo un poco más complejo como veremos en los siguientes ejemplos. Entre los trabajos conservados hay un soneto con estrambote de Lorenzo Jiménez, el “Rústico”, de cuyo contenido se puede deducir un apoyo de la política pacifista, ya que con cierta ironía se señalan los peligros de aventurarse en guerras imprudentes. El último terceto y el estrambote, en los que se realiza la exhortación pedida, parecen tener un contenido sarcástico, de hecho, el mismo uso del estrambote puede denotar una intención burlesca: “DEL RUSTICO ACADEMICO AL REY NUESTRO SEÑOR EXORTANDOLE A LA CONQUISTA DE JERUSALEN Cuando llega a la cumbre de la gloria Filippo discreto un príncipe dichoso Es consejo importante y provechoso El conservar sin guerras la victoria Siendo verdad aquesta tan notoria Parecerá consejo cauteloso Que os provoque el sonido bellicosso De la trompa de Syon y su memoria Llegó a su colmo vuestra gloria y fuera En empresa dudosa aventuralla Daño notable sin algún provecho Pero si en Vos Jerusalem espera La verdadera gloria es libertalla Con la sangre y valor de vuestro pecho Que aunque quedeis desecho En su conquista con valor no visto Teneys por tumba el túmulo de Cristo.”357 El tono y el contenido de esta composición son muy diferentes de los de otras en las que parece claro un espíritu mucho más belicista, por ejemplo, las “Décimas del imaginativo a la conquista de Jerusalem” entregadas por Domingo Lumbierre, y que hemos incluido en su totalidad en los apéndices.358 Este académico, en un tono mucho más entusiasta que el anterior, se muestra convencido de la necesidad de realizar la tarea y no duda de la victoria: “...Y pues os llaman leon De España por ser temido Con solo aqueste appellido Siempre que en guerra entreis No dudo que vencereis...”359 357 BNM, Ms. 3672, fol. 72 r. Apéndice XVI. 359 BNM, Ms. 3672, fol. 73 r. 358 284 Opina que el rey tiene la obligación de tomar ejemplo de su abuelo Carlos V y de su padre Felipe II y lanzarse a una política ofensiva: “...Y por sucesion debeis Si abuelo y padre mirais Y el cargo que sustentais De parezelles en todo Que haziendolo deste modo Eterna fama ganais...”360 Además, como monarca de la nación más poderosa del mundo y representante del catolicismo esta empresa es una de sus tareas inexcusables: “...Pues sois el que sustenta Oy la mayor cristiandad A Jerusalem mirar Que corre por vuestra cuenta Y es de cristianos afrenta Ver que turcos la posean...”361 Incluso en el caso de una poco probable derrota, el “Imaginativo” considera que la justicia del objetivo es tanta que el monarca tiene la obligación de afrontar los riesgos: “...Quando la empresa perdais Ved que ganareis el Cielo Tendran cristianos consuelo En ver no queda por vos Y al fin os pagara Dios Si esta jornada emprendeis Y si por el os perdeis Tambien el murio por nos...”362 El ánimo que subyace detrás de cada una de estas composiciones parece tan diferente que podríamos pensar que cada autor refleja el pensamiento de una de las corrientes enfrentadas en la sobre política exterior, cuyas discrepancias se mostraban cada vez más claramente en todos los ámbitos de la monarquía, especialmente desde la firma de la Tregua de los Doce Años en abril de 1609, considerada un grave error por el sector reputacionista porque suponía el reconocimiento de facto de las Provincias Unidas y, por tanto, concedía a un territorio rebelde la categoría de Estado igual a España. Desgraciadamente, no tenemos datos biográficos de estos dos académicos que nos ayuden a aclarar su posición personal respecto de estos asuntos, pero no es de extrañar que dentro de la organización hubiese miembros partidarios de la política de paz que patrocinaba el valido y otros más proclives a una línea más ofensiva, por360 Ibidem, fol. 73 r. Ibidem, fol. 73 r. 362 Ibidem, fol. 73 v. 361 285 que ese era un debate extendido por todos los rincones de la monarquía y sobre el que tenía su propia opinión todo aquel con cierta formación y conocimientos de la escena internacional del momento. Por tanto, aunque el tema de la conquista de Jerusalén pueda resultar irrealizable, sí parece creíble que utilizándolo como excusa cada trabajo reflejase la opinión de su autor sobre la política exterior española. Otro de los papeles de los que se puede extraer algún elemento de reflexión política se escribió el 24 de enero de 1611 y es obra de Marco Antonio Esporrín, el “Retirado”, lo hemos incluido completo en los apéndices,363 y su título es el siguiente: “Discurso en que se dan algunas razones porque siendo las letras y las armas las cosas de mayor estima se premian tan poco”364 En el mencionado discurso el autor, del que tampoco poseemos ninguna información biográfica, salvo que posiblemente perteneció a un ilustre linaje oscense, opina que estas dos ocupaciones son sin lugar a dudas las más importantes a las que se puede dedicar un hombre y las que más premio y favor merecen: “Entre los exercicios que con tanto acuerdo probeyo naturaleza para el empleo del hombre sin duda alguna el mas honrado y noble, y el mas digno de galardon y premio es el de las letras y armas, según que dello asi en las divinas como en las humanas historias ay testimonio muy claro, siendo pues assi que lo que sustenta el mundo son estas dos cosas y lo que mas se debia estimar y con ventajas premiar, es el trabajo de los que en ambas se han señalado...”365 Afirma a continuación que, sin embargo, no son apreciadas en la manera que debieran, muy por el contrario, no se reconocen méritos a quienes las practican, y para explicar esto da tres causas principales. La primera es que quienes deben premiarlas no conocen los peligros y esfuerzos que requieren por lo que no saben apreciarlas: “...los Reyes y Principes a cuyo cargo toca premiar las letras y armas pues con estas defienden sus estados, y con aquellas los conservan, no saben por experiencia los manifiestos peligros trabajos y cuydado que requieren, y siendo ello asi que lo que poco /o/ nada cuesta en esso tambien se estima, assi las premian con tan escasa mano...”366 La segunda razón es que estas profesiones son de gran virtud, y la virtud provoca envidia en quienes no la poseen, por lo que éstos intentan mermar los méritos de soldados y eruditos: “...por la embidia que como tiene por obietto la virtud y no es pequeña la que en un verdadero y fiel soldado y en un hombre prudente y sabio se halla, no entiende en otro que en escurecerla deslustrando los hechos 363 Apéndice XVII. BNM, Ms. 3672, fol. 311. 365 Ibidem, fol. 311 r. 366 Ibidem, fol. 311 r. 364 286 mas heroycos de entrambos, sembrando ciçaña y derramando veneno en las voluntades de los reyes y monarcas...”367 Y la tercera es por los caprichos de la suerte, que suele ser esquiva con quienes no tienen dinero y estas dos profesiones van generalmente asociadas a la pobreza: “...Y como son hermanas las letras y armas de la pobreça, assi ni ay oidos, ni ojos, ni tampoco manos para premiarlas, si ya no se les pega algo de favorable fortuna...”368 El discurso resulta interesante y contiene crítica política, pero ésta es muy general y poco comprometida ya que no hay ninguna referencia concreta a nadie en particular, aunque es cierto que se podrían hacer suposiciones sobre a quién se refiere cuando habla de esas personas próximas a los monarcas que intentan desprestigiar a los hombres de armas y letras para ocultar su propia falta de virtud, o sobre esos reyes que como no cultivan ninguna de esas dos artes no conocen ni saben apreciar su valor. En realidad las ideas contenidas en este discurso eran muy habituales en la época y hacen más referencia a grandes ideas generales sobre la sociedad que a aspectos concretos de la vida política y no suponían ningún peligro para quien las lanzaba ni tenían porqué despertar ninguna preocupación entre las autoridades, siempre que tuviesen la debida precaución de mantener ese tono de generalidad poco comprometido. Podemos enmarcar las reflexiones contenidas en este discurso dentro de la forma de pensar de una oligarquía urbana formada por una pequeña nobleza que se ha ganado su posición por medio del trabajo, muchas veces como profesionales liberales e incluso como comerciantes o maestros de los oficios y en la que, como hemos visto, también hay personas dedicadas a las armas, un grupo heterogéneo pero que tienen en común el otorgar un gran mérito al esfuerzo y a la mejora personal por medio del trabajo. Es por tanto un tipo de ideología equiparable a la que hemos estudiado en la Pítima Contra la Ociosidad y que veremos también en el siguiente punto, sobre el rechazo a la inactividad y la valoración de los méritos como forma de alcanzar el prestigio social. Para acabar este apartado vamos a hacer referencia a otros dos encargos de las actas que no se conservan. El 3 de junio de 1611 se hizo la siguiente petición: “El Sufrido en un discurso diga por qué los hombres desean tanto cargos y dignidades siendo tan pesados”.369 367 Ibidem, fol. 311 v. Ibidem, fol. 311 v. 369 Ibidem, fol. 359 r. 368 287 El otro es un discurso sobre cómo se ha de gobernar una república que se le pidió al secretario el 26 de junio de 1611.370 Como vemos es una constante que no se conserven los sujetos que tratan sobre asuntos políticos. Nada más reseñable encontramos en los papeles sobre esta materia, es por tanto ésta una organización que se centró especialmente en los asuntos religiosos y en el esparcimiento y que dedicó muy pocos esfuerzos a la reflexión política, incluso hay, como hemos ya analizado, evidencias que parecen indicarnos que la intención de sus miembros era evitarla deliberadamente. 3.1.6. Sujetos con reflexión social Aunque también hay pocos trabajos de la academia con elementos de reflexión social, sí que son más frecuentes que los relacionados con la política, y no parece existir en este caso ningún acuerdo tácito o explícito para evitar este tipo de contenidos. De nuevo en este apartado señalaremos tanto aquellos papeles presentados por los académicos que aún se conservan, como los sujetos que aparecen en los encargos de las actas y de los que no conocemos su resultado. Podemos dividir estos sujetos en varios grupos según el tema que trataban. Algunos de ellos tenían como objetivo meditar sobre un asunto que, como ya hemos estudiado, era muy frecuente en las academias de tipo humanístico, especialmente en Aragón: los males que causaba la ociosidad y la necesidad de ocupar el espíritu y el cuerpo en una serie de tareas productivas y de formación para evitar que fuesen arrastrados a la práctica de los vicios. Por lo general se trata de discursos en los que se insiste una y otra vez en los mismos aspectos que se han visto en los discursos de Argensola a una academia de Zaragoza,371 o en los papeles de la Academia pítima contra la Ociosidad, lo que de nuevo nos obliga a preguntarnos por la razón de que el tema fuese recurrente en las organizaciones aragonesas. Sin duda el hecho de que fuese una materia tan habitual en las academias de este reino refleja una preocupación social importante, al menos entre los diferentes estratos de la nobleza, porque no es una cosa de la que se ocupasen exclusivamente pequeños nobles como los que formaban la Academia de Huesca, pertenecientes a una oligarquía urbana compuesta en gran parte por profesionales liberales, medianos propietarios e incluso comerciantes y mercaderes que habían logrado el ascenso social gracias a sus propios méritos, sino que como hemos visto en la Academia Pítima, con el conde de Guime370 371 Ibidem, fol. 360 v. Trascritos completos en el apéndice V. 288 rá, era un asunto que también preocupaba a los círculos de algunos títulos. Por esta razón volvemos a insistir en la posibilidad de que el factor territorial tuviese también cierta importancia en una nobleza como la aragonesa, excluida de las decisiones políticas y de los círculos de poder de la monarquía, y limitada a un ámbito de influencia local, que reclamaba su participación en niveles más altos del gobierno y reivindicaba su propia utilidad, criticando de forma furibunda la indolencia y la ociosidad tan presentes en la sociedad española de la época incluidas sus capas privilegiadas. Pero como ya expresamos sobre este mismo punto en el análisis de los papeles de la Pítima, el tema era materia de de debate en toda España y cabe la posibilidad de que su mayor frecuencia en las juntas aragonesas responda solamente al factor de que en este reino muchas de las academias eran humanísticas y debatían sobre asuntos más serios que los tratados en las literarias que proliferaban especialmente en las ciudades castellanas. En el caso concreto de la Academia de Huesca, estos discursos también se pueden entender como la llamada de un sector social concreto y muy activo, formado por pequeños nobles, muchos de ellos en ascenso, e incluso por advenedizos,372 que reclamaba un mayor papel en las instituciones y en la política copadas por la nobleza tradicional desde el comienzo del reinado de Felipe III, ya que el valido recortó la costumbre del anterior monarca de promocionar para los puestos del gobierno y la administración a la pequeña y media nobleza formada en las universidades. 373 Un grupo que, como garantía para esa exigencia de mayor participación en la vida pública de la monarquía, presentaba una actitud de esfuerzo y mejora constantes, y expresaba abiertamente la idea de que los méritos provenían del fruto derivado del trabajo, en palabras de Martín de Luna el “Humilde”: “...no es razón vivamos desocupados pasando la vida en ocio, sino trabajando pues el que lo hiciere dice el sabio tendrá fertil cosecha...”374 Sin embargo, como ya hemos estudiado, este problema no era un asunto que preocupase o afectase exclusivamente a la nobleza, el hecho de que una parte importantísima de la sociedad se dedicase a actividades no productivas, y muchos de ellos, directamente a la delincuencia, la picaresca o la mendicidad era algo de lo que eran 372 Por ejemplo, la familia Lastanosa no alcanzó la infanzonía hasta 1628 a pesar de ser una de las más influyentes de Huesca, como nos indica la biografía de Vicencio Juan de Lastanosa realizada por el Instituto de Estudios Altoaragoneses de la Diputación de Huesca: (www.iea.es/000_estructura/index.php?id=1678). 373 La sustitución de la nobleza de toga por la gran nobleza en los altos puestos de la administración la destacan John Elliott (“La Península Ibérica…” op. cit. p. 311) y Simón Tarrés (“El reinado de Felipe III…” op. cit. p. 392). 374 Ibidem, fol. 80 v. 289 conscientes los contemporáneos y que muchos veían como una seria amenaza, culpando en gran medida al carácter español de esta situación, aunque las razones eran mucho más profundas y obedecían a motivos económicos y de índole social que no afectaban solamente a España.375 Es cierto que en España, como en otros países del Europa, existía una extendida mentalidad aristocrática que tendía a despreciar el trabajo productivo, especialmente las actividades comerciales y financieras, y a prestigiar el estilo de vida de la alta nobleza, lo que favorecía el rentismo, pero también es cierto que la situación económica española, sobre todo la de Castilla, de comienzo del siglo XVII era tan inestable que desincentivaba cualquier tipo de inversión en una actividad productiva y quiénes tenían recursos económicos preferían protegerlos comprando tierras y deuda pública, que arriesgarse a perderlo todo a causa de la manipulación monetaria o de la excesiva presión fiscal.376 La escasa motivación para el trabajo afectaba a todos los grupos sociales, desde los campesinos, que abandonaban los campos huyendo de las fuertes cargas tributarias para dirigirse a las ciudades dónde esperaban encontrar alguna oportunidad o en caso contrario vivir de la caridad o de lo que fuese saliendo; hasta la alta nobleza que mostraba cierta inclinación al ocio y al lujo, favorecidos por la enorme circulación monetaria.377 Problemas que eran en buena medida magnificados por los propios contemporáneos y que dejaron su impronta en las reflexiones de numerosos arbitristas empeñados, además de en resolver los problemas económicos, en acabar con el parasitismo y la indolencia en gran parte de la sociedad.378 No resulta pues extraño, que en un grupo como la Academia de Huesca todas estas preocupaciones tuviesen también su reflejo y que la forma de plasmarlas fueran Elliott “La península Ibérica...” op. cit. p. 306: “La pereza a la que el español del siglo XVII se sentía particularmente inclinado se ha visto, a menudo, simplemente como una tara del carácter nacional. Pero la pereza, en todo caso, estaba también presente en la sociedad francesa e inglesa de la época, y admitiendo diversos grados cabe considerarla en los tres países más como una consecuencia que como una causa del atraso económico; como el inevitable resultado de una sociedad fundamentalmente agraria para ofrecer a su población una ocupación regular”. 376 Simón Tarrés (El reinado de Felipe III...” op. cit. p 402) explica como esta situación era vista por los propios contemporáneos, y fijándose en los trabajos de los arbitritas nos señala una de las principales preocupaciones de éstos: “El crecimiento del Estado y la ruina de las finanzas reales a causa del enorme costo de las empresas militares, y la consecuente elevación de las cargas tributarias, habían traído la decadencia de la actividad productiva, la ru8ina de los súbditos y la despoblación. Entre los españoles cundía el desánimo hacia las empresas productivas y las inversiones”. 377 La actitud indolente y parasitaria de la nobleza ha sido cuestionada en los útlimos tiempos por el profesor Bartolomé Yun (La gestión del poder: Corona y economías aristocráticas en Castilla (siglos XVI-XVIII), Madrid, Akal, 2002.), que ha destacado la efectiva labor de muchos nobles exiliados de la corte que gestionaron con gran eficacia sus posesiones. 378 Simón Tarrés A. “El reinado de Felipe III...” op. cit pp. 399-409. 375 290 estos discursos criticando la ociosidad y animando al trabajo como mejor medio para lograr una mejora tanto en el plano personal como en el social. Sólo se conservan dos de estos trabajos,379 de uno ya hemos mencionado un párrafo, el otro comienza de la siguiente manera: “Son tan sin fin las utilidades que del trabajo sacamos; que no permite el corto límite de mi papel las corrobore con infinitas authoridades de authores y maestros que se hacen lenguas exagerandolas, y dando al fin sus vezes a la experiencia como a verdadera maestra de todas las cosas, la qual da claras muestras del mucho bien que del trabajo se saca comun a la alma y al cuerpo: y por esta razón: como por ser fundamento el trabajo sobre el cual se edifican las scientias...”380 Aunque muchos otros tienen como trasfondo el mismo tema, por ejemplo, los discurso que señalamos en un punto anterior elogiando la labor de la academia o explicándole a alguien como ésta funcionaba, en los que uno de los argumentos más frecuentes era que la organización actuaba como un arma contra la ociosidad y que sus miembros se dedicaban en ella a tareas de provecho evitando así caer en los vicios. En uno de estos discursos se comienza expresando la idea de que la verdadera nobleza de las personas no está en los títulos, sino en lo que saben y que todo el mundo debería ser estimado en función de sus conocimientos: “como en ley de honra confirmada por los prudentes y admitida de los sabios, no se estime nadie en mas de lo que sabe y merece, siendo la ciencia la verdadera nobleza...”381 Otro tipo de trabajos que hemos incluido en este apartado, y que tienen también un nexo de unión con los que acabamos de analizar, son los discursos dedicados a criticar el juego, asunto al que la academia prestó bastante atención y que debía ser un motivo de alarma para buena parte de la sociedad de la época si atendemos a la gran cantidad de fuentes que se ocupan de él. El juego fue precisamente un motivo bastante recurrente de crítica al propio Felipe III y a su valido.382 En las actas encontramos diversos encargos sobre este tema,383 y entre los papeles de la academia se “Discurso en que se vituperó la ociosidad y en que se alaba el trabajo” (BNM, Ms. 3672, fol. 80) y “Discurso diciendo los frutos maiores que se sacan de trabajos propios que de ajenos” (Ibidem, fol. 145). 380 Ibidem, fol. 145 r. 381 Ibidem, fol. 142 r. Hemos incluido este discurso en los apéndices (apéndice XVIII) porque resulta muy útil para varios de los aspectos que estamos estudiando. 382 En el capítulo IV hemos incluido una poesía del conde de Villamediana en el que criticaba la extensión de este vicio en la corte. 383 “El desfavorecido diga en ocho liras los daños que causa el demasiado juego” (BNM, Ms. 3672, fol. 347 r), “El Desdichado diga en un discurso los males que causa el juego” (Ibidem, fol. 354 r). 379 291 conserva un discurso de repente en el que se pide al “Rudo” que explique los males derivados del juego de la polla en el que entre otras muchas cosas, dice: “...el Demonio enemigo del genero humano, entre las muchas astucias, invenciones y malicias que para contrastar al hombre a inventado y traçado, para que pecase contra su divina Magestad es uno el juego de la Polla, pues con el no solo no ama uno a su criador y señor, mas tampoco a su proximo...” 384 El resto de sujetos con reflexión social los podemos agrupar en dos conjuntos, uno con temas referidos a acontecimientos concretos de la actualidad, generalmente de la ciudad de Huesca, y otro que contiene encargos que se refieren a aspectos sociales de carácter general. En el primero de estos dos grupos encontramos una variada gama de asuntos, entre ellos una carta de congratulación por la elección del arzobispo de Zaragoza,385 un discurso explicando la fe que los montañeses de la región tienen en un santo para la llegada de las lluvias,386 otro animando a la construcción de la iglesia de San Lorenzo cuyas obras se iniciaron en 1607 y se acabarían en 1624,387 o una descripción de las grandes fiestas que se celebraron en Huesca en 1609 para celebrar la llegada desde Francia de las reliquias de San Orencio. 388 En el segundo hay asuntos relacionados con la forma de vida de los eclesiásticos, por ejemplo dos discursos, uno explicando porqué los clérigos pueden ejercitar la caza389 y otro analizando los males de la avaricia especialmente en los sacerdotes, también hay discursos sobre las cualidades que debe tener un buen ciudadano,390 censurando el uso de demasiadas galas por parte de las mujeres,391 y analizando la virtud de la nobleza: “No siendo mi pensamiento atender tanto a la nobleza de la sangre quanto a la nobleza de entendimiento según lo que S. Hieronimo dize en una de sus epistolas: no atendemos tanto a las personas en la Iglesia quanto a las almas...”392 “Discurso que mandó hazer el señor Presidente de la Academia al Rudo, en que diga quan malo es el juego de la polla y los disgustos y daños que causa” Ibidem, fol. 213. 385 Ibidem, fol. 173. 386 Ibidem, fol. 203. 387 Ibidem, fol. 341 v. 388 Ibidem, fol. 341 v. 389 Ibidem, fol. 16. 390 Ibidem, fol. 166. 391 Ibidem, fol. 176. 392 Ibidem, fol. 180. 384 292 Incluso hay un encargo muy interesante que desgraciadamente no se conserva, se trata de un jeroglífico con un breve discurso explicativo sobre los daños que se derivan de las comedias.393 3.1.7. Sujetos sobre temas científicos, de erudición o de historia En todos los papeles de la Academia de Huesca no hay ningún trabajo dedicado a temas científicos, ni tampoco aparece ningún encargo de ese tipo en las actas, sin embargo sí hay algunos, pocos, sobre otros asuntos eruditos o sobre historia, aunque su contenido es bastante superficial y en ocasiones meramente anecdótico. Entre los encargos anotados en las actas sobre historia los hay tan curiosos como: “El Tardo en unas quintillas que diga en ellas la Antigüedad de la villa de Huesca de los cavalleros y su grandeza, ennobleciendola y haziendola famosas por las damas que tiene y en particular por mi señora Sabina Aznarez”.394 No conocemos el contenido de las quintillas, pero con semejante enunciado podemos imaginar que no fueron precisamente un dechado de rigor histórico, a pesar de que Jorge Salinas, el “Tardo”, era según la información que hemos encontrado sobre los miembros de la academia, una persona con un importante bagaje cultural. Se conserva un sujeto casi idéntico que comienza relatando de forma confusa la toma de Huesca a los musulmanes y acaba alabando la hermosura de la tal Sabina Aznárez: “Romance hecho por el Presto en alabanza de la Villa de Exca y de sus damas y particularmente de la señora Sabina Aznarez que fue el sujeto que se le dio en la academia”395 Otro encargo de este tipo fue realizado el 26 de junio de 1611, en él se pedía al “Solitario” que escribiese diez tercetos explicando la fundación de Cartago.396 Entre los trabajos conservados hay un discurso del Encojido alabando la Pintura, con demasiadas pretensiones eruditas, pero con poca sustancia real.397 Y también hay un soneto del “Presto” criticando a Virgilio por haber difamado la castidad de Dido, pero tampoco encontramos en él nada interesante.398 Como vemos el nivel de esta academia respecto de los temas científicos o eruditos es bastante inferior al de la Pítima contra la Ociosidad, en la que se podía apre393 Ibidem, fol. 350 v. Ibidem, fol. 354 r. 395 Ibidem, fol. 15. 396 Ibidem, fol. 360 r. 397 Ibidem, fol. 87. 398 Ibidem, fol. 91. 394 293 ciar que sus miembros tenían, al menos, más preocupación sobre estos asuntos, y posiblemente también más conocimientos. Sin embargo, no debemos tampoco despreciar a los miembros de la Academia de Huesca, porque esta reunión fue un antecedente inmediato del círculo lastanosino, desarrollado poco más tarde en torno a Vicencio Juan de Lastanosa, hijo de uno de los miembros de esta Academia, Juan Agustín de Lastanosa, y al que pertenecieron personajes tan importantes para la historia del pensamiento español como Baltasar Gracián. El insigne escritor publicó en Huesca gracias al mecenazgo de Lastanosa algunas de sus más importante obras, como El Héroe (1637), El Discreto (1646), El político (1646), Oráculo Manual y Arte de la Prudencia (1647), Agudeza y Arte de Ingenio (1648 y 1649) y la segunda parte de El Criticón (1653), y en sus obras rinde homenaje a algunos de los miembros de la academia de Huesca como por ejemplo a Jorge Salinas, de quien incluyó una poesía en el discurso 54 de Agudeza y Arte de Ingenio.399 También pertenecieron a este círculo erudito el zaragozano Juan Francisco Andrés de Uztarroz, historiador y cronista del reino de Aragón; el poeta Manuel de Salinas, sobrino de Jorge Salinas, el “Tardo”; o el propio conde de Guimerá, Gaspar Galcerán de Pinos y Castro, promotor de la Academia Pítima Contra la Ociosidad que hemos estudiado anteriormente, lo que nos indica un nexo de unión, aunque sea secundario entre ambas organizaciones.400 399 Así aparece referido en Las bibliotecas de Latassa... op. cit. (por la Letra S). Para más información sobre el círculo lastanosino recomendamos acudir la información disponible en Internet del Instituto de Estudios Altoaragoneses de la Diputación de Huesca accesible (www.iea.es/000_estrctura/index.php?id=1685), aunque sobre este personaje y la actividad cultural que se desarrolló en torno suyo hay bastantes obras publicadas. 400 294 295 Conclusiones El objetivo esencial de este trabajo ha sido analizar las formas de reflexión social y política en las academias españolas del siglo XVII. Para ello lo hemos dividido en dos partes diferenciadas, en la primera hemos intentado dar una visión general del panorama académico español en el seiscientos e investigar la existencia de documentos que se ocupasen de las materias que nos interesan. En la segunda hemos querido concretar el ámbito de estudio en el tiempo y en el espacio, para ello nos hemos circunscrito a dos academias aragonesas de comienzo de siglo, cuyos papeles hemos analizado de forma sistemática para extraer cualquier elemento útil y conocer qué tipo de reflexión o debates sociopolíticos se llevaron a cabo en ellas. En la realización de la primera parte del trabajo hemos considerado necesario empezar estudiando cómo se organizaban estas reuniones porque es una información que nos puede ayudar a la hora de profundizar en cualquier otro asunto. Hemos dado tanto espacio a los aspectos formales porque nos hemos encontrado con un vacío bibliográfico sobre el tema y creemos que resulta esencial para la comprensión de estas organizaciones delimitar primero cómo se organizaban (lugares de reunión, reglas, jerarquías, periodicidad, etc.), quiénes las integraban (nobles, literatos, personas con formación académica, expertos profesionales, religiosos, oligarquías urbanas, etc.) y quiénes acudían a ellas (público, invitados, etc.). Ya que todos estos asuntos son de una gran importancia a la hora de elaborar conclusiones sobre los temas centrales de este estudio. También hemos creído que era útil recopilar y ordenar las organizaciones en función del contenido de sus trabajos, para diferenciar aquellas de carácter meramente literario de esas otras humanísticas. Pensamos que en este mismo sentido convenía hacer una nueva clasificación por ciudades y regiones, para ver la frecuencia de unas y otras y poder analizar las causas y las consecuencias del predominio de las juntas de uno un otro tipo. Hemos intentado prestar una atención especial a las academias que o bien no habían sido tratadas por la bibliografía, o bien se les había dedicado muy poco espacio, y resumir al máximo la información sobre aquellas que ya han sido estudiadas con anterioridad. Tras hacer esto hemos encontrado diferencias regionales, especialmente en lo referente a las academias de humanísticas, que fueron más frecuentes en la Corona de Aragón —sobre todo en los reinos de Aragón y Valencia—, que en la Corona de Castilla, dónde sólo a final de siglo comenzaron a crearse juntas de tipo científico 296 que se hacían eco de las nuevas corrientes de pensamiento, sin embargo, hasta ese momento hubo un absoluto predominio de las juntas literarias sobre las humanísticas. Otro objetivo ha sido averiguar si existían diferencias geográficas o regionales en cuanto a la presencia de reflexión social y política en los debates. Tras estudiar una gran cantidad de papeles hemos visto que se dio en todos los casos de forma muy atenuada por la autocensura y las prevenciones frente a posibles consecuencias exteriores. Más que un baremo regional parece que hemos encontrado una relación con el tamaño de las juntas y la confianza mutua entre sus miembros. Esto también puede tener un reflejo regional, ya que, por ejemplo, en las concurridas y populares academias literarias madrileñas era realmente arriesgado exponer puntos de vista sociopolíticos heterodoxos porque el peligro de que llegasen a oídos de las autoridades era mucho mayor, sobre todo si en esas juntas participaban grandes nobles, porque su presencia parecía exasperar los ánimos y la competencia. Si las juntas, tanto, literarias como humanísticas, estaban integradas por un grupo pequeño de amigos y las discusiones se realizaban de forma más o menos discreta, era más fácil exponer opiniones críticas, más aún si estas se celebraban en lugares alejados de la corte, con menor presión y control ideológico. Sobre las formas de reflexión política hemos visto que en las academias españolas la crítica directa contra el poder es escasísima, y se circunscribe a cenáculos privados como la Academia Pítima. Sin embargo, se pueden percibir críticas ocultas en muchas otras juntas, bien sea por medio de comparaciones históricas o mitológicas, o incluso en composiciones teorícamente de alabanza al poder. Seguramente gran parte de esta crítica siga oculta en espera ser descifrada. También hemos planteado la posibilidad de que parte de la obra de los grandes literatos y autores del siglo de oro fuese escrita para su lectura en estas reuniones, ya que sabemos que muchos de ellos eran asiduos asistentes. En este caso, pasar de la hipótesis a la corroboración es extraordinariamente complicado porque debido a la ausencia de pruebas sobre el origen de los trabajos debemos limitarnos exclusivamente a aventurar conjeturas. Lo que sí parece suficientemente demostrado es una general prevención contra la crítica política, que se sustancia en avisos y recomendaciones de evitarla y en una sensación general de autocensura que se evidencia en la sistemática y llamativa ausencia de cualquier documento que pudiera contener este tipo de elementos entre lo 297 papeles conservados de estas juntas, llegando en algún caso a la eliminación de alguno de los encargos y su sustitución por otros menos comprometido. Respecto de la segunda parte del trabajo, podemos concluir que las dos academias de las que nos hemos ocupado formaban parte de un bullente panorama cultural en el reino de Aragón, del que posiblemente estuvieron entre sus primeras manifestaciones, y que acabaría dando importantes frutos, siendo uno de los más destacables el círculo cultural que se formó unos años después en torno a Vicencio Juan de Lastanosa, famoso mecenas, erudito, arqueólogo y coleccionista oscense, hijo precisamente de uno de los miembros de la Academia de Huesca y al que perteneció el conde de Guimerá, don Gaspar Galcerán de Castro, promotor y mecenas de la Pítima Contra la Ociosidad. Este grupo cultural y, en cierta medida, político, ofrece sugerentes líneas de investigación para futuros trabajos. Como hemos visto en el estudio de los dos volúmenes manuscritos, ambas academias tenían muchos aspectos en común, que eran, además, similares a los de otras juntas aragonesas. Entre estos rasgos estaba la forma de organización, con unos cargos periódicos que se elegían entre los miembros de cada junta, una notable igualdad de obligaciones y derechos para todos los académicos sin diferencias jerárquicas, y unas normas de funcionamiento que, a pesar de la ausencia de estatutos en la Academia de Huesca, podemos asegurar que eran muy parecidas: castigos, premios, prohibición de la sátira, etc. También hay una notable semejanza en el contenido de los trabajos que se hicieron en ambas, si bien es cierto que el nivel de erudición y la profundidad de los contenidos alcanzó mayores logros en la Pítima Contra la Ociosidad, aunque los temas y las preocupaciones de las dos coincidieron en numerosas ocasiones. Lo más sorprendente de todo es que también en las opiniones y juicios sobre los diferentes asuntos que se trataron existe una gran similitud en las dos academias. Decimos que esto es lo más sorprendente porque existe una diferencia en cuanto a la composición de cada una de estas juntas, la Pítima corresponde al círculo de personas que formaban la corte de un título, el Conde de Guimerá, de una ilustre y antigua familia de la alta nobleza con un importante abolengo y dignidades, mientras que la Academia de Huesca estaba formada por los miembros de la oligarquía urbana de esa ciudad aragonesa, pertenecientes en su mayoría a la pequeña y media nobleza, y algunos de ellos advenedizos que habían conseguido medrar gracias a su esfuerzo y sus propios méritos. Cabría esperar, por tanto, que en estos grupos se percibiese una visión de la realidad notablemente diferente y, sin embargo, en los aspectos sociales 298 y políticos que hemos analizado se aprecia una gran coincidencia de puntos de vista y juicios. Este hecho, junto a otros rasgos comunes que hemos resaltado a lo largo de los dos últimos capítulos, quizás tengan su explicación en el factor territorial, es posible que las dos organizaciones reflejen una percepción social muy extendida en el reino de Aragón, y que entre sus más claras características tenían la de la valoración del trabajo y la formación de las personas y el repudio de la indolencia y la ociosidad. Una visión de la sociedad, que como ya hemos visto tenía muchos defensores en la España del momento, tan azotada por la crisis económica y, sin embargo, tan dada al rentismo y a la exaltación de las tareas no productivas. Podríamos preguntarnos si en las actitudes de estas dos reuniones aragonesas no se está reflejando un sentimiento de rechazo a una corte y una alta nobleza castellanas en las que el lujo y el despilfarro se unían a un crecimiento desorbitado del rentismo y la ociosidad, propiciados por la extensión de mercedes y la costumbre de la alta nobleza de orbitar en torno a la corte en busca de un cargo y del favor real. Una situación especialmente presente en la ciudad que era la sede de la corte, donde se acumulaban las personas de todos los estratos sociales en busca de posibilidades de mejora, dejando atrás la vida productiva en el campo y en otras actividades, y dedicados en un gran porcentaje al parasitismo, la mendicidad, la picaresca, la prostitución, o simplemente a la espera de aprovechar una oportunidad que podía surgir en cualquier momento. Situación que era análoga a la de otras ciudades castellanas, en las que el comercio de las indias y la afluencia exagerada de metal había supuesto un considerable aumento del lujo y la circulación monetaria, pero a la vez había arruinado en gran medida las industrias florecientes en el siglo anterior, y la población vivía en una dualidad riqueza exagerada / pobreza extrema, que también fomentaba la indolencia y la vida improductiva en espera de cualquier oportunidad siempre posible en lugares donde existía tal nivel de opulencia. En las dos juntas que hemos estudiado aparece como una de las preocupaciones más recurrentes este rechazo de la vida inactiva y los males que de ella se derivan, con continuas referencias a la necesidad de desterrar el ocio y de fomentar el trabajo. De hecho, en ambas son frecuentes los discursos y cartas describiendo la academia y siempre se incluyen estas ideas. También son habituales los trabajos vituperando el juego y otros vicios que tienen su origen en la ausencia de una vida ocupada y ordenada. Por tanto podemos concluir que en el aspecto social las dos organizaciones tenían una visión y unas opiniones muy parecidas. 299 En el aspecto político es más difícil llegar a conclusiones, porque como hemos visto en la Academia de Huesca se procura intencionadamente no caer en polémicas que pudiesen llamar la atención y provocar desconfianza en las autoridades, algo que nos recuerda los discursos que Argensola escribió para una academia de Zaragoza, a los que hemos acudido frecuentemente en este trabajo. De nuevo es ésta una característica que parece repetirse en las academias de Aragón, si bien es cierto que no se da en la Pítima contra la Ociosidad, donde sí que hemos visto trabajos de carácter político y en ocasiones muy críticos, especialmente contra el valimiento.401 Aunque el caso de la Pítima puede explicarse por las propias características de la junta, un grupo muy reducido del círculo privado de un gran noble, posiblemente compuesto por parientes y colaboradores muy próximos, entre los que es normal que existiese una coincidencia de pareceres sobre política y una confianza mutua que no existía en la Academia de Huesca y, por tanto, no había el peligro de desatar agrias disputas o de que alguno de sus miembros o del público asistente denunciase o difundiese rumores sobre la actividad política de la junta. En todo caso, sí hemos podido ver algún aspecto de crítica política en las actas de la Academia de Huesca, que nos permiten intuir cierto malestar, al menos entre alguno de sus miembros, por la forma de gobierno, un tipo de críticas que comenzaban a hacerse oír en toda España en contra del valimiento y de las políticas aplicadas por Lerma, así nos sucedió al leer enunciados como “...En un discurso diga porque de ordinario la voluntad y el poder no van juntos”402 o “...en un discurso diga porque los hombres desean tanto cargos y dignidades siendo tan pesados”403, aunque por desgracia no tenemos el resultado de esos encargos, ni de otros tan sugerentes y posiblemente tan esclarecedores como “...diga en un discurso como se ha de gobernar una republica”.404 Según se ve en las dos versiones, castellana y latina, de una carta sobre “...la poca seguridad de privados...”Biblioteca Nacional de Madrid, Ms. 9396, fols. 43 r- 47r. 402 Biblioteca Nacional de Madrid, Ms. 3672, fol. 354 v. 403 Biblioteca Nacional de Madrid, Ms. 3672, fol. 359 r. 404 Ms. 3672, fol. 360 r. 401 300 APÉNDICES APÉNDICE I. ESTATUTOS DE LA ACADEMIA DE LOS NOCTURNOS DE VALENCIA. MS. R32-34 (3 vols.) Biblioteca Nacional, Madrid. (Hemos trascrito los estatutos de una versión publicada: Cancionero de la Academia de los Nocturnos de Valencia extractado de sus actas originales por Pedro Salvá y reimpreso con adiciones y notas de Francisco Martí Grajales, Valencia, 4 tomos, 1905-1912. El primer Cancionero... lo publicó Pedro Salvá en Valencia en 1869 y de él proceden las ediciones posteriores). No está tan olvidada la virtud en el corazón de los hombres, que en el verano de su juventud no produzca alguna vez el fruto de los buenos ejercicios; y así nosotros, siendo los ingenios medianos desta ciudad, queremos instituir y fundar una particular Academia, que habiendo buen acuerdo y consejo, la determinaremos llamar de los Nocturnos, donde se cultiven los entendimientos de todos, procurando así en las ordinaciones como en el ejercicio dellas, mezclar lo dulce con lo provechoso: y así para que este virtuoso entretenimiento haya quietud y perpetuidad, ordenamos las cosas siguientes: I. Primeramente, ordenamos que el primer día que nos hubieramos de iuntar para comenzar el virtuoso ejercicio de la Academia, todos juntos o cada cual de por sí, oyamos misa y en ella con mucha devoción nos encomendemos a Dios; porque es bien que en principio de todas nuestras cosas, acudamos al que es verdadero principio dellas. II. Item, ordenamos que la Academia se haya de celebrar en las casas del ilustre d. Bernardo Catalán, nuestro mui caro y mui amado académico, el cual haya de ser y sea presidente della, prestándole desde agora la obediencia que en semejante caso se requiere. III. Item, ordenamos que todos los académicos hayan de tomar el nombre conforme al de la academia. IV. Item, ordenamos que todos los académicos se junten un día cada semana, que será el miércoles, y que de una semana para otra esté nombrado un lector el cual sea obligado a leer una lición de aquello que se le encomendare, de la cual resulte a los oyentes mucha erudi- 301 ción y doctrina; y que a los demás académicos les repartan los trabajos conforme a sus ingenios, y que sea la repartición a voluntad del señor presidente y con el parecer y acuerdo del lector que entonces fuere. V. Item ordenamos para el buen gobierno de la Academia, que el señor presidente haya de nombrar consiliario, con el cual consulte todas las cosas que hubiere de hacer, así de repartir los sujetos como de recebir académicos, como de otras cualesquiera cosas tocantes a la Academia; y que al consiliario se le dé silla al lado del señor presidente, y al lector ni más ni menos; pero con la condición, que la vez que el consiliario lea no haya de haber más de dos sillas. VI. Item, ordenamos que se haya de elegir un secretario, el cual tenga la obligación de escrebir en el libro de la academia todas las obras que en ella se hicieren, así en prosa como en verso, las cuales se hayan de escrebir en la casa donde se tiene la academia y no en otra parte, porque no salga el libro del poder del señor presidente. VII. Item, ordenamos que ningún académico pueda dejar de asistir a la Academia el día y a la hora que los demás se iuntaren, que será el miércoles la noche, so pena de ser tenido por descuidado y de poca constancia; si ya no tuviere legítima escusa, la cual a de ser a conocimiento del señor presidente, y que aunque la tenga sea obligado a enviar la obra que se le abrá repartido. VIII. Item, ordenamos que cualquiera persona que pretenda entrar en la academia, de más de aquellos que somos instituidores della, tenga obligación de hacer una petición y dalla al portero que será nombrado, para que la dé al señor presidente, el cual consultándola con el consiliario y los demás académicos le reciba si lo mereciere y si no se le despida con palabras de mucho comedimiento. IX. Item, ordenamos que para despedir o recebir algún pretendiente, lo haya de proponer el señor Presidente y votando todos ad aurem, se escoja el parecer de los más. X. Item, por cuanto no será bien que el señor Presidente para las cosas que son de menos importancia, como son mudar ex causa los días de la academia, nombrar consiliario, secretario y portero, tenga necesi- 302 dad de consultallo con los demás académicos; le otorgamos entero poder y facultad para que lo pueda ordenar hacer como su gusto fuere, y mudar los dichos oficiales a su voluntad sin consulta ninguna y, faltando algunos dellos, poner en su lugar a quien fuere servido. XI. Item, damos el mismo poder al señor presidente para que siempre que por alguna ocasión, así bien vista, faltare en alguna jornada de las Academias, pueda poner en su lugar al caballero que quisiere, con tal de que sea de los académicos, al cual se le tenga el mismo respeto y suceda en todas las prerrogativas que se le deben al señor presidente. XII. Item, ordenamos para mejor regimiento de la Academia, que ningún académico ni otra persona de cualquier calidad que sea, pueda leer obra ninguna en verso o en prosa, sino fuere el sujeto que se le hubiere repartido, sin que primero el señor presidente, o quien su orden tuviere, pase los ojos por ella, y dada por buena se pueda leer, y no siendo así, el señor presidente no diera lugar a que se lea. XIII. Item, por cuanto tiene mucho trabajo el académico que ha que leer el discurso, para prevenirle conforme la calidad de los oyentes, y que el pensar sujetos tales no es de menor consideración, ni se requiere menos estudio; aliviando de la obligación que tenía el lector en el 4º capítulo, mejorándole en esta, ordenamos: que el señor presidente pueda encomendar al académico que quisiere, el trabajo de pensar sujetos, como no sea el que hubiere de leer en aquella jornada, el cual académico los haya de traer al señor Presidente un día antes de la junta. para que con más acuerdo los reparta. Item, por cuanto se le ha ofrecido al señor presidente precisa necesidad de ir a la corte de S.M. para tratar negocios de mucha calidad e importancia, y por tanto no puede asistir a los autos y jornadas de la Academia, usando del poder a su merced otorgado en el capítulo once de las instituciones, nombre por presidente al ilustre D. Gaspar Mercader al cual los académicos hayan de prestar obediencia y respeto, de la mesma manera que al señor presidente han acostumbrado, durante el tiempo de la ausencia del señor presidente; el cual manda, que se escriba esta su determinación y nombramiento al pie de las instituciones de la Academia, pues tiene la misma validad y fuerza que ellas. 303 APÉNDICE II. ESTATUTOS DE LA ACADEMIA PÍTIMA CONTRA LA OCIOSIDAD. Los estatutos de esta academia, junto a las actas de las reuniones y los discursos leídos por los académicos se conservan en este manuscrito de la Biblioteca Nacional (MS. 9396). La parte correspondiente a los estatutos ha sido publicada por Adolphe Coster en Una academia literaria aragonesa. La Pítima contra la Ociosidad, Huesca, 1912. Transcribimos aquí los estatutos de esta academia en la versión publicada por Sánchez, J. Academias... op. cit. pp. 253—258, pero incluyendo las correcciones señaladas por King en Prosa... op. cit. pág. 65. Y así todos unánimes y conformes fueron de parecer que se pusiese en ejecución lo propuesto, acordando que dicha junta y congregación se intitulase Pítima contra la Ociosidad, pues era acudir con remedios saludables al daño que en estas soledades podía hacer. Y viendo que en todas las cosas, para que sean duraderas y perfectas, es menester establecerlas y fortificarlas con leyes convenientes, a imitación de lo que en semejantes casos, por muy graves varones, se ha acostumbrado, establecieron las siguientes leyes: 1. La primera: que los congregantes pudiesen tomar diferente nombre de el que tenían, por cuanto el invento de esta junta más es habilitarse que engrandecerse con el ruido y opinión que se podría tomar del fruto que de aquí esperan sacar; y así in continenti lo hicieron. 2. También, para que esto tuviese el debido efecto, se nombrase una persona, la cual, por el tiempo que dichos señores deliberarían, en lugar del promovedor, diese y repartiese las materias que se hayan de tratar y otras concernientes a la perpetuidad y duración de dicha junta. 3. Es condición que si alguno hubiere que quisiere entrar en dicha academia haya de dar memorial de su pretensión al portero y éste lo presentase al promovedor que en aquella sazón presidiere; y, conforme lo que de las habas resultara, le dará la respuesta, y si es idóneo para dicha junta. 4. Item, pareció que era más a propósito que al presidente, de ahora en adelante se llame “promovedor”, por cuanto, la hermandad que en esta junta hay, es tan grande que cuadra más este nombre que el primero. 304 5. Es condición que los sujetos se hayan de dar todos los días, en esta forma que aquel a quien le tocare el decir el suyo aquel día, al mismo el presidente le de el sujeto para el tercero día, digo cuarto día, que le vendrá a tocar. 6. Es condición que si acaso otro negocio, o ya por otras ocupaciones se ofreciere no poder asistir el promovedor, todos los días que aquel faltare presida uno sacado por teruelo, como se acostumbra en la principal elección. 7. Que las sentencias del certamen sea conformes a los carteles que se dieren, de esta manera que, si el cartel es en verso, sea la sentencia en verso; y si en prosa, en prosa, y de esta manera en lo demás. 8. Es condición que el que por una vez hubiere dado el memorial y se le hubiere habeado, y de ello saliere no ser idóneo para la presente junta y confraternidad, quede excluido para siempre de darlo y recibirlo. 9. Es condición que por cuanto los quehaceres se aumentan de cada día, aunque lo que se pide en los certámenes es a voluntad de cada uno, y no forzoso, por no obligar a tanto trabajo, que en los certámenes sólo se pida a un sujeto, y que los premios puedan ser uno o más, dando primero, segundo y tercero lugar, según lo mereciesen las obras. 10. Es condición que ninguno pueda tener asiento en la academia que no sea de ella, sino que sea el que quisiere entrar título o caballero muy notable, o de particular respeto y obligación; cuya deliberación ha de ser de consentimiento de la mayor parte de los que concurriesen en la junta, y cuando sucediere entrarse sin licencia, el promovedor se levante y cese la Academia. 11. Item; es condición que siempre y cuando alguno de los académicos leyere su punto, los demás oyentes estén con atención, sin divertirse en actos que puedan estorbar al que lee, exceptuando en esto los casos que necesiten de distraimiento, como sea verdad que la necesidad carece de le, y cuando la haya, se hayan de salir de las piezas para acudir a ello. 12. Item, es condición que los papeles que se hubieren de leer en la Academia, como sean discursos voluntarios, fuera de los que, por vía de sujeto o penitencia, el promovedor hubiere dado a los académicos, se 305 hayan de consultar primero con él, y si le pareciere no ser digno de que se lean, lo determine con advertencia de dos testigos, y así haya de pasar por esta determinación y no se lea en la Academia. 13. Item, es condición que porque haya más calidad en los papeles de una semana para otra, no se mezclen u olviden, siempre que se publique algún certamen, la sentencia de él no se pueda declarar, estando otro certamen anterior sin dar la sentencia. 14. Item, es condición que el promovedor no pueda consultar la judicatura del certamen con parecer de los académicos. 15. Item, Es condición que el secretario lleve en un memorial, aparte apuntado, los papeles que de cada semana faltaren, y que este le lea el sábado, para que el promovedor, que de nuevo entrare, sepa lo que falta y pueda, cuando las lecciones, advertir que las traigan. 16. Que el presidente haya de durar desde el domingo hasta el sábado, y que ese día se haya de nombrar el presidente por extracción de teruelo. 17. Que no se haya de traer sátira ni cosa que alegue murmuraciones, porque sería dar en el absurdo de que huimos. 18. Que el presidente haya de dar los sujetos repartiéndolos por los días de la semana, de manera que cada día sea diferente el sujeto y sobre él, después de oído, se dispute y discurra lo que a cada uno se le ofreciere. 19. Y si a más de esto alguno trajese otro trabajo sin el que se hubiese señalado, se leerá y discurrirá sobre él. 20. El juntarse a leer los papeles ha de ser todos los días a las dos horas después del mediodía, por espacio de una hora; y si para más hubiere materia, será a disposición del presidente. 21. También cuando al dicho le pareciere poner premios en competencia o certamen, lo pueda hacer hasta en cantidad de cinco escudos; y esto sea una vez cada semana a disposición del presidente de aquello. 22. Es condición que si sucediere estando arguyendo o ventilando algún punto cualquiera persona, que se descompusiese, ya sea con palabras o acciones indecentes, a juicio del presidente se deja el darle el castigo, y que cuando tuviere aquel día habeación a lo que se lee y presenta la pierda. 306 23. Y, porque no queden papeles rezagados, se ordena que no puedan ganar premios de aquí en adelante el que debiere lección. 24. Por quitar ocasiones que podrían dar disgusto, se ordena que, acerca de lo decretado por el promovedor en las sentencias de los certámenes o e otra cualquiera ocasión, no pueda ninguno replicar a ello so pena de que el papel que hubiere dado no se pondrá con los demás. 25. Que de aquí en adelante no se pueda traer en discurso latino versos ni autoridad en español sino que sea explicando alguna palabra, que de fuerza se haya de hacer. 26. Es condición que, no derogando la ley de que en la academia se hable castellano o latín, se da facultad a que se traigan papeles en catalán, en verso o en prosa, pues que los que en esta academia concurren algunos de ellos lo son. 27. Es condición que no pueda tener voto el académico en la Academia que se propusiere alguna cosa por habeación, sino que sea habiendo cumplido con la penitencia o sujeto que se le hubiere dado. 28. Es condición que a la lección del promovedor no se le haga argumento, ni él pueda hacer argumento a los otros. 29. Es condición que el promovedor que hubiere sacado certamen, cuando publicare la sentencia en la semana de otro, haya de presidir en cuanto que la leyere. 30. Es condición que cualquiera ocasión que se ofrezca estar en paridad de votos, que siempre haya de ser la válida aquella parte en la que cayera el presidente, y sea su elección la forma de votar según el caso lo requiera, ya sea por escrutinio de habas, redolinos o teruelos, o por confabulación. 31. Y en ausencia del reverendo in Christo padre Mosén, etc., haya de ser portero el paje que aquel día le tocare hacer de guarda, de que el secretario ha de tener cuidado que esto vaya por su turno. 32. En cualquiera de los sobredichos casos y abajo mencionados, no haya de estar a la observancia de él en caso fortuito, y entonces se delibera la dispensación de él por el voto del presidente, no siendo contradicho de los restantes. 307 33. Que a dichas leyes se les haya de dar fuerza tanto por las de la Academia de arriba como por las de abajo. 34. Que la recepción de las personas que de aquí en adelante se quisieren ajuntar a dicha congregación hayan de ser primero habeadas “nemine discrepante” por escrutinio de habas. 35. Que todos los días a la hora señalada se hayan de juntar las personas que concurren a la presente Academia, y junto con eso los sujetos que se dan a cada uno y al siguiente lo que se lee; de manera que el último día de la semana el presidente de aquella dé en limpio al que le sucediere los trabajos de la suya. 36. Es condición que cuando en los certámenes se diere por sujeto algún Lugar dificultoso, así de poeta como de orador, no puedan alargarse a explicar la palabra conforme fuerza de gramática, sino que sea en cosa forzosa. 37. Es condición que cuando algún académico, al que se le hubiere dado sujeto, dilatare en leer o enviar su lección en la semana que le está ordenado, se le intime para que haga lo que no hizo en la primera y, si no hiciere su obligación en la 3ª semana sea privado de dicha academia. 38. El promovedor que hubiere sacado certamen y se publicare fuera de su semana la sentencia, haya de presidir mientras se leyere. 39. Que las dichas leyes se hayan de poner en cuaderno aparte con sus títulos, y que se diga quién fue el que las propuso. 40. Siempre que uno leyere, haya de estar enfrente del promovedor, sin que a su lado haya ninguno. 41. El sábado, que se hayan de leer todas las leyes, y ese día, no haya lección aplazada. 42. Que el promovedor que acabe su semana no pueda tener derecho a volverlo a ser, aunque salgan otros en el medio, sino que sea saliendo tres veces. 43. Que siempre que cuando las habas estén iguales, el promovedor declare lo que se ha de hacer. 44. que el que saliere promovedor no pueda renunciar ni aún con causa justa. 308 45. Que para conocer las causas de los delitos de promovedor haya de ser con asistencia de cuatro académicos. 46. Que el promovedor no pueda ser castigado sino que sea “nemine discrepante”. 47. Una vez propuesta una ley o cualquiera otra cosa, y habiendo constado de las habas que no se haga, no se pueda volver a proponer. 48. que haya un censor, el cual haya de ser extracto como el promovedor, y después de salido él, de la misma olla, y haya de llevar en un papel las faltas de los académicos, y aparte las del promovedor; y las lea, las primeras antes de que él salga, y después las del promovedor, cuando entrare de nuevo. 49. Que uno no pueda tener dos oficios. 50. Que el tratamiento por cartas haya de ser siempre uno. 51. Interpretando la ley, para que tenga más ánimo, se determina y declara que las lecciones que se hicieren de facultades se hayan de decir de memoria. 52. Al promovedor no se le dé título, sino “Vigilantísimo” y a los demás académicos “Fratres amantissimi”, y no otro título ninguno. 53. No es menester ley particular para castigar delitos contra cualquiera cosa política. 54. Que las leyes se han de hacer de aquí en adelante “nemine discrepante”, entendido que haya ya las leyes más necesarias. 55. (Falta). 56. Que cualquier académico que dijere o se entendiere haber dicho mal de la Academia sea privado, constando con legítima provanza, a juicio de la mayor parte. 57. Item, es condición que si algún académico habrá hecho alguna sátira sea privado conforme a la ley 56. 58. Item, es condición que si algún académico habrá hecho la falta de las tres semanas, siendo intimidado como constará en el libro, sea privado. 59. Que las costumbres, siempre que no sean derogadas por ley, sean tenidas por ella. 309 60. Que los papeles de la Academia no pueden ser enseñados a nadie hasta entrar en... 61. Item, es condición que el portero y secretario mayor tengan voto en todas las cosas. 62. Item, es condición que a los que se diere silla en la Academia se les dé la más preeminente y voto. 63. El que hubiere prometido o sacare certamen en latín, prosa o verso, no pueda sacar otro certamen hasta que con esto haya cumplido y esto se entienda de cualquiera lengua. Y para ratificación y aprobación de lo dicho fue nombrado por el promovedor al licenciado Juan Aragall para, que, con asistencia del infrascrito secretario, diere razón a las Illªs. Srias. de la deliberación que la sobredicha junta había hecho. Las cuales leyeron y aprobaron todo lo sobredicho como consta por sus firmas, las cuales se siguen aquí bajo. (firmas de la Condesa de Eril y de la condesa de Guimerá) Y visto por dichos señores como se iba ya disponiendo bien su intento, para que tuviese efecto, eligieron por promovedor de la semana corriente a “Galcerio”, el cual con los demás firmaron. [firmas con seudónimos]. 310 APÉNDICE III. ESTATUTOS DE LA ACADEMIA PEREGRINA. MS. 3889 de la Biblioteca Nacional, Madrid. Fols. 51v.-57v. Fue publicado por Suárez Álvarez, J. “Los inéditos estatutos de «La Peregrina», academia fundada y presidida por el doctor don Sebastián Francisco Medrano”, en Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo, XVI nº 1 y 2, pp. 91-110. LA MÁS CÉLEBRE ACADEMIA DEL ORBE INTITULADA “LA PEREGRINA” Convócase a la Virtud, despídese al Ocio, premiase a los ingenios. Su fundación, disposición y reglas por el Doctor don Sebastián Francisco de Medrano. En la Corte de Don Philipe Quarto Nuestro Señor, Rey Máximo de las Españas. OFICIOS DE LA ACADEMIA Tres Protectores, que la amparen defiendan y asistan. Serán, El señor Duque de Híjar, El señor Conde de Oñate, El señor conde de Sástago. Dos Asistentes que tomen las órdenes, adviertan las dificultades y reparen los daños. Serán, [Dos líneas en blanco] Un Juez que disponga los modos, que decida las dudas, que señale los tiempos, que ponga los lauros, que dé las órdenes, y esté a su arbitrio todo lo necesario. Será, [línea en blanco] Un Secretario para escriuir lo que se le ordenare, para repartir los assumptos que diere el presidente, y recoger los escritos, Será [línea el blanco] Un Bibliotecario y Archiuero, que cuyde de los libros y guarde los papeles, Será, [línea en blanco] Un Maestro de ceremonias para la obseruancia de las órdenes, reglas y leyes, Será [línea el blanco] Un portero para abrir y cerrar, y auisar de los que pretendieren entrar, Será [Línea en blanco] Hase de tratar en la Academia de las siete Artes liberales en siete días de la semana y en cuatro semanas del mes; cada uno de los días según el arte que le tocare de una facultad de cada uno de ellos, como se verá más adelante. De manera que necesariamente le tocara, al que tratare solamente de una facultad, acudir un día en todas las cuatro semanas. 311 Cada facultad ha de tener un presidente perpetuo, que tenga a su cargo conuidar a los de dicha facultad. Teniendo y concurriendo en ellos las partes necessarias, porque de otra suerte no serán admitidos. Y este presidente nombre fiscal cada cuatro academias de las que tocaren a su día. El cual censure con todo rigor y argumentos lo que le pareciere que puede tener alguna duda. OBLIGACIONES DE LOS OFICIALES DE LA ACADEMIA 1ª. Que uno de los señores protectores, por lo menos, aya de estar presente para començar la academia. Y de otra suerte si no es en orden suya o sustituto de cualquiera de los tres, en caso de que fallen todos no se dé principio a ninguna. 2ª. Que el juez asista siempre, o nombre persona a propósito en casso de que precissamente sea forçoso faltar. 3ª. Que el Maestro de ceremonias guarde con todo rigor y haga guardar qualquiera de las cosas ordenadas, y asista siempre a la disposición y cumplimiento de ellas. 4ª. Que el Bibliotecario y Archivero guarde los libros y papeles con todo rigor, y que si fuese necesario algún libro sea obligado a buscarle y tenerle cuando se le pidan, y no pueda dar ni prestar a nadie ningún papel de la Academia sin orden de todos los señores Protectores, Asistentes y Juez, escriuiéndola el secretario. 5ª. Que el portero no pueda franquear la puerta a ninguna persona que no sea de los académicos que se admitieren, sin orden, a lo menos, de uno de los señores protectores, a quien dará aviso de los que pretendieren entrar para que se dispongan a su elección. 6ª. Que el tesorero no gaste nada sin librança de un señor protector. Lo cual se ha de guardar, cumplir y executar con todo rigor, pena de que podrá qualquier señor de los protectores excluir al que no obseruare lo que tuuiere a su cargo. LEYES Y REGLAS DE LA ACADEMIA 1ª. Que no pueda tener nombre de Académico ninguno que no sea insigne o famoso en la facultad que professare, o por hauer estampado libro, escrito comedia o sacado a la luz alguna obra grande aprovada por tal y que baste a darle nombre. 312 2ª. Que ninguno de los tales pueda en adelante sacar comedia, libro, ni otra obra a la luz sin ser primero registrada, censurada, y corregida por los de su facultad, y que de ella quede un tanto en el archivo, de que tendrán tres llaves los tres señores protectores. 3ª. Que de qualquiera libro que se imprimiere, u otro qualquier papel tenga obligación el librero o impresor que le tomare por su cuenta, o el mismo autor de dar dos a la Academia, para que uno se ponga en la biblioteca, y otro sea para ayudar a los gastos de la Academia. 4ª. Que cada uno que entrare dé un libro o papel de cada uno de los que huviere sacado a la luz, entregándole al bibliotecario, para que le tenga en la biblioteca, y para que con esso se comiençe a autoriçar y engrandecer con las obras de los Académicos. 5ª. Que cualquier autor de comedia a quien los entregaren los Académicos dé, sobre y además de lo que diere al poeta, un tanto en dinero de cada comedia para gastos de la Academia, lo qual se señalará la primera junta de los cómicos. 6º. Que se laurén los hombres insignes, como se acostumbra en las Academias famosas de Italia, y de otras partes. 7ª. Que el que mereciere esta honra y grado, para que con ella legue su fama a lo más remoto, aya hecho, o aya de hacer doçe actos, como los poetas cómicos de doçe comedias aplaudidas por grandes; los pintores doçe pinturas admirables. O todos, cada uno en su facultas, sacado a luz alguna obra sumamente perfecta, o sustentado doçe veçes opiniones públicas de las materias que en su arte se le señalaren con aprobación de todos los Señores protectores, asistentes Juez y Académicos; ateniéndose a los más votos, y en caso de igualdad decidiendo el juez que los ha de regular canónicamente. Siendo solo excepción de esa regla el poeta heroico que bastara para ser laureado, hauer escrito un poema a quien aprueuen los demás por famoso. 8ª. Que el Lauro se ore con gran magestad y pompa en alabança del que lo recibiere, y se le dé con toda autoridad, grandeça, música y adorno. El cual estará obligado a que el mismo día antes de tomar el grado de entregar un retrato suyo a la Academia con Lauro, y todo, para que en ella 313 quede memoria de su fama, y tenga la posteridad copia del original tan celebérrimo. 9ª. Que ninguna Academia en vigor dure más de una hora, y dispensen en otra qualquiera el Señor protector, Asistente, Juez, o presidente, como sea necesario y lo pida la materia de que se tratare; para lo cual en estando presente qualquiera Señor protector y presidente se ponga el relox conforme la hora fuese para acabar puntualmente con el tiempo señalado. 10. Que cada mes aya un acto público de cada facultad. 11. Que el assumpto que diere de una Academia para otra se entregue quando se trayga al fiscal; que no se ha de leer entonces, sino la siguiente, para traerle muy bien mirado y poner las dudas y obiecciones que le parecieren más esenciales y a propósito, y después de corregido se entregue al Archivo. LOS DÍAS DE LA ACADEMIA REPARTIDOS CADA UNO EN SU FACULTAD. Y LOS PRESIDENTES DE ELLA Domingo primero, de toda la Dialéctica y toda la Lógica, y cómo es necessaria forçossamente para saber las otras artes con perfección, Presidirala [línea en blanco] Domingo segundo, de la Medicina natural, y adquirida; de las Virtudes de las plantas, de las hieruas, de las piedras, y de los animales, según Plinio, Dioscórides y otros, Presidirala [línea en blanco] Domingo tercero, de toda la Philosophía moral, Jurisprudencia, buen modo de gouernar, de toda la política y raçón de Estado, Presidirala [línea en blanco] Domingo quarto, de la Cortesía, urbanidad, y respetos y de que manera y a quien se deben, Presidirala [línea en blanco] Lunes primero, de la Gramática general, del uso de todas las lenguas y de las más necessarias generalmente, presidirala [línea en blanco] Lunes segundo, de los Geroglíficos, emblemas, enigmas, epigramas, y diferentes sentencias, y el uso de ellas con la intelligencia de todo; explicando lugares dificultosos, Presidirala [línea en blanco] 314 Lunes tercero, del modo de la representación; el sentido de los versos; el modo, uso, de ajustar las oraciones, Locución, vozes y verbos en nuestra lengua y en otras, Presidirala [línea en blanco] Lunes quarto, de toda la ortographía, y mejor uso de ella según lo antiguo y lo moderno, y el más discreto modo de pronunciar, Presidirala [línea en blanco] Martes primero, de toda la rethórica, sus tropos y figuras, y el mejor modo de orar según Cicerón de nuestros Hrnes, y otros; y assi mismo de todas las letras humanas, Presidirala [línea en blanco] Martes segundo, de la Poesía Heroyca y la Bucólica para leuantar una, y baja otra en los términos y disposiciones del estilo, Presidirala [línea en blanco] Martes tercero, de la Poesía trájica, elegica y satírica, Presidirala [línea en blanco] Martes quarto, de toda la poesía cómica y jocosa conforme al arte antiguo, y el moderno, Presidirala [línea en blanco] Miércoles primero, de toda la poesía lyrica y diuina, amorosa y moral etc., Presidirala [línea en blanco] Miércoles segundo, de la Astronomía y de la Astrología, Presidirala [línea en blanco] Miércoles tercero, de la Magia, Nigromancia, Chiromancia y otras hijas de la primera, pero naturalmente contra las disposiciones diabólicas, echicerias, y todo maleficio asta la fascinación, Presidirala [línea en blanco] Miércoles quarto, de secretos naturales y experiencias de ellos, Presidirala [línea en blanco] Jueves primero, de todas la Música, diferencias de cantos y armonía de las esferas, Presidirala [línea en blanco] Viernes quarto, de toda la pintura, y assí mismo de la perspectiva, Presidirala [línea en blanco] Sábado primero, de toda la Matemáthica y sus partes, Presidirala [línea en blanco] Sábado segundo, de toda la Arithmética, fortificación y modo de jugar las armas, Presidirala [línea en blanco] 315 Sábado tercero, De toda la Architectura antigua y moderna, según Vitrubio y otros, y de edificios antiguos desde Nembrot, Presidirala [línea en blanco] Sábado quarto, y día último de la Academia en que se tratará de la escultura, estatuas, y estatuarios en lo pasado y en lo presente, Presidirala [línea en blanco]. 316 APÉNDICE IV. FRAGMENTO DE EL DIABLO COJUELO. NOVELA DE LA OTRA VIDA TRADUCIDA A ÉSTA POR LUIS VÉLEZ DE GUEVARA.... Madrid, 1641. Ejemplar de la Biblioteca Nacional R/31.688. Fol. 107 v. – fol. 113 r. Y al entrar por la calle de las Armas, que se sigue luego a siniestra mano, en un gran quarto baxo, cuyas rejas rasgadas descubrían algunas luzes, vieron mucha gente de buena capa sentados con grande orden, y uno en una silla con un bufete delante, una campanilla, recado de escribir y papeles, y dos acólitos a los lados y algunas mugeres con mantos, de medio ojo, sentadas en el suelo, que era un espacio que hazían los asientos, y el Cojuelo le dixo a don Cleofás: “Ésta es una academia de los mayores ingenios de Sevilla, que se juntan en esta casa a conferir cosas de la profesión y hazer versos a diferentes assumptos; si quieres –pues eres hombre inclinado a esta habilidad- éntrate a entretener dentro, que por huéspedes y forasteros no podemos dexar de ser muy bien recibidos” Don Cleofás le respondió: “En ninguna parte nos podemos entretener tanto, entremos norabuena”. Y trayendo en el aire, para entrar más de reboço, el Diablillo dos pares de antojos con sus cuerdas de guitarra para las orejas, que se los quitó a los descorteses, que con este achaque palían su descortesía, que estauan durmiendo, por exercella de noche y de día, entraron muy seberos en la dicha academia, que patrocinaua, con el agasajo que suele, el Conde de la Torre Ribera y Sahabedra, y Guzmán y Cabeza y varón de los Riberas. El Presidente era Antonio Ortíz Melgarejo, de la insignia de San Juan, ingenio eminente en la música y en la poesía, cuya casa fue siempre el museo de la poesía y de la música; era secretario Álbaro de Cubillo, ingenio granadino que había venido a Sevilla a algunos negocios de su importancia, excelente cómico y grande versificador, con aquel fuego andaluz que todos los que nacen en aquel clima tiene; y Blas de las Casas, era fiscal, espíritu divino en lo divino y humano. Eran, entre los demás académicos, conocidos don Christóbal de Roças y don Diego de Rosas, ingenios peregrinos que han honrado el poema dragmático, y don García de Coronel y Salcedo, fénix de las letras humanas y primer Píndaro andaluz. Levantáronse todos cuando entraron los forasteros, haciéndoles acomodar en los mejores lugares que se hallaron, y, sosegada la academia, al repique de la campanilla del 317 presidente, aviendo referido algunos versos de los sujetos que avían dado en la passada, y que davan fin en los que entonces avían leydo con una silva al Fénix que leyó doña Ana Caro, dézima musa sevillana, les pidió el presidente a los dos forasteros que por honrar aquella academia repitiessen algunos versos suyos, que era imposible dexar de hacerlos muy buenos los que avían entrado a oír los pasado; y don Cleofás, sin hacerse más de rogar, por parecer castellano entendido y cortesano de nacimiento dixo: «Yo obedezco con este soneto que escriví a la gran máscara del Rey nuestro señor, que se celebró en el Prado Alto, junto al Buen Retiro, tan grande anphiteatro, que borró la memoria de los antiguos griegos y romanos».Callaron todos y dijo en alta voz, con acción vizarra y ayroso ademán, desta suerte: SONETO Aquel que, más allá de hombre, vestido de sus propios augustos esplendores, al sol por virrey tiene, y en mayores climas su nombre estrecha esclarecido; Aquel que, sobre un céphiro nacido, entre ciudadanos moradores del Betis, a quien más que pació flores plumas para ser pájaro ha bebido; aquel que a luz y a tornos desafía, en la mayor palestra que vio el suelo, cuanta le ve estrellada monarquía, es, a pesar del bárbaro desvelo, Filipo el Grande, que, árbitro del día, está partiendo imperios con el Cielo.1 aplaudiendolo toda la academia con vítores y un dilatado estruendo festivo; y apercibiéndose el Cojuelo para otro, destosiéndose como es costumbre en los hombres, siendo él espíritu, dixo de este modo: «a un sastre tan 1 Con este soneto dio inicio Vélez de Guevara a la famosa academia del Buen Retiro de 1637, de la que fue presidente. 318 caballero, que no quería cortar los vestidos de sus amigos, remitiéndolos a su masebarrilete. SONETO Pámphilo, ya que los eternos dioses, por el secreto fin de su juicio, no te han hecho tribuno ni patricio, con que a la dignidad del César oses, razón será que el ánimo reposes, haziendo en ti oblación y sacrificio, que dizen que no acudes a tu oficio éstos que cortan lo que tú no coses. Los ojos buelve a tu primer estado: las togas cose, y de vestillas dexa, que un plebeyo no aspira al consulado. Esto, Pámphilo, Roma te aconseja; no digan que de plumas que has hurtado te has querido vestir, como corneja. El soneto fue aplaudido de toda la academia, diciendo los más noticiosos della que parecía epigrama de Marcial, o en su tiempo compuesto de algún poeta que le quiso imitar, y otros dixeron que adolecía del doctor Villahermosa, divino Iuvenal aragonés, pidiendo el Conde de la Torre a don Cleofás y al Cojuelo que honrasen aquella junta lo que estuviesen en Sevilla, y que dixesen los nombres supuestos con que avían de asistilla, como se usó en la Corusca y en la Academia de Capua, de Nápoles, de Roma y de Florencia, en Italia, y como se acostumbraba en aquella. Don Cleofás dixo que se llamaba el Engañado, y el Cojuelo, el Engañador, sin entenderse el fundamento que tenían los dos nombres; y repartiendo los asuntos para la academia venidera, nombraron por presidente della el Engañado y por fiscal al Engañador, porque el oficio de secretario no se mudaba, haciéndoles esta lisonja por forasteros, y porque les pareció a todos que eran ingenios singulares. Y sacando una guitarra una dama de las tapadas, templada sin sentillo, con otras dos cantaron a tres voces un romance excelentísimo de don Antonio de Mendoça, soberano ingenio montañés y dueño eminentísimo del estilo lírico, a cuya divina música vendrán estrechos todos los agasajos de su fortuna. Con que se acabó la academia de aquella noche… 319 APÉNDICE V. DISCURSOS DE ARGENSOLA EN UNA ACADEMIA DE ZARAGOZA Ambos discurso se encuentran recogidos en forma manuscrita en un tomo de la Biblioteca Nacional llamado Libro de varias cosas en prosa, de hombres insignes de letras y política y de razón de Estado, referencia Ms. 8755, folios 135-146. Día Primero No es intento de los que aquí se juntan con nombre de académicos, solamente ocupar en conversaciones apacibles y sin perjuicio las horas que más peligrosas suelen ser para la juventud, aunque éste fuera rico fruto y que pudiera enamorar a cualquier rico espíritu, sino también sacar materia para que en ninguna ocasión les falte apacible ejercicio con que librarse de la ociosidad, fuente de donde se derivan todos los vicios. Esta verdad es tan conocida que no hay para qué probarla pues cada cual dará testimonio de ella si examinare su vida. Tampoco se contentan sólo con huir de los vicios, como Horacio en la primera epístola, que dice: Virtus est vitium fugere, sino con San Pablo creen que Virtus est recedere a malo et facere bonum. Pero no se trata aquí de esta virtud alta para hacer ostentación de ella, sino sólo de las armas que tienen contra los vicios, que disfrazados en hábito doméstico se nos meten por las puertas. Uno es el bien y una la felicidad, pero por diversos caminos la pueden alcanzar los hombres: uno de ellos es la vida civil y política, en la cual, como los tropiezos son más, las leyes más anchas y los ejemplos menos, son también los ánimos más indomables y es menester con artificio engañarlos, como Lucrecio dijo en el libro primero: Sed veluti pueris absentia tetra medentes cum dare conatur, prius oras, pocula circum, contingunt mellis dulci flavoque liquore, ut puerorum aetas improvida ludificetur Laborium tenus; interea perpotet amarum absinti laticem, deceptaque non capiatur, sed potius, tali facto recreata, valescat: Sic ego muc, etc. Y por cuanto Taso, imitando a Lucrecio, dijo Sai che corre il mondo ove piu versi di sue dolcezze il lusinghier Parnaso 320 e che il vero condito in molli versi y piu schivi allettando ha persuasso, cosi al ergo fancul porgiamo aspersi di suave licor gli orli D’il vasso suchi amari, ingannato in tanti ei beve e dal inganno sua vita riceve. La verdadera poesía es quien mejor que nadie sabe hacer estos engaños, la cual abrió camino a la filosofía moral para que introdujese sus preceptos en el mundo; así lo dijo cierto autor en estos versos: Antes que la moral filosofía Publicamente al mundo se mostrase, disimulada anduvo en la poesía. Porque con sus regalos obligase, al ánimo del hombre no domado, a que sus duras leyes aceptase. Así el caballo el áspero bocado suele admirar del espumoso freno con la sal que le aplican engañado. Porque al sentido es áspero lo bueno con lo dulce engastarle es conveniente en cuanto de lo justo no es ajeno. Así al enfermo el médico prudente, en las cosas de gusto que le pide, les da la que aborrece y no consiente. Así del hijo tierno el padre mide los juegos con la edad, y, en la primera, los que en otra negara, no le impide. Orfeo y Anfión de esta manera hicieron leyes y pudieron tanto, reduciendo a quietud la gente fiera. Fingió la Antigüedad que con su canto pudo uno bajar al reino oscuro y suspender sus furias entre tanto. Y el otro con su lira el alto muro de Tebas fabricar, yendo llamadas 321 las piedras sin tocarlas hierro duro. No todo se manda y aconseja en los sagrados templos; no todo se enseña en las escuelas y cátedras: en una y otra parte nos remiten a lecciones domésticas, donde sobre cada paso se puede pedir, aprobar o reprobar las cosas. En las escuelas el maestro lee, los discípulos oyen, siempre una materia continua; él manda, ellos obedecen, de donde procede menos gusto. En estas juntas y conversaciones todos somos maestros y discípulos, todos mandamos y todos obedecemos, comunicando las profesiones diversas y tomando cada uno lo que ha menester para la suya. El que profesa letras ayuda al que profesa armas, y éste al otro. Aquí el que lee historia refiere lo que halla en ella digno de reprensión o alabanza, así en el ejemplo como en el estilo. Lo mismo hace el que gusta de los poetas: consúltanse las dudas, mézclanse cuentos, motes, risas y finalmente, no poniendo cuidado en aprender, se halla uno enseñado en lo que conviene, como el que navega durmiendo y despierta en el puerto sin haber padecido el trabajo de la navegación. No le basta al teólogo saber profundas cuestiones (digo, no le basta para el trato civil) si no las sabe sacar de entre aquellas espinas de los argumentos utreum, ergo, nego, probo, que en los claustros y en las escuelas se usan. No al jurisconsulto le basta hablar (como ellos dicen) siempre con la ley, si ha de granizar digestos y parágrafos, mezclando intempestivamente sus fórmulas en la conversación ordinaria. Estos se hallarán nuevos y atónitos en un palacio o junta de cortesanos causándoles risa y materia de burla. Lo mismo acaecerá al caballero que no sepa sino más que andar a caballo y ser muy diestro en las armas ejercitando las fuerzas: es menester que cuando hablare con letrados no desmenuce por sus nombres las piezas de su arnés ni las reglas de andar a caballo, justar, tornear, jugar a cañas u otros ejercicios militares, sino de aquello trate templadamente y a propósito. Lo mismo digo cuando andare con damas y señoras: es necesario que no ignora las causas y misterios que hay en las mismas armas que profesa, porque hasta los colores tienen su significación no vulgar. Y en el repartimiento de los cuarteles y en el asiento de las figuras, en los escudos de armas se echa de ver si son legítimas o bastardas, si procedieron de hazañas dignas calificadas con la autoridad del príncipe o de licencia o ignorancia del que las quiso juntar así. También del origen y uso de las banderas, estandartes cometas, dragantes y otras especies de insignias militares, para no usar de las unas cuando habría que usar de las otras. También la diferencia que hay de traer timbre con celada abierta o cerrada, traerle de lado o cara a cara, para no incurrir en riesgos que, aunque no 322 se castigan en las plazas ni los condena el vulgo, hay personas que lo hacen, y más debe estimarse o temerse el parecer de una de éstas que el de un ejército de ignorantes. Es la alegría y la gala muy importante instrumento para la milicia, y quien la usa ha de saber aprovecharse de él. Sería proceso infinito discurrir por cada cosa de éstas, y como dice Horacio en la primera sátira: Coetera de genere hoc, adeo sunt multa, locuacem delassare valent fabrum, etc. Todo esto, pues, se aprende aquí sin trabajo por medio de esta conversación apacible. Alguna vez también se pone la mano, como se ha visto, en la poesía latina española, siguiendo a veces, y a veces luchando con la naturaleza, bien que todo esto templadamente, porque ninguno aquí pretende el nombre de poeta, sabiendo que un poeta mediano es de ningún precio, y un poeta grande pasa un siglo antes que se ve, porque el ingenio y el estudio poético han de concurrir muchas veces. Así lo dijo Ariosto: Son come i cigni anco i Poeti rari, poeti che non sian del nome indegni. Más no por eso deben abstenerse de hacer algunos versos para ejercitar el ingenio ni dejar de entender los poetas, porque, como el principio dije, enseñan deleitando. Ni crea nadie que Platón los excluyó de su república; antes, para poderla hacer, fue necesario que el mismo Platón la fingiese haciéndose poeta. Ni Boecio cuando introduce a la filosofía reprendiéndole, porque se entretenía y consolaba las musas en la prisión; quiso decir que no se han de hacer versos; porque si esto entendiera, no usara de ellos después el mismo libro, ni los pusiera después en la boca de la misma Filosofía. Lo que quisieron decir fue que no se ha de reparar solamente en la dulzura de los versos, ni tomarlos por ministros para los vicios, de la manera que un soldado será reprendido si al tiempo de pelear se contentase con sólo oír la trompeta y cajas sin menear las manos, o usase de estos instrumentos para no lícitos asaltos, contra sus amigos o cometiendo delitos atroces. Más en la aprobación o alabanza de los versos ¿para qué son menester más argumentos que estos? Parte del viejo testamento está escrito en verso dictados por el Espíritu Santo. La Iglesia católica en todas las horas los canta con gran gloria de esta insigne ciudad, pues muchos de ellos son de Aurelio Prudencio, su ciudadano. Digo que fue su ciudadano, aunque ambiciosamente quieren que lo sea de Calahorra ciertos autores modernos castellanos, en contradicción de muchos an- 323 tiguos y del mismo Prudencio, que en diversas partes dice que fue su patria Zaragoza. Pero lo más que se puede decir de los versos es que el mismo Cristo, cuyas obras y palabras fueron lección y enseñanza, dijo versos (que esto quiere decir himno) poco antes de su pasión. Esto he dicho de paso a los que reprenden hacer versos. Digo pues que el intento de esta academia es hacer una confección o masa de diversas profesiones, no ruda ni indigesta, como la que dice Ovidio, sino odorífera, cual los médicos suelen aconsejar que se use en tiempo de peste. Peste es la ociosidad y más rigurosa peste la ignorancia. Ninguna noche el que aquí se ajunta deja de llevar algún fruto para el gobierno de sus pasiones, de su república o de su familia. Aquí se ven al vivo las Noches Áticas de Aulo Gelio y las Saturnales de Macrobio. Y no contentándose los académicos con ejercitar solamente las fuerzas de su ingenio, quieren también ejercitar las del cuerpo y la destreza de las armas. Y así uno de ellos ha propuesto mantener un torneo de a pie a los caballeros académicos y a otros cualesquiera en la forma que se verá en su cartel. Favorezca, pues, todos los nobles espíritus esta Academia, cuyo fin es mezclar lo útil con lo dulce (que es el punto más difícil), amar y reverenciar a los que lo merecieron, enseñar a obedecer a los superiores, tener correspondencia con los iguales y no menospreciar a los inferiores, y finalmente, como dice Horacio, hacer: Id quod aeque pauperibus prodest locupletibus aeque, aeque negletum pueris senibusque nocebit. Con que se da fin a la junta de esta noche. Día segundo Hoy es el último día de los que vuestras mercedes mandaron que yo presidiese en esta Academia, honrándome tanto que, no siendo de ella, quisieron que la ordenase y dirigiese. Poco tuve que hacer en esto, porque sólo con informarme de lo que vuestras mercedes habían hecho entonces y ponerlo (como lo puse) por escrito, quedó ordenado lo que se había de hacer de allí en adelante. Si acerté en aquel discurso, mandaranle vuestras mercedes leer cuando les pareciere renovar la memoria y a lo menos no admitan ningún académico sin que sepa lo que contiene. No puedo dejar de añadir a lo dicho que será bien, cuando se hubieren de escribir versos, cada cual examine sus fuerzas; y si las hallare débiles se abstenga, como dice Horacio: 324 Versate diu quid ferre recusent, quid valeant humeri. Y si todavía pareciere hacer versos, no se publiquen sin grande examen. Lean mucho, escriban poco, amen el borrar mil veces cada palabra, que por no hacerlo así los poetas de su tiempo, dice Horacio que erraban; los que escribieren versos amen los panegíricos y aborrezcan las sátiras, que aunque se les ofrecerá más copiosa materia para reprender que alabar hay peligro en esta virtud, porque describiendo los vicios se suele topar con los viciosos, que ofendidos son causa de muchos disgustos: si en los vivos no se hallare que alabar, acudan a los muertos que ellos darán bastante materia; y no será menester para esto ir a Grecia o a Roma, que en España, en Aragón y en sus mismas casas se hallarán. Esto basta para los poetas solos; más a todos generalmente digo que tengan por sustento ordinario la lección de historia, porque sin ella siempre son los hombres niños. E ignorar uno las historias de su tierra y de sus mayores es ignorancia tan grande como no haberse visto jamás en el espejo, ni saber en su imaginación que manera de rostro tiene, y aún peor, porque es como ignorar los dedos de sus manos, y los miembros de que consta su cuerpo. Casi todos los estudios, si no la historia, arrojan de sí con severidad o rusticidad cualquier lección que no sea de su intento, teniéndolo por impertinente y aún por estorbo; pero la historia, con afabilidad y dulzura, de todos toma lo mejor, y es, por decirlo brevemente, un diversorio donde todas las ciencias y las artes reposan ; enseña sin cansancio (como dije que lo hacía esta junta), hace que en pocos años vivamos muchos años, vistamos de todos los trajes y usemos de todos los instrumentos de guerra y de paz que ha habido. Echemos el sello: nuestra religión historia es, de historia consta, y sin historia todo perece. No hay cosa en el mundo tan necesaria y alabada, y así no me detengo en esto. No se ha de leer la historia de paso, sino con mucha consideración y maduro juicio, cotejando unos autores con otros, y confiriendo con personas cuerdas lo que se lee. Esto dije que se hacía y se debe hacer en esta junta, en que no quiero tampoco detenerme. Las historias sagradas se deben saber, más con reverencia dejar su especulación y averiguación de sus dificultades a los teólogos, que como no proceden del consejo humano, debense reverenciar se los que ignoran esta sagrada ciencia; más de la historia de los persas, medos, asirios, griegos, romanos y finalmente en todas las otras, atrevidamente se han de escudriñar todos sus rincones y hacer que sirvan para la ocurrencia de nuestro servicio público y particular. De aquí han provenido tantos libros provechosos y gustosos en la paz y en la 325 guerra: mucho podría referir, más sólo quiero referir los de Justo Lipsio, por honrar su memoria y honrarme diciendo que, sin haberme visto, fue familiar amigo mío (fide antiqua) como él me dice en una carta. Todos sus libros ¿qué otra cosa son sino hijos de la historia? Hijos agradecidos que descubren la excelencia de su madre y guían a los que no atinaban al fin de ellas. ¡Ojalá que aquel libro que él llama Fax historia hubiese salido en su día o nos lo diese la fama póstuma! Considerando yo que los más de vuestras mercedes son caballeros aficionados al ejercicio militar y que para este fin hay en esta ciudad fundada la antigua y nobilísima cofradía de San Jorge, tengo deseo de que alguna de vuestras mercedes se aficione a imitar a Lipsio y que así como él tan doctamente describió la milicia moderna, enseña la forma de los ejércitos romanos, sus armas ofensivas y defensivas; qué cosa era gálea, loriga, pilo, parma y las demás; qué soldados eran los vélites, céleres, y finalmente, pone ante los ojos un ejército romano vivo y aquellas terribles máquinas con que batían los muros, que aunque no tan horribles como los cañones de artillería, hacían los mismos efectos; así éste nos descubriese los ejércitos, milicia, armas y máquinas de los españoles, no de los antiguos godos, que esto no lo espero, porque todo pereció en aquella inundación de los árabes, sino de los que les quitaron la presa y cobraron esta gloriosa provincia de sus manos con tantos trabajos, tantos sudores y tanta sangre. Deseo saber qué eran y cómo usaban de los paveses y lanzas; qué cosa era pespunte y loriga, cómo formaban las mantas o gatas; qué máquina era el funebol, el magaret, el trabuco y otros semejantes; que oficio era el de los adalides, que unas veces me parece que en la historia se trata de ellos como de descubridores, otras como de maestros de campo; los almogávares qué milicia eran: cosas tan modernas y tan ocultas que, aunque el nombre y milicia de los almogávares estuvo en uso pocos años antes de laurencio Valla, escribe que eran ciertos agoreros que juzgaban por el vuelo de las aves, ignorancia indigna de tan grande autor, y más habiéndose podido informar de nuestro rey D. Alonso, que ganó a Nápoles, en cuyo servicio y favor fue admitido, como lo fueron de aquel gran rey todos los doctos y virtuosos. ¿No es cosa vergonzosa, señores, que habiéndoles ganado a vuestras mercedes sus mayores la nobleza, estado y hacienda que poseen, con esta milicia, armas e instrumentos ignoren lo que son y que muy curiosos trabajemos en saber lo que era la catapulta, la balista o el ariete de los romanos? ¿Qué diré pues de las naves que apenas conocemos jávidas, carracas, laúdes y otras semejantes? Vuelvo a de- 326 cir que sería muy loable trabajo el de alguna de vuestras mercedes que, leyendo las historias que escribieron nuestros Reyes, D. Jaime y D. Pedro IV, Ramón Muntaner ú otros antiguos, que están engastados en los ricos anales de nuestro gran Jerónimo Zurita, nos descubriese cómo era cada una de éstas. En mí a lo menos tendría este tal libro un lector, o este tal maestro un discípulo muy deseoso. Este y otros ejercicios semejantes harán siempre loable esta junta; y pues en ella hay caballeros que han sido capitanes y han visto en mar y en tierra grandes trances de guerra, que saben el arte de navegar, de fortificar y otros artes tan propios de caballeros: muévase alguna vez plática de esta materia, enseñen los unos, aprendan los otros, y cada cual, como en un espléndido banquete elija la materia más conforme a su paladar o a su estómago. Sea un concurso honesto y una conversación varia, en la cual no mucho se ha de evitar el tratar del gobierno público presente, que la murmuración del amigo o del vecino, porque como dice aquel filósofo: Nec silemtium tutum est a calumnia. Jamás han faltado delatores y malsines: de esta verdad tenemos experiencia porque los señores Virrey y Justicia de Aragón, mal informados, hablaban de esta junta aplicándole ciertos versos y libelos, y que aquí se censuraba el gobierno público. Quisieron saber de mí la verdad y como tiene tanta fuerza no sólo perdieron esta opinión, pero alabando lo que aquí se hace, creen que la república tiene en vuestras mercedes defensores de la virtud y maestros que, con su ejemplo, enseñarán a cada cual a contentarse dentro de sus límites. Otro linaje hay que se burla, o como dicen los andaluces, fisga de esta junta. No creo que ninguna de vuestras mercedes temerá este espantajo; y al que temiere dirémosle con Horacio: Invidiam Placare paras virtute relicta. En Italia ha habido y hay Academias famosas; más ¿para qué buscamos ejemplos extranjeros? En la corte de nuestro rey hicieron este ejercicio, de cuyo número fueron D. Juan de Zúñiga, Comendador de Castilla, que fue embajador en Roma, Virrey de Nápoles y Ayo del Rey nuestro señor; también Don Juan de Silva, Conde de Porto-Alegre, Embajador en la corte del Rey de Portugal, gran cortesano, y en verso y en prosa de gran juicio y elección; Don Juan de Idiáquez, del Consejo de Estado y Presidente de las Órdenes, cuyos epigramas latinos pueden competir con muchos de los celebrados antiguos, y en la común opinión se cria- 327 ron aquellas grandes virtudes que los han hecho admirables en el mundo, en ésta su junta y conferencia. Acuérdome que en el año 1585, en las Cortes de Monzón, posaban en una misma casa Don Pedro Enríquez, conde de Fuentes, que hoy es gobernador de Milán, y Don Jerónimo de Cavallería, bien conocido de vuesas mercedes. Tenía D. Jerónimo tercianas y baja el conde a su aposento; acudían allí don Juan Pacheco, que fue después Marqués de Cerralbo, Juan María Agazio, caballero italiano, eclesiástica, que asistía en la corte por la Duquesa de Lorenna, de quien andan impresas algunas poesías muy buenas; D. Juan de Albión y yo, aunque en edad y en entendimiento no podía concurrir con ellos. Pasaban allí las siestas tratando cosas muy dignas de ser sabidas. El conde discurría. El conde discurría de las guerras pasadas y presentes, como tan gran Capitán; D. Juan Pacheco, en los autores latinos, que los entendía muy bien, , traducía y comunicaba algunas oraciones de Tito Livio; Agazio recitaba hermosos versos suyos; D. Jerónimo de la cavallería, que por larga experiencia y buen entendimiento podía hablar en todo, ponía sal en todo; D. Juan de Albión preguntaba y dudaba con mucho juicio y yo oía con atención, y aseguro a vuesas mercedes que, aunque no pude echar de mí toda la ignorancia, desterré parte de ella en esta conversación. Bien quisiera yo señores que moderasen vuesas mercedes los nombres que usan en esta academia; que no llamasen al que preside presidente, al que escribe secretario, ni al que impugna o corrige fiscal, sino que cada cual de vuesas mercedes hiciese ese oficio en su propio nombre, y que estos oficios no se diesen por elección y votos, sino por suerte, que con los primero se quitaría grande ocasión a la fisga, y con lo segundo otros inconvenientes. Y porque dicen que la suerte es ciega, podríanse enmendar sus yerros, no durando el oficio más de una semana; que si el obtenerle es honra, así se comunicaría a todos y cada cual tendría ocasión de mostrar su ingenio proponiendo y tratando de la manera que sabe. También se podría quitar la costumbre de los escritos que se traen al libro dorado con votos y evitaríase el enojo de los excluidos y la censura que por ventura se podría hacer de los admitidos, sino leer y censurar, sin que se sepa el nombre del autor, cualquier escrito que trajeren, que si cuerpo muerto fuere el mar lo arrojará de sí. En admitir compañeros había de haber un poco más de examen y rigor porque si bien en los admitidos hasta ahora no hay que enmendar, podría ser que en ade- 328 lante se errase, porque proponer y votar a un mismo tiempo, y casi a los ojos y oídos del que pide ser admitido, arguye facilidad y da materia de risa o de enojo. El principio que vuesas mercedes dan a su conversación con oír una lección del señor maestro Bustamante, me parece muy bien, que es preparar el entendimiento en cosa de gusto. Más quisiera yo que no se obligara a leer siempre epigramas de Marcial, aunque es autoridad agradable y aragonés, porque si no se han de leer los deshonestos y obscenos, que al juicio de los mismos que los castraron son los mejores, muchos de ellos son insulsos y sin provecho. Tendría por buena elección interponer algunos emblemas de Alciato, en los cuales hay materia para las armas y las letras, y como lo declara este nombre, emblema comprende muchas cosas: pueden ayudar mucho para las empresas militares y en la historia; de manera que no excluyo a Marcial, pero admito otros para variar el gusto. Finalmente me parece que las armas no se traten sólo de palabra, sino que se ejerciten y que el último jueves de cada mes salgan armados los caballeros que quisieren al justador, y se encuentren o corran lanzas, y en la casa que el jueves precedente hubieren señalado, tornen a pie sin gasto de galas, antes con pena irremisible al que hiciere alguna. Solamente ha de haber en el justador un trompeta, en el torneo un tambor, de manera que sea perpetuo ensayo para cuando hubieren de ejercitarse en público; pero obligando a sacar siempre letra para ejercitar el ingenio y corregir las faltas que tuvieren. Para esto habrían de nombrar vuestras mercedes un depositario, al cual cada jueves se acudiese con una moderada cantidad, la que bastare para los gastos forzosos que son: Regalar al señor maestro Bustamente, que siendo su profesión enseñar, no es razón que entre vuestras mercedes la ejercite sin fruto. Pagar al que sirve de portero y tiene cuidado de este aposento. Pagar al trompeta y al tambor. Las lanzas y otras armas, el que las huviere menester las pagará. Los que particularmente cada noche oyen Dialéctica y Retórica, hacen una cosa muy loable, y aunque esta lección no es general de la Academia, resulta en gloria de ella; pues produce tales deseos. De todo lo que he dicho, elegirán vuesas mercedes lo mejor o reprobáranlo todo, que sin humildad fingida lo someto a su corrección, suplicando perdonen mis faltas y den este lugar a otro que las supla. 329 APÉNDICE VI. EXTRACTO DE COMENTARIOS DEL DESENGAÑADO O SEA VIDA DE D. DIEGO DUQUE DE ESTRADA, ESCRITA POR ÉL MISMO, Ed. Castalia, 1982, Madrid. Edición, introducción y notas de Henry Ettinghausen. (pp. 195-197). El presidente de aquel mes era el señor conde de Lemus, Virrey, cuyos elegantes tersos versos excedían a Virgilio y Homero. La primera vez que yo entré se hizo una comedia de repente, que así por detenerme en prescribir otra cosa que desdichas, como por ser graciosa la contaré. Representose el hundimiento de Eurídice cuando Orfeo su Marido príncipe de la música, quebrantó las puertas del infierno con la dulzura de su lira y la sacó del poder de Plutón, como finge Ovidio en sus Metamorfosis, é hizieron las figuras, por ridículas, trocadas. Hacía de Orfeo el Capitán Anaya, un hombre de muy buen ingenio y ridiculoso, tocando por cítara unas parrillas aforradas de pergamino, que formaban unas desconformes voces; a Eurídice el Capitán Espejo, cuyos bigotes no sólo lo eran pero bigoteras, pues los ligaban a las orejas. El rector de Villahermosa, hombre graciosísimo, viejo y sin dientes, a Prosepina; el secretario Antonio de Laredo a Plutón, y yo el embajador de Orfeo. Era este Antonio de Laredo de muy buen ingenio, cara y talle, tentadísimos por hablar de repente, junto que en otras comedias hacia él la mayor parte de los papeles, fingiendo diversas voces y pasándose a diferentes lugares, con que hablaban muchos, y tan gracioso en los disparates que decía que era la fiesta de la comedia; pero fuera de este gran natural, muy buen sujeto en todas las materias. Empezose la comedia y asistían Virrey y Virreina con muchas damas encubiertas, permitiéndose, como era de repente, si se decía alguna palabra sucia o no muy honesta, si lo había menester el consonante del verso. Salió el rector, que como clérigo andaba rapado, vestido de dueña y habiendo en esto entrado una dueña muy gorda, como era de noche, pensando que era ella, fue tal la risa que apenas se podía empezar la comedia, la cual empezó el rector diciendo: PROSEPINA: Yo soy la Prosepina, esta es la morada Del horrible rabioso cancerbero, que me quiere morder el trasero. PLUTÓN: Bien hay que morder, no importa nada, 330 Y en este tono se fueron siguiendo disparates tan graciosos que aun los que representaban no lo podían hacer de risa. Entré yo a dar la embajada, y después de haber escrito las penas y llantos de Orfeo, formé su cuerpo de una primavera, dando atributos a sus miembros de hortaliza y legumbres; y escaldéme tanto, que duró mi perorata más de un cuarto de hora con aplausos y risas del auditorio. El pobre Plutón reventaba por hablar, y yo abundándome el verso, porfiaba; la gente le daba la vaya de que yo no le dejaba hablar y él hacía gestos y demostraciones ridiculosas; últimamente acabé con esta copla mi razonamiento: EMBAJADOR: Dale Plutón su Euridice a Orfeo, su esposo amado, que con no ser baptizado harás que se desbaptice. PLUTÓN: ¿Qué dices embajador? que se la lleves te pido, que me dejas confundido siendo yo tan hablador. Causó tanta risa, conocido el sujeto, que si no parara en llanto después, hubiera sido la más celebrada noche de la Academia; pero bajándose Plutón de un almario, adonde fingía estar como en trono, poniendo el pie en falso, cayó sobre nosotros, de manera que casi todos salimos lastimados, y yo en particular de mis negros riñones perseguidos de caídas y cayentes; con que cesó la fiesta, con no poco disgusto de todos. 331 APÉNDICE VII. ACADEMIA DE LOS ANIMALES. Fragmento de La peregrinación sabia de Salas barbadillo, Espasa-Calpe, Madrid, 1941 pp.44-49. Así estuvieron algún espacio breve hasta que vieron pasar un perro y un caballo, que a poca distancia se detuvieron y sentaron, y dijo el perro: -Espántome de que hayamos sido los primeros que hemos llegado a la Academia, porque el tordo suele ser siempre el más prevenido. Apenas le nombraron cuando bajó de un árbol y tomó lugar enfrente de ellos; apareciéndose después un ruiseñor y un tórtola, que se pusieron en la misma acera donde el tordo había elegido asiento, acompañando al perro y al caballo un mono y un gato, con que vinieron a ser los académicos ocho, cuatro volátiles y cuatro terrestres. Sus condiciones y talentos fueron diversos: el tordo era un mal gramático, pedante, hablador importuno y muy preciado de retórico, siendo más verboso que elocuente; el caballo muy presumido de su nobleza y generosidad, quería que el saber consistiese no en haber estudiado más ni en tener más ingenio que los otros, sino en haber nacido mejor que ellos; hablaba con grande presunción, escuchábase él mismo y comparaba su aplauso con dádivas y caricias; el perro era un poeta muy envidioso, fisgaba siempre de los escritos ajenos y, como si fueran huesos, los roía y despedazaba; esta mala condición le granjeó muchos enemigos, que le llamaban por mal nombre el poeta Fisgarroa, compuesto de sus dos depravadas costumbres: fisgar y roer; el gato sazonaba la risa de la Academia por su desvergüenza y audacia, porque los más de sus trabajos eran hurtados de los ingenios que estaban presentes y les quería vender por suya la misma hacienda que les había robado; el mono se preciaba de escribir muy bien asuntos graciosos, pero la verdad era que el donaire de sus versos no estaba tanto en ellos, como en los gestos, visajes y peregrinas acciones con que él los recitaba; el ruiseñor, dulcísimo poeta lírico, escribía y pintaba con grande eminencia la gala y bizarría de las florestas, y los efectos, burlas y trofeos de aquel dios que –porque aun las aves no se le huyesen- quiso tener alas; el águila se coronaba entre los poetas heroicos, cantando con voz de hierro a Marte; la tórtola, con sus elegías y endechas enternecía los robles en los montes, y los escollos en las aguas. 332 Concurrió gran número de oyentes de diversos animales, y entre ellos los caballos ocuparon los lugares más nobles, porque ellos decían ser animales generosísimos, pues trataban las armas y ejercitaban la guerra, autora de nuevas monarquías y disipadora de antiguos imperios. Entre tanto número también entraron los zorros, que supieron acomodarse, si no en los puestos más honoríficos, en los que eran más a propósito para gozar de la fiesta. Leyéronse varios asuntos, y entre ellos, el mono, sirviéndose de una musa juglar y bufona, entretuvo al auditorio; leyó una sátira contra los sastres, con tantas acciones, visajes y meneos, que ya parecía que cortaba, ya que cosía. Afrentose el gato, porque dijo que tenía bajo su protección a los oficiales de la aguja y el dedal; llamóle chocarrero, truhán y quitapelillos; el mono sin recibir alteración en su ánimo, con semblante igual, le rechazó la pelota, y le dijo: -Caballero de la uña prodigiosa, por vida mía que te sosiegues y seamos amigos, que si yo y los míos somos quitapelillos, tu y los tuyos sois quitabolsones. Rieron todos la gracia con carcajadas tan descomunales, que parecía que se anegaba en risa la academia, y temieron muchos naufragar en las ondas de tan inopinado deleite. Corrióse el gato y quiso rascarle el rostro con una manotada gatesca; más el caballo que aquel día era presidente de la Academia, dio en la Tierra y en el aire manotadas y relinchos tan espantosos, que juntándose a esto el argentar con plateada espuma –porque en aquellos siglos no corría la moneda vellosa o vellida, antes era ley que sólo hubiese vellón en los carneros- fue causa de que se sosegase aquella mayadora pendencia, porque levantando la campanilla y diciéndole: “¡Zape, aquí!”, le hizo al gato envainar las uñas y al mono le enfrió tanto las gracias que tiritaba de frío, y el que antes había sido un mes de mayo alegre y festejador ya parecía un terrible y tirano diciembre. Con esto mudó la academia de semblante tan pacífica y atenta que ella propia se desconocía y admiraba. Todos leyeron los asuntos que les habían encomendados, que no los refiero por no hacer la narración impertinente y prolija; sólo diré que el águila cesárea, habiendo elegido el lugar último, se granjeó el aplauso primero. Recitó en prosa, tan elocuente cuanto como inimitable, las alabanzas de aquel hermoso monarca de los planetas, a quien toda la familia luciente de las estrellas obedece y sirve, y de quien ellas reciben dorados gajes de una luz tan continua cuanto admirable; significó sus utilidades, tan generosas cuanto comunes con la naturaleza, y tan necesarias cuanto comunes y generosas; parecía que le había 333 numerado sus pasos y sus efectos, y que con su pluma se había paseado con él por los alcázares invencibles de los signos celestes, porque cuando le mostró en el Aries coronando la tierra de flores y esperanzas, llenó los ánimos de los oyentes de una pompa tan amena, de una magestad tan florida, que se creyeron poseedores perpetuos de aquella hermosura fugitiva de las rosas, que nace arrogante con el alba y muere desconfiada por la noche. ¡O musas fértiles, este es el más seguro empleo de vuestra riqueza!¡Decid!, con la misma elegancia que la distes cuando la vistes mejorada en sus labios y en sus acciones; declarad vosotras, pues lo sabéis tan sagrados secretos, y enriquecer la tierra con tan ingeniosa hermosura! ¿Vosotras no oísteis con cuanta valentía no sin gracia y dulzura eminente- peregrinó por las demás edades del año? Bien sabéis que, en igual eminencia con Apolo, Flechó rayos y luces desde el ardiente signo del León dorado; más cuanto más fue afectuosa esta pintura, tanto más breve, por excusar la molestia que causaban aquellos fuegos aun imaginados y referidos. ¡Con cuanta velocidad, con cuanto arte este docto magistrado de la Retórica se desapareció de este asiento! ¡Apenas la imaginación lo alcanza, aunque lo admira! Presentóse en el signo de Libra, donde, habiéndose hecho tributario de alegres frutos, mandó que corriesen los aires risueños y templados y vivificó de nuevo la tierra; en sus palabras se vieron las selvas verdes, los árboles cargados de fruta, tan verdaderos en aquella apariencia, tan bien retratados en el pincel de aquella lengua, que hubo ojos tan dulcemente engañados que intentaron tocarlos con la mano y despojarlos de su hermosura y riqueza, como sucede al que se deleita y engaña con la deleitosa representación afectuosa del sueño; más apenas, prosiguiendo con la artificiosa oración, toco los umbrales del armado y horrible Sagitario, cuando refiriendo aquella caduca edad del año y los últimos suspiros en que desfallecía su vida breve, tanto mudó los ánimos, que celebraron las exequias con lágrimas y admiraciones. Más aquella ave imperial, no contenta con haber gozado tantos triunfos con su prodigiosa elegancia, sembró por toda aquella obra admirable tanta doctrina moral, tantos preceptos filosóficos, que los aplausos de su erudición y elocuencia corrieron iguales. Diose con esto la Academia de aquel día dichoso y alegre fin, porque les pareció que aquel coronado ingenio había excedido los limitados términos de la sabiduría de los mortales, tanto más breve cuanto más presumida; mas cuando todos salían 334 devotos y rendidos a las alabanzas de tan glorioso ingenio, el envidioso perro, con malicia y atrevimiento, empezó a morder y despedazar aquella obra libre de todo error, purísima y ajena de manchas y sombras; cercáronle muchos para oírle, y entre ellos los caballos, tan idiotas como desvanecidos pues en nada mostraron ser más ignorantes que en confesar defectos y errores en aquello mismo a quien había celebrado con peregrinos hipérboles. 335 APÉNDICE VIII. “QUE CALIDADES DEL SOL SON LAS QUE MÁS NECESARIAMENTE HA DE IMITAR UN MONARCA” Escrito por Don Francisco de la Torre, Cavallero de Calatrava al encargo de la Academia. Extractado de Academia que se celebró en la Real Aduana (Signatura de la Biblioteca Nacional VE/125/15 pp. 46-51). Sol y Rey son mi assumpto En justas proporciones; Por Rey, y Sol, Apolo Mis lineas mande, mis conceptos dore. Dirijanse a enseñanças De sol y Rey los nombres, Que para tanto empeño, Haran digno al que dicta los que oyen. Oyga qualquier monarca que quiera adoraciones De Sol; y estos avisos, Mas que la frente, el alma le coronen. Desde los verdes años, Rey que busca blasones, Aspirando a tropheos, Siga el sol que laureles son sus flores. Lo especioso y lo raro Han de obrar sus acciones, El Sol engendra al oro, Y assi es el oro de su fama el bronce. Matiza el Sol al Iris, Porque un ilustre heroe, Aun quando se divierte, Lo que pinta es consuelo de los hombres. Excedase en el culto, para que dichas logre, que el sol, al nacer Christo, En si encedió las luzes de tres soles. Franquee su presencia, 336 Porque los coraçones Le sirvan mas despiertos, Que el mundo duerme cuando el Sol se esconde. Guarde que la más leve Sombra no le desdore, Que el Sol, cuando se eclypsa, Es negro blanco de las atenciones. No con rigor obligue, Que aunque abrigos estorben, Los pechos examina El Sol a pausas y no el viento a golpes. Mire quanto en su diestra O se estiende o se encoge, Que de un Sol al arbitrio, Se hazen grandes los dias o las noches. No en vengança la ofensa Sino en piedad retorne; Mire al Sol con la Luna, Ella le eclypsa, y el la da explendores. No en perezosos rayos retarde ilustres dones el que es arbitro de ellos, que el sol para hacer bien madruga y corre. Al vasallo que es util, defectos le perdone, Que por faltas de elado, No le niega su luz el Sol al Norte. En dignas eminencias anticipe favores que el Sol, aun en su infancia, Lo primero que ilustra son los montes. Sea quanto un rey hable, limpio explendor acorde, Y copiando al Sol, sean Estrellas aun los ecos de sus vozes. 337 Es de un rey la palabra La que imperios compone Que si el Sol un instante Bolviera atrás, como quedara el Orbe? Junto al Sol nos proponen, Que un Rey a de luzir Junto a lo fuerte, lexos de los torpe. Conocer los sugetos, La prenda es mas conforme de un Real pecho, que el sol, Porque luz es, distingue las colores, Vario efecto el premio haze En indignos y en nobles; Porque un propio Sol forma Mas fiel la cera al barro mas indocil. Nunca el Sol Iunto assi objetos viles pone; si vapores levanta, en el aire se deja los vapores. Que en un rey los consejos Son luzimiento y orden Dize el Sol, quando firman La conducta de un año signos doze. Alientos de a las armas, (que el Sol venció Fitones) Y a las letras que el mismo De nueve ingenios fabricó su Corte. El Sol nunca descansa: Sea asi que en el Orbe Es coraçon que alienta, Ojo que mira, y alma que dispone. Estas lineas (ò Reyes) Vuestra atención no enojen; Vèd que en impuesto giro Sus lineas tiene el Sol y no las rompe. Y tu (ò Carlos) que puedes 338 De ti los esplendores Copiar, quanto en ti mismo La luz los dicta, sin que error los note. Luze Sol, y adorando Tus rayos superiores, En Signos, y Planetas Se compitan los Astros, y los Dioses. Mercurio, Luna, Marte, Venus, Saturno, Jove Te rindan elegancias, Luz, agrado, valor, siglos renombres. Geminis, Libra, Astrea, Paz, y Justicia acorde Busquen en ti, en tu pecho Aries luzga, leon en tus Pendones. Capricornio abundancias, Tauro fiestas pregone, Y piscis a las Llaves Del Sacro Pescador veneraciones. Y aunque escorpion la embidia Con venenoso corte, En Sagitario apunte; En cancro cexe, y en Aquario llore. 339 APÉNDICE IX. ALABANZA A CARLOS II “Alabanza de Carlos Segundo nuestro Gran Monarca. De un cavallero del Abito de Santiago de esta ciudad” en Academia que se celebró en Ciudad Real el primero de mayo de 1678. Ciudad Real, 1678. Ejemplar de la Biblioteca Nacional que contiene varias academias, signatura 2/34892. Fols. 15r-16r de esta academia (cada academia empieza foliada desde 1). De ti excelso monarca, Que milagroso el Cielo Nos dio, faltando casi La prolixa esperança del deseo. Carlos Segundo, que Glorias obscureciendo Del Primero, darás Regias imitaciones al Tercero. De ti, joven brioso, Marte, y Adonis bello, Mi pluma baticina Triunfos, dichas, aplausos, y trofeos. Por fin Segundo Europa Tuvo a Carlos Primero, Y oy se mira excedido De la ambicion hidalga de tu aliento. A tu tercero abuelo Un retiro devoto, Grande y ultima hazaña de su esfuerço; Otro retiro tu Lograste tan a tiempo, Que fue mayor victoria, Pues de ti y del amor fue vencimiento. Y has sabido guiar Maximas de gobierno Con arte tan piadosa, Que el que aguardó un castigo logró un premio. 340 Luces, y alumbras pio Tus vasallos, tus reynos; Y es tu piedad, tu amor, En oro antorcha, en atalaya fuego. Goviernas, riges grave, Humildes, y sobervios; Pues te vemos tendidas Duras fuentes de altivos pensamientos. Suavidades, rigores Aprendiste discreto De tu Padre y tu Hermano, Y à equivocar lo blando y lo severo. Que oculta virtud rige Tus dictamenes creo; El efecto lo diga, Pues se conoce bien sin ver el medio. Oculta deidad, digo, Govierna tus aciertos; Que envejecidos males Piden tan soberanos los remedios. Crezcan, pues, con principio Tan dichosos tus Reynos, Que sin el medio toquen El punto felicisimo de aumento. Y tu vive feliz Edades ciento a ciento, Y a tus huestes se rindan El Otomano, el Galo, y el Flamenco. 341 APÉNDICE X. CARTA DE DANTEO A ALBANO Fragmento de Academias morales de las musas de Antonio Henríquez Gómez, A. Barcelona, 1704. Academia IV. Pp. 414-417 (Ejemplar de la Biblioteca Nacional, signatura: 7/15935). Mi pluma, Albano, con amor escribe lo que me dicta un cuerdo desengaño, seguro en mi, pues la experiencia vive. El dia con rigor se ha vuelto un año, imaginando que tu ausencua ha sido viviente sentimiento de tu daño. Quedo ignorado el tiempo que he vivido sin tu alegra, y dicha compañía, juzgandole mi alma por perdido. Terrible por mi mal se llamó el dia, que de la amada patria te ausentaste, por gusto de tu propia fantasia. El norte riguroso que tomaste, alabo con razon, del mal saliste, y en èl con justa causa me dexaste. Cuerdo en huir de la tormenta fuiste, celebro tu prudencia generosa, pues con ello los daños redimiste. Despues de tu partida venturosa, el mar se alborotò de tal manera, que aun dura su borrasca lastimosa. Ya no es la patria, no, segura esfera, Es un errante pielago furioso; Sin viento brama, y sin razón se altera. Es un baxio eterno, y peligroso yà muriò la amistad, yà no ay amigo, derrobò el interès el mas famoso. Cada palabra alcança un enemigo: 342 todos buscan aleves ocasiones, y no ay conversacion sin un testigo. Andan tiranizadas ambiciones, Y son de tal manera conquistadas, Que se alcançan con ellas bendiciones. Todas son Troyas, pero no abrasadas, todos son laberintos de codicia, donde se pierden almas depravadas. Las palabras se ostentan de malicia, no cumpirà ninguno la que diere, aunque sepa chocar con la justicia. El que dice verdad de honrado muere, quien no la dice, es noble cavallero, y de su vida su nobeza infiere. Llaman sagaz, y sabio al que es fullero, y se tiene por gran sabiduria lo falso introducir por verdadero. Ay aora una graue compañía De unos tahures de mayor esfera, Con su mucho de fina hipocresía. Juegan galantemente a la primera, embidando de falso a los señores, con mas flores que da la Primavera. Son diablos encarnados, y traydores, devotos de la madre Vericinta, no siendo, no, Romanos Senadores. Con dos reglones de secreta tinta hazen mas mal que la langosta fiera, Hidra que tala quanto el Mayo pinta. Son ya ministros de mayor tronera, y pretenden con brazo poderoso violar la paz que la razón venera. 343 Andan à passo lento y perezoso, y quieren adquirir à costa agena, del santo honor el trono misterioso. La enemiga cruel que te dio pena, Medea de tus años se ha trocado, siendo del Tajo superior Sirena. Amigo, si por otro te ha dexado, no te admires, que a muchos ha querido, por roballes los bienes que han ganado. Estima este rigor, ama este olvido, que yo por lo importante del secreto, te guardo el mejor para el oìdo. Si es accion del prudente, y del discreto, hablar de Venus bien en esta parte, perdoneme lo noble del concepto. Destos fulleros, con industria, y arte, Se alimenta cruel, y vengativa, Y tus bienes carissimos reparte. Quien en sus manos dà, quiere que viva à las leyes sugeto de fortuna, (amor me dize que hable, no que escriva.) Alimentada fue desde la cuna de tiranias esta noble dama, y no ay seguridad en ella alguna. Dichoso tu, que en brazos de la fama bolaste hasta los rayos del Oriente, huyendo del incendio de esta llama. Disteme exemplo para ser prudente, pues seguirte los passos determino, sepultando esta luz en Occidente. Impulso milagroso y peregrino, te sacò de este encanto riguroso que tan poco se adorna de divino. 344 Yo embidiando tu quietud y tu reposo, que en la estrangera patria, siempre ha sido el ingenio premiado, y venturoso. El siglo se entorpece, y va perdido, no serè yo el primero, que ha dexado por su amigo su patria, casa y nido. 345 APÉNDICE XI. ELEGÍA A LA AUSENCIA DE LA PATRIA Fragmento de Academias morales de las musas, de Antonio Enríquez Gómez, Barcelona, 1704. Academia I, pp. 64-73. (Ejemplar de la Biblioteca Nacional, signatura: 7/15935) ALBANO: Qvando contemplo mi pasada gloria y me beo sin mi, duda mi estado si a de morir conmigo mi memoria, En vano se lastima mi cuidado, conoçiendo que amar un ynposible contradiçe del cuerdo lo açertado. Que ymporta que mi pena sea terrible, si consiste mi bien en mi destierro, decreto justo para ser posible. Despeñado cai de un alto çerro, pero puedo dezir Seguramente que no nacio de mi tan grande yerro. Lloro mi patria, y de ella estoy ausente, desgraçia del naçer lo abra causado, pensión Original del que no siente. Si pudiera mi amor de lo pasado, hazer del Ouido un Pacto a la memoria, quedara el Corazon mas alibiado. Mas en esta enemiga tan notoria, que porque sabe que me da disgusto, muerte me da con mi pasada gloria. O quien supiera (aun por camino injusto) donde la yerva de olvidar se cria, para morir tal vez con algun gusto! A la Thesalia fuera, y sufriria, (por borrar las especies desta fiera) que me abrasara el que ilumina el dia. Sin memoria quedara, de manera, 346 que pudiera juzgar con la visiva de mas amor y ciencia verdadera. Pero si quiere el hado que no viva, pretende esta enemiga lo passado, pues nunca en mi pesar se mostrò esquiva. Bien quisiera, pues lloro desterrado, que aliviara de penas al sentido, para quedar de su traición vengado. Pero querrer borrar con el olvido los bienes, y los males, presentarme ingratitud parece en un rendido. Si quiere con lo vano deleitarme, Alentando la fe de mi esperança; Como segunda vez podrà engañarme? No tengo, no segura confiança de ver lo que perdi, que necio he sido! el bien que yo perdi tarde alcança. Perdi mi libertad, perdi mi Nido, perdio mi Alma el zentro mas dichoso, y à mi mismo tambien, pues me ha perdido. Como puedo aguardar ningún reposo si el relox de mi vida, se ha quebrado, parandose el Bolante perezoso. Dexè mi albergue tierno y regalado, y dexè con el el Alma y mi albedrio, pues todo en tierra ajena me ha faltado. Fueseme sin pensar mi aliento y brio, y si de alguna gala me adornava, oy del espejo con razon no fio. Mi sencilla verdad con quien hablava, si la quiero buscar la hallo vendida: dexome, y fuesse donde el alma estava. La imagen en el pecho tengo asida de aquel siglo dorado, donde estuve gozando el Mayo de mi edad florida. 347 Una contraria, y deslucida nube turbar pretende el sol de aquella infancia, adonde racional origen tuve. Ay de mi! Que predi (sin arrogancia) la ciencia mas segura, y verdadera, aunque algunos la den por ignorancia. Perdi mi estimacio, parte primera, del cortesano estilo noble llave, adonde el juycio hallò su Primavera. Hablaua el idioma siempre graue, adornado de nobles Oradores, siendo su acento para mi suaue. Eran mis penas por mi bien menores, que la Patria, diuina compañía, siempre buelve los males en fauores. Gane la noche, si perdi mi Dia, no es mucho que en tinieblas sepultado, estè quien viue en la Noruega fria. Perdi lo mas precioso de mi estado, perdi mi libertad, con esto digo cuanto puede dezir un desdichado. O tu! qualquiera barbaro enemigo, fundamento cruel de mi fortuna, si gloria quieres, sirue de testigo. Sin esperança me dexaste alguna, de boluer a cobrar, lo que por fuerte el cielo me otorgo desde la cuna. Contentate de verme desta Suerte, que ya no me aquedado si me miras, mas firme bien que el aguardar mi muerte. Y si por ella barbaro suspiras, ruega que viva, pues viviendo ganas las saetas cobarde que me tiras. Salieron, si, mis esperanzas vanas, Pues pensando bolver a ver mi esfera 348 Con la esperanza me llené de canas. Allà dexè mi Alma verdadera, no viuo, no, con la que alli tenia, (ò se atrocado en otra primera) Hallo estrangera la que llamo mia, pues beo rebelados los sentidos, huyendo de tan justa compañía. Fabula vengo a ser de los de los nacidos, no es mucho que lo sea pues llegaron à aborrecer verdades los oìdos. No suelen, no, los campos que adornaron el mayo, y el Abril, elarse al Noto, como todos mis miembros se me elaron. Ni el brazo suele (aunque al honor le importe) segar con mano fuerte los vitales, como mi erida diò sangre en el corte. No gime entre las selvas, y cristales la tortola su amada compañera, como yo mis fortunas, y mis males. Ave mi patria fue, mas quien dixera, que el nido de mi alma le faltara, y que las alas de mi amor perdiera. Si perdida tan grande se alcançara, con suspiros, con lagrimas, y penas, con mi sangre otra vez la conquistara. (Mas, ay dolor!) que sin piedad condenas los lazos que te ha dado la criança, adonde nunca tu pasion refrenas. Entendiò mi perdida confiança bolver a poseer lo que era suyo, y cerrose la puerta a la esperança. Con justa causa y con razón arguyo de cobarde deseo inobediente, pues vive quanto de sus brazos huyo. A penas largas me llorè presente, 349 no à leves males lastimava, quanto alumbra ese topacio trasparente. Si mi sepulcro labro con el llanto, ofrescase en las Aras de su Pira, tan continuo pesar y dolor tanto. A los ayres enciende, si suspira mi Coraçon, pues en centellas lleno liquidos Etnas por los Ojos gira. Si estubiera el sentido tan ageno como lo está de Recobrar su fama, pudierase beber este veneno: Mas ay de mi! que en la estragera llama, avn no soy mariposa, que muriendo goza la luz de lo que adora y ama. En diferente Clima entre riendo, imaginando como tierno infante, que era mi Patria la que estaua viendo. Halleme rodeado en un instante, de mas Babeles, que en senar compuso el sobervio rigor de aquel gigante, Hallè mi cuerpo convertido en uso, que el que muda de patria, decir puede, que a mudar de costumbre se dispuso. Si en los frases y terminos exçede el propio al estrangero, su ydioma por guerra Babilonica me quede. Bien la patria perdida el brio doma, pues quando se acredita el movimiento de lo que fue, ni aun los amagos toma. Hablo, y no me entienden, y esto siento tan sumamente, que me torno mudo, barriendo sin fe mi entendimiento. Y si a vengarme del agravio acudo, el mas vil de la Tierra le deshaze à la paciencia su divino escudo. 350 Ninguno de razon me satisfaze todo es a fuerça de pasion tirana quanto conmigo la malicia haze. Quien de mi Patria santa y cortesana, me truxo à conocer diversas gentes, ajenas de la mia soberana? No ay mas seguros deudos, y parientes, que las piedras del noble nacimiento, que son siempre seguros y obedientes. Quando me paro à contemplar de asiento lo que al presente soy, y lo que e sido, el ansia se me dobla, y el tormento. Quando me beo solo y perseguido, reparo si yo soy el que merezco, la imagen de mi ser en tanto olbido. Y si me llaman, sin sentido Ofrezco la vista al hombre, hallandome engañado: de ver que aun a mi mismo me parezco. Si me recuerdan mi perdido estado, como si algun letargo me dexara, respondo con semblante alborotado. Y si en mi rostro el Sabio reparara, leyera en letras de color de cera la pasion del espiritu en mi cara. Perder la libertad quien lo Sufriera, sino la ley de honor, que siempre ha sido en el honrado superior Sphera? Bien pudiera volver favorecido, mas eso fuera bueno, si llevara lo mismo que saquè del patrio nido. Si con volver mi fama restaurara, à la Libia cruel buelta le diera, que morir en mi patria me bastara. Pero bolver à dàr vengança fiera à mis emulos todos, fuera cosa 351 para que muerte yo propio me diera. Ampareme la mano poderosa, que con ella seguramente vivo, libre desta canalla maliciosa. Bien sabe el cielo, que con sangre escrivo del corazon estos reglones puros, que al fin el cuerpo es animal nocivo. El no puede sentir estos seguros dolores del espiritu, que el Alma los llora dentro de sus propios muros; Y pues se queda mi destierro en calma, tomen exemplo en mi quantos pretenden, en tierra agena victoriosa Palma. Que no ay segura vida, quando la libertad esta perdida. 352 APÉNDICE XII. DEDICATORIA DE LA ACADEMIA DE MADRID A FELIPE IV Fragmento de “Epítome de algunos papeles escritos en diferentes asuntos en la ilustre Academia de Madrid” en Compendio histórico de diversos escritos en diferentes asuntos. Por Don Jacinto de Aguilar y Prado, Pamplona, 1629. (Hemos incluido la versión transcrita por Sánchez en Academias literarias del Siglo de Oro español. Biblioteca Románica Hispánica, Editorial Gredos, Madrid 1961, pp. 72-73). Dedicatoria. A la majestad católica del rey de las Españas, Felipe IV. Monarca soberano Escrita en su real presencia Les es muy repetida en derecho que todo lo que se edifica, labra y perfecciona en solar y jurisdición ajena, adquiere directo dominio el señor de la propiedad, quedándose el inadvertido, que ignorantemente fábrico, con sólo el trabajo de su obra. En la ocasión presente viene lo referido en mi propósito, pues atreviéndose mi rústico ingenio a componer un libro debajo de los reales estandartes y banderas de V. Magestad, asistiendo las armas en un galeón de guerra (regia si naval casa) aunque fue mio el trabajo, la obra es de V. Majestad, como tal la ofrezco a sus reales pies, con la humildad y aliento que en siete años me ha enseñado la marcial disciplina, sirviendo a V. Majestad con espada y pluma, en todas las ocasiones que el tiempo me ha ofrecido. Lo que me durare el vital aliento, nunca terminaré tales servicios, por ser alimentados de mi natural inclinación, que siempre la he tenido y tendré de servir a V. Majestad, como leal vasallo suyo. Bien es verdad, pudiera causarme algún temor la poca suficiencia de mi talento y fuerças, y asi quien las emplea en tales acciones con deseo de acertar, bien a menester protección no menos que de un rey, cuya Monarquía es tal que el mismo mundo embelesado la admira. Empero si considera el natural valor de tan gran César, toda la circunferencia de su globo, le parecerá, son breves límites para que los mande y gobierne. Tocar en tanto superior pluma de tan corto vuelo como la mía, fue no sintiendo la piguelas que le pudiera echar mi limitado talento, alimentándola en tan sublime altura la amorosa voluntad, con que la soltó mi atrevimiento. Confieso este por grande, más que mucho, tenga tanta osadía si soy español y soldado de vuestra majestad? Y sólo pretendo conozca V. Real persona la humilde mía, pues tanto se precia de servirle, que se atreve a dedicar a tanta 353 majestad este más sazonado fruto de mis verdes años; pero quien sacrifica a su Rey voluntad pura sin aliños de lisonja, la misma sencillez lo hace digno de perdón, que pido a V. Majestad, suplicando a la Divina, prolongue por felices edades, vida y victorias del mayor rey que hoy conoce el orbe. Madrid y Agosto 28 de 1625. Don Jacinto de Aguilar y Prado 354 APÉNDICE XIII. GASPAR GALCERÁN DE CASTRO, CONDE DE GUIMERÁ. Entrada de Bibliotecas antigua y nueva de escritores aragoneses de Latassa aumentadas y refundidas en forma de diccionario bibliográfico-biográfico por don Muguel gómez Uriel. Edición electrónica a cargo de: Manuel José Pedraza Gracia, José Ángel Sánchez Ibáñez y Luis Julve Larraz, Institución Fernando el Católico de la Diputación de Zaragoza y Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 2001. (disponible en CDROM en la biblioteca de la facultad de Filología B de la UCM, sig. CD-143). Galceran de Castro, de Aragon y Pinós (Don Gaspar).-- Nació casualmente en Barcelona el 15 de Noviembre de 1584. Su casa en Zaragoza estuvo en la calle del Coso, como lo refiere el Cosmógrafo Labaña en su Viaje MS. de Aragon. Hoy pertenece este magnífico edificio al Excelentísimo Sr. Duque de Hijar. Fué hijo de D. Felipe Galcerán de Castro, Vizconde de Evol, Illa y Canet, Diputado del Reino de Aragon en 1552, de quien trata Estevan en el Nobiliario MS. de este Reino, y de D.ª Ana de Aragon y de Borja, su primera hermana, hija de los Duques de Villahermosa D. Martin y doña Luisa de Borja, conocida con el nombre de la Santa Duquesa. Poseyó don Gaspar los títulos y Estados de Conde de Guimerá, Vizconde de Evol, de Alquel, Foradat, Illa, Canet y Ausbell, y las Baronías de la Roca, Fréscano, Fraella, Vicien, Albero y otras, y pretendió sucesion en los Ducados de Villahermosa y de Luna, Baronías de Areños, Pedrola, Torrellas y otras, y ser cabeza de la antigua y noble casa de Pinós. Tuvo el Conde una feliz aplicacion á las ciencias, y sus estudios le grangearon mucha alabanza. Fué docto historiador y anticuario, y ornamento nobilísimo de Cesaraugusta, como dice el Cronista Andrés en la Defensa de la Pátria de San Lorenzo, página 3. No dió menor al Reino de Aragon cuando fué su Diputado, y ejerció otros cargos municipales para darle á conocer su piedad, discrecion, literatura y amor que profesaba á su Pátria. En estas circunstancias acabó de juntar una numerosa Biblioteca y un Museo muy selecto, que lograron aprecio, no solo por la copia de libros y medallas, sino por lo rico y raro de uno y otro, por lo esquisito de manuscritos, medallas, inscripciones y otras curiosidades; pues solo la gran parte de inscripciones de que trató el Secretario Gerónimo Zurita, y el sabio D. Antonio Agustin, que pararon en el gabinete del Conde, pudo dar fama á su museo, de que tratan D. Gregorio Mayáns en la Vida del citado don Antonio Agustin, página 77, núm. 125; don 355 Vincencio Juan de Lastanosa en sus Medallas; el Arcediano Dormér en los Prog. de la Historia, pág. 238, col. 2, y D. Miguel Eugenio Muñoz en la Grandeza de la casa de Luna, pág. 163, número 21, márg. y pág. 28, fol. 2, en la que advierte que el Conde fué uno de los eruditos varones de la nacion, un caballero de gran literatura, y un literato de sí tan célebre como humano, laborioso y favorecedor de los estudiosos, que conservaba amistad y correspondencia con los hombres sábios y virtuosos, como lo convencen cuatro cartas del docto Martin de Velasco, dirigidas al Conde con fechas de 1628 Y 1629, que publicó en 1775 don Melchor de Azagra en sus Cartas eruditas desde la pág. 126, y otras cartas de que se hará mencion. El referido Dormer dice tambien que fué historiador y anticuario insigne, y diligentísimo observador de las antigüedades romanas. Con estas ocupaciones supo servir bien á Su Rey y á su Pátria, y hacerse grato á todos hasta su muerte, acaecida el 15 de Julio de 1638, en la que pasaron gran parte de sus libros y papeles al Convento Mayor de San Agustin de Zaragoza, y otra á la Casa del Duque de Hijar que heredó á la de Guimerá, pues aunque el Conde estuvo casado con D.ª Isabel Inés de Eril, hija de D. Felipe, primer Conde de Eril, y de D.ª Cecilia Semanat, no dejó hijos; legando por su testamento cerrado que otorgó ante el Notario Pedro Gerónimo Martinez de Azarve, en 10 de Junio de 1638, sus Estados á doña Francisca de Pinós y Fenollet, viuda de don Juan Francisco Cristóval Fernandez de Hijar, Duque de Hijar y Conde de Belchite; se mandó enterrar en el Real Convento de Predicadores de Zaragoza. El Cronista Andrés imprimió para su urna sepulcral el siguiente epitafio, duplicando en él el escudo de sus armas: D. O. M. CELTIBERIÆ CLARISSIMUS ET NOBILISSIMUS DYNASTA REGIA SOBOLES D. D. GASPAR GALCERAN CASTRO, ET DE PINÓS, GURREA, ET ARAGON F. FHILIPPI N. RAIMUNDI GUILIEM COMES DE GUIMERÁ VICECOMES DE EVOL, ET ALQUER FORADAT QUAMPLURIMORUM DITIONUM IN ARAGON, ET CATALONIA 356 INCLYTUS BARO REGIS PHILIPPI III MAGNI ARAGONUM ÆCONOMUS H. S. E. QUI DUM SPÍRITUS SUOS REGEBAT ARTUS JUGITER MINERVAM COLIT. NONDUM PUMICATOS VARIOS RELIQUIT CODICES CEDRO DIGNOS CUIUS AVO XV D. D. GARCERÁN DE PINÓS CATENIS INVOLUTO PRIMÆVUS FIDEI ATHLETA PROTHOMARTIR STEPHANUS URCI LIBERTATEM DONAVIT, ET AD PATRIOS LARES MIRACULOSE RESTITUIT. QUEM STUDIOSISSIMUM INSTAURATOREM PRÆDICAT ANTIQUITAS SUORUMQUE NUMISMATUM ÆDIPUM DESIDERAT QUO MORIENTE, SUARUM VENUSTATUM SCRIPTOREM FUGET COL. CÆSAR-AUGUSTA VIXIT ANNOS LIII. MENS. VII DIES XXIX OBIIT TERTIO IDUS JULII ANNO MDCXXXVIII. JOANNES FRANCISCUS ANDRÉS DE UZTARROS I. P. D. LUBENS. H.M.F.C Las obras que escribió el Conde, dignas de que las alabasen varones doctos, segun el citado Andrés, son las siguientes: 357 1.º-Tablas demostrativas de los antiguos y modernos Condes de Ribagorza. MS. que tuvo el Cronista D. Josef Pellicer, y antes D. Fernando de Aragon, Duque de Villahermosa, quien se lo dió á Pellicer, como obra que pudiera servirle en sus estudios. 2.º--Sumario Genealógico de la Casa de Pinós, que publicó su Secretario don Luis de Vera. 3.º-Carta al Doct. D. Pedro Gerónimo Metelin, Capellan Mayor y Canónigo de la Catedral de Jaca, su Maestro, año 1607, MS. en 4.º Perteneció á la librería del Canónigo D. Manuel Turmo. Es obra de particular estudio y está dividida en secciones. Consta de Prólogo é Indices completos. En el Capítulo 1.º trata de su objeto. En el 2.º refiere las calidades y reglas de las empresas, que prueba en siete ? como la suya las tiene. En el 3.º manifiesta el principio de la Casa de Pinós y de su cabeza en España, y dilata este argumento en seis §. En el 4.º, por qué la empresa tiene tal figura y disposicion, y de las causas y razones por que se ponen tres piñas en el escudo de Pinós, en ocho §. En el 6.º prueba en nueve § que los trabajos se pasan primero para llegar al descanso. En el 7.º adelanta este asunto en nueve §. En el 8.º acaba de declarar este pensamiento y fin de la empresa, en siete §. En el 9.º discurre sobre que el Pino enseña á gobernar y que es imágen de la naturaleza, probándolo en tres §. En el 10 raciocina sobre la aventajada excelencia del Pino respecto de los otros árboles, en tres §. En el 11, de lo que los antiguos quisieron que significase este árbol, y que todos concuerdan con el asunto de la empresa; probándolo en cinco §, y dá fin á la obra con este capítulo. Estos asuntos están tratados con gusto, erudicion é ingénio, valiéndose de poetas, filósofos, historiadores y de otros autores. 4.º-Discursos históricos de la vida, virtudes y acciones de la V. Duquesa D.ª Luisa de Borja. 5.º-Muchos papeles de cosas de monedas, dice el Caballero D. Vincencio Juan de Lastanosa en su Tratado de la Moneda Jaquesa, pág. 42. 6.º-Emblema. Perteneció esta obra á D. Luis de Cueto de Zaragoza, segun consta de su Biblioteca estampada en esta Ciudad, en 8.º, con el título de Biblioteca de D. L. C. L. P., que son las iniciales de sus nombres y apellidos, página 36, letra E.; expresando solamente que es obra en 4.º con figuras. 7.º-Inscripciones de memorias Romanas y Españolas antiguas y modernas, recogidas de vários autores, cuyo Manuscrito original, de 268 hojas, y dentro de él algunas de Zurita, tuvo el citado Lastanosa, y dió con otras antigüedades al ar- 358 chivo del Reino de Aragon, como consta de una carta núm. 7 que imprimió el Cronista Vidania el año de 1681, en 4.º, sobre Bibliot., Museo y Antigüedades que tuvo el mismo Lastanosa. 8.º-Sucesos de Antonio Perez en el Reino de Aragon. MS. en folio que estuvo en la librería del Justicia de Aragon don Pedro Valero, en Zaragoza. 9.º-Convento Jurídico de Zaragoza y los municipios y colonias que venian á él con otras antigüedades y su mapa. Obra que dejó trabajada para sacarla á luz, como dice Luis Lopez en Los Trofeos y antigüedades de Zaragoza, libro 1, capítulo 11, pág. 123. Se hallaba en la librería del Convento Mayor de San Agustin de esta Ciudad. Es obra no completa. 10.--Exhortacion á la Canonizacion del Rey D. Jaime el Conquistador, que murió en 1276. A los Reinos de la Corona de Aragon. Exhortacion de D. Gaspar Galcerán de Gurrea y Aragon, Conde de Guimerá, á 1.º de Mayo de 1640, Vel 1637; y al márgen dice: «letra de don Francisco de Urrea». MS. en 4.º, que existía en la librería del Real Convento de San Lázaro de Zaragoza. C. 15. C. 13. 11.--Ilustracion con notas, hechas en glosa, al título del Conde de Luna, que el Rey D. Pedro IV dió á D. Lope de Luna, de que trata D. Miguel Eugenio Muñoz en el Disc. de la Grandeza del Conde de Luna, página 136, número 71, márg. pág. 163, núm. 121, pág. 166, not. márg.; advirtiendo en la página primera citada, que dicha Ilustracion es obra impresa, que entre otras del mismo Conde se guardaban en el archivo del Duque de Hijar, y que está inserta en el cuaderno núm. 6, empergaminado, titulada: «Aragon y Cataluña», fol. 28, págs. 1 y 2, not., márg. *Esta obra, impresa en folio, se hallaba en la librería del Sr. Latassa, teniendo este ejemplar en su última hoja diversas advertencias MSS. en continuacion del mismo asunto, que parecen del docto D. Luis de Casanate, segun otras que van con varios impresos encuadernados con dicha obra. Su lema es: Título del Condado de Luna de Aragon, dado por el Rey D. Pedro el Cuarto. Bajo él está el escudo y armas de la Casa de Luna con su esplicacion. La obra del Conde de Guimerá son notas y advertencias en glosa del Privilegio del referido Condado. 12.--Privilegio del Condado de Luna de Aragon, dado por el Serenísimo Señor Rey D. Felipe I, llamado el Prudente, y en seguida: Escudo de los Aragoneses Condes de Ribagorza. Su esplicacion está en ambos lados. Es obra impresa en folio, y es advertencias y escolios hechos en ilustracion del referido Privilegio, dado á D. Francisco Gurrea y de Aragon, y de varias cartas del Rey D. Fernando el 359 Católico y del Emperador Cárlos V á don Juan de Aragon, tratándole como Duque de Luna, con una copia de un trozo de memorial sacado de su borrador hecho por D. Francisco de Aragon, Conde de Luna, con direccion á S. M., donde trata de la grandeza del Estado de Villahermosa y de Luna. *Esta obra tambien se hallaba en la librería del señor Latassa. 13.--Extracto de memorias históricas, sacadas de la Iglesia de Roda y Condado de Ribagorza, con advertencias marginales. Este curioso escrito se halla en un tomo en folio, que perteneció al mismo Conde de Guimerá, y despues á la librería del Canónigo Turmo, con el título de: Memorias diversas del Gobierno de Aragon. Memorias de Nueros. Notables noticias. Se halla el dicho extracto desde la página 192 hasta la 212. 14.--Cabos y apuntamientos del intento con que se ha de proseguir el trabajo de los honores de los títulos. Al Sr. Doctor Micer Vicente Ortigas. Se halla este escrito en el referido tomo, desde la página 272 hasta la 353, con la advertencia de que acabó este trabajo en la Villa de Fréscano á 10 dias del mes de Agosto de 1621, y lo escribió para acordar al letrado muchos puntos sobre derechos y pertenencias, y pretensiones que tenía, y de los de estas Casas Ilustres de Aragon, de las que trata allí, como tambien del título: «Por la gracia de Dios», del que usan algunas Casas; sobre la Ricahombría de Aragon, Grandeza de España y sus honores; sobre la condecoracion y preeminencias de los títulos de Condes y de Marqueses, y de otras cosas de útil instruccion. Sus márgenes están asimismo adornadas de noticias históricas, genealógicas y de varia erudicion. 15.--Relaciones y advertencias sobre diferentes papeles de asuntos diversos, y notas, juntamente con el testamento de D. Dalmau de Mur y Cervellon, Arzobispo de Zaragoza, ilustrado con Escolios, que aclaran diversos puntos dignos de observarse. Se hallan en el referido tomo, pág. 137. 16.--Traslado de los puntos historiales conferidos con Gerónimo Zurita sobre la venida de los IX varones de Cataluña, en carta que le dirigió Miguel Ubert, Doctor en Medicina, con fecha de Abril de 1561. Respuesta latina de Zurita en las Nonas de Abril del mismo año. Todo con notas por las márgenes. Se halla en dicho tomo desde la página 175 hasta la 182. La carta de Zurita empieza en la página 179 v., y acaba en la 182. Trátanse muchos puntos de historia, y se hacen reflexiones críticas sobre la historia de Pedro Tomich, Caballero catalan. 17.--Cuaderno histórico de copias de varias escrituras interesantes á la historia, sacadas fielmente, con Escolios, avisos y observaciones en las márgenes para en- 360 tenderlas mejor. Firmó su Prólogo en Fréscano el 15 de Julio de 1621. Se conservan originales en un tomo en folio, todo escrito de su mano, que asimismo contiene diferentes escrituras y noticias con varias advertencias desde la página 141 hasta la 268, que son sencillas, y corren por la parte inferior. Perteneció este volúmen á la librería del Canónigo Turmo. Son muchas las escrituras, testamentos Reales, instrumentos, donaciones y papeles de personas señaladas que allí se hallan, con los Escolios que los acompañan. 18.--Libro de árboles y deducciones genealógicas de linajes de Reyes, Sangre Real, de libertadores de España, de naturales y extranjeros de ella que iba observando de varios autores hasta el año de 1622. Estando el Conde en Fréscano empezó esta obra bajo el argumento de «Arboles de distintas familias», teniendo presentes autores y papeles selectos, con ánimo de publicarlos; mas el año 1613, siéndole preciso venir á Zaragoza á proseguir sus pleitos sobre el Ducado de Villahermosa y otros espedientes, fué preciso el abandonar este trabajo, y porque no se perdiesen los borradores los hizo encuadernar, y formó un tomo en folio. El original perteneció á D. Mariano de Asin, Notario del Número y Secretario de la Ciudad de Zaragoza, del que sacó una copia D. Tomás Fermin de Lezaun, Oficial de la Contaduría principal del exército del Reino de Aragon, de la Real Academia de la Historia, quien advierte en ella que no ha llegado á su noticia se hubiese continuado esta obra, ó puesto más en limpio, y lo firma en Zaragoza á 6 de Julio de 1772. Perteneció despues esta copia al Canónigo Turmo. 19.--Cartapacio. Primera parte de algunas cosas notables recopiladas por mí Gaspar Galcerán de Pinós y Castro, Conde de Guimerá, etc. Comenzado en Zaragoza, año 1600, y encuadernado en Santolin en forma, año 1610. MS. en folio que trata vários asuntos. Existía en la librería del Convento de San Agustin de Zaragoza, Q. 1, 434. 20.--Alfabetos generales de todas las Naciones, de que se tiene noticia que le tuvieron particular y diverso de otras. Dispútase y averíguase cuáles son falsos y cuáles son verdaderos. MS. en folio, con la fecha del año 1630. Es obra de particular trabajo y utilidad. Existía en la librería del Convento de San Agustin. 21.--Cúantos fueron, los Emperadores Constantinos. MS. en folio que existía en dicha librería. Quad. 1, 424. Tiene mérito en la historia. 22.--Un tratado de Emblemas con sus figuras. MS. en folio que existía en dicha librería. 361 23.--Deduccion genealógica de los antiguos Reyes de las Suevias, deducida y averiguada de los Pinarios Sacerdotes de Hércules, de los Cónsules Romanos, de quienes descendieron los antiguos Duques de Suevia, Rhetia, cuyos descendientes son los de las familias Truches Dapíferos de Wvaldburg, Pincernos y Coperos de Jana, y los de la sangre de Pinós en España, averiguada por el Conde de Guimera. MS. en folio. Se hallaba en la referida librería de San Agustin, Quad. 1, n. 418. 24.--Declaracion de las Piedras Anulares. MS. en 4.º que se hallaba en dicha librería, n. 410. D. Manuel Abella, erudito Aragonés, Comisionado por S. M. en 1796 para la Coleccion Diplomática de España, poseyó un escrito de Declaraciones de los dibujos de algunas piedras que fueron Anillos signatorios de algunos Gentiles. MS. de 12 pliegos. La dedicatoria dice: «A la M. Ilustre Señora G. A. L.» Es copia, sin duda, del escrito referido. 25.--Cronographia y Cosmographia de la invencion de los inventores de las letras. MS. en cinco tomos, en folio, sin entrar en cuenta dos tomos de borradores. El original existía en la librería del Colegio Mayor de Cuenca de Salamanca. 26.--Cuaderno primero histórico de copias de várias escrituras convenientes para las historias, que están en poder del Conde de Guimerá los originales, sacadas fielmente de ellos con Notas y Avisos en las márgenes. Síguese el Prólogo con este título: Las causas y conveniencias de este Cuaderno, y empieza: «Viéndome empeñado en haber de historiar algunas cosas antiguas, así de sucesos de mi Casa como de otras» y acaba: «Fecho en Frescano á 15 de Julio de 1621. El Conde de Guimerá.» Está desde la página 141 de un volúmen en folio MS. rotulado por la parte exterior: Memorias de Escripturas antiguas, que perteneció á la librería del Canónigo Turmo. 27.-Memorias de antigüedades trabajadas en diversos tiempos, de que hace memoria el Cronista Andrés en su Zaragoza Antigua. 28.--Una Miscelánea, con fecha de Zaragoza 25 de Mayo de 1613, en folio, que segun todas las circunstancias, la escribió el mismo. Existía en la librería del Convento de San Agustin. 29.--Ilustracion por las márgenes á la resolucion sobre el libro llamado «Verde.» Se estampó esta resolucion en Zaragoza en 1623, en folio, *cuyo exemplar de esta ilustracion, de mano del autor, existía en la librería del Sr. Latassa. 362 30.--Honestas recreaciones de ingeniosa conversacion en diálogos. Decláranse várias monedas antiguas y modernas. P. 1 de la Librería MS. del Conde de Guimerá. MS. en folio, cosa preciosa en la antigüedad, segun Vidania, n. 13. 31.--Inscripciones de memorias romanas y españolas antiguas y modernas, recogidas por el Conde de Guimerá. MS. de 168 hojas, en folio. Véase al citado Vidania, n. 21. 32.--Repertorium geographicum Regni Aragonum. Se ignora su paradero. 33.--CXX pliegos escritos en limpio de asuntos de medallas, y aun restaba mucho segun su autor en carta que dirigió á D. Vincencio Juan de Lastanosa de Huesca, con fecha de Zaragoza 26 de Agosto de 1631, y es la carta IV en el núque se señaló. 34.--Correccion á la Historia Apologética del Reino de Navarra, escrita por D. García de Góngora y Torreblanca, ó Juan de Sada. De ella trata el Conde, carta 6, al mismo Lastanosa, desde Zaragoza, 1631, donde dice que ha de escribir de los Fueros de Sobrarve. 35.--Arbol de la Casa de Luna. De que trata en la carta 16 dirigida al mismo Lastanosa desde Zaragoza 1 de Mayo de 1632. 36.--En la carta 24, con fecha de Zaragoza 29 de Octubre de 1632, al dicho Lastanosa, dice «que espera hacer adiciones al Libro de las Piedras Levantiscas.» 37.--Indice general de sus monedas. En carta al mismo desde Zaragoza 4 de Setiembre de 1635. 38.--Censura sobre la empresa de la Señora Duquesa de Villahermosa Doña Juana de Prenestán, en 8 hojas, en 4.º. Así en carta al referido Lastanosa desde Zaragoza á 2 de Noviembre de 1635. 39.--Una Epístola de seis hojas, en folio, con fecha de 4 de Marzo de 1629, dirigida, parece, al P. Jesuita Gerónimo Garcia, cuyo asunto es de medallas y de otros de erudicion. El dicho padre le responde por las márgenes. 40.--Carta al referido Lastanosa con fecha de 16 de Julio de 1629, donde trata de un Templo descubierto en Huesca, «cuya antigüedad, dice, da motivo para que se averigüe á quién estuvo dedicado.» 41.--Várias obras del Conde, que dió la Condesa Viuda de Guimerá á D. Lorenzo Ramirez de Prado, segun consta de una carta del Cronista Andrés dirigida á Huesca á D. Vincencio Juan de Lastanosa, con fecha de Zaragoza y Enero 6 de 1643, donde, añade, «que no fué posible verlas; porque decia la Condesa que no estaban limadas, y que así no era bien que las viesen.» 363 42.--Muchas cartas, dirigidas especialmente al citado Lastanosa, pues á más de las referidas, mandó otras donde se trata variedad de asuntos literarios, y manifiesta la buena voluntad del Conde para con este Reino, como se vé en la carta V á Lastanosa de fecha 30 de Agosto de 1631, en Zaragoza, manifestándole que deseaba tener una planta del Castillo de Loharre; repitiendole otra vez estos deseos en la carta XVIII desde Zaragoza 19 de Setiembre de 1636, y pidiéndole que saque la dicha planta Santolaria para demostracion de la grandeza de nuestros Reyes. En la carta XXII, con fecha de Zaragoza 12 de Agosto de 1632, dice que estimaria mucho ver la excelente planta y monteas del Palacio Real de Huesca, que dice sacó el referido Lastanosa, de que trata otra vez, XXIII fecha de Zaragoza á 15 de Setiembre de 1632, pidiendo el diseño de todo el dicho Palacio, de sus altos y bajos, de las sinografías, sesiones y fachadas interiores y exteriores. En la carta de 30 de Agosto de 1631, desde Zaragoza al dicho Lastanosa, trata de su Lugar de Vicien, de las sepulturas de su Iglesia, de los Fueros de Sobrarve, y otra vez del Castillo de Loharre, y de su diseño y planta, que esperaba del Padre Jesuita Alberto, y que faltando este de Huesca le advierte que busque un inteligente que lo trabaje. Tambien acuerda unas monedas antiguas del Justicia de la montaña. En la carta VI, con igual fecha, acuerda los dineros Jaqueses antiguos, ligados con mucha plata, los Canónigos de Montaragon, los pueblos de Vicien y Loharre, el sello de la Villa de Sádava, una piedra que se halló en Barbastro, su descripcion, sus palabras griegas, y de que junto á ella pudo hallarse algun ídolo ó estátua, ó más cantidad de piedras ó medallas, y dice que la haga copiar á Gregorio Lopez los letreros antiguos del mismo aire de la letra, que están en las sepulturas de Huesca y Montaragon. Nombra á Gaspar Mateo, en cuyo poder dieron los papeles del Dean Puyvecino. En la carta de 28 de Enero de 1632 á dicho Lastanosa, le encarga busque memorias sepulcrales de los Gurreas en la Capilla de Alba, y en la Ermita de Ntra. Sra. de los Dolores, donde dice que las hay, de Santa Clara de Huesca, de los de Tramacet, cuyo escudo, dice, es dos fajas negras en oro. En otra carta de 15 de Setiembre de 1632 habla de Grañen, de una espada y una rodela, halladas en una sepultura, y desea se registren otras en el lugar de Albero, donde piensa se hallarán cosas dignas de recogerse, y en otras cartas donde abundan las memorias de este Reino. *43.--Censura de los Fueros de Sobrarve, por D. Gaspar Galcerán de Gurrea y Aragon. Comenzada en la Ciudad de ‚arago?a. Año 1631, en folio de 135 páginas, dividida en ocho libros. Manuscrito bien conservado, que ví en 1.º de Agos- 364 to de 1881, en la librería del abogado de Zaragoza D. Mariano Pascual y Torres. No lo cita Latassa en su Biblioteca, y es muy interesante. 365 APÉNDICE XIV. CARTA QUE SE PIDE A SILVANO MONTOSSO QUE TRADUZCA DE CASTELLANO EN LATÍN (Ms. 9396 de la Biblioteca Nacional de España, fols. 43-45.) Pideme v.m. que le diga en esta carta, de donde a mi pequeño discurso, proceda la poca seguridad de Privados le diga tambien de donde venga que los mas de los Príncipes soberanos se entreguen tanto a algun hombre particular, como se ve cada dia y aunque alguna de las causas mas notables de esta materia no las traeré aquí por estar ya dichas por otros y no cansalle relatandole segunda vez lo que de otros ha hoydo. Pero como esta trabado el daño de los unos y de los otros, estan tambien trabadas las causas de donde procede lo uno y lo otro, dire por obedezer lo que se ma [me] ha ofrezido algunas vezes considerando el entrego total que hazen algunos principes de si a un Privado. Aunque señor yo no soy manantial de causas de efectos y disparates humanos, antes balsa donde tantos se recogen y se prueban. Lebantar sea un poco mi pluma de considerationes ordinarias someras por ser mias. Y de otras causas inferiores varias tanto, quanto varios los humores de los hombres peligro mas tocar en ellas que en el cielo; que abajadas hay mas peligrosas que no subidas. N tampoco me subire a las estrellas, ni a aquellos conciertos de ascendientes y comutacion de luminares de que me rio. dellos que mas por cierto que queramos atribuir a las estrellas que no lo pecaron, las causas de nuestros errores. Ni quiero entrar en aquella consideracion de un gran cortesano que dijo, que algunas vezes daban los Reyes en lebantar a un Privado porque acostumbrados los hombres a adorar a un hombre particular tuvieren por mas ligero el adorarlos a ellos. Como lo de la estatua de Nabucodonosor que quiza fue este también de los fines de aquel disparate. Porque añadia, que quien diablos avia de querer azer compañero de su adoracion a un pedazo de metal sino con tal interes que aunque no contenten mis razones a essos ni a otros altos entendimientos cortessanos algunos abra de Hierarquias inferiores que por tales se tienen y los que se acuerdan de Dios ablando de Reyes, a quien si no agradaren, entretengan. Vengo pues al caso. Entre los muchos atributos de Dios que se leen en la sagrada escritura son, Deus Deorum, Rex Regum, Dominus exercitum. Digo señor: a mi modo lego de moralizar, que ussa Dios de aquellos nombres que son  Todas las palabras en negrita venían resaltadas en el original con un trazo más grueso, y de igual manera todas las palabras subrayadas lo estaban también en el orginal. 366 mas necesarios para advertimiento de los hombres porque acordandose del, no le desconozcan a el ni a si: no se pierdan de vista, no se levanten del polvo de su principio creer se puede que va dios enderezado a este fin, pues en su eternidad antigua antes que criasse nada, se era el que agora se es sin nombrarse qui est, ques otro nombre suyo y el mas proprio como quien dize no ay declarar quien soy. sino idem per idem. como dizen essos philosofos. ussa digo, de aquellos nombres que son recuerdo a los que mayores peligros corren de ser tocados de la ultima landre humana la idolatria, el querer ser idolatrados, es mayor que el idolatrar. a los reyes que dioses de la tierra quisso Dios dar este advertimiento como de quien cuyda mas. no solo por ellos sino tambien por la conservacion de todos, que depende dellos, para que entiendan que aunque sean Reyes y señores tienen sobre si Rey y Señor y que respecto de aquel no son nada. que esto dize el atributo qui est. que todo es nada y menos que no es, solo el es qui est. que aunque sean dioses de la tierra y adorados como tales tienen sobre si Dios tan Dios dellos como del pastor, plugiere a el que no los adorassemos mas que a Dios. yo se lo que a algunos cuesta el aver idolatrado, que esta fue ella, en ellos, que los otros fueron de su permision, fue el azote deste otro error mayor. Que aunque sean venzedores de batallas por su espada y brazo y el mundo les de la gloria como de obrar propria. Dios es el señor de los exercitos, el Rey de los Reyes, el señor de los señores y de quanto possen de todo esso temporal, que prestado se lo an dado y a prueba de cómo ussan dello y asi le pierden algunos y se lo quitan otros, esso pienso que quisso dezir San Juan en aquellas palabras en al Apocalipsis de donde saque el otro advertimiento para privado y valga tambien este a los reyes: et auet in vestimento et in femore suo escriptum Rex Regum et Dominus Dominancium, vestidura de dios todas essas obras naturales, vestidura la humanidad divina, vestidura que tomo para que le pudiessemos ver con los ojos corporales en alguna manera que con la vista llena no ay remedios: la prueba de ello el sol material, figura suya, que quanto mas abrimos los ojos para berle, menos le vemos, mas nos ciega su resplandor la vista, medio cerrados los ojos, con temor, con rendimiento, mejor le vemos; de suerte que todo lo criado vestidura es de Dios, y el que se figura señor absoluto de cosa alguna ussurpa a Dios la vestidura, la capa le quita de los hombros, porque señor, para mostrar Dios quien es y que es sobre todo y todos, si esse fuese su intento, en la creacion de todo lo mostro en anegar al mundo lo suyo a la memª en la prueba que se puede azer al ojo de poder del mas poderoso de la tierra, lo prueba el maior ydolatra y engañado: si 367 pueden azer me diga el menor grano de arena, porque quien pensare por nombre ni declarar quien es dios y su grandeza, la disminuye: el que no quiera caer en tal error conozca, que no le conoce, ni le puede conozer por nombres que el nombre ppio nemo nouit mii ipse, palabras del mesmo secreto de estado, no se maraville v.m. que yo me suba a tales alturas, que para dezir que nadie puede llegar a ellas quienquiera puede hablar. de suerte que los Dios se da, se pueden aplicar a lo que digo. Agora pues sobre todo lo otro vengo a mi respuesta a la pregunta de v.m. De donde venga el entregarse a algun Privado hela va de golpe Dios sea con ella, es por mission divina que los que no se reconozen y se olvidan que tienen sobre si otro Dios, otro Rey, otro Señor, que necesitan a los suyos, que la adoracion que a ellos solos se les debe la den a una estatua de metal comun, a exemplo de Nabucodonosor, que quien tal aze que tal pague, que los tales en pena de tal, reverencien ellos mismos a mesma estatua, y que su mano de su libre albedrio, como las buenas vollas [sobre esta palabra hay un signo que remite a una acotación al margen que dize lo siguiente: “por no entender este vocablo le dexado en blanco”] que juegan su libertad sobre un atambor, se entreguen y sujeten a un hombre particular, no digo acasso lo del atambor que assi pasa ello: y tal es el ruydo y escándalo que obra en los animos de todos estatuas tales, y este escandalo lo devio de querer significar aquel estruendor de tambor y tan varios instrumentos musicos en la adoracion de la estatua que digo: Dije pena, Dije mal, no viniendo pena de mano de Dios en esta vida, aun las que por nuestros desvarios nos suceden, que no sea advertimiento y medicina, pero esto sera como cada uno ussare y se aprovechare dello. Porque si se reconoziere y rescatare del cautiverio a si y a los suyos (suyos solo, y no de otro, que aquí esta el toque, el cargo y el peligro) abra sido medio del desengaño como lo que a Nabucodonosor la prueba de su estatua, y preservacion de mil enfermedades, que le pueden sobrevenir de tal entrego a un hombre particular. Y si duerme en la porfia caera en ella en castigo suyo, y en escarmiento de otros, para que prueben ellos quienes no son en dejando de ser suyos y los suyos quien son en siendo de otro señor. El Diablo tentador es el gusto de complacer a un amigo el aver de darnoslo dandonos en esto gusto 368 APÉNDICE XV. SI CONVIENE O NO HACER MAPA DE UNA PROVINCIA O REINO (Ms. 9396 de la Biblioteca Nacional de España, fols. 38-39) Antes de determinar si conviene o no el acer un mapa de una provincia o reino y de tratar de acelle es bien mirar si conviene que se aia o deje de acelle para lo cual se me presenta ser a proposito deberse considerar lo siguiente. No es pequeña consideración lo que se abentura en hacer un mapa particular de una provincia porque no ai ninguna por remota o apartada que sea de fronteras de enemigos asi por mar como por tierra que deje de abenturar mucho el príncipe o señor o republica della en tener echo mapa pues con el se muestran las entradas, fuerças, disposiciones y sitios por donde pueden ser entrados de los enemigos que es justo guardarse desto pues ai pocos que no los tengan y aun a veces los que menos se piensan son los que mas dañan pues por mas remotos y apartados que sean se an de temer y tener por mui peligrosos como tiene esperiancia nuestra españa pues por las dos ultimas veces de las muchas que a sido vecsada, persiguida y sugetada de estrangeros lo fue de los godos setentrionales que apenas podiamos nosotros tener memoria dellos ni ellos de nosotros y aunque es de creer que debe aber poco de los reinos con finanzas que no este sin mapas asi de dichos reinos como de los demas pero nunca sacan tanta certeza y fineza que el que tendra el que fuere echo a instantia de la propia provincia ademas de que como el que se da a la estampa como se hace con tanta abundancia es ocasión de que comunicandose con todos aia pocos que lo ignoren y no es pequeña ventaja según esto el estar sin mapa pues en la era de ahora ai tantas de las otras probincias con los cuales se puede saber los secretos dellas y no abiendole de la que se abita los otros comunmente ignoraran lo que ai en ella. La conbeniencia que contra esto puede aver es que abiendole se pueden apurar muchos puntos de istoria volver una provincia por su reputacion si acaso la a tenido perdida y cobrar nuevo nombre y fama cosa que para entre los romanos no fuera de poca consideración. La resolucion desta proposicion y repuesta no la quiero fiar de mi solo y asi la dejo en abierto para que la aga quien mas que yo sepa a quien con mucho gusto siguire. Pero dado el caso de que se resolviese de acerse digo que sera bien advertir que para la que de aragoneses se a de hacer conbiene que lo primero se ponga en la 369 declaracion de los lados los reinos y titulos y preminencias que los reies de españa nuestros señores gozan y an gozado a costa de la sangre [y] braços de los naturales deste pequeño reino abiendo tenido principio en la restauracion e inbasion contra los moros pues parece y es cosa notable que se un montoncillo pequeño de mostaça como fueron los que dieron principio a esta obra aia venido a cundir y fertiliçar que aia cubierto y señoreado tantas i tan varias y poderosas y tan distantes naciones de las nuestras. Llegando más a lo particular y tomando exemplar de lo que cataluña a echo me pareçe que seria bien dirigir sus pisadas en contraposicion que an echo de poner todo lo que pretenden que antiguamente fue de su condado como es contando lo que es de Aragón el condado de Ribagorça y si bien se considera el origen que ellos an tomado para esto mas les es en daño que en probecho pues en tiempo del conde Ysarno su residencia mas era en ribagorça que en cataluña como consta de istorias en particular la que a instancia de los duques de villaermosa don martin y don ernando izo un archivero de ribagorça dichos archivos a donde se trata del obispado de rada i competencias del de urgel y lerida y asi para mostrar esto como para defender el daño que en cortes generales podrian hacer en la pretension que monçon es cataluña sera bien que se desinie con distintion lo que antiguamente poseyo aragon de cataluña que aunque muchas de las antiguas limitaciones solo se estiendan asta nogera ribagorçana se puede tener por cierto como despues probare que llegaba asta la pallaresa. Ablando de la ribagorçana en confirmacion desta digo que los aragoneses tubieron cortes en lerida como en tierra suia según lo dize lurita en la parte primera lib. 2. cº. 71. y ablando de la pallaresa lo pienso probar con esta congetura. Toda la tierra que desde ella asta Aragon ai en el lenguaje en las leies en los tratos y costumbres tienen mucho de lo de aragon no solo por lo que se le apega por la vezindad que eso es comun a todas las naciones pero en particular no veran una cosa que es muy general en cataluña i es que alli no dejan las mujeres que se casan el linaje i apellido de sus padres lo que es al contrario que en cataluña que todas ellas lo dejan y toman el de sus maridos. A mas desto siempre las limitaciones se toman o por la altura delos montes o cumbres dellos tomando las aguas vertientes la una parte para un señor la otra para el otro: lo que agora no es y antes era porque desde el ospitalet que es el nacimiento de la ribagorçana que va derecho a dar a corbines sobre Lerida viene mejor que no tomando la sierra pedregosa desde monfort asta samalcoliez sobre 370 miquinença topando con el rio cinca poco antes de juntarse con segre para dar alli en ebro y va a dar en segre en alos del pont. Siguiendo esto bien se dira con razon que aragon llegaba asta la pallaresa que es su nacimiento en Alos, que toma la corriente desde lo mas alto del pirineo que es mas cercano a francia que no espitatet que desde alli por tierra de cataluña en el obispado de comenje y de la bal de Aran por espacio de siete leguas. Será bien que se pongan en el mapa de Aragon los nombres de los bientos y se señale en particular los lugares eclesiasticos realencos y señorio poniendo con distincion las comunidades y comunes. Diciendo los baños y quales son de sudor y quales de beber y los minerales de oro y plata y cristal, yeso, plomo, acoge [azogue], Alcohol, bidriol, alun [alumbre], y salinas asi de agua como de montañas y los rios de los queales se saca oro de sus arenas como por experiencia de algunos plateros el conde de guimera lo a bisto. [AL MARGEN] aunque botero diga que es tierra seca la maior parte della no por eso deja de ser muy fertil pues lo que se pasa desde la tierra pedregosa asta osera aunque no es regadio los pastos son de grandisima sustancia para el ganado y se azen grandes cojidas de trigo. 371 APÉNDICE XVI. DÉCIMAS DEL IMAGINATIVO A LA CONQUISTA DE JERUSALEM. (Ms. 3672 de la Biblioteca Nacional de España, fol. 73). Príncipes y reyes son De continuo afficionados a aumentar sus estados Que esto tienen por blasón Y pues os llaman leon De españa por ser temido Con solo aqueste apellido Siempre que en guerra entreis No dudo que vencereis Con tal furor y bramido Que jornada emprendereis En que halleis inconbiniente Para dexalla, pues gente La mas lucida teneis Y por sucesion debeis Si abuelo y padre mirais Y el cargo que sustentais De parezelles en todo Que haziendolo deste modo Eterna fama ganais Pues sois el que sutenta Oy la mayor cristiandad A Jerusalem mirar Que corre por vuestra cuenta Y es de cristianos afrenta Ver que turcos la posean Sin que primero en vos vean Vuestro valor invencible Quel ganallo os es pusible Pues los fieles lo desean Pues no se vio con tal bien 372 Príncipes cual vos estais Decid como no intentais Ganar a Jerusalem Ved que del nos biene el bien Y que será caso injusto No dexar vos vuestro gusto Por hazer al turco guerra Que pues dios murio en tal tierra Morir por el vos, es justo Y llebando tan buen celo Si acasso os determinais Quando la empresa perdais Ved que ganareis el Cielo Tendran cristianos consuelo En ver no queda por vos Y al fin os pagara Dios Si esta jornada emprendeis Y si por el os perdeis Tambien el murio por nos. 373 APÉNDICE XVII DISCURSO EN QUE SE DAN ALGUNAS RAZONES PORQUE SIENDO LAS LETRAS Y ARMAS LAS COSAS DE MAYOR ESTIMA SE PREMIAN TAN POCO. (Ms. 3672 de la Biblioteca Nacional de España, fol. 311). Entre los exercicios que con tanto acuerdo probeyo naturaleza para el empleo del hombre sin duda alguna el mas honrado y noble, y el mas digno de galardon y premio es el de las letras y armas, según que dello asi en las divinas como en las humanas historias ay testimonio muy claro, siendo pues assi que lo que sustenta el mundo son estas dos cosas y lo que mas se debia estimar y con ventajas premiar, es el trabajo de los que en ambas se han señalado como es justo, no sin causa se pide qual pueda ser la de tan grande daño como lo es y la experiencia nos lo enseña, dexar de premiarlas; y aunque se podrian traer muchas, dire solamente tres que a mi ver son las mas principales. Y es la 1.ª Porque aunque el trabajo y premio sean balanzas y contrapesos del relox de la justitica, cuyo proprio officio es dar a cada uno lo que es suyo, pero como los ministros della, los Reyes y Principes a cuyo cargo toca premiar las letras y armas pues con estas defienden sus estados, y con aquellas los conservan, no saben por experiencia los manifiestos peligros trabajos y cuydado que requieren, y siendo ello asi que lo que poco /o/ nada cuesta en esso tambien se estima, assi las premian con tan escasa mano. La 2.ª y no menos principal es por la embidia que como tiene por obietto la virtud y no es pequeña la que en un verdadero y fiel soldado y en un hombre prudente y sabio se halla, no entiende en otro que en escurecerla deslustrando los hechos mas heroycos de entrambos, sembrando ciçaña y derramando veneno en las voluntades de los reyes y monarcas. Y es esto tanta verdad que assi como siguen los lobos al ganado, los cuerbos al cuerpo muerto, las avejas la flor, las moscas la miel, y los hombres la riquezas, assi los embidiosos la prosperidad, y tienen con ella natural antipatia, que es la embidia hija de la competencia, y la ay siempre entre el bueno y el malo. La 3.ª y ultima y no es de menos consideracion es por la buena /o/ mala dicha de cada uno en que consiste muchas veces la honra y premio de los hombres. Si fortuna volet fies de rethore consul Si volet haec cadem fies de consule rethor. 374 Y como lo haze acaso y sin election da a vezes el cargo y premia a quien menos lo mereze. Fortuna ni meritos auget honoribus Fortuna ni nocuos cladibus afficit. Y boetio At perversi resident celso mores solio Latet obscuritas condita virtus clara tenebris. A mas de la buena dicha hazen mucho al caso tambien las riqueças y favor que assi lo dio a entender Ovidio Cueria pauperibus clausa est, dat census honores Y en otro lugar In precio precium nune est, dat census honores Census amicicias, pauper obique ¿iacet? Y como son hermanas las letras y armas de la pobreça, assi ni ay oidos, ni ojos, ni tampoco manos para premiarlas, si ya no se les pega algo de favorable fortuna. Estas son parte de las muchas raçones que en confirmacion desto se podrian traer, si no fueren sifficientes /o/ al menos aparentes, me servira de consuelo, y para con todos de disculpa el dicho del poeta. Felix qui ponuit rerum conoscere causas El Retirado 375 APÉNDICE XVIII CARTA A UNA AFICIONADO DE LA ACADEMIA DICIÉNDOLE COMO SE PROCEDE EN ELLA. (Ms. 3672 de la Biblioteca Nacional de España, fol. 142). Como en ley de honra confirmada por los prudentes y admitida de los sabios, no se estime nadie en mas de lo que sabe y merece, siendo la ciencia la verdadera nobleça, teniendo este deso junto con el del saber, tan natural al hombre, supplique a la docta academia desta ciudad donde concurren los mejores ingenios della admitieran entre su subtileza mi rusticidad (digna de ser estimada) por desear dejalla y mudar el vestido entre las piedras de aguçar de sus yngenios, como la culebra en las otras. Y siendo admitido a tan dichoso ajuntamiento donde los sabios enseñan, los ygnorantes como yo callan y aprenden, los unos corrixen con modestia, y los otros se corrixen con su exemplo, los unos con dichos y hechos muestran su talento y los otros se admiran y procuran a fuerça del trabajo ymitalles y como prudentes maestros nos nos empieçan a enseñar por lo mas facil (pues nadie en el mundo nacio aprendido) y porque el bien a ser comunicado, comunico este que me a dado el cielo para que se conozca mi dicha en verme admitido y se clore por mi poca suficiencia, quiera Dios a fuerça de industria la adquiera ganando con ella el propio conocimiento para serviros como debo. Vale. El Humilde 376 BIBLIOGRAFÍA Bibliografía anterior a 1950 AMEZÚA, A. G. de, Las seiscientas apotegmas y otras obras en verso de Juan Rufo, Madrid, 1923. AMEZÚA, A.G. de, Epistolario de Lope de Vega, ed. Real Academia Española, 4 vols. Primera edición de 1935. 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Signaturas: Dgmicro/33249, 3/72164, 3/72200, VE/54/49. • Academia que se celebró en esta corte en amante iubilo y vassalla demostracion de los desposorios de sus magestades (que Dios guarde) el rey nuestro señor Carlos II con la reina nuestra señora doña Maria Luisa de Borbon, el mes de noviembre de mil seiscientos y setenta y nueve. Signatura: 2/34892. • Academia que se celebró en la ciudad de Granada en ocho de Diciembre al nacimiento del principe don Carlos Granada en 1661. Signatura R/6550. • Academia que se celebró en la Real Aduana desta Corte, signatura R/722. • Academia que se celebró en la Universidad de Salamanca en tres de enero de 1672, signaturas: DGmicro/29699, DGmicro/32809, 2/33459. • Academia que se celebró en Palacio en la real presencia de sus magestades, signatura VE/125/6. • Academia que se celebró en siete de enero, al feliz nacimiento del serenisimo príncipe D. Carlos, N.S. 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