La cultura Recuay: un breve ensayo
George F. Lau
Desde el momento en que el estilo de la cerámica Recuay fue reconocido, la cultura Recuay
ha sido una de las más conocidas de todas las culturas del antiguo Perú, siendo considerada
un componente clave en la historia de los Andes prehispánicos (Macedo 1881). Sin embargo,
solo recientemente sus implicaciones sociales e importancia han sido estudiadas de una manera
más completa. En este capítulo se ofrece una revisión del estado del conocimiento actual de
la arqueología Recuay, así como se ofrecen pautas que orienten futuras investigaciones.
Los avances en la investigación de los últimos
decenios han mejorado el conocimiento sobre la
complejidad social, prácticas religiosas y el sistema
de valores de los grupos de la tradición Recuay
(circa 1 d.C.-700 d.C.). Diferentes investigaciones
sugieren una serie de grupos pre-estatales de gran
éxito en la agricultura, ganadería y comercio que
ocuparon lo que hoy es el departamento de Ancash,
Perú. Los principales tipos de cultura material fina
asociados con el estilo Recuay (escultura de piedra,
cerámica, arquitectura monumental) se pueden
atribuir a las prácticas político-religiosas principalmente de las élites, con el objetivo de exhibir su
riqueza y legitimar su poder e influencia a través de
la veneración a los ancestros.
TERRITORIO
Durante los ocho primeros siglos d.C., los grupos de tradición Recuay ocuparon la región centronorte de Perú (Fig. 1), una zona que coincide con
la sierra del actual departamento de Ancash. Esta
región es famosa por su gran diversidad geográfica, que abarca muchos de los medioambientes de
América del Sur, incluyendo el desierto costero,
los verdes valles irrigados, las faldas rocosas del
Pacífico, las capas de hielo de las montañas, los
lagos glaciares y las montañosas boscosas de la
Amazonia. Al igual que muchos pueblos andinos
prehispánicos, las poblaciones Recuay practicaban
formas de “verticalidad”, esto es, la explotación
‘zonificada’ de los Andes tanto para los recursos de
subsistencia como comerciales. Probablemente el
patrón más común era localizar los sitios de unión
(3700-4000 msnm) entre la región puna (zona pastizales adecuados para el pastoreo de camélidos) y la
región suni (tierras adecuadas para una agricultura
a gran altitud). Muchos asentamientos, grandes y
pequeños, se encuentran en este importante entorno
medioambiental (Orsini 2007). Aunque no siempre
de manera intensiva, los grupos Recuay también
negociaron piedras semipreciosas, conchas marinas,
cerámica fina y otros artículos a larga distancia con
grupos vecinos, especialmente los grupos de las
culturas Moche, Lima y Cajamarca.
Muchos de los sitios más importantes se encuentran al pie de la Cordillera Blanca. Los drenajes
asociados al río Santa (Callejón de Huaylas) y
las cabeceras que desembocan en el río Marañón
Perú Prehispánico: un estado de la cuestión, Luis Jaime Castillo y Elías Mujica, editores, pp. 208-233.
Cusco, Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco. 2019.
210
La cultura Recuay: un breve ensayo
Fig. 1. Mapa de la región
nor-central de Perú indicando la ubicación de los
sitios mencionados en el
texto (mapa dibujado por
el autor).
(Conchucos). El Callejón de Huaylas contó con importantes asentamientos residenciales y mortuorios
en todo el valle, incluyendo las localidades de Katak
(sitio Roko Amá), Huaraz (Pomakayán), Carhuaz
(Copa), Caraz (Incawaín, Apra, Hualcayán, Pueblo
Viejo) y Huaylas (Chupacoto). Los sitios más remotos incluyen Aukispukio en la quebrada de Los
Cedros. La mayoría de ellos están situados en zonas
estratégicas elevadas para aprovechar las tierras
agro pastoriles y controlar los fondos de valle y las
rutas de intercambio.
En la región de Conchucos, la ocupación
del periodo Recuay es también abundante,
incluyendo una importante reocupación del famoso
centro Formativo de Chavín de Huántar. Otros
asentamientos han sido identificados en las regiones
de San Marcos, Huari, Chacas y hacia el este a través
del río Marañón (Diessl 2004; Falcón y Díaz 1998;
Ibarra 2003; Orsini 2003; Ravines 1984; Thompson
y Ravines 1973; Vega-Centeno 2008; Wegner y
Laurencich Minelli 2001), aunque pocos han sido
investigados sistemáticamente.
George Lau
La parte norte de Conchucos se puede separar
en las regiones asociadas con las provincias de
Sihuas y Pomabamba (Yayno) (Lau 2010b, c), y
al noroeste, la provincia de Pallasca, que incluye
los importantes sitios Recuay de Pashash, Puga y
Chucana (Grieder 1978). La provincia de Pallasca,
definida al norte por el drenaje de Tablachaca, era
más o menos el límite norte del estilo Recuay.
La Cordillera Negra, al oeste del Callejón de
Huaylas, también comprendía una zona clave para
la evolución Recuay. Incluía las regiones actuales
de Pira, Cajamarquilla, Aija y Pamparomás (Lau
2010a, 2011; Tello 1929). Además de sus condiciones agro pastoriles, estas tierras eran importantes
como áreas intermedias entre la sierra y la costa.
Se formaron importantes relaciones con los grupos
mochicas, cultura predominante de la costa norte.
Los intercambios estilísticos y de materias primas
parecen haber sido interrumpidos periódicamente
por conflictos ocasionales entre los grupos Recuay
y Moche, lo que condujo a la aparición de zonas de
amortiguamiento (Lau 2004a; Proulx 1985).
CRONOLOGÍA
La tradición Recuay se puede dividir en cuatro
fases de cerámica. Las fechas de radiocarbono
disponibles proporcionan los siguientes periodos
y rangos de antigüedad, sobre todo de la cerámica:
Huaras (200 a.C.-200 d.C.), Recuay Temprano
(200-400 d.C.), Recuay Medio (400-600 d.C.) y
Recuay Tardío (600 -700 d.C.) (Lau 2004b, 2011).
Esto ubica el desarrollo de la tradición al final del
Horizonte Temprano (o Formativo), y sobre todo
como parte del periodo Intermedio Temprano (o el
primer periodo de Desarrollos Regionales). Fechados absolutos de estudios adicionales de cerámica
refinarán esta secuencia en el futuro.
El periodo inmediatamente después de Chavín
se caracteriza por un nuevo estilo local de cerámica
llamado ‘blanco sobre rojo’. La cerámica ‘blanco
sobre rojo’ se desarrolló en la costa peruana así
como en muchas partes de la sierra. En la sierra de
Ancash este estilo se conoce como ‘Huaras’ (Amat
2003; Bennett 1944; Kroeber 1944: 110; Lanning
1965; Lumbreras 1970, 1977, 2007; Willey 1945,
211
1948). La cerámica era muy diferente a las vasijas
monocromas pulidas y decoradas de Chavín. Los
alfareros Huaras tendían a alejarse de la representación figurativa, especialmente de las imágenes
esotéricas y ‘monstruosas’ de Chavín (Willey
1948: 11).
Los alfareros Huaras utilizaron arcilla roja de
terracota oxidada. Las formas predominantes eran
cuencos abiertos y pequeños cántaros o botellas,
que constituyeron una fina gama de recipientes para
comer y servir ofrendas. Los cuencos a menudo
presentan un perfil carenado con un ángulo basal
pronunciado. A menudo eran de engobe rojo bruñido,
pintados con diseños lineales blancos, generalmente
en formas geométricas repetitivas. Los diseños más
comunes son trazos cortos verticales, diagonales
paralelas, figuras geométricas sencillas (a veces
‘anidadas’), líneas onduladas y figuras geométricas
punteadas. La pintura blanca casi siempre se produce
en el exterior de los vasos, típicamente a lo largo del
borde superior de los cuencos abiertos.
La cerámica Huaras es generalmente considerada
cerámica de alto estatus para su época. No se sabe
mucho acerca de la cerámica utilitaria. Es posible
que las poblaciones Huaras utilizaran ollas globulares con y sin cuello, aunque tampoco se trata de
una característica exclusiva para el estilo Huaras.
Las ollas sin cuello tampoco están restringidas al
Horizonte Temprano o a comienzos del periodo Intermedio Temprano, pues esta forma se ha utilizado
en la sierra de Ancash desde el primer milenio a.C.
Los sitios Huaras son abundantes, sin embargo,
la naturaleza de esta ocupación no está bien entendida. A menudo los restos Huaras se encuentran
mezclados con anteriores ocupaciones Chavín y
con la posterior ocupación Recuay. Es claro que la
cerámica de estilo Huaras se siguió produciendo
ocasionalmente en fases posteriores, como una
emulación intencional de estilos más antiguos (arcaísmos) (Lau 2011: 137).
Alrededor del 200 d.C., las poblaciones de
Ancash comenzaron a consumir un nuevo estilo
de cerámica, conocido como “Recuay” (Lau 2011:
138-152). Este nuevo estilo favoreció el uso de una
212
La cultura Recuay: un breve ensayo
arcilla de caolinita de color claro para una amplia
gama de formas: cuencos, botellas, cántaros y
cucharas. La cerámica Recuay más fina no tuvo
mayor uso utilitario residencial, sino que se usaba
principalmente para su exhibición y ceremonias
especiales, sobre todo como ofrendas en los rituales
funerarios. Debe tenerse en cuenta que no toda la
cerámica Recuay utilizaba arcilla de caolín. Las
vasijas rojas oxidadas aparecen con mucha frecuencia, aunque empleando una gama similar de
técnicas plásticas y policromía en su fabricación.
Se han identificado tres subfases: Temprano, Medio
y Tardío (para mayor detalle ver Lau 2011).
La cerámica Recuay Temprano se caracteriza
principalmente por sus cuencos abiertos decorados
de caolinita. Los cuencos son generalmente de lados
rectos o ligeramente evertidos, estabilizados con un
anillo base pedestal. Están típicamente pintados en
su lado exterior, cerca del borde, por lo general con
motivos geométricos y líneas repetidas (sombreado
vertical, meandros, formas de “S”, circulares, puntos y ojos).
El Recuay Medio es la fase clásica de este estilo.
Sus vasijas de lujo utilizan una arcilla de caolín
muy ligero y fina (rosada blanquecina o de color
claro). Se pintó usando pigmentos policromos (rojo,
blanco, negro), así como elementos orgánicos para
el color negro de aplicación ‘resistente’. El color
claro de la pasta permitió la aplicación de decoración policroma (Fig. 2). La pintura exterior era
común en las vasijas cerradas tales como cántaros,
mientras que los campos interiores y exteriores
fueron a menudo pintados en los cuencos abiertos.
Engobe rojo o pinceladas de color claro son comunes, especialmente en el interior de los cuencos.
Los diseños negativos son típicamente reservados para el exterior, e incluyen cruces, puntos
repetidos, líneas rectas paralelas y bandas onduladas, así como diseños zoomorfos. El interior de
los cuencos puede aparecer sin pintura, aunque a
veces se aplicaron brochazos de color rojo tenue
y/o a menudo con diferentes registros de diseños
polícromos altamente repetitivos: diseños en ‘S’,
ojos, puntos y círculos, símbolos escalonados y
motivos de laberinto.
Las formas incluyen cuencos de base anular
y cucharones. No obstante, con el tiempo surgió
una mayor diversidad de otras categorías de
formas, tales como los cántaros de ‘borde de
disco’ (pacchas), cántaros con una figura central,
y botellas doble lenticulares. La mayor parte de
figuras modeladas Recuay pertenecen a esta fase,
incluyendo representaciones arquitectónicas,
efigies humanas y animales, así como escenas con
múltiples figuras.
Durante el siglo VII se produjeron cambios
importantes en la cerámica Recuay, y a este
periodo que se le conoce como Recuay Tardío.
Hubo una reducción generalizada en la producción
de vasijas de caolín a favor de vasijas gruesas
rojas localmente decoradas. Las pastas oxidadas
presentan una coloración bronceada hasta un pulido
casi rosado. En los cuencos —que son la forma
más diagnóstica de la fase— el énfasis previo en
formas semiesféricas (con paredes altas convexas)
da paso a formas superficiales más grandes, con la
base anular relativamente gruesa. Los cancheros
y pacchas se vuelven obsoletos. El mango de los
cancheros a menudo toma la forma de una cabezaefigie.
La decoración muestra una disminución de
la pintura ‘resistente’ y el modelado de figuras
elaboradas. Se pinta generalmente el exterior de los
cuencos y cántaros pequeños. Los grosores de las
líneas de los diseños se hacen más pesados y menos
meticulosos. En general, se utilizan menos colores,
incluyendo blanco y negro, aunque dependen casi
exclusivamente de un pigmento rojo o púrpura
oscuro.
Los diseños comunes reutilizan, aunque al
mismo tiempo actualizan, preferencias Recuay
de fases anteriores, por ejemplo: múltiples
meandros horizontales, grupos de líneas verticales u
horizontales, círculos repetitivos, así como motivos
lineales y geométricos de repetición simple (como
rectángulos, laberintos y triángulos). Pequeños
diseños, tales como bandas y formas parecidas a
ojos, pueden contener elementos repetidos como
relleno, tales como puntos, celosías y formas de
‘eclosión’.
George Lau
213
MANUFACTURA
Alrededor del 200 d.C., después de varios
siglos de relativamente poca producción de
material cultural fino, los grupos de la sierra de
Ancash comenzaron a intensificar su producción
artística y arquitectónica de alto estatus. Además
de cerámica altamente reconocible, los grupos
Recuay extendieron eficazmente un estilo de
élite emergente a otros tipos de cultura material
duradera. Su arquitectura, escultura en piedra,
metales y textiles eran particularmente distintivos
y técnicamente muy logrados.
Después de estar prácticamente inactivos en
cuanto a la construcción de monumentos, los grupos
locales de Ancash retomaron la talla escultórica
en piedra y la edificación de estructuras impresionantes. Sin embargo, éstas fueron dedicadas a
propósitos muy diferentes que en periodos anteriores. Los monumentos más famosos de Chavín
se centraron en la arquitectura del templo y en los
monolitos de piedra tallada para así impresionar
a los miles de visitantes y peregrinos, muchos
procedentes de tierras lejanas. Por el contrario,
los edificios y objetos de culto Recuay estaban
destinados a colectivos mucho más pequeños.
Principalmente tienen que ver con los grupos de
descendencia locales.
Hasta hace poco, los edificios Recuay más
conocidos eran sus construcciones de tumbas (Lau
2000). Investigaciones en Pashash (Grieder 1978),
Roko Amá (Katak) (Mejía Xesspe 1948; Tello 1929)
y en la zona de Huaras (Bennett 1944; Ponte 1999b)
reportaron grandes edificios utilizados con fines
funerarios. La mayoría eran tumbas subterráneas
con múltiples cámaras o largas galerías.
Lo mejor de la arquitectura Recuay son sus construcciones en piedra. Estas estructuras cuentan finos
arreglos con piedras de gran tamaño y ‘huancas’
o ‘wankas’ permanentes, cuyos espacios o huecos
fueron rellenados con piedras de tipo ‘pachilla’.
Esta mampostería wanka-pachilla caracteriza las
fachadas de los diferentes tipos de edificios Recuay.
A menudo, los tamaños de piedra fueron ubicados
de forma que produzcan diferentes tipos de efectos
visuales.
Fig. 2. Cántaro Recuay mostrando el diseño del animal
lunar, obtenido de una tumba de cámara subterránea
de Jancu, este de Huaraz, Colección del Museo
Arqueológico de Ancash, Huaraz (foto del autor).
Al igual que en todas las grandes culturas andinas, la arquitectura Recuay tenía una dimensión
tanto secular como ceremonial, con frecuencia
relacionadas entre sí. Una forma especialmente
innovadora fue el complejo residencial amurallado
(Lau 2010c, 2011). El complejo mejor conservado
se encuentra en las regiones de Conchucos (VegaCenteno 2008) y Pallasca, aunque también aparece
ocasionalmente en el Callejón de Huaylas (Herrera
2008) y la Cordillera Negra (Lau 2010a; Terada
1979) en formas variadas.
Este tipo de estructura cuenta con un patio
rodeado de una serie de habitaciones exteriores.
214
La cultura Recuay: un breve ensayo
Fig. 3. Cabeza de un tupu mostrando un felino de perfil con la cabeza frontal. Proviene de la colección del municipio
de Pamparomás (foto del autor).
En algunos sitios, los complejos eran de varias
plantas, y las habitaciones alrededor del patio
habrían tenido hasta tres pisos. Los complejos
fueron principalmente viviendas residenciales, pero
también tenían funciones defensivas. Dado que se
trataba de edificios muy adaptables, estos podrían
haber sido ampliados y/o aglutinados con otros
edificios, y haber sido particionados con relativa
facilidad. Esta flexibilidad era muy apropiada
para el alto grado de variabilidad de tamaño de
las comunidades Recuay. Algunos conjuntos eran
extremadamente grandes y muy bien logrados, con
obras de drenaje, mampostería muy fina y relleno
del tipo interlocking. Estas características indican
la presencia de grupos grandes y acomodados,
capaces de reunir constructores y mano de obra
especializada (Lau 2010c).
Otra forma de construcción innovadora fue la
fachada en bloque, tal como el Caserón de Pashash
(Grieder 1978) y, en menor escala, varios edificios
en Chinchawas (Lau 2010a). Estos edificios son
edificios rectangulares, esencialmente grandes,
altos, ubicados en pendientes pronunciadas. La
fachada en la ladera inferior puede ser muchos
metros más baja que la pared posterior (más arriba),
levantándose a manera de bastiones. Sin accesos o
ventanas evidentes, se trataba de simples bloques
de pared con la aparente intención de darle un
aspecto monumental. No está claro qué funciones
tenían, pero en Chinchawas se utilizaron como
tumbas, aunque también pueden haber sido conjuntos residenciales. El Caserón de Pashash tiene un
gran canal de salida en la base. Parece haber sido
construido con fines de drenaje, aunque tampoco se
descarta otras funciones, tal como una vía de paso
a cámaras interiores.
Las estructuras de bloques de pared eran parte
de un cambio cultural más amplio en el tiempo, que
hacía hincapié en la guerra (Lau 2004a, 2014a). Si
bien existe evidencia limitada de formas marciales e
George Lau
215
imágenes de guerra en la cultura Chavín, este tema
se desarrolló mucho en Recuay: la milicia y sobre
todo los líderes guerreros se convirtieron en temas
centrales en la cultura visual. De hecho, yo diría la
razón de ser de los estilos Recuay era básicamente
la ostentación y celebración de los nobles, cada vez
más potentes y competitivos. Parte de esto generó
un nuevo interés en la construcción; de hecho, se
aprecia un exceso de construcciones monumentales
vinculadas a la defensa. Los edificios, sólidos y
visualmente impresionantes, eran esencialmente
expresiones monumentales sobre el poder de los
líderes y sus linajes.
estar fuera del algodón. También existen tejidos
triples (Morris y Von Hagen 1993) y muestras que
combinan paneles pequeños. Los telares anchos y la
tapicería elaborada serían adoptados posteriormente
por los tejedores Wari (Oakland Rodman y Cassman
1995; Oakland Rodman y Fernández 2001).
Otras novedades importantes de la arquitectura
defensiva Recuay fueron las grandes paredes
perimetrales, trincheras o fosas amuralladas, los
accesos limitados y las zanjas laterales de arista.
La aglutinación generalizada de los asentamientos
Recuay fue probablemente el resultado de una
nueva postura defensiva.
Al igual que la textilería, la metalurgia Recuay
no está bien estudiada a pesar de la sofisticada técnica de los especímenes conocidos. Los metales eran
comúnmente usados como ofrendas de enterramiento.
Debido a relativa durabilidad, existen numerosos
ejemplos de metales Recuay en colecciones en Perú
y en todo el mundo. Ocasionalmente han sido documentados en contextos de excavación arqueológica
(Grieder 1978; Lau 2010a, 2011; Ponte 2001).
La fibra de camélido fue sin duda importante en
la cultura Recuay, y su transformación en materia
prima textil se evidencia a partir de abundantes
piruros en los asentamientos Recuay (Lau 2007).
Los textiles Recuay no son muy conocidos,
y el conjunto de fragmentos identificados es
pequeño, solo alrededor de una docena (ver Lau
2014b). Se sabe que unos pocos provienen de
sitios arqueológicos, pero la mayoría no tiene
procedencia. Su asociación con Recuay puede
estar basada en semejanzas estilísticas con las
imágenes de cerámica y escultura (Desrosiers
2014; Garaventa 1978; Lau 2014b; Manrique P.
1999; Oakland Rodman y Cassman 1995; Oakland
Rodman y Fernández 2001; Porter 1992). Los
pocos casos, sin embargo, muestran que los grupos
Recuay eran tejedores altamente especializados.
Las técnicas incluyen tejidos planos, telas y
tapices triples. El material de hilado preferido fue
el algodón, la fibra de camélido y combinación
de ambos. Varios de los textiles Recuay más
elaborados emplearon tramas y urdimbres de fibra
de camélidos entrelazados, utilizando un amplio
telar, lo que posiblemente requirió la colaboración
de tejedores en parejas. Algunos tejidos eran de
dos capas, donde a menudo, las tramas solían
Los motivos y diseños son característicos
Recuay. Estos ponen énfasis en las criaturas míticas
como el felino de perfil, la serpiente, los felinos
bicéfalos, las cabezas frontales con cuatro apéndices
y los cóndores (véase la discusión de imágenes y
religión Recuay más adelante).
Los Recuay utilizaron los metales como
herramientas y ornamentos personales. Sus implementos incluyen hachas, cuchillos, punzones
pequeños y porras, aunque es bastante raro hallar
estos objetos en los sitios Recuay, lo que sugiere que
no eran de uso general o doméstico. Más bien, es
probable que sirvieran como objetos de prestigio o
herramientas de gente altamente especializada. Los
punzones, por ejemplo, pueden haber sido usados
para hacer láminas de metal (por persecución o repujado), mientras que las cabezas de porra habrían
servido como armas visualmente impresionantes.
Las porras de cobre pueden tener forma de estrella,
mientras que en otros casos, especialmente en Conchucos, hacían uso del metal fundido para hacer
tubos estriados (Wegner, 2000). Se presume que todas
las cabezas de porra se unieron a mangos de madera.
Los artículos de metal Recuay más comunes fueron los tupus (agujas para sujetar la ropa). También
se ha reportado tocados frontales, orejeras, así como
pequeños discos repujados, martillados o laminados
(Herrera 2005; Wegner 1988). La metalurgia Recuay
empleó dos técnicas, de martillado y de fundición.
216
La cultura Recuay: un breve ensayo
Los metales típicos eran de cobre y aleaciones de
cobre, y ocasionalmente plata y oro.
El corpus de tupus muestra una gran diversidad
formal, lo que sugiere una variabilidad estilística
temporal y regional. Dada la importancia de los
textiles en los Andes, como signos de identidad y
el estatus social, el hecho de “fijar” las prendas de
la persona debe haber sido muy significativo. Esto
a menudo se realizaba a través de estas agujas de
metal, y no es de extrañar que algunas sean muy
elaboradas. Una vez fijadas las prendas de vestir,
los extremos afilados de los tupus apuntan hacia la
parte posterior, mientras que las cabezas se orientan
hacia la parte delantera. Existen varios tipos de tupus. Un tipo presenta la cabeza aplanada, como un
clavo, y era muy común. En ocasiones las cabezas
de los tupus cuentan con figuras modeladas (Fig. 3).
A veces el pasador, o parte larga, era ligeramente
amplia, aplanada y perforada cerca de la cabeza,
presumiblemente para enhebrar cuerdas u otro material que se sujetaba al pasador, o para ser colgado
como un recuerdo. A veces, cerca de la cabeza se
aprecian incisiones paralelas de poca profundidad,
las que tal vez ayudaron a proporcionar mejor
agarre a los hilos.
También hubo formas alternativas de tupus.
Algunos cuentan con el eje divergente en dos
bordes de curling anchorlike. Otro tipo cuenta con
el remate con una vista desde arriba de las cabezas
triangulares. Un tipo más común presenta cabezas
cónicas hechas de fundición, muy probablemente
proveniente del proceso de la cera perdida
(Velarde y Castro de la Mata 2010). Otros modelos
frecuentes son aquellos con cabezas cónicas
ligeramente ahusadas, con la parte superior y los
lados que ofrecen yeso o las imágenes grabadas. A
veces el borde superior puede presentar pequeñas
prominencias planteadas, como festoneado o
almenas en todo el borde de la llanta. Algunas
cabezas cónicas trabajadas con metal fundido
son huecas, también se encontraron cabezas con
imágenes de sus más importantes seres míticos
como cabezas de felinos, serpientes bicéfalas
entrelazadas o cabezas antropomorfas incluyendo
el frontal de la cabeza (y anexos); algunos pines
tienen ejes curvados.
La escultura en piedra es otro de los principales
soportes de la cultura material fina Recuay. Los
Recuay eran herederos de una larga tradición de talla
en piedra en la región de Ancash, que se hizo famosa
durante el Formativo, sobre todo a partir de las obras
halladas en Chavín de Huántar. Sin embargo, la talla
en piedra Recuay siguió muy poco las formas o
significados Chavín. La principal diferencia fue en
el contexto social. Muchas esculturas Chavín eran
imágenes de culto que representaban divinidades
principales (personajes parte zoomorfos y parte
humanos), que fueron significativas para una
religión proselitista de escala regional, destinada
a atraer una amplia audiencia. La mayoría de
los monolitos Recuay, por su parte, representan
valorados progenitores o ancestros. Sus respectivas
comunidades rituales eran por lo general grupos
insulares bastante pequeños, tal vez compuestos de
decenas a varios cientos de personas.
La escultura en piedra Recuay se encuentra
típicamente en dos tipos de edificios principales:
estructuras funerarias y contextos residenciales. Las
esculturas fueron instaladas en edificios o espacios
reservados para su veneración. De ahí que las pocas
esculturas Recuay halladas en contexto han estado
en mausoleos de tipo chullpa o en viviendas de alto
estatus. En cierto sentido, estas funciones se superponen de manera efectiva, ya que tanto mausoleos
como viviendas son realizaciones materiales de
“casas” —entendidas como unidades y colectivos
sociales definidos por los antepasados (Lau 2010c
2011). Además, las estructuras Recuay (casas,
pasadizos, galerías) fueron ocasionalmente selladas
y transformadas en tumbas, una práctica muy antigua en la región de Ancash (Bennett 1944; Bonnier
2007; Grieder, et al. 1988; Lumbreras 2007).
La producción escultórica Recuay se caracteriza
por cinco formas primarias: lajas horizontales, lajas verticales, paneles rectangulares (a manera de
placas), estatuas erigidas y cabezas trofeo. Por lo
general representan figuras antropomorfas o zoomorfas individuales, aunque en ocasiones pueden
presentar varias imágenes en interacción (por
ejemplo, aves picoteando cabezas humanas, figuras
centrales flanqueadas por felinos de perfil). Además,
algunos bloques esculpidos fueron utilizados como
ornamentos arquitectónicos, tal como cornisas
George Lau
estrechas, molduras de piedra y placas con diseños
geométricos. Otros bloques fueron tallados como
tableros de piedra con pequeños compartimentos,
los que probablemente se traten de formas antiguas
de “juegos de mesa” (Lau 2015a; Smith 1977;
Wegner 2000).
Los talladores Recuay trabajaron por lo general
en estilo de bajorrelieve, que combina la incisión
y la reducción del núcleo original creando figuras
relativamente planas (Fig. 4). Las lajas verticales
presentan a menudo figuras humanas y se limitan a
la representación frontal y extendidas, mientras que
las estatuas erigidas pueden ser trabajadas en curvas
mostrando figuras sentadas o de pie. Los paneles
rectangulares suelen mostrar figuras más pequeñas como felinos de perfil. Las lajas horizontales
suelen presentar una escena con una figura central
(una figura humana frontal flanqueada por felinos
de perfil) o una criatura bicéfala. Las esculturas
espigadas, por su parte, casi siempre presentan cabezas de felinos o guerreros humanos. Al igual que
sus predecesores Chavín, estos fueron sostenidos
mediante apuntalamientos en los lados posteriores.
En general, los grupos Recuay hicieron grandes
avances e innovaciones culturales y tecnológicas.
La cultura material Recuay de élite fue una de las
más sofisticadas y representativas de su tiempo,
sobre todo los textiles, talla en piedra, mampostería
y metalurgia. Gran parte de la producción de cultura
material fina —que constituye el arte corporativo
Recuay— era para satisfacer las demandas de los
grupos cada vez más exitosos y poderosos de la
sociedad (Lau 2011). Los líderes y nobles utilizaron
materiales portátiles y monumentales en sus prácticas de distinción social (generosidad, prácticas
funerarias, ceremonias ostentosas e intercambio).
POBLACIÓN Y ASENTAMIENTOS
No se sabe mucho acerca de los orígenes del
pueblo Recuay. Los primeros componentes de esta
tradición cultural emergieron rápidamente después
de la desaparición de Chavín. Dadas las grandes
diferencias entre los estilos Recuay y Chavín, así
como la división con los grupos tempranos Recuay
(Huaras) en el sitio de Chavín, parece razonable
217
pensar que los Recuay no eran necesariamente
descendientes de las poblaciones Chavín. Las semejanzas culturales entre la cerámica Recuay (por
ejemplo Huaras) y los estilos Moche, Gallinazo,
Salinar y Vicús, sugieren interacciones importantes
(Lau 2004b; Makowski y Rucabado 2000). Se
observan semejanzas en las imágenes así como en
los procedimientos técnicos de su fabricación (por
ejemplo la pintura ‘resistente’, textiles, fundición
de metales). Sin embargo, no está claro si esto fue
el resultado de un grupo común de personas, de
los movimientos demográficos, de la interacción
estilística, o fue la combinación de varios factores.
Aunque hay varios contextos funerarios muy
conocidos, actualmente carecemos de un perfil bioarqueológico integral de las poblaciones Recuay. Es
probable que se deba, a que los grupos de Recuay,
frecuentemente momificaban a sus muertos para
finalmente ubicarlos en mausoleos. El tratamiento
fúnebre consistía en dejar el cuerpo a la intemperie
dentro del espacio de la tumba, lo que hacía que el
material osteológico sea mucho más susceptibles
a plagas y otros elementos/procesos destructivos.
Las prácticas residenciales de los grupos Huaras
son las más conocidas, ello a partir de los patrones
de reocupación de Chavín de Huántar después del
Formativo. Profanaron el templo mediante la construcción de edificios y enterraron personas directamente en los espacios rituales, así como reusaron
los monolitos esculpidos como relleno y piedras de
construcción de paredes comunes. Excavaciones
en el sitio también reportaron pequeñas casas temporales sencillas construidas en la plaza circular
hundida (Gonzáles Moreno 2012; Lumbreras 1974,
1977, 2007). Esta nueva comunidad, ubicada hacia
las paredes del templo, se extendió hacia las orillas del
río Mosna. También se han documentado extensas
ocupaciones Huaras y Recuay al norte de los templos principales. Curiosamente, algunos edificios de
reocupación Huaras son mucho más elaborados que
aquellos de la Plaza Circular (Rick 2012: 137-145).
Sitios residenciales del periodo Huaras han sido reportados en otras áreas de Conchucos (Diessl 2004;
Ibarra 2009) y el Callejón de Huaylas (Burguer
1978; Ponte 1999a). Las viviendas estaban fuertemente aglutinadas; compartían paredes de piedra
218
La cultura Recuay: un breve ensayo
y contaban con cámaras pequeñas, generalmente
rectangulares, con una entrada principal y pequeñas
banquetas o áreas elevadas probablemente usadas
con fines de almacenamiento y descanso. La mayoría de las paredes parecen haber sido construcciones
bastante prácticas. Las viviendas fueron construidas
una encima de otra, rellenando los ambientes más
antiguos y usando piedras de edificios precedentes.
Mientras que los enterramientos del
Formativo Temprano son bastante singulares, los
enterramientos Huaras son bastante comunes. Entre
los más conocidos tenemos los enterramientos en
Chavín de Huántar (Bennett 1944; Tello 1960),
en las afueras de Huaraz (Bennett 1944), y sitios
en la región minera de Pierina (Ponte 1999a). Los
entierros eran bastante modestos. Las poblaciones
Huaras usaron generalmente cámaras funerarias
pequeñas consistentes en un hoyo o depresión
excavado en el suelo o lecho de roca blanda. A
menudo presentan cubiertas de piedras alineadas
subsecuentemente recubiertas por grandes lajas
planas. Las cuevas fueron a veces utilizadas para
fines funerarios (Lynch 1980).
Es notable que los grupos de tradición Recuay
rechazaran en gran medida la mayoría de las formas
arquitectónicas Chavín. Durante el periodo Intermedio Temprano, las pirámides de plataformas,
plazas hundidas, la organización axial, las columnas, grandes entradas y las extensiones laterales,
se hicieron significativamente menos populares o
desaparecieron por completo.
Las comunidades Huaras comenzaron a construir plazas a manera de recintos amurallados encima
de las cumbres. En Queyash Alto (por encima de
Carhuaz) los grupos locales amurallaron el área en
torno a una plaza al aire libre, aproximadamente 20
m x 30 m, en la base de un pequeño montículo. Las
excavaciones al interior reportaron restos de cuencos de estilo Huaras, abundantes restos de animales
y zampoñas. En base a esta evidencia se argumenta
que este espacio se utilizó para grandes fiestas y
grandes rituales, en gran medida con el objetivo de
acrecentar el prestigio de las familias y líderes que
suministran la comida y bebida. Queyash Alto es
uno de los ejemplos documentados más tempranos
de mano de obra festiva en la sierra de Ancash, una
práctica que se volvería común, donde los líderes de
los grupos o linajes (p. ej. ayllu) patrocinaban fiestas
para obtener relaciones de obligación que ayuden
a consolidar su poder y para acumular riqueza y
capital social (Gero 1991, 1992).
Otro importante patrón que surgió a principios
de la tradición Recuay fue un creciente énfasis en la
defensa. El horizonte Chavín fue una época caracterizada por una relativa paz y estabilidad. Durante
los últimos siglos a.C., las poblaciones comenzaron
en gran medida a agruparse en asentamientos nucleados, construyendo estructuras defensivas (paredes
perimetrales, parapetos, trincheras) y acumulando
armas (cabezas de porras, piedras para hondas).
Asimismo, la gente comenzó a vivir en zonas altas,
más defendibles, un patrón común en la sierra de
Ancash y en muchas partes de los Andes centrales
(Brown Vega 2009; Chamussy 2009; Daggett 1985;
Ghezzi 2008; Ikehara 2015; Lau 2011; Tema y tema
1978; Topic y Topic 1982; Wilson 1987). Las cimas
tenían puntos de vista estratégicos orientados a las
áreas circundantes, principalmente para protegerse
contra ataques e incursiones de grupos foráneos.
A menudo establecieron sus viviendas cerca
de los límites superiores de tierras cultivables,
por lo general en lo alto de colinas rocosas. Esta
elevada ubicación permite un fácil acceso a las
zonas altas de la puna, ideales para el pastoreo de
camélidos, y al mismo tiempo estar cerca de las
tierras para cultivo de productos de gran altitud,
tales como tubérculos y frijoles. Esta alta ubicación
fue también estratégica, pues permitía tener una
vista preferencial del paisaje circundante con fines
defensivos (Tello 1929: 29-30).
En la vivienda residencial, desde Recuay
Temprano en adelante, hubo un creciente énfasis
en compuestos multifamiliares grandes (Lau
2010c). Desde el Recuay Temprano en adelante
hubo un creciente énfasis en grandes conjuntos
multifamiliares residenciales (Lau 2010c).
Las viviendas individuales comenzaron a compartir paredes y un patio central, lo que sugiere grupos domésticos más grandes viviendo y trabajando
en comunidad. Es probable que esta nucleación
George Lau
219
Fig. 4. Monolito de piedra tallada mostrando escena de tres aves de perfil, probablemente cóndores, picoteando una
cabeza humana. Museo Arqueológico de Cabana (foto del autor).
también se aplicara a grupos de edificios con el
fin de proporcionar un mayor grado de seguridad.
Durante el Recuay Medio, en su apogeo cultural,
los asentamientos aumentaron a lo largo de la sierra
de Ancash, y muchas regiones fueron ocupadas por
primera vez por grupos Recuay. Los más exitosos
dieron lugar a grandes centros regionales, especialmente con drenajes adecuados para la producción
de agro-pastoral. Los más conocidos son Pashash
(Cabana) y Yayno (Pomabamba), no obstante
hay muchos asentamientos menos conocidos, la
mayoría de los cuales son similares en tamaño y
elaboración, y que han sido poco estudiados. En el
futuro, es casi seguro que se volverá a escribir la
historia geopolítica Recuay.
Pashash creció a lo largo de una cresta larga
y empinada. Los sectores más conocidos del
sitio fueron explorados en la década de 1970, y
las excavaciones documentaron una ocupación
importante con enterramientos de alto estatus y
arquitectura monumental. Pashash era un centro
cívico-ceremonial significativo, donde se llevaron
a cabo prácticas funerarias intensivas en la cima
de un recinto amurallado elevado conocido como
La Capilla. Las murallas defensivas, a manera de
bastión, defendieron ambos lados de la cresta que
conduce a La Capilla. Estas fueron las principales
construcciones, de unos 15 m de altura y 30 m
de ancho, construidas con mampostería wankapachilla. En la cima de La Capilla existe una serie de
habitaciones cuadrangulares con vestíbulos, aunque
su diseño no es del todo claro porque gran parte de
la colina está en muy mal estado de conservación.
Hay evidencia de muros y áreas de rellenos dentro
de las construcciones exteriores, lo que sugiere
la existencia de fases anteriores a la construcción
monumental. En Pashash, los edificios estaban
adornados con esculturas de piedra muy fina.
220
La cultura Recuay: un breve ensayo
Fig. 5. Vista de un conjunto residencial amurallado en Yayno. Las excavaciones reportaron abundantes desechos
domésticos dentro de las estructuras (foto del autor).
El otro gran centro de Recuay estudiado
es Yayno (4150 msnm), cerca de Pomabamba
(Apolín G. 2009; Lau 2010b, c). A diferencia de
los edificios funerarios de Pashash, la arquitectura
monumental de Yayno consistía principalmente en
grandes complejos residenciales amurallados (Fig.
5). La mayoría de sus muertos fueron enterrados
en otro lugar, probablemente, en las faldas fuera
del sector monumental y en los acantilados al
noroeste. Muchos conjuntos eran de planta circular
y cuadrangular, algunos de los más grandes y mejor
logrados presentan varias plantas, obras de drenaje,
cantería muy elaborada y escaleras monumentales.
Cada compuesto contó con un patio interior abierto,
que era el centro de la vida social de los habitantes,
rodeado de una serie de habitaciones exteriores
techadas, que eran utilizadas para actividades
residenciales (descanso, almacenamiento, cocina).
Quizás el aspecto más notable de Yayno es su
ubicación singular y orientación defensiva, con
profundas zanjas perimetrales, muros altos, con
formas aglutinadas compactas y el perfil a manera
de ‘capas de pastel’. La evidencia arquitectónica
de Yayno y su localización indican que hubo una
creciente preocupación por amotinamientos y
conflictos internos.
A diferencia de Chavín, la cultura Recuay puso
gran énfasis en la construcción de estructuras
funerarias. Los Recuay enterraron a sus muertos
principalmente en espacios subterráneos, ya sea bajo
grandes rocas o en cámaras y galerías subterráneas
especialmente dedicadas a la veneración de
ancestros (DeLeonardis y Lau 2004; Gamboa
George Lau
2009; Lau 2000, 2002, 2011; Ponte 2006). Las
prácticas tempranas eran, en general, bastante
modestas: los entierros se colocaban en cistas de
piedra, que eran pequeños huecos bajo grandes
rocas. Las excavaciones en los alrededores de
Huaraz encuentran con frecuencia tumbas modestas
asociadas al Recuay Temprano (Bennett 1944;
Ponte 1999a, b, 2001).
Las prácticas posteriores experimentaron
un aumento de las grandes estructuras con
múltiples cámaras, a veces en forma de galerías y
compartimentos de cripta. Los más conocidos son
los de Roko Amá y Jancu (Tello 1929; Wegner
1994), a los que se accedía a través de pasadizos
o galerías. Estas también pueden tener un pequeño
espacio de entrada o antecámara que conduce a la
cámara principal. Se encontraron ofrendas en estos
espacios (Lau 2002, 2010a; Ponte 1999b). Muchas
tumbas fueron techadas con grandes lajas de piedra,
o fueron protegidas en cuevas y abrigos rocosos, lo
que sugiere una fuerte asociación entre la piedra,
los espacios confinados y los antepasados. Esto
tiene particular consistencia con los sistemas de
creencias andinas, con los ancestros y el pasado,
caracterizados en las cualidades y procesos de
litificacion (Duviols 1977, 1979; Lau 2015b;
Salomon 1998).
Por último, las prácticas tardías incorporan el
uso de mausoleos sobre el suelo o chullpas. Estos
edificios son generalmente de planta rectangular,
con una o más cámaras interiores para mantener
los fardos de los ancestros. A la mayoría de
chullpas se accedía a través de una sola puerta de
entrada pequeña, y fueron techadas con grandes
lajas voladizas. La mayoría son estructuras
relativamente pequeñas (alrededor de 2-4 m de
lado). Sin embargo, algunas eran muy grandes
(aproximadamente 15 m de largo), y tienen
múltiples compartimientos, drenajes, plataformas
elevadas y zonas de ventilación. Algunas tienen
más de veinte compartimientos interiores, utilizados
para entierros, ofrendas y el almacenamiento de
obras artísticas rituales. Algunos de los sitios con las
chullpas más tempranas (por ejemplo, Chinchawas,
Antajirca, Pueblo Viejo – Caraz – Ichik Wilkawain)
son Recuay Tardío, y fueron ocupados antes y
221
durante el Horizonte Medio, el periodo del Estado
Wari. Hacia el 800 d.C., el uso de chullpas desplazó
muchas de las prácticas de tumbas subterráneas
precedentes asociadas con la tradición Recuay.
MANEJO Y TRANSFORMACIÓN DEL
TERRITORIO
Las prácticas económicas de los grupos Recuay
probablemente siguieron los patrones tradicionales
andinos (agricultura, ganadería e intercambio), no
obstante, hay pocos casos específicos de uso de la
tierra e interacciones humano-ambientales. Aunque
las prácticas de subsistencia deben haber sido de
suma importancia, en la actualidad hay relativamente pocos datos sobre la variabilidad regional.
El pastoreo de camélidos era una actividad
crucial para los Recuay. Los asentamientos fueron
ubicados no solo para aprovechar los pastizales de
gran altitud (discutido anteriormente). En muchos
sitios Recuay, las investigaciones han encontrado
abundantes piruros que indican una significativa
preocupación por el procesamiento de la fibra del
pelo de camélidos en hilo. Estos fueron utilizados
en los textiles locales; las bolas de hilo habrían
sido un elemento fundamental de comercio, al ser
intercambiado por recursos de las comunidades
que habitaban zonas de menos altitud (alimentos
marinos, sal, frutas, coca).
Por último, muchos sitios Recuay revelan
abundante evidencia osteológica de consumo de
camélidos, tanto en contextos domésticos como
en banquetes públicos (Lau 2007). Los conjuntos
domésticos tienden a mostrar una alta conservación
de huesos fragmentados, probablemente resultado
de quemas, o ruptura de huesos largos para extraer
el tuétano. Mientras tanto, los restos de festines
presentan mayores cantidades de huesos enteros,
que pueden atribuirse al uso de mayores recortes
durante los banquetes, a su preparación hervida
y descarte relativamente rápido y sin mucha alteración tafonómica posterior.
Los restos de animales asociados con los sitios
Recuay indican una gran dependencia de la carne
de camélidos, que representa la mayor proporción
de muestras (por lo general alrededor del 75% y
222
La cultura Recuay: un breve ensayo
superior en términos de muestras individuales o
por peso de la carne utilizable). Este porcentaje
se complementa con las proporciones variables
de ciervos, cuyes, aves y quizás perros (Lau 2007;
Rofes 1999; Sawyer 1985).
Las imágenes en la cerámica también revelan el
papel fundamental de la economía de camélidos.
Mientras que las imágenes de Chavín raramente
representan animales domésticos, en Recuay los
camélidos fueron representados regularmente. Los
camélidos se muestran guiados por cuerdas, de
pie, junto a hombres bien ataviados, estos últimos
a veces tocando flautas o desfilando con armas.
Estas imágenes muy probablemente retratan la
presentación pública y el sacrificio de camélidos.
En los Andes, la matanza de camélidos durante
las reuniones festivas era el derecho y el deber de
líderes señores, quienes transaban con comida y
bebida (a los huéspedes) las obligaciones laborales
extras. Es así que las imágenes no retratan una
escena pastoril, sino un aspecto crítico de la
economía política y un elemento fundamental del
liderazgo. Ellos surgieron debido al nuevo estatus
que adquirieron los camélidos como una forma
de riqueza, cuyo control y visualización eran
absolutamente crucial en la ideología de las élites
emergentes (Gero 1999).
Otras dimensiones de la subsistencia y economía
de intercambio Recuay están menos estudiadas.
Los sitios Recuay están ubicados en las zonas
altas ideales para la agricultura de altura (2500 a
3800 msnm), así como cerca de las extensiones de
tierras de cultivo (Lau 2010c, 2011). Las tierras de
mayor elevación habrían sido ideales para el cultivo
de papas, otros tubérculos, cereales y legumbres
(cultivos resistentes al frío), mientras que las áreas
inferiores más cálidas eran ideales para el cultivo
del maíz, palta, ají y otras frutas.
Las poblaciones Recuay construyeron canales
de riego y reservorios para recoger y almacenar
agua (Bueno M. 1989; Grieder 1978) y corrales
para camélidos (Lau 2007). En los sitios Recuay, las
piedras para moler maíz y otros cultivos, así como
el arado de pie y trituradores, indican una fuerte
dependencia de la agricultura y sus productos. Sin
embargo, hay pocos estudios publicados de muestras arqueo-botánicas.
ARTES, COSTUMBRES Y CREENCIAS
La rica cultura material Recuay ha sido objeto de considerables estudios, los que muchas
veces se centran en su iconografía y significado
cosmológico. Los artesanos vieron sus productos
como lienzos para ubicar imágenes y diseños que
eran el núcleo de las creencias religiosas y prácticas
ceremoniales Recuay.
En la medida en que podemos discernir entre la
arqueología y la comparación histórica, la religión
Recuay era animista, en el sentido de percibir un
paisaje sagrado en el que el bienestar y las fuerzas
vitalizadoras se manifestaban a través de diferentes
tipos de seres físicos, cosas, lugares y procesos.
Los seres sobrenaturales tenían poderes para alterar
estos flujos, tanto positiva como perjudicialmente.
Así, la religión también era panteísta: asumimos
que las divinidades principales estaban asociadas
con las fuerzas naturales, como los rayos, la lluvia,
terremotos, transformaciones y cambios. Los otros
tipos principales de seres sobrenaturales eran ancestros humanos en forma de cadáveres enfardelados
y sus diversas variantes.
Los principales medios de difusión del estilo
(ollas, edificios, esculturas, textiles) formaban
parte de la performance política de los jefes y
sus relaciones cercanas, especialmente durante
los rituales festivo-corporativos. Sabemos de
esto gracias principalmente a las comparaciones
etnohistóricas (Arriaga 1999; Hernández Príncipe
1923) y a través de las vasijas con múltiples figuras
del arte Recuay, que representan actividades
muchas veces relacionadas con la veneración
de los antepasados. Muchos objetos de estilo
Recuay forman parte de los mecanismos de
ostentación y devoción que implican estas prácticas:
adornos personales, objetos de culto, reliquias,
ofrendas e instrumentos especiales. Estos cultos
se especializaron en actividades en las que se
pedía a los ancestros mejorar la fertilidad local.
Esto se combinaba con otros tipos de presentes:
libaciones, comida, canciones y otras actividades
George Lau
públicas. Los rituales, atuendos y ofrendas dadas a
los antepasados buscaban activar su capacidad para
proporcionar bienestar a la comunidad (Allen 1982;
Gose 2006; Salomon 1991; Sillar 1996).
Como es típico en las sociedades amerindias,
es imposible trazar una línea clara entre la religión
y la política. Esto es muy evidente en las escenas
con múltiples figuras de la cerámica Recuay, que
enfatizan la celebración de los líderes por parte
de los asistentes, que probablemente guardan
relaciones de parentesco. Sin duda se trata de
vasijas utilizadas en ceremonias para libación,
bebida y ofrendas. No obstante, parecen también
haber servido como documentos y directrices para
rituales que transmitían la autoridad de los líderes,
así como la lógica y protocolo de su veneración. Las
figuras masculinas, en cierto sentido, eran ancestros
incipientes, extensiones terrestres de progenitores
estimados; su demanda (a través del arte y los
rituales) era crear de manera continua una relación
de vida lo más inextricable e inalienable posible.
Es así cómo lo secular y lo sagrado se fusionada
en el arte Recuay.
Las imágenes Recuay se pueden dividir en dos
categorías principales. La primera corresponde a
los objetos que presentan imágenes de seres humanos, por lo general hombres, aunque también
mujeres, y ocasionalmente animales. Estas son las
figuras que participan en actividades que expresan
explícitamente los privilegios y estatus de tales
figuras. La segunda categoría comprende aquellas
imágenes que tienen que ver con la cosmovisión
de los grupos Recuay, imágenes que en otro lugar
he llamado “figuras icónicas”. Éstas comprenden
básicamente lo que podría ser visto como el panteón
de los grupos Recuay. A diferencia de los diversos y
grandes panteones y seres sobrenaturales vistos en
culturas coetáneas como Nasca y Moche, la gama
de seres sobrenaturales en las imágenes Recuay
es más restringida (Grieder 1978; Lau 2011; Makowski y Rucabado 2000; Wegner 2011). Juntas,
las dos categorías de imágenes fueron parte de la
gran innovación ideológica de la cultura Recuay:
el arte buscaba atribuir una identidad de élite a
ciertos individuos Recuay, marcándolos con funciones, transformaciones corporales, afiliaciones y
223
símbolos de líderes especiales y un estatus ‘divino’
ancestral.
La representación de escenas figurativas humanas
no tiene precedentes en la prehistoria andina. Sin
embargo no se trata de actividades cotidianas de
la gente común, como por ejemplo el pastoreo, la
agricultura o cocina. Más bien, se representaron
escenas ‘codificadas’ que hablan de la vida y tiempo
—los ritos de paso— de individuos especiales. Estas
actividades señalan la naturaleza de su identidad y
refuerzan su condición de noble: banquetes donde
se ofrecen libaciones, presentación de camélidos,
música, encuentros sexuales entre una pareja noble.
Los diversos géneros de actividades eran esenciales
para hacer que la persona sea percibida como un
mandatario especial (Lau 2011). Fueron las primeras
biografías de los Andes.
Cabe señalar que los alfareros Recuay estilizaron la representación de mujeres y hombres con
atuendos muy distintivos en función a su género.
Los ropajes probablemente sirvieron como señales
explícitas de rango y género (Cromphout 2014;
Gero 1999; Reichert 1977; Velarde y Castro de la
Mata 2010). Las vestimentas y accesorios Recuay
denotan estados y prácticas de género altamente
convencionalizados.
La segunda categoría de imágenes Recuay consiste en ‘figuras icónicas’ (Lau 2011). Si la imagen
del arte Recuay era particularmente relevante para
las prácticas que se celebraban en honor a los
muertos y ancestros, las diversas figuras icónicas
se relacionan con el mundo de las transformaciones
de las personas en antepasados.
Una de las imágenes más importantes fue
una cabeza antropomórfica frontal con apéndices
(Hohmann 2003; Wegner 2011). A veces se le ha llamado ‘divinidad radiante’ (Makowski y Rucabado
2000: 200) o figura de ‘rostro circular frontal de
boca dentada’ (Hohmann 2003). Las cabezas frontales son generalmente las figuras más grandes,
y muy a menudo ocupan posiciones centrales en
composiciones clave, como en esculturas, textiles,
cerámica y piezas de metal. De las cabezas frontales
a menudo brotan apéndices, generalmente dos o
224
La cultura Recuay: un breve ensayo
cuatro, que rematan en cabezas de felino-serpiente.
A veces, especialmente en la escultura de piedra, las
cabezas frontales están siendo devoradas por aves
carroñeras (¿cóndores?) y felinos.
Las imágenes de cabeza frontal se usan con frecuencia, como por ejemplo en los tocados frontales,
pectorales o en túnicas. Asimismo, parece probable
que en caso de desgaste, la imagen marcaba al
portador como la ‘cabeza’ mediadora central del
grupo. Esto es consistente con recientes interpretaciones sobre la naturaleza esencialmente politizada
de las representaciones de cabezas en los Andes,
especialmente las cabezas sin cuerpo (Arnold y
Hastorf 2008).
Las imágenes de felino-serpiente también fueron
cruciales en el arte Recuay. Hay una gran variedad
de formas, y es evidente que la mayoría no son
simplemente felinos o serpientes, pues a menudo
combinan aspectos de los dos, o tienen capacidades
proteicas. Con frecuencia fueron utilizadas por los
artesanos Recuay como formas auxiliares, como
extensiones para marcar el estado sobrenatural
de una figura (Lau 2011: 207-212). En otro lugar
he argumentado que estos están relacionados con
el concepto Inca de “Amaru” (Lau 2011) —criaturas míticas asociadas con tiempos de tumulto,
transición e irrupción de un pasado mítico, que es
posible a través del ritual en grupo (Rostworowski
1988; Urton 1996, 1999). Teniendo en cuenta que
la mayor parte del arte Recuay se dedicó a las prácticas funerarias de alto estatus y a la veneración de
los ancestros, la representación de ‘amarus’ parece
especialmente consistente debido a su asociación
con el cambio, el regreso al orden y la renovación.
El horror vacui en algunos soportes Recuay,
como los textiles, llevó a los tejedores a rellenar las
composiciones con una gama de formas felinas y/o
de serpientes (Levillier 1926: Lam. A). Lenguas,
crestas de cabeza, colas y las extremidades, son
elementos que se transforman en otros apéndices.
Algunos tienen una sola cabeza, mientras que otros
son de dos puntas; algunas figuras no tienen patas,
y tienen cuerpos serpentiformes, mientras que de
otras brotan ramas y garras.
Algunos de los felinos-serpientes representan
el ‘animal con cresta’, tal vez el motivo Recuay
más conocido. Esta criatura, vista de perfil, por lo
general representa un animal sentado o rampante,
con las garras extendidas, y a menudo tiene la cola
curva y levantada. También cuenta con un apéndice,
o cresta, que sale de su cabeza. El apéndice puede
terminar en otra cabeza de felino-serpiente, o repite
remates circulares.
Una variante distintiva de las imágenes de
felino-serpiente es un ser bicéfalo: una criatura
de dos cabezas y cuerpo alargado en forma de
serpiente. A veces, unos brazos cortos, piernas
y garras de perfil se extienden fuera del cuerpo.
El cuerpo o la parte posterior es ocasionalmente
mostrada elevada o ‘encorvada’. Una versión de la
criatura bicéfala se representa a veces ‘entrelazada’,
lo que tiene semejanzas con motivos similares en
el arte Mochica, Lima y de otras culturas andinas.
El diseño entrelazado es especialmente frecuente
en bandas estrechas usados por mujeres en las
representaciones de cerámica. Los seres bicéfalos
también existen en los textiles, y representan
cabezas tanto en vista cenital como en perfil. En
vez de otra divinidad o divinidades separadas, estas
criaturas pueden ser representaciones de los mismos
seres o seres relacionados (pero representados de
manera diferente) o figuras en diferentes etapas de
su estado morfológico y de transformación.
Otro tipo de figura icónica consta de criaturas
o aves carnívoras, probablemente cóndores y/o
halcones. Estos están representados en la cerámica,
escultura de piedra y textiles Recuay —a veces
los diseños son grandes por sí mismos, y a veces
se presentan como elementos auxiliares de otras
figuras de mayor tamaño. A diferencia de los seres
humanos y felinos, la mayoría de estas representaciones muestran las aves de perfil, y solo rara vez
frontalmente o desde una perspectiva cenital. Al
parecer, esto ayudó a enfatizar la forma curva de
los picos, la expansión de las plumas de las alas, y
sus garras (Fig. 4).
Muchas imágenes Recuay, están relacionadas al
proceso de comer y al surgimiento de apéndices.
Estas imágenes básicamente se vinculan con temas
comunes de muerte y regeneración. El énfasis está
George Lau
225
en la cabeza y su ‘oralidad’, como nexo, encuentros
y transformaciones inter-figuras; la ‘oralidad’,
por supuesto, es de gran importancia en el mundo
amerindio (Boas 1955; Lathrap 1985; LéviStrauss, 1983; Walens 1981). Las artes funerarias
Recuay, en general, destacaron la transformación,
especialmente efectuada mediante el consumo y los
procesos en y alrededor de las cabezas y bocas. Los
rituales mortuorios y las prácticas festivas Recuay
fueron, por lo tanto, vistas como algo que conducía
a la vida y bienestar.
ORGANIZACIÓN SOCIAL Y POLÍTICA
La mayor cobertura de investigaciones y nuevos
datos de las últimas décadas nos ayudan a teorizar
acerca de la organización social y geopolítica
Recuay con mayor precisión. Además, los estudios
complementarios sobre la rica etnohistoria de Ancash y regiones vecinas proporcionan información
comparativa importante para reconstruir la complejidad social Recuay (Espinoza Soriano 1978;
Varón Gabai 1980; Zuidema 1978; Zuloaga 2012).
Un modelo para la geopolítica Recuay fue
propuesto en la década de 1970 (Smith, 1978: 2638), con dos divisiones principales definidas por
los límites ecológicos regionales: (1) una zona sur
que se caracteriza por “agro-pastoralismo móvil”
en el Callejón de Huaylas y las cordilleras Blanca
y Negra, y (2) una zona norte basada en la “agricultura sedentaria circunscrita” en los fértiles valles
alrededor de Cabana. A pesar de que las imágenes
de camélidos es algo común en el área de Recuay
sur (aunque en gran medida ausente en el norte),
es consistente con la hipótesis que la mayoría de
investigadores acepta dada la abundante evidencia
que indica que los grupos Recuay de todo Ancash
tuvieron gran éxito tanto en la agricultura como en
el pastoreo. Ambas regiones, norte y sur, cuentan
con abundantes pastizales de altura para sostener
grandes rebaños, así como tierras bien regadas
para el cultivo intensivo. Por último, la mayoría
de comunidades Recuay, teniendo en cuenta sus
orientaciones defensivas, probablemente se circunscribían en términos de producción. Esto no se
limitaba al norte.
Fig. 6. Vasija Recuay mostrando a un líder sentado en una litera acompañado por otros personajes
masculinos. Colección del municipio de Pamparomas
(foto del autor).
Parece poco probable que los Recuay tuvieran
alguna vez un arreglo político que podríamos
identificar como un ‘Estado’, o incluso entidades
políticas duales basadas en el norte y sur. Hay poca
evidencia de indicadores clave de la presencia de
un Estado (ejércitos permanentes, administración
altamente centralizada, infraestructura burocrática,
estandarización de implementos y prácticas
contables, monumentos estatales, etc.). Igual de
importante es que hay pocos signos de integración
funcional entre los sitios Recuay. En general, los
materiales de estilo Recuay (cerámica, arquitectura
226
La cultura Recuay: un breve ensayo
y la escultura en piedra) demuestran una fuerte
variabilidad regional. Tomados en conjunto, la
mayoría de los centros Recuay se desarrollaron
en gran medida independientemente los unos de
los otros.
La mayor parte de la sierra de Ancash se caracterizó por formaciones sociales pequeñas y poco
centralizadas. Las comparaciones más conocidas
son del periodo Inka y los señoríos nativos de la
era colonial del norte-centro del Perú y norte de
los Andes, llamados señoríos o curacazgos (Cook
1977; Espinoza Soriano 1978; Julien 1993; Salomon 1986; Zuloaga 2012). A pesar de la importante
repercusión Inka y luego española que tuvieron en
la composición y descripción de la región, sabemos
que estas formas de organización se basaron en un
grupo de hogares sedentarios encabezados por una
élite noble y sus dependientes —aproximadamente
de 100 a 1000 personas (a veces llamados “ayllus”
o “parcialidades”).
Los “ayllu” eran unidades sociales segmentarias,
definidas en gran parte a partir de la coresidencialidad, el trabajo y las colectividades
rituales que descendían de ancestros comunes (Isbell
1997; Lau 2011). En ocasiones, estos formarían
unidades políticas más grandes, encabezadas por un
señor principal o curaca, que junto a los otros jefes
del ayllu conformaban una corte. Los segmentos
de este macro grupo se reunían en diferentes
circunstancias, en tiempos de guerra, intercambio
y ceremonias públicas.
Para fines arqueológicos, probablemente el
patrón de comportamiento fundamental de este tipo
de sociedades es el gran énfasis en el prestigio, la
desigualdad, la cultura material y las prácticas que
dieron forma a las distinciones sociales. En los
señoríos tradicionales andinos, la jerarquización
social iba a menudo mano a mano con la riqueza y
generosidad institucionalizadas. Éstas se asociaban
con una mayor capacidad para disponer de mano
de obra, las obligaciones y recursos de un grupo
familiar más grande, así como los bienes de prestigio adquiridos a través de una red de contactos e
intercambio prolongado. Estos tienen una serie de
consecuencias que son consistentes con el caso de
Recuay, y que difieren de los patrones observados
en periodos anteriores. En Recuay, la acumulación de riqueza y las prácticas de prestigio social
ocurrieron en pueblos y contextos residenciales,
más no en centros ceremoniales per se (como por
ejemplo en Chavín o Kuntur Wasi). Además, los
bienes de prestigio y alto estatus han sido encontrados principalmente en tumbas y en viviendas o
complejos residenciales. Es decir, los objetos de
prestigio eran obtenidos y distribuidos a nivel de
hogares y grupos corporativos, y eran nombrados
en contextos de veneración de ancestros y festines.
Lo primero enfatizaba la perpetuidad de la vivienda
mientras que lo segundo era acerca de la generosidad institucionalizada del anfitrión y el huésped
colectivo. Estos patrones son consistentes con las
descripciones etnohistóricas de las sociedades de
rango en los Andes.
Los señoríos y centros regionales Recuay surgieron solo en ciertas áreas. Los más conocidos
son Pashash y Yayno, así como centros adicionales
que probablemente surgieron en la quebrada Los
Cedros (Aukispukio), Caraz (Pueblo Viejo), Huaraz
y Katak (Roko Ama). Es casi seguro que futuras
investigaciones podrán identificar otros grandes
centros importantes, en las partes más remotas y
poco exploradas de la sierra de Ancash.
En general, el panorama político se compone
de una serie de grupos autónomos de menor escala
encabezados por sus propios líderes. Estos, sin
embargo, comparten elementos estilísticos Recuay,
especialmente la cerámica de caolín, arquitectura,
escultura en piedra, imágenes y prácticas funerarias.
En otros trabajos me refiero a este fenómeno como
un ‘Commonwealth’, un término provisional que es
más adecuado que otros términos que tienen otras
implicancias, como ‘Estado’, ‘confederación’ o
‘sociedad compleja’. Se trata esencialmente de dar
el paso previo a la adscripción social para lo que es,
en gran parte, una tradición variable y de largo plazo
de elementos culturales comunes en la cosmología
y prácticas rituales (Lau 2011: 14-17).
Una característica clave de los grupos de esta
Commonwealth, y una importante diferencia con
respecto a la precedente cultura Chavín, fue su
énfasis en la guerra abierta. Las imágenes Recuay
George Lau
muestran con frecuencia hombres bien ataviados
que posan con elementos militares (armas, escudos,
también bolsas de coca) o usan elementos distintivos, como cascos y tocados, y otros artículos,
presentando cabezas trofeo o manos. El otro aspecto
diagnóstico de esta ‘cultura de la guerra’ fue la gran
proliferación de asentamientos fortificados y arquitectura defensiva (Lau 2010b, 2011, 2014a). La
gran mayoría de asentamientos de la cultura Recuay
estaban fortificados, lo que sugiere, al parecer, una
época de inestabilidad. En tales contextos sociales
inestables, parece razonable creer que el liderazgo
en la guerra, así como la ideología de guerra, se
transformó en prestigio social y estatus (Clastres
1987; Redmond 1994; Salomon 1986).
La desigualdad social se infiere a partir de una
serie de características del registro arqueológico. En
primer lugar, en el mundo Recuay hubo jerarquías
de sitios en base a su tamaño, con sitios muy grandes
como Yayno y Pashash, en el centro de sitios
rodeados de pueblos más pequeños inmediatamente
adyacentes. Tanto Yayno como Pashash dominan
los sitios vecinos, tanto visualmente como en
términos de tamaño físico bruto. También, en
Yayno vemos variabilidad espacial dentro de los
complejos residenciales amurallados. Algunos,
claro, son de mayor tamaño y mayor elaboración
arquitectónica (Fig. 5), lo que indica que algunos
grupos corporativos tenían mejor y más éxito en la
administración de las labores que otros. Dicho de
otra manera, algunos grupos mostraban su riqueza
a través de una arquitectura monumental muy
ostentosa.
La diferenciación social también se pone de
manifiesto a través de la variabilidad de los entierros
(Gamboa 2009; Lau 2006, 2011; Ponte 2006). Algunos
entierros Recuay son de individuos de muy alto
estatus, tal vez miembros de familias nobles. Los
mejores ejemplos son los enterramientos lujosos en
Jancu, Pashash y, tal vez en un grado algo menor,
en Roko Ama (Grieder 1978; Wegner 1988). Estos
ejemplos muestran tumbas muy elaboradas (por lo
general cámaras múltiples con grandes lajas como
techo y mampostería muy fina del tipo wankapachilla). También recibieron abundantes ofrendas
de alta calidad, incluyendo elegantes trabajos en
227
metal, cerámica y objetos lapidarios. Las tumbas
coetáneas del nivel medio son ejemplificadas por
aquellas en las áreas adyacentes a Huaraz (Bennett
1944; Ponte 1999b, 2001) y el sector de La Banda/
Gaucho cerca de Chavín de Huántar (Gamboa
2010). Se caracterizan por tumbas y entierros
multi-cámara con algunas vasijas de lujo y piezas
metálicas, pero no siempre de la mejor calidad.
Por último, los entierros de bajo nivel son los más
comunes, y se caracterizan por pequeñas tumbas de
cámara, por lo general simples y poco elaboradas,
entierros en cista y osarios colectivos (Bennett
1944). Estos pueden tener una o un par de vasijas
de estilo Recuay, pero con tratamientos superficiales
relativamente modestos o mal ejecutados. Se
pueden encontrar objetos metálicos y otros bienes
de lujo, aunque muy rara vez.
Por último, en el arte figurativo Recuay existen
importantes convenciones iconográficas que indican
diferenciación social, o al menos un grupo de gente
privilegiada (Lau 2006, 2013). En primer lugar,
cuando hay varias figuras en una sola composición,
por lo general hay una única figura masculina que
es más grande en tamaño y/o lleva un atuendo
más elaborado. Además, la figura masculina está
a menudo en el centro del grupo, y las figuras
auxiliares son representadas como asistentes,
guerreros subordinados, deudos y/o veneradores.
Con frecuencia bailan alrededor o hacen libaciones
hacia la persona principal.
En algunas vasijas, la figura masculina está
siendo transportada en una litera o palanquín, o
debajo de una cubierta de protección sostenida por
los asistentes (Fig. 6). Todos estos casos sugieren
que, en el mundo Recuay, ciertas categorías de
personas tenían un mayor estatus y privilegios
especiales; en pocas palabras, algunos individuos de
la sociedad Recuay tenían mayor poder y autoridad
que otros. Esta expresión visual de diferenciación
social era otra importante innovación y diferencia
con respecto al periodo anterior, asociado con la
civilización Chavín.
CONCLUSIONES
A pesar de su temprano reconocimiento,
Recuay ha sido una de las culturas andinas menos
La cultura Recuay: un breve ensayo
228
estudiadas. Las investigaciones sistemáticas de
los últimos años han mejorado la comprensión
de la organización social, distribución espacial y
evolución cronológica de la cultura Recuay, así
como su cosmología ritual.
La cultura Recuay es crucial para la arqueología
andina porque muchas de las características
distintivas de las tradiciones de sierra se iniciaron
o han tenido manifestaciones muy tempranas en
la cultura Recuay. Algunas de éstas incluyen la
veneración de los ancestros (chullpas, libaciones
rituales), las ciudades fortificadas en las colinas,
los conceptos del más allá y acumulación de
riqueza, ofreciendo tradiciones y organización
social basada en los colectivos de ayllus y líderes
prestigiosos. Estos aspectos parecen ser precursores
de desarrollos posteriores, que son quizás los más
conocidos de la época Inka y documentados por los
primeros cronistas españoles.
Igual de importante, Recuay es una de las
pocas tradiciones culturales de la sierra que
representaron activamente formas humanas. A
diferencia de culturas previas y posteriores (por
ejemplo Chavín, Wari, Cajamarca, Inka), las artes
visuales estaban pobladas (y dominadas) por seres
humanos que interactúan en circunstancias más o
menos reales. Es cierto que en gran medida son
exhaustivas y altamente estilizadas, pero todas las
artes lo son. Las artes Recuay eran una nueva forma
de ideología política que resaltaba el prestigio de
los nobles emergentes y sus respectivos linajes.
También expresaron los valores fundamentales de
esta tradición cultural: superficies muy trabajadas
y ostentosas, transformaciones, manufactura fina y
conexión con mundos sobrenaturales. Es, de lejos,
la cultura prehispánica de la sierra más útil para
demostrar cómo las personas se veían a sí mismas
antes de la llegada de los españoles. Por lo tanto, la
cultura Recuay desempeña una función vital para la
interpretación (y evaluación crítica) de los modos
de vida ancestrales andinos.
BIBLIOGRAFÍA
ALLEN, Catherine J.
1982 Body and soul in Quechua thought. Journal of
Latin American Lore 8: 179-196.
AMAT, Hernán
2003 Huarás y Recuay en la secuencia cultural
del Callejón de Conchucos: Valle del Mosna. En
Arqueología de la Sierra de Ancash: Propuestas y
Perspectivas, editado por Bebel Ibarra, pp.97-120.
Instituto Cultural Runa, Lima.
APOLIN G., Donato (editor)
2009 Yayno: ciudad pre-Inka perdida en los Andes.
Gráfica Industrial Alarcón, Lima.
ARNOLD, Denise Y. y Christine A. HASTORF
2008 Heads of State: Icons, Power, and Politics in
the Ancient and Modern Andes. Left Coast Press,
Walnut Creek.
ARRIAGA, Pablo José de
1999 La extirpación de la idolatría en el Piru (1621).
Centro de Estudios Regionales “Bartolomé de Las
Casas”, Cuzco.
BENNETT, Wendell C.
1944 The North Highlands of Peru: Excavations in
the Callejón de Huaylas and at Chavín de Huántar.
Anthropological Papers of the American Museum
of Natural History 39(1), New York.
BOAS, Franz
1955 Primitive Art. Dover, New York.
BONNIER, Elisabeth
2007 Arquitectura precerámica en los Andes: la
tradición Mito. Instituto Francés de Estudios
Andinos, Lima.
BROWN VEGA, Margaret
2009 Conflict in the Early Horizon and Late
Intermediate Period: new dates from the fortress of
Acaray, Huaura valley, Perú. Current Anthropology
50: 255-266.
BUENO M., Alberto
1989 Arqueología de Ancash: nuevas perspectivas.
En Ancash: Historia y Cultura, editado por Alberto
Bueno M., pp.31-43. CONCYTEC, Lima.
BURGER, Richard L.
1978 Archeological investigations at Huaricoto,
George Lau
229
Ancash, Peru: 1978-1979. Research reports National Geographic Society 19: 119-127.
sa fonction dans les Andes préhispaniques. L’Homme
19: 7-31.
CHAMUSSY, Vincent
2009 Les débuts de la guerre institutionnalisée
dans l’Aire Andine Centrale: vers la formation
de l’État, du Formatif à la Période Intermédiaire
Ancienne (2000 av. J.-C-500 apr. J.-C.). British
Archaeological Reports, Oxford.
ESPINOZA SORIANO, Waldemar
1978 Huaraz: poder, sociedad y economía en los siglos
XV y XVI -- reflexiones en torno a las visitas de 1558,
1594 y 1712. Seminario de Historia Rural Andina,
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima.
CLASTRES, Pierre
1987 Society against the State: Essays in Political
Anthropology. Zone Books, New York.
COOK, Noble David
1977 La visita de los Conchucos por Cristóbal Ponce
de León, 1543. Historia y Cultura 10: 23-45.
CROMPHOUT, Alexandra
2014 Gender Archaeology in Ancient Peru: A Case
among the Recuay. PhD Thesis, Université Libre
de Bruxelles, Brussels.
DAGGETT, Richard E.
1985 The Early Horizon - Early Intermediate Period
transition: a view from the Nepeña and Virú Valleys.
En Recent Studies in Andean Prehistory and
Protohistory, editado por D. Peter Kvietok y Daniel
H. Sandweiss, pp.41-65. Cornell Latin American
Studies Program, Ithaca (NY).
DeLEONARDIS, Lisa y George F. LAU
2004 Life, death and ancestors. En Andean
Archaeology, editado por Helaine Silverman,
pp.77-115. Blackwell Publishers, Oxford.
DESROSIERS, Sophie
2014 Highland complementary-warp weaving and
the Lima Style in the Central Coast of Peru, ca.
200-650 C.E. Textile Society of America Symposium
Proceedings: Paper 917. (http://digitalcommons.
unl.edu/tsaconf/917).
DIESSL, Wilhelm
2004 Huantár-San Marcos-Chavín: sitios arqueológicos
en la sierra de Ancash. Instituto Cultural Runa, Lima.
DUVIOLS, Pierre
1977 Un symbolisme andin du double: la lithomorphose
de l’ancêtre. Actes du XLIIe Congrès International
des Américanistes (Paris) 4: 359-364.
1979 Un symbolisme de l’occupation, de l’aménagement
et de l’exploitation de l’espace: la monolithe ‘huanca’ et
FALCÓN, Victor y Patricia DÍAZ
1998 Representaciones líticas de Tinyash. Andesita
1: 57-64.
GAMBOA, Jorge A.
2009 Diversidad formal y cronológica de las prácticas
funerarias Recuay. Kullpi 2: 35-75.
2010 Proyecto de inventariado y análisis de
materiales del Proyecto Obras de Emergencia
Chavín 2003 (PIAM-POECH), Valle de Mosna,
Departamento de Ancash. Reporte presentado a
Ministerio de Cultura del Perú.
GARAVENTA, Donna M.
1978 Peruvian Textiles: textiles from Lowie Museum
of Anthropology and California Academy of
Sciences. Pacific Discovery 31: 21-26.
GERO, Joan M.
1991 Who experienced what in prehistory? A
narrative explanation from Queyash, Peru. En
Processual and Postprocessual Archaeologies:
Multiple Ways of Knowing the Past, editado
por Robert W. Preucel, pp.126-139. Center for
Archaeological Investigations, Southern Illinois
University, Occasional Paper No. 10, Carbondale.
1992 Feasts and females: gender ideology and political
meals in the Andes. Norwegian Archaeological
Review 25: 15-30.
1999 La iconografía Recuay y el estudio de género.
Gaceta Arqueológica Andina 25: 23-44.
GHEZZI, Ivan
2008 Los primeros tambores de la guerra. En Señores
de los reinos de la luna, editado por Krzysztof
Makowski, pp.39-53. Banco de Crédito, Lima.
GONZÁLES MORENO, Marino
2012 Chavín de Huántar: diario de campo de las
excavaciones de 1957 y 1958 Asociación Ancash
and Instituto Andino de Estudios Arqueológicos –
Sociales, Lima.
GOSE, Peter
2006 Mountains historicized: ancestors and landscape
230
La cultura Recuay: un breve ensayo
in the colonial Andes. En Kay Pacha: Cultivating
Earth and Water in the Andes, editado por Penelope
Dransart, pp.29-38. BAR International Series 1478,
Oxford.
KROEBER, A. L.
1944 Peruvian Archeology in 1942. Viking Fund
Publications in Anthropology 4, New York.
GRIEDER, Terence
1978 The Art and Archaeology of Pashash. University
of Texas Press, Austin.
LANNING, Edward P.
1965 Current research: highland South America.
American Antiquity 31: 139-140.
GRIEDER, Terence, Alberto BUENO, C. EARLE
SMITH JR. y Robert M. MALINA
1988 La Galgada, Peru: A Preceramic Culture in
Transition. University of Texas Press, Austin.
LATHRAP, Donald W.
1985 Jaws: the control of power in the early nuclear
American ceremonial center. En Early Ceremonial
Architecture in the Andes, editado por Christopher
B. Donnan, pp.241-267. Dumbarton Oaks,
Washington D.C.
HERNÁNDEZ PRÍNCIPE, Rodrigo
1923 Mitología andina - idolatrías en Recuay. Inca
1: 25-78.
HERRERA, Alexander
2005 Territory and Identity in the Pre-Columbian
Andes of Northern Peru. PhD Dissertation,
Cambridge University, Cambridge.
2008 Las kanchas circulares: espacios de interacción
sociales en la sierra norte del Peru. Boletín de
arqueología PUCP (2005) 9: 233-255.
HOHMANN, Carolina
2003 El rostro circular frontal de boca dentada en la
iconografía Recuay. Arqueológicas 26: 131-152.
IBARRA, Bebel (editor)
2003 Arqueología de la sierra de Ancash: propuestas
y perspectivas. Instituto Cultural Runa, Lima.
2009 Historia prehispánica de Huari: 3000 años de
historia desde Chavín hasta los Inkas. Instituto de
Estudios Huarinos, Huari.
IKEHARA, Hugo
2015 Leadership, Crisis and Political Change: The
End of the Formative Period in the Nepena Valley,
Peru. University of Pittsburgh, Ph.D. Dissertation.
Pittsburgh.
ISBELL, William H.
1997 Mummies and Mortuary Monuments: A
Postprocessual Prehistory of Central Andean Social
Organization. University of Texas Press, Austin.
JULIEN, Daniel G.
1993 Late pre-Inkaic ethnic groups in highland Peru:
an archaeological-ethnohistorical model of the
political geography of the Cajamarca region. Latin
American Antiquity 4: 246-273.
LAU, George F.
2000 Espacio ceremonial Recuay. In Los Dioses
del Antiguo Peru, edited by Krzysztof Makowski,
pp.178-197. Banco de Crédito, Lima.
2002 Feasting and ancestor veneration at Chinchawas,
North Highlands of Ancash, Peru. Latin American
Antiquity 13: 279-304.
2004a Object of contention: An examination of
Recuay-Moche combat imagery. Cambridge
Archaeological Journal 14: 163-184.
2004b The Recuay Culture of Peru’s North-Central
Highlands: a reappraisal of chronology and its
implications. Journal of Field Archaeology 29:
177-202.
2006 Status and social differentiation in Recuay
culture: a review. En La complejidad social en la
Sierra de Ancash: ensayos sobre paisaje, economía
y continuidades culturales, editado por Alexander
Herrera, Carolina Orsini y Kevin Lane, pp.121138. Civiche raccolte d’arte applicata del Castello
Sforzesco, Milan.
2007 Animal resources and Recuay cultural
transformations at Chinchawas (Ancash, Peru).
Andean Past 8: 449-476.
2010a Ancient Community and Economy at
Chinchawas (Ancash, Peru). Peabody Museum of
Natural History & Yale University Publications in
Anthropology (Vol. 90), New Haven.
2010b Fortifications as warfare culture: the hilltop
center of Yayno (Ancash, Peru), AD 400-800.
Cambridge Archaeological Journal 20: 420-449.
2010c House forms and Recuay culture: residential
compounds at Yayno (Ancash, Peru), a fortified
hilltop town, AD 400-800. Journal of Anthropological
Archaeology 29: 327-351.
2011 Andean Expressions: Art and Archaeology of the
Recuay Culture. University of Iowa Press, Iowa City.
George Lau
2014a A materiality of opposition: on ancient Andean
conflict and organization in northern Peru. En
Conflict, Conquest and the Performance of War
in Pre-Columbian America, editado por Andrew
Scherer and John Verano, pp.315-344. Dumbarton
Oaks, Washington D.C.
2014b On textiles and alterity in the Recuay culture
(AD 200-700), Ancash, Peru. En Textiles, Technical
Practice, and Power in the Andes, editado por
Denise Y. Arnold y Penelope Dransart, pp.327-344.
Archetype Press, London.
2015a An Archaeology of Ancash: Stones, Ruins and
Communities in Ancient Peru. Routledge, London/
Abingdon.
2015b Different kinds of dead: presencing Andean
expired beings. En Death Rituals, Social Order
and the Archaeology of Immortality in the Ancient
World, editado por Colin Renfrew, Michael J. Boyd
e Iain Morley, pp.168-186. Cambridge University
Press, Cambridge.
LÉVI-STRAUSS, Claude
1983 The Way of the Masks. Traducido por Sylvia
Modelski. Jonathan Cape, London.
LEVILLIER, Roberto
1926 Nueva crónica de la conquista del Tucumán,
Tomo I (1542-1563). Sucesores de Rivadeneyra,
Colección de Publicaciones Históricas de la
Biblioteca del Congreso Argentino, Madrid.
LUMBRERAS, Luis G.
1970 Los templos de Chavín. Corporación Peruana de
Santa, Lima.
1974 Informe de labores del proyecto Chavín. Arqueológicas
15: 37-55.
1977 Excavaciones en el templo antiguo de Chavín (sector
R); informe de la sexta campaña. Ñawpa Pacha 15: 1-38.
2007 Chavín: excavaciones arqueológicas (tomo 1).
Universidad Alas Peruanas, Lima.
LYNCH, Thomas F.
1980 Guitarrero Cave in its Andean context. En
Guitarrero Cave: Early Man in the Andes, editado por
Thomas F. Lynch, pp.293-320. Academic Press, New
York.
MACEDO, Jose M.
1881 Catalogue d’objets archéologiques du Pérou
de l’ancien empire des Incas. Imprimerie hispanoaméricaine, Paris.
MAKOWSKI, Krzysztof y Julio RUCABADO
2000 Hombres y deidades en la iconografía Recuay.
231
En Los Dioses del Antiguo Peru, editado por K.
Makowski, pp.199-235. Banco de Crédito, Lima.
MANRIQUE P., Elba
1999 Textilería Recuay. En Tejidos Milenarios del
Peru, editado por Jose Antonio de Lavalle and
Rosario de Lavalle de Cárdenas, pp.251-258. AFP
Integra, Lima.
MEJÍA XESSPE, Toribio
1948 Los soterrados de Katak. In El Comercio, pp.
9 (Jan 7), Lima.
MORRIS, Craig y Adriana VON HAGEN
1993 The Inka Empire and Its Andean Origins.
Abbeville Press, New York.
OAKLAND RODMAN, Amy y Vicky CASSMAN
1995 Andean tapestry: structure informs the surface.
Art Journal 54: 33-39.
OAKLAND RODMAN, Amy y Arabel FERNÁNDEZ
2001 Tejidos de Huari y Tiwanaku: comparaciones
y contextos. Boletín de Arqueología PUCP (2000)
4: 119-130.
ORSINI, Carolina
2003 Transformaciones culturales durante el
Intermedio Temprano el valle de Chacas: hacia el
desarrollo de asentamientos complejos en un área
de la sierra nor-central del Peru. En Arqueología
de la sierra de Ancash: propuestas y perspectivas,
editado por Bebel Ibarra, pp.161-174. Instituto
Cultural Runa, Lima.
2007 Pastori e Guerrieri: I Recuay, un popolo
preispanico delle Ande del Peru. Jaca Books,
Milan.
PONTE, Víctor M.
1999a Análisis de los asentamientos arqueológicos en
el área de influencia de la Mina Pierina. Reporte
entregado a Mina Barrick Misquichilca e Instituto
Nacional de Cultura, Huaraz.
1999b Investigación y evaluación arqueológica en
Marian, Huaraz - Ancash. Reporte para Minera
Barrick Misquichilca, Huaraz.
2001 Transformación social y política en el Callejón
de Huaylas, siglos III-X d.C. En Huari y Tiwanaku:
modelos vs. evidencias, primera parte, editado por
Peter Kaulicke y William H. Isbell, pp.219-252.
Boletín de Arqueología PUCP 4 (2000), Lima.
2006 Recuay burial practices: rank differentiation
and ceremonies beyond death. Arkeos, Revista
232
La cultura Recuay: un breve ensayo
Electrónica de Arqueología 1: 47-55.
PORTER, Nancy K.
1992 A Recuay style painted textile. Textile Museum
Journal 31: 71-81.
RAVINES, Rogger
1984 Tinyash: un pueblo prehispánico de la puna.
Boletín de Lima 31: 31-37.
REDMOND, Elsa
1994 Tribal and Chiefly Warfare in South America.
Memoirs of the Museum of Anthropology 28,
University of Michigan, Ann Arbor.
manuscript. RES 33: 7-17.
SAWYER, Michael J.
1985 An Analysis of Mammalian Faunal Remains
from the Site of Huaricoto, PAN3-35. M.A. Thesis,
Department of Anthropology, California State
University, Hayward.
SILLAR, Bill
1996 The dead and the drying: techniques for
transforming people and things in the Andes.
Journal of Material Culture 1: 259-289.
REICHERT, Raphael X.
1977 The Recuay Ceramic Style: A Reevaluation.
Ph.D. dissertation, University of California, Los
Angeles.
SMITH, John W., Jr.
1977 Recuay gaming boards: a preliminary study.
Indiana 4: 111-37.
1978 The Recuay Culture: A Reconstruction Based
on Artistic Motifs. Ph.D. dissertation, University of
Texas, Austin.
RICK, John W.
2012 Las investigaciones y la conservacion
arqueológica en Chavín de Huántar. En Chavín
de Huántar: protocolo de las intervenciones
arqueológicas, editado por John W. Rick, pp.115188. Asociación Ancash and Instituto Andino de
Estudios Arqueológicos – Sociales, Lima.
TELLO, Julio C.
1929 Antiguo Perú: primera época. Comisión
Organizadora del Segundo Congreso de Turismo,
Lima.
1960 Chavín: cultura matriz de la civilización
andina. Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, Lima.
ROFES, Juan
1999 Análisis de los restos de fauna vertebrada
recuperados por el Proyecto Arqueológico Pierina
en Huaraz, Ancash. En Análisis de los asentamientos
arqueológicos en el área de influencia de la Mina
Pierina, editado por Victor Ponte R., pp.146-185.
Report submitted to Mina Barrick Misquichilca and
Instituto Nacional de Cultura, Huaraz.
TERADA, Kazuo (editor)
1979 Excavations at La Pampa in the North
Highlands of Peru, 1975. University of Tokyo
Press, Tokyo.
ROSTWOROWSKI, María
1988 Estructuras andinas del poder: Ideología
religiosa y política. Instituto de Estudios Peruanos,
Lima.
TOPIC, John R. y Theresa L. TOPIC
1978 Prehistoric fortification systems in northern
Peru. Current Anthropology 19: 618-619.
SALOMON, Frank
1986 Native Lords of Quito in the Age of the Incas:
The Political Economy of North Andean Chiefdoms.
Cambridge University Press, Cambridge.
1991 Introductory essay: the Huarochirí Manuscript.
En The Huarochirí Manuscript: A Testament of
Ancient and Colonial Religion, editado por Frank
Salomon y George Urioste, pp.1-38. University of
Texas Press, Austin.
1998 How the huacas were: the language of substance
and transformation in the Huarochiri Quechua
THOMPSON, Donald E. y Rogger RAVINES
1973 Tinyash: a prehispanic village in the Andean
Puna. Archaeology 26: 94-100.
TOPIC, Theresa L. y John R. TOPIC
1982 Prehistoric Fortifications of Northern Peru:
Preliminary Report on the Final Season, JanuaryDecember, 1980. Trent University Department of
Anthropology, Peterborough.
URTON, Gary
1996 The body of meaning in Chavín art. RES 29:
237-255.
1999 Inca Myths. University of Texas Press, Austin.
VARÓN GABAI, Rafael
1980 Curacas y encomenderos: acomodamiento nativo
George Lau
233
en Huaraz, siglos XVI - XVII. P. L. Villanueva, Lima.
2001 El Museo de Chacas. Editrice Compositori, Bologna.
VEGA-CENTENO, Rafael
2008 El Proyecto de Investigación Arqueológica
Huacramarca: resultados preliminares. Investigaciones
Sociales 21: 49-75.
WILLEY, Gordon R.
1945 Horizon styles and pottery traditions in Peruvian
archaeology. American Antiquity 11: 49-56.
1948 A functional analysis of «horizon styles» in
Peruvian archaeology. En A Reappraisal of Peruvian
Archaeology, editado por Wendell C. Bennett, pp.815. Society for American Archaeology Memoir 4,
Menasha.
VELARDE, María Inés y Pamela CASTRO DE LA
MATA
2010 Análisis e interpretación de los ornamentos de
metal de un personaje de élite Recuay: Pashash.
Arqueológicas 28: 33-86.
WALENS, Stanley
1981 Feasting with Cannibals: An Essay on
Kwakiutl Cosmology. Princeton University Press,
Princeton.
WEGNER, Steven
1988 Cultura Recuay. Exhibit pamphlet. Banco
Continental and Museo Arqueológico de Ancash
(Lima, September-October 1988).
1994 Cultura Recuay. 11 pp. Museo Arqueológico
de Ancash, Huaraz.
2000 Arqueología y arte antiguo de Chacas.
Municipalidad Provincial de Asunción, Chacas.
2011 Iconografías prehispánicas de Ancash (tomo
II): cultura Recuay. Asociación Ancash, Lima.
WEGNER, Steven A. y Laura LAURENCICH MINELLI
(editores)
WILSON, David J.
1987 Reconstructing patterns of early warfare in
the Lower Santa Valley: new data on the role of
conflict in the origins of north coast complexity.
En The Origins and Development of the Andean
State, editado por Jonathan Haas, Shelia Pozorski y
Thomas Pozorski, pp.56-69. Cambridge University
Press, Cambridge.
ZUIDEMA, R. Tom
1978 Shaft-tombs and the Inca empire. Journal of
the Steward Anthropological Society 9: 133-178.
ZUBAGA, Marina
2012 La conquista negociada: guarangas, autoridades
locales e imperio en Huaylas, Perú (1532-1610).
Instituto de Estudios Peruanos, Lima.
PARA CITAR
Lau, George F. 2019. “La cultura Recuay: un breve ensayo.” En: Perú Prehispánico:
un estado de la cuestión, Luis Jaime Castillo y Elías Mujica, editores, pp. 208-233.
Cusco: Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco.
FE DE ERRATAS
Se le comunica esta lista de correcciones para la publicación ‘La cultura
Recuay: un breve ensayo’, que no se pudieron incorporar antes de la
publicación del volumen.
▪ Ortografía de estilo/cultura Huaras, debe ser: Huarás
▪ (p.213). Detalle de Fig. 2. ‘Cántaro Recuay mostrando el diseño del
animal lunar…’ debe ser: Cántaro Recuay mostrando el diseño del
animal crestado (‘animal lunar’)…
▪ (p.214ff; Fig. 3 subtítulo) El vocablo tupu fue incluido erróneamente
por la redacción. Debe ser: prendedor, alfiler, o ticpi
▪ (p.233) Zubaga, debe ser: Zuloaga
El autor, 30 agosto de 2020
Norwich, Inglaterra