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Guion de cortometraje

Estamos en la mitad del siglo XVI y comienzos del XVII, en un tiempo histórico que podría ser descrito como el final de la edad media y el comienzo del renacimiento. El lugar es la secretaría de la cárcel. Un lugar austero y lúgubre. Tal vez sin ventanas y con una puerta pesada y cerrada. Una mesa y dos sillas, una vela encendida en la mesa y un cirio grande en una esquina proporcionan la iluminación al sencillo lugar. En la pared solo hay una cruz grande. El canónigo realiza una visita a Zenón que ha sido condenado, el día anterior, a muerte en la hoguera. Tiene como objetivo "salvar" a Zenón y para ello necesita convencerlo de que se retracte públicamente; Zenón sería enviado a un monasterio de su elección donde permanecería confinado hasta su muerte física. Zenón ha decidido no aceptar la propuesta del canónigo, pero al mismo tiempo, decide no morir en la hoguera.

la muerte racional armando pérez dic 2005 adaptación de “lóuvre au noir” de marguerite yourcenar Parte 1: La declinación a ser salvado Estamos en la mitad del siglo XVI y comienzos del XVII, en un tiempo histórico que podría ser descrito como el final de la edad media y el comienzo del renacimiento. El lugar es la secretaría de la cárcel. Un lugar austero y lúgubre. Tal vez sin ventanas y con una puerta pesada y cerrada. Una mesa y dos sillas, una vela encendida en la mesa y un cirio grande en una esquina proporcionan la iluminación al sencillo lugar. En la pared solo hay una cruz grande. El canónigo realiza una visita a Zenón que ha sido condenado, el día anterior, a muerte en la hoguera. Tiene como objetivo “salvar” a Zenón y para ello necesita convencerlo de que se retracte públicamente; Zenón sería enviado a un monasterio de su elección donde permanecería confinado hasta su muerte física. Zenón ha decidido no aceptar la propuesta del canónigo, pero al mismo tiempo, decide no morir en la hoguera. Los actores El canónigo es un sacerdote de unos ochenta años (se ve débil, endeble y sólo puede caminar con bastón, vestido con un sombrero elíptico en la parte central superior de la cabeza, una toga con una cruz roja que parece mas bien negra y una capa. Zenón es un hombre de unos 60 años vestido de forma sencilla, con una toga apretada en la cintura, sandalias y pelo gris blanco casi al rape. El carcelero es un hombre de mediana edad vestido de forma sencilla, con ropas austeras de carcelero. La puerta de la habitación se abre y aparece Zenón en penumbras, detrás de el se encuentra el carcelero. Ambos entran en la habitación donde espera el Canónigo sentado en un sillón. En el piso se encuentran tendidos los bastones del viejo cura. El Canónigo dirigiendo la mirada hacia el carcelero, casi rogando, dice: Comentario del guión técnico: Yo comenzaría con una habitación poco iluminada (luces de velas en algún rincón y en una mesa pequeña). Para tratar de mantener al canónigo anónimo y resaltar la importancia de Zenón, sugiero hacer un paneo lento del bastón, la silla, y otros objetos del cura. La cámara esta detrás del cura y a medida que Zenón (Z de ahora en adelante) entra la toma se va alejando de su cara y termina detrás del cura. Canónigo ¿Puede dejarnos solos por favor? Comentario del guión técnico: solo se muestra la mano del cura que se abre dando permiso para salir al mensajero del cual solo un cuerpo sin cara que da media vuelta y se aleja......creo que se debe escuchar sobreenfatizado el cierre del cerrojo y el candado.... El carcelero asiente circunspecto y sale de la habitación, cuando está afuera cierra con cerrojo (se oyen ruidos del cerrojo mientras Zenón y el Canónigo se miran. Zenón inexpresivo observa el rostro del Canónigo y detalla las arrugas de una cara iluminada por las velas que adquiere un aspecto sombrío y siniestro. Nota como el canónigo intenta pararse, pero no puede asirse a sus muletas, o se arrepiente, lo cierto es que no alcanza a pararse. Cuando detalla la mirada del Canónigo nota que éste tiene los ojos enrojecidos y, tal vez, un leve temblor en los labios como queriendo decir algo. Zenón, a su vez, no dice nada tampoco, o no puede decir nada, hasta que por fin responde con evidente reproche y acidez Comentario del guión técnico: de arriba solo la mano temblorosa del cura que intenta pararse y, como mencioné arriba, mostrar todos los símbolos del cura, que es lo que creo que importa. La iglesia es la que intenta salvar a quien condena, la igleasia vetusta, rica, vieja,.... Zenón Padre, agradezco los pequeños y grandes favores que ha hecho durante mi cautividad. Pronto adiviné de donde venían tales atenciones. Su inesperada visita también lo es......... Zenón habla con familiaridad al canónigo (de hecho lo conoce, ha estudiado con él hubo un tiempo en que el canónigo fue su maestro) no mueve las manos ni hace gestos, tampoco es expresivo, pero el rostro, aunque duro, sigue demostrando gratitud. El Canónigo le dice con reproche afectuoso Canónigo ¿Porqué no tuviste la suficiente confianza? ¿Porqué no me dejaste ver tu alma antes? Siempre tuviste menos confianza en mi que en ese cirujano barbero Zenón responde con ironía, pero siempre serio, como si estuviera seco por dentro. Zenón ¿Le extraña que no le haya tenido confianza? Zenón, que frota cada cierto tiempo sus dedos, opta por acercarse a una silla de la mesa y extiende las palmas de las manos encima de la vela, pero suficientemente lejos como para no quemarse. Mira sus manos y a la llama de la vela dice lentamente... Zenón La hoguera Comentario del guión técnico: creo que se debe hacer una toma en la que se vea el reflejo acentuado (con efectos tal vez) de la llama de la vela en su mano y en su rostro, especialmente en sus ojos. No se como haremos esto pero, evidentemente, estamos ante un efecto especial El cura se estremece porque recuerda que fue él quien le enseñó esto a Zenón. Tratando de serenar la voz.... Canónigo Los servicios que he tratado de prestarte han sido muy poca cosa. Es bueno que recordemos que graves diferencias enfrentaron antaño a Monseñor y al antiguo prior de los franciscanos, pero estos dos santos varones acabaron por apreciarse. El difunto Prior te recomendó al reverendísimo Obispo en su lecho de muerte. Monseñor ha puesto todo su empeño en que fueras juzgado con equidad. Zenón con una leve ironía que el canónigo evidentemente percibe Zenón Se lo agradezco El canónigo entendiendo la ironía de su ex discípulo levanta su dedo índice derecho... Comentario del guión técnico: close up de la mano con el dedo extendido Canónigo Acuérdate de que no solo de Monseñor depende el veredicto. Hasta el final recomendó indulgencia. Zenón responde con evidente ironia o reproche Zenón La iglesia aborrece el derrame de sangre El Canónigo ofendido pero sin levantar la voz Canónigo Esta vez era sincero. Pero por desgracia los crímenes de ateísmo de impiedad son patentes. Tu quisiste que así fuera. En materia de derecho, nada, gracias a Dios, pudo probarse contra ti. No obstante, sabes, al igual que yo, que diez presunciones equivalen a una convicción para el populacho, y hasta para la mayoría de los jueces. Las acusaciones de ese deplorable muchacho cuyo nombre no quiero mencionar te han perjudicado mucho, en un principio... Comentario del guión técnico: la mano del cura aprieta con fuerza el bastón Zenón lo interrumpe y le mira a los ojos con reproche Zenón No se imagina usted que yo también participaba en las risas y juegos que se celebraban en los baños a la luz de los cirios robados? El canónigo, grave, con tono de pontífice y de juez Canónigo Nadie lo ha dicho. No olvides que existen otros tipos de complicidad Zenón meditativo sin mirar al canónigo, mirando la vela como si ésta fuera su interlocutor, como quien sabe que está hablando con la pared, continúa Zenón Es extraño que, para nuestros cristianos, los pretendidos desmanes de la carne constituyen el mal por antonomasia El reflejo de la vela se dibuja en las pupilas y en la cara de Zenón como si estuviera delante de una pira o gran hoguera... Zenón Nadie castiga la brutalidad, el salvajismo, la barbarie y la injusticia, con rabia y asco. A nadie le parecerán obscenas, mañana, las gentes que vayan a contemplar como me estremezco entre las llamas El canónigo se lleva las manos a la cara en un gesto de horror y Zenón al darse cuenta intenta pararse de la silla extendiendo la mano como para decirle que siente haberle hecho un reproche subido de tono. Con evidente culpabilidad exclama: Zenón Discúlpeme padre. No volveré a cometer la indecencia de decir las cosas como son El canónigo en voz baja, afligido o tal vez reflejando un dolor interno...... Canónigo Me atreveré a decir que lo que confunde en esa aventura de la que eres victima es la extraña solidaridad del mal? La impureza en todas sus formas, unos infantilismos tal vez intencionadamente sacrílegos, la violencia contra un recién nacido inocente y, en fin, esa violencia contra sí mismo, la peor de todas, que se perpetró Pierre de Hamaere... El canónigo continúa con un gesto de incredulidad..... Canónigo Confieso que en un principio todo ese negro asunto me había parecido desmesuradamente abultado por los enemigos de la iglesia, sino inventado por ellos. Pero un cristiano, un fraile que se da muerte, es un mal cristiano y un mal fraile, y ese crimen no es un primer crimen, con toda seguridad... El canónigo lo mira con reproche indulgente. El canónigo No me consuelo de hallar tu sabiduría mezclada con todo esto Zenón responde amargamente, con vehemencia, lentamente, sin furia, sin rencor Zenón La violencia cometida contra su hijo por esa desgraciada se parece mucho a la del animal que roe uno de sus miembros para desprenderse de la trampa en donde la hizo caer la crueldad de los hombres. En cuanto a Pierre... Zenón se interrumpe, al darse cuenta de que lo único que podía alabar del difunto era precisamente su muerte voluntaria. En este momento el condenado piensa en la única carta que le queda por jugar: el suicidio. Por supuesto, tiene que guardarse para si el secreto. Inteligentemente, cambia la dirección para evitar tocar nuevamente la idea o posibilidad de suicidio en la mente del canónigo. Zenón No habrá venido aquí para repetir ante mi el proceso de unos cuantos infortunados. Empleemos mejor estos valiosos momentos El canónigo no nota la estrategia de Zenón y prosigue su discurso insidioso y testarudo. Canónigo El ama de llaves Jean Myers te hizo un flaco servicio. Nadie simpatizaba con ese malvado, al que yo creía olvidado por todos. Pero la sospecha de envenenamiento lo ha vuelto a poner en todas las bocas. Siento el escrúpulo al preconizar la mentira, pero mas hubiera valido que negaras todo trato carnal con esa descarada sirviente Zenón en tono burlón y por primera vez con una lejana sonrisa, que parece mas una mueca, dibujada en la comisura de la boca Zenón Me admiro de que una de las mas peligrosas acciones de mi vida haya sido acostarme dos noches con una sirvienta El canónigo suspira como inflándose y desesperanzado, quizá dándose cuenta de que entre Zenón y el se había levantado una barrera invisible pero que, irreductible, los separaba Canónigo Nunca sabrás hasta que punto pesa tu naufragio en mi conciencia El canónigo en un intento de acercarse al impío, al pecador que parece no querer salvarse Canónigo No hablo de tus actos, de los que sé poca cosa, y que deseo creer inocentes, aunque el confesionario me enseñe que otros peores pueden mezclarse a virtudes como las tuyas. Hablo de esa fatal rebeldía del espíritu que transformaría en vicio la perfección misma y cuya semilla puse sin querer en ti. Cuanto ha cambiado el mundo y que benéficas parecían las ciencias y los clásicos cuando yo estudiaba artes y letras... El canónigo lamentándose, culpándose y, al mismo tiempo, castigándose... Canónigo Cuando pienso que yo fui el primero en enseñarte esas escrituras que ahora desprecias, me pregunto si otro maestro mas enérgico e instruido que yo.... Zenón le interrumpe como queriendo consolarlo.... Zenón No se aflija Padre Zenón añade, en tono mas bien erudito y situándose muchos siglos después, como un visionario que anticipa algo, con seguridad de lo que va a suceder... Zenón La rebeldía que tanto le inquieta estaba ya dentro de mi y puede que también en nuestro siglo El canónigo inquieto, como recordando, como quien cae en cuenta de algo, levanta la mirada hacia Zenón Canónigo Tus dibujos de bombas voladoras y de carros movidos por el viento, que tanto hacían reír a los jueces, me han recordado a Simón el mago. Pero también he recordado las quiméricas mecánicas de tu juventud, que no produjeron mas que turbaciones y tumulto El canónigo termina reprochándole el no haber podido terminar de otra manera y, al mismo tiempo, como lavándose las manos…. El canónigo Fue aquel día precisamente cuando obtuve para ti, de la regente, un puesto que te hubiera abierto las puertas de una carrera llena de honores! Zenón, reflexivo, sabio, y casi autómata, con la mirada puesta en el infinito Zenón Posiblemente hubiera llegado al mismo punto aun siguiendo otros caminos: sabemos aun menos de los caminos y del objetivo de la vida del hombre que de las migraciones de los pájaros... El canónigo está como en los viejos tiempos, perdido en sus recuerdos; escucha al joven de veinte años, a su discípulo. Es a él a quien hubiera querido salvar en cuerpo o por lo menos en alma y no este viejo impuro y pecador. Zenón continúa descalificando sus propias invenciones Zenón No de mas importancia que yo a esas fantasías mecánicas que en si mismas no son fastas ni nefastas Zenón nuevamente sabio, erudito…. Zenón Mas confieso que al ser nuestra raza como es y como será sin duda hasta el fin de los siglos, es malo dar a los locos la posibilidad invertir la maquina y a los furiosos la de subir al cielo. En cuanto a mi y en el estado en que me ha puesto el tribunal..... Zenón profiere una risotada que horroriza al canónigo Zenón He acabado por maldecir a Prometeo por haber entregado el fuego a los mortales! El canónigo parece no reconocer a Zenón... Zenón Ábrete abismo eterno, y traga, mientras aún es tiempo a esta desenfrenada raza…. El Canónigo inquieto pregunta porque no ha escuchado nada. Canónigo Qué dices? Zenón distraído explica con brevedad y con fastidio. Zenón Nada, me recitaba a mi mismo una de mis profecías grotescas. El canónigo moviendo tristemente la cabeza penetrado por una repentina compasión y lástima. Canónigo Has perdido tu fe en la sublime excelencia del hombre. Se empieza por dudar de Dios... Zenón un poco más tranquilo y sosegado ya volviendo de su trance, de su febril tormento, de su angustia por saber que la cuenta regresiva es irreductible e irreversible.... Zenón El hombre es una empresa que tiene en contra al tiempo, a la necesidad y a la fortuna, así como la imbécil y siempre creciente primacía del número. En tono filosofal, de visionario, para luego caer en un largo silencio, abatido, internamente adolorido y decepcionado. Zenón Los hombres matarán al hombre. Aquel abatimiento le parece una buena señal al canónigo que temía a la intrepidez y al alma demasiado segura de Zenón. Piensa que es un buen momento para ejecutar su plan. El canónigo repone con precaución. Canónigo Habré de creer que, como le dijiste al obispo, la Gran Obra no tiene para tí otro objetivo que el de perfeccionar el alma humana? Actuando, con tono “involuntariamente” desilusionado Canónigo Si es así estás mas cerca de nosotros de lo que monseñor y yo nos atrevíamos a creer, y esos mágicos arcanos, que yo solo de lejos contemplé, se reducen a lo que la santa iglesia enseña a sus fieles. Zenón responde con una convicción que parece sarcasmo pero no lo es porque cree lo que dice. Zenón Si, desde mil seiscientos años. El canónigo duda, como si no entendiera realmente lo que Zenón acaba de decir y como no dándose tiempo para encontrar la dosis de sarcasmo que contiene la frase que acaba de escuchar, continúa rápidamente a otra cosa. Canónigo Mi querido hijo imaginas que estoy aquí para iniciar contigo un debate que a nada conduce? Tengo mayores razones de estar aquí. Monseñor me hace observar que en tí no existe herejía propiamente hablando, como en el caso de esos detestables sectarios que hacen la guerra contra la iglesia en estos tiempos, sino mas bien sabias impiedades cuyo peligro solo amenaza a los doctos. El reverendísimo señor obispo me asegura que tus Proteorías, justamente condenadas por rebajar nuestros dogmas a la categoría de vulgares nociones diseminadas hasta entre los peores idólatras, podrían servir igualmente a una nueva Apologética: bastaría con que las mismas proposiciones mostrasen en nuestras verdades cristianas la coronación de las intuiciones infusas en la humana naturaleza. Sabes igual que yo que todo es cosa de dirección... Zenón, con malicia, comprende inmediatamente la propuesta del Canónigo y responde con movimiento leve de su cabeza hasta ponerla inclinada y mirando oblicuamente al canónigo. Zenón Creo comprender a donde va ese discurso... Si la ceremonia de mañana fuera sustitutiva por una retractación... El canónigo con prudencia de zorro viejo y experimentado. Canónigo No esperes demasiado. No es la libertad lo que se te ofrece. Pero Monseñor asegura que podría obtener tu detención en un centro religioso de su elección; tus comodidades futuras dependerían de las pruebas que supieras dar a la buena causa. Sabes que las prisiones perpetuas son precisamente aquellas de las que uno se las arregla muy bien para salir. Zenón con tono amargo, enojado, pero sin levantar la voz y conteniéndose de llorar responde. Zenón Sus socorros llegan tarde, Padre. Más hubiera valido ponerle un bozal a mis acusadores. El Canónigo queriendo excusarse y tragándose la amargura que le causaba el no haber hecho nada para protegerlo, para salvarlo, cuando todavía se podía. Canónigo No presumimos de haber podido ablandar al procurador de Flandes... Un Hombre de esa clase condena del mismo modo que un perro se arroja sobre su presa. Por fuerza hemos debido consentir que el proceso siguiera su curso, con la reserva de hacer uso de los poderes que nos han dejado. Las órdenes menores que antaño recibiste, te señalan a las censuras de la iglesia, mas bien te garantizan una protección que la burda justicia secular no ofrece. Al tiempo que cerraba los ojos y miraba hacia el techo como suplicando. Canónigo Bien es verdad que he estado temblando hasta el fin de que no hicieras alguna confesión irreparable Zenón rápidamente responde Zenón Hubieras tenido que admirarme si lo hubiera hecho por contricción... Canónigo se impacienta y trata de explicar rápidamente Canónigo Te agradezco que no confundas al tribunal de Brujas con el de la penitencia... Lo que aquí cuenta es que el deplorable hermano Cyprien y sus cómplices se contradijeran, que nos hayamos librado de las infamias de la fregona encerrándola en el manicomio, y que los malintencionados que nos acusaban de haber cuidado al asesino de un capitán español se hayan eclipsado... Los crímenes que no conciernen sino a Dios son de nuestra competencia. Zenón imperturbable y casi irónico pregunta Zenón Coloca dentro de esas fechorías los cuidados prodigados a un herido? El canónigo evasivo trata de evadir la pregunta y contragolpea... Canónigo Mi opinión carece de importancia.. Si quieres saberla, es que todo servicio prestado al prójimo debe juzgarse meritorio, pero en tu caso se mezcla en ella una especie de rebeldía que nunca lo es Acentúa el “nunca lo es” y gira levemente la cabeza para enfatizar Canónigo El difunto Prior, que en algunas ocasiones pensaba de manera equivocada, hubiera aprobado sin duda esa caridad insidiosa. Y algo fatuo en el fondo Canónigo Felicitémonos al menos de que no hayan podido aportar pruebas Zenón encogiéndose de hombros como oyendo llover sobre mojado le agradece Zenón Lo hubieran conseguido sin gran esfuerzo de no mediar sus cuidados para impedir que me torturaran. Ya le dí las gracias. El canónigo satisfecho y sintiendo que se apuntaba un triunfo Canónigo Recuerda sin embargo, que en algunos puntos, como el de las costumbres, sigues siendo gravemente sospechoso........ Sucede lo mismo en materia de rebeldía. Remata el Canónigo pontifical y en tono de juez que habla pero no mira a su sentenciado. Canónigo Puedes pensar lo que te plazca sobre los poderes de este mundo, pero los intereses de la iglesia y los del orden continuarán siendo uno solo mientras los rebeldes sigan uniéndose a los herejes. Zenón con la cabeza inclinada hacia abajo y dando señales de rendirse y de cansancio. Zenón Entiendo todo esto. Mi precaria seguridad dependería enteramente de la buena voluntad del obispo, cuyo poder puede decrecer o su punto de vista cambiar. Nada me prueba que dentro de seis meses no me vea tan cerca de las llamas como hoy Canónigo reprochando y justificando su punto de vista pregunta Canónigo Y no es ese el temor que has tenido toda la vida? Zenón levanta la mirada y busca la del canónigo responde con voz clara como si estuviera contando un cuento Zenón En la época en que usted me enseñaba los rudimentos de las letras y de las ciencias, un individuo acusado de un crimen verdadero o falso fue quemado en Brujas y uno de nuestros criados me contó su suplicio. Esto último con horror, como si viese al hombre con su cara y a su dolor y paroxismo como los suyos. Reflejaba las llamas de la hoguera en sus pupilas como antecediéndose a lo que inexorable podía pasar. Zenón Para aumentar el interés del espectáculo habían atado al poste con una cadena larga, lo que le permitió correr, envuelto en llamas, hasta caer de bruces contra el suelo o, para hablar claro, contra las brasas. A menudo me he dicho que semejante horror podría servir de alegoría del estado de un hombre al que dejan casi libre El canónigo buscando excusas Canónigo Y crees que no nos encontramos todos en el mismo caso? Mi existencia ha sido apacible, pero no se vive ochenta años sin saber lo que es la coacción. Zenón, cáustico, con verbo preciso, responde haciendo un movimiento pendular con su cabeza. La conversación adopta, a pesar de Zenón, un toco casi hosco, similar al de los debates de antaño entre discípulo y maestro. Zenón Apacible sí. Inocente no El canónigo soporta con estoicismo los reproches del Zenón y ora en su interior, ruega para que le fueran concedidas las palabras apropiadas para convencer a Zenón que se encuentra un poco más sereno. Zenón Mas no le extrañe Padre que sus bondades puedan parecerme una trampa. Zenón remata con malicia y desconfianza. Zenón Mis pocos encuentros con el reverendísimo señor obispo no me han mostrado a un hombre compasivo. El canónigo, ahogando sus lágrimas... Canónigo Ni el obispo te ama ni Le Cocq te odia. Sólo yo......Pero aparte de que eres el peón de una partida que entre ellos se está jugando…. Y prosigue con un tono más seco, Canónigo ….Monseñor no se haya desprovisto de humana vanidad y le honraría llevar ante Dios a un impío capaz de persuadir a sus semejantes. Como dando por sentada la retractación Canónigo La ceremonia de mañana será para la iglesia una victoria más sensible de lo que hubiera sido vuestra muerte. Zenón incrédulo y escéptico responde Zenón El obispo debe darse cuenta de que las verdades cristianas tendrían en mi a un apologista muy comprometido. Canónigo Te equivocas. Las razones que tiene un hombre para retractarse pronto se olvidan, y sus escritos permanecen. Ya algunos de tus amigos veían, en tu sospechosa estancia en San Cosme, la humilde penitencia de un cristiano que se arrepiente de haber vivido mal y cambia de nombre para entregarse en el anonimato a las buenas obras. Que dios me perdone! Con débil sonrisa Zenón Si no he citado yo mismo el ejemplo de San Alejo que regresó disfrazado de pobre a vivir entre los suyos en el palacio donde nació Zenón bromea y, exprofeso, critica (aunque a costa de su propia vida) nuevamente al canónigo Zenón San Alejo se arriesgaba a que lo descubriera su devota esposa. Mi fuerza interior no hubiera llegado hasta eso El canónigo frunce el ceño y se escandaliza nuevamente por el desenfado y la altanería del condenado. Zenón se da cuenta de esto y siente compasión por el viejo. Añade suavemente Zenón Mi muerte me parecía segura, ya no me quedaba mas que pasar unas cuantas horas en serenidad completa.... Suponiendo que sea capaz de ello. Con un ademán que al canónigo le pareció el de un loco porque hablaba a un lector imaginario de alguno de sus escritos, en una especie de alucinación y pérdida de la conciencia de la realidad que cada vez le importaba menos ante la inminencia de la hoguera. Zenón Pero me tienta Padre, y me veo explicando con toda sinceridad, que el aldeano que presumía de tener en su campo de trigo a una infinidad de Jesucristos es un buen tema de broma, pero que tal bribón sería, seguramente, un mal alquimista, o también que los ritos y sacramentos de la iglesia tienen tantas, y a veces más, virtudes que las de un médico... Previniendo un impulso de alegría del canónigo Zenón No digo que creo, digo que ha dejado de parecerme una respuesta el sencillo NO, lo que no significa que esté dispuesto a pronunciar el sencillo Si. En cerrar el inaccesible principio de esas cosas en el interior de una persona labrada sobre un modelo humano me sigue pareciendo una blasfemia y, sin embargo, siento a pesar mío, a un Dios presente en esta carne que mañana será humo. Puedo osar yo decirle que ese mismo Dios es quien me obliga a decirle que no? Y sin embargo, todo panorama del espíritu se apoya en unos fundamentos arbitrarios: porqué no en estos? Toda doctrina que se impone a las multitudes proporciona pruebas a la inepcia humana: ocurriría lo mismo si por ejemplo, Sócrates ocupara el lugar de Mahoma o de Cristo. Pero si así es.... Se pasa la mano por la frente con repentino cansancio Zenón Porqué renunciar a la salvación corporal y la facilidad del común acuerdo? Me parece como si hiciera ya varios siglos que hubiera considerado y reconsiderado esto..... El canónigo casi con ternura, como cuando un padre ve a su hijo sufrir por la fiebre o alguna enfermedad y quiere, desesperadamente, salvarlo. Canónigo Déjame guiarte. Solo Dios será juez del grado de hipocresía que mañana contenga tu retractación. No lo eres: lo que tomas por una mentira tal vez sea, sin que lo sepas, una profesión de fe formulada. La verdad tiene secretos para introducirse en un alma que ya no se atrinchera contra ella. Zenón responde ya decidido a morir, con la convicción que dan los principios y la cercanía de la muerte, pero recupera la civilizada calma que lo caracteriza... Zenón Puede decirse lo mismo de la impostura. No, excelso padre en ocasiones he mentido para vivir, pero empiezo a perder mi aptitud para la mentira. Entre usted y nosotros, entre las ideas de Gerónimo van Palmaert, las del obispo y las suyas, por una parte, y las mías por la otra, hay algunas similitudes, a menudo compromisos, y nunca una relación constante. Dibuja los planos y curvas en el aire como si las estuviera tocando. Zenón Ocurre como en aquellas curvas trazadas a partir de un plano común, que es el intelecto humano: que divergen en un principio para acercarse después, y luego alejarse de nuevo unas de otras; que se cortan en ocasiones en sus trayectorias o se confunden, el contrario, sobre uno de sus segmentos, pero que nadie sabe si se juntan o no en un punto que está más allá de nuestro horizonte. Sería una falsedad llamarlas paralelas. El canónigo con una especie de espanto, al mismo tiempo lo mira con mirada miope de incredulidad y exclama. Canónigo Hablas en plural y sin embargo estás solo. Zenón responde, esta vez sobrio Zenón En efecto. No tengo, por suerte, listas de nombres que dar a nadie. Cada uno de nosotros es su propio maestro y su propio adepto. La experiencia se rehace cada vez a partir de nada. El canónigo con acritud y casi encarándolo Canónigo El difunto prior de los Franciscanos que, aunque demasiado blando, era un buen cristiano y un religioso ejemplar, no pudo saber en que abismo de rebeldía habías escogido vivir ahora levanta un poco mas la voz Canónigo Seguramente le has mentido mucho, y a menudo. Zenón con mirada hostil y de rabia Zenón Se equivoca, coincidíamos mas allá de nuestras contradicciones El Canónigo se levanta con cólera completamente decepcionado de la inutilidad de su tarea. Canónigo Tu testarudez es una fe impía de la que te crees mártir Condenándolo Canónigo Parece que desearas que el obispo se vea obligado a lavarse las manos... Zenón con impasividad Zenón La frase es muy inoportuna El anciano se agacha para recoger los bastones que le sirven de muletas, arrastrando con ruido el sillón. Zenón los recoge y se los tiende amablemente. El canónigo se levanta con esfuerzo. El carcelero que está al acecho en el pasillo, alertado por el ruido de pasos y de sillas, abre la llave de la cerradura para entrar, cuando el Canónigo le grita que espere un momento. La puerta entreabierta vuelve a cerrarse. El Canónigo vuelve a su voz de humildad, algo desasosegado y decepcionado... Canónigo He cumplido mal mi misión. Tu contumacia me aterroriza, pues equivale a una total insensibilidad respecto a tu alma. Lo sepas o no, solo una falsa vergüenza te hace preferir la muerte a la amonestación pública que precede a la retractación... Con sarcasmo elegante y dibujando una triste sonrisa en su rostro Zenón Admito que hubiera sido un mal cuarto de hora que pasar... Canónigo apesadumbrado y casi derrotado Canónigo La muerte también Zenón, nuevamente, sabio, visionario, metafísico Zenón Le confieso que llegados a un cierto grado de locura, o de sabiduría, al contrario, parece poco importante que sea a mí a quien quemen o a cualquier otro, ni que dicha ejecución tenga lugar mañana o dentro de tres siglos. No presumo de que unos sentimientos tan nobles sigan en pie durante la ceremonia del suplicio, pronto veremos si llevo verdaderamente dentro de mí ese espíritu que definen nuestros filósofos. Pero tal vez, demos un valor demasiado alto al grado de firmeza del que da pruebas un hombre que muere. El Canónigo quemando su último cartucho, dice con dolor Canónigo Mi presencia aquí no hace más que endurecerte, no obstante, quiero señalar una ventaja legal que nos hemos reservado cuidadosamente y de la que quizá no te has dado cuenta. No ignoramos que antaño huiste de Innsbruck tras haber sido prevenido en secreto de una orden de arresto contra vos por la oficialidad del lugar. Seguiremos guardando silencio sobre este hecho que de ser conocido te situaría en la postura desastrosa de fugitivo, y que haría ardua sino imposible, tu reconciliación con la iglesia. No debes temer que tu sumisión sea inútil......Todavía te queda toda la noche por delante para reflexionar. Zenón con decepcionada melancolía Zenón He aquí algo que me demuestra que, durante toda mi vida, me han espiado mas de lo que suponía. Se acercaron a la puerta en donde esperaba el carcelero. Allí el Canónigo le susurra: Canónigo En lo que concierne al dolor corporal, puedo prometer que en todo caso, no tienes nada que temer. Monseñor y yo hemos tomado todas las disposiciones. Zenón con amargura y conocedor de la verdad de lo que sucedía en estos casos. Zenón Muchas Gracias. Un profundo cansancio se había apoderado del anciano. Le pasó por la mente la idea de ayudar a huir a Zenón pero era absurda. Hubiera querido darle a Zenón su bendición, más temía que fuera mal recibida y, por la misma razón, no se atrevía a abrazarlo. Zenón por su parte, pensó en besar la mano a su antiguo profesor, pero se contuvo, pues temía que tal ademan tuviera algo de servil. Todo cuanto había intentado el anciano en su favor no conseguía hacer que lo amara. Zenón es conducido a su celda en donde permanecerá, durante la noche, hasta el día siguiente cuando será llevado a la hoguera. Parte II: La muerte de Zenón Actores Zenón o Zenon 1 está pensativo, tal vez preocupado, se acerca la hora en que será llevado a la hoguera. Zenón 2: Zenón fantasmagórico, vestido de blanco. Es una alucinación o visión de Zenón durante sus delirios. Zenón saca el taburete y se sienta en la mesa; en esta se encuentra la comida, a la cual mira; se da cuenta que es más abundante que de costumbre y con ironía piensa: Zenón Que gentiles! es mas copiosa que de costumbre. Es absurdo comer y transformar estos alimentos en quilo y sangre que ya no van a ser utilizados Su conversación con el canónigo lo había puesto algo nervioso y vacilante. La sola idea de contar con la posibilidad de retractarse lo hacía temblar. Todavía tenía algunas horas para arrepentirse, para flaquear, para que apareciera un Zenón débil y demasiado terrenal... Zenón2 envuelto en ropajes blancos aparece detrás de él. Zenón voltea Asombrado Zenon2 Todavía puedes arrepentirte ¿Porqué morir quemado si puedes vivir tus últimos años en el monasterio de San Francisco que es el que más te gustaría? Zenón reconociendo su rostro en el de su interlocutor, se lleva las manos a la boca, sabe que no puede gritar para no alarmar al carcelero, pero logra calmarse y voltea la mirada y la dirige hacia la ventana Zenón 1 No puedo aceptar una vida deshonrosa a estas alturas. Soy injustamente condenado...pero no moriré como quieren Zenón se mueve como perseguido por alguien, como protegiéndose de algo. De repente se detiene y levanta la cabeza con los ojos apretados Zenón 1 AL menos ese derecho no pueden arrebatármelo Enseguida con calma Zenón 1 Pero debo tener cuidado o echaré a perder el plan Zenón otra vez visiblemente turbado y moviendo los ojos y la cabeza En ese momento suenan las campanas de la iglesia. Parece como si contara cada campanada. Bruscamente se produce una resolución en él. Cesa la calma y lo invade la angustia. El Zenón fantasma instigándolo le recuerda las acusaciones de que ha sido objeto Zenón 2 Porqué temes? Qué te atormenta? Eres culpable? Has renegado lo suficiente? Perdiste la fe en Dios? O quizás nunca la tuviste? Porque te convertiste a la fe de Mahoma durante tu estancia en Oriente? Zenón camina de un lado a otro Zenón 2 Y tus diabólicas Proteorías que hasta las prohibieron en París. Otra evidencia de tu pacto con el diablo? Zenón se tapa los oídos con las manos Zenón 2 Tu cambio de identidad te delata, sólo las sabandijas se esconden Zenón con las manos en sus oídos golpea repetidamente su frente contra la mesa.....Y la abominable relación con tu ayudante Cyprien, que tanto has negado. Sabes que en el fondo te atraía. Zenón responde altanero con rabia Zenón 1 Una cosa son las tentaciones de la carne y otra son los hechos. Todo lo que dijo Cyprien era mentira. Yo nunca estuve con él! Zenón 2 Pero cuantas veces flaqueaste....Y lo del aborto? Zenón El aborto que practiqué a Idelette es mentira, pero también lo hubiera hecho si me lo hubiera pedido para ahorrarle tantas penurias. Y sí es verdad que ayudé a los forajidos. Pero lo hice porque soy médico y humano antes que juez. También sabía lo de los juegos en los baños y no los condené ni los acusé. Me condenan como cómplice por ello...Pero esos niños no le hacían daño a nadie...Donde está escrito que el placer es un pecado...vivir no es un pecado...sentir no es un pecado...ser joven no es un pecado...Y mi fé....es verdad...también....Todo es verdad....No creo en Dios! Y si esto me hace ser hereje, entonces lo soy! El alma carnal mantenida prudentemente apartada de las deliberaciones del alma razonable, se encuentra de golpe y desde dentro de lo que Zenón había ocultado. Algo en el se rompe como si fuera una cuerda; se le seca la saliva, los pelos de la muñeca y dorso de la mano se erizan, le castañetean los dientes. Aquel desorden, que nunca había experimentado, lo asusta mas que el resto de sus desventuras. Apretándose la mandíbula con las manos y respirando profundamente para frenar su corazón logra, por fin, reprimir aquel motín del cuerpo. Había que terminar el proyecto antes de que el hundimiento de su carne o de sus males lo hicieran incapaz de remediar sus propios males Zenón 1 No puedo flaquear! Abriendo los ojos como volviendo de una pesadilla???? (O acordándose de algo) Zenón EL bisturí? Recuerda que el precioso instrumento se encuentra guardado en las escrituras que le habían devuelto. Comienza a contabilizar el tiempo que necesitará para realizar el trabajo sin peligro de ser sorprendido Zenón Son las cuatro, el carcelero no va a aparecer hasta el toque de queda y pasará nuevamente por aquí cuando amanezca. Puedo escoger entre dos largos intervalos... Meditando, reflexionando, maquinando Zenón Pero esta noche no es igual. Esta noche es diferente, puede llegar algún inoportuno con un mensaje del obispo o del canónigo y necesitarían abrir la puerta... Moviéndose de un lado a otro de la habitación como un loco…. Zenón Puede ser que se hayan dado cuenta y de un momento a otro me van a atar las manos Afinó su oído, luego lo colocó sobre la puerta para escuchar si alguien se Aproximaba Zenón Debo apresurarme Con mano aún temblorosa, levanta la tapa de la escribanía que estaba por encima de la mesa. Entre dos finas tablillas que a simple vista parecen estar juntas, el tesoro que puso allí seguía en su sitio: una cuchilla de afeitar flexible y delgada de dos pulgadas por lo menos que antes había escondido en su jubón y luego trasladado a aquel escondite cuando le devolvieron la escribanía debidamente revisada por los jueces. El paso del tiempo había descompuesto sus entrañas, se acerca a un cubo colocado en un rincón de la habitación y defeca. El olor de las materias recocidas y expulsadas por la digestión humana llena un instante su olfato, recordándole una vez mas las conexiones entre la podredumbre y la vida. (Comentario: el gesto de repulsión aunque visible debe ser tan elocuente que transmite placer, resignación....) Se ajusta los herretes con mano firme. El jarro encima de la tablilla está lleno de agua helada. Se humedece la cara reteniendo en su lengua una gotita que para él sería agua de la última vez. (Comentario: nuevamente la cara del actor que represente a Zenón debe ser lo sufiecientemente expresiva como para connotar placer, gozo, alegría y al mismo tiempo el dolor de la ultima vez. La gotita en la punta de la lengua es el ultimo sorbo de vida que toma que saborea, es a la vez la purificación simbólica de un cuerpo destinado a ser calcinado...) Cuatro pasos lo llevan hacia su cama. La economía y rapidez de sus gestos son las de sus grandes momentos de cirujano. Extiende por el suelo la tosca manta de lana, tan tupida como si fuera de fieltro, formando una especia de pilón que retendrá o embeberá, al menos en parte, el líquido derramado. Para mayor seguridad toma la camisa que se había puesto el día anterior y la retuerce para ponerla delante de la puerta, a modo de burlete. (Era preciso evitar que algún reguero por el suelo en ligera pendiente, pudiera alcanzar demasiado pronto el pasillo.) Sin hacer ruido se quita los zapatos. Se tiende en el lecho, asentando la cabeza en la dura almohada. Piensa... Zenón Canónigo hubiera deseado evitarle el horror Rápidamente con la destreza de un cirujano barbero, se dobla en dos, levantando ligeramente las rodillas y corta la vena tibial de la cara externa de su pie izquierdo, (uno de los lugares habituales de la sangría.) Luego, de prisa, se endereza y se apoya en la almohada, apresurándose a prevenir el síncope siempre posible, busca y corta en la muñeca la arteria radial. Apenas percibe el breve y superficial dolor causado por el corte, el líquido brota ansioso. Zenón deja colgar el brazo izquierdo para favorecer el derrame. (La victoria aún no es completa, podrían entrar por casualidad y arrastrarlo sangrando y vendado hacia la hoguera.) Zenón mira con terror hacia la puerta. (Cada minuto que pasaba era un triunfo.) Echa una ojeada a la manta ya negra, empapada en sangre. Empieza a recordar pasajes de su vida y sonríe con nostalgia. Se endereza con esfuerzo no porque le importara hacerlo sino para probarse a si mismo que aquel movimiento le es aun posible. Su corazón late muy fuerte, una actividad violenta y desordenada reina en su cuerpo, siente una especie de ternura por aquel cuerpo que tan bien le sirvió, que hubiera podido vivir, todo lo mas, unos veinte años suplementarios y que él destruía así, para ahorrarle peores y aun mas indignos males. Tiene sed, pero ningún medio a su alcance para aplacar esa sed (Comentario: Aquí habría que hacer un close up de los labios resecos y algo temblorosos, quizás la cámara se aleja en espiral y “vuela” por el cuarto mientras enfoca los ojos de Zenón que la sigue, mientras los objetos de la habitación empiezan a flotar junto con Zenón) (Efectos Especiales: como lograr que todo, incluyéndolo a él flote?) La sangre de la vena tibial ya solo sale entrecortada, penosamente; (igual que se levanta un peso enorme,) consigue levantar el pie para dejarlo fuera de la cama. Su mano derecha que continúa apretando la hoja, se ha cortado ligeramente, pero el ya no siente el corte. Sus dedos se agitan sobre su pecho, tratando de desabrochar el cuello de su jubón; se esfuerza en vano por reprimir aquella inútil agitación. Las crispaciones y angustias, son buena señal para el suicida (Comentario: aquí empieza una sonrisa “in crescendo” que es casi una mueca pero de alegria). Un escalofrío helado lo recorre, como al principio de una náusea. Es el comienzo del final. Oye ruido de campanas, de truenos y de pájaros chillones volviendo a su nido, que golpean, desde dentro, sus oídos, oye el sonido preciso de un goteo: la manta saturada ya no embebe la sangre que se derrama por las baldosas (comentario: el ruido del goteo se escucha como con eco y sin otro ruido que lo acompañe). Trata de calcular el tiempo que hace falta para que el charco rojo se extienda hasta llegar al otro lado de la puerta, mas allá de la débil barrera formada por la camisa. (Pero poco importa ya; esta salvado, incluso si por mala suerte, el carcelero abre enseguida la puerta cuyos cerrojos eran lentos de abrir, el asombro, el miedo, la carrera por las escaleras buscando socorro, le dejan a la evasión tiempo para realizarse. Mañana quemarían un cadáver.) Después, entre todo aquel ruido percibe un estertor. Respira con intensas y ruidosas aspiraciones superficiales, que ya no le llenan el pecho. Alguien que no era del todo él, (es el otro Zenón con ropa negra esta vez) que parece colocado un poco mas atrás a su izquierda, considera con indiferencia las convulsiones de su agonía. Se hace noche todo muy obscuro excepto los ojos. Y empieza una especie de viaje en 3D donde hay tinieblas, abismos y luego empiezan a refulgir colores en los que el negro se convierte en verde pálido, después en blanco puro el pálido blanco se transmuta en oro rojo, sin que cese sin embargo el negro original. Ya no ve, pero todavía le llegan los ruidos exteriores. El carcelero ve en el suelo un charco negruzco. (Un momento antes el agonizante se hubiera aterrorizado ante la idea de ser apresado y obligado a vivir y a morir unas horas mas tarde. Pero toda esa angustia ha cesado: es libre. Aquel hombre que se acerca, ya no puede ser mas que un amigo.) Suena el chirrido de las llaves en la cerradura y de los cerrojos al abrirse, se abre la puerta y entra una luz brillantísima y cegadora al cuarto. (Comentario: todo se satura de luz y aquí termina....quizás una canción que tengo que escoger puede empezar a escucharse...)