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Av is os de Viena Viennese Siglo de Oro Journal ISSUE 1 / 2021 Institut für Romanistik ISSN 2710-2629 Avisos de Viena, Issue 1 / 2021 Funded by FWF Austrian Science Fund, P32263-G30 and P32563. Cover Infante Felipe Prospero (1657-1661), Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, 1659, Kunsthistorisches Museum Wien. We want to express our thanks to Ilse Jung, Gudrun Swoboda and the Kunsthistorisches Museum Wien for their cooperation, and for allowing this outstanding work of art to head this Issue. In addition, we would also like to extend our thanks to Klara Schellander, Bernhard Schubert and Universität Wien’s Open Access Office for their significant support in publishing Avisos de Viena via Open Journal Systems. Logo and Layout Tamara Hanus Av isos de Viena Viennese Siglo de Oro Journal ABOUT THIS ISSUE Wolfram Aichinger Felipe Próspero leaves a strong impression on whoever finds the Spanish room in the remoter realms of the Kunsthistorisches Museum in Vienna. Even more so when visitors contrast the endearing features of the delicate child on Velazquez’s painting with its label which informs them about the noticeably short sojourn of this Spanish prince among the living (28 November 1657 to 1 November 1661). For all its innocent charm, the foreboding sense of death might be part of the composition, depicted with a door and exit opening on the right into an unspecified space. As we put this Aviso together, birth and early death emerged as a main topic, tackled from different angles: our authors deal with the precarious status of infants in Early Modern Europe, the pressure put on aristocratic women to outweigh the numbers of death through ceaseless fertility, the (often futile) attempts to guarantee health with the best milk fed by the most promising wet-nurses, and the support granted by grandmothers. We deal with outbursts of joy to celebrate birth (in Spain as in the Ottoman Empire) in its sharp contrast with subsequent mourning and the construction of burial monuments for deceased offspring. Calderón de la Barca was strongly associated with the Casa de Austria and theatre performances at court, which far from indulging in superficial entertainment, time and again refer to intimate family issues. Playwrights seem eager to provide compassion and consolation for a queen like Mariana de Austria, mother of Felipe Próspero: Mariana spent the first 12 years of her marriage in an uninterrupted chain of conceptions, miscarriages, and care for sickly children who were doomed before they were born. She had to endure the death of one child, Felipe Próspero, five days before giving birth to another, the future king Charles II of Spain in November 1661 (our next issue will present unstudied documents concerning this still unexplored side of the queen’s life, and the emotions she expressed about it in her letters.). Thus, prince Felipe Próspero also makes for a good introduction to Siglo de Oro literature and drama, the second main concern of this publication, with articles on the symbolism of light and darkness on Calderon’s stage, Sor Juana Inés de la Cruz’s vision of the love that binds Eco to Narciso, the metaphor of the viper in Calderón and Lope de Vega, as well as – introducing prose writing – literary imaginations of intrauterine voices, and a rogue’s early childhood traumas. It is worth remembering that Fernando de Rojas’ masterpiece La Celestina, mother of Spanish Golden Age prose and theatre links gynaecological and surgical issues with the power of rhetoric unfolded by a successful procuress. Each of these aspects is dealt with in a study included in this collection of articles. We very much hope this issue generates the same interest and kind response as its predecessor. Vienna, 3 May 2021 CHIEF EDITORS Wolfram Aichinger Simon Kroll EDITORIAL BOARD Wolfram Aichinger Anna Andreeva Clara Bonet Ponce Giuseppe Pio Cascavilla Don Cruickshank Costanza Gislon Dopfel Alice-Viktoria Dulmovits Karin Fuchs Francisco José García Pérez Sabrina Grohsebner Tamara Hanus Kurt Kriz Simon Kroll Christopher Laferl Rocío Martínez López Michael Mitterauer Hannah Fischer-Monzón Marie-France Morel María Ortega Máñez Pilar Panero García Marie Christin Radinger Alvaro Ramirez Antonio Sánchez Jiménez Fernando Sanz-Lázaro Christian Standhartinger Jesús M. Usunáriz Carlos Varea Mandy Vondra EDITORIAL STAFF Sally Alexander Sabrina Grohsebner Tamara Hanus Marie Christin Radinger CONTENT Wolfram Aichinger: Enfants et rires, richesse de pauvres. Un ama de cría le canta las cuarenta al Rey Felipe IV de España ........................................................... 7 Wolfram Aichinger: Grandmothers reborn. Allomaternal care as an uncharted territory of Spanish History ...................................................................... 12 Clara Bonet Ponce: La vida (antes de la vida) de don Gregorio Guadaña y otros personajes ................................................................................................. 26 Giuseppe Pio Cascavilla: From dusk to dawn, the unusual donanma for the birth of the sultan’s daughter in 1761 ..................................................................... 36 Francisco José García Pérez: La maternidad de las reinas consortes bajo control: El caso de María Luisa de Orleans ............................................................. 44 Simon Kroll: Sor Juana – subversiv oder doch ingeniös? ..................................... 51 Kurt Kriz: Las Remiendavirgos en el Siglo de Oro ............................................. 55 Michael Mitterauer: Grabstätten früh verstorbener Königskinder ........................ 62 Clara Monzó: El actor (calderoniano) a oscuras .................................................. 70 Marie-France Morel: Wet nurses at court in XVIIth century France .................... 74 Alvaro Ramirez / Costanza Gislon Dopfel: The Intellectual Procuress: Celestina’s Legacy and the Rhetoric of Seduction ...................................................... 81 Antonio Sánchez Jiménez: Víboras y partos violentos en Lope de Vega ................ 90 Fernando Sanz-Lázaro: Lázaro de Tormes, historia de una neurosis ................... 102 Avisos deViena WOLFRAM AICHINGER ENFANTS ET RIRES, RICHESSE DE PAUVRES. UN AMA DE CRÍA LE CANTA LAS CUARENTA AL REY FELIPE IV DE ESPAÑA 1 Universität Wien wolfram.aichinger@univie.ac.at Señor, yo tengo tres hijos, los más lindos que hay en la Corte, criados a mis pechos, luciéndoles mi leche y cuidado; cuando lloraban los mecía, y con mi saliva les curaba las paperas y granos; dormían a mis pechos, dándoles, como dicen, carona; comía a mis horas sazonado. (Barrionuevo IV, 166167, 5 de junio de 1658) El testimonio es de una madre del siglo XVII; evoca una dulce aurora de la vida, que transcurre sobre el seno de la madre durmiendo colmado de su leche; madre que, además, es capaz de curar afecciones con su propia saliva aplicando la sabiduría popular. La felicidad de un bebé, según parece, no es exclusiva de nuestra época moderna ni de otra cultura o tiempo. Se puede dar en cualquier momento y lugar si concurren las condiciones que la hagan posible. Ahora bien, esa misma madre vuelve a dar el pecho en circunstancias muy diferentes: el niño que amamanta es débil, enfermizo, sufre calenturas y ataques epilépticos desde los primeros momentos de su vida que —a pesar de la continua preocupación de todo un gremio médico— no llegará a los cuatro años de edad. El ambiente es tenso, agitado, desasosegado. 1 Revisado por Fernando Sanz-Lázaro y Marie-France Morel. Publicado como parte del proyecto FWF The Interpretation of Childbirth in Early Modern Spain (FWF Austrian Science Fund, P32263-G30). Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 8 La madre y nodriza en cuestión, una tal María Suárez, protagonista de este apunte biográfico, fue contratada por la Casa Real en 1658 para amamantar al príncipe Felipe Próspero, cuyo nacimiento el 28 de noviembre de 1657 había causado tanto alborozo y alegría en una corte que llevaba 28 años esperando la llegada de un heredero varón. Velázquez pintó a este niño cuando todavía no había cumplido dos años de edad; el retrato, desconsolador, se exhibe en el Kunsthistorisches Museum de Viena. El infante murió el 1 de noviembre de 1661. María Suárez no fue la primera mujer que nutrió con su propia leche al príncipe. La precedieron en el puesto Juana de Alarcón, activa de noviembre 1657 a mayo de 1658, Ángela de Ayala en mayo de 1658 y Juana de Chávez, en abril y mayo de 1658 (Gacho Santamaría 114-115). La primera de ellas, Juana de Alarcón, estuvo presente en el bautismo del príncipe, a las dos semanas de su nacimiento. La belleza y lozanía de esta mujer, rebosante de salud y de leche, impresionó y dio pie a que se la considerara candidata ideal para transmitir salud y buenas cualidades al niño. “Es mujer de un platero”, comenta Jerónimo de Barrionuevo, “de veinticuatro años, hermosa como el sol, y se llama Doña Juana” (III, 424, 17 de diciembre 17 de 1657).2 En la ocasión Juana recibió atenciones y regalos de considerable valor de parte de la familia real y de los poderosos de la corte (Barrionuevo III, 423-424). No faltaron en la corte expertos en materia de leche materna, expertos que sabían distinguir el espesor del valioso líquido que mejor correspondía a las diferentes fases del desarrollo del niño. Estos intentaron mejorar aún más la calidad de la leche prescribiendo a la ama rutinas de ejercicios. Al referir la presencia de Juana de Alarcón en la ceremonia del bautismo, Jerónimo de Barrionuevo da dos indicaciones al respecto: “[...] se llama Doña Juana, y la leche con su apacibilidad se conforma, de suerte que no hay más que pedir ni desear" y “hácenla bracear y hacer camas y ejercicio moderado para adelgazar la leche” (1893, III, 424; 17 de diciembre 17 de 1657). Pero los buenos augurios en cuanto a la relación entre el príncipe y su ama no se cumplieron. Juana fue despedida a finales de abril de 1658, y se efectuaron dos relevos más hasta que María Suárez se hizo cargo a finales de mayo del mismo año (Gacho Santamaría 114-115). A pesar de estos cambios en la alimentación y la persona encargada de procurarla, el real lactante no evolucionó según se esperaba. En el verano de 1658 unas “paperas”, es decir, la infección viral e inflamación de las glándulas salivales causaron calenturas al infante y tuvieron a toda la Corte “con harto cuidado” (Barrionuevo 1893, IV, 165, 5 de junio 5 de 1658). Una mañana, coincidiendo con el momento más angustioso de la dolencia, el Rey entró en el cuarto del niño y 2 Dice que la conoce bien porque vivió enfrente de su casa (Barrionuevo III, 424). Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 9 preguntó a la nodriza cómo había pasado el paciente la noche. Es en este instante cuando se produce la intervención de María Suárez, dirigida al Rey Planeta, intervención con estructura antitética, y cuya primera parte abría este texto. A continuación, se completa esta con su segunda parte: Señor, yo tengo tres hijos, los más lindos que hay en la Corte, criados a mis pechos, luciéndoles mi leche y cuidado; cuando lloraban los mecía, y con mi saliva les curaba las paperas y granos; dormían a mis pechos, dándoles, como dicen, carona; comía a mis horas sazonado. Aquí todo me lo dan sin especias, sazón ni sal; paso las noches desvelada, y si he de reposar, es fuerza retirarme a un camaranchón; la que se le antoja, me levanta las faldas registrándome si me ha venido el achaque; la baraúnda y bullicio es grande; la leche, con tantas zozobras, no es posible sea la que es menester. Esto es lo que pasa y que parece no tiene remedio: de mi parte hago lo que debo, y no me falta más que el acierto de servir a Vuestra Majestad, con que en todo tiempo me daré por contenta y pagada. (Barrionuevo IV, 166-167, 5 de junio de 1658) El ama de cría se queja de la falta de sosiego, de órdenes que le parecen improcedentes —como la de obligarla a dormir separada del niño—, del recelo y de la desfachatez con que se atenta contra su intimidad y del control a que quedan sometidos su cuerpo y una eventual vuelta de su ciclo menstrual. La vida y la supervivencia del príncipe se han convertido en preocupación principal de la corte de Madrid, y en ella están implicados desde la familia real, pasando por médicos y ayas, hasta camareras, mayordomos y criadas, y de continuo atraen la curiosidad de los parientes de otras cortes europeas o de los embajadores, cuyos amos ven como la existencia de un heredero español pone en peligro sus intereses y aspiraciones. No sabemos por qué canales llegó el exabrupto de la nodriza ante su amo y señor a los oídos de Jerónimo de Barrionuevo, si este escuchó los chismorreos habituales de la corte o fue por otros medios, ni tampoco si fueron exactamente esas palabras las que pronunció María Suárez. Barrionuevo asegura que fue así, que “[e]s cosa cierta todo cuanto aquí digo, y que el ama no es nada boba” (1893, III, 167, 5 de junio de 1658). Es de suponer que la franqueza de la nodriza causó cierta sorpresa en una corte donde regían las leyes del secreto, de la disimulación y de la adulación. De no haber sido así, Barrionuevo no la hubiera consignado en sus Avisos. La frase que pone como colofón a su noticia deja entrever que suscribe las palabras y la visión del ama de cría. De hecho, las personas encargadas de procurar la salud del niño se veían ante una tarea casi imposible de resolver. Los sucesivos matrimonios endogámicos de los Austria habían hecho improbable desde el mismo momento de la concepción el nacimiento de un niño sano. Este es un tema harto comentado sobre el que no hace falta volver, pero querría destacar un aspecto relacionado con este que todavía no se ha estudiado mucho. La trágica historia de los nacimientos en la casa de Austria tiene Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 10 un efecto colateral de interés para la historia de la obstetricia y de la puericultura. Cuanto más disminuía la vitalidad de los Austria, tanto más aumentaban los esfuerzos por compensar la debilidad genética con cuidados extraordinarios. La selección de la comadre o de la nodriza se convierte en asunto tratado en la cúspide del poder por reyes, embajadores o reinas viudas. La comadre de Mariana de Austria goza de fama internacional y muere dueña de un patrimonio envidiable, el ama de cría deslumbra a la corte con su belleza y frescura. Solo se escoge lo más granado, el precio no importa. Las amas más exitosas del siglo mantuvieron una estrecha relación personal con sus hijos de leche; conocido es el caso de Doña Ana de Guevara, nodriza de Felipe IV (Gacho Santamaría 90). Al mismo tiempo, igual que estos personajes eran agasajados, vivían expuestos al riesgo de la repentina caída en desgracia. Donde el nacimiento se ve rodeado de grandes preocupaciones, cada acto, cada gesto recibe especial atención. Toda persona implicada — comadres, amas de cría, ayas, médicos— se mueve en el foco del interés público. Cuanto más se complica su misión, tanto más se premian los logros, pero en igual medida aumenta el riesgo de ser culpado por desastres que ni el ama de cría más sana y responsable hubiera podido evitar. Al historiador, empero, estos infelices casos de los últimos príncipes de España de la casa de Austria le permiten reconstruir escenarios de la vida privada de valor testimonial excepcional. A las comadres y a las nodrizas se les dedican párrafos enteros en cartas, páginas de diarios personales o actas notariales. El caso difícil provoca voces que en circunstancias más afortunadas no se hubieran alzado. El pasaje que los Avisos de Barrionuevo reservan a las (supuestas) palabras de María Suárez es un buen ejemplo de ello. De las nodrizas que amamantaron a Felipe Próspero hasta su destete a mediados de diciembre de 1660, nueve en total, fue María Suárez la que más tiempo logró mantenerse en su puesto. Sirvió por el tiempo de once meses y solo fue sustituida en 1659 —no se conoce la fecha exacta—, de modo que el enfrentamiento con el Rey no parece haber tenido consecuencias y su franqueza no la perjudicó para desempeñar su oficio durante un periodo relativamente extenso (Gacho Santamaría 115). Escribe Gacho Santamaría que “se le concedió en 1660 una ración ordinaria de la despensa de la reina. Hacia 1686 es viuda y tiene que mantener a cuatro hijos por lo que solicita que su pensión de cuatro reales y medio pasen a una de sus hijas, Gregoria Santoyo, para ofrecerlo como dote a quien se case con ella” (115). Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 11 BIBLIOGRAFÍA Barrionuevo, Jerónimo de, Avisos de D. Jerónimo de Barrionuevo (1654-1658), tomo III, ed. A. Paz y Mélia, Madrid, M. Tello 1893. Barrionuevo, Jerónimo de, Avisos de D. Jerónimo de Barrionuevo (1654-1658) y apéndice anónimo (1660-1664), tomo IV, ed. A. Paz y Mélia, Madrid, M. Tello 1893. Gacho Santamaría, Miguel Ángel, “El Museo de Selaya. Las amas de cría de la corte madrileña (1625-1830)”, Boletín ANABAD, vol. 66, núm. 3, 2016, pp. 85170. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 Avisos deViena WOLFRAM AICHINGER GRANDMOTHERS REBORN. ALLOMATERNAL CARE AS AN UNCHARTED TERRITORY OF SPANISH HISTORY1 Universität Wien wolfram.aichinger@univie.ac.at In memory of Maria Hainzl, born Schneiderbauer (1921-2005) Pastor-Serrana: Sant'Ana, su agüela,/ vístele la faxuela,/ bonito, / la gala del Ninyo, chequito,/ bonito. (Diego Sánchez de Badajoz, Farsa del juego de cañas, siglo XVI) Es war einmal eine kleine süße Dirne, die hatte jedermann lieb, der sie nur ansah, am allerliebsten aber ihre Großmutter, die wusste gar nicht, was sie alles dem Kinde geben sollte. (Gebrüder Grimm, Rotkäppchen) LONGEVITY Fairy tales have always known it, yet scholars are only gradually becoming aware of just how closely grandmothers in history are connected to children. Social history tends to look at a society’s most visible and active members, so that age groups at the outer limits of the human life cycle often remain in the shadows. Very young children are seen as passing through an extremely vulnerable and 1 Revised and corrected by Sally Alexander and Marie-France Morel. Generous funding by the FWF Austrian Science Fund (The Interpretation of Childbirth in Early Modern Spain, P 32263-G30) became this paper’s midwife. My thanks for important help and information go to Marie-France Morel, Carlos Varea, Sarah Blaffer Hrdy, Mandy Vondra, Karin Fuchs, Christian Standhartinger, Rocío Martínez López, Pilar Panero, José Luis Alonso Ponga, Michael Mitterauer, Adela Tarifa Fernández, Antonio Linage, Sabrina Grohsebner, Tamara Hanus, Alice-Viktoria Dulmovits, Andrea Seitlinger, Paz Gatell, Christine Reitinger, Gertraud Aichinger and Marie Christin Radinger. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 13 precarious stage; there does not seem to be much point in counting on them before they have made it through the bottleneck of their first years of life. What could be said about Mozart’s five siblings (five out of seven!) who died before reaching the age of reasoning? By contrast, elderly women are sometimes rashly deemed close to nonexistent. How could there be lots of them when so many letters and chronicles report women’s death in childbirth or during their childbearing years?2 The first assumption deserves closer scrutiny, the second has already been challenged by scholarly writing. Let us briefly examine both. Subsequently, we will contrast findings from social anthropology with what we know about Spanish social history. The main part of this paper will then be dedicated to the importance of grandmothers in the very earliest days and months of human life. Longevity is the distinctive feature of the human species, from its earliest history onwards. Recent anthropological writing has highlighted this fact and begun to systematically explore its wider meaning. Human life lasts longer than that of our closest relatives - primates. Moreover, within a common female lifespan, there is a remarkably long period of postmenopausal life. There is strong evidence that in hunter-gatherer societies a considerable part of all women living belonged to this age group of females who had passed beyond their reproductive years3. Social historians, it is true, have already reminded us of this important fact some time ago: an average life expectancy of 20 to 30 years does not necessarily imply the lack of elderly people. On the contrary, those who had the good luck to survive childhood and reach adulthood, stood a good chance of becoming relatively old, and not embarking on Charon’s skiff before the age of 60 to 654. High infant mortality thus was the factor which significantly lowered the average expectation of lifetime. Now, this is a fact to be taken into account when assessing grandparents and children. It is not true that most children of past ages only knew their forefathers by hearsay. “Indeed, despite high mortality,” Marie-France Morel holds, “they are more present than one would think. About 1800, in France, every child that is born, still possesses more than half of its grandparents.”5 2 This vision was challenged by Vincent Gourdon in his well-documented article that dates back as far as 1999, p. 513 and passim. See also Gourdon, 2001. 3 Hawkes, 2006; Hrdy, 2009; Bogin/ Varea, 2017, Harari, 2011, p. 57. 4 Bennassar, 1985, p. 376. 5 Morel, 2008, p. 139. Translation W.A. See also Gourdon, 1999 and 2001; Chvojka, 2003. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 14 Image 1: Grandmothers and granddaughters embroidering (Almendral de la Cañada, Toledo, 1963/ Paz Gatell) CHILD MORTALITY Much as our present-day emotions and desires revolt against it, we cannot understand past societies without talking about infant mortality. When death bells tolled in 17th century Spain, in more than one out of two cases they tolled for a child that had died before reaching the age of 76. And death rates far higher than this average of around 50% occurred frequently. Inés de Ayala, for example, Spanish royal midwife from 1638 to 1663, lost eight of the 12 children she bore herself before they reached the age of three7. Children left at the mercy of foundling homes had little chances to grow up. No wonder, therefore, that in their accounts, administrators of these sinister institutions list baptisms together with funerals, mantillas (swaddles) alongside with mortajas (shrouds)8. Death waylaid children as much as old people (and maybe it is also for this reason that they felt emotionally close to each other). Half of the tombs were children’s tombs, coffins were children’s coffins, memories of dead relatives in a 6 See for example Gómez Martín, 1999, p. 171 and passim; Bennassar, 1999, p, 92, supposes that in 16th century Valladolid and its surrounding towns about half of the children died before reaching their eighth year of life. Spanish parish priests sometimes give numbers. Thus, at the beginning of the 19th century in the town Sotillo de la Adrada (Ávila), one don Juan Jose Rodríguez sums up the burials he had carried out between 1799 and 1803: out of 243 deceased 94 were cuerpos mayores and 139 párvulos (Sotillo de la Adrada, parroquia de la Santísima Trinidad, Libro de difuntos, 18031842, No 28, Sit. Arch. 179/5/2, note on the inside of the first page (online access via FamilySearch). For babies born in a precarious state which prompted the administration of emergency baptism see Aichinger/ Dulmovits, 2020. 7 Carlos Varona, 2018, p. 144. 8 See Linage, 2012. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 15 good many cases were memories of infants, and nightmares were haunted by the ghosts of little ones9. The death of a young child is not merely a sad occurrence, not just another component to be added to a book which aims at containing all aspects of past life. Rather, it was an experience which shaped the whole outlook on and most dealings with life. It impinged on the psychological balance of women and men and on the colour of the clothes they wore; on their perception of time and fate; their memories and expectations; their visions of the world beyond; and: their management of available (human) resources. Myriad art up to the early twentieth century attests to this state of affairs10. Infant mortality is a social condition to be taken into account when trying to understand the social mechanisms of past communities as a whole. Image 2: Velatorio of Blanquita who died of typhoid fever (Ferrol, 1895/Antonio Pérez Garabán) Where life is a dangerous business and adulthood is no guarantee, survival very much depended on the help of others. It takes a village to raise a child and a mother who gets support beyond that (not always) granted by the biological father had better chances to succeed. This is where grandmothers come into the picture. In premodern communities, grandmothers didn’t just cuddle infants, read storybooks, teach 9 Gélis, 2006, pp. 180-181. A horrible example, which relates the ghost of an infant to maternal infanticide can be found in Heine, 2006, pp. 414-415. 10 The Kindertotenlieder by Gustav Mahler (1901-1904) would be a well-known example. But once you pay attention to the topic, you will come across a surprising number of instances. Surfing freely in time and space, one might look at the Salem witchcraft trials, Massachusetts, 1692 to 1693. There, alleged witchcraft that caused the death of newborns and infants was a major accusation forwarded against the women involved in the proceedings. The affair thus was also triggered by parents’ desire to find scapegoats for a profoundly distressing experience. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 16 proverbs or help out as babysitters. On the contrary, grandmothers sowed, planted and gathered, they bred, pastured and slaughtered, they cooked, washed and cleaned; they often worked hard and helped provide food for the family to a degree and in ways that have not been fully appreciated by mainstream historiography11. Image 3: Grandmother cleaning green beans next to her granddaughter (around 1960) Anthropologist Sarah Blaffer Hrdy gives a reason for this lack of scholarly understanding. Researchers’ views of families were biased by their own belonging to modern societies, where infant mortality is low and children’s welfare is usually granted by the state. 11 For hunting-gathering societies see the pioneering study by Hawkes/ O’Connell/ Blurton Jones, 1989. For Spain see Rodríguez Vázquez, 2016; for images from a 20th century Spanish village see Bardera Jiménez, 2008, pp. 12 (showing a midwife at a baptism), 14, 23, 26. Spanish proverbs frequently stage elderly women as very active parts of their communities. Here are some examples from the 17th century compilation by Gonzalo Correas: “Do no alcanza la vieja, alcanza la piedra”. “Si no miran a la vieja, miran a lo que lleva.” “La necesidad hace a la vieja trotar.” “La mujer vieja, si no sirve de olla, sirve de cobertura.” The old procuress Celestina from Fernando de Rojas’ tragicomedy (1500/1501) sums up the expectations that weigh on her in a strong image: “¿A dónde irá el buey que no are? [sino a la carnicería]”. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 17 “We failed”, Hrdy states “to consider the profound impact of older siblings, grandmothers, uncles, or the mother’s lovers in worlds where more than half of all infants born would starve, be murdered or eaten, or succumb to accident or disease before they matured. Only at the end of the twentieth century, as findings by human behavorial ecologists and sociobiologists started to come in, did it become clear that in […] societies with high rates of infant and child mortality – societies like those our ancestors were involved in – support from alloparents not only improved heath, social maturation, and mental development, it was essential for child survival”12. Image 4: Grandmother Ana María and other relatives (around 1960) GRANDMOTHERS AND BABIES IN SPAIN How about grandmothers in Early Modern Spain? Historians of course have been aware of the presence and importance of the older generations. Nevertheless, as for their roles in household economies and in the breeding of offspring, grandmotherhood seems to be widely uncharted territory; especially when it comes to their close association with pregnancy, birth and the first months and years of life. A period in which mothers and babies most depend on the support of others. A first survey of the issue has brought to light a surprising number of references. These references might include important messages about the workings of Spanish communities in the past, about the creation of psychological bonds and social networks, and the interdependence of generations. Let us look at some of them: 12 Hrdy, 2009, p. 105. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 18 Grandmothers are often reported as providing house and chamber for birth13, together with a warming fire, clean water, sheets, cloths and bed linen, plus chicken broth and, according to a contemporary writer , the smell of fresh bread and bacon, and the taste of very good warm wine (“torrezno de buen tocino magro”, “pan reciente y torrezno de buen tocino magro”, “muy buen vino tibio”14); these aliments and odours were said to help during labour and to encourage parturition15. Maternal forebears also used to stage the scene for unmarried daughters who bore children, be these mothers of commoners or the mistresses of a royal16. When mothers could not care for their babies, or did not survive birth and postpartum complications, grandmothers were liable to step in and act as foster-mothers, raising the child in their homes17. Their intervention could even start before pregnancy concluded. We have got some telling reports of grandmothers interfering in the choice of birth assistants. They advised their daughters as to which midwife to choose, or even entered directly into negotiations about the working conditions and payment. This is what we unearthed when studying aristocratic female correspondence or diaries from Spanish social elites. In these sources, the recruitment of a midwife could become an important issue. What is more, mothers of princesses and queens partook in obstetrical issues even when their daughters had been married to a foreign court, and interfered in the selection of an appropriate birth assistant18. Midwifery thus established a kind of umbilical cord through which daughters who married abroad remained attached to 13 Domínguez Moreno, José María, “El ciclo vital en la provincia de Cáceres: Del parto al primer vagido”, en Revista de Folklore, vol. 6a, 61 (1986), pp. 1-21, p.8 [paging of the digital version]. «http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcc26q1» [consulted 15 June 2019]; Aichinger/ Dulmovits, 2020, pp. 24-29. 14 Ruices de Fontecha, fol. 126. Many thanks to Nina Kremmel for providing a transcription of Fontecha’s text. 15 For the importance of the birth place, also in case of a mother’s death, see Hrdy, 2009, pp. 163, 258. 16 Ecclesiastical reports give us some insight into this aspect. Thus, in Cumbres Mayores, Seville, one “Luisa Jiménez, soltera, parió en 20 de septiembre de 1698 viviendo con sus padres Bernardo Jiménez y Isabel Rodríguez, y está criando el parto; no se ha podido sacar por sus padres, ni otra persona, el cómplice [...]”. García Martínez (1994, p. 16). As for the illegitimate sons of kings, there’s the example of Francisco Fernando, sired by king Philipp IV of Spain and born in the house of his maternal grandparents in 1626 (Carlos Varona, 2018, p. 150). 17 Biographical notes time and again testify to this fact which in Spanish historiography does not seem to have been fully appreciated and assessed in a comprehenisive book. Let me give just one example, copied from an encyclopedic study by Manuel Gracia Rivas (2005, p. 299): “Cebrián y Agustín, Miguel (1691-1752), nacido en Zaragoza, el 29 de septiembre de 1691, era el menor de los hijos del IV conde de Fuenclara, D. José Cebrián y Alagón, y de Dª Lorenza Agustín y Martínez de Marcilla. Su madre falleció el día 5 de octubre, como consecuencia de las complicaciones del parto, dejando al conde con nueve hijos, uno de ellos recien nacido, por lo que la abuela materna tuvo que hacerse cargo de la familia y, tras su fallecimiento, los niños fueron atendidos por la criada María del Mas.” For the Eastern Alpine region see Mitterauer, 2013, p. 137-138; for breastfeeding grandmothers see Morel, 2002. 18 Aichinger/ Standhartinger, 2020. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 19 their homeland and mothers, who were going to be the grandmothers of their offspring. At the same time, dowager queens imposed, or at least tried to impose, their symbolic presence at the court of foreign kings and princes19. However, we are studying an age in which birth without a full-time midwife was quite a regular event among commoners. “Matrona no la ay; válense las mugeres unas de otras”, reports a clergyman after inspecting Castillo de las Guardas in SouthWestern Spain, thereby noting the absence of a professional obstetrician in the town in 169820. Where female neighbours and female kin of different ages gathered to deliver a mother from her pains and a baby, grandmothers most likely called the shots and had the final say. Mothers were expected to look after their childbearing daughters. We can also observe this strong connection between mothers and daughters in professional midwifery. The craft was not taught in schools, rather it was handed down from mothers to daughters, and in some cases even from grandmothers to granddaughters21. Image 5: The grandmother in the black mantilla (1910-1912/ Francisco González Sola) 19 Aichinger/ Standhartinger, 2020, p. 599. For the telling case of Catalina de Médicis and her daughter Isabel de Valois, third wife of king Philipp II of Spain from 1560 to 1568, see also Junceda Avello, 1991, pp. 135-136. 20 García Martínez, 1994, pp. 19-20. 21 See for example García Martínez, 1994, p. 26. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 20 Midwives and grandmothers could turn from allies to fierce adversaries: In 1566, in La Vellés (Salamanca), one María Gavilana sued the midwife Inés Martín for causing the death of her daughter and her daughter’s baby through negligent attendance. Inés Martín was a midwife who resided in the same town and who had assisted during childbirth22. In Early Modern Spain, to be sure, many a baby was born in a state that called for urgent sacramental action. We have found a surprising number of reports of grandmothers supervising this hasty ritual of domestic christening23. When baptism was performed in a regular way at a baptismal font, it used to be the grandmother who, together with the midwife, accompanied the baby’s father and carried the infant in her arms during its first short exploration of the big, wide world24. Grandmothers very often became their grandchildren’s godmothers25. A woman who had fought her way through life and reached the realms of old age, was by that very achievement endowed with authority. The acts and symbolic practices discussed so far all added to her supremacy in a family network. A grandmother who did not live long enough to see her grandchild being born could of course not perform them. Nevertheless, in many a case her memory was evoked and honoured around the time of birth, most visibly through the act of christening: a grandmother’s first name ranked very highly on the list of names to be chosen for a baby26. Again, this seems to be true for both the daughters of queens and duchesses, and the offspring of peasants and artisans. (Let us not leave unmentioned: some sources also indicate the hustle and bustle of “grandmothers from hell”27, as Sarah Blaffer Hrdy calls them, in Spanish and Latin American communities. That is, grandmothers who were more concerned with the family honour than with an infant’s welfare, thus killing new-borns or leaving them at the mercy of strangers or foundling homes 28. We will not unfold this complicated and complex aspect here, suffice this brief reference together with the See e.g. Ejecutoria del pleito litigado por María Gavilana y Pedro González, por si y en nombre de María González, su hija, madre, marido e hija respectivamente de Francisca Gavilana, difunta, vecinos de La Vellés (Salamanca) y Castellanos de Moriscos (Salamanca), con Inés Martín, viuda de Pedro Acedo, vecina de La Vellés (Salamanca), sobre fallecimiento de dicha difunta y su criatura por negligencia de la partera, Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, 1566-01-25, ES.47186.ARCHV//Registro de ejecutorias, caja 1091, 7. 23 See Aichinger/ Dulmovits, 2020, p. 24-29. 24 As for the importance and symbolism of this first outdoor activity see Loux, 1978, pp. 142-147. 25 For France see Morel, 2008, p. 144-145; for Italy De Marchi/ Alemani, 2015, pp. 124-125. 26 See for example González López, 2019, pp. 411-412, Carretero Melo, 2002, p. 236. For a similar situation in France and Italy see Morel, 2004, p. 16.; De Marchi/ Alemani, 2015, pp. 124-125. 27 Hrdy, 2009, 262. 28 The question deserves a fuller examination. I have found scarce references to grandmothers involved in the exposure of new-borns so far. Clues to their role in infanticide can be found in Rodríguez González, 2018, p. 284. For possible “opposite effects of maternal and paternal grandmothers” see Voland/ Beise, 2002. 22 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 21 announcement of further research on this important point.) CONCLUSION Birth in the past was much more than a moment of transition from a mother’s womb to the visible world, an action to get over with as fast as possible. It was the moment in which the foundations for a life to come were laid; where elementary social ties were created and symbolically expressed; where authority was exerted and confirmed. We can confidently state: a grandmother who took a baby to the baptismal font, who bequeathed an infant with her Christian name, and who sanctified her house through the birth of a grandchild was bound to provide further support, or at least to become a powerful image imprinted in a human’s body and soul. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 22 BIBLIOGRAPHY Aichinger, Wolfram/ Dulmovits, Alice, “Escenarios de parto y bautismo de urgencia en libros de bautismo del siglo XVII”, Revista Historia Autónoma 16 (2020), pp. 13-35. Aichinger, Wolfram/ Standhartinger, Christian, “Midwife Diplomacy. The Recruitment of a Midwife for Empress Margarita María Teresa de Austria (1666-1673)”, Memoria y civilización: Anuario de historia 23 (2020), pp. 583602, Online-Publication. Bardera Jiménez, Cristina (coord.), Hagamos Memoria. Almendral de la Cañada, Excmo. Ayuntamiento Almendral de la Cañada, 2008. Bennassar, Bartolomé, Histoire des Espagnols. VIe-XXe siècle, Paris, Laffont, 1985. 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Image 3: “Abuela limpiando judías junto a su nieta”, around 1960, Programa “Los Legados de la Tierra” de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Archivo Histórico Provincial de Albacete, Archivo Histórico Provincial de Cuenca, reference code ES.16078AHP Digitalized image: http://bidicam.castillalamancha.es/bibdigital/archivo_de _la_imagen/es/consulta/registro.cmd?id=33558 (revised 6 May 2021). Image 4: “Abuela Ana María y otros familiares en el corral con una pequeña piara de cerdos”, around 1960, Programa “Los Legados de la Tierra” de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Archivo Histórico Provincial de Albacete, reference code ES.2003AHP Digitalized image: http://bidicam.castillalamancha.es/bibdigital/archivo_de _la_imagen/es/consulta/registro.cmd?id=28746 (revised 6 May 2021). Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 25 Image 5: “La abuela en la mantilla negra”, Francisco González Sola, Colección José A. Pérez Cruz, Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico, 1910-1912. Digitalized image: https://bvpb.mcu.es/es/consulta/registro.do?id=510723 (revised 6 May 2021). (all images are in public domain) Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 Avisos deViena CLARA BONET PONCE LA VIDA (ANTES DE LA VIDA) DE DON GREGORIO GUADAÑA Y OTROS PERSONAJES1 Universidad Católica de Valencia clara.bonet@ucv.es The Life and Opinions of Tristram Shandy, Gentleman (1759-1767), de Laurence Sterne, constituye, por varios motivos, un hito en la memoria literaria universal. Uno de ellos es que el nacimiento del narrador no sucede hasta el libro III, por lo que es la voz del feto no nacido la que hasta ese momento refiere acontecimientos y opiniones desde el vientre materno. No obstante, esa pirueta narrativa se había producido ya en la España Moderna, más de un siglo antes: Antonio Enríquez Gómez publica en 1644 El siglo pitagórico y vida de don Gregorio Guadaña e introduce de forma explícita la voz en primera persona del niño no nacido en el capítulo segundo. Esta obra, notable tanto por los géneros que en ella se entremezclan como por su hipótesis central, narra las diversas trasmigraciones de un alma en distintos personajes: la de don Gregoria Guadaña sería la quinta transmigración. En este sentido, no es casual que esta chocante ruptura de las leyes de la verosimilitud se produjese en un género como la picaresca, tan proclive a detallar la ascendencia2 del pícaro. Lázaro Revisado y corregido por Antonio Sánchez Jiménez. Publicado como parte del proyecto FWF The Interpretation of Childbirth in Early Modern Spain (FWF Austrian Science Fund, P32263-G30) y Desde los márgenes. Cultura, experiencia y subjetividad en la Modernidad: Género, política y saberes (siglos XVII-XIX) [Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades PGC2018-097445-A-C22]. Agradezco sobremanera a Wolfram tantas sugerencias que espero desarrollar en un trabajo más amplio, así como a Simon sus consejos. 2 Como es de justicia en el relato de un pícaro, en el primer capítulo Gregorio menciona el oficio de su padre, el doctor Guadaña, y el de su madre, la comadre de la Luz, pero también a su tío el boticario, a su otro tío el cirujano, a su abuelo el sacamuelas, a su abuela la “remiendavirgos”, a un primo alquimista, a una prima maestra, a un bisabuelo truhan, a una bisabuela barbera de damas… La nómina de todos ellos y sus respectivos oficios, aunque se antoja infinita, proporciona información 1 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 & PGC2018-097445-A-C22 27 Carreter (1970: 29) advierte esta intensificación y señala lo que ya era un rasgo propio del género con el que juega Enríquez Gómez: “Si los pícaros cuentan quiénes fueron sus padres, una variante novedosa consistirá en hablarnos de sus abuelos y tatarabuelos. Si narran su niñez, Gregorio Guadaña se remontará más y describirá su vida intrauterina”. Sanz-Lázaro (2020) ha relacionado el nacimiento del género picaresco y su naturaleza misma con el relato de la llegada al mundo del pícaro. En el mismo género, a saber, en el breve relato de don Gregorio, se encuentran diversas representaciones acerca de la vida in utero que entroncan con algunas de las concepciones seculares relativas a la vida en el seno materno. LA VIDA IN UTERO En efecto, la vida en el útero materno había sido objeto de múltiples reflexiones y representaciones anteriores, aunque rara vez se había dado voz al feto mismo. De entre las variadas características que se subrayan en este periodo, aparece con claridad el topos del vientre materno como el lugar de la elección o consagración religiosa. Los relatos bíblicos3 de los profetas Jeremías e Isaías, de Sansón y del propio Juan Bautista van a anticipar el motivo de la elección personal por Dios ya desde el útero. En este sentido, son numerosos los predicadores áureos que emplean la metáfora del bebé en el seno materno como signo del nacimiento a la vida del espíritu. Así, fray Luis de Granada refiere de este modo la llamada de Jeremías, quien “tiembla […] dentro del vientre de su madre santificado y no halla rincón donde se esconde” (318). Las connotaciones positivas relacionadas con el embarazo y el vientre materno, en tanto que símil del cuidado divino con sus criaturas, son abundantes: “Mirad un niño en el vientre de su madre, que no siente trabajo […]. Está desnudo y no ha frío, no come y no tiene hambre, anda y no tiene cansancio” (Concepción, Pláticas, 14), pues todo lo recibe de la madre “por vías secretas que ni el niño lo sabe ni la madre lo entiende” (Concepción, De los oficios, 161v). Además, sabemos que el niño en el útero es considerado sujeto de derecho, de un modo especial a partir de los cuarenta días de la concepción (ochenta en el caso de ser mujer).4 En efecto, la criatura era considerada “viva” en torno a los dos meses de embarazo, de acuerdo con la recepción acerca del universo de los judíos conversos en que se crio el propio Enríquez Gómez. Dios se dirige a Jeremías en estos términos: “antes de haberte formado yo en el vientre, te conocía; antes que nacieses, te había consagrado yo profeta; te tenía destinado a las naciones” (Jr, 1, 5). El profeta Isaías afirma que “me hizo siervo suyo ya desde el seno materno” (Is 49, 5). La madre de Sansón -antes estéril- escucha unas palabras que también nos resultan familiares: el Señor le anuncia que [va] “a concebir y a dar a luz un hijo, que será nazireo [sic] de Dios desde el seno materno: no pasará la navaja por su cabeza, (Jc 13, 5). La manifestación de la vida uterina por antonomasia se produce en el evangelio de Lucas, pues “en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno” (Lc 1, 41). 4 Como ha trabajado recientemente Aichinger (2021), en su Disputatio de vera naturalis et legitimi partus designatione (1628) Alonso de Carranza analiza de forma pormenorizada las cuestiones relativas al estatuto legal del feto no nacido, pues las consecuencias jurídicas de ser considerado o no “criatura viva” eran muy significativas en términos sucesorios. 3 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 & PGC2018-097445-A-C22 28 de las teorías aristotélicas. Este tiempo se ha asociado también a una –tempranapercepción de los primeros movimientos fetales.5 A pesar de las connotaciones positivas que el vientre materno adquiere en los contextos anteriores, el Génesis también refiere un relato donde el útero de Rebeca aparece como un espacio de confrontación entre Jacob y Esaú, como anticipo de futuras hostilidades entre edomitas e israelitas: “pero los hijos se entrechocaban en su seno. Ella se dijo: ‘Siendo así, ¿para qué vivir?’ ” (Gn 25, 23). El motivo de los hermanos peleando por su mayorazgo en el seno materno se convierte en el exemplum perfecto para ilustrar las consecuencias de las guerras intestinas, por ejemplo, entre hermanos religiosos: “que por eso Rebeca sintió tanto el parto de aquellos dos niños, Jacob y Esaú, porque lucharon y pelearon dentro del vientre de su madre”, pues “luchas entre hermanos y dentro de un vientre, una religión y una casa, es terrible cosa, de grande molestia y sentimiento” (Concepción, Recogimiento, 671). Este mismo motivo se traslada a otra novela picaresca, a La pícara Justina, donde se refiere el caso de “las dos hijas de Silva, que forcejeaban en el vientre de su madre sobre cuál saldría primero” (669). Era tan relevante nacer antes que el propio hermano, que dichas disputas se habrían producido antes incluso de nacer. Al margen de los movimientos más o menos violentos del feto y de los conocimientos relativos al desarrollo fetal en el útero materno que ya se tenían, este espacio se presenta en ciertos textos como un lugar de comunicación con el exterior: en las Noticias de Madrid (1621-1627) se refiere que parió “un hijo la Señora la Marquesa de Casal Rodrigo del cual se dice que lloró dos veces en el vientre de su madre” (112). De hecho, en la versión apócrifa del Guzmán de Alfarache se menciona, dentro de un largo listado de supersticiones, una de ellas que estaría relacionada con “la voz que se oía dentro del vientre de las mujeres, que llaman engastrimancia” (194). En cualquier caso, aquello que sucedía en el útero, rodeado siempre de un halo de misterio, trataba de explicarse, todavía, en términos galénicos: por ejemplo, a mediados del siglo XVI se consideraba que el sexo del embrión se determinaba en los primeros meses fruto del calor o frío que recibiera la madre en ese periodo.6 Estas y otras disquisiciones similares están recogidas en el Tratado de embriología sagrada (1848), de Riesco Le-Grand, obra en la que se puede seguir la evolución de este apasionante tema, que todavía ocupa un amplio espacio en la opinión pública de nuestras sociedades. 6 “Para entendimiento de lo qual es de notar que la mujer es diferente del varon, fundamentalmente en quanto el calor de la muger es menos poderoso que el calor del varon, y por esta razon no pudo naturaleza echar fuera del vientre los miembros de la generacion como el varon, el qual por la fuerça de su calor pudo echarlos fuera: y desta manera por razon de la causa eficiente cumplió naturaleza su fin, es a saber, que quedassen estos miembros en la muger dentro del vientre, porque defuera no se pudiera bien formar la criatura” (Anathomia, 69v). 5 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 & PGC2018-097445-A-C22 29 LA ESPERADA LLEGADA DE GREGORIO Volvamos a la obra de Enríquez Gómez: tras doce años de matrimonio, se producen calurosas discusiones entre los padres de Gregorio Guadaña acerca de la falta de descendencia: la madre (precisamente por ser comadrona) teme fallecer en el parto, mientras que el padre desea un heredero. Al cabo de un tiempo indefinido, sin recurrir a “tramoyas” ni “artificios”, 7 la comadre Brígida queda encinta. Resulta relevante el modo en que ella se entera de que está preñada. Los primeros movimientos fetales podían ser, como se ha visto, un signo reconocible del embarazo, aunque el más claro y el primero que se manifestaba era la falta del periodo. Así lo refiere el propio Gregorio: Estas y otras pláticas solían tener mis padres sobre faltarles heredero (según me contaron después) hasta que un día, estando mi madre descuidada, yo llamé a la puerta de su estómago con un vómito. Bien temía ella mi venida, habiéndola faltado el correo ordinario: tres meses sin carta mía. (6) La madre ya intuía el embarazo, tras tres meses sin el periodo, pero el primer vómito certifica sus temores. Este síntoma del embarazo, que no es común a todas las mujeres, suele desaparecer en torno al segundo trimestre de la gestación, pero aquí se presenta como señal inequívoca que confirma lo que anunciaban las reglas faltantes. De forma inmediata y grotesca, ella empieza a padecer de golpe todos los síntomas asociados al embarazo: “el ansia de heredero”, el pulso que su marido le toma e informa del preñado, y, sobre todo, unos violentos antojos que la llevan a morder en el pescuezo a su marido cuando este no le trae el ave fénix que ella le había pedido para cenar.8 Resulta especialmente cómico que la madre atribuya a la voluntad del “heredero” sus propios deseos. Al margen de estos síntomas, que se manifiestan sobre todo en la madre, el niño pronto hace sentir sus movimientos dentro del útero: Di en ser tan entremetido desde el vientre de mi madre, que no la dejaba dormir de noche, a puras coces. Era un diablo encarnado. Solía meterme entre las dos caderas, y ella daba unas voces tan fuertes, que las ponía en la vecindad, por no enfadar al cielo. Cuando ella estaba descuidada, solía yo darle una vuelta al aposento de su vientre, y revolverla hasta las entrañas. (7) Como se ha visto, los movimientos bruscos del feto en el seno materno son un motivo ya asentado y suelen anticipar el carácter inquieto del niño por nacer, que parece anunciarse en ese revolver las tripas de su madre. En La pícara Justina se refiere, también en clave cómica, el caso de un hijo que “en los nueve meses que estuvo en el vientre de su madre, en estando ella dormida le sacaba algunas tripas y se las iba a 7 Sería interesante abundar en las veladas acusaciones que hace la madre al doctor en relación con la posibilidad de concebir de un modo más artificial, aunque excede la extensión de este breve trabajo. 8 Así advierte la mujer a su marido, antes de atacarlo: “Doctor, pues quisisteis heredero, y no le trajisteis el ave fénix, servidle de avecena” (7). Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 & PGC2018-097445-A-C22 30 vender a las bodegoneras” (143). En efecto, esta descripción implica la percepción de una fuerte desconsideración para con la madre por parte de algunos hijos. En el caso de Gregorio, las coces del niño y los alaridos de la madre atestiguan que el embarazo se le antoja a doña Brígida peor que una posesión infernal.9 De forma irónica, advierte que peor que estar endemoniada es estar “endoctorada”, aunque ella afirma tener “el diablo en el cuerpo”, por lo que solicita de forma constante una bizma, un emplasto que alivie sus horribles dolores. Resulta revelador que la madre de Gregorio, a pesar de su oficio, viva el embarazo como si fuera una dolorosa enfermedad. No hay connotación gozosa o esperanzada en ninguna de las fases previas al alumbramiento. Si bien en las piezas mencionadas los movimientos furiosos del feto no tienen mayores consecuencias, se ha hallado una relación de sucesos cuanto menos inquietante a propósito de la vida intrauterina y que supone una exasperación de las señales que advertía doña Brígida en el embarazo de Gregorio. Tal y como sucede con la novela picaresca, también los romances populares que referían la vida delictiva de los malhechores (muchos de los cuales serían ejecutados) señalaban el linaje del delincuente al principio de la pieza. 10 En efecto, se advierte que cuanto más horrendos eran los crímenes, mayor era la maldad que el delincuente manifestaba ya desde la niñez. En la siguiente relación anónima, el título pone de relieve la perversión del personaje, que aparece ya en el seno materno: Curioso romance del caso más estupendo que se ha visto en estos tiempos. Dase cuenta como marido y muger, que avia algunos años que estavan casados no tenian sucession y muy deseosos de tenerle hizieron muchos [...]emos, y casi desesperados, con peticiones [...]su divina Magestad, dandoles vn hijo, el qual en el vientre de su madre rabiaba y la mordia como un perro; y despues de nacido mato a su padre y otras muchas muertes que hizo y grandes estragos como vera el Curioso, sucedio en el Reyno de Aragon. Año de 1697. De este modo, aunque los padres habían deseado durante años tener descendencia, muy pronto se advierte el carácter maligno del niño, que tortura a su madre cuando duerme: Dentro de un breve tiempo Se [quedó] encinta Ysabel Y aunque estaban muy contentos 9 Son numerosas las relaciones de sucesos que refieren partos de monstruos en el periodo que nos ocupa (Iglesias Castellano, 2013, por ejemplo). La fascinación por el horror, lo mágico o demoníaco se deja adivinar en la atribución de tales horrendas características al propio hijo al que no se ha visto, que está todavía por venir. La creencia de que un niño estaba endemoniado no era, en este sentido, exclusivamente metafórica. 10 Gomis Coloma (2016) ha trabajado la llamada literatura de patíbulo en España: los ciegos que componían los romances solicitaban el archivo de la causa mientras el preso estaba en capilla, de tal modo que podían vender los pliegos que contenían la vida y obra del delincuente a la muchedumbre que asistía al ritual punitivo. Di Pinto (2010) denomina a estos textos “jácaras de sucesos”. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 & PGC2018-097445-A-C22 31 Tenía dentro del vientre, Y en particular durmiendo, Como que un perro rabioso La mordía, y sin alientos Recordava dando vozes Y muchas vezes diziendo A su marido: Francisco Que me abraso, que me muero. (vv. 48-58) El tono difiere profundamente del empleado en La vida de don Gregorio Guadaña, pero el símil animalizante es compartido (aunque este más peligroso: lo que antes eran coces de burro son ahora bocados de un perro rabioso). Las voces de Isabel son acertadas pues, en efecto, muere de sobreparto, terror que recordemos acechaba también a doña Brígida. 11 Este modo de entrar en el mundo, a dentelladas y “matando” a la propia madre, anuncia las calamidades que la vida de este hijo traerá al conjunto de la sociedad: La madre murió de parto, y el padre le buscó luego Un ama que le criasse Y apenas lo puso al pecho, Quando se le encanceró, De forma, que sin remedio Murió, sin que le causasen Las medicinas efecto, De la misma enfermedad Otras tres amas murieron […] (vv. 67 -76) Aunque excede el objeto estricto de este trabajo, se ha querido incluir el fragmento relativo a la lactancia del futuro criminal, pues la naturaleza acumulativa de sus delitos se anuncia también en esa -se colige- furiosa manera de mamar que habría provocado la muerte de cáncer de hasta cuatro nodrizas. Como resulta lógico, a estos crímenes solo pueden seguir otros mayores: el delincuente roba y mata a su padre; despeña a un carmelita; roba, viola y mata a una doncella; saja los pechos de una madre cuyo hijo lactante estrella contra el suelo; degüella a un rebaño entero y a sus pastores; etc. La crueldad del malhechor, creciente, no hace sino confirmar lo que hacían prever esos furiosos mordiscos. Por ello, resulta especialmente aleccionador para la comunidad toda que la relación concluya con su castigo: “ejecutáronlo ansí, / sirviendo de gran consuelo / a hombres niños, y mujeres, / por la quietud de sus Pueblos” (vv. 235-238). Si bien es cierto que las patadas y los golpes en el seno materno, como se ha señalado, pueden augurar la futura maldad del niño, dan siempre ocasión a los padres para discurrir sobre el destino de su hijo y, en el caso de Gregorio, sobre su 11 Este tópico áureo aparece, entre otras obras, en La vida es sueño, donde Segismundo como “humana víbora” mata a su madre Clorilene al nacer, corroborando, a ojos de Basilio, los negros presagios que anunciaban su nacimiento (Aichinger, 2014). Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 & PGC2018-097445-A-C22 32 futuro oficio. La comadre Brígida, a tenor de las patadas que recibe, reivindica su profesión en detrimento de la de su marido: Pero en lo que toca a ser infante, malos años para vos; infante ha de ser, y como, tal se está ensayando para revolver el mundo. Qué, ¿queréis un doctorcito? No, no os veréis en esto: ahíto está el mundo de doctores, y no de comadres. (7) Estas especulaciones fantasiosas, fruto de relacionar los movimientos uterinos de la criatura con su probable profesión, se encuentran ya y también en la comedia Todo es dar en una cosa (1635), de Tirso de Molina. 12 Los pastores Carrizo y Pulida discuten de forma acalorada sobre la futura profesión de su hijo. La pastora no solo lo siente “dar vueltas día y noche”, sino que sus antojos, en esta ocasión, se manifiestan en unos síntomas cuanto menos extraños, tal y como le refiere al pastor Bertol cuando se los encuentra: BERTOL PULIDA BERTOL PULIDA BERTOL PULIDA ¿Sobre qué estáis altercando? ¿Sabéis vos lo que ella tien en el vientre? A un escribén. ¿Pues de dó lo vais sacando? ¿De dó? Siéntole dar vueltas de día y noche. ¿Pues bien? Luego ha de ser escribén quien mis tripas trae revueltas. Desque preñada me siento se me antoja levantar testimuños y arañar cuanto topo. En todo miento y en cualquiera falsedad, si se conciertan conmigo, a cuantos lo dudan digo: yo doy fe de que es verdad. Un proceso sé esconder un mes por menos de un cuarto. Si es tramposo antes del parto, ¿después dél qué vendrá a ser? (vv. 641-660) Al margen de la cómica asociación del ser escribano con ser mentiroso y tramposo, resultan reveladores los dos últimos versos (en concreto la acusación de ser “tramposo antes del parto”), en los que se advierte que no es sólo el nacimiento el que se cifra como augurio de la vida toda, sino que el comportamiento fetal podía interpretarse como un signo patente del carácter de la criatura no nacida.13 Además, estos rasgos 12 13 Agradezco a Blanca Oteiza la referencia a este pasaje. Aichinger (2021) ha sintetizado los postulados del médico Iván Sorapán de Rieros (Medicina española, 1616), según el cual la vida intrauterina sería una suerte de versión abreviada de la vida del nasciturus: ”pueden trazarse paralelismos entre las etapas del desarrollo prenatal con las diferentes edades de la vida humana” (105). Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 & PGC2018-097445-A-C22 33 del futuro del feto hacen de la madre una suerte de marioneta que se comportaría en función de ese hipotético destino de su hijo. Al decir de Pulida, ella misma actuaría de modo involuntario como un funcionario tramposo –de forma paralela a la madre de don Gregorio y sus extrañas reacciones, atribuidas a la voluntad del feto-. En síntesis, las breves páginas en las que Gregorio describe su “entrada” en el cuerpo de su madre, su estancia durante nueve meses y el momento del parto14 recogen en clave cómica gran parte de los conocimientos seculares sobre el periodo previo al alumbramiento. Dejemos ya a don Gregorio a las puertas de la vida (umbral que se le antoja como un ser arrojado “de la ventana de la muerte a la calle de la vida”), no sin señalar que el narrador presenta su propio parto como una moción suya: “Últimamente en estas disputas llegó la hora de enfadarme yo de la posada; comencé a sacudir las túnicas de la vida para vestirme las de la muerte” (7).15 Con este gusto por la paradoja tan propio del barroco, el pícaro recurre al tópico del vientre materno como cárcel de la que se libera el feto al nacer,16 aunque lo haga para ir a caer en una peor: “Vistiéronme la primera mortaja y empecé a jurar de cadáver, y a recibir por cuenta la respiración del aire. ¡Quién dijera que después de nueve meses de cárcel me diesen libertad en otra más oscura!” (8). 14 No se ha querido abundar en este sensacional relato, aunque sería interesante hacerlo por extenso, que ha sido trabajado ya de forma parcial en García Santo-Tomás (2014) y Aichinger (2018). 15 En posteriores trabajos quisiera desarrollar alguna de las líneas que apuntaron Aichinger y Grohsebner en esta misma revista (2020), pues los tejidos que de un modo tan íntimo se relacionan con la vida del hombre y las labores de la mujer embarazada o en el hecho de recibir al recién nacido a la vida se representan incluso dentro del vientre materno. En él se entretejen las membranas del cuerpo femenino con las del hijo, religando de nuevo la maternidad con los tejidos, como aparece en la siguiente cita: “¿Qué otra cosa es el hombre sino un papel falso, húmedo, mojado, de estraza, hecho de trapos viejos molidos juntos y amasados en el vientre de su madre?” (Concepción, El conocimiento interior sobrenatural, 1613, 60r). 16 Aquello que Calderón llama el “primer sepulcro del hombre” tiene la peculiaridad de juntar “pañales y mortaja”, que diría Quevedo, en un momento crítico y extraordinario a un tiempo. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 & PGC2018-097445-A-C22 34 FUENTES PRIMARIAS Anónimo, “Curioso romance del caso más estupendo que se ha visto en estos tiempos […] Reyno de Aragon. Año de 1697”, CBDRS 0005364A, A Coruña, Fondo fotográfico donado por Mari Cruz García de Enterría al grupo SIELAE, https://www.bidiso.es/CBDRS/ediciones/BDRS0005364/4726/ejemplar/ 7236. Biblia de Jerusalén, Bilbao, Desclée de Brouwer, 2019. 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Partos extraordinarios: la representación de lo monstruoso en la España Moderna a través de las relaciones de sucesos, eHumanista: Journal of Iberian Studies, 24, 2013, pp. 433-465. Sanz-Lázaro, Fernando. El nacimiento de un nacimiento. Avisos de Viena, 0, 2020, pp. 6-9. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 & PGC2018-097445-A-C22 Avisos deViena GIUSEPPE PIO CASCAVILLA FROM DUSK TO DAWN, THE UNUSUAL DONANMA FOR THE BIRTH OF THE SULTAN’S DAUGHTER IN 17611 British Museum gcascavilla@britishmuseum.org Childbirths within ruling dynasties became matter of public interest, since they ensured the biological and genealogical continuation of the dynast. They were usually the cause for extensive celebrations, as their importance transcended the mere familial nature of a regular birth. In many cultures, these public celebrations assumed an unprecedented and varied degree of grandiosity, length and cost. The Ottoman Empire was certainly no exception to this, but how did the Ottoman sultans publicly celebrate these events? And what was the significance of these celebrations for the dynasty, elites, commoners and foreign representatives? In order to answer these questions, I examined reports written by the chargé d’affaires of the Republic of Ragusa to Istanbul Pietro Cingria (Petar Čingrija in Croatian). Cingria was a Ragusan merchant who was well acquainted with the reality of the Ottoman capital, not only because he remained in charge for more than a decade, from 1755 to 1768, but also due to his marriage to a woman of Levantine heritage. 2 As such, with his background, experience and family connections, he knew Istanbul well and had access to a great deal of information. 1 Revised and corrected by Costanza Dopfel and Alvaro Ramirez. I want to thank Wolfram Aichinger, Marie Radinger and Sabina Grohsebner for the fruitful exchange of ideas from which this article sprang and for their hard work and patience. My gratitude also goes to Costanza Gislon Dopfel and Alvaro Ramirez for proofreading the paper, as well as to Lisa Guastella and Samantha Gordon who had the kindness to read it. Their valuable considerations and suggestions made it much more readable and clear. Last but not least, I am also deeply grateful to Massimiliano Pezzi for his precious information about the archival sources used in this paper. 2 Miović, Ottoman Empire and the Republic of Dubrovnik, 196. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 37 Cingria reported a number of imperial births, but I have chosen in one particular, which shows noteworthy features. It took place in 1761, during the rule of Mustafa III, and was described in more detail than other imperial births. The Ragusan diplomat, as well as other foreign representatives or chroniclers, indicated the public celebrations connected to the birth of an imperial offspring with the word “donanmà”, which in Ottoman Turkish simply meant “decoration of the streets of a city”. This term was used for celebrations that could be proclaimed not only for a birth of sultan’s progeny, but also for other important religious or secular reasons.3 The donanma for a newborn child was an occasion for public rejoicing, but probably even more so than other events it offered the occasion for the elite class to demonstrate their support to the ruling dynasty, as their loyalty would certainly be put to a test. Let’s start with some background by way of Sultan Mustafa III’s ascension to the throne at the end of 1757. His two predecessors (and cousins) Mahmud I and Osman II, neither of whom had children, ruled from 1730 to 1754 and from 1754 to 1757 respectively. The last sultan with a family was Mustafa’s father, Ahmed III, who fathered 45 children, the youngest born in 1732. When the first daughter of Mustafa III was born in 1759, Istanbul had not witnessed an imperial birth for nearly three decades, so as a result great and sumptuous celebrations took place.4 According to Baron de Tott, since celebrations for the birth of an Ottoman princess normally only consisted in revelries on the sea, these great festivities were an exception to the rule, organized to celebrate the break of “a long sterility” rather than just the princess’ birth.5 When in March 1761 Cingria informed the Ragusan government that one of the women of the harem was pregnant, he confirmed that the gender of the newborn would have determined the extent of the festivities. He wrote that according to general hearsay the odds were in favour of a boy. Had this been the case, large celebrations were expected not only in Istanbul but throughout the whole empire. However, should a princess be born, these would have been restricted to the “only Gates of the Seraglio”.6 After the joy with the birth of his first daughter in 1759, along with the break 3 Ménage, “Donanma”, The Encyclopaedia of Islam, vol. 2, 615. Girolamo Vignola, secretary of the Venetian Bailo in Constantinople described the public celebrations for the conquest of Yerevan in 1725. Vignola also mentioned the distinction between the donanma “da terra” and the one “da mar”. The former implied all the celebrations in the streets and on land, whilst the latter involved ceremonies, fireworks (and even a reenactments of the battle in this case) made at sea. Pedani, Relazioni di ambasciatori veneti, 876. A recently published volume by Sinem Erdoğan İşkorkutan offers an updated overview on the research on Ottoman festivals in general. Erdoğan İşkorkutan, Imperial Circumcision, 18-23. The volume itself is a significant contribution to the subject. 4 Cingria wrote that the celebrations were so solemn that “nothing like that had ever been seen in Constantinople”. Pietro Cingria to Ragusa, (Pera of Constantinople, 14th April 1759), Državni Arhiv u Dubrovniku (hereinafter DAD), Diplomata et Acta (hereinafter DeA), 18th c., 3165, n. 56, foll. 1v-2r. 5 de Tott, Mémoires, 1, 150n1. 6 Pietro Cingria to the Republic of Ragusa, (Pera of Constantinople, 14th February 1761), DAD, DeA, 18th c., 3166, n. 2, fol. 2v. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 38 of such a long dry spell providing with a renewed confidence in Mustafa’s ability to produce children,7 two years later the sultan’s focus turned to his impatience for a son.8 THE PREPARATIONS No imperial order for a public festival had yet been issued, but the preparations were in full swing and everyone was busy with these according to the “force, and the convenience” of each person.9 In all this uncertainty the only sure thing was the great deal of expenditure “among all the classes and orders of this little world”.10 The ministers were the ones more engaged as they were “studying the way to invent something new” to please and impress the sultan.11 What struck Cingria the most was the scale and pace of the preparations, despite the fact that the sultan was still silent about the celebrations.12Even the foreign diplomats, who were also supposed to participate in the festival, had not been provided with any information, as the instruction was to first wait for the birth and then enter in the “disposition of the universal glee”.13 In this frenzied atmosphere the sultan apparently kept conducting his business as usual, expanding his incomes and going out on horseback to inspect several parts “of this vast metropolis” every day, looking for those items on which he could impose new duties and taxes, while leaving the administration of the government to the Grand Vizier.14 BIRTH AND CELEBRATIONS On 11th April Cingria wrote that the delivery was imminent and that the expenses for the donanma were very high.15 The event took place only few days later, but Cingria only reported it on 9th May and placed this news at the opening of his letter, which was normally devoted to the most compelling and important issues. The birth was also singled out by the simultaneous occurrence of Ramadan, which had put all other business “in oblivion”. High hopes and great expectations for a male heir were dashed, since on 19th April a girl was brought into the world, saluted for three days 7 Pietro Cingria to Ragusa, (Pera of Constantinople, 14th April 1759), DAD, DeA, 18th c., 3165, n. 56, fol. 1v. Pietro Cingria to the Republic of Ragusa, (Pera of Constantinople, 14th February 1761), DAD, DeA, 18th c., 3166, n. 2, fol. 2v. 9 Ibid., fol. 2v. 10 Ibid., fol. 3r. 11 Pietro Cingria to the Republic of Ragusa, (Pera of Constantinople, 14th March 1761), DAD, DeA, 18th c., 3166, n. 3, foll. 1v-2r. 12 “e tutto ciò senza che sin a quest’ora sia emanato alcun commando della Porta tendente a preparativi tanto straordinari et strepitosi.”.Ibid., fol. 2r. 13 Ibid., fol. 2r. 14 Ibid., fol. 2r. 15 Pietro Cingria to the Republic of Ragusa Ragusa, (Constantinople, 11th April 1761), DAD, DeA, 18th c., 3166, n. 4, fol. 4r. 8 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 39 in a row by cannon fire. The child was the second-born daughter of the sultan and was named Şah Sultan.16 The disappointment connected to her gender was evident: […] Per tutto il corso della notte non si seppe à che tenersi: fù sparsa la voce senz’eccezione che fosse uscito alla luce un Prencipe, mà in seguito trà discorsi ambigui e masticati, convenne dichiararsi, et esporre alla pubblica notorietà la nascita poco gradita d’una Principessa. Per raddolcire questo boccone d’amarezza, immantinente fu propalata la gravidanza d’un’altra Sultana, che frà 5 a 6 mesi prometteva di dar un successore all’Imperio […].17 The day after the birth, the solemnity of the donanma was finally proclaimed. At first, everybody thought the celebrations were to follow a much lower profile, but things turned into something very different. Cingria attributed the following unfolding of events to the desire of the ministers to please the sultan, which in turn unleashed the rest of the population in indulging in pomp, with setting precious ornaments made of fabric and other expensive decorations.18 In his description, Cingria makes one understand that once the celebrations began, the initial disappointment turned into a “general mania”, as he underlined the remarkable fact that people of more modest condition were spending more than the wealthy and that nobody restrained expenditures until the end of the festival.19 A visual element of great impact were the lights that illuminated throughout the night: […]“tutti li Seragli, moschee, mercati, bottteghe et altri luochi pubblici e con tal affluenza di popolo che sin all’alba non è possibile di romper la calca per caminare per le strade.[…].20 As this donanma occurred during the month of Ramadan, it was possible to celebrate only from the sunset to the sunrise. However, not everyone was willing to share such a joy and expenses. Cingria Pietro Cingria to the Republic of Ragusa, (Pera of Constantinople, 9th May 1761), DAD, DeA, 18th c., 3166, n.5, foll. 1r-1v. The daughters of the sultans could not access to the throne, but by no means they were relegated to a passive and segregated life. Boyar, “Political Visibility of Ottoman Women”, 230-252. There is not much information on Şah Sultan, but after being betrothed twice at a very early age, she was given in marriage to an Ottoman notable at the age of 17 and was very active throughout her life. Çağatay Uluçay, Padişahların kadınları ve kızları, 153-154. 17 “[…] Throughout the night it was impossible to understand [what happened]: rumours spread that with no doubt a Prince was born, but afterwards between ambiguous and chewed speeches, it was necessary to admit and bring to the public knowledge the little welcome birth of a Princess. To sweeten this bite of bitterness, it was immediately divulged the pregnancy of another Sultana, who within 5 or 6 months promised to give a successor to the Empire […]”. Pietro Cingria to the Republic of Ragusa, (Pera of Constantinople, 9th May 1761), DAD, DeA, 18th c., 3166, n.5, fol. 1v. 18 Ibid., fol. 1v. 19 Ibid., fol. 2v. 20 “[…] all the Seraglios, mosques, markets, shops and other public places and with such a turnout of people that until dawn it is not possible to break the crowd to walk in the streets […]”. Ibid., fol. 1v. 16 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 40 mentioned that several people claimed to be ill or absent, but unfortunately for them the sultan pushed everyone to celebrate, and orders imposed that even those who were distant from the capital “or even dead”, the latter through their heirs, had to contribute to the “universal cheerfulness” according to their status and wealth.21 Another element that stunned the Ragusan diplomat was that good public order was observed by all. In these few strokes, Cingria depicted Istanbul of the 18th century, a city which was the mirror of the empire, with an extremely rich and multi-confessional diversity and teeming with foreigners: […]Quello che reca però somma meraviglia è il buon ordine osservato sulla solennità; più di 400 milla huomini, sparsi per le contrade di quest’immensa Città, sono in piedi dal tramonto sin al levar del sole, fra danze, tripudij, soni di tromba, timpani, ecc. e la più gran mischia di tutte le nazioni […].22 Cingria wrote that this atmosphere could be the perfect environment to encourage crimes such as “thefts, murders and brawls”, but neither of these, nor any minor disturbances, took place. There were “no arguments, no insults, but not even a Turk raising his voice against a Raya” (infidel), with Muslims offering to any stranger whatsoever refreshments such as sorbets, sweetmeats, coffees and similar.23 Cingria added that. to preserve the law and order, the authorities reinforced the number of the guards in the streets on the basis of the “quality and quantity of the inhabitants” and that only the women had the privilege “to have company in public during the donanmas.”24 Though the festival was said to last five days, it actually ended after ten, including three days of fireworks on the sea.25 The elites, especially government ministers, did not pay mind to the expenses of the celebrations. The Grand Vizier paid more than 90 bags 26 just for the illumination of his palace, whilst other notables spent in proportion to their office and wealth. 27 Cingria reported that the European diplomats had used more moderation. The only exception was the Prussian minister, who did “something more than ordinary” as he hired “a Coffee seller, another one of Sorbets and a third one of sweet things”, so as to distribute these delicacies to all those who asked for some, with the total cost exceeding 5,000 piastres, a small fortune.28 21 Ibid., fol. 1v-2r. “[…] What stuns the most is the good order observed for the solemnity; more than 400 thousand people, scattered through the neighbourhoods of this immense City, who are standing from the sunset to the sunrise, among dances, jubilation, sounds of trumpets, timpani, etc. and the biggest mix of all the nations [...]”.Ibid., fol. 2r. 23 Ibid., fol. 2r. 24 Ibid., fol. 2r. On the policing of the streets of Istanbul, see Wishnitzer, “Shedding new light”, 68. Zarinebaf, Crime and Punishment, 125-140. 25 Pietro Cingria to the Republic of Ragusa, (Pera of Constantinople, 9th May 1761), DAD, DeA, 18th c., 3166, n.5, foll. 2r-2v. 26 According to the Baron de Tott, one bag corresponded to 500 Ottoman piastres that in turn could be converted for 1,500 French livres. de Tott, Mémoires, 1, 156n1. 27 Pietro Cingria to the Republic of Ragusa, (Pera of Constantinople, 9th May 1761), DAD, DeA, 18th c., 3166, n.5, fol. 2r. 28 Ibid., fol. 2r. 22 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 41 Even weeks after the end of the celebrations Cingria kept writing about this donanma. He stressed some negative consequences on the poorer classes, as after days of “forced celebrations” they definitely suffered the financial burden of the event. He also wrote about the deposition of the ağa of the Janissaries, who was “disgraced and exiled” and sent “on a boat transporting coal to Rodosto” (Tekirdağ). Cingria added that this man’s fall was the consequence of the “sultan’s curiosity”, who delighted himself by going around the city in incognito to observe the celebrations. At some point he passed by the barracks of the Janissaries, where, in stark contrast from what could be seen in the rest of the city, the sultan found “a kind of disgusted and sad silence”, with no lights, few guards, and no entertainment or gestures of hospitality. The day after he questioned the men in the barracks, who replied they had done enough to celebrate the birth of the princess, since they were in a state of poverty and need. Upon hearing this answer, the sultan deposed the ağa and sent money to the whole corps of the Janissaries as a “donation for the efforts they suffered in the festival of the Donanmà”.29 CONCLUSION An aspect that strongly emerges from Cingria’s account is the behaviour of the elites, that with their lavish preparations were willing to demonstrate their loyalty and commitment to the ruling dynasty and legitimise their position, as well as their standing in the social hierarchy. This behaviour would most likely be even more pronounced in the presence of a sultan like Mustafa III, who was known for riding incognito around the city monitoring the elites’ behaviour, as the removal of the ağa of Janissaries demonstrated. As previously noted, the foreign representatives were to participate in the festival. Such an occurrence could also be a prime occasion for diplomats to stand out and gain the favour of the sultans. Cingria spotlighted the energetic efforts to honour the occasion by the Prussian representative Karl Adolf von Rexin. His enthusiasm might be justified by the fact that at the beginning of the 1761 he was very likely in the final negotiations that led to the first Ottoman-Prussian ahdname (or capitulation), which was finally achieved in July of that year. He was in fact tasked by Frederick the Great to seal a commercial treaty and an alliance with the sultan.30 It is evident the donanma for the birth of an imperial offspring was indeed an occasion that carried a strong political significance and allowed the sultan to find a moment of unity with his subjects. The people’s expression of happiness for the continuity of the dynasty was certainly one of the ways the rulers also found legitimacy for their position. As Rhoads Murphy noted, only from the interactions 29 Pietro Cingria to the Republic of Ragusa, (Constantinople, 13th June 1761), DAD, DeA, 18th c., 3166, n. 6, fol. 1v. 30 Aksan, “Ottoman Portrait of Frederick the Great”, 205-206. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 42 with the public “could the sultan acquire real power, which resulted not from a radiating outwards of power hereditarily assumed by a secluded and isolated monarch, but from a collecting inwards of power which had to be acquired through an interactive process”.31 I would add that in the specific case of Mustafa III the celebration of the birth offered additional legitimacy to the ruler, who wanted to show he was further able to procreate and therefore biologically ensure the future of the dynasty. Probably this might also explain the extension of the festival, an attempt to encourage a prolonged contact with his subjects. Another element used to emphasise this unity were the illuminations. In normal times the use of artificial lights, coming not only from the lanterns but also generated by fireworks, in a city where the dark usually overwhelmed the urban space once the sun set, was a privilege of the elites and its use was a status symbol.32 A donanma offered the rare occasion to share the light with the rest of the population. On the one hand this might be seen as a concession from the ruling classes to the commoners for the occasion, but on the other its significance might also be a sort of elevation of the whole city, where elites, and people of the most disparate condition were able to share a bright common and ceremonial space outside the walls of the palaces to celebrate the event, while identifying with the ruling household and its achievements. It is possible that the donanma for the birth of Şah Sultan was brighter than others as it fell during Ramadan, and as Avner Wishnitzer reminded “one of the most important features of Ramadan nights was their illumination”, a tradition known as mahya.33 Thus this case, when scrutinised, indeed had an unusual scenario since the celebrations could only take place after dark. This situation clearly created the fascinating atmosphere that Cingria described in detail and favoured a further extensive use of lights, since the donanma added to what already took place for Ramadan. The light also offered an occasion to women to be in the streets during night time, as they were normally not allowed to do that without risking their reputation.34 As such, the donanma seemed to work as a sort of extension of the daylight, or in this specific case as an alternative daylight, since the religious prescriptions for Ramadan did not allow people to benefit from the regular one. The donanma waived several rules, and this sharing between the classes can be seen symbolically as an exceptional moment in time. 31 Murphey, Exploring Ottoman Sovereignty, 156. Wishnitzer, “Shedding New Light”,69-72. 33 Ibid., 73. 34 Ibid., 69. Boyar, “Ottoman Female Public Presence”, 188. 32 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 43 ARCHIVAL SOURCES Letters from Pietro Cingria to the Republic of Ragusa, Državni Arhiv u Dubrovniku, Diplomata et Acta, 18th c., vols. 3165-3166. BIBLIOGRAPHY Aksan, Virginia H., “An Ottoman Portrait of Frederick the Great”, in Oriente Moderno, 18 (79), no. 1 (1999): 203-215. Boyar, Ebru, “An Imagined Moral Community: Ottoman Female Public Presence, Honour and Marginality”, in, Ottoman Women in Public Space, ed. E. Boyar and K. Fleet (Brill: Leiden, 2016), 187-229. ———, “The Public Presence and Political Visibility of Ottoman Women”, Ottoman Women in Public Space, ed. E. Boyar and K. Fleet (Brill: Leiden, 2016), 230-252. 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De hecho, la misión principal de toda reina consorte era engendrar descendencia. Y, como puede suponerse, esta obsesión tenía repercusiones importantes para aquellas soberanas, puesto que todos los ámbitos de su vida privada quedaban públicamente expuestos. Sus ciclos menstruales se vigilaban constantemente, con la esperanza de que se produjera un retraso. Era común también que los médicos pautasen al detalle su dieta, recomendando aquellos alimentos en apariencia beneficiosos para propiciar la concepción. Además, había actividades que se consideraban perjudiciales para una reina, como era la equitación. Pues bien, aquella obsesión prácticamente endémica en las cortes europeas pareció verse todavía más potenciada en la España del último tercio del siglo XVII. En 1679, el Consejo de Estado estaba ultimando los preparativos para el tan ansiado matrimonio de su rey, Carlos II2. Mientras se resolvían las negociaciones de paz con Francia, se ratificaba también un tratado matrimonial, no ya con una princesa de la Casa Imperial, sino con una sobrina de Luis XIV3. En palabras del propio Carlos 1 Revisado y corregido por Rocío Martínez López. García Pérez 2020: 225. 3 Aunque siempre existió un vínculo férreo entre ambas ramas de la dinastía Habsburgo, manteniendo una alianza prácticamente inalterable entre Madrid y Viena durante los siglos XVI y XVII, los 2 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 45 a su madre, esto se debía, aparentemente, por “llevar mal mis ministros y vasallos que yo dilate voluntariamente el medio para conseguir el bien de la sucesión tan deseada de todos, como tan necesaria para la conservación de estos Reinos”4. Dejando de lado las razones políticas que posibilitaron este nuevo matrimonio, y con las miras puestas siempre en asegurar lo antes posible la sucesión dinástica, María Luisa de Orleans llegó a Madrid en noviembre de ese mismo año 5. Y, desde ese mismo momento, todos los ojos estuvieron puestos en ella. De hecho, la presión que empezó a recibir para cumplir con la que se consideraba su misión “natural”, fue, cuanto menos, asfixiante6. Durante los siguientes diez años, su maternidad, o más bien la falta de ella, hicieron mella en su ánimo y salud. Porque toda la Corte ansiaba que se quedase embarazada, y se lo hacía saber de muy diversos modos. Por ejemplo, los predicadores reales aprovechaban la oportunidad de subirse al púlpito para transmitirle el ambiente de esperanza general que se respiraba por todo Madrid7. Mientras María Luisa iniciaba su jornada de camino a España, el jesuita Francisco García predicó ante las damas de la Corte, poniendo énfasis en la nueva época que anunciaba su llegada: “a esto viene María, a esto viene nuestra reina, con ella nos prometemos una firme paz, una constante victoria, una gloriosa sucesión y una perpetua felicidad”8. Con motivo de los esponsales regios, fray Manuel de Guerra y Ribera transmitió a la pareja real los deseos de toda la Monarquía que, obviamente, se traducían en herederos: “solo pedimos al Cielo con leales votos y rendidos afectos, sus largas felicidades, sus reales aciertos, sus durables vidas, substituidas en otras, para coronados de inmortal gracia, suban al Imperio de la Gloria”9. En diciembre de 1679, tan solo un mes después de llegar a Madrid, María Luisa de Orleans tuvo su primer retraso menstrual. Todos los embajadores escribieron a sus respectivos señores anunciando la nueva. Desde el momento en el que se conoció que la reina no había tenido el período, toda la Corte se mantuvo expectante, puesto que, cuantos más días pasaran, más claramente se aseguraría la tan deseada noticia. Sin embargo, las esperanzas duraron poco. Al mes siguiente, se confirmó que había sido una falsa alarma: “la gravidanza della Regina sposa è poi svanita dopo due mesi et alcuni giorni di speranza continuata”10. Aunque el rey fue el primero en matrimonios entre Austrias y Borbones también fueron comunes. Felipe II se casó con una princesa Valois en 1559. Asimismo, el príncipe de Asturias, futuro Felipe IV, y su hermana la infanta Ana Mauricia de Austria se casaron respectivamente con Isabel de Borbón y Luis XIII. Además, no hacía tantos años que Luis XIV de Francia se había casado con una infanta española. Con lo cual, el matrimonio entre Carlos II y María Luisa de Orleans se arraiga en una tradición ya imperante a lo largo de la centuria. Borgognoni 2020: 14. 4 AHN, Estado, Personas Reales, leg. 2796, s/f. 5 Borgognoni 2019: 362. 6 Lobato 2007: 21. 7 García Pérez 2019: 146. 8 García 1681: 109. 9 Guerra y Ribera 1691: 358. 10 AAV, Segreteria di Stato, Spagna, 155, f. 607. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 46 consolar a su esposa, mostrándose confiado y entusiasta, comenzaron a hacerse evidentes las primeras decepciones. El embajador veneciano transmitió esta misma percepción en sus informes: “Corrono sospetti del tutto non fallaci, che venga dalla natura ingiustamente spogliata di poter riportare dagli uffici di sposa le prerogative di madre”11. A partir de ese momento, se iniciaron unas dinámicas que iban a repetirse durante los siguientes años. En su primer lustro como reina, María Luisa tuvo retrasos menstruales que, por lo menos oficialmente, fueron interpretados como señales de un posible embarazo. Está de más imaginar la presión psicológica a la que se vio expuesta la propia reina, en un momento en el que las relaciones con Francia, ya de por sí tensas durante todo el siglo XVII, parecían enturbiarse una vez más. En junio de 1681, mientras la pareja real residía en el palacio de Aranjuez, María Luisa volvió a anunciar una falta. Sin embargo, en esta ocasión, los médicos parecían ya bastante escépticos 12. Todo indicaba que los retrasos menstruales no venían motivados por un embarazo, sino por otras razones: “In Aranjuez si era risvegliata qualche voce di gravidanza della Regina, […]; ma poi svanì la speranza col riconoscersi che tal mancamento era un’irregolarità solita” 13. Al año siguiente, volvieron a reaparecer nuevas sospechas de un posible embarazo, que automáticamente eran informadas a las respectivas cortes europeas. Como anteriormente, aquella nueva decepción cayó como un jarro de agua fría sobre el pueblo de Madrid, que achacaba la responsabilidad de dichos fracasos directamente a María Luisa14. Además, el hecho de que el resto de casas reales de Europa estuviesen acrecentando sus respectivas familias en nada ayudaba a la joven reina. El delfín de Francia tuvo su primer heredero varón en 1682 y, a su vez, Ana María de Orleans, duquesa de Saboya y hermana de María Luisa, anunció en 1684 que estaba embarazada15. Cuando la esperanza empezaba a difuminarse, siempre quedaba el recurso del Todopoderoso y su corte celeste. Los reyes, al igual que sus antecesores en el trono, siguieron la tradición imperante realizando agotadoras actividades que se consideraban beneficiosas para propiciar la concepción. A lo largo del año, organizaron procesiones y visitas a lugares santos con el fin único de suplicar la 11 Barozzi y Berchet 1860: 482. Magdalena Sánchez ha estudiado, a través de la figura de Catalina Micaela, hija de Felipe II y duquesa de Saboya, el modo en el que las mujeres de la realeza llegaron a obsesionarse por localizar en sus cuerpos los símbolos más claros del embarazo. No cabe duda de que María Luisa de Orleans se vio igualmente condicionada por esta realidad. Véase Sánchez, 2015: 445-464. 13 AAV, Segreteria di Stato, Spagna, 157, f. 607. 14 A día de hoy se conserva una cruel coplilla que recorrió todo Madrid y que los historiadores suelen sacar a colación para mostrar la imagen que por aquel entonces se tenía de María Luisa: “Parid bella flor de lis, / que en fortuna tan extraña, / si parís, parís a España, / si no parís, a París”. GómezCenturión Jiménez 1983: 24. 15 Reineri 2017: 165. 12 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 47 necesaria sucesión dinástica 16. Sin embargo, aquellos extenuantes paseos, acompañados muchas veces de remedios naturales y largas horas de adoración a reliquias únicamente conseguían acrecentar la obsesión general. Porque, en efecto, el heredero no llegaba. LA MATERNIDAD COMO MECANISMO DE CONTROL POLÍTICO Pese a todo lo anterior, María Luisa no asumió un papel pasivo ante esta situación. Si bien es cierto que su supuesta esterilidad estaba afectando muy negativamente en su propio ánimo, la reina también aprendió a utilizar aquellos retrasos menstruales como un mecanismo más para ejercer un papel activo en los sistemas cortesanos17. Teniendo en cuenta que las reinas consortes veían oficialmente vetado su acceso a los asuntos políticos, había otras formas de adquirir altas cotas de influencia. María Luisa de Orleans descubrió que, siempre que se hallaban sospechas de un supuesto embarazo, las atenciones del rey hacia ella se multiplicaban. En sus primeros meses en Madrid, y con todas las miradas puestas en su vientre, María Luisa consiguió que Carlos aprobase privilegios para sus principales camaristas, entre ellas su adorada nodriza Nicole Quentin, que recibió doble ración “por el cariño que la Reina Nuestra Señora tiene a esta criada”18. La segunda ocasión en la que pudo comprobarlo fue cuando, tras abofetear a su primera camarera mayor por haber matado a uno de sus amados canarios, se libró de una reprimenda de Carlos II al comunicarle que se había visto dominada por un antojo. Lo más interesante y también sorprendente es que la consorte consiguió que sustituyesen a la terrible duquesa de Terranova por otra camarera mayor mucho más acomodada a sus exigencias19. La tercera ocasión, mucho más seria y preocupante, tuvo lugar en 1685. Tras ver su propia imagen cuestionada por el hecho de ser hija de una Francia que volvía a hallarse en guerra contra España, estalló un escándalo mayúsculo en Palacio, en el que se vieron envueltos sus propios criados franceses20. Ese año empezó a correr el rumor de que la nodriza de la reina le había proporcionado abortivos para evitar la tan ansiada sucesión, y “que su efecto es el de atraer la regla y achaque a las mujeres”21. Desde ese momento, un número importante de criados fue sometido a tortura y se abrió una exhaustiva investigación para conocer la verdad22. A Versalles llegaron los ecos de la campaña difamatoria que se había apoderado de la pequeña corte de la reina francesa. Luis XIV amenazó a España a través de su embajador, advirtendo que “si l’on entreprenoit contre la vie de la reine à Madrid, le roi enverroit cent mille 16 Maura 1990: 289. Borgognoni 2018: 170. 18 AGP, Personal, Caja 16727, ex. 2. Expediente de Nicolasa Francisca Cantín. 19 Oliván Santaliestra 2005: 409. 20 Lurgo 2018: 191. 21 BNE, ms. 18755/19, f. 2. 22 Echavarren 2014: 125-152. 17 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 48 hommes contre les Espagnols et vengeroit hautement un si infâme attentat”23. Pues bien, María Luisa, que había adquirido ciertas dotes de influencia política en aquellos cinco años en Madrid, volvió a aprovechar la circunstancia que por experiencia sabía que le proporcionaría mayores beneficios, aunque fuesen temporales24. El embajador español en Venecia recibió las siguientes noticias: “de cuentos de Corte ya sabes el fin que tuvo el de los franceses, hase seguido el tener la reina algunos días de falta y si se continua hasta mañana no se hará una comedia de grande aparato” 25 . Aunque finalmente terminó comprobándose que se trataba de un nuevo retraso menstrual, María Luisa consiguió tiempo para reafirmar su posición en la Corte. Su temprana muerte en 1689 nos impide conocer cómo hubiese sido su vida durante los años siguientes. De lo que podemos estar casi convencidos es de que difícilmente habría podido quedarse embarazada de Carlos II, lo cual le habría llevado, como ocurrió con muchas otras reinas consortes que no engendraron descendencia, a diseñar nuevas estrategias para mantener su posición en el sistema de facciones palaciegas. Lo tristemente cierto es que aquellos anhelos por hacerle ver que era apremiante un embarazo regio la persiguieron incluso después de muerta. Por poner solo un ejemplo, en las exequias que se organizaron en 1689, distintos predicadores reales sacaron a luz esta circunstancia que, en muchos sentidos, había pesado como una losa sobre ella. El afamado predicador real Guerra y Ribera, quien le había rogado en su entrada oficial que asegurase los deseos del pueblo madrileño con un heredero, se lamentaba al decir que “sacrificó nuestra amable reina en el grande altar de su desengaño esta ambición natural de eternizarse en la sucesión”26. 23 Dangeau 1854: 208. Unos meses antes, las presiones que María Luisa y su círculo francés habían ejercido sobre el duque de Medinaceli, privado y favorito del rey, habían conseguido minar su ministerio, desacreditando su imagen a ojos del monarca. La tregua de Ratisbona con Francia en 1684, que supuso la pérdida definitiva de Luxemburgo, se tradujo también en el golpe de gracia y la definitiva caída en desgracia del valido. Sin embargo, no puede ignorarse que la actitud de la consorte fue indispensable a la hora de comprender las razones que motivaron la desaparición de Medinaceli del escenario mismo del poder. Maura 1990: 310. 25 AHN, Estado, libro 177. Correspondencia del embajador de Venecia, marqués de Villagarcía, y particulares de España. 1685-1691. 26 Guerra y Ribera, 1689: 22. 24 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 49 ARCHIVOS CONSULTADOS AAV: Archivio Apostolico Vaticano (Ciudad del Vaticano) AGP: Archivo General de Palacio (Madrid) AHN: Archivo Histórico Nacional (Madrid) BNE: Biblioteca Nacional de España (Madrid) BIBLIOGRAFÍA Barozzi, Nicolo & Berchet, Guglielmo, Relazioni degli stati europei. Lette al Senato dagli ambasciatori veneti. Serie II. Spagna, Stampa Pietro Nakatovich,Venecia, 1860. Borgognoni, Ezequiel, “The Royal Household of Marie-Louise of Orleans, 1679– 1689: The Struggle over Executive Offices”, The Court Historian, 23/2 (2018), pp. 166-181. Borgognoni, Ezequiel, “La construcción de la imagen regia de María Luisa de Orleans”, Studia Histórica. Historia Moderna, 41, 1 (2019), pp. 353-377. Borgognoni, Ezequiel, “Marie Gigault de Bellefonds, ambassadress of France. 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Eine dichtende Frau, die zudem indigene Motive in ihre Texte aufnimmt, bietet eine große Projektionsfläche für jene Stimmen der aktuellen Forschung, die die Qualität eines Werkes gerne an seinem Grad an Subversion festmachen. Was aber, wenn Subversion kein ästhetisches Kriterium im 17. Jahrhundert war? Grundlegend sind beim Sprechen und Denken über Literatur im Barock die Begriffe ingenium/ingenio, agudeza (Scharfsinn) und concepto (Konzept). Concepto «es un acto del entendimiento, que exprime la correspondencia que se halla entre los objetos» (Gracián, Agudeza y arte de ingenio, discurso II). Ein Konzept möchte Verschiedenes oder sogar Gegensätzliches in Beziehung setzen, indem die Wörter auf ihr Klangbild zurückgeworfen und neu gelesen, Doppeldeutungen ausgereizt, Bilder ausgeleuchtet und Wortspiele in Bewegung gesetzt werden (Poppenberg, 1997, 98). Konzeptistische Literatur ist also eine dynamische Arbeit an der Sprache selber. Für eine solche Literatur muss daher Realismus, eine wirklichkeitsabbildende Literatur, höchst stumpfsinnig wirken, wie Gerhard Poppenberg treffend formuliert (1997, 98). Konzeptistische Literatur bietet Denkbilder für den Intellekt, «die den Scharfsinn herausfordern», dieser wird somit zum Medium der Konzeptistik (Poppenberg, 1997, 98). Sor Juanas konzeptistische Dichtungen des Ingeniösen und ihr Fronleichnamstück El divino Narciso sind eine Herausforderung für den Scharfsinn. 1 Lektoriert von Christian Standhartinger. Erschienen im Rahmen des FWF-Projekts Sound and Meaning in Golden Age Literature (FWF Austrian Science Fund, P32563). Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P 32563 52 Gerade die dazugehörige Loa wird jedoch gerne für politische Lektüren vereinnahmt, die dort auftauchenden indigenen Festlichkeiten als eine subtile Fundamentalkritik an der spanischen Krone gesehen. Ich möchte hier argumentieren, dass die intellektuelle Herausforderung des Stücks ganz woanders liegt. Dies soll keinesfalls der literarischen Qualität Abbruch tun, vielmehr möchte ich versuchen darzulegen, dass das auto sacramental keine subtile Kritik der Evangelisierung Amerikas entwickelt, sondern in einem ingeniösen Vorgehen Transsubstantiation und Metamorphose miteinander verschränkt. Ein Fronleichnamstück ist religiöses Theater, das in Allegorien spricht. Das Thema ist dabei immer gleich, nämlich das Sakrament der Eucharistie, die Motive können jedoch dank der allegorischen Struktur sehr vielfältig sein. So gibt es autos, die Geschichten des Alten Testaments, andere, die das Leben eines Heiligen, aktuelle Geschehnisse der Politik oder aber Legenden der spanischen Geschichte in Szene setzen. Gemeinsam ist ihnen jedoch immer, dass sie diese unterschiedlichen Motive im Hinblick auf das Hauptthema, die Eucharistie, lesen. Bemerkenswert ist dabei die Freiheit, die sich die Dichter im Umgang mit den unterschiedlichen Quellen nehmen. Das Interesse gilt eben hauptsächlich dem Thema, für das die verschiedenen Motive ausgelegt werden. So kündigt sich die Eucharistie in alttestamentarischen Geschichten genauso an wie in königlichen Hochzeiten oder Legenden der habsburgischen Vergangenheit. Neben den erwähnten Motivkomplexen tauchen im 17. Jahrhundert zunehmend auch Geschichten der griechisch-römischen Mythologie in den autos sacramentales auf. Andromeda, Perseus oder Circe treten hier genauso auf wie Echo und Narziss. Sor Juana Inés de la Cruz hat gegen Ende des 17. Jahrhunderts die Geschichte der ewig schallenden Nymphe und des nach sich selbst verzehrenden Jünglings in ein Fronleichnamstück verwandelt. Sie greift dabei auf eine theatrale Bearbeitung des Stoffes durch Pedro Calderón de la Barca zurück, der Echo und Narziss 1661 als mythologisches Drama am Madrider Hof inszeniert hatte2. Bei Sor Juana übernimmt Echo den Part des Teufels und Narziss den Jesu, der sich in die Menschheit (Naturaleza humana) selbst verliebt. Er ist hier also kein selbstsüchtiger und selbstverliebter Knabe, sondern der Retter der Menschheit, der sich in sie verliebt, da sie ja nach Gottes Antlitz geschaffen worden ist. Die für uns entscheidende Szene spielt kurz nachdem Narziss/Jesus Christus gestorben ist und damit das Gesetz der Gnade (Ley de Gracia) bereits installiert hat3. Die entsprechende Figur Gracia erklärt ausführlich, wie dieses Gesetz und damit das neue Zeitalter funktioniert. Am Ende inszeniert sie selbst das neue Sakrament der Eucharistie. An dieser Stelle verschränkt Sor Juana ingeniös Metamorphose und Transsubstantiation. 2 3 S. Calderón de la Barca, Eco y Narciso, S. XII. Hiermit ist das Zeitalter des neuen Bundes zwischen der Menschheit und Gott gemeint, der durch den Tod Jesu Christi am Kreuz besiegelt wird. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P 32563 53 Die intellektuelle Herausforderung, aus der Liebesgeschichte zwischen Echo und Narziss ein auto sacramental zu formen, besteht in der Überwindung des diametralen Gegensatzes zwischen Metamorphose und Transsubstantiation. Während die Metamorphosen Ovids einen Wandel in der Erscheinung, nicht aber des Seins bedeuten, ist die Transsubstantiation ein Wandel des Seins, ohne dass davon die Erscheinung betroffen ist. Echo wird zu Stein, bleibt aber Echo, genau wie Narziss auch als Blume noch ein Narziss ist. Die Hostie dagegen wird erst durch die priesterlichen Wandlungsworte zum Leib Christi, ohne äußere Ähnlichkeiten mit ihm zu teilen. Die Schwierigkeit des autos ist daher die Verwendung eines Metamorphosen-Motivs, um damit das Thema der Transsubstantiation auszudrücken. Dies gelingt Sor Juana in der folgenden Szene: Aparece el carro de la fuente; y junto a ella, un cáliz con una hostia encima. [Gracia] Mirad, de la clara fuente en el margen cristalino, la bella cándida flor de quien el amante dijo: Narciso Éste es mi Cuerpo y mi Sangre [...]4 Auf der Motiv-Ebene wird Narziss’ Tod mit diesen Versen beschrieben: «clara fuente / en el margen cristalino», wo eine «bella cándida flor» wächst. Diese Verse können jedoch auch als eine Metapher eines Messkelchs mit einer darüber gehaltenen Hostie gelesen werden. Mit Graciáns Analyse in Agudeza y arte de ingenio lässt sich diese Doppelbedeutung als eine agudeza durch Ähnlichkeit beschreiben, schließlich kann der Kelch auch als eine Quelle, er ist ja eine Quelle des neuen Lebens, beschrieben werden und die weiße Narzisse als Hostie und damit als Leib Christi. Diese Verse sind also auf der einen Seite eine metaphorische Beschreibung dessen, was wir auf der Bühne sehen, gleichzeitig sind sie aber auf der Ebene der mythologischen Geschichte auch eine Beschreibung der Todesumstände des griechischen Jünglings, der sich ja in eine klare Quelle stürzt und schließlich am Ufer derselben als Blume weiterlebt. Die Metamorphose der mythologischen Geschichte und die Transsubstantiation auf der Ebene des Themas werden über die Metapher artikuliert. Die zitierten Verse inszenieren daher eine Artikulation von Metamorphose und Transsubstantiation im Metaphorischen. Sie sind ein Konzept, dass die beiden gegensätzlichen Wandlungsoperationen in Beziehung setzt. Narziss’ (Ver-)Wandlung in eine Blume wird auf diese Weise in die Wandlung Jesu in Brot und Wein sublimiert und aufgehoben. 4 Sor Juana, El divino Narciso, vv. 2061-2066. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P 32563 54 Vielleicht mag es hilfreich sein, einige Konzepte der aktuellen Literaturwissenschaft bei der Lektüre älterer Text für einen Moment hintanzustellen und sich eher den literaturtheoretischen Konzepten der entsprechenden Zeit zu stellen. Ingenium, Scharfsinn und conceptismo sind letztendlich die Begriffe, die barocke Literaturtheorie dominieren. Übertragen wir nur die Begriffe unserer Zeit ins 17. Jahrhundert, laufen wir Gefahr allzu sehr jenem griechischen Jüngling zu ähneln. BIBLIOGRAPHIE Calderón de la Barca, Pedro, Eco y Narciso, en Cuarta parte de Comedias, IV, ed. Sebastian Neumeister, Madrid, Biblioteca Castro, 2010, pp. 129-226. Cruz, sor Juana Inés de la, El divino Narciso, ed. Robin Rice, Pamplona, EUNSA, 2005. Gracián, Baltasar, Obras completas, II: El héroe. El político. El discreto. Oráculo manual y arte de prudencia. Agudeza y arte de ingenio. El comulgatorio. Escritos menores, Madrid, Biblioteca Castro, 1993. Jünke, Claudia, «Practicas literarias de pertenencia: identificación y diferenciación cultural en la loa del Divino Narciso de Juana Inés de la Cruz», iMEx Interdisciplinario, 8, 15, 2019, 69-82. Marini Palmieri, Enrique, «Notas a la "loa" del Divino Narciso, auto sacramental de Sor Juana Inés de la Cruz», Revista de Literatura, 71, 141, 2009, pp. 207-232. Poppenberg, Gerhard, «Siglo de Oro, Moralistik», in Spanische Literaturgeschichte, hg. v. Hans-Jörg Neuschäfer, Stuttgart, Metzler, 1997, 93-102. Sabat de Rivers, Georgina, «Apología de América y del mundo Azteca en tres loas de Sor Juana», Revista de Estudios Hispánicos, 9, 1992, 267-291. Zanelli, Carmela, «La loa de El divino Narciso de Sor Juana Inés de la Cruz y la doble recuperación de la cultura indígena mexicana», in La literatura novohispana: Revisión crítica y propuestas metodológicas, hg. v. José Pascual Buxó, Arnulfo Herrera, México: UNAM, 1994, 183- 200. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P 32563 Avisos deViena KURT KRIZ LAS REMIENDAVIRGOS EN EL SIGLO DE ORO1 Universität Wien kurt.kriz@hotmail.com INTRODUCCIÓN ¿Remendar virgos es un fenómeno del pasado? Basándome en mi experiencia personal puedo afirmar que no es así. En mis 30 años de trabajo como ginecólogo he reconstruido el himen de un buen número de mujeres que acudieron a la clínica privada vienesa donde yo desempeñaba mi labor. Las pacientes provenían de todas las culturas, sobre todo de Oriente Medio, y venían con el propósito de restaurar su virginidad antes de casarse. En la España de la temprana Edad Moderna encontramos a las remiendavirgos en las obras de Fernando de Rojas, Sancho de Muñón, Francisco Delicado, Miguel de Cervantes, Quevedo, Juan del Encina y muchos más. En sus obras se encuentran alusiones a las mujeres que se consideraban capaces de devolver la virginidad. Según los testimonios del Siglo de Oro, el himen intacto representaba la pureza de una mujer y el hecho de no haber tenido relaciones sexuales antes de casarse. Aunque el famoso médico griego Sorano de Éfeso en su obra Gynaikea ya describe la localización del himen, fue Gabriele Fallopio, el famoso anatomista del siglo XVII2, el primero que en sus Observationes anatomicae confirma su existencia y explica los mecanismos por los que se produce una hemorragia en su ruptura3. 1 Revisado y corregido por Wolfram Aichinger, Simon Kroll y Fernando Sanz-Lázaro. Publicado como parte del proyecto FWF The Interpretation of Childbirth in Early Modern Spain (FWF Austrian Science Fund, P32263-G30). 2 Cuyo nombre a propósito tienen las partes del aparato procreador femenino, llamadas trompas de Fallopio 3 Fallopio,G, Observationes anatomicae, 117r11-117v4, Parisiis 1562. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 56 Debido a este valor sociocultural de la virginidad, existía el oficio de las remiendavirgos, conocidas también como celestinas, cuyo trabajo secreto era devolver la virginidad a las mujeres con diferentes métodos que iban desde la supuesta reconstrucción del himen, remendando esta membrana, a la aplicación de diferentes sustancias que provocaban hemorragia y un estrechamiento de la vagina. Pero las mujeres usaban estos métodos no solamente para tener acceso al matrimonio, sino que también en los burdeles pues, en aquel tiempo, la virginidad era una mercancía muy apreciada. Hasta ahora no he encontrado en tratados médicos del Siglo de Oro explicaciones sobre métodos de reconstrucción del himen. En textos literarios, por el contrario, son las alcahuetas y patronas de burdeles quienes llevan a cabo la intervención de manera clandestina. Aunque el oficio de la remiendavirgos aparece frecuentemente en la literatura de este tiempo, solamente en dos obras se detallan de forma más precisa las herramientas utilizadas, permitiendo intuir la manera en la que se llevaban a cabo estas intervenciones. Una de las obras es La Celestina de Fernando de Rojas, otro ejemplo se encuentra en la Tía Fingida, novela aparecida en el siglo XVII de forma anónima, pero después atribuida a Cervantes. Cervantes alude al tema mediante metáforas y unas referencias bastante explícitas al dolor que pueden causar las agujas en la carne. Tres flores he dado ya, y otras tantas las ha usted vendido, y tres veces he pasado insufrible martirio… No hay mas sino dar puntadas en ellas como ropa descosida?... ; porque el del sirgo y aguja no hay pensar que llegue mas á mis carnes. (Cervantes, 218, p.154) Rojas (o el autor del primer acto de la comedia) aporta todavía más detalles, detalles que podrían indicar un conocimiento de la realidad cotidiana: Esto de los virgos, unos hacía de vejiga y otros curaba de punto. Tenía en un tabladillo, en una cajuela pintada, unas agujas delgadas de pelijeros, y hilos de seda encerados y colgadas allí raíces de hojaplasma y fuste sanguino, cebolla albarrana y cepacaballo. Hacía con esto maravillas; que, cuando vino por aquí el embajador francés, tres veces vendió por virgen una criada que tenía. (Rojas, 1990, pag. 113) LOS UTENSILIOS DE LAS REMIENDAVIRGOS Rojas describe los instrumentos que utilizaba la Celestina como agujas de pellejero. No creo que ese tipo de agujas, usadas para coser la piel de animales muertos, fueran realmente aptas para el uso en humanos vivos y, especialmente, para una intervención tan fina. Como en la época se desconocía la antisepsia, probablemente no se Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 57 desinfectaban las agujas ni se empleaban otros métodos de higiene, ignorando la importancia de lavar adecuadamente las manos y los instrumentos ante la intervención4.Por eso es de suponer que las mujeres sometidas a la intervención, en muchos casos, pudieron sufrir infecciones masivas. Otro problema que, desde mi experiencia, es de gran importancia, es el que plantea la iluminación. En esta época, careciendo de suministro eléctrico, se iluminaba mediante velas, antorchas o lámpara de aceite. Esto impedía focalizar la luz en la zona exacta a intervenir. El espejo cóncavo para iluminar lugares de difícil acceso del cuerpo humano no fue inventado hasta el siglo XVII por el médico francés Pierre Borel5. Por lo tanto, pienso, que las remiendavirgos tenían que fiarse de su sentido del tacto durante sus intervenciones para dirigir la aguja con los dedos al lugar deseado. No obstante, hay que tener en cuenta que, en aquella época, las mujeres estaban acostumbradas hacer labores también con iluminación tenue y las comadronas debían apartar los ojos de la zona intima durante el parto. Para operar en una zona con acceso difícil es crucial contar con una buena iluminación y enfocar la luz en la región requerida durante la intervención. Por eso sospecho que, en muchas ocasiones, las remiendavirgos no respetaban las proporciones anatómicas y procedían según su criterio personal. LA ANESTESIA En su obra La vida es sueño, Calderon de la Barca describe sustancias para narcotizar a Segismundo y sacarlo de la torre. Se trata del opio, la adormidera y el beleño (La vida es sueño, vv. 1023-1024) y para devolverlo a la torre, el loto (La vida es sueño, vv. 2058-2060]6. No está claro si las remiendavirgos tenían acceso a estas sustancias y sabían usarlas, pero probablemente el láudano (tintura de vino blanco, azafrán, clavo, canela y opio), ya conocido en el siglo XVI pero muy caro por sus ingredientes, era apto para lograr una reducción del dolor durante sus intervenciones prohibidas. Lo cierto es que usaban pomadas que surtían un efecto analgésico suave, para que la mujer se mantuviese quieta durante las manipulaciones en el himen. Asimismo, tampoco existen reportes sobre la posición de la paciente, pero es de presumir que la intervención tenía lugar al borde de una cama, porque la silla de parir, descrita por Francisco Núñez en 1580 y usada en este tiempo, no brindaba acceso 4 Araujo F, Encinas C, Torres M, Caballero M, Asepsia y Antisepsia Historia de la Medicina, España, Real Academia de Medicina de Sevilla, 2011. 5 Feldmann, Harald: Vom Ohrenspiegel zum Augenspiegel und zurück. Die verflochtene Geschichte ihrer Erfindung und Einführung in die medizinische Praxis. In: Laryngo-Rhino-Otologie. Thieme Verlag, 1995. 6 La vida es sueño, ed. José María Ruano de la Haza, Madrid, Cas-talia (Clásicos Castalia 208), 1994. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 58 adecuado para una intervención de esta clase.7 LOS HILOS Fernando Rojas sugiere que la piel en el área vaginal se juntaba por medio de hilos de seda encerados. No obstante, las suturas con seda no se diluyen por sí mismas, por lo que el fraude sería fácil de identificar. Sin embargo, sabemos que el matrimonio de la época se consumaba a oscuras y lo más importante era que produjera una hemorragia a causa da penetración. Hoy usamos suturas absorbibles (p.ej. Polidioxanon) que durante el acto de la desfloración ya han desaparecido y, en consecuencia, son indetectables y la pareja no se da cuenta del engaño. Además, para una recuperación completa del himen, habría sido necesario cortar los bordes de sus restos para que cicatrizase el tejido. Por este motivo pienso que es más probable que las remiendavirgos cosieran la piel de los labios inferiores. Por eso no solo la sutura sino también la penetración tuvo que ser extremadamente dolorosa, como se describe en la Tía fingida atribuida a Cervantes8. Como consecuencia de estas consideraciones, surge la sospecha de que la mayor parte de las mujeres podría haber utilizado otros métodos para fingir la virginidad. Apretar los muslos es un método que provoca una rigidez muscular y una sensación de estrechamiento de la entrada de la vagina. Para mejorar este efecto las mujeres en el Siglo de Oro aplicaban local también el alumbre, una sustancia corrosiva que produce adicionalmente la deseada hemorragia durante el primer coito9. Fray Domingo de Valtanás, que entre otros describe diferentes formas en las que una mujer ha podido perder su virginidad, menciona no solo la ausencia de himen como signo de la mujer que no es doncella sino también la falta de estrechez vaginal10. Laguna menciona otras sustancias irritantes que producen vulnerabilidad por su efecto constringente en la piel vaginal y que eran conocidas en el Siglo de Oro, aludiendo a la «gran virtud constrictiva»11 de la agalla y refiriéndose también a las 7 La edición original de 1580, es Libro intitulado del parto humano, alcalá, Juan gracián, 1580. La silla se reproduce en fol. 29r. la imagen que recogemos se incluyó en el libro recopilatorio de gerónimo de ayala titulado Principios de cirugía útiles y provechosos para que puedan aprovecharse los principiantes de esta facultad. En esta última impresión va añadido el libro intitulado del parto humano, compuesto por Francisco Núñez y el tratado de cirugía, sacado de la cirugía universal que escribió Juan Fragoso, valencia, Jaime de bordazar, 1705, p. 175. 8 «...y es que no me dejaré más martirizar de su mano, por toda la ganancia que se me pueda ofrecer y seguir. Tres flores he dado y tantas a Vmd. vendido, y tres veces he pasado insufrible martirio”. 9 Acerca de la Materia Medicinal y de los venenos mortíferos, Salamanca, 1566 (Madrid, Ed. de Arte y Bibliofilia, 1984) pp. 74-75. 10 VALTANÁS, Domingo de, Confessionario muy cumplido con un tractado de materia de excomuniones y deusura, de matrimonio, y de votos. Con otras cosas de mucha doctrina. Conpuesto por el maestro fray domingo de ual-tanás de la orden de sancto domingo, Casa de Sebastián Trugillo, Sevilla, 1555, BNE, R/19539, 69rv. 11 Laguna, Andrés, Acerca de la Materia Medicinal y de los venenos mortíferos, Salamanca 1566 (Madrid, Ed. de Arte y Bibliofilia, 1984). Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 59 propiedades del carbonato cálcico. Otro de los métodos conocidos era el uso de una esponja o vejiga (por ejemplo, una vejiga natatoria de pez) como describe Rojas en La Celestina, llena de sangre de pichón o gallina, que la mujer se colocaba antes del coito dentro de la vagina para que se rompiera durante el acto sexual. Un método aún más sencillo, tan corriente como lo es en la actualidad, era cuando la novia lograba fijar la celebración del matrimonio durante la menstruación. «No vale nada el zuma que y vidrio molido; vale mucho menos la sanguijuela», escribe Cervantes en La tía fingida. Las mujeres también introducían sanguijuelas en la entrada de la vagina o en la propia vagina. Al separar la sanguijuela dos o tres días antes del matrimonio, quedaba una costra en la piel de la vagina que se rompía por la fricción durante el coito, provocando hemorragias12. También con el vidrio molido, puesto en la vagina ante el coito, como describe Cervantes, las mujeres lograban producir una hemorragia. EL PRECIO Para dar una idea sobre el precio de fingir la virginidad, valga como ejemplo el caso de la comadrona Mariana Francisca Ramírez que encontré en los archivos de la Inquisición. La comadrona cobraba 12 reales por remendar el virgo y «hazer que pareciera doncella la que no lo hera»13. Constatar el valor exacto de una moneda de este tiempo es muy difícil porque hay que considerar muchos factores. Para hacerse una idea aproximada: en 1605, en Castilla la Nueva, una docena de huevos costaba unos 63 maravedís, y una de naranjas, 54; un pollo, 55, y una gallina, 12714 ; un real equivalía a 34 maravedís. CONCLUSIÓN En conclusión, pienso que estas prácticas llevadas a cabo en esta época y también hoy en día, lo único que verifican es el mito sociocultural que existe en torno a la virginidad ya que no hay ninguna evidencia científica que la mujer tenga que sangrar en su desfloración. Los testimonios y pruebas que he acumulado en mis 30 años de El texto de Trótula fue adaptado al verso en un poema anónimo del mismo ámbito titulado De secretis mulierum (siglo XIII): cf. Salvatore De Renzi, Collectio salernitana, o.c., vol. v, pp. 1-176. En este poema se recoge la mayor parte de la exposición de Trótula en el cap. 45 con el título De virginitate restituenda sophistice, como ha estudiado A. Alonso Guardo en «Trótula y un poema médico de la Collectio Salernitana. Parte i: De secretis mulierum», CFC. Estudios latinos 23.2 (2003), p. 400. 13 De los Angeles Fernandez Garcia, M, Hechiceria e Inquisición en el Reino de Granada enel Siglo XVII, A.H.N. Inquisición, Leg. 1952. Exp. n.° 4 V. n.° 28 (1662). 14 https://laramblacofradiera.blogspot.com/2014/07/el-valor-del-dinero-en-el-sigloxvii.html#!/2014/07/el-valor-del-dinero-en-el-siglo-xvii.html 12 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 60 ejercicio de la ginecología sugieren que alrededor del 30 por ciento de las mujeres no sangran en su primer acto sexual y una penetración sin lesión del himen es posible. También el médico Juan de Barrios sostiene ya en el siglo XVII que «no es necesario que haya que salir sangre en el primer ayuntamiento»15. La razón que arguye es que son mujeres que «tienen aquella parte tan laja [sic] y flojas, y el hombre delgado y corto el miembro» y también puede darse la falta de sangre en la noche de bodas en mujeres que «trabajan mucho y alçan mucho peso». Con respecto a la posibilidad de fingir virginidad escribe que «mas con maquinamento, y arte se puede hacer que las partes estén juntas que salga sangre y ella finja dolerle y no por esto estará virgen...» 16 . En mi opinión, creo que el mito de la remiendavirgos podría ser en parte una exageración de los autores del Siglo de Oro porque, como médico, me resulta difícil creer que una mujer se sometiera, con estos riesgos de salud y con estos terribles dolores, tres o cuatro veces, como describe Cervantes, a una intervención de semejante calibre. Yo creo que las comadronas a las que se dirigían las mujeres en apuros, en primera instancia usarían los métodos no invasivos arriba descritos y que remendaban solamente en aquellos casos particulares en los que la mujer o los parientes lo deseaban a toda costa. Yo creo que sería mejor entender la expresión remiendavirgos como la persona que ayudaba a fingir la virginidad. Barrios, Juan de, Verdadera medicina, cirugía y astrología, en tres libros dividida. México, Fernando Balli, 1607. p. 18. 16 Barrios, Juan de, Verdadera medicina, cirugía y astrología, en tres libros dividida. México, Fernando Balli, 1607. p. 18. 15 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 61 BIBLIOGRAFÍA Acerca de la Materia Medicinal y de los venenos mortíferos, Salamanca, 1566 (Madrid, Ed. de Arte y Bibliofilia, 1984) pp. 74-75. Araujo F, Encinas C, Torres M, Caballero M, Asepsia y Antisepsia Historia de la Medicina, España, Real Academia de Medicina de Sevilla, 2011. Barrios, Juan de, Verdadera medicina, cirugía y astrología, en tres libros dividida. México, Fernando Balli, 1607. Cervantes, M, La tía fingida,Edición de Adrián J. Sáez Madrid, Cátedra, 2018, 154 p. De los Angeles Fernandez Garcia, M, Hechiceria e Inquisición en el Reino de Granada enel Siglo XVII ,A.H.N. Inquisición, Leg. 1952. Exp. n.° 4 V. n.° 28 (1662). Fallopio,G, Observationes anatomicae, 117r11-117v4, Parisiis 1562. Feldmann, Harald: Vom Ohrenspiegel zum Augenspiegel und zurück. Die verflochtene Geschichte ihrer Erfindung und Einführung in die medizinische Praxis. In: Laryngo-Rhino-Otologie. Thieme Verlag, 1995. Gracián, Juan, Libro intitulado del parto humano, Alcalá, 1580. Laguna, Andrés, Acerca de la Materia Medicinal y de los venenos mortíferos, Salamanca 1566 (Madrid, Ed. de Arte y Bibliofilia, 1984. Rojas, F, La Celestina, Catedra Letras Hispanicas, 1990. Ruano de la Haza, José María, La vida es sueño, ed., Madrid, Castalia (Clásicos Castalia 208), 1994. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 Avisos deViena MICHAEL MITTERAUER GRABSTÄTTEN FRÜH VERSTORBENER KÖNIGSKINDER1 Universität Wien michael.mitterauer@univie.ac.at Die Grabmonumente mittelalterlicher Fürsten sind ein viel behandeltes Thema. Sie werden vor allem im größeren Kontext Generationen übergreifender Dynastien beschrieben und interpretiert. Wo Königinnen zusammen mit ihren Ehegatten bestattet sind, finden auch deren Grabstätten meist ausführliche Behandlung. Problematischer ist die Situation bezüglich der Mitglieder von Fürstenhäusern, die nicht zur Königsherrschaft gelangten. Früh verstorbene Königskinder sind hingegen in der Geschichte mittelalterlicher Sepulkralkultur ein eher unterbelichtetes Kapitel. Ein sehr altes „Panteón de los infantes“ findet sich in der Grabeskirche der Könige von Navarra aus dem Hause Jiménez (918-1234) in Santa María Real in Nájera. Sieben früh verstorbene Kinder von König Sancho IV. Garcés (gest. 1076) wurden hier bestattet. Besonders bemerkenswert erscheint in dieser Infantengrablege der Sarkophagdeckel einer verheirateten Königstochter, die jung im Kindbett starb. Es handelt sich um das Grab von Blanka von Navarra (nach 1133- gest. 1156). Sie heiratete 1151 Sancho III., den Sohn und Mitkönig von Alfons VII. von Kastilien und León. Die beiden hatten mehrere Kinder, die kurz nach der Geburt wieder verstarben. Nur ein Sohn, der am 11. November 1155 geborene Alfons VIII., überlebte. Die Grabinschrift gibt als Ursache für Blankas frühen Tod die Geburt dieses Sohnes an. Der Zeitraum zwischen Alfons‘ Tod und dem Tod der Mutter lässt Spekulationen zu, dass sie erst an den Folgen einer neuerlichen Fehlgeburt starb, und zwar der eines Sohnes Garcías, dessen Geburts- und Todesdatum mit 12. August 1156 überliefert ist. Der Sarkophagdeckel von Blanka ist in dieser Infantengrablege der 1 Lektorat Wolfram Aichinger. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 63 einzige, der original aus dem 12. Jahrhundert erhalten ist. Auf den Basreliefs des Sarkophags ist die Sterbeszene dargestellt: Engel nehmen sich der Seele der Königin an, die – vielleicht nach byzantinischem Vorbild - als nacktes Kind zu sehen ist. Es handelt sich also nicht um eines von deren leiblichen Kindern. Daneben steht der trauernde junge König Sancho. Kinderbilder kommen auch in weiteren Szenen des Sargdeckels vor – etwa im bethlehemitischen Kindermord oder in der Anbetung der heiligen drei Könige. Überraschend erscheint, dass Blanka nicht in Kastilien bestattet wurde, sondern in Nájera, also nahe ihren Eltern. Vielleicht hatte sie diese wegen ihrer angeschlagenen Gesundheit aufgesucht. Ihr Gatte stiftete Geld für ihre Bestattung in Nájera, der Grablege der navarresischen Könige. König Alfons VIII. von Kastilien, das einzige überlebende Kind von König Sancho III. und Blanka, stellt die Brücke zwischen der Grablege der Könige von Navarra und denen anderer wichtiger Königshäuser aus dieser Zeit her. Alfons heiratete 1176 Eleonore von England, die Tochter von König Heinrich II. und der berühmten Eleonore von Aquitanien. Auf Alfons und seine Gattin Eleonore geht die Gründung des bedeutendsten kastilischen Grabklosters zurück, nämlich von Santa María Real de Las Huelgas nahe ihrer Residenzstadt Burgos. 1187 gab Papst Clemens III. die Erlaubnis zu dieser Gründung. Kurz darauf unterstellte das Königspaar das Kloster dem Zisterzienserorden. Es sollte jedoch ein reines Frauenkloster bleiben, nur organisatorisch dem damals so mächtigen Orden der „weißen Mönche“ unterstellt. Die Bestimmung als Grabkloster der Königsdynastie war ausdrücklich mit dem Charakter der neuen geistlichen Gemeinschaft als Nonnenkloster verbunden – damals ein außergewöhnliches Modell. Im Jänner 1199 hielten sich Alfons VIII. und Eleonore zusammen mit ihren Kindern in Las Huelgas auf. Genannt werden der Sohn Ferdinand sowie die Töchter Urraca, Blanka, Konstanze und Sancha. Wahrscheinlich gedachte die Familie damals zweier Kinder, die bereits in Las Huelgas bestattet worden waren, nämlich Prinz Sanchos, geboren 1181 und einer älteren Prinzessin Sancha (1182-4). Diese beiden Kinderbegräbnisse gingen also der eigentlichen Klostergründung kurz voraus, sind aber sicher im Kontext mit der Gesamtplanung der königlichen Nekropole zu sehen. Konstanze trat später als Nonne in die Abtei ein und wurde schließlich deren Äbtissin. Viele Nachkommen des Gründerpaars, das selbst hier in einem prunkvollen Doppelgrab bestattet wurde, fanden in der Folgezeit hier ihren letzten Ruheplatz. Eröffnet wurde die Dynastiegrablege allerdings mit den Gräbern zweier früh verstorbener Kleinkinder. Die Äbtissinnen von Las Huelgas hatten in Kastilien eine einmalige Sonderstellung. Sie waren Herrscherinnen über ein eigenes Territorium von mehr als sechzig Klöstern und Ortschaften. Den Bischöfen und selbst päpstlichen Gesandten war es verboten, Kirche und kirchliche Einrichtungen der Abtei zu visitieren. Immer wieder kam es darüber zu Konflikten mit den Bischöfen von Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 64 Burgos. Die mächtige Stellung der Äbtissin von Las Huelgas hatte häufig eine Angehörige des Königshauses inne. Königin Eleonore von Kastilien, die Mitgründerin von Las Huelgas, war – wie schon erwähnt – eine Tochter König Heinrichs II. von England und der Eleonore von Aquitanien. Auch dieses Königspaar hatte eine bedeutsame Abteikirche mit eigenartiger Struktur zur Grablege ausgebaut, nämlich das Doppelkloster Fontevraud in der Grafschaft Anjou. Es handelte sich hier um eine religiöse Gemeinschaft von Nonnen und Mönchen, in der stets die Äbtissinnen das Sagen hatten. Entstanden war sie um 1100 aus der Gefolgschaft eines charismatischen Wanderpredigers namens Robert von Arbrissel, der eine Rückkehr zu christlichen Werten der apostolischen Frühzeit vertrat. Vor allem unter Frauen fand er zahlreiche Gefolgschaft. Auch Eleonores Großmutter Philippa, Gräfin von Toulouse, stand dieser Armutsbewegung nahe. Im Verlauf des 13. Jahrhunderts entwickelte sich die religiöse Gemeinschaft von Fontevraud zu einem Doppelkoster und zum Zentrum eines eigenen Ordensverbands. Sie stand unter dem Schutz der Plantagenet als Grafen von Anjou. Heinrich und Eleonore förderten die Abtei. Zur Grablege der Königsfamilie wurde sie nicht durch den Tod eines frühverstorbenen Kindes dieses Ehepaares. Seinen ältesten Sohn, den vierjährigen Prinzen William, ließ König Heinrich noch in der englischen Abtei Reading bestatten. Die Entscheidung, in Fontevraud eine Grabstätte der königlichen Familie einzurichten, fiel erst 1189 nach Heinrichs Tod durch seine Witwe Eleonore, die ihn gegen dessen ursprüngliche Pläne hier begraben ließ. 1199 kamen zwei wichtige Bestattungen hinzu, nämlich die von König Richard Löwenherz und die von dessen jüngerer Schwester Johanna, die ihn am Dritten Kreuzzug begleitet hatte. Johanna war in zweiter Ehe mit Graf Raimund VI. von Toulouse verheiratet, einer der Hauptpersonen in den Ereignissen um den Albigenserkreuzzug. Von ihm war sie schwanger, als sie vor Aufständischen zu ihrem Bruder Richard nach Aquitanien fliehen wollte. Sie traf diesen hier allerdings nicht mehr lebend an. Sie wandte sich nun an das Kloster Fontevraud und bat um Aufnahme in die geistliche Gemeinschaft. Eine solche Bitte war für eine verheiratete schwangere Frau völlig unüblich. Trotzdem wurde ihr Rechnung getragen. Noch am Sterbebett erhielt sie den Nonnenschleier. Ihr Kind wurde durch Kaiserschnitt zur Welt gebracht. Es war ein Bub der noch gerade lang genug lebte, um getauft werden zu können. Man gab ihm den Namen seines erst kürzlich verstorbenen Onkels König Richard. 1204 starb Königin Eleonore. Sie war schon 82 Jahre alt und wurde neben ihrem Gatten Heinrich und ihrem Sohn Richard in Fontevraud beigesetzt. Wie Heinrich und Richard hatte auch Johanna hier ein monumentales Grab erhalten, und zwar in unmittelbarer Verbindung mit dem ihres Vaters, vor dem sie kniend dargestellt wurde – die Hände vor ihrem Gesicht gefaltet. Neben ihr ließ man ihren kurz nach seiner Geburt verstorbener Sohn Richard beisetzen. Beide Figuren wurden während der Französischen Revolution zerstört. Insgesamt stellten die Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 65 Königsgräber von Fontevraud eine Besonderheit dar, handelte es sich doch um eine bahnbrechende Neuerung der fürstlichen Sepulkralkultur des Mittelalters. Mit einer Ausnahme wurden die monumentalen Figuren aus Tuffstein hergestellt und bemalt. Es handelt sich um die ältesten „Gisants“, die überliefert sind. Von den unmittelbaren Nachfolgern König Richards auf dem englischen Thron ließ sich keiner mehr in Fontevraud begraben – weder sein Bruder Johann Ohneland noch sein Neffe Heinrich III. Beide ordneten jedoch an, ihr Herz nach ihrem Tod hierher zu bringen. Mit dem Großteil der Festlandbesitzungen ging ja auch Fontevraud dem englischen Königshaus verloren. König Heinrich III. trug der neuen territorialen Situation Rechnung, indem er 1245 mit dem Neubau der Westminster Abbey in London begann und in diesem Kontext auch eine neue Grablege der Dynastie plante. Von seinen neun Kindern aus seiner Ehe mit Eleonore von der Provence starben fünf frühzeitig, waren aber bei ihrem Tod schon über das Kleinkindalter hinaus. Prinz Richard, sein zweitgeborener Sohn, starb 1256 im Alter von neun Jahren. Er war der erste Angehörige des Königshauses der in der Westminster Abbey beigesetzt wurde. Es folgten noch im selben Jahr Prinz John und Prinz William im sechsten bzw. im fünften Lebensjahr. 1257 starb Prinzessin Katherin vierjährig. Sie soll der besondere Liebling ihrer Eltern gewesen sein, obwohl oder gerade weil sie taub war. Für sie wurde ein großes Begräbnis in der Westminster Abbey abgehalten sowie ein aufwendiges Grabmal errichtet, das in den folgenden Jahren mehrfach umgestaltet wurde. Auch die Gebeine ihrer früh verstorbenen Brüder wurden hierher umgebettet, wenige Jahre später zusätzlich noch von einigen Nichten und Neffen, nämlich von Kindern von König Eduard I., unter denen die Kindersterblichkeit besonders hoch war. Gemeinsame Bestattung von früh verstorbenen Kindern war in England, wie neueste Ausgrabungen eines Friedhofs bei Cambridge zeigen, durchaus üblich. In der neuen Königsgrablege in der Westminster Abbey fanden so in den ersten beiden Generationen vornehmlich noch nicht erwachsene Königskinder ihre letzte Ruhestätte. Die Bestattung von Kindern und Jugendlichen neben Königen und Königinnen hat sich in der Westminster Abbey bis weit in die Neuzeit herauf erhalten. Es kam hier nicht durch die Errichtung einer zweiten Grabeskirche zu einer Zweiteilung in gekrönte und nicht gekrönte Familienmitglieder wie in Frankreich durch die Gründung des Klosters Royaumont unter König Ludwig IX. und seiner Mutter Blanka von Kastilien. Diese Blanka führt genealogisch wiederum in den Kreis jener Königinnen in Westeuropa, die damals so nachhaltig am Entstehen und am Ausbau von Klöstern mit dynastischen Grablegen mitgewirkt haben. Sie war die Tochter von Königin Eleonore von Kastilien, die das Zisterzienserinnenkloster Las Huelgas bei Burgos mitbegründet hatte, und die Enkelin von Eleonore von Aquitanien, die nach dem Tod von König Heinrich II. die Entscheidung für die Familiengrablege in Fontevraud getroffen hatte. Ihren Namen trug Blanka nach ihrer Großmutter, der in Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 66 Nájera bestatteten Blanka von Navarra. Er war bei ihrer Auswahl als zukünftige Königin von Frankreich von Bedeutung. Um den Friedensschluss zwischen England und Frankreich von 1200 zu besiegeln, wurde vereinbart, dass der französische Kronprinz Ludwig eine Nichte von König Johann ohne Land heiraten sollte, und zwar eine kastilische Königstochter. Die damals schon 78-jährige Eleonore von Aquitanien zog deshalb in ihrem hohen Alter noch einmal über die Pyrenäen nach Burgos um diesbezüglich zwischen ihren Enkelinnen zu entscheiden. Ihre Wahl fiel nicht auf die ältere Urraca, weil sie deren Namen in Frankreich für schwer verständlich hielt, sondern auf die jüngere Blanka. Als Königin-Mutter war diese Blanka zweimal während der Abwesenheit ihres Sohnes Ludwig auf dem Kreuzzug Regentin von Frankreich und spielte in vielen politischen und dynastischen Fragen eine entscheidende Rolle. Auf Blanka und Ludwig geht das große Königskloster Royaumont nördlich von Paris zurück, dessen Bau in den Jahren 1228 bis 1235 erfolgte. In der Geschichte königlicher Kindergrablegen kam ihm besondere Bedeutung zu. Die Gründung der Abtei Royaumont steht in engem Zusammenhang mit einer neuen Grablegeordnung, die König Ludwig IX. um die Mitte des 12. Jahrhunderts in der alten Abteikirche von St. Denis eingeführt hatte, die seit merowingischer Zeit von fränkischen bzw. französischen Königen genutzt wurde. In St. Denis wurde der Platz für zusätzliche Gräber von Angehörigen der Dynastie knapp. Eine neue Grablege für nichtkönigliche Familienmitglieder wurde daher geplant. Bei Ludwig mag dabei auch das Motiv eine Rolle gespielt haben, eine Kontinuität der Kapetinger zu Karolingern und Merowingern zu betonen und in der alten Königskirche den Bezugspunkt für seine Konzeption des sakralen Königtums zu verstärken. Nicht gekrönte Angehörige des Königshauses sollten deshalb in Zukunft ausgeschlossen werden. Bei Blanka scheint ihre lebensgeschichtliche Erfahrung vieler früh verstorbener Kinder eine Motivation gewesen zu sein. Für solche Kinder sollte es, wie in ihrer kastilischen Heimat einen angemessenen Gedenkort geben. Kronprinz Philipp starb 1218 im Alter von neun Jahren. Zwei weitere eventuelle Thronerben blieben nur kurz am Leben. Erst der vierte Sohn Ludwig erreichte das Erwachsenenalter. Nochmals starben zwei Söhne während der Errichtung des Klosters Royaumont. Einer von ihnen hieß wiederum Philipp, allerdings mit dem Cognomen Dagobert. Seine Grabstätte dürfte die erste im neu gegründeten Zisterzienserkloster gewesen sein und wurde mit einem Baldachin besonders ausgestaltet. Sein Zweitname verweist auf den Merowingerkönig dieses Namens, der in St. Denis als großer Förderer verehrt wurde und dem Ludwig IX. dort ein neues Grabdenkmal errichten ließ. Der nach ihm benannte Prinz Philipp Dagobert wurde hingegen in Royaumont beigesetzt. Es folgten dort dann einige Kinder König Ludwigs aus seiner Ehe mit Margarete von der Provence. Ihre Grabplatten aus Metall mit Liegefiguren sind von höchster Qualität. Kindergräber dieser Ausstattung waren damals eine besondere Ausnahme. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 67 Die neue Trennung zwischen gekrönten und nicht gekrönten Mitgliedern des Königshauses wurde von König Ludwig IX. rigoros gehandhabt. Seinen Sohn Ludwig, der 1260 im Alter von 16 Jahren verstarb, ließ er nicht in St. Denis bestatten, obwohl er während seiner Abwesenheit de facto schon königliche Funktionen wahrgenommen hatte. In Royaumont wurden auch zwei seiner Enkel beigesetzt, deren Tod er noch erlebt hatte. Von seinen früh verstorbenen männlichen Nachkommen kam nur einer nach St. Denis, nämlich sein Ururenkel König Johann I. von Frankreich und Navarra. Er war ein posthum geborener Sohn König Ludwigs X., der schon nach vier Tagen Lebenszeit verstarb, also nie zu realer Herrschaft gelangte. Die alte Königin-Mutter Blanka wurde nicht in St. Denis bestattet, obwohl sie so viele Jahre für ihren Sohn die reale Regentschaft geführt hatte. Sie liegt auch nicht in Royaumont begraben, sondern in der Abteikirche Notre-Dame-La Royale in Maubuisson, einem Zisterzienserinnenkloster, das sie 1236 gegründet hatte. Eine nach der Königin-Mutter Blanka benannte Enkelin König Ludwigs IX. ist in Wien begraben. Sie hatte 1300 Herzog Rudolf III. von Österreich geheiratet, den ältesten Sohn des deutschen Königs Albrecht I. 1304 brachte sie eine totgeborene Tochter zur Welt. Sie selbst verschied 1305 – wohl durch Komplikationen nach einer Fehlgeburt bedingt. Aus ihrer königlichen Mitgift stiftete sie die große St. Ludwigskapelle im Wiener Minoritenkloster, die zunächst ihrem heiliggesprochenen Großvater geweiht war, dann aber dem Patronat des Franziskanerheiligen Ludwig von Anjou unterstellt wurde, der durch seinen Großvater Karl von Anjou auch mit ihr nahe verwandt war. Hier erhielt sie ein Hochgrab nach französischem Vorbild. Von Kindergräbern ist in dieser Grablege nichts bekannt. Das gilt auch im Zusammenhang mit einem zweiten Grab einer Königin, das in der Ludwigskapelle des Wiener Minoritenklosters errichtet wurde, nämlich dem von Elisabeth von Aragón, der 1330 verwitweten Frau König Friedrich des Schönen. Ebenso wie das von ihrer Schwägerin war es reich ausgestattet. Von den drei Kindern dieses Paares ist keines in dieser Grabkapelle beigesetzt worden. Der einzige Sohn Friedrichs – namensgleich mit seinem königlichen Vater - starb schon 1322 mit sechs Jahren. Seine Leiche wurde in die westlichen Stammlande der Dynastie gebracht. In Königsfelden im Aargau wurde nach der Ermordung König Albrechts I. 1308 von seiner Witwe und einer seiner Töchter ein Doppelkloster für Klarissen und Franziskaner errichtet. Der weibliche Konvent war auch hier in der Religiosengemeinschaft führend. Königsfelden war als Hauskloster der Dynastie gedacht, verlor aber diese Bedeutung nach der Eroberung des Aargaus durch Bern. Eine uneheliche Tochter König Friedrichs trat in das Dominikanerinnenkloster in Tulln ein und wurde auch hier beigesetzt. In diesem Frauenkloster aus der frühen Habsburgerzeit sollen nicht weniger als 17 Mitglieder der Fürstenfamilie begraben worden sein, von denen allerdings keine Namen und keine Grabplätze bekannt sind. Es dürfte sich vor allem um Kinder von König Albrecht I. und seiner Frau Elisabeth von Görz gehandelt haben, von denen mehrere Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 68 frühzeitig verstorben sind. Das Dominikanerinnenkloster in Tulln war 1280 von Albrechts Vater König Rudolf I. gegründet worden, und zwar zum Dank für seinen Sieg über König Ottokar II. Es handelte sich um einen relativ umfangreichen Gebäudekomplex. Ob die Klosterkirche auch als Grablege der Dynastie vorgesehen war, wissen wir nicht. Ein österreichisches Royaumont ist jedenfalls nicht daraus entstanden. Es fehlte bei den Habsburgern ja eine Kontinuität der Königswürde, die eine Kontinuität einer Königsgrablege hätte bewirken können. Dass es sich auch in Tulln um ein Frauenkloster handelte, in dessen Kirche kurz nach dessen Gründung verstorbene Fürstenkinder begraben wurden, erscheint jedoch bemerkenswert und lässt nach funktionalen Zusammenhängen fragen. Die besprochenen Beispiele haben immer wieder gezeigt, dass Frauenklöster bzw. unter weiblicher Führung stehende Doppelklöster im Hochmittelalter für Königshäuser sehr unterschiedliche Funktionen ausüben konnten. Wichtige Familienereignisse spielten sich hier ab. Fürstenkinder ließ man hier erziehen, vor allem Töchter, die nicht zur Heirat bestimmt waren, konnten über die Zeit der Erziehung hinaus verbleiben, als Nonne eintreten und lebenslänglich versorgt sein. Für die „Memoria“ der Dynastie hatten sie dann besondere Bedeutung. Mitunter wurden auch Hochzeiten der königlichen Familie hier abgehalten. Vor allem aber wurden Angehörige der Dynastie hier bestattet und dauerhaft ihrer gedacht. Im Gebet für die Verstorbenen kam solchen Frauenkonventen besondere Bedeutung zu. Vor allem die Klöster der Zisterzienserinnen spielten im Untersuchungszeitraum diesbezüglich eine wichtige Rolle. Obwohl die „Weißen Mönche“ als Männerorden gegründet wurden, zog das Leben nach der Regel dieser Gemeinschaft auch Frauen besonders an. Allein zwischen 1200 und 1270 entstanden über 800 Frauenkonvente – mehr als es im ganzen Orden an Männerklöstern gegeben hatte. Zum Teil setzten die weiblichen Zweige der Bettelorden diese Entwicklung fort, allerdings nicht annähernd in gleicher Intensität. Die hier behandelte Epoche, in der vor allem untereinander verwandte Fürstinnen an dieser Gründungswelle von Frauenklöstern bzw. Doppelklöstern teilhatten, war insgesamt eine Zeit des Aufbruchs von Frauen im religiösen Leben. In den Nonnenklöstern gab es Skriptorien. Geistliche Bücher wurden abgeschrieben oder neu verfasst. In den Klöstern der Zisterzienserinnen blühte damals die Mystik. Die Fürstenfamilien waren daran interessiert, dass ihre Kinder an dieser Bildungsbewegung Anteil hatten. Viele Töchter wurden in Frauenklöstern erzogen. Dieser Zusammenhang auf der Ebene von Bildung durch Frauen mag dazu geführt haben, dass Nonnenklöster in der religiösen Erinnerung an Mitglieder der Dynastie auch für früh verstorbene Kinder besondere Sorgepflichten übernahmen. Im Kontext der fürstlichen Sepulkralkultur gewannen so Kinder zunehmend Aufmerksamkeit. Diese Tendenz lässt sich nicht nur zeitgleich mit dem „Aufbruch der Frauen“ im Bildungswesen beobachten. Es scheint ein unmittelbarer Bewirkungszusammenhang zwischen den beiden Phänomenen bestanden zu haben. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 69 Symbolisch steht für diesen Konnex das großartige Grabmonument der Eleonore von Aquitanien in Fontevraud, wo sie zwei ihrer Kinder hatte erziehen lassen. Die hochgebildete Königin, die man wegen ihrer familiären Verflechtungen auch als „Großmutter Europas“ bezeichnet hat, ist hier mit einem Buch in ihren Händen dargestellt. WEITERFÜHRENDE LITERATUR - zu genealogischen Zusammenhängen: Europäische Stammtafeln. Stammtafeln zur Geschichte der europäischen Staaten, hgg. von Detlev Schwennicke, Bd. 1 und 2, Marburg 1980 und 1984 - zu Personen und Orten: Lexikon des Mittelalters, 11 Bände, Stuttgart 1999 - zu fürstlichen Grablegen: Hans Körner, Grabmonumente des Mittelalters, Wissenschaftliche Buchgesellschaft Darmstadt, 1997 Elizabeth Valdez del Alamo, Lamento for a Lost Queen: The Sarcophagus of Dona Blanca in Nájera., The Art Bulletin, vol. 78/2 (1996) S. 311-333. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) Avisos deViena CLARA MONZÓ EL ACTOR (CALDERONIANO) A OSCURAS1 Universität Wien clara.monzo@univie.ac.at Hay una escena en El conflicto de los Marx (traducción a la española de Animal Crackers, 1930) que forma parte de los chascarrillos y peculiaridades especulativas de la tertulia cinematográfica. Un apagón ha sumido en el caos la mansión de la señora Rittenhouse, donde pronto se cometerá un robo. Mientras, el capitán Spaulding asiste a la confusión desde un sofá en compañía de la rica anfitriona. El espectador reconoce la voz de Groucho, que, por supuesto, interpreta al intrépido explorador, pero no su silueta. A pesar de encontrarse envuelto en sombras, el perfil lo delata: es Zeppo. En efecto, por azares del rodaje no del todo claros, durante esa escena en concreto el menor de los hermanos sustituyó a Groucho, aprovechando que la acción se desarrollaba a oscuras. El truco podía haber resultado exitoso de haber quedado la pantalla negra, con las voces de los actores como guía en la penumbra; sin embargo, entonces se habría privado al público de asistir a los movimientos del desquiciante capitán y los ademanes nerviosos de Rittenhouse. Al fin y al cabo, como arte audiovisual y en las coordenadas de un género con tal carga cómica, la supresión de la imagen implicaría prescindir de uno de los motores generadores de risa. Por otra parte, claro, un conjunto de signos simultáneos se encarga de indicarle al espectador que aquello que está sucediendo en la ficción tiene lugar en la oscuridad del apagón. Basta con indicárselo para que tal circunstancia se acepte de buena gana; en otras palabras, priman las leyes de la convención. Siglos antes de que los Marx ofrecieran a la posteridad sus descacharrantes 1 Revisado y corregido por Francisco José García Pérez. Publicado como parte del proyecto FWF Sound and Meaning in Golden Age Literature (FWF Austrian Science Fund, P32563). Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P 32563 71 gags, las tablas del corral suplían las carencias técnicas a base de estratagemas convencionales. En su tan consultado La puesta en escena de los teatros comerciales del Siglo de Oro 2 , Ruano de la Haza lanzaba una advertencia contra aquellos montajes modernos que, en virtud de un estricto realismo, terminaban por jugar a la contra de la comicidad. Era imprescindible, según Ruano, que el espectador supiese exactamente qué hacían los personajes en escena. Se hacía efectivo así un desajuste informativo que concedía al público el don de la visión nocturna, una comprensión absoluta del enredo en detrimento de los propios damas y galanes, que andaban desnortados, a tientas sobre el tablado. Este desequilibrio permitía contemplar la comedia desde una cómoda atalaya, dispuestos los asistentes a dejarse complacer. Puebla el corpus calderoniano un contraste de luces y sombras que aflora en fuegos de artificio —aquellos que se reflejan grandilocuentes en los estanques de palacio—, pero también, vueltos metáfora, en la consciencia atribulada de héroes trágicos. Y es que, como advierten Aichinger, Kroll y Rodríguez-Gallego: «por muy parco que sea en las didascalias que acompañan su autógrafo, Calderón nunca se olvida de señalar el grado de iluminación, bien en las acotaciones externas, bien en los parlamentos de sus personajes»3. Muchas son las interpretaciones que la oscuridad dramática de don Pedro ha suscitado entre los estudiosos; un símbolo —el de la luz— , o un motivo —la luz contra las tinieblas— adecuados tanto para los moldes de la estética romántica como a una relectura posterior que, en clave racional, vendría a hacer coincidir el fogonazo de la luz con el advenimiento de la Ilustración. La caída en desgracia de Julia en La devoción de la cruz, que vaga nocturna debatiéndose entre volver al convento y sucumbir a la pasión que siente por Eusebio, su hermano, convierte a la noche —lo dijo Lope, «fabricadora de embelecos»— en dúctil objeto de análisis moral; mientras que el recuerdo del amado, que guía a Julia como un faro invisible, puede interpretarse bajo el prisma de la mística. Honor, verdad, redención, las equivalencias simbólicas de la luz la consagran como imagen maleable. Otras veces, sin embargo, Calderón nos ahorra —a nosotros, los exégetas— la necesidad de abrir niveles de profundidad en el texto, cuando los mismos personajes se encargan de poner de manifiesto, de forma explícita, esta doble significación, que se asienta sobre la analogía entre los pares dicotómicos luzoscuridad y, las más de las veces, locura-cordura o conocimiento-ignorancia4. Don Gutierre, paradigma del marido celoso, exclamará durante sus acechanzas a doña Mencía: «Mato la luz, y llego / sin luz y sin razón, dos veces ciego»5. Y lo mismo 2 Madrid, Castalia, 2000, pág. 307. «Introducción» a Pedro Calderón de la Barca, El secreto a voces, eds. Wolfram Aichinger, Simon Kroll y Fernando Rodríguez-Gallego, Kassel, Reichenberger, 2015, pág. 65. 4 Revisaba las distintas dicotomías que suscita el contraste entre luz y oscuridad John Varey, «La dama duende, de Calderón: símbolos y escenografía», en ed. Javier Aparicio Maydeu, Estudios sobre Calderón, vol. II, Barcelona, Istmo, 2000, págs. 227-251 [250]. También en «Valores visuales de la comedia española en la época de Calderón», Edad de Oro, I.5, 1986, págs. 271-298 [292]. 5 Pedro Calderón de la Barca, El médico de su honra, ed. Don W. Cruickshank, Barcelona, Castalia, 2012, vv. 1912-1913. 3 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P 32563 72 Semíramis, la gran emperatriz, cuyo juicio se ve nublado por una arrolladora ambición: «Y la respuesta sea / apagar esta llama: así se vea / cuánto, deslumbradas, mis locuras / aborrecen la luz y obran a escuras»6. O la célebre sentencia de don Luis en La dama duende: «Luz tomaré, aunque imprudente, / pues todo se halla con luz / y el honor con luz se pierde»7. Un único significante como es, en este caso, una vela o candil, irradia todo un conjunto de significados complementarios que, al tiempo que se nutre de un imaginario filosófico-moral arraigado en la tradición literaria, ahonda en la psique de los personajes. Pero al final, sea cual sea la maquinaria oculta de la construcción dramatúrgica, es en escena donde se activan los signos. La trastienda metafórica se vehicula a través de la inmediatez y, más aún, la literalidad del hecho teatral. Por ello, nos alejaremos ahora de la senda interpretativa del texto, para visitar la oscuridad en su sentido más riguroso y observar las estrategias que permiten sostener ese pacto de ficción por el que el espectador, en un teatro a plena luz del día, asume sin cuestionarlo que los personajes se mueven en la más densa lobreguez. El actor, que absorbe el peso del espectáculo, encarnará el recurso principal a la hora de asegurar el éxito de la escena. En él vendrán a confluir el verso, la técnica aprendida, su ingenio particular —que habremos de dar, por supuesto, aunque no nos sea posible rastrearlo a partir del texto— y el apoyo del atrezo, el vestuario y los estímulos visuales (también los sonoros). Así, un candil, en calidad de objeto, circunscribe la acción en la atmósfera nocturna y ayuda al espectador a situarse en las coordenadas precisas; pero dependerá de la maestría del intérprete, con su kinésica y su desempeño general, el cumplimiento de las expectativas inherentes al género que se representa. Los mismos recursos, el mismo lenguaje escénico, pueden generar la carcajada o mover los afectos del público en el espectro trágico, en el abanico de emociones entre el fobos y el éleos. Tanto si el personaje se halla impelido por el miedo o el temor como si se desplaza dudoso en la penumbra, la oscuridad exige un comportamiento gestual específico, que se codifica en las acotaciones. Por ejemplo, en Peor está que estaba, la acotación explícita «Sale Don César tentando»8 acentúa el peso de la mímica, que cede al tacto el peso de la orientación sobre las tablas como un acto de pretendido fingimiento. Es en el diálogo donde se revela la motivación psicológica de este deambular errático de don César, que tiene en su origen la turbación, una de las emociones clave en Calderón: «En notable confusión / estoy la puerta buscando, / sin discurso ni razón, / en las sombras tropezando / de mi misma turbación»9. Del Pedro Calderón de la Barca, La hija del aire, ed. Francisco Ruiz Ramón, Madrid, Cátedra, 1987, vv. 2192-2195 (Segunda parte). 7 Pedro Calderón de la Barca, La dama duende, ed. Jesús Pérez Magallón, Madrid, Cátedra, 2018.vv. 2708-2710. 8 Pedro Calderón de la Barca, Peor está que estaba, ed. Ángel Valbuena Briones, Madrid, CSIC, 1981.v. 1718 acot. 9 Peor está que estaba, vv. 1718-1722. 6 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P 32563 73 lado de los afectos —en un nivel de profundidad mayor—, el actor canaliza, aunadas, las caras metafórica y física de la oscuridad, como aquel sentimiento inefable hacia Tamar que Amón se esfuerza en vano en disimular, o ante el secreto que vertebra una obra como El secreto a voces, y que ha llevado a sus editores a afirmar, en términos reveladores, que «La actriz que haga de Laura debe representar a varias luces»10. La noche es propicia a los amantes y a las tropelías de fantasmas fingidos. Bien lo demuestra uno de los pasajes cumbre de La dama duende, aquel en que el resuelto y muy racional don Manuel se propone desvelar la identidad del misterioso ente que lo acecha. A pesar de mostrarse firme ante la superstición, el galán no podrá evitar convertirse en objeto de risa pues, al encontrarse solo de improviso, no le quedará sino dar manotadas al aire en busca de su criado: «¡Cosme, Cosme! ¡Vive el cielo, / que toco con las paredes!»11. Únicamente la ausencia total de visibilidad justifica que ninguno de los personajes pueda reconocerse entre sí, lo que da lugar a simpáticos malentendidos y desencuentros, generando un esquema coreográfico donde chocan los unos con los otros («Topa con Don Manuel»)12, o bien confunden sus identidades, como cuando Isabel, creyendo haber dado con don Manuel, agarra en cambio al gracioso («Sale Isabel trayendo a Cosme de la mano»)13. El tablado iluminado por los rayos diurnos, por lo tanto, no solo no es óbice para que el crepúsculo caiga sin esfuerzo sobre la ficción, sino que constituye un asidero para el lucimiento interpretativo. La aceptación de la técnica actoral, cristalizada con el tiempo en forma de convención, se muestra en ciertas acotaciones que denotan la existencia de lugares comunes, cargados de valiosa información para el espectador: «Salen Jacinta y Don Enrique como a escuras»14, o bien «Sale Don Álvaro, solo, como de noche [...]»15. Estos trucos que nos otorgan la posibilidad de asistir a lo que sucede en lo más recóndito de la noche simulada distan de ser exclusivos del teatro áureo. Tiempo después, años después incluso de que Zeppo y Groucho se hubiesen intercambiado en un sofá durante aquel apagón en la mansión de la señora Rittenhouse, un director homenajeará precisamente a las artimañas técnicas a las que el cine echa mano para traer la oscuridad a la pantalla. Se trata, claro, del título que François Truffaut estrenó en 1973, La noche americana. «Introducción» a Pedro Calderón de la Barca, El secreto a voces, eds. Wolfram Aichinger, Simon Kroll y Fernando Rodríguez-Gallego, Kassel, Reichenberger, 2015, pág. 75. La cursiva es mía. La cita prosigue con un análisis de este desdoblamiento actoral: «En tanto que actriz, al mismo tiempo debe provocar y fingir la agitación fisiológica que prescribe el papel en este momento. En tanto que Laura, debe hacer como si intentara disimular esa agitación, es decir, debe actuar de manera que trasluzca el intento de encubrir su afecto». 11 La dama duende, vv. 2579-2580. 12 La dama duende, v. 2504 acot. 13 La dama duende v. 2604 acot. 14 El médico de su honra, v. 1021 acot. 15 Amar después de la muerte, ed. Erik Coenen, Madrid, Cátedra, 2008, v. 1989 acot. 10 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P 32563 Avisos deViena MARIE-FRANCE MOREL WET NURSES AT COURT IN XVIIth CENTURY FRANCE1 Société d'histoire de la naissance marie-france.morel@orange.fr In all European courts, the survival of royal newborns was a fundamental and uncertain issue for dynastic continuity. In France at the beginning of the XVIIth century, King Henry IV, married to Queen Marie de Medici, had six children from 1601 until 1609, all but one of whom survived to adulthood. Several of these children were closely linked to the Spanish crown in the Golden Age: the eldest, Louis XIII, born in 1601, married the infanta Ana Mauricia, daughter of Felipe III, in 1615; the second, Elisabeth, born in 1602, married the future Felipe IV in the same year and became Queen Isabel de Borbón. In the next generation, Louis XIV married another infanta, Maria Teresa, daughter of Felipe IV and Isabel and therefore his first cousin. In 1679, his niece Marie Louise d'Orléans was married to King Carlos II. And in 1700, his grandson Philippe d'Anjou became King Felipe V. For early XVIIth century France, we have two important sources concerning the health of royal newborns. First, the treatise on childbirth published in French in 1609 by Louise Bourgeois, the midwife of Queen Marie de Medici, titled Observations diverses sur la stérilité, perte de fruict, et fœcondité, accouchements et maladies des femmes et enfants nouveaux naiz… (Diverse observations on sterility, miscarriage, fertility, childbirth, and diseases of women and new-born children…) Two enlarged editions followed in 1617 and 1626; the latter was supplemented by her recollections of the Queen's six births, Recit veritable de la naissance de Messeigneurs et Dames les Enfans de France…(The account of the births of my 1 Revisado y corregido por Sabrina Grohsebner. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 75 Lords and Ladies Children of France…)2. The second document is a manuscript written by the personal physician of the dauphin, the future Louis XIII, which begins at his birth on 27th September 1601. Jean Héroard (1551-1628), former medic to Kings Charles IX, Henri III and Henri IV, left a detailed daily diary of the birth, childhood and youth of Louis XIII until his own death. During the first months, he was mainly concerned by the poor health of the baby, because different wet nurses did not succeed in nursing him3. HOW TO CHOOSE A WET NURSE FOR A ROYAL NEWBORN There is a long tradition of listing the qualities of a good wet nurse which originated with ancient authors: Aristotle’s Historia animalium, Pline’s Natural History, Plutarch, Tacitus, Aulus-Gellius’s The Attic Nights, Moschion, Paré, together with Arabic medieval authors. Bourgeois is not really original when she lists the characteristics of a suitable wet nurse: she must be young (but not too much), have good teeth and breath, it is better if she has given birth to a male, her breasts should have a proper shape, her skin should not be too light, her hair should be dark rather than blond (especially not red!) and there must be no pox, scrofula or epilepsy in her family4. Unlike her predecessors, Bourgeois has experienced nursing with her own children and is well aware that maternal breastfeeding is the best for any baby. But, as most women from the bourgeoisie and aristocracy treated by her do not want to nurse their children, she has to explain how to choose a wet nurse: The important thing to consider is her gaze, such as whether she looks directly at you, is cross-eyed, or looks downcast. This is important, because she will look at the child. Take care that she is not a redhead, because their milk is very hot […] Observe whether her teeth are white and well set. […] Find out if any bad odor comes from her nose, for the least strong smell emanating from a wet nurse’s nose or mouth greatly harms the child’s lungs, in the same way that the vapor rising from mud or a privy can spoil bronze, copper, or silver and blacken it. […] A wet nurse should therefore be pleasant, have good teeth, dark or brown hair, and come from a healthy family. […] She should not be choleric; she should have good, abundant milk. Her nipples should not be too thick, for [1,165] this often makes it difficult for the child to nurse. She should not be too fat, and above all, make sure she is not of an amorous disposition. This is often the case with honest Bourgeois Louise, Midwife to the Queen of France : Diverse Observations, translated by Stephanie O’Hara, edited by Alison Klairmont Lingo, Toronto, 2017 (remarkable commented edition and first complete translation into English). In her time, Bourgeois was translated in German, Dutch and Latin, but apparently not in Spanish. 3 Héroard Jean, Journal de l’enfance de Louis XIII, edited by Madeleine Foisil, 2 volumes, Paris, Fayard, 1989. 4 The qualities of a wet nurse are also enumerated by a Spanish contemporary, the doctor Ruices de Fontecha, in Diez previlegios para mujeres prenadas… Alcalá de Henares, 1606, Previlegio nono. 2 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 76 women whose disposition causes them to lie with their husbands. Their milk is then true poison for a nursing child. This can be seen when they nurse a child, for their monthly purgations start up again very early on. Truly good wet nurses never have them while nursing, or at most they have them fifteen or eighteen months after giving birth. I have observed that when they have them earlier, the children languish from that time on. Bourgeois is quite original here in her argued distrust of bad breath, whose harmful effects she compares to that of a mephitic vapour corrupting the lustre of the brightest metals. She uses her own trivial comparison here, derived from her common sense as a housewife, typical of her position as a practitioner 'between two worlds', both scholarly and popular5. On a practical level, the bad smell of the nurse's nose or mouth could poison the child's lungs. At the same time, on a symbolic level, bad breath is like a mephitic pneuma that could have a harmful influence on the fragile soul of the new born6. In her distrust of nurses who are menstruating again, Bourgeois draws on very old theories of the incompatibility between milk and blood: it is not possible for a woman to produce good quality milk and blood at the same time ; a good wet nurse should not menstruate. She must not have sexual relations either, because they are considered to trigger menstruation or, worse, pregnancy, which will turn the milk into a real poison. Later [2, 60-65], Bourgeois gives “A Most Important Observation Concerning the Choice of Wet -Nurses”. The entire chapter is concerned with the aspect and the taste of the milk. It should be examined with the eyes and tasted with the mouth: it should be white with a pleasant appearance, taste and smell, of moderate consistency and of correct age (two or three months, at the best). The consistency of the milk should be tested by tasting it after letting a drop roll on the nail; moderately thick milk spreads gently: it is sugary and tastes like almonds; watery milk runs off immediately and the child is poorly nourished; thick milk stays together and remains motionless: “Children who are nursed with this kind of milk are sicklier in childhood than their parents in their old age“. Salty milk “more livid in color”, is “poisonous” for children. The general idea is that in everything, the good wet nurse should be average: moderation is the condition of good health. Furthermore, it is most important at the time to be sure that the wet nurse chosen is not syphilitic. Syphilis (called “grosse vérole”) is a new illness in the XVIth century which becomes a main occupational hazard in wet nursing and a problem for parents and doctors when choosing a suitable person. In 1602, in her account of the birth of Elisabeth, first daughter of the Queen (and future queen of Spain Isabel Jacques Gélis, « Louise Bourgeois (1563-1636). Une sage-femme entre deux mondes », in Histoire des sciences médicales, 2009, 43 (1), p. 27-38. 6 Thanks to Sabrina Grohsebner for suggesting this interpretation. 5 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 77 de Borbón), Bourgeois tells how she discovered that the wet nurse chosen by the court physicians was the wife of a man she had met when he was a patient of her husband (who was a surgeon) and had not been properly cured from syphilis. She finally succeeds in preventing the wet nurse from being chosen. We can observe that despite medical recommendations and cross examinations by physicians, it was not easy to find a good nurse, even for royal newborns. THE FOUR WET NURSES OF LOUIS (1601-1602) When Louis was born, as usual, several potential wet nurses had been selected by the court physicians. Called the 'retained' wet nurses (nourrices 'retenues'), they lived together with their babies in a house where they were supervised and could easily be called in emergency to the palace. It took three and a half months to get a proper wet nurse for the dauphin. Only the fourth one would be the good one. It is interesting to follow the recurrent breastfeeding problems mentioned by Héroard on a daily basis. At birth (27th September 1601), the baby was apparently very strong and greedy and had to be nursed on demand very often. His first "nourrice de corps" was Marguerite Hotman. She did not have enough milk: (10th October): When he nursed…it was in such great gulps, lifting his jaw so high that he drew more in one go than others do in three. Thus his wet nurse was at any hour almost dried out. (11th October): The wet nurse vomited her entire dinner after returning from the queen’s room; she was eating more than she could, after she had realized she was lacking in milk7. (13rd October): Nursed avidly and for a long time. Clear lack of milk in his wet nurse, who had small breasts and clear, warm milk. (14th October): As hungry as a wolf, not at all sated, he was given pap on the finger, after having emptied both breasts; he ate some avidly. (16th October): As ravenous as a wolf, having emptied the wet nurse’s breasts, he took pap. (18th October): As hungry as a wolf, dried up his wet nurse, pap…Completely dries up his wet nurse’s two breasts8. On 19th October, Madame Herlin, femme de Lemaire, was called as 'second nurse' 7 It is interesting to note that the belief in the benefits of 'eating for two' when breastfeeding, which is still alive today, existed a long time ago. 8 All my quotations from Héroard (in italics) are translated by Stephanie O'Hara, whom I warmly thank. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 78 together with the first one. (23rd October): Little milk in the wet nurse, who covered her breasts with her neck cloth to hide their deficiency. (7th November): His wet nurse had little milk, help with sweet almond oil and rock sugar. Put beaten gold at the tip of her breast for the cracks9. (16th and 17th November): he is nursed by the two wet nurses, one after the other. (11th December): And since it was noticed that he was growing thin, he was given pap again. It is important to understand this use of pap in addition to breastfeeding. Since the Middle Ages, pap (bouillie), made of animal milk and flour or bread, is given to newborns very early, along with maternal milk. It is considered necessary for the growth of a baby, and it symbolically transfers a part of the father in it, according to the old proverb: Man’s bread and woman’s milk build strong children, which means that the pap is an ideal mixture of milk coming from the mother and cereals grown by the father10. Also visual representations of the time connect to this tradition. In Nativity paintings of the XVth and XVIth century, Joseph is often figured as a pap maker and a positive figure of paternity, together with Mary breastfeeding. Practically, the pap is given with the aim of making the infant put on weight quicker. For young Louis, it is an emergency solution because, being "As hungry as a wolf", he is literally starving. Héroard and Bourgeois mention the fact that pap is often given on the finger ("doigtée"), which is easier to suckle for a newborn. Some other medical sources explain that the nurse can also put the pap in her mouth before she gives it to the infant. Mixing the pap with the saliva of the nurse is in fact an effective way of predigesting the starch of the flour which is not digestible by an infant. Nevertheless, for royal infants, the pap was more digestible, because it was often made with human milk from the retained nurses11. Like Héroard and most physicians of his time, Bourgeois is not keen on giving pap to the newborn. It apparently makes the child fat, but he does not digest it well. She thinks that it is given only by bad wet nurses who do not have enough milk because they have their monthlies again [2, 63]: I can say as well that by God’s grace I have helped save several children’s lives upon seeing them nurse, and discovering that their wet nurses did not have enough milk. A third of children die for 9 A thin foil of beaten gold had a strong healing power on cracks, but this expensive remedy was only available at court. 10 Loux F., Le jeune enfant et son corps dans la médecine traditionnelle, Paris, Flammarion,1978, p. 157. 11 Caffin-Carey Odile, Marie-Madeleine Mercier, nourrice de Louis XV, Paris, Perrin, p. 71. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 79 lack of attention to this. Although a child may seem fat and fair, when the wet-nurse realizes her condition, she gives the child a lot of pap. This means that the poor nourishment due to the pap and the lack of breast milk goes undetected. The end result is a great deal of colic and wind, which quite often kills children suddenly, for the least fever that takes hold of them means the end of them. On 21st December, 1601, Madame Lemaire, the second wet nurse, is sent away, “…for not being amenable to the queen, who was persuaded of this by persons close to her. She was a very worthy woman, quite gentle, and had much good milk. Would that it had pleased God that Monseigneur le Dauphin had been nursed by her instead of the first wet nurse; it would have been better for his health, and I believe that he would have been fed only on milk.” The baby is not thriving: the repeated changes of milk and the pap have given him all sorts of skin diseases. On 27th December, Marguerite Hotman, the first wet nurse, is also dismissed, and Madame Galand, wife of Charles Butel, Parisian barber surgeon, is called to be the sole “nourrice de corps”. On 13rd January, it is found that she is not clean, she stinks, she has rheumy eyes and frequent diarrheas. She is dismissed. Finally, on 15th January, a fourth wet nurse, Antoinette Joron, is called. Though she has large breasts, she does not have much milk. She is shy and mild. Héroard is worried: “little milk, we are quite upset…in several gulps he emptied a breast.” Nevertheless, she will improve and will nurse Louis until he is weaned (7th November 1703, aged 2 years and 1 month) and live with him long after. The child will call her “maman Doundoun” and love her dearly. Gaultier, Léonard: La famille de Henri IV, Petit Palais, musée des Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 80 Beaux-arts de la Ville de Paris, 1602. We can imagine how she looked like as we contemplate a print of monarchic propaganda by Léonard Gaultier, The family of Henri IV in 1602 : young Louis, still under one year, wearing the dress of infants, is sitting on the lap of his dear « Doundoun »in front of his mother the Queen. The Dauphin holds the King’s right hand, which means that he is his true heir. On the left side of the king we find young César de Vendôme, the king’s first born by his mistress Gabrielle d’Estrées ; though he is seven, he is depicted as smaller than his half-brother, since he is a member of the illegitimate family. Behind the royal couple, four princes (duc d’Epernon, duc de la Force, duc de Guise and comte de Soissons) are included to confirm the legitimacy of the Dauphin. This print freely mixes public life and family privacy and shows wet nurses as a component of the social system at court. Other future sovereigns had equally erratic experiences of nurturing. In France, Henry IV had eight successive nurses, Louis XIV also eight. Only the future Louis XV, born in 1710, had one, Marie-Madeleine Mercier, who successfully nursed him for eighteen months. At the Spanish court, where the same double system of nurses was used as in France, with titled nurses and spare nurses called 'amas de repuesto' or 'de reserva', it was equally difficult to find suitable wet nurses. The little infanta of the Meninas, Margarita Maria Teresa, born in 1651, had eleven nurses who breastfed her for three years and four months12. Felipe Prospero, born in 1657, had nine nurses13, was weaned at three in mid-December 1660 and died a year later. On the other hand, when they succeeded, wet nurses were deeply loved by their children and lived with them after they were weaned. When Louis XIII's 13-year-old sister Elisabeth married the Infant Felipe in November 1615, she travelled to the Spanish court with her nurse and kept her in her entourage for six years until December 1621 when, after becoming Queen Isabel, she sent her back to France with a gratuity of eight thousand ducats14. Again, at the end of the century, in 1679, when MarieLouise d'Orléans, the 17-year-old niece of Louis XIV, married Charles II, she brought her nurse Françoise Nicolette Duperroy to the Spanish court 15. In the XVIIIth century, both Felipe V and Isabel de Farnesio also travelled to Madrid with their nurses16. Whether in France or in Spain, nurses shared a long intimacy with princes. As a result, many of them became wealthy and rose up the social ladder to the nobility. Echanove Luis Corte, Nacimiento y crianza de personas reales de España, Madrid, Consejo Superior de Investigationes Cientificas, 1958, p. 72. 13 Ibid, p. 76. 14 Ibid. p. 53. 15 Ibid. p. 93. 16 Ibid. p. 54. 12 Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) Avisos deViena ALVARO RAMIREZ, COSTANZA GISLON DOPFEL THE INTELLECTUAL PROCURESS: CELESTINA’S LEGACY AND THE RHETORIC OF SEDUCTION1 Saint Mary's College of California aramirez@stmarys-ca.edu cdopfel@stmarys-ca.edu In 1673, Jan Vermeer painted a large canvas depicting a young woman playing a virginal (a type of harpsichord, mostly played by women) in the elegant music room of a wealthy household. The picture, now at the London National Gallery, is a marvelous example of Vermeer’s ability to enter the intimate dimension of female life and suspend it for a moment, freezing time and action to create a window through which the viewer can forever spy into the private world of a forever young woman. Like many other paintings of this kind, the scene has a magic that keeps the viewer spellbound, looking at the young woman looking back at him (Fig. 1). The girl’s obvious youth and the picture’s title, Lady Seated at a Virginal, enhance the sense of purity and spirituality, but as we follow the girl’s body and face on the vertical plane of the picture we find another painting, right behind the girl’s head, that overlaps and connects with it. The miniature painting is a copy of Dirk van Baburen’s The Procuress, a large canvas depicting a man with his arm around a young woman playing the lute and an old woman clearly asking to be paid the price for the girl’s services. (Fig. 2). 1 Revised and corrected by Giuseppe Pio Cascavilla. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 82 Fig. 1. Johannes Vermeer, Lady Seated at a Virginal Fig. 2. Dirck van Baburen, The Procuress Vermeer introduced the same background in another painting, The Concert, completed in 1665, showing two young girls and a man singing and playing the lute and the harpsichord. Here Baburen’s painting, which was privately owned by Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 83 Vermeer’s family2, functions as a morally and physically dark background for the standing young female singer3 (Fig. 3). In 1656, a decade before composing these two music-inspired paintings,Vermeer painted his own version of The Procuress, a canvas crowded with four figures, the fourth apparently a self-portrait (Fig. 4). The inclusion of the artist’s self-portrait was probably inspired by Dirk van Baburen’s 1632 Loose Company, featuring the artist playing the lute next to a procuress, a young prostitute and her client. Fig. 3. Johannes Vermeer, The Concert 2 The artwork was mentioned in 1641 in the inventory of Maria Thins’ house, as “A painting wherein a procuress points to the hand.” John Michael Montias, Vermeer and His Milieu, p. 122. 3 The Concert was stolen from the Isabella Gardner Museum in Boston in 1990 and it has never been recovered. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 84 Fig. 4. Johannes Vermeer, The Procuress Brothel scenes had long been a common subject in Dutch art as part of the visual narrative of the biblical Prodigal Son story, but during the seventeenth century artists discarded the religious context and shifted the focus from the moral content to the interaction between the profligate young man and the brothel’s procuress. Vermeer’s interest in the image of the procuress reflects the general public’s fascination with the topic, as well as Dutch artists’ awareness of the change in their patrons’ taste. The new demand for art favored eroticism over spirituality, transforming the artist’s position from visual theologist to purveyor of titillating images. Like the procuress, the artist must bewitch the patron in accepting illusion as reality, and eroticism as fulfillment. However, the reason for this artistic shift is more complex than the artists’ materialistic desire for rich commissions. Artists’ and writers’ fascination with the figure of the procuress is rooted in a literary genre that first developed in Spain with Fernando de Rojas’ La Celestina. The story revolves around the character of an old procuress, Celestina, who seduces an innocent girl on behalf of a previously unsuccessful young suitor by enveloping her in a rhetorical web of reverse morality. The enormous success of La Celestina is attested by its influence on writers and artists, particularly in Italy, where the tragic story turns into a parody of female education. The Procuress characters that appear in 16th century Italian art and literature, from Aretino’s dialogues and Giulio Romano’s Lovers and Procuress, to Titian’s Danaë, are echoes of Rojas’ original novel. But in Alessandro Piccolomini’s Raffaella (1539) and Bartolomeo Gottifredi’s Specchio d’Amore (1542) the line separating education and seduction, artist and Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 85 panderer becomes increasingly vague. It is the claim of this paper that La Celestina opened the door for a new pragmatic understanding of art and literature: behind the disguise of the old woman and her convincing use of language, there is the increasingly aware self-portrait of the author as the supreme seducer and supplier of desire. As the artist/writer gains full awareness of his ability to create, offer and control desire in others, he becomes the ultimate procuress, one who through logos or art is able to shape esthetic values and reverse moral categories. Within this new dimension of linguistic/artistic creativity, the esthetic and ethical categories of good/evil, beautiful/ugly cease to be absolutes and become shifting qualities, to be determined not by a moral God but through the power of disguised fe(male) rhetoric. Fig. 5. Titian, Danaë with Nursemaid or Danaë Receiving the Golden Rain First published in 1499 untitled and then under the title of Comedia de Calisto e Melibea, Roja's work gained great popularity at a time of strong and mutual cultural influence between Italy, Spain and Flanders. In 1502 two editions were published in Seville with different titles: Libro de Calixto y Melibea y de la puta vieja Celestina and Tragicomedia de Calixto y Melibea, the latter also appearing in Salamanca and Toledo the same year. Interestingly, in the title of the 1502 version, Libro de Calixto y Melibea y de la puta vieja Celestina, we note the beginning of a shift in focus away from the doomed couple and towards the old hag. It is no longer a “comedia” or “tragicomedia,” it is simply a book. This change points to the fact that the procuress’ Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 86 popularity must have grown by leaps and bounds to the detriment of the other two protagonists and it was logical that eventually she would be transformed into the privileged focus of the story, and the book would come to be known simply as La Celestina. The question is: What is it about the portrayal of Celestina that has resounded so profoundly with readers since the first publication of the book? Why did she displace the original protagonists of the text with such ease? The answer may be that Rojas was able to tap into the deepest fears men have towards women. Rojas constructs and deconstructs through Celestina the prevalent notions and myths about women that have enjoyed currency in Western societies since classical and biblical times. Among the received ideas about females that Rojas delves into, there is the relationship between gender and logos; between the word and its custodians. He exposes men’s need to control the word that confers power in order to create the world and invent gender subjectivities along with the relations that govern them. Although critics have lavished much attention on the linguistic aspects of La Celestina, few have focused on the role of language as the driving force behind the novel: specifically, the way language is manipulated by Celestina to seduce, to create desire and need. It is for this reason that the procuress is not just depicted in the traditional imagery of witches that had been created and propagated by the Catholic Church during the Middle Ages and undoubtedly still held sway in early modern Spain. Instead, she is portrayed as a woman aware of the power of logos to invent and reinvent realities. As such, the text is a precursor of Cervantes’ Don Quixote with regard to its modern and postmodern tendencies. In other words, Celestina is much more than a witch who concocts potions and magic spells to bring about her work as a go-between, she is a woman who appropriates the role of Eve in Genesis as she usurps patriarchal discourse and wreaks havoc on society by showing reality for what it actually is, a social construct manipulated by discourse. Before the procuress appears on the scene, Sempronio describes her to Calisto as “una vieja barbuda que se dice Celestina, hechicera, astuta, sagaz en cuantas maldades hay” (67-68). The imagery chosen by Sempronio to describe Celestina is striking indeed. What stands out is the characteristic demonization of women. She is a witch and a whore, two prevalent negative images of women that had been ingrained in the collective psyche of medieval Christian men and which society as a whole had learned to fear and deplore. Later, Parmeno also describes Celestina as “[una] maestra” of unseemly deeds (75-77). The description of the “alcahueta” as “astuta, sagaz and maestra” is very telling. When applied to a man, “astuto, sagaz y maestro” denote intelligence and a mastery of knowledge rightfully put to use. However, this is far from the case when Parmeno and Sempronio use these terms to characterize Celestina. Parmeno and Sempronio are not praising the old woman for her knowledge. For them, “astuta, sagaz, y maestra” cannot represent positive qualities in a woman, they are instead extremely negative attributes. Consequently, in Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 87 describing her is such terms, both servants are warning Calisto not to trust Celestina. She is dangerous not only on account of her witchcraft, but more so because she is an intelligent, sage, knowledgeable woman. She has in her possession, moreover, the power of the word. The combination of knowledge and the power of logos in the hands of a woman has a dangerous, evil dimension, manifest in the bearded aspect of the old hag, which reminds the reader of a male sage but also of the devil. As such, Celestina fuses together Eve and the Serpent of the Garden of Eden. This subtext is developed throughout the novel. This notion is made transparent at the end of the Third Act, when Celestina receives the mission of procuring Melibea for Calisto. Before embarking on the task, “la vieja barbuda” enacts a ritual involving serpent oil, sewing string and words written on paper with the blood of a bat. Like a high priestess at a black mass, Celestina conjures the power of Pluto, the devil, to help her attain her goal with Melibea. It is obvious Celestina’s power is not based on faith but on the power of the words written with the bat’s blood. It is the force of these written words that conjures the power of the devil, and it is the power of these words that is passed on to the sewing string, which is ritually transformed into the language of desire that will enmesh Calisto and Melibea. The string, then, is symbolic of the seductive force of discourse; and it is with this ‘cord’ of words that Celestina elaborates a serpentine (in the Garden of Eden sense) web of desire, and ultimately also of deceit, which leads to the tragic demise of the hapless lovers. Such a reading of the text makes the subversive nature of this novel quite evident. Celestina must die not because she is an “alcahueta” or a witch, but because she has usurped from men the supreme authority, the knowledge and power to unleash the creative and seductive forces of discourse: the same power that Eve discovered by way of the Serpent in the Garden of Eden, when she ate from the Tree of Knowledge and for which she and Adam were ultimately punished with mortality. Ever since, women have been exiled from the realm of discourse, while the creative and seductive use of language eventually was monopolized by men. Women were fore-ordained to endure a long silence that would last millennia. With the advent of Christianity, the idea that language and women were a volatile combination, which was to be avoided at all costs, became institutionalized. For it was thought that in the hands of women, such as Celestina, language ceased to be a truly creative force, becoming instead a destructive element in society as the denouement of the novel makes evident. As such, Celestina embodies that which medieval men and society feared most: a woman who tapped once more into the seductive power of logos and the Tree of Knowledge. Celestina’s destructive rhetorical power is reworked in Pietro Aretino’s 1536 Dialogo in which the courtesan Nanna instructs her daughter Pippa (on seducing men and becoming a prostitute). Aretino assimilates Celestina’s dialogic model and enriches it with a modern parody of Petrarchan language and value system, which Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 88 he places under the control of courtesans rather than educated courtiers. Turning upside down Castiglione’s great work Il Cortigiano (The Courtier), an educational treatise on how to become a perfect courtier, Aretino associates the courtier with its female correspondent: la cortigiana, a term that in the sixteenth century shifted from defining a court lady to indicating a courtesan. Aretino, the ultimate panderer and blackmailer, is himself both a cortigiano, a man of the court, and a cortigiana, a courtesan willing to sell his pen to whomever pays the most. Following Aretino’s example, Piccolomini’s Raffaella and Gottifredi’s Specchio d’amore demystify the element of witchcraft and substitute it with the humor of a reverse morality presented as a parody of female education. The young victims are easily subjugated by the eloquence of the old procuress’ transvestite authorial male voice, that is, the voice of a scholar pretending to be an old woman, who is nonetheless as eloquent as a scholar in teaching another woman how to seduce a man. From this perspective, every advice on feminine beauty, attire and behavior represents the trespassing of a camouflaged male author into the forbidden private world of femininity, offered to the public view through the peep-hole of the dialogue. Rhetoric and literature, the domain of the male educator, emerge as the most efficient seduction weapons: they can not only conquer the heart of a woman, but seduce and conquer other men through the 'educated' body of their female pupil. The artist/writer/procuress seduces his public by creating and shaping both desire and its object of consumption, a beautiful woman, an ‘unreal’ artistic product over which he has absolute control. While the ‘fake’ procuresses of the Italian dialogues go unpunished, Celestina is a real, uncontrollable and fearsome woman, and the disruption she causes means that she must be destroyed. Her subsequent transformation into an increasingly self-aware portrait of the ever-controlling male author exorcizes this anxiety, but at the same time denounces the pandering nature of both literature and art.Vermeer’s painting-inside-a-painting is a celebration of such awareness and a warning, to the educated viewer, that all desire, beauty, love, youth, when mediated through art, are nothing but an old procuress’ trick. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 89 WORKS CITED Aretino, Pietro, “Dialogo di Messer Pietro Aretino nel quale la Nanna il primo giorno insegna a la Pippa sua figliuola a esser puttana…”, in La Letteratura Italiana. Storia e testi, Vol. 26, bk. 2, ed. Carlo Cordiè, Riccardo Ricciardi Editore, 1976, 202-435. Castiglione, Baldassarre, The Bull, Penguin, 2004. Book of the Courtier, translated by G. Cerri, Leopoldo, Bartolomeo Gottifredi e il suo "Specchio d'amore", Solari, 1900. Montias, John Michael, Vermeer and His Milieu: A Web of Social History, Princeton University Press, 2018. Nevinson, John Lea, and Piccolomini, Alexander. Raffaella of Master Alexander Piccolomini: Or Rather, A Dialogue of the Fair Perfectioning of Ladies, University of Glasgow Press, 1968. Rojas, Fernando de, La Celestina, edited by Bruno Mario Damiani, Scripta Humanistica, 1991. IMAGES Figure 1 – Johannes Vermeer, Lady Seated at a Virginal, The National Gallery, London, c. 1670-1672. https://en.wikipedia.org/wiki/Lady_Seated_at_a_Virginal#/media/File:Lad y_Seated_at_a_Virginal,_Vermeer,_The_National_Gallery,_London.jpg Figure 2 – Dirck van Baburen, The Procuress, Museum of Fine Arts, Boston, c. 1622. https://en.wikipedia.org/wiki/The_Procuress_(Dirck_van_Baburen)#/medi a/File:Dirck_van_Baburen_-_The_Procuress_-_Google_Art_Project.jpg Figure 3 – Johannes Vermeer, The Concert, Isabella Stewart Gardener Museum, Boston, stolen in 1990, current location unknown, c. 1664. https://www.wikiart.org/en/johannes-vermeer/the-concert Figure 4 – Johannes Vermeer, The Procuress, Staatliche Kunstsammlungen, Dresden, c.1656. https://en.wikipedia.org/wiki/The_Procuress_(Vermeer)#/media/File:Johan nes_Vermeer_-_The_Procuress_-_Google_Art_Project.jpg Figure 5 – Titian, Danaë with Nursemaid or Danaë Receiving the Golden Rain, Museo del Prado, Madrid, c. 1560. https://en.wikipedia.org/wiki/Dana%C3%AB_(Titian_series)#/media/File: Tizian_-_Danae_receiving_the_Golden_Rain_-_Prado.jpg (all images are in public domain) Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) Avisos deViena ANTONIO SÁNCHEZ JIMÉNEZ VÍBORAS Y PARTOS VIOLENTOS EN LOPE DE VEGA1 Université de Neuchâtel antonio.sanchez@unine.ch INTRODUCCIÓN Una de las imágenes de parto más extendidas en la literatura del Siglo de Oro es la del espantoso alumbramiento de la víbora. Según contaban los filósofos naturales de la Antigüedad y recoge, por ejemplo, Covarrubias, la víbora concibe por la boca, y apretando los dientes mata al macho, pero después los viboreznos, que son muchos los que concibe en el vientre, no pudiendo salir todos juntos, los postreros le horadan las tripas y la matan2. (Tesoro, s. v. cuba) La noticia aparece en Plinio (Historia, lib. X, cap. 62, pág. 833) y Eliano (Historia, 15, 16), y la recogen con gran lujo de detalles y autoridades el naturalista suizo Conrad von Gesner (Historia, vol. V, fol. 73v) y el comentarista español Juan Bustamante de 1 Revisado y corregido por Clara Bonet. Esta publicación se inscribe en el marco del proyecto «Lope de Vega as a Courtly Writer: La Filomena (1621) and La Circe (1624)» (IZSAZ1_173356 / 1), financiado por el Fonds National Suisse de la Recherche Scientifique (FNS). 2 La imagen es muy común en Covarrubias. También la repite ss. vv. encubar («la víbora dicen que, concibiendo por la boca, corta la cabeza al macho, acabando de recebir la simiente, y después los viboreznos vengan la muerte del padre, que no pudiendo salir a luz con la presteza que querrían, horadan la barriga de la madre y salen por ella, dejándola muerta») y víbora («Escriben della que concibe por la boca, y que en el mesmo acto corta la cabeza al macho, apretando los dientes, o por el gusto que recibe o por el disgusto que teme recebir después al parir de los viboreznos, los cuales siendo en número muchos, los postreros, que han tomado más cuerpo y fuerza, malsufridos y cansados de esperar, rompen el pecho de la madre; vide Plin., lib. 10, cap. 62; y así algunos quieren que se haya dicho vipera, eo quod vi pariat»). La concepción por la boca se atribuía también a la comadreja, como explica el propio Covarrubias (Tesoro, s. v. comadreja). Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 91 la Cámara (De reptilibus, págs. 625-638), por no hablar de emblemistas como Hernando de Soto (Emblemas moralizadas, fols. 5v-7r), los primeros párrafos de La Celestina (Rojas, pág. 17) o la Silva de Pero Mexía (III, 11, vol. II, págs. 80-85), donde la noticia se presenta e incluso se rebate. Precisamente la Silva es una prueba más de que para conocer la pintoresca leyenda no hacía falta acudir directamente a Plinio, pues el relato estaba al alcance de cualquier ingenio curioso del quinientos y seiscientos, de cualquiera que poseyera, por ejemplo, una edición de la Officina de Ravisius Textor (vol. II, págs. 4-5)3, como era el caso de Lope de Vega. Nuestra intención en las líneas que siguen es examinar la incidencia de este motivo en el Fénix, incidencia que compararemos brevemente con la que el parto de la víbora presenta en Calderón. Para ello, presentaremos una visión breve y panorámica del motivo en Calderón, según lo hemos podido localizar con la ayuda de la base de datos TESO. Luego, comentaremos los resultados de esa misma búsqueda en el corpus lopesco, que nos llevará a examinar un giro muy común en el Fénix: la víbora pisada. Tras ello, nos adentraremos en la parte central de nuestro trabajo: el análisis de los datos en la obra dramática y no dramática de Lope, con especial atención a la imagen del parto de la sierpe en cuestión. LA VÍBORA CALDERONIANA Para empezar con las obras de Calderón, una búsqueda de la palabra víbora y sus diversas variantes ortográficas en el corpus calderoniano de TESO arroja 27 resultados en comedias y autos. En algunos, comprobamos que la víbora simboliza sencillamente el veneno (La crítica del amor, El jardín de Falerina, Mañanas de abril y mayo, El postrer duelo de España) (Hildner, 2011), la reacción traicionera (El gran mercado del mundo, No hay instante sin milagro, El nuevo hospicio de pobres), una pasión violenta y dolorosa (Los alimentos del hombre, El santo rey don Fernando, segunda parte) o, en obvia relación con lo anterior, el dañarse a uno mismo (El cordero de Isaías, El médico de su honra, Ni amor se libra de amor, Primero y segundo Isaac, El valle de la Zarzuela), pues existía otra creencia según la cual algunas víboras perecían envenenadas por la propia ponzoña. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la víbora calderoniana se refiere a la familiar imagen del parto violento (Andrómeda y Perseo, Apolo y Climene, En esta vida todo es verdad y todo mentira, Los encantos de la culpa, La fiera, el rayo y la piedra, La hija del aire, primera parte, El mayor monstruo del mundo, El sacro Parnaso, El santo rey don Fernando, segunda parte, También hay duelo en las damas, Las tres justicias en una, El Tuzaní del Alpujarra y, tal vez la más famosa, La vida es sueño) (Arellano, 2004: 59-60), imagen que además se puede relacionar con la idea de la muerte por el propio veneno, antes referida: al fin y al cabo, los viboreznos que matan a la víbora en el parto también 3 También se encuentra en otro libro de Ravisius Textor que manejaba el Fénix (Conde Parrado, 2017), los Epitheta (fol. 438r). Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 92 proceden de ella. Esta abundancia de víboras en la obra del dramaturgo madrileño confirma una constatación de los críticos, para los cuales la imagen del parto violento en Calderón es particularmente frecuente, casi obsesiva (Aichinger, 2014). Como era de esperar, la víbora constituye la imagen predilecta de Calderón para representar estos partos violentos4. LA VÍBORA PISADA EN LOPE DE VEGA En Lope, el panorama es diferente. Para empezar, y proporcionalmente, el número de resultados es mucho menor, y además se distribuye de manera más equitativa. Así, en El cuerdo en su casa, la víbora simboliza una pasión ardiente; cómo no (estamos en Lope), los celos: que, si a picar a una mujer alcanza la víbora de celos, dará, loca, libras de honor por onzas de venganza. (vv. 1342-1344) De hecho, la pasión más común que representa este animal es la ira producida por los celos, afecto que aparece comúnmente expresado con una imagen particular que vamos a examinar en cierto detalle: la víbora pisada5. Tal vez su primera aparición en el corpus lopesco sea esta de Los hechos de Garcilaso de la Vega, donde la frase describe la reacción de una dama: Volvió el hermoso rostro, de la suerte que la encendida víbora pisada, no menos rigurosa, airada y fuerte. (pág. 210) La imagen es insistente en No son todos ruiseñores, donde la encontramos ya en un soliloquio de Elvira en el acto II, en el contexto de una de las definiciones de amor que tanto gustaban a Lope (La vega del Parnaso, vol. II, pág. 70, v. 494; Fernández, 2001): Amor, que nunca dejaste, desde que al mundo naciste, de engañar cuanto pudiste, de matar cuanto miraste; Amor, víbora pisada, Amor, rapaz lisonjero; Amor, hijo de un herrero y de una mujer errada. (pág. 108) Luego, aparece en labios de don Juan, en el acto III, para describir la huida airada de 4 Para dos imágenes a veces asociadas, el volcán y la mina que revienta, véase, respectivamente, Vara (2014) y Sánchez Jiménez (2017). 5 También se encuentra, aunque con mucha menos frecuencia, en Calderón (La niña de Gómez Arias). Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 93 una mujer: ¿Eso dices? Oye, advierte… Fuese, engañose; es mujer. ¿Qué fiera, qué tigre airada, qué sierpe se pudo ir, qué mar, sin querer oír, o qué víbora pisada? ¿Qué león, qué ardiente espada en venganza de traición? Que no hacen comparación, ni la pueden igualar, fiera, tigre, sierpe, mar, víbora, espada y león. (págs. 116-117) Una imagen muy parecida se encuentra en el acto III de Los bandos de Sena, donde el gracioso Donato también la usa para describir la huida de una dama: Como víbora pisada, en alzando el pie corrió. (pág. 565) Asimismo, la podemos hallar en la obra no dramática del Fénix, ya desde la Arcadia (1598), de nuevo para describir una reacción femenina: Aunque, como una víbora pisada, si a llegar a su reja me atrevía, soberbia huyendo, se mostraba airada. (pág. 455) La misma fórmula y la misma situación (mujer airada) se repiten a los pocos años en La hermosura de Angélica (XIX, vv. 881-888): Mas como la mujer menospreciada los dientes vuelve al que halagó primero, como suele la víbora pisada asiendo el pie del cazador ligero, celosa, melancólica y burlada de mi pecho fingido y lisonjero, que me maten procura y, finalmente, vivo por ella de mi bien ausente. Asimismo, encontramos la imagen en la Jerusalén conquistada (1609), aunque esta vez Lope no emplea la frase consabida ni la usa para referirse a los celos de la mujer: Más es que fiera, más que tigre hircana, el que viendo llorar sobre la nieve de un rostro hermoso, convertido en grana, Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 94 perlas de amor, no se enternece y mueve; bien le pueden llamar víbora humana, que si al dolor la compasión se debe, ¿quién no la tiene de mujer que llora, de que nació? ¿qué Libia ardiente mora? (XI, estr. 119) No suele el que de súbito despierta picado de la víbora escondida ponerse en pie con la color tan muerta, y la sangre al principio de la vida. (XVIII, estr. 121) Como se ve, la Jerusalén nos aleja de la iunctura que nos interesa, que podemos rastrear en el CORDE, motor que arroja once resultados. Entre ellos se encuentran los dos de Lope que mencionan Montero, Escobar y Gherardi (2014: 624), más otros casos en María de Zayas, el Estebanillo González, Guillén de Castro y el canto undécimo del Arauco domado de Pedro de Oña, que citaremos porque era un texto que Lope conocía muy bien (Sánchez Jiménez, 2006): El duro Galbarín, de rabia insano, la clava juega a diestro y a siniestro, más fiero que la víbora pisada y que mujer por celos enojada. (pág. 385) El pasaje es interesante, y no solo porque tenemos la seguridad de que el Fénix leyó el libro de Oña con atención y admiración, sino porque presenta la consabida asociación entre la víbora pisada y la mujer celosa, tan fecunda luego en Lope. ORIGEN CLÁSICO: CALCATA VIPERA Como explican Montero, Escobar y Gherardi (2014: 87 y 624), la imagen de la víbora pisada es tópica, lo que documentan con dos lugares de Lope (Los hechos de Garcilaso y la Arcadia) y uno de Belmonte Bermúdez (Hispálica, pág. 167). Obviamente, también se encuentra en el pasaje de La Galatea de Cervantes que comentan los dichos estudiosos, versos donde el símil se aplica a una bella pastora: Tan terrible y rigurosa como víbora pisada, tan crüel como agraciada, tan falsa como hermosa. (pág. 87) Un giro tan común no puede provenir solamente de La Galatea, pues alcanza incluso al premio Nobel griego Odysséas Elytis (Rotolo, 1975: 695). Mucho antes, se encuentra en Julio César Escalígero (Poemata, pág. 184), en el Adone de Marino (pág. 6) y en decenas de obras más, entre las que encontramos incluso una obra teológica de un amigo de Lope, Juan de Piña, quien recurre al calcata vipera en el Commentariorum in Ecclesiasticum tomus primus (pág. 220), de 1630. El origen de Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 95 la imagen debe de estar en un texto igualmente difundido, esto es, en los clásicos. En un primer momento podríamos pensar que la fuente es, concretamente, la Biblia, pues la iconografía que evoca esta fórmula nos remite a la Virgen y al Génesis (3, 15)6. Sin embargo, la formulación textual de la Escritura es muy diferente de la que encontramos en los autores áureos, por lo que debemos descartar esta posibilidad. Luego, tal vez la hipótesis más obvia sobre el origen de la fórmula apuntaría a la Geórgica IV de Virgilio, pero lo cierto es que el mantuano no cuenta así la muerte de Eurídice, ni tampoco Ovidio en el libro X de las Metamorfosis (vv. 8-10), que trata el mismo tema. Sin embargo, el poeta de Sulmona trae un pasaje que nos interesa, el que encontramos cuando Orfeo relata a las deidades del Averno las circunstancias de la muerte de su amada: causa viae est coniunx, in quam calcata venenum vipera diffudit crescentesque abstulit annos. (X, 23-24) Ese «calcata … vipera» sí que parece ser el giro original y la fuente de la «pisada víbora» áurea que tanto utilizó Lope. Además, el calcata vipera de las Metamorfosis nos recuerda otro lugar de Ovidio, concretamente unos versos del Ars amandi donde se habla de una «vipera laesa pede» (II, 376-378). Wilkins (1932: 81) comenta que este último lugar puede estar inspirado en otro de Virgilio (Eneida, II, 379-382). Sin embargo, ni el vipera laesa pede ni el lugar de Virgilio se acercan a la iunctura que estamos estudiando. Mucho más próxima es su formulación en el pasaje ovidiano de la calcata vipera, el de las Metamorfosis, lugar que además era muy célebre y aparece antologado en la Officina de Ravisius Textor (vol. I, pág. 64), entre otros manuales del momento. No descartamos que a Lope le impresionara la imagen en su lectura de La Galatea, pero lo más probable es que la conociera ya por su aparición en Ovidio y, luego, Oña. De hecho, la fortísima asociación entre el pasaje y el carácter femenino (tal y como lo entendía el Fénix) en estos dos últimos autores sugiere que esa fue la genealogía. OTRAS VÍBORAS: EL PARTO En cualquier caso, las obras de Lope también nos deparan otras víboras alejadas de la fórmula que nos ha interesado arriba. Así, encontramos el animal como imagen del vivir con veneno (Arcadia, pág. 240), como atributo simbólico de la corona de la Ambición (Jerusalén, V, estr. 4), como cultista metáfora del relámpago (Huerto deshecho, v. 60), etc. Asimismo, la imagen aparece asociada a la noticia del parto violento en otras comedias y textos no dramáticos, aunque no llegan a ser tan abundantes, proporcionalmente, como los calderonianos. Así, en el tercer acto de Amor, pleito y desafío, don Pedro se disculpa ante el marqués comparándose con el viborezno que mata a su madre al nacer: 6 Agradecemos esta referencia a Juan Montero. Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 96 Marqués, quitadme la vida, que engañada os ha ofendido y como víbora ha sido de quien se la da homicida. (fol. 190v) De modo semejante, en la segunda jornada de Los embustes de Celauro, Lupercio explica, despechado: ¡Ah, mujer fingida, áspid que entraste en mi pecho, y estás en el alma asida! Sanguijuela de mi honor, que en él pegada has sacado toda su sangre mejor, fuego en nieve disfrazado, pensamientos de traidor; amigo vil, que te alejas en viendo pobreza y quejas; víbora que concebí, que para salir de mí el pecho abierto me dejas. (vv. 1872-1884) Ahí, el amante ofendido pasa de la imagen ofídica inicial («áspid») a un animal de forma serpentiforme como la «sanguijuela», para luego a dar en la «víbora» y el concepto del parto. Este también se encuentra en una comedia temprana, Los comendadores de Córdoba, donde Lope lo asocia a la ira, concretamente a la provocada por la deshonra y los celos: ¡Reventaré como preñada víbora! (v. 2429) Asimismo, encontramos el motivo en la producción no dramática de Lope. Así, en la Arcadia se menciona un emblema en que se ve pintada una víbora muerta, de cuyo vientre salen sus viboreznos. La letra del emblema, cuenta Lope, dice así: Tan a mi costa se fueron, pero, en fin, me descansaron, que, aunque por la boca entraron, por las entrañas salieron. (pág. 672) Pocos años después, en las Rimas, el soneto 31, dedicado al fallecimiento de Isabel de Urbina y su hija, concluye con la imagen consabida: Venganza fue para que ejemplo quede que quien fue basilisco en dar veneno muriese como víbora en el parto. (vv. 12-14) Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 97 De nuevo, en estos versos la mujer funciona como centro de atracción para las metáforas ofídicas: la bella Isabel mataba con la mirada, como el basilisco, y murió en el parto, como la víbora. En cambio, en La Filomena (1621), la imagen se aplica a un hombre, Tereo, violador de Filomena. Su esposa Progne le espeta lo siguiente, tras haberle servido el cadáver de su hijo Ifis para comer: Y pues víbora ha sido tu arrogancia y el corazón de fieras sierpes hecho, engéndrale otra vez de tu sustancia: romperá como víbora tu pecho. (I. 3. 426-428) Años más tarde, la imagen aparece en la égloga Eliso, de La vega del Parnaso (1637): Pues sois su quinta esencia, lágrimas, distilad el alma en llanto; que hallando resistencia haréis, vueltas al pecho, en dolor tanto, con el veneno en víboras deshecho, la puerta de los ojos por el pecho. (La vega, vol. I, págs. 593-594, vv. 7-12) Esta mención es especial no solamente porque se refiere a un sujeto masculino (el sujeto lírico, quien vierte lágrimas por la muerte de Paravicino), sino porque no se asocia de ningún modo a una mujer, como en los casos anteriores. De hecho, esa conexión entre víbora, pasión, parto y mujer es muy importante en el corpus lopesco, como se puede observar en uno de los ejemplos más tempranos de la obra del Fénix, el romance de juventud «De pechos sobre una torre». Se trata de un texto doblemente ovidiano, porque se inspira en la Heroida VII («Dido a Eneas») y porque incluye la imagen de la víbora, que, en su forma de la calcata vipera (que no aparece en el romance), también dependía de Ovidio (Metamorfosis, X, 23-24, como hemos demostrado). El romance en cuestión pinta la reacción de Belisa ante la partida del amado y se basa en un doble contexto, biográfico y literario. El literario es la Heroida consabida y su fuente, en el libro IV de la Eneida: la despedida de Dido, embarazada y pronta al suicidio. El biográfico es el que el Fénix quería que aplicaran también sus lectores, quienes debían identificar a Belisa con Isabel de Urbina y al héroe con el propio Lope. Además, el texto también es ovidiano en los afectos, pues pinta a una Belisa desesperada y cambiante, sedienta de venganza. Concretamente, Belisa amenaza con dejar que nazca su hijo para así poder matar a alguien que se parezca al amante que la abandona: Mas quiero mudar de intento y aguardar que salga fuera, por, si en algo te parece, matar a quien te parezca. (Romances de juventud, núm. 15, vv. 21-24) Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 98 Inmediatamente después, la joven pronuncia los versos que nos interesan, donde evoca la imagen de la víbora: Mas no le quiero aguardar, que será víbora fiera que, rompiendo mis entrañas, saldrá dejándome muerta. (Romances de juventud, núm. 15, vv. 25-28) Se trata de uno de los pasajes —y poemas— más emotivos de la ya de por sí volcánica obra lírica de Lope. Tal vez no sea casual que la imagen del parto de la víbora le sirva de clímax. CONCLUSIÓN En suma, el estudio de la imagen de la víbora en el corpus lopesco nos permite alcanzar, por lo menos, dos conclusiones. En primer lugar, que existe un contraste evidente entre la obra dramática de Lope y la de Calderón, un contraste que añadir a los habitualmente aducidos y tal vez matizables binomios que suelen oponer a los dos ingenios: al Lope de estructuras dramáticas laxas y elocutio llana se le contrapondría el Calderón de trazas rigurosas y atrevimiento cultista. A esta oposición, aquí simplificada hasta la caricatura y, repito, matizable, hay que añadir la frecuencia en el uso de una imagen tópica: el parto de la víbora. En Calderón, el motivo es tan abundante que parece un leitmotiv; en Lope, es simplemente uno entre otros, y en todo caso mucho menos frecuente que en su ilustre discípulo. El contraste podría resultar sorprendente si acudiéramos a interpretaciones biográficas7, pues a Lope se le murieron dos mujeres de parto (Sánchez Jiménez, 2018: 100-101 y 221); a Calderón, su madre y la madre de su hijo (Cruickshank, 2011: 74-75 y 410-414). Es decir, los dos pasaron por momentos traumáticos, pero podríamos interpretar que estos afectaron más a Calderón que a Lope, si es que el gusto por la imagen de la víbora obedece a razones biográficas, lo que en absoluto podemos demostrar. En segundo lugar, la víbora nos permite reflexionar sobre el usus scribendi de Calderón y, sobre todo, de Lope. El primero tendía a usar el motivo clásico del parto de la víbora para expresar todo tipo de alumbramientos violentos, ya literales (nacimientos), ya metafóricos (explosiones, exabruptos emocionales). El segundo también usaba esta noticia pliniana, pero era mucho menos aficionado a ella que Calderón. Además, en lo respectivo a las víboras Lope no solamente recurría a ese tópico, sino, con mayor frecuencia, a una fórmula verbal concreta, una iunctura que debió de encontrar en Oña y que procedía, originalmente, de su querido Ovidio: la calcata vipera (‘víbora pisada’). 7 Estas, por lo demás, demuestran la indudable preocupación calderoniana —casi obsesión— por el parto violento (Aichinger, 2014). Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) 99 BIBLIOGRAFÍA AICHINGER, Wolfram, «El parto violento en Calderón y el dramatismo del parto en la España del Siglo de Oro», en La violencia en el teatro de Calderón. XVI Coloquio Anglogermano sobre Calderón. Utrecht y Ámsterdam, 16-22 de julio de 2011, ed. de Manfred Tietz, Gero Arnscheidt, Robert Folger, Yolanda Rodríguez Pérez y Antonio Sánchez Jiménez,Vigo, Academia del Hispanismo, 2014, págs. 17-35. ARELLANO, Ignacio, «El bestiario de los dramas de Calderón», en Siglos dorados. 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De acuerdo a este modelo, la existencia de Lázaro de Tormes transcurre en la candidez hasta que entra al servicio de su primer amo, que es precisamente quien le hace abrir los ojos a la hostilidad del mundo en toda su brutalidad. Después de servir a muchos otros patrones, Lázaro retorna a la comodidad de la inocencia —acaso convenientemente fingida— empleado por el arcipreste de San Salvador. A pesar de las diferencias entre los diversos pícaros desde Lázaro hasta los de las postrimerías del siglo XVII, todos ellos parten de un antihéroe modelado por las circunstancias a las que se ve expuesto en su más tierna infancia. La importancia de la etapa inicial de la vida para el desarrollo posterior es un hecho bien conocido y estudiado desde la antigüedad, cuya esencia resume la máxima frecuentemente atribuida a San Ignacio de Loyola: «dadme un niño hasta los siete años, y no importa quién se haga cargo después». Independientemente de si el epigrama es fruto del ingenio del azpeitiano, lo cierto es que generaciones de jesuitas la han aplicado con éxito en la práctica y han demostrado que encierra buena parte de verdad. Sin embargo, a pesar de que la relación general entre los estímulos 1 2 Revisado y corregido por Clara Monzó. Publicado como parte de los proyectos FWF The Interpretation of Childbirth in Early Modern Spain (FWF Austrian Science Fund, P32263-G30) y Sound and Meaning in Golden Age Literature (FWF Austrian Science Fund, P32563). Gracias a Simon Kroll, al que debo la idea de leer al pícaro con los anteojos freudianos. Incluso antes, como en el caso de Gregorio Guadaña (Enríquez 1991). Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 y P32563 103 psicológicos e intelectuales de la infancia y la forma en que ha de desenvolverse el individuo en su vida adulta deje poco espacio a la duda, establecer relaciones biunívocas claras de causalidad entre circunstancias y hechos particulares de la puericia y una conducta concreta en la madurez requiere, en el mejor de los casos, un salto de fe. Afortunadamente, la literatura, si bien no está sujeta a las limitaciones físicas que rigen nuestra vida ordinaria, sí responde a las suyas propias y, entre ellas, se cuenta la causalidad narrativa. Así, en primer lugar, observamos que los autores de literatura picaresca establecen una correlación entre las circunstancias de la primera infancia del protagonista y su desarrollo biográfico posterior, tal y como sucede en el ámbito extraliterario. En segundo lugar, en la literatura podemos asumir que los eventos consuetudinarios que acontecen en las narraciones no suceden por casualidad, sino que sirven al argumento, esto es, responden a una estrategia deliberada conducente a justificar situaciones posteriores. Considerando las proposiciones anteriores, no resulta aventurado avanzar un paso más allá de la mera correlación y asumir causalidad entre la niñez del pícaro y su devenir picaresco. Con el silogismo anterior en mente, la desaparición de la figura paterna en buen número de obras picarescas y, con frecuencia, su reemplazo poco deseable, cobra nuevo sentido. Esta nueva perspectiva puede ser interpretada con ayuda del marco teórico que provee Sigmund Freud (2010, 2019). En este artículo, presento algunas observaciones preliminares, resultado de aplicar este método a Lazarillo de Tormes, con el propósito de profundizar en el futuro en el desarrollo psicológico de Lázaro y, tal vez, extender la investigación a otros personajes del corpus picaresco español del siglo XVII. Partiremos, pues, de la premisa de que Lázaro disfrutó de una existencia sin mayores contratiempos en el seno de la familia de molineros en la aldea de Tejares, compuesta por el propio Lázaro y sus padres, Antona y Tomé. No hay datos que permitan suponer que su vida transcurrió por otros derroteros hasta después de cumplir su octavo año de vida. Pues siendo yo niño de ocho años achacaron a mi padre ciertas sangría mal hechas en los costales de los que alí a moler venían, por lo cual fue preso, confesó y no negó, y padeció persecución por justicia [...]. En este tiempo se hizo cierta armada contra moros, entre los cuales fue mi padre, que a la sazón estaba desterrado por el desastre ya dicho, con cargo de acemilero de un caballero que allá fue; y con su señor, como leal criado, fenesció su vida. (Lazarillo 14-15) Lázaro tiene ocho años en este punto, por lo que probablemente, de acuerdo a Freud, ya habría superado varios estados de desarrollo psicosexual, incluyendo la etapa fálica, caracterizada por el deseo inconsciente de poseer a su madre y eliminar al competidor que representa su padre. Se encontraría, pues, en una etapa de latencia previa al pleno Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 y P32563 104 desarrollo, en la que ha renunciado a la posesión directa de la madre para hacerlo indirectamente mediante la identificación con el padre. De esta manera, en tanto que Lázaro desearía emular la figura paterna, podemos asumir que los hurtos del molinero dejarían su impronta en la escala moral del niño. Debemos hacer hincapié en que el ejemplo paterno al que estaba expuesto Lázaro no era un delito famélico, pues la familia disponía un medio de vida honrado con la molienda. No podemos, empero, hacer a Tomé único responsable del desarrollo de su hijo, pues, como vimos, se separaron antes del noveno año de Lázaro. Tras esto, nuevas figuras paternas vienen a llenar el hueco que el infortunado molinero deja en su familia. En efecto, al quedar huérfano de padre, el niño vuelve a tener que competir por los afectos maternales con otros varones adultos. Mi viuda madre, como sin marido y sin abrigo se viese, determinó arrimarse a los buenos, por ser uno dellos, y vínose a vivir a la ciudad y alquiló una casilla, y metiose a guisar de comer a ciertos estudiantes, y lavaba la ropa de ciertos mozos de caballos del Comendador de la Magdalena, de manera que fue frecuentando las caballerizas. (Lazarillo 15) El ejemplo de estos nuevos modelos no es mejor que el del desparecido. Sabemos, por un lado, que los estudiantes tenían mala reputación y estaban relacionados con la vida picaresca, como confirma el propio papa Pío II, quien afirmaba «ceterum studentes ipsi voluptati operam prebent. Vini cibique avidi pauci emergunt docti neque sub censura tenentur, die noctuque vagantur magnasque civibus molestias inferunt. Ad hec mulierum procacitas mentes eorum alienat» (Piccolomini 270). O, dicho de otro modo, precisamente en una novela picaresca, «estudiantes y pícaros, que es todo uno» (Quevedo 160). No obstante, por lo que respecta a si los estudiantes tuvieron acceso carnal a la madre de Lázaro y si, de ser así, el niño tuvo conocimiento para ver en ellos una figura paternal, solo podemos lanzar conjeturas. Por otro lado, no necesitamos recurrir a la bibliografía para conocer la catadura moral de los caballerizos ni especular sobre la relación de estos con Lázaro, pues el propio texto nos facilita la información en detalle, ofreciéndonos uno de ellos como ejemplo. Se trata del esclavo negro Zaide, quien cobra cierto protagonismo dentro de la narración y acaba determinando el desarrollo de los acontecimientos: Ella y un hombre moreno de aquellos que las bestias curaban vinieron en conoscimiento. Este algunas veces se venía a nuestra casa y se iba a la mañana. Otras veces, de día llegaba a la puerta, en achaque de comprar huevos, y entrábase en la casa. Yo, al principio de su entrada, pesábame con él y habíale miedo, viendo el color y mal gesto que tenía; mas de que vi que su venida mejoraba el comer, fuile queriendo bien porque siempre traía pan, pedazos de carne y en el invierno leños, a que nos calentábamos. (Lazarillo 16-17) Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 y P32563 105 La naturaleza de la relación de Zaide con Antona deja poco lugar a dudas, así como también parece claro que el esclavo asume el papel de padrastro de Lázaro. Con la entrada del nuevo elemento en el universo familiar, Lázaro experimenta una breve regresión al conflicto de la fase fálica, viendo en la nueva figura paterna un elemento hostil que le suscita temor. Sin embargo, la tensión se resuelve tan feliz como rápidamente y el niño pasa a ver en el padrastro una figura protectora y proveedora, que lo hace objeto de su afecto. La generosidad de Zaide no está exenta de mácula moral, pues los bienes con los que provee a su familia proceden de la práctica sistemática del hurto. No se trata, al igual que sucedía con el padre de Lázaro, de un caso de necesidad, sino que Zaide sustrae bienes para ganarse los favores de la madre de Lázaro, a pesar de que esta ya dispone de medios propios para mantener a su familia. La situación no dura, y acaba infortunadamente para todas las partes implicadas: Quiso nuestra fortuna que la conversación del Zaide, que así se llamaba, llegó a oídos del mayordomo, y, hechas pesquisas, hallóse que la mitad por medio de la cebada que para las bestias le daban hurtaba, y salvados, leña, almohazas, mandiles, y las mantas y las sábanas de los caballos hacía perdidas; y cuando otra cosa no tenía, las bestias desherraba, y con todo esto acudía a mi madre para criar a mi hermanico. (Lazarillo 18-19) Aunque algunas actuaciones poco honorables del pícaro, como la sisa de comida durante la estancia en casa del clérigo de Maqueda (54-64), bien podrían responder a un irreprimible instinto de supervivencia, otras acciones no pueden explicarse con tanta benevolencia, como los hurtos de monedas o vino al ciego (29-32). Para estos últimos, lo que hemos expuesto bien podría explicar la inclinación de Lázaro por la picardía como resultado de un deseo inconsciente de identificarse con las diversas figuras paternales mediante imitación de su carácter. De esta suerte, Lázaro va moldeando su propio ser a semejanza de aquellos. El caso de Lázaro presenta una particularidad adicional, pues este no consigue superar del todo la fase de latencia. A lo largo de su vida, su progreso psicológico se ve entorpecido por la presencia de una figura paterna autoritaria, encarnada por sus amos, que limita sus interacciones sociales e impide el desarrollo de su autoconfianza. Al llegar a la edad adulta, esto adquiere una significación especial, pues supone el retorno al punto de partida. Si durante la infancia la figura paternal frustra el deseo del niño de poseer a la madre, el arcipreste reprime las pulsiones latentes del Lázaro adulto hacia su esposa, que también ejerce de barragana del clérigo con el consentimiento implícito de su marido. Al igual que en la etapa de latencia, Lázaro tampoco alberga sentimientos negativos hacia la figura paterna, más al contrario: encuentra en el clérigo un personaje digno de respeto y de admiración, cuya benevolencia provee a la familia. Esta pasividad, a su vez, sugiere la ausencia de la libido que caracteriza a la etapa genital, lo que Freud entiende que es precisamente Avisos de Viena, Issue 1 (05/2021) P32263-G30 y P32563 106 la consecuencia esperable de una resolución inadecuada de la etapa de latencia. En conclusión, el Lazarillo ilustra el surgimiento de una neurosis y como esta enraíza en la personalidad del individuo, hasta que, finalmente, acaba manifestándose en el comportamiento de la persona adulta. El desarrollo psicosexual de Lázaro se queda estancado en la etapa de latencia como resultado de una resolución inadecuada de esta, anormalidad propiciada por la crucial influencia de las figuras paternas que se suceden en la vida del niño. Los padres del pícaro, por un lado, sirven al niño como modelo pero, por otro, son su único referente, al no encontrar otros sujetos más idóneos para apuntalar su maduración espiritual, lo que impide así su normal socialización y, en último término, la desvinculación del padre. La infancia de Lázaro explica, pues, que sus pulsiones adultas no estén orientadas a su mujer como objeto sexual sino a una figura paternal, el arcipreste de San Salvador, un pater spiritualis: un padre. BIBLIOGRAFÍA Enríquez, Antonio. El siglo pitagórico y Vida de don Gregorio Guadaña. 1644. Editado por Teresa de Santos, Cátedra, 1991. Freud, Sigmund. Die Traumdeutung. 1900. Editado por Jens Heise, 12.a ed., Reclam, 2019. —, Drei Abhandlungen zur Sexualtheorie. 1905. 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