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Viñas y movilidad social en el Reino de Chile
(1636-1814)
Vinhas e mobilidade social no Reino do Chile
(1636-1814)
Vines and social mobility in the Kingdom of Chile
(1636-1814)
Pablo Lacoste*
Amalia Castro**
Resumen: el artículo realiza una medición de la movilidad social, a través de
la vitivinicultura en el Reino de Chile, por medio de información recopilada en
diferentes archivos con documentación colonial. Se trata de identificar patrones
de comportamiento e identificación de otras temáticas (género, cultura, etc) en
torno a los viticultores, a través del análisis de 20 casos que presentan indicios de
movilidad social.
Palabras clave: vitivinicultura, movilidad social, actividad económica.
Resumo: O artigo mede a mobilidade social através da viticultura no Reino do
Chile, através de informações coletadas em diferentes arquivos de documentação
colonial. Se busca identificar padrões de comportamento e identificar outras
questões (de gênero, cultura, etc) em torno de viticultores, através da análise de 20
casos com evidência de mobilidade social.
Palavras-chave: viticultura, mobilidade social, atividade econômica.
Abstract: The article makes a measurement of social mobility, through the wine
industry in the Kingdom of Chile, through information collected in different colonial
documentation files. It seeks to identify patterns of behavior and identification of
other issues (gender, culture, etc) around winegrowers, through analysis of 20 cases
with evidence of social mobility.
Keywords: viticulture, social mobility, economic activity.
** Investigador del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) USACH, Doctor en Historia.
<pablo.lacoste@usach.cl>
** Académico de la Universidad Católica Silva Henríquez, Doctor © en Historia. <acastros@
ucsh.cl>
Estudos Ibero-Americanos, PUCRS, v. 39, n. 1, p. 8-18, jan./jun. 2013
P. Lacoste, A. Castro – Viñas y movilidad social ...
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Tras la hegemonía de los estudios que reducían la historia de Chile
a la acción de las élites, tendencia cultivada por Barros Arana (2003),
Vicuña Mackenna (1974), Edwards (1982) y Jocelyn Holt (1992), se
procuró una alternativa “desde abajo y desde adentro”, conducida por
Gabriel Salazar (2003) y todavía mejor, por Leonardo León (2011),
estudioso de los bandidos, rebeldes y desertores. Se ha consolidado así
en Chile, una historia bipolar, en la cual los protagonistas serían solo
los militantes de los extremos.
En la Historia de Chile participaron tanto elites de ilustrados y
hacendados por un lado, como con grupos rebeldes y marginales. Pero
ambos grupos representan apenas una ínfima minoría. La mayor parte
del pueblo chileno no participaba de ninguno de esos dos colectivos
sino que procuraba adaptarse a las condiciones naturales y culturales
de su entorno. Trataba de equilibrar el trabajo con la vida social y el
entretenimiento. Laboraba la tierra con tesón, cultivaba las plantas
con amor, criaba sus animales, y reservaba un tiempo para el juego
y la construcción de lazos emocionales, a la vez que se cuidaba de
las amenazas que representaban los sectores extremos: la eventual
agresión de los sectores criminales, y la explotación de los grandes
hacendados.
El mundo de la vid y el vino fue un buen reflejo de estas
contradicciones. La invención del lagar de cuero fue, justamente, un
reflejo de esta lucha. Los pequeños viticultores dependían de los grandes
hacendados para pisar la uva después de la cosecha. Las asimetrías
de poder eran exacerbadas por la rápida descomposición de la uva
después de la vendimia. Los pequeños productores dependían de los
hacendados pues un lagar de cal y ladrillo o de piedra, tenía un costo
muy elevado ($150) que escapaba a las posibilidades de los pequeños.
Por eso, la invención del lagar de cuero, en la década de 1740, significó
un cambio de las correlaciones de poder. Este artefacto era mucho más
barato ($5) y estaba al alcance de todos los pequeños propietarios, con
lo cual, estos ganaron en autonomía material y mental con respecto a
los grandes hacendados. El ingenio permitió a los pequeños viticultores un avance significativo con esta innovación tecnológica (Lacoste
et al., 2011).
Las miradas bipolares y reduccionistas de la Historia de Chile son
resultados de la aplicación, en este territorio, de debates y categorías
implementadas en otras regiones de América Latina, sin considerar las
características propias del paisaje chileno. Una innovación tecnológica
como el lagar de cuero no existió en los llanos de Venezuela, ni en la
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Estudos Ibero-Americanos, Porto Alegre, v. 39, n. 1, p. 8-31, jan./jun. 2013
meseta de México, ni en las pampas rioplatenses. Simplemente porque
esos lugares no son nichos ecológicos compatibles con la viticultura1.
Este elemento es relevante, porque en buena parte de América Latina,
las condiciones resultaban adecuadas para el desarrollo de economías
de plantación, modelo predominante en la zona, con sus consecuentes
efectos sociales: por un lado, pequeño número de propietarios dueños de
1
Para mayores referencias véase Lacoste, P.; Aranda, M.; Castro, A.; Premat, E.; Quinteros,
K.; Soto, N.; Gaete, J.; González, R.; Rivas, J.; Solar, M. “Agroindustria e integración
social: lagares de cuero en Chile y Argentina (1740-1850)”. En: I Congreso Internacional
Vinhas e Vinhos. Associaçao Portuguesa da História da Vinha e do Vinho. Porto, APHVIN,
2012: 347-362. Lacoste, P., Aranda, M.; Yuri, J. A.; Castro, A.; Solar, M.; Soto, N.;
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http://revistadeindias.revistas.csic.es/index.php/revistadeindias/article/view/882/954
Lacoste, P.; Yuri, J. A.; Castro, A.; Aranda, M.; Solar, M.; Soto, N.; Chávez, C.;
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http://revistaseletronicas.pucrs.br/ojs/index.php/iberoamericana/article/viewFile/
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Pablo Lacoste, Marcela Aranda, José Antonio Yuri, Amalia Castro, Mario Solar, Natalia
Soto y Carolina Polanco “La cultura y cultivo del olivo en Chile y Cuyo, 1550-1850” en
Colonial Latin American Historical Review 1, 1 (Albuquerque, 2013): 63-91.
Lacoste, Pablo; Estela Premat, Amalia Castro, Marcela Aranda, Mario Solar y Natalia
Soto. “Arquitectura y paisajes del vino en el Cono Sur: bodegas de Argentina y Chile
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Premat, Amalia Castro, Natalia Soto, Marcela Aranda. “Tapias y tapiales en Cuyo y
Chile (siglos XVI-XIX)” en revista Apuntes, Pontifica Universidad Javeriana (Bogotá).
En prensa. Lacoste, P.; Yuri, J. A.; Aranda, M.; Castro, A.; “Variedades de carozos, Chile
y Cuyo 1700-1850” Idesia 29, 2 (agosto, 2011): 131-137. ISSN 0718-3429.
http://www.scielo.cl/pdf/idesia/v29n2/art17.pdf
Lacoste, P.; Yuri, J.A.; Aranda, M.; Castro, A.; “Variedades de pomáceas, Chile y Cuyo
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http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-34292011000100012&script=sci_arttext
Lacoste, P.; Yuri, J. A.; Aranda, M.; Castro, A.; Quinteros, K.; Solar, M.; Soto, N.;
Gaete, J.; Rivas, J. “Variedades de uva en Chile y Argentina (1550-1850): genealogía del
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http://www.mundoagrario.unlp.edu.ar/numeros/no-20-1er-sem-2010/variedades de-uvaen-chile-y-argentina-1550-1850-genealogia-del-torrontes
Lacoste, P., Aranda, M.; Yuri, J. A.; Castro, A.; Solar, M.; Soto, N.; Quinteros, K.; Gaete,
J.; Rivas, J. y Chávez, C. “Frutos secos en Chile y Cuyo. Nogales, almendros y castaños
(1700-1850)”. Revista de Historia Iberoamericana [en línea] (Madrid, 2009). ISSN
1989-2616.
http://revistahistoria.universia.cl/pdfs_revistas/articulo_102_1277853004810.pdf
Lacoste, P., Yuri, J.A. y Castro, A. “Cultura frutícola en Chile”. In: Revista Universitaria
107 (Santiago, 2010): 4-9. ISSN 0250-3670. http://www.uc.cl/ru/ Ver también: Revista
Universum (http://universum.utalca.cl) números: 22 (2007) Vol. 1 con dossier especial de
la Viticultura y las Ciencias Sociales; 21 (2006) Vol. 1 y 2 dossier especial de la vid y el
vino; 20 (2005) Vol. 2 dossier la vid y el vino en las humanidades y las ciencias sociales;
19 (2004) Vol. 2 dossier la vid y el vino.
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grandes haciendas; por otro, grandes mayorías de desheredados, mano
de obra no calificada, con escasas posibilidades de progreso social.
Ante la ausencia de horizontes, al no tener una esperanza de mejorar
las condiciones de vida y al ver el futuro oscuro para sus hijos, es
comprensible que esos grupos subalternos se revelasen contra el orden
vigente y se volcaran hacia las conductas agresivas mencionadas
arriba (criminalidad, bandidaje, abigeato). Pero también existe la
alternativa inversa: ¿qué ocurre si esos sectores subalternos encuentran
que es posible un mejoramiento de su posición a partir de su propio
trabajo?
Para hacer visibles a esos pequeños viticultores que se derramaron
por el Reino de Chile, el camino principal es el trabajo de archivo,
tratándose en este artículo 19 casos de movilidad social, algo inédito
hasta el momento. Para comprender esta sociedad, superando miradas
bipolares y reduccionistas, es importante nutrirse en el humus teórico
construido en sociedades en las cuales el cultivo de la vid y la elaboración
del vino hayan sido tanto o más importante que en Chile. De allí la
validez por ensanchar la mirada teórica y considerar el caso de Francia
mediante el análisis de los trabajos de Alexis de Tocqueville y Fernand
Braudel.
Viticultura, pequeña propiedad e integración social en
Francia: de Tocqueville a Braudel
Alexis de Tocqueville propone (1856) una nueva lectura de la
revolución francesa de 1789. Cuestiona mitos y lugares comunes a partir
de fuentes documentales de archivo. El autor demuestra que la revolución
no tuvo como móvil la demanda de tierras por parte de los campesinos
pobres; al contrario, estos ya las tenían. Para él, los revolucionarios
no reclamaban tierras, sino la liberación de las trabas que los nobles,
con sus privilegios, imponían sobre sus propiedades. Así, “se había
producido otra revolución enteramente distinta: el campesinado no sólo
había dejado de ser siervo, sino que se había convertido en propietario
de bienes territoriales” que, aunque tremendamente fraccionados en
pequeñas propiedades, demostraba el amor del campesino por este tipo
de posesión (Tocqueville, 2006: 133).
Las observaciones de Tocqueville venían a refutar muchas
interpretaciones sobre las causas sociales y económicas de la Revolución
Francesa. De acuerdo a estos antecedentes, las grandes transformaciones
políticas y culturales se produjeron después de la transformación
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silenciosa de la estructura social, a partir del acceso a la tierra por parte
de los campesinos pobres. El surgimiento de esta clase de pequeños
propietarios fue el fundamento social y económico de la revolución
política. Con el acceso a la pequeña propiedad se crearon las condiciones
para alcanzar niveles sin precedentes de autonomía material y mental,
lo cual condujo a la acción transformadora de la Revolución. El autor
supera esa interpretación a partir de sus observaciones de archivo,
y del testimonio de observadores de la época. Además, compara la
situación de Francia con las de Alemania e Inglaterra, y se concluye que
la distribución de la tierra más equitativa se hallaba, justamente, en la
primera (Tocqueville, 2006: 134).
Habiendo dejado en claro que Francia lideró la carrera de generar
pequeños propietarios, no quedaba clara la causa. ¿Qué tipo de actividad
económica concreto facilitó esta transformación social? Tocqueville no
alcanzó a responder esta pregunta; pero un siglo más tarde se encargó de
esta tarea Fernand Braudel (1986), quien reconoce que los campesinos
pobres tenían tierras pero fue más allá, al reconocer que eso fue posible
gracias a la viticultura. El cultivo de la vid y la elaboración del vino
hacen posible una unidad económica rentable a partir de la pequeña
propiedad. Esta situación es muy diferente a los sistemas de agricultura
extensiva (cereales) y ganadería, amigos naturales del latifundio
(Braudel, 1986, III: 100).
El cultivo de la viña y la elaboración del vino significaron dos
aportes fundamentales para el desarrollo socioeconómico de Francia.
Por un lado, se generó la cultura del trabajo, por oposición a la cultura
de la renta. Por otro, se promovió la pequeña propiedad, lo cual hizo
posible superar el latifundio. Ambos elementos estaban íntimamente
ligados, toda vez que la viña ofrece mayores niveles de rentabilidad
por hectárea, a la vez que demanda un trabajo intensivo durante todo el
año. Se trata de trabajos altamente calificados, que requieren mano de
obra especializada.
La aplicación de esas categorías al escenario latinoamericano,
demuestra que en esta región, gracias a la riqueza de los recursos
naturales, prevaleció la cultura de la renta por sobre la cultura del
trabajo; predominó un modelo de producción primara, de bienes de bajo
valor agregado, principalmente de dos tipos: mineros o agropecuarios.
En este último caso, el modelo dominante era la economía de
plantación basada en grandes latifundios explotados por mano de obra
esclava o servil. La producción de algodón, café, caña de azúcar y
similares, se asoció con estos modelos. El resultado fue una sociedad
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con las jerarquías sociales fuertemente marcadas, con predominio de
las grandes propiedades, y con escasas posibilidades de movilidad
social.
Pero este sistema rentista no fue el único. Convivió también con
otras modalidades, algunas de las cuales, resultaron parecidas al modelo
francés, es decir, facilitaron el surgimiento de pequeñas propiedades
orientadas a la agricultura intensiva y la cultura del trabajo. Estas
posibilidades surgieron en aquellos lugares donde los nichos ecológicos
fueron compatibles con modelos de agricultura intensiva, particularmente
con la vitivinicultura y la fruticultura. Y este fue, precisamente, el caso
de Chile.
Pocos son los trabajos que han tratado el tema para la sociedad que
nos ocupa. Jaime Valenzuela, exponiendo casos de archivo de los siglos
XVI, XVII y XVIII, revela una cierta forma de legitimación y movilidad
social que comenzaba con la producción de riqueza y continuaba con
la adquisición de una serie de elementos simbólicos restringidos a la
alta sociedad hispanocriolla. De ellos, el primero y más importante,
parece ser la tierra y el hecho de convertirse, por medio de ella, en
señores encomenderos, figura que hacía eco con la del señor feudal
europeo (2005). Vinculando los temas de movilidad social con
viticultura, se identificaron casos para la vertiente de Cuyo del Reino
de Chile. En ellos, se destaca el hecho de la adquisición esforzada de la
tierra para desplegar un trabajo que requería esfuerzo y conocimiento,
y el que podía también ser desempeñado por grupos marginales a la
sociedad, como las mujeres, convirtiéndose en espacios importantes
de desarrollo económico, por medio de los cuales puede constatarse
el incremento de los bienes patrimoniales de los mismos (Lacoste,
2008).
La viticultura en Chile y sus diversos protagonistas
Igual que en Francia, el cultivo de la vid y la elaboración del vino
en Chile fueron actividades con amplia capacidad de convocatoria.
Participaron en ella numerosas personas que eligieron este oficio para
dedicarle sus energías. Los registros notariales y judiciales entregan
amplia información sobre la vida de esos viticultores. Los testamentos
dan cuenta del origen geográfico, el grado de legitimidad al nacer,
el capital inicial en el momento del casamiento (por dote y aportes
maritales), algunos hechos salientes de la vida, y el patrimonio final,
incluyendo deudas y censos pendientes. Los inventarios de bienes
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Estudos Ibero-Americanos, Porto Alegre, v. 39, n. 1, p. 8-31, jan./jun. 2013
amplían algunos detalles de ese patrimonio. En conjunto, estos
antecedentes permiten identificar la evolución del patrimonio de los
viticultores a lo largo de su vida económicamente activa, con lo cual,
se pueden medir aspectos importantes de la movilidad social. Identificar
los patrones de comportamiento, a partir de la reiteración de casos
particulares, es la clave para comprender cómo funcionaba el sistema,
al mismo tiempo que la identificación de otras temáticas de género
y extracción socioeconómica y cultural de los viticultores: ¿Quiénes
eran esos viticultores? ¿Varones o mujeres? ¿Nacionales o inmigrantes
extranjeros? ¿Hijos legítimos o “hijos del pecado”? ¿Ricos o pobres?
Desde el punto de vista metodológico, ese es el desafío principal del
presente artículo.
La viticultura como resultado de la subdivisión de la
tierra por herencia
La forma más fácil y directa de surgimiento de la pequeña
propiedad vitivinícola era por subdivisión de grandes haciendas entre
los herederos. Este era el camino que recorrían las nuevas generaciones
de las familias privilegiadas del reino de Chile. Tenían la ventaja de
disponer de entrada, por medio de la herencia, del acceso a buenas
tierras, junto con herramientas y capital cultural, es decir, todo lo
necesario para poner en marcha los emprendimientos vitivinícolas.
Muchas familias de las élites chilenas recorrieron este tipo de itinerario
socioeconómico. A título de ejemplo, cabe señalar el siguiente
ejemplo.
Cerca de Melipilla, se encuentran las colinas de Cuncumén. Se trata
de un paisaje cautivador, signado por sus arboledas, sus viñas engastadas
en las laderas de la cordillera de la costa y sus largos muros de tapia.
El proceso por el cual se puso en marcha la actividad vitivinícola en la
región tiene sus raíces en el siglo XVII, cuando la estancia de Cuncumén
estaba en manos del portugués Héctor Pinto Ravelo, oriundo de la villa
de Cubillar (Portugal). Establecido en Chile, se casó allí con Constanza
Arias de la Serna, natural de Santiago. Tuvieron once hijos, entre ellos,
a Marcos Pinto Ravello, nacido en la zona, que luego tendría un papel
destacado en Cuncumén.
Marcos se casó en La Serena, y su mujer aportó un capital modesto
pero con buen potencial. “Declaro que cuando contraje matrimonio
con la dicha mi mujer en la ciudad de La Serena recibí en dote $1000
en: 100 mulas a $6; un solar en $200; y 200 ovejas a 4 reales; y el
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ajuar de la dicha mi mujer”2. Con estos recursos, Marcos quedó en
condiciones de dedicarse al oficio de la arriería, es decir, transporte
terrestre a lomo de mula. Al parecer, esta actividad le permitió adquirir
nuevos recursos económicos y culturales, de modo tal de constituir una
posición adecuada para el siguiente paso.
Tras la muerte de sus padres, la Estancia de Cuncumén se transmitió
a los numerosos herederos, entre hermanos y hermanas, cuñados y
nietos. Dentro de este grupo, un papel destacado cupo a Marcos, el
cual se interesó por desarrollar la vitivinicultura en el lugar. En efecto,
Marcos se asentó en una parte de la Estancia; estableció allí sus animales
(200 cabras y 20 mulas chúcaras), y comenzó el trabajo. La tarea no
era fácil, pues no había agua. Era necesario construir surgentes y redes
de riego para trasladar aguas desde el río Maipo hasta la estancia de
Cuncumén. Y este fue el trabajo que realizó Marcos.
Declaro que en la dicha estancia estoy poblado en el sitio de Isla
de Santa Gertrudis. Cuando me poblé en el dicho sitio, lo hallé
montuoso y sin agua. A mi diligencia desmonté el dicho sitio y
alegrando un manantial, saqué agua para la viña y huerta [que]
planté en el dicho sitio. Así mismo edifiqué en él las casas de mi
morada nueva y vieja. Saqué a mis expensas la acequia que sale
del río de Maipo y corre por la vega3.
Los Pinto Ravelo eran una de las familias privilegiadas del Reino
de Chile, propietaria de grandes extensiones de tierra. Con el paso de
cada generación, esas grandes estancias se fueron dividiendo entre los
descendientes; con la reducción del tamaño, se generaron condiciones
para un mejor aprovechamiento de la tierra a través de la agricultura
intensiva en general, y la vitivinicultura en particular. En cierta forma,
el paisaje rural chileno se fue modificando como efecto secundario de la
subdivisión de la tierra generada por la transferencia inter generacional
de las élites. Este proceso ocurrió en la medida que se evitaron los
mayorazgos, y prevaleció en Chile un sistema de herencia igualitaria
para todos los hijos legítimos. Esta tendencia se verificó en todo el reino:
en el Valle del Elqui y el Valle del Aconcagua; en Santiago y Concepción;
en el Valle Central y los corregimientos de Valparaíso y Quillota.
2
3
Testamento de Marcos Pinto Ravelo, Santiago de Chile, 10 de marzo de 1699. Archivo
Nacional de Santiago de Chile (en adelante ANSCH), Fondo Escribanos de Santiago (en
adelante FES) vol. 417, f. 128.
Testamento de Marcos Pinto Ravelo, Santiago, 10 de marzo de 1699. ANSCH, FES, vol.
417, f. 128.
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Estudos Ibero-Americanos, Porto Alegre, v. 39, n. 1, p. 8-31, jan./jun. 2013
De “hijos del pecado” a viticultores chilenos
Las leyes de la herencia permitían la subdivisión de la tierra pero
también tenían sus limitaciones ideológicas. La íntima alianza entre
la Corona española y la religión Católica impulsaba la subordinación
del derecho a la moral religiosa; en ese sentido, los hijos naturales, al
ser “hijos del pecado”, eran estigmatizados y perjudicados de todas las
maneras posibles. Una de ellas era, precisamente, la exclusión de los
derechos de herencia. Para las leyes españolas, solo los hijos legítimos
tenían derecho a considerarse herederos. Los hijos extramatrimoniales,
en cambio, quedaban desprotegidos por la ley. En el fondo, quedaban
librados a la buena voluntad de los padres que, en algunos casos, podían
buscar la forma de eludir, al menos parcialmente, las estigmáticas
normativas. A veces, se ocupaban de transmitirles capital cultural y
pequeñas sumas a partir de las cuales, pudiesen comenzar su propio
itinerario. La movilidad social para los hijos naturales era difícil, pero
no imposible. Los casos de Juan de Azpeitia (1636), Diego de Elguea
(1694) y Pedro Poncio (1814) son buenos ejemplos.
A pesar del estigma de ser hijo natural, Juan de Aspeitia logró
insertarse en la Real Audiencia de Chile como procurador. Se desempeñó
como patrocinador de causas de personas destacadas, como el dean don
Jerónimo López de Agurto, con un salario de $50 por año, entre otros. Al
parecer, el padre no lo abandonó sino que le transmitió capital cultural
y social para facilitarle la integración. Y hasta logró un matrimonio
promisorio con Juana Bustos Pereyra, la cual le aportó una generosa
dote, que él se encargó de mejorar:
Declaro por mis bienes los que se hallaren en la ciudad de
Coquimbo y su jurisdicción de mulas y yeguas que tengo en la
Estancia de Limarí. Dicha Estancia fue del dote que recibí en la
cual he aumentado vasija de tinajas y edificado bodega y rancho4.
La vida del capitán Diego de Elguea fue un proceso ascendente,
desde una posición muy modesta, hasta un lugar de prosperidad. Su
itinerario sufrió influencias contradictorias. Tuvo la desventaja de nacer
con el estigma del hijo natural, motivo por el cual, no tenía derechos
a heredar bienes de sus padres. Aunque su padre tenía el prestigio de
ser un español peninsular, Diego no recibió bienes para iniciar su vida
4
Testamento de Juan de Aspeitia, Santiago, 5 de enero de 1636. ANSCH, FES, vol. 177a,
f. 61v.
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económica activa. Además, su estigma lo relegó a tener que casarse sin
recibir dote en sus dos matrimonios (con Lorenza Fernández y Agustina
Amezqueta sucesivamente)5 Aunque su padre no le transfirió bienes,
sí le facilitó acceso a redes sociales y económicas. Diego consiguió
un puesto como administrador de la Estancia de Aculeo, ubicada unas
10 leguas al oeste de Santiago, y propiedad del general Francisco de
Carrera. La cercanía del poder le permitió acceder a un empleo con buen
salario ($80 por año). Pero su humilde condición social lo colocó en
una situación de asimetría, que sus patrones no dudaron en explotar: el
general Carrera pagaba con atraso y llegó a deberle $250 que Diego no
alcanzó a cobrar en vida. 6
Las contrariedades que Diego sufrió por ser hijo natural y por el abuso
de poder de los Carrera, se compensó con sus fortalezas, particularmente
su capacidad de trabajo y la actitud de su segunda esposa, que destacaba
precisamente por su inteligencia y laboriosidad. Sobre esta base logró
formar un pequeño emprendimiento agroindustrial. En su testamento
declaró “las casas de mi morada con la viña, bodega, vasija y fondo
y dos pailas y los demás aperos y bienes” 7 No se registraron medidas
de estos bienes, pero no eran pequeños, según se infiere de la cláusula
por la cual, al transmitir esos bienes a sus hijos del primer matrimonio,
como legítimos herederos, ordenaba separar $300 para beneficio de su
segunda mujer. Si para ello apeló a la cláusula del quinto de sus bienes,
se puede inferir que estos no podían bajar de $1.500.
Más vertiginoso fue el progreso de Pedro Poncio. A pesar de
ese oscuro origen (era hijo natural) logró abrirse camino, recibió un
patrimonio material y cultural de sus padres; se casó con una mujer que
aportó una dote y logró poner en marcha una familia con un capital inicial
nada despreciable de $2.402. El matrimonio engendró y crió siete hijos.
La familia se dedicó a actividades agropecuarias, incluyendo crianza
de ganado, vitivinicultura, cultivo de trigo y elaboración de harina en
el molino respectivo. Desde la perspectiva económica y social, fue una
empresa exitosa, que logró cuadruplicar el capital inicial, e integrarse
a la elite social (entre la ropa de don Pedro había un chamanto nuevo
valuado en $6). Al final de su vida, la hacienda fue valuada en $11.716.
5
6
7
Testamento del capitán Diego de Elguea, Santiago, 26 de octubre 1694. ANSCH, FES,
vol. 398, f. 308.
Testamento del capitán Diego de Elguea, Santiago, 26 de octubre 1694. ANSCH, FES,
vol. 398, f. 307v.
Testamento del capitán Diego de Elguea, Santiago, 26 de octubre 1694. ANSCH, FES,
vol. 398, f. 308v.
18
Estudos Ibero-Americanos, Porto Alegre, v. 39, n. 1, p. 8-31, jan./jun. 2013
Ello incluía $2.145 entregados a los hijos como adelanto de herencia,
$490 en dos casas y $325 en efectivo. Del monto restante ($8756),
la inversión agroindustrial (viticultura y fruticultura) representaba el
22,7%8.
Las cepas que cultivó don Pedro Poncio se hallaban en tres viñas,
ubicadas en Nirivilo, La Quebrada y Pricumbueno, y comprendían un
total de 15.000 plantas valuadas en $1.663. El huerto frutal contaba
con 150 árboles (sobre todo perales), valuados en $113. Un edificio con
paredes de adobe y techos de teja, una se usaba, seguramente, como
bodega (tasada en $90). La capacidad de vasija era de 126 arrobas (en
adelante @)9; el corral de alambiques contaba con pailas y cañones de
cobre que, en conjunto, tenían un peso de 20 @ y 40 libras de cobre, lo
cual completaba una inversión de $122 en equipamiento de elaboración
y conservación. Entre bodegas y viñedos el capital invertido ascendía
a $1.990. A ello debería añadirse transmitidos a sus hijas como dote
y a sus hijos varones como adelanto de herencia, cuyos detalles no se
mencionan en los documentos10.
Inmigrantes extranjeros y su aporte a la viticultura chilena:
portugueses, franceses, italianos
El desarrollo de la vitivinicultura en Chile fue un proceso heterogéneo con múltiples protagonistas. Como se ha señalado, los chilenos
tuvieron un papel relevante, tanto los miembros de las familias
privilegiadas como los hijos ilegítimos. Junto a ellos, otro sujeto
histórico relevante fue el extranjero, sobre todo proveniente de regiones
europeas de tradición vitivinícola (Italia, Francia, Portugal).
Los inmigrantes franceses, italianos y portugueses brindaron
aportes relevantes a la vitivinicultura chilena. Entre los franceses, cabe
mencionar la trayectoria de Bartolomé Bertiz (1647)11, oriundo de
Marsella. De la península itálica llegó Pedro Fernández Perin (1591), que
también se sumó a la industria vitivinícola chilena. Entre los inmigrantes
portugueses, ya se ha mencionado el papel de Marcos Pinto Ravelo,
8
9
10
11
Inventario de bienes de don Pedro Poncio Aravena, Nirivilo, 3 de febrero de 1814.
ANSCH, Fondo Judiciales de Cauquenes (en adelante FJC), vol 19v, pza 9, fs. 19v-25v.
La arroba era una medida de capacidad de líquidos, equivalente a 36 litros. Fue usada en
Chile desde 1540 hasta 1847.
Inventario de bienes de don Pedro Poncio Aravena, Nirivilo, 3 de febrero de 1814.
ANSCH, FJC, vol. 19 v, pza 9, fs. 19v-25v.
Testamento de Bartolomé Bertiz, Santiago, 19 de abril de 1647. ANSCH, FES, vol. 201,
fs. 335-337.
P. Lacoste, A. Castro – Viñas y movilidad social ...
19
hijo de inmigrantes de la villa de Cubillos (Portugal); a ello se suma el
caso de Gonzalo Díaz (1586)12, Pedro Gonsales de Olivera13 (1638) y
los Sequeira, cuya esforzada trayectoria se examinará aquí en detalle.
El caso de Los Sequeira es particular, ya que no lograron acceder
a la propiedad vitivinícola en forma tan rápida y fácil; al contrario,
debieron recorrer un camino largo y lento para realizar su sueño. El
elemento real fue una chacra en Renca (ubicada a 3,7 kilómetros de
Santiago). La chacra la compró Juan Antonio Morales, en un remate, el
11 de diciembre de 1627, a un valor de $160. No pagó en efectivo, sino
con un crédito hipotecario. Posteriormente, Juan Antonio permutó esta
chacra con su hermano Baltasar, a cambio de un esclavo. De esta manera,
la chacra de Renca ingresó en su familia, con su doble deuda. Baltasar
no pudo pagar las deudas hipotecarias. Pero introdujo las primeras
mejoras, un rancho de adobes14. En estas condiciones transmitió la
mitad de esa chacra a su hija Josefa Morales y su marido Bartolomé
Sequeira.
La chacra y su hipoteca, junto con un esclavo, 10 mulas y una
mulata, por un valor de $270, fue la herencia para el joven matrimonio. A
partir de allí, con amor y actitud, comenzaron a construir su futuro: “Con
el trabajo personal y actividades de la dicha su mujer, lo desempeñó
pagando y satisfaciendo sus deudas. Con el mismo trabajo se adelantó
la dicha finca con las mejoras que en ella existen”15.
El documento se ocupa, explícitamente, de destacar el trabajo en
equipo realizado por los dos integrantes del matrimonio, así como la
continuidad de la tarea de una generación a otra. La pareja procuró
mejorar el patrimonio que había recibido de sus mayores con su propio
trabajo. Su principal avance fue pagar las deudas pendientes: el 9 de
mayo de 1721 se produjo la escritura de cancelación definitiva de la
deuda. Consiguió liberar totalmente la chacra de aquellos gravámenes,
y avanzó con nuevas mejoras.
El esfuerzo de Nicolás y Josefa fue como una carrera de postas.
Ellos recibieron de sus mayores la tierra hipotecada, con el rancho
de paja. La mejoraron con su trabajo, la liberaron de la deuda y la
12
13
14
15
Testamento de Gonzalo Díaz, Santiago, 13 de julio de 1586. ANSCH, FES, vol. 3,
fs. 205-205v-206.
Testamento de María Durán, Santiago, 25 de noviembre de 1638. ANSCH, FES vol. 183,
f. 260.
Inventario de bienes de Nicolás de Sequeira, Santiago, 25 de agosto de 1733. ANSCH,
FES, vol. 496, f. 169v.
Testamento de Nicolás de Sequeira, Santiago, 20 de agosto de 1733. ANSCH, FES,
vol. 496, folio 166v.
20
Estudos Ibero-Americanos, Porto Alegre, v. 39, n. 1, p. 8-31, jan./jun. 2013
transmitieron a su hijo Bartolomé Sequeira. Tras casarse con doña
Juana Pérez, Bartolomé fue invitado por sus padres a establecerse en
esa chacra, vivir allí, y mejorarla. La joven pareja trabajó duro para
aprovechar la oportunidad de hacer fructificar el esfuerzo, ocupándose
de la viña de 2000 plantas y algunos frutales16.
Para diversificar la producción, una parte de la chacra se dedicó a
pasturas17. Además de la parte productiva, la joven pareja se esforzó por
mejorar las condiciones de vida con una vivienda mejor: junto al rancho
de paja, se construyó una casa de tejas con un refrescante corredor
que servía para amortiguar el impacto del sol del verano chileno. La
nueva construcción tenía tres partes principales, que incluía salita con
puertas y ventanas, una alcoba de tablas de alerce y un cuarto de tapias
y adobes cubierto de tejas con corredor hacia el exterior18. Para mejorar
el microclima doméstico, se incorporó también el tradicional parrón
chileno y el huerto de frutales: “En la dicha casa una huertecita o jardín
cercado de paredes con 16 pies de parras hechas parral con sus horcones
y varas 6 manzanos ordinarios, 12 duraznos, 1 nogal, 1 naranjito frutal,
2 romeros; en la arboleda que está detrás de la cocina 30 duraznos
ordinarios”19.
La construcción de la casa de tejas permitió al matrimonio trasladarse
allí, y dejar de habitar el rancho de paja. Este quedó disponible para
albergar las instalaciones y el equipamiento agroindustrial: la antigua
vivienda se convirtió en bodega, y allí se instalaron los lagares, vasija
de vino y alambiques para aguardiente, sumando “dos tinajas (una llena
de vino de este año con 20 @, y la otra llena con 10 @ de este año);
una enfriadera de 7 @ poco más o menos; una paila de cobre de 2 @ de
caldo; un fondo de cobre de 3 @”20.
Junto a la bodega, había dos edificios más dedicados a esta
actividad. Entre ellos, “un rancho de adobe y horcones cubierto de paja
con su puerta de una mano de 7 varas de largo y 4 de ancho” y “otro
ranchillo viejo de adobes y horcones en algunas partes con su varazón
16
17
18
19
20
Inventario de bienes de Nicolás de Sequeira, Santiago, 25 de agosto de 1733. ANSCH,
FES, vol. 496, f. 169v.
Testamento de Nicolás de Sequeira, Santiago, 20 de agosto de 1733. ANSCH, FES,
vol. 496, fs. 166v-167.
Inventario de bienes de Nicolás de Sequeira, Santiago, 25 de agosto de 1733. ANSCH,
FES, vol. 496, f. 169v.
Inventario de bienes de Nicolás de Sequeira, Santiago, 25 de agosto de 1733. ANSCH,
FES, vol. 496, f. 169v.
Inventario de bienes de Nicolás de Sequeira, Santiago, 25 de agosto de 1733. ANSCH,
FES, vol. 496, f. 169v.
P. Lacoste, A. Castro – Viñas y movilidad social ...
21
de canelo y el techo de carrizo y por algunas partes con quincha que
dijeron servía de lagar”21.
La tensión dramática de esta historia se decanta por la capacidad
de diseñar proyectos de largo plazo, cuyos beneficios no resultarían
necesariamente en favor del responsable del trabajo. Pero había un
plan proyectado hacia las generaciones futuras. Bartolomé Sequeira
se esforzó por plantar la viña, cultivarla durante varios años, e instalar
la bodega para elaborar el vino a partir de la entrada en producción de
las cepas. Apenas alcanzó a ver el resultado de su trabajo. La vida se le
acabó antes. “Cuando (Bartolomé) falleció, estaba fructificando la dicha
viña”22. El ciclo culminó en 1733. El 28 de abril de ese año falleció don
Nicolás Sequeira, el segundo eslabón de la cadena familiar. Ya habían
fallecido su suegro, Baltasar Morales, y su hijo Bartolomé Sequeira.
La chacra quedó entonces en manos de la viuda de este último, doña
Juana Pérez, la cual comenzó el proceso para transmitirla a la cuarta
generación, integrada por sus hijos Lorenzo, Ramón, Juana e Isabel.
Fue notable la continuidad del plan estratégico familiar. El
emprendimiento de los Sequeira-Morales representaba una pequeña
viña de 2000 cepas, con capacidad de vasija de 30 @, y algunas
instalaciones y equipamiento para elaborar vino y aguardiente; en ese
contexto, se levantaba la vivienda, con muros de adobe y techos de
teja, con un agradable entorno de perfumes y frescura, aportado por
parrones y frutales. Una chacra modesta y confortable, lograda con el
trabajo constante y articulado de tres generaciones durante más de un
siglo (1627-1730)
Viticultura y movilidad social a baja velocidad
El crecimiento del patrimonio vitivinícola podía avanzar a distintas
velocidades. Un proceso de movilidad social moderado fue el de
Rosa Salinas y Pedro Antonio Casanova en Cauquenes. Al contraer
matrimonio, ambos aportaron bienes modestos, incluyendo un terreno
con 2000 cepas, una bodeguita con tres tinajas (18 @ de capacidad
total), 124 cabezas de ganado mayor (equinos y vacunos) y 100 de
ganado menor (ovejas). Concibieron y criaron nueve hijos. Al final de
sus vidas, según redactaron en sus testamentos, esta pareja logró mejorar
Inventario de bienes de Nicolás de Sequeira, Santiago, 25 de agosto de 1733. ANSCH,
FES, vol. 496, f. 169v.
22 Testamento de Nicolás de Sequeira, Santiago, 20 de agosto de 1733. ANSCH, FES,
vol. 496, fs. 166v-167.
21
22
Estudos Ibero-Americanos, Porto Alegre, v. 39, n. 1, p. 8-31, jan./jun. 2013
la situación inicial. El ganado aumentó en un 50%. La bodega se amplió
considerablemente y llegó a tener 131 @ de vino en vasija. Se construyó
un corral de alambiques para destilar aguardiente; contaba con fondos,
pailas y cañones de más de 180 libras de cobre. En el terreno se plantó un
huerto frutal con más de 500 árboles (sobre todo durazneros, manzanos,
perales y ciruelos). Además compraron un nuevo terreno en Luicura, con
viñas y arboledas, donde hicieron nuevas edificaciones. Levantaron una
casa de 25 varas de largo, con techos de teja, toda rodeada de corredores.
También construyeron una bodega y levantaron el cierre perimetral de
la viña y el huerto frutal23. Las plantas estuvieron en el centro de su
interés: “Hoy se halla en mucho adelantamiento por el cuidado que en
ella hemos tenido de cercos y cultivo”, declaró la mujer, orgullosa, en
su testamento24.
Otro caso de mejoramiento modesto fue el de Josefa de Ávila y
Pedro Obregón, en Cauquenes. Al contraer matrimonio, comenzaron
con un capital de $509 (ella aportó $122 y él $379). Levantaron su
hogar y criaron cuatro hijos. Cuando ella falleció, el patrimonio familiar
alcanzó los $893. Los gananciales ascendían a $392. Una parte del
capital se hallaba en 80 cuadras de tierra ($120) y en la vivienda ($80).
Pero la parte más dinámica consistía en la inversión agroindustrial
($529). Esta incluía una viña de 1740 plantas frutales y un majuelo
con otras 621 cepas; la bodega tenía una capacidad de vasija de 47 @,
con tres lagares de cuero y otros enseres25. El patrimonio de esta pareja
evolucionó de $509 a $893, lo cual representa un incremento del 55%
con respecto al capital inicial.
Tercer representante de este grupo fue el matrimonio SaavedraCáceres. Viticultor y pulpero fue el capitán Francisco de Cáceres,
nacido en Santiago, como hijo legítimo de un matrimonio de vecinos
de la misma ciudad. Recibió algunas propiedades como herencia, y una
pequeña dote al casarse. Con su trabajo logró introducir mejoras en esas
propiedades, incluyendo una bodega con capacidad de 400 @ de vasija.
También abrió su pulpería, en la cual comercializaba sus vinos y otros
productos. Su vida transcurrió dentro de los andariveles de los sectores
23
24
25
Testamento e inventario de bienes de doña Rosa Salinas, Asiento de Luicura, 23 de mayo
de 1793. AN, FJC, vol. 11, pza 8, fs 1-5. Testamento de Pedro Antonio Casanova, Isla de
Maule, 4 de noviembre de 1793. ANSCH, FJC, vol. 11, pza. 8, f. 7v.
Testamento de doña Rosa Salinas, Asiento de Luicura, 23 de mayo de 1793. ANSCH, FJC,
vol. 11, pza. 8, fs 2-2v.
Partición de bienes de doña Josefa de Ávila, Cauquenes, 16 de diciembre de 1805.
ANSCH, FJC
P. Lacoste, A. Castro – Viñas y movilidad social ...
23
medios de la sociedad chilena, con voluntad de mejorar la situación que
tenían originalmente, objetivo que alcanzó con los vinos.
El patrimonio de Cáceres se formó a partir de una base material,
dada por las herencias, y las mejoras aportadas con su trabajo personal.
“Cuando contraje matrimonio llevé de capital la cantidad de $2.000 en
los bienes que por entonces tenía inclusive en este número la legítima
paterna (su padre) el capitán Juan de Cáceres. Y mi mujer (Mariana
Saavedra trajo la cantidad de $250 en platas, incluyéndose en este
número $150 que le dio un hermano suyo. Después de contraído el
dicho matrimonio hube de mi madre y demás herederos de mi padre la
mayor parte de la heredad y casa de mi morada”. A ello debían sumarse
“diferentes partes y sitio que compré a los demás herederos de los
dichos mis padres, como también compré un solar más o menos y por
mejor decir antes más de los Rodríguez”26. Entre bienes heredados y
comprados, Cáceres logró conformar una propiedad significativa. Y
sobre esa base, orientó su energía a levantar allí un polo vitivinícola.
“Durante mi matrimonio adelanté y aumenté la dicha viña y tengo
hechos otros edificios en la dicha heredad y entre ellos la bodega con
un doblado y todo lo demás que se haya existente como también 400 @
de vasija que compré durante mi matrimonio”.27
El matrimonio Saavedra-Cáceres engendró seis hijos, uno de ellos,
fraile de la orden de San Francisco. Con su trabajo, la pareja logró criar a
los niños, ampliar el patrimonio recibido y especializarlo en viticultura.
Levantó una bodega de 400 @, y amplió la viña, seguramente hasta
llevarla a las 4.000 cepas, proceso en el cual, la pulpería resultó funcional
a la comercialización de sus propias cosechas. El patrimonio evolucionó
aproximadamente de $2250 a $3.000.
Para completar el cuadro, cabe citar el caso de don Tomás de
Arriagada. Cuando se casó, su esposa no aportó dote a la sociedad
familiar; pero él la dotó con “la cantidad de $ 300 señalados en el
majuelo de viña y árboles que se hallan en este lado de la acequia
grande…”28. A lo largo de su vida económicamente activa, lograron
formar una posición mediana. El patrimonio familiar llegó a tener un
sitio en la villa de San Fernando, muebles y menaje doméstico; dos
26
27
28
Testamento de Francisco de Cáceres, Santiago, 18 de febrero de 1737. ANSCH, FES,
Libro de Juan de Morales Narváez, vol. 498, fs. 27v-28.
Testamento de Francisco de Cáceres, Santiago, 18 de febrero de 1737. ANSCH, FES vol.
498, f. 28.
Inventario de bienes de Tomás Arriagada, San Fernando, 1790. ANSCH, Fondo Judiciales
de San Fernando (en adelante FJSFdo), vol. 19, pza 2, f. 8.
24
Estudos Ibero-Americanos, Porto Alegre, v. 39, n. 1, p. 8-31, jan./jun. 2013
esclavos, un molino harinero, una yunta de bueyes, dos caballos, dos
yeguas, un pequeño potrero dedicado al cultivo de trigo, que producía
dos fanegas; herramientas de trabajo y sobre todo, el complejo
agroindustrial; este tenía un huerto de árboles frutales, una viña de 2.800
cepas, una bodega de 21 x 7 ¾ varas con muros de adobe con techos de
teja. El equipamiento incluía 16 tinajas, 50 a 60 @ de vino, y sección
de alambiques con sus pailas y cañones de cobre. La fuente no entrega
datos precisos pero, considerando valores de mercado, se puede calcular
que los bienes agroindustriales tendrían un valor cercano a los $2.500.
Mujer, viticultura y pequeña propiedad:
la dote como cimiento
El acceso a la pequeña propiedad inicial era una de los eslabones
clave de toda la cadena de movilidad social a partir de la vitivinicultura.
Los agricultores chilenos no tenían problemas de acceder al capital
cultural para cuidar la viña y elaborar el vino; pero muchas veces
resultaba complicado obtener un pequeño pedazo de tierra en el
cual poner en marcha la actividad. Y esa era, precisamente, una de
las preocupaciones centrales de los padres para con sus hijas: en el
momento de entregarlas en matrimonio, era importante poder cederles
en dote un terreno, por pequeño que fuese. Este fue el norte de la vida de
un matrimonio que realizó esfuerzos notables para asegurar que sus tres
hijas mujeres pudieran disponer de media cuadra de tierra como dote.
Marcos de Azoca y María Diez comenzaron su vida conyugal sin
bienes. “Cuando contrajo matrimonio conmigo la otorgante no trajo
bienes ni yo los llevé al dicho matrimonio más que tan solamente la
ropa de nuestros vestuarios”, sostuvo la mujer en el testamento29. Poco
después, Marcos recibió media cuadra de tierra como herencia de sus
padres, valuada en $100. Con su trabajo adquirió otra parcela similar
y logró formar una propiedad de una cuadra, donde plantó su viña y
estableció su bodega. Esta tenía como equipamiento 3 tinajas, 10 botijas,
3 pailas y un cañón de alambique. También cultivó trigo y apacentó
algunos animales (llegó a reunir 100 ovejas, las cuales cedió en arriendo
a terceros). Al parecer, la propiedad consistía en una pequeña viña,
dedicadas a elaborar vinos y un poco de aguardiente30.
29
30
Testamento de Marcos de Azoca, Santiago, 20 de diciembre de 1704. ANSCH, FES,
vol. 418, f. 122.
Testamento de Marcos de Azoca, Santiago, 20 de diciembre de 1704. ANSCH, FES,
vol. 418, f. 122.
P. Lacoste, A. Castro – Viñas y movilidad social ...
25
El pequeño emprendimiento les permitió llevar adelante la familia
e insertar a sus hijos. Compraron en $250 un terreno de 1½ cuadra, el
cual subdividieron en tres partes y cedieron una a cada una de las tres
hijas como dote, junto con muebles, ropa personal y ajuar doméstico.
Luego destinaron $85 para sacar de prisión a otro hijo, José. También
adquirieron otro solar en $125, además de gastos funerales y afines.
En este caso, se redondeó una vida que, tras iniciarse con un capital
de $100, logró reunir unos $1400. Este matrimonio trabajó para criar e
insertar socialmente a sus descendientes, particularmente a sus tres hijas,
mediante generosas dotes. Lo importante era que cada una de esas hijas
pusiera en marcha una nueva familia de pequeños propietarios.
Generar recursos para entregar un pequeño terreno como dote para
la hija fue también el objetivo principal del matrimonio formado por
el sevillano Luis Monardes y Ana de Rojas. En este casamiento “me
dieron de dote 400 ovejas y yo no tenía ningunos bienes. Las ovejas se
me dieron a dos reales”31. A pesar de este exiguo patrimonio inicial, la
pareja logró progresar. Engendró y crio cinco hijos: tres varones y dos
mujeres, ambas dotadas para sus respectivos matrimonios. Ana recibió
solar con casa y un esclavo; Isabel recibió media cuadra de tierra con
viña plantada, casa, bodega y vasija. Paralelamente, Luis Monardes
mantuvo viña, bodega y vasija hasta el final de sus días. Los registros
no entregan datos cuantitativos, pero se sabe que al menos, su bodega
tenía 80 @ de vino32.
Protagonismo de la mujer viticultora
La tendencia cultural de las familias chilenas, a entregar a sus
hijas una pequeña propiedad como dote para iniciar su emprendimiento
vitivinícola, fue acompañada, en contrapartida, por otro proceso paralelo
y complementario: la actitud de las mujeres a ocuparse de la viña y otras
inversiones, para trabajar en su progreso. La historia de María Antonia
Serrano es un buen ejemplo.
Al contraer matrimonio, ella y José Rojas solo contaban con
algunas pocas cabezas de ganado y la ropa de la mujer. Con sus
trabajos, particularmente el esfuerzo de la mujer, lograron progresar. Se
convirtieron en propietarios de una casa en Santiago y de una pequeña
31
32
Testamento de Luis Monardes, Santiago, 19 de enero de 1639. ANSCH, FES, vol. 183,
f. 62.
Testamento de Luis Monardes, Santiago, 19 de enero de 1639. ANSCH, FES, vol. 183,
fs. 60v-63v.
26
Estudos Ibero-Americanos, Porto Alegre, v. 39, n. 1, p. 8-31, jan./jun. 2013
estancia en el valle de Puangue. La casa de la ciudad era “una finca
en el barrio de la Chimba calle de la Recoleta que hube y compré a
los herederos de Sánchez por escritura otorgada ante don Luis Luque
Moreno escribano público que fue [hecha] el año pasado de 1786”.
Previo a ello adquirieron “una estancilla corta en el valle de Puangue
donde tengo construido un trapiche de metales de oro corrientes,
una viña, algunas vacas y 300 ovejas arrendadas según consta de sus
obligaciones, un poco de plata labrada”33. Es importante señalar que
en la formación de este patrimonio familiar, el papel de la mujer fue
decisivo. “La estancia de Puangue fue adquirida por trabajo e industria
de su mujer”, declaró Rojas en su segundo testamento34.
La mujer como pequeñas propietarias dedicadas a la vitivinicultura
era un sujeto histórico bastante difundido en Chile. Un caso parecido
fue el de doña Catalina Doncel. Poseía “media cuadra plantada una
viña frutal y los aperos de 3 tinajas de vasija de vino la una de 6 @,
otra de 13, y la otra 16, una paila mediana y un alambique pequeño”35.
Su pequeña viña tenía entre 500 y 1000 plantas; su bodeguita tenía
capacidad para conservar 35 @ de vino y, a la vez, tenía equipamiento
para destilar aguardiente. Con estos recursos, doña Catalina Doncel se
ganaba la vida. Junto a ella vivía su hermana, doña Juana Doncel, cuya
propiedad, probablemente, era muy parecida.
Mujeres bajo amenaza: los maridos irresponsables
No todo era fácil para las mujeres. Para llevar adelante sus
haciendas, tenían que sortear muchos obstáculos y amenazas. Además
de las limitaciones que les imponía la ley y la costumbre, había otros
problemas, uno de los cuales era el marido irresponsable. Varias
mujeres, casadas con ricas dotes, sufrieron el lento y silencioso drama
del despilfarro de sus bienes por la actitud de sus maridos irresponsables.
Fue el caso de doña Juana Jofré de Loayza, mujer nacida en noble cuna,
hija de Juan Jofré de Arce (destacado vecino de la ciudad de San Juan)
y de María de Arce (natural del puerto de Buenos Aires).
El prestigio social de su familia y la prosperidad de sus haciendas,
le facilitaron el contacto al más alto nivel, y contrajo enlace con el
33
34
35
Testamento de José Rojas. Santiago, 1791-1793. ANSCH, FES vol. 873, pza. 195, fs. 316.
Testamento mutuo de don José Rojas y su mujer doña María Antonia Serrano. Santiago,
1796-1797. ANSCH, FES, vol. 926, pza. 266, f. 278.
Testamento de doña Catalina Dozel, Santiago, 26 de enero de 1720. ANSCH, FES,
vol. 481, f. 29.
P. Lacoste, A. Castro – Viñas y movilidad social ...
27
Comisario General Francisco Jirón de Montenegro, veedor general del
Real Ejército del Reino de Chile. Para estar a la altura de tan encumbrado
personaje, los padres de doña Juana le entregaron una dote valuada en
$20.000, en la cual se incluía una próspera hacienda vitivinícola en
San Juan. Todas las expectativas de desarrollo y prosperidad de esta
familia, se vieron frustradas por “haber el dicho mi marido disipádome
y consumiéndome la mayor parte de mis bienes dotales, (incluyendo)
una hacienda de casa de viña y aperos en la ciudad de San Juan de la
Frontera en la provincia de Cuyo, la cual poseen hoy los Balmacedas y
Quirogas y otros sujetos”36. La actitud irresponsable del militar se reflejó
no solo en la administración de la dote de su mujer, sino también en su
profesión. Fue sometido a juicio por irregularidades, y hallado culpable.
Se le embargaron los sueldos y sus últimas propiedades. Finalmente,
fue detenido en Concepción, puesto a disposición de los oficiales reales,
con órdenes de ser conducido a Santiago. Escapó a su infame destino,
pues se ahogó en el río Teno, pero su esposa quedó viuda y en la ruina.
Desorientada, demoró varios años en reaccionar y vivió del empeño de
sus últimas joyas y platería. Al final de su vida, al redactar su testamento,
trató de reivindicarse con un recurso postrero:
mando y es mi voluntad que todos los dichos bienes raíces y
haciendas se cobren y recauden de poder de cualesquiera poseedores
que los estuvieren gozando por el privilegio de mi dote y la tácita
hipoteca privilegiada que el derecho me concede en todos los bienes,
derechos y acciones del dicho mi marido ultra de ser las dichas
haciendas y posesiones y esclavo referido especies conocidas de mi
dote que se me adjudicaron por ambas legítimas paterna y materna.
El dicho mi marido las recibió en dote y casamiento conmigo, y
haber quedado indotada, y en extrema necesidad como al presente
me hallo, y el no haber usado de mi derecho en tan dilatado tiempo
ha sido por la inopia y pobreza que es notoria37.
El marido irresponsable como amenaza para las grandes herederas
fue una tendencia recurrente en el Reino de Chile. Uno de los casos
más relevantes del siglo XVII fue el de doña Beatriz Ahumada. Nació
en el seno de una familia privilegiada, formada por el capitán Juan
Ahumada y doña Catalina Hurtado. Ellos tuvieron varios hijos, entre
36
37
Testamento de doña Juana Jofré de Loayza, Santiago, 12 de febrero de 1737. ANSCH,
FES, vol. 497, fs. 44-44v.
Testamento de doña Juana Jofré de Loayza, Santiago, 12 de febrero de 1737. ANSCH,
FES, vol. 497, f. 44v.
28
Estudos Ibero-Americanos, Porto Alegre, v. 39, n. 1, p. 8-31, jan./jun. 2013
ellos, a doña Beatriz y al capitán Juan de Ahumada, su hermano de
confianza. Beatriz recibió abundantes recursos de su familia, entre ellos,
la estancia de Caltantue y la mitad de la hacienda de Conchalí. Allí había
importantes bodegas y viñedos y olivares. Las bodegas tenían 20 tinajas,
10 botijas de vino añejo y dos elegantes lagares, uno de piedra y el otro
de ladrillo. Casarse con la heredera de estos bienes era una oportunidad
muy atractiva, la cual fue aprovechada por los sus maridos, el sargento
mayor Castroverde Valiente y el capitán Ambrosio de Córdoba. Doña
Beatriz expresó su decepción en los siguientes términos:
Cuando me casé con el capitán Ambrosio de Córdoba difunto, llevé
en dote $ 30.000. De ellos gasto mucha cantidad. Dejó por mis
bienes una estancia en la mar y en el principal otra y bacas. (Por eso)
traigo pleito por el entero de mi dote. Mando que mis albaceas lo
sigan y lo que se declarare pertenecerme lo declaro por mis bienes.
Cuando me casé con el sargento mayor Castro Verde Valiente no
trajo a mi poder bienes algunos más de sólo venir vestido. De los
que yo traje a su poder de dote que constara los que fueren por la
carta de dote, gastó y disipó de ello mucha cantidad. Trajo un mulato
viejo y no otra cosa38.
Los maridos dilapidadores eran un problema. Ponían en peligro la
estabilidad económica familiar y las haciendas que se habían construido
con varias generaciones de trabajo y esfuerzo. En algunos casos, la
acción de esos maridos fue de despilfarro total de los bienes, como
ocurrió con doña Juana Jufré. En otros, la mujer se protegió con la
acción de otros familiares, como doña Beatriz Ahumada, que se apoyó
en su hermano, el capitán Juan de Ahumada. A pesar de la incapacidad
de sus dos maridos, el respaldo del hermano le permitió conservar buena
parte de sus bienes, incluyendo la mitad de la Hacienda de Conchalí.
Conclusión
El mundo de la vid y el vino se integraba con una notable diversidad
de sujetos históricos, muchos de ellos contradictorios. Por un lado,
estaban los hijos legítimos de grandes hacendados, que accedían
con facilidad a la propiedad de la tierra y los capitales para invertir
en prósperas haciendas. Por otro, aparecían los hijos ilegítimos,
38
Testamento de doña Beatriz Ahumada, Santiago, 13 de agosto de 1641. ANSCH, FES vol.
189, fs. 23v-24.
P. Lacoste, A. Castro – Viñas y movilidad social ...
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desheredados por las leyes españolas que, a pesar que quedar legalmente
excluidos, lograban abrirse camino y formar sus propias viñas. También
se notaba la diversidad en el origen geográfico de los viticultores: si
bien los españoles eran el pilar fundamental de la actividad, también
fue relevante el esfuerzo de inmigrantes de Europa mediterránea, sobre
todo portugueses, franceses e italianos.
El papel de la mujer fue relevante en el proceso de acceso a la
pequeña propiedad. Muchas familias se esforzaban por adquirir una o
media cuadra, para entregarla como dote a las hijas mujeres. De esta
manera se ponía en marcha una nueva familia de pequeños propietarios
que, con el trabajo de los esposos, lograba plantar la viña, cercarla con
muro de tapia, levantar casa y bodega. La laboriosidad de las mujeres
fue notable en este aspecto.
Los sectores dominantes de la sociedad chilena, vinculados a
las grandes familias y la Iglesia, tenían grandes ventajas en el campo
de la viticultura, pero no la exclusividad. También participaron de
la industria del vino capas sociales más modestas, incluyendo hijos
ilegítimos, inmigrantes extranjeros, campesinos pobres y otros grupos
subordinados, lograron también participar de la emergente viticultura
chilena. Se esforzaron por adquirir pequeñas propiedades para poner
en marcha sus propias viñas. Esta actividad generó condiciones para un
notable proceso de movilidad social.
La mejora del patrimonio familiar fue el propósito de muchas
familias, pero no siempre se pudo alcanzar el objetivo. Había muchos
obstáculos que podían frustrar las expectativas. Uno de ellos era un
mal matrimonio, fundamentalmente si el marido resultaba holgazán
e irresponsable. Varias mujeres de familias importantes se vieron
perjudicadas por la acción de esposos con estos perfiles. Otros problemas
eran las enfermedades y las catástrofes naturales, como incendios y
terremotos.
La velocidad de formación del patrimonio vitivinícola fue muy
variable. Algunas familias avanzaron con gran lentitud, como los
Sequeira, que necesitaron un siglo y cuatro generaciones para obtener
una viña de 2.000 plantas. También hubo experiencias más veloces, en
las cuales, en una sola generación, se formaban bodegas de 1.000 @
con viñedos de 10.000 cepas. Entre ambos extremos hubo muchos casos
intermedios, que lograban progresos más moderados. Pero más allá
de las distintas velocidades, y los pocos casos de fracaso, la tendencia
predominante era a la movilidad social ascendente, con la formación de
muchas pequeñas propiedades dedicadas a la vid y el vino.
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Estudos Ibero-Americanos, Porto Alegre, v. 39, n. 1, p. 8-31, jan./jun. 2013
El perfil de los viticultores era muy variado; algunos se dedicaban al
cultivo de la vid como actividad principal o exclusiva; otros la abordaban
como tarea parcial, a la vez que trabajaban como empleados para
terceros, o bien, llevaban adelante otras actividades tanto agropecuarias
como financieras (prestamistas).
La actividad vitivinícola tuvo efectos sociales duraderos y
trascendentes en Chile. Para los sectores privilegiados, se consolidaron
bases de riqueza económica y prestigio social en sus ricas haciendas.
Paralelamente, se consolidó una amplia capa de pequeños propietarios
que, como en el caso de la Francia que detectaron Alexis de Tocqueville
y Fernand Braudel, contaba con un sujeto histórico que aspiraba a
mejorar sus condiciones de vida y a promover la modernización del
estado, con la superación de los privilegios del sistema señorial. Estos
pequeños viticultores serían el soporte social del temprano estado
chileno, consolidado a partir de la constitución de 1833.
Más allá de estos efectos sociales, económicos y políticos, el mundo
de la vid y el vino se construyó a partir de una épica. Muchos viticultores
abrazaron esta actividad con pasión; se esmeraron en cultivar las viñas
y elaborar sus vinos; se sobrepusieron a las dificultades, trabajaron
duro, y entregaron su amor y esfuerzo para poner en marcha esta
actividad.
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(Universidad de Santiago de Chile – Vicerrectoría de
Investigación (VRID) – Proyecto Dicyt 0312294LG)
Submetido em 21/01/2013.
Aprovado em 23/04/2013.