LOS JAPONESISMOS BÉLICOS Y GUBERNAMENTALES
THE JAPANESE LOANWORDS FOR WAR AND
GOVERNMENT
Rafael Fernández Mata
Universidad de Córdoba (España)
rafaelfernandezmata@gmail.com
DOI
Resumen
Dentro del grupo de japonesismos utilizados en el español actual, los japonesismos bélicos
y gubernamentales constituyen la tercera mayor área referencial (10 voces de un total de 92
ítems). En el presente artículo se pretende, por primera vez en la lengua española, realizar
un estudio exhaustivo de los japonesismos bélicos y gubernamentales, atendiendo a diferentes parámetros lingüísticos (formal, semántico e histórico), además de indicar su grado
de adaptación al inventario léxico del español.
Palabras clave: japonesismo, guerra, gobierno, préstamos léxicos, lexicografía española, Diccionario de la Real Academia Española
Abstract
Japanese loanwords related to war and government constitute the third biggest semantic
field (10 words out of a total of 92) of all such words used currently in Spanish. For the
first time concerning Spanish, the war-government Japanese loanwords are described thoroughly from a formal, semantic and historical perspective in the present article. Further,
the degree of adaptation of these loanwords within the Spanish lexical inventory will be
indicated.
Keywords: japonesismo, war, government, loanwords, Spanish Lexicography, Diccionario de la Real Academia Española
F : 26/05/2017
F : 17/08/2017
•
[ 75 ]
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
1. Introducción
Desde un punto de vista semántico, tal y como explicamos en
nuestro artículo titulado “Los japonesismos del español actual”,
el tercer mayor número de voces procedentes de la lengua japonesa lo constituyen los vocablos pertenecientes al área referencial de la guerra y el gobierno de la nación, la cual cuenta con 10
japonesismos: “banzay”, “busido”, “camicace”, “catana”, “daimio”,
“jaraquiri”, “micado”, “samuray”, “siogun” y “taicun”.1
Nuestro artículo se divide en tres grandes apartados. En el
apartado de metodología detallamos cuáles han sido los pasos a
seguir para reunir el listado de japonesismos relativos a la guerra
y el gobierno. Contiene, asimismo, un subapartado en el que explicamos nuestra concepción sobre las etapas de los préstamos.
En el segundo punto realizamos el análisis lingüístico de las voces seleccionadas. Por último, en el apartado final, exponemos
las conclusiones de nuestra investigación.
2. Metodología
A fin de recabar el mayor número posible de datos acerca de la
expresión, el contenido, la etimología y la historia de los japonesismos marciales y deportivos, compilamos diferentes tablas
informativas.2
1
Si se desea conocer la metodología y fuentes empleadas para llegar al listado que
presentamos, léase el artículo mencionado. Al igual que en nuestra tesis inédita, “Los
japonesismos de la lengua española: Historia y transcripción”, en todas aquellas voces
de origen japonés que siguen nuestro sistema de transcripción al alfabeto latino, emplearemos comillas inglesas (“ ”), escribiendo en cursiva aquellas voces que todavía
se consideran extranjerismos. Para conocer nuestros patrones transcriptivos véase
“Método de transcripción del japonés al español” [en prensa]. A lo largo del presente artículo hemos transcrito todas las voces de origen japonés (nombres propios,
obras lexicográficas, ciudades, etc.) siguiendo nuestro método de transcripción, con
la única excepción de los nombres propios de los autores que hemos consultado para
nuestra bibliografía.
2
Tablas que, por motivos de espacio, omitiremos en este artículo, pero que se pueden
consultar en nuestra tesis inédita.
76
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
Para la descripción fonético-gráfica, morfosintáctica y semántica de las palabras, utilizamos diversas fuentes. Por un lado,
recabamos muestras en los corpus de referencia del español (el
CORDE, el CREA y el CORPES XXI);3 por otro, obtuvimos más
datos en las siguientes obras lexicográficas españolas, todas de
corte sincrónico: DVUA, DEA, DRAE, 2001 —vigésima segunda edición—, GDUEA, DUEAE, NDVUA, DUE, DClave y
DRAE, 2014 —vigésima tercera edición—. Además, intentamos
perfeccionar nuestra descripción examinando de cerca otros
diccionarios de lenguas europeas: MWCD y OED (inglés), DFL
y LPR (francés), DHLP y DPLP (portugués) y DOVLI y Zingarelli (italiano).
Por lo que se refiere al análisis histórico-etimológico de
las palabras, empleamos: a) dos obras españolas fundamentales para el estudio diacrónico (el DCECH y el buscador en línea del NTLLE); b) la información etimológica que reflejan los
diccionarios españoles (de los nueve descritos solo tomaremos
el DRAE, 2001, el GDUEA, el DUEAE, el DUE, el DClave y el
DLE, 2014, por ser los únicos que presentan información etimológica); c) los descriptores etimológicos de los diccionarios
extranjeros; d) una obra lexicográfica japonesa (el Daiyirín).
Después de compilar y examinar los datos anteriores, ofrecemos una interpretación de los mismos, para lo que hemos dividido la información de cada voz en siete párrafos, cada uno
relativo a un plano descriptivo:
Primer párrafo, donde se exponen las cuestiones relacionadas con la etimología. Tratamos de responder, por orden, los
siguientes aspectos: 1) étimo japonés del que procede y pronunciación japonesa del mismo; 2) acepciones del étimo en japonés.
Segundo, tercer y cuarto párrafos, en los que resumimos las cuestiones sobre la expresión, el contenido y el uso de
un determinado japonesismo, respectivamente. De este modo,
en el segundo párrafo, dedicado a la forma gráfica y a la acentuación, respondemos a preguntas como: 1) forma y variantes
gráficas con que ha sido adaptada tal palabra (¿patrón gráfico
3
Para las abreviaciones usadas en este artículo, véase el anexo al final.
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
77
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
español, extranjerizante o híbrido?); 2) ¿Influjo o procedencia
de otra lengua intermediaria? En el tercer parágrafo, donde examinamos el significado y el área referencial, despejamos los siguientes interrogantes: 1) acepciones en español (¿coincide con
el japonés u otra lengua intermediaria?); 2) área referencial. En
el cuarto y último apartado, donde se analizan las características
morfosintácticas, analizamos: 1) género y número (masculino/
femenino, singular/plural); 2) patrones combinatorios (uso con
artículo, adjetivos, adverbios, etc.).
Quinto, sexto y séptimo párrafos, en los que describimos los datos históricos de un determinado vocablo. En el
quinto párrafo exponemos: 1) ¿cuándo se tiene constancia del
primer registro escrito en lengua española? Bien sea textual
(proporcionado por los corpus: CORDE, CREA y CORPES
XXI), bien lexicográfico (conseguido en las obras lexicográficas
de carácter histórico: DCECH y NTLLE; o actual: DVUA, DEA,
DRAE, 2001, GDUEA, DUEAE, NDVUA, DUE, DClave y DLE,
2014); 2) ¿se observa algún tipo de variación formal o significativa desde su primer registro? En el sexto párrafo revisamos
brevemente los registros escritos de un japonesismo en las otras
lenguas extranjeras y comparamos estos datos con los obtenidos
en las obras españolas. Utilizamos, pues, tanto las obras lexicográficas españolas como las extranjeras. En el séptimo y último
párrafo, concluimos nuestro estudio con el análisis relativo al
fenómeno del préstamo léxico, es decir, valoramos en qué momento de adaptación se encuentra un determinado japonesismo
—véase 2.1.—. Determinamos, asimismo, su repercusión en el
sistema léxico del español.
2.1. Etapas de los préstamos
Aunque creemos, al igual que Gómez Capuz, que resulta muy
complejo diseccionar o “acotar en etapas discretas lo que parece
ser un verdadero “continuum” entre el extranjerismo crudo y
ocasional y el préstamo usual y perfectamente adaptado” (1998:
214), nos basamos en su clasificación tripartita para analizar el
momento en que se encuentra un determinado japonesismo: el
78
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
momento de transferencia, el momento de asimilación y el momento de madurez (Gómez Capuz, 1998: 219; 2005: 15).
La primera etapa o momento de transferencia de un
préstamo léxico se caracteriza por el uso limitado del vocablo
en cuestión, que queda relegado al lenguaje o campo técnico
con el que esté relacionado. En lo concerniente a su aspecto formal, la voz prestada entra con su grafía y sonido originales (es
precisamente este rasgo gráfico el que desechamos para nuestro
modelo teórico, dado que la lengua japonesa no utiliza el alfabeto latino). Tras verse desvinculado de los paradigmas formales nativos, se observa inestabilidad y anarquía formal en la voz
prestada, que puede sufrir cambios fonéticos y gráficos esporádicos. Por lo que se refiere al componente semántico, la monosemia regula el proceso, ya que el vocablo es adquirido con un
solo uso denotativo y libre de cualquier paradigma semántico o
asociación emotiva. Debido a la novedad del término, suele ir
acompañado por marcas autonímicas como sinónimos, paráfrasis o explicaciones para su comprensión (Gómez Capuz, 1998:
220-222; 2005: 15-16, 29).
En cuanto a la segunda etapa o proceso de asimilación,
el extranjerismo demuestra su eficacia neológica y comienza un
proceso de integración en el nuevo sistema. Este proceso puede
prolongarse en el tiempo y supone una evolución de estatus de
un determinado préstamo léxico: desde su condición de extranjerismo hasta llegar a ser préstamo, cuando ya ha sido asimilado
formalmente, es ampliamente utilizado por muchos hablantes
de la lengua receptora, quienes ya apenas lo sienten como elemento exógeno. El proceso de adaptación o naturalización de
un determinado extranjerismo supone la asimilación de este a
todos los subsistemas o niveles de análisis de la lengua receptora: por lo que se refiere a los niveles fónico-gráfico y morfológico, el préstamo léxico se adecua paulatinamente a los patrones
gráficos de la lengua española y modifica ciertas realizaciones
extranjerizantes para adaptarlas a la de los sonidos de la lengua
de destino —una asimilación fónica—; asimismo, adquiere los
rasgos morfológicos del español (como el género, el número,
etc.). Por otro lado, en cuanto al nivel semántico, suelen dejar
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
79
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
atrás la monosemia para integrarse en las estructuras lexemáticas o área referencial de la lengua receptora. A veces, cuando
se trata de términos técnicos, se produce una simple adición al
inventario léxico del español, mientras que otras, cuando el extranjerismo tiene ciertos valores semánticos con palabras nativas, se puede producir la especialización semántica del término
(Gómez Capuz, 1998: 223-251; 2005: 17-25).
En la tercera etapa o etapa de explotación, madurez
y creatividad, el préstamo lingüístico se caracteriza por estar completamente asimilado en todos los niveles, por lo que es
percibido como un elemento patrimonial de la lengua receptora.
De este modo, queda sometido a la acción dinámica, creativa
y neológica del lenguaje, es decir, comienza a generar nuevos
elementos como si se tratara de un recurso neológico interno,
por lo que sigue mecanismos morfosintácticos (formación de
derivados, compuestos híbridos, alteración de compuestos nominales y cambio de categoría gramatical) y semánticos (generalización, metáfora, metonimia) propios de la lengua receptora
(Gómez Capuz, 1998: 251-254; 2005: 25-27).
Por lo que se refiere al uso general de una palabra, realizaremos dos pruebas, dependiendo de si la palabra en cuestión se registra o no en el CORPES XXI:4 si la voz aparece en
el CORPES XXI, pediremos a la plataforma que nos aporte la
frecuencia normalizada del término —buscando siempre como
primera opción su significante singular—, a fin de comprobar la
repercusión de este japonesismo en el sistema léxico del español.
Para establecer una escala, usaremos los parámetros que fueron
desarrollados por el GDUEA,5 esto es, las marcas de frecuencia
4
Cuya versión de junio de 2016 recoge unos 225 millones de formas (<http://www.
rae.es/recursos/banco-de-datos/corpes-xxi>; [consultado: 26/05/2017]).
5
Esta obra lexicográfica fue elaborada a partir de los ejemplos de uso proporcionados
por un corpus de 20 millones de palabras. El corpus utilizado como base es ampliamente representativo de la lengua española en España e Hispanoamérica (sin olvidar
las áreas hispanohablantes de Estados Unidos), en sus variedades escrita y oral, y en
géneros y ámbitos variados, tal cual se describe en la obra de Aquilino Sánchez et al.
(1995).
Por lo que se refiere a su frecuencia de uso, leemos en la descripción aportada
por el GDUEA: “Para alcanzar un razonable índice de fiabilidad en estas marcas de
80
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
se atienen a los siguientes porcentajes: a) frecuencia circunstancial o no significativa (hasta 0.25 por millón); b) frecuencia baja
(desde 0.26 por millón hasta 2.99 por millón); c) frecuencia moderada (desde 3 hasta 10.99 por millón); d) frecuencia notable
(desde 11 hasta 25.99 por millón); e) frecuencia alta (desde 26
hasta 75 por millón); f) frecuencia muy alta (más de 75 por millón). Con el fin de obtener un número lo más ajustado posible
a la realidad, siempre que sea posible, lanzaremos la búsqueda
sin marcar la casilla de “grafía original” en el motor de pesquisa
del CORPES XXI, para que este considere también las posibles
variantes gráficas de una voz. Por otro lado, si la voz no aparece
en el CORPES XXI, comprobaremos la frecuencia de uso en la
versión anotada del CREA.
Tendremos, por tanto, todas estas precisiones en cuenta
para adscribir un determinado japonesismo a un grupo en particular: el grupo de las voces recién transferidas,6 el de las voces
en proceso de asimilación y el de las voces patrimoniales. Así, al
final de cada estudio pormenorizado de los japonesismos incluiremos un párrafo donde se ofrecerá un razonamiento detallado
frecuencia, se han llevado a cabo determinados cálculos estadísticos relativos al total
de formas y palabras presentes en el Corpus Cumbre, a los tramos de frecuencia de las
más de 250,000 formas diferentes que registra dicho corpus y a la cantidad de formas
abarcadas por cada tramo. Cabe señalar que en torno al 50% de las voces marcadas
pertenece al nivel de ‘Frecuencia baja’ y que el umbral fijado para que una voz acceda
al tramo más bajo de frecuencia ha sido de cinco ocurrencias sobre el total del corpus (equivalentes al 0.25 por millón). Por debajo de este umbral, y en relación con
el corpus manejado (de 20 millones de palabras), se ha considerado que cualquier
frecuencia debía ser calificada de ‘circunstancial’ o ‘no significativa’”.
6
Aunque el factor “tiempo de entrada” sea fundamental, a veces no resulta del todo
determinante. Así, leemos en Gómez Capuz: “El propio criterio cronológico puede
fallar. A este respecto, podemos citar la incompleta integración de club y sandwich,
dos de los anglicismos más antiguos del español (principios del siglo xix): a pesar de
su antigüedad, presentan bastantes variaciones en su pronunciación (/klu/, /klub/),
las cuales se agudizan en el ámbito morfológico de la formación del plural: clubs, clus
y clubes, sandwiches y sandwichs” (2005: 15). De este modo, el tiempo de introducción
será considerado, pero no determinará la inclusión de un elemento léxico en uno u
otro grupo: únicamente las pruebas lingüísticas y no las extralingüísticas, que serán
coadyuvantes (como “el tiempo” o “el valor” o “uso general” de los usuarios) serán las
que establezcan su cualidad.
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
81
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
que describa las causas por las que tal japonesismo queda incluido en un determinado grupo.
3. Japonesismos bélicos y gubernamentales
3.1. “banzay”
La interjección “banzay” procede del étimo japonés 万歳 [banzai],7
que posee siete acepciones para la forma sustantiva: ‘1) Gritar
la exclamación “banzay”. También, algo que es tan favorable o
produce tanta alegría como para gritar “banzay”; 2) (Con las
dos manos en alto). Situación límite en la que no existe salida.
Situación difícil en la que sólo queda esperar la evolución de
los acontecimientos. Rendirse. Callejón sin salida; 3) (Proviene
de la postura para exclamar “banzay”, con las dos manos sobre
la cabeza). En béisbol, cuando un jugador yerra al calcular
visualmente la trayectoria de una bola que va a atrapar y esta
pasa sobre su cabeza; 4) Mil años. Por muchos años. Lapso
extremadamente largo de tiempo. [Expresión para desear larga
vida al emperador / al clan Taira]; 5) Vida eterna y prosperidad; 6)
Muerte de un aristócrata; 7) Longevidad, ruego de permanencia.
También se usa para otorgar bendiciones. Se usa asimismo
como interjección’. Como interjección, solo hallamos una única
acepción: ‘Palabra que se recita en situaciones favorables o
alegres, rogando sean perpetuas. En multitud de ocasiones, se
acompaña con el movimiento de elevar ambos brazos en alto
sobre la cabeza’ (Daiyirín).
Los corpus del español (CORDE, CREA y CORPES XXI)
solo recogen la grafía banzai. A excepción del DClave, que emplea el significante banzai, el resto de obras lexicográficas españolas no aporta descripción alguna. Todas las obras lexicográ7
En cuanto a la transcripción fonética que llevamos a cabo en este artículo, ensombreceremos los segmentos vocálicos que, según nuestra percepción, se articulan con
mayor intensidad. Nos hemos basado en las muestras de hablantes nativos reales contenidas en el diccionario de pronunciación en línea <http://es.forvo.com/>. [z]: sonido coronal, fricativo o africado, sonoro (Akamatsu, 1997: 95-96; Vance, 2008: 88).
82
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
ficas extranjeras que recogen esta voz (MWCD, OED, DHLP y
Zingarelli) usan también la grafía banzai. Por lo que respecta a
su acentuación, tanto por las formas aportadas por los corpus,
como por el DClave, se podría entender que esta voz ha pasado
a la lengua española como voz paroxítona; si bien, en el DClave
se indica que su pronunciación es oxítona. En esta misma línea
se mueven las obras lexicográficas extranjeras, en las que aparecen transcripciones fonéticas (únicamente en los diccionarios
ingleses: MWCD y OED) que indican la naturaleza aguda de la
palabra. Tanto el español, como el inglés, siguen el patrón acentual de la lengua de origen, donde la voz también es aguda.
Por lo que respecta al significado del término, detectamos
consenso en los corpus (CORDE, CREA y CORPES XXI) y las
obras lexicográficas, tanto española (DClave) como extranjeras
(MWCD, OED, DHLP y Zingarelli), cuyo significado de grito
de combate y de saludo al emperador japonés han tomado del
valor semántico de la interjección japonesa. Así, en los corpus
del español consultados el japonesismo suele aparecer en contextos donde se mencionan áreas referenciales relacionadas con
los términos bélicos (grito, fidelidad al emperador, se abalanzó
sobre mí gritando).
En cuanto a su integración en el sistema morfológico del
español, los corpus (CORDE, CREA y CORPES XXI) y el DClave coinciden en describirla como una interjección y, como tal,
no posee género ni número. En italiano (Zingarelli) también
funciona como interjección, aunque en portugués (sustantivo masculino: DHLP) e inglés se suele utilizar como sustantivo
(MWCD y OED).8 No hallamos preferencia por ningún tipo
de patrón combinatorio. Si bien, detectamos algunos casos de
marcas autonímicas cuyo esquema semántico parece repetirse
(viejo saludo de fidelidad al emperador, al grito de “banzai”, se
abalanzó sobre mí gritando el equivalente zen de banzai). Incluso,
el CORDE incluye una transliteración del japonés a letras latinas
(Tenno heika banzai) con su traducción al español (¡Mil años
viva el emperador!).
8
El OED indica, además, otras funciones, como las de interjección y adjetivo.
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
83
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
La primera documentación textual de la palabra tuvo lugar
en la década de los sesenta del siglo xx, concretamente, según
datos del CORDE, en 1964. No obstante, no sería hasta 2012
cuando una obra lexicográfica española, el DClave, recogiera dicha expresión. Desde su primer registro escrito no observamos
variación formal o significativa.
Por lo que se refiere a las lenguas extranjeras consultadas,
el MWCD sitúa su primer registro en 1892, y el OED lo retrasa
a 1893. El diccionario Zingarelli ubica su primera aparición en
1898. Parece, pues, que es a fines del siglo xix cuando este japonesismo es recogido por otras lenguas occidentales, por lo que
es de esperar que se utilizara en décadas anteriores. Aunque en
lengua española situemos su primer registro en 1964, se puede
argüir con toda probabilidad que fuera usada desde finales del
siglo xix, bien por influjo del japonés, o bien por influjo del inglés o el italiano —sobre todo el inglés—.
Teniendo en cuenta toda la información previa, creemos
que “banzay” pertenece al grupo de los japonesismos que se encuentran todavía en proceso de transferencia. En primer lugar,
en la actualidad, el CORPES XXI, con una frecuencia normalizada de 0.00 casos por millón, demuestra que su uso es circunstancial o no significativo. Debemos señalar también su grafía
extranjerizante, ya que en todos los casos aparece sin tilde, en la
combinación -ai, a pesar de que en español las voces acabadas en
/i/ deben transcribirse, por tradición, con y. En cuanto a su significación, es una expresión monosémica, cuya área referencial se
relaciona con lo bélico, quedando explicado mediante el uso de
marcas autonímicas (paráfrasis, entrecomillado y traducciones).
3.2. “busido”
La voz “busido” procede del étimo japonés 武士道 [bɯs’idoː],9
cuya única acepción japonesa es: ‘ética desarrollada entre los
guerreros de Japón. Pone énfasis en la fidelidad absoluta al se9
Con [ɯ] representamos un sonido vocálico, posterior, cerrado, sin protrusión labial
(Tsujimura, 1996 [2007]: 17; Akamatsu, 1997: 31-32; Vance, 2008: 56-57); [s’] sonido
coronal, palatalizado, fricativo, sordo (Akamatsu, 1997: 91-92; Vance, 2008: 78, 81).
84
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
ñor, aunando valores como la abnegación, el respeto a las formas
de cortesía, la sobriedad, la austeridad y el apego a lo militar’
(Daiyirín).
En el conjunto de las obras lexicográficas españolas aparece
únicamente la grafía extranjerizante bushido, a veces con mayúscula inicial (6 casos), otras en minúscula (9 casos). Por lo que
respecta al CORDE, hallamos dos únicos casos con mayúscula.
En cuanto al CREA y al CORPES XXI, los ejemplos muestran
preferencia por la inicial en minúscula. Las tres obras lexicográficas españolas que recogen esta voz (DEA, DRAE, 2001 y DLE,
2014) también lo hacen usando el significante bushido, los dos
últimos en cursiva para indicar su naturaleza exógena. El dígrafo extranjerizante sh puede ser pronunciado a lo anglo-nipón,
esto es, como prepalatal, fricativa, sorda, [ʃ] (DEA), o a la española [s]. Y esta grafía extranjerizante es la utilizada por todas las
obras lexicográficas extranjeras que la recogen (MWCD, OED,
DFL, DHLP y Zingarelli). Sobre su acentuación, en lengua española corriente, según el DEA, la voz tiene un patrón acentual
paroxítono, diferente al de la lengua de origen, donde la palabra
es esdrújula.
Por lo que respecta al significado del término, detectamos
consenso en los corpus del español (CORDE, CREA y CORPES
XXI) y las obras lexicográficas, tanto españolas (DEA, DRAE,
2001 y DLE, 2014) como extranjeras (MWCD, OED, DFL,
DHLP y Zingarelli), pues todos derivan del significado original
del japonés, es decir, de ‘ética desarrollada entre los guerreros de
Japón. Pone énfasis en la fidelidad absoluta al señor, aunando
valores como la abnegación, el respeto a las formas de cortesía,
la sobriedad, la austeridad y el apego a lo militar’ (Daiyirín). De
ahí que, en los corpus del español, el japonesismo suela aparecer
en contextos semánticos relacionados con lo bélico (guerrero,
samurái, honor, muerte, combatir, etc.).
En cuanto a sus características morfológicas, las obras lexicográficas españolas (DEA, DRAE, 2001 y DLE, 2014) indican
que funciona como un sustantivo masculino, pues va acompañado en ocasiones con el artículo masculino, el. Con este género ha pasado a otras lenguas romances, como la portuguesa
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
85
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
(DHLP) o la francesa (DFL); la italiana (Zingarelli) no ofrece
información al respecto. A pesar de que no hallamos muestras
de plural, se podría deducir que su plural es los busidos, aunque,
como en el resto de sustantivos que denotan código ético, con
un alto grado de abstracción, estos no suelen usarse en plural.
Tampoco hallamos preferencia por ningún tipo de patrón combinatorio.
El primer registro escrito de esta voz ocurrió en la década
de los sesenta del siglo xx, concretamente, de acuerdo con los
datos del CORDE, en 1964. Su primera documentación en una
obra lexicográfica española tendría lugar en 1999, en el DEA.
Desde su primer registro escrito hemos observamos variación
gráfica —en el patrón acentual—, pero no significativa.
De las lenguas occidentales consultadas, el inglés es la
primera en tener testimonios de este vocablo: 1898, según el
MWCD, y 1900, según el OED. El Zingarelli no ofrece información al respecto, y el DHLP añade la imprecisa fecha de siglo xx.
Viva desde finales del xix, es posible que esta voz fuera utilizada
en lengua española mucho antes de su primer registro escrito.
No obstante, dado que en español ha sido adaptada como voz
llana, creemos que la vía de entrada de esta palabra ha sido a nivel escrito, desde la lengua inglesa, pues las notaciones fonéticas
de los diccionarios ingleses MWCD y OED demuestran que en
inglés se transfirió fielmente el patrón acentual de la originaria japonesa, que es proparoxítona. Al leerla escrita, el hablante
español medio tendía a la realización paroxítona del término,
puesto que en lengua inglesa no existen marcas acentuales que
indiquen tonicidad. Tampoco debemos olvidar la grafía extranjerizante sh, procedente de la lengua inglesa.
Si consideramos todos los datos anteriores, creemos que
la voz “busido” pertenece al grupo de los japonesismos que se
encuentran en proceso de transferencia. En primer lugar, por su
grafía extranjerizante. En cuanto a su significación, se debe tener presente su valor monosémico y su pertenencia a un campo
técnico en particular (la guerra). Otro elemento clave para adscribirlo al grupo de japonesismos en proceso de transferencia
son las marcas autonímicas, ya que detectamos gran cantidad de
86
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
paráfrasis y explicaciones: el espíritu del Bushido, credo o código
de honor; Así es como tomó inusitado auge el bushido (camino
del guerrero); regido por el bushido, código del guerrero que asocia
el arte de combatir con una rígida disciplina moral; y mantiene el
código guerrero (bushido); el prestigio del Bushido, ese nirvana
japonés que es al mismo tiempo tantas cosas arquetípicas; contenidos éticamente por el bushido, un particular código de honor que
podía llevarlos a la muerte por algo como pedir dinero prestado;
etc. Debemos añadir, además, su repercusión circunstancial o
no significativa, según la frecuencia normalizada del CORPES
XXI (0.04 casos por millón).
3.3. “camicace”
El japonesismo “camicace” proviene de la voz 神風 [kam’ikaze],10
que en japonés posee las siguientes acepciones: ‘1) Viento severo que se decía que hacían soplar los dioses con el fin de socorrer
en un peligro. En especial, durante la Invasión Mongola, fuerte
viento que azotaba los buques de guerra invasores; 2) (Por el
nombre de un escuadrón especial de ataque) Osado y temerario’
(Daiyirín).
En el conjunto de los corpus españoles hay variedad formal,
pero tanto en CORDE como en CREA y en CORPES XXI se
muestra una clara preferencia por las formas con grafía extranjerizante kamikaze(s). En CREA y CORPES XXI aparecen otras
variantes, con repercusión casi insignificante, como camicace y
kamikace(s). Las obras lexicográficas españolas (DVUA, DEA,
DRAE, 2001, GDUEA, DUEAE, NDVUA, DUE, DClave y DLE,
2014) se mueven también en esta dirección, es decir, transcriben
la voz mediante kamikaze, a excepción del DUE, que prefiere camicace.11 En cuanto a las obras lexicográficas extranjeras, todas
(MWCD, OED, DFL, LPR, DPLP, DOVLI y Zingarelli), menos el
DHLP que prefiere las grafías camicase / camicaze, utilizan tam10
[m’]: sonido consonántico, bilabial, palatalizado, nasal, sonoro (Akamatsu, 1997:
117; Vance, 2008: 87).
11
El DUEAE y el DClave ofrecen como primera opción kamikaze y, como segunda,
camicace.
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
87
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
bién kamikaze. En lo relativo a su acentuación, por la ausencia
de tildes en las muestras de los corpus y por la información fónica del GDUEA y el DClave, sabemos que esta voz ha pasado a
la lengua española con patrón paroxítono, diferente al esdrújulo
del étimo japonés.
Por lo que se refiere a su valor semántico, observamos consenso en los corpus del español (CORDE, CREA y CORPES XXI)
y las obras lexicográficas, tanto españolas (DVUA, DEA, DRAE,
2001, GDUEA, DUEAE, NDVUA, DUE, DClave y DLE, 2014)
como extranjeras (MWCD, OED, DFL, LPR, DHLP, DPLP, DOVLI y Zingarelli). Todos tienen en común que derivan de la segunda acepción del término japonés, esto es, del ‘nombre dado a
un escuadrón especial de ataque de la Segunda Guerra Mundial y
a su marcado carácter osado y temerario’. En las obras lexicográficas españolas encontramos desde tres acepciones (en DVUA,
NDVUA, DUEAE y DClave), hasta las cuatro (del DRAE, 2001,
GDUEA y DLE, 2014) y las cinco (del DEA). Todas se pueden dividir en la siguiente clasificación: I) Como sustantivo masculino,
hallamos tres acepciones: ‘1) Avión, o su piloto, cargado de explosivos, que en la Segunda Guerra Mundial se estrellaba voluntariamente contra su objetivo’ (todas las obras lexicográficas); ‘2)
Coche-bomba o vehículo con explosivos destinado a estrellarse
contra su objetivo’ (DVUA, DEA y NDVUA); ‘3) Rampa de deslizamiento de gran velocidad en un parque acuático’ (DEA). II)
Como sustantivo común, encontramos dos acepciones: ‘1) Persona temeraria que pone en riesgo su vida’ (DVUA, DEA, DRAE,
2001, NDVUA, GDUEA, DUEAE, DUE, DClave y DLE, 2014);
‘2) Terrorista suicida, persona que comete un atentado que implica o puede implicar su propia muerte’ (DEA, DRAE, 2001,
DUE, DClave y DLE, 2014). III) Como adjetivo, detectamos
dos acepciones: ‘1) Que es temerario o pone en riesgo la vida de
quien lo lleva a cabo’ (GDUEA, DUE); ‘2) Se aplica a la persona
que realiza un acto terrorista sabiendo que perderá la vida en él,
y a sus actos’ (DUE, DClave). Los corpus del español analizados
dan cuenta de las acepciones recién expuestas.
En cuanto a su integración en el sistema morfológico del español, hemos comprobado que en las obras lexicográficas espa-
88
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
ñolas (DVUA, DEA, DRAE, 2001, GDUEA, DUEAE, NDVUA,
DUE, DClave y DLE, 2014) aparece como sustantivo masculino,
como sustantivo común y como adjetivo. Hallamos ejemplos de
los tres casos anteriores en los corpus españoles: sustantivo masculino (el, un, este), sustantivo común (la),12 adjetivo (vehículo,
conductor, piloto(s), mujer). En otras lenguas romances este japonesismo también ha pasado como sustantivo masculino, común y adjetivo (DLF, LPR, DHLP, DPLP, DOVLI, Zingarelli). En
cuanto a la forma plural, hallamos casos sin /-s/: los kamikazes
/ los kamikaze, reflejo de su inestabilidad morfológica. Detectamos preferencia por ciertos tipos de patrones combinatorios:
conductor “camicace”, piloto(s) “camicace”, operación “camicace”.
Según los datos del DUEAE, esta voz se usó originariamente en japonés para aplicarla a dos tifones que en el siglo xiii
destruyeron la flota mongola, que tenía intención de invadir el
país, descripción también aportada en la primera definición que
inventaría el Daiyirín. El OED y el DHLP concretan que este
hecho histórico tuvo lugar una noche de agosto de 1281. Si bien
el uso moderno, como hemos tenido ocasión de comprobar,
procede de la práctica bélico-suicida de los aviadores japoneses en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). De acuerdo con
los datos del CORDE, el primer registro escrito de esta palabra
en español data de 1972, aunque no aparecería recogida, con la
grafía académica camicace, en una obra lexicográfica española
hasta 1992 —en esta misma se da por primera vez su origen etimológico—. Desde su primer registro escrito y su aparición en
una obra lexicográfica española se ha detectado variación formal y significativa, con la adición de más significados y funciones morfológicas (función de adjetivo).
En otras lenguas europeas, su datación es mucho anterior:
así, en inglés, los primeros testimonios son de 1945, tanto en
MWCD como en OED. No obstante, en OED se ofrece la fecha
de 1896 para referirse al viento divino que salvó a los japoneses
de la invasión mongola. La primera lengua románica en tomarla
12
Si bien, para lo que debería ser un sustantivo común con adyacentes femeninos,
suele aparecer la fórmula mujer + kamikaze (en función de adjetivo): la / una mujer
kamikaze.
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
89
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
fue el italiano, en 1944, de acuerdo con el DOVLI y el Zingarelli.
Muy de cerca le sigue el portugués, ya que su primer registro es
de 1945, según el DHLP. En último lugar, para el francés, el LPR
ofrece el año de 1950. Dado que su primer registro data de finales del xix en inglés, y el estrecho vínculo que une a Norteamérica con los pilotos camicaces en la Segunda Guerra Mundial,
creemos que es muy probable que fuera la lengua inglesa el vehículo de entrada de este japonesismo en las lenguas romances
desde la segunda mitad del siglo xx. Debemos tener presente,
además, su patrón de transcripción extranjerizante.
Considerando la información de los párrafos precedentes,
estimamos que el préstamo “camicace” pertenece al grupo de los
japonesismos que se encuentran a medio camino entre la asimilación parcial y la asimilación total. En primer lugar, existen
muestras que prueban su inestabilidad en el sistema: variación
gráfica o transcripción extranjerizante y variación morfológica
en el plural. Por otro lado, observamos que, desde un punto de
vista semántico, funciona como una palabra patrimonial, pues
ha dado lugar a la creación de nuevos significados, y su extendido uso se ve reflejado en los patrones combinatorios que anteriormente hemos analizado. Asimismo, su repercusión es baja
(0.79 casos por millón), como sostiene el CORPES XXI.
3.4. “catana”
La voz “catana” procede del étimo japonés 刀 [katana],13 que posee tres acepciones en lengua japonesa: ‘1) Instrumento cortante
que se usa como arma; 2) (En oposición a la espada ancha) Pequeño instrumento cortante utilizado con fines de autodefensa.
Puñal; 3) Pequeño instrumento cortante. Cuchillo’ (Daiyirín).
Observamos irregularidades gráficas en la historia de este
japonesismo.14 En el CORDE solo encontramos muestras de
este vocablo con forma gráfica española: catana(s). En el CREA,
sin embargo, se muestra una ligera preferencia por la grafía
13
14
A veces también pronunciado [katana].
Para un análisis histórico profundo de este vocablo, véase Fernández Mata (2015).
90
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
extranjerizante katana(s). Finalmente, en el CORPES XXI hallamos 13 casos de catana frente a 12 de katana, y 1 de catanas frente a 4 de katanas. Parece ser, pues, que en la actualidad
presenta irregularidad. Su situación en las obras lexicográficas
españolas (DRAE, 2001, GDUEA, DUE, DClave y DLE, 2014)
resulta menos inestable, pues en todas se recoge con la grafía
española, catana. En las obras lexicográficas extranjeras, observamos que el OED lo transcribe mediante k, esto es, katana. Así
se recoge también como forma primera en DOVLI y Zingarelli
(aunque aparece también catana) para el italiano. En cuanto al
portugués, el DHLP y el DPLP emplean solo catana. Sobre su
patrón acentual, en lengua española no hay lugar a dudas, la
ausencia de acentuación gráfica de las muestras de los corpus
y las descripciones fonéticas del GDUEA y DClave indican que
nos encontramos ante una palabra paroxítona, al igual que la
original.
Por lo que respecta al significado del término, detectamos
consenso en los corpus del español y las obras lexicográficas,
tanto españolas (DRAE, 2001, GDUEA, DUE, DClave y DLE,
2014) como extranjeras (OED, DHLP, DPLP, DOVLI y Zingarelli), todos los significados derivan de la primera acepción de este
vocablo en lengua japonesa, es decir, en todos se recoge la idea
de ‘instrumento cortante que se usa como arma’ (Daiyirín). Si
bien, en los corpus del español, observamos ligeras diferencias:
mientras que en el CORDE suele estar empleado junto a sustantivos referidos a las armas (escopetas, arcos, flechas, rodela,
morir, lanzas, guerra, etc.), en CREA y CORPES XXI se utiliza
bien con palabras cuya área referencial es similar a la del CORDE (arma de fuego, arma blanca, crimen, asesino, etc.), o bien se
identifica con la estética tradicional del samuray (guerrero japonés, samurai, kimono, ninjas, harakiris, etc.).
En lo referente a su morfología, los corpus (CORDE, CREA
y CORPES XXI) y los diccionarios españoles (DRAE, 2001,
GDUEA, DUE, DClave y DLE, 2014) coinciden en describirlo
como un sustantivo femenino. Así lo demuestran los ejemplos
de los corpus, donde viene acompañado por elementos adyacentes femeninos: la, las, una. Con este género ha pasado al porAnuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
91
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
tugués (DHLP y DPLP) y al italiano (Zingarelli y DOVLI —en
este último como femenino invariable—). Su uso plural en /-s/
(catanas), con cuantiosas muestras, también es sólido. No observamos preferencia por patrones combinatorios, más allá del
circunstancial asesino de la catana.15
Manejamos varias fechas para el primer registro escrito de
esta voz. En primer lugar, el CORDE ofrece el año de 1622 para
el plural, catanas. En segundo lugar, el DCECH data en 1609 la
forma catana.16 Sin embargo, gracias a la obra de Gil (1991: 2829), podemos adelantar su primera aparición escrita al año de
1588, cuando el prior Manrique del monasterio de San Agustín
de la ciudad de Macán dirigió a Felipe II el 1 de marzo de 158817
una misiva en la que escribe: “La gente es muy linpia y pulida
en su trage, muy belicosa y valiente y armada de todas armas y
buenos arcabuzes, lanças, catanas, que cortan a un hombre de
un golpe, arcos, flechas, murriones y pecho y espalda” (1991:
29). Por tanto, aunque raro,18 es de esperar que este japonesismo
fuera usado en castellano décadas anteriores a 1588, especialmente fuera de España, entre los primeros españoles en pisar
tierra japonesa. Según Frago (1997: 112), este japonesismo aparece recogido por primera vez en suelo español en un acta del
cabildo sevillano, fechada el 27 de octubre de 1614.19
De las lenguas occidentales consultadas, el portugués es la
primera en recoger dicho japonesismo, en 1582, según Dalgado
(1919: 281). El inglés, de acuerdo con el OED, data su primera
aparición en1613. Por último, en italiano se ofrece la fecha de
1973 para la forma actual de katana, con k, mientras que registra
el primer uso de catana en 1636 (Zingarelli).
15
Recuérdese el caso en: <http://elpais.com/tag/jose_rabadan_pardo/a/>; [consultado: 26/05/2017].
16
Procedente del libro Sucesos de las islas Filipinas, de Antonio de Morga, publicado
en 1609 en México, de acuerdo con Frago (1997: 109).
17
Si bien, los hechos que relata son del año 1584.
18
Frago sostiene: “este vocablo no debió pasar de un uso bastante minoritario y de
constituir una verdadera rareza el objeto en cuestión” (1997: 110 y 111).
19
Información que obtiene de Gil (1991: 396), quien relata la historia de la embajada
de japoneses que llegó a España en septiembre de 1614 bajo el mando del samuray
Jasecura.
92
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
Por todo lo explicado en párrafos precedentes, su grafía
adaptada —pese a la convivencia con transcripciones extranjerizantes—, su morfología estable, su significado ampliamente
conocido, resulta obvio que la voz “catana” forma parte de los
japonesismos totalmente asimilados. Según el CORPES XXI, su
repercusión en lengua española es circunstancial o no significativa (0.07 casos por millón).
3.5. “daimio”
El japonesismo “daimio” procede del étimo 大名 [daim’oː], que
en japonés actual posee cinco acepciones: ‘1) En la era Edo,
el guerrero que, como siervo del “siogun”, poseía un feudo de
10,000 cocus o más. Normalmente es a este significado a lo que
se refiere este nombre. Han existido entre 260 y 270 títulos, que
por carrera se dividían entre simpan, fuday y tozama, y por extensión del territorio que dominaban en cocusiu, yuncocusiu,
yosiu, yonsiuquiacu y muyo; 2) Desde el fin de la era Jean a la
Camacura, nombre del líder del poblado o poseedor de varias
villas; 3) En la era Camacura, guerrero que poseía grandes territorios y multitud de empleados y vasallos; 4) En la era Muromachi, siugo (gobernador militar) que reforzaba su control
sobre el territorio tras convertir en vasallos a los guerreros de
las provincias gobernadas; 5) Durante el periodo Sengocu, gran
señor feudal que llevaba a cabo un férreo control y acabó con
los señores siugo’ (Daiyirín).
En lo referente a las obras lexicográficas españolas (DEA,
DRAE, 2001, GDUEA, DUE y DLE, 2014), existe uniformidad,
tanto en su forma gráfica, daimio, como en su acentuación: palabra paroxítona, /dáimio/, claramente descrita por el GDUEA. El
patrón acentual del español coincide con el de la lengua de origen. Si bien encontramos disparidad en los corpus del español:
en el CORDE encontramos daimio(s), mientras que en CREA y
CORPES XXI, leemos grafías como daimío o daimyo(s). También detectamos variación gráfica en otras lenguas: en inglés coexisten daimyo y daimio (MWCD y OED); en francés, daimyo
y daïmio (DFL y LPR); en portugués, daimiô, daimio, dáimio,
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
93
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
daimió (DHLP y DPLP). Solo el italiano presenta uniformidad:
daimio (DOVLI y Zingarelli).
En cuanto a su valor semántico, detectamos consenso en los
corpus del español (CORDE, CREA y CORPES XXI) y las obras
lexicográficas, tanto españolas (DEA, DRAE, 2001, GDUEA,
DUE y DLE, 2014) como extranjeras (MWCD, OED, DFL, LPR,
DHLP, DPLP, DOVLI y Zingarelli), pues en todos se recoge el
concepto de ‘señor feudal del antiguo régimen japonés’, coincidiendo así con la primera acepción del étimo japonés (Daiyirín).
De este modo, en las muestras de los corpus, el japonesismo suele aparecer en contextos donde se incluyen voces relacionadas
con el feudalismo japonés (sable, Mikado, señor, corte, Sogun,
señores feudales, poder absoluto, gobernar, omnipotencia, aristócratas, samuráis, caballeros, emperador, etc.).
Respecto a su información morfológica, los corpus (CORDE, CREA y CORPES XXI) y los diccionarios españoles (DEA,
DRAE, 2001, GDUEA, DUE y DLE, 2014) concuerdan en describirlo como un sustantivo masculino. Así lo demuestran los ejemplos de los corpus, donde viene acompañado por elementos adyacentes masculinos: un, los, su señor. Con este género ha pasado a
otras lenguas romances: francés (DFL y LPR), portugués (DHLP
y DPLP), italiano (—masculino invariable— DOVLI y Zingarelli).
A pesar de que necesitemos más pruebas para una mejor descripción, parece que su uso con el morfema plural /-s/, en los corpus, es sólido (los daimios). Si bien, relacionado con lo anterior, el
GDUEA propone una forma plural sin /-s/: los daimio. Por último, no observamos preferencia por ningún patrón combinatorio.
Hemos encontrado diversas fechas para el primer registro
escrito de esta voz. En primer lugar, el CORDE ofrece el año
de 1889 para la forma daimio. En segundo lugar, el NTLLE da
el año de 1895 para la obra de Zerolo, donde la acentuación es
distinta: daimío. Desde sus primeros registros, pues, detectamos
variación gráfica y acentual que se ha perpetuado hasta nuestros
días, aunque las obras lexicográficas actuales prefieran la acentuación llana. Contrasta con su forma gráfica, su significación,
que se ha mantenido prácticamente inalterada desde su primera
aparición escrita.
94
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
De las lenguas occidentales consultadas, la primera documentación tiene lugar en inglés: en 1727, según el MWCD, o
1839, según el OED. La siguiente en registrarlo fue el francés, en
1863, de acuerdo con el LPR. Para el italiano contamos con dos
fechas: 1888 (Zingarelli) y 1889 (DOVLI). Por tanto, este japonesismo fue usado entre diferentes lenguas europeas a lo largo
del siglo xix, incorporándose a la lengua española a finales de
ese mismo siglo.
En último lugar, creemos que la voz “daimio” pertenece
al conjunto de préstamos japoneses que se encuentran todavía
en proceso de transferencia, pues sus grafías actuales, no así su
acentuación, son inestables y extranjerizantes algunas. Por lo
que se refiere a su estabilidad morfológica, es sólida: siempre
usado como sustantivo masculino y sin irregularidades del tipo
los daimio (solo un caso en GDUEA). Su significado, asimismo,
es monosémico y se mantiene desde su primer registro, aunque
a veces viene acompañado por marcas autonímicas del tipo: a
mi señor, o señores feudales, o aristócratas, término con el que
se denominaba a los líderes de los clanes. Su repercusión, según
el CORPES XXI, es circunstancial o no significativa (0.01 casos
por millón —para el significante daimyo—).
3.6. “jaraquiri”
El japonesismo “jaraquiri” proviene de la voz 腹切り [haɺa
k’iɺ’i],20 que en japonés remite a sepucu, el cual posee estas dos
acepciones: ‘1) Morir rajándose uno mismo el abdomen. De
finales de la era Jean en adelante se convierte en un método
20 [h] aspiración laríngea, fricativa, sorda (Akamatsu, 1997: 97; Vance, 2008: 81).
Como ya indicamos en nuestra tesis inédita, el sonido coronal, aproximante y sonoro,
[ɺ], presenta un lugar coronal y un modo de articulación indeterminados, por lo
que sus realizaciones podían variar: esta unidad rótico-lateral japonesa contaba con
un campo de dispersión que incluía realizaciones cercanas a nuestra rótica, alveolar,
percusiva [ɾ] y nuestra alveolar, lateral [l] (Ladefoged y Johnson, 1975 [2011]: 15 y
179; Ladefoged y Maddieson, 1996: 243; Akamatsu, 1997: 105-110 y 113-115; Vance,
2008: 89). [k’]: sonido consonántico, dorsal, palatalizado, oclusivo, sordo (Akamatsu,
1997: 78; Vance, 2008: 92-93). [ɺ’] sonido aproximante, coronal, palatalizado, sonoro
(Akamatsu, 1997: 110-113 y 115-116).
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
95
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
de suicidio para el guerrero samuray; 2) En la era Edo, pena de
muerte infligida a un guerrero samuray. Se trataba de una mera
práctica formal para respetar el honor del samuray, a quien en
realidad se acompañaba de un asistente de suicidio (caisiacu)
que lo decapitaba desde la espalda’ (Daiyirín). Como podemos
ver en la descripción semántico-formal del Daiyirín, el significante [haɺak’iɺ’i] remite a la forma sepucu.21 Esto se debe a que
en japonés no se suele utilizar la primera, considerada vulgar,
familiar o coloquial, sino el significante sepucu,22 procedente
de la lectura china de los ideogramas invertidos, esto es, 切腹
[seppɯkɯ].23
Tras la comparación de las muestras de los corpus, podemos establecer una evolución en la preferencia del significante
de la palabra: así, en CORDE encontramos las formas hara-kiri y
harakiri(s), mostrando la primera una ligera mayoría en cuanto
al número de casos (8 frente a 6). En CREA la situación es distinta: se usan 3 significantes, harakiri (46 casos), hara-kiri (14
casos) y haraquiri (11 casos). En CORPES XXI, harakiri(s), con
23 casos, continúa siendo la forma preferida, frente a los 9 de
haraquiri, que ha superado levemente a hara-kiri, con 7. Esta variedad gráfica se ve reflejada en las obras lexicográficas españolas, que inventarían tres formas: haraquiri (DEA,24 DRAE, 2001,
GDUEA, DUEAE, DUE, DClave y DLE, 2014), harakiri (DVUA,
DEA, GDUEA, DUEAE, NDVUA y DClave) y hara-kiri (DUE).
Por lo que respecta a su pronunciación, observamos disparidad
de opiniones: por un lado, el DClave indica que la pronunciación más común es [haɾakíɾi]; por otro, DEA, GDUEA y DUE
sostienen que es [aɾakíɾi]; asimismo, DEA y GDUEA describen
la articulación [xaɾakíɾi] como rara, pero el DClave señala que
es incorrecta. En nuestro modelo de transcripción, hemos pre-
21
Tanto en CREA (3 casos se seppuku), como en CORPES XXI (7 casos de seppuku
y 1 de sepuku), observamos muestras de esta voz, que no ha triunfado en lengua
española frente a “jaraquiri”.
22
Como leemos en el DFL: “Les Japonais utilisent plutôt le mot seppuku”. En OED se
afirma: “coloquial and vulgar […] The more elegant expression is said to be seppuku”.
23
Cf. LPR: “fam. pour seppuku, d’origine chinoise”.
24
Indica que la grafía con qui es rara.
96
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
ferido transcribirla ortográficamente con j, esto es, “jaraquiri”.
En cuanto a su patrón acentual, contrasta su estabilidad con los
rasgos segmentales y gráficos recién expuestos, puesto que ha
pasado a lengua española como palabra llana —al contrario del
patrón esdrújulo del japonés—, como se percibe por la ausencia
de marcas acentuales en los corpus y por las descripciones fónicas de DEA, GDUEA, DUE y DClave.
Por lo general, las obras lexicográficas españolas lo definen
como una ‘forma de suicidio ritual de origen japonés que consiste en abrirse el vientre con un arma blanca por razones de honor o por orden superior, especialmente entre samuráis’ (DEA,
DRAE, 2001, GDUEA, DUEAE, DUE, DClave y DLE, 2014).
Posee también un valor semántico figurado, especialmente en la
construcción hacerse el jaraquiri, que puede significar ‘autodestruirse, deshacerse’ (DVUA, DEA, GDUEA y NDVUA).25 Los
corpus del español (CORDE, CREA y CORPES XXI) dan cuenta
de estos usos significativos, pues en su primera acepción, suele
aparecer este japonesismo junto a vocablos como: morir, tripas,
vísceras, angustia, agonizar, cobardes, dolores atroces, espeluznante, suicidarse, etc. Con sentido figurado leemos: un desastre
en las próximas elecciones sería que el partido socialdemócrata
(SPD) insistiera en hacerse el haraquiri; con la misma sutileza que
Adolfo Suárez orquestaba aquel haraquiri del poder establecido;
propone que los parlamentarios se hagan lo mismo que las cortes
franquistas: el harakiri; etc.
Encontramos consenso entre las obras lexicográficas españolas, que lo describen como sustantivo masculino (DVUA,
DEA, DRAE, 2001, GDUEA, DUEAE, NDVUA, DUE, DClave
y DLE, 2014), y su uso en las muestras de los corpus (CORDE,
CREA, CORPES XXI), donde aparece junto a adyacentes como:
el, un, al, del, aquel, japonés, aéreo, contemporáneo. Como sustantivo masculino ha pasado a otras lenguas romances: francés
(DFL y LPR), portugués (DHLP y DPLP) e italiano (—invariable— DOVLI y Zingarelli). Su uso plural no es muy común,
25
Las obras lexicográficas extranjeras recogen también estas acepciones (MWCD,
OED, DFL, LPR, DHLP, DPLP, DOVLI y Zingarelli).
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
97
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
pero sí resultan sólidas las muestras, con morfema de plural /-s/:
harakiris. Encontramos la combinación miniharaquiri ‘harakiri que no llega a consumarse’ (DVUA y NDVUA). En CREA,
1997, hallamos un caso extraño de verbalización metafórica, en
el enunciado: mejor que te harakiris o te fujimoris en un Shogun-do. Encontramos, por otro lado, numerosas muestras de la
combinación hacerse el “jaraquiri”,26 que también se emplea en
francés.27
Manejamos varias fechas de primera documentación textual de la voz. Así, el CORDE registra la forma harakiri en 1932.
Si bien, gracias al NTLLE, podemos adelantar su primer registro
a la obra lexicográfica española de Rodríguez Navas, de 1918.
Según el CORDE, la fórmula hacerse el “jaraquiri” se documenta por vez primera en 1974, en el enunciado: Cuando el general
supo la muerte de su hijo se hizo el harakiri, después de matar
a su mujer. No obstante, leemos en un ejemplo proporcionado
por el DEA, una muestra del 8 de marzo de 1958: No llegan a
cincuenta los diputados dispuestos a hacerse el “harakiri” para dar
paso a una República presidencialista. Desde su primer registro
escrito y su aparición en una obra lexicográfica española se ha
detectado variación gráfica y significativa, con la adición de un
significado figurado, normalmente aplicado a la combinación
sintáctica hacerse el “jaraquiri”.
En otras lenguas europeas, su datación es mucho anterior:
así, en inglés, los primeros testimonios son de 1840, en MWCD,
y 1856, en OED. La primera lengua románica en tomarla fue
el francés, en 1863, de acuerdo con el LPR. Muy de cerca le
sigue el portugués, ya que su primer registro es de 1874, según
el DHLP. En último lugar, para el italiano, tanto el DOVLI como
el Zingarelli sitúan su primera documentación textual en 1889.
El hecho de que en sus orígenes hubiera más casos de hara-kiri,
transcrito en lengua española con k y con guion,28 al igual que
las formas inglesas y francesas, creemos que estas lenguas ac26
En un caso, hacerse ha sido sustituido por infligirse.
Cf. LPR: (se) faire harakiri.
28
Transcripción también encontrada en el primer registro escrito del portugués;
según Dalgado (1919: 455), en 1874 se registra la forma hara-kiri.
27
98
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
tuaron como intermediarias entre el japonés y el español. No
olvidemos tampoco la expresión (se) faire harakiri del francés
(LPR). No obstante, aunque no haya muestras del significante, por las descripciones, en una carta de 1592, transcrita por
Juan Gil (1991: 39-42), se infiere que se está haciendo referencia
al “jaraquiri”, cuando leemos: “Y si os tardares, será menester
cortaros el hombligo”. Encontramos el mismo caso en Dalgado
(1919: 455), en 1607, para el portugués, esto es, sin referente,
pero sí con descripción semántica relativa a “jaraquiri”: “cortam
a barriga em Cruz com a ponta da adaga”. Por tanto, parece ser
que en español y portugués se conocía este ritual desde finales
del xvi, pero su significante pasaría a través de otras lenguas,
probablemente del francés, a finales del siglo xix.
Teniendo en cuenta la información de los párrafos precedentes, creemos que la voz “jaraquiri” pertenece al grupo de los
japonesismos que se encuentran casi por completo asimilados.
El único aspecto que lo vincula a una naturaleza exógena es su
grafía, puesto que su significado, aun perteneciendo a un ritual
extranjero, no presenta el uso de marcas autonímicas que lo expliquen, hasta se utiliza en la combinación miniharaquiri o en
la expresión gramaticalizada hacerse el “jaraquiri”, que implican
el conocimiento semántico total de esta voz. Su repercusión es
circunstancial o no significativa (0.15 casos por millón), como
sostiene el CORPES XXI.
3.7. “micado”
La voz “micado” proviene del étimo, con doble representación
gráfica, 御門 o 帝 [m’ikado], que en japonés se conserva con
cuatro acepciones: ‘1) (Escrito 帝) Título honorífico para el emperador de Japón. También, para nombrar su posición; 2) Forma
honorífica para “puerta”. En especial para referirse a las puertas
del Palacio Imperial; 3) Residencia del emperador de Japón. Palacio Imperial. También se refiere a la corte imperial; 4) Territorio
sobre el que reina el emperador de Japón. El Estado’ (Daiyirín).
En los corpus del español, desde las primeras muestras del
CORDE hasta las últimas del CORPES XXI, predomina la grafía
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
99
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
extranjerizante Mikado(s), con mayúscula inicial, tal vez para
denotar el título o cargo de dignidad que se ostentaba. Si bien
encontramos variantes en CORDE, con grafía extranjerizante,
pero en minúscula (mikado), y también sin grafía extranjerizante y con minúscula (micados), o bien con mayúscula (Micado).
Esta alternancia desaparece en CREA y CORPES XXI, donde
solo se registran casos con grafía extranjerizante (Mikado), con
predominancia de inicial en mayúscula. Detectamos alternancia
gráfica en las obras lexicográficas españolas, en las que aparece siempre en minúscula, a veces con k extranjerizante, mikado (DEA, DRAE, 2001, DUEAE, DClave y DLE, 2014), y otras
adaptada, micado (DRAE, 2001, DUEAE, DUE, DClave, DLE,
2014). A excepción del portugués (DHLP y DPLP) e italiano
(DOVLI), el resto de obras lexicográficas extranjeras la transcriben con la grafía k (MWCD, OED, DFL, LPR y Zingarelli).
En cuanto a su acentuación, la información fónica del DClave y
la ausencia de marcas gráficas acentuales en los corpus demuestran que no existen variantes articulatorias sobre su producción
a nivel suprasegmental: esta palabra ha sido adaptada con acentuación paroxítona, lo que la asemeja a la lengua de origen, que
también comparte este patrón.
En lo referente a su valor semántico, detectamos consenso en las obras lexicográficas españolas (DEA, DRAE, 2001,
DUEAE, DUE, DClave y DLE, 2014) y extranjeras (MWCD,
OED, DFL, LPR, DHLP, DPLP, DOVLI y Zingarelli), puesto que
en todas ellas el valor semántico procede de la primera acepción
del término japonés, es decir, del ‘título honorífico para el emperador de Japón, o, por extensión, el propio emperador del Japón’
(Daiyirín). Aparte de recoger muestras de los significados anteriores, los corpus (CORDE, CREA y CORPES XXI) reflejan una
situación semántica más prolífica que las obras lexicográficas españolas, ya que hallamos casos en los que se hace referencia a ‘la
residencia del emperador o palacio imperial’ (véase la acepción
3 en japonés): “El día en que nuestro emperador declaró que él
no era dios se presentaron en el Mikado grupos de campesinos
[…], ofreciéndose voluntarios para limpiar los parques empobrecidos de Palacio”. También encontramos claras referencias al
100
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
‘territorio imperial’ o ‘Estado’ (cf. acepción 4 en japonés): “Los
naturalistas consiguieron incluso que en el Mikado se instituyese el Ministerio Imperial de Poesía”, “la religión del Mikado
después de la bomba de Hiroshima”. Existe otro significado,
recogido por DClave y otros diccionarios extranjeros (francés:
DFL y LPR; portugués: DPLP; italiano: Zingarelli —variante de
sciangai—), de ‘juego que consiste en soltar un conjunto de cuarenta palillos para que caigan en un montón desordenado, e ir
cogiendo uno a uno sin que se muevan los demás’, del que solo
hallamos una muestra en CORPES XXI, mediante Mikado.29
Asimismo, observamos numerosos casos, en CORPES XXI, del
uso de esta voz con el significado de ‘tejido de seda de consistencia rígida’ (acepción sí recogida en italiano por el Zingarelli):
“La diseñadora Agatha Ruiz de la Prada jugó con la mezcla de
tejidos tradicionales en el diseño de novias, como el mikado”,
“línea muy artesanal, muy costura, pero a la vez comercial y moderna, con tejidos tan clásicos como gazar, mikado, tul, satén,
organza o encaje trabajados con una imagen nueva y actual para
una novia”, “Lo mejor era que Lena llevaría un auténtico y exclusivo Mikado, de los llamados origami (aunque no eran de papel,
sino de una seda semejante al papel)”, “Mikado de seda: es una
seda mezclada y por eso tiene buen peso y estructura”. Además,
detectamos otro significado de origen occidental, puesto que ni
este ni el anterior se recogen en el Daiyirín, con el que se hace
referencia a ‘una gran pieza del género de los musicales’: “El
Mikado es una gran pieza del género musical, base de muchas
de las obras que ahora triunfan en Broadway y Londres, capitales indiscutibles de este género; un clásico del teatro anglosajón”,
“Extremo Oriente entra en los escenarios del siglo xix a través
de musicales como El Mikado”, “W. S. Gilbert y Arthur Sullivan
vieron la representación y se quedaron con la copla. El Mikado
(1885) es la respuesta británica a las chinoiseries y japonaiseries francesas”, “Cuando se presentó en el Teatro el Mikado en
Japón, fueron teloneros de su espectáculo Frank Sinatra, Marlene Detrich y el Ballet Lido de París”, “junto a los musicales de
29
Por el título del libro inferimos que se trata de esta acepción (Ponce, 2010).
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
101
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
Zum-Zum Teatre, que escenifican El Mikado al más puro estilo
del Lejano Oeste”. Por las muestras del CORPES XXI, podemos
situar su origen en países anglófonos, aunque ni el MWCD ni el
OED aportan esta acepción en sus descriptores semánticos.
Por lo que respecta a su integración en el sistema morfológico del español, hemos comprobado que, tanto en las obras
lexicográficas españolas (DEA, DRAE, 2001, DUEAE, DUE,
DClave y DLE, 2014) como en los corpus (CORDE, CREA y
CORPES XXI), aparece como sustantivo masculino, junto a adyacentes como: el, un, al, del, primer, todo, los, asiáticos, etc. En
otras lenguas romances este japonesismo también ha pasado
como sustantivo masculino (DLF, LPR, DHLP, DPLP, DOVLI y
Zingarelli —invariable en italiano—). En cuanto a la forma plural, únicamente detectada en dos casos del CORDE, por lo que
no se emplea en español actual, siempre aparece con morfema
plural /-s/: los micados asiáticos y Mikados. No detectamos preferencia por ningún patrón combinatorio.
Barajamos varias fechas para su primer registro escrito. Así,
en CORDE leemos que se empleó por vez primera como Micado
entre 1868 y 1873 por Juan Valera. Por otro lado, el NTLLE da
como primer registro en una obra lexicográfica la del DRAE de
1884. Desde su primer registro escrito hemos detectado variación formal y ampliación significativa. Resulta sorprendente el
doblete gráfico que presenta el DLE, 2014, cuyo origen se encuentra en el DRAE de 1992, esto es, desde la vigésima primera
edición del DRAE.
En otras lenguas europeas, su datación es mucho anterior:
así, en inglés, los primeros testimonios son de 1727, tanto en
MWCD, como en OED. La primera lengua románica en tomarla fue el francés, en 1827, de acuerdo con el LPR. Muy de cerca
le sigue el italiano, ya que su primer registro es de 1834, según
el DOVLI y el Zingarelli. En último lugar, para el portugués, el
DHLP ofrece el año de 1854. Todo indica que esta voz entró en
español en la segunda mitad del siglo xix, como ocurrió con el
resto de lenguas románicas. La preferencia por la grafía extranjerizante en las muestras denota que tal vez el inglés o el francés
actuaran como lenguas intermediarias.
102
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
Considerando la información precedente, opinamos que la
voz “micado” pertenece al grupo de los japonesismos que se encuentran a medio camino entre la asimilación parcial y la asimilación total. En primer lugar, existen muestras que prueban su
inestabilidad en el sistema: variación gráfica o transcripción extranjerizante. Asimismo, su repercusión es circunstancial o no
significativa (0.08 casos por millón), como sostiene el CORPES
XXI, y las obras lexicográficas no recogen todos los significados
de nueva creación. En relación con lo anterior, observamos que,
desde un punto de vista semántico, funciona como una palabra patrimonial, pues ha adoptado nuevos valores semánticos.
Si bien a veces aparece junto a marcas autonímicas, sobre todo
en CREA, referentes a su acepción primaria, y por ende más antigua (o Emperador; que en japonés significa sublime puerta, y
equivale a soberano espiritual y temporal del Japón; [= alta puerta], fundador mítico del imperio, al que se le concederá el título de
Tennos [= rey celeste]; Título arcaico para referirse al emperador
japonés cuyo significado literal es “umbral exaltado”), lo cual resulta paradójico desde la perspectiva temporal de la adopción
léxica.
3.8. “samuray”
La palabra “samuray” procede del étimo 侍 [samɯɺai], cuyas
acepciones en japonés son: ‘1) Individuo que porta una espada,
conocedor de las artes marciales, que sirve a un señor; 2) En
particular durante la era Edo, posición más alta de la jerarquía
social; 3) Persona respetable. Persona con firmeza de carácter’
(Daiyirín).
Gracias a la información de los corpus, podemos establecer
la siguiente evolución gráfica del término: en un primer lugar,
el CORDE indica que fue adaptado con la grafía samurai(s), sin
tilde. Posteriormente, en CREA, se observa un incipiente uso de
samurái(s) —25 casos—, frente al mayoritario samurai(s) —110
casos— y una sola muestra de samuray. Si bien, en la actualidad,
el CORPES XXI demuestra que la distancia entre la forma sin
marca gráfica acentual, samurai(s), con 128 casos, y la forma
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
103
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
con tilde, samurái(s), con 96 casos, es inferior a épocas anteriores. Asimismo, solo se detecta un caso de samuray en español
actual. La triple posibilidad de transcripción del término debe
su origen a las normas ortográficas de la lengua española.30 En
el conjunto de las obras lexicográficas, la variación es menor,
pues solo se registran las formas gráficas samurái (DEA, DRAE,
2001, GDUEA, DUEAE, DUE, DClave y DLE, 2014) y samuray (DRAE, 2001, DUEAE, DUE, DClave y DLE, 2014), siendo
la primera la transcripción preferida por las obras, a pesar de
las indicaciones de la ortografía académica (RAE, 2010), que se
inclina por la acabada en -ay. En los diccionarios extranjeros,
la grafía mayoritaria es samurai31 (MWCD, OED, DFL, LPR,
DHLP, DPLP, DOVLI y Zingarelli). En cuanto a su patrón acentual, la tilde de las muestras y la información fónica aportada
por el GDUEA y el DClave confirman que en español ha sido
adoptada con patrón oxítono, como el de su étimo japonés.
En cuanto a su significación, todas las obras lexicográficas
españolas (DEA, DRAE, 2001, GDUEA, DUEAE, DUE, DClave
y DLE, 2014), y extranjeras (MWCD, OED, DFL, LPR, DHLP,
DPLP, DOVLI y Zingarelli) también coinciden con el significado de la primera y segunda acepción del Daiyirín, esto es, en
todas se aplica esta voz a un tipo de ‘estamento’ (GDUEA), ‘o
más comúnmente al individuo que pertenece a este, constituido
por guerreros o militares, que se caracteriza por ser inferior a la
nobleza y estar al servicio de esta’ (DEA, DRAE, 2001, GDUEA,
DUEAE, DUE, DClave y DLE, 2014).32 Por tanto, la voz suele aparecer en contextos donde aparecen palabras relacionadas
con el código y el comportamiento samuray: Japón glorioso e
imperial, honor, espada, cortar, sable, hacerse el hara-kiri, combates, señor, lealtad, daimio, caballeresco, guerreros, emperador, etc.
El estamento samuray estaba compuesto por hombres, por
lo que es de esperar que esta voz pasara al español con género
masculino. En otras lenguas romances, como la francesa (DLF y
30
Confróntese nuestro sistema de transcripción.
No obstante, tanto el DFL, como el LPR, también incluyen la variante samouraï.
32
Aplican el concepto de ‘señor feudal’: DEA, GDUEA, DUEAE y DClave. Usan
‘daimio’: DRAE, 2001 y DLE, 2014. Emplean ‘shogun’: DUEAE y DUE.
31
104
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
LPR), la portuguesa (DHLP y DPLP) e italiana (DOVLI y Zingarelli), también ha sido adoptada como voz masculina. En los corpus del español (CORDE, CREA y CORPES XXI), encontramos
multitud de casos con artículo masculino (el-los, un), de amalgama de preposición y artículo (al, del), y de otros adyacentes
nominales como: asesino, último(s), histórico, vencido, japonés,
deshonrado, verdadero, valientes, etc. Por lo que respecta a su forma plural en los corpus, samurais o samuráis, encontramos algún
caso de inestabilidad del tipo: los samurai o los siete samurai, sin
el uso del morfema plural /-s/. Observamos, asimismo, un elevado número de casos donde esta voz funciona pospuesta como
elemento apositivo, tanto en singular: guerrero samurái, monje
samurái, bandera samurai, sable samurai, disciplina samurai,
casta samurai, militarismo samurai, linaje samurai, supremacía
samurai, etc.; como plural: nobles samurais, jefes samurais, sagas
samurais; y casos sin concordancia: espadas samurái, bonos samurái, guerreros samurai. Por último, encontramos preferencia
por combinaciones sintácticas del tipo: guerrero “samuray”, espada / sable (del) “samuray”, código (del) “samuray” y el título de la
película de Aquira Curosaua (1954) Los siete samuráis.33
De acuerdo con los datos aportados por el DUEAE, el DUE,
el DFL y el DOVLI, el estamento samuray surgió en torno al siglo xii.34 Sin embargo, su primer registro escrito en lengua española, según el CORDE, se encuentra entre el periodo de 1947
a 1975. No obstante, gracias al NTLLE, sabemos que Rodríguez
Navas fue el primer lexicógrafo en incluir esta voz en su obra de
1918. No se han observado cambios significativos desde 1918,
pero sí una variación formal que responde a las reglas ortográficas de la lengua española, como ya hemos discutido.
De las lenguas occidentales consultadas, el portugués es la
primera en tener testimonios de esta voz: 1559, según el DHLP.
Lo sigue la lengua inglesa, donde su primer registro escrito data
de 1727, de acuerdo con el MWCD y el OED. El francés, según
el LPR, fecha su primera aparición en 1852. En italiano, tanto
33
34
Cf. el sitio web: <http://www.imdb.com/title/tt0047478/>; 26/05/2017.
El LPR adelanta la aparición de los samuráis alrededor del siglo x.
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
105
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
DOVLI como Zingarelli, documentan su primer registro en el
año de 1895.
Si consideramos todos los datos anteriores, creemos que la
voz “samuray” pertenece al grupo de los japonesismos que se
encuentran todavía en proceso de asimilación. Por un lado, presenta variación gráfica, además de una significación cuyo referente es un elemento exógeno a las culturas hispanoamericana y
española. Asimismo, su estatus morfológico para el plural todavía presenta fluctuación, con casos de omisión del morfema plural /-s/. Si bien no detectamos marcas autonímicas, sino combinaciones del tipo como un samurái, que indican que se conoce
bien el término, y preferencia por ciertos patrones sintácticos
que demuestran la utilización de esta voz, aunque el CORPES
XXI señala que su repercusión es baja (0.98 casos por millón).
En lengua española se emplea en aposición, como ya demostramos en los ejemplos anteriores.
3.9. “siogun”
El japonesismo “siogun” proviene de la voz 将軍 [s’oːɡɯn], que
en japonés posee las siguientes acepciones: ‘1) Oficial que comanda o dirige un ejército. En especial, comandante del ejército
de tierra; 2) Posición en la que dentro de un ejército se comandan las tropas mientras se está en el frente. La persona que la
ocupa; 3) Abreviatura para comandante en jefe en la lucha contra los bárbaros (Sei)’ (Daiyirín).
La comparación de los corpus revela una elevada alternancia gráfica, pero sobre todo acentual, de esta voz. En primer lugar, en CORDE observamos preferencia por la forma shogun([e]
s),35 que cuenta con 8 casos,36 frente a los 3 casos de grafía españolizada: S/sogun(es).37 En CREA y CORPES XXI desaparece la
grafía españolizada38 y todos los casos se transcriben con el dí35
Es imposible saber con certeza, por la ausencia de marcas acentuales sobre un
significante de carácter extranjerizante, el patrón acentual de dichas formas.
36
Uno de los cuales presenta un singular oxítono: shogún.
37
Con las formas: sogún, Sogun y Sogunes.
38
Sobre la que el DEA advierte: “tb, raro, con la grafía sogún”.
106
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
grafo extranjerizante sh, que puede ser pronunciado a lo anglonipón, esto es, como [ʃ] (GDUEA y DClave), o a la española,
como [s] (DEA). En CREA contamos con 10 casos de S/shogun,
10 de S/shogún y 1 de shogunes.39 En CORPES XXI aumenta la
distancia entre formas paroxítonas y oxítonas: 10 casos de S/shogun frente a 1 de Shogún.40 Por tanto, en los corpus se observa un
mayor número de casos con pronunciación paroxítona,41 esto
es, /sóɡun/, similar a la del étimo japonés. Aunque gran parte
de las obras lexicográficas españolas describen una acentuación
oxítona, que para nada coincide con el uso mayoritario, real y
etimológico de la voz (DEA, DRAE, 2001, DClave y DLE, 2014).
Nuestro modelo de transcripción usará la fórmula más próxima
a la etimológica: “siogun”.
En las obras lexicográficas españolas se define como ‘el
jefe militar con el máximo poder autoritario, que gobernaba
en representación del emperador desde finales del siglo xii42
hasta el último tercio del xix’ (DEA, DRAE, 2001, GDUEA,
NDVUA, DUE, DClave y DLE, 2014). Definición que, básicamente, coincide con la dada por las obras lexicográficas extranjeras (MWCD, OED, DFL, DHLP, DPLP, DOVLI y Zingarelli). Básicamente, la descripción recién expuesta concuerda
con las tres definiciones encontradas en el Daiyirín, en las que
no se menciona el sema de ‘gobernante en representación del
emperador’. Siendo este su significando, no es de extrañar que
la voz venga acompañada, en los corpus españoles (CORDE,
CREA y CORPES XXI), de vocablos como: Imperio, Japón, decreto, militar, gobernar, autoridad, jefe, feudales, edictos, poder
político, etc.
En lo referente a su morfología, las obras lexicográficas españolas (DEA, DRAE, 2001, GDUEA, NDVUA, DUE, DClave
y DLE, 2014) indican que esta voz ha sido adoptada en español
39
No sabemos con certeza el tipo de patrón acentual.
No contabilizamos, de nuevo, dos casos de plural, shogunes, porque desconocemos
su patrón.
41
Como la que describe el GDUEA.
42
Dos diccionarios, DEA y GDUEA, indican que su comienzo tuvo lugar en el siglo
xiii.
40
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
107
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
como sustantivo masculino, como lo observamos en los corpus, donde aparece junto a adyacentes como: el, los, este, del,
mismo, primer, último, japonés, etc. Su uso plural puede presentar el morfema /-s/ (los shoguns) o el morfema /-es/ (los shogunes), marca de su inestabilidad morfológica. Dado el referente
masculino, pues el poder del “siogun” solo podía recaer en un
hombre, no es de extrañar que en otras lenguas romances también haya sido adoptado como voz masculina: francés (DFL),
portugués (DHLP y DPLP) e italiano (—invariable— DOVLI
y Zingarelli). Es usada como base en las derivaciones léxicas:
shogunal/sogunal ‘De (los) shogunes’ (adj. DEA), shogunado/
sogunado o shogunato/sogunato ‘Cargo o dignifidad de shogún.
Tb el régimen de dominio de los shogunes’ (sust. masc. DEA).
Por último, no detectamos preferencia por ningún patrón combinatorio más allá del uso de la fórmula “siogun” + apellido de
este: “siogun” Tokugawa, “siogun” Hideyoshi, “siogun” Yoshimitsu, etc.
La figura del “siogun” como gobernante de facto de todo
Japón tuvo vigencia desde finales del siglo xii hasta el último
tercio del siglo xix;43 por lo que cabría esperar que esta palabra
entrara durante ese periodo en lengua española. Si bien, según
el CORDE, la primera documentación textual que existe en español para este vocablo (con grafía sogún y shogún) está fechada
entre 1946 y 1952. La obra lexicográfica de Pagés, de 1931, hallada en el NTLLE, adelanta su primer registro, para las variantes
sogun o xogun. Pagés emplea este vocablo como sinónimo de
taikún, utilización que hallamos de nuevo en el DUE y que también se registra en otras obras lexicográficas extranjeras (inglés:
tycoon, OED). Durante el periodo Edo, la palabra “taicun” fue
usada por el “siogun” para designarse a sí mismo a la hora de
mantener relaciones con países extranjeros, con el fin de separar
al Japón del sistema de relaciones chino (OED).
En otras lenguas extranjeras su primera documentación
textual es mucho anterior: en portugués, Dalgado (1919: 434)
recoge la fórmula Xogum en 1607 y Xogúm en 1608. En inglés,
43
Gil (1991), Cabezas (1994) y OED.
108
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
el OED la sitúa en 1615, mientras que el MWCD en 1727. El italiano, la más tardía en registrar esta voz, lo hace en 1960, según
DOVLI y Zingarelli.
Contrastando la información de los párrafos precedentes,
creemos que la voz “siogun” pertenece al grupo de los japonesismos que se encuentran entre el momento de transferencia y el
de asimilación. En primer lugar, existen muestras que prueban
su inestabilidad en el sistema: variación gráfica o transcripción
extranjerizante, alternancia acentual y variación morfológica
en el plural. Asimismo, la palabra designa un referente histórico exógeno a la cultura hispanoamericana y española, definido
en los diccionarios como ‘jefe militar absoluto’; es por esto que
puede aparecer explicado con marcas autonímicas: general en
jefe y monarca de facto, el jefe supremo en el Japón feudal, líder
administrativo y político que gobernaba de facto en nombre del
Emperador, etc. No obstante, constituye la base de las siguientes
lexías derivadas: shogunado/sogunado o shogunato/sogunato y
shogunal/sogunal. Por otro lado, su repercusión es circunstancial o no significativa (0.05 casos por millón), como sostiene el
CORPES XXI.
3.10. “taicun”
El japonesismo “taicun” procede del étimo japonés 大君
[taikɯn], cuyas dos acepciones son: ‘1) Título honorario para
un monarca o gobernante; 2) En la era Edo, otro nombre del
siogun usado de cara al extranjero’ (Daiyirín).
En español actual encontramos el doblete taikun-tycoon,
ambas voces registradas con grafía extranjerizante. De las
obras lexicográficas españolas, únicamente el DUE describe la
primera palabra, taikun, mientras que los corpus del español
actual (CREA y CORPES XXI) solo registran casos de tycoon.
En cuanto a las obras lexicográficas extranjeras, volveremos a
ellas en el apartado relativo a la historia de esta palabra. Por la
ausencia de marcas gráficas de acentuación en las muestras del
DUE y de los corpus españoles inferimos que es una voz llana,
como el étimo del que procede.
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
109
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
El doblete gráfico del que partíamos se caracteriza por la
especialización semántica de cada uno de sus componentes.
Así, taikun, según el DUE, se utiliza para hacer referencia a la
segunda acepción dada por el Daiyirín, es decir, ‘en la era Edo,
otro nombre del “siogun” usado de cara al extranjero’; por tanto,
funciona como sinónimo de “siogun”. No hallamos casos de
esta voz en los corpus del español. Si bien, algunos diccionarios
extranjeros recogen este significado (MWCD —con la forma
tycoon—, OED —tycoon o taikun—, Zingarelli —taicun—). Por
lo que respecta a tycoon, se emplea con el significado de ‘persona
poderosa e importante’, especialmente aplicado a los negocios
o a la política, como sinónimo de magnate. Las muestras del
CREA y el CORPES XXI concuerdan con este significado.
A menudo suele aparecer esta voz junto a otras cuya área
referencial está relacionada con los negocios (vicepresidente,
inversiones europeas, porcentaje, banco español, dinero, precio
pactado, especulaciones, ricos, poderoso, imperio, magnate,
etc.). Los diccionarios extranjeros principalmente recogen este
significado (MWCD —tycoon—, OED —tycoon o taikun—, DFL
—tycoon—, DHLP —tycoon—, DOVLI —tycoon o taicun— y
Zingarelli —taycoon—).
En lo referente a la integración en el sistema morfológico del
español, el DUE sostiene que taikun es un sustantivo masculino.44
Así ha pasado también al italiano (Zingarelli), aunque como
sustantivo masculino invariable —taicun—. Por otro lado, tycoon
aparece utilizado como voz masculina en los ejemplos de los corpus
españoles, junto a adyacentes que indican su género: el, pequeño,
italiano, mexicano. No observamos formas en plural, acabadas o
no, en /-s/, ni preferencia por combinaciones sintácticas.
Debido a su naturaleza de cognados, existen varias fechas
de primera documentación textual. No hallamos registros para
taikun, aunque en los textos analizados en la obra de Gil (1991)
encontramos ejemplos de Tayco, Taycosama o Taycoçama,45
44
No olvidemos que se trata de un título nobiliario de origen japonés que se aplicaba
solo a los hombres.
45
Con pérdida de /-n/ implosiva y con el sufijo honorífico sama, que significa ‘señor’
u ‘honorable’.
110
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
título oficial de ‘príncipe’, que, según Gil (1991: 36), fue usado
desde 1591. La primera datación para Tayco es del año 1599,
mientras que Taycosama es de 1609. En inglés, el uso como
título nobiliario o de poder japonés se registra en 1857. Mientras
que el MWCD no especifica la forma gráfica, el OED indica que
esta era Tykoon. En cuanto al italiano, el Zingarelli indica que
taicun se registra en 1894. Por lo que respecta a su significado
como ‘persona importante’ o ‘magnate’, el primer registro en
lengua española, según el CREA, es de 1987, mediante la forma
tycoon. Así se recoge en inglés, según el OED, en 1861. Para
tycoon, tanto el DOVLI, como el Zingarelli, coinciden en que
su primer registro escrito es de 1975, aunque el DOVLI data la
forma taicun, como sinónimo de magnate, inferimos, antes de
1907. Resulta aclaratoria la información aportada por el DHLP
al respecto. Indica que la forma tycoon usada en portugués
actual procede del significante inglés tycoon.46 A su vez, señala
que el significante inglés procede del étimo japonés que hemos
descrito anteriormente. Además, destaca cómo en la obra de
Dalgado (1919) se registran los significantes taico o taicozama
con la acepción de ‘primer ministro o regente del Micado’. En
efecto, en Dalgado (1919: 337-338) aparecen Taico (primer
registro: 1608) y Taicozama (1611).
Por tanto, todas las pruebas indican que, en primer lugar,
se empleó el japonesismo “taico(sama)” en lengua española para
hacer referencia a un título nobiliario o de regente del país, príncipe (según Gil 1991: 36). Desde su primer registro, 1599, hasta
el último, 1615 (Gil, 1991: 473), no se han hallado más casos en
los corpus del español. Solamente en el DUE se registra taikun,
probablemente por mayor conocimiento de la lengua japonesa,
ya que la forma gráfica es más fiel a la del étimo japonés que la
grafía taico. Tal vez el desuso de esta voz se debiera a la sobreimposición de otro japonesismo, “siogun”, que obtuvo mayor éxito.
Así, por ejemplo, en el volumen de Pagés (1931, RI-Z: 236, 2)47
46
Da como fecha de primer registro escrito el año de 1863, pero no estamos seguros
de que este año sea el correspondiente para la primera documentación en inglés o
en portugués.
47
Confróntese en el NTLLE.
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
111
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
para la descripción de siogun leemos: ‘Título del taikún ó soberano efectivo del Japón durante la época en que estuvo dividido el
supremo poder’. En el DUE, además, se describe como sinónimo
de shogun. En cuanto a la forma tycoon, que sí está registrada en
los corpus del español (por primera vez en 1987), pero no en sus
diccionarios, deriva claramente del significante inglés, usado de
manera metafórica en dicha lengua como sinónimo de ‘persona
influyente, importante o magnate’. Así ha pasado a otras lenguas
occidentales (como el francés, el portugués y el italiano). En definitiva, el primer significante, taikun, se introdujo a finales del
siglo xvi y comienzos del xvii, mientras que el segundo, tycoon,
comenzó a usarse a finales de la década de 1980.
La voz “taicun” constituye un caso de japonesismo caído en
desuso y resucitado recientemente por mediación de la lengua
inglesa,48 ya que, aparte de los primeros registros documentados
por Gil (1991) y las referencias lexicográficas (Pagés o DUE), no
contamos con transcripciones modernas. Un análisis semántico
arroja más luz al respecto: esta voz ha adoptado dos acepciones, la originaria (con forma taikun, sinónimo de “siogun”) y la
añadida por la lengua inglesa (con grafía tycoon, a veces representada entre “” y otras con marcas autonímicas como palabra
inglesa que significa magnate). Su repercusión, de acuerdo con
el CORPES XXI, es circunstancial o no significativa (0.01 casos
por millón —para tycoon—). Creemos que no es necesario el
uso del significante tycoon, puesto que en español existen otras
fórmulas: magnate, poderoso empresario, influyente negociador,
etc.; como tampoco creemos necesario el desdoblamiento en
dos significantes: taicun/tycoon. En definitiva, “taicun” pertenece al grupo de japonesismos empleados a finales del siglo xvi y
comienzos del xvii, pero cayó en el olvido hasta que fue rescatado, con forma y significado nuevos, tycoon, insuflados por la
lengua inglesa, para comenzar a usarse a finales de la década de
1980.
48
Corregimos, de esta forma, la información aparecida en Fernández Mata (2017).
112
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
4. Conclusiones
De acuerdo con los datos recién expuestos, podemos extraer las
siguientes conclusiones:
(a) Desde un punto de vista articulatorio, existen tres voces
(“busido”, “jaraquiri” y “siogun”) que cuentan con pronunciaciones alternativas. En “busido” y “siogun” la alternancia viene
dada por el dígrafo extranjerizante sh (< bushido / shogun) que
puede ser pronunciado a lo anglo-nipón, esto es, como sonido
prepalatal, fricativo, sordo [ʃ]; o adaptarse al sonido español más
próximo [s]. En cuanto a la articulación de “jaraquiri”, observamos disparidad de alternativas: no se ponen de acuerdo las
obras lexicográficas del español en indicar si la pronunciación
más común es [haɾakíɾi], con aspiración larígena próxima a la
del étimo, o [aɾakíɾi]; la articulación [xaɾakíɾi], en la que el grafema h- ha sido adaptado al sonido más próximo del español,
esto es, el velar, fricativo, sordo /x/, es considerada como rara
y errónea. Además, en su paso al español, observamos preferencia, como no podía ser de otro modo, por el patrón acentual
paroxítono.49 Cuentan con un ritmo acentual diferente al del
étimo proparoxítono los japonesismos: “busido”, “camicace” y
“jaraquiri”, que han sido adaptados como voces llanas.
(b) De acuerdo con la morfología de las voces, el 90% pertenecen a la categoría de los sustantivos, mientras que solo “banzay” forma parte de las interjecciones. De los nueve vocablos
restantes, ocho son sustantivos masculinos (“busido”, “camicace”, “daimio”, “jaraquiri”, “micado”, “samuray”, “siogun” y “taicun”) y “catana” femenino. Observamos que la palabra “camicace” puede funcionar también como sustantivo común y como
adjetivo, además de poseer patrones combinatorios. En cuanto
a “jaraquiri”, cuenta con un derivado, “minijaraquiri” y con una
construcción sintáctica (hacerse el “jaraquiri”). Aparte de funcionar como elemento apositivo, “samuray” también se emplea
49
A excepción de “banzay” y “samuray”, con patrón agudo similar al de los étimos.
Por lo que respecta a “siogun”, en los corpus se observa un mayor número de ejemplos
con pronunciación llana, aunque gran parte de las obras lexicográficas del español lo
adaptan con acentuación oxítona.
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
113
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
en diferentes combinaciones sintácticas. Por último, “siogun”, no
solo se utiliza en combinaciones léxicas, sino que ha dado lugar
a los siguientes derivados: shogunal/sogunal (adjetivo), shogunado/sogunado o shogunato/sogunato (sustantivo masculino).
(c) En lo que concierne al plano semántico, el cien por
ciento de las voces mantiene semejanza con el/los significado/s
original/es de los étimos. Existen tres voces (“camicace”, “jaraquiri” y “micado”) que, además de compartir con el japonés su
significado, han desarrollado en lengua española otro/s valor/es
semántico/s. Atendiendo únicamente a los valores semánticos
originarios, de las diez voces, cinco son empleadas para hacer
referencia a un rango de la jerarquía estamental japonesa (“daimio”, “micado”, “samuray”, “siogun” y “taicun”), mientras que el
resto se utilizan para denominar otros elementos, diferentes entre sí, relativos a la guerra y al gobierno de la nación.
(d) Un análisis cronológico nos revela que el 60% de los
japonesismos bélicos y gubernamentales se introdujeron en la
lengua española a lo largo del siglo xx (1918: “jaraquiri” y “samuray”; 1931: “siogun”; 1964: “banzay” y “busido”; 1972: “camicace”). De la segunda mitad del xix forman parte “micado”
(1868-1873) y “daimio” (1895). Por último, dos voces (“catana”
1588 y “taicun” 1599)50 se incluyen dentro del selecto grupo
de japonesismos introducidos en la primera etapa de contacto
(1580-1619) entre los pueblos hispánicos y Japón (Fernández
Mata, 2017: 162-164).
(e) Si consideramos la repercusión de las voces en el sistema léxico del español actual, ocho vocablos se caracterizan por
un uso circunstancial: “banzay”, “daimio”, “taicun”,51 “busido”,
“siogun”, “catana”, “micado”, y “jaraquiri”;52 mientras que solo
dos poseen una frecuencia baja: “camicace” y “samuray”.
(f) Por último, según el grado de adaptación al sistema léxico del español, tres voces son extranjerismos, esto es, présta50
Con forma tycoon y significado ‘magnate, persona importante’ (procedente de la
lengua inglesa) se registra su primera documentación en 1987.
51
El CORPES XXI únicamente recoge muestras de la forma inglesa tycoon.
52
Los ordenamos de menor a mayor, según la frecuencia normalizada. Si coincide el
número de frecuencia, ordenamos alfabéticamente.
114
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
mos léxicos no adaptados pues se encuentran todavía en pleno
proceso de transferencia:53 “banzay”, “busido” y “daimio”. Un
elemento se encuentra a medio camino entre el momento de
transferencia (primera etapa) y el momento de asimilación (segunda etapa): “siogun”. Un japonesismo, “samuray”, se sitúa en
pleno momento de asimilación, mientras que tres, “camicace”,
“jaraquiri” y “micado”, están en un estadio intermedio entre el
momento de asimilación y el momento de madurez. Únicamente “catana” constituye un caso de palabra patrimonial.
Bibliografía
Akamatsu, Tsutomu (1997), Japanese Phonetics: Theory and
Practice, Múnich, LINCOM Europa.
Almarza, Nieves et al. (2012), Diccionario Clave: diccionario
de uso del español actual, Madrid, S.M., url: <http://clave.
smdiccionarios.com/app.php>; [consultado: 26/02/2017].
Alvar Ezquerra, Manuel (director) (1994), Diccionario de
voces de uso actual, Madrid, Arco/Libros.
Alvar Ezquerra, Manuel (director) (2003), Nuevo diccionario de voces de uso actual, Madrid, Arco/Libros.
Cabezas, Antonio (1994), El siglo ibérico del Japón. La presencia hispano-portuguesa en Japón (1543-1643), Valladolid,
Universidad de Valladolid.
Cannella, Mario y Beata Lazzarini (directores) (2014), Lo
Zingarelli 2015: Vocabolario della lingua italiana, Bolonia,
Zanichelli, url: <http://dizionari.zanichellipro.it/>; [consultado: 26/02/2017].
Corominas, Joan y José Antonio Pascual (1991-1997
[2012]), Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, Madrid, Gredos, CD-ROM.
Dalgado, Sebastião Rodolfo (1919), Glossário luso-asiático,
vol. 1, Coímbra, Imprensa da Universidade.
Fernández Mata, Rafael (2015), “Estudio histórico del do53
No hemos incluido la voz “taicun” por haber caído en desuso.
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
115
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
blete catán-catana en lengua española”, Revista de Lexicografía, 21, pp. 17-30.
Fernández Mata, Rafael (2016), Los japonesismos de la lengua española: Historia y transcripción, Universidad Pablo
de Olavide, Sevilla, url: <https://rio.upo.es/xmlui/handle/10433/3716>; [consultado: 11/08/2017].
Fernández Mata, Rafael (2017), “Los japonesismos del español actual”, Revista de Filología de la Universidad de La
Laguna, 35, pp. 149-168.
Fernández Mata, Rafael (en prensa), “Método de transcripción del japonés al español”, Onomázein.
Frago Gracia, Juan Antonio (1997), “Japonesismos entre
Acapulco y Sevilla: sobre biombo, catana y maque”, Boletín
de Filología de la Universidad de Chile, 36, pp. 101-18.
Gil, Juan (1991), Hidalgos y samuráis: España y Japón en los
siglos xvi y xvii, Madrid, Alianza Editorial.
Gómez Capuz, Juan (1998), El préstamo lingüístico: conceptos,
problemas y métodos. Cuadernos de Filología, Valencia,
Universitat de València.
Gómez Capuz, Juan (2005), La inmigración léxica, Madrid,
Arco/Libros.
Ladefoged, Peter y Keith Johnson (1975 [2011]), A course
in phonetics, Boston, Wadsworth/Cengage Learning.
Ladefoged, Peter e Ian Maddieson (1996), The Sounds of the
World’s Languages, Oxford, Blackwell.
Lahuerta Galán, Javier (director) (2003), Diccionario de
uso del español de América y España, Barcelona, Vox, CDROM.
Matsumura, Akira (director) (2006), Daiyirín, Toquio, Sanseido Books, url: <www.kotobank.jp>; [consultado:
26/02/2017].
Moliner, María (2007 [2008]), Diccionario de uso del español,
Madrid, Gredos (edición en CD-ROM basada en la tercera
edición en papel de 2007).
Ponce, Àngels (2010), 52 fines de semana con los nietos. Juegos
y actividades divertidas para pequeños y mayores, Barcelona, Ceac.
116
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
Rafael Fernández Mata
Real Academia Española (2001), Diccionario de la lengua española, Madrid, Espasa Calpe, CD-ROM.
Real Academia Española (2010), Ortografía de la lengua española, Madrid, Espasa.
Real Academia Española (2014), Diccionario de la lengua española, Madrid, Espasa Libros, url: <http://www.rae.es/;
[consultado: 26/02/2017].
Real Academia Española (CORDE), Corpus diacrónico del
español, url: <http://corpus.rae.es/cordenet.html>; [consultado: 26/02/2017].
Real Academia Española (CREA), Corpus de referencia del
español actual, url: <http://corpus.rae.es/creanet.html>;
[consultado: 26/02/2017].
Real Academia Española (CORPES XXI), Corpus del español
del siglo xxi, url: <http://web.frl.es/CORPES/view/inicioExterno.view>; [consultado: 26/02/2017].
Real Academia Española (NTLLE), Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española, url: <http://ntlle.rae.es/ntlle/
SrvltGUILoginNtlle>; [consultado: 26/02/2017].
Sánchez, Aquilino (2001 [2006]), Gran diccionario de uso del
español actual, Madrid, SGEL, CD-ROM.
Sánchez, Aquilino et al. (1995), Cumbre. Corpus lingüístico
del español contemporáneo, Madrid, SGEL.
Seco, Manuel, Olimpia Andrés y Gabino Ramos (1999), Diccionario del español actual, Madrid, Aguilar.
Simpson, John (director) (1989 [2009]), Oxford English Dictionary, Oxford University Press (edición en CD-ROM basada
en la segunda edición en papel de 1989).
Tsujimura, Natsuko (1996 [2007]), An Introduction to Japanese Linguistics, Malden, MA, Blackwell Publishing.
Vance, Timothy J. (2008), The Sounds of Japanese, Cambridge,
Cambridge University Press.
ANEXO: Listado de abreviaciones empleadas
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118
117
Los japonesismos bélicos y gubernamentales
CORDE
CORPES XXI
CREA
Daiyirín
DClave
DCECH
DEA
DFL
DHLP
DLE
DPLP
DOVLI
DRAE
DUE
DUEAE
DVUA
GDUEA
LPR
MWCD
NDVUA
NTLLE
OED
Zingarelli
118
Corpus diacrónico del español
Corpus del español del siglo XXI
Corpus de referencia del español actual
大辞林 > Daiyirín
Diccionario Clave: diccionario de uso del español
actual
Diccionario crítico etimológico castellano e
hispánico
Diccionario del español actual
Dictionnaire de Français Larousse
Dicionário Houaiss da Língua Portuguesa
Diccionario de la lengua española
Dicionário Priberam da Língua Portuguesa
Il Devoto-Oli: vocabolario della lingua italiana
Diccionario de la Real Academia Española
Diccionario de uso del español
Diccionario de uso del español de América y
España
Diccionario de voces de uso actual
Gran diccionario de uso del español actual
Le Petit Robert de la langue française
Merriam-Webster’s Collegiate Dictionary
Nuevo diccionario de voces de uso actual
Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española
Oxford English Dictionary
lo Zingarelli 2015. Vocabolario della lingua italiana
Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol. VI, sem. 1, año 2018: 75-118