Imagen de tapa: Acr. 67. © Acropolis Museum, 2011. Fotografía: Vangelis Tsiamis
(Placa dedicatoria de terracota (510-490 a.C.), por Eutímides y/o su
círculo, hallada en 1885 entre los Propíleos y el Erecteion)
Diseño: Gerardo Miño
Composición: Eduardo Rosende
Edición:
ISBN:
Depósito legal:
Códigos IBIC:
Primera. Junio de 2021
978-84-18095-90-0
M-16330-2021
HBLA1 (Historia clásica/civilización clásica)
1QDAG (Antigua Grecia)
1QDAR (Antigua Roma)
Tirada: 250 ejemplares
Lugar de edición: Buenos Aires, Argentina
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación
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con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista
por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos
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Estudios del Mediterráneo Antiguo / PEFSCEA Nº 21
PROGRAMA
Consejo de dirección:
Marcelo Campagno
(Universidad de Buenos Aires-CONICET);
Julián Gallego
(Universidad de Buenos Aires-CONICET);
Carlos García Mac Gaw (Universidad Nacional de La Plata-Universidad de Buenos Aires).
Comité asesor externo:
Jean Andreau
Josep Cervelló Autuori
César Fornis
Antonio Gonzalès
Ana Iriarte
Pedro López Barja
Antonio Loprieno
Francisco Marshall
Domingo Plácido
(École des Hautes Études en Sciences Sociales, París);
(Universidad Autónoma de Barcelona, España);
(Universidad de Sevilla, España);
(Université de Franche-Comté, Francia);
(Universidad del País Vasco, España);
(Universidad de Santiago de Compostela, España);
(Universidad de Basilea, Suiza);
(Universidade Federal de Rio Grande do Sul, Brasil);
(Universidad Complutense de Madrid, España).
Índice
Prólogo
por Julián Gallego - Carlos García Mac Gaw .....................................
9
Introducción
por Hans Beck - Francisco Pina Polo .................................................
13
1. Lo justo, lo bueno y lo poderoso. Estrategias de
autoconfiguración aristocrática en la Grecia arcaica
por Elke Stein-Hölkeskamp .................................................................
23
2. Antiguas guerras entre vecinos. Rituales y propaganda
por Natasha Bershadsky .....................................................................
33
3. Localismo y conectividad. ¿Cuán locales fueron las élites
de la Grecia clásica?
por Hans Beck .....................................................................................
51
4. El agón atlético como expresión de un ideal elitista
en la antigua Grecia
por Fábio de Souza Lessa ....................................................................
63
5. Moda oligárquica e indiferenciación democrática en la Atenas
de fines del siglo V a.C.
por Julián Gallego ...............................................................................
73
6. Imitatio regis: lealtad, helenización y prestigio en el reino seléucida
por Alex McAuley............................................................................... 91
7. La política del elitismo: la República romana, entonces y ahora,
en la vieja Europa y en el bravo nuevo mundo anglófono
por Karl-J. Hölkeskamp ....................................................................... 113
8. Diálogo romano-lucano: las élites locales y la integración cultural
en la Lucania de la República tardía
por Ilaria Battiloro .............................................................................. 127
9. Hijos, hermanos y demás parientes en las comitivas de los
mandos romanos durante la República: un comportamiento
distintivo de la nobilitas
por Alejandro Díaz Fernández ........................................................... 149
10. ¡Parece salido de un museo! Comunicación de élite, artefactos
culturales y Escipión Emiliano
por Brahm Kleinman .......................................................................... 183
11. Gobernar hablando: política y conversaciones de la élite en la
República romana tardía
por Cristina Rosillo-López .................................................................. 203
12. El consulado sufecto durante la época triunviral
por Francisco Pina Polo ...................................................................... 215
13. Reflexiones sobre la élite campesina romana a partir de Eneida
de Virgilio
por Cecilia Ames - Guillermo De Santis ............................................ 235
14. El líder político a inicios de la República romana: en nombre
de la libertas y la res publica
por Catalina Balmaceda ...................................................................... 249
15. La recitatio funebris de M. Aquilio Regulo. Autopromoción
y comunicación de las élites en la Roma del Alto Imperio
por Clément Bady ............................................................................... 269
16. Élites femeninas y masculinas en la economía de Pompeya romana
por Jonathan Scott Perry..................................................................... 289
17. Liderazgo, legitimidad y obras públicas en la montañosa
Cilicia romana
por Tim Howe ..................................................................................... 305
18. Las transformaciones de las élites urbanas en la Antigüedad
tardía: ¿Una crisis de hegemonía aristocrática?
por Julio Cesar Magalhães de Oliveira ............................................... 317
19. Las élites donatistas: liderazgo social y conflicto religioso
en el norte africano (siglos IV-V)
por Carlos García Mac Gaw ............................................................... 327
El consulado sufecto durante
la época triunviral1
Francisco Pina Polo
(Universidad de Zaragoza/Grupo Hiberus)
El consulado sufecto a lo largo de la República
H
ubo consules suffecti a lo largo de toda la República romana. De hecho, dos cónsules sufectos fueron supuestamente elegidos en el mismo año 509 para reemplazar
a L. Junio Bruto, que había muerto en el campo de batalla contra
los Etruscos, y a L. Tarquinio Colatino, que había renunciado a
su cargo. Obviamente debemos cuestionar la veracidad de esta
información, como sucede en general con las fuentes relativas a
la Roma arcaica, pero el hecho es que, según la tradición, existió
desde el mismo inicio de la República la práctica de reemplazar
a un cónsul cuando era necesario.
Entre 509 y 45 conocemos veintinueve consules suffecti2:
509:
478:
460:
458:
453:
1
2
P. Valerius Publicola
Sp. Lucretius Tricipitinus
(Opet. Verginius – f. – n.) Esquilinus
L. Quinctius Cincinnatus
L. Minucius Esquilinus Augurinus
Sp. Furius
Proyecto: El período triunviral y la disolución de la República romana (43-31 a.C.):
cambios institucionales, sociales y económicos (HAR2017-82383), financiado por el
Ministerio de Economía y Empresa, España. Sobre el mismo tema ver una versión
más amplia en inglés: F. Pina Polo, “Magistrates without Pedigree: The Consules
Suffecti on the Triumviral Age”, Journal of Roman Studies, 108, 2018, 99-114. (Todas
las fechas son a.C. salvo mención expresa.)
La información procede de Broughton (1951; 1952; 1986). En este apartado pretendo
aportar solo una visión general de la institución a lo largo de la República, sin analizar
los detalles relativos al nombre y a la cronología precisa de cada cónsul sufecto.
215
444:
437:
393:
305:
299:
265:
256:
221?:
217:
215:
180:
176:
162:
154:
130:
108:
87:
86:
68:
L. Papirius Mugillanus
L. Sempronius Atratinus3
M. Valerius Lactuca Maximus
L. Lucretius Tricipitinus Flavus
Ser. Sulpicius Camerinus
M. Fulvius Curvus Paetinus
M. Valerius Maximus Corvus
? Decius Mus
M. Atilius Regulus
M. Aemilius Lepidus
M. Atilius Regulus
M. Claudius Marcellus
Q. Fabius Maximus (Verrucosus)
Q. Fulvius Flaccus
C. Valerius (Laevinus)
P. Cornelius Lentulus
Cn. Domitius Ahenobarbus
M. Acilius Glabrio
Ap. Claudius Pulcher
M. Aurelius Scaurus?
L. Cornelius Merula
L. Valerius Flaccus
(Servilius – f. – n.) Vatia
En cuanto a la razón por la cual un cónsul sufecto reemplazaba a un cónsul ordinario, en la gran mayoría de los casos la
sustitución se debió a la muerte de un cónsul mientras estaba en
el cargo, ya sea por causas naturales o, más frecuentemente, en
el campo de batalla. En otras ocasiones, los cónsules en ejercicio
renunciaron o se vieron obligados a hacerlo por irregularidades
legales. En todo caso, ya fuese la causa la muerte, la renuncia o
incluso la expulsión, la elección de un cónsul sufecto siempre
tuvo lugar solo si un cónsul ordinario dejaba una vacante. Por
lo tanto, el consulado sufecto era una respuesta de emergencia
a una necesidad repentina para mantener el número habitual de
dos cónsules en la magistratura superior a la cabeza de la administración romana.
3
216
Frier (1975): L. Papirio Mugilano y L. Sempronio Atratino no fueron consules suffecti en
444, y constituyeron otro colegio consular entre 444 y 443. Cf. Broughton (1986: 155).
Francisco Pina Polo
Con respecto a la trayectoria política de los cónsules sufectos antes de su elección, son evidentes algunas características
recurrentes. Dejando a un lado la República inicial, cuando la
información es incierta y un cursus honorum estable aún no existía,
en el siglo III los siete cónsules sufectos que se conocen habían
desempeñado anteriormente el consulado, incluso más de una
vez en algunos casos. La conclusión es que todos los cónsules
sufectos del siglo III eran políticos prestigiosos, experimentados y
bien conocidos dentro de la sociedad romana. Los otros cónsules
sufectos conocidos desempeñaron la magistratura después de la
guerra anibálica, específicamente después del año 180, cuando se
promulgó la lex Villia annalis y, por consiguiente, el cursus honorum fue finalmente regulado. En contraste con el siglo III, en los
siglos II y I ningún consul suffectus había sido previamente cónsul
ordinario. Sin embargo, en la medida en que tenemos evidencia
sobre sus carreras políticas, debemos concluir que todos ellos
habían seguido probablemente el habitual cursus honorum. Por lo
tanto, el consulado sufecto supuso la culminación de sus carreras
políticas y, de hecho, nadie desempeñó el consulado por segunda
vez con posterioridad.
La recuperación por César del consulado sufecto
El consulado sufecto habría de cambiar totalmente durante
el período triunviral, por un lado, con respecto a las razones por
las que se nombraron cónsules sufectos y el procedimiento según
el cual fueron designados, y, por otro lado, en relación con quiénes eran esos suffecti y cuáles habían sido sus carreras políticas
hasta ese momento. Sin embargo, el uso del consulado sufecto
comenzó a modificarse de manera decisiva ya con César, cuando determinados acontecimientos prefiguraron lo que sucedería
después de su muerte. De hecho, el consulado sufecto volvió a
ser una realidad en el año 45 después de algunas décadas en las
cuales ningún cónsul sufecto había sido designado4. Ese año César
4
En el año 47 César fue dictador, razón por la cual al comienzo del año no fueron
elegidos cónsules. Cuando César regresó a Roma en septiembre, Q. Fufio Caleno
y P. Vatinio fueron elegidos cónsules, pero no como consules suffecti sino como
consules ordinarii, puesto que no reemplazaron a otros cónsules. Cf. Frei-Stolba
(1967: 46-47); Bruhns (1978: 144).
Encuentros con las élites del Mediterráneo antiguo
217
actuó como consul sine collega, siendo simultáneamente dictador,
hasta que abdicó el 1 de octubre5. Entonces Fabio Máximo y C.
Trebonio fueron designados cónsules sufectos como sustitutos de
César (Casio Dión, 43.46.2). Es decir, dos suffecti sustituyeron a un
único cónsul ordinario. Ambos habían seguido el habitual cursus
honorum, pero habían destacado especialmente por su lealtad hacia
César. Trebonio y Fabio Máximo no fueron los únicos cónsules
sufectos del 45, porque Fabio Máximo murió repentinamente el
último día del año. En esas circunstancias, César decidió nombrar
a C. Caninio Rebilo consul suffectus solo durante las pocas horas
del año que quedaban6.
Los consulados sufectos de Fabio Máximo y Trebonio, así como
el breve consulado de Caninio Rebilo, prefiguraron el uso político
dado posteriormente al consulado sufecto por los triunviros. En
los tres casos el consulado fue ciertamente la culminación de su
cursus honorum y fue respaldado por su pericia en el ámbito militar,
pero debe ser visto específicamente como una recompensa por su
lealtad hacia César: ése era su principal mérito, como lo fue más
tarde en el caso de las designaciones hechas por los triunviros.
En particular los consulados de Fabio Máximo y Trebonio
dieron comienzo a una nueva utilización del consulado sufecto,
puesto que sustituyeron a un cónsul que no había muerto ni estaba
incapacitado, sino que acababa de renunciar voluntariamente,
sin fuerza mayor ni razón legal que le obligara a hacerlo. Casio
Dión (43.46.3) señaló acertadamente esta violación flagrante de
la tradición:
Esta en este tiempo fue la primera violación de la tradición, es
decir, que uno y el mismo hombre no mantuviera el cargo durante
un año o ni siquiera durante el resto del mismo año, sino que, aun
estando vivo, se retirara de él sin ser obligado a ello por costumbres ancestrales o por una acusación, y que otro ocupara su lugar.
Cuando en el año 52 Pompeyo fue también cónsul único durante algunos meses en el contexto de la crisis política y social susci5
6
218
Hurlet (2017: 287): César siguió el ejemplo de Pompeyo como cónsul único en el
año 52.
Suetonio, Divino Julio, 76.2; Casio Dión, 43.46.3; Plinio, Historia Natural, 7.181;
Plutarco, César, 58.1; Cicerón, Cartas a familiares, 7.30.1. El consulado de Caninio
Rebilo debe ser visto, de nuevo, como recompensa por su fidelidad hacia César
durante la guerra civil. Cf. Tácito, Historias, 3.37. Broughton (1952: 297, 311).
Francisco Pina Polo
tada por el asesinato de Clodio, permaneció como cónsul durante
todo el año, y un segundo cónsul fue elegido en algún momento
del año para completar la doble magistratura. Por primera vez, el
procedimiento había cambiado, y César creó un precedente con
gran significado para el futuro (Hurlet, 2017: 287).
En el año 43 hubo cuatro cónsules sufectos que fueron elegidos en diferentes circunstancias. C. Vibio Pansa y A. Hircio,
los dos cónsules ordinarios, murieron en abril como resultado
de las batallas en Forum Gallorum y Mutina. De acuerdo con la
tradición, dos cónsules sufectos hubieran debido ser elegidos inmediatamente, pero esta elección se retrasó hasta agosto, cuando
Octaviano y Q. Pedio se convirtieron en cónsules (Broughton,
1952: 336-337). La situación cambió nuevamente tres meses más
tarde, cuando el tribuno de la plebe P. Ticio promulgó la ley que
estableció el triunvirato el 27 de noviembre. Octaviano renunció
entonces al consulado y se convirtió en uno de los triunviros. P.
Ventidio Baso, que en ese momento era pretor, dimitió de ese cargo para ser elegido cónsul en el lugar de Octaviano durante solo
unas pocas semanas7. En cuanto a Pedio, murió poco antes de la
llegada de los triunviros a Roma, y fue sustituido por C. Carrinas
para la parte final del año8. El número de cónsules sufectos en
el 43 fue inusual, pero estaba justificado por las circunstancias:
siguiendo el procedimiento habitual, en todos los casos los suffecti
sustituyeron a cónsules que habían muerto o habían renunciado
por razones legales.
Los triunviros y el consulado sufecto
La creación del triunvirato en noviembre del año 43 significó
un punto de inflexión. Desde este momento hasta el año 31 los
triunviros gobernaron legalmente Roma por encima de los cónsules, que se convirtieron en magistrados subsidiarios en la práctica, a pesar de que Apiano afirma que los triunviros disponían
solo de poder consular9. Además, se estableció la práctica, que
7
8
9
Apiano, Guerras Civiles, 4.2; Veleyo Patérculo, 2.65.3. Cf. Rohr Vio (2009: 76-78).
El consulado de Carrinas fue tan irrelevante que Casio Dión (47.15.2), cuando se
refiere a los sustitutos de Octaviano y Pedio, menciona a Ventidio “y otro hombre”,
sin ni siquiera dar el nombre de Carrinas.
Apiano, Guerras Civiles, 4.2. Cf. Fadinger (1969: 45); Bleicken (1990: 37-39).
Encuentros con las élites del Mediterráneo antiguo
219
posteriormente fue institucionalizada en el 39, de que cada año
se nombraran varios cónsules, dos de ellos ordinarios, los otros
sufectos. Por otra parte, los cónsules sufectos fueron designados
con antelación al mismo tiempo que los cónsules regulares, meramente por razones políticas y no porque fueran necesarios. De esta
manera, el consulado sufecto definitivamente quedó distorsionado
con respecto a su significado original. Simultáneamente, a pesar
de que el consulado siguió siendo una magistratura dual y colegiada, como siempre había sido a lo largo de toda la República, en
la práctica perdió su carácter anual, puesto que se hizo habitual
durante el período triunviral que un cónsul no permaneciera en
el cargo durante todo el año.
Cónsules ordinarios y sufectos entre los años 45 y 3110:
45: C. Iulius Caesar (ord.)
Q. Fabius Maximus (suff.)
C. Caninius Rebilus (suff.)
44: C. Iulius Caesar (ord.)
P. Cornelius Dolabella (suff.)
43: C. Vibius Pansa (ord.)
C. Iulius Caesar (Octavianus) (suff.)
P. Ventidius Bassus (suff.)
42: M. Aemilius Lepidus (ord.)
41: L. Antonius (Pietas) (ord.)
40: Cn. Domitius Calvinus (ord.)
L. Cornelius Balbus (suff.)
39: L. Marcius Censorinus (ord.)
C. Cocceius Balbus (suff.)
38: Ap. Claudius Pulcher (ord.)
L. Cornelius Lentulus (suff.)
37: M. Vipsanius Agrippa (ord.)
36:
35:
34:
33:
10
220
C. Trebonius (suff.)
M. Antonius (ord.)
A. Hirtius (ord.)
Q. Pedius (suff.)
C. Carrinas (suff.)
L. Munatius Plancus (ord.)
P. Servilius (Vatia) Isauricus (ord.)
Cn. Asinius Pollio (ord.)
P. Canidius Crassus (suff.)
C. Calvisius Sabinus (ord.)
P. Alfenus Varus (suff.)
C. Norbanus Flaccus (ord.)
L. Marcius Philippus (suff.)
L. Caninius Gallus (ord.)
T. Statilius Taurus (suff.)
L. Gellius Publicola (ord.)
M. Cocceius Nerva (ord.)
L. Nonius Asprenas (suff.)
Q. Marcius (suff.)
Sex. Pompeius (ord.)
L. Cornificius (ord.)
P. Cornelius Dolabella (suff.)
T. Peducaeus (suff.)
M. Antonius (ord.)
L. Scribonius Libo (ord.)
L. Sempronius Atratinus (suff.)
C. Memmius (suff.)
Paullus Aemilius Lepidus (suff.)
M. Herennius (suff.)
C. Iulius Caesar (Octavianus) (ord.) L. Volcatius Tullus (ord.)
L. Autronius Paetus (suff.)
L. Flavius (suff.)
C. Fonteius Capito (suff.
Broughton (1952; 1986); Salomies (1991); Bodel (1995).
Francisco Pina Polo
M. Acilius Glabrio (suff.)
L. Vinicius (suff.)
Q. Laronius (suff.)
32: Cn. Domitius Ahenobarbus (ord.) C. Sosius (ord.)
L. Cornelius (Cinna?) (suff.)
M. Valerius Messalla (suff.)
31: M. Antonius (ord.)
C. Iulius Caesar (Octavianus) (ord.)
M. Valerius Messalla Corvinus (suff.)
M. Titius (suff.)
Cn. Pompeius (suff.)
Como se puede observar, desde el año 40 en adelante encontramos cónsules sufectos nombrados en número creciente cada año
hasta el final del período triunviral. La mayoría de los cónsules
sufectos que fueron designados en los primeros años eran hombres de prestigio y tenían un peso político innegable en Roma. L.
Cornelio Balbo, uno de los dos cónsules sufectos del año 40, es
un buen ejemplo. Balbo, originario de Gades en Hispania, fue el
primer extranjero que llegó a la máxima magistratura de Roma
(Plinio, Historia Natural, 7.136). A lo largo de su vida se había destacado por haber servido fielmente a César y por ser su hombre de
confianza en Roma. Después de que César fuera asesinado, Balbo
prestó servicios significativos a Octaviano. Sin embargo, Balbo
no siguió el cursus honorum normal. De hecho, el consulado es su
única magistratura conocida, y muy probablemente solo obtuvo
acceso al senado una vez que había desempeñado el consulado
(Syme, 1939: 81). Por lo tanto, su consulado no fue la culminación
de una carrera política previa, sino una recompensa por los servicios que había prestado a César y Octaviano, en última instancia
por su lealtad, pero sin duda también por su prestigio e influencia
dentro de la sociedad11. La falta de un cursus honorum previo fue
en el caso de Balbo no la consecuencia de su irrelevancia, como
veremos que sucedió probablemente con otros suffecti posteriormente, sino el resultado de una decisión personal consciente. El
otro cónsul sufecto del año 40 fue P. Canidio Craso. Al igual que
Balbo, Canidio no parece haber desarrollado una carrera política
antes de su consulado, que fue principalmente una consecuencia
de su servicio en los años 41-40 bajo el mando de Marco Antonio,
11
No hay que olvidar que era uno de los personajes más ricos en Roma: Casio Dión,
48.32.2. Cf. Syme (1939: 220).
Encuentros con las élites del Mediterráneo antiguo
221
a quien siempre permaneció fiel (Apiano, Guerras Civiles, 5.50;
Ferriès, 2007: 359-362).
Los consulados sufectos de Balbo y Canidio fueron el resultado de la reconciliación entre Antonio y Octaviano en Brundisium, una de cuyas consecuencias fue la sustitución de los hasta
entonces cónsules ordinarios. Canidio era sobre todo un militar
experimentado, mientras que Balbo era ante todo un ciudadano
relevante. En cualquier caso, Canidio y Balbo prefiguraron el tipo
de hombres que los triunviros deseaban como cónsules, así como
las características que priorizaban: la lealtad hacia ellos por encima
de todo. Su designación por un breve período en el 40 también
mostró que los triunviros preveían aprovechar el consulado en su
propio beneficio mediante la promoción de hombres fieles a ellos.
La creación en el 39, por lo tanto, apenas unos meses después,
de un sistema permanente de cónsules sufectos cada año, lo que
implicó la designación anticipada de cónsules ordinarios y cónsules sufectos para varios años, fue una consecuencia comprensible:
los triunviros querían tener la magistratura superior republicana
bajo su control y, al mismo tiempo, tenían un buen número de
leales seguidores a los que había que recompensar (Casio Dión,
48.35.1). Según Casio Dión (48.35.2), los triunviros designaron a
los cónsules para los siguientes ocho años, y no nombraron dos
cónsules anuales sino varios. Casio Dión afirma que esto ocurrió
por primera vez, y por lo tanto que significó una quiebra de la
tradición, dado que estos cónsules no fueron elegidos para estar
en el cargo durante todo el año, sino solo para una parte de él12.
Como consecuencia, cónsules sufectos fueron nombrados cada
año por los triunviros, y no elegidos por el pueblo en comitia,
entre los años 39 y 31.
En el 39 los suffecti fueron C. Cocceio Balbo y P. Alfeno Varo
(Broughton, 1952: 386; Bodel, 1995: 285). Según el modelo ya establecido en el año 40, ambos eran homines novi y pertenecían a
familias sin presencia en la vida pública romana hasta ese momento. Ni de Cocceio Balbo ni de Alfeno Varo es conocido que
hubieran desarrollado una carrera política antes de su consulado,
12
222
La información proporcionada por Casio Dión es sustancialmente correcta, pero que
los cónsules fueran nombrados ya para un período tan extenso como los siguientes
ocho años plantea dudas, dada la inestabilidad de la situación política. Ver Welch
(2012: 243-244). Cf. Apiano, Guerras Civiles, 5.73.
Francisco Pina Polo
y ambos alcanzaron el consulado como viri militares al servicio de
los triunviros: Cocceio era el hombre de Antonio, Alfeno, quien
también fue un jurista de renombre en su época (Aulo Gelio, Noches Áticas, 7.5.1), era el hombre de Octaviano. Los suffecti del 38
fueron L. Cornelio Lentulo y L. Marcio Filipo, quienes presentan
algunas diferencias respecto a los del año anterior. Por un lado,
teniendo en cuenta el período tan turbulento en el que vivieron,
tenían un cursus honorum que se puede considerar bastante tradicional (Broughton, 1952: 390; Bodel, 1995: 285). Por otro lado,
ambos pertenecían a familias destacadas (Filipo se había convertido en hermanastro de Octaviano tras su matrimonio con Atia).
La fidelidad y las alianzas en el 38 siguieron siendo por lo tanto
de gran importancia para que Lentulo y Filipo obtuvieran el consulado, pero en su caso su linaje parece haber desempeñado un
papel importante también.
T. Estatilio Tauro fue el único cónsul sufecto en el año 37, reemplazando el 1 de julio al cónsul ordinario L. Caninio Galo, mientras
que el otro ordinario, Agripa, permaneció en el cargo durante todo
el año (Broughton, 1952: 395-396). Este hecho demuestra que, entre
los cónsules del año, Agripa tenía el mayor poder e influencia.
Por el contrario, en este caso no hay diferencia sustancial entre el
cónsul ordinario Caninio y el sufecto Estatilio. Ambos son, para
nosotros, individuos oscuros que, en ese momento, según los
datos que tenemos, parecen apenas haber desarrollado un cursus
honorum regular, pero que habían contraído suficientes méritos
militares como para alcanzar la máxima magistratura. Del mismo
modo, ambos eran homines novi cuyas familias no habían tenido
anteriormente presencia política en Roma. Hubo, sin embargo,
una divergencia esencial en sus carreras después de su consulado.
Mientras Caninio, ante la ausencia de otros datos en las fuentes,
parece haber desaparecido de la escena política, Estatilio ganó una
creciente importancia como procónsul en África –celebró de hecho
un triunfo ex Africa en el 34– y luchando en los años siguientes en
el lado de Octaviano. Como resultado, Estatilio desempeñó un segundo consulado en el 26, pero esta vez como cónsul ordinario, lo
que indica claramente su promoción política, teniendo a Augusto
como su colega en el cargo. El caso de Estatilio es de gran interés
para mostrar el surgimiento de un cierto tipo de individuo en el
período triunviral. Sus habilidades militares hicieron de él un
Encuentros con las élites del Mediterráneo antiguo
223
cónsul sufecto en el 37, y sus éxitos militares subsecuentes le permitieron convertirse en cónsul ordinario en 26, así como praefectus
urbi en el 16, y ser uno de los individuos más influyentes dentro
del círculo más cercano de consejeros de Augusto. Por lo tanto,
su consulado sufecto no fue el cénit de su carrera, sino más bien
un punto de partida para obtener fama, reconocimiento y poder.
A partir del año 36 el número de cónsules sufectos aumentó al
mismo tiempo que la prominencia social y política de muchos de
ellos, incluso de la mayoría de ellos, disminuyó progresivamente
durante los últimos años del período triunviral. L. Nonio Asprenas
y Q. Marcio fueron los dos cónsules sufectos en el 36 (Salomies,
1991: 187; Bodel, 1995: 279-280). Nonio pertenecía a una familia
con una participación secundaria en la política romana hasta ese
momento. Debe de haber sido pretor en algún momento de los
años 40, pero desapareció de la escena durante los primeros años
del triunvirato hasta que volvió a emerger en el 36 como cónsul.
Dada la falta de información que tenemos sobre ellos, es apropiado afirmar que algunos cónsules sufectos que fueron nombrados en los años siguientes son para nosotros poco más que
fantasmas, y Q. Marcio es ciertamente uno de ellos. De él solo
sabemos que reemplazó al cónsul ordinario M. Cocceio Nerva
durante el resto del año 36. Marcio fue simplemente el primero
de una serie en los años siguientes de cónsules oscuros y poco
conocidos para los cuales no tenemos ninguna información. En
el 35 un tal P. Cornelio fue uno de los dos cónsules sufectos. Durante mucho tiempo se pensó que era un Cornelio Escipión, pero
estamos seguros ahora de que fue un tal P. Cornelio Dolabela13.
No se sabe nada más de él. El otro cónsul sufecto en el 35 fue T.
Peduceo (Salomies, 1991: 189 n. 10; Bodel, 1995: 285-286). Como
en otros casos, Peduceo fue un suffectus sin historia que vino de
la nada y desapareció sin dejar rastro.
Esta descripción de la “carrera” política de Peduceo, o más
bien de su carencia de carrera política, puede aplicarse adecuadamente a otros cónsules sufectos en esos años. Hubo cuatro en
el año 34 (Salomies, 1991: 191-192; Bodel, 1995: 287). C. Memio y
M. Herenio fueron dos de ellos, y ambos son perfectos extraños
para nosotros, pues no se sabe nada de ellos antes o después de
13
224
Syme (1939: 229 n. 7); Salomies (1991: 190-191); Bodel (1995: 285-286).
Francisco Pina Polo
sus consulados, y ningún otro cargo está atestiguado. De hecho,
el único vestigio de su existencia es la presencia de sus nombres
en los fasti consulares, ya que tampoco sabemos nada sobre su
comportamiento o acciones como cónsules. Es interesante anotar
que parece haber habido una progresión negativa a lo largo del
año con respecto al prestigio de los cónsules, que aparentemente
disminuyó a medida que avanzaba el año. Los cónsules ordinarios en el 34 eran el triunviro M. Antonio y L. Escribonio Libón,
cuya importancia, obviamente en una escala diferente, está fuera
de duda. El irrelevante Memio sustituyó a Libón el 1 de julio, y
posteriormente fue sustituido por el no menos irrelevante Herenio
durante las últimas semanas del año. Por su parte, el triunviro
Antonio renunció al consulado el primer día del año y fue reemplazado inmediatamente por L. Sempronio Atratino, que oficialmente era por lo tanto un suffectus, pero en la práctica podría ser
visto como un ordinarius por haber tomado posesión del cargo en
el mismo inicio del año14. Atratino fue designado cónsul sufecto
en tanto que hombre de confianza de Antonio, al que más tarde
abandonó, y ocupó el cargo hasta el 1 de julio. Durante el resto
del año fue reemplazado por Paulo Emilio Lépido, miembro de
una de las familias más distinguidas de la República romana. Con
todo, él en particular no parece haber desarrollado una carrera
notable hasta ese momento, pero ciertamente lo hizo después de
su consulado, e incluso se convirtió en censor en el 22, ya durante
el Principado de Augusto.
Lejos de cambiar el origen y trayectoria de muchos cónsules
sufectos a medida que avanzaba el período triunviral, la oscuridad y presumiblemente la falta de relevancia siguieron siendo la
regla o incluso se ampliaron. El año 33, en el que nada menos que
seis cónsules sufectos fueron nombrados, es un buen ejemplo. L.
Autronio Petón sustituyó al cónsul ordinario Octaviano el primer
día del año15. Su consulado es la primera evidencia que tenemos de
este individuo. Sin embargo, fue procónsul más tarde en África y
celebró un triunfo en el año 28 (Syme, 1939: 292, 303; Broughton,
1986: 33). L. Flavio y C. Fonteyo Cápito asumieron el consulado
14
15
Casio Dión, 49.39.1, explica que esa es la razón por la que algunos historiadores
omiten a Antonio y mencionan a Atratino como cónsul en el año 34.
Casio Dión, 49.43.6; Suetonio, Divino Augusto, 26.3. Ver Salomies (1991: 188);
Bodel (1995: 287).
Encuentros con las élites del Mediterráneo antiguo
225
el 1 de mayo. Flavio era un seguidor de Antonio, pero, de nuevo,
su consulado es prácticamente el único testimonio que poseemos
de su vida (Ferriès, 2007: 400). Fonteyo, también un seguidor de
Antonio, fue tribuno de la plebe en el 39 y miembro de un colegio
sacerdotal, quizás los augures16. M. Acilio Glabrión entró en el
cargo el 1 de julio y dimitió el 1 de septiembre (Bodel, 1995: 287).
Excepto su consulado, nada más se sabe de él. L. Vinicio se convirtió en cónsul el 1 de septiembre (Salomies, 1991: 188; Bodel, 1995:
287-288). Es el único Vinicio del que se sabe que tuvo algún cargo
durante la República. Por último, Q. Laronio asumió el consulado
el 1 de octubre. Como en el caso de Vinicio, es el primer Laronio
mencionado como magistrado.
El año 32 muestra claramente el contraste entre los destacados
currículos políticos y militares de los cónsules ordinarios, Cn.
Domicio Enobarbo y C. Sosio, y las aparentemente irrelevantes
trayectorias de los suffecti L. Cornelio (¿Cina?) y M. Valerio Mesala.
Tanto Domicio como Sosio habían sido respetados comandantes
en los años previos a sus consulados17. En cambio, los cónsules sufectos parecen haber alcanzado la magistratura superior sin haber
dejado ninguna huella de sus actividades políticas o militares, al
menos en las fuentes que se nos han conservado.
Finalmente, los sucesivos nombramientos de cónsules para el
31 nos permiten ver de nuevo claramente cómo el peso político
de los magistrados disminuyó gradualmente a lo largo del año.
Los cónsules ordinarios designados para ese año eran nada menos
que los triunviros Antonio y Octaviano. Este último permaneció
en el cargo durante todo el año. Por el contrario, Antonio fue
privado del consulado y Valerio Mesala Corvino, pretor en el 40
y comandante de la flota en ausencia de Agripa en el 36, fue nombrado en su lugar (Broughton, 1952: 403; 1986: 213-214; Ferriès,
2007: 481-483). Cuando Valerio Mesala dimitió el 1 de mayo, se
convirtió en promagistrado y tuvo el mando en el centro de la
flota de Octaviano en la batalla de Accio (Apiano, Guerras Civiles,
4.38; Broughton, 1952: 422). M. Ticio sustituyó a Valerio Mesala
el 1 de mayo y permaneció en el cargo durante cinco meses. Ticio
tenía una larga trayectoria militar en los años anteriores, primero
16
17
226
Broughton (1986: 93); Ferriès (2007: 401-403); Rüpke (2008: 695 nº 1734).
Ferriès (2007: 392-397, 470-472). Sobre Sosio, Casio Dión, 49.41.4; 50.1.2.
Francisco Pina Polo
con Antonio y luego bajo el mando de Octaviano. Como cónsul
sufecto, Ticio participó en Accio derrotando, junto con Estatilio
Tauro, la caballería de Antonio, y tuvo más tarde un papel político
destacado en época augústea (Ferriès, 2007: 475-477). Finalmente,
Cn. Pompeyo fue el último cónsul sufecto del año 31. Como era
característico de un cónsul sufecto que ocupaba el cargo en los
últimos meses, en su caso solo en noviembre y diciembre, Pompeyo es uno más de los poco distinguidos cónsules de la época, y
su consulado es de hecho su único cargo conocido.
Conclusiones
Hasta aquí el análisis prosopográfico. A partir de él se pueden
extraer algunas conclusiones. Durante todo el período triunviral,
el consulado siguió siendo oficialmente la más alta magistratura
republicana, pero ahora bajo la supervisión y el control de los
triunviros, quienes tenían el poder de manera efectiva (Pina Polo,
2020a; 2020b). La magistratura continuó siendo dual y colegiada,
puesto que nunca hubo más de dos cónsules simultáneamente,
pero se convirtió en habitual que varias parejas de cónsules desempeñaran la magistratura durante el año, la pareja que comenzaba
el año consular siendo denominada consules ordinarii, mientras
que los que les sucedían a lo largo del año eran llamados consules
suffecti. Augusto puso fin a esta práctica en el año 28, cuando de
nuevo solo una pareja de cónsules fueron elegidos para todo el
año (Casio Dión, 53.1.1-2; cf. Hurlet, 2009: 78). Consciente de la situación excepcional del consulado durante el triunvirato, Augusto
quiso con esta medida volver a la antigua tradición republicana
y dar una sensación de restauración de la legalidad republicana
después de años de continuas guerras civiles (Millar, 1973: 52;
Roddaz, 1992: 202). Sin embargo, el consulado sufecto volvió a
ser una magistratura regular desde el año 5 en adelante, en una
situación política totalmente diferente, cuando Augusto había afirmado su posición de dominio y todavía tenía muchos individuos
leales a los que deseaba recompensar18.
18
Sobre el consulado y los consules suffecti en época augústea, Dalla Rosa (2015:
581-582); Hurlet (2011; 2018).
Encuentros con las élites del Mediterráneo antiguo
227
Muchos de los cónsules sufectos de época triunviral fueron
personajes oscuros. Esta generalización es sustancialmente correcta, en particular si se realiza una comparación con cónsules
de períodos anteriores, pero no hay que olvidar que esta falta de
notoriedad puede estar mediatizada por los datos proporcionados
por nuestras fuentes, mucho más preocupadas por las guerras del
período y por las acciones de los propios triunviros. En cualquier
caso, una gran diferencia con respecto al consulado tradicional
fue que muchos de los cónsules sufectos entre los años 43 y 31
no tenían previamente ninguna carrera política reconocida: de
hecho, buena parte de ellos no cumplían los requisitos legales para
la obtención del consulado. La mayoría habían destacado como
militares bajo el mando de Octaviano o Antonio, y fue su lealtad
lo que los catapultó a la gloria momentánea, en muchos casos
aparentemente sin un posterior gran éxito político. Buena parte
de esos cónsules sufectos eran homines novi sin pedigrí previo que
pertenecían a familias romanas o itálicas hasta entonces desconocidas e irrelevantes –no conocidas en Roma, pero eso no quiere
decir en absoluto que no fueran ricas o importantes en sus lugares
de origen–, que en muchos casos volvieron a la irrelevancia una
vez que la importancia de su efímero héroe familiar se esfumó19.
Como hemos visto, en algunos casos el consulado es su única
magistratura conocida (lo que no quiere decir que necesariamente
fuera la única que desempeñaron), y tras él desaparecen de las
fuentes tan silenciosamente como hacen su aparición20.
19
20
228
Wiseman (1971: 166): en diez años del período triunviral hubo diecinueve cónsules
que eran homines novi. Esto significa un número muy superior a los que encontramos
en fases anteriores. Sobre novitas y consulado en la época triunviral, van der Blom
(2019): en los años cuarenta, prácticamente cada año hubo un cónsul homo novus,
bien ordinarius, bien suffectus. En cualquier caso, era obligada la renovación del
grupo de consulares tras la guerra civil entre cesarianos y pompeyanos, puesto que
casi todos los consulares habían muerto durante el conflicto. Al respecto, ver Pina
Polo (2019a).
Syme (1939: 235, 243-244), un tanto despectivamente, definió como “undistinguished
crew” el grupo de consulares que en teoría ocupaba en el senado el lugar de liderazgo
tradicional en Roma. De acuerdo con Syme, algunas familias de gran peso político
hasta entonces, como los Metelos, los Marcelos o los Calpurnios, desaparecieron de
la escena política reemplazadas por otras hasta entonces desconocidas, muchas de
ellas procedentes de diversas regiones italianas: “… the consulate falls in the main
to the newest of the new, senators nominated by the Dictator or introduced after
his death, most of them absent from historical record before 44 BC. Ventidius and
Carrinas lead the pack and inaugurate an epoch… strange names of alien root or
termination now invade and disfigure the Fasti of the Roman people” (199).
Francisco Pina Polo
El consulado, y en particular el consulado sufecto, ya no significaba necesariamente la culminación del cursus honorum de un
individuo, tal y como se había entendido la carrera política en los
dos siglos anteriores, es decir, como una sucesión de magistraturas
de menor a mayor importancia que se desempeñaban observando una edad mínima para el cargo, de acuerdo con las leyes que
regulaban esa carrera. De hecho, al menos para algunos de estos
cónsules sufectos el consulado parece haber sido la primera magistratura regular de sus vidas, y por lo tanto significó la puerta
de acceso al senado. En suma, para muchos de ellos, el consulado
sufecto, a veces desempeñado solo durante dos o tres meses, puede haber sido ciertamente el cénit de sus carreras, dado que no se
sabe nada más sobre ellos. Para otros, por ejemplo Estatilio Tauro
y Sempronio Atratino, por el contrario, el consulado sufecto fue un
punto de llegada gratificante con respecto a los logros del pasado
y, al mismo tiempo, un trampolín para una futura carrera política.
En todos los casos, los méritos principales o incluso únicos que
los suffecti podían presentar eran de naturaleza militar más que
civil, y los habían logrado sirviendo bajo el mando de uno u otro
triunviro. Esto es, no obstante, bastante comprensible si tenemos
en cuenta que entre 43 y 31 hubo una concatenación de guerras
en la que participaron la mayoría de los suffecti antes y después
de sus consulados, bien permaneciendo leales a un imperator, bien
cambiando de bando de acuerdo con nuevas circunstancias. En
este contexto, la lealtad era una virtud muy apreciada, por lo que
no es extraño que esta fuera la razón por la que la mayoría de los
cónsules sufectos de la época fueron nombrados. El consulado fue,
por lo tanto, un premio en manos de los triunviros, un instrumento
para recompensar y ganar lealtades. Durante la época triunviral,
el consulado, y en particular el consulado sufecto, siguió siendo
un honos, pero en la práctica se convirtió en un regalo dado por
los triunviros a quien fuera considerado digno de él (del mismo
modo que los triunviros designaron senadores, pretores, ediles y
sacerdotes entre sus seguidores21), y así se convirtió en una herramienta para generar una nueva élite. Los triunviros reclamaron el
derecho de nombrar a los magistrados sobre la base de los méritos
21
Casio Dión, 47.15.1-3; 47.19.4; 48.32.3; 48.34.4; 49.16.1; 49.43.7; cf. Pina Polo
(2019b).
Encuentros con las élites del Mediterráneo antiguo
229
que ellos decidieron que eran relevantes, por lo que simultánea e
implícitamente reclamaron el derecho a crear una nueva aristocracia más allá de la nobilitas tradicional. El hecho de que ciudades
de Italia fueran el origen de algunos de estos advenedizos hizo
que el mensaje fuera incluso más evidente: la élite en Roma se
abrió a nuevas personas, pero el acceso estaba en manos de los
gobernantes, siendo el factor decisivo la devoción hacia el líder. La
institucionalización del consulado sufecto en el período triunviral
fue, por lo tanto, un síntoma de la nueva realidad política y, al
mismo tiempo, un paso decisivo hacia la alteración o incluso la
disolución de las antiguas instituciones republicanas, junto con la
vieja aristocracia. Cuando en el año 39 los triunviros nombraron
cónsules ordinarios y sufectos para varios años, dejaron claro su
control tanto de la que había sido la magistratura más alta, ahora
convertida en subsidiaria, como de la selección de sus titulares.
En este proceso el pueblo tenía muy poco que decir: dado que
los nombramientos eran hechos anticipadamente por los triunviros de acuerdo con sus intereses personales, las elecciones consulares perdieron todo significado. ¿Cómo afectó este procedimiento
de designación consular a la legitimidad de los cónsules durante el
período triunviral? No es fácil decirlo, porque tenemos muy escasa
información sobre lo que hicieron los cónsules mientras estuvieron
en el cargo (Millar, 1973: 53). Pero cuando Casio Dión (48.35.3)
habla de la institucionalización permanente del consulado sufecto
en el año 39, deja claro que, aunque todos los cónsules de un año
tenían el mismo título, los suffecti eran unos desconocidos para
muchos ciudadanos del imperio, y por ello fueron llamados “cónsules inferiores”. Casio Dión parece referirse a los ciudadanos que
vivían fuera de Roma, quienes difícilmente podían llegar a conocer
el nombre de los cónsules que se sucedían incesantemente en el
cargo a lo largo de un año, pero también la ciudadanía romana
que habitaba en la Urbs debía tener claramente la impresión de
que esos suffecti eran, de hecho, cónsules secundarios de cuya
visibilidad social podemos dudar.
Tradicionalmente el pueblo había elegido a los cónsules como
resultado de lo que habían sido sus carreras anteriormente. Cuando un político alcanzaba el consulado, ya gozaba de una cierta
auctoritas que había obtenido en el campo cívico y/o militar cuando desempeñaba otras magistraturas. Estaba obligado a obtener
230
Francisco Pina Polo
popularidad, y debía ser bien conocido y reconocido por sus conciudadanos, quienes en última instancia eran los votantes que
lo elegirían. Dado que en el siglo I la cuestura proporcionaba
automáticamente acceso al senado, un futuro candidato al consulado estaba igualmente obligado a participar en los debates
senatoriales, demostrar su capacidad para hacer propuestas y
ser capaz de persuadir a los demás senadores. En resumen, un
político con aspiraciones de alcanzar el consulado tenía que demostrar liderazgo y tenía que demostrar una presencia en Roma:
la visibilidad social fue de hecho, a lo largo del primer siglo, muy
conveniente para un político ambicioso. Durante el período triunviral, en muchos casos estos cónsules sufectos apenas habían permanecido en Roma durante los años anteriores, ya que estaban
casi permanentemente combatiendo en una guerra u otra. En
última instancia, su legitimidad no provenía del pueblo, sino de
los imperatores bajo cuyo mando habían luchado, y que los habían
promocionado generosamente.
Durante todo el período, a pesar de que no existía diferencia
entre las funciones de los consules ordinarii y los consules suffecti,
hubo implícitamente una diferencia de prestigio social y político
entre las dos categorías de la misma magistratura. Obviamente
no es por casualidad que los propios triunviros desempeñaran el
consulado regular algunos años, pero que, en cambio, nunca fueran cónsules sufectos. En cualquier caso, al principio del período
los cónsules ordinarios tenían una carrera previa detrás de ellos.
A lo largo del período, sin embargo, la situación fue cambiando.
Progresivamente muchos cónsules ordinarios, con la excepción de
los grandes líderes (los mismos triunviros, Agripa y Sexto Pompeyo, que hubiera debido ser cónsul en el 35, el año de su muerte),
fueron individuos virtualmente desconocidos, igualando así el
poco importante origen social y político que caracterizó a muchos
cónsules sufectos de la época. Esta convergencia de los cónsules
ordinarios y sufectos hacia la insignificancia social y política de
sus titulares implícitamente dejó claro el carácter secundario del
consulado con respecto al triunvirato, la magistratura que realmente importaba. En particular el consulado sufecto, a pesar de
tener una potestad idéntica al consulado ordinario, fue visto como
una especie de cargo secundario, un premio de consolación para
individuos emergentes que merecían una recompensa por sus
Encuentros con las élites del Mediterráneo antiguo
231
méritos, con respecto no a la comunidad, sino a los triunviros en
el poder. Todo esto contribuyó a desacreditar el consulado como
institución, y como consecuencia también la figura del consular.
Tradicionalmente, los ex cónsules habían gozado de gran prestigio
dentro del senado, y eran presumiblemente una referencia para la
sociedad romana. Pero ahora, la proliferación de tantos consulares
en tan corto espacio de tiempo hacía difícil considerarlos como
individuos dotados de auctoritas, como había sido habitual en toda
la República. Dada la situación de guerra permanente, muchos de
estos ex cónsules desempeñaban otros cargos militares después
de su consulado que los mantenían lejos de Roma, por lo que su
ausencia no les ayudó a cumplir el papel social y político que
podría esperarse de un consular.
En síntesis, los triunviros abiertamente hicieron uso del consulado sufecto para recompensar lealtades y consolidar sus apoyos.
La consecuencia implícita fue la gradual depreciación del consulado, que se convirtió en una magistratura de segunda categoría
con respecto al triunvirato. Los triunviros tenían el poder real, no
solo el extraordinario poder legal proporcionado por la lex Titia en
el año 43, sino el poder de facto. Hacer depender el nombramiento
de cónsules de la voluntad de los triunviros subrayaba la inferioridad del consulado. Multiplicar el número de cónsules cada año
trivializaba la magistratura y reducía su autoridad. El consulado
sufecto fue por consiguiente un poderoso instrumento en manos
de los triunviros para fortalecer su posición política y social, debilitando a la vieja aristocracia y colaborando en la creación de
una nueva élite sobre la base de relaciones personales leales. El
consulado sufecto constituyó por lo tanto un paso significativo
en el camino que llevaría al Principado de Augusto.
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