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Mirar y ser mirados

Una mirada de la cultura como parte esencial de la identidad y su conformación junto a los medios de comunicación de masas

Identidad: Mirar y ser mirados Dinámica de la imagen entre lo global y lo local Ponente: Lic. en Comunicación Social Ma. De Lourdes Gallardo Saldaña 9 de octubre de 2013 Seminario de Investigación Mto. Juan Carlos Bermúdez Introducción A primera vista la globalización es un fenómeno, que puede atestiguarse con sólo echar una mirada alrededor: los sistemas bancarios multinacionales, el flujo continuo de bienes materiales, las regulaciones jurídicas transfronterizas, el activismo a través de las redes sociales, la vertiginosa circulación de las ideas vía web etc. por esta razón, sus alcances, sus modalidades y funcionalidades, entre otros, son algunos de los temas que actualmente están en la mesa de debate de múltiples disciplinas con enfoques teóricos muy diversos Las opiniones a este respecto varían entre dos polos contrapuestos: por un lado están los que consideran a la globalización como la gran novedad de nuestro tiempo, como un nuevo orden mundial de naturaleza predominantemente económica y tecnológica que se va imponiendo al mundo entero con la lógica de un sistema autorregulado frente al cual no caben alternativas; y por otro lado están los que la consideran como el gran cliché de nuestro tiempo.. En esta exposición abordaré esta problemática desde la perspectiva cultural, entendiendo el concepto de cultura como proceso simbólico. Gilberto Giménez nos ayuda a definir el sentido con el que asumimos aquí lo “cultural”: “Lo simbólico es el mundo de las representaciones sociales materializadas en "formas simbólicas", y que pueden ser expresiones, artefactos, acciones, acontecimientos y alguna cualidad o relación. Todo puede servir como soporte simbólico de significados culturales: no sólo la cadena fónica o la escritura, sino también los modos de comportamiento, las prácticas sociales, los usos y costumbres, el vestido, la alimentación, la vivienda, la organización del espacio y del tiempo en ciclos festivos, etc.” (Giménez, 32). Así entendida, la cultura exhibe como propiedad la transversalidad, es decir, que no puede ser confinada a un sector específico en la vida social porque es una dimensión de toda la vida social. Las imágenes visuales y mentales forman parte importante del soporte simbólico de los individuos y de las distintas sociedades Ante esta complejidad, Giménez propone considerar la cultura desde la perspectiva de los sujetos y no de las cosas. “La cultura realmente existente y operante es la cultura que pasa por las experiencias sociales y los mundos de vida de los actores en interacción” (Giménez, 44). La cultura en tiempos de globalización Existen dos tipos muy comunes de enfoques para discutir el tema, el primero destaca la diversidad y fragmentación de la cultura, mientras que el segundo enfatiza la circulación mundial de bienes culturales estandarizados a través de los medios de comunicación. El primer caso se ajustaría más o menos al modelo: "Se baila tango argentino en París, el bikutsi camerunés en Dakar y la salsa cubana en Los Ángeles. McDonald’s sirve sus hamburguesas en Pekín, y Cantón su cocina cantonesa en el Soho. En Bombay, la gente ve al Papa a través de Mundo-visión, y los filipinos lloran la muerte de la Princesa Diana presenciando en directo sus servicios fúnebres" (Warnier, 1999, 3). En Giménez, Gilberto 2006,pág. 240 Mientras que el segundo desarrolla la idea de que los mismos artistas, las mismas películas y los mismos programas de televisión, distribuidos por el mismo grupo de empresas transnacionales, son consumidos en Londres, Nueva York, París y México. En el primer enfoque la cultura se vuelve “global” cuando ciertas formas, influencias o prácticas sociales originarias de ciertos lugares claramente localizables se encuentran en otras partes del mundo. En el segundo, la “cultura global” es una cultura homogenizada, elaborada industrialmente y difundida por todo el mundo a través de los medios de comunicación. Como se puede ver, son dos tesis que suelen contraponerse en la discusión del problema La de la tendencia a la homogenización de la cultura en el mundo globalizada es una posición difundida entre los comunicólogos mientras y por el contrario la de su fragmentación caleidoscópica constituye un tema característico del discurso “posmoderno”, de la primera se puede decir que la circulación de elementos o rasgos culturales de diversa procedencia fuera de sus fronteras, es un fenómeno tan antiguo como la historia de la movilidad humana y de los contactos interculturales por lo que difícilmente puede ser considerada una característica nueva en nuestro mundo globalizado. En cuanto a la tesis de homogenización cultural, si bien es cierto que la lógica de la globalización económica apunta a la estandarización de la cultura al ir eliminando todo rasgo de particularismo social o económico, está lejos de haber sido comprobada. Culturas particulares e industrias culturales Para encuadrar mejor los efectos de la globalización de la cultura, conviene hacer una distinción entre las culturas particulares (o culturas de identidad) e industrias culturales (Warnier, 1999;7) en Giménez, Ibíd. Pág. 245. Cuando hablamos de culturas particulares nos referimos a la cultura como “modo de vida” o, mejor como sustrato de la vida (life support systems), esto es, la configuración de creencias, normas, hábitos, representaciones y acciones realizados por determinado grupo humano con el fin de dar sentido a su vida, de resolver sus problemas vitales. Este tipo de cultura es, por su propia naturaleza, particularizante, social y geográficamente localizada y, sobre todo diferenciadora con respecto a los “otros”, lo que nos indica que siempre está disponible como elemento potencial de identificación social. Las “industrias culturales” El concepto de “industrias culturales es un legado de la escuela de Frankfurt (Horheimer, Adorno) son el conjunto de productos culturales fabricados y reproducidos en serie, gracias a las tecnologías industriales, y difundidos a escala mundial a través de las redes electrónicas de comunicación. Para circunsbrir el área de este tipo de cultura, hay que tomar en cuenta no sólo su contenido –imágenes, sonidos, palabras- sino sobre todo su soporte técnico que en nuestros días con las llamadas “nuevas tecnologías”: fibras ópticas, cables, satélites, informática, etc. Dentro del concepto de industrias culturales deben incluirse también los productos industriales que a primera vista no parecen culturales como las industrias del vestido, los muebles, del juguete y de la alimentación ya que, a pesar de tener su función predominantemente instrumental, tienen también una dimensión expresiva y simbólica (por ejemplo, pueden connotar gusto estético, distinción y estatus) Desde el punto de vista que nos ocupa, las industrias culturales son las que han entrado de lleno en la dinámica de la globalización, la circulación electrónica de los productos culturales escapa a la lógica de la distancia y de las fronteras territoriales y exhiben en su mayor parte la característica de la instantaneidad en “tiempo real”. Por eso todos los problemas planteados por la globalización se inscriben en el espacio abierto entre las culturas particulares y las industrias culturales, entre lo global y lo local, entre la relación con el pasado y la innovación industrial. Es por ello que la relación no puede ser pensada como una articulación de dos totalidades diferentes. Mucho menos de inclusión de una parte menor en una totalidad más amplia y compleja. La relación debe concebirse como una relación de interpenetración, como dice Sandra Braman “en nuestros días no existe una localidad que no esté contaminada en mayor o menor grado por lo global” (1996, 22) O de transversalidad como lo expresa Renato Ortíz “Lo global sólo existe en lo local” (1996, 57-58) Efectos de la globalización sobre la cultura Lo global puede coexistir pacíficamente con lo local como las lenguas, Wendy Grisworld cita el caso de los novelistas nigerianos que pueden dirigirse a sus lectores en inglés, a sus corresponsales literarios en francés, a sus hijos en yoruba y a sus sirvientes en patois (1997, 206). Pongamos en lugar de la lengua la cultura y “obtendremos la imagen de un individuo posmoderno, electrónicamente integrado, que comparte con otros individuos objetos, signos y símbolos a través de redes no vinculadas al tiempo y al espacio. Pero al mismo tiempo ese mismo individuo comparte objetos culturales dentro de una o varias comunidades locales, basadas en relaciones cara a cara y envueltas en una atmósfera de intimidad significativa" (ibíd.) Algunas veces la globalización incluso ayuda a reforzar las culturas locales de modo indirecto, puede ocurrir que por un mecanismo de reacción la gente tienda a refugiarse en sus culturas tradicionales. Así se explica el resurgimiento de las culturas étnicas, los regionalismos y hasta los fundamentalismos. Pero frecuentemente ambos tipos de cultura entran en conflicto, por el lado de las industrias culturales son sólo la cultura del consumo, es decir, la cultura como mercancía sin importar lo que los consumidores hagan con ella después de su adquisición. En cambio, si miramos las cosas desde el punto de vista de las culturas particulares, lo que sorprende es su enorme capacidad de resistencia o también de negociación frente a las industrias culturales. Giménez citando a Warnier dice que: “el proceso de erosión de las culturas de identidad es contrabalanceado permanentemente por un proceso paralelo de recreación, de revitalización y de producción de “autenticidad” (Giménez, 253) En ésta dinámica, los consumidores locales pueden utilizar los productos culturales “globales” reinterpretándolos o resignificándolos en función de sus propios códigos locales, pero a su vez, las industrias culturales tienden a acomodarse cada vez más a la diversidad local particularizando en alguna medida sus productos. Por eso podemos observar con mayor frecuencia la competencia por los llamados “mercados de nicho”, que exigen lanzar al mercado productos más numerosos, diversificados y en pequeñas series destinados a mercados restringidos. Ante estos efectos, Giménez apunta que, no existe una “cultura popular global” difundida por las industrias culturales, ni bajo una forma unitaria (teoría de la estandarización) ni bajo una forma multicultural (teorías posmodernas). Lo que se presenta como cultura global no es más que “la cultura dominante de ciertas partes del globo” a la que no todos los habitantes tienen igual acceso. (Giménez, 254) Y concluye: “El proceso de globalización puede definir la distribución, pero no el consumo de los productos culturales. Esto indica que la idea de la cultura global estandarizada es vulnerable frente al argumento de que no existe una pauta globalmente uniforme de interpretación cultural. El mismo producto visual o musical no provoca las mismas respuestas en todos los lugares donde se ve o se oye. Múltiples investigaciones etnográficas soportan esta tesis. Por ejemplo, la recepción del jazz en la antigua Unión Soviética; la recepción de la serie televisiva Dallas por diferentes grupos étnicos de Israel, comparando sus respuestas con las obtenidas en Estados Unidos y Japón En el consumo de los productos culturales, el contexto de recepción es determinante y vital” (ibíd.) Conclusiones Frente a la hipótesis de la estandarización de la cultura a expensas de las culturas particulares eliminándolas de la escena mundial, creo que es una ilusión porque se confunde a las industrias de la cultura como la cultura en sí. Las culturas particulares siguen su dinámica, perduran y se transforman. En el caso de las industrias de la cultura en cambio, sólo se puede hablar de la globalización de ciertos mercados (cine, prensa, discos, prensa, magazines, audiovisuales) es por eso que, comparada con la globalización financiera y económica, la de la cultura se presenta como una “globalización débil” que ni siquiera puede generar sujetos que interpreten el mundo de manera similar y que, por lo mismo, se configuren como identidades globales. Por el contrario todo parece indicar que la cultura, por más "globalizada" que parezca, sigue funcionando como una operadora de diferencias porque su riqueza radica precisamente en su diversidad. Bibliografía BRAMAN, Sandra, 1996. "Interpenetrated Globalization: Scaling, Power and the Public Sphere" in Sandra Braman y Annabelle Sreberny-Mohammadi, Globalization, Communication and Transnational Civil Society. New Yersey: Harnpton Press, pp. 21-36. GIMÉNEZ, Gilberto, 2002a. "Globalización y cultura" en Estudios Sociológicos de El Colegio de México, vol. XX, núm. 58, enero-abril, pp. 23-46. GIMÉNEZ, GILBERTO, 2007. “Estudios sobre las cultura y las identidades sociales”. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. México 2007. GRISWOLD, Wendy, 1994. Cultures and Societies in a Changing World. Oaks, Calif.: Pine Forge Press ORTIZ, Renato, 1997. Mundialización y cultura. Buenos Aires: Alianz~ Editorial. 6