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QUEREMOS COMER CARNE Ignacio Ampudia y Jorge Castrillón ¡Queremos comer carne! Ignacio Ampudia Jorge Castrillón Materia: Polarización política, medios y redes Docente: Iván Schuliaquer Curso de Educación Permanente FIC (UdelaR) 7,8, 9 y 10 de septiembre de 2022 Introducción En este breve ensayo trataremos de aplicar algunas de las referencias teóricas analizadas durante el curso para enmarcar un caso que, a nuestro juicio, condensa gran parte de los elementos presentes en los contextos de polarización política. El caso que analizaremos, conocido como el “Carnegate”, se dio en España durante el mes de enero de 2022. A raíz de una mala interpretación intencionada que un digital de ínfima trascendencia hizo de una respuesta que Alberto Garzón, ministro de Consumo, dio en una entrevista a The Guardian sobre la producción ganadera intensiva, se desplegó una secuencia de acontecimientos en la que participaron medios tradicionales, destacadas figuras partidarias y miles de cuentas de Twitter que buscaron la activación de ideas fuerza de la derecha conservadora y la ultraderecha en el marco de la pre-campaña electoral para las elecciones en Castilla y León, comunidad autónoma en la que el peso de la actividad agropecuaria es clave en su modelo económico. Contexto En noviembre de 2019, tras una repetición de elecciones generales -las anteriores se habían celebrado en abril- el Partido Socialista Obrero Español y Unidas Podemos anunciaban la formación de un gobierno. Era la primera vez desde 1978, con la recuperación de la democracia en España tras la dictadura del general Franco, que surgía un gobierno de coalición y era la primera vez desde la derrota militar de la II República por el fascismo en 1939 que un partido declaradamente republicano y de izquierdas -Unidas Podemos- accedía al poder en España. 1 QUEREMOS COMER CARNE Ignacio Ampudia y Jorge Castrillón Las resistencias fueron múltiples y variadas, tanto del sistema político como de los medios de comunicación dominantes. De hecho, tras las elecciones de abril (que dieron un resultado entre el bloque de centro izquierda y el bloque de centro derecha esencialmente idéntico, con el recambio de Ciudadanos por Vox tras los comicios de noviembre) el PSOE no fue capaz de de optar abiertamente por una solución progresista: empujado por un enorme clamor mediático, económico y político, prefirió la repetición de elecciones -con un significativo coste electoral- antes que firmar un acuerdo de gobierno como el que se vio abocado a asumir ocho meses después. Desde el primer día de gobierno el ámbito de la derecha política y mediática cargó sin medias tintas contra el que llamaron “el gobierno frankenstein”, a remolque de la retórica de un partido de ultraderecha reaccionaria y rasgos neofranquistas (Vox) que multiplicó por cinco sus escaños gracias a la repetición electoral. La idea fuerza de su argumentación radicaba en la ilegitimidad: el gobierno era ilegítimo porque incluía en su seno una fuerza (Unidas Podemos) que, según argumentaban, no era auténticamente española, por “republicana” y por “comunista”. En este sentido, es evidente la estrategia que buscaba la exclusión del rival político por la vía de la negación de sus derechos de participación en el marco de la representatividad electoral y, por tanto, orgánica (Waisbord: 2020: 252). Es más: al ser un gobierno sin mayoría en la Cámara y abocado por tanto a pactar con fuerzas menores de carácter regionalista o abiertamente independentista (algo relativamente normal, por otro lado, en un país fuertemente descentralizado administrativamente), se le podía acusar de “vendepatrias”. Un gobierno, en definitiva, que tenía como misión destruir el país, sus instituciones (la monarquía), sus pilares sociales (la familia, entendida como estructura heteropatriarcal) y aun sus rasgos culturales (con especial atención a la tauromaquia). Este mensaje, que en el fondo solo difería en grado de agresividad con el que ya se ensayó durante el gobierno de Rodríguez Zapatero (2004-2011), cuando se aprobaron una serie de avances sociales como el matrimonio igualitario o una ley de la interrupción del embarazo avanzada, se potenció con un elemento central de reacción machista ante los cambios que la sexta ola feminista iba generando en la sociedad española. Efectivamente, en medio de un gran consenso social, episodios como la violación grupal de una mujer de 18 años durante los Sanfermines de Pamplona (conocido como “La Manada”) alumbraron cambios legislativos de calado, resumidos en la “Ley del solo sí es sí”, cuyas premisas iban en el programa electoral de Unidas Podemos y, de manera más difusa, en el del PSOE. La reacción machista, abanderada por Vox, fue asumida tácitamente por los otros dos actores del conservadurismo político: un Partido Popular en plena crisis interna por los sucesivos escándalos de corrupción, con un liderazgo débil y con el temor a un sorpasso por parte de la ultraderecha y un Ciudadanos (“el 15-M de la derecha”, en inmortales palabras del presidente de una entidad bancaria, cuando el movimiento de los indignados -antecedente social del terremoto político que supuso Podemos- ocupaba las plazas y las redes) en pleno proceso de descomposición tras abrazar las tésis más radicales del conservadurismo nacionalista español. El proceso de polarización en la política española obedecía, como en otros tantos casos, a la agrupación de las diferencias políticas en un mismo plano para dibujar con nitidez un escenario de “nosotros contra ellos” (Waisbord, 2020: 251). 2 QUEREMOS COMER CARNE Ignacio Ampudia y Jorge Castrillón El auge de las redes sociales como arena para la comunicación primero, el debate después y, en fin, el combate político fue un fenómeno que se evidenció en España precisamente a partir del movimiento de contestación popular conocido como “15M” -por su eclosión el 15 de mayo de 2011- o “los indignados”. Con un panorama mediático en el que brillaban por su ausencia medios de comunicación auténticamente progresistas, capaces de transmitir el malestar social latente producto de la enorme crisis de 2008, las y los jóvenes que ocuparon las plazas de toda España recurrieron a las redes sociales como vehículo para comunicar sus tésis políticas (Waisbord, 2018: 5). Grupos de trabajo como “Comunicación en Red” de Acampada Sol, en Madrid, desarrollaron las capacidades de marcar la agenda de discusión política mediante la generación de tendencias diarias en distintas redes sociales. Por primera vez desde hacía al menos 80 años el poder político dominante se encontraba con un cauce masivo de expresión que no era capaz ya no de controlar, sino siquiera de comprender. Entre 2011 y 2015 las redes sociales en España, si hablamos de discusión política, fueron un territorio de las fuerzas impugnatorias y populistas de izquierda. Después, una vez comprendido el inmenso potencial de los principales espacios en redes (empezando por Facebook y siguiendo por Twitter), y en un proceso análogo al del resto del mundo, las fuerzas iliberales de ultraderecha desarrollaron técnicas, herramientas y conocimientos que llevaron a un claro cambio de tendencia. Esto es así hasta el punto de que el auge de Vox, o las victorias respectivamente del Sí al Brexit, Trump o de Bolsonaro no se podrían entender sin la experiencia de Cambridge Analytica, el trabajo de operadores como Steve Bannon o Dominic Cummings o sistemas basados en la concentración masiva de mensajes afines mediante granjas de bots como manera de ahogar el debate político (en contraposición clara a las teorías de inteligencia colectiva y acción en enjambre que cristalizó el 15M o Occupy en el ciclo anterior). La mezcla de deslegitmización democrática del gobierno recién inaugurado con la necesidad por parte de la derecha de mantener la tensión entre unas bases cada vez más exacerbadas dio lugar a la intensificación de un fenómeno ya presente en el panorama político y social español: la crispación permanente. Una crispación alimentada mediante “noticias” que tenían como tema la falta de idoneidad del gobierno de coalición. “Noticias” y escándalos diseñados para apelar emocionalmente, basadas en el agravio, la supuesta falta de respeto a lo que se entiende desde la ultraderecha como “valores nacionales” y su alejamiento de un “sentido común” conservador y reaccionario. El caso que vamos a describir es paradigmático de este tipo de operaciones de (in) comunicación política, cuyo fin último es tensionar al máximo a las bases propias, hacer dudar a los indecisos y -empleando una frase anglosajona que define bien la situación- “to own the libs” en cuanto a la relación con el adversario se refiere (Calvo y Aruguete, 2020: 42). “Carnegate”: radiografía de la operación mediática El 26 de diciembre de 2021, el diario británico The Guardian publicaba una entrevista a Alberto Garzón, ministro de Consumo en España1. Entre otros asuntos, el ministro reflexionaba sobre el papel que podría jugar España en el proceso de reducción de los Secretario General de Izquierda Unida, integrante de Unidas Podemos y primer ministro comunista en un gobierno de España desde marzo de 1939. 1 3 QUEREMOS COMER CARNE Ignacio Ampudia y Jorge Castrillón gases de efecto invernadero, en el proceso de desertificación y en la protección del turismo como una de las industrias claves en el PIB español. En particular, Garzón llamaba la atención sobre el consumo de carne y cómo el modelo de explotación intensiva basado en las macrogranjas estaba impactando de forma evidente en el cambio climático. El ministro fue muy explícito en diferenciar este modelo con el de la ganadería extensiva: “Extensive farming is an environmentally sustainable means of cattle farming and one that has a lot of heft in parts of Spain such as Asturias, parts of Castilla y León, Andalucía and Extremadura,” he said [...] That is sustainable; what isn’t at all sustainable is these so-called mega-farms … They find a village in a depopulated bit of Spain and put in 4,000, or 5,000, or 10,000 head of cattle. They pollute the soil, they pollute the water and then they export this poor quality meat from these ill-treated animals.”2 Dichas declaraciones se producían a menos de dos meses de una importante cita electoral: las elecciones a la presidencia de la región de Castilla y León, feudo tradicional del Partido Popular, que había adelantado los comicios en la esperanza de lograr una sólida mayoría absoluta (en la última legislatura había quedado por detrás del PSOE y gobernaba gracias a Ciudadanos). Lo que se dirimía en dichos comicios era doblemente importante para el Partido Popular: por un lado, la solidez de su candidato nacional, fuertemente discutido por el ala más radical de su propio partido, encabezada por Isabel Díaz-Ayuso3 y por otro el medir sus fuerzas con un Vox en ascenso y convencido de poder convertirse, como así ocurrió, en muleta indispensable para conformar un gobierno de derecha dura. Apenas una semana después de la entrevista al ministro Garzón, el 3 de enero de 2022, el digital Cárnica4 publicaba un artículo en el que afirmaba que, en la entrevista con The Guardian, Garzón había dicho que “España exporta carne de mala calidad y que no respeta el bienestar animal”. El artículo iba firmado por un periodista vinculado a la ultraderecha, extrabajador de Microsoft News (plataforma que, curiosamente, recomendó la pieza en al menos quince ocasiones durante las jornadas siguientes). No existían criterios de noticiabilidad desde esa perspectiva sino que toda la operación tenía una clara dimensión política (Calvo y Aruguete, 2020: 184). En una operación diseñada por las élites (Waisbord, 2020: 254 y 255), el artículo de Cárnica fue oportunamente retuiteado por Alfonso Fernández Mañueco, candidato a la presidencia de la comunidad de Castilla y León por el Partido Popular, el mismo día de su publicación. La ganadería extensiva es un medio ecológicamente sostenible de cría de ganado, con mucho peso en partes de España como Asturias, partes de Castilla y León, Andalucía y Extremadura, declaró (...) eso es sostenible. Lo que es insostenible en absoluto son las llamadas macro-granjas… Encuentran un pueblo en una región semivacía de España, y ponen 4.000, 5.000 o 10.000 cabezas de ganado. Contaminan el suelo, contaminan el agua y después exportan una carne de baja calidad, proveniente de animales maltratados. 3 Conflicto saldado con la dimisión de Pablo Casado el 1 de marzo de 2022, a petición de Díaz Ayuso y tras una campaña mediática durísima por parte de los medios conservadores. 4 Medio de muy escaso alcance, perteneciente a la empresa Grupo C de Comunicación (especializada en “Ferretería, Bricolaje, Logística, Cárnica, Material Eléctrico y Climatización y Confort”) 2 4 QUEREMOS COMER CARNE Ignacio Ampudia y Jorge Castrillón Vox se hará eco al día siguiente a través de su cuenta oficial, mientras que la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, exigió la reprobación del ministro por sus palabras. La alineación de determinados partidos con el mensaje falso difundido en esta operación persigue la configuración de elementos identitarios para sus adherentes del mismo modo que busca la identificación de algunas de las características de sus adversarios (Iyengar et al, 2012; Iyengar et al, 2019 en Schuliquer y Vommaro, 2020: 236). 5 QUEREMOS COMER CARNE Ignacio Ampudia y Jorge Castrillón Simultáneamente la etiqueta #GarzónDimisión se convertía en trending topic nacional tras la intervención de miles de bots (cuentas automatizadas) que replicaron masivamente los tweets de conocidos perfiles de la ultraderecha mediática, ligada a Vox, con decenas de miles de seguidores para los que el contenido de esta información se ajustaba a la perfección con sus preferencias (Calvo y Aruguete, 2020: 69). 6 QUEREMOS COMER CARNE Ignacio Ampudia y Jorge Castrillón Ese mismo día, los medios de comunicación tradicionales comenzaron a hacerse eco de su mensaje, haciendo las veces de catalizador de sentimientos y reproduciendo las ideas-fuerza sin contraste de ningún tipo (Waisbord, 2020: 260). El 5 de enero el “Carnegate” se había convertido en crisis política para la izquierda, llegando incluso a generar un importante roce entre miembros del propio gobierno cuando importantes referentes políticos del PSOE, como el presidente de Aragón José Lambán o el de Castilla-La Mancha, García Page se manifestaron en sus redes criticando las supuestas palabras del ministro de Consumo: 7 QUEREMOS COMER CARNE Ignacio Ampudia y Jorge Castrillón El hecho de que las declaraciones del ministro a The Guardian coincidiesen punto por punto con promesas electorales realizadas tanto por el PSOE como por el PP en regiones ganaderas, muy afectadas por la práctica intensiva, no supuso inconveniente alguno para que exponentes de ambas formaciones se lanzasen con gran entusiasmo a criticar las mismas. Se llegó al extremo de que varias agrupaciones locales del partido popular tuvieron que borrar apresuradamente mensajes de meses anteriores en los que pedían, precisamente, lo que propugnaba el ministro de Consumo. El día 10 de enero, el propio presidente del gobierno, Pedro Sánchez, salió públicamente a reprender al ministro, asumiendo enteramente el bulo: 8 QUEREMOS COMER CARNE Ignacio Ampudia y Jorge Castrillón La tensión a la interna de la coalición de gobierno fue aprovechada al máximo por el ecosistema mediático conservador y por los partidos de derecha y ultraderecha. Tras diez días de polémica constante (jalonados por una sucesión inacabable de entrevistas, programas especiales en prime-time, columnas de opinión y portadas de periódicos) comenzó a reflejarse en las encuestas que el #CarneGate solo beneficiaba a la ultraderecha (Levendusky, 2013 en Calvo y Vommaro, 2020: 237). En ese momento el sector mayoritario del gobierno decidió contener los daños asumiendo por fin que la “noticia” era falsa y ordenando el cese de las críticas al ministro proveniente desde sus filas. La campaña en redes, no obstante, continuó tensionando el debate político. El 31 de enero, apenas dos semanas antes de las elecciones, un grupo de ganaderos asaltó violentamente el ayuntamiento de la ciudad de Lorca, en la región de Murcia, donde se discutía la prohibición de instalar macrogranjas de ganado en el perímetro urbano. El suceso (inevitablemente bautizado como el Asalto al Lorcapitolio) se saldó con varias detenciones. Vox evitó condenar los hechos, mientras que el Partido Popular -ante las comparaciones con lo ocurrido en Washington- se desmarcaba tibiamente. A tenor del resultado obtenido por la ultraderecha en las elecciones regionales de Castilla y León, es evidente objetivo de centrar la precampaña electoral de una región fuertemente agrícola y ganadera en el falso relato del “ataque al campo” por parte del ministro de Consumo se había conseguido. Vox consiguió un resultado histórico, pasando de 1 escaño y 75.000 votos obtenidos en 2019 a 13 escaños y 212.00 votos. Se convirtió así en la tercera fuerza regional; fagocitó a Ciudadanos (que perdió 11 escaños para quedarse con uno), a la vez que “mordía” en el electorado del Partido Popular. Este no solo no conseguía la ansiada mayoría absoluta (razón por la que había adelantado la convocatoria electoral) sino que quedaba en manos de su socio de ultraderecha para poder gobernar. De manera poco sorprendente el PSOE tampoco sacó rédito de sus críticas a un ministro de su propio gobierno: perdió 7 escaños y 110.000 votantes. Unidas Podemos, por fin, formación a la que pertenece el ministro Garzón, perdió la mitad de sus 2 escaños y 7.000 votos. Castilla y León se convirtió en la primera región española con la ultraderecha en el gobierno (ostentando la vicepresidencia y tres consejerías) y supuso el golpe definitivo para 9 QUEREMOS COMER CARNE Ignacio Ampudia y Jorge Castrillón el liderazgo de Pablo Casado en el Partido Popular, que fue fulminado quince días después de las elecciones por un golpe interno capitaneado por Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la poderosa Comunidad de Madrid y musa mediática de la derecha. Conclusión Esta operación mediático-partidista buscó activar algunos de los elementos identitarios centrales de las derechas españolas más reaccionarias. Comer carne se presenta como un ejercicio supremo de libertad contra los ataques de un ministro comunista; se interpreta una defensa a ultranza de la tradición bajo la que descansa en realidad la defensa de toda la estructura de propiedad y división del trabajo en el mundo rural; se trata de reivindicar una suerte de orgullo “macho” erosionado según esta óptica por la ideología de género y la tiranía de lo “progre” y se articula una ofensiva contra toda la evidencia científica que demuestra que la explotación porcina intensiva genera una serie de daños al medioambiente que también perjudica a las poblaciones aledañas. El resultado final del “Carnegate” constituye un modelo de la eficacia potencial de este tipo de operaciones cuando se realizan en un contexto político polarizado y con un ecosistema mediático claramente escorado hacia posiciones conservadoras. El hecho de que partiese de un bulo fácilmente desmontable no fue óbice para que la ultraderecha impusiese su marco incluso entre amplios sectores del Partido Socialista. Que dicho bulo contradijese además toda la evidencia científica y sanitaria, e incluso entrase en abierto conflicto con una posición que hasta entonces había gozado de amplio consenso a izquierda y derecha (la que sostenía que las granjas intensivas de ganado suponían un riesgo para el medioambiente y para la calidad del producto final) no supuso ningún problema para su metamorfósis en parte del “sentido común de época” que está imponiendo la ultraderecha en amplios sectores de la población española y europea. _________________________________________________________________________ Bibliografía CALVO, Ernesto y ARUGUETE, Natalia (2020). Fake news, trolls y otros encantos. Cómo funcionan (para bien y para mal) las redes sociales. BsAs: Siglo XXI. LEVENDUSKY,, M. S. (2013). “Why do partisan media polarize viewers?”. American Journal of Political Science, 57(3), 611-623. SCHULIAQUER, I y VOMMARO, G (2020). “La polarización política, los medios y las redes. Coordenadas de una agenda en construcción”. SAAP, vol. 14 (nº 2). WAISBORD, S. (2020): “¿Es válido atribuir la polarización política a la comunicación digital? Sobre burbujas, plataformas y polaricación afectiva”. SAAP, vol. 14 (nº 2). WAISBORD, S. (2018) “Truth is what happens to news”. Journalism Studies IYENGAR, S., SOOD, G., y LELKES, Y. (2012). “Affect, not ideology. A social identity perspective on polarization”. Public Opinion Quarterly, 76(3), 405-431. 10 QUEREMOS COMER CARNE Ignacio Ampudia y Jorge Castrillón IYENGAR, S., LELKES, Y., LEVENDUSKY, M., MALHOTRA, N., y WESTWOOD, S. J. (2019). “The origins and consequences of affective polarization in the United States”. Annual Review of Political Science, 22, 129-146. 11