UNIVERSIDAD DE CHILE
FACULTAD DE MEDICINA
RE VIS IONE S • INVE S TIG AC IÓN • TE ORÍA
GACETA
UNIVERSITARIA
Te m a s
y
controversias
en
Psiquiatría
AÑO 1, VOLUMEN 1, No 2 SEPTIEMBRE DE 2005
www.gacetauniversitaria.cl
“Gaceta Universitaria: Temas y controversias en Psiquiatría” fue posible
gracias al aporte inicial de las siguientes empresas e instituciones:
Si usted es psiquiatra y no ha recibido esta revista, por favor actualice su dirección en el siguiente correo: consultora@cycaconcagua.cl
R E V IS IO NES • INV ES TIGAC IÓ N • TEO R ÍA
G A C ETA
U NIVER SITA R IA
Te m a s
y
controversias
en
Psiquiatría
DIRECTOR
Dr. Juan Pablo Jiménez de la Jara
EDITOR GENERAL
Dr. César Ojeda
SECRETARIA ACADÉMICA
Ps. Anneliese Dörr
COORDINADORES DE ÁREA TEMÁTICA
Dra. Julia Acuña, Dr. Niels Biedermann, Dr. Ramón Florenzano, Dr. Claudio Fullerton,
Dr. Juan Fco. Labra, Dr. Arturo Roizblatt
BUSCADORES
Dr. Félix Bacigalupo, Dr. Alberto Botto, Dr. Francisco Bustamante, Dr. Pablo Salinas
EDITORES
Ps. María de la Luz Bascuñán, Dr. Jorge Cabrera, Dr. César Carvajal, Dr. Francisco
Espejo, Dr. Andrés Estuardo, Dr. Alejandro Gómez, Soc. Nina Horwitz, Dr. Francisco
Huneeus, Dr. Fernando Ivanovic-Zuvic, Dr. Juan Fco. Jordán, Dr. Jaime Landa,
Dra. Fabiola Leiva, Dr. Alberto Minoletti, Dr. Eugenio Olea, Dra. Grisselle Orellana,
Dra. Lina Ortiz, Dr. Guillermo de la Parra, Dr. Policarpo Rebolledo, Dr. Pedro Retamal,
Dra. Marta del Río, Dra. Graciela Rojas, Dr. Hernán Silva, Dr. Luis Tapia, Dr. Benjamín
Vicente, Dr. Mario Vidal
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Temas y Controversias en Psiquiatría
Facultad de Medicina, Universidad de Chile
Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Oriente
Av. Salvador 486
Santiago de Chile
Fono: 274 8855
Representante legal: Jorge Las Heras Bonetto
Edición gráfica, distribución y comercialización: CyC Aconcagua
Revista de distribución gratuita a los profesionales psiquiatras
Toda la correspondencia, así como las colaboraciones, se prefiere sean enviadas
electrónicamente al Editor General, Dr. César Ojeda, Email: cojeda@vtr.net
ISSN: 0718-1973 (Versión impresa)
CUERPO EDITORIAL
JULIA AMANDA ACUÑA ROJAS
Médica Psiquiatra. Graduada como médico-cirujana de la Facultad de Medicina de
Universidad de Chile en 1977. Título de Especialidad en Psiquiatría de adultos, de la
Universidad de Chile en 1980. Estudios de
Postítulo en Psicoterapia sistémica familiar (Instituto Chileno de
Terapia Familiar), bioética (Universidad de Chile), administración
en salud (USACH).
Miembro de Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía y
de Sociedad Chilena de Salud Mental.
Ha trabajado como psiquiatra clínica en Servicio de Psiquiatría del
Hospital Regional del Maule, Instituto Psiquiátrico “José Horwitz” ,
Servicio de Psiquiatría Hospital Salvador Santiago,
Se ha desempeñado como encargada de Programa de Salud
Mental y Psiquiatría del Servicio de Salud Metropolitano Oriente
(1991-1995)
Actualmente es Profesora Asistente de la Facultad de Medicina
de la Universidad de Chile donde realiza docencia de postgrado
y pregrado. Directora del Curso oficial de Psiquiatría de Escuela de
Postgrado. Directora del Curso de Psiquiatría Comunitaria y Salud
Mental, entre otros.
Investigación y publicaciones se han centrado en estudios epidemiológicos nacionales e internacionales, Discapacidad de causa
Psíquica, Evaluaciones de impacto de programas nacionales FONADIS y Esquizofrenia MINSAL, Trauma infantil y su impacto en
psicopatología del adulto; Subjetividad de los médicos en tiempos
de cambio.
JORGE CABRERA
Médico Psiquiatra, psicoanalista, Profesor
Adjunto de Psiquiatría de la Universidad
de Chile. Su especialización en psiquiatría
la hizo entre los años 1977 y 1980 en el
Departamento de Psiquiatría Oriente de la
Universidad de Chile. Realizó estudios de postgrado en Alemania
en la Universidad Libre de Berlín entre los años 1983 y 1987.
De regreso a Chile el año 1987 creó la Clínica de Trastornos del
Ánimo del Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz de Santiago.
Entre los años 1993 y 1997 completó su formación en el Instituto de Psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica Chilena. En el
período 2002 y 2004 fue editor de la Revista Folia Psiquiátrica de
la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía de Chile. Ha
publicado más de 40 trabajos científicos en revistas nacionales e
internacionales y es coautor en 7 libros.
ANNELIESE DÖRR ALAMOS
Licenciada en Psicología, 5 de noviembre
de 1991.
Formación en Psicodiagnóstico: Centro de
Investigaciones Neuropsiquiátricas, Hospital
de Rouffach, Alsacia, Francia (1991-1992).
Psicóloga Clínica acreditada por la Comisión Nacional de Acreditación de Psicólogos Clínicos, 23 de noviembre de 1998.
Especialidad de Terapeuta Familiar. Formación realizada en el Instituto Chileno de Terapia Familiar 10 de noviembre de 1998.
Especialidad de Terapia de Pareja. Formación realizada en el Instituto de Santiago en Terapia Familiar 6 de enero del 2000
Magister © en Psicología Clínica Infanto-Juvenil, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile marzo 2002-2004
Diplomada en Bioética ©. Facultad de Medicina, Universidad de
Chile.
Profesora Asistente, Departamento de Salud Mental, Facultad de
Medicina Oriente.
CÉSAR CARVAJAL ÁLVAREZ
Médico Psiquiatra. Es Profesor Adjunto de
la Facultad de Medicina de la Universidad
de Los Andes y Psiquiatra Clínico del Hospital del Trabajador de Santiago. Se graduó
en Medicina en la Pontificia Universidad
Católica de Chile y obtuvo su especialización de postgrado en
psiquiatría en la misma universidad. Posteriormente tuvo entrenamiento en Psiquiatría Biológica en la Universidad de Navarra
(España) y en Rouffach (Francia) en FORENAP (Foundation for
FÉLIX BACIGALUPO I.
Applied Neuroscience Research in Psychiatry). Ha realizado doMédico Psiquiatra, Académico Universidad cencia de pre y postgrado en la Pontificia Universidad Católica de
Chile, en la Universidad de Chile y en la Universidad de Los Andes.
de Los Andes.
Participó en el Comité Editorial de la Revista de Psiquiatría Clínica,
fue Editor Psiquiátrico de la Revista Chilena de Neuro-Psiquiatría y
actualmente participa en el Board de Dialogues in Clinical Neuroscience (Francia). Ex presidente del Comité Chileno de Psiquiatría
Biológica. Miembro de la Sociedad Chilena de Neurología, PsiquiaMARÍA LUZ BASCUÑÁN RODRÍGUEZ
tría y Neurocirugía, de la Sociedad Chilena de Psiquiatría Biológica
Psicóloga, Master of Science (MSc), Univer- y de la Sociedad Española de Psiquiatría. La investigación clínica
sidad de Londres, Diplomada en Bioética y las publicaciones se han orientado al estrés postraumático, la
Clínica, Facultad de Medicina, Universidad depresión y la psiconeuroendocrinología.
de Chile.
Se desempeña como psicóloga clínica
de adultos en el Servicio de Salud Mental de la Cámara Chilena
GUILLERMO DE LA PARRA CIECIWA
de la Construcción y como Profesora Asistente de la Facultad de
Medicina de la Universidad de Chile, en los Departamentos de
Médico Cirujano Universidad de Chile.
Psiquiatría y Salud Mental (campus Oriente) y de Bioética y HumaPsiquiatra Conacem.
nidades Médicas. Realiza actividades de investigación en ambos
Psicoterapeuta.
departamentos y de docencia de pre y post grado en las Escuelas
Psicoanalista Asociación Psicoanalítica Chilede Medicina, Enfermería, Kinesiología.
na y Asociación Psicoanalítica Internacional.
Doctor en Medicina, Universidad de Ulm, Alemania.
Profesor auxiliar Departamento de Psiquiatría Facultad de MediciALBERTO BOTTO VALLE
na Pontificia Universidad Católica de Chile.
Médico Psiquiatra.
Jefe de la Unidad de Psicoterapia Adultos Departamento de PsiDocente del Departamento Psiquiatría
quiatría Pontificia Universidad Católica de Chile.
Oriente Universidad de Chile.
Organizador junto a diversos grupos de trabajo de las unidades de
psicoterapia del Servicio de Psiquiatría del Hospital del Salvador,
del Instituto Psiquiátrico José Horwitz y del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Católica.
Se ha dedicado a la divulgación y al trabajo en investigación empíFRANCISCO JAVIER BUSTAMANTE V.
rica en psicoterapia siendo ex presidente del Capítulo SudamericaMédico Psiquiatra. Académico de la Faculno de la Society for Psychotherapy Research y actual coordinador
tad de Medicina y Escuela de Psicología,
del comité local de dicha sociedad.
Universidad de Los Andes.
Autor de numerosas publicaciones y presentaciones en los temas
de psicoterapia, investigación en psicoterapia y psicoanálisis.
RAMÓN FLORENZANO URZÚA
Formado como psiquiatra en la Clínica Psiquiátrica Universitaria y en los University
Hospitals de la Universidad de Carolina
del Norte, EE.UU. Especialista en Psiquiatría Universidad de Chile y Diplomado del
Board Americano de Psiquiatría y Neurología. Magister en Salud
Pública, Universidad de Carolina del Norte. Doctor en Filosofía (c)
Universidad de Navarra. Formacion psicoanalítica en la Asociación
Psicoanalítica Chilena y en el UNC/Duke Psychoanalytic Institute.
Miembro Titular, Asociación Psicoanalítica Chilena y Asociación Psicoanalítica Internacional. Profesor Titular de Psiquiatría, Facultad
de Medicina de la Universidad de Chile y Jefe de Servicio de Psiquiatría, Hospital del Salvador. Profesor Titular de Psiquiatría, Facultad
de Medicina Universidad de Los Andes. Decano de la Facultad de
Psicología, Universidad del Desarrollo. Miembro Consejo Editorial,
Revista de Psiquiatría Clínica, Revista Chilena de Salud Pública,
Revista Chilena de Medicina Familiar. Fellow en Investigación en
Psicoanálisis, University College, Londres. Miembro del Research
Advisory Board (RAB), Asociación Psicoanalítica Internacional.
Miembro del Comité de Expertos en Salud Mental, Organización
Mundial de la Salud, Ginebra.
CLAUDIO DANIEL FULLERTON UGALDE
Médico Psiquiatra, recibido de la Universidad de Chile en 1987. Profesor asistente
del Departamento de Psiquiatría y Salud
Mental de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Chile, en donde desarrolla
docencia de pregrado en las carreras de medicina y enfermería
y de postgrado en el programa de formación de especialistas en
Psiquiatría de la Universidad de Chile. También es profesor de Psiquiatría de la carrera de Psicología, de la Universidad del Desarrollo. Actualmente integra el equipo de la Unidad de tratamiento de
enfermedades del ánimo, en el Hospital del Salvador de Santiago
de Chile. Ha participado en investigaciones sobre la subjetividad
de los médicos en tiempos de cambio, la relación entre trastorno
de somatización, personalidad limítrofe y trauma infantil y la investigación sobre síntomas psicológicos en la Atención Primaria,
llevada a cabo por la Organización Mundial de la Salud. Ha publicado artículos sobre Psicopatología en pacientes hospitalizados en
un hospital general, Comorbilidad de enfermedades médicas crónicas y trastornos psiquiátricos en una población de consultantes
en el nivel primario de atención, Epidemiología de los trastornos
del ánimo en Chile y Latinoamérica y Antidepresivos inhibidores
selectivos de la recaptación de serotonina, además de colaborar
en diversas otras publicaciones de otros autores.
CUERPO EDITORIAL
ALEJANDRO GÓMEZ CHAMORRO
Obtuvo su título de médico-cirujano en la
Universidad de Chile el año 1976, iniciando
de inmediato su especialización en Psiquiatría. Académico de la Universidad de
Chile desde 1980. Actualmente tiene el
nivel académico de Profesor Asociado de Psiquiatría. Ha ocupado
diversos cargos, entre ellos el de Director del Departamento de
Psiquiatría del Campus Sur de la misma Universidad. Director de la
Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía durante varios
períodos. Ha sido investigador principal de dos proyectos FONDECYT acerca de la Conducta Suicida, así como de otros financiados
por la Universidad de Chile. Numerosas publicaciones nacionales
e internacionales, que han abarcado temas como personalidad y
conducta suicida, depresión y suicidio, y manejo de pacientes con
riesgo suicida. También ha sido autor de capítulos y artículos relacionados con la Terapia Cognitiva. Es miembro de la International
Association of Cognitive Psychotherapy. Diplomado en el Beck Institute for Cognitive Therapy and Research (Philadelphia). Director
de numerosas actividades docentes y de formación continua. Director de la Asociación de Terapia Cognitiva (ATEC-Chile), entidad
destinada a investigar y difundir la terapia cognitiva.
lo que es estar-en-el-mundo. Además, es ciclista, patrón costero,
cornista, trompetista y mecánico de motos pequeñas.
FERNANDO IVANOVIC-ZUVIC R.
Profesor Asociado, Facultad de Medicina,
Clínica Psiquiátrica Universitaria, Universidad de Chile.
Profesor Asociado, Escuela de Psicología,
Facultad de Ciencias Sociales, Universidad
de Chile.
Profesor Escuela de Psicología, Pontificia Universidad Católica de
Chile.
Profesor Escuela de Psicología Universidad La República.
JUAN PABLO JIMÉNEZ
Médico Psiquiatra, Universidad de Chile,
Doctor en Medicina, Universidad de Ulm
(Alemania). Psicoanalista, miembro titular en función didáctica y ex presidente
Asociación Psicoanalítica Chilena (APCh)
perteneciente a la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA).
Primer Presidente (fundador) del capítulo sudamericano de la
Society for Psychoterapy Research (SPR). Miembro de la Sociedad
NINA HORWITZ
de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía de Chile (SONEPSYN). Ex
Socióloga, Postítulo en Sociología de la
becado Fundación Alexander von Humboldt. Profesor Asociado,
Salud.
Director Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Oriente,
Postgrados:
Facultad de Medicina, Universidad de Chile.
Community Studies, Boston College, Boston, Massachusetts. 1975
JUAN FRANCISCO JORDAN MOORE
Seminario Licenciatura de Formación en Salud Mental, Escuela de
Médico Psiquiatra. Psicoanalista. Se graduó
Salud Pública, Universidad de Chile. 1980.
en Medicina en la Universidad Católica de
Fellow, International Leadership Program, W.K. Kellogg FoundaChile y realizó su formación de post grado
tion. 1990-1994.
en la Clínica Psiquiátrica de la Universidad
Diploma en Comportamiento Organizacional, Birkbeck College,
de Chile y posteriormente en el Hospital del
University of London. 1996
Diplomado en Bioética, Facultad de Medicina, Universidad de Salvador e Instituto Nacional Psiquiátrico Dr. Jose Horwitz Barak.
Chile 2001
Ex-Presidente de la Asociación Psicoanalítica Chilena. Miembro de
Magister en Bioética, Universidad de Chile (c).
la Sociedad Chilena de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía. Ha
realizado docencia de pre y post grado en la Universidad de Chile,
Cargos y Funciones Académicos:
en la Pontificia Universidad Católica de Chile y en la Universidad
Profesora Asistente, Facultad de Medicina, Universidad de Chile
Coordinadora Unidad de Salud Mental y Estudios Psicosociales, Andrés Bello. Realizó su formación psicoanalítica en el Instituto
Departamento de Psiquiatría y Salud Mental, Facultad de Medi- de la Asociación Psicoanalítica Chilena. Ex-Presidente de la Asociación Psicoanalítica Chilena de la cual es Miembro Titular con
cina, Campus Oriente, U. de Chile.
Coordinadora Asignaturas de Humanidades Médicas, Departa- función didáctica. Profesor Titular del Instituto de Psicoanálisis de
mento de Bioética y Humanidades Médicas, Facultad de Medicina, la Asociación Psicoanalítica Chilena. Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica Internacional en la cual es actualmente Co-PreUniversidad de Chile
sidente para América Latina del Comité Internacional de Nuevos
Integrante de la Comisión de Ética de la Facultad de Medicina
Integrante del Comité Académico del Magister de Salud Pública, Grupos. Miembro del Comité Editorial del International Journal of
Psycho-Analysis y Editor Delegado para América Latina. Miembro
Escuela de Salud Pública, Facultad de Medicina
del Consejo Consultivo de la Revista de Psicanalise da Sociedade
Líneas de Investigación:
Psicanalítica de Porto Alegre y del Consejo Editorial de la RevisSociología de la Salud, Familia y Salud Mental
ta Brasilera de Psicoterapia del Centro de Estudio Luis Guedes.
Salud Mental y Subjetividad
Numerosas Publicaciones en revistas nacionales e internacionaBioética y Humanidades Médicas
les dirigidas a la investigación de diversos aspectos del proceso
analítico, desarrollos del concepto de transferencia, la bilógica de
FRANCISCO HUNEEUS COX
Matte Blanco, la relación entre realidad externa e interna, entre
Médico Psiquiatra egresado de la Escuela otros temas.
de Medicina de la Universidad de Chile.
Comienza su trabajo dedicándose a la
JUAN FRANCISCO LABRA JELDRES
investigación básica en el Depto. de NeuMédico Cirujano U. de Chile.
robiología del M.I.T., para luego en Chile
Médico Psiquiatra U. de Chile.
abocarse a la psicoterapia individual y grupal en la Clínica PsiquiáProfesor Asistente Fac. de Medicina U. de
trica Universitaria, con especial énfasis en la terapia Gestalt. Desde
Chile.
la fundación de Editorial Cuatro Vientos en 1974, la que considera
Formación en Administración de RR.HH. en
una especie de Universidad Abierta –sin barreras, matrícula, ni
fotocopias–, como editor y director ha traducido, prologado y Salud en PIAS
publicado numerosos libros que reflejan sus creencias acerca de Formación en Bioética en U. de Chile
Formación en Terapia Conductual Dialéctica con Marsha Linehan
en USA.
Subdirector Departamento de Psiquiatría Oriente de la Facultad de
Medicina U. de Chile.
Socio de Sonepsyn.
ALBERTO MINOLETTI SCARAMELLI
Formado como psiquiatra en el Servicio
Nacional de Salud y Universidad de Chile
y en la University of Ottawa de Canadá.
Certificado como psiquiatra por el Royal
College of Physician and Surgeon of Canada. Participación en diversos programas de psiquiatría social
y comunitaria en Chile, Canadá e Italia. Formación clínica en
psicoterapias breves y tratamiento de adicciones. Asesor de Salud
Mental y Alcohol y Drogas del Ministerio de Salud desde 1990 y actualmente Jefe del Departamento de Salud Mental. Consultor en
Políticas, Planes y Programas de Salud Mental de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) y de la Organización Panamericana de
la Salud (OPS). Miembro de la Canadian Psychiatric Association,
American Psychiatric Association, Sociedad Chilena de Neurología,
Psiquiatría y Neurocirugía, Sociedad Chilena de Salud Mental y Society for the Study of Addiction to Alcohol and other Drugs (United
Kingdom). Profesor invitado a cursos de diversas universidades
chilenas.
CÉSAR OJEDA
Médico Psiquiatra, ha sido profesor de la
Escuela de Medicina de la Universidad de
Chile y de la Escuela de Psicología de la
Pontificia Universidad Católica de Chile.
Cursó estudios de Filosofía en la Pontificia
Universidad Católica de Chile. Subdirector y Director de la Revista
Chilena de Neuro-Psiquiatría y, recientemente, Presidente de la
Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía de Chile. Actualmente es Profesor Agregado de la Facultad de Medicina, Universidad de Chile. Ha publicado numerosos libros de psiquiatría y
psicopatología, como autor y co-autor, así como también una gran
cantidad de artículos de fenomenología, epistemología, filosofía
y clínica. Entre los libros de su exclusiva autoría destacan “La Esquizofrenia Clásica”, Ediciones de la Universidad Católica (1981);
“Delirio, Realidad e Imaginación”, Ed. Universitaria (1987); “La
Presencia de lo Ausente: Ensayo sobre el Deseo”, Ed. Cuatro Vientos
(1998); “La tercera etapa: Ensayos críticos sobre la psiquiatría contemporánea”, Ed. Cuatro Vientos, Santiago (2003).
EUGENIO OLEA B.
Médico-Cirujano de la Universidad de
Chile
Psiquiatra de la Universidad de Chile
Especialista en Psico-Oncología de la Universidad de París V
Coordinador de Postgrado Unidad Docente Facultad de Medicina
de la Universidad de Chile-Instituto Psiquiátrico.
Jefe de Sector 7, Instituto Psiquiátrico
Consultor Unidades de: Cuidados Paliativos y Psico-Oncología, Instituto Nacional de Cáncer.
Secretario de la Sociedad Chilena de Psiquiatría Biológica. Afiliado
a la WFSBP.
Miembro fundador del Colegio Chileno de Neuropsicofarmacología, afiliado al CINP.
Miembro de la Sociedad Chilena de Salud Mental.
Miembro de la Asociación Chilena para el Estudio del Dolor
(ACHED)
CUERPO EDITORIAL
GRICEL PAULINA ORELLANA VIDAL
Sociedad Chilena para el estudio del Dolor
Miembro internacional en:
Médica Cirujana. Universidad de Chile.
IASP: International Association for the Study of Pain
1979-1985. Especialidad Beca Primaria
APA: American Psychiatric Association
Ministerial en Psiquiatría de Adultos. UniMcLean Hospital International Psychiatric Society
versidad de Chile. 1986-1989. Certificado
de Especialista otorgado por la Escuela
de Postgrado, Facultad de Medicina, Universidad de Chile, 1990.
PEDRO RETAMAL C.
Certificado de Especialista acreditado por CONACEM. Título profesional de especialista en Psiquiatría de Adultos. Universidad de
Médico Psiquiatra, Director de la Unidad
Chile. 1996. Profesora asistente. Departamento de Psiquiatría y
de Enfermedades del Ánimo del Servicio
salud menta. Campus sur. Facultad de Medicina. Universidad de
de Psiquiatría del Hospital del Salvador,
Chile. Contralor psiquiátrico COMPIN Sur de la SEREMI de la ReProfesor Asociado de la Facultad de Medigión Metropolitana. Estudios de Postgrado: alumna del Magíster
cina de la Universidad de Chile y Profesor
en Neurociencias de la Facultad de Medicina de la Universidad de de Psicopatología de la Facultad de Psicología de la Universidad
Chile, 2000-2001. Alumna del Doctorado en Ciencias Biomédicas del Desarrollo.
de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, 2002-2003. Director de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía
Proyecto de Tesis del mismo Doctorado, 2004. Beca de Arancel del de Chile (período 2004-2006), Coordinador del Grupo de Trabajo
Magíster y del Doctorado de la Universidad de Chile.
Enfermedades del Ánimo de la Sociedad de Neurología, PsiquiaParticipación activa en diversos cursos y reuniones científicas de tría y Neurocirugía de Chile, Director Médico de la Agrupación de
Psiquiatría y Neurociencias.
Pacientes Bipolares y Depresivos del Hospital Salvador, Director
Diversas publicaciones en revistas científicas nacionales e interna- Médico de la página www.psiquiatriachile.cl, Miembro del Grupo
cionales y capítulos de libros.
de Psiquiatría de la Clínica Santa María .
Diversas ponencias en congresos nacionales e internacionales, Es autor y editor de los siguientes libros: Indicaciones Psicofarmasometidas a referato y publicadas in extenso.
cológicas en la Práctica Médica (1991); Depresión, Diagnóstico y
INVESTIGACIÓN: En suicidio en Proyectos Fondecyt N° 1113-91 y Tratamiento (1992); Tópicos en Enfermedades Afectivas (1993),
N° 1960726. En esquizofrenia en el Proyecto de Tesis.
que corresponden a Ediciones de la Sociedad de Neurología,
SOCIEDADES: Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía, Psiquiatría y Neurocirugía de Chile; Depresión: Guías para el Pamiembro titular y experta evaluadora de Trabajos de Ingreso a la ciente y la Familia (1998), Editorial Universitaria; Desarrollos en
Sociedad. Asociación Gremial de Profesionales y Expertos en Salud Enfermedades del Ánimo (1999) ; Avances en Enfermedades del
Mental (ACTA). Comité de Psiquiatría Biológica de la Sociedad de Ánimo(2001) que son Ediciones del Departamento de Psiquiatría,
Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía. Sociedad de Psiquiatría Campus Oriente, Facultad de Medicina, Universidad de Chile; EnBiológica, miembro titular. Sociedad Chilena en Neurociencias, fermedad Bipolar, Guía para el Paciente y la Familia (2001). Depremiembro titular.
sión, Clínica y Terapéutica (2003), de Editorial Mediterráneo
LINA ORTIZ LOBO
Médica Psiquiatra. Realiza su práctica
clínica en el Departamento de Psiquiatría
de Clínica Las Condes desde el año 2002,
donde además participa en las actividades
de Enlace y hace turnos de llamada en el
Servicio de Urgencia desde 1996.
Se graduó en Medicina en la Universidad de Chile en 1990, y
luego de un año y medio de trabajo en el Hospital Psiquiátrico
Dr.Philippe Pinel, de Putaendo, hizo su Beca de Psiquiatría en la
Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Chile, obteniendo su título en 1995.
En 1989, como parte de su Internado Rural, estuvo durante 12 semanas participando en las actividades del Servicio de Psiquiatría
del Christian Medical College & Hospital en Vellore, Tamil Nadu,
India.
Realizó una estadía de 8 semanas en el Servicio de Enlace del St.
Michael`s Hospital en Toronto, Canadá.
Miembro de la Sociedad Chilena de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía desde 1995, y de la Sociedad de Psiquiatría Biológica
desde 1999.
ARTURO ROIZBLATT
Médico Psiquiatra, Universidad de Chile
Profesor Asistente, Departamento de Psiquiatría Oriente, Facultad de Medicina,
Universidad de Chile.
Miembro del Board of Directors International Family Therapy Association.
Miembro del Comité Editorial del Journal of Family Psychotherapy.
GRACIELA ROJAS
Médica Psiquiatra (Universidad de Chile).
Doctora en Ciencias Médicas (Universidad
Johann Wolfgang Goethe, Frankfurt, Alemania).
Profesora Asociada. Facultad de Medicina,
HERNÁN SILVA IBARRA
Médico Psiquiatra. Profesor Titular de la
Facultad de Medicina de la Universidad de
Chile. Miembro del Sub Comité de Magister
en Neurociencias de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Miembro del
Comité editorial de World Journal of Biological Psychiatry. Estudió
Medicina en la Pontificia Universidad Católica de Chile y obtuvo
la especialización en Psiquiatría en la misma universidad. Efectuó
estadía de perfeccionamiento en la Universidad Complutense de
Madrid. Ha sido Director de la Clínica Psiquiátrica Universitaria
(Departamento de Psiquiatría Norte de la Facultad de Medicina de
la Universidad de Chile), Profesor Adjunto de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Editor de la Revista Chilena de Neuro-Psiquiatría y Presidente del Comité Chileno de Psiquiatría Biológica.
Sus investigaciones y publicaciones se orientan principalmente al
estudio de las bases neurobiológicas de la esquizofrenia, trastornos del estado de ánimo y de la personalidad.
LUIS TAPIA VILLANUEVA
Médico Psiquiatra.Universidad de Chile.
Terapeuta Familiar y de Pareja.
Docente y Supervisor Unidad de Terapia
de Pareja. Instituto Chileno de Terapia Familiar.
Supervisor Clínico. Unidad de Psicoterapia de Adultos. Departamento de Psiquiatría. Facultad de Medicina. Universidad Católica.
Miembro de la Society for Psychotherapy Research.
Miembro de la International Society for Humor Studies.
Editor de la Revista De familias y Terapias. Instituto Chileno de
Terapia Familiar.
BENJAMÍN VICENTE
Profesor Titular y Director del Departamento de Psiquiatria y Salud Mental, Facultad
de Medicina de la Universidad de Concepción.
Jefe Servicio Psiquiatría, Hospital Guillermo Grant Benavente, de Concepción.
Bachiller en Filosofía (Universidad de Concepción)
Médico Cirujano (Universidad de Chile)
Médico Especialista en Psiquiatría de Adultos (Universidad de
Concepción)
Doctor en Filosofía (PhD) (Epidemiología y Psiquiatría Social) (Universidad de Sheffield U.K.)
MARIO VIDAL CLIMENT
Estudios en Facultad de Medicina, Universidad de Chile.
Título: médico-cirujano, marzo de 1952.
Beca en psiquiatría (Hospital Psiquiátrico):
1952-1955.
POLICARPO REBOLLEDO MARCHESINI
Ayudante Cátedra Extraordinaria de Psiquiatría Prof. A. Roa: 1958PABLO SALINAS T.
1965.
Realizó sus estudios de Medicina en la
Universidad de Chile y luego su especialiMédico Psiquiatra. Egresado de la escuela Profesor Asociado de Psiquiatría (Facultad de Medicina, Universidad como Médico Psiquiatra también en la
de Medicina de la Universidad de Chile, dad de Chile).
misma universidad.
Sede Occidente, Hospital San Juan de Dios. Director Departamento Psiquiatría y Salud Mental División Sur FaSe desempeña como Jefe de Servicio de
Post graduado en psiquiatría adultos de la cultad de Medicina, Universidad de Chile (desde enero de 2003).
Salud Mental del Hospital del Trabajador de Santiago y en la Funescuela de Medicina de la Universidad de Libros publicados:
“El hombre inconcluso” (relaciones entre pobreza y desarrollo perdación San Cristóbal.
Chile, Sede Oriente, Hospital del Salvador.
Pertenece a diferentes sociedades nacionales e internacionales:
Miembro invitado de la Unidad de Enfermedades del Ánimo del sonal). Edit. Cintras 1988.
“Temas de Psiquiatría”. Edit. Lom 1999
Sociedad Médica de Santiago
servicio de Psiquiatría del Hospital del Salvador.
“Para leer a Jaspers”. Edit. Univ. 2003
Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía
Profesor de cátedra de psiquiatría, Universidad Bolivariana.
Universidad de Chile.
Actualmente, Directora Clínica Psiquiátrica Universitaria, Facultad
de Medicina, Universidad de Chile.
ÍNDICE
116 EDITORIAL
148 EPISTEMOLOGÍA
116 CONFLICTO DE INTERESES Y ÉTICA DE LA PRESCRIPCIÓN
FARMACOLÓGICA EN PSIQUIATRÍA
César Ojeda
148 METODOLOGÍAS EN PRIMERA PERSONA: QUÉ, POR QUÉ, CÓMO
Francisco Varela y Jonathan Shear
121 BREVES
Francisco Bustamante
161 TEORÍA
122 NOVEDADES
Alberto Botto
123 ACADÉMICAS
161 EL PROBLEMA DE LA CONCIENCIA
Rodolfo Bächler
173 LA BELLEZA EN EL DESARROLLO PSÍQUICO
Isabel Santa María
127 RESEÑA
177 REVISIÓN
127 PSYCHOANALYTIC THEORIES: PERSPECTIVES FROM
DEVELOPMENTAL PSYCHOPATHOLOGY
Ramón Florenzano
177 ANGUSTIA Y DEPRESIÓN: ¿COMORBILIDAD O CUADROS CLÍNICOS
COMPLEJOS? UNA PERSPECTIVA FARMACOLÓGICA
César Ojeda
129 MANUAL DE PSICOEDUCACIÓN PARA EL TRASTORNO BIPOLAR
Jorge Cabrera
183 NEUROBIOLOGÍA Y FARMACOTERAPIA DE LOS TRASTORNOS DE
PERSONALIDAD
Alberto Botto
131 PSICOSIS EPILÉPTICAS
Luis Risco
132 COMENTARIO DE LIBROS
132 LA TERCERA ETAPA. ENSAYOS CRÍTICOS SOBRE PSIQUIATRÍA
CONTEMPORÁNEA
Hernán Silva
134 PSICOPATOLOGÍA DE LA MUJER
César Ojeda
137 ENTREVISTA
137 LEDA COSMIDES Y LA PSICOLOGÍA EVOLUCIONARIA: “MENTE,
COMPORTAMIENTO Y CIENCIAS SOCIALES”
Roberto Araya y Alvaro Fischer
144 PSICOPATOLOGÍA
144 EL SENTIDO DE LA “PSICOPATOLOGÍA GENERAL” DE KARL JASPERS
Mario Vidal
191 ENSAYO
191 ANTECEDENTES Y PERSPECTIVAS DE LA PSIQUIATRÍA SOCIAL Y LA
EPIDEMIOLOGÍA PSIQUIÁTRICA
Benjamín Vicente, Sandra Saldivia, Pedro Rioseco
197 REHABILITACIÓN
197 CONSIDERACIONES PSICOLÓGICAS PARA UNA INTERVENCIÓN
GRUPAL EN FAMILIAS QUE CONVIVEN CON LAS SECUELAS DE UN
DAÑO CEREBRAL ADQUIRIDO
Makarena Moris
202 PANEL DE EXPERTOS
202 EL ROL DE LAS TERAPIAS PSICOANALÍTICAS EN LAS FUTURAS
POLÍTICAS DE SALUD EN CHILE: ANTECEDENTES PARA UNA
CONTROVERSIA NECESARIA
Guillermo de la Parra, Ramón Florenzano, Juan Pablo Jiménez
EDITORIAL
CONFLICTO DE INTERESES Y ÉTICA DE LA
PRESCRIPCIÓN FARMACOLÓGICA EN PSIQUIATRÍA
n los últimos años una corriente de desconfianza
recorre a la investigación científica, y especialmente
a la industria farmacéutica. Sin embargo, el desarrollo
de la investigación farmacológica –realizado principalmente por empresas independientes– ha sido un
enorme aporte a la mantención de la salud y la vida en
las poblaciones humanas. De hecho, es posible que sin
la intervención de algunos fármacos la mayoría de los
lectores, nuestros hijos y yo mismo, habríamos dejado
de existir espontáneamente y no podríamos sostener la
discusión que propongo en este editorial. Este resultado, por un principio de coherencia elemental, no podría
haber ocurrido sobre la base de un predominio de investigaciones de mala factura.
Al pasar revista a los puntos más destacados en
esta corriente de desconfianza, se puede apreciar que
el problema excede el tema farmacéutico y abarca a
la ciencia en general. Efectivamente, en el año 2002, la
revista Nature1 hace un exhaustivo análisis del falseamiento de datos en las publicaciones científicas, incluyendo algunos trabajos publicados por ellos mismos, lo
que pone en tela de juicio a los “revisores” y “consejos
editoriales” de prestigiadas revistas en el campo de las
ciencias. Por su parte, en septiembre de 2004 en el Congreso de Estados Unidos, el partido Demócrata, basado
en el hecho de que los ensayos clínico-farmacológicos
son frecuentemente desarrollados en secreto, presentó
una indicación que obliga a la industria farmacéutica a
hacer públicas desde el inicio todas las investigaciones
E
acerca de un producto, y luego presentar todos los resultados y no sólo aquellos favorables2. Un dramático
ejemplo de sesgo en este sentido se evidenció en el
año 2001 respecto de la seguridad y eficacia del uso
de algunas drogas antidepresivas en niños, aprobadas
sobre la base de un pequeño porcentaje de estudios
favorables.3 Por su parte, la investigación biomédica se
vio severamente objetada y muchos investigadores del
NIH debieron abandonar sus cargos debido a que recibían estipendios por parte de las grandes empresas.4
En los últimos años una gran cantidad de artículos en
periódicos, editoriales en revistas especializadas, libros
y numerosos reportes de sociedades científicas se han
referido a los problemas denominados “conflicto de
intereses”, “sesgo en la investigación biomédica”, y “hábitos inapropiados” de investigadores y clínicos como
resultado de los vínculos con la industria farmacéutica.5, 6, 7
En países como el nuestro, que no aparecen en la
lista de los veinte que producen trabajos relevantes en
el ámbito de la salud,8 la situación tiene un ángulo adicional. Efectivamente, muchos ensayos farmacológicos
son llevados a cabo en estos países por empresas transnacionales, puesto que en ellos las legislaciones son
anticuadas, los controles precarios y los derechos de los
ciudadanos poco desarrollados, lo que hace posible enrolar pacientes con mayor facilidad y con costos inferiores. Esto lleva a pensar que las restricciones impuestas
en los países de grandes y poderosas economías, pue-
Drug discovery@nature.com
Legislators Propose a Registry to Track Clinical Trials From Start to Finish. Science, vol 305, 17 September, 2004, p.1695
3
Science, 23 July, 2004, pp. 468-470
4
Science, 307, 4 March, 2005, p. 1390
5
Por ejemplo, ver: Kassirer, JP. How Medicine’s Complicity with Big Business Can Endanger Your Health. Oxford University Press, New
York, 2004
6
Szasz, T. Pharmacracy. Praeger, Wesport, 2001.
7
En el Nº1 de la Revista Chilena de Neuro-Psiquiatría del año 2004, el tema “Conflicto de intereses” ocupa casi toda la edición.
8
Paraje G, Sadana R, Karam G. Increasing International Gaps in Health-Related Publications. Science. Vol 308. 13 May, 2005, 959-960.
1
2
116 | GACETA UNIVERSITARIA
EDITORIAL
den ser legalmente sobrepasadas en el tercer mundo
sin dificultad. De allí que algunos defiendan con energía la necesidad de consensos éticos internacionales
en estas materias, los que deberían incluir controles en
todas las fases de los ensayos clínico-farmacológicos.
No obstante, debido a nuestra poca injerencia en la
creación de nuevos fármacos, el conflicto que enfrentan
hoy los investigadores del NIH no se produce en Chile.
Sin embargo, con alguna frecuencia psiquiatras nacionales participan en ensayos farmacológicos financiados
por empresas farmacéuticas. Parece del todo razonable
exigir que las publicaciones que siguen a esos estudios
señalen los apoyos económicos y el origen de los diseños de investigación aplicados, del mismo modo en que,
en otros casos, se señala el financiamiento FONDECYT y
los soportes metodológicos correspondientes.
CONFLICTO DE INTERESES
El análisis de la figura conocida como “conflicto de intereses” ha resurgido con fuerza en Chile en el último año,
lo que es una de las caras visibles de la preocupación
del gremio por los temas de ética médica. La Sociedad
de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía (SONEPSYN),
en conjunto con la Asociación de Sociedades Científicas (ASOCIMED), han hecho públicas sus inquietudes y
recomendaciones en este sentido.9, 10, 11
SONEPSYN solicita la “explicitación de potenciales
conflictos de intereses a los participantes en sus actividades científicas”, sean éstas conferencias en simposia
de los congresos anuales, comunicaciones libres, posters o cualquier otro tipo de presentación en reuniones
académicas que desarrolle la sociedad, así como en los
trabajos publicados en la Revista Chilena de Neuro-Psiquiatría. Básicamente, se trata de que los participantes
en esas actividades, previo a desarrollarlas, expliciten
sus vínculos con la industria farmacéutica: honorarios
por dictar conferencias, apoyos económicos para asistir
a congresos y otras actividades científicas, fondos para
investigación y honorarios por consultorías u otros.
Esta norma se pretende sea inicialmente voluntaria y posteriormente obligatoria para quienes participen en dichas actividades de SONEPSYN, sean o no
socios de ella.
Sin embargo, esta normativa tiene algunos inconvenientes. Desde luego, ni los honorarios por dictar conferencias, ni los apoyos económicos para asistir a conRevista Chilena de Neuro-Psiquiatría, 2004, Vol 42, Nº (1)
www.sonepsyn.cl
11
Revista Chilena de Neuro-Psiquiatría, 2005, Vol 43, Nº 2,
Editorial.
9
10
gresos y otras actividades científicas, del mismo modo
que recibir fondos para investigación u honorarios por
cualquier concepto, representan “conflicto de intereses”.
El conflicto requiere algún nivel de incompatibilidad.
¿Cuál sería en estos casos la incompatibilidad? O más
precisamente, ¿cuál sería el “potencial” conflicto de intereses? De hecho, nadie llamaría conflicto de intereses
que un académico reciba financiamiento FONDECYT
para realizar sus investigaciones, incluyendo honorarios, contrataciones, tecnología y otros, aunque su prestigio académico, remuneración y permanencia en una
universidad dependan del número de proyectos aprobados y realizados. El punto, acá, es el origen de esos
apoyos: se subentiende que la industria farmacéutica
busca fundamentalmente la venta de sus productos, y
desde allí se salta sin matices a poner bajo sospecha a
las investigaciones realizadas bajo su alero y, con ello,
a la pasada, a los investigadores. El potencial conflicto
de intereses en este caso no puede ser otro que la suposición de un riesgo de falseamiento o de un sesgo
intencional en los datos y en los resultados que favorecerían a un producto de la misma empresa, maniobra
por la cual el colega recibiría dinero. Lo que estamos señalando es que la declaración de “potencial conflicto de
intereses” es como declarar “riesgo de cometer delitos”,
es decir, una exigencia de auto-declarar alguien que los
resultados que está presentando “podrían” ser espurios.
Sin tales sospechas el potencial conflicto de intereses
desaparece. Otra cosa, y muy distinta, es informar de los
apoyos económicos en publicaciones o presentaciones
con independencia de la procedencia de tales apoyos.
El trabajar en la Empresa X no es diferente de trabajar
en la Universidad Z o pertenecer a la Sociedad Y, en lo
que a honorabilidad y honradez profesional se trata.
Pero además, ¿por qué alguien debería declarar los
apoyos financieros para asistir, por ejemplo, a congresos
y otras actividades científicas, aunque sus conferencias
o presentaciones no tengan ninguna relación con productos de la empresa que le ha dado ese apoyo? ¿Cuál
es la incompatibilidad y el conflicto en este caso? ¿La
sospecha de que el colega en retribución a tales invitaciones prescriba fármacos de esa empresa, habiendo
otros mejores y de menor costo? ¿O que los prescriba
sin indicación? ¿Que haga publicidad subliminal?
A nuestro juicio, el riesgo de sesgo que se desea
evitar no se resuelve con una declaración de este tipo,
puesto que, en último término, lo que se está haciendo es desplazar el problema: efectivamente, se deja en
manos del auditor, lector, alumno, asistente, o lo que
sea, juzgar si tales aportes sesgan o no los resultados
de la investigación. Pero, ¿sobre qué bases podrían
ellos juzgar semejante cosa? Es evidente que en el caso
de congresos y actividades similares tales auditores
GACETA UNIVERSITARIA
| 117
EDITORIAL
–habitualmente médicos que se inician en la especialidad– no son los más apropiados para hacer ese tipo de
evaluaciones, y menos a la pasada, por ejemplo, en una
conferencia. Con la declaración de “potenciales conflictos de interés” exigida a sus conferencistas, SONEPSYN
está diciendo: “¡Ojo! ¡Aquí puede haber una conducta
no-ética. Juzguen ustedes, nosotros cumplimos con advertirles!” Guste o no, se coloca al conferencista o autor
en la posición de sospechoso de “algo”. Pero, de existir
alguna sospecha, ¿no corresponde a los organizadores
de encuentros profesionales, o a los comités editoriales
de revistas especializadas, o a los directores de unidades académicas, evaluar a sus conferencistas, autores o
académicos y no invitar, rechazar, denunciar o excluir de
sus actividades a las personas que cometan falsación
intencional de cualquier tipo de resultados de la investigación en psiquiatría (no sólo en estudios farmacológicos)?
ÉTICA CORPORATIVA
Si miramos con atención, en ninguno de los casos señalados por SONEPSYN la incompatibilidad ética o el
conflicto de intereses es una consecuencia necesaria. Es
decir, no se ve ninguna razón de peso para dudar acerca de la adecuación de los diseños y resultados de una
investigación en el marco de un trabajo remunerado,
realizado para una empresa que desarrolla y evalúa un
producto. Tampoco se ve la incompatibilidad en recibir
beneficios u honorarios por actividades de promoción,
o en hacer investigación clínica y publicar con recursos
aportados por las empresas que, a su vez, son dueñas
del producto investigado. El foco, por lo mismo, no está
en poner en tela de juicio a los investigadores por tales
consideraciones sino en denunciar abierta y formalmente si se comprueban irregularidades en los diseños
y resultados, con independencia del origen de los fondos utilizados.
A nuestro juicio, al tratar el tema como lo hacen las
sociedades científicas se está no sólo desplazando el
problema sino, además, proyectándolo. Para nadie pasa
inadvertido que no son los colegas individuales (investigadores o no) los que principalmente se financian con
los aportes de la industria farmacéutica sino las mismas
sociedades que propugnan este tipo de controles. De
hecho, tales sociedades y sus dirigentes denominan
“auspicios” o “patrocinios” a las transacciones por las
que reciben dinero de ellas y no “potenciales conflictos
de interés”. ¿Por qué?
¿No es evidente que en tales sociedades puede hacerse uso espurio de los dineros, invitaciones y beneficios recibidos, como también el generar “compromisos”
con la industria farmacéutica? Pero el que esa posibi-
118 | GACETA UNIVERSITARIA
lidad exista no basta para poner a dichas sociedades
bajo sospecha ética. ¿Por qué, entonces, hacerlo con los
colegas individuales?
ÉTICA PUBLICITARIA
A nuestro juicio, el problema está en otra parte. En Chile la publicidad debe guardar, al menos, dos principios
éticos fundamentales: identificación y veracidad. El primero consiste en que la publicidad debe identificarse
como tal, de modo que el consumidor sepa de inmediato que se trata de publicidad; y el segundo, que lo
anunciado debe ser demostradamente verdadero. Así,
es totalmente legítimo que una sociedad o una revista
médicas vendan espacios publicitarios a las empresas
farmacéuticas, siempre que estén debidamente diferenciados de las actividades científicas. Esto es lo que
ocurre con los conocidos stands en los congresos y con
los avisos de las revistas médicas. No hay en estos casos
conflicto ético alguno. El problema empieza con los auspicios de determinados simposia, en los que la empresa
presenta productos de su manufactura, con invitados de
prestigio internacional pagados por ellos. En SONEPSYN
estos simposia promocionales desde hace mucho son
llamados “simposia de la industria” en el marco de los
congresos anuales, para enfatizar su carácter promocional, y además están perfectamente separados de las
actividades propias de la sociedad. El conflicto ético se
suscita al hacer publicidad y promoción no identificada
como tal, conflicto significativamente distinto al que se
supone existe detrás de los apoyos financieros a la investigación. Efectivamente, hacer promoción de ciertos
medicamentos no es lo mismo que suponer un sesgo
en la información o una falsación de los datos. El punto
de fractura aquí es hacer promoción disfrazada de actividades de las sociedades “científicas” y recibir dinero
por ello. La veracidad de los datos o el sesgo intencional es harina de otro costal, y como mencionábamos al
iniciar esta editorial, tales situaciones ocurren hasta en
la investigación estimada más “pura” y publicada en los
medios más “rigurosos”.
ÉTICA INDIVIDUAL
Los psiquiatras somos los que indicamos psicofármacos
con mayor frecuencia. Las empresas farmacéuticas buscan que los médicos en general y los psiquiatras en particular receten sus productos, pues en muchos casos sus
ganancias dependen de esa prescripción. Sin embargo,
ciertos productos pueden en nuestro país ser vendidos
sin receta y otros –de hecho– se venden libremente
aunque eso vulnera las disposiciones legales. En los
medicamentos de libre consumo, lo que se ha llamado
EDITORIAL
“promoción directa al consumidor”) (PDC) ha ido aumentando en los medios de comunicación social.12 No
obstante, aquí también se pueden vulnerar principios
de ética publicitaria si, por ejemplo, la promoción de
fármacos requeridos de prescripción médica se hace
en la forma de “noticias” científicas, y por lo mismo se
transforma en PDC. Esta última situación se ve acentuada por el acceso a libre información de los pacientes en
sitios de la web.
No obstante, sea cual sea la exigencia de los pacientes o las presiones publicitarias y promocionales,
cada uno de nosotros es dueño y señor de la mano con
la que escribe, y por lo mismo, absolutamente responsable de la prescripción farmacológica que realiza. Dicho
con otras palabras, la responsabilidad terapéutica no es
endosable ni a la industria farmacéutica ni a ninguna
otra institución o persona.
Es en este punto donde el problema se torna verdaderamente complejo, puesto que toca a las bases
mismas de nuestra especialidad. La medicalización
de la vida contemporánea que muchos denuncian13, 14
–y especialmente la patologización desenfrenada de
los fenómenos mentales– hace necesario revisar permanentemente nuestros conceptos de “enfermedad
mental”, nuestras nosologías y los resultados de la investigación en todas las áreas de nuestra actividad terapéutica y profesional, especialmente si esos conceptos
vienen de la mano con alguna forma de prescripción
farmacológica. Las cosas actualmente son mucho más
complejas que hace sólo diez años, y ya nadie puede
seriamente sostener que algunas “enfermedades mentales” se curan con quince días de administración de un
antidepresivo. La sobremedicación y la submedicación
son temas recurrentes en psiquiatría, del mismo modo
que la ideologización irreflexiva de modelos explicativos de cualquier origen. La cautela, el buen juicio, la
rigurosidad metodológica y la honestidad profesional,
a mi juicio, no se resuelven con controles, normas, reglamentos o instrucciones, primero voluntarias y a la larga
obligatorias, sino con la formación, la comunicación y el
acceso libre a la información.
CÉSAR OJEDA
JAMA. 2005; 293:1995-2002.
Whitaker, R. Mad in America. Perseus Publishing, Cambridge, 2001.
14
Szasz, T. Ref 6.
12
13
GACETA UNIVERSITARIA
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INFORMACIÓN PARA LOS AUTORES
1. Los trabajos deben ser escritos en castellano (en inglés o alemán si el autor desea ser traducido al castellano), pueden ser inéditos o haber sido publicados en medios de baja circulación
(libros, revistas u otros). En los casos que corresponda (contrato de exclusividad), deben contar con la autorización correspondiente. El formato es tamaño carta, letra Arial 12 con 1,5 espacios de separación entre líneas. La extensión es libre. Se sugiere no exceder las 20 páginas.
Los trabajos deben ser enviados sólo en forma electrónica al Editor General: cojeda@vtr.net
2. Las colaboraciones pueden tener la forma de artículo tradicional, cartas, comentarios, opiniones, ensayos, ideas y otros. En el caso de los artículos de formato tradicional es preferible
que las referencias sean las estrictamente necesarias, las que deben seguir el orden de aparición en el texto, y atenerse a la siguiente pauta:
-
Artículo: 1. López C. La imipramina en la enuresis. Rev Chil Neuropsiquiatría 2004; 30;
3: 25-29
-
Libro: 1. Jaspers K. Psicopatología General, Ed Beta, Madrid, 1970
Es decir, el autor y los títulos de los artículos en letra normal y luego, año, vol, páginas; el de los
libros, nombre del autor, el título en cursiva, y luego editorial, ciudad, año. En el caso de otro
tipo de colaboraciones (como ensayos o comentarios), las referencias (de haberlas) y las notas
pueden ir al pie de página con numeración correlativa, respetando la diferencia entre libro y
artículo.1, 2
3. Se sugiere, si cabe, iniciar el artículo con un resumen en castellano (e inglés si el autor lo desea),
con la estructura que el autor estime más conveniente para el tema tratado. Los escritos no
tradicionales no necesitan resumen.
4. Los editores se comunicarán personalmente con los autores a efectos de cualquier sugerencia,
y se reservan el derecho de rechazar una colaboración por fundamentos que deben ser
comunicados por escrito al autor.
5. Los trabajos recibidos podrán ser publicados, además de en los números regulares de la
Gaceta Universitaria, en suplementos y/o separatas de la misma revista.
1
2
Capra, F. The Hidden Connections, Dubleday, New York, 2002.
Angst J, Hochstrasser B. Recurrent Brief Depression: The Zurich Study: J Clin Psychiatry 1994; 55:3-9.
BREVES
Francisco Bustamante1
APRENDA PSICOTERAPIA
PSICODINÁMICA CON GABBARD
Glen O. Gabbard, profesor de psiquiatría de
la Universidad de Baylor (USA) y autor del
libro Psiquiatría Psicodinámica en la Práctica Clínica, acaba de lanzar un video en donde enseña algunos principios de este tipo
de psicoterapia. El video se compone de 3
módulos (cada uno dura en promedio 20
minutos), donde mediante viñetas clínicas
y diapositivas explica las intervenciones
terapéuticas psicodinámicas, los conceptos
de transferencia y contratransferencia y
cómo utilizarlos en terapia.
El acceso al video es on-line (internet) y
tiene un costo de U$19 para los miembros
de la APA y de U$25 para los que no lo son,
pagables mediante tarjeta de crédito.
http://www.psych.org/edu/gabbard.cfm
“THE NATIONAL COMORBIDITY
SURVEY” REPLICADO
El National Comorbidity Survey (NCS)
(1) es uno de los estudios epidemiológicos
de campo más importantes de EE.UU. Fue
realizado entre 1990 y 1992 y ha influido
fuertemente en las políticas de salud de
dicho país. Pues bien, en el mes de julio
de este año aparecieron los resultados de
un estudio que replicó la metodología del
NCS, pero esta vez utilizando los criterios
diagnósticos del DSM-IV (el NCS ocupó los
criterios del DSM-III).
La replicación del NCS (NCS-R, realizado entre los años 2001 y 2002) se llevó a
cabo sobre 9.282 norteamericanos mayores de 18 años —seleccionados en forma
aleatoria de la comunidad— para evaluar
prevalencia de trastornos psiquiátricos a lo
largo de la vida y en los últimos 12 meses.
Algunos de los resultados fueron (2):
1
Facultad de Medicina. Universidad de Los Andes
- El 46,4% de la muestra presentó algún
trastorno psiquiátrico como prevalencia
de vida.
- Los trastornos ansiosos fueron los más
frecuentes (28,8%) seguidos por los
trastornos del ánimo (20,8%).
Con respecto a los suicidios consumados, éstos disminuyeron en un 6% en relación al período anterior. Sin embargo, las
conductas incluidas dentro del espectro
suicida aumentaron (sin alcanzar una diferencia estadísticamente significativa) al
igual que las consultas y tratamientos por
esta misma causa (3).
1. Kessler RC, McGonagle KA, Zhao S, Nelson CB,
Hughes M, Eshleman S et al. Lifetime and 12month prevalence of DSM-III-R psychiatric
disorders in the United States. Results from
the National Comorbidity Survey. Arch Gen
Psychiatry 1994; 51: 8 - 19.
2. Kessler RC, Chiu WT, Demler OT, Walters EE.
Prevalence, Severity, and Comorbidity of
12-Month DSM-IV Disorders in the National
Comorbidity Survey Replication. Arch Gen
Psychiatry 2005; 62: 617 - 627.
3. Kessler RC, Berglund P, Borges G, Nock M,
Wang PS. Trends in Suicide Ideation, Plans,
Gestures, and Attempts in the United States,
1990-1992 to 2001-2003. JAMA 2005; 293:
2487 - 2495.
Más información sobre el NCS y el NCS-R:
www.hcp.med.harvard.edu/ncs
www.hcp.med.harvard.edu/wmh
CUIDADO CON LAS BEBIDAS CON
CAFEÍNA EN LOS NIÑOS
Un estudio presentado en el último congreso de la Asociación Psiquiátrica Americana
(APA), demostró que aquellos escolares
que consumían bebidas colas con cafeína
podían experimentar déficit atencional e
hiperactividad con un aumento de hasta 5
puntos en el test de Connors, respecto de
aquellos días en que consumían bebidas
libres de dicha sustancia.
Si bien es una investigación con un tamaño muestral pequeño (20 pacientes, 10
hombres y 10 mujeres), confirma hallazgos
previos.
De lo anterior se desprende que el
consumo de cafeína debe ser un factor a
evaluar dentro del diagnóstico diferencial
de un Trastorno por Déficit Atencional con
Hiperactividad (TDAH). Además, a todo
escolar que consulte por dichos síntomas
debiera recomendársele el no consumir
bebidas cafeinadas.
2005 APA Annual Meeting: Abstract NR45. Presented May 23, 2005.
Un resumen puede leerse en:
http://www.medscape.com/viewarticle/505467
GUÍAS DE TRATAMIENTO DE
TRASTORNO BIPOLAR
Fountoulakis y Vieta realizaron una recopilación de las distintas guías de tratamiento del trastorno afectivo bipolar (TAB), las
cuales son presentadas en un artículo de
mayo en el Journal of Affective Disorders.
Si bien el título del artículo dice ser “una
revisión crítica”, los autores no distinguen
las guías según la metodología utilizada en
su elaboración sino por su aceptación internacional y frecuencia de uso. Pese a esto,
es una buena puesta al día sobre el manejo
farmacológico del TAB.
La revisión incluye los protocolos de 12
entidades científicas, entre ellas la American Psychiatric Association, la British Association for Psychopharmacology (BAP), la
World Federation of Societies of Biological
Psychiatry (WFSBP), entre otras.
A continuación destacaremos algunas
recomendaciones según las entidades más
relevantes:
- Manía: litio, o valproico más antipsicóticos (APA); antipsicóticos o valproico
(BAP); litio, valproico, olanzapina, risperidona o carbamazepina (WFSBP). En
una segunda etapa, todas recomiendan
combinar los fármacos o aplicar terapia
electroconvulsiva (TEC).
- Depresión: litio o lamotrigina, o litio más
antidepresivo (APA); lamotrigina, litio, o
valproico para leves, e inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina
más un estabilizador del ánimo (litio,
valproico o antipsicóticos) para casos
severos (BAP); antidepresivo más estabilizador del ánimo (WFSBP). En una
GACETA UNIVERSITARIA
| 121
segunda etapa se pueden aumentar o
combinar los fármacos o aplicar TEC.
- Etapa de mantención: la APA recomienda litio o valproico, mientras que la BAP
solamente litio. Por otro lado, la WFSBP
postula el litio, estabilizadores o antipsicóticos después de un episodio maníaco, o antidepresivos más estabilizadores
si se trató de un episodio depresivo.
Los puntos en que coincide la mayoría
de los grupos de trabajo que elaboraron las
guías son: el uso de antimaníacos/estabilizadores independientemente de la etapa;
en depresión nunca usar un antidepresivo
como monoterapia; la falta de datos duros
para el tratamiento de los episodios depresivos y mixtos; la hipomanía debe ser
tratada de la misma forma que la manía;
litio, valproico, carbamazepina y antipsicóticos son más efectivos para el tratamiento
y prevención de manía, pero con menor
efecto sobre depresión; por el contrario,
lamotrigina tiene una mayor eficacia sobre
episodios depresivos que en maníacos.
Finalizan los autores señalando que a
futuro las guías debieran incluir datos sobre psicoeducación, psicoterapia y manejo
ambiental para lograr un óptimo manejo
de este trastorno.
Fountoulakis KN, Vieta E, Sánchez-Moreno J,
Kaprinis SG, Goikolea JM, Kaprinis GS. Treatment
Guidelines for Bipolar Disorder: A critical review.
Journal of Affective Disorders 2005; 86: 1-10
TIPOS DE PERSONALIDAD Y
TRASTORNOS DE ALIMENTACIÓN
Nunca dejará de sorprenderme lo fidedigno de las descripciones del Dr. Otto Dörr sobre las pacientes con trastornos de alimentación cada vez que me ha tocado tratar a
personas con estas patologías. Pero es necesaria una salvedad: esto es así en aquellas pacientes con los síndromes clásicos de
la anorexia y bulimia, ya que cuando son
polimorfas uno puede esperar cualquier
cosa. La experiencia parece indicar que
las pacientes con el tipo de personalidad
descrita por Dörr tienen mejor pronóstico
que aquellas con síndromes polimorfos, las
cuales podrían presentar trastornos de personalidad limítrofe.
122 | GACETA UNIVERSITARIA
Para comprobar esta hipótesis, Jennifer
Hardnen-Fischer y Drew Westen publicaron el 2001 un instrumento (el SWAP-200)
capaz de tipificar la personalidad de las
personas con trastornos de la alimentación
en 3 grupos:
a) Alto funcionamiento/Perfeccionistas: se
pueden expresar a sí mismas correctamente en palabras, tienden a ser responsables, autocríticas, de altos estándares, “perfeccionistas”, otras personas
se sienten agradadas con ellas, tienden
a ser empáticas, etc.
b) Constreñidas/sobrecontroladas: tienden
a ser pasivas y con escasa asertividad,
son incapaces de expresar satisfacción
y enojo, tienden a sentirse desesperanzadas y sin fuerzas, con una autopercepción distorsionada (feas, grotescas, inferiores), parecen tener un rango limitado
de emociones, etc.
c) Disreguladas/descontroladas: las emociones las llevan a perder el control,
tienen atracones descontrolados con
purgas, sus emociones cambian rápidamente y sin predicción, tienden a
sentirse infelices y depresivas, expresan
sus emociones en forma exagerada o
teatral, etc.
Con esta tipología, ellas lograron clasificar los dos-tercios de la muestra del estudio
(103 pacientes), siendo el tipo alto funcionamiento/perfeccionista el más frecuente
con un 45% (lo cual es acorde a lo expuesto
por Dörr), repartiéndose el porcentaje restante en partes iguales los otros dos tipos.
Tres años después, Thompson-Brenner y
Westen demostraron que esta clasificación
ayuda a establecer comorbilidad y pronóstico:
- En el eje I las pacientes con disregulación emocional tienen mayor comorbilidad en casi todos los trastornos estudiados que los otros dos tipos.
- En el eje II estas mismas pacientes tienden a presentar trastorno de personalidad limítrofe, mientras que las constreñidas/sobrecontroladas presentan con
mayor frecuencia un trastorno de personalidad dependiente al igual que las perfeccionistas (pero en menor proporción).
Como es de esperarse, las de más pronta
recuperación tras una psicoterapia son las
de alto funcionamiento/perfeccionistas, seguidas en 5 meses después por las del tipo
constreñidas/sobrecontroladas. Las pacientes con tendencia a la disregulación emocional, lo hacen 5 meses después de estas
últimas.
Estos estudios son una buena demostración de cómo una fina descripción psicopatológica nos ayuda a clarificar el pronóstico
de una enfermedad.
1. Dörr O. Psiquiatría Antropológica. Editorial
Universitaria, Santiago 1997
2. Westen D, Hardnen-Fischer J. Personality
profiles in eating disorders: rethinking the
distinction between axis I and axis II. Am J
Psychiatry 2001; 158: 547-62
3. Thompson-Brenner H, Westen D. Personality
subtypes in eating disorders: validation of
a classification in a naturalistic sample. BJP
2005: 186: 516-24
NOVEDADES
Alberto Botto1
NEUROPSICOANÁLISIS:
UN NUEVO CONCEPTO EN
PSIQUIATRÍA Y PSICOTERAPIA
En 1895, en su “Proyecto de una psicología
para neurólogos”, Freud intentó articular las
teorías psicoanalíticas emergentes con los
postulados neurobiológicos de la época. Sin
embargo, le fue difícil desarrollar y completar sus ideas dado el escaso conocimiento
que en ese momento se tenía sobre neurociencias. Desde entonces los avances tecnológicos han permitido elaborar nuevas
metodologías de investigación, ampliando
el conocimiento sobre los sustratos anatómicos y funcionales de las enfermedades
mentales. En la terapéutica psiquiátrica
ha sido la psicofarmacología el área que
mayor repercusión ha tenido con estos
avances. Sin embargo, en la medida que el
1
Departamento Psiquiatría Oriente. Universidad de Chile.
conocimiento actual acorta cada día más
la brecha entre mente y cerebro, el clásico
dualismo entre psiquiatría psicológica y somática pareciera no tener mucho futuro. Es
así como la neurociencia ha comenzado a
identificar los correlatos neurales no sólo de
los trastornos mentales sino también de los
efectos y cambios producidos por la psicoterapia. De esta manera, hallazgos recientes
en la biología de la memoria y la plasticidad
neuronal o en los aspectos neurofisiológicos del apego y la intersubjetividad han
transformado a estas disciplinas en áreas de
trabajo en común, enriqueciendo la teoría y
la práctica psicoterapéutica.
Un ejemplo de lo anterior está dado por
la investigación en el funcionamiento de la
memoria. Se ha visto que la memoria es muy
relevante para el proceso de aprendizaje y
cambio que se persigue en la psicoterapia.
De particular importancia es la distinción
establecida por la neurociencia cognitiva
entre dos sistemas de memoria: la implícita
y la explícita. Ambos tipos estarían basados
en distintas estructuras del sistema nervioso central. Mientras la primera tendría su
sustrato en los ganglios basales, cerebelo
y amígdala, la segunda involucraría especialmente áreas del lóbulo temporal como
el hipocampo y sus conexiones con estructuras corticales. Dado que la memoria implícita contiene almacenados patrones de
interacción emocional y corporal que son
activados por diversas situaciones, su funcionamiento sería crucial en el desarrollo
de las relaciones interpersonales, así como
también en el proceso psicoterapéutico.
Dentro de los nuevos temas de investigación, quizás uno de los más interesantes
se encuentre en la búsqueda de los fundamentos neurobiológicos que subyacen a
ciertos fenómenos específicos de la teoría
y técnica psicoanalítica como los mecanismos de defensa. En este campo el estudio
de los diferentes roles que cumplen los
hemisferios cerebrales ha sido crucial. Hoy
día se considera que los hemisferios prácticamente constituyen dos cerebros. Cuando
Freud escribió sobre la afasia como un síndrome de desconexión cerebral estableció
una interdependencia entre ciertos fenómenos psíquicos y fisiológicos. Siguiendo
esta idea algunos han propuesto un nuevo
punto de vista, conceptualizando el conflicto psíquico como aquel estado donde el sistema de relaciones entre mente y cerebro
(por ejemplo, a través de los hemisferios)
se encontraría alterado. En este sentido, en
el trabajo psicoanalítico el analista lo que
haría sería facilitar, a través del lenguaje, la
unión entre los hemisferios del paciente, incrementando así la información disponible
para todo el cerebro. Una observación que
pareciera apoyar esta hipótesis consiste en
que los hemisferios cerebrales se unen funcionalmente luego de la mielinización del
cuerpo calloso, lo que ocurre alrededor de
los 3 años y medio, durante el periodo edípico. Se piensa que el aislamiento anatómico entre los hemisferios previo a esta etapa
tendría un papel defensivo y adaptativo.
Luego de la mielinización del cuerpo calloso
dicho aislamiento sólo podría ser funcional,
efectuándose a través de algún proceso en
la interacción mente/cerebro. Este proceso
podría corresponder a la represión.
Finalmente, el objetivo del psicoanálisis
sería la integración de aquellos componentes no integrados del sistema de relaciones
entre mente y cerebro.
Con la finalidad de promover el trabajo
interdisciplinario entre el psicoanálisis y la
neurociencia, en julio del 2000 fue fundada en Londres la Sociedad Internacional
de Neuropsicoanálisis. Dos veces al año la
institución publica una revista (Neuro-psychoanalysis) donde se desarrollan artículos
empíricos y teóricos acerca del tema, se revisan libros y se resumen los reportes de los
distintos grupos de trabajo de la sociedad.
Además, anualmente es organizado un Congreso donde se tratan diversos temas afines
al psicoanálisis y la neurociencia, como los
afectos, la memoria y la sexualidad.
A pesar de lo anterior, hay quienes prefieren mantener cierto escepticismo frente
a estas nuevas teorías, argumentando que
difícilmente el estudio de los fenómenos
biológicos del cerebro podrá dar cuenta de
la complejidad del proceso que ocurre durante una psicoterapia. Es así como el nivel
de significaciones propio de la experiencia
intersubjetiva pareciera, hasta el momento,
estar más allá del terreno empírico de la
neurobiología.
En síntesis, aunque sin alejarse de la
controversia, la distancia entre neurobiología y psicoterapia cada día se hace menor.
Actualmente los modelos neurobiológicos
han permitido ampliar el conocimiento
en áreas antes restringidas al campo de lo
puramente psíquico. Esto no sólo se ha tra-
ducido en un mayor conocimiento teórico
sino que también, a través del desarrollo y
sistematización de la investigación en psicoterapia, en una mejor práctica clínica.
1. Freud S. Proyecto de Psicología. En Obras
Completas. Buenos Aires: Amorrortu editores, 2001
2. Fuchs T. Neurobiology and psychotherapy:
an emerging dialogue. Curr Opin Psychiatry
2004;17:479-485
3. Gabbard G. Psychodynamic Psychiatry in
Clinical Practice. Third Edition. Washington
DC: American Psychiatry Press, 2000
4. International Neuro-Psychoanalysis Centre.
http://www.neuro-psa.org.uk/npsa/
5. Levin F. Psyche and Brain. The biology of talking cures. Madison: International Universities
Press, 2003
ACADÉMICAS
REVISTA DE PSIQUIATRÍA Y
SALUD MENTAL
Durante este año la Revista de Psiquiatría y
Salud Mental, órgano oficial de la Sociedad
Chilena de Salud Mental, publicará acerca
de los siguientes temas
1. Ambiente terapéutico, visión de
enfermería
2. La angustia normal y patológica
3. Síndrome neuroléptico maligno
secundario
4. Buenas prácticas en salud mental
5. Freud, el abandono de la teoría de la
seducción
6. Revisión del concepto de inconsciente
en la teoría
7. Enfermedades mentales: Vivir con el
estigma
8. ¿Lo Femenino visible?
9. Capital social y salud mental
10. Trauma y abuso sexual
Información adicional
Av. La Paz 841, Recoleta, Santiago
E-mails: info@schilesaludmental.cl
secretaria@schilesaludmental.cl
Web: www.schilesaludmental.cl
GACETA UNIVERSITARIA
| 123
DIPLOMADO INTERNACIONAL
“DIAGNÓSTICO E INDICACIÓN EN PSICOTERAPIA”
DIAGNÓSTICO PSICODINÁMICO OPERACIONALIZADO
NOVIEMBRE 2005 – NOVIEMBRE 2006
Organizado por: – Centro de Estudios de Postgrados y Postítulos de la Universidad de Heidelberg
– Escuela de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica de Chile
– Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de Chile
Dirigido a:
Requisito:
Lugar:
Arancel:
Psicoterapeutas (psicólogos y psiquiatras) de todas las orientaciones
90% de asistencia y evaluación final
Heidelberg Center para América Latina
Av. Los Leones 1035, Providencia
$ 610.000 pesos
Franquicia tributaria SENCE Nº 12-37-7488-00
El OPD además de entregar orientación diagnóstica para realizar la indicación, permite guiar la acción psicoterapéutica,
realizar seguimiento del proceso, facilitar el entrenamiento en psicoterapia, aportando además a la investigación.
El programa se desarrolla durante un año, con un total de 100 horas, con clases de carácter lectivo y, mayoritariamente,
talleres con material audiovisual de entrevistas de pacientes y análisis de casos.
El diplomado se realizará utilizando dos modalidades de trabajo:
• Seminarios Intensivos teórico-prácticos. Tres veces en el año: a cargo de profesores de la Universidad de Heidelberg.
(total, 60 horas).
• Módulos prácticos de profundización. Se realizarán una vez al mes a cargo del el equipo de profesores nacionales del
diplomado. (total de40 horas).
EQUIPO DE PROFESORES
Coordinador: Dr. Guillermo de la Parra.
Secretaria:
Ps. Susanne Bauer.
Prof.esores: Manfred Cierpka, Universidad de Heidelberg
Tilman Grande, Universidad de Heidelberg
Eve Marie Apfelbeck, Universidad Católica
Juan Pablo Jiménez, Universidad de Chile
Guillermo de la Parra, Universidad Católica
Niels Biedermann, Universidad de Chile
Luis Alvarado, Universidad de Chile
INFORMACIONES Y MATRICULAS:
Heidelberg Center para América Latina.
Av. Los leones 1035, Providencia
Fonos: 234 3466 233 2574
E-mail: heidelberg-center@heidelberg.tie.cl
El diplomado será certificado por la Universidad de Heidelberg y la Pontificia Universidad Católica de Chile.
PARA OBTENER EL PROGRAMA DETALLADO COMUNICARSE A:
Heidelberg Center: 234 3466
ó bien:
heidelberg-center@heidelberg.tie.cl
SOCIEDAD DE NEUROLOGÍA, PSIQUIATRÍA Y NEUROCIRUGÍA DE CHILE
Entre el 3 y 9 de octubre se realizará la Semana de la Depresión, para sensibilizar a la población sobre
uno de los mayores padecimientos de nuestro tiempo.
La iniciativa está orientada a toda la población de la Región Metropolitana y tendrá un carácter
principalmente educativo. Se repartirán dípticos en farmacias, hospitales, clínicas y centros médicos.
Fecha: 3 al 9 de octubre de 2005
Informaciones: www.sonepsyn.cl
BASES DEL IV CONCURSO DE PINTURA DE SONEPSYN
VERSIÓN 2005 “ENFERMARTE: LA ENFERMEDAD EN EL ARTE”
La Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía de Chile (SONEPSYN) invita, una vez más, a todos los
psiquiatras, neurólogos y neurocirujanos nacionales, interesados en la expresión plástica, a participar en
su concurso anual de pintura (Versión 2005) “ENFERMARTE: LA ENFERMEDAD EN EL ARTE”.
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Podrán participar los médicos especialistas, sean o no miembros de SONEPSYN, como asimismo los
becados (médicos en formación) de estas especialidades.
La convocatoria es a crear obras de arte originales. Los trabajos consistirán en una propuesta visual
en torno a “ENFERMARTE: LA ENFERMEDAD EN EL ARTE”. El soporte debe ser tela, usada en sentido
vertical u horizontal, de dimensiones no superiores a 90 cm x 150 cm. La técnica es libre (óleo, acrílico,
etc.) o mixta. El formato es plano. Los cuadros deben presentarse enmarcados en forma sencilla, idealmente con un marco tipo caja, de no más de 5 cm por lado. Se aceptarán hasta dos obras por autor.
Se recibirán las obras en la sede de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía, Carlos Silva
1292, Depto. 22, Providencia (fono: 232 9347). Periodo de entrega: desde el 05 al 30 de septiembre
(hasta las 17:00 horas). Las obras deben tener identificados en su respaldo el nombre del autor y el
nombre de la obra. Se entregará un recibo.
Una selección de los trabajos enviados formará parte de una exposición a realizarse en la ciudad de
Pucón desde el 17 al 19 de noviembre de 2005, en el marco del 60º Congreso Chileno de Neurología,
Psiquiatría y Neurocirugía. Luego de la exposición en Pucón, la totalidad o algunas de las obras serán
expuestas en la sede de SONEPSYN durante los últimos días de noviembre.
Se otorgará un premio de US$ 1.000 y dos menciones honrosas. El jurado estará formado por los
Pintores Samy Benmayor, Gonzalo Cienfuegos y Benjamín Lira.
Los autores autorizarán a la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía a reproducir sus obras
en catálogos y otras publicaciones que se utilicen para difundir la exposición, actividades de extensión o aquellas que la Sociedad estime pertinentes.
La obra ganadora pasará a constituir propiedad de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía. Las obras restantes deberán ser retiradas desde la sede de la Sociedad por sus autores durante
un plazo que se comunicará oportunamente.
El premio no podrá ser declarado desierto.
Durante el 60º Congreso Chileno de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía se darán a conocer los
nombres de los ganadores y se entregarán los diplomas y el premio correspondiente al ganador. Se
publicarán los nombres de los galardonados en los medios de difusión de SONEPSYN.
No existen seguros contratados.
Situaciones especiales: cualquier situación no contemplada en el presente documento será resuelta
por el Comité Organizador del Concurso.
Mayores informaciones en el fono 56-2-232 9347 (Sra. Susana Salvadores), o en el correo electrónico:
secretariagral@123.cl
AUSPICIA: Laboratorio ROCHE (línea SNC)
I SIMPOSIUM DE COMUNICACIÓN EN SALUD:
INNOVACIONES CURRICULARES Y ASISTENCIALES
REFLEXIONANDO SOBRE DILEMAS ÉTICOS Y NUEVOS DESAFÍOS
EN LA RELACIÓN PACIENTE-PROFESIONALES DE LA SALUD
Conferencias - Mesas redondas - Ponencias libres - Talleres
SANTIAGO, 17 – 18 NOVIEMBRE 2005
Auditorio Lorenzo Sazié,
Decanato Facultad de Medicina Universidad de Chile.
Avenida Independencia 1027
Invitados internacionales:
Dr. Ronald Epstein
Director del Centro de Comunicación en Salud, Universidad de Rochester, Nueva York
Dr. Andrés Sciolla
Profesor Asistente Clínico y presidente del comité de competencia terapéutica del
Departamento de Psiquiatría de la Universidad de California en San Diego
Información e inscripciones: http://www.med.uchile.cl/seminarios/2005/noviembre/simposium_comunicacion/
Sra. Gloria Estrada: 2748855 / E-mail: gestrada@med.uchile.cl
Sra. Nadia Sánchez: 6786189 / E-mail: dptobioetica@med.uchile.cl
ORGANIZA
Facultad de Medicina, Universidad de Chile con sus Departamentos de:
Bioética y Humanidades Médicas
Educación en Ciencias de la Salud
Psiquiatría y Salud Mental, Oriente
CON EL PATROCINIO DE
Ministerio de Salud
Ministerio de Educación
Academia Chilena de Medicina del Instituto de Chile
Asociación de Facultades de Medicina de Chile
Colegio Médico de Chile
Colegio de Enfermeras de Chile
Sociedad Chilena de Bioética
Sociedad Chilena de Educación en Ciencias de la salud
PSICOPATOLOGÍA DEL DESARROLLO. TEORÍAS PSICOANALÍTICAS
RAMÓN FLORENZANO
DEVELOPMENTAL PSYCHOPATHOLOGY. PSYCHOANALYTIC THEORIES
RESEÑA
PSYCHOANALYTIC THEORIES:
PERSPECTIVES FROM DEVELOPMENTAL
PSYCHOPATHOLOGY
Autores: Peter Fonagy y Mary Target
Brunner, Routledge, Londres,2003
(Rev GU 2005; 1; 2: 127-128)
Ramón Florenzano
a perspectiva de la psicopatología evolutiva tiene
raíces profundas en los puntos de vista psicodinámicos, así como en la psicología del desarrollo académico.
La afirmación de que el niño es el padre del hombre es
un lugar común (fuera del sesgo de género al excluir la
mirada desde la mujer). En este libro dos distinguidos
investigadores ingleses, Peter Fonagy y Mary Target,
retoman la labor de su maestro, Joseph Sandler, en la
tarea de formular una mirada histórica sobre los puntos
de vista psicoanalíticos, en esta tradición de la psicopatología evolutiva. Es, además, una mirada inglesa, lo
que hace a la obra interesante para un tema en el cual
los puntos de vista norteamericanos han primado. Para
muchos, la perspectiva evolutiva viene de la tradición
del análisis clásico americano, y más específicamente
desde su variedad bostoniana. Nombres que son exponentes actuales, en Nueva Inglaterra, de la tesis de
que además de los componentes bio-genéticos, en la
aparición de los cuadros clínicos es importante la experiencia de crianza temprana y de socialización, tanto familiar como escolar. Desde la Psicología del Yo, fue Eric
Erikson quien formuló esta tesis más lúcidamente desde sus escritos psicobiográficos y de su clásico “Infancia
y Sociedad”. Posteriormente autores como George Vaillant, Stuart Hauser y Robert Waldinger, han desarrollado importantes estudios acerca del ciclo vital adulto y
del anciano, en el caso del primero, y de la transición de
la adolescencia a la vida adulta los dos siguientes.
L
Fonagy y Target hacen una lúcido resumen del
punto de vista evolutivo en el psicoanálisis, partiendo
con Freud y sus modelos de la mente, que conceptualizan de acuerdo a Sandler en tres (modelo del trauma,
topográfico y estructural), para terminar esa sección
con una detallada del punto de vista estructural-evolutivo en Anna Freud. Proviniendo ambos autores del
grupo formado por esta autora, es especialmente interesante su visión del aporte en estos temas, así como la
del Profesor Joseph Sandler, antecesor de Fonagy en la
cátedra de psicoanálisis en la Universidad de Londres.
Revisan luego las teorías de relaciones de objeto, tanto
el modelo de Klein-Bion como las escuelas británicas
independientes, y las aproximaciones norteamericanas
a las relaciones de objeto: Kohut y Kernberg.
La parte más llamativa del libro es la revisión desde la perspectiva evolutiva de autores recientes: André
Green en Francia, los autores intersubjetivistas-relacionales (desde Harry Stack Sullivan hasta los Mitchell),
para referirse luego en detalle al modelo del apego,
en su versión inicial por John Bowlby, y luego desde la
perspectiva de la teoría de los esquemas (de Horowitz,
Stern y Ryle), para finalizar con su propio modelo, el de
la mentalización. Este es presentado en forma sucinta
pero clara, y tiene el interés de ser descrito por sus propios autores.
Termina este excelente libro con un capítulo sobre cómo se aplican en la práctica los modelos evoGACETA UNIVERSITARIA
| 127
PSYCHOANALYTIC THEORIES: PERSPECTIVES FROM DEVELOPMENTAL PSYCHOPATHOLOGY
lutivos, insistiendo en la necesidad del desarrollo de
comprobaciones empíricas de los diversos modelos
antes revisados, y en la necesidad de validar mediante
investigación objetiva los resultados terapéuticos del
psicoanálisis y las técnicas derivadas de éste. El trabajo de Fonagy en la Society for Psychotherapy Research,
así como en la misma Asociación Psicoanalítica Internacional, se ha centrado por las últimas décadas en la
necesidad, para mantener la relavancia científica y pú-
128 | GACETA UNIVERSITARIA
blica de las teorías y terapias analíticas, en demostrar
empíricamente la eficiencia y eficacia de su práctica.
Este libro, aunque centrado en modelos teóricos, representa una base conceptual para muchos investigadores
en psicoterapia. Ellos, así como docentes universitarios,
psicoterapeutas clínicos y todos a quienes les interese
la epistemología psicoanalítica, aprovecharán mucho
de la lectura de este libro.
TRASTORNO BIPOLAR. PSICOEDUCACIÓN
BIPOLAR DISORDER. PSYCHOEDUCATION
JORGE CABRERA
RESEÑA
MANUAL DE PSICOEDUCACIÓN PARA
EL TRASTORNO BIPOLAR
Autores: Francesc Colom y Eduard Vieta
Editorial Ars Medica, Barcelona, 2004
(Rev GU 2005; 1; 2: 129-130)
Jorge Cabrera
esulta gratificante reseñar un libro cuya lectura lo
deje a uno con la sensación de encontrar el tema de
la psicoeducación para pacientes bipolares expuesto en
forma ordenada y coherente. Los autores han vertido en
este texto su experiencia de trabajo efectivo y controlado con pacientes del Programa de Trastornos Bipolares
del Hospital Clínico de Barcelona por más de 10 años. Y
no es que este libro aporte información tan novedosa a
la ya abundante bibliografía sobre el trastorno bipolar.
Más bien, se trata de un volumen que sistematiza y comunica en un estilo ameno, que se agradece, los contenidos y las técnicas que todo terapeuta que se dedica al
manejo del paciente bipolar debe incluir en el proceso
psicoeducativo de su paciente.
El libro está dividido en tres secciones. La primera
de ellas entrega información general sobre los aspectos
clínicos, el tema del diagnóstico diferencial y sobre la
terapéutica de los trastornos bipolares.
La segunda parte introduce el concepto, la metodología y la forma de evaluación de la psicoeducación
en la clínica. Aunque muchos clínicos han utilizado la
psicoeducación por décadas, los primeros estudios sobre su eficacia no aparecieron sino hasta hace pocos
años. Como es sabido, quizás por falta de tradición, por
la dificultades prácticas, o por ser altamente demandante en tiempo, lo cierto es que es escaso el número
de tratamientos psicológicos correctamente validados
a partir de un ensayo clínico controlado que incluya
una muestra suficiente, un diseño prospectivo, un grupo adecuado de comparación, asignación aleatoria de
R
grupos, evaluación ciega de los resultados y un seguimiento a mediano o largo plazo de los pacientes. Los
estudios controlados realizados por los autores de este
libro representan un buen ejemplo de investigación en
psicoterapia y muestran, de paso, un sólido efecto de
la psicoeducación en la prevención de los episodios de
manía y depresión y de los días de hospitalización de
los pacientes bipolares (1, 2).
La tercera parte del libro desmenuza el programa
de tratamiento psicoeducativo en grupo y que consta
de cinco bloques que se desarrollan en 21 sesiones con
una duración de 90 minutos, con frecuencia semanal
durante seis meses. Al decir de los autores, las ventajas
de la realización de la psicoeducación en grupo radican
en que el grupo permite el modelado, facilita el apoyo
de los pacientes entre ellos, disminuye el estigma, facilita la conciencia de enfermedad, aumenta la red social
de apoyo y es más eficiente en términos económicos.
Cada una de las 21 sesiones está dividida en el texto
en los siguientes acápites: definición del objetivo de la
misma, el desarrollo mismo de la sesión de 90 minutos,
consejos de utilidad para el terapeuta y material o tareas para el paciente.
El bloque I que se entrega en las seis primeras sesiones tiene como objetivo crear conciencia de enfermedad, lo cual suele requerir de un trabajo arduo de
parte del terapeuta. Este bloque persigue entregarle al
paciente contenidos básicos acerca de su enfermedad
bipolar y se ubica al comienzo de la psicoeducación,
porque se introducirán conceptos que luego serán imGACETA UNIVERSITARIA
| 129
MANUAL DE PSICOEDUCACIÓN PARA EL TRASTORNO BIPOLAR
prescindibles durante el programa del grupo. En la sesión número cinco se puede enseñar al paciente a construir su propio gráfico vital “life chart” y en las sesiones
siguientes se invita a un par de pacientes a presentar su
gráfica y se comentan los aspectos más significativos.
El bloque II se despliega a lo largo de siete sesiones y está destinado a conseguir la adherencia al tratamiento farmacológico. Muchos pacientes malentienden
el comienzo de una psicoterapia individual o de grupo
de terapia como el inicio de su “despsiquiatrización” o,
dicho de otro modo, como el primer paso tendiente a
acabar dejando la medicación, y así lo manifiestan. En
palabras de los autores: “Es imprescindible que desde
el inicio de las sesiones el terapeuta presente ambos
tratamientos como complementarios, y que deje claro
que la medicación es imprescindible, incluso anotándolo en la pizarra si es necesario”.
El bloque III está orientado a informar sobre los
riesgos del uso de alcohol y sustancias y de la mayor
vulnerabilidad y prevalencia del abuso o dependencia
que presentan los pacientes bipolares.
El bloque IV se dedica a enseñar a los pacientes a
identificar una recaída y a actuar precozmente, tanto
desde el punto de vista conductual como posibilitando la elaboración de una estrategia farmacológica de
emergencia y se implementa entre las sesiones 15 y
18, poniendo énfasis en la detección temprana de los
síntomas hipomaníacos o maníacos, debido a la mayor
dificultad de los pacientes para identificar los síntomas
de euforia.
130 | GACETA UNIVERSITARIA
El bloque V busca educar al paciente bipolar sobre
la importancia de la regularidad de hábitos, en particular del ciclo sueño-vigilia, el cual con frecuencia está
desfasado, alterado o no es considerado como un factor causal de recaída o de resistencia al tratamiento. En
este mismo bloque se enseñan algunas técnicas básicas
para el control del estrés y estrategias prácticas para la
solución de problemas que suelen presentarse en el paciente bipolar.
Al terminar la lectura mi sentimiento es de gratitud
hacia Colom y Vieta por la dedicación, la seriedad, el tiempo invertido en la investigación y, por último, por la fluidez
con la que comunican su experiencia. Demás está decir
que este programa tiene el aval de ser reconocido y citado por los especialistas en bipolaridad de la psiquiatría
norteamericana, luego de la publicación de sus estudios
controlados en revistas de psiquiatría de primera línea (1,
2). En resumen, se trata de un texto eminentemente práctico y amigable dirigido a los terapeutas que se dedican
al manejo del paciente bipolar y que será de gran ayuda
para el psiquiatra como para el psicólogo inserto en la
práctica clínica ya sea institucional como privada.
REFERENCIAS
1.
2.
Colom F, Vieta E, Martínez-Aran A et al. A randomized trial on
the efficacy of group pychoeducation in the prophylaxis of recurrences in bipolar patients whose disease is in remission. Arch
Gen Psychiatry 2003a; 60:402-407
Colom F, Vieta E, Reinares M et al. Psychoeducation efficacy
in bipolar disorders beyond complience enhancement. J Clin
Psychiatry
PSICOSIS EPILÉPTICAS
EPILEPTIC PSYCHOSIS
AUTOR
RESEÑA
PSICOSIS EPILÉPTICAS
Autor: Fernando Ivanovic-Zuvic
Serie Roja, Sonepsyn Ediciones, 2003
(Rev GU 2005; 1; 2: 131)
Luis Risco
n tópico particularmente interesante dentro de
la Psiquiatría ha sido y continuará siendo el de la
estructura de la relación entre disfunciones cerebrales,
por un lado, y tipos específicos de constelaciones psicopatológicas, por otro. De hecho, se trata de un tópico
que por momentos ha alcanzado casi el rango de piedra
filosofal para la disciplina. Evidentemente, en muchas
áreas establecer correlaciones dentro de este ámbito
ha resultado por lo menos dificultoso, tanto por la heterogeneidad de los hallazgos neurobiológicos como por
la inespecificidad de las asociaciones con formas clínicas y fenotipos. En este sentido, el área de las epilepsias
es un campo del mayor interés, ya que presenta en su
faz neurológica los conocidos fenómenos paroxísticos,
recurrentes y estereotipados de diversa índole, y en su
faz psiquiátrica manifestaciones que son susceptibles
de caracterizar y categorizar, de modo que en el largo
plazo se puede intentar establecer correlatos entre ambas caras de la enfermedad, y, por esta vía, establecer
correlatos entre neurobiología y psicopatología, y en
último término, quizás incluso entre mente y cerebro,
otra piedra filosofal no tan sólo de la Psiquiatría sino
que también de la filosofía, la antropología y una multitud de disciplinas más.
La Psiquiatría chilena ha tenido la suerte de que
uno de sus más destacados representantes haya dedicado el centro de su labor académica y profesional
a este tema. El Dr. Fernando Ivanovic-Zuvic, Profesor
Asociado de Psiquiatría de la Universidad de Chile, ha
comunicado datos y reflexiones en una larga serie de
escritos tanto en Chile como en el extranjero, principalmente alrededor de las manifestaciones psiquiátricas
de la Epilepsia. El libro de la Serie Roja de la Sociedad de
U
Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía, “Psicosis Epilépticas”, resume la experiencia del Dr. Ivanovic-Zuvic sobre
el tema y, sin duda, no únicamente describe el estado
actual del arte en esta zona de la Psiquiatría sino que
también prefigura lo que puede ser la orientación de la
investigación y las preguntas en torno al tema.
Resulta por cierto de la mayor importancia el estudio y la reflexión sobre las psicosis epilépticas no
sólo por razones puramente clínicas. Se debe recordar,
como se menciona en el libro, que estas entidades tienen un escaso reconocimiento en las actuales clasificaciones de enfermedad. Esto significa, visto desde cierto
punto de vista, un ámbito en el que la reflexión no está
cercada por criterios metodológicos estrechos ni por
la influencia de grandes centros cuyo poder para determinar la epistemología proviene muchas veces de
razones que no están necesariamente vinculadas a la
intensidad de su pensamiento. Haciendo honor a ello,
el lector puede disfrutar en este libro no sólo de una
acabada revisión sobre los temas más importantes referidos a esta patología sino que, además, de vívidas
pinturas clínicas, de interesantes análisis fenomenológicos y de reflexiones en cuya corriente se puede
identificar el afán intensamente humanista de quien
las ha escrito.
Saludamos la aparición del libro “Psicosis Epilépticas” del Dr. Fernando Ivanovic-Zuvic no sólo como un
sustancioso aporte al conocimiento detallado de un
tipo de patología sino también como un texto de reflexión, de pensamiento, y, metafóricamente, como una
manifestación de que la Psiquiatría del último rincón
del mundo está viva y presta a continuar desarrollando
su identidad y a hacer su contribución.
GACETA UNIVERSITARIA
| 131
PSIQUIATRÍA CRÍTICA
CRITIC PSYCHIATRY
LA TERCERA ETAPA. ENSAYOS CRÍTICOS SOBRE PSIQUIATRÍA CONTEMPORÁNEA
COMENTARIO DE LIBROS
LA TERCERA ETAPA. ENSAYOS CRÍTICOS
SOBRE PSIQUIATRÍA CONTEMPORÁNEA
Autor: César Ojeda
Editorial Cuatro Vientos. Santiago, 2003, 241 páginas
(Rev GU 2005; 1; 2: 132-133)
Hernán Silva
n su libro “La tercera etapa. Ensayos sobre psiquiatría
contemporánea” (Editorial Cuatro Vientos), el Dr. César Ojeda nos invita a pensar sobre la psiquiatría actual.
Con un lenguaje ameno, accesible para los lectores no
habituados a la terminología psiquiátrica, pero sin concesiones respecto a su profundidad, el autor nos lleva a
transitar por las ideas fundamentales que orientan a la
psiquiatría contemporánea. A continuación espigamos
algunas de las múltiples ideas que sugiere su lectura.
E
EL DESARROLLO DE LA PSIQUIATRÍA MODERNA
La histeria, una misteriosa enfermedad de larga historia en la medicina y que puede simular cualquier patología, juega un papel central en el nacimiento de la
moderna psiquiatría. Producto de un útero migratorio
según la medicina de la Grecia clásica, tomaba de este
órgano la capacidad de representar enfermedades de
cualquier parte del organismo. En el siglo XIX el gran
clínico francés Jean Martin Charcot, mientras estudiaba
diversas afecciones neurológicas, debió hacerse cargo
de un grupo de pacientes histéricas que presentaban
parálisis, anestesias o convulsiones sin tener hallazgos
orgánicos demostrables. No sólo no tenían lesiones anatómicas perceptibles sino que sus síntomas “podían ser
inducidos por sugestión y mejorados por persuasión”,
como llegó a afirmar su discípulo Babinski. Por lo tanto,
estos trastornos no podían ser abordados desde una
explicación orgánica sino comprendidos a partir de su
sentido. Es conocida la fuerte impresión que las demos-
132 | GACETA UNIVERSITARIA
traciones clínicas de Charcot en el campo de la histeria
ejercieron sobre el entonces neurólogo vienés Sigmund
Freud y su papel en el ulterior desarrollo del psicoanálisis. Menos conocido, en cambio, es el desarrollo prácticamente paralelo al psicoanálisis de la fenomenología,
corriente fuertemente enraizada en la filosofía y cuyos
aportes a la psiquiatría clínica resultan fundamentales.
Psicoanálisis y fenomenología representan, para Ojeda,
las concepciones dominantes de la “primera etapa” de
la psiquiatría contemporánea, la que se desarrolla en la
primera mitad del siglo XX.
Ambas corrientes tienen como tema privilegiado
la conciencia. Mas, paradójicamente, mientras el psicoanálisis pone a la conciencia bajo sospecha y procura
develar las motivaciones inconscientes de la conducta,
la fenomenología propone la radicalización de la conciencia como fundamento de una psico(pato)logía.
Tanto el psicoanálisis como la fenomenología influyeron enormemente en el desarrollo de la psiquiatría, hasta que, en la segunda mitad del siglo XX, debuta
la llamada “psiquiatría biológica”, la que constituye una
“segunda etapa” que predomina hasta la actualidad.
Señala Ojeda que el descubrimiento de los modernos
psicofármacos (antidepresivos, antipsicóticos, ansiolíticos, estabilizadores del ánimo) llevó al estudio de sus
mecanismos de acción y a la formulación de hipótesis
biológicas sobre el origen de la enfermedad mental. Estas hipótesis guían la investigación de nuevos fármacos
y procuran explicar los trastornos mentales a través de
alteraciones bioquímicas o neurofisiológicas. Si bien lo
HERNÁN SILVA
anterior es indudablemente cierto, a nuestro juicio el
panorama es más complejo. El explosivo crecimiento de
las neurociencias y el desarrollo de nuevas disciplinas
como la genética de la conducta, han sido tanto o más
relevantes que la psicofarmacología en la comprensión
de la enfermedad mental. No se puede desconocer la
existencia de “psiquiatras biológicos” reduccionistas,
que creen poder explicar la conducta humana exclusivamente mediante un desbalance de neurotransmisores o por el funcionamiento alterado de ciertos circuitos
cerebrales. Pero los investigadores más lúcidos siempre
han rehuido ese tipo de explicaciones. Por lo demás, el
reduccionismo es un pecado bastante extendido, del
que han sido culpables tanto psicoanalistas y fenomenólogos como “psiquiatras biológicos”.
LA TERCERA ETAPA
El físico David Deutsch relata que en su infancia oía decir con frecuencia que la velocidad de producción del
conocimiento es tal, que nadie puede abarcarlo en su
totalidad. Mientras un sabio del Renacimiento aun podía dominar todo el saber de su época, en la actualidad
tal cosa resultaría imposible. El número de científicos
vivos supera a la totalidad de los que han existido en la
historia de la humanidad. No obstante, señala Deutsch,
él nunca esperó saberlo todo de cada cosa en particular
(todas las especies de escarabajos, por ejemplo) sino
conocer las grandes teorías que podían explicar la totalidad del Universo. Siempre, claro, que eso fuera posible.
En la actualidad habría cuatro teorías suficientemente
amplias para cumplir esa condición: la teoría cuántica,
la de la calculabilidad, la epistemología y la teoría de la
evolución.
La teoría evolucionaria estudia la filogenia u origen de las especies y es llamada así para diferenciarla
de la teoría evolutiva que estudia la ontogenia o desarrollo embrionario de los individuos. Fue planteada por
Darwin en el siglo XIX y, con los ajustes y correcciones
derivados de la genética moderna, sigue siendo el principal marco conceptual para la biología y, por extensión,
para la medicina.
Los investigadores en psiquiatría recién comienzan a considerar la teoría evolucionaria como referencia para entender la conducta humana y la enfermedad
mental. Es un mérito del Dr. Ojeda ser pionero en nuestro medio al plantear la importancia y los alcances de
este nuevo enfoque en la psiquiatría. No duda en calificarlo de una “tercera etapa” apenas en sus albores.
Efectivamente, sólo unos pocos autores adoptan
esta perspectiva y sus planteamientos son muy preliminares. Entre ellos cabe destacar al notable investigador
británico Timothy Crow, quien, en una brillante y audaz
hipótesis, da cuenta de la esquizofrenia como el precio
que el homo sapiens debe pagar por la adquisición del
lenguaje. Dicha hipótesis, basada en sólidas investigaciones neuroanatómicas y neuropsicológicas, es la
única que ha dado una respuesta plausible a la clásica
“paradoja de la esquizofrenia”. La esquizofrenia afecta a
hombres y mujeres jóvenes, quienes raramente se casan
o tienen descendencia. No obstante, pese a su baja tasa
de fertilidad, la esquizofrenia afecta a alrededor del 1%
de la población en el mundo y esa cifra parece haberse
mantenido estable a lo largo de los años. Según Crow,
la variación genética que predispone a la esquizofrenia
es parte de una variación que afecta a toda la población
y está asociada a la capacidad del lenguaje que define
a nuestra especie.
Pero la teoría evolucionaria proporciona no sólo un
marco teórico para entender los diversos trastornos psiquiátricos sino, también, la eficacia de intervenciones
como la psicoterapia, la que adquiere otra dimensión a
la luz de esta teoría.
Concordamos con los planteamientos del Dr. Ojeda
respecto a que la teoría evolucionaria probablemente
se consolidará como el mejor marco conceptual para
entender la conducta humana y sus variantes, como los
trastornos mentales. No obstante, a nuestro juicio, las
hipótesis bioquímicas, neurofisiológicas o neurocognitivas, seguirán siendo los referentes más útiles para
entender fenómenos como la producción de síntomas
o el efecto de los psicofármacos. La situación, por lo demás, no difiere de la física, donde la teoría cuántica da
mejor cuenta de la realidad; pero para efectos prácticos
en determinados niveles, la física de Newton sigue teniendo validez.
Probablemente en el futuro, en mayor o menor
medida, seguirán coexistiendo diversas aproximaciones
para captar la realidad. El ser humano es de una enorme
complejidad y con humildad hay que reconocer que, en
el umbral del siglo XXI, siguen siendo autores como Sófocles, Shakespeare, Dostoievski o Cervantes quienes más
se han acercado a comprender la naturaleza humana.
Es de esperar que el lúcido ensayo que nos presenta el Dr. Ojeda promueva una reflexión más profunda,
en una época en la que la masiva producción de datos
amenaza con oscurecer la visión de las líneas fundamentales del pensamiento psiquiátrico.
GACETA UNIVERSITARIA
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PSICOPATOLOGÍA DE LA MUJER
WOMEN’S PSYCHOPATHOLOGY
PSICOPATOLOGÍA DE LA MUJER
COMENTARIO DE LIBROS
PSICOPATOLOGÍA DE LA MUJER
Editores: Eduardo Correa, Enrique Jadresic
Ed. Mediterráneo. Santiago, 2005, 573 páginas
(Rev GU 2005; 1; 2: 134-136)
César Ojeda
ste libro de Editorial Mediterráneo tuvo una primera edición en el año 2000 en la Serie Roja de
las Ediciones de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría
y Neurocirugía, sello editorial fundado en 1990 y que
entrega a los psiquiatras, neurólogos y neurocirujanos
de Chile textos en diversas áreas de esas especialidades. En la edición original de Psicopatología de la mujer,
tuve el honor de escribir una introducción. Sin embargo, el texto de Mediterráneo que comentamos ahora
no puede considerarse una segunda edición, pues es
cuatro veces más voluminoso, participan tres veces
más autores y los temas abordados se han extendido
considerablemente.
Con escasas excepciones, la mujer padece de
“enfermedades mentales” en mayor proporción que el
hombre, pero las padece en la mayoría de los casos en
estrecha relación con algún aspecto del ciclo reproductivo: los ciclos hormonales, la fecundación, la gestación,
el fenómeno de la maternidad y de la infertilidad natural (menopausia) o patológica. Así, pubertad, ciclo
menstrual, vida sexual, embarazo, parto, puerperio,
climaterio y menopausia parecen ser locus fragiles para
la aparición de fenómenos psicopatológicos. Las enfermedades mentales en la mujer aumentan después de la
pubertad y disminuyen después de la menopausia. Sin
embargo, la vinculación señalada no crea algo así como
una psicopatología de la mujer propiamente, pues la
mayoría los cuadros clínicos psiquiátricos no difieren
en su esencia de los que presenta el varón.
Otra cosa, y muy distinta, es que la mujer sí tenga
especificidades psicológicas y comportamentales propias de su sexualidad e intensos conflictos derivados de
E
134 | GACETA UNIVERSITARIA
su condición de género. Y aquí encontramos un primer
nudo en esta extensa obra. La primera parte, titulada
“Aspectos generales”, tiene una orientación que podríamos denominar antropológica, si entendemos por
ello los aspectos sociales, políticos e históricos que han
discriminado a la mujer desde el inicio de los tiempos:
pobreza, violencia, analfabetismo, acceso restringido al
trabajo y a la educación, abuso psicológico, ausencia
de derechos reproductivos, dominación en diversas esferas, etcétera. Frente a estos fenómenos, la distinción
desarrollada en los primeros capítulos del libro, entre
sexo (el hecho fáctico de ser mujer) y género, es crucial. Y lo es porque ser mujer es una categoría “natural”
que abarca a todas las mujeres, en todas las épocas y
condiciones. El género, en cambio, es la construcción
social y cultural de las diferencias sexuales, las que son
y pueden ser muy distintas de una cultura a otra y de
una época a otra.
Es evidente que el género, para hombres y mujeres,
es un constituyente ineludible en su existencia, pues en
el ser humano la condición sexual siempre está configurada de alguna forma en las diversas culturas. Por lo
mismo, el género no tiene sentido desde sí mismo sino
que sólo lo alcanza por el género complementario y la
compleja dinámica social desde allí derivada. Por lo mismo, la “masculinidad” es imposible de eludir si se desea
esclarecer cualquier aspecto de la condición del género
femenino. Sin embargo, el género masculino no parece
suscitar un gran interés en la psicología y la psiquiatría,
y este libro no es una excepción en eso. Lo “masculino”
pareciera obvio y no necesitado de grandes reflexiones
o estudios y, en los hechos, no es un tema destacado
CÉSAR OJEDA
para las instituciones sociales, encuentros, convenciones, cátedras ni movimientos políticos. Esta carencia
recuerda la más conocida de las aserciones psicológicas
en la génesis de numerosa patología psiquiátrica: el padre ausente.
Si entendemos a la erótica, justamente, como la
sexualidad culturalmente encarnada, debemos concluir que no se trata de entender el género sólo desde
las condiciones de vinculación social, laboral o política,
sino además desde la manera en que se ejecuta el deseo
sexual, la selección del otro, las regulaciones colectivas
que el encuentro amoroso siempre tiene, y la manera
de encarnar los roles derivados de tal encuentro y sus
consecuencias.
LA MIRADA MÉDICA
Sin embargo, en el cuerpo de la obra la condición femenina de género no es la línea central, o, dicho con
otras palabras, no parece cumplir un papel relevante
respecto del objetivo perseguido, el cual es un concepto médico de los trastornos mentales en personas de
sexo femenino.
En el apartado destinado a los aspectos neurobiológicos de la diferenciación sexual, se destaca que
tal diferenciación (masculino / femenino) ocurre en un
momento preciso del desarrollo cerebral y corporal, y
en el que participan hormonas como la testosterona y
que, como una especie de pubertad neuronal, determina una diferencia morfológica y funcional que gobierna
la vida completa de una persona.
Desde allí el libro transita por el llamado trastorno
disfórico pre-menstrual, por las psicosis menstruales,
los trastornos depresivos y ansiosos en el embarazo y
el puerperio, para continuar con los aspectos psicológicos en la infertilidad. Luego, diversos autores revisan
la esquizofrenia, la epilepsia, el trastorno bipolar, las
adicciones, los llamados trastornos somatomorfos, de
estrés posttraumático y la forma en que aparecen en
las mujeres. Lo que destaca de todos estos últimos capítulos es lo ya señalado: salvo aspectos menores, esas
alteraciones no difieren mayormente de la forma en
que se presentan en el sexo masculino.
No obstante, la patología que a nuestro juicio engloba con mayor riqueza el tema de este libro son los
trastornos de la conducta alimentaria, que podrían gráficamente ser descritos con el término disorexias, es decir, una alteración (dis) en la incorporación del alimento
(orexis). Como señalan las autoras de estos capítulos,
su complejidad deriva, justamente, de la confluencia
en ellas de la alteración de prácticamente todos los
elementos de la feminidad incluyendo, en este caso
ineludiblemente, a la condición de género. Desde una
perspectiva antropológica, la relación entre erótica y
gastronomía ha sido desarrollada por Octavio Paz en un
hermoso ensayo titulado La mesa y el lecho,1 en el que
establece una sugerente analogía entre el tipo de cocina, la erótica y los rasgos culturales predominantes de
un país o región. A nivel psicopatológico, la bulimia ha
sido considerada por Dörr como una perversión oral,2
por su semejanza estructural con la masturbación: acto
solitario, placentero y finalmente generador de culpa.
También ha sido comparada con el ciclo de respuesta
sexual en medio de la constricción cultural de la erótica, con una etapa de deseo, una de plenitud y luego
una de resolución, acompañadas de sentimientos de
culpa y vergüenza. Por su parte, la anorexia nerviosa ha
sido considerada como la abstinencia, el autocontrol
digno, el celibato, el rendimiento, la elegancia y el carácter aristocrático. En contraste, la bulimia sería algo
así como una degradación, un descontrol de impulsos,
una indignidad semejante al ciclo repetido de pecado y
arrepentimiento.
No obstante, las analogías no terminan aquí: también se han relacionado las etapas de la bulimia con la
pregnancia, la amenorrea y el parto; y la anorexia, con
la negación de todo lo anterior y por lo tanto con la
negación de la filiación. Entre los factores psicosociales
se han destacado los patrones culturales que buscan
la delgadez y la belleza en la mujer como condiciones
de su feminidad, aunque, por otra parte –y paradójicamente–, ambas patologías presentan un rechazo a los
caracteres sexuales secundarios, a la maternidad, a la
menstruación y a la relación con los hombres. El permanecer en un estado pregenital, desarrollando una
erótica regresiva oral, ya sea en el descontrol o la abstinencia, conforman en definitiva un panorama multifacético y complejo, con vínculos preferentemente diádicos y simbióticos con la madre, excluyendo al tercero (lo
masculino de la figura del padre).
Un capítulo distinto tiene que ver con la controversia que genera hoy día la terapia hormonal de reemplazo en las mujeres menopáusicas, y sus posibles riesgos y
ventajas. El climaterio y, específicamente, la menopausia, si bien no se relacionan con alguna patología mental
específica (como se suponía ocurría con la depresión
1
Paz O. La Mesa y el Lecho. En: El Ogro Filantrópico, Seix Barral, Barcelona,1979.
2
Dörr O. Sobre una forma particular de perversión oral en
la mujer: hiperfagia y vómito secundario. Rev. Chil NeuroPsiquiat 1994; 32: 365-380.
GACETA UNIVERSITARIA
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PSICOPATOLOGÍA DE LA MUJER
climatérica) tienen un fuerte impacto en patologías cardiovasculares, neoplásicas, de la estructura ósea, etcétera, pero especialmente, en las consecuencias psicológicas relacionadas con el envejecimiento en general.
Aunque siempre es difícil calificar un libro, en este
caso se trata de una obra exhaustiva y muy bien realizada desde el punto de vista médico, en la cual los
colegas podrán consultar temas relevantes en clínica
y, especialmente, de manejo farmacológico. No obstante, desde una perspectiva psiquiátrica más amplia,
es sabido que el sufrimiento que padecen las mujeres
en relación con su identidad de género y durante los
distintos momentos de su ciclo reproductivo, tiene que
ver en importante medida con los vínculos amorosos
136 | GACETA UNIVERSITARIA
y, especialmente, con los vínculos eróticos: crisis matrimoniales, separaciones, soledad, viudez, búsqueda
de pareja, ambigüedad frente al embarazo, vínculos de
pareja violentos y paradójicamente estables, etcétera.
Estos fenómenos están muchas veces en la base de la
aparición de cuadros clínicos, especialmente depresivos y ansiosos. Sorprende que en el libro que comentamos no haya un capítulo destinado a las perturbaciones de la conducta sexual femenina, por lo demás muy
frecuentes en la práctica clínica. Tal vez no sea una mala
idea que los editores intenten una segunda parte de
esta contundente obra, destinada a abordar con mayor
profundidad los temas de género y sus relaciones con
las perturbaciones psíquicas.
COSMIDES, LEDA. PSICOLOGÍA EVOLUCIONARIA
ROBERTO ARAYA Y ÁLVARO FISCHER
COSMIDES, LEDA. EVOLUTIONARY PSYCHOLOGY
ENTREVISTA
LEDA COSMIDES1 Y LA PSICOLOGÍA EVOLUCIONARIA:
“MENTE, COMPORTAMIENTO Y CIENCIAS SOCIALES”2
(Rev GU 2005; 1; 2: 137-143)
Roberto Araya3 y Álvaro Fischer4
El modelo estándar de las ciencias sociales, también llamado del determinismo cultural, está
siendo modificado por nuevas formulaciones provenientes de la biología, de la psicología y de
las ciencias cognitivas. Ello ha sido básicamente influido por grupos de científicos que apoyan sus
conceptualizaciones en principios evolucionarios. Entre sus más destacados exponentes están
sin duda la psicóloga Leda Cosmides y su marido, el antropólogo John Tooby, quienes acuñaron el
término psicología evolucionaria en el libro The Adapted Mind (La mente adaptada) que editaron en
1992 junto John Barlow. La siguiente entrevista ilustra parte de su pensamiento.
Usted y John Tooby están considerados entre los
fundadores de la psicología evolucionaria. Según el
filósofo Dan Dennett “su trabajo en psicología darwinista
es de lo mejor que se ha hecho” y “parece haber desenterrado algunos fósiles de nuestro pasado Nietzscheano”.
P:
¿Qué es la picología evolucionaria, y por qué el saber que
“nuestros cráneos hospedan una mente de la edad de piedra” sirve para entender a los humanos modernos?
R: La psicología evolucionaria es una aproximación a la
psicología, en la que los conocimientos y principios de
1
Leda Cosmides es conocida por su trabajo pionero en el campo de la psicología evolucionaria. Siendo una estudiante de pre-grado en Harvard, donde obtuvo su A.B. en biología (1979) y su Ph.D. en psicología cognitiva (1985), se interesó en la reconstrucción
de la psicología desde la perspectiva evolucionaria. Realizó su tesis de postdoctorado con Roger Shepard en Stanford y fue miembro del Center for Advanced Study in the Behavioral Sciences, antes de trasladarse a la University of California, Santa Barbara
(UCSB), lugar en el que ha estado en la facultad desde 1991. Cosmides ganó en 1988 el premio de la American Association for the
Advancement of Science for Behavioral Science Research. En 1993 la American Psychological Association la distinguió por sus
contribuciones a la psicología con el premio Early Career Contribution to Psychology, y el J. S. Guggenheim Memorial Fellowship.
En 1992, junto a John Tooby, publicó The Adapted Mind: Evolutionary psychology and the generation of culture. Actualmente es
profesor de psicología en la UCSB. Ella y John Tooby fundaron y co-dirigen el UCSB Center for Evolutionary Psychology.
2
Originalmente publicada en: Nuevos Paradigmas a Comienzos del Tercer Milenio. Alvaro Fischer / Instituto de Ingenieros de Chile
(Editores). Editorial El Mercurio-Aguilar, Santiago, 2004 (págs. 441-453). Publicación en GU autorizada por Leda Cosmides, por los
autores y por el Instituto de Ingenieros de Chile.
3
Ingeniero Civil, Ph.D. en Ingeniería. Autor del libro Inteligencia Matemática. Ed. Universitaria, Santiago, 2000
4
Ingeniero Civil Matemático, Universidad de Chile, Empresario. Presidente del Instituto de Ingenieros de Chile (2000-2001).
Miembro de la NY Academy of Science y de la Human Behavior and Evolution Society. Autor del libro Evolución … el Nuevo Paradigma, Ed. Universitaria, Santiago, 2001.
GACETA UNIVERSITARIA
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LEDA COSMIDES Y LA PSICOLOGÍA EVOLUCIONARIA: “MENTE, COMPORTAMIENTO Y CIENCIAS SOCIALES”
la biología evolucionaria son utilizados para investigar
la estructura de la mente humana. No es un área de la
psicología, como podrían ser la visión, el razonamiento
o el comportamiento social. Es una manera de pensar
respecto de la psicología que puede ser aplicada a cualquier área de ella. Cuando los psicólogos evolucionarios
hablan de “la mente”, se refieren al conjunto de mecanismos procesadores de información corporizados en el
cerebro humano, responsables de la actividad mental
consciente e inconsciente, y generadores de todo nuestro comportamiento.
Lo que permite a los psicólogos evolucionarios ir
más allá de las aproximaciones tradicionales al estudiar
la mente es el uso intensivo que hacen en sus investigaciones de un hecho que normalmente es pasado por
alto: que los programas que componen nuestra mente
fueron diseñados por selección natural para resolver los
problemas adaptativos que enfrentaron nuestros antecesores cazadores-recolectores. Esto nos insta a buscar
programas apropiados para resolver problemas como
la caza, la búsqueda de plantas alimenticias, el cortejo,
la cooperación con los familiares, la formación de coaliciones para la defensa mutua, el evitar predadores,
etcétera. Nuestra mente debería contener programas
que nos transformen en buenos solucionadores de
esos problemas, sin importar si son relevantes o no en
el mundo moderno.
Al mismo tiempo, al comprender esos programas
aprendemos a lidiar de manera más efectiva con circunstancias evolucionariamente novedosas. Por ejemplo, la única información disponible que los cazadoresrecolectores tenían para estimar probabilidad y riesgo
era la frecuencia, en número, de la ocurrencia de ciertos
eventos. Y así, pareciera que nuestras “mentes de la edad
de piedra” tienen programas diseñados para adquirir
y razonar con información sobre frecuencias en números. Con eso, los psicólogos evolucionarios han podido
desarrollar mejores maneras de comunicar complejos
datos estadísticos modernos. Supongamos que alguien
tiene una mamografía positiva. ¿Qué probabilidad tiene
de que tenga un cáncer mamario? La manera típica de
presentar la información relevante es en porcentajes, lo
que hace difícil responderlo. Si uno dice que un 1% de
las mujeres chequeadas al azar tiene cáncer mamario, y
todas dan un examen positivo, pero hay un 3% de falsos
positivos, mucha gente piensa erradamente que la persona que exhibe una mamografía positiva tiene un 97%
de probabilidad de tener un cáncer mamario.
Ahora explicitemos la misma información en frecuencias absolutas, que es un formato ecológicamente
válido para una mente cazadora-recolectora: de cada
1.000 mujeres, 10 tienen cáncer mamario y dan un test
138 | GACETA UNIVERSITARIA
positivo, y 30 dan un test positivo pero no tienen cáncer mamario. O sea, de 1.000 mujeres, 40 dan un test
positivo y sólo 10 tienen cáncer mamario. Este formato
deja en claro que si una persona tiene una mamografía
positiva, la probabilidad que corresponda a un cáncer
mamario es sólo 1 en 4, o sea, un 25%, y no un 97%.
Como ve, la psicología evolucionaria tiene muchas aplicaciones prácticas y otorga muchas posibilidades para
mejorar la vida.
P: Algunos expertos critican la aproximación evolucionaria porque sólo genera explicaciones “después del hecho”
y que para cualquier rasgo uno siempre puede encontrar
una explicación evolucionaria. ¿Cuál es su respuesta a
esta crítica?¿Puede la perspectiva evolucionaria ayudar
a generar predicciones novedosas testeables sobre comportamiento animal o humano?
R: No hay nada de malo en explicar hechos ya conocidos: nadie critica a un físico que explica por qué brillan
las estrellas o por qué las manzanas caen. La psicología
evolucionaria no sería muy útil si sólo proveyera explicaciones de hechos ya conocidos, porque como de la
mente prácticamente no se conoce nada, ¡hay muy pocos hechos que explicar! La fortaleza de la perspectiva
evolucionaria es que puede ayudar al descubrimiento:
permite generar predicciones respecto de qué programas contiene la mente y realizar experimentos para
verificar la validez de esa predicción. Mi trabajo sobre
subrutinas mentales para detectar ”tramposos” es un
ejemplo. La predicción de que podríamos tener subrutinas mentales buenas para detectar a quienes hacen
trampa en situaciones de intercambio social (reciprocidad) surge fácilmente del modelo de Trivers sobre
altruismo recíproco, que fue publicado en 1971. Pero
en 1971 nadie sabía si nuestra mente tenía esos programas. Así que 10 años más tarde hice experimentos
para probar su presencia. La existencia de programas
para detectar tramposos no se conocía previamente; la
aproximación evolucionaria permitió descubrirlos. Una
explicación no puede ser “después del hecho” si el hecho no es conocido previamente.
¿Qué pasa con las explicaciones evolucionarias de
fenómenos conocidos? Aquellos con conocimiento profesional sobre biología evolucionaria saben que no es
posible “cocinar” después de los hechos explicaciones
de cualquier rasgo. Hay restricciones importantes en
las explicaciones evolucionarias. Más específicamente,
cualquier explicación evolucionaria decente contiene predicciones testeables respecto del diseño de ese
rasgo. Por ejemplo, la hipótesis de que las náuseas del
embarazo son un subproducto de las hormonas prenatales, predice patrones de aversión a comidas distintos
ROBERTO ARAYA Y ÁLVARO FISCHER
de la hipótesis de que es una adaptación que evolucionó para proteger al feto de patógenos y toxinas de la
comida al momento en que la embriogénesis del feto
es más vulnerable, o sea, en el primer trimestre. Hacer
hipótesis evolucionarias, ya sea para descubrir un nuevo rasgo o para explicar uno ya conocido, implica tener
predicciones sobre el diseño de ese rasgo. La alternativa
a eso, o sea, no tener hipótesis de la función adaptativa
de algún rasgo, no implica ninguna predicción. Entonces, ¿cuál es la aproximación científica más restringida
y sobria?
P: Otros cientistas sociales critican la aproximación evolucionaria al comportamiento humano porque está muy
asociada a la biología. Ello ha llevado en el pasado, dicen,
a proyectos sociales aberrantes, incluyendo el racismo o
políticas de exterminio, y también conduciría al determinismo genético, calificado de reduccionista e incompatible con una visión humanista del mundo. ¿Qué responde
a eso?
R: En el mundo hay muchas personas con motivaciones
perversas, que torcerán cualquier tipo de ideas que estén dando vuelta con el objetivo de apoyar sus propios
fines. Hitler, por ejemplo, estaba más influido por nociones populares respecto de la “sangre” (que está en todas partes) que en un conocimiento biológico real. Sus
ideas también estaban influidas por mitología y folklore nor-europeo, pero eso no significa que tales temas
no deberían ser estudiados por los horribles propósitos
para los que pueden ser usados.
Desde la Ilustración, las personas han estado
tratando de construir puentes entre las disciplinas y,
cuando lo hacen, surgen nuevas visiones y nuevos beneficios para la humanidad. ¿Se debería mantener a las
artes de sanación separadas de la biología? Si así se hubiera hecho, no existirían los antibióticos y la medicina
moderna. ¿Se debería separar la psicología de la biología? Si se hace, nunca entenderíamos cómo funciona la
mente, y en consecuencia nunca sabríamos cómo hacer
menos probable la guerra, cómo curar el autismo, cómo
hacer inteligible el riesgo, o cómo prevenir el racismo,
por nombrar algunos de los problemas en los que la
psicología evolucionaria ha hecho progresos. Es más, si
mantenemos a la psicología separada de la biología, la
gente continuará creyendo que la “raza” es un concepto
razonable, contrastando con lo que los biólogos de población nos dicen, que la humanidad no está dividida
en distintas “razas”.
Con respecto al determinismo genético, esta es
una frase sin significado. Los psicólogos evolucionarios
creen que el comportamiento es el producto conjunto
de la información proveniente del medio y de los pro-
gramas que hay en nuestras cabezas. Estos programas,
a su vez, fueron creados durante nuestras vidas a través
de interacciones dinámicas entre nuestros genes y el
medio. Los genes que hoy tenemos son función del medio ambiente existente en el pasado, el que a través de
largos períodos, seleccionó y retuvo algunos y eliminó
a otros. Este conjunto de proposiciones no es particularmente controversial y cualquier psicólogo, evolucionario o no, estaría de acuerdo con él. ¿Es esto “determinismo genético”? Uno podría llamarlo igualmente
“determinismo ambiental”, pues el ambiente seleccionó
a los genes, el ambiente fue un factor crucial para construir los programas mentales y el propio ambiente les
sirve de input. Pero, ¿por qué llamarlo “determinismo”?
Decir que nuestras decisiones las tomamos basadas en
información procesada en nuestras mentes es un halago y no un insulto. ¿Es acaso más “digno” o más “humano” pensar que todo lo hacemos al azar? ¿No nos haría
eso algo menos que seres racionales?
P: Usted ha adoptado la visión computacional de la mente
que considera al cerebro como una máquina que procesa
información. Muchos psicólogos y neurobiólogos critican
esta visión como pasada de moda y adoptan la idea de
una mente “corporizada” o “húmeda”, en la que las palabras “representación” e “información” son más bien prohibidas, y el software no es independiente del hardware.
¿Qué piensa usted de esta crítica?
R: Cuando la gente afirma que el software no es independiente del hardware no sé realmente a qué se refieren. Es obviamente cierto que nuestros programas mentales están corporizados en nuestro tejido neuronal.
Pero uno igual necesita describir esos programas: qué
información reciben como input, qué inferencias hacen,
qué reglas de decisión gatillan, qué comportamiento
generan. La función del cerebro es generar comportamiento sensitivamente contingente a la información
que recibe del medio. ¿Cómo se puede prohibir palabras como información y aún así pretender estudiar lo
que la mente está diseñada para hacer?
Alguna gente cree que los avances en la neurociencia pondrá restricciones al tipo de programas que
nuestros cerebros puedan implementar. Cuando la
neurociencia avance un poco más, es posible que eso
ocurra. Pero en este momento esas afirmaciones están
terriblemente infladas. Más aún, quienes las hacen normalmente no están familiarizados con la extraordinaria
variedad de comportamiento animal. Hay pájaros que
navegan siguiendo las estrellas, murciélagos que vuelan por sonar, monos langur que cometen infanticidio,
monos tití que no lo hacen; hay leones que cazan en
manadas, gepardos que cazan solos, hay gibones moGACETA UNIVERSITARIA
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LEDA COSMIDES Y LA PSICOLOGÍA EVOLUCIONARIA: “MENTE, COMPORTAMIENTO Y CIENCIAS SOCIALES”
nógamos, caballos marinos poliándricos y gorilas poligínicos. Hay millones de especies animales sobre la
Tierra, cada una con una forma de vida diferente, altamente compleja.
No es posible que el mismo conjunto de programas
haga que el gepardo cace solo, los leones en manadas y
las gacelas sencillamente no lo hagan. Para que esa diversidad de comportamiento se dé en las especies, cada
especie debe tener un conjunto distinto de programas
cognitivos. Y, sin embargo, todos esos programas están
corporizados en el mismo tejido neuronal básico. Por
eso es que creo que el conocimiento del tejido neuronal
no será en sí mismo suficiente para dar cuenta de cuáles programas existen en nuestra mente y cuáles no.
P: La psicología evolucionaria es contraria a la afirmación
básica del modelo estándar sobre la naturaleza humana,
que la mente es capaz de “aprender” cualquier patrón externo (cultural) que se le presente. ¿Puede usted explicar
cómo el post-modernismo y el estructuralismo, por nombrar algunas teorías, no son compatibles con la visión
evolucionaria de nuestro comportamiento?
R: Algunas cosas las aprendemos muy fácilmente. Todos aprendemos nuestra lengua natal en los primeros
4 años de vida, sin que se nos enseñe, sin ir al colegio.
Otras cosas son más difíciles de aprender: leer, el cálculo
y el ajedrez requieren instrucción explícita, y no todos
logran dominarlos. Para entender el aprendizaje, uno
debe entender los programas que lo causan. Y esos
programas cambian según el dominio. Si uno quiere la
sociedad, requiere entender esos programas más que
denunciarlos. Aún no sabemos lo suficiente para afirmar que algún conjunto de ideas es “inaprendible”, pero
si entendemos cómo funciona el aprendizaje en distintos dominios, podremos encontrar formas de enseñar
cosas que hoy parecen difíciles (como en el ejemplo de
las probabilidades).
No tengo problemas con el objetivo postmodernista de entender cómo las ideologías y las relaciones
de poder afectan los discursos de la sociedad, e incluso
creo que la psicología evolucionaria puede contribuir
mucho a lograrlo. Tampoco tengo problemas con la
noción de que ciertos conceptos son “construidos socialmente”. Pero para entender cómo ello ocurre es necesario entender nuestros programas cognitivos evolucionados, qué información es sustituida por otra, y qué
información es generada por inferencias evolucionadas
que van más allá de la información proveniente del medio cultural.
Sí tengo problemas con la noción que todo lo que
hay en nuestras mentes se fue generando “exteriormente”; la información del medio es demasiado inde-
140 | GACETA UNIVERSITARIA
terminada para que esa proposición funcione. También
tengo problemas con la afirmación de que todo es
aprendido usando el mismo programa (¡siempre no especificado!) y que todas las ideas son igualmente fáciles
de aprender. Esta idea de una mente “equipotencial” se
sabe que es errada. Y hablando de implicaciones políticas nocivas, la idea de equipotencialidad apoyó los más
grandes derramamientos de sangre del siglo XX: ¿Cuántos millones murieron porque un Stalin, un Mao o un
Pol Pot creyeron que sería fácil moldear la naturaleza
humana a su voluntad?
P: Mucha gente asume implícitamente que la mente es
una solucionadora general de problemas. Usted sugiere,
en vez de ello, que la mente contiene una serie de algoritmos de dominio específico, y ha utilizado la analogía
del “cortaplumas suizo” para describirla. ¿Qué quiere decir
con ello?
R: El cortaplumas suizo es una herramienta flexible. Su
flexibilidad no proviene del hecho de que una misma
herramienta se aplique para todos los problemas. Por
el contrario, es una agrupación de herramientas, cada
una bien diseñada para resolver un problema diferente:
tijeras para cortar papel, sacacorchos para abrir el vino,
mondadientes para limpiar los dientes, etcétera. Cada
una resuelve un problema bien, y así otorga flexibilidad
para abordar problemas en general. De manera similar,
la mente humana no tiene una única herramienta para
resolver todos los problemas, y si así fuera, sería muy
limitada. La mente humana contiene un gran número
de programas, cada uno diseñado para resolver un problema adaptativo diferente: elegir pareja, cuidar a los
niños, buscar alimento, evitar predadores, navegar un
territorio, formar coaliciones, comerciar, defender a la
familia de agresiones, etcétera. Somos solucionadores
flexibles de problemas, en parte porque tenemos mentes que tienen muchas herramientas bien diseñadas.
Sin embargo, me he dado cuenta de que algunas
personas entienden mal la metáfora del cortaplumas
suizo, pues creen que lo que se afirma es que estos
programas no comparten información o no trabajan
en conjunto. Esos programas de dominio específico,
aunque sean funcionalmente especializados, producen
comportamiento actuando en conjunto. Comparten información, se la pasan y se la devuelven, etcétera.
P: El biólogo Lee Dugatkin ha mostrado cómo ciertos peces, con cerebros minúsculos, pueden imitar la elección de
pareja de individuos más viejos de la misma especie, que
han sido artificialmente engañados para elegir parejas
distintas de lo que sus programas genéticos les indican;
esto sugiere que la transmisión (imitación) cultural y las
ROBERTO ARAYA Y ÁLVARO FISCHER
interacciones gen/cultura han sido subestimadas en la
biología evolucionaria. ¿Qué opina de esas fuerzas? ¿Son
capaces de anular algoritmos de dominio específico producidos por selección natural, desafiando así su crítica al
modelo estándar?
R: Sospecho que los programas que hacen que esos
peces imiten esas elecciones de pareja son también de
dominio específico. La gente cree que la capacidad de
imitar es fácil de introducir a un cerebro, pero no lo es.
Requiere programas muy sofisticados, que se adhieren
a información muy estrechamente definida, descartando un gran volumen de ella. (Nótese que esos peces
están adquiriendo criterios de elección de pareja, no de
elección de comida, de estrategias para evitar depredadores, de métodos de nadado, de rutinas de búsqueda
de alimento, etcétera, y no están confundiendo lo que
es buena comida con lo que es buena pareja). Así que
no creo que la imitación anule algoritmos de dominio
específico, creo más bien que son algoritmos de dominio específico los que la hacen posible.
P: Usted y sus colegas han exhibido evidencia empírica
respecto de un módulo mental para “detectar tramposos”,
muy relacionado con el altruismo recíproco y la cooperación social. ¿Puede este módulo ayudarnos a entender
cómo se teje nuestra vida social? ¿Permite esto la coexistencia en nuestro comportamiento del egoísmo y el altruismo (dependiendo del contexto social)?
R: La teoría de juegos evolucionaria muestra que el
intercambio social (el comercio o la cooperación de
mutuo beneficio) no puede evolucionar a menos que
aquellos que otorgan beneficios sean capaces de detectar tramposos (individuos que reciben los beneficios
sin reciprocar) para evitar ser explotados por ellos en el
futuro. Un programa diseñado para provocar conductas
que signifiquen un costo reproductivo a quien las realiza para beneficiar la reproducción de otros, incluso la
de quienes nunca devuelven los favores, no podría ser
seleccionado.
Los humanos damos por sentado el hecho de que
podemos ayudarnos mutuamente intercambiando bienes y servicios. Pero muchos animales no pueden involucrarse en ese tipo de comportamiento, porque no poseen los programas que lo hacen posible. Me parece que
esta habilidad cognitiva humana es uno de los mejores
motores de cooperación que muestra el mundo animal.
Cuando no hay coerción el intercambio se produce porque cada persona quiere lo que el otro tiene, y cada uno
está mejor después de la transacción que antes (de otro
modo no accederían a realizarla). Cuando esto se combina con la tecnología moderna, entonces personas de
distintos extremos del globo se pueden ayudar unas a
otras. Es cierto que personas que producen el mismo
bien están en competencia entre ellos, pero compiten
por la oportunidad de mejorar las vidas de aquellos que
quieren esos bienes. De modo que todos mejoramos y
mejoramos (a través de la historia) al ayudarnos entre
nosotros. Comparado con el resto de las especies, esto
no me parece a mí una mala performance.
P: Usted definió una emoción como un “programa de jerarquía superior cuya función es dirigir las actividades e
interacciones de los programas subordinados que gobiernan la percepción: atención, inferencia, etcétera”. Según
usted, ¿podríamos en principio construir un algoritmo
de jerarquía superior que introduzca emociones y sentimientos a los robots? Si es así, ¿qué condiciones debería
cumplir ese programa?
R: Sí, podríamos proveer emociones a un robot, pero en
el sentido que yo le doy a ese término. En realidad, es lo
que tendríamos que hacer si quisiéramos construir un
robot que se involucre de manera flexible en distintos
tipos de comportamiento. ¿Tendría nuestra misma fenomenología? ¿”Sentiría” lo mismo que nosotros cuando estamos enojados o contentos? No lo sé. Pero tampoco sé si lo que siente otra persona al ver el color rojo
es lo mismo que siento yo (aunque, dado un conjunto
de chips de colores, sí puedo saber que ambos pensamos que el rojo es más similar al morado que al verde,
o sea, que las relaciones funcionales entre nuestras percepciones de los estímulos son las mismas).
Los científicos han progresado en su comprensión
de la visión en colores, aunque no puedan resolver los
problemas de la qualia de la experiencia, los problemas
fenomenológicos. De la misma manera, John Tooby y yo
estamos sugiriendo que los científicos podemos avanzar en el entendimiento de las emociones, aun cuando
no podamos, como tampoco pueden los científicos de
la visión, resolver los problemas fenomenológicos involucrados.
P: El psicoanálisis es no sólo una terapia conocida mundialmente sino también una aproximación a entender la
mente. ¿Qué puede decirnos de su valor científico y predictivo? ¿Es compatible con la psicología evolucionaria?
R: Muchos psicoanalistas asisten a las conferencias
de psicología evolucionaria. El propio Freud se veía
a sí mismo aplicando el pensamiento darwiniano a
la mente. A pesar de que la biología evolucionaria ha
progresado mucho desde Freud, algunas de sus intuiciones siguen siendo valiosas; otras, como la idea
que cada niño(a) secretamente desea tener sexo con
GACETA UNIVERSITARIA
| 141
LEDA COSMIDES Y LA PSICOLOGÍA EVOLUCIONARIA: “MENTE, COMPORTAMIENTO Y CIENCIAS SOCIALES”
su madre (padre), no tiene sentido a la luz del conocimiento actual respecto de la evolución del instinto para evitar el incesto. De manera más general, la
psicología evolucionaria puede ser eventualmente la
base para construir maneras incrementalmente mejores para ayudar a personas que sufran emocionalmente. Y supongo que ése es el objetivo central del
psicoanálisis. Por ello, podemos decir que los objetivos
de la psicología evolucionaria y el psicoanálisis sí son
compatibles, y muchas de sus suposiciones (por ejemplo, que la mente contiene programas de dominio
específico) también lo son. En la actualidad, difieren
más bien en lo que afirman respecto del diseño de
esos programas.
P: ¿Es la conciencia una adaptación, un subproducto o un
efecto aleatorio? Si es una adaptación, ¿cuál es su valor
adaptativo? ¿Puede una máquina estar consciente?
R: Si por “conciencia” se refiere a la qualia de mi experiencia, a mi sensación de ser un “yo”, no puedo contestar la pregunta, así como tampoco lo pude hacer con
las preguntas sobre la fenomenología del rojo y el
verde, el enojo o la alegría. Pero hay otros significados
para el término. Uno es el pool de información al que
pueden tener acceso muchos programas de inferencia
diferentes. Otro, es la habilidad para meta-representar
información, para suponer cosas que no son (todavía)
ciertas, para representar las creencias de otras personas
(por ej., “yo creo que usted piensa que hay chocolates
en esa caja”), y para imaginar situaciones ficticias o contra-factuales, todo ello sin confundirse entre lo que es
real y lo que no es.
Este tipo de proposición puede ser probada empíricamente y se pueden tener hipótesis alternativas respecto de la función adaptativa de la maquinaria computacional que lo hace posible. No sé si otros animales
tienen programas con esas propiedades (supongo que
los chimpancés los tienen de manera limitada), y no hay
manera de saberlo sin decir primero a qué programas
se refiere, para luego hacer las pruebas con la especie
en cuestión. Pero sí, esos programas pueden existir en
máquinas, y esas máquinas estarían “conscientes” en
ese sentido. Pero cuando me hacen esta pregunta, creo
que lo que realmente quieren saber es si esas máquinas
experimentarían la sensación de estar conscientes, y si
eso tendría “significado” para ellas. Esa es una pregunta
mucho más complicada.
P: Usted ha dicho que en el futuro la psicología evolucionaria pasará a llamarse simplemente psicología, porque
no habrá diferencias entre ellas. ¿Puede elaborar más ese
142 | GACETA UNIVERSITARIA
punto y decirnos qué viene hacia adelante en términos de
desafíos y aplicaciones prácticas para la psicología evolucionaria?
R: En algún instante la biología evolucionaria será una
parte estándar del entrenamiento en psicología, así
como cada biólogo necesita saber física y química. Los
biólogos no aprenden física y química porque la biología se pueda “reducir” a esas disciplinas. Las aprenden
porque enriquecen su entendimiento de los procesos
biológicos. Ese mismo enriquecimiento ocurrirá cuando los psicólogos aprendan biología evolucionaria (y
también cuando los biólogos aprendan más ciencias
cognitivas).
Cuando los psicólogos entiendan biología evolucionaria sabrán cómo plantear las preguntas sobre
valor adaptativo, y se harán preguntas sobre la mente
que ahora no se hacen. Buscarán programas que ninguna persona lega en conocimientos evolucionarios
sospecharía que existen. En ese momento no tendrá
sentido seguir hablando de psicología evolucionaria.
Será simplemente psicología. Pero ya no seguirá estando aislada del resto del conocimiento humano. La
psicología será, en ese momento, una disciplina integrada; una que habrá tomado con confianza su lugar
entre las disciplinas valiosas del saber, contribuyendo
a crear los puentes que enriquecen a las otras y a nosotros mismos.
PUBLICACIONES SELECCIONADAS DE LEDA
COSDMIDES
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Lieberman, D., Tooby, J. & Cosmides, L. (2003). Does morality
have a biological basis? An empirical test of the factors governing moral sentiments relating to incest. Proceedings of the Royal Society London (Biological Sciences), 02PB0795, 1-8.
Stone, V., Cosmides, L., Tooby, J., Kroll, N. & Knight, R. (2002). Selective Impairment of Reasoning About Social Exchange in a
Patient with Bilateral Limbic System Damage. Proceedings of the
National Academy of Sciences. (August, 2002).
Sugiyama, L., Tooby, J. & Cosmides, L. (2002). Cross-cultural evidence of cognitive adaptations for social exchange among the
Shiwiar of Ecuadorian Amazonia. Proceedings of the National
Academy of Sciences. (August, 2002).
Klein, S., Cosmides, L., Tooby, J., & Chance, S. (2002). Decisions
and the evolution of memory: Multiple systems, multiple functions. Psychological Review, 109, 306-329.
Kurzban, R., Tooby, J. & Cosmides, L. (2001). Can race be erased?:
Coalitional computation and social categorization. Proceedings
of the National Academy of Sciences, 98(26), 15387-15392. (December 18, 2001).
Fiddick, L., Cosmides, L., & Tooby, J. (2000). No interpretation
without representation: The role of domain-specific representations and inferences in the Wason selection task. Cognition, 77,
1-79.
Metarepresentations: A multidisciplinary perspective. (pp. 53115.) Vancouver Studies in Cognitive Science. NY: Oxford University Press.
ROBERTO ARAYA Y ÁLVARO FISCHER
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Tooby, J. & Cosmides, L. (1992). The psychological foundations
of culture. In J. Barkow, L. Cosmides, & J. Tooby (Eds.), The adapted mind: Evolutionary psychology and the generation of culture.
New York: Oxford University Press.
Cosmides, L., Tooby, J. & Barkow, J. (1992). Evolutionary psychology and conceptual integration. In J. Barkow, L. Cosmides, & J.
-
Tooby (Eds.), The adapted mind: Evolutionary psychology and the
generation of culture. New York: Oxford University Press.
Tooby, J. & Cosmides, L. (1990). On the universality of human nature and the uniqueness of the individual: The role of genetics
and adaptation. Journal of Personality, 58, 17-67.
GACETA UNIVERSITARIA
| 143
JASPERS, KARL. PSICOPATOLOGÍA. PSICOPATOLOGÍA GENERAL
EL SENTIDO DE LA “PSICOPATOLOGÍA GENERAL” DE KARL JASPERS
JASPERS, KARL. PSYCHOPATHOLOGY. GENERAL PSYCHOPATHOLOGY
PSICOPATOLOGÍA
EL SENTIDO DE LA “PSICOPATOLOGÍA GENERAL” DE
KARL JASPERS1
(Rev GU 2005; 1; 2: 144-147)
Mario Vidal2
Jaspers comienza su libro definiendo la Psicopatología como una ciencia empírica, ciencia de hechos
reales que se dan en un aquí y ahora. Se distingue, entonces, de las ciencias formales que no se
ocupan de hechos sino de entes ideales (lógica, matemáticas) y se distingue también de la psiquiatría
práctica, la que apoyada en los conocimientos que le entregan la psicopatología y otras ciencias
empíricas, tiene algo de pericia o de arte, no totalmente comunicable en conceptos claros y distintos.
Como toda ciencia, la psicopatología se define por su objeto y método. El objeto de la psicopatología
es todo lo que acontece en el hombre psíquicamente enfermo.
l hombre psíquicamente enfermo deberá mostrarse
en aspectos, o dimensiones, particulares. La pluridimensionalidad del objeto de la psicopatología se corresponde con el pluralismo metodológico necesario para su
estudio.
E
LA CUESTIÓN DEL MÉTODO
Jaspers define la ciencia moderna por ser un saber metódico: “sólo conozco científicamente cuando conozco
al mismo tiempo el método por virtud del cual tengo
ese conocimiento y, por tanto, puedo fundamentarlo y
mostrarlo en sus límites”.
La cuestión del método cruza todo el texto de Jaspers. Más que una acumulación de conocimientos, lo
que interesa es desarrollar una conciencia metódica. El
saber de algo a veces se entiende como que fuera la
aprehensión de la cosa misma, independiente del observador. Debe quedar claro que se conoce sólo lo que
hace posible el método; no es la realidad en sí misma
sino una perspectiva de esa realidad, la que queda
abierta a nuevas investigaciones. No basta aplicar un
método, hay que saber lo que puede entregar ese método, reconociendo sus límites y la necesidad de complementarse con otros modos de aprehensión.
POSICIÓN SINGULAR DE LA PSICOPATOLOGÍA
Las ciencias empíricas –desde Dilthey3– se han separado, aunque con límites imprecisos, en dos grandes
Este artículo corresponde al capítulo introductorio que el autor escribe en su libro Para leer a Jaspers: Invitación a la Psicopatología General. Editorial Universitaria, Santiago, 2003.
2
Departamento Psiquiatría y Salud Mental, División Sur Facultad de Medicina, Universidad de Chile.
3
W. Dilthey: Psicología y teoría del conocimiento. Fondo de Cultura Económica. México. 1951
1
144 | GACETA UNIVERSITARIA
MARIO VIDAL
categorías: ciencias naturales y ciencias espirituales (o
del hombre). En las primeras, los órganos de los sentidos –o algún instrumento de experimentación– captan
hechos físicos distintos que tienden a mostrarse simultánea o sucesivamente. La conexión causal entre ellos
no se capta directamente y debe añadirse un recurso
intelectual: a partir de inferencias inductivas –de lo
particular a lo general– se plantean hipótesis explicativas, por lo general varias, de las cuales una –la que
mejor cumpla con las pruebas de verificación– termina
imponiéndose, hasta que surja otra hipótesis de mayor
validez. La psicología no necesita hipótesis explicativas, la conexión es lo primario y lo secundario son los
miembros conectados; la conexión entre los hechos
psíquicos es algo originario, la relación se vive directamente como algo evidente en sí misma. La naturaleza
la explicamos a partir de hipótesis que se introducen
desde afuera en los hechos observados; la vida psíquica
la comprendemos desde adentro en esa experiencia primaria de conexión.
Para Jaspers la psicología y la psicopatología no
sólo estudian cómo se relacionan hechos psíquicos,
también estudian las bases biológicas del acontecer
psíquico, sano o enfermo. La comprensión, por ejemplo,
de una conducta (qué relación de sentido tiene con el
significado de la situación que vive ese sujeto) es un
aspecto del problema; la explicación de las causas neurofisiológicas de esa conducta es otro aspecto.
Jaspers ha insistido que la psicopatología, y ésta es
su peculiaridad, tiene que ser explicativa (con métodos
propios de las ciencias naturales) y, a la vez, comprensiva (con métodos propios de las ciencias del hombre).
Para la formación del médico, excesivamente centrado en los aspectos biológicos del hombre, se hace
muchas veces difícil aceptar esta doble perspectiva,
que estaría apuntando a un dualismo psique-soma, a
las dos “sustancias” (res extensa y res cogitans) cartesianas, que a estas alturas parece algo definitivamente
superado en el pensamiento científico. Para Jaspers,
psique y soma constituyen una unidad indisoluble e innegable; son sus modos de aprehensión, los métodos
que se requieren para estudiarlos, los que discurren por
dos líneas separadas.
Contra la tendencia a no reconocerle estatus científico a las ciencias del hombre, dice Jaspers: “Se identifica falsamente ciencia y las ciencias de la naturaleza.
Tanto más cuanto que algunos psiquiatras acentúan el
carácter científico natural de sus maneras de conocimiento, especialmente allí donde ésta falta de hecho:
en las nociones fisiognómicas, en las relaciones comprensibles, en la caracterología. La ciencia natural está
limitada a la naturaleza como manifestación somática,
que es causalmente captable. Ahora bien, las ciencias
naturales son fundamento y elemento esencial de la
psicopatología, pero también lo son las ciencias del
espíritu, y por eso la psicopatología no es de ninguna
manera menos científica, sino que es también científica
de otra manera. La ciencia adquiere figura extraordinariamente diversa. Según el método es distinto el objeto
y el sentido del conocimiento. Se equivoca uno cuando
se hace jugar el uno contra el otro, cuando se exige del
uno lo que hace sólo el otro. La actitud científica está
lista para todo camino y exige sólo aquellos criterios
generales de la ciencia: validez general, noción conminatoria (demostrabilidad), claridad metódica, discutibilidad inteligible”.
Y en otra parte, Jaspers agrega: “En realidad, en la
psicopatología se reúnen los métodos de casi todas las
ciencias. Biología y morfología, medición, estadística y
matemáticas, ciencias del espíritu comprensivas, métodos sociológicos, todos encuentran su aplicación en
ella. Esta dependencia de la psicopatología de las otras
ciencias, cuyos métodos y conceptos se le aplican, es
constitutiva para ella. Tiene que ver con el ser humano
entero, ciertamente con el ser humano enfermo. Lo propio de ella puede destacarse claramente tan sólo dentro
de los cuadros de la interpretación aportados de todas
partes… El vehículo sociológico de ese conocimiento
es la práctica de los hospitales, clínicas, sanatorios, consultorios médicos y psicoterapéuticos”.
PREJUICIOS Y PRESUPOSICIONES
Ningún conocimiento nuevo parte de cero. El que está
conociendo aporta un saber previo a ese conocimiento.
Si lo que aporta falsea la objetividad del saber nuevo
se habla de prejuicios; si facilita una mejor aprehensión
del objeto, se habla de presuposiciones.
El psicopatólogo debe capacitarse para identificar
y esclarecer los prejuicios y poder así eliminarlos. Las
presuposiciones deben ser comprendidas como condiciones para conocer, y aceptadas como hipótesis pero
no como un conocimiento probado.
Como ejemplos frecuentes de prejuicios se señalan
los siguientes:
Prejuicio filosófico. A partir de una determinada con-
cepción del hombre pueden surgir tendencias moralizantes o teológicas (la enfermedad mental como “pecado”, ciertas conductas anormales vistas como “vicios”,
etc.). El conocimiento científico se mueve en el eje verdad-error y no en el eje bueno-malo; el psicopatólogo,
en cuanto procura un saber objetivo, debe mantener
clara la separación entre conocer y valorar.
GACETA UNIVERSITARIA
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EL SENTIDO DE LA “PSICOPATOLOGÍA GENERAL” DE KARL JASPERS
Prejuicio teórico. En ciencias naturales son válidas las
teorías que tratan de concebir unitariamente un campo de investigación dado (teoría celular, teoría atómica,
etc.). En psicología y psicopatología no existe ninguna
teoría unitaria de la vida psíquica como un todo; sólo se
conocen aspectos particulares captados por métodos
singulares. A veces se confunden las hipótesis –construcciones auxiliares para alcanzar conocimientos limitados– como una teoría del todo. A partir de ese prejuicio, todo empieza a verse en función de la teoría: lo
que no encaja es descartado, o bien es interpretado con
nuevas construcciones auxiliares que, como sea, confirman la teoría.
nan citas sin jerarquizar su importancia). En una forma
más engañosa se puede caer en la infinitud del todo
posible, que lleva al prejuicio teórico de querer explicarlo todo con sistemas cerrados donde no cabe ninguna
posibilidad de refutación.
Por otra parte, la voluntad humana de imponer su
autoridad puede deslizarse a generalizaciones absolutas –reducir lo complejo a un solo punto de vista– haciendo de un método de investigación el único válido o
extendiendo la validez de un conocimiento particular
a otros conocimientos particulares –pasando por alto,
así, la interdependencia de todo conocimiento con su
método de aprehensión.
Prejuicio somático. Se parte del principio que la ver-
ESTRUCTURA DEL TEXTO
dadera realidad del hombre –el animal que ocupa
el peldaño más elevado en la escala zoológica– es el
acontecimiento somático; lo psíquico como tal no se
puede investigar, es solamente subjetivo. Se niega la
especificidad de lo psíquico y, con ello, la singularidad
del ser humano. (Un problema clave tanto para la psicopatología como para la psiquiatría y que será retomado
en el último capítulo.)
La multiplicidad de métodos exigidos para el estudio de
la psicopatología es tomada como base para organizar
el corpus de conocimientos que se entrega en el libro.
Los diversos métodos son separados en tres
grupos:
•
Prejuicio psicológico. Todo lo que ocurre en el hombre
–incluso su funcionamiento somático– se intenta comprender en términos psicológicos. Como variante, el
prejuicio intelectualista: se supone que toda conducta
es comprensible a partir de motivos racionales, lo que
lleva a desconocer otras realidades tanto o más significativas: impulsos irracionales (no conscientes), estados
de ánimo (no motivados desde afuera), etc.
Prejuicio representativo. A partir de imágenes y com-
paraciones se busca dar una representación objetiva de
alguna realidad psíquica: “estratos” del alma; “energía”
psíquica que puede fijarse, desplazarse, transformarse.
Mientras se los vea como una manera figurada de señalar lo psíquico, son válidos y útiles; el prejuicio representativo surge cuando dejan de ser metáforas y se los
toma como realidades empíricas.
En la base de estos prejuicios se encuentran dos
actitudes humanas básicas que pueden llevar a esos
desvíos logicoformales. Por una parte, la búsqueda de
seguridad refugiándose en lo infinito: en su forma más
corriente lleva a describir todo lo descriptible (detallismo innecesario en el análisis fenomenológico, historiales clínicos interminables que no ayudan a ver lo que
realmente sucedía en ese caso) o a revisiones bibliográficas exhaustivas no guiadas por una idea (donde no se
reconoce lo ya dicho con otras palabras, o se amonto-
146 | GACETA UNIVERSITARIA
•
•
Aquellos destinados a la aprehensión de distintos
tipos de hechos particulares, tanto subjetivos (vivencias) como objetivos (rendimientos cognitivos,
manifestaciones expresivas, conductas explícitas,
entre otros).
Aprehensión de las relaciones en que entran los
hechos psíquicos: entre sí (relaciones comprensibles) y con el cuerpo (relaciones explicativas).
Captación de totalidades relativas a esos hechos
particulares (estado de la conciencia, inteligencia,
imagen y concepción del mundo), relativas a sus relaciones (caracterología, teorías explicativas) y otras
relativas a la enfermedad mental (nosología) y de
aquellos factores que pueden modificarla (biografía, constitución psicofísica, etc.). En capítulo aparte
se analizan los condicionamientos y repercusiones
sociales de las enfermedades psíquicas.
La psicopatología debe ocuparse de todos esos
diferentes aspectos de la vida psíquica enferma, y no
sólo de algunos de ellos. Jaspers critica tenazmente
cualquier forma de reduccionismo: tomar como único
objeto de la psicopatología, por ejemplo, las vivencias
subjetivas, o las conductas objetivas, o las relaciones
comprensibles, o las bases neurofisiológicas de los trastornos mentales, o los condicionamientos sociales de
esos mismos trastornos, etc.
Pero el todo del hombre psíquicamente enfermo
no surge de la suma ni de ninguna combinación de esos
múltiples aspectos que entrega la investigación empí-
MARIO VIDAL
rica, sea biológica, psicológica o sociológica. El conocimiento científico tiene un límite, más allá del cual está
lo incognoscible para la investigación empírica –siempre referida a lo particular– y que queda abierto a la
reflexión filosófica.
En el último capítulo Jaspers hace ver la importancia de leer filosofía, y no para seguir a un determinado
autor o escuela filosófica, sino concretamente para adquirir una conciencia filosófica, una actitud crítica frente
al fundamento de todo saber; en el fondo, para desarrollar una actitud metodológica que sabe los límites y
las posibilidades del conocer científico. En palabras de
Jaspers: “La relación entre filosofía y ciencia no es tal
que los estudios filosóficos pueden encontrar su aplicación en la ciencia –un esfuerzo siempre infecundo,
aun cuando repetido en todo tiempo para cambiar de
nombre filosóficamente a los hechos empíricos–, sino
tal que el filosofar produce una actitud interior provechosa para la ciencia por el establecimiento de límites,
la conducción interior, la base alentadora del deseo
ilimitado de saber. Una lógica filosófica debe comportarse indirectamente como lógica concreta, no necesita
preocuparse de la filosofía porque ésta le enseñe algo
positivo para su ciencia sino porque le forma espacio
interior libre para sus posibilidades de saber”.
MISIÓN DE UNA CULTURA PSICOPATOLÓGICA
Contra toda dogmática del saber –exposición de conocimientos dados como definitivos– Jaspers se propone
taxativamente ayudar a adquirir una cultura del ver y
pensar en términos psicopatológicos.
El que se inicia en el campo de la psicopatología
debe ser educado en el arte de la observación psicológica. Observar es distinguir lo idéntico de lo semejante
(oposicionismo y negativismo se parecen pero no son
idénticos, por ejemplo). La distinción no es un asunto
de ordenamientos abstractos, de definiciones lógicas;
se apoya en la aprehensión de cualidades palpables,
perfectamente captables para quien esté entrenado en
la observación.
La descripción detallada de lo observado dará
paso, luego, a la elaboración racional de conceptos, los
que deberán ser continuamente reflexionados: qué se
conoce, cómo se llegó a ese conocimiento, alcances y
límites de cada método, diferencias entre conocer y valorar, diferencias entre investigación empírica y esclarecimiento filosófico, etc.
Tanto los hechos distinguidos por la observación
como los conceptos elaborados por la razón deben ser
comunicados en términos unívocos –no un mismo término para realidades distintas, no distintos términos
para una misma realidad– condición indispensable
para el intercambio de conocimientos dentro de la comunidad científica y su sedimentación en el saber colectivo. Para Jaspers, la necesidad de una terminología
unívoca no es un problema que pueda resolver alguna
comisión ad hoc, sino que pasa por una descripción
detallada, depurada, de lo observado y su elaboración
en conceptos claros y distintos, tarea urgente pero aún
pendiente.
Jaspers resume el sentido de su libro con las siguientes palabras: “La psicopatología general no tiene
la misión de recapitular todos los resultados sino de formar un todo. Su función consiste en el esclarecimiento,
la ordenación, la cultura. Tiene que esclarecer el saber
en los tipos básicos de los hechos y en la multiplicidad
de los métodos, resumirlos en ordenamientos naturales, y finalmente llevarlos a la autoconciencia en el todo
cultural del hombre. Cumple así una tarea específica
que va más allá de la investigación especial del conocer. No basta una mera agrupación didáctica, aprovechable práctica y mnemotécnicamente sino sólo aquella formación didáctica que coincide con la captación
esencial de la cosa”. Y más adelante: “Mi libro quisiera
ayudar al lector a adquirir una cultura psicopatológica.
Es ciertamente más simple aprender un esquema y
estar a la altura de todo aparentemente con un par de
consignas. La cultura nace del conocer los límites en el
saber ordenado y en la capacidad mental intuitiva que
puede moverse en todas las direcciones. Para la cultura
psiquiátrica hace falta la propia experiencia con el dominio de la intuición alerta en todo instante –eso no
puede darlo ningún libro– y luego la claridad de conceptos y la movilidad multilateral de la aprehensión
–esto último es lo que quisiera fomentar mi libro–.“
GACETA UNIVERSITARIA
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METODOLOGÍAS EN PRIMERA PERSONA
METODOLOGÍAS EN PRIMERA PERSONA: QUÉ, POR QUÉ, CÓMO
FIRST-PERSON METHODOLOGIES
EPISTEMOLOGÍA
METODOLOGÍAS EN PRIMERA PERSONA:
QUÉ, POR QUÉ, CÓMO1
(Rev GU 2005; 1; 2: 148-160)
Francisco Varela2 y Jonathan Shear3
NOTA DEL EDITOR
Para GU es un honor presentar a los lectores el artículo de Francisco Varela y Jonathan Shear que fue publicado como introducción al Número Especial del Journal of Consciousness Studies, 6, Nº 2-3, de 1999, y que
posteriormente apareció en el libro que bajo el título The view from Within: first-person approaches to
the study of consciousness, recogió todos los trabajos allí presentados. Ese libro, editado por los mismos
autores mencionados, apareció en Imprint Academic (UK) ese mismo año y ha tenido hasta la fecha dos
reediciones, en 2001 y 2002.
La lectura de este trabajo es compleja, por lo que nos ha parecido importante señalar algunos puntos que pueden facilitar la comprensión general a aquellos lectores que no están familiarizados con estos
temas y este lenguaje. El punto central del trabajo podría plantearse de la siguiente manera: la conciencia
es un fenómeno referencial, pues siempre es conciencia de... algo, y tener conciencia de... algo, es una experiencia, entendiendo por tal algo que nos pasa. Lo sorprendente es que eso que experimentamos son las
cosas del mundo y nuestro modo de estar en medio de ellas. Cuando nos referimos a las cosas del “mundo”,
como el computador, el edificio de enfrente o el río Mapocho, nos parece que son objetos de un mundo que
está ahí y que nosotros encontramos ya hecho al referirnos a él. Si tales cosas son objetos, nosotros –los
que experimentamos– somos “sujetos” de la experiencia en cuestión. La distinción sujeto-objeto es históricamente compleja y no tiene nada de obvio. En su origen la palabra sujeto se origina en el prefijo “sub”,
que en latín significa “bajo”, “debajo”, y al mismo tiempo sujeción a algo (por ejemplo a alguna forma de
autoridad): así, dícese subiectus tanto a los “lugares bajos, a los valles, como a la persona sumisa”. Esta idea
1
Este artículo fue publicado originalmente en el Journal of Consciousness Studies, 1999, 6, Nº 2-3: 1-14. Traducción y publicación
en GU autorizada por Jonathan Shear (autor), y Anthony Freeman (Managing Editor). Traducción desde el inglés realizada por
Carolina Ibáñez H.
2
Francisco Varela era PhD en biología de la Universidad de Harvard. Sus intereses eran la intersección entre neurociencia cognitiva, filosofía de la mente y matemáticas, áreas en las que sus contribuciones han sido conocidas a través de numerosas publicaciones, incluyendo el libro The Embodied Mind en coautoría con E. Thompson y E. Rosh (Traducción al castellano: De cuerpo presente,
Gedisa, Barcelona, 1992). Hasta el momento de su muerte, ocurrida en 2002 a los 56 años de edad, se desempeñaba como Senior
Researcher en el National Centre for Scientific Research de Paris.
3
Jonathan Shear es editor del Journal of Consciousness Studies y enseña filosofía en la Virginia Commonwealth University.
Es PhD de la UC Berkeley y recibió la beca Fulbright para estudiar filosofía de la ciencia en la London School of Economics. Ha
complementado su trabajo analítico con la práctica de procedimientos experienciales orientales por cerca de treinta años. Sus
publicaciones incluyen libros y artículos de filosofía, psicología y religión.
148 | GACETA UNIVERSITARIA
FRANCISCO VARELA Y JONATHAN SHEAR
de “hundimiento” se entiende fácilmente en castellano si pensamos en palabras como subyugar, súbdito o
subordinado, puesto que todas ellas ponen el acento en un contexto de déficit de autonomía y por lo tanto
de una patente fragilidad. Mas, por otro lado, “subiecto” significa “poner, meter debajo” y tiene con ello el
carácter de “fundamento”, de lo que sostiene, de lo que “subyace” a aquello que más patentemente aparece.
Este doble sentido, de hundimiento y fundamento al mismo tiempo, no es una mera contradicción, si pensamos que el hundimiento puede ser entendido como una carencia y por lo mismo como el fundamento de
una necesidad: de la necesidad de completar, de rellenar, de moverse en búsqueda de la plenitud. Esa que
tienen los objetos.
Por su parte,”objetivo” en latín es lo perteneciente o relativo al “objeto en sí”, y no a nuestro modo de
pensar o necesitar. El “objeto es “des-interesado”, es autónomo, suficiente, compacto, “desapasionado” y cuya
existencia está por “fuera” del sujeto que conoce, y que por lo tanto puede ser materia de conocimiento o
sensibilidad para él, aquello que le sirve de asunto a sus facultades. Pero objectus es también la acción
tética, es decir, de “poner delante”, de “oponer resistencia”, de obstáculo, de barrera, así por ejemplo, como
cuando “objetamos esto o aquello”.
Esta visión clásica es rechazada por diferentes formas de la epistemología contemporánea y también
por los autores de este artículo. Gran parte de esas objeciones provienen del enriquecimiento importante
que significó la noción de “intencionalidad” iniciada por Brentano y desarrollada ampliamente por Husserl.
Recordemos que “intentio” es “tender un puente”, y en este caso un puente entre el acto (psíquico) y su estar
inevitablemente dirigido a “algo”: así, amar es amar “algo”, desear es desear “algo”, pensar es pensar “algo”.
Ese “algo” es la referencia “objetiva” de tales actos de amar, desear o pensar. En el pensamiento de Husserl,
la Noésis (los actos) está indisolublemente ligada al Noema (los objetos de esos actos)y ese puente está
formado por un significado o sentido. Ya no se trata de un ente subjetivo puesto en contacto con un ente
objetivo, sino de una totalidad compleja e indisoluble y único modo de ser posible para una conciencia: el
complejo noético-noemático
El paso siguiente y ampliamente conocido es dado por Heidegger, el que no es relevante al trabajo que
ahora presentamos. Sin embargo, es imposible no señalar que en este último autor la distinción sujetoobjeto no tiene cabida. Francisco Varela, desde los inicios de su carrera, pensó que el mundo ”objetivo” no
es más que una construcción de la experiencia que cada ser vivo tiene al acoplarse a un entorno, y actuar
(enactuar un mundo) de acuerdo a su propia estructura y dinámica. No hay por lo tanto un “mundo en sí”,
allí, esperando ser descubierto, como asume gran parte del pensamiento científico contemporáneo.
Para los autores de este trabajo, en importante medida el problema consiste en que la conciencia ha estado en manos de la filosofía o de la especulación y ha sido un tema resbaloso a los ímpetus de la ciencia. Lo
que Varela y Shear (y numerosos otros) intentan generar es un acceso científico al estudio de la conciencia.
Para hacerlo, se ven en la necesidad de establecer una “manera”, un método que permita que estas experiencias en primera persona –lo que a mí me pasa– puedan ingresar al campo de la ciencia, y de ese modo
establecer un enlace confiable con los objetos más tradicionales de ella, estos últimos obtenidos a través
de metodologías en tercera persona –lo que pasa allí fuera–, y por lo tanto, tratados como aquello que en
inglés decimos con la expresión “it”. Para la psicología y la psiquiatría el tema de la mente, la conciencia y la
experiencia subjetiva es sin duda fundamental, razón por la cual publicamos este trabajo aquí.
Por eventos en primera persona nos referimos a la experiencia vivida asociada con sucesos
cognitivos y mentales. A veces también se utilizan términos como “conciencia fenomenológica” o
incluso “qualia”,4 pero es natural hablar de “experiencia consciente” o simplemente “experiencia”.
Los términos implican aquí que el proceso en estudio (visión, dolor, memoria, imaginación,
Generalmente se usa la expresión “qualia” para señalar los fenómenos que nos son accesibles de manera consciente. Por ejemplo, la rugosidad de una tela bajo mi tacto, o un dolor en el abdomen, o estar furioso, o resolver una ecuación de segundo grado.
En todos esos casos yo soy alguien que experimenta algo que habitualmente llamamos “subjetivo”, algo “para mí”. Muchas veces
el problema es establecer qué relación existe entre esos fenómenos y lo que designamos como “objetivo”, por ejemplo el mundo
físico o nuestro propio cuerpo (N. del E.).
4
GACETA UNIVERSITARIA
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METODOLOGÍAS EN PRIMERA PERSONA: QUÉ, POR QUÉ, CÓMO
etcétera) aparece como relevante y manifiesto para un “self” o “sujeto” que puede proporcionar
una descripción, pues estos tienen un lado “subjetivo”. En contraste, las descripciones en tercera
persona se ocupan de las experiencias descriptivas asociadas con el estudio de otros fenómenos
naturales. Aunque siempre han existido agentes humanos en la ciencia que producen y proporcionan
descripciones, los contenidos de tales descripciones no están clara o inmediatamente ligados a los
agentes humanos que las generan. Sus características definitorias se refieren a las propiedades de
efectos mundanos sin una manifestación directa en la esfera experiencial-mental: sólo pueden estar
vinculados a esta esfera indirectamente (por vía de la experiencia efectiva de laboratorio, los modos
de comunicación científica y así sucesivamente). Tales descripciones “objetivas” efectivamente
poseen una dimensión subjetiva-social, pero esta dimensión está oculta al interior de las prácticas
sociales de la ciencia.
INTERNO-EXTERNO: UNA DIVISIÓN ENGAÑOSA
a referencia ostensible y directa de estas prácticas
sociales es hacia lo “objetivo”, hacia el “exterior”, a
los contenidos de la ciencia actual, referidos a distintos
fenómenos naturales, como ocurre en la física y la biología. La historia y filosofía de la ciencia recientes a menudo sugieren que esta aparente objetividad no puede
caracterizarse como en referencia a las cosas-allá-afuera, independiente de los contenidos mentales-aquíadentro. La ciencia está permeada por las regulaciones
sociales y de procedimiento que caben bajo el nombre
de método científico, que permite la constitución de un
cuerpo de conocimiento compartido acerca de los objetos naturales. La pieza clave de esta constitución es
la verificación y validación pública, de acuerdo a complejos intercambios humanos. Lo que tomamos por
objetivo es lo que puede ser “transformado” desde una
narrativa individual a un cuerpo de conocimiento regulado. Ineludiblemente, este cuerpo de conocimiento es
en parte subjetivo –ya que depende de la observación
y experiencia individual– y en parte objetivo –ya que
es acotado y regulado por los fenómenos naturales empíricos.
Este breve repaso de que lo subjetivo ya se encuentra implícito en lo objetivo, acentúa la necesidad de escudriñar desde cerca la distinción heredada de que lo
objetivo y lo subjetivo forman una demarcación absoluta entre lo interno y lo externo. Mutatis mutandis, tratar
con los fenómenos subjetivos no es lo mismo que manejar experiencias puramente privadas, como frecuentemente se asume. Lo subjetivo está intrínsecamente
abierto a la validación inter-subjetiva, pero sólo si nos
proveemos de algún método y algún procedimiento
para tal efecto. Nuestro propósito central en esta Edición
L
150 | GACETA UNIVERSITARIA
Especial5, dedicada a las metodologías en primera-persona, es precisamente revisar algunos de los principales
enfoques actuales que intentan generar un fundamento
para la constitución de una ciencia de la conciencia, que
incluya la experiencia subjetiva, en primera-persona,
como un componente explícito y activo.
PRIMERA Y TERCERA: LA NECESARIA CIRCULACIÓN
Así planteada la pregunta, el siguiente punto a proponer se refiere al estatuto de las descripciones en primera-persona. En un sentido básico, la respuesta no puede
ser dada a priori, y sólo puede desplegarse desde exploración actual de este ámbito de fenómenos, como en el
caso de los artículos incluidos aquí. Sin embargo, nos
permitimos plantear de entrada algunos asuntos espinosos, para así evitar recurrentes malos entendidos.
En primer lugar, explorar descripciones en primera-persona no es lo mismo que afirmar que las descripciones en primera-persona contienen algún tipo de acceso privilegiado a la experiencia. Ninguna presunción
de algo inmodificable, final, fácil o apodíctico acerca
de los fenómenos subjetivos debiera plantearse aquí.
Asumir lo contrario es confundir el carácter inmediato
del darse de los fenómenos subjetivos, con su modo de
constitución y evaluación. Se podría haber ahorrado mucha tinta haciendo la distinción entre la irreductibilidad
de las descripciones en primera persona, y su estatus
epistémico.
En segundo lugar, un punto crucial en esta Edición Especial ha sido subrayar la necesidad de vencer
5
Los autores se refieren a la Edición Especial del Journal of
Consciousness Studies, señalada en la nota del editor.
FRANCISCO VARELA Y JONATHAN SHEAR
la actitud de “sólo echar un vistazo” en relación con la
experiencia. La aparente familiaridad que poseemos
respecto a la vida subjetiva, debe subordinarse a un cuidadoso examen de aquello a lo que podemos acceder
y de aquello que no, y de cómo esta separación no es
rígida sino flexible. Es aquí donde la metodología aparece como crucial: sin un examen sostenido no podemos realmente producir descripciones fenomenales lo
suficientemente ricas y sutilmente interconectadas, en
comparación con las descripciones en tercera-persona.
La pregunta principal es: en realidad, ¿cómo se hacen
estas descripciones? ¿Existe evidencia de que puedan
hacerse? ¿Y si es así, con qué resultados?
En tercer lugar, sería inútil quedarse con las descripciones en primera-persona en forma aislada. Necesitamos armonizarlas y acotarlas mediante la construcción
de vínculos apropiados con los estudios en tercera-persona. En otras palabras, no nos interesa un debate más
acerca de las controversias filosóficas que rodean la escisión entre primera-persona y tercera-persona (a pesar
del gran volumen de literatura ya existente). Para hacer
esto posible buscamos metodologías que puedan ofrecer un puente abierto hacia las descripciones objetivas
basadas en la evidencia empírica, lo que frecuentemente implica una intermediación, una posición en segunda persona, tal como lo explicaremos a continuación. El
resultado global de este esfuerzo debería ser el avance
hacia una perspectiva integrada –o global– de la mente, perspectiva en la que ni la experiencia subjetiva ni
los mecanismos externos tengan la última palabra. Esta
perspectiva global requiere, por lo tanto, establecer explícitamente las restricciones mutuas, y una influencia
y determinación recíprocas (Varela, 1996). En breve,
nuestra posición respecto a las metodologías en primera-persona es ésta: no salga de casa sin ellas, pero no
olvide traer consigo también las descripciones en tercera-persona. Este enfoque pragmático y con los pies en
la tierra, establece el tono de los artículos que siguen.
En suma, lo que emerge de este material es que, a pesar
de todo tipo de ideas recibidas en estas materias e irreflexivamente repetidas en la literatura reciente sobre
filosofía de la mente y ciencia cognitiva, los métodos en
primera-persona están disponibles y pueden producir
un impacto fructífero sobre la ciencia de la conciencia.
El sustento real de ellas no está en argumentos a priori
sino en realmente señalar ejemplos explícitos de conocimiento práctico, es decir, en el estudio de casos.
III LA NOCIÓN DE DATOS FENOMÉNICOS
La noción de datos fenoménicos puede proporcionar
un terreno común entre la primera y la tercera perso-
nas para las cuestiones metodológicas recién planteadas, y por lo tanto cabe aquí discutir brevemente esta
noción, dado su rol clave en este Número Especial. Un
gran volumen de literatura moderna está dirigido a la
“brecha explicativa” entre la mente computacional y la
mente fenomenológica,6 utilizando la terminología de
Jackendoff (1987). Como hemos señalado, esta última
está expresada de varias maneras: como subjetividad,
conciencia o experiencia. Es importante examinar estos
diferentes conceptos y observar cómo se relacionan
con aquel más básico de datos fenoménicos (Roy et al.,
1998).
A pesar de la variedad de la terminología en uso,
parece haber consenso respecto a que la expresión de
Thomas Nagel “en qué consiste ser” logra capturar bien
lo que está en juego. Claramente “en qué consiste ser”
un murciélago o un ser humano se refiere a como las
cosas (todas) aparecen, si se es un murciélago o si se
es un ser humano. En otras palabras, se trata sólo de
otra manera de referirse a lo que los filósofos han denominado desde los Pre-socráticos, fenomenalidad. Un
fenómeno, en el sentido más original de la palabra, es
una aparición (appearance) y por lo tanto, algo relacional. Es lo que algo es para otra cosa; es un ser para, en
oposición al ser en sí mismo, independientemente de
su aprehensión por parte de otra entidad.
La fenomenalidad ciertamente es un hecho crucial en el dominio de los seres vivos. Por ejemplo, un
organismo con un sistema sonar como el murciélago
no percibe lo que un organismo equipado con un sistema visual como el hombre: el mundo externo presumiblemente se ve muy diferente para ambos. En forma
similar, aunque en menor grado, se puede esperar que
difiera la experiencia de dos individuos pertenecientes
6
En este artículo estamos usando una triple distinción entre las expresiones fenomenal, fenomenológico y Fenomenología. La primera es un término amplio y general usado
tanto en las discusiones en primera como en tercera persona, y se refiere a cualquier cosa que esté disponible para
ser examinada. Este concepto está definido en esta sección.
Por su parte, la palabra “fenomenológico” ha sido repetidamente usada de una manera general para designar a la
experiencia consciente y a la subjetividad (por ejemplo, por
R. Jackendoff, en su trabajo pionero, y por algunos de los
participantes de este Número Especial). Este amplio uso de
las palabras debe ser claramente distinguido de los trabajos basados en la tradición filosófica de la Fenomenología,
en los que la descripción “fenomenológica” está necesariamente sustentada en la “reducción” [epojé fenomenológica], tal como es presentada en los trabajos de la Sección II
de este número.
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METODOLOGÍAS EN PRIMERA PERSONA: QUÉ, POR QUÉ, CÓMO
a la misma especie. De acuerdo a esto, es justo decir
–como exclaman los adeptos al argumento de la brecha explicativa– que la ciencia cognitiva generalmente
aparece como una teoría de la mente, que deja fuera a
la fenomenalidad o a la subjetividad, ya sea porque no
intenta dar cuenta de ella o porque no logra dar cuenta
adecuadamente.
Sin embargo, estas nociones requieren de mayor
refinamiento para realmente hacer comprensible la
idea en cuestión. Y aquí es donde se debe introducir
la noción de conciencia. El progreso de la ciencia cognitiva (así como el desarrollo del psicoanálisis) nos ha
familiarizado con la idea de que algo puede ocurrir para
un sujeto y ser en ese sentido subjetivo y, sin embargo, no ser accesible para él. Naturalmente, describimos
tal caso diciendo que el sujeto no está consciente del
fenómeno en cuestión. Por lo tanto, debe introducirse
una distinción entre fenómenos conscientes y no-conscientes, o nuevamente, entre subjetividad consciente y
subjetividad sub-personal. La noción de “conciencia en
sí” está, en primera instancia, claramente destinada a
designar el hecho de que el sujeto conoce acerca de...,
que está informado acerca de..., o dicho con otras palabras, que se “da cuenta” (is aware) del fenómeno.
Pudiera ser tentador fundir los conceptos de datos
fenoménicos y subjetividad consciente. Pero la noción
de fenómenos no-conscientes o sub-personales habla
en contra de esa posibilidad: existen, por ejemplo, numerosas instancias donde percibimos fenómenos de
manera pre-reflexiva, sin estar conscientemente alerta
de éstos, pero donde un “gesto” o método de examen los
clarificará o incluso traerá estos fenómenos pre-reflexivos a la escena. Lo que está siendo objetado aquí es la
ingenua suposición de que la línea de demarcación entre lo estrictamente sub-personal y lo consciente es fija.
Seguramente no se le ha escapado al lector el hecho de que todo este número especial del JCE se basa
en la conclusión (suposición) de que la experiencia vivida es irreductible, es decir, que los datos fenoménicos
no pueden ser reducidos o derivados desde la perspectiva en tercera-persona. Estamos muy conscientes de
que los trabajos aquí presentados están lejos de ser
consensuales, y sería superficial intentar resolver aquí
esa situación. Sin embargo, sería justo darle al lector los
tres elementos principales sobre los que se sustenta la
suposición de irreductibilidad.
En primer lugar, aceptar la experiencia como un
dominio a explorar es aceptar la evidencia de que la
vida y la mente incluyen aquella dimensión en primerapersona, la que es un sello en nuestra continua existencia. Privar nuestro examen científico de este dominio
fenoménico conduce a amputar a la vida humana de
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sus constituyentes más íntimos, o a negarle a la ciencia
un acceso explicativo hacia éstos. Y, ambas cosas, son
insatisfactorias.
En segundo lugar, la experiencia subjetiva se refiere, a nivel del usuario de sus propias cogniciones, intenciones y aconteceres, a una práctica corriente. Yo sé que
mis movimientos son productos de series coordinadas
de contracciones musculares. Sin embargo, la actividad
de mover mi mano opera sobre la base de la emergente escalada de planes motores que aparecen ante mí,
como agente-usuario activo, en la forma de intenciones
motoras, y no como tonos musculares, los que sólo pueden ser observados desde una posición en tercera-persona. Esta dimensión práctica es la que hace, en principio, posible la interacción de la experiencia subjetiva
con descripciones en tercera-persona (lo que no ocurre
con las descripciones abstractas de sillón, tan comunes
en la filosofía de la mente).
En tercer lugar, la experiencia en las prácticas humanas es el punto de acceso privilegiado para el cambio
mediado por intervenciones profesionales de todo tipo,
tales como la educación y el aprendizaje, los deportes, el
entrenamiento y la psicoterapia. En todos estos dominios existe abundante evidencia, no sólo de que el ámbito de la experiencia es esencial para la vida y actividad
humanas que involucren el uso de la propia mente, sino
de que el dominio experiencial puede ser explorado,
como podemos ver en las transformaciones mediadas
por prácticas específicas y en las interacciones humanas
en escenarios definidos (planes de entrenamiento, preparación deportiva, sesiones psicoterapéuticas). Nuevamente, necesitamos poner en interrogante la suposición
de que la línea de demarcación entre lo estrictamente
sub-personal y lo consciente es fija y dada de una vez
y para siempre. Las metodologías en primera persona
incluyen como dimensión fundamental el sostener que
esta línea es movible, y que se puede hacer mucho con
la zona intermedia. Explorar lo pre-reflexivo representa
una fuente rica y ampliamente inexplorada de información y datos, con consecuencias dramáticas.
LO QUE EL LECTOR ENCONTRARÁ EN ESTE
NÚMERO ESPECIAL
Habiendo cubierto el terreno básico, es el momento
de realizar un breve tour por el material presentado en
este Número Especial. Hemos retenido tres tradiciones
metodológicas existentes, las que dan origen a tres secciones:
•
Sección I: el enfoque introspectivo, derivado de la
psicología científica;
FRANCISCO VARELA Y JONATHAN SHEAR
•
•
Sección II: el método de reducción fenomenológica, derivado de la tradición filosófica de la fenomenología y la psicología fenomenológica;
Sección III: la pragmática de las prácticas de meditación, derivadas de las tradiciones Budistas y
Védicas.7
En la Sección I el artículo de apertura de Pierre
Vermersch establece el tono de toda esta empresa. En
él, rastrea la historia temprana del uso disciplinado de
la introspección en psicología hasta los orígenes de la
psicología científica y las malogradas escuelas del introspeccionismo ligadas a los nombres de Wundt y Titchener, entre otros. Queda claro el punto que establece
Vermersch: cuando retrocedemos para ver lo que ellos
realmente hicieron (en vez de depender de fuentes
secundarias), escasamente podemos objetar a estos investigadores dado su espíritu de innovación, rigor metodológico, o riqueza de observaciones empíricas. Permanece entonces la pregunta: ¿por qué no originaron
una tradición de trabajo, ligándose eventualmente a la
ciencia cognitiva contemporánea? La respuesta es seguramente compleja, pero uno de los puntos clave que
señala Vermersch es que estos investigadores fueron
engañados por la aparente simplicidad de la tarea, que
oscurece el necesariamente sutil know-how, incluyendo
el importante rol de la mediación
Claire Peugeot retoma desde donde queda Vermersch, explorando un ejemplo específico que muestra
en detalle cómo aparecen las dificultades, y qué tipo de
métodos se puede adoptar para superarlas. Ella ha escogido abocarse a un asunto espinoso pero importante: la experiencia intuitiva. Los resultados que presenta
son un testimonio de que los métodos introspectivos
cuidadosos son un componente esencial para investigar la experiencia.
Finalmente, en esta sección damos espacio a un
cuerpo de conocimiento práctico, en el que Carl Ginsburg muestra que la introspección cumple un rol no
como herramienta de investigación sino en el área de
Tradiciones Budistas y Védicas: el budismo es una religión
y una filosofía, basada en las enseñanzas de Siddhartha
Guatama, el Buda. Las creencias del Budismo incluyen las
“cuatro nobles verdades”: el sufrimiento existe, el sufrimiento es causa de los deseos, el sufrimiento cesa cuando
los deseos cesan, y se puede lograr liberación del sufrimiento siguiendo “el noble camino” de ocho etapas. Védico es
sinónimo de Hinduismo, que es el sistema de pensamiento
que ha evolucionado a partir de los Vedas, textos que se
remontan al siglo VI a.C. (N. del T.)
7
las disciplinas aplicadas, tales como la educación, la terapia, la administración, y así sucesivamente. De hecho,
son estas áreas, articuladas durante el pasado medio
siglo, las que representan las fuentes más abundantes
de conocimiento práctico acerca de la experiencia humana. Ginsburg trae a colación algunos de los elementos clave respecto a cómo y por qué del interés de un
cliente en trabajar con su experiencia vivida en la tradición de la transformación somática iniciada por Moshe
Feldenkrais.
La sección II se basa en la más importante escuela
de pensamiento occidental en la que la experiencia y
la conciencia son consideradas esenciales: la fenomenología tal como es inaugurada por Edmund Husserl
en el cambio del siglo XIX al XX, y elaborada en varias
direcciones desde entonces. El propósito principal del
trabajo de apertura de Natalie Depraz es, sin embargo,
exponer la base del método que da origen a la fenomenología: la reducción fenomenológica. En la medida
en que tal reducción está ligada al gesto introspectivo
y que la fenomenología se ocupa del contenido experiencial, el entrecruzamiento entre esta tradición filosófica y la psicología introspectiva es evidente. Depraz
pone en evidencia la manera en que la reducción es
una práctica orientada a las necesidades del análisis
filosófico, pero aun así, se entrecruza con la psicología
fenomenológica. La principal diferencia entre la psicología introspectiva y la fenomenología es su intención.
El psicólogo está motivado por la investigación, busca
protocolos y objetos que puedan ser aislados en el laboratorio, y busca establecer resultados empíricos que
puedan vincularse a correlatos neurales. El fenomenólogo está interesado en el contenido mental mismo,
pero con el fin de explorar su significado más amplio y
su lugar en áreas humanas comunes, tales como la temporalidad, la inter-subjetividad y el lenguaje.
A partir de esta perspectiva, Francisco Varela intenta abordar la experiencia de la conciencia del tiempo
presente en la temporalidad humana, con el propósito
de encontrar puentes con las ciencias naturales. Lo central en este artículo es establecer si la descripción fenomenológica nos puede ayudar, tanto a validar como a
restringir, los correlatos empíricos disponibles a partir
de las herramientas modernas de la neurociencia cognitiva y la teoría dinámica de sistemas.
El trabajo de William James es merecidamente citado como fuente de gran parte del resurgimiento del
interés en la psicología de la conciencia; aporta un introspeccionismo o fenomenología de carácter propio.
La contribución de Andrew Bailey trae a luz cómo la
aproximación Jamesiana a la primera-persona se manifiesta en sus estudios cerca del tiempo interno como
GACETA UNIVERSITARIA
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METODOLOGÍAS EN PRIMERA PERSONA: QUÉ, POR QUÉ, CÓMO
“partes transicionales” del flujo de la conciencia. Los
vínculos y discrepancias con otros métodos destacados
en este Número Especial deben aún ser extraídos de
manera más precisa.
La contribución de Jean Naudin y sus colegas se
enfoca a asuntos análogos en el ámbito de la comunicación humana en psiquiatría. Su punto es que en particular la experiencia esquizofrénica induce una forma
de reducción con la que el clínico debe trabajar para entrar en su rol de terapeuta. Aquí se muestra otro caso de
prácticas humanas –más que de investigación– donde
los métodos en primera-persona aparecen como importantes.
En la sección III Allan Wallace nos presenta la descripción de una práctica fundamental en la tradición
Budista, la práctica de mantenerse en autoconciencia
(samatha) y su gradual despliegue hacia su estado “natural”, desprovisto de las habituales conceptualizaciones (mahamudra). En este Número Especial podemos
dejar completamente de lado la motivación y valores
subyacentes a tales prácticas y tradiciones Budistas.
El punto es enfatizar que, por sus propias razones, las
tradiciones Budistas han acumulado una amplia experticia en entrenar la mente y cultivar su habilidad de
reflexión e introspección. Lo han hecho así a través de
los siglos, y han expresado algo de su observación en
términos no muy alejados de la psicología introspectiva
o de la psicología fenomenológica (de acuerdo a quien
leamos). Sería un gran error del chauvinismo occidental
negar la calidad de los datos de tales observaciones y
su potencial validez. No obstante, el intento de integrar
las prácticas de meditación Oriental y sus resultados a
la cultura Occidental plantea serios problemas de interpretación y validación empírica.
La contribución de Jonathan Shear y Ronald Jevning apunta precisamente a este asunto. En ella examinan reportes de experiencias de “conciencia pura”
asociadas con la Meditación Trascendental (MT) y los
procedimientos de meditación Budista Zen en términos
de congruencias trans-culturales y trans-tradicionales
de los reportes verbales, además del examen de laboratorio de sus correlatos fisiológicos.
LA NOCIÓN DE MÉTODO
Podemos, a esta altura, comenzar a esbozar lo que es un
método para todas estas tradiciones. En esta primera
etapa de aproximación podemos decir que existen al
menos dos dimensiones principales que deben estar
presentes para que un método sea considerado como
tal:
154 | GACETA UNIVERSITARIA
1.
2.
proveer un procedimiento claro para acceder a algún dominio fenoménico.
proveer una manera clara para su expresión y validación dentro de una comunidad de observadores
familiarizados con el procedimiento tal como está
descrito en el punto 1.
Manteniendo en mente que la distinción entre
experienciar (siguiendo un procedimiento) y validar
(siguiendo un intercambio intersubjetivo regulado) no
es absoluta, el material presentado se puede esquematizar de la siguiente manera:
Método
Procedimiento
Validación
1
Introspección
2
Fenomenología Reducción-sus- Invariantes
pensión
descriptivos
3
Meditación:
Samatha; Mahamudra;
Zen; TM
Atención duRelatos verbarante una tarea les, mediada
definida
Atención sostenida;
Conciencia
espontánea
Suspensión de
la actividad
mental
Descripciones
tradicionales,
Descripciones
científicas
Por supuesto, deberíamos añadir que esta tabla
es sólo un entrecruzamiento del conocimiento actual,
y no se debería vacilar en evaluar las relativas fortalezas y debilidades de cada método. Tentativamente los
evaluaríamos así:
1
2
3
Evaluación del
procedimiento
Evaluación de la validación
Mediano, requiere
mejoría
Mediana, algunos ejemplos
útiles
Mediano, requiere
mejoría
Mediana, buen uso de protocolos
Bueno, métodos
detallados
Históricamente rica, a veces
se basa excesivamente
en relatos internos, algunos
buenos protocolos
científicos, se necesitan más
En breve, nuestra conclusión global es que existen
suficientes resultados útiles a mano como para plantear que los métodos en primera-persona no son una
quimera.
FRANCISCO VARELA Y JONATHAN SHEAR
ESBOZO DE UNA ESTRUCTURA COMÚN8, 9
Contenido y Acto Mental
A esta altura de nuestra presentación está implícito
que todos estos métodos pueden ser legítimamente
incorporados a un registro común, en la medida en que
comparten algunas estructuras nucleares. Es entonces
el momento de probar y entregar algunos indicadores
de tales coincidencias.
Consideremos la situación de un sujeto en un contexto experimental, a quien se le pide desempeñar una
tarea explícita. Durante la realización de la tarea la persona experimenta algo, a lo que, siguiendo a Vermersch,
llamaremos contenido vivido C1, el que será una referencia para lo que vendrá a continuación. En el contexto
de la tarea, se le solicita a la persona (con o sin mediación) que examine a (que describa, analice y/o tome
conciencia de.. o que atienda a...) C1. Para que esto
suceda, durante un breve período C1 pasará entonces
a formar parte de una nueva experiencia: el examen de
la propia mentación generará un estado C2, un nuevo
estado mental producto de este nuevo acto y que típicamente tendrá nuevos elementos, caracterizados
por la manera particular de acceso a C1. Es importante
destacar que para que aparezca el par C1-C2 necesariamente debe haber una redirección del pensamiento,
una detención, una interrupción de la actitud natural10
que normalmente está siempre referida a sus propios
contenidos. 11
El elemento nuclear que aparece en esta estratificación, y que es común a todos los métodos en primerapersona, es la clara distinción entre el contenido de un
acto mental (por ejemplo, se me pide describir mi casa)
y el proceso a través del cual tales contenidos aparecen
(como me surge la imagen requerida). No mantener en
la mira esta distinción fundamental es fuente de gran
confusión. Para ser exactos, los métodos señalados anteriormente muestran algunas diferencias. Los primeros
dos tipos involucran una atención enfocada en el contenido, es decir, están orientados hacia la adquisición
de algún conocimiento o insight. En ellos el aprendizaje
exitoso de un método siempre es concomitante a la internalización de tal amplificación de C1 a C2 de manera
cómoda. Los métodos del tercer y cuarto tipo son más
sutiles. En las etapas iniciales del entrenamiento en autoconciencia (mindfulness o samatha), es crucial el rol
de la atención hacia el contenido mental inmediato.
Pero a medida que el ejercicio se desarrolla, el contenido como tal se vuelve menos central que la cualidad
de la presencia conciente en sí misma, tal como se enfatiza en las técnicas de Mahamudra-Dzogchen. La tradición Védica de MT, Dzogchen y Budismo Zen y algunas
prácticas del Budismo Vajrayna, se plantean desde su
mismo inicio carentes de interés respecto al contenido
(más allá de lo requerido para que el método en sí pueda ejecutarse). Aquí la meta es desarrollar el método
hasta que este se aniquile a si mismo, proporcionando
estados de conciencia “pura” (sin contenido).
Debería notarse que los métodos aquí representados frecuentemente arrojan descripciones en primerapersona que aparecen como planas y pobres. Esta es
una de las quejas recurrentes de aquellos que critican
tales descripciones, y en realidad no se equivocan. Lo
que falta aquí es la continuación del proceso, lo que
involucra un desplazamiento desde la actitud natural,
para apuntar directamente a C2. Esto, a su vez, moviliza
una segunda fase, donde se hace evidente que a partir
8
Esta sección toma de manera importante lo desarrollado en un libro que Francisco Varela ha escrito en colaboración con Natalie
Depraz y Pierre Vermersch y que se publicará próximamente. Agradecemos a ambos por permitirnos presentar algunas de esas
ideas en esta Introducción.
9
Ese libro no alcanzó a ser visto por Francisco Varela. Actualmente está en circulación. Depraz N, Varela F, Vermersch P. On Becoming Aware. John Benjamins Publishing Company, Philadelphia, 2003 (N. del E.)
10
Aquí los autores se están refiriendo a la “actitud natural” en el sentido desarrollado por Husserl. Lo que están describiendo es
uno de los momentos de la “reducción fenomenológica” planteada por el filósofo, y que él denominaba “principio de la reflexividad”. Es decir, habitualmente nuestra conciencia está dirigida hacia los objetos percibidos, imaginados o recordados (que los
autores llaman C1), pero los actos de percibir, imaginar o recordar quedan en sordina. Al retenerlos por un momento, y dirigir
la conciencia hacia ellos, esos actos pasan ahora a ser objetos de esa nueva conciencia (C2), a la que Husserl denominaba “conciencia reflexiva”. Para una ampliación ver: Ojeda, C. La tercera etapa: ensayos críticos sobre psiquiatría contemporánea. Ed. Cuatro
Vientos, Santiago, 2003 (Capítulo II) (N. del E.)
11
Menos común todavía es la posibilidad de ir más allá a una tercera etapa, en la cual C2 pase a ser objeto de una nueva experiencia C3, es decir, la introspección de la introspección. En una primera mirada esto parece un recurso al infinito, pero es todo lo
contrario: en la medida en que todo esto está ocurriendo en un breve periodo, los niveles de examen paran ahí. La experiencia
muestra claramente que el estado C2 es ya un esfuerzo, y para obtener el estado C3 uno necesita una atención sostenida altamente entrenada.
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METODOLOGÍAS EN PRIMERA PERSONA: QUÉ, POR QUÉ, CÓMO
de la suspensión inicial [de la actitud natural], un campo nuevo, inicialmente vacío, se va llenando progresivamente con datos fenomenológicos nuevos. Esta es la
etapa del descubrimiento, o de relleno experiencial, y
requiere una disciplina sostenida para su logro. La aparente facilidad para acceder a la experiencia propia es lo
que nos desvía: el relleno hecho posible por la suspensión tiene su propio tiempo de desarrollo que requiere
un adecuado cultivo y ser dado a luz pacientemente.
Todos los métodos (y los practicantes individuales) tienen, sin embargo, su propio tiempo de desarrollo, que
puede variar enormemente.
Segunda-persona
El establecer un método requiere, por lo tanto, de la
creación de medios para sortear estas dificultades.
Nuevamente cada tradición ha encontrado sus propios
medios, los que varían sustancialmente. Sin embargo,
todos ellos comparten un descubrimiento, a saber, que
para familiarizarse con un método particular se requiere de “mediación”. Por mediación entendemos aquí a
otra(s) persona(s) que ocupan una curiosa posición intermedia, entre la primera y segunda posición, de allí
el nombre de posición en segunda-persona. Un mediador, si bien es periférico a la experiencia vivida o C1, sin
embargo toma la posición de aquel que ha estado ahí
en cierta medida, y así puede entregar indicaciones y
entrenamiento.
La posición en segunda-persona tiene un lugar
prominente en todas las tradiciones invocadas en este
Número Especial, con la excepción de las ciencias naturales, donde aparece sólo cuando se analiza el proceso
social del aprendizaje, y el investigador busca la mediación de un tutor más experimentado para mejorar
y progresar en su destreza como científico. Aun cuando
es común otorgar importancia al linaje del entrenamiento que un científico ha seguido como investigador,
la atención sobre esta mediación en segunda-persona
desaparece en el momento en que éste publica alguno
de sus trabajos en una revista científica.
En resumen, las tres posiciones (primera, segunda
y tercera personas) no se estructuran tanto en relación
al contenido al que se dirigen, como en relación a la
manera en la que aparecen insertas en la red de intercambios sociales. Son los roles particulares que adoptan
los agentes sociales en cada caso los que determinan
su pertenencia a una u otra posición, con gradaciones.
No estamos, por lo tanto, preocupados de la oposición
dual entre lo privado y lo público, o de lo objetivo y lo
subjetivo. Lo que sí nos interesa son los asuntos de interpretación de los resultados de las investigaciones en
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primera-persona como datos válidos, y aquí la manera
en que se relacionan las tres posiciones es de crucial
importancia. Figurativamente, la situación puede ser
descrita de la siguiente manera:
PRIMERA SEGUNDA TERCERA
Inserción en la red social
variedades de validación
Expresión y Validación
Es precisamente porque la validación se apoya en la manera en que está constituida la red intersubjetiva que
estas tres posiciones necesariamente están marcadas
por gradaciones. En otras palabras, la triple distinción
entre posiciones es, en cierta medida, una conveniencia
descriptiva. De hecho, pareciera que cada una de ellas
está a su vez estratificada en función del énfasis que se
pone en lograr un modo particular de validación. Reexaminemos las tres posiciones desde esta nueva perspectiva.
La tercera-persona, tomada como el observador
promedio del discurso científico, enfatiza hasta el extremo el aparente dualismo entre lo interno y lo objetivamente externo, y es la base del reduccionismo
científico en todas sus formas. Las ciencias cognitivas
representan, sin embargo, un desafío intrínseco a esta
forma “pura” de ciencia objetiva, ya que el tema en estudio implica directamente a los agentes sociales en sí
mismos. Se trata, por tanto, de un caso singular, completamente ausente en todos los otros dominios de las
ciencias naturales. Aun así, en la medida que su contenido científico está fuertemente enfocado hacia las
operaciones bioquímicas y neurales, la cuestión de la
persona (primera, segunda, tercera), no se hace urgente, dado que en estudios humanos, como en los de otros
animales, la conducta (incluyendo la conducta verbal)
es una parte integral de los datos relevantes que se
pueden estudiar en el marco de los registros y mediciones clásicos, sin que necesariamente sean tomados
como expresiones de vida mental.
Sin embargo, la imputación de un correlato mental
a tales fenómenos verbales o conductuales es un asunto
diferente y, justamente, el conductismo basó su programa de investigación en hacer precisamente esta distinción entre conducta y subjetividad. En la práctica, la mayoría de los neurocientíficos cognitivos hacen de esto
una distinción de principio, y asumen, de una manera
más o menos explícita, que tal conducta proviene de un
FRANCISCO VARELA Y JONATHAN SHEAR
agente o sujeto cognitivo, sin elaborarlo mayormente.
Así, aunque tales prácticas se encuentran estrictamente
dentro de las normas de las descripciones en tercerapersona, ya insinúan la posición y preocupación de las
otras formas, de una manera que no ocurre en el estudio
de las células o de los cristales. Esta es la razón por la
cual distinguimos a la ciencia cognitiva como implicando una estratificación dentro de la posición en tercerapersona que bordea una posición en segunda-persona.
Desde una posición en segunda-persona, lo que
aparecía meramente como conducta externa ahora
se considera explícitamente como huellas o manifestación de vida mental, y más aún, como la única vía
hacia lo que es la vida mental misma. Recientemente,
Daniel Dennet (1991) ha formulado justamente esta
posición en lo que adecuadamente denomina heterofenomenología, la que él ilustra como la posición de un
antropólogo estudiando a una cultura remota. Para un
antropólogo, la mera recolección de cintas, fotos e inscripciones no constituye una respuesta a su búsqueda.
Debe obtener de manera inferencial modelos de vida
mental (cultural) a partir de éstos, utilizando una postura intencional. En otras palabras:
Debemos tratar al emisor de sonido como un agente, pero
ciertamente como un agente racional, que alberga creencias, deseos y otros estados mentales que exhiben intencionalidad, es decir, la propiedad de “estar referidos a…”, y la
manera en la que las acciones pueden explicarse sobre la
base de aquellos estados mentales (Dennett, 1991, p. 76) .
Pero el hetero-fenomenólogo no se conforma con
tomar las fuentes en su apariencia, simplemente suscribiendo la interpretación que éstas entregan. El antropólogo no se vuelve aquí un miembro de la tribu. La razón
por la que esta postura cae en una posición de segunda-persona es que aunque el hetero-fenomenólogo, en
estricto rigor, esté utilizando señales externas, él está
presente como un individuo posicionado, que debe generar interpretaciones intencionales de los datos. Nada
de esto es necesario cuando la validación excluye cualquier forma de postura intencional, tal como lo hace el
científico neuronal y conductual al estudiar animales,
exclusión que también puede llevar a cabo al estudiar
seres humanos. La tentación de hacerse parte de la tribu justamente nos lleva al siguiente cambio de énfasis,
a saber, a la posición en segunda-persona en sentido
estricto. Aquí uno renuncia explícitamente a sus ataduras para identificarse con el tipo de comprensión y
coherencia interna de su fuente. De hecho, así es como
el sujeto ve su rol: como un empático resonador con experiencias que le son familiares y que encuentran en él
una cuerda que vibra concordantemente. Esta posición
empática es aún parcialmente hetero-fenomenológica,
ya que todavía es necesaria una moderada distancia
y evaluación crítica, pero la intención es enteramente otra: realizar un encuentro sobre una base común,
como miembros de un mismo tipo. En las tradiciones
relacionadas con la esfera de las prácticas humanas
que hemos examinado abundan ejemplos de esta posición. Tal posición aquí no es aquella de un antropólogo
neutro; es más bien la de un entrenador o una matrona.
Su oficio está fundamentado en una sensibilidad a los
índices sutiles del fraseo, lenguaje corporal y expresividad de su interlocutor, en busca de indicadores (más
o menos explícitos) que sean vías de entrada hacia el
terreno experiencial común, tal como elaboraremos a
continuación. Tales encuentros no serían posibles si el
mediador no estuviese sumergido en el dominio de las
experiencias bajo examen, ya que nada puede reemplazar el conocimiento de primera mano. Por lo tanto, se
trata de un estilo de validación radicalmente diferente
de los que hemos discutido hasta ahora.
Si fuera necesario, esta postura de segunda-persona empática también puede ser asumida desde el
punto de vista del que vive la experiencia. En este caso,
la posición le compete al sujeto mismo, que progresa a
través de la sesión de trabajo, con la posibilidad de buscar validación a través de sus actos y expresiones. Este
intento de validación inter-subjetiva no es obligatorio
en todos los casos. Pero, a la inversa, no existe posibilidad de una metodología en primera persona –según
nuestra acepción del término– sin asumir en algún momento la posición de una experiencia directa que busca
validación. En caso contrario, el proceso se vuelve puramente privado o aun solipsista. No negamos que tal
alternativa es posible para los seres humanos, incluso al
extremo de generar mundos completos auto-imaginados que, desde el punto de vista del poder de una red
social, aparecen como delirio y son tratados como tal.
Pero, dejando de lado tales asuntos, el paso hacia una
posición abierta a la mediación en segunda-persona es
claramente necesario para entender el alcance de nuestra investigación metodológica.
Rasgos comunes
Resumiendo, hemos visto que las metodologías en primera persona, tal como se presentan aquí, comparten
algunos rasgos o etapas fundamentales:
•
Actitud Básica: requieren un momento de suspensión y redirección, desde los contenidos hacia el
proceso mental
GACETA UNIVERSITARIA
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METODOLOGÍAS EN PRIMERA PERSONA: QUÉ, POR QUÉ, CÓMO
•
•
Relleno fenomenológico: requieren entrenamiento
específico para llevar la suspensión inicial hacia un
contenido más pleno, y aquí es importante el rol de
la mediación o segunda-persona
Expresión y validación inter-subjetiva: en todos los
casos el proceso de expresión y validación requerirá de relatos específicos y susceptibles de retroalimentación subjetiva.
También podemos concluir que las metodologías
en primera-persona no son del tipo fácil-y-rápido. Requieren una dedicación sostenida y de un marco interactivo antes de que se pueda acceder a datos fenoménicos significativos y validables. Finalmente, el rol de la
mediación es un aspecto único de estos métodos, siendo éste un aspecto que hasta ahora ha recibido escasa
atención.
GRADOS DE CEGUERA
La discusión anterior nos permite evaluar de manera
más precisa la situación de las metodologías en primera
persona a lo largo del mundo de la ciencia cognitiva. En
el debate actual respecto a una ciencia de la conciencia,
existe un número de autores que explícitamente dejan
fuera cualquier asunto referente a datos en primerapersona, por lo que no pueden ser tomados en cuenta
aquí. Lo que interesa es echar un vistazo a aquellos que
sí lo hacen, y caracterizarlos por lo que se puede denominar su grado de ceguera al rol y la importancia de
trabajar con métodos en primera-persona.
En nuestra opinión, el campo de los estudios de
la conciencia y la neurociencia cognitiva ha estado excesivamente influenciado por un estilo particular de
filosofía de la mente, aislado de otras tradiciones que
han hecho de la exploración metódica de la experiencia
humana su especialidad. Así, no es sorprendente que
(con excepciones notables) terminemos en una repetición iterativa del mismo tipo de argumentos. No hay
lugar en que esta postura quede más clara que en la
guerra de palabras entre David Chalmers y John Searle,
de reciente aparición en el New York Review of Books
(Searle, 1997). Tenemos aquí a dos filósofos que sostienen, cada uno a su manera, la necesidad de incorporar
la dimensión subjetiva o experiencial como irreductible. Pero a esta adherencia a la pertinencia de la experiencia en primera-persona no es seguida de avances
metodológicos. No es sorprendente que entonces Chalmers y Searle logren acusarse mutuamente de estar
completamente equivocados respecto a prácticamente
cualquier asunto importante. Esto constituye una señal
de la necesidad de encontrar otras formas de avanzar,
con nuevas fuentes y nuevas herramientas.
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Consideremos ahora la noción de “grados de ceguera” frente a la utilidad de trabajar con metodologías
en primera-persona. Naturalmente, el grado más básico
de ceguera está representado por aquellos que siendo
sensibles a la experiencia en primera-persona, pretenden abordarla exclusivamente a través de métodos en
tercera-persona. Esta es una posición compartida por
la amplia mayoría de los neurocientíficos cognitivos, y
está bien articulada por Dennett en su noción de hetero-fenomenología.
Una segunda y más refinada ceguera está representada por aquellos que sostienen que deben incorporarse descripciones en primera-persona, pero se
detienen en el anuncio, y no proponen algo explícito
con lo que se pueda trabajar. Esto se observa principalmente en la filosofía de la mente anglosajona, donde el
problema de la conciencia frecuentemente se asimila
al de qualia en relación con algunos rasgos peculiares
de los estados mentales. Por ejemplo, consideremos a
Searle (1992), quien argumenta a favor de la irreductibilidad de la ontología en primera-persona. Aun cuando llega al estudio de la subjetividad, no propone algo
más que un rápido descarte de la introspección. Quiere
que aceptemos que “la irreductibilidad de la conciencia
es una mera consecuencia de la pragmática de nuestras
prácticas referidas a las definiciones” (p. 122), y por lo
tanto, aunque la irreductibilidad de la conciencia sea
un “argumento claro y directo”, no posee “consecuencias
profundas” (p. 118). De hecho,
“El mismo hecho de la subjetividad que intentamos observar hace imposible tal observación. ¿Por qué? Porque allí
donde la subjetividad consciente esté implicada no existe distinción entre el observador y el objeto observado...
Cualquier introspección que yo tenga de mi propio estado
consciente es, en sí, ese mismo estado de conciencia”.
Lo mental no posee una manera sólida de investigarse a sí mismo, y nos quedamos con una conclusión
lógica, pero en un limbo pragmático y metodológico.12
Sin embargo, es un hecho que los contenidos mentales
pueden ser examinados y las teorías acerca de ellos aceptadas o rechazadas. Por cierto, los estudios del desarrollo
cognitivo muestran que los niños deben aprender cuáles
de sus experiencias deben ser consideradas como del mundo objetivo, y cuáles sólo de sus mentes (incluso los adultos pueden llegar a confundir estos planos). Esto pone de
manifiesto que existe un sentido de “observación” que es
previo e independiente de la distinción objetivo/subjetivo,
que, según Searle, hace imposible la observación subjetiva
(ver Shear, 1996).
12
FRANCISCO VARELA Y JONATHAN SHEAR
Éste no difiere mucho del limbo que existe en los planteamientos de Ray Jackendoff, quien, a su manera, también aboga por la irreductibilidad de la conciencia, pero
cuando se llega al tema del método cae en un elocuente
silencio. Sí sostiene que los insight sobre la experiencia
actúan como contrapeso a una teoría computacional de
la mente, pero no aporta ninguna recomendación metodológica, excepto “la esperanza de que los desacuerdos
respecto a la fenomenología puedan desenvolverse en
un ambiente de confianza mutua” (Jackendoff, p. 275).
En un tercer nivel de inclusión, algunos han sido
levemente más constructivos. Chalmers, por ejemplo,
sostiene que “una aproximación (fenomenológica)
debe ser absolutamente central para una adecuada
ciencia de la conciencia” (Chalmers, 1997, p. 36), y toma
en serio la idea de que tanto las metodologías orientales como las occidentales pueden demostrar utilidad.
Pero hasta aquí su propio trabajo no parece haber ido
más allá que esta sugerencia positiva general hacia las
metodologías en sí mismas. La noción de equilibrio reflexivo de Owen Flanagan combina la tercera-persona y
la descripción fenomenológica en una suerte de “método natural”, vinculando datos fenomenológicos, fisiológicos y neurales (Flanagan, 1994, p. 11). Nosotros podemos estar de acuerdo y seguir algunos de sus ejemplos
(sobre audición dividida o percepción bi-estable). Pero
este análisis caso a caso difícilmente equivale a una metodología propiamente, metodología que Flanagan no
desarrolla. Bernard Baars es sustancialmente más explícito al introducir un método que llama “fenomenología
contrastiva”: “la clave es comparar dos procesos cerebrales activos que sean similares en la mayoría de los
aspectos pero que difieran respecto de la conciencia”
(Baars, 1997ª, p. 21). Esto es ciertamente un procedimiento básico que se lleva a cabo implícitamente en la
mayoría de los estudios que actualmente se publican
acerca de los correlatos neurales de los procesos conscientes, tales como la atención y la imaginación. Aunque
es un avance importante en la metodología, cuando se
trabaja con condiciones contrastantes aún existe una
multitud de datos fenoménicos subjetivos a explorar,
tal como lo plantea la contribución de Peugeot a esta
Edición Especial. Es precisamente por esto que los métodos analizados en esta Edición Especial, aunque fuera
lo único, aportan evidencia de que en la observación de
la propia experiencia existe más de lo evidente a simple vista, si se utiliza un método que consistentemente
deje suspendidos los juicios y pensamientos habituales.13 En conclusión, este rápido bosquejo de los grados
de ceguera muestra que aún existe un largo camino por
recorrer en la introducción, dentro de la ciencia cognitiva, de las metodologías en primera-persona con todos
sus derechos. Existen algunas señales de que esto está
lentamente comenzando a suceder.14
¿PUEDE SER EXPLORADA LA EXPERIENCIA? UNA
OBJECIÓN DESDE EL INICIO
Nuestra orientación pragmática seguramente dejará
a algunos lectores algo fríos. El lector escéptico sacará a relucir lo que probablemente constituye la objeción más fundamental en el camino inquisitivo aquí
propuesto. Se puede formular esta objeción en los
siguientes términos: ¿como podría uno saber que al
explorar la experiencia a través de un método, uno
no está, de hecho, deformando, o aun más, creando lo
que uno experimenta? Siendo la experiencia lo que
es, ¿cuál es el posible significado del examen? A esto
se podría denominar como una ”falacia de la excavación”, o filosóficamente, como la objeción hermenéutica, lo que apunta al corazón mismo de nuestro proyecto. También se la puede encontrar en otra forma,
como la objeción de deconstrucción, basándose en el
análisis filosófico post-moderno (principalmente derivado de J. Derrida). Aquí el énfasis está puesto en la
afirmación de que no existe algo así como niveles más
“profundos” de experiencia, ya que cualquier relato
siempre está de antemano (toujours déjà) envuelto
en el lenguaje, por lo que un nuevo relato puede ser
sólo eso: una inflexión de las prácticas lingüísticas.
Nuestra respuesta a la falacia de excavación/deconstrucción es, en primer lugar, admitir que de hecho aquí
existe un problema significativo, y que ningún argumento a priori o contorsión metodológica lo disipará
Incluso para un escritor como Baars, esta necesidad de un desarrollo posterior provoca resistencia. En la discusión sobre un
resumen de su libro, uno de nosotros puso el acento exactamente sobre este punto, lo que no fue bien recibido por el autor.
Dice Baars en su réplica: “Todo el revuelo acerca de los métodos es todavía reductible a ‘¿es usted consciente ahora mismo de
esta palabra que tiene ante los ojos?’. No es necesario complicar las cosas (Baars,1997b, p.375). No obstante, hay una gran dosis
de complejidad que no queda fácilmente disponible en los datos en primera persona. Y es aquí donde la necesidad de métodos
refinados se hace ostensible.
14
Debemos notar en este punto el sobresaliente estudio pionero de Eugene Gendlin, cuya contribución merecería ser mejor
conocida (Gendlin, 1972/1997). Para una reciente colección de metodologías comparativas, ver Velmans (en prensa).
13
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METODOLOGÍAS EN PRIMERA PERSONA: QUÉ, POR QUÉ, CÓMO
per se. Parece inevitable que cualquier método pasará
a ser parte y parcela de los tipos de entidades y propiedades que se encuentren en el dominio de observación
a la mano. Tal como se planteó en la sección I (arriba), la
dimensión experiencial y social de la ciencia frecuentemente se encuentra oculta, aunque jamás está del todo
ausente. Esto se puede visualizar en las formas más
consagradas de las ciencias naturales, tal como han dejado ampliamente en claro los recientes proyectos acádémicos (por ejemplo, los estudios recientes de Shapin
y Shaeffer [1994] sobre la bomba de aire de Boyle).
En efecto, ninguna aproximación metodológica a
la experiencia es neutral e inevitablemente introduce un marco interpretativo en la recolección de datos
fenoménicos. En la medida que esto sea así, es ineludible la dimensión hermenéutica del proceso: cada
examen es una interpretación, y toda interpretación
revela y oculta al mismo tiempo. Pero de esto no se
desprende que una aproximación disciplinada a la
experiencia arrojará sólo “artefactos”, o una versión
“deformada” de lo que “realmente” la experiencia es.
Sin lugar a duda, la exploración de la experiencia estará sujeta a expectativas culturales y sesgos instrumentales, tal como todas las otras investigaciones
metodológicas, pero no existe evidencia de que los
datos fenoménicos recolectados no estén igualmente restringidos por la propia realidad de los contenidos conscientes. Así, la descripciones que podamos
producir a través de metodologías en primera-persona no son “datos” puros y sólidos, pero sí item de
un conocimiento inter-subjetivo potencialmente válido, cuasi-objetos de tipo mental. Ni más, ni menos.
Más aún, la experiencia humana no es un dominio fijo
y predelimitado. Es, en cambio, un dominio cambiante,
cambiable y fluido. Si uno se ha sometido a un entrenamiento disciplinado en interpretación musical, las
habilidades recientemente adquiridas de distinción de
sonidos, sensibilidad al fraseo musical y la ejecución
en conjunto, son innegables. Pero esto significa que la
experiencia es explorada y modificada de una manera
no arbitraria con tales procedimientos disciplinados. En
rigor, referirse a la experiencia como algo crudo, puro o
estándar en general no tiene sentido. Todo lo que tenemos es experiencia a su propio nivel de examen, y
dependiendo del tipo de esfuerzos y métodos puestos
en juego. La experiencia se mueve y cambia, y su exploración ya es una parte de la vida humana, aunque en
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general con otros objetivos que no son la comprensión
de la experiencia en sí misma.
Queremos por lo tanto situarnos en un terreno intermedio respecto a la objeción hermenéutica. Por una
parte, deseamos explorar hasta el límite las herramientas disponibles para las descripciones en primera-persona. Por otra, no sostenemos que tal acceso sea libre
de limitaciones metodológicas, o que sea natural en un
sentido privilegiado. Esta combinación constituye una
manifestación más del espíritu pragmático del trabajo
destacado en esta Edición Especial. Sólo el tiempo dirá
si esta orientación rinde los frutos esperados. Nada se
gana con rehusarse al proyecto completo debido a algún argumento a priori.
REFERENCIAS
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CIENCIA COGNITIVA. CONCIENCIA. SEARLE. CHALMERS. VARELA
RODOLFO BÄCHLER
COGNITIVE SCIENCE. CONSCIOUSNESS. SEARLE. CHALMERS. VARELA
TEORÍA
EL PROBLEMA DE LA CONCIENCIA
(Rev GU 2005; 1; 2: 161-172)
Rodolfo Bächler1
El presente trabajo analiza el problema de la conciencia en ciencia cognitiva representacional
simbólica, a la luz del trabajo de tres autores que han dedicado parte importante de su obra a
analizar este tema. En primer término, se realiza una contextualización del problema de la conciencia
en el marco del problema filosófico mente-cuerpo. Luego se intenta dilucidar por qué la conciencia
constituiría una dificultad para avanzar en la construcción de una ciencia de la mente y cuáles son los
aspectos de este fenómeno que chocarían con el paradigma científico. Para avanzar en este punto
se analizan algunos aspectos de los planteamientos de tres autores respecto del problema de la
conciencia en ciencia cognitiva: David Chalmers, John Searle y Francisco Varela.
Finalmente, se elaboran algunas conclusiones respecto de las características del problema de la
conciencia, los puntos de vista de los autores revisados, y algunas ideas sobre los posibles caminos
para una investigación futura de la mente que no excluya la conciencia.
EL CONCEPTO “MENTE”
l concepto “mente” ocupa un lugar central dentro
de nuestra cultura, teniendo inmensas implicaciones en la vida cotidiana de las personas, al punto que
podemos afirmar que prácticamente nadie se atrevería
a negar actualmente la existencia de la mente en los
seres humanos, al menos.
Sin embargo, ¿qué significa decir que la mente
existe? Cuando nos referimos a la existencia de la mente parece ser que no estamos haciendo referencia a
una existencia similar a la existencia de una mesa por
ejemplo. Pero, ¿cómo es entonces la cualidad de la existencia de la mente? ¿Podemos decir que existe algo si
no estamos aludiendo a una existencia física? ¿Cómo
E
podría ser una existencia de otro tipo? Si la mente existe (de la forma que sea), ¿dónde se encuentra, es decir,
cuál es su residencia? Finalmente, ¿cómo se relaciona la
existencia de la mente con procesos característicos del
ser humano que si son inapelablemente físicos, como la
actividad del sistema nervioso? Éstas y otras preguntas
relacionadas nos llevan hasta un problema que ha ocupado gran parte de la actividad de la filosofía durante
varios cientos de años.
EL PROBLEMA MENTE / CUERPO
Según De la Cruz (2002), el problema de clarificar las
relaciones entre la mente y el mundo físico (problema
mente/cuerpo), es un problema que ha acompañado el
Magister Drogodependencias Universidad Complutense. Magister (c) Estudios Cognitivos Universidad de Chile. Candidato Doctor Filosofía (Ciencias Cognitivas) Universidad Complutense.
1
GACETA UNIVERSITARIA
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EL PROBLEMA DE LA CONCIENCIA
desarrollo completo de la humanidad, aun cuando habría adoptado diversas formas durante su historia. Este
autor, al igual que otros (Wozniak 1992, Berman 1987),
plantea que si bien el problema es muy antiguo, la forma a través del cual lo reconocemos hoy en día, tendría
su raíz más directa en los planteamientos de René Descartes. Este matemático, filósofo y fisiólogo francés sería quien intentó la primera explicación sistemática de
las relaciones entre la mente y el cuerpo, definiendo de
alguna forma el problema mente/cuerpo, y otorgando
también las primeras directrices para intentar avanzar
en su solución.
Según Wozniak (1992), al localizar el punto de contacto entre el alma y el cuerpo en la glándula pineal,
Descartes planteó la cuestión de las relaciones de la
mente con el cerebro y el sistema nervioso, pero al mismo tiempo, al trazar una radical distinción ontológica
entre el cuerpo como extensión y la mente como puro
pensamiento, Descartes, en búsqueda de la certidumbre, habría creado paradójicamente un caos intelectual.
La solución de la glándula Pineal habría sido auto-contradictoria, ya que suponía la afirmación de una sustancia que era pensante y extensa a la vez, lo cual choca
con la propia definición cartesiana de sustancia (De la
Cruz 2002).
No obstante esta contradicción, las ideas de Descartes en el sentido de ubicar el epicentro de las funciones mentales en el cerebro se han visto reforzadas
por un enorme caudal de investigaciones llevadas a
cabo durante los últimos ciento cincuenta años sobre
la estructura y el funcionamiento del sistema nervioso.
Desde el localizacionismo extremo de la antigua frenología, hasta el neo-localizacionismo actual de la moderna neurociencia, los científicos se han empeñado en
encontrar la residencia física de las funciones mentales
en el sistema nervioso, específicamente en el encéfalo.
El desarrollo de las técnicas de investigación del cerebro ha permitido grandes avances en la comprensión
de los mecanismos neurofisiológicos del sistema nervioso central. Entre otros, se han delimitado las diferentes áreas de la corteza cerebral encargadas de recibir y
procesar la información y controlar las reacciones musculares; se ha determinado la existencia de las áreas
de asociación que interpretan, integran y coordinan la
información proveniente de las áreas sensoriales y motoras (permitiendo el funcionamiento mental superior);
y, finalmente, se ha establecido la interrelación entre
los hemisferios cerebrales y sus respectivas funciones
generales, determinándose así la compleja vinculación
entre la localización de las funciones mentales y la actividad del cerebro como un todo.
162 | GACETA UNIVERSITARIA
De esta forma, la investigación científica sobre el
sistema nervioso ha permitido replantear el alcance del
problema mente/cuerpo, trasladando el análisis desde
una relación amplia (mente/cuerpo), hasta una relación
bastante más acotada (mente/cerebro). El énfasis de la
discusión se ha centrado en las características del funcionamiento del sistema nervioso y su relación con los
procesos mentales, dejándose de lado el rol fundamental del cuerpo en tanto soporte de las emociones y del
movimiento, como acción generadora de lo cognitivo.
El problema es planteado actualmente en los siguientes términos:
•
•
•
¿cómo se relacionan los procesos mentales y cerebrales?
¿es posible explicar (reducir) los procesos mentales a partir de los procesos neurofisiológicos del
sistema nervioso?
¿son los procesos cerebrales idénticos a los procesos mentales?
EL DESARROLLO DE UNA CIENCIA DE LA MENTE
La falta de una solución sobre las interrogantes anteriores ha significado grandes dificultades para el
desarrollo de una ciencia de la mente. La visión de las
propiedades mentales como un dominio distinto de lo
físico choca fuertemente con la cosmovisión materialista de la ciencia, y no le permite a esta última hacerse
cargo de la explicación de lo mental, fenómeno que
eventualmente escaparía a este dominio. Esta es, probablemente, la razón más poderosa por la cual, a pesar
de que actualmente contamos con más de treinta años
de desarrollo de la ciencia cognitiva, el problema duro
(o problema difícil) sigue siendo el abordaje de las propiedades mentales, las cuales no serían aparentemente
explicables en términos puramente físicos.
Dentro de este contexto, el problema de la conciencia planteado por la ciencia cognitiva (tal como
lo revisaremos más adelante), constituye en términos
esenciales, una re-formulación muy elaborada del histórico problema mente/cuerpo. Este último problema
no sólo no ha sido superado por la ciencia cognitiva,
sino que se encuentra plenamente presente al interior
de la ciencia cognitiva, como una piedra de tope que
dificulta el progreso en el estudio de la mente. Observar
este problema no es fácil, puesto que cuando los científicos cognitivos hablan de “la mente” (sobre todo, pero no
únicamente en el sentido computacional), no se aprecia
de forma directa que generalmente estamos dejando de
lado un aspecto que para muchos constituye la dimensión principal de lo mental: la conciencia.
RODOLFO BÄCHLER
Flanagan (1992), sorprendido por el regreso post
conductista de la mente a la investigación, sin un retorno paralelo de la conciencia, reflexiona sobre algunos
aspectos que pueden dar luces sobre esta carencia. La
primera razón que señala hace referencia al hecho que
el abandono de las ideas del behaviorismo respecto del
escenario de la mente no fue acompañado de un abandono metodológico. El conductismo habría dejado un
legado metodológico a la ciencia cognitiva, una forma
de tratar los fenómenos de la mente, que incide directamente en la exclusión de la conciencia de parte de los
científicos cognitivos.
Otros aspectos que señala este investigador como
posibles causas de esta exclusión, serían:
•
•
•
La existencia de la idea en ciencia cognitiva, que
un mapa posible de la mente debiera proveer una
teoría de la vida mental inteligente sin comprometerlo a uno con un punto de vista acerca de la
naturaleza, función y rol de la conciencia.
La existencia de la idea en el funcionalismo computacional, que la conciencia no es esencial.
La presencia de la “suspicacia” epifenomenalista,
según la cual los estados conscientes no tendrían
un rol causal, y los seres humanos podríamos ser
considerados como autómatas conscientes, es
decir, organismos que actuamos de manera mecánica, pero acompañados en ocasiones de estados
conscientes que no tendrían sin embargo eficacia
causal.
Como observa Flanagan, resulta extraño constatar
que el desarrollo de la ciencia cognitiva no trajo consigo un rescate de la mente, concebida a la manera de
la psicología pre conductista. Lo que en verdad ocurrió
fue que el retorno de la mente propiciado por el enfoque cognitivista trajo aparejada consigo una maniobra
un tanto confusa, mediante la cual, la ciencia cognitiva proporcionó un puente para salvar la distancia que
existía entre la cosmovisión fisicalista de la ciencia y el
estudio de la mente.
LA MENTE EN EL SENTIDO COGNITIVISTA
COMPUTACIONAL
En cierto sentido, muchos de los científicos cognitivos
hablan de la mente sin referirse totalmente a ella. Lo
que la ciencia cognitiva hace (sobre todo en su versión
cognitivista computacional), es reformular el concepto
de “mente” hasta unos términos que resulten admisibles dentro de la visión materialista, pero perdiendo en
este intento las propiedades centrales de “lo mental”.
Para acercarse a los ideales “fisicalistas” de la ciencia, la
ciencia cognitiva redefine los estados mentales en términos de actitudes proposicionales que tienen propiedades causales y que pueden ser experimentalmente
constatables. Desde este enfoque, la ciencia cognitiva
no explica en último término qué es un estado mental,
pero sí logra, finalmente, conservar la intención de hacer una ciencia (natural) de la mente, que cumpla con
los requisitos de fisicalidad, observación por terceras
personas, funcionalidad (conducta guiada por propósitos), y experimentalidad. El enfoque cognitivista
a través de la teoría representacional de la mente y la
hipótesis del sistema de símbolos físicos (ambos presentes en el corazón de este enfoque) redefinió nuestra
concepción de la mente como un asunto absolutamente compatible con el mundo físico, rescatándola del
terreno místico, y haciendo posible su estudio científico. Al reformular los estados mentales como actitudes
proposicionales, la teoría representacional de la mente
le otorgó un anclaje físico a la actividad mental, y la
noción de cognición, entendida como manipulación de
símbolos a partir de su forma física no presentó problema alguno para el requisito científico de fisicalidad. La
hipótesis de los sistemas de símbolos físicos, por su parte, dio pie al cumplimiento del requisito de implementabilidad, al señalar que cualquier sistema inteligente
no es más que un sistema de símbolos físicos y puede
ser, por tanto, implementado en cualquier sustrato físico que cumpla con algunas condiciones básicas.
El avance impulsado por el enfoque cognitivista,
observado sobre todo a partir del impresionante desarrollo de la inteligencia artificial, significó que la mirada
cognitivista representacional simbólica se transformase en el enfoque oficial para la investigación científica
de la mente. A pesar de todo lo anterior, quedaron, sin
embargo, algunos importantes problemas sin resolver.
NUEVAS VERSIONES DEL PROBLEMA MENTE /
CUERPO: EL PROBLEMA DE LA CONCIENCIA
Desde su surgimiento la ciencia cognitiva ha experimentado un vertiginoso desarrollo. No obstante este hecho,
no son pocos los que piensan que el paradigma cognitivista continúa siendo, hasta ahora, el único modelo
con un desarrollo teórico y experimental importante y
que debiera guiar, por tanto, la investigación en ciencia
cognitiva. Desde este punto de vista, como deja entrever Clark (2001), el resto de las ideas y teorías existentes
(cognición distribuida, vida artificial, sistemas dinámicos, etc.), no serían tanto nuevas teorías, opuestas a un
modelo cognitivista dominante sino, más bien, aportes
desde distintos ámbitos a lo que seguiría siendo el paGACETA UNIVERSITARIA
| 163
EL PROBLEMA DE LA CONCIENCIA
radigma central de la cognición y la mente (paradigma
cognitivista computacional). Dentro de este escenario,
para este autor, la conciencia sigue siendo el problema
duro de la ciencia cognitiva, y aunque habría “salido del
armario” y se encuentra actualmente de moda en la literatura cognitiva, aún no sabemos exactamente qué
estamos diciendo cuando hablamos de conciencia, ni
está todavía claro cuál es el rol que le cabe dentro del
funcionamiento mental.
La Distinción del Problema de la Conciencia
Si bien en ciencia cognitiva existe una fuerte corriente
ortodoxa que se niega de múltiples formas a la posibilidad de estudiar la conciencia en sus propios términos,
el avance en la comprensión de la mente y la cognición
propiciado por esta disciplina ha permitido, por otra
parte, distinguir aspectos cada vez más sutiles del problema mente/cuerpo. Podría decirse que en paralelo a
la dirección propiciada por la ortodoxia computacionalista del cognitivismo, ha corrido una vertiente de pensamiento más pequeña (pero no menos importante)
que se ha empeñado en develar las lagunas del cognitivismo en cuanto a su comprensión de la mente. Al
respecto, fue el libro ya clásico de Ray Jackendoff, “La
Conciencia y la Mente Computacional”, el que puso un
nuevo foco de luz sobre la comprensión del problema
de la conciencia.
En esta obra Jackendoff (1998) colocó atención
sobre lo que se ha llamado, posteriormente, la “desunidad” del sujeto cognitivo, revelando cómo mente
y conciencia, o más bien computación y conciencia,
serían dos aspectos eminentemente diferenciados del
funcionamiento mental (Varela 1997). Aunque no es el
objetivo de este trabajo, resulta interesante destacar, al
respecto, que según Francisco Varela la aparente cohesión mental que experimentamos en la percepción del
mundo (y de nosotros mismos), no sería más que una
ilusión generada a partir de la estructura de la mente.
Esta vivencia de unidad respecto de nuestro propio
funcionamiento mental, así como del mundo percibido,
estaría sustentada por una serie de aspectos y/o funciones que son en sí mismas claramente diferenciadas2.
Jackendoff (1998), mediante su trabajo, distinguió los que pueden ser considerados los aspectos
más gruesos del funcionamiento mental, a saber, la
dimensión computacional y fenomenológica de la
mente. Para este autor la mente fenomenológica tiene
que ver con la mente como el lugar del percatamiento consciente, la experiencia del mundo y las propias
vidas interiores que cada uno llevamos, inaccesibles
a los demás. El otro gran aspecto de “lo mental”, denominado mente computacional, considera la mente
como un sistema de soporte y de procesamiento de
la información. La mente en este último sentido actúa
como el lugar del entendimiento, el conocimiento, el
razonamiento y la inteligencia. Para Jackendoff (1998),
esta distinción permite considerar dos problemas de
diferente tipo a la hora de analizar la relación mente/cuerpo: “resulta así que la psicología tiene ahora
no dos ámbitos de los que ocuparse, el cerebro y la
mente, sino tres: el cerebro, la mente computacional y
la mente fenomenológica. En consecuencia, la formulación de Descartes del problema mente/cuerpo se divide en dos cuestiones separadas. El problema mente
fenomenológica – cuerpo es: ¿cómo puede un cerebro
tener experiencias? El problema mente computacional
– cuerpo es: ¿cómo puede el cerebro llevar a cabo el
razonamiento? Además tenemos el problema mente/
mente, es decir: ¿cuál es la relación entre los estados
computacionales y la experiencia?” (Jackendoff pp. 3839). Este problema deriva de la constatación del hecho
que nuestra cognición se dirige hacia el mundo tal
como lo experimentamos. La respuesta de Jackendoff
a este problema es planteada en términos de proyección. La conciencia sería, desde su punto de vista, una
proyección de representaciones de nivel intermedio de
la mente computacional.
Al utilizar la distinción de Jackendoff, y si dejamos
por un momento de lado el concepto “computación”
(nada nos asegura que sea ésta la única manera no
consciente de procesar información), nos encontramos
sin duda frente a un excelente mapa para representar
la complejidad que ha adquirido el problema mente/
cuerpo a partir del surgimiento de la ciencia cognitiva.
Para los fines de este trabajo interesa mucho más el
ordenamiento general de la mente que establece Jackendoff, que su visión y explicación de la conciencia,
la cual resulta poco explicativa puesto que señala que
la conciencia es causada (proyectada) por los procesos
2
Este hecho ha sido ampliamente demostrado tanto neurofisiológica como cognitivamente, a través de estudios de percepción.
Anne Treisman, por ejemplo, demuestra cómo la percepción del mundo, aun cuando la experimentamos de manera unificada,
se caracteriza por una gran segmentación, dentro de la cual uno de los aspectos más gruesos de la diferenciación se encuentra
entre los aspectos pre y post atencionales. En otro ámbito, el mismo Varela, en su libro “De cuerpo presente”, comenta el trabajo
de Minsky que descubre la inexistencia de un yo tal como lo experimentamos internamente.
164 | GACETA UNIVERSITARIA
RODOLFO BÄCHLER
computacionales, pero no tendría una utilidad por sí
misma (Jackendoff 1998).
Lo más interesante de esta distinción se encontraría en el hecho que Jackendoff, coloca la conciencia en
el centro de los procesos mentales, distinguiéndolo con
claridad de otros aspectos de la mente. Al identificar
esta situación, entrega un mapa general para nombrar
un problema que brota permanentemente en las investigaciones respecto de la mente, y frente al cual a los
científicos cognitivos les resulta cada vez más difícil hacerse a un lado. Los siguientes apartados intentarán definir con cierta exactitud a qué se refiere el “problema
de la conciencia” y cuáles son las dificultades que este
tema plantea a la ciencia cognitiva, específicamente a
su paradigma dominante, el enfoque cognitivista.
Para ello, el trabajo se abocará desde aquí en adelante a la revisión de este problema, a partir de las ideas
de tres autores que han desarrollado importantes trabajos respecto del tema.
LA MENTE CONSCIENTE DE DAVID CHALMERS
David Chalmers, filósofo australiano, provocó durante
finales de los años noventa, un gran revuelo con sus
planteamientos respecto de la conciencia (Searle 2000).
Para este autor el problema de la conciencia constituye
el problema difícil de la ciencia cognitiva, en el sentido
de ser un asunto que va más allá de lo técnico, implicando aspectos de orden metafísico (Chalmers 1999). La
pregunta difícil que intenta responder Chalmers es: ¿Por
qué todo el procesamiento (de la mente) se encuentra
acompañado de la vida interna experimentada?
Dos Variedades del Funcionamiento de la Mente
Chalmers (1999) realiza una división de la mente en:
•
•
Mente fenoménica, que equivale a la mente como
experiencia consciente
Mente psicológica, que equivale a la mente como
base causal o explicativa de la conducta
Resulta evidente la similitud de esta división con
las categorías de Jackendoff anteriormente comentadas; sin embargo, uno puede distinguir al menos dos diferencias respecto de este punto entre ambos autores:
•
•
Para Chalmers no toda la actividad de la mente
psicológica (o computacional) debiera necesariamente ser procesamiento simbólico.
Para Chalmers existirían variedades de la mente
fenoménica que serían también psicológicas (la
vigilia, la introspección, la informatividad, la autoconciencia, la atención, el control voluntario, el conocimiento y más generalmente la percatación).
Respecto de este último punto, resulta interesante
la identificación de estados psicológico/fenoménicos,
puesto que denotan una diferencia más profunda entre las distinciones de Chalmers y Jackendoff. En este
último caso, la mente parece estar dividida en dos aspectos, teniendo como criterio de base para la diferenciación el tipo de funcionamiento manifiesto. La mente,
desde este punto de vista, se divide en dos aspectos
que son cualitativamente diferentes: la mente computacional (simbólica e inconsciente), y la mente fenomenológica (experimentada conscientemente). En el caso
de Chalmers, en cambio, la diferenciación se establece
obedeciendo no tanto a un reconocimiento de dos dimensiones independientes de lo mental (psicológica /
fenoménica) sino, más bien, a una diferenciación de
tipo operacional para describir funcionalmente la actividad de la mente.
Problema Mente / Cuerpo
Para Chalmers (1999) el problema de la conciencia
tendría que ver con la antigua discusión de la relación
mente/cuerpo, aunque no sería exactamente lo mismo.
El problema mente/cuerpo, de acuerdo con Chalmers,
es el problema de definir qué tipo de vínculo existe
entre estos dos aspectos del mundo. El problema de la
conciencia, en cambio, sería un problema algo diferente
que puede entenderse mejor si observan los aspectos
más finos derivados de la distinción mente psicológica/
mente fenoménica. La distinción psicológica/fenoménica permite factorizar el problema mente/cuerpo en
dos partes separadas, dentro de las cuales la más difícil
sería aquella referida a la cuestión de por qué las propiedades psicológicas están acompañadas por propiedades fenoménicas. De esta forma, al igual que en las
ideas de Jackendoff, en Chalmers encontramos al menos dos problemas mente/cuerpo, de los cuales uno (el
problema mente/mente) constituye el problema difícil
metafísicamente hablando.
Al revisar su trabajo resulta tentador suponer una
causalidad lineal y progresiva que iría desde lo físico
hasta lo fenoménico, pasando por lo psicológico. Chalmers, sin embargo, cuida bastante el uso del lenguaje
al referirse a estas posibles relaciones, de manera de no
plantear el problema en términos de causalidad lineal.
La pregunta que intenta responder, por tanto, no es:
¿cómo causan los procesos psicológicos la experiencia
consciente?, sino más bien, ¿por qué las propiedades
GACETA UNIVERSITARIA
| 165
EL PROBLEMA DE LA CONCIENCIA
psicológicas se encuentran acompañadas por propiedades fenoménicas?
De cualquier modo, Chalmers se ocupa también
de reflexionar sobre otras interrogantes anexas al foco
central de su trabajo, indagando cuestiones tales como:
¿cuál es el lugar de la conciencia en el orden natural?,
o, ¿es la conciencia un fenómeno físico?, o, ¿puede la
conciencia explicarse en términos físicos?
Finalmente, Chalmers (1999) se declara un dualista de propiedades. Esto se traduce en una defensa de
la irreductibilidad de la conciencia pero también en la
afirmación de que la conciencia surgiría de lo físico, aun
cuando no sería ella misma algo físico. ¿Cómo es posible esto? La explicación que Chalmers entrega es que
esto se debería a la presencia de un ingrediente extra:
la información.
La Teoría de la Conciencia de Chalmers
La teoría de Chalmers respecto de la conciencia resulta
menos convincente que la discusión respecto del problema. El mismo Chalmers hace referencia a esta situación cuando señala: “no presento una teoría completamente desarrollada, pero formulo sugerencias acerca
de las construcciones involucradas en esas leyes (...) Mi
objetivo al formular estas ideas sueltas no es plantear
un marco conceptual que resista un escrutinio filosófico detallado; más bien las propongo con el fin de poner
las ideas sobre la mesa” (Chalmers 1999 p. 351).
Chalmers (1999) afirma que la conciencia es una
propiedad básica existente en la naturaleza y que, por
lo tanto, aun cuando existirían grados variables de ella
en los seres y objetos del mundo, prácticamente todos
presentarían conciencia. Este hecho es difícil aceptarlo,
según Chalmers, entre otras razones por la confusión
existente entre conciencia y autoconciencia. Por otra
parte, nuestras experiencias conscientes serían de un
carácter tan sofisticado que no facilitan la imaginación
de la experiencia consciente de una piedra o, en el mejor de los casos, de un ratón.
La razón fundamental por la cual la conciencia sería una propiedad básica de la naturaleza es que ella
está asociada al concepto de información. Para llevar
adelante su análisis en esta dirección, Chalmers utiliza
el concepto de información presente en la teoría de
Shannon (1948 citado en Chalmers 1999). Este concepto hace referencia a una noción formal o sintáctica,
relacionada con un estado seleccionado a partir de un
conjunto de posibilidades (dentro de lo cuales el más
básico es el bit). La información así entendida tendría
siempre un aspecto físico y otro fenoménico. Físicamente realizada, la información sería “una diferencia
166 | GACETA UNIVERSITARIA
que hace una diferencia”, o que está asociada a un camino causal. La información realizada fenoménicamente,
en cambio, tiene que ver con “las cualidades intrínsecas
de las experiencias y la estructura entre ellas, es decir,
las relaciones de similitudes y diferencias entre ellas y
su estructura combinatoria intrínseca” (Chalmers 1999
p. 360).
La información, como una propiedad que presenta
siempre ese doble aspecto, permitiría la conexión entre
los dominios físicos y fenoménicos del mundo. Así, “una
experiencia consciente es una realización de un estado
de información; un juicio fenoménico se explica mediante otra realización del mismo estado de información. En un sentido, postular un aspecto fenoménico de
la información es todo lo que necesitamos para asegurarnos que esos juicios son verdaderamente correctos:
existe un aspecto cualitativo en esa información que se
muestra directamente en la fenomenología y no sólo
en un sistema de juicios” (Chalmers 1999 p. 369).
EL NATURALISMO BIOLÓGICO DE JOHN SEARLE
John Searle, filósofo de la mente estadounidense, ha
dedicado gran parte de su obra al estudio de los actos
del habla sin embargo, al interior de la ciencia cognitiva; es reconocido principalmente por su crítica a la
inteligencia artificial, denominada “la habitación china”.
Una parte importante de su trabajo durante estos últimos años la ha dedicado a entregar su punto de vista
respecto del problema de la conciencia.
Para Searle (2000) existirían dificultades de orden
teórico y filosófico que impiden realizar una correcta
aproximación al problema de la conciencia. Éstas serían:
•
•
La existencia de una tradición de pensamiento estructurada a partir del concepto de dualismo y la
división del mundo en lo material y lo mental.
El hecho de que a pesar de tratar la conciencia
como un fenómeno biológico y por ende parte del
mundo físico, muchos autores consideran que la
idea de una conciencia que es causada por procesos cerebrales, lleva a suponer que hay dos cosas
en juego, procesos cerebrales como causas y estados conscientes como efectos (lo que pareciera
implicar una forma de dualismo).
Sobre estos dos últimos aspectos, Searle estructura
gran parte de su trabajo, el cual se aboca sobre todo a
derribar lo que serían para él las dos grandes confusiones filosóficas: el materialismo y el dualismo. Su trabajo
está orientado, por tanto, a develar algo que él concibe
RODOLFO BÄCHLER
como una confusión histórica que lleva a los filósofos de
la mente e investigadores a caer en errores que oscilan
entre la defensa del materialismo o la aceptación de
algún tipo de dualismo (frecuentemente dualismo de
propiedades como ocurre en el caso de Chalmers). Para
Searle (2000) ambas estrategias implican un no tomar
en serio el fenómeno de la conciencia. En primer lugar,
porque es evidente que no habría nada más claro que la
existencia de la conciencia. En segundo término, porque
pretender la existencia de una substancia no material,
sin dar cuenta de una conexión clara con el mundo material, constituiría un ir en contra de todo el conocimiento científico acumulado a lo largo de la historia.
Para Searle (2000) tanto el materialismo como el
dualismo contienen en sí mismos errores fundamentales, y la conciencia sería un fenómeno natural biológico que no puede enmarcarse de manera apropiada en
ninguna de las categorías tradicionales de lo mental y
lo físico. Ésta estaría causada por micro procesos de nivel inferior que se dan en el cerebro, pero a la vez sería
ella misma un rasgo del cerebro en los niveles macro
superiores.
La Definición de Conciencia de Searle
Aunque Searle (2000) señala que no es posible definir la conciencia con exactitud, afirma también que se
puede hacer referencia a la conciencia entendiéndola
como “aquellos estados del sentir y del advertir que, típicamente, dan comienzo cuando despertamos de un
sueño sin sueños y continúan hasta que nos dormimos
de nuevo, o caemos en un estado comatoso, o nos morimos, o de uno u otro modo, quedamos inconscientes”
(Searle 2000 p. 19). Esta definición, bastante vaga, puede ser complementada con algunas puntualizaciones
más específicas de su visión sobre qué es la conciencia,
detallados en otro texto:
-
-
La conciencia es diferente de la autoconciencia y la
cognición
La conciencia puede variar en grados,
La conciencia es como un mecanismo de encendido y apagado,
Conciencia no es “awarenes” (darse cuenta). Aunque estos fenómenos se parecen, no son equivalentes, puesto que awarenes está mucho más estrechamente vinculado a cognición.
Los estados conscientes siempre tienen contenido
(Searle 1996).
Searle afirma que la conciencia es el fenómeno
mental por excelencia y, “de un modo u otro, todas las
demás nociones mentales –como intencionalidad, subjetividad, causalidad mental, inteligencia, etc.– sólo
pueden ser entendidas completamente como mentales
a través de sus relaciones con la conciencia.”3 (Searle
1996 p. 96). En concordancia con todo lo anterior, reconoce que este fenómeno se manifiesta en distintos
grados, desde la experiencia más simple hasta los complejos estados de autoconciencia. Sin embargo (al igual
que Chalmers), se limita a reflexionar considerando el
fenómeno en sus aspectos más básicos y esenciales,
puesto que tomando en cuenta el estado del arte en
la investigación neurobiológica, no resulta conveniente preocuparse de problemas relacionados con estos
temas.
Según Searle (1996), parece claro que la conciencia
sirve para organizar cierto conjunto de relaciones entre el organismo, su entorno y sus estados internos. La
conciencia proporcionaría poderes de discriminación
mucho mayores de los que tendrían los mecanismos
inconscientes de discriminación. La conciencia añadiría
poderes de discriminación y flexibilidad incluso a las
actividades rutinarias memorizadas. La hipótesis que
sugiere Searle es que las ventajas evolutivas que nos
confirió el desarrollo de la conciencia fueron la flexibilidad, la sensibilidad y la creatividad mucho mayores.
Algunas Ideas para La Teoría de la Conciencia a partir
de Searle4
Para Searle (1996) existen unas capacidades, habilidades y “saber cómo” generales, que hacen posible el
funcionamiento de nuestros estados mentales. Todos
3
Al respecto, resulta interesante preguntarse: ¿qué es realmente lo que medimos cuando evaluamos inteligencia? La
inteligencia vista según el análisis de Searle sería más bien
un sub-producto de la mente, directamente dependiente
de la presencia de un alto nivel de conciencia. El problema
es que no podemos medir directamente conciencia, pero
si pudiésemos hacerlo tal vez descubriríamos que aquello
que se encuentra disminuido en forma notoria en aquellos
casos que definimos como retardo mental, es la conciencia.
Un detalle, curioso en este sentido, es que el término utilizado para referirnos a los sujetos que presentan un bajo
nivel de inteligencia sea “retardo o deficiencia mental” y no
retardo o deficiencia de la inteligencia.
4
Searle no hace referencia a sus ideas como parte de una
teoría de la conciencia. Sin embargo, señala explícitamente
que la tesis del trasfondo resulta ser una “tesis muy fuerte”
y que la postulación de los fenómenos del Trasfondo podrían constituir “una categoría separada para la investigación” (Searle 1996, pp. 182-183)
GACETA UNIVERSITARIA
| 167
EL PROBLEMA DE LA CONCIENCIA
estos elementos constituirían lo que él denomina el
“Trasfondo”. La tesis del Trasfondo es: los fenómenos
intencionales funcionan sólo dentro de un conjunto de
capacidades de Trasfondo que no son en sí mismas intencionales. Otro concepto importante para comprender la existencia de fenómenos intencionales es el de
“Red”. Además del Trasfondo, para que los fenómenos
mentales existan es necesario que existan dentro de
una Red de otros fenómenos intencionales. Según Searle, “Resulta imposible para los estados intencionales determinar aisladamente sus condiciones de satisfacción.
Para tener una creencia o un deseo es necesario tener
toda una Red de otras creencias y deseos. La relación de
la Red con el Trasfondo está dada porque además de la
Red necesitamos postular un Trasfondo de capacidades
que no son parte de la Red. La totalidad de la Red necesita un Trasfondo, puesto que los elementos de la Red ni
se auto-interpretan ni se auto-aplican”.
La tesis de Searle respecto del Trasfondo puede resumirse como sigue:
1.
2.
3.
4.
Los estados intencionales no funcionan autónomamente. No determinan aisladamente las condiciones de satisfacción.
Cada estado intencional requiere para su funcionamiento una Red de otros estados intencionales. Las
condiciones de satisfacción se determinan sólo de
manera relativa a la Red.
Incluso la Red no es suficiente. La Red sólo funciona de manera relativa a un conjunto de capacidades de Trasfondo.
Esas capacidades no son y no pueden ser tratadas
como meros estados intencionales o como parte del
contenido de algún estado intencional particular.
El mismo contenido intencional puede determinar
diferentes condiciones de satisfacción (tales como las
condiciones de verdad) y con relación a algún Trasfondo no determina ninguna en absoluto (Searle 1996, pp.
182-183).
Lo anterior puede entenderse también de otra forma, según Searle (1996). En mi cerebro hay una enorme
y compleja masa de neuronas incrustadas en las células
gliales. Algunas veces la conducta de los elementos de
esta masa compleja causa estados conscientes, incluyendo aquellos estados inconscientes que son parte de
las acciones humanas. Los estados conscientes tienen
todo el color y la variedad que constituye nuestra vida
de vigilia. Pero en el nivel de lo mental estos son todos
los hechos. Lo que sucede en el cerebro, que es distinto de la conciencia, tiene una realidad ocurrente que
es neurofisiológica más bien que psicológica. Cuando
168 | GACETA UNIVERSITARIA
hablamos de estados inconscientes estamos hablando
de las capacidades del cerebro para generar conciencia.
Además, algunas capacidades del cerebro no generan
conciencia sino que más bien funcionan para fijar la
aplicación de los estados conscientes. Me capacitan
para pasear, correr, escribir, hablar, etc.
¿Cómo se relaciona todo esto con las distinciones
de Trasfondo y Red?
Searle (1996) dice que: “cuando describimos un
hombre en tanto que teniendo una creencia inconsciente, estamos describiendo una neurofisiología ocurrente en términos de su capacidad disposicional para
causar pensamientos y conducta conscientes. Pero si
esto es correcto, entonces parece seguirse que la Red
de intencionalidad inconsciente es parte del Trasfondo.
La ontología ocurrente de aquellas partes de la Red que
son inconscientes es la de una capacidad neurofisiológica, pero el Trasfondo consta enteramente de tales
capacidades.
La cuestión de cómo distinguir entre Red y Trasfondo desaparece porque la Red es aquella parte del Trasfondo que describimos en términos de su capacidad
para causar intencionalidad consciente” (pp. 193-194).
Lo que debemos distinguir, entonces, es lo intencional
de lo no intencional dentro de las capacidades de Trasfondo. Para eso se pueden hacer algunas distinciones
más:
1.
2.
3.
4.
Necesitamos distinguir entre lo que está en el centro de nuestra atención consciente de las condiciones límite, periféricas, y de situación de nuestras
experiencias conscientes.
Necesitamos distinguir dentro de los fenómenos
mentales la forma representacional de la no representacional. Puesto que la intencionalidad se
define en términos de representación, ¿cuál es el
papel, si es que hay alguno, de lo no representacional en el funcionamiento de la intencionalidad?
Necesitamos distinguir las capacidades de sus
manifestaciones. Una de nuestras preguntas es:
¿cuáles de las capacidades del cerebro deberían
pensarse como capacidades de Trasfondo?
Necesitamos distinguir aquello en lo que nos interesamos efectivamente de aquello que damos por
sentado.
Abandonando la concepción de mente como inventario, la hipótesis de Trasfondo queda de la siguiente forma:
“Toda la intencionalidad consciente –todo pensamiento, percepción, comprensión, etc.– determina condicio-
RODOLFO BÄCHLER
nes de satisfacción sólo relativamente a un conjunto de
capacidades que no son y no pueden ser parte de ese
mismo estado consciente. El contenido efectivo por sí
mismo es insuficiente para determinar las condiciones
de satisfacción” (Searle 1996 p. 195).
Hay algunas capacidades de trasfondo que se generaron como reglas o hechos conscientemente aprendidos, sin embargo hay otras que fueron adquiridas por
otros mecanismos.5 No obstante, sobre cualesquiera
de estas capacidades, si elaboramos pensamientos podemos transformarlas en pensamientos conscientes o
intencionales.
Finalmente, algunas leyes de operación del Trasfondo según Searle serían:
1.
2.
3.
4.
5.
En general, no hay acción sin percepción y no hay
percepción sin acción.
La intencionalidad ocurre en un flujo coordinado
de acción y percepción, y el Trasfondo es la condición de posibilidad de las formas tomadas por el
flujo. Sin un aparato complejo no se puede tener
en modo alguno la intencionalidad involucrada en
ninguna actividad.
La intencionalidad tiende a elevarse al nivel de la
capacidad de Trasfondo.
Aunque la intencionalidad suba al nivel de la capacidad de Trasfondo, alcanza la capacidad hasta el
fondo.
El Trasfondo sólo se manifiesta cuando hay contenido intencional.
EL ENFOQUE ENACTIVO NEUROFENOMENOLÓGICO DE VARELA
Francisco Varela es uno de los precursores del enfoque
enactivo, enfoque que derivó hacia finales de su vida,
en un método de investigación de la conciencia que denominó “neurofenomenología”. De acuerdo al enfoque
enactivo, los seres cognitivos no representan un mundo
pre dado, y la cognición consiste más bien en “enacción”,
entendiendo por ésta la puesta en marcha de un mundo que surge a partir de una historia de la variedad de
acciones que un ser realiza en el mundo. La enacción es
posible gracias a la clausura operacional del sistema, es
decir, de sus propiedades auto-organizativas y la forma
en que el sistema se acopla con el medio. Los sistemas
enactúan un mundo sobre la base de su autonomía, o
dicho de otra forma, el mundo se enactúa a través de
una historia de acoplamiento estructural. La clausura y
el acoplamiento hacen emerger un mundo que resulta
relevante para un sistema “X”.
Las ideas anteriores surgen del estudio científico,
pero tienen para Varela una contrapartida en la filosofía budista, a la cual él alude de manera central en
su obra.6 El punto de vista budista enfatiza la vacuidad
del mundo, el vacío como su característica esencial, y la
carencia de solidez de los fenómenos, en el sentido de
que son siempre el producto de relaciones de interdependencia. Para el budismo no existen objetos sólidos o
independientes en el mundo, puesto que la característica esencial de éste sería que todo cuanto vivenciamos
en él surge como el producto de relaciones interdependientes.
El concepto de “enacción” se relacionaría, según
Varela, con la filosofía budista, en el sentido que ambos
enfatizan la inexistencia del mundo con independencia del sujeto que lo “percibe”. El mundo sería más bien
enactuado a partir de un sistema que posee determinadas propiedades auto-organizativas (clausura operacional), gracias a las cuales es posible la interacción con
determinados rasgos que aparecen como relevantes y
se generan determinadas distinciones que cobran importancia y significado (este proceso es denominado
acoplamiento estructural).
La Respuesta de Varela al Problema de la Conciencia:
La Neurofenomenología
Si bien Varela, de una u otra forma, aborda el problema
de la conciencia en gran parte de su obra, existe un artículo en el cual este autor se aboca específicamente a
desarrollar su respuesta al difícil problema planteado
por Chalmers. Este trabajo es considerado el punto de
partida para el desarrollo del método de investigación
denominado neurofenomenología (Rudrauf, David,
5
Dentro de éstos podríamos incluir probablemente todas las experiencias corporales o de psicomotricidad vividas por el niño, las
cuales se incorporarían como background de capacidades inconscientes, o trasfondo no intencional en el adulto. Por ej. la noción
de que los objetos son sólidos, la articulación del habla, la afinación musical, etc. Consideradas así las capacidades de trasfondo,
es posible conectar las ideas de Searle con la concepción de mente encarnada o corporizada de Varela.
6
Ver, por ejemplo, “De cuerpo presente”, 1997. Editorial Gedisa. O también “El sueño, los sueños y la muerte”, 1998. Edición de Francisco Varela. [Ver en este mismo número el trabajo de Varela y Shear “Metodologías en primera persona: por qué, qué y cómo”].
(N. del E.)
GACETA UNIVERSITARIA
| 169
EL PROBLEMA DE LA CONCIENCIA
Lutz, Antoine, Cosmelli, Diego et al. 2003). En este texto,
Varela cita un artículo de Chalmers, en el cual este último autor equipara los conceptos de conciencia y experiencia consciente: “A veces, términos como “conciencia
fenomenal” y “qualia” también son utilizados aquí, pero
creo que es más natural hablar de “experiencia consciente” o simplemente “experiencia” (Chalmers, 1995, p.
201 citado en Varela 1996).
Este problema definicional respecto de los términos conciencia y experiencia no es menor, y probablemente daría pie a una investigación por sí misma, pero
más allá de estos aspectos semánticos, en lo que sigue,
se revisará la respuesta de Varela al difícil problema
planteado por Chalmers, refiriéndonos indistintamente
a los conceptos de “conciencia” y/o “experiencia” como
términos equiparables, en el sentido que ambos hacen
alusión a la vivencia subjetiva, experimentable sólo en
primera persona.7
Para Varela (2000), la única vía de acceso al entendimiento de la experiencia consiste en encontrar
un método de observación de ésta, que permita hacer
distinciones finas respecto de los modos en que la experiencia es vivida. Esta opción presenta claras similitudes con las propuestas de otros autores (Searle 1996,
Jackendoff 1986), en el sentido de otorgar importancia
fundamental a la identificación y comprensión de las
categorías de la experiencia. La diferencia de Varela respecto de otros trabajos en este ámbito, es que este autor propone un método para llevar a cabo ese proyecto,
mientras que en el resto de los autores revisados el trabajo queda en el análisis del problema y la declaración
de principios y necesidades.
El trabajo de Varela tiene dos antecedentes directos (aparte de la neurobiología) que le permiten llegar
a la conclusión de que es posible desarrollar un método
7
En este artículo Varela realiza una equivalencia entre los
conceptos de conciencia y experiencia. Al revisar un diccionario de ciencias cognitivas para contrastar ambos conceptos, el resultado no es muy esclarecedor. El concepto de
experiencia remite sobre todo a los estudios de la percepción, haciéndose alusión a que habría una distinción entre
el contenido intencional o representacional, y el contenido
subjetivo o cualitativo de la experiencia. Respecto de la
conciencia, en cambio, se señala que la noción de “conciencia fenomenológica” resulta ser la idea de conciencia
más problemática para las ciencias cognitivas, puesto que
no disponemos de una teoría de nuestra naturaleza física
o funcional que explique nuestra experiencia subjetiva
(Houdé, Olivier; Kayser, Daniel; Koenig, Olivier; Prust, Joëlle
& Rastier, Francois. 1998).
170 | GACETA UNIVERSITARIA
de observación y una teoría científica acerca de la experiencia. Estas vertientes son, por un lado (como ya se
señaló), la filosofía y la práctica budista y, por otro, la
escuela filosófica de la fenomenología. Estas inclinaciones dan origen a la neurofenomenología, la cual puede
ser entendida como “un programa de investigación que
busca articulaciones mediante limitaciones mutuas
entre el campo de los fenómenos revelado por la experiencia y el campo correlativo de fenómenos establecido por las ciencias cognitivas” (Varela 2000 p. 260).
La neurofenomenología tiene como una de sus
principales herramientas de trabajo la reducción fenomenológica. Ésta corresponde a una herramienta para
la observación de la experiencia, basada en los planteamientos fenomenológicos de diferentes autores
(sobre todo de Maurice Merleau Ponty) sobre los cuales
Varela hace su propia síntesis. Al referirse a la reducción
fenomenológica, Varela (2000) señala: “ahora necesito
desplegar en profundidad esta actitud o gesto, que
es la forma habitual que tenemos para relacionarnos
con los cambios de nuestro mundo vivido. Esto no requiere que imaginemos un mundo diferente, sino más
bien considerar al presente como otro. Como dijimos
antes, este gesto transforma una experiencia simple o
sin examinar en una experiencia reflexiva o de segundo
orden. La fenomenología insiste correctamente en este
cambio desde lo natural a la actitud fenomenológica,
puesto que sólo entonces el mundo y mi experiencia
aparecen abiertos y necesitan ser explorados” (Varela
p. 269).
Varela concuerda con Chalmers y parece estar de
acuerdo en casi todo el planteamiento de Chalmers respecto de la futilidad de intentar una explicación de la
conciencia del tipo reduccionista. Para él, al igual que
para otros investigadores (como Lakoff, Velmans o el
mismo Searle), la conciencia constituye una dimensión
irreductible a lo físico y sería asequible sólo a partir del
relato en primera persona, puesto que se trata de una
propiedad eminentemente subjetiva. Respecto de la
teoría, y el método de investigación sobre la conciencia
en cambio, Varela toma un camino totalmente diferente
al de Chalmers y al de la mayoría de los investigadores.
Con relación a este punto señala: “hay muy poco que
hacer con algunos “ingredientes extra”, teóricos o conceptuales”(...) “en lugar de encontrar “ingredientes extra” para explicar la manera en que la conciencia emerge de la materia y el cerebro, mi propuesta reformula el
problema de encontrar puentes significativos entre dos
áreas fenomenales irreductibles. En este sentido específico, la neurofenomenología es una solución potencial
al difícil problema que muestra de manera muy distinta
lo que significa “difícil”” (Varela 2000 p. 277).
RODOLFO BÄCHLER
Si volvemos a la pregunta original de Chalmers:
¿por qué el procesamiento de la información (mente
psicológica) se encuentra acompañado de experiencia
vivida (mente fenomenológica)? Varela destaca una diferencia fundamental entre sus planteamientos y los de
Chalmers. La hipótesis de trabajo de la neurofenomenología es: “Las referencias fenomenológicas acerca de
la estructura de la experiencia y sus equivalentes en la
ciencia cognitiva se relacionan unas con otras a través
de restricciones mutuas (Varela p.283). Esta hipótesis
muestra, según Varela, un punto de vista y un método
en los cuales se presenta una equiparación de niveles
de importancia e influencia entre los aspectos biológicos y fenomenológicos de la mente, en el sentido que
el puente extendido por Varela entre lo biológico y lo
fenomenológico sería uno en dos direcciones y que estipula además limitaciones y validaciones mutuas. La
estructura de la conciencia y la estructura neurofisiológica se encontrarían mutuamente delimitadas.8
CONCLUSIONES
1.
2.
3.
El problema mente-cuerpo tiene un descendiente
directo en el problema de la conciencia de las ciencias cognitivas. Ambos problemas no son exactamente los mismos, pero es indudable que las definiciones de la mente y el método de investigación
en ciencia cognitiva se encuentran directamente
coartados por el problema filosófico mente / cuerpo. En este sentido, una dimensión muy importante del problema de la conciencia tiene un origen
histórico - definicional.
Lo anterior implica que en ciencia cognitiva “oficial” (cognitivismo o funcionalismo cognitivo), la
conciencia es un tema no abordado, aun cuando
resulta ser un aspecto central de la mente.
La ontología de la conciencia es innegablemente
irreductible a la física. Lo anterior no equivale sin
embargo, a señalar que por esta razón el problema
de la conciencia no pueda ser abordado científicamente. Las dificultades para el tratamiento de este
tema no obedecerían tanto a razones metafísicas,
como más bien a una confusión existente en la
4.
5.
6.
a.
b.
El relevamiento de la “encarnación” como un
hecho indiscutiblemente necesario para la generación de mente consciente
La comprensión de la mente como un producto que no depende exclusivamente del
sistema nervioso sino que incluye de manera
primordial el desarrollo social inter-subjetivo.
REFERENCIAS
1.
2.
3.
4.
8
No es el objetivo de este trabajo detallar los resultados
de la investigación neurofenomenológica, sin embargo es
bueno puntualizar que el camino adoptado por Varela ya se
encontraría dando frutos, y en cierto sentido la neurofenomenología habría probado ser una herramienta eficaz para
la exploración científica de la conciencia (Lutz A., Lachaux
J.P., Martinerie J, Varela F.J. 2002).
ciencia respecto de las posibilidades del conocimiento y el método científico.
Las discusiones respecto del problema de la conciencia elaboradas por los autores revisados constituyen excelentes definiciones del problema. En
este diagnóstico todos apuntan por diferentes vías
a la necesidad de la indagación en la experiencia,
como un terreno fértil para el progreso en la comprensión de la mente. Sin embargo, los caminos a
través de lo cuales este recorrido pudiera darse no
están tan claros a excepción del caso de Varela.
Resulta altamente necesaria para la comprensión
de la mente la consideración de una posible co-determinación de los aspectos neurobiológicos, computacionales (y/o psicológicos) y fenomenológicos,
en los desarrollos teóricos y/o metodológicos de la
investigación. Este punto es un tema que se deja
entrever en las ideas de Chalmers; la vinculación
de la conciencia con el trasfondo y la red de Searle;
y de manera prioritaria en la neurofenomenología
de Varela
La comprensión de la conciencia requerirá, muy
probablemente, una reformulación del concepto
“mente” presente en ciencias cognitivas. Esta nueva orientación debiera implicar, entre otros, los siguientes aspectos:
5.
6.
7.
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Cuatro Vientos, 1987.
Clark A. Mindware an introduction to the philosophy of cognitive
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Jackendoff R. La Conciencia y la Mente Computacional. Madrid:
Editorial Visor, 1998
GACETA UNIVERSITARIA
| 171
EL PROBLEMA DE LA CONCIENCIA
8.
Lutz A, Lachaux JP, Martinerie J, Varela F.J. Guiding the study of
brain dynamics by using first-person data: synchrony patterns
correlate with ongoing conscious states during a simple visual
task. PNAS 2002; 99(3): 1586-1591.
9. Searle JR. El misterio de la consciencia. Barcelona: Editorial Paidós, 2000
10. Searle J. El redescubrimiento de la mente. Barcelona: Editorial Grijalbo Mondadori, 1996
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12. Varela F. Conocer: Las ciencias cognitivas: tendencias y perspectivas. Cartografía de las ideas actuales. Barcelona: Editorial
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172 | GACETA UNIVERSITARIA
13. Varela F. De cuerpo presente. Las ciencias cognitivas y la experiencia humana. Barcelona: Editorial Gedisa, 1997
14. Wozniak R. Mente / cuerpo: De René Descartes a William James.
Publicación electrónica disponible en: http://platea.pntic.mec.
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15. From autopoiesis to neurophenomenology: Francisco Varela’s
exploration of the biophysics of being. Biol. Res. [online].
2003, vol.36, no.1 [citado 29 Septiembre 2004], p.27-65. Disponible en la World Wide Web: <http://www.scielo.cl/scielo.
php?script=sci_arttext&pid=S0716-97602003000100005&lng
=es&nrm=iso>. ISSN 0716-9760
BELLEZA. DESARROLLO PSÍQUICO
BEAUTY. PSYCHOLOGICAL DEVELOPMENT
ISABEL SANTA MARÍA
TEORÍA
LA BELLEZA EN EL DESARROLLO PSÍQUICO
(Rev GU 2005; 1; 2: 173-176)
Isabel Santa María1
Este trabajo es un análisis teórico acerca del significado psicológico de la belleza. El presente
artículo propone una hipótesis sobre el rol que juega la belleza en el desarrollo del aparato mental.
La comprensión de este fenómeno implica un análisis de la teoría psicoanalítica del desarrollo,
integrando la participación de los fenómenos pulsionales y objetales.
esde Platón en uno de sus diálogos (El Hipias Mayor), se plantea el tema acerca de qué es lo bello,
señalando que “lo bello es lo bueno”. En “El Banquete”
admite que “…la belleza de los cuerpos no es sino el
reflejo…de la belleza de las ideas”.
Los filósofos, algunos con una mirada hedonista,
otros más pragmática, otros en forma moralista, llegan
a idénticas conclusiones.
Si analizamos sus escritos: “lo bello es la luz que nos
revela el secreto de lo vivo”, “la belleza hace participar
del goce divino”, “es el estímulo del sentimiento de vida”,
“lo bello equivale al bien” (Crisipo), “lo bello es el vestigio del bien” (Plotino), “lo bueno es aquello que se elige;
lo que se elige es aquello que se ama; lo que se ama es
aquello que se estima; lo que se estima es aquello que
es bello; por lo tanto, lo bueno es lo bello” (Séneca), “las
formas supremas de lo bello son la conformidad con las
leyes de la armonía…” (Aristóteles en “Metafísica”).
Desde la psicología, Freud reconoce que el tema de
la belleza, si bien importante, no alcanzó a ser desarrollado extensamente.
D
En el “Malestar de la Cultura” plantea que una
forma de buscar la felicidad es a través del goce de la
belleza. Reconoce que si bien una actitud estética “no
protege contra la posibilidad de sufrir, al menos puede
resarcir de muchas cosas”. Tiene la belleza, dice, “un suave efecto embriagador”. Señala que, pese a no tener una
utilidad (como el orden o la limpieza), sin ser una necesidad cultural, la cultura no puede prescindir de ella.
Desde su perspectiva, en “Los Tres Ensayos” a Freud
le parece que de algún modo el goce de la belleza deriva del ámbito de la sensibilidad sexual, no sólo como
una sublimación del impulso sexual sino en la forma
de “encanto” que antecede a la aproximación sexual (la
palabra “reisz” –encanto– en alemán, tiene también la
acepción de estímulo).
La impresión óptica sería el camino más frecuente por el cual se despierta la excitación libidinosa. Los
etólogos podrían decirnos mucho acerca de la belleza
asociada al encanto; baste recordar cómo se engalana
el macho para atraer a la hembra en ciertas especies.
1
Docente del Magister de Adolescencia de la Universidad del Desarrollo. Psicóloga del Servicio de Psiquiatría del Hospital Militar.
insabelsm@hotmail.com
GACETA UNIVERSITARIA
| 173
LA BELLEZA EN EL DESARROLLO PSÍQUICO
Pero la búsqueda de la belleza ¿es un fin en sí mismo?, ¿produce placer sin que intervenga el deseo? Existe un elemento afectivo que forma parte del placer de
lo bello. “Es bello lo que es reconocido como objeto de
una satisfacción necesaria…lo bello no tiene sino una
finalidad subjetiva” (Kant).
Intentaremos hipotetizar acerca del porqué de la
necesidad de buscar lo bello, por qué lo bello produce
goce, por qué ese suave efecto embriagador. Como dirá
San Agustín “¿qué es lo que nos atrae y nos aficiona a
las cosas hermosas?” (“Confesiones”).
Las teorías del desarrollo, el trabajo clínico con
pacientes, la observación de niños, permiten señalar
que éstos nacen con necesidades que claman ser satisfechas. La satisfacción de estas pulsiones es vivida
como intensa gratificación y despierta sentimientos y
emociones amorosas, pero su frustración suscita sentimientos intensamente agresivos, señala Freud, y que la
fuerza de la biología se canalizaría a través de la libido.
Este sería el vehículo a través del cual la mente aprende
a relacionarse con las personas, desde las más primitivas descargas sexuales y agresivas hasta las más sublimadas de amor y creatividad.
En este trayecto la mente no es siempre capaz de
elaborar lo que demanda la pulsión y, si se ve sobrepasada, surge la angustia y consecuentemente se reprime
el deseo. De este modo se va construyendo un espacio
mental que no tiene acceso a la conciencia pero que
va a estar influyendo en la conducta del sujeto toda la
vida.
Una de las primitivas pulsiones biológicas sería la
pulsión de muerte, según Freud, lo que empuja al retorno a lo inorgánico. El organismo reaccionaría ante este
impulso deflectándolo hacia fuera. Podría verbalizarse
como “para no destruirme yo mismo, entonces odio al
pecho” (que es lo que el niño considera como un todo:
la madre es pecho para él en los comienzos, es lo que da
vida). Freud señala que el niño “negocia” con el impulso
de muerte, desviándolo hacia los “objetos” (que son los
otros que no soy yo, pero que están en mi mente). Desde el comienzo, entonces, habría un conflicto entre el
impulso de vida y de muerte.
Melanie Klein, con posterioridad, y apoyada en las
teorías de Freud, también reconoce (a través del psicoanálisis de niños) la expresión temprana del impulso
de muerte. Ella le llama un sadismo básico. Lo importante es que sería una proyección lo que está a la base
de lo que vive. Como el modelo biológico, que tiende a
eliminar lo tóxico de un organismo, la mente tiende a
proyectar.
Para deshacerse del instinto de muerte, según
Klein, el yo se divide al proyectar afuera. Así, el “afuera”
174 | GACETA UNIVERSITARIA
o el “objeto” se queda con una parte de ese impulso de
muerte pero, al mismo tiempo, se transforma en persecutorio (pues contiene el impulso de muerte proyectado). Del temor al instinto de muerte original, se
transforma en miedo a un perseguidor. Es más fácil defenderse de un perseguidor de afuera que de uno que
está dentro. Y como el yo conserva algo de ese impulso
de muerte, éste se transforma en agresión y le permite
al niño defenderse de esos perseguidores externos.
Entonces, desde el origen hay en el inconsciente
miedo a la muerte, pero no a la biológica, sino una respuesta provocada por el impulso de muerte, temor a la
aniquilación interior o a la vuelta a lo inorgánico.
Las modulaciones de las pulsiones de vida y de
muerte forman parte de las relaciones que se desarrollan con los otros, sobre todo con ese primer objeto, la
madre. A su vez, el proceso será profundamente afectado por la naturaleza real del ambiente.
Klein acuña el término de “fantasía inconsciente”.
Señala cómo al instinto de comer le acompaña la fantasía de algo comestible. Cuando falta el pecho en un momento de hambre, el niño se succiona el dedo, lo que le
hace creer que tiene al pecho; del mismo modo, cuando
grita de hambre fantasea que está atacando al pecho.
La necesidad impulsa al niño a hacer “relaciones
objetales” esto es, relacionarse con otros en su interior, y
este mundo de relaciones está determinado por la realidad externa pero también por las fantasías del niño.
La fantasía puebla el mundo interno del niño con
feroz omnipotencia. Pero así como la fantasía influye
sobre la percepción de la realidad, también ésta ejerce
un impacto sobre la fantasía. Ej.: en el caso del niño que
desea ser amamantado, distinta será su fantasía si se
le alimenta de inmediato que si se le hace esperar. En
el primer caso el pecho de la madre será idealizado y
bueno (porque responde a sus deseos), y él se sentirá
omnipotente y capaz de idealizar ese pecho bueno… y
todo en él será bueno. En el segundo caso el pecho será
malo e incluso persecutorio, y sentirá su ira también todopoderosa…y él tan malo como el pecho malo.
Lo importante de resaltar es que fantasía y realidad
se imbrican: la realidad tiene sus efectos sobre el niño,
pero éste aporta su cuota con sus propias ansiedades.
Está la realidad pero también la interpretación que de
ésta hace el niño.
Entonces, desde temprano en la vida se vive un
mundo altamente persecutorio. El escenario de la mente está poblado de objetos (personas en su interior),
algunas veces gratificantes (buenos) y otras persecutorios (malos).
Los personajes buenos (como las hadas) y malos
(como las brujas) luchan dentro de la mente del niño
ISABEL SANTA MARÍA
y definen el temprano estado mental persecutorio-paranoide.
El desenlace de este estado es el ingreso a uno en
que, a causa del desarrollo biológico, las experiencias
de gratificación, la capacidad de postergar los deseos, la
mayor tolerancia a la frustración, la capacidad de creer
en la reparación del daño, la ampliación del campo perceptivo, etc., lo hacen darse cuenta que aquella madre,
que es mala, en ocasiones puede también ser buena y
es la misma. La que es bruja también es hada. La que
abandona también acoge.
Se puede integrar el impulso de vida y el de muerte pero éste no desaparece. Siempre sigue tras bambalinas, siempre se expresa, siempre reaparecen los objetos malos. La representación de lo malo no es del todo
sepultada, puede cobrar nuevos contenidos en estados
posteriores del yo.
Nos interesa destacar también el concepto de “lo
ominoso”. Freud lo asocia en algún sentido a lo terrorífico. Lo “ominoso sería aquello que debiendo permanecer oculto, sale a la luz”. El objeto malo (ese perseguidor) que reaparece pese a la integración, es el ominoso
anunciador de lo persecutorio, de la muerte, de la vuelta al estado del cual salimos. Lo ominoso se asienta en
la reaparición de lo ya reprimido, algo familiar en la vida
anímica que sólo ha sido ocultado por la represión. Aquí
podríamos decir que Freud asocia lo ominoso con lo
malo agresivo, pero, también con la amenaza de muerte. “De pronto algo ocurre que confirma antiguas convicciones que acechan la oportunidad de corroborarse.
Ahí aparece lo ominoso…Cuando complejos infantiles
reprimidos o convicciones primitivas superadas, son reanimadas por una impresión”. Esta impresión incluye la
percepción.
Bettelheim, analizando los cuentos de hadas, señala cómo éstos hablan de los fuertes impulsos internos
del niño. Le permiten estructurar sus propios ensueños
pero también le permiten ingresar a un mundo que los
adultos le niegan: aceptar que el hombre no es sólo
bueno (bello?), que también lo malo (feo?) es parte
de la vida, que la lucha de la vida y de la muerte es inevitable. Las historias que no mencionan lo penoso y
feo de la vida fortalecen la defensa de la negación (la
que tarde o temprano devela lo que trata de negar) y,
lo que es peor, deja al niño a expensas de sus propios
sentimientos feos como un ser único y deleznable. Los
cuentos de hadas toman en serio las vicisitudes por las
cuales atraviesa el niño, hablándoles de la cruda realidad interna.
En estos cuentos el bien y el mal están siempre
presentes. La polarización (buenos y malos) propia de
la mente de los niños está en los cuentos. Le permite
hacer identificaciones. No dice el niño “quiero ser bueno” sino “quiero parecerme a…”. Los procesos inconscientes el niño los comprende sólo mediante imágenes
que hablen directamente de lo que le es inconsciente.
Él no puede decir “estoy tan furioso que mataría a…”,
pero sí lo puede decir el “ogro del cuento”, porque es
imaginario. Como dice el comienzo de los cuentos: “En
otros tiempos, cuando bastaba desear una cosa para
que se cumpliera…”.
En este mundo de las fantasías el niño se acopla,
porque ellas responden a las suyas propias. Así, la bondadosa abuelita de la Caperucita puede ser sustituida
por el Lobo Feroz (¿su propia madre que lo quiere pero
lo castiga?), la madrastra perversa que reemplaza a la
madre idealizada de la Cenicienta (¿el deseo de todo
niño de ser hijo de otros padres cuando éstos no lo
gratifican?), el abandono de Pulgarcito en el bosque
(¿cuando el niño se siente desplazado?).
Los personajes y circunstancias que aparecen sugiriendo lo bueno, lo deseable, lo no atemorizante, lo
feliz, está evocado por la apariencia de la belleza (las
hadas, princesas, Blanca Nieves, etc.) y lo indeseable, cínico, malvado, atemorizante, por la apariencia de lo feo
(ogros, brujas, etc.).
No sólo los cuentos permiten ver la ligazón entre
lo bello y lo bueno así como entre lo feo y lo malo. Las
pruebas proyectivas son otro indicador de este correlato interno asociado a lo estético.
Tanto en niños como en adultos los contenidos
que delatan la presencia de las ansiedades persecutorias (resabios del impulso de muerte) se revelan en
las características asignadas a lo percibido. Ej.: ante una
mancha del test de Rorschach puede producirse una
respuesta como “qué feo, parece un monstruo y parece
que quisiera atacar!” que puede aplacarse cuando en la
lámina siguiente ve “qué lindo, parece una flor abriendo
los pétalos!”. Primero aparece la ansiedad persecutoria
(el temor a lo malo que hay en él) y luego se defiende
con el mecanismo hipomaníaco (que triunfaría sobre la
angustia que generó lo malo).
Asimismo, en el test Desiderativo “me gustaría ser
una flor porque es linda, todos la admirarían y la protegerían porque es delicada”, “no me gustaría ser rana
porque es fea, asquerosa y viscosa”, siempre el par de
opuestos mostrando los aspectos buenos deseables y
los malos rechazables.
También en los dibujos de los niños, como manifestaciones que proyectan sus conflictos. La experiencia
clínica con tests gráficos muestra cómo el niño, al hacérsele necesario disociar tanto los objetos idealizados
como los persecutorios, utiliza figuras que son revesGACETA UNIVERSITARIA
| 175
LA BELLEZA EN EL DESARROLLO PSÍQUICO
tidas con características que son idealmente “buenas”
o idealmente “malas”. Cuando proyectan en el papel lo
que para ellos es bueno, aparecen dibujos ordenados,
limpios, adornados, buscando expresar lo bello; cuando dibujan lo que es para ellos malo, aparecen figuras
destruidas, caóticas o feas. Para hablar de sus aspectos
deseablemente buenos dibujan figuras angelicales,
feéricas o superiores. Para graficar los malos aspectos
dibujan al diablo, una bruja o un monstruo.
También los juegos de los niños, como lenguaje
privilegiado del inconsciente (junto a los sueños y a los
síntomas), permiten rescatar cuáles son sus fantasías
acerca de sus personajes internos, los buenos y los malos. La elección de juegos y juguetes para representar
uno u otro afecto la va a dar su condición estética, el
ingreso privilegiado de lo visual. Los títeres son también un mini escenario de sus fantasías. Los niños claman por salvar a la linda princesa de las garras de la fea
bruja mala.
Recordemos clásicos de la filmografía en los que
los personajes monstruosos nos producen repulsión
por el retorno de eso malo que hay en nosotros y que,
creíamos, había quedado atrás.
La belleza ¿no sería otra cosa que dar cuenta de
manera visible del aspecto bueno del rostro interno?
¿El deseo es ser “príncipe” o la “princesa” interior?
176 | GACETA UNIVERSITARIA
A través de la belleza se espera aventar el fantasma de lo ominoso, de lo que pueda reabrir tempranos
temores al objeto malo, que es amenazante por su ligazón con la pulsión de muerte. Lo feo es el recuerdo de
lo malo que hubo y hay en nosotros, la agresión propia
o el temor a ser agredido.
Desde la psicología, entonces, el “goce ligeramente
embriagador” (y aliviador) que produce lo bello podría
ser el resultado de ver al otro como un objeto bueno,
así como ser bello implicaría estar identificado, al menos aparentemente, con un aspecto bueno de sí mismo. Como dice Freud, sería un modo de hacerle frente
al fantasma de la muerte en su aspecto persecutorio.
Sería una manera de embellecer el escenario en que se
desarrolla la obra de la vida.
REFERENCIAS
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
Aristóteles, Crísipo, Plotino y Séneca en Historia de la Filosofía.
Aguilar, Madrid, 1951
Bettelheim B. Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Crítica, Barcelona, 1962
Freud S. Tres ensayos de una teoría sexual, Vol. VII. AE, Buenos Aires, 1905
Freud S. Lo ominoso, Vol. XVII. AE, Buenos Aires, 1919
Freud S. El malestar en la cultura, Vol. XXI. AE, Buenos Aires, 1930
Kant E. Lo bello y lo sublime. Espasa-Calpe, Madrid, 1952
Klein M. Desarrollos en psicoanálisis. Hormé, Buenos Aires, 1962
Platón. Hipias Mayor. En: El Banquete. Aguilar, Madrid, 1980
ANGUSTIA, DEPRESIÓN, COMORBILIDAD
ANXIETY, DEPRESSION, COMORBIDITY
CÉSAR OJEDA
REVISIÓN
ANGUSTIA Y DEPRESIÓN: ¿COMORBILIDAD O
CUADROS CLÍNICOS COMPLEJOS? UNA PERSPECTIVA
FARMACOLÓGICA1
(Rev GU 2005; 1; 2: 177-182)
César Ojeda2
Este trabajo presenta evidencia clínica y empírica que rechaza la idea de la serie
DSM de separar radicalmente la angustia y la depresión en dos diferentes tipos
de trastorno. La probabilidad de que ocurra el otro trastorno (respecto de que
no ocurra) si uno de ellos está dado, es entre 5 y 62 veces (odds ratio). Estudios
clínicos muestran que el 90% de los pacientes que consultan por depresión
presentan angustia como un síntoma preeminente, y es conocida la utilidad de
los inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina en el tratamiento de
ambos trastornos. La mayor “comorbilidad” con la depresión se presenta en el
trastorno generalizado de ansiedad, cuya descripción es todavía la misma que
la realizada por Freud en el siglo XIX. Si la comorbilidad es la regla ¿se puede
seguir hablando de comorbilidad?
n las últimas décadas los trastornos de ansiedad y
los trastornos depresivos han sido considerados
patologías diferentes. Sin embargo, los resultados de
la investigación durante ese mismo periodo hacen difícil sostener esta concepción “discreta”, no sólo en los
cuadros clínicos señalados sino que también en una
importante parte de los trastornos “mentales”. Ningu-
E
na clasificación médica podría resistir los niveles de
comorbilidad que soportan los trastornos mentales. La
versión III de la serie DSM, tal vez en una exageración
neo-kraepelineana, limitaba el co-diagnóstico entre los
trastornos de ansiedad y los depresivos. La versión III-R
y IV del manual eliminó la reglas de exclusión del DSMIII, lo que permitió que quedara oficialmente en eviden-
Este artículo fue originalmente publicado en la Revista Psiquiatría y Salud Mental, 2003, XIX, 2: 120-126. Se han actualizado
algunos puntos en la presente versión. Publicación autorizada por el editor de la Revista Psiquiatría y Salud Mental, Dr. Luis
Gomberoff J.
2
Departamento de Psiquiatría Oriente. Universidad de Chile
1
GACETA UNIVERSITARIA
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ANGUSTIA Y DEPRESIÓN: ¿COMORBILIDAD O CUADROS CLÍNICOS COMPLEJOS? UNA PERSPECTIVA FARMACOLÓGICA
cia que los cuadros angustiosos y depresivos son uno
de los más notables ejemplos de “sobreposición” clínica
en psicopatolgía.
COMORBILIDAD
En un estudio con técnicas de meta-análisis, Clark (1)
en 1989 señaló que el 57% de los pacientes depresivos
presentan algún trastorno de ansiedad en el curso de
la vida. El National Comorbidity Survey (1996) encontró
un promedio de 58% de comorbilidad en el curso de la
vida, y sólo un índice levemente inferior (51,2%) para la
prevalencia en 12 meses. A la inversa, es decir, la presencia de depresión en pacientes con trastornos de ansiedad, es de 56% en el análisis de Clark. Pero además, los
trastornos de ansiedad tienen tanta comorbilidad entre
ellos como con la depresión, y ambos, con otros trastornos como el abuso de substancias, hipocondriasis,
trastornos somatomorfos, de la conducta alimentaria,
trastornos de personalidad, etcétera (2).
La comorbilidad entre cuadros depresivos y angustiosos ha sido concebida en cuatro grupos fundamentales: trastorno de ansiedad con síntomas depresivos,
trastorno depresivo con síntomas ansiosos, coexistencia de un trastorno de ansiedad y un trastorno depresivo, y coexistencia de síntomas depresivos y ansiosos.
Este último cuadro ha sido denominado “mixto”, y tiene
una prevalencia entre 1 y 5% en los consultantes de
atención primaria, además de producir un deterioro semejante a los pacientes que cumplen con los criterios
para depresión o para trastorno de ansiedad de manera
plena. Lo importante de señalar aquí es que un amplio
conjunto de investigación orienta en una dirección muy
clara: la depresión que no se presenta complicada con
alguna forma de comorbilidad es la excepción, no la
regla. En pacientes diagnosticados de depresión mayor,
el riesgo de tener concomitantemente un trastorno de
ansiedad generalizado tiene un odds ratio (3) 8,2 veces
mayor que en un grupo control; 5,2 para trastorno de
pánico, 3,3 para fobia social y 6,0 para trastorno de estrés post-traumático. En conjunto, el aumento del riesgo
de padecer concurrentemente cualquier trastorno por
ansiedad es de 5,0 para quienes presentan un cuadro
de depresión mayor, es decir, cinco veces mayor que en
personas que no presentan una depresión actual.
Mirado ahora desde los trastornos de ansiedad, la
situación es aún más clara. El riesgo de desarrollar una
depresión mayor en el curso de un año, en personas
que padecen de cualquier trastorno de ansiedad tiene
un odds ratio de 12, siendo de 62 para el trastorno de
ansiedad generalizado, y de 28 para el trastorno de pánico. Esto significa que si un paciente presenta un tras-
178 | GACETA UNIVERSITARIA
Tabla 1
ANÁLISIS DE LOS SÍNTOMAS EN 101 CASOS DE DEPRESIÓN TRATADOS
CONSECUTIVAMENTE (MEST Y DALLY, 1959)
Autorreproches
Peor en la mañana
Peor en la tarde
Dificultad en
conciliar el sueño
Despertar precoz
Hipocondriasis
Retardo
Aturdimiento
Fobias
Conversión histórica
Temblor
Síntomas
Cardiovasculares
Síntomas
Gastrointestinales
Otros síntomas
somáticos
Terapia Electroconvulsiva
% de empeoramiento con TEC
Respondedores No respondedores
a iproniazida
a iproniazida
17,2%
44,2%*
20,7%
48,8%*
20,7%
2,3%*
72,4%
60,4%
17,2%
37,9%
22,4%
31 %
44,8%
7,2%
29,3%
48,8 %*
37,2%
23,2%
23,2%
23,2 %*
0 %*
7,0 %*
44,8%
27,9%
79,3%
72,0%
63,2%
86,0%
22,2%
8,1%*
77,6%
41,8%
* p < 0,05 (X2).
torno de ansiedad tiene entre 7 a 62 veces más riesgo
de padecer una depresión en el curso del siguiente año.
Estas cifras son, por decir lo menos, alarmantes. Además toda la evidencia apunta a que los pacientes que
presentan cuadros depresivos y ansiosos concomitantemente cursan con mayor severidad y mayor deterioro
laboral y psicosocial, incluyendo mayor número de hospitalizaciones y de intentos suicidas (4).
Frente a estos datos es irracional sostener que la
depresión y los trastornos angustiosos son cuadros
independientes en toda su extensión y que la comorbilidad es producto del azar, como puede ocurrir entre
una apendicitis y un aneurisma de la arteria basilar. A
través del siglo XX los trastornos depresivos y ansiosos
se mantuvieron separados en las nosologías oficiales
con el apoyo de algunos investigadores (Akiskal (5)
1985, Cox (6) 1993). Sin embargo, otros han sostenido
que ellos representan sólo una dimensión subyacente
o que, en conjunto, forman una clase más general de
trastorno del afecto o ánimo (mood) (Feldman (7) 1993,
Hodges (8) 1990).
CÉSAR OJEDA
LA DEPRESIÓN ATÍPICA
Aunque el término “depresión atípica” ha significado
cosas diferentes a lo largo de la historia de la Psiquiatría (9), adquirió un significado preciso en Inglaterra
en 1959. En ese año, West y Dally utilizaron el término
“depresión atípica” para caracterizar a un grupo de pacientes depresivos que mostraban una respuesta terapéutica preferencial al IMAO iproniazida respecto de la
terapia electroconvulsivante (TEC) (10). Algunos de estos pacientes presentaban “estados de ansiedad fóbica”
y otros habían sido definidos como sufriendo “histeria
de angustia” (ver Tabla 1).
En la misma muestra los autores comprobaron
que en aquellos pacientes que presentaban depresiones “típicas”, es decir, con características “endógenas”, la
iproniazida tuvo un efecto incompleto y menos rápido,
respondiendo en cambio en una significativa mayor
proporción a la terapia electroconvulsivante ( TEC).
Trabajos posteriores en Inglaterra (11) sugieren
que la demarcación entre la respuesta terapéutica a
IMAOS de “depresiones atípicas” y “estados de ansiedad” es muy poco clara, dado que estos últimos cuadros
respondían igualmente bien, y en ambos casos, el factor
que parecía común a dicha respuesta era el buen ajuste
premórbido.
Al iniciarse la década de los setenta, tres grandes
conceptos se empezaban a delinear en este campo: el
primero es que parecía haber un perfil depresivo consistentemente distinto al de la depresión endógena
simple; el segundo, que estas depresiones se entroncaban en alguna forma con los trastornos de ansiedad, y
tercero, que parecían responder con cierta especificidad
a los IMAOS respecto de otras terapias antidepresivas.
Veinte años después del estudio inicial de West
y Dally se incorporan los autores estadounidenses al
tema. En 1980 Ravaris y Robinson presentan un estudio comparativo entre fenelzina y amitriptilina en 105
pacientes deprimidos ambulatorios que cumplen con
los criterios del RDC para depresión mayor o menor,
comprobando una eficacia similar para ambos fármacos, con pequeñas diferencias en los efectos secundarios (12). Pero además, lo resultados de Ravaris sugieren
que los pacientes con síntomas no “endógenos”, como
“reactividad” del estado de ánimo (concepto que más
tarde se considerará esencial), y ausencia de despertar
precoz, tienen una mayor probabilidad de responder al
IMAO, mientras que la presencia de despertar precoz y
la ausencia de reactividad del estado de ánimo indicarían una respuesta preferencial a la amitriptilina.
En 1984 Leibowitz, Quitkin y su grupo de la Universidad de Columbia publican simultáneamente dos tra-
bajos en el Journal of Clinical Psychiatry. En el primero,
siguiendo a Ravaris, definen la “depresión atípica” mediante dos criterios fundamentales: 1) reactividad del
estado de ánimo y 2) la presencia de dos o más de los
cuatro rasgos asociados siguientes: hipersomnia, hiperfagia, letargia y sensibilidad al rechazo.
En esta definición reconocen la influencia de Donald Klein y su descripción, en l969, de un grupo de pacientes deprimidos que denominó “disforia histeroide”
(13), y del grupo inglés encabezado por West y Dally.
Como se aprecia, de la “depresión atípica” original se
han considerado en la definición sólo los síntomas vegetativos inversos, y ahora el polo central es la reactividad del estado de ánimo.
En este estudio inicial, Leibowitz y Quitkin comparan la respuesta de estos pacientes “atípicos” a fenelzina, imipramina y placebo. Los resultados sugieren que
los pacientes que presentaban un estado de ánimo
reactivo y al menos uno de los cuatro rasgos asociados,
tienen una respuesta preferencial a la fenelzina.
En trabajos posteriores, pacientes que cumplían
con los criterios de “depresión atípica” señalados, fueron sometidos a un tratamiento en un diseño de doble
ciego con fenelzina, imipramina y placebo (14). Sorprendiendo a los investigadores (aunque esto no habría
sorprendido en lo más mínimo al grupo inglés), los pacientes con ataques de pánico espontáneos o rasgos de
disforia histeroide mostraron una muy baja respuesta
al placebo, una moderada respuesta a la imipramina y
una alta respuesta a la fenelzina. Inversamente, los pacientes sin esos rasgos respondieron moderadamente
bien a los tres tratamientos. Basados en estos datos preliminares, concluyen que efectivamente parece existir
una “depresión atípica” que responde preferencialmente al tratamiento con IMAOS.
En 1988 el mismo grupo de investigadores presenta 119 casos de “depresión atípica”, definida de la misma
manera, sometidos al diseño de investigación ya señalado. Globalmente, el 71% respondió a fenelzina, el 51%
a imipramina y el 28% a placebo (15). Nuevamente en
forma inesperada para ellos, la superioridad de la fenelzina estuvo altamente concentrada en los pacientes
que habían presentado ataques espontáneos de pánico
o rasgos de “disforia histeroide”.
Un año después sometieron a un diseño similar a 60
pacientes depresivos que cumplían con los criterios del
RDC y que presentaban lo que ellos consideran el hecho
central de la “depresión atípica”, es decir, la reactividad
del estado de ánimo, pero esta vez sin rasgos asociados
(16). Los autores comprobaron que estos pacientes con
“depresión atípica simple”, respondieron de igual manera a la fenelzina y a la imipramina. Al comparar este
estudio con los anteriores, concluyeron –al parecer con
GACETA UNIVERSITARIA
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ANGUSTIA Y DEPRESIÓN: ¿COMORBILIDAD O CUADROS CLÍNICOS COMPLEJOS? UNA PERSPECTIVA FARMACOLÓGICA
Tabla 2
Fluoxetina
Sertralina
Paroxetina
Citalopram
Venlafaxina
Nefazodona
Mirtazapina
Bupropion
DM
+
+
+
+
+
+
+
+
INDICACIONES APROBADAS POR LA FDA PARA ISRS Y ANTIPRESIVOS ATÍPICOS
Dist
-
DpreM
+
+
-
TP
+
+
-
FS
+
+
-
TEPT
+
+
-
TOC
+
+
+
-
TGA
+
+
-
FDA=Oficina de Drogas y Alimentos EE.UU.; DM=Depresión Mayor; Dist=Distimia; DpreM=Trastorno disfórico premenstrual;
TP=Trastorno de pánico; FS=Fobia social; TEPT=Trastorno de estrés post-traumático; TOC= Trastorno obsesivo-compulsivo;
TGA=Trastorno generalizado de ansiedad.
desgano– que la presencia de los rasgos asociados predice una pobre respuesta a la iImipramina”.
En 1990 los mismos autores replican con otros 90
pacientes los resultados anteriores, en forma prácticamente idéntica, confirmando aún más el concepto de
“depresion atípica” (17).
En resumen, después de transcurridos más de 40
años desde los estudios iniciales de West y Dally, concluimos que existe un grupo de pacientes deprimidos
que presenta, por un lado fenómenos fóbicos, histéricos o crisis de pánico y, por el otro, síntomas vegetativos
“atípicos” (inversos), que responden específicamente a
la terapéutica con los IMAOS clásicos, es decir, lo mismo
que había señalado el estudio “anecdótico” de West y
Dally. ¿Qué ha ocurrido desde entonces, teniendo en
consideración que los IMAOS clásicos han sido retirados del mercado, y que han sido sintetizadas diferentes
substancias con efecto antidepresivo?
¿COMORBILIDAD O CUADROS CLÍNICOS
COMPLEJOS?
Actualmente la mayor parte de los inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina, como la fluoxetina, la
sertralina y la paroxetina, o de acción mixta serotoninérgica y noradrenérgica, como la venlafaxina, han sido
aprobados para el uso tanto en los cuadros depresivos
como en algunos trastornos de ansiedad. La Food and
Drugs Administration en Estados Unidos hasta el año
2004 había aprobado las siguientes indicaciones para
los ISRS y los “antidepresivos atípicos” (ver Tabla 2).
Como se aprecia, la paroxetina y la sertralina presentan el más amplio espectro de eficacia en trastornos
de ansiedad, además de su potencia antidepresiva.
180 | GACETA UNIVERSITARIA
Lo que nos interesa destacar es que los fármacos
señalados en el cuadro han sido estudiados o en trastornos depresivos, o en trastornos de ansiedad, pero
no en los estados de comorbilidad, y por lo mismo
ningún fármaco en particular ha sido aprobado para
tales casos. El problema que es necesario dilucidar es
si aquellos fármacos que actúan en cuadros “puros”,
ansiosos o depresivos, lo hacen también en los estados de comorbilidad. Sin embargo, si la comorbilidad
es una clara mayoría en los trastornos depresivos y
en los trastornos ansiosos, ya no se puede tratar propiamente de comorbilidad sino de la forma en que el
cuadro clínico se presenta. Dentro de un pensamiento
psiquiátrico que acepta y cree a pie juntillas que si el
60% de los casos de un cuadro clínico determinado
mejora con el uso de un psicofármaco, es entonces posible y legítimo desde allí teorizar una etiopatogenia
relacionada con la acción neurobiológica de ese medicamento, ¿cómo no tomar en cuenta estos más que
significativos fenómenos correlacionados a la hora
de establecer unidades nosológicas? Si el 80% de las
amigdalitis presenta secreción purulenta en las criptas y el 20% no, ¿pensaríamos que tal secreción es un
fenómeno co-mórbido? ¿Eliminaríamos a los estreptococos de las explicaciones etiopatogénicas y a los
antibióticos como terapéutica racional? Efectivamente, se pueden inflamar las amigdalas por diversas vías,
siendo la más frecuente la acción de alguna cepa de
estreptococos. Pues bien, siguiendo el mismo razonamiento, podemos decir que frecuentemente la depresión y la angustia van juntas, lo que hace necesario un
pensamiento que tome en cuenta esta presentación
clínica y que deseche desde la partida considerarla
una “mezcla” o una “contaminación”.
CÉSAR OJEDA
Con independencia de la forma en que usualmente
la psiquiatría caracteriza a la angustia, los pacientes depresivos atendidos ambulatoriamente refieren “angustia”
en un alto porcentaje de los casos (18, 19). Concordante
con esto parece ser el hecho de que una de las críticas
al inventario de Beck para la depresión es, justamente,
su falta de discriminación con la ansiedad reportada en
escalas de autoevaluación (20). También es coincidente
con lo dicho la alta correlación entre este inventario y
una escala breve de siete ítem propuesta por Ojeda y Silva, tres de los cuales están referidos a la angustia, y que
presentan una alta correlación interna (21).
Es sabido que la angustia frecuentemente adopta
una estructura fóbica, y la mayoría de los cuadros de
ansiedad la tienen. La excepción a esto parece ser el
llamado trastorno generalizado de ansiedad, el que,
además, es el cuadro angustioso que –como señalamos– más frecuentemente aparece antes o en el curso
de un cuadro depresivo. Cabe entonces preguntarse de
nuevo: ¿qué es el trastorno generalizado de ansiedad?
EL TRASTORNO GENERALIZADO DE ANSIEDAD
(TGA)
Después de mucho andar, el TGA, de acuerdo a los criterios del DSM-IV, corresponde ampliamente a la neurosis
de angustia descrita por Freud en 1892. Efectivamente
el hecho que es considerado esencial al cuadro clínico es la “excesiva ansiedad y preocupación” (excessive
anxiety and worry), entendiendo por esta última a la
“expectación ansiosa”. Ambos conceptos merecen alguna atención. Desde luego la ansiedad “excesiva” lo es
de acuerdo a algún criterio de angustia “adecuada” que
parece muy difícil de establecer y que termina siendo
un criterio de sentido común, con las ventajas y desventajas que tal sentido trae aparejados. Por su parte, la
“preocupación” o expectación ansiosa no corresponde
a ninguno de los temas que caracterizan a los temores
de estructura fóbica, como el temor a tener una crisis
de angustia, hacer el ridículo, a agentes contaminantes,
separación, enfermedad, etcétera. La angustia y expectación angustiosa están vagamente referidas principalmente a los peligros a que están expuestos los demás,
a diferencia de las anteriores que siempre tienen como
objeto los peligros que acechan al paciente mismo. El
DSM-IV señala las siguientes: situaciones diarias y cotidianas, responsabilidades en el trabajo, situación económica, salud de los miembros de la familia, destino de
los hijos y otras menores. Lo interesante es que esta angustia no se establece respecto de un objeto o situación
particular que implique más o menos simbólicamente
un peligro para la persona, sino que flota sobre una hi-
peratención respecto de la posibilidad de los riesgos
que podrían sufrir los seres queridos, en la medida en
que es responsabilidad del paciente protegerlos (física,
económica y socialmente). Como se comprende, no se
puede fobizar el peligro que sufren los otros. Esto es
lo que Freud llamaba “angustia flotante”. Una angustia
que “se halla dispuesta en todo momento a enlazarse
a cualquier idea apropiada [subrayo](...) pero que también puede mantenerse como una angustia en estado
puro sin estar asociada a ninguna representación” (22).
Evolucionariamente podemos entender esta situación como una defensa anticipatoria o precautoria respecto de los descendientes y parientes con los
que se posee genes compartidos, es decir, un caso
de fitness. No obstante, en la justa medida en que la
angustia es atemática y culposa, hemos entrado en
otro terreno psicopatológico, puesto que el síndrome
general de adaptación con su característica respuesta
adrenérgica aquí ha desaparecido. Ese terreno es el
de la depresión. La angustia atemática, constrictiva y
culposa no es un hecho asociado en la depresión sino
un constituyente propio de las formas más frecuentes
de ella. Cabe preguntarse si la contundente “comorbilidad” entre la depresión y el TGA es algo más que un
artefacto taxonómico. Si el Inventario de Beck no pregunta por la angustia, es natural que ésta no aparezca
en los pacientes depresivos que son evaluados a través
de él. Si la serie DSM no considera a la angustia para
llenar los criterios de depresión mayor, se puede hacer
el diagnóstico sin tomarla en cuenta. Pero no por eso
deja de estar allí.
REFERENCIAS
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Para una ampliación ver: Mineka S. Comorbidity of anxiety and
unipolar mood disorders. Annual Review of Psychology, Annual,
1998
Odds ratio es un cálculo estadístico para un evento cualquiera
obtenido por la división entre el número de tales eventos por
el número de no-eventos. Por ejemplo, si un evento ocurre 50
veces y cincuenta veces no ocurre, el odds ratio es de 1. Si el
evento ocurre 75 veces y 25 no ocurre, el odds ratio es de 3, y así
sucesivamente
Hirschfeld R. The Comorbidity of Major Depression and Anxiety
Disorders: Recognition and Management in Primary Care. Primary Care Companion. J Clin Psychiatry 2001; 3: 244-54
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GACETA UNIVERSITARIA
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ANGUSTIA Y DEPRESIÓN: ¿COMORBILIDAD O CUADROS CLÍNICOS COMPLEJOS? UNA PERSPECTIVA FARMACOLÓGICA
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Debemos recordar que Klein había descrito a un grupo de pacientes que desarrollan episodios depresivos al ser rechazados
o criticados, especialmente en un contexto “romántico”. Los episodios depresivos se caracterizan por hipersomnia e hiperfagia
y además responden preferencialmente a la terapéutica con
IMAOS respecto de los antidepresivos tricíclicos.
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TRASTORNOS DE PERSONALIDAD. NEUROBIOLOGÍA. FARMACOTERAPIA
ALBERTO BOTTO
PERSONALITY DISORDERS. NEUROBIOLOGY. PHARMACOTHERAPY
REVISIÓN
NEUROBIOLOGÍA Y FARMACOTERAPIA DE LOS
TRASTORNOS DE PERSONALIDAD
(Rev GU 2005; 1; 2: 183-190)
Alberto Botto1
Pareciera haber consenso en que el tratamiento de los trastornos de personalidad (TP) constituye
un importante desafío, habiéndose ensayado diversas modalidades y aproximaciones (22, 27). Sin
embargo, la experiencia clínica apunta a que su manejo suele ser dificultoso, obteniéndose con
frecuencia resultados poco alentadores. A pesar de lo anterior su pronóstico sigue siendo controversial.
Así lo demuestran ciertos estudios donde se ha visto que a lo largo de la vida los TP presentarían una
considerable variabilidad interpersonal, mostrando una estabilidad global, o incluso mejoría, mayor
a la que se pensaba (18, 33, 39).
Los objetivos del tratamiento de los TP no se han aclarado completamente. Éstos podrían definirse
en distintos niveles, desde un plano puramente sintomático (por ejemplo, control de la inestabilidad
anímica o de la impulsividad) hasta una modificación más profunda de la organización de la
personalidad.
unque la psicoterapia sigue siendo el tratamiento
básico de los TP (4, 6, 30) los avances en neurociencias han permitido desarrollar diversos modelos que
describen la personalidad en base a dimensiones sintomáticas (34). Desde esta perspectiva, ciertos rasgos de
la personalidad estarían asociados a un sustrato neurobiológico específico (neurotransmisores, redes neuronales y estructuras cerebrales) potencialmente abordable desde un punto de vista psicofarmacológico.
Aunque hoy en día las terapias psicodinámicas
clásicas se han visto enriquecidas con aproximaciones
A
1
más eclécticas y estructuradas como la terapia dialéctico-conductual (desarrollada por Marsha Linehan para
pacientes limítrofes) y otros tipos de terapias cognitivas, la evidencia en investigación clínica apunta a que
no existiría un tipo de psicoterapia superior a otra ni
una técnica específica para un determinado trastorno
(5,17, 24). En este terreno, el tratamiento farmacológico
aparece como un complemento útil en especial para
ciertos cuadros y pacientes.
Las principales indicaciones para el uso de fármacos en los TP se han resumido en tres condiciones (30):
Departamento de Psiquiatría Oriente, Universidad de Chile.
GACETA UNIVERSITARIA
| 183
NEUROBIOLOGÍA Y FARMACOTERAPIA DE LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD
1.
2.
3.
Manejo a largo plazo de síntomas desadaptativos
para el individuo.
Períodos de descompensación, crisis o necesidad
de hospitalización.
Presencia de comorbilidad en el Eje I.
El análisis de la relación entre psicofarmacología y
TP plantea múltiples interrogantes: ¿son los fármacos
capaces de tratar una personalidad alterada o sólo sus
manifestaciones sintomáticas?, ¿pueden los fármacos
realmente tratar rasgos de personalidad o su efecto se
debe a la mejoría de variaciones subsindromáticas de
cuadros del Eje I?, ¿es posible combinar la psicoterapia
con la farmacoterapia?
LA PERSONALIDAD
Tradicionalmente se ha descrito que la personalidad
estaría constituida en base a dos componentes: el temperamento (determinado genéticamente y, por lo tanto, heredable) y el carácter (que dependería del medio
ambiente). La heredabilidad de los TP se ha estimado
entre un 0,3 y 0,8 según el tipo de trastorno. Además, se
piensa que cada grupo de síntomas tendría un patrón
específico de herencia. Por ejemplo, existe evidencia
que la impulsividad y los síntomas afectivos en TP Limítrofe tendrían un patrón independiente de transmisión
familiar.
Como veremos más adelante, los aspectos nosológicos en los TP son hoy objeto de controversia. Los
sistemas categoriales, para los cuales los TP serían cuadros independientes, con límites precisos entre uno y
otro, parecieran no dar cuenta de los infinitos matices
y variaciones en la forma de ser de los individuos. Una
alternativa a esta aproximación está dada por el modelo dimensional, que conceptualiza a la personalidad
(y sus trastornos) como un continuum donde los distintos rasgos presentarían variados grados de expresión y
combinación (20, 34).
Uno de los modelos de temperamento más difundidos es el de Cloninger, quien describe cuatro tipos
básicos: búsqueda de novedad, evitación del daño, dependencia de la recompensa y persistencia, los que contribuirían en un 50% a la formación de la personalidad.
Cada tipo de temperamento tendría un sustrato neurobiológico específico. Así, la dopamina (región mesolímbica) se asociaría con la búsqueda de novedad, la serotonina (núcleos del rafe, hipocampo) con la evitación
del daño, y la noradrenalina con la dependencia. Sin
embargo, estudios genéticos recientes no han encontrado el soporte suficiente para esta conceptualización,
la que aparece como sobresimplificada. Al contrario,
184 | GACETA UNIVERSITARIA
las distintas dimensiones temperamentales parecieran
estar determinadas por sistemas neuroquímicos y receptores más complejos. Por otra parte, no disponemos
de estudios que confirmen la naturaleza genética del
temperamento y la no-genética del carácter, por lo que
esta clásica dicotomía permanece aún en discusión.
Por su parte, en la conformación del carácter participarían diversos aspectos ambientales, como la influencia temprana de los padres, traumas y estresores
vitales. Estos factores, en interacción con el temperamento, darían cuenta de las particularidades de cada
organización o estructura intrapsíquica, el tipo de relaciones objetales internalizadas, estilos defensivos,
esquemas cognitivos, etc.
Como se mencionó, la visión más clásica de los
constituyentes de la personalidad asume que los elementos caracterológicos no tendrían un origen mayoritariamente biológico y, por lo tanto, no constituirían
un adecuado blanco para el tratamiento farmacológico.
Sin embargo esta apreciación constituye un área poco
explorada y que no ha sido avalada con solidez científica. Esto se debe, al menos en parte, a la complejidad del
concepto que se pretende estudiar y a la dificultad de
operacionalizar su abordaje donde idealmente debieran confluir distintas teorías: psicodinámicas, fenomenológicas y neurobiológicas.
En relación a lo anterior, con frecuencia se ha considerado que si algún fenómeno psíquico (un síntoma,
por ejemplo), está fuertemente determinado por lo
biológico, éste respondería mejor a la farmacoterapia,
mientras que si los factores ambientales son los más
importantes, el tratamiento más efectivo sería la psicoterapia. Hoy en día esta observación está siendo seriamente cuestionada. En enfermedades como el Trastorno Obsesivo-Compulsivo, cuyo sustrato neurobiológico
ha sido ampliamente reconocido, la farmacoterapia y
la terapia cognitivo-conductual han demostrado una
eficacia similar, asociándose a modificaciones comparables en la actividad cerebral (30).
MODELOS PSICOBIOLÓGICOS DE LA
PERSONALIDAD
El estudio de los aspectos que caracterizan la forma de
ser y comportarse de los individuos ha preocupado al
hombre desde la antigüedad. En su análisis de los distintos temperamentos, Hipócrates esbozó las dimensiones básicas de la personalidad desarrolladas posteriormente por Eysenk (1947). Un aspecto interesante en la
teoría de Hipócrates consiste en la asociación que establece entre los distintos temperamentos y el predominio de ciertos humores corporales. En el melancólico
ALBERTO BOTTO
(triste) existiría una mayor proporción de bilis negra, en
el sanguíneo (entusiasta) de sangre, en el colérico (irritable) de bilis amarilla y en el flemático (apático) de flema.
De esta manera, Hipócrates se anticipa a los modelos
más contemporáneos que correlacionan ciertos rasgos
de la personalidad con un desequilibrio biológico determinado.
Desde Hipócrates hasta nuestros días múltiples
autores se han ocupado del análisis de la personalidad.
Kant propuso un modelo de cuatro temperamentos específicos, los que fueron ampliados por Wundt, quien
los modificó teniendo un criterio dimensional. Otros
como Kretschmer (1921) y Sheldon desarrollaron una
tipología basada en los somatotipos, intentando correlacionar la personalidad con la constitución corporal.
Sin embargo, para los modelos neurobiológicos más
modernos, Pavlov (1954) es el punto de partida. Este
autor propone al sistema nervioso (específicamente a
la corteza cerebral) como responsable del comportamiento de los individuos, a través de procesos de excitación e inhibición mediante los cuales las neuronas
reciben y transmiten (o dejan de transmitir) determinados mensajes.
Siguiendo el modelo de Pavlov, Eysenk estudiará
las bases biológicas de la personalidad. En sus investigaciones, utilizando el análisis factorial, describió grupos
de respuestas en forma de tres dimensiones básicas de
la personalidad: Neuroticismo/Estabilidad Emocional,
Extraversión/Introversión y Psicoticismo/Normalidad.
Apoyado en estudios experimentales (constitución física, actividad autonómica, secreción endocrina, funciones sensoriales, etc.), Eysenk describió ciertas relaciones entre las características de personalidad descritas y
el funcionamiento del sistema nervioso, estableciendo
las bases teóricas y metodológicas para la mayoría de
los estudios posteriores.
En 1993 Cloninger propone la existencia de las
cuatro dimensiones temperamentales descritas anteriormente y las asocia con un determinado sustrato
neuroanatómico y un sistema de neurotransmisión.
Para el autor los TP estarían condicionados por una
distribución desequilibrada de dichas dimensiones. Así,
por ejemplo, un excesivo predominio de la búsqueda
de novedad y la dependencia del refuerzo producirían
un patrón conductual de tipo histriónico (7).
Por su parte, Siever y Davis (1991) han desarrollado un modelo más cercano a la práctica clínica, describiendo cuatro dimensiones de la personalidad (cognitivo/perceptual, inestabilidad anímica, impulsividad y
ansiedad/inhibición). Cada dimensión correspondería
a un continuum, cuyas alteraciones más graves darían
lugar a los trastornos del Eje I, mientras que los cambios
más leves y persistente lo serían los cuadros del Eje II.
Por ejemplo, siguiendo la línea de la dimensión cognitivo/perceptual (descrita más adelante) en el polo más
grave se encontraría la Esquizofrenia Paranoide (Eje I)
y en el menos grave, la Personalidad Esquizotípica (Eje
II). Algo similar se ha descrito para los Trastornos del
Espectro Bipolar (11, 25) llegando incluso a postularse
que el TP limítrofe correspondería a un subtipo específico de cicladores rápidos (33).
La dimensión cognitivo/perceptual caracteriza la
forma en que el individuo recibe y procesa la información del entorno. Determina la capacidad de atención,
de discriminación entre estímulos y de investir emocionalmente los conceptos. Permite mantener una organización adecuada del curso del pensamiento y la
acción, además de filtrar información irrelevante. En
último término, se relaciona con la capacidad de organizar e interpretar adecuadamente los estímulos de la
información exterior. Se asocia a la función del sistema
dopaminérgico (especialmente prefrontal) y se ve alterada en los trastornos esquizoide, esquizotípico, paranoide, límite y antisocial.
La dimensión inestabilidad anímica se caracteriza
por la presencia de un tono anímico basal irregular y
cambiante. Se asocia principalmente con la función serotoninégica, aunque también se ha involucrado la acetilcolina y la noradrenalina. Clínicamente se evidencia
en TP limítrofe e histriónico.
La dimensión impulsividad se presenta como una
dificultad importante en el control de la actividad conductual. Puede manifestarse en distintas áreas, como
suicidalidad, abuso de sustancias y episodios de agresividad. Genéticamente este rasgo presentaría una alta
heredabilidad, especialmente en TP limítrofe, aunque
también se ve en otros cuadros como el TP histriónico y
el antisocial. Nuevamente la serotonina sería el neurotransmisor modulador de este patrón conductual.
La dimensión ansiedad/inhibición se refiere al conjunto de respuestas que se generan frente a la ansiedad
en situaciones de peligro. Puede manifestarse a través
de conductas evitativas o sumiso-dependientes. Fisiopatológicamente existiría una disregulación de los mecanismos de respuesta al estrés, asociados al sistema
serotoninérgico, gabaérgico y a la hormona liberadora
de corticotrofina (CRH). Los cuadros clínicos donde esta
dimensión se manifestaría con mayor fuerza serían los
TP evitativo, dependiente y obsesivo-compulsivo.
Es importante destacar que las dimensiones antes
descritas (y sus correlatos neurobiológicos) no pueden
ser entendidos como fenómenos independientes. Los
distintos neurotransmisores y sus vías neuronales están en constante interacción y desarrollo (neuroplastiGACETA UNIVERSITARIA
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NEUROBIOLOGÍA Y FARMACOTERAPIA DE LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD
cidad) pudiendo darse diversas combinaciones. Es así
como el estado anímico puede influir notoriamente sobre la función cognitivo/perceptual de una persona.
Uno de los últimos modelos desarrollados corresponde al Modelo de los Cinco Factores (Costa y McCrae,
1990). En éste, además de las dimensiones neuroticismo
y extroversión, se suman: amabilidad (agreeableness),
responsabilidad (conscientiousness) y apertura a la
experiencia (openness to experience). A partir de este
modelo se han diseñado diversos instrumentos de evaluación de la personalidad, aunque no ha estado ajeno
a la crítica y la revisión (7, 28).
A pesar de los esfuerzos que se han realizado en
el desarrollo de proyectos de investigación en la neurobiología de la personalidad normal y los TP, hoy en
día los resultados son contradictorios (9, 15, 31). Debido a lo anterior, aún no es posible contar con un
modelo que haya sido suficientemente validado. Esto
se ha traducido en que las actuales clasificaciones de
las enfermedades mentales, DSM-IV y CIE-10 (2, 37), en
el capítulo dedicado a los TP, carezcan de un modelo
neurobiológico claro que las organice y sobre el que se
estructuren los distintos trastornos, salvo para los trastornos esquizotípico y limítrofe (DSM-IV) donde existiría una base conceptual y empírica más documentada
(19, 23, 36).
CONSIDERACIONES NOSOLÓGICAS
Mucho se ha discutido sobre el lugar que ocupan (o
debieran ocupar) los TP en la clasificación de las enfermedades mentales (3, 12, 16). En el mismo sentido, pareciera haber más preguntas que respuestas. En primer
lugar, ¿es posible hablar de enfermedad mental cuando
estamos frente a un TP?, ¿qué relación existe entre la
personalidad (y la variabilidad de rasgos que la conforman) y los TP?, y en relación a éstos ¿de qué manera se
articulan con los cuadros del eje I del DSM-IV?
Por otra parte, diversos autores han hecho notar
que el sistema categorial (predominante en la nosología actual) que define los distintos cuadros clínicos a
través de límites precisos en términos de presencia/ausencia, pareciera no ser tan útil en el diagnóstico de los
TP. Por el contrario, una conceptualización dimensional
basada en la idea de un conjunto de manifestaciones
desde un polo menos grave hasta uno más grave, daría
cuenta en forma más realista de las características de la
personalidad y su patología (29).
Los sistemas de clasificación de enfermedades
mentales que operan en la actualidad presentan diferencias importantes en el capítulo dedicado a los TP.
Por ejemplo, en el DSM-IV estos cuadros están incluidos
186 | GACETA UNIVERSITARIA
en un eje independiente (Eje II) junto al retraso mental. El TP esquizotípico (considerado un TP del Cluster A
para el DSM-IV) en la CIE-10 es clasificado dentro del
capítulo Esquizofrenia, Trastorno esquizotípico y Trastorno de ideas delirantes. Por su parte, el TP narcisista,
presente dentro de los TP del Cluster B del DSM-IV, no
aparece mencionado en la CIE-10.
En la actualidad existen escasos estudios que analicen la relación entre determinados rasgos de la personalidad y los TP. Sin embargo algunas observaciones
apoyarían la hipótesis de una cierta correlación. Considerando el modelo de Cloninger, por ejemplo, se ha
visto que una alta búsqueda de novedad se asociaría a
los TP del Cluster B del DSM-IV, una marcada evitación
del daño con los TP del Cluster C y la combinación de
ésta con una baja dependencia del refuerzo, con los TP
del Cluster A (12).
Por otra parte, la personalidad también se ha asociado a determinadas enfermedades mentales. Así, no
sólo se ha buscado una relación entre determinados
rasgos y los TP sino que, además, se ha vinculado a la
personalidad con ciertos cuadros psiquiátricos. Un
ejemplo clásico es el trabajo de Tellenbach (32) sobre la
personalidad premórbida en la enfermedad depresiva
(Typus Melancholicus). Otro autor que ha estudiado este
tema es Akiskal, quien describe cuatro formas en que
la personalidad pudiera asociarse a las enfermedades
mentales (12, 25):
1.
2.
3.
4.
Una personalidad vulnerable es capaz de causar
una enfermedad psiquiátrica (relación patogénica)
Una personalidad vulnerable es capaz de afectar el
curso y el pronóstico de una enfermedad psiquiátrica (relación patoplástica).
Episodios repetidos de una enfermedad psiquiátrica pueden desencadenar una alteración de la
personalidad.
Finalmente, entendiendo las manifestaciones psicopatológicas como un continuum, un TP pudiera
representar la forma más atenuada de algún trastorno psiquiátrico mayor (Eje I).
Siguiendo con lo anterior, a pesar que se ha visto
cierta correlación (patogénica y patoplástica) entre
neuroticismo y depresión, para algunos autores esto
correspondería a un artefacto ya que ambos fenómenos presentarían elementos comunes; mientras que
otros, enfatizando el rol de los síntomas subclínicos en
las enfermedades del ánimo, piensan que los rasgos
caracterológicos (en este caso el neuroticismo) serían
la manifestación de síntomas subsindromales, o bien
residuales, de una depresión (35).
ALBERTO BOTTO
La importancia del correcto diagnóstico de un TP
reside en la necesidad de implementar un tratamiento
y establecer un pronóstico adecuados. Para tal efecto el
análisis psicopatológico debiera permitir hacer la diferencia entre (36):
1.
2.
3.
Un TP y el funcionamiento general de la personalidad (Eje II v/s ausencia de enfermedad).
Un TP y otros trastornos mentales (Eje II v/s Eje I).
Un TP y otro TP (Eje II, v/s Eje II).
FARMACOTERAPIA Y TRASTORNOS DE LA
PERSONALIDAD
Desafortunadamente el análisis y medición de los aspectos caracterológicos han sido poco considerados en
la mayoría de los estudios sobre farmacoterapia en TP.
Sin embargo, pareciera que el control de ciertos síntomas como la inestabilidad anímica, la impulsividad o
las distorsiones cognitivas tendrían un notable efecto
sobre la auto-percepción y las relaciones interpersonales, lo que incidiría positivamente sobre el carácter sin
que necesariamente se requiera de su modificación. De
hecho, se ha visto que el tratamiento farmacológico de
cuadros del Eje I disminuye la comorbilidad con el Eje
II luego de la intervención (14). Sin embargo, mientras
para algunos esta observación apoyaría la hipótesis de
una disregulación neurobiológica en los TP, para otros
sería consecuencia del concepto de continuum en psiquiatría donde un mismo cuadro tendría un espectro
de manifestaciones, desde los distintos aspectos de la
personalidad hasta lo puramente sintomático (10).
Considerando lo anterior, se han descrito tres modelos conceptuales sobre farmacoterapia en TP (30):
1.
2.
3.
El fármaco actúa sobre un determinado TP (entendido categorialmente).
El fármaco actúa sobre distintas vulnerabilidades,
que se manifiestan en las dimensiones sintomáticas que pueden observarse en los TP o que pueden
representar variantes subclínicas de cuadros del Eje
I. En la actualidad este es el modelo más aceptado.
El fármaco en realidad actúa sobre cuadros del Eje
I que estarían enmascarados o distorsionados por
componentes de la personalidad.
El DSM-IV organiza los TP en tres agrupaciones o
“clusters”: el Cluster A, que incluye los trastornos paranoide, esquizoide y esquizotípico; el Cluster B, que
incluye los trastornos limítrofe, histriónico, narcisista
y antisocial, y el Cluster C con los trastornos evitativo,
dependiente y obsesivo-compulsivo.
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO DE LOS TP DEL
CLUSTER A
Los cuadros incluidos en este grupo se caracterizan en
forma predominante por presentar distorsiones cognitivas y perceptuales, alteraciones leves del pensamiento, afectividad restringida y distancia interpersonal. Su
correlato clínico en el eje I estaría dado por los síntomas
positivos, negativos y cognitivos de la esquizofrenia,
postulándose una disregulación dopaminérgica como
mecanismo neurobiológico subyacente. El TP más estudiado en este grupo es el esquizotípico. A pesar de los
escasos datos empíricos, existen reportes que avalan el
uso de antipsicóticos, en especial los antipsicóticos atípicos (30). En aquellos pacientes que además presentan
rasgos de impulsividad o inestabilidad anímica pudiera
ser de utilidad adicionar un ISRS.
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO DE LOS TP DEL
CLUSTER B
La mayoría de los estudios sobre psicofarmacología de
los TP se ha efectuado en TP Limítrofe (19, 33). En este
cuadro se han distinguido grupos de síntomas específicos sobre los cuales actuar, tales como: inestabilidad
anímica, impulsividad, agresión/hostilidad, desorganización cognitivo/perceptual, ansiedad y disociación.
La presencia de distorsiones cognitivo/perceptuales, así como trastornos leves del pensamiento, pueden
presentarse en estos pacientes, aunque en forma menos marcada que en los TP del cluster A, especialmente
bajo situaciones de estrés y descompensación. Para el
manejo de estos síntomas se han utilizado antipsicóticos en distintas modalidades, desde los clásicos (incluyendo los de depósito) hasta los atípicos. Debido a
su mejor perfil de efectos adversos (especialmente los
extrapiramidales) y a su utilidad en otras dimensiones
sintomáticas como la inestabilidad anímica y la ansiedad, hoy en día se prefiere el uso de estos últimos, siendo la olanzapina uno de los más estudiados (41).
Los antidepresivos también han sido ampliamente evaluados, tanto los de primera generación (IMAOs,
Tricíclicos) como los ISRS. Dado el alto nivel de impulsividad y la presencia se suicidalidad crónica que se observan en estos pacientes, asociado al potencial riesgo
en caso de sobredosis, el uso de antidepresivos clásicos ha sido relegado a un segundo plano. La evidencia
empírica ha apoyado el uso de ISRS (fluoxetina) como
fármacos eficaces en el control de los síntomas depresivos, la impulsividad y la hostilidad. En la actualidad
los estudios están dirigidos a la evaluación de nuevos
antidepresivos, como Venlafaxina (30).
GACETA UNIVERSITARIA
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NEUROBIOLOGÍA Y FARMACOTERAPIA DE LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD
El otro grupo de fármacos que se han utilizado en
el manejo de la oscilación anímica, la impulsividad y la
agresión corresponde a los estabilizadores del ánimo.
Así, se ha reportado sobre la utilidad del Litio, Carbamazepina, Valproato y, últimamente, de Lamotrigina (30).
Finalmente, en forma experimental se ha reportado sobre la utilidad de otros fármacos como los antagonistas opioides (Naltrexona) por su eficacia en el
manejo de la impulsividad (30).
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO DE LOS TP DEL
CLUSTER C
En este grupo las manifestaciones más notorias son la
ansiedad y la inhibición social. Al igual que en los TP del
Cluster A, la evidencia empírica es poco sustancial. Sin
embargo, el estudio de los cuadros correspondientes en
el eje I (trastornos de ansiedad) ha permitido delinear
con cierta claridad los aspectos fisiopatológicos potencialmente abordables a través de la farmacoterapia.
Quizás el tipo más estudiado sea la personalidad evitativa por su relación con la fobia social en el Eje I, donde
se ha evaluado la efectividad de IMAOs e ISRS. En relación a la personalidad obsesivo-compulsiva, hoy en día
la relación con su correlato en el Eje I, el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) y, por lo tanto, el fundamento
neurobiológico para su tratamiento, están en discusión.
Mientras algunos piensan que existiría una continuidad
psicodinámica entre ambos cuadros, otros han apoyado
la evidencia que asocia el TOC más bien con la personalidad dependiente y evitativa. Aunque escasos ensayos
clínicos se han efectuado en este grupo de pacientes, el
uso de ISRS pareciera ser lo más indicado. Lo mismo se
podría decir de la personalidad dependiente, en especial cuando existe comorbilidad con depresión o trastornos de ansiedad. En estudios farmacológicos de pacientes con patología en el Eje I que han examinado la
modificación sintomática a través del análisis de rasgos
de la personalidad, se ha observado que el uso de ISRS
mejora la conducta evitativa, aumenta la dominancia y
disminuye la hostilidad social (30).
MANEJO FARMACOLÓGICO DE LAS DIMENSIONES
DE LA PERSONALIDAD
La farmacoterapia en TP está especialmente indicada
en el manejo de ciertas vulnerabilidades y durante
periodos (no poco frecuentes) de descompensación.
Como se mencionó, la mayoría de los estudios se han
efectuado en el TP limítrofe. La “Guía Práctica para el
tratamiento de pacientes con TP limítrofe” de la Sociedad Americana de Psiquiatría (1), en un intento de
188 | GACETA UNIVERSITARIA
operacionalizar el manejo de esta patología, distingue
tres dimensiones sintomático-conductuales: disregulación afectiva, impulsividad-descontrol y alteraciones
cognitivo-perceptuales. Para cada una de ellas se han
descrito estrategias farmacológicas específicas.
Los síntomas disfóricos, la inestabilidad anímica y
la presencia de episodios inapropiados de intensa agresión son características del TP limítrofe. Estos síntomas
pudieran ser tratados inicialmente con ISRS (26) o Venlafaxina. El uso de tricíclicos no ha sido avalado completamente. Por su parte, cuando se asocian síntomas ansiosos, el uso de benzodiazepinas debiera evitarse por
el riesgo de dependencia y de reacciones paradojales.
Cuando la inestabilidad anímica lleva a un descontrol
conductual severo podría ser de utilidad adicionar antipsicóticos como la olanzapina (40) o estabilizadores
del ánimo (litio, valproato o carbamazepina). La utilización de terapia electroconvulsiva (TEC) sólo estaría indicada en presencia de comorbilidad severa en el Eje I.
El manejo de la impulsividad, la auto-mutilación,
las conductas promiscuas debiera iniciarse con ISRS y
como alternativa adicionar antipsicóticos en dosis bajas, especialmente los atípicos. De los estabilizadores
del ánimo, el Litio pareciera tener mayor utilidad.
Finalmente, los síntomas cognitivo-perceptuales
(suspicacia, ideas sobrevaloradas, ideación paranoide,
ilusiones, desrealización) responderían al uso de antipsicóticos.
IMPORTANCIA DE LA COMORBILIDAD CON
CUADROS DEL EJE I
La presencia de otros cuadros psiquiátricos diagnosticados en el Eje I es frecuente en quienes presentan
un TP. Un estudio publicado el 2004 donde se analizó la
comorbilidad con cuadros del Eje I en pacientes con TP
limítrofe, mostró que luego de 6 años de seguimiento el
75% de los casos cumplió con criterios para trastornos
del ánimo, 60% para algún trastorno de ansiedad, 34%
para algún trastorno de la alimentación y 19% para
trastorno por uso de sustancias. En relación a los cuadros específicos, el 61% cumplió con los criterios para
depresión mayor, 41% para distimia, 29% para trastorno de pánico y 35% para trastorno por estrés postraumático (38). Una observación interesante en el mismo
trabajo fue que a pesar de la elevada comorbilidad, ésta
fue disminuyendo a lo largo del tiempo.
En otro trabajo (14) donde se comparó sertralina,
imipramina y placebo en el tratamiento de la distimia
se observó que la remisión del cuadro anímico se asoció con una mejoría en ciertos aspectos de la personalidad (especialmente en la dimensión de evitación del
daño).
ALBERTO BOTTO
El análisis de la comorbilidad entre los TP y trastornos del Eje I es importante por diversos motivos. En
primer lugar, porque su asociación puede complicar el
curso clínico, la evolución y el pronóstico de ambos cuadros (1). Por otro lado, las estrategias farmacológicas
que se utilicen dependerán de cada diagnóstico específico considerando el aspecto sintomático y aquellos
rasgos de personalidad más relevantes. Por ejemplo, el
uso de antidepresivos para el control de la impulsividad
en un paciente con TP limítrofe, que además presenta
una enfermedad bipolar, pudiera ser contraproducente debido al riesgo de precipitar un viraje maníaco. Por
último, dado que los síntomas depresivos no sólo apuntan a la presencia de una depresión mayor sino que
pueden ser parte de la dimensión anímica en los TP, un
análisis psicopatológico detallado debiera ser parte del
abordaje de estos pacientes.
DISCUSIÓN. PERSPECTIVAS FUTURAS
Hoy en día existe una importante tendencia a revisar
el lugar que ocupan los TP en la nosología psiquiátrica.
Desde un punto de vista neurobiológico aún no es posible caracterizar entidades clínicas independientes que
pudieran servir de base para futuras investigaciones.
Donde más evidencia se encuentra es en el TP limítrofe,
cuyo modelo constituye un referente para el abordaje
farmacoterapeutico de los TP. En el mismo sentido, para
algunos autores el desafío más importante en la investigación en TP consiste en la posibilidad de integrar los
hallazgos empíricos con el trabajo clínico cotidiano (29).
Quizás parte de la complejidad del tema tiene
su origen en la infinita variedad de formas de ser y
comportarse que presentan los individuos, las que no
pueden ser abarcadas (ni entendidas) solamente desde un aspecto (sea neurobiológico, conductual o puramente psicológico). Por ese motivo, hoy en día los
sistemas clasificatorios están siendo revisados. Para
algunos investigadores, la división en ejes del DSM-IV
pareciera ser arbitraria y debiera desaparecer en futuras ediciones. Para otros, la perspectiva biaxial (Ejes
I y II) incorpora un elemento organizador, resaltando
la importancia de analizar en forma permanente estos
dos elementos frente a cada paciente ya que, como vimos, los TP son capaces de influir en la predisposición,
curso y respuesta al tratamiento de varios trastornos.
Un aspecto a considerar en el tratamiento de los
TP es su alta comorbilidad, especialmente con Trastornos del ánimo. Por esta razón, el evaluar y tratar otras
patologías asociadas debiera considerarse parte del
abordaje de los TP. Por otra parte, el poder diferenciar
las manifestaciones de un cuadro del Eje I de aquellas
características de las dimensiones de la personalidad
permitirá implementar el plan de tratamiento más adecuado para cada caso (3).
Por último, los trabajos en neuroplasticidad, la
biología de la memoria y fenómenos como el apego
así como los sustratos neurobiológicos de los trastornos mentales han influido en el desarrollo de nuevas
áreas de investigación en psicoterapia (13). De esta
forma, habiéndose demostrado que la psicoterapia
produce cambios biológicos (flujo sanguíneo cerebral,
metabolismo de la glucosa) similares a los obtenidos
a través del uso de fármacos (8, 21, 30), la visión integrada de ambas alternativas pareciera tener un buen
fundamento.
Sin embargo, aunque aún no es posible delinear
con claridad las diferencias entre un TP y otro, ni su fisiopatología subyacente, y asumiendo que la psicoterapia
sigue siendo su tratamiento básico, la farmacoterapia
orientada al manejo sintomático de las dimensiones de
la personalidad pudiera ser una herramienta útil en el
intento por ayudar a este grupo de pacientes.
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EPIDEMIOLOGÍA. EPISTEMOLOGÍA. PSIQUIATRÍA SOCIAL
BENJAMÍN VICENTE, SANDRA SALDIVIA, PEDRO RIOSECO
EPIDEMIOLOGY. EPISTEMOLOGY. SOCIAL PSYCHIATRY
ENSAYO
ANTECEDENTES Y PERSPECTIVAS DE LA
PSIQUIATRÍA SOCIAL Y LA EPIDEMIOLOGÍA
PSIQUIÁTRICA
(Rev GU 2005; 1; 2: 191-196)
Benjamín Vicente1, Sandra Saldivia1, Pedro Rioseco1
Una ilusión que debe perderse antes de que podamos realmente comprender la “enfermedad mental”,
es el mito que mantiene a la psiquiatría ortodoxa en su sitial. Esto es, la creencia de que lo que
necesitamos son simplemente más hallazgos y que a la vuelta de la esquina aparecerá algún hecho
vital que va a resolver las interrogantes de una vez y para siempre. Es esa convicción la que ha inspirado,
entre otros factores, el enorme volumen de investigación disponible, aparentemente siguiendo
la ingenua visión empiricista de que el conocimiento simplemente consiste en la acumulación de
hallazgos o “hechos”, pero en realidad no está claro si entendemos las cosas algo mejor ahora que en
el pasado. Lo que sin duda importa son los principios que gobiernan la adquisición e interpretación de
estos “hechos” o datos; estos principios, aun cuando están influenciados por los hechos, no son ellos
mismos siempre posibles de descubrir empíricamente. Son tanto filosóficos como científicos (1).
esafortunadamente en los círculos científicos y especialmente en psiquiatría, la filosofía no es vista,
salvo excepciones, como una fuerza liberadora e iluminadora sino como una forma pre-científica de dogmatismo de cuya debilidad debiéramos estar felices
de haber escapado. Cuando las bases conceptuales en
una ciencia no han sido adecuadamente discutidas y la
lógica es tratada como una “verdad dada”, esa área particular del conocimiento está condenada a fracasar, no
importando la cantidad o dimensión de los hallazgos
que logre acumular. Lo que necesitamos, entonces, tal
D
1
vez no son más hallazgos –probablemente tenemos
todos los datos que se requieren si tan solo supiéramos
qué hacer con ellos–; lo que realmente nos hace falta
es re-definir o re-pensar el tipo de explicaciones que
debiéramos estar buscando y el tipo de datos que van a
ser relevantes para ello (2).
El “gran debate” en nuestro campo, parcialmente
silenciado por la ortodoxia, debe partir con la pregunta
fundamental acerca de qué tipo de personas o criaturas
somos y cómo debiéramos observar y evaluar con pleno sentido nuestra conducta o comportamiento.
Departamento de Psiquiatría y Salud Mental, Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción, Casilla 160-C, Concepción.
GACETA UNIVERSITARIA
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ANTECEDENTES Y PERSPECTIVAS DE LA PSIQUIATRÍA SOCIAL Y LA EPIDEMIOLOGÍA PSIQUIÁTRICA
El detallado análisis que Kuhn hace de la historia
de la ciencia muestra que las razones por las cuales
los paradigmas son escogidos nunca han sido exclusivamente científicas; los determinantes de tal elección
están en gran medida fuera de la ciencia y se encuentran en factores sociales y psicológicos (3). La pregunta
fundamental en relación a la elección de un paradigma, por tanto, debe ser resuelta por un razonamiento
filosófico y moral, lo que no es lo mismo que hablar de
una fuerza brutal o emocional o postular un mundo de
verdades absolutas, sino que optar por la negociación,
la búsqueda de ideales comunes, la complicidad, la solidaridad y el compañerismo (4).
La perspectiva que sostiene que la psiquiatría está
libre de valores es una pura ilusión y sólo cuando sus
pretensiones de objetividad estén adecuadamente resituadas podremos proceder a discutir cuáles de hecho
son sus premisas morales y cuáles son los intereses que
realmente persigue. La psiquiatría tradicional protege
el funcionamiento eficiente de instituciones como el
trabajo, la familia, la educación y la política, convirtiendo algunos de los conflictos y sufrimientos que surgen
dentro de ellas en síntomas de ‘mal funcionamiento’ individual o, en el mejor de los casos, familiar, tendiendo
así a sugerir o buscar soluciones tecnológicas de corto
plazo e individualmente orientadas a lo que son en realidad problemas políticos que deben ser colectivamente enfrentados.
Muchos autores estarán de acuerdo que han habido al menos tres grandes revoluciones en el campo
de la salud mental o de los desórdenes emocionales. La
primera ocurrió cuando Pinel sacó las cadenas y liberó a
los insanos de las mazmorras de París y los trajo a la luz.
El movimiento humanitario se desarrolla a continuación. La segunda revolución fue iniciada por Freud y llevó a una progresiva comprensión de la dinámica y temprana estructuración de algunos desórdenes mentales
o emocionales. La tercera revolución, se ha sugerido,
fue el desarrollo de las intervenciones especialmente
comunitarias, que implicaban tener ayuda adecuada y
oportuna para las personas que lo necesitaban en centro comunitarios de salud mental, simplemente ‘atravesando una puerta’. Ahora, Albee sugiere que estamos
en medio de una cuarta revolución de la salud mental.
Esta es una revolución que involucra un gran cambio
orientado hacia la prevención. Parte con reconocer la
imposibilidad de que jamás podríamos ser capaces de
controlar la actual epidemia de desórdenes emocionales sólo intentando ayudar a individuos. Acepta, y así
queremos nosotros creer, que la doctrina de la prevención es la única estrategia posible para reducir el estrés
generalizado (5).
192 | GACETA UNIVERSITARIA
Tanto la tercera como la cuarta revolución, si aceptamos que esta última existe, evidencian que aquello
que llamamos Psiquiatría Social no es solamente un
modelo opuesto al paradigma biológico y médico sino
un conjunto concreto de estrategias que buscan ofrecer
una aproximación efectiva al sufrimiento psíquico.
Sheperd (6) intentó resolver el problema de definir
la psiquiatría social asimilándola a la epidemiología, lo
cual en nuestra opinión es un peligroso reduccionismo
que podría desvalorar la contribución hecha por las
ciencias sociales y conductuales a la psiquiatría social.
Otros han señalado que los métodos epidemiológicos
son los únicos relevantes para la investigación científica
en medicina y psiquiatría. Más aún, Guze (7) postula que
la epidemiología es propia de la psiquiatría biológica.
La inutilidad de estas exigencias territoriales es obvia y
ellas son de escaso interés para la mayoría de los investigadores. Lo importante acerca de la epidemiología es
que, cualquiera sea el campo de aplicación, ella deberá
ser bien entendida y las técnicas usadas correctamente
para probar cualquier hipótesis interesante y potencialmente útil.
La salud es un concepto social, la enfermedad es un
concepto biológico. Los psiquiatras están fundamentalmente relacionados con ambos. Ellos no están, y nunca
han estado, relacionados con problemáticas únicamente biológicas. A la pregunta teórica de Samuel Guze
“Psiquiatría biológica ¿existe otra?” la respuesta debería ser no, por supuesto que no. Del mismo modo toda
psiquiatría es social en su naturaleza. Ambas frases son
triviales a menos que den lugar a hipótesis específicas
que otros puedan probar y públicamente criticar. Pero
remitiéndonos nuevamente a Khun, la prueba y la crítica son hechas desde una posición moral y política.
Es desde este punto de vista que deseamos potenciar el valor de muchas herramientas y técnicas que la
tercera generación de estudios epidemiológicos nos
ofrece para planificar enfrentamientos colectivos que
finalmente logren reducir la creciente epidemia de estrés emocional permitiendonos crear el mejor mundo
posible para el tipo de criaturas que somos.
DESARROLLO HISTÓRICO DE LA EPIDEMIOLOGÍA
PSIQUIÁTRICA EN AMÉRICA LATINA
A pesar de la inexistencia de consensos acerca de los
límites de la psiquiatría social, un área que sin discusión
forma parte de ella –y cuyo desarrollo ha ido marcando
su propia definición– es la epidemiología de los trastornos mentales. Al respecto, los investigadores latinoamericanos han intentado, con más o menos éxito,
dar cuenta de las particularidades propias de la región,
BENJAMÍN VICENTE, SANDRA SALDIVIA, PEDRO RIOSECO
incorporando tanto los desarrollos del área en el nivel
internacional como aquellos elementos de la realidad
cultural y social a la que pertenecemos.
Almeida Filho (8) se basa en una revisión de 22 estudios epidemiológicos generados en América Latina,
para concluir que los investigadores sociales del área
han incluido tradicionalmente a la cultura como una
variable independiente, asociada a la prevalencia de
trastornos mentales. Tal inclusión, según el mismo autor,
se hace desde una mirada antropológica o sociológica,
enfatizando hipótesis relacionadas con el choque cultural, el estrés secundario a los procesos de aculturización y la marginalidad cultural, en el primer caso; o bajo
las nociones de estrés urbano, cambios vitales o apoyo
social, en la segunda vertiente. No obstante, cualquiera
sea ésta, permanecen los problemas metodológicos a
la hora de evaluar los resultados de la asociación entre
proceso cultural y psicopatología.
A nivel regional, un área que con niveles desiguales mantiene cierta consistencia en el objeto y método
usados en la investigación epidemiológica es la zona
andina comprendida por Perú, Bolivia y Ecuador. Perú,
con un desarrollo histórico de la psiquiatría social que
ha buscado permanentemente una conjunción de los
aspectos médico-occidentales y el reconocimiento de
su propia identidad cultural, sin duda marcado por poseer un alto porcentaje de población indígena, presenta
un desarrollo de investigaciones desde los tempranos
años sesenta, que reúnen aspectos metodológicos analizados a la luz de los particulares parámetros históricoculturales que definen a esa sociedad. Diferencias culturales y elementos de la identidad peruana que intentan
ser recogidos en estudios localizados en áreas geográficas determinadas (9). Bolivia y Ecuador, con desarrollos
más incipientes, y un menor número de publicaciones
en revistas del área, siguen la misma línea.
A principios de los ochenta el Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET), llevó a cabo un amplio Programa de Epidemiología Psiquiátrica, que buscaba conocer la prevalencia
de desórdenes mentales en diferentes áreas etnográficas del país, mediante el uso del PSE (Present State
Examination)(10-12). No obstante, los resultados publicados resultan parciales, quedando en deuda con una
publicación in extenso que reúna los resultados finales,
estadísticamente validados, acerca de un proyecto que
pudo tener amplia repercusión internacional y transformarse en uno de los primeros intentos en América
Latina por lograr conocer prevalencias comunitarias de
trastornos mentales en población general (13-16).
Probablemente por su proximidad a EE.UU, el desarrollo de la epidemiología psiquiátrica en México
aparece más cercano, en los aspectos metodológicos y
temáticos, a lo publicado en la literatura internacional.
Al respecto, destaca un temprano interés por indagar
acerca de la prevalencia tratada en grupos específicos
de consultantes mediante el uso del Cuestionario General de Salud de Goldberg (GHQ) y de la Entrevista
Psiquiátrica Estructurada (ESE)(17-21) y una validación del DIS llevada a cabo ya en el año 1988 (22). Además, es de los pocos países que incluyen estudios en
el ámbito de la salud mental infanto-juvenil (23, 24),
área que aún permanece dentro de los desafíos pendientes para la epidemiología psiquiátrica en nuestra
región (25).
La diversidad de la realidad brasileña impide tener
una visión única, menos aún total, del nivel de desarrollo
de la epidemiología psiquiátrica en ese país. No obstante, resultan ampliamente conocidos en el nivel internacional los aportes de sus investigadores en el área
de alcohol y drogas y, en las últimas décadas, en prevalencia tratada y comunitaria de trastornos mentales en
población adulta (26-30); todo lo cual lo ha constituido
en un foco irradiador tanto de investigadores como de
hallazgos hacia el resto de América Latina. Es otro país
del área donde se han llevado a cabo estudios sobre la
salud mental de niños y adolescentes (31).
En Chile, a partir de la década del cincuenta, el modelo de salud pública fue el marco desde el cual se desarrollaron los servicios de salud, y no sólo la atención
psiquiátrica. Consistentemente, los primeros estudios
de epidemiología psiquiátrica tomaron a aquél como
marco de referencia y al alcoholismo como cuadro
diagnóstico, a partir del cual se asientan tempranas
formas comunitarias de intervención con énfasis en
la prevención (32, 33). Este temprano desarrollo tiene
continuidad con estudios sobre prevalencia tratada
llevados a cabo en la década de los ochenta y principios de los noventa, fundamentalmente en centros urbanos de atención primaria, que buscaban conocer la
prevalencia de trastornos mentales o probables casos
psiquiátricos entre consultantes en estos niveles de
atención (34-37). Uno de ellos, que formó parte de un
amplio estudio multicéntrico llevado a cabo por la OMS,
detectó una alta prevalencia de cuadros depresivos entre la población evaluada (38). El amplio desarrollo inicial de la epidemiología psiquiátrica ha sido retomado
durante la última década con el desarrollo de un Programa de Epidemiología Psiquiátrica para Chile (39),
llevado a cabo por investigadores que buscaron conocer la prevalencia de trastornos mentales en población
general. Con un diseño metodológico que recoge los
avances producidos en el área, y mediante el uso del
CIDI (Composite International Diagnostic Interview), una
GACETA UNIVERSITARIA
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ANTECEDENTES Y PERSPECTIVAS DE LA PSIQUIATRÍA SOCIAL Y LA EPIDEMIOLOGÍA PSIQUIÁTRICA
amplia muestra de población general fue entrevistada
en cuatro provincias del territorio (40-43). Los resultados finales se encuentran ya disponibles (44, 45).
En la misma línea de investigación en grandes poblaciones, los estudios llevados a cabo en Puerto Rico
durante la década del 80, que usaron el DIS (Diagnostic
Interview Schedule) como instrumento de evaluación
y un diseño metodológico similar al del estudio ECA
(Epidemiological Catchment Area) de EE.UU, fueron los
primeros trabajos desarrollados en América Latina que
incorporaron los avances metodológicos del área, permitieron analizar los hallazgos a la luz de los obtenidos
en otros contextos culturales, a la vez que dieron nacimiento a una tradición investigadora que permanece
hasta hoy y que se amplía a la epidemiología de trastornos mentales en niños y adolescentes (46, 47).
Uno de los pocos estudios de seguimiento sobre
patologías específicas, en este caso la esquizofrenia, fue
llevado a cabo en Cali, Colombia, en el marco del Estudio Piloto Internacional de Esquizofrenia realizado por
la OMS (48, 49). Uno de los hallazgos más conocidos de
este amplio estudio multicéntrico, al que colaboran los
datos colombianos, es el que se refiere al mejor curso
de la esquizofrenia en países en desarrollo.
Los restantes países del área reúnen aportes muy
diversos. Mientras en Costa Rica destaca una rica tradición de estudios en el área del alcohol y las drogas, que
tiene su contraparte institucional en un instituto nacional sobre alcoholismo y farmacodependencias (50, 51),
en Cuba son más frecuentes los estudios sobre prevalencia tratada, desarrollados en el marco de un sistema
de atención estatal y unificado (52, 53). A diferencia
de lo anterior, la epidemiología psiquiátrica uruguaya
parece entrar con retraso a los nuevos desarrollos del
área, a excepción de estudios recientes orientados a la
epidemiología histórica de las personas ingresadas en
instituciones de cuidado (54) y a identificar factores de
riesgo en población infantil (55). También con un desarrollo incipiente aparecen estudios generados en el
área de Centro América, como el llevado a cabo a inicios
de los noventa en Nicaragua, sobre una muestra de 201
familias y cuyo objetivo era examinar la estructura de
familias con individuos aquejados de algún trastorno
mental (56).
Finalmente, en los últimos años diversos autores
de países con un amplio desarrollo en investigación y
en las redes de servicios en salud mental, han venido
planteando la necesidad de trasladar el foco de investigación desde el nivel de los individuos al de los servicios, en un intento por evaluar el costo-efectividad
de las acciones llevadas a cabo en esta área. Tansella y
Thornicroft (57) señalan que lo social y epidemiológico
194 | GACETA UNIVERSITARIA
en psiquiatría se ha focalizado más en el nivel de los individuos/pacientes usuarios de los servicios de cuidados que en el nivel de los servicios. Lesage (58) plantea
que, más aún, fenómenos tales como la desinstitucionalización han sido examinados más como eventos clínicos que como eventos sociales. Lo que es consistente
con la diferenciación que viene planteando la OMS
entre una epidemiología de los trastornos y una de los
servicios.
En tal sentido, parece claro que el desarrollo de la
investigación en América Latina nos sitúa aún en un
nivel que se ajusta a la primera parte de esta doble vertiente. De manera que los desafíos actuales se deberían
orientar no sólo a aumentar el número de investigaciones con calidad metodológica e interés que permitan
su socialización, al menos a nivel regional, sino también
a responder preguntas relacionadas tanto con la organización de los servicios entregados como con la efectividad de las intervenciones propuestas. No obstante,
resta mucho camino por recorrer y, probablemente, no
se trate del abandono de un área y su reemplazo por
la otra, sino la necesaria complementariedad entre ambas, a la luz de los procesos en curso –y aquellos que
permanecen pendientes– de re-estructuración de la
atención en psiquiatría y salud mental.
Así, una poderosa y esclarecedora epidemiología
psiquiátrica basada tanto en los individuos/pacientes
y usuarios/servicios permitirá identificar, además del
rol de las conocidas variables sociodemograficas, las
correlaciones y factores de riesgo ocultos en la actual
estructura y funcionamiento de nuestra sociedad, los
que parecen perpetuar el efecto de la creciente epidemia de trastornos mentales creando una secuencia
de traumas que a su vez producirán más sufrimientos
y nuevos traumas.
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hospitals: social or clinical event? Epidemiol Psichiatr Soc 2000;
9(3):163-70
TRAUMATISMO ENCEFALOCRANEANO. FAMILIA. INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA
MAKARENA MORIS
CEPHALOCRANEAL TRAUMATISM. FAMILY. PSYCHOLOGICAL INTERVENTION
REHABILITACIÓN
CONSIDERACIONES PSICOLÓGICAS PARA UNA
INTERVENCIÓN GRUPAL EN FAMILIAS QUE
CONVIVEN CON LAS SECUELAS DE UN DAÑO
CEREBRAL ADQUIRIDO
(Rev GU 2005; 1; 2: 197-201)
Makarena Moris1
El presente artículo persigue exponer algunos aspectos psicológicos implicados en la reacción de
la familia de pacientes que sufren un Traumatismo Encefalocraneano. Se gesta a partir de una
revisión bibliográfica y sintetiza los efectos que este tipo de lesión produce en el funcionamiento,
estructuración y desarrollo de la vida familiar. La injerencia significativa de estas consecuencias
en la rehabilitación del miembro de la familia afectado, releva la importancia de proveer acciones
útiles que contemplen la singularidad de las necesidades de cada sistema y el momento idóneo
para la prestación de éstas. La naturaleza y la satisfacción de las demandas del grupo familiar
varía dependiendo de la fase de recuperación del integrante lesionado, siendo más adecuada una
intervención psicológica bajo una modalidad grupal, cuando el sistema en su proceso de adaptación
alcanza un estadio en que posee expectativas más realistas frente a los alcances del proceso de
rehabilitación.
uando un individuo sufre un trauma serio, que deriva en una lesión cerebral, los miembros de la familia
se ven afectados significativamente. La habilidad de la
familia para sobrepasar el trauma es importante para el
proceso de rehabilitación del individuo (7).
La meta fundamental de este proceso es la adaptación social del paciente con secuelas, el cual recibe la
C
1
influencia de múltiples factores, tales como: las funciones preservadas, la reacción del individuo y las características del entorno, donde asume gran protagonismo
el grupo familiar (2).
De hecho, los familiares de la persona afectada
deberán proporcionar apoyo y asistencia al paciente
tras el accidente y a lo largo del tiempo, función que
Licenciada en Psicología, Universidad de Santiago de Chile. makamoris@hotmail.com
GACETA UNIVERSITARIA
| 197
CONSIDERACIONES PSICOLÓGICAS PARA UNA INTERVENCIÓN GRUPAL EN FAMILIAS QUE...
provoca un fuerte impacto personal, que en ocasiones
puede llegar a ser tan devastador como para la persona lesionada por la afección que se produce en todo el
conjunto familiar (4).
Esta situación de crisis por lo general causa en
la familia sentimientos de rechazo, ambivalencia, vergüenza, temor, culpabilidad e irritabilidad. Sentimientos
susceptibles de desencadenar reacciones: depresivas,
negadoras, racionalizadoras y de optimismo excesivo,
que derivan en la manifestación de actitudes: hiperexigentes, hiperindulgentes y discordantes (5).
Este tipo de conductas está condicionado por el
nivel educativo, socioeconómico y sociocultural que el
grupo familiar posee, por el número de integrantes que
lo constituye y por la naturaleza de las interacciones
entre todos y cada uno de sus miembros (5). Sin embargo, cuando la lesión recae en el padre de familia que
desarrolla el rol de provisión económica del sistema, la
alteración y la carga experimentada por el resto de los
miembros del grupo suele ser más difícil de sobrellevar,
a raíz de la transformación que se produce en la dinámica de funcionamiento dentro del sistema. (7).
Al respecto, los traumatismos encefalocraneanos
(TEC) representan un grave problema en los países
industrializados del mundo occidental, no sólo por su
elevada incidencia sino también por aquejar a un grupo
de población joven, influyen más frecuentemente en
personas con menos de 40 años y afectan a más varones que a mujeres. A raíz de esto, la función del cuidado
en el sistema familiar adquiere predominantemente un
perfil femenino (1).
El grado de repercusión en el sistema familiar va a
depender tanto de la gravedad y tipo de secuelas, como
de la percepción que cada uno de sus componentes
tenga del significado de los síntomas y de su conocimiento de la enfermedad (2).
Por ello, los planteamientos actuales en rehabilitación implican la participación de un equipo interdisciplinario que atienda la recuperación a nivel integral,
contemplando lesiones orgánicas y aspectos psicológicos y sociales de diversa índole (6).
Con el propósito de facilitar la adaptación y reinserción del paciente en la comunidad y considerando
el importante papel que las familias juegan en este
proceso, se vuelve necesario el diseño de estrategias
de intervención psicológica que involucren las necesidades emocionales e instrumentales que las familias
presentan, así como también el momento idóneo para
la proporción de cierto tipo de ayuda dependiendo de
la fase de recuperación.
Ahora bien, la salud mental familiar puede ser
abordada desde diversos puntos de vista, pero sobre la
198 | GACETA UNIVERSITARIA
base de los aspectos antedichos, el enfoque sistémico
familiar resulta conveniente a la hora de tener un marco teórico de comprensión que permita el diseño de
acciones terapéuticas más eficaces, centradas en las relaciones del sistema familiar y en las necesidades de las
personas que conviven con el enfermo, considerándolos dentro del foco de intervención, pero también como
parte importante del proceso de rehabilitación.
IMPACTO EN EL SISTEMA FAMILIAR
Al contemplar a la familia como un sistema social
abierto, constituido a su vez por subsistemas (parental,
conyugal, fraterno, entre otros), que a su vez contiene
subsistemas individuales y que está en interacción con
otros sistemas sociales, es posible entender los fenómenos tomando en cuenta el todo que los comprende
y del que forman parte a través de su interacción, de
los patrones relacionales y del contexto en que ocurren (5).
Por ello, la aparición de un traumatismo encefalocraneano crea una crisis inmediata en la unidad familiar,
al modificar las relaciones entre los diferentes miembros, los roles que cada uno ejercía, las expectativas y
los planes de futuro establecidos (3).
A menudo experimentan estrés, puesto que se ven
afectados por la necesidad de afrontar un traumatismo
inicial y los cambios físicos, neuropsicológicos y emocionales que se producen después del traumatismo (4).
Es importante considerar que esta carga en ocasiones
puede ser mayor que la que experimenta el paciente y,
a su vez, tiende a ser crónica al igual que algunos de los
cambios producidos por el daño cerebral y a aumentar
con el paso del tiempo (3).
FACTORES QUE PRODUCEN ESTRÉS EN LOS
FAMILIARES
Los factores que más se mencionan en la literatura son
los relacionados con la severidad de la lesión, los cambios en la conducta, en la personalidad y la existencia
de los déficit cognitivos (4).
Sin embargo también existen otros, que no dependen directamente de la severidad de la lesión inicial (3),
tales cómo:
•
•
Incertidumbre durante los primeros días respecto
a las características de la lesión y la amenaza a las
posibilidades de sobrevivencia del paciente
Rasgos de personalidad premórbidos de la persona lesionada
MAKARENA MORIS
ÁREA DE ESTRÉS
SISTEMA CONYUGAL
Carga Personal
La responsabilidad única del cuidado facilita Si los dos padres están vivos, pueden aposentimientos de soledad, depresión y aisla- yarse mutuamente y compartir las cargas
miento social
del cuidado del hijo.
Dependencia
Problemas Familiares
•
•
•
•
•
•
•
SISTEMA PATERNAL
Para la pareja supone tener que adaptarse a Para los padres implica volver a asumir un
un nuevo estilo de vida muy diferente a las rol con el que están familiarizados.
expectativas que se tenían respecto a la vida
futura en común.
El cónyuge debe soportar mayores responsabilidades domésticas, financieras y legales.
Cuando hay hijos(as) en la familia han de
asumir el rol paterno de la persona afectada,
y hacerse cargo del bienestar económico y
emocional de todo el sistema.
La relación de pareja se ve mermada por
una pérdida de autoestima en ambos, pérdida en la cohesión familiar, reducción o incluso pérdida del contacto sexual
Capacidad de la familia para elaborar pérdidas o
cambios
Cambios de roles dentro del sistema
Comunicación insuficiente con los profesionales
involucrados en el tratamiento del afectado
Dependencia del paciente de la familia
Aislamiento social
Disponibilidad de la provisión de cuidados a la persona afectada
Aspectos legales y financieros
1.
2.
La disfunción que se produce es menor,
dado que la alteración de las funciones se
expresa en términos de exigencia más que
en tipos de roles a desempeñar.
Por lo general, los padres identifican menos
alteraciones de conducta que los cónyuges.
Dependencia: estrés asociado con las demandas
que significa el cuidar de alguien que está inhabilitado; esto incluye el estrés de tratar a un individuo
con altas demandas (7).
Carga personal: estrés relacionado con el sentimiento de que toda la responsabilidad cae en una
sola persona, incluyendo la percepción de que en
un futuro no habrá nadie para reemplazarla. La
alta carga personal también está relacionada con
la percepción de que el esfuerzo propio no es apreciado. A su vez, en muchas ocasiones, se asocia a la
preferencia del cuidado institucional (7).
Problemas Familiares: el estrés vinculado con los
cuidados del resto de la familia. Por ej: la pérdida de oportunidades económicas para los proveedores, el costo en finanzas y la presencia de
angustia, resentimiento, con el resto de la familia
extensa (7).
ÁREAS DE ESTRÉS ASOCIADAS AL
FUNCIONAMIENTO FAMILIAR
3.
Los principales efectos a los que alude la literatura se
refieren al nivel y a los distintos tipos de estrés que sufre la familia, este último depende del tipo de relación
que se tenga con la persona lesionada (7).
Un estudio de Allen et al. (1994), plantea que las
familias que conviven con un miembro que ha sufrido
una lesión cerebral experimentan un grado mayor de
estrés que aquellas que están al cuidado de otro tipo de
discapacidad. Dichos autores plantean que la carga en
su funcionamiento es de tipo multidimensional, identificando las siguientes áreas de estrés:
EFECTOS DE UNA LESIÓN CEREBRAL EN LOS
DISTINTOS SISTEMAS DE LA FAMILIA
Es necesario enfatizar que una lesión cerebral traumática no afecta del mismo modo a los diferentes miembros
y a las relaciones establecidas dentro de la familia, pues
cada componente desempeña diferentes roles y resGACETA UNIVERSITARIA
| 199
CONSIDERACIONES PSICOLÓGICAS PARA UNA INTERVENCIÓN GRUPAL EN FAMILIAS QUE...
Inicial o aguda
Etapas y reacción
familiar prototípica Schock:“deseos de que
Necesidades
Información
Apoyo Emocional
sobreviva”
Esperanza: “se pondrá bien”
Educación sobre las lesiones
cerebrales y específicamente
sobre la lesión que afecta a su
pariente.
Pronóstico.
Necesidad de esperanza
(negación), donde la fuente
principal a la que acuden es el
equipo médico.
Quejas respecto a la actitud
pesimista de este último.
Apoyo instrumental Facilitación de tareas
Apoyo profesional
domésticas para acudir al
hospital.
Necesidad de saber que
el equipo médico se está
preocupando en forma
profesional del enfermo.
Inestabilidad ante la
preocupación por la variación
de roles y cuán permanentes
van a ser estas alteraciones.
Necesidad de
clarificación por parte del
equipo médico.
Rehabilitación:
Esperanza: “se pondrá bien”.
Realidad: “todavía está
progresando, pero la
recuperación es muy lenta”
Respecto a la evolución
alcanzada y pronósticos
basados en la experiencia
previa.
Educación sobre estrategias de
manejo.
Necesidad de esperanza
(negación), entregada
principalmente por redes de
apoyo informales.
Mayor probabilidad de crítica y
resistencia al tratamiento.
Aceptación: “no volverá a ser el
mismo”
Ajuste: “nuestras vidas son
ahora muy diferentes”
Cuestiones legales y
financieras.
Es más necesario después de
años de ocurrida la lesión.
Compartir significados
comunes con otros que
hayan vivenciado la misma
experiencia (creación de
grupos de autoayuda).
Facilitación de tareas
Necesidad de un respiro ante
domésticas para la provisión de las altas demandas del cuidado.
cuidados.
Necesidad de ser incluidos en Apoyo y contención psicológica
el tratamiento: entrenamiento para aumentar la sensación de
de las habilidades específicas competencia y autoconfianza.
para mejorar las problemáticas
comportamentales y cognitivas
(apoyo del papel de las familias
en el proceso de rehabilitación).
ponsabilidades dentro del sistema, tiene características
de personalidad distintas y utiliza diversas habilidades
de enfrentamiento ante las dificultades (3).
En este sentido, sobre la base de las áreas de estrés
antes mencionadas, es posible establecer la siguiente
comparación, dependiendo de si el miembro afectado
es un cónyuge o un hijo adulto (7):
Respecto a la afección que sufren los hijos frente
a la lesión cerebral de alguno de los componentes del
sistema paternal, ha habido muy poca investigación.
Sin embargo, no hay duda de que los cambios en la dinámica familiar inciden en ellos. El principal efecto que
se menciona son las dificultades del comportamiento,
en especial si el lesionado es el padre(7). Éstas se asocian a:
200 | GACETA UNIVERSITARIA
Meseta
•
•
•
Ausencia de demostraciones de cariño y de interacciones dentro de límites normales (3, 7).
El padre se vuelve menos tolerable por su comportamiento egocéntrico (3).
Menor efectividad como madre de la pareja sana,
o incapacidad de esta última para compensar las
funciones paternas de la pareja lesionada, lo cual
se relaciona con la presencia de depresión (7).
Cabe destacar que las secuelas neurológicas que
ocasionan altos niveles de estrés en el sistema familiar
son:
•
•
Alteraciones en el comportamiento interpersonal.
Aumento de la dependencia por descenso de la
eficiencia cognitiva.
MAKARENA MORIS
•
•
•
•
•
Presencia de comportamiento agresivo; la agresividad del miembro lesionado aumenta la agresividad en el resto de la familia.
Las mayores deficiencias son atribuidas a problemas en el lóbulo frontal; la frustración para la
familia es mayor cuando el individuo exhibe deficiencias en la planificación, iniciación y monitoreo
social.
Escasa conciencia del deterioro cognitivo y a nivel
conductual.
Inhabilidad para expresar empatía y en la resolución de problemas.
Secuelas relacionadas con la expresión de la sexualidad, tales como: impulsividad y descenso en la
frecuencia de contacto sexual (1, 3, 7).
RECONOCIMIENTO DE LAS NECESIDADES DE LA
FAMILIA
Después de contemplar posibles problemas a los que
se enfrentan las familias de personas con lesiones cerebrales, es preciso identificar sus necesidades a la hora
de diseñar estrategias de intervención que minimicen
el estrés y maximicen la adaptación de la familia a esta
nueva situación.
CONSIDERACIONES FINALES
Las necesidades de las familias tienen una carácter marcadamente dinámico, dando lugar a un flujo continuo
de necesidades emocionales e instrumentales, donde
es importante determinar cuál es el tipo de apoyo que
necesitan y en qué momento proporcionarlo (1).
En este sentido, una intervención psicológica bajo
una modalidad grupal reviste la necesidad de un programa mixto que contemple tanto aspectos psicoeducativos como la provisión de apoyo y contención.
Sin embargo, como ha quedado manifestado, la
naturaleza y la satisfacción de este tipo de necesidades
varía a lo largo del tiempo. La literatura plantea (3, 7)
que en la fase aguda y de recuperación resulta más valioso para las familias una intervención vinculada a su
propia experiencia y que proporcione:
•
•
•
•
Información sobre el daño cerebral y sus secuelas.
Instrucciones sobre estrategias de afrontamiento
adecuadas para problemas particulares.
Contención frente a sentimientos frecuentes, como
tristeza, ansiedad, rabia, culpa, entre otros.
Ajuste de expectativas de recuperación.
•
Apoyo que facilite la modificación de patrones de
interacción no adaptativos dentro del sistema, a fin
de favorecer relaciones más satisfactorias y gratificantes.
Por su parte, la ventaja que ofrece un contexto grupal alude al importante intercambio de experiencias y
sentimientos que en él se producen, lo que permite una
exploración e identificación globalizada de los temas
que allí se discuten. Pero las familias reciben un mayor
beneficio en encuentros con familias que ya han pasado por esta experiencia, luego de que en su proceso
de adaptación alcanzan un estadio en que poseen expectativas más realistas; en este momento la provisión
de apoyo emocional entre “pares” es muy necesaria y
significativa.
En síntesis, es favorable para el miembro afectado
ser asistido por su familia, sin embargo la familia también va a requerir constantemente asistencia profesional. En esta cohesión es donde se obtienen los mayores
alcances, la educación y el entrenamiento ofrecen mayores beneficios en el proceso de rehabilitación, sobre
todo cuando se involucran los efectos a largo plazo.
Lamentablemente la literatura está más centrada
en el estrés y la carga que un lesionado provoca en la
familia, más que en los modos de sobreponerlas.
REFERENCIAS
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
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GACETA UNIVERSITARIA
| 201
TERAPIAS PSICOANALÍTICAS. POLÍTICAS DE SALUD
EL ROL DE LAS TERAPIAS PSICOANALÍTICAS EN LAS FUTURAS POLÍTICAS DE SALUD EN CHILE
PSYCHOANALYTIC THERAPIES. POLICIES OF HEALTH
PANEL DE EXPERTOS
EL ROL DE LAS TERAPIAS PSICOANALÍTICAS EN
LAS FUTURAS POLÍTICAS DE SALUD EN CHILE:
ANTECEDENTES PARA UNA CONTROVERSIA
NECESARIA
(Rev GU 2005; 1; 2: 202-209)
Guillermo de la Parra1, Ramón Florenzano2, Juan Pablo Jiménez3
Las psicoterapias psicoanalíticas ocuparon y siguen ocupando un sitial
relevante en la historia de la psicoterapia. Hoy en día mantienen su vigencia
en la medida que han respondido enérgicamente a las críticas provenientes
desde la salud pública, la ciencia, las otras orientaciones terapéuticas y desde
el interior de las mismas organizaciones psicoanalíticas. Esta respuesta ha
consistido en someterse sistemáticamente a pruebas empíricas de eficacia (en
estudios estandarizados, con pacientes y terapeutas seleccionados en terapias
guiadas por manuales) y efectividad (en estudios naturalísticos donde se
realizan las terapias).
l presente informe se refiere al rol que deberán jugar las terapias analíticas en la organización de servicios de salud mental futuros en Chile. Tanto la Política
Nacional de Salud Mental del Ministerio de Salud en su
versión 2001 como los planes para un eventual plan
Auge. Este informe desarrollará tres líneas argumentativas:
E
a) Las terapias analíticas son empíricamente efectivas.
Esto ha sido demostrado en numerosos trabajos científicos. Terapias derivadas de éstas como las terapias
interpersonales han demostrado asimismo ser tanto o
más eficaces que las terapias farmacológicas en tratamientos de la depresión, especialmente en seguimientos a largo plazo.
Unidad de Psicoterapia Adultos, Departamento de Psiquiatría, Facultad de Medicina Universidad Católica de Chile
Hospital del Salvador. Facultad de Medicina, Universidad de Los Andes.
3
Departamento de Psiquiatría Oriente, Facultad de Medicina, Universidad de Chile
1
2
202 | GACETA UNIVERSITARIA
GUILLERMO DE LA PARRA, RAMÓN FLORENZANO, JUAN PABLO JIMÉNEZ
b) Existe una importante población de terapeutas disponibles en Chile con formación básica psicoanalítica.
Ellos son fácilmente entrenables en terapias psicodinámicas breves y/o interpersonales, que han demostrado
alta efectividad en el tratamiento de las depresiones.
El desarrollo de modalidades operacionalizadas de terapias derivadas del psicoanálisis puede entonces, en
breve plazo, proporcionar un recurso humano numéricamente interesante.
c) La psicoterapia analítica llega donde otros no llegan.
Su cuerpo teórico y clínico permite una mejor aproximación a los trastornos de personalidad (eje II del DSM-IV)
y entrega una mejor respuesta a aquellos pacientes que
buscan respuesta más allá que el alivio sintomático.4
En este informe nos basaremos principalmente,
pero no exclusivamente, en tres trabajos que entregan
una perspectiva general sobre los aportes de las terapias
analíticas: En “The Place of Psychoanalytic Treatments
Within Psychiatry”, Gabbard, Gunderson y Fonagy en el
año 2002 ; en el documento “Toma de Posición de la Sociedad Alemana de Medicina Psicoterapéutica (DGPM),
del 14.04.2002, sobre el procedimiento fundado en psicología profunda, de acuerdo con la encuesta del ‘Consejo Científico de Psicoterapia’ de la Cámara Médica”
(P.L. Janssen & G.H. Paar, 2002), y el trabajo presentado
por uno de los autores del presente documento, Juan
Pablo Jiménez, con motivo de la celebración de los 150
años del Instituto Psiquiátrico “José Horwitz” (2002).
DEFINICIONES
Usaremos como sinónimo las palabras psicoanalítica y
psicodinámica para referirnos a las psicoterapias que
nos ocupan.
El documento alemán da una definición actualizada de las terapias analíticas, la que suscribimos y presentamos con algunas modificaciones:
“Las terapias psicodinámicas representan derivaciones o
modificaciones del psicoanálisis. Si bien en estas terapias
En este sentido, es notable que los estudios muestren que
la gran mayoría de los terapeutas que se consideran a sí
mismos como eclécticos o integrativos, integran elementos
de teoría psicoanalítica (Norcorss y Prochaska 1988). Además, la mayoría de los terapeutas, cuando buscan terapia
personal, no importando su orientación, acuden a terapias
psicoanalíticas (41%) o psicodinámicas (18%) (Norcross et
al. 1988) (ambas referencias citadas por NE Millar, L Luborsky, J Barber, JP Docherty (eds.), 1993).
4
los conceptos de inconsciente psicodinámico, defensa,
transferencia y contratransferencia están tan justificados
como en psicoanálisis, en las distintas formas de terapia
se aplican de manera diferenciada. Las técnicas, diferenciables entre sí, son más orientadas a los síntomas y al
campo interpersonal, buscan una ganancia en tiempo o
en número de sesiones, contienen elementos de prescripción conductual y de apoyo. Una terapia psicodinámica
también se puede aplicar en aquellos casos en los que es
necesaria una relación terapéutica de larga duración”.
Considerando las evidencias existentes sobre eficacia, la siguiente lista de procedimientos se ha afianzado dentro del ámbito psicodinámico:
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Intervención en crisis (hasta 6-8 sesiones)
Terapia breve (hasta 25-30 sesiones)
Terapia focal (trabajo sobre un foco conflictivo específico, entre 2 a 40 sesiones)
Terapia psicodinámica de apoyo (técnicas que ponen en primer plano el vínculo terapéutico como
factor de cambio)
Psicoterapia psicodinámica (o también “psicoanalítica sin fecha de término”; generalmente de dos a
tres veces por semana que se asemeja en varias de
sus características al psicoanálisis)
Psicoterapia interpersonal (de Klerman & Weisman,
psicoterapia manualizada de fácil enseñanza que
se ha aplicado con mucho éxito a áreas sintomáticas)
Terapias de grupo
Aplicaciones de psicoterapia psicodinámica en encuadre hospitalario y clínicas de rehabilitación
Terapia psicodinámica de pareja y familia
Algunas de las características de las terapias dinámicas breves actuales son: la elaboración conjunta
(entre paciente y terapeuta) de metas intersubjetivas,
el tipo de encuadre y métodos; el análisis focalizado
de transferencia y resistencia; la configuración de las
intervenciones y del espacio terapéutico que considere
el desarrollo psíquico y lo promueva; el encuadre variable; el acceso multimodal a los procesos inconscientes,
incluyendo formas que van más allá de la comunicación verbal; la utilización de la dramatización; las intervenciones movilizadoras de recursos y activadoras de
acciones; la facilitación de nuevas experiencias emocionales en la relación terapéutica; la elaboración de
transferencia y resistencia en constelaciones interpersonales y escenarios grupales.
Las características básicas de las terapias interpersonales de Klerman (Groves, 1996) son: desenfatizar la
transferencia; usar la relación terapéutica para ejemGACETA UNIVERSITARIA
| 203
EL ROL DE LAS TERAPIAS PSICOANALÍTICAS EN LAS FUTURAS POLÍTICAS DE SALUD EN CHILE
plificar; no focalizar en el contenido mental sino en
el proceso de la interacción del paciente con otros. Es
importante enfatizar aquí que estas terapias, investigadas en Estados Unidos, tienen poco riesgo iatrogénico
y que son aplicables por terapeutas inexpertos usando
manuales que describen las estrategias paso a paso.
a) “Las terapias analíticas son empíricamente efectivas”.
•
•
El corpus sustancial de evidencia se da básicamente para el caso de sus variedades breves. Diversos
meta-análisis se han ocupado de la eficacia de
estas terapias, aunque con resultados diferentes
(Svartberg & Stiles 1991; Crits-Christoph 1992;
Grawe et al. 1994; Anderson & Lambert 1995, Westen & Morrison 2001, y Leichsenring 2001). En el
meta-análisis de 26 estudios realizados entre 1974
y 1994, Anderson y Lambert encontraron que las
terapias analíticas eran igualmente efectivas que
otras variedades en el seguimiento post-tratamiento demostrándose una leve superioridad en
la evaluación de seguimiento. Además, tres estudios separados han encontrado que la interpretación adecuada del conflicto nuclear predice mejor
impacto tanto dentro como a lo largo de una secuencia de sesiones (Crits-Christoph et al.,1988)
El trabajo de Anderson & Lambert considera una
mayor cantidad de estudios que Crits-Christoph
(1992). En ese estudio subyacen criterios de inclusión más débiles en relación con la experiencia de
entrenamiento y adherencia: llegan a una magnitud de efecto de 0.71 en comparación con la lista
de espera y de 0.34 para tratamiento grupal. En
cambio, en su meta-análisis, Crits-Christoph (1992)
se refiere sólo a estudios con estrictos criterios de
selección en relación con la experiencia terapéutica, manualización de la terapia y número mínimo
de sesiones. En comparación, la psicoterapia dinámica breve lleva a mayores efectos terapéuticos en
comparación con la lista de espera. Crits-Cristoph
determina la magnitud de efectos de acuerdo con
Cohen (1984) de 1.01 para la meta sintomática,
de 0.82 para la sintomática psíquica general y de
0.81 para la adaptación social. La comparación de
la terapia dinámica breve con otras formas de terapia, como la terapia conductual cognitiva o tratamiento medicamentoso, no arrojó diferencias
significativas.
En el estudio meta-analítico recientemente aparecido de Leichsenring (2001), fueron revisados estudios publicados entre 1960 y 2001. Leichsenring
llega al resultado de que existen datos empíricos
204 | GACETA UNIVERSITARIA
•
sobre eficacia –aun cuando de calidad diferente–, tanto para las terapias psicodinámicas breves
como para aquellas más largas. Para las terapias
psicodinámicas de duración media, encuentra
efectos entre 1.05 y 2.11 (por auto y heteroevaluación respectivamente).
En el mismo estudio en relación con la depresión,
Leichsenring (2001) muestra una magnitud de
efecto tan potente como Crits-Christoph (1992). La
terapia dinámica breve logra grandes efectos tanto en la reducción de la sintomatología depresiva
(0.90-2.80) como en la psiquiátrica general (0.792.65).
Dada la prevalencia de los trastornos afectivos en
Chile, nos interesará abordar especialmente en este documento el manejo psicoterapéutico de los síntomas
depresivos. En lo que sigue, se presentan las conclusiones de una revisión sobre el tratamiento de la depresión hecha de acuerdo con los criterios de la psiquiatría
basada en la evidencia:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
La depresión es un trastorno común, cuyo tratamiento psicoterapéutico ha sido estudiado en el
marco de servicios ambulatorios (nivel secundario
de atención), de internación hospitalaria y en programas de atención primaria.
Al considerar la probabilidad de respuesta a la psicoterapia, se deben hacer distinciones diagnósticas claras en los grupos de pacientes tratados. En
particular, los pacientes con episodios agudos de
depresión deben distinguirse de los que padecen
depresiones menos severas pero de curso crónico
(distimias). Además, los pacientes con depresión
severa tienen una peor respuesta a las terapias psicológicas.
En muchos pacientes la depresión es un trastorno
crónico y la probabilidad de recuperación completa es baja.
Los estudios de resultados mejor diseñados destacan la eficacia de la Terapia Cognitivo-Conductual
(TCC), de la Psicoterapia Interpersonal (PIP) y de la
terapia dinámica exploratoria estructurada.
El tratamiento breve tiene un efecto relativamente
importante cuando se lo evalúa inmediatamente
después de la terminación del tratamiento, pero su
impacto global es más bien de corto plazo.
La eficacia de las intervenciones breves es pobre
en el largo plazo. La eficacia de los tratamientos
psicológicos de larga duración, como suele darse
en la práctica clínica, no ha sido adecuadamente
estudiada.
GUILLERMO DE LA PARRA, RAMÓN FLORENZANO, JUAN PABLO JIMÉNEZ
7.
8.
9.
El tratamiento farmacológico de larga duración es
hasta ahora el único método que inequívocamente muestra efectividad en la prevención de recaídas. Hay evidencias sugerentes de que las técnicas
psicoterapéuticas, particularmente la Psicoterapia
Interpersonal, puede ser coadyuvantes útiles en
la prevención de recaídas. El análisis de los datos
del “Estudio Colaborativo del Tratamiento de la
Depresión” del NIMH no mostró diferencias en la
reducción de síntomas al terminar el tratamiento
en los cuatro grupos estudiados (tratados, respectivamente, con Imipramina más manejo clínico
(MC), Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), Psicoterapia Interpersonal (PIP) y placebo más manejo
clínico (Elkin 1994). Sin embargo, análisis posteriores mostraron que 18 meses después emergieron diferencias significativas en cuanto a las evaluaciones hechas por los pacientes de los efectos
del tratamiento sobre su adecuación vital. Los pacientes en PIP reportaron mayor satisfacción con
el tratamiento que los pacientes en TCC+MC o con
placebo, y tanto en PIP como en TCC los pacientes
reportaron mejorías significativas en su capacidad
de establecer y mantener relaciones interpersonales y en reconocer y comprender las fuentes de su
depresión, lo cual debiera tener un impacto profiláctico (Blatt et al. 2000).
La consideración global de los estudios meta-analíticos en este campo sugiere que los pacientes
sacan un provecho clínico significativo de las intervenciones psicoterapéuticas, aun cuando en la
mayoría de los casos deba esperarse que permanezcan sintomáticos y vulnerables a una recaída al
finalizar el tratamiento de un episodio agudo.
La eficacia relativa de los tratamientos es difícil de
establecer a causa de las limitaciones de la base
de datos disponible. Sin embargo, la Terapia Cognitivo-Conductual surge desde los estudios como
un método poderoso y útil para tratar episodios
agudos de depresión. La Psicoterapia Interpersonal también emerge como un método valioso en
varios contextos, en especial en el tratamiento de
síntomas severos y como coadyuvante en el tratamiento farmacológico. El antes aludido meta-análisis de Leichsenring (2001) concluye que no hay
diferencias en los resultados entre la psicoterapia
psicodinámica breve (estructurada) y las terapias
cognitivas o cognitivo-conductuales en el tratamiento de la depresión. En todo caso, en ambas
formas de terapia, 16 a 20 sesiones son insuficientes para lograr remisiones estables en la mayoría
de los pacientes. Meta-análisis previos han sugerido
10.
11.
12.
13.
14.
15.
que la terapia cognitiva es más efectiva que otras terapias para la depresión (excluyendo la terapia conductual). Sin embargo, el meta-(re)análisis, hecho
por Wampold et al. (2002) no encontró evidencias
de que la terapia cognitiva fuera más efectiva que
otras terapias psicológicas. Después de reestructurar
el grupo control, los autores concluyen que los tratamientos psicológicos de “buena fe” son igualmente
efectivos que la terapia cognitiva. Los tratamientos
fueron definidos de “buena fe” si incluían los siguientes elementos: 1) un terapeuta entrenado en
un programa reconocido o con al menos un grado de
magíster; 2) los encuentros cara a cara fueron usados para desarrollar una relación; 3) el tratamiento
fue individualizado para el paciente y no fue una
mera aplicación de un protocolo estándar rígido; 4)
la terapia incluyó componentes psicológicos válidos.
Los tratamientos así definidos iban desde terapias
dinámicas a terapias interpersonales altamente estructuradas.
Las pruebas de la superioridad de los tratamientos
combinados (con fármacos) sobre las intervenciones psicológicas solas son débiles, con la excepción
de su uso con técnicas estructuradas (TCC) intensivas en el marco de internación hospitalaria.
La evidencia empírica de la superioridad del tratamiento psicoterapéutico sobre el tratamiento
médico es pequeña, poco confiable y confusa, a
causa de la falta de control sobre la naturaleza de
los tratamientos médicos ofrecidos.
La ausencia de seguimientos controlados a largo
plazo en la mayoría de los estudios disminuye el
valor de las conclusiones concernientes tanto a los
efectos a largo plazo como a la posibilidad de generalizar los resultados.
El valor de la psicoterapia en el nivel de atención
primaria está mal establecido, aunque los pocos
datos disponibles entregan alguna evidencia de
que los estudios en el marco de atención ambulatoria (nivel secundario) no debieran generalizarse
a esta población.
Los datos sobre pacientes distímicos apoyan la
necesidad de considerar la composición de la
muestra clínica, particularmente la prevalencia de
depresión doble en los estudios clínicos y las evaluaciones hechas en los servicios de atención.
Hay algunas indicaciones en la literatura que la
calidad de la terapia ofrecida se correlaciona con
el resultado a largo plazo, lo que sugiere que la
mantención de terapias de alta calidad debiera ser
considerada por los proveedores de servicios terapéuticos.
GACETA UNIVERSITARIA
| 205
EL ROL DE LAS TERAPIAS PSICOANALÍTICAS EN LAS FUTURAS POLÍTICAS DE SALUD EN CHILE
16. Todavía hay muy pocos datos como para sacar
conclusiones sobre la efectividad de la consejería
psicológica en la depresión.
No nos parece irrelevante que, por una parte, los
pacientes muestren mayores niveles de satisfacción
con las terapias interpersonales y, por otra, que las terapias dinámicas breves sean tan efectivas como las cognitivo-conductuales. En el primer caso, no olvidemos
que la definición de salud incluye el concepto de “bienestar” del sujeto, lo que remite a un estado subjetivo
que resulta todavía más significativo en el caso de las
psicoterapias; así, un mayor nivel de satisfacción como
efecto de una psicoterapia significa un mejor nivel de
salud mental.
Esto nos lleva a nuestra segunda línea argumental:
b) “Existe una importante población de terapeutas disponibles en Chile con formación básica psicoanalítica,
fácilmente entrenables en terapias psicodinámicas breves y/o interpersonales”.
Algunos investigadores adoptan la posición de que sólo
los procedimientos que de alguna manera han pasado
la prueba del laboratorio, deben ser evaluados como
científicos, independientemente de la pregunta de su
aplicabilidad en el terreno práctico. La posición más rígida fue formulada por la Task Force de la Asociación
Americana de Psicología (APA) con sus “Evidence Validated Therapies” EVT (1995; Chambless & Holton 1998).
Los procedimientos EVT de Estados Unidos proponen
un programa terapéutico específico para cada problema clínico relevante, que debiera estar manualizado.
Los representantes de las orientaciones conductistas,
interpersonales y psicodinámicas se pusieron de acuerdo en este criterio para tratamientos bien asegurados
empíricamente.
Estos criterios de investigación han sido discutidos
y son difíciles de trasladar a la realidad de la atención.
Por ejemplo, Henry (1998) critica que los EVT se fundan
en la nosología taxonómica y fenotípica del DSM, en la
que algunos diagnósticos encuentran poco apoyo empírico, enfatizan la técnica de tratamiento, sobrevaloran
la capacidad de control vía manuales y declaran como
trasfondo no específico, o variable errática, la importancia de los factores generales de eficacia y la relación
interpersonal en desarrollo, siendo que estos factores
de relación han demostrado ser la evidencia empíricamente más potente como factor de cambio. Finalmente,
la inclusión o exclusión de la lista de EVT no señala si la
forma de tratamiento es o no efectiva clínicamente.
206 | GACETA UNIVERSITARIA
Grawe (1997) contrapone al enfoque específico del
trastorno su modelo de la “psicoterapia general”, que
considera las perspectivas de los recursos, de la relación, del conflicto, y del trastorno.
La perspectiva de los recursos es un concepto no
específico al trastorno, al que pertenecen todos los recursos individuales e interpersonales, como también el
potencial motivacional. Desde un punto de vista empírico, la activación de los recursos es más importante
para el éxito de la terapia que la elaboración del problema específico al trastorno.
En la perspectiva de la relación, una buena relación
terapéutica representa un recurso interpersonal positivo para los pacientes. La significación de la alianza terapéutica para el resultado de la terapia está bien asegurada empíricamente, de la misma manera que cada
forma de intervención trastorno-específica es considerada aisladamente (Orlisnky et al. 1994). Grawe critica
que las teorías exclusivas al trastorno no le hacen justicia a la importancia de los factores interpersonales.
En relación con la perspectiva del conflicto, Grawe
remite a la significación biográfica de modelos de relación interpersonal para el desarrollo psíquico normal,
algo familiar para los psicoterapeutas de orientación
psicodinámica.
La perspectiva del trastorno es para Grawe una
perspectiva importante, pero de ninguna manera la
única bajo la que se puede desarrollar la concepción del
tratamiento de un paciente. A menudo, el problema del
paciente tiene un aspecto trastorno-específico, pero, en
una visión ampliada de la concepción casuística del paciente, este aspecto debe incorporarse en una terapia
general del estado psíquico global. Con ello, Grawe critica una visión estrecha de la psicoterapia específica al
trastorno. La terapia cognitivo-conductual de Beck (TCB
1979) y la terapia interpersonal de Klerman & Weissman
(IPT, 1984) son dos procedimientos manualizados reconocidos, trastorno-específicos, para el tratamiento de la
depresión. Ambos logran mejorías equivalentes en el
estudio del NIMH (Elkin 1994). El manual de la IPT para
el tratamiento de la depresión fue aplicado sin modificaciones para el tratamiento de trastornos alimentarios
y comparado con terapia cognitivo-conductual en un
estudio multicéntrico (Agras et al. 2000). Recientemente la terapia dialéctica conductual se aplicó también
exitosamente en el tatamiento de pacientes bulímicas
(Safer et al. 2001).
Nos preguntamos ¿en qué consiste la “trastornoespecificidad” de estas terapias manualizadas, si son
aplicadas sin modificaciones a diferentes trastornos y
si distintos procedimientos logran efectos equivalentes
en iguales grupos de pacientes? ¿No reencontramos
GUILLERMO DE LA PARRA, RAMÓN FLORENZANO, JUAN PABLO JIMÉNEZ
aquí el canon de factores curativos implícitos? (véase
Hubble et al. 1999).
El número de terapeutas formados en Chile está
creciendo, especialmente entre los profesionales de la
psicología. Por una parte el número de escuelas de Psicología ha aumentado exponencialmente: antes de la
nueva Ley de Universidades de 1989 existían solamente
cuatro escuelas de Psicología en Chile (en las Universidades de Chile, Católica, Concepción y La Frontera) con
un total aproximado de 200 vacantes. Desde el cambio
legislativo se habían formado 45 nuevas escuelas al año
2000 con un total de 3.363 vacantes de acuerdo a los
últimos datos de la publicación ENLACES (2003), del
Consejo de Rectores. En sólo dos años, en el 2002 en
la misma publicación (El Mercurio, 2002) aparecen 62
carreras de psicología, con 3.856 vacantes. Esto es un
aumento de más de 20% en dos años.
Muchos de los estudiantes deciden luego ejercer
como psicólogos clínicos. No hay datos empíricos con
respecto a cuánto psicoanálisis se enseña en el pregrado, pero varias de las escuelas con matrículas mayores
(tales como las Universidades Nacional Andrés Bello y
del Desarrollo) tienen una orientación psicoanalítica,
si no exclusiva, importante. Por otro lado, las escuelas
más antiguas de las universidades tradicionales, como
las de las Universidades de Chile o Católica de Santiago,
han derivado desde el énfasis analítico de sus primeros
tiempos a otras aproximaciones más “científicas” como
la cognitivo-conductual. El Colegio de Psicólogos Clínicos ha desarrollado un complejo y amplio sistema de
acreditación de especialistas y supervisores clínicos,
al cual se ha sometido una cantidad importante de
psicólogos. Varios de los programas de formación de
post-grado acreditados, tales como los del Hospital del
Salvador en Santiago, o de la Universidad del Desarrollo en Concepción y otros, tienen un fuerte énfasis en el
psicoanálisis. Existen además programas de formación
académica en psicoanálisis que ofrecen magísteres o
doctorados en Psicoanálisis, como los de las Universidades Diego Portales o Nacional Andrés Bello, los
cuales tienen ya varias generaciones de profesionales
formados.
En el caso de los psiquiatras, el mayor programa de
formación hasta el momento en nuestro país es el de la
Universidad de Chile, el cual desde los comienzos de la
década de los setenta ha formado más de cuatrocientos
especialistas médicos. El programa formador más estable y numéricamente mayor, el de la Clínica Psiquiátrica
Universitaria, pasó desde una posición claramente antianalítica a una abierta que ha mostrado interés por la
formación en terapias breves de orientación analítica.
Otros dos programas, los del Hospital del Salvador y del
Instituto Psiquiátrico “José Horwitz”, han tenido tradicionalmente un énfasis analítico. En los últimos años se
han agregado programas de formación de otras Universidades, tales como las de Valparaíso, Pontificia Universidad Católica de Chile y de Los Andes, todos los cuales
tienen módulos en terapias analíticas.
En resumen, tanto desde la psicología como desde
la medicina muchos de los profesionales que se forman
tanto en pre como post grado egresan con formación
de orientación analítica, lo que permite, con un grado
de capacitación o entrenamiento en técnicas específicas, aportar un recurso humano que puede ayudar a
tratar los trastornos depresivos prevalentes en nuestro
medio.
Por estas razones, pensamos que, por una parte, desde la perspectiva de los recursos, existiría en la
población de terapeutas una significativa cantidad de
éstos con los recursos interpersonales para asumir las
tareas propias de tratar pacientes con sintomatología
depresiva, sin descuidar el potente factor interpersonal
y los aspectos de la personalidad.
c) “La psicoterapia analítica llega donde otros no llegan”.
Esta afirmación se basa en el objetivo de la terapias
analíticas de tratar trastornos de personalidad y los
tratamientos prolongados que buscan los así llamados “cambios estructurales” que apuntan a este mismo
objetivo: el cambio a nivel de rasgo, “trait”, que se diferencia de las terapias como las arriba mencionadas que
buscan un cambio en los síntomas de estado, “state”.
•
•
Así, por ejemplo, en un estudio reciente, 38 pacientes con trastorno límite de personalidad fueron
asignados aleatoriamente a un tratamiento de
hospitalización parcial psicoanalíticamente orientado o a un tratamiento psiquiátrico standard en
el grupo control. El tratamiento primario del grupo
experimental consistía de una sesión semanal de
terapia analítica individual y tres sesiones semanales de terapia analítica de grupo. Los controles no
recibieron psicoterapia. Al fin de los 18 meses de
seguimiento los pacientes con la terapia analítica
mostraron significativamente mejoría en síntomas
depresivos, funcionamiento social e interpersonal,
menores rehospitalizaciones y menores conductas
automutilatorias y suicidas (Bateman & Fonagy,
1999).
En el trabajo de Leichsenring (2002), citado arriba, él encuentra, para trastornos de personalidad,
grandes efectos de terapia, que para la psicoterapia dinámica están entre 1.13 (instrumentos de auGACETA UNIVERSITARIA
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EL ROL DE LAS TERAPIAS PSICOANALÍTICAS EN LAS FUTURAS POLÍTICAS DE SALUD EN CHILE
•
•
toevaluación) y 1.57 (instrumentos de heteroevaluación).
Uno de los estudios más sofisticados realizados
en la última década fue el Proyecto de Estocolmo
sobre Resultados del Psicoanálisis y las Psicoterapias (Sandell et al. 2000), en el cual un número
importante de pacientes tratados por terapeutas
privados en Suecia, donde estas terapias son subsidiadas por el sistema nacional de seguros. Se
trata de un diseño pre-post amplio: una muestra
de 756 personas fue asignada no aleatoriamente
a psicoanálisis, terapia analítica o bien a listas de
espera. Se obtuvieron datos completos para 331
casos de psicoterapia psicodinámica (1 a 2 sesiones semanales) y 74 de psicoanálisis (4 a 5 sesiones semanales). Al evaluar los cambios en el SCL 90
(escala de autoevaluación que mide síntomas), la
mejoría en tres años se correlacionó positivamente con frecuencia y duración del tratamiento, con
mejor resultado para los pacientes en psicoanálisis
que en psicoterapia analítica. Los primeros además
continuaron mejorando después del alta, lo que no
sucede generalmente en estudios realizados con
otras terapias.
Varios estudios prospectivos con diseños pre-post
han mostrado mejoría sustancial en pacientes con
trastornos de personalidad al recibir terapias analíticas, con por lo menos un estudio que mostró que
estas ganancias se mantuvieron en un seguimiento de cinco años (Stevenson & Meares, 1992).
Freud señaló que la terapia psicoanalítica nos
provee de una oportunidad única para observar como
trabaja la mente. En ese sentido, el psicoanálisis y la
ciencia cognitiva actual comparten un interés en dilucidar científicamente los procesos mentales internos.
Esta colaboración, tal como la ha propuesto por ejemplo Bucci (1985), permitiría entender mejor el rol de
las emociones en los procesos mentales. La afirmación
freudiana de que el psicoanálisis trabaja a través de un
mayor control de los procesos mentales, y de que la
conciencia tiene una función biológica, podría ser corroborada empíricamente hoy con estudios imagenológicos de los nuevos estudios cerebrales. En ese sentido,
la convergencia de neurobiología y de la investigación
en psicoterapia concuerdan en que el cerebro humano
se desarrolla en una matriz interpersonal crucial para la
formación de estructura, y que el cerebro retiene una
plasticidad de tal modo que la experiencia cambia estructuras cerebrales no sólo en el niño sino también en
el adulto, como podría ocurrir producto de un proceso
terapéutico. Futuras investigaciones deberán explorar
208 | GACETA UNIVERSITARIA
los poderes psicoactivos, modificadores de comportamientos y finalmente modificadores del cerebro de la
interacción humana.
CONCLUSIONES
1.
2.
3.
4.
Las evidencias muestran que las terapias analíticas
son tanto o más efectivas que las terapias cognitivas, sugiriendo, a medida que más se investiga,
mejores resultados en seguimiento a largo plazo,
especialmente por la profundización de los efectos
terapéuticos una vez que las terapias han finalizado. La suma progresiva de estudios objetivos que
midan el impacto a largo plazo irán, eventualmente, apoyando estas primeras observaciones.
Los profesionales en salud mental se siguen interesando y formando en psicoterapias dinámicas;
a ellos así como a muchos pacientes les interesa
muchas veces ir más allá del alivio sintomático
inmediato. Es así que se dispone de un recurso
humano interesado que podría responder a los requerimientos de los pacientes.
Los terapeutas de base psicodinámica disponen de
amplios recursos para ser entrenados en terapias
interpersonales.
Dentro de un sistema pluralista de indicación los
terapeutas psicodinámicos disponen, además, de
los recursos para tratar pacientes que no se benefician con terapias sólo enfocadas a síntomas. Es así
como la terapia analítica puede ser una intervención de segunda línea, especialmente en la prevención de recidivas.
En resumen, pensamos que las terapias psicoanalíticas, como han sido definidas y descritas en el presente
documento, no deben quedar fuera de ningún futuro
plan de salud que valore los aportes científicos de los
procedimientos psicoterapéuticos.
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