El antropocentrismo metafísico delineado por autores como Kant, Heidegger, Lévinas y Lacan nos permite situarlos en una misma línea que define el umbral entre el hombre y el animal: el poder de autorreferencia. Este poder- tener un “yo” o...
moreEl antropocentrismo metafísico delineado por autores como Kant, Heidegger, Lévinas y Lacan nos permite situarlos en una misma línea que define el umbral entre el hombre y el animal: el poder de autorreferencia. Este poder- tener un “yo” o poder ser un “yo”, la vocación a la egoidad, es lo que se le niega al animal, es decir, la experiencia de la auto-posición o autotelia auto-demostrativa. La facultad de referirse a sí mismo, que coincide con la responsabilidad del sujeto y con lo que (en la metafísica) eleva el hombre por encima de todos los vivientes, funda su poder sobre los animales. Este es el principio a partir del cual esta comunicación reinterpreta tales posturas filosóficas, poniéndolo en relación con la lingüística y el psicoanálisis. La presente investigación pretende responder a las siguientes preguntas: ¿qué es un animal? ¿Cuál es la animalidad humana? ¿Cómo deviene humano el animal? En torno a esta última cuestión se plantean tres etapas fundamentales para devenir-humano a partir de lo que es animal. La antropogénesis es el proceso a través el cual un ejemplar de Homo sapiens deviene sujeto, es decir, un cuerpo animal capaz de decir de sí mismo “yo”. Las tres tesis que se proponen se centran en: a) el nombre, por el cual el cuerpo se escinde en cuerpo carnal y cuerpo simbólico; b) la negación, en función de la cual el cachorro de Homo sapiens utiliza el lenguaje como forma de poder sobre su cuerpo y sobre la alteridad; c) el ser un “yo”, la última etapa, que presupone el poder-saber quién es el “yo” y por qué lo es, en qué condiciones concretas. La frontera entre animal y hombre es deconstruida desde la perspectiva de diferentes corrientes filosóficas contemporáneas. Se trata de restituir al animal dicho poder y también de preguntarse si el hombre tiene el derecho de atribuir con rigor al hombre lo que le niega al animal y si él nunca ha tenido un concepto puro, riguroso e indivisible en cuanto tal. Este movimiento deconstructivo muestra las borraduras de las huellas de la remoción psicoanalítica que subyace al lenguaje. De dicha remoción surge una consecuencia problemática al respecto de estas posiciones: que lo indica la diferencia entre el hombre y el animal es el lenguaje, aunque este no es un dato natural porque no es intrínseco a la naturaleza psicofísica del hombre, sino que se trata de una producción histórica que no pertenece ni al hombre ni al animal. Este territorio, escindido por el umbral socio-cultural del lenguaje, puede ser reconquistado por la animalidad que elimina las diferencias.