Miguel de Estete

La mayoría de estudiosos de los textos de los primeros años de la invasión y conquista españolas identifican a los autores que presentamos más abajo como "cronistas de la conquista" o como "cronistas soldados". Propongo, más bien, y después de leer sus textos, llamarlos "cronistas de la invasión" o "cronistas de guerra". Esto porque no eran personas que se dedicaban exclusivamente al ataque y la defensa, sino que lo hacían solo en ocasiones especiales, como la de la invasión del Perú. Los que leeremos ahora eran, más bien, letrados que ejercían como notarios o escribanos. Esto los hacía indispensables en las huestes, porque eran prácticamente los únicos que podían registrar por escrito lo que sucedía en su entorno. Estaban abocados a ello por mandato del jefe de la hueste, Francisco Pizarro o, por su encargo, de su hermano Hernando. Escribían y describían lo que veían y lo que le convenía a Pizarro que quedara registrado. Estos textos, muchas veces, fueron la fuente de las relaciones de méritos que los conquistadores hacían escribir para solicitar favores y retribuciones de la Corona, tanto para sí mismos como para los escribientes. Estos textos, debían dejarlos bien, debían dibujarlos bajo una luz benefactora, como heroicos soldados del Rey católico que se habían enfrentado a múltiples y multitudinarios grupos armados de idólatras.

El Encuentro de Cajamarca es un episodio central para la literatura latinoamericana. No solo porque ha sido representado en numerosas crónicas y textos posteriores, sino porque, principalmente, fue un punto de inflexión cuyo simbolismo marcó una ruptura entre dos culturas que “adquirió dimensiones trágicas” (Cornejo Polar, 2003: 40). Existen crónicas de testigos presenciales, todos españoles, y textos elaborados años después por cronistas indígenas o mestizos. Las crónicas aquí analizadas, El descubrimiento y la conquista del Perú, de Miguel de Estete , y la Instrucción al Licenciado Don Lope García de Castro, de Titu Cusi Yupanqui, pertenecen a cada una de las culturas en conflicto y eso se puede observar a través del análisis de un elemento concreto: el libro. Así, la narrativa en torno a la función del libro y al acto de arrojarlo al piso refleja la postura de cada cronista frente a un proceso histórico en el que ese suceso terminó de dividir las aguas entre vencedores y vencidos.