En este trabajo la autora, que comienza aportando numerosas referencias nuevas sobre El Saucedo desde el siglo XVI, hace una propuesta metodológica: aunque había ya bastante bibliografía española sobre termalismo antiguo y lugares...
moreEn este trabajo la autora, que comienza aportando numerosas referencias nuevas sobre El Saucedo desde el siglo XVI, hace una propuesta metodológica: aunque había ya bastante bibliografía española sobre termalismo antiguo y lugares sagrados asociados con ellos, casi nunca se había tratado de definir cuál era exactamente el “paisaje del teónimo”, y descubrir a través de ello qué se curaba en estos lugares; para ello se precisa una mayor interdisciplinariedad.
Frente a la interpretación tradicional (y aún en vigor) de los excavadores de este yacimiento como una ‘villa’ privada reconvertida en el siglo VI en basílica cristiana (pero con una extraña diosa pagana bajo su “altar mayor”), la autora propone aquí que ya de antiguo el edificio, erigido en un ‘salicetum’ (saucedo), era un ‘locus sacer', un 'delubrum' o santuario pagano con zona termal, que fue cristianizado luego como ‘delubrum’ con baptisterio a los pies, seguramente por la importancia e influjo que ya tenía.
La diosa ‘Iscallis’ (antes entendida como un hombre, o bien como la diosa propia de la británica Exeter), que deja rastros en la toponimia regional (Escalona, Illescas), sería una divinidad local, y trasunto de Proserpina. Un nuevo análisis de su precioso mosaico permite reconocer mejor, además de las cinco cráteras ya conocidas, una serpiente con cornucopia y un creciente lunar invertido (como muchos de bronce aparecidos en la zona, romanos y posteriores). Dos mosaicos en sendos absidiolos enfrente de ella, con delfines y granadas, insisten de nuevo en su carácter sanador y en que se trata de la diosa del inframundo (cuyo culto pervive en las “Mundas” talaveranas), y algunos hallazgos previos, como las asas de tres sítulas de bronce, un elemento más propio del ámbito religioso. Igualmente apoya el carácter sacro y sanador la existencia de dos fuentes inmediatas con un epígrafe “A las Ninfas”, que antes de 1999 no había sido asociada al yacimiento por los excavadores.
Finalmente la autora sugiere que el carácter curativo vendría precisamente de los sauces del lugar, que aportan el componente primario del hoy popular ácido acetilsalicílico (aspirina). Las epidemias de fiebres que se dieron en la zona de Talavera del siglo XIX probarían este problema sanitario, y su uso en ellas.
Análisis polínicos hechos y publicados diez años después (en 2009) vendrían a comprobar el “paisaje del teónimo” previamente imaginado. Esto, junto con buenas fotos en color del mosaico, se encuentra en la Addenda (1-8) que ahora se ha añadido al final del estudio.