El principe feliz y otros cuentos
Por Oscar Wilde
()
Información de este libro electrónico
Publicada por primera vez en 1888, esta colección de cuentos permite observar la grandeza literaria de la que era capaz Wilde, y de su profundo entendimiento del ser humano. Amor, odio, vanidad, egoísmo, amistad, desinterés, humildad, son algunos de los sentimientos que encontraremos en estas páginas, lo que nos llevará a la reflexión y al goce literario. Un clásico de la literatura universal que todos debemos leer.
Oscar Wilde
Born in Ireland in 1856, Oscar Wilde was a noted essayist, playwright, fairy tale writer and poet, as well as an early leader of the Aesthetic Movement. His plays include: An Ideal Husband, Salome, A Woman of No Importance, and Lady Windermere's Fan. Among his best known stories are The Picture of Dorian Gray and The Canterville Ghost.
Relacionado con El principe feliz y otros cuentos
Libros electrónicos relacionados
Las Veladas de Dikanka Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl príncipe feliz y otros cuentos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Ruiseñor y la rosa y otros cuentos Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Quien calla otorga Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMujercitas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El enfermo imaginario Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl fantasma de la ópera Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSubsole - El hallazgo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Obras de Edgar Allan Poe: Biblioteca de Grandes Escritores Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesViaje Al Centro De La Tierra Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Canción de Navidad Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Extraño Caso Del Dr. Jekyll y Mr. Hyde Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un capitán de quince años Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLas mil y una noches Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El sueño de una noche de verano Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El fantasma de Canterville Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Las aventuras de Sherlock Holmes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAlrededor de la Luna Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Retrato De Dorian Gray Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Ana Karenina Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las aventuras de Tom Sawyer Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos de los reinos inquietos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cuentos de amor de locura y de muerte Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Romeo y Julieta: Tragedia clásica Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl príncipe y el mendigo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El collar de la reina Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Cid Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Barril De Amontillado Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El escarabajo de oro Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cuando tus ojos me miran Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Relatos cortos para usted
Cuentos infantiles de ayer y de hoy Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Hechizos de pasión, amor y magia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El reino de los cielos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Me encanta el sexo - mujeres hermosas y eroticas calientes: Kinky historias eróticas Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El profeta Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El césped Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El ruiseñor y la rosa Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Un lugar soleado para gente sombría Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Periferia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Las cosas que perdimos en el fuego Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Vamos a tener sexo juntos - Historias de sexo: Historias eróticas Novela erótica Romance erótico sin censura español Calificación: 3 de 5 estrellas3/5EL GATO NEGRO Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Desayuno en Tiffany's Calificación: 4 de 5 estrellas4/5A las dos serán las tres Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Los mil y un fantasmas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Donantes de sueño Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El huésped y otros relatos siniestros Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos. Antón Chéjov Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cuentos de Canterbury: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Licenciado, las hadas y otros cuentos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos de horror Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Perras de reserva Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El psicólogo en casa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los divagantes Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Mejores Cuentos de Isaac Asimov Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos reunidos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Horacio Quiroga, sus mejores cuentos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMagia negra Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAlguien que te quiera con todas tus heridas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El eterno viajero Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Categorías relacionadas
Comentarios para El principe feliz y otros cuentos
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
El principe feliz y otros cuentos - Oscar Wilde
Índice
El príncipe feliz
El ruiseñor y la rosa
El gigante egoísta
El amigo fiel
El famoso cohete
El príncipe feliz
En lo más alto de la ciudad, sobre una pequeña columna se alzaba la estatua del Príncipe Feliz. Estaba revestida toda de madreselva de oro fino. Tenía, a modo de ojos, dos centelleantes zafiros y un gran rubí rojo ardía en el puño de su espada. Por todo ello era muy admirada.
—Es tan hermoso —indicó uno de los miembros del Consejo que deseaba hacerse una reputación de conocedor en el arte—. Aunque quizá no es tan útil —añadió, temiendo que le tomaran por un hombre poco práctico.
Y ciertamente no lo era.
—¿Por qué no eres como el Príncipe Feliz? —preguntaba una madre cariñosa a su hijito, que pedía la luna.
El Príncipe Feliz nunca hubiera pensado pedir algo en voz alta.
—Me hace dichoso ver que hay en el mundo alguien que es completamente feliz —murmuraba un hombre fracasado, contemplando la estatua maravillosa.
—En verdad parece un ángel —decían los niños hospicianos al salir de la catedral, vestidos con sus soberbias capas escarlatas y sus bonitas chaquetas blancas.
—¿De dónde lo conoces —replicaba el profesor de matemáticas—, si no has visto uno nunca?
—¡Oh! Los hemos visto en sueños —respondieron los niños.
Y el profesor de matemáticas fruncía las cejas, adoptando un severo aspecto, porque no podía aprobar que unos niños se permitiesen soñar.
Una noche voló una golondrinita sin descanso hacia la ciudad. Seis semanas antes habían partido sus amigas para Egipto, pero ella se quedó atrás. Estaba enamorada del más hermoso de los juncos. Lo encontró al comienzo de la primavera, cuando volaba sobre el río persiguiendo a una gran mariposa amarilla, y su talle esbelto la atrajo de tal modo que se detuvo para hablarle.
—¿Quieres que te ame? —dijo la Golondrina, que no se andaba nunca con rodeos.
Y el Junco le hizo un profundo saludo.
Entonces la Golondrina revoloteó a su alrededor rozando el agua con sus alas y trazando estelas de plata. Era su manera de hacer la corte. Y así transcurrió todo el verano.
—Es un enamoramiento ridículo —gorjeaban las otras golondrinas—. Ese Junco es un pobretón y tiene demasiada familia.
Y en efecto, el río estaba todo cubierto de juncos.
Cuando llegó el otoño, todas las golondrinas emprendieron el vuelo.
Una vez que se fueron sus amigas, se sintió muy sola y empezó a cansarse de su amante.
—No sabe hablar —decía ella—. Además temo que sea in-constante porque coquetea sin cesar con la brisa.
Y sí, cuantas veces soplaba la brisa, el Junco multiplicaba sus más graciosas reverencias.
—Veo que es muy casero —murmuraba la Golondrina—. A mí me gustan los viajes. Por lo tanto, al que me ame, le debe gustar viajar conmigo.
—¿Quieres seguirme? —preguntó por último la Golondrina al Junco.
Pero el Junco movió la cabeza; estaba demasiado atado a su hogar.
—¡Te has burlado de mí! —le gritó la Golondrina—. Me marcho a las pirámides. ¡Adiós!
Y la Golondrina se fue.
Voló durante todo el día y al caer la noche llegó a la ciudad.
—¿Dónde buscaré un abrigo? —se dijo—. Supongo que la ciudad habrá hecho preparativos para recibirme.
Entonces divisó la estatua sobre la columna.
—Voy a cobijarme allí —gritó—. El sitio es bonito. Hay mucho aire fresco.
Y se dejó caer justo a los pies del Príncipe Feliz.
—Tengo una habitación dorada —se dijo susurrando, después de mirar a su alrededor.
Y se dispuso a dormir. Pero al ir a colocar su cabeza bajo el ala, he aquí que le cayó encima una pesada gota de agua.
—¡Qué curioso! —exclamó—. No hay una sola nube en el cielo, las estrellas están claras y brillantes, ¡y sin embargo llueve! El clima del norte de Europa es verdaderamente extraño. Al Junco le gustaba la lluvia; pero en él era puro egoísmo.
Entonces cayó una nueva gota.
—¿Para qué sirve una estatua si no resguarda de la lluvia? —dijo la Golondrina—. Voy a buscar un buen copete de chimenea.
Y se dispuso a volar más lejos. Pero antes de que abriese las alas, cayó una tercera gota.
La Golondrina miró hacia arriba y vio... ¡Ah, lo que vio!
Los ojos del Príncipe Feliz estaban arrasados de lágrimas, que corrían sobre sus mejillas de oro.
Su faz era tan bella a la luz de la luna, que la Golondrinita sintiose llena de piedad.
—¿Quién eres? —dijo.
—Soy el Príncipe Feliz.
—Entonces, ¿por qué lloras de ese modo? —preguntó la