Las rutas de Marte
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Las rutas de Marte es una novela de Ciencia Ficción ambientada 150 años en el futuro, mostrándonos tecnologías e inventos que están actualmente en fase de investigación: Tras varios años de tensa calma en el panorama político los acontecimientos están a punto de dar un giro dramático. Ajenos a todo esto, los jóvenes protagonistas vivirán cada uno una aventura que acabará confluyendo en el punto en el que el destino del Sistema dependerá de sus decisiones.
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Las rutas de Marte - Daniel López García de la Barrera
Las Rutas de Marte
D.Barrera
La ruta de la Luna
1
Ya hace 100 años que la genial doctora Eva López descubrió, con ayuda de su marido Damon Stroker la manera de retroalimentar con la energía contenida por un campo magnético el sistema de refrigeración que convierte la aleación de Stroker—Bierhoff en superconductora, permitiendo estabilizar los campos magnéticos de contención de una reacción de fusión.
Este extraordinario descubrimiento cambió radicalmente la historia de la humanidad.
La sorprendente decisión de colgar en la red el diseño del sistema López—Stroker en lugar de patentarlo hizo que en sólo 10 años la realidad económica del mundo diese un giro completo acabando con la dependencia de la engorrosa energía nuclear de fisión o de las centrales térmicas de combustión.
Este nuevo invento no sólo revitalizó unos mercados en crisis total sino que equilibró la balanza económica en el mundo, generando una nueva realidad en política internacional. La Unión Europea, en un sabio movimiento político, permitió la adhesión de los países centroafricanos a la unión cuando éstos apenas cumplían los requisitos mínimos. Ésta decisión fue el primer paso hacia la primera guerra civil mundial. Sin embargo, los expertos actuales están de acuerdo en admitir que, pese a dicha guerra, el proceso de Adhesión Temprana fue imprescindible para que posteriormente germinase la semilla de lo que hoy es la Federación Internacional.
Angela —pronunciado con acento en la e y gue —observó el texto en el visor de su ip3.0 nano® [1] y sonrió asintiendo para sí. Firmó el trabajo y lo actualizó en la base de datos de la clase. Esperó un segundo, dos, tres y empezó a impacientarse. A los cinco segundos se levantó con el ceño fruncido y los brazos en jarras y salió corriendo de su pequeña habitación en dirección al despacho de su padre.
Estaba tan enfadada que no llamó para entrar, así que se quedó helada cuando la cara de su padre le hizo darse cuenta de lo que había hecho.
—Yo, yo… —balbució.
—¡Angela! Ya tienes 9 años. No puede ser que continúes portándote como una niña pequeña y consentida. Tsschhhh! —le hizo callar con un gesto enérgico del dedo índice —me da igual lo indignada que estés. Sí, ya veo que es muy importante pero me da lo mismo. No voy a escucharte. Así aprenderás a dejar los sentimientos a un lado y a tratar a los demás con el respeto que merecen. ¡Adiós! —Y giró su sillón para encararse de nuevo a la pantalla de su ip2.5 de pared [2] mientras se envaraba en el asiento y miraba por el rabillo del ojo. Angela le miró con furia pero ni por un momento se atrevió a decir nada más. Ya sabía lo que pasaría si trataba de decir la última palabra… y ya sólo le faltaban tres créditos para poder comprarse un Hamster hipoalergénico así que todavía con los brazos en jarras y los labios aún más contraídos abandonó el despacho, eso sí tirando de la puerta corredera con fuerza para dar un buen portazo y que quedase clara su indignación… por si acaso.
10 minutos después Angela ya había cambiado de asignatura, sólo le quedaban dos tareas y podría coger el tobogán hacia la zona de recreo e interacción. Casi siempre solía ser de las primeras de la sección en terminar las tareas diarias. Le gustaba madrugar porque así llegaba primera al recreo y tenían toda la zona de interacción para ella y su amigo Peter Sertchvawsky. Bueno, y para la pesada de Malene Wu, ella no terminaba sus tareas antes de bajar al recreo. Como su papá era un Hippie (significase lo que eso significase) le dejaba bajar al recreo antes y luego hacer las tareas. Volvió a elevar el labio superior en un gesto de asco… esa repipi.
De repente un cambio de color en la pantalla le llamó la atención. ¡Por fín! Habían tardado 10 minutos en corregir la redacción. Eso era inaudito. Nunca tardaban más de 10 segundos ¡Cómo iba a mantener su ritmo de estudio y convertirse en la novena alumna más joven en superar la educación de contenidos obligatorios mediante el método telemático (sólo en las zonas agrícolas de la Tierra continuaban estudiando de manera presencial) si costaba 10 minutos corregir cada actividad guiada telemáticamente que tenía que realizar! Abrió el correo de corrección y comenzó a leer:
"Lamentamos el retraso en enviar la corrección. El corrector automático detectó deficiencias en los parámetros establecidos y remitió una copia al profesorado del distrito central para que un profesor realizase el análisis. – Angela se sorprendió un poco ante la noticia, nunca antes le había ocurrido esto pero sabía que era algo relativamente habitual y supuso que las deficiencias serían leves. —A continuación se muestran los resultados y sugerencias de la evaluación del contenido:
1: Revisión ortográfica o gramatical: El módulo de corrección ortográfica no documenta ningún error ortográfico o gramatical. – Angela sonrió para sí, nunca solía cometer esos fallos.
2: Revisión del contenido. El contenido se ajusta a los parámetros exigidos – la sonrisa continuaba en su sitio y ahora, además, se le unía un pequeño contoneo de hombros
3: Revisión de la objetividad: El texto se considera mesurado, ponderado, suficientemente neutro y suficientemente documentado.
4: Revisión del estilo del discurso: El estilo se considera apropiado al nivel exigible.—Angela estaba satisfecha, era el resultado habitual en sus trabajos"
Angela se sorprendió ante la presencia de un apartado adicional:
5: Sugerencias: Teniendo en cuenta el historial de resultados obtenidos por la alumna Angela Tudor Soltsven el profesorado considera que resultaría exigible a su nivel de redacción la utilización de referencias a que la dependencia de las centrales energéticas no fue suprimida sino sustituida por la dependencia de las centrales térmicas de fusión. En este punto, si la alumna lo considera oportuno podría haber matizado dicha aseveración haciendo referencia al uso de la energía solar en las naves o a la pequeña diversidad energética que representa el 1% de energía hidráulica y eólica utilizada en las pequeñas plantas de producción agrícola que se encuentran en el planeta. Es importante hacer notar que la alumna no ha mencionado ni por un momento, el hecho de que, aunque no tenga nada que ver con el descubrimiento de Eva López, la implantación del transporte y almacenamiento de energía via electromagnética sin cables fue prácticamente simultáneo a la implantación de las nuevas centrales energéticas contribuyendo de forma importante a la supresión de las antiguas estructuras. Asimismo, con el objetivo de maximizar la nota obtenida, la alumna debería haber mencionado los denodados esfuerzos de la comunidad científica por estudiar la posibilidad de generar energía de forma eficiente a partir de antimateria con el fin de garantizar la diversidad energética y, por ende, la liberalización de la economía basada en la escasez del Stroker—Bierhoff. Finalmente la alumna debería haber puesto de manifiesto que, a raíz de la creación del Impatente de López—Stroker, la economía mundial pasó a estar dominada por la búsqueda de los metales necesarios para la generación de dicha aleación lo que provocó tanto la carrera espacial en busca de asteroides o yacimientos en planetas del sistema solar, como la inflación de los precios de artículos como las autonaves espaciales unifamiliares, el escudo de defensa personal o el aerodeslizador manteniendo la necesidad de utilizar tecnologías arcáicas como los coches de hidrógeno y la imprescindible red de hidrogeneras distribuidas por las zonas agrícolas del planeta, donde la red de recarga wire—O no está aún completamente establecida[3] .
Angela bufó indignada: —¡Pero todo eso no tiene importancia! Ahora que se van a explotar los yacimientos encontrados en Júpiter se va a dar un nuevo cambio a la economía. Eso lo sabía todo el mundo y no entraba dentro de los parámetros del trabajo.
Dijo en alto, RESPONDER.
Ante ella apareció la pantalla del correo de respuesta. Empezó a dictar en alto pero enseguida apareció el mensaje en la pantalla. PROHIBIDO EL USO DEL DICTÁFONO. OBJETIVO: GARANTIZAR LA CALIDAD ORTOGRÁFICA DE LA ALUMNA. ¡Maldito filtro parental!
Estaba tan enfadada que se concentró en el teclado virtual como si quisiese atravesar las teclas con la mirada. Su vista se desplazó por el teclado con una velocidad vertiginosa escribiéndose en el texto la tecla observada en cada momento y, al terminar su furiosa contestación ya se sentía un poco menos airada. Sin embargo seguía nerviosa así que decidió que, para calmarse, tenía que bajar ya a la zona de recreo, ya terminaría sus tareas más tarde, como Malene Wu. Y si su padre quería quejarse… que se quejase, ya era mayorcita para tomar sus decisiones.
Angela salió corriendo del apartamento, bajó las escaleras y salió a la plaza formada por los seis altos edificios grises iguales entre sí. La intensa luz del mediodía simulado bañaba la plaza, que tenía forma de pentágono casi perfecto en que los edificios estaban agrupados de dos en dos en tres de los lados. Los otros dos lados, que formaban la punta del pentágono tenían amplias escaleras que bajaban hacia la plataforma central de la nave, que tenía una amplia zona verde de huertos y jardines y en cuyo centro se encontraban los edificios institucionales. Este tipo de estructura se reproducía a lo largo de todo el perímetro de la plataforma central que constituía la ciudad de la nave.
Siguió corriendo hacia una de las escaleras principales. Allí evitó las escaleras mecánicas, el ascensor y las escaleras normales y se decidió por uno de los toboganes que llevaban directamente hacia la zona de recreo. La fuerza de la costumbre hizo que no se fijara en la cúpula de metacristal tintado que cubría toda la ciudad y que no se parase a mirar las estrellas. Si lo hubiese hecho, habría visto lo que tantas otras veces, que las estrellas giraban en el firmamento a una enorme velocidad. Una niña de seis años tal vez podría haberse preguntado por qué, pero Angela ya tenía nueve años así que, no sólo sabía que ese movimiento se debía a que toda la estructura de la ciudad giraba sobre el eje central de la nave sino que era perfectamente capaz de hacer las cuentas matemáticas que demostrasen que el periodo de giro era tal que, desde el punto de vista de los que estaban en el nivel cero de la nave, la aceleración centrífuga originada por el giro fuera exactamente igual que la gravedad en la superficie de la Tierra[4] . De todas formas, precisamente porque ya tenía nueve años, de vez en cuando seguía preguntándose para qué hacer tal gasto de energía, cuando era mucho más divertida y práctica la ingravidez, como bien habían experimentado en la excursión semanal conjunta de todos los alumnos de la nave de hace dos meses cuando visitaron la proa y la popa de la nave (las partes que no giraban de la estructura) en las que no había gravedad artificial o como en los pisos más altos de cada edificio de la nave, donde, de un salto, podías llegar hasta el otro extremo del pasillo, igual que pasaba en las lunas o en Marte.
2
Mark Hammer era el piloto de la Intrépida, la nave de reconocimiento a bordo de la nave—ciudad Europa V. En estos momentos volvía de una rápida visita a uno de los asteroides más grandes fuera del cinturón, a donde le habían mandado para que los mineros hiciesen una prospección en busca de yacimientos.
Mark continúo las maniobras de aproximación con la maestría y la desgana que favorecen cientos de repeticiones de la misma tarea. La Europa V era un crucero de la clase MicroU, el más grande con diferencia de entre los miles que viajaban continuamente por las rutas interplanetarias habituales en los meses en que éstas estaban abiertas [5].
En uno de los momentos de tranquilidad dejó que su vista se pasease distraídamente por la ventanilla para contemplar la Europa V. La nave en sí misma parecía un enorme Zeppelín. En la parte delantera se encontraban la zona de mando, la cabina y la zona militarizada en la que también estaban los representantes del gobierno de la Federación. En la parte central, la parte más gruesa, se encontraba la plataforma giratoria que contenía la ciudad y las más de setenta mil almas mientras que la parte de atrás contenía los impresionantes motores que se utilizaban durante las maniobras de salida y entrada en órbitas y que aprovechaban los pocos desperdicios no reciclados generados por la nave como sistema de propulsión [6].
Con un último toque del joystick la lanzadera terminó su aproximación hacia la proa de la nave y fue engullida por una de las enormes compuertas de anclaje. Era la centésima vez que hacía la misma maniobra en los últimos tres años, los que había durado el viaje desde Europa (la luna de Júpiter) hacia la Tierra. Antes de eso, sus únicos viajes habían sido visitas rutinarias de revisión y censo de las estructuras superficiales artificiales. Entre estructuras gubernamentales, naves ancladas de manera semipermanente y pequeñas estructuras agrícolas promovidas por magnates particulares ya había más de cincuenta mil habitantes en Ganímedes. No era gran cosa comparado con el medio millón que había en la Luna o con los cinco y seis millones que había en las grandes explotaciones mineras de Marte y Vénus, pero era mucho más de lo que había hacía apenas cinco años cuando se descubrieron los primeros yacimientos en el interior del núcleo de Júpiter.
Pero lo que importaba no era cuanta gente había en esos planetas. Lo que importaba era que, después de un año de misión en Europa (el satélite de Júpiter con el mismo nombre que la nave) y los viajes mensuales que había tenido que realizar a las otras tres lunas: Ío, Calisto, Ganímedes y al propio Júpiter, cuando por fin volviese a casa, él, Mark Hammer del distrito 5 de la zona agraria Centro—sur del estado de Oklahoma, a sus treinta y seis años, habría puesto su pie en los 9 planetas y satélites habitados por el hombre.
3
Tres meses antes
—Aquel que olvida su pasado está condenado a repetirlo…
Harold Gunneroy exhortaba a las masas con voz apremiante. Según los medios, en aquel meeting su partido político se jugaba el todo por el todo. Todas las pantallas de información del planeta mostraban las imágenes en directo con el titular Partido Agrícola de Marte: El discurso por la independencia pone fin a la campaña presidencial
.
— … tenemos que ser autosuficientes, no podemos, no debemos hacer que sean en vano todos los sacrificios que se han hecho. Nunca debemos dejar de recordar lo que ocurrió en la Tierra a finales del siglo pasado. No podemos permitir un crecimiento ilimitado en un planeta limitado. Por eso, es imprescindible atajar el problema de raíz y acabar con las limitaciones que impone nuestra situación. No puede ser que nuestro alimento dependa de otros que no seamos nosotros. Cuando salga elegido…
El mandatario se dirigía con vehemencia a su audiencia. Su pasión era fruto de los años de entrenamiento que le habían permitido aprender a redirigir sus frustraciones en forma de enérgicas arengas al electorado y ahora estaba siendo especialmente enérgico. El motivo era que el discurso le salía de memoria, y las emociones las proporcionaba el recuerdo de la reunión que había tenido lugar esa misma mañana. Sus homólogos de la Tierra tenían cogido al gobierno por donde duele, por el estómago. Pero habían apretado demasiado y el clima político se había crispado. Se hablaba de estado de excepción, de posible ocupación militar y hasta de rumores de guerra. Una guerra en la Tierra sería fatal para Marte. Por supuesto, el público no sabía nada de todo esto, y así debía continuar. Lo único que el electorado marciano sabía era que había ciertos productos que no eran directamente fabricados en El Planeta Rojo, lo que no sospechaban es que el 80% del alimento que tomaban provenía de las plantaciones terrestres.
En muchas ocasiones el candidato a presidente se encontraba a sí mismo reflexionando sobre la ironía de que, con el dominio de las matemáticas que tenía el votante medio, nadie se diese cuenta de que la superficie cultivada en las naves y las plataformas planetarias no era, ni por asomo, tan grande como la superficie habitable o la superficie industrializada.
4
Un parpadeo de su ip nano advirtió a Angela de que tenía un correo nuevo. Normalmente no lo hubiese leído de inmediato pero la excusa era fantástica así que, girando el cuello y levantando las cejas miró a su oponente (el aún—más—repelente—que—su—hermana James Wu) y anunció con toda la sofisticación de que fue capaz.
— Tendremos que dejarlo para otra ocasión. Estoy esperando noticias importantes.
Dicho esto, se levantó despaciosamente de la mesa en la que estaba proyectado el tablero de ajedrez y al hacerlo sus fichas desaparecieron (para deleite de Angela que en realidad iba perdiendo). Sacó un poco el labio inferior hacia fuera y enarcó las cejas un poco más, como quitándole importancia pero, como no creía haber dejado suficientemente clara la importancia de sus cosas y sus mensajes personales que no incumbían a nadie más y por mucho que le preguntasen no iba a contestar que se trataba de secretos que sólo las diez alumnas más jóvenes en superar la educación de contenidos obligatorios mediante el método telemático podían saber. Como no había dejado del todo claro aquel punto ya que nadie le preguntaba qué era aquello tan super secreto e importante que le impedía completar los insulsos juegos de niños que jugaban los demás, hizo un impactante (ella pensó que sería impactante) giro del cuello, que hizo que su media melena rubia crease un gracioso molinillo y, a buen seguro, generase unos brillantes destellos dorados que subrayasen su desprecio. Después, con zancadas precisas y eficientes, marcadas con el tacón al ritmo de los legionarios, abandonó el pequeño trozo del jardín central enmarcado por cuatro cerezos en que se encontraba la mesa de proyección, para irse a sentar dos bancos más allá, justo a la vista de todos, para proyectar la pantalla de su ip a 1 metro de su cara (mucho más lejos de lo necesario para leer y, por tanto, mucho más grande y gastando más energía de lo que las instrucciones recomendaban para el uso y lectura de archivos personales, pero también mucho más impactante, como correspondía a los asuntos de una persona tan importante como ella). Hecho esto comenzó a leer descuidadamente esperando que fuera alguna oferta de actividades extracurriculares especial para alumnas (en algún momento tendría que llegarle alguna). Su sorpresa fue máxima cuando empezó a leer y comprobó que, por una vez, tenía razón.
Estimada alumna Angela Tudor Soltsven:
Es un honor comunicarle que su disertación Los pozos de Júpiter, el futuro de la sostenibilidad a largo plazo
ha resultado ganadora del concurso interescolar del distrito. El galardón, según lo anunciado en las bases del concurso, incluye un pasaje en el viaje de la lanzadera programado para el día 15 de junio del año en curso a las 18:00 horas con destino a la Tierra. Durante el trayecto, la alumna podrá entrevistar al presidente marciano Harold Gunneroy. La entrevista será publicada en la Gaceta Interna de la Flota Regular (GIFR)…
Angela apagó el ip y se levantó de un salto. Temblaba de la emoción. Incluso dio un par de cortos saltitos nerviosos. No sabía hacia donde salir corriendo. Finalmente se decidió. Salió corriendo a toda prisa hacia casa pero eso sí, antes dio un innecesario rodeo para pasar corriendo por delante de sus compañeros de recreo y, andando hacia atrás agitando mucho los brazos (y ralentizándose a cada paso para que su audiencia no pudiera perderse cada una de sus importantes palabras pero sin dejar de andar para dejar claro la imperiosidad del asunto) darles la explicación de que, evidentemente, no podía pararse a hablar porque la comandancia había solicitado su presencia para un asunto del máximo interés. Necesitaban que hiciese una entrevista a un importante político extranjero y claro, como sólo quedaban tres días, tenían que discutir los pormenores.
En cuanto hubo terminado de dejar a todos con la boca abierta (en realidad no les había visto abrir la boca pero estaba segura de que era porque la estupefacción no se lo había permitido) salió corriendo a toda prisa para ir a decírselo a su padre.
5
Angela estaba emocionada con todo el tema de la entrevista. La verdad es que le hubiese hecho más ilusión entrevistar a un científico reputado o, si no, a uno de esos chiflados que hablaban de la posibilidad de hacer viajes interestelares, viajes en el tiempo y cosas de ese estilo. Cualquiera de esas figuras le hubiera dado mucho más juego a su entrevista pero, ella era una profesional. Bueno, en realidad no era profesional, evidentemente, pero sin duda lo sería en un futuro y esas cosas seguro que se llevaban en la sangre. En fin, ya hacía tres horas que investigaba todo lo que había en la hemeroteca online sobre el tal Harold Gunneroy pero no había conseguido encontrar nada de miga
para su super—entrevista.
A nivel personal el hombre era de lo más normalito. Nacido en Bruselas (al parecer una ciudad de Europa, Europa la de la Tierra, no la de Júpiter, claro) hacía 52 años estaba casado desde hacía 20 con una mujer de la que no había dato alguno y no había tenido hijos. A nivel político el hombre había ascendido como la espuma. Sus notas le habían permitido estar entre los primeros puestos de su promoción y así elegir la carrera profesional que prefirió, enseguida se decantó por el estudio de las leyes y la sociología y, a los 20 años ya era tesorero de la sección europea del Partido Agrícola. Podía empezar la entrevista por ahí, tal vez destacando las similitudes entre la carrera del político y la suya propia… sí, algo así podría funcionar, empezar destacando el lado humano del político para luego ahondar en su mensaje.
El mensaje. Lo del mensaje tenía que ser la parte fuerte de la entrevista pero no tenía ni idea de cómo enfocarlo. Al principio el político había sido muy beligerante, luchando por los derechos de los pequeños agricultores y, contra todo pronóstico, logrando enseguida un apoyo masivo para ser nombrado presidente del partido y, además, ganar, por primera vez en la historia del partido unas elecciones en Europa. Pero, justo cuando estaba en la cumbre, lo había abandonado todo para formar una nueva sección del partido en las recién implantadas colonias marcianas… un lugar en el que no había ninguna granja ni ningún terreno cultivable… y aún así había conseguido sacar una concejalía en el gobierno y en las últimas elecciones… ¡Hacerse presidente!
Las malas lenguas decían que era un radical, que ganaba adeptos entre la gente más violenta y que sus discursos siempre trataban de enardecer los ánimos aprovechándose de las situaciones de inestabilidad… más o menos lo que se decía de todos los políticos que tenían un poco de carisma. Angela miró hacia arriba mientras sacaba los labios hacia fuera y luego se volcó sobre su teclado visual proyectable sacando la lengua hacia la izquierda y hacia arriba y asintiendo con cada palabra que se plasmaba en su pantalla.
6
Y por fin llegó el gran día. Angela estaba engalanada con su mejor vestido [7] . Había soñado todos los detalles del día las últimas noches. En su cabeza estaba planeado cada segundo, cada posible variación sobre los detalles había sido minuciosamente imaginada y preparada.
Aspiró hondo y cruzó la puerta del edificio principal del Distrito Escolar. Lo primero que hizo fue fruncir el ceño ante la ausencia de ningún guía que la acompañase hasta el despacho de la directora o algo así. De hecho, ante la ausencia de cualquier tipo de vida. El interior del edificio era sombrío y fresco, como el de todos los edificios de la nave. Introdujo en el teclado de la máquina de recepción la dirección que ponía el correo que le habían enviado y empezó a seguir la guía de los indicadores luminosos que parpadeaban en cada esquina por la que debía girar y cada diez metros de tramo recto. Angela deambulaba por los grises corredores alumbrada sólo por la eficiente luz que la acompañaba. Se concentró en el hecho de que, otra niña que no hubiese sido ella hubiera estado aterrada por la situación y la total ausencia de cualquier persona en el edificio, pero ella era mayor, ella era mayor, las niñas mayores no tienen miedo, las niñas mayores no tienen miedo, las niñas… a cada paso Angela aceleraba el ritmo. En un momento dado (podían haber pasado un minuto o veinte desde que entró en el edificio, ya no lo sabía) vio una luz que indicaba un lavabo. La niña miró la puerta con la desesperación pintada en su cara. Dudó unos segundos, debatiéndose entre la imperiosa necesidad que la empujaba a entrar y el terrible terror que la impedía hacerlo. Las necesidades biológicas se impusieron. Corrió adentro, y treinta segundos después ya estaba fuera otra vez.
Un poco más tranquila respiró hondo, dobló la última esquina en pos de la flecha luminosa que indicaba su destino y se encontró ante una puerta iluminada cuyo letrero indicaba… Asia Linda, profesora adjunta.
¿¿¿¡¡¡PROFESORA ADJUNTA!!!??? Angela bramó indignada. Toda su frustración se volcó en aquél insulto. Ella era Angela Tudor Soltsven y había venido a que la directora y un séquito modesto (con cinco o seis profesores titulares y algún catedrático bastaría) le diera la bienvenida y la acompañasen en un transporte especial hasta el hangar y hasta la mismísima cubierta de despegue—aterrizaje si era necesario. Abrió la puerta sin llamar y estaba dispuesta a gritarle a aquella secretaria venida a más cuando… estaba vacío. No podía estar vacío, su ip indicaba las 9:29 y la reunión estaba programada para las 9:30. Inmediatamente un gusano de ansiedad comenzó a subirle desde el estómago hasta la garganta. Repasó el correo de arriba abajo, la fecha, la hora, el lugar… La puerta se abrió tras de sí y apareció una chica joven y delgada de unos veintipocos años con rasgos asiáticos. No era muy alta pero tampoco bajita, tenía el peso muy liso y castaño y su media melena estaba recortada en ángulo recto a la altura de los hombros.
Asia sonrió a la niña.
— Ah, ya estás aquí. Buenos días Angela, yo soy Asia.
— Yo, yo…— No sabía muy bien qué le pasaba. Hace un segundo estaba decidida a decirle a aquella señorita todo lo que se merecía pero, algo en su tono de voz y en la calidez de su sonrisa sincera la había desmontado…
—Buenos días, señorita Linda.
—¿Ya estás lista?
—Yo… eh… sí. —dió unos seguros golpecitos a su mochilita rosa y sonrió para sí, ya empezaba a recordar para qué había venido —Lo tengo todo preparado.
—Bien. Entonces vamos.
Asia cogió una bolsa de cuero que reposaba sobre su mesa y salieron juntas del despacho. La profesora sonrió una vez más a la niña y le ofreció la mano. Fue un gesto automático y muy natural así que Angela la cogió sin pensarlo y, sólo cuando ya lo había hecho se dio cuenta de que hacía mucho que nadie la llevaba de la mano, ya no tenía edad para esas cosas y, sin embargo, no la soltó durante todo el camino que duró el recorrido hasta la salida del edificio. Ya en la calle, con la luz artificial mucho más intensa y cálida, aprovechó el momento en que Asia sacó un papel [8] de su bolso para mirar la dirección del hangar para soltarse. Allí ya podía verla alguien.
Tras examinar el papel durante unos minutos la señorita Asia por fin se decidió por una de las plataformas de lanzamiento y esperaron a que una cápsula llegase hasta su posición. Se montaron y dejaron que la cabina las transportase, en cosa de un minuto desde el centro hasta la zona exterior, donde se encontraba el puerto.
Bajaron de la cabina a pocos metros de la lanzadera. La verdad es que Angela esperaba mucha más fanfarria y protocolo, como un comité de despedida o una banda tocando… Nada de esto estaba saliendo como ella lo había planeado. Los únicos detalles que encajaban con lo que había imaginado eran la propia lanzadera [9] y el tipo del traje negro y las gafas de sol que esperaba al pie de la escalerilla. Se centró en estos dos detalles conocidos para tratar de retomar los mandos de la situación. Se alisó el vestido con cuidado y echó a andar con paso firme y seguro.
Según lo previsto, el guardia, super serio y profesional debería examinar con expresión ceñuda y los labios muy salidos hacia fuera las credenciales que la profesora le entregaría, después, con un leve ademán de la cabeza indicaría que subiesen la escalerilla. Todo esto manteniendo siempre su actitud distante, escondido tras sus gafas de sol.
Sin embargo, incluso esto salió mal. El tipo, lejos de mantenerse firme y estático dio un repaso de arriba abajo a la profesora y su gesto, en lugar de firme y sólido tenía algo de desagradable, sólo le faltaba babear. Y aún lo estropeó más cuando (seguro que con el fin de ganarse un poco a Asia) el tipo se agachó con una sonrisa estúpida e hizo gestos a Angela para que se acercase y así acariciarle la cabeza… ¡Ni que fuera un perro!
Tres