Draper, Susana - Ciudad Posletrada PDF
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Vol.
LXIX,
Nm.
202,
Enero-Marzo
2003,
31-49
I. ACERCAMIENTO A UNA PECULIAR REPBLICA DE LAS LETRAS La Repblica de Platn fue el suplemento cultural del peridico uruguayo La Repblica durante dos aos (1993-1995).1 A lo largo de ochenta y dos nmeros escritos con acidez, irona y creatividad, Platn se instal en la repblica de las letras como ejercicio crtico semanal que postulaba al lector la necesidad de poder plantear y responder dnde estamos, en qu momento, para saber despus qu hacer (Cmo se filosofa). Para abordar Platn es necesario destacar ese impulso cartogrfico, es decir, su obsesin con la idea de localizar al lector dentro de un panorama determinado, a lo que se sumaba la creacin de taxonomas sobre estilos de escrituras, programas televisivos importados, noticieros, etc. Desde la primer portada, el ambiente uruguayo de los tempranos noventa es presentado en relacin a ciertos cuadros del Bosco, quien sirve de modelo para pintar la compresin espacial (que caracterizar a la ciudad posletrada) y la rareza hbrida de los monstruos (que caracterizar a los mutantes platnicos). Adems de provocar extraamiento, la comparacin del ambiente con tales cuadros ilustraba un rasgo con el que el suplemento caracterizara al mundo pos-restauratorio (1990-1994): la dificultad de establecer miradas panormicas y comprensivas del conjunto. En este sentido, Platn combin un tipo de anlisis microscpico (una cmara casi encima de su objeto) con otro ms bien panormico, que haca uso de mltiples catlogos de expresiones sociales.2 Esos mapas cognitivos que la escritura del suplemento propuso a travs de diferentes herramientas crticas caseras, llenaban un cierto hueco respecto a tpicos que no eran demasiado tratados por la prensa cotidiana o por los mundos intelectuales de los tempranos aos noventa. Platn fue financiado totalmente por el peridico La Repblica, en ese momento el nico rgano de prensa diaria de corte progresista con una tirada considerable que
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De ahora en ms me referir al suplemento como Platn. El suplemento invent diferentes clasificaciones para abordar los programas televisivos nacionales e importados, los libros del momento, etc. Con cierto aire de Aguafuertes porteas, se escribi tambin acerca de diferentes personajes perifricos que comnmente se catalogan como terrajas, pochos, carlitos, etc. Este afn taxonmico incluy una diferenciacin entre varios registros de escritura y de lectores.
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competa con El pas, el ms ledo. El suplemento se publicaba semanalmente y se distribua de forma gratuita en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin (Universidad de la Repblica). La composicin y atrevimiento con que se escriba, produjo cierto malestar en el medio intelectual acadmico, al tratarse de una escritura irreverente que mezclaba de un modo original una jerga terica actualizada con una multiplicidad de lenguajes alternativos extrados de letras de canciones, literatura, jerga cotidiana, pelculas y bailantas.3 A cada artculo se le agregaba un cmic que interactuaba con el cuerpo textual estableciendo, en muchos casos, cierta obscenidad que era poco usual en los suplementos culturales tradicionales.4 Al mismo tiempo, ya desde el primer nmero, un artculo irnico de Alonso Miranda, titulado Cmo se reconoce hoy a un intelectual? postulaba el tipo de relacin conflictiva que el suplemento tendra con ciertos intelectuales (ms que nada universitarios). En forma discontinua, pasaron por Platn diferentes intelectuales uruguayos y extranjeros.5 Constituyeron el equipo mentor semanal Sandino Nez (editor), Mario Maciel (coordinador) y Ruben Tani, con su peculiar invencin de Mario Ferrari Brown.6 La falta de colaboradores contribuy a que proliferaran lter egos como Lautaro Lamas, Pascual Guffanti, Alonso Miranda, Martn Gmez Chans, Pablo Diez, entre otros de los
Durante el perodo de existencia del suplemento, yo era estudiante en Facultad de Humanidades. Recuerdo que con amigos leamos partes en la pequea cantina de la institucin. Muchos estudiantes de diversas disciplinas se interesaban en la publicacin, aun cuando su lectura resultaba difcil. Para algunos, Platn constituy una fuente para conocer libros que no formaban parte del programa educativo, al mismo tiempo que su tipo de escritura nomdica, en una rara conexin con lo que pasaba en el entorno, nos fascinaba por mostrarnos un tipo de prctica intelectual creadora que incorporaba los acontecimientos ms irrelevantes como excusa para pensar. Sin tener idea entonces de lo que eran los estudios culturales, la prctica realizada por el suplemento nos incitaba a leer como cultura una serie de eventos que usualmente quedaban fuera de inters. Mirar televisin, pelculas, y re-usar canciones se transform en parte de una prctica intelectual que anteriormente no tenamos en cuenta. Por otra parte, esto tambin produca un efecto negativo. Recuerdo a un profesor que lleg a la cantina con el suplemento bajo el brazo y con un tono indignado dijo ms o menos: no comprendo cmo se atreven a hacer esto, con lo que Nietzsche odiaba los peridicos! 4 No me da el espacio aqu para trabajar el rol de la obscenidad en Platn, pero al menos merece la pena ser mencionado como uno de sus rasgos. Esto se llevaba a cabo a travs de ciertos cmic y ttulos que salan un poco del usual tono de seriedad que una publicacin no-humorstica posee. La coleccin de cmic que iba saliendo en cada pgina y su conexin (a crear por el lector) con los artculos despertaron el inters de gente ms bien joven, que en algunos casos, los coleccionaba. 5 Desde Uruguay, escribieron personas de diferentes disciplinas de inters, como Gustavo Espinosa, Amir Hamed, Ricardo Viscardi, Michel Boulet, Eduardo De Armas, Gustavo Alzugaray, Fabin Jimnez, Alejandro Villagrn, Rafael Paternain, y Roberto Echavarren, entre otros. Desde el extranjero, escribieron algunos artculos Gustavo Verdesio, Gianni Vattimo, Toms Abraham, Benjamn Arditi, Christian Fernndez y Esther Daz. 6 Mario Ferrari Brown publicaba semanalmente en su propia seccin denominada Mitologas. Su escritura vagaba por siglos, pelculas viejas y nuevas, diferentes pases, y armaba en su seccin un conjunto de series sobre las que escriba como corresponsal desde otras partes del mundo (Serie de Rivarolas, Romntico crole, Grande Sertao: Veredas y Didi Lvi-Strauss, etc). Un pblico mayoritariamente juvenil le enviaba sus comentarios al poeta a travs de cartas.
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mltiples personajes inventados por el equipo platnico. Cada uno de estos personajes guard su registro diferencial y particip en casi todos los debates acontecidos en la publicacin. El estilo del suplemento tuvo una estrecha conexin con los ensayos de Amir Hamed, publicados como Retroescritura, varios de los cuales aparecieron en Platn antes de ser editados como libro en 1998. Por otra parte, bosquejos del estilo se haban iniciado en algunos artculos publicados en los aos ochenta en El Popular, rgano de prensa del Partido Comunista del Uruguay. El tipo de escritura generada por el suplemento inspir el estilo de La esttica de la oscuridad, coleccin de ensayos escritos por Alejandro Villagrn y Fabin Jimnez, publicado como libro en 1995, algunos de cuyos artculos ya haban aparecido en Platn. A travs de fichas de lectura, traducciones y fundamentalmente discurso indirecto libre, el suplemento fue un puente a travs del cual se postul la relevancia de lecturas de autores que no formaban parte de los cnones establecidos en el mbito universitario. Tal es el caso de Foucault, Deleuze, Guattari, Said, Virilio, Derrida, Jameson, Baudrillard, etc., a los que se sumaron provocativas y divergentes lecturas de Marx, adems de una revisin del pragmatismo norteamericano. A la importacin de textos se agregaba un componente crtico que reflexionaba acerca de la prtesis que esa migracin e injerto de ideas generaba al ser ledas en contextos de eventos culturales y polticos diferentes. La relevancia de Platn radica en varios elementos que se desprenden de su prctica. Por un lado, tendi un puente atendible entre el mundo intelectual de las ideas y una cantidad de eventos circundantes que eran considerados an poco nobles para ser tomados en serio por la crtica cultural. En cierta medida, elaboraron una prctica sui generis de estudios culturales uruguayos en un medio de prensa cotidiano. Por otra parte, se prioriz una comprensin de la prctica crtica como actividad esencialmente creadora, entendiendo por creatividad la habilidad de postular respuestas frente a determinados problemas. Con este timn, la pequea repblica naveg por la televisin, radio, msica, discursos polticos, pelculas y religiones. A esta temtica se le agregaba una constante reflexin, a veces sarcstica y comnmente irreverente, acerca del rol de los intelectuales y ms especficamente, del rol de la propia escritura crtica en la sociedad. Cabe destacar el modo en que se explot el espacio del suplemento cultural para transformar la labor intelectual en una prctica de reciclaje del bombardeo informativo.7 Para llevar a cabo esta tarea, se elaboraron diversas herramientas crticas locales capaces de descolonizar la digestin de productos importados y la lectura de la vida poltica y cultural del Uruguay pos-dictatorial. En este sentido, Platn se diferenci del proyecto ms bien informativo o enciclopdico que el resto de los suplementos culturales promova.8 Dentro de las herramientas crticas generadas por el suplemento se destacaron la ciudad posletrada, la lectura de la historia
El reciclaje del suplemento se diferenciaba del mero afn restauratorio que caracteriz a otra actitud cultural (ver Achugar 66-8). 8 En su estudio del periodismo cultural, Jorge Rivera menciona dos grandes tendencias que distinguiran (sin generalizar arbitrariamente) a las revistas culturales o literarias de los suplementos culturales. Mientras las primeras tienden a dar primaca a la exploracin e innovacin, los segundos, tienden a caracterizarse por la difusin o reproduccin (15-7). Siguiendo este patrn, Platn estaba ms cerca de ser una revista.
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cultural bajo la idea de un proceso constante de prtesis, la analtica del barroco como crtica de produccin y consumo y la escritura-ambiente como modo de pensar la labor intelectual en una estrecha conexin con el entorno en el cual la prctica crtica se genera. Mi propsito en este ensayo es detenerme en el modo en que se delimita el territorio de la ciudad posletrada en el suplemento. Propongo comenzar por una lectura del artculo en el cual se genera el concepto, tratando de establecer un dilogo con el entorno cultural y poltico del momento. As, centrar mi atencin en la serie de relaciones establecidas entre los cambios urbanos y la actividad intelectual para abordar el sentido de la platnica ciudad posletrada en su relacin con lo que en La ciudad letrada se defina en tanto adaptacin funcional entre las letras y los cambios del entorno (52). A travs de este desarrollo, me interesa dar una idea panormica de los rasgos que hicieron de Platn un captulo interesante en la historia de la produccin intelectual en el pas. II. LA CIUDAD POSLETRADA Y LA FICCIN DE LOS MUTANTES
No son bastante las ciudades populosas, opulentas, para probar la constancia y la intensidad de una civilizacin. La gran ciudad es, sin duda, un organismo necesario de la alta cultura. Es el ambiente natural de las ms altas manifestaciones del espritu. (...) pero (...) Grande es (...) la ciudad, cuando los arrabales de su espritu alcanzan ms all de las cumbres y los mares, cuando pronunciando su nombre, ha de iluminarse para la posteridad toda una jornada de la historia humana, todo un horizonte del tiempo. (Rod 51-2; nfasis mo) Ciudad tomada. Vieja casa seorial (...) Divisin patriarcal y culta del espacio privado (...) un lugar para cada cosa. Escritura, gramtica, sintaxis. Est diseada para alojar a dos o tres generaciones (...) bajo el techo y la mirada del padre, en el espacio administrado por el padre. Esa casa cambi, mut. En su estructura original, deteriorada, aparecieron bastidores de lienzo que separan ambientes privados, pequeas casas con familias, bebs, ropa tendida (...) Pequeas casas dentro de la casa, pequeas ciudades dentro de la ciudad. El bastidor no asla (...) el barullo de la mquina familiar: discursos, fraseos, pedazos de canciones, tripas y pedos y ropa sucia el contraespritu hegeliano objetivndose y conocindose, no a travs de su creacin, sino de su residuo. Pensin: Ciudad Posletrada. (Nez, Introduccin 4-5; nfasis mo)
De la ciudad perfecta a la ciudad tomada, del invento del espritu al asalto de un contraespritu agrio, se puede comenzar a delimitar el concepto de la ciudad posletrada que se postula en tanto ciudad tomada, residuo finisecular de aquel espritu utpico que organiz, a contrapelo quiz de su autor, parte de la cultura durante el siglo. De este modo, el fragmento del Ariel remite al comienzo del siglo XX con una utopa fuerte que ha permeado, a travs de dcadas, un tipo de lenguaje (casi oficial) para leer la cultura uruguaya.9 Peculiarmente, tal espritu se engendr tambin (siguiendo una sugerente
Las repercusiones del Ariel en la elaboracin de varios lenguajes culturales en el espacio del periodismo cultural uruguayo forman parte de otro estudio en elaboracin. Existen catalogadas en la Biblioteca Nacional al menos veintin publicaciones que, con el nombre Ariel, se propusieron llevar a cabo el mensaje de Prspero. Esta variedad abre un verdadero micro-cosmos en el mundo
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lectura de Hamed) en una ciudad sitiada, donde se intent escapar del caos con la utopa de una ciudad ideal que fuertemente materializara el suplemento espiritual para acompasar la doble transformacin del habitante en ciudadano y fuerza de trabajo til (modernizacin y batllismo). Las palabras de Prspero resonarn, en diferentes formas, en todo un sistema de discursos que soaron con el pas-ciudad modelo en el perodo de los festejos del centenario y resuenan hasta hoy, en ciertas actitudes y programas del Ministerio de Cultura.10 El Ariel es, en casi toda su extensin, la bsqueda de una ciudad, su planificacin, entendiendo ciudad en su relacin con la polis, es decir, con los conceptos de ciudadana, educacin y cultura. La bsqueda de un modelo de ciudad perfecta a imitar en el futuro (ciudad que se idealiza en una educada mirada al mundo griego) termin dando nombre a lo que fue, dcadas despus, el mito de la culta Montevideo como Atenas del Plata. Al analizar el abordaje aristocrtico de Renn, Rod se separa de ste, y la planificacin de la ciudad ideal entra en resonancias con La Repblica o El Estado de Platn (el griego, original), donde se medita sobre la democracia a partir de la administracin de un tipo de arte y de un programa educativo. La ciudad remite, entonces, a la planificacin de un Estado ideal para quien escribe y a la forma ciudad se le agrega toda una serie de contenidos que le son inseparables: una educacin y una proyeccin cultural que hacen de la democracia y la justicia el entramado de la subjetividad del ciudadano. La utopa de Ariel como proyecto ideal de un futuro nacido en la escritura habla de su presente a contrapelo, como materia indomable (multitud o muchedumbre inculta, casta poltica catica de la que el autor se separa) que podr ser transformada si se hace un lugar para el espritu. En jerga platnica, nace entonces la prtesis de un espritu cultural, en situacin de espejo con la cultura europea, que da pie a la elaboracin de una cultura como fetiche (Tani, Antropfago activo, Filosofa: crtica cultural?...). En la segunda cita, perteneciente al primer nmero de La Repblica de Platn (copia), la escritura es tambin sitio que materializa una ciudad no ya en su estado de proyeccin ideal (utopa) sino en su acontecer mltiple y cotidiano. La ciudad oficia como espacio a partir del que se relacionar una variada temtica acerca de la educacin, diferentes tipos de alfabetismo y las variantes de la ciudadana en un momento de crisis. Se ficcionaliza una ciudad-casa, a travs de un conjunto de eventos que se comprimen en un mismo espacio (pensin) y en un momento determinado, esto es, la ciudad en la ltima dcada del siglo. Al espritu desde el que se proyectaba la cultura a comienzos de siglo en el caso de Ariel, se le contrapone un contraespritu, rgimen del residuo y resaca de un pas en crisis. Esta ciudad pensin que asalt todo sueo de utopa, conform un nudo
de las letras, dada la cantidad de propuestas que oscilan desde rganos de prensa de estudiantes de secundaria y la primer incursin de Carlos Quijano en el periodismo, hasta un organismo de la escuela militar Lorenzo Latorre, que tom a Ariel, en plena dictadura, como lenguaje de educacin para los militares. La conexin entre el texto rodoniano y la constitucin de una cultura uruguaya casi oficial se puede encontrar, por ejemplo, en Maggi, Armas y Garc. 10 En la agenda que resume la gestin cultural del Ministerio de Educacin y Cultura en el segundo gobierno sanguinettista (1995-1999), encuentro que se fundamenta la relevancia de la cultura a travs de una re-elaboracin aggiornada del lenguaje abierto por el ensayo rodoniano.
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problemtico a partir del cual el suplemento cultural despleg sus mltiples lecturas crticas de la cultura uruguaya. La ciudad posletrada remiti tanto a una administracin del espacio en la ciudad real como a la economa crtica del propio suplemento. De este modo, el concepto nos remite a las relaciones problemticas entre una manera de profesar el ejercicio intelectual que se supone en crisis y los cambios constantes del entorno que piden o exigen un cambio de registro en la escritura o discurso. De la administracin y el detallado control del espacio domstico (orden y escritura, trabajo y espritu) que lleva a cabo el padre que fija el espacio de cada cual, nos trasladamos a la mutacin en la cual la casa familiar deviene pensin, hbitat para la pobreza, atmsfera cargada de barullo y desorden, mugre y pedos. La pensin deviene una metfora del pas guiada por la figura de lo residual (el desocupado, el ambulante, el fronterizo), que remite al fin de siglo bajo el signo de un contraespritu que asalta y complica todo sueo de utopa. La Introduccin cida a la ciudad posletrada se organiza a travs de tres ejes: el primer desplazamiento urbano que implic el Montevideo Shopping Center, la simultnea ferializacin del centro de Montevideo, que comenz en los ochenta y la vinculacin de estos cambios con la figura del intelectual. La ferializacin se postul en el suplemento como evento que, comenzando en el centro de la ciudad, se convirti tambin en gua de una nueva economa social y atmsfera poltica. En el artculo referido, el concepto remite a la toma del espacio pblico, ms especficamente, del centro citadino, como medio de supervivencia para los desocupados. El hilo temtico que va de la casa a la pensin y de la calle a la feria, es presentado como un cambio que desestabiliza diferentes discursos que a lo largo de los aos acompasaron al pensamiento y vida de la ciudad como centro intelectual, o anillo letrado.11 Por otra parte, la ciudad gora, como centro de informacin, se desplaza a lo que se denomin gora electrnica televisiva, donde al intelectual especializado le sigui la figura del periodista (tecno-intelectual) que en diversos programas serios disecaba el cuerpo social para leer sus enfermedades. Estos desplazamientos que van del centro comercial al shopping y a la feria, de la casa a la pensin y del anillo letrado citadino a la pantalla, son vistos como desafos para el desarrollo de un tipo de crtica y actitud intelectual. Esto es, el artculo enfatiza la manera en que la ferializacin del espacio y de la economa social exiga, para el suplemento, una mutacin en la economa poltica de la crtica. El fragmento citado utiliza y re-elabora el lenguaje de la Casa tomada cortazariana para pensar la administracin estatal de los aos pos-dictatoriales. Casa tomada remite, fundamentalmente, a dos momentos (hbito e invasin) y se conforma de dos series: la red de multiplicidades no discursivas (ruidos invasores) y el espacio familiar ordenado obsesivamente donde el narrador lee tranquilamente sus libros importados de Francia
11 Letrado funcion en el suplemento en una acepcin que refera, por un lado, al manejo de la letra y su relacin con una cultura del libro (el posletrario implica una ampliacin de este recinto). Por otra parte, se refera a la produccin de saber desde diferentes instituciones tanto educativas como polticas. En este sentido, el concepto guarda sintona con la propuesta planteada por Santiago Castro-Gmez, donde ciudad letrada remite a una gramtica social de la que se desprende el letrado, en tanto subjetividad vinculada a instituciones reflexivas desde las cuales o bien contribuye a generar cierta hegemona o bien produce o genera espacios de disidencia (126-9). Respecto al anillo letrado citadino, su transformacin a lo largo de los siglos y su muerte en los aos noventa vase Rocca.
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mientras Irene teje. El primer momento del cuento nos remite a la extraa convivencia de los ruidos y el orden obsesivo del rgimen de los hermanos que viven con los fantasmas de su rbol genealgico. En ese momento se puede ser indiferente a la invasin y tambin hacer ruidos ms fuertes para tapar los otros. Un segundo momento corresponde a la expulsin porque los ruidos se han expandido a todo el territorio, desestabilizando la alienada tranquilidad de la pareja de hermanos, es decir, el asalto de los ruidos ya no puede ser indiferente a los propietarios. De manera similar, la ciudad tomada se describe a partir de dos instancias histricas en la narrativa platnica. Por un lado se analiza la diferencia entre los dos gobiernos que siguieron al terrorismo estatal: el gobierno colorado de transicin con la primera presidencia de Julio Mara Sanguinetti (1985-1989), denominado restauracin; y el gobierno blanco-herrerista de Luis Alberto Lacalle (1990-1994), denominado pos-restauracin (o Pou-restauracin, apelando irnicamente al apellido de la entonces primera dama). Dentro de esta divisin histrica, Platn agreg dos eventos clave para configurar el pasaje de la restauracin a la pos-restauracin como ejes de dos momentos poltico-culturales. Uno fue el plebiscito por la ley de caducidad, a travs de la cual se pretendi exorcizar el fantasma de la dictadura militar con el triunfo electoral del voto amarillo que otorgaba el perdn a la violacin de derechos humanos llevada a cabo por los militares. El otro evento se describe como el instante en que se apaga el ltimo ruido de disidencia underground y se enciende la seal de Telef. El ltimo aliento caliente de un mundo prolijo y jerrquico, acaba por ceder ante la presin fra del carnaval electrnico argentino (Cmo se filosofa). Se trata de dos eventos heterogneos (una eleccin ciudadana y la pantalla televisiva) que demarcan, por un lado, una transformacin fundamental en el modo de efectuar y vivir la poltica y por otro, un modo de consumir y delimitar el recinto cultural. Poltica y cultura de la pantalla abren as parte del territorio pensional posletrado, presentando, por un lado, una progresiva crisis de representacin-credibilidad en el sistema poltico y por otro, un tipo diferente de alfabetismo y consumo cultural. El perodo de restauracin posee dos grandes ncleos que ordenan el recinto cultural acallando los ruidos del pas-pensin: el discurso retro y monumental de Sanguinetti (olvidar el pasado reciente y remontar la cometa del pas culto y letrado del pasado) y el retorno de los restos de la generacin crtica a sus espacios de escritura. Entre ambos ncleos hegemnicos, se encuentran los ruidos molestos de los lumpen-poetas que Abril Trigo analiza en su Cultura uruguaya o culturas linyeras? El perodo pos-restauratorio se inagura en Platn con La comedia Oriental del Uruguay donde comedia sustituye a Repblica. La comedia es tratada como rgimen de acciones pequeas, de risa y comicidad, en tanto barullo que desplaza la narrativa de las grandes acciones para dar lugar a otro tipo de poltica. La comedia es tambin mencionada en la Introduccin cida como marco agrio de la pensin citadina y modus operandis de la televisin que abre explcitamente una casi primaca de la gestualidad barroca que transforma al poltico en actor y distiende progresivamente las diferencias radicales entre los diferentes partidos polticos.12
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Lacalle es un jopo, una sonrisa, una esposa, una iglesia, y no un pensamiento, un fundamento filosfico, una profesin poltica (La sagrada familia 2). La entrada de la poltica en el rgimen televisivo es ledo en Platn como un cambio fundamental que atae al agotamiento discursivo del
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La ciudad letrada, deca ngel Rama, luchaba con los desafos que planteaban los cambios en la ciudad real. La adaptacin funcional entre el rgimen de signos y los cambios sociales son un punto clave para abordar el problema de la funcionalidad entre el recinto de elaboracin intelectual y el complejo en constante variacin del entorno citadino (52). La dualidad que abre el texto de Rama divide claramente entre lo fijo y cambiante, lo esttico y la mutacin, planteando las progresivas dificultades que los intelectuales deban enfrentar para establecer canales de comunicacin entre el recinto de los signos y el recinto de un devenir constante. Siguiendo a Hamed, se trata del problema que implica la estrecha relacin entre ciudad y escritura (ciudades de papel sin muros ni fronteras, utopa) y las metamorfosis y luchas que tienen lugar en la ciudad de cemento (Retroescritura 79-84). En estos trminos se constituye el ncleo problemtico que gua la Introduccin cida en donde se postula por un lado un agotamiento funcional de la ciudad letrada, en tanto planificacin y superioridad intelectual, y por otro, la necesidad de establecer otro tipo de escritura, ms ligera y problemtica, como lenguaje que se relacione de modo diferente con las mutaciones que acontecan en el ambiente posrestauratorio. Si el recinto semitico letrado fija, el problema era crear una geografa de la expresin capaz de no detener sino de poder escribir crticamente sin fijar o confinar la dinmica de los eventos circundantes. Esto llev al suplemento a crear una escritura que se autodenomin desviante y que introdujo un nuevo captulo a la serie de raros uruguayos.13 A partir de esta dualidad entre el agotamiento de una serie de discursos y el discurrir de la vida en el entorno, el suplemento abre su manifiesto como escritura frontera que postula el lmite o desborde de un tipo de pensamiento a partir de la lectura detenida de los eventos en la ciudad. Esta frontera consista no solamente en incorporar al anlisis todo tipo de temticas sino tambin en desafiar los sistemas de legibilidad que imponan el resto de las publicaciones del momento. El primer shopping center denominado Montevideo shopping implic un desplazamiento del consumo que anteriormente refera al centro citadino y a la avenida Ocho de Octubre. A este desplazamiento le corresponden implcitamente ciertas jerarquas y funciones. El shopping, como neo catedral posmoderna del consumo, implica un sitio cuya funcin es comulgar con el mercado a travs del acto de consumir (Uranga). Alejados del centro citadino, tanto Montevideo shopping como los posteriores Portones shopping y Punta Carretas shopping, son pequeas ciudades pensadas para un pblico capaz de cumplir la funcin que abre el complejo arquitectnico del shopping (shopping de papel como topos del consumo). Sin embargo, los espacios se convirtieron tambin en plazas pblicas que quienes no podan consumir transformaban en lo que Nez caracteriza
poltico y a la progresiva creacin de ste como un simulacro bien fabricado por los tcnicos (Maciel y Nuez). Lo que antes no era ms que un requisito para aspirar a la poltica (vida privada, casamiento, buena familia) se convierte en el centro mismo de la poltica donde la exhibicin de lo privado se convirti, en el perodo electoral, en la posibilidad misma de tener un discurso (La sagrada familia 2). 13 La nocin de raros fue analizada en diferentes artculos que intentaban hacer frente a las crticas de ilegibilidad que postularon varias personas que no comprendan el suplemento. El ms representativo fue De raros y joyceanos todos tenemos un poco de Gmez-Chans.
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como ambiente de pensin: lmpenes tomando el mate, nios correteando y disturbando a quienes miran las vidrieras con fines de consumo, lugar de encuentro y paseo, es decir, transformacin prctica del shopping en parque de recreo o calle. Mientras tanto, el centro de la ciudad, anteriormente sitio de paseo y galeras, punto de encuentro entre el mercado y la cultura y sede de la vieja Atenas, se convierte en feria de vendedores ambulantes, como efecto directo de la creciente crisis de desempleo que, sin interrupciones, lleg hoy a la cifra ms alta en la historia del pas. Hiperpoblado de puestos entonces ilegales, el centro de la mtica Atenas se transforma en una batalla por la conquista del espacio como medio para sobrevivir (Nez, El bricoleur). A la ciudad como conjuncin del ciudadano, la cultura y el comercio, le sigui la contra-habitacin, el lugar de expresin de los diferentes modos de supervivencia de aquellos a quienes el Estado padre ya no llegaba a administrar en su casa (garrapieros, carritos de chorizos, ambulantes, contrabandistas, etc.). El discurso sobre la ciudad se convirti en un discurso intelectual de la incertidumbre y de la queja, una revisin de la poltica estatal bajo el rgimen ya acelerado de la economa neoliberal. Es as que en las mismas pginas de Platn y luego de postulada la Introduccin cida, Fernando Loustanau expres que la muerte de la ciudad como centro implicaba conceder la desaparicin de los conos de clase media (...) la desaparicin intencional del pas de las cercanas, del pas de la tolerancia; (...) el centro montevideano ha sido la vitrina de ese pas laico, civil (Loustanau). Este discurso refiere a la cancelacin del centro citadino en tanto geografa expresiva de un tipo de pas y de potica ciudadana. En un registro similar, Remedi postul aos despus, la dificultad para leer los cambios citadinos, una vez que
Muchos de los mapas e instrumentos que usbamos para situarnos y actuar en aquella realidad (...) ya no coinciden con dicha realidad. Muchos signos ya carecen de referentes; hay cosas para las cuales todava ni siquiera hemos encontrado nombres. No slo carecemos de una imagen de la realidad sino que tampoco sabemos bien cmo representarla. (113)
Otros discursos significativos acerca de los cambios citadinos, fueron, por un lado, el de asuncin a la primera intendencia de Mariano Arana en 1995, que se refiri al centro como afectado de una polucin visual (Castro 2) y por otro, al modo en que Sanguinetti, en sus Meditaciones del milenio de 1994, expres su molestia respecto a la invasin de trabajo informal y mercado ambulante para definir la transformacin urbana en los siguientes trminos: la ciudad, que naci para proteger al ciudadano de los temores de la vida libre, hoy ya no es refugio sino crcel (...) de la que todos quieren huir (27, nfasis mo). El discurso del intendente del Encuentro Progresista (Arana) remite a una geografa del ojo que precisa correccin; es decir, la polucin visual refiere a esa imposibilidad que Platn mencionaba de tener una mirada paisajstica, frente a la compresin bosquiana del ambiente. La pensin, como ciudad tomada, comprime el espacio de la casa y complica su lectura. Por otra parte, el discurso de Sanguinetti remite a la invasin en trminos que implican al brbaro (vida libre, desheredado del Estado) como amenaza al ciudadano (que se desplaz al shopping). Este giro que recuerda al desbalance entre habitante y
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ciudadano tan debatido a fines del siglo XIX, premeditaba lo que regira su discurso de asuncin a la segunda presidencia en 1995, donde se daba primaca a la necesidad no ya de combatir la pobreza (que deviene marginalidad en su discurso) sino de reforzar las medidas de seguridad pblica (orden) para combatir sus efectos: ilegalidad, criminalidad y asentamientos (Boulet). El habitante que tiene una vida libre amenaza al que an reside en la casa con ttulo de propiedad (ciudadano). Todos estos discursos meditan acerca de la ciudad desde el umbral del cambio, pensando la diferencia entre un ser actual de la ciudad y un deber ser perdido, postulando el problema de lectura que los cambios implican a la hora de establecer un discurso. Ese desfase entre ciudad y discurso intelectual, que claramente se postula en la cita de Remedi, nos remite al ncleo a partir del cual la Introduccin cida postula la necesidad de crear otro lenguaje. De este modo, con su irreverencia vanguardista y su acidez casi delirante, Platn se auto-postula como superhroe que dice al lector: all donde nadie puede hablar, viene Platn para salvarnos. La conexin entre la ciudad como ndex de una transformacin en el pas y la escritura-lectura acerca de ella se establece en diferentes etapas del artculo. Por una parte, se presenta el nivel utpico como sitio de un tipo de escritura que se desentiende de una geografa en acto y suea. Por otra parte, se escriben componentes de la ciudad real como listados que contienen una cantidad de mundos diferentes, llegando as a afirmar que es la ciudad posletrada la ms completa heterotopa (Nez, Introduccin 3). La heterotopa remite a la yuxtaposicin de diferentes e incomposibles en un espacio real, postulndose en el artculo la problemtica presentada por Foucault al leer el texto borgiano. De aqu surge la relacin entre heterotopa y lenguaje, en tanto que aquella detiene las palabras y se convierte en un desafo a la posibilidad misma de encontrar una gramtica (The Order xvii-xix, Different Spaces 181). La migracin de aquello que era perifrico al centro y la descentralizacin del centro a travs de la nueva ciudadana del shopping y la lgica del marginal (hombre libre o brbaro de Sanguinetti), implica una coexistencia de gramticas y rdenes diferentes. El artculo se concentra ahora en el corazn de la ciudad y la heterotopa se postula en relacin a la figura del mutante, personaje fundamental en la narrativa platnica a lo largo de sus dos aos de escritura. La aparicin del mutante (lumpen, desclasado y con hbitos culturales perifricos) y la mutacin misma como potencia de la variacin, se convierten en un problema central para el orden discursivo del suplemento. Nez deja atrs la herramienta de Foucault al enunciar que mientras la heterotopa foucaultiana manejaba an a un mutante escrito,
el mutante, el negrinho da fronteira, el alien del suburbio o el carro del hurgador de basura [...] adems de ser entidades ficcionales y objetos de la literatura sociolgica, tambin aparecen en pleno centro de la ciudad y detienen toda sociologa. La ciudad posletrada no inquieta a nuestro intelectual, lo asquea. Lo hace gesticular, [...] supera con amplitud su capacidad de teorizar, de poner el mundo en discurso proposicional, de tematizar su entorno. (Introduccin 5)
Por un lado, este discurso ingiere una cuota de pos-estructuralismo que caracteriz al suplemento por ser uno de los sitios de traducciones e introducciones de estos textos, as como tambin postula la distancia. Si por un lado, Foucault le sirve a Nez porque
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postula esa especie de discordancia entre un orden discursivo y un conjunto de irreductibles, por otra parte, se postula que no nos basta con Foucault, porque hay un plus, que es el propio mutante que est en la ciudad y que cuestiona, transformando en mutante al intelectual (Nez, Mutante). Este tomar y desechar fue recurrente en el suplemento al acompasar una prctica canibalstica de lectura capaz de metabolizar la importacin a partir de una mirada al contexto local. Esta prctica, que pretenda combatir a la mimesis terica, se le postulaba al lector como ejercicio para practicar al leer literatura o peridicos y mirar televisin, sobretodo, programas locales. Digerir acorde al propio metabolismo los discursos importados era planteado como un modo de establecer una geopoltica del discurso capaz de agregar un giro descolonizador (Guffanti; Tani, Antropfago activo; Maciel-Nez, Hace algunos aos).14 Al proponer que el mutante, con su propia lgica, des-colocaba al terico, Platn tom una actitud mutante que enrareca (y se propona enrarecer) ya no las partes de la cultura ms frecuentemente asumidas como perifricas o populares, sino la parte central de la cultura cotidiana. En este sentido, desde el mutante se postula una analtica del barroco como crtica al proceso de produccin y consumo culturales:
Tenemos un ojo que es capaz de ver barroco en las zonas perifricas de nuestra cultura: el carnaval, la tropicalia, los terrajas del music-hall...Pero ese ojo no ve barroco en la cultura continente: el extenso discurso de un legislador, el editorial de un diario, la puesta en escena de una pieza teatral...El barroco nos creara una sensacin de extraamiento all donde vemos, con una mirada domesticada, a Traverso ... haciendo preguntas profundas a figuras culturalmente significativas por qu no ver el proceso, el deseo de ser o de tener un periodista profundo...? (Maciel-Nez, Hace algunos aos 5)15
Ahora bien: qu es el mutante y qu implica su figura para desafiar una gramtica? Qu relacin establece ste con el pasaje entre ciudad letrada y posletrada? Cul es el campo conceptual al que refiere posletrada? A un nivel bsico de lectura, una mutacin implica un cambio, una desestabilizacin, que tiene como opuesto lo fijo, el estatismo (recinto que caracterizaba al mundo de los signos de la ciudad letrada en Rama). La mutacin genera una lectura dual: en tanto aparicin de un evento singular, novedoso, puedo leerlo desde la dinmica de lo viejo y reducirlo a conocido; por otra parte, puedo intentar poner primero esa singularidad en cuanto tal en conexin con lo que desestabiliza, lo que cuestiona. El mutante que ficcionaliza Platn parte de la ciudad y sus nuevos personajes. Se trata del negrinho da fronteira que fala portuol, el hurgador de basura
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El papel del canibalismo, tomado del conocido Manifesto antropfago de Oswald de Andrade, es utilizado por el suplemento para contrarrestar lo que se denomin cultura espejo y para elaborar una nocin de la crtica como reciclaje productor y creativo capaz de hacer algo dentro del gran basurero cultural y electrnico (La cultura en los tiempos... 1). 15 Traverso es un periodista uruguayo; el texto se refiere a su programa Hablemos en el que Traverso invitaba a personajes relacionados con la cultura o la poltica para conversar en un living. En relacin con la historiografa y el deseo de una pureza cultural (blanco de la platnica analtica del barroco) se puede ver el estudio realizado por Verdesio en Una ausencia en el canon.
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que recorre los basureros de la ciudad en su carro guiado por un caballo en un momento de orgullo presidencial por el aumento en la venta de coches nuevos (cero kilmetro), el joven como materia indomable para la educacin secundaria, etc. Es decir, la figura del mutante en Platn comprime todo un mundo que la ordenacin de la casa patriarcal nunca tom en cuenta pero que estuvo siempre all. El fronterizo del norte del pas que vive en portuol y al que la maestra habla en espaol, el lumpen sobreviviente no alfabetizado pero televidente, etc., constituyen una exterioridad respecto a la mitologa tanto sanguinettista del retorno a la tacita de plata, como a la utopa neoliberal de convertir al pas en una empresa del gobierno lacallista. El mutante platnico era el modo de problematizar el proceso a travs del cual la frontera se acerc y se insert en lo que era el centro,
el joven, el pobre, el jorobadito, el que tiene bajos niveles de escolarizacin y est poco familiarizado con los constructos intelectuales de la escritura. Es el joven estudiante de secundaria, mutante del informe Cepal, [...] el tropicalero del interbailable, [...] que aparece all donde antes estaban el Sorocabana y el Tup Namb (Nez, Mutante 3)16
Es otro pas que siempre estuvo, aunque camuflado dentro del pas culto y alfabetizado. Fue lo ms bajo y difcil de escribir, el lumpen que en su indiferente asalto complica la gramtica de la alienacin y del recinto popular de izquierda ya canonizado en la escritura (carnaval, msica popular de resistencia, etc).17 Lo que Platn hace en sus respectivos e irreverentes discursos mutantes sobre mutantes es incorporar al que antes era el otro de la frontera en un sitio de saber, sin otorgarle por ello un carcter revolucionario. Es decir, el mutante se postul como metfora de un lmite de cierto estilo de pensamiento y posicin intelectual, como evento que desafa un sistema de escritura. En el espacio que abre la distancia entre el otro alejado y el otro incrustado, Platn empieza a desplegar el mundo letrado como mundo del sistema educativo, polticos-intelectuales (Sanguinetti, Enrique Iglesias), e intelectuales acadmicos de la Universidad, es decir, el grupo de escrituras que intentaban antes disear un pas. La escritura platnica, exagerada o alucinada, planteaba dos sistemas posibles de lectura: el primero, desde la estabilidad de una teora (reglas institucionales de lectura) sobre luchas sociales; el segundo, focalizado en los accidentes... de las propias luchas; uno haca el anlisis de la composicin de la sociedad en clases acorde a textos gua y el otro, describa los procesos mismos de lucha (El vengador... 3). Se establece una dualidad acerca de cmo leer el campo social: desde la teora fija o desde la dinmica entre lo que se presenta y la escritura. Es decir, de la figura del mutante, como lmite de un tipo de pensamiento o discurso, Platn pasa a cuestionar el lenguaje crtico tradicional abriendo, de ese modo, su espacio de crtica. En este sentido se volvi a postular lo que haba sido
16 El interbailable remite a los bailes de cumbia y luego tambin de bailanta a los cuales iba la gente de estrato social bajo y quienes eran vistos como terrajas, carentes de estilo y cultura. El Sorocabana y el Tup Namb, eran cafs que se diferenciaban por ser lugar de encuentro intelectual, parte esencial del ncleo al que Rama se refera como anillo de cafs y cines dentro del centro de cada ciudad. 17 Sobre el problema de definicin que comienza a sufrir lo popular en la dinmica cultural contempornea vase Espinosa.
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un punto problemtico de la generacin crtica: el desfase entre el hipercriticismo y la falta de creatividad (Uruguay: la generacin...; La intelligentsia... 65; Marginalia 5; Hacia una literatura... 6-8). Este desbalance es retomado en Platn al expresar que no deja de ser curioso que un pas cuya cultura ha sido repetidamente acusada de ser hipercrtica, parezca no tener una mquina crtico-discursiva ms o menos notoria, un estado de prueba o experimentacin, un estado de ansiedad de la escritura (Escrituras desviantes... 5). De este modo, el ncleo de la labor crtica se plante no slo como un cuestionamiento a las instituciones de lectura (leer desde), sino tambin como una problematizacin (a travs del peculiar estilo periodstico) de las barreras entre ficcin y realidad, racionalidad e irracionalidad, etc. Postular esas opciones entre leer desde la estabilidad de un texto o leer priorizando el proceso que cuestiona la anterior estabilidad, tiene que ver con el rol que juega la heterotopa como desafo a la misma posibilidad de una gramtica. La citada ansiedad que Platn actuaba en sus letras trataba de imponer una crtica institucional; ms concretamente, una crtica a los modos en que se aprende a leer y a cortar los textos en la sociedad como zona muchas veces incuestionada por la crtica y menos an por un sistema educativo que en aquel momento responda a las exigencias del Uruguay de los aos cincuenta. El cuestionamiento de un cierto sedentarismo lector que el hipercriticismo y la educacin promovan, result en la idea de un anlisis de los Aparatos Ideo-Textuales del Estado (Teora/realidad... 7) y de la concepcin de los aparatos educativos como mquinas sedentarizadoras de occidente (La Ilada... 3; Retroescritura 164). A travs de una relectura cmica de Marx (Crnicas Marxianas...) se postula el problema del intelectual perifrico y el proceso de constitucin de su saber (cultura como basurero) en oposicin al mero afn de originalidad y pureza que caracteriz al sueo de la Suiza importando un hacer fetiche de la cultura y sus actores. A este afn se le superpuso una necesidad de revisar el lenguaje como materia fundamental que hace a la prctica crtica y como prctica afectada por el tipo de lectura promovida por los medios. Ciudad sitiada, escritura sitiada. Volvemos a ser la Nueva Troya resistencia de la civilizacin uruguaya al ltimo asalto del brbaro (Mutante... 3; nfasis mo). La escritura sitiada que nos remita al agotamiento de una teora implica la falla institucional para poder leer los acontecimientos pos-restauratorios sin apelar al pasado como mito ideal. La ciudad letrada de Platn remita, ms que nada, a un modo de leer y la era posletraria apareca como posibilidad de cambiar hbitos de escritura (de lo fijo a la mutacin, del sedentarismo a la letra nmada). De esta manera, se propusieron diferentes tipos de lectura (lectura literal, ambiental, parafrsica, etc.) y se incit al lector a cuestionar sus modos de leer y delimitar los textos. El trmino lectura se diriga no solamente a los textos escritos, sino tambin a las imgenes, televisin, luchas por el espacio en la calle, etc. Creo interesante recordar lo que Bourdieu sealaba respecto a la lectura cuando sostena que poner en cuestin las condiciones de lectura implicaba un estudio acerca de las condiciones mismas de produccin, tanto de lectores como de situaciones lectoras. A partir de este gesto, se poda desestabilizar (en Platn, desviar, descentrar)
the illusions of the lector [...] which consists in forgetting ones own social conditions of production, and unconsciously universalizing the conditions of possibility of ones
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own reading. Inquiring into the conditions of this type of practice known as reading means inquiring into how lectores are produced, how they are selected, how they are educated. (95)
Partiendo de criticar nuestro modo de entender la escritura y la lectura, Platn tom como ncleo fundamental el modo en que los intelectuales nos relacionamos con lo que es nuestra materia de expresin y produccin intelectual: el lenguaje. La solucin platnica fue su escritura (lectura) desviante, que se convirti en su pharmakon, en tanto remedio (construccin de un sistema discursivo innovador) y veneno (cortocircuito en ciertos canales comunicativos). Esta problematizacin de los sistemas de legibilidad a partir de la prctica misma de escritura planteaba un modo de re-pensar esa materialidad que Marx enfatiz al detenerse en el lenguaje como conciencia prctica de nuestras relaciones humanas (49). A esa manera de entender el lenguaje, le segua el problema de la divisin entre teora y prctica, como modo de administracin estatal para comprender la facultad intelectual y la vida del trabajo, como actividades separadas (50-2). En este sentido, el rol que jug la escritura desviante fue un modo de desafiar a una pregunta postulada constantemente en el suplemento: cundo escribir es hacer? (Tani, Qu hacer?, BisMarx , Filosofa de la miseria). Esto es, cmo se puede pensar que pensar hace. Un drama de la intelectualidad uruguaya en sus inicios fue el modo de entender y actuar ese problema entre teora y prctica (espritu y materia). Uno de los primeros teatros en que se dramatiz tal conflicto a fines del siglo XIX fue el debate entre Carlos Mara Ramrez y Jos Pedro Varela (captulo de la historia que aparece en La ciudad letrada como el primer asalto de un letrado a la casta universitaria). Aos despus, en su anlisis de los personajes polticos, intelectuales y periodsticos, Vaz Ferreira ironiz el modo en que esa divisin formaba un tumor de malentendidos en el proceso intelectual y poltico uruguayo (151-66). En cierto modo, la escritura de Platn retom esta problemtica en la ltima dcada del siglo, parodiando, en cierto modo, un ltimo asalto (cmico) a los espectros de una ciudad letrada. As como pasamos de la tragedia a la comedia, de la ciudad a la pensin, la escritura desviante materializ un ltimo asalto donde la crtica pasaba tambin a constituir el rgimen del pensionado, el cido neorrealista que pintaba la vida cultural en la coda de lo cmico. III. CONCLUSIN. DE LA FBULA POSLETRADA HACIA EL FUTURO Creo que la ciudad posletrada mantiene con el drama de la ciudad letrada el problema fundamental de cmo entender el rol de la crtica, y cmo disolver la diferencia entre teora y prctica, en tanto primer efecto de una administracin capitalista estatal (vase Marx 51). La fbula de la ciudad posletrada nos brinda un mapa problemtico an vigente. Las preguntas fundamentales que postul este concepto fueron: cmo establezco una relacin entre la escritura y su contexto (adaptacin) que me permita concebir el pensar como un hacer? cmo puedo responder al asalto del mutante que supera y desestabiliza mi capacidad de teorizar? En su acidez, quizs shockeante en aquel entonces, Platn se auto-segreg de un mundo intelectual al que comenz disparando (o asaltando) de frente, lo que hizo tambin imposible un dilogo. Una de las crticas ms frecuentes que otros
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intelectuales hicieron de Platn fue la acusacin de ilegibilidad. Esto quiere decir que la publicacin realmente desafi un modo de lectura al mismo tiempo que restringi los lmites de su comprensin (comunicacin). Por otra parte, Platn intent no desestimar al pblico lector, lo que indicaba una actitud sui generis:
Querido lector, uno sufre y se calienta por la ignorancia e ingenuidad de los intelectuales...: nadie es tan inteligente o educado como para guiar a las masas de oprimidos en un gesto delirante. Hay que ser prctico; y recuerde que Buda, hace siglos, se preocup por la ignorancia, fenmeno sutil, que penetra en todas partes. (BisMarx... 8)
Luego de la dictadura, el problema de una identidad (genealoga en la casa an no asaltada) y el problema de una insistencia en el pasado (que es necesaria pero que no puede ser un absoluto), centralizaron parte del inters intelectual. En medio de esto, Platn postul una suerte de bao de hiper-presente que mantuvo una actitud irreverente con el pasado y burlesca frente a la obsesin por armar una identidad (Trampas... 12). Parte de la crisis letrada y del pasaje al mapa pos-letrado se plante en el suplemento como una falla del intelectual en tanto figura capaz de disear. Al mismo tiempo, se postul la necesidad de poder disear, en tanto capacidad de estimar soluciones contingentes a problemas determinados. De este modo, la ciudad posletrada plante dos puntos fundamentales: establecer una relacin entre quien escribe y el medio en el que lo hace, y devenir as en lumpenaje intelectivo (mutacin), consistente siguiendo a Hamed en decir aquello que molesta, en la indiferencia moral que implica hablar desde el mundo y no desde instituciones de lectura que pre-fijan un decible (El duende). A estos dos puntos fundamentales, creo que se ha de agregar, como ingrediente sustancial, la capacidad para pensar creativamente un futuro. Esta fue una preocupacin que emergi en el suplemento pero que qued, de algn modo, sepultada bajo el peso de un exceso de atencin al presente. Si escribir es hacer, la relacin entre hacer y transformar radica tambin en materializar en la escritura la posibilidad de pensar un futuro para aques y ahoras (heterotopa en el lugar de las utopas de las medianas mesocrticas de un pas histricamente intolerante frente a la heterogeneidad). Pensar que eso es imposible es un a priori operativo del capitalismo, y es tambin (en parte) lo que ha llevado a la izquierda uruguaya a una falta de radicalidad que la caracteriza desde hace tiempo y cuyo pharmakon ha sido esa mediana y mesocracia por la que han optado ciertos sectores partidarios (La globalizacin... 24). Aunque considero que Platn ofrece un peculiar modo de cuestionar nuestra posicin de intelectuales, encuentro que a esa crtica desviante e innovadora, le falt una crtica an ms radical y descolonizante del perodo posmoderno, en lo que refiere a su componente poltico-econmico (vase Labor of Dyonisus... 13-6). En este sentido, la mirada irnica de Platn sobre la vida poltica desatendi la posibilidad de pensar en cambios. Encuentro que su radicalidad cida careca de una parte ms constructiva, capaz de poner en prctica de un modo tajante el lenguaje del por qu no con el que Nez caracterizaba a los noventa (Coda Retro...). En este sentido, el papel que cumpli la mutacin en el lenguaje innovador para leer la vida cultural no fue utilizado del mismo modo en el anlisis poltico. Es decir que la innovacin y la lgica arriesgada que llev a
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cabo el suplemento para desafiar cierta economa poltica de la lectura y la escritura no tuvo paralelo en el campo de la crtica poltica pos-dictatorial, donde su mirada permaneci escptica a la hora de pensar la posibilidad de cambios. De todas maneras, resulta til pensar en la ciudad posletrada platnica, en tanto prctica de escritura y lectura del campo social llevada a cabo desde la variabilidad (mutacin), capaz de escapar al intil par de lo apocalptico o lo integrado (y dems binarismos), y a la monumentalizacin, ya sea del mutante o del subalterno. La ciudad posletrada, como estado actual de crisis e incertidumbre, puede ser tambin un momento especial para crear otro lenguaje, esto es, para pensar de otros modos. En cierta manera hay una estrecha vinculacin entre lo que postula la ciudad posletrada con sus mutantes y lo que expresa Abril Trigo respecto a cmo entender la labor intelectual como accin que est siempre desafindose con y en un lmite (Why Do I 88). La relevancia de la mutacin en Platn fue justamente la posibilidad de pensar en el lmite de nuestra propia ignorancia, encontrarnos interpelados por el mutante, y relacionarnos con esta situacin. Fue en este quehacer donde radic la escritura desviante como transformacin, entendiendo que el lenguaje es una herramienta fundamental del trabajo crtico, parte de su materialidad elemental. Mediante su crtica, Platn mostr los lmites de ciertos esquemas discursivos institucionales que se mostraron ineficaces a la hora de comprender el fenmeno de la mutacin. Sin embargo, una vez planteada la pregunta acerca de cmo pensar para el futuro, su propio lenguaje qued encerrado en ciertos lmites. Queda abierta la posibilidad de continuar la pintura de la ciudad posletrada reciclando y transgrediendo esos lmites en los que el propio suplemento qued inmerso. BIBLIOGRAFA Achugar, Hugo. La balsa de la medusa. Ensayos sobre identidad, cultura y fin de siglo en Uruguay. Montevideo: Trilce, 1992. Ares Pons, Roberto. La intelligentsia uruguaya y otros ensayos. Montevideo: Banda Oriental, 1968. Armas, Gustavo de y Adolfo Garc. Uruguay y su conciencia crtica: intelectuales y poltica en el siglo XX. Montevideo: Trilce, 1997. Benedetti, Mario. Editorial. Marginalia 4 (Montevideo, 1949): 5-6. Boulet, Michel. El presidente, la pobreza y la violencia. La Repblica (Montevideo, 1105-1995: La Repblica de Platn): 6-7. Bourdieu, Pierre. Reading, Readers, the Literate, Literature. In Other Words. Essays Towards a Reflexive Sociology. Matthew Adamson, trad. Stanford: Stanford University Press. 94-105. Castro-Gmez, Santiago. Los vecindarios de La ciudad letrada. Variaciones filosficas sobre un tema de ngel Rama. ngel Rama y los estudios latinoamericanos. Mabel Moraa, ed. Pittsburgh: IILI-Crticas, 1997. 123-33. Castro, Matas. Luces y sombras de 18. El ocho. Brecha (Montevideo, 4-05-2001): 12. Espinosa, Gustavo. De la obsenidad a la retrica (potica del carnaval). CRAC: Revista de Alto Contraste 1 (Montevido, 2001): 12-4.
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