Platon y Su Concepción Del Alma
Platon y Su Concepción Del Alma
Platon y Su Concepción Del Alma
Normalmente pensamos que nuestro yo es algo que está dentro de nosotros, algo que es
lo más central de aquello que somos. No obstante, incluso en circunstancias bastante
normales hay veces en las que queremos decir que nuestra conducta no expresa “lo que
realmente somos”, que “ no somos nosotros mismos” o que nos encontramos “junto a
nosotros mismos” en el momento en el que estábamos actuando. Esto es, lo que
queremos decir es que no siempre todas las conductas expresan quienes realmente
somos o nuestra verdadera naturaleza, sólo lo que podríamos denominar como nuestra
“auténtica” conducta. Y tercero, muchos han pensado que el yo es algo inmaterial o
espiritual, algo distinto o que puede incluso separarse del cuerpo físico, aunque
habitando también en el cuerpo y capaz de controlarlo de algún modo. Esta idea del yo
como algo inmaterial o espiritual es una parte importante de nuestra idea de alma.
Abundan las teorías filosóficas respecto a lo que cuenta como nuestro verdadero yo o
verdadera naturaleza, y el tipo de relación que este yo pudiera tener con el cuerpo. Para
empezar a tratar estas versiones al respecto, veremos a Platón.
PLATÓN Y LAS PARTES DEL ALMA
Platón es uno de esos filósofos que creen en un yo o alma inmaterial. Su postura
defiende que el yo o alma no es sólo inmaterial, es también indestructible e inmortal. Ha
existido eternamente antes del nacimiento y continuará igual después de la muerte.
Otro rasgo de la versión de yo que ofrece Platón consiste en caracterizar el alma como
algo que consiste en un número de partes diferentes. Nuestro yo no es una simple
unidad sino que consiste en un número de elementos distinguibles. Platón nos pone el
ejemplo de alguien que tiene sed y quiere beber agua, pero también sabe que el agua
está envenenada y esta razón le impide beber. Según Platón, el mismo yo no puede tener
atributos opuestos; no puede desear beber el agua y a la vez desear no beber el agua.
Más bien, afirma, se hacen aquí evidentes las diferentes partes del alma. Hay una parte
del alma que quiere beber, y otra que le ordena a la persona que no beba. Según la
versión de Platón, la primera parte, que busca beber, es la parte irracional y apetitiva del
alma, y la segunda, que le prohíbe beber porque el agua está envenenada, es la parte
racional.
Platón piensa que el alma tiene tres parte, razón, deseo y espíritu. La razón es la parte
del alma que conoce la realidad, y la que calcula también su toma de decisiones. El
deseo es la parte irracional, apetitiva, compuesta de los anhelos instintivos, impulsos y
apetitos. Incluye todos los deseos físicos, tales como el hambre, sed y deseo sexual. Y
Platón añade también una tercera parte, que el denomina parte espiritual. Se trata de
algo así como el valor o la autoafirmación. Platón piensa que la existencia de este tercer
elemento en el alma se demuestra en casos de conflicto mental, en aquellos casos donde
una persona se siente enfadada e indignada consigo misma por tener ciertos deseos. Es
la parte espiritual la que se manifiesta en sentimientos como la autoindignación, al igual
que la vergüenza, ira. Platón distingue también esta parte espiritual de la parte racional,
porque los niños muestran el espíritu mucho antes de demostrar que tienen poderes
racionales, y porque algunas veces la parte racional tiene que llamar al orden a la parte
espiritual.
Para Platón la salud espiritual o mental, se logra cuando todas estas partes están en un
equilibrio armónico entre sí, ejerciendo cada una su propia parte en el todo. Ya hemos
visto como la razón es central para la versión que Platón tiene del conocimiento, y no es
de sorprender que ahora descubramos que también juega un papel central en su
descripción del alma. Según Platón, el papel apropiado de la parte racional es gobernar,
dirigir las otras partes del alma; el papel de la parte espiritual es proveer a la razón con
la fuerza que necesita para gobernar; y la función de la razón es controlar y regular, con
la ayuda del espíritu, la parte apetitiva. Según Platón, los problemas surgen si el yo se
desequilibra, si las diversas partes no están desarrollando su papel apropiado, y sobre
todo si la razón no puede controlar los apetitos. Porque de lo contrario los apetitos
llegan a gobernarnos, y nos convertimos en meros esclavos de nuestros deseos.
Con esto, Platón introduce una concepción del yo o naturaleza humana, de que la
existencia humana es fundamentalmente una lucha entre razón y deseo, lucha que la
razón debe ganar. Según Platón, la razón es la parte superior del ser humano, y los
deseos la parte inferior, primitiva, irraciona y caótica. Consideramos que nuestros
deseos son menos centrales para nosotros, necesitan ser controlados por la razón.
Necesitamos ejercer la templanza y el autocontrol. Si se le permitiera hacer lo que
quisiera, nos encontrariamos a merced de los apetitos y pasiones irracionales e
ingobernables.
El cristianismo adoptó la idea de la vida humana como una lucha contra el deseo. Según
el cristianismo, el deseo es siempre algo problemático. En la Iglesia de los primeros
tiempo, se le consideró un mal contra el que tenemos que luchar. Como mucho, el deseo
permanece como distracción de las preocupaciones de un nivel más espiritual,
alejándonos de Dios y el mundo venidero, y manteniéndonos atados a las cosas de este
mundo. Formas extremas de autodisciplina, abstinencia y austeridad fueran
consideradas desde el principio como ejercicios adecuados, y en la historia más amplia
del pensamiento cristiano, la bondad y la virtud cristianas han implicado siempre una
generosa dosis de autonegación y privación.
La vida humana se convierte en un interminable combate entre la razón y las pasiones.
VOCABULARIO
ALMA
Platón interpreta el alma principalmente en dos sentidos: el alma como aquello
que permite a los seres vivos realizar actividades vitales y, en el caso del alma
humana, el principio divino e inmortal que nos faculta para el conocimiento y la
vida buena.
Como todos los griegos, Platón consideró que el alma es el principio que anima los
cuerpos de los seres vivos, que les da vida y movimiento. Pero lo peculiar de su
concepción se muestra en su visión del alma como principio de racionalidad y dotada de
carácter divino. Para este autor el alma es la parte más excelente del hombre, gracias a
ella podemos alcanzar la ciencia y realizar acciones buenas; el alma -al menos la parte
más excelente- nos vincula con el mundo divino y está dotada de un destino inmortal.
ALMA CONCUPISCIBLE
Parte mortal del alma humana responsable de las pasiones, placeres y deseos
sensibles.
En el "mito del carro alado", Platón representa el alma concupiscible con la metáfora
del caballo malo, poco dócil y que dirige al carro hacia el mundo sensible. Es la parte
del alma humana más relacionada con el cuerpo y en ella se encuentran los
placeres sensibles y los apetitos o deseos sensibles (deseos sexuales, apetitos por la
comida, la fama, la riqueza,...). Por estar tan íntimamente ligada al cuerpo se destruye
cuando éste muere. La sitúa en el abdomen (hígado).
ALMA IRASCIBLE
Parte del alma humana en donde se sitúan la voluntad y el valor.
El "mito del carro alado" representa el alma irascible con la metáfora del caballo bueno y
dócil a las instrucciones del auriga. Gracias a esta parte el auriga puede seguir a los
dioses hacia el mundo de las Ideas y la contemplación de la Idea de Bien. En el alma
irascible se encuentra la voluntad, el valor y la fortaleza. Platón no defiende con claridad
ni su mortalidad ni su inmortalidad. La sitúa en el pecho (el corazón).
Ver "alma".
ALMA RACIONAL
Parte superior del alma humana, inmortal y divina. Gracias a ella alcanzamos el
conocimiento y la vida buena.
El "mito del carro alado" representa el alma racional con la metáfora del auriga. Es la
parte más excelente del alma, se identifica con la razón y nos faculta para el
conocimiento y la realización del bien y la justicia. Es un principio divino y dotado
de inmortalidad. La sitúa en la cabeza (el cerebro).
DUALISMO ANTROPOLÓGICO
Doctrina filosófica según la cual en el hombre encontramos dos principios con
características y destinos distintos, el alma y el cuerpo.
En correspondencia con su dualismo ontológico, Platón defiende un claro dualismo
antropológico: creerá que en el hombre encontramos dos principios opuestos: el
cuerpo que nos vincula con la realidad material y pertenece al Mundo Sensible, y el
alma que es el principio inmaterial, divino e inmortal y que nos vincula con el Mundo
de las Ideas.
Para Platón el hombre se identifica más con el alma que con el compuesto de alma y
cuerpo por lo que creyó que la encarnación del alma es una situación transitoria y
contraria a su destino. La idea del cuerpo como el origen del mal y la ignorancia, y del
alma como lo bueno y la dimensión positiva del hombre se concreta en su concepción
del cuerpo como cárcel del alma.
TEORÍA DE LA REMINISCENCIA
Concepción platónica según la cual conocer es recordar.
En el diálogo "Menón", y con ocasión del estudio de la virtud. Platón presenta la
teoría de la reminiscencia -o anamnesia-. Esta teoría se resume en la idea de que
conocer es recordar. Seguramente Platón no defendía este punto de vista respecto de
los conocimientos particulares como los relativos a hechos concretos (el conoci-
miento perceptivo del tipo "mi mesa es negra", ...) sino respecto de los conocimientos
estrictos dotados de universalidad y necesidad, conocimientos como los matemáticos y
los que pueda descubrir la dialéctica.
Platón consideró que estos conocimientos tan excelentes no pueden explicarse a
partir de la experiencia meramente empírica o perceptiva y defendió una peculiar
visión innatista: cuando conocemos una verdad de este tipo en realidad no estamos
aprendiendo algo nuevo sino que nuestra alma recuerda una verdad a la que tuvo
acceso antes de encarnarse y vivir en este mundo material, nuestra alma recuerda
algo que conoció cuando vivía en el mundo de las Ideas. Brevemente: la teoría de
la reminiscencia defiende la extraña tesis de que el alma vive sin el cuerpo en el mundo
de las Ideas, percibe las distintas Ideas y sus relaciones, se encarna, olvida dicho
conocimiento, y, gracias a la intervención de un maestro, consigue rememorar ese
conocimiento olvidado. Esto es lo que ocurre con el esclavo que en el diálogo
"Menón" logra, gracias a las oportunas preguntas de Sócrates, demostrar un teorema
matemático.
La teoría de la reminiscencia es el complemento de la teoría socrática del cono-
cimiento y de la enseñanza: enseñar no es introducir un conocimiento en la mente de
un sujeto sino incitar al alumno a que descubra en su interior una verdad.