El Hombre, Inagen de Dios
El Hombre, Inagen de Dios
El Hombre, Inagen de Dios
Pentateuco
Juan Agustín Hoil Ucán
Junio de 2008
I. Introducción
II. Gn 1,26-30
Gen 1:26 Díjose entonces Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, para que domine sobre los peces
del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre las bestias de la tierra, y sobre cuantos animales se
mueven sobre ella.”
Gen 1:27 Y creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios le creó, y los creó macho y hembra;
Gen 1:28 y los bendijo Dios, diciéndoles: “Procread y multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre los
peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados, y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra.”
Gen 1:29 Dijo también Dios: “Ahí os doy cuantas hierbas de semilla hay sobre la haz dé la tierra, y cuantos árboles
producen fruto de simiente, para que todos os sirvan de alimento.
Gen 1:30 También a todos los animales de la tierra, y a todas las aves del cielo, y a todos los vivientes que sobre la
tierra están y se mueven, les doy por comida cuanto de verde hierba la tierra produce.” Y así fue.
1
Cfr. GRELOT P., Hombre ¿Quién eres?, cuadernos bíblicos 5, Verbo Divino, Navarra, 19856ed., p. 30.
2
Cfr. COLZANI G., Antropología Teológica, el Hombre: Paradoja y Misterio, Secretariado Trinitario, col Ágape, no. 25,
Salamanca, 2001, p. 76-77.
…Hagamos. En primer lugar, se nota una ruptura con el resto del relato. Sorprende el
hecho de que mientras que en los otros días se trataba de órdenes, aquí es más bien un
propósito. El plural hagamos se ha interpretado de distintas formas que Ruiz de la Peña resume
en tres puntos:3
• El plural en la patrística fue considerado como una alusión a la Trinidad, pero hoy casi nadie
la sostiene por ser una interpretación anacrónica.
• Como referencia a la corte celestial, cosa que no encaja en la teología sacerdotal.
• Como plural de deliberación; una manera retórica de hablar en plural siendo una sola
persona. Esto parece lo más adecuado.
En el mismo contexto, el hombre de que se habla en el v 26 es, más que Adán, el ser
humano en general, se ve con claridad en los plurales que le siguen.
…a nuestra imagen y semejanza. El texto bíblico describe la semejanza del hombre con
Dios mediante una expresión doble cuya traducción más exacta sería “a nuestra imagen,
semejante a nosotros”. Es una expresión escandalosa redactada en un ambiente sacerdotal que
conocía perfectamente la prohibición legal de hacer imágenes de Dios, 4 sin embargo, aquí define
al hombre, como lo veremos ulteriormente, todo-y-uno-en relación-con. Esto traerá consecuencias
importantes para el tema de la dignidad humana, no es como en otras culturas que algunos
personajes privilegiados, como el faraón en Egipto poseía cualidades divinas, aquí todo hombre se
hace partícipe del calificativo de imagen.
Las interpretaciones han sido de lo más variadas en la historia de la teología. Podemos
resumir siguiendo a Sicre:5
• Algunos se basan en la diferencia entre “imagen” y semejanza” para hablar de la
semejanza natural y sobrenatural del hombre con respecto a Dios. Pero esta distinción
entre natural y sobrenatural no corresponde al AT.
• La interpretación más difundida es que el hombre está dotado de cualidades o privilegios
sobrenaturales: memoria, entendimiento, amor; inteligencia y libertad, etc. Pero el AT no
establece esta diferencia entre lo corporal y lo espiritual, sino que considera al hombre
como unidad, uno en cuerpo y alma.
• Para otros, la “imagen y semejanza” convierte al hombre en representante de Dios en la
tierra. La antigua idea de que el rey refleja la imagen de los dioses se aplica aquí al
hombre. Pero esta interpretación no encaja con la teología sacerdotal, ya que Dios sólo
refleja su gloria en el santuario.
• Significa “una vocación a imitar los actos de Dios, una llamada a la vida religiosa”
• Significa el dominio sobre los animales.
• Interpretación cristológica. La imagen de Dios es Cristo, que el hombre debe reflejar.
• Según Kart Barth y otros antes y después de él, “a nuestra imagen y semejanza” significa
que el ser humano, a diferencia de los animales, puede dialogar con Dios y dirigirse a Él
como tú. El hombre es imagen en cuanto posee yoidad, realmente capaz de plantarse
delante de Dios, ser presencia-para; vemos pues que el diálogo es la imagen de la
semejanza. Tiene la relación directa y personal con él, como un hijo con su padre.
…y los bendijo Dios. La bendición del v 28 está referida a la vida. Por eso se habla de
fecundidad. Vida en abundancia como participación de la Vida por antonomasia.
…Ahí os doy cuantas hierbas de semilla hay sobre el haz de la tierra, y cuantos
árboles producen fruto de simiente, para que todos os sirvan de alimento. El alimento es
otro detalle típico de los relatos de creación. El Dios creador se preocupa siempre de sus
criaturas. Pero existe una interesante diferencia entre los relatos egipcios y los mesopotámicos.
Los primeros conceden al hombre la posibilidad de alimentarse de vegetales y animales; los
segundos solo admiten originariamente una dieta vegetal. Esta mentalidad parece vinculada a la
idea de “paraíso”, cuando existían buenas relaciones entre hombres y animales. Gn 1 se orienta
en la línea vegetariana. Sólo después del diluvio recibirá el hombre permiso para alimentarse de
animales (Gn 9,3).
Comer quiere decir tomar algo externo de mí, y asimilarlo en la carne mía. La vida del
hombre es diaria y siempre con algo que le viene fuera de sí: no se puede entonces originar la
propia vida, se necesitan aportes externos para existir.
Resalta nuevamente la creaturalidad del hombre, todas sus pretensiones de omnipotencia
y eternidad se derrumban en un gesto tan sencillo como comer. El comer es pues de alguna
7
Cfr. Voz hombre, en AAVV., Conceptos Fundamentales de la Teología…, p. 260.
8
Cfr. BAUER J., Diccionario de Teología Bíblica, Biblioteca Herder, Sección de Sagrada Escritura, Barcelona, 1976, p.
502.
9
“voy a amasar la sangre y haré que existan los huesos; voy a suscitar un salvaje, cuyo nombre sea hombre;
ciertamente, voy a crear al hombre-salvaje para que se encargue del servicio de los dioses,
de modo que estos sean aplacados” (Enuma Elish VI 4-8)
10
Cfr. AAVV., Comentario Bíblico San Jerónimo, T I, Antiguo Testamento I, ed. Cristiandad, Madrid, 1971, p. 70.
11
Sobre la creación de la mujer en Gn 2 no tenemos paralelos mesopotámicos. En este caso, el Dios que ha trabajado
antes como alfarero lo hace ahora como artista que modela un hueso. La creación a partir de la costilla no quiere
expresar sometimiento ni inferioridad, sino igualdad y compenetración plenas: “¡Esto sí que es hueso de mis huesos y
carne de mi carne”. En la mentalidad del autor, si Dios hubiese creado a la mujer a partir del barro, igual que al
hombre, no quedaría clara esa compenetración absoluta entre los dos. Sin embargo, después del exilio, estos versículos
se distorsionarán como lo demuestra claramente 1Cor 11,7-9, donde el autor (sea Pablo o quien sea) refleja la
mentalidad judía típica de la época: “el hombre no debe cubrirse, siendo como es imagen y reflejo de Dios; la mujer, en
cambio, es reflejo del hombre. Porque no procede el hombre de la mujer, sino la mujer del hombre, ni tampoco fue
creado el hombre para la mujer, sino la mujer para el hombre”. Este tipo de exégesis no sólo olvida lo dicho en Gn 1,26
(hombre y mujer reflejan la gloria de Dios) sino que interpreta de forma arbitraria Gn 2,21-24.
12
Cfr. AAVV., Comentario Bíblico San Jerónimo…, p. 69.
13
Cfr. BAUER J., Diccionario de Teología Bíblica…, p. 503.
manera recibir vida, de aquí que sea una imagen muy favorecida para hablar del reino
escatológico.
Ayunar, entonces, quiere decir el reconocimiento de que no es el pan que hace vivir sino el
acogerlo como don de Dios, Dios es el que da el alimento, la vida entonces depende de Dios. El
que el alimento que Dios da en nuestro relato sean las hierbas, quiere decir que la vida recibida
no tiene que ver con la muerte. Ni el hombre a los animales, ni entre ellos: una vida que no sea
fruto de la muerte, un dominio sin violencia, que no usa la vida del otro para aumentar la suya;
más bien la ayuda a crecer, a realizarse. Entonces se entiende que el dominio no es otra cosa que
hacer crecer la vida, darle todas sus potencialidades.
A. Ser-en-relación-con-Dios
Como hemos ya visto supra, la tradición sacerdotal presentará al hombre creado a imagen
y semejanza de Dios. Con estos términos el texto no indica una especie de propiedad intrínseca
de la persona, sino su estar-en-relación-con-Dios. Siguiendo a Westermann14, se puede afirmar
que la imagen no designa una ontología, sino una función, un deber-ser, una vocación a la que
está llamado el hombre. El hombre es imagen de Dios como interlocutor y partner de Dios, como
capaz de escucharle y de hacer historia con él, de ser el “tú” de Dios, el sujeto llamado a una
comunión con él.15
En este sentido, Westermann16 considera que la interpretación más válida, es la teoría de
Barth, porque encaja en la mentalidad bíblica. Lo esencial sería que Dios crea algo en relación con
él, con quien puede dialogar y relacionarse. De hecho, toda la historia sacerdotal va a ser un
diálogo entre Dios y el hombre.
Aquí rechazamos toda posición que divida, oponiéndolos entre sí, el selem y el demut, la
imagen y la semejanza;17 igualmente rechazamos toda visión que cualifique a imagen bien en la
línea de la espiritualidad como alma, o bien en la línea de la corporeidad como parecido plástico,
como presencia representativa, al estilo de los reyes orientales que enviaban sus estatuas a los
dominios más lejanos de su imperio como signo de su efectiva soberanía18. Siguiendo a
Westermann, la imagen indica una dimensión específica del hombre uno en cuerpo y alma: indica
la dimensión relacional de una persona que vive su propia libertad respondiendo a Dios.
14
Cfr. WESTERMANN C., Génesis…, pp., 104-244.
15
Cfr. COLZANI G., Antropología Teológica…, p. 78.
16
Cfr. WESTERMANN C., Génesis…, pp. 104-244.
17
Cfr. BAUER J., Diccionario de Teología Bíblica…, p. 502.
18
Sicre, no descarta plenamente la interpretación de la antigua idea de que el rey es reflejo de la imagen de los dioses.
Ambos términos, “imagen” y “semejanza”, se emplean como sinónimos en una inscripción encontrada en Tell Fakhiriya
(Siria), al pie de la estatua de un rey. De ella se desprende que lo fundamental para una imagen es que represente a la
persona; la imagen del rey debe representar por consiguiente al rey. Análogamente, el hombre, creado a imagen de
Dios, según Sicre, tiene la misión de representar (hacer presente lo que está detrás) a Dios. Por eso vendrá después
una potestad regia sobre el resto de los seres, a los que preside y gobierna en nombre y por delegación del creador. Set
en este sentido es imagen y semejanza de Adán en cuanto lo representa y lo prolonga. El relato yahvista de la creación
del hombre y de la mujer, presenta al hombre como obra de Dios, plasmado del polvo de la tierra y animado por el
soplo de la vida. El salmo 8 tiene unas analogías muy profundas con el relato sacerdotal de la creación del hombre.
Creatura exigua y casi insignificante, el hijo del hombre es elevado por la acción creadora de Dios a una dignidad única
y sorprendente: “lo hiciste poco inferior a Elohim, lo coronaste de gloria y dignidad”. Puede entenderse como dios en
segundo rango, a quien el resto de las criaturas son sometidas por voluntad de Dios. El salmo 139 dirá más
sencillamente que el hombre es el “prodigio” creado por Dios. El apenas inferior sería aquello de dominio regio que
compete al hombre. Es sin embargo, un dominio que no sustituye a Dios, se trata de un dominio recibido.
Como representante de Dios, al hombre le compete una función de gobierno. El Dios creador y soberano quiere que el
hombre participe de su soberanía. Pero tal señorío no debe interpretarse como aristocrático, como ocurría en Egipto,
en donde sólo el rey era imagen de Dios, sino todos y cada uno de los hombres son imagen, y el señorío se ejercerá
sobre aquello que no es humano, nunca sobre los demás hombres. El hombre será entonces responsable de la vida del
hermano, como magnitud inviolable, todo lo que tente contra la vida será tomado en cuenta por Dios. Puesto que los
animales también son criaturas, esta relación singular del hombre con Dios, no se basa solamente en la acción creadora
ni es parte de su ser: la historia de Israel la aclara diciendo que es don de Dios, una gracia inmerecida e inmotivada,
que no tiene más fundamento que la elección divina para la alianza. En resumen, describe al hombre como el vértice de
la creación y como el titular de una relación particularísima con Dios, que eleva al hombre a la esfera de lo divino.
La última dignidad de la persona deriva de la proto-relación que Dios instaura con ella
llamándola y enviándola (vocación), esperando su obra y valorándola. La persona existe siempre
encarnada y concreta; sin embargo, trasciende el lugar y el tiempo. El yo del hombre llega a sí
mismo en la respuesta y responsabilidad derivadas de esta llamada y relación divinas. Se es
persona, como se es dios, delante de Dios, en presencia de Dios y en colaboración con Dios. La
realidad de este Dios, que nos llama en libertad y a la libertad, funda la condición personal del
hombre. Él también es libre, actúa desde sí mismo, es responsable de sí, tiene en sí su meta y no
actúa por indigencia o necesidad. Porque esa proto-relación nuestra con él nos personaliza,
podemos decir que también nosotros somos persona. Su relación con nosotros nos constituye
porque surgimos de ella, pero no lo constituye a él, porque con anterioridad a su apertura al
mundo, él es eternamente relación; existe siempre en cuanto Padre, Hijo y Espíritu. Dios es
personal delante del hombre como es personal en sí mismo desde la relación eterna instaurada y
acogida por cada una de las personas; por ello, el hombre terminará integrándose en el ámbito de
las relaciones intratrinitarias, al participar de la filiación del Hijo y al dejarse inspirar y llevar por el
Espíritu Santo.19
La noción de relación en Xavier Zubiri ha llegado a afirmar que Dios no es interpersonal
porque es un Tú, sino que por el contrario su tuidad no es sino la expresión humana de la
presencia interpersonal, es ante todo un Yo. Más aún, esta presencia no es interpersonal por su
relación yo-tú, sino que es yo-tú por su relación interpersonal.20
El término de imagen nos habla pues de una relación recíproca: dos reciprocidades
ejercitadas en el amor y la libertad, el hombre referido a Dios, y Dios que se remite al hombre,
Adán es el tú de Dios (y por imagen, es el yo del tú-prójimo). La fe en Dios, más que atribuciones
antropomórficas, ve al hombre como teomorfo.
B. Ser-en-relación-con-el-hombre
El contenido teológico de Gn 1, en especial los vv. 26-27 es muy claro: lo esencial del ser
humano es su imagen y semejanza con Dios, que le permite entablar un diálogo con Él (proto-
relación). La historia será un diálogo continuo entre Dios y el ser humano (varón/hembra). 21 El ser
creatura humana, le abre al mismo tiempo a un ámbito de relación con el mundo 22, en especial
con el tú humano.
Por otro lado, los rasgos que hemos encontrado en este texto sobre el hombre, no nos
proporciona una definición, pero aporta elementos fundamentales: el hombre es primariamente
constituido por su relación con Dios. El hombre, en cuanto imagen y semejanza de Dios, no sólo
afirma su creaturalidad, sino al mismo tiempo manifiesta su finalidad, presencia-para-Dios (proto-
relación) y presencia-para-el-prójimo (relación interhumana). La primera relación no degrada al
hombre, sino que le atribuye una altísima dignidad: la persona es valor absoluto porque Dios así
lo ha valorado: el hombre es valor absoluto, porque Dios se ha tomado al hombre absolutamente
en serio. 23
El hombre lleva una impronta trinitaria, la cual significa necesariamente impulso a la
comunión en el amor. Esta apertura trascendental del hombre se actúa históricamente, “de hecho
y necesariamente, en la mediación categorial de la imagen de Dios”.
El afirmar que la mayor semejanza del hombre con Dios sea la relación, implica aclarar que
no ha de entenderse en el plano accidenta (de los accidentes) sino trascendente (de la
trascendencia). La relación del hombre con Dios y con sus hermanos no es un mero estar-ahí del
que hablamos en un principio, el hombre no se relaciona accidentalmente como cualquier ente; la
silla está ahí, en relación accidental con todo lo que se encuentra en la habitación, mas el hombre
no está como arrojado a la mera existencia, sino que su relacionalidad es dialógica, en un ámbito
19
Cfr. GONZALES DE CARDEDAL O., La entraña del Cristianismo, Secretariado Trinitario, Salamanca, 1997, pp. 626-
628.
20
Cfr. ZUBIRI X., El hombre y Dios, Alianza Editorial, Madrid, 1988, pp. 186-187.
21
Cfr. SICRE L., El pentateuco…, p. 88.
22
Cfr. AAVV., Comentario Bíblico Internacional…, p. 163.
23
Cfr. COLZANI G., Antropología Teológica…, pp. 82-83.
de encuentro, de iniciativa y de responsabilidad (capaz de responder a la apelación divina y
humana) el hombre como bien afirma Mounier, no es un ser, es una presencia.
Las preguntas planteadas al principio de nuestra exposición quedan resueltas ahora:
puesto que nadie da lo que no posee, la persona se dará únicamente allí donde el ser esté en-sí-
mismo y disponga de sí-mismo. Persona significa que en mi ser mismo no puedo, en último
término, ser poseído por ninguna otra instancia, sino que me pertenezco a mí, y en cuanto me
pertenezco, soy, antes que ser, presencia, pero una presencia-capaz-de-darse.
La presencia de la intensión divina está ahí. Dios es el único que no puede ser buscado en
vano, sin que pueda nunca ser encontrado plenamente, y de ahí la grandeza de la pequeñez y la
pequeñez de la grandeza de lo mundano, de ahí la imagen y la semejanza con Dios: el dilema es
este, ser dios sin Dios y contra Dios, o ser dios por Dios y con Dios.24
24
Cfr. GONZALES DE CARDEDAL O., La entraña del Cristianismo…, pp. 647.