Dialnet LaArquitecturaDelCuerpoMistico 4555279
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Steven J. Schloeder
LA ARQUITECTURA DEL CUERPO MISTICO. CMO CONSTRUIR IGLESIAS TRAS EL CONCILIO VATICANO II
Paladio, Bramante o Alberti. As que yo creo que la fascinacin por el concepto contemporneo es problemtica.
Adems, el trmino mismo presenta dificultades
teolgicas y eclesiolgicas, en tanto que absolutiza este
tiempo que estamos viviendo como contemporneo.
Absoluto, de ab-solvere, significa separar de, y no permite una continuidad en la tradicin. No permite una
universalidad de la condicin humana que trascienda al
tiempo y al lugar. No permite una Iglesia que sea completamente operativa y plenamente dotada en cada
poca y en cada cultura para responder a las demandas de cualquier poca y cultura en la que ella misma se
encuentre. Segn nos recuerda san Agustn, la Iglesia
de hoy, del presente, es el Reino de Cristo y el Reino de
los Cielos1. Sin embargo, quin puede imaginarse
aqu al obispo de Hipona como anfitrin de un congreso en el ao 400 sobre arquitectura religiosa contempornea?
A pesar de todo, esta cuestin de la arquitectura
sacra contempornea parece ser el ncleo dialctico en
el que se han enzarzado los arquitectos y liturgistas
durante los ltimos cien aos, ms o menos. He de
sealar que necesitamos respetar las particularidades de
nuestra poca, y que es til examinar en qu grado
deberan influir en nuestra toma de decisiones, y qu
valores se estn introduciendo en nuestra aproximacin
a la arquitectura sacra. Pero el grado hasta el que podran influenciar nuestra aproximacin a la arquitectura
sacra es mucho ms limitado.
Volvamos, por tanto, a esta cuestin del dilogo
entre contemporneo y sacro. Este dilogo expresa una
completa serie de tensiones y acentos en nuestra experiencia del mundo moderno, en nuestra aproximacin a
la arquitectura y en nuestro pensamiento sobre la propia
religin, antes de que entremos en la cuestin de la
arquitectura religiosa contempornea.
Arquitectnicamente, podemos ver la tensin entre
un vocabulario arquitectnico de formas que proceden
y son expresin del mundo natural, y un vocabulario
que se apoya en otro completo grupo de determinantes:
la eficiencia del hormign, del acero, del vidrio laminado, de los plsticos, de la ventilacin mecnica y de la
iluminacin artificial. Es sta una tensin entre una
aproximacin a edificios procedentes de materiales
preindustriales de muros de carga de piedra y con
madera de factura artesanal y otra que deriva de la
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materialista del mundo que una espiritual. Cun creble puede ser para el mundo secular de la universidad
afirmar que estamos diseando edificios pensados para
el culto de la Trinidad, o lugares adecuados e incluso
santos para la ofrenda del sacrificio eucarstico del
Hijo de Dios por la salvacin del mundo, o para participar sacramentalmente en los grandes arquetipos revelados del Cuerpo de Cristo, el Templo del Espritu
Santo y la Jerusaln Celestial?
Todo esto suena muy anticuado, muy premoderno,
muy medieval y muy trasnochado. De modo que existe
una especie de prestidigitacin para dar credibilidad al
proyecto de modernos edificios eclesiales. Es as como
estos divertculos proclaman la necesidad de una arquitectura contempornea, no slo para convalidar edificios eclesiales, sino tambin para dar validez al propio
proyecto de construir una iglesia.
Pero esto llega a un nivel ms profundo. No era
suficiente el simple cambio de estilo externo de la iglesia, sino tambin el de la disposicin interior. Una de
las principales caractersticas que define la aproximacin moderna a la arquitectura es la nocin de que el
edificio es una expresin de la funcin. La planta genera la forma, segn proclamaba Le Corbusier. La forma
sigue a la funcin, expresara Mies van der Rohe. El
problema de la arquitectura eclesial llega a ser el problema del anlisis funcional radical, segn Peter
Hammond.
En su influyente libro Liturgy and Architecture,
Hammond adverta que, de las aproximadamente doscientas cincuenta iglesias anglicanas de posguerra construidas en Inglaterra, prcticamente todas se construyeron en estilos neo gtico, georgiano, bizantino o
romnico, y opinaba ms bien que estas iglesias no
tienen ningn mensaje para el mundo contemporneo5.
En contraste, escribi con envidia sobre las nuevas iglesias francesas: Estas plantas son de gran variedad. Hay
iglesias circulares y octogonales con altares en posicin
central, otras con la forma de un cuadrado, con los
asientos de la congregacin en tres de los lados de un
altar exento, y los del clero, situados contra el muro al
este, como en las primeras baslicas. Existen otras plantas inspiradas en la elipse, el hexgono y el trapezoide6
(Fig. 1).
Mientras que Hammond pareca desear cualquier
cosa antes que una tradicional baslica cruciforme,
supuestamente quera ir ms all de una simple moder-
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Fig. 1. Peter Hammond, distintos tipos de plantas de iglesias segn el funcionalismo radical (de Liturgy and architecture, 1960).
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relacin nupcial.
Ante todo, este edificio es contemplado por Eusebio
como una verdadera realidad sacramental, y construido
por Paulino como el magnifico templo del supremo
Dios, que corresponde al patrn de lo ms grande,
desde lo visible a lo invisible31.
Los escritos sobre arquitectura de Eusebio que
estn tan bien ensamblados que sugieren que est continuando una tradicin de pensamiento arquitectnico,
ms que inventando otra han impregnado el discurrir
de la arquitectura sacra cristiana hasta bien entrado el
siglo XX. Eusebio ya trabajaba dentro de una tradicin
establecida de metforas escritursticas para la Iglesia y
para el edificio eclesial. Smbolos tales como el Cuerpo
de Cristo, el matrimonio, el Tabernculo en el desierto,
y el Templo la gran y regia casa, las diferentes
metforas arquitectnicas sobre pilares y puertas, sobre
sillares y piedras angulares y sobre la propia ciudad,
son empleadas por los autores del Nuevo Testamento
para revelar la naturaleza de la Iglesia misma. Eusebio
estaba muy familiarizado con todas ellas, y de hecho
habra sido sorprendente que no las hubiese utilizado
para describir la disposicin de los nuevos edificios
eclesiales, poniendo en evidencia la correspondencia
entre lo visible y lo invisible.
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con el todo: como individuos, somos un cuerpo compuesto por diferentes partes manos, corazn, ojos,
bazo, miembros, cada uno con claras e inequvocas
funciones, formas, ubicaciones, relaciones y significado. Esta es la fuerza de la metfora de san Pablo en la
primera carta a los corintios: Del mismo modo que el
cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los
miembros del cuerpo, por muchos que sean, no forman
ms que un cuerpo, as tambin Cristo. Porque todos
nosotros, judos o no judos, esclavos o libres, hemos
recibido un mismo Espritu en el bautismo, a fin de formar un solo cuerpo; y todos hemos bebido tambin del
mismo Espritu (...) Ahora bien, vosotros formis el
cuerpo de Cristo y cada uno por su parte es un miembro (1Cor 12:12-13.27).
La metfora del Templo, la gran y regia casa, est
enraizada en la primigenia y ahora prcticamente
olvidada experiencia de lo que significa establecer un
lugar aparte para residencia humana, aislado de la cruda
y brutal naturaleza (Fig. 7). La humanidad cre refugios
seguros frente a las inclemencias del tiempo y las bestias salvajes para morar y fundar la civilizacin; muros
para la defensa y para parar el viento; una puerta para
procurar acceso y proteccin; ventanas para dejar paso
a la luz y a la brisa; una cubierta en pendiente para evacuar la lluvia, etc. Estos elementos bsicos de la vivienda han estado con nosotros desde tiempo inmemorial:
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Fig. 10. Sandor Ritz SJ, Santo Stefano Rotondo (h. 468/83)
(de La nuova Gerusalemme dellApocalisse e S. Stefano Rotondo, 1967).
seguir objetivos comunes, la comunidad establecindose apartada de los riesgos de la naturaleza y de las tribus merodeadoras, creando un lugar seguro para la vida
familiar y el comercio. Para los antiguos, construir una
ciudad inclua seleccionar el sitio con la ayuda de augures, trazando los muros, cavando los cimientos y sealando el centro con el fuego sagrado, que adems de un
deber, era un acto religioso.
En poca tan temprana como el siglo II, Melitn de
Sardes trazara la analoga espiritual entre la ciudad
terrenal y la ciudad celestial con estas palabras:
El templo de abajo era precioso,
pero ahora no tiene valor ante el Cristo
en las alturas;
la Jerusaln de abajo era preciosa,
pero ahora no tiene valor ante la Jerusaln
en las alturas34.
Esta visin cvica impregn de varias maneras la
imaginacin de los constructores de iglesias. Vemos
imgenes urbanas en el diseo elesial desde el siglo
cuarto, donde la baslica constantiniana no era sino un
edificio principal dentro de un conjunto de otros edificios que rodeaban una plaza. En el siglo quinto, los
constructores de Santo Stefano Rotondo evocaron la
Jerusaln celestial como la perfeccin del Tabernculo
del Desierto, con el templo en el medio de un conjunto
mayor (Fig. 8 y 10). Las abadas romnicas se constru-
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Fig. 13. La ciudad antigua y la ciudad contempornea: Jerusaln vs. Los Angeles.
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Fig. 14. Paralelismos entre The Sleeping Lady, h. 2800 aC. y uno de los templos de Tarxien (Malta).
modernos.
De modo que para nosotros, arquitectos, especialistas en liturgia y clrigos contemporneos, el problema
consiste en reformular estas metforas y ver cmo
podemos dejar que impregnen de nuevo el debate de la
arquitectura sacra. No necesitamos preocuparnos por
ser contemporneos o por hacer arquitectura contempornea: es todo lo que tenemos que hacer. No necesitamos preocuparnos por resolver ninguna tensin entre
concepto e identidad. El concepto es la identidad: la
Iglesia es el cuerpo de Cristo; es la Domus Dei, el templo de Dios; es la Jerusaln celestial. Este es el mensaje de la arquitectura cristiana, y sta es la identidad que
cualquiera de nosotros que est involucrado en la construccin de iglesias, debe esforzarse en comunicar.
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NOTAS
(1) San Agustn, La ciudad de Dios, 20.9.1
(2) Vase por ejemplo, Maurice Lavanoux, Religious Art and
Architecture Today, en Frederick McManus (ed.), The Revival of the
Liturgy, Herder and Herder, Nueva York, 1963; pg. 152-154.
(3) Edward Mills, The Modern Church, Londres, The Architectural
Press, 1956; pg. 16. Tambin Idem, The Modern Factory, The
Architectural Press, Londres, 1951.
(4) Jonathan Sherman (ed.), Church Buildings and Furnishing,
Seabury Press, Greenwich, 1958; pg. 95. Citado en Mark Torgerson, An
Architecture of Immanence, Erdmanns, Grand Rapids, 2007; pg. 91.
(5) Peter Hammond, Liturgy and Architecture, Barrie & Rockliff,
Londres, 1960; pg. 3.
(6) Ibdem, pg. 4.
(7) Ibdem, pg. 7.
(8) Loc. cit.
(9) Ibdem, pg. 9.
(10) Cf. Kevin Seasoltz, A sense of the Sacred, Continuum,
Londres, 2005; pg. 95-98.
(11) La lista de autores influyentes que siguieron este modelo es muy
extensa: Peter Hammond, Liturgy and Architecture (cit.), pg. 29;
Kevin Seasoltz, The House of God (Herder and Herder, Nueva York,
1963), pg. 78-80; J.G. Davies, The Secular Use of Church Buildings
(SCM Press, Londres, 1968), pg. 1-9; Edward A. Sovik, Architecture
for Worship (Augsburg Publishing House, Minneapolis, 1973), pg. 98;
Michael DeSanctis, Building from Belief (Liturgical Press,
Collegeville, 2002), pg. 28-34; y Richard Vosko, Gods House is Our
House (Liturgical Press, Collegeville, 2006), pg. 17. Todos estos autores parecen asumir este modelo sin considerar pruebas en su contra.
(12) Richard Vosko, Gods House..., cit.; pg. 22.
(13) Edgard A. Sovik, The Place of Worship: Environment for
Action, en Mandus A. Egge (ed.), Worship: Good News in Action,
Augsburg Publishing House, Minneapolis, 1973; pg. 98. Citado en Mark
Torgerson, An Architecture of Immanence, cit.; pg. 152-153.
(14) Cf. Kimberly Bowes, Early Christian Archaeology: A State of
the Field, Religious Compass 2/4 (2008), pg. 575-619.
(15) Cf. Katerina Sessa, Domus Ecclesiae: Rethinking a Category
of Ante Pacem Christian Space, Journal of Theological Studies 60:1
(2009), pg. 90-108.
(16) Cf. Rodney Stark, The Rise of Christianity, Harper, San
Francisco, 1997; pg. 4-12.
(17) Cf. Sources Syriaques, t. 1, Imprimerie des Peres
Dominicains, Mosul, 1907. En su obra The Origin and Development of
Early Christian Church Architecture (SCM, Londres, 1952), Davies adjudica fechas ms tempranas, entre los aos 123-136 (pg. 14).
(18) Cf. Uwe Michael Lang, Turning Towards the Lord, Ignatius
Press, San Francisco, 2005; pg. 67. Harnack hace mencin de esto en su
obra The Mission and Expansion of Christianity in the First Three
Centuries (Williams and Norgate, Londres, 1908).
(19) Lampridius, Life of Severus Alexander, 2.49.
(20) Porfirio, Adversus christianos, que ha llegado hasta nosotros
por el fragmento citado del tardo Macario en Apocriticus 4.22.
(21) Cf. Epistle of Aurelian, citada en Joseph Bingham, Origines
ecclesiasticae, Londres, 1722, 8.1.1.
(22) Cf. Richard Vosko, Gods House..., cit.; pg. 27.
(23) Cf. Michael DeSanctis, Building from Belief, cit., pg. 30.
(24) Cf. Joseph Rykwert, Church Building, Burns and Oates,
Londres, 1966; pg. 81.
(25) Cf. Hans Ansgar Reinhold, The Dynamics of Liturgy,
Macmillan, Nueva York, 1961; pg. 87.
(26) Cf. Idem, Speaking of Liturgical Architecture University of
Notre Dame Press, Notre Dame, 1952; pg. 13.
(27) Cf. Louis Bouyer, Life and Liturgy, Sheed & Ward, Nueva
24
York, 1965; pg. 7. Vase tambin Kevin Seasoltz, The House of God,
cit.; pg. 110-114.
(28) Peter F. Anson, Churches: Their Plan and Furnishing, The
Bruce Publishing Company, Milwaukee, 1948; pg. X-XI. Citado en Mark
Torgerson, An Architecture of Immanence, cit.; pg. 81.
(29) Hans Ansgar Reinhold, The Dynamics of Liturgy, cit.; pg.
32.
(30) Giorgio Vasari, en Vite de' pi eccellenti architetti, pittori, et
scultori italiani (1542/50), describe al estilo germano como brbaro.
Posteriormente, tanto Wotton como Evelyn menosprecian el gtico en
contraposicin a los rdenes clsicos. Leemos en Wotton: Tanto por la
evidente perogrullada del ngulo agudo como por su falta de gracia, debera ser apartado de las miradas sensatas, y dejar a sus inventores los
gticos o lombardos entre las dems reliquias de esa brbara poca
(Henry Wotton, Elements of Architecture, Londres, 1624; pg. 51).
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