Primeros Capítulos Los Crímenes de Santa Úrsula (Greta Spaulding) Ed. Seleer (A La Venta El 1 de Junio de 2012)
Primeros Capítulos Los Crímenes de Santa Úrsula (Greta Spaulding) Ed. Seleer (A La Venta El 1 de Junio de 2012)
Primeros Capítulos Los Crímenes de Santa Úrsula (Greta Spaulding) Ed. Seleer (A La Venta El 1 de Junio de 2012)
Ttulo de la edicin original: Los crmenes de Santa rsula Autor: Greta Spaulding Diseo de portada y Maquetacin: Borja Muoz Romero Impresin y encuadernacin: Antakira Grafic Editorial Seleer www.editorialseleer.es editorialseleer@hotmail.com
Puedo ser un cabrn, pero no soy un puto cabrn Seth (Abierto hasta el amanecer)
Santa rsula, 1967 uando la Caravelle qued con las ruedas hacia arriba, Tipfany pens que el LSD continuaba funcionando a tope. Tras una brusca sacudida que hizo chocar su cabeza con el techo, convertido ahora en suelo, rio a carcajadas mientras intentaba incorporarse sin xito. Los trastos de la cabina trasera quedaron esparcidos de cualquier modo: las pipas de agua, las mantas de colores imposibles y el perchero metlico del que colgaban algunas piezas de ropa. Tipfany se haba estado metiendo de todo desde que lleg a Santa rsula, junto a los otros tres de la banda. El grupo lo formaron escasos dos meses antes, en una de esas revelaciones que deja como huella un buen viaje a la luna. Adems haban escogido para el grupo un nombre que sus intoxicados cerebros creyeron de lo ms original: Life Machine. A los padres de Tipfany se los llevaran los demonios si hubieran podido levantar la cabeza de la tumba y contemplar a su nica hija de comuna en comuna (y dentro de una destartalada furgoneta), paseando sus carsimos estudios sobre cualquier escenario improvisado. Estaba claro que la banda no iba a tener un futuro muy prometedor, y todo se acab tras el desastre en la feria donde actuaron. Los vecinos de Santa rsula corrieron con toda clase de utensilios en las manos y la meta no era otra cosa que los hippies, a los que les faltaron piernas para huir como almas que lleva el diablo. Cmo corrieron esos demonios flacos y blancos! En la espantada se olvidaron de Tipfany, que corri en otra direccin, aunque a ella poco le import porque se senta feliz en su universo cncavo: las alucinaciones seguan tras sus prpados, se multiplicaban como
cartas repartidas por un crupier. Los corazones giraban en redondo y las picas llovan como espadas desde lo alto de su cabeza. A Tipfany le bastaba eso para no reparar en que estaba sola dentro de una furgoneta y en un lugar apartado donde ni siquiera alcanzaba a verse la triste luz de una farola. El olor del cigarro de marihuana le lleg con ms intensidad en aquel pequeo habitculo, incluso la ceniza incandescente que cay en su escueto vestido psicodlico le quem. Entre ataques de risas, busc a tientas su inseparable pandereta. Sus muslos quedaron desnudos y sus pechos se sacudieron al extender la mano ms all del abanico de cartas, cuando intent cambiar aquella absurda posicin Ests ah, cario? Vamos, ven a divertirte grit. Aun en sus alucinaciones, Tipfany saba que la pandereta no era lo nico que haba perdido de vista. Unos dedos se apoderaron de Tipfany, se agarraron a uno de sus muslos rosados y firmes. Ella continu riendo y se llev las manos a su cabello, moviendo la cabeza en un frenes disparatado. Un estridente sonido metlico la llev a otra dimensin repleta de aromas que llegaron desde la tierra, de donde surgieron brazos que se fundieron en sus carnes y que acariciaron sus senos. Una farsa de universo que estaba engullendo a Tipfany y no le dejaba ver la verdadera cara del paisaje.
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ujtala de las piernas, Neil. Y tpale la boca, joder, no hace ms que rer y me da bajona mascull uno de los hombres. Estaba de rodillas, con el cuerpo de Tipfany en medio de las piernas y la lujuria tatuada en su rostro. Acaba pronto, esta va a saber lo que es hacrselo con un hombre de verdad. No te enteras de nada, eh, rubia? Pregunt el que la sujetaba por los brazos. Yo har que se entere aadi otro que permaneca de pie, mirando a su alrededor por si alguien apareca. Se pas la lengua por los labios esperando su turno, con un cuchillo en la mano. Detrs de los matorrales, unos ojos marrones y consternados contemplaban la lenta progresin de espantos: los rostros desencajados de los hombres. El cuerpo de Tipfany sacudindose con los movimientos que ellos ejercan. El brillo del cuchillo La cara de Tipfany cay muerta hacia un lado; la luz de la luna llena descubri sus ojos embadurnados de rmel y los labios grotescamente desdibujados. Su cuerpo adopt una postura indefinible, roto por varias partes, inerte como un animal atropellado. He visto algo entre los matorrales dijo de repente uno de los hombres. No me jodas. Neil se levant tambaleando y luego corri hacia la espesura. El terreno era tan homogneo con la oscuridad de la
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noche, que todo se converta en una especie de selva de hojas, caas y barro. Haca mucho fro y, aunque era el mes de Mayo, la temperatura pareca haberse olvidado de ascender en los termmetros; corra una ligera brisa que sacuda las hojas de aquellos rboles como si fueran campanillas diablicas. Neil gir sobre su cuerpo un par de veces sin dejar de empuar el cuchillo. La brisa pareci cambiar de rumbo y el olor del pantano le lleg con ms fuerza. A menos de cuatro metros, Neil no vio el cuerpo que estaba pegado al suelo. El fango tapaba su contorno y sus ojos marrones brillaron como estrellas. Estaba cerca de los manglares. Neil dio un paso ms hacia delante, hundiendo sus botas en el fangoso terreno y que emitieron una especie de glup cuando dio un nuevo paso. Aguz el odo para poder distinguir algo que no fuera los murmullos de los grillos y las ranas, porque estaba seguro de que haba visto a alguien mientras estaba con los otros tres; aunque en realidad Neil no crey ver a alguien, sino algo. La silueta que se movi de manera extraa entre las sombras no pareca pertenecer a nada humano. Aunque estaba hasta arriba de alcohol y drogas, la garganta se le haba secado a causa del escalofro que le recorri el cuerpo momentos antes. Carraspe con fuerza y larg un escupitajo antes de darse la vuelta. Est muerta pronunci uno de ellos. Quin estaba ah? Pregunt otro, al ver regresar a Neil. No lo s. Con esa borrachera no podras ver ni a un elefante, joder. Te he dicho que haba algo insisti. Mir el rostro desencajado de Tipfany. Esa zorra ni siquiera se la haba puesto dura y hasta tuvo que fingir una culminacin que jams lleg. Algo, el qu? Dejmonos de chchara y tiremos el cuerpo al pantano sugiri uno de los hombres, con frialdad. Nadie echar de menos a esta ta. Y los otros tres que venan con ella?
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Se marcharon. Debieron pasar varias horas. A pesar del terror que casi lleg a trastornarle, el sueo le venci y cuando abri los ojos aquellos hombres no estaban, el cuerpo de Tipfany tampoco. Se apoy sobre las manos para levantarse. Su cuerpo resbal como una pastilla de jabn en el lodo, tena los msculos entumecidos y apenas senta las piernas. Con otro intento, volvi a apoyarse en el fango; la sensacin fue clida a pesar de estar helado. Esta vez se dej caer al sentir que su cuerpo se quedaba sin sangre. Sus ojos marrones se abrieron desorbitados al or los sonidos que venan desde su espalda. Gir la cabeza poco a poco, esperando encontrar de nuevo aquellos hombres. Se sacudi temblando de pavor. Pan taaaaaano pronunci la cosa que top con sus ojos. Los sonidos eran guturales. De manera incomprensible, el terror desapareci de su cara cuando vio el brazo extendido de aquella criatura. Pareca la rama quebrada de un rbol y el color de la piel era igual que el barro del que estaba intentando salir, parda y rugosa. Le mir directamente a los ojos. Eres del pantano La criatura le sujet la mano con fuerza, hasta casi hacerle dao. Paaaaaaan taaaaaano. Ellos tambin son del pantano dijo mientras se levantaba del barrizal. Sus ojos se haban convertido en un brillo de plomiza indiferencia, dejando a un lado cualquier destello de miedo e incluso de cordura. Se han ido, pero yo los he visto. Tienen la cara del diablo. Diaaaaablo. S, el diablo. Sus gestos ganaron intensidad al pronunciar esas palabras, sus pupilas desprendieron un fulgor diferente. La criatura continuaba erguida, como estudiando cada uno de los
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movimientos mientras le oa hablar. Le solt la mano poco a poco, hasta llegar al extremo de sus dedos Sabes lo que es el diablo? Tiene dos cabezas y lleva cuchillos con los que hace sangre. La cosa se dio la vuelta. Las vrtebras se marcaban como puos a lo largo de la famlica espalda. La cabeza quedaba escondida hacia delante, acompaando al movimiento extrao de los brazos. Le sigui. Los dos se perdieron entre los murmullos y los deshechos del pantano.
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1984
eil conduca por la interestatal. Lo llevaba haciendo durante tres horas y tena la vejiga a punto de estallar en pedazos. Intent desabrocharse el cinturn que amenazaba con estrangularle la barriga; el volante se lo impidi. Durante toda su vida haba sido delgado, pero el alcohol ingerido en los ltimos aos pareca depositarse a modo de anillo de Saturno alrededor de la cintura. Aquel cuerpo alto y fornido, desapareci con cada trago. Neil se ganaba la vida como cazarecompensas, y no se mataba mucho, con un par de buenos trabajos le eran suficientes. La ley del mnimo esfuerzo. Haba ganado mucho dinero en los ltimos aos, aunque gran parte lo perdi en los casinos y en los prostbulos, en los cuales le haban denegado la entrada debido a sus extraos gustos. Esa noche haba bebido ms de la cuenta con la intencin de mantener su mente embriagada, sin embargo, en ese momento pareca que todo el alcohol necesitaba abandonar su cuerpo y se empeaba en mantenerlo alerta. Bordeado de oscuridad y centrndose como poda en la luz que proyectaban los faros, pens que igual no era buena idea regresar, pero Serpiente se empeaba en recordrselo cada ao y Neil prefera arrancarse la lengua a mordiscos antes que darle una negativa. Vio el cartel verde y blanco que indicaba que a dos millas estaba el pueblo. Durante un tramo largo no vio coches, tan solo un mastodonte que iba en direccin contraria para hacer la ruta despus de haber repuesto (probablemente) en el Corralito y en el surtidor de la viuda de Franklin. La vejiga estaba matando a Neil y par cerca de la cuneta. El bosque flanqueaba el asfalto. Neil mir a un lado y a otro dentro del coche, buscando algo donde echar la
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meada. Pens que no era buena idea salir a la carretera entre tanta negrura. Al no encontrar nada, abri la puerta; la brisa caliente y los desechos del pantano sacudieron su cara, el aire acondicionado del vehculo pareci esfumarse. Vacil un momento junto al coche, pensando en si hacer lo que tena que hacer o ponerse de nuevo al volante y que el aire acondicionado hiciera el resto sobre el asiento, qu joder. Finalmente opt por desabrocharse con algn que otro problema la hebilla del cinturn, que tena grabada la cara del diablo en una expresin obscena. Observ el chorro mientras el asfalto engulla los dos litros de cerveza. Cuando acab, se abroch los tejanos que parecan haber encogido algunas tallas. Por un momento, Neil apoy los brazos sobre el techo de la pick up y mir hacia el otro lado de la carretera; el hito blanco marcaba uno de los lugares que sirvi de referencia para llegar hasta aquel segundo cadver, de eso haca poco ms de un ao. En ese mismo momento record aquella noche. El cuerpo de Alam estaba verde cuando lo sacaron del pantano, tan verde como el sentido del humor que posea en vida, y que a nadie le haca jodida gracia. Lo encontraron por casualidad unos cros que buscaban bichos para no se sabe qu historia de un trabajo en la escuela. De las cuencas vacas salan y entraban los gusanos, y de la boca, que mostraba un tajo de oreja a oreja, se desparramaba la lengua, larga y negra. Le haban cortado las piernas a la altura de los muslos, hacindole parecer una penosa piata. Los brazos tenan marcas de ataduras, y todo indicaba que dedicaron mucha paciencia a semejante carnicera. El cadver de Steph fue hallado un ao antes que el de Alam. La cabeza fue localizada en mitad de la carretera, aplastada como un huevo frito. El matrimonio Smith no se dio cuenta de ese detalle cuando su vieja furgoneta se llev algo por delante y no par. Al llegar a casa, la pobre seora Smith tuvo un amago de infarto al comprobar que los neumticos tenan ojos azules.
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Se estremeci solo de pensarlo y Neil sinti ms ganas de orinar. La frente empezaba a sudarle y los mechones ralos se pegaban grasientos a su cabeza. Se llev de nuevo las manos a la cremallera cuando vio a alguien salir de entre los matorrales. El susto fue tremendo para Neil, que se agarr a la puerta del coche como si se le fuera la vida en ello. Cogi la pistola y encaon hacia la figura que se mova. No de ni un paso ms o disparo. Sin dejar de apuntar, sac una linterna del interior del coche y la dirigi a los matorrales. El haz de luz descubra un cuerpo perfecto que vena desde el otro lado de la carretera. La mujer llevaba puesto un vestido que dejaba poco a la imaginacin, su piel rosada se mostraba cautivadora a los ojos del cazarecompensas. Siento haberte asustado. Quin eres, nena? Pregunt, bajando el arma. Estaba claro que no haba nada por lo que preocuparse. Si alguien tena que estar nervioso, ese alguien deba ser el bombn que deleitaban sus ojos. Cerr la puerta del coche y dio unos pasos en direccin a la mujer. Me he perdido. Quiz puedas ayudarme con el coche. Coche? No veo ningn coche. Est ah adentro. Seal a los matorrales. Su brazo baj suavemente, como si interpretara una danza. Y por qu no te olvidas del coche y te llevo yo, mueca? Sugiri Neil. Su cremallera estaba a punto de reventar aunque esta vez no era solo por una urgencia; el rostro febril y sudado de la mujer estaba alentando sus bajos instintos. Era como esas inocentes a las que les faltan algunos tornillos pero a las que se les puede hacer de todo. Sera fantstico respondi ella. Su voz pareca fundirse con los sonidos que provenan de los manglares. Sonri.
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Neil, que no aguantaba ni un minuto ms con su joyita dentro de los pantalones, se baj la cremallera poco a poco, tanteando el terreno. En un gesto casi infantil, ella se llev la mano a la boca para ocultar una sonrisa mientras su cabello le cubri la cara. A travs de los mechones mir cmo Neil empezaba a orinar sin darse la vuelta. l disfrut sabiendo que la mujer observaba sin apartar la mirada de su verga ni de su grosera. La mujer se acerc. Despus de semejante demostracin de depravacin, Neil abri la puerta para que entrara. Ech un ltimo vistazo al cuerpo de la rubia y celebr su suerte cuando ella se sent, con las piernas ligeramente abiertas. Neil sinti el ardor del sexo y el dulzor del sometimiento que desprendan los pliegues rasurados bajo la tela. Si no es porque el coche no era el escenario adecuado, la hubiera embestido como un animal, hasta desgarrar su pequeo coo encima del asiento. Al querer cerrar la puerta, el cazarecompensas repar en los pies de la mujer, estaban desnudos y cubiertos de fango. Los pies eran pequeos, delicados, pero llenos de mierda, joder. Si haba algo que no soportaba Neil, era la mugre en un cuerpo femenino. Quiz l no fuera el ms limpio del mundo, de hecho, si poda no se duchaba cuando los das estaban fros y retrasaba la cita con el agua hasta en una semana, pero con una mujer no lo permita. Las deseaba limpias, pero con la estupidez de una nia; nias con cuerpos grandes. Limpias, limpias! Aunque luego se volvi a fijar en los pechos, se los imagin redondos y sedosos, casi insipientes, y eso sirvi para olvidar cualquier escrpulo. Sin subir al coche, guard el arma y la linterna en la guantera que quedaba enfrente de la mujer. Cuatro segundos ms tarde se arrepinti de haberlo hecho. Los colores del vestido volvieron a provocar que Neil abriera los ojos ms de lo que l hubiera deseado. Recordaba esos colores, vaya por dios si los recordaba. Se qued sin aliento y con su cabeza en otro lugar, lejos de 1984.
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Al pantano, Neil. Llvame al pantano pronunci de pronto la mujer. Neil abri la boca como si en ese mismo momento estuviera contemplando a un fantasma. Tard unos segundos en recomponer la realidad en la que estaba. En su cabeza se repiti que ella estaba muerta y podrida. Los cuatro se haban encargado de que as fuese. Su primer intento fue coger la pistola, pero no tena valor para acercarse a la mujer. La cara de esta era como la de un maniqu, en la que la expresin pareca haberse disipado por completo. Neil crey que su corazn se paraba cuando la rubia alz los ojos, mirndolo ms atrs de su cabeza, con una sonrisa tonta en los labios. Se dio la vuelta para saber qu es lo que tena a su espalda y oy unos gemidos horribles que cortaban el aire caliente. Fue el momento en el que vio los dientes de la criatura y el destello azulado del cuchillo. La hoja meda 20 centmetros y se hundi entre sus piernas como si fuera mantequilla; revent el escroto y el tajo ascendi hasta su estmago. Al principio Neil no sinti dolor, solo un calor que le subi desde la ingle. La sangre se desliz entre sus muslos, cayendo al asfalto y tindolo de rojo. Neil sinti cmo aquel cuchillo se retorca en sus entraas, haciendo que los intestinos se escaparan de su barriga; bailaron unos segundos delante de sus propios ojos. Apenas pudo gritar cuando un vmito de sangre le sali disparado por la boca, y esta vez fue la mujer la que disfrut viendo los fluidos del cazarecompensas; lami el torrente rojo y caliente que ba su rostro por completo. Los dientes de aquella cosa emergieron de nuevo, y fue lo ltimo que pudo ver Neil. Aru la puerta del coche, dejando las huellas de su horrible agona mientras muri.
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Feria de Santa rsula, 1969 n la caseta de tiro, Jimmie Strait reciba, con la cara roja por la cerveza, las felicitaciones por los preparativos de la feria. Era un cuarentn que se negaba a cumplir aos. Con su sonrisa perfecta y un tup que era digno de una obra de ingeniera, reparta saludos a todo aquel que se le acercaba. La banda tocaba I Saw the Light. La haban interpretado unas diez veces porque el repertorio se estaba agotando. Todos los miembros iban vestidos a juego, con camisas de cuadros rojas y azules y pantalones Wranglers lavados a la piedra. El de la armnica, un tipo gordito que se secaba la saliva en el paliacate que llevaba al cuello, par un momento para tomar resuello y dej como protagonista de la pieza al del violn, que se mova como posedo por el escueto escenario. Era flaco como el tallo de un perejil, y en su cara solo se vea una boca a la que le faltaban cuatro dientes. Los tiovivos giraban con caballitos y ganado a los que se les desprendan las cscaras de pintura. La msica de organillo se distorsionaba con las malas interpretaciones de Hank Williams, que en esos momentos volva a apoyarse con la armnica. A cinco metros de las casetas, haba una estructura metlica con un luminoso en lo alto. Los hombres se medan en fuerzas con un mazo en la mano, y aullaban un Yiha cada vez que sonaba la campana. El olor a algodn de azcar y a manzanas con caramelo se mezclaba con el del chili y la carne asada. Eran las ocho de la noche y las luces brillaban como lucirnagas de colores; enlazaban cada puesto, creando una carretera que flotaba serpenteante sobre las cabezas de la gente. Sin duda estaba siendo una noche inolvidable y la feria era una de las mejores que se recordaba desde haca mucho tiempo. Todos le
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haban perdonado a Strait lo lamentable de dos aos atrs, en la que el fulgor de los hippies hizo mella en Santa rsula. A Strait, siempre al corriente de las tendencias, no se le ocurri otra cosa que traer a un grupo de melenudos con ropas que parecan haber salido de un contenedor de basura repleto de pintura y flores. Al empresario le llovieron tortas de todos los tamaos, e incluso la Volkswagen Caravelle que haca de camerino y fumadero a los Life Machine vio el cielo con sus ruedas. Todo un desastre que no lleg a durar ms de tres horas. S, aquello fue lo peor que se te pas por la cabeza, Strait pronunci John sin apartar el ojo del punto de mira de la escopeta. Sin ninguna duda, en qu estara yo pensado. Una panda de maricones. Se oy el sonido metlico de la lata, que fue como un grito de aleluya a su masculinidad. Cogi el palillo de dientes que sujetaba con los labios y seal con l a la banda country. Aqu queremos msica de la nuestra. Y donde est un sombrero vaquero y una buena armnica, que se quite todo lo dems. Recuerdas cmo salieron corriendo? Vaya que si lo recuerdo An me duele el bolsillo contest Strait. Dej de apoyar uno de los codos en la barra de madera para llevrsela a los sacos del pantaln. Yo no les hubiera pagado una mierda. Manada de nenazas. Lo nico que vala la pena era la rubia cachonda de la pandereta aadi Billy, que no se haba comido una rosca en al menos dos aos y se le notaba un tanto desesperado. Menudas tetas, redonditas como manzanas confirm John. El palillo volva a estar entre los labios y lo mova de un lado a otro con maestra. Al menos dinos que pudiste tocrselas, o no iba incluido en el precio? Nunca he tenido que pagar para eso. Y esa ta, era una cachonda de las de verdad.
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No seas retrasado, John. A Strait no le hace falta mostrar ningn billete para que caigan rendidas a sus pies. Strait se pavone un rato tras or eso por parte del joven, y esperaba ms msica para sus odos hasta que John cambi de conversacin. Hablando de retrasados Ah est Tom con ese cro dijo sealando hacia las casetas de comida. Tom estaba sujetando de la mano al nio, que adoptaba una postura indescifrable, intentando soltarse de su padre. Pobre mocoso se apresur a comentar Billy. Tom ha tenido mala suerte. No es poco apechugar con ese nio sino tambin perder a su mujer. Por cierto, qu hace aqu? Lleva unos aos sin dejarse ver el pelo. Eh, Tom, ven a beber unas cervezas! Tom se acerc, tirando de su hijo. El chico miraba hacia el cielo mientras pareca estar esquivando golpes en la cara. John, Billy. Salud al llegar. Tom Cunto tiempo dijo John, dndole unas palmadas en el hombro. He tenido mucho trabajo. Eh, pequeo, quieres una manzana? Pregunt Billy. Flexion las rodillas para quedar a la altura del nio. Ricky, te est preguntando si quieres una manzana. Tom tambin se agach un poco. Saba que sacar una respuesta de la boca de Ricky era algo imposible, pero lo haca por el simple hecho de estimularlo. Estn ricas aadi Billy. Quieres que te lleve a comprar una? Tom pens que a lo mejor no era buena idea dejar a su hijo con Billy. Ricky era propenso a marcharse en el menor descuido. Pero luego vio que los puestos de manzanas estaban muy cerca. No le pierdas de vista. Llvalo de la mano, porque tiende a irse sin avisar.
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Qu es de tu vida? Pregunt John en cuanto los vio marchar. A continuacin, le dio un vaso de cerveza de los que acababan de servir en la caseta y que Tom cogi agradecido. Strait se haba apartado unos metros y estaba hablando con cuatro hombres que parecan ser forasteros. Estoy con la cosecha dijo. Se quit el sombrero y a continuacin se pas el antebrazo por la frente para secarse el sudor. Esperemos que el agua sea abundante este ao. S, muchos son los cultivos que se han perdido. No te veamos por aqu desde aquella mierda de feria. No me gustan las ferias se apresur a aadir Tom. Siempre has asistido a ellas. Que asista no quiere decir que me gusten en su voz pareca haber un tono ms seco cuando pronunci esas palabras. Bebi un trago de cerveza. Si hoy estoy aqu es por el chico. Debe de echar de menos a su madre. O no Porque es retrasado, quieres decir finaliz Tom la frase. Vamos, hombre, no quera decir eso se disculp. Nunca quieres decir nada pero tienes la boca muy grande. La cara de Tom se haba crispado. Mir en direccin a la caseta de manzanas. All estaba Ricky, agarrado de la mano de Billy que estaba sacando unas monedas del bolsillo. Te devuelvo la cerveza concluy, poniendo el vaso de plstico sobre la madera. La cerveza se derram y Tom le dio la espalda a John. Siempre vas con prisas dijo en ese momento la voz de Strait. En su cara pareca haber un resentimiento contra Tom. Su aspecto se hizo ms pequeo cuando qued entre los cuatro hombres que haba a su espalda. Uno de ellos haba llamado Serpiente a otro. Tom pens que aquel tipo estaba leyendo sus pensamientos cuando le vio la cara a Strait. La noche de los hippies tambin saliste por patas. Marjorie se lo estaba pasando bien. Al igual que muchos de este pueblo respondi. Saba por dnde iban las insinuaciones.
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Qu tal te las apaas con el cro? Como siempre, Strait. No entenda por qu demonios estaba contestando a ese indeseable. En ese momento solo saba que habra pagado por darle un puetazo y despeinarle el tup, pero no era el lugar apropiado y menos estando Ricky por all cerca. Las mujeres no me han trado ms que problemas. A otros, satisfacciones. Cualquiera lo dira pronunci el empresario, mostrando una sonrisa torcida. Siempre has tenido buen ojo para las mujeres. S, y en cuanto me daba la vuelta se iban con tipos que eran unos mierdas. Los puos se le haban aferrado con toda su fuerza al sombrero y estaba a punto de perder el control. Pero creme, me hacan un favor hacindolo. Por supuesto, ya veo lo bien que te va murmur Strait, como una jodida mosca cojonera. En ese instante, oy la voz nerviosa de Billy. La cara de odio de Tom se convirti en una mueca de preocupacin. El cro. Lo he soltado un momento y no s dnde est. Tom mir al puesto y vio a la chica que estaba al pie de la caseta. Sin duda ese haba sido el motivo de la distraccin de Billy. Maldita sea, te dije que no lo perdieras de vista! Grit furioso. El joven se encogi. Es tu hijo, Tom. Otra vez la mosca cojonera con tup. T eres el que debe cuidar de l. Cuando quiera tu opinin te la pedir. Mientras tanto, cierra esa puta boca. John y Billy sujetaron a Tom. Estaba dispuesto a abalanzarse sobre Strait y romperle la cara. Tranquilo levant las manos en seal de rendicin, haba visto la estrella del sheriff Duncan a unos metros y no deseaba jaleo. No es la nica cosa que pierde.
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Algn problema, Tom? Pregunt Duncan despus de observar los rostros de los hombres. Billy y John haban soltado a Tom e intentaban disimular que all no pasaba nada. Mi hijo contest, ponindose el sombrero. Cuando le quito el ojo de encima acaba escapndose al mismo sitio. La noche es joven, caballeros advirti Duncan, dirigindose a todos. Su mirada luego se extendi ms atrs del grupo de hombres. Los ojos de Serpiente esquivaron los del sheriff.
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